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CORNELL WOOLRICH Charlie saldrá esta noche Las detonaciones resonaron con fuerza en el silencio de la noche mien mientr tras as el co coch che e patr patrul ulla la cir circula culaba ba a toda toda velo veloci cida dad d por por la avenida Central. Parecían proceder de un tubo de escape, pero los dos agentes sabían que no era así. —A juzgar por lo que la cosa dura esta vez, parece que por n le est!n dando caza —e"clam# $eene con esperanza. Per ero o ante antess de que que ac aca abara bara la fras frase, e, el tir tirote oteo co conc nclu lu%# %# de repente. &Pam' (n )ltimo disparo reson# a lo lejos % luego el eco se apag# en el silencio. $eene cerr# el pu*o % golpe# con fuerza el respaldo del asiento delantero. —&+o me digas que llegamos tarde otra vez' l hombre que se sentaba a su lado no dijo nada- no era nece necesa sari rio o. Cuan Cuando do el co coch che e dobl dobl# # la es esqu quin ina, a, la es esce cena na que que apareci# ante sus ojos hablaba por sí misma. La claridad que salía del estanco marcaba una p!lida franja amarillenta sobre la acera, que relucía con fragmentos de vidrios rotos. Las balas del tiroteo habían destrozado destrozado una parte del cristal del escaparate. (n policía de uniforme se dirigía con paso lento % vaci vacila lant nte e haci hacia a la tien tienda da-- llev llevab aba a la ca cabe beza za desc descub ubie iert rta a % se apretaba el brazo. —e ha escapado, /verdad0 —e"clam# $eene, col1rico, antes incluso de haber descendido del coche—. /Pero qu1 os pasa0 /C#mo se os puede haber escapado una vez m!s0 —Lo —Lo sien siento to,, ca capi pit! t!n, n, per pero es esta ta heri herida da me impi impidi di# # ana anarr la puntería. l policía se arremang# para mostrar el brazo, por el que bajaba un hilillo de sangre hasta la punta del dedo medio, donde se form# una gota que ca%# en la acera. —2e a que te vean eso —gru*# $eene secamente, como pidiendo disc discul ulpa pass de ma mala la gana gana-- lueg luego o a*ad a*adi# i# a me medi dia a voz— voz—33 es la
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primera vez que se derrama sangre por culpa de ese..., porque ha sido nuestro amigo de nuevo, /no0 —í, se*or. l tirador zurdo. —Pues es 1l, no ha% duda. Lleva cinco semanas poni1ndonos en ridículo. —/4 por qu1 siempre elige estancos0 —pregunt# uno de los agentes. $eene se encogi# de hombros3 —Por lo general, a estas horas de la noche en los estancos s#lo ha% un dependiente, así que ese tipejo se arriesga mucho menos que si asaltara un bar o un club nocturno. $eene entr# en la tienda seguido de dos subordinados. La caja registradora estaba abierta % vacía. n el suelo había una moneda de un centavo % otra de cinco, que seguramente se le habían caído al ladr#n en su huida. (no de los agentes las recogi# % las hizo tintinear en el hueco de la mano. 5abía un hombre inclinado sobre uno de los mostradores, con la cabeza hundida entre los brazos. —/6u1 le pasa a 1se0 /s que est! muerto0 —pregunt# $eene de mal humor—. &h, oiga' l dependiente levant# la cabeza. 7enía el cabello manchado de sangre por encima de la oreja. —8e ha golpeado con la punta de la pistola —dijo d1bilmente—. 4o 4o estaba con las las manos en alto, alto, pero pero aun así me atiz#. —9ueno, por lo menos usted ha podido verlo. /6u1 aspecto tenía0 —/C#mo quiere que lo sepa0 Llevaba un pa*uelo blanco que le tapaba la nariz % la boca, % el ala del sombero le cubría el resto. +i siquiera pude verle los ojos. —5a atra rave vesa sad do tod toda la tiend ienda a desd desde e la puert uerta a has asta ta el mostrador, /% quiere hacerme creer que ni siquiera sabe c#mo es0 —le espet# $eene con impaciencia. —nt —ntrr# co con n la ca cabe beza za vuel vuelta ta,, co como mo si es estu tuvi vies ese e mira mirand ndo o o hablando con alguien que se encontraba en la calle. 7odo me pareci# mu% natural, así que /por qu1 iba a sospechar nada0 Lo )nico que le puedo decir es que tenía las espaldas mu% anchas % que llevaba un traje gris.
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—&8enuda pista' —replic# $eene con amargura—. i eso es todo lo que puede decirnos, le aseguro que va a sernos usted de mu% poca a%uda. &8aldito sea el condenado, no me e"tra*a que le llamen el :antasma' so es lo )nico que hemos podido sacar en limpio en cinco semanas. so, % que dispara con la izquierda. l dependiente volvi# a hundir la cabeza entre los brazos. —Creo que me va a dar algo —gimi# con voz ahogada. —7enga, aquí tiene los seis centavos que hemos recuperado —le dijo dijo co con n so sorrna uno uno de los los agen agente tess mien mientr tras as ar arrrojab ojaba a las las dos dos monedas a la caja registradora. $eene sali# a la calle mu% enfadado % se detuvo bajo la luz de ne#n del estanco a remover con el pie los pedazos de vidrio que habían saltado del escaparate. —;eg —;egis istr trad ad bien bien el es esca capa para rate te —or orde den# n#——- se segu gura rame ment nte e encontrar1is las balas que ha disparado en alguna caja de puros o en alg)n paquete de tabaco. Acababa de llegar una ambulancia para prestar los primeros au"ilios al dependiente % al agente heridos. $eene observ# con atenci#n ambos lados de la calle. —i ha entrado mirando para atr!s es porque previamente se ha asegurado de que s#lo había una persona en el estanco. Adem!s, habr! necesitado alg)n tiempo para atarse el pa*uelo, lo que quiere decir que ha debido de ocultarse en alg)n portal antes de llevar a cabo el asalto. 2amos a e"aminar aquel portal de allí..., es el )nico desde donde se tiene una vista completa del interior de la tienda. Los agentes se acercaron % $eene ilumin# el umbral con una linterna, pero no encontr# nada m!s que la colilla de un cigarrillo. La luz de la linterna pas# de largo, pero luego volvi# atr!s para enfocar la colilla. $eene se agach#, la cogi# % la e"amin# en la palma de la mano. —8enos mal que no se me ha pasado por alto —dijo en voz baja a sus acompa*antes—. 5e pensado que el tabaco era demasiado oscu os curro % co con n hebr hebras as dema demasi siad ado o grue gruesa sass para para trat tratar arse se de un cigarrillo com)n. /abes lo que es0 l otro asinti#.
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—(n porro..., marihuana —prosigui# $eene—. s de 1l, sin duda. e ha
e cualquier manera, %a suponía que tomaba algo. 5a dado demasiados golpes en poco tiempo. sta sta por porquer quería ía se segu gura rame ment nte e alte altera ra su noci noci#n #n del del tiem tiempo po-- las las horas deben de parecerle días % los días semanas. $eene meti# la colilla en un sobre % se lo guard# en el bolsillo. +o encontraron ninguna otra cosa de inter1s. (na vez m!s, el :anta antasm sma a se habí había a burl burlad ado o de ello ellos. s. $ee eene ne % sus sus homb hombrres recorrieron cuidadosamente el vecindario, tanto a pie como en autom#vil, durante buena parte de las dos horas siguientes, pero no lograron encontrar pista alguna. Parecía como si su presa se hubiera desvanecido en el aire nada m!s salir del estanco. ran casi las tres de la madrugada cuando $eene regres# por n a su casa tras haber pasado por la comisaría. Cuando se detuvo frente a la puerta de su apartamento, sinti# el peso del cansancio. 9usc# la llave e intent# meterla en la cerradura, pero lo hizo con tal torpeza que se le ca%# al suelo. 8aldijo en voz baja, se agach# a recoger la llave % se qued# en aquella posici#n un instante. 8u% ce cerrca de la llave lave había bía una co coli lillla. la. Pens# ns# que era ran n imaginaciones su%as, que sus ojos le estaban jugando una mala pasada, pero las hebras de la colilla eran oscuras % gruesas como las de la colilla que había encontrado en aquel portal unas horas ante antes. s. La rec ecog ogi# i# para para olfa olfate tear arla la.. l olor olor ac acrre er era a leve leve per pero inconfundible3 aquello era marihuana. l capit!n se incorpor#, intrigado. —/6u1 est! haciendo esto aquí, delante de la puerta de mi casa0 >ebe de ser de alguien que vive en el edicio % que se cree mu% listo porque consume marihuana. Como lo pille, vo% a quitarle las ganas de seguir fumando estas porquerías. Luego abri# la puerta % entr#, meneando la cabeza con un gesto decidido.
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7res noches despu1s, el capit!n $eene sonri# con amargura al sentarse para cenar % descubrir que una de las tres sillas estaba vacía. —Charlie ha salido —murmur# su esposa con tono de disculpa. —&Para variar' —replic# $eene amargamente—. /s que para alguna vez por casa0 /abes cu!ndo lo vi por )ltima vez0 &l domingo hizo una semana' 8e cruc1 con 1l en la puerta3 %o llegaba % 1l se iba. &Los dos vivimos bajo el mismo techo % llevo m!s de una semana sin ver a mi propio hijo' —so es porque t) tampoco est!s mucho tiempo en casa, Lu?e — protest# ella en defensa de Charlie. —Pero %o esto% de servicio, mientras que 1l no pega ni golpe. —a —abes bes bie bien que eres la pers rson ona a menos nos indic ndica ada par para repr eproc och! h!rs rsel elo. o. >esd >esde e que que llev llevab aba a pant pantal alon ones es co cort rtos os s# s#lo lo ha tenido un sue*o, % t) le impediste que lo hiciera realidad. Así que si no tiene trabajo, la culpa es tu%a. 8ie 8ientra ntrass habl hablab aba, a, los los ojos ojos de la muje mujerr se posa posarron en una una fotografía que se encontraba sobre la repisa de la chimenea. ra la foto de un joven apuesto vestido con un uniforme de la policía. e parecía mucho a $eene, s#lo que unos veinte a*os m!s joven. 5abían pasado cinco a*os desde aquel día fatal, pero todavía había una cinta negra pegada en el marco. —&4a le entregu1 un hijo a la policía —tron# $eene, descargando un pu*etazo sobre la mesa—, % no esto% dispuesto a ver morir al otro' &5e decidido que no ingresar! en la policía %, mientras viva, en esta casa se va a hacer lo que %o diga' Pero eso no es motivo para que no busque otra clase de trabajo. &so no justica que se qued quede e todo todo el día día zanga angane nean ando do en su cuar cuarto to,, co con n la puer puerta ta cerrada con llave, % que luego se pase toda la noche fuera de casa' u esposa neg# con la cabeza, como si presagiara algo malo. —+o es bueno impedirle a un muchacho que lleve a cabo sus sue*os, Lu?e- siempre te lo he dicho. so lo tiene amargado, le ha hecho perder el inter1s por todo. 4 esa frustraci#n puede acabar por convertirlo en... algo mucho peor que lo que evitaste que fuera. La mujer baj# la vista, % luego a*adi#3
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—>ennis era tan hijo mío como tu%o, no lo olvides. Pero preferiría perder a Chariie como perdí a >ennis antes que verlo infeliz % amargado a causa de tu obstinaci#n. Chariie se siente desgraciado, Lu?e, est! consumi1ndose, % t) lo sabes. —&Lo )nico que s1 es que en esta casa mando %o' —rugi# $eene. —6uiera >ios que no tengas que lamentarlo, Lu?e —replic# su esposa con un suspiro. l tel1fono son# en el recibidor % la mujer se levant# para contestar. —9ien, mu% bien —se limit# a decir—. n seguida se pone. Luego se dirigi# a su marido % le anunci#3 —s para ti, Lu?e, de la comisaría. $eene se quit# de encima las tribulaciones dom1sticas como una serpiente se desprende de su piel. 8ientras se dirigía al tel1fono, sus pasos eran vivos, decididos. —$eene al aparato —dijo secamente. ra el comisario en persona. —&$ —&$ee eene ne,, uste usted d % sus sus homb hombrres tien tienen en que que hace hacerr algo algo para para atra atrapa parr de una vez vez por por toda todass al :anta antasm sma' a' 5a vuel vuelto to a las las andadas. /e da cuenta de que van diecis1is atracos a punta de pistola en poco m!s de seis semanas0 +o es s#lo que la prensa est1 st1 pid pidiend iendo o a gritos itos mi ca cab beza eza, sin sino que ese tipo se ha convertido en una amenaza p)blica. s un perro rabioso al que ha% que meter entre rejas para bien de todos. —/>#nde ha sido esta vez, comisario0 +o hace ni media hora que he salido de la comisaría. —n —n la es esqu quin ina a de Crav Craven en % 9ur 9urgo%n go%ne. e. 5e 5emo moss rec ecib ibid ido o la llamada hace tan s#lo cinco minutos. Ahora mismo vo% para all!. —Pues allí nos veremos. $eene colg# el tel1fono % se despidi# de su esposa3 —7engo que irme, @ulie. —/5a sido otra vez 1l0 —pregunt# @ulie, temerosa, pues conocía la preo preocu cupa paci ci#n #n de su ma mari rido do por por aque aquell crim crimin inal al a quie quien n no conseguían atrapar. atrapar. —&í, % vo% a perder mi puesto si no le paramos los pies en seguida' l comisario est! a punto de perder la paciencia, % si eso sucede mi cabeza ser! la primera en rodar.
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$ee eene ne desc descol olg# g# de un tir tir#n el so somb mbrrer ero o del del co colg lgad ador or que que quedaba junto a la puerta % dijo3 —+o me esperes levantada, @ulie. +o s1 a qu1 hora volver1. 4 cerr# la puerta a sus espaldas. Como las otras quince tiendas que el :antasma había atracado, la de Cra Craven ven % 9ur 9urgo%n o%ne er era a un es esttanco nco. #lo #lo ese tipo ipo de esta es tabl blec ecim imie ient ntos os par parec ecía ía inte interres esar arle le.. in in duda duda er eran an los los m! m!ss vulnerables, porque durante la noche los estancos quedaban al cargo de un )nico dependiente. Por eso la policía estaba tan segura de que el :antasma actuaba solo. Cuando $eene lleg#, había un hombre tendido en una camilla sobre la acera. —/s —/s el depe depend ndie ient nte0 e0 —le —le preg pregun unt# t# al m1 m1di dico co que que es esta taba ba e"amin!ndolo—. /Puede hablar0 —Con gran dicultad —dijo el doctor doctor—. —. i quier quiere e preg pregunt untar arle le algo, algo, apres) apres)re rese. se. +o creo creo que llegue con vida al hospital. $eene se agach# junto a la camilla % le pregunt# al dependiente en voz baja3 —/5as conseguido verlo, muchacho0 l dependiente abri# los ojos. —Le he dado —respondi# d1bilmente—. sta vez ha salido mal para parado do.. A%er %er la co comp mpa* a*ía ía dist distri ribu bu%# %# pist pistol olas as entr entre e los los que que hacemos el turno de noche, pero el tipo lleg# tan de repente que no pude coger el, arma hasta que fue a salir del estanco. Al ver que echaba mano de la pistola, me dispar# desde la puerta % me hiri#. Pero logr1 ponerme en pie % me arrastr1 hasta la calle. Lo perdí de vista por un segundo, pero luego vi que daba la vuelta en la avenida 9urgo%ne % que seguía en otra direcci#n. 2i su silueta recortada contra la luz de un farol. >ispar1 % se tambale# porque lo había alcanzado, pero de todas formas logr# huir a toda prisa... —/Pero has conseguido verle la cara0 La voz del hombre se debilit# hasta convertirse en un murmullo casi inaudible3 —Llevaba un pa*uelo que le tapaba la cara..., era ancho de espaldas..., el arma en la mano izquierda... l m1dico % el conductor de la ambulancia se acercaron al herido. —er! mejor que nos lo llevemos, capit!n.
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$eene se puso en pie con un suspiro de rabia % dijo3 —iempre la misma historia... —igame, $eene, /hasta cu!ndo va a durar esto0 —bram# el comisario, quien acto seguido dijo todo lo que pensaba sobre el caso a lo largo de diez minutos que a $eene se le hicieron eter eterno noss- al nal nal,, se sent nten enci ci#— #—33 &Aho &Ahora ra bien bien,, si uste usted d se sien siente te incapaz de echarle el guante, dígalo % pondr1 el caso en manos de otro m!s competente' $eene mantuvo la calma % respondi# con un tono respetuoso3 —Puede poner en mi puesto a alguien que tenga m!s suerte que %o, se*or, pero no encontrar! a nadie que se dedique al caso con ma%or ahínco. Lo )ltimo que hizo $eene antes de abandonar el escenario del delito fue telefonear al hospital para saber cu!ndo podría seguir interrogando al dependiente herido. —Cuando lleg# aquí %a estaba muerto —fue la breve respuesta. >e modo que ahora %a se había cometido un asesinato. $eene lleg# a casa rendido de cansancio. Abri# un caj#n % sac# su vieja pipa pensando que tal vez fumar lo a%udaría a reponerse, pero cuando iba a sentarse advirti# que la cazoleta estaba llena de ceniza. eguramente la )ltima vez que la había usado le habían llamado con urgencia de alguna parte % había tenido que abandonar la pipa antes de poderla terminar. iempre lo llamaban cuando estaba en medio de algo. $eene cogi# una cerilla de madera, removi# con ella las cenizas compac compactas tas % mir# mir# en torno torno busca buscando ndo alg)n alg)n recipie ecipient nte e donde donde volcarlas- pero su mujer %a había quitado la mesa % no encontr# nada que pudiera servirle. n aquel momento, @ulie sali# de la cocina con el cubo de la basura en la mano, pues iba a la calle a vaciarlo. —@usto lo que buscaba —dijo 1l—. spera un momento3 vo% a echar las cenizas de la pipa antes de que te lleves el cubo. @ulie pareci# asustarse de aquella sencilla petici#n. Primero se qued# parada % luego se precipit# hacia la puerta sin soltar el cubo.
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—4a.. —4a..., ., %a est! est! lle lleno no —argB% —argB%#—. #—. 2o% a vacia vaciarlo rlo % ensegu enseguida ida vuelvo... —/C#mo que %a est! lleno0 —pregunt# $eene, asombrado—. /Crees que vo% a desbordar el cubo con unas pocas cenizas0 La e"presi#n de $eene fue cambiando poco a poco, % sus ojos se achicaron mientras escudri*aba la cara de su esposa. Al cabo, se levant# de la silla % se acerc# a @ulie. —>ame el cubo —le dijo. 5abl# con voz pausada, pero en un tono tan autoritario que ella no se atrevi# a desobedecerle. —7r!elo aquí —repiti#—, quiero echarle un vistazo. @ulie se acerc# a su marido despacio, con la cara contraída % m!s blanc lanca a que la ce cera ra.. >ej# >ej# el cubo ubo en el suel suelo o % $eene ene pud pudo comprobar que estaba casi vacío. —/6u1 querías ocultarme0 —pregunt#. Pero su esposa %a había regresado a la cocina sin decir una sola palabra. $eene removi# la basura con la cerilla que había usado para vaciar la pipa. Al sacarla, descubri# que algo se había enroscado en su punta. ra una especie de tela retorcida % acartonada, de color marr#n. $eene tir# de ella hasta sacarla por completo del cubo, %, a medida que salía, la tira se iba volviendo m!s blanca, m!s ancha, m!s blanda % m!s delgada. ra una venda manchada de sangre. >e repente, o%# unos sollozos que procedían de la cocina. $eene tir# al suelo la cerilla % la venda, cruz# el comedor con tres r!pidas zancadas % entr# en la cocina. ncontr# a su mujer de pie junto al fregadero, con los ojos ba*ados en l!grimas. 7enía una botella de his?% en una mano % un vaso lleno hasta el borde en la otra. $eene se acerc# a @ulie % le arrebat# el vaso. —Dste no es modo de solucionar los problemas —dijo. —4a lo s1 —respondi# su esposa—, pero me a%uda a sobrellevarlos. Le dirigi# a su marido una mirada de s)plica- pero $eene sabía mu% bien que no era por sí misma por quien suplicaba.
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—&sto tiene que acabarse de una vez, @ulie' —dijo con voz ronca. Luego se volvi# % se encamin# mu% despacio hacia una puerta cerrada. lla corri# a cerrarle el paso % lo agarr# con fuerza por el cuello de la camisa. —+o, Lu?e, te lo pido por favor. &spera' —Ap!rtate, @ulie, esto es algo entre 1l % %o. —+o ha pasado nada, te lo aseguro. Podría haberle sucedido a cualquiera. —+o me mientas, @ulie. 5e visto que tratabas de esconderme esconderme esa venda. /6u1 es lo que ha hecho0 /Por qu1 querías evitar que la descubriera0 —Porque sabía que ibas a pensar precisamente lo que est!s pensando ahora. $eene apart# con suavidad a su esposa. Luego se acerc# a la puerta cerrada % la golpe# con los nudillos. —+o, Lu?e, te lo suplico —gimi# ella desde la entrada de la cocina—. Charlie es tu hijo, % no uno de esos delincuentes que interrogas en la comisaría. Ahora est!s en casa3 aquí dentro eres un padre de familia % no un policía. <iempre % cuando no entre el crimen en mi propia casa=, pens# $eene, abatido. 4 en voz alta, dijo3 —2e a tu habitaci#n, @ulie, % no temas nada. Como de costumbre, la puerta tard# mucho en abrirse- mucho m!s de lo que se tardaba en cruzar la habitaci#n, dos veces m!s, tres veces m!s. Al n, la llave gir# en la cerradura % la puerta se abri#. Pero antes de que la puerta se abriera del todo, Charlie %a se había dado media vuelta % había empezado a caminar hacia el fondo de la habitaci#n. $eene entr# en la estancia, cerr# la puerta % se qued# allí plantado, sin decir nada, esperando a que su hijo le mirara a la cara. Charlie acab# de atravesar la habitaci#n- luego se volvi#, % padre e hijo se miraron como si fueran dos adversarios. 7al vez no eran enem enemig igos os que que se hubi hubier eran an decl declar arad ado o la guer guerra ra,, per pero los los dos dos permanecían en guardia % medían sus fuerzas. +inguno de los dos estaba dispuesto dispuesto a ceder ni un !pice.
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Charlie era alto % delgado, pero de fuerte constituci#n. n aquel momento tenía la cara algo p!lida, pero era una cara franca, incluso simp!tica. in embargo, hacía mucho que $eene había aprendido en su trabajo que eso no quería decir nada. n aquel rostro agradable había una sombra taciturna, como si su due*o odiara al mundo entero- hacía varios a*os que conservaba la misma e"presi#n. l joven iba en mangas de camisa, % se había arremangado para estar m!s c#modo. La mirada de $eene se pos# primero en uno de los musculosos brazos de su hijo % luego en el otro, pero no descub descubri# ri# lo que que estaba estaba buscan buscando do.. 7am ampoc poco o había había adver advertid tido o rigidez alguna en sus andares cuando el muchacho cruzaba la habitaci#n. —Lev!ntate la camisa —le orden# al n. Charlie tir# de ella bruscamente para sacarla del pantal#n % se la levant# por el lado izquierdo. >os vendas de gasa se entrecruzaban en torno a su cintura para que no se moviera el aposito que llevaba en el costado. Charlie sonri# con amargura3 —/ra esto lo que querías ver0 —/C#mo te has hecho eso0 >e nuevo, la misma sonrisa. —(na bala perdida me alcanz# anoche, mientras caminaba por la avenida 9urgo%ne, cuando volvía de casa de 9ernice. 5abl 5a blab aba a co con n ca calm lma, a, per pero $ee eene ne pudo pudo ver ver c# c#mo mo su pech pecho o desnudo se movía agitadamente, como si Charlie respirara m!s aprisa a causa de la ira o del miedo. igui# sosteniendo la camisa en lo alto aun cuando %a no era necesario3 era un gesto de desafío. Cuando $eene habl# de nuevo, lo hizo con voz pausada % serena, con la voz de un policía que interroga a un sospechoso3 —/Puedes demostrarlo0 —+o —respondi# su hijo. Al n, Charlie dej# caer el fald#n de la camisa. 7enía la cara palidísima. —4 t), /puedes demostrar que no fue así0 —le espet#.
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Las miradas duras % hostiles de padre e hijo se enfrentaron, como omo si cada ada uno lucha ucharra por impo impone ners rse e al otr otro. l jove oven respiraba agitadamente- $eene podía advertirlo a trav1s de su camisa. Al n, Charlie musit# unas palabras casi inaudibles que su padre s#lo pudo adivinar por el movimiento de los labios3 —>ilo. >i lo que est!s pensando. >i lo que has venido a decirme. $eene contest# con el mismo tono apagado que había empleado su hijo3 —/Crees que es necesario0 6uiz! no lo era, pero $eene a)n no podía decirlo a las claras. Cuando lo dijera, no habría forma de volver atr!s3 entre padre e hijo se abriría un abismo sobre el que sería imposible tender un puen puente te.. Adem! dem!s, s, /qu1 /qu1 nece necesi sida dad d tení tenía a de deci decirr la pala palabr bra a den enitiv itiva a % maldit ldita a0 Ambos bos sabí abían lo que el otro tro esta staba pensa ensan ndo. Lo decí decía an co con n cla clarid ridad sus mira iradas as,, la agit gitada respiraci#n de Charlie % el tenso silencio que reinaba en el cuarto. >e pronto, $eene se dio la vuelta. inti# que los ojos se le enturbiaban, pero a pesar de ello logr# encontrar el pomo de la puerta % sali# de la habitaci#n. Al cabo de un instante, o%# el ruido seco de la llave en la cerradura. $eene advirti# que @ulie lo estaba mirando desde el umbral de su alcoba, con una e"presi#n triste en su p!lido rostro, mientras 1l caminaba lentamente hacia el recibidor. Pero no había nada que pudiera decirle a su esposa. Aquello no era algo entre ella % 1l. 4a 4a ni siquiera era algo entre 1l % Charlie. Ahora era algo consigo mismo- ahora la batalla se libraba en su propio interior. in decir ni siquiera una palabra, $eene cogi# el sombrero, se lo puso de cualquier modo % sali# de su casa. +o sabía a ciencia cierta adonde se dirigía mientras caminaba por las calles oscuras con el paso indeciso de quien ha bebido una copa de m!s. Pero su subconsciente parecía saber mu% bien cu!l era su destino. 7ras caminar un buen rato, se detuvo ante una silenciosa casita de madera, subi# la escalera % toc# el timbre. (na luz se encendi# en el vestíbulo, % 9ernice 8eredith abri# la puerta. ra la novia de Charlie, una joven bonita % de aspecto saludable. La luz de la l!mpara iluminaba sus sedosos cabellos
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casta*os % formaba una dorada aureola alrededor de su cabeza. 9ernice siempre le había inspirado a $eene una honda simpatía3 estaba convencido de que era la clase de mujer que a Charlie le convenía. Por eso en aquel momento sinti# pena por ella, aunque no tanta como la que sentía por @ulie o por sí mismo. 9ernice superaría aquel golpe con el tiempo % podría rehacer su vida, pero ellos jam!s lograrían sobreponerse a aquella desgracia. —&2a%a, capit!n $eene' —e"clam# la joven con cordialidad—. &6u1 sorpresa m!s agradable' 8is padres han ido al cine... Pero entre, por favor, % si1ntese. —Eracias, hija —respondi# el capit!n con un hondo suspiro—. Creo que sí vo% a sentarme. Los pies me est!n matando. abía que debía ser cuidadoso con sus palabras para averiguar averiguar lo que le interesaba sin despertar la desconanza de 9ernice. i sus preguntas le hacían sospechar algo, la muchacha defendería a Charlie, % sin duda mentiría por 1l. 9ernice era así. l atraco del estanco había tenido lugar alrededor de las doce % veinte. Aun caminando despacio, para que a Charlie le alcanzase una bala perdida en la avenida 9urgo%ne cuando regresaba de casa de su novia, el chico debía de haber estado con ella hasta la medianoche. ra una deducci#n anada3 por algo había llegado a capit!n de policía. —>ime, /acaso os peleasteis t) % Charlie anoche0 —le pregunt# a bocajarro—. /Por qu1 no se qued# m!s rato contigo0 —so quisiera saber %o —respondi# ella sin reservas—. Parecía mu% preocupado, como si algo le rondara sin cesar por la cabeza. A las diez % media cogi# el sombrero % se fue, % durante todo el tiempo que estuvo aquí se mostr# tan inquieto % nervioso que no parecía el de siempre. La verdad es que no sabía qu1 pensar — 9ernice ri# conadamente % luego agreg#—3 8e temo que sale con otra chica. —+o —dijo 1l con tristeza—. 7e aseguro que no sale con ninguna otra chica. >espu1s clav# la mirada en el suelo %, como si hablara por hablar, dijo3 —/6u1 tal te trata Charlie0 /Easta mucho dinero cuando salís juntos o es m!s m!s bien taca*o0 taca*o0
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—/7 —/7ac aca* a*o0 o0 &7od &7odo o lo co cont ntra rari rio' o' —rep —repli lic# c# la much muchac acha ha co con n vivacidad—. &Parece que quiera echar la casa por la ventana' Easta como si fuera un millonario. 4o 4o no dejo de decirle3 e vez en cuando apuesta un par de d#lares en las carreras % por lo visto gana siempre... $eene sonri# con amargura. Fía hablar a 9ernice, pero apenas se daba cuenta de lo que le estaba diciendo. Levant# la vista, % dej# que sus ojos recorrieran la sala. obre la repisa de la chimenea descubri# un peque*o retrato enmarcado de Charlie. +o era una fotografía de estudio, pero lo habían sacado de cuerpo entero, de pie en la escalera de la casa de 9ernice. ntonces interrumpi# a 9ernice % le pregunt#3 —F%e, preciosa, /te importaría traerme un vaso de agua0 —Por supuesto que no, capit!n $eene. n cuanto la muchacha hubo salido de la sala, el policía se acerc# con rapidez a la chimenea para sacar la foto del marco. e la guard# en el bolsillo % coloc# el marco boca abajo, para que no se vier viera a que que la foto fotogr graf afía ía habí había a desa desapa parrec ecid ido o. >esp >espu1 u1s, s, se march# en cuanto le fue posible. —Cuando vea a Charlie, dígale que... —le encarg# la muchacha desde la puerta, mientras $eene se marchaba arrastrando los pies en la oscuridad. l capit!n mene# la cabeza con tristeza. 4a no le diría nada a Charlie..., nunca m!s. 4 Charlie tampoco le diría nada a 1l. +o era necesario. $eene se dirigi# a la comisaría % busc# la lista de las tiendas que el :antasma había atracado. Luego escogi# media docena de las m!s recientes % anot# sus direcciones en la libreta. >espu1s se asegur# de que la puerta de su despacho estuviese cerrada % e"tra "trajo jo del del bols bolsil illo lo la foto foto que que se habí había a llev llevad ado o de ca casa sa de 9ernice. $eene- nombre de pila, Charles3 eso era lo que debía escribir. Gnconscientemente, levant# la cabeza, apret# los dientes % cerr# los pu*os hasta que los nudillos de los dedos se le quedaron blancos3 eran indicios de la lucha que se estaba librando en su interior. &A)n no podía cre1rselo, ni siquiera cuando todo estaba
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tan claro, ni siquiera despu1s de haber descubierto el vendaje ensangrentado % de haber escuchado las palabras de 9ernice' <7odavía no es seguro=, se dijo a sí mismo con obstinaci#n.
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mu% despacio, tapando las facciones desde las cejas hasta el ment#n. Ahor Ahora a er era a un cuer uerpo, po, un cue cuerpo rpo sin ros osttro que no podía odía reconocerse, una silueta como la de cualquiera de esas ratas que se dedican a atracar tiendas a punta de pistola % a matar a todo aquel que se les cruza en su camino. Llamaron a la puerta, % por un momento la sombra de una mano asom# tras el vidrio esmerilado. $eene se guard# la foto a toda prisa en un bolsillo % luego dijo3 —Adelante. ra ra uno uno de sus sus subo suborrdina dinado dos, s, que que entr entr# # para para entr entreg egar arle le un informe. $eene sali# del despacho unos diez minutos m!s tarde para interrogar a los dependientes de la media docena de estancos cu%a cu%ass direc irecci cion ones es habí había a anot anotad ado o. Ca Cada da vez vez que sa saca caba ba la fotografía sin rostro, decía secamente3 —Dchele un vistazo. Flvídese de la ropa % fíjese s#lo en las proporciones del cuerpo, en la estatura, en la anchura de los hombros % en la forma de la cabeza. /e parece en algo al tipo que atrac# su tienda0 7res de las víctimas contestaron que sí sin dudar un solo instante3 —í, tiene la misma comple"i#n... ra alto % delgado como 1se, % tenía los hombros anchos como 1l. Ftros dos declararon3 —s difícil decirlo... Puede ser 1l o puede no serlo. #lo uno de los seis dijo con rmeza3 rmeza3 —s in)til que me pregunte, capit!n- no sabría qu1 responderle. i me lo trajera aquí % lo pusiera delante de mí, no podría decirle si era el tipo que me atrac#. staba tan asustado que apenas pude ver nada. sta )ltima respuesta no probaba nada, ni a favor ni en contra. n una una pala palabr bra3 a3 ning ningun uno o de aque aquell llos os se seis is test testig igos os lo habí había a identicado con seguridad, pero, dadas las circunstancias en que se produjeron los atracos, era imposible que lo hubieran podido recon re conoce ocerr en la fotogr fotograf afía. ía. >e haber haberlo lo identi identica cado do alguno alguno de ellos, habría quedado como un mentiroso % un testigo mu% poco able, pues para reconocer a un delincuente es preciso verle la
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cara. 4 ninguno de ellos se la había visto. Pero lo malo del caso era que ninguno de ellos dijo que el atracador no fuera el hombre de la foto. $eene puso tres tildes, dos signos de interrogaci#n % s#lo una cruz junto a los seis nombres de la lista. llo signicaba que el individuo sin rostro rostro de la foto era un sospechoso, pues la ronda de entrevistas no lo había descartado por completo. $eene regres# a casa pasada la medianoche. Lleg# fatigado % hundido, % a duras penas se sostenía en pie. Arroj# el sombrero sombrero al colgador de la pared sin encender la luz- o%# que caía al suelo pero no se preocup# de recogerlo. (na franja de luz salía por debajo de la puerta situada a la derecha3 Charlie, por lo tanto, se encontraba en casa aquella noche. $eene se dijo que tenía que haberlo supuesto, pues era el día siguiente... siguiente... a la )ltima vez. Por la ma*ana, cuando sali# al comedor, $eene encontr# una taza sucia sobre la mesa. 8ir# la puerta de la habitaci#n de Charlie % descubri# que nuevamente estaba cerrada. —5a salido —dijo @ulie en voz baja en respuesta a la mirada de su esposo. espu1s de quitar la mesa, su esposa le pregunt#3 —/5o% no vas a ir a la comisaría, Lu?e0 —í, pero m!s tarde —%, al alejarse su esposa, $eene la llam#—3 @ulie. La mujer se dio la vuelta % regres# a la mesa. —/8e podrías traer el calendario que tienes colgado en la cocina, por favor0 Cuando ella se lo dej# en la mesa, $eene dijo con la misma voz serena % mon#tona3 —@ulie, quisiera pedirte un favor. —Lo que quieras, Lu?e.
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—7) tienes buena memoria. iempre has tenido buena memoria para las fechas % los peque*os detalles. Piensa con atenci#n % trata de recordar qu1 noches ha salido Charlie en las )ltimas semanas. @ulie se cubri# la boca con la mano, como si se hubiera llevado un susto de muerte. —Lu?e... —gimi#. —+o tengas miedo. +o pasa nada. i te pones nerviosa, no podr!s pensar con claridad. #lo tienes que decirme decirme los días de la sem ema ana en que Charl harlie ie ha sa sali lid do- no es nece cesa sarrio que que te preocupes por las fechas. 7engo curiosidad por saberlo, eso es todo. —+o es simple curiosidad, Lu?e- no trates de enga*arme. @ulie se sent# frente a su marido % apo%# su frente en una mano con gesto de consternaci#n. —ali# antea%er por la noche —dijo con voz triste % apagada— para ver a 9ernice... l baj# la vista, para evitar que sus ojos delataran lo que %a sabía- pero no dijo nada. —4 la semana pasada sali# el viernes. Lo recuerdo porque fue la noche que comimos pescado %, como Charlie no me avis# de que cenaría fuera, sobr# % tuve que d!rselo al gato. La mujer sigui# hablando mon#tonamente3 —7ambi1n sali# el lunes por la noche la semana pasada. 4 la sem ema ana ante nterior rior sali# ali#,, a pesa pesarr de que es esta tab ba llovi oviend endo a c!nt c! ntar aros os.. .... /6u1 /6u1 día día fue fue es eso0 o0 l juev jueves es.. ..., ., sí, sí, fue fue el juev jueves es.. .... ;ec ecue uerrdo que que me qued qued1 1 mu% mu% preo preocu cupa pada da por por temo temorr a que que cogiera un resfriado... $eene volvi# a bajar la vista. Conforme @ulie hablaba, $eJene iba deslizando la mano a trav1s del calendario, marcando con una cruz cada una de las fechas que su esposa mencionaba. Al n, @ulie call#. call#. —4a —4a no recuerdo m!s all!, Lu?e. —s suciente —dijo 1l, ce*udo—. 5as repasado cuatro semanas, casi un mes. @ulie se levant# % sali# del comedor sin decir palabra. Cuando cerr# la puerta de la cocina, $eene la o%# sollozar.
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l capit!n abri# su libreta % compar# las fechas de los atracos del :antasma con los días que acababa de marcar en el calendario. Al concluir, comprob# que todas las fechas coincidían. Al menos, hasta donde había recordado su esposa. Charlie salía con m!s frecuencia de la que actuaba el criminal, pero cada vez que se había producido un atraco, Charlie había estado fuera de casa. +i una sola de las noches en que el :antasma había hecho de las su%as Charlie había permanecido en casa. /ra necesario buscar m!s pruebas0 Cuan Cuando do logr logr# # se serrenar enarse se,, @uli @ulie e regr egres es# # al co come medo dorr. 5a 5abí bía a comprendido las sospechas de su marido. —5abla con 1l, Lu?e —dijo la mujer con angustia—. 7al vez si le hablaras, si le demostraras que est!s a favor de 1l % no en contra su%a... —s demasiado tarde, @ulie. —+o podemos estar seguros, Lu?e. —4o sí lo esto%. 8i especialidad es el delito, % conozco todos sus entresijos. Charlie est! metido hasta el cuello en este asunto, demasiado metido para que pueda sacarlo a Kote. $ee eene ne se puso puso en pie. pie. l tiem tiempo po de las las inde indeci cisi sion ones es habí había a conc co nclu luid ido. o. u ros ostr tro o par parec ecía ía tall tallad ado o en gran granit itoo- nada nada podr podría ía cambiar su gesto de dureza. Cerr# la libreta negra % se la guard# en el bolsillo. —+o tengo mucho dinero. 5e sido un policía honrado, % los policías honrados nunca se enriquecen. @am!s he faltado a mi deber hasta ahora, pero ho% vo% a cometer un acto deshonesto por primera vez en mi vida. $eene arroj# algo sobre la mesa, delante de @ulie. —n —n es ese e so sobr bre e ce cerr rrad ado o ha% ha% dosc doscie ient ntos os d#la d#larres es.. >osc >oscie ient ntos os d#lares ganados honradamente. honradamente. >!selos cuando llegue, @ulie. >ile que se va%a de esta casa, que tiene tiempo hasta ma*ana por la noche. 4 recu1rdale recu1rdale de mi parte que vive en casa de un policía. Dl sabr! lo que quiero decir. +o esto% haciendo esto por 1l, @ulie, ni tampoco para proteger mi buena reputaci#n. Lo esto% haciendo por ti. 7ras decir esto, $eene se dio media vuelta % sali# del comedor con la rígida lentitud de un son!mbulo.
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Al día siguiente, $eene lleg# a casa poco despu1s de anochecer. Lo primero que vio fue el sobre, colocado en equilibrio sobre el pomo de la puerta de la habitaci#n de Charlie. e acerc# despacio % lo cogi#. Charlie no lo había abierto. Al oí oírr a su marido, @ulie sali# de la cocina % lo mir# con detenimiento. —8e pidi# que te dijera que huir es algo que s#lo hacen los culpables —e"plic#, sec!ndose los ojos con la punta del delantal —. &>esde luego, entre uno % otro me est!is matando' —>e modo que pretende sacar provecho del hecho de ser hijo mío —musit# $eene tristemente—. Cree que en ninguna parte estar! tan seguro como aquí, /eh0 Pues est! mu% equivocado. u inmunidad se ha agotado. >ame la llave de esa puerta. , —+o la tengo. —/>#nde est!0 —Charlie siempre la lleva encima, % acaba de salir. $eene sac# su pistola dispuesto a hacer volar la cerradura. —Lu?e —gimi# su esposa—, los vecinos... —sto %a no es un asunto familiar, @ulie, sino un caso policial. Pero, espera un momento, tengo algo que podría... $eene volvi# a enfundar su pistola, se dirigi# a su habitaci#n % regres# con una ganz)a. La introdujo en la cerradura, % la puerta del cuarto de Charlie se abri# al instante. —2uelve a la cocina, @ulie —dijo, girando la cabeza—. +o te quedes ahí mir!ndome como si estuviera cometiendo un crimen —% acto seguido entr# en la habitaci#n de Charlie % cerr# la puerta tras de sí. La persiana estaba bajada, como siempre, fuera de día o de noche. $eene encendi# la luz. A primera vista, la habitaci#n no tenía nada de particular. ra un cuarto como otro cualquiera3 una cama, una c#moda, un armario % un par de sillas. l espejo situado sobre la c#moda tenía dos corbatas colgadas %, encajada en un !ngulo del marco, había una fotografía de 9ernice 8eredith. $eene frunci# el ce*o3 sinti# que el cuarto de un asesino no era el lugar adecuado para la fotografía de aquella joven encantadora.
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>espu1s abri# los cajones de la c#moda % pas# sus manos entre las pilas de camisas % de ropa interior de Charlie con la destreza de un profesional. +o se avergonzaba de lo que estaba haciendo3 era un policía registrando el cuarto de un sospechoso. n el fondo del )ltimo caj#n encontr# las balas..., eran del calibre . Charlie debía de haberse llevado la pistola consigo, pues no aparecía por ninguna parte. $eene observ# los pro%ectiles con mirada severa. Pens# que cada uno de ellos podía acabar con la vida de un policía. e los guard# en el bolsillo, pero a)n no se dio por satisfecho. l armario tambi1n estaba cerrado con llave, pero la ganz)a lo abri# con facilidad. #lo había un par de trajes, una chaqueta % un sombrero viejo. $eene revis# los bolsillos de la chaqueta, % de uno de ellos ca%# una moneda de un centavo, que rod# por el suelo. Al recogerla, se dio cuenta de que tenía un peque*o agujero en el centro. Charlie no se había olvidado de vaciarse los bolsillos, sino que que la guar guarda daba ba a prop prop#s #sit ito, o, co como mo un am amul ulet eto o de la buen buena a suerte. <>e poco le ha servido=, pens# $eene meneando la cabeza. n otro bolsillo encontr# un papel- al sacarlo, vio que era un boleto de apuestas de las carreras. l caballo se llamaba Cavalier, % Charlie había apostado dos d#lares por 1l. so coincidía con la e"plicaci#n e"plicaci#n que le había dado 9ernice..., 9ernice..., aunque, en esta ocasi#n, Charlie no había ganado, pues de lo contrario no habría conservado la papeleta. Por un inst instan ante te,, la segu egurida ridad d que $eene ene tenía enía so sobr bre e la culpabilidad de su hijo se tambale#. Ftro golpe como aqu1l, por ligero que fuese, % sus sospechas se desvanecerían desvanecerían por completo. l capit!n sinti# en su coraz#n una intensa punzada de gozo anticipado. Pero entonces su mirada se pos# en algo que se encontraba en un rinc#n. 5asta aquel momento no lo había visto, pues pues es esta taba ba oc ocul ulto to tra rass los los traj trajes es.. ra ra un pape papell enr enrolla ollado do % apo% apo%ad ado o co cont ntra ra la par pared del del ar arma mari rio o. Al co coge gerl rlo, o, sint sinti# i# un pinchazo en el dedo, como si se hubiese clavado un aller. e acerc# a la l!mpara para verlo mejor % lo desenroll#.
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ra un plano de la ciudad, de los que venden en las librerías. n una esquina tenía clavado con un aller un pedazo de papel rectangular que parecía servir de referencia. $eene llev# el plano hasta la c#moda, lo e"tendi# % le puso un objeto en cada esquina para evitar que volviera a enrollarse. La hoja prendida con el aller era delgada % en ella había un te"to impreso en columnas verticales. 5abía sido arrancada del list listín ín tele telef# f#ni nico co % er era a la p!gi p!gina na dond donde e gur gurab aban an todo todoss los los estan stanco coss de la ciu ciudad dad pert perten ene ecie ciente ntes a una caden adena a bien bien conocida. 8!s de un tercio de ellos estaba marcado con l!piz. $ee eene ne rec econ onoc oci# i# de inme inmedi diat ato o algu alguna nass de las las dir direc ecci cion ones es33 9urgo%ne % Craven, la calle >ieciocho % 7illar%. e trataba de los estancos que el :antasma había atracado. l plano tenía una aguja clavada en cada una de las direcciones se*aladas en la lista, enmarcadas en el plano con un círculo trazado a l!piz. 4 si eso no constituía %a una prueba conclu%ente, al lado guraba la fecha de cada uno de los atracos, que, por supuesto, se correspondía con los días en que el :antasma había actuado3 cuatro cuatro de ma%o, ocho o cho de ma%o, % todos los otros. >e pronto, mientras $eene comparaba los datos, algo le llam# poderosamente la atenci#n. 5abía una aguja de m!s en el plano, una aguja que no se correspondía con ninguno de los atracos del :antasma- tampoco $eene tenía apuntada aquella direcci#n en su libreta... a)n. sta vez, lo que había alrededor de la aguja no era un círculo sino un recuadro, que comprendía la esquina de las calles 5aven % >arro, un lugar que el :antasma todavía no había visitado. @unto al recuadro, Charlie había escrito3
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por toda la ciudad. +inguna pista les había llevado a consultar el listín telef#nico, pero hubiera bastado con echarle un vistazo para acabar de una vez por todas con las fechorías del :antasma. egura egurame mente nte,, Charli Charlie e prep prepara araba ba sus golpes golpes visita visitando ndo el lugar lugar elegido un día o dos antes del atraco %, si no quedaba convencido convencido de las posibilidades de 1"ito, porque no le parecía que el botín valiera la pena o porque el local se hallaba en una zona demasiado concurrida, pasaba al siguiente estanco de la lista. Pues bien, el siguiente estaba situado en la esquina de las calles 5aven % >arro. in duda el robo iba a tener lugar aquel mismo día, alrededor de la medianoche. $eene se enderez# lentamente. Cerr# el pu*o % descarg# un pu*etazo sobre el plano. —&Ahora sí que lo hemos atrapado' —murmur# entre dientes. Las pruebas bastaban para detener a Charlie en cuanto volviera a casa. Pero $eene debía tener en cuenta a su mujer. La pobre @ulie tenía el coraz#n destrozado. destrozado. +o podía arrestar arrestar al chico allí, delante de ella. Charlie %a había cometido un asesinato, % no dudaría en volver a matar para evitar que le echaran el guante. Por tanto, lo mejor era detenerlo fuera de casa. in saberlo, el propio Charlie había se*alado el lugar % la hora en que acabaría su carrera de delincuente, % allí encontraría su justo castigo. $eene enroll# el plano, lo guard# en el oscuro rinc#n del armario donde lo había encontrado % cerr# el armario con la ganz)a. Lueg uego sali# li# de la habi abitaci taci#n #n deja dejan ndo todo odo como omo lo había bía encontrado % cerr# la puerta3 la policía no puede permitirse permitirse el lujo de advertir a sus enemigos de que les est!n pisando los talones. —Creo que me he equivocado, @ulie —dijo con voz apagada al salir. abía que de esa manera su esposa no le contaría a Charlie que habí había a regis egistr trad ado o su habi habita taci ci#n #n-- de lo co cont ntra rari rio, o, el much muchac acho ho cambiaría sus planes. La cara de @ulie se ilumin# de esperanza, pero $eene preri# no mirarla. —+o, no me pidas que me quede a cenar —dijo l!nguidamente—. 7engo 7engo que irme en seguida. 8e quedan todavía muchas cosas por hacer esta noche.
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—7ienes mala cara, Lu?e. Lu?e. eguro que esas cosas pueden esperar hasta que ha%as comido algo. —+o —insisti# $eene—. 7engo mucha prisa. 5e de resolver el trabajo m!s duro de toda mi carrera. La voz de @ulie son# temblorosa a sus espaldas mientras $eene cruzaba el vestíbulo3 —upongo que volver!s tarde esta noche, /no0 —í, mu% tarde —dijo el capit!n, % luego a*adi# por lo bajo—3 F tal vez no vuelva nunca. ;ecogi# su sombrero, se puso bien derecho % e"hal# un hondo suspiro que parecía surgir de lo m!s profundo de su ser. :uera de aquella casa no podía mostrar ning)n síntoma de debilidad. n cuanto cruzase el umbral, dejaría de ser el padre de familia % se convertiría en el capit!n Lu?e $eene. Pero al abrir la puerta se encontr# de frente con Charlie, que se disponía a entrar. Por primera vez en varias semanas estaban cara a cara, en vez de encontrarse cada uno en un e"tremo e"tremo opuesto de la habitaci#n. e miraron con ojos vigilantes, tal % como había sucedido casi siem siempr pre e en los los )lti )ltimo moss a*os a*os.. La pro pro"imi "imida dad d de su hijo hijo,, sin sin embar bargo, le hizo Kaqu Kaquea earr en su det deter ermi mina naci ci#n #n de actu ctuar fríamente como el policía que era3 <7iene los ojos de @ulie=, se dijo. <4 su cara, ha%a hecho lo que ha%a hecho, es la cara que %o tenía hace veinte a*os=. s difícil odiarse a uno mismo- es terrible querer acabar con uno mismo. Por tre tres vec veces $ee eene ne inten ntent# t# decirl cirle e algo algo,, per pero no logr ogr# pron pronun unci ciar ar una una so sola la pala palabr bra. a. 7ra rag# g# sa sali liva va co con n dic dicul ulta tad d % nalmente pudo decir en voz baja, casi inaudible3 —Charlie, no salgas esta noche. (na r!pida sonrisa ilumin# la cara del muchacho, pero al instante padre e hijo se convirtieron de nuevo en dos enemigos resentidos. La severa m!scara de rencor había vuelto a ocupar su lugar. Charlie cerr# los pu*os % los apret# contra sus piernas. 7ambi1n 1l parecía tener dicultad para hablar. —i eso es lo que quieres, ten la seguridad de que saldr1.
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$eene atraves# el umbral % o%# que la puerta se cerraba a sus espaldas. +o volvi# la cabeza. us rmes pisadas resonaron en los pelda*os de piedra. 4a no caminaba como un hombre viejo % cansa cansado, do, como como hacía hacía )ltim )ltimame amente nte.. 7odo síntom síntoma a de debil debilida idad d había quedado encerrado en su casa, detr!s de aquella puerta. u rostro no mostraba ning)n rasgo de ternura- en su cuerpo no había una sola gota de sangre caliente. 5abía dejado de ser un hombre3 era s#lo una insignia % un arma que avanzaban con total decisi#n. A las diez % media, la intersecci#n de las calles 5aven % >arro estaba %a plagada de policías. n cada portal se ocultaban dos o tres tres hombr hombres es ar armad mados. os. La Lass cuatr cuatro o ca calle lless que se cruza cruzaban ban en aquel punto quedarían bloqueadas en cuanto se diera la se*al de que el :antasma había atravesado el cord#n de seguridad3 la trampa iba a cerrarse a su paso. abrían qui1n era el delincuente en cuanto cometiese un acto de violencia..., aunque uno de los policías podría reconocerlo reconocerlo con los ojos vendados. n cuanto entrara en la trampa, le resultaría imposible escapar. Las once era la hora jada para cerrar el cord#n. Cualquiera que entrase en la zona despu1s de esa hora sería autom!ticamente cons co nsid ider erad ado o co como mo so sosp spec echo hoso so.. A todo todo el que que vivi vivier era a allí allí e intentase salir lo obligarían a regresar regresar a su casa, por mu% urgente que que fues fuese e lo que que tuvi tuvier era a que que hace hacerr. >e lo co cont ntra rari rio, o, podr podría ía difundirse la noticia de que la policía había tendido una trampa a un delin elincu cue ente, % el asunt unto tal vez vez lleg llega ara a oíd oídos de los periodistas. $eene no dejaba de preguntarse si al advertirle a su hijo, en un momento de debilidad, que no saliera aquella noche, no habría echado a perder todo el plan. Pero no se arrepentía de haberle avisado. >esd >esde e lueg luego, o, se habí había a movi movili liza zado do a una una gran gran ca cant ntid idad ad de policías, para capturar a un solo hombre. Pero aquel delincuente había cometido diecis1is atracos a mano armada en poco m!s de un mes % había logrado un r1cord al escaparse de la policía en todas las ocasiones. o casiones. $eene es esta taba ba a car argo go de la opera peraci ci#n #n.. Le había bía dicho icho al comisario que había recibido por tel1fono un soplo sobre el atraco
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que el :antasma estaba a punto de cometer. Asegur# que conocía bien a la persona que le había informado % que era alguien digno de toda conanza. +o le dijo nada m!s. abrían toda la verdad en cuanto conclu%era aquella pesadilla. $eene estaba convencido de que, si les hubiera dicho qui1n era el criminal, le habrían quitado el caso de las manos % habrían puesto a otro en su lugar. Lo hubieran hecho por su bien, pero para $eene hubiera sido un verdadero tormento, %a que lo )nico que no hubiese podido soportar aquella noche era quedarse en casa mano sobre mano, esperando a que le comunicaran que el caso estaba resuelto. $eene se ocult# con dos de sus hombres en un oscuro callej#n que quedaba entre dos edicios. ra tan estrecho que los tres policías habían tenido que situarse en hilera, porque no cabían uno al lado del otro. e encontraba en la acera opuesta a la del estanco, aunque no quedaba justo frente al establecimiento. Les había resultado imposible encontrar un escondrijo m!s cercano, %a que delante del estanco había una larga tapia que no ofrecía ning)n lugar donde ocultarse. A las once menos cuarto, $eene hizo una )ltima ronda por todos los puestos de vigilancia % susurr# a sus hombres sus )ltimas instrucciones3 —+o os mov!is hasta que lo haga %o. 4 cuando me ve!is salir, no os precipit1is hacia el estanco. 2uestra misi#n consiste en formar una cadena humana que impida la huida del asesino. Al otro e"tremo de la calle >arro, a una manzana del estanco, había un colmado. La ronda de inspecci#n llev# a $eene cerca de la tienda, pues el )ltimo puesto de vigilancia policial quedaba tan s#lo a un par de casas del colmado. l capit!n no tenía por qu1 llegarse hasta esa tienda, pero se acerc#, vio un tel1fono p)blico en su interior %, cuando se disponía a regresar a su escondrijo, decidi# entrar en ella. ran las once menos diez cuando telefone# a su casa. —@ulie —dijo en un murmullo—, so% Lu?e. /st! Charlie en casa0 /igue ahí0 —+o, Lu?e. 5a salido.
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$eene colg# sin decir nada m!s. Cuando sali# de la tienda, una gota de sudor le resbalaba por la frente. ;egres# al callej#n en sombras % comenz# la espera en aquel escondrijo donde apenas podía moverse. n el barrio reinaba un e"tra*o silencio, que la presencia de la policía hacía m!s opresivo. Los agentes de tr!co desviaban los coches que se dirigían hacia la esquina de las calles 5aven % >ar >arro, o, en es espe peci cial al cuan cuando do se trat tratab aba a de vehí vehícu culo loss en cu%o cu%o inte interi rior or hubi hubier era a muje mujerres o de gran grande dess ca cami mion ones es que que podr podría ían n convertirse en un obst!culo para la policía % una ventaja para el :antasma. Las luces de los comercios se fueron apagando poco a poco. 7an s#lo s# lo el es esta tanc nco o co cont ntin inua uaba ba,, co como mo de co cost stum umbr bre, e, ilum ilumin inad ado, o, aunque, contra lo que era habitual, no tenía un solo cliente. l dependiente no había sido advertido del plan que se había puesto en marcha. Antes de iniciar la operaci#n, habían discutido en la comisaría sobre la conveniencia de sustituir al dependiente por un policía, pero habían llegado a la conclusi#n de que aquello podría echa ec harr el plan plan al tras traste te.. in in duda duda el :anta antasm sma a prep prepar arab aba a sus sus golpes con todo detalle % espiaba las tiendas antes de atracarlas para para fami famili liar ariz izar arse se co con n su ruti rutina na % co con n las las co cost stum umbr bres es del del dependiente. i veía una cara nueva detr!s del mostrador la misma noche que había elegido para el atraco, sospecharía % tal vez se echara atr!s. Por tanto, optaron por dejar al dependiente de siempre en su sitio. Adem!s, decidieron no informarle de lo que iba a pasar, pues de lo contrario el :antasma advertiría su nerviosismo % eso podía complicar las cosas. 5asta cierto punto, estaban poniendo en peligro la vida del empleado, pero consideraron que podrían intervenir con suciente rapidez como para protegerlo. La ca camp mpan ana a de una una igle iglesi sia a ce cerrca cana na dio dio las las once once % me medi dia. a. Comenzaba la etapa nal del plan, pues el :antasma se prese present ntaba aba siemp siempre re hacia hacia la median medianoch oche. e. Par ara a todos todos er era a una espe es pera ra lar larga % tens tensa, a, per pero para para $ee eene ne res esul ulta taba ba una una agon agonía ía insoportable. 5acía una noche fría, pero 1l seguía enjug!ndose el sudor de la frente con la manga.
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Pensaba3 <spero que aparezca. s lo mejor. 8!s vale que todo acabe de una vez. ería mucho peor tener que regresar a casa, solo o con 9ur?e % 8asse%, para arrestarlo... delante de @ulie=. Luego se pregunt#3 5abr! alg)n medio de impedir que ellos sepan qui1n es, incluso despu1s de detenerlo0 /4 si le vaciase los seis se is ca cart rtuc ucho hoss del del ca carrgado gadorr en la ca cara ra,, para para que que no pued puedan an reconocerle0 +o, aun así ha% muchos otros medios de identicarlo. Pero /c#mo vo% a mirar a la cara a todos esos hombres que me conocen desde hace tantos a*os0 +o har!n ning)n comentario delante de mí, pero /c#mo vo% a soportar su comp co mpas asi# i#n, n, un día día tras tras otr otro, una una se sema mana na tras tras otra otra00 Puedo uedo presentar mi dimisi#n, pero eso no servir! de mucho, porque aun así tendr1 que seguir viviendo con mi dolor. 7al vez Charlie me dispare antes de que %o pueda dispararle a 1l. so sería lo mejor. ntonces, no tendría que afrontar el ma*ana. Pero 1l debe morir conmigo. +o debe vivir para seguir matando policías=. l capit!n hizo izo un ges gesto de asenti entimi mien entto par ara a cons onsigo igo mismo ismo en la oscuridad. <4 si 1l no acaba conmigo, %o mismo me encargar1 de darle muerte, o uno de mis compa*eros se ocupar! de ello. l )ltimo que quede=. (no de los agentes que lo acompa*aban en el callej#n e"hal# un largo suspiro de aburrimiento. —4a falta poco —murmur# $eene—. 7en paciencia. l reloj de la iglesia dio las doce. Alguien se acercaba por la calle 5aven. 4a habían pasado un par de peatones con anterioridad, así que quiz! tampoco 1ste fuera el hombre que esperaban. Avanzaba junto a los edicios, pasando ante nte ca cad da uno de los polic olicíías esc scon ond didos idos.. La Lass so somb mbra rass lo engullían de tanto en tanto %, aunque las farolas lo iluminaban a rato ra tos, s, ca cami mina naba ba dema demasi siad ado o apri aprisa sa co como mo para para que que pudi pudier eran an identicarlo. n aquel momento se apagaron las luces del escaparate del estanco, % tan s#lo qued# encendida una bombilla en el interior de la tienda. l dependiente debía de estarse preparando para cerrra ce rarr el es esta tanc nco o % ma marrchar charse se a su ca casa sa.. $ee eene ne lanz lanz# # una una maldici#n entre dientes, porque la visibilidad en el e"terior era casi nula.
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l peat#n continuaba su camino % se acercaba al cruce, con la calle >arro, donde se hallaba la policía. (n farol alumbraba la esquina- por desgracia, estaba situado en la acera opuesta a la que recorría aquel noct!mbulo, pero su luz bastaría para verle la cara. arro % lleg# al estanco justo cuando se apagaba la )ltima luz en el interior. l tipo era de una precisi#n precisi#n absoluta3 debía de haber ensa%ado sus movimientos con toda e"actitud, calculando hasta la )ltima fracci#n de segundo, para llegar a la tienda en el momento justo en que lo hizo. l dependiente abri# la puerta para salir justo cuando el otro daba daba un paso paso adel adelan ante te para para entr entrar ar en el es esta tanc nco o. Los dos dos hombres se quedaron inm#viles por un momento, % sus siluetas se fundieron en una. +i siquiera $eene, que se encontraba m!s cerca del estanco que los otros agentes, advirti# el menor signo de violencia. +o hubo ning)n movimiento brusco ni ning)n gesto de amenaza. Los dos hombres permanecieron un instante de pie ante la puerta % luego entraron juntos en la tienda. Pasaron diez segundos. La puerta se había cerrado, pero la luz del estanco no volvi# a encenderse, % su interior permanecía a oscuras.
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—5a llegado el momento, muchachos —dijo $eene con los labios apretados mientras desenfundaba su pistola. (n estruendo son# dentro de la tienda al tiempo que $eene salía de su escondite3 el :antasma había vuelto a matar. Lo que se habí abía oído oído era el rui ruido de un dispa isparro mor mortal que que llega legab ba amor orti tig guad uado desde sde el inte nterior rior.. 5abía matad tado sin sin ningun nguna a necesidad, por el solo placer de matar, pues con toda seguridad el dependiente no había opuesto resistencia en la oscuridad. Cuando $eene se hallaba a medio camino, la puerta se abri# % se cerr# con la rapidez de un parpadeo, % el dependiente sali# solo, tambale!ndose, como si hubiera recibido un empuj#n. Luego se desplom# sobre la acera, junto al bordillo, % allí se qued#, con la cabeza colgando, e"!nime. $ee eene ne co corrría ría en diag diagon onal al haci hacia a el es esta tanc nco, o, co con n la ca cabe beza za agachada % el arma en la mano. A sus espaldas, los pesados pasos de 9ur?e % 8asse% resonaban al comp!s de los su%os, tratando de alcanzarle. alcanzarle. ntonces se volvi# para ordenarles que se detuvieran3 —2o% a entrar ahí dentro %o solo. —Pero, capit!n, /para qu1 estamos nosotros aquí0 —5e dicho que vo% a entrar solo a detenerlo. s una orden. 2osotros mantened la entrada bloqueada para que no pueda huir. $eene dio por sentado que lo obedecerían, % así fue, porque no podía ser de otra manera. $eene lleg# ante la puerta, % se qued# allí un instante, constitu%endo un blanco perfecto tras el cristal, pues si bien el barrio barrio estaba a oscuras, o scuras, a)n había m!s claridad en la calle que dentro del estanco. $eene entr# % cerr# la puerta, tal % como había planeado. Ahora estaban los dos solos, frente a frente. +o podía ver nada, pero permaneci# inm#vil % escuch#. F%# una respiraci#n agitada, como la de alguien que se siente acorralado. staba cerca, a medio camino entre $eene % el fondo del estanco. l capit!n apunt# el arma hacia el lugar de donde procedía aquel aliento delator, justo delante de 1l. 7res veces presion# el gatillo, pero en las tres ocasiones acab# aKojando la presi#n, pues se sentía incapaz de efectuar el disparo. abía que su deber era
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disparar, pero algo en el fondo de su alma le impedía descargar la pistola. Al cabo, baj# el arma. —7) primero, Charlie —dijo con serena amargura—. sto% aquí, delante de ti. Antes de que acabara la frase, el fogonazo anaranjado de un disparo atraves# la oscuridad en direcci#n a $eene. l disparo hizo que el sombrero le saltara de la cabeza. Luego hubo una segunda detonaci#n, pero entre una % otra el :antasma había cambiado de lugar. La segunda bala procedía tambi1n del fondo, pero de un e"tremo opuesto del local, % err# el blanco por entero. >espu1s, el asesino regres# a su posici#n inicial % dispar# por tercera vez, pero volvi# a fallar. —8u% bien, Charlie —dijo $eene mientras levantaba el arma—, %a te he dado demasiadas oportunidades. Ahora me toca a mí. $eene dispar# hacia los dos lugares de donde habían salido el primer % el )ltimo disparo, justo delante de sí. 4 una vez había empe em peza zado do,, %a no pudo pudo dete detene ners rse3 e3 sigu sigui# i# disp dispar aran ando do co como mo si quisiese rematar rematar bien su trabajo. trabajo. Cont# los disparos a medida que apretaba el gatillo3 uno, dos, tres, cuatro, cinco. Algo que había caído pesadamente al suelo entre el primer % el segundo disparo, % que que sigu sigui# i# movi movi1n 1ndo dose se lige ligera rame ment nte e entr entre e el se segu gund ndo o % el tercero, acababa de quedar por completo inm#vil. 7ras el quinto disparo del capit!n, rein# el silencio en la tienda. $eene se había reservado la se"ta bala. Dsa era... para otra persona. inti# que todo había terminado. Levant# el arma % la dirigi# hacia su propia cabeza. Apo%# el ca*#n en su sien % mantuvo la mano rme. Apret# el gatillo, % se o%# un chasquido hueco contra su cr!neo. &5abía fallado' <+i siquiera tengo suerte en...=, pens# mientras se disponía a intentarlo de nuevo. Pero en ese momento o%# una voz que lo llamaba desde la oscuridad3 —&Pap!' &Por el amor de >ios, no lo hagas' /s que te has vuelto loco0 $eene baj# el arma desliz!ndola por su mejilla derecha hasta que qued# colgando de la punta de sus dedos. n el fondo de la tienda se encendi# una luz, % el capit!n vio a su hijo mir!ndole
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desd desde e el e"ter "terio iorr de la ca cabi bina na tele telef# f#ni nica ca del del es esta tanc nco, o, cu%a cu%a bombilla se había encendido al cerrar Charlie su puerta. n medio de ambos %acía un cuerpo sin vida- tenía el rostro cubierto con un pa*uelo blanco que iba empap!ndose de sangre. La pistola resbal# de los dedos de $eene, ca%# al suelo % se dispar#3 la bala resquebraj# la baldosa a un par de centímetros de su pie. Pero Pero ni el capit!n ni su hijo se tomaron siquiera la molestia de mirarla. Charlie estaba p!lido % tenía cara de espanto. —5e visto al trasluz c#mo levantabas el brazo —dijo con voz ronca—. /6u1 diablos pretendías hacer0 —su mirada se detuvo en el cuerpo inm#vil que %acía entre ambos—. 4a entiendo... —dijo, estremecido- % luego agreg#—3 supongo que los dos le hemos dado dado.. Le he alca alcanz nzad ado o desp despu1 u1ss de que que te disp dispar aras ase e por por vez vez primera, pero no creo que ha%a conseguido acabar con 1l. >ebes de haberlo rematado t). —/Co... c#mo has entrado aquí0 —pregunt# $eene, que todavía no había logrado recuperarse de la sorpresa. —Llegu1 a las nueve % media —dijo antes de se*alar el cartel de <+o funciona= colgado en la puerta de la cabina—. 8e metí ahí dentro % me puse en cuclillas mientras el dependiente atendía a un cliente. staba dispuesto a quedarme encerrado en la tienda toda la noche con tal de detenerlo. —/stabas decidido a arriesgar tu vida para atrapar al asesino, Charlie0 Charlie lo mir# con una sonrisa3 —/6u1 habrías hecho t) si el policía cu%a opini#n m!s respetases te cre%era un criminal0 #lo podía demostrarte que %o no era el :antasma caz!ndole por mi cuenta. $eene clav# la vista en el suelo. —7enía que matarlo en legítima defensa —sigui# diciendo Charlie —. alí alía a en su b)squ )squed eda a cada ada vez vez que que sos ospe pech cha aba que el :antasma iba a dar un golpe, con la esperanza de atraparlo, % tambi1n salí otras muchas veces que 1l no actu#. Pero siempre acababa en una zona de la ciudad alejada del lugar donde 1l llevaba a cabo sus atracos. ;ecogí una colilla de marihuana que había tirado en un portal cerca de uno de los estancos, % desde
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enton ntonce cess and anduve uve det detr! r!ss de los los ven vended dedor ore es de droga oga para para conseguir alguna pista que me llevara a 1l. Pero no sirvi# de nada. =stuve a punto de atraparlo la noche en que atrac# el estanco de la avenida 9urgo%ne, pero me vi rodeado por el fuego cruzado entre la policía % 1l, % me hiri# una bala perdida. l :antasma se escap# a todo correr, % %o tuve que salir volando para que la policía no me confundiera con el asesino % me capturara. Luego, la otra noche, consult1 el listín telef#nico de la ciudad pensando que que tal tal vez vez si se segu guía ía sus sus movi movimi mien ento toss en el plan plano o logr lograr aría ía des escu cub brir rir qu1 qu1 parte rte de la ciu ciudad dad uti utiliz lizaba como omo bas ase e de operaciones. so era lo m!"imo que esperaba averiguar, pero desc descub ubrí rí much mucho o m! m!s. s. 8e di cuen cuenta ta de que que el crim crimin inal al,, para para cometer sus atracos, se guiaba por aquella misma p!gina que tenía ante mis ojos. +o podía creer que su m1todo fuese tan simple3 &se limitaba a seguir el orden alfab1tico' n un primer mome moment nto, o, pens pens1 1 en co cont ntar arte te lo que que habí había a desc descub ubie iert rto, o, per pero entonces t) me ofreciste dinero para que me largara de casa. ntonces lo vi todo negro % comprendí que s#lo me quedaba una salida. <>eduje el día apro"imado de su siguiente atraco calculando el período de tiempo que transcurría transcurría entre dos golpes3 nunca menos de tres tres días días % nunc nunca a m! m!ss de cinc cinco. o. egu egura rame ment nte e nece necesi sita taba ba droga un par de veces por semana % entonces salía % realizaba sus sus atra atraco cos. s. A%er %er hací hacía a tres tres noch noches es desd desde e el )lti )ltimo mo %, para para asegurarme de que esta vez no se me iba a escapar, vine aquí anoche, pero el :antasma no apareci#. i esta noche tampoco se hubiese presentado, habría regresado ma*ana para atraparlo. $eene se volvi# % vio que todos sus compa*eros se apretujaban en la puer puerta ta abie abiert rta. a. 9ur? 9ur?e, e, 8ass 8asse% e% % los los otr otros es escu cuch chab aban an embelesados las palabras de Charlie. l capit!n sac# pecho % cuadr# los hombros. —Ahí ten1is al :antasma, muchachos —anunci# con voz rotunda al tiempo que se*alaba el cuerpo muerto—. ntrad % conocer1is al hombre que ha conseguido darle caza3 mi propio hijo.
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$eene mir# a Charlie con orgullo mientras los dem!s rodeaban al muchacho para felicitarle palme!ndole la espalda % acribill!ndolo a preguntas. Al n, uno de ellos se dio la vuelta % pregunt#3 —/4 qu1 hace su hijo con ropa de paisano, capit!n0 5a nacido para ser policía. $eene se rasc# la nuca, desconcertado % sin saber qu1 decir. Charlie lo mir# entonces con tímida ansiedad % le dijo3 —/7e parece bien que me inscriba en la academia de policía % me presente al e"amen de ingreso0 $eene mene# la cabeza, con aire resignado3 —&Cualquiera se atreve a decirte que no'