el corpus christi y la devoción de la eucaristía G L OR I A
E S PI N OS A
S P ÍN O LA
La Eucaristía, sacramento central de la iglesia cristiana, fue objeto de especial atención durante el Concilio de Trento, que recomendaba con marcado énfasis la veneración y custodia del Santísimo Sacramento, e instituía la celebración de la fiesta del Corpus Christi como un «triunfo sobre la herejía». Estas recomendaciones tridentinas pronto fueron recogidas en los diversos sínodos y concilios celebrados por la Iglesia americana, desarrollando con el tiempo y bajo las premisas de la mentalidad barroca, toda una cosmogonía alrededor del misterio eucarístico, fuertemente impregnada del sentido ritual y festivo característico de la sensibilidad del mundo indígena. En el virreinato del Perú esta devoción a la Eucaristía cristalizó en una serie de manifestaciones artísticas de gran originalidad, destacando especialmente aquellas que se vertebran dentro del contexto de la celebración del Corpus Christi, hito anual en el que la sociedad peruana desplegaba toda su complejidad y riqueza cultural. Un ejemplo especialmente significativo en cuanto a la primacía de esta celebración sobre el resto del calendario religioso lo proporciona la ciudad de Cuzco, donde gozó de especial predicamento y favor popular, debido a que coincidía con una fiesta tradicional del incanato en honor del Sol, llamada Inti Raymi. El momento cumbre de la festividad lo constituía la procesión que se desarrollaba por la vía sacra de la ciudad, engalanada con tal motivo con arquitecturas efímeras, pinturas devocionales y altares portátiles. Entre el gentío marchaba la comitiva formada por la autoridades civiles y eclesiásticas, las imágenes de los santos parroquiales sobre carrozas o andas y, naturalmente, la custodia, encarnación de Cristo en la Sagrada Forma y eje de todo el ritual. La crónica de este desfile sagrado ha quedado plasmada en una serie de pinturas, que nos proporcionan una imagen ideal del acontecimiento, resaltando su carácter propagandístico y suntuario unido a la vertiente lúdica y festiva propia de la mentalidad americana. Son, además, un rico muestrario de las distintas clases que integran la sociedad virreinal peruana, pero en las que sobresalen las representaciones de las elites locales. Así, en estas procesiones encabezando la comitiva de las imágenes parroquiales o cofrades, se sitúan nobles incas, cuyas aspiraciones de prestigio social basadas en la tradición y la antigüedad, son hábilmente canalizadas por las autoridades eclesiásticas para legitimizar el triunfo del cristianismo sobre la religiosidad indígena. La celebración del Corpus Christi igualmente determinó la producción de una serie de objetos de platería ligados a su ritual, como son las custo-
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dias de mano, templetes y tabernáculos. Las custodias son las piezas más representativas, tanto por el gran número de ellas que se r ealizaron durante el período virreinal como por la calidad material y artística que las caracterizan. Como toda la orfebrería peruana, son obras que se elaboran con abundante metal, riqueza material que se ve incrementada con el empleo de piedras preciosas, perlas y esmaltes. En cuanto a su ornamentación sobresalen, por su policromía, perfiles quebrados por asas figuradas, multiplicación de cuerpos en el astil y ostensorio formado por numerosos rayos rectilíneos. La devoción a la Eucaristía se erigió también en el tema principal de determinadas iconografías que gozaron de gran estima durante el virreinato. Este es el caso de las representaciones de santa Rosa de Lima y san Ignacio de Loyola, santos de gran significación en el contexto peruano. Santa Rosa por ser la primera santa americana, ejemplo del arraigo de la fe en el nuevo continente —la única santa junto con santa Clara Clara de Asís que en el siglo
XVII
es representada con una custodia entre sus
manos—, mientras que san Ignacio destacó por el gran trabajo que desarrolló su orden en estas tierras en la educación de los indígenas, erigiéndose por tanto en el valedor del triunfo del cristianismo entre los naturales. De especial significación es el tema iconográfico de la defensa de la fe muy difundido en el sur andino: el monarca hispano levanta su espada en alto para defender la custodia, que aparece en el centro de la composición sobre una columna o sostenida en manos de un santo —en ciertas representaciones es santa Rosa de Lima la que sujeta este objeto sagrado—, mientras que los enemigos de la fe católica intentan derribarla. Esta iconografía, tomada de grabados que ilustraban libros editados en España, es un claro ejemplo de cómo ciertos temas propios del mundo occidental son asumidos y reinterpretados por los artistas indígenas hasta convertirlos en elementos característicos de su cultura. En definitiva, la devoción a la Eucaristía cristalizó en la cultura artística desarrollada en el virreinato del Perú, en un rico muestrario de obras del arte, sobresalientes bien por sus innovadoras iconografías bien por su excelente calidad. Estas piezas son el resultado de la imbricación de la magnificencia del culto católico y la sacralización de la vida cotidiana indígena, y consecuentemente productos propios de la sociedad americana del momento.
196 Círculo de Basilio Santa Cruz Pomacallao y Diego Quispe Tito, Altar de la Última Cena, Serie de la procesión del Corpus de Santa Ana, ca. 1680 Óleo sobre lienzo, 225 x 244 cm Museo del Palacio Arzobispal, Arquidiócesis de Cusco [Cz-6/V/2.07B-022/03]
197 Círculo de Basilio Santa Cruz Pomacallao y Diego Quispe Tito, Regreso de la procesión a la Catedral, Serie de la procesión del Corpus de Santa Ana, ca. 1680 Óleo sobre lienzo, 226,5 x 324 cm Museo del Palacio Arzobispal, Arquidióccesis de Cusco [Cz-6/V/2.0/B-022/02]
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198 Círculo de Basilio Santa Cruz Pomacallao y Diego Quispe Tito, Carroza de San Sebastián, serie de la procesión del Corpus de Santa Ana, Óleo sobre lienzo, 219 x 221,5 cm Museo del Palacio Arzobispal, Arquiciócesis de Cusco [Cz-6/V/2.0/B-022/04]
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199 Anónimo, La procesión del Corpus, siglo XVIII Óleo sobre lienzo, 90 x 205 cm Museo Pedro de Osma, Lima [82.0.494]
200 Marcos del Carpio (atribuido), Depósito Eucarístico en forma de pelícano, Arequipa, ca. 1750
201 Anónimo, Custodia con esmaltes, Cuzco o Potosí, ca. 1700-1725
Plata en su color con armazón de madera, repujada, cincelada y grabada, 170 x 107 x 70 cm Catedral de Arequipa [V-2.7/B-1/78/79/80]
Plata dorada con esmaltes excavados a reserva en azul , verde y miel, fundida, cincelada y esmaltada, 66 x 31 x 34 cm Convento de Franciscanos, Olite-Navarra
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202 Escuela cusqueña, La defensa de la Eucaristía con Santa Rosa de Lima junto al rey de España, 1671-1700 Óleo sobre lienzo, 105 x 76 cm Museo Pedro de Osma, Lima [82.0.602]
203 Escuela cusqueña, La defensa de la Eucaristía con Santo Tomás de Aquino, siglo XVIII Óleo sobre lienzo, 222 x 163,5 cm Padres Jesuitas. Parroquia de San Pedro, Lima [573]
204 Escuela cusqueña, San Francisco de Borja, siglo XVIII Óleo sobre lienzo, 222 x 163 cm Pinacoteca del Banco de Crédito del Perú, Lima
205 Escuela cusqueña, Alegoría Eucarística: Alma presa del Amor Divino, siglo XVIII Óleo sobre lienzo, 200 x 140 cm Pinacoteca del Banco de Crédito del Perú, Lima [012244]
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