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Las cinco cinco mentes del futuro Cinco mentalidades encabezarán el camino en el incierto mundo de nuestro futuro. Integrar estos cinco modos de pensar en una persona es el reto definitivo para cada uno de nosotros
Howard Gardner Profesor de Ciencias Cognitivas y Educación en la Harvard Graduate School of Education y autor de numerosos libros de psicología, educación y política; entre ellos, Changing Minds y Five Minds for the Future
E
n el inicio del tercer milenio, estamos muy habituados a las consideraciones sobre “el futuro”. futuro”. Al definir el futuro, me refiero a tendencias con existencia ampliamente comprobada: el creciente poder de la ciencia y de la tecnología; la interconexión mundial en aspectos económicos, culturales y sociales; y la incesante circulación y mezcla de seres humanos de procedencias y aspiraciones diversas. Debido al hecho de haber participado en conversaciones sobre el futuro en el mundo, puedo afirmar que la creencia en el poder de la educación (para lo bueno y para lo malo) está presente en todas partes. Tenemos poca dificultad para percibir la educación como una empresa ¬de hecho, la empresa¬ que moldea la mente del futuro. Entonces
la pregunta que surge es: ¿qué tipo de mente deberíamos estar cultivando? cultivando? Podemos señalar cinco tipos de mentes que resulta particularmente urgente cultivar en la actualidad. LA MENTE DISCIPLINADA La palabra disciplina tiene dos connotaciones diferentes. Primero, hablamos de la mente como generadora de una o más disciplinas: logros en el arte, en la profesión o en la formación. En una estimación amplia, a un individuo le lleva aproximadamente una década aprender una disciplina lo suficientemente bien como para ser considerado un experto o un maestro. Tal vez vez en alguna época époc a pasada, una perpe rsona podía “dormirse en los laureles” una vez lograda dicha maestría disciplinaria. Sin embargo, esto ya no es así. Hoy las disciplinas cambian, las condiciones
ambientales cambian y las demandas sobre las personas que han logrado una maestría inicial también cambian. Consecuentemente, los “expertos” deben continuar formándose en sucesivas décadas. Semejante despliegue de especialización sólo se puede lograr si la persona posee disciplina ¬en la segunda acepción de la palabra¬. p alabra¬. Es decir, decir, se necesita practicar continuamente de manera disciplinada para permanecer en la cresta de la ola. La necesidad de formar una “manera de pensamiento” se aplica al rango completo de trabajadores, ya sean abogados, ingenieros, artesanos o profesionales de negocios relacionados con recursos humanos, márketing, ventas o gestión. Dicha educación puede incluir clases formales o puede darse en el trabajo, implícita o explícitamente. ➤➤➤
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En la actualidad, el dominio de más de una disciplina es esencial; valoramos a los interdisciplinarios, a los multidisciplinarios o a los transdisciplinarios. No obstante, se debe sacar un beneficio de estas exigencias. No valoraríamos a una persona bilingüe a menos que hablara más de una lengua y, en la misma medida, la demanda de “pluridisciplina” “pluridisciplina” sólo tiene sentido si la persona domina genuinamente más de una disciplina y es capaz de integrarlas. Para la mayoría de nosotros, el logro de “perspectivas múltiples” es un objetivo más razonable. ➤➤➤
LA MENTE SINTETIZADORA Murray Gell-Mann, premio Nobel en Ciencias Físicas y un declarado multidisciplinario, ha realizado una intrigante declaración sobre nuestros tiempos. Asegura que, en el siglo XXI, la mente más valorada será la sintetizadora: la que puede sondear una amplia gama de fuentes, decidir cuál es importante y merece atención, y después combinar esta información de forma que tenga sentido. Gell-Mann está orientado hacia un hecho importante. La información nunca ha sido escasa. Sin embargo, con la llegada de las nuevas tecnologías y de los medios, especialmente Internet, hora tras hora nos inundan enormes volúmenes de información, aparentemente indigeribles. Se hace imperativa una discriminación juiciosa. Los que puedan sintetizar bien para sí mismos serán sobresalientes en su grupo y aquéllos cuyas síntesis tengan sentido para otros serán maestros, comunicadores y líderes de un valor inestimable. Tomemos un ejemplo del mundo de los negocios. Supongamos que usted es un directivo y su empresa está evaluando la adquisición de una nueva compañía en un área que parece importante, pero sobre la cual ni usted ni sus colaboradores más próximos saben demasiado. Su objetivo es conseguir suficiente información para tomar una decisión juiciosa y usted necesita hacerlo en el curso de los dos próximos meses. Se debe comenzar por cualquier síntesis existente: buscarla, devorarla, evaluarla... Si no existe ninguna, tendrá que busbus car a las personas que sepan y pedirles
que le proporcionen la información básica necesaria para la síntesis. Con esa información inicial, decidirá qué datos parecen adecuados y dónde se necesita información adicional. Asimismo, necesitará decidir sobre la forma y el formato de la síntesis definitiva: una narración escrita, una presentación oral, un conjunto de escenarios, un documento con cuadros y gráficos o tal vez una enumeración de las ventajas y los inconvenientes que lleve a una conclusión. Finalmente, comienza el verdadero trabajo de síntesis en profundidad. Hay que adquirir nueva información que será probada, evaluada o dejada de lado. Esta nueva información debe encajar, a ser posible, con la síntesis inicial; si no es así, se deben realizar ajustes recíprocos. La reflexión continua está a la orden del día. En algún punto antes de producirse la síntesis final, se debería desarrollar una
debe confiar o bien para identificar individuos que puedan ayudar a tomar esa determinación. El sintetizador debe tener una noción de las formas y formatos relevantes relevantes para la síntesis y estar preparado para alterarlos cuando sea posible o aconsejable, pero también debe tomar el compromiso final a medida que se acerca la fecha límite. El sintetizador debe tener siempre su mirada en la perspectiva totalizadora y asegurarse de que los detalles adecuados se aseguren y compaginen de maneras útiles. Éste es un mandato ambicioso, pero es bastante posible que ciertas personas tengan el don de la “inteligencia-linterna”, es decir, la capacidad de ver el todo y de supervisar continuamente, asegurándose así de que nada vital está faltando; y probablemente también tengan la capacidad de valorar la “inteligencia-láser” complementaria, que ha dominado una disciplina específi-
En la actualidad, el dominio de más de una disciplina es esencial; valoramos a los interdisciplinarios, interd isciplinarios, a los multidisciplinarios o a los transdisciplinarios. No obstante, se debe sacar un beneficio de estas exigencias protosíntesis. protosíntesis. Esta versión provisional necesita ser contrastada con la audiencia más idónea de profesionales, preferiblemente una audiencia crítica y constructiconstructi va. En la medida en que haya disponibilidad de tiempo y de recursos, sería deseable más de una prueba. Sin embargo, en última instancia, siempre llega el momento de la verdad, cuando la mejor síntesis posible debe ser suficiente. ¿Qué tipo de mente se necesita para guiar esta síntesis? Claramente, si bien la persona debería tener un área básica de especialización, lógicamente lógicamente no puepue de ser experta en cada disciplina relevante. Como compensación, el sintetizador debe saber lo suficiente de las disciplinas requeridas como para elaborar juicios sobre qué y en quiénes se
ca. Estas personas deberían ser identificadas y cuidadas. Resulta crucial determinar cómo hay que nutrir estas capacidades sintetizadoras más ampliamente, dado que probablemente sean el activo más importante en la próxima era. LA MENTE CREADORA En nuestro tiempo, casi todas las prácticas bien entendidas serán automatizadas. El dominio de las disciplinas existentes será necesario, pero no suficiente. La mente creadora abre un nuevo campo. Nuestra sociedad ha llegado a valorar a esas personas que gege neran nuevas ideas y prácticas, que supervisan después sus éxitos, etc. Y rendimos especial homenaje a esos escasos individuos cuyas innovaciones
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Es posible que ciertas personas tengan teng an el don de la “inteligencialinterna”, es decir, la capacidad de ver el todo y de supervisar continuamente, asegurándose asegurándos e así de que nada vital está faltando realmente cambian las prácticas de sus pares (en mi ambiente, llamamos a estos individuos los creadores “Gran C”). Como estudioso de la creatividad, había asumido hace tiempo que la creación era primariamente un hecho cognitivo, con su aspecto necesario de conocimiento y sus procesos cognitivos adicionales. Sin embargo, he llegado a creer que la personalidad y el temperamento son tan importantes o más para el creador incipiente. Más que desear, el creador debe estar ansioso por arriesgar, por adentrarse en lo desconocido, por darse de narices contra una puerta y después ponerse en pie para volver de nuevo a la lucha. Aun cuando resulta exitoso, el creador no se duerme en los laureles. Se siente motivado a aventurarse nuevamente en lo desconocido y a arriesgarse al fracaso, alentando la esperanza de que pueda haber otro descubrimiento en el camino. Es importante determinar la relación entre las tres mentalidades presentadas hasta ahora. Claramente, sintetizar no es posible sin algún dominio de las disciplinas constitutivas ¬y tal vez haya, o habrá, una disciplina de sintetizar, totalmente aparte de las ya establecidas, como las matemáticas, la mímica o la gestión¬. Yo Yo sugiero que es improbable que la creación emerja en ausencia de algún dominio disciplinario y, tal vez, también de alguna capacidad de sintetizar. ➤➤➤
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Nuestra supervivencia depende de nuestra habilidad para distinguir entre los que nos ayuda ayudarán rán y nutrirán, y los que nos podrían hacer daño LA MENTE RESPETUOSA Casi desde el comienzo de sus vidas, los niños están alerta ante otros seres humanos. El lazo entre los padres (normalmente la madre) y el niño tiende a desarrollarse a través de los primeros meses de vida y la naturaleza y la forta forta-leza de esa relación a su vez determinarán gran parte de la capacidad de las personas para generar relaciones a lo largo de sus vidas. Igualmente fuerte es la capacidad de los jóvenes para distinguir entre personas y entre grupos de personas. Debemos hacer estas distinciones con presteza; de hecho, nuestra
supervivencia depende de nuestra habilidad para distinguir entre los que nos ayudarán y nutrirán, y los que nos podrían hacer daño. Sin embargo, los mensajes de nuestro ámbito particular determinan cómo clasificaremos a ciertas personas o grupos. Nuestras propias experiencias y las actitudes demostradas por los iguales y los mayores más cercanos determinan que nos gusten, admiremos o respetemos a ciertas personas y grupos; por el contrario, también llegamos a evitar, temer o incluso detestar a otros individuos. Vivimos en una época en la que prácprác ticamente cada persona puede llegar a conocer personalmente a miles de individuos y en la que miles de millones de personas tienen la opción de viajar al extranjero y conocer individuos de culturas remotas a través de medios visuales o digitales. Una persona de mente respetuosa valora esta relación con gente y grupos diversos. Una persona verdaderamente cosmopolita brinda a otros el beneficio de la duda, muestra confianza inicial, intenta crear lazos y evita prejuicios. Las amenazas son la intolerancia y el prejuicio, lo que en el peor de los casos deviene en “terrorismo”. Una persona con prejuicios tiene ideas preconcebidas sobre individuos y grupos y se re-
siste a soslayar esas ideas preconcebidas. Una persona intolerante intolerante tiene un umbral muy bajo para lo desconocido; el supuesto subyacente es que “lo extraño es malo”. No es fácil llegar a respetar a aquéllos que nos producen temor, desconfianza o desagrado. Sin embargo, en un mundo interconectado, este potencial de crecimiento, de respeto nuevo o renovado, es crucial. LA MENTE ÉTICA Una mente ética no se opone a una respetuosa, pero implica una visión mucho más sofisticada de los individuos y los grupos. Una persona con mentalidad ética es capaz de pensar en sí misma de manera abstracta; es capaz de preguntar: “¿Qué tipo de persona quiero ser? ¿Qué tipo de trabajador quiero ser? ser? ¿Qué tipo de ciudadano quiero ser?” ser?”.. Más allá de plantearse estas preguntas, la persona es capaz de pensar en sí misma de una manera universal. “¿Cómo sería el mundo si todas las perp ersonas se comportaran de la manera que yo, si todos los trabajadores de mi profesión tomaran mi postura, si todos los ciudadanos de mi región o de mi mundo cumplieran sus roles de la manera en la que lo hago hag o yo?”. yo?”. Esta conceptualización implica un reconocimiento de derechos y responsabilidades inherentes a cada rol. Y, de manera crucial, los individuos éticos se comportan de acuerdo con las respuestas que han forjado, aun cuando esas conductas colisionen con sus propios intereses. Mis propias conclusiones sobre la mente ética provienen de una docena de años de estudio de profesionales que buscan hacer un buen trabajo: trabajo excelente, motivador y ético (véase www.goodworkproject.org).. Determiwww.goodworkproject.org) nar lo que es ético no siempre resulta fácil y puede ser especialmente desafiante en tiempos como el nuestro, en el que las condiciones cambian muy rápidamente y en el que las fuerzas del mercado son poderosas y salvajes. Aun cuando se ha determinado el propio rumbo, no siempre es fácil comportarse de manera ética, y esto es particularmente así cuando se trata de personas muy ambiciosas, cuando los otros parecen cortar las salidas, cuando diferentes diferentes
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grupos de interés demandan cosas contradictorias de los trabajadores, cuando el rumbo ético es menos claro de lo que uno desearía y cuando dicho rumbo va en contra de nuestro interés inmediato. Es mucho más fácil y más natural desarrollar una mente ética cuando uno habita en un entorno ético. Sin embargo, dicho entorno no es necesario ni suficiente. Las contribuciones esenciales se hacen por la atmósfera de los primeros ámbitos de trabajo: cómo se comportan compor tan los adultos en el poder, cuáles son las creencreen cias y conductas de los propios pares y, tal vez por encima de todo, qué sucede cuando hay claros desvíos éticos o cuando un individuo o grupo se comporta de una manera éticamente ejemplar (caso más feliz, pero menos frecuente). La educación en la ética puede comenzar no tan pronto como la educación en el respeto, pero ningún currículo tiene final.
A medida que uno envejece, no basta simplemente simplement e con mantener nuestra propia casa ética en orden. Uno adquiere una responsa responsabilidad bilidad sobre el reino más amplio al que pertenece Dados los altos estándares necesarios para una mente ética, los ejemplos de fracaso abundan. No es difícil reconocer conductas que son estrictamente estrictamente ilegales (robo o fraude, por ejemplo) o claramente no éticas (como el periodista que publica una historia que sabe que no es verdadera o el genetista que no tiene en cuenta datos que van en contra de su hipótesis). En cada caso, la mente ética debe hacer el ejercicio de identificar el tipo de individuo en el que uno quiere convertirse y, cuando nuestras
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propias palabras y conductas van en contra de esa idealización, hay que realizar acciones correctivas. Yo añadiría que, a medida que uno envejece, no basta simplemente con mantener nuestra propia casa ética en orden. Uno adquiere una responsabilida responsabilidadd sobre el reino más amplio al que pertenece. Así,
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En realidad, es deseable que cada persona haya logrado aspectos de las cinco mentalidades del futuro. Tal integración personal se dará con mayor facilidad si las personas se educan en entornos en los que se muestren y se valoren los cinco tipos de mentes. Y, mejor aún, si hay modelos de rol (pa-
No hay una estricta jerarquía entre las cinco mentes del futuro; no es que una debería cultivarse antes que las otras. Sin embargo, existe cierto ritmo por ejemplo, un periodista o genetista puede comportarse de manera ética, pero, si sus pares no lo hacen, el trabajador mayor debe asumir la responsabilidad por la salud del grupo. Califico a tales individuos como “los depositarios de la confianza”: fianza”: veteranos ampliamente respetarespeta dos, desinteresados y dedicados a la salud del grupo. Citando a Molière, “somos responsables de lo que hacemos, pero también de lo que no hacemos”. EL RITMO DE LAS MENTES No hay una estricta jerarquía entre las cinco mentes del futuro; no es que una debería cultivarse antes que las otras. Sin embargo, existe cierto ritmo. Uno necesita una cierta cantidad de disciplina, en ambos sentidos del término, antes de poder realizar una síntesis razonable; y, si la síntesis involucra más de una disciplina, cada una de las disciplinas constitutivas necesita ser cultivada. De la misma manera, cualquier actividad genuinamente creativa presupone un cierto dominio de la disciplina. Si bien los dones para sintetizar pueden ser innecesarios, casi todos los descubrimientos creativos, ya sea en el arte, en la política, en la vida escolar o en la corporativa, dependen hasta cierto punto de síntesis síntesis provisorias. Sin embargo, demasiada disciplina colisiona con la creatividad y aquéllos que sobresalen en la síntesis probablemente no sean los que determinarán los descubrimientos más creativos.
dres, maestros, supervisores, etc.) que desplieguen aspectos de disciplina, síntesis, creación, respeto y ética de manera continua. Además de abarcar estos tipos de mentes, los mejores educadores en el colegio o en el trabajo pueden proporcionar soporte, consejo y asesoramiento, lo que ayudará a inculcar disciplina, alentar la síntesis, generar creatividad, propiciar el respeto y albergar una postura ética. Nadie puede obligar al cultivo y la integración de las cinco mentes. Cada individuo, a partir de su propia voluntad, debe llegar a creer que las mentalidades son importantes y merecen la inversión de cantidades significativas de tiempo y de recursos, y que vale la pena continuar con su nutrición, aun si los soportes externos desaparecen. El individuo debe reflexionar sobre el rol de cada una de estas mentalidades en el trabajo, en su casa, en la comunidad y en el mundo más amplio. El individuo debe ser consciente de que a veces estas mentalidades pueden estar en estado de tensión recíproca y que cualquier solución tendrá su coste. Como he mencionado antes, en el futuro, la mente que probablemente más se aprecie será la sintetizadora. Encajar la integración de estas mentalidades en la piel de cada individuo tal vez sea el reto definitivo de la síntesis personal. ■ “Las cinco mentes del futuro”. © Planeta DeAgostini Formación, S.L.