La Buena Suerte
Fernando Trías de Bes Mingot Álex Rovira Celma
La Buena Suerte Claves Claves de la prosperidad
La Buena Suerte
Fernando Trías de Bes Mingot Álex Rovira Celma
La Buena Suerte Claves Claves de la prosperidad
EMPRESA ACTIVA
Argentina - Chile - Colombia - España Estados Unidos - México - Uruguay - Venezuela Para Guillermo Trías de Bes, mi padre, con todo mi amor y agradecimiento, pues él me enseñó las reglas de la Buena Suerte sin relatarme ninguna fábula. El fue quien me hizo ver que, esencialmente, es una cuestión de fe, generosidad y Amor, con mayúsculas. © 2004 by Alex Rovira Celma y Fernando Trías de Bes Mingot © de las ilustraciones interiores 2004 by Josep Feliu
A mis hijos, Laia y Pol, y a todos los niños para los que los cuentos son escritos. También al niño que siempre, sea cual sea nuestra edad, llevarnos dentro, porque en él reside la alegría, el anhelo y la pasión por la vida, ingredientes imprescindibles para la Buena Suerte. A mis padres, Gabriel y Carmen, por su amor, su fe y su ejemplo. Y a todos los padres cuyo amor por sus hijos deviene la semilla de la Buena Suerte. A mi pareja, Mónica, y a todos los seres humanos que hacen de su vida una entrega generosa al otro, porque son el ejemplo viviente de que los cuentos, como la vida, pueden tener un final feliz. Álex Rovira Celma
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Índice Primera parte: El enc uentro uentro Segunda parte: parte: La leyenda le yenda del del Trébol Mágico Tercera ercer a parte: p arte: El reencuentro Cuarta parte: Algunas personas que q ue están de acuerdo ac uerdo Qui Qui nta parte: Decálogo, Decálogo, síntesis y nue nue vo origen de la Buena Suerte
Primera Primera parte: El encuentro encuen tro Una hermosa tarde tarde de primavera, Víctor, un hombre de as as pecto elegante elegante e informal, informal, fue a sent sent arse al al que que era su banco preferido del mayor ma yor parque de aquella aquella gran gr an ciudad. Allí se sentía e n paz, aflojab aflojabaa el nudo nu do de de la corbata y apo apo yaba los pies pies descalzos descalzos sobre una un a mullida mul lida alfombra alfombra de tréboles. tréboles . A Víctor, que que tenía te nía sesenta y cuatro cu atro años y un pasad p asadoo lleno de éxitos, é xitos, le gustaba aquel lugar. Pero esa tarde tarde sería distinta distinta de otras; otr as; al al go inespe inespe rado rado estaba estab a a punto de ocurrir. o currir. Se acerca acercaba ba al al mismo banco, con intención de sentarse, otro hombre, también en la sesentena, sesentena, Dav Da vi d. Tenía un andar a ndar cansado, cansado, tal vez abatido. Se intuía en él a alguien triste, aunque conser vaba, vaba, a su maner manera, a, un cierto aire de dignidad. David lo estaba pasando pasando bastante mal en esos momentos. De hecho, lo habí habí a pasado mal durante los últimos años. David se sentó junto a Víctor y sus s us miradas miradas se cruzaron. Lo extraño fue fue que tanto tanto uno uno como otro, otr o, los dos al mismo tiempo, pensaron que un vínculo los uní uní a, algo conocido... muy m uy lejano lejano , pero íntimamente familiar. — ¿Tú eres Víctor? — preguntó preguntó David con co n precaución. contestó Víctor, Víctor, ya seguro seguro de que reconocía en aquella — ¿Y tú David? — contestó persona a su amigo. — ¡No puede ser! — ¡No me lo creo, después de tanto tiempo! En ese instante se levantaron, levantaron, se abraza abr azaron ron y sol taron una sonora sonora carca c arcajj ada. ada. Víctor y David habían sido amigos íntimos en la infancia, desde los dos hasta los diez años. años. Eran vecinos en el modesto barrio donde vi vieron sus sus primeros años. reco nocido por por esos inconfundibles ojos azules! — le le explicó Víctor. — ¡Te he reconocido — Y yo a ti por esa mirada tan limpia y sincera que tenías hace..., hace... ¡cincuenta ¡cincuenta y cuatro años! No ha cambiado en nada nad a — le le respondió David. Recordaron y compartieron entonces anécdotas de la l a infancia y recuperaron lugares y personajes que creían ol vi dados. dados. Finalmente, Finalmente, Víctor, que distinguí distinguí a
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en la expresión de su amigo una u na sombr sombr a de tristeza, tristeza, le dijo: c uéntame tame cómo te ha h a ido en esta vi da... — Viejo amigo, cuén David se encogió de de hombros y suspiró. — Mi Mi vi vi da ha sido un conjunto de despropósitos. qué ? — ¿Por qué Recordarás que mi familia dejó el barrio b arrio en el que éramos vecinos cuando yo — Recordarás tenía diez años, que desapa desa parecimos recimos un u n día y nunca más se supo de nosotros. nosotro s. Resulta que mi mi pad p adre re heredó una inmens inmens a fortuna fortu na de de un u n tío lejano lejano que no tenía te nía descendencia. descendencia. Nos fuimos sin decir nada n ada a nadie. Mis padres no quisieron q uisieron que se supiera supiera que la suerte nos había favorec favorecido. ido. Cambiamos Cambia mos de hogar, de coche, de vecinos, vecinos, de ami ami gos. En ese momento mo mento tú y yo perdimos perdimos el cont con t acto... — ¡Así que fue por eso! — exclamó exclamó Víctor — . Siempre nos preguntam pre guntamos os qué os habí habí a pasado. pasado..... ¿Tanta fortuna recibisteis? — Sí. Sí. Ade Ade más, una parte importante importante de lo recibido r ecibido en herencia fue una gran empresa textil en pleno ple no funcionamiento y con abundan abun dantes tes beneficios. beneficio s. Mi padre padre la hizo hizo inclu i ncluso so crecer crec er más. Cuando murió, yo me ocupé de ella. Pero tuv tu ve muy mal mal a suerte. suerte. To do fue en mi contra — explicó explicó David. — ¿Que pasó? — Durante Durante mucho tiempo no cambié c ambié nada, pues las cosas iban más o menos bien. Pero de pronto empezaron em pezaron a aparecer competidores por todas partes y las ve ntas bajaron. Nuestro producto era el mejor, así que yo tenía la esperanza de que que los clientes cli entes se dieran cuent cuent a de que nuestros n uestros competidores no ofrecía ofre cíann la misma calidad. Pero los clientes clie ntes no entie entiend nden en de telas. Si de de verdad hubieran sabi sabi do se habrían dado cuenta. c uenta. Así que se lanzaron a por los productos producto s de las nuevas marcas que iban salien s aliendo do al mercado. David tomó aliento. aliento. Recordar Rec ordar todo aquello no era er a agradable. Víctor permanecía en silencio, sin saber qué decir. — Perdí Perdí muc muc ho dinero, pero la empresa em presa estaba aún saneada. Intenté Intenté reducir los lo s costes tanto tanto como pude, p ude, pero cuanto más lo hacía, más más bajaban las ventas. ven tas. Estuve Estuve a punto de crear una marca propia, pero no me atreví. El mercado pedía marcas marcas extranjeras. Eso me puso puso en e n el límite. Co Co mo último último recurso rec urso pensé en abrir abrir una c adena de tiendas propias. propias. Tar Tar dé en decidirme deci dirme y, cuando lo hice, no pude hacer hacer frente fre nte al al coste de los locales, pues pues las ventas no lo cubrían. Empecé a fallar fallar en mis pagos. Así Así que tuve que responder responder con co n los activ acti vos: la fábrica, mis tierras, mi mi casa, todas mis propiedades... Lo tuve tuve todo en mi mano, tuve tuve todo lo que quise y lo perdí. La suerte suerte nunca n unca me acompañó. acompa ñó. — ¿Qué hiciste entonces? — preguntó preguntó Víctor. Nada. No sabí sabí a qué qué podía hacer. Todas las l as personas que que antes me habían — Nada. alabado alabado ahora me daban la espalda. espal da. Anduve entre entre un empleo y otro, pero no me adapté o no supieron entenderme... Llegó incluso un momento e n que que pasé hambre... He sobre sobrevvi vi do durante dura nte más de de quin q uince ce años años como he po po dido, dido, ganándo ganándo me la vida vida con las propinas que obtengo haciendo recad re cados os e incluso i ncluso recibiendo ayuda de de bue bue na ge ge nte que me me conoce, co noce, en el barrio barrio en el que ahora vi vo. La mala suerte s uerte siempre ha estado estado co nm nmigo. igo. David no no tenía te nía ganas ganas de seguir hablando, así que le l e preguntó a su amigo a migo de
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infancia: ido en e n la vi vi da? ¿Has tenido tenido suerte? s uerte? — Y a ti, ¿cómo te ha ido Víctor esbozó una sonrisa. — Como Como recordarás, mis padres eran pobres, más más pobres que los tuyos cuando vi víais en el barrio. Mis orígenes son más más que humildes, lo sabes sabe s bien, son precarios. Muc Muc has has noches no teníamos te níamos qué comer. A ve ve ces, incluso, tu madre nos traía algo algo porque porq ue sabía que en casa las cosas iban mal. Como t ambién s abes, abes, no pude ir al colegio, así que estudié en la univ uni versidad de la l a vida. Empecé a trabajar trabajar con diez años, precisamente poco tiempo después de que tu familia y tú tú desapare desaparecierais cierais misteriosamente. misteriosamente. » Empecé lavando coches. Después trabajé en un hotel, hote l, de de botones. Más tarde subí subí de categoría cate goría y trabajé trabajé como portero de varios varios hoteles hotele s de cinco estrella estr ellas... s... Hasta Hasta que a los veintidós años me di cuenta c uenta de de que yo podía tener suerte, si me lo proponía. — ¿Cómo lo hiciste? — le le preguntó David, con un tono mezcla me zcla de de curiosidad y escepticismo. Adquirí un pequeño taller que estaba a punto punto de cerrar. Lo compré con co n un — Adquirí crédito y con todos los ahorros ahorro s de que dis disponía. ponía. Era un taller que fabricaba bolsos de piel. Yo Yo había visto todo tipo de bolsos en e n restaur restaur antes y en los lujosos hoteles en e n los que que trabajé. trabajé . Así que que sab s abíí a lo que les gustaba a las personas personas con dinero. di nero. No tenía más que fabricar lo que t ant ant as veces veces habí habí a visto visto lleva lle varr cuando trabajaba como mozo, »A1 »A1 principio, principio, yo mismo me ocupaba ocu paba t anto de fa bricar como de salir a ve ve nder. Tr abajé abajé por las noches y los fines de semana sem ana.. El primer año fue muy mu y bien, pero reinvertí todo lo que que gané en compra com prarr más género y en vi ajar por por todo el país, país, par par a averi averigua guarr qué qué se f abrica abricaba ba en otras partes. Necesitaba saber saber más más que nadie sobre sobre bolsos de piel. Aprendí mucho visitando tiendas. Preguntaba a todo el que que veía con un bolso qué q ué le gustaba gust aba y qué qué le disgustaba del suyo... suyo... Víctor recordaba re cordaba con pasión p asión aquellos primeros primeros años. a ños. Co Co ntinuó: — Las Las ventas ventas fueron f ueron creciendo. Durante Durante diez años reinvertí todo lo que gané. gané. Bus Bus qué qué oportun o portunii dades dades allí donde donde pensé que que podía haberlas. haberlas. Modifiqué c ada año los modelos de mis bolsos que más se ve ndían, nunca fueron iguales. Nunca dejé un problema del taller para el día siguiente. Intenté ser la causa de todo lo que que acontecía a mi alrededor. Fui adquiriendo un taller tras otro, otro , luego luego llegaron las fábricas. Finalmente, Finalmente, conseguí con seguí crear crear un próspero ne gocio. La verdad verdad es que que no fue sencillo, pero pero el e l resultado supera lo que imaginaba imagi naba cuando cuando emp e mpecé. ecé. David le interrumpió en ese punto y matiz m atizóó la l a última úl tima apreciación: apreciación: — ¿No será, en realidad, que tuviste mucha suerte? exclamó Víctor, — ¿Eso crees? ¿Realmente crees que sólo tuve suerte? — exclamó sorprendido. — No No he querido molestarte ni menospreciarte — explicó explicó con co n un hilo hilo de voz David — . Pero resulta res ulta di di fícil creer que que tú solo eres e res el motivo de de tus éxitos. La suerte sonríe a quien el destino caprichosame caprichosame nte escoge. A ti te sonrió y a mí no. Eso es todo, t odo, viejo amigo. Víctor se quedó pensativ pensati vo. Al cabo de un tiempo, le contestó: Mira, yo yo no heredé ninguna gran gra n fortuna, pero pero recibí r ecibí algo mucho mejor mejo r de — Mira, 4/41
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mi abuelo... ¿Co ¿Co noces la diferencia entre la suerte y la Buena Bue na Suerte, con mayúsculas? — No No la conozco — contestó contestó David, sin mostrar interés. — Aprendí Aprendí la diferencia entre la suerte y la Buena B uena Suerte Suerte con co n un cuento que me explicaba explicaba mi abuelo cuando viv vi ví a con nosotros. nosot ros. A menudo he pensado, pensado, y aún aú n sigo pens pens ando, ando, que q ue ese cuento cambió cambió mi vi vi da. Me ha acompañado en momentos de miedo, de duda, de incertidumbre, de confusión y también en momentos de alegría, felicidad, gratitud... Gracias a este cuen c uento to decidí comprar el taller con el fruto de seis años de esfuerzo apasionado apasionado y de ahorro. Fue también este cuento el detonante de de otras muchas decisiones que luego se han revelado revelado cruciales en mi vida. Víctor siguió sig uió habl habl ando, ando, mientras mientr as Davi Davi d, con la cabeza hundida h undida entre los hombros, dirigí dirigí a la mirada al s uelo. — Quizás Quizás a los sesenta y cuatro años uno ya no no está para p ara cuentos..., pero nunca Mientras hay ha y es tarde par par a oír al al go que puede ser útil. Como dice el refrán: Mientras vida, hay esperanza. Si lo deseas, deseas, puedo explicártelo. e xplicártelo. David guardaba silencio, así que Víctor prosi guió: guió: — Es Es un cuento cuento que ha ayudado ayudado a muchas personas. person as. Y no solamente solamente a gente del mundo de los ne ne gocios, también a e mp mprendedores rendedores y a profesiona profes ionales les de to dos los campos. campos. Las personas que aprenden y asumen asumen la l a diferencia entre entre la suerte a secas y la Buena Suerte han obtenido excelentes excele ntes resultados resultados en sus trabajos, en las empresas empresas en e n las que trabajaban. A otros les ha servido ser vido incluso para culti var un amor. Ha servido también tam bién a deportistas, a artistas, a científicos científico s e investigainvestigadores... Y te lo di di go porque porque lo he observado observado de primera mano; tengo ya sesenta y cuatro cuatro años y soy testigo del efecto de la leyenda en muchas de esas per sonas. David se incorporó y habló, quizá mo vi do por la curiosidad: — De De acuerdo, dime: dime: ¿Cuál es la diferencia diferencia entre la suerte y la Buena Suerte? Víctor meditó antes de contestar. — Cuando Cuando vuestra vuestra fam f amilia ilia recibió la herencia tu visteis suerte. Pero esa e sa suerte suerte no depende depende de uno, por eso tampoco dura d ura demasiado. Sólo tuviste algo algo de suerte, suerte, y ésa es la l a r azó azó n de que ahor ahoraa no tengas nada. Yo, e n cambio, me dediqué a crear suerte. La suerte, suerte, a secas, sec as, no de de pende de ti. La Buena Suerte, Suerte, sólo depende de ti. Esta última es la verdadera. Mucho me temo que q ue la primera no existe. David no no daba crédito a lo que oía. — ¿Me estás diciendo que la suerte no existe? — De De acuerdo... Digamos que sí que existe, pero es tan improbable que resulta vano vano esperar que q ue te alcance precisam precis amente ente a ti, a cua c uall quiera. quiera. Y, si al fin llega, no dur dur a demasiado, es pasajera. ¿Sabías ¿Sabías que casi el 90 por ciento de las personas personas a las que les ha tocado la lotería no han tardado m ás de diez años en arruinarse o en vol volvver a estar estar como antes estaban? En cambio, la Buena Suerte es posible siempre que te lo propongas. Por eso se llama Buena Suerte, porque es la buena, la de verdad. — ¿Por qué es la de verdad? erda d? ¿Cuál ¿Cuál es e s la diferencia? — insistió insistió Dav Da vid. Empezaba a sentirse muy intrigado por las pal pal abras abras de su amigo. — ¿Quieres oír el cuento? 5/41
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David dudó unos instantes. Al fin y al cab c abo, o, aun a unqu quee no podía volv ol ver atrás, atrás, no perdía nada por escucha escuc har. r. Además, Además, le resultaba agradable que su mejor amigo a migo de la infancia le contase, con sesenta s esenta y cuatro años, un cuento. cue nto. Y no sólo eso, eso , hací hacíaa demasi demasiad adoo tiempo tiem po que nadie le contaba cont aba algo, algo, como c omo si fuese un niño. niño. accedió por fin. — De acuerdo, cuéntamelo — accedió
Primera Primera Regla de la Buena Suerte La suerte no dura demasiado tiempo, porque no depende de ti. La Buena Suerte la crea uno mismo, por eso dura siempre.
Segunda parte: La leyenda del Trébol Mágico El reto de Merlín Hace Hace mucho tiempo, tiem po, e n un reino muy lejano, un mag m agoo llamado ll amado Merlín reunió a todos los caballeros caballeros del lugar lugar en los jardines del castillo real y les dijo: Hace tiempo que muchos de vosotr vosotros os me pedís un reto. Al Al gunos me habéis — Hace sugerido sugerido que que or ganice ganice un torneo entre todos to dos los caballero s del reino. Otros Otros habéis pedi pedi do que organice un concurso de destreza con la lanza y la espada. Sin embargo, voy a pro proponeros poneros un reto diferente. La expectación entre entre los caba c aballeros lleros era máxi máxi ma. Merlín continuó: — He He sabido que en nuestro reino, en un plazo de siete noches, nacerá el Trébol Mágico. Hubo entonces entonces un revuelo, revuelo, mu murr mu mullos llos y exclamaciones exclama ciones entre los presentes. Al gunos gunos ya sabían a qué se refería; ref ería; otros, otros , no. no. Merlín Mer lín puso orden. — ¡Calma, calma! calma ! Dej Dejadme adme que os explique qué es el Trébol Mágico: es un trébol de cuatro hojas único, que proporciona al que lo posee un poder también único: la suerte sin límites. Sin límite de tiempo ni límite lí mite de ámbito. ámbito. Proporci Proporc iona s uerte en el combate, suerte suerte en el comercio, co mercio, suerte en el amor, suerte en las riquezas... ¡suer ¡suerte te ilimitada! Los caballeros hablaban y hablaban entre ellos con co n gran gran excita e xcitación. ción. Todos 6/41
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querían querían e ncontrar ncontrar el Trébol Mágico de cuatro hojas. Incluso algunos se pusieron pusieron en pie, lanzaron gritos de victoria e invocaron a los dioses. De nuevo, Merlín aplacó los murmu mur mullos llos y tomó to mó la palabra: — ¡Silencio! Aún no os lo he dicho todo. El Trébol Mágico de cuatro hojas nacerá en el Bosque Encantado, más allá de las doce colinas, detrás del Valle del Ol Ol vi do. No sé en qué rincón será, pero nacerá nacerá en algún al gún l ugar ugar del bosqu bos que. e. Aquella e xcitación xcitación inicial se vino abajo. ab ajo. Primero se hizo el silencio y, a continuación, los suspiros sus piros de desán des ánimo imo resonaron r esonaron por los jardines del castillo. Y es que el Bosque Encantad Enca ntadoo era tan t an extenso extenso como co mo la parte del reino que q ue estaba habitada. habitada. Se trataba trat aba de miles miles y miles miles de hectáreas de espeso bosque. bosq ue. ¿Cómo ¿Cómo encontra e ncontrarr un minúsculo trébol de cuatro hojas hoj as en t an extenso extenso lugar? l ugar? ¡Hubiera sido sido cien mil veces veces mejor mejo r buscar una aguja ag uja e n un pajar! Por lo l o menos, ese sería se ría un reto posible. Ante Ante la l a dificultad dificultad de la l a empresa, la mayoría de los caballeros abandonaron abandonaron el castillo real, mascullando mascullando quejidos quejidos de protesta y dirigiendo miradas de desapro bación bación a Merlín cuando pasaban junto a él. é l. Avísam amee cuando c uando tengas algún reto que q ue se pueda alcanza alcan zarr — le le decía uno. — Avís — Si Si hubiera sabido que se tratab tr atabaa de algo al go así, así, no me hubiera molestado en venir — añadía añadía otro. q ué no nos has enviado a un desierto a encontr encontrar ar un grano — ¡Vaya reto! ; ¿Por qué de are arena na azul? ¡Hubiera sido más fácil! — le le espetaba otro, con sorna. Uno Uno tras otro, todos to dos los caballeros caballeros salieron del jardín, se dirigieron a las cuadras cuadras y montaron en sus caba c aballos. llos. Sólo dos se que que daron con Merlín. preguntó entonces el mago — . ¿Vosotros ¿Voso tros no no os vais? — ¿Y bien? — preguntó Uno Uno de ellos, que se llamaba llamaba Nott y llevaba una capa ne ne gra, respondió: — Sin Sin duda es difícil. El Bosque Encantado es enorme. e norme. Pero sé a quién pregunt pregunt ar. Creo que podré en contrar el trébol que que dices. Yo iré a buscar el Trébol Mágico de cuatro hojas. El trébol será para mí. El otro, que se llamaba llamaba Sid y llevaba lle vaba una capa blanca, b lanca, se mantuvo mantuvo en silencio hast hastaa que que Merlín le dirigió una mirada escrutadora. Entonces dijo: Si tú dices que que el Trébol Mágico tré bol de la suerte Mágico de d e cuatro hojas, el trébol — Si ilimitada, ilimitada, va a nacer nacer en el bosque, significa que así será. Creo en tu palabra. Por eso e so iré al bosque. bosque. Así pues, ambos caballeros partiero partieronn haci haciaa el Bosque Encantado. Nott, en su caballo negro. negro. Sid, Si d, e n su caballo blanco.
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Segunda Segunda Regla de la Buena Suerte
Muc Muc hos son los qu q ue qu q uieren tener Buena Suerte, pero pocos los l os que deciden ir a por ella.
II
El Gno Gno mo, Príncipe Príncipe de la l a Tierra El vi vi aje por por el reino re ino hasta el Bosqu Bos quee Enc Enc antado era lar go, y les llevó llevó dos días. Así pues, disponían sólo de cinco jornadas jornadas para hallar el luga lu garr donde nacería el Trébol Mágico. No había tiempo tiempo que que perder. A pesar de ello, ambos caballeros decidieron descansar descansar toda la l a noche antes antes de empezar la búsqueda. Los dos habían hecho el viaje por separ separ ado ado y no coincidieron en las bre ves paradas que hicieron para dar de beber a sus respectivos caballos. Así que ninguno sabía en qué lugar del bosque bosque se encontraba e ncontraba el otro. El Bosque Bosque Enc Enc ant ant ado era un lugar muy mu y oscuro. Oscuro Oscuro era durante d urante el día, pues los inmensos y tupidos árboles árboles apenas a penas permití permitían an a los rayos del sol alcanzar el suelo. Y oscura fue esa noche, fría y silenciosa, a demás demás . Aunque los habitantes del Bosque Encantado Encantado se habí habí an percat percatad adoo ya de la presencia de los nuev nue vos visitantes.
A la mañana siguiente, muy temprano, Nott, decidido a e ncontrar ncontrar el trébol, pensó: «El Trébol Mágico nacerá en el suelo. ¿Quién es el que mejor conoce cad c adaa pal pal mo de tierra del Bosque Enc Enc antado? Muy fácil: el Príncipe de la Tierra. Es decir, el Gnomo. Gnomo. El Gnomo vi ve bajo el suelo y ha cons truido pasillos pasillos y corredor corre dores es subterráneos subterráneos por cada uno uno de los rincones del Bosque Encantado. ¡Él me dirá dónde nacerá el Trébol Mágico de cuatro hojas » Así pues, Nott, el caballero con caballo negro y negra ne gra capa, preguntó dónde podía hall hallar ar al al Gnomo a todos todos los extraños e xtraños seres que encontró encontró por su camino, camino, hast hastaa que que fina fi nall mente dio dio con él. — ¿Qué quieres? — le le preguntó preguntó el Gnomo — . Me han dicho dicho que lleva lle vass todo el día buscándo buscándo me. Efectivamente — afirmó afirmó Nott Nott mientra mie ntrass bajaba de su corcel corce l — . He sabido que q ue — Efectivamente dentro dentro de cinco ci nco noches nacerá en el bosque el Trébol Mágico de cuatro hojas. Un trébol solamente pue pue de nacer de la tierra, tierr a, así así que que tú, t ú, Príncipe de de la l a Tierra, debes debes saber el luga lu garr donde nacerá. n acerá. Tú eres el único que conoce palmo a palmo este inmenso bosque por debajo del suelo. Tú conoces como c omo nadie todas las raíces de todas todas las l as plantas, plantas, arbustos y árboles árboles que q ue habitan este bosque. bosq ue. Si el nacer dentro de ntro de cinco noches, noc hes, tú debes Trébol Mágico de cuatro hojas va a nacer haber haber visto ya sus raíces. Dime dónde dón de está.
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— Hummmmm Hummmmm — meditó meditó el Gnomo. Sabes tan t an bien como yo — prosiguió prosiguió Nott — que el Trébol Mágico — Sabes
proporciona suerte ilimitada solam so lamee nte a los caballeros, así que que no tiene ni ni ngún valor valor par par a ti, que eres un Gnomo, ni para ninguno de los habitantes del Bosque Enc Enc ant ant ado. Di Di me dónde nacerá. Sé que que tú t ú lo sabes. El Gnomo respondió: Mágico de cuatro hoj ho jas. Y ya sé que su — Ya Ya conozco los po deres del Trébol Mágico suerte ilimitada ilimitada alcanza sólo a los caballeros cab alleros que que lo posean..., pero no he visto sus raíces raíces en ningún l ugar del bosque. Es más, m ás, nunca han nacido tréboles en el Bosque Encantado. Es imposible que el trébol nazca nazca aquí. Quien te haya ha ya dicho eso te ha engañado. — ¿No serás tú quien me engaña? en gaña? ¿No le hab h abrr ás dicho ya al caballero Sid, el caballero con blanco blanco caballo ca ballo y capa blanca, dónde nacerá nacerá el e l Trébol Mágico? — preguntó preguntó desafiante desafiante Nott. — ¡No sé de qué me estás hablando! No sé quién es Sid, y no tengo tengo ni idea de quié quiénn te ha dicho semejan seme jante te estupid estu pidez. ez. En este bosque bosque nunca ha habido habido un solo trébol, ni tan siqu si quiera iera de tres hoj as: ¡sencillamen ¡sencillamen te, los tréboles no crecen cre cen en este bosque por porqu quee no pueden! Así que déjame déjame en e n paz. Llevo Llevo más de ciento cie nto cincuenta años viviendo aquí y nunca nadie me había hecho una pregunta tan estúpida. ¡Adiós! El caballero Nott lo dejó por imposible. «No es la primera vez que me encuentro con alguien que no está a la altura que yo merezco», merezco», pensó. pe nsó. Así Así que q ue se subió a s u caba c aballo, llo, dio media vuelta y optó por esperar al al día siguiente. Después Después de todo, tal ve ve z el Gnomo tuviera tu viera razó razó n y Merlín se hubiera hubiera equiv eq uivocado ocado de sitio o de fechas. A me me dida que se alejaba alejaba del Gnomo, montado sobre so bre su caballo caballo negro, negro, Nott experimentó experimentó lo que que s uelen experiment experiment ar aquellos a quienes quienes «les dicen» que que su su suerte no es posible: sintió al al go de miedo. Pero lo más fácil era sustitu s ustituir ir ese miedo por por incredu i ncredulidad. lidad. «Sen « Senci ci llamente, llamente, no puede ser.» Eso fue justamente justamente lo que que pensó pensó Nott. Por eso, decidió ignorar ignorar lo que q ue el Gnomo le había dic dicho. ho. «Mañana será otro día y qui qui zá la suerte me aguarde en otro lugar», lugar», pensó. pensó.
Por su parte, Sid, el caballero de la capa blanca, tuvo tuvo en la mañana m añana de de la l a tercera jornada e xact xactam amente ente la l a misma idea que Nott. Él también sabía que el Gnomo Gnomo era el más indicado para av a veriguar erigu ar en qué lugar brotaría brota ría el Trébol Mágico. Pasó el día i ntent ntent ando dar dar con su guarida, gu arida, preguntó preguntó a todos los habitantes h abitantes del del bosque bosque con los que que se cruzó en el cam c amii no y, finalme finalme nte, encontró enco ntró al al Gnomo unos u nos pocos minutos después de que el caballero Nott lo hubiera dejado refunfuñando refunfuñ ando frente a una de las entradas a su caverna cavern a de infinitos infinitos pasillos. — ¿Eres tú el Gnomo Gno mo del Bosque Encantado, al que que llaman el Príncipe de la Tierra? — preguntó, preguntó, al tiempo que descendía de su s u caballo. 9/41
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— Sí, Sí, yo yo soy. soy . ¡Vaya! ¡Otro ilumi ilumi nado! nado! Y tú ¿qué ¿qué es lo que que quieres? s abii do que dentro de cinco noches nacerá nacerá en e n el bosque el Trébol — Verás, he sab Mágico de cuatro hojas y he pensado que... — Sid Sid no no pudo acabar la frase. fra se. El
Gnomo Gnomo se puso puso rojo como c omo un u n pimiento pimiento y acumuló aire en sus pulmones y mofletes como si fuera a estallar. estallar. aldito Trébol Mágico hoy?! — gritó, gritó, colérico — . — ¡Pero ¿qué pasa con este m aldito Ya se lo he dicho al otro otr o caballero: No-hay-n No- hay-ni-ha-habido-nu i-ha-habido-nunca nca-tréboles-tréboles-de-lade-lasuerte-en-este-bosque: suerte-en-este-bosque: sencillamente no pueden puede n nacer tréboles aquí. Quien os haya dicho eso está equivoca equivocado. do. O bien os toma el pelo o ha bebido más m ás poció pociónn etílica de la cuen c uentt a. Lo mejor que podéis hacer es regre r egresar sar a vuestro vuestro castillo o acudir en socorro soco rro de alguna damisela en peligro. Aquí perdéis el tiempo. El caballero Sid, se dio entonces cuent cuent a de que algo pasaba: según Merlín, en el bosque nacería un Trébol Mágico y según el Gnomo, era er a imposible que en las l as circunstancia circunstanciass actuales naciera allí ningún trébol. tré bol. Los dos decían probableme probablemente nte la verdad, pero era posible que la verdad verda d de cada uno fuera f uera distinta. distinta. Así pues, pues, quizá seguir busca b uscando ndo el Trébol Mágico era una pérdida de tiempo. Si Si , tal tal y como había h abía dicho dicho el Gno Gno mo, en aquellas circunstancias circunstancias no podía nacer ningún trébol, se trataba tr ataba entonces de saber qué era lo que hacía falta para que naciera un trébol. De modo que Sid le preguntó, al mismo tiempo que que lo c almaba: almaba: — ¡Espera, esper espera! a! ¿Has dic dicho ho que nunca han nacido tréboles... ¡en el Bosque Encantado!? — ¡Nunca! ¡Nunca jamás! — respondió respondió refunfu ñando el Gnomo, mientras mientras se metía en su casa-madriguera... vayas, por favor! Explícame por qué. Quiero saber por — ¡No te vayas, no te vayas, qué nunca han nacido tréboles en el bosque. El Gnomo se giró y e xplicó: xplicó: Es por la tierra. Naturalmente que es por la tierra. ti erra. Nadie Nadie se ha h a ocupado de — Es renovar nunca nunca esta tierra. Los tréboles tré boles necesitan tierra fresca y esponjosa, y la tierra de este bosque bosque nunca ha sido remov remo vi da ni aireada. Es un suelo duro, apelm apelmazado, azado, ¿cómo ¿cómo quieres quieres que así nazca nazca un solo so lo trébol? Por tanto, Gnomo, Príncipe de la Tierra, si qui siera tener una sola — Por posibilidad, posibilidad, aunque solamente fuera una, un a, de que creciera crec iera un un único trébol tré bol en el bosque... ¿debería renovar la tierra, cambiarla? — preguntó preguntó Sid. Obviamente. ¿No sabes que sólo se obtienen cosas nuevas cuando se hacen — Obviamente. cosas nuevas? Si la tierra no cambia, seguirá pasando lo mismo: que no nacerá ningún trébol. — ¿Y tú sabes dónde podría encontrar tierra fértil? El Gnomo estaba ya con co n me me dio cuerpo dentro de de la l a madriguera y con una mano a punto de cerrar cerr ar la portezuela portezuela de mad m adera. era. Con todo, contestó a Sid: — Hay Hay algo de tierra fresca y fértil en el territorio terr itorio de las las Cow Co wls, a poca distancia distancia de aquí. Es una tierra rica, pues las Co wls, las vac vac as enanas enanas , amo amo ntonan allí su estiércol. Ésa sí que es tierra buena. El caballero le dio efusivamente las las graci gracias as al al Gnomo. Se subió entusia ent usiasma smado do a su bl bl anco caballo y cabalgó sin pérdida de tiempo tiempo haci haciaa el territorio de las las Cowls. Sabía que tenía muy pocas probabilidades, pero por lo menos ya tenía
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algo. Llegó al al territorio territo rio de de las Cowls Cowls cuando ya ano checía. Le fue muy mu y fácil fácil encontrar la tierra de de la l a que que hablaba el Gnomo. Era realmente realme nte tierra fresca, esponjosa y, por supuesto, muy bien abonada a bonada.. Solam Sol amente ente pud p udoo llenar llen ar un par de alforjas, los únicos recipientes r ecipientes que que lle vaba en su caballo. Pero era suficiente par par a una pequeña extensión de terreno. A continuación, el caballero Sid se dirigió con las alforjas alforjas de tierra nueva a una zona del bosque tranquila, lejos de cua c uall quier quier poblado. poblado. Encontró E ncontró un lugar que q ue le pareció pareció adecuado y arrancó las hierbas y los lo s matojos matojos que q ue allí allí habí habí a. Después, removió y quitó la tierra vieja, la que nunca se había renovado, la de siempre. Y por fin extendió la tierra nueva en el suelo. Cuando Cuando hubo acabado, acabado, se puso p uso a dormir. dormir. Sólo tenía tierra para unos pocos pal pal mos cuadrados. ¿Sería aquél el lugar escogido para que que brotara el Trébol Mágico? Si había que ser realista, sería muy m uy improbable tener tanta suerte. Unos Unos pocos palmos palmos entre e ntre miles de hectáre hectáreas as era algo algo así como una posibili dad distinto a lo entre millones. Sin embargo, una u na cosa era cierta: había hecho algo distinto hecho en el bosque hasta el momento mome nto.. Si Si no hab h abíí a habido tréboles, si nadie los habí habí a encontrado encontrado nunca, era porque todos los que lo habían intent intent ado ado habían hecho las las mismas cosas de siempre, las que todo el mundo m undo hacía. Como buen b uen caballero, sabí sabí a que hacer cosas diferentes era el primer paso para lograr algo diferente. Aun así, sabí sabí a que que había muy pocas probabilidad prob abilidades es de que q ue el Trébol Mágico de cuatro hojas brotara precis precisam amente ente en el lugar que q ue había escogido para poner po ner la poca tierra fértil de que disponí disponí a. Pero, por lo menos, sabía ya y a por qué no había tréboles. Y al al día siguiente sabría más. De eso estab e stabaa seguro. Sid, tumbado y con la cabeza apoyada en el suelo, miraba la tierra recién extendi extendi da. Pensó Pensó que que el Gnomo Gnomo decía su verdad. er dad. Pensó tambié tambiénn que que Merlín Mer lín decía la suya. Eran dos verdades aparentemente contradictorias. contradictorias. Pero si s i se actuaba como él habí habí a hecho, aportan aportando do nueva tierra a la tierra de siempre, esa aparente contrad contradicción icción se desvanecía. «Que en el pasado no hubiera hu biera tréboles tréboles no significa signifi ca necesariamente necesariamente que que en e n el futuro futuro no los pue pue da haber, ahora que las condiciones de la tierra son distintas», pensó. Se durmió imaginando que el trébol tré bol brotaba entre la tierra nueva que había esparcido. Soñar así le ayudaba a olvi olvi darse de las pocas probabilidades que haha bía de de que aquel rincón fuera el elegido por el destino par par a acoger al Trébol Mágico. El sol se puso. puso. Solamente que que daban cuatro no no ches.
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Tercera Tercera Regla Re gla de la Buena Suerte Sue rte
Si ahora no tienes Buena Suerte tal vez sea porque las circunstancias son las de siempre. Para que la Buena Suerte llegue, es conveniente crear nuevas circunstancias.
III
La Dama del Lago El cuarto día amaneció amaneció más m ás frío que de costumbre. El canto cant o de los jilgueros, jilgueros, de los petirrojos, de los mirlos y de los ruiseñores ahogó por fin al de los grillos.
Nott subió subió a su caballo después de comer algunas algunas ba b a yas. yas. No las tenía te nía todas todas consigo. La información que le había dado el G nomo era verdader verdaderam amente ente preocupante. Palabras literales: «En el bosque bosq ue no pueden nacer n acer tréboles». tréboles». Es más, más, nunca nu nca habí habí a nacido un solo trébol en todo el Bosque Encantado. Y el Gnomo Gnomo sab s abíí a lo que se decía. De todas todas formas, form as, quizás el Gnomo le engañaba. Sabí Sabí a que que no podía fiarse de de que dijera la verdad. Pensar Pen sar así así no le conducía co nducía a ninguna parte, pero le tranquilizaba. Decidió dedicar el día a encontrar a alguien que pudiera desmentir la información que le había dado dado el Gnomo. G nomo. Eso pondría de nuevo nuevo la suerte en sus man m anos. os. Después Después de cabalgar durante más de cinco horas, el caba c aballero llero Nott div di visó a lo lejos, entre la espesura del del bosque, bosque, un u n gran lago. Como tenía sed e imaginaba que que su s u caballo también estaría sediento, decidió acercarse. acerc arse. El lago era muy bello. Estaba lleno de nenúfares co n flores amarillas y blancas. blancas. Bebió un poco y se sentó sen tó junto a la orilla, mientras su caballo bebía ansiosaansiosa mente. De pronto, una voz detrás de él le sobresaltó: — ¿Quién eres? — Era Era una voz femenina; fe menina; dulce, pero a la vez profunda; frágil, 12/41
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pero firme; seductora, pero desafiante. Era l a Dama del Lago. La go. Sobresalía Sobresalía entre las agua a guass del lago de de un modo impresionante, impresio nante, una mujer mujer de hermosura y perfección perfecció n nunca nunca vistas, ist as, moldeada mol deada con la forma del agua. Nott habí habí a oído hab h abll ar de ella. Pronto se dio cuen c uenta ta de que de el la podría obtener información información im i m portante portante par par a su crucial crucial misión. misió n. Soy Nott, el caballero cab allero de la negra capa c apa.. — Soy — ¿Qué hacéis tú y tu negro caballo junto a mi lago? Ya habéis bebido. Ahora, ¿qué queréis? Estáis despertando a mis nenúfares. Y ésta es su hora de sueño. Mis nenúfares duerme duermenn por el día y cantan por la noche. Si los despertáis, esta noche no no can c antt arán. arán. Su canto c anto ev e vapora el agua del l ago ago durante la noche. Si los nenúfares nenúfares no can c antt an, el agua del lago no se ev e vapora; si no se e vapora agua, agua, el lago lago se desborda, y si el lago se desborda, muchas flores, flo res, plantas plantas y árboles morirán ahogados. ahogados. ¡Cá ¡ Cáll llate, ate, cáll cállate ate y desaparece! ¡No despiertes despier tes a mis nenúfares! — ¡Alto, alto! - — l a i nterrumpió nterrumpió con ve hemencia hemencia — . No me cuentes tu vi da. No me interesan t us problemas. Me iré enseguida. ensegui da. Solame Solame nte quiero hacerte una pregunta. Tú, Dama del Lago, tú que proporcionas agua a todo el Bosque Enc Enc ant ant ado, tú que riegas todos todos sus rincones. rinc ones. Dime: Dime: ¿dónde ¿dón de crecen los tréboles en este bosque bosque ? La dama comenzó a reír. Eran carca c arcajadas jadas tristemen tris temente te burlonas. burlonas. Reía con c on estruendosa estruendosa discreción, discrec ión, una una risa aguda, pero también con matices graves graves.. Cuando Cuando dejó de reír, se puso seria y afirmó: — ¡En este bosque no pueden crecer crec er tréboles! ¿No ves que el agua que reparto desde aquí llega a todas partes por infiltración? No sale de mí a través través de arroarro yos o ríos, sino que se filtra por el lecho del lago lago y llega lle ga a todos los rincones del Bosque Encantado. Encantado. ¿Acaso ¿ Acaso has visto charcos ch arcos en al al guna parte del bosque? Los tréboles necesitan mucha agua. Precisan un arroyo que se la proporcione pro porcione continuame continuame nte. Jamás Jamás encontra e ncontrarr ás un trébol en e n este bosque. La Dama del Lago se sumergió de de nuev nue vo. Fue F ue impresiona impresio nante. nte. El vapor de agua que que le daba forma cayó a la l a superficie en una lluvia de miles de gotas. Nott apenas prestaba atención al maravilloso espectáculo espectáculo que que acababa de ocurrir. Estaba Estaba harto de oír la misma cantinel cantinela. a. Muy serio y pensativo se preguntó preguntó qué qué estaba estab a pas pas ando. ando. Empezaba a creer que tal ve z a él nunca le llegaría la suerte. Eso le provocab provocabaa un miedo miedo más más inten i ntenso so que el que sintió el día anterior, después de de habl habl ar con el Gnomo. «De «De bo encontrar encontrar a algu al guien ien que me diga lo contrario. contrar io. Debo Debo encontrar a alguien que que me diga que la suerte s uerte está aquí aquí , que el Trébol Mágico pue pue de nacer en el Bosque Bosque Encantado», decía para sus aden a dentros. tros. Empezó Empezó a odiar a la suerte. Era al al go abominable. Lo más deseado, y también tambié n lo más más ina i naccesible ccesible del mundo. Y no po po día soportar ese e se sentimiento. Esperar la suerte le deprimía, pero era lo único que podía po día hacer. ha cer. Porqu Por que... e... ¿qué ¿qué alternati alternativa va tenía? Así pues, Nott montó en su c aballo, aballo, cabalgó el resto del dí dí a y vagó sin ton ni son por el Bosque Encan En cantt ado, con la esperanza de tener la suerte de dar dar con el el Trébol Mágico de cuatro hojas.
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Ese día, el caballero cab allero Sid se habí habí a levantado un poco más m ás tar tar de que el día anterior anterior.. Habí Habí a acabado acabado de renova reno varr la l a tierra cuando anochecía, así que decidió dormir una hora más. Mientras Mientras comía unas un as manzanas manzanas , que compartió con su caballo cab allo bl bl anco, anco, pensó pensó qué haría ese día. «Ya tengo la tierra — se se dijo — . Ahora necesito saber cuánta agua a gua necesita. La probabilidad probabilidad de que haya escogido el lugar correcto corre cto es mínima, mínima, lo sé. Pero si fi nal nal mente este fuera el lugar lug ar elegido... entonces tendré tendré que que ocuparme ocup arme de que la tierra reciba la c antidad de agua necesaria nece saria.. No lo dudó dudó un instante. instante. Era Er a bien sabido por cualquiera, caballero o no, que la Dama del del Lago era, de todos los hab h abit itan antes tes del Bosque Encantado, Encantado, la única que disponía de agua. Le costó un poco encontrarla. encontrarla. Tuvo que que preguntar preg untar aquí y allá y consultar con varios varios animales anim ales parlanchines que encontró por el e l camino. Llegó al al lago justo unos minutos min utos después de que que Nott se hubiera ido de allí. Se acercó muy, muy despacio. despac io. Sin apenas apenas hacer ruido, aunque sin querer pisó una u na cáscara de de nuez, que crujió. Inmediatamente emergió de forma imponente l a Dama del del Lago. Ésta repitió la misma queja que a Nott: — ¿Qué hacéis tú y tu blanco caballo junto a mi lago? la go? ¿Qu ¿ Quéé queréis? Estáis Estáis despertando despertando a mis nenúfa res. Y ésta es su hora de sueño. s ueño. Mis ne ne núf núf ares duermen por el día y cantan cant an por por la l a noche. Si los despertáis, esta noche no cantarán cant arán.. Su canto eva e vapora pora el agua ag ua del del lag l agoo durante la noche; si no cantan, el agua a gua del lago lago no se eva e vapora; pora; si no se e vapora vapora agua del lago, éste se des bordar bordar á, y si el lago lago se desborda, muc muc has has flores, flore s, plan plantas tas y árboles árboles morirán aho aho gados. gados. ¡Cállate, ¡Cállate, cállate cállate y desaparece! de saparece! ¡No ¡No despiertes a mis nenúfares! Sid quedó apabullado. No solamente por la magnificencia m agnificencia del espectáculo que acababa de ver, ver, sino también por el problema problem a que le había expuesto la Dama Dam a del Lago. Lago. Sid Si d necesitaba agua para regar la l a zona escogida, pero sin duda despertaría despertaría a los nenúfares nenúfares si de dicaba todo el día a recogerla con cazos. Así pues, las las cosas se ponían difíciles. No había agua en ninguna otra otr a parte parte del Bosque Bosque Encantado. En fin, ¿qué se le iba a hacer? hacer? Sid Si d era una un a persona sensible, sensi ble, y por eso, la mezcla de belleza, tristeza y ansiedad de la voz de la Dama del Lago hizo que se interesara por el problema y que buscara el modo de ayudarla. ¿por qué qué no sale agua del lago? lago ? De De todos to dos los lagos lagos sale — Y, decidme, señora, ¿por agua. De todos todos los lagos nacen arroyos o ríos. ríos . — Yo... Yo... yo... — por por primera vez, la Dama del Lago La go se expresó con c on una vo vo z sin matices, matices, una vo z triste. trist e. Había Había dolor en ella — . Porque en mi lago — prosiguió prosiguió — no hay continuidad. No No hay ríos que partan de mí. En mí, solamente sola mente cae cae agua. Sólo la recibo, y ningún arroyo brota de mi seno. Por eso es o tengo que vi vi vir siempre pendiente pendiente de que los nenúfares duerman para p ara que puedan cantar 14/41
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dur dur ante ante la l a noche. Durante el día no duermo d uermo para vel velar ar su sueño, y dur dur ante ante la la noche sus cantos no me dejan dormir. Vivo esclava de mi agua. ag ua. Por favor, favor, márchate márchate y no despiertes a mis nenúfares. Sid se dio cuent cuent a entonces de que lo que el lago tenía te nía en abundancia era, precisamente, precisamente, lo que que a él le hacía hac ía falt falta: a: agua. Yo puedo ayudarte — le le propuso Sid — . Pero dime una u na cosa, ¿tú sabes cuánta — Yo agua necesita un trébol? La Dama del Lago contestó: Necesita agua e n abundancia. Necesitan agua clara, de un arroyo. La L a tierra — Necesita en la que nacen los tré boles debe estar siempre siempre húmeda. — ¡Entonces, entonces... yo puedo ayudarte ayud arte a ti y tú t ú pue pue des ayudarme ayudarme a mí! — ¡Sssshhhhh! No grites tanto, tanto, que q ue ya has despertado desperta do a un nenúfar nenúfar . Di Di me cómo. — Si Si me das permiso, abriré un surco s urco en tu orilla para que un arroyo nazc nazc a de ti, y lograré logr aré así así que el agua no se acumule acumule en e n tu seno. No haré ningún ruido. Sencillamente Sencillamente abriré un surco en la tierra y el agua sal drá de tu lago. De esta forma, no tendrás que preocuparte más por los lo s nenúfares. nenúfares. Podrás Podr ás dormir dormir siempre que lo desees. La Dama del Lago se quedó quedó pensativa. Después, Después, accedió: accedi ó: De acuerdo. Pero no haga h agass ruid r uidoo — de de inmediato, inmediato , la Dama del Lago — De desapareció, desapareció, ante el asombro asom bro de Síd. Sin esperar es perar un instante, improv impro visó con co n su espada un arado que que colgó de la parte trasera de de su s u caballo. Cabalgó de nuevo nuevo hacia el terreno escogido. esc ogido. A me me dida que que caba c aball gaba, l a espada labraba un surco, que el agua a gua llenaba, liberando al lago lago de su pesada carga. £1 agua llegó basta la tierra fresca y fértil. Sid lo habí habí a conseguido: conseguido: había enc enc auzado la tierra y creado crea do un arroyo de agua clar clar a que que nunca antes había existido en el Bosque Encantad Encant ado. o. Se puso a dormir junto al espacio que había había crea do. Reflexionó Reflexionó sobre lo ocurrido y recordó lo que siempre le había ha bía dicho dicho su s u maestro: la vida te devuelve lo que que das das . Los problemas de los demás son a menudo la mitad de tus t us soluciones. Si compartes, siempre ganas gan as más. Era j ustamente lo que había pasado: estaba dispuesto dis puesto a renunciar al agua, pero cuando cuando come nzó nzó a entender el problema de la Dama, D ama, paradójicame paradójicame nte, se dio dio acción, los cuenta de de que q ue los dos necesitaban necesitaban lo mismo, y de que q ue con una sola acción, dos sal sa lían ganan g anando. do. Lo curioso es que Sid se percató de que q ue cada vez le preocupa preoc upaba ba menos que que aquél aquél fuera fuer a o no el lugar destinado a que q ue naciera el Trébol Mágico. Tal vez debería sentirse sentirse un u n poco estúpido por trabajar tanto en una un a zona zon a en la que se ntía así. así. La certeza de que probablemente el trébol no iba a nacer. Pero no se sentía hací hacíaa lo que debía restaba importancia al hecho de que que hubiera hubie ra tenido tenido suerte o no con la elección elecció n del del lugar. ¿Por qué qué ? No lo sabí sabí a. Tal ve ve z porque regar era lo que que tocaba to caba hacer hacer después después de ar ar ar y abonar la tierra. Hacía lo que q ue tenía que hacer. Por supuesto, él sabía que era muy poco probable proba ble que el sitio que había escogido par par a renovar la tierra y regarla fuera justamente el elegido para que brotara el Trébol Mágico de cuatro hojas. Pero ya sabía dos razones por las
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que que no habían nacido nun n uncc a tréboles en el bosque. bosque. Y al al día siguiente sabría más. más. De eso es o estaba seguro. Sid, Sid, con co n la cabeza apoyada en el s uelo, pues intenta inte ntaba ba conciliar co nciliar el sueño, sueño, miraba co n esperan esperanza za su porción de de tierra fértil regada por el arroyo. Una nono che más, vis visualizó ualizó cómo el Trébol Mágico brotaba y crecía. Esa noche, l a imagen del trébol en su mente aparecía aparecía más nítida y real q ue la noche anterior. anterior . Eso le hacía h acía feliz. La oscuridad lo env e nvol olvvió. Solamente quedaban tres noches.
Cuarta Regla de la Buena Suerte
Preparar circunstancias para la Buena Suerte no significa buscar sólo el propio beneficio. Crear circunstancias para que otros también ganen atrae a la Buena Suerte.
IV
La Secuoya, Reina de los l os Árboles
A la mañana siguiente, Nott, el caballero caballero de l a negra capa, se levantó bastante desanimado. desanimado. Si hacía h acía c aso a l a información del Gnomo y de la Dama del Lago, estaba, como se dice vul vul gar gar mente, perdiendo el tiempo, ¿No sería vano su empeño empeño ? El caballero caballero Nott pensó pe nsó en regresar. regresar. Sin Si n embargo, el vi aje hasta el Bosque Bosque Encantado había sido largo y, ya que estaba ahí, optó por quedarse q uedarse hast hastaa el séptimo séptimo día. Quizá finalmente finalmente en e n contraría a alguien que le dijera dónde Mágico de d e cuatro hojas. encontrar el Trébol Mágico Nott no sabía qué hacer. ¿Con quién q uién podía hablar en aquel momento? momento ? Vagó por por el bosque bosque montado en su caballo cab allo sin saber saber adonde ir. Encontró E ncontró todo tipo de seres extra e xtraños, ños, pero pero no dio con ningún trébol. Y eso que, que, mientras mientr as cabalgaba, cabalgaba,
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miraba co ntinuamente ntinuamente al suelo, suelo, busc buscand andoo alguna pista pista que pudiera i ndic ndicarle arle dónde podía nacer. De pronto pronto cay c ayóó en e n la cuenta de que no habí habí a ido a hablar con la Secuoya, el primer habitante del Bosqu Bos quee Encantado. Ella sabría algo. Cabalgó Cabalgó hast hastaa el corazó corazó n del bosque. Según contaban, co ntaban, la Secuoya era er a el primer primer árbol árbol que que habitó habitó el Bos que que Enc Enc antado, por eso estab es tabaa en el centro. Nott bajó b ajó de de su caballo y se dirigió a ella. Sabía que en el bosque bosque todos los seres ser es vi vi vos, incluso muchos de de los seres se res inanimados, podían hablar. Así que q ue se dirigió dirigió a la Secuoya y le dijo: Secuoya, Reina de los Ár boles. ¿Puedes ¿Puedes habla ha blarr ? — Secuoya, No obtuvo respuesta. El caballero Nott insistió. — Secuoya, Secuoya, Reina de los Ár boles. Me estoy dirigiend diri giendoo a ti. Haz el favor de contestarme. ¿No sabes quién soy? so y? So So y el caballe caballero ro Nott. La Secuo Secuoya ya comenzó a mov mo ver su s u impresionante tronco y contestó al caballero: — Ya Ya sé quién eres. er es. ¿Ac ¿Ac aso no sabes que conozco a todos to dos los árboles de este bosque bosque ? ¿No ¿No sabes s abes que a través través de nuestras hojas todos, absolutamente todos los árboles de este bosque estamos en contacto físico físic o unos con otros? La información información corre corr e rápi rápi do a través través de nuestras ramas. Pregúntame algo si quieres, quieres, pero después, después, vete. Estoy cansada, teng te ngoo más más de mil años y hablar hablar me fatiga. — Seré Seré breve — contestó contestó Nott — . He sabido que es posible que de de ntro de tres noches crezca en el Bosque Encantado el Trébol Mágico de cuatro hojas, el trébol de la s uerte ilimitada. ilimitada. Pero tanto el Gnomo G nomo como la Dama del Lago me han dicho dicho que jamás jamás ha crecido un solo trébol tr ébol en el Bosque Encantado. Tú vi ves en el bos que que desde que que éste existe. e xiste. Tú sabes sabes todo lo que que aquí aquí pasa porque habl habl as y has hablado con todos los árbo les. Mi pregunta es muy sencilla: ¿Es cierto que que jamás j amás ha crecido un trébol en este bosque? La Secuo Secuoya ya se tomó su tiempo para par a contestar. contestar. Revisó su memoria de mil años, buscó buscó en cada c ada uno de los mil anillos que q ue conformaban su ancho tronco. Eso le tomó algo algo de tiempo. tiempo. Los minutos pasaban y el caba llero Nott se impacientó: impacientó: protestó. — ¡Vamos, contesta! ¡Tengo prisa! — protestó. Estoy pens pens ando. ando. Estoy recordando. reco rdando. Eres Eres impacie imp aciente nte como la mayoría de los — Estoy humanos. humanos. Deberíais Deberíais ser como co mo los árboles, que tenemos mucha much a paciencia. paciencia. Pasaron Pasaron unos u nos minutos más. El caballero Nott, muy inquieto, se dio la vuelta, vuelta, convencido convencido de que que la l a Secuoya no quería contestar. Pero ella el la arrancó a habla ha blarr justo cuando cuando Nott se disponía dispo nía a subirse a su caballo. ca ballo. Como si se tratara de una bibliotec bibliotecaria aria que que hubiera hu biera rev re visado las mil fichas fich as de de los libros de s u biblioteca buscando buscando una o bra concreta, la Secuoya Secuo ya contestó al fin con seguridad: Es cierto. Nunca ha nacido un trébol tré bol en el Bosque Encantado. Y aún menos — Es un Trébol Mágico de cuatro hojas. Nunca en estos mil años. Nunca. El caballero Nott estaba desolado. desolado. Probab Pro bablemen lemente, te, Merlín había recibido la información información errónea erró nea.. O incluso peor: por su c abe abe za cruzó la idea de que tal vez le había engañado. Nott se sintió verdaderamente deprimido. Era el tercer ter cer habitante del bosque que q ue le decía que no habría suerte para para él. Estaba tan t an obsesionado con tal realidad que que no podía ver ver más all allá. á. Real Real mente, escuchar escuch ar a otros decir lo que que uno ya
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sabí sabí a no conducía más que que a reafirm reafirmarse arse en la propia ev e vi dencia. dencia. Cualqu Cu alquier ier persona que, como Nott, esté obsesionada o bsesionada por saber si hay o no tréboles en el bosque bosque no podrá pensar pensar más allá de eso. No tomará tom ará conciencia de que es necesario hacer algo algo al respecto. Por eso, e so, Nott estaba t an abatido, se sentía víctima, íctim a, se sentía utilizado, utilizado, engañad e ngañado. o. Se e n contraba contraba en una u na situación en la que no veía ninguna posibilidad de éxito.
El caballero Sid se levantó levantó aquella aquella mañana m añana más satisfecho satisf echo que que la l a anterior anterior.. Obser Observvó alegre alegre todo lo que q ue llevaba realiza re alizado: do: tierra fértil y agua abundan abun dante. te. Si el lugar en que debía nacer el Trébol Mágico era aquél, necesitaba saber entonces qué qué can c anti tidad dad de sol y de sombra som bra necesitaría necesit aría.. Sid era er a un caballero caballero y no un experto en jardinería, así que tendría que hablar hablar con al al guien guien sabio que supiera su piera de plantas y ár ár boles. Pero ¿con quién? De pron pron to se le ocurrió: no ! ¡La Secuo Secuoya! ya! Es el árbol árbol más sab s abio io del bosque. bosque. Ella — ¡Claro! ¡Cómo no! sabr sabr á cuánto sol necesita un trébol! Sid c abal abal gó hasta el corazón corazón del Bosque Bosq ue Encanta Encantado, do, Descendió de su corcel corc el y se dirigió al al árbol, árbol, como c omo poco antes había hecho Nott. — Distingui Distingui da Secuo Secuoya, ya, Reina de de los Árboles. ¿Deseas hablar hablar ? No obtuvo respuesta. El caballero Sid insistió. Respetada y venerada Secuoya, Reina de los Árboles, sí no estás demasiado — Respetada fatigada, fatigada, quisiera hacerte una pregunta. Aunque, Aunque, si lo prefieres, puedo puedo volver vol ver en otro momento. Lo cierto es e s que que la Secuoya había ha bía decidido decidido no contestar co ntestar a otro de aquellos arrogantes arrogantes caba ca balleros lleros que, impacientes, le hacían preguntas, pero pronto vio que que Sid no era un impa im paciente, ciente, ni un caballero arrogante. Por la amabilidad de sus palabr palabr as y por su respetuoso gesto de inclinación de cabeza, con la l a rodilla rodilla apo apo yada en el suelo, dedujo que era distinto. distinto . Cuando Sid esta ba a punto de marcharse, marcharse, la Secuoya Secuoy a lo llamó llamó.. Ciertame nte estoy fatigada. Pero, Pero , dime, dime, ¿cuál es tu pregunt pregunt a? — Ciertame — Graci Gracias as por por contesta co ntestarme, rme, Reina de los Ár boles. Mi pre pregunta gunta es muy sencilla: ¿cuánto ¿cuánto sol necesita un un trébol para crecer, cre cer, contando con co n que tenga tierra nueva y agua suficiente? — Hummmmmm Hummmmmm — meditó meditó la Secuoya. Pero esta est a vez vez se tomó to mó mucho menos tiempo para contestar por por que que sab s abíí a perfectamente la respuesta — . Necesita igual cantidad cantidad de sol que de sombra. Pero no encontrará encontr aráss ningún lugar luga r así aquí. Este bosque bosque es todo sombra, como hab h abrr ás po po dido dido observa o bservar. r. Por Po r eso nunca ha naci nacido do aquí un trébol. Ésa es la respuesta a tu pregun preg untt a. Hasta pronto. Pero el caballero caballero Sid no se desan des anii maba fácilme fácilmente. nte. pregunt a más, te lo ruego. Tú que eres la Reina de — ¡Espera, espera! Sólo una pregunt los Ár Ár boles, ¿me ¿me per mites eliminar eliminar algunas ramas de de alguno de de tus t us súbditos? s úbditos?
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¿Te ¿Te ngo ngo tu t u permiso? La Secuoya contestó: — No No te hace falta falt a mi mi permiso. Solamente tienes que eliminar las ramas muertas mu ertas y las l as hojas secas. Nunca nadie en este bosque se ha h a dedicado a despejar despejar las l as copas copas de los árboles. árboles. Nadie jamás ha podad po dadoo nuestras ramas. ramas. Por eso no hay luz en el bosque, sus s us habitantes son muy vagos. Siempre dejan sus s us obligaciones obligaciones par par a mañana. Si Si dedica de dicass un poco de tiempo, obtendrás luz y sombra por igual bajo cualquier árbol. Bastará con que que quites las hojas hojas y las ramas muertas. No necesitas mi permiso. Cualquier ár ár bol al al que q ue hagas eso estará encantado. «Cortar «Cortar las l as ramas viejas, viejas, liberarse de lo q ue ya no sirv sir ve, es siempre siem pre un impulso par par a la vida del árbol y de lo que le rodea — añadió, añadió, esta vez con vo z cáli cálida da y amable, la Secuoya. — ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Majestad! — contestó contestó Sid. Se incorporó incorporó y, sin s in dar nunca la espa es pall da a la gran Secuoya, retrocedió retroc edió hasta hasta su caballo. El caballero de la capa blanca cabalgó raudo has has ta el lugar do do nde nde renovó re novó la tierra e hizo hizo llegar lleg ar el agua. Pero era ya bastante tarde. ¿Y ¿ Y si despejaba despejaba las copas cop as de los árboles árboles al día siguiente? De hecho, ya no le que daba nada por por hacer: tierra, agua y l a cantidad justa de sol. Podía ahora ahora descansar, y dedica de dicaría ría el último día a podar los árboles. De pronto recordó reco rdó lo que que le había dicho la l a Secuoya: «No lo dejes para mañana». mañ ana». Sid Sid recordó reco rdó tamb también ién uno de los consejos que que siempre le había ha bía ido ido mejor: «Actúa y no postergues postergues». ». Era cierto que no no había nada más que hacer y que tenía todo el día siguie siguiente nte para eliminar ramas ramas . Pero si lo hacía hacía en aquel aquel momento, dispondría de un día más, y disponer de un día más podía ser útil. Así pues, apro aprovvechó ec hó las las pocas horas de luz que le quedaban q uedaban para podar pod ar las ramas. Fiel a sus principios, decidió actuar y no postergar postergar las cosas que debía realizar. Empezó Empezó a subir entonces a las copas de los árbo árbo les que rodeaban su parcela de de terreno y se entregó con pasión a la tarea de limpia lim piarlos rlos de ramas muertas. m uertas. Los árboles árboles tenían te nían muchos pies de altura y tuv tu vo que escalarlos uno por uno, con la ayuda de una cuer da que guardaba en sus alforjas. Podó ramas y eliminó hojas muertas muertas a fuerza de golpes de espada esp ada,, sin lastimar l astimar para nada el tronco tr onco ni el resto de ramas ramas vivas. Dedicó De dicó bue bue na parte de la noche a esta l abor, como si lo único único que que imp i mportar ortaraa en ese momento, en su «aquí «a quí y ahora», fuera limpiar copas de ár ár boles. El resultado resultado fi nal nal fue f ue excelente. Se sentía muy contento. Curiosame Curiosame nte, ya no le preocupa preoc upaba ba que el lugar lug ar que habí habí a escogido par par a renov reno var la tierra, canalizar canalizar el agua y limpiar las ramas fuera el elegido elegido o no para que justamente naciera en él el Trébol Mágico de cuatro hojas. Ahora Ahora ya y a sabí sabí a todo todo lo que precisaba un trébol para arraigar y lo habí habí a hecho. ¿A qué dedicaría el día siguiente? ¡Tal vez hubiera algo que aparentemente aparentemente no f uera necesario, pero sí imprescindible! Sintió Sintió que disfrutaba disfrutaba con lo que que estaba estab a hacien hacien do, que se divertía, que se apasionaba apasionaba y que q ue todo aquello tenía un sentido, fuera cu al fuese fuese el resultado re sultado final. Una noche más, Sid Si d visualizó visualizó su Trébol Mágico. Esta vez lo imaginó
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bellamente bellamente arraigado en la tierra tier ra húmeda del pequeño espacio que hab h abíí a Imagi nó sus cuatro hojas, cada una con esa forma fo rma c aracte aracte rística de creado. Imagi corazón, corazón, abiertas para par a recibir la l uz del sol que se colaba entre las ramas de los árboles árboles gigan gi gantes tes que lo rodeaban. ro deaban. No podía explicarlo, explicarlo, pero cuanto más sabía acer ca de cómo crear cre ar las las condiciones para que naciera un Trébol Mágico, menos le preocupaba si el suyo suyo sería serí a el lugar elegido por el trébol para para crecer. cre cer. Por fin oscureció. Solamente Solamente quedaban dos no ches.
Quinta Regla de la Buena Suerte
Si «dejas «dej as para maña mañanna» la preparación de las circu ci rcunns tancias, la Buena Suerte quizá nunca llegue. Crear circu ci rcunns tancias requiere dar un primer paso,.. ¡Dalo hoy!
V
Ston, Ston, la Madre de las Piedras Pi edras
Dur Dur ante ante el sexto día Nott se dedicó dedicó a vagar apesadumbrado por el Bosque Enc Enc ant ant ado. Re Re almente almente no pens pens aba que fuera a encontrar ningún trébol, pero tampoco quería quería volv ol ver solo al castillo real. Puestos Puestos a hacer hacer el ridículo, r idículo, prefería hacerlo hacerlo en compañía de Sid. Además, Además, le costaba costa ba tanto reconocer sus s us errores o fracasos que que optaba por responsabili responsabiliza zarr de los mismos a otros. otro s. «Soy víctima de de un error o de un engaño de Merlín», se decía. El sexto dí dí a fue el más aburrido aburrido de cuantos cuantos pasó pasó Nott en el bosque. A pesar pesar de que que logró lo gró cazar cazar bastantes bastante s anima animales les raros r aros y topó topó con extrañas plantas, no ocurrió nada rele vante. Lo peor era una sensación que le deprimía de primía enormemente: estaba ya conv co nvee ncido ncido
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de que él no tendrí tendríaa suerte en la vi vi da. De lo contrario, ya habría encontra do el no ser, ser , claro está, que Merlín le hubiera e ngañado. Trébol Mágico. A no Pero si Merlín le había había engañado, ¿por qué q ué no vol ver al castillo? ¿Por ¿Por qué q ué en el fondo seguía espera es perando? ndo? Esperar Esperar era darle la razón ra zón a Merlín, era confiar aún en la l a suerte; por otra parte, cuanto más esperaba más cierto se hacía su temor de que que la l a suerte no llegaría. ¿Qué estaba haciendo haciendo mal? m al? ¿Por ¿Por qué era tan ta n desgraciado? «Aú « Aúnn no se ha ha cumplido el plazo. Yo merezco la suerte, soy especial, pero lle vo muchos m uchos días aquí aquí y nada indica que encontraré el trébol», se decía Nott. Así tran tr ansc scurrió urrió el día para el caba c aballero llero del caballo negro y la ne ne gra capa. Como no le quedaba nada más que hacer, decidió decidió ir a hablar hablar con Ston, l a Madre de las Piedras. Quería Quería confirmar con algu al guien ien más m ás lo que ya sabía: sa bía: que en el Bosque Encantado no iba a nacer ningún Trébol Mágico, que él no era una un a persona de suerte. No era extraño extraño que Nott hiciera hicier a eso; ése es un rasgo ras go curioso de las personas que que piensan que no tienen suerte. s uerte. Buscan otras personas que les confirmen su forma de de ver la vida. Ser víctima íctim a no le gusta a nadie, pero exime, aparentemente y sólo aparentemente, de toda l a respons respons abili abilidad dad de la desgracia. Ston se hall hallaba aba e n la cima del Peñasco de los Peñascos. P eñascos. Una montaña inhóspita in hóspita toda ella hecha de piedra. La escalad esc aladaa fue dura d ura.. Desde arriba veía eí a casi todo el Bosque Encantado. Pensó que le gustaría encontrar a Sid, para hablar con él y pregunt pregunt arle si deseaba deseaba vol ver ya al al castillo real. En la cima cim a encontró a Ston, la l a Madre de las Piedra Pie dras, s, que q ue hablaba con otros pedruscos. pedruscos. Ston se dirigió a él: — ¡Hombre, mira! mira ! Uno Uno de los caballeros que que andan an dan busc buscando ando tréboles. Desde Desde hace hace cuatro cu atro días no se habla ha bla de otra cosa en el bosque. ¿Has encontr encontrad adoo al bur lona.. Trébol Mágico? — Y emitió una pequeña risita burlona — Ya Ya sabes que no — respondió respondió Nott, visiblemen te enfadado enfadado — . Dime, Ston, Mágico de cuatro hojas h ojas en este ¿verdad que no hay ni habrá ningún Trébol Mágico bosque bosque ? ¿O quizás hay alguno por aquí, aq uí, entre estos peñascos? No es posible, ¿verdad? La Madre de las Piedras se desternillaba de risa. — ¡Pues claro que no! ¿Cómo quieres que crezcan cre zcan tréboles entre las rocas? Se nota que empiezas empiezas a estar estar trastornado después después de tantos dí dí as vagando por el Bosque Bosque Encantado. Deberías tener cuidad c uidado... o... si pasas pasas demasiado tiempo aquí acabar acabar ás loco, como casi todos los humanos humanos que que han deambulado por este bosque bosque sin si n una meta clara. No, aquí no hay tréboles. Los tréboles tré boles mágicos de cuatro cuatro hojas hoj as no no pueden nacer donde hay h ay pie piedra dras. s. Nott descendió descendió despacio despacio el Peña P eñasco sco de los Peñascos, Peñas cos, y durante todo el descenso oyó las carcajadas de Ston. Ya no había nada que q ue hacer. Su temor temor se había visto visto finalm fin almee nte confirmado. «No «No tendré Buena Suerte», S uerte», pensó. Luego se acordó acordó de Sid y se alegró alegró con amargura porque «ese otro loco tampoco encontrará el Trébol Mágico por mucc ho que se pasee por el bosque». Pensar en el fracaso de Si mu Si d le tranquilizab tranquilizaba, a, le consolaba, inclu i ncluso so le alegraba. «Si no hay trébol mágico má gico para
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mí, tampoco lo habrá para él», él», dijo en vo z alta, con rabia, y conv con ve ncido. Lue Lue go montó en su caballo cab allo y partió en busca de un lugar lug ar en el que dormir.
Por su parte, Sid comprobó al levantarse que el trabajo tr abajo de la noche anterior anterior habí habí a dado buenos resultados. resultados. Vio un espectáculo muy bello: la niebla se levantaba levantaba y daba da ba paso a unos dorados rayos rayos de sol que iluminaban la tierra que puso puso el primer día en el bosque. Compro bó entonces, para su gran satisfacción, que que el sol y la somb so mbrr a penetraban penetraban por igual en cada uno de los pal mos de aquella aquella tierra nue va. va. Se sentía verdaderamen er daderamente te orgulloso. org ulloso. Estaba Estaba feliz. Había renovado la tierra, había despejado los árboles para que llegara sol, ha bía humedecido humedecido el suelo... s uelo... Era el último día, así así que había que decidir bien bien en qué emplearlo. Ya que habí habí a hecho lo que consideró conside ró necesario, lo inteligente era descubrir descubrir si faltaba algo algo por hacer. Como él decía, el vaso vaso estaba medio lleno. Ahora Ahor a había que saber saber cómo llena ll enarlo rlo del todo, por si hubiera acertado con el luga l ugarr en el e l que iba a nacer el Trébol Mágico, t al y como había predicho Merlín. Como había pensado pensado la l a noche anterior, en aquel momento mo mento se trataba de descubrir si faltaba algo aparentemente innecesario, innecesario, pero que fuera imprescind im prescindible. ible. Tierra, agua, sol..., pero ¿qué ¿ qué más podía faltar? Así pues, se pasó el sexto día preguntando pre guntando a todos to dos los seres que que fue encontrando encontrando por el bosque qué es lo que podía faltarle a l a tierra, además de la sombra, sombra, el sol so l y el agua, para que naciera naciera un u n trébol de cuatro hojas. Pero nadie supo supo decirle qué era lo que q ue faltaba. Era ya mediodía y no se s e le ocurría oc urría a quién más m ás podía pre pregunta guntarr . Necesit Necesitaba aba inspiración, inspiración, perspectiva, Así que que se le ocurrió ir al punto más eleva ele vado do del bos que, que, para p ara comprobar si desde allí veía veía algo que que le permitiera saber si le faltaba algo más por hacer. «La perspectiva, la distancia, tener el horizonte en la vista siempre da ideas útiles e inesperadas», inesperadas», pensó. To dos los caballeros sabían que el punto más ele vado del bosque era el Peñasco de los Peñascos, pero pero al llegar llegar allí se dio cuen c uentt a de que era altísimo. Que Que daba sólo medio día para que acabar acabar a el plazo que Merlín les había ha bía dado. dado. ¿Te ¿Te nía sentido sentido subir? Aunque Aunque le llega lle garr a la inspiración, tampoco tendría tendría demasiado demasiado tiempo par par a hacer algo. Aun así, decidió subir. ¿Por qué? Sencillame Sencillame nte porque porque pensó pensó en lo l o que ya trabajo y la dedicación que había h abía i nvertido. nvertido. Partiendo P artiendo de lo había hecho y el trabajo que que ya había logrado, quizá fuera aconsejable y bueno traba tr abajj ar hasta hasta el final, par par a saber saber si aún f altaba algo algo por hacer. Escaló la mont mont aña. aña. Empez Em pezóó a notar la suave suave brisa que llegaba lejos del de l niv ni vel del suelo, al al elev ele varse. Finalmente alcanzó la cima. Se sentó y empezó a otear el horizonte horizonte en busca b usca de inspiración. inspiración. Nada. N ada. De pronto, pronto, una voz le sobresaltó. Salía de.... ¡de la roca que pisaban s us pies! Era Ston, la Madre Ma dre de las Piedras. 22/41
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— ¡Me estás aplastando aplastando !
Sid se sobresaltó tanto que que casi c asi cayó pe pe ñasco ñasco abajo. abajo. — ¿Una roca roc a que hab h abll a? ¡Lo ¡Lo que que me faltaba por encontrar! — No No soy una roca roc a que que habla: soy Ston, la Madre de las Piedra Pi edrass — puntualizó, puntualizó, visiblemen isi blemente te molesta mole sta — . Supongo que tú debes de ser el otro ot ro caballero caballero que q ue anda buscando el... ¡ja, ¡ja, ja, ja!... ja! ... el Trébol Mágico. — ¿Eres de veras la l a Madre de las Piedras? Entonces... Entonc es... no entenderás mucho de tréboles, ¿verdad? ¿verdad? Evi denteme dentemente, nte, no entiendo mucho de tréboles, pero algo sé — le le contestó — . — Evi Ya se lo he dicho al otro o tro caballero, al que vestía de negro: donde haya piedras no pueden crecer los lo s tréboles de cuatro cuatro hojas. — ¿Has dicho dic ho de cuatro hojas? — replicó replicó Síd. Sí, de cuatro hojas. — Sí, — ¿Y los de tres hojas? — volvió volvió a preguntar. — Los Los de de tres hojas hoj as sí que que pue pue den nacer en un suelo con piedras. Pero los lo s de cuatro cuatro hojas hoj as crecen con menos menos fuerza, f uerza, por lo que precisan un suelo to talmente talmente libre de pie piedra dras, s, que no impidan su crecimiento. Aquella pequeña apreciación — lo lo que necesitaba necesitaba un trébol de tres hojas y lo que que necesitaba uno uno de cuatro — , que hubiera parecido banal par par a muchos, no lo fue para Sid. Él sabía que, a menudo, me nudo, los elementos ele mentos clave clave solamente solamente se descubren descubren en los pequeños pequeños detalles. det alles. En lo obvio, en lo ya conocido, difícilmente se encontraba la respuesta a lo «aparentemente «aparentemente innecesario, pero imprescindible». cuent a antes? ¡Mil ¡Mil gracias! Me vo y, — ¡Claro! ¿Cómo no me había dado cuent ape ape nas nas me queda tiemp tie mpo. o. Sid bajó apresuradame apresuradame nte el Peñasco de los Pe ñascos. ñascos. Te nía que correr a toda velocidad elocid ad hasta la zona escogida: escogida: ¡No había quitado las piedras de su parcela p arcela de tierra! Al llega l legar, r, quedaban q uedaban todavía dos horas de luz. l uz. Sid quitó todas las piedras piedras una a una. una. De hecho, la zona escogida estaba llena de ellas. Si por casualidad la zona escogida por él fuera el luga l ugarr donde iba a nacer el Trébol Mágico, éste nunca hubiera crecido creci do a causa de las l as piedras. Sid se dio cuent cuent a de lo importante que q ue era valor valorar ar y reconocer lo alcanzado, alcanzado, o lo que él definía como «la parte parte ya llena del del vaso vaso», », así como concentrarse en lo que que pudiera faltar. Eso siempre le había ayudado a avanzar. Sid también se dio cuenta de de que en los pequeños detalles se hall hallaba aba i nformación nformación clav cl ave. e. Aun Aun cuando cuando todo to do pareciera hecho hecho y no quedara más por hacer, si uno mantenía la actitud adecuada, adecuada, si se estaba es taba dispuesto a saber si faltaba algo más m ás por por hacer, siempre se encontraban pistas pistas que que encauzaban e ncauzaban por el buen camino. De hecho, eso era er a lo que que había pasado. ¡Qué bue bue na decisió decisiónn no no dejar dejar para el día siguiente la poda de las las ramas!, r amas!, de lo contrario contrario nunca nu nca hubiera hubiera sa bido bido que había que retirar las l as piedras... piedras... Una noche más se puso a dormir junto al espacio que había creado. Y una noche más se imag im agii nó al bello Trébol Mágico en todo su esplend esple ndor, or, en e n el centro de la tierra que que él había preparado, iluminado, regado y lim piado piado de piedras. piedras. Esa Es a noche, además además , imaginó cómo lo tomaba tomab a en sus manos. Sintió su
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suave suave textura en el roce r oce con c on su piel, su intenso color colo r verde, sus bellas hojas desplegadas. desplegadas. Le pareció pareció incluso que sentía el agr agr adable olor a clorofila cloro fila que que el Trébol Mágico desprendía. desprendía. Er a todo tan real que que sintió si ntió por primer primeraa ve ve z la certeza de que que ése sería el lugar en el e l que nacería. Podía imaginarlo, podía sentirlo con co n todo todo lujo de detalles. Eso le hacía sentir muy bien. bie n. Un profundo sentimiento de de alegría alegría serena y de paz interior le acompañaba. acompañaba. De todos modos, al día siguiente lo sabría. De eso también estaba seguro. Llegó la oscuridad. oscuridad. Solam Sol amente ente quedaba q uedaba una no no che. La vísper vísperaa del día en que tenía que que nacer en el Bosque Enc Enc antado el Trébol Mágico de cuatro hojas, el trébol de la suerte ilimitada.
VI El encuentro de los caballeros en el bosque
Sexta Regla de la Buena Suerte
Aun bajo las l as circun ci rcunstancias stancias aparentemente aparentemente necesarias, a veces la Buena Suerte no llega. Busca en los pequeños detalles circunstancias aparentemente innecesarias..., pero pero ¡imprescindibles! ¡imprescindibles!
La última última noche, mientras mientras Nott buscaba un sitio para dormir, notó que que su su caballo pisaba pisaba un trozo tro zo de de tierra fresca, regada, re gada, sin ninguna nin guna piedra, y al mirar haci haciaa arriba descubrió descubrió un u n claro claro abierto abierto entre e ntre las copas de los árboles. árbole s. Más allá, observó a Sid echado y su caballo atado a un árbol. — ¡Sid! 24/41
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Éste se incorporó. Aún no había conciliado conciliado el sueñ s ueño. o. — ¡Nott! — ¿Cómo te va? ¿Has ¿Has encontrado e ncontrado el trébol? — preguntó preguntó Nott a Sid. — No. No. Bueno, de hecho llevo ya tres días sin bus carlo. El primer primer día el Gnomo me dijo que no había tréboles en todo el bosque, así que que decidí dejar dejar de buscar... — Entonces Entonces — preguntó preguntó Nott — , ¿qué diablos haces aquí? ¿Por qué no vuelves al castillo? Antes Antes de que q ue pudiera responderle, se percató de que Sid tenía te nía s us ropas tiznadas tiznadas del musgo que crecía en el tronco de los árboles, árboles, sus botas embarra emb arradas das y, e n general, general, su indumentaria i ndumentaria aparecía aparecía claramen cl aramente te man ma n chada chada como resultad result adoo de los últimos cuatro días días en el Bosque Encantad E ncantado. o. Pero ... ¿qué es lo que te ha pasado? — Pero... — Desde Desde que que el Gno Gno mo me dijo que no no podían nacer nac er tréboles en el Bosque Bosque Encantado, me he dedicado a crear este espacio. ¡Fíjate! Tiene agua fresca y está bien bien abonado. abon ado. ¡Acompáñame! Te Te enseñaré el arroyo que he hecho llegar desde el lago lago donde habita l a Dama... Y ¡mira, ¡mira, mira! — prosiguió prosiguió Sid, emocionado emocionado e ilusionado ilusiona do por por poder mostrar mostrar a alguien lo que había había creado — , éstas son todas todas las l as piedras piedras y ramas r amas que he retirado en dos días, dí as, porque no no sé si sabes que donde hay piedras... Nott le interrumpió. interrumpió. — Pero Pero ¡¿te has vuelto loco?! loco ?! ¿A s anto anto de qué te dedicas a montar mont ar un huerto de... de... unos cuantos cua ntos palmos... palmos... cuand cu andoo no tienes ni ni remota idea de dónd dó ndee va a nacer nacer el Trébol Mágico? ¿No sabes que este bosque es algo al go así así como millones de veces veces más m ás extenso extenso que que esta pe pe queña parcela? Pero ¿eres bobo? ¿No te das cuenta de de que no tiene sentido hacer todo lo que q ue has hecho si nad n adie ie te dice dónde demonios hay que que hacerlo? ¡Estás ¡Estás mal mal de la l a cabeza! Ya nos nos veremos en el castillo real. Yo Yo me voy a buscar un sitio tranquilo do do nde nde pasar pasar la l a noche. noche . Nott desapareció desapareció entre e ntre los árboles. Si Si d se lo que dó mirando, sorprendido sorprendido por lo que que le habí habí a dicho. Y pensó: «Merlín dijo que po po díamos encontrar encontrar el Trébol DIJ O que NO fuera necesario hacer algo». Mágico, pero NO DIJ
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Séptima Séptima Regla R egla de la Buena Suerte Suerte
A los que sólo creen en el azar, crear circunstancias les resulta absurdo. A los que se dedican a crear circunstancias, el azar no les preocupa.
VII
La Bruja y el Búho visitan a Nott
La última última noche podía haber transcurrido plácidamente.. plácida mente...,., pero alguien quiso que que no fuera así para ninguno nin guno de los dos caballeros...
Mientras Nott dormía — esperaba esperaba ansioso el momento momen to del amanecer para regresar a su castillo — , un ruido le sobresaltó so bresaltó de de tal man m aner era, a, que se lev le vantó en un segundo y desenvainó su s u espada. espada. Era el búho de la bruja Morgana; Morg ana; se encontraba encontr aba de de pie, — ¡Uuuuuuuhhhhhh! — Era junto junto a él, parcialmen parcialmente te iluminada por por la l a lumbre del fuego que que el caballero cab allero habí habí a encendido encendido hacía h acía un rato para superar el frío. ¡Te n cuidado, cuidado, mi espada espa da está afilada! — ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¡Te — Guarda Guarda tu espada. He venido a hacer h acer un trato trato contigo, co ntigo, Nott, caballero del caballo negro negro y de la ne ne gra capa. No quiero quier o tratos con bruj bruj as, y menos — ¿Un trato? ¿Qué trato quieres hacer? No aún contigo, conti go, Mor Morgana; gana; tienes tienes muy mala m ala fama. trébo l de cuatro hojas hojas — dijo — ¿Estás seguro? Es sobre... un trébol dijo sutilmente sutilmente la la bruj bruj a Mor Morgana, gana, mientras mientras mostraba sus negros dientes, frotaba sus viejas iej as manos de lar lar gas gas uñas uñas y arrugaba su nariz n ariz aguileña aguileña y afilada en lo que pretendía ser una u na sonrisa amable. amable. El caballero cab allero Nott enva en vainó inó su espada y se inclinó hacia delante. Hablemos. ¿Qu ¿ Quéé sab s abes es?? — Hablemos. Mágico de d e cuatro hojas. — Sé Sé dónde nacerá el Trébol Mágico exigió, impaciente, Nott. — ¡Vamos, rápido! ¡Dímelo! — exigió, — Te lo diré si s i antes antes prometes cumplir cumplir t u parte del trato. — ¿Y cuá c uáll es esa parte p arte del trato que debo de bo cumplir? — preguntó preguntó Nott de inmediato. Quiero que cuando encuentres a Merlín... Merlín... ¡lo mates mates con co n tu espada! — Quiero — ¡¿Cómo?! ¿Por qué he de de matar a Merlín? — Porque Porque él te ha engañado. Él sabe dónde nace rá el Trébol Mágico, al igual que que yo lo sé. El pacto es muy claro: yo te digo dónde encontrar encontrar el Trébol Mágico y tú matas a Merlín. Merlín. Suerte ilimita ili mitada da para ti, final de mis problemas de de hechicería para para mí. Co n el final de Merlín, tú accedes al Trébol Mágico y yo elimino a mi principal rival. Nott estaba tan desengañado desengañado y frustrado y tenía tantas ganas de tomarse la 26/41
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revancha y ser él quien ha llara el Trébol Mágico que decidió aceptar. Eso no era extraño, extraño, cuando una un a persona ya no tiene fe en que que puede crear Buena Suerte, Suerte, lo que hace es comp co mprársela rársela al primero que se la ofrece. De hecho, el que espera encontrar suerte cree que que es algo fácil y que no requiere trabajo. Y eso es lo que le pasó pasó a Nott. Trato hecho. Dime dónde nacerá el Trébol Má gico. — Trato — Recuerda Recuerda que has dado tu t u pal pal abr abr a. El Trébol Mágico nacerá mañana... ¡en el jardín jardín del castillo c astillo real! No No está ni estará nun n uncc a en este bosque, ¡¿Cómo?! — e xclamó xclamó Nott, que no daba crédito crédi to a lo que ac ac ababa de oír. — ¡¿Cómo?! consi guió ió engaña e ngañarr a todos to dos los caballeros caballeros — ¡Claro! ¿No te das cuenta? Merlín consigu con su estratagema: estratagema: al plantearles el reto de buscarlo en el Bosqu Bos quee Enc Enc antado, todos los caballeros caballeros que que daron emplazados emplazados a venir aquí a perder el tiempo. Sólo vi nisteis dos. Merlín pensaba que ve ndrían más. Pero, Pero , en cualquier cualquier caso, logró despistar despistar la atención atención del jardí jardí n del castillo real. Nadie espera encontrar allí el Trébol Mágico. Él estará mañana allí para arr arran ancc arlo. De De bes apresurarte. apresurarte. Necesitaste Necesitaste dos días para llegar aquí aquí y tienes tienes solamente solame nte una noche para regresar. ¡Ensilla tu caballo y cabalga cab alga r audo, aunque aunq ue tu negro corcel co rcel rev re viente! Nott estaba ver verdad daderamente eramente enfurecido. enf urecido. Pero, por fin todo e ncaj ncaj aba. aba. «Por eso todos to dos y cada cada uno de los habit habitan antes tes del Bosque Encantado Encantado me han tomado tomado por un estúpido que perdía su tiempo buscando un Trébol Mágico que nunca había nacido, ni nacerá nacer á aquí... aquí... To do encaja», pensó. Así pues, Nott ensilló su caballo y desapareció enfurecido en furecido y a gran gr an velocidad velocidad entre los árboles, cami cami no del reino habitado, con destino al castillo.
Octava Regla de la Buena Suerte
Nadie puede vender suerte. La Buena Suerte no se vende. Desconfía de los vendedores de suerte.
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VIII
La Bruja y el Búho visitan a Sid
La br br uja soltó una rui rui dosa y malév m alévola ola carcajada y se dirigió dirigió hacia el norte, donde sabía que Sid pasaba la noche. Sid dormía plácidamente. Tanto, que al búho le tomó tres aullidos despertarlo. despertarlo. — ¡Uuuuuhhhh! ¡Uuuuuhhhh! ¡Uuuuuhhhh! preguntó Sid; Sid ; se puso puso en pie y asió con co n firmeza l a — ¿Quién va? — preguntó empuñadur empuñadur a, sin si n llegar a desenvai desenvainar nar su espada. — No No temas. Soy Morgana, la bruja. — Sid Sid se mantuvo mantuvo en e n pie. — ¿Qué es lo que deseas de mí? La br br uja era malvada. Ella quería dos cosas: por una parte, p arte, que que Nott mat mat ara a Merlín y, por la otra, persuadir a Sid para que se marchara del lugar. De este modo, ella se quedaría con el Trébol Mágico en caso de que que al día siguiente éste naciera en al al gún lugar del bosque. Morgana ideó otra ot ra me me ntira para Sid: — El El Trébol Mágico nacerá nacerá mañana. m añana. Pero Merlín te ha mentido. No es un Yo misma realicé el trébol de suerte ilimitada, es el trébol de la desgracia! Yo conjuro: «El «El que lo arranque morirá mor irá a los tres días». Pero Per o si nadie lo arranca, entonces Merlín morirá al caer caer la l a noche. Por eso, os ha engañado engaña do a ti y al otro caballero. Para que al al guno de los dos muera en e n su lugar. Merlín precisa que el arrancado antes antes de mañana al anochecer. anochecer . Vuelve al castillo: castillo: Nott ya ya trébol sea arrancado está en camino. La bruja había sido muy astuta: no dejaba opción a Sid. Si al día siguiente encontraba el Trébol Mágico no sabría qué hacer. Si lo arrancaba, moriría. Pero Per o ¿y si el que tenía razón era Merlín? ¿Y si en realidad r ealidad era el Trébol de la Buena Suerte? Lo mejor y lo más fácil sería ser ía hacer hacer como co mo Nott: abandonar el bosque y no enfrentarse enfrentarse a ese dilema. dilema. Pensó Pe nsó durante unos segundos y a continuación le dijo dijo a Morgana: — Bien. Bien. Entonces partiré esta misma noche... La bruja sonrió, satisfecha, aunque Sid añadió: añadió: ... Pero iré a buscar buscar a Merlín. Mer lín. Le pe pe diré que sea él quien arranque el Trébol — ... Mágico. El hechizo del que me hablas dice que quien lo arranque morirá a los tres días, pero si quie quienn lo arr arran ancc a es Merlín, entonces entonces él no morirá. mor irá. El conjuro conjuro que que dar dar á deshecho, ya que el que q ue de de be morir si no se arranca y el que ha de morir si se arranc arranc a son la misma persona. Así, Merlín quedará a sal sal vo y después después me dará el trébol. Sid había sido si do más intelige inteligente nte que la br br uja Morgana, que ahora a hora ya no no sonreía. so nreía. Al darse d arse cuent cuent a de que Sid no habí habí a caído en su trampa, dio media me dia vuelta con el búho en su hombro, se subió a la escoba y partió partió ve loz, cual cual perro con c on el 28/41
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rabo rabo entre e ntre las piernas, piernas, refunfuñando refunf uñando ruidosamente. Sid reflexionó sobre lo sucedido. sucedi do. Él sabía que Merlín no no engañaba e ngañaba a nadie. ¿Cómo ¿Cómo podía Nott haber haber creído en algo al go así o en lo que fuera que le hubiera di cho la bruja? ¿No sabía, como buen b uen c aballero, aballero, que lo verdaderamen er daderamente te importante era no perder perder la l a fe en la propia empresa? Había visto visto a tantos tantos caba c aballeros lleros desesperarse y abandonar a bandonar cuando cuando la l a Buena Suerte Suerte tardaba tar daba en llegar llegar , que había aprendido lo im portante portante de mantener la fe en lo que uno pensaba que era lo correcto. correcto . Antes Antes de dormirse, dormirse , pe pe nsó también lo importante que era er a no cambiar la empresa propia por por la l a empresa de otro, es decir, la de la bruja bruja por la s uya propia. La Bue Bue na Suerte le había llegado llegado siempre siem pre que se había mantenid ma ntenidoo fiel a su su empresa, a s u cometido, a s u misión, mi sión, y a s u propio propósito. propósito. Por último, recordó recor dó lo que que siempre le habí habí a dicho su maestro: m aestro: «Desconfía del que que te propone propone asuntos en los que que se gana muc muc ho de de forma form a f ácil y r ápida. Desconfía del del que te venda end a suerte».
Novena Regla de la Buena Suerte
Cuando ya hayas creado todas las circunstancias, ten paciencia, no abandones. Para que la Buena Suerte llegue, confía.
IX
El viento, Señor del Destino y de la Suerte
A la mañana siguiente, Sid se le vantó algo inquieto. Se sentó cerca de la tierra
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que que habí habí a preparado y esperó. Pasaron las horas, hor as, pero nada ocurría. El dí dí a fue avanzando, pero segu se guíí a sin suceder nada. Sid pensó: «Bueno, «Bueno, en e n cualquier caso, he vivido apasionada apasionadamente mente estos días en el Bosque Enc Enc ant ant ado. He He hecho lo que he creído cre ído que era correcto corr ecto y necesario.» necesario.» En verda verdadd era muy difícil difícil escoger esc oger el lugar exacto en el que se suponía su ponía debía brotar el Trébol Mágico de cuatro hojas, el trébol de la suerte ilimitada. Pero de pronto pronto ocurrió oc urrió algo algo inespera i nesperado. do. apa rienciaa se El vie viento, nto, el Se Se ñor del Destino Destino y de la Suerte, aquel que en aparienci muee ve al azar, empezó a agita mu a gitarr las l as hoj hojas as de de los árbo árbo les. Y a continua co ntinuación ción coco menzaron menzaron a llo ver unas un as semillas semillas pequeñas, peq ueñas, que que er an como minúsculas pepitas de oro verde. Eran semillas de tréboles de cuatro hojas, cada semilla era... ¡UN TRÉBOL DE LA SUERTE EN POTENCIA! Y no no era er a una sola... llo vían multitud mu ltitud de semillas de tréboles de cuatro hojas. Pero lo verdaderamente verdaderamente inaudito es que no sólo caían en el lugar donde estaba Sid, Sid, sino en todo el Bos que que Enc Enc ant ant ado, ABSOLUTAME ABSOLUTAMENTE NTE EN TODOS Y CADA UNO DE LOS RINCONES del bosque. Y no sólo en e n el Bosque Encantado, Encantado, sino s ino en todo t odo el reino: llovían semillas de tréboles de cuatro cuatro hojas so bre las las cabezas de los caba c aballeros lleros que q ue no no aceptaron el reto de Merlín; llov llo ví an sobre todos los seres ser es del bosque, sobre el Gnomo, G nomo, sobre la Sec Secuoya, uoya, sobre la l a Dama del Lago, sobre Ston...; llovían lloví an sobre Nott y sobre Morgana. Llovían semillas de de tréboles de c uatro uatro hojas... ¡EN TODAS TOD AS PARTES! Los habit habitan antes tes del Bosque Encantado Encantado y del reino habitado habitado no les prestaron atención. atención. Sabían que que una vez al año, por esas fechas, fech as, se daba esa lluvi lluvi a extraña de semillas semillas verde er de oro «que no ser vía para nada». nad a». De De hecho, cada año suponía una molestia, pues era una lluvia llu via bastante pringosa... Al cabo c abo de pocos minutos, dejaron de llov llo ver semillas semi llas de de tréboles de cuatro Las minúsculas semillas de oro verde se confundieron conf undieron entonces con el hojas. Las suelo, como pequeñas gotas de agua en un u n océano, a medida que q ue caí caí an por por todos los rincones del Reino. Sencillamente, Sencillamente, se perdían como las simientes que se arrojan al al desierto. desier to. Y así se desperdiciaron, pues no germinarían. Millares Mi llares y millares de ellas muriero mu rieronn en el suelo gastado, duro y pedregoso pedregoso de un bosque somb so mbrío. río. To das, excepto excepto unas decenas de ellas que fueron a para p ararr a una pequeña peq ueña extensión de de tierra fresca y fértil, en la que que lucía l ucía el sol y refrescaba l a sombra, en la que había agua abundante y que estaba libre de de piedra pie dras. s. Ésas Ésas y solamente esas semillas semillas se conv con virtieron irtiero n al cabo de poco en brotes de tréboles de cuatro hojas, en multitud de brotes de Tréboles, Mágicos, Mágicos, un número suficientemente gr gr ande par par a tener tener suerte s uerte todo el año... año... hasta l a lluvia del año siguiente. En otras palab pal abrr as: suerte ilimitada. Sid o bservó bservó e xtasi xtasiad adoo la la Bue Bue na Suerte que había creado. creado. Conmovido Con movido y emocionado, se arrodilló en signo signo de gr gr atitud y brotaron lágrimas de sus ojos. Cuando Cuando se dio cuent cuent a de que el viento viento amaina am ainaba ba quiso despedirse despe dirse de él y darle las gr gr acias acias por haber traído las semillas. Así que, mirando mirando al cielo, lo in vocó: — Viento, Señor del Destino y de la Suerte, ¿dónde ¿dón de estás? ¡Quisiera ¡Quisiera darte las gracias!
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El vie viento nto le respondió: No es necesario que me des las las gracias. Cada año, por estas es tas mismas mismas fechas, — No reparto semillas de tréboles de cuatro hojas por todo el Bosque Encantado y por todos los rincones del reino habitado. Soy el Señor Señor del Destino Destino y de la la Suerte Suerte y entrego, e ntrego, siguiendo un orden or den firme, las semillas semillas de la Buena Bue na Suerte allí por donde paso. p aso. En contra contr a de lo que muchos piensan, piensan, yo no reparto suerte, sencillamente sencillamente me ocupo ocu po de diseminarla en todas partes por igual. igu al. Los Tréboles Mágicos nacie nacieron ron porque tú creaste creaste las cond co ndiciones iciones adecuadas para ello. Bue na Suerte. Yo Yo me Cualquiera que hubiese hecho lo mismo hubiera creado Bue limité a hacer hacer lo que siempre siem pre he hecho. La Buena Suerte que lle vo conmigo con migo está siempre ahí. El problema es que casi casi todo to do el mundo cree que no es necesario hacer nada. Y prosiguió: — De De hecho, daba igual el lugar que que hubieras hubieras ele gido. gido. Lo importan im portante te era que q ue lo prepararas prepararas tal y como hiciste. La suerte suerte es la l a suma de oportunidad y preparación, Pero la oportunidad... siempre está ahí. Y así es. Solamente Solamente crecieron cr ecieron tréboles de cua c uatro tro hojas, hojas, Tréboles Mágicos, bajo bajo los lo s pies de Si Si d, porque él era el único en todo el reino que había creado las condicio nes par par a que crecieran. crec ieran. Porque, contrariamente contrariamente a lo que much m uchos os creen, cre en, la Buena Suerte no es algo que pase a pocos que no hacen nada. La Buena Suerte es aquello aquello que nos pue pue de pasar pasar a todos, si hacemos algo. Y ese algo consiste tan sólo en crear las condiciones par par a que que las l as que están ahí para todos por igual, no se nos mueran como oportunidades, que semillas de de tréboles de cuatro hojas que caen cae n en tierra estéril. Y el viento se alejó, a la vez que Sid abandonaba el Bosque Encantado para encontrarse con Merlín.
Décima Regla de la Buena Suerte
Crear Buena Suerte es preparar las circunstancias a la oportunidad. Pero la oportunidad no es cuestión de suerte o azar: ¡siempre está ahí! ...por tanto:
Crear Buena Suerte únicamente consiste en... ¡crear circunstancias!
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El reencuentro con Merlín
Nott cabalgó cabalgó durante d urante toda la noche de la séptima jor nada. nada. Al llegar al castillo, su caballo negro tenía el lomo y los costados ensangrentados ensangrentados por los golpes gol pes de fusta y los frenéticos toqu to ques es de espuelas. Te Te nía que lle gar gar justo j usto a tiempo para coger el Trébol Mágico que que suponía suponí a había brotado brotado en e n los jardines del castillo. Poco después, después, el pobre corcel moría de de agotamie agotamiento. nto. Nott atravesó atravesó la puerta puerta del castillo c astillo y cada uno uno de sus sus salones, s alones, derribando a golpes y patadas todo cuanto cuan to encontró en su camino. Llevaba la espada desenfundada, y su rostro desencajado mostraba unos ojos rojos ro jos de ira. — ¡Merlín! ¡Merlín! ¿Dónde estás? ¡No te escondas, porque te encontraré! Nott decidió ir al al verde y frondoso jardín del castillo, cas tillo, pues pues sabía que allí encontraría a Merlín. Cuando Cuando abrió la puerta que conducía cond ucía al exterior exterior,, pudo observ obser var a Merlín en e n el centro del jardí jardí n. De pie, firme y sereno, ser eno, apoyado en su largo bastón, con el semblante serio. Pero el e l jardín jardín no no er a ya un jardín... ¡era un patio de losas! los as! ¡Durante ¡Durante las últimas últim as siete noches, los m aestros de obra del castillo se habían habí an dedi dedi cado cado a cubrir la tierra! A Nott Nott le cayó c ayó la espada de la l a mano. losas ? — le le — ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué has cubierto el jardín de losas preguntó preguntó a Merlín. Merlín. — Porque Porque si no, hubieras intentado matarme. No hubieras hu bieras ate atend ndii do a mis explicaciones. explicaciones. Era la única forma de convencerte de que aquí no h abía ningún trébol trébol y de que la bruja te engañó. en gañó. Yo Yo , Merlín el Mago, lo sé todo. Sabía que que la la 32/41
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bruj bruj a te ve ve ndería su suerte: la que casi nunca sucede. Sabía que que vendrías vendrías hasta aquí para matarme y sólo después de buscar horas y horas en el jardín te convencerías de que aquí no estaba el Trébol Mágico. Necesitaba disuadirte antes. antes. No quería que ría luchar luchar vaname vaname nte contra ti. Nott empezó empezó a darse cuenta de su error. Había Ha bía elegid ele gidoo el camino ca mino fácil. Él siempre pensó que se merecía la suerte. En aquel preciso momento, en el e l jardín del castillo, junto a Merlín, tomó conciencia de que estaba equivocado. Merlín prosiguió prosiguió con co n sus explicaciones: Ahora ya lo sabes: el Trébol Mágico no está aquí. Nació hace unas horas en — Ahora el Bosque Encantado, t al y como prometí. prometí. Había Habí a suficientes Tréboles Mágicos, también para ti. Pero Pe ro te abandonaste a ti mismo: no creíste creís te en ti. Es Es más, más, esperaste siempre que que los demás te regalaran su suerte. suerte . Tu Tu visión de esta empresa era demasiado limitada limit ada y carecía de la pasión, p asión, el entusiasmo, la entrega, entrega, la ge nerosidad nerosidad y la confianza c onfianza necesarias para llegar a obtener cuantos tréboles mágicos mágicos de la l a Buena Suerte hubieras querido. Nott dio media vuelt vueltaa y, sin espada ni caballo, anduvo an duvo hasta su castillo, c astillo, donde donde permaneció en negra soledad por m uy lar lar go tiempo. tiempo.
Al día dí a siguiente, siguiente, Sid Si d llegó a la ciudad. Lo primero que q ue hizo fue ir al castillo par par a decirle a Merlín que había encontrado el Trébol Trébol Mágico, el trébol de la suerte ilimitada. Quería Quería darle d arle las gracias gracias . — ¡Merlín, Merlín! ¡Mira! — y le mostró un puñado de tréboles de cuatro Fíjate, no se tr ataba ataba de un solo Trébol hojas, tréboles de la Buena Suerte. Fíjate, Mágico: hay tantos como c omo quieras. — ¡Claro, Sid! Porque si uno crea circunstancias, puede puede generar gener ar tanta Buena Suerte Suerte como co mo quiera. Por eso, la Buena Suerte es suerte suert e ilimitada. Me gustarí gustaríaa darte darte las l as gr gr acias acias de al al guna forma, Merlín. A ti te lo debo. de bo. — Me — ¡En absoluto! — Le Le respondió Merlín — . Yo no hice nada n ada.. Absolutamente nada. TÚ decidiste ir al Bosque Encantado, TÚ aceptaste acept aste el desafío desafío entre ciencie ntos de caballeros, TÚ optaste por renovar la tierra, a pesar de que te dijeron que nunca nacería un trébol en el bosque. TÚ decidiste compartir tu suerte suerte con co n la Dama del del Lago. TÚ decidiste perseverar perseverar y no postergar la limpieza de las ramas. TÚ te diste cuenta de lo que era aparentemente innecesario pero comprendiste la importancia de quit quitar ar las las piedras cuand cu andoo imprescindible y comprendiste creer para ver. TÚ creíste en parecía parecía que q ue ya lo habías hecho todo. TÚ decidiste creer lo que que habí habí as hecho, aun cuando te dijeron que que te podían ve ve nder nder la l a suerte. suert e. Y Merlín añadió: Pero , y esto es lo más importante, Si Si d, TÚ DECIDISTE DE CIDISTE NO CONFIAR EN — Pero, LA CASUALIDAD PARA ENCONTRAR EL TRÉBOL, Y PREFERISTE CREAR LAS CIRCUNSTANCIAS PARA QUE ÉL VINIERA VI NIERA A TI. Y sentenció: 33/41
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— TÚ DECIDIST DECID ISTE E SER LA CAUSA C AUSA DE TU BUENA BUE NA SUERTE.
El nuevo nuevo orige or igenn de la Buena Suerte Dado que que crear Buena Buena Su S uerte er te es crear circunstancias... la Buena Suerte solamente depende de TÍ. A partir de hoy, ¡TÚ también puedes crear Buena Suerte! Sid se despidió de Merlín Merlín con co n un firme y afectuo so abrazo. abrazo. Después subió a su blanco caballo caballo y partió partió en busca de av a ve ntur ntur as. Pasó el resto de sus días días enseense ñando a otros caba c aballeros lleros y no caballeros, caballeros , incluso incluso a los niños, las reglas de la Buena Suerte. Ahora Ahora que sabía sabí a crear Buena Bue na Suerte, no no podía guardar guardar ese secreto secr eto solamente so lamente par par a sí, porque la Bue na Suerte es par par a compartirla. compartirla. Y es que Sid pensó que q ue si, actuando en solitario, había sido sido capaz c apaz de crear tanta Bue Bue na Suerte en tan sólo siete s iete jornadas, jornadas, ¿de qué no sería ser ía capaz todo un Reino, si cada uno uno de sus habitantes aprendían a crear Buena Suerte el resto res to de sus vidas?
Tercera Tercera parte: El reencuentro re encuentro Al acaba ac abarr el cuento, cue nto, David también estaba descalzo y apoyaba sus pies desnudos desnudos sobre los frescos tréboles que habí habí a bajo el banco en el que los dos ami ami gos se había ha bíann sentado. Los dos quedaron en silencio, como si medita me ditaran ran acerca del cuento. cuento. Así pas pas aron unos minutos. Los dos estaban pensando en algo. Una lágrima rodó por la mejilla de David. El primero en hablar fue Víctor: — Sé Sé lo que estás estás pensand pens ando, o, pero no veas veas segundas se gundas intenciones en mis palabras... — ¿Por qué qué ? — preguntó preguntó David. — Supo Supo ngo ngo que piensas que que es solamente sola mente una f ábula, un cuento... no sé... no quise decir que tú... yo solamente quería hacerte hacerte llega l legarr la l a Buena Suerte. Precis amente ente pens pens aba e n eso, Víctor. Pensaba en la form a en que este cuento — Precisam 34/41
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ha llegado llegado a mí: la fortuna for tuna de un encuentro con mi ami ami go de la infancia, que no veía eí a desde hacía cincuenta años, ha puesto puesto este es te cuento en mis manos. un a Víctor reflexionó r eflexionó sobre ello, e llo, sobre el encu e ncuentro entro casual con Dav D avid: id: una tremenda casualidad. Eso había sido suerte, y no Buena Suerte. Pensó que el cuento de de la l a Buena Suerte le había llegado a Dav D avii d por azar. ¡Vaya paradoja!, pensó. Le dijo a David: — Sí, Sí, es cierto. cier to. El cuento de la B uena Suerte Suerte ha h a llegado lle gado a tus tus manos por azar. — ¿Eso crees? — le le espetó David — . Precisamente Pr ecisamente yo yo estaba pensando pe nsando todo lo contrario. preguntó Víctor sin s in comprender compren der a qué se refería refe ría David. David. — ¿Lo contrario? — preguntó — Sí, Sí, lo contrario. contr ario. He sido yo el que que ha creado las circunst circunstan anci cias as par par a que que este cuento llegara a mí. Para que la Buena Suerte llegara a mis manos. -¡¿Tú?! — Sí, Sí, Víctor. No No es casualidad que tú y yo nos ha yamos encontrado. encontrado. En E n estos últimos cuatro cuatro años, años, los peores que he pasado, pasado, mi única esperan esperanza za era e ncontrar ncon trar al único único amigo que he tenido: a ti. En E n los últimos últimos años años no hubo un solo día dí a que que no buscara tu rostro en e n cualquier cualquier semblante con el que me cruza cr uzarr a. En cada persona que me salía al paso, en cada semáforo, semáforo , en las terrazas terrazas de los bares, en todos los rincones de la ciudad... ciu dad... nunca he dejado de mirar a cada c ara, con la esperan esperanza za de de reconocer reco nocer la tuya. Eres el único amigo que que teng te ngoo y que he tenid te nido. o. He imagi imagi nado muchas veces que te encontraba. encontrab a. He vis visua uali lizad zadoo muchas muchas veces nues nuestro tro reencu ree ncuentro, entro, igual igual que que Sid veía crecer su s u trébol. A veces, incluso he podido sentir el abrazo que nos dimos di mos hace una hora escasa... jamás dejé de creer que que sucedería. Y añadió: — Te Te he encontrado porque yo quise encontrarte... El c uento de de la Buena Suerte ha llegado llegado a mí, porque yo, sin sab s aberlo, erlo, lo estaba buscando. Visiblemen isi blemente te emocionado, emoci onado, Víctor le dijo a David: — Así pues, en e n realidad piensas piensas que la fábula fá bula está en lo cierto... cierto ... — Claro Claro — prosiguió prosiguió David — , pienso que la fábula está en lo cierto. No puede ser de otro modo: nuestro n uestro encuentro me ha demostrado que yo también puedo ser como co mo Sid. Sid. Hoy he sido yo el que ha creado Buena Suerte. Yo también puedo crear Bue Bue na Suerte. ¿No te das cuenta? — ¡Naturalmente! — exclamó exclamó Víctor. le preguntó entonces su — ¿Podría añadir yo una regla más a tu fábula? — le amigo. — Por Por supuesto — dijo dijo Víctor. Y David añad añ adió: ió:
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El cuento de la Buena Suerte... ...nunca llega a tus manos por casualidad. Víctor sonrió. so nrió. No No hacía falta decir nada más. Entre buenos amigos, las l as pal pal abr abr as son, muchas veces, veces, inn i nnee cesarias. Se abrazaron de nue vo. Víctor se fue, pero David se quedó sentado en el banco banco y volv ol vió a poner sus pies desnudos desnudos sobre la fresca hierba del del gran par par que de la ciudad. David notó notó un cosquilleo en el tobillo. Se Se inclinó i nclinó y, sin mirar, arrancó una brizna que le rozaba muy suav sua ve mente la piel, que reclamaba su atenció n. Era un trébol de cuatro hojas. David había decidi decidi do, a sus sus sesenta y cuatro años, empezar a crear Bue Bue na Suerte.
...¿Cuánto tiempo esperarás tú?
Cuarta parte parte:: Algunas Algunas personas que q ue están de acuerdo acuerdo «El noventa por ciento del éxito se basa simplemente en insistir.» Woody Allen
« ¿Circuns ¿C ircunstanc tanciias? ¿Qu ¿Q ué son las circun circ unsta stanncias? ¡Yo soy las circun circ unsta stannc ias!» as! » Napoleón Bonaparte «Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias, y las crea si no las encuentra.» George Bernard Shaw «Muchas personas pi p ie nsa n que que tener talen tale nto es una una suerte, pocas s in embarg embar go piensan p iensan que que la suerte puede ser cu c uesti est ión de tal ta lento.» Jacinto Jacinto Benavente Benavente «La suerte fav fa vorece sólo a la me nte preparada. preparada.»» Isaac Asimov
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«La sue sue rte ayuda ayuda a los osados. osados. » Virgilio «La suerte es e l pretex prete xto de los fracasados.» fracasados. » Pablo Neruda «El fruto de la suerte sólo cae cuando está maduro.» Friedrich von Schilter «Creo muchísimo en la suerte y descu desc ubro que cuanto cuanto más trabajo, tr abajo, más suerte tengo.» Stephen Leacock «Cuanto más practico, más suerte tengo.» Gary Player «Existe una puerta por la que puede entrar la Buena Suerte, pero tú tienes la llave.» Proverbio japonés «De todos los medios que conducen a la suerte, los más seguros son la perseverancia y el trabajo.» Marte R. Keybaud «La suerte suerte ayu a yuda da a los valientes.» Publio Terencio «La re re signación es un suici suic idio cotidian cot idiano.» o.» Honoré de Bahac «Que la inspiración llegue no depende de mí. Lo único que yo puedo hacer es ocupar ocuparm me de qu q ue me encuentre trabajan trabaja ndo.» Pablo Picasso «La suerte del genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento ciento de transpirac transpiración, ión, o sea, sudar.» Thomas Edisso E dissonn «El secreto de un gran negocio consiste en saber algo más que nadie sabe.» Aristóteles Onassis «Tú eres el e l motivo motivo de casi cas i todo todo lo que te sucede.» sucede. » Niki Lauda «La suerte no es más que la habilidad de aprovechar las ocasiones favorables.» Orison Sweet Marden «Sólo aquell aque llos os q ue nada esperan espera n del az a zar, son dueños del destino.» destino. » Mattbew Arnold «El hombre sabio crea más oportunidades que las que encuentra. » Francis Bacon
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«Un optimista optimista ve la oportunidad oportunidad en e n toda calamidad; un pes imista imista ve una una calami cala midad dad e n toda oportunidad. oportunidad. » Winston Winston Churchill « ¿Y cuándo piensas realizar rea lizar tu sueño?», le preguntó el Maestro a su discí disc ípulo. «C uando tenga tenga la oportunidad de hacerlo» hacerlo », respondió éste. El Maestro le con co ntestó: «La oportunidad nunca llega. La oportunidad ya está aquí.» Anthony de Mello «Dios no juega a los dados con el Universo.» Albert Einstein
Quinta Quinta parte: pa rte: Decálogo, Decálogo, síntesi síntes is y nuevo nu evo origen de la Buena B uena Suerte Primera Regl a de de la l a Buena Buena Suerte
La suerte suerte no dura demasiad dem asiadoo tiempo, porque no depende de ti. La Buena Suerte la crea uno mismo, por eso dura siempre. Segunda Regl Regl a de de la l a Bue Bue na Suerte
Muchos Muchos son los que quieren tener Bue na Suerte, pero pero pocos los que deciden ir a por ella. Tercera ercer a Regl a de de la l a Buena Suerte
Si ahora ahora no tienes Bue Bue na Suerte tal ve ve z sea porque las circunstancia circunstanciass son las l as de de siempre. siem pre. Para que que la Buena B uena Suerte Suerte llegu lle gue, e, es e s conv con ve niente crear nuevas circunstancias. Cuarta Regla Regl a de de la l a Buena Suerte Suerte
Preparar Preparar circunstancias para la Buena Suerte S uerte no significa sig nifica buscar buscar sólo el propio beneficio. Crear circunstancias circunstancias para que otros otro s tambié tambiénn ganen atrae atrae a la Buena Suerte. Qui Qui nta Regla de la Buena Suerte
Si «dejas «dejas para p ara mañana» la preparación de las circunstancia ci rcunstancias, s, la Buena Suerte Suerte quizá q uizá nunca llegue. Crear circun circ unst stan anci cias as requiere dar un primer paso... ¡Dalo hoy! Sexta Sexta Regl a de de l a Bue Bue na Suerte
Aun bajo las circunst circunstan ancias cias aparentem ap arentemente ente necesarias, nece sarias, a veces veces la Buena Suerte Suerte no llega. lleg a. Busca en los pequeños detalles detalles circun circ unstancias stancias aparentemente innecesarias..., innecesarias..., pero ¡imprescindibles! ¡imprescindibles!
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Sépti Séptima ma Regla Regl a de de la l a Buena Buena Suerte
A los que sólo creen en el azar, az ar, crear crear circun circ unst stan ancias cias les le s resulta absur absur do. A los que se dedican a crear circunstancias, el azar no les preoc upa. Octava Regl a de de la l a Buena Suerte Suerte
Nadie puede puede vender suerte. La Buena Suerte no se vende. Desconfía de de los ve ndedores de suerte. Novena Regl a de de la l a Buena Suerte Suerte
Cuando Cuando ya hayas creado to das das las l as circunstancias, circunstancias, ten paciencia, no abando abando nes. Par Par a que que la l a Buena Buen a Suerte Suerte llegue, confía co nfía.. Décima Déci ma Regla Regl a de de la l a Buena Buena Suerte
Crear Buena Suerte es e s prepar prepar ar las circunstancias circunstancias a la oportunidad. Pero la oportunidad oportunidad no es cuestión de suerte o azar: azar: ¡siempre ¡siempre esta ahí! a hí! Síntesis
Crear Buena Suerte únicamente consiste en. ¡Crear circu nstancias! nstancias! El nuevo nuevo origen orige n de la Buena Suerte S uerte dado dado que que crear Buena Suerte es crear circunstancia circunstanciass ... La Buena Suerte solam so lamente ente depende de TI. A partir de de hoy, ¡TÚ también puedes crear Bue Bue na Suerte! Y recuerda que...
El cuento de la Buena Suerte... Suerte... ...no ...no esta en tus manos mano s por casuali casua lidad dad Este libro se escribió en ocho horas, de un solo tirón. Sin embargo, emba rgo, nos llevó más de tres años identificar las reglas de La La Buena Suerte. Algunos sólo recordará re cordaránn lo primer pr imero. o. Otros, sólo recordarán lo segundo. Los primeros pensarán que q ue tuvimos suerte. Los otros pensarán que aprendimos y trabajamos para crear «Buena Suerte».
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Agradecimientos A Gre Gregorio gorio Vl Vl astelica, nuestro editor en e n Ur Ur ano, ano, que q ue desde el principio creyó en el proyecto. Gracias Gracias a su sensibilid sensi bilidad ad y generosidad este relato tiene sin duda un alc alcan ance ce mayor m ayor al prev pre visto por los autores. a utores. A todos y cada uno uno de los profesionales que for man el fantástico equipo equipo de Ediciones Ediciones Urano. A Isabel Monteagudo y Maru de Montserrat, nuestras nuestras agentes literaria lite rarias, s, por su ilusión y empuje. Por sus cientos de horas dedicadas a contacta cont actarr con editores e ditores de todo el mundo y consegu co nseguir ir que un cuento de dos dos barcelo barceloneses neses viera la luz simultáneamente simultáneamente en tantos ta ntos países y en tantas lenguas; le nguas; sin duda, un hecho editorial sin precedentes. A todos los co-ag co -agentes entes de International Editors' Co. y en especial a Laura Dail por su tenacidad y su fe en este pequ pe quee ño libro. Solame Solame nte ella podía lograr lograr que La La Buena Suerte se publicara publicara en todos los países de habl habl a inglesa. A Susan R. Williams, nuestra editora en Estad Est ados os Uni Uni dos y en todos los países de habla inglesa. Susan tuvo tuvo el coraje co raje de apostar por el libro li bro y hacer de él un proyecto mundial. mundial. A Philip Kotler, por por su hermos a cita, cita, que nos ha autoriza autorizado do a incluir incluir en e n la portada de todas las las ediciones del mund mu ndo. o. Por P or su inestimable apoyo par par a que que este libro se publicara publicara en los lo s Estados Unidos Unidos de América. A Emilio Mayo, con quien quien compartimos co mpartimos Buena Suerte desde hace siete años y esperamos seguir seguir com partiendo partiendo much m uchos os años más. A Jordi Nadal Nadal , por su talento y amistad. am istad. Jordi es nuestro Merlín particular. A Manel Arme Arme ngol, ngol, un u n verdadero verdadero Sid, amigo y compañero: él nos animó animó a partir partir en busca del trébol. A josep López, porqu por quee su s u experiencia editorial es fuente inagotable de inspiración y mejora. A Josep Feliu, Feliu, por las ilustraciones, ilustraciones, con las que tan amablemente nos obsequió o bsequió y que acompañan este cuento. c uento. A Jorge Escribano, Escribano, por mostrarnos el cami cami no hacia ha cia el Bosque Encantado y por crear las circunstancias circunstancias para que crezcan tréboles. A Mo Mo ntse Serret, Serret, por su generosa generos a ayuda, pasión p asión y apoyo desde que vio el primer manuscrito. A Adolfo Blanco, sus s us brillantes brillantes obser vaciones y aportaciones aportaciones al primer manuscrito permitieron que que todo lo positivo positivo que hay que en él quedara más papa tente. A nuestros colega cole gass y compañeros en ESADE, a to dos los participantes en los diferentes programas programas y se minarios minarios que impartimos. im partimos. Por ser fuente de inspiración. A nuestros diferentes maestros y profe profesores, sores, porque son la base de nuestro n uestro apre aprend ndii zaje zaje y conocimiento. A María, Blanca y Alejo, por su apo apo yo, y por las horas robadas. Ellos están detrás de de esta historia, en cada c ada frase, en c ada palabra. A Mónica, Laia y Pol por su amor y caricias. Sois el motivo por el cual cu al cada día tiene sentido crear circun circ unst stan ancias cias para p ara que crezcan tréboles m ágicos. ágicos.
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También de Álex Rovira Celma y en Empresa Activa La Brújula Interior
La Brújula Interior es un libro libro original, o riginal, sorprenden sorpren dente te y por encima encim a de todo distinto: un nue nue vo paradigma para entendernos a nosotros nosotro s mismos y a los demás. más. A trav tr avés és de una serie de cartas divertidas, apasionantes apasionantes y lúcidas, se abre a los ojos del lector una una nueva nue va perspecti perspecti va para entender la vi da, para desarrollar desarro llar la creativi creativi dad, para comprender mejor lo que sig nifica una e xistencia autónoma autónoma y feliz. Los términos «misión», «meta», «objetivos», «objetivos», «posicionamiento» forman parte del trabajo trabajo habitual habitual de un ejecutiv eje cutivoo o directivo. directivo. Pero curiosamente curiosamente estas pal pal abras rara vez son utilizadas par par a la definición de una misión en la l a propia vi da, de un posiciona posici onamiento miento personal o de unos objetivos que lleven lleven a la propi p ropiaa realización.
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