Un Antropólogo en Marte (Oliver Sacks)
“El Último Hippie”
Greg F. es un sujeto de Veinticinco años de edad, Nació en Queens, en la década de los cincuenta, fue un muchacho atractivo y con talento, mostro un interés a temprana edad por escribir canciones. En su juventud comenzó a cuestionarse cosas, a odiar la vida convencional que llevaba con sus padres y que percibía a su alrededor, lo que el autor plantea como, “Su necesidad
de rebelión ”.
En 1967, asistía a escuchar declamar a Allen Ginsberg,
gustaba de la música rock, rock, por encima de todo, a Grateful Dead. Termino su bachillerato, asistió a la universidad. En 1968, decidió abandonar la universidad, y dejar a sus padres, su hogar, y se fue a vivir a Village, donde se unió a la cultura de la droga del East Village, con la intención de buscar la libertad interior, o una conciencia superior como muchos otros. En 1969, decidió dejar de tomar acido como y encontró que la exaltación religiosa, reemplazaba su éxtasis. Swami, fue como como una revelación para Greg y se convirtió, casi inmediatamente, en un devoto. En el primer año, Greg fue obediente, paso un buen año, que los Swami lo tomaron como parte de los suyos, en 1971 fue enviado al templo de Nueva Orleans.
Durante el
segundo año con los Krishna, Greg aquejaba que cada día veía más borroso, pero el Swami y los demás lo interpretaron como una iluminación, un sentido espiritual que había alcanzado, en el templo se opinó que había llegado a la fase, y por ende había que protegerle y además de ser acompañado por alguien, se procuró que cada vez tuviese menos contacto con el exterior, en un momento Greg se preocupó por su vista, pero aunque siguió viendo más borroso, se refugió en la explicación espiritual que se le atribuyo por el Swami; sus padres, después de cuatro años sin verlo, decidieron tomar la
iniciativa e ir a visitarlo, pues su padre temía que por su estado de salud quizá si demoraba más no volvería a ver a su hijo, por esto el templo accedió a el permiso que lo visitaran. Fue sorpresa para el padre verlo en la situación en que estaba, que para los otros era un estado de paz. Por petición de los padres, el templo accedió a que Greg se marchara de allí, y fue ingresado en el hospital, examinado y trasladado a Neurocirugía. Las exploraciones cerebrales “revelaron un enorme tumor en la línea media que destruía la glándula pituitaria y el quiasma óptico y zonas adyacentes y se extendía ambos lados hacia los lóbulos frontales, alcanzando hacia atrás los lóbulos temporales y hacia abajo el diencefalo. En cirugía encontraron un tumor benigno, un meningioma” 1, el tumor de Greg había crecido lentamente
y eso repercutió en su dificultad para recordar, aunque los cirujanos pudieron extirparlo casi completamente, no pudieron reparar el daño ya causado, ya Greg no solo estaba ciego, si no gravemente incapacitado neurológica y mentalmente, un desastre que pudo haberse evitado en el momento en que este presento queja de su visión borrosa. Cuando Oliver Sacks sostenía conversaciones con Greg le hacía preguntas
acerca de su pasión por la
música y podía percibir la transformación, desaparecía su incoherencia, su indiferencia y hablaba con animación, la memoria de este paciente se interrumpía en los años setenta, estaba atrapado y no podía avanzar, a partir de allí Greg queda encajado en su pasado, que él toma, ve y siente como su presente. Según las observaciones de Sacks, tenía las extremidades débiles sobre todo el lado izquierdo y las piernas, era incapaz de sostenerse en pie por sí solo, sus ojos mostraban una atrofia óptica completa, se encuentra también que había perdido el significado de lo que era “mirar” o “ver”, no era
1
Sacks, Oliver. Un antropólogo en marte: Siete relatos paradójicos, el último hippie. Pág. 69.
consciente de su ceguera, creía no estar ciego, relacionaba el hecho de poder ver con las imágenes mentales que recreaba junto a sonidos y distintos eventos;
se encontraba en un estado de inactividad mental, la
misma que se afirma casi vacía de contenido intelectual o afecto. Además de esto el paciente se hallaba en un estadio intermedio de duerme-vela, en el cual perdía el control y la selectividad normales del pensamiento, surgía una medio libertad, una medio compulsión, de fantasía e ingenio, pero a pesar de esto Greg
tenia no solo buena memoria para recordar las
canciones de los sesenta, sino que era capaz de aprender nuevas canciones fácilmente, se podía notar como la música lo conmovía. Lo que estaba seriamente perturbado en Greg era la memoria ligada al contexto o episódica, como ocurre con la mayoría de los amnésicos, el tumor cerebral que presentaba este paciente
había causado daños complejos,
había comprimido las estructuras del lado interno o medio de los lóbulos temporales, en particular el hipocampo y su corteza adyacente, áreas cruciales para la facultad de
formar recuerdos, el paciente presenta
síndrome orbi-frontal lo que consiste en un daño en las porciones adyacentes a los ojos. Se conservaba con buen humor signo que es característico de síndromes orbito-frontales, sucede también que se destruye cierta represión, cierta prudencia e inhibición, ya que las personas con estos síndromes tienden a reaccionar de una manera inmediata e incontinente a todo lo que les rodea y a todo lo que está en su interior, todo objeto, toda persona y todo pensamiento, toda palabra, toda emoción, todo matiz y tono. El tumor de Greg afecto primero a la glándula pituitaria, lo que le provocó un aumento de peso y perdida de vello en el cuerpo, del mismo modo su nivel de agresividad disminuyo por lo que se explica su anormal sumisión y placidez; el diencefalo es un regulador de las funciones básicas, sueño, apetito, libido, en el caso se Greg no expresaba deseo sexual, apetito,
parecía responder solo a la inmediatez. Greg carecía de la idea de movimiento, de suceso, el tiempo para Greg era algo plano, vivía en el momento y en respuesta a estímulos inmediatos, mientras que su memoria durante sus años posteriores a los sesenta presentaba dificulta, la memoria episódica estaba intacta y otros tipos de memoria que le permitían recordar conocimientos aprendidos en la escuela. Greg asociaba cosas
con el
contexto equivocado o no conseguía relacionarlas con el presente, del mismo modo presentaba una habituación, reconociendo los lugares del hospital donde se hallaba internado. Las conclusiones acerca de la memoria fueron dadas de manera posterior a pruebas de memoria que aplicaba Sacks, en las cuales pudo darse cuenta de una ausencia de identidad. “Mientras que el aprendizaje explicito requi ere la integridad de los sistemas del lóbulo temporal medio, el aprendizaje explicito implica la construcción de percepciones complejas-síntesis de representaciones de todas las partes de la corteza cerebral-que formaban una unidad contextual” . De tal modo que el
paciente podía repetir una frase complicada con total exactitud en el momento en que la escucha, aunque pasados tres minutos ya no recuerde nada. Cuando se le suministraba una lista de palabras, las recordaba por un tiempo límite y de igual manera sucedía cuando se leían cuentos, al preguntarle tenia versiones distintas e incoherentes de la historia inicial. A manera de conclusión, El tumor de Greg hubiera sido menos dramático en cuanto a sus consecuencias de haber sido tratado a tiempo, ya que con el pasar de los años fue teniendo repercusiones devastadoras, destruyo su glándula pituitaria, el quiasma óptico y proximidades al lóbulo frontal, la afección del trauma se generalizo debido al crecimiento del tumor que en el momento de ser extirpado estaba de un tamaño considerable. Greg a pesar de la intervención quirúrgica y de los cuidados permanentes debido a su estadía en el hospital para enfermos crónicos, se mantuvo con su amnesia y
otros síntomas como ausencia de deseo sexual, y una especie de afabilidad casi permanente, entre otros, del mismo modo su incapacidad de recordar eventos importantes aun cuando otros tipos de memoria parecían intactos. Greg tenía una respuesta favorable a la música, en especial y como ya se sabe a la de los años sesenta, hubiese sido posible que la exposición a estímulos musicales
de manera constante,
prolongada y guiada hubiera
servido para empezar a asociar eventos intermedios entre los sesenta y su temporada actual en el hospital, y así recordar ciertos episodios, en un caso hipotético, “Mientras que la música puede afectar a todos nosotros, nos
calma, nos animan, nos consuelan, nos emociona, o servir para organizar y sincronizar con nosotros en el trabajo o jugar, puede ser especialmente potentes y tienen un gran potencial terapéutico para los pacientes con una variedad de condiciones neurológicas . Estas personas pueden responder poderosamente y, específicamente, a la música (y, a veces, poco más). Algunos de estos pacientes tienen problemas generalizados corticales, ya sea por accidentes cerebrovasculares o la enfermedad de Alzheimer u otras causas de demencia, mientras que otros tienen características específicas cortical síndromes de pérdida de las funciones del lenguaje o movimiento, amnesias, o síndromes del lóbulo frontal. Algunos son retardados, algunos autistas, mientras que otros tienen síndromes subcorticales tales como parkinsonismo u otros trastornos del movimiento. Todas estas condiciones y muchos
otros
potencialmente
pueden
responder
musicoterapia”2.
2
Sacks, Oliver. Musicophilia: Relatos de la música y el cerebro. 2009.
a
la
música
y
Un Antropólogo en Marte (Oliver Sacks)
“El Último Hippie”
Presentado a: Julián Andrés Manrique Aristizabal
Malory Asprilla Álvarez Jhon Anderson Sanclemente Manrique 1050109 Diana Marcela Zúñiga
Neuropsicología I
Universidad del Valle (Buga) Buga Psicología 2012