Refexión acerca de la lectura María Kodama Recuerdo el Recuerdo el instante en que se me reveló qué qué era sería para era un libro, qué sería para mí , desde entonces, Mi madre leía cuentos entonces, un libro. libro. Mi madre me leía cuentos por las noches, yo veía” cerrab cerraba a los ojos ojos porque porque “ veía ” en una una sucesión de imágenes lo que que día,, no sé sé por qué qué,, quebré quebré ese miré el libro escuchaba, hasta que un día ese rito y miré Con sorpresa, no exenta de inquietud, que descansaba en el borde de mi cama. Con sorpresa, comprobé que comprobé imágenes.. En esa En esa lógica lógica de ensoación en que ahí no no había imágenes de la ensoación en había detenido a pensar que la fuerza de las que viven los niños, niños, nunca me había allá de palabras, del relato, estimulaba mi imaginación más allá de lo que realmente hábil madre me explicó ese estuviera o no dibujado en el libro. Cuando mi hábil había imaginado proceso y me dijo que, a su vez, el autor del libro también había imaginado pregunté:: “Mamá, Mamá, !ónde están están esas escenas escenas y situaciones situaciones,, pregunté esas imágenes y imaginé! "o lo entiendo”. #a respuesta #a respuesta fue en la escritura, situaciones que yo imaginé ! "o lo narración que le$éndome.. %regunté en las palabras que formaba la narración que estaba le$éndome podía entrar en esas historias. Mi madre me con ansied ansiedad ad si yo también podía historias. Mi calmó diciéndome que, aprendería a leer. que, cuando cuando crecie creciera, ra, aprendería leer. & entonces podría ver podría ver todas y cada una de las historias que encerraban los libros de la biblioteca como las de hadas, duendes, princesas, seres inanimados y paisajes perfectos. Esto sucedió cerc "avidad. 'odavía 'odavía recuerd cerca a de una "avidad. recuerdo o la emoción que sentí , la alegría alegría de podría entrar de imaginar que al tener esa llave mágica podría entrar para país de (licia. Entonces, Entonces, cerrando los ojos siempre en el país de las maravillas, como (licia. deseché los juguetes y eligiend eligiendo o qui)á por primer primera a vez en mi vida, vida, deseché juguetes que "avidad, quiero" (prender a (prender a leer”. pensaba pedir y dije: “Como “Como regalo regalo de "avidad, #olo era una *rágil una *rágil niña. 'enía niña. 'enía $ $ años. Refexión acerca de la lectura María Kodama %ecuerdo el instante en que se me revel& qu' era un libro, qu' ser(a para m(, desde entonces, un libro. )i madre me le(a cuentos por las noches, yo cerraba los ojos porque “ve(a” en una sucesi&n de im*genes lo que escuchaba, hasta que un d(a, no s' por qu', quebr' ese rito y mir' el libro que descansaba en el borde de mi cama. +on sorpresa, no exenta de inquietud, comprob' que ah( no hab(a im*genes. n esa l&gica de la ensoñaci&n en que viven los niños, nunca me hab(a hab(a deten detenido ido a pensar pensar que la fuerza fuerza de las palabras palabras,, del relato, relato, estimu estimulab laba a mi imagin imaginaci aci&n &n m*s all* de lo que realment realmente e estuvi estuviera era o no dibujado en el libro. +uando mi h*bil madre me explic& ese proceso y me dijo que, a su vez, el autor del libro tambi'n hab(a imaginado escenas y situaciones, pregunt': “)am*, -&nde est*n esas im*genes y situaciones que yo imagin'! o lo entiendo”. /a respuesta fue en la escritura, en las palabras que formaba la narraci&n que estaba ley'ndome. 0regunt' con ansiedad si yo tambi'n pod(a entrar en esas historias. )i madre me calm& dici'ndome que, cuando creciera, aprender(a a leer. 1 entonces podr(a ver todas y cada una de las historias que encerraban los libros de la biblioteca como las de hadas, duendes, princesas, seres inanimados y paisajes perfectos.
sto sucedi& cerca de una avidad. 2odav(a recuerdo la emoci&n que sent(, la alegr(a de imaginar que al tener esa llave m*gica podr(a entrar para siempre en el pa(s de las maravillas, como 3licia. ntonces, cerrando los ojos y eligiendo quiz* quiz* por primera vez en mi vida, desech' desech' los juguetes juguetes que pensaba pedir y dije: “+omo regalo de avidad, quiero" 3prender a leer”. #olo era una fr*gil niña. 2en(a $ años. Refexión acerca de la lectura María Kodama %ecuerdo el instante en que se me revel& qu' era un libro, qu' ser(a para m(, desde entonces, un libro. )i madre me le(a cuentos por las noches, yo cerraba los ojos porque “ve(a” en una sucesi&n de im*genes lo que escuchaba, hasta que un d(a, no s' por qu', quebr' ese rito y mir' el libro que descansaba en el borde de mi cama. +on sorpresa, no exenta de inquietud, comprob' que ah( no hab(a im*genes. n esa l&gica de la ensoñaci&n en que viven los niños, nunca me hab(a hab(a deteni detenido do a pensar pensar que la fuerza fuerza de las palabr palabras, as, del relato, relato, estimu estimulab laba a mi imagin imaginaci aci&n &n m*s all* de lo que realment realmente e estuvi estuviera era o no dibujado en el libro. +uando mi h*bil madre me explic& ese proceso y me dijo que, a su vez, el autor del libro tambi'n hab(a imaginado escenas y situaciones, pregunt': “)am*, -&nde est*n esas im*genes y situaciones que yo imagin'! o lo entiendo”. /a respuesta fue en la escritura, en las palabras que formaba la narraci&n que estaba ley'ndome. 0regunt' con ansiedad si yo tambi'n pod(a entrar en esas historias. )i madre me calm& dici'ndome que, cuando creciera, aprender(a a leer. 1 entonces podr(a ver todas y cada una de las historias que encerraban los libros de la biblioteca como las de hadas, duendes, princesas, seres inanimados y paisajes perfectos. sto sucedi& cerca de una avidad. 2odav(a recuerdo la emoci&n que sent(, la alegr(a de imaginar que al tener esa llave m*gica podr(a entrar para siempre en el pa(s de las maravillas, como 3licia. ntonces, cerrando los ojos y eligiendo quiz* quiz* por primera vez en mi vida, desech' desech' los juguetes juguetes que pensaba pedir y dije: “+omo regalo de avidad, quiero" 3prender a leer”. #olo era una fr*gil niña. 2en(a $ años.
Refexión acerca de la lectura María Kodama %ecuerdo el instante en que se me revel& qu' era un libro, qu' ser(a para m(, desde entonces, un libro. )i madre me le(a cuentos por las noches, yo cerraba los ojos porque “ve(a” en una sucesi&n de im*genes lo que escuchaba, hasta que un d(a, no s' por qu', quebr' ese rito y mir' el libro que descansaba en el borde de mi cama. +on sorpresa, no exenta de inquietud, comprob' que ah( no hab(a im*genes. n esa l&gica de la ensoñaci&n en que viven los niños, nunca me hab(a hab(a deteni detenido do a pensar pensar que la fuerza fuerza de las palabr palabras, as, del relato, relato, estimu estimulab laba a mi imagin imaginaci aci&n &n m*s all* de lo que realment realmente e estuvi estuviera era o no dibujado en el libro. +uando mi h*bil madre me explic& ese proceso y me dijo que, a su vez, el autor del libro tambi'n hab(a imaginado escenas y situaciones, pregunt': “)am*, -&nde est*n esas im*genes y situaciones que yo imagin'! o lo entiendo”. /a respuesta fue en la escritura, en las palabras que formaba
la narraci&n que estaba ley'ndome. 0regunt' con ansiedad si yo tambi'n pod(a entrar en esas historias. )i madre me calm& dici'ndome que, cuando creciera, aprender(a a leer. 1 entonces podr(a ver todas y cada una de las historias que encerraban los libros de la biblioteca como las de hadas, duendes, princesas, seres inanimados y paisajes perfectos.
sto sucedi& cerca de una avidad. 2odav(a recuerdo la emoci&n que sent(, la alegr(a de imaginar que al tener esa llave m*gica podr(a entrar para siempre en el pa(s de las maravillas, como 3licia. ntonces, cerrando los ojos y eligiendo quiz* quiz* por primera vez en mi vida, desech' desech' los juguetes juguetes que pensaba pedir y dije: “+omo regalo de avidad, quiero" 3prender a leer”. #olo era una fr*gil niña. 2en(a $ años.