BIOPOLÍTICA Y MIGRACIÓN EL ESLABÓN PERDIDO DE LA GLOBALIZACIÓN COORDINADOR BERNARDO BOLAÑOS GUERRA
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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA DR. SALVADOR VEGA Y LEÓN Rector General M. EN C. Q. NORBERTO MANJARREZ ÁLVAREZ Secretario General DR. EDUARDO ABEL PEÑALOSA CASTRO Rector de la Unidad Cuajimalpa DRA. CARIDAD GARCÍA HERNÁNDEZ Secretaria de la Unidad DR. RODOLFO R. SUÁREZ MOLNAR Director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades DR. ÁLVARO JULIO PELÁEZ CEDRÉS Secretario Académico DCSH MTRO. CARLOS FRANCISCO GALLARDO SÁNCHEZ Jefe del Proyecto de Difusión y Publicaciones DCSH
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BIOPOLÍTICA Y MIGRACIÓN EL ESLABÓN PERDIDO DE LA GLOBALIZACIÓN COORDINADOR BERNARDO BOLAÑOS GUERRA
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Biopolítica y migración. El eslabón perdido de la globalización / coordinador Bernardo Bolaños Guerra . – México : UAM, Unidad Cuajimalpa, 2015 310 p. : il., tablas ; 22 cm. ISBN: 978-607-28-0566-8 ISBN: 978-607-28-0565-1 (Colección) 1. Biopolítica – Aspectos sociales 2. Migración rural – Urbana – Investigaciones 3. Inmigrantes – Condiciones sociales 4. Ciudadanía (Derecho internacional) 5. Derrida, Jacques, 1930-2004 – Pensamiento filosófico – Crítica e interpretación I.Bolaños Guerra, Bernardo, coord.
Dewey: 307.2 B56
LC: HB1955 B56
Esta obra fue dictaminada positivamente por pares académicos mediante el sistema “doble ciego” y evaluada para su publicación por el Consejo Editorial de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, UAM Unidad Cuajimalpa. Primera edición, 2015 D.R. © 2015, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa Avenida Vasco de Quiroga 4871 Col. Santa Fe Cuajimalpa Del. Cuajimalpa de Morelos, 05348, México, D. F. www.cua.uam.mx Diseño de colección y portada: Selva Hernández López Ediciones Acapulco www.edicionesacapulco.mx ISBN: 978-607-28-0566-8 ISBN: 978-607-28-0565-1 (Colección) Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada o transmitida, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma y por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Impreso en México/Printed in Mexico
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ÍNDICE INTRODUCCIÓN BERNARDO BOLAÑOS GUERRA
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PRIMERA SECCIÓN FILOSOFÍA POSTESTRUCTURALISTA Y MIGRACIÓN EL BIOPODER EN ACCIÓN: EL CONCEPTO DE MIGRACIÓN SOLANGE CHAVEL
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DE LA VIOLENCIA BIOPOLÍTICA A LA POLÍTICA DE EXTRANJERÍA: EL DESAFÍO DE LOS DERECHOS HUMANOS POR VENIR, EN EL PENSAMIENTO DE JACQUES DERRIDA GUSTAVO OLIVEIRA DE LIMA PEREIRA
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SEGUNDA SECCIÓN BIOPOLÍTICA Y NECROPOLÍTICA EN AMÉRICA INMIGRACIÓN Y NACIONALIDAD EN LA REPÚBLICA DOMINICANA: MEDIOS DE SOBERANÍA PARA FINES BIOPOLÍTICOS TOBIAS SCHWARZ
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EL CASO DE SOLICITANTES DE ASILO MEXICANOS EN TEXAS: DISLOCACIÓN NECROPOLÍTICA DE LA PERSECUCIÓN Y BIOPOLÍTICA MIGRATORIA ARIADNA ESTÉVEZ
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LA CONSTRUCCIÓN DEL “MEXICANO INDESEABLE” A TRAVÉS DE INFORMES OFICIALES EN ESTADOS UNIDOS BERNARDO BOLAÑOS GUERRA
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TERCERA SECCIÓN ALTERNATIVAS AL BIOPODER MIGRANTES “BUENOS” Y “MALOS”: BIOPOLÍTICAS DE SELECCIÓN DE TRABAJADORES EXTRANJEROS EN AMÉRICA DEL NORTE CAMELIA TIGAU
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LA CIUDADANÍA INSTITUIDA EN LA ERA DE LA RESISTENCIA: EL MOVIMIENTO MIGRANTE EN BARCELONA COMO AGENTE DE NUEVOS DISCURSOS SOBRE LA CIUDADANÍA AMARELA VARELA HUERTA
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INTRODUCCIÓN BERNARDO BOLAÑOS GUERRA Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa
The lot of man is ceaseless labor, Or ceaseless idleness, which is still harder, Or irregular labour, which is not pleasant.
T. S. Eliot De acuerdo con buscadores como Google Académico, Thomson Reuters Web of Science (isi Web of Knowledge) y otros, Michel Foucault (1926-1984) es el autor más citado en publicaciones académicas en las humanidades y en las ciencias sociales. Se trata, por lo tanto, de un filósofo que supera en popularidad a sociólogos profesionales como Bourdieu, Durkheim y Weber, al menos según el criterio cuantitativo de las mencionadas bases de datos.1 Dado que es la propia comunidad de científicos sociales la que recurre sistemáticamente a la filosofía de Foucault como marco teórico, sería osado asegurar que se trata de una moda frívola; o bien, tendríamos que poner en duda la racionalidad de una parte no despreciable de las ciencias sociales y las humanidades que se hacen eco de su obra. De hecho, no hay misterio. Es relativamente sencillo identificar algunas de las grandes ideas del filósofo francés. Por ejemplo, el libro más citado de este autor tan referido es Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, de 1975. En él aprendemos que la sociedad industrial está formada por individuos disciplinados en la escuela, la prisión y las fábricas. El capitalismo no es sólo la apropiación sis1. De acuerdo con Google Scholar Citations, hasta 2013 Foucault había sido citado 323 856 veces en publicaciones académicas, mientras que su más cercano competidor, el sociólogo Pierre Bourdieu, 272 050.
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temática de la fuerza de trabajo de los obreros por el capital, como nos enseñó Marx; ni sólo el resultado de los valores de trabajo y ahorro propios de la ética protestante, como señaló Weber, sino la sociedad disciplinaria. Foucault forma parte de la triada mayor de teóricos de la sociedad industrial capitalista. La segunda obra más citada del pensador nacido en Poitiers es Historia de la sexualidad, publicada entre 1976 y 1984. En ella se combate la llamada “hipótesis represiva”, según la cual el Occidente capitalista censuró severamente el discurso sobre la sexualidad entre los siglos xvii y xx. En estricto sentido, ni el Occidente anterior a Mayo de 1968 era una civilización que silenciara el discurso sobre el sexo (al contrario, lo medicalizó, lo clasificó y lo expandió), ni nuestra sociedad contemporánea se ha “liberado sexualmente”, puesto que seguimos viviendo sometidos a toda una serie de tecnologías de poder sobre nuestros cuerpos y nuestra vida en sentido amplio. Por ejemplo, no hablamos libremente de nuestra vida sexual frente al psicoanalista, sino como resultado de una disciplina. En el primer volumen de dicha obra, titulado La voluntad de saber, se lee que en la antigüedad el soberano era quien estaba autorizado a decidir la pena de muerte, mientras que, en la modernidad, el poder significa disciplinar los cuerpos (anatomopolítica) y modelar la vida misma mediante campañas de natalidad, vacunación, higiene, concientización y control de la migración (biopolítica). El derecho soberano de vida y de muerte que caracterizó el ejercicio del poder hasta el siglo xvii se transformó y a partir de entonces predomina el arte de incitar, controlar y vigilar los cuerpos; producir, organizar y reforzar las fuerzas sociales, es decir, las fuerzas de la población.2 Con la lectura de La arqueología del saber y de Las palabras y las cosas, tercera y cuarta obras más citadas del filósofo (sin contar 2. Michel Foucault, Historia de la sexualidad, vol. 1, La voluntad de saber, 3ª ed., México, Siglo xxi, 2011 [1976], p. 126.
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antologías y libros con entrevistas), nos sumergimos en los archivos de los siglos xvi al xix, cual arqueólogos, para reconocer épistémès, modos de conocer, característicos de cada época. Existieron, entre otras, una épistémè renacentista, una en la primera modernidad (llamada épistémè “clásica”) y una propiamente moderna, que es la nuestra. A cada épistémè corresponde un “discurso”, unos “dispositivos” y unas “tecnologías de poder”. Mientras los renacentistas pensaban en términos de emulaciones y afinidades, los clásicos lo hacían a partir de representaciones. La biología, la economía y las ciencias sociales son disciplinas características de uno de esos “modos”: el nuestro, y ellas desaparecerán algún día con uno de los objetos que les son propios: el hombre. ¿Lo que Foucault quiere decir es, por ejemplo, que la biotecnología con su medicina genética, sus ciberorganismos y otras quimeras hará obsoleta la noción de especie humana? Muchas claves de interpretación del pensamiento foucaultiano se encuentran en el futuro. La obra del filósofo francés se hunde en la antigüedad para contribuir a comprender la modernidad mediante el contraste; pero el desciframiento de esta última sirve para atisbar a su vez la globalización y el supuesto choque de civilizaciones en el siglo xxi. En los tiempos que corren, jóvenes yihadistas europeos, hijos de inmigrantes árabes, hacen temblar Occidente con atentados ampliamente mediatizados o desafían las fronteras en Medio Oriente al alistarse masivamente en las filas del Estado Islámico. Estos yihadistas construyen su propio Islam, inspirado tanto en las prédicas dentro de mezquitas subterráneas como en las películas de acción de Hollywood (en todo caso, más en esos elementos que en las enseñanzas de sus padres, musulmanes europeos moderados y liberales).3 Al mismo 3. Olivier Roy, “La peur d’une communauté qui n’existe pas”, en Le Monde, 9 de enero de 2015.
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tiempo, algunos hijos de migrantes en Estados Unidos, México y Centroamérica se suman a La Línea, Barrio 18, la Mara Salvatrucha y otras pandillas transnacionales o fronterizas. La sociología ha mostrado cualitativa y cuantitativamente cómo el surgimiento de estas nuevas identidades “latinas” tiene que ver con la pérdida del capital cultural de las primeras olas de migrantes y con el retorno de aquellos que no fueron aceptados en la sociedad estadounidense: se trata de jóvenes que no son ciudadanos de Estados Unidos ni se consideran necesariamente mexicanos u hondureños (como sus padres). Así, es claro que los fenómenos de la violencia contemporánea en América, Europa y el Medio Oriente no están separados, no podían estarlo. Las nuevas subjetividades que emergen con la globalización se asemejan en aspectos profundos. Precisamente, la biopolítica nos permite pensar todas las formas de administración de las poblaciones y las fronteras: la conexión entre la Segunda Guerra Mundial y el Programa Bracero; entre las guerras en Medio Oriente, los atentados subsiguientes y la llamada “securitización” de la frontera México-Estados Unidos; el desempleo en Europa y la concomitante estigmatización de las minorías de trabajadores migrantes. El marco foucaultiano nos invita, además, a pensar en las subjetividades que emergen de las biopolíticas: refugiados políticos cuyos hijos enarbolarán con vehemencia la ciudadanía del país de acogida, jóvenes migrantes reclutados por organizaciones transnacionales del crimen, trabajadores despojados de sus derechos en nombre de la historia oficial de la nación que recibió a sus ancestros. Como afirma Wickramasekara, citada por Camelia Tigau en el epígrafe de su ensayo, la movilidad laboral es “el eslabón perdido de la globalización”.4
4. Piyasiri Wickramasekara, “Skilled Labour Mobility: The Resurgence of the ‘Brain Drain’ Debate”, Estudios sobre Migración Internacional, núm. 100, Organización Internacional del Trabajo, Programa de Migración Internacional, 2009, p. 1.
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Se debe descartar que Foucault no fuese un verdadero filósofo, dado que, a pesar de trabajar en archivos como los historiadores, de tener formación adicional en psicología y de ocuparse de temas comunes a los sociólogos, su trayectoria profesional transcurrió fundamentalmente en filosofía y entre filósofos (Althusser, Canguilhem, Bachelard, Sartre, Derrida, Deleuze, etcétera). Además, su obra se aleja de los debates historiográficos para ofrecer una metarreflexión histórica, para aportar conceptos teóricos abstractos –arqueología-genealogía del saber, tecnología de poder, discurso, dispositivo, etcétera– y para discutir a autores de la tradición grecolatina y filósofos clásicos como Descartes, Kant y Nietzsche, entre otros. Sin embargo, aunque Foucault fue un filósofo, es indudable la importancia de su obra para la historia, la sociología y las ciencias sociales en general. El filósofo se convierte así en un generalista transdisciplinario capaz de colaborar con los científicos sociales. Los mencionados conceptos teóricos aportados por Foucault han sido trasladados del estrecho contexto francés en el que fueron imaginados a muy distintos fenómenos de la modernidad y del futuro. Existen volúmenes críticos acerca de Foucault y la sexualidad, Foucault y la educación, Foucault y las artes plásticas, entre otros. Y, en esa línea, la presente antología comienza mostrando, como se verá, que es importante hacer una reconstrucción clara de las grandes aportaciones de Foucault a los estudios migratorios. Ésa es la primera tarea que lleva a cabo el ensayo titulado “El biopoder en acción: el concepto de migración”, cuya autora, Solange Chavel, es profesora de filosofía política precisamente en la Université de Poitiers, ciudad donde nació Foucault. Como explica Chavel, la diferenciación entre sociedad disciplinaria y sociedad biopolítica incluye como uno de sus rasgos distintivos el control de los movimientos de población por parte del Estado durante la segunda. Dicho en una frase, hemos pasado de una sociedad de encierro estrictamente institucional a una donde el encierro se 15
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realiza, además, dentro de fronteras nacionales, al tiempo que se aceleran los desplazamientos de hombres de negocios, de políticos y otras elites. Esto no significa que la anatomopolítica (el disciplinamiento de los cuerpos) haya desaparecido por el surgimiento de la biopolítica (la gestión y el control masivo y sistemático de la población): ambas tecnologías son complementarias y caracterizan lo que Foucault llama la era del biopoder. La relación de la migración transnacional con los conceptos foucaultianos de gubernamentalidad, biopoder y biopolítica ha dado lugar a desarrollos sumamente interesantes en lo que respecta al estudio de lo que se ha llamado las gobernmovilidades.5 El texto de Chavel constituye una primera introducción al tema. En particular, la autora enfatiza cuatro dimensiones fundamentales en las que el biopoder debe ser estudiado: como discurso de poder acerca de la vida, como entramado institucional particular, como estrategia de intervención en la existencia colectiva comprendida según el modelo de los organismos biológicos y, finalmente, como modo de producción de subjetividades (de las cuales el migrante contemporáneo es una forma genérica que debemos abordar según sus especificidades). Pero ese generalista transdisciplinario que es el filósofo se permite, a diferencia de algunos científicos sociales, elaborar juicios normativos. Jacques Derrida (1930-2004) es el filósofo postestructuralista francés que desarrolló el modo de crítica llamado deconstrucción. Ésta intenta encontrar la diferencia que escinde siempre el pensamiento autoconsciente, además de tener el propósito normativo de hacer justicia (tarea interminable, pero no por ello menos fundamental). Así, la deconstrucción introduce en las ciencias sociales y las humanidades el filo crítico de la filosofía moral y política. Aunque la deconstrucción parece ser una herramienta característica de los estudios filosó5. Jorgen Ole Baerenholdt, “Governmobilities: The Powers of Mobility”, en Mobilities, vol. 8, núm. 1, 2013, pp. 20-34.
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ficos, de la crítica y la teoría literarias o del arte, del psicoanálisis y de la arquitectura, también está siendo ampliamente aplicada en la teoría política y sociológica. En el segundo capítulo de esta antología, titulado “De la violencia biopolítica a la política de extranjería: el desafío de los derechos humanos por venir, en el pensamiento de Jacques Derrida”, Gustavo Oliveira de Lima Pereira, doctor en filosofía y profesor en la Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur, de Brasil, describe las aportaciones de Derrida al derecho migratorio. De acuerdo con Oliveira, la situación jurídica y humana en la que se encuentran apátridas y refugiados muestra claramente las aporías del sistema internacional de derechos humanos. Desde principios del siglo xx, millones de migrantes que no han sido acogidos voluntariamente por los Estados nación de destino han sido empujados a violar la ley (cruzando las fronteras sin documentos, protestando o incluso cometiendo algún delito) al no poder invocar oficialmente la protección de sus derechos humanos “universales”. A principios del siglo xx, Hannah Arendt denunció el absurdo de que individuos desplazados por la violencia étnica tuvieran que convertirse en pequeños delincuentes para recibir atención por parte de las administraciones de Europa Occidental. A partir de esas evidencias, Derrida muestra que los derechos humanos deben retomar su dimensión fundacional y superar su estrecha asociación con la noción de “tolerancia”. Tolerar suele ser una relación vertical en la que la violencia hacia el Otro es suspendida, pero está latente. La idea de “hospitalidad incondicional”, de Derrida, serviría para inspirar las reformas que superen en parte la hipocresía implícita en las leyes migratorias contemporáneas. Sin hospitalidad no hay ética. Si bien existen reglas de la hospitalidad (obviamente no recibimos a un huésped con la confianza con que lo hacemos con un hijo o un hermano), ésta no puede exigir al migrante tener una identidad particular. “Hospitalidad incondi17
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cional” significa abrirse a la alteridad absoluta, no necesariamente sacrificarse por ella. Derrida, más que Foucault, experimentó en Francia las grandes tensiones sociales provocadas por la actitud de los europeos hacia la inmigración proveniente de las antiguas colonias. Su pensamiento es, por lo tanto, un modelo para entender la manera cómo cierto pensamiento occidental trata, al menos discursivamente, de hacer una autocrítica. Derrida apunta a reconocer una grieta fundamental en la división entre derechos humanos y ciudadanía, y a relajar el afán de sistematicidad que guía las decisiones políticas acerca de la inmigración antes que las consideraciones éticas. Un modelo privilegiado de estudio de la biopolítica en América Latina es el de las relaciones entre la República Dominicana y Haití. Su importancia para los estudios comparados es quizás equiparable al de Estados Unidos y México. En ambos casos existe un país que es destino laboral de miles de trabajadores del Estado vecino. En los dos, las tecnologías de poder basadas en la violencia bruta han cedido lugar a una violencia soterrada a través de la redacción y aplicación de leyes migratorias. El ensayo “Inmigración y nacionalidad en la República Dominicana: medios de soberanía para fines biopolíticos”, del especialista alemán Tobias Schwarz, reconstruye la transición de un régimen de exclusión disciplinaria a uno de exclusión biopolítica; del encierro y la vigilancia panóptica de los trabajadores temporales al manoseo de las leyes migratorias y de la Constitución para definir a voluntad la población nacional. Desde una fina reconstrucción de las categorías foucaultianas, Schwarz narra el modo en que los jueces y funcionarios dominicanos han prolongado la herencia xenófoba del dictador Rafael Trujillo, quien asesinara a miles de migrantes haitianos e impidiera la naturalización de muchos más residentes de origen extranjero. Trujillo es honrado en su legado por las más altas instancias jurídicas de la nueva nación democrática. Desde luego, reconocer la escandalosa violación 18
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de los derechos humanos de los habitantes de origen haitiano en República Dominicana no significa negar la existencia objetiva de una frontera dolorosa entre dos pueblos. Tanto el Río Masacre como el Río Bravo constituyen muros de historia, de diferencias culturales y étnicas, de desigualdad económica y de ignominia. Pero las categorías biopolíticas permiten a Schwarz explicarnos la manera concreta en que los modernos Estados democráticos sobrevivieron a la abolición del régimen esclavista y adoptaron supuestamente políticas de respeto a los derechos humanos, sólo para decidir indirectamente, por medios biopolíticos, “quién debe vivir y quién debe morir”. En el trabajo de investigación titulado “El caso de solicitantes de asilo mexicanos en Texas: dislocación necropolítica de la persecución y biopolítica migratoria”, la doctora Ariadna Estévez describe el uso de la guerra contra el narcotráfico como dispositivo gubernamental en México y Estados Unidos. Se sabe que cientos de miles de personas han huido de la violencia en México en la última década (700 000 desplazados a nivel nacional, de los cuales 150 000 habitan en Estados Unidos). Es posible llamar “necropolítica” a la gestión de la población mediante la eliminación física de una parte de ella (la necropolítica nazi mató a judíos, gitanos y homosexuales, mientras que la actual necropolítica mexicana elimina a presuntos narcotraficantes). En Estados Unidos, se usa la ley de asilo como dispositivo migratorio que excluye a las minorías indeseables y, de esa manera, se complementa la persecución en México. Aunque los desplazados forzados no han remplazado completamente a los migrantes indocumentados, sí se ha modificado la relación migratoria México-Estados Unidos y, con ella, los dispositivos de control asociados. De la biopolítica que creó la categoría del “ilegal” para explotar a los migrantes del sur, pasamos a la necropolítica que decide en las cortes estadounidenses qué minoría de mexicanos merece vivir y quiénes retornarán a México a pesar de haber sido condenados a muerte por el crimen organizado. 19
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En el ensayo “La construcción del ‘mexicano indeseable’ a través de informes oficiales en Estados Unidos” estudio las estrategias empleadas en los informes oficiales del gobierno de Estados Unidos que elaboran un perfil estadístico extremadamente negativo de los inmigrantes mexicanos en ese país (como antes ocurrió con irlandeses, chinos, japoneses y afroamericanos). Dichas personas son descritas como las menos escolarizadas, las que menos invierten en la educación de sus hijos y las que “operan” las redes de narcotráfico. Pero otras estadísticas desprovistas de los mismos sesgos ideológicos nos dicen también que los habitantes de nacionalidad mexicana en Estados Unidos son la minoría étnica que se incorpora más aceleradamente a las universidades, la que preserva mejor los valores familiares y que sus miembros no son quienes venden directamente las drogas ni reciben los mayores ingresos de las organizaciones criminales en Estados Unidos. Sin embargo, mantener un ejército de reserva industrial formado en gran medida por mexicanos y disminuido en sus derechos cívicos es un dispositivo biopolítico que resulta redituable para otra parte de la población. La teoría de Foucault me permite entonces explicar cómo opera esta tecnología de poder que, en nombre de la objetividad científica y escudándose en supuestas cifras confiables, trata de construir subjetividades subalternas: el indocumentado y el narcotraficante. En el ensayo “Migrantes ‘buenos’ y ‘malos’: biopolíticas de selección de trabajadores extranjeros en América del Norte”, la doctora Camelia Tigau, de la Universidad Nacional Autónoma de México, analiza las políticas públicas que diferencian al “capital humano” a partir de sus cualidades y habilidades. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte establece el uso de visas especiales para empresarios, investigadores, profesionistas y expertos en tecnologías de información y comunicación. Pero aunque el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari afirmó que el acuerdo permitiría exportar mercancías, no personas, la emigración de mexi20
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canos a Estados Unidos aumentó significativamente. Eso muestra la pertinencia de la categoría foucaultiana de tecnología de poder: la letra de la ley y de los tratados puede proponerse explícitamente algo pero, en la realidad, el poder se ejerce de manera distinta. En este caso el insumo, que es la vida de los migrantes, fue administrado de manera diferenciada: mediante incentivos consulares para unos e ilegalidad para otros. Es cierto que eso suele estudiarse sin recurrir a explicaciones postestructuralistas: Solimano, por ejemplo, considera que la mano de obra mexicana simplemente fue hacia donde estaban los empleos, los salarios elevados y el capital disponible. Pero esta última explicación económica no desentraña los dispositivos de discriminación laboral y cívica que se ponen en marcha para que una clase de trabajadores permanezca excluida de la sociedad de destino. El ensayo de Tigau finaliza con la descripción de las propuestas de “contrato social sobre la migración” como alternativas a la gestión unilateral de la mano de obra extranjera por parte de los países más poderosos. Una alternativa, pues, al biopoder. Dicho contrato social supondría la negociación entre Estados y bajo el escrutinio de la opinión pública de cada país. Aunque la apuesta parezca utópica, es preciso identificar claramente cuáles son los ideales normativos que podrían sacarnos de la aparente fatalidad burocrática en la era del biopoder. Recordemos que Foucault desarrolló estos temas al observar la creciente hegemonía, a partir del siglo xviii, de economistas políticos y actuarios asociados a los soberanos europeos. Un enfoque biopolítico afirmativo, constructivo, supone quizá diseñar un nuevo arte de gobernar en la era de la globalización que desempolve la noción de contrato social. El ensayo “La ciudadanía instituida en la era de la resistencia: el movimiento migrante en Barcelona como agente de nuevos discursos sobre la ciudadanía” parte de un trabajo de campo de largo aliento. La doctora Amarela Varela Huerta, de la Universidad 21
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Autónoma de la Ciudad de México, aborda el dispositivo de asignación de derechos, libertades y garantías llamado ciudadanía, en particular la ciudadanía europea. No es casual que los derechos del ciudadano y la ausencia de derechos del inmigrante coincidan con la explotación y la segregación racistas, sexistas, machistas, clasistas y de los sujetos “desechables” que el capitalismo necesita para existir. En España, individuos de origen mediterráneo que convivieron durante décadas sin distinguirse entre sí por el tipo de pasaporte o carta de identidad que llevaban en los bolsillos, recurren ahora a estos documentos y al imaginario que los acompaña para diferenciarse. Ello muestra el carácter artificial y acomodaticio del discurso sobre ciudadanía que, como dispositivo de separación de la población, es antídoto de las declaraciones de derechos humanos. ¿Por qué un inmigrante de Europa del Este debe gozar de derechos de los que carece un latinoamericano, y éste ser privilegiado frente a un magrebí? ¿Por qué los ciudadanos de países aliados de Estados Unidos, como Taiwán o Filipinas, deben ser tratados mejor por las instituciones que los migrantes forzados provenientes de Nicaragua o Haití? Pero Varela muestra que esa retórica de la ciudadanía es de ida y vuelta y que, frente a la narrativa de un contrato social entre europeos, los migrantes latinoamericanos, africanos y asiáticos que se han establecido en España están usando en su lucha emancipatoria el mismo dispositivo que fue concebido para controlarlos y usarlos: reivindican un nosotros, un ser parte que dificulta el funcionamiento original de la tecnología biopolítica que pretendía administrar sus cuerpos y sus vidas. En todo caso, el marco foucaultiano y el derridiano ofrecen la claridad teórica para emprender esta deconstrucción emancipatoria. Este libro muestra en los hechos que los enfoques provenientes de la filosofía postestructuralista (en voz de sus dos más importantes exponentes, Foucault y Derrida, pero seguramente también por 22
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las aportaciones de otros autores) constituyen una alternativa frente a explicaciones meramente económicas (según las cuales el “capital humano” se desplaza a donde el mercado laboral es más atractivo y su remuneración se fija en función de niveles de capacitación) o legalistas (para las que existen países donde la cultura de la legalidad permite que el Estado de derecho funcione adecuadamente y otros donde éste es desconocido o despreciado). Los migrantes no autorizados están en realidad sometidos a dispositivos disciplinarios, clasificatorios y jurídicos que son piezas de grandes tecnologías de poder destinadas a controlar la vida de los individuos y a gestionar poblaciones enteras. Los operadores de esa maquinaria biopolítica son, consciente o inconscientemente, jueces y académicos, policías y representantes populares. Sin embargo, existen alternativas. En los dos últimos capítulos del libro se señalan, entre otras, las dos siguientes: el contrato social internacional en materia migratoria propuesto por Solimano6 y la lucha de los movimientos de migrantes organizados por ser reconocidos en la polis a la que han decidido pertenecer. Si bien, en el pasado, acuerdos como el llamado Programa Bracero entre Estados Unidos y México dejaron mucho qué desear por la instrumentalización de los trabajadores migrantes y fueron cancelados repentinamente de manera unilateral, parece claro que una alternativa al pastoreo de las poblaciones y a su sacrificio en el altar de la opinión pública xenófoba es la injerencia de ellos mismos en el diseño de los acuerdos internacionales. Para ello, el contrato social internacional debe estar basado en principios generales y los Estados deben actuar como garantes, denunciando el uso de políticas migratorias con fines electorales para complacer a los extremistas en las sociedades de destino. Pero para evitar que estos acuerdos sean administrados por 6. Andrés Solimano, International Migration in the Age of Crisis and Globalization: Historical and Recent Experiences, Cambridge, Universidad de Cambridge, 2010.
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burócratas ajenos a la realidad de los migrantes y con intereses propios, los movimientos sociales constituyen la única esperanza realista. Este libro hubiera sido imposible sin la generosidad de los autores, académicos consolidados de diferentes universidades del mundo que vieron en una antología de textos en español sobre migración y filosofía postestructuralista una aportación a las universidades y centros de investigación de Iberoamérica. También agradecemos las traducciones que del francés y el portugués realizaron Akuavi Adonon y Camelia Tigau. Por último, la antropóloga Alejandra Medina merece un reconocimiento por su ayuda al organizar el volumen.
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BIBLIOGRAFÍA
Baerenholdt, Jorgen Ole, “Governmobilities: The Powers of Mobility”, en Mobilities, vol. 8, núm. 1, 2013, pp. 20-34. Foucault, Michel, Historia de la sexualidad, vol. 1, La voluntad de saber, 3ª ed., México, Siglo xxi, 2011 [1976]. Roy, Olivier, “La peur d’une communauté qui n’existe pas”, en Le Monde, 9 de enero de 2015. Solimano, Andrés, International Migration in the Age of Crisis and Globalization: Historical and Recent Experiences, Cambridge, Universidad de Cambridge, 2010. Wickramasekara, Piyasiri, “Skilled Labour Mobility: The Resurgence of the ‘Brain Drain’ Debate”, Estudios sobre Migración Internacional, núm. 100, Organización Internacional del Trabajo, Programa de Migración Internacional, 2009, p. 1.
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FILOSOFÍA POSTESTRUCTURALISTA Y MIGRACIÓN
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EL BIOPODER EN ACCIÓN: EL CONCEPTO DE MIGRACIÓN1 SOLANGE CHAVEL Université de Poitiers
Desde 2005, la Unión Europea hizo explícito su enfoque hacia la migración en el marco de lo que bautizó como la “Global Approach to Migration and Mobility”.2 Esta “aproximación global de la migración” fue concebida, de acuerdo con los documentos de presentación redactados por la Comisión Europea, como “The eu’s framework for dialogue and cooperation with non-eu countries of origin, transit and destination”. Los tres objetivos descritos son: 1. Mejorar la organización de la migración legal y facilitar las movilidades. 2. Prevenir y reducir la migración ilegal de manera eficiente, pero de manera humana. 3. Fortalecer las sinergias entre migración y desarrollo.3 La formulación de estos planteamientos es particularmente interesante para los estudiosos del tema migratorio en dos sentidos. En primer lugar, revela una necesidad de información por parte de las autoridades políticas sobre datos concretos del fenómeno 1. Ensayo traducido del francés por Akuavi Adonon. 2. European Commission, The Global Approach to Migration and Mobility, Bruselas, European Commission, 2011, disponible en: (visitada el 10 de septiembre de 2013). 3. Véase igualmente un reporte del Comité para Asuntos Europeos de la Cámara de los Lores (European Union Committee, House of Lords), en Gran Bretaña que analiza la “Global Approach to Migration”, disponible en: .
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de la migración y sobre las formas de influir en él: manifiestan un ideal que sería el de migraciones conocidas, cifradas, reguladas.4 En segundo, pone en evidencia el marco teórico y epistemológico que se utiliza actualmente desde las instituciones políticas para aprehender, objetivar y tratar de regular un fenómeno tan volátil como escurridizo que consiste en la movilidad humana en la superficie terrestre. El presente texto propone una reflexión justamente en torno a este segundo aspecto, parte de la identificación de algunas hipótesis implícitas que nutren la aproximación política de las migraciones. En esa tarea, el concepto de biopoder constituye una herramienta conceptual y analítica particularmente sugerente. La tesis que el texto defiende plantea el concepto de biopoder definido por Foucault como elemento clave en el estudio de las migraciones, en específico en dos niveles distintos: el concepto invita a develar las hipótesis “biológicas” (relativas a lo que se considera “normal” a la vida y a la salud) o biopolíticas sobre las que descansan, en alguna medida, la justificación de las políticas migratorias y las medidas de control. Orienta la atención sobre las pletóricas metáforas orgánicas que adornan el discurso sobre la regulación de las migraciones e interroga sus fundamentos. Además, más radicalmente, el concepto permite cuestionar de manera reflexiva el uso del término migración para calificar un cierto tipo de movilidad humana. Describir como migración algunos desplazamientos en la superficie terrestre representa un posicionamiento normativo que no es en ninguna forma anodino. Implica aceptar como naturales un cierto número de disposiciones institucionales que bien podrían ser discutidas. En otros términos, el concepto de biopoder puede ayudarnos a identificar
4. La Comisión Europea reconoce de entrada su parcial impotencia en la materia: European Commission, “Migration cannot be managed by the eu alone” en The Global Approach to Migration and Mobility, op. cit.
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ciertos puntos ciegos del discurso tanto científico como político sobre el fenómeno migratorio. Empezaré por precisar rápidamente qué interpretación del concepto de biopoder da sustento a este texto. Enseguida mostraré cómo la migración puede ser analizada mediante el prisma del concepto de biopoder y pondré en evidencia dos hipótesis relativas a la representación de la vida sobre las que descansa el discurso político acerca de las migraciones. Por último, sostendré que el concepto de biopoder nos invita a reconsiderar el estudio de las migraciones en un marco más amplio del estudio de la movilidad humana: este enfoque ampliado permite explicar la importancia del dispositivo de biopoder aplicado a las migraciones hoy en día. ¿QUÉ INTERPRETACIÓN DEL CONCEPTO DE BIOPODER?
La interpretación del concepto de biopoder es notoriamente difícil y compleja. Propuesto por Foucault para interpretar un episodio de la modernidad política, el concepto varía en amplitud y en definición desde su aparición en el primer volumen de Historia de la sexualidad en 19765 y a lo largo de las distintas profundizaciones sucesivas en los cursos del Collège de France, a saber: Defender la sociedad 6 y Nacimiento de la biopolítica.7 Posteriormente, el concepto fue ampliado, variado e incluso radicalizado por diferentes autores.8 Agamben, Negri y Hardt, por ejemplo, dan cuenta de manera muy diferente del concepto de biopoder, aun cuando le dan un
5. Michel Foucault, Histoire de la sexualité, vol. 1, La volonté de savoir, París, Gallimard, 1976; véase específicamente la parte v, “Droit de mort et pouvoir sur la vie”. 6. Michel Foucault, Il faut défendre la société, curso en el Collège de France, 1975-1976, París, Gallimard/Seuil, 1997. 7. Michel Foucault, Naissance de la biopolitique, curso en el Collège de France, 1978-1979, París, Gallimard/Seuil, 2004. 8. Para una síntesis crítica de sus diferentes acepciones, véase, Thomas Lenke, Biopolitics. An Advanced Introduction, Nueva York, New York University Press, 2011.
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carácter englobante.9 El presente texto no se sitúa en el plano de la exégesis, no pretende discutir el análisis de Foucault o de otros autores que se apropiaron del concepto, intenta más bien explorar su posible utilización para esclarecer los discursos contemporáneos sobre las migraciones.10 La reflexión que aquí se presenta se basa en una interpretación deliberadamente austera del concepto, parte de la idea de que su interés radica precisamente en que no todo poder es un biopoder. En ese sentido, se apuntan dos ejes metodológicos para circunscribir el concepto. El primer eje de apoyo nos lo da el volumen La volonté de savoir, en el que Foucault introduce el concepto de biopoder. Se marca un giro en el ejercicio del poder que el autor sitúa en la época clásica: el biopoder es definido como uno que ya no se ejerce en primera instancia con la posibilidad de dar la muerte, por el contrario, se ejerce mediante la capacidad de organizar y de cultivar la vida. Es “un poder destinado a producir fuerzas, a hacerlas crecer y a ordenarlas más que un poder dedicado a obstruirlas, a doblegarlas o a destruirlas”.11 Dicho de otra manera, Foucault identifica una modalidad del poder que toma como objeto específico de su acción la vida. Así se trate de la vida del individuo, obje-
9. Para los textos de referencia sobre este punto véase Giorgio Agamben, Homo sacer, París, Seuil, 1998; y Antonio Negri y Michel Hardt, Empire, París, 10/18, 2004. 10. Por ello, no me centro en la distinción entre biopoder y biopolítica. De igual manera, la relación con el concepto de gubernamentalidad, contemporáneo de los anteriores en el pensamiento de Foucault, no será abordada aun cuando dio lugar a desarrollos sumamente interesantes sobre el estudio de las movilidades. Sobre este último punto, ver Jorgen Ole Baerenholdt, “Governmobilities: The Powers of Mobility”, en Mobilities, vol. 8, núm. 1, 2013, pp. 20-34. 11. “Un pouvoir destiné à produire des forces, à les faire croître et à les ordonner plutôt que voué à les barrer, à les faire plier ou à les détruire”, Michel Foucault, Histoire de la sexualité, vol. 1, La volonté de savoir, op. cit., p. 179.
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to de disciplinas,12 o de la especie humana, objeto de un control regulador.13 El segundo apoyo metodológico proviene de la definición restrictiva de biopoder que proponen Paul Rabinow y Nikolas Rose en su interpretación de Foucault. En sus propios términos: El biopoder, sugerimos, supone uno o más discursos de verdad acerca del carácter “vital” de los seres humanos vivos; un conjunto de autoridades consideradas competentes para decir la verdad; estrategias para la intervención sobre la existencia colectiva en nombre de la vida y la salud; y modos de subjetivación, en los cuales los individuos trabajan en ellos mismos en nombre de la vida o salud individuales o colectivas.14
Esta definición operativa presenta el interés de identificar a los diferentes actores implicados en el biopoder: los que producen y enuncian un discurso de verdad, los que erigen dispositivos basados en esos discursos, y los que modelan la comprensión de sí mismos al amparo de esos discursos y dispositivos. Siguiendo a Rabinow y a Rose, este texto plantea que un poder debe ser considerado biopoder en el momento en que la regulación colectiva se funda en un discurso de verdad que se refiere a la naturaleza de la vida y de la salud de los seres humanos y de las poblaciones. 12. Esta modalidad toma como objeto el “cuerpo como máquina: su adiestramiento, la elevación de sus aptitudes, la extorsión de sus fuerzas, paralelamente el aumento de su utilidad y docilidad, su integración a sistemas de control eficaces y económicos”, ibid., p. 183. 13. El poder toma entonces como objeto el “cuerpo-especie”: “la proliferación, los nacimientos, la mortalidad, el nivel de salud”, idem. 14. Paul Rabinow y Nikolas Rose, “Thoughts on the Concept of Biopower Today”, conferencia en Londres, London School of Economics and Political Science, 2003, disponible en: .
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¿EN QUÉ SENTIDO LAS MIGRACIONES SON ESPACIOS DE EJERCICIO DEL BIOPODER?
El concepto de biopoder es empleado por Foucault para determinar la gestión que ejerce una autoridad política sobre una población determinada en un territorio determinado, a saber: tasa de natalidad, de mortalidad, higiene, capacidad en el trabajo; por consiguiente, y de manera más general, el control y la gestión de los comportamientos productivos y reproductivos.15 La migración se encuentra de paso mencionada como uno de los puntos de atención de la biopolítica, cuando Foucault resalta “la aparición también, en el ámbito de las prácticas políticas y de las observaciones económicas, de los problemas de natalidad, de longevidad, de salud pública, de habitación y de migración”.16 No obstante, las migraciones internacionales no son objeto de una exploración detallada para el autor. Asimismo, Rabinow y Rose, quienes dan al concepto un uso heurístico para esclarecer ciertos retos normativos de las sociedades contemporáneas, lo aplican a algunos aspectos influidos por el desarrollo de las nuevas tecnologías de lo vivo: secuenciamiento del genoma humano o técnicas médicas ligadas al fin de la vida, para no citar más que un par de casos. Estos
15. “Muchos aspectos escapaban a la vieja mecánica del poder de soberanía, a la vez desde abajo y desde arriba, tanto en el detalle de lo individual como en lo colectivo de la masa. Para ocuparse del ámbito del detalle, tuvo lugar un primer acomodo, acomodo de los mecanismos de poder sobre el cuerpo individual mediante la vigilancia y el adiestramiento […] En seguida, a finales del siglo xviii aparece un segundo acomodo, éste se da sobre fenómenos globales, fenómenos de población con los procesos biológicos o bio sociológicos de masas humanas. Acomodo mucho más difícil, ya que implicaba a órganos complejos de coordinación y de centralización”, Michel Foucault, Il faut défendre la société, op. cit., p. 222. 16. “L’apparition aussi, dans le champ des pratiques politiques et des observations économiques, des problèmes de natalité, de longévité, de santé publique, d’habitat, de migration”, Michel Foucault, Histoire de la sexualité, vol. 1, La volonté de savoir, op. cit., p. 184.
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autores tampoco aplican directamente el concepto a las migraciones. Si bien es cierto que los autores citan como ejemplo de biopolítica las peticiones de asilo político en los campos de refugiados, no es más que un caso particular en la gestión de migraciones.17 ¿Por qué entonces resulta interesante aproximarse al fenómeno de las migraciones en general a través de la lente del biopoder? ¿Qué aporte teórico se puede sacar de ello? Esta pregunta tiene una respuesta en dos niveles de análisis, ambos pertinentes, pero en los que se utiliza de manera sensiblemente distinta el potencial crítico del concepto de biopoder. BIOPODER Y MIGRACIÓN: ENFOQUE EMPÍRICO
En un primer nivel de análisis, saber si las migraciones son o no un espacio de ejercicio del biopoder se presenta como un problema empírico, que no puede plantearse a priori, sino sólo después de haber estudiado y observado las prácticas efectivas del poder en contextos determinados. Así como Rabinow y Rose muestran que la evolución de las técnicas y de los saberes científicos pueden hacer trastabillar en el ámbito del biopoder prácticas que originalmente no le eran asociadas, se puede pensar que las migraciones no son necesariamente apuestas de un poder de tipo bio. Lo son dependiendo de las técnicas, de los momentos, de las decisiones políticas, etcétera, que estén en juego. Desde esa perspectiva, las migraciones se convierten en un ejemplo de biopoder siempre y cuando se
17. “At the same time, States retain power to designates zones of exception, even when their legality is dubious –the camp remains a grim reality from the wars in the Balkans, though Guantanamo Bay to the ‘detentions centers’ springing up across Europe to incarcerate ‘asylum seekers’ and others who trespass on the spaces of bios but are not admitted. Do these all form part of a single configuration of biopower? If so, we don’t think we can use the ‘making die’ aspect of this field to encompass its other aspects ‘letting die’ of course, but also ‘making live’”, Paul Rabinow y Nikolas Rose, op. cit., p. 14.
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convoquen explícitamente preocupaciones higienistas, productivas o reproductivas. Por ejemplo, si se integran datos biométricos en los pasaportes, se utilizarían tecnologías biológicas para el control migratorio, lo que ilustraría con claridad la aplicación del biopoder. De la misma manera, si se decide auscultar a los candidatos a migración con el fin de verificar si son portadores o no de enfermedades, si lo que se busca es alentar la migración en una óptica natalista, eugenista incluso, entonces la migración entra directamente en lo que Foucault denomina la gestión del “cuerpo-especie”. En este marco de análisis existen suficientes y poderosas razones para sostener que la migración se convierte cada vez más en una modalidad de biopoder en el mundo contemporáneo. Una dimensión particularmente interesante del estudio consiste en identificar y discutir las principales hipótesis biopolíticas que subyacen a las prácticas en materia de migraciones. Para decirlo en términos de Foucault, se trata de identificar los principales elementos del “discurso de verdad” relativos a la vida de los seres humanos que se ponen sobre la mesa para sustentar dichas prácticas de gestión de las poblaciones. Sólo este punto requeriría un estudio en sí mismo, lo que rebasa ampliamente el espacio de este texto. Baste identificar por lo menos tres tipos de hipótesis biológicas diferentes cuya omnipresencia en los discursos tanto científicos como políticos incitan a una discusión acalorada: 1. A escala colectiva, la migración es vista como un elemento determinante en la salud pública de una población nacional. Así se trate de combatir la amenaza de cuerpos parasitarios, impuros o invasores, o se trate por el contrario de atraer población estimulante y rejuvenecedora, la migración es evaluada, por lo general, teniendo en cuenta sus repercusiones en la “salud” de un colectivo. Las medidas políticas buscarán regular los flujos migratorios para mejorar la salud del cuerpo político. Un 36
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marco de discusión tal invita al estudio crítico en diferentes niveles: a) primero, desde luego, en el estudio de la validez de dichas representaciones sobre la salud de un colectivo; b) enseguida, en el cuestionamiento de si es efectivamente posible regular las migraciones a esa escala, y c) finalmente, en la pregunta de si ésas son razones legítimas para regular los flujos migratorios. 2. A escala individual, el discurso de la migración descansa en una calificación de los individuos migrantes, ya sea como una movilidad expresión de dinamismo y salud o como la expresión patológica de parasitismo. El juicio emitido puede ser positivo o negativo, la arista radica en que la migración sea concebida como un fenómeno extraordinario, necesario de explicar y motivar, lo que supone una fuerte representación normativa de la “normalidad” que implicaría la vida sedentaria. La migración supone el esfuerzo de ser explicada dado que lo asumido como normal es un fuerte presupuesto “sedentarista”, mismo que debería discutirse.18 3. Es un primer uso crítico y altamente sugerente del concepto de biopoder en el marco de la migración, requiere una descripción empírica muy fina de las prácticas concretas de los gobiernos para identificar exactamente en dónde se sitúan las hipótesis orgánicas. Es de resaltar que dichas hipótesis se encuentran a la vez, del lado de lo que Foucault llama anatomopolítica, centrada en la productividad de cuerpos individuales, y del lado de la biopolítica de la población, enfocada en la regulación del cuerpo colectivo. 18. Retomo el término sedentarismo de Speranta Dumitru, “L’éthique du débat sur la fuite des cerveaux”, en Revue Européenne des Migrations Internationales, vol. 1, núm. 25, 2009, pp. 119-135. Véase en particular las páginas 123-124, en las que se plantea la definición sintética de sedentarismo como la posición que consiste en sostener que “los intereses de los sedentarios cuentan más que los de los migrantes”.
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BIOPODER Y MIGRACIÓN: ENFOQUE CONCEPTUAL
El texto explora una segunda forma, sensiblemente distinta, de responder al cuestionamiento inicial. Se trata de asegurar que utilizar el concepto de migración es un efecto de biopoder, independientemente de las técnicas de regulación de las migraciones y que éstas deriven o no de tecnologías relacionadas con la vida, la salud y nuestra concepción de lo biológico. En efecto, a pesar de la aparente neutralidad del concepto en el contexto contemporáneo, escoger el término migración no implica una forma anodina de hablar de la movilidad humana. Si los seres humanos se mueven en la superficie terrestre, la pregunta que se plantea es, por una parte, cómo describir e interpretar esos movimientos –cómo atribuirles sentido– y, por otra, cómo evaluar normativamente las reglas que pesan sobre esos movimientos –decidir qué regulaciones estimamos justas, fecundas y buscamos promover y cuáles juzgamos contraproductivas y opresivas–. Ahora bien, entre los muy diversos y numerosos desplazamientos y movimientos que efectúan los seres humanos (ir de su cama a la ducha, tomar el metro para dirigirse al centro de la ciudad, pasearse en barco, tomar un tren con todas sus pertenencias para probar fortuna en otra parte…), algunos atraen nuestra atención porque en ellos se franquean límites de soberanía y algo determinante ocurre en lo que respecta a la vida y los derechos del individuo. Las migraciones nos interesan porque asimetrías particularmente significativas para la vida humana se presentan al traspasar algunas barreras. En otros términos, las migraciones atraen nuestra atención, nos inquietan y nos dan vuelta en la cabeza porque condensan una paradoja: la naturalidad del desplazamiento de un ser humano en tanto mamífero, por un lado, y la trascendencia en términos de vida, de derechos y de capacidades que se derivan de desplazamientos bien particulares, por el otro. El concepto convoca, pues, un fenómeno físico y biológico (un animal humano que se mueve en 38
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la superficie del globo a cierto ritmo y a cierta distancia) y un fenómeno institucional (la existencia de límites sobre un territorio determinado y la voluntad de administrar el stock de población que allí se encuentra). Si se adopta el vocablo migración, implícitamente se indica que el paso de la frontera, nacional por lo general, es en efecto el punto clave y significativo, el que convoca nuestra atención, nuestra crítica y nuestro estudio. A esta altura de la reflexión, el concepto de biopoder genera la pregunta siguiente: ¿qué modelo teórico sobre la visión del mundo explica el éxito y la fuerza del discurso acerca de la gestión migratoria? El modelo teórico que lo sustenta se basa en una representación del mundo que supone que el estado natural y normal de las personas pasa por la pertenencia a un Estado nación, fuera del cual no se mueven y que concentra la estructura determinante de definición de sus derechos, obligaciones, destinos y solidaridades. Este discurso también se acompaña –siempre en concordancia con las indicaciones de Rabinow y de Rose– de efectos de sujeción (assujettissement) muy poderosos: para un individuo las categorías de “ciudadano” o de “migrante”, de “residente legal” o de “sin papeles” se convierten en categorías esenciales de definición de identidad, de la formulación de trayectorias de vida, de expectativas y derechos que creen poder reivindicar.19 En suma, lo que evidencia el análisis desde el concepto de biopoder es que definir como migración al fenómeno por el que los individuos se desplazan por la superficie de la tierra no es imperativo. Hacerlo implica situarse en un marco conceptual preciso que supone que la red de solidaridad y de pertenencia “normal” se circunscribe a la geografía nacional, más que a cualquier otra.
19. Sobre la discusión y función de las categorías de “ciudadano” y de “denizen”, referirse a Tomas Hammar, Democracy and the Nation-State. Aliens, Denizens and Citizens in a World of International Migration, Avesbury, Aldershot, 1990.
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En ese sentido, más allá de saber si las políticas migratorias puestas en marcha resultan ser la expresión de un biopoder benigno u opresor, respetuoso del derecho o arbitrario, estudiar la realidad enarbolando la categoría no cuestionada de migración refleja la proyección de un referente normativo poderoso que amerita ser discutido. Hablar de migración sin justificar la elección del término significa adoptar el marco teórico de la (buena o mala) gestión del stock poblacional en un territorio determinado. Ese biopoder puede aplicarse opresiva o benévolamente según los casos, elegir uno u otro es, en efecto, una cuestión empírica. Se puede poner en práctica una gestión muy fina del stock y del “flujo” de población mediante controles de identidad, sistemas complicados de visas, vigilancia estrecha en fronteras, en esos casos el biopoder es patente y palpable; o bien, se pueden mantener las fronteras poco vigiladas, en ese caso el biopoder pasa desapercibido. Sin embargo, en ambos casos opera mediante un modelo teórico que sitúa a la movilidad humana como anomalía y la analiza en términos de migraciones. De acuerdo con estas observaciones, la última parte del texto plantea que quienes defienden la justicia migratoria deberían dejar de presuponer la evidencia de la categoría de migración, ganarían mucho en sustituirla por la categoría más amplia de movilidad. BIOPODER Y DISCURSOS DE VERDAD: DEFENSA POR UNA AMPLIACIÓN DEL ESPECTRO DE LA MIGRACIÓN A LA MOVILIDAD
Esta orientación del análisis puede parecer poco prometedora. Después de todo, ¿no son los Estados nación, de facto, las instituciones más poderosas del mundo contemporáneo, quienes encuadran en sus constituciones la encarnación concreta de los derechos fundamentales de los individuos? Razonar como si ése no fuera el caso ¿no implicaría alentar ilusiones poco fecundas o una utopía gratuita? En el mejor escenario, se trataría como un simple juego de palabras 40
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cuyo único resultado palpable sería remplazar el término migración por la poco elegante expresión de movilidad transnacional. Contrario a lo anterior, sostengo que el paso de un vocablo al otro tiene como consecuencia un importante desplazamiento de aspectos normativos que plantean los investigadores. Recurro a una analogía para dilucidar en qué resulta sugerente mirar las movilidades humanas sin buscar, de entrada, categorizarlas a partir del Estado nación. En la Francia del Antiguo Régimen, como en muchas otras sociedades a lo largo del mundo y de la historia, la pertenencia a una familia es sin duda una de las instituciones más centrales que puedan existir; en ella se determinan destino, derechos y margen de acción en la vida.20 La pertenencia a la familia no es, salvo rara excepción, algo que pueda modificarse: se impone y lo acompaña a uno a lo largo de la existencia. Con algunas excepciones, porque puede darse el caso de que individuos cambien de familia y de rango, ya sea por matrimonio, por enriquecimiento o, por ejemplo, por compra de cargos reales: son los nuevos ricos. La persistencia de ese modelo se prolonga en Francia hasta inicios del siglo xx. En la obra de Proust, por ejemplo, la pertenencia a la sociedad del Faubourg Saint-Germain y las modalidades excepcionales de acceso a esa sociedad son elementos esenciales de una buena inteligibilidad del juego social que allí se desarrolla. El que no maneja dichos códigos de análisis quedará al margen de una gran parte de esos juegos sociales, de las capacidades, libertades, derechos u obstáculos que encuentran los individuos. La pertenencia a la familia es un rasgo natural, irrevocable, esencial y casi religioso: “la présence du corps de Jésus-Christ dans l’hostie ne me semblait pas un mystère plus obscur que ce premier salon
20. Para un acercamiento literario referente a las condiciones, los rangos y las pertenencias familiares en la Francia del siglo xviii, véase la novela inconclusa de Marivaux, La Vie de Marianne.
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du Faubourg situé sur la rive droite”.21 Para el que adopta esta manera de pensar puede parecer utópico y poco razonable vislumbrar una organización de la sociedad en la que pertenecer a una familia sea un hecho biológico determinado por el nacimiento sin incidencia en el desarrollo de las trayectorias de vida. Pero al mismo tiempo, ese esfuerzo en apariencia irrealista es absolutamente indispensable para evolucionar hacia una sociedad más igualitaria en donde lo arbitrario del nacimiento pese menos que otras formas de pertenencia o de experiencias construidas por el individuo en sus interacciones sociales. De la misma manera puede sostenerse que si nos cuesta tanto trabajo pensar en la migración como un caso más de movilidad, es porque difícilmente imaginamos un sistema donde el Estado nación no sea, de facto, el determinante institucional más poderoso para los individuos. Que el Estado nación sea en la actualidad el sistema de definición de derechos más importante empíricamente no significa que conceptualmente no puedan imaginarse sistemas de asignación de derechos y de recursos que dependan de otras formas de organizar las solidaridades y las pertenencias, y que permitan considerar la movilidad de los seres humanos no como una excepción por resolver, sino como una de las posibilidades normales por adecuar. Es posible entonces describir las movilidades humanas criticando el concepto de migración, es decir sin presuponer a priori que la escala nacional es la escala pertinente –aunque lo sea de facto en algunos casos–. Para darle sustancia a esta sugerencia, propongo basarme en la experiencia de los que abogan por el mobility turn con
21. “La presencia del cuerpo de Jesucristo en la hostia no me parecía un misterio más oscuro que ese primer salón del Faubourg situado sobre la orilla derecha del río”, Marcel Proust, À la recherche du temps perdu. Du côté de Guermantes, disponible en: .
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el fin de estudiar el giro conceptual que autoriza el paso de la migración a la movilidad. En términos de migraciones, los aspectos normativos típicamente planteados por la filosofía política contemporánea se refieren a los derechos y a la justicia en la regulación de los movimientos transfronterizos. Las preguntas clásicas se centrarán en si es justo negarle el asilo a tal candidato, si los derechos de tal residente permanente son suficientemente reconocidos, si la distinción entre el residente legal y el ilegal se funda en criterios arbitrarios que coartan la igualdad de trato que se debe a los individuos por igual en un Estado de derecho. El mayor problema consiste entonces en adaptar una teoría de la justicia que se desarrolló en el marco de la comunidad cerrada de ciudadanos y que se ve obligada a hacerse cargo de los no ciudadanos: el objetivo de una teoría política de la migración parte de una comprensión de lo que se debe a los que están “fuera” –es decir, fuera de la comunidad nacional–.22 Refiriéndose a trabajos canónicos en el ámbito de la justicia migratoria, los textos de Joseph Carens, por ejemplo, se construyen explícitamente a partir de las incoherencias a las que lleva la diferenciación entre los que están “adentro” y los que están “afuera” y piden entrar. Es la arbitrariedad de la distinción entre el adentro y el afuera la que motiva la reflexión y suscita un debate en términos de justicia y de equidad, de conflicto de derechos, obligaciones conflictuales de grupos en tensión.23
22. Para ejemplos muy variados de este enfoque que procede explícitamente, por extensión crítica, de la propuesta de Rawls, referirse a Thomas Pogge, Realizing Rawls, Ithaca, Cornell University Press, 1989; Charles Beitz, Political Theory and International Relations, Princeton, Princeton University Press, 1979; Martha Nussbaum, Frontiers of Justice. Disability, Nationality, Species Membership, Cambridge, Belknap Press, 2007. 23. Un análisis muy fino de este tipo de discusión se presenta en la recopilación dirigida por Antoine Pécoud y Paul de Guchteneire, Migration without Borders,
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Inversamente, ¿qué problemas aparecen en escena si se toma como concepto de análisis el de movilidad? El mobility turn en las ciencias sociales, tal y como es presentado por autores como Tim Cresswell24 o John Urry,25 consiste en leer el mundo social como un conjunto no de entidades fijas, sino de procesos en devenir, consiste en restituir el movimiento y el cambio como la norma de lo humano, no como la excepción. En este punto muy general, el giro hacia la movilidad, mobility turn, trastoca la tendencia dominante en el ámbito de la investigación en migración que parte del sedentarismo como el referente de la normalidad y nos invita a percibir la migración como una modalidad de una movilidad más difusa. En palabras de Cresswell: En la teoría migratoria, el movimiento ocurría dado que un lugar expulsaba a la gente hacia el exterior y otro la impulsaba al interior. Así, a pesar de ser acerca del movimiento, era en realidad acerca de lugares [...] Los estudios de la movilidad (mobility studies) han comenzado a tomar en serio el hecho del movimiento.26
Antes de proseguir, una precisión para evitar cualquier confusión. Mi intención no es afirmar que un discurso –el de las migraciones– desNueva York, Berghahn, 2008. El centro de las discusiones aparece rápidamente como un problema de compatibilidad entre el sistema de solidaridad del Estado providencia, funcionando con base en la ciudadanía, y la idea de fronteras abiertas. El problema se plantea como un conflicto de valores que resultan incompatibles, es necesario por consiguiente encontrar argumentos que permitan operar los compromisos más equitativos posibles. 24. Tim Cresswell, “Towards a Politics of Mobility”, en Edgar Pietrese y Ntone Edjabe (eds.), African Cities Reader II: Mobilities and Fixtures, Vlaeberg, African Centre for Cities/Chimurenga, 2011, pp. 159-171; Tim Cresswell, “Citizenships in Worlds of Mobility”, en Ola Soderstrom et al. (dirs.), Critical Mobilities, Londres, Routledge, 2013. 25. John Urry, Sociologie des mobilités, París, Armand Colin, 2005. 26. Tim Cresswell, “Towards a Politics of Mobility”, op. cit., p. 160.
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cansaría sobre hipótesis biológicas o biopolíticas (la norma del sedentarismo, por ejemplo), base de un discurso de verdad que permitiría a su vez manifestarse al biopoder; mientras que el otro –el de la movilidad– estaría exento de hipótesis biopolíticas semejantes. Por el contrario, afirmo que el discurso sobre las movilidades establece otras tantas hipótesis basadas en la naturaleza humana y podría, asimismo, situarse en el fundamento de un discurso de verdad que legitimara sus prácticas de poder. El propósito radica simplemente en explicitar las hipótesis biológicas subyacentes e interrogarlas. Concretamente, ¿de qué manera varían los aspectos normativos cuando se adopta el enfoque de análisis de la movilidad? Evidentemente, el primer cambio consiste en invertir las concepciones de lo que es normalidad y lo que es excepción en relación con la movilidad y extender al máximo el espectro de los fenómenos que nos ocupan, no sólo los movimientos de larga duración en un amplio espacio geográfico, sino también los desplazamientos cotidianos, los ires y venires, etcétera La idea consiste en afirmar que las migraciones no plantean problemas excepcionales respecto a la ética de la movilidad en general. Un segundo cambio importante deriva de la posibilidad de asociar derechos al fenómeno de la movilidad, en lugar de que éstos se encuentren ligados a la relación territorio-comunidad. En ese orden de ideas, los derechos no estarían necesariamente vinculados a una formación política privilegiada –la del Estado nación pensado como la encarnación por excelencia del contrato social–, pueden ser pertinentes a escalas temporales y espaciales diversas. Los derechos de jubilación pueden acompañar a los trabajadores de un territorio a otro, por ejemplo, los derechos se ejercerían en función del grado de compromiso con una comunidad en un momento determinado. Incidentalmente, un tercer cambio conceptual concierne a la relación que se tiene con el objeto frontera, el cual, por lo regular, es objeto de un manejo inadecuado en la investigación sobre las 45
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migraciones. El acercamiento al tema por medio del concepto de movilidad permite revelar que frontera es todo lo que marca una asimetría (no necesariamente un obstáculo). Lejos de desvanecer la frontera, indica que existen fronteras en diferentes escalas y no sólo a nivel nacional. Un cuarto aspecto particularmente importante en la perspectiva del análisis de las relaciones de fuerza sustentadas en el biopoder afecta la representación de las relaciones de poder implícitas en el discurso de la migración. Uno de los elementos más impactantes del enfoque de las migraciones es la rapidez con la que se habla de la figura del migrante. Inconscientemente es una manera de reducir una identidad entera a uno de sus aspectos –el cambio de país–. Un ejemplo tomado de otro ámbito puede ayudar a explicitar este punto. Las asociaciones de militantes se esfuerzan por modificar el vocabulario empleado a propósito de la discapacidad, con el fin de sustituir la expresión estigmatizante de “discapacitados” utilizan la de “personas en situación de discapacidad”. Es una manera de indicar que se debe hablar de una persona en todas sus dimensiones y no reducirla a una de sus características –en este caso, una discapacidad que aparece en ciertas situaciones sociales–. De la misma manera, designar a una persona como migrante ya es haber tomado la decisión de que sus derechos deben ser debatidos, que se puede decidir acordárselos o no, y que no son un asunto de principio asegurado por el simple hecho de ser persona. Para resumir, el paradigma de la movilidad y el de la migración abren la posibilidad de plantear diferentes cuestiones normativas. Esos dos paradigmas están ligados a modalidades propias de ejercicio del poder, ambos descansan en un discurso de verdad relativo a la normalidad de la vida humana en tanto que vida en movimiento. En tanto sus hipótesis de inicio varían, las herramientas de crítica que dichos paradigmas permiten hacer a las instituciones existentes son sensiblemente distintas. 46
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El paradigma de la migración permite plantear las cuestiones de justicia para las personas que por alguna circunstancia se ven orilladas a cruzar fronteras en un mundo en el que los Estados nación son una forma institucional dominante. Ese paradigma no cuestiona la existencia de Estados nación que distinguen entre ciudadanos y no ciudadanos, con las importantes consecuencias que eso conlleva en cuanto a la extensión de derechos (casarse, comprar una casa, trabajar, cotizar para la jubilación, votar...). Busca entonces, al interior de esa red de hipótesis, regular de manera equitativa la atribución de las categorías de ciudadano, residente extranjero, etcétera, así como sus condiciones y modalidades. En cuanto al paradigma de la movilidad permite plantearse la pregunta de si, después de todo, la discusión normativa no debería empezar por cuestionar el considerar al Estado nación y la categoría de ciudadano como un dato “natural” respecto a la organización de las sociedades. No discute la importancia fáctica del Estado nación en la actualidad pero se cuestiona si la justicia que se plantea para los migrantes no se favorecería al ser abordada desde otras premisas referentes a la ética de la movilidad, tal como el transporte en la ciudad para el caso de la discapacidad. En efecto, este paralelismo permite vislumbrar una diversidad de estructuras institucionales que rigen los derechos de solidaridad de los individuos y que no dependen necesariamente de un marco nacional. CONCLUSIÓN
El concepto de biopoder aplicado al campo de las migraciones presenta un doble interés. En primera instancia, atrae la atención sobre un conjunto de representaciones implícitas de lo que sería una movilidad “normal” o, por el contrario, una movilidad “patológica” para un ser viviente o para un sistema de seres vivientes (un colectivo político), representaciones que justifican las medidas políticas de gestión de los flujos migratorios. Por otra parte, el con47
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cepto de biopoder permite cuestionar reflexivamente el “discurso de verdad”, mismo que condujo a describir la movilidad humana en términos de migración. Permite entonces explorar un campo de estudios particularmente fecundo. No se trata de preguntarse cuál sería una gestión justa de los flujos migratorios o una aplicación equitativa de las categorías de ciudadanos y no ciudadanos. La pregunta pertinente es saber si el discurso de verdad que funda los aspectos de justicia migratoria es adaptado –ese discurso profesa una verdad sobre la naturaleza biológica de los seres humanos como seres pertenecientes de manera prioritaria a una institución política nacional. A partir de eso, dicha institución es la fuente primordial para definir sus derechos, pertenencias y solidaridades, además de que no deberán moverse más que en situaciones extraordinarias, debiendo éstas ser explicadas. Por el contrario, es interesante preguntarse en qué condiciones la pertenencia nacional podría ser vista como una modalidad entre otras en cuanto a la organización de nuestros derechos y solidaridades en lugar de ser percibida como la modalidad por excelencia. En ese sentido, se puede decir que las movilidades contemporáneas pueden ser efectivamente leídas como migraciones en las que pueden interrogarse las condiciones de justicia y de equidad. De igual modo, que las movilidades contemporáneas moralmente pertinentes no se encuentran sólo ligadas al discurso de verdad nacional que condiciona la significación misma del concepto de migración. Por ello, me parece que el potencial crítico del concepto de biopoder se convierte en un apoyo para la defensa del mobility turn como una manera más fecunda de enfocar los fenómenos migratorios contemporáneos.
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DE LA VIOLENCIA BIOPOLÍTICA A LA POLÍTICA DE EXTRANJERÍA: EL DESAFÍO DE LOS DERECHOS HUMANOS POR VENIR, EN EL PENSAMIENTO DE JACQUES DERRIDA1 GUSTAVO OLIVEIRA DE LIMA PEREIRA Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur
El presente ensayo parte de la premisa de que en la actualidad los derechos humanos deben retomar sus dimensiones fundacionales para ser puestos en práctica en la vida de las personas. Pretendo demostrar la fragilidad del alcance de los derechos humanos desde la situación de los apátridas y refugiados. Con este propósito organizaré mi discurso apoyado en los pensamientos de Hannah Arendt y Giorgio Agamben, en términos de lo que llamo naturalización de la violencia, para después ofrecer un contrapunto, basado en la idea de hospitalidad incondicional en el pensamiento de Jacques Derrida. El punto ciego de los derechos humanos, a mi entender, se comprende a través de la cuestión de los apátridas y los refugiados primordialmente; y los presupuestos de la tradición de los derechos humanos están equivocados al enfocar el problema de forma diferente. Para entender mejor el llamado punto ciego de los derechos humanos en el ámbito de los refugiados y de los apátridas –según se propone a continuación–, es necesario regresar en el tiempo para exponer la cuestión desde su origen, a partir de un análisis detallado de los acontecimientos que impulsaron el barril de pólvora experimentado por el mundo occidental desde la Segunda Guerra Mundial, hasta llegar al desarrollo de la biopolítica hoy en día. Para eso, se requiere 1. Ensayo traducido del portugués por Camelia Tigau.
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delimitar el punto de partida: la racionalidad humana es ancestralmente una voluntad totalizadora de exorcizar la realidad.2 La lógica de la totalidad está basada en la cuestión de los apátridas y los refugiados, y su contextualización en el panorama mundial actual, tema en el que pretendo desarrollar este breve ensayo. Trataré este tema desde su umbral para poder establecer una alternativa de comprensión y posicionamiento. Me remonto a los acontecimientos totalitarios del fin del siglo de la catástrofe –el siglo xx– y a todo aquello que puede ser considerado como la banalidad del mal,3 es decir, la normalización de la violencia, el ensuciar cualquier idea de dignidad que pueda concebirse, la deshumanización sin timidez. LOS RETOS DE LA HISTORIA Y LA BANALIDAD DEL MAL
El tema que propongo desarrollar a continuación en cuanto a los apátridas y los refugiados4 y las limitaciones de la concepción tradicional de los derechos humanos tendrá como punto de partida la profundidad filosófica de Hannah Arendt en la obra Orígenes del totalitarismo, escrita en 1951, cuando el problema era muy intrincado. El problema permanece vigente, por lo que sigue siendo pertinente tratar de comprender su raíz histórica.5 Me baso en el famoso fragmento de Hannah Arendt de dicha obra en el cual problematiza la cuestión del “declive del Estado Nación y el fin de los derechos del hombre”. La autora relata el surgimiento de la condición mundana 2. Ricardo Timm de Souza, Lévinas e a ancestralidade do mal. Por uma crítica da violência biopolítica, Porto Alegre, Edipucrs, 2012. 3. Hannah Arendt, Eichmann em Jerusalém. Um relato sobre banalidade do mal, São Paulo, Companhia das Letras, 1999, pp. 310-311. 4. Expongo ampliamente el tema de los apátridas y los refugiados también en A pátria dos sem pátria: direitos humanos e Alteridade, Porto Alegre, Uniritter, 2011. 5. Ricardo Timm de Souza, Em torno à diferença, Aventuras da alteridade na complexidade da cultura contemporânea, Río de Janeiro, Lúmen Júris, 2008, p. 125.
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de innumerables grupos de personas que fueron caracterizadas como minorías, antes incluso de los conflictos etno-políticos durante las guerras mundiales del siglo xx. La constante inestabilidad de una Europa siempre al borde de la destrucción en masa resultó en la migración de diversos grupos humanos que, con la esperanza de consolidar sus libertades de expresión o simplemente de sobrevivir, abandonaron sus países de origen. Eso determinó un destino insólito para estos grupos: además de haber perdido sus hogares, ahora ya no tenían ningún derecho, habiendo perdido su propia condición humana.6 La vida de los apátridas y refugiados en Europa se transformó en una vida expuesta a la muerte, ya que los Estados nación no se daban cuenta del gran número de solicitantes de amparo internacional y encargaron el problema a las instancias policiales. La criminalización del intento de sobrevivencia de estos grupos de indeseables acabó siendo la manifestación primordial de la indiferencia hacia la humanidad. Hannah Arendt describe con precisión la condición de apátrida, desde este punto de vista: Estaba sujeto a ir a la cárcel sin nunca haber cometido un crimen. Es más, toda la jerarquía de valores existentes en los países civilizados era invertida en este caso. Dado que se trataba de una anomalía no contemplada en general, incluso le convenía convertirse en una anomalía que ella sí preveía: un criminal.7
Observemos la gran crisis de sentido por la que atravesaba la doctrina de los derechos humanos en aquel periodo. La mejor forma de mejorar la condición mundana de varias personas estaba en cometer crímenes. Cuando pequeños robos o delitos mejoran la
6. Hannah Arendt, Origens do totalitarismo, São Paulo, Companhia das Letras, 1990, p. 300. 7. Hannah Arendt, Origens do totalitarismo, op. cit., p. 319.
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posición legal de alguien, se puede afirmar que esa persona carece plenamente de sus derechos humanos. El crimen establece, simbólicamente, un nivel de igualdad humana que será reconocido como excepción o norma. Actuando como delincuente, el apátrida no puede ser tratado peor que cualquier otra persona en el mismo caso. Esta proposición nos lleva inevitablemente a una reflexión paradójica: en esta situación, la única forma de ser reconocido por la ley es estando fuera de ella. Algún aspecto de la ciudadanía era otorgado a quien atentara contra las leyes de la ciudad. Durante el periodo de juicio, el infractor apátrida al menos estaba protegido del control arbitrario de la policía.8 Una vez más, remito al pensamiento de Arendt: El mismo hombre que ayer estaba en prisión debido a su mera presencia en el mundo, que no tenía ningún derecho y que vivía bajo la amenaza de deportación, o era enviado sin sentencia y sin juicio a algún tipo de internación por haber intentado trabajar y ganarse la vida, puede transformarse en ciudadano gracias a un pequeño robo. Esa persona que antes no tenía un centavo, puede ahora conseguir un abogado, quejarse en contra de los carceleros y ser mirado con respeto. Ya no es un prófugo de su tierra: es suficientemente importante para ser informado de todos los detalles de la ley con base en la cual será juzgado. Se transforma en persona respetable.9
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es el marco histórico referencial que influyó y confirió muchas directivas para la Declaración de 1948, y llevó a buena parte de la humanidad la percepción de que todas las leyes futuras se basarían en sus ideas y que ninguna ley especial sería necesaria para proteger a las 8. Ibid., p. 320. 9. Idem.
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personas amenazadas por arbitrariedades estatales. Pero la aporía se instaura desde su creación, ya que desde su propio título está implícita la diferenciación, dando margen a una interpretación que sugieren los conceptos de hombre y de ciudadano como dos realidades distintas. No está claro si la intención de la Declaración era establecer un sistema unitario en donde un término está incluido en el otro, o qué tipo de relación existe entre nacimiento y nacionalidad.10 Según se puede percibir, la cuestión de los apátridas y los refugiados representa, desde la primera gran guerra, una crisis en la percepción del Estado nación, ya que su condición produce un corto circuito en la ficción que implica el paso del nacimiento a la nacionalidad, demostrando la “vida nuda” que está oscurecida con la creación del Estado de derecho. Esto demuestra la debilidad y la ambivalencia de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Desde esta perspectiva, los individuos en cuestión dan lugar a la calamidad de romper el lazo que une a la ciudadanía y el nacimiento, por lo que son vistos como criminales y enemigos potenciales.11 Por un lado, la intención de la Declaración era considerar la vocación de la nacionalidad biopolítica desarrollada en los siglos xix y xx con su fundamento determinado no sólo por la idea del hombre como un sujeto político libre y dotado de conciencia, sino también por su mera vida, pero en su vida desnuda, resultado de haber nacido. Esta ficción aborda la idea de que la mera condición de nacido le confiere la nacionalidad a alguien,12 como ya mencioné. Jacques
10. Giorgio Agamben, Homo sacer. O poder soberano e a vida nua I, Belo Horizonte, Editora da Universidade Federal de Minas Gerais, 2004, p. 133. 11. André Duarte, “De Michel Foucault a Giorgio Agamben: A trajetória do conceito de biopolítica”, en Ricardo Timm de Souza y Nythamar Fernandes Oliveira, Fenomenologia hoje III, Bioética, Biotecnologia, Biopolítica, Porto Alegre, Edipucrs, 2008, p. 84. 12. Giorgio Agamben, Homo sacer. O poder soberano e a vida nua I, op. cit., p. 135.
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Derrida percibe que “no existe nacionalidad, o nacionalismo, que no sea mitológico, para decirlo en un sentido amplio, ‘místico’”.13 Sin embargo, la propuesta de la Declaración se refiere primordialmente a un ser humano abstracto que no existe en ninguna parte. El hombre emancipado y adepto del racionalismo era un hombre aislado y encerrado en sí mismo. Sobre esta paradoja, Hannah Arendt14 señala que hasta los salvajes vivían en algún tipo de orden social. Y si una comunidad tribal o un grupo “atrasado” no gozaba de los derechos humanos era porque aún no había logrado aquel nivel de civilización, el nivel de la soberanía popular y nacional, siendo oprimido por déspotas extranjeros y nativos. La humanidad, desde la Revolución francesa, era conocida como una familia de naciones y, gradualmente, se llegó a la noción de que el pueblo, y no el individuo, representaba la imagen del hombre. La idea del refugiado-apátrida, sinónimos cuando se trata de la “vigencia sin significado” de la norma, se transformó en un concepto límite de aquello que se reconoce como el Estado Nación y su relación con los derechos humanos.15 Ese otro, entendido como “nada” en dimensiones biopolíticas, es retratado por aquello que Giorgio Agamben clasificó como “vida que cualquiera puede matar”; “nuda vida”, es decir: la vida del Homo sacer.16 La calamidad no está en los antiguos problemas de los derechos humanos, o sea en el derecho a la vida, la libertad de expresión, la igualdad frente a la ley o cualquier tipo de derecho específico; sino en que esas personas, desprovistas de patria, ya no pertenecen a nin-
13. Jacques Derrida, Espectros de Marx. O Estado da dívida, o trabalho do luto e a nova Internacional, Río de Janeiro, Relume, 1994, p. 123. 14. Hannah Arendt, Origens do totalitarismo, op. cit., p. 325. 15. Giorgio Agamben, Homo sacer. O poder soberano e a vida nua I, op. cit., p. 141. 16. “Hombre sagrado [...] una oscura figura del derecho romano arcaico, en la cual la vida humana es incluida en la planificación únicamente bajo la forma de la exclusión (es decir, de su absoluta matabilidad)”, ibid., p. 16.
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guna comunidad. “Su situación angustiante no resulta del hecho de no ser iguales frente a la ley, sino de que ya no existan leyes para ellas; no de ser oprimidos, sino de que ya no haya ningún interés en ellos, ni siquiera para oprimirlos”.17 Esta perspectiva denota el fracaso de las concepciones que vinculan los derechos humanos a una supuesta existencia de un “ser humano en sí”, domesticado por su esencia, ya que ese hombre puro, como vimos, perdió sus cualidades específicas y sus relaciones al transformarse en un ser meramente humano. El concepto de derechos humanos [...] se derrumbó en el mismo instante en el que los que decían creer en él se confrontaron por primera vez con seres que habían perdido realmente todas las cualidades y relaciones específicas, con excepción de que todavía eran humanos. El mundo no vio nada sagrado en la abstracta desnudez de ser únicamente humano.18
Esta afirmación confirma la insuficiencia de la abstracción conceptual de la “dignidad como persona humana” en un ámbito en el que tener la dignidad meramente reconocida, sin que eso implique alguna relación práctica en el universo de las relaciones, acaba pareciendo un mero adorno retórico y una salida tangencial que no abarca la profundidad del problema. No se puede hablar de “dignidad” como una categoría esencial atribuida a todos los hombres en la tierra, por más noble que esa idea nos pueda parecer. En este sentido, en su ya clásica afirmación que describe bien la dimensión del problema a enfrentar, las palabras de Giorgio Agamben son, una vez más, correctas: Auschwitz marca el fin y la ruina de cualquier ética de la dignidad y adecuación a la norma. La nuda vida, a la que el hombre ha sido reduci17. Hannah Arendt, Origens do totalitarismo, op. cit., p. 329. 18. Ibid., p. 333.
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do, no exige ni se adapta a nada: ella es la única norma, es absolutamente inmanente.Y el “sentimiento último de pertenecer a una especie” no puede ser, en ningún caso, una dignidad.19 LAS NACIONES UNIDAS Y LA PROTECCIÓN INTERNACIONAL A LOS REFUGIADOS Y APÁTRIDAS
La cuestión de los refugiados sigue presente en el panorama mundial. En 1951, la Organización de las Naciones Unidas (onu) creó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur), órgano responsable de otorgar asistencia humanitaria a los apátridas y refugiados en el mundo. De acuerdo con el presupuesto anual de la onu, el acnur recibe contribuciones voluntarias, principalmente de gobiernos, organizaciones intergubernamentales, empresas y particulares. El órgano recibe una subvención limitada de menos de 2% de su presupuesto, proveniente del presupuesto regular de la onu para cubrir gastos administrativos, y acepta contribuciones de otro tipo, incluyendo elementos tales como tiendas de campaña, medicinas, camiones y transporte aéreo.20 En 2013, el acnur contaba con 550 millones de dólares en donaciones para sus operaciones. Este valor representa solamente una parte destinada a las operaciones del órgano internacional, cuyas necesidades presupuestales para 2013 fueron estimadas en 3 billones 92 millones de dólares.21 Los países que más contribuyen al acnur son, en primer lugar, Estados Unidos, seguido por los 28 países de la Unión Europea en conjunto.22 A pesar de ser los mayores contribuyentes del 19. Giorgio Agamben, O que resta de Auschwitz?, São Paulo, Boitempo, 2008, p. 76. 20. Guilherme Assis de Almeida, Direitos Humanos e não-violência, São Paulo, Atlas, 2001, p. 10. 21. Agência da onu para Refugiados, “Doadores prometem US$ 550 milhões para operações do acnur em 2013”, 2012, disponible en: (visitado en agosto de 2013). 22. A finales de julio de 2013, Croacia se integró a la Unión Europea.
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acnur, Estados Unidos y los países hegemónicos de Europa, según trataré de analizar más adelante, son los Estados que más desarrollan políticas antiextranjeros, por lo que su acción humanitaria en el ámbito internacional es por lo menos cuestionable. Como consecuencia de las dictaduras, a partir de los años ochenta la mayoría de los refugiados estaban huyendo de conflictos internos en sus propios países. Es importante observar que 3% de la población mundial, es decir 214 millones de personas, es migrante23 en busca de mejores condiciones de trabajo, personas que huyen de un conflicto armado o que buscan sobrevivir. De éstas, se estima que un tercio es migrante irregular.24 Según datos de acnur,25 una característica peculiar de los grupos de refugiados es la vulnerabilidad social con relación a su composición. La onu calcula que más de 70% de éstos está conformado por niños, mujeres y ancianos, quienes, en teoría, son más susceptible a la violencia. Por más que se deba alabar y reconocer el papel de acnur26 en sus tareas de asistencia, el problema permanece. La migración constante por los conflictos ha visto acumularse un preocupante sentimiento de “nacionalismo” que nos hace pensar en episodios etnocéntricos que se vivieron en las guerras mundiales. El culto a la identidad niega el reconocimiento y el respeto a las culturas diferenciadas, ampliando aún más los niveles de intolerancia. 23. Organización Internacional de la Migración, World Migration Report 2010. The Future of Migration: Building Capacities for Change, Génova, Organización Internacional de la Migración, 2010, p. 115, disponible en: (visitado el 1 de agosto de 2013). 24. Ibid., p. 120. 25. Organización de las Naciones Unidas, Annual Programme Buget, Nueva York, United Nations Press, 2007, p. 102. 26. Para más información histórica y los procedimientos del acnur, véase la interesante obra de Guilherme Assis de Almeida, op. cit., pp. 97-167.
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En el 2012, el número de refugiados en el mundo, según información del acnur, superaba los 45 millones de personas.27 De acuerdo con el último informe de tendencias globales, Paquistán recibe al mayor número de refugiados en el mundo (1.6 millones), seguido por Irán (868 200), Alemania (589 700) y Kenia (565 000).28 Los datos más actuales muestran que más de la mitad (55%) de los refugiados en el mundo proviene de cinco países: Afganistán, Somalia, Iraq, Siria y Sudán.29 En lo que concierne a los apátridas, en 2003 el número de personas sin patria que deambulaban por el mundo era de 22 millones, y a finales de 2012, según estimaciones del acnur, este número bajó a un estimado de 10 millones (la mitad de ellos niños), lo que demuestra la importancia del papel de la onu en este problema mundial. Según el acnur, se trata de una estimación bruta, dado que en general los países se muestran reticentes a divulgar información precisa acerca de los índices de apátridas, circunstancia que dificulta que las organizaciones internacionales recopilen datos detallados del número de apátridas en el mundo, además de que el asunto no es el único en la agenda internacional.30 Sin embargo, en el ámbito de apátridas y refugiados, todos los litigios sobre la violación de la Convención de 1951 le competen a la Corte Internacional de Justicia (cij), principal órgano judicial
27. Agência da onu para Refugiados, “Tendências Globais 2013”, disponible en: (visitado el 6 de mayo de 2013). 28. Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur), Tendencias globales 2012, Desplazamiento, el nuevo reto del siglo xxi, 2013, p. 48, disponible en: (visitado el 26 de agosto de 2013). 29. Idem (visitado el 13 de agosto de 2013). 30. United Nations High Comissioner for Refugees, Nacionalidade e Apatridia: Manual para parlamentares, núm. 11, 2005, p. 3, disponible en: (visitado el 1 de mayo de 2013).
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de la onu, que actúa para la resolución pacífica de conflictos. No obstante, la actuación de la Corte depende de la denuncia de algún país firmante del pacto. Muchas veces esto se transforma en una moneda política entre los países, resultando en una absoluta inocuidad de la misma, lo que sustenta el punto que pretendo desarrollar: la mera formalización jurídica no resuelve el problema. Veremos que, por el contrario, es parte del mismo. Es evidente que las actuaciones de la onu y del acnur son fundamentales para la protección internacional de los apátridas y refugiados, pero el problema sigue sin resolverse y debe ser enfrentado a partir de una reconstrucción del fundamento de los derechos humanos. Quizá reconociendo que aún existen lagunas en la fundamentación de los derechos humanos (traducidas en la fundamentación de la propia acción humana) podamos conseguir entender la debilidad de su eficacia. La construcción de una nueva percepción de justicia, capaz de dar cuenta del problema evidenciado por los apátridas y los refugiados, exige tomar en serio la cuestión del fundamento de los derechos humanos. Cuando Norberto Bobbio31 afirmó que el problema de la fundamentación de los derechos humanos era secundario, que éstos estaban positivados como universales, y que todo el arsenal reflexivo se debería direccionar hacia su concretización, la comunidad jurídica internacional, de una manera general, dejó de discutir el fundamento de los derechos humanos y destinó su foco integral de atención al análisis de las reglas establecidas por las convenciones y tratados internacionales y las posibilidades de su concretización. Bobbio repite el mismo error que Marx cuando, en su famosa tesis 11 sobre Feuerbach en 1845, afirmó que el papel de los filósofos no es interpretar el mundo, sino cambiarlo. Pero la demanda de un cambio objetivo del
31. Norberto Bobbio, A era dos direitos, Río de Janeiro, Campus, 1992, p. 24.
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mundo es, evidentemente, antecedida por un cambio en la concepción del propio mundo en el que se objetiva el cambio, y ese cambio sólo es logrado con base en la interpretación que la sustenta. De esta forma, la propuesta de Marx ya era antecedida por una cierta comprensión del mundo que desea construir, y que le otorga la propia sustentabilidad a ese cambio. La sentencia de Marx es, por lo tanto, lo que Heidegger32 definiría como una sentencia sin fundamento, de modo que provoca una falsa impresión de que tal afirmación confronta a la filosofía, cuando en realidad se basa en la propia filosofía para sustentarse. Es momento de volver al fundamento de los derechos humanos, que en gran medida significa también volver a la cuestión de la fundamentación del propio derecho. Mi propuesta es pensarlo a partir de la idea de una hospitalidad incondicional en la línea propuesta por Jacques Derrida. LA HOSPITALIDAD INCONDICIONAL EN JACQUES DERRIDA
En el pensamiento de Jacques Derrida, la hospitalidad incondicional y la deconstrucción de la ficción de la nacionalidad son, a mi parecer, los puntos de inflexión para estructurar rutas alternativas que rearticulen la comprensión de los derechos humanos. La tradición de los derechos humanos se concibe a partir de la idea ilustrada de la libertad, basada en las teorías del contrato social. En la ideología iluminista diseñada por Rousseau, la libertad es comparable a la concepción de la monadología leibniziana. Para Leibniz, al igual que para Rousseau, apenas existen realidades individuales independientes unas de las otras, es decir, la percepción de las mónadas no posee espacios que puedan permearse entre sí, de no ser por una especie de contractualismo relacional. Dadas es32. Martin Heiddegger, Seminário Le Thor, 1969, disponible en: (visitado el 10 de agosto de 2013).
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tas condiciones, el cambio de subjetividad de cada individualidad no pasa de un dinamismo interno ni de un sometimiento libre a una ley constituida por cada mónada, en un mundo paralelo solitario, autosuficiente y regulado por su propia naturaleza. Libertad e igualdad no son conceptos binarios opuestos en la percepción que aquí se propone. La premisa, lugar común, según la cual “la libertad de uno termina en donde comienza la de otro”,33 no es más que la representación moderna de las mónadas solitarias. Expresa la idea de libertad solitaria, según ha sido plasmada por los iluministas. Una libertad que nos permite pensar que todo es posible, ya que refleja la libertad en la modernidad tardía. Pero la libertad no puede ser la última palabra porque no estamos solos en el mundo.34 Muy a menudo esta premisa se toma como una verdad incuestionable, porque ya penetra el imaginario social común, que se desempeña siempre dentro de una dimensión contratológica. Presenciamos “contratos en demasía y escasez de contactos”. La subversión de la lógica contratológica deconstruye su dimensión desde la raíz, ya que la ética invierte los términos de esta proposición: sólo hay libertad de uno cuando hay libertad de otro. Solamente soy libre si el otro también lo es. Cabe destacar el agotamiento de la concepción tradicional de los derechos humanos, que tiene como fundamentos la libertad y el concepto de individuo idealizados por la Revolución francesa, y a Rousseau como uno de sus máximos exponentes. Esta condición está explícita en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en la perspectiva iluminista, caracterizada por su visión abstracta de ser humano y por la filosofía del sujeto cuyo fundamento es la libertad contractual.
33. Emmanuel Lévinas, Totalidad y infinito. Ensayo sobre la exterioridad, Salamanca, Sígueme, 1999, p. 54. 34. Ibid., p. 123.
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Una de las principales formulaciones que sustenta la concepción tradicional de los derechos humanos y de la democracia moderna, en los más variados grados de sofisticación, es dada por las teorías contractualistas del Estado civil. El contractualismo se basa en la fundamentación del Estado de derecho a partir de un pacto consensual de la sociedad, idealizado por el modelo liberal burgués. La propuesta conciliadora del contractualismo busca eliminar el origen violento del Estado, a partir de que el pacto social no corresponde para nada a la realidad. De acuerdo con estas teorías, la formalización de la sociedad tendría como base la concepción del individuo burgués, que se relaciona con los demás a través del contrato social. El consenso en la formación del Estado civil no puede ser admitido. Actualmente, el consenso se entiende desde la idea de tolerancia, la cual se ha convertido en la palabra clave en el horizonte de la filosofía política. Se habla mucho de tolerancia en el presente. Muchas construcciones filosóficas se concentran en la idea de tolerancia como apuesta primordial para pensar las relaciones internacionales, el derecho internacional y la filosofía política actual. Como si todo malestar de la cultura contemporánea se pudiera resolver con una especie de pactos de convivencia que mantuvieran una distancia segura entre los integrantes de la comunidad global. En realidad, la discusión sobre la tolerancia y la elevación del nivel de tolerancia respecto al diferente no toca la esencia del problema aquí propuesto. El discurso de la tolerancia, ampliado bajo la forma del multiculturalismo, es una estrategia para desviar la atención del problema central. Es evidente que debemos preferir la tolerancia a la intolerancia. Pero hablar en estos términos, llevar la discusión a este plano, significa desviar la atención de la cuestión política. Hablar de tolerancia es lo mismo que despolitizar el problema, la gran amplitud del problema, y transformarlo en algo mera y virtualmente 66
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cultural; el punto es que la tolerancia puede ser corregida por el mismo mecanismo que la creó como alternativa primordial. Despolitizar el problema de la recepción de la extranjeridad a partir de la estrategia de la tolerancia es construir un esquema de propuesta sin analizar si las condiciones legales y económicas que crearon la idea de “tolerar al otro” son una alternativa suficientemente consistente para lidiar con el problema relacional: con el problema de las relaciones internacionales o, hasta podría decirse, con una simple relación situacional entre vecinos. Mi tesis es que la construcción filosófica ilustrada de la idea de “tolerancia” es actualmente un concepto-límite en el plano de la teoría política occidental. La noción de tolerancia no puede ser vista como la panacea o el fundamento decisivo para resolver la violencia y la lucha contra la guerra, que aún preocupan al mundo contemporáneo. Como señala Ricardo Timm de Souza,35 solamente toleramos aquello que, en primera instancia, no toleraríamos. De esta forma, cuando tolero, aún tengo la última palabra y decido si soy clemente con la diferencia que me causa incomodidad. Soy el juez en el tribunal de la relación. Al tolerar al otro asumo un nivel de jerarquía. Aún soy dueño de la razón y modelo de aquello que construye mi representación cognitiva. Prevengo al otro su alteridad. Despedazo aquello que primordialmente configura la posibilidad del encuentro ético. LA LEY Y LAS LEYES DE LA HOSPITALIDAD
La tolerancia se traduce como “la razón del más fuerte”, es decir, es pensada, según las insinuaciones de Derrida, como un concepto aún pendiente del falo-logo-onto-teo-teleocentrismo diseminado por Occidente, preocupado por la presencia, por la búsqueda de
35. Ricardo Timm de Souza, “Da tolerância à hospitalidade: esboço de uma metamorfose ético-política”, en Comunicações do iser. As Máscaras de Guerra da Intolerância, núm. 66, año 31, 2012, pp. 9-15.
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origen, por la luz y por la visión.36 Por el contrario, la hospitalidad presupone la multiplicidad de origen37 y la renuncia (o abandono) de la pretensión de encontrar el punto de partida.38 La ley de la hospitalidad reivindica y representa esta renuncia. Derrida traduce la ley de la hospitalidad como una ley incondicional e ilimitada, como un ofrecimiento de hogar a quien llega de fuera, al extranjero de la subjetividad. Es más, la ley de la hospitalidad se ofrece a sí misma, a su propia aceptación, “sin pedir ni siquiera su nombre, ni una compensación, ni cumplir con las más mínimas condiciones”.39 La ley de la hospitalidad se contrapone a las leyes de la hospitalidad, las cuales se refieren a derechos y deberes siempre condicionados y condicionantes; a cómo tratan los tratados y las convenciones y a las relaciones entre las naciones. La hospitalidad, vista de modo condicional, se remonta a toda la tradición de la cultura occidental, desde sus orígenes grecorromanos, hasta todo el judaísmo y el cristianismo; y desde todo el derecho, desde toda la filosofía del derecho hasta Hegel.40 La ley de la hospitalidad se concentra ya en pensar lo político más allá de lo político, a partir de una nueva internacionalidad, de
36. Jacques Derrida, Memórias de cego. O auto-retrato e outras ruínas, Lisboa, Fundação Colouste Gulbenkian, 2010, p. 20. 37. Franz Rosenzweig, El nuevo pensamiento, de Isidoro Reguera (trad.), Madrid, La Balsa de la Medusa, 1989. 38. Jacques Derrida, Limited Inc, Campinas, Papirus, 1991. 39. Jacques Derrida, Anne Dufourmantelle convida Jacques Derrida a falar da hospitalidade, São Paulo, Escuta, 2003, p. 69. 40. A pesar de que siempre manifestó su aprecio por el pensamiento de Hegel, cuya filosofía, según Derrida, “nunca concluiremos de leer y releer”, véase Jacques Derrida, Margens da filosofía, São Paulo, Papirus, 1991, p. 85; este autor también expone su punto de ruptura. Derrida deja aflorar el parentesco semántico entre su différance y la Aufhebung hegeliana, ya que la primera contiene una tentativa de superación de la segunda: hay un “punto de ruptura con el sistema de Aufhebung y de la dialéctica especulativa. Ya que ese carácter conflictivo de la différance [...] no se deja jamás supraasumir totalmente [...] no se deja jamás gobernar por
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un cosmopolitismo reinventado. Un cosmopolitismo más allá del cosmopolitismo político pensado por la ideología iluminista, ya que ese cosmopolitismo está aún condicionado por la soberanía del Estado y sigue estructurado por sus límites jurídico-políticos.41 Este cosmopolitismo jurídico, guiado por las leyes de la hospitalidad condicional, se reveló y se revela incapaz de responder a innumerables conflictos internacionales que conciernen a seres humanos incluidos en el sistema por su exclusión. La idea de tolerancia supone un distanciamiento y una barrera cultural que impiden el contacto entre diferentes culturas, a pesar de ser imposible pensar alguna cultura sin relación con el otro, ya que ninguna costumbre tiene origen solitario. La crítica se extiende también a la idea concebida del multiculturalismo que, a pesar de su buena voluntad, se mantiene aún en el registro metafísico del contrato social, pues supone la mera coexistencia pacífica de culturas o identidades culturales en un espacio de tolerancia mutua. Es, según Fernanda Bernardo,42 una especie de consenso apaciguador “o la creencia confiada (¡y arrogante!) de una ‘identidad’ dada o una ‘comunidad socio-cultural’ que, generosamente, se abre a otras”. En el acuerdo multicultural no hay espacio para la sombra (o “el asombro”) del mestizaje efectivo para la experiencia misma de la extranjería. De esta forma, la idea de tolerancia, herencia del ideario iluminista y uno de los conceptos clave de la construcción teórica de la un referente en el sentido clásico, por una cosa, por un significado trascedental que regaría todo su movimiento”, Jacques Derrida, Margens da filosofía, op. cit, pp. 50-51. La crítica es también permanente en cuanto al linearismo historicista, asociado al falocentrismo y al logocentrismo, presentes en Hegel, véase Jacques Derrida, Margens da filosofía, op. cit, p. 57. 41. Fernanda Bernardo, “A ética da hospitalidade, segundo J. Derrida, ou o porvir do cosmopolitismo por vir a propósito das cidades-refúgio, re-inventar a cidadania”, en Revista Filosófica de Coimbra, núm. 22, 2002, p. 437. 42. Fernanda Bernardo, “Entrevista para o jornal O Globo”, en Prosa y Verso, Río de Janeiro, junio de 2011.
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idea de globalización, todavía está lejos de configurarse como aquello que entendemos, en un cosmopolitismo por venir, como recepción efectiva de la filosofía de la hospitalidad, pues la tolerancia está siempre del lado del más fuerte. “Es una marca suplementaria de soberanía, que le habla al otro sobre la posición elevada del poder, estoy dejando que usted exista, usted no es inaceptable, le estoy dejando un lugar en mi hogar, pero no se olvide que éste es mi hogar”.43 Percibimos en Jacques Derrida la posibilidad del dislocamiento conceptual para la deconstrucción de la concepción de tolerancia, a partir de la idea de hospitalidad; no la traduce como un opuesto binario de la noción de tolerancia, pues eso sería propiamente contrario al concepto de deconstrucción trabajado por el autor. Sería una traición al pensamiento del autor. La tolerancia, para Derrida, es una zona-límite entre la ley y las leyes de la hospitalidad.44 Es un juego de la razón solitaria. En efecto, la tolerancia se transforma en una acción cautelosa, fiscalizada; una hospitalidad condicional condicionada a la obediencia de reglas e imposiciones.45 Derrida contrapone esta hospitalidad condicional a aquello que denomina “hospitalidad pura e incondicional” –una manifestación de locura y una verdadera transgresión lógica del contrato–, que supone la recepción de la alteridad; donde se abren las puertas para alguien que no es esperado ni invitado, para el “absolutamente extranjero”, para el sin destino y sin patria, para el “imprevisible, en suma, totalmente el otro”.46 Pero el drama se traduce
43. Jacques Derrida, Anne Dufourmantelle convida Jacques Derrida a falar da hospitalidade, op. cit., p. 137. 44. “Si alguien piensa que soy hospitalario porque soy tolerante, es porque deseo limitar mi acogida, retener o poder mantener el control sobre los límites de mi ‘hogar, mi soberanía’, o mi ‘yo puedo’ (mi territorio, mi casa, mi lengua, mi cultura, mi religión, etcétera)”, idem. 45. Ibid., p. 138. 46. Idem.
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en que este estatus de hospitalidad sea imposible de legislar u organizar institucionalmente; aunque sólo a partir de ese concepto sea posible pensarlo jurídica y políticamente. La posibilidad de pensar la hospitalidad es lo que permite comprender el mundo en forma cosmopolita, o en un cosmopolitismo por venir. En este sentido, Derrida aclara: Sin esa idea de hospitalidad pura [...] no tendríamos siquiera la idea del otro, la otredad del otro, o sea, de alguien que entra en nuestras vidas sin ser invitado [...] la hospitalidad incondicional, que no es ni jurídica ni política, es sin embargo condición de lo político y lo jurídico. Justamente por esas razones, no estoy seguro de que sea ética, en la medida en que no llegue a depender de una decisión ¿Pero qué sería la “ética” sin hospitalidad?47
Dada la instigación provocada por el autor, no tengo miedo al afirmar que la hospitalidad incondicional trasciende más allá de la frontera del contrato social. En realidad la destruye, al establecer un nuevo enfoque de estructuración de la racionalidad que no obedece a normas o imposiciones territoriales y políticas.48 La posibilidad de la hospitalidad, en los términos propuestos por Derrida, es verdaderamente la propia ruptura con el ideario solipsista de libertad monádica, traducida en la concepción de tolerancia. Se trata de una hospitalidad de visitación y no de una hospitalidad de invitación, de acoger a quien llegue de forma inesperada a mi casa, que me quita la comodidad ontológica de mi Hütte 47. Ibid., p. 139. 48. “Esta hospitalidad infinita, por lo tanto incondicional, esta hospitalidad a la apertura de la ética; ¿cómo sería reglamentada a través de una práctica política o jurídica determinada? ¿Cómo, a su vez, reglamentará una política y un derecho determinados?”, Jacques Derrida, Adeus a Emmanuel Lévinas, São Paulo, Perspectiva, 2004, p. 66.
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(cabaña) en la colina. Una hospitalidad que reinventa el lenguaje –que es desde siempre acción, para Derrida–49 y se sitúa en un orden pre-filosófico, pre-moral, pre-jurídico, pre-político y hasta pre-humano.50 Usted debe estarse preguntando ahora sobre la amenaza que este tipo de hospitalidad puede significar para aquel que acoge. Este huésped del cual no espero reciprocidad, pero espero algo, ¿no esperar nada no sería, de algún modo, traicionar la ley de la hospitalidad? ¿Qué espero de este huésped que podría llegar a ser hostil? ¿Cómo proceder con la hospitalidad incondicional si, según todos los indicios, es ineludible recibirlo como huésped o como enemigo? ¿Cómo se puede escapar de esta tensión, de la tensión asimétrica de estar al mismo tiempo dentro de la ley y las leyes de la hospitalidad? Remito aquí al lector al propio texto del autor: ¿Cómo distinguir entre un huésped (guest) y un parásito? En principio, la diferencia es estricta, pero por eso se exige un derecho; es necesario someter la hospitalidad, la acogida, a una jurisdicción estricta y limitante. Nadie que llega es recibido como huésped si no goza del derecho a la hospitalidad, del derecho al asilo, etc. Sin ese derecho, sólo puede entrar “en mi casa” de anfitrión como si yo no fuera anfitrión (host), sino como parásito, huésped abusivo, ilegítimo, clandestino, susceptible de ser expulsado o detenido.51
A esta relación incalculable y formalizable, perfecta e insuficiente, plena y pueril, deseable y que se deja desear, entre la ley y las 49. Jacques Derrida, Limited Inc, op. cit., p. 170. 50. Fernanda Bernardo, “Mal de hospitalidade”, en Evandro Nascimento (org.), Jacques Derrida. Pensar a desconstrução, São Paulo, Estação Liberdade, 2005, p. 196. 51. Jacques Derrida, Anne Dufourmantelle convida Jacques Derrida a falar da hospitalidade, op. cit., p. 53.
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leyes, Derrida52 la llamó hospitalidad. Sin embargo, sólo desde el abandono de este binarismo es posible pensar la hospitalidad incondicional. Ella se vuelve posible debido a su imposibilidad. Dicho directamente: es a través del ininterrumpido y diseminador decir de la ley de la hospitalidad incondicional –de su práctica imperfecta, de su deseo de siempre desear, de una economía de la violencia– como germinará una mayor apertura y sensibilidad hacia las leyes de la hospitalidad. Es por el más allá de lo jurídico y más allá de lo político que tantea la promesa de la democracia por venir. El porvenir de la democracia por venir. Para finalizar este capítulo, vuelvo a insistir en la cuestión de la economía con uno de los conceptos centrales del pensamiento de Derrida. El concepto de economía atraviesa el pensamiento del autor desde el inicio de su carrera. No solamente en el sentido político-monetario del término, que el autor explicita en obras como Espectros de Marx y Políticas de la amistad –respecto a lo que esta dimensión reverbera de forma concreta en la vida de las personas–, sino también como concepto que, en definitiva, contra-asigna el pensamiento de una de sus principales influencias: Emmanuel Lévinas,53 pensador que no propone una ética prescriptiva, pero sí una ética de la ética más allá de toda prescriptibilidad.54 En el ensayo “Violencia y metafísica”,55 además de demostrar algunas aproximaciones al pensamiento levinasiano con Scheler y Hegel –supuestamente contrarios al pensamiento anti-totalizante que el filósofo lituano siempre afirmó proponer–, Derrida critica también la posibilidad del encuentro puro de la otredad, de 52. Ibid., p. 41. 53. Derrida tiene otros refrendos al pensamiento de Lévinas, en lo que concierne a aspectos como la feminidad, la natureza de la animalidad, temas que no tendré espacio para explorar en esta ocasión. 54. Jacques Derrida, A escritura e a diferença, São Paulo, Perspectiva, 2009, p. 158. 55. Ibid., pp. 140-141.
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abrigar al otro que siempre seguirá siendo otro, del trauma transformado en recepción absoluta, en el pensamiento de Lévinas. Si solamente el discurso es capaz de producir el encuentro ético –el deseo metafísico de justicia– y no el contacto cognitivo, ¿cómo pensar este discurso fuera del juego liberado del tiempo y, aún más, libre de sí mismo, sin producir, originalmente, violencia?56 Cito a Derrida: No hay guerra sino después de la apertura del discurso, y la guerra sólo se extingue con el fin del discurso. La paz, como silencio, es la vocación extraña de un lenguaje llamado para fuera de sí por sí mismo. Pero como el silencio finito también es un elemento de violencia, el lenguaje no puede nunca sino tender indefinidamente hacia la justicia, reconociendo la guerra en sí. Violencia contra violencia. Economía de la violencia. Economía que no puede reducirse a lo que Lévinas entiende por la palabra. Si la luz es el elemento de violencia, hace falta combatir la luz con otra luz para evitar la peor violencia, la del silencio y de la noche que precede o reprime el discurso. Esa vigilancia es una violencia escogida como violencia menor por una filosofía que toma la historia, es decir, la finitud, en serio.57
En este sentido, el pensamiento de Derrida sustenta que estamos inmersos en un universo de ineludible violencia. De algún modo, el otro estará siempre contaminado por la visión del mismo. Estamos siempre inscritos en una “economía de la violencia” en donde ambos son excluyentes siendo excluidos. Ninguna posición puede ser autónoma o absoluta, pero fundamentalmente vinculada a otras posiciones que viola y por la cual es violada. Así, la lucha por la justicia no puede ser una lucha por la paz, sino apenas para lo que 56. Ibid., pp. 165-166. 57. Ibid., pp. 166-167.
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se puede llamar “violencia menor”. Derrida utiliza de manera breve este término en su ensayo citado, pero en esta ocasión es necesario desarrollarlo de forma quirúrgica. El punto de partida de nuestro argumento es que todas las decisiones tomadas en nombre de la justicia son hechas con el propósito de lo que es considerado la menor violencia. Si siempre hay una economía de la violencia, las decisiones que envuelven la justicia no pueden traducirse en una cuestión de escoger lo que es la no violencia. Esto no significa que las decisiones tomadas con el propósito de la menor violencia sean, en realidad, menos violentas que la violencia a la cual se oponen. Por el contrario, aun los actos más horribles son justificados con base en lo que es considerado la menor violencia. El punto angustiante está en que todas las decisiones de la justicia podrían estar envueltas en la lógica de la violencia. El deseo de menor violencia nunca es inocente: se trata de un deseo de violencia, de una u otra forma, y no puede haber garantía de que él está sirviendo al propósito de promover lo mejor.58 La utopía de la idea de hospitalidad incondicional –que permite pensar lo político y lo jurídico– escandaliza a los políticos atorados en las “propuestas de conciliación que no entendemos”. Presupone el desapego de antiguas certezas; el desapego de la binariedad59 –un desafío de la subjetividad–, sin presuponer un mesianismo. Quizás una cierta “mesianicidad sin mesianismo”; una “fe sin dogma”, como nos ayuda a pensar Derrida.60 La idea de paz que subyace a la percepción de hospitalidad incondicional rebasa o excede las posibilidades de la política; supera
58. Martin Hägglund, “The Necessity of Discrimination Disjoining Derrida and Lévinas”, en Diacritics, vol. 34, núm. 1, 2004, pp. 40, 47 y 71. 59. Jacques Derrida, Khôra, Campinas, Papirus, 1995, pp. 9-10. 60. “Mesianicidad sin mesianismo. Ésa sería la apertura al futuro o a la llegada del otro como advenimiento de justicia, pero sin horizonte de expectativa ni
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la perspectiva meramente política. Es decir, implica una pré-ética o ética más allá de lo político, que se transforma en “giro paradójico a través del cual la fenomenología puede ‘jugar’”.61 Para Ricardo Timm de Souza, intentar refundar la ética a partir de ideas políticas momentáneas, a pesar de estar bien estructuradas y bien organizadas filosóficamente, no pasa de postergar la propia cuestión de la justicia, que está en el punto de las relaciones entre humanos, rebasando la dimensión de los dilemas sociopolíticos porque se da antes que ellos. Está en lo original de la subjetividad y desemboca en el campo político. Pues “política es la capacidad de concebir una estructura ética de convivencia que permita a cada ser relacionarse lo más saludablemente posible con cada uno de los otros seres”.62 Para finalizar, la política sería aquí el cuestionamiento incesante de los presupuestos de una democracia impuesta. A esto lo llamó Derrida “democracia por venir”, es decir, la necesaria e ininterrumpida deconstrucción de las bases de lo político y lo jurídico para ser aquello que se permite y ansía como una perfectibilidad ininterrumpida de la democracia de hoy y no como su negación o negación de las instituciones. Por último, la “democracia por venir” no retrata una democracia que está en la inminencia de existir o que se concibe como algún día susceptible de existir.63 Sin embargo, no se puede tratar la concepción derridiana de “democracia por venir” como un pesimismo exagerado o un proceso
prefiguración profética”, Jacques Derrida, Adeus a Emmanuel Lévinas, op cit., p. 29. 61. Ibid., p. 81. 62. Ricardo Timm de Souza, Justiça em seus termos. Dignidade humana, dignidade do mundo, Río de Janeiro, Lumen Juris, 2010, p. 72; cursivas en el original. 63. “La “democracia por venir” no significa una democracia futura que un día será “presente”. La democracia nunca existirá en el presente; ella no es presentable y tampoco es una idea regulatoria en el sentido kantiano. Pero existe lo imposible, cuya promesa de democracia inscribe “una promesa que corre y que siem-
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anacrónico de pensamiento político, pero sí como una alerta de la responsabilidad sin fin que ha de mantener encendida la llama de la différance, en la necesaria y urgente revolución de lo político y de una nueva concepción de lo internacional, de permitir la temporización –entre lo pre-dado y el ahora vivido– en las democracias constituidas por la política, en su sentido original, ya que “la democracia por venir no es un concepto político en términos de filosofía política tradicional”.64 Percibir la democracia como un por venir es asumir la prosecución sin fin de intentar decir lo indecible, asumir la herencia de una promesa. Es un pensamiento instaurado en desdoblarse. En lo que sobra dicho. Es el necesario “tal vez” que actúa frente a cualquier preludio en dirección al pensamiento de la justicia. Históricamente, nunca se puede verificar una democracia que atenta contra los requisitos de los que su ideal supone. Para Derrida: La desviación entre el hecho y la esencia ideal no aparece solamente en las formas dichas primitivas del gobierno, de teocracia y de dictadura militar [...] Pero ese fracaso y esa desviación caracterizan también a priori y por definición, todas las democracias, inclusive las más antiguas y las más estables de las democracias llamadas occidentales. Es el caso del concepto mismo de democracia, como concepto de una promesa que no puede surgir sino en tal diastema (desvío, fracaso, inadecuación, disyunción, desajuste, estar “out of joint”). Es por eso que siempre proponemos que se hable de democracia por venir y no de democracia futura, en el futuro presente, no incluso de
pre debe correr el riesgo de convertirse en amenaza [...] un concepto heredado de democracia es el único que acoja bien la posibilidad de ser impugnado, de impugnarse a sí mismo, de ser criticado y perfeccionado indefinidamente”, Jacques Derrida, Anne Dufourmantelle convida Jacques Derrida a falar da hospitalidade, op cit., p. 130. 64. Fernanda Bernardo, “Entrevista para o jornal O Globo”, op. cit.
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una idea regulativa, en el sentido kantiano, o de una utopía [...] La idea, en caso de que aún sea una idea, de la democracia por venir [...] es la apertura de esta desviación entre una promesa infinita (siempre insustentable, cuando menos, porque exige el respeto infinito por la singularidad y la alteridad infinita del otro, así como por la igualdad contable, calculable y subjetal entre las singularidades anónimas) y las formas determinadas, necesarias, pero necesariamente inadecuadas, de lo que se debe medir con esa promesa.64
El aprecio del modelo de democracia actual no es aquí demonizado pero sí cuestionado. Se reitera la necesidad de construir las vías para hacer cumplir la efectividad de las garantías fundamentales aplastadas por la democracia moderna. Debemos confiar en las instituciones democráticas. Jaques Derrida afirma eso con insistencia cuando se refiere a que una crítica de la ideología procedimental-institucional no significa jamás ignorarla.65 CONCLUSIÓN
Toda la argumentación expuesta no tiene la intención de arrasar con el procedimentalismo ni con la democracia liberal presente en la mayoría de los países de Occidente. La crítica reconoce su relevancia, pero denuncia su insuficiencia. La democracia por venir y la ley de la hospitalidad, en sentido derridiano, reivindican el retorno al fundamento de la democracia y se dan cuenta de que la democracia sólo existe como voluntad de democracia, así como el asumir una locura por aquello que me interroga en un espacio más allá del espacio democrático. Por un retorno a las bases pre-institucionales, pre-políticas y pre-jurídicas. 64. Jacques Derrida, Espectros de Marx. O Estado da dívida, o trabalho do luto e a nova Internacional, op. cit., 65. Jacques Derrida, Força de lei. O fundamento místico da autoridade, São Paulo, Martins Fontes, 2007, p. 24.
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Puede parecer una reivindicación de lo imposible, ¡y Derrida deja claro que lo es! Imposible no en el sentido de una consagración procedimental universal o de alguna propuesta de purismo ético relacional. Sin embargo, es a través del perpetuo e inacabado desarrollo de una hospitalidad sin dogmas, sin ley, sin requerir de otro ni siquiera su nombre –una relación desprocedimentalizada, desformalizada–, así será posible la ampliación de los niveles de reconocimiento de la singularidad en el ámbito procedimental y formal. En otras palabras: la ampliación del sentimiento de cosmopolitismo es insuficiente por la vía de los tratados internacionales, de las constituciones, de la tolerancia entre los pueblos o de espacios de habla consensual. El reconocimiento de la ley sin ley podría derramar las leyes. Dejar su rastro. Su sombra. Puede ensombrecer su voluntad de sistema y la voluntad de libertad solitaria y contractual que el liberalismo tolerante nos heredó. Tal asombro sólo es posible en un espacio mínimo de democracia. Sólo hay deconstrucción en donde hay democracia. Sólo hay espacio para el cuestionamiento incondicional y la reivindicación por el porvenir de democracia perfecta en la imperfección de las democracias de aquí y ahora.
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BIOPOLÍTICA Y NECROPOLÍTICA EN AMÉRICA
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INMIGRACIÓN Y NACIONALIDAD EN LA REPÚBLICA DOMINICANA: MEDIOS DE SOBERANÍA PARA FINES BIOPOLÍTICOS1 TOBIAS SCHWARZ Universität zu Köln
Son dominicanas y dominicanos […] las personas nacidas en territorio nacional, con excepción […] de extranjeros que se hallen en tránsito o residan ilegalmente en territorio dominicano.2
En 2004, una modificación aparentemente menor a la Ley Migratoria dominicana mostró el poder de las clasificaciones jurídicas oficiales. El grupo de trabajadores extranjeros que la Ley Migratoria llama tradicionalmente jornaleros temporeros fue redefinido como transeúntes. Antes de que la Ley fuera modificada, cualquier persona nacida en la República Dominicana, como en todas las Américas, era considerada miembro de la nación. Así, esta modificación fue de enorme relevancia para la definición de nacionalidad en la Constitución de la República Dominicana, ya que excluyó a los descendientes de braceros del colectivo de dominicanos. El siguiente texto alude tanto a las precondiciones como a las consecuencias de este proceso de clasificación controlada desde el Estado y las interpreta como una técnica de biopoder. Mirar la estatalidad moderna desde esta perspectiva ha sido de gran y creciente 1. Ensayo traducido del inglés por Bernardo Bolaños Guerra. 2. Constitución Política de la República Dominicana, artículo 18, 26 de enero de 2010, en Gaceta Oficial, núm. 10 561, disponible en: (visitado el 27 de marzo de 2013).
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interés en Latinoamérica en los años recientes. La mayoría de estos estudios se centran en la transformación del racismo durante el siglo xix y su integración en proyectos nacionales.3 La aplicación de la teoría de Foucault a otros campos y especialmente a desarrollos contemporáneos en Latinoamérica es menos común. El presente artículo, por lo tanto, contribuye a ampliar el alcance del enfoque de Foucault. Argumentaré que anatomopolítica y biopolítica, dos conceptos acuñados por Foucault, deben ser entendidos como elementos complementarios del poder moderno del Estado. Para explicar lo anterior, primero resumiré brevemente ambos conceptos y esbozaré la mejor
3. Véase, por ejemplo, Eduardo Restrepo, “Biopolítica y alteridad: dilemas de la etnización de las colombias negras”, en Eduardo Restrepo y Axel Rojas Martínez (eds.), Conflicto e (in)visibilidad: retos en los estudios de la gente negra en Colombia, Popayán, Universidad del Cauca (Colección Políticas de la Alteridad), 2004, pp. 269-298; Santiago Castro-Gómez, “Siglo xviii: el nacimiento de la biopoítica”, en Tabula Rasa, núm. 12, 2010, pp. 31-45; Santiago Castro-Gómez, “¿Disciplinar o poblar? La intelectualidad colombiana frente a la biopolítica (1904-1934)”, en Nómadas, vol. 26, 2007, pp. 44-55, disponible en: (visitado el 7 de julio de 2012); Santiago Castro-Gómez y Eduardo Restrepo (eds.), Genealogías de la colombianidad: formaciones discursivas y tecnologías de gobierno en los siglos xix y xx, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana/Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar, 2008; Eduardo Mendieta, “‘Hacer vivir y dejar morir’: Foucault y la genealogía del racismo”, en Tabula Rasa, núm. 6, 2007, pp. 138-152; Osvaldo Blanco S., “Biopolítica, espacio y estadística”, en Ciencia Política, núm. 7, 2009, pp. 26-49; Vanessa Lemm y Miguel Vatter, “Introduction to Dossier Biopolitics and Philosophy”, en Revista de Ciencia Política, vol. 29, núm. 1, 2009, pp. 127-132; Sandra Caponi y Selvino J. Assmann, “A biopolítica e a medicalização da vida”, en Interthesis, vol. 9, núm. 2, 2012, pp. i-vi. Al menos, la importancia de la atención al racismo institucionalizado está indicada por el hecho de que las primeras ediciones en español de la serie de conferencias “Hay que defender la sociedad” (Michel Foucault, Hay que defender la sociedad, Madrid, Akal, 2003) fueron publicadas en 1992 en España y en 1996 en Argentina con el título “Genealogía del racismo” (Michel Foucault, Genealogía del racismo: de la guerra de las razas al racismo de Estado, Madrid, La Piqueta [Genealogía del Poder, 21], 1992; Genealogía del racismo, La Plata, Altamira, 1996); en especial la segunda es todavía usada con frecuencia allí.
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manera de distinguir entre sí las dos dimensiones del poder y cómo ambas están conectadas.4 Más adelante presentaré un ejemplo de esta conexión esencial a través de un vistazo a las políticas de naturalización en la República Dominicana, donde tecnologías soberanas fueron aplicadas y operan a la luz del biopoder al final del siglo xx. DE LA ANATOMOPOLÍTICA A LA BIOPOLÍTICA EN LA HISTORIA DE LOS REGÍMENES MIGRATORIOS LATINOAMERICANOS
LA PERSPECTIVA DE FOUCAULT ACERCA DEL PODER SOBERANO Y DEL BIOPODER
Foucault desarrolló la distinción entre dos diferentes cualidades del Estado moderno que nos permiten ubicar conjuntos de técnicas de poder: las anatomopolíticas y las biopolíticas. Él vio las primeras como implicaciones de la gobernanza soberana clásica y las segundas relacionadas con el concepto emergente de biopoder.5 El primer conjunto de tecnologías o métodos de poder se caracteriza por tratar de controlar y disciplinar individuos. Ante todo, la anatomopolítica manipula el comportamiento individual y forja cuerpos individuales. Los hace visibles, busca su separación o su alineamiento en relación con objetos u otros individuos. El comportamiento individual es exa-
4. Este texto aplica conceptos de Foucault: no se desarrollan más a fondo ni se adaptan a diferentes tradiciones teóricas como Giorgio Agamben, Homo sacer: il potere sovrano e la nuda vita, Turín, Einaudi (Einaudi Contemporánea, 38), 1995; Roberto Esposito, Bíos: Biopolítica e filosofía, Turín, Einaudi (Biblioteca Einaudi, 197), 2004; o Antonio Negri y Michel Hardt, Empire, Cambridge, Harvard University Press, 2000. 5. Foucault empezó este proyecto a principios de los años setenta (La volonté de savoir, París, Gallimard [Histoire de la Sexualité, 1], 1976) y se ocupó de él en una conferencia en el Collège de France el 17 de marzo de 1976 (“Il faut défendre la société”: Cours au Collège de France [1976], París, Gallimard/Seuil, 1997).
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minado, disciplinado, monitoreado, registrado; de ahí que la vigilancia y otros métodos de control sean elaborados y racionalizados. Dictar la pena de muerte es probablemente la capacidad más crucial del soberano, pero Foucault da unos cuantos ejemplos de otras instituciones “típicas” que hacen efectivo su poder y las llama “instituciones de disciplina: escuelas, cuarteles, fábricas, hospitales”.6 Según Foucault, el segundo grupo de tecnologías, las biopolíticas, surgió a finales del siglo xviii. A diferencia del poder disciplinario, este nuevo tipo de poder no se dirige a los cuerpos individuales, sino al “cuerpo” colectivo de poblaciones humanas. Éste considera a los agregados de individuos como especies que pueden crecer o disminuir, fortalecerse o debilitarse. El biopolítico se ocupa, por lo tanto, del ambiente, medio o hábitat de las especies, así como de indicadores de “salud” pública como índices de natalidad y mortalidad. Así, las nuevas tecnologías del biopoder pueden ser aplicadas contra los ambientes “malsanos” como pantanos o espacios urbanos densamente poblados, y usan estadísticas para vigilar a la población contando y registrando amplios segmentos o incluso la totalidad de la población. Ellas buscan tratar aberraciones en el “cuerpo” colectivo de la población, como el envejecimiento o enfermedades contagiosas, y prevenir accidentes u otras lesiones de la fuerza de trabajo. Más aún, el biopoder desarrolla un sentido de (in)seguridad y provee de higiene pública, seguro popular y esquemas de ahorro individual. Así, y a diferencia en particular del poder soberano, el biopoder se vuelve hacia el futuro en la medida en que establece una escala de tiempo mucho mayor. La frase de Foucault citada con frecuencia: “si el viejo derecho de soberanía consistía en hacer morir o dejar vivir, el nuevo derecho será el de hacer vivir o dejar morir”7 es probablemen6. Michel Foucault, Genealogía del racismo, op. cit., p. 202. 7. Ibid., p. 194.
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te engañosa, porque puede hacer creer que describe conceptos consecutivos e incluso opuestos.8 Su argumento, sin embargo, no es el del remplazo, sino el del surgimiento de una nueva lógica de poder que, a partir de finales del siglo xviii, llega a ser cada vez más importante y finalmente hegemónica en la historia europea, pero que existe junto con el “antiguo” poder soberano. En su conferencia hace hincapié en no pensar en sustituir, sino en completar el viejo derecho de soberanía: “El nuevo derecho no cancelará al primero, pero lo penetrará, lo atravesará, lo modificará”.9 De este modo, el surgimiento del biopoder no significa que disciplinar y castigar dejen de ser formas importantes de ejecutar el poder. Desde mi punto de vista, ambos conceptos pueden pensarse juntos de manera provechosa como elementos complementarios del poder del Estado moderno. Foucault usa el ejemplo de la sexualidad para mostrar que ambas dimensiones del poder están conectadas.10 Controlar la sexualidad es disciplinar al individuo: excluir el comportamiento desviado y perseguir al ofensor, hacer que los individuos vigilen sus deseos. Pero, al mismo tiempo, la sexualidad “anormal” no es sólo una disfunción individual, sino que llegó a ser vista como un problema para la población como un todo, porque carece de resultados reproductivos o, en otro sentido, “sanos”. Este último es claramente un punto de vista biopolítico. La prohibición de la masturbación ilustra este aspecto, en la medida en que el onanismo
8. En La volonté de savoir, el nuevo poder parecía aún más una sustitución del anterior: “On pourrait dire qu’au vieux droit de faire mourir ou de laisser vivre s’est substitué un pouvoir de faire vivre ou de rejeter dans la mort”, La volonté de savoir, op. cit., p. 181. Este error podría estar confirmado por la frase del título de su conferencia “Del poder de soberanía al poder sobre la vida” en la traducción al español (Genealogía del racismo, op. cit.). 9. Michel Foucault, Genealogía del racismo, op. cit., p. 194. 10. Ibid., p. 203.
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llega a ser percibido no sólo como un síntoma individual de alguna enfermedad, sino como algo que estropea al individuo y, por ello, produce una descendencia inadecuada, en detrimento de la sociedad en su conjunto.11 Aunque el control de la sexualidad constituye quizás el ejemplo más visible de la conexión entre soberanía y biopoder, paso ahora a ocuparme de las políticas de inmigración como la instancia más pertinente para el tema que nos ocupa. CÓMO LA POLÍTICA MIGRATORIA CONJUGA ANATOMOPOLÍTICA Y BIOPOLÍTICA
Las políticas migratorias de los Estados modernos –esto es, el modo como las instituciones estatales pretenden controlar el movimiento a través de sus fronteras nacionales– están relacionadas tanto con la soberanía como con el biopoder. En esta sección, mostraré que en la historia de Latinoamérica este vínculo no es aleatorio, sino sistemático. EL CONTROL MIGRATORIO COMO ANATOMOPOLÍTICA
A primera vista, el control fronterizo parece estrictamente equivalente a soberanía. Un elemento crucial de la definición de la soberanía del Estado moderno es el poder del soberano sobre sus propios súbditos y no sobre los de otros dominios. Así, los gobernantes soberanos tienen el derecho de demarcar sus propios territorios, lo que fue confirmado extensamente entre los Estados europeos por primera vez en los tratados de Westfalia de 1648. El establecimiento de puntos de cruce de fronteras y su equipamiento con oficiales del Estado, la introducción de pasaportes y visas, la criminalización del contrabando (no sólo de personas) o la imple-
11. Michel Foucault, La volonté de savoir, op. cit.
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mentación de otras sanciones, el establecimiento de vallas contra el cruce fronterizo (como en la frontera México-Estados Unidos); todas éstas y muchas otras saltan a la vista hoy como medidas para mantener la soberanía territorial. La otra cara de la admisión o, mejor, de la autoridad soberana de negar acceso al territorio es la expulsión. El poder de forzar a los individuos a dejar el país es usado como sanción penal –y, por lo tanto, aplicación del establecimiento simbólico de la disciplina– y en forma de entrada en vigor de disposiciones de no admisión.12 Foucault llama deliberadamente expulsión a una variante del poder soberano que alcanza “la muerte política”.13 Adicionalmente, atrocidades modernas como el trabajo esclavo o forzado están relacionadas con el poder soberano. Mientras Foucault apunta al surgimiento del trabajo en las fábricas para ilustrar lo que entiende por disciplina, las plantaciones americanas (de azúcar, algodón, tabaco, entre otros) vienen rápidamente a la mente como excelente ejemplo de régimen panóptico de trabajo.14 Otro mecanismo, más común, de acceso estatal directo a los cuerpos individuales consiste en ofrecer a todos y cada uno de los individuos un documento personalizado de identificación. No olvidemos que en muchos casos históricos, cédulas de identidad –o sus predecesores– fueron introducidos originalmente
12. Acerca de la evolución del control migratorio, véase Andreas Fahrmeir et al. (eds.), Migration Control in the North Atlantic World: The Evolution of State Practices in Europe and the United States from the French Revolution to the InterWar Period, Nueva York, Berghahn Books, 2003. 13. Michel Foucault, Genealogía del racismo, op. cit., p. 200. 14. Un trabajo general acerca de la disciplina y la plantación es Terrence W. Epperson, “Race and the Disciplines of the Plantation”, en Historical Archaeology, vol. 24, núm. 4, 1990, pp. 29-36; como un análisis empírico de los arreglos espaciales en las plantaciones, véase Lisa B. Randle, “Applying the Panopticon Model to Historic Plantation Landscapes through Viewshed Analysis”, en Historical Geography, núm. 39, 2011, pp. 105-127.
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para trabajadores de otros países y residentes extranjeros, y sólo después para la población en su conjunto.15 En América Latina, el modo de restringir la inmigración que conocemos desde la perspectiva actual comenzó a tomar forma luego de una fase de intervención estatal mínima durante las luchas de independencia a principios del siglo xix. El movimiento de independencia se vanaglorió de denunciar las anteriores restricciones, principalmente económicas, contra extranjeros durante el Imperio español, las llamó opresivas y, por lo tanto, las abolió por completo en unas de las primeras leyes republicanas. En un decreto de 1823, Simón Bolívar criticó severamente el “bárbaro sistema que había adoptado el gobierno opresor, primero exterminando a la raza de indígenas, y después impidiendo la entrada á todas las naciones del mundo”.16 La entrada incondicional de extranjeros fue proclamada por primera vez en las Provincias Unidas del Río de la Plata tan temprano como 1812, cuando el gobierno independiente ofreció “su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”.17 Otro ejemplo precoz es Perú, donde el general San Martín declaró en 1821:“Los extranjeros residentes en el país tienen los mismos derechos que los ciudadanos”.18 Pero 15. Véase por ejemplo las Arbeiterlegitimationskarten prusianas de principios del siglo xx (Klaus J. Bade, “Preußengänger und Abwehrpolitik. Ausländerbeschäftigung, Ausländerpolitik und Ausländerkontrolle auf dem Arbeitsmarkt in Preußen vor dem ersten Weltkrieg”, en Archiv für Sozialgeschichte, núm. 24, 1984, pp. 91162); acerca del desarrollo de los pasaportes en general, véase John C. Torpey, The Invention of the Passport: Surveillance, Citizenship and the State, Cambridge, Cambridge University Press (Cambridge Studies in Law and Society), 2000. 16. Citado por Guillermo Tell Villegas-Pulido, Los extranjeros en Venezuela: Su no admisión-su expulsión, Caracas, Litografía y Tipografía El Comercio, 1919, p. 15 (cursivas del original). 17. El 4 de septiembre, día en que se declaró dicha “protección”, constituye en la actualidad el Día del Inmigrante en Argentina. 18. “Decreto del 17 de octubre de 1821 declarando que los extranjeros residentes en el país tienen los mismos derechos y obligaciones que los peruanos”, 1821.
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poco después de establecer libre movimiento de personas a través de las fronteras, las nuevas autoridades se dieron cuenta de que “puertas abiertas” –un conocido eslogan en Argentina hasta el día de hoy– podía resultar problemático dado que en algunos casos ciertos individuos, por ejemplo espías extranjeros o aquellos políticamente alineados con poderes extranjeros, serían indeseables. Se creía que tales extranjeros pertenecían más a sus comunidades de origen que al país donde residían. De hecho, el Estado restableció rápidamente una capacidad directamente derivada y constitutiva del poder soberano. De esta manera, en la recién establecida entrada libre de extranjeros esta restricción comenzó a aparecer muy pronto en las legislaciones nacionales: en los años treinta del siglo xix. Un decreto en Perú, en 1832, por ejemplo, prohibió la entrada de “extranjeros viciosos y corrompidos”.19 En Venezuela, una temprana Ley sobre Inmigración estaba dirigida a aquellos “perjudiciales al país”, sin definir en ese momento lo que constituía un individuo perjudicial.20 La frase de la Constitución Mexicana actual: “los extranjeros no podrán de ninguna manera inmiscuirse en los asuntos políticos del país”21 es un enunciado prototípico de esas normas excluyentes,22 y muchas constituciones todavía contienen una cláusu19. “Decreto 29 de marzo de 1832 prohibiendo el ingreso al Perú de extranjeros viciosos y corrompidos”. 20. Ley de 12 de mayo de 1840 reformando la de 19 de mayo de 1837 sobre Inmigración de Extranjeros, artículo 6º, en Recopilación de leyes y decretos de Venezuela, t. i, Caracas, reimpr. 1982. 21. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 5 de febrero de 1917, artículo 33, disponible en: (visitado el 22 de marzo de 2013). 22. El antecedente de la frase citada es el artículo 9° de la Constitución Mexicana de 1857: “solamente los ciudadanos de la República pueden hacerlo [asociarse o reunirse] para tomar parte en los asuntos políticos del país”, Constitución Política de la República Mexicana, 12 de febrero de 1857, disponible en: (visitado el 22 de marzo de 2013).
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la que permite al gobierno expulsar a ciertos extranjeros “indeseables”.23 Las exclusiones son vistas como un ejercicio justo del poder estatal contra extranjeros, de las cuales la expulsión de españoles en los años veinte del siglo xix es el ejemplo más importante.24 Otro caso relevante es el surgimiento temprano de discusiones acerca de quién debe ser elegible para ser naturalizado. Como esto nos aleja de la inmigración en estricto sentido, no profundizaré al respecto, excepto por la mención de un ejemplo. A inicios del siglo xix, Centroamérica vivió debates feroces acerca de si un extranjero podía y debía ejercer el sufragio pasivo.25 Esta controversia acerca de cómo delimitar el demos, al pueblo como unidad política, concierne directamente la soberanía estatal, el controvertido tema que nos ocupa. COLONIZACIONES COMO BIOPOLÍTICA
Un muy diferente arreglo respecto a la inmigración es la política de colonización de los Estados americanos durante la segunda mi23. Al instalar este poder discrecional en sus constituciones durante la última década del siglo, muchos países mostraron el gran valor que atribuyen al poder soberano del Estado –es decir, en estos casos: el Ejecutivo– para regular la admisión y expulsión de extranjeros (véase en la constitución de Nicaragua de 1893 el artículo 17; en la de Venezuela, 1893, artículo 78; de Honduras, 1894, artículo 17; de México, 1917, artículo 33). 24. Aunque se trataba de una intervención masiva de las autoridades contra un grupo específico de la población –más de 12 000 españoles se vieron afectados por las leyes de expulsión entre 1827 y 1829 (Harold D. Sims, The Expulsion of Mexico’s Spaniards, 1821-1936, University of Pittsburgh Press, 1990, pp. 37-130)– interpreto esto más como una cuestión de disciplina que como una empresa biopolítica, ya que las expulsiones estaban destinadas a entregar el poder de los recursos “nacionales” (como la minería, el comercio, etcétera) a los propietarios y las instituciones mexicanas. Por lo tanto, esta política de expulsión trató de “proteger” al país de la influencia de un poder extranjero. Ciertamente no se preocupaba por fortalecer el país, como sería el caso desde el punto de biopolítico. 25. Jordana Dym, “Citizen of Which Republic? Foreigners and the Construction of National Citizenship in Central America, 1823-1845: The Americas”, en The Americas, vol. 64, núm. 4, 2008, pp. 477-511.
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tad del siglo xix. En teoría, ésta puede ser más fácilmente asociada con el biopoder porque su objetivo no era controlar individuos, sino constituir a la población como un todo. Las elites de América Latina vieron a la inmigración como una necesidad para fundar a sus naciones. La muy conocida frase de mediados del siglo: “poblar es gobernar”, del argentino Juan Bautista Alberdi (1852), expresa la creencia de que sólo con un crecimiento masivo de la población el vasto territorio podría ser poblado, puesto al alcance de instituciones estatales y explotado para el beneficio de una economía nacional emergente. Este pensamiento estaba muy extendido entre las elites latinoamericanas, como muestran las políticas de colonización a lo largo del subcontinente.26 Asentamientos sistemáticos de colonizadores muy trabajadores, sanos y, en la mayoría de los casos, Blancos,27 debían hacer que la población nacional creciera y que ayudara a penetrar el territorio nacional con “civilización” para hacer un mejor uso de éste. En las políticas de colonización destinadas a modelar la población, los inmigrantes que obtuvieron admisión al territorio ya no fueron vistos como extranjeros. Recibieron membresía nacional fácil y automáticamente, fueron vistos como nacionales al momento mismo en que llegaron al territorio nacional. Sin embargo, en muchos casos este tipo de política de inmigración era muy selectiva, de hecho excluyente de grupos indeseables de inmigrantes, dada la
26. Desde luego, muchos de ellos fracasaron y sólo Argentina y Brasil llegaron a ser casos conocidos de intentos tempranos exitosos de colonizar el país; véase Jorge Durand y Douglas S. Massey, “Nuevo orden mundial: continuidades y cambios en la migración latinoamericana”, en Katharine M. Donato et al. (eds.), Salvando fronteras: migración internacional en América Latina y el Caribe, México, Porrúa, 2010, p. 21. 27. Blanco y Negro son clasificaciones sociales, no descripciones del color “objetivo” de la piel. Para subrayar el carácter temporal específico de categorizaciones raciales, se utilizan mayúsculas en este capítulo.
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obsesión a través de las Américas (y en Europa) por el mejoramiento de la composición de la población nacional alrededor de 1900. La selección llegó a ser vista como legítima por completo, incluso necesaria, porque, siguiendo el pensamiento racista moderno, una mezcla de inmigrantes no suficientemente “civilizados” hubiera hecho que la nación “degenerara”.28 El objetivo excluyente de la política, por lo tanto, era “proteger” a la sociedad del bien conocido y apasionadamente discutido peligro que los grupos “equivocados” de inmigrantes supuestamente representaban para la sociedad. Esto se observa, por ejemplo, en un comentario en Brasil, en 1907, en el que se discute la “expulsão de extrangeiros do territorio nacional”: “O Estado é um organismo; real ou analoga á dos outros organismos, a vida organica do Estado apresenta os mesmos phenomenos que a dos organismos vivos. Estes repellem a ingestão de substancia nocivas e expellem as que não podem assimilar”.29 Este jurista, de acuerdo con las creencias de su tiempo, entendía al Estado como una entidad que vive y crece, como un organismo con una homeostasis que podía ser alterada por patógenos. Las influencias nocivas para la sociedad, entendida como un organismo, deben ser apartadas o eliminadas. Esto resulta de la lógica detrás de equiparar “el Estado” o “la sociedad” con “el cuerpo” de un pueblo y su subsecuente reificación como un organismo.
28. Charles A. Hale, “Political and Social Ideas in Latin America, 1870-1930”, en Leslie Bethell (ed.), The Cambridge History of Latin America, volume 4, c. 1870 to 1930, 1986, pp. 367-442; Peter Wade, “Race in Latin America”, en Deborah A. Poole (ed.), A Companion to Latin American Anthropology, Malden, Blackwell (Blackwell Companions to Anthropology, 6), 2008, p. 180. 29. Francisco José de Lacerda e Almeida, O decreto N. 1 641 de 7 de janeiro de 1907 sobre expulsão de extrangeiros do territorio nacional, ligeiramente commentado e precedido de alguns capitulos doutrinarios sobre o fundamento juridico e applicação practica do direito de expulsão e com referencias aos autores nacionaes e á jurisprudencia patria, Río de Janeiro, 1907, p. 9.
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Esta biologización del “pueblo” hace que cualquier “influencia dañina” parezca peligrosa para la existencia futura de la nación. El político venezolano Villegas-Pulido expresa con vivacidad esta conexión entre asentamientos de inmigrantes y el fomento de una nación poderosa cuando en 1919 escribió: “Una corriente de inmigración que no traiga consigo hábitos de orden y de trabajo, costumbres honestas, prácticas moralizadoras, puede envenenar las fuentes de la prosperidad de un país, retardando o haciendo retroceder su civilización”.30 Esa política selectiva buscaba remodelar sustancialmente la población mediante la asimilación de una gran cantidad de recién llegados. Una combinación biopolítica de la asimilación legal rápidamente implementada en términos de política de colonización y el autoproclamado deber del Estado de “modelar” y “proteger” a la población intensificó en las políticas nacionales, hacia finales del siglo xix, la justificación de seleccionar inmigrantes antes de que ingresaran al territorio porque éstos eran vistos “automáticamente” como futuros ciudadanos. De acuerdo con ello, en el curso de unas cuantas décadas después de la fundación de los Estados nacionales independientes, la política de inmigración llegó a biopolitizarse. Al concluir el siglo xix, excluir grupos no-Blancos de la inmigración fue la pauta de las prácticas estatales a todo lo largo de las Américas.31 Desde
30. Guillermo Tell Villegas-Pulido, op. cit., p. 22. 31. La famosa excepción a este aumento de la biopolítica es Argentina, donde ya en 1853 la constitución contenía la aprobación selectiva sólo de la inmigración europea (Constitución Nacional Argentina, artículo 25, 1 de mayo de 1853, disponible en: [visitado el 22 de marzo de 2013]). Una visión general de las normas anti-inmigrantes racializadas está en Tobias Schwarz, “Políticas de inmigración en América Latina: el extranjero indeseable en las normas nacionales, de la Independencia hasta los años de 1930”, en Procesos: Revista Ecuatoriana de Historia, núm. 36, 2013, pp. 39-72.
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luego, el encuadre de un “pueblo” nacional de manera biopolítica no solamente se realiza en las políticas de inmigración. Las limitaciones al matrimonio interracial y todas las formas de eugenesia estatal deben ser incluidas en ese rubro.32 Sin embargo, es claro que las reglas selectivas para la inmigración son un elemento significativo y estratégico de la biopolítica. LA COMBINACIÓN DE AMBOS POLOS DE PODER EN EL DERECHO MIGRATORIO
En los casos descritos, el Estado clasifica a los inmigrantes según su “valor” para el bienestar nacional. Son etiquetados mediante procedimientos burocráticos; por ejemplo, “trabajadores calificados”, “inversionistas”, “trabajadores temporales”, “refugiados”, “inelegibles”, etcétera. Si es convincente que esta clasificación es una técnica de biopoder –dado que aplica no a un individuo y disciplinariamente, sino como perspectiva administrativa y estadística sobre amplios segmentos de la población–, estos procedimientos también están considerablemente conectados a la disciplina y vigilancia. Su efectividad descansa en retenes, documentos e infraestructura de aplicación de la ley. La Ley sobre Migración venezolana ofrece un ejemplo vívido de esta combinación. Allí, la lista de exclusiones legales a la admisión de los “perjudiciales al país” que había sido escasamente precisada a mediados del siglo fue, con el cambio de siglo, extendida mediante definiciones racializadas de los indeseables. La formulación muestra que la biopolítica en realidad regresa a las técnicas disciplinarias. En 1891, la Ley sobre Inmigración introduce, explícitamente, una exclusión de determinadas “nacionalidades” en el artículo 3°, que establece que “no se contratarán 32. Véase el trabajo exhaustivo de Nancy L. Stepan, The Hour of Eugenics: Race, Gender, and Nation in Latin America, Ithaca, Cornell University Press, 1996.
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ni aceptarán como inmigrados los individuos de nacionalidad asiática y de las antillas inglesas y holandesas”; tres años después, el mismo artículo se refiere a “individuos de las antillas”.33 Con esas dos leyes del fin del siglo se prohíbe la entrada de inmigrantes de países con una población grande de ex esclavos y sus descendientes –el grupo más despreciado según el pensamiento racista de este periodo. Las enmiendas consecutivas, las Leyes de Inmigración y Colonización de 1912 y 1918, excluyen a “los individuos que no sean de raza europea” y a “los individuos que no sean de raza europea o insulares de raza amarilla del hemisferio Norte”, respectivamente.34 Este cambio semántico también refleja la culminación conceptual de la racialización introducida en el régimen de la inmigración.35 Esta exclusión racializada es simplemente añadida a las exclusiones de “individuos perniciosos” tal como los “de malas costumbres, los vagos, los que no tengan profesión honesta” y los criminales comunes,36 heredada de anteriores normas sobre no admisión ya discutidas. Esta mezcla de exclusiones anatomopolíticas y biopolíticas dentro de la legislación migratoria en la historia de Venezuela no es excepcional comparada con otros países latinoamericanos. Sirve, en cambio, como ilustración de una tendencia general a través de
33. Ley sobre Inmigración, artículo 3º, 9 de junio de 1891, en Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela, t. xv, Caracas, 1891. Ley de Inmigración, artículo 3º, 26 de agosto de 1894, en Recopilación de leyes y decretos de Venezuela, t. xvii, Caracas, 1896. 34. Ley de Inmigración y Colonización, artículo 9º, 8 de julio de 1912, en Gaceta Oficial, núm. 11 678, 31 de julio de 1912; Ley de Inmigración y Colonización, artículo 9º, 26 de junio de 1918, en Recopilación de leyes y decretos de Venezuela, t. xli, Caracas, 1821. 35. No antes de 1966, raza dejó de ser criterio explícito de exclusión en Venezuela (Ley de Inmigración y Colonización, 11 de julio de 1966, en Gaceta Oficial, núm. 1 032 [extraordinario], 18 de julio de 1966). 36. Ley de Inmigración y Colonización, artículo 9º, 8 de julio de 1912, op. cit.
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América Latina. Los orígenes más tempranos de las restricciones a la inmigración libre hacia países de América Latina durante la primera mitad del siglo xix derivan de la soberanía “clásica”. Ésta copia la autoridad del antiguo régimen, dando al nuevo soberano (el Estado nación) básicamente los mismos poderes ilimitados para excluir a todos los individuos indeseables de entrar y permanecer en el territorio. Pero incluso este primer periodo no sería adecuadamente teorizado como anatomopolítica. La biopolítica era ya parte constitutiva de la hechura de la política pública. Estoy de acuerdo con Ávila Fuenmayor, quien señala que “en pleno inicio del siglo xxi, no existe Estado alguno que en sus planes gubernamentales no contemple los aspectos relativos a la biopolítica; es decir, un conjunto de procesos que son propios de la vida”.37 De su establecimiento como Estados nacionales en adelante, los países latinoamericanos se suscribieron a políticas de colonización. Sostengo que un argumento similar puede hacerse respecto al inicio del siglo xx. Las políticas de inmigración selectiva no solamente se concentraron en “individuos peligrosos”, sino en influencias “perniciosas” para el bienestar de la población, a veces concebida como un gran organismo. Así, en cuanto a sus políticas de inmigración, todos estos Estados estaban considerando medios biopolíticos de modelar sus poblaciones. Este argumento deriva de descripciones de algunos historiadores sobre casos empíricos de políticas migratorias.38 En el punto en el que el biopoder llegó a ser dominante,
37. Francisco Ávila Fuenmayor y Claudia Ávila Montaño, “El concepto de biopolítica en Michel Foucault”, en A Parte Rei: Revista de Filosofía, núm. 69, 2010, p. 3. 38. Sobre Argentina véase, por ejemplo, Luciana Vaccotti, “Biopolíticas de la inmigración y derechos humanos de los inmigrantes en Argentina”, en Fronteras: Revista del Departamento de Trabajo Social, 2ª. época, núm. 6, 2010; sobre Colombia, Álvaro Villegas Vélez, “¡A poblar! Representaciones sobre los salvajes, colonos, inmigrantes y territorios periféricos en Colombia, 1904-1940”, en Revista Historia y Espacio, núm. 30, 2008, pp. 169-192; sobre México, Tomás Pérez
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aproximadamente durante las últimas dos décadas del siglo xix, ambas dimensiones del poder estatal apenas podían ser distinguidas empíricamente. Para aclarar esto: aunque las tecnologías de poder continuaron siendo disciplinarias, operaron dentro de un marco de referencia alterado. Así, ocurrió una integración completa de la anatomopolítica y de la biopolítica dentro de la política de inmigración. Para “proteger” a la población de influencias “perniciosas”, el Estado despliega control fronterizo (al menos el concepto de control fronterizo, pues si funciona de hecho –y cómo– es otro asunto) tanto como mecanismos individuales de identificación, selección y coerción. El Estado puede usar estas técnicas de control y disciplina de los individuos y hacer que cada cuerpo sea productivo; ambos son aplicados con el fin de modelar a la población entera. Incluso cuando tales medidas parecen ser “disciplina”, son de hecho biopolítica –al menos en lo que respecta a la política de inmigración latinoamericana de mediados del siglo xix en adelante, cuando los colonos para naciones “civilizadas”, “fuertes” y “blancas” eran una prioridad absoluta. Ahora paso al caso de las políticas de inmigración en la República Dominicana, demostrando la convergencia crucial del control a la inmigración y del diseño de la composición de la nación.
Vejo, “La extranjería en la construcción nacional mexicana”, en Pablo Yankelevich (ed.), Nación y extranjería: La exclusión racial en las políticas migratorias de Argentina, Brasil, Cuba y México, México, Universidad Nacional Autónoma de México (unam), 2009, pp. 147-186; acerca de Chile, Karin A. Rosemblatt, “Sexuality and Biopower in Chile and Latin America”, en Diane E. Davis (ed.), Political Power and Social Theory, Emerald Group Publishing Limited, 2002, pp. 229-262, en especial la p. 232. A finales del siglo xix, esto aplica a Brasil también, Maria L. Tucci Carneiro, “Inmigración en Brasil: racismo y racistas”, en Pablo Yankelevich (ed.), Nación y extranjería, op. cit.
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BIOPOLÍTICA EN LA POLÍTICA DOMINICANA DE INCLUSIÓN NACIONAL
LA INSTALACIÓN DE UN RÉGIMEN DISCIPLINARIO: EXCLUSIÓN FLEXIBLE DE MIGRANTES TRABAJADORES
La inmigración tuvo gran importancia económica en la historia de la República Dominicana. A partir de la segunda mitad del siglo xix, cortadores de caña (braceros) fueron reclutados en las islas vecinas para trabajar en las plantaciones dominicanas de azúcar. Después de la primera Guerra Mundial, la industria azucarera dominicana comenzó a crecer significativamente y la contratación de mano de obra extranjera aumentó de forma paralela. Durante este periodo, el régimen migratorio actual comenzó a tomar forma. Trabajadores inmigrantes en la República Dominicana vinieron primero del Caribe anglófono, pero pronto fueron remplazados por haitianos. La ocupación estadounidense de la isla de La Española (República Dominicana entre 1916 y 1924, Haití de 1914 a 1934) no sólo facilitó el intercambio transfronterizo de mano de obra, también hizo que los trabajadores haitianos fueran más fáciles de obtener y más baratos que migrantes de otras islas. En ese tiempo, en República Dominicana existía un régimen de inmigración legal que diferenciaba entre colonos Blancos deseables y colonos Negros no deseados. Inspirada, desde luego, por las perspectivas biopolíticas de la época, la Ley de Migración de 1912 ya distinguía explícitamente entre clases racializadas de inmigrantes. Como muchas otras legislaciones similares en el siglo xix en América Latina, esta breve Ley establecía en su primer artículo: “El territorio de la República está abierto a la inmigración de todas las personas civilizadas y de buena salud”.39 39. Ley de Migración, artículo 1º, 7 de mayo de 1912, en Gaceta Oficial, núm. 2 295, 11 de mayo de 1912.
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FIGURA 1 Artículo 3° de la Ley de Migración de 1912.40
Ésta le indica al gobierno crear “agencias de inmigración” y contratar a “inmigrantes de organismo bien equilibrado y de buena salud, que sean agricultores” para que se asienten y desarrollen el campo.41 Pero este mandato de apertura era calificado por una cláusula de exclusión racial que se refiere no sólo a quienes desean “inmigrar al país” –lo que significa: aquellos que desean establecerse–, sino que menciona explícitamente a “los braceros”, excluyendo a aquellos “de otra raza que no sea la caucasiana” (véase Figura 1).42 Se trata sin duda de la intención de restringir la admisión de inmigrantes no-Blancos de cualquier ocupación. Sin embargo, para ambos grupos –braceros y agricultores– era legalmente posible obtener un “previo permiso”, aunque el Ejecutivo tenía el derecho de rechazar a cualquier solicitante si no estaba “convencido de la utilidad general del inmigrante”.43 Esto daba a la administración la última palabra y el derecho de rechazar la admisión aduciendo su inutilidad.
40. Fuente: Ley de Migración, artículo 3º, 7 de mayo de 1912, op. cit. 41. Ibid., artículo 4º. 42. Ibid., artículo 3º. 43. Idem.
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FIGURA 2 Resolución del 20 de mayo de 1913, autorizando la introducción de braceros.44
44. Fuente: Gaceta Oficial, núm. 2 405, 4 de junio de 1913.
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De acuerdo con lo anterior, los propietarios de las plantaciones pedían en bloque los “previos permisos” requeridos, solicitando cada año cientos e incluso miles de braceros para la cosecha de la caña de azúcar en sus dominios, por ejemplo “procedentes de las Antillas vecinas” (como en el ejemplo mostrado en la Figura 2). El gobierno publicaba el permiso como autorización individual para la respectiva compañía en la Gaceta Oficial. El gobierno militar de Estados Unidos aprobó esta práctica excluyente pero flexible. No interfirió con demandas económicas a pesar de que, en unos cuantos años (de la década de los veinte en adelante), el crecimiento económico requirió un flujo creciente de trabajo barato y los inmigrantes de los países vecinos fueron clasificados como “no caucásicos”. En cambio, dicho gobierno ordenó que “la inmigración de braceros de cualquier raza que no sea la caucásica” debía ser operada “por los puertos habilitados y puntos de la frontera que se prescriban por la Secretaría de Estado de Agricultura é Inmigración”, esto es, bajo control directo de la institución estatal competente.45 Cuando Rafael Leónidas Trujillo llegó al poder en 1930, ya pudo echar mano de este régimen legal dirigiéndose antes que nada a un grupo racializado de trabajadores migrantes; diferenció a los no-Blancos de los “caucásicos” y los sometió a un trato particular. Durante los 30 años de la dictadura de Trujillo, su política fue de “blanqueamiento” simbólico de la población dominicana y de antihaitianismo institucionalizado.46 Sin duda, la aversión dominicana al Estado haitiano se remonta a la época de la Colonia española, a la Revolución haitiana de 1804 y a la subsecuente ocupación 45. Orden Ejecutiva núm. 372, artículo 1º, 16 de diciembre de 1919, en Gaceta Oficial, núm. 3 076, 24 de diciembre de 1919. 46. Eugenio D. Matibag, Haitian-Dominican Counterpoint: Nation, State, and Race on Hispaniola, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2003; David Howard, Coloring the Nation: Race and Ethnicity in the Dominican Republic, Oxford, Signal, 2001.
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FIGURA 3 Detalle del artículo 1º de la Ley de Inmigración Dominicana de 1932.47
de la parte este de la isla La Española. En realidad la República Dominicana consiguió su independencia en 1844 no respecto al poder colonial, sino a la ocupación del ejército haitiano. “El hecho de que tuvieran que liberarse de un excolonia y no de un poder colonial ha marcado el nacionalismo dominicano desde entonces”.48 Bajo Trujillo, sin embargo, el antihaitianismo llegó a ser política oficial estatal. Basada en la extendida hostilidad hacia Haití heredada del siglo xix, la propaganda de Trujillo enfatizó la idea de superioridad “racial” de los dominicanos. Reinterpretó la duradera enemistad política entre las elites dirigentes como una diferencia 47. Fuente: Ley núm, 279, artículo 1º, 19 de enero de 1932, en Gaceta Oficial, núm. 4 435, 3 de febrero de 1932. 48. Michiel Baud, “‘Constitutionally White’: The Forging of a National Identity in the Dominican Republic”, en Gert J. Oostindie y Harry Hoetink (eds.), Ethnicity in the Caribbean: Essays in Honor of Harry Hoetink, Londres, Macmillan Caribbean (Warwick University Caribbean Studies), 1996, p. 126.
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racial, “como al pretender que los haitianos y dominicanos no sólo pertenecen a naciones diferentes, sino también a razas completamente distintas”.49 Como posición oficial del gobierno, esto quedó reflejado en el sistema educativo, los medios y las leyes antihaitianas. La práctica del vudú y otras tradiciones de origen africano, llamadas “no hispánicas” o explícitamente “haitianas”, fueron prohibidas.50 Al mismo tiempo, el gobierno conjuró el peligro de una nueva invasión haitiana, sólo que esta vez la supuesta inmigración a gran escala desde Haití fue representada como una lenta infiltración en la sociedad dominicana. En 1937, por órdenes de Trujillo, milicias dominicanas y el ejército mataron a miles de haitianos, dominicanos de origen haitiano y miembros de familias mixtas que vivían en la región dominicana de la frontera. El objetivo de esta masacre era mostrar al Estado como suficientemente poderoso para proteger a la nación contra la “amenaza” haitiana.51 Tras la propaganda de Trujillo, tenía que ser adoptada una legislación apropiada para “proteger” a la nación, incluyendo una política de inmigración selectiva. Esto llevó a objetivos opuestos: braceros haitianos debían ser decididamente excluidos, mientras que al mismo tiempo debían permanecer fácilmente disponibles para los dueños de las plantaciones como peones baratos. Para lograrlo, el gobierno de Trujillo continuó el trato diferenciado a los grupos
49. Ernesto Sagás, Race and Politics in the Dominican Republic, Gainesville, University Press of Florida, 2000, p. 51. 50. Ibid., p. 63. 51. Véase Howard, op. cit., p. 29. Estimaciones de los asesinados en las masacres de 1937 varían entre 1 000 y 35 000 (Bernardo Vega, Trujillo y Haití: volumen I [1930-1937], Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1988, p. 386). Los cálculos más recientes de Vega ponen en 6 000 asesinatos la cifra más exacta, pues aparentemente más de los que se había creído pudieron escapar a Haití a través de la frontera (véase Bridget Wooding y Richard Moseley-Williams, Inmigrantes haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana en la República Dominicana, Santo Domingo, 2004, p. 20).
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racialmente definidos, establecido por los gobiernos anteriores.52 Ya la Ley de Inmigración de 1932 introdujo diferentes tarifas de admisión y residencia a ser pagadas por los aspirantes a inmigrantes: baratas para los Blancos, muy caras para los no-Blancos. Para “los individuos de raza mongólica y los naturales del continente Africano, que no sean de raza caucásica”,53 la norma exigía tasas absurdamente altas de 300 y 100 dólares (la moneda oficial bajo la administración estadounidense) para la entrada y la residencia permanente, respectivamente (véase Figura 3). Los que no eran de las “razas” mencionadas recibían los permisos a tasas moderadas de seis dólares. Este trato discriminatorio a los no-Blancos fue mantenido en las reformas de 193454 y 193955 con cambios menores. La Ley de 1939 tenía esta misma estructura básica, aunque agregó la distinción entre “inmigrantes” y “no inmigrantes” (véase Figura 4). Los braceros reclutados fueron clasificados como “jornaleros temporeros” y definidos como “no inmigrantes”, junto con turistas, estudiantes y otros migrantes transitorios.56 Los permisos temporales a todos los “no inmigrantes” se obtenían mediante una cuota moderada de cuatro dólares americanos. Los permisos permanentes de residencia para todos los inmigrantes “predominantemente de origen caucásico o de las razas autóctonas de América”57 eran ofrecidos también baratos, a seis dólares, pero para los permi-
52. Esta “discriminación organizada” se describe en Lauro Capdevila, “Una discriminación organizada: las leyes de inmigración dominicana y la cuestión haitiana en el siglo xx”, en Tebeto: Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura (anexo 5), 2004, pp. 438-454. 53. Ley núm. 279, artículo 1, 19 de enero de 1932, op. cit. 54. Ley núm. 739 de Inmigración, 14 de agosto de 1934, en Gaceta Oficial, núm. 4 710, 18 de agosto de 1934. 55. Ley núm. 95 de Inmigración, 21 de marzo de 1939, en Gaceta Oficial, núm. 5 299, 17 de abril de 1939. 56. Ibid., artículo 3º, véase Figura 4. 57. Ibid., artículo 9º.
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sos a otras “razas”, incluidos refugiados judíos de Europa, la cuota era de 500 dólares. Por lo tanto, estas tres leyes de inmigración de la administración de Trujillo no prohibieron pro forma la inmigración permanente de trabajadores Negros. En realidad la hicieron imposible de facto, porque un obrero, un pequeño comerciante o un artesano nunca podrían permitirse el lujo de pagar varios cientos de dólares. A la vez, cualquier trabajador inmigrante reclutado por las compañías de las plantaciones tenía que pagar sólo una pequeña cantidad, independientemente de la categoría racial bajo la que se le subsumiera. Más aún, de 1939 en adelante, braceros extranjeros fueron clasificados genéricamente como “no inmigrantes”. La mención al color de la piel ya no fue necesaria para excluirlos persistentemente de la residencia permanente. Con esta estrategia restrictiva pero flexible, la inmigración Negra fue presentada como indeseable pero continuó en la forma de contratación en gran escala de trabajadores temporales en las plantaciones dominicanas (principalmente de azúcar). Dada la creciente importancia de la industria del azúcar durante el gobierno de Trujillo, se firmó con Haití una serie de tratados bilaterales. Estos convenios regularon la entrada de haitianos por periodos predefinidos, usualmente durante el periodo de la zafra. Complementados por los artículos correspondientes de la Ley de Inmigración, ataron estrechamente la permanencia de los braceros a su contrato con el dueño de la plantación (más tarde, con la compañía estatal). Un contrato de trabajo típico, como después fue estipulado en el “Acuerdo sobre la contratación en Haití y la entrada en la República Dominicana de jornaleros temporeros haitianos”,58 declaró, por ejemplo, que el contratante debía “repatriar” al “jornalero” si éste “está incapacitado 58. “Acuerdo sobre la contratación en Haití y la entrada en la República Dominicana de jornaleros temporeros haitianos”, en Gaceta Oficial, núm. 7 391, 23 de febrero
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FIGURA 4 Detalle del artículo 3º de la Ley de Inmigración dominicana de 1939.59
para el trabajo” o “abandona el establecimiento de trabajo” (véase Figura 5). Los trabajadores contratados fueron alojados en viviendas muy simples, llamadas bateyes, directamente en la tierra de las plantaciones y en las inmediaciones de los campos de caña de azúcar y lejos de cualquier infraestructura dominicana.60 En este tiempo, el control estatal directo de la importación de mano de obra fue finalmente transformado en una política oficial de deportaciones colectivas. A partir de la década de 1990, el gobierno dominicano recurrió a las deportaciones masivas de trabajadores migrantes irregulares a Haití. Tras las críticas internacionales por las de 1952, disponible en: (visitado el 27 de marzo de 2013). 59. Fuente: Ley núm. 95 de Inmigración, artículo 3º, 21 de marzo de 1939, op. cit. 60. Frank Moya Pons, El batey: estudio socioeconómico de los bateyes del Consejo Estatal del Azúcar, Santo Domingo, Fondo para el Avance de las Ciencias Sociales, 1986.
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FIGURA 5 Detalle de un contrato de trabajo típico de un bracero.61
violaciones a los derechos humanos durante la cosecha de azúcar, el presidente Balaguer decretó en 1991 la “repatriación” de cada extranjero que trabajara en la industria del azúcar menor de 16 y mayor de 60 años de edad (véase Figura 6),e los cuales eran menos esenciales para la industria del azúcar.62 Esta “repatriación” dio como resultado un éxodo calculado en 35 000 personas, un estimado de 8 000 deportados y el resto de ellos saliendo con miedo a la deportación.63 Justo después del reporte de la Comisión Interamericana de 1999, el gobierno deportó nuevamente entre 10 000 y 20 000 personas para contrarrestar el criticado maltrato a los trabajadores migrantes haitianos.64 En 1999, los gobiernos haitiano y dominicano 61. “Acuerdo sobre la contratación en Haití y la entrada en la República Dominicana de jornaleros temporeros haitianos”, op. cit. 62. “Decreto núm. 233-1991 de Joaquín Balaguer, presidente de la República Dominicana”, 13 de junio de 1991, disponible en: (visitado el 27 de marzo de 2013). 63. Comisión Interamericana de Derechos Humanos (cidh), Informe sobre la situación de los derechos humanos en la República Dominicana, Organización de los Estados Americanos (oea) /Ser.l, v, ii.104, 1999, p. 332. 64. Otras expulsiones colectivas masivas han sido reportadas en 1996 y 1997 (Human Rights Watch [hrw], “Illegal people”: Haitians And Dominico-Haitians In The Dominican Republic, Human Rights Watch Reports, vol. 14, 2001, pp. 15-17;
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FIGURA 6 Extracto del Decreto núm. 233-1991 del presidente dominicano Balaguer.65
firmaron un “Protocolo de Entendimiento” sobre el procedimiento de “repatriación”66 que prohibía la separación de padres e hijos, la confiscación de los bienes personales de los deportados o la destrucción de sus documentos de identidad por parte de las autoridades deportadoras, sugiriendo que todas éstas eran prácticas más o menos frecuentes.67 Hoy, la policía y/o el ejército dominicanos proceden a deportar en menor escala. No ha sido registrada ninguna deportación masiva en la década del 2000, pero el número de personas deportadas a Haití en expulsiones menos notorias de individuos y grupos es considerable: de 13 000 a casi 30 000 por año entre 1998
International Human Rights Law Clinic [ihrlc], Umwelcome Guests: A Study of Expulsions of Haitians And Dominicans of Haitian Descent from the Dominican Republic to Haiti, Berkeley, 2002, pp. 5-7). 65. Fuente: “Decreto núm. 233-1991 de Joaquín Balaguer, presidente de la República Dominicana”, op. cit. 66. “Protocolo de entendimiento sobre las mecanismos de repatriación entre la República Dominicana y la República de Haití suscrito el 2 de diciembre de 1999”, disponible en: (visitado el 27 de marzo de 2013). 67. Human Rights Watch (hrw), op. cit., p. 18.
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y 2008.68 La policía posee puestos de control en áreas urbanas para arrestar a los supuestos haitianos sin permiso de residencia legal y los transporta a un cruce de la frontera. Esta práctica se ha incrementado luego del terremoto en Haití de enero de 2010. Es difícil de establecer la cantidad exacta de braceros traídos durante el siglo xx. Estimaciones calculan varios miles cada año, número sustancial dado que alrededor de 1920 el total era de menos de un millón de habitantes en el lado este de la isla.69 Como ejemplo está el ya mencionado convenio firmado entre Trujillo y el gobierno haitiano en 1952, que trajo 16 500 trabajadores.70 No hay una estadística exacta del número de inmigrantes haitianos que entraron bajo la categoría migratoria de “jornaleros temporeros” y siguen viviendo actualmente en la República Dominicana porque el registro oficial de las autoridades migratorias es inadecuado.71 De acuerdo con los datos oficiales, en 2012 había más de 450 000 inmigrantes de Haití viviendo en la República Dominicana, y se estimaban 200 000 más nacidos como hijos de aquéllos en suelo dominicano.72
68. Human Rights Watch (hrw), op. cit., p. 17; Groupe d’Appui aux Refugies et Repatries (garr), Rapport annuel sur la situation des droits humains des haïtiens/nes dans la migration et a la frontiere haïtiano-dominicaine en 2008, Puerto Príncipe, 2009, p. 28. 69. Frank Moya Pons, “Evolución de la población dominicana, 1500-2010”, en Frank Moya Pons (ed.), Historia de la República Dominicana, Madrid, csic (Historia de las Antillas, 2), 2010, p. 46. 70. James Ferguson, Migration in the Caribbean: Haiti, the Dominican Republic and Beyond, Minority Rights Group, 2003. 71. Idem; José del Castillo, “La migración haitiana en la República Dominicana: nuevas dimensiones de un viejo problema”, en Revista Dominicana de Política Exterior, vol. 1, núm. 1, 2005, p. 19. 72. Según los datos del censo de población de 2012, 458 233 de quienes viven en la República Dominicana nacieron en Haití; 209 912 personas adicionales nacieron en la República Dominicana y son los descendientes directos de ellos; Oficina Nacional de Estadística (one), Primera encuesta nacional de inmigrantes
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Como un resumen preliminar, me gustaría enfatizar que las tecnologías de poder estatales descritas hasta ahora son principalmente anatomopolíticas. Durante la mayor parte del siglo xx, los inmigrantes haitianos en la República Dominicana fueron gobernados mediante disciplina: fueron individualmente seleccionados para ser productivos, geográficamente alineados y su comportamiento monitoreado, estuvieron sujetos a control directo por parte de los propietarios de las plantaciones y la policía, e incluso pudieron ser deportados cuando las autoridades lo consideraban oportuno. La segregación espacial y simbólica de los trabajadores haitianos respecto a la sociedad dominicana, así como la denegación de una residencia legal al clasificarlos como “temporales”, aseguró que no acumularan derechos ni interfirieran al presentar demandas económicas. Fueron sometidos a los poderes soberanos de los Estados haitiano y dominicano, los cuales estaban ansiosos por mantenerlos impotentes y ejercer poder directamente sobre sus cuerpos. CONSECUENCIAS DEL RÉGIMEN DISCIPLINARIO EN NUESTROS DÍAS: LA RESTRICCIÓN A LA ADQUISICIÓN DE LA NACIONALIDAD
En las Américas, pertenecer a un Estado nación deriva tradicionalmente del nacimiento de un individuo en el suelo del territorio nacional. Desde mediados del siglo xix, este ius soli (“derecho del suelo”, del latín solum) era un principio constitucional para la adquisición de la nacionalidad en casi todos los países independientes de las Américas (siendo Haití la excepción destacada). En la Constitución de 1865, la República Dominicana estipuló por primera vez en una cláusula categórica y no calificada: “Son dominicanos […] todos los que hayan nacido o nacieren en el territorio de la en la República Dominicana (eni), Santo Domingo, 2012, pp. 62 y 73. El censo no da información sobre dominicanos de ascendencia haitiana de la tercera generación y no desglosa el estatus legal de estas personas.
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República, sea cual fuere la nacionalidad de sus padres”.73 Este ius soli permaneció sin restricciones hasta junio de 1929, cuando fue reformado mediante la calificación “con excepción de los hijos legítimos de los extranjeros que estén de tránsito en ella”.74 Sólo las personas en tránsito –y diplomáticos, omitidos porque este grupo era y sigue siendo estadísticamente insignificante–75 fueron excluidas. En concreto, esto significaba que un niño nacido de padres que estaban cruzando el país no sería automáticamente beneficiario de la nacionalidad dominicana. Este grupo ya había surgido en la definición de “no residentes” de la Ley Migratoria de 1939: “Personas que transiten a través del territorio”.76 En 2004, sin embargo, la nueva Ley de Inmigración dominicana reformó el mismo párrafo con las palabras: “Los No Residentes son considerados personas en tránsito, para los fines de la aplicación del Artículo 11 de la Constitución de la República”.77 Esta reforma a una simple ley que definía a todos los tipos de inmigrantes “no residentes” como “personas en tránsito” de facto cambió el significado del ius soli en la ley fundamental dominicana. De 2004 en adelante, sólo aquellos que vivían dentro de la República Dominicana con un permiso de residencia legal –definidos por la Ley de Inmigración como “residentes”– podían tener hijos dominicanos. Todos aquellos clasificados como “trabajadores temporeros” por la Ley de Inmigración –incluso si habían
73. Constitución Política de la República Dominicana, artículo 5º, núm. 1, 14 de noviembre de 1865, disponible en: (visitado el 27 de marzo de 2013). 74. Constitución Política de la República Dominicana, artículo 8º, núm. 2, 20 de junio de 1929, en Gaceta Oficial, núm. 4 108, 25 de junio de 1929. 75. La cláusula “residentes en la República en representación diplomática” nunca fue causa de debate público en la República Dominicana y por ello no es discutida aquí. 76. Ley núm. 95 de Inmigración, artículo 3º, núm 2, 21 de marzo de 1939, op. cit. 77. Ley núm. 285-04 General de Migración, artículo 36, núm. 10, 15 de agosto de 2004, en Gaceta Oficial, núm. 10 291, 27 de agosto de 2004.
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vivido y trabajado dentro de la República Dominicana por años– fueron a partir de entonces considerados como meros “transeúntes”. Si tenían hijos en suelo nacional, estos niños ya no se beneficiarían del principio del ius soli. De hecho, esta manera de fijar quién tendría acceso a la nacionalidad dominicana y quién no era ya visible en la práctica administrativa durante la década de 1980. Inicialmente, en pocos casos y luego de manera creciente, la administración se negaba a expedir certificados de nacimiento a petición de los padres. Como en todo sistema de ius soli, el certificado de nacimiento es la prueba más importante de nacionalidad.78 En la mayoría de los casos, los hijos de los braceros no nacían en hospitales, sino en los bateyes, y los padres, por lo tanto, tenían que obtener sus certificados de nacimiento de manera retroactiva. Para hacerlo, acudían a la oficina responsable de la autoridad registral –en la República Dominicana la Junta Central Electoral (jce)– y ofrecían pruebas de que su hijo había nacido dentro del país. Siempre y cuando el registro de los recién nacidos hijos de migrantes haitianos no estuviera en disputa, éste no era un trámite difícil. Ni probar la identidad de los padres, ni ofrecer evidencia del estatus legal era particularmente complicado. Por el contrario, la administración solía aceptar las fichas de los trabajadores mencionadas como documento de identidad. A partir de los años ochenta del siglo xx, sin embargo, algunas ramas de la jce comenzaron a solicitar otras pruebas de identidad tales como pasaporte haitiano válido o permisos de residencia dominicanos para poder registrar a un recién nacido.79 Los solicitantes generalmente no tenían y, de hecho, no podían tener tales documentos, ya que habían sido excluidos de un permiso de 78. Bridget Wooding, “Contesting Dominican Discrimination and Statelessness”, en Peace Review, vol. 20, núm. 3, 2008, pp. 368. 79. Open Society Foundations, Dominicans of Haitian Descent and the Compromised Right to Nationality: Report Presented to the Inter-American Commission on Human Rights on the Occasion of its 140th Session, 2010, p. 5.
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residencia al ser “trabajadores temporeros”. En tales casos, los certificados de nacimiento para sus hijos no eran expedidos.80 Quejas de organismos no gubernamentales (ong) indican que este procedimiento de las autoridades alcanzó proporciones alarmantes durante los años noventa.81 No obstante, después se añadió otro elemento: aunque se presentaran los documentos de identidad de los padres, el registro de los recién nacidos era negado. Las razones seguían precisamente las operaciones lógicas ya descritas: los inmigrantes haitianos son considerados “personas en tránsito” y por lo tanto no pueden legar nacionalidad a sus hijos. De acuerdo con las ong, las autoridades pedían documentos de identidad dominicanos desde el inicio cuando los solicitantes tenían apellidos haitianos, hablaban con acento créole o sus ropas y color de piel les parecían “haitianos” a los oficiales,82 según los resultados cuantitativos de una muestra llevada a cabo en 2011 entre solicitantes rechazados.83 A pesar de que el número exacto de tales casos es desconocido, todos los descendientes de inmigrantes haitianos podrían potencialmente ser afectados por esta aplicación. Esta práctica burocrática discriminatoria que excluyó a un cierto grupo de la población de la membresía nacional fue declarada legal post-facto en la reforma a la Ley de Inmigración de 2004. Esta modificación implícita de la Constitución dominicana fue desafiada por un grupo de ong que firmó una queja en la que cuestionaban la validez de la nueva Ley de Inmigración. La Suprema Corte de Justicia juzgó en diciembre de 2005 que todos los artículos objetados
80. Idem. 81. Movimiento de Mujeres-Dominico-Haitianas, El nombre y la nacionalidad como simbología de la existencia, Santo Domingo, 2000; Human Rights Watch (hrw), op. cit., pp. 22-26; Bridget Wooding y Richard Moseley-Williams, op. cit., p. 83. 82. Bridget Wooding, op. cit., p. 369. 83. Centro Bonó, Boletín Observatorio Derechos Humanos, núm. 9, abril-julio de 2011, p. 6, disponible en: (visitado el 17 de marzo de 2013).
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de la Ley estaban de acuerdo con la Constitución. En la resolución, rechazó las acusaciones de trato discriminatorio.84 A raíz de esta decisión, el acceso a la documentación personal se hizo también más restringido para los adultos. Contra la acusación de cambios retroactivos ilícitos, la Suprema Corte declaró que el gobierno estaba simplemente reforzando una interpretación de la cláusula constitucional de nacionalidad válida desde su reforma en 1929, cuando las “personas en tránsito” fueron excluidas. Sólo a través de esta argumentación era posible afirmar que la Ley de 2004 no había alterado la Constitución. Poco después de esta decisión de la Suprema Corte de 2005, los oficiales del registro empezaron a negar documentación individual incluso a ciudadanos adultos con supuesto origen haitiano. Si éstos necesitaban una nueva cédula de identidad, querían casarse o hacer uso de su derecho al voto, entre otros propósitos, y pedían una copia personal de su certificado de nacimiento al registro civil, los oficiales los cuestionaban acerca del estatus legal de sus padres. La acusación en estos casos era que estas personas podrían haber nacido de padres no residentes –léase padres “en tránsito”– y que por lo tanto no eran ciudadanos legales de la República Dominicana. De 2007 en adelante, el rechazo a expedir documentación era una orden explícita para todas las oficinas administrativas según una circular interna de la Cámara Administrativa de la jce.85 Como justificación para no certificar ninguna prueba oficial de nacionalidad, la Junta aducía que se estaba “verificando” a partir de entonces la integridad del documento original (esto es, el récord de datos en el registro civil y/o cualquier anotación previa) si encontraban cualquier cosa “irregular” en el expediente del solicitante. La circular
84. “Sentencia de la Suprema Corte de Justicia”, en Boletín Judicial, núm. 1 141, 2005, disponible en: (visitado el 27 de marzo de 2013). 85. “Circular núm. 17, Junta Central Electoral”, 29 de marzo de 2007.
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asociaba “irregularidad” con “padres extranjeros que no han probado su residencia y status legal en la República Dominicana”.86 Así, la circular advertía a los oficiales que “examinen minuciosamente las Actas de Nacimientos al expedir copias o cualquier documento relativo al Estado Civil de las personas”.87 Si había “cualquier irregularidad” en cualquier momento del pasado (no especificado), ninguna copia era entregada y el archivo era enviado a la Cámara de la Junta para ser procesado allí.88 Esto significaba que cualquier indicación de que el solicitante pudiera tener abuelos o padres que entraron en la República Dominicana sólo con un permiso temporal llevaría a un examen meticuloso de los archivos y entonces a negar una copia o “cualquier documento relativo al estatus civil”. Al hacer esto, la Junta Central podía efectivamente dejar de expedir cualquier nueva copia de un certificado de nacimiento a cualquier solicitante a través de la “suspensión de expedición” por un tiempo indefinido. Este procedimiento fue respaldado por una resolución de la Junta Central de diciembre de 2007.89 Esto es una aplicación práctica de tecnologías anatomopolíticas para fines biopolíticos. La exclusión de trabajadores migrantes por su estatus migratorio, establecida por la administración pública en un documento expedido y contenida en su archivo, se reinterpreta como si ésta los distinguiera de los dominicanos cuando se refiere a la nacionalidad de sus hijos. Una consecuencia práctica de esta combinación es que cualquier intento de probar su nacionalidad mediante fichas de los padres –el permiso de trabajo que ya expliqué– legitima por su parte esta exclusión legal. Desde la 86. Ibid., núm. 2. 87. Ibid., núm. 1. 88. Ibid., núm. 3. 89. “Resolución núm. 12-2007, Junta Central Electoral”, 10 de diciembre de 2007, disponible en: (visitado el 27 de marzo de 2013).
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perspectiva del Estado, la ficha representa la prueba de que el padre estaba en la República Dominicana con el único propósito de trabajar en una plantación. Siguiendo la lógica estatal, los braceros no podrían “residir” en la República Dominicana, y mucho menos tener hijos dominicanos. Esta exclusión de la pertenencia nacional ha sido perpetuada hasta la actualidad por la negación de nacionalidad a sus hijos y nietos. Para eludir cualquier complicación adicional, en enero de 2010 el parlamento dominicano adoptó una nueva constitución, que finalmente reformó la cláusula misma de nacionalidad. El artículo vigente al respecto señala: “Son dominicanas y dominicanos […] las personas nacidas en territorio nacional, con excepción […] de extranjeros que se hallen en tránsito o residan ilegalmente en territorio dominicano”.90 Las palabras “o que residan ilegalmente en territorio dominicano” expresan que hoy el derecho de nacionalidad por nacimiento sólo puede derivar de la residencia legal de los padres dentro del territorio al momento del nacimiento del niño. Aunque oficialmente revocado en una nueva resolución por la Cámara de la Junta en noviembre de 2011, sigue el trato discriminatorio de “verificar” la integridad de los récords asentados en el registro civil y la subsecuente negación de los documentos de identidad continua.91 A finales de septiembre de 2013, el Tribunal Constitucional dominicano emitió un veredicto que causó furor internacional. En respuesta al recurso de amparo de una hija de padres haitianos, nacida en la República Dominicana en 1984, la sentencia declaró
90. Constitución Política de la República Dominicana, artículo 18 , núm. 3, 26 de enero de 2010, op. cit. 91. Centro Bonó, Boletín Observatorio Derechos Humanos, núm. 11, octubre-diciembre de 2011, p. 2, disponible en: (visitado el 17 de marzo de 2013).
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constitucional privarla del acceso a la documentación personal. Sobre la base de que sus padres fueron “no inmigrantes”, el Tribunal Constitucional no sólo decidió considerarla como una extranjera, sino ordenó también que la administración revisara todas las inscripciones hechas por el registro civil dominicano desde 1929 con el fin de suspender todos y cada uno de los nacimientos registrados ahí “ilegalmente” como dominicanos. En consecuencia, se les privará de la nacionalidad dominicana, concedida a ellos indebidamente, según el Tribunal. Ahora avalada por la máxima autoridad judicial, esta desnaturalización de hecho puede afectar a todos los descendientes de haitianos que fueron reclutados como trabajadores; es de suponer que se trata de casi la totalidad de los 200 000 dominicanos con padres haitianos. Ello aplica incluso si sus padres o abuelos nacieron en la República Dominicana y siempre se tuvieron a sí mismos por dominicanos. CONCLUSIÓN: DE LA EXCLUSIÓN DISCIPLINARIA A LA EXCLUSIÓN BIOPOLÍTICA
Al examinar la historia de la discriminación legal de trabajadores inmigrantes, este ensayo ha mostrado que la política dominicana de pertenencia nacional entrelaza dos dimensiones del poder: la exclusión mediante control y la exclusión mediante biopolítica. Durante el auge de la economía dominicana basada en las plantaciones y bajo el régimen autoritario del gobierno de Trujillo, los trabajadores migrantes fueron contratados a través de la frontera en Haití; sin embargo, las restricciones legales descritas no buscaban originalmente un control biopolítico sobre la población nacional. Esta exclusión anatomopolítica procuraba, de hecho, disciplinar a los trabajadores migrantes y hacerlos productivos y explotables. De manera importante, esto ocurrió también cuando el racismo estatalmente fomentado florecía y el blanqueamiento de la nación era una directriz oficial. 123
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FIGURA 7 Circular núm. 17, Junta Central Electoral92
92. Fuente: “Circular núm. 17, Junta Central Electoral”, 29 de marzo de 2007, op. cit.
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Así, la exclusión simbólica de los inmigrantes no-Blancos era una alta prioridad para los oficiales estatales. Probablemente, los braceros haitianos fueron rechazados y no considerados parte de la sociedad dominicana por muchas personas comunes, pero su aislamiento en términos espaciales y sociales tenía un fin concreto: forzarlos en un sistema de control directo de la soberanía (es decir, por la policía y los militares) que haría más barata la explotación de su mano de obra y que fuera más fácil subordinarlos al régimen de plantación. No obstante, lo que podemos testimoniar hacia fines del siglo es un addendum crucial que altera profundamente las consecuencias de las políticas anteriores. Cuando el régimen panóptico clásico de control sobre las plantaciones perdió mucha de su relevancia en la vida diaria durante los años ochenta del siglo xx, y cuando, en los noventa, las elecciones empezaron a tener una trascendencia cada vez mayor en la sociedad dominicana, la exclusión biopolítica de familias de origen haitiano se hizo mucho más importante en términos de una interpretación nacional excluyente sobre quién debía ser considerado dominicano. La exclusión “tradicional” de los no-Blancos continuó, complementada con una nueva estrategia. Las prácticas concretas de la burocracia estatal recurrían entonces a un instrumento bien conocido de clasificación disciplinaria: el estatuto jurídico de los braceros como “trabajadores temporeros”. La documentación de la identidad personal, introducida conforme a un cálculo soberano de acceso directo a individuos aislados, luego de una o dos generaciones sucesivas, sirve ahora al propósito de diferenciar un segmento completo de la población del “cuerpo” genuino del pueblo dominicano. Dos operaciones lógicas colindan en este proceso. En primer lugar, leyes de inmigración y residencia sólo admiten trabajadores haitianos como “no residentes”. Mientras duró la importación estatalmente impulsada de trabajo barato desde el vecino Haití 125
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(a partir del auge del azúcar en los años veinte hasta el declive de la economía de plantaciones en los ochenta), esta gente fue mantenida en una posición legal disminuida comparada con los inmigrantes permanentes. Así, es posible interpretar la posición legal precaria de los braceros en términos del poder disciplinario de Foucault, que regula el acceso de los individuos al territorio, controla su estancia, les asigna ciertas posiciones y hace útiles a los individuos singulares. La segunda operación transmite la precaria posición legal de los padres y abuelos a su descendencia. Así es posible interpretar el significado de este estatus legal –sin valor en cuanto a la definición de membresía nacional– como un elemento central de la regulación biopolítica de la pertenencia nacional. Así como el biopoder interviene en las tasas de nacimiento y mortalidad de la población o aumenta el nivel de salud pública, la definición de adquisición y “herencia”93 de la nacionalidad afecta directamente la composición del “pueblo”. Al definir quién pertenece o debe pertenecer a la nación, una “regulación de la población”94 a largo plazo tiene lugar. Al mismo tiempo, y precisamente para este fin, técnicas de disciplina –como los certificados de nacimiento o cédulas de identidad, diferentes tasas para los permisos de residencia definidas por el derecho migratorio de principios del siglo xx– se vuelven parte de la biopolítica. Ahora ellas afectan directamente la nacionalidad, en tanto son aplicadas para regular la composición del “pueblo” nacional. El gobierno dominicano está persiguiendo así una política nacional de pertenencia que, respecto al acceso individual a la
93. Ayelet Shachar y Ran Hirschl, “Citizenship as Inherited Property”, en Political Theory, vol. 35, núm. 3, 2007, pp. 253-287. 94. Michel Foucault, “Il faut défendre la société”: Cours au Collège de France (1976), op. cit.
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membresía dentro de un Estado, interpreta y aplica el legado de la discriminación legal de los trabajadores inmigrantes de una forma biopolítica.
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EL CASO DE SOLICITANTES DE ASILO MEXICANOS EN TEXAS: DISLOCACIÓN NECROPOLÍTICA DE LA PERSECUCIÓN Y BIOPOLÍTICA MIGRATORIA1 ARIADNA ESTÉVEZ Universidad Nacional Autónoma de México
Miles de personas han huido de la guerra contra el narcotráfico en México (2006-2012).2 Hay más de 700 000 personas desplazadas a nivel nacional y 230 000 tan sólo en el Valle de Juárez; 150 000 de las cuales se encuentran en Estados Unidos. Cientos de ellos han solicitado asilo pero no han tenido mucha suerte: los tribunales estadounidenses rechazan sus solicitudes sistemáticamente. Este rechazo puede vincularse al uso táctico del dispositivo migratorio en Estados Unidos y otros países receptores de migrantes y refugiados, mismo que ha sido abordado ampliamente en la bibliografía biopolítica del asilo.3 1. La investigación de campo realizada para este artículo fue posible gracias al apoyo de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (amei) a través de su Fondo de Investigación 2012. A ellos mi agradecimiento por su apoyo. 2. El ex presidente Felipe Calderón terminó su mandato en diciembre de 2012. Apenas tomó el cargo el nuevo presidente, Enrique Peña Nieto, dejó claro que iba a tener una estrategia similar contra el tráfico de drogas. Asimismo, entre diciembre de 2012 y los primeros meses de 2013 la violencia se mantuvo en los mismos niveles. A pesar de que estas tendencias indican que es probable que la violencia del narcotráfico continúe con la nueva administración presidencial, el artículo solamente abordará la violencia durante el sexenio calderonista. 3. Jonathan Darling, “Becoming Bare Life: Asylum, Hospitality, and the Politics of Encampment”, en Environment and Planning D: Society and Space, vol. 27, 2009, pp. 649-665; Jenny Edkins y Véronique Pin-Fat, “Through the Wire: Relations of Power and Relations of Violence”, en Millenium: Journal of International Studies, vol. 34, núm. 1, 2005, pp. 1-24; Benjamin Muller, “Globalization, Security, Paradox: Towards a Refugee Biopolitics”, en Canada’s Periodical on Refugees, vol. 22, núm. 1, 2004, p. 57; Patricia Owens, “Reclaiming ‘Bare Life’?: Against Agamben on Refugees”, en International Relations, vol. 23, núm. 4, 2009, pp. 567-582; Imogen
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El objetivo de este artículo es ampliar ese análisis examinando conceptualmente la política de la muerte que genera persecución en México y, por consiguiente, solicitudes de asilo en Estados Unidos, y cómo esta necropolítica se vuelve parte de las relaciones de dominación del discurso de asilo. En particular se propondrán dos tesis relacionadas. Por un lado, que la persecución y el exilio de mexicanos son efectos de la gubernamentalización específica del Estado mexicano –una que incluye el uso compartido, entre autoridades estales y bandas criminales, de técnicas de dominación de la población (aparato de seguridad) para actuar sobre sus acciones por medio de prácticas que producen muerte (necroprácticas tales como el asesinato, la tortura y la persecución)– que usa la guerra contra el narcotráfico como su dispositivo fundamental y la militarización como su estrategia central. La persecución puede considerarse una consecuencia de la necropolítica o el “gobierno privado indirecto”,4 en su expresión mexicana,5 que posteriormente se integra al dispositivo migratorio de la biopolítica estadounidense. Por otro lado, que la necropolítica disloca las bases fundamentales del discurso liberal del derecho y los efectos de verdad que produce, facilitando el uso administrativo de la ley de asilo y su inclusión en el dispositivo migratorio en Estados Unidos. Tomando como ejemplo las solicitudes de asilo en El Paso, Texas,6 el artículo
Tyler, “Designed to Fail: A Biopolitics of British Citizenship”, en Citizenship Studies, vol. 14, núm. 1, 2010, pp. 61-74; Joanna Zylinska, “The Universal Acts. Judith Butler and the Biopolitics of Immigration”, en Cultural Studies, vol. 18, núm. 4, 2004, pp. 523-537. 4. Marina Gržinić, “From Biopolitics to Necropolitics and the Institution of Contemporary Art”, en Pavilion. Journal for Politics and Culture, núm. 14, 2010, pp. 9-93; Achille Mbembe, Necropolítica, Barcelona, Melusina, 2011. 5. Sayak Valencia, Capitalismo gore, Barcelona, Melusina, 2010. 6. Se ha tomado El Paso como caso de estudio porque se presume que la mayoría de las solicitudes de asilo en esta localidad están relacionadas con los problemas tratados aquí debido a su proximidad con Ciudad Juárez.
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discutirá los componentes jurídicos de la ley de asilo que se utilizan como tácticas en el Quinto Circuito de las cortes migratorias de Estados Unidos, que incluyen a Texas.7 El artículo discutirá, primero, cómo funcionan el biopoder y la gubernamentalización del Estado, cómo ambos constituyen una biopolítica, cómo su expresión en el tercer mundo es la necropolítica y cómo la biopolítica y la necropolítica son mecanismos de un mismo engranaje. Después se abordará cómo los objetivos, la racionalidad y la gubernamentalización del Estado, así como el modo de subjetivación derivado de la necropolítica mexicana –el sujeto endriago–8 dislocan los conceptos del discurso jurídico de asilo de tal forma que su política de verdad excluye a los solicitantes de asilo mexicanos. Finalmente, se describen las narrativas de persecución derivadas de la necropolítica mexicana para analizar cómo la argumentación de las categorías jurídicas fundamentales de la ley de asilo –incapacidad o falta de voluntad de proteger, y motivación por opinión política y pertenencia a un grupo social particular– son prácticas del dispositivo migratorio estadounidense encaminadas a excluir la nueva tendencia migratoria mexicana a Estados Unidos: el asilo. BIOPOLÍTICA Y NECROPOLÍTICA: FENÓMENOS COMPLEMENTARIOS
Michel Foucault no hizo una teoría del poder pero sí aventuró una “filosofía analítica del poder” que no intenta definirlo, sino establecer cómo funciona y cómo somete a los sujetos.9 Este trabajo analítico repara en los sistemas de diferenciación, las modalidades
7. También a Mississippi y Alabama, pero el enfoque será Texas. 8. Sayak Valencia, op. cit. 9. Edgardo Castro, El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2004.
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instrumentales y las formas de institucionalización del poder. En esta filosofía, el poder consiste en “conducir conductas”, es decir, no actúa sobre las personas, sino sobre sus acciones: las induce, facilita, dificulta, limita o impide; las relaciones de poder se vuelven de dominación cuando son bloqueadas con técnicas que permiten dominar totalmente la conducta de otras. El vehículo ideal del poder son los discursos –elementos o bloques de tácticas en las relaciones de fuerza que construyen subjetividades–10 y operan por medio de dispositivos (instrumentos no discursivos vinculados a los discursos) que se mantienen a través de diversas estrategias. Foucault encontró tres tipos de poder que emergen en contextos históricos determinados pero que no se remplazan uno con el otro sino que se superponen: el poder soberano, el disciplinario y el biopoder.11 Mientras que el poder soberano se ejecuta mediante dispositivos disciplinarios, el biopoder significa un juego de relaciones fundamentalmente diferentes en sus objetivos, objetos, racionalidad, dispositivos, estrategias y luchas o resistencias.12 El biopoder invierte el objetivo soberano del poder disciplinario de dejar vivir y hacer morir: en lugar de ello, ahora el poder tiene el objetivo de hacer vivir y dejar morir. El poder disciplinario no sustituye al soberano sino que lo incorpora y lo lleva a otro nivel, otra área de acción que utiliza diferentes dispositivos y técnicas. Mientras que el primero se centra en los cuerpos individuales como objeto (anatomopolítica), el segundo se centra en los procesos específicos de la propia vida, como el nacimiento, la muerte, la reproducción, la migración y la enfermedad, así que la racionalidad, dispositivos, estrategias y luchas o resistencias que genera también 10. Idem. 11. Michel Foucault, Power, Nueva York, The New Press, 2000; The Birth of Biopolitics, Nueva York, Picador/Palgrave Macmillan, 2004; Defender la sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, 2006. 12. Edgardo Castro, op. cit.; Michel Foucault, Power, op. cit.
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son diferentes.13 Como afirma Foucault, se trata de un “asesinato indirecto” porque, sin matar intencionalmente, poblaciones enteras mueren como consecuencia de que el Estado no haga algo por ellos.14 El campo biológico controlado por el biopoder se fragmenta en una jerarquía de razas, y los que están en la parte inferior son abandonados para morir.15 La racionalidad con la que opera el biopoder es la de la gubernamentalidad y se define como el conjunto de instituciones, análisis, cálculos y tácticas que tienen como objetivo la población; por forma, la economía política, y por instrumento, los dispositivos de seguridad.16 Para Foucault, la gubernamentalidad no es exclusiva del Estado pues las técnicas de gobierno son el conjunto de acciones sobre las acciones posibles de otros sujetos, o las acciones ejercidas sobre sí para dominar placeres o deseos. Para diferenciar la gubernamentalidad po-
13. Edgardo Castro, op. cit.; Michel Foucault, The Birth of Biopolitics, op. cit.; Defender la sociedad, op. cit.; Seguridad, territorio, población, México, Fondo de Cultura Económica, 2006. 14. Michel Foucault, Defender la sociedad, op. cit. 15. Michel Foucault, Seguridad, territorio, población, op. cit. Es evidente que la discusión sobre la biopolítica, y sobre todo sus complejas conexiones con el desarrollo del capitalismo a través de la implantación del liberalismo y sus dispositivos, es sumamente amplia y sofisticada, por lo que rebasa los objetivos de este artículo. El lector interesado en la biopolítica puede acudir a fuentes más extensas y específicas, tales como: Edgardo Castro, op. cit.; Michel Foucault, The Use of Pleasure. The History of Sexuality, Middlesex, Viking Penguin Books, 1985; The Care of the Self. The History of Sexuality, Londres, Allen Lane/ The Penguin Press, 1988; Ethics: Subjectivity and Truth, Nueva York, The New Press, 1997; Aesthetics, Method, and Epistemology, Nueva York, The New Press, 1998; The Will to Knowledge. The History of Sexuality, Londres, Penguin, 1998; Power, op. cit.; The Archeology of Knowledge (and the Discourse on Language), Londres, Routledge, 2002; The Birth of Biopolitics, op. cit.; Defender la sociedad, op. cit.; Seguridad, territorio, población, op. cit.; Thomas Lemke, “‘The Birth of Bio-Politics’: Michel Foucault’s Lecture at the Collège de France on Neo-Liberal Governmentality”, en Economy and Society, vol. 30, núm. 2, 2010, pp. 190-207. 16. Edgardo Castro, op. cit., pp. 130-131.
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lítica de las de otra índole Foucault llamó a ésta la gubernamentalización del Estado y es la línea de gobierno seguida por Occidente. Es el resultado de un proceso que combina técnicas de dominación y técnicas de sí que han llevado a que el Estado de justicia –el soberano que se rige por las leyes– se convierta en un Estado administrativo, un Estado gubernamentalizado.17 Diversos teóricos de África, América Latina y Europa del Este han destacado que la biopolítica no funciona igual en todas partes, y que es insuficiente para explicar los objetivos de las relaciones de poder en el tercer mundo, donde la violencia criminal y la del Estado gubernamentalizado revelan que el objetivo no es la regulación de la vida sino de la muerte. En otras palabras, en el tercer mundo en vez de biopolítica hay una necropolítica.18 Para estos teóricos la biopolítica es un punto de partida fundamental para el análisis de las relaciones de dominación, pero en el contexto del tercer mundo resulta insuficiente porque los dispositivos y las técnicas, prácticas y estrategias en las relaciones de dominación tienen efectos muy radicales, como las consecuencias de la guerra contra el narcotráfico en México. No significa que biopolítica y necropolítica se contrapongan, sino que es necesario situar los fines de cada una de ellas –regulación de la vida y de la muerte, respectivamente– para ubicar con precisión cómo sus dispositivos y sus estrategias se entrelazan en las situaciones transfronterizas como las de los asilados mexicanos en Estados Unidos. El mayor representante del pensamiento necropolítico es Achille Mbembe, quien sostiene que la biopolítica no es suficiente para entender cómo la vida se subordina al poder de la muerte en África. Afirma que la proliferación de armas y la existencia de mundos de la muerte –lugares donde la gente se encuentra tan 17. Ibid. 18. Marina Gržinić, op. cit.; Sayak Valencia, op. cit.; Achille Mbembe, op. cit.
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marginada que en realidad viven como muertos vivientes– son un indicador de que existe una política de la muerte (necropolítica) en lugar de una política de la vida (biopolítica) como la entiende Foucault.19 Mbembe examina cómo el derecho soberano de matar se reformula en las sociedades donde el estado de excepción y de sitio –como lo entiende Giorgio Agamben–20 son permanentes. Según Mbembe, en un estado sistemático de emergencia el poder se refiere y apela constantemente a la excepción y a una idea ficticia del enemigo. Mbembe señala que el esclavismo y el colonialismo en África y en Palestina han sido el producto de la política de la vida, aunque estas tragedias humanas de la modernidad han sido ignoradas en las lecturas históricas de la biopolítica. Con el fin de analizar la necropolítica en los conflictos contemporáneos, Mbembe se basa en el estudio de las guerras de la era de la globalización que hace Zygmunt Bauman21 para argumentar que las operaciones militares y el derecho de matar no son ya prerrogativas exclusivas del Estado gubernamentalizado, y que el ejército regular no es el único medio para ejecutar el derecho de matar. Las milicias urbanas, los ejércitos privados y las policías de seguridad privada tienen también acceso a las técnicas y prácticas de muerte. La proliferación de entidades necroempoderadas, junto con el acceso generalizado a tecnologías sofisticadas de destrucción y las consecuencias de las políticas socioeconómicas neoliberales, hace que los campos de concentración, los guetos y las plantaciones se conviertan en aparatos disciplinarios innecesarios porque son fácilmente sustituidos por la masacre, una tecnología necropolítica que puede ejecutarse en cualquier lugar en cualquier momento.22 19. Achille Mbembe, op. cit. 20. Véase Giorgio Agamben, El estado de excepción, Archipiélago, 2004. 21. Véase Zygmunt Bauman, “Wars of the Globalization Era”, en European Journal of Social Theory, vol. 4, núm. 1, 2001, pp. 11-28. 22. Achille Mbembe, op. cit.
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La lectura africana de la biopolítica de Foucault que realiza Mbembe ha influido fuertemente a otros estudiosos que escriben desde la perspectiva de la periferia sobre el papel de la gubernamentalidad en la generación de violencia sistemática que lleva a la muerte como dispositivo de poder. Por ejemplo, con base en Mbembe, la filósofa y crítica de arte eslovena Marina Gržinić afirma que el capitalismo global ha radicalizado e intensificado la biopolítica en la medida en que la vida ya no es controlada sino totalmente abandonada. Siguiendo a Mbembe sostiene que en estas condiciones: “Si biopoder, según Foucault, es el ejercicio del poder de ‘hacer vivir y dejar morir’, entonces el necropoder es el ejercicio del poder de ‘dejar vivir y hacer morir’”.23 A partir de la obra de Santiago López Petit, Gržinić afirma que el capitalismo global es diferente del capitalismo de los años setenta en la medida en que la reproducción del capital –que antes involucraba la regulación estatal para la protección del empleo y la seguridad laboral– ahora se produce en un contexto en el que ya no existe el bienestar y el progreso de la sociedad. Basada en las ideas de Mbembe y Petit, Gržinić argumenta que hay un “gobierno privado indirecto” que explota la muerte.24 Por su parte, Valencia coincide con Mbembe y Gržinić en su reinterpretación y radicalización de la biopolítica de Foucault y, como ellos, cree que la muerte más que la vida se encuentra al centro de la biopolítica y la transforma en necropolítica. Sin embargo, se desmarca de sus perspectivas diciendo que en el tercer mundo no es suficiente con incorporar al análisis el impacto mortal del neoliberalismo y de las actividades de las entidades privadas necroempoderadas, sino que el análisis debe ser geopolítica y contextualmente específico. En su caso, reflexiona sobre la necropolítica en sociedades simultáneamente empobrecidas e hipercon23. Marina Gržinić, op. cit. 24. Idem.
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sumistas como las de las ciudades fronterizas de México, donde la violencia extrema y el hiperconsumo son elementos estructurantes en la construcción de subjetividades disidentes –aunque ilegítimas– que resisten el poder del Estado.25 Valencia afirma que si la biopolítica controla los procesos vitales, las exigencias capitalistas han transformado en mercancías la vida y todos sus procesos asociados, como la muerte. En las sociedades hiperconsumistas, los cuerpos se convierten en una mercancía, y su cuidado, conservación, libertad e integridad son productos relacionados. Como mercancía, la vida es más valiosa si se encuentra amenazada, secuestrada y torturada.26 Para ella, las corporaciones de las drogas ilegales ejercen un poder de opresión análogo al del Estado y se han convertido en un Estado paralelo que reconfigura la biopolítica y utiliza técnicas que denomina necroprácticas –acciones radicales dirigidas a infligir dolor, sufrimiento y muerte, por ejemplo: asesinato, tortura y secuestro– para aprovechar, conservar y lucrar con el poder de hacer morir. Al igual que el Estado legítimo, su contraparte criminal pretende tener el control sobre el territorio, la seguridad y la población, es decir, gobernar a través de la explotación de los recursos nacionales, de la venta de seguridad privada, y de la población. Controlan los cuerpos de la población y los hacen mercancías de intercambio o consumidores de los bienes ofertados en el narcomercado.27 La interpretación mexicana de Valencia acerca de la política de la muerte es sólo una parte de un marco más amplio de interpretación cultural y socioeconómica destinada a explicar la dinámica interna de la violencia en el norte de México, específicamente en ciudades fronterizas como Tijuana, Baja California, (o
25. Sayak Valencia, op. cit. 26. Idem. 27. Idem.
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Ciudad Juárez, Chihuahua, en el caso analizado aquí), donde el desplazamiento forzado y el asilo son problemas endémicos. Ella llama a este marco capitalismo gore.28
28. Valencia retoma el término gore de un género cinematográfico centrado en la violencia extrema para describir la etapa actual del capitalismo en el tercer mundo, donde la sangre, los cadáveres, los cuerpos mutilados y las vidas cautivas son herramientas en la reproducción del capital. Según Valencia, esta economía simultáneamente destruye órganos y produce un capital cuya reproducción se basa en la especulación de los cuerpos como mercancías y la violencia como una inversión. Valencia caracteriza las dimensiones política, cultural, económica y de poder del capitalismo gore en términos del narco-Estado, el hiperconsumismo, el narcotráfico y la necropolítica. Si bien a nivel empírico todas las dimensiones analíticas del capitalismo gore operan en conjunto, para los propósitos analíticos de este artículo es suficiente con revisar dos de ellos: la necropolítica y una nueva subjetividad derivada del hiperconsumo y la violencia que a su vez ejecuta la necropolítica: el sujeto endriago. Éstas se describirán en detalle más adelante en el cuerpo del texto. Sobre el narco-Estado y el narcotráfico es suficiente con describirlos brevemente. Sobre el primero, junto con Hardt y Negri, Valencia afirma que los Estados no han desaparecido en la globalización sino que cumplen la función de garante de los mercados neoliberales a través del uso de la seguridad y la vigilancia fronteriza. Los Estados nación se han convertido en mercados-nación que operan en una red que tiene como fin la protección del capital. El mercado-nación más grande y exitoso del mundo es Estados Unidos, ya que el cual difunde su cultura de consumo a través de los medios de comunicación y la publicidad, y crea deseos consumistas en todas partes, incluso en lugares donde ese deseo es ilegal. La identidad del sujeto en el mercado-nación está determinada por el consumo. El mercado-nación impone como parámetro de la identidad sociocultural el uso y consumo de marcas y logotipos, lo que exige un alto nivel de consumo. Este hiperconsumo proporciona a cambio un statu quo que es la fuente de la identidad de mercado. Sin embargo, en el caso de México no existe un mercado-nación sino una narco-nación, porque son los cárteles de la droga en lugar de las empresas legales las que controlan el Estado. Los cárteles del narcotráfico incorporan la violencia y las leyes del mercado en su lógica de poder. Sobre el segundo, existe una relación muy estrecha entre las drogas y la producción de capital debido no sólo a la globalización del hiperconsumo, sino también a la violencia económica. Este tipo de violencia es clave en el surgimiento y la expansión del tráfico de drogas como empresa transnacional y como una herramienta de negocios. Por un lado, como una empresa transnacional, las drogas son una mercancía de alto valor en la sociedad
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De todas las aproximaciones a la necropolítica, la de Valencia es la que mejor describe el lugar de la vida y la muerte en la gubernamentalización del Estado mexicano, aunque difiero en su interpretación del papel de las bandas criminales. Desde una perspectiva necropolítica del Estado gubernamentalizado, las bandas criminales no necesariamente representan un Estado paralelo, sino que a veces y en distintos niveles comparten las técnicas, las prácticas y los dispositivos del Estado gubernamentalizado, lo que hace a éste un híbrido en la ejecución de sus funciones de seguridad y regulación de la aplicación de técnicas de muerte.29 Es decir, la necropolítica
hiperconsumista, esto es porque funcionan como un mecanismo de autocontrol y se han convertido en una mercancía que satisface diferentes subjetividades: los depresivos toman Prozac, los hombres que desean aumentar su masculinidad o su virilidad toman testosterona o Viagra, las mujeres que quieren controlar su fertilidad toman la píldora, etcétera. Su producción va de la mano con la investigación científica, la producción de capital y los mercados. La división entre drogas legales e ilegales –las de prescripción y las recreativas– tiene el objetivo de controlar, disciplinar y normalizar los cuerpos. La prohibición no sólo trae beneficios a las mafias sino también a las industrias de la guerra y de las armas de Estados Unidos debido a la retórica de la guerra contra las drogas. Hay, pues, un doble discurso en la política estatal que permite a los gobiernos vincular los mercados legales (armas) y los ilegales (drogas), lo que crea un complejo nexo entre drogas, industria militar e hiperconsumo. 29. No es objetivo de este artículo demostrar la relación entre la delincuencia organizada y el Estado mexicano. Este problema ha sido abordado de forma descriptiva sobre todo en trabajos periodísticos que señalan la existencia –sistemática pero desigual y en los diversos niveles de gobierno– de estos vínculos. Véase, por ejemplo, Charles Bowden, Murder City. Ciudad Juárez and the Global Economy’s New Killing Fields, Nueva York, Nation Books, 2011; Charles Bowden y Molly Molloy, El Sicario. The Autobigraphy of a Mexican Assassin, Nueva York, Nation Books, 2011; Ioan Grillo, El Narco. Inside Mexico’s Criminal Insurgency, Londres, Bloomsbury Press, 2012; Anabel Hernández, Los señores del narco, México, Grijalbo/Mondadori, 2010. El vínculo ha sido estudiado también, a nivel empírico-analítico con metodologías más positivistas que la usada aquí, en trabajos académicos como: Carlos Antonio Flores Pérez, “La lógica del botín: de la cooptación del Estado y el Estado ‘fallido’”, en Arenas. Revista Sinaloense de Ciencias Sociales, vol. 13, núm. 1,
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del Estado mexicano gubernamentalizado consiste en el uso compartido, entre autoridades estales y bandas criminales, de técnicas y prácticas de dominación de la población como la militarización, el despliegue público de violencia y la sujeción de los cuerpos a violencia extrema (torturas, ejecuciones, desapariciones, persecución), con lo cual regula no la vida de la población, sino su muerte. Esta necropolítica usa la guerra contra el narcotráfico como su dispositivo fundamental y la militarización como su estrategia central. La forma específica de subjetivación de esta necropolítica puede definirse con lo que Valencia denomina el sujeto endriago, que es el resultado subjetivo de las dinámicas socioculturales del capitalismo gore. Valencia afirma que los rasgos culturales del capitalismo gore se construyen sobre la subversión del significado del trabajo del posfordismo, pues en éste el trabajo como una actividad social significativa ha sido remplazado por el consumo, incluso en lugares extremadamente desfavorecidos y marginados. Hay una actitud de intenso desprecio de la cultura laboral y de la propia clase trabajadora en general que subvierte los procesos tradicionales de reproducción del capital y, dado que el trabajo no es valorado socialmente, los jóvenes
2012, pp. 11-44. Aquí, el autor explica que: “en el caso mexicano, un aspecto crucial para comprender la falla de aspectos clave del Estado ha sido la captura de circuitos y áreas institucionales por intereses delictivos, auspiciados con frecuencia por los propios servidores públicos encargados de velar por el interés colectivo. La implantación de estos intereses en las instituciones ha obstruido sus funciones y generado graves desviaciones respecto a lo que en principio se espera de ellas. Este proceso de captura del Estado es visto a partir del concepto de ‘reconfiguración cooptada del Estado’ […] en el que un grupo de actores públicos y no públicos, con intereses compartidos de índole ilícita, se valen de diversas estrategias para utilizar en su favor los recursos del Estado, determinando u obstaculizando el diseño y funcionamiento institucional” (Carlos Antonio Flores Pérez, op. cit., pp. 12-13). El argumento de este artículo refiere a esta literatura y a los testimonios de viva voz y de documentos legales donde hay referencias a la imposibilidad de determinar con claridad estos vínculos.
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que necesitan sentirse competentes en su función de proveedores en una dinámica de hiperconsumo son los que buscan “trabajo” en la industria gore (asesinatos, drogas, secuestro, comercio del sexo).30 Debido a la presión generalizada para el consumo y a la frustración entre los jóvenes que no pueden llegar a tales niveles de consumo, la economía criminal y el uso de la violencia como una herramienta de mercado se han convertido en una alternativa. Las relaciones de necropoder actúan para inducir a los sujetos a necroprácticas que se ofrecen en el biomercado. La subjetividad que surge de esta inducción es lo que Valencia llama el sujeto endriago y que, como veremos después, es el principal agente perseguidor en los casos de asilo de mexicanos. El endriago es un personaje mítico del libro Amadís de Gaula, el cual pertenece a la literatura medieval española. El endriago es un monstruo, un híbrido que conjuga hombre, hidra y dragón; es una bestia de gran altura, fuerte y ágil que habita tierras infernales y produce un gran temor entre sus enemigos. Valencia adopta el término endriago para conceptualizar a los hombres que utilizan la violencia como medio de supervivencia, mecanismo de autoafirmación y herramienta de trabajo. Asegura que los endriagos no sólo matan y torturan por dinero, sino que buscan dignidad y autoafirmación; dadas las condiciones sociales y culturales imperantes en México no debería ser una sorpresa que los endriagos usen necroprácticas para satisfacer las demandas consumistas, ya que con ello subvierten la sensación de fracaso causada por la frustración material. Para Valencia, el endriago es la subjetividad disidente del neoliberalismo, pero no significa que sea una resistencia legítima: los endriagos siguen siendo hombres de negocios que toman el neoliberalismo hasta sus últimas consecuencias, resistiendo el Estado
30. Sayak Valencia, op. cit.
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neoliberal pero de una manera distópica. Según Valencia, el endriago no se opone al Estado como tal, sino que quiere remplazarlo en sus funciones biopolíticas de control de la población, del territorio y de la seguridad a través de las técnicas y tácticas de dominación gore.31 Para los fines de este artículo, el endriago no remplaza las funciones de los agentes del Estado sino que es la subjetivación que surge del Estado gubernamentalizado en México, que, como dije, es una amalgama a diferentes niveles de bandas criminales e instituciones de gobierno. Los endriagos son frecuentemente ex soldados, ex policías o ex guardias privados, pero en otros casos sus vínculos con el gobierno no son suficientemente claros. Para Valencia, tres factores sostienen socialmente al sujeto endriago: las presiones del mercado, los medios masivos y la masculinidad hegemónica, mismas que en este artículo se interpretan como técnicas de producción, significación y de dominación que permiten al necropoder mantener sus dispositivos y estrategias, es decir, la guerra contra el narcotráfico y la militarización, respectivamente. En primer lugar, sobre las presiones del mercado, los sujetos no son parte externa de los mercados, sino parte interno mediante la cual el consumo define y determina sus subjetividades. El mercado se convierte en un biomercado. No debe sorprender entonces que el biomercado incluya también los mercados gore, que ofrecen las mercancías y los servicios asociados al necropoder, como las drogas ilegales, la violencia, el asesinato y el tráfico de órganos humanos y de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.32
31. Idem. 32. La idea de la incorporación del cuerpo al consumo es un tema ampliamente debatido más allá del capitalismo gore. Por ejemplo, Badiou dice que estamos en el umbral de un nuevo tipo de esclavitud, la esclavitud “moderna”, la cual consiste en “reducir el cuerpo a un consumidor o a un cuerpo sufriente. De un lado el cuerpo rico que consume, y, del otro, el cuerpo pobre que sufre, un cuerpo separado de sus ideas, separado de todo proyecto universal, separado
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En segundo lugar, el régimen heteropatriarcal desempeña un papel clave en el necropoder porque las masculinidades marginadas hacen atractiva la idea del endriago. Debido a que no tienen acceso a empleos legales significativos ni otras oportunidades, los sujetos masculinos marginados necesitan resignificarse a través de medios alternativos, y los dispositivos del necropoder resultan atractivos. La subjetividad del endriago es en parte posible gracias al patriarcado y a los patrones de conducta de un tipo de masculinidad hegemónica y violenta que conceptualmente cae en lo que el psicólogo argentino Sergio Sinay ha denominado la masculinidad tóxica.33 Finalmente, según Valencia, la masculinidad del sujeto endriago se legitima de todo principio” (Alain Badiou, Justicia, filosofía y literatura, Argentina, Homo Sapiens, 2007). También Costa ha reflexionado sobre la inmersión del cuerpo propio al consumo con su idea del “dispositivo fitness”. Ella asegura que: “Es el ciudadano, entendido como usuario-consumidor, el que –aterrorizado ante el riesgo de exclusión– se hace responsable de su vida, es decir, de su salud física y mental (obra social prepagada, tratamientos psicológicos, psiquiátricos o psicoanalíticos privados), de su familia (seguro de vida, compras a crédito de la vivienda, educación pagada para sus hijos), de su futuro (jubilación privada), de su educación (en colegio especial), de su inserción y mantenimiento en el mercado del deseo (cirugías, gimnasio, cosmética), de su salud ‘espiritual’ (yoga, turismo shamánico, bioenergética). Y cada trasgresión contempla su específico rechazo, a la manera de un bando/abandono. A la vieja guerra de razas estatal y biológica, se suma o superpone una nueva batalla corporal. En el tardocapitalismo, los ‘menos que humanos’ son expulsados, invisibilizados y reducidos a ‘material humano’ y ‘reserva biológica’” (Flavia Costa, “El dispositivo fitness en la modernidad biológica. Democracia estética, just-in-time, crímenes de fealdad y contagio”, memoria académica, Universidad Nacional de La Plata, 2008, disponible en: ). 33. Sinay califica de masculinidad tóxica aquélla en la que los hombres compiten entre sí para demostrar quién es más fuerte, más competidor y más poderoso, despreciando valores tales como “la empatía, la comprensión, la solidaridad, la ternura, la paciencia, la aceptación y la espiritualidad” (Sergio Sinay, La masculinidad tóxica, Buenos Aires, Editorial B, 2006, pp. 97-98). Cuando los hombres aplican su energía a estas empresas tóxicas –el poder, la dominación y el control como fines en sí mismos– se genera una sociedad violenta– (ibid., p. 112).
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a través de los medios de comunicación. Cada vez más programas de televisión, películas, videojuegos, moda y diseño exaltan la violencia industrial, la subjetividad del endriago y el necropoder. La serie de televisión Los Soprano y las películas británicas Rockanrolla y Snatch son un buen ejemplo de ello, así como las telenovelas latinoamericanas El cártel de los sapos y La Reina del Sur. Los gánsteres y los sicarios –endriagos– se convierten en celebridades y, por consiguiente, en modelos a seguir. La necropolítica y su subjetivación principal –el endriago–34 permiten identificar las prácticas específicas del Estado mexicano gubernamentalizado que conducen a las relaciones de dominación que obligan a las personas a huir y convertirse en solicitantes de asilo en Estados Unidos, donde a su vez se convierten en sujetos del discurso de asilo que opera de manera funcional al dispositivo de dominación del asilo en dicho país. Asimismo, las formas derivadas de la subjetivación del necropoder permitirán ver cómo el discurso liberal del derecho se disloca y se vuelve discurso que sostiene el aparato regulatorio de la migración. CARACTERIZANDO EL FENÓMENO DEL ASILO MEXICANO EN ESTADOS UNIDOS
El biopoder utiliza diversas técnicas dentro de su dispositivo de regulación de la migración para evitar inmigrantes indeseables, tales como pasaportes y visados, clasificación legal de migrantes (trabajadores temporales, invitados, ilegales, “cerebros” y otros trabajadores cualificados), e impuestos a las tarifas del transporte. Todas estas técnicas son regularmente introducidas por medio de progresivas reformas de migración y asilo. En Estados Unidos, los dispositivos biopolíticos destinados a controlar la migración mexicana han sido implantados gradualmente desde 1929, pero con mayor ace34. Sayak Valencia, op. cit.
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leración y sistematicidad desde mediados de 1980 hasta la primera década del siglo xx: a partir de la Immigration Reform and Control Act (irca) y la Ley Simpson-Rodino de 1986, hasta la Illegal Immigration Reform and Immigrant Responsibility Act (iirir) de 1996 y la fallida Comprehensive Immigration Reform Act de 2006, que tuvo diversas salidas a nivel estatal.35 Estas tácticas biopolíticas se han aplicado junto con dispositivos anatomopolíticos –tecnologías disciplinarias– como los controles fronterizos (vallas, controles policiales y patrullas). Una tecnología disciplinaria importante usada para normalizar y controlar los cuerpos de los migrantes fue la estrategia de “prevención a través de disuasión”, la cual consiste en prevenir la migración indocumentada mediante la disuasión de posibles migrantes por medio de cientos de agentes fronterizos, la detención y el registro de cualquier persona “sospechosa” de ser migrante, es decir, no sólo los posibles inmigrantes indocumentados, sino también chicanos y residentes de aspecto latino.36 Los dispositivos biopolíticos y anatomopolíticos implantados para evitar que los mexicanos emigraran a Estados Unidos fueron 35. Luego de que se rechazara la propuesta de reforma federal, cada uno de los 50 estados de la Unión Americana se enfocaron en hacer propuestas de reforma locales, y en 2007 hubo un total de 1 059 propuestas de reforma migratoria, pero solamente 167 se convirtieron en ley. Véase Ariadna Estévez, Human Rights and Free Trade in Mexico: A Discursive and Sociopolitical Perspective, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2008. 36. Timothy Dunn, “Border Militarizarion Via Drug and Immigration Enforcement: Human Rights Implications”, en Social Justice, vol. 28, núm. 2, 2001, pp. 7-30; “Migración, derechos humanos, ciudadanía y soberanía nacional”, en Ana María Aragonés (ed.), Análisis y perspectivas de la globalización. Un debate teórico, México, Facultad de Estudios Superiores Acatlán, Universidad Nacional Autónoma de México (unam)/Plaza y Valdés, 2005, pp. 155-176; Operaciones anti-inmigrantes en la frontera eeuu-México: Ciudadanía y soberanía nacional versus derechos humanos, México, Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México, (unam), 2009; Blockading the Border and Human Rights: The El Paso Operation that Remade Immigration Enforcement, Austin, University of Texas Press, 2009.
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costosos y finalmente efectivos. El gobierno estadounidense y el Pew Hispanic Center coinciden en que desde la introducción de medidas de seguridad el flujo de inmigrantes indocumentados ha disminuido gradualmente, y que si bien en enero de 2008 se estimaba que había 1.9 millones de inmigrantes indocumentados en la Unión Americana, en enero de 2009 ese número había disminuido en casi un millón, posiblemente debido a que los inmigrantes decidieron regresar a sus países de origen por la recesión económica. En 2012, la tasa de migración mexicana se redujo a un impactante 0%, según el Pew Hispanic Center, el cual afirmó que el detenimiento parece ser el resultado de muchos factores, incluyendo el debilitamiento de los mercados de trabajo y de construcción de viviendas, el endurecimiento de la seguridad en la frontera, el aumento en las deportaciones, y los crecientes peligros asociados con el cruce ilegal de la frontera, la disminución a largo plazo de las tasas de natalidad en México y más amplias condiciones económicas en México.37
No obstante, la disminución sustancial de la migración no ha ocurrido en una burbuja geopolítica. La necropolítica mexicana ha ocasionado un revés a este descenso con la aparición de una nueva tendencia en la migración de mexicanos a Estados Unidos: el desplazamiento forzado y el asilo.38 La necropolítica en Ciudad Juárez y el Valle de Juárez –entre otras localidades fronterizas o con importantes plazas para el
37. Jeffrey Passel et al., “Net Migration from Mexico Falls to Zero—and Perhaps Less”, Pew Hispanic Center, 2012, disponible en: . 38. Según Carlos Spector, quien ha llevado casos de asilo de mexicanos desde principios de los noventa, aun cuando ya ha habido persecución política en México –especialmente en la década de los noventa–, por diversas razones políticas pocos habían usado el asilo o escogido Estados Unidos como su destino, debido a que los perseguidos –marxistas y opositores al sistema de partido casi único– veían a Estados Unidos como cómplice de los gobiernos
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narcotráfico como Tijuana, Matamoros, Morelia y Veracruz– ha provocado que los tiroteos, fuegos cruzados, decapitaciones y coches bomba dirigidos a autoridades y bandas rivales, así como secuestros, extorsiones, desapariciones y ejecuciones contra civiles, sean ahora algo cotidiano. El costo humano ha sido devastador: la pérdida de más de 100 000 vidas y la desaparición forzada de 27 000 personas. En cuanto al desplazamiento forzado, entre 2010 y 2011 cerca de 700 000 personas tuvieron que abandonar sus hogares como consecuencia de la violencia en todo el país, y 2% de la población mexicana (más de 1.6 millones de personas) ha sido desplazada forzadamente por la violencia criminal.39 Tan sólo en el Valle de Juárez 230 000 personas han tenido que abandonar sus hogares. Unos 160 000 se han desplazado internamente en el país, y el resto ha huido a Estados Unidos, especialmente a Texas, muchos de ellos pidiendo asilo.40 Si bien no es posible establecer un vínculo entre la disminución de la migración indocumentada y la aparición de la migración forzada como nueva tendencia migratoria en la relación México-Estados Unidos, sí es una práctica que se ha intensificado en años recientes de forma simultánea. En 2007, un año después de que se pusiera en marcha la guerra contra el narcotráfico, se registraron 9 545 solicitudes de asilo procedentes de México, lo cual representa un aumento de 41% respecto al año anterior. Entre 2006 y 2010, 44 019 mexicanos solicitaron asilo en otros países, 13 700 de ellos en Estados Unidos y 30 142 en Canadá. Hasta 2007, la mayoría de los solicitantes de asilo mexicanos solía ir a Canadá (74%) y en mexicanos y como máximo exponente del imperialismo. De esta forma, el asilo es una figura antigua en el aparato migratorio de Estados Unidos pero es nueva para los mexicanos que emigran a ese país. 39. Luis Benavides y Sandra Patargo, “México ante la crisis humanitaria de los desplazados internos”, en Foreign Affairs Latinoamérica, vol. 12, núm. 4, 2012. 40. Idem; Displacement Monitoring Centre y Norwegian Refugee Council, México, Oslo, 2011, disponible en: .
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menor medida a Estados Unidos (24%).41 Sin embargo, en 2010 se produjo un cambio en esta tendencia. Mientras que el número de solicitudes de asilo de mexicanos a Estados Unidos aumentó en 2008 a 2 487, en 2009 se mantuvo prácticamente igual, pero en 2010 casi se duplicó (4 225). Por el contrario, en Canadá el número de solicitudes de asilo presentadas por mexicanos alcanzó 9 413 en 2008, pero en 2010 se redujo a 1 198, evidentemente debido a la visa impuesta a los ciudadanos mexicanos.42 En 2010 México fue responsable de una de las cifras más altas de solicitudes de asilo a los Estados Unidos, precedido sólo por China y seguido por Haití, Guatemala y El Salvador.43 Según el 41. United Nations High Commissioner for Refugees (unhcr), Asylum Levels and Trends in Industrialized Countries, 2007. Statistical Overview of Asylum Applications Lodged in Europe and Selected Non-European Countries, Génova, Organización de las Naciones Unidas, 2007. 42. Idem; United Nations High Commissioner for Refugees (unhcr), 2008 Global Trends: Refugees, Asylum-seekers, Returnees, Internally Displaced and Stateless Persons, Génova, Organización de las Naciones Unidas, 2008, disponible en: ; 2009 Global Trends: Refugees, Asylum-seekers, Returnees, Internally Displaced and Stateless Persons, Génova, Organización de las Naciones Unidas, 2008, disponible en: ; Asylum Levels and Trends in Industrialized Countries, 2010. Statistical Overview of Asylum Applications Lodged in Europe and Selected Non-European Countries, Génova, Organización de las Naciones Unidas, 2010. El 14 de julio de 2009, el gobierno canadiense anunció la imposición de visa a los mexicanos que visitan Canadá, contraviniendo la reciprocidad que guardaba con México, que no pide visa a los canadienses. El gobierno canadiense argumentó que la mayoría de las solicitudes de mexicanos eran falsas y que los mexicanos utilizaban esta vía para migrar por causas económicas. En 2010 declaró que el caso mexicano lo había alertado a reconocer que su sistema de asilo estaba “roto” y que necesitaba una enmienda urgente para evitar que solicitudes presuntamente falsas o inconsistentes como las de los mexicanos lo “taparan”; Citizenship and Immigration Canada, Balanced Refugee Reform, Government of Canada, 2010, disponible en: . 43. The United States Department of Justice, Asylum Statistics by Nationality, The United States Department of Justice, 2011, disponible en: .
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Transactional Records Access Clearinghouse (trac), 60% de los casos se localiza en cuatro estados: California, Texas, Illinois y Arizona.44 En contraste, las tasas de aceptación son muy bajas: sólo en 143 de los 2 320 casos se concedió el asilo afirmativo (6.2%). De 2008 a 2010 los casos afirmativos45 disminuyeron: 176 en 2008, 191 en 2009 y 143 en 2010. En 2010, sólo 49 de los 3 231 casos recibieron el asilo (1.5%). En cuanto al asilo defensivo, de 2008 a 2010 el número de casos exitosos disminuyó también: 72 en 2008, 62 en 2009 y 49 en 2010; 85% del total de las solicitudes de asilo presentadas entre 2008 y 2010 han sido rechazadas.46 En la ciudad de El Paso, Texas, donde se encuentran cientos de casos de asilo relacionados con la guerra contra el narcotráfico, los jueces William L. Abbott y Thomas C. Roepke tienen algunas de las tasas más altas de negación de asilo en el país y se han vuelto aún más 44. Transactional Records Access Clearinghouse, Immigration Court Backlog Tool. Pending Cases and Length of Wait in Immigration Courts, Syracuse, Transactional Records Access Clearinghouse, 2012, disponible en: . 45. Véase más adelante las diferencias entre asilo afirmativo y defensivo, y cómo constituyen un aspecto administrativo de la aplicación de la ley de asilo. 46. Jason Dzubow, “Confusion Over Mexican Asylum Seeker Statistics”, 2012, disponible en: . Si bien las cifras de negación de asilo a mexicanos no son sorprendentes ni mayores que las registradas en otros países (como en Alemania, donde el Estado tiene una política de asilo muy restringida), sí son importantes en su contexto nacional y en relación con el otorgamiento del estatus a individuos de otros países con rasgos similares a los mexicanos, como Colombia, o a los que Estados Unidos quiere dar una lección ejemplar, como China. Como lo demuestra Massey, hay que comparar las cifras de mexicanos “con los casos otorgados a colombianos, otro país ‘amigo’ con el que también existen acuerdos militares: 547 en 2008, 368 en 2009, 234 en 2010, y 213 en 2011. Asimismo, compárense los casos de asilo otorgados a chinos, un país ‘enemigo’ con el que eeuu no tiene acuerdo militar alguno: 3 456 en 2008, 3 449 en 2009, 3 796 en 2010, y 4 700 en 2011”; Crystal Massey, Violaciones a los derechos humanos de los mexicanos solicitantes de asilo en El Paso, Texas y el sur de Nuevo México entre enero de 2008 y junio de 2012, México, Facultad Lationamericana de Ciencias Sociales (Flacso), 2013.
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duros ahora que los mexicanos encabezan la lista.47 Por un lado, Abbott tuvo una tasa negativa de 65.7% en 2010, cuando los ciudadanos de Birmania representaban 19.7% de su carga de trabajo.48 Sin embargo, su tasa de rechazo subió a 74.6% en 2011, cuando los ciudadanos de Birmania fueron remplazados por los mexicanos, quienes representaron 14% del total de sus casos. Abbott pasó de la posición 113 a la 77.49 Por otra parte, en su informe de 2010, Roepke negó el asilo en 96.7%; los mexicanos representaban 12.4% de sus casos.50 En su último informe (2011), las solicitudes presentadas por los mexicanos subieron a 19%.51 Su tasa de rechazo siguió en 96.7%, pero subió en el ranking nacional del cuarto al tercer lugar en una lista de 256 jueces.52 La negación sistemática de asilo a los mexicanos se relaciona con lo que Anna Jessica Cabot, coordinadora legal de Las Americas Immigrant Advocacy Center, describe como: “La sensación de que cuando empiezas a dejar entrar a los ciudadanos mexicanos que han vivido violencia, vas a abrir las puertas a cientos de miles de ciudadanos mexicanos porque la violencia del narcotráfico es tan dominante en México”. En otras palabras, la negación del asilo es un imperativo
47. Transactional Records Access Clearinghouse, Judge Thomas C. Roepke. FY 20062011, Syracuse, El Paso Immigration Court, 2012 disponible en: ; Judge William L. Abbott. FY 2005 - 2011, Syracuse, El Paso Immigration Court, 2012, disponible en: . 48. Los ciudadanos de Birmania fueron seguidos por los nacionales de El Salvador (10.7%), China (9%), México (8.2%) y Etiopía (6%) (Transactional Records Access Clearinghouse, Judge William L. Abbott. FY 2005 - 2011, op. cit). 49. Otras nacionalidades que siguen a la mexicana: El Salvador (13.5%), Burma (9.8%), China (6.2%) y Somalia (6.2%) (idem). 50. Seguido por Guatemala (10.7%), Honduras (10.7%), El Salvador (9.1%) y Jamaica (6.6%) (Transactional Records Access Clearinghouse, Judge Thomas C. Roepke. FY 2006 - 2011, op. cit.). 51. Seguido por Honduras (10.5%), El Salvador (9.8%), Guatemala (9.8%) y Colombia (5.2%) (idem). 52. Idem.
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biopolítico. Como dice Carlos Spector, abogado y representante legal de decenas de mexicanos que buscan asilo en El Paso, los cárteles están actuando como agentes del Estado, y las víctimas, así como las autoridades de asilo, están conscientes de ello, pero no van a conceder el asilo a los mexicanos porque significaría abrir una Caja de Pandora, no porque el desplazamiento forzado tenga las mismas dimensiones que la migración indocumentada, sino porque se maneja la inmigración de mexicanos como un riesgo interno. [Por eso] cuando vamos a la corte con un caso mexicano ponen dos o tres de los mejores abogados que tienen, si son de cualesquiera otro país del mundo te ponen un novato. Cuando pedimos asilo político con la oficina de asilo que son los buenos de la película se manda cada caso a Washington antes de la decisión [...] Ellos me lo han dicho varias veces, y no lo tratan de ocultar, después de que tenemos la entrevista dicen: “como es caso mexicano tenemos que mandarlo a Washington”.
Las tácticas biopolíticas contra mexicanos ya típicas –como las sucesivas reformas migratorias y la securitización de la frontera– se complementan ahora con la aplicación de la Ley de Asilo, la cual se usa como táctica para legitimar esas decisiones políticas con un discurso experto (el derecho) y su dispositivo (cortes, entidades administrativas). Éste será el tema del siguiente apartado. LA DISLOCACIÓN NECROPOLÍTICA DE LA LEY DE ASILO Y SU USO BIOPOLÍTICO
Para Foucault, un dispositivo es el conjunto de relaciones que se construyen en torno a un discurso: instituciones, leyes, políticas públicas, disciplinas, enunciados científicos y filosóficos, conceptos, proposiciones morales, etcétera.53 Como táctica de poder en el dis-
53. Edgardo Castro, op. cit.
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positivo migratorio, el discurso de asilo tiene efectos de verdad, es decir, establece subjetividades, objetos y conceptos que dividen lo falso de lo verdadero. Para crear estos efectos de verdad se apoya en otros discursos verdaderos, como el derecho, la criminología, etcétera; y se produce y distribuye bajo el control de grandes aparatos políticos y económicos tales como las cortes, oficinas de migración y bufetes de abogados.54 Este dispositivo sirve de defensa a la biopolítica estadounidense frente a la “amenaza” de la migración mexicana. La Ley de Asilo no tendría que ser parte de este biopoder, pues pertenece al poder soberano y al disciplinario, mismos que son complementarios ya que, mientras el primero se traduce en códigos jurídicos, el segundo guarda estos códigos y los extiende con el fin de instituirse como instrumento del capitalismo no para extraer riquezas, sino tiempo y trabajo a través de la vigilancia.55 Sin embargo, la Ley de Asilo en Estados Unidos se utiliza para regular los flujos migratorios de mexicanos, no para disciplinarlos. Esto es porque, como advirtió Foucault, existe un uso estratégico de la ley en la biopolítica en general: una consecuencia del desarrollo del biopoder “es la importancia creciente tomada por el juego de la norma a expensas del sistema jurídico de la ley”;56 no es que “la ley desaparezca o que las instituciones de justicia tiendan a desaparecer, sino que la ley funciona cada vez más como una norma y que la institución judicial se integra más y más a un continuum de aparatos (médicos, administrativos) cuyas funciones son sobre todo reguladoras”.57 El aparato jurídico ha adquirido un rol de norma, es decir, busca imponer conformidad, homogenizar; es un mecanismo regulador en la política de la vida y de la muerte. El discurso de asi-
54. Idem. 55. Michel Foucault, Defender la sociedad, op. cit. 56. Edgardo Castro, op. cit., p. 219. 57. Idem.
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lo en Estados Unidos –a través de la ley– funciona como táctica en el dispositivo de regulación migratoria en Estados Unidos, la cual a su vez tiene objetivos económicos y políticos, que es contener la migración mexicana y no disgustar al socio comercial. En el discurso de asilo, diversas categorías jurídicas filtran la entrada de sujetos de persecución y se encuentran codificadas en una variedad de instrumentos legales: el asilo se define en función de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados (1951) y su Protocolo (1967); la suspensión de la expulsión implementa la obligación de no devolución (non-refoulment) establecida en la misma convención; y la no devolución por temor a ser torturado, implementada como parte de otros medios complementarios de protección bajo la Convención contra la Tortura y otros Tratos y Penas Crueles Inhumanas o Degradantes (1948).58 58. Por razones de espacio no profundizaré en estas opciones, pero dado que los abogados de los mexicanos las consideran en sus solicitudes sí las describiré brevemente. En primer lugar, bajo la suspensión de la expulsión/deportación [Immigraiton and Nationality Act, en adelante ina, artículo 241, párrafo (b), inciso (3), Subinciso (B)]. Una persona que no califica para el asilo en Estados Unidos debido a las restricciones mencionadas en el cuerpo del texto no puede ser devuelta a un país donde su vida pueda verse amenazada, pero puede ser transferida a un tercer país. Los cinco motivos protegidos (véase la definición de refugiado) siguen existiendo y la carga de la prueba es mayor en esta opción ya que el reclamante debe demostrar que “es más probable que sí a que no” vaya a ser objeto de persecución, es decir, que haya por lo menos 51% de probabilidad de persecución. Sin embargo, si la persona se las arregla para probar persecución, no hay discrecionalidad aquí, el juez de inmigración tendrá que otorgar la protección, es obligatorio. A una persona se le puede negar la suspensión de la expulsión si participó de alguna manera en la persecución de cualquier persona en razón de alguna de las categorías protegidas, si es responsable de un delito particularmente grave y constituye un peligro para la sociedad estadounidense, si cometió un delito grave no político fuera de Estados Unidos y podría ser considerado como un peligro para la seguridad del país. Una persona a la que se le concede la suspensión de la expulsión puede obtener un permiso de trabajo, pero no puede tener la oportunidad de solicitar la residencia permanente. En segundo lugar, la protección bajo la Convención contra la Tortura [ina artículo 208, párrafos 16 al 18].
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La Ley de Inmigración y Nacionalidad (ina) determina que un refugiado es: (A) Cualquier persona que se encuentre fuera de su país de nacionalidad o, en el caso de no tener nacionalidad específica, se encuentre fuera del país donde habitualmente reside y no puede o no quiere regresar a ese país y no puede o quiere protegerse allí, debido a persecución o a un temor fuertemente fundamentado de persecución por razones de raza, religión, nacionalidad, membrecía en un grupo social en particular u opinión política.59
El discurso de asilo en el dispositivo migratorio estadounidense excluye a un sujeto a priori si éste ha participado en la persecución de otras personas en razón de uno o más de los cinco motivos protegidos, si ha permanecido en territorio estadounidense por más de un año en el momento de presentar su solicitud, si tiene antecedentes criminales o si se ha reubicado exitosamente en otro país. Una vez que el sujeto demuestra ser elegible para el asilo, su caso será exitoso si logra comprobar en los términos de inclusión del discurso de asilo que existe un temor bien fundado de ser perseguido ante Se ha utilizado como una forma complementaria de protección de la manera que lo establece la onu. Con la ratificación de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984), en 1990, los jueces de inmigración tienen que determinar si existe el temor “creíble” y “razonable”, no necesariamente de persecución, sino de la tortura. A diferencia del asilo y la suspensión de la expulsión, la protección de las personas bajo la Convención contra la Tortura protege a las personas con antecedentes penales y a las que no son perseguidas en razón de una de las categorías protegidas (Holly Buchanan, “Fleeing the Drug War Next Door: Drug-related Violence as a Basis for Refugee Protection for Mexican Asylum-Seekers”, en Merkourios. Utrecht Journal of International and European Law, vol. 27, núm. 72, 2010, pp. 28-60; Andy Rottman et al., “The Path to Asylum in the US and the Determinants for Who Gets In and Why”, en International Migraton Review, vol. 43, núm. 1, 2009, pp. 3-34. 59. ina artículo 101, párrafo A, inciso 42.
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la falta de voluntad o la incapacidad del gobierno para protegerlo de sus perseguidores, y que la persecución está motivada por la raza, la nacionalidad, la religión, la opinión política o la pertenencia a un grupo social determinado. Esta dupla de conceptos es lo que establece los términos de inclusión y exclusión del discurso de asilo. El discurso de asilo forma parte del dispositivo migratorio de Estados Unidos y, como tal, se aplica administrativamente –no como parte del aparato de justicia constitucional– aunque sus técnicas de reproducción, de significación y de poder estratégicamente resemblen aquellas del poder soberano, como las cortes y tribunales. Hay dos técnicas extralegales que incorporan la aplicación del asilo al aparato biopolítico de la migración. Por una parte, la división del sistema en procedimientos afirmativo y defensivo. En primer lugar, los solicitantes afirmativos son los que entran al país con una visa vigente, o los que han sobrepasado sus visas y ahora se encuentran indocumentados en el país. La solicitud es revisada por un oficial de asilo de la Oficina de Servicios de Inmigración y Ciudadanía (uscis), y si no es aprobada, se remite a un juez de inmigración de la Oficina Ejecutiva de Revisión de Inmigración (eoir), que es una rama del Departamento de Justicia de Estados Unidos pero no funciona como un tribunal propiamente dicho, como veremos más adelante. En ese momento, el demandante se encuentra en proceso de deportación pero su solicitud no ha sido rechazada todavía. Por otra parte, en las demandas defensivas un oficial de migración coloca al solicitante en procedimientos de deportación y el caso va directamente a la eoir. Por lo general, los solicitantes que van directamente al asilo defensivo son los que no están en posesión de un visado y manifiestan su intención de solicitar asilo en un puerto de entrada frente a un funcionario de inmigración. Cuando se encuentran en esta situación, los solicitantes de asilo son enviados a un centro de detención donde son recluidos hasta que un tribunal de inmigración toma una decisión, lo que puede tardar hasta cinco 165
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años. Según Crystal Massey, entonces investigadora del despacho de Carlos Spector, esta práctica tiene la función estratégica de desincentivar las solicitudes de personas que vienen con familias, pues la detención los separaría de ellas. Los solicitantes de asilo en detención pueden pedir una entrevista llamada de “miedo creíble”, en la que deben dar evidencia subjetiva de que su temor de persecución tiene fundamento. Según Cabot, a veces la entrevista se lleva a cabo cuando el sujeto está bajo sedantes por las heridas infligidas antes de alcanzar el puente internacional, y su testimonio puede ser desechado por cuestiones mínimas tales como no recordar el color de la casa o la hora en que algo ocurrió. En conjunto, esta división –procedimiento negativo y positivo– tiene como fin filtrar y excluir a gente de pocos recursos y hombres jóvenes susceptibles de ser portadores de la violencia;60 se impone como una defensa frente a la migración mexicana. Segundo, las cortes funcionan de tal forma que dejan mucho margen para decisiones subjetivas y arbitrarias, sin fundamento en el discurso jurídico. Los tribunales de inmigración en Estados Unidos no son constitucionales como los tribunales civiles o penales en donde la gente puede reclamar derechos. Sus decisiones son apelables en la Junta de Apelaciones de Inmigración, cuyas decisiones son ley únicamente para el circuito en el que se basa la reclamación. Sólo cuando el solicitante de asilo apela contra la decisión de un juez en la Suprema Corte su caso se encuentra en un campo constitucional. De hecho, según Cabot, como las decisiones de los jueces migratorios no son ley, no se vuelven jurisprudencia, el que se le dé asilo a alguien no crea precedente para otorgarlo a más. Aunque las técnicas en el campo extralegal son fundamentales para definir el carácter administrativo del asilo, la Ley de Asilo
60. Crystal Massey, op. cit.
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juega un rol definido en la regulación de la migración mexicana porque sus conceptos centrales de inclusión y exclusión se dislocan con la subjetivación específica de la necropolítica mexicana –el endriago estrecha aún más los términos de inclusión de la dupla de conceptos centrales: falta de voluntad o incapacidad de proteger frente a temor fundado de persecución y motivación por pertenencia a una de las cinco categorías protegidas–. Con esto, la necropolítica mexicana se vuelve parte del aparato biopolítico. La Ley de Asilo tiene efectos de verdad sobre lo que sí y lo que no constituye un acto de persecución, una víctima de éste y un contexto en el que esto ocurre. Ha creado un régimen de verdad –el establecimiento de subjetividades, objetos y conceptos que dividen lo falso de lo verdadero– en el que la definición de la atribución, la responsabilidad, el contexto y la víctima excluye diversas subjetividades, objetos y conceptos que se derivan de relaciones de dominación contemporáneas, como las derivadas de la necropolítica y las necroprácticas del endriago. El carácter híbrido de la gubernamentalidad del Estado mexicano y su necropolítica subvierten la política de verdad del discurso de asilo. El concepto laclauniano de dislocación puede ayudar a entender esta subversión. La dislocación se refiere a los procesos sociales o eventos que no pueden ser representados o simbolizados dentro de un sistema discursivo y, como consecuencia, llevan a la disrupción de la estructura misma.61 O como explica Panizza: “La dislocación es ocasionada por eventos que operan más allá del control de las fuerzas hegemónicas, que no pueden ser simbolizados por el orden discursivo existente y por tanto no pueden ser integrados dentro de sus fronteras políticas, culturales e institucionales. Como resultado, la dislocación descentra el orden social y 61. Ernesto Laclau, New Reflections on the Revolution of Our Time, Londres, Verso, 1990; Emancipation(s), Londres, Verso, 1996.
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lo abre a diferentes prácticas discursivas que intentan restaurar su relativa unidad”.62 A través de su forma de subjetivación central –el endriago–, la necropolítica disloca los entendimientos clásicos de sujeto y objeto de persecución en el discurso jurídico de asilo, como se verá a continuación. DISLOCACIÓN NECROPOLÍTICA DE LOS CONCEPTOS DEL DISCURSO DE ASILO: OPINIÓN POLÍTICA Y PERTENENCIA A UN GRUPO SOCIAL DETERMINADO
Existen dos conceptos centrales de la política de verdad del discurso de asilo que se dislocan por la aparición del sujeto endriago y por el surgimiento de objetos diferentes de la persecución, tales como: persecución por denunciar corrupción estatal, por exigir justicia en el asesinato o secuestro de un familiar, por negarse a pagar cuotas, por “saber” más de la cuenta sobre la naturaleza política del endriago, etcétera Estos conceptos son: a) el temor bien fundado de persecución presente o futura por falta de voluntad del Estado o su incapacidad para proteger a la víctima, y b) la persecución por motivo de nacionalidad, raza, religión, opinión política o pertenencia a un grupo social determinado.63 INCAPACIDAD O FALTA DE VOLUNTAD DEL ESTADO PARA PROTEGER A LOS PERSEGUIDOS
El temor a la persecución se define como un temor de daño grave y la incapacidad o falta de voluntad del Estado para proporcionar protección frente a este temor. La persecución puede ser entendida
62. Francisco Panizza, “Discurso e instituciones en la reforma de la administración pública uruguaya”, en Revista Uruguaya de Ciencia Política, núm. 13, 2002, p. 66. 63. Los casos que se presentan en este apartado son todos reales, pero por razones de seguridad tanto de las víctimas como de la investigadora se han omitido los nombres de las víctimas y de las bandas criminales presuntamente involucradas.
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como “la violación continua o sistemática de derechos humanos que es demostrativa de la falta de protección del Estado”.64 El nivel de daño debe ser grave, es decir, la experiencia de una persona debe elevarse por encima de lo meramente desagradable, del acoso e incluso del simple sufrimiento. De acuerdo con el Manual de Asilo de la onu, la persecución puede ser en nombre del Estado o de agentes no estatales que el Estado no quiere o no puede controlar.65 Hay dos interpretaciones de la persecución no estatal: una es el punto de vista de protección amplia, que extiende la definición para cubrir situaciones en las que el Estado de origen no es capaz de proporcionar la protección necesaria; y la otra es la perspectiva de rendición de cuentas, que establece que la víctima puede ser reconocida como refugiado sólo cuando la persecución emana del Estado.66 La participación de actores no estatales en la persecución no es el principal problema que enfrentan los solicitantes mexicanos de asilo, pues los jueces –aun los del Quinto Circuito–67 pueden aplicar la perspectiva amplia. Sí es un problema cuando se trata de una persona que tiene un récord criminal o no puede comprobar una motivación basada en uno de los motivos protegidos, pues la protección de la Convención contra la Tortura sólo aplica 64. Matthew E. Price, “Persecution Complex: Justifying Asylum Law’s Preference for Persecuted People”, en Harvard International Law Journal, núm. 47, 2006, p. 454. 65. Sergio García, “Asylum for Former Mexican Police Officers Persecuted by the Narcos”, en Boston College Third World Law Journal, vol. 31, núm. 2, 2011, pp. 245-267; Sharon Pickering, “Crimes of the State: The Persecution and Protection of Refugees”, en Critical Criminology, núm. 13, 2005, pp. 141-163. 66. Roland H. Bruin, “Working Party on Non-State Agents of Persecution: 2002 Report”, en International Association of Refugee Law Judges Conference, 2002. 67. Las abogadas entrevistadas, Anna Jessica Cabot, Nancy Oretskin, Iliana Holguin, así como Carlos Spector, coincidieron en que los jueces del Quinto Circuito son “prejuiciosos” en contra de los mexicanos o que actúan desde la perspectiva del gobierno porque antes de ser jueces fueron fiscales, por lo que en el margen para la subjetividad que da el sistema de refugio estadounidense pueden endurecer aún más las categorías jurídicas del asilo.
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para personas que podrían ser torturadas por agentes del Estado o con la aquiescencia de éste. Debido a la aparición del endriago, que como se dijo es producto de la gubernamentalización del Estado mexicano en la medida en que representa tanto al Estado como a los criminales, el verdadero problema consiste en comprobar la “falta de voluntad” o la “incapacidad” del Estado para proteger a un sujeto. Según Cabot y Oretskin, para los solicitantes de asilo mexicanos el principal reto jurídico es demostrar la incapacidad o falta de voluntad del gobierno mexicano para protegerlos frente a la persecución o la tortura de las autoridades estatales o de delincuentes. Como Oretskin lo explica, “al final la clave es siempre –no importa si se trata de opinión política o grupo social– si el gobierno o el representante del gobierno es incapaz o no está dispuesto a protegerte. Tienes que tener un vínculo con el gobierno”. La dificultad surge de que la necropolítica disloca la comprensión común de la persecución y la motivación en la Ley de Asilo porque el Estado no tiene ya el monopolio y la exclusividad de las tecnologías de dominación. En términos de la Ley de Asilo, si bien esto no debe ser necesariamente un problema para ubicar la identidad del perseguidor porque se puede apelar a la ya mencionada visión amplia de la persecución,68 sí lo es para determinar si existe incapacidad o falta de voluntad de proteger, pues esta distorsión en la posesión de los medios de dominación invalida las pruebas comúnmente presentadas en casos de asilo. Por ejemplo, mientras el gobierno federal hace cumplir las políticas de lucha contra la delincuencia en la guerra contra el narcotráfico, en los niveles medio y local las fuerzas del orden a menudo están en la nómina de los cárteles de la droga. El gobierno mexicano
68. Roland H. Bruin, op. cit.
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gasta miles de millones de dólares en la seguridad y militarización de la guerra contra el narcotráfico, como lo demuestra la Iniciativa Mérida (2008), un programa a través del cual Estados Unidos transfería recursos para fortalecer el sistema judicial y la seguridad fronteriza y para programas contra el terrorismo. Con la transferencia de hasta 1.4 mil millones de dólares durante un periodo de tres años, se esperaba que México adquiriera equipo de seguridad para aire y tierra, y que usara los fondos para inteligencia y capacitación en derechos humanos. Sin embargo, se utilizaron fondos de la Iniciativa Mérida en la llamada guerra contra el narcotráfico. Como consecuencia de esta política contra el tráfico de drogas, la evidencia que podría sostener la falta de voluntad o la incapacidad del Estado para proteger a los ciudadanos según la legislación de derechos humanos es problemática, ya que se hace creer a los jueces y los funcionarios de migración que el Estado mexicano se esfuerza para combatir a las bandas criminales, que tiene “voluntad” y “capacidad” de hacerlo. Sin embargo, mientras que el Estado lucha contra el crimen con este tipo de política, hay casos en los que los cárteles están constituidos por ex miembros del ejército o policías en activo o retirados, quienes fungen como sujetos endriagos que participan en la persecución.69 Con el fin de demostrar incapacidad estatal o falta de voluntad para luchar contra los cárteles de la droga, los abogados de los reclamantes presentan en la uscis o en la eoir los reportes de derechos humanos de organizaciones no gubernamentales internacionales o del Departamento de Estado, las recomendaciones emitidas por las comisiones mexicanas de derechos humanos o los recortes de prensa que dan cuenta de que las autoridades policiales o militares
69. Véase Charles Bowden, op. cit.; Charles Bowden y Molly Molloy, op. cit.; Diego Enrique Osorno, La guerra de Los Zetas. Viaje por la frontera de la necropolítica, Mexico, Grijalbo, 2012.
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participaron directamente o ignoraron los asesinatos relacionados con el caso. No obstante, los informes de derechos humanos no siempre presentan los hechos como una crisis de derechos humanos sino como violencia criminal generalizada, o las recomendaciones simplemente no existen porque la mayoría tiene miedo de denunciar debido a la desconfianza en las instituciones del Estado. En estos casos, los testimonios pueden ser la única prueba, pero no muchos están dispuestos a testificar contra endriagos o agentes del Estado. En respuesta a la evidencia presentada por las víctimas, las autoridades de asilo presentan informes de derechos humanos que anteceden la guerra contra el narcotráfico, o informes de gasto y estrategia de seguridad mexicanas. La falta de voluntad o incapacidad se va al terreno subjetivo, es decir, se tiene que demostrar de forma individual, caso por caso. Entonces los abogados de los solicitantes presentan las recomendaciones de las comisiones de derechos humanos mexicanos o recortes de prensa que establecen que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley o militares y policías han participado –o ignorado– asesinatos relacionados con sus casos, aunque este tipo de prueba no siempre está disponible. En respuesta, las autoridades facultadas para conceder asilo proporcionan otra vez evidencia de las políticas mexicanas o bilaterales destinadas a combatir el tráfico de drogas, como la Iniciativa Mérida. Sin embargo, como explica Cabot: Hay involucramiento del Estado, pero es evidente que el Estado en México no es un actor monolítico, no hace sólo una cosa o la otra, hay muchos actores diferentes dentro del Estado mismo […] La presidencia y el ejército pueden estar diciendo cosas contradictorias […] hay mucha acción contradictoria dentro del gobierno, es decir, obviamente el gobierno está luchando contra sí mismo en algún nivel, sólo decir que hay involucramiento no prueba que hay involucramiento en el caso de una persona [buscando asilo] en particular. 172
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Un caso que ilustra la nubosidad de la incapacidad o falta de voluntad del Estado mexicano es el de la familia de Los Queseros. En junio de 2012, un miembro de la familia de Los Queseros, Pepe, fue asesinado. La policía local no le dio detalles a la familia, sólo que había sido asesinado por “alguien” en un pueblo cerca del Valle de Juárez, lugar donde Los Queseros tienen su negocio familiar: tres cremerías, una tienda de calzado y ropa, una tienda de licores y un lavado de autos. El hermano de Pepe, José, levantó el cuerpo y, mientras manejaba al pueblo, un grupo de hombres armados en camionetas se le cerraron. Los sujetos se bajaron y le apuntaron con sus armas, pero no lo lastimaron. La familia enterró a Pepe el día siguiente. Aunque estaban destrozados por la pérdida y otro miembro de la familia había recibido amenazas de muerte vía telefónica, decidieron abrir normalmente sus negocios el día después del funeral. Ese día José recibió una llamada de su sobrino Pepito, el hijo de Pepe, quien le dijo que su hermano Pepillo había sido asesinado cuando fue a visitar la tumba de su padre. Entonces José recibió más amenazas de muerte por teléfono; el sujeto le dijo que les avisara a los demás que dejaran el pueblo o todos serían asesinados. La familia se apresuró al cementerio, donde encontraron el cuerpo de Pepillo tirado sobre la tumba de su padre. Llamaron a la policía ministerial pero rehusaron recoger el cuerpo. Cuando la viuda de Pepe y madre de Pepillo llegó a la tumba en la que estaba tirado el cadáver de su hijo se topó con un grupo de hombres armados que pasaron de largo junto a ella. Entonces José recibió una nueva amenaza de muerte en la voz de la misma persona anónima, quien además le dijo que la siguiente sería su madre. Como no recibieron ayuda alguna de la policía local y era más que obvio que ahora toda la familia era blanco de la persecución, fueron a la sede de la policía federal en su pueblo para pedir ayuda. Su petición fue ignorada. Mientras tanto, un grupo de sicarios saqueaba los negocios de la familia. Por casualidad, al salir 173
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de una tienda de conveniencia en el pueblo, José se encontró con oficiales de la policía federal asignada a un pueblo vecino que sí estaban en disposición de ayudar. Los federales les pidieron que se reunieran en el rancho de Pepe mientras buscaban respaldos. Cuando los sicarios se dieron cuenta de que había vehículos oficiales afuera del rancho se acercaron a uno de los policías y le dijeron que les diera el mensaje de que si no se iban del pueblo de inmediato las cosas sólo se pondrían peor para ellos. Los policías se dieron cuenta de que no podían proteger a Los Queseros por mucho más tiempo, así que pidieron más respaldos en Juárez. La policía allí también tenía miedo, así que buscaron apoyo del ejército, pero nadie contestó el teléfono en el cuartel. Para ese momento los sicarios ya habían ocupado las casas de toda la familia, siete en total. La policía estuvo de acuerdo en escoltar a los 12 adultos y siete niños a la oficina de la Procuraduría General de la República (pgr) en Ciudad Juárez, donde los dejaron. La familia estuvo allí varios días y durante ese tiempo el representante de la pgr admitió que no había mucho que pudieran hacer por ellos y que no sabía cómo proceder porque nunca habían tenido un caso similar. Lo único que podían hacer las autoridades federales era llevarlos al Distrito Federal bajo protección temporal porque el gobierno federal no tenía la capacidad de tomar este tipo de casos. Los Queseros pidieron ayuda para trasladarse a un puente internacional para pedir asilo, pero las autoridades se rehusaron. Una trabajadora social de la pgr les dio el teléfono del abogado Carlos Spector, en El Paso, Texas, quien lleva los casos aquí descritos y facilitó la consulta de los archivos legales utilizados en la investigación. Una vez que hablaron con él pidieron a la pgr escoltarlos para cruzar el puente internacional. Otro caso emblemático es el de Juan T. En octubre de 2010 unos policías de alguna ciudad fronteriza que trabajan para un cártel contactaron a Juan T. y arreglaron un encuentro con él diciéndole 174
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una serie de mentiras relacionadas con su negocio, próspero, pero no grande. Una vez que llegó a la supuesta reunión de negocios, los policías –que hasta usaban sus placas de identificación– demandaron el pago de una “cuota” si quería continuar con su negocio y le informaron que tenía tres días para pagar 380 000 pesos. Juan T. pagó el dinero pero tres meses después los mismos oficiales le demandaron otra reunión. Antes de colgar, los sujetos le advirtieron que no llamara a las autoridades federales o lo matarían a él y a su familia, de quien tenían todos los detalles. Juan T. tenía demasiado miedo para no asistir a la forzada reunión. Cuando llegó, los oficiales, que aún traían sus placas, sacaron metralletas del tipo ak-47 y le exigieron el pago de una cuota de 120 000. Le dieron una hora para conseguir el dinero de su cuenta personal y por esa vez logró pagar a tiempo. Casi un año después de la primera extorsión, Juan T. recibió otra llamada de los mismos oficiales.Volvió a encontrarse con ellos en el mismo lugar, donde le exigieron otro pago de 120 000, aunque esta vez contactaron a su esposa para que ella trajera el dinero: le dijeron que sería retenido hasta que llegara con el dinero. Su negocio ya no era tan próspero debido a la descapitalización sufrida por las extorsiones, así que su esposa sólo pudo conseguir la mitad de la suma exigida. Los policías le advirtieron que no dejara la ciudad. Un mes después, uno de los extorsionadores fue asesinado, y al mes siguiente Juan T. fue interceptado por una camioneta mientras se ejercitaba en su bicicleta cerca de un parque. Dos hombres descendieron del vehículo y lo tiraron. Uno de ellos era el extorsionador sobreviviente, ahora acompañado de otro policía, quien le dijo que todavía no pagaba los 60 000 pesos restantes de la última cuota. Después le disparó en un pie. No se hizo ningún reporte policiaco al respecto a pesar de que otros oficiales le proporcionaron primeros auxilios. Juan T. estaba demasiado asustado para denunciar. 175
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Pocos días después, Juan T. estaba con unos amigos suyos en un parque local cuando cuatro hombres armados se le acercaron. Uno de ellos era el oficial que lo había extorsionado. El sujeto se le acercó y le dijo que estaba cansado de jugar. Lo que siguió a continuación, en palabras del propio Juan T.: Entonces el otro hombre me tiró al piso y empezó a golpearme. Yo todavía estaba en muletas por el disparo en el pie que me habían dado antes. [El policía] me dijo que la había regado al no pagar la cuota. Entonces los dos hombres me agarraron de los brazos mientras un tercero empezó a cortar mi pie a la altura de los tobillos. No pude ver si estaban usando un machete o un cuchillo largo porque estaba muy oscuro. Yo gritaba de dolor y les rogaba que pararan. Una vez que me cortaron un pie, empezaron con el otro hasta que terminaron de cortarlo. Me dejaron sin pies. Nunca perdí conciencia mientras me estaban cortando mis pies o cuando terminaron.70
Cuando terminaron de cortarle los pies a Juan T., el extorsionador le advirtió que no dejara la ciudad o se escondiera porque lo encontraría y mataría a su familia. Entonces los policías se fueron y sus amigos regresaron y lo llevaron al hospital, donde permaneció durante 10 días. Durante su estancia en el hospital no le fue proporcionada seguridad especial, aunque es costumbre hacerlo en incidentes de este tipo. Después de algunas horas de haber sido admitido en el hospital, dos policías de la oficina de su extorsionador y del que le cortó los pies llegaron para preguntarle si quería denunciar lo ocurrido. Él contestó que sí pero no dio nombres. Tenía demasiado miedo. Tan pronto como dejó el hospital se fue a El Paso, Texas, a solicitar asilo. 70. El testimonio es parte de un documento legal escrito originalmente en inglés. La traducción es de la autora.
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MOTIVACIÓN DEL PERSEGUIDOR: OPINIÓN PÚBLICA Y PERTENENCIA A UN GRUPO SOCIAL DETERMINADO
Dadas las características de la situación mexicana, argumentar los motivos de la persecución tampoco es sencillo. Como dice Cabot: “cuando estás tratando con personas que huyen de la violencia del narcotráfico no hay un grupo obvio [...] ya sabes, no es su raza, religión, nacionalidad, así que estas motivaciones se desechan”. Por lo tanto, los solicitantes de asilo tienen sólo dos opciones de motivación: opinión política y pertenencia a un grupo social particular. Sin embargo, por las características de la necropolítica mexicana el vínculo de la persecución con la opinión política y el grupo social determinado es claro sólo en los casos más tradicionales. OPINIÓN POLÍTICA
La opinión política se refiere a los juicios sobre cualquier asunto que involucre al aparato del Estado, el gobierno y las políticas públicas. Incluso si el solicitante no ha expresado aún sus opiniones, la fuerza de sus convicciones hace suponer que eventualmente las expresará y entrará en conflicto con las autoridades.71 Para aprovechar esta posibilidad, Spector ha creado la asociación política Mexicanos en el Exilio, la cual tiene el objetivo de denunciar la impunidad y exigir justicia en los asesinatos o desapariciones de familiares en México. Teniendo en cuenta que el proceso de asilo defensivo puede tardar hasta cinco años, si el solicitante comprueba participación política en Mexicanos en el Exilio podría argumentar exitosamente persecución futura. No obstante, hasta ahora las personas que han logrado demostrar temor bien fundado de persecución por motivos de opinión política son únicamente los que expresan una opinión en los términos más claros y clásicos de la ina y la Convención de las Na71. Holly Buchanan, op. cit.
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ciones Unidas para los Refugiados, es decir, periodistas y activistas. En palabras de Cabot: “Para algunas personas que huyen de México está la opinión política, realmente funciona para ellos, pero por lo general se trata de políticos, periodistas o defensores de derechos humanos, por lo que es específicamente para personas que denuncian y no aplica a la persona normal que huye de la violencia”. Por ejemplo, en septiembre de 2010, el gobierno estadounidense concedió asilo político al periodista Jorge Luis Aguirre, director de La Polaka.com, quien logró huir de Ciudad Juárez sólo unas horas después de la ejecución del periodista Armando “Choco” Rodríguez y después de haber recibido una llamada anónima que le advirtió: “tú eres el siguiente”. Similar es el caso de Alejandro Hernández Pacheco, el segundo periodista al que se le concedió asilo político. En agosto de 2011, la Corte falló a favor de Hernández Pacheco, quien demostró temor fundado de persecución por parte de las autoridades federales por denunciar su incapacidad de protegerlo de un cártel de la droga. En 2010, el periodista fue secuestrado después de informar que las autoridades de la cárcel de un municipio duranguense liberaban a los presos por la noche para que pudieran llevar a cabo asesinatos ordenados por el cártel. Horas después de que fueran puestos en libertad, la policía federal les dijo que se reunirían con el entonces presidente Felipe Calderón, pero en realidad fueron conducidos a una conferencia de prensa donde se dio a conocer su rostro y su identidad frente a la prensa nacional. El montaje televisivo alertó a sus perseguidores, quienes de inmediato lo amenazaron de muerte. Otro caso es el de la activista de derechos humanos Cipriana Jurado, quien logró demostrar que era perseguida por oficiales del ejército por su activismo en favor de una familia que buscaba justicia para los familiares de dos mujeres que fueron reportadas como desaparecidas en el Valle de Juárez en 2009. Se le concedió asilo político en junio de 2011. 178
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Sin embargo, las personas que expresan opiniones en contra de los cárteles de la droga y acaban perseguidos por los sujetos endriagos son los que enfrentan dificultad, como los hermanos Morín.72 Desde 1989, los hermanos Morín poseen una empresa de transporte público en Ciudad Juárez, Chihuahua, que poco después se afilió a una confederación de sindicatos de transportistas. Además de los tres hermanos, otros cinco miembros de la familia participan en el negocio. En 1997 operaban 10 autobuses y en 2005 habían recibido otras 10 concesiones. A partir de ese momento comenzaron a contratar conductores, pues antes ellos se habían encargado de ese trabajo. En junio de 2008 un cártel vinculado a la policía amenazó con matarlos y quemar sus casas y autobuses si no pagaban 5 000 pesos a la semana. Los hermanos trataron de organizar a los miembros del sindicato con el fin de evitar pagar la extorsión y realizar una protesta pública. Sin embargo, se les advirtió que si continuaban organizando a los otros en contra del cártel éste cumpliría sus amenazas. Uno de los hermanos sugirió a los agremiados presentar denuncias colectivas a la policía pero hubo miedo y no se hizo nada. Inmediatamente recibió una llamada telefónica en la que le dijeron que su autobús había sido incendiado y que si continuaba llamando a la huelga para defender y resistir la extorsión del cártel matarían a un miembro de la familia. En mayo de 2009, el hijo de uno de los hermanos fue ejecutado en un bar de Juárez. En marzo de 2011, la familia huyó a Estados Unidos. Llamar públicamente a otros para organizar un frente común contra la extorsión califica como opinión política, según el abogado Carlos Spector, quien también cree que los Morín no fueron perseguidos en forma individual, sino como una familia con fuertes opiniones políticas. No obstante, se les ha negado el asilo afirmativo y se encuentran ahora en defensivo.
72. Se consultó su archivo legal y extractos de sus declaraciones, pero se modifica el nombre para su protección y la de la investigadora, lo mismo en el caso de Miss Bala, que será detallado más adelante.
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GRUPO SOCIAL PARTICULAR
Debido a que la persecución está relacionada con las características de la necropolítica, de nuevo en la mayoría de los casos las motivaciones no son explícitamente las del ina y la onu. Es decir, se trata de casos en que sujetos endriagos y agentes estatales persiguen a familias enteras que se niegan a pagar la extorsión o la denuncian, o tratan de matar a los familiares de víctimas asesinadas que buscan justicia. Sin embargo, aunque la familia como grupo social particular es ampliamente aceptada en otros circuitos, en el Quinto no lo es debido a que el grupo social debe tener tres características: visibilidad social, inmutabilidad y particularidad. El Quinto Circuito definió que la visibilidad se refiere a la percepción social de la multitud como un grupo social identificable. Como lo describe Oretskin: En el Quinto Circuito de Texas, donde nos encontramos, la pertenencia a un grupo social es difícil porque hay que demostrar que es inmutable y que es visible. Visibilidad se refiere a la participación en protestas, con fotografías. Inmutable se refiere a un miembro de la familia que ha estado en los medios de comunicación, los medios de comunicación cubrieron este en todo el mundo a causa de la injusticia. Así que el grupo social es difícil (de demostrar). Muy duro.
La inmutabilidad se refiere a las personas que comparten una característica innata o inmutable, como su pasado, y que son definidas por algo tan fundamental para su identidad que no deben ser obligados a abandonarla.73 Como dice Spector: “Los homosexuales, las mujeres que tienen características inmutables: soy quien soy, no lo puedo cambiar”.
73. Holly Buchanan, op. cit.; Sharon Pickering, op. cit.
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La particularidad tiene que ver con las características específicas de la motivación que no se refieren a la persecución. Cabot lo explica muy claramente La otra cosa sobre el grupo social es que, para prevenir una lógica circular en la Corte, no puede ser definido por la persecución que sufre. Por ejemplo, las mujeres que sufren violencia doméstica no puede ser un grupo social, ya que la violencia doméstica es la persecución. Así que los ciudadanos mexicanos que están siendo blanco de los cárteles no puede ser un grupo social porque que está siendo definido por la persecución. Eso nos evita usar lo que podría ser el grupo social más evidente, una cosa bastante visible. Eso es un problema.
Por lo tanto, las personas que resisten el pago de cuotas a un cártel de la droga, los informantes criminales y las personas de negocios que son extorsionadas son considerados grupos definidos por el tipo de persecución y sin una característica innata o irreversible que ligue a sus miembros.74 Una posibilidad de grupo social particular que puede agrupar a los mexicanos es la familia, ya que la familia cumple los criterios del grupo social en particular debido a que: “La membresía familiar es una característica que una persona no puede cambiar (si él o ella están relacionados por sangre) o no se les debe exigir que cambien (si él o ella están emparentados por matrimonio)”.75 Sin embargo, en el Quinto Circuito no es suficiente pertenecer a la familia de una persona perseguida. En el Circuito se establece que la persecución por pertenencia a la familia como un grupo asocial busca “poner fin a una línea de sucesión dinástica”.76 Mucha gente 74. Sergio García, op. cit. 75. The United States Court of Appeals for the Fifth Circuit, Demiraj vs Holder, The United States Court of Appeals for the Fifth Circuit, 2011, p. 15. 76. Ibid., p. 7.
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ha perdido su caso en asilo afirmativo cuando intenta demostrar familia como grupo social. Un caso en que el grupo es la familia es el de una mujer a quien llamaré Miss Bala.77 Miss Bala perdió a su marido en abril de 2010. Fue secuestrado, asesinado y su cuerpo tirado en las calles de Ciudad Juárez. Miss Bala cree que esto se debió a su negativa a pagar extorsión. Con el fin de mantener a sus hijos, Miss Bala comenzó a trabajar de mesera en bares de Ciudad Juárez. En 2011, un grupo de la policía federal se introdujo en el bar donde laboraba para una inspección de rutina, que se volvió más profunda que las anteriores. Cinco minutos después de que se fueron, con los vehículos de la policía todavía afuera, hombres fuertemente armados entraron al local y abrieron fuego contra los clientes. Miss Bala terminó en el suelo, con clientes y empleados muertos encima de ella. Abandonó el bar hasta que el olor a quemado del lugar que se incendiaba la obligó a salir. Aprovechó la confusión causada por la llegada de la policía local para escapar, pero la policía logró ver su coche, y una semana más tarde una colega le advirtió por teléfono que los federales estaban buscando a las meseras sobrevivientes. Dos semanas después de la masacre, un automóvil trató de empujar su coche fuera de la carretera mientras iba con sus hijos. Al día siguiente huyó a El Paso y pidió asilo. Sin embargo, unos meses más tarde se enteró de que un grupo de hombres armados irrumpieron en su casa, donde su tío vivía desde que ella salió de Ciudad Juárez. Su familiar fue golpeado hasta que les reveló el paradero del padre de Miss Bala. Los hombres fueron a la casa del papá y, como éste se negó a decir el paradero de su hija, se lo llevaron con ellos. El hombre sigue desaparecido. A la
77. Miss Bala es una película mexicana sobre una mujer que es privada de su libertad por agentes de la policía vinculados a una banda criminal luego de atestiguar una masacre en un bar en el que laboraba. Llamo Miss Bala a esta mujer por el parecido de la película con su caso y su petición explícita de no revelar su identidad.
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mamá de Miss Bala le dijeron que si no regresaba eliminarían a toda la familia. Ahora toda la familia se encuentra pidiendo asilo. CONCLUSIÓN
Aunque el marco biopolítico es útil para analizar la migración, fenómenos relacionados como el desplazamiento forzado y el asilo requieren una lectura complementaria que dé el contexto específico del control de la muerte en la sociedad expulsora de refugiados, y cómo ésta se inserta en la regulación biopolítica migratoria en el primer mundo a través del discurso de asilo. La necropolítica es un marco conceptual ideal para entender por qué las personas huyen de sus pueblos y cómo complementan el rol biopolítico de la Ley de Asilo. Los datos indican que si bien la migración de mexicanos indocumentados a Estados Unidos disminuyó, también apareció una nueva tendencia migratoria: el asilo. Miles de personas abandonaron sus hogares y se reubicaron dentro de México, pero todos aquellos que no son protegidos por el Estado mexicano –ya sea por su incapacidad o falta de voluntad– se encuentran pidiendo asilo en Estados Unidos. No es que los desplazados forzados hayan remplazado a los migrantes indocumentados, sino que se abrió una nueva tendencia migratoria en la relación México-Estados Unidos que se está administrando a través del uso estratégico de la Ley de Asilo y su dislocación necropolítica. El temor bien fundado de ser perseguido por la falta de voluntad o la incapacidad del gobierno para proteger a la víctima de sus perseguidores, así como la persecución motivada por opinión política o pertenencia a un grupo social determinado se utilizan como conceptos de exclusión gracias a la dislocación necropolítica que hace que el endriago y la política de la muerte reduzcan aún más las posibilidades jurídicas de ser considerados refugiados. De esta forma vemos que la biopolítica se nutre de la necropolítica para funcionar como un regulador de quienes merecen vivir o morir. 183
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ENTREVISTAS
Cabot, Anna Jessica, coordinadora legal de Las Americas Immigrant Advocacy Center, de El Paso, Texas, 25 de junio de 2012. Hernández Pacheco, Alejandro, periodista y asilado político en El Paso, Texas, 26 de junio de 2012. Holguín, Iliana, abogada y directora ejecutiva del Diocesan Migrant & Refugee Services, de El Paso, Texas, 24 de junio de 2012. Massey, Crystal, investigadora y defensora de derechos humanos en el despacho legal de Carlos Spector, El Paso, Texas, 23 de junio de 2012. Oretskin, Nancy, abogada asociada del despacho de Carlos Spector, El Paso, Texas, 24 de junio de 2012. Spector, Carlos, abogado defensor de los mexicanos que solicitan asilo en El Paso,Texas, y cofundador de Mexicanos en el Exilio, 22-23 de junio de 2012. BIBLIOGRAFÍA
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LA CONSTRUCCIÓN DEL “MEXICANO INDESEABLE” A TRAVÉS DE INFORMES OFICIALES EN ESTADOS UNIDOS BERNARDO BOLAÑOS GUERRA Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa
We approve of intersections but are opposed to streets in general […] Illegal immigrants are invading our culture. Soon they will invade our libraries.
Daniel Borzutzky INFORMES OFICIALES SOBRE IRLANDESES, NEGROS Y MEXICANOS
En el presente ensayo se estudia la construcción de una subjetividad particular: el migrante mexicano en Estados Unidos. Los estudios en términos de “construcción social” suelen acudir a la obra de Michel Foucault como marco teórico (dado su interés pionero en las clasificaciones de la locura y de la enfermedad, en el poder creador y disciplinador que posee el discurso, y en las construcciones del Yo de cada uno de nosotros mediante tecnologías sociales). Por otro lado, Foucault distingue tres tipos de poder: soberanía, disciplina y gobierno. El gobierno recurre no sólo a instituciones y procedimientos, explica Foucault, sino también a “análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad”.1
1. Michel Foucault, Seguridad, territorio y población, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica (fce), 2006, pp. 135-136.
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Nuestro objetivo, entonces, será describir un instrumento técnico esencial de la gubernamentalidad, adicional a los dispositivos de seguridad: los informes oficiales. El descrédito de los enfoques culturalistas de tipo cualitativo y de las especulaciones acerca de una supuesta identidad o carácter nacional del “estadounidense promedio” o del “mexicano típico”, ambos populares durante la primera mitad del siglo xx, ha dado paso a otro tipo de excesos académicos. En nuestros días se habla de una supuesta objetividad presente en desencarnados informes oficiales basados en evidencia estadística. Sin embargo, desde su más remoto origen hasta nuestros días la mayoría de los informes estadísticos acerca de la migración también han incluido aberrantes construcciones de supuestos “irlandeses promedio”, “negros típicos”, “mexicanos característicos” y otras etiquetas. Ravenstein,2 por ejemplo, se interesaba tempranamente en estudiar la migración hacia afuera y adentro del Reino Unido, de corta y de larga duración y, según el argot de Foucault, se puede afirmar que constituye uno de los primeros “biopolíticos” en materia migratoria de la historia. Según Ravenstein, los irlandeses se acostumbraban menos que otros pueblos a los lugares a donde acudían porque migraban en familia.3 Si bien tal juicio podía ser considerado objetivo por muchos en el siglo xix porque cierta evidencia estadística lo respaldaba, venía acompañado de extraños razonamientos. Por ejemplo, hay en ese artículo pionero una preocupación implícita por el nacionalismo: “los irlandeses son más irlandeses que los ingleses ingleses y que los escoceses escoceses”, afirma extrañamente Ravenstein al interpretar las frecuencias estadísticas observadas de movimientos de población.
2. Ernest George Ravenstein, “The Laws of Migration”, en Journal of the Statistical Society of London, vol. 48, núm. 2, junio de 1885, pp. 167-235. 3. Ibid., p. 196.
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Habría “contracorrientes” migratorias y todo se equilibraría como supuestamente “demuestra” el hecho de que ningún condado en el Reino Unido tenía 100% de residentes locales.4 Diez años más tarde, Wright5 elabora una monografía estadística por encargo del Congreso de Estados Unidos en la cual analiza las áreas pobres, repletas de inmigrantes, de las ciudades de Baltimore, Chicago, Nueva York y Philadelphia... En ella, las tablas estadísticas son completísimas y se refieren a las características sociodemográficas de los habitantes, a los problemas de las viviendas de alquiler, de muy pobres condiciones higiénicas, y a las patologías médicas más frecuentes. Es un trabajo que hay que enmarcar en la emergente estadística funcionarial de la segunda mitad de siglo xix y que, en muchos aspectos, recuerda la tradición higienista europea, así como, más cercanamente, a la monografía sobre la clase obrera barcelonesa realizada por Cerdà casi cincuenta años antes.6
Desde luego, el hecho de que estos informes se basen, en el mejor de los casos, en frecuencias empíricamente observadas, no significa que sus conclusiones en términos de “desviados sociales” y “pobres buenos” y “malos” sean neutras ideológicamente. Basta notar que los estudios de la época analizan sobre todo a la población de inmigrantes de origen europeo no anglosajones (irlandeses, alemanes, polacos, rusos e italianos, principalmente), y prácticamente ignoran a las ya existentes comunidades de mexicanos (en Chicago, Los Ángeles o
4. Ibid., p. 187. 5. Carroll Wright, The Slums of Baltimore, Chicago, New York and Philadelphia, Washington, Goverment Printing Office, 1894 [reimpresión Nueva York, Arno Press, 1970]. 1894. 6. Joan Vilagrasa Ibarz, “Los debates sobre pobreza urbana y segregación social en Estados Unidos”, en Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, núm. 76, 2000, disponible en: .
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Texas). Por lo que se refiere a la población negra, hay apenas más interés en estudiarlos, supuestamente con el fin de mejorar sus condiciones de vida. La Escuela de Sociología de Chicago hace reflexiones aisladas sobre el carácter del mexicano en el contexto de su perspectiva “ecológica”, que pretende identificar los metabolismos de la ciudad, las “zonas naturales” de cada minoría étnica y el gueto como medio ambiente de pobres: En general, podemos decir que los mexicanos que residen en Estados Unidos tienen los más bajos estándares de vida comparados con cualquier otro grupo de inmigrantes [... En este caso] La situación de conflicto se debe menos a un choque de culturas porque los mexicanos viven encerrados en sí mismos y preservan su propia cultura más o menos intacta, y es más la de un conflicto de mercados laborales en donde la mano de obra tan barata que ofrecen los mexicanos va en contra de los intereses de los trabajadores nativos.7
En el párrafo anterior es interesante constatar la oposición entre explicaciones en términos de discriminación racial y de choque de intereses económicos. En nuestros días, sigue siendo fundamental tratar de entender si la segregación de una comunidad es producto de las actitudes violentas contra su identidad étnica o racial (es decir, producto del racismo) o por razones de clase y competencia entre comunidades (producto de estrategias retóricas de exclusión para preservar privilegios materiales). Otro de los informes oficiales que vale la pena mencionar es The Negro Family: The Case for
7. Fuller, 1939, pp. 45-46, cit. en Víctor Zúñiga y Rubén Hernández-León, “El nuevo mapa de la migración mexicana en Estados Unidos: el paradigma de la Escuela de Chicago y los dilemas contemporáneos en la sociedad estadounidense”, en Estudios Sociológicos, vol. 24, núm. 70, 2006, p. 149.
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National Action, de Daniel Patrick Moynihan, relativo a la pobreza urbana de las familias negras durante el gobierno Johnson y que ha sido reeditado y analizado por Rainwater y Yancey.8 En nuestros días, Moynihan es considerado un autor progresista y, sin embargo, es importante observar la manera en la que contribuyó a la estigmatización de los afroamericanos. Moynihan encontró que una cuarta parte de los matrimonios entre afroamericanos se rompían, casi otra cuarta parte de los nacimientos eran “ilegítimos”, más de una cuarta parte de las familias eran dirigidas por una mujer y, por todo ello, las familias dependían de políticas asistenciales. Moynihan afirmaba que esa situación hundía sus raíces durante la esclavitud y se afianzaba cuando los negros emancipados partían a las ciudades: El resultado era una específica patología (the tangle pathology) de la familia negra: matriarcado y, en gran parte deducida de la falta de presencia del padre en el hogar, madres adolescentes, fracaso escolar, crimen y delincuencia, menor capacidad para pasar las pruebas de habilitación laboral que los blancos, alienación. La conclusión era que las políticas gubernamentales habían de desplazarse hacia el fortalecimiento de las familias como paso previo para la lucha por la igualdad de oportunidades sociales y económicas.9
Por tratarse de un documento oficial, The Negro Family fue ampliamente difundido y también criticado. Me interesa detenerme en el informe Moynihan no sólo porque analizo cómo “mien-
8. Lee Rainwater y William Yancey (eds.), The Moynihan Report and the Politics of Controversy. A Transaction Social Science and Public Policy report. Including the Full Text of “The Negro Family: the Case for National action” by Daniel Patrick Moynihan, Cambridge, mit Press, 1967. 9. Joan Vilagrasa Ibarz, op. cit.
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ten” los informes oficiales sino por el paralelismo con estudios posteriores de la población mexicana. El equivalente a the tangle pathology (la “patología enmarañada”) en los afroamericanos fue llamado posteriormente el “efecto del grupo étnico mexicano” por Chiswick. Éste analizó los ingresos de los inmigrantes varones en 1970 a partir de los siguientes indicadores: educación, experiencia laboral y tiempo transcurrido desde el arribo al país de destino. Chiswick detectó los efectos positivos que tenían la educación y el tiempo de residencia en la movilidad social ascendente, aunque en menor proporción que en la población estadounidense. Pero su hallazgo más sorprendente fue que los mexicanos eran la excepción; no mejoraban demasiado con el tiempo de residencia en Estados Unidos.10 Una diferencia enorme entre la “patología enmarañada” de los afroamericanos y “el efecto de grupo étnico mexicano” es que la ruptura en la estructura familiar no puede servir como explicación (o como pretexto explicativo) en el segundo caso: sabemos que los matrimonios entre mexicanos son más duraderos que los de los anglosajones y otras minorías. La mayoría de los trabajadores indocumentados adultos vive con sus familiares inmediatos (esposa e hijos). Aproximadamente, la mitad de los adultos no autorizados viven con sus hijos menores de 18 años. Mientras 47% de los hogares de indocumentados están compuestos por parejas con niños, sólo 21% de los hogares de estadounidenses de nacimiento se encuentran en la misma situación. Entre ambos, los extranjeros con residencia legal cuyas familias viven juntas representan 35%.11 10. Barry Chiswick, “The Effect of Americanization on the Earnings of Foreign-Born Men”, en Journal of Political Economy, núm. 86, octubre de 1978, p. 914. 11. Seth Motel y Eileen Patten, Statistical Portrait of the Foreign-Born Population in the United States, 2011, Washington, Pew Research Hispanic Center, 2013, disponible en: (visitado el 15 de abril de 2013).
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De la misma manera en que el informe de Moynihan acerca de las familias negras fue criticado por condenar el modelo matriarcal y por ocultar bajo su aparente objetividad cuantitativa las condiciones de clase social y de discriminación que perpetuaban la marginación de los afroamericanos, así también es necesario develar lo que la ideología detrás de los informes sobre los mexicanos en Estados Unidos pretende condenar y los hechos que callan tales documentos oficiales. En particular, detrás de las más crudas reflexiones culturalistas parece estar la discriminación del negro y del mexicano en el mercado laboral.12 A continuación se estudiarán dos estereotipos contemporáneos del mexicano en Estados Unidos: su desempeño educativo y su vinculación con el narcotráfico. MEXICANOS “IGNORANTES”
Lo mismo que el progresista Moynihan atribuía a los afroamericanos como criterio para explicar su fracaso, años después ha escamoteado a los mexicanos para reconocer sus virtudes como minoría: los valores familiares. Ello muestra que la discriminación cívica no usa criterios homogéneos, ni tiene palabra de honor, pues en cada caso busca nuevos pretextos para estigmatizar. En nuestros días, los informes estadísticos en Estados Unidos y la opinión pública de ese país coinciden en estigmatizar a los mexicanos según nuevos criterios “objetivos”: son ignorantes, en gran proporción traficantes de drogas y poco dispuestos a invertir en la educación propia y de sus hijos. En un informe de 2008 al Congreso estadounidense, Kandel señala: Los nacidos en México, Centroamérica y El Caribe tienen las proporciones más bajas de graduados universitarios y las más altas de personas
12. Sébastien Chauvin, Les agences de la précarité. Journaliers à Chicago, París, Seuil, 2010.
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sin un diploma de bachillerato, en contraste radical con los de África y Europa del Este, Asia y el Medio Oriente. La cantidad desproporcionada de mexicanos con menos de un diploma de bachillerato puede atribuirse en gran medida a los extranjeros no autorizados de ese país, un grupo con más bajos niveles educativos en promedio que otros grupos de extranjeros.13
Resulta interesante destacar la ambigüedad del diagnóstico de Kandel y la ausencia de explicaciones causales claras. ¿México tiene bajos niveles educativos o son los inmigrantes mexicanos que viajan a Estados Unidos quienes los tienen? Veremos que, comparativamente, lo primero no es el caso. ¿Las personas con los más bajos niveles educativos se convierten en indocumentados o la situación de ser indocumentado es la principal causa del fracaso escolar en Estados Unidos? Contra los estereotipos que difunden los informes oficiales, la segunda hipótesis está siendo demostrada por las ciencias sociales. Si bien el grueso de los migrantes indocumentados mexicanos a Estados Unidos carece de estudios de bachillerato y universitarios, tienen más estudios que quienes, encontrándose en situación socioeconómica semejante en una misma comunidad, no migran.14 El estatus migratorio de “no autorizado” se convierte, como veremos, en un lastre para continuar su educación e incluso lo sigue siendo para sus hijos y nietos de nacionalidad estadounidense. Es curioso, sin embargo, que Kandel no diga a los legisladores estadounidenses que discuten la reforma migratoria que la legislación de su país
13. William A. Kandel, The U.S. Foreign-Born Population: Trends and Selected Characteristics, Congressional Research Service, 18 de enero de 2011, p. 19, disponible en: (visitado el 15 de abril de 2012). 14. Liliana Meza González y Carla Pederzini Villarreal, “Migración internacional y escolaridad como medios alternativos de movilidad social: el caso de México”, en Estudios Económicos, Extra, núm. 1, 2009, pp. 163-206.
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contribuye a mantener a los indocumentados y a sus familiares estadounidenses con niveles deplorables de escolaridad. Por otro lado, es fundamental observar los cambios radicales que estas tendencias experimentan en poco tiempo. En un análisis estadístico del Pew Hispanic Center,15 según el lugar de nacimiento, sólo 15.4% de los jóvenes de entre 18 y 24 años residentes en Estados Unidos nacidos en México estaban inscritos en licenciatura en 2011, contra 43.9% de los nacidos en Estados Unidos. Los jóvenes nacidos en Asia, Medio Oriente, Oceanía, Europa e incluso Sudamérica, el Caribe y África también presentan una alta proporción de inscritos en la universidad. Ciertamente, el caso de los mexicanos sólo es mejor que el de los centroamericanos. Lo que parece pasar inadvertido (y de lo cual, nuevamente, los legisladores americanos no son informados) es que el progreso educativo de los jóvenes mexicanos en Estados Unidos, según ese mismo cuadro, es el más acelerado de la década. En 2000, los jóvenes de entre 18 y 24 años nacidos en México inscritos en la universidad eran 7.4%, es decir, en 10 años aumentó 48% la población de jóvenes mexicanos en ese nivel educativo. Ninguna otra minoría duplicó en esos años su número en las universidades. Esta cifra debe ser relativizada porque los estudios superiores a los que acceden los mexicanos en Estados Unidos son, en promedio, breves y poco prestigiados. Pero es sintomático del miedo que las otras minorías tienen a los “ignorantes mexicanos” el hecho de que se estén aprobando leyes locales que prohíben a las mejores universidades públicas admitir a estudiantes no autorizados cuando ello excluye a los residentes legales. Así, aunque los mexicanos sean sistemáticamente descritos como un caso radical de fracaso educativo, no lo son en términos de su punto de partida y, leyendo su avance en términos proporcionales, son incluso un caso radical
15. Seth Motel y Eileen Patten, op. cit.
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de progreso educativo que genera el recelo de los ciudadanos con supuesto “alto capital educativo”. Así como los autores que se concentran en el llamado problema de la “hispanización” de Estados Unidos construyen explícitamente el estereotipo del mexicano ignorante y atribuyen su fracaso a la identidad cultural,16 los informes oficiales suelen hacerlo implícitamente, mientras la aprobación de leyes discriminatorias revelan que existe el miedo a una realidad muy diferente: la de los mexicanos escolarizados y exitosos. De acuerdo con los economistas de bbva Research, “los migrantes mexicanos en eeuu reciben en promedio menos ingresos que otros migrantes con gran presencia en eeuu como los provenientes de: Canadá, Centroamérica, Sudamérica, El Caribe, África, Asia, Europa, y Oceanía, situación que se explica por los bajos niveles de escolaridad en general de los migrantes mexicanos”.17 Esta última hipótesis se enfrenta a varias perplejidades. La primera deriva implícitamente de lo que reconocen enseguida tales economistas: “Por otro lado, en bajos niveles de escolaridad se encuentra en el caso de los hombres que la mano de obra mexicana es mejor pagada que la de los migrantes de otras nacionalidades, pero en niveles de escolaridad más elevados los migrantes mexicanos reciben menores salarios que migrantes de otras regiones”.18 No existe coherencia explicativa: los economistas afirman que los bajos niveles de escolaridad explican que los mexicanos perciban menores ingresos, pero paradójicamente aceptan que los trabajadores mexicanos con los niveles más bajos de escolaridad ganan más que otros inmigrantes con niveles igual de bajos. Según algunos, la supuesta
16. Samuel Huntington, Who Are We?: The Challenges to America’s National Identity, Nueva York, Simon & Schuster, 2004. 17. bbva Research/Fundación bbva Bancomer, Revista Situación Migración México, Fundación bbva Bancomer, noviembre de 2012, p. 2. 18. Idem.
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baja calidad de la educación mexicana podría explicar que aunque tengan igual escolaridad en niveles de escolaridad medios y altos, los mexicanos ganen menos (aunque la distinción entre escolaridad y calidad de la escolaridad no sea explicitada en el estudio de bbva Research).19 Esta última hipótesis ha sido propuesta por Gandini y Lozano20 para el caso de los inmigrantes mexicanos con posgrado en Estados Unidos. De acuerdo con éstos, el incremento acelerado de la matrícula en las maestrías y los doctorados de México podría haberse realizado a costa de la calidad, como mostrarían supuestamente los menores salarios obtenidos por mexicanos en Estados Unidos frente a otros inmigrantes con posgrado y la reducción de la emigración de posgraduados mexicanos a aquel país entre 2000 y 2010. No obstante, para llegar a esas conclusiones, Gandini y Lozano no consideran el peso eventual de la estigmatización de los mexicanos como grupo (por la asociación con el gran número de indocumentados con bajos niveles de escolaridad). Tratar de atribuir las diferencias salariales citadas a la baja calidad en la educación mexicana sería injustificado a la luz de otros datos cuantitativos. Respecto a la calidad, según importantes indicadores internacionales, mientras que el desempeño de los estudiantes mexicanos en lengua y matemáticas en 2000 estaba por debajo de los de Argentina y Brasil, esta clasificación se había invertido en 2010. En efecto, en la prueba pisa de 2010 México obtuvo 19. Otro detalle metodológico que pone en cuestión los resultados mencionados es que cuando describen las diferencias salariales, los economistas de bbva Research no distinguen entre posgrado y licenciatura, sino que los suman en un solo bloque. Pero podría ocurrir que los migrantes no mexicanos posean en mayor proporción estudios de posgrado. 20. Luciana Gandini y Fernando Lozano Ascencio, “La migración mexicana calificada en perspectiva comparada: el caso de los profesionistas con posgrado en Estados Unidos, 2001-2010”, en Telésforo Ramírez García y Manuel Ángel Castillo (coords.), El estado de la migración. México ante los recientes desafíos de la migración internacional, México, Conapo, 2012, pp. 87-126.
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419 puntos de desempeño en matemáticas; Argentina, 388, y Brasil, 386. En ciencias, los puntos correspondientes fueron: México, 416; Brasil, 405, y Argentina, 401. En comprensión del lenguaje, México, 425; Brasil, 412, y Argentina, 398.2. Eso en lo que concierne a la calidad. En cuanto a la cobertura, a principios del siglo xxi, Brasil se encontraba entre los países latinoamericanos con la participación más baja de trabajadores con el ciclo secundario terminado: menos de 15%, junto con El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. En 2010, Brasil ocupaba el lugar 68 del mundo en índice de escolaridad primaria, y el lugar 22 en escolaridad secundaria y capacitación para el trabajo.21 Veamos el caso de México, exactamente inverso. En 2010, México estaba en el lugar 29 del mundo en índice de escolaridad primaria, pero en el lugar 61 en escolaridad secundaria y capacitación para el trabajo. Así, Schwab señala que algunas de las ventajas competitivas de México son las debilidades de Brasil y viceversa.22 En resumen, México ha cumplido con la política de concentrar los esfuerzos en el desarrollo de la educación básica, aunque ello represente descuidar la investigación científica y a amplios sectores de adolescentes y jóvenes en edad de ingresar a la educación media superior y a la universidad, por lo cual, aunque los migrantes mexicanos tienen uno de los más bajos niveles de escolaridad en Estados Unidos, como afirman informes oficiales americanos y economistas de bbva Research, la calidad de la educación básica mexicana no es de las más bajas. Este dato positivo puede explicar, al menos parcialmente, que entre trabajadores con escasa educación, los mexicanos ganen más. En cuanto a la supuesta calidad inferior de la educación media y superior mexicana,
21. Klaus Schwab (ed.), The Global Competitiveness Report 2010-2011, Ginebra, World Economic Forum, 2010, p. 107, disponible en: . 22. Ibid., p. 239.
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como podría inferirse de los trabajos de Gandini y Lozano y de los economistas de bbva Research, habría que hacer dos precisiones: suponiendo que la hipótesis sea cierta, la prioridad concedida a la educación básica asumió dicho costo como inevitable (dada la escasez de recursos). En segundo lugar, es preciso medir el efecto que (en forma de estigmatización negativa) contra los inmigrantes mexicanos calificados tiene la situación de baja escolaridad y falta de documentos migratorios de la mayoría de sus compatriotas. Los economistas de bbva Research también pasan por alto que sólo con excepción de los mexicanos y los africanos, la escuela explica la diferencia en empleo e ingresos en Estados Unidos. Algunas investigaciones cuantitativas muestran que entre los inmigrantes mexicanos, dicha diferencia está en función de su estatus no autorizado.23 Otras van más allá: los inmigrantes latinos serían el único grupo para quienes la educación no incrementa significativamente sus ingresos; la ganancia a cambio de mayores niveles educativos es particularmente baja tratándose de inmigrantes mexicanos y centroamericanos.24 Schoeni,25 por su parte, considera que los bajos niveles educativos sólo explican un tercio de la disparidad salarial entre mexicanos y trabajadores nativos de sexo masculino. Sólo cuando tratan de explicar la recuperación salarial posterior a la crisis de 2008, los analistas de bbva Research se ven obligados a reconocer implícitamente el impacto del estatus no autorizado de los migrantes mexicanos y las reformas migratorias (lo que, en algunos casos, nosotros llamamos discriminación cívica):
23. Matthew Hall et al., “Legal Status and Wage Disparities for Mexican Immigrants”, en Social Forces, vol. 89, núm. 2, 2010, pp. 491-513. 24. Ibid., p. 494. 25. Robert F. Schoeni, “New Evidence on the Economic Progress of Foreign-Born Men in the 1970s and 1980s”, en Journal of Human Resources, vol. 32, núm. 4, 1997, pp. 683-740.
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“El empleo de los migrantes mexicanos se desvincula de otros hispanos”. Hasta la primera mitad del 2010 en eeuu el empleo de los migrantes mexicanos seguía una trayectoria similar a la del resto de los hispanos, aumentaba cuando la economía crecía y se reducía cuando la economía se contraía. A partir de la segunda mitad de 2010 el empleo de los migrantes mexicanos empieza a seguir una trayectoria diferente y a la fecha mantiene una tendencia distinta. Mientras los hispanos ya recuperaron todo el empleo perdido con la crisis económica y se encuentran en sus niveles históricos, los migrantes mexicanos aún se encuentran muy por debajo de sus niveles máximos en empleo, logrados previo a la recesión económica. Consideramos que el factor principal que generó esta desvinculación son las diferentes acciones contra los migrantes indocumentados en eeuu que inician de forma más marcada con la llamada “Ley Arizona”, situación que afectó más a los mexicanos que a otros migrantes puesto que 60% de los migrantes indocumentados en eeuu son mexicanos y además porque más de 50% de los migrantes mexicanos son indocumentados.26
Una vez que parece claro el fracaso de las explicaciones en términos exclusivamente de la calidad educativa para dar cuenta de la situación económica desventajosa de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, es necesario profundizar en sus causas. Han sido documentadas consecuencias psicológicas negativas en los niños de inmigrantes no autorizados, como estrés y diferentes tipos de ansiedad, que inhiben tanto el desarrollo cognitivo como el aprendizaje.27 Bean, Brown, Leach, Bachmeier y Conley-Estrada han encontrado que el bajo desempeño educativo de mexico-americanos en Estados Unidos también es una herencia de la situación a la que estuvieron sometidos
26. bbva Research/Fundación bbva Bancomer, op. cit., p. 2. 27. Hirokazu Yoshikawa, Immigrants Raising Citizens: Undocumented Parents and their Young Children, Nueva York, Russell Sage Foundation, 2011.
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sus padres y abuelos indocumentados, seguramente por los recién mencionados factores asociados (ansiedad, problemas en el desarrollo pleno de técnicas de razonamiento, déficit de asimilación de conocimientos).28 Más grave aún, al parecer estas deficiencias escolares pueden agravarse con el paso de las generaciones: existe un déficit de 0.3 años de escuela para las generaciones de varones de origen mexicano más allá de la tercera generación, comparados con la tercera generación en estricto sentido. Dicho en otras palabras, la escolaridad de los mexicanos desciende incluso con el aumento de los años de residencia, un fenómeno que desafía las cifras sobre inmigración e integración válidas para las demás minorías. Existe la misma tendencia en el caso de las mujeres, aunque en menor proporción (-0.2).29 Bean, Brown, Leach, Bachmeier y Conley-Estrada calculan que los inmigrantes de origen mexicano cuya madre pudo legalizarse obtienen al menos 1.24 años más de escolaridad que aquellos cuya madre no lo logró.30 Para estimar estas cifras, estos autores controlan estadísticamente factores como el nivel de iniciativa (pues podría existir una relación entre madres que logran naturalizarse y que son muy “echadas para adelante”, en vez de una relación de causalidad entre naturalización y mejor rendimiento escolar). En resumen, Bean, Brown, Leach, Bachmeier y Conley-Estrada han encontrado que la incertidumbre de la transición del estatus de no autorizado al de autorizado parece reforzar la necesidad de los inmigrantes de trabajar sin estudiar, y esta tendencia ocurre de manera desproporcionada entre aquéllos en los contextos más precarios.31
28. Frank Bean et al., “Unauthorized Migration and Its Implications for Mexican American Educational Incorporation”, en Briant Jensen y Adam Sawyer, Regarding Educación, Mexican-American Schooling, Immigration and Binational Improvement, Nueva York, Teachers College Press, 2013, pp. 43-65. 29. Ibid., p. 49. 30. Ibid., p. 54. 31. Idem.
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Sin embargo, los informes oficiales insisten en hablar de migrantes preparados o no para el mercado de trabajo americano; implícitamente distinguen entre migrantes “buenos” y “malos”, no abordan el problema de la discriminación cívica. Sin mayores matices, se afirma entonces que, por ejemplo, la menor segregación de los sudamericanos es por su alto grado de éxito económico.32 Los investigadores lanzan la hipótesis de que la situación de los dominicanos es, por ejemplo, por ser y sentirse negros y su “particular historia de incorporación a Nueva York”,33 pero, simétricamente, se evade decir que la segregación de los mexicanos es por ser y sentirse indígenas, morenos o monolingües, o bien por ser tratados como indocumentados. Así, hay una reticencia a hablar del estatus migratorio para nombrar a las situaciones de desventaja que no están explicadas por el fracaso educativo, económico u otros factores no políticos ni raciales. Menos aún se atreverían estos informes a calificar dicho estatus como “discriminación cívica”. Aunque no en forma de informes oficiales, abunda la evidencia sobre los efectos perjudiciales de ser indocumentado, especialmente en el mercado de trabajo.34 “Mientras Hudson (2007) ha encontrado que muchos trabajadores que empiezan en trabajos periféricos se mueven eventualmente hacia mejores empleos, esto podría no ser cierto en el caso de trabajadores indocumentados, cuya falta de autorización legal para trabajar en los Estados Unidos es una barrera para cambiar de empleador”.35 El hecho de ser indocumentado facilita la 32. John Logan y Richard Turner, Hispanics in the United States: Not Only Mexicans. us2010 Project, Providence, Brown University, 2013, p. 12. 33. Ibid., pp. 12-13. 34. Matthew Hall et al., op. cit.; Douglas S. Massey, “Do Undocumented Migrants Earn Lower Wages than Legal Immigrants? New Evidence from Mexico”, en International Migration Review, núm. 2, 1987, pp. 236-274; Douglas S. Massey, Jorge Durand y Nolan J. Malone, Beyond Smoke and Mirrors: Mexican Immigration in an Era of Economic Integration, Nueva York, Russell Sage Foundation, 2002. 35. Matthew Hall et al., op. cit., p. 495.
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explotación laboral, en particular la falta de respeto al salario mínimo y el pago de horas extras. Pero incluso cuando los empleadores no discriminan a los inmigrantes indocumentados, su capital social les reporta menos ganancias debido a que su estatus migratorio les impide buscar mejores empleos.36 En resumen, los mexicanos ganan menos en igualdad de nivel educativo y, ante ello, los informes oficiales infieren “la educación mexicana es baja y de mala calidad” en vez de “existe un estereotipo racial que afecta incluso a los mexicanos legales y con habilidades profesionales”. Pero ¿qué evidencia empírica muestra esto último? Lowell, Teachman y Jing demostraron que existe discriminación al contratar trabajadores con apariencia de latinos, no sólo indocumentados, ello quizá como resultado de la reforma migratoria conocida como irca que imponía sanciones a los empleadores.37 Massey, Durand y Malone dicen que la reforma migratoria provocó subcontratación.38 Para detener el flujo se comenzó a sancionar a empleadores que recurrían a empresas que asumían la responsabilidad de contratar. Así, una motivación nativista y fundada en gran medida en motivos de protección de la “identidad americana” (la reforma migratoria) provocó a fin de cuentas el desmantelamiento de derechos laborales que luego se estabilizó en forma de nuevas prácticas de gestión, como la subcontratación. Si de hecho estos procesos unidos al estatus legal afectan negativamente el bienestar económico de todos los trabajadores latinos (independientemente de su estatus), eso explicaría por qué trabajadores inmigrantes mexicanos y (en menor medida) mexicoamericanos son menos capaces
36. Idem. La variable dependiente del estudio de Matthew Hall es el salario, la variable independiente central es el estatus legal. 37. Lowell, Teachman y Jing, 1995, cit. en Matthew Hall et al., p. 508. 38. Douglas S. Massey, Jorge Durand y Nolan J. Malone, op. cit., p. 26.
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de convertir escolarización adicional en salarios superiores que los blancos no latinos. Sin embargo, el hecho de que sólo una parte de la baja remuneración total ligada al capital humano de los trabajadores de origen mexicano se explique por la abundancia de migrantes indocumentados entre sus poblaciones es perturbadora y es consistente con los resultados de Telles y Ortiz (2008) de que los mexicoamericanos luchan para alcanzar la clase de igualdad educativa que otros migrantes han logrado.39 MEXICANOS “NARCOS”
Desde principios de los noventa, los nuevos estudios sobre la pobreza entre hispanos –antes concentrados en la población afroamericana– han probado la existencia de una alta proporción de indocumentados en el mercado informal de Estados Unidos. Más relevante es la supuesta participación de tales trabajadores en un subsector de la informalidad: el narcotráfico.40 Apenas el 18 de abril de 2013, el ex zar antidrogas Barry McCaffrey presentó un supuesto “diagnóstico” al Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes en el que afirma que los cárteles de la droga mexicanos “operan” en más de mil ciudades estadounidenses, cálculo tomado de un informe oficial previo que había sido difundido por el gobierno americano en 2011.41 En efecto, en 2011, el National Threat Assessment estimó supuestamente que el narco mexicano “estaría operando” en más de mil ciudades de la Unión Americana. El verbo “operar” es vago e incluye a los estadounidenses que compran la droga en México, aunque no estén subordinados a las organizaciones criminales mexicanas. Además, dicho informe era deliberadamente ambiguo, pues el cua-
39. Matthew Hall et al., op. cit., p. 509. 40. Joan Moore y Raquel Pinderhughes (eds.), In the Barrios: Latinos and the Underclass Debate, Nueva York, Russell Sage Fundation, 1993. 41. U.S. Departement of Justice and National Drug Intelligence Center, National Drug Threat Assessment 2011, Johnstown, agosto de 2011, p. 8, disponible en: .
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FIGURA 1 U.S. Department of Justice and National Drug Intelligence Center “Table 1. Concentrated Activity by Mexican-Based tco’s in the Nine ocdetf Regions”.42
TCO
PRIMARY DRUGS
PRIMARY REGIONS
SINALOA CARTEL
Cocaine Heroin Marijuana MDMA Methamphetamine
Florida/Caribbean Great Lakes Mid-Atlantic New England New York/New Jersey Pacific Southeast Southwest West Central
LOS ZETAS
Cocaine Marijuana
Florida/Caribbean Great Lakes Southeast Southwest
dro que se muestra arriba en inglés (se trata de la versión original) no hace referencia a las organizaciones criminales transnacionales mexicanas que supuestamente suministrarían la droga según región de los Estados Unidos, sino literalmente a la “Actividad concentrada según organización transnacional de origen mexicano”. ¿Actividad de quién? ¿De los cárteles mexicanos, de pandillas estadounidenses u otros? ¿Concentrada según qué criterio? Peor aún, al retomar públicamente los “datos” de dicho informe oficial, McCaffrey asimilaba tramposamente los temas de narcotráfico y migración indocumentada, pues señalaba la amenaza del
42. Fuente: U.S. Department of Justice and National Drug Intelligence Center, op. cit.
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crimen organizado y, enseguida, proponía una política que parecería servir para enfrentarla: endurecer las medidas contra las personas que ingresan legalmente pero que dejan expirar su visa o permiso.43 Actualmente, existe una distribución nueva de la migración mexicana en los Estados Unidos que responde al fracaso de la planeación anterior. Es conocido que a partir de 1986, mediante la ley irca, el gobierno americano pretendió contener el flujo creciente de migrantes mexicanos sellando la frontera, a cambio de conceder una amnistía a alrededor de dos millones de migrantes; el resultado fue un endurecimiento contra el resto de los indocumentados y una serie de transformaciones consecuentes de los patrones migratorios. Quienes no lograron regularizar su situación dejaron de viajar a México para evitar los cruces y prefirieron llevarse a sus familias a Estados Unidos, lo cual acabó con la migración laboral que iba y venía según la temporada de trabajo. De ser circular, la migración mexicana a Estados Unidos pasó a ser definitiva: por primera vez en la historia, la mayoría de los migrantes partía con la idea de establecerse allá. Por su parte, quienes adquirieron permisos de residencia se aventuraron a buscar trabajo más allá de los enclaves étnicos de California, Texas e Illinois. Así, numerosos mexicanos residentes en estos últimos estados se han desplazado al interior de la Unión Americana y migrantes recientes han partido de México directamente hacia destinos como Oregon, Utah, Nevada, Georgia, Tennessee, Alabama, Carolina del Norte, Nueva Jersey, Nebraska, Iowa, Louisiana y Massachusetts, entre otros estados.44 De acuerdo con la interpretación estándar, estos nuevos destinos de la migración mexicana se estarían convirtiendo en centros importantes para 43. Barry McCaffrey, Statement for the Record Submitted by General Barry McCaffrey, 18 de abril de 2013, disponible en: (visitado el 20 de diciembre de 2013) 44. Víctor Zúñiga y Rubén Hernández-León, op. cit., p. 139.
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la distribución de drogas, negocio que ahora ya no estaría controlado principalmente por la Cosa Nostra italo-estadounidense, ni por cárteles colombianos, sino por organizaciones mexicanas. Y los nuevos asentamientos de mexicanos están siendo señalados por las poblaciones locales como los causantes de una supuesta expansión del narcomenudeo. Levine ha estudiado el caso de Atlanta y de la pequeña ciudad de Dalton, donde “cualquier inmigrante mexicano es percibido ahora no solamente como un indocumentado, sino también como un narcotraficante, o por lo menos un narcotraficante en potencia y, por ende, alguien que merece ser repudiado”.45 De entrada, no parecería extraño que los fenómenos masivos de la migración indocumentada y del narcotráfico binacional estuvieran relacionados en alguna medida. Sin embargo, más allá de la evidencia anecdótica, numerosos indicadores cuantitativos desestiman esta asociación. Si bien existe una correlación positiva de las remesas con la presencia de la violencia en los municipios de México, este hallazgo puede vincularse con varios factores: necesidad de hacer frente con dinero a problemas asociados con la violencia, interés de los grupos criminales en los municipios ricos, etcétera.46 Es decir, no sólo se puede explicar la correlación como evidencia de lazos entre migrantes y organizaciones del narcotráfico. Por otro lado, son las pandillas quienes se encargan del narcomenudeo en Estados Unidos y las estadísticas muestran que éstas no se han incrementado paralelamente al intenso aumento de la
45. Elaine Levine, “Sentimientos antiinmigrantes en el estado de Georgia”, en Mónica Verea (ed.), Anti-Immigrant. Sentiments, Actions and Policies, México, Universidad Nacional Autónoma de México (unam), 2012, p. 186. 46. Liliana Meza González y Telésforo Ramírez García, “Inseguridad pública y migración internacional en México”, en Telésforo Ramírez García y Manuel Ángel Castillo (coords.), El estado de la migración. México ante los recientes desafíos de la migración internacional, México, Consejo Nacional de Población (Conapo), 2012, p. 292.
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migración indocumentada en las últimas décadas. En particular, el número de pandillas de hispanos se mantiene estable (de hecho, sabemos que disminuye a partir de 2008), mientras oleadas de nuevos migrantes no autorizados han llegado a la Unión Americana.47 Una posible explicación de los datos anteriores es la siguiente: los pandilleros son, en un alto porcentaje, jóvenes de origen extranjero que ya cuentan con el capital social necesario para desafiar al sistema. Los inmigrantes pobres de la primera generación, en cambio, desempeñan los trabajos peor remunerados (en la agricultura, la limpieza, etcétera) y tienen dificultades incluso para encontrar un empleo como meseros en los restaurantes (por no hablar inglés o no saber marcar una orden en una computadora). Los inmigrantes mexicanos de la primera generación difícilmente pueden sobrevivir como narcomenundistas hábiles. Además, como dice Hope, los cárteles mexicanos tampoco “hablan inglés”, es decir, los miembros de las organizaciones criminales mexicanas carecen del capital cultural y social para operar el negocio de la droga en Estados Unidos.48 Sevigny y Caulkins estudiaron el perfil de las personas encarceladas por narcotráfico y descubrieron que 65% de los reos que habían sido empleado como “mulas” eran estadounidenses sin ascendencia mexicana, 17% mexico-americanos y sólo 10% mexicanos.49 Más aún, en el caso de los vendedores de droga al mayoreo, 85% eran americanos sin sangre mexicana, 7% mexico-americanos y 5% mexicanos. Tratándose de lavadores
47. Jeffrey Passel y D’Vera Cohn, A Portrait of the Unauthorized Immigrants in the United States, Washington, Pew Hispanic Center, 4 de abril de 2009, disponible en: (visitado el 26 de abril). 48. Alejandro Hope, “Los cárteles no hablan inglés”, en Animal Político, 23 de diciembre de 2011, disponible en: . 49. Eric Sevigny y Jonathan Caulkins, “Kingpins or Mules? An Analysis of Drug Offenders Incarcerated in Federal and State Prisons”, en Criminology and Public Policy, vol. 3, núm. 3, 2004, pp. 401-434.
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de dinero, los porcentajes que encontraron fueron 87%, 10% y 1%, respectivamente. Por último, los importadores de estupefacientes encarcelados respondían a la siguiente proporción: 58%, 18% y 7%. Como se observa, en ninguna de las modalidades del narcotráfico en Estados Unidos son dominantes los mexicanos, ni siquiera sumados a los chicanos. Si los cárteles mexicanos fueran dominantes en la distribución de drogas en Estados Unidos (y según el National Drug Inteligence Center, ya lo eran en 2004), previsiblemente los presos de origen mexicano estarían sobrerrepresentados en las categorías más directamente vinculadas al comercio interno (mayorista y menudista) [...] La proporción de reos mexicanos y mexicano-americanos en esos roles es similar a la proporción de la población de origen mexicano en Estados Unidos (10%, aproximadamente).50
Neill Franklyn, un detective retirado de la policía de Baltimore y actual director ejecutivo de Law Enforcement against Prohibition, también niega que el narcomenudeo dependa de mexicanos: “¿Para qué querrían internarse aquí los cárteles mexicanos? El gran negocio para ellos es traer las drogas a Estados Unidos en automóviles y en barcos. Colocarlas en una ciudad significa movilizar decenas o cientos de vendedores al mayoreo y miles en las calles, en un territorio peligroso y desconocido”.51 Pero no es extraño que, en la retórica del puritanismo americano, las dos categorías infamantes del imaginario estadounidense estudiadas, la del “trabajador ilegal” y la del “traficante de drogas”, estén siendo asociadas. En todo caso, el negocio de las drogas al
50. Alejandro Hope, op. cit. 51. Entrevistado Wilbert Torre, Narcoleaks. La alianza México-Estados Unidos en la guerra contra el crimen organizado, México, Grijalbo, 2013, pp. 150-151.
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otro lado de la frontera parece estar fuera de esos dos estereotipos sociales y es controlado por ciudadanos estadounidenses que en su mayoría no tienen padres o abuelos mexicanos. Menos todavía lo controlan los mexicanos recién llegados. ¿Por qué entonces el informe oficial National Threat Assessment y el ex zar antidrogas McCafrey declaran que en mil ciudades de la Unión Americana opera el narco mexicano? ¿Cuál es el interés de transformar a “el mexicano” en una amenaza ante la opinión pública? El presupuesto de la agencia antidrogas depende del tamaño de la amenaza que enfrenta, de modo que la burocracia de la dea sabe que quizás estará mejor dotada de recursos si logra convencer a la opinión pública de que los peligrosos cárteles mexicanos están llegando hasta sus casas.52 Es importante que investigaciones futuras continúen documentando con mayor detalle cómo la retórica institucional fomenta el racismo antimexicano entre la población estadounidense con el fin de obtener dinero para la cruzada antidrogas, para evitar la reforma migratoria o por otros motivos. Levine ha documentado, por ejemplo, el resurgimiento del movimiento Ku Klux Klan en el estado de Georgia, focalizado ahora en organizar protestas contra los mexicanos indocumentados.53 CONCLUSIÓN
Se ha analizado cómo los informes oficiales o financiados por el gobierno estadounidense suelen emplear la supuesta objetividad de las cifras para acentuar premisas ideológicas que no son neutras. Así como durante el siglo xx el modelo matriarcal de las familias afroamericanas fue acusado de causar su pobreza, en la actualidad se señala la supuesta falta de interés de las familias de origen mexicano en la educación de los hijos y se les asocia con el crimen organi52. Ibid., pp. 142-143. 53. Elaine Levine, op. cit., pp. 181-184.
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zado. De caricaturizar a los judíos en el siglo xix como “mercaderes capitalistas” y “apátridas” se pasó, en el siglo xx, a cuestionar a los afroamericanos por sus capacidades intelectuales supuestamente inferiores y por su falta de valores familiares. Hoy es el turno de los migrantes mexicanos, calificados ya sea como “narcos” o como “ignorantes”. Frente a tales estigmatizaciones, es importante develar que los trabajos estadísticos oficiales se interesan poco en describir a la población mexicana en Estados Unidos como lo que es: en gran medida mestiza o indígena, mucha de origen rural, que ha trabajado como ejército de reserva de la economía estadounidense desde hace décadas y cuya limitada escolaridad promedio ha sido agravada por su calidad migratoria “no autorizada”. En particular, sería deseable que los informes oficiales reflejaran el enorme esfuerzo que las familias de los inmigrantes de origen mexicano realizan en las instituciones de educación superior americanas (duplicando su presencia, proporcionalmente, en sólo 10 años). Como vimos, los progresos de los mexicanos en las universidades estadounidenses son los más acelerados de todas las minorías. Al mismo tiempo, es fundamental cuestionar el mito que asocia a la comunidad de origen mexicano con el narcotráfico en Estados Unidos, donde éste es controlado mayoritariamente por ciudadanos de ese país sin padres o abuelos mexicanos. La diplomacia mexicana haría bien en refutar o poner en su contexto los datos manipulados que suelen ofrecer quienes en realidad se oponen al creciente empoderamiento de la comunidad de origen mexicano en Estados Unidos. Otro hecho grave es que, aunque existen fuentes estadísticas para estimar la discriminación a los mexicanos en Estados Unidos, la mayoría de los informes estadísticos que estudian la relación entre escolaridad y salario las omiten. La disparidad de ingresos de los inmigrantes mexicanos frente a otros trabajadores trata de ser 215
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explicada, recurrentemente, por la deficiente calidad educativa en México, desde el nivel básico hasta el posgrado, sin medir claramente el impacto de la discriminación (de estatus migratorio y racial). Así ocurre con informes oficiales al Congreso de Estados Unidos para la elaboración de políticas públicas que he consultado y, desgraciadamente, también sucede en los estudios desde instituciones mexicanas (como los elaborados por la Fundación bbva Bancomer). Una excepción son las valiosas investigaciones científicas, principalmente de académicos estadounidenses, que ponen de relieve el impacto del estatus migratorio y la discriminación cívica en los logros educativos y laborales de los mexicanos en Estados Unidos. Aunque tales enfoques no suelen invocar la teoría biopolítica de Michel Foucault, evidencian que la migración indocumentada no es un fenómeno que pueda comprenderse cabalmente desde teorías económicas o jurídicas. La voluntad de controlar los movimientos de población y de señalar a las minorías cuyo bienestar será sacrificado en beneficio del resto es un rasgo central del enfoque elaborado por el célebre filósofo francés. El poder de exponer a una población a una muerte general es el envés del poder de garantizar a otra su existencia. El principio de poder matar para poder vivir, que sostenía la táctica de los combates, se ha vuelto principio de estrategia entre Estados; pero la existencia en cuestión ya no es aquella, jurídica, de la soberanía, sino la puramente biológica de una población.54
Podríamos llamar “racismo de Estado” a esas medidas gubernamentales que sacrifican a parte de la población en beneficio de otra parte, como el propio autor francés lo hace, o simplemente “discri54. Michel Foucault, Historia de la sexualidad, vol. 1, La voluntad de saber, 3ª ed., México, Siglo xxi, 1976, p. 127.
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minación cívica”. Pero más importante es comprender cómo opera la gubernamentalidad, es decir, ese tipo de poder distinto de la soberanía clásica y del disciplinamiento. Junto a dispositivos de seguridad como la policía y el ejército, la gubernamentalidad recurre a la elaboración de informes oficiales. La supuesta objetividad de estos documentos proviene de que sus premisas suelen ser verdaderas (las cifras que contienen no son necesariamente falsas), pero los autores suelen excluir otras premisas que cambiarían las conclusiones si fuesen consideradas. Por ejemplo, afirmar que “los mexicanos tienen los niveles de escolaridad más bajos” y que “ganan menos que otros trabajadores” son premisas que llevan a concluir lo siguiente: “ganan menos por sus niveles más bajos de escolaridad”. Pero hemos visto que en el caso de mexicanos (y también de africanos, aunque no se ha analizado en este ensayo) esto es falso: los mexicanos perciben menos ingresos de los que corresponden a su escolaridad. Ya se mostró que tratar de atribuir este diferencial solamente a la baja calidad de la educación mexicana es absurdo, si se compara ésta con la de otros países en desarrollo, en particular en América Latina. No es por azar que cuando se abre la vía a la posible regularización de millones de trabajadores indocumentados, se refuerce el discurso acerca de su supuesta “ignorancia” y tendencias “criminales”. Se discute y se mide si los trabajadores mexicanos están preparados para el mercado de trabajo americano, pero no en qué medida sufren discriminación cívica que los frena profesionalmente.55 Así, si en la opinión pública de Estados Unidos el estereotipo del mexicano es en buena medida el de alguien que carece de cultura de la legalidad, corrupto e ignorante, ello es en gran parte una construcción resultado de las leyes migratorias, de las políticas
55. John Logan y Richard Turner, op. cit., p. 5.
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públicas y de los informes oficiales. ¿Por qué, si no, los informes oficiales al Congreso rara vez destacan que los mexicanos trabajan más horas, se están incorporando aceleradamente a las instituciones de educación superior y conservan sus valores familiares por encima de cualquier otra minoría? NOTA FINAL
Al momento de leer las pruebas de este capítulo, tengo en mis manos el número 2 025 de la revista Proceso, del 23 de agosto de 2015, con la llamativa portada: “El narco mexicano invade Estados Unidos”. No se trata de un verdadero reportaje, aunque lo firme el reportero Jesús Esquivel, sino de la reproducción de las afirmaciones generales y sin pruebas, de la dea, acerca de una supuesta consolidación de los cárteles mexicanos en aquel país. Se repite la manera tradicional en que esa agencia antidrogas busca financiamiento en el Congreso, sin importar la estigmatización que esto provoca contra los residentes de origen mexicano y sin reacción por parte de la diplomacia mexicana. Lo más triste es que la prensa de este lado del Río Bravo, tanto la crítica como la oficialista, retome y amplifique acríticamente esos “informes” biopolíticos.
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ALTERNATIVAS AL BIOPODER
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MIGRANTES “BUENOS” Y “MALOS”: BIOPOLÍTICAS DE SELECCIÓN DE TRABAJADORES EXTRANJEROS EN AMÉRICA DEL NORTE CAMELIA TIGAU Universidad Nacional Autónoma de México Centro de Investigaciones sobre América del Norte
La movilidad laboral ha sido descrita como el eslabón perdido de la globalización.
Wickramasekara1 INTRODUCCIÓN
¿Cómo emplear la migración para estimular el desarrollo, tanto nacional como individual? ¿Es posible diseñar políticas que no diferencien a ciertos tipos de capital humano (con cualidades) de otros (poco o no calificados)? ¿Cómo evitar esta discriminación a través de “habilidades”? El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (en adelante, tlcan), firmado en 1994, establece el uso de visas especiales para empresarios, investigadores, profesionistas y expertos en tecnologías de información y comunicación. Mientras que Estados Unidos ha creado visas tn para facilitar la incorporación de profesionistas mexicanos y canadienses, Canadá conserva el sistema de puntos anterior al tlcan. México, por su parte, simplemente aprovecha las nuevas condiciones de emigración. El presidente en turno cuando se firmó el tlcan, Carlos Salinas de Gortari, expresó que el acuerdo le permitiría al país exportar
1. Piyasiri Wickramasekara, “Skilled Labour Mobility: The Resurgence of the ‘Brain Drain’ Debate”, en Estudios sobre Migración Internacional, núm. 100, Organización Internacional del Trabajo, Programa de Migración Internacional, 2009, p. 1.
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mercancías, no personas. Sin embargo, las tendencias revelaron desde entonces y hasta 2005 un aumento significativo en la emigración de profesionistas mexicanos hacia Estados Unidos y Canadá.2 Solimano3 señala que un país puede “resolver” sus problemas internos de empleo ya sea mediante la inversión extranjera para generar empleos o permitiendo que las personas puedan emigrar. La segunda opción reduce las presiones causadas por el excedente de mano de obra en los mercados internos. Pero, según el mismo autor, ninguna de las dos opciones se consiguió satisfactoriamente con el tlcan. En realidad, la evolución de la tasa de desempleo abierta de México sí muestra una reducción a partir de 1995, pero los salarios reales no lograron recuperarse. El acuerdo fue concebido para aumentar la inversión en México por parte de compañías estadounidenses y canadienses, y de esta forma reducir la migración hacia el norte. Sin embargo, la inversión no fue suficiente para detenerla; además, las brechas de desarrollo y las diferencias salariales entre Estados Unidos y Canadá impulsan la migración mexicana, tanto documentada como indocumentada. Solimano considera el siguiente dilema: el capital va a donde la mano de obra (barata) está disponible o ésta va hacia donde están los empleos, los salarios elevados y el capital disponible; en el caso del tlcan, afirma él, ocurrió la segunda variante.4
2. Entre 1820 y 2010, más de 75 millones de inmigrantes llegaron a Estados Unidos. Aproximadamente la mitad provenía de Europa, de ellos una décima parte venía del país líder de inmigración: Alemania. Sin embargo, sólo 4% de los inmigrantes alemanes llegaron a partir de 1980, en comparación con las tres cuartas partes de los inmigrantes mexicanos, por lo que en 2007 México superó a Alemania como el país líder de inmigración (Philip Martin, “nafta and MexicoUS Migration: What Lessons, what next?”, en cesifo Forum, Institute for Economic Research de la University of Munich, vol. 11, núm. 4 de diciembre, 2010, p. 38). 3. Andrés Solimano, International Migration in the Age of Crisis and Globalization: Historical and Recent Experiences, Cambridge, Universidad de Cambridge, 2010. 4. Ibid., pp. 633-643.
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Este capítulo consta de tres partes. La primera es una reflexión sobre las políticas de migración de países que son los mayores destinos de la migración internacional (lo que Foucault llama “biopolítica” o gestión de las poblaciones). La segunda parte compara las políticas de migración en Estados Unidos, Canadá y México, incluyendo breves actualizaciones sobre los cambios producidos por la crisis mundial de 2008. En la tercera parte, se analiza la opinión pública en torno a la migración en los países que conforman el tlcan. La parte dedicada a México incluye opiniones de migrantes mexicanos en Estados Unidos y Canadá. El documento finaliza con una discusión sobre la propuesta de Solimano, a la luz de la biopolítica y de un contrato social sobre la migración, como solución a las desigualdades en los diferentes mercados de trabajo. POLÍTICA DE INMIGRACIÓN CLIENTELISTA
En un viejo estudio, Freeman5 señalaba que las sociedades de antiguos países coloniales de habla inglesa como Estados Unidos, Canadá y Australia, se han caracterizado históricamente por una inmigración abierta, planificada y regulada, así como por el peso de las redes organizadas de grupos de interés en pugna por las políticas de migración. Freeman sostiene que en esos países el modelo tradicional de políticas sobre migración es el de “política de inmigración clientelista” o “política liberal de inmigración democrática”, que responde a las necesidades económicas y de mercado y regula las necesidades de fuerza laboral. En estos países existen ciclos de inmigración: tiempos óptimos contra tiempos no favorables, en donde la migración es aceptada e impulsada durante las fases de expansión para transformarse en foco de inquietud cuando los niveles de desempleo aumentan y los inmigrantes se convierten en “chivos expiatorios”. 5. Gary P. Freeman, “Modes of Immigration Politics in Liberal Democratic States”, en International Migration Review, vol. 29, núm. 4, invierno de 1995, pp. 881-902.
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Australia, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda son países con opinión pública generalmente favorable hacia la migración (en comparación con otros países, pues desde luego ha existido la discriminación a minorías de inmigrantes irlandeses, judíos, mexicanos, etcétera). Existe un consenso general entre partidos sobre migración, con excepciones como el Partido Reformista de Canadá. Australia y Canadá poseen programas sobre migración planificada más minuciosos y sofisticados que Estados Unidos, capaces de responder a los cambios en las condiciones económicas a corto plazo y con mayor rapidez, como podremos ver más adelante al analizar las respuestas a la crisis de 2008. Los tres principales destinos de la migración calificada –Estados Unidos, Canadá y Australia– se caracterizan por obstaculizar el acceso a cierta información sobre inmigración, que Freeman resume de la siguiente manera: 1. Escasez y ambigüedad en la información oficial (tendencia de los flujos de migración que al principio son menores pero que a lo largo del tiempo aumentan como resultado de la migración en cadena y la reunificación familiar, lo que explica la oposición a la migración, el llamado “sesgo expansivo”). 2. Ausencia de consulta pública sobre políticas de migración. 3. La migración provoca que los beneficios se concentren en los contratantes de mano de obra para la industria y que dependan de mano de obra no calificada. La industria inmobiliaria y de la construcción, en particular, se benefician del crecimiento poblacional resultante. Los inmigrantes compiten contra otros por empleos escasos, viviendas, escuelas y servicios estatales. 4. Las organizaciones públicas que representan a beneficiados por la migración suelen ser más escuchadas, por lo que la opinión pública está más a favor que en contra de la inmigración cuando existen aquéllas. 230
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Es posible dividir la biopolítica migratoria en clientelista (que responde a lealtades políticas y opinión pública local) y meritocrática (fundada en la selección de los más calificados). El enfoque clientelista en el estudio de la política migratoria ha sido criticado posteriormente por Shachar,6 quien considera que los sistemas políticos de migración se caracterizan sobre todo por su competitividad, es decir, los países se inspiran y responden a las políticas migratorias de los demás, lo que significa que la política de admisión de un país afecta la política de reclutamiento de otro y se relaciona con las políticas de repatriación de un tercero. Por otra parte, Tannock7 critica esta meritocracia y la búsqueda de talento por los países que son destinos principales y afirma que es una manera de discriminar a las personas según capacidades educativas, visible en los sistemas de inmigración de Estados Unidos, Canadá y Australia, principalmente. Estos sistemas, sobre todo el canadiense (que admite a los candidatos según puntos), violan los principios básicos de la educación pública, crean injustamente clases de inmigrantes de segunda que son clasificados como de “bajas calificaciones” y contribuyen al problema de la fuga de cerebros en los países de origen.8 Hoy en día, la discriminación en la inmigración con base en raza, género y educación se explica a través de iniquidades de oportunidades y no con base en exclusiones absolutas, según este autor.
6. Ayelet Shachar, “The Race for Talent: Highly Skilled Migrants and Competitive Immigration Regimes”, en New York University Law Review, núm. 81, Universidad de Toronto (Legal Studies Research Paper, 883 739), 2006. 7. Stuart Tannock, “Points of Prejudice: Education-Based Discrimination in Canada’s Immigration System”, en Antipode, vol. 43, núm. 4, 2011, pp. 1330-1356. 8. Ibid., p. 1330.
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COMPARACIÓN DE POLÍTICAS DE INMIGRACIÓN EN AMÉRICA DEL NORTE ESTADOS UNIDOS
Invitamos a trabajadores visitantes, pero recibimos seres humanos.
Max Frisch Estados Unidos es el principal país de inmigración en la economía mundial. Actualmente es importador neto tanto de capital como de personas, aunque en otras épocas del siglo xx fue sólo un exportador de capital. Estados Unidos tiene toda una “sopa de letras de visas”,9 sistema criticado por los escépticos que sostienen que los empleadores estadounidenses promueven el discurso sobre la escasez de trabajadores nativos para justificar la importación de mano de obra joven y barata de migrantes. ESTADOS UNIDOS Y LA BIOPOLÍTICA DE ATRACCIÓN DE “CEREBROS”
La mayoría de los trabajadores calificados ingresan al país gracias a las visas h-1b. En la década de los 90, cerca de 65 000 trabajadores ingresaron cada año a Estados Unidos por medio de esta visa.10 En 2004, el número de visas h-1b aumentó en 20 000 debido a que se incluyeron candidatos a doctorado. Desde 2013, existe una propuesta de reforma migratoria que incrementaría estas visas a 300 000 anualmente. Como consecuencia del tlcan, Estados Unidos también ofrece las visas tn, las cuales son más atractivas para los empleadores por ser fáciles de conseguir: requieren menos documentación y son
9. Lindsay Lowell, “Skilled Temporary Specialty Workers in the United States”, en People and Place, vol. 7, núm. 1, 1999, pp. 24-32. 10. Migration News, abril de 2009.
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más baratas que las primeras. El ingreso anual de cuotas por estas visas es mayor que el de las h-1. En 2005, 50 000 canadienses fueron admitidos mediante visas tn, en comparación con 2 500 mexicanos admitidos. Esta diferencia es bastante sorprendente si se tiene en cuenta que en el mismo año, México contaba con una fuerza laboral de 43.3 millones de dólares en comparación con 16.3 millones en Canadá.11 Estados Unidos ofrece visas especiales a inversionistas –las visas e-2–, para las cuales deben demostrar un patrimonio neto de un millón de dólares y la intención de invertir alrededor de $750 000 dólares en el país. También cuenta con el programa de visa l-1, relacionado con el sector productivo, diseñado para facilitar la transferencia de personal dentro de una empresa. Por último, tiene el programa de visa 0-1 para personas con “habilidades (sobresalientes) extraordinarias” y con reconocimientos (premios nacionales e internacionales, investigaciones destacadas, etcétera) en ciencia, educación, deportes, artes, cultura, cinematografía y producción televisiva. Este programa está orientado a “talentos culturales” y “talentos académicos”.12 EFECTOS DE LA RECESIÓN ECONÓMICA DE 2008 SOBRE LA MIGRACIÓN EN ESTADOS UNIDOS
Mientras muchos países han respondido a la crisis económica reduciendo el número de permisos de trabajo para personal extranjero poco calificado, el gobierno estadounidense se ha enfocado en bajar el número de permisos temporales de personal altamente calificado, haciendo cada vez más difícil para algunas empresas
11. Pia Orrenius y Daniel Streitfeld, “tn Visas: A Stepping Stone Toward a nafta Labor Market”, en Southwest Economy, Dallas, noviembre-diciembre de 2006, pp. 10-13. 12. Andrés Solimano, op. cit.
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financieras solicitar visas h-1b para contratar más personal altamente calificado. Como parte del plan de rescate para el sector financiero y la legislación promulgada por el presidente Obama a mediados de febrero de 2009, los bancos regulados por el Estado y otras instituciones financieras que fueron rescatados con recursos de los contribuyentes tendrán que cumplir ciertos requisitos para contratar trabajadores mediante visa h-1b. Por ejemplo, tienen que comprobar que primero ofrecieron esos puestos a trabajadores estadounidenses igualmente o mejor calificados. La ley también prohíbe a los bancos que los trabajadores contratados mediante la visa h-1b ocupen los puestos de los trabajadores estadounidenses que fueron despedidos.13 Tras la aprobación de estas nuevas restricciones, en el verano de 2009, el Bank of America retiró ofertas de trabajo para estudiantes de maestría extranjeros egresados de escuelas estadounidenses.14 Debido a la crisis, las solicitudes para las visas h-1b descendió de 65 000 en 2008 a 45 000 en 2009. En Estados Unidos, mientras la demanda de trabajadores calificados nativos se mantuvo estable, la de trabajadores inmigrantes calificados disminuyó. Sin embargo, algunas profesiones como la ingeniería y medicina continúan siendo muy solicitadas. En comparación con las h-1, las visas tn para mexicanos mostraron un lento incremento de 7.1%, incluso durante la crisis económica mundial de 2008.15 Sin embargo, la admisión de profesionistas canadienses se desaceleró después de 2007, debido a la competencia entre visas tn y las otras. A pesar de que el paquete de estímulos 13. Michael Fix et al., Migration and the Global Recession, informe encargado por el Servicio Mundial de la bbc, Instituto de Política Migratoria, 2009, p. 131. 14. Ibid., p. 134. 15. Rodolfo Cruz-Piñeiro y Wilfrido Ruíz-Ochoa, “Migración calificada de mexicanos a Estados Unidos mediante visado preferencial”, en Papeles de Población, vol. 16, núm. 66, octubre-diciembre de 2010, pp. 103-135.
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fiscales de Estados Unidos dificulta la contratación trabajadores extranjeros calificados, las visas h-1 siguen siendo muy solicitadas.16 MIGRACIÓN IRREGULAR E INDOCUMENTADA
Algunos problemas del actual sistema de migración estadounidense son el costo, el control de fronteras y, supuestamente, el creciente influjo de latinos, considerado por ciertos sectores de la opinión pública como un riesgo para la seguridad nacional. Aparte de la migración calificada, Estados Unidos debe hacer frente a un número aproximado de 12 millones de inmigrantes indocumentados que son un poco menos del número de extranjeros que gozan de un estatus legal permanente pero son tratados como ciudadanos de segunda clase.17 Su situación y la opinión pública contra la migración se exacerbaron después del 9/ 11 y de la crisis de 2008. El endurecimiento de los controles fronterizos que inició en 1994 con la operación “Gatekeeper” transformó los flujos de migración mexicana a corto plazo en asentamientos permanentes, lo que a su vez preparó la promulgación del Secure Fence Act de 2006, diseñado para evitar que los migrantes mexicanos ingresaran a través de la frontera sudoeste.18 Actualmente, Estados Unidos cuenta con E-Verify, un sistema electrónico de contratación temporal y voluntaria que se prorrogó 16. Tim Green y Alan L. Winters, “Economic Crises and Migration: Learning from the Past and the Present”, en The World Economy, vol. 33, núm. 9, septiembre de 2010, pp. 1053-1072. 17. Jonathon W. Moses, “The Politics of Immigration: Introduction to a Special Issue on US Immigration”, en European Journal of American Studies, número especial, Immigration, 2009. 18. Stephen Castles y Mark J. Miller, Migration and the Global Economic Crisis: One Year On, Basingstoke, Palgrave-Macmillan, 2010, disponible en: , (visitado el 3 de mayo de 2012).
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hasta finales de septiembre de 2012. Un proyecto de ley que establece un sistema nacional permanente y obligatorio de verificación electrónica se encuentra en revisión. Después de la crisis de 2008, varios proyectos de ley restrictivos para el control local de inmigración ilegal fueron adoptados o discutidos por diversas entidades de Estados Unidos, algunos de los cuales fueron impugnados en tribunales a nivel federal. Uno de los proyectos más discutidos fue la Ley de Arizona (promovida en abril de 2010), que según la cnn, “ordena a los inmigrantes portar sus documentos de registro de extranjeros en todo momento y permite a la policía interrogar a quienes consideren sospechosos de estar ilegalmente en el país. También se centra en aquellos que contraten inmigrantes ilegales o los transporten”.19 Sus partidarios insisten en que no apunta a ninguna raza, etnia, clase o apariencia en particular. Como la gobernadora Brewer señaló, “hay que hacer cumplir la ley de manera uniforme sin tener en cuenta el color de piel, acento o estatus social”. Sus opositores la ven como un ataque indirecto a los latinos, inmigrantes y tal vez a toda la gente no blanca. El presidente Obama afirmó: “los esfuerzos recientes en Arizona […] amenazan con socavar las nociones básicas de justicia que apreciamos como estadounidenses” y anunció que el Departamento de Justicia presentaría una demanda contra la ley por socavar la autoridad federal.20 Al menos inicialmente, la opinión pública estadounidense coincidió con la gobernadora Brewer. Una encuesta realizada por Gallup (2010) mostró 51% de apoyo y 39% de oposición a la Ley de Arizona. Además, legisladores de la mitad de los estados americanos han prometido un proyecto de ley similar al de Arizona, y conservadores del 19. Idem. 20. Idem.
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sur están “en estampida para expresar su solidaridad con el gobernador y con la legislatura de Arizona”.21 No es de extrañar que el presidente Obama fuera criticado por su “reforma migratoria integral” que incluye una amnistía para los inmigrantes no autorizados, libre cumplimiento y mayores niveles de migración legal futura.22 Krikorian, líder de un movimiento anti-inmigrante, también critica a Obama por el sistema de verificación electrónica. En su opinión, “un sistema que no detiene ni a los extranjeros ilegales [sic] ni a los irregulares” es un sistema que no puede funcionar.23 La buena noticia es que en 2012, el gobierno de Obama aprobó un programa de regularización de indocumentados graduados de secundaria que hubieran llegado a Estados Unidos cuando eran niños y que tuvieran por lo menos dos años de servicio militar o cursos en la universidad. Esta orden ejecutiva, conocida como “Acción Diferida”, puso en práctica algunas de las medidas que no pudieron ser implementadas legalmente ante el rechazo de la iniciativa Dream Act y, a finales de 2013, habían sido beneficiados por ella 445 000 dreamers.
21. Jennifer L. Hochschild, “International Migration at a Crossroads: Will Demography Change Politics before Politics Impedes Demographic Change?”, Departamento de Gobierno de la Universidad de Harvard, documento elaborado para la conferencia “Citizenship in a Globalized World: Perspectives from the Immigrant Democracies”, Australia, Universidad de Nueva Gales del Sur, 13-15 de julio de 2010. 22. Mark Krikorian, How Obama is Transforming America Through Immigration, Nueva York, Encounter Books, 2012. 23. Ibid., pp. 81-84.
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CANADÁ
No hay nada más permanente que los trabajadores temporales extranjeros.
Philip Martin24 Para 2010, 21.3% de la población canadiense había nacido en el extranjero, una cifra sólo superada por Australia (22.2%) y dos veces más alta que en Estados Unidos (10.1%).25 Canadá es una sociedad receptora significativa: con 6.1 millones de migrantes en 2005, se encuentra entre los siete receptores internacionales de migrantes, según Good.26 De acuerdo con datos de la autora citada, antes de los años 60, la inmigración a Canadá provenía en 90% de Europa. Sólo 3% de los inmigrantes venía de Asia. En la década de 1990, la principal fuente de inmigrantes a Canadá fue China, seguida por India, Filipinas, Hong Kong, Sri Lanka, Pakistán y Taiwán.27 Según los datos proporcionados por el censo de 2006, entre 2001 y 2006 83.9% de los inmigrantes de Canadá no eran europeos.28 Debido a estos cambios, Canadá aumentó tres veces sus minorías visibles entre 1981 y 2001.29 Además, se ha registrado una tendencia a la alza en la proporción de inmigrantes que son minorías, con 52, 68 y 73% de los inmigrantes a Canadá en los años 1970, 1980 y 1990, respec-
24. Philip Martin, There is Nothing more Permanent than Temporary Foreign Workers, Centro de Estudios sobre Inmigración, abril de 2001. 25. Organización para la Cooperacíon y el Desarrollo Económicos (ocde), International Migration Outlook, 2012. 26. Kristin Good, Municipalities and Multiculturalism: The Politics of Immigration in Toronto and Vancouver, División de Publicaciones Académicas, Universidad de Toronto (Studies in Comparative Political Economy and Public Policy), 2009, pp. 279-282. 27. Ibid., p. 7. 28. Statistics Canada, cit. en Kristin Good, op. cit. 29. Ibid.
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tivamente.30 Tres cuartas partes de los inmigrantes que llegaron a Canadá entre 2001 y 2006 fueron minorías visibles. No es de sorprenderse que las principales reflexiones sobre el multiculturalismo procedan de autores canadienses de aquellas décadas (de Charles Taylor a Will Kymlicka), en lo que fue una búsqueda urgente de biopolíticas adaptadas a tal diversidad cultural. ¿Cómo se gestiona una población tan heterogénea? Statistics Canada prevé que se intensifique la relación entre la diversificación “racial” de Canadá y la inmigración. En el censo de 2006, 16.2% de la población canadiense declaró pertenecer a una minoría visible. Statistics Canada predice que, de continuar las tendencias de inmigración, para 2017 entre 19 y 23% de los residentes canadienses pertenecerá a un grupo minoritario. Según estos datos, la migración es el factor más importante en el aumento de la minoría poblacional en ese país. Para manejar estos cambios, Canadá introdujo la política del multiculturalismo y el sistema de puntos. PUNTOS Y MULTICULTURALISMO
Canadá cuenta con una política de migración basada en un sistema de puntos para trabajadores calificados introducido en 1967 y reformado en 1993 y 2002. Los puntos se calculan de acuerdo con el nivel educativo, conocimiento de idiomas, la experiencia laboral, edad, oferta de trabajo en Canadá y adaptabilidad. Las personas que obtienen más de 67 puntos en una escala de 100 son elegibles para obtener la residencia permanente. A pesar de que responde a las necesidades de mercado, el sistema canadiense atrae a trabajadores menos calificados que el de Estados Unidos.31 30. Idem. 31. Jeroen Doomernik et al., The Battle for the Brains. Why Immigration Policy is not Enough to Attract the Highly Skilled, Washington, The German Marshall Fund of the United States, 2009, disponible en: (visitado el 10 de junio de 2012).
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El sistema de puntos vino acompañado de una política sobre multiculturalismo estipulada desde la Constitución canadiense para gestionar la diversidad étnico-cultural. Canadá cuenta con una variedad de programas de lucha contra el racismo, iniciativas de equidad laboral y políticas de asentamiento para inmigrantes. El multiculturalismo puede considerarse como “respuesta a las presiones de los inmigrantes para integrarse a las instituciones comunes de Canadá”.32 Kymlicka señala que desde que se adoptó oficialmente el multiculturalismo en 1971, Canadá ha experimentado un aumento en las tasas de naturalización de inmigrantes, matrimonios mixtos, participación política y dominio del idioma oficial, por lo que se considera que ha contribuido a su integración. Posteriormente, Kymlicka33 explica el éxito del modelo multicultural canadiense porque se basa en el tiempo y la geografía. Kymlicka considera importante que las políticas hayan sido adoptadas antes de la diversificación racial en Canadá y de que individuos con religión no cristiana y de culturas no liberales se volvieran mayoría entre los migrantes. Cuando la política oficial canadiense sobre multiculturalismo fue adoptada por primera vez, poco más de 50% de los inmigrantes eran minorías visibles, cifra que aumentó en la actualidad a 75%. En términos geográficos, Kymlicka sostiene que los canadienses han adoptado el multiculturalismo porque “no nos enfrentamos a la amenaza de una afluencia masiva de inmigrantes no deseados, sean inmigrantes ilegales o de solicitantes de asilo, provenientes de
32. Will Kymlicka, Finding Our Way: Rethinking Ethnocultural Relations in Canada, Oxford, Oxford University Press, 1998, p. 40. 33. Will Kymlicka, “Multiculturalism, Social Justice and the Welfare State”, en Social Justice and Public Policy: Seeking Fairness in Diverse Societies,Gary Craig, David Gordon y Tania Burchardt, (eds.), Brístol, Policy Press, 2008, pp. 53-75.
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países vecinos en desarrollo”.34 En otras palabras, la geografía canadiense reduce “el miedo de los canadienses a ser ‘inundados’” por un sólo grupo étnico, temor que ha inspirado la biopolítica estadounidense contra mexicanos o dominicana contra haitianos. Sin embargo, la mayoría de los migrantes se dirige hacia las metrópolis. En 2002, cerca de 50% de los aproximadamente 230 000 inmigrantes en Canadá estaban instalados en el área metropolitana de Toronto.35 Statistics Canada predice que las minorías visibles de Canadá (la mayoría de las cuales nacieron en el extranjero) probablemente continúen localizándose en los centros urbanos y que en 2017 cerca de tres cuartas partes de esas minorías estarán viviendo en Toronto, Vancouver o Montreal.36 De acuerdo con las proyecciones de Statistics Canada, para ese año el área metropolitana de Toronto será el hogar de 45% de las minorías visibles de Canadá, y la de Vancouver, de 18%.37 Las minorías visibles serán la “mayoría visible” en las dos metrópolis.38 LA CRISIS
La economía en Canadá se vio menos afectada por la crisis que la estadounidense. Canadá es uno de los pocos países en donde no se impusieron restricciones en materia de migración después de 2008, excepto si contamos la imposición de visas a la creciente migración mexicana a partir de julio de 2009 y la moratoria a ciertos progra34. Ibid., p. 7. 35. Citizenship and Immigration Canada, Facts and Figures, 2002, disponible en: . 36. Statistics Canada, 2005, cit. en Kristin Good, op. cit., pp. 418-422. 37. Ibid., p. 12. 38. Florida establece una correlación estadística entre el rendimiento económico de una ciudad y su capacidad para atraer a trabajadores extranjeros calificados, catalogados como la “clase creativa” (Richard Florida, The Flight of the Creative Class: The New Global Competition for Talent, Nueva York, Harper Collins, 2005).
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mas en 2012. Jason Kenney, ministro de Migración canadiense, declaró que su país continuaría sus políticas sobre migración en áreas económicas que lo necesiten, a pesar de la crisis. También dijo que los inmigrantes con habilidades extraordinarias ayudarían a Canadá a salir de la crisis. Por lo tanto, el flujo de trabajadores calificados, incluidos los mexicanos, no disminuyó. No es de sorprender que el 20 de junio de 2012, el ministro Kenney anunciara una moratoria de seis meses del programa de trabajadores calificados del gobierno federal y del programa para inmigrantes inversionistas. Dicha medida tiene como objetivo resolver los rezagos existentes y mejorar el sistema de visas de ambas categorías –altamente calificados e inversionistas– para que el sistema de admisión sea más rápido en el futuro.39 A comienzos de 2009, debido a la incertidumbre económica y al aumento de desempleados, el gobierno canadiense consideró la reducción de sus objetivos permanentes sobre migración para ese año. Sin embargo, esta posibilidad quedó descartada después de que Jason Kenney se reuniera con sus homólogos provinciales y territoriales para estudiar la demanda de inmigración en los mercados de trabajo regionales. Los niveles de inmigración permanente no se redujeron en 2009, sino que mantuvieron el objetivo de aproximadamente 250 000 nuevos residentes permanentes. La inmigración permanente a Canadá descendió ligeramente; sin embargo, llegaron 50 800 nuevos inmigrantes durante el primer trimestre de 2009, en comparación con 53 147 del primer trimestre de 2008.40 Canadá tampoco restringe los flujos de trabajadores temporales. El número de trabajadores temporales aumentó en casi 26% entre 2007 y 2008, pasando de 199 942 a 251 235.41 Durante el primer 39. Bill Graveland, “Immigration Minister Jason Kenney puts Moratorium on Skilled Labour Program”, en The Canadian Press, 28 de junio de 2012. 40. Michael Fix et al., op. cit., pp. 136-137. 41. Ibid., p. 138.
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trimestre de 2009, el número neto de los residentes no permanentes (trabajadores extranjeros y estudiantes internacionales) aumentó en casi 23 800 (en comparación con un aumento de 15 600 en el mismo trimestre en 2008). El hecho de que hubo más residentes temporales que entraron a Canadá que quienes dejaron su territorio a principios de 2009 confirma la tendencia al alza de la inmigración que comenzó en 2007.42 PROGRAMA DE TRABAJADORES TEMPORALES
Los trabajadores temporales extranjeros pueden permanecer en Canadá sólo por tiempo limitado; después del vencimiento de sus permisos de trabajo, tienen que salir del país o solicitar su residencia permanente. La transición de residente temporal a permanente es facilitada por diversos programas como la categoría por experiencia en Canadá, el programa federal de trabajador calificado y el programa de nominados de las provincias. En 2010, Canadá cambió el plan de financiación para programas de integración a un “enfoque modernizado” que une distintos planes a un sólo programa de asentamiento. Los servicios para recién llegados están respaldados por un convenio de financiación único y un proceso administrativo simplificado en organizaciones de servicio al migrante, que les permite adaptar sus ofertas a las necesidades de los recién llegados. Desde su introducción, el uso de servicios de asentamiento por los recién llegados se ha incrementado 8%. Una evaluación del Programa Federal de Trabajadores Calificados 2002-08 publicada por el cic en 2010, por un lado, identifica problemas del programa de selección actual (principalmente, ofertas fraudulentas de empleo) y, por otro, demuestra que los trabajadores calificados con previas ofertas de empleo se desempe-
42. Ibid., pp. 63-64.
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ñan mejor, y que los cambios de 2002 condujeron a la selección de trabajadores con mayor nivel académico, con mayor dominio de la lengua y de diversos países de origen, así como con diferentes ocupaciones. Nakache y Kinoshita observan que el desarrollo canadiense centrado en materia de migración con planes a corto plazo es injusto para la gran mayoría de los trabajadores extranjeros temporales y no ayudará al país a satisfacer sus necesidades demográficas y laborales de empleo a largo plazo.43 También consideran que existe una discrepancia entre la política y la práctica de los derechos laborales de trabajadores temporales extranjeros. Un factor importante es el carácter restrictivo de los permisos de trabajo: los trabajadores temporales extranjeros están vinculados a determinado puesto de trabajo, empleador y ubicación, lo que puede limitar tanto sus derechos laborales como las medidas de protección. Otros problemas son las prácticas ilegales de contratación, la falta de información sobre oportunidades de migración y la falta de mecanismos de ejecución. En el contexto laboral, Canadá parece indiferente a la integración de los trabajadores temporales a la sociedad; su biopolítica aprovecha la fuerza de trabajo pero se desentiende de otras dimensiones de la vida de los migrantes. El trato que recibe la unidad familiar y el acceso a la residencia permanente depende en gran parte del nivel de calificación de los solicitantes. Los trabajadores calificados tienen mayores posibilidades para obtener residencia permanente que los menos calificados. Los cónyuges del personal altamente calificado pueden recibir permisos abiertos de trabajo y los trabajadores calificados pueden acceder a la residencia permanente desde adentro del país. Por el
43. Delphine Nakache y Paula J. Kinoshita, “The Canadian Temporary Foreign Worker Program. Do Short-Term Economic Needs Prevail over Human Rights Concerns?”, en Estudio Institute for Resarch on Public Policy, (irpp), núm. 5, mayo de 2010.
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contrario, los cónyuges de los menos calificados deben solicitar un permiso de trabajo restringido y este tipo de trabajadores, salvo pocas excepciones, tienen escasas posibilidades de emigrar de forma permanente. Sin embargo, pueden renovar su condición temporal, siempre y cuando tengan empleo. Así, la biopolítica migratoria canadiense fomenta la integración del personal altamente calificado y que permanece indiferente a la integración del personal menos calificado.44 Favorece sólo los objetivos de corto plazo y es injusta para la mayoría de los trabajadores extranjeros temporales. Nakache y Kinoshita ofrecen una serie de recomendaciones, como: mayor movilidad para los inmigrantes poco calificados, mecanismos de protección de prácticas abusivas de contratación, una mejor comunicación sobre la migración entre actores gubernamentales, políticas de integración de trabajadores temporales y fomento del debate público sobre los recientes cambios en la política migratoria laboral de Canadá. MÉXICO
La migración es un asunto de vecindad.
Michael Fix.45 México es el principal país de emigración a Estados Unidos con 11.7 millones de mexicanos de nacimiento que habitan en Estados Unidos en 2007, de los cuales más de la mitad (55%) son indocumentados.46 Los flujos anuales de migración de México a Estados Unidos disminuyeron de un millón a 600 000 durante el periodo de 2006 a 2009, en gran parte debido a la caída de la inmigración indo-
44. Idem. 45. Michael Fix et al., op. cit., p. 16. 46. Ibid., p. 39.
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cumentada; sin embargo, los niveles de migración documentada se han mantenido prácticamente sin cambios. Como resultado, el número total de mexicanos en Estados Unidos (que constituyen el mayor grupo de inmigrantes) se ha mantenido esencialmente sin cambios durante un periodo en el que se esperaba que aumentara en un millón. Sin embargo, no se ha dado ningún cambio en los flujos de retorno a México, a pesar de que la tasa de desempleo de inmigrantes mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos se ha duplicado. Estas tendencias apoyan la tesis de que la decisión de volver se basa en mayor grado en lo que está ocurriendo en las economías de los países de origen que en los cambios en las economías de los países de destino.47 Mientras que el número anual de nuevas llegadas de México a Estados Unidos fue de 653 000 entre marzo de 2004 y marzo de 2005, y de 424 000 entre marzo de 2007 y 2008, el ingreso anual se redujo a sólo 175 000 entre marzo de 2008 y marzo de 2009 –la cifra más baja de la década–. Los datos sobre las aprehensiones de la patrulla fronteriza de Estados Unidos confirman que las fluctuaciones en las detenciones de migrantes están apegadas a los cambios en la demanda de trabajo.48 Además del gran “problema estadounidense”, como se mencionó, México ha estado sujeto a la reintroducción del régimen de visados canadienses de 2009, debido supuestamente al abuso de visitantes mexicanos al sistema de refugiados de Canadá (solicitudes que no cumplen con las características de ser perseguido en el país de origen, que existan amenazas de muerte, etcétera). Otro asunto que merece especial atención es que, como país de tránsito, México ha experimentado una disminución constante 47. Ibid., p. 7. 48. Ibid., p. 22.
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del flujo de indocumentados centroamericanos con destino a Estados Unidos desde 2005. En 2010 se estimó que 140 000 migrantes centroamericanos pasaron por México, 30% menos que en 2005. Los factores que nos sirven para explicar esta disminución del flujo de migrantes centroamericanos y de la propia migración mexicana son: la disminución de la demanda laboral en Estados Unidos, el aumento en costo del tránsito fronterizo, el incremento en la violencia y los riesgos para los migrantes, como los secuestros, debido a que los cárteles de la droga han comenzado a dedicarse al tráfico de personas. Se han reforzado medidas jurídicas y coercitivas para hacer frente a esta cuestión. México firmó un plan regional con los países centroamericanos para coordinar la cooperación para intercambio de datos, orientación a migrantes y desmantelamiento de cárteles involucrados en la trata de personas. LA LEY DE MIGRACIÓN EN MÉXICO
Tomando en cuenta los problemas mencionados, 2011 puede considerarse un año importante para la legislación migratoria en México –un país conocido por su “política de no política” en materia de migración, así como por la dificultad en el reconocimiento de sus diásporas en el extranjero–. En enero de 2011, México implementó la Ley sobre Refugiados y Protección Complementaria. En mayo de 2011, aprobó su primera Ley de Migración, en sustitución de la Ley General de Población de 1994. La nueva ley establece condiciones de entrada y residencia de personas en el territorio nacional y está orientada a la integración social, económica y cultural de inmigrantes en México. Se reduce el número de categorías de migración y se establecen los márgenes de discrecionalidad de autoridades de inmigración. La Ley de Migración establece los procedimientos para regularizar inmigrantes indocumentados. También duplica las sentencias penales por trata de personas y por violencia contra migrantes. Entre los principales cambios que introduce están la aceptación 247
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de solicitudes de asilo después de haber ingresado al país, la creación del estatus de protección complementaria y el reconocimiento de la violencia de género y la discriminación como justificaciones válidas para el otorgamiento de asilo. El gobierno mexicano sigue preparando el reglamento que implementará plenamente la nueva ley. Una reforma constitucional aplicada en julio del mismo año mejora el régimen jurídico de los inmigrantes, por lo que México reconoce ahora el derecho a la condición de asilo y refugio, y otorga a los ciudadanos extranjeros (sujetos a expulsión) el derecho a una audiencia previa; también limita el periodo máximo de detención, lo que elimina la expulsión discrecional sin fundamentos legales o sentencia judicial. Así, la biopolítica migratoria mexicana se ha caracterizado por su variabilidad: ha pasado del trato severo contra los migrantes indocumentados a un respeto de los derechos humanos, al menos en la letra de la ley. Si, tal como la define Foucault, la biopolítica es la gestión de la población, es interesante preguntarse si en México existe realmente una biopolítica migratoria o si las leyes en la materia están más bien enfocadas a producir una imagen positiva del país. La voluntad de respetar los derechos humanos de los migrantes, presente en la ley, está lejos de la realidad. Es común la extorsión de migrantes por parte de agentes del Instituto Nacional de Migración, la corrupción en los trámites de regularización del estatus migratorio y el favoritismo o la discriminación de ciertas minorías por motivos raciales. Algunos incluso han sostenido que en México no opera la biopolítica o gestión de la vida sino la necropolítica o administración de la muerte a manos de mafias y sujetos paraestatales.49
49. Sayak Valencia, Capitalismo gore, Barcelona, Melusina, 2010; Diego Osorno, La guerra de Los Zetas. Viaje por la frontera de la necropolítica, México, Grijalbo, 2012; Bernardo Bolaños Guerra, Esclavos, migrantes y narcos. Acontecimiento y biopolítica en América del Norte, México, Universidad Autónoma Metropolitana (uam)/Juan Pablos, 2013.
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BIOPOLÍTICA Y OPINIÓN PÚBLICA SOBRE MIGRACIÓN
Aunque en las democracias liberales sea fundamental el papel de la opinión pública, hasta donde sabemos Foucault no lo tomó en cuenta al exponer su teoría biopolítica. La gestión de la migración, sin embargo, está en buena medida definida por las preferencias de los votantes. Algunos supuestos del estudio de Freeman citado al inicio de este capítulo han sido reconfirmados, como los altibajos en la opinión pública sobre la migración debido a circunstancias de crisis económica. Con la crisis de 2008, la inmigración a Estados Unidos y Canadá empezó a verse más como problema que como oportunidad.50 Mientras que en 2008 los canadienses en su mayoría favorecían la inmigración, en 2009, 25% de ellos estaba en contra. En Estados Unidos, la opinión pública en contra de la inmigración también se elevó de 49% (2008) a 52% en 2009. Tendencias Trasatlánticas de Inmigración (tti)51 es un estudio realizado entre 2008 y 2009 que pidió a los encuestados evaluar las medidas que sus gobiernos habían adoptado para gestionar la inmigración. Mientras que los alemanes (71%), los canadienses (63%), los holandeses (53%) y los franceses (50%) consideraban que el trabajo de sus gobiernos respecto a la gestión de inmigración era bueno o regular; los británicos (71%), los españoles (64%), los estadounidenses (63%) y los italianos (53%) lo consideraban pobre o muy pobre. Según el mismo estudio, la opinión pública de Estados Unidos cree que debe llevarse a cabo una reforma que ayude a aumentar la seguridad fronteriza, ejecutar actividades que incluyan la participación de empleadores, la expansión de programas de trabajo tempo-
50. Delancey Gustin y Astrid Ziebarth, “Transatlantic Opinion on Immigration: Greater Worries and Outlier Optimism”, en International Migration Review, Centro de Estudios Migratorios de Nueva York, 2010. 51. Ibid., p. 976.
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ral a costa de las cuotas de reunificación familiar y alguna clase de regularización de los indocumentados. En Canadá se registró cierto optimismo sobre la inmigración. Dado que en muchas de sus ciudades más grandes la mitad de su población nació en el extranjero, la opinión pública respecto a la inmigración es muy positiva. A diferencia de Estados Unidos, en donde el debate alrededor de la inmigración no autorizada se ha vuelto cada vez más polémico, el aislamiento geográfico de Canadá ha impedido que la migración indocumentada se convierta en un problema importante. En cambio, Canadá selecciona a sus inmigrantes con base en el mercado laboral y en las prioridades nacionales, por medio de mecanismos como la aceptación de refugiados y la reunificación familiar. Debido a que el personal altamente calificado estimula el crecimiento económico y comúnmente es considerado fácil de integrar a la sociedad, parte del optimismo canadiense puede explicarse por los beneficios derivados de la inmigración altamente calificada. DIÁSPORA MEXICANA EN ESTADOS UNIDOS Y CANADÁ: AMOR Y ODIO
En entrevistas a profundidad con 50 profesionales mexicanos residentes en Estados Unidos y Canadá de entre 29 y 47 años de edad realizadas en 2010 y 2011, se mostraron algunas características sobre su situación en los países de adopción. El grupo muestreado presenta dos tendencias opuestas: a) desmitifican el lugar de destino, quejándose de condiciones precarias de vida y de la discriminación, o b) resaltan sus excelentes niveles de vida y la mala imagen de los mexicanos en Estados Unidos/Canadá. Esta mala imagen, según los entrevistados, parece perjudicar las oportunidades de desarrollo de todos los mexicanos, incluidos los altamente calificados. Así, para concluir este ensayo es preciso preguntarse: ¿el marco teórico de la biopolítica puede dar cuenta de fenómenos como la “mala imagen” que afecta 250
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a ciertas minorías? ¿En ello supera al tradicional enfoque de políticas públicas que separa radicalmentela ciencia política y administrativa, por un lado, y los estudios sociológicos y culturales, por el otro? Quienes critican la situación de los mexicanos en los países de destino mencionan su discriminación laboral y acceso escaso a la educación. Si bien éstos son problemas frecuentes de inmigrantes con poco tiempo en el extranjero y que arriban con bajos niveles de escolaridad, en el caso de los mexicanos parece tratarse de un problema que no disminuye con el tiempo de residencia en Estados Unidos o que es agravado por las leyes estadounidenses.52 Por el contrario, en las entrevistas se observó que quienes tienen una mejor situación económica y laboral piensan que la discriminación es relativa: “la discriminación afecta cuando permites que te discriminen”,53 dice un migrante. Hay quienes sostienen que la discriminación es incluso más fuerte en México, donde los prejuicios raciales son más comunes.54 Otro tema frecuente es la comparación entre Estados Unidos y Canadá, sobre todo por parte de mexicanos residentes en Canadá. Algunos parecen haber elegido Canadá por ser una sociedad más tolerante a la migración que Estados Unidos, lo que abre el tema de los propios sujetos que eligen la biopolítica a la que desean someterse. Los entrevistados piensan que en Canadá, por ejemplo, es menos probable que se les discrimine por ser extranjeros. Esta opinión ocasionalmente se convierte en un prejuicio cuando quienes lo afirman nunca han estado en Estados Unidos pero aseguran que es un país racista. 52. Frank Bean D. et al., “Unauthorized Migration and Its Implications for Mexican American Educational Incorporation”, en Bryant Jensen y Adam Sawyer, Regarding Education. Mexican-American Schooling, Immigration and Bi-national Improvement, Nueva York, Teachers College Press, 2013, pp. 43-65. 53. Jefe de Estrategia Global, 36 años, 12 años en Estados Unidos. 54. Ingeniero de redes, 54 años, 26 años en Canadá.
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De hecho, el perfil de los inmigrantes a Estados Unidos y Canadá es diferente. Proporcionalmente casi no hay indocumentados en Canadá, aunque el problema de los falsos refugiados que luego suelen caer en la clandestinidad haya suscitado la intervención del gobierno nacional. La mayoría de los entrevistados se sienten orgullosos al señalar que Canadá necesita a los inmigrantes, por lo tanto, infieren, su condición social y moral es mejor que los que están en Estados Unidos. Por el contrario, algunos profesionistas en Estados Unidos, sobre todo los de Nueva York, sacrificarían cualquier cosa por vivir en esta ciudad cosmopolita. Son ellos quienes necesitan de la ciudad, no la ciudad de ellos. Hasta donde sabemos, Foucault no llegó a abordar este tipo de actitudes y elecciones individuales y su enfoque del biopoder es vertical (éste se impone sobre los sujetos). LA CRISIS DE LA ELITE TRABAJADORA MEXICANA
Cuando se preguntó sobre los efectos de la crisis de 2008 en su vida profesional, los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos y Canadá se refirieron a: recortes presupuestarios, mayores costos en servicios debido a su relación con el dólar, aumento en la competencia con países como Francia y Japón, incremento en las horas de trabajo y reducción de personal. Sólo quienes residían en Canadá mencionaron: apoyo estatal con capital de riesgo para disminuir el impacto de la crisis, el impacto tardío de la crisis (en 2009), que la crisis fue exagerada por los medios de comunicación, lo cual provocó temor, pero que sus resultados no fueron tan graves. Los migrantes en Estados Unidos se quejaron de: el regreso de personal calificado a México por la falta de puestos de trabajo, la preferencia por empleos estables en lugar de mejores remunerados, la quiebra de empresas y el incremento en los costos de manutención. En la mayoría de los casos, la crisis no logró afectar a los migrantes calificados en Canadá. Las empresas canadienses firmaron 252
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contratos a largo plazo que les permitieron prevenir la crisis y el gobierno ayudó con el capital de riesgo. Incluso hay quienes señalan que “no había mucha inversión de capital en Canadá y los bajos impuestos ayudaron a que muchas personas pudieran comprar su casa”.55 Aunque nuestra muestra no permita confirmar una tendencia estadística, se observa que muchas familias mexicanas emigraron a Canadá, principalmente a Quebec, en 2008-2009 debido a la inseguridad que se vive en México actualmente. DISCUSIÓN FINAL
Las desigualdades y disparidades entre los tres sistemas económicos y los flujos de migración en los países del tlcan han llevado a algunos autores a pensar en un contrato social sobre migración. La noción misma de “contrato social” es bilateral y permite superar algunas limitaciones del enfoque biopolítico que parece demasiado concentrado en la gestión política de la vida y la administración unilateral de la población por parte de economistas políticos. Solimano piensa que un contrato social sobre la migración es un deber internacional, no sólo de carácter nacional.56 Pues sería la única forma de representar a todas las partes del juego –migrantes, gobierno, asociaciones patronales, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil de los países de origen y destino–.57 Según Solimano, algunos de los desafíos para un régimen de migración internacional más humano y racional tanto para los países de envío como para los de recepción son los siguientes: 55. Ingeniero, 33 años, 5 años en Montreal. 56. Andrés Solimano, op. cit., pp. 2165-2171. 57. David Fitzgerald también teoriza sobre un nuevo contrato social entre inmigrantes y los países de origen, al que llama “ciudadanía a la carta” (A Nation of Emigrants. How Mexico Manages its Migration, California, Universidad de California, 2008).
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Para los países receptores: los países desarrollados enfrentan obvias limitantes en cuanto al uso de la inmigración para resolver la falta de personal calificado y el desafío demográfico que representa el envejecimiento de la población, pues también enfrentan escasez de trabajo (los inmigrantes toman lugares que podrían aprovechar los desempleados locales). Los países desarrollados deben desprenderse de los regímenes de inmigración complicados y depender menos de migración irregular y de la diferenciación de mercados laborales. Para los países emisores: 1. Los países emisores deben adoptar políticas que promuevan el empleo y el desarrollo “en casa” y controlar las presiones actuales sobre migración. 2. Existen responsabilidades con la comunidad migrante por parte de los países receptores: voz y apoyo legal. 3. Estos países deben mantener una buena gobernanza, procurar la democracia y apoyar a sus diásporas. 4. La necesidad de un contrato social sobre migración internacional. Este contrato debe ser permanente y basarse en el consenso sobre migración, además de apoyarse en normas e instituciones que establezcan y regulen estándares de movilidad internacional para personas y elites. Parte de la responsabilidad por la ausencia de un marco multilateral sobre migraciones le corresponde no sólo a los países desarrollados, que se benefician del flujo irregular de mano de obra barata y de profesionistas extranjeros, sino también a los países emisores. Los países en desarrollo que se dediquen a la creación de un contrato social mundial necesitarán una visión articulada y coherente de lo que esperan lograr con la migración internacional.
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Para avanzar hacia un contrato social sobre migración internacional es necesario que los países receptores estén dispuestos a cumplir las normas sobre migración internacional que se establezcan de forma negociada y consensuada entre los países emisores y receptores. También los países deberán abstenerse de beneficiarse del mercado laboral sombra, es decir, de la mano de obra extranjera disponible al instante.58 ¿Es la idea de Solimano una mera utopía? Mientras que el estudio de la migración a través de la teoría del biopoder” parece pesimista (pues supone que las poblaciones son gestionadas como ovejas por el pastor estatal), el optimismo de las teorías del contrato social pueden ayudar a alcanzar un equilibrio realista. Quizá podría utilizarse la perspectiva de Solimano como base para la negociación de problemas difíciles y aparentemente irresolubles como los conflictos suscitados en torno a la migración mexicana a Estados Unidos. La presencia de un régimen regional de migración en América del Norte debería orientar, cuando menos, las políticas públicas existentes en los tres países, tomando en cuenta el contexto de las políticas migratorias de los demás socios, sus asimetrías y el impacto de las decisiones personales de los migrantes.
58. Andrés Solimano, op. cit., pp. 2244-2248 a 2314-2318.
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BIBLIOGRAFÍA
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LA CIUDADANÍA INSTITUIDA EN LA ERA DE LA RESISTENCIA: EL MOVIMIENTO MIGRANTE EN BARCELONA COMO AGENTE DE NUEVOS DISCURSOS SOBRE LA CIUDADANÍA AMARELA VARELA HUERTA Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Dedico este texto a los 43 estudiantes indígenas normalistas desaparecidos y a todos los jóvenes que se movilizan contra la necropolítica que quiere condenarnos a la muerte-en-vida.
Este capítulo articula años de reflexión teórica basada en proyectos de investigación diversos que han querido resolver la pregunta motor de ¿qué significa hoy la noción de ciudadanía y para qué sirve a las complejas subjetividades contemporáneas? Se trata de un ejercicio reflexivo que parte de reconocer la contradicción inherente que entraña la noción de ciudadanía, pues en ella convergen los ideales universalistas de los derechos humanos, al tiempo que la ciudadanía es un espejo de las tecnologías de control excluyentes, porque ha sido usada como un instrumento de gubernamentalidad en la era de la sociedad del control.1 En este capítulo, la apuesta central es abonar argumentos, aportar pistas en el marco de una apasionada discusión vigente en las ciencias sociales: ¿necesitamos ampliar el significado de la ciudadanía o es más conveniente buscar nuevas formas de nombrar la 1. Michel Foucault, Seguridad, territorio y población, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica (fce), 2006.
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pertenencia política a una comunidad dada? Una pregunta a la que opongo argumentos basados en las prácticas de los sujetos migrantes que, con y sin los “papeles” en regla, desbordan cotidianamente el significado que la noción liberal de ciudadanía reconoce para los miembros de una comunidad política, anclada como discurso normativo en la exclusión estructural de los Otros perpetuos, usada como herramienta concreta de la necropolítica.2 Por la extensión del texto, nos ceñimos a la descripción y el análisis de las prácticas de los sujetos del movimiento social de los migrantes con y sin papeles en la ciudad de Barcelona, porque sus prácticas se nos revelan como pistas para resolver las incógnitas teórico-políticas antes descritas. A MODO DE INTRODUCCIÓN, UNA MIRADA A LA CIUDADANÍA DESDE LAS TESIS FOUCAULTIANAS SOBRE EL DISCURSO
En el capitalismo de la modernidad, el de los Estados nación y las fronteras administradas por regímenes de extranjería, la ciudadanía, primero como discurso jurídico y luego como dispositivo de prácticas sociorrelacionales, se instituyó como el sistema universal de asignación de derechos, libertades y garantías para los sujetos (los ciudadanos). Ésta es la “voluntad de verdad” que persiste sobre este concepto en los contemporáneos, es decir, la perspectiva hegemó2. Si bien en este texto resulta ambicioso tejer un discurso analítico sobre la ciudadanía/biopolítica/anatomopolítica –uno de mis quehaceres actuales y en curso–, es importante señalar que para el filósofo camerunés Achille Mbembe, si aplicáramos rigurosamente una microfísica del poder al sistema mundo contemporáneo, el término biopolítica correspondería a una de las formas de gubernamentalidad de las sociedades sobre todo centrales; a las periféricas les correspondería una tecnología de control más bien necropolítica, la gubernamentalidad de las poblaciones basada en la administración de la muerte de sujetos considerados “cuerpos desechables” además de “cuerpos máquina”; Achille Mbembe, Necropolítica, Barcelona, Melusina, 2011. La hipótesis de mi trabajo actual es que los migrantes y sus condiciones de existencia en las metrópolis donde se instalan evidencian la cohabitación de las gubernamentalidades bio y necropolíticas.
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nica con la que se nombra la filiación a una comunidad política. En palabras de Michel Foucault, esta noción de voluntad de verdad opera como uno de los tres grandes sistemas de exclusión que afectan a cualquier discurso: Pues esta voluntad de verdad, como los otros sistemas de exclusión, se apoya en un soporte institucional: está a la vez reforzada y acompañada por una densa serie de prácticas como la pedagogía, como el sistema de libros, la edición, las bibliotecas, como las sociedades de sabios de antaño, los laboratorios actuales. Pero es acompañada también, más profundamente sin duda, por la forma que tiene el saber de ponerse en práctica en una sociedad, en la que es valorizado, distribuido, repartido y en cierta forma atribuido. Recordemos, y a título simbólico únicamente, el viejo principio griego: que la aritmética puede muy bien ser objeto de las sociedades democráticas, pues enseña las relaciones de igualdad, pero que la geometría solo debe ser enseñada en las oligarquías ya que demuestra las proporciones en la desigualdad.3
Así pues, la ciudadanía como discurso que nombra la pertenencia política a una comunidad nacional es una voluntad de verdad sostenida por la suma de “autores” que conforman “sociedades del discurso”,4 en este caso la de los pensadores universalistas, que usan el concepto/campo de la ciudadanía para descartar la vigencia y potencia de otras formas de filiación política y comunitaria de sujetos en las sociedades contemporáneas. De ahí que la hipótesis que guía la reflexión de este capítulo es que los migrantes (regulares e 3. Michel Foucault, El orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets, 2004, pp. 10-11. 4. Una sociedad del discurso para Foucault son la suma de “autores” y sus voces instituidas “cuyo cometido es conservar o producir discursos, pero para hacerlos circular en un espacio cerrado, distribuyéndolos nada mas que según reglas estrictas y sin que los detentadores sean desposeídos de la función de distribución [de dicho discurso]” (ibid., p. 24).
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irregularizados por el Estado) agrietan con sus prácticas políticas el significado instituido de la noción de ciudadanía. La premisa de que el discurso instituido para pensar y practicar la ciudadanía como dispositivo que reconoce la pertenencia a una comunidad se sostiene del paradigma del discurso jurídico del universalismo, y es escasamente mirado desde la perspectiva foucaultiana de gubernamentalidad de las poblaciones.5 El discurso sociocientífico de Michel Foucault propone analizar las subjetividades modernas poniendo el acento en el biopoder, en una economía política del poder, que explica los fenómenos de lo contemporáneo partiendo de reconocer que todos somos sujetos “sujetados” por tecnologías de disciplinamiento. Poblaciones que congregan cuerpos máquina, y a quienes se gobierna con una tecnología disciplinaria que va desde la corporalidad individual (anatomopolítica) hasta la gubernamentalidad de las poblaciones (biopolítica).6 La gubernamentalidad de las poblaciones se basa en el biopoder, el gobierno de la vida. Y es justamente este complejo sistema de dispositivos de control para gobernar la vida –y desde México diremos además gobernar con la muerte– el que construye y sostiene imaginarios sociales que nombran la pertenencia política en clave de “derechos” y “garantías”, que la encuadran en la noción de ciudadanía.7 Si bien ésta es una discusión que se inscribe en la modernidad eurocéntrica y por eso hay voces que la descartan por considerar 5. Michel Foucault, Seguridad, territorio y población, op. cit. 6. Michel Foucault, Vigilar y castigar, Buenos Aires, Siglo xxi, 2002. 7. Como afirma Alejandra Morales: “la ficción ciudadana instituida jurídicamente en el seno de las democracias modernas se construye a partir de la fractura entre quienes forman parte de una comunidad y quienes no pueden pertenecer a ella, los extranjeros. Durante la modernidad el liberalismo y el neoliberalismo han desarrollado la paradoja de la política moderna: por un lado, limitación al poder gubernamental, por el otro, control sobre la vida. En el actual contexto de globalización, esa dicotomía se acentúa. Por ejemplo, se generalizan las expectativas de movilidad debido a las innovaciones tecnológicas en las comunicaciones y
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a la ciudadanía como un dispositivo liberal que “por naturaleza” excluye,8 desde nuestra perspectiva la apuesta es desnaturalizar la exclusión instituida de la ciudadanía y desbordar su raíz eurocéntrica para que nos sirva como intersticio discursivo y, así, al ampliar su acepción original, poder usarla estratégicamente como voluntad de verdad desde la academia, con el objetivo de abonar caminos para asegurar derechos a los migrantes, refugiados y exiliados políticos en los tiempos actuales. Sobre las limitaciones inherentes a la ciudadanía liberal, Liliana Suárez dice que esa voluntad de verdad que hoy queremos desestabilizar es en el inicio de la modernidad cuando los ciudadanos “consienten poner límites a sus intereses individuales con tal de poder vivir socialmente y garantizar el respeto de los derechos civiles (propiedad privada, libertad de creencias y de expresión, etcétera), idea inaugural de los derechos ciudadanos. Ciudadanía y capitalismo constituyen así el cortejo central de la modernidad”.9 Recordemos que en la constitución de la modernidad, la idea de ciudadanía fue un eje rector porque sirvió para desacralizar y disociar de las herencias nobiliarias el derecho a la membresía a una comunidad política, puesto que hasta entonces los sujetos jurídicos que tenían derecho a tal membresía fueron únicamente los varones propietarios. Desde nuestra perspectiva, el uso de este concepto por parte de la burguesía obedece a la lógica que Foucault establelos transportes, la mundialización de los mercados de capitales, bienes y servicios, pero en paralelo se endurecen las restricciones para el desplazamiento con el encrudecimiento de las políticas migratorias” (“Hacia una nueva ciudadanía, la ciudadanía de la Unión”, en Enrique Díaz Álvarez et al., La política de lo diverso: ¿producción, reconocimiento o apropiación de lo cultural?, Barcelona, Fundación cidob, 2008, p. 123). 8. Miguel Mellino, “Ciudadanías poscoloniales como símbolo y alegoría del capitalismo postcolonial”, en La Biblioteca, 7 Ensayos, núm. 8, 2009, pp. 82-92. 9. Liliana Suárez, “Ciudadanía y migración: ¿un oximorón?”, en Puntos de Vista, núm. 4, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 2005, p. 32.
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ció al escribir la genealogía del término “poder” y reseñar que la idea moderna de poder, basada en la concepción contractualista del mismo (el poder como discurso de ley, como “contrato social”), se enraizaba en el discurso del derecho, un instrumento (el discurso jurídico) que la burguesía arrebató a la monarquía para derrotarla por medio de esa misma retórica. De modo que el vocabulario, la forma del derecho, resultó ser el sistema de representación del poder común a la burguesía y a la monarquía. La burguesía y la monarquía consiguieron establecer desde el final de la Edad Media hasta el sigo xviii una forma de poder que se representaba, que se daba como discurso, como lenguaje, el vocabulario del derecho. Y cuando por fin la burguesía se desembarazó del poder monárquico, lo hizo utilizando precisamente ese discurso jurídico –que sin embargo había sido el de la monarquía– y volviéndolo contra la propia monarquía.10
Así, en la modernidad la ciudadanía es un discurso heredero de la voluntad de verdad monárquica pero radicalizado, si bien limitado sobre las subjetividades que detentan este estatuto. Y éste es uno de los ejes centrales de la discusión actual sobre el concepto de ciudadanía, porque si bien es de cuña liberal y excluyente, justamente desde los discursos con voluntad de saber, de verdad, se ha conseguido instituir sus ampliaciones como dispositivo de derechos y libertades que han imaginado los movimientos sociales a lo largo de la historia de la modernidad. Por eso cabe pensar si el término de ciudadanía, que jurídicamente expresa quién tiene derecho a tener derechos, ha de ser ampliado desde los discursos con voluntad de verdad vigente para “volverla contra” la propia modernidad liberal excluyente. 10. Michel Foucault, Las mallas del poder. Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales. Vol. iii, Barcelona, Paidós, 1999, p. 238.
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Así pues, considerar la ciudadanía como un instrumento emancipatorio per se sería un error analítico y político. Aunque no puede obviarse que si bien la ciudadanía es el correlato del sistema de producción capitalista, la subjetividad jurídica de quienes poseen autonomía para tomar decisiones y ejercer derechos se ha hecho más compleja, y ello como consecuencia de luchas sociales de largo alcance que han transformado el imaginario social y sus consecuentes discursos institutivos alrededor de lo que significa ser un ciudadano con plenos derechos. En ese sentido Suárez apunta: “La extensión de la ciudadanía es producto de la acción humana, no de los cambios abstractos de las leyes. Han sido los movimientos sociales de los que reivindicaban el reconocimiento como sujetos jurídicos en igualdad de condiciones los que empujaron estos límites y abrieron nuevas puertas a la inclusión”.11 De ahí que pueda sostenerse que si bien la ciudadanía como estatuto jurídico es instrumentalizada por el poder para la administración “racialmente segmentada” del mercado de trabajo y para sostener las narrativas de securitización12 en las metrópolis contemporáneas, también los migrantes, con sus prácticas de desobedecer las leyes de entrada y permanencia en territorios donde deciden instalarse, amplían, desbordan, la ciudadanía como estatuto reservado sólo para los nacidos en esos territorios.13 EL USO ESTRATÉGICO DE UNA NOCIÓN QUE NOS NIEGA. LA CIUDADANÍA QUE IMAGINAMOS LOS MIGRANTES
Nos interesa discutir la ciudadanía porque, además de ser un campo de estudio vastísimo, es una demanda estratégica de colectivos 11. Liliana Suárez, “Ciudadanía y migración: ¿un oximorón?”, op. cit., p. 32. 12. La noción de securitización (anglicismo) es una forma de nombrar los discursos y dispositivos de gubernamentalidad que se basan en la lógica de la “seguridad” como premisa. 13. Miguel Mellino, op. cit.
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y movimientos de migrantes que, sin reificarla, la “usan” para salir de la condición de “extranjerización permanente”14 que condiciona las relaciones laborales, sociales y políticas del territorio en el que habitan. Por eso, para desbordar la voluntad de verdad instituida sobre la ciudadanía (que condiciona el derecho a pertenecer a una comunidad política según el nacionalestadocentrismo liberal) partimos de la premisa de que debatir sobre las nuevas formas de ciudadanía puede aportar argumentos estratégicos a los migrantes para desinstituir algunos de los pilares del discurso jurídico del que se sostiene el racismo institucional que segmenta étnicamente el acceso a derechos laborales, sociales y políticos a los migrantes. Partir de que las prácticas políticas y culturales de los migrantes con y sin papeles alrededor del mundo amplían la noción de ciudadanía no implica negar que estos sujetos son ilegalizados por el discurso de la ciudadanía misma, que para definir quién “tiene derecho a tener derechos”15 tiene como correlato fundamental las retóricas de extranjería que establecen que quienes no han nacido en un Estado nación concreto (ius sanguinius) o provienen de un linaje familiar (ius solius) asentado en éste son extranjeros y, por lo tanto, no son ciudadanos de esa nación. “Llegamos a ser conscientes de la existencia de un derecho a tener derechos (y esto significa vivir dentro de un marco donde es juzgado por las acciones y las opiniones propias) y de un derecho a pertenecer a algún tipo de comunidad organizada, sólo cuando emergieron millones de personas que habían perdido y que no podían recobrar estos derechos por obra de una nueva situación política global.”16
14. Seyla Benhabib, Los derechos de los otros: extranjeros, residentes y ciudadanos, Barcelona, Gedisa, 2005. 15. Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Alianza, 2006. 16. Ibid., p. 375.
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En concreto, estas páginas se concentran en reflexionar la ciudadanía para desnaturalizar, desde los márgenes, el régimen global de control de las migraciones internacionales contemporáneas para desbordarlo y, con ello, aportar elementos que deterioren, descompongan o por lo menos pongan en jaque la producción jurídica de la ilegalidad17 que los Estados y los empresarios de las metrópolis contemporáneas usan para mantener, bajo amenazas como la deportación o el encierro, a los migrantes en condiciones sociales, económicas y políticas inhumanas, con lo que obtienen un mayor plusvalor económico, social y cultural de estos sujetos. Exploraré un estudio de caso, el movimiento de migrantes en Barcelona y las posiciones y prácticas político-culturales que estos migrantes organizados ejercen en lo cotidiano sobre ciudadanía. Las páginas que siguen están sustentadas en una investigación sobre migrantes que, mediante encierros, huelgas de hambre, manifestaciones, asambleas, redes de complicidades con otros actores locales, estatales o europeos, demandan al gobierno español la regularización sin condiciones de todas las personas que la política de extranjería española mantiene irregularizadas, a pesar de vivir, trabajar y consumir en su territorio como el resto de sus habitantes. Se trata de un estudio de caso de largo aliento realizado en Barcelona, conformado por 24 entrevistas en profundidad, del tipo de relato de vida, con actores del movimiento, opositores al mismo, funcionarios públicos, sindicatos y asociaciones de esa ciudad. De manera central, también se sostiene del trabajo de observación
17. La idea de la construcción legal de la ilegalidad hace referencia a que son las leyes de extranjería, supeditadas a las dinámicas del capitalismo contemporáneo, las que generan subjetividades tan vulnerables para la explotación como el mercado lo necesita a través de figuras jurídicas como el illegal alien o migrante ilegal; Nicholas de Genova, “La producción legal de la ‘ilegalidad’ migrante mexicana”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, vol. 17, núm 52, Buenos Aires, 2003, pp. 519-554.
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participante realizado desde 2002 y hasta 2007 para comprender las demandas, formas de protesta y las alianzas que este movimiento de migrantes ha construido históricamente.18 EL MOVIMIENTO DE MIGRANTES QUE INSPIRA ESTA REFLEXIÓN
España, 2001. Una ola de “encierros” en iglesias españolas protagonizada por migrantes organizados que demandaron “papeles para todas y todos” puso en jaque las narrativas legales y los imaginarios sociales con los que el Estado y la sociedad de esa nación en el sur de Europa gestionaba el final del tránsito que atravesó como país solamente expulsor, para convertirse en la tierra de instalación de migrantes de todas las periferias del mundo. Desde entonces, un movimiento social de migrantes con y sin papeles ha construido formas de protesta y un repertorio de demandas que plantean interesantes desafíos para el estatuto jurídico de la ciudadanía. Para 2014, según datos del Instituto de Estadística (ine) espa19 ñol, 10.22% de la población total que reside en España carece de nacionalidad y, por lo tanto, de ciudadanía española. Sin embargo, entre estos 4.53 millones de personas, 2.35 millones son ciudadanos de la Unión Europa pues nacieron en uno de los 27 países afiliados a esa comunidad supranacional, y por lo tanto gozan (de manera diferenciada según el país de origen) de los derechos que otorga la eurociudadanía. 18. La investigación y sus hallazgos quedaron plasmados en el libro Por el derecho a permanecer y a pertenecer. Una sociología de las luchas de migrantes. Disponible en línea en el portal de la editorial Traficantes de Sueños. 19. “Cifras de población a 1 de julio de 2014. Estadística de Migraciones. Primer semestre de 2014. Datos provisionales”, 10 de diciembre de 2014. El total de residentes en España en esa fecha es de 46 464 053 habitantes, de los cuales 4.5 millones son inmigrantes y 1.72 millones lo fueron pero ahora constan como “españoles nacidos fuera de España”. Así, un aproximado de 10.22% del total son extranjeros con y sin papeles que residen en ese país. Este instrumento demográfico, único en la Unión Europea, nos permite conocer la
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No obstante, de entre los 2.35 millones de personas no “comunitarias”, es decir, que carecen del reconocimiento jurídico como ciudadanos (porque no son “nacionales” o “eurocomunitarios”), en 2014 hubo por lo menos 400 000 migrantes en situación de “sin papeles”, siendo un promedio de 800 000 personas las que registraron el cruce de registros estatales20 de 2004 a 2012,21 año de la última regularización extraordinaria en España. ¿Qué implicaciones tienen estas cifras demográficas para el pacto social vigente en la España contemporánea y por qué usarlas de espejo para pensar el concepto/campo de la ciudadanía a nivel global? En este trabajo se propone que estos 2.35 millones de personas que viven, trabajan y consumen en territorio español carecen de los derechos económicos, sociales, culturales y políticos que la ciudadanía protege como estatuto jurídico. Por ello, nos interesa discutir justamente alrededor de la fractura estructural que estos “no ciudadanos” le plantean a la democracia española y, usando este caso como ejemplo, aportar pistas sobre la dimensión política que resulta central para comprender las implicaciones de las migraciones contemporáneas. Si bien en México y América Latina se ha discutido de manera igualmente intensiva el tema de la ciudadanía y la migración,22 este cifra de residentes al margen de su estatuto legal con las cifras de “imigración y emigración” emitidas por el Ministerio del Trabajo y Asuntos Sociales español. Los extranjeros residentes en España pertenecientes a la Unión Europa de los 27 países suman 2 392 491. Los colectivos más numerosos son los rumanos (721 445), seguidos por los marroquíes (697 044), los migrantes del Reino Unido (310 073) y los ecuatorianos (187 023). 20. La cifra se obtuvo cruzando los registros estadísticos del padrón municipal del ine con los datos del Ministerio del Trabajo e Inmigración español (mtas), en cuyas estadísticas, actualizadas al 16 de octubre de 2014, establece que cuentan con tarjeta de residencia legal 2.34 de los migrantes “extracomunitarios”. 21. Fecha en que termina esta investigación. 22. Véanse los trabajos de Ariadna Estévez (“Los derechos humanos en la sociología política”, en Ariadna Estévez y Daniel Vázquez [coords.], Los derechos humanos en las ciencias sociales: una perspectiva multidisciplinaria, México, Facultad
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trabajo busca aportar pistas para el debate poniendo la mirada en aquella latitud europea, no en un afán de comparación sino apenas como un espejo de una realidad, la de la migración y sus consecuencias políticas, que consideramos global. Como ya se adelantó, el debate sobre ciudadanía es casi un campo disciplinar, porque desde diferentes discursos se ha trabajado alrededor de su alcance y características, ya que cada discurso se debe a su tiempo histórico y a su apuesta política. Por eso Liliana Suárez afirma que el debate sobre las transformaciones de la ciudadanía es uno de los más apasionados y fértiles que acontecen en las ciencias sociales de nuestros días. No me detendré en historizar este debate, ya que se convertiría en algo interminable, y por otro lado nos alejaría de la apuesta de este capítulo.23 Lo que me interesa del debate sobre este concepto/campo son las “adecuaciones” que se sugieren desde las ciencias sociales para la idea de “ciudadanía”, en tanto campo de acción política, porque esas recomendaciones de los intérpretes se tejerán a las pistas que aportan los migrantes organizados cuando demandan el derecho a una ciudadanía plena. Con fines prácticos, las voces de los intérpretes que reflexionan sobre las políticas de inmigración y de ciudadanía, publicadas en libros, revistas, actas de congresos y sitios electrónicos, se han categorizado como “las voces académicas”; las posiciones legislativas o programáticas que obtuvimos de las entrevistas a representantes de instituciones gubernamentales, como “las voces institucionales”; y, finalmente, las posturas de los sujetos organizados en el movimiento Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)/Universidad Nacional Autónoma de México (unam)/Centro de Investigaciones sobre América del Norte (cisan), 2010, pp. 135-165; Derechos humanos, migración y conflicto: Hacia una justicia global descolonizada, México, Centro de Investigaciones sobre América del Norte (cisan)/Universidad Nacional Autónoma de México (unam), 2014. 23. Liliana Suárez, “Ciudadanía y migración: ¿un oximorón?”, op. cit.
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social de los migrantes en Barcelona entrevistados para este trabajo, como “las voces migrantes”, usando sobre todo las reflexiones que se produjeron en el marco del Taller de Creatividad Social (tcs) sobre ciudadanía.24 Con el objetivo de organizar las aportaciones de estas tres familias de voces, se han identificado tres tesis centrales en la perspectiva de quienes debaten alrededor de la ciudadanía en o sobre España. La primera tesis en relación con la ciudadanía que sostienen los debates académicos, los planes y políticas públicas y las organizaciones de migrantes es que se trata de un dispositivo de derechos que, emparentada con la modernidad, ha ido ampliándose conforme los miembros de una comunidad nacional han conseguido, primero, legalizar sus subjetividades jurídicas, para después ir extendiendo el repertorio de derechos que la ciudadanía reconoce como dispositivo. La segunda tesis propuesta en los discursos analizados es que asistimos a una crisis de representación de la ciudadanía entre lo sujetos que gozan del reconocimiento de la misma y quienes, antes de migrar, también fueron reconocidos en sus países de origen. Porque este término es utilizado de manera estática por los discursos hegemónicos, sin que se reconozca que la ciudadanía es, ante todo, una práctica sociorrelacional, un ejercicio de relación social. La tercera y última tesis central de los discursos que analizaré es que la ciudadanía que practican los migrantes organizados desborda los límites del nacionalestadocentrismo25 en el que se ima-
24. Esta herramienta (de la familia de la investigación acción participante) consiste en una o varias sesiones de trabajo de autoformación, cuyos destinatarios son los agentes protagonistas de una investigación concreta, para debatir asuntos de la actualidad del proceso investigativo que sirvan, a su vez, para reforzar la acción colectiva transformadora y para situar la importancia del tema concreto sobre el que versa el taller para la práctica colectiva. 25. Este concepto es trabajado por la jurista Seyla Benhabib en su libro Los derechos de los otros: extranjeros, residentes y ciudadanos (op. cit.) y hace referencia a los
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ginó este dispositivo de derechos, esta membresía política, y con ello descentran o descomponen el ejercicio de necropolítica que sostiene al capitalismo contemporáneo que crea no ciudadanos26 en todo el mundo. Al tejer estas tres tesis centrales se puede afirmar que, para los sujetos y sus discursos analizados, la ciudadanía es una práctica social que amplía los márgenes instituidos en los discursos liberales sobre quién tiene derecho a pertenecer a una comunidad política y a gozar de los derechos que esa membresía otorga. En lo que constituye una disputa por la voluntad de verdad hegemónica sobre la ciudadanía que, hasta el momento, está enunciada por los Estados y los agentes del mercado neoliberal para sostener un racismo social e institucional, es decir, como una herramienta más del biopoder que establece la identidad de los sujetos sociales contemporáneos desde el disciplinamiento espacio/temporal y la asignación de un rol social.27 Aquí me interesa abordar este polisémico concepto de ciudadanía a partir de escrutar las dos acepciones fundamentales que se refieren desde el discurso académico y político vigente. La primera, de naturaleza formal y jurídica, hace referencia al elenco de derechos y deberes que corresponden a los miembros de un Estado, mientras que la segunda acepción entiende la ciudadanía como la progresiva consecución de los derechos civiles, económicos, políticos y sociales que se extienden y cobran carta de naturaleza con la universalización de los servicios públicos y el Estado de bienestar.
paradigmas que suscribe el Estado nación como base para la interpretación de la realidad social, una realidad que rebasa dicha interpretación porque desafía las fronteras de comunidades nacionales imaginadas. 26. Sujetos desechables/muertos-en-vida según Achille Mbembe, Necropolítica, op. cit. 27. Michel Foucault, Las mallas del poder. Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales. Vol. iii, op. cit.
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Partiendo de las dos acepciones, la ciudadanía como estatuto y la ciudadanía como proceso e incluso como ejercicio, Rainer Baouböck28 establece que contemporáneamente existen dos tipos de ciudadanía: la formal y la sustantiva, la primera de ellas se refiere al reconocimiento de la subjetividad jurídica como ciudadano y la segunda al ejercicio efectivo de la misma. Bauböck propone una especie de gradación en la titularidad de la ciudadanía y distingue a quienes son ciudadanos/integrados de quienes son nociudadanos/excluidos en términos de acceso práctico a los derechos y del trato que reciben por sus vecinos y por los funcionarios públicos. En este mismo tenor, en la España contemporánea está vigente una “gradación de la ciudadanía”, que se sostiene tanto por los regímenes de extranjería domésticos como por los eurocomunitarios, y que da lugar a la existencia de diferentes y graduados “tipos de ciudadano”. Dicho de otro modo, en la actualidad, en España existen jurídicamente dos grados de ciudadanía, que se sostienen a su vez en dos grados de “no ciudadanía”. Entre quienes disfrutan del reconocimiento de ciudadano están los ciudadanos españoles y europeos, “ciudadanos de primera”, que obtienen este estatus preferentemente por el mecanismo del ius soli o del ius sanguinis.29 En este mismo grado, pero en un rol periférico, está el ciudadano naturalizado, “ciudadano de segunda”, persona originaria-
28. Rainer Bauböck, Transnational Citizenship: Membership and Rights in International Migration, Aldershot, Edward Elgar, 1994. 29. No sólo en la Unión Europea rigen estos criterios sino que, actualmente, en todos los Estados soberanos la pertenencia a una comunidad nacional, y por lo tanto, el reconocimiento formal como ciudadano, pueden ser adquiridos bien por el criterio de ius sanguini (cuando la membresía política es heredada de padres a hijos) o bien por el criterio de ius soli (cuando se accede a dicha membresía por haber nacido en un territorio nacional). No obstante, todos los Estados suelen articular una combinación de ambos.
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mente “no nacional” que mediante el mecanismo de la residencia obtiene la naturalización, sólo después de un periodo que puede ir desde los dos hasta los 18 años, según la nacionalidad del sujeto, periodo durante el cual además deberá demostrar su utilidad económica, justificando el derecho a permanecer en España en función de las necesidades del mercado de trabajo. Entre los ciudadanos de primera y de segunda y los “no ciudadanos” están los “trabajadores” migrantes o los residentes extranjeros legales que para conseguir su legalidad consiguieron sortear los trámites que acreditan su “arraigo social/laboral” o bien que se ampararon de las amnistías periódicas con las que el gobierno español regula estructuralmente lo que las narrativas mediáticas han llamado la “bolsa de sin papeles”. En esta escala de la ciudadanía “demediada” o gradudada por criterios de clase/raza/género, explica el jurista Marco Aparicio,30 caben además las restricciones que la normativa de extranjería española les impone a estos “residentes legales” al supeditar la regularidad administrativa a un permiso inicial de un año que tiene limitaciones concretas en materia de actividad laboral y de la provincia donde ejercerla, además de los criterios que se les imponen a los migrantes para la primera y segunda renovación de tarjeta de residencia, hasta conseguir una con carácter permanente. Estas restricciones son para Aparicio la evidencia de que la ciudadanía plena como estatuto está supeditada a escalas (esto es, a momentos y tiempos) que configuran la “integración” de los migrantes como un instrumento para medir la sumisión a las reglas de la ciudadanía, en términos absolutamente funcionalistas para el modelo económico, lo que puede entenderse como un ejercicio de anatomopolítica y biopolítica en la era del biopoder: los sujetos son 30. Marco Aparicio, Las fronteras de la ciudadanía en España y en la Unión Europea, Barcelona, Documenta Universitaria, 2006.
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asignados a un tiempo, espacio y rol social para asegurar la gobernanza de un sistema económico concreto, el capitalismo. Por debajo de estos “residentes legales”, Sandro Mezzadra identifica una nueva categoría de “no ciudadanos”, es decir, a los “extranjeros ilegales” y a los sujetos irregularizados permanentemente por tener una orden de expulsión.31 De tal suerte, los migrantes sin papeles están condenados al estatuto de “no ciudadanos” y son considerados delincuentes que infringen las normas de acceso al territorio español, una herramienta de la biopolítica que, como si se tratara de “enfermos”, define a los sin papeles como fuera de la norma. Pero si esto es en términos de ciudadanía formal, veamos cómo caracterizar el estado de la ciudadanía en términos sustantivos o de participación. LA CIUDADANÍA IMAGINADA, LA CIUDADANÍA PADECIDA, LA CIUDADANÍA DESEADA
La discusión sobre ciudadanía y migraciones en España ha sido etnificada, es decir, se ha volcado la atención a discutirla desde la perspectiva de los debates sobre “cambios sociodemográficos” provocados por la inmigración. La consecuencia de ello es que se pierde de vista que entre los eurociudadanos de plena membresía existe una crisis de participación y representación hacia las instituciones ciudadanas.32 Y es que hasta ahora, por lo menos en España, el debate se reduce a condicionar la membresía política de los no ciudadanos a su “integración social”, una construcción discursiva para demandarles
31. Sandro Mezzadra, Derecho de fuga: migraciones, ciudadanía y globalización, Madrid, Traficantes de Sueños, 2005. 32. Una realidad ahora más visibilizada después de la crisis económica “del ladrillo”, que empezó en la década pasada en España y hoy evidencia su cara más dura en la política de recortes a los servicios sociales, y que ha tenido interesantes consecuencias, como la aparición de la plataforma cívico electoral Podemos, una apuesta del pueblo español por recuperar el control de las instituciones.
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FIGURA 1 La gradación de la ciudadanía en España.33 CIUDADANOS Españoles, eurocomunitarios y los Otros perpetuos (naturalizados)
NO CIUDADANOS Migrantes “residentes de larga duración”
NO CIUDADANOS Migrantes regularizados (con papeles)
NO CIUDADANOS Migrantes irregularizados (sin papeles)
que suscriban una identidad nacional que evidentemente no suscriben plenamente ya que, como todo sujeto social, traen inscritas identificaciones culturales producto de su historia vital, que no ha transcurrido toda en España. A consecuencia de ello, se etnifican los discursos sobre la cohesión social. “Esto se produce a través de los procesos de etnización, por los cuales la sociedad mayoritaria atribuye un carácter casi biológico a los comportamientos de determinados grupos 33. Fuente: elaboración propia.
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y justifica la discriminación a través de la pertenencia cultural o étnica”.34 Lo paradójico es que, paralelamente a este acceso diferenciado a la membresía plena para quienes son los Otros, los extranjeros, se han instituido membresías políticas que no condicionan la suscripción a “identidades nacionales” sino que, incluso, se imponen a pesar de los miembros de una comunidad política, como es el caso del esquema de la eurociudadanía, como ejemplo concreto de un vínculo jurídico del individuo con un Estado supranacional. En 1992, con el Tratado de Maastricht se crea el estatuto del ciudadano europeo, que reconoce como derechos básicos de todo “nacional comunitario” la circulación y residencia en cualquier territorio de los Estados miembros. Así, un eurociudadano puede elegir residir en cualquier Estado nación que, dentro del territorio eurocomunitario, está a su vez obligado a reconocerle como un ciudadano de plenos derechos.35 De ahí que diferentes voces académicas propongan este estatuto como un modelo a seguir, o a mejorar, para superar el desbordamiento de la ciudadanía en relación con la soberanía nacional en la que se funda. Es decir, se propone la eurociudadanía como la alternativa para superar la “crisis de territorialidad de la ciudadanía” cuando se piensa la migración. Sin embargo, sostengo que las experiencias de los migrantes cuestionan de raíz que la eurociudadanía, en tanto modelo, pueda re-
34. Elena Giner, “Los colectivos de sin papeles en Francia: Agentes de redefinición identitaria y ejercicio de ciudadanía local”, en Liliana Suárez et al. (eds.), Las luchas de los sin papeles y la extensión de la ciudadanía. Perspectivas críticas, Madrid, Traficantes de Sueños, 2007, p. 90. 35. Su regulación se efectúa en la segunda parte del Tratado de la Comunidad Europea, dedicada a la Ciudadanía de la Unión, artículos 17 a 22 del Tratado de la Unión Europea (tue), en los que se desarrolla esta figura y se precisan los derechos reconocidos. Se trata de un estatus personal, no sustitutivo de la ciudadanía nacional, sino complementario y conferido a través del derecho convencional (Alejandra Morales, “Hacia una nueva ciudadanía, la ciudadanía de la Unión”, op. cit., p. 190).
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solver esta crisis, porque “aunque el proyecto europeo tiene un acusado sesgo supranacional, es un ‘proyecto de Estados nacionales que conservan todavía la fuente de la soberanía y la ciudadanía nacional”.36 Considero que pensar la eurociudadanía en relación con la migración nos remite al uso de la migración con carácter político por parte de los discursos institutivos de la Unión Europea.37 Con la eurociudadanía nace el estatuto del “inmigrante extracomunitario”. A este respecto, Enrique Santamaría38 y Verena Stolcke39 advierten que con esta nueva denominación asistimos a la emergencia de una nueva figura simbólica que se instaura en el imaginario social de los habitantes en Europa y que es utilizada intensamente por parte de diferentes instituciones en España como mecanismo de producción de alteridades que refuerzan la identidad europea y, con ella, la identificación del ciudadano “español” con la eurociudadanía. Según demuestran los trabajos de estos dos intérpretes, las instituciones españolas han hecho, además del uso laboralista de las migraciones, un uso simbólico instrumental de la intensificación de la llegada e instalación de personas de países que no son miembros de la Unión Europea, como elementos constitutivos del correlato alteritario con el que se sostiene la construcción de la identidad europea entre la población “española”.40 36. Enrique Linde, “La libre circulación de los trabajadores versus la libre circulación de personas. La ciudadanía europea”, en Revista de Derecho de la Unión Europea, monográfico La Europa social, la Europa de la solidaridad, núm. 5, 2003, p. 17. 37. Pero que además hoy también está en crisis puesto que con los altos índices de desempleo en España y otros países del sur de Europa esta “superciudadanía” está evidenciando sus límites al restringir otra vez el derecho a la libertad de instalación para los sudeuropeos que buscan asentarse en países del norte del continente. 38. Enrique Santamaría, La incógnita del extraño. Una aproximación a la significación sociológica de la “inmigración no comunitaria”, Barcelona, Anthropos, 2002. 39. Verena Stolcke, “Europa: nuevas fronteras, nuevas retóricas de exclusión”, en Extranjeros en el paraíso, Barcelona, Virus, 1994, pp. 11-26. 40. Ésta es una denominación construida artificiosamente, en el sentido sociológico del término, pues, lejos de la evidencia y la aproblematicidad (la inexistencia de
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Por tanto, la construcción de la figura del migrante “extracomunitario” es el correlato de la consolidación de la identificación de ciudadano eurocomunitario que los “españoles” tienen que suscribir desde 1985, con la adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea. Según estos trabajos, las diferentes instituciones españolas, así como los medios masivos de información, han configurado un discurso sobre el “ser ciudadano de la Unión Europea” en gran medida sostenido a partir de la identificación de quién no lo es; es decir, “los extracomunitarios”. En palabras de Verena Stolcke, la construcción de Europa tiene dos caras: mientras las fronteras intraeuropeas son cada vez más permeables, las fronteras exteriores se cierran cada vez con más fuerza [...] Se observa una sensación creciente de que los europeos tienen que desarrollar un sentido de cultura compartida y de identidad de objetivos, para ofrecer un apoyo ideológico a una unión económica y política europea que pueda tener éxito.41
Para crear esta identidad europea (supranacional) hay que crear asimismo una alteridad que sea de alcance transnacional: el “extracomunitario”. Sin embargo, la identidad europea, además de alteridades, necesita lealtades a la comunidad política y, como bien demostró la oleada de referéndums sobre la “Carta Magna” europea
planteamiento como problema) que puede sugerir, existe una importante disputa político-simbólica en relación con las membresías políticas que conforman los ciudadanos del “Estado español”. En este contexto, es interesante destacar cómo los discursos alteritarios se han centrado en el binomio identidad-inmigración y aún hay pocos estudios que se pregunten sobre los movimientos y sentimientos nacionales en el interior del Reino de España, la apropiación de la identidad eurocomunitaria y la migración. 41. Verena Stolcke, op. cit., p. 236.
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en 2006, éstas no parecen convocar a la mayoría de los ciudadanos de la Unión Europea.42 Por ello sostengo que la eurociudadanía opera sistémicamente como mecanismo de exclusión para los extranjeros, los residentes legales sin naturalizarse, los migrantes “indocumentados” y los demandantes de asilo.43 La eurociudadanía que algunos autores y actores interpretan como modelo de una ciudadanía en la que quepan sujetos “posnacionales”, “diaspóricos”, “híbridos”, “transnacionales”,44 sigue basándose en el monopolio de la soberanía de los Estados para reconocer a los miembros de su comunidad política; no rebasa el binomio nacional estadocéntrico del que habla Benhabib,45 pero, sobre todo, se asienta sobre la base de gestionar la pertenencia plena de todos los Otros no naturalizados, desde la perspectiva de los flujos de trabajadores migrantes. Resulta relevante la crítica de los movimientos de migrantes acerca de este estatuto, y ha de comprenderse que este modelo no atiende la demanda de los migrantes organizados de desvincular el “derecho a permanecer”, a quedarse o residir, de la lógica étnicamente segmentada del mercado laboral y el orden social geopolíticamente asignado a los centros y periferias.46
42. Véase el trabajo de Gerardo Pisarello y Xavier Pedrol (La constitución Europea y sus mitos: una crítica al tratado constitucional y argumentos para otra Europa, Barcelona, Icaria, 2006) sobre la constitución europea y sus “mitos”. 43. Marcelo Bonilla, La construcción político-jurídica del otro en la España y la Cataluña de la globalización, Ecuador, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), 2006. 44. Veánse dos interesantes balances. El de Carlota Solé y Sonia Parella (“Ciudadanía e identidad europea desde una perspectiva transnacional”, ponencia presentada en el Simposium “Nuevas identidades/alteridades en el espacio latino-euroamericano”, del 52 Congreso Internacional de Americanistas, Sevilla, 2006) y el de Ariadna Estévez (Derechos humanos, migración y conflicto: Hacia una justicia global descolonizada, op. cit.). 45. Seyla Benhabib, op. cit. 46. Saïd Bouamama, L’affaire du voile ou la production d’un racisme respectable, París, Éditions du Geais Bleu, 2004.
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El término de ciudadanía resulta un término abstracto carente de muchos de los significados que los académicos le otorgan. Y es que, como ponen de relieve los entrevistados que gozan por nacimiento de la ciudadanía española, y desde 1992 de la eurociudadanía, el concepto de ciudadanía es retórica más bien académica y política y representa poco para su vida cotidiana. ¡Uf!, ¡qué preguntas me haces! Ahora has dicho esa palabra y hasta la luz se encendió. Uhm… esa pregunta es complicada porque hay personas que tienen muy teorizada la palabra ciudadanía y tienen muy buenas explicaciones de lo que es. Pero para mí como que no quiere decir muchas cosas. Yo no digo nunca esa palabra [risas…] Ésa es la que me parece la más difícil, porque no sé ni lo que es la ciudadanía.47
Entre los migrantes entrevistados, la ciudadanía como noción está directamente vinculada con las prácticas de poder político institucional. Sí, sí se escucha ahí [en Marruecos], pero para la gente nunca ha sido una palabra usada socialmente o en la familia o en la calle, pues es una palabra que ni los movimientos sociales tampoco la han usado, es más bien una palabra que se ha empezado a usar políticamente hace poco, dicen que la ciudadanía, que tenemos que ser ciudadanos. En Marruecos [este término] se usa para que los marroquíes se sientan ciudadanos. Muatana, muatana [traduce a los otros].48
Otros consideran la ciudadanía como una forma de instrumentalizar las lealtades a un régimen político deslegitimizado por campañas bé-
47. Voces de españoles miembros del movimiento de migrantes. 48. Taller de Creatividad Social con miembros de la Asociación Cornellá Sin Fronteras (tcs en adelante).
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licas, en concreto, la del gobierno marroquí contra los habitantes de la República Árabe Saharaui: “Siempre ligan la ciudadanía a la idea de estar fiel al régimen, a la monarquía, ligan también la ciudadanía a la tierra. Defender la propiedad de la tierra. Estar dispuesto a morir por la tierra, pero eso sin reivindicar los derechos fundamentales”.49 Incluso, para algunos de los migrantes que participan en el movimiento de Barcelona, la noción de ciudadanía remite en su imaginario a la imposición poscolonial de identidades Estado nacionales ficticias que fracturaron la convivencia intercultural previa a dicha imposición.Veamos un ejemplo de uno de los activistas pakistaníes del movimiento: Para mí, ciudadanía es racismo, islamofobia. Antes los sijs, hindis, musulmanes, sunitas, chiítas, todos vivían juntos y nadie se preguntaba qué significaba ser sunita, chiita, todos convivíamos y participábamos de los festejos de todos, la navidad, fiestas sufís. Yo, por ejemplo, mi familia es sufí, casi cada jueves nos reunimos en nuestro lugar espiritual, hablamos, discutimos sobre problemas sociales. Entonces, estamos acostumbrados a vivir nuestra ciudadanía. Donde se respeten los seres humanos. Pero después de la guerra de Afganistán ya no, todo cambió.50
Esta percepción, la de ciudadanía como instrumento del poder, se refuerza cuando los migrantes en España experimentan además el despojo de dicha titularidad jurídica. Como explica el jurista Marcelo Bonilla, entre los migrantes la ciudadanía es “concebida como un sistema de exclusión o inclusión en un campo social. Funciona como parte de esta construcción de la violencia social, de una forma de administrar la correlación de fuerzas de
49. Idem. 50. Voces migrantes.
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grupos y visiones hegemónicas y dominantes al interior de la sociedad española contemporánea”.51 Es útil mirar esta condición de la ciudadanía como un sistema de exclusión/inclusión, porque la ciudadanía que estos sujetos ejercían en sus respectivos países de origen es una experiencia sociorrelacional diferente de la que ejercen en España, y entre los entrevistados hay quienes reconocen que su noción sobre ciudadanía, y en general sobre democracia, se transformó por el tránsito migratorio. Porque algunos experimentan el tránsito de una dictadura a una democracia, otros lo hacen de una monarquía absolutista a una parlamentaria, o hay quienes vienen de repúblicas a una monarquía parlamentaria. Entre los migrantes que llegaron a España, algunos de ellos a pesar de vivir jurídicamente negados al no “tener documentos”, hay una sensación de transformación en sus derechos políticos. Porque comparan su participación en el movimiento de migrantes con sus militancias previas: “Ahí en Marruecos para trabajar en una organización de la calle, existen unas líneas rojas, no puedes pasarlas, la Constitución dice que el mensaje del Rey no puede discutirse, y todos los partidos y las organizaciones que están en la calle, todas tienen las líneas rojas, no pueden rebasarlas”.52 Si entre españoles y migrantes existe la percepción de que la ciudadanía, como dispositivo jurídico, es una palabra vacía en relación con su vida cotidiana, entonces ¿qué significa para los migrantes organizados la noción de ciudadanía cuando se trata de su dimensión sustantiva? O ¿por qué entonces se propone considerarla
51. Marcelo Bonilla, “La construcción de la imagen y el estatuto del inmigrante-indocumentado en la España de la época de la globalización”, en Aportes Andinos, núm. 7, Globalización, migración y derechos humanos, Quito, Universidad Andina, 2003, p. 2. 52. Voces migrantes.
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una rendija para combatir el racismo social e institucional con el que se gobierna en España? La primera hipótesis de trabajo es que reflexionar en torno a los límites de la ciudadanía estadocéntrica nos permite desbordarla, como ya se apuntó, de su acepción liberal y moderna que la consagró apenas como un estatuto jurídico desvirtuando las prácticas de ciudadanía intensiva que desde los márgenes ejercen quienes, con su participación cotidiana en una comunidad política, buscan engordar el significado de dicho dispositivo de derechos. Es decir, resulta paradójico que la noción de ciudadanía represente nulo significado para quienes la ejercen intensivamente, ampliando con ello los límites de la misma. Cuando se interpela a estas voces en relación con su vida cotidiana, los migrantes o los españoles activos del movimiento aseguran que la ciudadanía puede ser entendida también como una condición, como una práctica: Para mí la ciudadanía significa participar, tener derechos, como ciudadano y tener obligaciones también como ciudadano y poder participar sin límites, dentro del marco legal, en cualquier cosa que importa a la ciudadanía y a la sociedad. O sea, un ciudadano es una persona que sea totalmente libre, siempre dentro del marco legal, para trabajar, para participar, para tener sus derechos, para cumplir sus obligaciones.53
Por ello, resulta pertinente el apunte de Liliana Suárez54 cuando enfatiza que se debe considerar que la ciudadanía, además de estatuto ju53. Amarela Varela Huerta, “¿Papeles?, ¡para todos! Diez años de movimiento de migrantes ‘sin papeles’ en Barcelona”, en Liliana Suárez et al. (comps.), Los sin papeles y la extensión de la ciudadanía, Madrid, Traficantes de Sueños, 2006, pp. 215-236. 54. Liliana Suárez, “Hacia una ciudadanía postnacional. Fronteras interiores, integración y normalización”, en Actas del Congreso de Antropología, vol. 1, 1999, pp. 3-216.
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rídico y dispositivo de derechos, es una práctica sociorrelacional que se redefine a partir del ejercicio de la misma por quienes, reconocidos como ciudadanos o no, la ejercen intensivamente o que simplemente no la ejercen a pesar de tenerla reconocida estatutariamente. Es decir, los migrantes y sus ejercicios de organización nos estarían revelando la existencia de ciudadanos por reconocimiento y ciudadanos de hecho, que aunque carecen del reconocimiento jurídico ejercen dicha membresía política intensivamente desde su no pertenencia. Esta manera de pensar la membresía política, que concibe la ciudadanía desde la práctica y como una relación social, hace que coincidan discursivamente las voces de los académicos y las de los migrantes. Sin embargo, la concepción sobre la práctica como dimensión sustantiva de la ciudadanía experimenta de facto una contradicción entre los poderes públicos y las prácticas de participación política desde los márgenes que llevan a cabo los migrantes que participan en el movimiento de migrantes organizados en Barcelona, porque si bien para todas las voces ciudadanía es sinónimo de participación, el ejercicio de los derechos políticos para los migrantes “indocumentados” en España está, de hecho, prohibido por la Ley de Extranjería 8/2000.55 De ahí que considere que la ciudadanía, como estatuto jurídico, experimenta tanto entre los migrantes como entre los españoles 55. En la sentencia stc 236/2007, del 7 de noviembre de 2007, el Tribunal Constitucional declaró la inconstitucionalidad de los artículos de la Ley 8/2000 sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros en España y su Integración Social, que restringen los derechos de reunión, asociación, sindicación y huelga para los extranjeros en “situación irregular”. Sin embargo, esta sentencia no determinó la nulidad de los mismos porque consideró que el Parlamento puede establecer diferencias en el ejercicio del derecho para extranjeros en situación irregular (“Valoración de la Federación Estatal de sos Racismo a la sentencia del Tribunal Constitucional stc 236/2007”). Agradezco igualmente a Marco Aparicio la aclaración sobre el alcance de esta sentencia.
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una crisis de representación, y ello como consecuencia de que en ambos casos existe escasa identificación de los miembros de una comunidad política con sus instituciones estatales. De esta manera, la noción de ciudadanía funciona más bien como un instrumento de dominación, mas no de emancipación igualitaria en los imaginarios políticos de quienes, paradójicamente (insistimos), desbordan esta noción, resignificándola y pluralizando sus sentidos. Así pues, y en síntesis, reificadas o desacralizadas sus experiencias previas en términos de participación política, los migrantes que participan en el movimiento de migrantes, así como los “apoyos” o eurociudadanos entrevistados para este trabajo, conciben la noción de ciudadanía como un instrumento del “poder”, del “Estado”, de la “Administración”, de “la clase política”, de los “partidos”, pero no la piensan per se como mecanismo de exclusión, si bien tampoco la identifican como un instrumento emancipatorio. En todo caso, la ciudadanía es, para las voces migrantes, un horizonte deseable en tanto que otorgue pleno reconocimiento de subjetividad jurídica y el goce de un repertorio de derechos, o sería una de las muchas estrategias para conseguir “papeles y derechos para todas y todos”. Pero no constituye, en la práctica, una noción con la que sientan representadas sus prácticas políticas concretas, muy a pesar de los académicos, que vemos en esta discusión como un puente estratégico y central para pensar los pactos sociales democráticos. LA CADUCIDAD DEL BINOMIO “NACIONAL-CIUDADANO”, ¿PARA QUÉ DESNATURALIZAR SU INSTITUCIÓN?
Según Seyla Benhabib,56 la noción de ciudadanía atraviesa una crisis de territorialidad en lo contemporáneo. De acuerdo con esta
56. Seyla Benhabib, op. cit.
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filósofa política, la ciudadanía se está resignificando, no sólo ni principalmente, por el hecho de que existan migraciones internacionales, aunque sí lo hace intensivamente a consecuencia de éstas, y es por ello que la territorialidad en relación con la ciudadanía actualmente se redefine y reinventa de manera profunda en clara contradicción con la noción histórica de soberanía. A pesar de esta reinvención no hay que perder de vista que la soberanía sirve como dispositivo legitimador del monopolio de reconocimiento de la membresía política que el Estado nación ejerce sobre los ciudadanos de un territorio, de manera intensa, a través de las políticas inmigratorias y de ciudadanía. Benhabib historiza la territorialidad del binomio “nacionalestadocéntrico” en el que la ciudadanía está “atrapada”, recuperando el pensamiento de Hannah Arendt, quien para explicar los regímenes totalitarios diseccionó las contradicciones inherentes a la relación entre el universalismo de los derechos humanos y la soberanía de los gobiernos de los Estados nación. La argumentación de Arendt ha servido a Benhabib para postular la necesidad de “desnacionalizar y desestatizar” la soberanía de los pueblos, en el sentido de comunidades poblacionales, a la hora de definir la membresía política. Así, sostiene que esta crisis de territorialidad de la ciudadanía sólo podrá resolverse si se desetnifica el debate, partiendo de rebasar los esquemas que, como consecuencia del binomio nacionalidad/ciudadanía, que rigió en la modernidad, hicieron concebir a los ciudadanos como miembros de comunidades nacionales cultural y políticamente homogéneas; por ello, de comunidades sin posibilidad de transformación o de ampliación de la noción del “nosotros ciudadanos”. Porque, como explica Liliana Suárez, la ciudadanía es el vínculo jurídico de un individuo con un Estado. De esta manera, la autora advierte: “La pertenencia en esta comunidad [la nacional] 289
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implicaba la titularidad de los derechos y viceversa. Se suponía una única pertenencia y un único estatus asociado a la misma, nacionalidad y ciudadanía eran la carta de naturaleza del individuo. La nacionalidad o se tenía o se adquiría”.57 Anteponer la nacionalidad como condición para la pertenencia es una de las principales oposiciones de las voces migrantes: “En el Estado español, ciudadano es cualquier persona que está debajo de unas leyes, ciudadanía son unas leyes que organizan este ámbito. Pero tiene límites geográficos y legales, para que seas ciudadano tienes que nacer aquí y ése es el problema, donde comienzan sus fronteras”.58 Las voces de los migrantes convergen con las de los académicos que reflexionan sobre las políticas de inmigración y de ciudadanía cuando consideran que el nudo del problema de la crisis de territorialidad de la ciudadanía es que este vínculo jurídico del individuo con un Estado contemporáneamente no se corresponde con las sociedades pluriétnicas y menos con aquellas “sociedades receptoras de inmigración”. Como consecuencia de esta consideración, y sobre todo a partir de pensar la relación entre el hecho migratorio y la ciudadanía como lo hace Etienne Balibar,59 diversas voces han insistido en la necesaria tarea de repensar las nociones de soberanía, identidad, membresía política y, ante todo, democracia. Y ello porque el concepto de ciudadanía centrado o acotado al territorio no responde a la complejidad contemporánea de esa práctica en el caso de que se incluya, además de a la sociedad civil “nativa”, a los sujetos migrantes con vínculos transnacionales.
57. Liliana Suárez, “Ciudadanía y migración: ¿un oximorón?”, op. cit., p. 39. 58. tcs. 59. Etienne Balibar, Nosotros ¿ciudadanos de Europa?: las fronteras, el estado, el pueblo, Madrid, Tecnos, 2003.
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Y es que, a pesar de que ser ciudadano de un Estado nación es sinónimo de ser persona jurídica, de existir sociojurídicamente, no todas las sociedades democráticas receptoras de migrantes han construido protocolos inclusivos para reconocer a los residentes “no nacionales” en su territorio como miembros de su comunidad política, sin que ello quede condicionando a lógica laboral y utilitarista de la gestión contemporánea de las migraciones.60 Más bien al contrario. Las sociedades “democráticas” en las que se instalan los migrantes refuerzan la extranjerización permanente de sus nuevos vecinos mediante condiciones de acceso que los sujetos no nacionales han de cumplir para conseguir progresivamente el derecho a pertenecer a una comunidad política y, con ello, acceder al repertorio de derechos que reconoce. Estas condiciones incluyen, entre otras cosas, la intención implícita de que los migrantes suscriban lealtades por una identidad nacional con raíces coloniales y, además, los mecanismos para leer la suscripción a dichas lealtades no siempre son homogéneos, sino que, una vez más, se etnifican los criterios. Sirva de ejemplo que, en España (como ya se apuntó), existe un acceso diferenciado al estatuto de nacional/ciudadano entre quienes provienen de América Latina, o de las ex colonias con patrones culturales “similares” impuestos, y de las también ex colonias pero con identidades de raíz cultural “antagónicas”, según el actual sistema de lealtades nacionales imaginadas. Desde nuestra perspectiva, la ciudadanía en España está condicionada a lealtades coloniales que cristalizan en el imaginario social de la población la idea de la existencia de “inmigrantes buenos” e “inmigrantes malos”, en sus formas de migrantes asimilables e inasimilables, migrantes católicos y migrantes musulmanes, migrantes 60. Si bien cabe destacar los experimentos democráticos de sociedades receptoras en donde es posible votar por los representantes municipales.
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colonizados y migrantes que, en otro tiempo, “nos invadieron”. A este respecto, algunos de los jóvenes del movimiento de la ocupación, los “okupas” entrevistados para este trabajo, sostenían: También con los moros hay una influencia histórica, porque los moros, hace no tantos días que fue la Guerra Civil aquí, los primeros que iban con Franco eran batallones de gente que habían traído de Marruecos y eran el miedo que tenían los pueblos, que venían los moros e iban a cuchillazo haciendo barbaridades, la guardia mora de Franco. Lo de llamarles moros tal vez viene de esa época, bueno y de toda la época cuando vinieron los árabes para aquí y tal […] Entonces, yo creo con los moros tenemos también un rollo histórico, pero a la gente latina, los invadimos nosotros.61
Esta distinción que divide a los migrantes en buenos y malos está presente en el imaginario social de la población y en él se sostienen las leyes que establecen un acceso diferenciado a una ciudadanía plena. Es decir, el racismo social sostiene las políticas institucionales que fijan el acceso diferenciado al derecho de ser ciudadano, al tiempo que las leyes de extranjería y ciudadanía refuerzan el racismo social al institucionalizar este acceso diferenciado. Y todo ello
61. Entrevista colectiva a jóvenes del movimiento Okupa, Cornellá. Al margen de las cuestiones que nos ocupan, me parece interesante señalar que en el imaginario social español están presentes estas “guardias moras” ciertamente sanguinarias y, sin embargo, no se recuerda el hecho de que el ejército español utilizó armas químicas contra los rifeños entre 1923 y 1927, que ya los historiadores Sebastián Balfour (Abrazo mortal. De la Guerra Colonial a La Guerra Civil en España y Marruecos [1909-1939], Madrid, Península, 2002) y María Rosa de Madariaga (“¡Que vienen los moros!: Imagen del moro en la memoria colectiva del pueblo español y retorno del moro tras la Guerra Civil de 1936”, en Historia 16, núm. 319, 2002, pp. 8-36) han explicado, o que, incluso, esté ausente de esa figura simbólica de los “moros” la comprensión sobre el pasado y el presente colonial de España contra los territorios ahora marroquíes.
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abona elementos a la actual crisis de territorialidad que experimenta la ciudadanía. Uno de los funcionarios públicos entrevistados expresa con toda naturalidad este acceso diferenciado, y en sus palabras se puede observar lo arraigada que está la esencialización de las identidades cuando se habla de gestión de la diferencia: A ver, las condiciones de nacionalidad en España dependen mucho del país de origen, que tengan o no tengan parientes españoles [la Ley de Extranjería] es muy generosa con toda la gente que tiene algún pariente español. Después de la Guerra Civil había miles de españoles que se fueron, y ahora sus nietos y bisnietos tienen el derecho de ser españoles con cierta facilidad, eso ya es muchísima gente. Y luego, en determinados países a través del matrimonio con un español o una española también es bastante fácil [obtener la nacionalidad]. En otros casos la gente tiene que estar 10 años [todos los migrantes no latinoamericanos] para cumplir los requisitos de la nacionalidad española, y cuando se nacionalizan evidentemente tienen el derecho al voto como los demás españoles.62
Independientemente de las repercusiones en las relaciones sociales que provoque esta dialéctica entre racismo social e institucional, es evidente que este acceso a la nacionalidad –y con él, a la plena ciudadanía– diferenciado étnicamente produce discriminación contra los migrantes. En ello inciden todas las voces, tanto las académicas,63 como las institucionales: “En vez de exigirle a los marroquíes diez años [de estancia legal en España], deberíamos de pedirles como
62. Entrevista con el delegado de Gobierno en Cataluña. 63. Javier de Lucas, “Hacia una ciudadanía europea inclusiva. Su extensión a los inmigrantes”, en Revista cidob d’Afers Internacionals, núm. 53, Barcelona, Fundación cidob, 2001, pp. 63-75.
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a los latinoamericanos dos años”.64 Una discriminación que las voces migrantes describen así: El término ciudadanía es un término que nos afecta mucho como inmigrantes […] Porque aquí en Europa en general, o en España, la ciudadanía es algo que ha creado inmigrantes sin papeles, inmigrantes con papeles, autóctonos, comunitarios, varios tipos de personas. Algunos tienen plenos derechos, otros no tienen nada. Aquí la ciudadanía es algo malo, porque nos ligan la ciudadanía a la nacionalidad, eso es discriminación también entre inmigrantes mismos. Para ser un ciudadano europeo, en Bélgica no es igual que en España, aquí en España el camino es muy largo, para tener la nacionalidad, para un inmigrante que ha venido de Marruecos. Por ejemplo, para que un marroquí pueda ser ciudadano nacional de Bélgica le hacen falta sólo tres años. En España necesita esperar diez años. Es una discriminación.65
De ahí que el motivo central de repensar la ciudadanía como estatuto jurídico tenga que ver con el desafío de conseguir la “integración política” de los migrantes, es decir, de reformular el contrato social vigente entre Estado, sociedad civil ya reconocida como ciudadanos y migrantes residentes estables en las ciudades españolas. Trabajar por el reconocimiento jurídico y social de esta integración política servirá para completar la apuesta por la “integración social” de los migrantes ya establecidos como uno de los ejes transversales de cualquier política migratoria en España. Para radicalizar la ciudadanía como estatuto democrático hay que transitar de su sustento moderno liberal del soberanismo al universalismo de los derechos humanos. 64. Voces institucionales. 65. tcs.
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Desvincular los derechos de la ciudadanía significa reconocer el carácter supraestatal –en los dos sentidos de su doble garantía constitucional e internacional– y, por tanto, tutelarlos no sólo dentro sino también fuera y frente a los estados, poniendo fin a ese gran apartheid que excluye de su disfrute a la gran mayoría del género humano contradiciendo su proclamado universalismo. Significa, en concreto, transformar en derechos de la persona los dos únicos derechos que han quedado hasta hoy reservados a los ciudadanos: el derecho de residencia y el derecho de circulación en nuestros privilegiados países.66
Esta voluntad universalista de los derechos ha dado pie a diferentes propuestas concretas para transformar la ciudadanía. Sin embargo, toda esta discusión teórica tiene su límite en la noción misma de ciudadanía en la modernidad y el relato de ficción del que comencé hablando en este texto; no obstante, si bien la ciudadanía es usada como una herramienta concreta del biopoder para el disciplinamiento de quienes quieren permanecer en un territorio concreto y la gobernanza de quienes aspiran a pertenecer a una comunidad política concreta, la ciudadanía también ha servido a diferentes expresiones de resistencia y desobediencia a los dispositivos de control, ampliando con ello los derechos de los ciudadanos en diferentes momentos y territorios históricos. LOS SUBALTERNISTAS LO DIJERON HACE MÁS DE DOS DÉCADAS
Muchos son los discursos, y sobre todo, las prácticas que han desafiado la idea de nación y la de ciudadanía pero, a pesar de ello, desde esta perspectiva, los estudiosos de las migraciones humanas seguimos partiendo de ambas nociones para interpretar los movimientos
66. Javier de Lucas, “Definir los objetivos. Repolitizar la ciudadanía”, en La política de lo diverso: ¿producción, reconocimiento o apropiación de lo cultural?, Barcelona, Fundación cidob, 2008, p. 160.
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de personas y las agencias políticas que involucran, tanto como las posibilidades de “otras formas de gestión del fenómeno migratorio”. No ocurre lo mismo en las humanidades. El colectivo de historiadores hindúes que editaron la revista Estudios Subalternos en la década de 1990 puso en crisis la disciplina histórica y los esquemas o marcos referenciales con los que se escribe la historia de “los de abajo”. Con sus trabajos demostraron la colonialidad del saber67 que, incluso entre los teóricos más radicales, prevaleció para historizar las resistencias al capitalismo contemporáneo. Entre las categorías que decolonizaron estos investigadores están las de ciudadanía, nacionalismo y agencia política de los subalternos. El nacionalismo lo discuten sobre todo Dipesh Chakrabarty68 (2010) y Ranajit Guha69 (1995, 1997) cuando interpelan a sus maestros, los historiadores marxistas que contribuyeron a construir con sus relatos “la patria en la escritura” en 1947,70 a imaginar la soberanía del pueblo indopakistaní recién decolonizado más allá de las premisas eurocéntricas: La historiografía subalterna implicaba, necesariamente, una relativa separación de la historia del poder de cualquier historia universalista del capital; se constituía como una crítica de la nación como forma y una interrogación a la relación entre el poder y el conocimiento
67. Edgardo Lander, Colonialidad del saber, eurocentrismo y ciencias sociales, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), 1993. 68. Dipesh Chakrabarty, “Una pequeña historia de los estudios subalternos. Anales de desclasificación”, Documentos complementarios, disponible en: . 69. Ranajit Guha, “Chandra’s Death”, en Subaltern Studies V, Nueva Delhi, Oxford University Press, 1995, pp, 135-165; Ranajit Guha, Dominance without Hegemony, Cambridge, Harvard University Press, 1977. 70. El movimiento de independencia de India, que encabezó Mahatma Gandhi desde 1942, se concretó con la declaración de la India como nación independiente en agosto de 1947.
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(es decir, del archivo mismo y de la historia como una forma del conocimiento). En mi opinión, en estas diferencias estaban los inicios de una nueva manera de teorizar la agenda intelectual de las historias poscoloniales.71
En esta escuela es amplísimo el debate sobre nación y nacionalismo porque, para los subalternistas, estas categorías heredadas del discurso moderno eurocéntrico desdibujan la complejidad de “dos lógicas distintas, irreconciliables, que se entrelazan continuamente: la lógica de las estructuras de gobierno formal-legal y secular, y la lógica de las relaciones de dominación directa y de subordinación que derivan su legitimidad de un conjunto diferente de instituciones y prácticas, incluyendo las del dharma”.72 Para los subalternistas, la idea de nación y la gubernamentalidad que ella implica es una imposición epistemológica y política de los colonizadores, una manifestación concreta de colonialismo a través del poder de los discursos con voluntad de verdad.73 Por eso estos historiadores se plantean la tarea de demostrar las consecuencias históricas de asumir estas formas de organización social como propias. Como lo demuestran en sendos trabajos, lo que el nacionalismo ha provocado en el subcontinente indio es lo que Guha74 llama sociedades que se sostienen de una clase gobernante que detenta una “dominación sin hegemonía”, una forma de gubernamentalidad anclada en la idea de nación que descarta las lógicas de gestión de lo común en la India (una sociedad de castas) y que usa el dis-
71. Dipesh Chakrabarty, “Una pequeña historia de los estudios subalternos”, op. cit., p. 31. 72. Ibid, p. 47. 73. Michel Foucault, El orden del discurso, op. cit. 74. Ranajit Guha, Dominance without Hegemony, op. cit.
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positivo jurídico de ciudadanía para decretar quién tiene derecho a tener derechos y cómo puede ejercerlos. Más allá del apasionante debate epistemológico que estos pensadores detonan, en este trabajo se hace eco de la crítica los subalternistas a la noción de ciudadanía porque demuestran que este dispositivo de exclusión/inclusión en la modernidad, ordenador del debate sobre la extranjería, es desbordado o desordenado en la práctica por la realidad en la amplia mayoría del territorio global: Lo paralegal, a pesar de su estatus ambiguo, no es una condición patológica de la modernidad tardía: en la mayor parte del mundo es parte integral del proceso de construcción histórica de la modernidad. La comunidad, por su parte, adquiere legitimidad dentro del dominio del Estado moderno solo a través de la nación. Otras solidaridades que potencialmente puedan entrar en conflicto con la comunidad política de la nación son percibidas con sospecha”.75
En este sentido me interesa hablar de la ciudadanía que practican los migrantes, a pesar del racismo social e institucional, un ejercicio de ciudadanía intensiva que sin importar la carencia de subjetividad jurídica –los papeles en algunos casos o la ciudadanía por carecer de la nacionalidad– se organizan para vivir una vida digna en un territorio que los violenta estructuralmente. En la práctica de lo común y cotidiano los migrantes amplían y desbordan la premisa de quién tiene derecho a tener derecho y quién a pertenecer a una comunidad política imaginada. Lo que Partha Chartterjee ha propuesto abordar como “la distinción entre derechos sustentados legalmente (rights) y derechos adquiridos por el uso continuo (entitlements)”.76 75. Partha Chatterjee, La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos, Buenos Aires, Siglo xxi/Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), 2008, p. 154. 76. Ibid., p. 145.
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Así pues, y retomando el desafío de pensar la pertenencia a una comunidad política más allá del discurso moderno liberal abordado, propongo transitar en lo que Guha ha llamado “agencia política de los subalternos”.77 Cuando Guha y Chaterjee estudian la agencia política de los subalternos, parten de descentrarse del relato moderno sobre qué es lo político, en concreto de una perspectiva lineal de la historia, para entender a los subalternos como actores, como hablantes que despliegan estrategias de construcción de resistencias a la norma tradicional y colonial no en clave de discursos ideológicos eurocéntricos, sino como pequeñas acciones en lo cotidiano que se expresan, genealógicamente, como estrategias concretas para construir comunidad. Por ejemplo, cuando las mujeres de una aldea en plena época colonial (siglo xix) apoyan clandestinamente el aborto de una viuda que ejerció su sexualidad después de perder a su marido, pero que producto de ese ejercicio resulta embarazada, por lo que queda expuesta a ser expulsada y estigmatizada por la comunidad al oponerse a las normas tradicionales sobre las viudas. Para Guha, en el canónico texto “La muerte de Chandra”, la solidaridad comunitaria y femenina que se pone en práctica es una forma de agencia política seminal para las luchas anticoloniales y que, al mismo tiempo, desafían desde lo femenino el patriarcado fundante de las tradiciones hindúes. Para Chatterjee, por otro lado, lo político más allá del discurso moderno eurocéntrico puede comprenderse reconociendo a los subalternos como sociedad política que se organiza desde la carencia o incluso la ilegalidad para tener derechos concretos.78 En ambas perspectivas la clave para comprender las desobediencias de los subalternos es que los intérpretes ampliemos la capa-
77. Ranajit Guha, “Chandra’s Death”, op. cit. 78. Partha Chatterjee, La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos, op. cit.
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cidad de reconocer y analizar las potencialidades de esas resistencias, aunque nuestros marcos interpretativos no alcancen para comprenderlas del todo. Para los migrantes sin papeles y sus familias la ciudadanía es un término sospechoso, que les recuerda las tierras que los expulsaron o los territorios espinosos que habitan o que transitaron. Aunque paradójicamente buen número de los colectivos de migrantes acaban apelando a esta retórica tanto de la ciudadanía como de los derechos que ampara, englobando sus discursos dentro de la retórica de la democracia; esto se debe, propongo, a la carencia de otros discursos con voluntad de verdad que acrediten la pertenencia a una comunidad política y los derechos que eso otorga más allá del nacionalismo como metarrelato y el universalismo jurídico como retórica. A MODO DE CONCLUSIÓN
En este capítulo he intentado esbozar las principales líneas argumentativas sobre el debate contemporáneo sobre ciudadanía, pensada como consecuencia de las migraciones hacia España, que imaginan estrategias concretas para combatir el racismo social e institucional del que se sustenta el contrato social vigente en ese territorio cuando se trata de Otros, migrantes no “comunitarios”, como concreción de la necropolítica con la que se gestiona el capitalismo contemporáneo. A lo largo de estas páginas quedó dibujado cómo es que en lo contemporáneo tenemos ejemplos de pertenencias o membresías políticas que entienden la ciudadanía como un sistema de inclusión (hacer vivir) al territorio donde los migrantes han conseguido llegar y en donde han decidido quedarse, permanecer y pertenecer. Al tiempo que prevalecen los discursos de consagrar a la ciudadanía como un sistema de exclusión (dejar morir) mediante el cual pueda asegurarse la explotación y segregación racista, sexista, machista, clasista y eurocéntrica de todos los sujetos “desechables” o aquellos de los que el capitalismo se sostiene para existir. 300
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A pesar de la densidad de las argumentaciones, lo mismo que la lógica en clave doméstica en la que se construye este debate, que puede hacer al lector perder el hilo del detalle de una u otra normativa, mi intención es compartir un espejo del otro lado del Atlántico, desde las entrañas mismas de los territorios metropolitanos que hoy, además de los europeos, también habitan latinoamericanos, africanos, asiáticos, poniendo en jaque con su presencia y su acción política las “democracias occidentales avanzadas” y sus construcciones narrativas sobre las promesas de la modernidad ilustrada y el universalismo que usa como doctrina/dogma. Es más, estos migrantes no sólo ponen en jaque dichas narrativas sino que con sus acciones políticas abonan a la construcción de la democracia occidental, aunque dichas prácticas políticas sean fagocitadas por los mismos centros coloniales sin reconocer el origen de las mismas. Es decir, la democracia occidental se ha nutrido, se nutre de las prácticas políticas y la cosmovisión de los sujetos poscoloniales que habitan esas tierras. Espero que las claves, pistas, ideas, prácticas retratadas en estas páginas sirvan para enlazar los debates que apuestan por que la ciudadanía moderno/liberal se radicalice, se amplíe y se desborde de los márgenes excluyentes que la instituyen, porque así habremos tejido preocupaciones de quienes piensan en estos desbordamientos desde los territorios que expulsan y desde los territorios que reciben o son el tránsito de migrantes. Se trata pues de una modesta apuesta por discernir cómo un instrumento concreto del biopoder, el derecho a pertenecer a una comunidad política o la membresía que instituye la ciudadanía, que se inscribe en los cuerpos de los sujetos a través de ejercicios concretos de disciplinamiento que aseguran el control de las poblaciones para fines concretos al capitalismo, es usado por movimientos de migrantes para poner en jaque la necropolítica y apostar por un desbordamiento de los contratos sociales vigentes en las metrópolis, 301
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radicalizar el derecho a permanecer en un territorio, no desde la lógica de corporeización de la disciplina para pertenecer “siendo productivo”, sino desde la resistencia de “ser parte” desafiando a las sociedades receptoras a reimaginarse un “nosotros” no basado en el utilitarismo del capitalismo moderno. Así pues, al ejercicio de exclusión (dejar morir) que instituye la ciudadanía moderno liberal, los migrantes oponen ejercicios de resistencia corporeizando su ser ciudadanos de manera tan intensiva que empiezan a desbordar los márgenes que hasta ahora ha circunscrito dicho dispositivo al universalismo nacionalestadocéntrico. Está por verse el resultado de esta experiencia histórica, de momento sirvan estas páginas y las voces contenidas en ella para aportar pistas sobre nuevos modelos de ciudadanía incluyentes y pluriversales.
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Biopolítica y migración. El eslabón perdido de la globalización se terminó de imprimir en diciembre de 2015 en los talleres de Offset Rebosán, ubicados en Acueducto 115, col. Huipulco, del. Tlalpan, México, D. F. El cuidado de la edición estuvo a cargo de Ediciones Acapulco; la corrección de estilo, de Vanessa López y Luis Carlos Sánchez Vera; la formación de Luis Bermejillo. El tiraje fue de 1000 ejemplares.
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