4Q
P*fcí
LAS MIL Y UNA SECTAS JUAN BOSCH
•r
;
•l
,'
• ] -~J*fJi '
Juan Bosch
nuevos folletos WJUS mil
dirige: MARY SALAS
PUBLICACIÓN MENSUAL. 12 X 20 CM.
y
una
sectas
CUBIERTA A TODO COLOR 10 NÚMEROS AL AÑO SUSCRIPCIÓN, 150 PESETAS EJEMPLAR SUELTO, 25 PESETAS
1.
CELIBATO: CUESTIÓN URGENTE. Bernardino M. Hernando.
2.
RECONCILIACIÓN ENTRE ESPAÑOLES. José Luis Martín Descalzo.
4.
PSICOANÁLISIS DE LA CANCIÓN DE HOY. Ricardo Cantalapiedra.
5.
¿OUE LES PASA A NUESTROS CURAS? La opinión de los seglares curas y obispos. Teófilo Cabestrero.
6.
AMOR Y SEXO EN EL CINE QUE VEMOS. Antonio Pelayo.
7.
EL BAUTISMO TAMBIÉN CAMBIA. Alberto Iniesta.
8.
¿EL DIVORCIO ES UN MAL? Luis Riego.
9.
DESPUÉS DE LA MUERTE, ¿QUE? A. D. Sertillanges.
10.
LA MAQUINA DE FABRICAR POBRES. Antonio del Valle.
11.
LUZ Y TAQUÍGRAFOS TAMBIÉN EN LA IGLESIA. Jesús Iribarren.
12.
TODAS LAS VIOLENCIAS. Antonio Alférez.
13. TODO HOMBRE ES MI HERMANO. Comisión Nacional «Justicia et Pax». 14.
TODAVÍA VALE REZAR. José María de Llanos.
15. TRES QUIJOTES FRENTE A DIOS. Pedro M. Lamet. 16.
LA PIRATERÍA AEREA. Javier García Montero.
17.
MARÍA DE LOS EVANGELIOS. José María de Llanos. a
(Pasa a la 3. de cubierta.)
Nuevos Folletos PPC Núm. 4 0
Las mil y una sectas
Copyright by PPC. 1973. E. Jardiel Poncela, 4. Madrid-16. Nihil obstat: Dr. Lamberto de Echeberría, Censor. Printed in Spain. - Impreso en España. I. S. B. N. 84-288-0259-9. Depósito legal: M. 37.280-1973. Cubierta: Francisco Izquierdo. Impresión cubierta: Offset Torroba. Impreso en Marsiega, S. A.—E. Jardiel Poncela, 4. Madrid-16.
Parece un sueño. O una leyenda. O cualquier narración oriental entremezclada con el nombre de Jesucristo. Y, sin embargo, el mundo de las sectas cristianas es una realidad que está ahí, llamando a nuestras puertas, invitando, sugiriendo, entusiasmando. Entusiasmando, sobre todo. Vamos a tener ocasión de comprobarlo. Si es esta la primera vez que lees algo sobre las sectas, quizá te preguntes al correr de las páginas si estás en un mundo de visionarios o de profetas, de santos o de embaucadores, de místicos o de ascetas; si te encuentras en un mundo real o en un mundo de ensueño; ante un cristianismo desnaturalizado o ante un cristianismo tal y como lo había imaginado Jesús de Nazaret. Sería demasiado fácil decir que todo es mentira. Pero esta afirmación no sería correcta porque habría faltado a la verdad. El mundo de las sectas es demasiado complicado como para que con un solo juicio de valor, sin matices ni precisiones, pudiésemos darnos por satisfechos. Si siempre fue arriesgado definir con precisión las fronteras de la santidad y del equívoco, no nos vale el adoptar de nuevo, como cuando niños, aquella cómoda posición al presenciar un filme del Oeste: éstos son los buenos y aquéllos son los malos. Más bien deberíamos fijarnos en la sentencia bíblica, «por sus frutos los conoceréis». Tras lo dicho te darás cuenta que no tienes en tus manos un folleto inquisitorial y acusador. Literatura apologética y refutadora anda mucha por el mercado. Aquí quisiera informar real y objetivamente. En la medida de mis fuerzas, claro. Intentando comprender. Pero sin caer en el escepticismo, como si la única Iglesia deseada por Jesús estuviese desparramada entre las mil y una sectas. Como católico, creo que la comunidad fundada por Jesús ha perseverado a través del tiempo, mediante la sucesión apostólica, en. todas las Iglesias en comunión con Roma. Si la Iglesia es la presencia permanente de la Palabra de Dios y de sus sacramentos en una comunidad de hombres, episcopalmente estructurada, con un centro ele unidad visible que se remonta hasta Jesucristo, difícilmente podríamos aplicar el término «Iglesia» a los numerosos grupos de los que vamos a hablar. 3
El mismo Vaticano II, en el «Decreto del Ecumenismo» lo emplea sólo para designar algunas Comunidades. Por ello, en el número 19, habla de las «Iglesias y Comunidades eclesiales separadas en Occidente». Y en el número 14 se refería a «las Iglesias de Oriente». En cambio, emplea otros términos, como comunión, comunidad, grupos cristianos cuando considera que las discrepancias en la interpretación de la verdad revelada son profundas e irreconciliables. En este escrito no hablo de las Iglesias protestantes. Hablo exclusivamente de las sectas, o agrupaciones estructuralmente cerradas que han roto voluntariamente con el grupo eclesiástico en alguna doctrina esencial y han comenzado su vida a partir de cero. Pero este hecho no nos permite el negarles todos los elementos eclesiales y cristianos que poseen: la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, algunos dones interiores del Espíritu Santo, incluso algunos sacramentos. Nuestra fe no se defiende negando el patrimonio cristiano que se da fuera de la Iglesia Católica. No es suficiente refutar lo que creemos un error, para hacerlo desaparecer. Si esa fuera la táctica, ya no existirían las sectas. Sin embargo, cada vez hay más sectas. ¿Qué es una secta?, ¿cómo se originan?, ¿qué atractivos presentan?, ¿qué enseñanzas nos sugiere la constante «ofensiva» de las sectas —el término es del P. Chéry— en nuestro país, tradicionalmente católico? De alguna manera quisiera ayudarte a reflexionar sobre estas preguntas que te habrás formulado cuando alguien ha llamado a tu puerta y, sonriente y decidido, te ha dicho que venía a ofrecerte el verdadero camino de la salvación, o te ha afirmado sin dejar lugar a la duda que el fin del mundo está muy próximo o te ha invitado a un culto sencillo y fraternal como Jesús quería, y luego al irse, te ha regalado un folleto explicativo de sus convicciones o simplemente un Nuevo Testamento. Tienes también aquí una breve descripción, muy breve forzosamente, de algunas de las sectas que trabajan en España.
¿Qué es una secta? Si dirigiéramos esta pregunta a nuestros compatriotas, muchos de ellos responderían sin titubear que una secta es cualquiera de las agrupaciones protestantes de la ciudad, o, afinando un poco más, quizá dirían que una secta es, por ejemplo, la formada por los «Testigos de Jehová». Evidentemente, en el primer caso, nuestro interlocutor habría confundido una secta con una Iglesia protestante. En el segundo caso habría tomado la parte por el todo. Los «Testigos de Jehová» son realmente una secta. Pero una entre tantas. Quizá representativa por su intransigencia, por su organización, por su activismo en nuestras ciudades. Pero sólo, una más. No es fácil decir qué es una secta. Entre otras razones por su actitud cambiante, por su capacidad de transformación. Lo que hoy 4
es una secta, mañana puede ser una Iglesia. Sólo relacionándola con la idea de Iglesia, podríamos llegar a ver qué se encierra dentro del término «secta». Esta contraposición ya la intentó, hace años, el sociólogo Troeltsch. Para Troeltsch la «Iglesia» es la institución tradicional, permanente, que acepta el bautismo de los niños y que mantiene relaciones más o menos estrechas con el Estado. En cambio, la «secta» sería la asociación cristiana, que rechazando el bautismo de los niños, pondría como base la adhesión libre y voluntaria de los adultos, rechazando cualquier tipo de relaciones con el Estado y con lo que bíblicamente se llama «el mundo». Son éstas, definiciones puramente sociológicas, pero nos encarrilan por el buen camino. El P. Chéry, siguiendo el uso popular, habla de las sectas como de «grupos religiosos minoritarios, aparecidos más o menos recientemente, al margen de las Iglesias establecidas». Buen conocedor del problema, se apresura a añadir que muchas de ellas tienen sólo en común el estar encerradas bajo el mismo apelativo, peyorativo por cierto, de secta. En realidad, dice el dominico francés, hay verdaderos abismos entre unas y otras. Con el deseo de esclarecer este vasto y enmarañado panorama se podrían enumerar las siguientes características, más acentuadas en unas sectas que en otras, pero comunes de alguna manera a todas ellas: 1. Agrupación voluntaria de adultos que considerándose elegidos, a veces santos, rechazan de su congregación a los pecadores. En tal perspectiva la exclusión o excomunión del grupo está a la orden del día. Se pone especial cuidado en que la adhesión a la secta sea como el resultado de la conversión operada en el hombre. De ahí el rechazo del bautismo de los niños. 2. Posee un carácter exclusivista, de concentración sobre sí misma. Formar parte de la secta es rechazar positivamente las otras sectas, las otras Iglesias, las otras agrupaciones, la sociedad misma, el mundo en definitiva. Se vive para la secta, lo demás no cuenta. 3. Como consecuencia del retiro voluntario de la sociedad, del rechazo del mundo —considerado como pecaminoso—, las sectas son a menudo verdaderas escuelas de ascesis, provistas de elevadas normas de carácter ético, con espíritu de abnegación y altruismo. 4. Si todos sus miembros son igualmente elegidos, convertidos y santos, está por demás el sacerdocio jerárquico. La preeminencia es de tipo carismático-profético, detentada por el fundador de la secta y en su ausencia por miembros de relevantes cualidades. 5
5. La Biblia es considerada como Libro inspirado. La lectura que hace es de tipo fundamentalista, es decir, afirma que todas y cada una de las partes y afirmaciones del A. y N. Testamento deben tomarse al pie de la letra. Pone especial énfasis en los Libros Proféticos, que interpreta categóricamente, como si la clave de la correcta interpretación bíblica estuviese reservada exclusivamente a ella. Está de sobra el estudio de la teología bíblica o de la exégesis moderna. Sigue literal y repetidamente la interpretación dada una vez para siempre por el fundador de la secta. Sin embargo, algunas sectas ponen al mismo nivel de la Biblia las revelaciones o enseñanzas del profeta fundador. Recordemos el Libro de Mormón para «La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días», o lo que aseguraba Ch. Taze Russell, el iniciador de los «Testigos de Jehová», al afirmar que «valía más leer sus Comentarios sin la Biblia, que la Biblia sin sus Comentarios». Por ello difícilmente podremos dar el calificativo de sectas cristianas a algunas que pasan como tales. 6. Posee marcado carácter de comunidad fraternal. Sus miembros, originarios de ambientes descristianizados o de grandes Iglesias, encuentran en la nueva secta el calor religioso vivido, experimentado y contagiante. Tienen conciencia de ser, no un número más, sino responsables de una pequeña familia reunida en torno a Jesús. En cualquier caso, el encanto es manifiesto: han encontrado una familia religiosa por la que han vencido el frío anonimato de la gran ciudad o el de las mismas Iglesias masivas y multitudinarias. 7. Existe, por último, fuerte sentido proselitista. La captación de nuevos miembros no se para ante barreras de ninguna clase, empleando toda la gama de medios disponibles. Desde el uso de las emisiones de radio,hasta la visita a domicilio, oportuna o inoportunamente. En este último sentido poco importa que el hogar al que se visita sea de católicos o de protestantes practicantes. En algunos casos, y sólo en algunas sectas, se llega al desprestigio y a la calumnia en los ataques a las Iglesias, con la sola finalidad de captar nuevos creyentes.
De lo admirable a lo inaceptable. Así reza el subtítulo de la obra Denominaciones y Sectas del pastor Jean-Paul Benoit, de la Iglesia Reformada de Francia. Hemos visto cosas admirables en este breve repaso de las características de las sectas cristianas. Vamos a tener ocasión de com-
probar lo inaceptable que encierran para una conciencia cristiana que lee en profundidad el Nuevo Testamento. Quizá, inconscientemente, ese subtítulo de una obra dedicada a las sectas está apuntando al centro mismo del misterio del hombre y al ininteligible núcleo de la división cristiana. Hay en nosotros, en cada hombre, algo admirable y algo inaceptable. Hay en la historia de los cristianos cosas admirables y cosas inaceptables. En el origen de las sectas, en su desarrollo y en su vida, la cosa no podría ser de otra manera. Es la ruta obligada que se observa cuando, despacio y sin pasión, se estudia el nacimiento y la evolución de las disidencias. Nunca, ninguna secta, ha nacido con el expreso deseo de la división o del error. En el punto de arranque de cualquier grupo sectario se observará o bien una equivocada intelección del texto bíblico en cuanto a las creencias, apartándose del magisterio común (herejía); o bien por oposición a los abusos cometidos por una determinada jerarquía, una parte se separa del todo (cisma). Este fenómeno no es reciente. Tiene veinte siglos de existencia. Va desde las sectas gnósticas, maniqueas y montañistas —que aparecen ya en los tres primeros siglos—, hasta el arrianismo, nestorianismo y monofisismo que atentan al núcleo de la fe cristiana. Luego aparecerían sectas milenaristas y perfeccionistas, como los albigenses, cataros y valdenses. También la terrible separación de la Iglesia indivisa, entre Occidente y Oriente. En el siglo XVI, los reformadores Martín Lutero y Juan Calvino son los iniciadores de las Iglesias «reformadas» o protestantes. Paralelamente nacía en Inglaterra, tras un largo y complicado proceso, la Iglesia anglicana. Pero ya en el mismo momento aparecen sectas que llevan los principios luteranos y calvinistas hasta sus últimas consecuencias. Serán perseguidas igualmente por todas las Iglesias oficiales. Sucesivamente van naciendo los anabaptistas, mennonitas, congregacionalistas, presbiterianos, bautistas, cuáqueros, metodistas, etcétera. Y luego, durante los siglos XIX y XX, toda esa inmensa legión de sectas que ha provocado, principalmente en los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, decenas de pequeñas comunidades, divididas y encerradas en si mismas y que hacen sumamente difícil y delicado el Movimiento ecuménico. La simple enumeración de sus pintorescos nombres provocaría una sonrisa escéptica que no intento. El recuento de todas ellas supondría llenar varias páginas del folleto. Baste advertir que en la última edición del Handbook of Denominations in the United States, de Frank S. Mead, se halla información sobre casi 250 importantes grupos religiosos del gran país americano. No habla detalladamente de las innumerables sectas cristianas fundadas por y para los negros. Lo mismo podría decirse de la actual proliferación sectaria que atraviesa el mundo cristiano africano. La existencia de estas comunidades cristianas, excomulgándose unas a otras, es inaceptable. La voluntad de Jesús «¡Que todos 7
sean uno!», la recomendación de San Pablo «que no haya disensiones entre vosotros, antes bien, viváis bien unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir», han sido violentamente desobedecidas y tergiversadas. Y ese es el panorama que se presenta a un mundo que debe ser convertido a la fe en Jesucristo.
¿Cómo nacen las sectas? Antes de intentar trazar las etapas que invariablemente aparecen en la formación de las sectas, parece necesario dejar —siquiera sugerido—, el hecho desconcertante que supone la aplicación del término «secta» a una agrupación determinada. El vocablo «secta» y su derivado «sectario» poseen en castellano sentido peyorativo. Es evidente. Tal apelación es empleada siempre por aquellos que «desde fuera» observan una organización en concreto. Ninguna secta se reconoce como tal. Será considerada así por otros movimientos o por otras Iglesias; a su vez, viéndose en el justo centro, aplicará ese término para designar a agrupaciones similares. Un cierto relativismo está presente —esto es lo que debe quedar claro— en la aplicación del término secta. Para el Pueblo de Israel, en naciente cristianismo presentaba todas las características de una secta judía más. Para la Iglesia indivisa, los grupos de cristianos que rechazaban los grandes Concilios de Nicea o Calcedonia, aparecen como herejes y cismáticos. La Iglesia católica, en su tiempo, rechaza como sectarias las comunidades de Lutero. A su vez, las Iglesias luteranas y calvinistas acusan de sectarismo a los anabaptistas y mennonitas. Para la Iglesia de Inglaterra, los congregacionalistas, los cuáqueros, los metodistas de Wesley, fueron sectas en el sentido auténtico de la palabra. Grandes Iglesias de hoy —algunas de ellas tenidas en otro tiempo como verdaderas sectas —bautistas y metodistas, por ejemplo—, consideran como sectas a los corpúsculos que afloran con cierta frecuencia en el mundo cristiano. ¿Serán éstos, mañana, Iglesia? Sólo podría contestarse afirmativamente si toda la cuestión residiera, como se ha sugerido con frecuencia, en el número de miembros. Como si el problema fuera de cantidad. En esa perspectiva tendríamos una secta cuando la comunidad fuera reducida, una Iglesia cuando sus miembros se contasen por millones. No es este, evidentemente, el criterio a tener en cuenta. Deberíamos recordar las siete características enumeradas anteriormente para saber si nos encontramos o no ante una secta. Sólo con el tiempo, cuando se han ido borrando o transformando los rasgos del sectarismo, se pueden presentar ocasionalmente posibilidades para su tranformación en Iglesia, en el sentido sociológico y técnico del vocablo. Que se transforme en Iglesia en sentido teológico, es problema que desborda los límites de estas páginas. Quizá estamos ahora en condiciones de comprender mejor los diferentes momentos que se dan en el origen y desarrollo de una determinada secta. Obedecen a una cierta lógica de evangelismo 8
que llega a convencer de la necesidad de ruptura total con el grupo eclesial mayoritario. 1. El primer paso nace del deseo de contraponer a una manifiesta decadencia del espíritu evangélico, un retorno a la misma Biblia. Pero leída ésta bajo la óptica del iniciador. Inconscientemente se sobrevalora una determinada verdad bíblica. Adquiere entonces desproporcionada importancia, llegando en muchos casos a quedar aislada del conjunto de las enseñanzas de la Biblia. 2. Ante la lógica oposición presentada por el magisterio eclesiástico y las dificultades de hacer aceptar a la mayoría de fieles la nueva óptica, el iniciador ve en su camino un dilema: o seguir permaneciendo en una iglesia que ha apostatado o dejarse guiar por el Espíritu en una aventura espiritual de pura obediencia. La opción es evidente. La ruptura está consumada. 3. A partir de este momento la nueva secta, consciente de su misión de preservar el Evangelio en un mundo adverso y de una Iglesias apóstatas, comienza su ruta. Ruta jalonada por dos ideas centrales: la unión coherente, que implica obediencia absoluta a las interpretaciones y revelaciones del fundador, e intransigencia radical con todo aquello que no sea de la secta. El diálogo ecuménico, el estudio comparativo, la búsqueda de la unión con otros grupos aparece, en esta perspectiva, como algo superfluo. 4. La aceptación de este espíritu por una reducida comunidad hace que los lazos se estrechen más y más, llegándose así a formar verdaderas comunidades fraternales. El calor de familia religiosa es contrapuesto a la frialdad sentida en las Iglesias de las que proceden. Ello acentúa la convicción de estar en el único camino que lleva a la salvación verdadera. 5. Un latente peligro subsiste. La menor desviación del espíritu inicial puede producir un cisma dentro de la misma secta. Es frecuente observar que el peso inexorable del tiempo va borrando la fuerza y el entusiasmo primitivos. Entonces, del cuerpo se van desgajando grupos que se dicen y consideran continuadores o herederos legítimos del espíritu del fundador. Otros, en cambio, van perdiendo matices de intransigencia, dulcifican aquella verdad aislada y fundamental que los caracterizó, abren diálogo con otros grupos afines, una jerarquía más estructurada ocupa el lugar del profeta fundador. La secta deja de ser radical y se instala. Son los indicios claros de su transformación en una Iglesia. Es éste, con algunas variantes, el proceso seguido en la formación de las nuevas sectas. Sólo así puede explicarse el triste panorama, dividido y multiforme, que presentan las sectas en el mundo cristiano. 9
¿Son cristianas todas las sectas? Este fenómeno que a grandes rasgos acabamos de analizar afecta a todas las agrupaciones humanas. Cualquier asociación de tipo político, cultural o religioso encierra en sí un haz de posibilidades y tendencias que pueden, en numerosas ocasiones, convivir y complementarse. Cabe un pluralismo que no afecta para nada la unidad fundamental requerida. Pero en ocasiones, las diferentes opciones se radicalizan de tal forma que el cuerpo entero se escinde. No se ha sabido o no se ha podido guardar el equilibrio necesario. Los partidos políticos a escala mundial están muy lejos de formar frente unido. Incluso cada partido dentro de un mismo país está fraccionado, en ocasiones, en diversas tendencias incapaces de llevar acciones comunes adelante. Las graneles religiones orientales han conocido también la lucha intestina. Hay sectas islámicas y sectas budistas. El budismo mismo, ¿no es acaso producto de una reflexión y superación de las antiguas creencias hinduístas de las que luego se apartaría dándole nuevos enfoques? El cristianismo, lo hemos visto, no ha sido ajeno a este fenómeno. Pero hecho curioso. Las diversas tendencias, por antagónicas y contradictorias que se presenten, pretenden siempre continuar el auténtico espíritu del fundador. Aquí viene nuestra pregunta: ¿son cristianas todas las sectas que pasan como tales? Evidentemente, no. No todas las sectas que actúan en España y que se consideran y presentan como cristianas, lo son realmente. El simple hecho de que el fundador de una secta haya sido bautizado o fuese miembro activo de una Iglesia cristiana o incluso de que hable de Jesucristo o se base en los libros de la Biblia, no nos permite, sin más, afirmar que nos encontramos ante una agrupación auténticamente cristiana. Yo me acojo al criterio, más digno de crédito, expresado en el artículo primero de la Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y que revela la genuina personalidad cristiana de una determinada familia. Es la «base» que debe suscribir cualquier grupo religioso que quiera entrar a formar parte del C. E. I. Es una base cristocéntrica y trinitaria. Dice así: «El C. E. I. es una asociación fraternal de Iglesias que confiesan a nuestro Señor Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras y se esfuerzan por responder juntas a su común vocación para la gloria del único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo». Confesar la divinidad de Jesucristo, aceptar el misterio de la Trinidad de Personas en el único Dios está en la base del cristianismo. Su negación, es negación de cristianismo. Este criterio es el que me ha hecho descartar como cristianas algunas de las sectas que vienen siendo consideradas como tales en nuestro país. Más de un lector quedará extrañado al ver a los 10
«Testigos de Jehová» y a los Mormones dentro del grupo «sectas no-cristianas». Autores católicos y protestantes que han estudiado este complicado mundo de las sectas han tenido que reconocer el hecho. El pastor protestante Jean P. Benoit encuadra, pura y simplemente, en el apartado «no-cristianas» las sectas de los «Testigos de Jehová», de los Mormones, de la Ciencia Cristiana, etc. El sociólogo Jean Seguy, siguiendo a Algermissen, aplica sólo el calificativo de cristiana a aquella secta que considera la Biblia como el solo libro inspirado. Excluye aquellas otras para las que los escritos de sus fundadores gozan de una autoridad igual o incluso superior a la Biblia misma. Descarta, por tanto, a la Ciencia Cristiana, a la «Iglesia de los Santos de los Últimos Días» o Mormones, etc. El P. Chéry en su libro La ofensiva de las sectas basa su clasificación en otros criterios. No hace explícita la división entre sectas cristianas y no cristianas. Pero al tratarlas detenidamente, anota la dificultad de atribuir el apelativo de cristiana a tal o cual secta. Narrando, por ejemplo, la doctrina de los «Testigos de Jehová» dice textualmente: «...rechazan la Trinidad..., afirman que el Verbo no es Dios, Cristo es únicamente una criatura. Así lo esencial del cristianismo se evapora». De los Mormones, dice: «Proceden de una 'revelación' completamente original y no pueden colocarse en continuidad con las otras denominaciones cristianas». Partiendo de esta división, amplia y reveladora, pretendo informar lealmente —chocando sólo con las limitaciones del espacio— de algunas sectas que actualmente se hallan en España. Me alivia la tarea, sin embargo, el hecho de que prescindo de las embarazosas e inexactas cifras que normalmente se dan. Además de que muchos de los números que corren son de dudosa procedencia, no todas las sectas tienen en cuenta los mismos factores a la hora de sus estadísticas. Un hecho revelador es cierto: la no coincidencia en las apreciaciones de los autores cuando de contabilizar los miembros de una secta se trata. No quisiera añadir aquí más confusión a este ya complicado panorama. Habiéndome ceñido al mundo de las sectas, no mencionaré a la Iglesia Evangélica Española, a la Iglesia Española Reformada Episcopal, por considerarlas «Iglesias», ni al conjunto de Iglesias Bautistas e Iglesias de Cristo. Tampoco entran en este intento, las Iglesias ortodoxas ni las comunidades musulmanas y judías de nuestro país. Prescindo, por su carácter extraño a nuestro clima espiritual, de la Sociedad de la Ciencia Cristiana, de la Asamblea Espiritual Bahaí y del Ejército de Salvación, agrupaciones todas ellas que están dando los primeros pasos en nuestra patria. De las sectas estudiadas, presentes todas ellas en España, son consideradas como cristianas las cuatro siguientes: • •
«Sociedad de Amigos» o Cuáqueros. «Adventistas del Séptimo Día». 11
• «Asambleas de Hermanos». • «Asambleas de Dios» o Pentecostales. De las no cristianas se trata aquí de: • •
«Testigos de Jehová». «La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días» o Mormones.
En la presentación de cada una de las sectas sigo este breve esquema: Fundador, Doctrinas y Particularidades. Con ello habremos dado un repaso al sugestivo y multiforme mundo de las sectas.
«LA SOCIEDAD DE AMIGOS» O CUÁQUEROS Fundador: George Fox (1624-1691), nacido en Leicestershire, (Inglaterra), de modesta condición. Desde niño tiene horror a la mentira. La lectura asidua de la Biblia le convence de que el juramento es una práctica antievangélica. Siente profunda inclinación hacia la soledad. A los dieciocho años una crisis religiosa lo aleja de su familia. Solitario, con su Biblia bajo el brazo, recorre los caminos de Inglaterra. Insatisfecho, pregunta a sacerdotes anglicanos y a pastores bautistas o congregacionalistas. Sus respuestas le producen siempre el mismo descontento. Diferentes revelaciones le van devolviendo confianza en sí mismo. Comienza a predicar incluso en las plazas y calles de las ciudades. Y conoce ultrajes y prisiones. Sus discípulos se recluían de las filas de los no-conformistas, es decir, de aquellos cristianos que veían en la Iglesia oficial (anglicana) demasiados ritos y ceremonias de sabor católico. Habiendo estado al principio a favor de Cromwell contra la monarquía, lo abandonará cuando éste impone el sistema y organización de tipo calvinista. Lo que desean Fox y los no-conformistas es sencillamente la absoluta libertad religiosa. Predica en Holanda, en las Antillas, en América del Norte. Es ayudado financieramente por ricos amigos, uno de ellos William Penn, será el colonizador de un vasto territorio en las colonias americanas que servirá de refugio a los perseguidos cuáqueros.
Doctrinas: • La fe de los cuáqueros está basada exclusivamente en la Biblia. Pero no imponen dogmas. Jesucristo, verdadero Dios, por su muerte nos ha rescatado. El hombre por ser de la raza divina, posee en sí mismo una «chispa divina» que le permite conocer a Dios. En realidad es la presencia del Espíritu en el hombre. 13 12
• No practican ni el bautismo ni la eucaristía. El culto se celebra cada domingo y en él predominan el silencio y la adoración. Cualquier fiel, amigo en el lenguaje de los cuáqueros, puede hacer la lectura bíblica para los reunidos o proclamar en voz alta la inspiración recibida en vista a edificar la congregación. • Desean retornar a la más absoluta simplicidad cristiana, para ello abogan por el igualitarismo ante Dios. De ahí que excluyan la ordenación de ministros para el culto. Todo cristiano es ministro. Y el culto es la alabanza a Dios dada en la intimidad del silencio.
Particularidades: • El apelativo de cuáquero les viene del hecho de temblar, en inglés: «to quake». Según una versión, los primeros seguidores de Fox «temblaban» cuando el Espíritu se apoderaba de ellos. Se afirma igualmente que al ser presentados a los jueces para los continuos interrogatorios a los que estuvieron sometidos, repetían que «temblaban» ante el juicio de Dios. • En tiempos de la más absoluta intransigencia, los cuáqueros primitivos pedían ya la libertad religiosa, la separación de la Iglesia y del Estado. Fueron los primeros en luchar contra la esclavitud e intentaron la reforma penitenciaria con un código penal más humano. Suprimieron el juramento, los títulos. Abogaron por una sociedad sin ejército y fundaron, cuando nadie se acordaba de ellos, asilos para los alienados regidos por principios humanitarios. Más tarde fueron, como dice J. P. Benoit, los «primeros en preocuparse de los campos nazis... y después de los campos para los nazis». • Actualmente los cuáqueros en España forman un grupo muy reducido. La mitad de ellos residen en Barcelona. Pero están vinculados a nuestra Patria por dos hechos importantes: el protestantismo español debe a uno de sus miembros, don Luis Usoz y Río, la publicación de la obra Reformistas antiguos españoles, obra que contiene los textos fundamentales del protestantismo hispano del siglo XVI. Durante la guerra civil, los Comités cuáqueros de auxilio a las víctimas, prestaron servicios caritativos a los contendientes de las dos zonas. Y en los primeros años de la posguerra, esos servicios continuaron desinteresadamente. Son ajenos a toda forma de proselitismo. La Humanidad entera está en deuda al espíritu cristiano de la «Sociedad de Amigos».
14
ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA Fundadores: William Miller (1782-1849) granjero de Pittsfield (USA) y miembro de la Iglesia bautista. Tras una primera juventud de incredulidad se entrega, a los treinta y cuatro años, al estudio de la Biblia, meditando principalmente los textos del profeta Daniel y el Apocalipsis. Llega a la conclusión que el término día en los profetas es simbólico, ya que en realidad representa año. Convencido de la próxima venida de Cristo, comienza sus extraños cálculos, anunciando para 1843 el retorno del Señor. Los acontecimientos no le dan la razón. Rehace sus cálculos y precisa que Cristo vendrá el 22 de octubre de 1844. Ante una nueva decepción, muchos de sus seguidores lo abandonan. Es expulsado de la Iglesia bautista; con sus fieles funda la secta adventista, que sin atreverse a fijar nuevas fechas para el retorno del Señor, la considera muy próxima. Ellen Gould ílarmon (1827-1915), originaria del Estado de Maine, mujer de gran talento, es la verdadera organizadora del movimiento adventista, que tras diversos reveses había comenzado a debilitarse seriamente. Muy joven cree en las ideas escatológicas de W. Miller. Se casa en 1846 con el predicador adventista J. White, de cuyo apostolado participará toda la vida. Ese mismo año funda «The Advent Review and Sabbath Herald» y desde 1860 denominan a la congregación Iglesia Adventista del Séptimo Día. La señora White dio nueva interpretación a los cálculos de Miller. En realidad, en 1844 ocurrió algo muy grande, pero no en la tierra, como decía Miller, sino en el cielo. Jesucristo pasó del «lugar santo» al «santuario celeste», del que habla Daniel. En el santuario celeste se celebra el juicio de los muertos, y una vez acabado tocará el turno a los que todavía viven en la tierra. Ello significa, sin lugar a duda, que el final está cerca. Fundarían todavía un «Instituto para la reforma sanitaria». Tras la muerte de su marido, en 1881, continuará sola la obra de expansión adventista recorriendo América, Europa y Australia. En 15
1915, al morir, el credo adventista estaba extendido por todos los continentes.
Doctrinas • La Iglesia adventista reconoce como única regla de fe la Sagrada Escritura. Profesa todas las verdades tradicionalmente cristianas dentro del espíritu de la Reforma: Trinidad, divinidad de Jesucristo, justificación por la fe. Como las Iglesias bautistas, practica el bautismo por inmersión, conferido a quienes son capaces de profesar su fe personalmente.
• Parece que la obra adventista se inicia en España en el año 1903, con la llegada de tres misioneros de California. Cataluña y Valencia son las regiones en las que se concentran principalmente las tres asociaciones adventistas en nuestro país: «Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día», «Iglesia Adventista Movimiento de Reforma» e «Iglesia Adventista».
• La originalidad adventista reside en la convicción de que la esperanza del mundo se fundamenta en la promesa del retorno inminente de Cristo. Es una Iglesia cristiana para la que la «escatología»: revelación de las cosas últimas, tiene toda la importancia. Estudios modernos de teología bíblica nos demuestran hoy qué lugar ocupaba la escatología en la obra y en el mensaje del mismo Jesús. • Pero la explicación adventista presenta novedades respecto a otras Iglesias cristianas: El alma humana no es inmortal. La inmortalidad se concederá a los justos en el momento de la segunda venida del Señor; a los que murieron pecadores, mil años más tarde. El fin del milenio significará la victoria total del Señor y la destrucción para siempre de Satán y de los pecadores. Los 144.000 elegidos gozarán para siempre en el Paraíso. El purgatorio y las oraciones por los muertos son rechazados por considerarse como algo no enseñado por la Biblia.
Particularidades: • Observan rigurosamente el descanso del sábado, séptimo día de la semana, por considerarlo como mandato de imposición bíblica. En la celebración eucarística añaden el rito del lavatorio de los pies. Practican escrupulosamente el diezmo, que entregan para el culto y para los numerosos puestos de misión. • La señora White había creado un extenso programa de «reforma sanitaria», cuyo objetivo no era solamente el cuidado del alma, sino también el del cuerpo, como parte integrante de la obra de salvación de Jesucristo. El necesario uso moderado de los alimentos les llevaría a conclusiones muy particulares: — abstención total de bebidas alcohólicas y del tabaco, — el café, el té, la carne de cerdo, son desaconsejados, — viva recomendación del vegetarianismo. 16
17 2.—Sectas.
en las enseñanzas del Libro sagrado. No admiten ninguna otra clase de magisterio. En la teología y práctica bautismales siguen de cerca las enseñanzas bautistas. Respecto a la eucaristía, celebrada cada domingo, no existe una teoría especial. Parten el pan como recuerdo y mandato de Cristo. • Su convencimiento de que las Iglesias oficiales han apostatado les lleva a despreocuparse de toda organización eclesiástica supracongregacional. El énfasis es puesto en la congregación local reunida en nombre de Jesucristo y cuyos miembros tienen unas obligaciones morales. La autoridad la detenta la misma congregación, en la que todos sus miembros tienen iguales derechos. Este igualitarismo excluye la ordenación de pastores como hombres separados de los laicos. Sólo en algunas congregaciones se eligen «ancianos» como responsables de funciones administrativas. El sencillo culto puede ser dirigido por cualquier miembro, excepto por las mujeres.
ASAMBLEA DE HERMANOS Fundador: John Nelson Darby (1808-1882). Sacerdote de la «Iglesia de Inglaterra». A comienzos del siglo XIX muchos clérigos anglicanos no veían claro el futuro de su Iglesia. La crisis de los cambios sociales y políticos había repercutido en la vida eclesiástica. Dos tendencias se irían desarrollando que miraron al pasado como el fundamento sobre el que sustentarse. El Movimiento de Oxford se fijaría en la Escritura y en las enseñanzas de los Padres de la Iglesia. Otros grupos de clérigos se fijarían exclusivamente en la Biblia. De las enseñanzas del Nuevo Testamento tomarían la idea de «comunidad», como el único modelo a seguir. De entre estos grupos sobresalió pronto la comunidad de los Hermanos de Plymouth, que influiría decisivamente en el clérigo anglicano J. Nelson Darby, celoso párroco de una iglesia de Irlanda. La sumisión política de su arzobispo respecto al Estado sería la causa de conflictos con la jerarquía anglicana. En Dublín conoció a los Hermanos de Plymouth, y abandonando definitivamente su trabajo parroquial, se dedicó de lleno a llevar el espíritu de estas comunidades por diferentes ciudades inglesas y más tarde por países extranjeros. Su influencia llegaría a ser tan grande que en muchos sectores los seguidores del nuevo movimiento serían denominados sencillamente «darbystas». Estas «Asambleas de Hermanos» han conocido algunas divisiones, la más importante de las cuales fue la producida por el enfrentamiento entre el mismo Darby y aquellos que se opusieron a sus intransigentes actitudes respecto a los cristianos de otras Iglesias. Darby no quería colaborar con otros grupos cristianos. Sus seguidores forman las «Asambleas de Hermanos Exclusivistas». La otra corriente, hoy más numerosa, es denominada Asamblea de Hermanos Abiertos.
Doctrinas: • Darby fue un gran biblista. Realizó una hermosa traducción de la Escritura. Todas sus doctrinas están basadas exclusivamente 18
•
Sus enseñanzas respecto al próximo fin del mundo tienen un cierto parecido con las doctrinas adventistas. Sin embargo no dan, en ningún caso, fechas exactas ni especulan sobre la interpretación detallada de los libros simbólicos de la Biblia. Insisten en la doctrina de la «seguridad eterna», es decir, en la creencia de que cuando una persona ha sido salvada, lo ha sido para siempre.
Particularidades: • No tienen confesiones de fe, ni rituales. El culto sigue normalmente este sencillo esquema: canto de himnos, lectura y explicaciones de la Biblia, silencios y partición del pan. Se desarrolla en espaciosas habitaciones o en capillas muy simples. • Primitivamente se oponían al acompañamiento instrumental en el canto de los himnos y a que el lector en el culto sobresaliese de alguna manera. Darby insistía, en este sentido, en que el lector permaneciese sentado como todos los demás hermanos. Recientemente estas prácticas se han liberalizado bastante. • Se observa en los Hermanos una serie de actitudes puritanas, tales como el recelo a tratar de asuntos religiosos con católicos, prejuicios contra determinados programas de televisión, películas, actitud escéptica o positivamente negativa ante el movimiento ecuménico, etc. • En España fueron introducidos por George Lawrence hacia 1863. Entre nosotros hay algunas Asambleas de Hermanos Exclusivistas, pero la mayoría son de Hermanos Abiertos. Están localizados principalmente en Galicia y en Cataluña. Sin lugar a dudas son la confesión no católica más numerosa en nuestra Patria. 19
vencías de América y a las que paralelamente se dan en el oeste de Gran Bretaña. Evan Roberts, joven minero del País de Gales, tuvo en 1903 una profunda experiencia religiosa. Se preparó para el pastorazgo metodista y en una serie de reuniones dirigidas por él, cerca de 20.000 personas recibieron el Bautismo del Espíritu. El País de Gales entero estuvo conmovido de 1904 a 1907. Independientemente, pero con características comunes, habían nacido las «Asambleas de Dios». Doctrinas:
ASAMBLEAS DE DIOS O MOVIMIENTO PENTECOSTAL Orígenes: Asamblea de Dios es un nombre genérico bajo el cual están comprendidos los Pentecostales (de los que ciertas «Asambleas de Dios» son las sectas más importantes), las Iglesias de la Santidad y las Asociaciones Evangelísticas. Esta clasificación de C. Crivelli se funda en el énfasis puesto en algunos de estos elementos: el don de lenguas, la propia santificación o la evangelización. Aquí hablamos exclusivamente de los Pentecostales o Asambleas de Dios, cuyos orígenes hay que buscarlos a principios del siglo XX en los Estados Unidos y en el País de Gales, del Reino Unido. El suelo estaba ya preparado. A lo largo del siglo XIX diversos «despertares» (reviváis) habían sacudido las Iglesias protestantes de América y de Inglaterra. Predicadores bautistas, metodistas, presbiterianos habían recorrido estos países sembrando nuevas inquietudes religiosas. Inicialmente fieles a sus respectivas denominaciones, poco a poco les fue pareciendo necesaria la creación de una nueva secta, cuya característica más importante sería el Bautismo del Espíritu.
Fundadores: Hacia 1901, en Kansas, el pastor Ch. Parham había recibido el don del Espíritu, fundando a continuación grupos informales de oración, salpicados frecuentemente con carismas. En 1906, el predicador negro Seymour, de Los Angeles (California), hace experimentar a muchos cristianos un «nuevo Pentecostés», por medio del Bautismo del Espíritu, cuyo efecto primero y principal es el hablar lenguas extrañas. En 1907, el pastor metodista M. Barrat lleva a Oslo la experiencia de California. Su congregación se opone y funda un movimiento independiente cuyas características son comunes a las vi20
• Tienen en común con todos los cristianos la creencia en la Trinidad, en la divinidad de Jesucristo, en el pecado original y en la salvación y condenación futura de los hombres. • Tienen en común con las Iglesias evangélicas las ideas fundamentales del protestantismo: la Biblia sola y la justificación por la fe. Con las Iglesias bautistas mantienen el rechazo del bautismo de los niños, y con los metodistas la posibilidad y la necesidad de la propia santificación. Con las Iglesias no-conformistas siguen, en general, una interpretación fundamentalista de la Biblia. Celebran la eucaristía bajo las dos especies, como memorial de la muerte del Señor. • La característica fundamental es la insistencia en la doctrina del Bautismo del Espíritu, como necesario para la plenitud de la vida cristiana. Si el Bautismo de agua por inmersión lleva a un nuevo nacimiento, la santificación perfecta llega por la recepción del Espíritu Santo. El Espíritu se manifiesta exteriormente por los carismas, entre los cuales son considerados casi unánimemente como necesarios, el hablar en lenguas y la curación de los enfermos por la inposición de las manos y la oración ferviente. • El Pentecostés descrito en el N. Testamento se renueva hoy. Un desbordamiento de gozo espiritual hace que el hombre alabe a Dios en una lengua desconocida por él. Cuando esta alabanza a Dios está destinada también para la edificación de la asamblea, entonces alguien que posea el don de la interpretación, traduce en lenguaje sencillo aquellas palabras anteriormente ininteligibles para todos. • Es un principio pentecostal que «el tiempo de los milagros no ha pasado». Siguiendo el ejemplo de los discípulos del Señor, imponen las manos sobre los enfermos, mientras que los fieles piden a Dios, entre aclamaciones y con los brazos extendidos, la curación milagrosa.
21
Particularidades: • El teólogo Van Dusen ha dicho que hoy el Movimiento Pentecostal es la tercera fuerza cristiana, entre el Protestantismo clásico y el Catolicismo romano, pero más vigoroso que cualquiera de ellos. Su difusión ha sido espectacular. Tiene razón R. Saladrigas cuando atribuye este crecimiento acelerado al hecho de «que las Asambleas de Dios es la confesión evangélica que se orienta más decididamente hacia el mundo de la gente pobre, de la miseria, de los desheredados». • Cuando tantas Iglesias sufren los efectos de una organización excesiva, de un legalismo a ultranza o de un rigorismo litúrgico, los movimientos de Pentecostés, con su desenvoltura carísmática y su hablar directo al corazón ejercen una poderosa atracción sobre multitud de cristianos de todas las latitudes. • Aproximadamente desde 1965 se encuentran en nuestro país algunas comunidades pentecostales. Es bien conocida la hermosa evangelización de los gitanos que en España y en Francia están llevando a cabo las Asambleas de Dios. • En los últimos años estas manifestaciones carismáticas pentecostales han hecho su aparición en Iglesias luteranas, presbiterianas y episcopales. Desde 1967, en los Estados Unidos, se aprecia también un pentecostalismo católico que ha hecho tomar parte, esta vez en sentido positivo, a la jerarquía católica de Norteamérica. La revista Vida Nueva, número 894, informaba recientemente que 200.000 católicos de aquel país se llaman a sí mismos «pentecostales». Acaban de celebrar la Séptima Conferencia de Renovación Católico-Carismática. El cardenal Suenens, que participó en la Conferencia, declararía: «Esta renovación carismática y pentecostal es un elemento de renovación y esperanza en la atribulada Iglesia actual».
TESTIGOS DE JEHOVA Fundadores: Ch. Taze Russcll (1852-1916), nacido en Pensilvania, de familia presbiteriana, pasa más tarde —tras años de crisis religiosa— al adventismo de W. Miller. A partir de 1872, él y sus fieles amigos reciben el nombre de Estudiantes de la Biblia; se había producido la ruptura con los adventistas. Escribe una voluminosa obra titulada Estudios de las Escrituras, a la que él mismo atribuye una autoridad moral casi superior a la misma Biblia. Funda «La Atalaya» y difunde sus doctrinas milenaristas y teocráticas por el mundo. Tras diversos fracasos como profeta señalando la venida de Cristo, muere en 1916. Joseph F. Rutherford (... t 1942), de Missouri, iba a dar nuevo impulso a las teorías de T. Russell. Explicaba que en 1914 el mundo tocó a su fin «legalmente», dando comienzo el milenio que concluirá en la batalla de Armagedón. Mientras tanto es el tiempo de la formación de la verdadera teocracia que vencerá a la obra diabólica representada en el orden religioso, político y comercial. Anunció grandes hechos para 1925. Cristo y muchos de los patriarcas del A. Testamento aparecerían por la Tierra. Para recibirlos dignamente mandó construir un magnífico palacio en San Diego (California) que fue realmente su propia morada. A partir de esta fecha, Rutherford, hombre ingenuo y visionario, se convirtió en un misterioso jefe de secta. Durante su liderato los «Estudiantes de la Biblia» cambiaron el nombre por el de «Testigos de Jehová». A su muerte, ocurrida en circunstancias que desconocemos, dejó a su sucesor, Nathan H. Knorr, una de las organizaciones sectarias más enigmáticas que jamás hayan existido.
Doctrinas • Los artículos de la fe cristiana: Trinidad, divinidad de Jesucristo, inmortalidad del alma, necesidad de la Iglesia y de al22
23
gunos ministerios neotestamentarios, son negados; e incluso son atribuidos a invenciones de Satán. • El milenarismo es esencial a la fe de los Testigos. Jean P. Benoit ha escrito que «los Testigos de Jehová son un subproducto del Adventismo». En realidad insisten mucho en la historia de la creación del hombre y del mundo. Este está dividido en las siguientes etapas: — De la creación del mundo al diluvio. (Del año 4026 al 2473 antes de Jesucristo.) Este período fue confiado a los ángeles y en él reinaba la armonía y la paz universales. — Del diluvio a la muerte de Cristo. Satán comenzaba su rebelión contra los planes de Jehová. — De la muerte de Cristo a 1914. Período dominado por las obras de Satán. — 1914. Venida invisible de Cristo a la tierra. A partir de esta fecha, Jehová reúne sus Testigos que deben luchar contra las fuerzas de Satán. Esta lucha se extenderá hasta la batalla de Armagedón, en la que todos los no-testigos serán aniquilados. Será el tiempo en que los 144.000 verdaderos Testigos poblarán el cielo como morada permanente. Todos los otros justos recibirán la nueva tierra, que a partir del final del milenio, es decir en 2914, será un paraíso feliz para toda la eternidad. • Nos encontramos en el momento de la predicación de los Testigos, tiempo en el que debe comenzar a establecerse la «teocracia», es decir, el gobierno directo de Jehová sobre la tierra. Como el día de la cólera está próximo, es necesario refugiarse en la organización de los Testigos, la sola posibilidad de salvación. Se debe huir de todo lo que signifique el mundo, por el dominio que en él ejerce Satán. Sus tres grandes aliados son las Iglesias, la ONU y las otras sociedades políticas y los grandes imperios económicos. • La sola explicación correcta de la Biblia es la dada por los Testigos. Las interpretaciones de las otras Iglesias son consideradas como erróneas. Toman al pie de la letra todo aquello que otras confesiones cristianas consideran como símbolos o como dirigido directamente a un pueblo dado, en un momento determinado de la historia bíblica. Rechazan la teoría de los géneros literarios aplicada a las Sagradas Escrituras. Emplean, en cambio, el más estricto literalismo. Particularidades: • 24
La clave del éxito y de la expansión de los Testigos estriba en su poderosa organización. Desde su sede central de Brooklyn,
en Nueva York, la poderosa secta vigila con perfecto control el movimiento y la intrepidez de cada uno de sus afiliados, distribuye una literatura de increíble tirada y prepara nuevas campañas a realizar en determinados países. • A la asamblea local se la denomina congregación o «salón del Reino». Dieciséis congregaciones locales forman un circuito, los cuales a su vez están agrupados en diferentes distritos que hoy se extienden ya por 200 países del mundo, pero siempre bajo el supremo control de los líderes de América. • La difusión de sus creencias por medio de la literatura impresa adquiere proporciones gigantescas. Desde 1920, dice F. S. Mead, los Testigos han impreso 800.000.000 de Biblias y libros de temas bíblicos. Editan dos importantes revistas, La Atalaya, en 74 idiomas y con una tirada media de 7.800.000 ejemplares, y ¡Despertad!, en 26 idiomas, con 6.600.000 ejemplares. En Estados Unidos y en los otros continentes poseen sus propias estaciones de radio que difunden, con machacona perseverancia, emisiones en decenas de lenguas, cuya misión principal es lograr nuevos adeptos a la organización. • El proselitismo de puerta en puerta lo practican con una constancia rayana en la indiscreción y a veces en el fanatismo. En el monólogo que desarrollan con los interlocutores plantean, no una doctrina de amor y libertad cristianas sino la embarazosa opción por adherirse a la organización de Brooklyn o atenerse a los castigos inminentes de la cólera divina al no entrar a formar parte en el cuerpo de sus Testigos. • Todos los Testigos son ministros de la predicación de la Biblia y responsables de la fe. No existe la diferencia entre clero y laicado. Sin embargo, hay una jerarquía a la hora de entregar tiempo al proselitismo. Algunos deben prestar al menos quince horas mensuales. Otros, los pioneros, unas cien, y por último los Testigos más fieles deben proporcionar ciento cincuenta horas mensuales a la tarea de difusión de las creencias. El bautismo por inmersión, se concede sólo a aquellos cuya responsabilidad en la fe está probada. La eucaristía, sólo memorial del cuerpo y de la sangre de Cristo, es celebrada una vez al año coincidiendo con el día aniversario de la Ultima Cena, exactamente el 14 de nisán, según el calendario judío. Los cultos se desarrollan normalmente en los «salones del Reino». Tres veces por semana se reúnen allí. En ellos se imparten lecciones sobre la Biblia, sobre la habilidad en la presentación de las directrices de La Atalaya y sobre la aplicación de la doctrina al vivir cotidiano. • Una serie de particularidades propias de los Testigos se desprende de la aplicación del literalismo a la Biblia. Tienen estrictamente prohibidas las transfusiones de sangre, rechazadas en el Levítico; rehuyen el vestir uniformes, jurar bandera, empuñar armas, prestar el servicio militar. Muchos Testigos, ob25
jetores de conciencia, cumplen años de prisión en países en los que todavía no existe una reglamentación legal sobre la objeción de conciencia. • Los Testigos de Jehová se introdujeron en España durante los años de la primera guerra mundial. En 1925, el presidente de la organización Rutherford, visitó Madrid, dando nuevo impulso a la obra en España. Si en todos los países la primera pregunta ante los Testigos es el cuestionarse sobre su carácter cristiano, también en nuestro país el mismo interrogante debía ser formulado. Juan Estruch, de la Iglesia Española Reformada Episcopal, en su obra Los Protestantes españoles ha escrito: «En cuanto a los Testigos de Jehová, trátase de un movimiento que difícilmente puede ser considerado, no ya como protestante, sino simplemente como cristiano; ya que, en efecto, dista tanto del protestantismo como del catolicismo o de la ortodoxia».
LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS O MORMONES Fundador: Joseph Smith (1805-1844), nació en el Estado de Vermont (USA) en el seno de una familia presbiteriana. Desde niño sintió la extraordinaria agitación religiosa de los «despertares» que alcanzó a todas las Iglesias y sectas americanas. A partir de 1820 una serie de revelaciones divinas le hace saber que las Iglesias existentes están cuajadas de errores, que el verdadero evangelio está todavía por difundir y que a él está reservado el organizar la verdadera Iglesia. En 1823 se le aparece el ángel Moroni que le revela el lugar donde se halla un libro, escrito en planchas de oro, donde se halla la relación de los antiguos habitantes del continente americano y la plenitud del evangelio comunicada a ellos por el mismo Salvador. Dos piedras, el Urim y Tumim, le ayudan a descifrar los extraños caracteres de las planchas de oro. En el trabajo de traducción es ayudado por Oliver Cowdery. Ambos reciben en 1829 el sacerdocio de Aarón de manos de San Juan Bautista y poco después se bautizan recíprocamente. Tras haber recibido el sacerdocio de Melquisedec de manos de Pedro, Santiago y Juan y de haber conseguido el testimonio, primero de tres y después de ocho testigos, sobre la verdad de las planchas se imponen la obra de establecer la nueva congregación. 1830 es la fecha de la fundación de la «Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Dios», en Fayette, Nueva York. Fundada la Iglesia y editado el Libro de Mormón, comienza una de las aventuras más fantásticas que jamás haya tenido un grupo religioso. De Nueva York pasan a Kirtland (Ohío) y luego a Missouri. Dificultades de todo orden comienzan a jalonar sus rutas. A la intolerancia religiosa reinante, añaden dos hechos que provocan nuevos conflictos: llaman gentiles a sus vecinos no-mormones y practican la poligamia. En Illinois fundan una ciudad, Nauvoo. Nuevas acusaciones llevan ahora a Smith y a su hermano a prisión. La chusma armada lo asesina vilmente. Es el 27 de junio de 1844.
26
27
Brigham Young se responsabiliza de la Iglesia. Comienza una nueva marcha todavía más épica que las anteriores. Desde Illinois se ponen en ruta hacia el Oeste. Son 80.000 personas a través de 1.700 kilómetros, cruzando enormes desiertos. Se instalan a orillas del Lago Salado y empiezan la obra civilizadora de un nuevo Estado, Utah, que desde 1896 llega a formar parte de la Unión. Su capital, Salt Lake City, será el centro del mormonismo mundial.
•
Doctrinas: • Los libros sagrados para los Mormones son: la Biblia, el Libro de Mormón, las Doctrinas y Pactos y la Perla de Gran Precio. • El Libro de Mormón es una colección de 15 escritos que forman una antología, con sabor bíblico, de narraciones sobre la doble emigración de los judíos a América. Una de ellas fue la de los Lamanitas, tribu degenerada, cuyos descendientes llegarían a ser los actuales Pieles Rojas; la otra emigración fue la de los Nefitas, pueblo sano destruido por el primero. Mormón, uno de los últimos reyes y profetas de los Nefitas, puso por escrito, en placas de oro, las crónicas que el ángel Moroni haría descubrir a Smith. • Tienen en común con las otras Iglesias y sectas enumeradas, creencias estrictamente cristianas: Trinidad, bautismo por inmersión, eucaristía dominical, imposición de manos para recibir los dones del Espíritu, retorno inminente de Jesucristo. • Pero la fe de los Mormones tiene algunos puntos extraños para el resto del cristianismo: — La revelación no está cerrada en la Biblia, ni en el mismo Libro de Mormón. Continúa abierta gracias al ministerio profético de sus actuales líderes. — Negación del pecado original. Solamente las faltas propias de cada hombre son las que le hacen responsable delante de Dios. — El Bautismo de los muertos posibilita la salvación a aquellos que murieron sin conocer a Jesucristo (I Pedr 4, 6; I Cor 15, 29). — El Matrimonio para la eternidad o matrimonio celeste, que no se opone al matrimonio para el tiempo. Una mujer que muere sin casarse puede ser «sellada» con un marido en el más allá para asegurar su salvación. — Confusas nociones sobre la naturaleza espiritual de Dios y sobre la posibilidad del hombre de llegar a la dignidad de dioses.
Particularidades: • Los ritos mormones son de dos clases: ritos públicos que practican en lugares de culto accesibles a todos los fieles y ritos se28
•
•
•
cretos practicados solamente en los templos, a los que tienen libre acceso los Mormones notables. G. H. Bousquet dice que el ritual del culto secreto no ha sido nunca publicado, de ahí que las noticias que tenemos deban tomarse con cautela, pues provienen en su mayoría de miembros apóstatas. El régimen es teocrático con dos tipos de sacerdocio, el de Aarón, que se confiere a todos los muchachos, y el de Melquisedec. Este último está jerarquizado a su vez en seis grados: en la cúspide el formado por el Presidente y dos consejeros; el Colegio de los 12 Apóstoles; el Colegio de los Sumos sacerdotes y el Colegio de los 70 discípulos, que junto a los Ancianos y Patriarcas constituyen las clases rectoras del mormonismo mundial. La poligamia fue una de las instituciones mormonas más discutidas. Aunque aparecida en los primeros años y practicada en la más absoluta clandestinidad, fue oficialmente proclamada en 1852. En 1890 sería abolida para cumplir con las leyes constitucionales americanas. Los Mormones han cuidado desde siempre los programas de educación y enseñanza. El Estado de Utah es uno de los que van a la cabeza en el plan educacional de los Estados Unidos. Es una Iglesia rica e influyente. Cada miembro colabora eficazmente con la práctica del diezmo y cada joven entrega dos años de su vida, dentro de sus posibilidades, a la evangelización del mundo, visitando países extranjeros y distribuyendo la literatura de los «Santos de los Últimos Dios». En España se establecieron como Iglesia hacia 1970, aunque desde hacía algunos años trabajaban varios misioneros. La revista Restauración, de abril de 1972, dice que «tienen once lugares de culto declarados y 30 ministros, de los cuales sólo once están acreditados ante el Ministerio». Pero recientes informaciones nos aseguran que el trabajo de los Mormones se extiende ya a 25 ciudades españolas.
Balance final. Al llegar a estas páginas finales alguien pensará con razón que la imaginación y la fantasía del hombre no tienen límites. Que es bochornoso el espectáculo de una triste comedia cuyo tema principal es el cristianismo y cada uno de los actos de la representación, la historia de una secta cristiana; para llegar a concluir resueltamente que todo es mentira en este fenómeno que estamos observando. Estaré de acuerdo en deplorar el penoso hecho de la división cristiana. Por su antitestimonio, por la estrechez de miras que supone y fundamentalmente porque se opone a la voluntad expresa de Jesús. 29
Pero mi condena del hecho, no podría en ningún caso unirse a la actitud orgullosa y triunfante de algún católico que culpase de falsarios a unos hombres y de informales a unos grupos, que en el fondo y en la forma no han hecho sino ponerse a la búsqueda de Dios, a través de Jesús, por unos derroteros diferentes a los de las Iglesias católica y protestante, porque en un momento dado vieron en éstas sus aspectos menos evangélicos. No se trata ahora de buscar responsables al hecho de la división. El espíritu sectario se da dentro y fuera de las sectas. Todos conocemos auténticos sectarios en nuestras propias filas. Aquí se intenta sacar un balance final, con sus aspectos positivos y negativos. Si en este balance, de alguna manera provisional, somos capaces de reflexionar sobre nuestro cristianismo, entonces he conseguido un bello objetivo. En un rápido recuento de los elementos positivos que se encuentran en las sectas deberá considerarse en primer lugar el puesto que ocupa la Biblia en su espiritualidad. En todas ellas se observa una confianza absoluta y ciega en las promesas bíblicas. Ciertamente la lectura de la Biblia varía de enfoque de unas sectas a otras. Hay preferencias por ciertos libros y pasajes. Pero elementos estrictamente bíblicos son: • • • • • • • •
el anuncio del próximo retorno de Jesús, el deseo de un culto más auténtico y sencillo, el bautismo por inmersión de los adultos, las ansias de experimentar la presencia del Espíritu Santo y los diferentes carismas y dones del Nuevo Testamento, el disgusto por el exceso de organización y formalismos de las Iglesias mayoritarias, la preferencia por las pequeñas y fraternales comunidades, la responsabilidad eclesial compartida igualmente por los pastores y por los laicos, la espontaneidad en la expresión de las plegarias públicas...
Ese mundo, en cambio, nos muestra profundas limitaciones. Quizá sea la principal la asombrosa facilidad de nuevas fragmentaciones. La secta ha perdido el sentido de Iglesia, como Cuerpo Místico de Cristo, tema tan caro a San Pablo. Ha desvirtuado y dejado en olvido el hecho de la Tradición. La reflexión teológica es sustituida por unas pocas afirmaciones de los fundadores, con frecuencia inconsistentes a un examen serio. No preocupan ni el objetivismo sacramental ni la eclesiología. La ascesis tradicional, siempre válida, adquiere en ocasiones extremos que nos hacen pensar en la sistemática oposición de Jesús ante el legalismo judío de su tiempo. Pero dos hechos son particularmente sospechosos al primer vistazo: el énfasis dado a los sentimientos y a las experiencias sensibles de la salvación, que muchas veces se confunden con los desequilibrios anímicos a que todo hombre está expuesto; y la tenaz repulsa al diálogo ecuménico. Todo ello es signo patente de la necesidad de purificarse más y más al contacto del Evangelio. Quizá en las sectas —como en todos los cristianos— todavía hay mucho del «hombre viejo» y poco de Dios. En definitiva, algo es evidente. El mundo de las sectas nos pone con todo realismo ante uno de los más graves enigmas planteados a la conciencia cristiana de todos los tiempos: el hecho de la división. Pero también, con vieja sabiduría, nos recuerda una sencilla lección olvidada: la esperanza cristiana reposa, no en el hombre, sino en la obra de Dios.
Nadie, con la Biblia en la mano, podría condenar estos legítimos deseos tan patéticamente expresados por nuestros hermanos. Ciertamente el espectáculo de algunas de nuestras Misas, en las que una masa acude por obligación, ignorándose y sintiéndose fría espectadora, está muy lejos de la clase de asambleas que prefieren la mayoría de las sectas estudiadas. Comunidades fraternales, en torno a Jesús, en las que se experimenta, dentro de un clima favorable, el sentimiento de la propia conversión y se desea vivir por y para la congregación; he ahí el ideal de todas las sectas. Luego, esa experiencia será vivida según peculiares características. Esos son los aspectos más positivos, junto al espíritu de abnegación y sacrificio, que observará quien contemple, sin prejuicios, el ambiente espiritual de las sectas cristianas. 30
31