Discurso sobre la felicidad
Este tiempo que no he olvidado. Este discurso del vivir. ¿Quién no ha sentido desamor?¿Quién desamor?¿Quién no se ha visto traicionado? ¿Quién no ha continuado queriendo a esa persona cuando ya se fue? Todos los sentimos, todos lo vivimos, todos lo sufrimos. sufrimos. Y en la multitud inmensa de personas que se acordaron de esas veces que sufrieron, me van a encontrar a mí. Pero le diré algo, no todas las personas en esa multitud están tristes, algunas sonríen. ¿Por qué sonreír del desamor?¿Qué les pasa? Ellos sonríen porque fueron felices con esas personas. Sufrieron, tal vez fueron traicionados, tal vez fueron ignorados, heridos heridos y maldecidos. Pero Pero al final, todo eso vale la pena, porque amamos. amamos. Amamos unos días, unos meses, unos años a ese sentimiento tan hermoso. Y esa persona que tal vez hoy no ya no puede o ya no quiere estar a nuestro nuestro lado, nos amó. Entonces los recuerdos recuerdos del amor siguen en el corazón y es nuestra elección atesorarlos atesorarlos o llenarlos de rencor. No digo que vivamos en el pasado, pero hay que estar felices de que ese pasado sucedió. Hay que estar felices que nos tomamos centenares de fotos, que lloramos, que reímos, que peleamos. Eso es lo que debe de hacernos felices. Tal vez hoy esa persona es feliz con alguien más, que bueno, alegrémonos. Si todavía la queremos, alegrémonos alegrémonos más, porque ahora sabemos que la persona que queremos es muy feliz. ¿Y que no es eso lo que importa? ¿Saber que el otro es feliz? Hay que pensar individualmente porque cuando una relación acaba, deja de ser algo de dos y se transforma en uno. El dolor es de uno, la ira es de uno, la tristeza es de uno. También lo es la felicidad. Hay que siempre ser felices y sumar a nuestra felicidad el tema de este discurso. Sumemos toda esa alegría a la que ya tenemos hoy. Si hoy amamos de nuevo y sabemos que la persona querida hace ya tiempo está feliz también, sumemos esa felicidad a la nuestra. No dejemos que se escape de nuestros dedos y que se pierda en una negrura sin importancia. Entre toda la multitud, yo también quiero esbozar una sonrisa y podrá narrarles historias tan amargas sobre el amor. Pero al final, esas historias no son más que recuerdos que podríamos llegar elegir verlos con esa sonrisa y decir “Que bueno que pasaron”. Entonces que esos labios se activen y muestren la curva para formar alegría en el rostro. Seamos los sonrientes de la multitud. Démosle una sonrisa al pasado, un gracias a los recuerdos y un me alegro por ti a la persona que amamos hace muchos ayeres. Y seamos más felices de lo que ya somos. Anónimo