EL DIAGNOSTICO EN LA TERAPIA GESTALTICA Pablo Lazcano Pizarro. Psicólogo, U. De Concepción, Chile
[email protected]
Sebastián Santa Cruz Ausin. Psicólogo, U. Internacional SEK, Chile.
[email protected] Resumen En el presente artículo se revisan los planteamientos de algunos autores que se consideraron relevantes en su aporte sobre la realización de un diagnóstico en Terapia Gestalt. Estos diseños abren la discusión sobre un tema no exento de polémica dentro del modelo, sobre el cual los autores sostienen que aún se puede investigar más. Esta inquietud permite crear una propuesta de trabajo integrativa sobre un posible proceso diagnóstico en esta psicoterapia. Con este trabajo se pretende sistematizar lo que se conoce sobre el tema, internándose también en diferentes áreas de indagación, que permitan nutrir el modelo Gestáltico. Abstract
In the present article are checked the positions of some authors that were considered relevant in their contribution on the accomplishment of a diagnosis in Gestalt Therapy. These designs open the discussion on a topic not exempt polemics within model, on the one which the authors support that yet it can be investigated more. This concern permits to create an integrative proposal work on a possible diagnostic process in this psychotherapy. With this work is intended to systematize what is known on the topic, being confined also in different investigation areas , which permit to nourish the Gestaltic model. El diagnóstico en psicoterapia
Aproximadamente hace cien años se comenzaron a confrontar sistemáticamente los problemas de medición psicológica. Uno de los primeros estímulos para el desarrollo de los métodos de medición psicológica lo constituyó el hecho de que
los hombres de ciencia diferían al hacer observaciones simples acerca de los sucesos
naturales.
psicológica
se
Según
Fernández
alimentó
aprovechamiento
de
los
de
dos
(1996),
influencias
conceptos
e
el
campo
principales,
instrumentos
que
de la
se
la
medición
primera
habían
fue
aplicado
el con
éxito en la física, la química y la astronomía. La segunda fue el desarrollo de los métodos
de
medición
psicológica,
apoyados
por
la
tradición
surgida
de
la
medicina, la psiquiatría y la investigación social. Etimológicamente, el concepto de "diagnóstico" deriva del griego "diagnosis", el cual implica "distinguir o conocer a través de". El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el concepto de diagnóstico como el "arte o acto de conocer
la
naturaleza
síntomas
y
signos".
de Esta
una
enfermedad
definición
de
mediante
diagnóstico
la
observación
hace
referencia
de al
sus
sentido
médico-psiquiátrico, el cual es un diagnóstico dirigido a la exploración de aspectos psicopatológicos, negativos o deficitarios del funcionamiento psicológico. En el diagnóstico psicológico se consideran una serie de actividades tales como la exploración,
medida
o
análisis
de
comportamientos
o
fenómenos
psicológicos
relativos a un sujeto o grupo de sujetos mediante un proceso de indagación y toma de decisiones. Así, distintas ramas de la psicología han dado lugar a numerosas concepciones de diagnóstico;
desde
quienes
lo
enuncian
como
un
saber
meramente técnico que permite clasificar a los sujetos por sus rendimientos hasta quienes lo plantean como una teoría de la observación de lo psíquico en sus distintas
manifestaciones
psicodiagnóstica
sería
fenoménicas.
siempre
una
En
este
hipótesis
sentido
explicativa
la de
conceptualización lo
psicogenético,
descriptiva de lo fenoménico - presente, y predictiva de lo patogenético de los sujetos y grupos (Nunnally, 1970). El
mismo
autor
describe
los
cuatro
principales
enfoques
diagnósticos
en
psicoterapia, los cuales se desarrollarán brevemente. Plantea que el primero es la psicometría clásica, que tiene como modelos teóricos el positivismo y el conductismo. Este enfoque intenta medir rasgos de conducta
a
través
de
un
sistema
de
causalidad
simple,
siguiendo
como
metodología un criterio de verificación, el análisis factorial y la validez empírica concurrente. Utiliza como técnicas específicas los tests psicométricos (Ej. Raven,
2
MMPI); tests proyectivos (Ej. Rorschach, Phillipson); (Escalas de Clasificación); la entrevista clínica; la observación fenomenológica; el examen clínico y la historia clínica. Un segundo enfoque diagnóstico sería el método clínico, el cual basa su planteamiento
teórico
en
la
fenomenología,
el
psicoanálisis
y
la
psicología
genética. Este enfoque tiene como objeto de conocimiento el psiquismo y la psicopatología
del
ser
humano
total.
Esgrime
un
sistema
de
policausalidad
mecánica o sobredeterminación, siguiendo como metodología clínica el criterio de verificación de validez empírica predictiva y validez de constructo. Este método diagnóstico maneja las mismas técnicas específicas que las de psicometría clásica. El tercer enfoque es el psicodiagnóstico funcional, cuyos modelos teóricos son el funcionalismo, el conductismo y el neoconductismo. Su objeto de conocimiento es la conducta operante del individuo, a lo que se accede a través de un sistema de policausalidad mecánica. La metodología del diagnóstico funcional es la validez empírica y la validez de constructo. Las técnicas específicas de trabajo están relacionadas
con
el
"Análisis
Funcional
de
Conducta",
de
Lindsley,
Kanfer
y
Saslow. Por último, el cuarto enfoque principal es el de diagnóstico vincular, el cual maneja como modelos teóricos la dialéctica, la fenomenología, el psicoanálisis y la psicología genética. Este enfoque tiene como objeto de conocimiento el psiquismo y la psicopatología del ser humano total en su calidad vincular, utilizando como sistema de causalidad la sobredeterminación. Su metodología para la verificación es la validez empírica predictiva y la validez de constructo. Las técnicas que este enfoque
maneja
para
diagnosticar
son:
el
grupo
operativo,
una
metodología
vincular en la entrevista, metodología vincular en la interpretación de las técnicas proyectivas y la historia clínica diagnóstica. El diagnóstico fenomenológico en psicoterapia
El diagnóstico fenomenológico trata de describir el modo particular de experiencia y conducta de un paciente y su relación con él mismo y con el mundo. Se orienta más
a
la
persona
mientras
el
diagnóstico
sintomatológico
se
orienta
más
al
proceso morboso (Castilla del Pino, 1980). Este último método diagnóstico sigue el esquema de la explicación científica de Hempel y Oppenheim, fundado en el
3
empirismo lógico del círculo de Viena y en el racionalismo crítico de Popper. Es el que se ajusta al modelo médico de enfermedad. El mismo autor manifiesta que el diagnóstico fenomenológico no sólo se interesa por la valoración de los síntomas, el curso de la enfermedad, las características biológicas y los factores genéticos, sino por la impresión holística que el terapeuta obtiene
de
un
paciente
y
su
situación,
considerando
todos
los
aspectos
del
contexto. El diagnóstico fenomenológico, con ayuda de la intuición del observador, capta algo del paciente que no se puede encontrar ni en los síntomas individuales ni en la acumulación de estos, es decir, su modo de ser y relacionarse en el mundo. Es, por tanto, un proceso abierto en el que pueden añadirse nuevas experiencias
y
datos
permitiendo
que
el
diagnóstico
sea
reevaluado.
Los
detractores del diagnóstico fenomenológico centran sus críticas en el hecho de que
la
intuición
no
es
más
que
un
sentimiento
que
no
puede
que
diferencia
describirse
claramente, ni es susceptible de ser investigado científicamente. Ricardo
Capponi
(1987)
manifiesta
que
lo
el
método
fenomenológico del método descriptivo tradicional de las ciencias naturales es que éste último está preocupado
de
describir
los
hechos
y
acontecimientos
externos
del fenómeno (signos y síntomas) sin considerar la experiencia subjetiva del que está
siendo
observado.
Sostiene
que
estas
experiencias
subjetivas
sólo
son
abordables a través de dos vías: la expresión corporal y el lenguaje. "A través del lenguaje el paciente nos autodescribe su subjetividad, a través de su expresión corporal nos muestra con significantes lo que sucede en su vivenciar. Para captar esta
experiencia
grado
de
(compresión
experiencia
similar
fenomenológica), que
nos
debemos
permita
sentir
haber e
tenido
un
cierto
imaginar
con
cierta
familiaridad lo que el paciente nos muestra" (Ibid, p.45). El mismo autor plantea algunas variables que se deben tener en cuenta en el momento de una descripción fenomenológica. En relación al observado: Se debe estar atento a que su relato sea verás, si no lo es, captar la intencionalidad de tal actitud de suplantar sus experiencias subjetivas por fantasías o recuerdos que corresponden a otras situaciones vividas. También se
debe
promover
descripciones
espontáneas
y
detalladas
de
las
experiencias
subjetivas. Conviene manejar la reticencia, el negativismo, el oposicionismo y el
4
escamoteo
con
habilidad,
superando
la
negación
a
comunicarse
por
parte
del
observado a través de un acercamiento adecuado. A su vez, plantea que hay que tratar que el lenguaje que use el paciente sea apropiado, para que el mal uso de palabras no le quite sentido a una introspección adecuada, y así poder percatarse de aquella introspección que puede estar deformada por limitaciones propias de la perturbación. En cuanto al observador, Capponi expone que se debe asumir una actitud libre de prejuicios, relación
sin a
intentar
lo
experiencias
que
hacer
correcciones
observa.
emocionales
Al
causales
observador
subjetivas,
o
le
sea,
ni
construir
corresponde que
el
hipótesis
permitirse
observado
en
sentir
repercuta
interiormente cuando se está frente a él y reconocer dichas experiencias sin temor ni
ansiedad.
Manifiesta
precipitadamente
que
nuestra
hay
propia
que
estar
subjetividad
atento
al
frente
a
defecto un
de
fenómeno
proyectar que
el
observado describe, sin que la experiencia subjetiva de éste concuerde con la nuestra.
También,
corporales
y
debe
frases
del
describir
con
que
siendo
está
detalle
y
textualmente,
observado,
evitando
expresiones
términos
muy
genéricos que puedan aplicarse a muchas situaciones distintas y no nos muestran lo peculiar del fenómeno. El que observa debe usar sin temor recursos casi novelescos,
empleando
frases
contrapuestas,
nombres
adjetivados,
metáforas
y
párrafos textuales. "En sus descripciones, el fenomenólogo buscará palabras que no velen lo íntimo del síntoma, de tal modo que él conserve su frescura y resonancia original" (Roa, 1973, en Capponi, 1987, p.47). Por último, el autor sostiene
que
este
método
se
debe
cultivar
con
paciencia
y
laboriosidad
y
mantenerlo vigente en un continuo entrenamiento y supervisión con profesionales más experimentados. La visión del diagnóstico desde la Terapia Gestalt
Encuadrada dentro del movimiento de la Psicología Humanista, la Terapia Gestalt comparte
con
autorrealización,
dicho no
movimiento como
la
visión
individuo
del
patologizado,
ser
humano
sino
con
que
tiende
recursos
a
su
saludables
para su desarrollo óptimo. Dentro de las teorías del potencial humano, hubo un total rechazo hacia el diagnóstico o todo lo que tuviera relación con caer en categorizaciones que impidieran la libertad del ser humano, y no se escribió mayormente
al
respecto
(décadas
del
1960
5
-
1970)
ya
que
se
consideraba
contradictorio con sus bases epistemológicas; en TG la construcción del vínculo remite a lo que Martín Buber llamó "encuentro", "diálogo Yo-Tú", o "diálogo existencial"; en este marco, teorizar al respecto del diagnóstico en psicoterapia se alejaba
de
esta
dinámica
y
se
salía
del
encuadre
epistemológico
(Quitmann,
1989). Como consecuencia de lo anterior, los terapeutas han recibido poca formación en evaluación psicodiagnóstica. En este enfoque, la visión de individuo choca con el diagnóstico
psicológico,
ya
que
ve
a
la
persona
como
un
individuo
único,
irrepetible y responsable de sus actos. Acorde con esta línea ideológica, la TG durante años ha privilegiado la descripción fenomenológica por sobre los rótulos, como una forma de resaltar la idea que los individuos no pueden ser comparados y contrastados entre si. "Ningún enfoque estadístico puede informar al paciente o terapeuta individual que funciona con él. Lo que ha demostrado funcionar para muchos, no siempre funciona para un individuo" (Yontef, 1995, p.154). En otras palabras, en TG no se busca clasificar a los individuos dentro de una enfermedad. "Perls se opone, como todos los psicólogos humanistas, a la tradición de la psicología científica que, recurriendo a la exigencia de la objetividad, divide al ser humano y al mundo en muchas unidades separadas claramente unas de otras" (Quitmann, 1989, p.124). Desde este punto de vista, la Gestalt trabaja con la totalidad del individuo, no con una parte enferma. En TG ha existido una división histórica debido a la diferencia entre los fundadores del modelo. Los seguidores de Perls, Stevens, Simkin, etc. Se asocian al cuerpo Oeste, donde habría un desdeño hacia la producción de material intelectual, con énfasis en la relación maestro - discípulo para la transmisión de conocimientos y donde se enfatiza lo técnico en cuanto a técnicas terapéuticas. Al Este se adscribe Laura Perls, Polster, Zinker, Ginger, etc. Aquí se privilegia la producción de material teórico, la formación experiencial y académica, y el énfasis en la relación Yo - Tú en terapia, entre otros. Esta división, si bien ha mermado hacia una integración teórico - práctica, sigue afectando
a
la
elaboración
Diferentes
autores
han
diagnóstico
en
TG,
lo
en
TG
mencionado que
no
de que
algún
tipo
no
existe
necesariamente
6
de un
implica
diagnóstico modelo que
para
psicológico. común
de
todos
los
terapeutas Gestálticos no existan métodos para realizar el diagnóstico desde este modelo (Yontef, 1995). Hoy en día la TG tiende a la integración. En este modelo ya no se asocia directamente al diagnóstico con el reduccionismo (es decir, aquellos modelos que reducen los procesos
psicológicos
a
los
fisiológicos,
es
la
teoría
que
defienden
buena parte de los psiquiatras practicantes del modelo médico). El proceso diagnóstico ha sido adecuado a la teoría gestaltica; Yontef (1995) lo entiende como un cuidadoso estudio fenomenológico del proceso de formación de significado figura / fondo de
una
persona,
que
permite
comprender
la
organización
de
su
gestáltico
de
vital
personalidad. El
mismo
importancia
autor
comprender
plantea en
que
forma
para
precisa
el y
terapeuta adecuada
la
es
fenomenología
y
la
conducta actual de un paciente desde un comienzo de la terapia. Dice que comprender secuencia
un y
diagnóstico
tiempo
usar,
permite y
al
relacionar
terapeuta esto
con
saber
que
experiencias
intervenciones, previas
de
tratamientos similares. Le permite estar prevenido acerca de las precauciones que se deben tomar. Si bien aún existen discrepancias en relación a la elaboración del diagnóstico en TG, diversos autores ponen de relieve la importancia que para ellos tiene llevarlo a cabo. Por ejemplo: "El terapeuta continuamente evalúa el grado de progreso que el paciente puede hacer en el desarrollo de su conciencia y en que punto se ha de iniciar la experimentación" (Latner, 1994, p.185). El mismo autor plantea que la Terapia Gestalt evita las etiquetas de diagnóstico psiquiátrico y la mentalidad que las acompaña, pero recalca que en la metodología de la Gestalt sí existe una especie de tipología, pero que ésta es del proceso, no del individuo. Sostiene que en TG se caracteriza la conducta y se resaltan los patrones. Héctor Salama, en 2001, concuerda con Latner y plantea que en psicoterapia Gestalt se evita poner en el paciente etiquetas fijas de diagnóstico dado que éste siempre está en el proceso y no en la persona, por lo que resaltan los patrones de conducta que repite. Sin embargo, acota que el terapeuta debe formularse un mapa
mnémico
que
le
servirá
para
tener
características de personalidad del paciente.
7
un
panorama
general
de
las
La Discusión
Frente a la escasez de teoría en cuanto a la realización de un modelo diagnóstico Gestáltico, surge la inquietud en algunos terapeutas, de diseñar un sistema de diagnóstico
adecuado
a
la
TG,
que
tenga
como
base
la
apertura
hacia
el
eclecticismo teórico, la convergencia epistemológica y la integración de criterios metodológicos
para
diagnosticar,
desde
una
plataforma
eminentemente
humanista
y fenomenológica. Pero, ¿para que y por que tener un sistema de diagnóstico propio de la TG? La respuesta a nuestro entender es sencilla: para afinar y complementar al modelo Gestáltico; en esencia, por necesidad. Por necesidad de contar con más y mejores herramientas, para dar un mejor servicio, para "cuidar" a pacientes y a terapeutas, por economía, para hacer más asequible la TG a la gente,
para
crecimiento,
mantener para
al
modelo
compartir
vigente
información
y
entre
reformándose terapeutas
en del
un
continuo
modelo
como
también interdisciplinariamente, etc. Se aprecia luego que justamente esta necesidad de realizar una psicoterapia más completa y competente estimula a flexibilizar marcos epistemológicos e integrar elementos. Según lo analizado para este trabajo, los prejuicios anti diagnóstico tienen que ver con creer que se utilizará una epistemología diferente a la gestáltica y que se deformará el modelo, transformándolo en una especie de "Frankenstein" de la psicoterapia, con diferentes
elementos
teóricos
difícilmente
conectables
entre
sí.
Se pensó que herramientas psicoanalíticas no podrían confluir con la TG, pero no resulta así. De hecho, y según lo apreciado en este trabajo, son los nuevos elementos que se podrían incorporar los que tendrían que adaptarse al marco Gestáltico, de manera que si se pretende por ejemplo utilizar el análisis estructural analítico corporalista (por ejemplo, Reichiano o Loweniano), éste debe acomodarse a la visión procesal y dinámica que mantiene la TG, donde el individuo no se clasifica dentro de una estructura estática patologizante, sino que, si bien se puede hablar de la estructura u organización del individuo, ésta debe perfilarse como un estado, no como una condición inalterable. Los terapeutas en TG se permiten adoptar e integrar diferentes herramientas teóricas
para
el
diagnóstico,
pero
aún
así,
promueven
la
coherencia
con
los
principios de la TG, como también mantienen una estructura proveniente de la teoría Gestáltica para diagnosticar. Es más, según lo apreciado en el análisis de
8
textos (Yontef, 1995; Salama, 2001; Zinker, 1999; Castanedo, 1983; Latner, 1995), los elementos o
herramientas
provienen
que
en
su
se
sugieren
mayoría
de
para la
elaborar
misma
el
TG.
diagnóstico
Por
ejemplo,
Gary Yontef se permite incluir elementos del psicoanálisis u otras vertientes, dada la necesidad de estructurar un diagnóstico que beneficie al proceso terapéutico y que pueda ser compartido entre pares. Es la necesidad de elaborar un sistema práctico y de utilidad para el terapeuta Gestáltico lo que lo impulsa a integrar teorías y metodologías, ya que su propio método terapéutico no tiene hasta la fecha
un
sistema
propio.
Cabe
destacar
que
los
autores
manifiestan
que
no
podemos hacer dentro de la TG un diagnóstico sintomatológico o estructural sólo por el hecho de necesitar un modelo diagnóstico e integrar teorías; plantean claramente que se debe
respetar
la
postura
holística
que
percibe
a
los
sujetos
como totalidades, como también se debe respetar el existencialismo dialogal del proceso Yo - Tu, y la metodología del darse cuenta, que es particularmente fenomenológica. En esencia, un diagnóstico que mantenga y fomente el encuadre humanista, que amplíe
la
tratamiento
perspectiva para
del
cada
terapeuta
y
individuo,
le
permita
rescatando
sus
particularizar
el
enfoque
de
características
únicas
e
individuales. Los autores analizados concuerdan en la necesidad de realizar un diagnóstico de corte fenomenológico en TG, el cual sea una forma de darse cuenta propia del terapeuta, una forma de vivenciar donde el terapeuta esté en contacto alerta con el
evento
más
importante
del
campo
organismo/ambiente,
con
un
total
apoyo
sensorio motor, emocional, cognitivo y energético. De lo que al parecer no están todos de acuerdo, es en sistematizar un modelo diagnóstico común pero flexible para las características de cada terapeuta. Bases para una Propuesta
El diagnóstico concierne a la TG ya que puede ser una herramienta de gran utilidad para el proceso terapéutico, para el terapeuta, para el estudiante en formación, y sobretodo para el paciente. Diagnosticar
fenomenológicamente
desde
el
modelo
Gestáltico
permite
reconocer pautas y procesos del paciente y del terapeuta y por ende actualizar la
9
relación
terapéutica.
Permite
obtener
una
mirada
global
de
la
estructura
del
carácter, además de atender y trabajar sobre los bloqueos neuróticos. También permite al terapeuta saber que secuencia, intervenciones y tiempo usar en terapia, y
conservar
una
actitud
fenomenológica
que
le
facilite
encuadrarse
dentro
del
modelo Gestáltico, que le abra las puertas a basarse en lo descriptivo, a reconocer su intuición, a propiciar la creatividad, humildad y respeto. Permite al terapeuta ser más preciso, discriminativo y coherente en la comprensión de la realidad particular y diferente de cada paciente; hacer mejores conjeturas acerca de lo que éste está experimentando, cómo reaccionaría frente a una intervención particular, reconocer eventos evolutivos claves en su historia, etc. Más que una conducta fenomenológica que ejecute el terapeuta, nos parece que el diagnóstico (como ya se dejó entrever) es una actitud que encuadra la relación facilitador
-
consultante
y
que
perdura
a
través
del
proceso
terapéutico.
El
diagnóstico en TG es siempre una experiencia en el presente, descriptiva y no interpretativa,
que
intenta
captar
además
de
signos
y
síntomas,
la
experiencia
subjetiva del observado a través de la intuición del observador, pero siguiendo un método de observación fenomenológica. Es principalmente descriptivo de lo fenoménico presente, y no explicativo de lo psicogenético, ni predictivo de lo patogenético de los sujetos y grupos.
Es
un
estado
de
disponibilidad
interna,
en
el
cual es posible dejarse entrar en contacto con aquello que pueda emerger en la relación. Se trata de una actitud respetuosa de curiosidad, que no compite con el tratamiento sino que lo favorece, y que permite al terapeuta discriminar basándose en el reconocimiento de patrones. Como menciona Joseph Zinker, un continuo gargarizar psicológico sobre el modo que el otro tiene de ser en el mundo, que permite y fomenta el proceso terapéutico. Es en esencia un diagnóstico aplicado sin actitudes fundamentalistas y con una visión operativa y elástica, que ofrece una mirada útil y una forma activa de obviar caminos vagos e imprecisos que a veces alargan innecesariamente los tiempos de una terapia. Sin embargo es posible apreciar como en los últimos 15 o 20 años algún interés por integrar formas diagnósticas estructurales (o cuasi), sin mayor discusión teórica acerca de la atingencia de esas concepciones con la teoría de base. Algunas de estas formas vienen del psicoanálisis de la corporalidad, o de tradiciones antiguas usualmente provenientes de oriente,
10
particularmente valoradas por la vertiente más transpersonal. Hasta ahora, reducen la conducta humana a rasgos escenciales o tipos psicológicos. Frente a las imprecisiones, estos modelos aducen que efectivamente no existen los sujetos puros. En cuanto a los procedimientos para la implementación del diagnóstico en terapia, se
puede
mencionar
que
no
existe
consenso,
ni
tampoco
mucha
producción
teórica. Pero según lo analizado en ésta revisión, se puede llegar a una aproximación de lo que podría ser el diagnóstico en TG, lo que es esbozado en la figura N o 1, que se aprecia más adelante. Para diagnosticar en TG, el terapeuta siempre tiene como fondo la teoría Gestalt, es desde la base donde el terapeuta está parado. No hace figura constantemente sobre los elementos teóricos de la Gestalt que le pueden ser útiles en cada momento, sino que éstos una vez interiorizados, pasan a formar parte de esta actitud
del
terapeuta.
Se
podría
decir,
tal
vez
algo
exageradamente,
que
el
terapeuta vive Gestálticamente el proceso diagnóstico. Con esto, se centra en el presente, para introducirse en la actitud fenomenológica que propicia el diagnóstico, que incluye tanto una postura física, como una disposición del ánimo, que permite despertar la intuición del terapeuta en un contexto respetuoso de la fenomenología del otro, donde se privilegia la descripción, la creatividad y humildad ante la complejidad del campo de observación. El terapeuta pasa a prestar especial atención a aquello que le impacta, lo que le captura la atención, le intriga, le hace o no hace sentido, le impresiona y así por delante. Esto puede ocurrir en el nivel del discurso del paciente, de su apariencia, de su energía, de su postura corporal, de su afectividad (o bloqueos de ella), de su voz o expresiones de otra naturaleza. Esta atención y actitud se realiza a través de la relación dialogal, desde la cual el terapeuta observa los patrones corporales y lingüísticos de paciente, la iniciativa con que enfrenta el campo, la coherencia del relato, su vivacidad, emocionalidad, los cambios durante la sesión, su agresión y cómo asimila. También, desde ésta relación el terapeuta presta atención a como se ve afectado él mismo, el nivel de apoyo del paciente y su proceso de darse cuenta de sí mismo y de sus relaciones personales. El proceso de darse cuenta se observa poniendo énfasis en cómo el paciente vivencia su ciclo experiencial, más que en cómo lo relata. Tan fundamental es este tipo de
relacionamiento
dialogal
para
11
el
diagnóstico
en
TG, que Gary Yontef afirma que el diálogo existencial es a la psicoterapia gestáltica lo que la neurosis de transferencia es al psicoanálisis. En los años de trabajo con personas en formación profesional, hemos podido notar que existen desafíos importantes de superar. Por ejemplo, una de las actitudes más enraizadas en la formación tradicional es la tendencia a simplificar la conducta del paciente en base a explicaciones lineales. Sin embargo, la visión de ser humano que anima a la TG tiene una fuerte raigambre en la teoría del Campo Complejo de Kurt Lewin. Por lo mismo, la actitud diagnóstica bien haría en ejercitarse en el máximo rigor de esta comprensión. Aún hoy algunos profesionales que trabajan en salud mental piensan que hacen diagnósticos de sus “pacientes” como si sus procesos existieran “en lo real”, es decir, separados de quien los observa. Y esto se explica pues nos parece que la posición fenomenológica es una de las más difíciles de sostener consecuentemente dada nuestra incrustada tradición positivista y nuestra tendencia culturalmente facilitada de simplificar la experiencia reduciéndola a elementos predecibles. La evaluación de la relación terapéutica involucra principalmente a la actitud con la que el/la terapeuta se aproxima al consultante. En el diagnóstico en TG se escucha en forma empática, realizando lentamente algunas correlaciones con afirmaciones previas del paciente, así éste aumenta su sensación de bienestar,
su
apertura
y
la
profundidad
de
su
trabajo
psicológico.
Esta actitud diagnóstica entrega referencias al terapeuta para seguir observando o para dar paso al experimento. El diagnóstico si bien es un momento, también es una disposición a prestar especial atención al otro en un continuum. Este momento va y viene durante la terapia, de modo que no es específico de una sola fase de ésta, por ejemplo del inicio (donde en variados modelos terapéuticos se lleva a cabo un diagnóstico formal, que entrega las pautas a seguir para todo el tratamiento). El momento diagnóstico, interiorizado
al de
ser
parte
de
observación
la
actitud
del
fenomenológica,
terapeuta, que
no
puede precisa
ser
un ser
método gatillado
automáticamente por una etapa de la terapia, sino por la curiosidad del terapeuta, que es una herramienta del terapeuta Gestáltico. Otras disposiciones consecuentes podrían ser la confianza (informada) en los procesos emocionales, cierta apertura a la experimentación, y el uso de la autodevelación como forma de conocimiento. Como vemos, el diagnóstico, si bien es una actitud del que lo lleva a cabo, también es parte de un proceso, ya que tiene etapas por las cuales el terapeuta pasa. Es procesal
12
también,
ya
que
aprecia
en
conjunto
las
fases
sucesivas
de
un
fenómeno.
Las etapas o fases del proceso diagnóstico aún no se han sistematizado por completo. Por ejemplo, Yontef no aclara todas las etapas que el terapeuta puede sobrellevar en el diagnóstico. Más bien las menciona alternadamente, sin pasos a seguir, como dentro de un continuo de
darse
atención
cuenta
hacia
en
el
diferentes
cual
el
elementos
terapeuta que
le
puede
hacen
alternar
figura,
en
su
foco
diferentes
momentos. Se considera solamente una primera etapa fija, en la cual el terapeuta se centra en el presente para seguir en el proceso. A continuación se presenta la figura N o 1, en la cual se aprecia en forma de esquema, gran parte de lo mencionado hasta el momento en estos comentarios. En lo que a relación dialogal se refiere, se ha recapitulado a Yontef (1995) por ser quien dentro de los autores revisados y a nuestro juicio, se ha referido con mayor claridad a esto. Tomando en cuenta las condiciones citadas, una aproximación diagnóstica básica debiera al menos: •
Respetar la complejidad del fenómeno de campo.
•
Contemplar aspectos de la relación terapéutica, en pos de la comprensión del problema de la distinción sujeto/objeto.
•
Considerarse procesalmente.
•
Integrar elementos estructurales en un discurso consecuente con una aproximación procesal y fenomenológica.
•
Permitir la flexibilidad necesaria a la hora de incorporar modelos compatibles y emergentes.
•
Apelar a una aproximación integral.
•
Estar corroborada en el contacto. Existe en la siguiente propuesta elementos valóricos , relacionados entre si e importantes a
la hora de desarrollar un proceso diagnóstico consecuente con el modelo, al instante de elegir una herramienta diagnóstica o un uso alternativo de ella, e incluso al momento de planificar el siguiente paso de la intervención: Pauta de no violencia : Pasa por asumir el peso social y las dinámicas del poder socialmente
implícitos en la relación entre evaluador/a y evaluado/a. De esta forma, se hace hincapié al solicitar una actitud conciente por parte del evaluador respecto de cómo el proceso puede constituir formas de estigmatización basadas usualmente en paradigmas científicos de vigencia típicamente relativa.
13
Fig. Nº 1. Actitudes básicas para la comprensión diagnóstica de casos Pauta de co-construcción:
Sin duda quien mejor podría comprender el proceso vital es
quien lo vive. Desde aquí se estimula la participación del otro en la construcción de los juicios evaluativos. La cooperación del otro pasa por la destreza de los profesionales en construir relaciones de confianza y transparencia.
14
Pauta de responsabilidad intersubjetiva:
El rol del evaluador consiste en comprender de la
forma más íntegra posible el mundo experimentado por el consultante, accediendo de manera abierta a los propios procesos. Esta es la base de la práctica fenomenológica, y sin duda, la parte más ardua del entrenamiento. La construcción de la realidad suele estar plena de actos preconscientes y elecciones arbitrarias. Pensamos que esto no eslo malo, sino más bien lo natural.
La comprensión de esta relación natural puede ser la base de movimiento para nuestras
formulaciones diagnósticas, es decir, hace a la realidad susceptible de ser permanentemente reconocida e incluso reconstruida. Pauta de comprensión procesal:
Basado en lo anterior, se sugiere la constante
reconstitución de los juicios diagnósticos, y en lo posible, el abandono de la intención de certeza. Normalmente, un marco descriptivo tiene ventajas obvias sobre el explicativo a la hora de formular diagnósticos. El pensamiento tiende a fijar los procesos en conceptos estáticos, a veces demasiado rígidos en comparación a lo que sucede frente a nuestros ojos. Pauta de complejidad:
Las explicaciones lineales simples pueden aportarnos un grado
importante de tranquilidad frente a la incertidumbre, en acuerdo a las ya clásicas reflexiones buberianas. Más, es poco probable que nos reporten una base particularmente sólida frente a la comprensión de la conducta humana dada su inmersión en fenómenos amplios y cruciales como la cultura. Observemos entonces la aplicación de estas reglas básicas en la construcción del discurso diagnóstico
(escrito u oral) de valor fenomenológico:
a) Sobre la distinción sujeto/objeto:
En este aspecto estamos asumiendo la
responsabilidad del evaluador en la construcción del propio proceso fenoménico: Decimos “de acuerdo a quien evalúa”, “según la opinión de los evaluadores”, “en base a la experiencia de quien suscribe”, “según lo observado por nosotros”, etc. b) Sobre la relatividad temporal:
Implica hacer explícita la noción de proceso: “por
ahora”, “al momento de la entrevista”, “con los recursos que por ahora se dispone”, etc. c) Sobre la relatividad contextual :
Aceptando la complejidad del funcionamiento
humano, se hace necesario especificar los juicios evaluativos remitiéndolos a contextos específicos sobre los cuales se podría desarrollar una aseveración; por ejemplo, “al menos en cuanto a la relación de pareja se aprecia que…”, “esta resistencia se aprecia específicamente en el marco de la relación terapéutica frente a tal tema…”, “no me es posible extrapolar esta actitud a otra área que no sea a la de nuestra relación en la oficina”, etc. Continuando, pensamos que hay algunas áreas de indagación que nos parecen clave, y podrían recoger la base formativa de cualquier terapeuta gestáltico:
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1. Análisis del (los) ciclo(s) relevante(s) de la experiencia, sus interrupciones defensivas y las polaridades involucradas :
Esta resulta la línea básica de investigación de
procesos terapéuticos. Podemos rescatar que estas herramientas permiten el diseño de facilitaciones terapéuticas, no sin considerar la importancia de evaluar los recursos de los que disponen los beneficiarios. En este esquema se basa la estructura de entrevista propuesta. Para cada Fase del ciclo caben preguntas básicas de acuerdo a los temas específicos que se evalúan (una posición de complejidad implica que la experiencia de la persona no puede resumirse en un ciclo experiencial global, ni puede someterse a extrapolaciones. La herramienta-test propuesta por Salama (2001) es útil en la medida que se contemple este argumento. Las preguntas básicas de la entrevista focalizada a un tema específico pueden ser, entre otras posibles: : Fase reposo-sensibilidad
¿Identifica la persona cuáles son las sensaciones
concomitantes al tema tratado? ¿Estas sensaciones se encontrarán sobre o submoduladas debido a la coexistencia de otros ciclos pendientes o de factores toxológicos, musculares o neuroendocrinos? Forma de la pregunta: “¿Qué sensaciones tienes en tu cuerpo cuando hablamos de esto?” “¿Dónde lo sientes?” “¿Es como qué?” “¿Agradable o desagradable?” Fase sensibilidad-conciencia:
¿Reporta responsabilidad por la propia experiencia o
proyecta? ¿Valora la experiencia sensorial como argumento relevante en la noción de si? Forma de la pregunta:
“¿Qué crees que te muestra esto que sientes en relación al hecho que
describes?” “¿Significa que esto que sientes depende de lo que el otro diga/haga?” “Ahora que percibes esto que sientes… ¿De qué te das cuenta?” Fase Conciencia-Excitación: ¿Se permite a si misma la aparición de estados emotivos?
¿Identifica estos estados como motivaciones? Forma de la pregunta: “¿De que tienes ganas?” “¿Cómo te sientes cuando te das cuenta de esto?” “¿Qué te impide sentir esto?” “¿Cuál es el problema con sentirte así?”. Fase excitación-acción : ¿Se permite la expresión directa de un estado afectivo? ¿Tiene
coherencia y consistencia la acción expresada? ¿Se constatan actos retroflexivos? ¿Cuál parece ser la intensidad del movimiento energético y cómo esta parece sobrepasar a quien lo experimenta en el sentido del autocontrol? Forma de la pregunta: “Finalmente, ¿Qué vas a hacer?” “¿Cómo piensas lograrlo?” “¿Como haces para expresar esto cuando es tu necesidad hacerlo?” “si no resulta, ¿que piensas hacer?” Fase Acción-Contacto:
¿Se dirige la acción hacia el honesto objeto de satisfacción de
la necesidad? ¿Es la acción asertiva en el momento del contacto? ¿Es este contacto abarcado honestamente, respecto de la motivación dominante? Forma de la pregunta: “Finalmente,
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¿Qué hiciste?” “¿A quien más le cuentas estas cosas que te pasan?” “Cuando lo encaraste, ¿Cómo te sientes/sentiste? Fase contacto-retirada :
¿Resulta satisfactorio y nutritivo el contacto? ¿Parece retirarse
pacíficamente la figura hacia el fondo? ¿Sostiene la persona un apego excesivo a la experiencia del contacto, reconociendo otros elementos inconclusos que lo justifique? Forma de la pregunta:
“Revisemos tus sensaciones frente a lo que ha pasado” “¿Qué crees que va a
pasar ahora, después de todo, y cómo te sientes frente a esa expectativa?”.”¿algo más te inquieta?” 2. Recursos del consultante: Los Recursos son aspectos constructivos y significativos de la existencia de una persona, en la cual puede encontrarse apoyo para el proceso terapéutico. Normalmente permiten, soportan o estimulan el proceso de crecimiento. Incluyen aprendizajes, prácticas creativas, relaciones y formas de funcionamiento (también biológico). Usualmente, se desarrollan de manera idiosincrática. Una aproximación estratégica implica la valoración de estos aspectos positivos. Sin embargo y hasta ahora, ha habido poco desarrollo de este argumento al interior de la Terapia Gestáltica. Este se ha dado mayormente en la aproximación al trabajo con niños (Oaklander, 1992; Amescua, 1995), y bastante poco sistemáticamente al trabajo con adultos, a excepción de Zinker y en lo que se refiere al recurso “creativo”. Conocer y valorar los recursos de las personas permite a un terapeuta un campo prolífico de aproximación al otro. La Terapia Gestalt Integrativa cuenta con un grado importante de libertad para estructurar su trabajo. Sin embargo, ella exige un marco de referencia para que su técnica resulte asertiva. Un desafío importante para los facilitadores creativos es que la modalidad de intervención elegida potencie más que inhiba la experiencia del consultante. En la práctica las tareas y las técnicas de intervención pueden dimensionarse e incluso diseñarse en base a estos recursos. Por eso son parte clave del conocimiento previo del otro. La curiosidad y a un genuino interés por descubrir las inspiraciones del otro nos parecen la actitud básica en esta fase del diagnóstico. Muchas veces puede suceder que de esta exploración surjan intereses comunes, los que pueden resultar muy relevantes en la consolidación de la relación terapéutica. Las áreas que a continuación se describen, podrían resultar un base más detallada para la definición del hasta ahora vago concepto de autosoporte. Son áreas a evaluar comunes a cualquier momento evolutivo: 2.1 Logros en ciclos de la experiencia relevantes : Las tareas asignadas, sean estos experimentos o actividades a realizar en el ambiente natural del paciente, requieren de una base de posibilidad. Evaluar este aspecto es crucial en el éxito de una tarea. Por ejemplo, es
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bastante poco probable que un paciente pueda realizar exitosamente una silla vacía si no tiene la capacidad de tomar conciencia de sus propias sensaciones, o si cuenta con potentes introyectos acerca de la expresión de sus emociones frente al (la) terapeuta. Consideremos además que fracasar en una tarea podría mermar la expectativa de eficacia del beneficiario, de allí el valor de esta indagación. Entonces nos preguntamos qué es lo que la persona “lleva de ganar” respecto de su ciclo experiencial, es decir, qué pasos de un ciclo relevante efectivamente logra concretar. 2.2 Uso positivo de las defensas : probablemente toda defensa tienen una ganancia, lo que significa que si bien impiden el libre flujo de la experiencia, representan una forma de adaptación consecuente. Las personas normalmente hacemos lo mejor que podemos de acuerdo a los recursos con los que contamos y al valor que damos (o intuimos) a los sucesos del ambiente. Entonces, la defensa es en si un mecanismo autoregulatorio que se basa en la sabiduría organísmica (Kepner, 1992). El camino para la disolución de una defensa que impide
el
crecimiento
suele
requerir
movimientos
complejos
de
la
relación
organismo/ambiente, y no solo cambios a nivel intrapsíquico (Perls, Hefferline & Goodman, 1951). En el caso de la resitencia, en una aproximación terapéutica descuidada, puede verse a los (as) terapeutas intentando desenfadadamente “reventar” la resistencia, sumergiendo al consultante en la a veces innecesaria sensación de quedar avergonzado o vulnerable. Si existen alternativas a esta técnica “de choque”, entonces nos parece que la elección puede o no definirse como innecesariamente violenta. En una aproximación basada en la confianza y el respeto es posible muchas veces desarticular la resistencia, por lo que ya no es necesario considerarlo un fin, sino más bien como el curso natural de la evolución positiva de la colaboración consultante-terapeuta. En este sentido, la resistencia del consultante no es vista como un problema del paciente, sino como un desafío para la relación, en donde la tarea para el terapeuta es muchas veces su propia impaciencia y empatía. 2.3 Aproximación simbólica: Cada persona posee formas peculiares de comprender su mundo experimentado. Algunos recursos están a la mano, y otros no son parte del funcionamiento cotidiano de las personas. Aquí, mas que centrarnos en lo que “falta”, nos apoyamos plásticamente en lo que hay, incluso en lo que sobresale. Por ejemplo, tiene sentido aprovechar los sueños de aquellos consultantes que tienen la capacidad de recordarlos. No todos pueden hacerlo. ¿Cómo construye representaciones de la experiencia de manera favorita? ¿Mediante imágenes? ¿Sonoramente?, ¿Kinestésicamente? ¿Creativa o estereotipadamente? ¿Construye metáforas simples o complejas? En otro aspecto, muchas personas poseen vías de expresión ya desarrolladas hacia formas creativas o artísticas. En vez de someter al consultante a
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nuestra técnica plástica favorita, podemos aprovechar que para la persona ya es viable ciertas formas de arte. Es posible que la persona reaccione positivamente frente a material plástico que le sugiere o evoca momentos agradables. 2.4 Calidad de la relación terapéutica: En plena consecuencia, estamos asegurando que la evaluación diagnóstica es inevitablemente relacional. No se remite al mero análisis de los fenómenos transferenciales y contratransferenciales, sino mas bien, a la evaluación de la cualidad y la cantidad de la energía que se ha invertido en el proceso de construcción de confianzas (o al posible aprovechamiento de lo que naturalmente se ha dado): ¿Qué impresión tengo de la resistencia de mi consultante hacia el proceso y como esto me afecta en la relación? ¿Cómo me afecto frente a la posibilidad de que el consultante se sumerja en un movimiento emocional intenso? ¿Qué hago desde mi cuerpo cuando el/la consultante me confronta?, ¿puedo decir que este es el momento propicio de la confianza para el siguiente experiemento? ¿cómo percibe el consultante la tensión que parece experimentar cuando le confronto acerca de un tema? ¿estaremos de acuerdo respecto del ritmo de nuestro trabajo?, etc. Un esquema interesante y complementario de reflexión al respecto lo aportan las actitudes terapéuticas básicas rogerianas. 2.5 Red social y afectiva: Es ampliamente aceptado que la condición psicosocial de una persona define en algún grado importante las condiciones de riesgo y vulnerabilidad en las que se encuentra. Si bien la TG promulga la disminución del soporte ambiental en pro del autosoporte, no hay que confundir esta aseveración con una apología a la autosuficiencia. Algunos autores han propuesto redacciones alternativas a la clásica oración gestáltica para dar más claridad a este aspecto (Zinker, 1999; Robine, 1999). Soporte ambiental se refiere a los condicionantes externos del proceso de toma de decisiones, en donde se asegura una pérdida del recurso de la plena conciencia, por lo tanto, de la libertad de optar. Una red social sólida, en cambio, puede ser valorada concientemente como una forma de intercambio imprescindible para un contacto nutritivo. Muchas veces hemos visto que la pertenencia a estas redes (por ejemplo, comunitarias o familiares) suelen resultar un poderoso sostén al tratamiento. Nos parece esperable y positivo, que el consultante considere a su terapeuta parte de esa red, e incluso, al menos en un principio, manifieste cierta dependencia a esta relación en pos de la adherencia requerida para el tratamiento. Por cierto que se esperaría que este evolucione hacia el autosoporte en forma progresiva (Zinker, 1995) 3. Dinámica bioenergética e integración: Aquí apreciamos los estados psicocorporales, usualmente revelados por la respiración, las corazas musculares (aspectos estructurales de la experiencia corporal) y por la presencia de estados corporales transitorios de valor afectivo frente a sucesos de la relación organismo/ambiente. También evaluamos aquí la forma en que la persona
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parece integrar o no dicha experiencia a la noción de sí. Este elemento nos parece desafiante en particular, pues algunos de los modelos en los que se forman los terapeutas Gestálticos (Lowen, Reich, Boadella) son originalmente concepciones más bien estructuralistas y suelen basarse en sendas tipologías de la personalidad. Esto puede dictar cierto contrasentido a una posición mas bien fenomenológica. En nuestra opinión, nos parece propio al menos sugerir un estudio más acucioso de los alcances y limitaciones de las teorías originales en coordinación con las bases de la TG. Por otra parte, podemos encontrar en la obra de Kepner (1999) una consecuente orientación acerca del fenómeno de la integración psicocorporal. La tesis de este autor es particularmente interesante, pues en algún grado nos parece que rescata la concepción original de Perls, Efferline y Goodman (1951) acerca del funcionamiento integrado y ecológico de la triada (finalmente teórica) cuerpo-mente-ambiente. El consultante iniciaría el proceso terapéutico percibiendo estos tres aspectos como entidades separadas, avanzando a un nivel intermedio de integración en el cual habría la suposición de esta relación y mayor conciencia de sí. Concluiría –en el máximo logro de su funcionamiento integrado- como una persona completa, inmediata, menos conciente y más asertiva. 4. Epifenómenos relevantes: Dan espacio a integrar elementos relevantes en términos de la experiencia de cada investigador, de lectura compatible al enfoque, y que permiten a quien lo aplica una aproximación más completa y comprensiva: historia clínica, ciclo evolutivo, condición psicosocial, pautas de alimentación, ambiente y toxicidad, consumo de medicamentos, prácticas de sanación coayudantes, actividad física y mental cotidiana, aspectos vocacionales y laborales, procesos de identidad, funcionamiento sexual, fenómenos sociales contingentes, sentido vital, cosmovisión dominante o fenómenos de victimización; Pueden parecer relevantes otras apreciaciones de tendencias generales, por ejemplo, de acuerdo al análisis de la pirámide de satisfacción de necesidades (Maslow) o patrones de Funcionamiento Óptimo (Rogers). 5. Psicopatología: Hay condiciones médicas o psicosociales que definitivamente pueden resultar fundamentales a la hora de considerar un procedimiento. Este es un aspecto en el que retrospectivamente podemos encontrar frecuentes referencias, más pocas profundizaciones. Un interesante artículo acerca de la relevancia de un adecuado diagnóstico respecto de esta variable la encontramos en Yontef (1995), más, los aportes de Gilles (2000) y Siomopoulos (2004). Yontef nos aporta una interesante y útil descripción de sus procedimientos una vez que el diagnóstico se vincula derechamente a un trastorno de personalidad. En otro ejemplo, Teresa Hunneus (2001) describe la efectividad de una aproximación centrada en el contacto social más que siguiendo la pauta del ciclo experiencial típico en el caso de que los consultantes presenten un cuadro psicótico.
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Otras áreas interesantes de estudio son las toxicomanías, la criminología, la violencia y la psicopatología social. 6. Condiciones de Riesgo: A nuestro juicio, las intervenciones teóricamente eficaces son un riesgo en la medida que ignoran la condición específica del paciente. Muchas veces hemos escuchado de personas con una formación imprecisa propuestas de intervención estereotipadas frente a los “clásicos pacientes manipuladotes” o “dependientes” que pueden significar incluso riesgo vital para el consultante. Hemos escuchado de terapeutas que piden verdaderas extravagancias a sus clientes, basados en alguna metáfora exótica (que tal vez un aprendiz budista si estaría dispuesto o capacitado para realizar) o basados en el consejo o la imitación de alguno de sus maestros. No pondremos en duda los momentos asertivos que estas prácticas podrían efectivamente lograr. Si ofreceremos algunas bases diagnósticas a considerar como límite a la libre experimentación, esto en base a que una intervención prematura pueda resultar agravante. 6.1- Riesgo suicida:de
acuerdo a cifras de la OPS a nivel mundial, el suicidio es más alto
en hombres que en mujeres. Es mayor en jóvenes, y crece notoriamente en ancianos.Los mayores precipitantes de suicidio parecen ser las enfermedades mentales
, donde
depresión.
Otras causales serían
interpersonales.
Enfermedad física
,
un 60 a un 80% de suicidios
Alcoholismo Problemas económicos
,
consumados se relacionan con
, aislamiento social y disputas
En Chile constituye la tercera causa de muerte en jóvenes. En el caso de la depresión,
usualmente se trata de consultantes descompensados emocionalmente, y carentes de red social efectiva. Los Hombres propenden a muertes violentas, y las mujeres, al sobreconsumo de medicamentos. En nuestra experiencia, la ideación suicida no es reportada necesariamente desde el primer encuentro terapeuta-consultante, y requiere de un tratamiento de mucho apoyo, usualmente multidisciplinario y calificado. Existen algunos mitos y teorías clásicas acerca de que los intentos de suicidio no son más que juegos manipulativos, o son formas de castigo. El problema de estas teorías puede que no sea su veracidad en sí (algo reñidas con una comprensión compleja de la conducta humana), sino a nuestro parecer y como hemos visto, la actitud simplificadora con la que un profesional mal preparado puede desdeñar señales claras que podrían justificar un procedimiento más apropiado y de final menos catastrófico. . Las 6.2- Riesgo de violencia física o psicológica
fuentes de violencia pueden ser
múltiples: intrafamiliar, racial, sexual, política, maltrato infantil, de género, desplazamiento forzado, etc.. También está la violencia que se ejerce contra los derechos de las personas. Existe aquí un amplísimo campo de estudio y debate, donde constantemente se refutan antiguas teorías explicativas y se plantean otras más integradoras. En los sistemas públicos de apoyo psicosocial contra la violencia de muchos países se aprueba la intervención multidisciplinaria, y se promueven
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protocolos de prevención e intervención de emergencia. En muchos casos, los profesionales de la salud mental están en el deber de conocer dichos protocolos, y los recursos de la red de apoyo disponible en su región. El profesional está obligado (o recomendado) a derivar al consultante a un especialista, o a denunciar tal condición de riesgo. Otra fuente de esta categoría tiene que ver con exponer a los consultantes a condiciones riesgosas para su integridad. Hace pocos años nos tocó conocer la trágica experiencia de una mala intervención, en la que un miembro de un equipo de apoyo psicosocial aconseja a una madre un castigo ejemplar para su hijo adolescente -una especie de intervención paradojal- impugnándola a no dejarlo entrar a casa la próxima vez que volviera tarde y ebrio. El joven paso la noche en el jardín exterior de su domicilio. El barrio era reconocido por la violencia callejera. El joven fue asaltado violentamente y muerto en horas de la madrugada de esa noche, imposibilitado de defenderse producto del alcohol. La desafortunada intervención pudo evitarse tras una evaluación sistemática de los riesgos involucrados. En otros casos, hemos visto la pasmosa facilidad con que algunos profesionales semientrenados recetan y ejecutan técnicas catárticas (por ejemplo, hiperventilatorias) sin ninguna indagación acerca de la salud física del consultante. Otras veces hemos podido presenciar (en desafortunados finales) cómo entusiastas talleristas someten a sus asistentes a técnicas de choque sin contar con previa consulta, ni proveer al menos un aparato de diagnóstico responsable, en el sentido de predecir en algún grado la capacidad de autosoporte de las personas frente a la intervención. El resultado es que, en el mejor de los casos, los asistentes se alejan del lugar sin posibilidad de que el método termine de probar su potencia, y consecuentemente, pierden la fe en tales contextos. En el peor de los casos, la intervención resultará iatrogénica. Finalmente, lo que está en juego en estos ejemplos son los derechos de las personas, y las creencias, actitudes y acuerdos que tenemos al respecto. Los temas propuestos para una eventual discusión de estos asuntos son los de confidencialidad y de consentimiento informado. Importantes propuestas y reflexiones pueden encontrarse en el campo de la bioética aplicada a las ciencias médicas (Zorrilla en:Casas et Al., 2002; Dides et Al.,2003), más no en las obras gestálticas más importantes, o las consideradas “biblias” del enfoque. Para finalizar, podemos reconocer que a nuestro análisis han escapado numerosos temas, como el uso de material psicodiagnóstico, temas de psicopatología, corporalidad, emocionalidad, especificidades diagnósticas frente a los casos de daño neurológico, toxicomanías, distinciones entre el proceso diagnóstico infantil y el adulto, etc.. Sin embargo, esperamos haber podido llevar a la reflexión y al avance el asunto.
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Comentarios
Los actuales planteamientos se basaron en la revisión de obras consideradas importantes por su alusión a temas como el diagnóstico, de autores distintos, tales como Zinker, Yontef, Salama, y Castanedo, entre otros. Esto nos permite entender el estado y la historia de la discusión acerca del proceso diagnóstico en Psicoterapia Gestáltica. Con el aporte de ellos, y apelando a las bases teóricas del enfoque, se plantean los principios o actitudes básicas diagnósticas, pautas valóricas y algunas áreas de indagación que en base a la práctica y a discusiones relacionadas nos parecen primordiales. Este último punto permite mostrar algunos elementos de discusión susceptibles de ser profundizados, tales como la ética y la pragmática. Otro aspecto que nos parece importante dejar planteado es la importancia de que los (las) terapeutas dominen o discutan acerca de principios éticos, tomando en cuenta sus propios procedimientos iniciales como punto de reflexión.
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Referencias Bibliográficas
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