Pontificia Universidad Católica de Chile Introducción a la Lingüística Profesora: Silvana Guerrero Ayudante: Ivana Pedrero Evolución del lenguaje: una aproximación genética y social
Nicole Durán Beovic Comenzar con la idea de que el lenguaje y su desarrollo aportan claras ventajas adaptativas al ser humano es esencial para el presente ensayo, pues llevaron (las ventajas adaptativas) al enriquecimiento y complejización de este sistema de comunicación, que resulta el más complejo y productivo de los seres de la tierra conocidos. También debe quedar clara la conjetura de Rivie re acerca del „desierto evolutivo‟ que rodea al origen del lenguaje, pues para reflexionar sobre el tema de la evolución de éste, se deben mantener las proporciones y expectativas bien realistas. Este desierto evolutivo puede tener mucha relación con el eslabón perdido de la teoría darwinista, ya que en la evolución del humano, y en este caso especialmente la del lenguaje humano, no se puede rastrear desde un comienzo el desarrollo del sistema hasta como se encuentra establecido hoy en día. Por esto hace no se puede realizar un acabado estudio sobre la historia evolutiva, del hombre, en base a la evolución de esta importantísima herramienta que es el lenguaje. Y así comprender el camino trazado hasta el increíble y vertiginoso enriquecimiento de la cultura humana, que ha llegado incluso a crear las avanzadas tecnologías de las que se disponen hoy en día, como la biológica o comunicacional, solo por nombrar un par. Partiendo de la clasificación básica de Hinde acerca de los tipos de señales que intervienen en pautas de relación intra o interespecíficas, mencionadas y reacuñadas en Rivere (2003), se iniciará el camino teórico de esta propuesta reflexiva entorno a la evolución del humano. De esta clasificación se abstrae la pauta metonímica (según la precisión hecha por Riviere), que “se sirve de una parte de una conducta para realizar una representación [o simulación como se planteará más adelante] de su totalidad” (2003 , p.202). Estas pautas metonímicas pueden llegar a tornarse mucho más significativas de lo que parecen, esto porque Riviere explica que en cierto entorno animal estas pautas pueden volverse una especie de „ritualización‟:
en las situaciones de alta significación social, las
señales se vuelven simulaciones que apuntan a situaciones más complejas como establecer jerarquías sociales. Esto se observa en las simulaciones lúdicas donde un cachorro
mamífero con un par suyo se da juguetones mordiscos aludiendo a la situación de lucha entre dos machos adultos de una manada que intentan ponerse a la cabeza del grupo. Se entiende que esta simulación o ritual, cumple una función clave en el posterior desarrollo de la vida en sociedad de estos seres y puedan sobrevivir en su entorno. Esto es claramente un instinto, que debe venir en su código genético, pero ese punto se tratará más adelante. Lo curioso es que, debido a que los animales pueden aludir a un contexto ausente, sugiere que éstos tienen algún nivel de conciencia de lo que están simulando, es decir, saben cuando atacar de verdad o simplemente cumpliendo con el instinto simulador de una conducta social. Esto se aclara con la acotación, citada en Riviere (2003), de Bateson: Un organismo cesa gradualmente de responder de manera totalmente „automática‟
[o instintiva] a los estados afectivos-signo de otro y se hace capaz de distinguir el signo en cuanto señal, es decir, de reconocer que las señales de otro individuo y sus propias señales son solamente señales (1991, p.206). Entonces se deslinda una intuición de que, si bien no se puede hablar de una conciencia en los animales que les permita reconocer planos más complejos, sí se puede extrapolar o conjeturar que los humanos podrían haber desarrollado una conciencia del otro y de sí mismo a partir de estas simulaciones lúdicas o juegos, que resultan, al igual que en los mamíferos, esenciales para la vida social. Que en los humanos es sumamente activa y decisiva cuando de desarrollo de especie se refiere. Sintetizando, el lenguaje pudo desarrollarse, y con él el destino productivo del humano, gracias a la motivación que surgió de esta supuesta conciencia. Más en profundidad, se observa que el carácter simbólico que deviene de las simulaciones lúdicas descritas previamente, es el que otorga ese increíble potencial de significación al lenguaje humano, que logran producir ciertas funciones que hacen la diferencia entre la comunicación humana sea muy distinta de la animal; pues el punto donde el juego se hace simbólico, según Riviere (2003), en el ser humano se sitúa en un plano mucho más diferenciado y nítido que en las otras especies animales. Lo anterior se explicita si se observa la naturaleza de los juego de los infantes o niños frente al de los de crías mamíferas de otra especie, pues estas últimas simulan solo situaciones en las que su sobrevivencia se vería directamente peligro; mientras que en los juegos de los niños, éstos son capaces de crear una infinitud de juegos que terminar por
enriquecer su personalidad, intelecto e imaginación, que solo la mera práctica básica para sobrevivir. Lo que es claramente más complejo. Se puede observar entonces que la interacción lúdica es esencial para el desarrollo de la sociabilidad en los niños, pues mientras mayor interacción a una temprana edad, más se perfeccionará (o complejizará al menos) el individuo en su forma de comunicar a través de la valiosa herramienta que significa el lenguaje. A modo de especulación, se trata de plantear que debido a este gran nivel de desarrollo social que la interacción lúdica implica, la evolución cultural del hombre se dispara, ya que la mente se puede abrirse a escenarios aún más abstractos que dan forma a estas propiedades privativas del lenguaje humano mencionadas más arriba. Éstas serían según las planteadas por George Yule (1998): el desplazamiento, la arbitrariedad, la productividad, la transmisión cultural, el carácter discreto, y la dualidad. Las más atingentes en este momento serían el desplazamiento, la productividad y la dualidad. La primera se refiere a la posibilidad de relacionar con precisión sucesos distanciados por el tiempo y el espacio, lo que no pueden hacer de modo tan amplio el resto de especies animales con sus respectivos sistemas de comunicación. Por ejemplo, las abejas parecen tener cierta capacidad de desplazamiento en su sistema, pero según experimentos, ésta es muy limitada. Ya que las abejas pueden solo, según un experimento mencionado por Hockett (1970, cap. LXIV) comunicar coordenadas en planos horizontales, es decir no pueden transmitir la dirección de un panal que no se encuentre en un ángulo perpendicular a la vertical de la visión del sol y el lugar del alimento. Luego, continuando con las propiedades privativas del lenguaje humano, está la productividad que está muy vinculada al tema del desplazamiento, pues la apertura a otras situaciones ausentes o abstractas promueve la creatividad de las expresiones comunicativas. Este potencial creativo, en palabras de Chomsky, la capacidad de crear infinitas expresiones con una cantidad finita de elementos. Y por su lado, también muy vinculado a la productividad, el carácter dual del lenguaje es el que posibilita el entendimiento y creación de nuevos mundos, como la ficción en la literatura o en el cine (por nombrar algunas aplicaciones prácticas de esta propiedad); en otras palabras, la dualidad hace se hace posible debido a que se pueden mezclar sonidos finitos con significados con contenido comunicativo infinitos.
En cuanto a la reflexión planteada, en el ámbito acerca de la evolución humana donde el lenguaje sería una herramienta clave, sería sostenible que las pautas metonímicas y su motivación de producción activa de interacción social, sobre parte esencial de la teoría generativista de Chomsky y en un ejemplo que emplea Riviere: se refiere a una curiosa característca observada en ciertos experimentos genéticos con abejas negras austríacas, y con abejas italianas con marcas amarillas. Existen pruebas de que la danza de las abejas es un microsistema simbólico [lo que se conecta directamente con las pautas metonímicas] que se despliega a partir de información contenida en el código genético, aunque hay curiosas sugerencias de algún tipo de aprendizaje (Riviere 2003:211) Se desprende de la cita anterior que podría haber una importante posibilidad de que ciertos códigos comunicativos, en este caso el lenguaje humano, se puedan transmitir a través del código genético, pudiendo crear cualidades favorable a la evolución en términos adaptativos. El interesante experimento sobre las abejas, corresponde a un experimento genético hecho entre abejas austríacas negras e italianas con marcas amarillas que produjo híbridas y se observó que las nacidas con las marcas amarillas eran capaces de realizar la danza de la hoz, que las austríacas no podían hacer pero sí las italianas amarillas, por diferencia de contextos espaciales (geografía de sus respectivos territorios). Este resultado híbrido demuestra que la danza de la hoz fue un rasgo adaptativo traspasado en los genes de algunos ejemplares. Si se asume que este fenómeno genético-adaptativo puede ocurrir en la especie humana, se podría sostener la reflexión primera que se hizo anteriormente, se le podría adherir la idea de una gramática básica universal desarrollada por Chomsky. Esta gramática universal la poseerían todos los humanos, y sería (si se continúa con la especulación) el rasgo genético que se traspasaría a los descendientes, que lograría conformar el rasgo adaptativo favorable para la evolución cultural e intelectual, que hace del hombre el animal más complejo e interesante. Las bases teóricas, planteadas por Chomsky consisten en primer lugar en la noción de „facultad lingüística‟ que se concibe como un componente
particular de la mente
humana (1972, p.16). Esta facultad se sostiene ese ncialmente en “una teoría general de la estructura lingüística que pretende descubrir el sistema de principios y elementos comunes a las lenguas conocidas” (1972,
p.16). Esta sería según Chomsky la teoría de la gramática
universal. Incumbe esto al presente ensayo en la manera de que esta gramática (universal) está caracterizada genéticamente, pues podría encajar con la especulación reflexiva planteada de que existe algo en el código comunicacional del humano que se transmite genéticamente. Presuntamente, lo anterior proyectaría luces sobre el elemento „gatillante‟ del increíble proceso de complejización de la evolución del ser humano, ya que Chomsky entiende esta facultad lingüística como un instrumento de adquisición de lenguaje. Dentro de esta reflexión, sería lo que permitiría que el desarrollo del lenguaje fuera cada vez más complejo y rico. Este instrumento, en palabras propia de Chomsky sería: “Un
componente innato de la mente humana que permite acceder a una lengua
particular [depende del origen del estímulo] mediante la interacción con la experiencia presente, un instrumento que convierte la experiencia en un sistema de conocimiento realizado [pudiendo ser transferible genéticamente] (1972, p.16) ”. Lo que completa la relación esbozada entre los simulacros lúdicos y la capacidad, productiva y eficiente, superior de la comunicación humana, con el factor social muy vinculado a la activación de esta complejización con resultado evolutivo adaptativo. Finalmente, lo revisado aquí puede ser una simple extrapolación de conclusiones experimentales y teorías, pero se aprecia como un camino persuasivo y algo prometedor por el que se podría continuar con la investigación sobre la evolución del lenguaje, y por consecuencia, la del humano.
Referencias
Chomsky, Noam. (1972). Lingüística Cartesiana. Madrid: Gredos. Hockett, Charles. (1958) .Edición de 1979. Buenos Aires: Eudeba. Riviere, Angel. (2003). La comunicación animal y la evolución del lenguaje. En Obras escogidas (vol. II). Madrid: Editorial Médica Panamericana. Yule, George. (1998). Las propiedades del lenguaje (cap. 3). El lenguaje. Edición del 2004. Madrid: Akal. S.A.