Índice 2. Antecedentes 3. Los primeros combates 4. Fin de la Guerra del Pacífico P acífico 5. Consecuencias de la guerra 6. Conclusión 7. Bibliografía
ANTECEDENTES
Los antecedentes y causas de la guerra son complejos. Debido a la vaga determinación de límites entre las distintas regiones y las pocas expediciones que se hicieron durante la época colonial, Bolivia y Paraguay, cuando cua ndo se volvieron estados independientes, tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones en base a documentos muchas veces contradictorios. Los cuatro tratados de límites que se acordaron entre 1884 y 1907, no fueron aceptados definitivamente por ninguna de las partes. Bolivia y Paraguay realizaron a su vez pocas expediciones al Chaco. En el siglo XX las compañías petroleras asentadas en Bolivia creían que había yacimientos en el Chaco Boreal, y esto alentó aun más la guerra. La intención boliviana de poseer esa región puede ejemplificarse en el slogan de la campaña polí po lítica tica del presidente Salamanca: "Hay que pisar fuerte en el Chaco".
El Paraguay, unas décadas antes, había sido gravemente perjudicado por la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) cuya consecuencia fue la pérdida de enormes territorios en su zona oriental. Respecto del Chaco, la Argentina pretendió incorporarla a su territorio pero tras el arbitraje del presidente norteamericano Hayes, en 1879, éste falló que dichos territorios, desde el río Pilcomayo hasta el Verde, correspondían al Paraguay. Con estos antecedentes era difícil que el Paraguay pudiera aceptar las pretensiones bolivianas sobre la zona chaqueña. Agravó la cuestión el Tratado de Petrópolis(1903) Petrópolis(1903) por el cual Bolivia cedía definitivamente el Acre a Brasil y "como compensación" Brasil reconocía como boliviana la cuenca del Alto Paraguay. Los antecedentes y causas de la guerra son complejos. Debido a la vaga determinación de límites entre las distintas regiones y las pocas expediciones que se hicieron durante la época colonial, Bolivia y Paraguay, cuando cua ndo se volvieron estados independientes, tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones jurisdicciones en base a documentos muchas veces co ntradictorios. Los cuatro tratados de límites que se acordaron entre 1884 y 1907, no fueron aceptados definitivamente por ninguna de las partes. Bolivia y Paraguay realizaron a su vez pocas expediciones al Chaco.
En el siglo XX las compañías petroleras asentadas en Bolivia creían que había yacimientos en el Chaco Boreal, y esto alentó aun más la guerra. La intención boliviana de poseer esa región puede ejemplificarse en el slogan de la campaña política del presidente Salamanca: "Hay que pisar fuerte en el Chaco".
El Paraguay, unas décadas antes, había sido gravemente perjudicado por la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) cuya consecuencia fue la pérdida de enormes territorios en su zona oriental. Respecto del Chaco, la Argentina pretendió incorporarla a su t erritorio pero tras el arbitraje del presidente norteamericano Hayes, en 1879, éste falló que dichos territorios, desde el río Pilcomayo hasta el Verde, co rrespondían al Paraguay. Con estos antecedentes era difícil que el Paraguay pudiera aceptar las pretensiones bolivianas sobre la zona chaqueña. Agravó la cuestión el Tratado de Petrópolis(1903) por el cual Bolivia cedía definitivamente el Acre a Brasil y "como compensación" Brasil reconocía como boliviana la cuenca del Alto Paraguay.
Comandantes en Jefe del ejército boliviano Bolivia tuvo varios Comandantes en Jefe: Filiberto Osorio, José L. Lanza, Hans Kundt y Enrique Peñaranda (éste último bajo la fuerte influencia del co ronel David Toro). Todos, salvo Peñaranda, fueron sustituidos por errores de co nducción y motivos políticos. Detrás de ellos tenían fuerte influencia el presidente Salamanca y la oligarquía boliviana. y
Hans
Kundt. Fue la principal figura militar en Bolivia en las dos décadas anteriores a la
guerra. Llegó al país en una misión militar contratada por el estado boliviano. Volvió a Alemania donde comandó una unidad menor en el frente oriental contra el debilitado ejército ruso. Regresó en 1921 y se nacionalizó boliviano asumiendo la jefatura del Estado Mayor hasta 1926. A mediados de 1930 pretendió orientar a los oficiales bolivianos en cuestiones políticas a favor de la re-elección del presidente Siles. Cuando éste fue derrocado tuvo que exiliarse. En diciembre de 1932, y a con 63 años, fue llamado para dirigir al ejército boliviano. Fue calificado como "oficial tropero", por no poseer estudios de Estado Mayor, carencia que fue evidente en las deficientes movilizaciones del ejército boliviano para la guerra, tanto en 1928 como en 19 32. Quizá por su edad y las desfavorables condiciones del Chaco era aficionado a dirigir desde "lejos" (teléfono-radio) acudiendo al frente sólo en casos de crísis. No sólo tuvo que enfrentar a un hábil adversario (Estigarribia) sino tambien a las intrigas de los oficiales del Alto Mando boliviano.Tras los sucesivos fracasos, especialmente en Nanawa y en Alihuata-Campo Vía, fue destituido por Salamanca en diciembre de 1933 retirándose a Alemania, donde falleció seis años después. Véase también: Hans Kundt y
Enrique Peñaranda Castillo. Elegido en reemplazo de Kundt no pudo frenar el avance enemigo durante los años 1934/35, desde Saavedra hasta Villa Montes. Peñaranda era de carácter modesto y contemporizador. Participó en el engaño del Alto Mando boliviano a Salamanca con motivo de la ocupación de Pitiantuta amparándose en la "obediencia debida".
"Peñaranda era un hombre bueno, pero sin carácter ni inteligencia" [Querejazu Calvo. R. Llallagua. Cap. XIV]. Fue responsable de la derrota en El Carmen mientras lo mejor del ejército boliviano perseguía al Segundo Cuerpo paraguayo. Y en el desastre de Yrendagué no pudo imponer su autoridad para que Toro detuviera el avance. Su defe nsa de Villa Montes fue correcta. Encabezó el motín contra el presidente Salamanca, episodio que se conoce como "El corralito de Villa Montes". A partir de entonces el ejército bajo sus órdenes tuvo una conducción casi colegiada con David Toro y su favorito German Bush. El historiador Bruce W. Farcau sostiene que esta pendiente de evaluación si la conducción de Peñaranda no fue peor que la del denostado Kundt. Véase también: Enrique Peñaranda Castillo
Comandante en Jefe del ejército paraguayo En contraste con los sucesivos Comandantes en Je fe bolivianos, el ejército paraguayo fue dirigido por José Felix Estigarribia desde el comienzo hasta finalizar la guerra, periodo en el cual nunca abandonó el Chaco: y
José
Félix Estigarribia, de origen humilde, realizó estudios en la Facultad de Agronomía.
Luego de obtener el diploma cambió de carrera y en 1910 se alistó en el ejército con el cargo de Teniente de Infantería. De 1911 a 1913, asistió a la Escuela Militar Bernardo O´Higgins en Chile. Debido a sus aptitudes, en 1917, fue ascendido a Capitán. Fue seleccionado para asistir al curso de Estado Mayor en la École Supérieure de Guerre(Francia). En 1927 culminó el curso de tres años de duración y en 1928 fue nombrado Jefe de Estado Mayor. Al poco tiempo tuvo que abandonar ese cargo por desacuerdos en la estrategia que se debía seguir para la defensa del Chaco. Sin embargo, cuando la guerra parecía inevitable, el gobierno decidió que Estigarribia era el hombre más capacitado y en 1931 fue nombrado comandante en e l Chaco con la misión de organizar una División de campaña. Gozaba de una reputación sólida en el ejército. Era un estudioso de la guerra de movimiento superadora de las estrategias de la Primera Guerra Mundial. Era un hombre tranquilo, serio e inconfundible en su austero uniforme con las mangas siempre cortas. El buen conocimiento de cada oficial bajo su mando directo le permitía exigir a cada uno el máximo de e sfuerzo que podía dar. Dirigía las operaciones desde muy cerca del frente para agilizar la toma de decisiones y dejaba a sus oficiales en libertad para realizar las operaciones tácticas que el momento y lugar lo requirieran. Su mayor logro estratégico fue concebir la guerra en el desierto chaqueño como si se tratara de una batalla naval. Primera
batalla en la guerra del Chaco: Boquerón y sus alrededores - 9 al 29 septiembre de 1932 Véase también: Batalla de Boquerón
Después de la pequeña refriega en la laguna laguna Pitiantuta (16/julio/1932), la 4ta. División boliviana (Tte. Cnel. Luis Aguirre) fue enviada con a lrededor de 300 hombres a ocupar los fortines paraguayos Corrales, Toledo y Boquerón. A fines de julio los dos primeros fueron capturados con suma facilidad, y después de un combate de dos horas también cayó el último. El Tte. Cnel. Aguirre falleció durante la captura d e Boquerón, dejando el mando a su segundo, Manuel Marzana. Este competente oficial, al mando de 1.500 hombres, fue el responsable de sostener e l cerco de Boquerón resistiendo los embates del grueso del ejército paraguayo, que desde el 9 al 29 de septiembre de 1932 lo atacaría sin cesar. Finalmente los pocos soldados sobrevivientes, agotados y sin municiones, no pudieron impedir que los paraguayos ocuparan el fortín. Pero la batalla de Boqueron comprende tambien los importantes combates que se libraron más allá del fortín. El 8 de septiembre, aviones de combate bolivianos detectaron la aproximación de l RI 2 paraguayo en el camino hacia Boquerón y bombardearon y ametrallaron la columna, ocasionando bajas entre hombres y caballos. Muchos de los soldados, la mayoría de los cuales nunca habían visto un ataque aéreo, se atemorizaron y desaparecieron entre los arbustos. Los oficiales tuvieron que pasar el resto de l día reuniendo sus unidades. Los paraguayos atacaron desaprensivamente a Boquerón el 9 de septiembre. Cuando los voluntariosos ataques iniciales no tuvieron éxito, las fuerzas atacantes tomaron posiciones en la retaguardia para atacar a las fuerzas que pudieran acudir en ayuda del cercado fortín. Una columna de camiones del RI 14 boliviano cayó en una emboscada y fue aniquilada. En estos primeros dias pudo observarse muchas deficiencias en el ejército paraguayo, principalmente en el abastecimiento del agua. Acuciados por la sed, los soldados abandonaban las lineas para buscar agua en la retaguardia. Tambien hubieron falencias en la sincronización de los movimientos entre las unidades. La aviación boliviana trató de neutralizar la "artillería" que bombardeaba Boquerón y que era la que más bajas producía sin poder ubicarla. Se trataba de los modernos morteros Stokes-Brandt que hasta Marzana creía que eran cañones de largo alcance. Los combates iniciales sirvieron para que los paraguayos ganaran en experiencia a costa de muchas bajas. Los bolivianos intentaron ingresar ayuda al fortín, siempre con peque ñas unidades, algunos exitosos y otros no, pero con gran costo en bajas. Estas operaciones no tenían un objetivo claro ya que esas fuerzas debían salir casi de inmediato del fortín por la carencia de recursos en el lugar. La aviación lanzó municiones, alimentos y medicinas pero el fuego antiaéreo y la necesidad de conservar los aviones los obligó a lanzalos desde gran altura. Muchos se destruyeron en la caida, otros cayeron en poder del enemigo. En el campo diplomático, Bolivia aceptó la propuesta de la Comisión de Neutrales de suspender las hostilidades creando un cinturón de neutralización de dos kilómetros alrededor de Boquerón. El Paraguay no lo aceptó y mantuvo su posición inicial de que previamente se debía devolver los fortines capturados en julio (1932). En el otro conflicto, el del presidente contra sus comandantes, el 21 de septiembre (8 días antes de la caída de Boquerón y retirada general), Salamanca respondió a Osorio su impertinente Memorándum del 30 de agosto diciéndo que mientras el ejército había seguido
las instrucciones presidenciales se había logrado la captura de Toledo, Corrales y Boquerón y por no haberlo hecho se había perdido la laguna Chuquisaca. Rebatió el plan de atacar por el norte y sostuvo su propio plan de atacar hacia el sureste para descargar golpes mortales que permitan a Bolivia imponer un tratado de paz en Asunción, ya que
la marcha sobre la capital paraguaya sería un golpe asestado al corazón del enemigo[Nota 21/9/32 Salamanca a Osorio].
El Alto Mando convenció finalmente a Salamanca sobre la necesidad de abandonar el fortín. Una tormentosa reunión (que casi termina a los t iros) se realizó en Arce en la que participaron varios generales. Allí se llegó a la misma conclusión, sin embargo Quintanilla, el día 27, pidió a Marzana que soportara diez días más hasta que se organizase un contraataque. Ninguna de las dos cosas podián cumplirse debido al agot amiento de las fuerzas de Marzana y la superioridad del enemigo. El Alto Mando boliviano se negaba a reconocer lo que ya era evidente, de que había sido sorprendido por la estrategia paraguaya de atacar con todo su ejército. Cuando el Myor. Julio Aguirre informó que los paraguayos debían ser varios miles, porque eran más de 400 soldados sólo en el sector donde él acababa de ser rechazado, recibió como respuesta de su comandante: Miró usted visiones El enemigo es cobarde y no pasa de unos mil hombres(ECH) (37).
Al ocultarse y/o desconocerse la situación real fue un tremendo golpe para e l gobierno boliviano cuando se enteró, por noticias provenientes del Paraguay y la Argentina, de que el fortín habia caído. Esto lo obligó, a su vez, a retacear la información al pueblo boliviano. Una vez conocido el resultado de Boquerón, Salamanca no perdió tiempo, destituyó a Filiberto Osorio y lo reemplazó por el general José L.Lanza. En Boquerón y en los desiguales combates que tuvieron lugar en los alrededores, Bolivia perdió, entre muertos y prisioneros, los oficiales y soldados co n más experiencia en el teatro de operaciones chaqueño. R etirada
boliviana hacia Saavedra
Después de la captura de Boquerón, el ejército paraguayo con 15.000 hombres continuó su avance hacia el fortín Arce. El Coronel Estigarribia planeó que una d ivisión atacase el camino Yujra-Arce mientras que una segunda avanzaría por la derecha para ganar la espalda del enemigo, la tercera quedaba como reserva esperando que la conquista de Arce, el fortín boliviano más avanzado en el Chaco, fuera más difícil que la de Boquerón. El comandante paraguayo actuaba con cautela sabiendo que un error en esas circunstancias difícilmente podría recuperarse dado los escasos recursos del Paraguay. Los bolivianos abando naron los fortines Ramírez y Castillo (8/oct), Lara (11/oct)y Yujra (12/oct), colocándose a 11 Km. del poderoso fortín Arce. Completada la maniobra de aproximación hacia Arce, el 22 de octubre, al amanecer, comenzó el ataque paraguayo y para el mediodía los regimientos paraguayos lograron rodear las líneas bolivianas y salir a su retaguardia. Los regimientos Pérez, 15, 20, y 35
abandonaron sus posiciones completamente des moralizados, sólo los combatientes del Loa, Campero, Lanza y el RI 16 permanecieron en sus puestos hasta que el Coronel Peñaranda, temiendo ser rodeado, ordenó la retirada. Y solo bastó la caída de unos cuantos proyectiles de artillería para que los ánimos se alarmaran y se perdiera la moral y disciplina. (Tte. Coronel Peñaranda)
Este comentario pretende atribuir al soldado bo liviano la culpa por la derrota liberando a los oficiales de la principal responsabilidad. Las fuerzas paraguayas entraron en Arce encontrándolo vacío y en ruinas. Los 4.000 defensores se retiraron al fortín Alihuatá primero y hacia Saa vedra poco después. Aunque resulte paradójico esta retirada (organizada o nó) era lo mejor que podía hacer el ejército boliviano frente a un enemigo superior ganando un tiempo valioso hasta que Bolivia pudiera realmente movilizar sus recursos. Estigarribia hubiera deseado que presentaran batalla para poder aniquilarlos. Y las tropas defeccionadas no pararon hasta Alihuatá. Algunos soldados se perdieron en el tupido bosque, otros cayeron presos del enemigo, el resto iba llegando a Alihuatá aisladamente, en completo desorden. El terror los impulsaba a seguir hasta Muñoz (Tte. Coronel Peñaranda).
El ejército boliviano recién pudo resistir el avance paraguayo a 7 Km. del Fortín Saavedra, al borde de un largo y ancho pajonal que los paraguayos debían atravesar si querían seguir atacando. Allí se posicionó la 4ta. División al mando del Tte. Cnel. Bernardino Bilbao Rioja, que reemplazó al Tte. Cnel. Enrique Peñaranda por motivos de salud. Mientras tanto, arreciaban las críticas contra Salamanca y el comando boliviano. El general Quintanilla contesta con amargura: "Ni el general Kundt ni nadie remediarán la falta de efectivos, la deficiencia de armamentos y en general las innumerables deficiencias orgánicas que caracterizan la actual situación".
El 30 de noviembre de 1932, desde las trincheras se observó al Capitán de la aviación boliviana Rafael Pabón enfrentándose al Tte. Benítez Vera de la aviación paraguaya que llevaba de observador a un oficial del Estado Mayor paraguayo y que terminó con la destrucción del aparato paraguayo. Los
cercos de Campo Grande y de Pozo Favorito
Véase también: Batalla de Campo Grande
El ataque a Nanawa obligó al comando boliviano a debilitar el sector avanzado de Alihuatá, donde quedaron tres unidades con un débil enlace entre ellas: el regimiento Ballivían en Campo Grande, a la izquierda de Alihuatá; El regimiento Chacaltaya, en el centro sobre el camino Alihuatá-Arce; y una pequeña compañía del regimiento Junin, en Pozo Favorito. La
7ma. División paraguaya (Tte. Cnel. Ortiz) realizó tres movimientos de cerco separados, uno contra el regimiento Ballivían, que era el principal, y los otros do s, con unidades menores, contra el regimiento Chacaltaya y la co mpañía del regimiento Junín. La batalla de Campo Grande duró varías días. Las unidades bolivianas hicieron desesperados esfuerzos para salir de los cercos. Los regimientos Loa y Ayacucho, que se encontraban en Nanawa, fueron en su ayuda, pero el Loa también cayó en el cerco y el Ayacucho no pudo alterar la situación. Tanto Kundt como Banzer apreciaron erróneamente la dirección principal del ataque paraguayo. Tras días de sufrimiento por la falta de agua y el hostigamiento enemigo, los regimientos Ballivían y Loa capitularon. Un total de 509 soldados, con 2 jefes, 11 oficiales, 3 médicos y 10 suboficiales se rindieron. La compañía de l regimiento Junín también se rindió. En el centro, el regimiento Chacaltaya iba a correr la misma suerte, pero la aparición o portuna de los regimientos Lanza y Campero, después de duros combates, abrieron un brecha por donde pudo escapar. Estas tres maniobras contra los regimientos que defendían el sector avanzado de Alihuatá fue el primer síntoma del cambio de estrategia del ejército paraguayo y un ensayo en miniatura de lo que vendría después. Una
batalla modelo: Alihuata-Campo Vía 23 octubre a 11 diciembre de 1933
Artículo principal: La Segunda Batalla de Alihuatá
No puedo evitar ocultar a usted el angustioso dolor que me causa el pensar en el derramamiento de sangre en el Chaco. Confío en que usted sepa economizar nuestro cruel desgaste en cuanto sea posible sin comprometer el éxito final de la campaña ( Mensaje de Daniel Salamanca al Gral. Hans
Kundt) Salamanca recomendaba no repetir los ataques como el de Nanawa, sugiriendo una estrategia defensiva, con el menor costo posible en vidas y materiales, que desgastase al enemigo hasta obligarlo a llegar a un tratado de paz razonable. Salamanca ya no pensaba, como un año antes, llegar hasta Asunción, la capital paraguaya, para firmar allí el final de la guerra. Por el otro lado, el presidente Eusebio Ayala viajó al Chaco para ascender a Estigarribia al rango de General. En esa reunión aprobó el Plan de Operaciones contra las fuerzas bolivianas en la zona Zenteno-Alihuatá, y se comprometió a enviar todos los recursos que el Paraguay pudiera disponer. El día 23 de octubre, luego de concentrar importantes fuerzas en la zona, Estigarribia ordenó el inició de una serie de ataques contra la 9na. División (Cnel. Carlos Banzer) de acuerdo a la primera fase de su plan que era empujarla a sus líneas principales.
Una vez amarrada las posiciones de los defensores pasó a la segunda fase, rodear su flanco izquierdo, maniobra que encabezó la 7ma. División paraguaya. El 3 de diciembre de 1933 la vanguardia de esa división llegó hasta los bordes del Campo 31, cortando el camino Saavedra-Alihuatá con lo quedaba la 9na. División en peligro de ser copada. Otras fuerzas cortaron después una segunda ruta más larga hacia el mismo lugar. Sin posibilidad de recibir ayuda para evitar el cerco, Banzer decidió replegar su división por una tercera ruta que todavía quedaba libre. El fortín Alihuatá fue evacuado, y los 7.000 hombres abandonaron sus posiciones hacia un costado, en dirección sureste, hacia la 4ta. División que combatía en la zona de Gondra. Lo que el Cnel. Banzer desconocía era que el frente de la 4ta. División había sido roto por un sorpresivo ataque realizado por el Cnel. Rafael Franco y que esa división se estaba replegando a su vez hacia la misma zona donde convergía la 9na. División. R endición Artículo
en Campo Vía
principal: El cerco de Campo Vía
La 9na. y 4ta. División boliviana se encontraron en Campo Vía. La ruptura del frente de la 4ta. División por la 1ra. División paraguaya (Franco ) rodearon a dos Divisiones bolivianas, el grueso de su ejército en el Chaco. El 10 de diciembre se completó el anillo. Toda la ofensiva paraguaya fue una sorpresa y el Gral. Kundt reaccionó lentamente a la crísis que se desarrollaba. Consideró alarmistas e incorrectos los informes de los pilotos ya que estaba convencido de que el ejército paraguayo no estaba capacitado para llevar a cabo operaciones coordinadas con una gran cantidad de unidades en un frente tan amplio. Muchas de sus órdenes no fueron o no pudieron ser cumplidas por sus subordinados. Tal el caso de Peñaranda que, sin autorización de Kundt (ausente en La Paz), retiró inexplicablemente su división de "Km. 21" hacia Saavedra impidiendo toda posibilidad de ayuda a Banzer. Cuando Kundt volvió a Muñoz lo recriminó y ordenó que volviera inmediatamente a esa posición para colaborar en el escape de las dos divisiones cercadas. El 10 de diciembre, los bolivianos llevaron a cabo un desesperado contraataque para intentar salvar las fuerzas aisladas pero el apo yo aéreo fue deficiente y muchas de las bombas cayeron sobre las propias unidades. Desde adentro sólo el regimiento Lanza, en una lucha feroz y con grandes pérdidas, logró romper el cerco y escapar con otras pequeñas unidades. El 11 de diciembre, las dos divisiones bolivianas, sin ninguna opción, tuvieron que rendirse. Fue la primera gran derrota del ejército boliviano en el Chaco: murieron 2.600 soldados y aproximadamente 7.500 cayeron prisioneros. De un solo golpe, más de dos tercios de las mejores fuerzas de combate fueron destruidas. Só lo 1.500 hombres "escaparon" de la zona aislada, que en su mayoria pertenecían a las fuerzas de Peñaranda que no estuvieron dentro del cerco sino fuera de él. Cuando Kundt comunicó a La Paz que se habían perdido 7.500 soldados pero que se había salvado Peñaranda con sus hombres éste nunca aclaró esta situación y la cosechó en su favor como si fuera el héroe de la jornada, por esa razón, tras la
destitución de Kundt, Salamanca lo promovió en su lugar. El resto del ejército boliviano se retiró rápidamente. La rendición de Campo Vía proporcionó al Paraguay 8.000 fusiles, 536 ametralladoras, 25 morteros, 20 piezas de artillería, muchos camiones y una gran cantidad de municiones por lo que no tuvo que realizar nuevas compras en armamentos. La capacidad que demostró el ejército paraguayo para planificar y llevar a cabo rápidamente una maniobra compleja por la gran cantidad de soldados comprometidos y en pleno verano, sorprendió totalmente al comando boliviano.
Batalla de El Carmen - 16 noviembre 1934 Artículo
principal: Batalla de El Carmen
A mediados de noviembre, el ejército paraguayo realizó una de las maniobras mejor ejecutadas. Con tres divisiones, rodeó a la 1ra. Div. de Reserva al mando del cnel. Zacarias Murillo que se encontraba defendiendo el lugar denominado Cañada El Cármen. Mientras una atacó frontalmente fijandola a su po sición, las otras dos (Divs. 8 y 2) avanzaro n por los costados de su presa. Pese a la detección de patrullas en la retaguardia y a la emboscada en la que murió el mayor Celso Camacho del Estado Mayor (que había logrado escapar del cerco de Campo Vía) y que tenía en su poder mapas, disposición y número de tropas y los planes operativos de la División, Murillo no hizo ningún cambio ni intentó retirarse "El dia 11 de noviembre", comenta el médico cirujano Edmundo Ariñez Z apata del Regimiento de Caballeria 20 boliviano: "fui invitado a celebrar copiosamente (sic) el cumpleaños del coronel Murillo con la acostumbrada serenata de la víspera en la que aparte de la música se hizo nutrido fuego con toda clase de armas que disponía la División"
Pocos días después de esta celebración, el 16 de noviembre, toda su División quedó cercada por la 8va. (Cnel Garay) y 2da. División paraguayas que se unieron en su retaguardia. Tambien ingresó a la trampa otra división boliviana (la 2da. División de Reserva al mando del cnel. Walter Mendez, conocido como "el Tigre Rubio") que sin control de la situación acudió en socorro de la primera.
Al igual que en Campo Vía, el 16 de noviembre de 1934, más de 7.000 hombres de dos Divisiones bolivianas, acosados por la presión enemiga, el calor y la sed, mezclados y apretujados, ya sin disciplina alguna, comenzaron a rendirse. Algunos grupos lograron escapar internándose en el bosque. Se vivieron escenas de gran dramatismo cuando el ejército paraguayo tuvo que proveer de agua y alimentos, en forma perentoria, a una masa de hombres que duplicaba su capacidad logística. "Muchos prisioneros bolivianos estaban tan debilitados que por el zarandeo de los camiones que los llevaban a nuestra retaguardia perdían el equilibrio y caían al camino donde nadie los recogía. Asi se llenó la ruta de un tendal de cadaveres, algunos muertos por la sed, otros atropellados por los camiones que, debido a la oscuridad o la polvareda, no los podían esquivar"(Estigarribia, J.F. Memorias. pags 323-326).
Como consecuencia de esta irrupción paraguaya en la zona central, el general Peñaranda ordenó el rápido abandono del fortín Ballivián al sur y la retirada hacia Villa Montes antes de que esas fuerzas pudieran ser aisladas por el enemigo. Cayó asi un fortín que era todo un símbolo de la presencia de Bolivia en el Chaco. En su larga lucha contra lo que consideraba como una ineptitud crónica de los comandantes bolivianos, el presidente Salamanca comenzó a buscar un reemplazante de Peñaranda, convencido cada vez más de que éste carecía de los conocimientos y el carácter para dirigir al ejército boliviano.
Derrocamiento de Daniel Salamanca 23 noviembre 1934
Artículo
principal: Daniel Salamanca
El desastre de El Cármen obligó al ejército boliviano a abandonar el Fortín Ballivián (a cuya defensa se había dado tanta importancia), y atrincherarse a pocos kilómetros de Villa Montes, base del ejército boliviano en e l Chaco. Siete días despues y con las fuerzas enemigas acercándose a Villa Montes, el presidente boliviano Daniel Salamanca decidió viajar en persona a esa localidad para destituir al Gral. Enrique Peñaranda y reemplazarlo por el Gral. José L. Lanza. La relación de Salamanca con Peñaranda fue siempre áspera, lindante casi con la insubordinación. En un radiograma a Peñaranda, luego de la derrota de El Carmen y de la retirada de Ballivián, Salamanca le manifiesta: "Hago saber a ustedes que el pueblo ya no tiene confianza en la pericia del comando".
La respuesta de Peñaranda no fue menos violenta: "Aquí en la línea se piensa lo mismo de su gobierno y no por ello nos alarmamos".
Fue un error de Salamanca, en su larga lucha contra el comando boliviano, abandonar La Paz sin la custodia adecuada. El 23 de noviembre de 1934, sectores politizados de las fuerzas bolivianas leales al gral. Peñaranda y al coronel Toro, se resistieron a la orden presidencial. "De todas las revoluciones o golpes de Estado en Bolivia, esta fue una de las más grotescas. Se extrajeron tropas de las trincheras y e n plena zona de operaciones, a doce kilóme tros del enemigo, los principales jefes hicieron apuntar cañones a la residencia donde se alojaba el envejecido jefe del gobierno, la rodearon de soldados armados con fusiles y ametralladoras, y con actitudes valentonas, incitadas en algunos de ellos por el alcohol libado durante la noche de vigilia, aprisionaron a su víctima y más tarde le exigieron su renuncia." (Querejazu Calvo)
Luego acordaron con el vicepresidente Tejada Sorzano para que asumiera la primera magistratura. Fue el mejor cerco que lograron realizar los comandantes bolivianos en toda la guerra y Salamanca no se privó de decírselos. Daniel Salamanca retornó por vía aérea a Cochabamba. Quince días después hubiera tenido que soportar el tremendo desastre de Yrendagué. Ahora ya no debía cargar con la responsabilidad que venía temiendo desde un año atrás: la de tener que firmar la paz con el ejército paraguayo pisando territorio boliviano, en co ndiciones de inferioridad por culpa de los errores de los comandantes bolivianos. Ahora esa t area estaba en manos de Tejada Sorzano, de Elío y sus co rreligionarios liberales o de los oficiales del ejército que iniciaban su marcha de regreso al gobierno de Bolivia. Maniobra
de Yrendagüe y colapso del Cuerpo de Caballeria del Cnel Toro 5 al 8 diciembre de 1934 Artículo principal: Batalla de Yrendagué
"La guerra en el desierto es el Paraíso de la Táctica y el Infierno de la Logística"
El 9 de noviembre de 1934, el poderoso Cuerpo de Caballería del Cnel. Toro con 12.000 hombres desalojó a los paraguayos del fortín Yrendagüé, único lugar donde se encontró abundante agua dulce en el Chaco. El 2do. Cuerpo, cuya misión era alejar esas fuerzas de la zona de El Carmen, escapó nuevamente del cerco y continuó su retirada hacia Picuiba-La Faye. Pese a la derrota boliviana en E l Carmen (16/noviembre/1934) el coronel Toro siguió presionando a Franco preparándose para ocupar La Faye. El Gral. Estigarribia devolvió la 8va División al 2do. Cuerpo por lo que ahora éste disponía de 5.500 hombres pero aún así la situación de las fuerzas paraguayas era comprometida. Antes de que se produjera la inevitable ocupación boliviana de La Faye, que crearía serios problemas logísticos, el Cnel. Franco, tal cual era su caracter ística, ideó un contra-ataque sorpresivo por lo casi imposible de su realización. El plan consistía en infiltrar a la 8va División entre dos divisiones bolivianas rumbo a Yrendagué, a través de 70 kilómetros de desierto, en pleno verano, con más de 45 grados de calor a la sombra, abriéndose paso por un monte cerrado para no ser descubierta por las patrullas de control y aviac ión enemiga, apoderarse de los pozos y dejar sin agua a todo el Cuerpo de Caballería boliviano en pleno desierto. La 8va. División, con el coronel Eugenio A. Garay a la cabeza (era el oficial de más edad en el ejército), inició la marcha el día 5 de diciembre y con gran esfuerzo y con sus hombres al borde de la deshidratación llegó a Yrendagüé el día 8 de diciembre, tomó el fortín y los pozos. Sin agua, las fuerzas bolivianas se desintegraron. Muchos soldados salvaron sus vidas entregándose. El día 10 miles de soldados intentaron huir desde El Cruce
hacia el fortín 27 de Noviembre muriendo de sed o suicidándose desperdigados por el desierto. El día 11 llovió providencialmente so bre los sobrevivientes. De los 12.000 hombres, Bolivia perdió el 50% de los soldados y el 60% del armamento. Fue una de las batallas más crueles de la guerra y produjo una profunda impresión en el pueblo boliviano cuando se enteraron del padecimiento de los soldados. El historiador Bruce Falcau, al comparar las acciones del Cnel Franco con las del Gral. norteamericano Patton dice: la movilidad depende más de la personalidad del comandante y su estado mental que de la
velocidad de los vehículos que puedan tener a su disposición.