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MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Gustavo Luis Moré
4.1
La situación de la República en 1930 Con el violento advenimiento del nuevo presidente Rafael Leonidas Trujillo Molina al poder –quien gobernó a sus anchas sirviéndose de los métodos y las estrategias más inverosímiles desde el 16 de agosto de 1930 hasta el 30 de mayo de 1961, cuando fue ultimado– se establece un punto de inflexión fundamental en el devenir dominicano. Predecir los 31 años de su dominio absoluto sobre los destinos del país era sencillamente imposible. Intuir los caminos que habría de transitar la sociedad en su desarrollo económico, cultural y, consecuentemente, territorial, hubiera constituido un acto de profecía. Más allá de los métodos y de las complicidades típicas de estos procesos tan frecuentes en la evolución democrática de la América Latina del momento, la realidad demuestra que la huella dejada por la llamada Era de Tru jillo en el territorio nacional es, hasta hoy en día, imborrable. El fenómeno de la modernidad, introducido tímidamente en el país pocas décadas antes a través de los puertos y las instalaciones para la agroindustria dispersas en sus hinterlands, hace su entrada en los centros urbanos y se consolida, principal-
Doble página anterior: Tramo central del puente sobre el río Higuamo, San Pedro de Macorís. 1934. Foto Ricardo Briones. Ayuntamiento de la Romana. c.1940. José Antonio Caro Alvarez. Foto Archivo CARALVA. Casa Armenteros en La Romana. Tomás Auñón, c. 1945. Foto Ricardo Briones. Edificio de la Escuela Normal de Varones, 1942. Leo Pou Ricart. Foto Archivo General de la Nación. Monumento a la Paz de Trujillo en Santiago de los Caballeros, 1944. Henry Gazón et alt. Foto Ricardo Briones.
mente, en la ciudad de Santo Domingo, la que cambiaría su nombre por el de Ciudad Trujillo en 1936. Este es un proceso paulatino que requiere de una detenida mirada, de una profunda revisión. El primer indicio de un cambio en el proceder arquitectónico dominicano colonial, aquella tradición evidente en los gruesos muros de tapia, ladrillo y piedra caliza, en los techos de vigas de caoba y de otras maderas preciosas cubiertos generalmente de tejas planas, de enlucidos blancos y luminosos patios, se produce después de más de tres siglos y medio de ininterrumpida práctica constructiva, con la introducción de los materiales industrializados, hacia el 1865. Pequeños y grandes edificios de maderas extrañas, estructuras de acero y chapas de lámina metálica, forman empaques destinados para un medioambiente imaginado, importados para poner al servicio de las nuevas líneas de ferrocarril, dedicados a instalar los ingenios de azúcar y para, a través de un singular proceso de reproducción local, poblar las concentraciones urbanas vinculadas a los nuevos desarrollos industriales del país: Puerto Plata, Montecristi, Sánchez, San Pedro de Macorís, La Romana, Barahona.1 A inicios del siglo XX , se introduce el uso del hormigón armado en el importante puerto sureño de San Pe-
Vista axial desde el sur del Parque Ramfis, hoy Eugenio María de Hostos, en la avenida George Washington, Santo Domingo. Guillermo González, 1937. Foto Max Pou.
Mausoleo privado en el Cementerio de Santo Domingo, inicios del siglo XX. Foto Gustavo Luis Moré.
dro de Macorís. Inmigrantes españoles, italianos, árabes, alemanes, negros angloantillanos libertos (local-
Inicios de la avenida Independencia, hacia la década del 20, Santo Domingo. A la izquierda se observa el Cementerio Municipal. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
que finalmente alcanza a Santo Domingo, la vieja capital, en esos tiempos dedicada a extrapolar sus límites
Fachada sur Club de la Juventud en Santo Domingo, c.1934. Juan de la Cruz Alfonseca. Foto Archivo Marcos Blonda.
estilísticamente estilísticam ente las mismas alineaciones coloniales, en nuevos materiales. Es el momento en el que actúan
Casa familia Reid Cabral, originalmente Tejera Álvarez, calle Cervantes, Gazcue. En ella funcionó durante unos años una de las pocas escuelas capitalinas, el Colegio Cervantes. Pedro de Castro, 1928. Foto Ricardo Briones.
casa en hormigón armado en la calle Mercedes esquina José Dolores Alfonseca hacia 1906–, Juan Bautis-
mente llamados “cocolos”), actúan como proyectistas y obreros especializados, determinando un proceder más allá de las vetustas murallas hacia ensanches en los que se aplican, todavía con cierto pudor, los modelos eclécticos típicos de la época. El ensayo de extensión de extramuros de Ciudad Nueva sólo maquilló figuras como Osvaldo Báez (1857-1936), Alfredo Scaroina, Andrés Gómez Pintado –quien realiza la primera ta del Toro (1892-1953), Octavio Acevedo, Juan Alfonseca (1876-1965), Malla, Turull, Domenech, Flon Gautier y muchos otros protagonistas del eclecticismo previamente reseñado en el capítulo anterior de esta obra. 2 Pocas figuras se destacan como la de Antonín Nechodoma (1877-1928), ese mítico checo que llega al país después de un misterioso periplo e introduce el Prairie Style en el Caribe.3 Ejecuta obras de notable vanguardia tanto en la República Dominicana como en Puerto Rico. Diestro en el uso de los nuevos materiales –el hormigón armado hace su entrada en el país en la primera década del nuevo siglo–, demuestra un primer asomo a esa modernidad incipiente, todavía desarraigada de los procesos sociales y culturales que en Europa y en los Estados Unidos se venían gestando desde siglos atrás. Esta especie de defecto de nacimiento todavía acompaña a la arquitectura moderna en el Caribe y en gran medida en América Latina: la noción, si bien velada, de tratarse de un fenómeno de importación más que del resultado de las posibilidades intelectuales y materiales del hombre como constructor d e su propia cultura. Ciertamente es en San Pedro de Macorís y en las demás ciudades portuarias del país donde nace la modernidad dominicana. En Macorís del Mar, un nutrido grupo de extranjeros dedicados a las artes de la construcción, primordialmente el misterioso personaje de Nechodoma, representa el cambio. Éste hace las obras de ingeniería del puerto, la torre del campanario de la Catedral, el desaparecido Matadero y el
Ángulo noroeste del Hospital Padre Billini, Santo Domingo. c. 1925. Osvaldo Báez. Foto Ricardo Briones.
edificio Municipal de Correos. En Santo Domingo trabaja en la primera restauración de la Catedral y en
el Portal del Palacio Nacional de Santo Domingo. La frecuente e intensa relación con Puerto Rico deter-
varias casas de destacada factura, obras relevantes para un recién llegado, ciertamente. 4 Es la primera
minó un flujo de autores, probablemente los más destacados del período inmediatamente anterior al ad-
Glorieta central del Parque Enriquillo, después de su restauración llevada a cabo por el ADN en julio de 2008. Osvaldo Báez, 1930. Foto Ricardo Briones.
vez que se bajan las alturas de los techos, que se construyen espacios flexibles –con límites inexisten-
venimiento del presidente Trujillo. De Castro, como ya hemos señalado antes, diseña varias casas de ri-
tes o acomodables al uso–, se discrimina la estética del fenestramiento versus la masa del muro, se au-
ca factura artesanal, en particular para la familia Freites, a lo largo de la avenida Independencia, uno de
toriza a las cubiertas a tener vida propia, se independizan los volúmenes de un organismo anteriormen-
los ejes que se extienden fuera de las murallas paralelos al mar Caribe, constituyéndose en el paradig-
Antigua imagen de la demolida Residencia Freites, en la avenida Independencia, Santo Domingo. c. 1928. Pedro de Castro. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
te compacto, atado a las prerrogativas de un urbanismo de manzanas, calles y plazas. Tanto cambia la
ma a seguir en el desarrollo de este “estilo” asumido por los arquitectos locales.
arquitectura como la noción de la propiedad urbana. La ciudad sobrepasa los límites de su cementerio
Las obras ejecutadas por el gobierno norteamericano que ocupó el país de 1916 a 1924, trazan una ru-
extramuros, en la avenida Independencia, y se extiende hacia las sabanas costeras y en torno a los ca-
ta precisa, no tanto en la definición de un proceder arquitectónico –identificable por su predilección en el
minos de salida de la capital hacia el Cibao y otras comarcas. El concepto de Ciudad Jardín –en reali-
uso del ladrillo de arcilla como elemento constructivo y expresivo básico–, sino por el establecimiento de
dad una adaptación local respecto a su origen inglés– entra, no mucho más tarde, por el ensanche Lu-
la infraestructura territorial que encauzaría el desarrollo de la nación. La experiencia previa del Canal de
go y los otros ensanches capitalinos hoy englobados en el barrio de Gazcue. Habría que ver si en cierta
Panamá, campo de ensayo de una nueva arquitectura apropiada al clima y a las exigencias ambientales
manera, las instalaciones domésticas implantadas en algunos de los ingenios para la producción de ca-
del Caribe húmedo, concretiza modelos de fresca presencia, inspirados en formas sencillas, casi plató-
ña, los conocidos bateyes para extranjeros, no se adelantan en la introducción de este modelo de asen-
nicas, y en la combinación inteligente de materiales locales e importados. 8 La relación del caso paname-
Portal principal del nuevo Cementerio Municipal de Santo Domingo. c.1935. Fidel Sevillano. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Casa familia Henríquez en el Ensanche La Primavera, hoy Gazcue, Santo Domingo. c. 1930. Foto Ricardo Briones. Dibujo de la propuesta de Konstantin Melnikoff para el concurso del Faro a Colón. 1929. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
tamiento. Por vez primera se aislan las casas de sus bordes, asumiendo mayores retiros y permitiendo
ño con las otras intervenciones estadounidenses en el área del Caribe está aún por ser estudiada.
así jardines frontales, laterales y traseros y una vida “nueva”, más sana y aireada, producto de la prime-
Apenas un par de años antes del traumático cambio de mando acaecido en 1930, se lleva a cabo uno
ra modernidad, aún estrechamente vinculada a los preceptos de la vida poscolonial. Este barrio ejemplar
de los concursos de arquitectura mundiales de mayor trascendencia para la República Dominicana. Se
resumió por décadas el trabajo de los más destacados autores de la escena local e internacional. 5
trata del concurso, gestado décadas antes por Américo Lugo, para erigir un monumento a la memoria
Por San Pedro de Macorís ingresa Benigno Trueba (1887-1948), formado en Barcelona y autor de es-
del Gran Almirante, en la ciudad de Santo Domingo. El premio a esta competencia, a la que asistieron
pectaculares edificios que cambian radicalmente el paisaje y la escala del centro histórico de Santo Do-
arquitectos de la talla de Alvar Aalto, Konstantin Melnikoff, Tony Garnier, etc., recayó en un joven arqui-
mingo, quien comparte escenario con Pedro de Castro (1895-1936), 6 ese boricua admirable que desa-
tecto escocés, Joseph Lea Gleave (1907-1965), ganador entre 455 propuestas de 48 países, quien
rrolla preciosas casas en el estilo entonces llamado “mediterráneo”, hoy mejor identificado como neohis-
eventualmente se traslada a Ciudad Trujillo a realizar los planos del proyecto y a dar inicio a esta faraó-
pánico o neocolonial por la historiografía latinoamericana.7 La abundante obra de Fidel Sevillano ha sido
nica obra, que sería terminada en 1992, bajo circunstancias muy diferentes a las previstas originalmente
recientemente documentada, y ofrece proyectos de la relevancia del Edificio de Correos de Santiago, o
durante la V Conferencia Internacional Americana, en 1923. 9
4.2
Cambios políticos y fenómenos atmosféricos: “...no descansará mi brazo...” La década del 30 es fundamental en el desarrollo de la arquitectura dominicana. El 3 de septiembre de 1930, a menos de un mes de haber asumido el poder el dictador Trujillo Molina, se produce uno de los huracanes más devastadores que haya conocido la historia dominicana, el ciclón de San Zenón. Los cuantiosos daños a propiedades y la pérdida de vidas humanas generan un cambio de actitud frente al uso de los materiales tradicionales y promueven la adopción del bloque de hormigón, originalmente almohadillado o tipo “berruga”, en vez del entonces típico paramento de madera como unidad primordial en la arquitectura dominicana, vigente hasta nuestros días. El mismo Trujillo recorre las calles de la capital y los asentamientos más impactados por el fenómeno y emprende un programa de saneamiento y de obras públicas, que obtuvo resultados inmediatos. Para seguir una secuencia de hechos, según el libro Obras de Trujillo,10 el Parque Enriquillo es inaugurado el día 18 de agosto. Ejecutado por Don Osvaldo Báez, era, hasta su reciente remodelación, uno de los espacios públicos más distinguidos de Santo Domingo. El 1ro. de noviembre se inaugura el Hospital para Niños y se ordena la pavimentación de las calles de Santo Domingo y de Santiago. La primera gran obra inaugurada por Trujillo, iniciada en su gestión, es la del puente sobre el Río Higuamo, el 18 de mayo de 1934, una hermosa estructura de acero de sorprendente esbeltez que acercó San Pedro de Macorís –todavía el puerto más cosmopolita del sur– a la Capital del país, iniciando así, paradójicamente, un proceso de declinación que aún persiste en esa ciudad oriental. Las obras del puerto de Santo Domingo se firman con el ingeniero puertoriqueño Benítez Rexach en marzo de 1935, proyecto que cambiaría definitivamente la cara de la ciudad, dotándola de una infraestructura de gran modernidad apta para el intercambio comercial, industrial y posteriormente, turístico. El elenco de carreteras, puentes, drenajes, escuelas, hospitales y muchas otras instalaciones para el servicio ciudadano, se multiplica casi geométricamente en estos primeros años, hasta dar pie a una posibilidad nunca prevista: Trene Pérez, notable autor de la protomodernidad, posteriormente ejecutado por el mismo régimen, construye el obelisco conmemorativo al cambio de nombre. A partir de 1937, hasta 1961, Santo Domingo se llamó Ciudad Trujillo. Desde lo alto de
Obelisco conmemorativo al cambio de nombre de Santo Domingo a Ciudad Trujillo, desde el Parque Ramfis. 1937. Trene P érez. Foto de Max Pou. Planta general del Parque Ramfis, Santo Domingo, 1937. Guillermo González. Dibujo de Martínez, Mignucci y Rigau.
Aspecto de uno de los galpones del nuevo puerto de Santo Domingo, hacia 1938. Benítez Rexach. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
este viril monumento se aprecia en algunas de las fotos y postales de la época el espectáculo relucien-
Temprana vista del Parque Ramfis, hoy Eugenio María de Hostos, desde el tope del obelisco. 1937. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
no reclamadas del huracán de San Zenón. Ya un editorial del Listín Diario había escrito: “Inauguracio-
Hermosa vista aérea del conjunto original del Hotel Jaragua. Santo Domingo, 1942. Guillermo González. Archivo OGM.
te del Parque Ramfis, ejecutado meses antes por el joven arquitecto Guillermo González, en apaisado romance con el mar Caribe, dominando el predio donde fueron enterradas en fosa común las víctimas nes y no primeras piedras...”. Vale la pena reseñar la actual situación de estos d os proyectos tan singul ares de la temprana dic tadura. El territorio costero del muelle de Santo Domingo es objeto de una transformación integral de parte de renombrados inversionistas privados, en una acción que comprometerá el futuro de ambas márgenes de la desembocadura del Ozama. La vocación turística y de espacios dedicados al ocio prometen convertir este espacio, hasta ahora residual o marginal a la actividad urbana del centro histórico, en un nuevo polo de atracción capaz, de ser correctamente articulado en su diseño, de potenciar el creciente turismo nacional hacia espacios de naturaleza cultural. El Parque Ramfis, hoy conocido como Eugenio María de Hostos, es el único –paradójicamente el más antiguo– proyecto de Guillermo González que ha sido rescatado en su concepción espacial original. Ojalá una intervención municipal que ya se anuncia sepa respetar este simbólico lugar, tan importante no sólo en términos arquitectónicos, sino históricos. Victor Garrido, poeta dominicano (1886-1972), escribió en “El obelisco de Ciudad Trujillo”: ... “Y cuando herido por la muerte el día / el mundo se adormece en la armonía / que fluye de la bóveda estrellada, / es el altivo y mudo centinela que en silencio de la noche vela / el sueño secular de la Primada”.
11
4.3
El invariable retorno, 1930-1937: “Llega joven arquitecto” En la República Dominicana, la gestión estadounidense crea las bases institucionales para el nuevo diseño a través de la Oficina de Ingenieros, posteriormente convertida en la Dirección de Obras Públicas. Varios jóvenes dominicanos que debutan allí como dibujantes son protagonistas destacados: Oct avio (Trene) Pérez Garrido (1905-1949), Mario Lluberes (1906-1967) y Alfredo González, entre otros.Pablo Pérez se gradúa a principios de siglo en el extranjero y trabaja en Santiago en proyectos vinculados a La Tabacalera y en varias residencias privadas. Estos jóvenes autores participan activamente en la cultura constructiva local por varias décadas, compartiendo la escena con una serie de nuevos profesionales que poco a poco retornan al país, después de concluir sus estudios en el extranjero. Guillermo González (1900-1970) se diploma en 1930 en los EEUU; Humberto Ruiz Castillo (1895-1966), en 1931 en París; al igual que José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), en 1932 y Juan Bautista del Toro, unos años antes; Leo (1905-1976) y Marcial (1908-1965) Pou Ricart, en Bruselas, en 1933.
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Son ellos, entre otros,
quienes eventualmente configuran una Primera Generación de arquitectos pioneros en la introducción de las nuevas formas del Movimiento Moderno. Ante la falta de una facultad local propiamente dicha, la verdadera escuela de esta primera generación se desarrolla en el extranjero. La sociedad dominicana, comparativamente atrasada en el desarrollo de su cultura arquitectónica respecto, incluso, a otras naciones del Caribe, acude a la única opción de enviar a sus jóvenes, deseosos de formarse en esta disciplina, a otras ciudades, particularmente europeas. La atracción por el universo de la floreciente modernidad franco y germano-centrista de inicios de siglo no era aún eclipsada por las vanguardias norteamericanas, que muy pronto ocuparían la escena, a raíz precisamente de la migración de muchos de sus más destacados protagonistas, antes de y durante la II Guerra Mundial. La más notable excepción por el interés en llevar a cabo los estudios en Europa la constituye, paradójicamente, el que se convertiría, en menos de diez años de práctica profesional, en el paradigma de la modernidad dominicana en la arquitectura: Guillermo González. El predominio de los esquemas domésticos mediterráneos, introducidos por el gusto imperante entonces
Vista del aspecto que ofrecía el conjunto total del Hotel Jaragua y sus anexos, hacia 1960. Foto Max Pou. Plantas del bloque original del Hotel Jaragua. 1942. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
en los EE.UU. en enclaves de origen hispánico, tales como La Florida, Texas y California,13 se hacía presente en las nuevas viviendas solariegas del Ensanche Lugo, Gazcue, La Primavera y en los demás desarrollos inmobiliarios de extramuros. Este gusto por el empaque neohispánico se mantiene a lo largo del siglo, y es todavía hoy, transformado por la posmodernidad, un invariante en la escogencia estilística de muchos dominicanos. Los principales autores de esta estilización romántica son precisamente Trene Pérez y Mario Lluberes, antes de su transición a la modernidad, aunque es muy posible que la influencia más fuerte haya sido el conjunto de obras del puertorriqueño Pedro de Castro en Santo Domingo y en Santiago.14 Es necesario detenerse a comprender este singular estilo neocolonial, tan común a toda América Latina durante estas décadas, y particularmente generalizado en las Antillas hispánicas. Se introduce en la región después del renombrado pabellón de California en la Feria Internacional Colombina de Chicago de 1893, celebrando el IV Centenario del Descubrimiento de América, influenciado por la tradición de la arquitectura misionera de la región. También estuvo notablemente presente en la Exposición internacional de PanamáPacific en San Diego, en 1915, como una consecuencia del predominio norteamericano en esos años del New Deal , en los que los EE.UU. determinaron establecerse en el territorio con una marcada presencia tan-
to militar como comercial y, en consecuencia, cultural, sentando las bases de un fenómeno aún vigente.15 No hay mejor recuento sobre la historia de Gazcue que el contenido en una carta que recibí en 1987, escrita por la Sra. Altagracia de Thomén. 16 Me permito citar algunos párrafos con la certeza de que resultarán relevantes para esta Historia: "En cuanto al nombre de Gazcue, ignoro qué cubriría esta denominación en tiempos antiguos, pero al comienzo de este siglo se denominaba así la porción que hoy d ía ocupan la Embajada Americana y la Plaza de la Cultura. Esto era propiedad de mi abuelo, Pedro A. Lluberes, quien lo había comprado a Don Casimiro N. De Moya. Para nuestra familia este era uno de los “potreros” que componían la estancia familiar. Otros se llamaban “La Generala” (donde está hoy el Palacio de Gobierno), otro “Mis amores” (no sé donde quedaba) y por último el núcleo de la propiedad llamado “La Aguedita”, nombre que
Casa Dunsmore, hoy Martínez Bogaert, en la calle César Nicolás Penson, Gazcue. c. 1955. José Reyes y Miguel Soler. Foto Ricardo Briones. Estación de servicios en la avenida Independencia, Santo Domingo. c. 1948. Foto Ricardo Briones. Casa morisca en la calle Uruguay, Santo Domingo, diseñada para la Sra. Julia Molina. c. 1940. Trene Pérez. Foto Ricardo Briones. Casa neohispánica de la familia Santoni en la calle José Joaquín Pérez, Gazcue. c. 1946. Trene Pérez. Foto Ricardo Briones. Alzado de su tesis para el Ayuntamiento de Santo Domingo. Yale University, c. 1930. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo.
Casa de la familia Herrera. c. 1925. Estado actual, 2008. Mario Lluberes. Foto Ricardo Briones. Residencia de la familia de la Maza en Moca, c.1947. Trene Pérez. Archivo Marcelle Pérez Brown. Dibujo del portafolio de viaje a Europa de Guillermo González, c.1930. Archivo Omar Rancier. Villa Beliza, residencia de la familia Ricart en la avenida Bolívar, hoy ocupada por el Cuerpo de Paz. c. 1950. Mario Lluberes. Foto Ricardo Briones.
Casa en la Moisés García, Gazcue, c. 1945 (demolida). Trene Pérez. Foto Jochi Marichal. Casa en la César Nicolás Penson casi esquina Máximo Gómez, de estilo art deco . Aloja desde el año 1981 al INSTRAW, después de su reciclaje realizado por Apolinar Fernández De Castro. Foto Ricardo Briones. Casa familia García Trujillo, calle César Nicolás Penson, Gazcue. 1936. Mario Lluberes. Restaurada para hospedar el Consejo de la Magistratura. Foto Ricardo Briones. Dibujo del portafolio de viaje a Europa de Guillermo González, c.1930. Archivo Omar Rancier.
Portal de ingreso o galería frontal de una casa en la calle Luisa Ozema de Pellerano del Ensanche Lugo. Foto Ricardo Briones.
aún se conserva, y que era el nombre de mi abuela. Esta porción la reservó mi abuelo para que edificaran
maba una especie de sótanos. Allí salvaron sus vidas muchas personas cuando el huracán de San Zenón.
en ella sus hogares sus hijos (¡eran 14!). En tiempos pasados, las familias que habitaban el centro de San-
Los materiales de construcción provenían en gran parte de la misma estancia: las paredes eran de tapia,
Fachada principal de la casa García Hatton en la César Nicolás Penson, Gazcue. Foto Ricardo Briones.
to Domingo poseían también una estancia en las afueras para pasar los meses de calor. Principalmente se
o sea de tierra y piedras comprimidas en encoframientos. Había canteras de piedra y de caliche, cuyas lo-
hallaban a lo largo de la hoy avenida Independencia. Las del lado sur tenían sus baños privados de mar,
calizaciones aún hoy día se pueden apreciar. Aún pueden verse algunas de estas casas en la calle Doctor
que consistían en casas abiertas al mar, protegidas por rejas de hierro para impedir la entrada de los tibu-
Delgado y en la Pedro Lluberes. En ocasiones los adquirientes de solares los dividían en dos, de 12.5 de
rones. La “estancia” de mi abuelo no era un sitio de placer, sino una empresa que llamaríamos hoy “agroin-
frente y otras veces unían varios solares formando parcelas que luego revendían en porciones más peque-
dustrial” (...) En otros tiempos habían parcelas sembradas de caña de azúcar y hasta un ingenio primitivo
ñas. Los desagües pluviales consistían en zanjas abiertas a ambos lados de las calles y se llegaba a las ca-
llamado “La Encarnación” donde estuvo después del aeropuerto del mismo nombre, luego llamado Gene-
sas mediante puentecitos. La urbanización de mi abuelo era al norte de la hoy avenida Bolívar. El agrimen-
ral Andrews. Mi abuelo comenzó la urbanización de esos terrenos imitando lo que había visto en Santurce,
sor que realizó el trabajo f ue don Arístides García Mella, a quien mi abuelo pagó con tierras. Don Arístides
Puerto Rico, donde iba todos los años a los baños termales de Coamo. Creo que la primera calle que se
construyó su casa en la calle que llamó Moisés García en honor a su padre. Al sur de la avenida Bolivar, al-
abrió fue la hoy Doctor Báez. Mi abuelo vendía solares de mil metros, los cuales tenían 25 metros de fren-
rededor de la avenida Pasteur, estaban las tierras de don Enrique Henríquez, llamadas “La Primavera”. Al
te por 50 de fondo. Se exigía que las personas construyeran casas aisladas y dejando un jardín, cuyas di-
ver don Enrique que mi abuelo tenía éxito en parcelar sus tierras, quiso hacer lo mismo y t ambién buscó a
Jardín frontal de casa en la calle Cervantes. Foto Ricardo Briones.
mensiones también se estipulaban. No se debían construir casas contiguas como en la parte colonial o en
don Arístides García Mella. Como don Enrique y mi abuelo tenían diferencias políticas, él encargó a don
Ciudad Nueva. No se destinó ninguna porción para parque porque se entendía que toda la urbanización
Arístides urbanizar su porción “de manera que mis calles no coincidan con las de Pedrito”. Es por esto que
sería un gran jardín. En algunas ocasiones mi abuelo vendía las viviendas ya construidas, las cuales eran
las calles que van de sur a norte desde la avenida Independencia hacia la Bolívar no coinciden con las que
todas iguales, consistentes en una galería al frente; cuatro “cuartos” (sala, comedor y dos aposentos) y un
parten de la avenida Bolívar hacia el norte. El Ensanche Lugo fue urbanizado mucho tiempo después y los
“martillo” que comprendía otro aposento, un cuarto de baño y la cocina. En la parte posterior otra galería
solares y las casas que se construyeron allí eran más pequeños que los de Gazcue o La Primavera. Poco
enlazaba todas estas habitaciones. Había un aljibe (no había acueducto) y sobre el techo (que era de zinc)
a poco se le fue dando el nombre de Gazcue a todos los ensanches al oeste del Parque Independencia y
habían tanques de metal, como los que se usan ahora para la basura, o tanques de concreto sobre la co-
“vivir en Gazcue” era signo de poderío económico y social. Sin embargo, la entrada a la avenida Bolívar por
cina y el cuarto de baño para suplir agua a estas dependencias. El agua llegaba allí bien fuera por lluvia o
mucho tiempo estaba afeada por un solar baldío donde se instalaban los circos, y por una tenería perte-
haciéndola subir de los aljibes mediante bombas de mano. En el patio posterior había una gran habitación
neciente a la familia Polanco, dueña de esos terrenos. Luego estuvo allí la Santo Domingo Motors y por úl-
(cochera o garage), cuartos para el servicio y una letrina. El inodoro del cuarto de baño también descarga-
timo la Ferretería Read”.
ba en una letrina, pues no había cloaca. Las casas eran construidas bien levantadas del suelo, lo que for-
Mientras tanto, Guillermo González Sánchez, el más destacado de todos los autores modernos dominicanos,
Fachada sur de casa en la César Nicolás Penson, Gazcue. Arq. José Antonio Caro. Foto Ricardo Briones. Casa en la calle Rodriguez Objío, Gazcue. Foto Ricardo Briones. Conjunto de apartamentos en la avenida Bolivar, Gazcue. Arq. Teófilo Carbonel, c.1955. Foto Ricardo Briones.
Escalera central en la residencia hoy ocupada por la Embajada de España en Santo Domingo. c. 1948. José Antonio Caro Álvarez. Foto Jochi Marichal.
acude a Columbia University mientras trabaja en el taller de Edward Durrell Stone y termina siendo el mejor
Apartamentos en la Leopoldo Navarro. c. 1948. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
ce a su futura esposa. González había sido educado bajo el rigor de los cánones académicos del Beaux Arts,
Cuartel de Bomberos de Santo Domingo. 1944. José Antonio Caro Álvarez y Guillermo González. Archivo General de la Nación.
virtuosos dibujos realizados en sus viajes de estudio.17 Su impronta en la cultura local es singularmente im-
El Arq. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
proyectos de la empresa González & González, es también un diseñador capacitado de valor propio, aunque
Paraninfo de la Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Santo Domingo. 1944. José Antonio Caro Álvarez. Foto Max Pou.
estudiante de su promoción en Yale University, premiado con un viaje de estudios al sur de España, donde entra en contacto con las raíces de la nueva arquitectura moderna española, entonces en gestación, y conocomo se aprecia en su tesis de grado para un nuevo ayuntamiento en la ciudad de Santo Domingo y en los portante, a todas luces prometeica. Su hermano Alfredo, quien funge como contratista principal de todos los su imagen se haya visto empañada por la relevancia de su hermano Guillermo en los anales de la historia. José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), probablemente el más prolífico y con mayor formación intelectual, regresa de Francia después de la Exposición Universal del 25 y deja establecida una secuencia generacional que permanece hasta nuestros días –con la participación de sus hijos José Antonio –Tony– (1943) y Danilo Caro Ginebra (1949) y su nieto Juan Cristóbal Caro Gómez (1971). Caro gana un premio por su diseño para un teatro mientras permanecía en París. 18 Su obra de gestión traspasa los límites de la arquitectura y el urbanismo y abraza otras disciplinas como la arqueología, el arte. Fue promotor del Museo del Hombre Dominicano y junto a sus hijos, diseñador, además de uno de los principales mecenas del arte y la cultura. Entre sus obras principales se encuentran sus edificios para el campus de la Universidad de Santo Domingo ( USD), las obras llevadas a cabo para la celebración del Centenario de la República, el Palacio de la Policía Nacional, el Banco Agrícola, la Maternidad Julia Molina, hoy Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia y sus obras de fin del período, –Banco Central de la República, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos y Palacio de Correos– interpretaciones contemporáneas de ese clasicismo tardío que vistió la dictadura en sus postrimerías. Para la Feria, en el 55, es encargado de la ejecución del Hospital Angelita para Niños, hoy Robert Reid, utilizado como hotel de apoyo durante la realización del evento.
4.4
La modernidad del régimen y el 1er. Centenario de la República: “Programa de obras” Las primeras obras de la vanguardia racionalista se producen hacia 1937. Ya vimos como Guillermo González rompe con la indiferencia típica del habitante capitalino hacia su costa y desarrolla el llamado Parque Ramfis en honor al hijo del Generalísimo Trujillo. Esta plaza pública apaisada, ganada por concurso, que se desliza suavemente hacia el mar Caribe, es hoy una de las pocas obras del primer modernismo que ha sido rescatada íntegramente. Producto de su notable trabajo, González realiza, en 1938, los proyectos para dos obras fundamentales: el edificio Copello, en el corazón del Centro Histórico, y el anteproyecto original para el Hotel Jaragua, el más relevante proyecto de toda su carrera. Ambos requieren de una mirada detallada. Será fácil reconocer que la calle El Conde, principal arteria comercial de la ciudad de Santo Domingo era, hacia estos años y hasta fines de la década del 50, el espacio donde se ostentaban los principales logros de la arquitectura en el país. Es dentro de este ambiente tan cargado de historia, que González actúa con su primer proyecto de envergadura. El Copello mantiene la escala del conjunto histórico de la Ciudad Primada de América, no así su impostación estilística. Un edificio de esquina, raramente trabajada en la arquitectura colonial común de su entorno inmediato, estratifica su curva fachada con bandas horizontales de ventanas continuas, asumiendo recetas corbusianas en territorio americano colonial, retirando el primer piso comercial a un plano que se protege con el voladizo de los 3 pisos superiores. El edificio se conserva admirablemente bien. Después de más de 60 años de abuso –fue la muy atacada sede del Gobierno Constitucional durante la Guerra Civil de 1965, entre otras vicisitudes– conserva sus servicios sanitarios, sus luminarias y su ascensor Otis original, funcionando razonablemente bien. Su esquema fue después interpretado por J.A. Caro en El Palacio y La Ópera, y por Ruiz Castillo en el González Ramos. Es posible que la primera versión haya sido la de Trueba en el edificio Cerame, atribuido a una firma norteamericana de arquitectos. Así se establece la tipología de numerosos edificios de esquina ubicados en contextos históricos del país.
Vista superior de las escaleras del Edificio Copello, Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Foto Onorio Montás. El Arq. Guillermo González. Archivo Omar Rancier.
Ángulo sureste del Edificio Copello, Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Foto Ricardo Briones. Ángulo sureste del Edificio El Palacio, Santo Domingo. c. 1945. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Hospital de Maternidad La Altagracia, originalmente Julia Molina. 1944. José Antonio Caro Á lvarez. Archivo CARALVA.
Página anterior: Planta y alzado del Edificio Copello, en la calle El Conde de Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Espectacular toma del conjunto formado por el bloque original y su anexo de 1945 del Hotel Jaragua, en Santo Domingo. Guillermo González. Archivo OGM.
En esta página: Vista desde el sureste del conjunto del Hotel Jaragua y anexos. En primer plano los famosos bungalows frontales. Guillermo González. Archivo OGM. Vista noroeste del conjunto del Hotel Jaragua y anexos. Guillermo González. Archivo OGM. Interior del espacio social del Roof Garden del Hotel Jaragua. Guillermo González. Archivo OGM.
El emblemático Hotel Jaragua fue perdido en el año 1985, a pesar de una feroz oposición ciudadana. Fue
la casa Telefunken, por su asociación a formas del universo industrial europeo. Esta casa, también per-
destruido para dar lugar, innecesariamente, a un hotel diseñado en los EE.UU., sin ninguna consideración
dida, se encontraba en la avenida Independencia en uno de los lotes que hoy ocupa el enorme comple-
por la cultura local. Al momento de la inauguración del edificio original, en el año 1942, constituyó la obra
jo multiusos del Malecón Center. De una estructura volumétrica similar a la Schad, la residencia Pichar-
de arquitectura más importante realizada por el gobierno dominicano en décadas.19 No sólo su esquema
do ostentaba un aún mayor refinamiento minimalista, de longitud más acusada.
planimétrico, ni su admirable solución de volúmenes sometidos a una sutil rotación orientada –de nuevo–
Esta búsqueda de González no se alejaba, sin embargo, de su agudo sentido del contexto, tal y como
al mar Caribe, sino la tropicalidad pionera de sus espacios, la sofisticación de sus terminaciones y la con-
demuestra en el año 52 cuando realiza una serie de 7 casas para el personal directivo del Ingenio Con-
fortable dotación de sus servicios, le confieren la distinción de haber sido el primer hotel de categoría in-
suelo, en San Pedro de Macorís, de exquisito apaisamiento y pertenencia a la llanura cañera de la región,
ternacional y absoluta modernidad realizado en la región, mucho antes que el Caribe Hilton de San Juan
o toda otra serie de casas posteriores, algunas ya inexistentes como la Peynado, demolida para alojar al
de Puerto Rico, (de los maestros Toro, Ferrer y Torregrosa)20 y del muy alterado Panamá Hilton (del des-
Templo de Los Mormones en la avenida Bolívar.
tacado arquitecto Ricardo Bermúdez).21 Admirado
Inmediatamente después de completar la primera etapa del Jaragua, González inicia un grupo de edifi-
por locales y por visitantes, el Hotel Jaragua se convir-
tió en el estandarte de la recién nacida modernidad dominicana. Richard Neutra, en su visita de 1945 al
cios de apartamentos para la venta, de exitosa aceptación. En uno de ellos, el llamado Jaragüita (1945),
país, elogió abiertamente los resultados. González se consagra, a partir de entonces, como el joven pro-
localiza su estudio y desarrolla el resto de su carrera, frente a ese mar Caribe tan valorado en su obra.
digio que fue, y produce, en l a rígida estructura del régimen trujillista, la primera brecha que cuestiona los
Paralelamente, ejecuta varios hoteles para el estado (la ampliación y los bungalows del Hotel Jaragua
esquemas aplicados hasta entonces por autores afectos al régimen, tales como Henry Gazón Bona.
(1945), el Hotel Paz (1955), siendo el más relevante el Hotel Hamaca (1951), en la Playa de Boca Chica,
Quizás el mejor ejemplo de este racionalismo blanco y purista al que nos referimos es un par de casas,
un hermoso conjunto de hormigón literalmente afincado en el agua de la calmada playa. Otro de sus ho-
ambas demolidas, ejecutadas por Guillermo González a fines de los años 30 y en los primeros años de
teles es el Montaña, en la nueva carretera a Jarabacoa, donde utiliza recursos de la paleta puesta de mo-
la década del 40. Se trata de las casas para las familias Schad (1939) y Pichardo (1940), ambas en San-
da por Auñón, aunque sin el acierto de éste, como se verá en el capítulo siguiente. Uno de los pocos
to Domingo. La primera estuvo localizada en la parcela que hoy ocupa el Museo de Historia Natural, en
ejemplos remanentes de este período de gran actividad para González y su hermano Alfredo –quien en
el lindero sur de la Plaza de la Cultura. Esta residencia de dos niveles, conformada por unos paralelepí-
realidad, como sabemos, ejercía las funciones de contratista general en las obras, a la par de algunas in-
pedos blancos resueltos en barra y acotados por una terraza abierta, fue por largo tiempo olvidada has-
cursiones como proyectista– es el edificio de apartamentos González, en la calle Pasteur. Este elegante
ta reaparecer en el ámbito crítico local, en la excelente recopilación documental del Ing. Enrique Penson
bloque se apropia del barrio d e Gazcue con una escala magistralmente manejada, reduciend o el impac-
Paulus, Arquitectura Dominicana 1906-1950, de reciente aparición. 22 González realiza en 1940 una de
to de esta gran masa por medio de la típica horizontalización de los vanos y una solución urbana senci-
sus obras más paradigmáticas, la Residencia Pichardo. De absoluto y blanco racionalismo, fue llamada
lla pero admirable.
Fachada norte de la Casa Pichardo en la avenida Independencia, Santo Domingo. 1940, demolida para dar cabida al Malecon Center. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Edificio de apartamentos conocido como El Jaraguita, en el Malecón de Santo Domingo. 1945, poco antes de ser demolido para dar pasó a un estacionamiento del Hotel V Centenario. Guillermo González. Foto Onorio Montás. Alzado y planta de la Casa Schad, Santo Domingo. 1939, demolida. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Planta de la Casa Pichardo, 1940, demolida. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Fachada oeste de la Facultad de Odontología de la Universidad de Santo Domingo. 1947. Leo y Marcial Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Ángulo sureste de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Santo Domingo, 1955. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
Bloque principal del Colegio Santo Domingo, en la avenida Bolívar, Santo Domingo, hacia 1950. Humberto Ruiz Castillo. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
El año de 1944 dio ocasión a la celebración del 1er. Centenario de la fundación de la República Domini-
Fachada sur del Hospital para Tuberculosos Dr. Martos, en la avenida John F. Kennedy, antes avenida San Martín, Santo Domingo. 1944, demolido. Leo y Marcial Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
la Gaceta Oficial N.6138, que incorpora un “Plan General de Urbanización y Embellecimiento de las Ciu-
Residencia García Recio, en la calle Dr. Delgado esquina México, Santo Domingo. c. 1945. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA.
les del Estado, ejecutados para promover el turismo interno en todo el país. Esta iniciativa produjo du-
cana. El presidente Trujillo y sus intelectuales desarrollan un memorable plan de edificaciones públicas y de eventos, nunca antes vistos en el país. Se dicta la Ley 675, del 31 de agosto de 1944, publicada en dades de la República”, vigente por largos años. 23 El Hotel Jaragua fue en realidad la cabeza de serie –si bien la más sobresaliente– de un grupo de hoterante dos décadas obras tales como los hoteles de San Cristóbal, San Juan, Barahona, Jarabacoa, Constanza, Santiago, Higüey, Boca Chica, y de nuevo en Ciudad Trujillo con el Hotel Paz (hoy Santo Domingo Norte), etc., muchos de ellos asignados a destacados profesionales dominicanos. De esta forma se inicia el catálogo del patrimonio dominicano en el área de la hotelería pública, tan maltratado e ignorado en los tiempos actuales. La realidad es que la gran cantidad de proyectos se llevan a cabo dentro del nuevo estilo producido por los cánones del Movimiento Moderno. Los hermanos Pou diseñan las Escuelas Normales, los hospitales Dr. Martos y Marión; Caro hace, junto a González, el Cuartel de Bomberos, el Casino de la Playa de Güibia y el Hipódromo Perla Antillana. El nuevo campus para la Universidad de Santo Domingo es proyectado por González, Caro y José Ramón Báez Lopez-Penha, en un esquema axial sumamente funcional y de modernidad ambivalente. De este conjunto urbano singular sobresale el edifico para la Facultad de Medicina (1944), uno de los más soberbios edificios modernos dominicanos, ejecutado admirablemente por José Antonio Caro, quien proyecta posteriormente, en 1955, la Facultad de Ingeniería y Arquitectura. En este primer gran proyecto urbano emprendido por el Estado, participan también los hermanos Marcial y Leo Pou Ricart y uno de los autores y profesores universitarios más renombrados, Humberto Ruiz Castillo, entre otros. Una investigación reciente arroja imágenes de gran modernidad. 24
Esquina sureste del Edificio Saviñón, en la calle El Conde, Santo Domingo. c.1945. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Foto Luis Nova, Archivo AAA.
He aquí la contradicción: Mientras los arquitectos formados académicamente se entregaban al más co-
la Dirección de Edificaciones, Leo Pou realiza importantes obras, tales como el Hospital Morgan, las Secre-
rrecto y vanguardista estilo moderno, entendiéndolo como la tendencia arquitectónica capaz de emble-
tarías de Agricultura y otros edificios públicos originalmente ubicados detrás del Palacio Nacional y el com-
matizar con más fuerza los reales adelantos que demostraba el Estado trujillista en torno al 1er. Cente-
plejo para el Instituto Saleciano de San Cristóbal. Sus casas obedecen a esta misma fórmula. Muchas de
Estudio de la fachada principal del edifico para Radio Tevisión Dominicana. c.1947. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
nario, otros, también apoyados por el mismo sistema, actuaban dentro de una estilización clasicista ab-
ellas, si no todas, hoy han sido transformadas o destruidas, sobre todo aquellas localizadas en Gazcue,
solutamente reaccionaria a los adelantos internacionales del momento. Esta dualidad, esta especie de
campo de ensayo fundamental para estos jóvenes autores del momento. El edificio del Congreso Nacional
esquizofrenia proyectual, se mantiene a lo largo de dos décadas y define, de cierta manera, la bipolari-
en La Feria de la Paz, es atribuido a Leo Pou, actuando en colaboración con González.
dad de la arquitectura del período. Este hecho, común en otras dictaduras latinoamericanas, se expre-
Humberto Ruiz Castillo fue ante todo un profesor de excelsas cualidades y exigente rigor. Su abundan-
sa en obras tales como el Teatro San Martín del ortodoxo moderno Mario Roberto Álvarez y por otro la-
te obra –iniciada algunos años antes que la de sus coetáneos– incorpora el Art Deco a la arquitectura
do, la Fundación Eva Perón, de riguroso academicismo, en el Buenos Aires de Perón; en el Brasil, du-
dominicana más que la de cualquier otro arquitecto, evidenciándose en sus primeras, como su residen-
rante el gobierno de Getulio Vargas se construyen paralelamente el Ministerio de Educación y Salud de
cia en la calle Santiago casi esquina Danae, en la hermosa Casa Recio de la Dr. Delgado esquina Méxi-
Lucio Costa y su equipo, y el Ministerio de Hacienda, en estilos opuestos; en Caracas se construyen al
co (1934) y en múltiples proyectos realizados dentro de su labor como arquitecto diocesiano, como la
mismo tiempo la Ciudad Universitaria de Carlos Raúl Villanueva, máxima expresión de la modernidad ve-
Iglesia de San Juan Bosco (1939) y la impresionante Iglesia de Moca (1956). Una de sus obras más res-
nezolana y la axial y académica Escuela Militar, de Luis Malaussena.
petadas, recientemente restaurada, es la del Alma Mater de la Universidad de Santo Domingo (1955),
Los Pou Ricart obtienen sus diplomas en Bélgica y realizan, antes de emigrar a la Florida a finales de la dé-
aparentemente realizada junto al arquitecto francés André Dunoyer de Segonzac, quien se encontraba a
cada del 50, un numeroso catálogo de proyectos singularmente modernos. Son en realidad los autores más
la sazón en el país para llevar a cabo su proyecto ganado por concurso internacional para la Basílica de
cercanos a ese racionalismo europeo de testeros semicirculares, fenestramientos horizontalizados rítmica-
Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey. 25 De su autoría es también el moderno y coherente plantel
mente interrumpidos por partesoles y blanca volumetría, lenguaje hoy identificado con la temprana moder-
para el Colegio Santo Domingo, en la avenida Bolívar y la casa del Dr. Balaguer en la avenida Máximo
nidad internacional, tan común en La Habana, San Juan, Bogotá, Buenos Aires y otras ciudades de la re-
Gómez y la construcción de la Nunciatura Apostólica en la César Nicolás Penson, diseñada en Roma a
Instituto para Señoritas Salomé Ureña de Henríquez, calle Padre Billini, Santo Domingo. c. 1944. Marcial Pou Ricart. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Hospital Morgan, Santo Domingo. c. 1947. Leo Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Casa De Mondesert, Santo Domingo. c. 1934. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Edificio conocido como La Metralla, en la Calle de las Mercedes, Santo Domingo. c. 1948. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Alzado y plantas de la casa De Mondesert, Santo Domingo. c. 1934. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA.
gión en aquellos años previos al desarrollo de una estética de raigambre local. El Instituto de Señoritas Sa-
la manera de la típica “palazzina” ecléctica romana.
lomé Ureña, enclavado en el pleno Centro Histórico de Santo Domingo colonial, es construido en 1942 si-
También afiliados a la corriente Art Deco fueron los ingenieros y arquitectos Gloria y “Tribito” Iglesias Mo-
multáneamente a la Escuela Normal de Varones, el Hospital Antituberculoso Dr. Martos (hoy Campus I de
lina, autores de proyectos de gran escala para el Palacio de Telecomunicaciones, el elegante edificio de
la UNPHU, recientemente demolido para dar paso a una cadena internacional de mueblería) y el Hospital
R. Esteva y Cía., en la Calle El Conde –originalmente comisionado como sede de la Lotería Nacional– y
Marión, modelo original de diseño frecuente en otros países del área. Desde su cargo como arquitecto en
el Palacio de Radio Televisión Dominicana.
4.5
Los inmigrantes del 39: la tranformación del arte dominicano. “Toreando submarinos” El cambio hacia la modernidad se produce tímidamente en el universo doméstico, con una sobresaliente excepción. En 1939, la Guerra Civil española nos lega artistas de enorme trascendencia, resultado de esa forzada migración que tanto enriqueció el universo latinoamericano, desde el Caribe hasta la Patagonia, como ha sido reconocido en varias obras recientes de sobresaliente academia. Baste recordar la abundante obra del Ing. Félix Candela en México como ejemplo destacado, tanto en la tipología industrial como en la religiosa. La República Dominicana atrajo a un grupo de autores sumamente representativos de esta avanzada, no sólo en la arquitectura, sino también en las letras y en las artes plásticas. Dos de los más renombrados son sin dudas el arquitecto catalán Tomás Auñón (1909-?) y el Ing. madrileño Joaquín Ortiz García, quienes llegan “toreando submarinos”. Según el libro Arquitecturas del exilio español (2007, ver bibliografía), Auñón “… participa en la retirada de Cataluña y pasa sus primeros meses de exilio en el campo de concentración de Saint-Cyprien, del que sale gracias al apoyo del Comité Nacional Británico de Ayuda a España. A mediados de año se ubica en Perpignan. Llega a República Dominicana el 11 de enero de 1940, en el buque Cuba, procedente de Burdeos. Ese mismo año realiza la remodelación del Café Ariete en Santo Domingo (..) En 1945 se t raslada a México, trabajando en la realización de sets y decorados en la industria cinematográfica. Ese mismo año se asocia con Oscar Coll Alas, quien también viene de República Dominicana. A partir de (...) 1962 su figura se desvanece, sin haber sido posible encontrar mayores datos sobre el final de su carrera y de su vida”. 26 Aislados por sus ideas de izqui erda en las montañas de Jarabacoa, estos autores junto a varios artesanos más, conforman un equipo y producen el diseño y la ejecución de un grupo de fascinantes casas, usando materiales del lugar, en ese entonces desvinculados del resto del país. Todavía hoy, a pesar de las inevitables transformaciones que han sufrido varias de estas estructuras, sorprenden sus exquisitos e ingeniosos herrajes, mobiliarios y artefactos integrados magistralmente al espacio arquitectónico. De un gusto nórdico, más cercano a Aalto que a la tradición del Modernisme catalán –gusto que durante muchos años representó, de alguna manera, la es-
Vista frontal de la Casa Ricart en Jarabacoa. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Gustavo Moré. Alzado frontal de la Casa Nadal, en Jarabacoa. 1941. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Archivo Enrique Penson. Boceto de Auñón para un comercio en la calle Palo Hincado, Santo Domingo, c.1946. Archivo Docomomo.
Casa García en la calle Pasteur, Gazcue, Santo Domingo. c. 1945 Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Gustavo Luis Moré.
tética a seguir en la arquitectura típica de este enclave turístico en la Cordillera Central–, las casas Na-
Edificio Santos en la calle Pina, Ciudad Nueva, Santo Domingo, c.1945. Tomás Auñón y Joaquín Ortíz. Foto Ricardo Briones.
dito de estructuras en mampostería de ladrillo, paramentos de piedra de río, madera oscura y formas
Casa Molinari. Calle Benito Monción esquina Santiago, Gazcue, Santo Domingo. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto cortesia familia Molinari. Alzados y planta de la Casa Molinari.1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Archivo Enrique Penson. Casa Armenteros, Jarabacoa. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Eduardo Guzmán.
dal, Barceló, Ricart, Armenteros, Ocaña y algunas 5 casas más, inauguran en el país un vocabulario inémodernas, que le confirió a Auñón su salvoconducto para eventualmente trasladarse a Santo Domingo y producir un itinerario de las más extraordinarias casas privadas en el sector de Gazcue y, notablemente, el Monumento Trujillo-Hull, mejor conocido como el “Obelisco Hembra”, que rememora el saldo de la deuda externa del país con los EE.UU. También ejecuta el edifico para el Instituto Escuela (1943), colegio de gran renombre para toda la sociedad capitalina de antaño, enclavado en el flamante barrio de La Primavera, hoy asimilado por la denominación generalizada del Polígono de Gazcue. La paleta cambia con el cambio del contexto rural jarabacoense al urbano de Ciudad Trujillo y con la disponibilidad de materiales industriales. La forma se libera, los espacios se llenan de luz en, por ejemplo, las perdidas Casa Molinari o la Benítez Rexach. La Molinari, demolida para hacer espacio a un desarrollo inmobiliario, era a nuestro juicio, la más lograda de todas, con sus arcadas y su escalera compensada de escultural virtuosismo. Se establece el gusto por galerías con arcadas de medio punto, como en la Casa García, en la calle Santiago –tema iniciado en la Casa Armenteros de Jarabacoa–; parabólicas como en la Pol, la Vitienes y la Molinari, o rebajadas. Varios jóvenes arquitectos del período heredan el leitmotiv de las arcadas de amplia luz, recurso que perdura por décadas.
En el ámbito de Ciudad Nueva, está el extraordinario edificio Santos, en la calle Pina, caracterizado por sus 4 niveles destinados a usos diversos –comercio y oficinas en los dos primeros y apartamentos en los dos superiores– que posee una de las fachadas de mayor gracia en su entorno, a la par de un ático retranqueado respecto a sus linderos, de luminosa espacialidad. La obra de Auñón, poco divulgada, se realiza en apenas 6 años de práctica antes de su migración definitiva a México y constituye uno de los capítulos más relevantes de la modernidad regional. 27
4.6
La aplicación del modelo trujillista de equipamiento público Henry Gazón Bona (1909-1982) regresa de París hacia 1930 y al poco tiempo se personifica como el autor más cercano al régimen hasta su “caída en desgracia” en 1954, justo al entregar la monumental residencia diseñada y construida para el dictador con recursos de sus adláteres en el Cerro, San Cristóbal, la provincia natal de Trujillo. Esta obra última ejemplifica el ecléctico gusto de su autor, en realidad más cortesano –músico, astrónomo, decía su tarjeta de presentación– que arquitecto. Realiza para muchas instituciones públicas sus edificios: liceos, estaciones de policía, escuelas secundarias, iglesias, monumentos conmemorativos y todos los edificios para el Partido Dominicano. La ciudad de San Cristóbal posee una larga ruta de edificios públicos de Gazón: el Hotel, la Iglesia –donde fue llevado el cadáver de Trujillo antes de su periplo hacia París–, el Partido Dominicano, el Liceo Musical, la Escuela y muchos otros espacios públicos más. Su Monumento a la Paz de Trujillo, en Santiago de los Caballeros, sigue siendo hoy, una de las huellas indelebles de esa ciudad mediterránea en la geografía dominicana. Un símbolo representativo, más ícono que edificación, como su incierto destino ha comprobado, al no responder a un programa funcional que le sostenga en el tiempo. Probablemente el único programa de infraestructura militar que ha llevado a cabo el país en la frontera con Haití se debe a Gazón, quien ejecuta los puestos de mando fronterizos en Elías Piña y otras localidades, además de múltiples fortalezas en Ciudad Trujillo y en las principales ciudades. Entre sus obras memorables se encuentra la primera, su renombrada y hoy lamentablemente maltratada Casa Vapor, de 1936, “...cuyas airosas líneas marineras campeaban sobre un apacible mar de grama. Con su proa al oriente, la rara nave oteaba el horizonte”, escribió Gimbernard sobre ésta. 28 En una de sus notas documentadas en el Centro de Inventario de Bienes Culturales, Nerva Fondeur nos cuenta: “La ‘casa vapor’ ubicada en terrenos propiedad de su padre Louis Gazón, llegó a recibir más de 7,913 firmas de visitantes nacionales y extranjeros, apareciendo reseñada en abril de 1939 en el periódico The Sunday Star de Washington en la sección titulada ‘Strange as it seems’ bajo la firma de John Hix. En 1939 se reúne en ésta el ‘Comité Pro Asociación de Ingenieros y Arquitectos’ eligiendo una directiva
Estatua de Rafael Leonidas Trujillo, hoy inexistente, en el plinto frente al Monumento a la Paz de Trujillo, Santiago. Henry Gazón et al, 1944. Foto Max Pou. Alzado y plantas de la residencia conocida como Casa Vapor. Calle Francia esquina Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo. 1945. Henry Gazón. Archivo Enrique Penson.
Puesto de vigilancia militar en la frontera con Haití. c. 1938. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Edificio sede del Partido Dominicano en Santiago de los Caballeros c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM. Iglesia de San Cristóbal realizada por Gazón en un eclecticismo barroco alucinante. Foto Ricardo Briones. Henry Gazón Bona. Foto Archivo DoCoMoMo Dominicano/ Edificio sede del Partido Dominicano en la avenida George Washington, Santo Domingo, actual sede de la Secretaría de Estado de Cultura. c. 1945. Henry Gazón. Foto OGM.
Foto de época de la Casa Vapor. Calle Francia esquina Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo. 1945. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Escorzo sureste del edificio para el Partido Dominicano en el Ensanche La Fe, Santo Domingo. c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM. Otra de las múltiples edificaciones erigidas en todo el país para las sedes del Partido Dominicano. Henry Gazón. Archivo OGM. Estudio prospéctico del edificio para el Partido Dominicano en el ensanche La Fe, Santo Domingo. c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM.
Palacio de Justicia, Ciudad Nueva, Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
provisional integrada por Eduardo Soler, Rafael Bonelly, Marcial Pou, Humberto Ruiz Castillo, Mario Llube-
manual de diseño urbano de 68 páginas de sorprendente actualidad. Pero es, sin lugar a dudas, el eru-
res, Leo Pou Ricart, Juan de la Cruz Alfonseca y José Antonio Caro, entre otros. Años después la edifica-
dito estudio de Erwin Walter Palm (1910-1988), sobre Los Monumentos Coloniales de La Española ,31
Parque en San Cristóbal, ciudad natal del Presidente Trujillo, dotada de toda suerte de equipamientos públicos. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
ción fue denominada ‘Victoria”.
publicado en 1955 por la Universidad de Santo Domingo (USD) después de haber ensayado con múlti-
Otras obras también notables de Gazón, hechas en colaboración con otros profesionales, son el moder-
ples artículos previos este importantísimo tema, el más autorizado estudio sobre la arquitectura colonial
no Matadero Municipal y el Mercado Modelo de la avenida Mella, estructura de hormigón armado ele-
dominicana producido hasta el momento. La consulta frecuente de estos dos tomos de docto análisis y
Planta del Palacio de Justicia, Ciudad Nueva, Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes. Archivo Enrique Penson.
gantemente abovedada inspirada en tipologías francesas propias del momento, en asociación con el Ing.
densa academia es inevitable hasta el día de hoy.
José Ramón –Moncito– Báez López-Penha (1909-1995).
El Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, construido hacia 1944, fue diseñado por Mario Lluberes pa-
Gazón, quien logró sostener una de las oficinas profesionales más grandes del país, tiene el mérito de
ra el Ing. Rogers dentro de ese estilo academicista, despojado de toda ornamentación, excepto
haber publicado, si bien casi clandestinamente ya que fue retirado de las prensas antes de su distribu-
aquella motivada por los mensajes simbólicos del régimen. Esta obra de Lluberes, que contó con la
ción, el único volumen dedicado a reseñar las obras –en realidad sus obras– ejecutadas durante el man-
ayuda de Guillermo González, según se evidencia en su firma calzada en una de las perspectivas pu-
dato de Trujillo. Este singular libro, proscrito por el régimen por razones desconocidas, explica los ele-
blicadas en el album de 1937, contrasta con su moderna obra para el edificio Buenaventura, situa-
mentos característicos de la arquitectura de Trujillo, el motivo de su estilización, y sintetiza, a grandes ras-
do a apenas dos cuadras de distancia, en la avenida Independencia entre las calles Danae y la Dr.
gos, la visión que sobre El Jefe y su programa de gobierno, poseían Gazón y probablemente muchos de
Delgado.
sus colaboradores cercanos. Del epílogo del insólito libro de Gazón se extrae esta cita: “Y así, sin recurrir a exotismos desdicentes de nuestro medio, ni buscar en el África francesa por razones de similitud climática su inspiración, se ha decidido por lo más apropiado: por un neoclásico propio, de sencilla inspiración que ofrece esta doble ventaja: a) La persistencia de las líneas por encima de los caprichos y vaivenes de las modas y corrientes al uso. b) La flexibilidad que el neoclásico ofrece para expresar filosóficamente la raíz de nuestra cultura que, como nuestra raza, proviene de la imposición de una, de aditamentos ajenos y de la extinción de otra”. 29 La Arquitectura Dominicana en la Era de Trujillo, album n.1 es una excepción a esa resistencia literaria
común en los arquitectos de la época. Sólo otro arquitecto practicante produce un libro de texto sobre Urbanismo30 de particular calidad. José Antonio Caro escribe en formato mimeo y publica en 1942 este
Interior del Mercado Modelo de la ciudad de Santo Domingo. Henry Gazón y José Ramón Báez Lopéz Penha. c.1944. Foto Max Pou. En primer plano, el arco que domina la entrada principal a San Juan de la Maguana. Al fondo, el edificio del ayuntamiento. Autor no identificado. Foto Ricardo Briones. El profesor Erwin Walter Palm y el arquitecto Eugenio Pérez Montás, en una de sus visitas a Santo Domingo en 1974. Archivo Pérez Montás.
4.7
La generación del 50: una nueva actitud La formación académica de la arquitectura recorre un lento proceso inicial, jalonado por determinados alcances. En 1938 se crea la carrera de Ingeniero-Arquitecto, diploma otorgado por la Universidad de Santo Domingo. De las primeras promociones egresan profesionales de la talla de Leonte Bernard Vázquez, uno de los estructuralistas más grandes que ha tenido el país. En su pivotal ensayo “La enseñanza de la Arquitectura en la República Dominicana: un testimonio”, Manuel Salvador Gautier precisa: “El Plan de Estudios de 1938 es muy similar al (...) de 1950, con el que cursé mi carrera. Los dos primeros años (...) se hacían conjuntamente con los Ingenieros Civiles. Las estructuras se daban junto con los ingenieros (...). En los tres últimos años la diferencia estribaba en que los ingenieros arquitectos daban dibujo especializado hacia el diseño de edificaciones y debían tomar materias como Historia de la Arquitectura, Astronomía y otras similares, mientras los ingenieros civiles tomaban materias como puentes, carreteras, etc.”. 32 Gautier cita a Gay Vega, Leopoldo –Polín– Espaillat Nanita, Teófilo Carbonell, Eugenio Pérez Montás y Roberto Bergés como responsables de la estrategia que produjo la puesta en marcha de un nuevo plan de estudios orientado a titular arquitectos independientes de la disciplina de la Ingeniería Civil, deslindando así las competencias académicas por primera vez en los estudios universitarios, algo que en realidad no ocurrió, ya que tanto arquitectos como civiles estaban legalmente en capacidad de diseñar edificaciones. Mientras Rafael Calventi asume la dirección de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), después del llamado Movimiento Renovador de 1965, Pérez Montás, Bergés y Manolito Baquero forman el núcleo docente para la creación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la nueva Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Esa es ya otra historia... William Reid Cabral (1925),33 santiaguero graduado de ingeniero arquitecto en la Universidad de Santo Domingo, –quien cultiva una estrecha relación con González–, se convierte en el representante de la generación de relevo. La primera obra que les vincula es la residencia de la familia Vicini en la Máximo Gómez y
Hotel Hamaca desde la playa de Boca Chica. 1951. Guillermo González. Foto Max Pou.
Aspecto que presentaba la escalera de bajada a la playa del Hotel Hamaca, poco antes de su transformación y rescate, en 1990. Guillermo González. Archivo OGM.
la avenida Independencia, donde originalmente se encontraba el acceso antes de la prolongación del Ma-
Asociado a José Manuel –Nani– Reyes (1925-1966), constituyen una oficina de diseño y obras sin para-
lecón. Esta importante familia de inmigrantes italianos con la que Reid estaba emparentado, continúa la
lelo en la Ciudad Trujillo de entonces. Uno de los comentarios que sanamente solían hacer en el taller era
práctica de encargar a arquitectos de prestigio sus obras, iniciada con el p alacete Vicini en la 19 de mar-
que en cada calle de la ciudad en un momento dado había en proceso alguna obra de ellos. De 1951 a
Casa Vicini en la avenida Maximo Gómez, Santo Domingo. Guillermo González y William Reid Cabral. 1947. Foto Jochi Marichal.
zo de la Ciudad Colonial, obra de Antonín Nechodoma. González, a la sazón profesor de Reid, –desde
1956, mientras duró la asociación, los encargos se amplían dando lugar a un abundante catálogo de pro-
sus inicios alumno destacado–, le involucra como arquitecto residente en esta obra de grandes propor-
yectos comerciales, apartamentos, hoteles y edificios de oficinas e industrias. Reyes decide independi-
ciones y exigente factura. Esta casa de 1947 rompe con todos los esquemas estilísticos desarrollados por
zar su práctica, continuando la misma línea producto de su aprendizaje en la Universidad de Texas y de
González hasta entonces. Ya no se trata de aquellos volúmenes puros, blancos, de perforaciones regula-
su personalidad organizada y gentil. Reid y Reyes, tanto juntos como separados, consolidaron una prác1966. 34
res geométricamente dispuestas en los planos, del típico apaisamiento de toda su primera obra. La casa
tica de altos estándares profesionales hasta la accidental muerte de Reyes, en
Vicini es la cabeza de serie de una lista de residencias para familias dominicanas distinguidas, que conti-
Otra pareja de arquitectos asociados que obtiene gran renombre es la de Manuel –Manolito– Baquero (1924-1999). 35 Ambos,
nuó haciendo hasta el fin de su carrera, entre las cuales se encuentra la demolida residencia Peynado, ubi-
Ricart (1925-1981) y Edgardo –Gay– Vega Malagón
cada en la avenida Bolívar, las residencias Barletta y Vicini en el entonces naciente sector de Arroyo Hon-
to modernismo –Baquero bajo la impronta de Mies van der Rohe en el Illinois Institute of Technology en
formados en el más estric-
do en las abruptas colinas situadas al norte de la ciudad capital. El estilo cambia: arcos, muros gruesos,
Chicago y Vega en el Politécnico de Madrid–, se dedican inicialmente a realizar casas de sabor tradicio-
contrafuertes, pérgolas, rejas decorativas, escalinatas señoriales, techos de hormigón armado en pendien-
nal, como la desaparecida casa Wittkop, entre otras. La paleta moderna muy influenciada por Guillermo
te con terminación tipo Bermuda. Si bien se mantiene limpio el plano de las fachadas y se distribuye efi-
González es fundamentalmente aplicada al universo doméstico. Para esta élite de jóvenes arquitectos,
ciente y modernamente el programa doméstico, el espíritu es otro. González inicia una búsqueda de apro-
estructurados alrededor de sus profesores universitarios, la obra de la Feria de la Paz fue instrumental en
piación de un determinado carácter local, esa traducción in evitable de los esquemas foráneos a las reali-
la puesta en práctica para su oficio. Baquero y Vega construyen el edificio del Palacio del Consejo Admi-
dades y a los gustos tradicionales.
nistrativo –hoy Ayuntamiento del Distrito Nacional– diseñado, como todo el conjunto ferial, por la mano
Reid y muchos otros de su generación heredan esta determinación por lograr el enraizamiento del Mo-
diestra de González. Sus obras posteriores reflejan no sólo una gran maestría en el arte de la construc-
vimiento Moderno en la República Dominicana. Desde sus primeras obras, esencialmente habitaciona-
ción, sino una certera inspiración para imbricar lo criollo con lo moderno, sobre todo en el caso de Ve-
les, incorpora los calados de hormigón, los grandes aleros, las terrazas apaisadas y esa sensación de in-
ga, de origen santiaguero.
timidad que el sabio manejo de la escala y la luz proporcionan al espacio. Pero fundamentalmente, el
Otros autores comienzan a dejar su impronta en el período. Teófilo Carbonell ejecuta algunos edificios de
triunfo de Reid es su capacidad de integrar arquitectura y naturaleza en una sola palabra, en una sola
apartamentos de notable acierto, actuando paralelamente como promotor inmobiliario. Su calidad como
oración. Sus casas constituyen un enorme legado a la cultura doméstica local.
constructor le valdrá mucho en años posteriores, en encargos públicos de gran relevancia.
Elevación sur y plantas de la casa Vicini en la Avenida Máximo Gómez, Santo Domingo. 1947. Guillermo González y William Reid Cabral. Archivo Enrique Penson. Edifico de apartamentos El Yaquito, en el Ensanche Lugo, Santo Domingo. c. 1951. José Manuel Reyes y Willliam Reid Cabral. Foto Archivo William Reid Cabral. Casa no identificada. c. 1958. José Manuel Reyes. Archivo familia Reyes Malla. Edificio no identificado en Santo Domingo. c. 1958. José Manuel Reyes. Archivo familia Reyes Malla. Arq. José Manuel –Nani– Reyes.
Residencia en Gazcue. c. 1955. Margarita Taulé. Foto Ricardo Briones. Residencia en la calle Rosa Duarte, Gazcue, Santo Domingo. c. 1957. Julio Hernández. Foto Jochi Marichal. Estado actual del Cine Elite, calle Pasteur, Santo Domingo. 1948. Amable Frómeta. Foto Ricardo Briones. Palacio Nacional. Gazcue, Santo Domingo. 1943-1947. Guido D'Alessandro et al. Foto Ricardo Briones.
Amable Frómeta (1920-1975) fue uno de los jóvenes levantados bajo la tutela tanto de González como de Caro, que desarrolla una destacada carrera en la edilicia pública. Su diseño, asignado dentro del taller de González, para la Plaza de las Naciones en la Feria de la Paz (1955), (inspirado en la iconografía de la Feria de Nueva York del 39), es uno de los espacios modernos más relevantes del país. Frómeta actúa en múltiples iniciativas de promoción privada de viviendas, apartamentos, espacios comerciales. Su obra más importante en términos urbanísticos la desarrolla en el ambiente posdictadura dentro de la empresa Nacional de Construcciones, encabezada por el Ing. Juan Bernal: el conjunto de locales comerciales y la torre de oficinas conocidas como Plaza Naco. Con este proyecto cierra el círculo iniciado con su diseño para el Cine Élite, en Gazcue, que contaba con unos sugestivos murales del pintor dominicano Jorge Noceda. Interiorista, arquitecto, urbanista, Frómeta aparece temprano en sus estudios como dibujante en el mimeo escrito por José Antonio Caro para sus cátedras de Urbanismo en la USD.
4.8
La vigencia del academicismo tardío En el plano oficial, todavía en los años 50 se impone un marcado gusto por los empaques neoclásicos, ya obsoletos universalmente en estos momentos en los que el Estilo Internacional se establece y desarrolla en ámbitos latinoamericanos tan destacados como Brasil, Venezuela y México. Dos edificios i mportantes así lo acusan: El Palacio Nacional (1947) y el Palacio de Bellas Artes (1955). El Palacio Nacional, obra encargada al Ing. Guido D’Alessandro (1895-1954), estuvo originalmente prevista a ser inaugurada en la ocasión del Centenario de la República en 1944. Este imponente edificio estructurado por medio de la consabida fórmula de patios –a la manera de la Reggia di Caserta y de tantos otros edificios reales europeos–, desarrolla en 3 niveles todo un programa de oficinas ejecutivas y de apoyo, salones emblemáticos para las celebraciones y la pompa oficial, cúpula, estucado en color ocre y todo un itinerario de íconos propicios a la semblanza de otras edificaciones gubernamentales, no tan lejanas como las de Washington, La Habana o San Juan de Puerto Rico. Aunque no ha sido comprobado, se atribuye su diseño a un arquitecto bohemio de corta estancia en el país, dirigido por D’Alessandro, al frente de un nutrido grupo de escultores, yeseros, orfebres y artesanos de gran calidad. La obra se levanta imponente al terminar la cuesta prospéctica de la calle Dr. Báez, en el antiguo predio donde se localizaba la llamada “Mansión Presidencial”, típico volumen compacto con galería perimetral, construida por los norteamericanos durante la ocupación del ‘16. D’Alessandro participa también en una serie de proyectos para viviendas individuales, de marcada línea Art Deco. Su poco conocida propuesta para el Paraninfo de la Universidad de Santo Domingo, mejor conocido como Alma Máter, no fue bien recibida, aunque figuró dentro de los planes originales del complejo urbano presentados públicamente. Bellas Artes, extraño híbrido de templo griego –de orden dórico arcaico– con cúpula, igualmente domina una de las más fuertes esquinas de la ciudad, cercana al mar Caribe, al iniciar la avenida Máximo Gómez. Su planta resume las funciones de oficinas y salones de exposiciones al norte y un auditorio para 600 personas al sur. Dibujado por Francisco –Cuqui– Batista, (1925) según se dice, bajo es-
Palacio de Bellas Artes, Santo Domingo. 1956. Ingenieros Asociados con Cuqui Batista et al. Foto Max Pou. Planta del proyecto de intervención del Arq. Antonio Hernández en el Palacio de Bellas Artes. (2006-2008). Santo Domingo, 1955. Archivo AAA.
Palacio de Telecomunicaciones. 1945. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Foto Ricardo Briones.
trecha supervisión de doña María Martínez, esposa del “Generalísimo”, este edificio ha resistido bien
Iglesia de Moca. c.1957. Humberto Ruiz Castillo. Foto Jochi Marichal.
centrales, en particular la rotonda bajo el domo, son salones de gran dignidad. Estuvo dotado origi-
Edificio del Banco de Reservas de la República Dominicana, calle Isabel La Católica, Santo Domingo. 1955. Alexander Aaron. Foto Ricardo Briones.
dicado en Santo Domingo, Antonio Prats Ventós (1925-1999), y demolidas brutalmente en algún mo-
La denominada Casa del Cerro, diseñada para convertirse en residencia privada del Presidente Trujillo en San Cristóbal. c. 1955. Henry Gazón. Foto Ricardo Briones.
al paso del tiempo a pesar de una distribución longitudinal rebuscada y poco eficiente. Sus espacios nalmente de una serie de esculturas colosales de enorme fuerza, realizadas por el escultor catalán ramento de los años 70. Dos de los edificios que tuvieron más impacto en el contexto del Santo Domingo colonial fueron el de Telecomunicaciones –atrib uído a Gloria y Tribito Iglesias Molina–, y el magnifico ejemplo de ese neoclásico internacional a caballo con el Art Deco del Banco de Reservas, de Alexander Aaron, 1955. Su presencia en el adusto ambiente de la calle Isabel la Católica, en pleno centro histórico capitalino, dictamina un cambio de actitud trascendental en la lectura del espacio urbano.
4.9
La Feria de la Paz, epígono y epílogo de la era La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, 36 celebrada en la Ciudad Trujillo de 1955, bajo la celosa gestión de don Cucho Álvarez, –quien visita la Feria Mundial del 39 en Nueva York junto a Guillermo González–, constituyó un intento orquestado por el régimen para restaurar sus maltrechas relaciones internacionales y para dinamizar la economía local. El proyecto más ambicioso jamás acometido por administración central alguna, tenía además el doble propósito de servir de Plaza Cívica una vez terminado el evento. Para estos fines se habían redactado algunos planes, uno de ellos en 1937, confiado a los arquitectos Caro y D’Alessandro, que dejan algunas huellas en la ciudad, tal como la actual ubicación de la Secretaría de Educación (Caro, 1956), el Palacio de Bellas Artes ( IA , Batista et al.,1955) y el entorno de la Plaza de la Cultura, construido por Joaquín Balaguer en los años 70, transformando los predios de la residencia del Generalísimo Trujillo. Existe un plano (ver pags. 274-275), reproducido serigráficamente hace poco tiempo, firmado por Guido D’Alessandro en 1937, que redacta la idea primera para este eje cívico que sería finalmente construido como el actual Centro de los Héroes. Más allá de la belleza del dibujo, las especulaciones urbanísticas en él contenidas resultan fascinantes. 37 Pero el proyecto de la Feria, tal y como fue realizado culminando en el mar Caribe con un potente eje norte sur que hoy atraviesa casi toda la ciudad de Santo Domingo, fue encargado a Guillermo González, quien realiza, más de 30 años después, una versión moderna de su tesis en Yale para el Palacio Municipal.38 En torno a una fuente circular hermosamente proporcionada, (en la que parece haber participado el arquitecto catalán Buigas, en ese entonces involucrado en el Teatro Agua y Luz), distribuye los edificios para el Congreso Nacional, la Suprema Corte de Justicia, La Procuraduría General de la República, varias Secretarías de Estado y muchas otras instituciones centrales y autónomas. A pesar del descuido en el que se encuentra hoy el entorno urbano más representativo de la dominicanidad, el proyecto de González evidencia un dominio maestro de la escala y de los instrumentos necesarios para realizar un espacio público eficiente, simbólico y de gran belleza, dentro de los esquemas posteriormente sublimizados por Costa y Niemeyer en Brasilia. No hay en el Caribe un espacio cívico de tal fuerza, de tan refinada estilización.
Esculturas e íconos en el Pabellón de las Naciones, Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, hoy Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo. 1955. Guillermo González et al. Foto Max Pou. Dibujo en perspectiva del proyecto del Arq. venezolano Alejandro Pietri para el pabellón de ese país ante la Feria de la Paz (1955). Hoy en día espera su restauración como edificio sede de la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana.
Fuente del Teatro Agua y Luz, Feria de la Paz. 1955. Foto Max Pou. Portal de entrada norte al recinto de la Feria. 1955. Fue demolido a raíz de los daños producidos por el ciclón David en 1979. Guillermo González et al. Foto Max Pou. Palacio del Congreso Nacional, Feria de la Paz. 1955. Atribuído a Leo Pou Ricart como parte del parti arquitectónico y urbanístico establecido por González. Foto Onorio Montás.
No sólo los edificios públicos demostraban los adelantos de la arquitectura local, sino muchos otros pabellones, diseñados y construidos por el equipo de arquitectos cercano a González, casi todos exalumnos suyos. Sobresalen el Pabellón de España (hoy Colegio Loyola), el demolido Pabellón de la ALCOA y el Pabellón del Azúcar, realizados estos últimos por William Reid y Nani Reyes. Un poco más afuera de la ciudad, sobre el mismo eje del malecón, al oeste, se levantó también la Feria Ganadera, conjunto de galpones abiertos organizados en forma de semicírculo en torno a un anfiteatro, que ha sido escenario de múltiples encuentros en el área de la industria agropecuaria nacional. Hoy en
Maqueta para el Pabellón de las Naciones, Feria de la Paz. 1955. Guillermo González con Amable Frómeta. Foto Archivo DoCoMoMo Dominicano.
día supone un uso mejor, más acorde con los tiempos actuales, dada su especial localización.
Vista aérea del aspecto que ofrecía el conjunto del Centro de los Héroes en 1991, dentro del contexto general de la ciudad de Santo Domingo. 1955. Guillermo González et alt. Foto Stefano Topuntoli.
Schad, Antonio Ocaña (1922) son actores importantes destacados en la década del 50 que garantizan
Una nueva generación acompaña en la escena ahora a los maestros de los años 30: Gay Vega, Manuel Baquero, Teófilo Carbonell, Amable Frómeta, William Reid, Manuel José Reyes, Eduardo Rodríguez el tránsito hacia la posdictadura y conducen el cambio hacia la estética internacional que se sustenta en una reflexión sobre la identidad regional, la cual se basa en un posible estilo moderno criollo apropiado al clima y a la cultura local. La influencia de Neutra –quien nos visitara años antes–, de Villanueva, de Niemeyer y de Pani, se hace evidente tanto en la arquitectura doméstica como en la institucional, con predominio de las columnas de acero, ventanas de celosías, los calados de concreto y de barro, los quiebrasoles, los paramentos texturizados y curvos, las inevitables cubiertas planas, los vuelos profundos y sus quietas sombras y la suave fluidez del espacio en comunidad con la sensual naturaleza caribeña. Hacia estos años comienza a definirse un profesional de nuevo perfil: el ingeniero civil o el ingeniero-arquitecto, a la orden del diseño. Muchos de ellos representan la vanguardia de la generación actual, en términos de su asociación creativa al servicio de la mejor arquitectura y el urbanismo dominicanos. Baste citar los casos de Leonte Bernard, Pascal Santoni, Mario Penzo, Margot Taulé (1920-2008) y otros más, de gran prestigio y con un catálogo abundante de realizaciones. 39
El concurso de la Basílica de Higüey: las postrimerías del régimen Los años finales del trujillismo nos legan pocos trabajos públicos de envergadura. En 1947 se realiza el concurso internacional para la Basílica de Higüey, ganado por los franceses André Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré. Su construcción se inició en 1954 finalizándose años más tarde, en 1971. El proyecto ganador resume las tendencias de su época, dominada por la poética corbusiana del beton brut o del brutalismo. Los resultados son en realidad admirables. La calidad de la construcción fue producto de un tour de force acompañado fielmente por los arquitectos, quienes en su memoria publicada recientemen-
te señalan: “La descomposición en paneles de encofrados fue definida por los planos de forma y el marcado de sus juntas que definen, con una exactitud siempre respetada, las paradas del vaciado. La prefabricación de los paneles fue hecha de manera rigurosa gracias a dibujos precisos que respetaron la repartición regular de las planchas de 9 centímetros. Este sistema es el que concretiza la modulación dimensional de todo el edificio. Ningún encofrado fue improvisado”. 40 Recordaremos que Caro Álvarez realiza el primer edificio para el Banco Central de la República, el innecesariamente desaparecido Palacio de Correos y la Secretaría de Educación, 3 edificios hechos en secuencia (1955-57) en un lenguaje de sutil academicismo, estableciendo la tradición de recubrir los edificios públicos de travertino local y de dotarlos de hermosos murales, generalmente ejecutados por el artista español José Vela Zanetti.41 Este puede considerarse como un segundo período en la obra pública de Caro, en el que sustituye la modernidad del volumen puro por el clacisismo afrancesado que le resultaba familiar debido a su educación. La obra de Auguste Perret puede servir de referencia. El caso de la arquitectura de Caro Álvarez es digno de análisis. Sus casas –mayormente neocoloniales– y sus edificios públicos, sobreviven décadas y períodos políticos sin cambios sustanciales, a diferencia de los edificios de González, por ejemplo, que han sido alterados o demolidos sin compasión. ¿Qué razón determina que esto ocurra? ¿Buen diseño, buena construcción, qué motivo imponderable lo permite?
Escorzo sureste de la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey. 1947-1971. André Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré. Foto de Onorio Montás. Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos en Santo Domingo. 1955. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Banco Central de la República Dominicana, bloque original norte. 1957. José Antonio Caro Álvarez. Foto Ricardo Briones.
4.10
Ciudad Trujillo y Santiago: opuestos en política urbanística La impronta del régimen en el territorio de la ciudad de Santo Domingo es verdaderamente impresionante. En 30 años se suceden innumerables acciones urbanizadoras privadas, pero primordialmente de carácter público. La modalidad de extrapolar la ciudad por medio de la ejecución de nuevos ejes viales en la periferia de los espacios previamente densificados, construyendo en su vecindad algunas edificaciones de servicio público, funcionó admirablemente bien e incluso fue continuada en la posdictadura. El actual Malecón y la Fabré Gefrard (hoy Abraham Lincoln), planificados y ejecutados por Moncito Báez, son dos ejemplos
Foto aérea de la ciudad de Santiago de los Caballeros, realizada en torno al año de 1950. Se puede apreciar la presencia del Monumento en la entrada desde la Capital, y del aeródromo militar, hoy previsto como polo central de la ciudad dentro del proyecto del Parque Central de Santiago, impulsado por la Asociación para el Desarrollo Inc. Foto cortesía del Plan Ordenador de la Ciudad.
suficientes. Don Moncito recuenta, con su peculiar estilo, la historia de la epopeya seguida en la realización del primer tramo de la avenida Colombina, hasta Güibia, en su Por qué Santo Domingo es así .42 Otros casos, como el de la avenida San Cristóbal, reúnen edificaciones como la de la Secretaría de Obras Públicas (1956) de Leopoldo Espaillat Nanita (1930), el Estadio Presidente Trujillo (actualmente Estadio Quisqueya) y otras estructuras oficiales capaces de polarizar la movilidad urbana hacia estos nuevos entornos. Un ejemplo destacable en la acción inmobiliaria privada lo encarna la figura de Juan Alejandro Ibarra (1871-1943). Este venezolano, fallecido en La Habana, desarrolló sus años más productivos en Santo Domingo, donde, a la par de sus inversiones en el mundo de las finanzas, desarrolla una importantísima labor en el mundo de los bienes raíces, fundando innumerables urbanizaciones y proyectos que determinan, en gran medida, el perfil capitalino de esas décadas. Baste citar su plan para desarrollar Villa Francisca con modernas viviendas construídas en estrechos lotes, dentro del cual destina terrenos para la ejecución del parque Enriquillo. Paralelamente actúa en proyectos notables en San Carlos, La Fe y Villas Agrícolas, y es acreditado como constructor de la carretera original a Boca Chica. Donó terrenos, además, para el “Sanatorio Antituberculoso”, el cementerio de la hoy avenida Máximo Gómez, la “Fábrica de Aceite de Maní de Ciudad Trujillo” y la l ogia “Flor del Ozama”. La iniciativa más seria emprendida para orientar el desarrollo de la capital fue el llamado Plan Vargas Mera. Éste aprovechaba muchos de los recursos naturales de la ciudad para establecer sus coordenadas de ordenamiento, como la plataforma del farallón que atraviesa la ciudad de este a oeste en una cota cercana
Doble página siguiente: Dibujo firmado por Guido D'Alessandro y José Antonio Caro Álvarez en 1937, en el que se advierte el trazado para la expansión de Ciudad Trujillo hacia el oeste, incluyendo un desarrollo monumental axial de equipamiento público, en lo que hoy vendría a ser la avenida Máximo Gómez. Esta idea pudo ser el germen de lo que habría de ser la Feria de la Paz, 18 años después.
a los 50 metros de altura. Este accidente geográfico fue destinado a servir como parque urbano, una de las ideas del proyecto que lograron materializarse en el tiempo, al igual qu e la prolongación de la avenida Máximo Gómez y el trazado de la futura avenida John F. Kennedy. El Plan Vargas Mera de 1957 fue ob jetado por el régimen por asumir el uso de terrenos propiedad de la familia Trujillo, según se cuenta.43 Más allá del Ensanche Lugo, La Primavera, La Aguedita, Gazcue y la Ciudad Universitaria, expansiones occidentales del centro histórico en estos años, la cartografía capitaleña registra la aparición de Villa Francisca (1928), el barrio San Juan Bosco (1939), Villa Juana (1942), destinado al asentamiento de la infraestructura industrial de Ciudad Trujillo; Mejoramiento Social (1946), La Esperilla (1946), María Auxiliadora (1951), La Fe (1955), La Francia (1956), entre otros.44 Estos barrios y su arquitectura de mínimas dimensiones destinada a la nueva clase obrera urbana, obtuvieron gran reconocimiento internacional. Jóvenes arquitectos e ingenieros se iniciaban en un proceso que en años posteriores tendría repercusiones importantes.
Cuenta Rafael Tomás Hernández, autor que jugaría un predominante papel en los años subsiguientes: “Las inmigraciones que se produjeron por la construcción de la Feria en 1955, t rajeron como consecuencia que hacia 1960 fuera notable la construcción de barrios o caseríos con casuchas de madera, cartón, yaguas, donde se hacinarían familias provenientes de nuestros campos. Por ejemplo, el barrio Faría. El primer intento que se hizo para corregir esa situación consistió en la construcción de 1,000 viviendas destinadas a familias de bajos ingresos en el Ensanche Luperón. Este plan que siguió los lineamientos de los barrios de Mejoramiento Social o Barrios Obreros, que se habían realizado antes, sería insuficiente y resultó que Faría, el caserío que debía ser sustituido, se trasladó a Guachupita, Gualey, Las Cañitas
Propuesta de ampliación urbana del Ing. José Ramón Báez López-Penha contemporánea a la mostrada en el gráfico anterior. Sobresale el esquema en exedra semicircular hacia el fondo noroeste del trazado y la coexistencia de un espíritu geométrico clásico, con articulaciones de trazado más libre, modernizante. Vista aérea del centro de Puerto Plata. Foto Miriam Calzada. Detalle del conjunto de la Feria Ganadera, uno de los desarrollos de acompañamiento a la celebración de la Feria en 1955. Foto Stefano Topuntoli.