Alfonso RODRÍGUEZ M - Colombia Universidad del Atlántico y Universidad del Norte La noción de identidad narrativa de Paual Ricoeur: presentación, discusión, aplicaciones
PRESENTACIÓN RESUMEN El texto que sigue presenta el concepto de identidad narrativa tal como ha sido desarrollado cronológicamente por Paul RICOEUR en escritos publicados de 1985 a 1990. Tal desarrollo muestra la caracterización, las tesis de los filósofos y narratólogos “adversarios” y “confirmantes” así como los aportes de ese concepto en los campos de la teoría literaria, la filosofía del lenguaje y la hermenéutica del yo. Se reseñarán así los conceptos de identidad ibid , identidad ipse, sentidos de la identidad como mismidad, carácter y mantenimiento de sí. A la presentación en sí de la noción, seguirá una breve mención a su lugar en la obra de RICOEUR, críticas formuladas en su contra y defensa. Finalmente mencionaremos nuestra “comprensión” del concepto, y su eventual aplicación en crítica literaria, docencia e investigación, lo ya se hace entre nosotros.
1. EL VÁSTAGO, LA MEDIACIÓN, LA PUESTA EN BALANCE DE LA IDENTIDAD NARRATIVA “La propia identidad del ser no es más que una identidad narrativa.” P. RICOEUR
Paul RICOEUR, hasta donde llega nuestro conocimiento, ha dedicado, entre secciones de libros propios, ensayos en revistas y conferencias publicadas, cinco producciones al tema de la identidad narrativa, de 1985 a 1990. A una primera “configuración global” del término que abarca la definición como categoría de la práctica, alternativa a las aporías del tiempo y aporte para la hermenéutica del yo yo (el libro de 1985), seguirán desarrollos acerca de los orígenes orígenes de esas preocupaciones, de los conceptos de idem e ipse y los sentidos de la identidad como mismidad (los ensayos de 1986 a 1987), para, finalmente, reafirmarse 1
positivamente su hipótesis, reseñar a los filósofos “aporéticos” “confirmantes” de su teoría de la
y narratólogos
identidad como agente mediador que pasa por el
lenguaje para alcanzar el conocimiento de sí (el libro de 1990). Veamos en esos tres grandes pasos cómo ha podido mostrar el concepto de identidad narrativa este pensador francés nacido en 1913.
1.1. “La propia vida un tejido de historias narradas” RICOEUR propone el concepto de identidad narrativa en la conclusión-postfacio del tercer y último volumen de la trilogía Tiempo y narración El tiempo narrado, publicado en 1985, luego de Tiempo y narración I Configuración del tiempo en el relato histórico de 1983 y de Tiempo y narración II Configuración del tiempo en el relato de ficción de 1984. En nuestro caso nos referiremos a la edición en castellano de Siglo XXI ( 1). La noción de identidad narrativa surge aquí como la solución a una de las aporías que RICOEUR encuentra en las teorías del tiempo expuestas por los filósofos que él ha estudiado. Ya aquí expresa las características esenciales de su concepto: respuesta a la pregunta por ¿quién realiza la acción?; noción dinámica y categoría de la experiencia, inestable, aplicable al individuo y a la colectividad, problema solución con límites y peligros: “constitutiva de la ipseidad ”, “juego cruzado” y “entrecruzamiento”, Ya aquí expresa RICOEUR el gran valor que atribuye a la lectura, la escritura y la ficción narrativa en la interpretación del conocimiento de sí: el tiempo humano como dimensión narrativa; en vez de estructuralismo, hermenéutica; en vez de hermenéutica de la sospecha, hermenéutica de la cosecha. Según RICOEUR, las teorías del tiempo estudiadas por él adolecen de un abismo o no concurrencia o aporía entre dos perspectivas sobre el tiempo, la de la fenomenología y la de la cosmología. Las problemáticas se dan al confrontar el tiempo de las cosas creadas y el !"! #$%&'())*****+,"--"
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del alma individual (en (AGUSTÍN), el de la experiencia metafísica y la psicológica (en ARISTÓTELES), el que estudia la naturaleza y el de la vida psicológica racional (en KANT), el de la realidad entera y el de una conciencia individual (HUSSERL), y el del seren-el-mundo- y el singular intransferible (HEIDEGGER). Similar “antinomia sin solución” han tenido hasta el momento según RICOEUR las teorías de la identidad personal: o se presenta un sujeto idéntico a sí mismo substancializado o en la diversidad de sus estados (HUME), o como una ilusión substancialista (NIETZSCHE). A la “ocultación
mutua”
entre las perspectivas fenomenológica y cosmológica, la más visible de las aporías, se unen otras dos relacionadas: el decirse el tiempo siempre en singular y la imposible representabilidad del tiempo. Sólo “el tiempo humano narrado”, la “poética de la narración”, “el tercer tiempo”, se presentan, según RICOEUR, como una alternativa a la problemática o aporética anteriormente enfrentada. A esta conclusión-hipótesis llega al final de tres volúmenes dedicados a confrontar La Poética de ARISTÓTELES y Las confesiones de AGUSTÍN. Para el autor francés que estudiamos, “el entrecruzamiento” de los respectivos objetivos ontológicos de la historia y de la ficción constituye una réplica adecuada a la ocultación recíproca denunciada. “El frágil vástago –nos dice- fruto de la unión de la historia y de la ficción, es la asignación a un individuo o a una comunidad de una identidad específica que podemos llamar identidad narrativa” (Ibid., p.996). La identidad así concebida soluciona el dilema sujeto idéntico/ilusión sustancialista pues sustituye la identidad entendida en el sentido de un mismo ( idem) por la de identidad entendida en el sentido de un sí mismo (ipse). “La diferencia entre idem e ipse –sostiene RICOEUR- no es otra cosa que la diferencia entre una identidad sustancial o formal y la identidad narrativa.” Esta identidad puede sustraerse al dilema de lo Mismo y de lo Otro en la medida en que descansa en una estructura temporal conforme al modelo de identidad dinámica fruto de la composición poética de un texto narrativo: “A diferencia de la identidad abstracta de lo Mismo –nos dice- la identidad narrativa constitutiva de la ipseidad , puede incluir el cambio y la mutabilidad en la cohesión de una vida”.
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Esta “experiencia” según Tiempo y narración III, está constituida, de un lado, por lo que RICOEUR llama carácter y, de otro, los relatos que juntos ilustran la triple mimesis en el caso de la trama. “La tercera relación mimética –leemos en la p. 1000 del volumen citadose define por la identidad de un individuo o de un pueblo fruto de la rectificación sin fin de una narración anterior por otra posterior, y de la cadena de refiguraciones que ellas derivan.” Aquí el sujeto aparece como lector y escritor de su propia vida, según el deseo de PROUST, nos dice RICOEUR. Esta configuración de la identidad, concebida como la configuración de la narración, es “confirmada” por la precomprensión y por los análisis literarios de la autobiografía y de la historia de los pueblos. En el caso de la traselaboración de una vida en psicoanálisis hay refiguración constantemente por todas las historias verídicas o de ficción que un sujeto cuenta sobre sí mismo. La historia de un pueblo, de una comunidad, así mismo, procede de la serie de correcciones que cada nuevo historiador aporta a las descripciones y a las explicaciones de sus predecesores
y,
progresivamente, a las leyendas que han precedido este trabajo propiamente historiográfico. “La comunidad histórica que se llama pueblo judío –sostiene RICOEUR- ha sacado su identidad de la recepción misma de los textos que ella ha producido” (p.999). Esta identidad así configurada, concebida como una trama, de tramas, no es estable y sin fisura, se hace y se deshace continuamente, es el título de un problema como de una solución. Tiene además sus límites pues debe participar, junto con otros componentes no narrativos en la formación del jeto agente ni agota la cuestión de la ipseidad del sujeto. Cuando leemos, cuando nos leemos, cuando (nos) configuramos, estamos abocados continuamente a decidir, escoger, (re)crear tramas. Estamos abocados, según RICOEUR, cada instante, a una “responsabilidad ética”, “el factor supremo de la ipseidad ”. Desde esta concepción de la identidad, se llega, se puede llegar, a un sí mismo del conocimiento de sí, a una vida examinada a la manera de SÓCRATES, “purificada, clarificada”, gracias a los efectos catárticos de los relatos tanto históricos como de ficción transmitidos por nuestra cultura. Estamos lejos de la hermenéutica de la sospecha, de las aporías de la identidad mismidad, del arcaísmo infantil freudiano. Estamos también frente a
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una posibilidad de conocimiento de sí que se puede trabajar en escritura (filosófica) literaria.
1.2. “La mezcla de permanencia y de no permanencia que parece implicar la conexión de una vida”. Nos referiremos enseguida a los ensayos o conferencias publicados acerca de la identidad narrativa que Paul RICOEUR publicó de 1986 a 1988. Se trata, por un lado, de la conferencia “L´identité narrative”, pronunciada el 9 de noviembre de 1986 en la Facultad de Teología de la Universidad de Neuchatel con motivo de la concesión a Paul Ricoeur del doctorado Honoris Causa en teología, publicada en Paul Ricoeur Historia y narratividad, a cuya edición nos remitimos (2); de la intervención en el Coloquio de Royaumont “Individuo e identidad personal”, publicada en Sobre el individuo, al cual nos referimos (3); y del ensayo “L’identité narrative”, publicado en la revista Esprit 7-8 de 1988, a la cual remitimos (4). En estas publicaciones el autor que estudiamos sobre todo precisa los conceptos avanzados en 1985, insiste en otros, introduce algunos énfasis: la relación identidad trama personaje, la aporía encontrada en una definición contemporánea de individuo, la primacía del lenguaje para la interpretación (narrativa) del sí mismo. El propósito mayor de la conferencia de 1986, “La identidad narrativa”, es precisar el concepto de identidad, lo que lleva a RICOEUR a tratar el de trama o intriga, a la relación trama y configuración del personaje y a las implicaciones de esta teoría en la hermenéutica del yo. Se trata de dar cuenta de la identidad del personaje en relación con la elaboración de la trama mediante la cual el texto obtiene su identidad.
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Según “La identidad narrativa”, el personaje conserva, a lo largo de la historia, la identidad correlativa de la propia historia, por lo que hay que buscar en la trama la mediación entre permanencia y cambio antes de aplicarla al estudio del personaje: “La identidad de la historia forja la del personaje”. RICOEUR en este texto renombra la noción de concordancia discordante tomada de ARISTÓTELES (principio de orden: completud, totalidad y extensión; y cambios de fortuna: giros, peripecias, contingencias) configuración
con la de “síntesis de lo heterogéneo”. La
–término que RICOEUR prefiere al de estructura para subrayar el carácter
dinámico del proceso- alude al arte compositivo que media entre la concordancia y la discordancia que regula la elaboración de la trama. El personaje se configura, pues, correlativamente a la trama en una narración. Y el personaje, al ser la ficción una “representación” de la vida, un “mythos”, mimetiza a la persona humana. Varios rasgos de la persona humana confirman, según RICOEUR, la del personaje: el personaje también es un cuerpo, interviene, produce cambios, es soporte de predicados físicos y psíquicos; el inventario de lo psíquico es fruto en gran parte de lo descrito por quienes elaboran tramas o inventan personajes; nuestra refiguración o intelección narrativa despliega al leer juicios morales en la medida en que exploramos al hacerlo los caminos de la virtud y el vicio que conducen o no a la felicidad o a la desgracia. Esta hipótesis, la identidad narrativa, “aquella que el sujeto humano alcanza mediante la función narrativa”, tiene sus implicaciones en la hermenéutica del yo: el sí mismo no se conoce de un modo inmediato, sino indirectamente, mediante el rodeo de toda clase de signos culturales; en el trayecto de la autodefinición, se interpone la identificación del Otro; la figuración de uno mismo a través de la mediación del otro puede ser un medio auténtico de descubrirse uno mismo. “La refiguración de uno mismo por el relato
–concluye
RICOEUR- puede ser valiosa” (p. 229). Durante su intervención en Royaumont de 1987, RICOEUR denuncia otra especie de aporía en teorías del individuo, subraya una vez más la diferencia entre identidad idem e
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identidad ipse, resalta la primacía que él otorga al lenguaje en el conocimiento de sí. La exposición “Individuo e identidad personal” nació precisamente de una reflexión acerca de la doble definición de individuo propuesta por Louis Dumont en Ensayos sobre el individualismo. Para evitar la denunciada dualidad entre sentido empírico (una muestra indivisible de la especie humana) y el sentido moral (un ser independiente, autónomo, no social), RICOEUR plantea la necesidad de recurrir a ciertos universales ligados al funcionamiento del lenguaje, a la estructura dramática, a la distinción idem e ipse. La identidad del ipse -nos dice- no es la identidad sustancia del idem en el sentido de no cambiante, sino que se conjuga con una mutabilidad fundamental: “La función mediadora del relato consiste en sostener unidos la mutabilidad anecdótica de una vida y la configuración de una historia” (p.86). En el ensayo “La identidad narrativa” publicado en la revista Esprit de julio-agosto 1988, RICOEUR caracteriza aun más los rasgos de la identidad narrativa que ha venido presentando, reseña los diversos sentidos que tiene el concepto tradicional de identidad, siempre, según él, referidos a la identidad entendida sólo como mismidad; avanza, también, en la caracterización del ipse o sí (mismo). La identidad narrativa es aquí caracterizada como “esta noción y esta experiencia”, el lugar buscado [le lieu recherché] de la fusión entre historia y ficción, “una mediación privilegiada entre otros signos y símbolos” para solucionar las dificultades que ofrece la discusión contemporánea sobre identidad personal. “Según mi tesis –leemos en “L’identité narrative”- el relato [le récit] construye el carácter durable de un personaje, que se puede llamar su identidad narrativa”. Esta hipótesis es expresamente opuesta a la solución planteada por Derek PARFIT en Reasons and persons de 1986, por estar según RICOEUR enmarcada dentro de la concepción de la identidad sólo como mismidad. Todos los sentidos que tiene la noción de identidad vista hasta la fecha
–insiste aquí
RICOEUR- remiten a la mismidad o idem (samenes, Gleicheit ) y desconocen el sí (mismo) o ipse (selfhood, Selbstheit). Es el caso de la idea de identidad en el sentido numérico, que significa unicidad y su contrario es pluralidad; el sentido de parecido extremo, que significa
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la substituabilidad y su contrario es aquí diferente; o el de continuidad ininterrumpida, criterio anexo al de similitud al servicio de la identidad numérica y cuyo contrario es la discontinuidad; o el de la permanencia en el tiempo, primera categoría kantiana de la relación, que se llama substancia y cuyo contrario es la diversidad. El sentido numérico de la identidad tiene el inconveniente, como el sentido de la semejanza extrema, de no implicar el tiempo, mientras que los que implican el tiempo suponen una sustancia inamovible. A pesar de haber una región de sí (soi), que recubre (recoupe) la del mismo (même), según RICOEUR hay un corte (coupure) no sólo gramatical sino epistemológico y lógico que separa idem de ipse. Como el Dasein de HEIDEGGER, el ipse o sí mismo, en intersección con el idem en la permanencia en el tiempo, no es sólo la perseverancia sino “una cierta constancia en las disposiciones de un carácter, la fidelidad que se manifiesta en la manera de honrar las promesas”. Todo esto hace necesario recurrir a un concepto de interpretación narrativa de la identidad correlativa de la concordancia discordante de la historia.
1.1.3. “Esta nada de la identidad-permanencia” En la quinta y última obra de RICOEUR a la que nos referiremos, el libro Sí mismo como otro de 1990, hay dos capítulos o “estudios” dedicados al tema que nos concierne: “La identidad personal y la identidad narrativa” y “El sí y la identidad narrativa”, a los que nos remitiremos en la edición de Seuil/Points ( 5). Se puede decir que en este libro RICOEUR acentúa la orientación que había dado en el ensayo de 1988; detalla esta vez acerca de los filósofos adversarios –sobre todo a su más grande adversario- así como de sus más grandes apoyos; y precisa su concepción de identidad narrativa detallando el concepto de carácter y de mantenimiento de sí , así como sus obstáculos y límites para una hermenéutica del sí. En esta conceptualización de 1990, a diferencia de la perspectiva de Tiempo y narración, que se refería sobretodo en la constitución del tiempo humano, se va a insistir en la 8',B
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constitución del sí (mismo) (constitution du soi). Esto explica el énfasis nuevo en la conceptualización de los términos carácter y costumbre, y presencia de la ética en toda obra de arte. En Sí mismo como otro RICOEUR explicita su tesis de la identidad narrativa como respuesta a las aporías del las concepciones de identidad expuestas por LOCK, HUME y, sobre todo, al de filosofía anglosajona personificada en PARFIT. Así mismo muestra cómo su hipótesis de la interpretación narrativa de la personalidad está “confirmada” por
la
narratología contemporánea de PROPP, BREMOND y sobre todo GREIMAS. Con MACINTYRE coincide en la importancia de la configuración narrativa y en la opción ética pero difiere en la ecuación persona personaje. En esta gran obra de 1990, RICOEUR se reafirma en “una intervención de la identidad narrativa en la constitución de la identidad personal”. La identidad narrativa es aquí caracterizada como medio (milieu), como agente mediador configurador entre los dos polos del carácter y del sí. “Será la tarea de una reflexión sobre la identidad narrativa colocar en balance (mettre en balance) los rasgos inamovibles que ésta debe al anclaje de la historia de una vida en un carácter y aquellos que tienden a disociar la identidad del sí de la mismidad del carácter” (p.148). Vista así la identidad narrativa oscila entre dos límites, un límite inferior en donde la permanencia en el tiempo expresa la confusión del idem y del ipse, y un límite superior, donde el ipse plantea la cuestión de su identidad sin auxilio y apoyo del idem. En esta nueva orientación respecto a 1950, el carácter acumula la identidad del sí y del mismo, es la mismidad en la miodad (yodad) (c’est la mêmeté dans mienneté). El carácter es el qué del quién, pero el cubrimiento del ipse por el idem no implica su distinción: es el sí mismo bajo la apariencia de la mismidad. La identidad de una comunidad, como la personal, además de los rasgos distintivos durables, inclusive permanentes, está compuesta de identificaciones a valores, normas, ideales, modelos, héroes en los cuales la persona y la comunidad se reconocen. El otro polo está constituido por el mantenimiento del sí.
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La naturaleza verdadera de la identidad narrativa, concluye RICOEUR al respecto en Sí mismo como otro, se revela en la dialéctica de la ipsidad y la mismidad. En este sentido, “representa la contribución mayor de la teoría narrativa a la constitución del sí” (p.167).
2. ANTIESTRUCTURALISMO, ANTIANALES, ¿TEOLOGISMO? “La fe en el Dios de la Biblia no pertenece a los presupuestos de mis investigaciones filosóficas.” P. RICOEUR
El ciclo durante el cual Paul RICOEUR ha esbozado, precisado y reorientado su propuesta de identidad narrativa ha sido considerado como el “ciclo norteamericano”; los planteamientos aquí reseñados, que se oponen a varias de las tendencias filosóficas, lingüísticas y metodológicas, han sido objeto de críticas y apoyos desde diversos ángulos; desde su “doble identidad” de cristiano exegeta de la Biblia y filósofo, RICOEUR ha respondido a tales críticas.
2.1. RICOEUR trabajó lo grueso de la redacción de Tiempo y relato en 1983 y 1984, en el Nacional Humanity Centrer
de Carolina del Norte, luego de cursos acerca de los
representantes de la filosofía analítica anglosajona (6). Este período, que iría de 1975 a 1985 e incluye La metáfora viva, como se habrá incluso observado en la “reorientación” del concepto de identidad narrativa, desarrolla la evolución de una hermenéutica de los discursos a una hermenéutica del yo, entra en controversia con el estructuralismo, la Escuela de los Anales, el “positivismo fenomenológico” y la “teoría de la acción comunicativa”.
2.2.
Ricoeur, lo que se puede observar en los planteamientos vistos, se opone
evidentemente al estructuralismo francés de los años 70 al restituir la pertinencia del D EF G'' .;!% / . !;/ 8+*,8D+>*-
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contexto externo, el referente y la enunciación, es decir, al sujeto del discurso. Al insistir en el “cuadrilátero del discurso”, muestra también su discrepancia con lo que se conoce como la Escuela de los Anales o “Nueva historia”, lo que le hace colocar el rótulo de subjetivista por la importancia que atribuye al sujeto que escribe y lee ( 7). Los discípulos habermasianos del “actuar comunicacional” o teoría de la acción comunicativa han criticado a RICOEUR la eventual irrelevancia de la comunicación en su constitución del sujeto, la no consideración de las “teorías de la sospecha del sujeto” y su supuesta fundamentación teológica. Según Christian BOUCHINDHOMME, el tiempo en RICOEUR no haría analógicamente sino tomar el lugar del Mal. “¿Cómo –protesta- sobre un postulado que no puede sino poner a flote (relever) la fe, Ricœur espera convencer por la argumentación? (8). RICOEUR ha manifestado su desacuerdo con la desconfianza sistemática del estructuralismo respecto de toda excursión extralingüística ( 9). Ha expresado también su “concepción aporética de la fenomenología”. Frente a la crítica de los habermasianos, sostiene que el desempeño de la identidad narrativa es comunicativo, pero que en la teoría de “actuar comunicacional” hay que involucrar a las instituciones. Como se sabrá, acerca del concepto presentado aquí ha habido varios estudios (10) ( 11) (12), en favor (13) y en contra (14).
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2.3. Por otra parte, RICOEUR nunca ha aceptado la crítica que ve en su teoría literaria, su filosofía del lenguaje o su hermenéutica del yo algún “injerto teológico”. Cristiano protestante exmilitante socialista que se considera más un exegeta de la Biblia que un teólogo, RICOEUR siempre ha creído poder separar la teología de la filosofía, aun a costa del drama que ello significa para su “identidad”. Al respecto en su Autobiografía habla de “la cuestión de la relación conflictiva consensual entre mi filosofía sin absoluto y mi fe bíblica más nutrida de exégesis que de teología; para permanecer fiel al antiguo pacto en virtud del cual las fuentes no filosóficas de mis convicciones no se mezclarían con los argumentos de mi discurso filosófico”. De aquí en adelante, creemos, el lector de esta exposición podrá “configurar” una posición ante la “aporía teología filosofía ricoeurdiana”. En el caso que nos concierne, el de la fundamentación, argumentación y sentido último de la identidad narrativa, se trataría de asumir si el “tercer tiempo” ha sido presentado aquí como un símbolo del Mal, si hemos estado frente a un alegato teológico o a una argumentación filosófica, si se ha presentado la identidad de la comunidad bíblica hebrea como paradigma para las identidades de los pueblos del mundo no cristiano.
3.
NUESTRA IDENTIDAD NARRATIVA “Porque somos ensayo […] intentamos una comprensión narrativa de nosotros mismos, la única que escapa a la alternativa entre cambio puro e identidad
absoluta. Entre ambos queda la identidad narrativa”. Ángel
GABILONDO ( 15)
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Hemos comprendido la noción de identidad narrativa como un concepto límite de la teoría literaria, la filosofía del lenguaje y la teoría del yo que puede desarrollar aportes en nuestros estudios de crítica literaria, en nuestra docencia de la escritura, en nuestra teoría y práctica de la investigación.
3.1. El concepto de identidad narrativa, nacido de la confrontación de La poética de ARISTÓTELES y Las confesiones de San Agustín, sustenta la necesidad de considerar la trama o fábula o intriga para constituir la configuración del personaje o actor o actante. Dado que la literatura, la ficción, el arte son, desde la óptica aristotélica ricoeurdiana, mimesis o representación de la vida, podemos concebir que nuestra identidad, personal o colectiva, tiene una intervención, un agente mediador, componente o “balanceador” entre dos polos: por un lado, el carácter, constituido por la perseverancia de rasgos durables o dados o “involuntarios” y de la presencia de rasgos adquiridos de nuestra identificación a valores, símbolos, cultura (llamados por RICOEUR relatos en su primera “tópica”; y, por otro, un mantenimiento de sí o constancia o ética que manifestamos cuando por ejemplo cumplimos la promesa hecha por consideración a la palabra-lenguaje o al Otro. La identidad narrativa así concebida tiene esa tarea de mediar entre dos lugares, el idem-ipse del carácter y el ipse liberado del soporte del idem. Vista así, la identidad narrativa, inestable, con límites y peligros como la decisión libre y el quijotismo-bovarismo, concibe al sujeto como un lector escritor de propia trama vida, como un configurador de su propia fábula existencia que puede proyectar, integrar, (re)componer las conexiones de su vida. Esta concepción de la identidad puede tener varios usos, o aportes o “funciones” entre nosotros.
3.2. Tenemos en primera instancia la posibilidad puntual, como lo hace Jorge LARROSA en La experiencia literaria Estudios sobre literatura y formación, de orientar nuestros estudios literarios hacia este tema específico de la lectura, la escritura y la formación literaria en obras de nuestra literatura universal, latinoamericana y caribe. Hay aquí toda una cantera para estudiar, desde lo clásicos europeos Ensayos de MONTAIGNE, Tratado sobre la naturaleza humana de HUME, En busca del tiempo perdido de PROUST, pasando
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por los clásicos hispanoamericanos como el BORGES de “El hacedor”, el NERUDA de Confieso que he vivido, el Vivir para contarla de GARCÍA MÁRQUEZ y los casos particularmente colombianos de La vorágine de RIVERA, Cuatro años bordo de mí mismo de ZALAMEA o Mateo el flautista de Alberto DUQUE L., obras en las cuales la autoconciencia por la escritura tiene gran importancia ( 16). En segunda instancia, como nos lo ha sido mostrado en la Cátedra de Lectura y escritura de la UNESCO, es posible utilizar los talleres de creación literaria para trabajar la configuración de la identidad personal o colectiva de los asistentes. “Mediante breve composición –leemos en el instructivo reseñado- conocerse a sí mismo como sujeto y objeto de la escritura creativa, tal como lo hace Borges en “Borges y yo” ( 17). En este mismo sentido apuntan los trabajos de Michelle PETIT ( 18). Finalmente, como hemos comenzado a hacerlo en la investigación “El cuento caribe colombiano: historia, poéticas e identidad”, trabajando el tema de la identidad en nuestra literatura, música y cultura regionales, en cuyo marco teórico este concepto de identidad narrativa puede ser considerado. Se podría comenzar por evaluar la posibilidad de considerar la “tópica” ricoerdiana como tópica de las identidades de personajes, personal o colectiva (cultural o regional) que indaguemos: el carácter, con sus componentes “involuntario” y sus relatos o identificaciones, y el ipse o la constancia o la ética, en el caso de una literatura regional ( 19). O en el caso, por ejemplo, de la relación ensayo e identidad,
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tan rica en el caso de América Latina y el Caribe ( 20), para ser trabajada en los casos regionales (21).
3.3. Para fundamentar las “aplicaciones” que ya se realizan en estos campos y para construir marcos teóricos en investigaciones, para incentivar los procesos de lectura y escritura como “vástagos”, “mediaciones” o configuraciones de nuestras identidades personales, colectivas o narrativas, se ha realizado esta lectura, escritura y configuración del concepto de identidad narrativa en Paul Ricoeur, el cual ahora dejo a la reconfiguración, decisión libre y conocimiento de sí en este auditorio.
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