ENFOQUE EPISTEMOLÓGICO DE LA MEDICINA Y LA ENFERMEDAD A TRAVÉS DE LA HISTORIA
La medicina pre-racional Desde la antigüedad se trató de comprender el significado y origen de la l a enfermedad, siendo las primeras explicaciones explicaciones de tipo mítico. La enfermedad era personificada y deificada, pensada como una entidad externa al cuerpo humano que es enviada como castigo por los dioses o por demonios, bajo la forma de una fuerza sobrenatural que toma posesión de la persona. En este apropiarse aparecía la noción del papel del contacto como vehículo del contagio de algunas enfermedades, lo que es evidente en numerosos textos. En un texto cuneiforme hallado en el sitio arqueológico de Mari puede leerse respecto de una mujer que padece una enfermedad de la piel, las estrictas precauciones para evitar el contagio: “que nadie beba de la copa que ella bebe, que nadie se siente en el asiento en que ella se sienta, que nadie se acueste en la cama en que ella se acuesta, de modo que no se mezcle con las restantes mujeres” Son numerosos los agentes que se precipitan sobre el individuo causando enfermedades enfermedades o lesiones: demonios, fantasmas, espíritus, etc. Esta concepción mágico-religiosa que prevaleció en las antiguas culturas de Egipto y la Mesopotamia, es lo que se denomina medicina pre-racional. Se utilizaban numerosos tratamientos empíricos y recetas basadas en dietas y elementos naturales principalmente botánicos, los que se acompañaban acompañaban de rituales, plegarias, exorcismos y penitencias. Esta visión de la enfermedad no fue privativa de las culturas euroasiáticas, sino que era compartida por las culturas americanas americanas antiguas. antiguas. Entre los aztecas las enfermedades se atribuían a cuatro causas posibles: la primera causa, es la introducción por obra de magia negra de un cuerpo extraño en el organismo del enfermo; la segunda causa se le atribuía a sufrimientos o a la muerte infligidos al Dios del enfermo. La tercera causa es la pérdida del tonalli, término que designa a la vez al alma, que es el aliento vital y el signo bajo el cual ha nacido el paciente, es su suerte o su destino y, la cuarta causa son los “aires de enfermedad”, que son las influencias nefastas e invisibles que vagan alrededor de los humanos sobre todo por la noche. En su visión, los dioses causaban enfermedades pero también podían curarlas. Los diagnósticos se basaban no en la observación de signos y síntomas, sino en la adivinación que en ocasiones utilizaba drogas alucinógenas como la mescalina del peyotl, químicamente emparentada con el LSD. Es curioso observar que muchas de las creencias populares actuales, como el mal de ojo, la medición del brazo como recurso terapéutico, etc., pueden encontrarse ya en culturas mejicanas precolombinas, persistiendo hasta nuestros días en en determinados segmentos segmentos de la población latinoamericana.
Los antiguos griegos Los antiguos griegos, al colonizar las islas del Egeo y el Asia Menor habían tomado contacto con las civilizaciones de Egipto, Creta y la Mesopotamia en las que la visión de la enfermedad estaba impregnada de elementos de magia y empirismo. Las primeras instituciones dedicadas específicamente a la medicina fueron los santuarios de Asclepio, donde los enfermos eran sometidos al rito de la incubación: mientras dormían, el dios le revelaba cómo se realizaría la curación.
El paso de una economía agrícola al desarrollo de la producción de artesanías llevó al desarrollo del comercio y la navegación, estableciéndose los griegos también en Sicilia y sur de Italia, en lo que se dio en llamar la Magna Grecia. Se daba además un cambio socio político en el que se relativizaba el valor de la tradición; los filósofos presocráticos surgen junto con la mayor libertad de las ciudades jónicas en comparación comparación con el el mantenimiento de la ortodoxia de las castas sacerdotales sacerdotales en Egipto y Babilonia. Es alrededor de los siglos VI y V A.C. y en el contexto de estos cambios, que surgen pensadores pensadores como Tales de Mileto, que comienzan a pensar el mundo utilizando la racionalidad y dejando de lado el pensamiento mágico que había predominado anteriormente. Tales y su sucesor Anaximandro postularon que las fuerzas de la naturaleza son las responsables del orden del mundo y se apartaron de las concepciones que atribuían a fuerzas sobrenaturales el papel preponderante en la explicación del funcionamiento de las cosas. cosas. Se estaba dando dando el paso del del mito al logos, se despersonalizaban las fuerzas de la naturaleza. Siguiendo a Kuhn, podría decirse que se produce una verdadera revolución, que en el campo de la medicina se traduce por el surgimiento de un nuevo paradigma, el de la medicina hipocrática.
La medicina hipocrática Hipócrates, en el siglo V antes de nuestra era, declaraba “...los hombres creen que la epilepsia es divina, simplemente porque no la entienden. Pero, si llamaran divino a todo lo que no entienden, realmente las cosas divinas no tendrían fin..” Mostraba de este modo un enfoque naturalista y alejado de las concepciones mágico religiosas anteriores. Un conjunto de textos que ha llegado hasta la actualidad es el Corpus Hipocraticum, que consiste en escritos de diferente tipo y que no sigue un orden determinado. Si bien se atribuyó a Hipócrates, se desconoce cuál es la contribución de sus discípulos a esta colección que muestra los aspectos esenciales del pensamiento de quien se considera el Padre de la Medicina. Hipócrates y sus seguidores hicieron contribuciones de importancia a la Medicina mediante la descripción de varias enfermedades, así como diversos signos y terapéuticas. Estos aportes necesariamente necesariamente debieron ser el fruto de cuidadosas observaciones, utilizando un empirismo embrionario con raíces épocas anteriores, pero que podría ser el germen del método empírico e inductivo que recién se desarrollaría plenamente muchos siglos después con la corriente positivista. Pero las concepciones concepciones centrales del cuerpo teórico hipocrático se emparentan emparentan con el intuicionismo intuicionismo platónico que se se funda en tres postulados: El postulado ontológico es la famosa tesis de los dos mundos, en la que los objetos del mundo concreto serían tan solo las sombras de las ideas El postulado gnoseológico establece que la naturaleza humana tiene la capacidad de entrar en relación directa con las l as ideas, en un conocimiento directo que recibe el nombre de intuición El postulado semántico, que supone que lo que otorga el significado a una palabra es el hecho de que se asocia a una idea de la que es su representación lingüística. Es entonces mediante esta especie de conocimiento directo que surge la teoría t eoría de los cuatro humores (sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema) cuyo desequilibrio lleva a la enfermedad, la discrasia (mala mezcla). Y de allí que la terapéutica consistiría en el restablecimiento de ese equilibrio mediante el reposo, dietas y linimentos. Es decir que, si bien en la medicina hipocrática la enfermedad perdería su carácter religioso y sobrenatural, atribuyéndole causas naturales, seguiría siendo entendida como un desarreglo dentro de un sistema de supuestas verdades a las que se accedía directamente mediante la razón. Hipócrates y sus seguidores consideraban que la enfermedad es un proceso natural; al hombre enfermo lo consideran una parte de la naturaleza que debía ser estudiado como todo fenómeno natural, siguiendo los métodos desarrollados por los filósofos presocráticos. La teoría de los cuatro humores influiría el pensamiento médico de los dos mil años siguientes.
La sangre se origina en el corazón, la flema en el cerebro; la bilis amarilla en el hígado y la bilis negra en el bazo. La rotura del equilibrio entre estos pares de humores de propiedades contrapuestas originaba la enfermedad. Aristóteles La filosofía aristotélica tenía dos influencias principales: por una parte Hipócrates y sus seguidores, que tenían una visión materialista, y por otra Platón y sus discípulos, que por el contrario daban primacía al mundo de las ideas como como única realidad. realidad. Aristóteles invirtió los conceptos de los idealistas, considerando que el mundo material era la base del pensamiento humano y de las ideas. A pesar de no haber escrito ninguna obra dedicada exclusivamente a la Medicina, tenía conocimientos muy certeros acerca de la Anatomía en general, Anatomía comparada, Biología, Embriología, Epidemiología Epidemiología e Higiene. Hizo además muy claras descripciones descripciones clínicas de los síntomas de algunas enfermedades y de los climas más adecuados para el desarrollo de la existencia humana. Su concepción vitalista diferenciaba entre cuerpos naturales dotados de vida y los que carecían de ella, entendiendo por vida el poder de autoalimentarse, de crecimiento y muerte independientes. Pensaba que un cuerpo vivía si estaba dotado de un principio vital, al cual llamó psiqué o alma. Sostenía que cada parte del cuerpo humano estaba hecha para determinada finalidad; era pues un teleologista, posición muy compatible con la filosofía cristiana. Distinguía tres tipos de psique o alma: alma vegetativa responsable responsable de la nutrición y reproducción; alma animal responsable del movimiento y la sensibilidad; alma racional propia del ser humano, que lo convierte en un ente consciente. Con la invención de la lógica, Aristóteles lleva al máximo las concepciones racionalistas que utilizan la deducción como forma de llegar a la verdad. Una verdad que es concebida en forma semántica, es decir como un vínculo entre el pensamiento, expresado mediante el lenguaje, con la realidad externa del mundo.
Galeno y Avicena En el Imperio romano el concepto de enfermedad sigue sin mayores cambios la visión griega descripta. La figura más importante de la época es Galeno (131-203 d. C.), quien reelaboró la herencia intelectual y técnica propia del Corpus Hipocrático y la mejoró sensiblemente Cuando los humores se encontraban equilibrados y en cantidades normales, se estaba ante la eukrasia o estado de salud; cuando se alteraba el equilibrio y/o la cantidad de alguno de ellos se producía la diskrasia o enfermedad. Entonces, a causa de un innato poder autocurativo del cuerpo se producía el restablecimiento del equilibrio de los humores, con la consiguiente curación. O por el contrario, si ello no era posible el paciente fallecía. Galeno elaboró un sistema farmacológico que gozó de gran popularidad en la Edad Media siendo seguido por casi quinientos años. El desequilibrio humoral provocaba la enfermedad, considerándose entonces entonces que la principal vía de solución era recuperar el equilibrio interno mediante la expulsión del humor sobrante. Esto explica que la famacopea escolástica estuviera plagada de medicamentos destinados a expulsar esos humores, como sangías, purgas, vomitivos, etc. Se usó también la misma teoría para explicar las distintas tipologías humanas. Así, las personas podían ser melancólicas, melancólicas, sanguíneas, sanguíneas, flemáticas o coléricas. Puede verse cómo la especulación especulación filosófica trataba trataba de suplir la ausencia de métodos métodos estrictamente científicos en la comprensión y explicación de las enfermedades. La Edad Media y el Renacimiento Esta teoría predominó sobre las demás (empiristas, por ejemplo) a partir del siglo XII, con la difusión en Occidente de los textos árabes, y llegó a su apogeo en el renacimiento cuando surge la figura de Paracelso (1493-1541), (1493-1541), médico y alquimista, quien introdujo introdujo numerosas drogas y
elaboró un concepto de enfermedad basado en la química. Sin embargo, aunque utilizaba conceptos científicos, construyó un sistema filosófico tan especulativo como el de los antiguos griegos. Se produce en la Edad Media un un resurgir de la explicación de las enfermedades enfermedades con el uso de elementos mágicos y religiosos; la epidemia de peste bubónica que diezmó la población de Europa en el siglo XIV se concebía como un castigo divino a los pecados humanos. Esta vuelta a las explicaciones magico religiosas, con la consiguiente resignación a la voluntad divina facilitaba el sometimiento de los sectores más bajos de la sociedad en una época en la que la organización era fuertemente feudal y teocrática. Cualquier intento de cuestionar las verdades tradicionales era castigado con torturas o la hoguera. El mayor aporte de este período lo hacen los médicos de la cultura árabe y judía medieval, como Avicena, Averroes y Maimónides, que difunden en Occidente los escritos de Hipócrates y Galeno. De ese modo predomina nuevamente una concepción naturalista de la enfermedad, alejándose de las explicaciones sobrenaturales precedentes. Estas concepciones perduraron perduraron once siglos, haciendo que persistiera la teoría de los humores y que los escritos de Aristóteles y Galeno se usaran como textos de Medicina bien entrado el siglo XVI.
Paracelso y Helmont Philip Theophrastus von Hohenheim (Paracelso) vivió en las postrimerías de la l a Edad Media, y a pesar de realizar numerosos experimentos por ser un alquimista, estuvo influido por las concepciones concepciones vitalistas y desarrolló sus teorías en la obra Volumen Paramirum, en la que postula cinco entes que determinaban la salud y la l a enfermedad. La primera era la esfera astral (ens astralis), determinada por el momento del nacimiento; la segunda el medio físico (ens veneni), al que atribuía el origen de la enfermedad; la tercera la naturaleza individual (ens naturale); la cuarta la esfera espiritual, de donde afirma que emanan las enfermedades. enfermedades. La curación provenía de la l a quinta esfera: Dios (ens ( ens Dei). La falta de orden entre las primeras cuatro esferas era lo que producía la enfermedad, cuya curación correspondía a Dios. Se lo considera el precursor de la escuela iatroquímica, concibiendo a la naturaleza como una fuerza vital que se materializa en tres elementos: mercurius, sulphur y sal . Sigerist, notable historiador de la Medicina opina que la influencia del vitalismo perduró, inclusive hasta el siglo XIX, especialmente en Alemania, donde mediante la especulación filosófica, los médicos todavía explicaban la enfermedad en términos metafísicos. Sin embargo es de destacar que su principal aporte es la concepción de la enfermedad como resultado de la introducción de un cuerpo extraño en el organismo, preanunciando lo que sería la microbiología del siglo XIX. Joan Baptista Van Helmont (1577-1644) es el principal seguidor de Paracelso, pero rompe con la teoría de los humores. Para él cada enfermedad tiene su agente causal específico, que no sería el desorden de los humores como se había sostenido por tantos siglos, sino un “ente” que se introducía en el organismo en forma de “semilla”. Seguiría una lucha entre el organismo y dicha semilla, que al fallar en dominarla produce la enfermedad; su concepto de la importancia de la fermentación en la causa de las enfermedades abre el camino a las explicaciones basadas basadas en la bioquímica y sus seguidores fundan la escuela iatroquímica. La revolución científica del siglo XVII Después de un larguísimo período de ciencia normal se produce una revolución científica con un cambio de paradigma, pasándose de una ciencia cualitativa, basada en la lógica silogística a la ciencia cuantitativa basada en la lógica experimental. Se destacan como figuras señeras de este cambio René Descartes, Descartes , Johannes Kepler , Francis Bacon y Galileo Galilei. Galilei. Comienza la ciencia moderna, predominando el método inductivo y la experimentación; la visión de la naturaleza como un lilibro bro escrito con caracteres matemáticos, y el intento de explicar todos utilizando la mecánica: desde los astros hasta el cuerpo humano. En el siglo XVII la física en cambio se encontraba mucho más adelantada que la química,
produciéndose produciéndose así el descubrimiento descubrimiento de la circulación circulación de la sangre por Harvey aplicando aplicando los principios de la física. física. Se asiste entonces al surgimiento de la escuela iatromecánica o iatromatemática, que concibe el funcionamiento del cuerpo humano como si se tratara de una máquina. Descartes (1596-1650) plantea una concepción mecanicista de la biología. Todas las actividades propias de los seres vivientes, como como la nutrición o el el crecimiento, podrían explicarse en última última instancia por el movimiento y la colisión de partículas. Es la famosa tesis del hombre-máquina que afirma: “En verdad puede hacerse una correcta comparación de los nervios de esta máquina que estoy describiendo con los tubos t ubos que forman parte de la mecánica de estas fuentes; sus músculos y tendones pueden compararse con los ingenios y los resortes que sirven para moverlas; los espíritus animales con el agua que las pone en movimiento; su corazón con el manantial y, finalmente, las concavidades del cerebro con los registros del agua. Por otra parte, la respiración y las otras actividades naturales (…) son como los movimientos de un reloj o de un molino que pueden llegar a ser continuos en virtud del curso constante del agua” .
Descartes consideraba que el ser humano se dividía en dos partes ( res extensa, el cuerpo y res cogitans, la mente). El cuerpo, en un lugar y un tiempo determinados, necesariamente medible y cuantificable. La mente en cambio, era la sustancia pensante que percibe las propiedades de los objetos a través de la razón. Ambas sustancias interactuarían en la glándula pineal. Se destacan en esta concepción cartesiana una visión mecanicista del cuerpo, y de la l a enfermedad como una alteración en el ffuncionamiento uncionamiento de ese mecanismo; además, la mente pierde el papel, que tenía en la medicina hipocrática, de constituir una especie de principio autocurativo de la naturaleza humana. El racionalismo cartesiano se opone al empirismo y resta importancia a la observación, considerando a las matemáticas como la expresión más alta de la razón humana. La intuición de las ideas es el procedimiento por el cual se conoce el mundo real, ya que no tendría sentido demostrar lo que ya se sabe es verdadero. Así, Descartes se inscribe en la corriente racionalista deductivista, enfrentada a los empiristas inductivistas. En un enfoque opuesto, los ingleses Hobbes, Locke, Bacon y Hume, constituyen el grupo de autores que desarrolló la corriente filosófica conocida como Empirismo. Las raíces antiguas de esta corriente filosófica se remontan a Sexto Empiricus (siglo II D.C.), y a ciertos aspectos de la filosofía f ilosofía aristotélica, así como a pensadores medievales medievales como Guillermo de Occam. Aunque en sentido estricto suele utilizarse el término “empirismo” para referirse al empirismo clásico, o empirismo inglés, por ser de ese origen sus principales representantes (siglos XVII y XVIII). La palabra empirismo proviene del griego "empeiría" , que puede traducirse como experiencia, refiriéndose a la experiencia de los sentidos, en la que encuentra su origen el conocimiento. La deducción sería válida solamente para la lógica y las matemáticas, pero para el resto de las ciencias solamente sería válida la inducción.
En su obra Morbus (1666) ante la pregunta “qué es la enfermedad”, John Locke nos habla de dos tipos de enfermedades: las que se producen por una inadecuada combinación combinación de elementos y las l as que son introducidas en el organismo por algún germen. De este modo recurre a dos tipos de explicación de la enfermedad: la primera, heredada de la teoría hipocrática de los humores y la segunda, tributaria de las ideas de Paracelso de “semilla”. La polémica entre empirismo y racionalismo, racionalismo, deducción y razonamiento inductivo, inductivo, la superación del principio del principio de autoridad propio de la escolástica, desembocan desembocan a finales del siglo XVII en lo que el historiador Paul historiador Paul Hazard denominó crisis de la conciencia europea (período de 1680 a 1715) que precede a la Ilustración del siglo XVIII. XVIII. La Ilustración (siglo XVIII) En el llamado Siglo de Las Luces surgió un movimiento que desde Inglaterra y Holanda se extendió a Francia y Alemania. Veía en el conocimiento y dominio de la naturaleza; y a la razón como la facultad esencial del hombre. Basándose en el empirismo del siglo anterior, continúan las corrientes de iatrofísicos e iatroquímicos. Lavoisier (1743-1794) funda la química moderna y descubre que la respiración consiste en el consumo de oxígeno y eliminación de anhídrido carbónico Spallanzzani postula la falsedad de la teoría de la generación generación espontánea espontánea de los microorganismos, lo que recién establecería Pasteur en forma definitiva un siglo después. Se produce también una multitud de descubrimientos referentes a la fisiología, fi siología, como las propiedades de las fibras musculares, la conducción de las fibras nerviosas y la excitabilidad de los nervios mediante la corriente eléctrica. Morgagni sienta las bases del método anátomo clínico que se sigue utilizando hasta nuestros días, correlacionando los cuadros clínicos de las enfermedades con los hallazgos anatómicos en las autopsias. Es a mediados del siglo XVIII en Inglaterra que los cirujanos se diferencian netamente de los barberos, dando dando lugar a los progresos progresos en la patología patología quirúrgica que encuentran en John Hunter a uno de sus principales exponentes. En el campo de la salud pública se destaca el descubrimiento de Jenner de la vacuna antivariólica y en la psiquiatría Philippe Pinel, que deja de lado la antigua idea de que las enfermedades mentales se debían a posesión por el demonio.
El Positivismo Auguste Comte (1798-1857) es el fundador de esta corriente que considera que todas las ciencias deben tener un único método, el de las ciencias físico-naturales. Es inductivista, explicando los fenómenos por medio de leyes generales a las que se llega a partir de la experimentación. Supera así al empirismo a través de la investigación cuantitativa. Se destaca en este período la figura de Virchow (1821-1902), quien postuló que la unidad biológica de la enfermedad era la célula. La medicina del positivismo se basaba en en tres paradigmas: el anatomoclínico, el fisiopatológico y el etiopatológico. El paradigma anatomoclínico se centraba en identificar el o los órganos afectados que originaban las enfermedades, y su método de estudio fue la búsqueda de signos físicos de las mismas. Es entonces cuando Laennec describe la auscultación y se establecen las bases de la semiología que se sigue utilizando en la actualidad. Aparecen las endoscopías, endoscopías, la radiología y la cirugía ablativa (gastrectomía, apendicetomía, apendicetomía, ablación de tumores) basada en el principio “sublata causa, tollitur efectus” (suprimida la causa, abolido el efecto). El paradigma fisiopatológico en cambio, concibe a la enfermedad como un desorden en la función de los órganos, a la que procura cuantificar mediante numerosos instrumentos como el electrocardiográfo, el tensiómetro y los análisis bioquímicos. Por último, el paradigma etiopatológico, que se centra en las causas externas de las enfermedades. Sus expresiones más cabales fueron la teoría de los gérmenes de Pasteur y los famosos postulados
de Koch para establecer la causa de una enfermedad infecciosa. Para Comte la diferencia entre lo normal y lo patológico eran los límites de una “armonía de influencias distintas, tanto exteriores como interiores” . Esta idea teñida de subjetivismo lo sitúa en una posición intermedia entre los naturalistas y los normativistas, cuyas concepciones se detallarán más adelante. Claude Bernard Llegamos así a la medicina del siglo XIX, en la que se destaca la figura de Claude Bernard (18131878) quien en pleno apogeo del positivismo positivismo inductivista hace afirmaciones afirmaciones como la siguiente: “cuando pensamos que vamos de un hecho especial a un principio, a saber, haciendo una inducción, realmente estamos haciendo una deducción” , para terminar diciendo: “resumiré diciendo que a mí me parece que sólo hay una forma f orma de razonamiento, la deducción mediante el silogismo”. “A propósito de una observación dada, no pueden darse reglas fijas para hacer nacer en el cerebro una idea exacta y fértil. El método experimental no puede dar ideas nuevas y provechosas a los hombres que carecen de ellas”. “El sentimiento o la intuición da lugar a la idea experimental o hipótesis”.
Está usando casi las mismas palabras con que setenta años después Popper plantearía el método hipotético deductivo y el surgimiento de las l as hipótesis cuando dice que “Las ideas sólo pueden alcanzarse por intuición, apoyada en algo así como una introyección de los objetos de la experiencia”. Sin embargo, Bernard hace hincapié en que la idea a priori (hipótesis) tiene que apoyarse en la realidad observada en la experimentación; además afirma que “Las deducciones, aún completamente lógicas, son siempre dudosas, y por lo tanto tie ne que recurrirse necesariamente al experimento para verificar las conclusiones del razonamiento deductivo ”. Su convicción de que “Todas las teorías que sirven de punto de partida para los físicos, químicos y con más razón aún para los fisiólogos, son ciertas hasta tanto se descubran hechos que no incluyen o que las contradicen” está anticipando el falsacionismo de Popper; también cuando afirma que "Nunca debemos hacer experimentos para confirmar c onfirmar nuestras ideas, sino simplemente para controlarlas."
Claude Bernard funda la fisiología moderna, planteando los conceptos de secreción interna, secreción externa y medio interno; adelanta además el concepto de homeostasis, que definirá posteriormente Cannon. Cannon. La enfermedad enfermedad se produce produce por alteración de las funciones del del organismo, tanto por exceso o defecto de las mismas. La fisiología entonces estaría directamente relacionada con la patología y la terapéutica, ya que de la experimentación fisiológica se podrían deducir los l os mecanismos de la enfermedad y los tratamientos posibles. Su concepción de la enfermedad la definió de este modo: “Toda enfermedad tiene una función normal respectiva, de la cual sólo es una expresión perturbada, exagerada, aminorada o anulada. Si actualmente no podemos explicar todos los fenómenos de las enfermedades, es porque la fisiología todavía no se se encuentra suficientemente adelantada y porque todavía todavía existe una multitud de funciones normales que nos son desconocidas.”
Consideraba que la normalidad podría definirse mediante la estadística, suponiendo que todas las variables biológicas siguen una distribución en campana de Gauss y que más allá de determinados puntos de corte corte se entraba en el terreno de lo patológico. patológico. En resumen, resumen, una posición posición naturalista del origen de la enfermedad y una anticipación del racionalismo crítico en lo que hace al método científico.
EL SIGLO XX Hacia la mitad del siglo XX aparecen dos autores fundamentales que reformulan el concepto de enfermedad. Uno es Sigerist, quien en 1946 publica “Civilización y Enfermedad”, en la que postula que la enfermedad es un proceso biológico en el que determinados estímulos sobrepasan sobrepasan la adaptabilidad del organismo, convirtiendo lo normal en patológico. Los síntomas representan r epresentan la función alterada de órganos lesionados o mecanismo de defensa a esas lesiones.
L otro autor clave de este período es Georges Canguilhem (1904-1995), que publica su obra “Lo normal y lo patológico”, imprescindible para comprender el concepto de enfermedad moderno. En este libro plantea su oposición al concepto de Claude Bernard, que veía la enfermedad como una simple diferencia de grado entre los procesos normales y los patológicos. Plantea además que la enfermedad es una manera de vivir nueva, que afecta no sólo a determinado órgano sino al organismo en su totalidad Para este autor“Lo normal no es un promedio correlativo de un concepto social, no es un juicio de realidad, sino un juicio de valor, una noción límite que define el máximo de capacidad física o psíquica de un ser..” Rechaza así el concepto estadístico de anormalidad de Claude Bernard y propone que lo patológico es un un valor negativo, perjudicial para el individuo individuo y que debe debe ser evitado. Claramente una visión valorativa-normativa, en la que la enfermedad no es reductible a la alteración de determinados mecanismos fisiológicos. Lo patológico en sí no existiría, sino que la subjetividad humana es la que definiría la presencia de la enfermedad. La normalidad se entrelaza con la normatividad, lo que hace que deba tenerse en cuenta los valores de cada persona concreta para la definición de lo patológico. La normalidad sería entonces una particular construcción de valores a partir del dato orgánico que permite a cuerpo y mente establecer establecer relaciones complejas complejas con el medio. medio. La patología sería sería una forma de vida percibida como una reducción en las posibilidades de adaptación a la realidad natural y social,
BIBLIOGRAFIA Sigerist H. Aguirre R (trad.) Civilización y Enfermedad. México: Fondo de Cultura Económica; 1946. Goberna Tricas Josefina. La Enfermedad Enfermedad a lo largo de la historia: Un punto de mira entre la biología y la simbología. simbología. Index Enferm [revista en la Internet]. 2004 2004 Mar [citado 2010 Jul 25] ; 13(47): 49-53. Disponible Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?sc http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132ript=sci_arttext&pid=S113212962004000300011&lng=es 12962004000300011&lng=es.. doi: 10.4321/S1132-1296200400030001 10.4321/S1132-12962004000300011. 1.
(El tratado del hombre, descartes) LA EPISTEMOLOGÍA MÉDICA DE CLAUDE BERNARD Dr. César Lorenzano Profesor Titular de la Universidad de Buenos Aires Director de la Maestría y Doctorado en Epistemología e Historia de la Ciencia de la Universidad Nacional de Tres de Febrero A cargo de la Cátedra de Metodología de la Investigación de la Facultad de Medicina http://www.clorenzano.com.ar/medicina/benard.pdf TEORIA, Anuario de Filosofía, 1980, Año 1, Número 1, UNAM, México, pp. 223-245. DOS RACIONALISMOS CRÍTICOS: CLAUDE BERNARD Y KARL POPPER MTRO. CÉSAR JULIO LORENZANO1 Bernard, Claude (1959) Introducción al método de la medicina experimental , El Ateneo, Buenos Aires. Popper, Karl (1973) La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid. Canguilhem G. Lo Normal y lo Patológico, Buenos Aires: Siglo XXI; 1971.
El concepto general de enfermedad. Revisión, crítica y propuesta. Adolfo Peña, Ofelia Paco Anales de la Facultad de Medicina Universidad Nacional Mayor de San Marcos Vol. 63, Nº3 - 2002