La escuela Barbizon
La escuela Barbizon sigue representando hasta hoy un momento importante y poco hablado en la historia del arte, a pesar de que conforme, con otros acontecimientos clave, las bases para los cambios que permiten el desarrollo vertiginoso de la pintura moderna occidental de los siglos XIX y XX. Barbizon está cerca de París, y era en 1800 un pueblo tranquilo, cuya naturaleza diversa, con llanuras, montañas y bosques, fue la atracción para artistas con una sensibilidad revolucionaria. Entre el idealismo neoclásico dirigido a glorificar el pasado greco-romano y tenerlo como modelo para los cambios políticos políticos deseados, y el positivismo positivismo científico científico que mira al futuro con entusiasmo ante la idea del progreso social y tecnológico, los artistas de la escuela Barbizon no terminan de creerse ese cuento y observan críticamente la situación: el rápido desarrollo de la tecnología y la industria, el crecimiento de la densidad poblacional en las ciudades produce mucha miseria y alienación, que trae una pérdida del sentido de la vida y del contacto con la tierra o el ambiente natural: estas burbujas de obra humana, las ciudades, repliegan a la naturaleza fuera de ellas. Son artistas que encontraban la pintura neoclásica o barroca, insípida y artificial, que como producto de ese contexto citadino, no significaba una expresión auténtica de lo que es esencial al corazón humano. En este sentido, la visión de los artistas de la escuela Barbizón es bastante romántica, pero tienen una postura que se separa de este movimiento en el sentido de que no buscan este ardor emocional en la fantasía, la magia o la influencia medieval, sino que lo buscan en el contacto con lo que consideran más real, el placer del retorno al origen, a la naturaleza. Presentan un intermedio entre el romanticismo y el realismo. Impresionados por las exposiciones de la obra de Constable, Bonington y Turner en 1822 1 822 y 1824 en París, entienden el paisaje como ideal tema artístico que une la pintura con esta búsqueda de unión y compresión con la naturaleza. También admiran en gran parte a los paisajistas holandeses de corte naturalista del siglo XVII como Ruysdael, Hobbema y VanGoyen, quienes con obsesiva minuciosidad, representan al máximo detalle serenos paisajes de vegetación como también de ciudades. De ellos rescatan la observación como medio para la buscada compresión y sincronía. La mayoría de estos pintores también fueron tremendamente tocados por las experiencias que obtuvieron de sus viajes a Italia, tradicional travesía pictórica en busca de los paisajes con esa peculiar luminosidad mediterránea. Posteriormente buscaron ambientes parecidos en la misma Francia, en los alrededores de Paris, y uno de estos lugares fue el bosque de Fontainebleu, en Barbizon.
Manifestaron entonces su desacuerdo con los cánones artísticos rígidos impuestos por el juicio oficial de la academia, buscando nuevos modos de expresión que además no se limitaran a la pintura encerrada en un taller. Al elevar el valor de la naturaleza sobre el de las creaciones humanas, surge espontáneamente un tema antes no tan desarrollado en la pintura, que no es aceptado en un primer lugar al considerarse que no tratara de “nada” en concreto, un no-tema. Mas para ellos significaba la realidad en su sentido más honesto y humilde, sin agregados conceptuales o religiosos. El paisaje de la naturaleza no es más un fondo que complementa. Si bien Canaletto y los paisajistas venecianos ya habían resaltado el valor autónomo del paisaje, no fueron tan incomprendidos como los de la escuela Barbizón al tratarse de paisajes que exaltaran la grandeza de las creaciones arquitectónicas o de actividad citadina: un mercado en actividad o una plaza donde se erigen imponentes monumentos o edificios importantes. Asimismo, si se introdujo de cierto modo el realismo en las pinturas barrocas al incorporar modelos reales y además de origen humilde, estos solo servían a una composición con un concepto alegórico, mítico o religioso y nunca fueron las gentes comunes y sus actividades un tema en sí, y fueron calificados de indignos para la pintura al ser demasiado simples. Se ha llamado a estas pinturas ‘paisaje íntimo’. Esto se refiere a la intención que tenían
ellos de entrar en sincronía con el ambiente natural, llegar a intimar y ser parte de ella, volver a sentirse en armonía con la tierra. Admiraban el ritmo de vida del campesino y lo veían con nostalgia, como cuando uno se encuentra con algo más puro e inocente, se recuerda ese estado perdido en uno. Para este reencuentro era imprescindible pasar largas horas en la campiña, observando, escuchando, sintiendo como también haciendo rápidos bocetos in situ o incluso pintar. Así intentaban captar un instante, una cierta iluminación, y muchos llegaron a comprender que la luz cambia el estado de los objetos y la manera en que los percibimos. Estas investigaciones son fundamentales e influenciaron posteriormente a los impresionistas, los cuales también heredaron esta necesaria costumbre de pintar “au plein air”, quienes lo llevaron a su máxima expresión, mientras que la mayoría de artistas de Barbizon aún continuaban la mayor parte de la pintura ya dentro del taller. La observación minuciosa de los cambios de la reflexión de la luz y la atmosfera que crea, llevó generar tonalidades de muchos grises en las pinturas y muchas veces el producto final era una nebulosa desaturada, demasiado opaca, realista y sin gracia para la crítica del Salón de París. Ellos se mantienen firmes en su convicción a pesar del rechazo de la crítica oficial, reivindican su pintura fortaleciéndose, muchas veces aislándose del mundo del arte o buscando modos independientes de llegar al público, cosa que nunca antes se había imaginado hacer. Un personaje clave en esta resistencia es Theodore Rousseau, de quien se hablará con detenimiento más adelante. Representantes importantes y que lograron con mas maestría plasmar la sensibilidad descrita fueron Jean Baptiste-Camille Corot (1796-1871), uno de los más viejos, sus paisajes aparecen como brumas vaporosas de fuerte carga pasional en el modo en que logra captar el viendo o la tempestad en las hojas de los árboles. El asimismo realiza retratos de gente común. Millet, (18141875) quien prestaba especial atención al campesino, con quienes simpatiza, retratando su soledad, su miseria, como también dignificaba su labor de la tierra y su honesta convivencia con su
entorno. Es importante notar como los artistas empiezan a proponer puntos de vista o temáticas desde una partida personal: Millet mismo sufrió la pobreza cuando chico al ser de familia campesina en una zona muy pobre. Su amigo Charles Jacque (1813-1894) también se centra en la actividad campesina con especial atención en los animales (agrupaciones). La reiteración de representar la condición de vida de los animales y mostrándolos en grupos muestra una postura personal e incluso da cabida a interpretaciones o alusiones connotativas. Nuevos signos culturales empiezan a proponerse y a surgir como alternativas a los tradicionales símbolos alegóricos para dar significancias a la imagen. Jules Dupré, encuentra su estilo al conocer a Rousseau. Su pintura es de espíritu melancólico con un uso atrevido del color para captar la esencia de la luz en los cielos y en su cambiante comportamiento. Daubigny (1817 – 1878) tiene una obra muy interesante, en ella logra intimidad alcanzando autentica expresión y gestualidad. Pinta en barca convertida en taller, lo cual debe de haber influenciado mucho en su modo de comprender el entorno y el carácter de movimiento de lo que observa, que quizás lo llevaron a la frescura y soltura al aplicar las pinceladas, los colores desfragmentados del minucioso análisis de la luz, adelantándose al impresionismo, al darle importancia a la interpretación de los valores cromáticos. Inclusive llega a conocer a Manet y Cezanne, y se dice que estos dos fueron fuertemente influenciados por su pintura y sus ideas. Van Gogh también lo admira, prueba de ello es la obra El Jardín de Daubigny. Díaz de la Peña se forma independientemente hasta descubrir en Barbizon su vocación de paisajista, él se caracteriza por los coloridos bosques de fantasiosas tonalidades. Antoine Chintreuil (1816 – 1873) realiza fugaces impresiones de la naturaleza. Constantin Troyon (1810) realizó excelentes composiciones con ganado, también capta hermosamente como la luz baña los paisajes. Millet tiene una reflexión muy hermosa, que plasma los intereses que apasionaban a este grupo de pintores: «Cuando pintéis, tanto si se trata de una casa como de un bosque, o de un campo o del cielo, o el mar, pensad en quien lo habita o lo contempla. Una voz interior hablará entonces de su familia, de sus ocupaciones y labores, y esta idea os llevará dentro de la órbita universal de la humanidad. Pintando un paisaje pensareis en el hombre; pintando al hombre, pensareis en el paisaje que le rodea»
Théodore Rousseau, «le grand refusé»
Rousseau nace en Paris en 1812 en una familia burguesa. El empieza a formarse como comerciante para perpetuar el negocio familiar, pero decide abandonar y dedicarse a la pintura. Se instruye en el taller del paisajista neoclásico Charles Remond, al cual no logra respetar mucho como artista y se retira del taller. Prueba igual en un taller más del cual se retiró igual de decepcionado para buscar su camino de manera independiente. Es así como llega a Barbizon por su interés por el paisaje y desarrolla su ideología, instaurando así la escuela de Barbizon. Primero se hospeda en la Posada Ganne, en las visitas que realiza al pueblo. Este lugar tenía un ambiente ideal para la creación artística y la reunión de pintores y afines al descontento con la ciudad, llegando incluso a hospedarse a cambio de cuadros para la decoración de las habitaciones. Luego
conforme sus estadías y su afinidad al lugar aumentan, alquila una casa. Al inicio sus pinturas presentan más acercamientos a peculiaridades en la naturaleza, como rocas, cascadas, puentes en primer plano. De esta primera etapa es por ejemplo Paysage, site d’Auvergne (1831). Luego esto iría cambiando, abundando los paisajes de encuadres amplios y horizontes. Al comenzar su carrera todo parecía pronosticar una exitosa inserción en el mundo de las bellas artes: es alabado por sus pinturas y expone en el Salón de París. Inesperadamente cambian las cosas y es rechazada de la exposición anual su obra “El descenso de las vacas” en 1836. Como alternativa la exhibe en el taller de un amigo, acontecimiento importantísimo ya que anteriormente no se había intentado buscar alternativas a los espacios y juicios oficiales. Su obra será rechazada continuamente por el jurado del Salón a partir de ese año, lo que marca el inicio de su exilio determinado en Barbizón y el desarrollo intenso de su obra y actitud frente a la academia y tradición pictórica. Él se aísla entonces a pintar logrando impresionantes alcances. De este periodo de silencio en Paris son “L a avenida de los árboles” (1837), Avenida, Bosque de Adan (1841), Pantano en Landes (1844), Borde del Bosque Fontainebleau, ocaso (1850). Con esta última pintura llama la atención nuevamente del Salón de Paris, el cual asimismo había estado sufriendo alteraciones en los miembros del jurado y en los criterios de selección, todo esto gracias a los esfuerzos de distintos personajes por liberar el dominio estético de ortodoxias obsoletas, revolución en la cual participa Baudelaire. Se intenta validar las nuevas estéticas que habían surgido como protesta y nuevo modo de ver el arte, más cercano a la realidad y no solo al servicio de la nobleza o la iglesia. Incluso es llamado para formar parte del jurado. Esta época significa éxito dentro de la institución y sus obras son adquiridas por museos y coleccionistas. No obstante recibe igual críticas por parte de los neoclásicos lo que hace que mantenga la distancia con ese ambiente, permaneciendo fiel a Barbizon.
“
El crujido de los árboles y el retoñar de los brezos constituyen
para mí los temas más grandiosos, aquellos que nunca cambian: si consigo hablar su idioma, habré hablado el idioma de todos los tiempos. En El Universo de Théodore Rousseau, A. Terasse ”
Bibliografía y Webgrafía
1. http://www.biography.com/people/th%C3%A9odore-rousseau-38069#a-new-movement-inlandscape-painting&awesm=~oEpO99DFAFTN0v 2. http://www.rehsgalleries.com/Theodore_Rousseau_Bio.html 3. http://www.millet-vangogh.com/LaEscueladeBarbizon_MuseodelLouvre.pdf 4. WOERMAN, Historia del Arte. 5. LACLOTTE, Michel. Museos provinciales franceses. Madrid : Aguilar, 1965 6. HONOUR, Hugh. El Romanticismo. Madrid : Alianza, 1989 7. PIJOAN, José. Historia del arte. Tomo 4. Barcelona : Salvat, 1970