LA MONOTONIA COTIDIANA
El ³orden´, lo más trivial de la institución es, en términos humanos, un desorden, y como tal hay que oponerle resistencia.
Theodore Roethke: el poeta y su oficio. La asistencia de los niños niños a la escuela es algo algo tan común que los que nos quedamos mirando cómo se van, raras veces nos detenemos a pensar que será de ellos, cuando lleguen a sus clases. La mayoría de las veces simplemente nos limitamos a pensar que nuestro hijo esta camino a la escuela. A los padres les interesa saber qué tal va su hijo en la escuela y cuando vuelve a casa le preguntan. Tanto sus preguntas como las respuestas de los niños se centran en los aspectos más importantes de la experiencia escolar ±los aspectos extraordinarios ± más que en los acontecimientos cotidianos y aparentemente monótonos que llenan la jornada escolar del niño. Los profesores tienden a centrar su atención en actos determinados de lo que un niño ha hecho en la jornada escolar. Los profesores, como los padres, raras veces se detienen a considerar la importancia de miles de episodios insignificantes que, unidos, constituyen la rutina rutina de la clase. También para el niño el día ha quedado reducido a un pequeño número de acontecimientos significativos. Su recuerdo espontáneo de los detalles no es mucho más rico que el necesario para responder a nuestras preguntas. Este interés por por los acontecimientos más destacados por la vida escolar es comprensible desde el punto de vista de la atención humana. Cuando queremos recordar o enumerar otro tipo de actividad cotidiana actúa en nosotros un proceso semejante de selección. Acontecimientos que casi siempre silenciamos pueden tener tanta importancia como los que suelen llamar la atención de nuestro interlocutor. Representan una parte de nuestra vida mucho mayor que los acontecimientos de los que hablamos. La rutina cotidiana, la monotonía y el molesto ³lo de siempre´ pueden colorearse con acontecimientos que iluminan una vida. Los antropólogos comprenden este hecho, y
sus estudios de campo nos han enseñado a valorar la importancia cultural de los elementos rutinarios de la existencia humana.
I
La escuela es un lugar en que se aprueba o se suspende. Encontramos amigos o enemigos. Pero también en la escuela bostezamos. Ambos aspectos de la vida escolar, los que destacan y los que pasan desapercibidos son familiares a todos pero los últimos parecen merecer más atención de las que le dedican hasta ahora los profesionales de la educación. Apreciar la importancia de los acontecimientos triviales hay que tener en cuenta la frecuencia con la que ocurren. Los niños pasan mucho tiempo en la escuela, que los locales en que se desenvuelven son muy parecidos entre si y que se encuentran allí quieran o no. Cada uno de estos tres hechos exige una consideración más detallada, ya que en cada uno de ellos puede ayudarnos a comprender qué sienten los alumnos y enfrentarnos con su experiencia escolar. La cantidad de tiempo que los niños pasan en la escuela puede determinarse con bastante precisión, aunque la importancia psicológica de estas cifras sea más difícil de captar. Por otro lado fuera de dormir y de jugar, no hay otra actividad que ocupe tanto tiempo del niño como la asistencia a la escuela. A partir de los seis años su cara es más familiar para el profesor que para sus padres y quizá incluso para su madre. Para que un niño de seis años pase tanto tiempo en la iglesia como en la clase tendría que asistir a un servicio religioso de una hora, durante ciento cincuenta años para que el interior de la iglesia le resultase tan familiar el interior de la escuela a un niño de doce años. La comparación es dramática. Pero nos ayuda a reflexionar sobre la importancia de una cifra que de otro modo nos resultaría incomprensible. la traducción de la permanencia del niño en la escuela en términos de asistencia semanal a la iglesia nos es útil para otro fin. Los que las frecuentan se encuentran rodeados por un entorno estable y sumamente estilizado. La estancia prolongada
adquiere mayor importancia cuando los factores de repetición, redundancia y acción ritual que ambos imponen a la experiencia humana. No es nada probable que, alguien al entrar a uno de esos lugares, crean que están en un salón. Aunque entrara en ellas a media noche, o en una hora en que en dichos locales no haya actividad esa persona no tendría dificultad en imaginar qué es lo que suele pasar allí. Hay diferencias entre estos dos tipos de lugares, a pesar de las diferencias, persiste la semejanza fundamental, el hecho de que los alumnos pasen los seis años de los estudios primarios en una clase con suelo de madera, o frente a un encerado negro o verde no es tan importante como el hecho de que el entorno en que se desenvuelven esos seis o siete años sea muy estable. Los profesores pierden demasiado tiempo discutiendo sobre la decoración más adecuada para la clase. Estas modificaciones no son más que adaptaciones superficiales. Puede cambiarse el tablón de anuncios, pero nunca se puede prescindir de el. Si introdujéramos a una persona con los ojos vendados en una clase, le bastaría su olfato para saber donde se encuentra. La clase no es solamente un entorno físico relativamente estable, sino además ofrece un contexto social bastante constante. La composición social de la clase, en casi todas las escuelas elementales, no sólo es estable, sino además está distribuida con bastante regularidad. La práctica de asignar sitios fijos facilita al profeso, o al alumno, captar los asistentes de un solo golpe de vista. La facilidad con que se realiza este acto muestra, con más elocuencia que las palabras, lo acostumbrado que esta cada miembro de la clase a la presencia de todos los demás. En las escuelas se da una intimidad social que no tiene término de comparación en otros medios de nuestra sociedad. Ni siquiera los obreros de una fábrica están tan apiñados como los alumnos en una clase normal. En las escuelas pasan varias horas todos los días 30 personas literalmente una junta a la otra. Un último aspecto que experimentan los alumnos en la escuela primaria nos da el carácter ritualista y cíclico de las actividades que se realizan en la clase. El horario, se divide en periodos limitados de tiempo durante los cuales se estudian temas determinados.
A pesar de la diversidad del contenido de las asignaturas, las formas de actividad en clase no son numerosas. Bastan las etiquetas: ³trabajo individual´, ³trabajo en grupo´, ³explicación del profesor´ y ³periodo de pregunta´. Cada una de estas actividades se realiza con normas muy claras que los alumnos deben de comprender y obedecer. Cuando un niño entra a la escuela por la mañana, penetra en un entorno con el que se ha familiarizado de manera excepcional a través de una asistencia prolongada. Es un entorno bastante estable, en el que los objetos físicos, las relaciones sociales y las actividades principales son casi constantes día tras día o, incluso, en muchos aspectos año tras años. El mundo escolar tiene unas características únicas. Por mucho que se busque, no se le encontrara otro que se le asemeje totalmente. Hay un hecho en la vida del alumno. Y el hecho es que los jóvenes tienen que estar en la escuela quiéranlo o no. Los alumnos tienen en común con otras dos instituciones sociales: las prisiones y los hospitales psiquiátricos. Ciertamente no hay término de comparación entre la vida desagradable de los que se encuentran recluidos en una prisión o en un hospital psiquiátrico, por un lado, y las incomodidades cotidianas de los niños de la escuela primaria, por otra. El niño, en cierto sentido, es un prisionero, como el adulto encarcelado. La infinidad de horas que se pasa en el entorno normativo de la clase primaria no son, en último término, de libre elección del alumno. Muchos niños de siete años corren felices a la escuela y nosotros, como padres o profesores nos alegramos de que así sea, pero siempre estamos en guardia para obligar a los que no quieren ir. Y nuestra actitud no pasa desapercibida para los niños. Las clases se parecen en muchos aspectos al hogar, a la iglesia y a las salas de hospitales, pero no en todos. Lo que distingue a la clase de otros entornos no es solamente el rasgo distintivo de la enseñanza y el aprendizaje, ni el contenido educativo de cuanto en ella e habla, aunque sean estos rasgos los que destacamos siempre. Para comprender el impacto de la vida escolar sobre el alumno necesitamos recurrir a otros rasgos de la clase que, aunque no tan potentes, tienen tanta importancia como los que lo son.
Los rasgos de la vida escolar que vamos a examinar ahora no aparecen generalmente en las conversaciones de los alumnos. Sin embargo son tan reales. Comprenden de tres hechos: grupo evaluaciones y poder (autoridad). La mayor parte de las cosas se hacen en colaboración con otros, y este hecho tiene una influencia determinante en la vida de alumno. No menor importancia tiene el hecho de que la escuela fundamentalmente un lugar que se evalúa la actividad del alumno. Los niños más pequeños se ven periódicamente abrumados por exámenes y no tardan mucho tiempo en vislumbrar y en darse cuenta de que la escuela es , algo que hay que tomarse en serio la adaptación a la vida escolar le exige al alumno acostumbrarse a vivir sujeto contantemente a la evaluación de otras personas. En la escuela se establece una relación entre débiles y fuertes. Los profesores son más fuertes que los alumnos en el sentido de que tienen más responsabilidad en la configuración de los acontecimientos de la clase y esta diferencia de autoridad es otro condicionante de la vida escolar. Con frecuencia los alumnos se encuentran fuera del medio escolar, entre un grupo numerosos de gente, son objeto de crítica o alabanza, y se ven avasallados por personas que se encuentran en una posición de superioridad. En el medio escolar y es precisamente en este medio donde se desarrollan los mecanismos de adaptación que tendrán influencia decisiva en otros contextos y en otras etapas de la vida. El objeto de este capítulo como el de los siguientes, es conocer con mayor profundidad la huella que la vida escolar deja en nosotros.
II
El que se dedica a la enseñanza sabe que la clase implica mucho trabajo. Algunas investigaciones recientes ha dado resultados q ha sorprendido. Por ejemplo, en una investigación llevada a cabo en clase hemos descubierto que el profesor establece al día nada menos que 1000 contactos interpersonales. Para comprender el significado que esta actividad encierra para los que la desarrollan podemos fijar nuestra atención en el profesor en cuanto a canalizador de intercambio social de la clase. Consideramos, en primer lugar, la rapidez de las acciones del profesor. Que gran parte de esta actividad se realiza en provecho de la enseñanza. Implica generalmente, hablar y el profesor hace las veces del regulador del diálogo de la
clase. Cuando un alumno quiere decir algo, es el profesor quien tiene que descubrir su deseo e intervenir en la discusión, es quien decide los que no intervendrán. El profesor desempeña otra función. La función de sargento de intendencia. El espacio de la clase y el material escolar son limitados y el profesor tiene que ordenar inteligentemente los recursos. Los alumnos tienen que hacer turnos. Es con frecuencia, mayor el número de alumnos que necesitan utilizar los recursos de la clase en un momento determinado, que el número de alumnos que suelen disponer de ellos. En las escuelas elementales es el profesor, quien asigna las tareas por todos deseadas. Aunque la asignación de estas tareas no reste mucho tiempo al profesor, contribuye a estructurar las actividades de la clase. Otra actividad del profesor es la de distribuir el tiempo. Determinar el momento oportuno para pasar de la discusión a los libros, o de la lectura a las matemáticas. Aún en los casos en que la vida de la escuela está marcada por timbres, el profesor no puede prescindir totalmente de mirar de vez en cuando el reloj. La escuela es un lugar en que las cosas suceden, muchas veces, no porque los alumnos quieran, sino porque ha llegado su tiempo. Si el profesor solo tuviera que atender un alumno, las tareas que hemos mencionado serian innecesarias. Lo que mantiene al profesor tan ocupado es la presión del número y el tiempo. No conviene olvidar que lo que nos interesa es el alumno y la calidad de su vida en la clase. La actividad del profesor, tiene interés, solo en la medida en que se nos revela que significa la escuela para los sujetos pacientes de la acción del profesor. Lo que el profesor hace cuando trabaja dentro del marco físico, temporal y social de la clase impide que los acontecimientos queden a merced del libre impulso. Si queremos alcanzar los objetivos de la enseñanza y evitar el caos social, no tenemos más remedio que imponer ciertos controles. Una de las consecuencias inevitables de la ordenación del tráfico es la experiencia de la lentitud. En la mayoría de las escuelas elementales los alumnos tienen que hacer cola varia veces al día. Incluso cuando están sentados en sus pupitres, los profesores suelen preguntar a los alumnos de banco en banco. Teniendo esto como consecuencia que los alumnos tienen que esperar a que les llegue su turno y siguen esperando a que el profesor les vuelva a preguntar en la segunda vuelta. En una clase poco formalista, es poco
probable que el profesor llamen dos veces en u periodo breve de tiempo al alumno que ha intervenido ya una vez. Incluso en los llamados debates libres existen colas invisibles. En clase donde los alumnos gozan de bastante libertad, con frecuencia se agrupan en torno al profesor. Una de las formas más típicas que suelen adoptar es la siguiente: el profesor examina el trabajo de un alumno, mientras dos o tres chicos más esperan que el profesor les ayude de un modo u otro. No es infrecuente que alguno de los alumnos que está sentado mantenga en alto su mano, esperando pacientemente que el profesor vaya a atenderle. Otra distribución: el profesor trabaja con una parte de la clase, mientras que la parte restante trabaja en silencio. Con frecuencia los alumnos terminan antes de que el profesor haya terminado. En estas circunstancias los profesores suelen ordenar a los alumnos que ³busquen algo que hacer´ hasta comenzar otra actividad, su situación es análoga a los de pacientes leyendo revista antiguas en la sala de espera. Último ejemplo: el profesor plantea un problema o pone un ejercicio para que lo resuelvan en la clase. Algunos lo resuelven enseguida y tiene que esperar hasta que toda la clase ha terminado. Este tipo de espera duras a veces solo unos segundos. es una espera que no todos los alumnos experimentan del mismo modo, siendo siempre los alumnos más aventajados los que tienen que padecerla. Los alumnos se ven obligados a esperar su turno y retrasar sus acciones. La espera es solo una de las consecuencias de vivir en grupo. Esperar puede no ser malo, y a veces es beneficioso, cuando aquello que esperamos llega. Pero a veces se espera en vano. El resultado de las esperas que hay que tener en la clase es la negación de un deseo (frustración). El profesor ignora, a veces, a un alumno que ha elevado su mano, o deja si responder una pregunta, o no concede un permiso A veces no hay más remedio, es probable que en gran parte de estas negativas carezcan de importancia si se consideran individualmente. Pero consideradas en bloque, su importancia es mayor. Aprender a vivir en la escuela implica aprender a renunciar a los propios deseos, así como a esperar antes de que se cumplan. Interrupciones de varios tipos crean un tercer rasgo de la vida de la clase. Comentarios innecesarios, mal comportamiento de los alumnos, personas extrañas a la clase que entran para comunicar un mensaje interrumpen con frecuencia la
continuidad de la explicación del profesor. Interrupciones innecesarias suelen ser la norma más que la excepción. Y se pretende que los alumnos ignoren esas distracciones, o al menos vuelvan a sus deberes después de que su atención ha sido desviada. La sujeción a un horario exige que las actividades comiencen, a veces, antes de que se haya suscitado el interés por ellas y termine antes de que el interés haya desaparecido. Si los profesores tuvieran que esperar siempre a que los alumnos hubieran terminado, el día escolar sería interminable. No queda más remedio que terminar y comenzar las cosas a toque de campana. Otro aspecto de la vida de la clase, es la constante exigencia de que el alumno ignore a todos los que lo rodean. Durante estos períodos de trabajo individual se obstaculiza, o se prohíbe hablar o cualquier otra forma de comunicación entre los alumnos. Los alumnos se ven obligados a comportarse como si estuvieran aislados, tiene que aprender a aislarse dentro de la masa (grupo) si quieren ser buenos estudiantes. Nosotros ya hemos aprendido a prescindir de los demás. Pero entre la clase y los medios que acabamos de mencionar se dan dos diferencias fundamentales. La clase no es propiamente, una agrupación de desconocidos, si exceptuamos los primeros días. La clase es un grupo de la amistad en muchos casos En segundo lugar la asistencia a la clase no es voluntaria. Los alumnos se encuentran allí lo quieran o no. Por eso la tendencia a comunicarse con otros es generalmente más fuerte en la clase que en otros lugares públicos. He aquí cuatro rasgos poco comentados: espera, frustraciones, interrupciones y distracciones, cada uno de ellos se debe a la condición masiva de la clase. Se puede sin embargo estudiar la actitud de los profesores y los alumnos ante estos hechos e intentar descubrir de qué modo puede dejar su impronta en su reacción ante el mundo en general. El espacio y los recursos abundantes y una actitud liberal hacia las normas y regias pueden disminuir un poco la presión de la masa, pero ciertamente no la eliminan totalmente. No podemos prescindir de qué modo reaccionará un alumno determinado a las presiones que la clase le impone.nos es posible señalar unos tipos generales de adaptación validos para grupos numerosos de alumnos.
La quintaesencia de la virtud, está contenida en una sola palabra. Paciencia. La paciencia es más una actitud moral que una estrategia de adaptaciónEl hombre paciente es aquel que no actúa de un modo determinado, aunque se sienta impulsado a ello. Los alumnos no tienen más remedio que aprender a ser pacientes. Necesitan la capacidad para desconectar, temporalmente, sus sentimientos de sus acciones. Tienen que esperar pacientemente su turno. Tienen que aceptar el hecho de que no se les pida su opinión durante una discusión, pero deben seguir dispuestos a intervenir. La cualidad personal que comúnmente se denomina paciencia- una cualidad esencial a la hora de responder la exigencia de la clase_ significa un equilibrio.
III Todos los niños experimentan el dolor del fracaso y la alegría de éxito mucho antes de llegar a la edad escolar, pero no son oficiales hasta que entran en la clase. En cuanto el alumno, tiene que aprender a adaptarse al continuo y penetrante espíritu de evaluación que dominará los años escolares. La escuela no es el único lugar que el alumno toma conciencia de sus virtudes y flaquezas. Sus padres lo evalúan en casa y sus amigos lo evalúan en el juego. El proceso de evaluación en la clase diferente del que actúa en otros entornos, colocando al alumno ante exigencias a las cuales tiene que adaptarse. La diferencia de evaluación que opera en la escuela y el que opera en otras situaciones están en los exámenes. En la escuela son más frecuentes que en cualquier otro sitio. Los exámenes, no son el elemento único de proceso. La dinámica de la evaluación escolar es difícil, principalmente por su complejidad. Las evaluaciones provienen de más de una fuente. La fuente principal de evaluación en la clase es, obviamente, el profesor. En la mayoría de las clases es típico que lo alumnos pregunten si las cosas que hacen están bien o mal, y todo es consecuencia, de lo que el profesor les dice.
El profesor no es el juez único y exclusivo. Con frecuencia los compañeros de la clase ejercen esta función. Los alumnos, al responder a las preguntas de un examen, o al complementar los ejercicios en sus libros, o resolver problemas en el encerado, obtienen inevitablemente cierta información sobre la calidad de su ejecución. Pero la evaluación, aunque equivocada, puede dejar su impronta. Las condiciones en que es comunicada la evaluación aumentan la complejidad de las exigencias que se le presentan al alumno. Se da cuenta que algunos de los juicios de valor más importante sobre su persona o trabajo no se le comunican nunca. Antes de que termine el curso, es de dominio público, en la mayoría de las clases, quienes son los alumnos ³buenos´ quienes los ³malos´. Una forma menos pública de evaluación se produce cuando el profesor llama al alumno para hablar en privado de su trabajo. No es infrecuente, sin embargo que estas charlas privadas sean observadas secretamente por algunos ³espías´. La comunicación escrita en un medio de comunicación más privado que la palabra hablada. La forma clásica de evaluación escrita es el comentario al margen de un ejercicio. Sería lógico esperar que la evaluación de la clase estuviera orientada principalmente a que el alumno alcance los objetivos de la enseñanza. En las clases elementales la evaluación tiene, otras funciones. Una está relacionada con la adaptación del alumno a las expectativas institucionales; la otra tiene relación con rasgos específicos de su carácter. Además, todos los niños se dan cuenta, que lo que desata las iras del profesor. Es más bien el incumplimiento de las expectativas institucionales lo que enerva al profesor. El profesor no es la única fuente de las evaluaciones extra-académicas. También los compañeros puede enjuiciar las cualidades personales que un alumno en la clase contribuye a formar la idea que otros tienen de él. Los alumnos son consientes de que su comportamiento es juzgado. Las amistades de la clase, la popularidad o impopularidad se basan generalmente en juicios de este tipo. La evaluación que un profesor hace las cualidades personales de sus alumnos hace referencia a aspectos como la capacidad intelectual, nivel de motivaciones, su
cooperación el orden de la clase. Expresan generalmente en las calificaciones con descripciones breves. Algunos profesores evalúan a sus alumnos en términos aún más relacionados que los anteriores con la psicopatología. Las evaluaciones, relativas al curso académico, las relativas a la adaptación, a la institución y las relativas a la posesión de cualidades personales, en un juicio determinado van implicados estos tres tipos de evaluación. Se alaba el alumno por que ha logrado un éxito intelectual y lo ha demostrado de manera conforme a las normas establecidas. La alabanza del profesor tiene intención de estimular al alumno a adoptar determinados comportamientos en el futuro Las evaluaciones, por definición, miden un valor. Puede describirse, teóricamente, según el tipo y el grado de valor que miden y otras negativas. El aprendizaje de la vida escolar implica no sólo aprender a desenvolverse en situaciones en las que el trabajo propio es evaluado, aprender a presenciar y, a participar en la evaluación de los otros. Esta situación de crítica compartida hace inevitables las comparaciones entre los alumnos y añade otro grado de complejidad al problema de evaluación. El profesor y otras autoridades docentes procuran reducir la incomodidad que puede ir asociada a la difícil medida de la aprobación y el castigo. Se recomienda a los profesores que se centren en las facetas mejores del comportamiento del alumno no significa que haya desaparecido de nuestras escuelas las observaciones negativas. Cuando hay que hacer observaciones punzantes, y a veces no hay más remedio, los profesores procuran ocultarla