Dorchester. El cuarto de baño de su suite era tan grande como el dormitorio de Josie. La nevera estabarepleta de alcohol, había flores en las habitaciones y los muebles y los adornos eran tan lujosos quetenías la impresión de encontrarte en una casa solariega. Las alfombras eran tan gruesas que la huella dela pisada se quedaba en el pelo.Para entonces, Josie estaba bastante bebi bebida da,, pero pero de una mane manera ra agra agrada dabl ble, e, no borr borraacha cha como como una una cuba cuba.R .Rho hoda da habí habíaa proc proced edid idoo a quitarse toda la ropa, dejando sus imponentes pechos al descubierto. Comoamante, prácticamente devoró a Josie y se rió cuando ésta le describió lo placentero que resultaba ser devorada en vida. Después, se quedaron tumbadas sobre la enorme cama, Josie hecha un ovillo entre los brazos de Rhoda. De repente, se sorprendió a si misma hablándole de Linda.Rhoda sabía escuchar. Hizo pocos comentarios, excepto cuando le apartó a Josie con delicadeza el pelode la cara. Entonces, le dijo con suavidad: —
Te mereces algo mejor, pequeña.Volvieron a hacer el amor y después tuvieron una media hora tonta, durante la cual se rieron como locasde muchas cosas ridículas. Hacia las cinco de la mañana, final finalme mente nte,, se se que queda daron ron dormi dormida das. s.oo había h abíann hecho h echo planes pla nes para volver vol ver a verse. v erse. Al día siguiente, Rhoda volvía a Irlanda. La besó conintensidad cuando se separaron y le murmuró con su voz ronca: —
Buenaa sue Buen suert rte, e, amor amor.Josie .Josie levantó lev antó las l as rodillas, ro dillas, las sacó del d el agua a gua para par a refrescarse ref rescarse un poco po co y sonrió. Gracias, Rhoda.Estaba fuera del baño, en albornoz y secándose el pelo cuando llamaron al timbre. Silbó mientras iba aabrir la puerta. Linda estaba en el umbral. Josie la tomó por los hombros y le dio un beso en la boca. —
Estás helada — le le dijo y la tomó de un brazo — . Entra. Entra. Te prep prepara araré ré un un café. café.En En la cocin coc ina, a, Josie Jos ie llenó la cafetera y la encendió. Linda la había seguido y estaba apoyada contra elquicio de la puerta. Tenía la expresión forzada; no reflejaba ninguna emoción. Miró a Josie durante unossegundos y después le dijo en voz baja: —
¿Dónde coño has pasado la noche?Josie se giró con la boca abierta. Linda hundió las manos en los bolsillos de su abrigo. Empezó a pasear de un lado a otro de la cocina. —
Te llamé anoche. Tarde. Nadie contestó. Josie protestó —
Te dije que iba a la fiesta de Érica.Linda no lo reconoció y continuó como si Josie no hubiera dicho nada. —
He vuelto a llamar esta mañana a las ocho. Emma me ha dicho que no estabas en casa y que no sabíadónde estabas. — Apretó Apretó los dientes con furia mientras miraba a Josie — . ¿Dónde coño estabas?Josie se subió el cuello del albornoz para taparse bien y la miró fijamente a los ojos. —
Si de verdad quieres saberlo, estaba con una irlandesa ir landesa que se llama Rhoda — Linda Linda se estremecióvisiblemente y Josie añadió — , pasando unos momentos que resultaron ser maravillosos. Había bebido ytenía ganas de fiesta.Linda dejó de ir arriba y abajo. Habló en voz baja. —
¿Has estado con otra mujer?Por un momento, el sentimiento de culpabilidad se mantuvo al margen, releg relegad adoo por por la indig indignac nación ión quesentía quesentía Josie. Josi e. Notaba Nota ba que q ue esta e staba ba perdi p erdiendo endo la calma. calm a. —