LIDERAZGO
por el Dr. Brian J. Bailey
Título original: “Leadership” Copyright © 2004 Brian J. Bailey Todos los derechos reservados. Traducción y edición de la versión en español: Instituto Bíblico Jesucristo, Guatemala. Primera edición en español impresa en julio de 2006. Segunda impresión media carta, mayo 2010 A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de: La Santa Biblia, versión Reina-Valera © 1960, propiedad de Sociedades Bíblicas Unidas.
Si desea obtener más información comuníquese a: Impreso por: Zion Christian Publishers P.O. Box 70 Waverly, New York 14892 Teléfono: 607-565-2801 Fax: 607-565-3329 www.zionfellowship.org
ISBN 1-59665-505-6
RECONOCIMIENTOS Al equipo de traducción del Instituto Bíblico Jesucristo, Guatemala, por su intensa labor para la edición en español de este libro. Equipo editorial de ZCP: Carla Borges, David Kropf, Justin y Sarah Kropf, Jessica Penn, Raquel Pineda y Suzanne Ying. Deseamos extender nuestro agradecimiento a estos amados, porque sin sus muchas horas de asistencia inapreciable, este libro no habría sido posible. Estamos verdaderamente agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro, para la gloria de Dios.
CONTENIDO Introducción 1. Definición de liderazgo. 2. Cualidades del liderazgo excelente: a. Sabiduría. i. Los pilares de la sabiduría. ii. La sabiduría y el liderazgo. iii. Las claves para recibir sabiduría. b. Visión. c. Fidelidad. d. Diligencia.
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3. Trabajo en equipo e infraestructura: 23 a. Herencia a través de la propia simiente. b. Guías para el funcionamiento fluido de equipos. i. Excelencia. ii. Poco personal. iii. Personal bien entrenado y equipado. iv. Delegar. c. Asignación de personal. i. Asignado por Dios. ii. El costo del entrenamiento. iii. Carácter, habilidad y productividad. 4. Métodos de liderazgo. 5. Alianzas. a. Representación local. b. Pétalos, hojas o cáliz. c. Los peligros de las alianzas con el mundo.
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6. Líderes en el Antiguo Testamento: 47 a. José. b. Moisés. c. Josué. 7. Líderes en la era de los jueces: 81 a. Otoniel. b. Gedeón. c. Débora. d. Jefté. e. Sansón. f. Elí. g. Samuel. 8. Líderes en la era de los reyes: 107 a. Saúl. b. David. c. Salomón. 9. Líderes en la cautividad y la era de la restauración: 63 a. Daniel. b. Ciro, rey de Persia. c. Nehemías. 10. Líderes en la Iglesia primitiva: 125 a. El apóstol Pablo. 11. Líderes en la historia de la Iglesia: 137 a. John Wycliffe. b. Martín Lutero. c. John Wesley. 12. Liderazgo secular: 141 a. William Pitt. b. Winston Churchill. c. Sam Rayburn. d. Harry Truman.
13. La vida personal del líder. 14. La vida de oración del líder. 15. El líder como soldado.
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Conclusión.
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INTRODUCCIÓN El propósito de este libro es ayudar a aquellos que son llamados a posiciones de liderazgo y así capacitarlos a cumplir el papel que el Señor les ha dado. De una u otra manera, casi todo cristiano, durante su vida, tendrá en algún grado responsabilidades de liderazgo. Ya sea en el hogar, en una clase de escuela dominical, siendo diácono o anciano o en algunos casos, teniendo la tarea de convertirse en el pastor o líder de una confraternidad, todos necesitamos aprender habilidades para el liderazgo. Tenemos que entender que, como Pablo escribió en Romanos 13:1: “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Por tanto, los líderes de cada campo que examinemos han sido todos ordenados por Dios. Ya sea el padre de una familia o el presidente de una nación, todos fueron predeterminados y llamados desde antes de la fundación del mundo por el Padre Celestial, Quien está en todo y guía y dirige todas las cosas de acuerdo a Su infinita sabiduría. Por tanto, cualquiera que resiste al líder está, realmente, resistiendo a Dios y a lo establecido por Él. Pablo, hablando de todas las autoridades, declara que son ministros de Dios para bien. Es por esto que uno tiene que honrar a sus padres y sujetarse a ellos, así como nuestro Señor lo hizo cuando era joven.
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CAPÍTULO 1 Definición de liderazgo En este punto, es bueno definir lo que entendemos como un líder y el papel que juega. Un líder es alguien que dirige a otros. Ocupa la posición principal ya sea en el hogar o en el país, y en virtud de su posición tiene la responsabilidad de amar y cuidar a aquellos que guía. Se espera que tenga la última palabra en cualquier decisión o asunto y, hablando en forma general, su palabra es ley. También es el responsable de la atmósfera espiritual del hogar, iglesia o confraternidad que Dios le ha confiado. Que ésta sea una de amor, gozo y paz. Si él transmite esta atmósfera a su personal, ellos a su vez la esparcirán a través de la iglesia o confraternidad. El resultado será que esto creará una atmósfera de la que otros dirán: “Dios está allí: Jehová Shammah”. Hay niveles de liderazgo que alcanzamos en esta vida. Mientras escribía este párrafo, escuché un excelente ejemplo para ilustrar el hecho de avanzar en la escalera de la vida. Una pequeña niña de 5 años se matriculó en una guardería cristiana, y eventualmente se graduó y se convirtió en una maestra de pre-escolares. Hoy, ella es la directora de la escuela y su propia hija de 5 años, está matriculada como estudiante.
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Puede ser que seamos el hermano mayor y se nos ha confiado el cuidado de nuestros hermanos y hermanas, o en nuestro lugar de trabajo se nos ha dado una posición en la que tenemos que supervisar una línea de ensamblaje. Más adelante, en la medida en que maduramos, ascendemos y llegamos al nivel gerencial. En la iglesia, asimismo, podemos progresar del nivel de maestro sustituto de escuela dominical, pasando por todos los niveles, hasta alcanzar la posición de superintendente. Luego, si estamos lo suficientemente calificados y somos llamados por Dios, a la posición de ujier, diácono, anciano e incluso, pastor asistente o pastor. Subsiguientemente, Dios lo puede elevar aun a la posición de líder de una confraternidad. En todos los casos, la definición de un líder y sus cualidades es la misma. Recuerde que la clave para ser promovido se encuentra en esta simple verdad: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (Lc. 16:10).
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CAPÍTULO 2 Cualidades del liderazgo excelente Por tanto, un líder debe poseer las siguientes cualidades que los grandes líderes de la Escritura y de la Iglesia, han transmitido de una manera u otra. Todos estos dones vienen de Dios y son repartidos por Él como Él quiere (1 Co. 12:11).
Sabiduría La primera es sabiduría, la habilidad de tomar las decisiones correctas. Según David, éste es el don más preciado de todos, ya que leemos que exhorta a Salomón, su joven hijo heredero diciéndole: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Pr. 4:7).
Los siete pilares de la sabiduría Los antiguos consideraban que la sabiduría era mucho más que la habilidad de tomar las decisiones correctas; ellos creían que ésta llevaba a plenitud de vida. Las Sagradas Escrituras apoyan esto, y vemos que Salomón enseña que hay siete pilares de la sabiduría que sostienen una vida y una casa (Pr. 9:1). El apóstol Santiago nos da la interpretación de estos siete pilares en su epístola: “Pero la sabiduría que es de lo
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alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Stg. 3:17). 1. Pura: el hombre sabio ha conquistado las pasiones y lujurias de su carne. Más aun, sus motivaciones han sido purificadas a tal grado que pueden ser vistas a la luz del cielo y no se encuentra mentira en éstas (Ap. 14:5). 2. Pacífica: igualmente, procura la paz con todos los hombres, busca vivir en armonía sin confrontaciones, vivir en unidad con los demás, y ser compatible dentro de los límites de los principios bíblicos (He. 12:14). 3. Amable: no sólo es importante decir la verdad, sino también tomar en cuenta la necesidad de ser sabio y sensible, con la ley de la amabilidad en nuestros labios cuando hablamos (Pr. 31:26). Muchos líderes tienden a ser toscos y brutales y, al ser así, hieren las susceptibilidades de aquellos a quienes están hablando. Nuestro hablar y nuestro toque deben estar recubiertos por la amabilidad, como una nodriza cuida de los pequeños con ternura (1Ts. 2:7). 4. Benigna: significa que el hombre sabio tiene una razonable dulzura de temperamento tal que, en la medida de lo posible, cede en las cosas no importantes de la vida. Es bueno
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para escuchar y simpatiza con el punto de vista de los demás, no es violento ni exigente, sino conciliatorio y dulce con todos. 5. Lleno de misericordia y buenos frutos: mientras viajaba a través de África, uno de los temas constantes que me reiteraban, tanto misioneros veteranos como nativos, era la necesidad de misericordia al tratar con los trabajadores. Ellos fallarán continuamente, pero la advertencia constante que nos fue dada fue: “nunca debes darte por vencido con ellos”. Muchos miembros de congregaciones en las que yo he tenido el privilegio de ministrar enfatizaban el aspecto perdonador de la naturaleza de Cristo. Ellos consideraban natural que iban a fallar, pero esperaban que su pastor entendiera y perdonara sin reserva. Cristo hizo esto una y otra vez con sus discípulos que erraban frecuentemente, cuando estaban preocupados por quién sería el mayor aún en la Última Cena, y cuando los tres elegidos se quedaron dormidos en el jardín de Getsemaní (Mr. 10:37; 14:33-41, 66-72). Cuando Pedro le negó maldiciendo, hubo una preocupación por el perdón después de Su resurrección para que Pedro no perdiera su fe. Él luego restauró amorosamente a Pedro a su apostolado, ante los demás, en la orilla del lago de Galilea (Jn. 21:15-19). Buenos frutos del Espíritu deben crecer y madurar abundantemente en el jardín del corazón de un líder, para
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ser libremente ofrecidos a y disfrutados por todos aquellos Buenos frutos del que el líder trata en su caminata Espíritu deben diaria, en el camino de la vida crecer y madurar (Gá. 5:22-23). Debe haber amor abundantemente fluyendo tanto hacia el creyente en el jardín del como hacia el pecador por igual; corazón de un tiene que existir la longanimidad líder. para con el difícil que se queja constantemente: un trato amable para el pícaro más tosco, y debe ser templado en todas sus necesidades, sea en sus comidas o en disfrutar de alguno de los otros placeres de la vida, debe vigilar sus apetitos para mantener su cuerpo en sujeción. 6. Sin incertidumbre (imparcial, RVA): quiere decir que trata a todos por igual, sin importar la posición o la relación. Es una virtud escasa, poseída únicamente por los hombres más nobles, sin embargo, es el rasgo en el carácter que los jóvenes más anhelan que exista en sus líderes. Los jóvenes desean ocupar un lugar en el corazón de su líder, un privilegio que disfrutan los miembros más maduros de la congregación. Cristo manifestó esto a través de la parábola de los obreros de la viña, donde todos recibieron la misma paga sin importar la hora en la que habían sido contratados (Mt. 20:1-16). 7.
Sin hipocresía: el rasgo esencial en la naturaleza de un líder. Debe ser genuino o,
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como a una vasija defectuosa, tanto el hombre como Dios lo rechazarán. Un hipócrita desilusiona, frustra y destruye a muchos creyentes, tanto jóvenes como viejos, causando muchas veces que se desvíen del camino de justicia. Lamentablemente he conocido a muchos que han dejado por un lado la esperanza de una vida eterna por percibir, con disgusto, a un líder hipócrita que no practica lo que ha predicado y motiva a otros que lo vivan.
Claves para recibir sabiduría La importancia de la sabiduría, en el ámbito del liderazgo es ilustrada por Cristo como la personificación de la Sabiduría, hablando en los siguientes versículos: “Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra” (Pr. 8:14-16). La Sabiduría controla a todos los que están en autoridad, por cuanto escrito está: “… Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Pr. 21:1). Debemos procurar las claves necesarias para recibir el más preciado de todos los dones. Proverbios 2:6 nos enseña que Jehová da la sabiduría, y Job 28:28, al igual que Proverbios 9:10, establecen que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová. En Isaías 33:6, leemos que el temor de Jehová es Su tesoro, mientras que
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Proverbios 8:13 dice: “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco”. ¿A quién le da sabiduría el Señor? Al hombre que Le agrada. Salomón declara: “Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo…” (Ec. 2:26). Así, para agradar a Dios debemos poner en orden nuestra conversación; hablar no con nuestras palabras sino con aquellas que son agradables a Sus ojos, no haciendo nuestra voluntad, sino Su voluntad. En la medida en que Le busquemos temprano, recibiremos sabiduría (Pr. 8:17). Daniel nos da otro punto para tomar en cuenta: que Dios da sabiduría a los sabios (Dn. 2:21). En esto entendemos una de las solemnes verdades de los caminos de Dios: al que tiene se la dará, y tendrá en abundancia (Lc. 19:26). Así que en la medida en que pongamos nuestros pies en el camino de los sabios, seremos sabios (Pr. 13:20) y el Señor nos ungirá con el Espíritu de Sabiduría.
Visión La siguiente característica esencial de un líder es que debe ser un hombre con visión, una visión dada por Dios. Visión puede ser definida como la dirección para que el hombre con visión conozca el camino y sea capaz de dirigir a otros. Al estudiar la vida de los líderes, vemos que todos tenían una meta principal de la que no se desviaron en toda su vida. A una temprana edad, el Señor visita a Sus elegidos
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con sueños, visiones o en otra forma, para darles una idea de Su propósito para la vida de ellos. Visiones secundarias fueron dadas para realzar e implementar la visión primaria. Todos estos poderosos hombres de Dios sabían hacia dónde se dirigían. Esto también es verdad para aquellos en ocupaciones seculares. Por ejemplo, a través de su vida, Winston Churchill siempre albergó el conocimiento de que estaba destinado a jugar un papel de importancia histórica. Esto sucedió en el ocaso de su vida, cuando estaba en sus sesentas. A esa edad, la mayoría de personas están contemplando y disfrutando la comodidad del retiro. A pesar de su edad, y debido a su papel como líder en tiempos de guerra, fue llamado el hombre del siglo. Otro líder que tuvo visiones de grandeza y destino fue Alejandro Magno, quien recibió una visión del sumo sacerdote judío, quien le aseguró que sería el gobernante del mundo conocido en ese tiempo. Esto lo consiguió cuando sólo tenía 30 años de edad (Para más detalles consultar: Antigüedades de los Judíos, Libro XI, capítulo VIII por Flavio Josefo). En nuestra propia vida, debemos saber hacia dónde vamos y, al saberlo, podremos dar seguridad y claridad a aquellos que nos han sido dados para dirigirlos. Uno de los aspectos más frustrantes de la vida es seguir a alguien cuya visión cambia constantemente. En realidad, se nos dice en Proverbios 24:21: “Hijo mío, teme al SEÑOR y al rey, no te asocies con los que son inestables…” (LBLA).
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Aquellos que se mantienen cambiando su dirección en la vida son aquellos que no tienen fruto que permanece, ni dan en el blanco del más alto llamado de Dios para su vida. Además, logran poco, no llegan a su refugio deseado, y no experimentan el gozo de Jesús, por cuanto viven en un continuo estado de incertidumbre. Esto produce miedo y carencia de esa paz que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Una visión clara promueve la paz, la cual a su vez trae salud a nuestros huesos (Pr. 16:24). Hemos procurado enfatizar la necesidad de que los líderes tengan una visión y luego transmitan esa visión a hombres fieles que a su vez enseñen a otros. Esta visión se comunica mejor por y a través de la palabra escrita. Esto es respaldado por Habacuc 2:1, donde el profeta dice primero: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá…”. Luego, habiendo recibido la visión, leemos en el versículo dos: “Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas...”. Notemos que la visión debe ser declarada de una manera clara, lúcida y con sencillez, para que el que la lea pueda correr con un mensaje claramente definido.
Fidelidad Éste es también uno de los requisitos esenciales para un líder. Él ha sido elegido por Dios para hacer una tarea específica. Al final de su vida el líder debe rendirle cuentas al Señor si logró o no cumplir y completar su tarea. Sin embargo, pocos en esta vida son realmente fieles. En Proverbios 20:6 dice: “Muchos hombres se dicen
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piadosos; pero un hombre fiel, ¿quién lo encontrará?” (Biblia de Jerusalén). Es la etapa final en la vida de un líder, aquél que es llamado, elegido y encontrado fiel (Ap. 17:14).
Que el Señor nos haga como David, un hombre conforme al corazón de Dios quienes cumpliremos toda Su voluntad.
El evento final que cierra la Era de la Iglesia es la Segunda Venida, la cual revela a Jesús sentado sobre un caballo blanco, y Él es llamado Fiel y Verdadero (Ap. 19:11). Esta es una de las principales virtudes atribuidas al Señor. Pablo, escribiendo en Hebreos 3:1-2, declara que Jesús fue fiel a Aquél que Lo mandó a ser como el “apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión”. Isaías 11:5 declara: “...será…la fidelidad ceñidor de su cintura”. Por tanto, esta virtud es requerida en todos aquellos que son designados al ministerio, como Pablo declara en 1 Corintios 4:2: “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”. En 1 Timoteo 1:12 él dijo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”. Amados, que se diga que nosotros también hemos sido encontrados fieles y verdaderos. Que el Señor nos haga como David, un hombre conforme al corazón de Dios (Hch. 13:22), quienes cumpliremos toda Su voluntad y alimentaremos fielmente al rebaño que Él nos ha confiado.
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Diligencia Otra característica del líder es que debe ser un buen trabajador. Debe dedicarse a la tarea que le ha sido dada y, como la Rut de la antigüedad, no debe malgastar el tiempo descansando cuando hay trabajo que hacer (Rut 2:7). Pocos líderes pueden tener una mentalidad de nueve a cinco. En vez de eso, dedican largas horas al trabajo y están en su escritorio mucho después que sus subalternos han dejado el suyo. Cecil Rhodes, el fundador de la nación de Rhodesia, a menudo suspiraba al decir: “tanto que hacer y tan poco tiempo para hacerlo”. La Escritura nos enseña que la diligencia es también la clave para ser promovido. 1 Reyes 11:28 nos dice que Salomón, percibiendo que Jeroboam era diligente, le promovió a hacerse cargo de toda la casa de José. Esto es de acuerdo a Proverbios 12:24, que dice: “La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria”. Este hecho es repetido en Proverbios 22:29: “¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición”. Es una forma de vida para aquellos que son diligentes porque aún sus pensamientos tienden a la abundancia (Pr. 21:5), y la promesa para ellos es que aun su alma será prosperada (Pr. 13:4). El que recoge con mano laboriosa será prosperado.
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CAPÍTULO 3 Trabajo en equipo e infraestructura Herencia a través de la propia simiente Se nos dice, una y otra vez, en las Escrituras que la herencia viene a través de la propia semilla. Así, el Señor le dio a Abraham la promesa que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra (Gn. 22:18). Esta promesa también es dada a las estériles: “Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas”. (Is. 54:3). Los líderes deben desarrollar equipos compuestos por hijos espirituales que propagarán su visión. Las promesas que Dios nos ha dado serán cumplidas a través del equipo que levantemos. Por lo tanto, el equipo debe ser escogido, capacitado y entrenado cuidadosamente. La visión que el Señor nos ha dado también debe nacer en el corazón y la mente del equipo. Debe arder dentro de su propio corazón para que puedan declararla y explicarla a otros.
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Guías para el fácil funcionamiento de equipos Ahora, para que un equipo funcione fácil y efectivamente, ciertas guías deben ser seguidas:
Excelencia En cada miembro del equipo debe implantarse un estándar de excelencia. Ésta fue la palabra que el Señor nos dio cuando empezamos Su obra, aquí en Zion. Sin importar qué nos correspondía hacer dentro de la confraternidad, ya fuera espiritual o secular, en el sentido de edificios, libros o iglesias, se requería que fuera de la mejor calidad. No quería decir que debíamos ser extravagantes, sino que debíamos ser cuidadosos en cómo gastábamos el dinero en las cosas de naturaleza temporal. Por ejemplo, cuando pusimos el piso de nuestro santuario de usos múltiples, yo quería el más barato, pero el Señor insistió en un estándar de excelencia. Por tanto el piso, aunque no es muy adornado, ha durado más de veinte años sin necesidad de reparación alguna, probando que la calidad es muchas veces más económica que una clase más barata que tiene que ser reemplazada poco tiempo después. Por lo tanto, este estándar de excelencia se aplica a través de toda la organización, ya sea en sus materiales o en su ética de trabajo diaria. Esto se logra al entender que estamos trabajando para el Rey de reyes, a Quién tenemos
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que rendir cuentas en el Día del Juicio por las obras que realizamos mientras estábamos aquí en la tierra.
Poco personal El personal debe ser poco. Déjeme ilustrar esto con el siguiente ejemplo: mi abuelo tenía un jardín en el que tenía dos plantas de tomate creciendo una al lado de la otra. Una tenía el tronco, ramas y tallos muy gruesos, pero producía tomates relativamente pequeños. En comparación, la otra tenía el tronco, ramas y tallos muy delgados, pero los tomates eran muy grandes, maduros y carnosos. Básicamente, mientras menos recursos usemos para nosotros mismos, más productivos seremos. Esta lección me ha acompañado toda la vida. Cuando trabajaba para el gobierno, me di cuenta que existe la tendencia de emplear equipos de trabajo excesivamente numerosos. Esto resultaba en gastar gran parte de nuestro tiempo enviando informes, comunicados y correspondencia a otros departamentos, pidiéndoles su opinión. Si hubiese estado planeado apropiada y económicamente, el departamento para el cual yo trabajaba (el Departamento de Guerra) pudo haber cumplido fácilmente su cometido y mucho más rápido. Además, aquellos en el campo que estaban esperando nuestras decisiones, pudieron haberlas recibido de manera más eficiente y ordenada. Esto habría permitido que las tropas se movieran más rápidamente, en lugar de haber sido demoradas por numerosos oficinistas que estaban ocupados enviando solicitudes de una persona a otra, preguntando qué hacer.
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La lección es simple. Mientras menos se gaste en asuntos organizacionales irrelevantes, se puede usar más tiempo, dinero y esfuerzo para avanzar en el propósito principal de una organización cristiana: proclamar el Evangelio. Cuando los costos administrativos son mantenidos al mínimo, la productividad incrementa. En la medida de lo posible, trate de mandar a hacer fuera de la organización los trabajos especializados y las tareas repetitivas que ocurran con poca frecuencia. Esto dejará libre de esas tareas a su personal, para que se puedan dedicar al trajo que personas externas no pueden realizar. En esencia, podemos decir que mientras menos gastemos en nosotros mismos, más tendremos para ayudar a otros en la obra del Evangelio.
Personal bien entrenado y equipado El personal debe estar bien entrenado y equipado para el trabajo ministerial al que es llamado. Frecuentemente es necesario un programa de entrenamiento. Ese fue el caso de Abraham, quien tuvo 318 siervos nacidos y criados en su propia casa (Gn. 14:14). La clave es nacer, en un sentido espiritual, a la visión y ser entrenado por Abraham. De manera similar, Jesús usó este programa cuando llamó a los doce discípulos a Su compañía y los entrenó, habiendo dado a luz la visión del evangelio en la mente y el corazón de ellos. Así la visión del líder se vuelve una visión corporativa, con la cual el equipo está comprometido. Los líderes
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deben desarrollar un programa de entrenamiento y luego proveer experiencia de campo bajo el cuidado de ministros experimentados. Hoy, tenemos la bendición de contar con equipo que es altamente especializado y muy complejo. Este equipo nos permite lograr un grado de productividad que no hubiera sido posible aun hace una década. Personalmente trato de escribir, en promedio, tres libros al año pero, si no tuviéramos computadoras, me sería difícil publicar uno al año. Es una máxima que el buen equipo hace que el personal sea altamente productivo y le permite muchas veces a uno hacer el trabajo de tres. Es sabio, en la medida de lo posible, invertir en el equipo más moderno. Sin embargo, se debe sopesar cuidadosamente si el último modelo será beneficioso y si habrá un incremento en productividad acorde con el incremento en costo incurrido por el equipo nuevo.
Delegar Asimismo, el líder debe ser bueno para delegar, para que su tiempo sea utilizado para la toma de decisiones, la oración y el estudio de la Palabra. Recuerde a Moisés, un gran hombre de Dios, quien se sintió tan abrumado al prestar demasiada atención a las responsabilidades menores en la congregación que su suegro, Jetro, tuvo que prevenirle contra atender los asuntos triviales que lo estaban agotando (Ex. 18:13-27). Sin embargo, este asunto de establecer una buena infraestructura que le permita al líder delegar sus
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responsabilidades es muchas veces descuidado, para detrimento del líder y el de la iglesia o confraternidad. Citando el caso extremo de un líder procurando hacerlo todo, pienso en un querido pastor en Francia. Cada vez que alguien en la iglesia necesitaba ayuda, aun si era simplemente reemplazar una ventana en su casa, él estaba allí para hacerlo. El resultado era que nunca estaba preparado para las reuniones nocturnas y de fin de semana. Algunos miembros de su congregación leían el periódico durante el servicio en la iglesia. Es importante que se dé una descripción detallada del puesto para cada posición. En caso de la ausencia del pastor general, deben enunciarse claramente los parámetros y límites de responsabilidad. Por ejemplo, ¿cuán lejos pueden llegar en el ámbito de la consejería, aprobación de gastos o en el cambio de horarios establecidos? Usted no puede delegar a otros el tomar todas las decisiones en su ausencia porque la iglesia, como un barco, podría ser puesta en un rumbo diferente y probablemente naufragar. La siguiente página tiene un cuadro que provee un ejemplo de una manera en la que el líder debe buscar delegar sus responsabilidades. Este consejo debe estar compuesto por hombres de reconocida experiencia espiritual y secular. Son aquellos en quienes el pastor general puede recaer para recibir consejo sólido y fortaleza en situaciones de toma de decisiones difíciles. Además, deben ser plenamente leales
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al pastor general y a la visión dada por Dios a la iglesia o confraternidad. Estoy consciente que algunos pastores sirven como le plazca al consejo, sin embargo, yo no veo base bíblica para esto. La siguiente posición, la de los ancianos, conlleva en sí misma la advertencia escritural detallada para nosotros en 1 Timoteo 3:1-7.
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Ellos conforman el liderazgo espiritual junto a los otros pastores y al pastor general, quien es la cabeza. A los pastores asociados generalmente se les da responsabilidad sobre diferentes ministerios en al iglesia y ministerios de alcance fuera de ella. Cada uno de los mencionados en el cuadro anterior, de acuerdo al tamaño de la iglesia o confraternidad, puede tener subgrupos. Con respecto a reuniones en las casas, es sabio que no excedan 20 o 30 personas, o los miembros no recibirán la ayuda individual que necesitan. Los líderes de hogar deben ser seleccionados cuidadosamente y ser responsables ante un anciano quien, a su vez, es responsable ante un pastor asociado. Con respecto a los diáconos, sus requisitos son enumerados en 1 Timoteo 3:8-13 y son responsables, como los porteros del Antiguo Testamento, de las necesidades físicas de la congregación. Podríamos decir que tienen el ministerio de las ayudas. El líder debe mantener buena comunicación con su pastor asociado y con el personal de la iglesia, manteniéndolos informados de lo que ocurre en la iglesia y confraternidad. De esta manera, estarán conscientes de la importancia y efectividad de su propio ministerio y de su valor al equipo como un todo. Cuando leemos en Deuteronomio 32:30 que uno perseguirá a mil y dos harán huir a diez mil, vemos el poder de un equipo unido, gozoso y lleno del Espíritu.
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Asignación de personal Asignado por Dios Naturalmente el líder debe tener un equipo para cumplir con la tarea que Dios le ha dado. Escrituralmente entendemos que no solamente el líder es escogido por Dios, sino también cada uno de los miembros del personal. Por esto, Jesús pudo hablar de Sus discípulos como los hombres que Dios le había dado (Jn. 17:11). Es nuestra responsabilidad colocarlos en la posición para la que están calificados. Vemos que este principio es verdadero cuando consideramos 1 Crónicas 9:22: “Todos éstos, escogidos para guardas en las puertas, eran doscientos doce cuando fueron contados por el orden de sus linajes en sus villas, a los cuales constituyó en su oficio David y Samuel el vidente”. Por tanto, el pastor general debe tener la responsabilidad de escoger cuidadosamente aun a los miembros de rango más bajo del personal, para que la obra de Dios no sea estorbada, sino fluya sin problemas a través de un equipo ungido.
El costo del entrenamiento Esto a veces es más difícil de lo que parece ser, porque el Señor no siempre nos da lo que podríamos llamar el producto terminado, y hay mucho entrenamiento que se da ya trabajando. Esto puede conllevar muchos errores de parte de un miembro del equipo, los cuales pueden ser muy caros.
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El líder debe saber que se van a cometer errores, y debe tener una actitud muy amorosa, generosa y perdonadora cuando estos errores ocurran. Muchas veces al ministro joven se le dan responsabilidades prácticas junto con sus deberes espirituales. Errores en estas áreas pueden ciertamente hacer mella en el presupuesto de la iglesia. Al autor de este libro, en una ocasión se le dio la responsabilidad de transportar a algunos invitados de un país europeo a otro en un microbús recientemente adquirido. Debido a la falta de experiencia con el nuevo vehículo, fundió el motor con el resultado que otro vehículo tuvo que ser rentado para los invitados que quedaron sin transporte, un nuevo motor fue comprado, y un equipo enviado para recuperar el vehículo. El costo total fue horrendo. En una ocasión diferente, algunos ministros jóvenes en Francia habían tomado prestado, con el consentimiento del pastor general, su preciado automóvil. No sabiendo como lidiar con una curva mojada en la carretera, metieron el vehículo en una zanja. El desdichado conductor le reportó a la esposa del pastor que el vehículo estaba seriamente dañado y a ella le tocó la tarea de tener que calmar las emociones de su encolerizado esposo. A otro ministro neófito le fue dada la tarea de remodelar una habitación en el edificio de una iglesia. Él hizo un hermoso trabajo de embaldosar el piso, y luego puso el recubrimiento de yeso del techo y pintó las paredes. El resultado fue que el piso de baldosas cubierto de yeso tuvo que ser reemplazado a un costo considerable.
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Otro líder en entrenamiento, al cargar la camioneta de la iglesia trataba de empujar un tubo desde el frente hacia atrás. Con un empujón triunfal logró meterlo, desafortunadamente a costa de traspasar la ventana trasera con el tubo. “Ah”, me dijo un líder, “las alegrías de entrenar a los jóvenes”. Nada, sin embargo, se compara con los desastres en el púlpito. Había un rectorN.T en cierta iglesia a quien le fue enviado un ministro inexperto, de no más de 24 años de edad, para que formara parte de su personal. Su predicación era lamentable por lo que, para motivarlo, el rector le sugirió que se matriculara en un instituto que semanalmente le enviaba un sermón a los pastores, para que lo predicaran. Imagínese la sorpresa de la congregación cuando el joven ministro, armado con el primer sermón enviado por el instituto empezó diciendo: “durante mis 50 años de servicio misionero en el Amazonas, experimenté algunas situaciones peligrosas…” “Bueno”, dijo otro amado y santo pastor, “ciertamente la paciencia y un espíritu dulce y suave son desarrollados mientras oramos febrilmente por unas pocas frases que controlen los daños”. Tantos pastores han tenido que quedarse sentados, con los labios apretados, su cara poniéndose más y más roja cada momento y su corazón palpitando, mientras escuchan comentarios e ilustraciones extraños y no bíblicos que sus protegidos dan desde el púlpito. Ahora, siendo un pastor experimentado, me he acostumbrado a que el personal vaya con mi secretaria a reportar los desastres, en vez de venir a mí directamente. Cierta expresión en su rostro me alerta al hecho que es momento de orar para recibir gracia. N.T.: el rector es el clérigo a cargo de una iglesia Anglicana.
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Carácter, habilidad y productividad Primero, el carácter debe ser desarrollado para que la dulzura de Jesús pueda ser vista en nosotros. Segundo, necesitamos habilidad para poder especializarnos en aquellas áreas que soportarán la prueba del tiempo y que serán de beneficio eterno, cuando nosotros dejemos el escenario. Finalmente, la productividad debe tomarse en consideración. De esta manera, cuando enseñemos a otros la visión que hemos recibido, nos aseguraremos que ellos también se concentren en reproducir la visión en la vida de otros para que el fruto de nuestra vida sea multiplicado. El Señor quiere que produzcamos calidad y cantidad. Lo ideal es tener personas amorosas, dulces, que no se quejen, afables que también sean muy capaces y altamente productivas. Lamentablemente, éste no es siempre el caso. Podemos considerar el caso del Secretario de Guerra del gabinete del presidente Abraham Lincoln, llamado Edwin McMasters Stanton. Él se burlaba y ridiculizaba al presidente en su cara. Cuando le preguntaron por qué lo conservaba en su gabinete, Lincoln respondió: “porque es un hombre muy capaz no puedo encontrar un mejor Secretario que él”. Lincoln estaba dispuesto a soportar los insultos para poder tener un ejército eficiente. Más tarde, Stanton se convirtió en un amigo y seguidor fiel de Lincoln al trabajar juntos. Viendo el cuerpo de Lincoln después de que había sido asesinado, con lágrimas cubriendo su rostro, Stanton declaró que Lincoln había sido realmente un líder. A él se le acredita la cita: “Él ahora pertenece a las edades” (“He now
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belongs to the ages”), lo que significa que su nombre permanecería por todas las generaciones, entre los grandes hombres de la historia. El líder, por tanto, debe soportar muchas cosas de parte de miembros del equipo para poder lograr las metas que debe alcanzar. Además, las preferencias personales no tienen cabida en la selección de miembros de un equipo, como declaró el presidente Warren Harding. Él no les podía dar puestos en el gabinete a sus camaradas, si estos eran incompetentes, ya que entonces no hubiera cumplido la tarea para la que había sido electo. También, un buen líder debe ser capaz de utilizar las personas que Dios le da. Esto puede ser ilustrado con el ejemplo de Sansón, quien fue capaz de utilizar la quijada de un asno para matar a los filisteos, mientras que cualquier otro líder hubiera legítimamente demandado la espada más afilada Un mal (Jue. 15:14-15). Un mal trabajador trabajador le le echa la culpa a sus herramientas; echa la culpa a un maestro puede lograr la más fina sus de las obras maestras con las herramientas; herramientas más rudimentarias. Por ejemplo, usted puede necesitar una cocinera y la única persona dispuesta es alguien que nunca ha cocinado comercialmente. Nosotros experimentamos esto por muchos años. Esta persona no sólo nunca había cocinado comercialmente,
un maestro puede lograr la más fina de las obras maestras con las herramientas más rudimentarias.
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sino tampoco era una persona placentera para estar con ella. Todos querían que yo la dejara ir, pero eso hubiera significado que no tendríamos a nadie para tomar su lugar, además del hecho que ella voluntariamente había tomado un puesto que estaba vacío y nos había ayudado. Usted no olvida los favores que las personas le han hecho. Decidimos esperar hasta que el Señor arreglara otro puesto para ella, para que pudiera presentar su renuncia con dignidad, y Él así lo hizo. Al mismo tiempo, el Señor proveyó otra persona que cocinara para nosotros. Por supuesto, esto es algo que sólo Dios podía hacer. Las cualidades de paciencia, longanimidad y resistencia son las cualidades que son desarrolladas en un líder cuando acepta, con resignación santa, a aquellos que son menos que adecuados para la tarea, y sin embargo son escogidos por Dios para ser Sus ayudantes.
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CAPÍTULO 4 Métodos de liderazgo Cuando contemplamos la Palabra de Dios, vemos que hay muchos líderes que Él ha levantado a través de los milenios de la estancia del hombre sobre la tierra, quienes han empleado métodos diferentes para alcanzar las metas dadas por Dios. 1. Moisés: Su liderazgo no fue puesto en duda, excepto por Coré y sus amigos (en rebelión contra Dios). Él se encontraba con Dios cara a cara, y recibía de Él sus órdenes y se las comunicaba a Aarón y a los otros líderes. 2. Josafat: Su forma de liderazgo era la forma consultiva, por medio de la cual buscaba una opinión colectiva antes de dar una directriz a la nación. 3. David: Él empleaba mucho el método de Moisés. Por ejemplo, él recibió de Dios sus órdenes concernientes al patrón del Templo, y luego reunió a los príncipes y otros líderes notables y les comunicó sus decisiones.
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Liderazgo en la iglesia Esto parece haber sido una mezcla de aquellos que escucharon de Dios y que se someterían a la dirección del Concilio de Jerusalén. Allí estaban los líderes más altos, los apóstoles notables: Pedro, Juan y Santiago, con quienes consultó Pablo. Sin embargo, es claro que Pablo no dudó en cuestionar a Pedro en ocasiones (Gá. 2:11-14). El liderazgo por consenso es el medio más seguro para obtener las metas dadas por Dios, ya que éstas no serán alcanzadas sin la ayuda completa del equipo. Salomón escribió en Proverbios 11:14: “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad”. Querido lector, para dar un ejemplo de lo que yo creo que es la mejor forma de liderazgo, someto lo siguiente a su consideración. En una ocasión, tuve que asumir el pastorado de una iglesia muy grande. Cuando me reuní con los ancianos, fui confrontado con tener que tomar una decisión de suma importancia. Les pregunté su opinión y me dijeron que el pastor anterior siempre tomaba las decisiones sin la opinión de ellos y que a ellos simplemente se les decía qué hacer. Entonces les dije que tenían que orar y que tendríamos otra reunión la semana siguiente. En nuestra siguiente reunión, seis de ellos sintieron que habían escuchado de Dios y yo coincidí con ellos, habiendo oído de Dios también, excepto que el séptimo miembro tenía un punto de vista opuesto. Ahora, yo pude haber decidido que el punto de vista de la mayoría prevalecía, pero sentí que tal decisión sería perjudicial
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para la vida espiritual del séptimo miembro. Así que le pedí que orara nuevamente, cosa a la que voluntariamente accedió. Unos días después, él me llamó para explicarme que había escuchado de Dios anteriormente, pero que había malinterpretado lo que Dios le había dicho. El resultado fue que un concejo unido le dio a conocer su decisión a la iglesia, y fue llevada a cabo con el respaldo de toda la congregación porque vieron la unidad que prevalecía entre los pastores y los ancianos. El líder debe escuchar de Dios. Sin embargo, debe tener ancianos sólidos que escuchen de Dios igualmente. Sabemos que Natán corrigió justamente a David cuando éste quiso construir el Templo, al decirle que ese honor le estaba reservado a Salomón. Podemos aprender de dos aspectos que parecen aplicarse a todos estos líderes piadosos: 1. Todos buscaron el consejo de Dios. Los líderes recibían el consejo de Dios a veces por sueños, por una palabra hablada a su oído o a su corazón, o a través de inquirir de los sacerdotes ungidos. El sacerdote determinaba la voluntad de Dios cuando metía su mano en la bolsa del efod y sacaba la piedra del Urim o del Tumim que estaban allí, significando un sí o un no a la pregunta hecha (Nm. 27:21).
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2. Le comunicaban su decisión al segundo al mando. Cuando el líder había obtenido el consentimiento de los sacerdotes, declaraban sus intenciones al siguiente al mando, recibían su apoyo, y luego le decían al pueblo, después de lo cual llevaban a cabo sus intenciones. Sin embargo, cuando este procedimiento no era seguido había errores y, consecuentemente, problemas. Ejemplos clásicos de líderes que a veces no se apegaron a estos principios serían: a. David, cuando prevaleció sobre Joab al censar a los hijos de Israel (2 S. 24:1-9). b. Roboam, cuando no aceptó el consejo de los ancianos (2 Cr. 10:6-8). c. Josafat, cuando ignoró la palabra del Señor de no ir con Acab, rey de Israel (1 R. 22:1-29) y también cuando fue al mar con el hijo de Acab, Ocozías (2 Cr. 20:35-37). d. Josías perdió la vida en Meguido cuando se levantó contra el faraón Necao, rey de Egipto, a pesar de que el rey egipcio, hablando en el nombre del Señor, le había dicho que no se levantara contra él (2 Cr. 35:22).
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También podemos citar el caso del apóstol Pablo cuando no hizo caso de las advertencias dadas por el Espíritu Santo de no subir a Jerusalén (Hch. 21:10-14), ya que al hacer esto sufrió prisiones innecesarias tanto en Cesarea como en Roma. Aunque en esta vida somos llamados a sufrir mucha tribulación, muchas veces porque no atendemos a las advertencias, nos cargamos de sufrimiento que no está en la voluntad de Dios. Esto nos trae a considerar las alianzas, un área donde muchos líderes cometen errores de juicio, los cuales resultan ser muy costosos al bienestar espiritual y a veces financiero, tanto personal como de sus iglesias.
El líder debe escuchar de Dios. Sin embargo, debe tener ancianos sólidos que escuchen de Dios igualmente
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CAPÍTULO 5 Alianzas Cuando se está cumpliendo con una obra para el Señor uno debe poner atención cuidadosa a las alianzas que uno hace con terceras personas. Hemos tenido el privilegio de ayudar a levantar numerosas obras por todo el mundo y hemos aprendido algunas lecciones útiles, que sometemos a la consideración de nuestros lectores.
Representación local Es evidente que cuando uno inicia una obra, especialmente en otros países, uno necesita ayuda de los nativos. Los locales conocen las costumbres y los códigos cuando se trata de construcción de edificios, registro de una confraternidad o una organización no gubernamental (ONG). Algunos países requieren que sus nacionales sean representados en el concejo, y es especialmente importante cuando se requiere que tengan la mayoría de votos. Esto puede ser muy frustrante, ya que uno debe asegurarse no sólo que piensen de igual manera, sino que tengan los mejores intereses de la obra en su corazón, y no los propios.
Pétalos, hojas o cáliz He encontrado que algunas personas son indispensables para el inicio de una obra, pero después ya no son
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necesarias. Algunas veces ni siquiera les puede ser permitido permanecer, ya que su carácter y visión no coinciden con la obra que Dios nos ha confiado. Al inicio de mi experiencia cristiana, estaba perplejo porque no entendía esto, así que le pregunté al Señor. Él me explicó a través de dos ilustraciones. Primero, el andamiaje, que es esencial para la construcción de cualquier edificio, es después desechado porque no se convierte en parte del edificio terminado. En una obra espiritual en particular, yo tenía un concejo de liderazgo que aparentemente fluía con la visión hasta cierto punto pero, eventualmente, ellos se desviaron del llamado original tanto doctrinal como espiritualmente. Segundo, a mi pregunta de “¿por qué, Señor?”, Él me habló usando el ejemplo del cáliz de una flor. En este caso, Él me mandó a considerar una rosa que tiene un cáliz compuesto por cinco hojas, el número de miembros del concejo original de nuestra confraternidad. Ellos eran tan necesarios en nuestro estado embrionario porque protegían la flor de la confraternidad. Pero noten, queridos, que no tienen la misma textura que los pétalos de una rosa. Las hojas del cáliz caen cuando la flor madura, y así fue con esos miembros del concejo que mostraron claramente que en carácter y visión realmente no eran parte de la belleza de la obra de Dios. Sin embargo fueron muy necesarios para iniciar la obra. Así, tenemos que discernir qué personas son andamiaje y qué personas son cálices. Mi esposa una vez habló en una reunión acerca de otra verdad muy similar. Ella le preguntó a la audiencia,
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usando el ejemplo de la higuera que Jesús maldijo, en Mateo 21:19, “¿Son ustedes hojas o están produciendo el fruto del Espíritu?” En vez de ser cálices que sólo son útiles por un tiempo, o las hojas en la higuera que recibieron vida pero permanecieron estériles y por eso fueron malditas, escojamos algo diferente. Que podamos ser como los hermosos pétalos de la rosa o una rama fructífera, aquellos que fielmente llevarán a cabo todo lo que Dios ha ordenado para nuestra vida, y que produzcamos fruto que permanecerá hasta el final.
Los peligros de las alianzas con el mundo Cuando vemos la dirección espiritual que Dios nos ha dado, muchas veces necesitamos ayuda en el área de los dones ministeriales en Su Cuerpo. Nos damos cuenta que no tenemos los cinco dones ministeriales en nuestra congregación y buscamos en otra parte. Vemos en la Escritura que muchos buscaron ayudar a Israel, pero Israel también buscó la ayuda de otros en sus tiempos de necesidad. Sin embargo, fue allí donde perdieron la visión que el Señor les había dado a través de la ley de Moisés. En la época de Josué, ellos hicieron una alianza con los gabaonitas, pueblo que debieron haber destruido, y esto les sucedió porque no buscaron el consejo del Señor (Jos. 9:3-15). He visto que la Iglesia, al igual que Israel, con mucha frecuencia ha ido al mundo para obtener sus ideas con el resultado que el mundo ha entrado a la Iglesia. Israel fue
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a Egipto y a Asiria, y sus dioses fueron traídos a Israel y corrompieron la adoración que sólo debió haber sido dedicada al único, verdadero y santo Dios. Similarmente, la Iglesia ha traído la música, métodos e ideas del mundo al santuario de Dios y los demonios se regocijan. Se nos dice que probemos los espíritus; esto se aplica especialmente a la profecía y a los así llamados profetas que buscan controlar a la Iglesia y sus líderes. Es por esta razón que el don de discernimiento de espíritus ha sido incluido en los nueve dones del Espíritu Santo (1 Co. 12:10). Recordemos al piadoso rey Josafat, quien corrompió el linaje de David al hacer una alianza con Acab al permitir que su hijo se casara con Atalía. Ella, a su vez, destruyó la simiente real de Judá (2 Cr. 21:6; 22:2-3). Vemos que otro error de juicio sucedió cuando todos los reyes se unieron para la batalla en la época de Josué. Los gabaonitas actuaron con astucia e hicieron creer a los israelitas que venían de tierras lejanas (Jos. 9:4). De esta manera pudieron persuadir a los israelitas a hacer una alianza con ellos, por medio de la cual no podían destruir a los gabaonitas para todas las generaciones. Una vez más, los hijos de Israel hicieron una alianza con un pueblo que debió haber sido destruido, porque no consultaron al Señor.
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CAPÍTULO 6 Líderes en el Antiguo Testamento Ahora, vamos a ver cómo estos y otros principios fueron representados en la vida de algunos de los más grandes líderes de todos los tiempos, como está escrito en la Santa Escritura y en la Era de la Iglesia.
José Las habilidades y papeles del liderazgo son muchas veces evidentes y reconocibles a temprana edad, ya que la preparación del líder, muchas veces requiere de rutas y experiencias largas y tortuosas. Esto fue cierto con José, ya que su padre Jacob le vistió con una túnica de diversos colores a edad temprana, denotando el hecho que él era el heredero aparente de las promesas de Dios para la familia (Gn. 37:3). Sus hermanos entendían perfectamente, y este conocimiento incrementó sus celos de él. Tanto el antagonismo como el deseo de matar al líder a una edad temprana son aparentes en la vida de los líderes, porque el enemigo sabe muy bien quiénes son y cuál es su destino, aún más que sus familiares y amigos. Por esto, los hermanos de José fueron usados en sus celos para tratar de impedir los propósitos de Dios, ya que dijeron claramente “matémoslo y entonces veremos qué será de sus sueños” (ver Gn. 37:18-20).
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José recibió las visiones donde se veía gobernar sobre su padre y hermanos, posiblemente a la edad de 17 años, pero el cumplimiento del sueño necesitó de 20 años de cruel traición aun de sus propios hermanos, quienes lo vendieron a Egipto como esclavo. Luego, al levantarse en prominencia en la casa de Potifar, el capitán de la guardia de Faraón, fue nuevamente traicionado por la esposa del capitán, después que él se negó a sus avances (Gn. 39:1-21). Él ejemplificó la pureza de corazón, constancia de propósito y fidelidad a su amo. José pasó muchos largos años en prisión, y el salmista nos dice que durante ese tiempo José, atado con cadenas, fue probado por la palabra del Señor (Sal. 105:17-19 LBLA). Pero el Señor estaba con él y su carácter estaba siendo formado para gobernar. Las cualidades de pureza, fidelidad, cuidado y compasión para con otros que están en circunstancias menos afortunadas, fueron desarrolladas en este joven, cuando todos los prisioneros en la prisión fueron puestos bajo su cuidado. Él era virtualmente el gobernador de los prisioneros y todo lo que se hacía en la prisión era por él (Gn. 39:21-23). Cuán importante es ser fieles en las circunstancias adversas porque allí es donde el temple de un líder es puesto a prueba, examinado y aprobado. La enfermera Edith Cavell, la noche antes de su ejecución por un pelotón de fusilamiento alemán, en la Primera Guerra Mundial, le dijo a su capellán mientras tomaba la santa cena por última vez: “no debo tener amargura en mi corazón”. Estas palabras están grabadas en su estatua, que está en el patio de la iglesia St. Martin, en el campo cercano a la plaza Trafalgar, en Londres, Inglaterra.
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Esto fue muy cierto en la vida de José, este líder de hombres. Él nos dice cómo triunfó sobre todos los males que había experimentado cuando, más tarde, le dio por nombre a su primogénito Manasés, que quiere decir: “Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre” (Gn. 41:51). El olvido es el antídoto contra la amargura que todo líder debe recibir abundantemente del Señor, ya que un líder amargado es un líder que envenenará a aquellos a quienes tiene la responsabilidad de dirigir (He. 12:15). Cuando el Señor levantó a José a la cumbre del poder para el cual Él lo había ordenado, hubo nuevamente una intervención divina en forma de sueños que fueron dados a dos de los prisioneros de Faraón: su copero y su panadero. La interpretación de los sueños dada a José fue que el panadero sería ejecutado mientras que el copero sería restaurado a su posición anterior. Quejumbrosamente, José le suplicó al copero que intercediera por él ante Faraón, pero dos largos años pasaron porque el copero había olvidado a José. Sin embargo, cuando vino el tiempo perfecto de Dios para que José fuera puesto en libertad, Él le dio a Faraón sueños que nadie pudo interpretar, y fue entonces que el copero se acordó de José (Gn. 41:9-14). En los propósitos de Dios se requirió de tiempo de prisión adicional para traer a José a la perfección. Muchas veces en nuestras experiencias tipo prisión, pensamos que estamos listos para salir, pero sólo el Señor sabe cuándo se ha terminado el precioso trabajo de preparación para Sus propósitos en nuestra vida. El tiempo de una prueba
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es muchas veces largo, ya que las presiones de nuestra vida requieren cierta duración para obrar en nosotros esas virtudes necesarias por las que las pruebas son ordenadas por el Señor. Ahora, al estar frente a faraón y al dar la interpretación de sus sueños y la consecuente acción necesaria, la sabiduría de Dios sobre José era evidente no sólo para Faraón, sino también para todos sus consejeros. Así, otra lección en liderazgo emerge cuando aún los elegidos del Señor deben aceptar el tiempo asignado para asumir sus deberes. Al examinar el ministerio inicial de José, el de recoger el grano durante los siete años de abundancia para los siete años de hambre, notamos que José construyó graneros (Gn. 41:47-49). La provisión material para las bendiciones de Dios es necesaria, ya sean edificios universitarios, alojamiento para el personal, prensas de impresión u oficinas para cumplir con la obra que hemos sido llamados a hacer. Fallar en proveer adecuadamente para estas cosas puede resultar en consecuencias desastrosas para la obra, aun el colapso de una visión. Cuando los siete años de hambre empezaron, José abrió los graneros y vendió el grano a la población. Fue en este tiempo que sus hermanos vinieron a comprar grano y que el sueño original que él tuvo de ellos inclinándose ante él se cumplió (Gn. 42:1-9). En la restauración de sus hermanos, tenemos una lección para todos los líderes que tienen miembros descarriados, aun líderes asociados, que desean regresar a tener comunión. Esto se logró con gran prudencia y sabiduría.
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Primero, José se aseguró que ellos estaban real y sinceramente convencidos de haber pecado contra él. Logró esto no revelando que era su hermano y poniéndolos en prisión. Ellos luego hablaron entre sí en hebreo y concluyeron que era por su conducta hacia José que estaban ahora en su presente situación (Gn. 42:10-24). Obviamente la manera en la que José obtuvo la información de su remordimiento no es posible en otras situaciones pero es citada porque, de una manera u otra, se debe determinar si aquel que busca la reconciliación está realmente arrepentido. Desafortunadamente hemos tenido situaciones donde era realmente evidente que aquellos que buscaban restauración en nuestra confraternidad no estaban dispuestos a enfrentar y corregir actitudes y pecados previos. En la parábola del hijo pródigo (Lc. 15:11-24), recordemos que él reconoció plenamente su pecado y estaba realmente arrepentido. Por tanto, pudo ser restaurado a su posición anterior. Ahora, cuando su padre Jacob murió, nuevamente sus hermanos tuvieron miedo de José, pero él los recibió benignamente, como lo dice Génesis 50:19-21: “Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón”. La obra de Dios había sido completada en José, de tal modo que pudo,
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con gran magnanimidad, recibirlos bondadosamente y proveer un lugar en Egipto para ellos.
Lecciones de la vida de José 1. Él fue un vaso probado en las áreas de pureza sexual y fidelidad en la casa de Potifar y en la cárcel de Faraón, aun en momentos de gran tribulación para su alma. 2. En la prisión, bajo las circunstancias más adversas, conservó su fe y su habilidad de escuchar del Señor para bien de otros, específicamente en el asunto del sueño del copero y el panadero. 3. Se le pudieron confiar los asuntos del reino de Egipto habiendo sido probado en asuntos menores. 4. Durante los días de abundancia, fue diligente en los asuntos del rey, preparando graneros para los días de hambre. Así, él fue un administrador capaz y sabio. 5. No sólo pudo recibir a sus hermanos bondadosamente y con un corazón perdonador, sino también pudo preparar y cuidar de ellos abundantemente con lo mejor de la tierra. 6. Su espíritu no tenía amargura y lo único que fluía de su ser era la dulzura de Cristo.
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Por todo esto, José recibió la doble porción de bendición reservada para el primogénito (1 Cr. 5:2).
Moisés El principio de su vida Como José antes que él, Moisés tuvo una preparación larga, difícil y variada. Su nacimiento fue en el tiempo del genocidio de los niños ordenado por el nuevo Faraón, porque los hijos de Israel se estaban volviendo más numerosos que los egipcios nativos. Sin embargo, detrás de este crimen estaba Satanás, el príncipe de este mundo que bien sabía que en ese tiempo iba a nacer el salvador de Israel. Por esto, procuró destruirlo al nacer, así como ejecutó otro genocidio unos 1,500 años más tarde. Esto fue cuando Raquel lloró por sus hijos en la matanza de los inocentes en Belén, cuando el enemigo trató de destruir al Salvador del mundo, al Señor Jesucristo (Mt. 2:16-18). A pesar del las órdenes de Faraón, las parteras hebreas preservaron la vida de los niños (Ex. 1:15-21). Lo mismo hicieron los padres de Moisés, como leemos en el siguiente pasaje: “Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.” (He. 11:23). Moisés fue preservado por la fe de sus padres. Después, la hija de faraón fue usada como el instrumento de Dios para alimentarlo como a su propio hijo. Criado allí en la casa de faraón, “fue enseñado Moisés en toda la
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sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras”. (Hch. 7:22). Escrito en griego clásico, al traducirlo, el significado es que Moisés estaba extremadamente bien entrenado. Por la fe, Moisés se negó a ser llamado hijo de la hija de Faraón y buscó a sus hermanos cuando tenía 40 años de edad. Él defendió a uno que estaba siendo maltratado por un egipcio y mató al egipcio (Ex. 2:12). En Hechos 7:27, Esteban nos dice que Moisés supuso que sus hermanos entenderían cómo Dios los libraría por su mano, pero ellos no entendieron.
El Señor les habla a Sus elegidos.
Reconocimiento como líder Aquí debemos detenernos para considerar un hecho muy importante de la vida de un líder. Como hemos dicho previamente, el Señor les habla a Sus elegidos acerca de Su llamado sobre su vida, muchas veces a una edad muy temprana. Así, es evidente que Moisés, desde muy joven, conocía que su llamado era ser el salvador de los hijos de Israel. Sin embargo, una cosa es que la persona llamada conozca el propósito de Dios, y otra completamente diferente es que ese llamado sea reconocido por aquellos que ha sido
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llamado a dirigir. No fue sino después de haber pasado 40 largos años en el desierto que Moisés estuvo finalmente preparado para ser aceptado por los israelitas como el libertador. Leemos en Éxodo 4:27-31: “Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó. Entonces contó Moisés a Aarón todas las palabras de Jehová que le enviaba, y todas las señales que le había dado. Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel. Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e hizo las señales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron”. Es sólo cuando Dios enaltece a una persona en la presencia de sus semejantes que ellos aceptan y entienden que esta persona es uno de los líderes escogidos por Dios.
El tiempo de Dios Muy a menudo, en la vida de un líder existe ese momento cuando trata de entrar a algo antes del tiempo de Dios y antes de haber sido preparado (Pr. 20:21). Este fue el caso con Moisés, quien luego huyó al desierto y fue sustentado allí por su suegro Jetro, un sacerdote de Madián.
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Actitud frente a la derrota También hemos observado que, aun en momentos de aparente derrota y experiencias amargas, uno debe mantener su compostura y su sentido de destino y justicia. Esta actitud nos mantiene en el camino de Dios. Así fue con Moisés, quien defendió a las hijas de Jetro contra los otros pastores junto al pozo (Ex. 2:15-17). Por hacer esto, él fue recompensado al recibir a Séfora, hija de Jetro, por esposa (Ex. 2:18-21). Luego, por 40 años estuvo en el desierto, cuidando las ovejas de su suegro. Que podamos apreciar a este príncipe de Egipto, quien Espiritualmente, estaba acostumbrado a toda la para poder pompa y ceremonia de la vida moverse de una de la realeza en la corte de experiencia de Faraón, con sus profundas y cumbre a la refinadas discusiones con siguiente, uno respecto a los asuntos del primero tiene que gobierno. Sin embargo, aquí pasar por el valle estaba cuidando animales sin de las inteligencia ni sentido común, circunstancias que siempre tendían a alejarse y requerían de cuidado humillantes. constante. El único camino para alcanzar alturas mayores, desde la cima de una montaña a la siguiente, es pasar por los valles. Espiritualmente, para poder moverse de una experiencia de cumbre a la siguiente, uno primero tiene que pasar por el valle de las circunstancias humillantes.
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De llamado a elegido Finalmente, después de 40 años, el momento de ser comisionado había llegado. Ahora, ya no era sólo el llamado de Dios, sino el elegido de Dios. Él había calificado en el horno de aflicción del desierto (Is. 48:10). En el desierto había entretejido con cada fibra de su ser esa virtud indispensable para todos los líderes: la mansedumbre. Él fue escogido para heredar la tierra tal como los mansos heredarán la Tierra (Mt. 5:5).
Conocer los nombres de Dios En la zarza ardiente, Moisés conoce al Señor como Jehová, el Yo Soy el que Soy (Ex. 3:14-15). En otras palabras, no hay otro Dios mas que el Señor. Esta es una parte esencial del liderazgo: el líder debe conocer el nombre de Dios que se aplica específicamente a su don ministerial. Así Moisés se iba a enfrentar a los poderes de Egipto y, de hecho, a los dioses de Egipto. Por eso tenía que conocer el poder de Aquél en cuyo nombre venía. Por ejemplo, si un ministro es llamado a un ministerio de sanidad específico, tiene que conocer al Señor como Jehová Rafá: el Señor que Sana (Ex. 15:26). Cuando nos levantamos contra la enfermedad en ese poderoso Nombre, las enfermedades tienen que dejar a la persona que están afligiendo. La importancia de conocer los nombres de Dios es ilustrada en el Salmo 91:14 donde, refiriéndose a Su
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Amado Hijo, el Padre Celestial dijo: “Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre”. Sólo por revelación divina nos pueden ser dados los diversos nombres de Dios, y es entonces cuando realmente participamos de esos aspectos particulares de la naturaleza del Padre. Él desea que seamos como Él, y en la medida en la que conocemos y experimentamos Su naturaleza revelada por cada uno de Sus Nombres, nos vemos moldeados a Su semejanza, más y más. Exhortamos a todos los líderes a meditar sobre esta verdad hasta que sea parte de su naturaleza y pueda, asimismo, ser impartida a otros. Podemos ver que el corazón del Señor fue revelado a Moisés cuando el Señor dijo: “he oído el clamor de Mi pueblo y he descendido para liberarlos”. Luego el Señor dijo que Él los sacaría de Egipto y los introduciría a una tierra buena que estaba ocupada por las naciones de los cananeos. Además, el Señor le dio tres señales a Moisés: 1. Una vara que se volvía serpiente cuando era echada a tierra. La vara es un símbolo de autoridad y la serpiente un tipo de Satanás. Cuando Moisés levantaba la serpiente, ésta se convertía en vara nuevamente, mostrando así que Moisés tenía autoridad sobre Satanás (Ex. 4:2-5). 2. Al meter la mano en su seno se llenaba de lepra y al volverla a meter se volvía limpia (Ex. 4:6-7). Esto mostraba que Moisés tenía
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poder sobre el pecado, ya que la lepra, que volvía impuro al hombre, es un tipo del pecado (Lv. 13). 3. Estando en Egipto, le fue dicho que tomara agua del río, la cual se convirtió en sangre al ser derramada en tierra. Esto significaba que Moisés tenía el poder de ejecutar juicios en el Nombre del Señor (Ex. 4:9). En este encuentro, el Señor le dio a Moisés su comisión, su visión, su poder y, muy importante, un entendimiento del corazón y compasión de un Dios que conoce las penas de Su pueblo.
La importancia de obedecer la voluntad de Dios Cuando Moisés iba camino a Egipto, el Señor buscó matarle porque no había circuncidado a sus hijos. Esto muestra que este ministro de circuncisión no estaba caminando en obediencia completa al Señor. Al igual que Saúl, él estaba caminando en este momento específico en obediencia parcial y Dios estaba disgustado (1 S. 15:1-9). Cuán importante es que recordemos y pongamos atención a esta lección para que estemos con Dios de todo corazón. Saúl lo perdió todo porque no cumplió toda la voluntad de Dios. Moisés hubiera perdido su vida si Séfora no lo hubiera salvado al circuncidar a sus hijos (Ex. 4:24-25, 18:2-3).
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Confrontación con Faraón Otro factor acerca del cual Dios advirtió a Moisés fue que cuando Moisés se enfrentara a Faraón, Faraón no cedería. En vez de eso, endurecería su corazón. Esto sería para que el Señor mostrara Sus maravillas en la tierra de Cam. Eventualmente, Faraón murió en el mar Rojo. Hemos tenido experiencias similares en nuestros ministerios, cuando fueron cortados aquellos que conscientemente endurecieron su corazón contra la obra que Dios estaba haciendo a través de nosotros. Tal como el rey Salomón advirtió en Proverbios 29:1: “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina”. Muchas veces a los malvados no se les permite permanecer para siempre.
Peleando las batallas Moisés tuvo que soportar muchas batallas dentro de la congregación. Por ejemplo, su mismo hermano Aarón, el sumo sacerdote, y su hermana María, la profetisa, se levantaron contra él en crítica por causa de su esposa (Nm. 12:1-15). La esposa del líder muchas veces es el blanco del ataque del enemigo, que usualmente viene a través de otras mujeres de la congregación y, en este caso, a través de una líder de las mujeres de Israel. Además, los hijos de Israel se prostituyeron en pos de los ídolos de Baal cuando cometieron fornicación con las hijas de Moab. Esto es un dolor para cualquier líder cuando, a pesar de que ha enseñado bien al pueblo, ellos aun así entran en error y en abierto pecado, y cuando las personas
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por las que ha entregado su vida se alejan del camino donde fueron dados a luz.
Las pruebas son oportunidades para conocer al Señor en la participación de Sus padecimientos.
El dolor del líder es sólo un pequeño reflejo del dolor de nuestro Señor, quien literalmente murió por ellos. Pero no debe dejar que las infidelidades de ellos le impidan continuar enseñándole a su pueblo los caminos del Señor, tampoco debe desesperarse cuando pierda a muchas personas que no están dispuestas a subir a mayores alturas en el Señor. ¡No! En todas esas pruebas el líder debe ver el panorama completo y entender que no son sino oportunidades para conocer al Señor en la participación de Sus padecimientos (Fil. 3:10). Sin embargo, en todas estas pruebas y decepciones hay promesas gloriosas del Señor para aquellos que triunfan en sus actitudes y permiten que el Espíritu Santo desarrolle Su fruto de longanimidad, paciencia, resistencia, amabilidad, bondad y compasión por aquellos que se les oponen. El amor de Jesús, que todo lo conquista, nos capacita para cambiar esas aparentes derrotas en escalones para levantarnos más alto y más cerca de nuestro bendito Señor. También, perder miembros y ser rechazados y desairados por ellos cuando tratamos de acercarlos nuevamente, abre el camino para que se haga realidad en nuestra vida la promesa en Isaías 49:20: “Aun los hijos de tu orfandad dirán a tus oídos: Estrecho es para mí este lugar; apártate, para que yo more.”
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Este fue el caso de Moisés, quien perdió una generación completa en el desierto. Sin embargo, cuando llegaron al Jordán en las planicies de Moab hubo una nueva generación que estuvo dispuesta a escuchar la segunda lectura de la ley, y quienes fueron capaces de sujetarse a Josué y de poseer la tierra. Otra batalla que Moisés tuvo que soportar fue en contra del profeta Balaam. Balaam fue un hombre que conocía a Dios y que había recibido un grado elevado del manto profético, pero también fue influenciado por encantamientos y, por lo tanto, a veces operaba o ministraba bajo otro manto, el de un espíritu de engaño (Nm. 22). Balaam también le enseñó a Balac, el rey de Moab, a poner tropiezo a los hijos de Israel de comer cosas sacrificadas a los ídolos. Este peligro de tener batallas contra aquellos que tienen mantos dobles existe en la Iglesia, hoy. Este es claramente enfatizado por el Señor, cuando amonestó a la iglesia de Pérgamo, en Apocalipsis 2:14: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”.
Lecciones de la vida de Moisés Hemos desarrollado en detalle la vida de Moisés en nuestro libro titulado El Viaje de Israel, por lo que no
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repetiremos esas lecciones aquí. Sin embargo, hay algunos puntos que son relevantes para este estudio de liderazgo: 1. Moisés siguió las instrucciones del Señor hasta el más mínimo detalle en todo lo que se le dijo que hiciera. Tanto así que recibió el siguiente reconocimiento: “Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir” (He. 3:5). 2. Moisés manejó la rebelión contra sí, con un espíritu de mansedumbre, por lo que fue el Señor quien luchó por él, destruyendo a los hijos de Coré. Esta virtud, por sobre todas las virtudes que él poseía, la mansedumbre (aceptar piadosamente las circunstancias), debe ser perfeccionada en nuestra vida. Debemos recordar que si luchamos, el Señor da un paso atrás. Si damos un paso atrás, el Señor peleará y ciertamente ganará la batalla por nosotros. 3. Un líder como Moisés debe estar vestido con la sabiduría de Dios. 4. Debe tener una visión clara del camino y la meta que Dios ha ordenado para él y para las personas que el Señor ha puesto a su cuidado. 5. Debe tener un corazón de pastor que esté dispuesto a dar su vida por sus ovejas. Cuando Dios decidió matar al pueblo rebelde, Moisés clamó: “que perdones ahora su pecado, y si
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no, ráeme ahora de tu libro que has escrito” (Ex. 32:32). Así amaba este pastor de Dios a esas ovejas descarriadas de la casa de Israel. 6. Un líder debe ser un administrador capaz. Ciertamente este fue el caso de Moisés, quien aprendió de su suegro Jetro el arte de delegar autoridad y de la responsabilidad (Ex. 18: 13-27). Que podamos aprender las lecciones que la vida de este gran hombre nos enseña, y que busquemos ser como él. Sobre todo, él tenía una amistad íntima con el Señor (Ex. 33:11), y tenía hambre y sed de ver y conocer la gloria de Dios.
Josué Planificando la sucesión Josué es un excelente ejemplo de un líder en entrenamiento. Una de las preocupaciones de un líder es preparar al segundo que eventualmente será su sucesor y continuará con la visión.
Guerrero espiritual La primera mención de Josué es cuando Moisés le delega la tarea de escoger hombres para luchar contra Amalec y dirigirlos en la batalla. Mientras Josué estaba en la batalla, Moisés estaba parado en la cima de una colina con sus manos sostenidas por Aarón y Hur. Mientras sus manos
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se mantenían levantadas, Josué e Israel prevalecían contra los amalecitas, como vemos en Éxodo 17:11-12: “Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol”. Así, Josué fue probado como un líder militar, algo que era necesario en esos días. Para nosotros hoy, un líder debe ser versado en la guerra espiritual. Esta batalla contra Amalec tuvo una gran importancia para todos los tiempos, porque Amalec era descendiente de Esaú (Gn. 36:12) a través de Ada, una hitita, y Elifaz, hijo de Esaú y Timna, su concubina (Ex. 17:9-16). Esaú era un fornicario y una persona profana que despreció su primogenitura y sus bendiciones espirituales, las cuales vendió para satisfacer sus apetitos y deseos de la carne. Siempre debemos recordar la advertencia en Oseas 4:11: “Fornicación, vino y mosto quitan el juicio”. Así, Abimelec nos habla espiritualmente de las obras de la carne contra las cuales Dios lucharía de generación en generación. Nosotros, como cristianos, debemos hacer caso a la advertencia del apóstol Santiago de cesar de las lujurias que significan amistad con el mundo y por tanto causan enemistad con Dios (Stg. 4:1-10). ¡Los amalecitas espirituales que cada generación de cristianos tiene que enfrentar hasta que Jesús venga, deben ser enfrentados y vencidos!
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Ser siervo La siguiente referencia acerca de Josué es que él es llamado siervo de Moisés y subió al monte Sinaí con él (Ex. 24:13). Esto fue como Eliseo quien, más tarde en la historia, derramó agua sobre las manos de Elías, de quien ocuparía el lugar y oficio tiempo después. Por lo tanto, el líder designado es aquel que sirve a su maestro y quien, al calificar, heredará su posición más adelante.
Amor por la presencia de Dios En Éxodo 33:11, encontramos que Josué entró en el Tabernáculo de la congregación con Moisés y contempló a Cristo hablando con Moisés como un amigo habla con su amigo. Después que Moisés se fue, Josué se quedó en la presencia de Dios. El nuevo líder en potencia debe ser alguien que valora la presencia del Señor y está dispuesto a ser un siervo, como está escrito de Josué quien, aunque joven (debe haber tenido unos 40 años en ese momento), se quedaba en la presencia de Dios. Ésta es la clave para ser transformados a la imagen de Cristo, como leemos en 1 Jn. 3:2: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. También, Pablo escribe de manera similar en 2 Corintios 3:17-18: “Porque el Señor es el Espíritu; y
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donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.
Lealtad al líder Es interesante notar cuán celoso era Josué con respecto a la posición de Moisés, cuando creyó que la profecía de Eldad y Medad disminuirían su posición. Moisés, siendo el gran hombre que era, contestó que él deseaba que todos los del pueblo de Dios fueran profetas (Nm. 11:27). A veces, cuando somos jóvenes, podemos tener lealtades mal dirigidas que son algo que el líder necesita templar. Sin embargo, nunca se puede poner demasiado énfasis en la lealtad al líder. Si somos fieles en la viña de otro hombre, entonces recibiremos la propia. Sin embargo, como líderes, experimentaremos la traición de los que están alrededor de nosotros. Los “Absalones” y los “Judas” abundarán. Mientras más largo sea el periodo de nuestro ministerio, más traiciones experimentaremos. Necesitamos manejar correctamente la traición, volviéndonos al Señor por consolación y sabiduría. La mejor manera es no atacar al que nos traiciona sino, con dignidad y paciencia, entender que el traidor fue, después de todo, elegido por Dios para ser nuestro compañero por un tiempo. He notado que muchas veces estos “Absalones” y “Judas” han sido, en su momento, una gran bendición antes de su traición, y he aprendido a tener gratitud por su ministerio.
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Lleno de fe Josué y Caleb fueron los únicos espías que regresaron con un buen informe, después de entrar en la Tierra Prometida. Por esto, cuando salió el decreto de Dios que toda la generación de 20 años en adelante perecería en el desierto, tanto Josué como Caleb fueron perdonados y fueron los únicos en entrar a Sus promesas. Era un indicio y una manifestación clara del hecho que este joven poseía cualidades vitales para el liderazgo: fe en la palabra de Dios, creer implícitamente en la omnisciencia de Dios y valentía personal para enfrentar a un enemigo que obviamente era mucho más fuerte que el Israel natural. Siguiendo los pasos de Abram cuyo nombre fue cambiado a Abraham, que quiere decir “padre de multitudes”, a Josué se le cambió el nombre de su nombre original Oseas, que quiere decir “libertador”, a Josué (o Jesús, que es el mismo nombre) que quiere decir “salvador” (He. 4:8). Un nuevo nombre significa una nueva posición o promoción, designando el propósito eterno de una persona, y es una de las recompensas que el Señor le da a un vencedor (Ap. 2:17).
El cambio de la guardia Ahora viene el tiempo del cambio de guardia y vemos a Moisés poniendo su manto sobre Josué. Está descrito en Números 27:15-23: “Y después que la hayas visto, tú también serás reunido a tu pueblo, como fue reunido tu hermano Aarón. Pues
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fuisteis rebeldes a mi mandato en el desierto de Zin, en la rencilla de la congregación, no santificándome en las aguas a ojos de ellos. Estas son las aguas de la rencilla de Cades en el desierto de Zin. Entonces respondió Moisés a Jehová, diciendo: Ponga Jehová, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación, que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor. Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él; y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos. Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca. El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el juicio del Urim delante de Jehová; por el dicho de él saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él, y toda la congregación. Y Moisés hizo como Jehová le había mandado, pues tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación; y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Jehová había mandado por mano de Moisés”. En este relato deben ser notados los siguientes puntos: 1. El nuevo líder fue designado por Dios a través de la oración del líder anterior. Es Dios, no el hombre, quien siempre ordena a los líderes y sus sucesores. 2. Su nombramiento fue frente a toda la congregación. Fue hecho por medio de la
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imposición de las manos del antiguo líder, transfiriendo así el poder, la autoridad y el honor del antiguo al nuevo. Note la frase “[parte] de tu dignidad” porque parece que con Moisés, así como con David, sus sucesores no disfrutaron de la misma grandeza que los fundadores habían recibido, ni de la misma posición con Dios. El antiguo líder continúa como el comandante hasta su muerte, aún después de haber transferido el poder y la autoridad. David nombró a Salomón, pero ejerció su autoridad, dada por Dios, hasta su muerte. La muerte de Moisés sucedió con el Señor mismo enterrándole en la tierra de Moab, en el valle frente a Betpeor (Dt. 34:6). Entonces, el nuevo líder asumió el comando, como vemos en Deuteronomio 34:9: “Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés”.
Josué es comisionado La comisión de Josué tuvo lugar cuando el Señor le habló directamente, como el nuevo líder de Su pueblo, Israel. En este acto, el Señor le dio a Josué los siguientes mandamientos y promesas: 1. El Señor le dio la visión de llevar al pueblo de Israel a través del Jordán, a la Tierra Prometida (Jos. 1:2).
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2. Cada lugar sobre el que pusiera la planta del pie le sería dado por el Señor (Jos. 1:3). 3. La extensión geográfica de su herencia fue desde el Desierto hasta el Gran Mar (el Mediterráneo) y luego hacia el norte hasta el gran río, el Eufrates (Jos. 1:4). 4. Ningún hombre se podría oponer a Josué porque, así como Dios estuvo con Moisés, también estaría con Josué (Jos. 1:5). Dios le ordenó a Josué que se esforzara y fuera valiente tres veces: a. Para que pudiera repartir la tierra (Jos 1:6). b. Para hacer conforme a toda la ley (Jos. 1:7). c. Para que el Señor estuviera con él dondequiera que fuera (Jos. 1:9). Para que Josué fuera próspero, el Señor le ordenó en Josué 1:8: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Ahora, Josué le daba órdenes a Israel y ellos a su vez prometieron escucharle como habían escuchado a Moisés. Consecuentemente, con la comisión de Dios vino un
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entendimiento de parte del pueblo que él era el líder de Dios y que tenían que someterse.
Espiar la tierra Al cumplir con el primero de los mandatos de Dios al llevar a Israel a través del Jordán, Josué fue prudente y envió a dos hombres a espiar la tierra. Regresaron con un buen reporte diciendo que los moradores de la tierra desmayaban delante de ellos (Jos. 2:24). Éste es un principio que debería ser ejercitado antes de enviar misioneros a un El Jordán nuevo lugar; debe aplicarse espiritualmente un proceso de “espiar la habla de la vida tierra”. Uno sabe entonces crucificada, y el líder las necesidades y las debe traer a su precauciones que tienen que pueblo a esa ser tomadas por aquellos experiencia. que son enviados, así como las provisiones que necesitarán. Entonces, son enviados con el mejor equipo posible, y están preparados para muchas eventualidades, sorpresas o emergencias que puedan enfrentar en el lugar de su adopción.
Josué es enaltecido Cuando Josué empezó a hacer preparativos para cruzar el Jordán, el Señor reiteró que Él le iba a enaltecer a los ojos de Israel, pera que ellos pudieran saber que Él
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estaría con él así como estuvo con Moisés. Josué fue obediente a los mandamientos del Señor. La obediencia trae una unción de engrandecimiento ante los ojos del pueblo (Jos. 3:7). Josué les aseguró a los sacerdotes que Dios les daría una señal al secar el río Jordán, así como Dios había hecho que Moisés secara el Mar Rojo (Jos. 3:10). El Jordán espiritualmente habla de la vida crucificada, y el líder debe traer a su pueblo a esa experiencia (Gá. 2:20). Ahora sigue el acto de la nueva circuncisión en Gilgal, donde todos los varones fueron circuncidados (Jos. 5:2-9). El acto de la circuncisión es el cortar la carne con la cual nacemos y eso, también, es una experiencia espiritual importante, como dice Pablo en Romanos 2:28-29: “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”.
La batalla de Jericó Esta es una de las batallas más famosas de todos los tiempos y es relatada a los niños de cada generación en sus clases de escuela dominical, así como es predicada desde el púlpito de las iglesias en toda nación, como un ejemplo de la grandeza de nuestro Dios. Un evento muy importante sucedió antes de la batalla, y es relatado para nosotros en Josué 5:13-15: “Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada
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desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo”. Antes de continuar con la narrativa, debemos considerar este pasaje cuidadosamente. Josué estaba cara a cara con el Cristo vivo. Pero no confió en sus ojos ni en su discernimiento natural, sino desafió al hombre. Esto está claramente escrito para nuestra advertencia y edificación cuando lidiamos con manifestaciones del mundo espiritual. Si Josué no estaba seguro cuando vio a Cristo mismo, ¿cuánto más debemos ser cuidadosos nosotros? También somos advertidos por el apóstol Pablo, que Satanás puede disfrazarse como un ángel de luz (2 Co. 11:14-15). Si Joseph Smith hubiera desafiado al ángel Moroni, no habría iglesia mormona. Como Príncipe del ejército de Jehová, el Señor mismo le dio el plan de batalla a Josué, después de asegurarle que Él le había entregado la ciudad, el rey y todos los varones de guerra. Esta es una verdad que veremos repetida en las batallas de David: la seguridad de la victoria junto con el plan de batalla. ¡El plan de batalla era extraordinario! Consistía en marchar alrededor de la ciudad en completo silencio, durante seis días. En el séptimo día, debían marchar alrededor de la ciudad siete veces y luego gritar
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a gran voz. El muro cayó y los ejércitos de Israel se apresuraron a entrar y destruyeron a los habitantes (ver relato en Josué 6).
Derrota en Hai El Señor había dado un mandamiento en Josué 6:18-19: “Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová”. Sin embargo, cuando los hijos de Israel vinieron a una pequeña ciudad llamada Hai, los habitantes persiguieron al ejército de Israel y mataron a 36 hombres. Ésta debió haber sido una batalla simple y sencilla para el ejército de Israel, ya que el enemigo era pequeño, mas respondiendo al clamor de Josué, el Señor dijo: “Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros” (Jos. 7:11-12). Era claramente un juicio divino ejecutado por Dios sobre los israelitas. Treinta y seis es 12 x 3, significando la intervención del gobierno (12) divino (3).
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Ejecutar juicios Como líder, Josué determinó por suertes quiénes eran las personas culpables. Eventualmente Acán fue descubierto como el culpable y él fue apedreado. Entonces el Señor estuvo con Israel otra vez. Un líder debe ser firme al ejecutar los juicios del Señor. Aunque en nuestro día y generación los juicios no son tan extremos como lo eran en la antigüedad, ya que un líder no ejecuta tales sentencias capitales, el Señor aun lo hace. En varias ocasiones, en mi propio ministerio, he visto a Dios eliminar por medio de la muerte a aquellos que se oponen a Su santa voluntad en la Iglesia. Uno de los deberes y privilegios de un líder es comunicado a otra persona llamada Josué, unos mil años después, en Zacarías 3:7: “Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí están te daré lugar”. Un líder tiene el privilegio de un caminar con el Señor cada vez más alto, pero también tiene la responsabilidad de juzgar al pueblo de Dios y de ejecutar el juicio decretado sobre ellos por el Señor. Por esa razón, un líder tiene que estar totalmente entregado al Señor y no puede permitirse ser movido por las emociones humanas. Acán fue apedreado en el valle de Acor (que significa “aflicción” o “tormento” [Strongs H5911]). No sólo murió Acán, sino también sus hijos e hijas. La necedad de un hombre causó que muchos perdieran su vida. Después hubo un nuevo mandato del Señor de reunir a
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todos los guerreros del pueblo y levantarse en contra de Hai. El plan de batalla fue diferente a lo que Israel había imaginado; las órdenes fueron poner emboscadas detrás de Hai. Esto hicieron, y cuando fueron alejados todos los hombres de guerra de la ciudad al pretender huir de ellos, los que estaban al acecho quemaron la ciudad a la señal de la lanza levantada de Josué. En este punto, los otros se volvieron y destruyeron completamente a los 12,000 hombres y mujeres de Hai. Luego levantaron un altar y Josué escribió una copia de la Ley de Moisés sobre las piedras del altar.
Inquirir del Señor Aquí hay una lección muy solemne para los líderes. Josué fue a la guerra sin inquirir del Señor. Ellos tenían su propio plan de batalla de tomar pocos guerreros, pero el Señor ordenó que todos los hombres de guerra se involucraran. El Señor quería la aniquilación total del enemigo; si sólo usaban unos pocos hombres, habrían dejado escapar a algunos. En la otra ocasión en Hai, el plan de batalla del Señor fue usar una emboscada, mientras que Israel hizo un ataque frontal y fueron vencidos nuevamente. En cualquier batalla espiritual en la que estemos involucrados, siempre busquemos primero el consejo del Señor.
La herencia parcial del líder Josué tuvo éxito en vencer a los 31 reyes que se levantaron en batalla en contra de los hijos de Israel, pero al final de su vida, Israel no había entrado aún a la plenitud de su herencia. Este es un hecho que Pablo nota
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en Hebreos 4:7-9: “otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”. Podemos hacer una o dos observaciones adicionales acerca de la vida de Josué, desde el punto de vista de un líder. Él dejó instrucciones a las tribus de Israel concernientes a los límites de su herencia, para que ellos conocieran sus metas. Esto es esencial cuando llega el momento de entregar las responsabilidades que Dios nos ha dado, para que aquellos que quedan conozcan la visión original. Con Israel, las metas fueron dadas primero por Moisés y luego repetidas por Josué. Israel tenía que subyugar a todos sus enemigos, desde el río Jordán hasta el mar grande (que es el mar Mediterráneo), desde el río de Egipto hasta el gran río Eufrates, y también las áreas que cada tribu debía ocupar. Al momento de su muerte, todos los sub-líderes de las tribus sabían exactamente a dónde iban y ningún otro líder gobernó la nación después de Josué sino hasta Samuel, Saúl y finalmente David, quien los introdujo a la plenitud de su herencia (He. 4:7-9). Josué dejó un encargo final: que debían amar al Señor y cumplir Sus mandamientos, y eso sería sabiduría para ellos. También les hizo una seria advertencia acerca de no adorar ni poseer ídolos y luego compartió su magnífico testimonio personal: “…pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos. 24:15).
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Lecciones de la vida de Josué 1. Primero, en lo que respecta a su preparación, él ocupó posiciones subordinadas de confianza y autoridad antes de asumir el mando. Esas posiciones fueron tales, que cubrieron todos los aspectos de sus responsabilidades finales. Fueron en el campo de la guerra, experiencias con Moisés en el campo de la administración, y en el campo del conocimiento de la Persona y las leyes de Dios. 2. Segundo, cuando asumió la posición de liderazgo, se apegó a la exhortación del Señor de meditar en la Palabra de Dios de día y de noche. Como resultado, se volvió esforzado y valiente, y fue capaz de hacer todo lo que el Señor le había ordenado. 3. Desafortunadamente, también aprendemos de los errores de otros. Ya que nadie sino el Señor mismo es perfecto, todos estos líderes del pasado han tenido debilidades que sirvieron, y continúan sirviendo, como advertencias para nosotros y para las futuras generaciones. Los errores de la vida de Josué fueron el no inquirir del Señor en tiempos de batalla y el hacer los pactos lamentables con los gabaonitas (ver Josué 9).
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Hay una escritura que creo que nos puede ayudar en Proverbios 3:6: “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. En la medida en que hagamos de esto un modo de vida para nosotros, podemos tener la esperanza de cometer menos y menos errores.
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CAPÍTULO 7 Líderes en la era de los jueces Hubo en total 13 jueces que gobernaron Israel. Ellos no gobernaron la nación completa, sino segmentos y, en algunos casos, puede que hayan gobernado conjuntamente con otros. Eran básicamente hombres de valor que pasaron a las páginas de la historia, generalmente, de orígenes desconocidos. Se conoce poco de su preparación para el liderazgo, y a veces parecería que no tuvieron ninguna. Esto explica la advertencia de Salomón, quien dijo en Proverbios 20:21: “Los bienes que se adquieren de prisa al principio, No serán al final bendecidos”. Aunque el alcanzar la posición y el nombramiento como líder fueron divinos, aun así, este principio se mantuvo verdadero.
Otoniel Es mencionado como el sobrino de Caleb, quien actuó valientemente al tomar Quiriat-sefer (Jue. 1:12-15). Le fue dada Acsa, la hija de Caleb, como esposa. Ella a su vez lo instó a pedir de su padre las fuentes de arriba y las de abajo. Así, en un sentido espiritual, podemos decir que él deseaba cosas mayores de Dios y no tenía miedo de pedir cosas grandes (Sal. 2:8; 4:1). Israel hizo lo malo ante los ojos del Señor. En Jueces 3:8-10 dice:
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“Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusanrisataim ocho años. Entonces clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró; esto es, a Otoniel hijo de Cenaz, hermano menor de Caleb. Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla, y Jehová entregó en su mano a Cusan-risataim rey de Siria, y prevaleció su mano contra Cusan-risataim”. Así Otoniel fue probado en la guerra y el Espíritu del Señor vino sobre él para traer gran liberación a Israel, y la tierra tuvo paz por 40 años, hasta su muerte. Él tuvo una esposa piadosa a quien escuchó en el asunto de las fuentes de agua, y por tanto recibió una herencia mayor. Para un líder, una esposa piadosa es un tesoro sin precio. La esposa fue diseñada como la ayuda idónea, cuando ella fue creada por Dios, y debe ser una fuente de fortaleza y aliento para su esposo. En el liderazgo enfrentamos muchas pruebas, tribulaciones y tentaciones de rendirnos al enfrentar la batalla. Personalmente, yo siempre le he estado agradecido a mi piadosa esposa, quien me fortaleció en tiempos de batalla. He visto, a través de toda una vida en el ministerio, que muchos líderes han fracasado porque sus esposas les trajeron mucho desaliento en circunstancias oscuras. Podemos citar a la esposa de Job quien, en momentos de circunstancias deplorables, cuando él necesitaba que su
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compañera estuviera junto a él, le dijo: “…Maldice a Dios, y muérete.” (Job 2:9). Ciertamente, Job fue un hombre extraordinario que se sobrepuso a ese consejo represivo, se plantó firme por la verdad y glorificó a Dios al responder, en Job 2:10: “Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” Tristemente, he visto a muchos escuchar los consejos errados de sus esposas, tal como hizo Adán, y desviarse del llamado dado por Dios. Qué importante es que el líder le pida fervientemente a Dios que le dé la esposa de Su elección, quien será tan buena como la mujer de Proverbios 31. Así, el líder es probado en el campo al que es llamado y, por la unción, cumple su comisión de liberar al pueblo de Dios de su enemigo, hacia la paz.
Lecciones de la vida de Otoniel 1. Necesitamos estar bien capacitados para la tarea que hemos sido llamados y asignados a realizar. 2. Casarse con una mujer piadosa mejora los beneficios y aumenta la herencia de uno pues, como dice Salomón, “Mejores son dos que uno” (Ec. 4:1). Ella es una torre de fortaleza y voluntad, levantando a su esposo cuando él ha caído. Espiritualmente, con el Señor, ella formará con su esposo un cordón de tres dobleces que no se rompe fácilmente (Ec. 4:12).
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3. La unción del Señor es esencial para cumplir nuestro ministerio y el propósito dado por Dios en la vida. Muchas veces la recompensa de la obediencia es la paz dada por Dios en nuestros últimos días.
Débora Débora fue una líder en Israel quien juzgó a Israel por medio de su manto profético a pesar de ser una mujer (Jue. 4-5). Sin embargo, notemos que su esposo es mencionado por nombre, mostrando que aunque era una profetisa, estaba sujeta su esposo en los asuntos de la vida diaria. A través de ella, la palabra del Señor venía a Barak, a quien ella le dio instrucciones de cómo vencer a Sísara (el capitán del ejército de los cananeos). Sin embargo, la victoria sería dada a una mujer, Jael, quien mató a Sísara con una estaca de tienda, con la cual ella traspasó sus sienes cuando estaba durmiendo en su tienda. Así vemos que tenemos que tener discernimiento para saber cuándo Dios está usando a una mujer. En ese tiempo, era poco común que una mujer tuviera liderazgo sobre una nación. Isaías 3:12 declara: “Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos”. Débora era, claramente y en sus propias palabras, “…madre en Israel” (Jue. 5:7) y, como tal, se preocupaba verdaderamente de los hijos de Israel que venían a ella
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para recibir palabra del Señor. La tarea esencial, por ejemplo, de pelear contra el enemigo es todavía dominio del hombre. Por lo tanto, la relación entre un hombre y una mujer en autoridad debe ser una de mutuo respeto y reconocimiento de sus papeles respectivos. Débora y Barak tenían esta relación esencial.
Lecciones de la vida de Débora 1. Dios sí usa mujeres y sí las pone en posiciones de autoridad. 2. Un esposo piadoso es esencial, ya que le pone límites a su esposa. 3. Los hombres tienen que, en toda humildad, reconocer si una mujer tiene un manto dado por Dios .
Gedeón Oprimidos por los madianitas, a quienes Dios había mandado a entrar a la tierra, los hijos de Israel se arrepintieron y clamaron a Dios pidiéndole un libertador (Jue. 6-8). Dios escuchó su clamor y escogió a Gedeón, de quien leemos en Jueces 6:12: “Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”.
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El vellón de Gedeón Lamentablemente, a pesar de la presencia manifiesta del ángel del Señor, Gedeón pidió una señal del Señor de que Él le estaba hablando. Esta fue una debilidad en la vida de Gedeón, que eventualmente llevó a toda la nación a un terrible error. En Jueces 6:19-21, leemos la primera solicitud de Gedeón de recibir una señal: “Y entrando Gedeón, preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina. Entonces el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así. Y extendiendo el ángel de Jehová el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de su vista”. A pesar del obvio milagro del Señor, Gedeón pidió otra señal, como vemos en Jueces 6:36-40: “Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo
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has dicho. Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua. Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios así; sólo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío”. Note la peculiaridad del versículo 37, donde Gedeón dice: “entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho”. Seguramente esto es una afrenta a Dios porque en realidad es dudar de Dios diciendo: “Yo quiero estar seguro que Tu vas a hacer lo que Tu dijiste que ibas a hacer”. Tristemente esta petición de un “vellón” ha entrado en todos los lenguajes del mundo cristiano y muchos cristianos piden “vellones” a Dios, posiblemente por ignorancia. Mientras que pedir lo que llamamos ahora un “vellón” puede ser aceptable en una ocasión o dos, el vivir por ellos como lo hizo Gedeón nos lleva al error, como veremos más adelante en la vida de este juez.
El Señor salva por medio de pocos o de muchos El Señor sí le dio a Israel una poderosa victoria sobre los madianitas, no con un ejército de 32,000, sino con uno de 300. Así, este puñado de 300 (refiriéndose a los que
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caminan con Dios) tomaron las trompetas en su mano y cántaros vacíos con teas dentro de los cántaros. ¡Al sonido de la trompeta de Gedeón, todos sonaron sus trompetas, quebraron los cántaros y dieron un grito de victoria! Vemos el relato en Jueces 7:4-7 y 20: “Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te diga: Este no vaya contigo, el tal no irá. Entonces llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, a aquél pondrás aparte; asimismo a cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. Y fue el número de los que lamieron llevando el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas. Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase toda la demás gente cada uno a su lugar… Y los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!” El Señor puso la espada de cada uno contra su compañero y le dio a Gedeón y sus 300, la victoria. De esto aprendemos que el Señor salva por medio de pocos o por medio de muchos. Más aun, la clave de la victoria es la obediencia y caminar con Dios.
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Sin fruto que permanece El pedir el vellón llevó a otro error. Después de rehusarse noblemente a la solicitud de reinar sobre ellos, Gedeón pidió los zarcillos de sus presas. Leemos en Jueces 8:27: “Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa”. Un santo de Dios de cierta edad, contaba recientemente una historia que atañe a Gedeón: hace como 70 años, una “madre en Israel” había iniciado una iglesia de sólo un puñado de personas en la parte del frente de una tienda. Creció para ser una iglesia de renombre e importancia para la nación, teniendo más de 3,000 miembros. Sin embargo, ella no insistió que sus hijos tuvieran una vida santa y sobria. Como ella no los motivó a tener una visión progresiva, cuando murió, hubo resultados terribles. Los hijos pelearon unos con otros, muchas personas se fueron a buscar pastos más verdes y la iglesia cayó en el descrédito. No hubo fruto permanente, igual que el caso de Gedeón. Como líderes, concentrémonos en producir el fruto que permanece para vida eterna, y una obra que dure hasta que Jesús venga, incluso hasta el Milenio si Él así lo decide.
Falta de dominio propio y templanza Otro evento lamentable en la vida de Gedeón fue el hecho que tuvo muchas esposas de las que tuvo 70 hijos. Además
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de esta manifestación lujuriosa, tomó una concubina que le dio a luz un hijo cuyo nombre fue Abimelec. Este hombre mató a todos los hijos de Gedeón con excepción de Jotam, y se volvió el rey en Siquem. Así sus propias concupiscencias contenían la semilla de la destrucción de todo lo que había logrado durante su vida.
Lecciones de la vida de Gedeón 1. Una falta en la vida de un líder, a pesar de los muchos éxitos y victorias, puede destruir al pueblo después. 2. El pedir “vellones” muestra a una debilidad de carácter en el ámbito de la fe y de la confianza simple en la palabra del Todopoderoso. Que busquemos tener un corazón lleno de la fe pura del Espíritu para confiar completamente en lo que el Señor nos dice que hagamos, sin pedir “vellones”. 3. Debemos pedirle al Señor una vida de sobriedad y dominio propio ya que, como dijo el rey Salomón, “Mejor… el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad” (Pr. 16:32), para que produzcamos líderes piadosos con fruto que permanece hasta el final.
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Jefté Este juez (Jue. 11:1-40) fue el hijo ilegítimo del juez anterior, Gedeón. Indiscutiblemente heredó la parte más vil de la naturaleza de su padre, quién le engendró de su unión con una mujer extraña. En nuestro hablar, ese término podría ser interpretado como una mujer de la calle. Fue echado de la casa de su padre por los otros hijos. Esta era una práctica normal en la vida de las familias que trataban de esconder los pecados del padre. Sin embargo, este hombre era un poderoso valiente quien, cuando lo echaron, atrajo a sí vagabundos y canallas, como hizo Absalón más adelante en la historia. Aprendemos de este juez una lección en el ámbito del carácter. La frase “dime con quien andas y te diré quien eres” es muy cierta. Desafortunadamente, esto no habla bien del carácter de Jefté. Sus compañeros eran los más indeseables y maldicientes de todos los hombres, y aún así fue escogido por Dios para dirigir a Israel. Se puede tomar una analogía de Jeroboam I, rey de Israel, quien se rebeló en su juventud contra el rey Salomón. Sin embargo ambos fueron usados por Dios y se les dieron oportunidades extraordinarias. Dios le da oportunidades aun a los hombres más viles, pero ellos parecen nunca cambiar en el ámbito del carácter, porque como leemos en Daniel 4:17, “La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres”. Sin embargo, en el momento de dificultad, cuando los hijos de Amón estaban haciendo la guerra en contra de
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Israel, los ancianos buscaron a este hombre renegado y salvaje para que les guiara. Él, a su vez, les sacó una promesa: si el Señor diera la victoria, él permanecería como su líder. El Señor le dio a Jefté la victoria sobre el rey de Amón y, adicionalmente, le devolvió las tierras que Amón le había quitado a Israel. Lamentablemente, Jefté siguió los pecados y errores de su padre Gedeón, y en este caso fue el hacer un voto insensato. Está registrado en Jueces 11:30-31: “Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de Ser usado por Dios no mi casa a recibirme, cuando es prueba de ser regrese victorioso de los aprobado por el Señor. amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.” Se dio cuenta de su insensatez cuando su única hija salió a recibirle, cuando regresaba de la batalla. Entonces se vio forzado a cumplir su necio voto y a lamentar por siempre sus trágicos resultados. Somos advertidos por el rey Salomón acerca de hacer votos, en Eclesiastés 5:1-6: “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha
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ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio. Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?” Algunos otros votos que tuvieron un gran costo y no debieron haber sido hechos: 1. Los ancianos de Israel le hicieron un voto a los gabaonitas, resultando en la preservación de una nación que debió haber sido destruida (Jos. 9:14-15). 2. El apóstol Pablo también hizo un voto en Cencrea (Hch. 18:18), una práctica del Antiguo Testamento, parte de la ley del nazareato (Nm. 6:18), que no debió haber sido practicada en tiempos neotestamentarios.
Lecciones de la vida de Jefté 1. Ser usado por Dios no es prueba de ser aprobado por el Señor. 2. Recordemos el error de Jefté y no hagamos votos insensatos.
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Sansón Sansón nació de una de las siete mujeres estériles en los anales de la Escritura. Su madre, cuyo nombre no se menciona, era la esposa de Manoa, de la tribu de Dan. Las otras mujeres estériles fueron Sara, Rebeca, Raquel, Rut, Ana y Elisabet. Cada una de estas mujeres dio a luz un hijo varón que fue famoso en la historia de la humanidad. En orden cronológico ellos fueron Isaac, Jacob, José, Obed (linaje de David), Sansón, Samuel y Juan el Bautista. El nacimiento de Sansón le fue anunciado a la mujer por un ángel quien dio instrucciones específicas en cuanto a su crianza, en Jueces 13:4-5: “Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda. Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos”. Sansón tuvo un nacimiento excepcional, un ministerio excepcional, pero una muerte lamentable.
La fuerza del Señor En la vida de Sansón hay lecciones para todo líder. La fuerza de Sansón era formidable y le permitía realizar poderosas hazañas por el Espíritu de Poder que estaba sobre él. El rey David habló constantemente del Señor siendo su fortaleza (Sal. 18:2; 19:14; 27:1). Asimismo, el apóstol
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Pablo conocía al Señor de esta manera, ya que escribe en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” El liderazgo requiere el llevar muchas cargas pesadas y pelear muchas batallas fatigosas, muchas veces de larga duración, y nuestra propia fuerza humana rápidamente demuestra ser insuficiente. Podemos captar el estado de ánimo de Elías cuando clamó en profunda miseria y debilidad, mientras huía de Jezabel, en 1 Reyes 19:4: “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”. Para levantar su estado de ánimo, un ángel del Señor fue enviado a alimentarlo para que, con la fuerza de esa comida, pudiera caminar por 40 días a Horeb, el monte de Dios (1 R. 19:8). Clamemos para que podamos conocer al Señor, como Aquel quien nos fortalece, para que no desmayemos ni nos desanimemos a lo largo del camino.
Sobriedad y liderazgo El segundo aspecto de la vida de Sansón no es glorioso en lo absoluto: sus apetitos sexuales. Él no los podía controlar y, debido a su relación con Dalila, perdió su unción, su vista y, finalmente, su vida. Desafortunadamente, he conocido otros líderes que han perdido todo, inclusive su vida, por causa del pecado de
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adulterio y de fornicación. Mi propio pastor general perdió primero su unción, luego su ministerio y finalmente su vida porque cometió suicidio en un estado de abatimiento, todo por una relación adúltera. Esto se puede evitar si nos encontramos con el Señor en el área de la pureza sexual. Primero, tenemos que reconocer la voluntad de Dios en este asunto, como Pablo lo declara en 1 Tesalonicenses 4:3-4: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor”. La pureza sexual es de suma importancia en la vida de un líder. Recordemos que somos “… guardados por el poder de Dios” (1 P. 1:5). ¿A quién guarda Dios de caer en este pozo de inmoralidad? El rey Salomón responde esta pregunta con una profunda promesa, en Eclesiastés 7:2: “Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso”. ¿Quien agrada a Dios y encuentra favor a Sus ojos? Aquellos que guardan Su ley (Pr. 3:1-4), aquellos que diligentemente procuran hacer el bien (Pr. 11:27) y aquellos que encuentran sabiduría (Pr. 8:35). Corramos detrás de la sabiduría (que es pura) y caminemos en humildad delante de Dios, siempre buscando no sólo estar llenos con el Espíritu, sino ser guiados por el Espíritu, pidiendo que el Señor no nos deje caer en tentación, sino nos libre del mal.
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Lecciones de la vida de Sansón 1. Un principio piadoso y prácticas exteriores no son garantías de un buen final. Es solamente la santidad interna la que nos puede salvar de la destrucción y asegurarnos que demos en el blanco del más alto llamado de Dios para nuestra vida. 2. El ministerio no salva a una persona, como el Señor mismo les recordó a Sus oyentes en Su sermón en el monte: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mt. 7:21-23) El factor importante es la relación que un individuo tiene con el Señor. 3. Aún con lo desobediente que fue este juez a lo largo de su vida, él se arrepintió después de perder sus ojos y la consagración regresó en la forma externa de su cabello creciendo nuevamente. Dios tuvo misericordia de él y en su muerte, mató a más de los que mató durante toda su vida. Esto es personalmente muy precioso para mí, porque el pastor que
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nos casó a mi esposa y a mi había dejado el campo misionero y se había descarriado, aunque aún permanecía en el ministerio. Seis meses antes de su muerte, a la edad de 60 años, se le permitió regresar al campo misionero y el Señor le otorgó milagros maravillosos para regocijar su corazón y traerlo de vuelta a Él (para estudios adicionales acerca de la vida de los jueces, por favor referirse a nuestro libro titulado El Libro de los Jueces).
Elí Elí fue el sumo sacerdote de Israel que ministró en el Tabernáculo mientras éste estaba en Silo.
Honró a sus hijos más que a Dios Él es conocido porque honró a sus hijos más que a Dios. Aunque reprendió a sus hijos (quienes ejercían las responsabilidades sacerdotales) por su inmoralidad con las mujeres y por despreciar las ofrendas de Dios, no les destituyó del sacerdocio. Por eso Dios envió un varón de Dios que dijo: “¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa
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y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 S. 2:29-30). Lamentablemente, he conocido muchos ministros que han puesto a su familia antes que al Señor. Permítanme compartir una de muchas historias: un misionero y su esposa estaban preocupados que los rigores de la vida misionera fueran demasiado pesados para sus jóvenes hijos varones. Aunque Dios les aseguró que Él los cuidaría, ellos dejaron el campo de su llamado, regresaron a su país de origen y se establecieron. Un día, uno de sus hijos se enfermó gravemente. El padre saltó al automóvil con su hijo en brazos para llevarlo rápidamente al hospital. Penosamente, al retroceder, no se dio cuenta que atropelló a su otro hijo y lo mató. Cuando llegó al hospital, su otro hijo ya había fallecido. El temor que tenían por la seguridad de los dos hijos y que causó que abandonaran el campo misionero se hizo realidad en su país de origen, y no en el campo misionero. Ambos hijos murieron en casa el mismo día, mientras que si se hubieran quedado en el campo misionero Dios hubiera cuidado de ellos. El resultado de otros que fueron llamados al campo misionero y se rehusaron a ir porque tenían hijos pequeños, fue que Dios quitó de su corazón todo deseo de ministrar en campos extranjeros. Supongo que esta lección es muy cercana a mi corazón porque yo tenía un querido amigo (un ex misionero) que
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dejó su campo de labor y regresó a su país natal, porque quería educar a sus hijos. El doloroso resultado fue que sólo uno de sus hijos regresó al campo, mientras que los otros se conformaron con un llamado inferior en la vida. Pero, ¡qué amargura y remordimiento tenían en su corazón él y su esposa! Él murió en una convención misionera, donde estaba motivando a otros a rendir su vida para los campos extranjeros. Un líder debe verdaderamente entregar a su esposa y a su familia en el altar, para que pueda seguir al Señor completamente y cumplir su ministerio. Regresando al ejemplo de Elí, otra trampa es que el líder ponga a sus hijos que estén atados por el alcohol, la inmoralidad o el mundo en posiciones de autoridad en la iglesia, y que les permita permanecer en ellas a pesar de su pecado. Es una abominación a los ojos del Señor y muchas veces resulta en la pérdida de todo, como le pasó a Elí. Teníamos un ministro en nuestra confraternidad quien, a pesar de advertencia tras advertencia concerniente a las tendencias díscolas de su hija, no tomó acción alguna. Ella era muy usada en la iglesia ya que tenía un don musical. Pero salió a la luz que su vida durante la semana era de inmoralidad, drogas y alcohol. A pesar de esto se le permitió continuar siendo miembro del grupo de adoración. Este ministro rechazó todas las oportunidades de poner las cosas en orden y tomó el bando de su hija descarriada. Su iglesia se dividió y ahora él está en la pobreza. Esto es un juicio del Todopoderoso. Amados, estemos dispuestos a separar los santo de lo profano y no permitamos que las relaciones familiares comprometan los estándares de Dios en nuestra iglesia.
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Lección de la vida de Elí Es importante que no honremos a nuestra familia más de lo que honramos a Dios. No debe haber ningún compromiso de los estándares de Dios en nuestra vida, ministerio o iglesia.
Samuel Samuel, como Sansón, nació por un milagro de Dios. El nombre de su madre era Ana. Ella era una de las dos esposas de Elcana, quien era de la tribu de Leví. Ana no tenía hijos, pero la otra esposa, Penina, tenía hijos e hijas. Penina, una adversaria de Ana, la enojaba y la entristecía porque no tenía hijos (1 S. 1:6). Ana vino al tabernáculo (que estaba en Silo) y allí hizo un voto al Señor: si Él le daba un hijo varón, sería dedicado al Señor todos los días de su vida y ninguna navaja pasaría sobre su cabeza (1 S. 1:11). El Señor le concedió su petición y ella dio a luz un hijo varón, a quien llamó Samuel, que significa “pedido a Dios”. Ahora consideraremos algunas cosas que son mencionadas acerca de este maravilloso profeta de Dios.
Fidelidad Como líder, él muestra algunas de las mejores cualidades de aquellos que aspiran a ser llamados a esa posición. El Señor dijo de él, en 1 Samuel 2:35: “Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a
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mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días”. El Señor le promete a Samuel la recompensa de una “casa firme”. Esta “casa firme” que también fue dada a David, significaba que él tendría una casa en el cielo y también un ministerio espiritual aquí en la tierra que sería eterno. Tal vez esto se entiende mejor por el Salmo 45:17: “Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre”. Otra característica de la vida de Samuel fue registrada en 1 Samuel 3:19: “Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras”. En otras palabras, todo lo que Samuel fielmente decía ciertamente se cumplió y dio fruto. Que esto también sea así con nuestra vida.
Intercesor Tal vez, la grandeza de Samuel se puede ilustrar por medio del siguiente versículo, en Jeremías 15:1: “Me dijo Jehová: Si Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de mi presencia, y salgan”. Aquí es relacionado con Moisés como alguien que estaba de pié ante el Señor. ¡Qué privilegio más tremendo! El salmista también lo coloca en la misma augusta compañía: “Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, Y Samuel entre los que invocaron su nombre; Invocaban a Jehová,
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y él les respondía.” (Sal. 99:6). Así, ante los ojos de Dios, Samuel fue uno de los más grandes intercesores de todos los tiempos. Él viajaba una vez al año en un circuito a lugares clave de Israel, donde juzgaba al pueblo (1 S. 7:15-16). Incluso, tuvo el singular privilegio, junto a Moisés y a Elías (Mt. 17:1-8), de ministrar sobre la tierra después de su muerte, cuando le declaró a Saúl el juicio decretado sobre el rey (1 S. 28:11-20). La intercesión se puede definir como el acto de uno que pide incesantemente, uno que desea un favor de alguien más grande que él. Sin embargo, en el ámbito espiritual, esa petición debe estar dentro de la voluntad de Dios, como nos muestra Pablo en Romanos 8:26-27: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Está bien ilustrado por el clamor de Jacob cuando luchó con el ángel: “Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices” (Gn. 32:26). Es la acción de importunar representada por el amigo, en la parábola de Lucas 11:5-10. Jesús mismo nos da la clave para mover la mano de Dios, cuando nos relata la historia de un hombre cuyo amigo llega de viaje a la media noche y no tiene nada que ponerle delante. Este hombre va a casa de su vecino y le pide tres panes. Aunque el vecino no se levantará por el hecho de ser su
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amigo, sí lo hará por ser inoportuno, y le dará todo el pan que necesite. Entonces Jesús continúa diciendo: “pidan y sigan pidiendo hasta que reciban. Porque cualquiera que pida, recibirá”. La intercesión es un ministerio que Dios ha instituido, Él dice en Isaías 62:6-7: “Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra”. Que también nosotros seamos aquellos que no le dan descanso al que es Santo. Por nuestro espíritu instituyamos oración, para que Su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo.
Vida familiar A pesar de su maravillosa vida e intimidad con el Señor, sus hijos fueron rebeldes y fueron rechazados por el pueblo al querer asumir el puesto de su padre en la vejez de Samuel. Es triste que los hijos de Samuel hayan seguido los mismos caminos que los hijos de Elí (a quien él reemplazó). Ciertamente algunos de los mayores y mejores santos han conocido, con dolor, el corazón del Padre quien dijo en Isaías 1:2: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí”. Es por esta razón que yo personalmente les imploro a las parejas que oren antes de tener hijos y le pregunten cuál es Su perfecta voluntad. Una pregunta
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sobre la que deben meditar es: si decidimos tener hijos, ¿serán piadosos nuestros hijos o no?
Lecciones de la vida de Samuel 1. Fue fiel en cumplir todo lo que el Señor le dio y recibió la maravillosa herencia de una “casa firme”, con un ministerio eterno. 2. Tuvo una vida de tal intimidad con el Señor, que el Señor “no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.” Que nosotros también tengamos una relación de pacto donde nuestras palabras asimismo sean cumplidas y tengan significado cuando hablemos de parte del Señor. Samuel tenía una unción profética tan fuerte que aun Saúl, en su presencia, cayó a tierra y profetizó. 3. Como uno que pide, llama y busca persistentemente, un intercesor no cejará sino hasta que reciba lo que pide. Así fueron Moisés, Samuel y muchos otros santos notables que importunaron a Dios para que sus peticiones fueran concedidas. 4. Hay necesidad de orar por la perfecta voluntad del Señor en el área de tener hijos.
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CAPÍTULO 8 Líderes en la era de los reyes Saúl Tristemente, Saúl es una ilustración de un líder que fracasó, y que fracasó miserablemente. Su error fue por un defecto de carácter que es muy común en aquellos que han sido levantados de la oscuridad a un lugar de gran prominencia. Como Samuel le dijo a Saúl en 1 Samuel 15:17: “Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?”
Obediencia es mejor que sacrificio Samuel continuó recordándole a Saúl que él había sido enviado por el Señor en una misión para destruir a los amalecitas, pero Saúl no había obedecido la voz del Señor. Saúl declaró que había destruido al enemigo pero que había mantenido el ganado vivo para sacrificarlo delante del Señor (1 S. 15:18-21). A esto Samuel respondió con estos principios espirituales bien conocidos, que encontramos en 1 Samuel 15:22-23 y que todos los líderes deberían tener escritos en las tablas de carne de su corazón: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura
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de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”.
Temor al hombre Luego, Saúl revela lo profundo de su corazón, en 1 Samuel 15:24, 30: “Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus Siempre palabras, porque temí al pueblo y busquemos consentí a la voz de ellos. Perdona, obedecer pues, ahora mi pecado” y “Y él dijo: totalmente al Yo he pecado; pero te ruego que me Señor y ser honres delante de los ancianos de pequeños ante mi pueblo y delante de Israel, y nuestros ojos, vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios”. La vida de Saúl porque ¿qué tiene este impresionante somos sino lo recordatorio encontrado en que Dios nos ha Proverbios 29:25: “El temor del hecho? hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado.” El mismo Señor Jesús dio una advertencia al hablar con los escribas y fariseos cuando dijo: “¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” (Jn. 5:44). Siempre busquemos obedecer totalmente al Señor y ser pequeños ante nuestros ojos, porque ¿qué somos sino lo
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que Dios nos ha hecho? Sobre todo, busquemos el honor, el agrado y la aprobación sólo del Señor, no sirviendo para ser vistos por los hombres sino por Dios, que ve en lo secreto (Mt. 6:6, 18).
Lecciones de la vida de Saúl 1. Dios desea obediencia y no sacrificio. 2. Tengamos en nuestro corazón el temor de Dios y no el temor al hombre.
David El Señor da testimonio acerca de David, en Hechos 13:22: “Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”. Mucho hay escrito acerca de este gran hombre de Dios. Nacido del linaje de Judá, a temprana edad, obtuvo experiencia en la guerra al matar a un león y a un oso, que se habían llevado un cordero del rebaño (1 S. 17:34-35). La Escritura declara que David era rubio, con hermosos ojos y de buen parecer (1 S. 16:12). También se nos dice que era un músico consumado y un hombre poderoso y valiente. Era prudente en todos los asuntos. Este hecho fue enfatizado a través de su vida, porque se comportaba sabiamente en todo momento (1 S. 18:5).
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Derrota de Goliat David es mejor conocido por su sorprendente victoria sobre el gigante Goliat. Viniendo en el nombre del Señor, derribó al gigante con una piedra lisa tirada con honda, que hirió al gigante en la frente. Luego David corrió y, con la propia espada del gigante, le cortó la cabeza (1 S. 17). Los líderes pueden aprender muchas lecciones espirituales de esta batalla. Aunque Goliat era un gigante y el campeón de los filisteos, él es un tipo de las personas que se nos oponen en nuestra iglesia. Es importante que tomemos en cuenta los preparativos de David para encontrarse con Goliat. Él había vencido enemigos menores, como el león y el oso (1 S. 17:34-37). Así, el valor y la confianza en Dios habían sido formados en su vida. Continuamente hablaba en fe y declaraba la grandeza de Dios y Su capacidad para derribar a Goliat. Además, David no confiaba en su propia fuerza, sino en la unción de Dios y en Su sabiduría, en el plan de batalla que Él le daba. Cinco piedras lisas hablan de la gracia de Dios que había sido desarrollada en la vida de David. (En numerología bíblica, el número cinco habla de gracia). De esta forma, cuando vemos a los campeones de Dios, vemos que a veces tenían las armas más extrañas: la quijada de un burro (Jue. 15:15), una aguijada de bueyes (Jue. 3:31) y las cinco piedras lisas (1 S. 17:40). Confíen en Dios, que Él les muestre Su plan de batalla y el arma
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para cada ocasión. Si lo hacen así, ustedes también podrán conquistar a los “Goliats” que los confronten a ustedes, y en ocasiones, a su congregación. Un punto adicional a notar es que la derrota de Goliat significó la derrota de toda la nación de los filisteos. La clave es encontrar la fuerza, las fortalezas y al líder del enemigo. En la medida que concentramos nuestras oraciones y pensamientos en Dios, Él revelará las claves y venceremos a la oposición. ¡Alabado sea el Señor!
Experiencia en el desierto A esto siguió un período de muchos años en los que primero sirvió en la casa de Saúl y después fue perseguido por Saúl. David soportó muchas pruebas y tribulaciones. Estos fueron los tiempos de purificación en el desierto, cuando esas hermosas virtudes de la mansedumbre y la fe fueron desarrolladas. Como líderes, atravesaremos experiencias similares en el desierto, para que estos atributos piadosos se vuelvan parte de nosotros. También David era conocido, en sus propias palabras, por el hecho de que la benignidad de Cristo le había hecho grande (Sal. 18:35). Un líder debe soportar la crítica, las palabras groseras y el desprecio incluso de sus compañeros más cercanos, y debe aceptarlo todo sin murmurar ni quejarse, sin una sola palabra grosera a cambio. En esos fuegos en el desierto es que uno es capacitado y escogido para el liderazgo, en el grado en el que hemos sido ordenados (Is. 48:10).
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Llamado, escogido y fiel A la edad de 30 años, David recibió su segunda unción y se convirtió en el rey de Judá. Fiel en su puesto, fue entonces ungido por tercera vez y entró a la plenitud de su herencia. Ciertamente no ganó su herencia con rapidez. Sólo después de pasar a través de muchas situaciones oscuras y ominosas obtuvo el liderazgo de Israel, pueblo y nación escogidos por Dios (2 S. 5:1-5). Entonces David dirigió a Israel a capturar Sion, la cual se convirtió en su ciudad; allí habitó él. De David podemos decir que poseyó los tres ministerios: profeta, sacerdote y rey. Fue un escritor prolífico, a quien se le atribuyeron más de 70 salmos. Estos salmos eran de naturaleza didáctica, devocional y profética, y muestran la profundidad y el entendimiento que tenía este hombre de Dios en asuntos espirituales.
Profundo entendimiento de los caminos de Dios La revelación que tenía David acerca de los caminos de Dios era profunda. Aunque vivía en la era de la ley y de los sacrificios animales asociados con los requisitos de la ley, David pudo declarar, en el Salmo 40:6-8: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”.
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La debilidad de David El otro evento por el cual David es muy recordado es su pecado con Betsabé y el consecuente intento de esconderlo con el asesinato de Urías (el esposo de Betsabé). Está escrito que el Señor estaba con David por dondequiera que hiciera la guerra (2 S. 8:6, 14), porque David obedecía las reglas de la guerra. En las palabras de Proverbios 3:5-6, David confiaba en el Señor con todo su corazón y no se apoyaba en su propia prudencia, sino reconocía a Dios en todos sus caminos y Él enderezaba sus veredas. Sin embargo, no cumplió con las leyes de Dios para los reyes en lo que respecta a mujeres, como está escrito en Deuteronomio 17:17: “Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia”. Él tomó para sí muchas mujeres y por eso el espíritu de la lujuria tomó control de su corazón.
Modelo de restauración David es un modelo de restauración de líderes caídos. Sus pasos de regreso no fueron tan directos, porque había tratado de cubrir su pecado asesinando a Urías. Parece haber habido un período cuando Dios le afligió con una enfermedad inmunda. Fue entonces que él estuvo dispuesto a reconocer y a confesar su iniquidad. Hubo al menos 15 juicios con los que Dios afligió a David, y David reconoció y aceptó que el Señor los había enviado
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justamente. Siete salmos penitenciales fueron escritos en ese tiempo, siendo el más famoso el Salmo 51. En esto, no sólo reconoció su iniquidad y oró que el Señor lo purificara de sus pecados, sino que también oró que el Señor creara en él un corazón limpio y renovara un espíritu recto. Él reconoció que si no fuera por la misericordia de Dios, él debió haber sido desechado. Tan verdaderamente fue restaurado David que después tuvo revelaciones aun más profundas, como recibir el patrón del templo (el cual construyó Salomón con las instrucciones que David le había dejado, 1 R. 5:5).
Lecciones en administración Hay otro aspecto en la vida de David que revela muchas joyas para el lector: la administración de su reino. Es claro, en los muchos capítulos que se dedican a su administración, que hay una diferencia entre un administrador y un ejecutivo (ver 1 Crónicas 23-38 para más detalles). Podemos citar a la Deidad, en 1 Corintios 12:6: “Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo”. Estos, en un sentido, son los poderes ejecutivos del Padre, quien ordena y planifica las operaciones. En 1 Corintios 12:5 leemos: “Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo” (N.T. la versión King James, habla de administraciones). El ejecutivo necesita tener un buen administrador para ejecutar las operaciones que proponga.
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El presidente Harry S. Truman hizo la siguiente observación concerniente a Franklin D. Roosevelt: él creía que Roosevelt fue un gran ejecutivo, pero un mal administrador, quién dejó al poder ejecutivo mal organizado. Había demasiadas funciones duplicadas. Truman continuó diciendo que él deseaba establecer las líneas gubernamentales claramente para que él pudiera identificar a cada persona responsable por cualquier decisión o en cualquier situación (citado y traducido libremente de “When the Buck Stops with You”, H. S. Truman on Leadership, p. 56). David parece haber alcanzado esa meta.
Construyendo y manteniendo el Templo Tal vez de sumo interés para un líder de la iglesia es la manera en la que David se aseguró que el templo sería construido y el servicio de éste mantenido. Esto está registrado en 1 Crónicas 23, donde se nos dice que David primero llamó a todos los príncipes de Israel, así como a los sacerdotes y levitas. Los números, desde el punto de vista del pastor promedio y de la iglesia local, son astronómicos. Van mucho más allá de lo que cualquier iglesia consideraría. Sin embargo, las divisiones de trabajo son muy constructivas para una iglesia o confraternidad de cualquier tamaño. Las divisiones son las siguientes: 1. Construcción: Aquellos que fueron designados para la construcción de la Casa o Templo. La proporción de oficiales o
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supervisores a trabajadores era aproximadamente un oficial para cada cuatro trabajadores. 2. Porteros: Estaban los porteros, cuya función es detallada en 1 Crónicas 9:26. Tenían la responsabilidad sobre cosas tan diversas como los cuartos, el tesoro o las finanzas, las diversas vasijas que eran utilizadas en los servicios, los instrumentos musicales y la preparación y distribución de la comida. Hoy les podríamos llamar diáconos (Hch. 6:1); ellos son nombrados para encargarse y asegurarse del buen funcionamiento de la iglesia, así como también de la distribución de los alimentos y del cuidado de los pobres. Para que no pensemos que estas posiciones y responsabilidades pueden ser dadas a cualquiera, recordemos la escritura en 1 Crónicas 9:22: “Todos éstos, escogidos para guardas en las puertas, eran doscientos doce cuando fueron contados por el orden de sus linajes en sus villas, a los cuales constituyó en su oficio David y Samuel el vidente”. Debido a que este puesto era tan importante, el profeta Samuel y David fueron los que hicieron los nombramientos. Vemos un paralelo en el nombramiento de Eliaquim al puesto de tesorero, nada menos que Dios mismo fue quien lo llamó, en Isaías 22:15-25. 3. Coro: El director musical supervisaba los cantores que nosotros llamaríamos el coro. Estos
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estaban libres de otras responsabilidades para que pudieran llenar el santuario con las alabanzas de Dios, noche y día (1 Cr. 9:33). Aunque esto puede no ser práctico para toda iglesia, es bueno tener a personas que pasen tiempo en el santuario, orando o adorando a Dios en una cadena de oración de 24 horas. Luego, en 1 Crónicas 23:30, encontramos que habían aquellos que asistían cada mañana y por la tarde, para dar gracias y tributar alabanzas a Jehová. 4. Ministros jóvenes: En 1 Crónicas 23:28 vemos una compañía específica de lo que podemos llamar ministros jóvenes, cuya responsabilidad era atender a los ministros más antiguos que son llamados “los hijos de Aarón”. Estos ministros pueden tener que servir a los ministros más antiguos antes de asumir sus puestos, tal como Eliseo, quien vertía agua en las manos de Elías cuando ministraba a su maestro, antes de ocupar su puesto profético al momento de la ascensión de Elías. También tenemos a Josué, quien fue llamado el siervo de Moisés antes de recibir su manto. Es un entrenamiento excelente para el ministro joven. También libera al ministro más antiguo para el trabajo del ministerio, el estudio de la Palabra, la preparación de mensajes y la oración (Hch. 6:2-4). 5. Adoración profética: 1 Crónicas 25:1 nos dice que David separó otro grupo, quienes
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fueron llamados a profetizar con arpas, salterios y címbalos, bajo la dirección del Espíritu Santo. Estos cantores claramente reconocidos y por tanto designados, fueron puestos bajo la dirección de hombres de Dios confiables y, en algunos casos, directamente bajo el rey David. Estos cantores eran diferentes del coro que mencionamos antes, ya que estos también daban gracias y alababan a Dios, pero su ministerio principal era en el ámbito profético. Ellos estaban bajo la responsabilidad de Hemán, el vidente del rey. Aquí somos confrontados con otro ministerio que ahora consideraremos. 6. Profetas: Aunque Moisés dijo: “Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta”, es claro que hay un don ministerial profético en la Iglesia (Ef. 4:11) y también el don de profecía; las personas con este último también son llamados profetas (ver 1 Corintios 14:5, 24, 29 y 31). Tenemos en la Iglesia una situación similar a la que Moisés se refirió entre los hijos de Israel. Hubo grandes profetas como Moisés, y otros que profetizaban, como Eldad y Medad (Nm. 11:26). Tenemos el oficio de profeta, pero también el don de profecía, que es uno de los nueve dones del Espíritu que uno puede recibir de acuerdo a la voluntad del Espíritu Santo. David estaba rodeado de profetas reconocidos como Gad, Hemán y Natán a quienes Dios les hablaba para animar a David, o corregirlo si era
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necesario. David muchas veces buscaba su consejo. Como líderes, no debemos buscar exclusivamente a un único profeta, sino recordar que la palabra es dada a través de la boca de dos o tres testigos. No queremos estar bajo la influencia de, o volvernos controlados por, aquellos con el don ministerial de profeta. Cuando hay conflicto en el consejo, esté alerta. Especialmente como líderes, no se sometan a la influencia de un profeta en particular. He visto incontables tragedias donde esto ha ocurrido. 7. Consejero: Otro oficio que existía en los días de David era el de consejero. Ahitofel, el abuelo de Betsabé, fue alguien de quien se dijo, en 2 Samuel 16:23: “Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón”. Leemos en 1 Crónicas 27:32: “Y Jonatán tío de David era consejero, varón prudente y escriba; y Jehiel hijo de Hacmoni estaba con los hijos del rey”. Esta última frase no debe pasarse por alto, ya que es bueno tener a hombres sabios cuidando de nuestros hijos y asegurarnos que sus compañeros sean piadosos. 8. Administración: Para aquellas iglesias, confraternidades y líderes que tienen responsabilidades en otras ciudades o naciones, la forma en que David dividió las responsabilidades entre sus distritos
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administrativos proveen un patrón que podemos seguir. Están enumerados en 1 Crónicas 27, donde establece los turnos que le servirán mes a mes. Esto es a veces sabio cuando se dividen responsabilidades para obreros laicos, para que sus responsabilidades sean sólo un mes al año. Luego detalla aquellos que tenían responsabilidades sobre sus rebaños, olivares, viñas y ganado, y aquellos que estaban sobre los graneros y la labranza de la tierra. Si traducimos eso a las necesidades modernas de la iglesia o la confraternidad, podríamos decir que ellos son aquellos responsables de nuestros orfanatos, producción de libros, escuelas bíblicas, guarderías y aquellos que supervisan la alimentación de los pobres, etc. Todos los asuntos del Señor puestos bajo el cuidado de una iglesia deben ser organizados completa y cuidadosamente, para que el liderazgo pueda conocer y repartir responsabilidades y saber a quién pedirle cuentas por los fondos designados a cada proyecto. Esto no sólo incrementa la productividad y la eficiencia en esas áreas, sino también engendra confianza entre aquellos que dan de su tiempo y bienes para apoyar esos esfuerzos. No podemos sobre enfatizar el hecho de que una buena infraestructura previene el desperdicio y economiza el uso de finanzas que pueden ser utilizadas en otra parte. 9. Construcción: Otra invaluable lección de la vida de David para líderes está en el asunto de la construcción del Templo. En un punto
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u otro de la vida, los líderes serán llamados a construir edificios físicos. David primero recibió el patrón del Señor, en 1 Crónicas 28:19. Luego, en los últimos años de su reinado, David reunió a los príncipes de las tribus, a los capitanes sobre miles y cientos, y a los mayordomos para declararles su deseo de construir el Templo. Luego, declaró que había preparado todos los materiales para esta gran tarea. Así, vemos aquí que el líder no sólo es responsable de dar el patrón y luego de transmitir la visión a la congregación, sino también de reunir las finanzas y materiales para el proyecto de construcción.
Lecciones de la vida de David 1. La vida de David muestra la de un líder piadoso que recibió las tres unciones de ser llamado, escogido y encontrado fiel. Vivió detrás del velo del Lugar Santísimo, en la presencia misma de Dios. Su meta, en sus propias palabras, es expresada en Salmos 27:4: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo”. 2. Fue un hábil administrador, que estuvo rodeado de consejeros sabios y se aseguró que su reino tuviera una buena infraestructura.
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3. Él ministró personalmente en las tres áreas de profeta, sacerdote y rey. Necesitamos el espíritu de profecía y el de ser un rey y sacerdote según el orden de Melquisedec (He. 7:10-17), para que podamos dirigir a aquellos que Dios nos ha confiado en los caminos de la santidad, la adoración y la doctrina correcta. 4. Los líderes piadosos necesitan gobernar justamente como David declaró en 2 Samuel 23:2-3: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios”. Esta amonestación de gobernar en justicia significa que el líder debe asegurarse que todas sus transacciones con los miembros de su congregación y con los de afuera, deben ser hechas con honestidad y con integridad de propósito. Es esencial que se muestre a sí mismo como un ejemplo de buenas obras y hablar recto, que su sí sea sí, y su no sea no (Tit. 2:7-8).
Salomón El representó, en sus propias palabras, a aquel que recibió una herencia rápidamente, pero al final no fue bendecido o, para usar un coloquialismo para describir su vida, “lo tuvo todo al principio y lo perdió todo al final”. Empezó
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con grandes esperanzas, pero al final fue, en sus propias palabras, “… el rey viejo y necio que no admite consejos” (Ec. 4:13). Tuvo la mejor educación que un hombre pudo tener, sentado a los pies de David su padre, quién lo instruyó en los caminos de la sabiduría. Se convirtió en el rey a la edad de 19 años y reinó sobre un reino próspero y en paz. Fue un hombre sabio y halló favor a los ojos del Señor, quien le llamó Jedidías, que quiere decir “amado de Yah”, el amado del Señor (2 S. 12:25). Escribió tres libros: Proverbios, Cantar de los Cantares y Eclesiastés, y era el Predicador en Jerusalén. Cumplió los deseos de su padre y construyó el Templo en siete años, y lo dedicó en la fiesta de los Tabernáculos. Su reino tenía por propósito ser un tipo del reino milenial del Señor, porque Tabernáculos será la fiesta que se celebrará en el reinado de Cristo de 1,000 años sobre la tierra. Lamentablemente, enriqueció a la nación a costa de la población, al ponerles excesivos impuestos. Ellos anhelaban un respiro bajo su hijo Roboam (1 R. 12:4). Salomón cayó en la trampa de los ricos, que él mismo explicó, en Eclesiastés 2:8-10: “Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que
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todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena”. Tristemente, Salomón es un tipo de un pastor de segunda generación que hereda la obra de su padre, quien trabajó por muchos años para hacer realidad la visión que Dios le había dado. Es un hijo quien no pasó años en la soledad y en las penalidades tipo desierto, con el resultado que no tiene idea del precio que su padre ha pagado. Seguramente Salomón es una advertencia solemne para el liderazgo de segunda generación, que si uno hereda la obra de otro, debe ser con un corazón contrito y humillado, y con una santa dependencia de Dios, para que uno viva de forma sencilla, entendiendo que uno sólo es un mayordomo en el viñedo de otro.
Lecciones de la vida de Salomón 1. Un hombre puede tener muchos dones, pero su vida personal puede arruinar esos beneficios. 2. La falta de dominio propio arruinó a Salomón. 3. Su adicción a las mujeres trajo un corazón dividido y produjo la división del reino.
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CAPÍTULO 9 Líderes en la era de la cautividad y la restauración Daniel Este hombre, muy amado por Dios a la vista del cielo, era un profeta de gran renombre. Sus profecías contienen en gran detalle, no sólo los tiempos en los que vivió, sino también el destino de las naciones hasta la Segunda Venida de nuestro Señor. Daniel no solamente fue un profeta, sino también un administrador muy capaz. Es a este aspecto de su formación que queremos dirigir nuestros pensamientos y estudio. Se nos dice en el libro que lleva su nombre que fue escogido por el rey de Babilonia, Nabucodonosor, para aprender las letras y la lengua de los caldeos. Ésta era una práctica normal en cualquier imperio. El Imperio Otomano en el siglo XIX fue un imperio musulmán. Cuando conquistaban otras naciones, traían a los jóvenes de regreso a Turquía y los educaban en su idioma y costumbres. Después, los enviaban de vuelta a su propia provincia y les daban una posición de responsabilidad. Así, aseguraban su imperio. Consideremos las características de los escogidos por Nabucodonosor. Sabemos por los historiadores antiguos que tenían generalmente entre 14 y 17 años. A esta edad todavía podían ser moldeados. Eran tomados de la nobleza
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y no podían tener defectos físicos, porque los antiguos igualaban la belleza física con la inteligencia. Estos jóvenes tenían que tener la habilidad de aprender el idioma y también tener el porte para presentarse ante el rey. En otras palabras, tenían que saber cómo comportarse en presencia de la autoridad. Además, tenían que ser sabios, inteligentes y tener conocimientos de ciencia; una educación integral. Eran entrenados por tres años, después de los cuales eran llevados delante del rey. Ahora, Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey ni con el vino, que eran ofrecidos a ídolos (Dn. 1:8). Aquí vemos el clamor de santidad que emanaba del interior de este joven; un clamor que todo líder debe expresar. El Señor le dio a Daniel y a sus tres amigos conocimiento, habilidad para aprender, sabiduría y, a Daniel, la habilidad de entender todas las visiones y sueños. Ya que vivimos en la época de la renovación de los dones del Espíritu Santo, los líderes también necesitan tener la habilidad para interpretar sueños y visiones. Debido a la habilidad de Daniel de interpretar el sueño del rey, se nos dice lo siguiente: “Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia” (Dn. 2:48). Así, a una temprana edad, Daniel había obtenido gran prominencia en el mayor imperio de ese tiempo, el cual por cierto era el centro de toda idolatría, espiritismo y
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brujería. No podemos más que admirar a Daniel, quien pudo gobernar los asuntos del reino y aun así retener un espíritu excelente, con revelación, entendimiento y sabiduría tal, que aun años después la reina declaró que la sabiduría de Dios reposaba en él (Dn. 5). Daniel llegó a ser un anciano teniendo la misma integridad de carácter, por lo que Darío, quien conquistó el reino de Babilonia para los medos y los persas, lo puso sobre todo el reino. Sus habilidades administrativas eran tales que era reconocido aun por sus enemigos: “Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él”. Fue un hombre de gran valentía, orando abiertamente a Dios aun cuando sabía que podía poner su vida en peligro. Fue preservado en la cueva de los leones por la fe (He. 11:33). El profeta Ezequiel, un contemporáneo de Daniel, lo nombró uno de los tres hombres más justos, junto a Noé y Job (Ez. 14:14). Lo que más me enternece, al meditar en este hombre maravilloso, es que a una temprana edad, encontró favor y ternura con el principal de los eunucos. En su vejez, esa misma dulzura debió inundar su ser, ya que el rey Darío pasó la noche en ayuno para que fuera librado de los leones, y tuvo grande gozo cuando por la mañana Daniel fue encontrado vivo e ileso. Además, el arcángel Gabriel declaró que era un hombre muy amado por los cielos (Dn. 9:23; 10:11). Daniel es, pues, un modelo para todos los líderes. ¡Que hermoso hombre de Dios!
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Lecciones de la vida de Daniel 1. Vivió una vida piadosa. 2. Fue un hombre de oración. 3. Entendía la importancia de ser fiel en todos los asuntos referentes al rey. 4. Fue famoso por su sabiduría, conocimiento y entendimiento. 5. Fue un testigo valiente de su Dios. 6. Fue un hombre que despreció los honores de este mundo (Dn. 5:17). 7. Fue alguien que emanaba tanto amor, que era amado por Dios y por los hombres.
Ciro, rey de Persia En la historia de los tiempos antiguos, este hombre es probablemente el rey y general más conocido, junto a Alejandro Magno. Es considerado por Persia como su fundador y es reverenciado como un gobernante modelo. Inscrito en su prisma Kurash (N.T. Kurash es Ciro en su idioma) está la declaración de que Ciro viene de un largo linaje de reyes. En un cilindro de arcilla que está en el Museo Británico, Ciro da sus metas y políticas como gobernante. Éste es
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considerado la primera declaración de derechos humanos, y una copia está en el edificio de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York. Ciro vivió del año 580 a.C. al 529 a.C., y en el 536 a.C., cuando se volvió rey de Babilonia, después de Darío el medo, promulgó su famosa declaración encontrada en Esdras 1:1-2: “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.” En Esdras 1:7-8 continúa diciendo: “Y el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén, y los había puesto en la casa de sus dioses. Los sacó, pues, Ciro rey de Persia, por mano de Mitrídates tesorero, el cual los dio por cuenta a Sesbasar príncipe de Judá”. Este hombre fue mencionado por el Señor, 150 años antes de su nacimiento a través del profeta Isaías, quién declaró en Isaías 44:28: “que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado”. En Isaías 45:1-6 dice: “Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y
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desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo”. Como un pastor cuida y guía su rebaño con benignidad, así también debe ser un líder. El Señor mismo, quien declaró que Él era el Buen Pastor, nos recuerda que el pastor da su vida por las ovejas (Jn. 10:11). Haríamos bien de escuchar las advertencias que el Señor da, en Ezequiel 34, acerca de los deberes de los pastores en relación al cuidado de sus rebaños. El Señor habla de Ciro como “Su ungido”. Esto es esencial en un líder, debe tener la unción del Señor sobre su vida y ministerio, porque “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Nuestro trabajo y ministerio para el Señor sólo van a ser efectivos en la medida que Su unción esté sobre nosotros, tal como dijo el rey David: “… Seré ungido con aceite fresco” (Sal 92:10). Consideren la hermosa promesa que el Señor levantará su diestra para guiar y fortalecer a Ciro. Me recuerda a un joven pastor que le dijo al Señor: “Señor,
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nunca me soltaré de ti”, a lo que el Señor respondió: “Nunca te soltaré”. Creo que entendemos la analogía de un padre que desea cruzar la calle con su pequeño hijo. Él no va a confiar en la habilidad ni en la fuerza del niño para aferrarse a él, sino que va a agarrar la mano del niño firmemente en la suya. Ahora se nos revela que hay una relación especial entre el Señor y Ciro, porque el Señor declara: “te he llamado por tu nombre”. Este honor le fue dado a Moisés, como él dijo en Éxodo 33:12, que le había dicho el Señor: “Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos”; no sólo como un miembro de la congregación, sino como un líder o alguien que se ha distinguido por un acto de valor o mérito en el servicio del Señor. Finees fue uno así (ver el relato en Números 25:6-12). Estos hombres son muy diferentes de aquellos de quienes el Señor dijo en Mateo 7:23: “Nunca os conocí; apartaos de mí”.
Lecciones de la vida de Ciro 1. Fue considerado por Dios como uno de Sus pastores y, como tal, cuidaría del pueblo de Dios. 2. Necesitamos la unción del Señor sobre nuestra vida para poder ser realmente exitosos. 3. El Señor nos dará fuerzas y nos guiará en la medida en la que caminemos de acuerdo a Su perfecta voluntad.
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4. Ciro fue alguien que se distinguió en el servicio, en los planes y en el propósito de Dios. Que también nosotros seamos llenos de ese ardiente celo por Dios, para que logremos Su complacencia.
Nehemías Este gigante de la Era de la Restauración es un ejemplo a seguir para cualquier líder. A él le fueron dados la responsabilidad y el privilegio divino de reconstruir el muro de Jerusalén. Después de oír el reporte de otros que regresaban de Jerusalén, que el muro y las puertas de la ciudad de Jerusalén estaban derribados y en un estado deplorable, recibió la carga espiritual de parte del Señor (Neh. 1:2-3). Después de buscar fervorosamente al Señor, fue ante el rey y obtuvo su respaldo y apoyo para reconstruir el muro de Jerusalén (Neh. 1:4-11; 2:1-8). Luego, Nehemías visitó e inspeccionó la ciudad de Jerusalén. Hacía estas inspecciones de noche, para eludir al enemigo. Como gobernador, Nehemías compartió su visión con los ancianos y ministros: “Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio…” (Neh 2:17-18). Su espíritu fue vivificado por el Señor y con un corazón dispuesto dijeron: “levantémonos y construyamos”. Así, el pueblo fue asignado a diferentes tareas. El administrador
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debe saber que cada tarea esta cubierta y esto debe ser comunicado al individuo respectivo que es capaz de ejecutar esa función. Otro problema que Nehemías tuvo que enfrentar fue que sus hermanos oprimían a los pobres de la tierra. La justicia social es una preocupación que el líder debe abordar. Tiene que ver que todos son tratados con compasión y que sus necesidades son satisfechas. Debido a que Nehemías tenía un corazón de padre, experimentó angustia y enojo ante el trato injusto de los necesitados cuando se dio cuenta de la opresión de los pobres. Siguió el ejemplo de Job, quien “… libraba al pobre que clamaba, Y al huérfano que carecía de ayudador” (Job 29:12). Nehemías les exigió un juramento a los gobernadores y a los sacerdotes, que ellos devolverían las tierras y las posesiones que habían tomado de los pobres. Al hacerlo, dio su testimonio personal en Nehemías 5:14, 17-19: “También desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del gobernador… Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que venían de las naciones que había alrededor de nosotros, estaban a mi mesa. Y lo que se preparaba para cada día era un buey y seis ovejas escogidas; también eran preparadas para mí aves, y cada diez días vino en toda abundancia; y con todo
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esto nunca requerí el pan del gobernador, porque la servidumbre de este pueblo era grave. Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este pueblo”. Por tanto, el que gobierna no sólo debe ser aquel que no oprima al pueblo, sino también alguien que tiene un testimonio sin reproche, porque da de lo suyo para mantener a aquellos de quienes es responsable. Para esto, debe tener una relación muy cercana con el Señor y conocerlo por Su nombre Jehová Jireh, el Señor que provee (Gn. 22:14). De Nehemías muy bien podemos decir que definitivamente es un modelo para todos los líderes y para todos aquellos que son responsables de cuidar de otros. Fue un hombre sabio y firme, pero también generoso, cuyo corazón estaba preocupado por la situación de su pueblo. Aun así, también poseía un alto grado de percepción y discernimiento ya que pudo diferenciar quiénes estaban sirviendo a Dios y quiénes no. Rechazó los servicios de los gobernadores malvados de los impíos y claramente no fue movido por sus amenazas. Con confianza, se mantuvo firme y sin intención de huir de ellos. Desafortunadamente este no es el caso de muchos de los siervos del Señor hoy, que tienden a abandonar su puesto y tareas cuando el enemigo se levanta. Recuerden que, por cuanto él era un hombre justo, Nehemías cumplió el dicho del rey Salomón, quien dijo que el justo es tan confiado como un león (Pr. 28:1).
Capítulo 9
Lecciones de la vida de Nehemías 1. Una carga espiritual que venga del Señor es esencial para la tarea dada. Hizo que Nehemías se lamentara, ayunara y orara a Dios pidiéndole que Él le diera favor ante los ojos del rey. 2. Debe obtenerse el permiso de las autoridades para la obra. Muchas veces es necesario que la solicitud sea presentada con oración y ayuno, porque el enemigo trata de estorbar usando a las autoridades locales o estatales. 3. Ocasionalmente, el enemigo trata de ser incluido en el proyecto. Esto es inaceptable ante los ojos del Señor, porque Él no aceptará la obra de sus manos como una ofrenda para Él. 4. Cuando el Señor ha dado una visión al líder, el pueblo está “voluntariamente en el día de tu poder” (Sal. 110:3). 5. Una buena infraestructura es esencial para poder completar un proyecto de construcción. 6. Es esencial que el líder asegure justicia social. A todos debe dárseles una paga equitativa por sus labores y, sus quejas, si son justificadas, deben ser remediadas. 7. Nehemías experimentó al Señor como Jehová Jireh, y dio generosamente de lo suyo para cuidar de aquellos que estaban bajo su cuidado.
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CAPÍTULO 10 Líderes en la Iglesia primitiva Pablo Este fue un hombre con quien todos estamos en deuda por sus 13 epístolas, que forman la base de la doctrina eclesiástica. Una y otra vez veremos que los líderes que fueron escritores y que enunciaron claramente su visión, dejaron una herencia permanente y fruto que permaneció por generaciones y, en el caso de Pablo, por la eternidad. Él era un hombre de baja estatura, no era un orador elocuente en absoluto, ni siquiera era de apariencia atractiva. Sin embargo, fue un líder por excelencia, de quien podemos derivar muchas lecciones útiles y provechosas. Era poderoso en la palabra, y poseía mucho conocimiento y un gran intelecto. Aunque se sentó a los pies de Gamaliel, el maestro más grande de su época, fue enviado al desierto por tres años, para recibir iluminación espiritual del Espíritu Santo. Habiendo recibido así sus doctrinas, fue a Jerusalén para recibir la confirmación de Pedro, Santiago y Juan, quienes eran los pilares de la Iglesia. Practicó todo lo que enseñó, y motivó a sus discípulos a encargar estas verdades a hombres fieles que a su vez pudieran enseñar a otros (2 Ti. 2:2). Por esto hubo una
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continuidad metódica de las enseñanzas a través de maestros de justicia, que ha durado por todas las generaciones de la Era de la Iglesia. Otra máxima que Pablo desarrolló fue organizar centros dondequiera que iba para que, a su vez, estos se volvieran el medio por el cual provincias enteras recibieran el evangelio. Es imposible que un líder vaya a todas partes; la clave reside en entrenar a otros para ir donde él no puede ir. La provincia de Asia, por ejemplo, fue enseñada porque Pablo levantó una iglesia de enseñanza en Éfeso, la ciudad capital de la provincia.
Lecciones de la vida de Pablo 1. Fue amado por aquellos que ministraba al punto que, si hubiera sido posible, habrían dado sus ojos por él. Por esto sabemos que la fragancia de Cristo emanaba de Pablo. 2. Podía explicar las más intrincadas doctrinas de Cristo y ponerlas claramente en el papel de tal manera que todos los que las leían entendían. 3. Se aseguró que su ministerio permaneciera, estableciendo centros de enseñanza donde quiera que iba. 4. Nombró ancianos o supervisores para que hubiera disciplina y orden en las iglesias. Tal vez los siguientes versículos resumen esta
Capítulo 10
verdad: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Ti. 3:14-15) 5. Pablo tenía una meta personal en su vida, una que nosotros también debemos poseer, ya que nos mantendrá firmes en tiempos de adversidad. Esta meta es mayor que el ministerio: es que podamos ganar a Cristo (Fil. 3:8), obtener la Primera Resurrección (Fil. 3:11) y dar en el blanco del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
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CAPÍTULO 11 Líderes en la historia de la Iglesia John Wycliffe (aprox. 1328 – 1384) John Wycliffe nació en 1,328 d. C., en el poblado de Hipswell, Yorkshire, Inglaterra. Un erudito brillante, graduado de Oxford y teólogo que enseñó en la universidad, es reconocido como el precursor de la Reforma que ocurrió unos 200 años más tarde. Tanto Jan Huss de Bohemia, como Martín Lutero reconocían su deuda a las enseñanzas de Wycliffe. Creía en la infalibilidad de la Escritura y la necesidad de que el creyente tuviera una relación directa con Dios, y se oponía a la enseñanza de la Iglesia de Roma. Wycliffe tradujo la Biblia de los idiomas originales al inglés. Antes de esto, lo único que estaba disponible era la Vulgata Latina de Jerónimo, y su lectura estaba prohibida para cualquiera que no fuera un sacerdote de Roma. En Lutterworth, su iglesia parroquial, entrenó predicadores itinerantes que caminaban descalzos, se vestían con una túnica café rojiza, y tenían una vara en su mano, llevando también una copia de la Biblia de Wycliffe o parte de ella. Predicaban donde y cuando la oportunidad se presentaba. Burlonamente se les llamaba “Lollards” (lo que significa
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personas sin nada que hacer), pero transformaron al vida de Inglaterra por un período de más o menos 150 años. Declarado un hereje, Wycliffe se retiró a su iglesia parroquial de St. Mary en Lutterworth, donde unos dos años y medio más tarde, en 1384, murió a la edad de 58 años.
Lecciones de la vida de Wycliffe 1. Fue un predicador conocido que dividía sus sermones en básicamente dos partes. En la primera parte, explicaba el texto bíblico. En la segunda parte, aplicaba el texto a la vida de los miembros de su congregación. 2. El poder de su predicación se basaba en su profundo conocimiento de la Escritura. 3. Entrenó a aquellos que predicarían e irían donde él no podía. Se aseguró que llevaran su traducción de las Escrituras. 4. Publicó su Biblia por sí mismo, mediante el trabajo de muchos calígrafos. Aun hoy, existen unas 170 copias de sus traducciones. 5. Otra cualidad invaluable era su estricta adhesión a sus creencias, las cuales fueron desarrolladas progresivamente a través de su vida, en la medida en la que su entendimiento de las verdades bíblicas aumentaba.
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Ésta es también una cualidad esencial en el líder. Recibe una visión o verdad de parte del Señor y, en la medida en la que fielmente la cumpla, el Señor revela la misma verdad en una manera más profunda y más alta. 6. El fruto permanente vino de aquellos que él entrenó y, a su vez, aquellos a quienes sus estudiantes entrenaron. Enseñó con el ejemplo y fue probablemente el mejor expositor bíblico de su tiempo. Su vida fue de una guerra constante contra la Iglesia de Roma, por lo que él es un tipo de aquellos que contienden ardientemente por la fe que fue dada a los santos (Jud. 1:3).
Martín Lutero (1483 – 1546) A temprana edad, los talentos y capacidades intelectuales de Martín Lutero fueron la admiración de la universidad en donde obtuvo una maestría en filosofía. A la edad de 21 años, ingresó al Colegio Superior de San Agustín en Erfurt, Alemania. Esto lo hizo, procurando dedicarse a la piedad y el conocimiento de Dios. Luego fue nombrado, a la edad de 26 años, catedrático en la nueva universidad en Wittemberg. Al enseñar y estudiar los libros de Romanos y Gálatas, llegó a comprender la enseñanza de Pablo de: “Mas el justo por la fe vivirá” (Ro. 1:17). A la edad de 33 años, clavó sus 95 tesis a la puerta de la Iglesia del Castillo, la cual estaba al lado del castillo de Wittenburg, el día de Todos los Santos, en 1517. Sus
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intenciones eran que esto sería la base para un debate, algo que amaba su rápida y penetrante mente. A cambio, inició el movimiento de la Reforma y produjo el ser condenado como hereje por las autoridades, en el Edicto de Worms. Escondido por sus amigos durante ocho meses en el castillo de Wartburg, tradujo la Biblia al alemán, y esa traducción permanece hasta hoy. Sus escritos le dieron valor a muchos para pedir reformas, de tal modo que los monjes y las monjas renunciaban a sus votos de castidad y se casaban. Los campesinos pedían mejores condiciones a su señor feudal, citando los escritos de Lutero, aunque éste desaprobó su actitud (ver The Reformation Guide, 1999, para más detalles). Lutero fue perseguido por el Papa y odiado por los campesinos, quienes lo veían como un traidor. El 13 de junio de 1525, a la edad de 41 años, Martín Lutero se casó con una ex monja, Katie von Bora, quien era 16 años menor que él. Vivieron en un viejo monasterio de los monjes Agustinos, que les había sido cedido por el gobierno. Hubo un considerable número de personas que vivieron allí gracias a la generosidad de Martín. Sus conversaciones en la mesa con sus estudiantes eran famosas y después fueron publicadas por seis de ellos. Sin embargo, su forma de hablar no era refinada y su esposa lo corregía en público, a la mesa y posiblemente en otras ocasiones (ver Martin Luther Had A Wife, por William Peterson, para más detalles). Martín Lutero tuvo un gran número de seguidores, dando como resultado el ser llamado justamente “el Padre de la Reforma”. Iglesias y movimientos brotaron de su Reforma
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y, hoy, hay iglesias luteranas en todo el mundo. Por lo tanto, él dejó un legado que ha sido extremadamente beneficioso para su país y ha moldeado la historia, el pensamiento y la moral de Alemania. Al igual que otros grandes líderes, serias fallas de carácter fueron evidentes. De no ser por la gracia de Dios, esas fallas lo hubieran llevado a su caída. Su principal falla fue una intransigencia que no le permitía considerar las opiniones de otros. Si Lutero hubiera escuchado con oración, la iglesia que estableció bajo su nombre hubiera podido tener una doctrina fundamental sobre la que otros pudieron haber construido. Esto hubiera sucedido en la medida que el Señor hubiera revelado y restaurado progresivamente la verdad del Nuevo Testamento a Su Iglesia. Hay otra faceta de Lutero que tenemos que mencionar para la advertencia de los líderes. Sus biógrafos mencionan con tristeza que con el paso de los años se volvió más y más conflictivo y amargado. Parece que retenía las ofensas por años, aun contra Ulrich Zwingle sobre sus diferencias teológicas, incluso después que ese santo había muerto en batalla. Su mal genio y su enojo causaron la preocupación entre sus amigos de que su obra, de muchos años, podría ser deshecha.
Lecciones de la vida de Lutero 1. Fue un hombre de gran integridad, valor y determinación. Su meta era muy específica e igual era su mensaje. Además, no vaciló ni titubeó en proclamar su mensaje.
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2. Podemos decir que la mezcla en su vida ha penetrado en su iglesia y ha probado tener un alto costo espiritual para muchas generaciones. 3. Los líderes deben asegurarse que todos los asuntos doctrinales, al igual que los que se refieren al carácter, sean medidos con la Principal Piedra del Ángulo, el Señor Jesucristo.
John Wesley (1703 – 1791) El décimo quinto hijo y segundo varón de Samuel y Susana Wesley, John Wesley creció en una familia que carecía de las necesidades básicas de la vida. Samuel, rector (N.T. clérigo anglicano) de la parroquia Epworth, le escribió a su obispo diciendo que tenía un ingreso anual de 50 libras y un nuevo hijo cada año. John Wesley dejó esta vida entregándole a este mundo dos cucharas de plata, una tetera de plata, una biblioteca y el movimiento Metodista. Su vida fue muy diferente a la de Martín Lutero porque la suya fue una de santidad y de amor. Por otro lado, como Lutero, era un hombre de intelecto considerable y venía de una larga línea de ministros eruditos. Fue educado en Oxford, donde nació el movimiento Metodista. Éste estaba esencialmente formado por un grupo de fervorosos y jóvenes creyentes, que deseaban vivir conforme a las leyes de Dios. En ese momento no entendieron ni experimentaron el evangelio de la gracia, por lo que procuraron la salvación
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a través de las obras. Estaban sedientos de una vida piadosa y, como los gálatas, pensaron que podían conseguirla por medio de reglas. No fue sino hasta que John Wesley hubo emprendido su ministerio misionero en Georgia y hubo regresado a casa en Inglaterra que experimentó la salvación por la fe en Cristo. Esto ocurrió cuando estaba en una reunión de creyentes en la calle Aldersgate, Londres, donde un ministro estaba leyendo el comentario de Martín Lutero acerca del libro de Romanos. Sintió una tibieza en su corazón y pudo decir: “yo creo”. Cuando fue a buscar a su hermano Charles en su habitación, la cual estaba a una corta distancia, eso fue suficiente para que las campanas del gozo tocaran en el corazón de su hermano, ya que él también había experimentado el éxtasis glorioso del nuevo nacimiento (cuando creemos que Cristo murió por nuestros pecados y le pedimos a Él que venga a nuestro corazón y nos salve). Fue el 24 de mayo de 1738. Uno podría hacer el comentario, comparando a dos grandes líderes religiosos en Inglaterra, que el Cardenal John Henry Newman (1801-1890) renunció a la “justificación por fe” y puso su confianza en la sucesión apostólica y los ritos ceremoniales de la iglesia y se fue a Roma. Wesley abrazó la “justificación por fe” y se fue al cielo, preparando así el camino para una multitud de almas que lo seguirían. George Whitfield, un miembro del piadoso grupo de Wesley, ya había adquirido fama a través de la predicación de la salvación por fe y llenaba iglesias en todo lugar al que iba. Después de escuchar el llamado de John Wesley
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para ir a Georgia, fue para allá. Al regresar a Inglaterra unos seis meses después, encontró que los obispos habían cerrado los púlpitos para él. Whitfield entonces regresó a predicar al aire libre y tenía multitudes de hasta 20,000 personas en estas reuniones al aire libre. En estas reuniones, comúnmente había manifestaciones de personas, posiblemente poseídas por demonios, que eran liberadas, mientras que otras experimentaban alguna bendición del Señor, así que las reuniones eran bastante ruidosas. Los obispos, los clérigos y aun Whitfield escribieron quejándose de estas escenas. Sin embargo, Wesley se dio cuenta que en estas reuniones había blasfemos clamando por misericordia, pecadores tirados en el suelo en profunda convicción de pecado, e incluso médicos viendo que las personas a las que personalmente habían cuidado, estaban siendo sanadas bajo la obra del Espíritu Santo. Wesley vio la necesidad de proveer lugares de reunión para sus seguidores, para que pudieran adorar juntos. Al hacerlo, estaba poniendo los cimientos de la infraestructura del movimiento Metodista. Otro factor importante, que emergió en este tiempo, fue su diario. No sólo fue un diario de sus propios movimientos, sino también proveyó la base para las doctrinas que enseñó. También escribió libros que claramente establecieron la verdad de la “justificación por fe” y de la “perfección cristiana”, dando así a sus predicadores y a laicos un sólido fundamento bíblico para sus creencias, junto con sus más o menos 40
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sermones, que son lectura obligada para todos los ministros metodistas, aun hoy. Luego proveyó una infraestructura sólida para los cuerpos locales, para que hubiera lo que podríamos llamar “reuniones en casas”. Estas reuniones en casas se realizaban bajo la supervisión de líderes que eran responsables del bienestar espiritual y físico de los pequeños grupos a su cargo. Así se podía monitorear el bienestar espiritual de cada miembro y sus necesidades podían ser cubiertas por otros. Luego reunió a sus así llamados lugares de reunión, o sociedades, como él les llamaba, en una confraternidad para la cual él escribió lo que tituló Las Reglas Generales de Conducta. Fue este talento de organización lo que le dio al movimiento de Wesley superioridad sobre el de Whitfield, quien no proporcionó una infraestructura tal. Consecuentemente, aunque Whitfield tenía un mayor número de participantes en sus reuniones, su trabajo se disipó pronto, mientras que el de Wesley permanece hasta hoy. La lección que podemos aprender de este hombre piadoso es que fue un obrero infatigable. A la edad de 80 años no le preocupaba caminar 9 kilómetros para ir a predicar. Fue un escritor prolífico, que vendía sus libros por una suma mínima para lograr la distribución máxima. Estos escritos establecieron la caminata espiritual de sus conversos. Sus habilidades organizacionales le permitieron al movimiento Metodista continuar y expandirse después de su muerte, tanto espiritual como numéricamente,
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virtualmente a todos los continentes y, tal vez, a todos los países del mundo. Su espíritu dulce era la marca de su vida, una marca que transmitió a muchos de sus seguidores, entre los que estaban santos como John Fletcher (considerado como uno de los hombres más piadosos de su generación). La vida de John Wesley fue una vida de piedad y amor verdaderos que, como líderes, haríamos bien en emular. En una nota personal, debo decir que él ha sido un modelo a seguir durante mi vida cristiana. Este amado hombre de Dios murió a la edad de 88 años, lleno del gozo de Jesús, diciendo en su lecho de muerte: “¡y lo mejor de todo es Dios con nosotros!”
Lecciones de la vida de Wesley 1. Fue reconocido por su piedad y dulzura de espíritu; tenía una personalidad placentera. Su mensaje principal era el de ser nacido de nuevo, aunado a una visión progresiva de perfección cristiana, lo cual él llamó una “segunda bendición”. Su vida y mensaje fueron de amor, el cual impartió a sus seguidores. 2. Tenía vastas esferas de interés, que incluían el bienestar físico y espiritual de su prójimo. 3. Su vida fue de simplicidad a un grado tal, que tenía mucha admiración por una mujer que era
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capaz de sobrevivir comiendo un plato de avena al día. Además, su túnica ministerial estaba casi en harapos. 4. Se aseguró que su visión quedara claramente plasmada en muchos libros y panfletos. Esto permitió a sus seguidores continuar proclamando el mensaje aun siglos después de su muerte. 5. Estableció una buena infraestructura que resultó en el establecimiento de la denominación Metodista, la cual ha permanecido hasta hoy.
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CAPÍTULO 12 Liderazgo secular Aunque este libro está diseñado para el uso e instrucción de líderes cristianos, hemos incluido una breve incursión a la cámara del tesoro de la sabiduría de los líderes seculares. Nuestro razonamiento para hacer esto es que muchos de los grandes líderes espirituales tuvieron su formación en las escuelas, universidades y salones de instituciones seculares, y también aprendemos por lo que se llama “sentido común”. El Señor mismo da crédito de esto cuando Él dijo, en Lucas 16:8: “Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz”. Además, en su disertación acerca de la sabiduría, el rey Salomón declara en proverbios 8:14-16: “Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra”. Por tanto, damos algunas citas de algunos de los más grandes líderes de nuestro tiempo: a. William Pitt, el primer ministro más joven de Inglaterra, dijo que la virtud más
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importante de un líder es la paciencia en el trato con otras personas. b. Winston Churchill, al dirigirse a un grupo de jóvenes estudiantes universitarios, les dio el siguiente consejo: “nunca, pero nunca se rindan”. c. Sam Rayburn, un ex presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, cuando le preguntaron cómo podía dar la misma respuesta a una situación muchos años después, respondió: “no es que recuerde mi respuesta previa, sino que siempre digo la verdad y por tanto mi respuesta es siempre la misma”. ¡Si tan sólo los líderes dijeran siempre la verdad! d. Harry Truman, quien llegó a ser presidente de los Estados Unidos de una manera totalmente inesperada, era un hombre ordenado y directo. Su máxima era que las mejores horas para trabajar eran las primeras horas de la mañana. Incidentalmente, la mayor parte de los escritores estarían de acuerdo con él. También era meticuloso con el uso del tiempo. Los líderes deben saber cómo manejar bien su tiempo, o encontrarán que muchas cosas no se hacen porque han permitido que otras cosas, que debieron haber delegado, ocupan su día.
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Harry Truman también tenía lo que se conoce como “gabinete de cocina”, diferente a su gabinete formal. Este gabinete de cocina estaba formado por hombres de confianza a quienes acudía para recibir consejo. Es bueno que todos los líderes tengan un grupo de consejeros, por cuanto Salomón declara que en la multitud de consejeros hay seguridad (Pr. 11:14; 15:22; 24:6). Los consejeros que caminan con Dios y escuchan de Él, no dudarán en decir las cosas tal cual son, porque no están obligados con el líder por un cheque de salario. Tienen un historial probado a través de los años y son aquellos a quienes el líder debe volverse, cuando toma decisiones importantes. A Israel le fue dada la ley a través de los Diez Mandamientos escritos por Dios sobre dos tablas de piedra, y la ley ceremonial escrita por Moisés en el Libro del Pacto. Todos los decretos y obras de los reyes fueron fielmente registrados en los Libros de los Reyes. Las palabras de los profetas fueron registradas por sus escribas, como vemos especialmente en el caso de Baruc, quien testificando ante el rey Joacim, declaró que Jeremías habló y él escribió sus palabras (Jer. 36:17-18). Trate de escribir claramente su visión y luego púlala para asegurarse que el camino para llegar a ella está claramente establecido.
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CAPÍTULO 13 La vida personal del líder No sería malo, es mas lo consideramos esencial, hablar de la vida personal del líder. Iglesias, confraternidades y aun avivamientos están fundados sobre líderes clave. Si ellos lo hacen bien, entonces la obra de Dios que les fue encargada a ellos florece y su fruto permanece. Sin embargo, si caen de la gracia de Dios, lo mismo pasa con su iglesia o confraternidad y, desafortunadamente, el avivamiento de Dios del que eran la punta de la lanza, fracasa. Ese fue el caso del avivamiento de Gales cuando Evan Roberts cayó. Por tanto, concluimos con un llamado a los líderes de cuidar su corazón con toda diligencia (Pr. 4:23). Meditemos acerca del rey Salomón, quien dio tal recomendación con elocuencia y sabiduría. Su glorioso reino fue dividido porque su propio corazón estaba dividido. Tenemos que tener un corazón íntegro en todos los aspectos de la vida. No funcionará si sólo obedecemos en un área, pero no en las otras. Por eso, examinemos cuidadosamente algunos de los peligros en la vida de un líder, que se encuentran en la Escritura. Al principio de la vida de Salomón, se nos dice que fue llamado Jededías, el amado del Señor (2 S. 12:24-25). También se nos dice en 1 reyes 3:3, que Salomón amaba
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al Señor y que caminaba en los estatutos de David, su padre. Así es como podemos determinar si amamos a Dios, porque el Señor mismo dijo, en Juan 14:21: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre...” Por tanto, recordemos que sólo si guardamos Sus mandamientos permaneceremos en Su amor. Se nos dice que un rey no debe ser mujeriego ni multiplicar grandemente plata u oro. En Recordemos que otras palabras, el dinero no sólo si debe ser su meta. Vemos en 1 guardamos Sus Timoteo 6:9: “Porque los que mandamientos quieren enriquecerse caen en permaneceremos tentación y lazo, y en muchas en Su amor codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición”. Al principio, Salomón amaba al Señor pero con el paso del tiempo, se nos dice que amó a muchas mujeres extrañas, quienes desviaron su corazón del único Dios viviente para adorar ídolos. Por lo tanto, uno de los grandes peligros en la vida de un líder es el sexo opuesto. Muchas veces empieza con el intelecto, una admiración mutua incluso de cualidades espirituales. Luego desciende al ámbito del alma, donde surgen las emociones. Después, es un camino resbaladizo hacia las prácticas sensuales de la carne. Cuántos han caído, incluso el rey David. Sin embargo, ese no necesariamente tiene que ser nuestro caso, ya que
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podemos, como Job, hacer un pacto con nuestros ojos: “¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?” (Job 31:1). Sólo por medio de la gracia de Dios podemos tener el mismo testimonio que Pablo, quien dijo de sí mismo, en 1 Corintios 7:25: “quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel”. Otra área de debilidad es el alcohol. El vino es escarnecedor y debemos evitar bebidas fuertes. Hay muchas bebidas placenteras que el Señor ha provisto en Su bondad y gracia hacia los hombres, sin necesidad de tomar bebidas alcohólicas. El rey Salomón amaba beber vino. De hecho, buscó en su corazón agasajar su carne con vino y retener la necedad (Ec. 2:3). Esto, a pesar que él mismo había enseñado, en Proverbios 23: 29-30: “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura”. Personalmente recomendaría lo que San Agustín decía referente a las bebidas fuertes: “la abstinencia es más fácil que la moderación”. Como él mismo declaró en Eclesiastés 2:10, el rey Salomón cayó en muchas de las trampas porque “No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo…” En Eclesiastés capítulo 2, encontramos que se entregó a la risa y el placer (v. 1); construyó casas, viñedos, jardines y huertos (v. 4); tuvo gran cantidad de
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posesiones, ganado, plata y oro (v. 7-8); tuvo gran riqueza y amasó más que todos los que fueron antes que él (v. 9). ¡Oh, la insensatez de las riquezas! El apóstol Pablo advierte que raíz de todos los males es el amor al dinero (1 Ti. 6:10), el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Que como líderes escuchemos esta advertencia y hagamos que nuestro corazón habite en 1 Timoteo 6:6, que dice: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”. El tiempo y el dinero tienen que ser manejados cuidadosamente. Por supuesto, se tienen que mantener registros contables y, de ser posible, se le debe dar la responsabilidad a contadores externos de auditar esos registros. Tengan cuidado de que el dinero no sea dilapidado en proyectos infructuosos. Levantarse temprano era un hábito de los líderes en la Biblia, y las horas antes del amanecer son muchas veces las más bendecidas y fructíferas de todo el día. El viejo adagio “al que madruga, Dios le ayuda”, sigue siendo verdad. Esas primeras horas pueden ser usadas para orar, estudiar, escribir o para preparar sermones, porque lo más probable es que no será interrumpido. El resto del día, después del desayuno, puede ser usado para suplir las necesidades de otros, el personal, los enfermos, visitación y trabajos administrativos. Aun así, el delegar obligaciones es importante para que, aun durante el día, el líder pueda dedicarse, como dijo Pedro en Hechos 6:4, a la oración y al estudio de la Palabra.
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El líder debe buscar ser mesurado en todas las cosas, recordando que es un ejemplo que otros van a seguir e imitar. Las personas copiarán sus ropas, relojes, bolígrafos, carros y casa, pensando que esas son las claves de la unción y del ministerio que Dios le ha dado a usted, sin darse cuenta que la clave está en la oración, el estudio y en un corazón puro. Nuevamente en el asunto del estudio, recomendamos tomar buenas notas para que podamos desmenuzar aquello que hemos atrapado en nuestra búsqueda o caza de la verdad (Pr. 12:27). Debemos ser sabios y poner nuestras notas en orden (Ec. 12:10), recordando que debemos enseñar a otros línea sobre línea (Is. 28:9-13).
Siempre procuremos primero inquirir para conocer Su voluntad en cada circunstancia, y luego regocijémonos al hacerla.
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CAPÍTULO 14 La vida de oración del líder La oración mueve la mano de Dios y es, en efecto, la fuente de vida del creyente. Lo introduce a tener comunión con Dios y es un camino de doble vía en el cual el líder le pide a Dios y luego espera a escuchar Su respuesta. El Señor mismo fue un hombre de oración durante el tiempo que estuvo en la tierra y, como entendemos en Hebreos 7:25, “… viviendo siempre para interceder” por nosotros. El Señor emanaba de tal manera la oración, que Sus discípulos le pidieron que les enseñara cómo orar. Por lo tanto, el Padre Nuestro (la oración del Señor, Mt. 6:9-13, Lc. 11:2-4) es una guía invaluable y obligatoria para todo líder. Esencialmente, el Señor QAinicia enfatizando que Dios es el “Padre nuestro que estás en los cielos” y el líder debe conocerle como tal. Esta intimidad le permite al líder aproximarse a Dios con plena seguridad que será escuchado y que recibirá una respuesta. Al igual que un padre natural, Dios es nuestro Proveedor, Guía, Consejero y Motivador a lo largo de la vida. Todo problema puede ser presentado a Él con la absoluta confianza de que Él tendrá la solución. La oración del Señor continúa diciendo: “santificado sea tu nombre”, hablando la virtud intrínseca de nuestro Padre celestial: Él es Dios tres veces santo. Con esto en mente, la santidad (la separación del mundo, de la
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carne y del diablo) debería ser la meta del líder, porque sin santidad nadie verá a Dios (He. 12:14). “Venga tu reino” es una referencia de cómo debemos tener hambre y sed de que Él reine, no sólo en Su reino milenial sobre la tierra, sino también en nuestro tiempo. Debemos desear verlo reinar en nuestra iglesia y confraternidad. La siguiente porción es “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, recordando el clamor del Señor Jesús registrado en el Salmo 40:7-8: “Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Siempre procuremos primero inquirir para conocer Su voluntad en cada circunstancia, y luego regocijémonos al hacerla. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” habla de nuestro Padre como Aquel que provee para nuestras necesidades. Me gusta mucho esta historia en particular de George Muller, quien era el responsable de los orfanatos en Bristol, Inglaterra. Una mañana, no había comida para el desayuno. Sin embargo, ordenó que se pusieran las mesas, se sentaran a los niños y que se hiciera una oración de gracias por los alimentos. Cuando estaban terminando la oración, tocaron a la puerta y un comerciante que vendía bananos le dijo al pastor Muller que su carreta se había descompuesto. No podía llevar los bananos al mercado, por lo que les ofreció a los niños la carretada completa, gratis. ¡Alabado sea el Señor!
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“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Debemos pedir perdón por nuestros pecados, sean pecados de comisión o pecados de omisión. Cuántas veces nosotros, como líderes, estamos propensos a cometer errores de juicio cuando lo hacemos con nuestros propios recursos. Debemos recordar que el ser perdonados depende de que nosotros perdonemos a otros. Por lo tanto, si queremos ser almas perdonadoras, nuestra principal prioridad debería ser practicar esta virtud durante el día, en las muchas oportunidades que se nos presentan. “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. El clamor de ser guardados de la tentación es mucho más importante para el líder porque la obra está fundada sobre él y, si él cae, la vida de muchos amados es afectada. “… porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria”. Finalmente, nunca debemos olvidar que el reino, la confraternidad o la iglesia es de Él, no nuestro. Debemos ser como Raquel, simplemente atendiendo las ovejas de nuestro Padre, (Gn. 29:9) como pastores asistentes que tendrán que rendir cuentas al Príncipe de los pastores de nuestra alma (1 P. 5:4). Recordemos que nuestro Padre Celestial tiene todo el poder y sin importar qué tan oscura y sin esperanza parezca ser una situación, no hay nada difícil para Él. Solamente a Él le pertenecen todo el honor, la gloria y la alabanza. Nunca, nunca debe el líder aceptar alabanza por su obra o ministerio. Somos lo que somos sólo por la gracia de Dios.
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La oración debe ser el aliento de vida para el líder; su comunión, minuto a minuto, con el Hijo y el Padre. Aun trabajando, aconsejando y predicando, estamos con Él a través de las peticiones inaudibles de nuestro corazón. Definitivamente hay tiempos específicos de devoción y momentos especiales que pasamos ante el trono en intercesión. Sin embargo, nuestra vida debe cumplir la recomendación del apóstol Pablo de orar en todo tiempo (Ef. 6:18) para que Él sea glorificado en nuestra vida, en la obra de nuestro ministerio y en la vida de nuestra congregación.
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CAPÍTULO 15 El líder como soldado Muchos de los grandes líderes del Antiguo Testamento eran guerreros en mayor o menor grado, porque peleaban las batallas de Jehová: Moisés en contra de los amalecitas, Josué en contra de los 31 reyes, David (junto a los reyes de Judá que vinieron de esta línea) contra los filisteos. En el Nuevo Testamento, Pablo nos compara a soldados en 1 Timoteo 2: 3-4, si no para guerras seculares, definitivamente para la guerra espiritual. Habla de que luchamos no contra carne ni sangre, sino contra principados, contra poderes, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo y contra maldad espiritual en las alturas (Ef. 6:12). Luego nos exhorta a que, como cristianos, tomemos toda la armadura de Dios.
La armadura de Dios La importancia de esto fue muy clara para mí cuando en la India, una mañana, fui despertado temprano con una visión de un soldado romano, parado al lado de mi cama: el soldado estaba resplandeciente en una armadura brillante. Particularmente noté su yelmo y su coraza. Así que consideremos la armadura que Pablo espiritualiza para nosotros, en Efesios 6:13-18: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo,
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estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.
Ceñidos vuestros lomos con la verdad Los lomos son la fuerza del hombre y, en el ejército, entrenábamos para que nuestros lomos fueran tan fuertes que si un hombre se paraba y aun saltaba sobre nosotros, lo soportáramos fácilmente. Espiritualmente, Pablo compara esto con la verdad, e incluso David hace la misma observación en el Salmo 51:6, que Dios desea la verdad en lo íntimo. La verdad que hemos obtenido a través de revelación, el estudio y la experiencia debe volverse parte de nosotros. En otras palabras, así como Cristo que es la Palabra de Dios hecha carne, nosotros también debemos ver que la verdad sea expresada a través de nuestro ser.
La coraza de la justicia La coraza, que protege el órgano vital del corazón, simboliza estar cubiertos por la justicia de Cristo (Fil. 3:9). Nuevamente, esa justicia no sólo debe cubrirnos, sino debe estar en nosotros, porque Jesús en Su Sermón del Monte, dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt. 5:6). Cada fibra
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de nuestro ser debe exudar Su justicia. Que nosotros, como ha prometido el salmista, recibamos la bendición del Señor y la justicia del Dios de nuestra salvación (Sal. 24:5). ¿Quién recibe esta bendición? La bendición es dada a aquellos que tienen manos limpias, corazón puro, que no han elevado su alma a la vanidad ni han jurado con engaño (Sal. 24: 3-4).
Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz Los pies, que muchas veces son llamados “el segundo corazón”, son conocidos por su complicada estructura y por la distribución de las terminales nerviosas. Así, un pié sano promueve fuerza y la circulación de la sangre en todos nuestros demás órganos, al igual que el corazón. En Isaías 52:7, los pies de los mensajeros de Dios son llamados hermosos. Nuestros pies deben estar calzados con el apresto del Evangelio de la paz, para que Su paz fluya a través de cada parte de nuestro ser. El sentido aquí es que somos siervos bien entrenados para presentar el evangelio a otros. Pablo lo llama el evangelio de la paz, porque somos proveedores de la paz de Dios y aquellos que reciben nuestro mensaje, no sólo tendrán paz con Dios sino también recibirán Su paz. En la medida en la que enseñemos las bendiciones de Filipenses 4: 6-8, con las que nuestro corazón y nuestra mente serán guardados por “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento...”, traeremos paz a este mundo atribulado.
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Ningún soldado está completamente equipado para la batalla, si no posee las siguientes tres piezas del equipo:
El escudo de la fe El escudo, llamado el escudo de la fe, es para apagar los dardos encendidos de las dudas, el miedo y el desánimo, que son las armas especiales que al enemigo le gusta usar contra los santos. Los dardos pueden ser lanzados con gran precisión, como sabe cualquiera que ha jugado el juego de tirar dardos al tablero. Satanás es capaz de tirar sus dardos y penetrar a través de cualquier hendidura en nuestra armadura. En Isaías 21:5, se da la orden de ungir el escudo, significando que tenemos que estar ungidos con aceite fresco. Por tanto, necesitamos mantener toda nuestra armadura en buen estado y nuestro escudo, ungido con aceite fresco en todo momento, para que podamos desviar todos los dardos encendidos y toda embestida con espada que provengan del enemigo. Necesitamos ser fuertes en la fe, en relación a nuestra salvación, porque él busca acusarnos y poner nuestros fracasos ante nosotros. Sin embargo, nuestra salvación está arraigada en el don de la fe que Cristo nos da para que podamos creer en Él (Ef. 2:8). Además, el enemigo procura hacernos temerosos en lo que concierne a los dones del Espíritu Santo. En Lucas 11: 1113, El Señor mismo nos anima, diciendo que si un padre sabe cómo dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
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En el tema de recibir dirección, en Hechos 11:12, Pedro declara que el Espíritu Santo le dijo que fuese a la casa de Cornelio sin dudar. En el ámbito de la sanidad, el leproso le dijo al Señor: “si quieres, puedes limpiarme”, a lo que Él bondadosamente respondió: “quiero”. Leemos que la voluntad del Señor es que, como declara el apóstol Juan en 3 Juan 1: 2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.
El yelmo de la salvación El yelmo de la salvación que cubre nuestra mente, muestra las maravillas de Su gran salvación. La mente controla todo nuestro cuerpo y destino. Podemos ser librados de nuestros propios pensamientos y tener la mente de Cristo (1 Co. 2:16). Su mente nos puede librar del orgullo (Fil. 2:5) y nos puede vestir con la humildad de la Deidad. Por esto, somos librados y podemos abandonar nuestros pensamientos injustos porque, como dice el Señor, así como son más altos los cielos que la tierra, así Sus pensamientos son más altos que los nuestros (Is. 55: 7-9). Por tanto, en la medida en la que somos vestidos con el yelmo de la salvación, tendremos una mente celestial, haciendo Su santa voluntad y entendiendo Sus caminos.
La espada del Espíritu La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, debe estar siempre en nuestra boca, al comprender que de
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Su boca sale una espada aguda de dos filos (Ap. 1:16). Su palabra puede dividir el alma y el espíritu (He. 4:12). Al igual que con Cristo, así también con nosotros, que cuando venga el tentador podamos decir “escrito está”, hiriéndolo rápidamente, echándolo lejos y ganando la batalla en nuestros momentos de tentación (Mt. 4: 4-7). El soldado de Cristo no se debe enredar con los asuntos de este mundo, para que pueda agradar a Aquél que le ha tomado por soldado. En vez de esto, soportando dificultades como un buen soldado que se diga de nosotros, como se dijo de Pablo, que hemos peleado la buena batalla y que hemos acabado la carrera (2 Ti. 2: 3-4; 4: 7). Asimismo, el líder debe ser un hombre de oración, orando sin cesar para que se cumpla el propósito de Dios para nuestra vida y para la de aquellos por los que somos responsables. Hemos hablado mucho de esto en el capítulo anterior titulado “La vida de oración del líder”.
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CONCLUSIÓN Hay una promesa para nosotros: en la medida que dejemos a un lado las cosas de nuestra vida que pueden ser buenas, pero que no son beneficiosas para el reino, el Señor prosperará nuestra alma (Pr. 13:4). Además, Él hará un pacto eterno con nosotros: una garantía que no fracasaremos, las misericordias firmes a David (Is. 55:1-4). Hay tres etapas en la vida del hombre de Dios que nos ayudan a entender y calificar para ser verdaderos líderes, y esas son: 1. Es un testigo. Esto quiere decir que el hombre de Dios tiene que ser una epístola escrita, leída por todos los hombres en todo lugar (2 Co. 3:2). El hombre de Dios debe encarnar su mensaje. Su vida debe revelar las virtudes de Cristo, el fruto del Espíritu y un sentido de destino y propósito que penetre la fibra misma de su ser, con su rostro como pedernal para hacer la voluntad de Dios. Algunos de los hombres que han tenido gran influencia sobre mi vida la tuvieron con su simple presencia. Aunque hablaban poco, su personalidad me impactó porque su mensaje brillaba desde su mismo ser interior. 2. Califica para ser un líder. Un líder debe tener una visión. Debe saber a dónde va, para poder guiar a otros por un camino recto, ayudándolos a franquear
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las pruebas, tribulaciones y obstáculos de la vida. Con compasión, como con las ovejas paridas, o como con un caballo en el desierto que no debe tropezar, el líder debe guiarles hacia adelante a pastos frescos que él ha inspeccionado primero. Esto es para asegurarse que no hay malezas venenosas o vientos de doctrina que pueden hacer que las ovejas se descarríen o se enfermen y debiliten (Gn. 33:13-14, Sal. 78:71, Is. 63:11-14). 3. Califica para ser un comandante de hombres. Uno que da órdenes y pone a las personas, en la iglesia o confraternidad, en los puestos dados por Dios. Él es quien debe dar las órdenes y, como con Josué 3:7-8, Dios dijo: “Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo. Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto”. En la Era de la Iglesia, aquellos que llevan el arca del pacto representan a nuestros ministros asociados, ancianos, diáconos y miembros de la congregación. Amados, mantengamos presente que ser un líder es una responsabilidad asombrosa, como leemos en Santiago 3:1: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”. Amados, para concluir, recordemos la condición por la cual Abraham recibió su bendición. Dios supo que Abraham iba a mandar a sus hijos y a su casa después de si,
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y que ellos guardarían el camino del Señor para hacer justicia y juicio. Entonces, Dios pudo darle a Abraham todo lo que Él le había prometido (Gn. 18:19). Que nunca se diga de nosotros que ganamos el mundo y perdimos a nuestra familia. Él es el Buen Pastor quien amó a los Suyos y los guardó, y ninguno se perdió (Jn. 10:11; 13:1; 17:12). Que podamos ser aquellos en quienes Cristo mora de tal manera, que Él pueda ser admirado en nosotros (2 Ts. 1:10)
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