LOS ORÍGENES DEL SABER De las concepciones personales a los conceptos científicos. André Giordan, Gérard de Vecchi
André, Giordan y Gérard de Vecchi (1999), “Los orígenes del saber. De las concepciones personales a las concepciones científicas”. Díada editora, S. L., España.
La concepción es un proceso personal, por el cual un individuo estructura su saber a medida que integra los conocimientos. Este saber se elabora, en la gran mayoría de los casos, durante un periodo bastante amplio de la vida, a partir de su arqueología, es decir, de la acción cultural parental, de la práctica social del niño en la escuela, de la influencia de los diferentes medios de comunicación y, más tarde, de la actividad profesional y social de adulto -club, familia, asociación, etc. Las concepciones se definen como aquellos puntos de vista que, aún no habiendo sido elaborados conscientemente por cada individuo, actúan como supuestos obvios sin los cuales carecería de sentido lo que se hace. La concepción se efectúa a partir de las informaciones que la persona recibe por medio de los sentidos, de la relación con otros y de su historia, y permanecen grabadas en la memoria. Informaciones que son: codificadas, organizadas y categorizadas, dentro de un sistema cognitivo global. De hecho una concepción puede evolucionar al tiempo que se construye un nuevo conocimiento. Van pasando por las diferentes etapas del desarrollo mental hacia una mayor complejidad. Esta evolución se va dando a medida que se adquieren nuevos conocimientos y por las relaciones que entabla con otros
individuos
de
su
colectivo
cuyas
comunicaciones
afectan
sus
concepciones Las concepciones en ocasiones pueden ser limitadas o transformadas dando origen a otras nuevas. La construcción mental de lo real se efectúa según modalidades psicológicas y socialmente determinadas e interdependientes. Las concepciones no son sólo un producto, se corresponden con un proceso que ocurre en el contexto de una actividad elaboradora, dependen de un sistema subyacente que constituye un marco de significación. En las concepciones expresadas podemos reconocer muchas acciones, muchos momentos significativos y procesos de construcción mental impactados por vivencias individuales y colectivas que afectan su significado. Toda concepción tiene dos componentes: uno tiene que ver con el qué se concibe y el otro con cómo se concibe. Conforman los marcos de referencia desde los cuales actúa el ser humano, son el prisma a través del cual percibe y el contexto sobre el 2
cual procesa la información. Son el conocimiento personal que los seres humanos poseen. Aunque el concebir es una acción particular por la cual el individuo estructura su saber a medida que integra los conocimientos, las concepciones tienen raíces socioculturales y son a su vez un factor de socialización, estando en la base de los intercambios psicosociales producidos en el campo de acción. Así la concepción tiene una génesis al tiempo individual y social. En este camino nos encontramos con los conceptos, los conocimientos en sus múltiples formas (ideas, teorías, hipótesis...) con sus también variados calificativos (científico, creencias, opiniones, convicciones...) que le permiten al individuo pasar de una concepción previa a otra más pertinente en relación con la situación. En la concepción reside el conocimiento, ella conserva un conjunto de saberes, incluso prácticos. Las concepciones hacen posible la sistematización de conocimientos por su carácter dinámico, operativo e instrumental, ya que en la satisfacción de sus necesidades básicas, el hombre cuenta con la cultura modal, social universal; pero, al desempeñar sus tareas y oficios en un acto de autonomía construye sus propias teorías, caracteriza los modelos conocidos en su proceso de formación. Son teorías discutidas en el seno de su colectivo profesional, en un grupo de referencia que le va aportando argumentos para revaluarlas, replantearlas o validarlas. Estas teorías se van convirtiendo en una especie de „„estilo de pensamiento dominante‟‟ contextualizado en un colectivo de pensamiento. En este estilo de pensamiento o en estas concepciones se estructura y organiza la realidad. Surgen en las situaciones en que el hombre debe resolver ciertos problemas, realizar diferentes actividades y concebir nuevas normas de conducta. Se puede afirmar que se ocupan de las situaciones que hacen que el sujeto no viva sólo del pasado, porque cada vez que las evoca las moviliza, las enriquece y reconstruye. Pero a esto debemos añadir que las concepciones personales no se corresponden únicamente con imágenes de la realidad; sirven también a las personas como puntos de anclaje en la apropiación de otros saberes, pues se 3
constituyen en la base y el medio en el cual ocurren las asociaciones e interpretaciones de las nuevas informaciones. Se le llama realidad a la fuente de lo que el sujeto concibe, pero es aproximada, decodificada y explotada en función de los problemas, del marco de referencia, y de las operaciones mentales de la persona, lo que le permite construir una trama aplicable a su medio ambiente. Este análisis le permite organizar su mundo, de tal modo, que pueda comprenderlo, actuar sobre él, adaptarse o evadirse, al menos a un cierto nivel. Es preciso aclarar que no hay concepción correcta ni errónea, sino diferentes, dependiendo en primer lugar, de cómo se forme la construcción, el contexto en el que se cree y los valores subyacentes a la construcción. Cuando se dice que la concepción se corresponde con una estructura subyacente, es porque existe un andamiaje previo que determina a la concepción misma. Las concepciones anteriores filtran, seleccionan y elaboran las informaciones recibidas, y simultáneamente, pueden a veces ser completadas, limitadas o transformadas, lo que da como resultado nuevas concepciones. Es un modelo explicativo, organizado, lógico, utilizado a menudo por analogía; se actualiza siempre por la situación vivida, se moviliza lo que se sabe y se adapta a la situación que se vive. Las concepciones personales son instrumentos a partir de los cuales, se determinan conductas y negocian sus acciones; permiten asimilar o no las nuevas informaciones. La concepción se fundamenta bajo los siguientes componentes: problema, marco de referencia, operaciones mentales, red semántica y significantes. El marco de referencia es el conjunto de los conocimientos integrados que activados y reunidos dan un perfil a la concepción. Es este perfil el que lleva al sujeto a plantearse preguntas, proporciona el contexto por el cual la formación y presentación del constructo se hacen significativas y mediante las operaciones mentales, regula la concepción.
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Lo que ve un hombre depende tanto de lo que mira como de lo que su experiencia visual y conceptual lo ha preparado a ver. Los seres humanos damos sentido y significado a nuestras acciones, se presentan de manera implícita o explícita, porque los sujetos en nuestra interioridad recogemos y guardamos todo aquello que produce sensaciones o modificaciones a nuestra forma de pensamiento o de actuar. Los sujetos construyen sus concepciones, a partir de sus creencias, de la información que reciben del medio en que se desarrollan y de su experiencia diaria, en el caso particular de evaluar el aprendizaje, los docentes, realizan esta actividad a partir de sus concepciones. Desde esta perspectiva y sobre todo porque se hace hincapié en las ideas particulares que tienen los sujetos sobre un acontecimiento, es necesario buscar los detalles y los tonos en que se manifiestan. Creemos que por cuestiones de orden conceptual, es necesario analizar tres conceptos de la anterior definición: concepción, saber y conocimiento. Villoro (1998), considera que “La concepción o representación es la aprehensión de un objeto sin considerar ninguna propensión a r esponder a él. Vista de esta manera, las concepciones no son sólo un producto, una producción: se corresponden en primer lugar con un proceso que se desprende de una actividad elaboradora. Dependen de un sistema subyacente que constituyen su marco de significación. Para Villoro (1998) “Saber es equivalente a percatarse, darse cuenta, aprehender o haber aprehendido un objeto o situación objetiva” . La sabiduría no se fija como la ciencia, en la existencia de razones objetivamente suficiente. Todo sujeto es susceptible de comprender y compartir sus verdades, porque estas no se basan en razones accesibles a cualquiera, sino sólo a quienes pueden tener una experiencia determinada. La sabiduría de un pueblo no se recoge en teorías científicas, forma parte de concepciones compartidas sobre el mundo y la vida, que integran una cultura. Sin embargo, las verdades de sabiduría pueden abrazarse con una convicción intensa. Aunque no se funden en razones universalmente compartidas, la experiencia personal que las sustenta basta para concederles una seguridad, a menudo 5
más firme que cualquier justificación objetiva, sobre todo cuando se refieren a temas de importancia vital para el hombre. Nuestro saber cotidiano se va construyendo a través del enlace de nuestras propias experiencias con el testimonio de las ajenas. Villoro (1998) afirma que “El conocimiento es la disposición determinada por hechos tal como son en realidad”. Quien afirma conocer, afirma la existencia real de lo conocido. Si aplicamos conocer a la captación de los propios procesos mentales es porque tomamos estos como objetos, hechos o estados reales que constituyen una experiencia interna. Sólo de la experiencia hay conocimiento y ésta supone la existencia real de lo conocido. En su sentido fuerte, conocer realmente un objeto supone formarnos un cuadro general acerca de cómo es el objeto y no sólo de cómo aparece a la aprehensión inmediata. El conocimiento es el resultado de la acción, no la acción misma (Villoro, 1998). El conocimiento se adquiere mediante aprehensión inmediata; para conocer algo o alguien, de algún modo, hemos de haberlo visto u oído o sentido. La diferencia entre saber y conocer es que el saber se justifica en razones objetivamente suficientes, el conocer, en experiencias directas. El saber es necesariamente parcial, el conocer aspira a captar una t otalidad. Tanto el saber como el conocer son estados disposicionales adquiridos, determinados por un objeto o situación objetiva aprehendida. La garantía de acierto en el saber, es la justificación objetiva. La objetividad supone el acuerdo posible de una comunidad epistémica; todo saber por ser objetivo puede ser impersonal. La garantía de acierto, en el conocer, es la experiencia personal; y esta es intransferible. La atadura del saber a la realidad es societaria, la del conocer individual. Cualquier conocimiento tiene algo de saber comunitario y algo de conocimiento personal (Villoro, 1998). Con frecuencia se confunden los tres conceptos o se les toma como sinónimos; pero hay que considerar que las concepciones no son saberes ni conocimientos sino más bien un proceso de aprehensión y que mediante estas 6
construimos nuestro saber en la medida que integramos nuevos conocimientos a los ya existentes. Las concepciones personales se sitúan en el centro de los problemas de aprendizaje, pues participan en el juego de relaciones existentes entre las informaciones que dispone un individuo y aquellas con las que va a encontrarse a lo largo de su existencia; estos elementos serán la base de la que se elaborarán sus nuevos saberes y, en consecuencia, sus conductas futuras. Las concepciones se ven transformadas por la situación que las activa, hasta el punto de ser reconstruidas continuamente para permanecer en sintonía con este nuevo contexto. La concepción, si bien no es un simple recuerdo, no se corresponde tampoco con un simple producto del contexto. Es un arreglo particular que pone en marcha saberes acumulados, activados en ese momento. Adquirir un conocimiento, es pasar de de una concepción previa a otra más pertinente en relación con la situación. Las concepciones toman, hoy día un carácter dinámico, operativo e instrumental. Es una verdadera estrategia cognitiva que la persona pone en marcha para seleccionar las informaciones pertinentes, para estructurar y organizar lo real. Hacen referencia a los elementos que el individuo va a movilizar directamente para explicar, prever o actuar, y, también, a la historia del individuo hasta en su ideología, sus estereotipos sociales e incluso sus fantasías. Durante la movilización de las concepciones, la persona, partiendo de su experiencia, construye una trama de análisis de la realidad, una especie de decodificador que permitirá comprender el mundo que l o rodea, afrontar nuevos problemas, interpretar situaciones nuevas, razonar para resolver una dificultad o dar una respuesta que considera explicativa. Igualmente a partir de este instrumento, seleccionará las informaciones exteriores y, en su caso, las comprenderá e integrará. Las concepciones estructuran y organizan la realidad. Se ocupan en primer lugar de las situaciones en las que la persona debe resolver ciertos problemas, 7
realizar diferentes actividades y concebir nuevas normas de conducta; en una palabra, se ocupa de las situaciones que hacen que el sujeto no viva sólo el pasado, una suma de informaciones por recuperar, sino que aborde también proyectos originales, experiencias inéditas, y que se marque, de alguna manera otros objetivos. Una concepción puede evolucionar al tiempo que se construye el conocimiento. Hablamos de evolución y no de destrucción; una explicación clara y detallada rara vez acaba con una representación falsa. Así mismo hemos escrito se construye y no es proporcionada a la persona; en efecto, a esta debe proporcionársele
una
situación
en
la
que
se
apropie
del
saber,
descortezándolo, elaborando personalmente relaciones entre los diferentes conocimientos puntuales, aunque deba ayudársele en esta labor . Una concepción se construye y no es proporcionada; esto quiere decir, que cada individuo construye sus conceptos a través de la información que recibe del exterior, pero también los conocimientos previos tienen una función primordial. Las informaciones nuevas entran en contacto con las concepciones subyacentes, cambiando, modificando o evolucionando las concepciones anteriores; este proceso se da por asimilación, acomodación y reestructuración entre las informaciones nuevas y las concepciones. Por ello, aunque todos los individuos reciban la misma información, no todos van a asimilarla de igual manera, porque el conocimiento previo de cada uno es diferente; por lo tanto, la reestructuración de las concepciones van a dar como resultado diferentes concepciones entre un individuo y otro. Los acontecimientos, el contexto, los mensajes perdidos proporcionan los elementos externos (las nuevas informaciones) y activan los elementos internos (los saberes memorizados). Vemos la importancia que toman en los mecanismos de la construcción del saber; adquirir un conocimiento es pasar de una concepción previa a otra más actual. Las nuevas informaciones tienen gran importancia para activar los elementos internos de cada individuo y pasar de esta manera de una concepción previa a otra más pertinente en relación con la situación.
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Las concepciones anteriores filtran, seleccionan y elaboran las informaciones recibidas, y simultáneamente, pueden a veces ser completadas, lo que da como resultado nuevas concepciones Las concepciones personales no se corresponden únicamente con imágenes de la realidad; sirven a la persona también como puntos de anclaje en la apropiación de otros saberes, pues constituyen las estructuras de recepción que le permiten asociar nuevas informaciones. Juegan pues el papel de intermediarias entre el conocimiento y el propio individuo, y es mediante esta interacción entre estas estructuras de pensamiento y las informaciones que la persona se procura, como va a elaborar su saber. El saber no se adquiere de una vez por todas; se elabora a partir de las concepciones existentes, a través de un largo proceso de distanciamiento y decantación que desemboca en la construcción de otro enfoque de la realidad. En este contexto, los hechos, aunque se correspondan con materiales, no imponen por sí solos el nuevo saber. En la mayoría de los casos, podemos evidenciar el papel de los prejuicios, por no hablar de la increíble tenacidad con la que se conservan ciertas ideas, aunque se encuentren en un conflicto con la evidencia experimental. No existen concepciones buenas ni malas, sólo diferentes; sin embargo, hay concepciones que no se corresponden con una realidad determinada, que han quedado estáticas inhibiendo la concepción humana. El pensamiento no es neutro y no se nutre sólo de verdades aprendidas. Existe un sistema explicativo previo, que no se fundamenta únicamente sobre las adquisiciones escolares, sino que es nutrido constantemente por la experiencia de la vida cotidiana. Constituye un conjunto relativamente organizado y coherente de modelos y de reglas de razonamiento que lo hace particularmente estable. Para poder superar estas explicaciones inmediatas, no bastan las aportaciones de un curso, incluso si este está bien construido.
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