MENTIRAS DEL FÚTBOL SEVILLANO Por Carlos Romero
Punto Rojo Libros
MENTIRAS DEL FÚTBOL SEVILLANO Carlos Romero Editado por: PUNTO ROJO LIBROS, S.L. Cuesta del Rosario, 8 Sevilla 41004 España 902.918.997
[email protected] Impreso en España ISBN: 978-84-16007-83-7 Depósito Legal: SE 2ϱϯ8-2013 Diseño de ex libris: Francisco Javier Galán Fernández Foto portada: 1937. Eizaguirre LJ Peral en un parƟdo a favor de los ŇecŚas de la Falange. Foto contraportada: Detenido tras Śaber dado un navajazo a PĠrez, jugador sevillista, en el campo bĠƟco. 1918. Maquetación, diseño y producción: Punto Rojo Libros © 2013 Carlos Romero Yuedan rigurosamente proŚibidas, sin la autorización por escrito del Ɵtular del copyrigŚt, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprograİa y el tratamiento informáƟco, y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o prĠstamos pƷblicos.
A Carmen, Marina, Alba y Marta. A José y a Juan.
A Agustín Rodríguez Jiménez y Juan Castro Prieto, mis maestros.
A LOS GUARDIANES DE LA MEMORIA, Antonio Ramírez Romero, Juan Luis Franco Sánchez, Enrique Vidal, Alejandro González-Serna, Javier Terenti Sánchez, José Manuel Ariza, Pedro José Sendra, José Luis Herrera, Francisco Javier Maldonado y José Melero Lopera. …mi equipo y queridos amigos que me aportaron tanto. Mi agradecimiento a Vicent Masiá de La Futbolteca.
ÍNDICE INTRODUCCIÓN. ............................................................................................15 CAPÍTULO 1 SERÁ NOTICIA PARA MUCHOS... ..............................................................21 CAPÍTULO 2 LOS INICIOS DEL BALOMPIÉ......................................................................41 CAPÍTULO 3 1910, LOS TERCEROS EN DISCORDIA. ..................................................51 CAPÍTULO 4 CUANDO SEAS PADRE, COMERÁS HUEVOS........................................57 CAPÍTULO 5 LA COPA VIOLETERO Y MR. JONES..........................................................63 CAPÍTULO 6 UNA NAVAJA CABRITERA Y VEINTIDOS GOLES A CERO. .............73 CAPÍTULO 7 LOS COLORES DE LOS EQUIPOS SEVILLANOS. ..................................91 CAPÍTULO 8 DE MOJAMAS, BOFETADAS Y SILLETAZOS......................................... 105 CAPÍTULO 9 MICROBIOS, MOROSOS Y PROFESIONALES. .................................. 129 CAPÍTULO 10 UN SEVILLISTA EN LA PRESIDENCIA DEL REAL BETIS BALOMPIÉ. ..................................................................... 147 CAPÍTULO 11 FASCISMO Vs. REPUBLICANISMO......................................................... 155 CAPÍTULO 12 LA PEÑA DEL POLLO. ................................................................................... 161 CAPÍTULO 13 EL (SUPUESTO) EQUIPO DE LOS FASCISTAS. .................................... 169
CAPÍTULO 14 LOS OCHOCIENTOS SOCIOS. ................................................................. 179 CAPÍTULO 15 EL TRANSCURRIR DURANTE LA GUERRA. ...................................... 183 CAPÍTULO 16 UNA BOMBA SALTARINA. .......................................................................... 191 CAPÍTULO 17 LOS CLUBES SEVILLANOS EN LA POSGUERRA. EL CASO ANTÚNEZ. ..................................................................................... 199 CAPÍTULO 18 EL GENERAL SÁENZ DE BURUAGA ........................................................ 211 CAPÍTULO 19 LOS ESTADIOS SEVILLANOS..................................................................... 223 CAPÍTULO 20 DE TRANVÍAS. ................................................................................................. 237 CAPÍTULO 21 LAS OBLIGACIONES. .................................................................................... 245 CAPÍTULO 22 SÁNCHEZ-PIZJUÁN Vs. BENITO VILLAMARÍN. .............................. 249
INTRODUCCIÓN.
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ablar de la historia del fútbol sevillano a los habitantes hispalenses no es fácil. Y no lo es porque es muy complicado que alguien escriba sobre él en su globalidad sin que alguna otra persona se duela por lo que lea. No existe término medio. La Historia no sería Historia si no se hallasen referencias claras sobre las que apoyarse. Las pruebas y las evidencias deben ser las garantes que certifiquen que lo que se está escribiendo es lo correcto y no algo inventado, aunque eso sí, siempre sujeto a nuevos descubrimientos que den un sentido u otro a la teoría que se pretende exponer, por lo tanto es algo abierto y sujeto a nuevas investigaciones, a favor de lo expresado o en contra. Poner en pie lo que ocurrió en esta ciudad singular durante más de cien años es apasionante. Buscar en hemerotecas, bibliotecas, hacer entrevistas, oír debates grupales… no se trata de que el autor dé una versión de lo ocurrido, algo completamente legítimo, en nuestro caso son las pruebas y las evidencias las que deben hablar. Los documentos son los que cuentan la Historia al autor y este transmite la información directamente a su pluma, casi mecánicamente y sin interpretación inicial. El investigador es un medio, un simple recurso que hace que la realidad pasada tome forma, se configure automáticamente en forma de un gigantesco puzle, donde las piezas deben encajar perfectamente, porque si no es así, el resultado final es un
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objeto amorfo y sin sentido. Nada debe quedar a la aventura, esto no es un juego de azar. Si no encaja, no sirve. La interpretación de los hechos difusos aparece irremediable en segundo lugar, aunque la auténtica tarea del investigador es precisamente la de cubrir aquellos huecos y lagunas en donde las evidencias difícilmente hacen acto de presencia. El paleontólogo debe poner un empaste irremediablemente allá donde no hay hueso. Juegan un papel fundamental los indicios, las pistas, el análisis de una frase de un personaje a posteriori, o una actuación perdida, sujeta siempre a la ulterior aparición de datos que lo corroboren o no, y sobre todo el método científico. La habladuría de tasca, la leyenda urbana, la mentira y el rumor, son la antítesis de la Historia. Es la versión a conveniencia de un sector u otro, de un grupo humano intentando desprestigiar siempre al rival, cuando en realidad, la Historia, la que debe contarse, engrandece a todos. La misma no debe convertirse en arma arrojadiza en forma de bulo y debe asumirse tal cual ocurrió. Hay que hacer, en definitiva, un ejercicio de honestidad. La propaganda Vs. la información. La propaganda es una forma de comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto de alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento. Hubo mucho de propaganda en el fútbol hispalense, pero incidiremos en la historia gloriosa del fútbol sevillano, de béticos y sevillistas, encajados en su respectiva época y su forma de actuar ante el balompié, y ante una ciudad con sus peculiaridades, con su idiosincrasia dual, a veces cainita y revanchista, a veces burlesca en su dimensión puramente sevillana, sus familiaridades y, cómo no, su orgullo. Pero
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al mismo tiempo es inseparable. No podemos hablar de la historiografía de dos clubes inconexos nunca, porque ambas están tan unidas a partir de un momento, que no podrá contarse nunca sin hacer referencia al rival, por más que lo intentemos, en algún momento de la línea del tiempo en la que se cruzan inexorablemente. Nos referimos a dos clubes más que centenarios, históricos del fútbol español. Hablamos de dos aficiones míticas, unos por una razón y otros por alguna muy distinta, nada más parecido a aquella filosofía china de nombre impronunciable en blanco sobre negro, o viceversa, donde todo en realidad es un conjunto indisoluble en la diferencia, creando una paradoja al mismo tiempo, de ahí su fascinación. Pero hay que hablar de lo que nunca se contó en toda su dimensión, de aquellos episodios que permanecieron condenados al ostracismo, que por mucho que no nos gusten sucedieron y fueron distorsionados para que al final pareciesen una cuestión distinta. Ese es el objetivo de este trabajo. Hay que sacarlos a la luz y este trabajo hará especial incidencia en ellos. Nos interesa la Historia culta y la oculta. La prohibida para algunos y la reconfortante para otros, desechando especialmente aquella Historia interesada, manipulada, exprimida y retorcida en su palabra por algunos, para hacer parecer que dice otra cosa, cuando en realidad es tan sencillo como comprobar científicamente su veracidad. Es un libro de fútbol, pero en él no verá usted alineaciones, ni estrategias de juego, ni tan siquiera podrá ver crónicas de partidos, porque es un trabajo que profundiza antropológicamente en la vida futbolística sevillana, y bucea en los porqués y en los cómo sucedieron las cosas.
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El investigador no es responsable de que la Historia sea asimétrica, que se decante favorablemente o desgraciadamente hacia un lado u otro. No es responsable de sus hechos, y no es responsable de su distorsión, ni de los bulos y leyendas urbanas contra el rival en un determinado lugar o en el otro. Sencillamente le proponemos una versión documentada, las causas deberá descubrirlas usted mismo conforme bucee en la lectura de este trabajo. CARLOS ROMERO.
Algunos piensan que las clases populares de primeros de siglo se sintieron más cercanas a la expresión Balompié y a un equipo formado por estudiantes. Otros piensan que fue determinante en este sentido, la historia del nacimiento del Betis Football Club, por escisión del eterno rival. Las causas que la originaron, como alguno de sus protagonistas contaron, son de sobra conocidas, y no es necesario incidir en ellas. (…) La cruel Guerra Civil, que destrozó tantas cosas, asoló como un violento tsunami a nuestro Betis Balompié… (…) El 16 de julio, dos días antes del levantamiento, se había firmado el contrato de arrendamiento del campo de Heliópolis, del que apenas se pudo tomar posesión, pues fue asignado a los “camisas negras” de Mussolini, como cuartel y garaje de carros de combate… (…) Por si fuera poco, y teniendo en cuenta los mínimos desperfectos que sufrieron los edificios de la ciudad, un obús de artillería, dirigido contra el gobierno civil, dio de lleno en la casa de la calle Bilbao, donde el Betis Balompié tenía entonces su sede social… (…) La plantilla quedó desmembrada: bien por quedarse atrapados en sus lugares de origen, o por acabar en el exilio, bien por ser movilizados al frente…
José León, presidente del Real Betis Balompié. Extracto del discurso del Centenario bético en 2007.
CAPÍTULO 1
SERÁ NOTICIA PARA MUCHOS... El Sevilla Football Club nació en 1905 porque se inscribió en el Libro de Registro del Gobierno Civil ese año.
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manecía el nuevo año de 1890, Sevilla ya no es lo que era. Los barcos que antaño llegaban del Nuevo Mundo dejaron de aparecer hacía tiempo en el puerto sevillano en detrimento de otros en la costa. Era una ciudad media, amurallada en buena parte aún, muy poco industrializada, 150.000 habitantes, y tan solo ocho notarios ejercían la profesión ese año en la provincia, lo que nos da una idea del escaso nivel de contratación, siendo la que se efectúa –básicamente- la que tiene que ver con los emprendedores británicos que llegan a la ciudad del Guadalquivir para poner en marcha determinados negocios, especializados principalmente en la explotación de los recursos nacionales para su exportación y el comercio. La implantación de empresas como la MacAndrews, dedicada al transporte marítimo de mercancías, la Sevilla Water Works, o la Portilla&White, una fundición regentada por un indiano y un británico, son algunas de las pocas compañías importantes que dan vida a la ciudad y de cuyos componentes
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surgiría, para siempre ya, aquella palabreja que sonaba rara para los habitantes hispalenses y que llamaban Football. No obstante el deporte era algo que venía practicándose en la ciudad desde hacía varios años, especialmente el remo desde 1870, y curiosamente en su mayoría por algunos de los británicos residentes en Sevilla. El 25 de enero de 1890 un grupo formado principalmente por escoceses y descendientes de británicos nacidos en Sevilla, celebran la Noche de Burns, en la que se recuerda, coincidiendo con el natalicio del autor, la vida y la obra del poeta Robert Burns, compositor de poemas como “Auld Lang Syne”, una fiesta patriótica en Escocia. Al estilo de cómo se inventó el fútbol en Inglaterra, no podría ser más que a la luz de unas frescas y rubias cervezas sevillanas, que en forma de musas inspiraron a nuestros protagonistas, para poner en marcha aquello que sucedería por primera vez en suelo hispano, y esto fue constituir un club específico dedicado al football. No existen noticias de que nadie hiciera esto antes en España. No pudieron esperar un solo instante más. A la mañana siguiente embarcaron en un bote y -a través del río que baña la ciudad de Sevilla- remaron una milla y media de distancia por el antiguo meandro de los Gordales hasta llegar a la Dehesa de Tablada, donde existía un hipódromo, y lugar de esparcimiento sevillano, con un magnífico terreno de hierba en su centro, ideal para la práctica del sport. Pidieron el permiso reglamentario a la Sociedad hípica e inmediatamente comenzaron a jugar. Ciertamente, con anterioridad a 1890, existen noticias de lo que podrían ser partidos de football en España, especialmente
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jugados en Jerez, San Sebastián, Bilbao y Río Tinto, pero en ninguna de las reseñas encontradas hasta ahora se indica que fuesen encuentros disputados por integrantes de sociedades dedicadas específicamente a este deporte. El encargado de dar la primicia será un periódico escocés llamado “The Dundee Courier and Argus”, al que escribe un componente del pionero club español y sevillano, contando con todo detalle los múltiples movimientos del grupo de deportistas. Dicha crónica debe ser entendida como el acta constitutiva del club hispalense, porque cumple con todas las premisas necesarias, como igualmente lo es la noticia publicada en la prensa local del Huelva Recreation Club de diciembre de 1889. La primera premisa es la voluntad de los socios de constituir una sociedad; la segunda consistiría en “bautizar” a la Sociedad con un nombre y este fue “Club de Football de Sevilla”, y en la tercera describen con meridiana claridad la actividad que van a ejercer como tal y las reglas mínimas de funcionamiento. Con esto fue más que suficiente para dejar constituido legalmente un club de fútbol, no necesitaban registrase como tal ante las autoridades para ser legalmente una asociación deportiva, según la Ley de Asociaciones de 1887, cosa que podrían hacer años después si así lo creyesen necesario, o les obligasen administrativamente, como fue el caso, en 1905. Hay un detalle que expresaron con meridiana claridad, y éste es que jugarían bajo las “Association Rules”, normas que distinguen entre el fútbol tal cual lo conocemos y el fútbol rugby. Ninguna referencia previa al fútbol en España contiene esta precisión, y por lo tanto, tales noticias, a diferencia de ésta sobre el nacimiento del Sevilla FC, permiten otro tipo de interpretaciones que aquí no caben.
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PRIMER PARTIDO DE FÚTBOL EN ESPAÑA [De un corresponsal de Sevilla] Hace unas seis semanas unos cuantos jóvenes entusiastas, residentes de origen británico, nos reunimos en uno de los cafés a efectos de considerar la propuesta de que deberíamos constituir una Asociación Atlética, ya que la mayoría de nosotros, principalmente ocupados en asuntos mercantiles, venía sintiendo una enorme necesidad de hacer ejercicio. Después de debatirlo y tomar unas cuantas cañas de cerveza, el “Club de ‘Football’ de Sevilla” estaba debidamente constituido y con sus cargos oficiales electos. Se decidió que deberíamos jugar conforme a las reglas de la Asociación y, como no había tiempo que perder, decidimos disputar un partido de entrenamiento a la mañana siguiente (Domingo). Conforme a ello, a la mañana siguiente, a las ocho en punto, unos diez de nosotros partimos desde la Casa Bote por el Guadalquivir, remando abajo hasta Tablada o Hipódromo, una distancia de alrededor de milla y media. Una vez obtenido el permiso de la Sociedad de Carreras de Caballos, fueron debidamente preparados los postes de las porterías, etc. Éramos más o menos la mitad españoles y la mitad británicos, y disputamos un partido muy agradable –cinco contra cinco- empleándonos a fondo, lo que nos dejó las articulaciones rígidas para unos cuantos días. En el curso de los acontecimientos, nos dimos cuenta de que íbamos a tener dificultades para reunir gente suficiente los sábados, me temo que no tanto como una cuestión de principios, sino por tener que levantarse de la cama. Al no estar en casa como ustedes, nosotros no disfrutamos de la mitad del sábado libre; pero inmediatamente los diversos socios pusieron el asunto en conocimiento de los jefes de sus
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empresas, que no tuvieron ningún reparo en autorizarlo. En consecuencia, durante algunos sábados hemos disputado unas partidas magníficas, meditando recientemente algo para nosotros. (…) Eran la mitad españoles y la mitad británicos los que constituyeron la Sociedad, y la motivación para su creación es la práctica del deporte. Se consideraban a sí mismos como “sportmen”, una filosofía de vida para estos pioneros que tenían sus reglas, cómo no, basadas en la flema y en la jerarquía británica. No era raro ver a los jugadores en un “match” de football con camisa de cuello almidonado, corbata o pajarita y calzones con cinturón o tirantes. Faltaría más, aún en paños menores, la elegancia en aquella época era signo de identidad fundamental. Igualmente era frecuente ver al referee (árbitro), con su sombrero de hongo corriendo por el campo para amonestar a algún jugador. Tras algunas semanas entrenando, como hemos podido comprobar, les llegan noticias a través de Mr. Henderson, comerciante metalúrgico a caballo entre Sevilla y Huelva, consistente en la reciente constitución de un club inglés de recreo perteneciente a la pequeña colonia británica de la ciudad de Huelva. Entendieron los sevillistas que era una oportunidad única para desafiarles, a pesar de no ser, el de Huelva, un club de football propiamente dicho, ya que los clubes de recreo de la época se dedicaban principalmente a las excursiones, los bailes y cantos propios de su tierra de origen, y al sport en general. Pero donde hay un británico, éste es susceptible de practicar cualquier deporte de su tierra, y efectivamente la invitación llegó a manos del secretario del club inglés de recreo, un señor apellidado Palin, que envió
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inmediatamente al medio informativo que la colonia británica de Huelva utilizaban habitualmente como altavoz, un diario que se llamaba La Provincia.
HUELVA RECREATION CLUB La siguiente carta ha sido recibida del secretario del Sevilla Football Club: Sevilla 25 de febrero de 1890. EW.Palin Esqr. Huelva Estimado Señor: Su nombre ha llegado a nuestras manos por Mr. Henderson como Secretario del Huelva Recreation Club. Como probablemente sabrá, recientemente hemos creado un Club de Football aquí, y se ha propuesto pedir a los miembros de su Club visitar Sevilla y tomar parte en un partido amistoso con nosotros bajo las normas de la Association. Si fuera conveniente para ustedes venir el domingo 8 de marzo, esa fecha podría servirnos. Nosotros propondríamos que el partido comience sobre las cinco de la tarde para aprovechar el frescor y que después su equipo pueda cenar y pasar la tarde con nosotros. Esperando su respuesta Suyo afectísimo. Isaías White J.
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Es Isaías White Méndez, hijo sevillano del co-propietario de la empresa metalúrgica Portilla&White, y el secretario de la Sociedad de fútbol sevillista como podemos comprobar. Los ingleses de Huelva confirman al Sevilla Football Club, mediante un cable, que acudirán a jugar el encuentro. Veamos la segunda parte de la crónica de The Dundee Courier and Argus, descubierta por el investigador Javier Terenti Sánchez, que continua narrando lo que ocurrió. (…) Habiendo un Club de Recreo entre nuestros compatriotas en Huelva, les escribimos preguntándoles si podían reunir un once y venir a Sevilla para medir sus fuerzas contra nosotros, y a los pocos días recibimos un cable confirmando que se enfrentarían a nosotros el sábado 8 de marzo. La semana pasada tuvimos un tiempo espléndido, aunque un tanto frío; pero, en conjunto, las perspectivas eran de ambiente soleado, y el sábado nos esperaba con grandes expectativas. La prensa local se hizo eco, estábamos seguros de la asistencia de un buen número de espectadores en el campo, pero desafortunadamente, a la llegada de nuestros amigos de Huelva se puso a llover. Sin embargo, habían recorrido ochenta millas para jugar con nosotros, por lo que no teníamos más remedio que jugar. La hierba estaba en muy buenas condiciones a pesar del persistente aguacero, comenzando a las 4:45 ante alrededor de doce decenas de espectadores. Los jugadores presentaban un aspecto variopinto, con todas las equipaciones en regla, salvo el ala izquierda nuestra, que nunca había tenido el honor de pertenecer a un club atlético, y se presentó con traje de noche, en forma de un fantástico pijama estampado. Fue recibido entre carcajadas burlonas y bautizado por los nativos como el “Payaso Yugles”. El juego resultó de lo
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más agradable, con dos partes de treinta y cinco (minutos), terminando con victoria para Sevilla por 2 a 0. Ritson hizo el primero, seguido poco después por el “Payaso Yugles”, de forma inesperada para todos, y no menos para él mismo. Es de justicia reconocer que el Club de Huelva nunca había jugado junto antes, y que habían tenido un viaje en tren de cuatro horas por la mañana, por lo que jugó con una gran desventaja. Nuestro médico inglés actuó como juez para Sevilla, y el Secretario del Club de Recreo hizo lo mismo para Huelva, cumpliendo el cometido de árbitro el Vicecónsul británico a satisfacción de todos. Siendo ésta el primer encuentro de fútbol conocido en el Sur de España, y probablemente de toda España, se consideró que la ocasión era digna para un banquete especial, y a las ocho, treinta cubiertos se dispusieron en el salón del Restaurante Suizo. Después de una suntuosa cena, en parte española y en parte francesa, con ligeros tintes británicos en el menú, el Sr. Edward Johnston, que presidía, con unas palabras bien escogidas, brindó por nuestra Reina, el Príncipe de Gales, y la Familia Real, así como por la Reina Regente y el joven rey de España, con especial sensibilidad por la reciente enfermedad de Alfonso XIII. Sobra decir que tras los brindis se bebió con el entusiasmo debido. La velada transcurrió agradablemente con brindis, cantos y emoción. Ni siquiera el fracaso del “Payaso Yugles” en su intento por mantener el equilibrio sobre una silla vacía estropearía la armonía de la reunión. Es probable que Sevilla visite Huelva en unas pocas semanas, y esperamos con interés que se repitan unos momentos tan agradables como los que Huelva ha vivido aquí; y seguramente, la inauguración de este juego en ésta parte del país será seguida por otras organizaciones similares en todo lugar donde exista una colonia británica en España.
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Una crónica para la posteridad que nos confirma con meridiana claridad para disfrute del fútbol español determinadas cuestiones. En primer lugar podemos comprobar que este sería el primer partido del “juego nacional de Gran Bretaña”, como lo titula un diario de la época, y se juega en España entre dos clubes constituidos. El nombre del deporte es tan desconocido que sería nombrado como Pootball en el periódico El Baluarte. Como comentamos previamente, no existen noticias anteriores, o no las conocemos, de otro partido con estas características. Y por otro lado es el primero igualmente que se juega bajo la Association rules, es decir, el fútbol tal cual lo conocemos. Además nos confirma que el primer gol marcado en suelo español es efectuado por Ritson, jugador del Sevilla Football Club, así como que el primer club de football que gana un partido en España es el club sevillista. En definitiva asistimos a los inicios del fútbol en España, no existen otros clubes en la ciudad, no existen federaciones, ni tan siquiera campeonatos, y será el propio club el que organice internamente las fórmulas competitivas necesarias, algo que ocurre de espaldas a la sociedad sevillana en aquellos primeros años, exceptuando las fechas navideñas. Todos los años por esas fechas organizarían unos partidos más formales. Así lo comprobamos, nada más y nada menos que en Nueva Zelanda, trabajo de investigación de Juan Luis Franco Sánchez, que nos aporta el periódico The Otago Witness de la ciudad de Dunedin en 1891.
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“Será noticia para muchos que el juego del fútbol tiene un sonoro discurrir en España. Se dice (escribe un periodista de la revista “The Field”) que allá donde los ingleses se establecen, no paran hasta que introducen sus costumbres y juegos nacionales, y los ingleses en España no son una excepción. El fútbol lleva algunos años formando parte de los festejos de Navidad en Sevilla, y el club, bajo la presidencia del genial Vicecónsul Mr. E. F. Johnston, está en un floreciente estado. El sábado 27 de diciembre, el partido con Huelva, que se ha convertido en un acontecimiento anual, tuvo lugar en el hipódromo –en el que se ha obtenido un campo excelente- gracias a la amabilidad de las autoridades. Casi todos los ingleses residentes estaban presentes, y una amable representación de españoles, ansiosos por iniciarse en los misterios del fútbol, el cual, según describen los periódicos locales, es jugado sin palos ni cestas de protección. La concurrencia no tenía derecho a quejarse por la diversión que se les brinda, a pesar de que el rápido juego terminó en empate, sin que ningún bando marcase; y en verdad, lo único censurable fue la actitud de las señoras españolas, más preocupadas de las piernas y el comportamiento de los jugadores que del juego. Las defensas de ambos equipos jugaron bien, y gracias a su buena defensa, el equipo de Huelva se salvó del desastre, mientras que los delanteros Welton y White de Sevilla y Birchall de Huelva estuvieron sobresalientes. En cuanto a Geddes, de Sevilla, merece una mención especial por el dudoso honor de ser peligroso por igual con sus compañeros que con sus enemigos”.
Hablamos de una crónica de 1891, basada en otro periódico llamado “The Field” que se publicaría en Londres. Un
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nuevo descubrimiento a partir de estos sueltos periodísticos, nos llevaría a conocer al presidente sevillista, el vicecónsul británico Edward Farquharson Johnston, un poliédrico personaje de la vida sevillana.
El primer árbitro conocido de España. El partido del 8 de marzo de 1890 y los posteriores celebrados en la ciudad, solo podían ser arbitrados por la autoridad competente y siendo ésta el propio vicecónsul británico, amén de dos socios, uno por parte sevillista y otro onubense. E. F. Johnston, según el investigador Alejandro GonzálezSerna, era hijo de James Johnston y Margaret Miller Farquharson. El obituario del Sr. Johnston, nos muestra que se educó primeramente en Weston House –el que fuera notorio seminario de Elgin en el que, al mismo tiempo, impartía clases Alexander Graham Bell- y posteriormente en Mill Hill, la famosa ‘Public School’ inglesa situada cerca de Londres. Tras completar su educación, Johnston entró a formar parte del negocio relacionado con su madre, y que tenía extensas relaciones comerciales con España y Asia. A través de esta profesión, fue enviado a España en la década de 1870. Allí estableció su vida con su familia, y el 23 de enero de 1879 fue designado vice-cónsul británico en Sevilla hasta su retirada el 5 de octubre de 1906. Ned Johnston, así conocido igualmente, se casó con Mary Crombie el 3 de julio de 1879, siendo residente en Sevilla, y lo hizo en Ballgownie Logde, en Aberdeen, según publica “The Pall Mall Gazette” de Londres el 4 de julio de dicho año. Johnston era un emprendedor negociante. Lo encontramos, el 14 de mayo de 1899 en The New York Times como exportador de productos olivareros, ya que poseía en
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la localidad sevillana de Carmona terrenos dedicados a la aceituna y sus empresas transformadoras, según recoge el 7 de enero de 1901 El progreso agrícola y pecuario, a través de su compañía MacAndrews. Al poco tiempo de estar en Sevilla se hizo socio del Centro Mercantil (hoy Círculo Mercantil e Industrial), y en 1905 fue nombrado presidente del Centro de Contratación de Sevilla. La MacAndrews fue su principal actividad. Era esta una compañía naviera, empresa familiar con origen en Elgin, y extendida desde ese punto a otras localidades británicas y españolas. Nuestro personaje fue nieto de Mary MacAndrews y biznieto de William McAndrews, fundador de la compañía. En The London Gazette, del 14 de julio de 1908, se obtuvo la confirmación, en una operación comercial firmada junto a tres socios apellidados MacAndrews, de que E. F. Johnston era uno de los socios propietarios de la compañía naviera. Johnston llegó a Sevilla para hacerse cargo de la organización y desarrollo de una nueva sociedad naviera, MacAndrews y Cía., que tendría la hegemonía del comercio sevillano con las islas británicas. Tras la liquidación de la compañía en España, en 1917, Johnston fijó su residencia en Londres. La casa de los Johnston (en la calle Guzmán el Bueno, número 2) era el centro cultural de acogida de los viajeros románticos británicos. Estamos a finales del siglo XIX, época de auge de excavaciones arqueológicas y de escritos de libros de viajes. Época también de hispanistas que tradujeron al inglés los clásicos españoles. Independientemente de su papel como comerciante, era un aglutinante cultural de los británicos que visitaban Sevilla. Por el Epistolario de Jorge Bonsor vemos que era recomendada la visita a Guzmán el Bueno a otros que pasaran por Sevilla. Su relación con Bonsor y con Carmona se aúna en el Museo de la Necrópolis Romana de Carmona
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(Sevilla), en 1885, donde es uno de los firmantes del acta de fundación de dicha entidad. Hasta 1905 fue la persona que rigió los destinos de la Sociedad footballística sevillana con éxito, año en el que le sucede a su oficialización José Luis Gallegos Arnosa un relevo necesario que debía llegar con los años. El equipo sevillista estaría magníficamente capitaneado por un personaje de vital importancia, entrenador del equipo en el campo y de una personalidad arrolladora. Hugo MacColl fue el capitán sevillista completando al presidente y al secretario en la Junta directiva de la Sociedad Footballistica, un triunvirato que conformaría el alma mater de aquellos pioneros. Cambió MacColl en Sevilla su nombre original, en inglés “Hugh”, por Hugo, nombre castellanizado que conservaría hasta el final de sus días, incluso en su tierra. Jugaría junto a los hermanos Lindberg, Hanaldo y Juan, los hermanos Welton, Carlos y Enrique, Mackandrews, Chabbanan, Geddes, y otros tantos. MacColl se marcharía a la ciudad inglesa de Sunderland hacia 1892 para poner en marcha una empresa de ingeniería marina. Allí se le uniría otro compañero de equipo como fue el goleador Gilbert Reid Pollock. Con los años, Hugo haría llegar desde Inglaterra las camisetas a rayas blancas y rojas que fueron encargadas en 1908 por los dirigentes sevillistas, a través del capitán Wood, cuyo barco, el Córdova, se reparaba periódicamente en los talleres de la Maccoll & Pollock en la ribera del Wear. Unas camisetas provenientes del Sunderland AFC que su equipo, aquel que ayudó a fundar, el Sevilla Football Club, vistió por aquellos años.
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El Centro Mercantil, hoy Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, sería el nexo de unión de todos los pioneros sevillistas durante casi treinta años y donde realmente hacían vida de club, es decir, se reunían y planificaban todas sus actividades deportivas, además de las profesionales. El catedrático de Historia Contemporánea D. Rafael Sánchez Mantero expuso durante su ponencia, fruto de sus investigaciones, en la Conferencia de Historia y Deporte, pronunciadas el 14 de febrero de 2013 en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla, que paulatinamente fueron incorporándose más jugadores nativos a este equipo sevillano, que se ejercitaba en el campo existente detrás de la Fábrica de vidrios de la Trinidad. Así, aparecen con el tiempo nombres como los hermanos Zapata, Ángel Leániz, Manuel Jiménez León y José Luis Gallegos en el natural relevo generacional dentro de la sociedad sevillista. Efectivamente, eran comerciantes en su mayoría, y algunos de ellos habían sido previamente enviados a países extranjeros a realizar sus estudios. Este relevo necesario conoce el fútbol en los países de destino, y sus miembros se reúnen para poder ponerlo en práctica cuando vuelven a Sevilla. Como bien puede deducirse, estos jóvenes entusiastas procedían de familias adineradas, de hecho burguesas, que contaban con prósperos negocios, que volvían de realizar sus estudios en el extranjero, especialmente en Gran Bretaña, aunque comprobamos a otros provenientes de Suiza y Francia. A todos ellos también se unirían algunos jóvenes nacidos en Inglaterra que llegaron a Sevilla, especialmente por cuestiones de negocios, y con un hilo conductor como era su río – el Guadalquivir- y los vapores que atracaban en el Puerto, encontrando un espacio y un grupo humano en la ciudad
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que daba pie a poner en práctica costumbres británicas como el Football. Estos muchachos sabían en qué consistía dicho sport, pues lo practicaron obligatoriamente como asignatura durante sus estudios y no querían dejar de practicarlo a su vuelta a Sevilla. Sabían que no solo era una diversión, sino que respondía a ciertos ideales cuyo aprendizaje adquirieron durante su formación en el extranjero. Fue una generación muy polifacética y no centraban sus actividades en un solo deporte, algo que estaba incluido en dicha cultura británica, donde se practicaban, entre otros, el lawn tennis, el cricket, el remo (siendo este sport –en un primer momento- el preferido por nuestros sevillistas), aunque finalmente, a finales del siglo XIX, el fútbol fue considerado como un deporte a practicar en invierno con objeto de mantener la forma física, ya que en esa estación se hacía difícil practicar el remo, debido a la temperatura del agua y sobre todo por el temor a contraer enfermedades derivadas del enfriamiento, ante lo poco avanzado de la medicina de la época. Amaneciendo el siglo XX, el fútbol se configuraba como el deporte principal como se desprende a partir del declive del “Rowing Club”, donde descubrimos a nuestros sportmen practicándolo en un terreno extramuros, además de en el Prado de San Sebastián, en un corralón de la Fábrica de vidrio de la Trinidad y bajo el auspicio de Luis Rodríguez Caso, director de dicha fábrica. Pero poner esto en práctica y concienciar a la ciudadanía local no fue algo fácil. Fue quizás por su juventud lo cual creaba ciertos escándalos públicos por el atuendo y por problemas de ruido en la recatada sociedad sevillana de la época. Como decía Arturo Otero en su libro, eran considerados “locos en paños menores” (autor de la expresión tan copiada posteriormente) que fueron perseguidos en numerosas ocasiones por parte de las
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autoridades y no podían jugar de forma abierta, por lo que es muy probable que comenzasen a pensar en darle un giro a la situación heredada, buscando a la sociedad una cierta formalización pública para hacerse respetar un poco. Pero la nueva generación era demasiado joven y según las leyes de la época, como hoy mismo, asociarse requería, al menos en su junta directiva, que fuesen mayores de edad. A finales de 1904, sería José Luís Gallegos, ya entrado en la edad necesaria, tal y como podemos comprobar de sus propias palabras en la revista “El Fígaro” de 1914, el que tomaría la iniciativa para hacer posible que aquel grupo de jóvenes equipiers, que practicaba el fútbol en Sevilla, el “Football Club” para ellos, fuese tomando forma dando sus primeros pasos. El motivo principal para que tomasen la decisión de dar forma jurídica a la Sociedad sería la idea de la participación en algunos torneos que de manera incipiente comenzaban a organizarse en aquella España footballística, aún en pañales. Concretamente se disponían a jugar un partido contra el ya conocido como Recreativo de Huelva. Sería allá por la Feria de San Miguel de 1905, septiembre-octubre, como bien nos recordaba Luís de Ybarra y Osborne, muy joven socio, adolescente recién llegado de Inglaterra aquel mismo año, del “Football Club” de Sevilla. Los componentes blanquirrojos se consideraban a sí mismos como “sportmen”, y querían implantar las formas educativas inglesas a las que atribuían propiedades de superioridad y prestigio de lo que todo lo británico gozaba por aquel entonces en el mundo. Esto les llevó a utilizar los juegos al aire libre y el sport como medios de su implantación para la mejora física de los jóvenes. El componente ideológico regeneracionista era claro, nuestros sevillistas dejarían alguna frase para la historia que darían fe de ello, entre ellas, quizás la más famosa, corresponde a José
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Luis Gallegos Arnosa, primer presidente oficial, que nos dejó para el recuerdo aquello tan regeneracionista de: “Todos los hombres de cualquier nivel social, ideas religiosas o políticas tendrán aquí cabida” Sería el Sevilla Football Club, la primera institución de la ciudad que fomentase el deporte como tal de forma pública y abierta. El éxito en el futuro de la Sociedad sevillista radicaría precisamente en eso. Ya en 1908, tan solo tres años después de su oficialización, la nueva generación blanquirroja contaba con más de ochenta jóvenes repartidos en cinco equipos tal y como hemos podido saber de la prensa de la época, un objetivo muy elaborado, dada la mentalidad de aquellos sevillanos de principios del siglo XX. No tardarían mucho en organizar dentro de la denominada “Fiesta de la primavera”, los primeros juegos sportivos de cara a los ciudadanos sevillanos que comenzaron a conocer tales prácticas. La prensa, en 1913, dice lo siguiente: “El Sevilla Football Club, la única importante entidad dedicada a la propagación de la cultura física bajo todas sus manifestaciones, a cuyo frente marcha el conocido deportista don José. M. Miró, se propone organizar para la época que separa las tradicionales fiestas sevillanas de Semana Santa y Feria, una serie de fiestas deportivas…” Mundo Deportivo 20-2-1913
José María Miró Trepat fue precisamente el gran impulsor de la tarea regeneracionista del Sevilla Football Club, amén de Paco Alba, en esta fase de consolidación, y el que aportó renovadas bases al contenido ideológico al club sevillista, como se aprecia en su discurso como presidente de la
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institución en la inauguración del Campo del Mercantil en 1913, en la que se dirigió a los sevillistas diciendo: “Vosotros representáis la alegría, la salud, la fuerza y la robustez; en las reuniones que celebramos no se habla de política, en el seno de nuestra sociedad de “sport” caben por igual el pobre y el rico, hasta nuestra afición es reflejo de nuestra Sociedad de “sport”, pues en nuestro campo se codean personas de todas las clases sociales y se os debe enaltecer, porque tenéis como norma la disciplina, por ideal la victoria, la fortaleza es nuestra aspiración y la admiración de los demás nuestro premio.” Concluimos, diciendo que sería este interclasismo precisamente el objeto y el motivo, entre otros, de la continuidad de la Sociedad. Otras consideraciones socio-políticas de estos sportmen, la encontramos en el cuestionamiento del por qué la no ostentación por parte del Sevilla Football Club de un título de “Real”. Es algo de lo que ni tan siquiera se planteasen su solicitud, natural por otro lado en las sociedades deportivas de la época, tal y como podemos comprobar con el Real Club Recreativo de Huelva, el Real Madrid FC, la Real Sociedad de San Sebastián, o el mismo Real Betis Balompié, pero la razón fundamental la encontremos probablemente en que buena parte de los integrantes sevillistas fuesen republicanos. No hablamos de derechas o izquierdas, hablamos de que eran partidarios de un sistema político presidencialista y sin rey. Las relaciones que mantienen aquellos pioneros con José Montes Sierra, presidente de la Unión Republicana y diputado a Cortes, y presidente del Círculo Mercantil sevillano contemporáneamente, institución con la que los sevillistas como tal mantendrían relaciones capitales en sus inicios, serían magníficas. Los jóvenes sevillistas realizaban
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sus reuniones en los altos del Círculo Mercantil en la calle Sierpes, de la que eran socios también y lugar que sería testigo de la redacción y aprobación de los documentos que dieron lugar a la oficialización como club. Esto ocurrió un 23 de septiembre de 1905 y sería el 14 de octubre de ese mismo año cuando se presentó el expediente exigido en el Gobierno Civil de Sevilla.
La Guerra Civil acabó en 1939, el Sevilla Club de Fútbol, rebautizado así por imperativo legal por prohibirse los extranjerismos en todos los espectáculos públicos, recibe el encargo de escribir su primera Historia dos años después. Arturo Otero, secretario sevillista, será el encargado de recabar los datos necesarios y relatarla. Pero está mal visto en esos momentos que el club sevillista ostentase unos orígenes británicos claros, ya que España se alinea en ese momento con Alemania e Italia frente a Francia y Reino Unido. La censura hace acto de presencia cuando Arturo Otero hace referencia a “…unos ingleses que hicieron que los sevillanos se decidiesen a practicar aquella cosa rara y exótica denominada sport”. Poco más se podía decir.
CAPÍTULO 2
EN 1907 UN GRUPO DE ESTUDIANTES FUNDAN EL SEVILLA BALOMPIÉ. ¿Fundaron unos estudiantes el Balompié en 1907?
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endrían que pasar muchos años para que otro grupo de muchachos se organizaran para practicar aquello que comienza a ser aceptado en la sociedad sevillana conocido como football, y puesto en marcha desde muchos años atrás por los componentes del Sevilla Football Club. Sin embargo las motivaciones tendrían matices muy distintos en estos nuevos equipiers. Serían en su mayoría descendientes de militares y terminarían siéndolo con gran repercusión y protagonismo en el futuro del país, como ya veremos. Como podemos comprobar, el nacimiento de los clubes sevillanos a finales del siglo XIX y principios del XX, no parte de una base social encuadrada en las clases bajas u obreras, sino que, por el contrario, se pone en práctica por parte de aquellos que tuvieron un acceso privilegiado al sport en general al football en particular y a su conocimiento previo. En aquel año, 1908, la Academia Politécnica de Sevilla -fundada en 1894- cobraría un importante papel en la fundación del hoy club verdiblanco. Dicha academia tenía por objeto preparar a sus alumnos para el ingreso en las Escuelas de Ingenieros de Caminos, Minas, Montes; Ingenieros Industriales de Madrid, Barcelona y Bilbao; Aduanas, Correos, Telégrafos, etc. según
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reza la publicidad en la prensa de la época. Pero, quizás su papel más importante era el de preparar a sus alumnos para el ingreso a las distintas academias militares de Artillería, Infantería, Ingenieros e Intendencia, sección en la que nuestros jóvenes entusiastas ejercían sus estudios. Por lo tanto, la Academia Politécnica de Sevilla y, por ende, el estamento militar, se configuraba claramente como el nexo de unión de aquel grupo de muchachos, lugar donde probablemente se conocieron. Ya por esas fechas sabían del football, quizás porque lo vieron habitualmente en los footballistas sevillistas, siendo posible que alguno hubiese pertenecido a la filas merengues en uno de los equipos que ya tenían en marcha a lo largo de 1908, y especialmente porque en la Academia de Infantería de Toledo, lugar donde realizaban sus exámenes de ingreso en las distintas academias militares, ya se practicaba por aquellas fechas, según hemos podido comprobar. También el componente ideológico formaría parte de sus propias idiosincrasias, pero en contraposición al de los sevillistas. Para los militares los deportes atléticos tuvieron importancia ante todo como preparación física para la guerra. Numerosos trabajos, declaraciones a la prensa, discursos, e incluso legislación a principios del siglo XX, revelan el nuevo interés que para los militares comenzaron a tener los deportes atléticos, anteriormente secundarios, debido al prestigio que, en los cuarteles y entre la oficialidad, tenían desde siempre la gimnasia militar y los deportes aristocráticos como la hípica y la esgrima. Según Antonio Rivero Herráiz, autor del trabajo “Regeneracionismo español, cultura física y deporte”, el deporte era un arma del nacionalismo, que continuó hasta los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, donde se puso de evidencia de la manera más contundente.
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Este intento de poner en marcha el “nacionalismo español” sería el eje sobre el que giraría el nacimiento de la sociedad verdiblanca. Luis Rodríguez Caso, director de la Fábrica de Vidrios de la Trinidad, que ya ayudaba a los jóvenes sevillistas, allá amaneciendo el siglo XX, a guardar los palos de la portería en la fábrica y cederles el corralón trasero en el que jugaban. Era militar de Artillería y junto con otros amigos de idéntico idealismo, sería el promotor de un acto nacionalista muy importante en la vida sevillana como fue “España en Sevilla”, un acto en el que profundizaremos posteriormente. A este personaje, junto con otros, se le considera uno de los precursores de la idea de la Exposición Iberoamericana de 1929. Posiblemente Rodríguez Caso, siendo conocedor desde hace algún tiempo de la actividad sevillista, entre otras cosas porque jugaron en un corralón detrás de su fábrica de vidrio como hemos visto, prevé la posibilidad de formar un nuevo equipo en la ciudad a partir de aquel grupo de chavales aspirantes a militares que asistieron al acto de “España en Sevilla”. Unir la idea de “España” a un equipo de fútbol para enaltecer sus valores no era algo descabellado. Probablemente y con cierta lógica, Luis Rodríguez Caso se puso en contacto con Francisco Peris Mencheta, fundador de El Noticiero Sevillano, cuyo sobrino Vicente participaba en aquellos inicios balompedistas, y este a su vez escribiría a un personaje que cambiaría en parte el mapa de las nomenclaturas de los equipos españoles conocido hasta el momento. La ocasión merecía la pena y el intento fructificó. Mariano de Cavia, nacido en Zaragoza, licenciado en Derecho y periodista, colaboró en la Revista de Aragón, Diario Zaragoza y Diario de Avisos, llegando incluso a fundar una publicación humorística.
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Su buen estilo literario y una incisiva mirada sobre la política marcarían su trayectoria periodística. Trabajaría en diversos medios de Madrid, El Liberal al principio, El Imparcial durante casi una década y El sol, desde 1917 hasta su muerte en 1920. Era un personaje muy preocupado por la pureza del lenguaje, hasta tal punto que ingresó en la Real Academia de la Lengua, que le concedió el sillón con la letra A. Como decíamos, De Cavia recibió la petición por parte de Peris Mencheta para traducir el vocablo Football, sobre lo que publicó un artículo en El Imparcial de 1 de agosto de 1908.
“EL BALOMPIÉ” Varios jóvenes amables se proponen organizar una nueva sociedad de “football”; desean darle un nombre español, y no acertando con él, me hacen la merced de apelar a mis cortas luces, porque ellos tienen por intraducible el vocablo inglés con que se denomina este deporte. ¡Intraducible! Así como Napoleón, o quien fuese, dijo que la palabra “imposible” no era francesa, yo me permito creer que la palabra “intraducible” es una de las más inútiles de nuestro vocabulario. Para un idioma tan copioso, variado, expresivo y flexible como el español, muy a duras penas se halla una voz o término extranjero que no tenga equivalencia exacta, o que en último caso, y sin caer en el vicio del barbarismo, no sea asimilable o adaptable con la debida holgura. El término “football” no solamente no es intraducible, sino que al traducirlo al pie de la letra -ya que el pie toma tanta parte en ese juego- nos encontramos con un vocablo español de la más clara significación y de la más castiza estructura.
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El vocablo inglés es doble: está compuesto de “foot” (pie) y “ball” (balón). Pelota muy grande de viento llama al balón el Diccionario de la Academia en la segunda acepción de la palabra. Disponiendo pues, en nuestro idioma de las mismas dos voces que en inglés, e igualmente precisas y breves, nada más lógico y hacedero que componer la palabra “balompié”, cambiando en m la n del balón por la misma regla ortográfica que se sigue en ciempiés, sambenito, el apellido Sampedro, etc., etc. El “piebalón” sería una traducción harto servil de la palabra inglesa, bastante fea además, y por añadidura, opuesta a la índole de nuestro idioma, que con toda gentileza se nos manifiesta en otras palabras casticísimas, hermanas mayores del neologismo que me atrevo a proponer, en la esperanza de que deje de serlo muy pronto, para convertirse en una voz tan corriente como estas de rancio y puro linaje: buscapié, hincapié, rodapié, tirapié, traspié, volapié. No sé si me dejo en el tintero algunas otras por el estilo. Con las precitadas podría hombrearse muy dignamente el “balompié”, gracias a la aceptación y extensión que en España ha logrado este deporte británico, si mi proposición mereciese igual favor por parte de los jóvenes deportistas y de los cronistas deportivos. A los primeros en general, y más especialmente a los segundos, brindo esta modesta “ideica” en bien de la pureza y riqueza de esta habla española, por cuya conservación y acrecimiento todos debemos interesarnos de continuo, sin dejarnos vencer por la rutina y el culto inconsciente que se rinde al exotismo, culto asaz bajuno y excesivamente cursi en muchas ocasiones.
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Cierto que al principio parecerá rara y chocante la palabra “balompié”, como acontece con toda novedad léxica; pero repítase varias veces el vocablo -balompié, balompié, balompié, balompié- y presto se acostumbrará el oído, mercede a la significativa y castiza estructura de esas tres sílabas. ¿No es esto mejor que decir “fubol”, como dicen los más, diciéndolo torpemente y sin saber lo que se dicen? Y para no cansar más aquí pongo término a esta vaga y quizás vana leccioncilla de castellano visto ordeñar, saludando afectuosamente a los briosos jugadores de balompié, y despidiéndonos del vocablo nuevo con las palabras de un padre que no se fía mucho de la fuerza de la razón. ¡Fortuna te dé Dios, hijo!” Españolizar el término football era en sí toda una declaración de intenciones por parte de aquellos jóvenes militares. Si bien estuvo muy acertado Cavia y su propuesta fue muy bien acogida a nivel general, no por ello dejó de haber voces críticas. Los más puristas dudaban incluso de esa castellanización del vocablo, dado el origen francés de la palabra balón. Al final no era una palabra tan puramente española como pretendía en su objetivo. El mismísimo Azorín, ejerciendo de garante del idioma, aseveraba la existencia de otras palabras que venían a significar lo mismo, sin necesidad de forzar vocablos nuevos de dudosa procedencia etimológica, llegando a proponer incluso como vocablo la “esferomaquia” para definir al football de forma castellanizada. ¿A qué viene eso de balompié? ¿No tenemos aquí la voz esferomaquia? ¿Qué es jugar con una pelota de viento, sino esferomaquia?
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Jacinto Benavente, por el contrario, reivindicaría el vocablo football como tal: “A vos, D. Mariano de Cavia, príncipe del ingenio español, emperador de la lengua castellana, con el debido acatamiento, expongo, que de hoy más, siempre que del “foot-ball” hable por cuenta propia. ¿Qué méritos hallasteis en juego como el “foot-ball”, que más parece expansión de potros o luchas en el prado, para otorgarle carta de naturaleza que otros más lúcidos y airosos no lograron? Ahí se están el lawn-tennis y el polo y el golf. Y aunque estos últimos, el último sobre todo, tan como de casa parecen, no es menos caprichosa su etimología que la de “fuboll”, que tanto os ofende. Por mi parte declaro que este fuboll tiene toda mi simpatía, fuboll me encanta. Me parece nacido en el mismo arroyo de Embajadores. Y si con cariño se pronuncia, veréis como suena dulcemente y desentonaría menos en cualquier composición poética que el balompié o el piebalón académicos”. Pero asistimos a un momento verdaderamente histórico y sin precedentes en la historia del fútbol. Poco más de un mes más tarde, aparece en prensa la noticia de la fundación de un club cuyo padrino será, a la postre, un académico de la Lengua Española como lo fue D. Mariano de Cavia. Nos comunican desde Sevilla que se ha constituido allí una Sociedad de deportistas bajo el título de “España Balompié”. La felicitación con que nuestros amables
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comunicantes nos favorecen, se la devolvemos muy afectuosa a los balompedistas, (así se firman y hacen bien) que tienen el buen gusto de decir en español lo que la rutina y el culto cursi al exotismo apenas aciertan a decir en lengua extraña”. España y Balompié juntas encerraban en sí mismas toda una ideología clara y meridiana, aunque quizás sea este uno de los episodios más opacos de la historia del fútbol sevillano, pues esta Sociedad duró muy poco, unos días o semanas quizás, ni tan siquiera sabemos qué actividad ejerció dicho club, ni figura en ningún registro público, pero no existen noticias de otro club anterior que llevase por nombre la traducción castellanizada del vocablo Football. Ello nos demuestra que aquel espíritu nacionalista basado en la afirmación de un sentimiento bajo la denominación y la por entonces marca “España”, tendría tintes de rivalidad frente al cosmopolitismo del Sevilla Football Club desde el mismo instante de su nacimiento. Dicha rivalidad desde su propio génesis no sería solo deportiva sino ideológica: la España balompédica frente al Mundo footballístico. No deja de ser curioso y paradójico cómo -vista la evolución de ambos clubes a lo largo de más de cien años- los balompedistas acabarían promulgando a partir de finales de los años 60 un espíritu universal como símbolo de identidad fundamental, y los blanquirrojos amalgamando una idiosincrasia alrededor de la ciudad. De hecho en los símbolos del club verdiblanco, no aparece ni una sola referencia a la ciudad, ni en el escudo, ni tan siquiera en la bandera, todo lo contrario a la evocación en los símbolos sevillistas, cuyas referencias a Sevilla presiden todos sus actos. Será Juan del Castillo Ochoa, primer tesorero, el que hará referencia al primigenio club hispano-balompedista
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cincuenta años después, situándolo como el origen de una Sociedad que no cambiaría el apellido, Balompié, al que antepondrían el nombre de la ciudad. Es muy probable que surgiesen desavenencias entre sus componentes y decidieran cambiar el nombre “España”. Determinados autores sitúan a los hermanos Hermosa, en el centro de la polémica, siendo defensores del nombre “España” frente a “Sevilla, cuestión ante la que quedaron en minoría. Así, el 30 de enero de 1909, nace la ‘Sociedad Sevilla Balompié’, aprobando estatutos y reglamento, inscribiéndose en el Gobierno Civil dos días después. Ha quedado constituida la sociedad de sports titulada “Sevilla Balompié” cuyo reglamento ha sido presentado en el gobierno civil” Diario Sevilla, 30-1-1909
Como podemos comprobar, los inicios del fútbol sevillano fueron mucho más románticos que como lo dibujan en la esfera popular y sin necesidad de estar reflejándose permanentemente en el rival. Pero el Sevilla Balompié es tan solo uno de los dos clubes que compusieron finalmente al actual Real Betis Balompié, otro club llegaría más tarde y revolucionaría el fútbol sevillano tal y como se conocía.
CAPÍTULO 3
1910, LOS TERCEROS EN DISCORDIA. El Sevilla FC no quería obreros entre sus filas por su estatus clasista, y esto hizo que en su seno hubiese un cisma que dio pie al nacimiento del Betis.
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sta es una de las leyendas urbanas más extendidas sobre el nacimiento del equipo bético. Se pretende hacer ver que el Sevilla Football Club era un equipo elitista, del que, determinados miembros que no estaban de acuerdo con esa filosofía se escinden para crear el Betis Football Club, un equipo más acorde con un pensamiento más cercano a los pobres y obreros de Sevilla. Una vez vistas las idiosincrasias de los componentes de los equipos sevillanos en capítulos anteriores, don José Melero Lopera, investigador del fútbol sevillano y autor de diversos artículos en referencia a los orígenes del fútbol en Andalucía, nos descubre otros aspectos importantes. Gil Gómez Bajuelo, “Discóbolo”, presidente bético en 1922, en el especial que le dedica la revista “Oiga” con motivo de las Bodas de Oro del equipo verdiblanco, observa cómo se llegó a un acuerdo y se pudieron abortar estas primeras rencillas entre sus fundadores. Los motivos de estas diferencias
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se desconocen aunque es muy posible que fueran por el cambio de nombre de “España Balompié” por el de “Sevilla Balompié”. En cualquier caso, fuese el motivo que fuese, lo cierto es que no serían las primeras diferencias surgidas dentro del seno de la Sociedad balompedista. En febrero de 1917 en una carta publicada en El Correo de Andalucía y que firmaba el que más tarde sería presidente bético, Carlos Alarcón de la Lastra, habla de la desunión, la falta de compañerismo y la envidia entre sus directivos como las causas del mal momento por el que atraviesa el ya en ese momento ‘Balompié’. Causas que pocos años después llevan al equipo a casi su disolución, una pauta que se repetirá en muchas ocasiones posteriormente, y que salvara in extremis el jugador y capitán del equipo Carmelo Navarro, como señalaba de nuevo Gil Gómez Bajuelo en el diario La Unión de 30 de diciembre de 1920, hecho este, totalmente inédito. La inestabilidad y las continuas diferencias entre sus directivos no solo se dieron en los inicios del club balompedista, sino que se alargaron durante sus primeros años. Pero volviendo a los momentos iniciales de la Sociedad Sevilla Balompié, antecesor del actual Real Betis, y ya superada la primera crisis interna, como fue la protagonizada por los hermanos Hermosa, vemos cómo el equipo va tomando cuerpo y observamos a sus fundadores cómo forman en las primeras alineaciones, siendo los hermanos Wesolouski y los Gutiérrez los que conforman la columna vertebral del primer equipo, principalmente estos últimos, que con José y Manuel copan el centro del campo balompédico dejando al menor de los hermanos, Antonio, formando parte como vocal de la junta directiva. Como vemos en una crónica de El Correo de Andalucía de 1 de mayo de 1909, primera vez que la prensa sevillana se hacía eco de un partido jugado por el Sevilla Balompié y en la que su primer equipo se enfrentaba al segundo equipo del Sevilla
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Foot-Ball Club. Poco a poco algunos jugadores en el Sevilla Balompié van siendo relegados a un segundo plano y dejan de aparecer en las alineaciones del primer equipo. Entre estos jugadores se encuentran precisamente los hermanos Gutiérrez, José y Manuel, que pasan a jugar en el segundo equipo, como comprobamos en El Liberal de 31 de diciembre de 1909. También dentro de la directiva, el menor de los hermanos, Antonio, deja de formar parte de la misma. Pero lo que llega a suponer el mayor desencanto en muchos de estos jugadores es el campeonato de Andalucía que organiza por primera vez el Recreativo de Huelva y que se conoció popularmente como “Copa Mackay”, por ser este el apellido del presidente recreativista y persona encargada de organizar dicho campeonato. Esta competición estaba concertada para los días 4, 5 y 6 de enero de 1910, y el Recreativo invitó para disputarlo al Sevilla Foot-Ball Club y a la Sociedad Sevilla Balompié, que a finales de diciembre envía una carta con la relación de jugadores que componían la expedición, en la que no aparecen ninguno de los hermanos Gutiérrez, aunque finalmente José si llegó a disputarlo. En cualquier caso el cisma se había producido en el seno del propio Sevilla Balompié, y son los hermanos Gutiérrez los que lo encabezan, uniéndoseles Manuel Domínguez Anillo, Manuel Folgado, Diego Otero, Alberto Henke, Guillermo Comesaña, etc. todos ellos estudiantes de la Academia Politécnica Sevillana, algo que podríamos denominar como una “crisis de nacimiento”, tal y como apuntó Juan Castro Prieto en su libro Primeros pasos del Football sevillano, de 1890 a 1915. Acababa de nacer el Betis Foot-Ball Club a principios de 1910. En un intento de abortar la escisión, la directiva del Balompié convoca una junta en la que logra convencer a José Gutiérrez de que permanezca en el club, el mismo que meses después
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logra ocupar la presidencia de la Sociedad, dándose la curiosa circunstancia de que los dos equipos, tanto Sevilla Balompié como Betis Football Club son presididos por dos hermanos, José por un lado y Manuel por el otro, como prueba la ‘Guía Oficial del Comercio y la Industria de Sevilla y su Provincia’, conocida popularmente como “Guía Gómez Zarzuela”, en su tomo de 1911, lugar donde aparecen reflejadas las sociedades creadas un año antes, o sea, en 1910. Aunque sería por poco tiempo su permanencia en el equipo balompédico, ya que un año después abandonaría el Sevilla Balompié y volvería junto a sus hermanos a formar parte del Betis Football Club. Este club juega su primer partido el 27 de febrero de 1910, tal y como aparece reflejado en El Liberal el 27 de febrero de ese mismo año, frente al tercer equipo del Sevilla Balompié y a tenor de las crónicas y comentarios posteriores de sus protagonistas. Fue un enfrentamiento cargado de incidentes debido a la gran rivalidad que se fraguó entre ambos equipos. El Sevilla Football Club ha sido uno de los muy pocos equipos históricos del fútbol español que habría permanecido sin fusionarse con ningún club, manteniendo sus orígenes hasta hoy en día. Este tipo de hechos se producían siempre por motivos económicos y cuando un club veía peligrar su existencia debido a estos motivos, una buena solución era la fusión con otros clubes. Veníamos observando en nuestra investigación cómo el Betis Football Club sostendría unas relaciones magníficas con el equipo sevillista, club que prácticamente apadrinaba al club bético prestándole equipo deportivo y material diverso para la práctica del football. Por el contrario la rivalidad existente entre el Betis Football Club y el Sevilla Balompié se podría calificar como de “extrema”. Algunos partidos jugados entre ambos clubes rozaban índices de violencia desmesurada, con entradas fuertes y lesionados importantes. Hay quien ha querido darle una explicación
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basada en que como los componentes del club bético eran exjugadores sevillistas, estos seguían manteniendo la rivalidad con los balompedistas, algo poco probable, pues ya hemos demostrado que la escisión de dicho club no se produjo en el seno del Sevilla Football Club, sino por el contrario, dentro del propio Balompié, por lo que la rivalidad fue entre balompedistas y ex balompedistas vistos los nombres de sus integrantes. El proceso sucedería a la inversa, no solo no fue un cisma dentro del Sevilla Football Club, sino que sería este el que acogería posteriormente a los miembros del equipo bético junto al Andalucía Football Club posteriormente tras su disolución en 1913. Pero un personaje quedará en nuestra mente para los anales de la historia del fútbol sevillano, Manuel Pérez Centeno, trabajador de la empresa textil llamada Hilaturas Fabra y Coast, que se incorporó a las filas sevillistas entre 1909-1910 para jugar con el equipo. Como en esa época los horarios de trabajo eran muy amplios (12-14 horas) el Sevilla Football Club ofreció posteriormente a Manuel Pérez la posibilidad de alojarse en las instalaciones del estadio de la avenida de la Reina Victoria para ejercer como guarda y así poder asistir a los entrenamientos, ayudándole la institución a en todo lo que pudo. Por lo tanto, el primer jugador obrero que se incorporó a un equipo sevillano lo hizo dentro de las filas del Sevilla Football Club, desmintiendo la teoría del clasismo de esta sociedad. Desaparecido el Betis Football Club, poco más tarde, un equipo con el mismo nombre fue creado por Pedro Rodríguez de la Borbolla, consiguiendo el título de Real para la sociedad, llamándose Real Betis Football Club, que terminó fusionándose con la Sociedad Sevilla Balompié, dando como resultado al Real Betis Balompié.
CAPÍTULO 4
CUANDO SEAS PADRE, COMERÁS HUEVOS. El recién estrenado Balompié ganó la primera copa Spencer en Jerez.
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l fútbol dejaría de ser un monopolio en la ciudad en manos de los sevillistas tras 18 años, como hemos comentado de forma documentada, a finales de 1908 y principios de 1909. Los componentes del Balompié terminan de organizarse ese último año con el objeto de ser un rival para el Sevilla Football Club. Esta afirmación fue hecha por los primeros socios fundadores del equipo verdiblanco, y repetida a lo largo de la Historia por varios dirigentes y periodistas. Pero dicha rivalidad no sería gratuita. El equipo sevillista siguiendo una vieja ley del sport no escrita, estaba en disposición de ponérselo muy difícil a los balompedistas. Una norma que decía que los equipos novatos no podrían enfrentarse directamente a los primeros equipos de los clubes más antiguos. Para ello, el primer equipo de la Sociedad novel debería enfrentarse en primer lugar a las categorías inferiores, hasta llegar a jugar contra el primer equipo del Club más antiguo. Era algo así como el reflejo perfecto del refrán o dicho que reza: “Cuando seas padre comerás huevos”. Y así ocurrió. El equipo balompedista como tal, comenzó a dar
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sus primeras patadas al balón a orillas del Arroyo Tagarete, situado efectivamente extramuros en su paso por Sevilla, concretamente en el Prado de Santa Justa, que en sus orillas dejaba unos arenales lo suficientemente espaciosos como para poder practicar el football. Procedente de la comarca de los Alcores, el arroyo Miraflores cambiaba su nombre por Tagarete, transcurriendo por las inmediaciones de la capital hasta desembocar junto al lugar donde hoy se asienta la Torre del Oro. Se quejaban los jugadores balompedistas, tal y como hizo referencia José Fernández Zúñiga, portero bético apodado “Agonía”, en una entrevista de la ‘Revista Más’ de 1941, que los viandantes que por allí pasaban se referían a tal equipo como el “Tagarete Club”, lo que produjo en más de una ocasión algún que otro enfrentamiento, ya que era algo que les molestaba bastante. Máxime, teniendo en cuenta que, si decidieron llamarse “Sevilla Balompié”, fue precisamente para no incurrir en un nombre extranjero debido a su idiosincrasia, como vimos en el capítulo anterior. Decía el portero bético “Agonía”: “…El primer campo lo tuvimos en el Prado de Santa Justa, junto al Arroyo Tagarete, lo que dio motivo para que los “graciosos” nos llamasen “Tagarete Club”. A los balompedistas nos sentaba el mote como un tiro, y esto originó más de un “amistoso” contacto”. Podemos imaginar quiénes eran los autores intelectuales del mote, es posible que la ancestral rivalidad sevillana naciese justo en ese momento. El Sevilla Balompié debía demostrar que tenía suficientes recursos y técnica como para desplegar un fútbol a la altura deseada, según la vara de medir de los
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componentes del Sevilla Football Club, y para ello accedió enfrentarse al tercer equipo sevillista como primer paso en este “original campeonato”, que tendría como premio final medirse al primer equipo blanquirrojo y, cómo no, intentar ganarle. Que se tenga noticias, este primer partido se jugó en abril de 1909 tal y como nos contó primer tesorero y tercer presidente del Balompié, Juan del Castillo Ochoa en ABC, en Sevilla, diario de la tarde y en la revista “Oiga” de diciembre de 1958 simultáneamente. Esta es la primera noticia existente en prensa de un partido jugado por el ‘Sevilla Balompié’, no sabemos de otro anterior en el que uno de los protagonistas sea el equipo verdiblanco. Debió ganar ese encuentro al tercer equipo sevillista, pues el 2 de mayo de ese mismo año se enfrentó de nuevo al Sevilla Football Club, pero en esta ocasión a su segundo equipo. En ese momento no debió ser nada fácil ganarle a dicho segundo equipo sevillista, no pasando de las tablas, pues no conseguiría enfrentarse el equipo balompedista -al primer equipo blanquirrojo- hasta finales de octubre, y luego en dos ocasiones más a lo largo de noviembre, con resultado de empate por dos veces y victoria mínima del Balompié, reforzado por jugadores del Recreativo de Huelva residentes en Sevilla, el 28 de noviembre de 1909. Realmente no sabemos el resultado del partido, en este caso daría igual, pues el equipo verdiblanco tendría carta blanca para enfrentarse ya para la posteridad de igual a igual al equipo decano de la ciudad. Pero no crea usted, lector o lectora, que esta norma no escrita solo se aplicó a los balompedistas, serían estos mismos los que impondrían más tarde dicha norma a los equipos que aparecieron más tarde en el tiempo, tal y como hemos podido comprobar en la prensa de la época. Efectivamente, sería el recién fundado Betis Football Club en enero de 1910, el que pediría un desafío al Balompié –con esta expresión se definían a los encuentros footballisticos en esas
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fechas- debiendo comenzar a enfrentarse a su tercer equipo. Con el tiempo y con la aparición de numerosos equipos en la ciudad, con el establecimiento de distintas competiciones, dicha norma terminaría por no aplicarse, hasta quedar obsoleta.
Otro episodio interesante ocurrió en 1911, un hecho digno de mención, ya que se celebraba por aquel año en Jerez la Gran Feria de Ganado, con exhibiciones hípicas, concursos variados y exposiciones; corridas de toros y curiosamente, no fue la primera vez en la tierra del vino, un torneo de Football. Iba a poder disputarse el novedoso sport con la donación por parte de un jugador jerezano, Gustavo Gómez Spencer, capitán de caballería, jugador del cual tomaría su apellido posteriormente como apodo Enrique Gómez Muñoz, el Spencer sevillista, dado que no quería que su padre supiese de su afición al football. Por lo tanto no confundir el “Spencer” jerezano con el otro sevillano. De esta forma se especulaba con que acudiese a jugar este torneo un equipo hispalense. “Los días de concurso y football serán los días 2 y 3. Vendrán a jugar al football, dos teams de Cádiz y quizás uno de Sevilla”. 29 de abril de 1911 Diario el Guadalete.
Aunque como podemos comprobar, ese “quizás” no daba toda la seguridad de que fuese a acudir un equipo de Sevilla, y no sabemos bien la razón, el caso es que los tres equipos de Cádiz, es decir, el Español Football Club, Cádiz Football Club y Jerez Football Club, son los que definitivamente disputarán el trofeo donado por el Sr. Spencer.
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En la pista de la finca denominada San Benito propiedad del señor Garvey, tendrá lugar esta tarde a las cuatro un interesante match de Foot-Ball concertado entre los equipos de Jerez y Cádiz. Se disputarán los jugadores una magnífica copa, regalo del Capitán de Caballería don Gustavo Gómez Spencer. Tratándose de un nuevo sport en la localidad y tomando parte en él notables aficionados, auguramos a las personas que concurran un rato agradable de recreo. Tendremos le gusto de informar a nuestros lectores del resultado de esta fiesta.
Efectivamente, el día de 2 de mayo de 1911 tiene lugar el partido entre Jerez Foot-Ball Club y el Cádiz Foot-ball Club, cuyo vencedor fue el equipo gaditano y la copa fue otorgada a este equipo con toda la parafernalia de la celebración correspondiente. Aquí se habría acabado la historia si no fuese porque seis días después: Ayer llegaron en el tren correo algunos de los miembros de la Sociedad Balompié de Sevilla, para luchar con la Sociedad Español F.B.C. de Cádiz, vencedora de las demás Sociedades que han prestado concurso en la serie organizada por Jerez. En estos matchs se disputa la copa dona por el Sr. Spencer. La Sociedad Español F.B.C. de Cádiz no concurrió, por cuya causa no se verificó la lucha.
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Los distinguidos jóvenes de la Sociedad de Sevilla regresaron en el exprés a dicha capital. 8 de mayo de 1911. Diario el Guadalete.
No sabemos bien las razones, pero el caso es que el Balompié se presentó varios días después a jugar un torneo que se celebró durante las pasadas fiestas jerezanas. El Español de Cádiz ganó su trofeo y se marchó a su ciudad varios días antes y el Sevilla Balompié tuvo que dar la vuelta tal y como llegó.
CAPÍTULO 5
LA COPA VIOLETERO Y MR. JONES. Una copa para flores y un presidente bético que no quería ver el blanco ni en pintura.
CARTA ABIERTA AL SR. ALCALDE Excmo. Señor.- supongo habrá leído en uno de los periódicos de la localidad, la protesta contra los desmanes que a todas horas comenten una turba de... niños que con gritos y alaridos salvajes se solazan dando patadas a los más variados objetos. Ya son pelotas de goma (las menos) de papel, de trapo, piedras, botas viejas, y a todo objeto que cogen con sus pies, objeto que con furia loca se lanzan unos a otros con notorio peligro del pacífico transeúnte. Dichas turbas, en número inconcebible están a todas horas y en todas las calles. Aparte del peligro para el transeúnte, sus alaridos salvajes molestan hasta a los sordos ¿Quién no los ha oído? ¡Go, go, go! Esa es la exclamación que a gritos desaforados sale de sus gargantas. Aparte de esas dos causas que bastarían por sí solas para considerar indispensable la absoluta prohibición de esos... juegos, el buen nombre y la cultura de esta capital están reclamando a voces la represión de tales desmanes.
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No hace mucho tiempo se veía a la chiquillería jugar a las bolas, al trompo, al toro. Ahora ha hecho su aparición el reinado de las coces y coces van y coces vienen. No hay más. No cejaré hasta conseguir limpiar las calles y plazas de la espantosa plaga, que ha llegado a los límites o mejor dicho, ha sobrepasado lo justo y no puede consentirse ni una hora más. Señor alcalde ¿conseguiremos librarnos de los... niños footballistas? Es lo que desea Sevilla entera, no lo dude y el primero s.s.q.b.s.m. JLM Periódico El Liberal, 1916.
Aunque todavía quedaría lejos el que este nuevo juego desbancara en popularidad a los toros y los partidarios de Joselito y Belmonte, seguían siendo mayoría, en los cafés y casinos de la ciudad donde se hablaba con verdadero entusiasmo de los Lecompte, Paco Díaz, Jones, Tornero, Ramos Asensio, Puig, Barzanallana, Carmelo Navarro, Artola, Spencer... eran los nuevos ídolos de los partidarios de este nuevo “sport” importado de Reino Unido y que sin lugar a dudas provocaba en ellos una exaltación que superaba en mucho a la que producía la ya conocida en esa época como Fiesta nacional. Se discutía sobre el tecnicismo del football y de su reglamento, y todo ello con nuevas palabras como
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“corner”,”penalty”,”faut”,”off-side” y otros anglicismos que se estaban haciendo comunes en el argot popular de los sevillanos. Y, efectivamente, en la Plaza Nueva, en la Alameda de Hércules, en los arenales a orillas del Guadalquivir y en muchas calles y plazas sevillanas, la chiquillería ya no jugaba al trompo, a las bolas, ni a los toros, sino que ahora estaba de moda el correr y dar patadas a una pelota de trapo al grito de ¡gol, gol, gol!... El football en definitiva iba arraigando en las costumbres de la ciudad y de otras muchas ciudades andaluzas. Un par de años antes, 1914, se configuraría como un año decisivo en el devenir de los equipos sevillanos, ya que se producen múltiples cambios estructurales, sea por fusiones, absorciones, cambios de directiva, etc. El historial de rivalidad entre ambas sociedades era notorio por esas fechas, y la afición sevillana comenzaba a decantarse por un equipo o por otro de forma muy enconada, algo natural en la sempiterna Sevilla dual. Macarena o Esperanza de Triana, Joselito o Belmonte, Sevilla o Betis… En el Balompié aparece un curioso personaje de procedencia inglesa llamado Mr. Herbert Richard Jones, llegado desde la Tacita de plata y jugador del Español de Cádiz, equipo muy importante en Andalucía, tanto, que llegó a ganar el primer Campeonato regional. Jones se convertiría por esas fechas en el presidente del equipo verdiblanco y, con el tiempo, en presidente del ya llamado Real Betis Balompié, equipo resultante de la fusión entre el ‘Sevilla Balompié’ y el ‘Real Betis Football Club’. Insistimos. No deberíamos confundir a este último club, con el ‘Betis Football Club’, pues fueron equipos distintos, aunque con algunos componentes comunes. Hemos de recordar que algunos de los componentes del primitivo Betis Football Club se integraron en la Sociedad Sevilla Football
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Club poco tiempo antes, otros en el Andalucía Football Club e incluso en el mismo Balompié, justo a finales del año anterior. Para sorpresa de muchos, hubo incluso intentos de fusionar Sevilla Football Club y Real Betis Balompié en una sola sociedad, algo que no prosperó. Ambos equipos venían jugando tiempo atrás algunos torneos locales, como la Copa de Sevilla, junto a un buen nutrido grupo de equipos sevillanos tales como el Recreativo de Sevilla, el Athletic de Sevilla, el Estrella, el Español de Sevilla, etc. Pero sí estaba claro que cuando se hablaba de rivalidad en su máxima expresión, sería entre los dos grandes equipos, el decano, así se conocía al Football Club, y el Balompié. Mr. Herbert Richard Jones Vengouzel nació en Colombo capital de Ceilán (actual Sri Lanka), colonia británica, el 8 de septiembre de 1885. Sobre 1909 llega a Cádiz donde contrae matrimonio con María Teresa Medina Díaz, hija de militar. Y es allí en la “Tacita de Plata” donde sobre 1911 ayuda a fundar al Español Football Club, equipo al que perteneció. A finales de 1912 llega a Sevilla y rápidamente se enrola en las filas del Sevilla Balompié en el que se convierte en capitán y en poco menos que en el “alma mater” del equipo balompédico. Fue vicesecretario de la Federación Regional Sur, presidente del Comité de Árbitros del Sur, y árbitro en activo una vez retirado como ocurrió con otros muchos jugadores. El 30 de marzo de 1914 aparece un escrito en la prensa firmado por Richard Jones, conocido en la parroquia bética como “Papa Jones”, en el que se protesta por un hecho muy singular.
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“… Sr. Director de El Liberal.-Presente. Muy señor mío y de mi mayor consideración: Le ruego encarecidamente dé cabida en el diario de su digna dirección a estas aclaraciones, por lo que le doy gracias anticipadas: Seguramente, el distinguido público no está enterado de muchas cosas que suceden con la cuestión de las copas en que el Sevilla F.B.C. toma parte. Para su gobierno, voy a darles a conocer una ó dos cositas. En octubre del año pasado jugamos un partido contra el Sevilla F.B.C., en que se disputaba una donada por Cástor Montoto, socio del Balompié. Dicha copa fué llevada á la caseta, y al terminar el partido, en que salió vencedor el Sevilla F.B.C., fué entregada al capitán de dicha Sociedad llena de champagne. Así fué entregada la copa por el Sevilla Balompié. Ahora bien; como ya saben todos, este excelentísimo Ayuntamiento donó una copa de plata para el campeonato de Sevilla de 1913-14. Esta copa fué jugada cuando el Sevilla F.B.C. le pareció más conveniente, pues era la Sociedad depositaria de ella. Como es natural, al terminar el partido final, en que el Balompié salió vencedor, yo, como capitán del equipo, fuí a la caseta del S.F.B.C., para que me fuera entregada la copa, pero encontré que se habían marchado el presidente y la Directiva de dicha Sociedadseguramente para no tener el gusto de entregar una copa que ya habían considerado casi suya. Y me consta que dicha copa estaba en la caseta durante el partido. Por la tarde encontré al presidente del Sevilla F.B.C. en el paseo, y al preguntarle, me dijo que estaban grabando la copa. Al día siguiente me dió una tarjeta suya para que pudiera yo recoger dicha copa en la platería del señor Reyes. La recogí-pero tuve que pagar quince pesetas por un grabado--que yo
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no mandé hacer. Así fué entregada la copa del campeonato por el Sevilla F.B.C. Ahora vengo á otra copa más recientela que se jugó el domingo pasado. El señor Gallegos, presidente del Sevilla F.B.C., vino á verme, invitando al Balompié á jugar un partido de revancha, ofreciendo una copa de plata. Al preguntarle qué copa sería, me dijo que una copa que iba á comprar el señor Lastra. Eso fué en la mañana del viernes, y quedé en contestarle aquella misma noche. Fuí al Casino aquella noche, como le había ofrecido, y acepté la partida, á pesar de tener uno de nuestros mejores jugadores enfermo. Al mismo tiempo estipulé que la copa fuera entregada al vencedor en el Campo, después del partido. Se quedó conforme el señor Gallegos, agregando que pudiera suceder que el señor don Luís Ibarra, á quien había encargado el asunto de la copa, no pudiese ver al señor Lastra á tiempo, para poderla comprar el sábado, en cuyo caso me la entregaría el lunes. Verificado el partido, y declarado vencedor el Balompié, fuí á la caseta, como la vez anterior, por la copa, y me dijo el señor presidente del Sevilla F.B.C. que aún no la tenía, pero que me la entregaría al día siguiente. Me consta, sin embargo, que la copa que había regalado el señor Lastra estaba en la caseta durante el partido, y que fué vista por varias personas. El lunes el señor Gallegos me entregó una copita que más bien parecía un violetero. Al preguntarle si esta era la copa comprada por el señor Lastra, me dijo que no, que la copa del señor Lastra era demasiado buena para este partido, y que, por lo tanto, la Sociedad S.F.B.C. la había sustituído por la copita-o violeteroque me entregó.
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Este objeto-florero- fué comprado en la platería del señor Reyes el lunes por la mañana, después de haber perdido el Sevilla F.B.C., el partido que tenía tanta seguridad en ganar. Si hubieran quedado ellos vencedores, no hay duda alguna que la copa del señor Lastra hubiera sido “muy a propósito” como premio prometido, la cual hace unos diez días que había entregado dicho señor. Pero como fueron ellos los vencidos, el presidente del S.F.B.C. dispuso de otra mañana, demostrando así que estaba jugando con dos barajas. No es mi ánimo más que dar á conocer al público cómo se juegan y recogen las copas del S.F.B.C. Todo el mundo estará ya enterado también de lo que ha pasado con respecto á la copa de los Infantiles, donada también por dicho señor presidente, y que forzosamente tenía que ganar el Sevilla F.B.C. Rogándole me dispense el espacio que ocupo en su digno periódico, me repito suyo muy atto. y s.s.q.b.s.m..-H. R. Jones, presidente del Sevilla Balompié…” 1
1 Transcripción exacta y literal.
Como podemos comprobar los problemas no solo existían, sino que “se aireaban”, y nos propusimos investigar de forma más profunda estos hechos. Más de cuatro mil personas se congregarían en el campo del Mercantil para ver “el desafío” en el que se pone en juego la copa a la que hace referencia el Sr. Jones. Toda una multitud si tenemos en cuenta que aún estamos en 1914. Ya comenzaba a ser un deporte de masas y estos equipos encandilaban a sus respectivas aficiones. El inicio del partido se tornó enrarecido y la fuerte rivalidad de la que hablábamos comenzó a surgir en forma de entradas violentas. En un encontronazo en el que están presentes los balompedistas Carmelo Navarro y Henke, el jugador del
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Sevilla Football Club, Thompson, cae lesionado teniendo que abandonar el campo, quedando el Sevilla con 10 jugadores para el resto del partido. Hemos de tener en cuenta que las normas de la época no permitían los cambios y si un jugador se lesionaba sin poder jugar, su equipo se veía mermado y con menos efectivos. Tras el descanso, el decano domina el partido a pesar de ir en inferioridad numérica, destacando los jugadores Leconte y Noriega, pero según se ha podido saber por crónicas de la época y otras fuentes, el Balompié hace más faltas de la cuenta y estas son durísimas. A mediados del segundo tiempo, Carmelo Navarro, lanza un potente tiro que el portero sevillista, Valenzuela, no puede atajar por lo que el Balompié se pone por delante. En las postrimerías del partido ambos jugadores protagonizarán un episodio inolvidable que quizás hoy pueda parecer incluso cómico, pero que en realidad, en su momento, fue un asunto muy serio. Quedando poco tiempo para finalizar, Navarro hace una fea entrada al portero sevillista Valenzuela que queda tendido en el suelo doliéndose. Cuando este consigue recuperar el resuello, persigue a Navarro con una silla en las manos por todo el campo, que Valenzuela usa cuando su equipo ataca, cosa habitual que los porteros se sentasen en una silla cuando se aburrían, levantándose cuando el equipo contrario se acercaba para cubrir el arco. Otros jugadores hicieron de parapeto para que la silla no se estrellase contra el jugador balompedista, lo cual no impidió que, un tercero en discordia, Currito Illana, se abalanzase sobre Navarro tumbándole de un golpe. A continuación el campo quedó invadido por el público asistente, como era natural por aquellos años. Los sevillistas no quedaron satisfechos con el señor Millar, árbitro y socio del Balompié, por cierto, abandonando el campo. Los balompedistas se alinean de nuevo y el árbitro da como finalizado el encuentro.
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¿Quién tuvo razón? Es probable que el club sevillista no tuviese la caballerosidad suficiente para entregar la copa correspondiente al club rival, por supuesto llena de champán como era costumbre de la época, pues el partido lo perdieron a todas luces. José Luis Gallegos Arnosa, presidente sevillista, mostró su enfado actuando tal y como “Papa Jones” describe, pero tampoco podemos obviar que las bajas fueron importantes. No menos cierto, objetivamente comprobable, es que Herbert Richard Jones, presidente balompedista, no cuenta todo lo ocurrido en el artículo que leímos anteriormente. Sería el primero de los muchos episodios que ocurrirían a lo largo de la Historia, no hemos hecho más que comenzar a contarlos. Un caso bastante significativo y desconocido que contamos a colación del personaje, fue que Papa Jones, llegó a jugar algunos partidos alineado con el Sevilla Football Club a finales de 1915. Los partidos a los que nos referimos se jugaron en la capital de España los días 31 de octubre y 1 de noviembre de 1915. El resultado fue de 9 a 1 y de 10 a 0 respectivamente, confirmando el equipo madrileño la superioridad que mantenía debido a la precaria forma física del equipo andaluz que dejaba mucho que desear. El equipo en 1915 aún no estaba dotado de la ciencia que despegó en los años siguientes con la llegada de Tornero primero y sobre todo de Kinké después, sin desmerecer al gran equipo madridista. Prueba de ello es que un mes después rendía visita a la capital el Recreativo de Huelva que también salió goleado del feudo merengue madrileño. El 23 de octubre de 1915 “El Liberal” sevillano publicaba la relación de jugadores que componían la expedición sevillista, en la que además del presidente verdiblanco aparecía el “back” del Recreativo de Huelva,
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Manuel Montenegro. Esto no era algo anormal, los equipos sevillanos recurrían y se ayudaban entre ellos cuando querían reforzar sus respectivos teams, preferentemente cuando jugaban contra potentes equipos foráneos. Así lo vemos igualmente cuando Spencer y Pérez, jugadores sevillistas, se alinean en el Betis cuando se enfrenta a un equipo de Gibraltar en 1915. También desconocida hasta el momento, fue la fecha en la que el ex-presidente verdiblanco –Papa Jones- abandona Sevilla, y según hemos podido averiguar fue en la segunda quincena del mes de septiembre de 1918, incorporándose al ejercito ingles que luchaba en Francia durante la I Guerra Mundial. El semanario madrileño “Madrid Sport” reseña muy brevemente la noticia de la marcha del mítico presidente bético. “Mr. Herbert Richard Jones, alma del Real Betis Balompié y notable árbitro de la región sur, ha tenido que incorporarse al ejercito inglés que lucha en Francia. Le deseamos mucha suerte”. Jones falleció en Streatham, (Londres), el 29 de septiembre de 1950, convirtiéndose en una figura mítica y en todo un icono del beticismo, que en 2007 le dedicó un merecido y emotivo homenaje en la persona de su hija Beatrice Jones.
CAPÍTULO 6
UNA NAVAJA CABRITERA Y VEINTIDOS GOLES A CERO. Los niños verdiblancos se autogoleaban de rabia por lo que los sevillistas le hicieron a su club.
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uede ser una de las mentiras supremas de entre las grandes mentiras del fútbol sevillano. Esta parte de la historia futbolística hispalense no se puede contar solo como algo aislado sucedido en un partido concretamente, como viene siendo habitual en el boca a boca popular de la capital del Guadalquivir. Es necesario explicar el contexto, narrar toda una concatenación de hechos que sucedieron a lo largo de varias semanas y ni tan siquiera así, concluye con el famoso partido de los veintidós goles, sino que continúan los sucesos hasta varias semanas después. Es necesario contarlo conociendo los hechos, los antecedentes y las causas. Es muy posible que este año del que hablamos -1918- y de estas cuestiones acontecidas, arreciase la rivalidad tan marcada entre ambos clubes para siempre. El Sevilla FC es el equipo a batir en esta época, debido a que ejerce la supremacía del “football” andaluz y en los años de los que hablamos, quizás más. El Balompié, que todavía era conocido con ese nombre en aquella época, (también se le conocía como el/ la “Real”, aunque ya se llamaba oficialmente ‘Real Betis
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Balompié’ desde 1914), llevaba tres años sin ganar al equipo sevillista. Es necesario tener en cuenta que en aquella época se jugaban bastantes partidos a lo largo de un año y casi siempre entre los mismos contendientes, por lo que tres años sin ganar a su eterno rival suponía una carga que tocaba a la moral y el orgullo de los jugadores balompedistas. Como dijimos anteriormente, no eran los únicos equipos que existían en Sevilla en aquella época, aunque sí es cierto que eran los clubes más importantes. Los acontecimientos sucedieron durante la competición del Campeonato de la Copa de Andalucía y Extremadura, en su tercera edición concretamente. El Campeonato regional era lo máximo a lo que un equipo andaluz podía aspirar por aquellos años, dando paso directo al ganador a disputar el Campeonato de España. Era un torneo de gran importancia, la máxima para los dos clubes sevillanos, sin ningún género de dudas. El Balompié venía jugando el torneo muy bien debido a que se reforzó con buenos jugadores, tenía una plantilla fuera de lo normal. Como ya contamos anteriormente fue un equipo dirigido sobre todo por militares, algo que le sirvió para “ojear” jugadores que estaban haciendo el servicio militar en el Sur de España e incorporarlos al equipo. Fue un año de suerte, pues varios jugadores importantes del fútbol español coincidieron haciendo “la mili” en Sevilla. De esta forma observamos que el Betis contaba entre sus filas con Canda, del Vigo Sporting, Artola, de la Real Sociedad, y Balbino, del Fortuna de Vigo, captados de entre las tropas militares para engrosar las filas béticas. Contaban también con el refuerzo de un ídolo para los seguidores de su club, Barzanallana, del Español de Cádiz, que en las siguientes temporadas continuó jugando en su club originario. Nos relataba el semanario Madrid-Sport de 12 de febrero de 1918:
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“La Sociedad bética ha formado un equipo con jugadores forasteros, como Artola, Balbino, etc. En suma seis, algunos de los cuales se rumorea que son profesionales, y uno de ellos, el señor Balbino, del Real Club Fortuna de Vigo, ha sido denunciado a la Federación como tal y el asunto ha pasado a la Federación Nacional, de quien se espera el dictamen.” Hablamos de una época donde el fútbol profesional estaba totalmente prohibido, federativamente hablando, y debía imperar –teóricamente- el amateurismo pero los clubes se las arreglaban para pagar bajo cuerda a los jugadores, llegando a llamarse comúnmente a esta práctica como “amateurismo marrón”, conducta que repetían todos en mayor o menor medida, aunque las acusaciones de profesionalismo se lanzaban de un lado a otro permanentemente. El equipo sevillista contaba con un jugador muy bueno, Juan Armet de Castellví, “Kinké”, proveniente de Madrid donde jugó algún partido en el Madrid FC, aunque anteriormente procedía del Español de Barcelona, del que se sospechó siempre de su profesionalidad. Kinké llegó a Sevilla en 1917 tocado con un sombrero de ala ancha, y tal cual ejerció de linier en el primer partido jugado en Sevilla entre el Madrid Football Club y el equipo sevillista, que jugó vestido con camiseta grana y pantalón blanco en deferencia a su rival que vestía completamente de blanco. Era costumbre de la época –por caballerosidad- que el equipo local fuese el que cambiara de indumentaria. La eliminatoria entre Betis y Sevilla estaba servida. La popular guasa sevillana hace acto de presencia y los sevillistas entonaban una copla socarrona, de las que se cantaban en la época: Que este año no gana el campeonato, ni con Artola, ni Canda, ni Balbino. ...Serranillo.
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Eliminatoria a doble partido, cuyo primer encuentro se juega en el campo del Mercantil sevillista, transcurriendo este como cualquier otro partido y en la tónica de los años anteriores, sin incidencias a destacar de ningún tipo, ganando el club sevillista este encuentro por 3 a 2. Pero el equipo bético se sabía con la suficiente calidad como para remontar la eliminatoria en su campo. De hecho, como hemos comprobado, el Real Betis Balompié llegó a invertir mucho en jugadores, realizando un gran esfuerzo económico. Por lo tanto, la vuelta en el campo bético sería otro cantar.
El partido de la discordia. No hubo a lo largo de la Historia del fútbol sevillano un partido más accidentado que este que relataremos a continuación. Estamos ante el súmmum y en la cota más alta de la conflictividad futbolística que nunca tuvo parangón en la ciudad hispalense. Este encuentro jugado el 24 de febrero de 1918 en el campo bético de la Enramadilla, estuvo cargado de gran tensión por parte de jugadores, directivos y público asistentes. Ese día, domingo, había Elecciones generales en España y sabemos que acudieron pocas fuerzas de seguridad a un partido local de esta importancia, donde debía decidirse quién pasaría a jugar la fase final del campeonato andaluz. El Sevilla Football Club, según sabemos, protestó porque las medidas del campo bético -conocido como el de las tablas verdes, debido a que estaba rodeado de vallas de ese color- y las porterías no eran las reglamentarias, cosa que parece ser hacía cada vez que acudía a jugar a este recinto, y no eran aptas para la práctica del football con garantías. El único campo en aquel momento con las medidas reglamentarias era el Campo del Mercantil sevillista, - el de las tablas rojas- que
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contaba incluso con un vestuario, algo inédito en la época, alojado en la caseta de feria del Círculo Mercantil sevillano. Entender un vestuario de un campo de fútbol, tal y como lo entendemos hoy en día, no es posible. Era un habitáculo conde colgar el abrigo o la gabardina, ya que los jugadores acudían vestidos de futbolistas desde sus domicilios correspondientes y volvían igualmente vestidos de futbolistas. La gabardina y el sombrero eran las prendas que disimulaban en la calle el vestuario deportivo interior. Todo estaba preparado para iniciar el gran partido.
Ambos equipos posaron aquel 24 de febrero antes de jugar el partido. Foto Sánchez del Pando - La Unión Ilustrada 7-3-1918 Se alinearon por parte del Balompié: Portillo, Canda, Barzanallana, Salvador, Balbino, Barragán, Puig, Carmelo, Artola, Cabeza y León. Y por parte del Sevilla FC: Díaz, Alcocer, Trujillo, Ismael, Ramírez, Pérez, Cruz, Kinké, Spencer, Ramos y Escobar. En los comienzos del encuentro, el Balompié practica un juego robusto pero de gran calidad, adelantándose en el marcador por dos veces, haciendo gala del poderío futbolístico que podía desplegar. Nos contaba El Correo de Andalucía:
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“No pudiendo asistir ayer nuestro cronista deportivo Zancadilla al campo de fútbol, confió el encargo de hacer la crónica a un inteligente aficionado, del cual es la presente: A poco de comenzar el partido hay una combinación del ‘Balompié’, chutando Carmelo, apuntándose el primer ‘goal’ para su equipo. El tanto es acogido por los realistas con grandes ovaciones. Sacado nuevamente el balón del centro, entra en juego y en una ‘melee’ frente a la puerta del Sevilla, un delantero azul larga un punterazo, con tan buena suerte, que lo introduce por segunda vez en la portería contraria. Las palmas y vítores son atronadores.” Pero en los comienzos del segundo tiempo comienzan a sucederse determinados hechos tras el tercer gol bético. “Puesto el balón en juego nuevamente, parece que los blancos se sacuden la apatía y empiezan a desarrollar su clásico juego de pases cortos y rápidos, logrando acorralar a los contrarios (...) en estos momentos culminantes un espectador se lanza contra un jugador del Sevilla, agrediéndole cobardemente...” Efectivamente, el Sevilla FC se mete en el partido con ánimos de remontar y marca un gol. Cuando el jugador Pérez se dispone a sacar de banda continuando con la inercia de mejora de su juego, un energúmeno armado con una navaja cabritera y un palo -según definición de la prensa- agrede al jugador por la espalda y le hiere. Este hecho fue ratificado, además de los periódicos y revistas de la época a las que hacemos referencia, por la familia del jugador que dice que
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fue herido en el glúteo debido al objeto punzante. No sería el único hecho ocurrido. Veamos qué recogen otras crónicas de la prensa del día siguiente sobre estos hechos: (...)Un grupo numeroso de aficionados al Balompié, aprovechando la llegada a la valla de un equipier del Sevilla FC, lo abofeteó villanamente, cogiendo al jugador indefenso. Poco después, otro espectador que nos dicen es operario de la Pirotecnia, se adelantó en el Campo con una navaja en la mano y un palo, agrediendo al medio izquierda del equipo campeón -Pérez-(...) Crónica de Corane para el Noticiero sevillano.
(...)Un espectador se lanza contra un jugador del Sevilla, agrediéndole cobarde y brutalmente en la espalda (...) Crónica de Triquitraque en El Liberal.
Por lo que podemos leer, además del suceso donde Pérez es protagonista, otro jugador tuvo que acudir a la Casa de Socorro con alguna herida y otros jugadores sevillistas fueron abofeteados conforme se acercaban a las bandas para disputar el balón. Es necesario tener en cuenta el por qué esto podía suceder con esta facilidad. Por un lado, como ya hicimos referencia a ello anteriormente, no se encontraban las fuerzas de seguridad necesarias para contener a la masa de aficionados, que en número de dos mil asistieron para ver ese partido. Por otro lado el público se concentraba habitualmente de pie, justo pisando la línea de banda y de fondo/gol ya que no existían las gradas, por lo que el público estaba prácticamente encima de los jugadores. Se dio el caso anteriormente, en otro partido distinto, que en un tiro
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a portería de un jugador que salió fuera, un niño apostado junto al poste le dio con el pie metiendo dentro la pelota, no percatándose el “referee” de ello, dando por válido el gol. Los jugadores de ambos equipos, una vez terminado el partido, se enzarzan en una pelea, propinándose golpes y puñetazos. Algo que tendría consecuencias, como más adelante veremos. Los hechos que nos ocupan, trajeron cola y algunos cronistas de los periódicos sevillanos le reprochan al Balompié su actitud en el partido y critican fuertemente estos sucesos, como así vemos en una crónica de El Correo de Andalucía de 25 de febrero de 1918. “…Bien merecen, [los béticos], una enhorabuena después de tres años sin vencer al Sevilla, pero es lástima que la primera vez que vencen a su poderoso rival después de tanto tiempo, se señale en los anales futbolísticos sevillanos con el estigma de un espectáculo indecoroso…”
En los días posteriores, los seguidores balompedistas lanzan octavillas por la calle en contra de estos periodistas deportivos, soliviantando más si cabe a las masas. Algunos cronistas deben defenderse de las acusaciones lanzadas desde el bando bético, aunque sus directivos se excusan diciendo que nada tienen que ver con ello. No obstante el Real Betis Balompié celebra este esperado triunfo en el Pasaje de las Delicias, tras un largo periodo de derrotas infligidas por los sevillistas, donde se reúnen hasta 80 comensales haciendo discursos, a veces jocosos contra el equipo blanquirrojo, sobre la tan esperada victoria que ya se hacía de rogar y brindando por ello con champán. Pero los días de vino y rosas pronto llegarían a su fin.
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La infancia entra en juego. El campeonato debía continuar, ya que según las normas del momento existe igualdad en cuanto a partidos ganados por ambos y se debe jugar otro para desempatar. Tras un sorteo, se debía celebrar el siguiente encuentro en el Campo del Mercantil. Este se celebraría el día 10 de marzo de 1918. Por si fuese poca la gravedad de los hechos acontecidos en el anterior partido por parte del club vestido de azul en aquella época, en este próximo partido no se quedarían atrás, solo que ahora aparece otro importante personaje en escena. José Ximénez de Sandoval, fue considerado héroe de guerra en España, personaje que dio muerte en combate a José Martí en Cuba, líder revolucionario al que llamaban “el apóstol”. Este general malagueño pasó la mayor parte de su vida en Cuba y a su vuelta fue gobernador militar de Santander y Valencia. Fue nombrado teniente general en 1912 y arribó en Sevilla en 1915, para ocuparse de la Capitanía General de Andalucía. Poco tenía que ver con el football en Sevilla y sus equipos como pueden comprender. Su interés por este deporte era mínimo, pero los directivos del Real Betis Balompié deciden achacarle una decisión grave y esta consistiría en que no permitiría que los jugadores béticos que realizaban el servicio militar jugasen el partido de desempate ante el Sevilla FC. Pero esto se debía a una razón muy particular. Sabemos que en el partido anterior hubo tumultos, todo está comprobado y cotejado en decenas de publicaciones, pero en uno de los sueltos periodísticos, concretamente en el del diario El Día, de 25 de febrero de 1918 observamos un detalle que no aparece en el resto de publicaciones consultadas. Comprobamos cómo al final del suelto periodístico se dice:
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“…Algunos soldados de artillería condujeron a varios jugadores a la cárcel.” Todo ello ocurrió tras leer en el mismo que, en el tumulto, entre los jugadores hubo agresiones físicas. Como bien comprenderemos los soldados solo pueden arrestar a soldados, ejerciendo como policías militares, concepto que por aquella época no existía, y si era así el periodista no lo usa por lo tanto implícitamente y al menos Canda y Artola, militares de aviación, son arrestados por la jurisdicción militar por verse envueltos en un tumulto civil. No observamos que el suelto periodístico se refiera al público. Todo aquel que sea militar o haya hecho el servicio militar, sabrá que las penas militares son bastantes duras hoy en día, si como tales se viesen envueltos en un delito de reyertas callejeras, máxime en aquella época. Así entendemos por lo que hemos podido comprobar, que por este tipo de falta, el arresto probablemente no durase menos de un mes y el partido por el que fueron “retenidos” se celebró tan solo dieciséis días después. El partido de desempate, conocido como el del 22 a 0, fue para dilucidar quién pasaba a la siguiente fase del Campeonato de Andalucía, hecho que tuvo que pasar por la Federación Regional Sur, con representantes de ambos clubes para sortear el campo en el que se jugaría y la fecha del partido con toda probabilidad, tal y como sabemos de los documentos de la época, y que el Real Betis Balompié sabía a ciencia cierta qué ocurría con sus mejores jugadores y el arresto que sufrían. Si el Real Betis Balompié ya sabía el día del sorteo qué ocurría y sabía que sin sus mejores jugadores y en campo rival tendría pocas posibilidades de ganar, es lógico pensar que esperaba poder jugar en campo propio, probablemente, para “en aguas revueltas” intentar sacar un resultado positivo de igual manera que la anterior vez. Pero
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el sorteo no les favoreció, entrando, eso sí, en el terreno de la conjetura muy difícilmente demostrable, pero que da pie a pensar en ello, ya que hasta dos días antes del partido nunca protestó, ni pidió un receso, ni se conoce ninguna otra medida dedicada a paliar la desventaja que conoció desde el principio. Decidieron por ello, y sin previo aviso, enviar a unos niños a competir como forma de protesta ante dicha determinación del general, acusando al club sevillista de usar influencias para ganar el partido de forma ventajosa y tratando de esta manera que los sevillistas abandonasen la competición. El día previo al partido se vieron carteles en los aledaños y taquillas del Campo del Mercantil en los que se informaba que el equipo bético acudiría incompleto por este acontecimiento, pero lo que nunca nadie se imaginaría es lo que iba a suceder, aunque existen noticias de que la Federación andaluza sí sabía de esto un par de días antes. Por lo que sabemos, el club sevillista estuvo un buen rato planteándose el jugar o no el partido, pero finalmente decidió hacerlo y tratar aquellos “infantiles” como hombres, según se desprende de declaraciones de los protagonistas, aunque mantuvieron la compostura en todo momento a sabiendas de contra quien jugaban. Se alinearon por parte del Real Betis Balompié Juristo, Zúñiga, Montano, Juristo II, Tobi Iglesias, Arjona, Alonso Cueli, Matarredona, Barroso, Jiménez y Cruz. Por el equipo sevillista se alinearían Díaz, Alcocer, Trujillo, Pérez, Ramírez, Ismael, Cruz, Spencer, Kinké, Ramos y Escobar.
Si el Sevilla Football Club no hubiese jugado el partido habría sido descalificado automáticamente, estando el real Betis Balompié clasificado en ese caso, algo que no podría suceder bajo ninguna circunstancia. No obstante los jugadores
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béticos, aleccionados, “nunca fueron al balón” cosa que hemos podido saber por otras fuentes y crónicas, por lo que cinco de ellos fueron expulsados -para colmo- y el partido acabó con el escandaloso resultado que todos sabemos, como fue el 22 a 0. Analicemos las crónicas periodísticas que hablan de este partido, en las que sorprendentemente, el problema no era que un equipo de hombres se enfrentase a un equipo infantil, como podríamos pensar con los parámetros éticos actuales, sino que fue un “partido camelo” y que el público se gastó un buen dinero de la época para ver un espectáculo que no se produjo.
ENTRE LOS “TRES” LA MATARON. (...) ¿Hay derecho a anunciar a los primeros equipos y presentar a un infantil? Ayer al terminar la “farsa” se dijo que demasiado bueno era el público. Bueno por fuerza, porque tras pagar 1,75 y 0,75 por una entrada, aún querían que el público se lanzase al campo para que la fuerza de la guardia civil, que en gran número allí había, le “moliese” las costillas a quien en uso de su perfecto derecho reclamaba el importe de la estafa de que había sido objeto (...) Olmedo, Madrid-Sport.
UN PARTIDO “CAMELO”. EL DECORO DEPORTIVO POR LAS NUBES. MALAS ARTES. Y ALGO MÁS TAMBIÉN... (…) Mal, muy mal vemos que haya señores que por tener afecto a determinado “club” , se apresten a determinadas resoluciones que a nada práctico conducen y que van en
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perjuicio del público, pero peor aún, (incluso lo vemos casi criminal), que porque los del Betis le falten dos jugadores y les hayan jugado una mala partida, (si es cierto), sus contrarios manden a chiquillos para que les rompan un hueso, siendo tal el desequilibrio físico del hombre y del niño, y que necesariamente y por azar del juego tienen que encontrarse y chocar en la contienda(…) Zancadilla. El Correo de Andalucía.
Como se puede comprobar, eso de que fuesen niños los que jugaron les importaba poco. Mención especial merece la crónica de Triquitraque publicada en el diario El Liberal en su edición de Sevilla, titulada De Herodes a Pilatos. Los cronistas usaban muy frecuentemente su pseudónimo, como hemos verificado, en este caso se trata de D. Enrique Feria, cronista de tendencia republicana que parece ser se ve obligado en contadas ocasiones a cubrir estos eventos deportivos, tal y como podremos comprobar. En realidad son muy pocos los artículos que redacta sobre fútbol, sí publica bastantes sobre toros y sobre todo de política. Su crónica no tiene desperdicio por la locuacidad y forma en que cuenta los hechos. “(…) Y fuimos llenos de entusiasmo a ver pelear en noble lid, cara a cara, frente a frente, no con navajas cabriteras, sino con las espadas caballerescas, a los dos “teams” favoritos de la afición sevillana. Cuando llegamos al campo del Sevilla F.C. el lleno era completo. El encuentro de los blancos y los azules había despertado inusitada curiosidad.
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Al llegar al campo, nos enteramos de una noticia que nos produjo verdadera decepción: el equipo del Betis Balompié jugaría incompleto. Ocupamos sitio en el palco destinado a la Prensa, dispuestos a reseñar con entera imparcialidad aquella lucha, que se desarrollaría a la luz del sol, y donde el triunfo sería del que lo conquistase noblemente y donde no cabían habilidades para lograr la victoria. En esas estábamos, cuando un amigo se nos acercó sigilosamente y al oído nos dijo: ¿Sabe usted la ventaja que nos ha tirado el Sevilla? ¿Sabe usted que nos han quitado a Artola y a Conde, los dos fenómenos del balompédico? ¿Sabe usted que se ha salido con las suyas? ¡Es claro! ¡Así le birlábamos el campeonato! ¡Eso es intolerable! ¡Es el eterno caciquismo de los blancos...! Sinceramente lo declaramos... el ‘mundo’ se nos vino encima... ¿Pero dónde nos habíamos metido? Esas reflexiones nos hacíamos cuando otro amigo se nos acercó y en idéntico tono confidencial nos dijo: “Sabrá usted ya lo que ha hecho el Balompié. Para no sufrir el palizón, faltándole Artola y Conde, que por orden del capitán general no pueden jugar mientras estén en el servicio, han enviado al equipo infantil. Eso es una habilidad intolerable. Deben de residenciar al equipo...” Nuestra cabellera se erizó; los ojos se nos salieron de las órbitas. Habíamos sufrido una gran equivocación. ¡Aquello era una ofensa para los miles de espectadores que llenaban totalmente las localidades del campo...! Aquello era una vergüenza.
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Había que ver la desigualdad de los equipos... Aquellos niños con las camisetas azules nos daban la sensación de estar en la playa sanluqueña a presencia de la colonia escolar... Y en un ambiente hostil comenzó aquella parodia de partido, que duró largo rato, durante el cual los del Sevilla hicieron 22 ‘goals’ y los infantiles ni siquiera se apuntaron un tanto. ¿Para qué reseñar el partido? Ante la monstruosidad del abuso cometido ayer con el público, no acertamos a expresar nuestra indignación. No nos atrevemos a culpar ni a unos ni a otros. Sí a todos. Y terminamos haciendo una proposición. Ayer ingresaron unas miles de pesetas en las taquillas del campo del Sevilla F.C. Esas pesetas debieran ser restituidas a sus dueños... Ya no tiene remedio. Solo hay una solución que rehabilite a los que las cobraron: el que esas pesetas sirvan para llevar pan a tantos hogares donde el hambre ha establecido su criminal imperio. Triquitraque”.
Insistimos que el problema para todos ellos fue que se engañó al público al no ofrecer el espectáculo prometido, no al hecho de que fuesen niños los que jugarían contra hombres. Feria desvela la forma en que los seguidores béticos, estratégicamente, deslizan a los periodistas la información que necesitan que se publique. La propaganda en su estado más puro.
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¿Niños, equipo infantil o jóvenes? En el vox populi sevillano, pasado el tiempo, se habla de “equipo juvenil” como aquel que se enfrentó al Sevilla Football Club, pero en realidad el concepto a manejar es el de “equipo infantil”. Hemos de reconocer que este tema del equipo infantil, independientemente del tema ético o moral propio de nuestros tiempos, puesto que en aquel momento tenía una importancia mínima, nos ha tenido muy despistados en la investigación de estos hechos y les explicaremos por qué. Habiendo profundizado sobre la composición y objeto de los equipos infantiles de la época, llegamos a la conclusión de que más bien habría que haberlos llamado segundos equipos. No debemos confundir esto con “equipo filial”, ya que son dos cosas completamente distintas y lo realmente curioso es que durante esas fechas en todos los clubes españoles, los segundos equipos, generalmente estaban compuestos por jugadores de hasta 18 años, o rondaban el límite de esa edad y era la media. Tengan en cuenta que en esa época la mayoría de edad se conseguía a los 23 años. Sin embargo podemos comprobar cómo desde el equipo verdiblanco se aportó esta foto como la del equipo que se enfrentó al Sevilla FC el 10 de marzo de 1918.
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En ella se puede observar a unos chicos que pueden rondar edades de entre 13 y 17 años aproximadamente. La foto está datada e identificada por el diario Marca en 1958, (40 años después), como la de aquel equipo infantil bético de 1918, aunque es necesario reseñar que por los alrededores del campo no parecen que sea el Campo del Mercantil, por lo que es probable que esa foto no corresponda a ese partido, o al menos al campo del Enramadilla. Sin contar con ningún dato objetivo de que esa foto pueda corresponder con el Betis infantil de aquella época, más que el que lo diga a posteriori el diario deportivo Marca, podemos afirmar, sin ningún género de dudas, que el Real Betis Balompié presentó a un equipo de similares características. Sin embargo el hecho de jugar contra niños y ganarles por goleada no es nuevo a esas alturas del siglo XX, y nos llama la atención que para la prensa este hecho no fuese el tema central de las críticas ¿Por qué? Aunque no era algo habitual, sí era un hecho que ocurría en determinadas ocasiones por aquellos años y que ya tuvo sus precedentes tan solo cuatro años antes, por ejemplo, en el que el Real Betis Balompié juega un partido del Campeonato de Sevilla, enfrentándose al Athletic de Sevilla, equipo compuesto por niños según las crónicas de la época, a los que gana por 12-0. El año que nos ocupa, 1918, tan solo unos meses más tarde de los hechos relatados en este capítulo, será testigo de un partido en el Campo del Patronato bético frente al Español de Cádiz, endosándole un 9 a 1, estando este último equipo compuesto por algunos jugadores infantiles igualmente. Como pueden comprobar, este tipo de partidos entre niños y jugadores con cierta madurez no era atípico y de ahí que no entrañase sorpresa alguna en la opinión pública. Pero no terminaría todo aquí. El Real Betis Balompié sería fuertemente sancionado por este episodio y su presidente será inhabilitado por esta acción por
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parte de la Federación. El Sevilla Football Club será acusado de ejercer el poder absoluto dentro de la Federación Regional Sur, y esto desembocaría en batallas y luchas intestinas en su seno por alcanzar el poder, donde una serie de alianzas hará que la Federación hubiese podido terminar por salir de Sevilla y haber terminado por instalarse en Huelva, tras unas rocambolescas alianzas para incordiar al fútbol sevillano y con el Real Betis Balompié en una situación social, deportiva y económica verdaderamente lamentable, otra vez, que casi acaba con sus huesos en el ostracismo más absoluto.
CAPÍTULO 7
LOS COLORES DE LOS EQUIPOS SEVILLANOS. La camiseta del Real Betis Balompié está basada en el blanco y el verde de la bandera de Andalucía.
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on varios los tópicos, y por qué no decirlo, mentiras, que circulan en Sevilla sobre el origen de los colores de los equipos sevillanos en los que trataremos de profundizar. No sabemos bien qué colores utilizaron aquellos protosevillistas en 1890, tan solo tenemos referencia a través de la prensa, que iban bien equipados y conforme a las normas de los sportmen: “el higiénico sport”,… pero con elegancia. En base a ello, con toda probabilidad vestirían de blanco y esto era por diversas razones que pasamos a analizar. Es necesario tener en cuenta que estamos hablando de los orígenes del fútbol en España. Nuestros pioneros ya sabían de las normas básicas del deporte porque lo conocieron externamente, pero en cuanto a hábitos de la vestimenta no nos encontramos en esta época, lógicamente, ningún tipo de distribuidor de ropa deportiva en territorio nacional, como bien puede comprenderse. No había ningún tipo de moderno tejido sintético; el lino, la lana, la seda y el algodón eran los materiales básicos en las prendas de vestir de la época. En el football jugado en Inglaterra, donde llevaban ya muchos
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años de práctica y con indumentarias fabricadas al efecto, las prendas deportivas utilizadas como uniforme ya eran coloridas. Pero en estos inicios españoles a los que nos referimos, la prenda usada como camiseta era la camisa de vestir y esta era de color blanco. No era momento aún de importar vestimenta específica de Gran Bretaña, comenzaban a dar sus primeros pasos, no había otros equipos contra los que jugar a priori, y jugarían con los medios existentes. Y volvemos a recordar que eran sportmen, no podían dejar de ser elegantes por su estatus, en una época donde se llevan los grandes bigotes a lo borgoña, bombines, tirantes, pajaritas y corbatas. Por ello jugarían con una camisa blanca, pantalón del mismo color, medias negras –eran las que habían- y para distinguirse de los equipos formados entre ellos mismos, llevarían en el cinto un pañuelo de seda de un determinado color cada equipo a modo de cinturón. Con la aparición de otros clubes, los cintos de colores desaparecerían, pues el color de las camisetas/calzonas cambiaría de un equipo a otro. No era algo nuevo. Ya practicando el remo usaban la indumentaria blanca en numerosas ocasiones y sabemos por las crónicas que, en algunas regatas, el color azul del cinto era el habitual de los remeros sevillanos. No deja de ser curioso cómo no abandonarían, como algo implícito en la vestimenta futbolística, las pajaritas y las corbatas, al menos para la foto previa al partido. Elegantes sobre todo. El referee arbitraría totalmente trajeado, incluso con el bombín encasquetado, toda una muestra de autoridad en los lances del juego. En la primera década del siglo XX, el Sevilla Football Club seguiría sin cambios en cuanto a hábitos y vestimentas, a excepción de una noticia aparecida en Mundo Deportivo, de fecha 3 de noviembre de 1908, donde se refleja que el equipo sevillista decide por fin encargar camisetas a Inglaterra, blancas con franja roja concretamente. Una camiseta que a fecha de 31 de
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enero de 1909 aún no llegó, por lo que parece, ya que el Sevilla FC aparece jugando un partido muy importante a favor de los damnificados por el terremoto de Mesina, en los que se les ve perfectamente vestidos de blanco. Hemos de tener en cuenta que el Sevilla Football Club jugó hasta entonces muy pocos partidos de cara al público, suponiendo este partido del que hablamos toda una presentación en sociedad. Gustó tanto esta indumentaria a todos los asistentes, que el club decidió adoptarla definitivamente como principal, dejando la de “franja roja”, que llegó sin duda unos meses después, para las categorías inferiores. Descubrimos por ello, según los documentos gráficos de la época, que la encargada en Inglaterra, en realidad se trataba de una camiseta con once rayas, alternando las blancas y las rojas. Diseño que usarían en varias ocasiones a lo largo de la historia, unas veces como principal en muy contadas temporadas, otras como secundaria. Es muy probable que dicha camiseta proviniese de la ciudad de Sunderland, ya que su equipo, según hemos podido comprobar, vestía así en aquel momento y serían enviadas por Hugo MacColl, capitán sevillista allá por 1890 que mantenía su negocio en la ciudad inglesa. No sabemos exactamente en qué momento se diseñó el primer escudo sevillista que adornaba la indumentaria blanca. Desde las primeras fotos conocidas aparecen con él; entendemos que al ser diseñado por Lafita tuvo lugar sobre 1908. La razón por la que aparece un interés por exhibir símbolos externos en ese momento, como el escudo y los colores, es debido a la aparición de los rivales ante los que es necesario distinguirse. El escudo tenía un diseño que no desentonaba con los cánones de la época. Tres letras, “S”, “F”, “C”, siendo las siglas de
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la Sociedad, entrelazadas en color rojo y rodeadas por un círculo, eran bordadas en las camisas de los equipiers al lado izquierdo. Las rayas blancas y rojas volverían a aparecer en el nuevo y definitivo escudo diseñado en 1921 por Pablo Rodríguez Blanco. No era casualidad.
El Balompié, del blanco al verde, pasando por el azul. Los colores blanco y verde no responden a ninguna bandera, ni simbolismo (...) Todo lo que se diga contrario son fantasías. Agonía, portero del Sevilla Balompié en sus inicios.
En opinión de José Melero Lopera en su estudio e investigación sobre los colores del Balompié de 31 de agosto de 2011, que en junio de 1958 el semanario “Oiga” publica una entrevista al que fuera primer presidente y ex jugador del Sevilla Balompié, club originario del actual Real Betis Balompié, Juan del Castillo Ochoa, con motivo de las Bodas de Oro que en ese año celebraba el club verdiblanco. Dicha entrevista está plagada de una serie de errores, debido posiblemente a una debilitada memoria de un -ya por esas fechas- anciano ex presidente bético, el cual llega a afirmar entre otras cosas que llegó a ocupar una segunda presidencia en 1917 y que volvió en ese mismo año a jugar en el equipo bético, datos erróneos pero en la actualidad felizmente subsanados y corregidos. Pero lo que llama poderosamente la atención es un error bastante significativo y que incomprensiblemente se ha prolongado en el tiempo hasta llegar a nuestros días, como es el que el veterano militar designara el azul y blanco como los primitivos colores del equipo balompédico, algo que como veremos más adelante, pueda deberse a un error
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de apreciación. En un principio, el Sevilla Balompié, como ocurriera antes con el Sevilla FC y posteriormente con el Betis FC utilizó el blanco como primer color en su camiseta, sin que exista otro motivo más que el que era esa posiblemente el vestuario deportivo más fácil de conseguir por esos años. El primer documento fotográfico que se tiene de esa primera vestimenta se obtiene gracias a uno de sus fundadores, Diego López, el cual aporta dicha fotografía que fue publicada en distintos periódicos sevillanos con motivo de las Bodas de Oro del Real Betis Balompié. Muy poco debió durar el color blanco y da la sensación que debió de ser algo provisional ya que en 1910, un año aproximadamente después de la fundación del equipo balompédico, la revista malagueña La Unión Ilustrada, publica una crónica de un partido entre el Sevilla Balompié y el Betis FC el día 27 de octubre, donde aparece una fotografía de un gran valor histórico, que muestra por primera vez al Sevilla Balompié con la originaria camiseta a rayas verticales verdes y blancas, las mismas que trajera desde Dumfries (Glasgow), el onubense natural de Isla Cristina y capitán del equipo D. Manuel Ramos Asensio, el cual cursaba sus estudios en dicha ciudad escocesa, donde conoció el football por primera vez, y donde el equipo del Celtic lucia los mismos colores. Este documento demuestra que, como mínimo, en 1910 ya utilizaba el Sevilla Balompié el verde y blanco en sus camisetas, desmintiendo la teoría que últimamente se ha venido divulgando donde se habla del estreno de dicha camiseta en 1912, basándose en un artículo de ese año, en el que se anuncia un partido entre el Sevilla Balompié y el Betis Football Club, y donde se señala que el primero jugara de verde y el Betis Football Club de blanco, no indicando en ningún momento que esa fuera la primera vez que dichos clubes lucirían esos colores. El Sevilla Balompié siguió usando dichas camisetas hasta la unificación con el Real Betis Football Club, el 27 de diciembre de 1914,
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unión que dio lugar al actual Real Betis Balompié, estrenando una semana después curiosamente unas nuevas camisetas que -según algunos historiadores- también había traído desde Escocia el capitán del equipo Ramos Asensio. La indumentaria consistía en unas camisetas a rayas verticales negras y verdes y pantalón blanco, aunque desde otras fuentes se apunta a que las rayas eran negras y amarillas. En cualquier caso fue algo muy puntual y casi anecdótico ya que solo se jugaron dos partidos con dichas camisetas, puesto que el 5 de enero de ese 1915, (dos días después del estreno de esa vestimenta), el Real Betis estrena nueva indumentaria en un partido en el que se enfrenta al Sevilla Football Club en un match en el que se disputaba una copa donada por la “Sociedad Artística Sevillana”. La nueva vestimenta consistía en una camiseta sin rayas, y de un verde algo más oscuro que el anteriormente usado, que la prensa denominó “verde botella” y pantalón blanco. Verde y blanco, blanco y verde. El equipo bético por tanto seguía fiel a sus originarios colores, los que el capitán del equipo Ramos Asensio había exportado tiempo atrás desde tierras escocesas. Y se siguieron produciendo enfrentamientos entre béticos y sevillistas, acrecentándose aún más si cabe la rivalidad entre ambos equipos. Así, el 7 de febrero en el campo del Sevilla FC se disputo un partido entre ambos clubes, eliminatorio para un torneo a disputar en San Fernando, con una copa en juego donada por el Duque de Santo Mauro. El partido fue muy duro y disputado ganándolo finalmente el equipo sevillista por un apretado 4 a 3, causando gran alegría entre los “merengues”, (así se les llamaba a los sevillistas en aquellos años como hemos visto), y la lógica decepción entre los “pepinos”, que era como se denominaba a los verdiblancos. Tal fue la alegría que despertó la posibilidad de disputar dicha copa en tierras gaditanas, que tanto jugadores como
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directivos y algunos socios del club blanco organizaron un banquete en un céntrico restaurante donde -y según reflejaba El Correo de Andalucía al día siguiente: “…el menú fue excelente y la animación grandísima y durante el banquete se hacían comentarios sobre el partido, chistes muy oportunos y de vez en cuando un pepinillo volaba por la mesa...” Evidentemente el “pepinillo” hacía alusión a los jugadores béticos debido al color de sus camisetas. En 1917 se iba producir uno de esos episodios de rivalidad cainita tan frecuentes entre los dos clubes sevillanos. El hecho ocurrió el 6 de enero y en un choque entre el Sevilla Football Club y el Football Club Malagueño, correspondiente a la semifinal del Campeonato de Andalucía, en el que el equipo blanco ganó 3 a 1 y se clasificó para la final del campeonato que días después conseguiría adjudicarse por primera vez en su historia. Los hechos ocurrieron una vez comenzado el partido cuando los aficionados sevillistas que llenaron el campo del Mercantil, se quedaron enormemente sorprendidos cuando desde una zona del campo, y en el paroxismo de la rivalidad, se comenzó a pitar y abuchear al equipo blanco cada vez que tocaba el balón, aplaudiendo y vitoreando al conjunto malagueño cuando la pelota le llegaba a estos. Esto, lógicamente, provocó un gran enfado entre los aficionados sevillistas, sobre todo a uno de ellos, el cual escribió una carta publicada dos días después en El Correo de Andalucía, y que bajo el significativo título de “La idiosincrasia de un pueblo”, cargaba contra estos aficionados béticos a los que les echaba en cara esa actitud tan poco elegante y que se debía, decía este aficionado, a la envidia que se le tenía al Sevilla Football Club, reprochándoles que esa envidia “agresiva no escondiera su verde cara...”
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Nos encontrábamos en 1917, solo quedaba un año para que se celebrara la histórica Asamblea de Ronda donde se habría de designar los símbolos y colores representativos de nuestra región y el Real Betis Balompié, desde prácticamente su fundación, seguía luciendo el verde y blanco en su vestimenta, a sus seguidores se les llamaba “pepinos” y en definitiva y como hemos podido comprobar, eran esos los colores que siempre se asociaba tanto al club como a sus aficionados, los colores representativos de la entidad bética. El 28 de enero de 1917 se disputó un partido del Campeonato de Sevilla en el campo del Mercantil, feudo que el Sevilla Football Club tenía en alquiler y lugar donde se disputaban los partidos oficiales, (campeonato local y regional), por ser el único campo vallado y con las medidas reglamentarias que existía en nuestra región (esto ocurrió hasta la temporada 1917-1918). Dicho partido lo disputaron el Real Betis y el Español de Sevilla, ganando los verdiblancos al modesto equipo españolista por 4 goals a 0. Pero lo que llamó la atención de periodistas y aficionados que presenciaron el choque fue la indumentaria con la que salto al terreno de juego el Real Betis Balompié, una vestimenta que consistía en camiseta azul y calzonas blancas. El cronista del diario El Liberal, que no era otro que el presidente sevillista Paco Alba que solía firmar sus crónicas con el seudónimo de “Inside Rigth”, bastante sorprendido por cierto, afirmaba sobre dichas camisetas que debían de ser “los nuevos colores del equipo Real”. Unas declaraciones a tener en cuenta sobre todo por quien las dice, el presidente blanco que antes de serlo fue jugador del equipo sevillista, y estuvo presente en los primeros enfrentamientos entre sevillistas y balompédicos, siendo testigo directo solo unos años antes de los primeros pasos dados por el equipo verdiblanco. Este documento, junto al resto de crónicas de ese partido donde se habla del estreno
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de esas camisetas, en contraposición con las declaraciones efectuadas en 1918 por el primer tesorero verdiblanco D. Juan del Castillo Ochoa y de las que hablamos al principio. Existe una teoría sobre el origen de estas camisetas que habla sobre la posibilidad de que fueran de color azul (azul-Prusia lo definió la prensa), debido a ser este el color del cuerpo de artillería, al que pertenecían algunos de los fundadores del Sevilla Balompié, militares la mayoría como es bien sabido. Un dato que refuerza esta teoría es el hecho de que muchos de estos pioneros en ese mismo año, y según sabemos por la prensa, volvieron de sus respectivos destinos militares para incorporarse al club, enfrentándose incluso en un partido amistoso celebrado el día 30 de diciembre de 1917 al primer equipo bético que vistió la recién estrenada camiseta azul, vistiendo el “antiguo Balompié”, (así se le llamó desde la prensa), con la que era en ese tiempo la equipación del segundo equipo, esto es camiseta y calzonas blancas. Unos meses después el Correo de Andalucía daba una noticia, suponemos bastante esperada por sus dirigentes y socios. Concretamente fue el 6 de octubre cuando se anunciaba que por fin el club conseguiría de alguna manera cercar su campo con una valla de madera. Este hecho supuso un paso importante en el crecimiento del club, ya que desde ese momento la mayoría de sus seguidores pagaban por ver a su equipo, y así se pudo adquirir a grandes y reconocidos jugadores; desde los defensas Barzanallana y Canda, hasta los internacionales Balbino y Artola, para los que hubo incluso que echar mano de las influencias militares de las que gozaba el club verdiblanco, como en el caso del vasco Artola que realizaba el servicio militar en la capital de España, donde llegó a debutar en el mismísimo Real Madrid (semanario Madrid Sport 1 de marzo 1917) y fue trasladado a un cuartel de nuestra ciudad.
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A todos estos jugadores lógicamente había que pagarles, ya que, aunque el profesionalismo aún no estaba legalizado, el “amateurismo marrón” o profesionalismo encubierto era algo que estaba a la orden del día y muy extendido en el fútbol español, y todos, absolutamente todos los clubs en mayor o menor medida hacía uso de él. El club bético, como antes hiciera el Sevilla Football Club con las míticas “tablas rojas”, pintó las referidas vallas de madera que circundaban su nuevo campo con -y como no podía ser de otra forma- los colores representativos de la entidad, llamándose el nuevo campo de la “Enramadilla”, popularmente conocido como el campo de las “tablas verdes”. Y, efectivamente, según hemos podido comprobar por las diferentes crónicas de los partidos que disputo el equipo bético, se siguieron utilizando estas nuevas camisetas en el año 1918, como ocurrió el 24 de febrero en el partido local más escandaloso de la historia del fútbol sevillano, del que hablamos en anteriores capítulos. También en todos los partidos que tenemos recogidos al año siguiente, en 1919, aparece el equipo bético con dichas camisetas azules, como reflejaba El Correo de Andalucía, con fecha 12 de diciembre de dicho año. Resulta difícil datar la fecha exacta en la que el conjunto bético volvió a utilizar su originaria y representativa vestimenta verde y blanca, aunque por los datos que tenemos, la primera fotografía que hemos podido localizar es la publicada en el semanario madrileño Madrid Sport, de 15 de julio, en la que se cita al equipo verdiblanco que disputó el Campeonato de Sevilla de ese año, aunque es posible que en ese 1920 y durante un tiempo se compaginaran ambas indumentarias. Por último, argumentar que los colores del Real Betis Balompié no tienen vinculación alguna con aquella Asamblea de Ronda en la que el padre de la patria andaluza, Blas Infante, designó el verde y blanco
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como los colores de la bandera andaluza, Parafraseando lo que D. José Fernández Zúñiga “Agonía” dijo años después, alguien que, al contrario que Andrés Aranda, no entró a formar parte del club en 1921, sino que fue uno de sus fundadores y que volvió en 1917, para arrimar el hombro en unos años dificilísimos para la entidad. El Sevilla Balompié no usó prácticamente nunca un escudo conocido, no se habla de él en ninguna crónica y no aparece en ninguna foto antigua de la época hasta casi al final de la denominación como Sevilla Balompié a finales de 1913, en el que aparece un escudo verdiblanco en un membrete de la entidad. No sería hasta la aparición del Real Betis Football Club en 1914 y con su fusión cuando el equipo bético comenzaría a usar un escudo reconocible en las camisetas.
Merengues Vs. Pepinos; Palanganas Vs. Creaturas. Ser colchonero, merengue, culé, verderón, periquito, submarino amarillo, boquerón, choquero, león, etc, no tiene nada de especial, supone algo divertido y es así como se conoce a las aficiones de los distintos equipos. Pero hay muchas anécdotas y datos que no estarían de más conocer. Tal y como se desprende de algunas crónicas, los componentes del equipo decano la ciudad fueron conocidos durante un largo periodo de tiempo como los “merengues”. Hay datos muy antiguos que se remontan a la primera del siglo XX donde ya podemos encontrar dicho apodo referido al club sevillista por ese nombre. Concretamente la primera referencia que encontramos corresponde a Madrid Sport de 1918. Kinké marcó el primer tanto y Spencer el segundo, a éste fuerónsele infinidad de balones, tanto por alto como por los lados.
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En lo Real Betis, vimos un equipo endeble aunque sin “profesionales” como el pasado año. En el Sevilla jugaron Canda y Artola que lo fueron del Real Betis. Avilés del Español, Rey del Sporting, y León el gran extremos izquierda de “los reales”, que se han pasado al Sevilla a pesar de su odio a los merengues. En el Real Betis vi a Ramoncito que el pasado año estuvo en el Recreativo y también en el Sevilla. Y aquí terminó el sainete. Y así seguimos encontrando sueltos periodísticos que hablan de los merengues hasta finales de los años cincuenta, donde dicho término comienza a ser atribuido casi en exclusiva al Real Madrid Club de Fútbol. Coincide con un momento en el que el Sevilla Club de Fútbol cambiaría desde principios de los años 60 y durante décadas, sus medias, que pasarían a ser blancas en vez de negras. Como dato curioso decir que el Sevilla Club de Fútbol hasta la fecha de esta publicación, jamás ganó nada con ese nombre y vistiendo medias blancas, valga el dato por muy supersticioso que pueda llegar a parecer. El término “merengue” iría desapareciendo paulatinamente del argot sevillista a favor del equipo madridista, como hemos comentado, y será ya en torno a mediados de los años 70 cuando, con estas cosas del moderno marketing que comienzan a dar sus primeros pasos. La marca Adidas que vestía al Sevilla Club de Fútbol por aquella época, inserta en la vestimenta, hasta ese momento de blanco impoluto, unas finas líneas rojas en el cuello y la bocamanga, recordando a los eternos rivales las antiguas palanganas blancas de porcelana con el filo en rojo. Será por ello que a los componentes del equipo sevillista comiencen a ser conocidos popularmente
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como “Palanganas”, si bien otras versiones (béticas sin duda) hablan que el estadio sevillista visto desde el aire parece una palangana igualmente, en contrapartida probablemente a que el sevillismo decía de su estadio que parecía una “caja de herramientas”. Esto es lo que se ha dado en llamar “guasa sevillana”. Sea como fuere el origen del apodo, este no aparece antes de mediados los años 70 del pasado siglo tal y como hemos señalado y según hemos investigado. Pero lo verdaderamente curioso no es que una afición le ponga un apodo más o menos hiriente a la rival, lo que es sorprendente es que sea un presidente el que tilde a su propia afición para la posteridad, probablemente sin quererlo, con algún apodo. Y eso fue lo que ocurrió con los que hasta ese momento eran conocidos como “verderones” hasta finales de los años 90, cuando Manuel Ruiz de Lopera, presidente del Real Betis Balompié se harta de escuchar a los pocos críticos propios con la situación del equipo en la tabla clasificatoria, y espeta en un programa de radio nacional: “Esas criaturas que antes comían “arcatufas” por la [Avenida de la] Palmera y que se han acostumbrado ahora a comer jamón de pata negra…” Quería decir D. Manuel, que antes de llegar él, tanto el equipo como el club no funcionaban tan bien; que el conformismo reinaba entre el beticismo (de ahí el símil de la palabra arcatufa por la que es conocida en Sevilla a la chufa) y que en su mandato el equipo estaba dando muy buen resultado (obsérvese el símil con el jamón de pata negra) aunque esa temporada no fuese tanto del agrado del beticismo.
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La afición sevillista no desaprovechó la oportunidad para tildar a la afición bética como de “criaturitas” o de “creaturitas”, ya que ambas acepciones son igualmente válidas para la Real Academia de la Lengua. Son igualmente esas cosas tan hispalenses como es la “guasa sevillana”, tal y como hemos comentado anteriormente. Los “ex verderones” pasaron a partir de ese momento a ser “creaturitas” para gozo “palangana”, apodos que gusta poco a sus respectivas parroquias, pero esto es Sevilla y las cosas son así para su gente, una idiosincrasia muy particular.
CAPÍTULO 8
DE MOJAMAS, BOFETADAS Y SILLETAZOS. La persecución por parte sevillista hacia el Betis. El robo del sello de la Federación.
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os años 20 transcurrirían consolidando a las principales sociedades futbolísticas sevillanas. El fútbol ya comía terreno, incluso sobrepasaba al principal espectáculo hasta ese momento como eran las corridas de toros. Los estadios de los principales equipos sevillanos sufrieron numerosas remodelaciones debido al incremento de público para ver los partidos, y los jugadores más emblemáticos salían del estadio a hombros en loor de multitudes cuando marcaban goles de antología, como si de una faena taurina se tratase. Muchos aún trasladaban las costumbres de un espectáculo a otro, los pasodobles, los olés, y los silencios. La Sevilla dual seguía fiel a su rito ancestral de posicionarse ante unos u otros. Esperanza Macarena frente a Esperanza de Triana, Joselito frente a Belmonte. A Sevilla tan solo le faltaban dos elementos que compitiesen y fuesen contrincantes de verdad, como el Sevilla Football Club y el Real Betis Balompié. Todo se vivió siempre así en la ciudad del Guadalquivir y como algo intrínseco al sevillano, y a partir de este momento mucho más. El Sevilla Football Club ganaría la mayoría de los campeonatos
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regionales puestos en juego, siendo los mismos la forma de competición conocida en aquella época, que desembocaba en el Campeonato de España, reservado en su conjunto para los campeones regionales de las distintas federaciones locales y en otras incluso para el subcampeón igualmente. A mediados de los años 20, al equipo sevillista se le conocía todo el país como “el eterno Campeón de Andalucía”. [Spencer] Pertenecía al Sevilla F.C. desde los comienzos de su actuación deportiva, habiendo contribuido eficazmente a los triunfos del eterno campeón de Andalucía. La Libertad 16 de marzo de 1926.
No haríamos justicia si no dijésemos que el eterno subcampeón casi siempre fue el Real Betis Balompié, título nada desdeñable teniendo en cuenta que ya por aquellos años participaban equipos de toda Andalucía, y que le proporcionó -a través de sus subcampeonatos- la participación en algún que otro Campeonato de España. Este monopolio del fútbol sevillano causaría recelos en otros clubes andaluces, especialmente en el Real Club Recreativo de Huelva, que aspiraba desde los inicios del pasado siglo XX a ser faro y guía del fútbol andaluz, pretendiendo liderar y encabezar la Federación Regional Sur, pero la mayoría de equipos sevillanos preponderantes le privó de tal privilegio y ello fue debido a la fijación de la Federación Regional Sur en Sevilla y al establecimiento de uno de los campos sevillanos como sede fija para disputar los campeonatos, y esto era debido a que los equipos sevillanos eran apedreados, inclusive desde el mismísimo campo onubense, por lo que se decidió así en previsión de ocurriera alguna desgracia.
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De “Kinké” –admirable chutador- vamos a transcribir una anécdota: En la temporada 19-20 se vio en un aprieto, en Huelva, yendo a contender con el onubense Recreativo, teniendo que salir del campo, sin jugar, entre los guardias civiles para que no le agredieran. El hecho fue porque dos equipistas del Recreativo estaban de soldados en Sevilla y no obtuvieron permiso para ir al “match” lo que se atribuyó a manejos del Club de “Kinké”, sobre el que iba a descargar tal tormenta, que uno del Recreativo paseó por Huelva un grueso bastón claro, en el que había escrito con tinta china: “Este bastón se va a romper en la cabeza de kinké”, lo que fue un gran éxito de interpretación general… Diario La Libertad, noviembre de 1923.
Eran momentos en los que la mal llamada “escuela sevillana” estaba en su auge, el Sevilla Football Club deslumbraba a la prensa nacional. El Sevilla realizó una primera parte (sobre todo en los comienzos de ésta) en la forma fortunada de una exhibición. El juego, que podríamos llamar académico, refulgente, sorprendente por la rapidez, armonioso en sus combinaciones, ligero y primoroso de la escuela sevillista, se aplaudió constantemente. Las alas, sobre todo Roldán, se distinguieron bastante más que los interiores—mejor León que Kinké—- y se sostuvo en un buen plano Rey, como Ocaña en el centro de los medios, si bien delante de él no había enemigo. El portero, él jovencito Izaguirre, resistió soberbiamente la presión madridista de la segunda parte y recibió ovaciones cerradas y dedicadas “ixprofeso”. La voz, 5 de abril de 1956.
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El estadio sevillista sufriría distintas remodelaciones para poder albergar a la creciente afición tal y como hemos comentado. Contaría a mediados de los años 20 con un vestuario con ducha, una caseta para el guarda, un habitáculo para reuniones para la directiva y un botiquín que regiría José Manuel Puelles de los Santos, médico y directivo del Sevilla Football Club del que hablaremos en sucesivos capítulos.
Alarcón de la Lastra, un presidente “muy particular”. Los trabajos van realizándose poco a poco conforme la Sociedad va obteniendo ingresos, según podemos deducir de las actas de las reuniones de la Junta directiva estudiadas y que el Sevilla Football Club conserva en sus dependencias. La rivalidad continuó siendo enconada hasta el punto en que se sucedieron episodios de gran virulencia. En 1922 Manuel Zapata, directivo desde la oficialización del club en 1905, y secretario en ese momento, escribiría a su amigo Ismael Rubio: “…No quiero contarte la de cosas que han pasado, pues necesitaría mucho papel, pero resumiendo te diré que Carlos Alarcón me agredió cobardemente por la espalda en nuestro campo, que yo le di 48 bofetadas y que me lo hubiera comido si no nos separan...” 1 Carlos Alarcón de la Lastra era directivo del Real Betis Balompié durante aquellos años y llegó a ser igualmente presidente verdiblanco y de la Federación Regional Sur. Estos hechos sobrepasaban con creces la rivalidad deportiva que 'RFXPHQWDFLyQFRUUHVSRQGLHQWHDODIDPLOLDGH,VPDHO5XELR
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debía dirimirse en el terreno de juego, el football y el balompié son dos concepciones completamente distintas de entender el deporte en la ciudad y cualquier hecho, por ridículo que parezca, es imputado automáticamente y por defecto al rival. José Melero Lopera nos cuenta en un artículo publicado en 2011, que en el mes de junio de 1921 se celebró en Sevilla la asamblea anual de la Federación Regional Sur de fútbol en la que se constituyó la nueva junta directiva en la que correspondía ocupar el cargo de presidente a un representante del Real Betis Balompié, como anteriormente había ocurrido con el Recreativo de Huelva y el Sevilla FC. Dicho representante fue precisamente el presidente bético Carlos Alarcón de la Lastra, en una asamblea, dicho sea de paso bastante convulsa, en la que se formó la siguiente junta directiva: Presidencia: Carlos Alarcón de la Lastra ( R. Betis) Secretaría: Juan Otero (Sevilla FC) Tesorería: José Pérez Pernil (R. Huelva) Vocalías: Julio Iriso (R. Betis),Gregorio Navarro (R. Huelva),Rafael Peña (Nacional FC) Representante de Prensa: Gil Gómez Bajuelo (R. Betis) Los escándalos no tardarían en llegar y no solo por que se designó como representante de la prensa a Gil Gómez Bajuelo quien hacia escasamente un mes había relevado en la presidencia verdiblanca a Carlos Alarcón de la Lastra, ni porque a los pocos días de tomar posesión del cargo, en una asamblea de la Federación Española, se intentó sin éxito anular el campeonato de Andalucía anteriormente celebrado y ganado justamente por el Sevilla FC, sino porque en esa misma asamblea se había decidido que debido, al cada
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vez más frecuente abandono que hacían algunos clubs en los campeonatos regionales cuando se veían sin ninguna posibilidad de ganarlo, y por tanto de jugar el campeonato de España, se había decidido que dichos clubs no podrían tener representantes en las directivas de dichas federaciones regionales, algo que ocurría en el caso de la recién constituida Federación andaluza, donde no hubo representante del Español de Cádiz, pero sí del Recreativo, pese a que ambos se habían retirado en plena competición alegando problemas económicos. Por lo tanto, según la prensa de la época, la mencionada junta directiva que se había formado con la única intención de arrebatar el cetro futbolístico andaluz al cada vez más poderoso Sevilla FC, era totalmente ilegal, como reflejó el periódico deportivo catalán El Mundo Deportivo con fecha 30 de junio de 1921. La prensa se quejaba de que los acuerdos que se tomaban en la nueva junta directiva no eran notificados a ésta por el representante de los periodistas y ex presidente bético Gil Gómez Bajuelo, como llegó a reconocer el propio periodista, bajo el seudónimo de “Dribling”, en el diario La Unión a principios del mes de noviembre. También se hacía eco la prensa de que pese a haberse acordado en junta directiva que el partido benéfico que solía jugarse a principio de temporada, y que debía de enfrentar al campeón Sevilla Football Club contra una selección formada por jugadores del resto de clubes de la región (como se venía haciendo con gran éxito en otras regiones como la catalana) se decidiera a última hora que se debía de sortear que equipos deberían enfrentarse, tocándole en suerte disputarse un partido entre el Real Betis y el recién ascendido Nacional FC, choque que resultó ser un fracaso en lo económico debido a
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la poca asistencia de público. Para justificar de alguna manera esta decisión, Gómez Bajuelo, nuevamente desde las páginas del diario La Unión, esgrimió que el disputar el primer partido acordado suponía reconocer una superioridad del Sevilla FC que desvirtuaba y quitaba fuerza moral al campeonato que estaba a punto de comenzar, además, añadía el ex presidente bético, que en absoluto existía una persecución hacia el Sevilla Football Club. Comenzó el Campeonato de Andalucía y lo hizo con sorpresa puesto que contra todo pronóstico el Real Betis se impuso al vigente campeón Sevilla FC por 3 goals a 1 en el campo del Patronato, en un choque en el que los balompédicos solían emplearse con una dureza inusual. Pero el ardor con el que se solía emplear el equipo bético cuando se veía las caras con el Sevilla Football Club no lo era tanto que cuando lo hacía con el resto de rivales, así, en su partido contra el recién ascendido Nacional Football Club, no pudo pasar del empate a uno frente a un modesto equipo el nacionalista que había sucumbido estrepitosamente con el equipo sevillista en esa temporada por un claro tanteador de 10 a 0. Y lo que no se pudo ganar en el campo se quiso conseguir fuera de él, ya que el equipo bético reclamó los puntos alegando que varios jugadores nacionalistas no estaban federados. Y sorpresivamente y de nuevo con la ayuda de los federativos del Recreativo de Huelva que ilegalmente ocupaban distintos cargos en la Federación, se votó que hasta que la Federación Española decidiera esos puntos en litigio quedarían en posesión del equipo verdiblanco. La Federación Española se reunió a mediados de diciembre de 1921 y decidió darle la razón al Nacional FC, devolviendo
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los carnets de los jugadores debidamente firmados. Pero y pese al escándalo, la Federación Regional Sur se reunió y obvió la orden dada por la Federación Española, alargando el asunto deliberadamente con la clara intención de esperar a que el campeonato finalizase y adjudicarse definitivamente los puntos en juego. Y llegó el final del Campeonato y efectivamente llegaron empatados a puntos sevillistas y béticos, planeando la Federación andaluza, de nuevo con el apoyo de los directivos recreativistas, una encerrona en toda regla al Sevilla FC, puesto que se organizó un partido de desempate en una ciudad como Huelva donde ya se habían producido gravísimos incidentes anteriormente con la visita del equipo blanco, debido a la gran rivalidad existentes entre ambos equipos. Pero no solo debía de temer esto el equipo sevillista, sino que para arbitrar el partido se designó al ex-jugador onubense Antonio Mata y el equipo balompédico se reforzó con un jugador del Español de Madrid (Sacristán) y otro del Recreativo, para lo cual amañó con antelación las fichas de estos dos futbolistas ya que el plazo para incorporar a nuevos futbolistas había caducado y el madrileño, además, ya había participado en el campeonato de su región. Como diría el ex-seleccionador nacional Luis Aragonés: ”por lo civil o por lo criminal...” Aunque el “match” fue anunciado en la prensa, con alineación bética incluida, el partido nunca llegó a disputarse ya que la nueva federación invalidó los puntos que indebidamente se le adjudicó al Real Betis, con la mediación del presidente del comité de la Real Federación Española de Fútbol, David Hormaechea, que tuvo que desplazarse a nuestra ciudad.
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Todas estas decisiones que tomaba la Federación Regional Sur y que las solía llevar a cabo con el apoyo y los votos de los asambleístas onubenses, que recordemos estaban inhabilitados por la Nacional, se pudieron realizar debido al robo de un sello que debía de estar a cargo del secretario de la federación y representante del Sevilla FC Juan Otero, y con el que se convocaba a los representantes del Recreativo de Huelva, hecho éste que fue denunciado por los clubs de primera y segunda categoría de Sevilla y Cádiz. Fue tal es escándalo que originó este asunto, que se convirtió en la comidilla de la España futbolística, conociéndose según nos cuenta el historiador Nicolás Salas, en su libro “La Sevilla en tiempos de Joselito y Belmonte”, como “El caso del robo del sello”. Y por último fue acordado poner a buen recaudo el sello de la Federación del que hacía uso un señor completamente ajeno a esta entidad, y que se permitió citar a junta a los federativos de Huelva hace varios días, poniendo su firma. Pero la traca final que es sin duda este pasaje de la Historia del fútbol sevillano, la encontramos en las páginas del diario La Unión, donde solía escribir el ex presidente bético Gil Gómez Bajuelo. En dicho diario se recordó unos hechos ocurridos dos años antes. En febrero de 1920 se disputó un triangular entre el Real Betis, el Sevilla FC y el Recreativo de Huelva, organizado por el primero de los clubs, con una copa donada por el rey Alfonso XIII y cuya recaudación iba a ir destinada a la Cruz Roja. El único partido que se disputó fue entre béticos y sevillistas ya que el Recreativo decidió no participar alegando la cercanía a la que se encontraba del Campeonato de Andalucía. El “match” se jugó en el campo del organizador, el Real Betis, y terminó con victoria sevillista
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por 2 a 3, siendo un enfrentamientos cargado de incidentes debido al escandaloso arbitraje del ex jugador verdiblanco Llinat, el cual, y de común acuerdo entre ambas directivas, hubo de ser sustituido durante el encuentro por sus más que polémicas decisiones. Pasados unos días el prestigioso periodista de El Correo de Andalucía, Antonio Cantos “Zancadilla”, solicitó que se hiciera pública la recaudación del encuentro, sabedor de la situación económica por la que atravesaba el equipo balompédico, el cual por esas fechas estuvo al borde de la disolución. Dicha solicitud tuvo respuesta en una carta del presidente del Real Betis Balompié, Carlos Alarcón de la Lastra, publicada en el mismo periódico en la que, bastante molesto lógicamente, afirmaba que los beneficios de esa recaudación serian entregados a la Junta de Damas de la Cruz Roja Española y que no había ningún motivo para dudar. Dos años después, el diario La Unión, recordaba ese partido y la promesa del presidente verdiblanco de presentar las cuentas de aquel partido benéfico. Por último, y ya es hora de que se sepa, ¿cuándo se presentarán las cuentas de un partido celebrado en Sevilla hace un año o más, en beneficio de la Cruz Roja? Basta ya de pases cortos, apréstense las defensas. Guárdese bien la puerta. En guardia... que vamos a chutar. Pasado un tiempo volvería a ser El Correo de Andalucía el que publicara una ”carta al director” del presidente bético Carlos Alarcón de la Lastra, en respuesta a una entrevista realiza días antes a un directivo sevillista en la que se le acusaba de los desmanes cometidos bajo su mandato presidencial. Lejos de defenderse, se limitó a culpar a otro ex-presidente bético y vocal de esa misma junta directiva de la Federación, Julio Iriso,
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de ser la persona que “secuestró” el sello federativo e hizo un uso ilegitimo del mismo. Gracias a esta carta sabemos que el máximo dirigente de la Federación Sur, no llegó a terminar su mandato si no que se vio obligado a dimitir debido a la gran cantidad de escándalos que se protagonizaron durante su mandato, un dato totalmente inédito hasta hoy. Terminaba la carta recordando lo mucho y bueno que había realizado en esos años por el Real Betis en particular y por el fútbol andaluz en general.
La prepotencia sevillista. Más adelante, a comienzos de 1923, en un partido celebrado en el campo sevillista de la Avenida de la Reina Victoria, se celebraba uno de tantos partidos domésticos de la época entre los eternos rivales. El dominio futbolístico sevillista era total en aquel momento y los jugadores blanquirrojos salían al campo completamente confiados, hasta tal punto que hacían apuestas entre ellos sobre la goleada que le caería al equipo verdiblanco, algo que venía ocurriendo en anteriores partidos. Pero no les resultaría tan fácil a la postre, de hecho no conseguirían ni tan siquiera ganar. Será uno de esos casos por el que el equipo blanquirrojo será tildado en el futuro como de “prepotente”. Pero dejemos que sea el propio Pepe Brand, jugador sevillista que vivió directamente aquel encuentro, el que nos lo cuente desde su diario: “Rentería, sufrió ayer las consecuencias de nuestras confianzas y desaciertos, era tanta la confianza de mis compañeros en nuestro fácil triunfo, que uno de ellos, León, se permitió apostar con su amigos en una diferencia de cinco tantos que lejos estaba de él de imaginarse como se iba a desarrollar el encuentro.
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El entusiasmo bético pudo en casi todo el encuentro con nuestra ciencia y superioridad, los ases nuestros entre los que me hallo, no acertaban a hacer nada derecho y fue Sedeño en la defensa, y Ferreras en los medios y Escobar en el ataque los más acertados por modestos. Marcó el Betis a poco de comenzar el encuentro, quizás en su primer cuarto de hora, fue un gran chut de Rodríguez a bastante distancia que entró como una exhalación, Avilés nada puede hacer por ella a pesar de que para Kinké era parable el chut, nuestros defensas y Ocaña que eran los que cubrían la jugada fueron despistados por la picardía del jugador bético que los engañó como a unos chinos, pedía la pelota, para que se centrara marcarlo él, tanto con una cara de perdonavidas, que daba idea de lo confiado que estaban en nuestra victoria yo le llamé al orden, sobre que había que tomar en serio la cosa, y entonces empezamos a dar de cabeza, los béticos chillaban como desesperados animando a sus jugadores y metiéndose con nosotros Portillo empezó a parar cuanto llegaba a su puerta cuando llegó el primer tiempo y estábamos de cabeza y ya un poco descompuestos, porque la cosa se había torcido más de la cuenta, tanto es así que en el segundo tiempo nuestro ataque al campo bético no daba sensación de peligro y cuando ya desesperábamos de lograr siquiera el empate que nos hiciera campeones, en un acoso del Sevilla a Portillo despeja la pelota, que es recogida por Llinat, que avanza con ella, yo que he visto y calculo la jugada desde mi extremo me cruzo y logro escamotear la pelota a Llinat, éste sorprendido intenta recuperarla pero yo en la huida con la pelota y casi desde medio campo y de bolea lanzo la pelota hacia el gol, Portillo que ve venir el peligro duda en hacer la salida y cortar la
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jugada que era lo indicado, y cuando la pelota cae su bote se ve que va a caer dentro de la portería , los delanteros míos se han dado cuenta que se ha presentado la ocasión de empatar el partido y se lanzan en tromba al remate y cuando la jugada se resuelve hay un montón de jugadores dentro de la portería de Portillo y la pelota en el fondo de la red. Rentería ni corto ni perezoso pita gol. Llinat que está allí a mi misma altura presenciando la hecatombe de su puerta no quiere creer que Rentería haya dado por tanto, una jugada tan sucia como la que ha originado, pero yo trato de llevarle al convencimiento de que sí, que Rentería ha dado el tanto por válido y cuando este llega a nuestra altura le pregunto ¿ha pitado usted gol, sí o no? y al contestarme que sí Llinat le pega una guantada y Rentería se traga el pito, se arma un escándalo formidable, interviene Juanito balompédico, la Guardia Civil hace irrupción en el terreno, y Llinat sale en conducción ordinaria, a pié y vestido de equipo. Esto le costará al pobre Llinat, además del disgusto de verse entre la pareja, la descalificación a perpetuidad, a Rentería unos dientes nuevos y algunos aficionados anónimos algún que otro coscorrón. (…) El partido terminó en medio de un escándalo, la Guardia Civil tenía acordonada la entrada de la caseta…”. Efectivamente será nuevamente Salvador Llinás (o Llinat, tal y como aparece en otros documentos de la época), un jugador controvertido para los contendientes del Balompié, y la prensa habla abundantemente de sus “encuentros” con los rivales y en esta ocasión sería el árbitro el que expiaría
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las culpas habidas y por haber, dándole un golpe en la cara, tras lo que se produjo una invasión del terreno de juego, algo nada complicado y habitual, pues los espectadores se agolpaban prácticamente alrededor de la cal del terreno de juego tras una pequeña barandilla. Parece ser que la Guardia Civil tomó cartas en el asunto obedeciendo órdenes del propio árbitro, Rentería, según hemos podido comprobar, pero la directiva del Real Betis Balompié culpará a Manuel Blasco Garzón, segundo vicepresidente sevillista en ese momento y posterior presidente, de que su jugador fuese detenido por la agresión. Dice la prensa que el futbolista fue absuelto inmediatamente por el juez, ante el que fue conducido y tuvo que comparecer, y tras ello fue agasajado por el club verdiblanco en un restaurante, donde “se resarció su honor”, y se anuncia que se tomarán medidas judiciales contra el vicepresidente sevillista. No hemos encontrado rastro de la posible denuncia, por lo que parece ser la cosa acabó ahí y se quedó en un amago, no sin que la prensa ajustase las cuentas correspondientes ante tal desfachatez y reprendiese fuertemente a Llinás. “Suponemos que la Federación sabrá eliminar para siempre del fútbol español a este individuo, a cuyo cargo han estado muchas veces la parte desagradable de muchos partidos” Correo de Andalucía, 24 de febrero de 1923.
Unos meses más tarde Manuel Blasco Garzón sería agredido en el campo de Sport del Real Betis Balompié, sito en el Real Patronato Obrero, por la hermana de Llinás, cuando asistía a otro partido doméstico, abofeteándole la cara y ante lo cual, y según comenta el diario La Voz de 10 de septiembre de 1923, “…gracias a la serenidad y cordura del Sr. Blasco Garzón el incidente no tuvo mayores consecuencias”.
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Otro hecho que llama poderosamente la atención en estos años de permanente y enconada rivalidad, fue el caso ocurrido en 1929, en el que otro partido se dibuja durísimo para ambos contendientes. El diario ABC de 22 de octubre de 1929 nos cuenta lo siguiente: En el campo del Betis. El resultado de la batalla entre el club titular y el Sevilla fue de empate a cero. Estos encuentros entre los clubs que se disputan el primer puesto del fútbol andaluz, va degenerando en verdaderos combates, y ya es hora de que se tome una medida radical en evitación de espectáculos en los que, como el del domingo, puede calificarse de intolerable y francamente antideportivo. La pasión va llevando a actuantes y partidarios a un terreno harto peligroso. Termina la batalla, se recogen las bajas y se pacta el armisticio. Pero las tropas no acatan las órdenes de sus generales, y los contendientes, fuera del campo, buscan la quimera nuevamente. No insistiremos en esta parte. Pertenece al capítulo de sucesos, como pertenecerán a la misma sección. Dentro de poco, los partidos Sevilla-Betis, de seguir las aguas por los cauces que van. Efectivamente se llega al punto álgido de la violencia y no ya entre aficiones, sino entre los propios directivos y jugadores. Así, tras la acertada crónica del periodista de ABC, y en el capítulo de sucesos tal y como nos anunciaba, aparece el siguiente escrito.
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Cultura deportiva El domingo por la noche, después del partido SevillaBetis, ocurrió un lamentable suceso en una taberna de la Puerta Osario. Encontrándose allí el jugador del Real Betis Enrique G. Garrido, se le acercó el jugador del Sevilla Rogelio Benítez Moreno, acompañado de un cuñado, y la emprendieron a golpes con él, derribándole en el suelo. Acudió la madre de Enrique, María Reguero Trigo, y, al ir a levantar a su hijo, recibió un silletazo en la cabeza, rodando en el suelo. Enrique fue curado de varias patadas en el vientre, en la Casa de Socorro del Prado de San Sebastián. Pronóstico, reservado. Su madre, María Reguero, fue asistida, en la Casa de Socorro de la Alhóndiga, de una contusión, con hematoma, en la región biparental, y conmoción cerebral. También pronóstico reservado. Ambos heridos pasaron a su domicilio en una camilla. Benítez Moreno pasó detenido a la Comisaría. Un hecho deleznable y condenable a todas luces que debió dirimirse dentro del terreno de juego y con los goles de por medio, pero no fue así desgraciadamente. No todo fueron noticias de agresiones en esta década, algunas daban pie a la esperanza y a la solidaridad entre los clubes como podremos observar. Durante estos años, aún con las ayudas públicas, el Balompié (aún era conocido así hasta los años 30) es un club mal administrado. Una noticia aparecida en prensa nos indica que
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los problemas de liquidez son graves, hasta el punto de no poder pagar a sus jugadores, algo que podían hacer legalmente desde 1926, año este en el que se levanta la veda del amateurismo y comienza el profesionalismo de una forma abierta. Los balompedistas organizan un partido en el que instan a los jugadores de muchos de los equipos andaluces a solidarizarse con ellos poniendo una copa en juego, con objeto de recaudar fondos que se repartirían entre los jugadores del Real Betis Balompié. Una copa que no nos extrañaría nada que hubiese sido conocida como “la de la mojama”, por lo “secos” en cuanto a penurias económicas que estaban los jugadores balompedistas. En mayo de 1927 se celebra el partido entre la “selección” de jugadores de equipos andaluces y el Real Betis Balompié, participando, además de varios jugadores sevillistas, otros de Málaga, Huelva, Cádiz y Jerez, siendo el Betis el que ganó dicha copa venciendo a la “selección andaluza” por cinco goals a dos, y cuyo trofeo hoy se encuentra en las vitrinas verdiblancas, habiendo sido confundido a posteriori con una copa de Andalucía. Curiosamente sería una de las copas que no serían destruidas en julio de 1936, cuando un supuesto obús de artillería destrozase la secretaría bética en la calle Bilbao, algo de lo que hablaremos más adelante.
Spencer, el fútbol hecho arte. El club sevillista estaría mucho mejor organizado estos años y, sin ser un club rico y con poco apego al poder político y económico, organizaría mejor sus recursos. Pero en 1926 ocurriría uno de los hechos más trágicos de la historia sevillista, diríamos que de la historia del fútbol sevillano, que se produciría con el fallecimiento de forma inesperada de Enrique Gómez Muñoz, “Spencer”.
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Según hemos podido saber de D. Antonio Ramírez Romero, experto estudioso del fútbol sevillano de los años 20 y en especial de la figura de Spencer, fue un jugador que nació en Sevilla en marzo de 1897. Sobre el origen de su apodo podemos concluir que se dio por un cúmulo de circunstancias. Por una parte a la admiración que sentía por el futbolista así apellidado que jugaba en Jerez, del que hablamos en un capítulo anterior, y que le sirvió para ocultar su pasión por el fútbol a sus padres, que preferían que su hijo se dedicara a otros menesteres. A esto podríamos unir el factor físico de Enrique, que pudo propiciar que fuesen sus propios compañeros los que le adjudicasen su alias definitivo, ya que cuando comenzó a jugar era un chaval espigado, fino, agilísimo, de pelo rubio y lacio que se dejaba bastante largo, y que le caía sobre el rostro cuando saltaba o hacía un movimiento brusco, además de su tez blanca y cubierta de pecas. Todo esto le daba, un cierto aire británico. Sin duda estamos ante la quintaesencia de la escuela sevillana o sevillista de fútbol, todo un espectáculo en su época que generó la admiración de propios y extraños. El investigador D. Pedro J. Sendra ha localizado en el archivo de la Real Parroquia de Santa Ana del barrio de Triana su acta de bautismo: En la ciudad de Sevilla a ocho de marzo de mil ochocientos noventa y siete, yo Don Juan Perea coadjutor de esta Iglesia Parroquial de Sra. Sta. Ana, bauticé solemnemente a un niño que nació el día cuatro del corriente a las siete de la mañana en calle Betis número cuarenta y dos hijo de Don José Gómez de profesión maquinista y de Dª Carmen Muñoz, casados en esta Parroquia. Abuelos paternos D. José y Dª Rosario Rodríguez. Maternos D. José y Dª Agustina Yes. Todos naturales
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de Sevilla y el abuelo paterno de Moguer. Se le puso por nombres Enrique Emilio Manuel de la Santísima Trinidad. Fueron sus padrinos D. Manuel Gómez y Dª Amparo Berraquero vecinos de esta a quien advertí el parentesco y obligaciones. Fueron testigos D. Antonio Reyes y D. José García de esta ciudad. En fé de la cual lo firmé fecha ut supra. Juan Perea. Tuvo el honor de ser el primer internacional del fútbol andaluz en partido disputado frente a Portugal en el campo de la Avenida de la Reina Victoria en diciembre de 1923. Fue junto a otras cuatro o cinco almas tocadas por la gracia divina de eso de saber tratar la pelota con elegancia, clase y salero, el que creó una de las líneas de ataque más sorprendentes y admiradas de la historia futbolística española: la Línea del Miedo. Inició, siendo un niño, su carrera futbolística como defensa en el modesto Victoria Football Club pasando luego por el Athletic Club de Sevilla y el Recreativo de Sevilla desde donde llegó a los 15 años a la disciplina sevillista ocupando el puesto de interior derecha. El 22 de marzo de 1915 en la final de la copa Duque de Santo Mauro en San Fernando inventó la chilena marcando un gol de tan peculiar manera. Cuentan las crónicas que aquel gol fue ovacionado por el público gaditano con delirio, acompañándose de los acordes de la banda de infantería de Marina que rompió a sonar y de muchos “hurras” a Sevilla. A veces, cuando la necesidad del equipo lo requería, ocupaba el puesto de portero mostrando unas aptitudes encomiables. Otras veces aparecía en competiciones atléticas quedando siempre en destacado lugar. Estuvo trece temporadas en el Sevilla FC con dos breves estancias en Oviedo y en el Español de Barcelona. En el Sevilla FC sumó nueve campeonatos
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de Andalucía que propiciaron para el equipo sevillista el apelativo del Eterno Campeón de Andalucía. El lunes 15 de marzo de 1926 una silenciosa multitud se agolpó en la rotonda del sevillano cementerio de San Fernando. Apenas hacia veinticuatro horas que la noticia de la muerte de Spencer había sacudido el corazón de toda Sevilla y de España entera. Tres días antes, junto a sus compañeros del Sevilla Football Club, preparaba el partido de la eliminatoria del Campeonato de España que debía enfrentarles al Real Madrid FC. Unas fuertes molestias abdominales le obligaron a retirarse del entrenamiento. Fue la recaída de una operación de apendicitis sufrida semanas antes. Spencer maldecía su suerte pues quería jugar ese partido a toda costa. Trasladado a la clínica del Dr. Cortés se le intervino quirúrgicamente. La operación resultó delicadísima y el estado del jugador era muy grave. El domingo, 14 de marzo, a las diez y media de la mañana se produjo el fatal desenlace. Por la tarde sus compañeros tuvieron que jugar el partido rotos de dolor. Miles de aficionados acompañaron al féretro que fue portado por sus compañeros del alma; Kinké, Herminio, Pepe Brand… Los equipiers madridistas, cariacontecidos, también estaban presentes pues se habían quedado en Sevilla para asistir al entierro de su admirado rival y no por ello menos amigo. Cientos de telegramas llegaban desde todos los puntos de la geografía española. Decenas de coronas… Todos los periódicos, todos, se hicieron eco de la triste y luctuosa noticia. Sevilla entera le lloró. Ricardo Zamora, el mítico portero dijo de él en sus memorias: “He aquí el mejor footballer que ha dado el fútbol andaluz. De la escuela del gran Armet fue éste el alumno
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más aventajado. Poseedor de magnífico toque de balón; perfecto al amortiguar y retener la pelota; hábil al avanzar por driblings preciosos y elegantes; flexible y agilísimo en el salto; certero en el remate de cabeza y brillante en el disparo. Spencer completaba, resumía un tratado o compendio del bien jugar. En pleno triunfo, en el apogeo de sus facultades desapareció. Rápida y traidora enfermedad lo arrebató de entre nosotros, perdiendo Andalucía su figura más saliente y representativa.” Spencer murió en el mejor momento de su carrera deportiva. Fallecimiento y entierro de Spencer Sevilla.- El sábado, de madrugada, después de haberle sido practicada una operación quirúrgica, cayó en una gran pestración el conocido futbollista Spencer. Este, hablando con las personas que lo rodeaban, dijo que no quería morirse sin conocer el resultado del partido del domingo. A las diez de la mañana del domingo dejó de existir y ayer verificose el entierro, que constituyó una sentidísima manifestación de duelo. El féretro fue llevado a hombros por equipiers del Sevilla FC y del Real Madrid. Diario de Córdoba 16 de marzo de 1926.
Su leyenda y su memoria fueron aprovechadas por el eterno rival para tapar sus propias desdichas y a veces como arma arrojadiza, gracias al triunfo en un partido del que durante muchos años, y aun hoy día, se han vanagloriado como si
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de una “final europea” se tratase. Mucho se ha hablado, y más se ha escrito, sobre aquel homenaje al gran jugador sevillista, si bien, la inmensa mayoría de las veces desde el desconocimiento y el error transmitido de generación en generación usando la entidad verdiblanca la historieta para su propia autoestima y para la de sus feligreses. También es frecuente leer erróneamente que el partido homenaje a Spencer, o Copa Spencer, la ganó en su primera edición el equipo bético en un derroche de hegemonía balompédica absoluta batiendo al Sevilla FC a doble partido por un cómputo global de 5 a 1. Recientemente, en un libro sobre la historia del fútbol andaluz, realizado tras “concienzudos y laboriosos estudios que han durado varios años” (léase con ironía), con el dinero de todos los andaluces, se dice; “…Unos meses después se disputa la copa Spencer en homenaje al internacional sevillista, fallecido el 14 de marzo de 1926. El Betis gana los dos partidos 1-3 en la Victoria y 2-0 en el Patronato”. El balón blanquiverde. Pág. 38.
La realidad fue bien distinta. Tras la sentida y lamentable muerte del internacional sevillista, el Sevilla FC pensó en tributarle un merecido homenaje mediante la disputa de un partido de fútbol en el que se recaudasen fondos para su madre que había quedado en una difícil situación económica. El carácter benéfico fue la finalidad principal de dicho encuentro. Según aparece recogido en las actas del Sevilla FC tan sólo una semana después de su muerte, se toma la decisión de disputar un partido y ya se elige el rival que no podía ser otro que el Real Betis Balompié. El campeón andaluz buscó apoyo en
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la Federación Regional Sur para que organizara el evento de modo que la participación del Real Betis quedase asegurada, con lo que la taquilla quedaría garantizada al tratarse de un clásico partido sevillano con todo lo que ello conlleva de apasionamiento y rivalidad entre los aficionados. El encuentro se disputó el domingo 3 de octubre de 1926, apenas siete meses después de la pérdida del gran jugador sevillista, en el campo de la avenida de la Reina Victoria. La Federación Regional Sur donó una hermosa copa de plata para el equipo vencedor. También se donaron otras dos copas más; una para el mejor jugador del encuentro y otra para el mejor equipier sevillista. Las crónicas dejaron evidencias de los triunfadores. El Betis ganó 3 a 1 aquel partido homenaje y benéfico, obteniendo el bético Enrique el trofeo al mejor jugador del partido y León el suyo como mejor sevillista. Y no hubo más. A pesar de la buena entrada en las gradas, no se consiguió el lleno, quizá debido a que coincidió con una corrida de toros en la plaza de la Real Maestranza. No se disputó nunca un segundo encuentro ni por supuesto, más ediciones de ese trofeo. Tres semanas después un cargo directivo de la Federación Regional Sur entregó la copa al ganador en el campo del Patronato en la previa de un partido del Campeonato Regional entre el Betis y un equipo malagueño. Y no hubo más. Después, aquello se magnificó contándose la historia de forma interesada, dándole a aquel trofeo benéfico rango de título, hasta tal punto que se exhibe actualmente en la vitrinas béticas junto a otros títulos verdaderamente importantes como la Liga o la Copa del Rey, dándose la circunstancia que tampoco fue destrozado por los bombardeos en la Guerra Civil, ni destruido por las riadas del Tamarguillo.
CAPÍTULO 9
MICROBIOS, MOROSOS Y PROFESIONALES. El Sevilla Football Club “roba” tres jugadores al Betis debido a su mayor potencial económico parta tratar de hundirles.
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omentario previo merecen los hechos que estamos contando sobre el club balompedista a lo largo de más de una centuria. Este tiene como protagonista la endémica situación de crisis económica y permanente del club verdiblanco. La mala administración de sus sucesivas directivas, paliada solo en determinados momentos y por algunos personajes, es seña de identidad indisoluble hasta el día de la publicación del presente. El Sevilla Football Club fue un club igualmente sin demasiados recursos, aunque su éxito dependió en gran parte por una gestión más eficaz de sus directivos, aunque no estuvo exento de determinadas crisis a lo largo de la historia. Podemos hablar de esta como la época más convulsa y conflictiva del fútbol sevillano en cuanto a sus dos grandes clubes respecta. Tras el conocido como “el partido del navajazo” y el posterior partido del 22 a 0, la cosa no quedaría aquí. Real Betis Balompié y Sevilla Football Club deben
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abandonar en el verano de 1918 sus respectivos terrenos de juego debido a las obras de reurbanización que proyecta el ayuntamiento sevillano en el Prado de San Sebastián, quizás con la mente puesta ya en la Exposición Iberoamericana de 1929, lugar del fútbol en Sevilla por aquellos años, por orden del alcalde Pedro Rodríguez de la Borbolla, personaje conocido como “Perico, el de las mercedes”, debido a que concedía estas al “populacho” arbitrariamente. El Sevilla FC contaba con un buen campo de juego provisto de, nada más y nada menos que un vestuario. Dicho vestuario era la misma caseta de feria del Círculo Mercantil tras la cual se hallaba el terreno de juego, que se valló por primera vez en 1916 con unas maderas numeradas que se pintaron de color rojo. El vestuario era una sala con unas perchas para colgar la gabardina sin más pretensiones, la primera ducha no aparcería hasta mediados de los años 20. El Real Betis Balompié hizo lo propio en la Enramadilla al año siguiente, pero en este caso y como es natural, pintó las vallas de madera de color verde. Por lo tanto por aquellos años se conocían a ambos campos como el de las “tablas rojas” y el de las “tablas verdes”. Los dos clubes deben ponerse manos a la obra para encontrar un nuevo emplazamiento donde establecerse, pero como veremos esto ocurrió de una forma muy dispar. El club verdiblanco hizo esa temporada un gran esfuerzo económico, quizás el mayor hasta ese momento y por muchos años posteriormente, para poder lograr llegar a la final de la Copa de Andalucía y ganarla, cosa que no consiguió. Como ustedes ya saben, el club bético estaba regido –y así fue hasta la década de los 70- por componentes del estamento militar. No nos referimos al estrato social de sus aficionados, compuesto al igual que el del Sevilla FC, por personas de todas las clases sociales, aunque en número hemos comprobado que durante estos
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primeros años el equipo sevillista sobrepasaba ampliamente al equipo bético. No sucedería así casi un siglo después y ya veremos por qué. El Real Betis Balompié “ficharía” a Canda, Artola, Barzanallana y Balbino, en la temporada 1917/1918. Eran jugadores de otros equipos repartidos por la geografía nacional que hacían el servicio militar en Sevilla. Dado que el Betis estaba presidido por directivos que se dedicaban a la vida castrense, lógicamente tenían fácil acceso al “reclutamiento” de estos jugadores para el equipo bético. De por sí esto era jugar con ventaja sobre el rival, ya que suponía un fichaje encubierto en una época donde esto estaba totalmente prohibido debido al amateurismo obligatorio. La profesionalización del fútbol era algo ilícito, prohibido por la federación nacional y por las regionales, aunque todos los equipos lo practicaron sin excepciones de manera encubierta, llegando a denominarse a esta época como la del “amateurismo marrón”. A priori y a falta de ver otras pruebas más adelante, no sabemos bien en qué condiciones jugaban estos soldados en el equipo bético, lo que sí está claro es que no pertenecían a la cantera bética como bien comprenderán y que jugarían a cambio de algún dispendio, ya fuese por un status y una vida militar más placentera y suave, o bien, como se estilaba por aquellos años, “por la gabardina y las dos pesetas”. El Real Betis Balompié, a finales de los años 10 y comienzos de los 20 del siglo XX, fue un equipo adinerado, pero según hemos podido comprobar estaba muy mal administrado. Las ayudas oficiales al equipo bético eran patentes, públicas y conocidas. El Real Betis Balompié es el primer club conocido, que sepamos, en el elenco de equipos españoles en recibir una subvención pública, en este caso ocurrido en 1914, por el que recibe mil pesetas por parte del Ayuntamiento en concepto de organización de unos juegos deportivos en la ciudad. El primer apunte contable
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tras recibir la subvención fue relativo a la compra de una caja de puros. “Reclutar” jugadores importantes de otros equipos españoles, le suponía igualmente al Betis una ventaja económica con respecto a sus rivales, puesto que a la hora de negociar retribuciones a los mismos, contaban con una posición predominante por ser superiores en el rango militar, un dinero que en teoría debía notarse al cabo del ejercicio anual. El Real Betis Balompié, como ya hemos dicho, decidió tirar la casa por la ventana aquella temporada 1917/1918 para conseguir el Campeonato de Andalucía, algo que no pudo llevar a cabo. Así, Canda, Artola y Balbino, procedían del Sporting de Vigo, la Real Sociedad de San Sebastián y del Fortuna de Vigo respectivamente, cuando aún pertenecían a la disciplina bética. Barzanallana, un magnífico y brillante jugador gaditano, hacía su servicio militar procedente del Español de Cádiz. En el caso del Sevilla Football Club ocurriría algo parecido en cuanto al “fichaje” de Juan Armet de Castellví, apodado Kinké, un jugador que militaría en el Español de Barcelona y jugaría algunos partidos en el Real Madrid Football Club, que dicen las lenguas de la época que jugaba como los ángeles, cosa que demostró en el Sevilla Football Club por muchos años; sería un “fichaje” directo y por una suma de dinero más o menos importante, aunque el modus operandi nada tuvo que ver con el estamento militar como hemos visto en el Betis. Nos contaba Manuel Zapata en 1922, directivo sevillista, en una carta que envió a Ismael Rubio, jugador sevillista que estaba haciendo el servicio militar con la Guerra de Marruecos en vigencia tras el desastre de Annual, que el Real Betis Balompié se hallaba nuevamente a punto de desaparecer, hasta el punto de no saber si con el comienzo de la nueva temporada el equipo verdiblanco reaparecería para competir y que esto sucedía todos los años.
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Nuestras sospechas fueron confirmadas previamente tras leer un suelto periodístico datado en octubre de 1918 de Madrid Sport, escrito por el periodista Antonio Olmedo, en el que preguntaba a modo de titular, ¿”Qué hay del Real Betis Balompié”? Ignoro qué misterio encierra la Sociedad Real Betis Balompié, pues no se habla de ella ni media palabra. Las vallas que por primera vez rodeó y cercó su campo no se ven instaladas por parte alguna. Sentiría que tan simpática sociedad no figure en el campeonato (si es que lo hay), pues con ello perdería mucho la afición. Como podemos comprobar fue equipo del que poco se supo desde mayo hasta finales de octubre de ese mismo año. El Sevilla Football Club, como ya hemos visto y al igual que el Real Betis Balompié, se vio obligado a buscar nuevo emplazamiento de juego y aunque ya en aquella época, 1918, parece ser que encontró unos terrenos en Nervión, justo donde se halla el antiguo Matadero, y a día de la publicación del presente, es la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía. Así lo vimos reflejado en la prensa, Madrid Sport, en junio de aquel mismo año: La próxima temporada proyectan inaugurar con el Barcelona F.C en el nuevo campo del barrio de Nervión. Ya buscaban por aquella época, diez años antes, un terreno por el barrio de Nervión, pero sería finalmente establecido en otro lugar. Una ubicación que reclamaron al Sr. Alcalde, D. Pedro Rodríguez de la Borbolla en forma de terrenos municipales tal y como aparece reseñado en el acta de la Junta directiva sevillista de 18 de junio de 1918:
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Habrán de discutirse las condiciones particulares y económicas de cada uno de los terrenos objeto de las visitas hechas, sin que nada en definitivo pueda acordarse sobre ellos. Se acuerda que la comisión continúe sus gestiones y particularmente que visiten al Sr. Rodríguez de la Borbolla por lo que pueda conseguirse respecto al campo que hasta aquí ha venido disputándolo la Sociedad en el Prado de San Sebastián. Pero que el alcalde les negó de forma rotunda, tal y como aparece en la siguiente acta de 26 de junio de 1918: El Sr. Presidente da cuenta de las gestiones hechas por la comisión de campo con el Sr. de la Borbolla con resultado negativo. El terreno elegido para albergar el ‘Campo de Sport del Sevilla Football Club’, ese era su nombre, se inauguró el 21 de octubre de 1918. Conocido posteriormente y oficiosamente como el de la “Reina Victoria”, asentado en la Avenida de la Reina Victoria, posteriormente conocida como Paseo de la Palmera. Todos los campos son conocidos por su ubicación a posteriori. Se construye este campo gracias a la petición del presidente Paco Alba a la Marquesa de Esquivel, Dña. María del Pilar de Carvajal Hurtado de Mendoza, para arrendar parte de unos terrenos que tenía en la finca “Casablanca”, situada al pie de la Avenida de la Reina Victoria, gracias a la colaboración de Manuel de Medina y Carvajal, hijo de esta señora y que logró el título de ‘Marqués de Esquivel’ el 12 de abril de 1916. El marqués era un gran aficionado al fútbol y muy sevillista, logrando convencer a su madre para que el alquiler no resultara muy gravoso, fijándose la cantidad anual de 2.000 pesetas. Este es de los muy pocos directivos con título aristocrático con los que ha contado el Sevilla Football Club a lo largo de la Historia, estando ligado al hecho de que el alquiler no resultase demasiado caro. Por segunda vez
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a lo largo de su historia, como siempre posteriormente, el club sevillista construye su estadio con fondos propios. El club pone a la venta 100 obligaciones, al precio cada una de 100 pesetas a devolver en cinco años y con un interés ilusionante. La actividad sevillista es frenética entre mayo y octubre de 1918 debido a la construcción del nuevo campo, reutilizando las tablas rojas de quita y pon de campo del Mercantil, que terminarían siendo fijas, y en el que se fabrican las primeras gradas conocidas en un estadio sevillano, dos filas en los goles/fondos y varias alturas en preferencia, ya que anteriormente lo que se hacía era alquilar sillas. Contaría posteriormente con un vestuario con ducha y una caseta para el guarda y que se usaría como botiquín y sala de reuniones de la Junta directiva. Así lo contaría Manuel Zapata en una carta dirigida a Ismael, gran jugador sevillista que servía en Marruecos: “…El campo ha sufrido este año buenas reformas. Pérez se ha quedado definitivamente de guarda y vivirá en el ambigú nuevo que se ha construido de material, a cuya espalda se ha hecho una habitación para que viva con su mujer e hijos. La habitación que tenía antes será destinada a enfermería y se instalarán los mismos aparatos de masajes. El médico es Don José Puelles de los Santos. Los jugadores del primer equipo tienen su habitación con 15 perchas para sus equipos y su ducha y lavabo (...) La otra habitación está destinada a la Directiva…” Como hemos visto reflejado en la prensa, el Real Betis Balompié prácticamente no reunía condiciones para poder seguir compitiendo, especialmente si no encontraba un presidente benefactor, tal y como acostumbraba, y un terreno de juego en el que poder jugar sus partidos, siendo este el principal hándicap. Pero ocurriría un hecho que le salvó y este vino de la mano de Carlos Alarcón de la Lastra, que
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negociaría “in extremis” con el Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla la cesión del terreno municipal conocido como el Real Patronato Obrero, un terreno casi en medio de la nada a caballo entre el Prado de San Sebastián, lugar por el que se accedía, y la Pirotecnia. Lo que el alcalde Pedro Rodríguez de la Borbolla negó al Sevilla Football Club, se lo concedió al club balompedista muy poco tiempo después. No sabemos las causas exactas, lo único certero es que “Perico el de las mercedes” fue fundador del Real Betis Football Club. Pagaría el Real Betis anualmente por dicha cesión en torno a 500 pesetas, una cuarta parte del precio que pagaría el Sevilla FC por su terreno, es decir, 2000 pesetas, considerado este último ya de por sí ventajoso para los precios de la época. Podemos entender que el Betis pagaría una auténtica ganga por su campo de juego. El club bético trasladaría las famosas tablas verdes del anterior campo de la Enramadilla para cercar el nuevo estadio y una nueva etapa se abrió para el equipo verdiblanco tal y como hemos podido saber de su presidente electo para la temporada 1918/19 -Julio Iriso- en unas declaraciones a Madrid Sport: “En la calle Sierpes me ha parado mi amigo Julio Iriso, me ha hecho varias preguntas sobre mi campaña de este año. Le he dicho que poca campaña haré cuando apenas hay afición, (comparada con la de años atrás); los jugadores son muy malos y además no se entrenan. Me dice que es presidente del Real B.B. (sic) y me agrega, que es preciso que le ayude este año a subir. Dice el amigo Julio que ha hecho en la Sociedad una campaña sanitaria, con la cual quedará el Club muy limpio de “microbios”, “morosos”, “profesionales”, etc. No seremos campeones –agrega- pero habrá vergüenza en la Sociedad, que es lo bastante”.
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Por lo tanto sacamos en conclusión que efectivamente el Real, (así era conocido el Betis por aquellos años o bien como el “Balompié”), se encontraba prácticamente sin afición, muerto económicamente en la práctica, y con una plantilla muy mermada, ya que con toda seguridad no podían pagar a sus “jugadores estrella” tales como Canda, Artola, Balbino y Barzanallana y debió deshacerse de ellos. Sin embargo, parte de la prensa y en especial la comandada por Antonio Olmedo y Marathon, insiste en que el Sevilla Football Club “ha despojado” de sus mejores jugadores al equipo bético. Observamos cómo Barzanallana volvería a su club, el Español de Cádiz, pero los otros tres jugadores supusieron una oportunidad de incorporar más calidad al equipo sevillista, ya que, insistimos, por boca del presidente Julio Iriso, quedaron libres. Recordemos que estamos en una época donde el fútbol debe ser completamente amateur y está totalmente prohibido que los jugadores se profesionalicen, sin embargo probablemente el Sevilla Football Club llega a un acuerdo de tapadillo con estos jugadores que se incorporarían a la disciplina sevillista. El club blanquirrojo inauguraría su nuevo campo en un enfrentamiento contra el Unión Sporting Club de Madrid. La primera temporada se establece esta lista de precios para el público: Tribuna: 1ª fila 10 pesetas, 2ª fila 9 pesetas, 3ª fila 8 pesetas, Fila de bancos a 5 pesetas. La cuota de socios pasa de 2 a 3 pesetas mensuales. La decisión del Sevilla Football Club de establecer su campo de juego en dicho emplazamiento contrae algunas dudas que no sabemos si crearon controversia en aquel momento, ya que por aquellos años se sabía que aquellos terrenos serían el destino de la Exposición Iberoamericana de 1929, máxime teniendo en cuenta que el campo no dejó de sufrir remodelaciones y ampliaciones durante la década que el equipo sevillista jugó allí, debiendo abandonar en 1928 sus instalaciones, para tener
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que volver a buscar terreno de juego e invertir nuevamente en la construcción en una nueva ubicación. A finales de 1918 un anuncio aparece en la prensa de la época:
Obsérvese cómo la caballerosidad del momento hacía que apareciese en primer lugar del cartel el equipo visitante, equipo que en caso de coincidir la vestimenta la conservaría, siendo el equipo local el que cambiaría sus colores si fuese necesario. Efectivamente el Real Betis Balompié elegiría al Sevilla Football Club como rival para inaugurar sus nuevas instalaciones de juego, algo que podría sorprender teniendo en cuenta que unos meses antes andaban a la gresca con los famosos partidos “del navajazo y del 22 a 0”. Contigo pero sin ti. Y sobre todo por un hecho que crearía toda la polémica habida y por haber: el Sevilla Football Club se presentaría con sus nuevos jugadores Canda, Artola y
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Balbino, elementos que pertenecieron, como hemos comprobado, a la disciplina bética la temporada anterior. Había igualmente otro hecho que sería importante y este es que el Sevilla Football Club no dejó de entrenarse, además de ser reforzado durante el supuesto tiempo de zozobra y asueto, ante un club, el verdiblanco, que reaparecía casi como de nuevo y con peores jugadores. Y el partido acabó como debía acabar, con una goleada por parte del Sevilla Football Club que le endosaría un 1 a 5 al equipo verdiblanco. La prensa sería implacable, pero no con el equipo local, sino para sorpresa de muchos con el equipo blanquirrojo. La crítica se basaría en la adquisición de los ex jugadores béticos por parte del Sevilla Football Club, como si se los hubiese “robado”, sin embargo hemos comprobado cómo eran jugadores que quedaron “libres” al no poder hacer frente a su pago por parte del Real Betis Balompié en palabras de su presidente Julio Iriso, que admitió que eran profesionales en el seno balompédico. Esto llegó a convertirse en un bulo popular hasta hace bien pocos años y ha sido el boca a boca el que ha ido prevaleciendo sobre los datos históricos reales. Antonio Olmedo sería nuevamente implacable, y escribiría una crónica que hoy podemos considerar cuanto menos como insólita, ya que ensalzaría a la defensa bética, que aunque encajara cinco goles, frente a los delanteros sevillistas a los que mantendrían “en jaque”. No todo acabaría aquí, el Real Betis Balompié volvería a inaugurar su estadio veintitrés días después frente al Español de Cádiz, un equipo compuesto en su mayoría por jugadores infantiles, a los que el Real Betis Balompié les endosaría todo un 9 a 0. Esa inauguración parece que sí fue del gusto y agrado de la parroquia verdiblanca, pues fue la que prevaleció en los libros de historia propios a posteriori. La propaganda jugaría un papel esencial esos años y juega igualmente al fútbol. La propaganda es una forma de
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comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto de alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento. La propaganda es usualmente repetida y difundida con el fin de obtener el resultado deseado en la actitud de la audiencia.
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Los dirigentes de corte militar del Balompié saben de su eficacia, el club que gana habitualmente no necesita hacer uso de ella, pero para el que pierde es fundamental, porque hace que se justifiquen públicamente las causas por las que pierde, las utiliza contra el rival, y mantienen el foco de atención de la afición que repite en el boca a boca las “injusticias perpetradas en contra”. Antonio Olmedo es un experto militar, es periodista y bético, que como no podría ser de otra manera vistas sus tres pasiones, maneja la propaganda a la perfección junto a Marathon y Squizo, este último es Gil Gómez Bajuelo, presidente bético entre 1921 y 1922. La prensa deportiva está manejada en buena parte por periodistas verdiblancos que repiten una consigna machaconamente: El Sevilla Football Club es el equipo de los ricos, roba al Balompié, y conspira junto a las autoridades para acabar con el equipo de los pobres. Sevilla F.C. 5, Club Gimnástico de Huelva, 1 goals. A pesar del mal estado del campo se llevó a efecto el match anunciado entre los dos equipos citados.Venció fácilmente el Sevilla por 5 goals a uno de sus contrarios. Los onubenses son regularcitos, pero los anteriores que vinieron el mes pasado (Huelva F.C.), son mejores.El Sevilla, para asegurarse la victoria, “coló” en su segundo team dos o tres jugadores del primero. De público asistieron los porteros y empleados de las taquillas, los jugadores del Sevilla y dos o tres arrojados, entre ellos el que escribe estas líneas. Antonio Olmedo. Madrid Sport 21-12-1916
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Se supone que Olmedo es un periodista que se dirige al público sevillano, y debería alegrarse por la victoria de un equipo sevillano frente a uno forastero, pero no, como pueden observar. Ningunea permanente y abiertamente las victorias sevillistas, y las achaca al poder que ejerce entre las autoridades y la Federación Regional Sur, cuando en realidad el Real Betis Balompié y las autoridades eran un solo cuerpo.
Pero un suceso de gran importancia marcaría el inicio de la década de los locos años 20 que igualmente nos cuenta Antonio Olmedo:
¡¡ADIOS, JOSELITO!! El gran torero ha muerto. Eso nada atañe con el sport; pero José Gómez, además de ser lidiador de reses bravas, fue deportista. Cuando varios amigos fundamos la Unión velocípeda Española, en la ciudad del Guadalquivir, yo fui un día a ver a Joselito, con objeto de hacerle socio, como lo era de una importante sociedad de fútbol. En la calle Amor de Dios me lo encontré, al salir del club. - Adiós Olmedito- me dijo. - ¡Hola José! ¿Qué tal? - Bien, ¿y tú? ¿A dónde caminas? - En busca tuya. Y a renglón seguido le zampé:
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- José, quiero que te hagas socio de la Sociedad ciclista. Ya sé que tú no 0has de correr; pero con tu cuota, serás uno de los tantos que contribuiría al sostenimiento de la afición. Joselito, que practicaba mucho la bicicleta, accedió a mi petición y fue socio de la Unión. En ocasión de publicar en Sevilla la revista de Sport Botepronto, el ingenio de Manolo Marín, un dibujante grande, hizo una caricatura del difunto José, en traje de futbolista, con las insignias del Club Campeón andaluz. Más de una tarde le vi en el campo del Sevilla FC, shootar al lado del gran Armet (Kinké), con quien tenía amistad. Otras veces, cuando nos preparábamos para alguna carrera ciclista, nos tropezamos con Gallito por la carretera, haciendo “piernas” en bici. Descanse en paz el malogrado torero, entrañable amigo y entusiasta deportista. ¡Adiós, Joselito! Trabajo me ha costado creerlo, peor he tenido que sucumbir ante la terrible realidad. Olmedo (Botepronto). Zoco de Telatza, 22-5-1920.
Los grandes toreros de la época fueron sevillistas, incluso otros que pocos años después tuvieron que ver con el devenir del Real Betis Balompié como veremos. A finales de 1923 Gil Gómez Bajuelo escribiría lo siguiente: “Los jugadores tenían por cielo el techo del Patronato”....”las tablas se venían al suelo cuando llovía o hacia fuerte viento”.
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Es decir, estaban en la más absoluta ruina, sin embargo, a partir de 1924, bajo el mandato del Capitán del Regimiento Soria, Ramón Navarro Cáceres, la entidad empezará a despegar. Y de la noche a la mañana… en el anuncio publicado el 5 de septiembre de 1924 por el Correo de Andalucía, se dice textualmente: “Hace varios días comenzaron las importantes reformas que el Real Betis Balompié tiene proyectadas para su Campo de Sport del Patronato, que consistirán, según dos dicen elementos del Club bien informados, en circundar el Campo con vallas de material e instalar tribunas y gradas de madera”. ¿Quién y cómo se pagó eso si estaban en la ruina? Transcurridos 15 días al anuncio anterior, el 20 de septiembre de 1924, El Correo de Andalucía informa en su sección de deportes: “El R.Betis Balompié da los últimos toques a su amplio y hermoso Campo. Dicho campo, operará tal metamorfosis, que de la nada –porque aquello daba pena de verlo- quedará transformado en uno de los mejores de España, haciéndose con tal solidez las obras, bajo la dirección de hombres expertos, que no habrá temor a temporales ni a nada”. En marzo de 1924 el Betis elige nueva junta directiva, repleta de militares de los tiempos fundacionales y todos ya con estrellas en la bocamanga. La entidad da un giro importante con las importantes reformas en el campo. De la noche a la mañana y sin un céntimo dan alas al club. Antes, el 13 de septiembre de 1923 con el apoyo de diversos sectores de la sociedad española (militares, industriales
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y sectores conservadores en general), el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se sublevó contra el Gobierno y dio un golpe de Estado suspendiendo la constitución de 1876, prohibiendo la libertad de prensa, disolviendo el Gobierno y el Parlamento e implantando un régimen dictatorial dirigido por un Directorio Militar. El Real Betis Balompié se adapta a la situación nombrando una directiva militar en tiempos de ruido de sables, como vemos en el suelto de Madrid Sport.
CAPÍTULO 10
UN SEVILLISTA EN LA PRESIDENCIA DEL REAL BETIS BALOMPIÉ. Solo el Real Betis Balompié pudo tener un presidente al que un toro mataría en una plaza.
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a consecución del Campeonato andaluz por parte del Real Betis Balompié coincidió con la llegada de un personaje que destacó sobremanera en la Sevilla de los toros, de las cofradías, de la cultura y del arte. Tan solo le quedaba tocar el palo futbolístico. Ignacio Sánchez Mejías accedió a presidir el Real Betis Balompié. No tendría nada de particular, en nuestra versión de la historia, que un mecenas llegase a ser presidente bético, algo natural, si no fuese por el hecho de que el personaje era socio sevillista y seguidor a ultranza del equipo blanquirrojo, al igual que lo fue su cuñado, Joselito, y otros tantos toreros de la época que utilizaban el campo sevillista de la Avenida de la Reina Victoria como lugar de entreno. De la biografía del torero publicada por Andrés Amorós y Antonio Rodríguez Torres extraemos el siguiente párrafo:
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El origen de esa nueva aventura lo recordaba años después su hijo José Ignacio, en una anécdota recogida por García Ramos y Narbona. Estaban almorzando cuando llegaron los mensajeros “verdes”. Un criado pasó el aviso: -
Don Ignacio: ahí están dos señores que quieren verle.
-
- ¿Quiénes son?
-
Don Juan Alfonseca y don Adolfo Cuéllar.
Cuando volvió el ex torero contó a su hijo la “embajada” que traían. -
Era para ofrecerme la presidencia del Betis.
-
…Y tú le habrás dicho que no, que eres sevillista.
-
Niño, tú cállate.
Fue toda una oportunidad ya que Sánchez Mejías no podía aspirar a la presidencia sevillista, el club de sus amores, por dos razones fundamentales. La primera y especialmente porque un personaje comenzaba a adquirir un carisma esencial en el seno del sevillismo y competir con él hubiese sido suicida, Nos referimos a Ramón Sánchez-Pizjuán, que como veremos protagonizará un episodio con Ignacio Sánchez Mejías verdaderamente memorable, el torero no podría competir con él de ninguna de las maneras. Y la segunda es que el “sistema” de mecenazgo no formaba parte esencial en el funcionamiento de un Sevilla Football Club arraigado muy fuertemente en el sistema asambleario y supeditado al protagonismo y la crítica férrea al club por parte de sus socios.
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El mecenazgo por parte del diestro en el Real Betis Balompié supondrá el punto de partida del que, quizás, fue su mejor época histórica hasta el momento. Sánchez Mejías invierte fuertemente en el club bético, una de sus primeras acciones fue modernizar el campo del Patronato. Acababa por fin en esa época el amateurismo entre los jugadores para convertirse en profesionales a cielo abierto, Sánchez Mejías quería confeccionar una plantilla campeona fichando a los mejores jugares, de hecho, sentó las bases de aquel equipo que se proclamaría Campeón de Liga unos años después. Esto fue así, no sin notarse su inexperiencia en los lances futbolísticos en cuanto a directiva se trataba, y en cuanto a las normas establecidas, pues trataría de saltarse algunas, cuestiones estas que crearon más de un conflicto con algunos equipos del elenco futbolístico español. Intervino activamente en aquella sesión federativa que pondría en marcha por primera vez el Campeonato nacional de Liga, pero seguiría cometiendo algunas torpezas, entre ellas la de deshacerse de jugadores que eran clave en el equipo, al mismo tiempo que el intentar negociar con importantes jugadores del elenco futbolístico español a espaldas de sus clubes, algo que levantó ampollas e incluso hizo intervenir a la federación nacional. Así ocurrió con Lazcano, Marculeta y Bienzobas, el primero del Real Madrid Football Club en aquel momento y los otros dos de la Real Sociedad de San Sebastián. No obstante consolidaría las bases de un equipo que consiguió el campeonato andaluz previo a su entrada en mayo de 1928, y que conseguiría llegar a la final del Campeonato de España, aunque perdió frente al –por aquella época- todopoderoso Athletic Club de Bilbao. El Betis saborearía por fin aquello que persiguió durante tantos años, las mieles del mencionado
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campeonato andaluz, tras un partido épico disputado en Córdoba, terreno neutral, frente al Sevilla Football Club que terminaría perdiendo. El club sevillista por el contrario se hallaba en un momento de declive, los maravillosos años 20 estaba llegando a su fin y un ciclo se cerraba dejando atrás al malogrado Spencer, y a unas ya viejas glorias como Kinké, Ocaña y otros jugadores importantes que dejaron el fútbol en activo poco tiempo antes, y toda aquella línea del miedo prácticamente desmantelada con los años. Aunque el Sevilla FC continuaría ganando el campeonato andaluz las temporadas posteriores, se avecinaban momentos de cambio hasta su nueva explosión como máximo equipo andaluz a mediados de la década siguiente. No conseguiría el equipo sevillista entrar de primeras en la lista de los seleccionados para componer la Primera División española de fútbol, debió conformarse con alinearse en la categoría de plata algunos años debido a que solo entrarían los que hubiesen conseguido ganar el Campeonato de España anteriormente, o bien hubiesen llegado a ser finalistas. Coincidiría todo esto con la inauguración de su nuevo estadio sito en la Avenida de Dato y conocido como el campo de Nervión. Tras la primera edición del Campeonato Nacional de Liga, el Sevilla Football Club se proclama campeón de Segunda División, siendo el único caso de la historia de la Liga en el que el primer clasificado no asciende directamente. Un hecho trascendente ocurriría en la temporada 1928/1929, cuando se jugaba un partido doméstico decisivo para que el club blanco se proclamara campeón de Liga, y el vehemente Ignacio debió de hacer algunos comentarios sobre el Sevilla que no debieron de gustar a la delegación blanquirroja. La victoria fue de los verdiblancos, aunque el Sevilla se clasificó al
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final campeón y con derecho a jugar la promoción a Primera división. El asunto llegó a la asamblea sevillista, celebrada el 4 de julio de 1929. Uno de sus más significativos socios, Francisco Gutiérrez, pidió que se diese de baja de la nómina del club a Ignacio Sánchez Mejías, como consecuencia de su actitud en el último partido doméstico local. El presidente, el barón de Gracia Real, Juan Domínguez Osborne, amigo personal del torero, quiso quitar importancia a lo ocurrido, pero la intervención de Ramón Sánchez-Pizjuán, vicepresidente en aquel momento, hizo que definitivamente causara baja. Así aparece en el acta de la Asamblea sevillista de junio de 1929. El señor Gutiérrez don Francisco propone que se expulse del SFC a los socios pertenecientes al mismo y que formaron parte de la caravana que marchó a Carmona después del último partido Betis-Sevilla por estimar que un socio del club, no puede ni debe realizar actos que pudieran considerarse incorrectos, y con manifestaciones en contra de la Sociedad y sabiendo que entre los mismos figuraba el señor Sánchez Mejías, que es socio del Club, propone su expulsión. El Presidente se opone y dice mientras hay quien va por los pueblos festejando la derrota del Sevilla FC, el Sevilla lo que hace es clasificarse el primero en su competición y gana los campeonatos. El señor Sánchez-Pizjuán se opone a las manifestaciones y apoya la propuesta de expulsión del Sr. Sánchez Mejías por encontrarse incurso dicho socio en que la que hizo el Sr. Gutiérrez. Se acuerda la baja del Sr. Sánchez Mejías.
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La siguiente temporada, 1929-30, en la competición liguera la principal novedad fue la introducción del ascenso directo de Segunda a Primera División en lugar de tener que disputar una promoción. También hubo cambios en el descenso, ya que sólo hubo un descenso de Segunda a Tercera División, el del colista, y no dos, como en la temporada anterior. En esta temporada el Betis se salva in extremis de bajar a Tercera por una decisión del Comité Nacional que le quita un punto a la Cultural Leonesa en un partido que se suspendió cuando iba 2-2 por incomparecencia del Coruña y en el que dieron por vencedor al equipo de León. El partido reseñado fue el 16 de marzo de 1930. Cultural Leonesa y Deportivo de la Coruña empataban a dos cuando el jugador coruñés Jacobo da una brutal patada en el pecho al leonés Pantaleón que lo deja desvanecido en el suelo. Escándalo mayúsculo en las gradas por un público indignado que asaltó el campo para repeler la agresión. Intervino la autoridad separando a los “contendientes” y logrando que los jugadores alcanzasen los vestuarios. Restablecida la paz, el árbitro ordenó reanudar el partido pero los coruñeses se negaron a salir por lo que se les dio el partido por perdido, tras marcar la Cultural el gol de rigor. Dos puntos para los leoneses. Después de acabar la liga, el Comité, tras un recurso presentado, decide dejarlo en empate. La pérdida en los despachos de ese punto dejó empatados a Betis y Cultural Leonesa a 14 puntos, descendiendo éste último por golaverage. En el mes de abril se produce un grave motín en la nave bética. Los jugadores se declaran en rebeldía en una grave falta de disciplina que llevó acarreadas fuertes sanciones para casi
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todos los jugadores. El secretario técnico del Real Betis, Julián Ruete, en representación de la directiva del Club entrega una extensa nota a la prensa en la que califica el comportamiento de sus jugadores como de delincuencia deportiva. Esa misma temporada, en octavos de final del Campeonato de España el Betis se enfrentó al Barcelona en partido disputado en el Stadium de la Exposición. El partido se suspendió al descanso. Hubo agresiones al árbitro Sr. Melcón y lluvia de sillas desde la grada tiradas por los aficionados locales. La FRS envió una extensa carta a la Nacional dando explicaciones y defendiendo los intereses del club andaluz. Era evidente que el final de aquella temporada fue tremendamente movido para el equipo del Patronato. Ignacio Sánchez Mejías estuvo poco más de un año en la presidencia. Queriendo marcharse le convencieron para que ocupase la presidencia de honor y decidió volver al toreo. Determinados autores han augurado que Sánchez Mejías no era precisamente un personaje de izquierdas, más bien representaba en muchos de sus actos a una clase pudiente y de derechas a pesar de su amistad profunda con personajes como García Lorca, o Rafael Alberti, pero también con otros personajes siniestros como el Algabeño, de importancia capital en el golpe de 1936 y su posterior represión. Ignacio mantendría un papel importante junto a su igualmente amigo Manuel Blasco Garzón, presidente sevillista unos años antes y presidente del Ateneo de Sevilla en esos momentos, en la celebración del acto de homenaje a Góngora, episodio que dio lugar a lo que se denominó la “Generación del 27”. Sánchez Mejías corrió con algunos de los gastos, si bien el acto fue organizado oficialmente por el Ateneo de Sevilla,
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en especial por su secretario José María Romero Martínez, que a su vez mantendría amistad con el torero igualmente y probablemente la idea surgió en uno de sus encuentros. Pero la muerte no entiende de arte ni de fútbol, y se llevó a este sevillista de corazón, personaje singular y carismático que claudicó en una plaza de toros en 1934 como no podría ser de otra manera, pero cuando esto ocurrió ya no era presidente bético. La familia del torero declararía que aún en los años 50 pagarían facturas a cuenta del club bético.
CAPÍTULO 11
FASCISMO Vs. REPUBLICANISMO. El Betis es el equipo de los pobres y el Sevilla FC el de los ricos.
… sin embargo, hay una leyenda victimista que no sé qué villano se la ha colgado al cuello. Y de ello hay muchos que han hecho un martirio. El martirio del Betis. Es un bulo tan gordo, tan insólito, tan increíble que no se puede tragar. Y por ello se lo han tragado. Ya se sabe que las mentirijillas siempre te las cazan, pero la trola gigante pasa. Si llegas tarde y dices que había un atasco monumental todos te miran con guasa y el “boss” te mete una bronca o un día de haber. Pero si dices que ha muerto tu madre, la cosa cambia. Hasta te mandan a casa con un par de días de permiso. Al fin y al cabo ¿quién sabe que tu madre murió hace 17 años? Félix Martialay y Bernardo de Salazar - Las grandes mentiras del fútbol español.
Mucho se ha hablado sobre el posicionamiento de los equipos sevillanos en el elenco político español. De esta forma, en algún momento de la historia, se encuadró al Sevilla FC
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con la derecha, alineado con el Bando Nacional en la Guerra Civil, mientras que los componentes del Real Betis Balompié se habrían posicionado junto a los republicanos, ubicados en una capa social perteneciente a los pobres y a los obreros de izquierda, siendo por ello oprimidos y perseguidos por la derecha, o lo que es lo mismo para algunos, los sevillistas, con el objeto de hacerles desaparecer. Pero, ¿ocurrió verdaderamente de esta forma? Analizando las distintas épocas desde una óptica antropológica, para averiguar cuándo surgen los primeros comentarios sobre este hecho, hay un momento en la historia en el que aparecen claramente, y estos están ubicados en torno a finales de la década de los 70 y principios de los 80. Encontramos publicaciones de determinados personajes de la política, la cultura y el deporte, de tendencia verdiblanca en general, dirigidas a esgrimir esta teoría de las izquierdas y de las derechas, del fascismo y el republicanismo en el fútbol. Un modelo interesado que se daba en otros ámbitos geográficos como en Madrid y Barcelona, y que decidieron importar a la ciudad de Sevilla, seguramente por sus réditos políticos. Dirigentes como Felipe González, Alfonso Guerra, que dijo en una ocasión algo así como “Yo, como todos los que no entendemos de fútbol, soy del Betis”; Pepote Rodríguez de la Borbolla, ex presidente de la Junta de Andalucía, que ha hecho habitualmente comentarios jocosos dirigidos al Sevilla FC, entre los que se encuentran aquel que comentó en una radio pública “…en mi familia estamos orgullosos porque nunca hubo ni rateros ni sevillistas”, aunque posteriormente se demostró que, al menos, una de las dos afirmaciones, no era cierta. Así como Emilio Carrillo o Mercedes de Pablo, esta última autora de un libro titulado “La Sevilla del Ba
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lón”, donde abundó en todos los tópicos habidos y por haber interesadamente, y otros tantos políticos béticos de la época. Escritores como Antonio Hernández, que dijo algo así: “Como el bético de toda la vida que reunió a sus hijos cuando se estaba muriendo y les dijo. Hijos míos, apuntadme de socio al Sevilla. Los hijos le habían salido ranas, o sea, que lo habían traicionado y eran socios daltónicos, de esos que lo ven todo blanco, como la vestimenta de su equipo. Y el hombre, a su vejez, en su última hora, se quería apuntar al Sevilla (…) para que se muriera un sevillista en vez de un bético. Qué corazón más bueno debía tener aquel hombre, ¡Bético puro! ” Hernández hizo gala de un beticismo anti sevillista salvaje con su libro “El Betis, la marcha verde”, un catecismo, incluso catetismo insultante para algunos, un paso que nunca nadie se atrevió a dar en esta ciudad, y nunca, ni siquiera a posteriori con los años, recibió una réplica de igual calibre por parte de un sevillista. Personajes que durante esa época de la que hablamos, redibujaron o incidieron en el panorama de las afiliaciones políticas y sociales sevillanas, consiguiendo que esta versión sui generis de la historia quedase impregnada en el subconsciente colectivo, especialmente entre las capas con menos preparación intelectual, que utilizarán el boca a boca como elemento de transmisión de estas ideas. Pero una cosa es el componente de leyenda que de ello se pueda extraer tendenciosamente, y otra muy distinta la realidad contrastada y documentada que pasaremos a comprobar, eso sí, nunca nos referiremos a las aficiones, sabias siempre, sino al elenco corporativo de los clubes. Entendemos que las aficiones son heterogéneas,
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muy diversificadas, y el espectro político al que pertenecen y pertenecieron es muy dispar con toda seguridad, no habiendo una alineación clara a unas tendencias políticas u otras en el grueso de las mismas. Aunque no conocemos estudios estadísticos sobre lo anterior, no deja de llamar la atención cómo a día de hoy y en los últimos 25 - 30 años, los indicadores de las aficiones ultras dibujan un panorama ultraderechista en el Real Betis Balompié, y ultra de izquierdas en la sevillista, diametralmente opuesto a lo que popularmente se comenta en la calle en cuanto a tendencias políticas representativas de ambos equipos. Algo por otro lado insignificante para el grueso de sus aficiones. Como recordarán comenzamos en la presente publicación hablando de los inicios de los clubes sevillanos y pudimos comprobar dónde hacían vida de club charlando, tomando copas y departiendo con las personas afines a la ideología correspondiente, y forma de pensar a falta de instalaciones propias, los pioneros de ambos clubes. Así pudimos ver en uno de los primeros capítulos a un Sevilla Football Club muy inmerso en el Círculo Mercantil hasta principios de los años 20 bajo el mandato de José Montes Sierra, presidente de un partido republicano, con el que muchos sevillistas dirigentes se sentían identificados, aunque no todos necesariamente, haciendo hincapié en que tener un pensamiento republicano no implica el ser de izquierdas forzosamente, como en muchas ocasiones se pretende vincular de forma intencionada, sino que, por el contrario, el sistema en sí mismo acoge las distintas tendencias políticas al estilo de repúblicas como la francesa, la estadounidense o la italiana, ejemplo que por estar manido y ser obvio, no es menos necesario explicarlo e insistir en ello. Estos sevillistas de principios del siglo XX no eran precisamente lo que se podría entender en aquella época como “de izquierdas”, debido a su propio rol como clase privilegiada, hijos de comerciantes y
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empresarios, pero adquirieron y entrenaron una mentalidad avanzada, teniendo como horizonte las ideas regeneracionistas que observaron en el extranjero. Y por otro lado nos encontramos a los componentes béticos en el Café Nacional durante esos años, club de índole castrense formado con tal objeto, pues como béticos eran estudiantes que se preparaban para la carrera militar como hemos expuesto anteriormente, existiendo un antes y un después debido a un hecho de capital importancia que pasamos a explicar. Por razón de educación, convencimiento y sentimiento, el estamento militar conlleva implícita la función de defender la nación. En aquellos años de principio del siglo XX muchos militares, o descendientes de militares, habían sufrido personalmente la dureza de la realidad de defender a España. La pérdida de las colonias fue acompañada de muchas pérdidas humanas. Mientras esto pasaba en la situación de globalidad nacional, en Sevilla se promueve la fiesta patriótica “España en Sevilla”, en 1908, reivindicando la idea “España” en unos momentos de cierto “relajamiento” del fervor patrio. Dos semanas de celebración en Sevilla, con folclore español, homenaje a la bandera y procesiones, conmemorando el Centenario de la Guerra de la Independencia. Ni que decir tiene, que grandes protagonistas de las celebraciones fueron Daóiz y Velarde. Nuestros personajes verdiblancos están insertos y absortos en este hecho insólito que les llevaría a poner en marcha el España Balompié -en primer término- y el Sevilla Balompié en segunda instancia, hasta su fusión definitiva con el Real Betis Football Club. Vista esta introducción necesaria, pasamos a analizar más profundamente a los equipos sevillanos en siguientes capítulos. ¿Cómo fueron los hechos posteriores? ¿Cuál fue el comportamiento de ambos clubes ante sucesos graves de la historia?
CAPÍTULO 12
LA PEÑA DEL POLLO. El Sevilla Football Club fue afín al bando ganador de la Guerra Civil, de ahí sus éxitos durante la posguerra. “Recordamos la fecha como si fuera de ayer. Primeras horas de la tarde de un sábado caluroso. El ambiente denso, cargado de presagios, de vivísima emoción, de esperanzas. Horas decisivas para el destinó de la nación. Lo que ocurrió después está en el conocimiento de todos. Del cuartel de San Hermenegildo, ese cuartel que ya ha quedado desalojado militarmente un recuerdo que la piqueta entregará a la reforma urbanística—, salieron los escasos soldados de que dispuso el general Quelpo de Llano y unos grupos de voluntarios. La guerra había comenzado. Lo que de aquellos días inolvidables queremos recoger, y aquí damos muestras gráficas, es el entusiasmo con que hombres de toda condición acudían en petición de un fusil para la lucha, el ideal generoso que a las muchedumbres Informaba. Un fusil y un gorrillo no más, sin atuendo castrense, en los albores de una organización primaria e improvisada, con el gozo de un despertar de pesadilla y una alegre disposición de entrega total de la vida por la Causa. Era España, otra vez en pie, con sed de alturas. Magnífico
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espectáculo, renovado uno y otro día durante tres años, por todos los pueblos y ciudades, por todos los campos de España, hasta la consecución’ de la victoria final. Han pasado los años. Se han sucedido las generaciones. Lógicamente, cada vez son menos los testigos de aquellos días. Fusión días de gloria y de dolor, de lucha entre hermanos españoles que la vesania imperante hizo posible, hizo necesaria, pero que no deben volver, que no volverán. En este sentido, con este deseo, escribimos estas líneas. La fecha del 18 de Julio debe unirnos a todos. Y ello se conseguirá, a buen seguro, si permanecemos fieles a las esencias, a los nobilísimos móviles de una gran España para todos los españoles, que fueron los que el 18 de Julio nos impulsaron a tomar las armas…” Artículo de Gil Gómez Bajuelo, “Discóbolo” en ABC de 1957. Presidente del Real Betis Balompié en 1922.
Los hechos que hemos introducido en capítulos anteriores, determinarían el devenir de ambos clubes en el futuro y hasta muy avanzado el siglo XX. Así podemos comprobar cómo los estudiantes fundadores del Balompié terminaron por ser militares de carrera y la mayoría no abandonó su club hasta el final de sus días, apareciendo y desapareciendo de las distintas directivas a lo largo de los años tal y como hemos comprobado, acompañándoles otros directivos de profesión militar que fueron sumándose por el camino. Pero habría un personaje de entre aquellos fundadores que igualmente nunca perdería de vista al Real Betis Balompié, y este fue sin duda José Cuesta Monereo.
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Cuesta, hijo del también militar D. Tomás Cuesta Carrión, archivero de Capitanía General, que había llegado a Sevilla procedente de Jaén en 1906, organizó junto a su hermano Tomás el equipo de fútbol el Estrella, en clara alusión a su condición de aspirantes a militares tal y como nos cuenta Juan Castro Prieto en su libro “Primeros pasos del Football sevillano”. El Estrella hacía la función de cantera del equipo balompedista y muchos de los jugadores futuros del Balompié. El caso más claro de lo que decimos es el de Andrés Aranda, jugador que procedía de ese equipo. Su hermano Tomás llegó a tener algún cargo importante en el club, concretamente fue tesorero del mismo, con lo que queda más que demostrada su participación en los inicios balompedistas. Ya hemos constatado que casi todos los fundadores del Balompié fueron militares ¿Pero qué hace especial a José Cuesta Monereo con respecto al resto de los fundadores del equipo verdiblanco? Cuesta era comandante de Estado Mayor de la Región Militar de Andalucía en 1936 y diseñó con éxito el golpe junto a Queipo de Llano en Sevilla, uno de los puntos de partida de la Guerra Civil española. Fue el cerebro de la estrategia y de las operaciones militares que llevó al éxito la operación golpista militar. Igualmente fue junto al presidente del Betis a la llegada de la República, y hombre fuerte del club, Adolfo Cuellar, el guionista de las tristemente famosas alocuciones por la radio de Queipo de Llano, medio de guerra psicológica. Cuéllar estableció la hoja de ruta de Queipo para fijar el mando en la Plaza de Sevilla, el objetivo de adhesión al golpe de altos mandos afines al gobierno republicano, la manipulación de las comunicaciones, los movimientos de tropas por la ciudad, el emplazamiento estratégico de la artillería y la posterior represión a civiles. Siempre a las diez de la noche, con el fin de amedrentar al enemigo y animar a los partidarios nacionalistas en zona republicana, en un lenguaje
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directo y generalmente soez, se burlaba de los dirigentes de la República y hacía alusiones a la virilidad de legionarios y regulares, con comentarios tales como: “...Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen. Mañana vamos a tomar Peñaflor. Vayan las mujeres de los “rojos” preparando sus mantones de luto...” La posterior represión, una vez acabado el asedio a Sevilla correspondió en gran medida a este personaje. En la posguerra tuvo un papel importante en la organización política de la ciudad. Cuesta Monereo fundó el Balompié junto a los tres hermanos Wesolowski, los dos hermanos Del Castillo, los hermanos Hermosa, y junto a algunos otros que no eligieron la carrera militar como los Gutiérrez. La mayor parte de ellos se alinearon junto al bando nacional cuando estalló la Guerra Civil. José Cuesta acompañaría siempre al equipo verdiblanco hasta el fin de sus días, le ayudó en la sombra en múltiples ocasiones, especialmente en tres fases críticas para su equipo. En 1924 con la reconstrucción del campo del Patronato; en 1939 con la recomposición del equipo y el acondicionamiento del estadio de Heliópolis, y en 1952 a través del general Sáenz de Buruaga, un capítulo que merecerá especial análisis por nuestra parte más adelante. Cuesta Monereo no ocupó un puesto relevante en el Real Betis Balompié hasta casi el final de sus días, cuando fue presidente de la Junta Consultora del Real Betis Balompié junto al general Luengo a principios de los años 70.
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Los directivos. Junto a Cuesta, otros tantos personajes béticos formaron parte del grupo que organizó la rebelión en 1936, tales como Juan del Castillo, fundador igualmente, tesorero y presidente balompedista, y su hermano, el primer presidente del Balompié, Alfonso del Castillo. También lo harían, los hermanos Alarcón de la Lastra, Carlos, que participó como hemos dicho en la Sanjurjada, presidente bético igualmente, como lo fue su hermano Alfonso, y su otro hermano Luis. Otros serían Forcada Cabanellas, directivo balompedista, Alfonso Jaramillo, que fue falangista y medalla de la vieja guardia, el igualmente directivo, el general Bohórquez Vecina, Domenech Romero. El general Sánchez Lauhlé, igualmente condenado por la Sanjurjada, huido a Portugal y de vuelta con el golpe de 1936. No faltarían en este listado Fernando Coca de la Piñera, el general Castejón, el general de la Guardia Civil Luengo Muñoz, Tassara Buiza; el presidente balompedista Moreno Sevillano, el igualmente presidente Navarro Cáceres, Álvarez Rementería, Rodríguez Caso; Utrera Molina, y los hermanos Jacinto, Guillermo y Edmundo Wesolouski entre otros tantos. En la introducción de este capítulo han podido observar un escrito de Gil Gómez Bajuelo, periodista y presidente bético en 1922 que no dudó en unirse igualmente al bando nacional, Eduardo Benjumea, Adolfo Cuéllar, del que les hablamos anteriormente; José Hermosa que murió defendiendo el Cuartel de la Montaña; los directivos Carlos Fernández de Pando, Francisco Lazo Orta, Manuel Alonso Cueli, y un largo etcétera. Antonio Olmedo, periodista bético del que hablamos en anteriores capítulos que escribió la biografía de Queipo de Llano titulada ‘General Queipo de Llano, (Aventura y audacia)’ junto a Cuesta Monereo.
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No obstante, mención especial merecerá un joven presidente bético en 1931 como fue Mantecón Navasal, historiador y político aragonés nacido en 1902. Su actividad política se inicia con el ingreso en la Universidad, y en 1917, a los quince años, pronunció su primer mitin republicano. Colaboró en Zaragoza y más tarde en Sevilla, con el Partido Radical, pero nunca militó en él. Durante la dictadura de Primo de Rivera se afilió al partido dirigido por don Manuel Azaña, Acción Republicana, posteriormente integrado en Izquierda Republicana, y participó en los comités de lucha contra la Dictadura y contra la Monarquía. Proclamada la República, renunció a ocupar cargos oficiales por servir mejor a la organización del partido. En 1935 se traslada a Zaragoza, donde junto a las actividades políticas desarrolla una importante misión en la empresa familiar. La sublevación de julio de 1936 le sorprende en Madrid y organiza, juntamente con el diputado socialista Eduardo Castillo, las Milicias Aragonesas. Nombrado capitán, marchó con las Milicias al frente de Guadalajara. Más tarde fue nombrado comisario de la 72 Brigada Mixta y destinado con ella al Ejército del Este, cerca de Boltaña, donde recibió, en 1937, el nombramiento de Gobernador General de Aragón. Un presidente del Betis entre 1931 y 1933, un republicano con poder en tiempos de la República en necesidad y acorde con el sistema político. Aunque Mantecón fue una paloma que se rodeó de halcones como podemos observar en la composición de la directiva de la época, entre otros: Presidente, D. José Ignacio Mantecón Navasal. Vicepresidente-1º: D. Joaquín Sainz De la Maza. Vicepresidente-2º: D. Francisco Lazo Orta. Vicepresidente-3º: D. Carlos Alarcón de la Lastra... Secretario: D. Carlos Fernández De Pando. Contador: D. Manuel Alonso Cueli.
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Entre sus vocales teníamos a D. Eduardo Benjumea Vázquez y Armero. Carlos Alarcón de la Lastra, su tercer vicepresidente, participó en la Sanjurjada, como hemos comprobado anteriormente, siendo presidente en ese momento Mantecón Navasal. No estaba muy bien rodeado don Ignacio. Bajo su mandato, Mantecón continuó reforzando aquel equipo que cimentó Sánchez Mejías, y que concluyó a la postre ganando el Campeonato nacional de Liga en la temporada 1934-1935.
Los jugadores béticos. En cuanto a los jugadores béticos, el día 18 de julio de 1936 el presidente del Betis se encontraba dimitido, lo cual iba a ser un hándicap importante en los años de la guerra, ya que el club, además de descabezado, estaba completamente deshecho. El Betis Balompié (que perdió el título de “Real” debido a la República) se había visto obligado antes de la guerra a dejar en libertad, o a traspasar a varios de sus más destacados futbolistas. Incidimos e insistimos en el hecho de que fue antes de la guerra. Urquiaga se marchó al Barcelona, Unamuno fichó por el Bilbao, Espinosa y Arrieta se fueron al Madrid, Rancel y Gómez quedaron en libertad y ficharon por el Gerona, Aedo también quedó en libertad y apalabró su fichaje por el Barcelona. Como hemos podido comprobar, la marcha de los deportistas fue en plena II República y por motivos económicos. Recordamos que no hay constancia de que ningún miembro de la plantilla bética en activo a final de temporada en la 1935/1936, luchara a favor de la República, todos lo hicieron en el ejército de Franco. Larrinoa y Rejón, estaban en el País Vasco, zona republicana, en el momento del
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Golpe, pero se alinearon con el bando franquista. El primero, en un destacamento de sanidad en Santander, y el segundo cayó herido en Extremadura. El gallego Cornejo también estuvo en el lado franquista, muriendo en Somosierra cuando su batallón se disponía a tomar Madrid. En plena República, justo después de haber ganado la Liga, el club bético estaba hecho unos zorros, sin presidente, sin sus mejores jugadores, sin dinero, con grandes deudas y a punto de desaparecer, algo en lo que profundizaremos. Concluyendo, las pruebas nos remiten a que decenas de directivos desde la fundación de club blanquiverde, que acompañaron al equipo durante varias décadas, en especial el General Cuesta Monereo que actuaría como “ángel de la guarda” en la sombra, tenían una marcada tendencia golpista/fascista como hemos visto, de hecho prácticamente todos se unieron sin fisuras al golpe de 1936. Este no era precisamente el club que nos dibujaron determinados políticos en la transición española, como un equipo republicano, de los pobres y obrero, al menos entre sus líneas dirigentes, ni entre sus jugadores, ni tampoco sería la idiosincrasia adoptada como club, sus propios directivos lo habrían impedido. Como pueden comprobar, por mucho que los González, Guerra, de la Borbolla, de Pablo, Hernández y Emilio Carrillo nos contasen, estos hechos se enfrentan claramente a sus teorías, a falta de algún matiz que quieran añadir, y claramente obviaron este pasaje de la historia de los antiguos componentes béticos.
CAPÍTULO 13
EL (SUPUESTO) EQUIPO DE LOS FASCISTAS. La flor de la juventud republicana.
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a República fue una época de esplendor para el fútbol sevillano, ambos clubes ganaron importantes torneos nacionales, en el caso del Betis Balompié la incipiente Liga que comenzaba a dar sus pasos en aquellos momentos, y el Sevilla Football Club el torneo por excelencia que fue el Campeonato de España, en su acepción “Copa Presidente de la República” así como la amateur de la misma competición. Como podemos comprobar, el Sevilla Football Club no solo ganó sus primigenios campeonatos nacionales en época franquista como muchos han querido hacer ver tendenciosamente. Si bien vimos anteriormente cómo el Real Betis Balompié pasaba una situación económica gravísima, los merengues (era así conocido el equipo sevillista en la época) están en unos momentos deportivos cuanto menos extraños, pues estuvo a punto de descender en la temporada 1935-1936, salvándose en el último momento. Ramón Sánchez-Pizjuán accedió a la presidencia sevillista en 1932 y se configuraba en ese momento como un político perteneciente a un partido que participó en las elecciones
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durante la II República, consiguiendo muy pocos votos, prácticamente un número insignificante. Hablaremos de Sánchez-Pizjuán en profundidad en sucesivos capítulos, pero sería interesante mostrar qué tipo de personajes y afiliaciones políticas nos encontramos en el Sevilla FC. El club sevillista sería mucho más heterogéneo que el club verdiblanco en cuestiones políticas, nos encontramos a varios personajes, pocos en comparación con el Betis, que se alinean en el Bando Nacional. Entre ellos encontramos a unos de sus porteros míticos como fue Guillermo Eizaguirre, capitán de la Legión, hijo de Eugenio Eizaguirre, magistrado de Sevilla y dirigente de la Comunión Tradicionalista. También contemplamos a Raimundo Blanco, jugador sevillista que lucha contra la República. Así, observamos igualmente personajes sevillistas de cierto rango, como son por ejemplo Enrique Balbontín de Orta, que llegó a ser presidente sevillista al igual que Ramón de Carranza, ambos participaron muy activamente en el golpe del 36, así como posteriormente Sancho Dávila, directivo del Sevilla FC. Sin embargo, y a diferencia del entonces Betis Balompié, sí encontramos personajes alineados con la República en el equipo blanquirrojo justo en el momento en que estalla el golpe en 1936, por lo tanto en activo en ese momento, tal y como podemos observar en el libro “Breve historia del Sevilla FC” de Agustín Rodríguez y Juan Castro, de la editorial Punto Rojo Libros, que nos dice lo siguiente: “En el Sevilla, Euskalduna y Epelde lucharon como gudaris a favor de la República. Una vez hechos prisioneros fueron internados en campos de trabajo. Epelde en un campo de Zamora y Euskalduna en Jerez de la Frontera en uno de los famosos Batallones de Trabajo. Fede estuvo como miliciano en el País Vasco, donde curiosamente jugó al fútbol con el único jugador bético que luchó a favor de la República, aunque nunca
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llegó a vestir de verdiblanco. Duque, un joven portero de Jerez que el Betis había fichado semanas antes del Golpe para suplir la baja de Espinosa y que nunca se incorporó a la disciplina verdiblanca. Segura, el medio centro del Sevilla, estuvo hasta su conquista en la Málaga Republicana. Tache, el que fuera máximo goleadora en la temporada 35/36, se enroló con el Barcelona en su viaje a Sudamérica, y se exilió en México. Pero el caso, quizás más llamativo sea el de Guillermo Campanal, recién casado en ese verano. Una vez producido el Golpe, escapó con su señora por el pasillo de Tomares hacia Asturias, donde luchó como miliciano Republicano. Mientras Guillermo estaba en tierras asturianas incorporado a la milicia, junto a otros futbolistas de la tierra, recogió en su casa de Avilés a Galé, interior izquierdo del Oviedo y amigo suyo, pues los milicianos querían apresarle. Este hecho posiblemente le salvo la vida posteriormente. Una vez conquistada Asturias, Guillermo Campanal volvió a Sevilla y después de pasar un periodo de retiro en un campo de trabajo, el Régimen entendió que el delantero centro de la selección le era más útil fuera que encerrado y lo destinó a una batería antiaérea en Tomares. Luis Tejada por su condición de Ingeniero fue de los primeros movilizados y destinado a ferrocarriles, un destino sin armas pues su familia de carácter progresista y era poco afecta al nuevo régimen”.
Como podemos comprobar, en el equipo blanquirrojo encontramos a bastantes componentes, especialmente jugadores, que se alinearon, incluso lucharon junto a la República. No obstante, algunos directivos también fueron afectos a la República como veremos a continuación.
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Manuel Blasco Garzón Manuel Blasco Garzón fue un presidente sevillista perteneciente a la masonería- muy activo, bohemio, político de reconocido prestigio y muy popular. Orador brillantísimo, omnipresente en la vida social y cultural sevillana durante muchos años, no obstante fue presidente del Ateneo de Sevilla entre otros cargos en el mismo. En 1921 organiza en el Palacio de San Telmo un hospital de sangre para aliviar a los heridos en el desastre de la batalla hispano marroquí que se produce en Annual (Marruecos). Durante su mandato en el Ateneo se propuso llevar la cultura a todos los rincones de Sevilla. Muestra de ello fue la salida a las casas de vecinos para hacer partícipes de la cultura a aquellos que ni soñaban, tal vez, con poder acercarse a ella. Blasco Garzón pretendía desde su cargo, en 1925, llevar el nivel cultural a los barrios y contribuir a la educación de los ciudadanos, ayudando a la lucha contra el analfabetismo. Un proyecto sin igual en la época. En el terreno político fue Concejal del Ayuntamiento de Sevilla, ejerciendo de alcalde interino en varias ocasiones, diputado por Sevilla en Cortes con la izquierda liberal en 1923, una vez constituida la Segunda República, se presentó a las elecciones con el Partido Republicano Liberal en 1933 y por la Unión Republicana en 1936. Alcanzó el máximo en política al ser Ministro de Comunicaciones y Marina Mercante y después ocuparía la cartera de Justicia. En el aspecto que nos ocupa, el sevillista, se convierte en íntimo amigo de Fray Jerónimo de Córdoba con el que iba a ver los
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partidos que jugaba el Sevilla en los terrenos de la Trinidad. Como anécdota a contar, acompañaba al famoso fraile el día que éste recibe una pedrada en la cabeza, considerándose por ello a Fray Jerónimo como víctima de la violencia futbolística en nuestro país. Llegó al máximo cargo del Sevilla FC en 1924, tras un periodo presidencial muy corto de Don Carlos Piñar y Pickman. Impulsó el Sr. Blasco al club en todos sus facetas, en la económica al establecer un considerable cuerpo social, en la deportiva fichando a varios jugadores de entidad entre ellos a Caballero, Roldán, Fuentes, Iglesias, Carreño, Monge y principalmente a Guillermo Eizaguirre, este último procedente de la cantera. Pero el mejor fichaje que realiza para el Sevilla es el del hijo de su íntimo amigo Don Eduardo Sánchez Pizjuán. Blasco Garzón hace directivo a Don Ramón Sánchez-Pizjuán cuando este cuenta tan solo con 24 años. Durante su mandato el Sevilla consigue una Copa de Andalucía y es pionero en dos cuestiones sin precedentes en el club: contrata al primer médico que tiene la sociedad D. José Manuel Puelles de los Santos y organiza las primeras concentraciones que realiza el Sevilla, en una finca propiedad del Barón de Gracia Real, (más tarde también presidente), en el sevillano pueblo de Villanueva de Rio y Minas. También consiguió que en el Estadio Reina Victoria se jugara la final de la Copa de España entre el Barcelona y el Club Arenas de Guecho. La figura de Blasco Garzón mantiene hoy su brillo por su presencia en una foto imperecedera. Aquel homenaje a Góngora fue organizado por nuestro presidente, aquellas
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famosas conferencias en las que participan los grandes intelectuales de la generación del 27: Lorca, Alberti, Guillén que atienden las llamadas de Blasco Garzón al ser gran amigo de estos. Fue en ese encuentro donde se acuñó el término “Generación del 27”, todo un hito para la cultura de nuestro país que traspasó fronteras. Aquel puñado de escritores pasó como un vendaval por la historia de la literatura en español. Blasco Garzón, con su intensa actividad profesional y su gran capacidad para encauzar los aires renovadores que soplaban por España, puso su grano de arena en la construcción de un movimiento literario de una riqueza, que sólo puede compararse con la del Siglo de Oro. Por mediación del presidente de la República, Don Diego Martínez Barrios, consigue que en octubre de 1936 sea destinado como Cónsul general de España en Buenos Aires, donde se marcha con toda su familia, incluida una sobrina que aún vive en Argentina como única descendiente de este gran presidente sevillista. Cuando termina la guerra es nombrado representante del gobierno en el exilio en Argentina. Blasco Garzón fallece en Argentina el 21 de noviembre de 1.954, sin poder volver a su tierra. Todo un honor para el sevillismo el haber tenido entre sus filas tan magnífico representante de las libertades y la cultura.
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José Manuel Puelles de los Santos Concejal republicano del Ayuntamiento de Sevilla y presidente de la Diputación Provincial, Puelles fue detenido en la tarde del 18 de julio en el hotel ‘Majestic’ cuando, con un grupo de personas de su partido, Unión Republicana, gestores provinciales y funcionarios de la Diputación, celebraba pacíficamente la onomástica del secretario general de ésta, Federico Vilanova, sin haber intervenido para nada en la resistencia que los barrios obreros de Sevilla opusieron al golpe encabezado por Queipo de Llano. Éste, por contra, anunció incluso por radio que, tanto a Puelles como a Labandera, se les aplicaría inexorablemente la sanción correspondiente a las actuaciones que hubiesen realizado cada uno en los sucesos acaecidos en la capital hispalense. Fue fusilado junto a otros miembros de su partido político tras aplicársele el bando de guerra de la Autoridad Militar establecida por el ejército sublevado. Previamente le fueron robadas por requisición parte de sus pertenencias, entre ellas cuadros de Picasso y Valdés Leal. José Manuel Puelles atendió médicamente a la primera plantilla del Sevilla FC en los años veinte, erigiéndose como el primer médico oficial de la Entidad. Esta faceta comenzó a gestarse durante sus años de carrera, que cursó en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sevilla. Allí participa activamente en la creación del Ateneo MédicoEscolar junto a Manuel Sánchez Pizjuán, tío del que sería más adelante uno de los grandes presidentes del Sevilla FC, Ramón Sánchez Pizjuán. Aunque sería principalmente su amistad con Manuel Blasco Garzón, entonces en la directiva de Carlos Piñar y Pickman y presidente de la Entidad de 1924 a 1925, la que le serviría de trampolín para llegar,
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en octubre de 1922, a dirigir el área médica de la primera plantilla sevillista, algo de lo que muy pocos clubes en España gozaban en la época. A su llegada al campo de Reina Victoria, seguramente a finales de 1922, habilitó un pequeño cuarto a modo de enfermería, así como buscó a dos practicantes que le ayudasen con el trabajo. Aún se escucha por los mentideros sevillistas la historia de que tuvo que curar a un pequeño que se hirió con un alambre intentando saltar una de las vallas colocadas en el antiguo campo. Prueba es ésta de la gran solidaridad y compromiso con los demás que envolvía la vida de este gran sevillista. Tuvo que dejar el cargo en 1934 cuando fue nombrado, por primera vez, presidente de la Diputación de Sevilla, aunque no dejó de ser socio y directivo en ningún momento. Como podemos comprobar, a diferencia del entonces Betis Balompié, el Sevilla FC contó con bastantes personajes de lado republicano, por lo que la leyenda que configura un Betis de los pobres, de los obreros y de los republicanos, frente a un Sevilla FC de los fascistas y de los señoritos, tiene menos base documental a todas luces, por no decir mínima. Dicho bulo fue aumentando conforme pasaba el tiempo y así nos encontramos con determinadas publicaciones, como fue, por ejemplo, el coleccionable de Marca de 1994 titulado ‘Sentimiento Verdiblanco’, en su página nº 51, al referirse a la Guerra Civil, y escribió: “La mayoría de los jugadores, flor de la juventud, tuvieron que marchar al frente y se dio la circunstancia de que el grueso del grupo bético se alineó con el bando republicano, perdedor en la cruel contienda, por lo que el extraordinario plantel del Real Betis quedó disuelto.”
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Si lo dice Marca debía ser verdad, pensarían muchos, pero como podemos comprobar, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Mención especial merece el narrar los últimos meses previos a la Guerra Civil por parte de los equipos sevillanos.
CAPÍTULO 14
LOS OCHOCIENTOS SOCIOS. La afición indestructible de un equipo roto y abandonado a su suerte en el norte de España.
...Y llegaron a Sevilla tras la aventura. El equipo se desplazó a jugar contra el Sabadell el primero de mayo. El viaje lo hicieron por ferrocarril los jugadores “a Fortiori” por la festividad del día que no permitía otro medio de locomoción. Llevaban unas cuatro mil pesetas y como tuvieron que quedarse allí una semana para jugar contra el Gerona, fue preciso enviarles otras dos mil, porque ya en el hotel donde se hospedaban les negaban hasta lo más indispensable. Jugaron entre semana un partido amistoso en Lérida, que nuestro representante concertó, cobrando una prima de 2.250 pesetas, y tampoco era suficiente esta cantidad para los gastos de regreso. Como teníamos agotadas todas las disponibilidades decidimos redactar la “nota” que se ha publicado en la prensa. La Federación Regional Sur -me interesa hacer resaltar esto- se nos ofreció, haciéndonos un anticipo de
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1.000 pesetas suficientes, ahora, para el regreso de los “equipiers”. Eran las que necesitábamos, de momento. También nos han hecho ofrecimientos buen número de deportistas, incluso significados sevillistas, cosa que agradecemos en todo su valer” (...) “El ejercicio anterior lo cerramos con 200.950 pesetas de déficit, y tenemos préstamos por valor de 95. 000. Comprenderán que la situación no puede ser más difícil. Claro que el principal causante de esta angustiosa situación ha sido el mal tiempo que ha hecho, de lluvias. En los partidos de más “taquilla”. Sin ir más lejos, con el Athletic de Bilbao no hicimos ni la tercera parte de la recaudación normal. La Directiva, ante este estado de cosas, acordó que los socios pagaran una cuota extraordinaria para el partido Betis - Racing, ¿y qué creen ustedes que pasó?, pues que se dieron de baja unos 800 socios para no pagarla”... “Teníamos unos 1.500 socios de seis y ocho pesetas al mes, estos contadísimos- y los infantiles. A aquellos 800 hay que sumar otros muchos que se marchan a la desbandada” ... “A los jugadores se les debe a algunos desde enero, y a la mayoría los meses de febrero, marzo, abril y el corriente, más las primas de los partidos contra el Sabadell y Gerona, a razón de 300 pesetas cada uno” ...
Así de abiertamente se expresaba a la prensa el secretario de la Junta del Betis Balompié, D. Francisco Fernández, en torno a final de la temporada 1935/36 lo que deja clara la situación que sufría el equipo verdiblanco en aquellos momentos. Sospechamos que uno de los insignes sevillistas a los que se
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refiere el secretario bético fue el mismísimo Ramón SánchezPizjuán, algo que seguramente no podremos demostrar nunca, pero lo que sí está claro es que fueron sevillistas los insignes a los que se refiere don Francisco Fernández, por lo que este hecho por sí mismo desmiente a las claras la versión interesada de aquellos que dijeron siempre que desde el Sevilla Football Club se pretendía acabar con el Betis. Como demostraremos, esto no solo no fue así, sino que los intentos fueron al contrario en determinadas ocasiones, y esto no es un hecho anormal en el elenco de equipos españoles, otros muchos equipos “se deshicieron de sus rivales” a la mínima oportunidad que tuvieron. Nos viene a la memoria el caso del Racing Club de Madrid, sociedad que a principios de los años treinta trataba de tú a tú al Real Madrid. El Madrid estaba al frente de la Federación Centro y hasta que no se cargó a los racinguistas no paró. Les prohibió ir de gira a América para recaudar fondos con los cuales sufragar su nuevo estadio y cuando estos les desoyeron, les impusieron una multa y el descenso a Segunda División. El golpe fue mortal y el Racing desapareció al negarse a jugar en esta categoría. Igualmente recordamos que en la ciudad de Valencia la guerra sucia entre Levante y Valencia FC también fue sonada. César Augusto Milego, presidente de los valencianistas durante los años veinte, hizo lo imposible para que los levantinistas no prosperaran, e incluso, tras la guerra, obligaron al Gimnástico y al Levante a realizar una fusión ilógica para que se llevasen a bofetadas y con el tiempo desaparecieran. Al final los gimnásticos se pasaron al Valencia y los levantinistas se hicieron los dueños saliéndoles mal la jugada, de la que tardaron de 60 años en recuperarse.
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Pero curiosamente en Sevilla se ha dado un caso verdaderamente particular, porque el club que ostentó el poder, como podremos comprobar más adelante, intentó en varias ocasiones sin éxito acabar con el rival y ese equipo en el poder no fue precisamente el Sevilla Football Club. En el caso que nos ocupa, la situación del Betis Balompié era verdaderamente desesperada. Los jugadores no cobraban, las deudas eran considerables y prácticamente insalvables con los medios propios, (recordemos que el Betis no contaba con estadio de su propiedad) descabezado y sin presidente, todo hacía presagiar que llegaría a desaparecer. Y esto podría ocurrir especialmente porque los propios socios abandonan al club, debido a que lo que queda de directiva pretende subir los precios de los abonos para poder afrontar algunos pagos urgentes. De 1500 socios, 800 –más de la mitad- se dan de baja a los que habría que sumar que otros muchos huyeron en desbandada. El Betis estaba sentenciado. La Tertulia Bética, un auténtico sanedrín verdiblanco, se reunía para dilucidar qué soluciones había para salvar al Betis, pero de pronto llegó la Guerra. El Real Betis Balompié no recuperaría un número más normalizado de abonados hasta, al menos, 1953. Diversos testimonios autorizados aseveran que durante la posguerra, en su penar por Tercera División, solo mantuvo entre 100 y 300 socios.
CAPÍTULO 15
EL TRANSCURRIR DURANTE LA GUERRA. El Real Betis Balompié fue el perdedor en la cruel contienda y el Sevilla FC comienza su periodo de gloria.
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emos visto cómo el Sevilla Football Club afronta una crisis deportiva importante en la temporada 19351936. Está a punto de bajar a Segunda División y se salvaría in extremis en el último partido prácticamente. Todo esto es incomprensible teniendo en cuenta que el año anterior ganó nada más y nada menos que el Campeonato de España en su acepción “Copa Presidente de la República”, y que conserva prácticamente el mismo equipo campeón. El equipo amateur sevillista sin embargo sigue cosechando éxitos y precisamente el 18 de julio de 1936, esa misma noche, se disponía a celebrar un banquete por los éxitos deportivos obtenidos. Pero este nunca se celebró. El Betis Balompié, campeón de Liga un año antes con todos los honores y reconocimientos habidos y por haber, se dirime entre la vida y la muerte deportiva, social, institucional y económica. No hay una sola faceta del club que albergue una mínima expectativa de esperanza y de salvación. La suerte estaba echada, dos días antes se aferraban como a un clavo
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ardiendo a la cesión por parte del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla del estadio de la Exposición Iberoamericana, con mayor capacidad que el campo del Real Patronato Obrero, y en el que poder organizar partidos que proporcionasen algún dinero en efectivo a la desesperada. La Guerra Civil hizo que el tiempo se paralizara y detuviese todo lo que tuviera que ver con la vida cotidiana. Todas las expectativas de éxito, incluso las de fracaso, terminaron por congelarse como si de un brutal invierno se tratara. Los campeonatos nacionales, así como cualquier otra competición se paralizaron inmediatamente a partir de ese momento. No duró demasiado tiempo la guerra en Sevilla, de hecho fueron pocos días y las nuevas autoridades tenían en mente poner en marcha los espectáculos públicos y de masas lo antes posible. Así se comenzaron a organizar los primeros partidos en Sevilla, pero con el objeto de recaudar fondos para los comedores de Flechas de la Falange, y de igual forma a favor del Ejército. Como hemos visto, el Sevilla FC mantuvo antes de la guerra una crisis deportiva, pero para nada esta fue institucional, ni social ni tampoco económica, por lo que sus integrantes, a excepción de los jugadores y directivos mencionados anteriormente, estaban en activo y listos para competir. La mayoría de los jugadores pertenecían a los escalafones inferiores y serían estos los protagonistas de los partidos organizados por el Régimen, con la inclusión de algún jugador del primer equipo que apareciese en algún momento. Muchos equipos de la época, como fueron el Puerta Osario, el Sparta, el Calzada, el Triana, el España, el Macario, el Atletic, el Calavera, el San Vicente y otros, participaron y colaboraron, sin duda forzados en muchos casos, para poner en marcha el fútbol sevillano.
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Durante la guerra en el resto del territorio nacional y en ambas zonas, los dirigentes entienden que el fútbol es un buen medio para conseguir fondos para la causa y se apresuran a ponerlo en marcha cuanto antes. En Sevilla prácticamente es inmediato y los gobernantes fuerzan a los equipos sevillanos a organizar partidos. De hecho en septiembre de 1936 se juegan los primeros entre equipos menores de la ciudad. Con respecto al Sevilla FC no se observa en primera instancia a los jugadores del primer plantel, sino que, por el contrario, serán los jugadores de las categorías inferiores los que se alinean habitualmente. El Sevilla Football Club llega a utilizar al menos 70 jugadores en estos partidos organizados y ordenados desde las autoridades que llegan incluso a confeccionar las alineaciones y su primer plantel. El club blanquirrojo llegó a jugar en tiempo de guerra unos 20 encuentros. El colaboracionismo debió imperar si querían subsistir. Ramón Sánchez-Pizjuán cuya única religión profesada y que se le conoce se llama Sevilla FC, hace todo lo posible por mantener cohesionado el Club, cosa que conseguiría a la postre. Los partidos consistían en realizar una exaltación del nuevo régimen establecido y se jugaba a favor de la Falange, de los Flechas, de los comedores sociales y a favor del Ejército, entre otros. Los asistentes a los estadios y los jugadores deben realizar el saludo fascista, deben gritar las consignas del régimen establecido, así como cantar sus himnos para realzar los valores patrios. Se ha utilizado mucho por parte de algunos componentes béticos una foto en la que se ve a los jugadores sevillistas formados antes de comenzar un partido, realizando el saludo
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fascista, para así intentar demostrar que el club sevillista estaba alineado motu propio con el franquismo. Sin embargo hemos observado que todos los equipos, incluido, por supuesto, el propio equipo del Betis Balompié estuvieron obligados a ello, e incluso existen fotos donde se ve a todos los asistentes como público –algunos miles de personas- en un partido en Heliópolis a principio de los años 40, igualmente con el brazo en alto ¿Significa este hecho que todos eran fascistas, o es que, realmente, estaban obligados a hacerlo? En mayo de 1937 se celebró la Copa Queipo de Llano con el fin de recabar fondos para las Casas de Inválidos de Guerra, Empleados y Obreros. El día 30 el Betis derrotó al Sevilla, consiguiendo la copa donada por el General y que con toda seguridad guardarán en sus vitrinas. ¿Qué ocurrió con los jugadores de ambos equipos? Ya vimos el capítulo en el que tanto jugadores como directivos se encuadraban en un bando u otro, pero poco a poco los jugadores van regresando, algunos como es el caso de Guillermo Campanal al que el régimen interesa perdonar para utilizarlo y lo reinserta en un cuartel. Otros no tendrían tanta suerte y se irían definitivamente exiliados. Muchos son igualmente acuartelados, tal y como podemos leer en “Breve Historia del Sevilla FC” de Rodríguez y Castro, Punto Rojo Libros: “En la primavera del 38, la prensa empezó a publicar informaciones sobre los equipos militares. Varios jugadores de los primeros clubes sevillanos realizaron su prestación de servicio en los distintos destacamentos. En Artillería Antiaérea estuvieron destinados Campanal, Alcázar, Félix
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y Torróntegui, junto a los béticos Peral, Morita y Sánchez. En Aviación, dirigida por el bético Andrés Aranda, concretamente en la base aérea de Jerez, estuvo destinado Diego Villalonga, junto a los amateurs Payán y Salustiano. También sirvieron en Tablada, Joaquín, Fermín, Duarte, López y Berrocal, además del filial Raimundo Blanco y los verdiblancos Tobales, Becerril, Mije, Torres, Pileño, Rufo, etc. En Sanidad estuvieron los amateurs Cayuso, Tejada y Palencia, con los también aficionados béticos Tomasín, Rafaelillo, Peregrina, etc. Sin duda alguna, el equipo de Aviación era el más potente de todos ellos. En cuanto a los modestos, el Osario era, seguro, el más poderoso, al haber recogido a la mayoría de futbolistas del Betis”. El Sevilla Football Club nunca perdió su estructura institucional forjada desde el tiempo de la II República, por lo que era de prever que su continuidad pos guerra estuviese asegurada. Pero, por el contrario, como reza el dicho, el Betis nunca caminará solo, y el general Cuesta Monereo siempre estuvo ahí para demostrarlo. A principios de 1939 se anuncia en la prensa, por arte de Birlibirloque, que el Betis ha comenzado a reparar el estadio Municipal de Heliópolis y que pronto se organizarán las competiciones correspondientes. Esto es especialmente llamativo teniendo en cuenta que en 1938 del Betis Balompié como tal institución no se oyen noticias y no juega un solo partido en todo ese año. La pregunta es, ¿cómo es posible que el Betis Balompié sin haber jugado partidos, y sin ningún tipo de ingresos, no cuente ya con deudas, tenga un equipo preparándose para competir, esté ya organizado institucionalmente y repare el estadio, todo al mismo tiempo?
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¿Salvó quizás, visto lo visto, la Guerra Civil al Betis Balompié? ¿Quién pagó las inmensas deudas contraídas en tiempos de la República, de tan solo tres años antes? ¿Cómo se pagan los fichajes, los sueldos y los gastos corrientes de un equipo de Primera División en un equipo que no cuenta con socios prácticamente? Es un periodo muy oscuro y opaco, no hay datos visibles que puedan mostrarse como dilucidadores de este nuevo milagro, uno más, que como apariciones marianas surgen religiosamente y de la nada. Quizás nunca lo sepamos, lo cierto es que las pesquisas han sido infructuosas. Sí sabemos quién arregló el estadio, pero merece un capítulo aparte. Mientras tanto el campo heliopolitano es recompuesto y remozado, quedando posteriormente como nuevo. El equipo verdiblanco juega sus compromisos en el estadio de Nervión sevillista, del que se ordena desde la autoridad impuesta por las armas, que se erija como “estadio único” del fútbol sevillano. Pero volvamos, justo en este instante, a lo que nos contaba el especial de Marca sobre el Betis en 1994: “La mayoría de los jugadores, flor de la juventud, tuvieron que marchar al frente y se dio la circunstancia de que el grueso del grupo bético se alineó con el bando republicano, perdedor en la cruel contienda, por lo que el extraordinario plantel del Real Betis quedó disuelto”. Vayamos por partes, ¿cuántos jugadores en activo a finales de 1936 recuperarían los equipos sevillanos tras la guerra? Veamos gráficamente este hecho comparado con distintos equipos de la época:
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ATHLETIC CLUB DE BILBAO 1935-36, jugadores en activo en Liga 24. En 1939-40 siguen 7 - (29,2%): Echevarría, Elíces, Gárate, Gorostiza, Oceja, Urra y Zabala REAL MADRID 1935-36, jugadores en activo en Liga 19. En 1939-40 siguen 7 - (36,8%): Bonet, Lecue, León, López Herranz, Mardones, Méndez Vigo y Quincoces. RACING DE SANTANDER 1935-36, jugadores en activo en Liga 22. En 1939-40 siguen 10 - (45,4%): Ceballos, Chas, Cuca, Ibarra, Milucho, Pedrosa, Pombo, Tayo, Trigo y Víctor. FC BARCELONA 1935-36, jugadores en activo en Liga 24. En 1939-40 siguen 2 - (8,3%): Franco y Nogués. HÉRCULES 1935-36, jugadores en activo en Liga 21. En 193940 siguen 11 - (52,4%): Aparicio, Betancort, Irles, Maciá, Medina, Mújica, Pérez, Salas, Salvador, Tatono y Tormo. BETIS BALOMPIÉ 1935-36, jugadores en activo en Liga 22. En 1939-40 siguen 11 - (50%): Aurelio, Caballero, Cornejo, Fernández, Paquirri, Peral, Rejón, Rosales, Saro, Suárez y Valera. VALENCIA CF 1935-36, jugadores en activo en Liga 20. En 1939-40 siguen 9 – (45%): Amadeo, Bertolí, Blasco, Domenech, Goiburu, Iturraspe, Juan Ramón, Lelé y Melenchón. ESPAÑOL 1935-36, jugadores en activo en Liga 19. En 1939-40 siguen 6 - (31,6%): Bosch, Lecuona, Martorell, Pérez, Prat y Teruel.
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SEVILLA FC 1935-36, jugadores en activo en Liga 25. En 1939-40 siguen 11 – (42%): Alcázar, Berrocal, Campanal, Fede, Félix, Guillamón, Joaquín, López, Segura, Torróntegui y Villalonga. ATHLETIC AVIACIÓN 1935-36, jugadores en activo en Liga 22. En 1939-40 siguen 6 – (27,3%): Alejandro, Arencibia, Elícegui, Gabilondo, Guillermo y Mesa. Como podemos comprobar el Betis Balompié recuperaría el 50% de sus jugadores, es decir, el que más tras el Hércules con un 52%. El Sevilla Football Club recuperaría el 42% de los jugadores en activo en 1936, lo que demuestra una vez más las diferencias en este sentido con respecto a ambos clubes. El Estadio Municipal de Heliópolis fue reinaugurado en abril de 1939 con un partido de Copa de Andalucía entre el propio Betis Balompié y el aún llamado Sevilla Football Club que perdió por 1 a 0. Aunque el Betis Balompié estuvo a punto de llevarse el campeonato andaluz fue a la postre el Sevilla Football Club quién lo consiguió. Como invitados de honor de esta reinauguración asistieron el general Queipo de Llano y, cómo no, un bético de pro como José Cuesta Monereo que presenció orgulloso cómo ganó su equipo.
CAPÍTULO 16
UNA BOMBA SALTARINA. Un obús rebota en una farola para acertar justo en la ventana de la secretaría del Betis Balompié. El objetivo de Queipo de Llano era atacar al equipo verdiblanco.
“El manquepierda es un eslogan y una manera de sentir. Eslogan porque el Betis ha sido un club muy perseguido en este país. Después de ganar la liga en la temporada 34/35, seis jugadores de aquella plantilla que eran vascos emigran y forman un club itinerante que viaja por todo el mundo, fundamentalmente por América Latina, al que llamaron Vizcaya CF y que suscitó un sentimiento antibético por haber pertenecido a éste. Luego cuando Queipo de Llano entra en Sevilla bombardea la sede del club y su estadio fue utilizado como depósito de tanques de la División Acorazada italiana. Ya te digo que fue un equipo perseguido y eso hizo surgir ese grito de ¡Viva el Betis manquepierda!” (N. del A. -- VICTIMISMO: Tendencia a considerarse víctima o hacerse pasar por tal. Real Academia Española de la Lengua).
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Volvemos de nuevo un poco atrás en el tiempo y nos situamos justamente en el día 18 de julio de 1936. El anterior texto aparece en un libro titulado ‘El Betis: La marcha verde’, editado en 1987 y escrito por Antonio Hernández. Como podemos comprobar se habla abiertamente de persecución hacia el entonces Betis Balompié, el general Queipo de Llano ataca abiertamente al Betis debido a que era un nido de rojos, o poco más o menos es lo que Antonio Hernández quiere transmitir a sus lectores. Por otro lado Manuel Rodríguez y Tomás Furest, en su “Historia del Real Betis Balompié. Tomo II. Ediciones BEA. 1981”, afirman que: “…las tropas republicanas disparaban contra el Gobierno Civil... Una de las bombas, que eran lanzadas por elevación, tropezó con la farola de la misma esquina de Méndez Núñez y después de romperla por completo penetró por la ventana de la secretaría destruyéndola por completo”. Manuel Rodríguez y Tomás Furest se recatan un poco más en este sentido, poco realmente, afirmando que una de las bombas que iban dirigidas al Gobierno Civil tropieza en una farola y de rebote le da a la sede bética de la calle Bilbao. Qué mala suerte que después de rebotar en una farola entrase precisamente por la ventana. No podría haber dado en el muro exterior, dirigirse a otro lado, sino que acertó justamente en la ventana. Pero nos dicen que no fueron los sublevados, sino los republicanos los que dispararon contra el Gobierno Civil. Por otro lado, Mercedes de Pablo nos cuenta en su libro “La Sevilla del Balón”, de Biblioteca de temas sevillanos editado en 1982, e igualmente confirma, no solo que no serían las
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tropas nacionales, como a afirman Rodríguez y Furest, sino que igualmente habrían sido las republicanas: “Por otro lado, las tropas republicanas que disparaban contra el Gobierno Civil a espaldas del Hotel Inglaterra afectaron a la sede social del Real Betis, hasta el punto de destruir toda la documentación que suponía su patrimonio histórico como club”. Doña Mercedes no atribuiría, al menos, a la subliminal “derecha sevillista golpista” el desaguisado. Otras versiones son dignas de ser analizadas, entre ellas la de la hija del secretario bético, Manuel Simó, miembro del Consejo de Administración del Real Betis Balompié y directora del Archivo de Indias, doña Isabel Simó, que nos cuenta lo siguiente: “... y baterías apostadas en el Ayuntamiento lanzaron obuses contra el Gobierno Civil, situado en la trasera del Hotel Inglaterra. Uno de ellos entró por una ventana de la secretaría del Betis, ubicada en el número 2 de la calle Bilbao, y prácticamente la destrozó.” En este caso, la señora Simó afirma que fue un obús y que este entró directamente por la ventana destrozando la secretaría. Así mismo nos deja en la duda de si fue el bando republicano o el nacional, pues no lo dice. Sería Julio César del Arco, un “emperador” que en tiempos del fascismo “disparaba flechas”, tal y como podemos deducir del seudónimo de Manuel Benítez Salvatierra, caballero periodista que escribió un libro sobre la historia del Real Betis Balompié en 1957 titulado “Medio siglo de fútbol sevillano”, la primera persona que parece ser publicó el episodio de la bomba de la calle Bilbao, que sepamos.
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Pero, ¿qué ocurrió realmente? Según Juan Ortiz Villalba, ‘Del golpe militar a la Guerra Civil: Sevilla 1936’, (2006), los sublevados ordenaron al comandante Núñez acudir con unos 70 soldados de Intendencia a la plaza Nueva, donde una sección de zapadores que estaban luchando contra los guardias de asalto. Además desplegaron una compañía de fusileros de Sanidad Militar entre las puertas de Jerez y de la Carne. Sobre las cinco de la tarde también se unió a los sublevados la Guardia Civil. Una sección se incorporó al combate en la Plaza Nueva, mientras que otras unidades desplegaron ametralladoras en torno al centro para aislarlo de los barrios pobres, de donde podían venir milicianos izquierdistas. Los sublevados también armaron a algunos civiles falangistas en el regimiento de Infantería. En el bando contrario sobre las 14:45h, los guardias de asalto del cuartel de la Alameda de Hércules repartieron unos 80 fusiles a civiles. Desde allí los partidarios del Gobierno formaron dos columnas, cada una encabezada por una autoametralladora. Una fue hacia el Parque de Artillería, cerca de la Maestranza, donde fueron repelidos sangrientamente por los sublevados. La otra acudió a defender el Gobierno Civil. El combate en la Plaza Nueva entró en su momento decisivo hacia las 18:15, cuando llegaron los artilleros y desplegaron dos cañones contra las posiciones de las fuerzas leales al Gobierno. Primero cañonearon el edificio de la Telefónica, matando al teniente de Asalto D. Ignacio Alonso, tras lo cual los resistentes se retiraron. A continuación dejaron fuera de combate a la última de las auto ametralladoras de la Guardia de asalto y dispararon 14 cañonazos sobre el hotel Inglaterra, de donde también tuvieron que retirarse los leales.
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A las 20:00, tras un primer y último cañonazo contra el Gobierno civil, Varela, se rindió telefónicamente a Queipo de Llano. Víctor Hurtado publicaría recientemente un atlas sobre la sublevación, en el que describe gráficamente con gran detalle dónde se apostaban las diferentes fuerzas, entre otras batallas de la Guerra Civil, en el episodio de la Plaza Nueva aquel 18 de julio de 1936. Los proyectiles supuestamente acabaron con la secretaría bética, que como estamos demostrando y es reconocido por estudiosos de la historia verdiblanca, no era objetivo de guerra en absoluto, sino en cualquier caso sería un hecho fortuito. Dicha batería del bando nacional estaría apostada en la calle Granada, en la misma acera donde se hallaba la secretaría, por lo que era bastante poco probable que un proyectil pudiese impactar directamente en el inmueble referido de la calle Bilbao, o al menos impactar directamente, por no decir imposible. Pero… ¿fue cañón, mortero, o por el contrario fue un obús? ¿Podría rebotar un proyectil de artillería en una farola como para entrar justo por una ventana y volar las dependencias béticas? Todos los escritos de la época apuntan a que fue un cañón el que se apostó en la calle Granada, aunque Queipo de Llano recuerda un año después el episodio de la Plaza Nueva, en una entrevista en el diario ABC de 18 de julio de 1937: “…Vuelva y diga que con rompedora, tire contra el Hotel Inglaterra, en el que hay que abrir brecha para batir el Gobierno Civil”.
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Y efectivamente una vez sabemos el tipo de proyectil utilizado de primera mano –rompedora- y según los expertos en artillería consultados por el autor del presente, una pieza de artillería, que fue lanzada por el capitán Vicente Pérez de Sevilla, con suficiente poder como para destruir un edificio, no podría rebotar contra una farola, y si fuese un proyectil de cañón, como cuentan la mayoría de trabajos sobre este hecho, no contaría con la suficiente parábola como para que lo hiciese, por lo que la teoría del “rebote” es igualmente improbable. Como se puede comprobar y sin desmentir absolutamente ninguna posibilidad, las teorías esgrimidas no se sostienen por sí mismas a priori, aunque no negamos cierta destrucción del inmueble y nos inclinamos a que determinados cascotes provenientes de la esquina del Hotel Inglaterra, impactasen contra las oficinas del Real Betis Balompié, incluso que la onda expansiva ocasionase algunos daños, pero no como para hacer desaparecer trofeos y documentación. Quizás algunos cristales y ventanas rotas, unido a algunos desperfectos leves en el interior del inmueble. Una vez hemos desvelado en capítulos anteriores quiénes fueron las personalidades que compusieron el Real Betis Balompié desde sus inicios allá por 1908-1909, no es necesario abundar en el desmentido sobre que Queipo de Llano prácticamente se levantase en armas contra el Betis, una teoría peregrina sin duda alguna, ya que sería ir contra sus propios correligionarios como pueden comprender. El escrito de Antonio Hernández raya lo surrealista, no se sustenta en base alguna, consiguió alimentar determinadas “leyendas”, en el momento adecuado y con cierto oportunismo, que llegaron a calar en determinados sustratos de la población
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sevillana, que inmediatamente divulgaron con el boca a boca convirtiéndose prácticamente en una verdad para muchos, aunque no para todos afortunadamente. Fabrica una afición que se enfrenta a la injusticia, que requiere de un grito de guerra para hacer posible resistir ante el enemigo sevillista que encarna todo lo malo que les ha ocurrido y en previsión de lo que les ocurrirá. El Betis se levanta una y otra vez cual Ave Fénix gracias a su afición, y esta se revuelve como si de un gato salvaje se tratase. Antonio Hernández hizo bien su trabajo, promocionó determinados bulos, los relacionó negativamente con el sevillismo, causa de todos sus problemas, y el relato se quedó para habitar en la ciudad durante muchos años. Hasta ahora. España entraba en guerra y a nadie le interesaba que una secretaría de un club deportivo fuese bombardeada por accidente -o no- en unos momentos tan graves para la vida de cientos de miles de personas. Por tanto nos atenemos a los relatos orales a posteriori, el más esclarecedor sin duda sería el del mismo responsable de la secretaría bética D. Manuel Simó Mateos, que afortunadamente no se encontraba dentro de la misma en ese momento, intuimos.
CAPÍTULO 17
LOS CLUBES SEVILLANOS EN LA POSGUERRA. EL CASO ANTÚNEZ. El robo por parte del Sevilla FC del jugador bético Antúnez.
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orre, corre!, ¡que un hombre se ha caído en la esquina!, decían las voces. Le ha dado un “flato”.
El flato era la palabra que definía lo que ocurría con demasiada frecuencia y no solo por las calles sevillanas de irregular adoquinado y socavones que podrían tildarse como accidentes topográficos. Y es que comer en los años “de la hambre” se convirtió en un imposible para muchos. El señor llevaba varios días sin comer y su cuerpo no soportaba ni su propio peso. Un corrillo de niños llenos de churretes, con las rodillas al aire y rapados para evitar ser comidos por los piojos, llevaban zapatos ocres roídos, que dejaban al aire el dedo gordo del pie en muchos casos, y en otros la suela se abría por delante como si de un feroz cocodrilo se tratase, rodeaban al despojo viviente con cara de cadáver. Algún alma caritativa se dejó caer al rato para darle un caldito caliente de patas de pollo al pobre hombre, un pollo fantasma que nadie vio jamás, pero que eran la prueba de que existió, ¿de dónde demonios saldrían esas patas?
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Y al rato el pobre hombre pudo recuperar el resuello para continuar su camino, no se sabe hasta dónde tras dar las gracias con una voz que surgió como de ultratumba. Unas mondas de patata fueron su última comida hizo ya varios días. El dicho de que el puchero resucita a los muertos debió provenir de esos tristes momentos. Las cartillas de racionamiento no cubrían la alimentación de los ciudadanos y había cartillas para todo. El mozo llamado a filas, por ejemplo, era provisto de su cartilla de tabaco, además del uniforme, tieso como una mojama. La gente se agolpaba en las dependencias del Auxilio Social, puesto en marcha precariamente para socorrer cientos de miles de bocas y darles de comer. Hablamos de la posguerra, una época trágica tras la Guerra Civil española. ¡Qué sano se ve tu niño! le decía una mujer a otra. Era un niño rollizo. No es como hoy, donde los cánones de belleza cambian en función de la opulencia económica. A pesar de estar gordo, era preferible a sufrir raquitismo. Los padres se veían en la obligación de tener muchos hijos, la mitad en muchas ocasiones morían, y tener muchos hijos aseguraba tener algo de descendencia al final de sus días. …tan lejano en el tiempo y tan cercano en la distancia. Un maná aparecería ante los ojos del beticismo nuevamente. Estrenando un flamante campo, sin deudas, con las autoridades de su parte, y con una buena plantilla recuperada de los jugadores activos de antes de la guerra, que estuvo a punto de ganar el campeonato andaluz. La directiva poco tendría que hacer más que acompañar a una maquinaria
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perfectamente engrasada, que debería rodar sola, pero una vez más la mala gestión y el despilfarro pudieron con ellos por enésima vez. La administración del club volvería a ser desastrosa. El Balompié desciende en 1941 a Segunda División, asciende en 1942, pero en 1943 comenzaría una travesía en un desierto casi infinito, al que no le verían el fin en la distancia, e incluso bajarían a Tercera División en la que permanecerían siete años. En 1942 accedería a la presidencia Alfonso Alarcón de la Lastra, un presidente que bajaría al equipo ese año precisamente, y que cuenta en una entrevista a ABC en julio de ese mismo año: - ¿Cómo has encontrado al Betis? - Bastante mejor que yo creía (sic). La crisis del club se originó indiscutiblemente con motivo de nuestra guerra de liberación. Nuestra atención, nuestras fuerzas, se dispersaron ante lo que para todo español era primordial. Prueba de ello fue la lista de gloriosos caídos que tuvimos cuyo recuerdo alienta permanentemente en nosotros. El comandante Pepe Hermosa, figura deportiva nacional, encabezó la lista con su gloriosa caída en el cuartel de la Montaña. Al reanudarse la competición oficial de fútbol sufrimos naturalmente esta consecuencia en mayor grado que otros, porque nos faltaron valiosos jugadores. Y descendimos de la primera División, no obstante los esfuerzos de la directiva. Ya comenzaba la guerra en ese tiempo a ser la justificación perfecta de la mala gestión. El victimismo estaba echando raíces. Se situaba el equipo bético junto a los buenos durante aquella época, los que ganaron, y los responsables de sus desgracias
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fueron los que provocaron la guerra, es decir, los seguidores de la República. Los “gloriosos caídos” se situaban donde debían. Todo pasa, y con la llegada de la democracia, hay que volver a vestir al santo, ya no estaba tan bien visto el haber luchado “por la liberación de la patria”. Ahora lo que se lleva es estar con los luchadores de la libertad, tanto es así, que aquel Betis campeón de liga, ya no fue desmantelado por atender lo que para todo español era primordial. Era momento oportuno para que los “gloriosos caídos” cambiaran de bando, y ahora nos los presentaban como republicanos adalides de la libertad que defendían los valores democráticos, bien jugando al fútbol con la selección vasca o bien en el frente republicano, y como no, sufriendo el exilio. “...Betis campeón de Liga en 1935, y luego, en los duros años de la postguerra, cuando la plantilla de Unamuno, Peral, Areso y Aedo había partido al exilio de las dos España y se produjo la caída del Imperio hasta Tercera.” Antonio Burgos, mayo de 2006.
El Sevilla Football Club perdería sus señas británicas para siempre a principios de la cruel posguerra, debido a la alineación de la España franquista con el eje italo-alemán; no en vano les ayudaron a ganar la guerra. Británicos y franceses pasarían a ser considerados automáticamente enemigos. De esta forma, una orden ministerial de Serrano Suñer obligaría a todas las Sociedades dedicadas a los espectáculos públicos que albergasen extranjerismos en sus nomenclaturas a españolizarlas. Así el Sevilla Football Club pasaría a llamarse en 1940 Sevilla Club de Fútbol, como el Athletic Club
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se llamaría Atlético de Bilbao, o el Real Madrid pasaría a apellidarse ya para siempre Club de Fútbol. La Orden de 16 de marzo de 1940 rezaba así: «...por exigencias del respeto que debemos a lo que entrañablemente es nuestro, como el idioma, precisa desarraigar vicios de lenguaje que trascendiendo del ámbito parcialmente incoercible de la vida privada, permiten en la vida pública la presencia de modas con apariencia de vasallaje o subordinación colonial. Es deber del poder público, en la medida en que ello es posible, reprimir estos usos, que contribuyen a enturbiar la conciencia española, desviándola de la pura línea nacional, introduciendo en las costumbres de nuestro pueblo elementos exóticos que importa eliminar...» Justo en ese momento el Betis Balompié recuperó su título de Real, que perdió en la II República, una seña de identidad ineludible del equipo verdiblanco. Arturo Otero, secretario sevillista, escribe por esos años la primera historia blanquirroja y se ve obligado probablemente por la censura a omitir los orígenes británicos del club desde finales del siglo XIX, aunque nos dejaría pistas importantes para la posteridad. Serían tiempos en los que los directivos de todos los clubes estarían nombrados a dedo por la autoridad, y Ramón Sánchez-Pizjuán no es la persona que el dictador entendía que debiese llevar las riendas del club más laureado del Sur de España. Se marchará el ex presidente sevillista a Madrid a la Real Federación Española de Fútbol. Al contrario de lo que algunos pudieran pensar, Sánchez-Pizjuán se va a la federación nacional porque debe dejar obligatoriamente
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al Sevilla Football Club y no al revés. Es una especie de “exilio” esperando una situación más propicia para volver. La única condición sería que el sevillismo volviese a elegirlo, y por aquellos tiempos de dictadura no se atisbaba que fuese posible, al menos por muchos años. Sería el segundo de a bordo, Antonio Sánchez Ramos, el conocido entre el sevillismo como “el tío del puro”, el que cogería las riendas sevillistas en primera instancia, y al año siguiente Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas, Marqués del Contadero, un personaje que llegó a ser presidente bético en los años 20 y alcalde de Sevilla –alineado con el régimen obviamente- quien recogería el testigo, llevando a buen puerto la nave, pues bajo su mandato se consiguió el único título del Campeonato Nacional de Liga en 1946. Con el Real Betis Balompié a la deriva por aquellos nefastos años 40, simultáneamente accede a la Delegación Nacional de Deportes el general Moscardó, un cruel personaje de la guerra que protagonizaría uno de los episodios más cainitas del fútbol español y tuvo que ocurrir precisamente en Sevilla. Según nos cuenta Enrique Vidal, autor del Libro “El caso Antúnez, más allá del honor” es posiblemente el mejor ejemplo de la deformación de la historia a manos de la rivalidad. Lo que la tradición populachera de inspiración verdiblanca ha venido propalando como ejemplo de opresión del poderoso club sevillista sobre el Betis, gracias a un supuesto dominio federativo del primero no sólo no fue tal, sino que en puridad se trató de un descomunal episodio de prevaricación pro Betis, orquestado en las más altas instancias de la administración franquista por parte de los dirigentes heliopolitanos del momento, a la sazón, altos cargos del ejército y de la Falange, un episodio que había pasado desapercibido gracias a la sordina impuesta por el régimen dictatorial.
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El sustrato básico del suceso es bien sencillo. A mediados de la temporada 1945-1946, el Betis, que entonces militaba en la Segunda División, se encontraba al borde mismo de la desaparición y abandonado por sus seguidores, tanto era así que la prensa de filiación verdiblanca del momento, singularmente el ultracatólico “El Correo de Andalucía”, llegó incluso a realizar una campaña pública de concienciación social para la salvación verdiblanca, bajo el lema ¡Aupa Betis! En sus páginas, el diario episcopal reclamaba de la afición verdiblanca que dejase de protestar tanto y empezase a colaborar con el Club. La situación económica era realmente angustiosa, por lo que en junta directiva se decidió que los vicepresidentes Carlos Hernández Nalda y Alfonso de la Torre, habituales gestores de todas las transacciones de compra y traspasos de jugadores, procediesen a la venta de su activo más cotizado, el defensa Francisco Antúnez Espada, un canterano del Sevilla FC reclutado por el club bético ante la escasez de oportunidades en Nervión por la competencia en su puesto. La transferencia debía realizarse con urgencia, no sólo por las necesidades imperiosas de tesorería del Club bético, sino porque el jugador finalizaba contrato al término de esa misma temporada, y podría quedar libre si no había dinero para ejercitar el derecho de retención. Las gestiones iniciales no fructificaron debido a que no había más clubes interesados en el jugador que el Sevilla, enfrascado entonces en la lucha por el campeonato de Liga. Ante la tesitura de salvarse vendiendo a su mejor jugador al eterno rival o desaparecer, en caso de no hacerlo, el presidente bético, Eduardo Benjumea, jefe provincial de Falange en Sevilla, optaría por lavarse las manos y quitarse literalmente de en medio, dejándole el “marrón” a sus vicepresidentes,
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y con la directiva debatiéndose entre el sí o el no a la venta. Debido a lo acuciante de la situación, Hernández Nalda, en conversación telefónica con Benjumea, informó a éste de que, como responsable de los traspasos en la entidad, procedería a la venta inmediata del futbolista al Sevilla por 80.000 pesetas, salvo que recibiese instrucciones de no hacerlo. No llegaría ninguna orden en contrario y al día siguiente quedaba materializado el traspaso, a cambio de la cantidad concertada, que el Sevilla satisfizo en el acto, permitiendo que el Betis pudiera con dicho dinero ponerse al día con sus acreedores más apremiantes. El terremoto sobrevino al hacerse público el fichaje. Es entonces cuando estalla el caso. La afición verdiblanca, la misma que se dedicaba, según declaraciones del propio gerente bético Manuel Simó, sólo a protestar y no a prestar ayuda práctica al club, monta en cólera porque el traspaso, aunque le daba la vida a la entidad, evitando su desaparición, se hizo a favor del Sevilla. El “desaparecido” Benjumea se ve obligado a reaparecer de su hibernación voluntaria, y en lugar de asumir responsablemente el mal trago pasajero de un traspaso impopular, arremete contra sus propios vicepresidentes, los mismos que con su patrimonio particular habían venido sosteniendo al Club, desautorizándolos públicamente y acusándolos de traición, pues según sus declaraciones, la transacción la habían hecho a sus espaldas. Ante tal hipocresía, Hernández Nalda redactó una nota de prensa en la que responde a Benjumea, dando su versión del caso. El Sevilla, que había tramitado rápidamente la ficha del jugador con la Federación Regional Sur con objeto de alinearlo de inmediato, se ve obligado a tomar parte en el asunto para defender la operación, por razones puramente deportivas, ante la negativa de la Andaluza a inscribirlo y la
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derivación del asunto a la Federación Nacional. Asumiendo un riesgo considerable, y pese a que la propia Federación Nacional le amenaza en prensa con penalizaciones deportivas y económicas por alineación indebida, el nuevo defensa blanco debuta con el Sevilla en Chamartín y aparece como titular en la decena de partidos que restan de la competición. La controversia por Antúnez se juega a partir de entonces en distintos niveles o planos. Por un lado, en la calle, donde el Betis, largamente acreditado en el uso de la propaganda y los medios de comunicación para denigrar a rival, se dedica a enmarañar acusando al Sevilla de oscuras maniobras ante la Federación Regional Sur, algo insólito habida cuenta que el expediente de traspaso se derivó de inmediato a la Nacional. Gracias a su argumentación victimista, sabiamente construida por el abogado ultraderechista Adolfo Cuéllar, el mismo que sugirió a Queipo de Llano y Cuesta Monereo en julio de 1936 el uso de la radio como instrumento de guerra psicológica, logró adhesiones entre la afición más incauta y manipulable pese a que nada de lo que se afirmaba podía demostrarse. Sin duda, este juicio público, paralelo y alegal, fue ganado por el Betis, que consiguió además mancillar eficazmente la imagen de su rival y distraerlo de su objetivo deportivo, el más ambicioso de toda su historia, ganar la Liga. Por otro lado, la trifulca debió seguir el trámite federativo, donde las consecuencias del litigio sobre las competiciones se antojaban importantísimas. De considerarse que la transacción era federativamente ilícita, además de la imposición de multas, el Sevilla sería sancionado con pérdida de puntos en una liga ajustadísima que iba en ese momento liderando. Es decir, el pleito significaba un ataque frontal a la posible consecución
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del título liguero por el Sevilla. La Federación Nacional estaba presidida por Javier Barroso, del Atlético de Madrid, pero en su comité directivo se encontraban representantes del Athletic Club de Bilbao y del FC Barcelona, los dos clubes con quienes los sevillistas se estaban jugando el título liguero. Ésta era la principal derivada del asunto. También formaba parte de la misma como Vicepresidente Ramón Sánchez-Pizjuán. El Secretario de la Federación Nacional fue designado instructor del expediente. Se desplazó a Sevilla, reunió la documentación oportuna y tomó declaración a todos los protagonistas del caso, de uno y otro club. Volvió a Madrid donde redactó una propuesta de resolución que fue sometida a la votación en la junta directiva de la Federación. El fallo se dispuso en una resolución de más de 30 folios, en la que se analizaban pormenorizadamente todos los detalles del caso, y se autorizaba el traspaso, al considerarse que reunía todos los requisitos reglamentarios. El aspecto principal era que el Betis tenía habilitados en la Federación como signatarios de las adquisiciones y traspasos de futbolistas a los vicepresidentes que también firmaron la venta de Antúnez al Sevilla, lo que pudo comprobarse con los archivos federativos. De hecho, esa misma temporada, apenas un par de meses atrás, el Betis había traspasado a sus jugadores Muruaga y Bescos siguiendo el mismo proceso que con Antúnez, sin que entonces el Presidente Benjumea interpusiese ninguna reclamación. Pero el Betis tenía escondido un as en la manga. La Federación Nacional debía obediencia a la Delegación Nacional de Deportes (DND), presidida por el General Moscardó. Quien fuera ensalzado como héroe franquista del Alcázar de Toledo, era colega de armas del Gobernador Civil sevillano y benefactor bético, Fernando Coca de la Piñera, y éste era
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amigo íntimo del Presidente verdiblanco Eduardo Benjumea. La cúpula directiva bética y los notables del Club estaban integrados en ese momento (como en muchos otros a lo largo de su historia) por altos cargos de la Falange y del Ejército de Franco. Benjumea, Coca, Sánchez Laulhé, Bohórquez, Cuesta Monereo y hasta los abogados del caso, Cuéllar y José María Doménech. El Betis movió sus hilos hasta en los pasillos de El Pardo. Presentó un recurso ante la DND y ésta, en lugar de dar traslado del mismo al Sevilla y al jugador, como era preceptivo, antes de resolver, los ignoró, hurtándole a ambos el trámite de audiencia que les correspondía para defenderse, dictando directamente, sin procedimiento alguno, una resolución de dos párrafos que anulaba el traspaso, pero que no se atrevía a desposeer al Sevilla del título de Liga conquistado. El Betis, y esto conviene aclararlo convenientemente, solicitó de forma expresa en su recurso ante la DND que el Sevilla fuese desposeído de su título de Liga. Nunca nadie antes ni después, en toda la historia del fútbol español, sin el más mínimo interés deportivo de por medio, pues los béticos militaban en Segunda División, ha pretendido privar a un club hermano en los despachos un título de liga obtenido en el campo de juego. Increíblemente esta agresión, por fortuna relegada finalmente a grado de simple tentativa, ha sido históricamente silenciada pese a su gravedad, para dar pábulo a una falsa versión del caso con el Betis como víctima de su vecino, cuando en realidad fue todo lo contrario. La tropelía cometida por Moscardó contra el Sevilla tuvo sus consecuencias. El Club blanco y el futbolista le plantaron cara al General presentando sendos recursos de reposición en los que denunciaban la flagrante infracción de procedimiento cometida al privarles de poder presentar sus alegaciones, y
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resolver el asunto atendiendo exclusivamente a las peticiones del Betis. El mundo del deporte en España, principalmente el del fútbol, se solidarizó con el Sevilla. Hubo dimisión en pleno de todas las federaciones futbolísticas regionales, comités de árbitros, clubes (incluido el mayor beneficiario de un fallo desfavorable para el Sevilla, como lo era el Barcelona) y, por supuesto, en la Federación Nacional. Este hecho, teniendo en cuenta que a los Federativos los designaba el propio régimen, era de una singular gravedad y supuso un grave contratiempo para Moscardó. Había que arreglar el asunto rápidamente como fuese. En el Betis empezaron a pasar cosas extrañas. Cuando el éxito del pleito hacía presagiar bonanza para Benjumea y los suyos, éste se vio misteriosamente obligado a dimitir. Se sucedieron meses con el Club descabezado porque nadie quería presidirlo. La entidad seguía arruinada pues el relanzamiento de la masa social que produjo el caso Antúnez fue un bluf. Además había que devolver el dinero recibido por el traspaso. La única solución para evitar que el Club desapareciera era traspasar al jugador, llegando incluso a ponerlo públicamente a la venta al mejor postor, pero el Betis se encontró con el rechazo en pleno de todo el fútbol español, debido a sus tejemanejes en el caso, siendo el Sevilla a la postre el único destino posible de Antúnez. Al final, se escenificó un acuerdo entre todas las partes en la sede de la Federación Sur y, paradójicamente, meses después de haber tildado de nula e inadmisible la operación, cuando ya no estaba en juego la posibilidad de arrebatarle la Liga al Sevilla, el mismo Betis autorizaba la venta de Antúnez al Sevilla a cambio de 100.000 pesetas. Un sobreprecio de 20.000 pesetas era todo el valor del orgullo verdiblanco.
CAPÍTULO 18
EL GENERAL SÁENZ DE BURUAGA. El Sevilla Club de Fútbol cede jugadores a equipos de Tercera, para conseguir que el Real Betis Balompié no ascienda.
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n enero de 1951 el Sevilla FC peleaba en el campeonato nacional de Liga de Primera División teniendo el día 7 un partido de vital importancia, ante el Valladolid, para cumplir sus altos objetivos deportivos; ganar la Liga. El día antes, día de Reyes, el Betis viajó a Huelva para obtener los puntos que le ayudasen a conseguir su propósito; salir del profundo pozo de la Tercera División (grupo sexto), división ésta en la que compartía cartel con equipos como el Larache, el Magreb, o el Utrera. Ese mismo día coincidiendo con el partido de Huelva se celebraba en Nervión un partido benéfico de Rugby entre un combinado universitario de Sevilla y el Atlético de Madrid. A Sánchez-Pizjuán no se le ocurre otra cosa que además de colaborar con el deporte amateur fomentando el rugby en nuestra ciudad dejando el estadio y donando un trofeo para el vencedor, procurar la infraestructura radiofónica adecuada para que los aficionados del Real Betis Balompié supiesen como iba un partido de su equipo en Tercera. “…Ante la importancia de este encuentro, con el que se inicia la práctica de este deporte oficialmente en Sevilla, el presidente
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del Club titular don Ramón Sánchez Pizjuán, ha donado un magnífico trofeo, que será entregado al equipo vencedor por nuestra primera autoridad civil, demostrando una vez más con este rasgo su interés y apoyo por el deporte amateur. Coincidiendo este partido con el que se celebra en Huelva entre el titular y el Real Betis Balompié, y después de vencer innumerables dificultades, se ha conseguido línea directa entre el velódromo y Nervión, para que los seguidores béticos y el público en general puedan conocer la marcha de tan importante jornada para el Betis a través de los altavoces instalados en el campo. Diario “Sevilla” 05.01.1951
Según Ramón Puche Maciá, en su trabajo ‘Historia de España, la Guerra Civil española”, en el apartado de “Biografías del Bando Nacional”, Eduardo Sáenz de Buruaga y Polanco, nació en Camagüey, Cuba, procedía de una familia de tradición castrense. Sus primeras acciones se desarrollaron en las Guerras de África. Participó en el bando nacional en la Guerra Civil Española. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1910 bajo el mando del Coronel José Villalba Riquelme. Desde el primer momento de su vida castrense estuvo incorporado al ejército colonial de Marruecos donde participó en numerosas acciones militares. Por su comportamiento en los campos de batalla le fue concedida la Medalla Militar Individual. Su participación en la sublevación nacional fue decisiva para asegurar el control de Tetuán.
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Como coronel se hizo cargo en julio de 1936 del mando de las tropas sublevadas en dicha plaza. Tras el alzamiento ejerció durante unos días el cargo de Alto Comisario de España en Marruecos. Trasladado a la Península, al mando de sus tropas moras participó en la toma de Córdoba y en el avance hacia Madrid a lo largo del valle del Tajo. Intervino en el cerco de la ciudad y en las batallas del Jarama y Brunete. Participó también en la conquista de Teruel y en la ofensiva nacional del Ebro. Fue ascendido a general durante la campaña. Después de la guerra ocupó los cargos de gobernador militar de Madrid y del Campo de Gibraltar. Más tarde fue capitán general de Baleares y de Sevilla, para terminar desempeñando el cargo de Director General de la Guardia Civil. El general fue un gran aficionado al fútbol, de hecho Sáenz de Buruaga era seleccionador de fútbol en la Zona del Protectorado previo al golpe nacional en 1936 (entonces coronel), lo que le permitió mayor facilidad de movimientos, por temor a que sus pasos fueran seguidos por las Fuerzas de Seguridad del Estado en tiempos de la República. Desde mayo a junio de 1936, perfiló junto al general Mola su estrategia. Las maniobras del 12 de julio en Llano Amarillo le permitieron consolidar los contactos para que nada quedara al azar. Además, quedaron allí definidas las últimas adhesiones para que llegado el momento nada se opusiera a un movimiento que consideraba arrollador. Fue presidente de honor del Real Betis Balompié en 1952. Pero su cargo tendría poco de honorífico, ya que fue un presidente ejecutivo en toda regla a pesar de tener a efecto uno nombrado como fue Manuel Ruiz. ¿Qué hacía un general nacido en Cuba, madridista, siendo un héroe para los suyos, accediendo a ser presidente de honor
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de un equipo que penaba por Tercera División? Un teniente general del bando vencedor era un “semi-dios” en aquella España de principios de los años 50, podría haber elegido cualquier equipo para ser su presidente de honor, ¿por qué precisamente al Real Betis Balompié? Hubo varias razones importantes, entre ellas la de ser un singular club de profunda tradición castrense en el sur de España, pero había una de un peso específico sustancial que sería irrenunciable para Sáenz de Buruaga. Ya hablamos en anteriores capítulos de la importancia que tuvo con toda seguridad el cerebro del golpe militar de 1936 en Sevilla, y fundador del Sevilla Balompié en 1909, José Cuesta Monereo. Sabemos que aparece en momentos clave en los que el Betis está realmente necesitado de ayuda, llegando a ser su salvador cuando las sucesivas y endémicas crisis económicas, sociales e institucionales hacen mella, suponiendo prácticamente una tumba para el club, pero casi siempre aparece este personaje que in extremis lo rescata de la catástrofe a lo largo de 60 años. Uno de estos momentos históricos tuvo lugar en 1952, cuando, como de la nada, aparece el general Sáenz de Buruaga que fue destinado a la Capitanía general en Sevilla. José Cuesta intenta contar con el apoyo de altos militares dados sus probables destinos en el futuro. Cuesta experimenta a mediados de los años 40 pidiendo a un General de Ingenieros, como fue Sánchez Lauhlé, que se hiciera cargo del club. Así llegó a ser presidente ejecutivo en primera instancia y más tarde presidente honorario del Betis. Es menester recordar que otros fundadores aparecen en las sucesivas directivas de estos años, amén de los unidos posteriormente a la causa. Por
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dar algunos datos biográficos, diremos que Sánchez Lauhlé fue golpista en la sanjurjada, detenido como es natural, huyendo a Portugal tras un permiso para asistir al entierro de un pariente cercano. Por si fuese poco participó activamente en el golpe del 36, todo un halcón de Queipo de Llano, siendo testigo de la acusación en el juicio sumarísimo contra algunos republicanos que terminaron en el paredón. Este general duró poco en la presidencia bética y no fructificó en las aspiraciones de Cuesta. A principios de los años 50 Cuesta Monereo, siendo Gobernador militar del Campo de Gibraltar, coincide con un personaje que será fundamental en el destino del Betis. Cuesta sabe que cada vez será destinado más lejos de Sevilla, debido a su escalada en el generalato. Los gerentes del Betis recurren de nuevo a él desesperadamente, la situación es gravísima y deben evitar la desaparición del club verdiblanco. Cuesta reacciona y contacta con el Capitán general de la II Región militar, sita en Sevilla, Eduardo Sáenz de Buruaga y Polanco. Monereo está justo un puesto por debajo en el escalafón de Sáenz de Buruaga y va siguiendo sus pasos, primero como Gobernador Militar del Campo de Gibraltar y más tarde como Capitán General de Baleares. El hecho de tener los mismos destinos hace que tengan contacto frecuente, en esos años por cercanía. En Andalucía coinciden habitualmente. Pero hay vínculos aún mayores. Eran viejos amigos cuyas vidas quiso el destino cruzar justo en el momento y en el lugar adecuado. En una entrevista en “Mundo deportivo” el 26 de junio de 1963 el periodista le pregunta a Sáenz de Buruaga de dónde le viene esa afición al fútbol, a lo que responde: “Lo practiqué en mi Juventud y de una manera bastante asidua, junto con otros deportes, durante mi estancia en la Academia Militar”.
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Por lo tanto incluso practicaron juntos con toda probabilidad el fútbol ya que coincidieron siendo compañeros de promoción, pues ambos ingresaron a la vez en la Academia de Infantería de Toledo en 1910. Más aún y como prueba de la amistad de ambos, Cuesta Monereo fue testigo en la boda de la hija de Sáenz de Buruaga; sus esposas protagonizaban los chismorreos de la alta sociedad, cuando compartían mesa en la fiesta de la banderita de la Cruz Roja, según se observa en la prensa. Además coincidían en el Club Hípico de Pineda, del que curiosamente Cuesta fue fundador; presidían desfiles militares, celebraban recepciones en el Gobierno militar; despachaban como superior y subordinado en el Estado mayor, sito en la segunda planta de Capitanía General en la Plaza de España de Sevilla. La relación entre ambos es incuestionable y Cuesta le pide que use su poder en Sevilla para favorecer a un equipo que deambulaba por la Tercera División sin socios prácticamente, muerto económicamente y a punto de desaparecer de nuevo. Tan solo un personaje como el que estamos analizando, con ese poder, es capaz de conseguir nuevamente el milagro. Sáenz de Buruaga acepta de tal forma que incluso sorprende a Cuesta Monereo, pues se vuelca en apoyo del equipo de su amigo. El 6 de septiembre de 1952 se le prepara al general un homenaje en el estadio de Heliópolis y se le hace entrega, según la prensa, de las insignias que acreditan que será presidente honorario de la entidad verdiblanca. De buenas a primeras y sin más preámbulos el mecenazgo está servido. Durante este periodo, justo a la temporada siguiente, se da un hecho fundamental en el Real Betis Balompié Betis y este es el fichaje de Sabino Barinaga, gran jugador aún al final de su carrera, a poco de comenzar el campeonato. Viene el ex madridista de la mano del capitán general. Aquella costumbre
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bética de “reclutar” jugadores en 1917/1918 continúa en 1953 como ya vimos en capítulos anteriores. Cuadrándose ante su jefe en la milicia, Barinaga dice con solemnidad: “Mi general, venimos a ascender al Betis”, lo que provocó los aplausos y la euforia de los allí concentrados. Y tanto que lo ascendieron, al año siguiente ya estaban en Segunda División. El Real Betis Balompié cuenta con tan pocos socios en aquel momento, que cuando se anuncia que jugará Barinaga en el equipo doblan su número, según publica el diario ABC en 1952, en el que el presidente ejecutivo, Manuel Ruiz, hace referencia a dicho logro. Fuentes fidedignas, como la de uno de sus directivos, Alfonso Jaramillo, llegaría a manifestar que el Betis tenía 300 socios en Tercera División, por lo tanto subirían en torno a 600 socios. Se lleva a cabo una política de precios especiales entre la tropa de reemplazo destinada a la plaza de Sevilla para que asistan a los partidos. Serían tiempos en los que la grada de Heliópolis se teñía del caqui de los uniformes, y probablemente sería este uno de los embriones de ese mito de Betis universal junto con la emigración de familias sevillanas posterior, debido a que muchos soldados de otros lugares de España simpatizan con el equipo bético. Llegado el general a tomar el mando del equipo verdiblanco, no solo cuentan con dinero para fichajes, como es el caso de Barinaga, sino que incluso se habla de un nuevo remozamiento del estadio municipal de Heliópolis. -
¿Se realizarán obras en Heliópolis?
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Detrás de ese capítulo andamos (...) Es decir, en este aspecto como en los restantes, no nos faltan deseos y proyectos, y que, con la ayuda de Dios y de la Macarena, y la colaboración decidida y entusiasta
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de todos los buenos béticos, empezando por el digno capitán general, esperamos llevarlo a buen puerto. Como podemos observar, el presidente ejecutivo bético se pone en manos del general y no hay paso que dé sin que el general esté informado de ello. Todo son loas para quien tomará las riendas del equipo verdiblanco de facto. Le pregunta nuevamente el reportero Elide de ABC: -
¿Se ha conseguido alguna ayuda económica?
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Regular, no tengo a la vista las cifras; pero como en esa tarea he encontrado un gran apoyo moral de nuestro presidente de honor, el teniente general Sáenz de Buruaga, a quien nunca podremos agradecer lo que está haciendo por el Betis, creo que llegaremos a cubrir lo que estimamos suficiente para emprender la temporada y siempre que los béticos que aún faltan por colaborar con su óbolo no nos olviden.
Entrando en algún detalle, se negociaría por otros jugadores de la cantera madridista ante la mirada atónita del resto de equipos de la Tercera División, que no se atreverían a protestar. El capitán general sentaría todas las bases habidas y por haber, para devolver nuevamente al equipo bético a Primera División en 1958. Jugadores como Campa, Cedrés, el portero Padilla y Grané llegarían desde Madrid durante aquellos años para reforzar las filas béticas, y ante otros equipos que poco podían hacer para poder evitarlo. De hecho y nuevamente desde la pluma de Elide se le pregunta al presidente Manuel Ruiz Rodríguez por las relaciones con el Real Madrid.
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¿Qué hay de las relaciones béticas con el Real Madrid?
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Pues solo buenas noticias. Fue gracias a nuestro ilustre presidente, el teniente general Sáenz de Buruaga, como se encauzó la relación, por la gran personalidad de nuestro capitán general cerca del club castellano y por su balompedismo acendrado. Y, personalmente, realicé un viaje a la capital de España y allí sostuve cordialísimas entrevistas con los directivos del Real Madrid, con lo que di –sencillamente- satisfactoria realidad a las gestiones que personalmente había realizado nuestro presidente de honor, de quien partió la iniciativa y la gestión misma.
Sáenz de Buruaga era al mismo tiempo presidente de honor del Real Madrid Club de Fútbol, De hecho, no debemos olvidar que el equipo de sus amores en realidad era el equipo merengue madrileño. Pero un hecho insólito será contado desde filas béticas con cierta indignación. El bulo callejero cuenta que el Sevilla Club de Fútbol, con ánimo de hundir al Real Betis Balompié, cedía jugadores a sus equipos rivales para conseguir que no ascendiera. En el subconsciente colectivo verdiblanco y de forma subliminal quedaba para la posteridad aquello de que se cedían jugadores a equipos de Tercera generalizadamente, y el ejemplo que siempre se utilizó fue el de la cesión del jugador Loren al Algeciras CF. En realidad el Algeciras era prácticamente un equipo filial del Sevilla Club de Fútbol por aquellos años, tenían un acuerdo preferente en cuanto al fichaje de jugadores y que sepamos el club sevillista no solía ceder jugadores a otros equipos de Tercera División. Loren era un jugador que estaba ya en el Algeciras CF, con gran
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proyección y muy joven -19 años- procedente de su propia cantera. Los sevillistas pusieron sus ojos en Loren y tenían previsto entrar en conversaciones para su fichaje la próxima temporada. Sin embargo algo precipitó los acontecimientos y esto era que Real Madrid CF, Atlético de Madrid y Valencia CF se fijaron igualmente en el jugador. El Sevilla Club de Fútbol sabía que competir con clubes muy potentes económicamente para fichar al jugador iba a ser una tarea muy ardua, por lo que debía jugar sus bazas. Por lo investigado se observa que en primer lugar hizo prevalecer la situación de privilegio y hermandad con respecto al club algecireño, ya que el Sevilla tiene a algunos de sus jóvenes valores curtiéndose en este club desde mucho tiempo atrás, situación que al Algeciras CF le venía de perlas. Y por otro lado la inserción de alguna cláusula que diese ventajas a este club. Por lo tanto, se llegó a un acuerdo económico suficiente para todas las partes, incluido el jugador, así como el posibilitar que Loren permaneciese en el club algecireño hasta final de temporada, cediendo el Sevilla Club de Fútbol en la misma operación a Gallardo y Oñoro. El equipo blanquirrojo se aseguraba así que Loren sería sevillista a la temporada siguiente, ganando por la mano al Real Madrid CF. Aunque a posteriori los acontecimientos se precipitaron nuevamente y Loren terminó en el Sevilla Club de Fútbol antes de finalizar la temporada. Sin embargo esto fue interpretado desde determinados sectores del beticismo como la utilización de jugadores sevillistas que se cedían a otros equipos en contra del club verdiblanco, cuando en realidad era por otros motivos, como se demuestra, y a un solo club.
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El 26 de febrero de 1957, Eduardo Sáenz de Buruaga recibiría un homenaje en su despedida de la Capitanía General de la II Región Militar sita en Sevilla. Su amigo José Cuesta Monereo, recién nombrado teniente general, da el discurso de despedida, intercambiándose regalos. Cuesta accedería a la Capitanía General de Baleares mientras Sáenz de Buruaga era nombrado director general de la Guardia Civil. Ambos saldrían de Sevilla pero el futuro del Real Betis Balompié estaba ya atado y muy bien atado “entre ramos de olivo” por arte y parte de ambos. Unos sentaron las bases y otros se llevaron la gloria. El general Cuesta Monereo accedería a la presidencia de la junta consultiva del Real Betis Balompié a principios de los años 70 junto a otro general como fue Luengo Muñoz. Cuesta fue nombrado socio de honor, tal y como puede comprobarse en el diario ABC de 14 de febrero de 1970, con lo que el vínculo militar estaba establecido nuevamente. Por lo tanto comprobamos, todavía en la década de los 70 perduraría la estrecha relación con el militarismo y el franquismo imperante del Real Betis Balompié. Faltaban pocos años, algo menos de una década, para que algunos políticos, ya en democracia, cambiasen la historia del fútbol sevillano, le diesen la vuelta como a una tortilla, y la adaptasen a medida aprovechando su carisma y poder de convocatoria en ese momento.
CAPÍTULO 19
LOS ESTADIOS SEVILLANOS. ¡Pizjuanazo! El Betis inaugura el estadio sevillista venciendo 2 a 4. Una adjudicación pública por decreto.
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n anteriores capítulos hemos visto cómo los principales clubes sevillanos ponen en marcha sus primitivos estadios a principios de la década de los 10 y durante los años 20 del siglo pasado, pero en torno a la II República y la Guerra Civil suceden otros hechos en cuanto a los estadios dignos de un capítulo aparte. Una cuestión que siempre nos llamó la atención fue la incógnita de por qué el Sevilla Football Club construye un estadio en unos terrenos que ya saben están en la zona en la que se construirá el recinto para la Exposición Iberoamericana de 1929, y de los que saben tienen que marcharse. No solo esto sino que de hecho el estadio de la Avenida de la Reina Victoria es remodelado y remozado incluso poco antes de su marcha de este espacio, cosa que ocurrió en 1928. Y tal como ya tuvieron intención diez años antes, buscan y encuentran su campo de juego en la zona del barrio de Nervión, su tercer estadio propio, un terreno que alquilan en primera instancia a la inmobiliaria del Marqués de Nervión, que es su dueño, y del que la zona toma su nombre, para posteriormente
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comprarlos. A pesar de la lejanía del centro de Sevilla, prevén que es una de las zonas de expansión de la capital con el tiempo y realmente acertaron. Nuevamente deben poner en marcha toda la parafernalia para conseguir el dinero necesario para la construcción del cerramiento, las gradas y las casetas pertinentes, como el vestuario y el habitáculo del guarda, que continuaba siendo Manuel Pérez, aquel jugador obrero que llegó en 1909, y por fin fue inaugurado en un partido contra el Real Betis Balompié que este último ganó por el tanteo de 1 a 2. Un nervionazo en toda regla. El ‘Campo de Sport del Sevilla FC’, sito en el barrio de Nervión –la prensa lo conocía en ocasiones como el de la Avenida de Dato- fue un estadio glorioso para el Sevilla Football Club, no en vano ganó tres Campeonatos de España y una Liga. Durante estos años el equipo verdiblanco sigue residiendo en el Real Patronato Obrero de titularidad municipal, pero en 1936 el Betis Balompié se ve obligado por determinadas circunstancias a abandonarlo para mudarse al Stadium de la Exposición Iberoamericana, no se sabe bien si obligados por el ayuntamiento para intentar rentabilizarlo y amortizarlo, o como hemos visto anteriormente, por la necesidad económica imperante del Betis Balompié, que se debate entre la vida y la muerte deportiva, económica y social. Quizás fue la solución ideal para ambas partes. La mentira urbana, esta vez de parte sevillista, reza que el Ayuntamiento le cedió el Stadium por el valor simbólico de una peseta. Pero esto no ocurrió así. Previamente, el Ayuntamiento intentó por todos los medios que el estadio de la Exposición tuviese un uso regular, sobre todo para paliar los gastos de conservación del mismo que eran cuantiosos. Poco antes del
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acuerdo con el Real Betis Balompié, la Comisión liquidadora de la Exposición del 29 estuvo a punto de cerrar un acuerdo con una sociedad de carreras de galgos de Madrid para convertirlo en un canódromo, cosa que, obviamente, no fructificó. El 16 de julio de 1936 se firma un acuerdo de cesión, según la prensa, aunque finalmente se comprueba que fue un contrato de arrendamiento por la cantidad de 166 pesetas mensuales. Toda una ganga teniendo en cuenta que pagaba 500 pesetas por los terrenos municipales del Real Patronato Obrero, que ya de por sí era considerado una ganga. Por lo tanto es un precio simbólico que la ciudad de Sevilla concede al equipo verdiblanco. Esto suponía una facilidad añadida para poder fichar jugadores y asumir gastos mayores en otras parcelas de cara al futuro. Un partido se anunció casi de inmediato, incluso se publicaron los precios de las localidades, pero no le dio tiempo al equipo bético a ocuparlo, porque dos días después, tras la firma, estalló la Guerra Civil. Como vimos anteriormente todo lo referente al fútbol quedó paralizado y este evento igualmente. Leemos un artículo publicado por Isabel Simó, consejera responsable de los asuntos de Historia del Real Betis Balompié, e hija del directivo bético durante varias décadas, Manuel Simó Mateos, en el que dice lo siguiente: “El estadio de la Exposición, que tantas ilusiones había generado entre los béticos, fue incautado por el estado de Guerra para servir de depósito de carros de combate, acuartelamiento de tropas italianas, de caballería, de picadero... Finalizada la guerra, el estadio estaba en una situación tan lamentable que, según testimonio de Simó,
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quien realizó el inventario, se acordó abonar una cifra simbólica de 166 pesetas al mes desde 1939 a 1961, pues se tuvo que hacer frente a cuantiosos gastos en la reconstrucción del mismo, hecho que no le permitió hacer buenos fichajes para la temporada 1939/40, quedando sólo de la mítica plantilla de la temporada 1935/1936 los jugadores Saro y Peral. Tal vez debió solicitar la no participación en la competición de Liga, como hizo el Real Oviedo, pero nuestro Betis es así y como en otras muchas ocasiones, fue más Quijote que Sancho.” Esto es lo que ha venido diciéndose a lo largo de los años, pero la curiosidad del investigador histórico no tiene límites y por ello ha sido estudiado hasta el último detalle. Como podemos comprobar, el beticismo se duele ante hechos tan injustos, motivos por los cuales, una vez más, justifican su no progresión deportiva, debido a factores externos, determinadas conjuras antibéticas, especialmente de signo blanquirrojo, o quizás achacables a la propia suerte a la que culpan de tanta desgracia junta. No se observa una autocrítica y vemos que no se responsabilizan de las gestiones tan nefastas que llevaron a cabo. Ya vimos la evolución del equipo bético durante la Guerra Civil, no volveremos a incidir en ello, pero sí nos interesa la evolución que durante esos años tuvo el Stadium de la Exposición, y efectivamente comprobamos que fue habitáculo de tanques, tropas italianas, lugar donde se efectuaron determinadas maniobras. Para poder acoger tanta maquinaria de guerra, fue necesario derribar una tapia de unos 2,5 mts. de altura existente entre la
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grada de preferencia y gol/fondo norte. En algunas versiones hemos leído que tiraron toda la grada de gol norte, cosa que no ocurrió, pero además se ha comprobado que la obra del derribo de la tapia sucedió legalmente, es decir, pidiendo los permisos de obras pertinentes. Y estos permisos solo pudieron ser pedidos por la sociedad que ocupaba el Stadium, y en este caso era nada más y nada menos que el Real Betis Balompié tal y como puede comprobarse en la documentación que el Ayuntamiento de Sevilla guarda en sus archivos. Tal vez podríamos pensar que el Stadium estaba flamante para la práctica futbolística en el momento de la firma del contrato de arrendamiento, pero no fue así. Y de esta forma se ha comprobado en la prensa de la época. En 1935, con ocasión de la Cabalgata de Reyes, se hizo una petición pública para celebrar un Sevilla-Betis en Heliópolis con objeto de que su mayor aforo permitiera una recaudación más alta para invertirla en el desfile. “El partido Sevilla-Betis a beneficio de la cabalgata de los Reyes Magos Ruego al señor Alcalde El partido de gran interés que se va a celebrar el día de Reyes entre el Betis y el Sevilla -y al que va a concurrir tanta gente- ¿por qué no se celebra en el Stadium?, gran ocasión es ésta para volver a abrirlo, cosa que nos permitimos indicar a nuestra primera autoridad municipal, que al igual del señor Salazar Alonso, tanto se interesa por los deportes, no dudando que a ser posible, hará las gestiones necesarias. Varios aficionados al fútbol
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Muy bien la propuesta de estos aficionados. Pero no va a ser posible complacerlos. En el Stadium se celebró en la primavera pasada un concurso hípico militar. Se destrozó el espléndido campo de hierba con el arado, se plantaron obstáculos, se abrieron zanjas y se dejó aquello como para no jugar más al fútbol, salvo que se invierta en el arreglo del terreno una respetable cantidad de pesetas, que no sabemos de dónde se van a sacar. Por si todo ello fuera poco desfilaron por el terreno centenares de caballos y el campo, salvo que se mude la tierra, ha quedado inutilizado para jugar al fútbol, por el peligro de que haya sido infectado de tétanos. Por ello, el magnífico campo de fútbol continuará solitario. Cuando era tiempo, nosotros llamamos la atención de quienes podían dar vida al Stadium, pero nuestras palabras Visto lo visto, es muy probable que el Betis consiguiese un contrato de arrendamiento muy ventajoso debido a las condiciones en las que el Stadium se encontraba y por el hecho de que debía encargarse de su reparación y mantenimiento, pero tal y como nos lo cuenta Isabel Simó parece que los astros se confabularon contra el Real Betis Balompié. Lo que está claro es que no fue el uso militar del recinto lo que destrozó el terreno de juego, en realidad ya estaba en mal estado, destrozado, inservible e inútil desde 1935 al menos. Requería importantes reparaciones en el momento de alquilarlo durante las últimas horas de la II República y el Real Betis Balompié lo sabía. ¿Por qué organizar un partido, tal y como anunciaron, en un campo en esas condiciones? Como vemos, el terreno de juego
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estaba lleno de agujeros, zanjas, boquetes, obstáculos, postes fijados al césped y, lo más importante de todo, infestado de tétanos. Durante los meses siguientes, hasta 1936, lo único que hubo en Heliópolis fueron más caballos y más gynkanas. Además de lo expuesto, otro hecho que llama poderosamente la atención es que Isabel Simó se lamenta de que el Real Betis Balompié no pidiese la no participación en la competición de Liga, como hizo el Real Oviedo, cuyo campo estaba destrozado. Y esto es algo que el Real Betis no pudo hacer jamás por mucho que se lo propusiese, entre otras cosas porque cuando llegó a reabrirse el Campeonato nacional de Liga en octubre de 1939, el equipo verdiblanco llevaba entrenándose siete meses antes en un campo completamente remozado por las autoridades. El 12 de marzo de 1939, dejó de llamarse Estadio de la Exposición, para ser conocido como Estadio Municipal de Heliópolis. El club blanquiverde piensa rodear la inauguración del Stadium de la máxima solemnidad, y se confía en que pueda asistir al acto el glorioso Salvador de Andalucía, nuestro General Queipo de Llano, si las necesidades de la Patria lo permiten. Serán también invitadas al memorable acto todas las autoridades locales y las circunstancias del mismo parecen indicar que será un día el que recordarán los aficionados sevillanos. ABC, marzo de 1939.
Efectivamente el recinto estaba flamante, su césped impecable, y fue reinaugurado con un partido contra el Sevilla Football Club perteneciente al Campeonato de Andalucía. Como
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vimos en capítulos anteriores Isabel Simó profundiza en las mentiras y los tópicos victimistas una vez más a estas alturas del siglo XXI que recorremos, pues esto no ocurrió así de ninguna de las maneras tal y como se demuestra. Félix Martialay y Bernardo de Salazar, insignes historiadores del fútbol español, declararían lo siguiente en su libro Las grandes mentiras del Fútbol español: Cuando empezó a jugarse al fútbol, el Sevilla les cedió Nervión. Lo compartían ambos equipos. NO, no, el Betis no tuvo problema de campo. Y sólo en un par de partidos jugó en el Patronato (contra el Sevilla ambos, el 5 de julio y el 26 de septiembre de 1937). La falta de Heliópolis no les dejó inactivos en el dique seco; amistosos y Campeonatos Regionales los jugaron normalmente en El Nervión (SIC). Y el campo fue arreglado. Seguramente el Ayuntamiento corrió con todos los gastos. Cómo quedó de coqueto pueden verlo. Quienes tengan curiosidad en el semanario “Marca” número 4, de fecha 11 de enero de 1939. Recordamos que si el Betis consiguió un precio de arrendamiento tan ajustado a la firma del contrato en 1936, fue precisamente para hacerse cargo de los gastos de reparación y mantenimiento del estadio, ya que era el motivo por el cual el Ayuntamiento decide arrendarlo al Betis Balompié sacándolo literalmente del campo del Patronato. Pero fueron las autoridades las que acometieron con dinero público las reformas en 1939, curiosamente con los militares al mando de la nación, al igual que ya ocurrió igualmente en 1924 en plena dictadura de Primo de Rivera, como vimos en capítulos anteriores.
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Conforme avanzamos en nuestra investigación, observamos cómo el Real Betis Balompié se mueve siempre en la esfera pública, con gran éxito y suerte por cierto, mientras que el Sevilla Football Club lo hace en la privada y tampoco le va nada mal hasta el momento, pero su suerte cambiará más adelante como veremos. El club sevillista accedió en 1938 a comprar los terrenos que ocupaba su estadio, además de unos terrenos adyacentes a la inmobiliaria Nervión a pagar en los plazos que se determinasen. En momentos de precariedad económica, algunos directivos accedieron a avalar los créditos necesarios para terminar de pagarlos con el tiempo, aunque el momento quizás no fue el adecuado pues el país estaba en plena guerra aún. En dichos terrenos adyacentes el equipo sevillista decidiría construir a mediados de los años 50 un nuevo estadio debido a que Nervión se ha quedado pequeño. Con 22.000 socios, el Sevilla Club de Fútbol participa en la Copa de Europa y llega a estar en la élite de los equipos punteros de la época. Ramón Sánchez-Pizjuán pone en marcha el proyecto, pero no llegará a ver puesta ni tan siquiera la primera piedra, pues fallece en septiembre de 1956. Se tenía previsto que el nuevo campo sevillista se llamase ‘Gran Stadium’, pero la muerte precipitada del presidente sevillista hizo que este llevase su nombre posteriormente. Pero el dicho popular vuelve a jugar malas pasadas y a desvirtuar la memoria colectiva, pues nuevamente aparece el bulo que dice que el Real Betis Balompié “inauguró” el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán con un marcador de 2 a 4, una especie de mentirijilla a medias como vamos a comprobar.
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El estadio sevillista se inaugurará sin estar terminado en gran parte. Tan solo el primer anillo estaría terminado, pero fue suficiente como para poder acoger ya a más público y con más garantías que el vetusto estadio de Nervión, por lo que la directiva decide que es el momento de abrirlo al público. Pensando en su inauguración, el equipo ideal más adecuado para ello -según la directiva- y para tal acontecimiento fue el Cádiz Club de fútbol, tal y como aparece reflejado en prensa. El Cádiz jugará en el nuevo estadio sevillista. Cádiz 7. El alcalde de Cádiz, don José León de Carranza, ha sido informado de que el equipo local Cádiz CF, será el primer conjunto que juegue en el estadio sevillano, que actualmente se construye en Nervión. El partido se celebrará el próximo día 7 de septiembre, y tanto el Cádiz como el Sevilla alinearán a sus primeros equipos en justa correspondencia a las facilidades que dio el equipo gaditano para que fuera precisamente el Sevilla quien inaugurara el Estadio Municipal Ramón de Carranza. Esta decisión de la directiva sevillista ha sido muy apreciada en su justo valor, y los comentarios encomiando esta oportunidad son unánimes en su agradecimiento. Corresponsal. ABC, 8 de agosto de 1958. Pero unos hechos ocurridos entre medio, concretamente en el trofeo Carranza, hicieron que el Sevilla Club de Fútbol cambiase de opinión. Una artículo de José Antonio Martín “Petón” describe con meridiana claridad qué pasó. … Santiago Bernabéu bajó al vestuario del árbitro, en un Trofeo Carranza, para anunciar que si seguía
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jugando Campanal, tras una entrada que le había hecho a Santisteban, el Madrid se retiraba del torneo en ese momento. Fue sustituido y, casualmente, el central de la selección, el hombre al que pretendían el Inter, el Torino, el Atleti de Madrid, el Barça, el propio Madrid, el mejor deportista español en una temporada y segundo en otra, el indiscutible zaguero del Sevilla, no volvió a ponerse la camiseta nacional. Por lo tanto el Sevilla Club de Fútbol buscó otro candidato al que invitar a jugar el partido de inauguración del estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, y lo encontró en un equipo andaluz que merecía tal honor por su juego, y debido a que llega a jugar en Primera División por primera vez como fue el Real Jaén. El 7 de septiembre de 1958, fecha prevista desde el inicio, se jugó el partido de inauguración del coliseo sevillano, quedando empatados a 3 tal y como aparece en las crónicas de la época. Cuestión distinta sería que el siguiente partido oficial, concretamente perteneciente al Campeonato Nacional de Liga, coincidiese en el estadio sevillista con el enfrentamiento entre el Sevilla Club de Fútbol y Real Betis Balompié, con lo cual dio pie a que algunos desmemoriados en el bando verdiblanco se atribuyesen tal inauguración, y si no fue así, al menos la “inauguración en partido oficial” que también les vale, el caso era inaugurarlo de alguna forma. Más tarde, en 1961, el Estadio Municipal de Heliópolis pasaría a manos béticas, pero esta vez como propietarios. El autor de este libro tuvo el honor de dirigir un programa de radio sobre la historia del fútbol sevillano. En una de las ocasiones y a modo de tertulia hablamos precisamente sobre
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los estadios, y las opiniones se dieron conforme se realizó el programa. Días más tardes, recibí una carta de un señor, concretamente de Alfonso Jaramillo, que en paz descanse, quien públicamente quiso expresar su opinión, no muy acorde con la que expresamos en directo y así, como director de un programa de radio y públicamente me escribió lo siguiente: El pasado jueves día 10 del corriente, conecté con el programa de Radio Estilo, Familia Roja y Blanca, y me ha sorprendido grandemente el que en dicha emisión se hablara de la historia del Real Betis y se hizo sin ajustarse a la más pura realidad, y que pretendo aclarar al máximo y dejar a cada uno en el lugar que le corresponde. En 1958, Don Benito Villamarín Prieto, aquel gran presidente del Real Betis Balompié, me llama un día y me dice, Alfonso, quiero comprar el estadio, tú eres concejal del ayuntamiento, puedo contar contigo, ya se suponía cual sería mi contestación. Al día siguiente le consigo una entrevista con el Sr. Alcalde Don Mariano Pérez de Ayala, y le expone sus deseos y así se inicia la gestión de compra. Yo comienzo a mover el mecanismo del Ayuntamiento con el Jefe de Propiedad y Asesoría Jurídica y todo comienza a ponerse en marcha. Se celebran varios Plenos ordinarios en los que se va perfilando detalles de las normas que figurarían en el pliego de condiciones y antes de celebrarse el último pleno ordinario que puedo asistir porque termina mi periodo de concejal en febrero de 1961, me informan de que el presidente del Sevilla Atlético, D. Antonio Sánchez Ramos, estaba dispuesto a la compra del estadio y en este Pleno pido la palabra y propongo que se añada una nueva cláusula
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para poder adquirir el estadio, que fuera un club de Primera División y que no tuviera campo propio. Esta propuesta fue aprobada por unanimidad, se fijó la cuantía del valor del estadio en 14.036.550 pesetas que fueron pagadas por D. Benito Villamarín el día 12 de agosto de 1961, en el propio estadio al que asistieron como testigos el Cardenal D. José María Bueno Monreal, D. Antonio Vicent, ex Alcalde de Sevilla (Conde de Halcón), el Sr. Interventor de fondos y desde ese mismo día el Real Betis Balompié es el propietario en pleno dominio de aquel estadio de la Exposición. Sirva de contrapunto a nuestras tesis la opinión de D. Alfonso Jaramillo, nadie mejor que él, gran bético como siempre demostró, y al que respetamos en todo su espectro. Tan solo llama la atención, tal y como lo cuenta, que fuese prácticamente una adjudicación directa de un Ayuntamiento que debía ejecutar un Concurso Público, al que optasen distintos concursantes, pero las cláusulas impuestas fueron tan estrechas que parece que fue imposible. No se culpa de ello al Sr. Jaramillo, un caballero que solo miraba por su club, aunque sí al Ayuntamiento, pero estas son las cosas por las que una dictadura lo es. Una adjudicación pública por decreto, el Real Betis Balompié se vio nuevamente favorecido en su relación habitual con el poder. ¿Quién se atrevería contra la sombra alargada de Cuesta Monereo o de Sáenz de Buruaga? El Sevilla Club de Fútbol no podría hacer frente fácilmente a los pagos de la construcción del estadio, las cuestiones deportivas estarían supeditadas a las económicas, por lo que no se
pueden fichar buenos jugadores y un periodo de mediocridad deportiva de décadas acabarían momentáneamente con aquel Sevilla Football Club grande de antaño. La liga particular y los localismos, profundizarían la herida del club blanquirrojo. Solo con la llegada de la “Generación del Centenario”, con los Kanouté, Navas, Luis Fabiano, Maresca, Alves, Antonio Puerta, Adriano, Palop, Renato, Martí, Poulsen, Javi Navarro, y otros en 2005, el Sevilla Fútbol Club consiguió salir del túnel.
CAPÍTULO 20
DE TRANVÍAS. Cuando un sevillista llamado Moliní hizo que los pobres béticos no pudiesen coger el tranvía los domingos para ir a ver a su equipo.
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or si fuese poco que al Real Betis Balompié le robasen jugadores, la autoridad militar no dejase que sus jugadores compitiesen; que la guerra destrozase al club, que Queipo de Llano destruyese personalmente su secretaría de la calle Bilbao a bombazo limpio, y que los sevillistas fuesen cediendo jugadores a los rivales del Betis en Tercera División, lo que nos quedaba por ver es que Ramón Sánchez-Pizjuán fuese cortando los cables para dejar al Betis sin tranvía los días de partido, para que los béticos no pudiesen ir a animar a su equipo que penaba por el desierto de la categoría de bronce. Esta es también una leyenda urbana muy repetida, que si bien puede estar exagerada por algunos intentando ver al Sevilla Club de Fútbol detrás de esto, podría estar basada en que el Real Betis Balompié, una vez más, es maltratado por las autoridades con oscuras intenciones. Como siempre nos interesamos en averiguarlo.
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Como vimos, y por pura lógica, al Sevilla Club de Fútbol le interesaba el Betis en aquel momento lo mismo que el Calavera o el Triana, si en alguna ocasión tuvo oportunidad de acabar con el equipo bético al estilo en el que lo hicieron el Athletic Club, el FC Barcelona, o el Real Madrid CF con algunos de sus rivales, esa hubiese sido una oportunidad magnífica para hacerlo. Pero eso no se produjo, con la confirmación pública por parte de Ramón Sánchez-Pizjuán de que nunca lo haría, como veremos más adelante. De hecho, un equipo como el Club Deportivo Puerto fue convertido en filial del Sevilla Club de Fútbol, el hoy Sevilla Atlético, y el estadio Municipal de Heliópolis hubiese sido un campo magnífico para el filial blanquirrojo. Toda la trama de la leyenda urbana de los tranvías se centra especialmente en la época en la que el Real Betis Balompié está en Tercera División. Ya comprobamos cómo las versiones autorizadas más pesimistas otorgaban en esta época entre 100 y 300 socios, aunque las más optimistas hablan de 2500. En cualquier caso es conveniente tenerlo en cuenta, porque no es lo mismo tener que trasladar a los 15000 socios que llegó a tener el Sevilla Club de Fútbol en aquel periodo de Campeones de Liga y Copa de Europa, que tener que trasladar a 2500. Sin embargo encontramos noticias sobre la movilidad bética en los días de partido: “…además del servicio extraordinario de tranvías y con el fin de facilitar el acceso al público al campo del Estadio de Heliópolis, se establecerá a partir de las 3’15 (15’15) de la tarde de hoy un servicio de autobuses que saldrán cada diez minutos de la Plaza de Falange Española, sin paradas intermedias. El precio del billete será de 0’70 pta.” El Correo de Andalucía, 23 de octubre de 1949.
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Como podemos comprobar no solo tenían su línea regular a Heliópolis, sino que los días de partido se ponía en marcha un servicio extraordinario de tranvías, e incluso uno de autobuses con salidas cada diez minutos desde el centro de la ciudad y sin paradas, pero que nadie caiga en la tentación de suponer que los transportes públicos de la época puedan ni tan siquiera acercarse a los que hoy conocemos. En una publicación de la empresa de transportes de Sevilla, TUSSAM, podemos encontrar esto: “...Si a esto se añade que el material y las instalaciones de la citada empresa de tranvías, a fuerza de no renovarse por las razones que ya vimos, se habían llegado a deteriorar hasta lo inconcebible, tendremos que, además de hacinado, el público viajaba expuesto a constantes paralizaciones del servicio: por caídas de cables, salidas de trole, descarrilamientos, etc. Hasta tal punto llegó el deterioro, que se cuentan anécdotas que, si no hubieran ocurrido de verdad, podrían calificarse de surrealistas, como la de que a veces los descarrilamientos se producían por salirse la vía del vehículo, y no al contrario, como es costumbre...” Ya vemos que estas cosas ocurrían cotidianamente, por tanto los cortes en toda la red viaria de tranvías, (de tan solo 43 km), eran habituales y dicha red no cubría ni de lejos las aspiraciones de movilidad de los sevillanos en una ciudad en plena expansión y desarrollo en los años 50 y por tanto en los 60 que se aproximaban ¿Por qué no habría de ocurrir también en la línea de Heliópolis? Los cortes del servicio tranviario no eran solo motivo de queja de los usuarios Helipolitanos, ni tan siquiera de los béticos, era un clamor de toda la ciudad de Sevilla, incluido el sevillismo. Tanto fue así que el Ayuntamiento tomó las riendas del asunto en 1960,
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haciendo que la explotación fuese de titularidad pública. Una vez la asumió, la hizo desaparecer para poner en marcha los autobuses de la empresa municipal de transportes. ¿Cuál puede ser el origen de la crítica por parte de aficionados del Real Betis Balompié? El señor que dirigía la empresa de tranvías sevillanos era D. Luis Moliní Briasco, que entenderían era sevillista y mantendría una amistad con Ramón Sánchez-Pizjuán que posibilitaría esa “inquina” antibética. Moliní Briasco fue el fundador del equipo “Recreativo de Sevilla”, en honor a su padre, Ingeniero de obras del Puerto de Sevilla, que tomó parte en los primeros pasos del club de recreo de Huelva y fue jugador del Sevilla FC en 1896. Sin embargo su verdadera vocación sería la de “referee” o árbitro, siendo uno de los fundadores del Colegio Andaluz de Árbitros, allá por 1915. Arbitró muchísimos partidos a los equipos sevillanos, en especial al Sevilla FC y al Real Betis, bajo cuyo arbitraje -curiosamente- ganó bastantes partidos este último. Don Luis ostentaba el cargo de “Jefe de movimiento” de la “Seville Tramways Company”, es decir, organizaba e influía en toda la trama de movimientos de tranvías. Ya hemos comprobado por la prensa cómo actuaba los días de partido en Heliópolis, pero podríamos profundizar un poco más. En el libro de Nicolás Salas titulado “El tranvía, crónica de costumbres de la ciudad de Sevilla” que habla de este servicio desde que se inauguró a finales del siglo XIX, hasta 1960 en que dejó de funcionar como tal, podemos ver el siguiente párrafo: “Desde los primeros lustros del siglo XX hasta 1960, cuando dejó de funcionar el último tranvía, los días de
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partidos de fútbol en los campos del Sevilla FC y del Real Betis Balompié, la Compañía organizaba servicios especiales para facilitar la presencia de los aficionados. Tan decisivos eran estos servicios especiales que los clubes incluían en la publicidad de los partidos la referencia obligada de “Doble servicio de Tranvías al campo”, para garantizar a los aficionados tanto la ida como el regreso”. En el libro “Heliópolis. Historia de un barrio sevillano” páginas 385 a 389. Varios autores. Caja Rural, Sevilla 1999, podemos encontrar lo siguiente: “...En el año 1.941 debido a estos conflictos con la Compañía de Tranvías y considerando el Ayuntamiento que han de mantenerse las comunicaciones por la popularidad el barrio, instala una línea de tranvías desde la Glorieta de Heliópolis a la Plaza de San Francisco...” Don Francisco Marín Pereira (Sevilla, 1943), licenciado en Ciencias Físicas y profesor de Matemáticas, ha dedicado casi toda su vida al coleccionismo y estudios técnicos del tranvía en Sevilla, formando una base de datos única, enriquecida además con los dibujos y planos realizados por él mismo. Consultado sobre esta cuestión, nos comenta lo siguiente: “Recuerdo haberle oído, yo personalmente, a D. Manuel Ruíz de Lopera en un programa de deportes, en la Ser, a José Ramón de la Morena, que los antiguos tranvías que iban al fútbol del Betis los domingos, no rendían este servicio porque ¡el alcalde de Sevilla era sevillista!.. De esto hace ya, al menos ocho o diez años, pero lo recuerdo perfectamente. Pongamos que UN SÓLO DÍA, estuviesen él y su padre esperando al tranvía -como aquella noche
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dijo en La Ser- en “El Cid” (lo dijo textualmente) y hubiese un problema de suministro eléctrico ese día en esa línea. Y supongamos, que no es mucho suponer, que se llevaran tiempo esperando y tuviesen que ir caminando al campo del Betis. Y supongamos que el padre le diese por decirle a su niño: “Este tranvía no viene porque el Alcalde es sevillista y como nos odia a los béticos nos quita hasta el tranvía”. No se me ocurre otra explicación para tanta estupidez. Yo, por circunstancias, veía tranvías todos los días y a casi todas las horas. Y los apuntaba. Ese fue mi acierto. Y digo y proclamo que eso no era cierto. En una página y en un libro de D. Nicolás Jesús Salas, el periodista, conocido mío y que me hizo un artículo en Diario de Sevilla sobre los libros de los tranvías, este señor pone un anuncio de la época (creo que del año 1947) donde el Betis jugando en 3ª División) juega con el Algeciras y se dice en el anuncio que habrá servicio doble de tranvías (entiendo que a las horas de ida y vuelta al campo). Y eso, jugando en 3ª. Los tranvías de “FÚTBOL” que iban al Villamarín, no lo hacían curiosamente, por la línea 18 (la de Guadaira) con parada final en la Glorieta que está entre Manuel Siurot, la Barriada de Pedro Salvador y el comienzo de la carretera de Su Eminencia, que está más cerca del campo del Betis que la del recorrido por donde sí lo hacían, que era el de la línea de Heliópolis, la 24, que tenía su parada final en la glorieta donde está el Bar La Parada, al final de la Avenida del Padre García Tejero. Ignoro, aunque lo supongo, por qué la Compañía de Tranvías escogía dicho recorrido. ¡Cómo se iban a quitar tranvías que, además del fútbol, llevaban a sus vecinos al barrio de Heliópolis, uno de los más distinguidos de Sevilla!
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Si además la línea 24 es la que tenía los mejores vehículos de los que disponía la Compañía de Tranvías. Era la línea señorita de Sevilla. Se reforzaba la línea con tres o cuatro tranvías de los de mayor capacidad, con la tablilla de FÚTBOL además de los cuatro tranvías con remolques grandes que componían los de la línea 24”.
Quizás nuestro querido lector pueda sacar sus propias conclusiones de todo esto.
CAPÍTULO 21
LAS OBLIGACIONES. De cuando Sánchez-Pizjuán obligaba a los pobres béticos a financiar el estadio sevillista.
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ice la leyenda urbana en verdiblanco que Don Ramón Sánchez-Pizjuán, debido a sus muy buenas relaciones con la Caja Rural, y a su poder en la Sevilla de la posguerra por sus supuestas relaciones con el régimen franquista, hizo que esta entidad bancaria forzase a quien quisiera pedir un préstamo, a comprar unas “obligaciones” estando entre los prestatarios muchos pobres béticos que no tenían más remedio que “pagar” así el estadio de su rival. No sería de extrañar que en cualquier escuchásemos la siguiente conversación:
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Sí, sé de un bético que aún guarda ciertas obligaciones “sanchezpizjuanistas” de su padre, el cual era socio del Real Betis Balompié. No crea, me está resultando trabajoso convencerle para que saque a la palestra ese documento (carnet temporada y obligación); hay gente mayor que es muy reservada y temerosa, pero estamos en ello. De hecho el comentario es real, obtenido de cualquier medio al azar, aunque todos dirían lo mismo. Imaginen a ese pobre
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hombre temeroso de enseñar su “obligación”, que sólo le pudo reportar… beneficios. Esto ha sido algo muy habitual en la Sevilla cainita, y es uno de los bulos favoritos a la hora de presentar a un Sevilla Fútbol Club poderoso y abusón, frente a otro inocente y limpio al que sólo la épica y el pundonor de sus aficionados ha posibilitado su subsistencia frente al Goliat blanquirrojo. Lo que realmente llama la atención es la creencia que la palabra “obligación” despierta en los sujetos que alimentan el bulo, entendiendo que a los pobres béticos se les “obligaba” literalmente a acudir a una entidad bancaria a pedir un préstamo, con objeto de pagarle al sevillismo su nuevo estadio. Es lo que subyace en el subconsciente colectivo de verde. Por otro hablan de obligaciones “sanchezpizjuanistas” cuando en realidad debió ser su fantasma, ya que SánchezPizjuán murió antes de que se pusieran en la calle dichas obligaciones. Pero, ¿qué es una obligación? Una obligación hipotecaria es un préstamo (empréstito) que hace una determinada persona física o empresa a un tercero, a devolver en un determinado plazo, respaldada por títulos inmobiliarios, en este caso por propiedades sevillistas, por la cual se recibirá un tanto por ciento de interés al término del mismo. Es decir, el dinero se devuelve cuando acaba el plazo establecido con sus intereses correspondientes. En el caso que nos ocupa, se emitieron 100.000 obligaciones, con un interés del 7% anual. No sería de extrañar que de 100.000 obligaciones, la mayoría de 500 pesetas, cualquier persona interesada en estas condiciones obtuviese una o
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varias, independientemente de cuáles fueran sus colores futbolísticos. “Obligación” en este caso particular significa que el Sevilla Club de Fútbol estaba obligado a devolver el empréstito con sus respectivos intereses, como así ocurrió llegado el momento. Los pobres béticos “obligados a ganar dinero” que las adquirieron, parece que renunciaban a ello porque rompían de rabia aquellos “papeles raros”, según otros comentarios que han adornado la leyenda urbana. Todo el mundo sabe que solo había una caja de ahorros en toda España y solo se podía ir a esa entidad, entiéndase la ironía que no abandonamos en ningún momento del escrito. No hubo que obligar a nadie, era un producto más de la caja de ahorros correspondiente muy productivo, como otros que tenían los bancos. Por lo que sabemos, las condiciones fueron muy buenas y el papel se agotó pronto entre los miles de sevillistas que sufragaron, una vez más, la compra de sus estadios y este era el cuarto ya. Muy pocos sevillistas volvieron a cobrar sus intereses. Los béticos con ojo, que los hubo, acudieron motu propio para ganar dinero, invirtieron y sacaron pingües beneficios, emplearon dinero en el valor futbolístico seguro de la ciudad, y les iba a importar poco que fuese la casa del rival mientras obtuviesen beneficios. Una cosa es la afición y otra la “obligación”, nunca mejor dicho. A lo largo de su historia, el Sevilla Football Club puso en marcha distintas remesas de obligaciones, en concreto tres veces, empezando en primer lugar por el de la Avenida de la Reina Victoria. El Real Betis Balompié hizo lo mismo en 1961, cuando decidió comprar el estadio Municipal de Heliópolis, ¿”obligando” quizás a los pobres sevillistas? Más bien no.
CAPÍTULO 22
SÁNCHEZ-PIZJUÁN Vs. BENITO VILLAMARÍN. Ramón Sánchez-Pizjuán, el implacable perseguidor de béticos.
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no de los bulos habituales del boca a boca sevillano, y concretamente bético, tiene como protagonista al presidente símbolo del sevillismo, Don Ramón Sánchez-Pizjuán. Lo normal es que se hable de él por algún tipo de fechoría que realizó contra la parroquia verdiblanca, y todas con objeto de hacer desaparecer al equipo coronado por su majestad. Sánchez-Pizjuán parece, según el mito urbano, que padecía una especie de obsesión compulsiva para perseguir béticos, siendo, aún hoy, el gran diablo para muchos de los seguidores verdiblancos. Leyendas como la de la cesión de jugadores donde parece que el Sevilla FC iba repartiendo jugadores buenísimos por toda la Tercera División, con objeto de acabar con el equipo bético, cuestión que hemos visto en capítulos anteriores. O la famosa historieta por la que Ramón Sánchez-Pizjuán forzaba a quien quisiera pedir un préstamo a comprar unas “obligaciones”, encontrándose entre ellos muchos pobres béticos que no tenían más remedio que “pagar” así el estadio
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de su rival. Ya ha leído usted en el anterior capítulo aquello de la afición de Don Ramón a ir, junto a Moliní, jefe de Tranvías de Sevilla, cortando los cables eléctricos para imposibilitar que los tranvías echasen a andar los días en que el Betis disputaba sus partidos. No hablaremos de otras leyendas urbanas que para nada merecen nuestra consideración y tampoco de los insultos, a veces homófobos, que le dedican habitualmente (muchos de ellos realizados por relevantes y conocidos personajes béticos como concejales, escritores, etc. desgraciadamente) y son vox populi. ¿Ocurrió así realmente? Profundizando en la materia y buscando señales del maltrato que pudo infligir Sánchez-Pizjuán a los seguidores béticos, se concluye que en realidad el presidente sevillista, el tiempo que coincidió con el equipo bético en Primera División durante su mandato y pudo tratarlo de igual a igual, tuvo una relación muy normalizada según hemos comprobado. Asistió a cada uno de los actos de celebración del Real Betis Balompié cuando fue necesario, como por ejemplo a la celebración de la consecución de la Liga por parte del equipo verdiblanco en 1935. Pero igualmente asistió a los actos de ascenso de Tercera a Segunda División para felicitar al rival. Está más que comprobado el hecho por el cual se le ofreció un chanchullo para quedarse con el estadio de Heliópolis, pudiendo dar la puntilla a un Betis que pasaba por sus peores años en Tercera División, mientras que el Sevilla Club de Fútbol se movía en la élite del fútbol español. Sin embargo, el presidente sevillista declinó el ofrecimiento esgrimiendo soberanamente que el Sevilla nunca dejaría sin campo al Betis.
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En el interregno hubo momentos en los que el Sevilla pudo haber comprado Heliópolis cuando el Betis estaba en Tercera División, pero Ramón Sánchez-Pizjuán no quiso. Soñaba con emular al Madrid con un nuevo estadio, que desde que se inició trae de cabeza a la hacienda merengue y pudo esgrimir, olímpicamente, que “jamás el Sevilla dejaría al Betis sin campo”. (La operación propuesta era hacer un pliego de condiciones al que concurriría el club decano con los mejores derechos de estar en la división de honor en una época en la que se cedió y vendió al Círculo de Labradores el edificio de San Acacio, que había sido centro de Correos y Telégrafos). Se ha vinculado mucho a Ramón Sánchez-Pizjuán con el bando vencedor de la guerra, y se ha utilizado interesadamente frente a la auto-concepción como pobres, obreros y republicanos del propio beticismo, cuestión esta inducida a finales de los años 70 y principio de los 80 por parte de determinados políticos como comentamos anteriormente. Pero como otros muchos personajes del momento, Ramón Sánchez-Pizjuán perteneció al Auxilio Social, desde donde organizó partidos con fines benéficos: auxilio del soldado, comedores de los flechas, a favor del ejército, etc. El hecho de que en las primeras semanas del golpe quedaran establecidas dos zonas, motivó que algunos jugadores, al estar de vacaciones en sus casas, quedaran aislados del equipo. Digamos que Sánchez-Pizjuán se adhiere a la causa no por convencimiento propio, ni por una cuestión de principios ideológicos, sino obligadamente en primera instancia, so pena de perder la vida, y por el interés en proteger al sevillismo -del que era responsable como presidente-, al Sevilla Football Club y a sus jugadores.
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No es lo mismo tener que escenificar la adhesión al régimen como mecanismo de protección (personal o institucional), con los vivas a Franco de rigor incluidos, que coger un fusil y ponerse a pegar tiros a todo rojo que se encontrase, valga la comparación. Sánchez-Pizjuán fue una persona de fuertes convicciones demócratas siempre. Nunca fue nombrado presidente sevillista a dedo, sino elegido democráticamente, lo que cobra mayor relevancia teniendo en cuenta de que ocupo el cargo en diferentes etapas, siendo en todas ellas elegido asambleariamente. También fue demócrata en tiempos de la República, militando en un partido de derechas que en realidad consiguió muy pocos votos en las elecciones, pero nadie duda de su participación en la vida democrática como tal. Su padre, Eduardo Sánchez Pizjuán, político del partido liberal, le inculcó esos valores. A finales de los años cuarenta, cuando el miedo a las represalias comienza poco a poco a disiparse, Sánchez-Pizjuán personifica la rebelión pública contra el general Moscardó, la Delegación Nacional de Deportes y la Falange Española por extensión. Y en tiempos pretéritos, el falangismo descubrió el chollo: había que apoderarse del fútbol ¿Cómo? Como fuera. Por las buenas o por las malas. Y dicho y hecho. Se explotó un nombre glorioso, como era el de Moscardó, designándosele presidente de la Delegación Nacional de Deportes en el Estado número dos: la Secretaría Nacional del Movimiento, donde se forjó y se hizo un hombrecito Adolfo Suárez. Se creó la Delegación Nacional de Deportes y se decretó por las buenas que su patrimonio lo constituirían los bienes y haciendas de “todos los clubes y sociedades deportivas españolas”. Todas y todas, así como suena.
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En el fútbol solo hubo una oposición, la del Sevilla FC, la de su “alter ego”, el inolvidable Ramón Sánchez-Pizjuán y Muñoz. La batalla fue tan elegante como hondamente reñida. El Sevilla se negó y se enfrentó a la dichosa Delegación Nacional falangista. En 1948, cuando ya ha conseguido que Moscardó diera su brazo a torcer y se admitieran las elecciones presidenciales en los Clubes españoles, Sánchez-Pizjuán retoma la Presidencia blanca, por aclamación asamblearia, y continúa con su política de reivindicaciones públicas por la autonomía de los clubes, de la que queda constancia, nada menos, en el Diario falangista MARCA. - Mi vuelta al cabo de tanto tiempo a la presidencia del Sevilla por la voluntad de mis queridos socios, tiene, por encima de cualquier otro significado, el de la más absoluta identificación del pensamiento de todos ellos con el propio particular que siempre sostuviera de la necesaria autonomía que al fútbol en general le era debido, bajo cualquier aspecto (...) - Ellos sabían de mis constantes trabajos y esfuerzos en pro de tan esencial idea (...)...vuelven los clubs, en su inmensa mayoría, a vivir con gozoso júbilo de su recobrada libertad. Decir lo anterior en 1948 no era nada fácil, por menos fusilaron a muchos. Hay una anécdota sobre el carácter y las convicciones personales de Ramón Sánchez-Pizjuán en una cena con las autoridades para celebrar el título de Copa conquistado contra el Celta en la que ocurrió esto: Ese día, durante el banquete que se celebró para festejar el título, Sánchez-Pizjuán pidió públicamente que le fútbol
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fuera libre para elegir a sus dirigentes, proponiendo la fórmula de los compromisarios en vez de la nominación digital. En esa cena, al calor de la discusión, un acendrado falangista dijo, dirigiéndose a Sánchez-Pizjuán: “A este hay que fusilarlo”. ABC 27 de febrero de 1988.
No parece propio que a un fascista convencido, adlátere del régimen, se le dedique tan curiosa amenaza: “A este hay que fusilarlo”. Y ahora explicaremos la diferencia existente entre lo que significa “adhesión por obligación” y “toma de las armas para imponer las ideologías”. En lado bético encontramos un ejemplo de directivo que nos servirá perfectamente para explicarlo, como es el caso de Luis Alarcón de la Lastra, perteneciente a una saga familiar y tradicional de dirigentes béticos, que fue igualmente un “demócrata”, pero que llegada la guerra, mantuvo uno actitud muy diferente. Veamos: Don Luis Alarcón de la Lastra, gobernador civil de Madrid. Burgos 29. Su Excelencia el Generalísimo, y a propuesta del ministro de Gobernación, por notorias razones de urgencia, ha firmado en el día de hoy un decreto nombrando gobernador civil de Madrid a don Luis Alarcón de la Lastra. Un gran acierto es este nombramiento, que será acogido con verdadero júbilo por los combatientes de España. Porque el señor Alarcón de la Lastra, comandante de Artillería, retirado al advenimiento de la República, diputado a Cortes
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por Sevilla en todas las legislaturas de aquel triste periodo en que acreditó una gran preparación, singularmente en los graves problemas del campo español, se incorporó nuevamente al servicio activo del Ejército en el glorioso 17 de julio de 1936 y ha seguido hasta el día de la fecha toda la campaña con heroísmo y competencia verdaderamente extraordinarios. Soldado de singular bravura ha tenido dos graves heridas en esta guerra... Este ejemplar “demócrata”, persona preparada como pueden comprobar, fue incluso elegido diputado a Cortes en tiempos de la República, pero en cuanto oyó tambores de guerra, como Johnny, no dudó en coger su fusil. Un señor golpista en toda regla que llegó a ser gobernador civil de Madrid, que sepamos, por sus “méritos” en la guerra en bando nacional como podemos comprobar, incluso llegó a estar herido. No sé si se capta la diferencia entre participar en el Auxilio social, organizar partidos benéficos, preparar actos de exaltación (no había otra), procurar que sus jugadores estuviesen lo más cercanos al Sevilla FC, y combatir activamente pegando tiros por la causa como ocurrió con el sr. Alarcón de la Lastra, aunque cada cual sobrevivió en aquellos tiempos como pudo realmente. Pero si dispusiéramos de un “fascistómetro” -o algo ficticiamente parecido- para medir el colaboracionismo con el régimen, al presidente sevillista le correspondería un insulso “sin calificar”, mientras que otros se llevarían un merecidísimo “5 estrellas”, sin olvidarnos de Balbontín o Carranza, y alguno más del bando sevillista, que haberlos los hubo. Sin embargo este hecho de criticar al presidente símbolo del rival no se ha dado nunca entre el sevillismo, o al menos no
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se conoce que haya sido así. No se conoce bulo popular por parte de los sevillistas jactándose de la figura de D. Benito Villamarín, presidente símbolo del beticismo. Historietas no, pero hechos demostrados sí. Es hora de que comencemos a darlos a conocer.
Benito Villamarín, ¿presidente de paja? Lo primero que cabría preguntarse es cómo ese hombre que terminaría llamándolos “béticos de taberna” cuando les pidió que arrimasen el hombro y la cartera para ayudar a su club, y comprobó que prácticamente no respondían. De la misma forma que D. Manuel Ruiz de Lopera les tildó como de “criaturitas” cuando protestaron por la marcha del equipo. Esto es un hecho singular e insólito en el fútbol español. Que los presidentes se dediquen a poner apelativos a su afición tiene su miga. Siendo gallego de procedencia, no parece que llevase al Real Betis Balompié en la sangre desde nacimiento, más bien se convertiría al beticismo por alguna otra razón ¿Cómo llega a la directiva verdiblanca? ¿Sería por el apoyo de los estratos populares que, según muchos, constituyen el verdadero ser del equipo bético? ¿Sería por mediación de algún ilustre bético republicano? Llegado a Sevilla en 1938, antes del fin de la guerra, a los 21 años, no se le conoce vinculación alguna demostrable con el Betis hasta que… no tuvo más remedio.
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HABLA VILLAMARÍN (...) - ¿Cuál fue el programa? - No es ocasión de repetirlo. Un día recibí una consigna de mi gran amigo, de mi respetado general don Eduardo Sáenz de Buruaga; hice lo que hice en la guerra, cumplir la orden que recibí. ABC de 17 de diciembre de 1958.
Villamarín accede a la directiva bética por orden superior militar en 1955, procedente de Sáenz de Buruaga, que el gallego acata con sumo gusto, no en balde tenía otros intereses bastante más importantes que proteger, según luego veremos, y este favor al “jefe” encajaba a la perfección en el juego de las prebendas con la dictadura de aquellos tiempos. Al fin y al cabo, Ramón Sánchez-Pizjuán siempre fue elegido por los socios sevillistas democráticamente, incluso en tiempo de dictadura. Como acabamos de comprobar, el caso de Pepe León puede no ser el del primer “hombre de paja” colocado en la presidencia por quienes dominaban el cotarro en el club bético. Aunque a decir verdad, Villamarín tampoco sería el primero. Otro ejemplo histórico de esta política sería el de Mantecón Navasal, del que hablamos en el capítulo anterior, presidente bético republicano colocado en la poltrona durante la República por los verdaderos dominadores del club verdiblanco, que en aquellos tiempos necesitaban mantenerse en una discreta segunda fila (podía ser contraproducente elegir a un presidente soldado, para dirigir un club fuertemente militarizado en tiempos difíciles para el ejército) por bien de su Club.
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Así pues, Benito Villamarín llega a la presidencia del Betis por su alineamiento sin fisuras con Sáenz de Buruaga y todo lo que éste representa. Es un hombre de confianza de éste, y por extensión de Cuesta Monereo. Es un presidente ideológicamente alineado con los mandos militares del momento, leal al régimen, con todo lo que ello supone. Después, su carisma y sus buenas dotes organizativas procuraron el reconocimiento generalizado y eterno de la afición bética, sobre todo a raíz de su temprano fallecimiento, con logros magníficos para el Club de la Palmera, gracias a influencia con respecto a las autoridades del momento, destacando singularmente el obsequio del campo de Heliópolis, del que ya hemos hablado. También sufrió el rechazo de los seguidores e incluso llegó a ser abandonado por su directiva en pleno, aunque eso es otra historia. Pero no lo olvidemos, Villamarín es seleccionado personalmente por Cuesta y Sáenz de Buruaga para presidir el Betis porque abraza el mismo credo que ellos y comparte también con ellos los mismos intereses, no sólo deportivos. Podemos ver perfectamente cómo en el Betis se replica el mismo plan de actuación que siempre guiaba las decisiones de Cuesta: mantenerse en un discreto segundo plano dejando los méritos públicos para alguien más carismático y populista, situado en primera línea de fuego, para lo bueno y para lo malo, mientras él movía los hilos en la sombra, cómodamente, sin riesgo de indiscreciones. Así cuenta la historia que fue su papel junto a Queipo al gestarse el alzamiento, y así contamos nosotros que accedió a la presidencia bética. Mejor dicho, lo cuenta el propio protagonista, y también lo cuentan sus familiares:
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“El cuarto hijo del matrimonio se llama también Benito Villamarín y reside en Madrid, es el único que lo hace fuera de Sevilla. Como toda la familia es bético hasta la médula porque la pasión de por el fútbol se vivía de forma muy intensa en aquel hogar. Guarda pocos recuerdos de su padre porque falleció cuando tenía 13 años, pero conoce bien la historia de la familia porque la ha oído muchas veces. Benito, que hoy tiene 57 años, recuerda que fue el general Sáenz de Buruaga quien convenció a su padre para que aceptara la presidencia de aquel Club de Fútbol…” La Región 08-03-2011
Buena parte de las magníficas relaciones de Villamarín con el ejército, más allá de la cortesía debida, las podemos confirmar como casi siempre en los actos familiares a donde siempre acuden los amigos y dentro de estos, solo los más íntimos se destacan de entre todos. Así podemos comprobarlo en la boda de la hija de Villamarín. Como testigos firmaron el acta matrimonial, por parte de la novia, el capitán general de la I Región Militar, Don Rafael García Valiño; el teniente general Sáenz de Buruaga, el general Merry, (conde de Benomar), subsecretario de justicia, don Isidro Arcénegui; coronel Merry Gordon, gobernador militar de Huelva, ... ABC 22-6-1963
Por otro lado, don Benito tuvo un gran éxito como empresario con la exportación aceitunera a Estados Unidos durante la posguerra, especialmente en los años cincuenta y sesenta. Son los tiempos que siguen a “Bienvenido Mr. Marshall” y de dificultades y bloqueos para la España de Franco en materia
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comercial. Muy excepcionalmente se podían mantener relaciones comerciales con el mundo occidental surgido tras la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en la época previa al desarrollismo. Milagrosamente, Villamarín fue uno de los pocos empresarios de éxito en estas lides. Y ello no estaba al alcance de cualquiera. Para progresar en estos sectores se necesitaba contar con el apoyo institucional del régimen, había que ser de la cuerda franquista, en caso contrario, no había nada que hacer. Otro ejemplo del acatamiento a las órdenes de sus superiores y de los tejemanejes del personaje lo podemos observar en la deliciosa anécdota que nos cuenta el escritor y periodista Paco Robles en ABC de Sevilla. “El nombre de la Virgen se le ocurrió al ecónomo don Julio Rodríguez de la Horra, cuando se creó la comisión previa a la fundación. Bonilla lo confiesa abiertamente: «Yo no sabía hasta ahora que la madre de Queipo se llamara Mercedes». Del nombre de la Virgen, Redentora de Cautivos, surgió la idea de la advocación del Cristo. ¿Otros vínculos militares? «El general Castejón le hizo al Betis el favor de darle permiso a Isidro, padre de Quique Flores, para jugar un partido vital. Benito Villamarín quiso pagarle aquello y el general lo desvió a la hermandad recién nacida. Don Antonio González Abato, aquel párroco que recogía botellas para pagar los enseres, le pidió un paso para el Cristo, y Villamarín lo pagó». Eso es todo.
Muchos hechos ocurrirían tras este episodio, pero esa es otra historia.
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PRENSA CONSULTADA:
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The Dundee Courier and Argus.
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The Field.
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Diario La Provincia de Huelva.
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Diario El Baluarte.
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Revista La Bética.
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Diario ABC.
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El Correo de Andalucía.
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Diario The Otago Witness .
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The Pall Mall Gazette.
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The London Gazette.
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Revista El Fígaro.
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Revista Sport Sevillano.
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Diario El Liberal.
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Diario El Imparcial.
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Diario El Noticiero Sevillano.
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Revista de Aragón.
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Revista Más.
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Diario El Guadalete.
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Diario Zaragoza.
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Diario de Avisos.
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Guía oficial de la Industria y el Comercio de la Provincia de Sevilla, Gómez Zarzuela.
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Revista El Sol.
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Diario Sevilla.
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Revista Oiga de Deportes y Toros.
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Revista Blanco y Negro.
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Revista La Unión Ilustrada.
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Revista Madrid Sport.
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Diario Noticiero sevillano.
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Diario El Día.
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Diario Marca.
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Diario AS.
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Diario La Unión.
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Diario La Voz.
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El Mundo Deportivo.
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Diario La Vanguardia.
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Revista Mundo Bético.
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Revista Serva.
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Revista Sevillismo.
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Trofeo, Revista Deportiva.
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Revista Campeón.
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Revista El Sevillista.
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Diario La libertad.
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ARCHIVOS Y HEMEROTECAS -
Archivo de la Real Parroquia de Santa Ana.
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Archivo de la Parroquia de San Vicente.
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Padrón Municipal de Sevilla.
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Archivo Agustín Rodríguez.
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Hemeroteca, Archivo y Biblioteca del Área de Historia del Sevilla Fútbol Club
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British Library.
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Biblioteca Nacional de España.
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Archivo de la familia de Ismael Rubio.
ESTA OBRA TERMINÓ DE EDITARSE EL 11 DE NOVIEMBRE DE 2013.