Parte 5 Salir para nunca más regresar

DE LA MONTAÑA “EL CORAZÓN” AL CORAZÓN DE LA SELVA LA ESFORSE EN LA GUERRA DEL CENEPA

BASADO EN UN RELATO DE JOFFRE ALCIVAR COMBATIENTE EN EL MAIZAL

Editado por: Jenner Baquero

@ Derechos reservados de Soldados Combatientes Nacidos en Combate

PARTE 5 SALIENDO PARA NUNCA MÁS VOLVER A inicios de 1995 el curso se flexibilizó, sobre todo porque empezaron a salir de la ESFORSE misteriosamente algunos instructores que tenían cursos de Fuerzas Especiales (comando, paracaidismo, tigre, selva, etc), así como de diversas especialidades (morteros, antitanques, C.D.T, etc); de un total de 50 instructores quedaron alrededor de 20 más o menos así como la mitad de los oficiales.

En aquellos días los aspirantes seguíamos con ansiedad las noticias sobre las escaramuzas entre patrullas peruanas y ecuatorianas en el sector del Cenepa; ante nuestras inquietudes y comentarios los instructores nos dijeron que el curso seguía de forma normal, por lo cual continuábamos de acuerdo a la planificación académica recibiendo clases teórico-práctico en las aulas y en el terreno.

En las primeras semanas de Enero veíamos con curiosidad cómo llegaban al cuartel contingentes de reservistas (militares en servicio pasivo y ex conscriptos); los mismos que realizaban prácticas de tiro de fusil y de morteros en las instalaciones de la Escuela de Infantería del Ejército, la cual quedaba junto a la Brigada 13 “PICHINCHA”. Allí saludábamos con nuestros anteriores instructores que eran especialistas en morteros los cuales nos decían que estaban capacitando a ese personal a fin de que ingrese –de ser necesario- al área de operaciones pues era más seguro que ellos lo hagan y no nosotros.

Una tarde sin embargo recibimos la orden de preparar nuestras cosas ya que nos íbamos a una supuesta “FASE DE ENTRENAMIENTO EN LA SELVA”; era vox populi en la escuela que el Director de la ESFORSE de la época nos había “palanqueado” para ingresar a la zona de combate a través de lo cual ganaría puntos para ascender a General; sería verdad o mentira, en lo personal no lo creía, así que comentaba con mis compañeros que eso no era cierto ya que con apenas 4 meses de instrucción, ¿qué clase de soldados seríamos que no sea carne de cañón en una guerra si es que esta se daba?

El país entró en alerta máxima luego del 26 de Enero cuando la patrulla Zafiro del ejército ecuatoriano desalojó por la fuerza la posición peruana de Base Norte en las nacientes el río Cenepa puesto que ésta estaba en la retaguardia de Tiwintza en territorio no delimitado. Súbitamente había empezado la guerra.

Recibimos entonces la orden de preparar nuestras cosas para movilizarnos para cumplir abruptamente la llamada “FASE DE SELVA”. Al día siguiente nos levantamos a las 4 de la mañana y desayunamos rápidamente; a las 5h00 nos dirigimos frente a las oficinas de la Brigada No 13 “PICHINCHA” donde nos esperaban los buses de transporte intercantonal “Mejía”; fue una sorpresa entonces ver tal cantidad de oficiales superiores: por ejemplo coroneles y uno que otro general; todos daban órdenes.

En la unidad había un importante número de reservistas incorporados que también se movilizaban con nosotros. Recuerdo que entre el personal de oficiales que organizaban la partida había un Coronel de apellido Brito a cuyas órdenes los aspirantes nos embarcamos para salir con dirección a la Shell en el oriente ecuatoriano.

Los aspirantes estábamos muy emocionados con la ilusión de partir y enterarnos de primera mano sobre los sucesos de la guerra ya que supuestamente el entrenamiento se iba a dar en la parroquia Shell como quedó dicho anteriormente, en la Base de los IWIAS quienes tendrían amplio conocimiento de lo que se suscitaba en el valle del Cenepa por aquellos conflictivos días.

En la prevención de la Brigada algunos padres de los aspirantes impedían la salida de los buses pues no se convencían del supuesto entrenamiento de selva; cuando al fin pudimos salir muchos familiares se quedaron llorando como presintiendo que jamás iban a volver a ver a sus hijos o hermanos como sucedería con los padres de Alfonso Lamiña muerto en Trueno Dos el Miércoles Negro.

RUMBO AL FRENTE

En el autobús que nos llevó desde Machachi hasta la Shell se vivía una fiesta total; algunos compañeros iban gritando emocionados que “íbamos a la guerra”. Los instructores nos decían que no digamos eso porque solo íbamos a un entrenamiento. La ciudadanía por los sitios por donde pasábamos

nos regalaba alimentos y bebidas; algunos compañeros

llenaron sus mochilas de comida, frutas y bebidas lo cual duró cerca de una semana; no hubo pueblo o ciudad donde la gente no fuera generosa con los soldados. Algunos comentaban al mirarnos: “pobres muchachos, tan jóvenes…”