EL TRABAJO DE LAS NACIONES1 Hacia el capitalismo del siglo XXI ROBERT REICH CAP. 14 LOS TRES TRABAJOS DEL FUTURO Las discusiones habituales acerca del futuro de la economía nacional se concentran en temas como la competitividad de General Motors o la producción automotriz americana o, más generalmente, la industria de los Estados Unidos. Pero, como se ha observado, estas categorías se están volviendo irrelevantes. Suponen la existencia permanente de una economía norteamericana en la cual las actividades asociadas con una firma, industria o sector en particular están de algún modo relacionadas dentro de las fronteras de la nación, de manera que los trabajadores norteamericanos se enfrentan a un destino común; y también a un enemigo común: en los campos de batalla del mundo industrial inequívocamente combaten entre sí nuestras empresas y nuestros trabajadores. Pero esto ya no es así. En la nueva economía internacional, pocas compañías e industrias nacionales compiten con sus pares extranjeras, si con el término "nacionales" nos referimos al lugar donde se hace el trabajo y se agrega el valor. La red mundial se está convirtiendo en algo corriente. Por lo general, tienen sus sedes centrales en un determinado país (muchas en los EstadosUnidos), y reciben gran parte de su capital financiero de mismo, pero sus laboratorios de investigación y diseño, sus plantas de producción están diseminadas en Japón, Europa y América del Norte, con fábricas suplementarias en el Sudeste Asiático y en Latinoamérica; centro de marketing y distribución en cada continente; e inversores y prestamistas en Taiwán, Japón y Alemania Occidental, así como en los Estados Unidos. Estas organizaciones universales compiten con otras compañías análogas con sedes centrales en otras naciones. Los frentes de batalla ya no coinciden con las fronteras nacionales. Por eso, cuando una compañía "norteamericana" como General Motors muestra considerables beneficios, esta es una buena noticia para sus intermediarios estratégicos en Detroit y para sus inversores de los Estados Unidos. También es una buena nueva para otros ejecutivos y empleados, subcontratistas e inversores de la firma diseminados por el mundo. Pero no es necesariamente un motivo de regocijo para un montón de operarios de rutina que todavía trabaja en su línea de montaje de Detroit, o en cualquier otro lugar de los Estados Unidos, quienes son cada vez menos y que cada vez más reciben sus salarios de compañías con sedes centrales en Tokio o Bonn. Consecuentemente, los norteamericanos están llegando a formar parte de un mercado laboral internacional, que abarca Asia, Africa, América Latina y Europa del Este, y en forma creciente la ex Unión Soviética. La competitividad de los norteamericanos en este mercado mundial está llegando a depender, ya no de la prosperidad de las compañías o de las industrias nacionales, sino de las tareas o funciones que los mismos lleven a cabo -del valor que puedan agregar- dentro de la economía mundial. Otras naciones están experimentando precisamente la misma transformación, algunas más lentamente que en los Estados Unidos, pero todas participan de la misma tendencia transnacional. Las barreras al intercambio internacional de conocimiento, dinero y productos tangibles se están derribando; numerosos grupos en cada nación se unen a las redes mundiales. En unos pocos años, prácticamente no habrá manera de distinguir una economía nacional de otra, excepto por las tasas de cambio de su moneda corriente, e incluso esta distinción es cada vez menos notable. De modo que las instituciones nacionales norteamericanas afrontan una competencia mundial cada vez más directa e inmediata. A medida que desechamos las ideas remanentes acerca de la competitividad de la economía, de las industrias y de las compañías "nacionales", 1
REICH, R.: El Trabajo de las Naciones - Hacia el Capitalismo del Siglo XXI. Edit. Vergara, Buenos Aires, 1993.
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y las reconsideramos desde el punto de vista de la competitividad de la fuerza de trabajo norteamericana, se hace evidente que los éxitos o fracasos no serán igualmente compartidos por todos los ciudadanos. Algunos ciudadanos, cuyas contribuciones a la economía mundial estén más cotizadas en los mercados mundiales, tendrán éxito, mientras otros, cuyos aportes sean mucho más valiosos, no lo lograrán. Por ejemplo, los gerentes norteamericanos de General Motors pueden llegar a ser más competitivos, aun cuando los operarios de producción de la compañía no lo sean, porque las funciones que cumplen los del primer grupo están mucho mejor cotizadas en el mercado mundial que las del último grupo. Por eso, cuando se habla de "competitividad" de los norteamericanos en general, se hace referencia solamente a cuánto está dispuesto a pagar el mercado mundial, en promedio, por los servicios prestados por los mismos. Algunos norteamericanos podrán demandar ingresos mucho más altos; otros mucho menores. Ya no habrá ciudadanos que se eleven o sucumban juntos, como en una gran "nave nacional". Nos estamos transformando, cada vez más, en pequeñas balsas que navegan con rumbos diferentes.
II A fin de observar con mayor detenimiento lo que sucede en el mercado laboral y comprender por qué el destino económico de los norteamericanos se está bifurcando, antes es necesario considerar las tareas que desarrollan los mismos en términos de categorías que reflejen sus posiciones competitivas reales en la economía mundial. La información oficial acerca de los puestos de trabajo está organizada en categorías que no son muy ilustrativas al respecto. La Oficina de Censos de los Estados Unidos comenzó a investigar acerca de los puestos laborales en 1820, y desarrolló un método sistemático para categorizarlos en 1870. A partir de 1943, la Oficina de Censos dio con un método para dividir esas categorías en diferentes niveles de "status socioeconómico", de acuerdo con -entre otras cosas- el prestigio y los ingresos asociados con cada puesto. Con el propósito de identificar los grupos adecuadamente, la oficina citada dividió primero todos los puestos dentro de la clase empresarial y trabajadora -las mismas dos categorías globales que definieron los Lyntis en su 2 investigación de Middletown-, y luego dividió cada una de ellas, en subcategorías. En 1950, la Oficina de Censos agregó la categoría de trabajadores de servicios" y denominó al esquema resultante como "Principales Grupos Ocupacionales" de los Estados Unidos, que ha subsistido desde entonces. Todas las encuestas posteriores se inspiraron en este mismo conjunto de categorías. Por eso, incluso en 1990, de acuerdo con el criterio de la oficina mencionada, cada persona ocupada puede estar clasificada dentro de una "especialidad gerencial y profesional", dentro de una función técnica, de ventas, y de apoyo administrativo", "una actividad de servicio", una tarea de "operario, obrero y jornalero", o dentro de una ocupación de "transporte y traslado de material". Este conjunto de clasificaciones tenía sentido cuando la economía estaba concentrada en la producción estandarizada de alto volumen, en la cual casi todos los puestos estaban dentro, o en torno, de las compañías centrales, y cuando el status y el ingreso dependían de la jerarquía propia dentro de la escala burocrática empresarial. Pero esas categorías tienen poco que ver con los puestos competitivos ahora que las compañías centrales norteamericanas se están transformando en sutiles entrelazamientos de redes mundiales. Alguien cuya función entra oficialmente dentro de una subcategoría "técnica o de ventas" puede estar, efectivamente, entre el personal mejor remunerado y más influyente de dichas redes. Para comprender la verdadera situación competitiva de los norteamericanos en la economía 3 mundial, es necesario planear nuevas categorías. 2
Consultar U.S. Census of Population 1940: Comparative Ocupation Statistics, 18701940, de A. M. Edwards, Washington: Talleres Gráficos del Gobiemo de los Estados Unidos, 1943. 3
Como la mayor parte de la información acerca de la mano de obra norteamericana se debe extraer de las viejas categorizaciones, la única manera de averiguar cuáles son las coincidencias con las nuevas categoriás es volver a clasificar los datos oficiales dentro de
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Básicamente, están surgiendo tres amplias categorías de trabajo, que corresponden a las tres diferentes posiciones competitivas en las cuales se encuentran los norteamericanos. Estas mismas categorías están tomando forma en otras naciones. Las denominaremos servicios rutinarios de producción, servicios en persona y servicios simbólico-analíticos. Los servicios rutinarios de producción abarcan los diferentes tipos de tareas cumplidas por los trabajadores de la "tropa de infantería" del capitalismo americano, en las empresas de alto volumen de producción. Se hacen una tras otra; son una etapa en una secuencia de fases para fabricar productos terminados que luego se comercian en el mercado mundial. Si bien a menudo se las considera como tareas manuales, también incluyen funciones de supervisión rutinaria desempeñadas por gerentes de bajo y mediano nivel -capataces o encargados, gerentes de línea, jefes de personal y jefes de sección-, y consisten en un control repetitivo del trabajo de los subordinados y en velar por el cumplimiento de los procedimientos operativos estándar. Los servicios rutinarios de producción se pueden encontrar en muchos sitios dentro de una economía moderna, además de las industrias tradicionales. Se los puede encontrar incluso en las más jóvenes y relucientes empresas de alta tecnología. Pocas tareas son más tediosas y repetitivas que armar los tableros de circuitos para computadoras o componer las claves o códigos de rutina para los programas de software en computación. Contrariamente a lo que predijeron muchos profetas de la "era de la informática", quienes auguraban con entusiasmo una abundancia de puestos bien remunerados, incluso para la gente con las habilidades más elementales, la dura realidad es que muchas tareas del procesamiento de datos entran fácilmente dentro de esta categoría. Los "infantes" de la economía moderna son las hordas de operadores que, instalados en oficinas apartadas, trabajan en las terminales de las computadoras conectadas con los bancos de datos mundiales. Ellos introducen rutinariamente en las computadoras -o extraen- los datos con las listas de compras y cancelaciones de las tarjetas de crédito, cheques librados, cuentas y correspondencia de los clientes, nóminas de sueldos, listas de pacientes, facturas de internación, fallos judiciales, listas de suscriptores, catálogos, y así sucesivamente. La "revolución de la informática" nos ha hecho ser más productivos, pero también ha generado una enorme acumulación de datos, los cuales deben ser procesados con métodos tan rutinarios como los de las líneas de montaje de una fábrica. Los empleados de los servicios rutinarios habitualmente trabajan junto con una serie de otras personas que cumplen la misma tarea, dentro de amplios y cerrados espacios. Se orientan en su tarea a través de procedimientos estándar y normas codificadas, e incluso sus jefes son supervisados, a su vez, por personas que controlan rutinariamente -a menudo con la ayuda de computadoras- cuánto trabajan y con qué esmero lo hacen. Sus salarios se fijan sobre la base de la cantidad de tiempo que trabajan, o su rendimiento laboral. Estos trabajadores deben saber leer y efectuar cálculos simples. Pero sus virtudes esenciales son la fiabilidad, la lealtad y la capacidad para cumplir las directivas. Para eso basta normalmente con una educación estándar sobre la base de principios tradicionales. En 1990, los trabajos rutinarios de producción abarcaban cerca de un cuarto de los empleos cubiertos por los norteamericanos, y su cantidad iba en disminución. Aquellos que trabajaban en las industrias metalúrgicas eran en su mayor parte hombres de raza blanca; los operarios de planta o el personal de informática eran en su mayoría gente de color o hispano, 4 y mujeres; sus jefes, varones de raza blanca".
subcategorías más reducidas, y luego reordenarlas de acuerdo con los nuevos grupos funcionales a los cuales parecen pertenecer. 4 Consultar "Women Workers in the Changing International Division of Labor in Microelectronics", de D. O'Connor, publ. en Women, Household, and the Economy, New Brunswick: Imprenta de la Universidad de Rutgers,1987.
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Los servicios en persona, el segundo tipo de función que cumplen los norteamericanos, también comprende tareas simples y repetitivas. Y como en los servicios rutinarios de producción, el empleado cobra en función de las horas trabajadas o el rendimiento laboral; están estrechamente supervisados (como sus jefes), no necesitan haber adquirido demasiada formación (como máximo, un título secundario, o su equivalente, además de cierto entrenamiento vocacional). La mayor diferencia entre un empleado de los servicios en persona y otro de producción rutinaria es que estos servicios se deben proporcionar de persona a persona, y por lo tanto no se prestan a todo el mundo. (Desde luego, este empleado podría trabajar para una organización mundial. Por ejemplo, en 1988, la compañía británica Blue Arrow PLC adquirió Mainpower Inc., que provee servicios de custodia en todos los Estados Unidos. La firma danesa ISS-AS empleaba más de 16.000 trabajadores norteamericanos para la limpieza de oficinas en la mayoría de las principales ciudades de los Estados Unidos.) Estos trabajadores están en contacto directo con los destinatarios finales de su trabajo; sus objetivos inmediatos son los clientes específicos y no las barras de metal, las telas o la información. Trabajan solos o en grupos reducidos. Están incluidos dentro de esta categoría los vendedores minoristas, los camareros y camareras, los empleados de hoteles, los conserjes o porteros, los cajeros, los enfermeros y asistentes hospitalarios, las niñeras, los servicios de limpieza domiciliaria los conductores de taxis, las secretarias los peluqueros, los mecánicos de coches, los vendedores de bienes inmuebles, las azafatas de aerolíneas, los fisioterapeutas y -entre los de más rápida expansiónlos guardias de seguridad. Los trabajadores de los servicios en persona se supone que deben ser puntuales, fiables y dóciles, como los empleados de los servicios rutinarios de producción. Pero muchos de estos trabajadores deben satisfacer un requisito adicional: tener un trato afable. Tienen que saber sonreír y transmitir confianza y optimismo, incluso cuando se sientan abatidos. Deben ser corteses y serviciales, aun con el más aborrecible de los patrones. Ante todo, tienen que hacer que los demás se sientan cómodos y complacidos. Quizá por eso no sorprenda el hecho de que, tradicionalmente, hayan sido mujeres las que cumplan la mayoría de estas tareas. El estereotipo cultura de la mujer como educadora o formadora le ha abierto incontables 5 oportunidades en' este ámbito. En 1990, este tipo de servicios comprendía casi el 30 por ciento de los puestos ocupados por los norteamericanos y su número aumentaba a un ritmo acelerado. Por ejemplo, Beverly Enterprises, una simple cadena de residencias geriátricas, que opera en todos los Estados Unidos, empleaba casi la misma cantidad de trabajadores que toda la compañía Chrysler (115.174 y 116.250, respectivamente) -si bien la mayoría de los norteamericanos estaban mucho más informados acerca de esta última. En los Estados Unidos, se crearon durante la década de los ochenta más de 3 millones de puestos dentro de estos servicios "de persona a persona" en los locales de comidas rápidas, bares y restaurantes. Esta cifra supera a la cantidad total de puestos en la producción rutinaria de la industria automotriz, siderúrgica y 6 textil combinadas, que todavía existen en los Estados Unidos hacia el final de la década. Los servicios simbólico-analíticos, la tercera categoría de puestos, incluye las actividades de los expertos en intermediación estratégica, identificación y resolución de problemas, que ya hemos considerado en los capítulos anteriores. Como los servicios rutinarios de producción (y a diferencia de los servicios en persona), los simbólico-analíticos se pueden prestar universalmente y por eso tienen que competir con los prestadores extranjeros, incluso en el mercado norteamericano, pero no se ofrecen al comercio mundial como algo estandarizado. Lo que se comercia son símbolos -datos, palabras, representaciones visuales y orales. Incluidos dentro de esta categoría están los individuos que se denominan a sí mismos investigadores científicos, ingenieros proyectistas, ingenieros de sistemas, ingenieros civiles, biotecnólogos, ingenieros de sonido, ejecutivos de relaciones públicas, banqueros de inversión, 5
Consultar, al respecto, The Managed Heart: The Commercialization of Human Feeling, de A. Russell Hochschild. Berkeley. Imprenta de la Universidad de California, 1983. 6 Secretaría de Comercio de los Estados Unidos, Oficina de Estadísticas Laborales.
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abogados, planificadores de bienes raíces e incluso algunos contadores creativos. También abarca gran parte de la tarea que cumplen los consultores de varias especialidades: management, finanzas, impuestos, energía, agrícolas, armamentos, arquitectura; los especialistas en manejo de información y en desarrollo de las organizaciones, los planificadores estratégicos, los buscadores de talentos y cerebro para las empresas (headunters) y los analistas de sistemas. Además: los publicistas, los estrategas de marketing, los directores de arte, los arquitectos, los cineastas, los guionistas, los editores y escritores, los periodistas, los músicos, los productores de cine y televisión, e incluso los catedráticos universitarios. Los analistas simbólicos hacen de intermediarios, identifican y resuelven problemas valiéndose de símbolos. Simplifican la realidad con imágenes abstractas que se pueden reordenar, alterar y experimentar con ellas, comunicarlas a otros especialistas y, finalmente, convertirlas nuevamente en una realidad. Para ello se utilizan instrumentos de a~, obtenidos a través de la experiencia. Los instrumentos pueden ser algoritmos matemáticos, argumentos legales, tácticas financieras, principios científicos, observaciones psicológicas acerca de cómo persuadir o entretener, métodos inductivos o deductivos, o cualquier otro tipo de técnica para resolver problemas. Algunas de estas tácticas revelan de qué manera desplegar más eficazmente los recursos, o los activos financieros, o bien cómo ahorrar tiempo y energías. Otras tácticas llevan a nuevos descubrimientos: prodigios tecnológicos, argumentos legales innovadores, nuevas campañas publicitarias para convencer a la gente de que ciertos pasatiempos han Negado a ser una necesidad vital. Y otros recursos más -de sonidos, palabras, imágenes- que apuntan a distraer a los destinatarios o hacerles reflexionar más profundamente sobre sus vidas, o sobre la condición humana. Como los trabajadores rutinarios de la producción, los analistas simbólicos rara vez establecen un contacto directo con los destinatarios de su labor. Sin embargo, otros aspectos de su tarea son muy diferentes de los que caracterizan a los empleados de producción. Los analistas simbólicos a menudo tienen socios o colegas en lugar de jefes o supervisores. Sus ingresos pueden variar de vez en cuando, pero no están en relación directa con la cantidad de tiempo o esfuerzo que invierten. El ingreso depende, más bien, de la calidad, originalidad, destreza y oportunidad, y surge de lo que ellos identifican y resuelven. Sus carreras no son lineales ni jerárquicas; pocas veces siguen una trayectoria bien definida, hasta llegar progresivamente a los niveles más altos de responsabilidad e ingresos. De hecho, los analistas simbólicos pueden asumir grandes responsabilidades y disfrutar de una próspera situación a una edad más bien temprana. W mismo modo, pueden perder influencia e ingresos si no son suficientemente hábiles para innovar y crear sobre la base de su experiencia acumulativa, aun cuando sean veteranos. Estas personas generalmente trabajan solas o en pequeños equipos, los cuales pueden estar conectados con grandes organizaciones, inclusive con redes mundiales. El trabajo en equipo, por lo general, es un aspecto crítico. En vista de que ningún problema o solución se puede definir por anticipado, el intercambiofrecuente e informal de opiniones contribuye a asegurar el mejor uso de los conocimientos y descubrimientos, y su evaluación crítica 7 inmediata. Cuando no conversan con sus compañeros de equipo, los analistas simbólicos se sientan junto a los terminales de computadora: examinan las palabras y las cifras, las desplazan, las cambian, prueban nuevas expresiones y guarismos, formulan y comprueban hipótesis, o planean estrategias. También pasan largas horas en reuniones o conversaciones telefónicas, en viaje y en los hoteles, asesoran, dictan conferencias, dan instrucciones, hacen negociaciones. Periódicamente entregan informes, planes, proyectos, borradores, memorandos, esquemas, propuestas, manuscritos, los cuales, a su vez, dan lugar a más 7
Las condiciones físicas en las cuales trabajan los analistas simbólicos son sustancialmente diferentes de las de los trabajadores rutinarios y los prestatarios de servicios personales. Por lo general trabajan en lugares reservados y decorados con gusto, en edificios altos rodeados de pulcros jardines.
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reuniones para clarificar lo que ha sido propuesto y llegar a un acuerdo para su realización. El producto final a menudo es la parte más fácil. La cantidad de tiempo y el coste (y con ello el valor real) se determina al conceptualizar el problema, entrever la solución y planear su ejecución. La mayor parte de estos analistas son graduados de las carreras terciarias o universitarias; muchos también poseen títulos de posgrado. La gran mayoría son varones, pero la proporción de mujeres va en aumento, y entre ellos hay una pequeña pero creciente cantidad de gente de color. En total, los analistas simbólicos cubren no más del 20 por ciento de los puestos en los Estados Unidos. La proporción de trabajadores norteamericanos que entran dentro de esta categoría se ha incrementado considerablemente desde la década de los cincuenta (según mis cálculos, no más del 8 por ciento de los trabajadores norteamericanos se podían calificar como analistas simbólicos a mediados de siglo), pero el ritmo de crecimiento disminuyó en los años ochenta -aun cuando cierta especialidades analíticas, como los fondos 8 de inversión y la asesoría jurídica, cobraron impulso. (Volveré sobre el tema más adelante).
III Estas tres categorías de tareas cubren más de tres de cada cuatro puestos laborales en los Estados Unidos. Entre los restantes figuran los trabajadores rurales, los mineros y otras personas que trabajan en la explotación de yacimientos naturales, quienes en conjunto representan menos del 5 por ciento de los trabajadores norteamericanos. Los demás son principalmente empleados públicos (que incluyen a los maestros de las escuelas públicas), empleados de las industrias reguladas (como los empleados de los servicios públicos), y profesionales pagados por el gobierno (ingenieros que trabajan en los sistemas de armamentos y médicos de los programas médico- asistenciales del gobierno: Medicaid y Medicare); ea-. si todos ellos al amparo de la competencia. Algunas categorías de empleos tradicionales -gerentes, secretarias, vendedores, etcéterase superponen con más de una de estas nuevas categorías funcionales. Es necesario destacar que las categorías tradicionales datan de una época en la cual la mayoría de las tareas estaban tan estandarizadas como los productos que contribuían a crear. Dichas categorías ya no resultan muy útiles para determinar qué hace realmente un individuo en su puesto, ni cuánto es posible que gane por eso. Solamente algunas de las personas que están clasificadas como "secretarias" prestan servicios personales, como concertar citas y servir café. Mientras un tercer grupo de "secretaria? cumplen funciones de analista simbólico en estrecha cooperación con la tarea de sus jefes. El hecho de clasificarlas a todas como "secretarias" es una interpretación errónea de sus muy diferentes funciones en la economía. Del mismo modo, las tareas de "ventas" pueden entrar dentro de cualquiera de los tres grupos funcionales: algunos vendedores simplemente llenan los pedidos; otros invierten la mayor parte de su tiempo en servicios personales, y algunos se ocupan de la identificación de problemas -no muy lejos de lo que hacen los consultores de management más cotizados. Las tareas de los programadores de computación (una de las categorías recientemente incorporadas- a la lista de ocupaciones estándar) también son variadas: pueden planear códigos de rutina, resolver dificultades "en persona" para clientes en particular, o traducir complejas especificaciones funcionales en software. El hecho de que una categoría de trabajo se clasifique oficialmente como "profesional" o "gerencial" tiene poca conexión con la función que su ocupante realmente desempeña dentro de la economía mundial. No todos los profesionales son analistas simbólicos. Algunos abogados pasan toda su vida laboral haciendo cosas que la gente común podría calificar como intolerablemente monótonas, girando siempre en torno de los mismos testamentos, contratos y divorcios, en los cuales sólo cambian los nombres. Algunos contadores hacen auditorías
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La definición "trabajador profesional" de Sass se superpone significativamente con nuestra definición de analista simbólico (aunque, como veremos, no todos " analistas simbólicos son profesionales, y no todos los profesionales son analistas simbólicos). Sass reveló que en 1988 los trabajado res profesionales abarcaban el 20% de la clase trabajadora norteamericana. Consultar la obra citada de Sass.
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rutinarias, sin un activo compromiso de sus cortezas cerebrales. Ciertos gerentes no asumen más responsabilidad que anotar quién llega tarde por la mañana, y cerrar con llave la oficina al retirarse. (Me han contado de catedráticos universitarios que han dado la misma conferencia durante treinta años, mucho después que sus cerebros se atrofiaran, pero no creo en esas historias.) Evidentemente, ninguno de estos profesionales es un analista simbólico. Tampoco todos los analistas simbólicos son profesionales. En el viejo sistema económico estandarizado, un "profesional" era alguien que había adquirido un particular dominio del conocimiento. El conocimiento existía previamente, listo para ser adquirido. Había sido registrado en polvorientos volúmenes o codificado según reglas y fórmulas precisas. Una vez que el principiante había absorbido debidamente el conocimiento y había aprobado el examen que testimoniaba su "asimilación", el status profesional le era conferido automáticamente, por lo general a través de una ceremonia con indumentarias y boato adecuadamente medievales. A continuación, el profesional estaba autorizado a estampar algún título después de su apellido, colgar un diploma en la pared de su oficina, inscribirse en la asociación profesional, asistir a las reuniones anuales en Palm Springs y buscar afanosamente a sus clientes con un mínimo de evidente avaricia. Pero en la nueva economía -con innumerables problemas sin identificar, soluciones inexploradas y medios desconocidos para ponerlas en práctica- la adquisición de los viejos dominios del conocimiento no es suficiente para garantizar un buen ingreso. Si bien no es importante, todavía es necesario. Los analistas simbólicos a menudo pueden recurrir a un cúmulo de conocimientos con sólo oprimir una tecla de la computadora. Hechos, códigos, fórmulas y reglas son fácilmente accesibles. Mucho más valiosa es la capacidad de utilizar eficaz y creativamente ese conocimiento. Tener un título profesional no garantiza ese conocimiento. Una formación profesional en la cual se ha enfatizado la adquisición rutinaria de ese conocimiento sobre el pensamiento original puede inhibir dicha capacidad.
IV ¿Cómo se puede describir entonces lo que hacen los analistas simbólicos? No es fácil. Toda vez que el status, la influencia y los ingresos de estos analistas tienen poco que ver con las categorizaciones formales o los títulos, su función puede parecer enigmática a las personas que trabajan fuera de una red empresarial y a las que no están familiarizadas con la verdadera función de un analista simbólico dentro de las mismas. El análisis simbólico abarca procesos de reflexión y comunicación, antes que una producción tangible. Los alcances de esta tarea pueden resultar difíciles de transmitir. Al responder a la pregunta "¿Qué hiciste hoy, papá?", no siempre es instructivo, o particularmente ejemplar, contestar que uno ha pasado tres horas conversando por teléfono, cuatro horas en reuniones, y el resto del tiempo con la vista fija en una pantalla de computadora, tratando de resolver un problema. Algunos analistas simbólicos le asignan un título a sus funciones que no aclara nada, pero al menos suena como si les otorgara una autoridad independiente. Las viejas jerarquías se han desechado, pero un nuevo lenguaje ha comenzado a perpetuar las prácticas, consagradas por el tiempo, de usar los títulos como expresión de status. He aquí una muestra. Agregue cualquier término de la primera columna a alguno de la segunda, y luego agregue ambos términos a cualquiera de la tercera columna, y tendrá una función que es posible atribuir a un analista simbólico. Ingeniero Director Diseñador Coordinador Consultor Gerente Asesor 9
de Planeamiento de Administración de Procesamiento de Desarrollo de Estrategia de Política de Utilización
Financiero Creativo de Comunicaciones de Sistemas de Proyectos de Negocios de Recursos
El lector comprenderá que este es un método sintético de describir solamente la tarea simbólica y analítica emprendida por estos profesionales.
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Planificador
de Investigación
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de Producto
No obstante, en la organización "chata" de las empresas de alto valor existen sutiles diferencias de categoría para los analistas simbólicos. El status real es inversamente proporcional a la importancia de¡ título o cargo. Dos términos significan un cierto grado de autoridad. (La segunda o tercera columna se eliminan, dejando una más simple y elegante combinación como "Ingeniero de Proyectos" o "Director Creativo".) Sobre los analistas simbólicos más meritorios -que ejercen una influencia mayor sobre sus pares dentro de la redrecae el más alto honor: un título formado por un solo término de la primera columna seguido de adjetivos honoríficos, como "Senior" "Ejecutivo" o "Principal". El analista se convierte en Traductor Senior", Coordinador Ejecutivo", o "Asesor Principal", ya no por sus largos años de servicio, o por el impecable acatamiento de las rutinas, sino por su especial destreza para negociar, identificar y resolver problemas. Hace años, los jóvenes ambiciosos y afortunados ascendían en las escalas jerárquicas empresariales con predecible facilidad. Cuando ingresaban en una compañía central, comenzaban, por ejemplo, como segundo asistente de marketing. Después de cinco años aproximadamente subían a la categoría de primer asistente, y de allí en adelante continuaban la escala ascendente. Cuando se incorporaban a un estudio jurídico, a una consultora o a una compañía financiera, se iniciaban como asociados, después de cinco u ocho años ascendían a socio junior, y luego a socio senior, socio gerente y finalmente la cumbre. Ninguna de estas predecibles etapas requería un pensamiento original. En realidad, una imaginación particularmente creativa o crítica hasta podía ser peligrosa para el desarrollo de la carrera, especialmente si se formulaban preguntas del tipo subversivo, como "¿No estamos enfocando mal el problema?" o "¿Por qué lo hacemos de esta manera?" o más peligroso aun," ¿Cuál es la razón de ser de esta organización?" La carrera más segura era el camino más fiable, y este ya había sido lo suficientemente transitado por otros previamente, de modo que no se podía fallar. Desde luego, todavía existen lugares apartados dentro de las organizaciones donde los progresos en la carrera son secuenciales y predecibles. Pero los más jóvenes se sienten cada vez menos atraídos por esas situaciones, y tampoco desean transitar por los caminos conocidos. No les interesa. En la nueva economía mundial, aun los puestos más importantes de las organizaciones más prestigiosas son vulnerables a la competencia mundial cuando consisten en rutinas fácilmente emulables. La única verdadera ventaja competitiva estriba en la habilidad para identificar, intermediar y resolver problemas.
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CAP. 15 UNA DIGRESIÓN SOBRE EL ANÁLISIS SIMBÓLICO: EL INCENTIVO DEL MERCADO Vale la pena mencionar una acotación final acerca del analista simbólico, si bien el lector ansioso por urdir la trama puede saltar al próximo capítulo sin riesgo. Hago una pausa para estimar los beneficios colectivos del análisis simbólico, y cómo las habilidades y conocimientos de estos analistas pueden ser utilizados por el bien de la humanidad. Tanto la intermediación estratégica como la identificación y resolución de problemas pueden generar un valor significativo para los consumidores, pero este aporte no necesariamente mejora la sociedad. Desde luego, a veces existe una convergencia entre lo que los consumidores pretenden y las necesidades colectivas: las enfermedades temidas se pueden diagnosticar y se descubren nuevos tratamientos; se escriben nuevas partituras musicales, se ejecutan y se venden a millones de oyentes que las aprecian; los automóviles se hacen más rápida y convenientemente, más seguros y económicos. En otras épocas, los analistas simbólicos simplemente acrecentaban el bienestar de algunas personas, mientras mantenían el de las demás en un nivel parejo, o sus consecuencias podían ser reducir el bienestar de todos. Por ejemplo, un analista simbólico que descubre una nueva e inusitada manera de utilizar el combustible fósil o los plásticos no biodegradables puede ser generosamente compensado, pero está contribuyendo a privar a las futuras generaciones de los recursos naturales y el equilibrio ecológico que disfrutaron sus antecesores. Incluso en la vieja y estandarizada economía de alto volumen, las innovaciones a menudo tenían consecuencias para la humanidad, si bien no estaban en relación directa con ellas. Algunas consecuencias eran benéficas: los ferrocarriles transportaban grano a miles de kilómetros para abastecer a consumidores que de otra manera no podrían haber tenido acceso a esos recursos. Pero algunos efectos laterales eran menos benéficos: las locomotoras también provocaban incendios en las praderas y bosques. A medida que las empresas de alto valor van remplazando a la producción de alto volumen, surgen mayores posibilidades para las innovaciones que mejoran las condiciones de vida de la humanidad, aunque existe un potencial similar para los descubrimientos que las afectan negativamente. Mientras se acortan las distancias en el inundo y el progreso económico se acelera, esos efectos laterales benéficos o nocivos cobran más importancia. Una nueva vacuna puede proteger a millones de niños; un escape en una planta de energía nuclear puede contaminar la atmósfera en la que respiran otros tantos niños. ¿Cómo podemos garantizar que los analistas simbólicos apliquen sus energías creativas en la dirección correcta? La histórica disputa entre el libre mercado y el intervencionismo nos obliga, ya sea a ignorar la existencia de los efectos laterales de sus actividades, o a depender de las incontables directivas del gobierno para promover los efectos benéficos y prevenir los perjudiciales. Cualquiera de estas alternativas -dependencia exclusiva de los mercados o de las instrucciones del gobierno- incitan al abuso y la ineficiencia. La respuesta adecuada estriba en organizar el mercado, de manera tal que incentiva a los analistas simbólicos a descubrir los medios para preservar a la humanidad, infligiendo el menor daño posible.
II De todos modos, la idea de un "mercado libre", al margen de las leyes y decisiones políticas que el mismo genera, es una pura fantasía. El mercado no fue creado por Dios en alguno de los primeros seis días (al menos, no directamente), tampoco se mantiene por la voluntad divina. Es un artificio humano, la ingeniosa suma de una serie de criterios acerca de los derechos y responsabilidades individuales. ¿Cuáles son los míos? ¿Cuáles son los tuyos? ¿Cuáles son los nuestros? Y, ¿cómo definimos y reaccionamos con respecto a las acciones que amenazan esos límites? ¿Por la fuerza, el fraude, la extorsión o la negligencia? ¿Qué
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deberíamos vender, y qué no? (¿Drogas? ¿Sexo? ¿Votos? ¿Bebés?) ¿Cómo podríamos hacer cumplir esas decisiones, y qué castigos se deberían aplicar a los transgresores? A medida que una nación formula y acumula respuestas a estas preguntas, crea su propia versión del mercado. Las respuestas a esta clase de preguntas no se pueden encontrar tan sólo en la lógica o el análisis. Diferentes naciones en diferentes épocas han respondido de distintas maneras. Las respuestas dependen de los valores que profese una sociedad, de la importancia que le adjudique a la solidaridad, la prosperidad, la tradición, la compasión, etcétera. En las naciones modernas, el gobierno es el principal intermediario, a través del cual la sociedad delibera, define y hace cumplir las normas que establece el mercado. Los jueces y legisladores, así como los funcionarios y dirigentes del gobierno, adaptan y modifican constantemente las reglas del juego -por lo general en forma tácita, a menudo intencionadamente, y siempre bajo la atenta mirada, cuando no bajo el influjo, de intereses con claros compromisos en las consecuencias de algunas decisiones. Por lo general, esta retórica plantea el problema como una gran elección entre el gobierno y el mercado, y no nos permite ver la serie de pequeñas alternativas para regular la propiedad y el intercambio. La "desregulación", un término que tuvo su apogeo a fines de los años setenta y en la década de los ochenta, se consideró ampliamente como una manifestación de un impulso decisivo hacia el libre mercado, al margen de la intervención de los gobiernos. De hecho, la desregulación sólo representaría un cambio en la acción de gobierno, del control de los rendimientos específicos a la creación y mantenimiento de nuevos mercados. Por ejemplo, en 1980, las aerolíneas comerciales se desregularon en los Estados Unidos, de manera que el Consejo de Aeronáutica Civil ya no tenía que aprobar las medidas sobre tarifas y rutas aéreas. Ahora, las compañías podían competir por los precios y los servicios para bien de los pasajeros y de los analistas simbólicos, contratados por las aerolíneas, para sacar ventaja de las nuevas oportunidades, o para crear nuevos productos. Sin embargo, esta reforma no eliminó las responsabilidades del gobierno en la materia; simplemente las modificó. El gobierno era el encargado de organizar un nuevo mercado, cuyo desarrollo requería todo tipo de decisiones: ¿bajo qué condiciones se debían limitar las fusiones y adquisiciones entre las aerolíneas para no eliminar la competencia? ¿Cómo se podían asignar las pistas de aterrizaje entre las compañías competidoras? ¿En qué términos las aerolíneas podían obtener acceso a los sistemas de reserva computarizados de sus competidoras? ¿Cómo manejar mejor el cada vez más transitado espacio aéreo? Sin embargo, la obstinación ideológica acerca de la desregulación de las compañías aéreas -sobre la base de la mítica opción entre el control del gobierno y el mercado libre- hizo que los planificadores políticos ignoraran sus responsabilidades de crear y mantener este nuevo mercado. El resultado: la industria de la aeronáutica civil quedó concentrada en manos de unas relativamente pocas y grandes empresas, y la competencia disminuyó por el mismo motivo. Las tarifas de los pasajes aumentaron. Por otra parte, con la mayor cantidad de vuelos y de pasajeros, los riesgos de accidentes eran mayores. En consecuencia, el gobierno tuvo que invertir en nuevos sistemas para el control del espacio aéreo, ampliar las inspecciones de seguridad y reformular los incentivos de la industria para garantizar el adecuado nivel de prestación. Todo esto alentó a algunas personas a hablar acerca de la necesidad de "volver a regular" las aerolíneas. Pero esta opción era inadecuada para resolver el problema inmediato. Los analistas simbólicos de las compañías recientemente desreguladas sacaron ventaja de cuantas oportunidades pudieron encontrar para incrementar las ganancias. Sin embargo, sus esfuerzos pueden mejorar el bienestar general solamente cuando el mercado está adecuadamente organizado. El control de la contaminación ofrece otro ejemplo. Después de la aprobación de una ley de prevención de la contaminación del aire (Clean Air Act) en 1970, el gobierno de Estados Unidos dictó una serie de medidas -en las cuales se especificaba la concentración máxima permitida de polución en todo el país, así como la cantidad máxima de materias tóxicas volátiles que podía emitir cada una de las diez mil plantas industriales de la nación. Se acumularon y analizaron enormes cantidades de datos, e incluso entonces el gobierno sólo pudo dictar normas uniformes e inflexibles para todas las industrias y regiones. Estas normas
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uniformes quizá fueran adecuadas para una producción estandarizada de alto volumen, pero no tenían en cuenta las necesidades específicas, ni las derivaciones de las empresas de alto valor. Tampoco les ofrecían ningún incentivo a los analistas simbólicos a fin de descubrir nuevos métodos para reducir la polución a más bajo coste. Los partidarios del libre mercado (que incluían no pocas asociaciones industriales y grandes empresas) argumentaban reiteradamente que sus gastos para el control de la polución habían superado largamente sus ganancias. Finalmente, las regulaciones perdieron vigencia. Los ecologistas (y si hemos de creer en las encuestas, la mayoría de la población norteamericana) no estuvieron de acuerdo. La discusión se centró en la importancia del "aire puro", contra los costes e ineficiencias de las regulaciones para lograrlo. Sin embargo, planteado de esta manera el debate impidió una investigación más a fondo y más útil: ¿cómo podía el gobierno organizar mejor el mercado para alentar la producción de alto valor, y motivar a los analistas simbólicos para descubrir nuevos métodos de control de la contaminación con el menor coste social? Esta manera de encarar el debate podría haber dado lugar a la consideración de un sistema de permisos de polución transferible. Estos permisos -otorgados por igual hasta un máximo de contaminación aceptada par - a cada región en particular- podían ser comprados y vendidos por las industrias contaminantes, permitiéndoles decidir qué sería más barato: reducir la polución o pagar los permisos. Un sistema semejante podría haber preservado el aire puro, pero desplazaría la mayor parte del coste de preservación a las empresas que pudieran controlar su contaminación en forma más barata. Además podría haber motivado a los analistas simbólicos para desarrollar métodos de 10 control más eficientes. La renuncia del gobierno a asumir sus responsabilidades en la creación del mercado puede tener costosas consecuencias. A comienzos de la década de los ochenta, los partidarios del libre mercado suponían que la mejor manera de ayudar a los bancos de crédito y a las cajas de ahorro nacionales a competir con otras instituciones crediticias era permitirles invertir los ahorros de sus depositantes cada vez que lo desearan. Pero en el empeño por desregular, los planificadores políticos sólo consideraron un aspecto del mercado. En vista de que el gobierno también aseguraba a los ahorristas contra las pérdidas, los analistas simbólicos que manejaban los préstamos y ahorros tenían todo para ganar, como consecuencia de la desenfrenada especulación. El resultado predecible fue un coste para los contribuyentes norteamericanos que, en estos momentos, es posible que supere los 300.000 millones de dólares. Y aquí nuevamente la verdadera opción no fue entre el mercado libre y el control centralizado. Los planificadores políticos realmente se enfrentaron a una decisión sobre cómo proteger mejor a los ahorristas, mientras permitían a las instituciones de ahorro y crediticias obtener un beneficio. Visto de esta manera, se deberían haber tomado una serie de decisiones. Una debería haber sido permitir a los bancos una mayor libertad para invertir los depósitos, pero reduciendo simultáneamente la garantía oficial por los depósitos, además de exigir a los bancos que asesoraran a los depositantes acerca del riesgo al cual sus ahorros estarían expuestos.
III En ningún sitio se defiende con más convicción y firmeza el mítico poder del mercado libre como en Wall Street y en las entidades financieras y jurídicas vinculadas con el mismo. Allí los analistas simbólicos han estado menos condicionados. Los honorarios de los corredores y agentes se desregularon a mediados de la década de los setenta; muchas grandes compañías americanas pudieron ocultar desalentadores balances tras las máscaras de la especulación financiera. Por otra parte, el rápido y desenfrenado movimiento de dinero creó nuevas oportunidades para introducir innovaciones legales y financieras. La Comisión de Valores y Tipos de Cambio y otros organismos reguladores no han ido muy a la par del ritmo de las innovaciones simbólicas. 10
En 1990, el Congreso y la administración Bush se embarcaron en un esfuerzo similar, si bien, hasta el momento, la oposición al mismo ha sido tan intensa que el futuro del proyecto resulta incierto.
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Hay que tener en cuenta que los abogados, los inversores bancarios y los negociadores de valores futuros juegan un importante papel en una economía desarrollada, ya que deben asegurar el uso adecuado y productivo de sus activos. En este sentido pueden ser los supervisores de¡ tráfico en el capitalismo moderno -orientar el caudal de dinero a medida que fluye en el mundo y hacer que llegue con seguridad a destino, allí donde sea más necesario. Pero a no ser que las intensas energías de estos analistas simbólicos sean debidamente encauzadas hacia esta función útil, pueden causar una serie de perjuicios. Existen infinitas oportunidades para el juego especulativo a corto plazo, en el cual la ganancia de una parte significa la pérdida de la otra. Como los diseñadores de los complejos mecanismos de las armas militares, que ganan espléndidas sumas tratando de superar a los diseñadores de otros armamentos, los analistas simbólicos que venden servicios financieros y legales pueden acumular enormes fortunas sobrepujando entre sí. Las opciones para poner orden en este caos abundan. Hay muchas maneras de organizar los mercados financieros, así como para limitar la rentabilidad de dichas maniobras, preservando las ganancias por la intermediación. Por ejemplo, los impuestos sobre las ganancias de capital se podrían incrementar para la tenencia de acciones a corto plazo, y reducir en la tenencia de valores a largo plazo, beneficiando de esta manera a los inversores perseverantes. Además, podría introducirse un pequeño impuesto a la transferencia sobre la venta de cada grupo de acciones, haciendo que las maniobras especulativas resulten menos rentables. Una tercera posibilidad podría ser eliminar las deducciones de intereses sobre los préstamos utilizados para la adquisición de un paquete de acciones; las transacciones que generan rendimientos reales deberían ser suficientemente atractivas para subsistir sin este impuesto extra. De¡ mismo modo, se podrían limitar los excesos especulativos de los abogados, fijando límites para los honorarios eventuales que recaudan de los pleitos en este tipo de transacciones financieras. La maniobra especulativa es muy frecuente en todos los ámbitos. A cada argumento legal ingenioso se responde con otro más astuto de la otra parte, a cada innovación financiera con otra más innovadora. Cada paso que se da hacia una información de mercado más actualizada es superado por otro recurso más ágil. La escalada no tiene límites ni fronteras: los alegatos judiciales aumentan; la cantidad de testimonios, declaraciones e interrogatorios es aun mayor. Las maniobras financieras se han vuelto más complejas; las computadoras y el software son más poderosos y caros. Mientras tanto, los clientes se sienten compelidos a gastar cada vez más a fin de ganar un poco de terreno, o al menos evitar la costosa derrota. Desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, dichos gastos representan activos malgastados. Estaríamos en mejores condiciones si se terminara esta disputa y se declarara la tregua, liberando de esta manera el considerable talento de estos analistas simbólicos, a fin de mejorar los ingresos de la población, en lugar de trasladarlos de los bolsillos de unos a los de otros. Las personas que facilitan estas transacciones desafían la ley de la oferta y la demanda: cuanto mayor es su oferta, mayor es la demanda de sus servicios. Su mera disponibilidad sugiere que deben ser utilizados, induciendo a los demás a hacer lo propio: como el menesteroso abogado de pueblo cuya estrategia de atraer a otro abogado al mismo pueblo, finalmente los hace ricos a ambos. Existe una segunda razón por la cual la oferta de estos softwares genera su propia demanda. Los abogados, los corredores de bolsa y los asesores financieros están dentro de un grupo selecto de proveedores de softwares (cuyos miembros también incluyen a los médicos y los mecánicos de automóviles) que les indican a los clientes qué es lo que necesitan y luego, una vez que se toma la decisión, satisfacen dicha necesidad. Esta combinación brinda oportunidades para proveer servicios de todo tipo, insospechados para el cliente, que de otra manera no los hubieran considerado necesarios. Desde luego, los códigos de ética profesional previenen contra las formas más flagrantes de seducción. Pero, en el calor de la batalla por el cliente, no es inusual que los asesores legales o financieros adviertan tenazmente a sus clientes contra los peligros de la pasividad.
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A medida que la economía norteamericana se ha ido fusionando con la economía mundial, las oportunidades para la manipulación legal y financiera se han intensificado. Con cada oscilación en las tasas de interés o en los valores corrientes, grandes sumas de dinero se trasladan a través de las fronteras nacionales en busca de mejores rendimientos; suben y bajan con velocidad vertiginosa los precios de los bonos y la cotización de las acciones. Estas fluctuaciones son el sueño de todo especulador. Miles de analistas simbólicos, con los ojos pegados a las terminales de las computadoras, tratan de adelantarse a los demás, sacando ventajas en una fracción de segundo, al detectar el destino del dinero del mundo, y luego transferir el capital propio (o el de sus clientes) antes de que la mayor parte del resto llegue. Legiones de abogados se aprestan a colaborar en la refinanciación, restructuración y reorganización de las entidades financieras que han accionado muy lentamente, o responden las demandas de otros que han accionado más rápidamente, o analizan cómo obtener una 11 ganga o dividir las cuantiosas pérdidas.
IV El análisis simbólico en el ámbito legal y financiero se ha convertido en la principal fuente de ingresos para un número creciente de norteamericanos, así como en el pasatiempo nacional para otros. En 1971, aproximadamente 343.000 ciudadanos ofrecían servicios legales; en 1989, su número había aumentado hasta casi un millón, cerca del triple. Durante el mismo período, la población norteamericana creció solamente un 20 por ciento. Como era de esperar, con tantos abogados dedicados a esta especialidad, la cantidad de juicios también aumentó más rápidamente que la población, y las amenazas de litigio se incrementaron súbitamente, junto con las conciliaciones fuera de la corte, que llegaron a ser tan comunes como los divorcios. Hacia 1990, los estudios jurídicos del país recaudaron 73.000 millones de dólares, y 12 sus ganancias crecían a razón de un 10 por ciento anual, colocando a la especialidad entre las industrias más florecientes y lucrativas de la nación. Un crecimiento similar se observó en la cantidad de corredores de bolsa, asesores financieros e intermediarios (brokers), si bien las caídas en el mercado de valores, en 1987 y 1989, retardaron algo el crecimiento. Entre 1979 y 1987, el empleo en el circuito financiero de Wall Street se duplicó, de 182.000 a 364.000. Incluso después de la estrepitosa caída en el mercado -que ahuyentó a miles de pequeños inversores, y obligó a las firmas tenedoras a reducir sus staffs- Wall Street todavía empleaba más norteamericanos de los que trabajaban en toda la industria siderúrgica. Desde luego, el movimiento de los activos financieros va parejo con la cantidad de abogados ejecutivos, financieros y banqueros comprometidos en ello. En todo el año 1960, se negoció un total de 776 millones de acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York -cerca del 12 por ciento de las acciones en circulación- y la tenencia de dichas acciones duró en promedio casi ocho años. En 1987, con el boom de Wall Street, cambiaron de manos semanalmente 900 millones de acciones, lo cual representaba el 97 por ciento de los valores en circulación durante ese año. Esta cifra no incluye los nuevos instrumentos especulativos, como las opciones de índices y a futuro que se movieron cinco veces más rápido que las acciones, y su tenencia duró, en promedio, unos pocos días o apenas unas horas. Sólo una parte insignificante de esas transacciones representaba nuevos capitales. Casi todas las acciones e instrumentos simplemente cambiaban de manos cada vez más rápidamente. Como era fácil suponer, los salarios aumentaron uno tras otro. En 1990, los estudios jurídicos más importantes de Nueva York, Washington, Atlanta, Chicago y San Francisco pagaban a cada uno de sus socios entre 300.000 y 1 millón de dólares. Los estudios más pequeños en las ciudades menos importantes ofrecían sumas más modestas, aunque todavía de unas generosas seis cifras. Mientras tanto, los socios de las principales firmas inversionistas percibieron sus dividendos anuales, considerablemente más modestos en comparación con las buenas épocas -antes de 1987- pero con todo rondaban el medio millón de dólares. En 1987, 11
Para tener una idea clara de los excesivos costes de las transacciones financieras, se puede consultar "When Financial Markets Work To Well: A Cautious Case for a Securities Transactions Tax", de L. y V. Summers. National Bureau of Economic Research, 28 de febrero de 1989. 12 Las encuestas anuales sobre los estudios jurídicos y sus niveles de remuneración se publicaron en The American Lawyer.
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las comisiones y otros gastos comerciales llegaron a los 25.000 millones de dólares: más de un 13 sexto de todas las ganancias empresariales de ese año. Incluso dentro de los muros conventuales de las universidades, donde los catedráticos jamás ponen en tela de juicio los salarios ajenos, hubo una gran sorpresa ante la revelación de que los colegas que enseñaban finanzas recibían sueldos cuatro veces más altos de los que se pagaban a los doctos hombres de letras. Si el mercado financiero pasara por otro serio colapso, tendrían pocos motivos para preocuparse aquellos que viven de eso. En 1990, los abogados, ejecutivos financieros y especuladores estaban dispuestos a ganar sumas aun mayores para compensar las pérdidas que habían sufrido durante la década de los ochenta. Pocas actividades son tan rentables como ayudar a los inversionistas cuando las ventas en el mercado de valores vuelven a subir. Cuando no estaban comprometidos en "reestructuraciones financieras", "desarrollo de proyecto? y otras operaciones que aluden eufemísticamente al hecho de ayudar a una empresa a evitar la bancarrota, los profesionales de Wall Street estaban embarcados en reunir fondos para impedir adquisiciones, intentando revertir lo que se hizo durante el boom de la Bolsa, esta vez reduciendo las obligaciones y aumentando la cantidad de accionistas. Se había previsto que los títulos de las compañías recientemente declaradas en quiebra se podrían adquirir por una pequeña parte de su valor real, y que se emitirían nuevas acciones para los demás acreedores. Las firmas recién reestructuradas se podrían vender luego por una suma nada despreciable. En 1990, RJR Nabisco presupuestó 250 millones de dólares por los honorarios de los corredores, los asesores financieros y los abogados que ayudarían a la firma a refinanciar su gigantesca deuda. Mientras tanto, el área de asuntos legales empresariales, que había tenido tan rápido crecimiento, se declaraba en quiebra. Ese año, el socio gerente de la firma consultora Drexel Burnham Lambert explicó el problema en los siguientes términos: "Desde el punto de vista de los asesores financieros y abogados... ellos ya no hacen ese trabajo. Por eso ahora se encuentran en el otro lado de la pendiente, reestructurando la deuda 14 que no se puede pagar. Después de todo, es una manera de utilizar al personal." El coste social de estos excesos fue más allá de los honorarios pagados directamente por dichos servicios. Primeramente está la pérdida de talento: las habilidades simbólico-analíticas de los abogados y asesores financieros se alejaron de otras aplicaciones presumiblemente más productivas, a las cuales podrían haber consagrado su dedicación. En segundo lugar figura el recelo que estas actividades despertaron entre la gente, cuya cooperación es fundamental para la producción de alto valor. Desde luego, la desconfianza no se puede cuantificar, pero existen indicios de su magnitud. Por ejemplo, los títulos de alto rendimiento -y riesgo- que financiaron la adquisición de RJR Nabisco por 25.000 millones de dólares en 1988, redujeron el valor de las acciones ordinarias en poder de los acreedores de la firma, haciendo a la misma más vulnerable a la bancarrota. Como los accionistas regulares de RJR no habían negociado por este riesgo adicional, perdieron aproximadamente 1 millón de dólares. Esta pérdida no preocupó demasiado a los analistas simbólicos que habían preparado el acuerdo; lo que ellos habían hecho era decididamente rentable a corto plazo, y completamente legal (no existían leyes que pudieran evitar este tipo de problemas, porque nadie se había imaginado que pudieran suceder). Pero -y aquí está el quid de la cuestióntodos los futuros acreedores de las compañías norteamericanas serían de allí en adelante mucho más cautelosos. En lo sucesivo, los títulos empresariales incluirían automáticamente una póliza de seguro para proteger al inversionista de una maniobra semejante. El coste de este seguro -y de los abogados y financieros que lo planearan, así como de los gerentes y el personal que lo manejara- reduciría las ganancias de RJR generadas por el manejo de las 15 inversiones de los accionistas regulares. Quienquiera que piense que la economía o la sociedad norteamericana, a pesar de todo, se han beneficiado con la creciente cantidad de abogados y asesores financieros que hoy día nos rodea, debe ser un abogado o un financiero. El resto de la gente tiene motivos para 13
Datos de la Securities Industries Association, 1989. Citado en 'Wall Street Reestructuring Lemons into Lemonade". De R.J. McCartney, Washington Post Weekly Edition, marzo-abril 1, 1990, pág. 20. 15 Hoy, los abogados que representan a los accionistas de RJR están promoviendo nuevas demandas contra quienes vendieron sus acciones. 14
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ponerlo en duda. Los miles de abogados que han surgido no nos han traído más justicia; las legiones de ejecutivos no nos han proporcionado una economía más productiva. Los europeos occidentales y los asiáticos, cuya productividad ha crecido a un ritmo considerablemente más acelerado que la nuestra en las últimas décadas, han evitado los litigios y las manipulaciones financieras, sin ninguna aparente disminución en su calidad de vida. A comienzos de la década de los noventa, los norteamericanos que analizaban y manejaban símbolos legales y financieros ampliaron diligentemente sus servicios en el extranjero. Los japoneses, los alemanes y los británicos (quienes durante largo tiempo ofrecieron al mundo su asesoramiento financiero) estuvieron muy dispuestos a aceptar estos servicios, y aprender las técnicas del análisis simbólico sobre las cuales se, fundamentan, Quizá no tenían noticias de su decadencia en Estados Unidos, o cayeron víctimas de una engañosa maniobra urdida por los políticos de Washington para mejorar la competitividad relativa de los norteamericanos, obstruyendo las venas del comercio europeo y asiático con la misma arteriosclerosis legal y financiera que había afectado a Estados Unidos. Más probablemente, fueron víctimas de una seducción similar a la que pusieron en práctica los comerciantes de armas en todo el mundo. Si otros están dispuestos a pagar por esos costosos armamentos, debe valer la pena. Y en un mundo tan a la defensiva, es necesario jugar el mismo palo.
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CAP. 16 LA DIVERGENCIA EN LOS INGRESOS En suma, mi argumento hasta aquí es que el bienestar económico de los norteamericanos (o, por caso el de cualquier otro grupo de personas que compartan una identidad política común) ya no depende de la rentabilidad de las compañías que posean o del empuje de sus industrias, sino del valor que puedan agregar a la economía mundial, a través de sus conocimientos y habilidades. Cada vez es más el trabajo que realizan los ciudadanos, antes que el éxito de sus entidades abstractas, como las compañías, las industrias o las economías nacionales, lo que determina su estándar de vida. Ya he mencionado que los trabajos de los norteamericanos se pueden agrupar en tres amplias categorías para determinar qué es lo que agregan a la economía mundial. Estas son los servicios rutinarios de producción, los servicios en persona y los servicios simbólico-analíticos. Las personas que entran dentro de cada categoría ocupan una diferente posición competitiva dentro de la economía mundial. Por último, he destacado el hecho de que los destinos económicos de los norteamericanos est comenzando a bifurcarse. Algunos encajan dentro de la economía mundial, otros no tanto. A continuación analizaré esta divergencia.
II Los datos acerca de la distribución de ingresos en Estados Unidos no están libres de controversia. Como todos los datos, se pueden interpretar de maneras ligeramente diferentes de acuerdo con la importancia as nada a una serie de cambios que se han producido en forma simultánea que dependen también de cuáles sean los años que se tengan en cuenta para las estimaciones, y de cómo se hagan las mismas. Pero casi todos coinciden en que la tendencia, 16 al menos desde mediados de la década los setenta, ha sido hacia la desigualdad. Estimado por familia, situación geográfica y otros cambios, entre 1977 y 1990 el ingreso medio de la quinta parte menos favorecida de la población descendió casi un 5 por ciento, mientras la quinta parte de los más ricos se incrementó aproximadamente un 9 porciento. Durante esos años el ingreso medio del quinto más pobre de las familias norteamericanas bajó casi un 7 por ciento, mientras el de las familias más ricas aumentó cerca de un 15 por ciento. Esto significa que el 20 por ciento menos favorecido de los norteamericanos recibía en 1990 un 3,7 por ciento del ingreso total de la nación, por debajo del 5,5 por ciento registrado veinte años antes, el más bajo porcentaje recibido desde 1954. En cambio, en 1990, el quinto más rico percibía algo más de la mitad de los ingresos de la nación el más alto porcentaje registrado por el 20 por ciento más acomodado la población. Por su parte, el 5 por ciento de los más ricos 17 manejaba el 2 por ciento del total de ingresos de la nación, otro récord. Si trazáramos una curva que se elevara en la mitad para luego bajar gradualmente a ambos lados, hasta unirse con la coordenada horizontal, podríamos apreciar que se asemeja a la distribución de los ingresos durante las décadas de los cincuenta y sesenta. La mayor parte de los norteamericanos estarían agrupados en la mitad de la curva, percibiendo ingresos medianos. Una cantidad menor estaría a ambos lados, tanto los muy pobres como los muy ricos. Solamente una insignificante minoría estaría en los extremos de la curva, los extremadamente pobres y los sumamente ricos. Pero la cresta de la curva comienza a desplazarse -a mediados de 1970 y en la década de los ochenta- hacia el extremo de los 16
Entre los primeros investigadores que detectaron la tendencia, figuran Bennet Harrison y Barry Bluestone. Consultar al respecto su análisis, The Great U-Turn, Nueva York Basic Books, 1988. 17 Las estimaciones hasta 1990 se basan en los análisis mensuales de población de la Oficina de Eso de los EE.UU., las estadísticas de ingresos anuales, las encuestas al consumidor llevadas a cabo trimestralmente por la Oficina de Estadísticas Laborales. Consultar "The Changing Distribution of Federal Taxes, 1977-1990", y "Tax Progressivity and Income Distribution", Sala de Representantes de los EE.UU. (Ways and Means Committee), febrero de 1987 y 26 de marzo de 1990, respectivamente.
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pobres: un mayor número de norteamericanos serían más pobres. Luego la mitad de la curva comienza a deprimirse a medida que el grupo de los ingresos medios disminuye, y el extremo que representa a los más ricos empieza a alargarse, a medida que se hacen más ricos. Tampoco se puede exagerar esta tendencia. Algunos investigadores que seleccionaron diferentes años y utilizaron otras medidas observaron una desigualdad menos pronunciada. Pero, en general, la tendencia es inequívoca. Existen buenas razones para pensar que no es una divergencia temporal, y que la brecha quizá se ensanche aun más.
III Muchos motivos se han expuesto para explicar la tendencia hacia la desigualdad de ingresos. Algunas personas responsabilizan al sistema impositivo. Durante la década del ochenta, las aportaciones salariales a Seguridad (Social Security), los impuestos sobre las ventas y las contribuciones del usuario, como el peaje de las autopistas y los servicios de provisión de agua corriente, se incrementaron. Este tipo de contribuciones inevitablemente 18 reclamaba una mayor proporción de las ganancias para el pobre que para el rico. Las aportaciones a Seguridad Social operan exactamente como el impuesto sobre las ganancias pero a la inversa. En lugar de exceptuar a los bajos ingresos, libera a los más altos. Este impuesto debe pagarse incluso sobre el primer dólar ganado, pero solamente hasta cierto tope (53.300 dólares en enero de 1990). Por encima de ese tope no es necesario hacer ningún pago anual. La Seguridad Social también excepto los ingresos por inversiones, como los intereses y las ganancias de capital Entre 1978 y 1990, las aportaciones salariales a la Seguridad Social a mentaron un 30 por ciento. Asimismo, la parte correspondiente a los ingresos federales provenientes de Seguridad Social aumentó considerablemente, del 21 por ciento al comienzo 19 de la década, hasta el 27 por cien hacia el final de la misma. Mientras tanto, los norteamericanos prósperos -con el auxilio los más diestros analistas simbólicos especializados en impuestos que dinero podía comprar- buscaban afanosamente los medios más decoros de proteger sus ingresos. Las presentaciones para eludir el pago de i puestos, así como las excusas mismas, proliferaron rápidamente a lo lar de la década de los setenta. En 1981, Ronald Reagan cooperó en sus esfuerzos, al reducir las tasas del impuesto sobre los ingresos y bajar las imposiciones sobre las ganancias de capital. (Las modificaciones introducidas en la legislación en 1986, las cuales redujeron el máximo porcentaje del impuesto sobre los ingresos del 50 al 33 por ciento, a cambio de un incremento en el porcentaje de las ganancias de capital, significó un pequeño paso adelante, pero apenas suficiente para compensar el desequilibrio de 1981.) Como resultado, en 1980 la quinta parte menos favorecida de contribuyentes pagó en promedio un 8,4 por ciento de sus ingresos en impuestos federales; hacia 1990, pagaron un 9,7 por ciento, con un incremento de un sexto. El promedio de las obligaciones impositivas de la quinta parte más acaudalada de los contribuyentes, en cambio, bajó del 2 por ciento al 25,8 20 por ciento, una doceava parte menos. La disminución fue aun más pronunciada para los muy 18
En 1979, el impuesto sobre las ventas, estatal y local, exigió un 6,1 por ciento de los ingresos de la quinta parte menos favorecida de los norteamericanos, y 7,8 por ciento de los ingresos de la quinta parte más rica. Hacia 1990, el porcentaje había cambiado: el quinto más pobre pagaba 7,1 de sus ingresos, y los más ricos solamente el 2,5 por ciento. Estimaciones del Urban Institute sobre la incidencia de los impuestos sobre las ventas entre 1979 y 1984. Urban Institute, Washington, D. C, 1986. 19 De "Tax Progressivity and Income Distribution". 20 Ibídem. Consultar, además, Strenghenning the Progressive Income Tax, de R. A. Musgrave. Washington: Economic Policy Institute, 1989. El tema de la igualdad impositiva ha desatado un intenso aunque no muy esclarecedor debate, entre los afiliados políticos. Los apologistas mantienen que, a pesar de los arriba mencionados porcentajes, la porción de los impuestos pagados por el 5 porciento de los contribuyentes más ricos subió del 27,6 por ciento al 30,4 por ciento mientras la fracción del 5 por ciento de los contribuyentes más pobres siguió siendo la misma que en 1980. Consultar, al respecto: The Growth Experiment: How the New Tax Policy Is Transforming the United States Economy, de Lawrence Lindsey. Nueva York, Basic Books, 1990.
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ricos: a fines de la década de ochenta, el 1 por ciento más acaudalado de los norteamericanos paga una tasa combinada de impuesto local-estatal-federal de sólo el 26,8 porciento, 21 comparado con un 29 por ciento en 1975 y un 39,6 por ciento 1966. El desplazamiento regresivo en las obligaciones tributarias, indudablemente, no acortó la brecha abierta entre los ricos y, los pobres. Pero, y esto es importante, tampoco fue la causa de la divergencia. (Las cifras mencionadas al principio de este capítulo acerca de la diferencia en los ingresos son previas al pago de cualquier impuesto.) Las mezquinas políticas sociales de la época de Reagan son otra causa citada con frecuencia. Durante el período del laissez-faire, los beneficios de los cupones de comida (emitidos por el gobierno para los trabajadores de bajos ingresos) disminuyeron un 13 por ciento de su valor (ajustado a la inflación), mientras varios estados no pudieron aumentar las subvenciones para los indigentes y desocupados, a fin de equiparar as con la inflación. Pero ni aun la mezquindad del gobierno explica la creciente desigualdad, que comenzó antes de la gestión de Reagan. Tampoco da cuenta de la decadencia de los trabajadores menos favorecidos, ninguno de los cuales recibió asistencia social. Como los cambios en los códigos impositivos, las mezquinas políticas sociales de Ronald Reagan y de su más benévolo y gentil sucesor no lograron neutralizar las poderosas fuerzas ya desatadas, de las cuales, desde luego, no eran responsables. Otra explicación puede ser el aumento del porcentaje de padres solteros, el más bajo ingreso familiar, que indudablemente ha sido significativo. En 1960, el 91 por ciento de los niños blancos y el 67 por ciento de los de color vivían con sus dos progenitores. Hacia 1988, solamente el 79 por ciento de los blancos y el 39 de los de color estaban en la misma situación. Y, en este sentido, la relación entre las familias con padres solteros y la pobreza es indiscutible. Sin embargo, mientras la cantidad de estas familias, generalmente a cargo de la madre, ha aumentado significativamente, el porcentaje de las más pobres apenas se incrementó. De 1979 a 1987, un 50 por ciento del aumento de la pobreza en Estados Unidos tuvo lugar entre las 22 familias de dos progenitores. Los porcentajes de pobreza para las familias de dos progenitores con el esposo menor de veinticinco años subieron del 10,5 por ciento en 1979 al 23 21,5 por ciento en 1986. En realidad, el aumento en el número de familias con un solo progenitor fue más lento desde fines de los años setenta, así como la brecha entre los ricos y 24 los pobres comenzó a ensancharse precipitadamente. Una hipótesis final responsabiliza de la brecha a todos los jóvenes boomers (las personas nacidas durante el récord de natalidad registrado e postguerra), inexpertos y carentes de formación, que irrumpieron en el mercado laboral en los años setenta y ochenta, quienes desde luego recibirían salarios más bajos que los trabajadores más capaces. Pero esta explicación tampoco logra echar luz sobre el asunto. La brecha salarial se ensanchó más en la década de los ochenta, después de la irrupción de los baby-boomers. Esta brecha también se observa en los grupos de diferentes edades. Incluso entre los trabajadores jóvenes, los ricos se han hecho más ricos, y los pobres pobres. Por último, según esta teoría, la mano de obra en general habría llegado a ser menos educada, más joven y más predominantemente masculina
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Consultar "The Future of the Income Tax", de J. Pechman, The American Economic Review, Vol. 80, º Nº 1, marzo de 1990, pág. 1. 22 Consultar"One Fifth of the Nations Children: Why Are They Poor?, Science, setiembre de 1989, págs. 1.047-48. 23 Ibídem. 24 Un equipo de investigación sobre la dinámica de los ingresos, de la Universidad de Michigan, que analizó una muestra representativa de 5.000 familias desde 1968, descubrió que solamente 1/7 de los niños en situación de pobreza permanente estaba relacionado con la disolución de la familia, mientras la mitad estaba asociada con los cambios en el mercado laboral y los salarios. Consultar, además, la obra citada de Bane y Elwood. Center on Budget an Policy Priorities, 29 de octubre de 1989.
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cuando en realidad sucedió lo contrario: ha llegado a ser un poco más educada, de más edad, 25 y con un porcentaje mayor de mujeres. Aun consideradas en su conjunto, las explicaciones convencionales acerca del ensanchamiento de la brecha entre los ricos y los pobres dan cuenta de un aspecto del problema. Otras economías desarrolladas, con diferentes políticas asistenciales y distintos regímenes impositivos al de Estados Unidos, han experimentado un desplazamiento similar hacia la desigualdad. El hecho de que la brecha se haya ensanchado visiblemente en la Inglaterra de Margaret Thatcher quizá no sorprenda a nadie, pero hasta la caritativa y 26 socialdemocrática Holanda no ha sido inmune a esta tendencia. Desde luego, en muchas economías subdesarrolladas la gran brecha entre los ingresos de la minoría rica, en los niveles más de la sociedad, y casi todos los demás integrantes de la misma, ha sido una modalidad de vida aparentemente inmutable. Pero la tendencia en esos países tiene nuevas características: es menos probable que las elites del tercer mundo actual desciendan de familias de terratenientes acaudalados, y más probable que hayan acumulado su fortuna con el trabajo que hacen. Por ejemplo, Taiwan, después de la redistribución de las tierras en 1950, se convirtió en una de las sociedades más igualitarias del mundo. Sin embargo, a pesar de que los ingresos están más equitativamente distribuidos allí que en la mayoría de las naciones en desarrollo la brecha entre los ricos y los pobres se ha ensanchado considerablemente durante la década del ochenta. Las calles de Taipei están invadidas de Mercedes Benz, Volvo y Jaguar, 27 así como de precarias bicicletas.
IV Un indicio importante: el aumento de la desigualdad dentro de los Estados Unidos (así como en muchas otras naciones) ha sido significativo, incluso entre la gente que ya tenía empleo. Hay que tener en cuenta que durante casi todo el período de la postguerra, por lo menos hasta mediados de la década de los setenta, los salarios de los norteamericanos con diferentes niveles de ingresos subieron casi al mismo ritmo: entre un 2,5 y un 3 por ciento anual. Mientras que la brecha salarial entre los trabajadores de más alto y más bajo nivel se redujo apreciablemente. Esto sucedió, en parte, como consecuencia de la beneficiosa acción de las compañías centrales y los sindicatos, que procuraron elevar los niveles más bajos y contraer los más altos. En esa época, la pobreza era una consecuencia de la falta de trabajo. El mayor desafío económico de la postguerra fue crear suficientes empleos para todos los norteamericanos en condiciones de trabajar. La plena ocupación fue el grito de batalla de los liberales americanos, alineados frente a los conservadores, que se preocupaban por las tendencias inflacionistas de la misma. Sin embargo, la falta de empleo es ahora menos problemática. En las décadas de los setenta y ochenta, se crearon más de 25 millones de puestos en Estados Unidos, algo más de 18 millones solamente en los años ochenta. A menudo se produce un desajuste entre la ubicación de los trabajos y el lugar de residencia de los trabajadores. Muchos trabajos suburbanos en locales de comidas rápidas no se pueden cubrir mientras los jóvenes de ciudad no puedan acceder fácilmente a los mismos. Y además, el Consejo de Reserva Federal enfría 25
Consultar, al respecto, "Changes in the Structure of Wages During the 1980: An Evaluation of Alternative Explanations", de J. Bound y G. Johnson, National Bureau of Economic Research, papeles de trabajo, nº 2983. Mayo de 1989. 26 Consultar "The Changing Distribution of Income Under Mrs. Thatcher", de T. Stark, edit. En The Restructuring of the U.K. Economy, Londres: Harvester, 1989; y "The Dutch Job Machine: The Fast Growth of Low-Wage Jobs in Services, 1979-1986", de T. Elfring y R. Kloosterman, Universidad Erasmus, Rotterdam, 1989. Los datos sobre la desigualdad de ingresos en Canadá se pueden consultar en "Wages and Jobs in the 1980s.: Changing Youth Wages and the Declining Middle", de J. Myles, G. Picot, y T. Wannell. Social and Economic Studies Division, Statistics Canada, Documentos de Investigación nª 17, 1988. Para Europa en General, consultar OECD Employment Outlook, París: OECD, setiembre de 1995. 27 Datos de '"Taiwan Embrace Trappings of New Wealth», de N. Kristof, publ. en The New York Times, 5 de diciembre ce 1989, pág. A9.
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periódicamente la economía en un esfuerzo por detener la inflación, y al hacerlo, arrastra a la lucha antiinflacionaria a los miles de norteamericanos que menos pueden afrontarla. Pero a pesar de estos impedimentos, la verdad es que, en la última década de¡ siglo XX, casi todos los norteamericanos que desean trabajar pueden encontrar un puesto. Además, en vista de que el crecimiento de la población ha sido lento (más en esta última década), es probable que la necesidad de personal para cubrir puestos sea mayor en los años venideros. Los gobernadores de los estados y los alcaldes se siguen preocupando cada vez que una fábrica cierra, y se sienten satisfechos cada vez que obtienen nuevos puestos para sus jurisdicciones. Sin embargo, el problema más importante a largo plazo es la calidad del trabajo, y no su cantidad. En 1990, muchos puestos no alcanzaban a proporcionar un salario vital. Más de la mitad de los 32 millones y medio de norteamericanos cuyos ingresos caen dentro de la calificación oficial de nivel de indigencia -y cerca de dos tercios de todos los niños pobres- vivían en hogares con, al menos, un trabajador. Esto revela un porcentaje de trabajadores pobres mucho más alto que el registrado en cualquier otro año de la postguerra. La cantidad de trabajadores norteamericanos empobrecidos subió casi 2 millones -el 23 porciento- entre 1978 y 1987 (años con 28 características similares en el ciclo empresarial). Las familias de dos progenitores con un trabajador full-time descendieron más abajo aun del nivel de indigencia oficial, en promedio, que cualquier otro tipo de familia, incluyendo los 29 padres solteros de altos ingresos. La brecha salarial se ha ido ensanchando incluso dentro de las principales compañías norteamericanas (o más precisamente, dentro del sector de las redes mundiales que 30 formalmente pertenece y es manejado por norteamericanos). ~ En 1990, el promedio de las ganancias por horade los trabajadores norteamericanos -sin responsabilidades de mando- dentro de las compañías nacionales, era más bajo que en cualquier otro año desde 1965. Los gerentes de mediano nivel prosperaron algo más, si bien sus ingresos medios (ajustados a la inflación) estaban sólo ligeramente sobre los niveles de los años setenta. Sin embargo, entre 1977 y 1990 los altos ejecutivos de las compañías americanas hicieron su agosto. Su remuneración promedio aumentó el 220 por ciento, o sea, cerca de un 12 por ciento anual. (Esto al margen de los normales beneficios empresarios: el automóvil y el avión de la compañía, la pertenencia a un club, los planes de propiedad, los análisis médicos y 31 así sucesivamente). Hay que tener en cuenta que en 1960, como ya se vio antes, el profesional ejecutivo de las principales compañías americanas ganaba aproximadamente 190.000 dólares anuales. Esta suma representaba casi 40 veces el salario medio de un operario de planta norteamericano. Desde luego, en 1960, cuando la tasa máxima de impuesto era del 90 porciento, el sueldo real, en mano, de un director ejecutivo quedaba sustancialmente reducido, 28
Este ensanchamiento de la brecha entre los trabajadores se puede atribuir en parte a la creciente dispersión de los salarios, y en parte a la mayor divergencia en la cantidad de horas realmente trabajadas, con mucha gente empleada part-time que antes trabajaba a tiempo completo. 29 Datos para 1984. Poor Support: Poverty in the American Family, Nueva York, Basic Books, 1998, pág. 99. 30 Datos de "Wage Polarization in the United States and the'Flexibility' Debate", de B. Harrison y B. Bluestone. Universidad Carnegie Melon (School of Urban and Public Affaires), otoño de 1989. 31 Las encuestas sobre las remuneraciones de los ejecutivos las hacen anualmente los consultores especializados, que las publican en los principales medios periodísticos empresariales. Pocas noticias atraen tanto la atención de los ejecutivos empresariales como estas encuestas anuales. Consultar, por ejemplo, "Pay Stubs of the Rich and Corporate", publ. en Business Week, 7 de mayo de 1990, pág. 56; "Executive Pay" publ. en el suplemento de The Wall Street Journal, 18 de abril de 1990.
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ya que él (siempre era "él") debía contentarse con ser sólo 12 veces más rico que sus trabajadores de planta. Pero hacia 1988, el principal director ejecutivo de una de las cien más importantes compañías americanas recibía, en promedio, 2.025.000 dólares anuales. Esto representaba 93 veces el salario pagado a un trabajador de producción de las mismas compañías. Además, como la tasa máxima de impuesto era del 28 por ciento el ejecutivo 32 recibía en mano casi 70 veces más que el operario de planta. Los gerentes que estaban apenas por debajo de ese nivel ganaban una suma algo menos espléndida, pero no menos confortable. Cuando el director ejecutivo de American Expresss, James Robinson, se embolsaba sus 2.700.000 dólares en 1988, su sucesor en la cadena de mando, Louis Gerstner, recibía la apropiadamente más modesta suma de 2.400.000 dólares. De acuerdo con las expresiones de Graef S. Crystal, un experto en remuneraciones 33 empresariales, "eso producía el efecto de succión, como una aspiradora eléctrica".
V Un segundo indicio importante: la amplia brecha en los ingresos está estrechamente relacionada con el nivel de educación. Supongamos que usted es un varón con un título secundario, pero sin formación universitaria. Usted cuenta además con un empleo estable. En 1987, usted recibía por ese empleo (en promedio) 27.733 dólares. Quince años antes, en 1973, alguien con su formación hubiera ganado el equivalente a 31.677 dólares en el mismo puesto. En otras palabras, con no más de un nivel secundario de formación, sus ingresos reales (ajustados a la inflación) disminuyeron un 12 por ciento. (Si usted fuera una persona de color y sin formación universitaria, su promedio de ingresos habría disminuido un 44 por ciento durante el mismo período.) Supongamos ahora que usted ha abandonado sus estudios secundarios. Su puesto fijo en 1987 le proporcionaba un ingreso (en promedio) de sólo 16.094. Catorce años antes, alguien con su formación habría ganado 19.562 dólares. Esto significa que sus ingresos 34 ajustados a la inflación disminuyeron aun más hasta un 18 por ciento. Por otro lado, si usted fuera un varón titulado en una carrera terciaria de cuatro años, encabezaría la partida, aunque con poca venta ja. Sus ingresos en 1987 ascenderían a 50.115 dólares comparado con el salario promedio de alguien con su misma formación en 1973, que era de 49.53 dólares. De modo que la brecha salarial parece estar directamente relacionada con el nivel de educación. Si bien una graduación universitaria no garantiza un ingreso mucho más alto que el de hace unos años, sin un nivel universitario usted ni siquiera tiene posibilidades de ganar más. En 1980, nuestro graduado universitario ganaba casi un 80 por ciento más los empleados con títulos secundarios; en 1990, la distancia se duplicó 35 nuevamente. Otras naciones han experimentado una divergencia similar entre los ingresos de sus graduados secundarios y los graduados de la universidad (o sus equivalentes). Incluso en
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En este sentido, una comparación internacional puede ser esclarecedora. De acuerdo con una encuesta de los especialistas Towers, Perrin, Forster y Croshi, en 1990 el principal director ejecutivo de una compañía americana con ventas anuales del orden de los 250 millones de dólares ganaba 543.000 dólares (sueldo, bonificaciones y otros beneficios). Esto representaba más del 50 porciento de lo que ganaba un ejecutivo japonés, 90 porciento más que la remuneración total de un alemán y británico, y 400 porciento más que el sueldo de un alto ejecutivo coreano. Además, el dinero de un ejecutivo americano le rinde más: con el mismo dólar puede comprar tres veces más en Estados Unidos que en Japón y dos veces más que en Alemania. Report on Intemacional Compensation, enero de 1990. 33 Cita de "Silk Purse Chronicles", de P. O'Toole, Lears Magazine, abril de 1990, pág. 23. 34 De "The Forgotten Half. Non-College Youth in America", W.T. Grant Foundation Comission Work, Family and Citizenship, enero de 1988, págs. 18-27. 35 Consultar "Why Has the Economic Position of Less-Skilled Male Workers Deteriorated in the United States?", de M. Blackburn, D. Bloom y P, Freeman. Documentos de debate, marzo de 1989.
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Suecia las diferencias salariales han comenzado a ampliarse. Significativamente, el Japón constituye algo así como una excepción a la regla. Allí, los titulados secundarios todavía se mantienen a la par con los graduados universitarios. Entre 1979 y 191 mientras los ingresos de los graduados de colegios secundarios disminuían paulatinamente en Estados Unidos, los salarios de sus pares japoneses subían un 13 por ciento. En cambio, los graduados universitarios japoneses no estaban mejor remunerados que sus colegas en Estados Unidos. Aparentemente, las medidas sociales en Japón apuntan a elevar los salarios y beneficios de 37 aquellos que están en la mitad inferior de la escala de educación. Un indicio final: durante la década de los ochenta, la llamada brecha de los sexos -entre los ingresos de los hombres y mujeres- disminuyó casi un tercio. Incluso entre los hombres y 38 mujeres con relativamente escasa formación los salarios y beneficios convergieron. En síntesis, la amplia brecha entre los ricos y los pobres parece estar relacionada con una creciente divergencia en la cantidad de dinero que recibe la gente por el trabajo que realiza. Y esta divergencia, a su vez, parece tener algo que ver con su nivel de formación. Si usted es graduado universitario, sus ingresos mejoran; si no lo es, y especialmente si es varón, sus ingresos son insuficientes. Además, la tendencia no se circunscribe a Estados Unidos; esto ocurre en muchos otros lugares del mundo. Para comprender su causa fundamental, es necesario volver a considerar la economía mundial y las diferentes funciones que la gente está llegando a desempeñar dentro de la misma.
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De Unenployment and Labour Market Flexibility: Sweden, Ginebra: Oficina Internacional del Trabajo, ONU, 1988 37 De "Changes in the Structure of Wages: United States vs. Japan", de L Katz y A. Revenga National Bureau of Economic Research, setiembre de 1989. 38 Datos de la obra citada de Bound y Johnson.
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CAP. 17 POR QUÉ LOS RICOS SE HACEN MÁS RICOS Y LOS POBRES MÁS POBRES
La división del trabajo está limitada por la extensión del mercado. ADAM SMITH, Un estudio acerca de la naturaleza y causas de la prosperidad de las naciones (1776) Más allá de la clasificación oficial de un puesto (de producción, servicio, gerencial, técnico, de secretaria, etcétera), o de la industria en la cual se trabaje (automotriz, siderúrgica, de la computación, publicidad, alimentación o finanzas), la verdadera posición competitiva en el mundo de la economía está llegando a depender de la función que se cumple. En eso estriba la razón fundamental de la divergencia en los ingresos. Los salarios de los empleados de la producción rutinaria están en disminución. Los servicios en persona también están menos remunerados, aun cuando su destino sea menos incierto. Pero los analistas simbólicos -quienes intermedian, identifican y resuelven los nuevos problemas- son los que de una manera general tienen más éxito en la economía mundial. Todos los norteamericanos solían compartir el mismo destino. Casi todos se elevaban o sucumbían juntos, así como las compañías en las cuales trabajaban, y las industrias en las que operaban esas compañías, y la economía nacional en su conjunto se hacía más productiva, o se estancaba. Pero las fronteras nacionales ya no definen nuestro destino económico. Ahora estamos embarcados en diferentes naves, algunas se hunden, otras van al garete, y las terceras navegan airosas.
II Los trabajadores de la producción rutinaria, que a mediados de siglo percibían buenos sueldos, ahora se debaten en la indigencia. No hace mucho, las grandes organizaciones piramidales en el centro de cada industria importante coordinaban sus precios e inversiones evitando las arremetidas de la competencia, mientras preservaban sus cuantiosas ganancias. Algunas de esas ganancias, a su vez, las reinvertían en nuevas plantas y equipos (generando economías de escala cada vez mayores); otra parte iba a los altos ejecutivos y a los inversores. Pero una gran parte pasaba a los gerentes de mediano nivel y a los operarios de producción. Las huelgas o la paralización de tareas creaban un problema tan grave para la producción de alto volumen que los gremialistas podían exigir bonificaciones cada vez mayores por su cooperación. Por otro lado, las pautas salariales establecidas dentro de las grandes compañías incidían sobre los criterios de toda la economía nacional. Eso trajo consigo el crecimiento de una clase media relativamente próspera, en condiciones de adquirir todos los artículos producidos en gran escala por las grandes empresas. Sin embargo, como ya se ha señalado, las compañías centrales rápidamente se dispersaron en redes mundiales que obtienen sus mayores ganancias a través de la destreza en la identificación y resolución de problemas. A medida que los costes de transporte y comunicación continúan bajando, los márgenes de ganancia de las empresas, de producción estandarizada (de alto volumen) se reducen, porque se van eliminando las barreras de acceso. Las fábricas y la maquinaria moderna se pueden instalar prácticamente en cualquier parte del planeta. Por lo tanto, los empleados de los servicios rutinarios de producción de los Estados Unidos están en competencia directa con millones de trabajadores de otras naciones. Doce mil personas se suman a la población mundial cada hora, la mayoría de las cuales trabajaría complacidamente por una pequeña fracción de los salarios de los trabajadores de rutina de los 39 Estados Unidos.
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El lector habrá notado que los salarios más bajos en otras partes del mundo no atraen especialmente al capital mundial, a no ser que los trabajadores de ese lugar sean
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Sus efectos son más evidentes en las industrias más antiguas y de mayor escala, donde la producción estandarizada de alto volumen continúa su inevitable desplazamiento hacia donde la mano de obra es más barata y más accesible en todo el mundo. Por ejemplo, la empresa Maquiladora distribuyó sus fábricas a lo largo del lado mexicano, de la frontera con Estados Unidos en los pueblos pobres de Tijuana, Mexicali, Nogales, Agua Prieta y Ciudad Juárez -la mayoría de los. propietarios son norteamericanos pero hay cada vez más japoneses entre ellos- en las cuales más de medio millón de trabajadores de rutina arman las piezas de los productos que luego se envían a los Estados Unidos. El mismo recurso se utiliza en otra partes del mundo. Hasta fines de la década de los setenta, AT&T dependía de su mano de obra de rutina en Shreveport, Lousiana, para armar los teléfonos estándar. Más tarde comprobó que los trabajadores de Singapur podían llevar a cabo las mismas tareas por un coste mucho más bajo. Frente a la intensa competencia de otras redes mundiales, los intermediarios estratégicos de AT&T se vieron obligados a buscar nuevas alternativas. De modo que a comienzos de los años ochenta dejaron de emplear la mano de obra de rutina en Shreveport, y comenzaron a incorporar a los trabajadores más baratos en Singapur. Pero bajo este tipo de presiones para lograr una producción de alto volumen, a costes cada vez más bajos, los trabajadores de Singapur podían acabar como ayer los de Louisiana. Hacia fines de los años ochenta, los intermediarios estratégicos de la compañía observaron que la mano de obra thailandesa estaba en condiciones de armar los aparatos por una pequeña fracción de los salarios percibidos por los empleados de Singapur. Y enseguida trasladaron las plantas a Thailandia. La búsqueda de salarios cada vez más bajos no ha estado circunscrita a las industrias en gran escala. El procesamiento de datos de rutina ha seguido el mismo camino. Los operadores de informática de cualquier parte del mundo podían ingresar datos en las computadoras, transmitidos vía satélite, o a través de los cables transoceánicos de fibras ópticas (reduciendo aun más los costes de las comunicaciones), con lo cual los operadores de rutina de los Estados Unidos tuvieron que hacer frente a una competencia cada vez más directa de sus colegas del extranjero, quienes a menudo estaban dispuestos a trabajar por mucho menos. En 1990, los operadores de informática en los Estados Unidos ganaban, por lo menos, 6,50 dólares por hora. Pero los mismos operadores en el resto del mundo estaban deseosos de trabajar por una fracción de esta suma. Por ese motivo, muchos puestos potenciales de procesamiento de datos fueron desapareciendo, mientras los salarios y beneficios de los restantes decayeron. Un caso típico es el de Saztec International, una compañía de informática e( sede en Kansas City, cuyos intermediarios estratégicos hacían contratos con operadores de Manila y con firmas norteamericanas que necesitaban dichos servicios. En comparación con el ingreso medio de Filipinas que era de 1.70 dólares por año, los operadores de datos que trabajaban para Saztec ganaba una espléndida suma de 2.650 dólares. El resto de los empleados de la compañía eran especialistas en identificación y resolución de problemas, 40 quienes tenían a su cargo la búsqueda de nuevos métodos para mejorar el sistema. En 1990, la compañía Americen Airlines empleaba a más de 1.000 procesadores de datos en Barbados y la República Dominicana para que ingresaran los nombres y los números de vuelos de los pasajes aéreos usados (enviados diariamente hacia Barbados desde aeropuertos de todo Estados Unidos) en un gigantesco banco de datos ubicado en Dallas. La empresa editora R. R. Donnelley de Chicago enviaba manuscritos completos a Barbados para procesarlos antes de la impresión. La firma New York Insurance Co. enviaba pólizas de seguro a Castle Island, Irlanda, donde los operadores de rutina con simples indicaciones ingresaban las pólizas, determinaban las sumas adeudadas, y luego instantáneamente transmitían los datos hacia los Estados Unidos. (Cuando la firma puso un anuncio en Irlanda para cubrir veinticinco puestos de procesamiento de datos, recibió seiscientas solicitudes.) La editorial suficientemente productivos para hacer más bajos los costes de mano de obra por cada unidad producida. 40 Datos de "A Bit Player Buys Into the Computer Age", de John Maxwell Hamilton, pub. en New York Times Business World, 3 de diciembre de 1989, pág. 14.
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McGraw-Hill procesaba las renovaciones de suscripción y la información de marketing para sus revistas cerca de GaIway. Literalmente, millones de trabajadores de rutina en todo el mundo han estado recibiendo información, convirtiéndola a los códigos de las computadoras y devolviéndola al sitio de donde provenía, con la velocidad de los impulsos electrónicos. La codificación del software de las computadoras también ha ingresado en el comercio mundial. India, que tiene una gran cantidad de técnicos que dominan el inglés, dispuestos a elaborar programas de rutina a bajo precio, ha mostrado ser especialmente atractiva para las redes mundiales que requieren de estos servicios. En 1990, Texas Instruments mantenía una oficina de desarrollo de software en Bangalore, que comunicaba vía satélite a cincuenta programadores indios con las oficinas centrales de la compañía en Dallas. Estimulado por este y por otros emprendimientos similares, el gobierno de la India construyó un telepuerto en Poona, con el propósito de facilitar y hacer más económico para muchas otras empresas enviar 41 sus especificaciones de diseño de software de rutina, para ser codificado.
III Este traspaso de las tareas rutinarias de producción de las naciones con economías avanzadas a los países en vías de desarrollo ha sido una gran oportunidad para muchos trabajadores de estas naciones, quienes de otra manera estarían sin empleo, o trabajando por salarios mucho más bajos. Estos trabajadores, a su vez, obtienen más dinero con el cual adquirir los servicios simbólico-analíticos de los países más avanzados (a menudo comprometidos en todo tipo de producción más compleja). La tendencia también es beneficiosa para todos los consumidores de¡ mundo, que ahora pueden obtener productos estandarizados (incluyendo la información y el software) a precios más accesibles que antes. Pero estos beneficios no se logran sin un determinado coste. Esta carga la deben soportar especialmente aquellos países que ya no tienen servicios rutinarios de producción bien remunerados dentro de sus economías avanzadas, como los Estados Unidos. Muchas de esas personas solían pertenecer a los sindicatos, o al menos se beneficiaban con las normas salariales establecidas mediante convenios colectivos de trabajo. Pero, a medida que las burocracias empresariales se aplanan dentro de las redes mundiales, la influencia de los convenios se va perdiendo. En realidad, el tácito pacto nacional ya no rige. A pesar del gran número de nuevos puestos de trabajo en los Estados Unidos, la sindicación ha disminuido. En 1960, el 35 por ciento de los trabajadores no rurales pertenecía a un sindicato. Pero en 1980 ese porcentaje se redujo, hasta llegar en 1989 aproximadamente al 17 por ciento. Sin considerar a los empleados públicos, la afiliación gremial descendió hasta un 42 13,4 por ciento. Este es un porcentaje aun más reducido que el de comienzos de la década de los treinta, antes de que la Ley Nacional de Relaciones Laborales creara un derecho legalmente amparado para la representación sindical. La disminución de la afiliación ha estado acompañada por una cantidad creciente de negociaciones colectivas para congelar los salarios a niveles normales, reducir los niveles salariales de los ingresantes o reducir el conjunto de los salarios. Este es un importante motivo por el cual la larga recuperación económica comenzada en 1982 produjo un aumento menor en los costes unitarios de mano de obra que cualquiera de las otras ocho recuperaciones desde la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la baja tasa de desempleo registrada durante ese período. Los empleos rutinarios de producción están desapareciendo rápidamente de las tradicionales industrias sindicadas (por ejemplo, en la automotriz, siderúrgica y del caucho), donde el salario medio ha ido a la par de la inflación. Esto es así porque los puestos de los trabajadores veteranos de esas industrias están protegidos por la antigüedad; mientras que los más jóvenes son los primeros en ser despedidos. Frente a la alternativa de reducir los salarios o la cantidad
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De "U.S.-India Satellite Link Stands to Cut Software Costs", de U. Gupta, publ. en Wall Street Journal, 6 de marzo de 1989, pág. B2. 42 Datos de Statistical Abstract of the Unites States: Talleres Gráficos del Gobierno, 1989, pág. 416, Catal. 684.
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de puestos, la mayoría de los sindicalistas (teniendo en cuenta que hay muchos jóvenes que serán despedidos antes) han optado por esta última. Por eso la disminución de la afiliación ha sido más notoria entre los jóvenes que se incorporaron a la actividad laboral sin formación terciaria o universitaria. A comienzos de la década de los cincuenta, más del 40 por ciento de este grupo estaba afiliado a algún sindicato; a fines de la década de los ochenta, sólo quedaba menos del 20 por ciento (si se excluyeran a 43 los empleados públicos, menos del 10 por ciento). Por ejemplo, en la industria siderúrgica, si bien muchos veteranos conservan su empleo, casi la mitad de los puestos de rutina han desaparecido entre 1947 y 1988 (disminuyeron de 480.000 a 260.000). Algo parecido ocurre en la industria automotriz: durante la década de los ochenta el sindicato perdió 500.000 afiliados, un tercio del total de comienzos de la década. Solamente General Motors redujo 150.000 puestos de producción durante la misma década (aun cuando creó nuevos empleos en el exterior). Otra consecuencia del mismo fenómeno: la brecha entre los salarios medios de los trabajadores afiliados y no afiliados se ensanchó considerablemente: del 14,6 por ciento en 44 1973 al 20,4 por ciento hacia fines de la década de los ochenta. La lección es evidente. Si usted no ha completado los estudios secundarios o no tiene más que un título secundario, no puede aspirar a un buen puesto de producción. También están desapareciendo los puestos de bajo y mediano nivel gerencia¡ que están relacionados con la producción de rutina. Entre 1981 y 1986, más de 780.000 capataces, supervisores y jefes de sección perdieron sus puestos como consecuencia del cierre de 45 fábricas y los despidos. Un gran número de jefes de división, directores asistentes, gerentes medios y altos también se quedaron sin empleo. General Motors despidió a más de 40.000 empleados de oficina 1 planeó eliminar otros 25.000 puestos hacia mediados de la presente 46 década. A medida que las pirámides empresariales se van transformando en redes mundiales, muchos empleados de producción de mediano nivel resultan tan inadecuados como los operarios de rutina. Como se habrá notado, las redes empresariales extranjeras están empleado a algunos norteamericanos para su producción de rutina en los Estados Unidos. Están surgiendo fábricas de Phillips, Sony y Toyota por todas partes, para regocijo de los alcaldes y gobernadores de los estados, que las han tentado con promesas de reducción de los impuestos y convenios exclusivos, entre otros atractivos. Pero como estos entusiastas políticos pronto comprobarán, las plantas extranjeras están altamente tecnificadas y lo estarán mucho más en los años venideros. Las tareas de la producción de rutina sólo representan una pequeña parte de los costes de producción de la mayoría de los bienes, tanto en los Estados Unidos, como en otras naciones desarrolladas, y esta parte seguirá disminuyendo a medida que se impongan los sistemas robotizados. En 1977, los trabajadores de la producción de rutina en los Estados Unidos tardaban treinta y cinco horas en armar un automóvil; mientras, se prevé que hacia mediados de la década de los noventa, las plantas automotrices japonesas producirán 47 unidades en solamente ocho horas. El rendimiento y los salarios resultantes de los trabajadores norteamericanos que manejen estos sistemas robotizados serán relativamente altos, pero pueden no existir muchos puestos en el mercado. Un caso que viene a cuento: a fines de la década de los ochenta, Nippon Steel se asoció con la declinante firma americana Inland Steel para construir una nueva planta -de 400 43
Estimaciones de las encuestas de población, "Changes in the Structure Wages: U.S. and Japan", de L Katz y A. Revenga. National Bureau of Economic Research, setiembre de 1989. 44 Datos de "Wages of Unionized and Non-Unionized Workers". Secretaría de Comercio de los EE.UU., Bureau of Labor Statistics, temas varios. 45 De "Reemployment Increases Among Displaced Workers". Ministerio de Trabajo de los EE.UU., Bureau of Labor Satistics. publ. en BLS News, USDL 86-414, 14 de octubre de 1986, Lista 6. 46 Cita de The Wall Street Journal, 16 de febrero de 1990, pág. A5. 47 Datos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), International Motor Vehicles Program, 1989.
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millones de dólares- de laminado en frío a 80 kilómetros de Gary, Indiana. El taller de laminación destacaba por su moderna tecnología, que reducía el tiempo para producir un rollo de acero de doce días a casi una hora. De hecho, toda la planta podía ser manejada por un pequeño equipo de técnicos, lo cual se hizo evidente cuando Inland cerró dos de sus viejos talleres de laminado, despidiendo a cientos de operarios de rutina. Los gobernadores y alcaldes tomaron nota: sus muy publicitadas fábricas extranjeras finalmente sólo podían emplear a unos pocos electores. Por lo general, la disminución de los puestos de rutina ha perjudicado más a los hombres que a las mujeres. Esto se debe a que las tareas de producción rutinaria de los hombres en las industrias metalúrgicas de alto volumen han pagado más altos salarios que los puestos de producción ocupados por mujeres en las plantas textiles y en el procesamiento de datos. A medida que ambos grupos se han ido quedando postergados, las tareas de rutina de las mujeres han quedado equiparadas con las de los hombres, una equiparación en condiciones paupérrimas, desde luego. Esta es una de las razones por la cual la brecha entre los salarios de hombres y mujeres comenzó a estrecharse durante la década de los ochenta.
IV La segunda de las tres "naves" la de los empleados de los servicios "en persona" también se está yendo a pique, pero un poco más lenta y desigualmente. La mayor parte de estos trabajadores perciben apenas un poco más del salario mínimo, y muchos solamente trabajan part-time, con el resultado de que su sueldo de bolsillo es modesto, para decir lo menos. Por lo general, tampoco reciben todos los beneficios (prestaciones médicas, seguros de vida, por incapacidad, etcétera) acumulados por los empleados de la producción en las grandes empresas fabriles, o por los analistas simbólicos asociados con una de las redes 48 mundiales. Los servidores personales están al margen de los efectos directos de la competencia mundial y, como todos los demás, se benefician con el acceso a los productos de más bajo coste provenientes de todas partes del mundo. Pero no están a salvo de sus efectos indirectos. Estos trabajadores compiten cada vez más con los ex empleados de la producción rutinaria, quienes, al no poder encontrar empleos bien remunerados dentro de la producción, no tienen otra alternativa que dedicarse a los servicios "en persona". La Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos estima que de los 2.800.000 trabajadores fabriles que perdieron sus empleos durante los primeros años de la década de los ochenta, un tercio han 49 conseguido empleo en estos servicios con sueldos por lo menos un 20 por ciento más bajos. Estos empleados también tienen que competir con los graduados universitarios y con los no graduados que hace años hubieran ingresado fácilmente en la producción de rutina pero ya no pueden. Y de ser correctas las predicciones demográficas acerca de la fuerza laboral norteamericana en las primeras décadas del siglo veintiuno (y es probable que así sea, ya que la mayor parte de la gente que la cubrirá ya es identificable), la mayoría de los aspirantes al mercado laboral serán hombres o mujeres de color, o hispanos -grupos que en el pasado han tenido relativamente escasas habilidades técnicas. Esto redundará en una cantidad aun mayor de solicitantes para los servicios "en persona". Finalmente, estos empleados tendrán que competir con un creciente número de inmigrantes, legales e ¡legales, para quienes los servicios personales pueden ser los puestos más accesibles. (Se estima que entre mediados de la década de los ochenta y fines de siglo, aproximadamente un cuarto de todos los trabajadores 50 que se incorporen a la actividad laboral en los Estados Unidos serán inmigrantes.)
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Una parte cada vez mayor de la fuerza laboral norteamericana trabaja en los servicios "en persona", y esto explica por qué durante la década pasada ha aumentado -por lo menos en 6 millones- la cantidad de ciudadanos que carecen de seguros de salud. 49 De "Reemployment Inrcreases Among Displaced Workers". Ministerio de Trabajo de los EE.UU., Bureau of Labor Statistics, 14 de octubre de 1986. 50 Datos del Statistical Yearbook, del Servicio Federal de Inmigración y Nacionalización. Washington:Talleres Gráficos del Gobierno, 1986-87.
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Acaso la competencia más feroz a la que se deban enfrentar los servicios "en persona" provenga de los sistemas automáticos (gran parte de los cuales, desde luego, se inventan, diseñan, fabrican y arman en otras naciones). Contestadores automáticos, cajeros electrónicos, lavaderos automáticos para automóviles, máquinas expendedoras robotizadas, surtidores de gasolina con autoservicio, y todo tipo de dispositivos sustitutos del ser humano que los consumidores ya conocen. Incluso los operadores telefónicos están despareciendo, a medida que los sensores y simuladores electrónicos de la voz humana logran mantener conversaciones razonable mente inteligentes, y siempre corteses. Los vendedores minoristas -entre los grupos más importantes de los servicios "en persona"- también están amenazados. A través de ' las computadoras personales conectadas a las pantallas de televisión, los consumidores del futuro estarán en condiciones de comprar muebles, artefactos para el hogar y todo tipo de adminículos electrónicos desde sus hogares -examinar la mercancía desde todos los ángulos, seleccionar las características, el color, el tamaño y el precio que les parezca más conveniente, y luego transmitir la orden instantáneamente a los proveedores, quienes remitirán directamente los artículos a domicilio. Lo mismo con las transacciones financieras, las reservas de pasajes aéreos y hoteles, el alquiler de automóviles, y otros contratos similares, que se podrán efectuar entre los consumidores, instalados en su propia 51 casa, y los bancos de datos situados en cualquier parte del mundo. Desde luego, las economías desarrolladas, como la de los Estados Unidos, seguirán generando una considerable cantidad de puestos dentro de los servicios "en persona", a pesar de la automatización de los más antiguos. Por cada informante telefónico que pierda su empleo por un contestador automático, surgirán tres nuevos puestos para instructores de aerobic. Al parecer, los seres humanos tienen un deseo casi insaciable por la atención personalizada. Pero la intensa competencia hace que el pago de estos servicios siga siendo relativamente bajo. Los trabajadores de los servicios "en persona" -que trabajan por su cuenta, o bien distribuidos ampliamente entre varios pequeños establecimientos, y cubren todo tipo de "nichos" del mercado- no pueden organizarse, sindicarse, ni crear asociaciones para reducir el impacto de la competencia. En dos sentidos, el aspecto demográfico puede incidir favorablemente en estos servicios, manteniendo su nave "a flote". Primero, como se habrá notado, la tasa de crecimiento de la fuerza laboral norteamericana está disminuyendo. Es menor el número de los trabajadores más jóvenes. Entre 1985 y 1995, la cantidad de individuos entre dieciocho y veinticuatro años habrá disminuido un 17,5 por ciento. En consecuencia, los empleadores tendrán un mayor incentivo para contratar y entrenar personal de servicio "en persona" que anteriormente habrían desechado. Pero esta descompresión demográfica de la competencia será sólo temporal. Las energías procreativas acumuladas por los baby-boomers (nacidos entre 1946 y 1964) darán 52 como resultado una nueva generación de trabajadores hacia el 2010, más o menos. Y la inmigración, legal o ilegal, muestra indicios de aumentar en los años venideros. Además, en la segunda década del siglo veintiuno, la cantidad de ciudadanos con más de sesenta y cinco años aumentará abruptamente, mientras los baby-boomers alcanzarán la edad de la jubilación y vivirán más. Sus expectativas de vida se alargarán no sólo porque habrá menos entre ellos que hayan fumado y más que se hayan alimentado mejor que sus padres, sino porque tendrán a su alcance todo tipo de drogas y terapias destinadas a mantenerlos con vida. Hacia el 2035 se duplicará el número de americanos de edad avanzada, y la cantidad de octogenarios se triplicará. Pero a medida que los declinantes baby-boomers ingieran los medicamentos y reciban todos los tratamientos, necesitarán una buena dosis de atención personalizada. Millones de individuos enfermizos requerirán cuidados intensivos: médicos, enfermeros, acompañantes auxiliares, residencias para ancianos y técnicos para manejar y mantener todos los aparatos que controlarán y detendrán la desintegración final. Incluso podría
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Consultar "The Powerful Push for Self-Service", de Ch. H. Deutsch, publ. en New York Times, 9 de abril de 1989, sección 3, pág. 1. 52 De Current Population Reports, de la Oficina de Censos de los EE.UU., Serie P-23, Nº 138. st Consultar, al respecto, Workforce 2000.- Work and Workers for the 21 Century, de W. Johnson, A. Packer, y otros. Indianápolis: Instituto Hudson, 1987.
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existir un floreciente mercado para los especialistas en eutanasia. Los servicios "en persona" 53 para el cuidado de los ancianos y enfermos tendrán una fuerte demanda. Un pequeño problema: los declinantes baby-boomers no tendrán dinero para pagar esos servicios. Habrán agotado sus ahorros personales algunos años antes. Desde luego, sus aportaciones a la Seguridad Social habrán sido utilizados por el gobierno para pagar las jubilaciones de la generación anterior y para financiar gran parte de los déficit de presupuesto de la década de los ochenta. Por otra parte, al haber relativamente menos jóvenes entre la población, es probable que la oferta de vivienda supere a la demanda, con el resultado de que las principales inversiones de los baby-boomers, sus viviendas, costarán mucho menos (con el dólar ajustado a la inflación) de lo que habían previsto. En consecuencia, el enorme costo de atención de los envejecidos baby-boomers recaerá sobre muchas de las personas que cuidarán de ellos. Será como una gran bomba de desagüe: los empleados de los servicios personalizados del siglo veintiuno tendrán abundancia de puestos en el área de la salud, pero una gran parte de sus ganancias estará destinada a los pagos del seguro social y los impuestos sobre los ingresos, lo cual a su vez será utilizado para pagar sus sueldos. En conclusión: no habrá ninguna mejora real en sus niveles de vida. El nivel de vida de estos empleados también depende indirectamente del nivel de vida de aquellos norteamericanos a quienes sirven, que están dentro del circuito del comercio mundial. En la medida en que estos últimos estén generosamente remunerados por lo que aportan al resto del mundo, tendrán más dinero para gastar en estos servicios personales. En este sentido nos encontramos con la única forma de traspaso de los beneficios económicos que tiene una base en la realidad. Una camarera en un pueblo cuya fábrica principal acaba de ser cerrada es improbable que gane un salario alto o pueda confiar en la estabilidad laboral; en un lugar de veraneo lujoso frecuentado por productores de cine y magnates financieros, está en condiciones de lograrlo. Lo mismo pasa con las naciones. Los empleados de los servicios personalizados en Bangladesh pueden pasar sus días desarrollando aproximadamente las mismas tareas que un colega de esos servicios en los Estados Unidos, pero obtienen un nivel de vida mucho más bajo a cambio de sus esfuerzos. La diferencia estriba en el valor que sus clientes aporten a la economía mundial. Volveré sobre el tema en un próximo capítulo. A diferencia de la situación precaria de los trabajadores de rutina y los empleados de los servicios personalizados, las perspectivas de los analistas simbólicos son inmejorables. La demanda mundial por sus conocimientos crece a medida que aumentan las facilidades y rapidez en las comunicaciones. Desde luego, no todos los analistas simbólicos surgen de manera igualmente rápida y espectacular. Los analistas que están en el extremo inferior apenas si logran subsistir en la economía mundial. Pero los que están en los niveles superiores tienen tal demanda en el mundo que les resulta difícil estar al corriente de todas sus ganancias. Nunca antes en la historia se había formado tan legalmente una opulencia de semejante magnitud. Entre los analistas simbólicos de mediano rango figuran los científicos e investigadores norteamericanos, quienes están diligentemente ocupados en vender sus descubrimientos a las redes empresariales de todo el mundo. Sus ventas no se limitan a los clientes norteamericanos. Si los intermediarios estratégicos de las oficinas centrales de General Motors se negaran a pagar un alto precio por un nuevo método de fabricación de bloques cerámicos de alta resistencia para los motores, ideados por un equipo de ingenieros asociados con la Universidad Carnegie Mellon, es probable que los intermediarios de Honda o Mercedes-Benz estén más que dispuestos a pagar esa suma. Lo mismo ocurre con la pericia de los ubicuos consultores de management, que se venden por abultadas sumas a los ansiosos empresarios europeos y latinoamericanos. Por sumas aun mayores los consultores especializados en combustibles energéticos han vendido su asesoramiento a los jeques árabes. Los ingenieros proyectistas norteamericanos proveen asesoramiento a Olivetti, Mazda, Siemens y otras redes mundiales; los expertos en marketing 53
La Oficina de Censos estima q ue, hacia el año 2000, por lo menos 12 millones de norteamericanos trabajarán en los servicios de salud -más del 6 por ciento de la fuerza laboral total.
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asesoran acerca de las preferencias y tendencias del consumidor; los arquitectos norteamericanos diseñan proyectos y anteproyectos para los teatros de ópera, las galerías de arte, los museos, los hoteles de lujo y los complejos residenciales de las principales ciudades del mundo; los agentes norteamericanos de bienes raíces venden propiedades a inversores y compradores de todo el mundo. Los norteamericanos que se especializan en las relaciones públicas tienen una fuerte demanda en las compañías, los gobiernos y las esferas políticas de muchos países. Lo mismo sucede con los consultores políticos, algunos de los cuales, en estos momentos, asesoran al partido socialista húngaro -superviviente del declinante predominio comunista-, acerca de cómo ganar algunos escaños parlamentarios en las primeras elecciones libres en más de cuarenta años. También en estos momentos, un equipo de consultores agrícolas de los Estados Unidos están asesorando a los administradores de una, granja colectiva soviética que emplea a 1.700 trabajadores. Como ya se ha señalado, los asesores financieros y los abogados comerciales venden su pericia a los asiáticos y europeos, que están ansiosos de saber cómo amasar fortunas desplazando grandes cantidades de dinero. Mientras tanto, las naciones en vías de desarrollo contratan ingenieros civiles norteamericanos para que las asesoren sobre la construcción de rutas y presas hidroeléctricas. La desactivación de la "guerra fría" sin duda brindará mayores oportunidades. Los ingenieros norteamericanos de Bechtel (una firma mundial conocida por haber dado empleo a Caspar Weinberger y George Shultz por sumas mucho mayores de las que ganaron en la administración Reagan) han comenzado a colaborar con los soviéticos en el proyecto e instalación de una nueva generación de reactores nucleares. Otras naciones también contratan asesores financieros y abogados para ayudarles a renegociar los términos de sus deudas con los bancos mundiales; y recurren a los intermediarios políticos en Washington para que les ayuden ante el Congreso, el Tesoro, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones políticamente influenciables. En un estado de evidente apremio, muchas naciones recién liberadas del comunismo han contratado economistas norteamericanos para que les enseñen acerca del capitalismo. Casi todos los países del mundo recurren a las habilidades y experiencia de los norteamericanos que dominan los símbolos visuales y orales: músicos, compositores, técnicos de sonido, directores de cine, maquilladores, actores y actrices, camarógrafos, guionistas y escenógrafos. Entre los más afortunados de estos analistas simbólicos figuran Steven Spielberg, Bill Cosby, Charles Schulz, Eddy Murphy, Sylvester Stallone, Madonna y otros directores e intérpretes, que son casi tan conocidos en las calles de Dresde y Tokio como en los suburbios de Boston. Menos remunerados, pero no menos renombrados, son los fervientes presentadores de¡ programa televisivo Turner Broadcasting's Cable News (CNN) que se emite diariamente, vía satélite, en lugares tan distantes como Vietnam y Nigeria. Vanna White es la empresa más reconocida como maestra de ceremonias para los eventos deportivos de] mundo. Detrás de cada una de estas figuras familiares se mueven una serie de expertos en identificación y resolución de problemas, e intermediarios que entrenan, promocionan, 54 difunden, representan y, de algún modo, agregan valor a esos talentos. Además, hay que tener en cuenta la experiencia y conocimientos de los directores ejecutivos senior que ocupan las posiciones clave en las oficinas centrales de las compañías mundiales "norteamericanas". Sus ideas se "exportan" al resto del mundo a través de las redes de las compañías. Por ejemplo, IBM no exporta muchas máquinas desde los Estados Unidos; de sus oficinas centrales en Armonk, Nueva York, emana la intermediación estratégica y los correspondientes servicios de management destinados al resto de¡ mundo. A cambio de eso, los directores ejecutivos de la empresa reciben una generosa compensación.
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En 1989, el negocio del entretenimiento representó para los Estados Unidos 5.500 millones de dólares de ganancias en el extranjero, ubicándolo entre las principales industrias exportadoras de la nación, después de la industria aeroespacial. De "Composition of U.S. Export", Secretaría de Comercio de los EE.UU., Intemational Trade Commission, temas varios.
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VI La razón principal de esta expansión de¡ mercado mundial, y del aumento en la demanda de conocimientos simbólicos y analíticos, ha sido el espectacular progreso en las tecnologías relacionadas con las comunicaciones y el transporte a nivel mundial. Los proyectos, las instrucciones, el asesoramiento y los símbolos visuales y auditivos se pueden comunicar cada vez más rápidamente hacia todo el mundo, con una creciente precisión y a un coste cada vez más bajo. La voz de Madonna puede llegar a miles de millones de oyentes, con perfecta claridad, gracias a los discos compactos. Una invención de los ingenieros del laboratorio de Batelle en Columbus, Ohio, se puede transmitir a casi todas partes a través de los módems, de tal manera que permite a los destinatarios analizarla en tres dimensiones, valiéndose de computadoras que la convierten en gráficos. Cuando todavía se requiere un encuentro personal -y las conversaciones por vídeo no son suficientes- es relativamente fácil para los proyectistas, asesores, consultores, artistas y ejecutivos abordar jets supersónicos y, en una cuestión de horas, entrevistarse directamente con sus clientes, empleados o audiencias en todo el mundo. Junto con la creciente demanda viene la creciente remuneración. Ya sea bajo la forma de honorarios estipulados, honorarios por servicio, sueldos o participación en las ganancias, el resultado económico es casi el mismo. También existen las compensaciones no pecuniarias. Uno de los secretos mejor guardados entre los analistas simbólicos es el hecho de que muchos de ellos disfrutan de su trabajo. El trabajo de los empleados de producción y de los servicios "en persona" es habitualmente monótono; es causa de tensiones o depresiones, y permite escasa independencia. En cambio, el "trabajo" de los analistas simbólicos a menudo incluye búsqueda de soluciones, experimentos, estrategias, un constante intercambio de opiniones y una considerable reserva acerca de los planes futuros. Pocos trabajadores de rutinario de servicio trabajarían si no necesitaran ganar dinero. Muchos analistas simbólicos trabajan incluso cuando el dinero no es el objetivo.
VII A mediados de siglo, cuando los Estados Unidos eran un mercado nacional controlado por las grandes compañías de estructuras piramidales, existían límites para los ingresos de las personas en los más altos niveles. Ante todo, el mercado para sus servicios estaba ampliamente limitado por las fronteras de la nación. Además, cualquiera que fuese el valor conceptual de sus contribuciones, era reducido en relación con el generado por la producción en gran escala, y dependían de esta para cualquier ingreso que percibieran. La mayor parte de los problemas que debían ser identificados y resueltos estaban en relación directa con el mejoramiento de la eficiencia de producción, la circulación de materias primas y componentes, el montaje y la distribución. Los investigadores trataban de encontrar la clave que les ayudara a descubrir un producto totalmente nuevo que se pudiera fabricar en gran escala. A partir de eso, los consultores de management, los directores ejecutivos y los ingenieros intentaban acelerar y sincronizar la producción, para alcanzar mejores niveles de rendimiento; la gente de publicidad y de marketing trataba de despertar el deseo del público por los artículos estándar que se producían. En vista de que los ingresos de los profesionales ejecutivos habían aumentado con la producción en gran escala, existían suficientes incentivos para expandir la firma; en realidad muchas grandes compañías norteamericanas crecieron mucho más de lo que parecían justificar las economías de escala. En cambio, hacia 1990, los ingresos de los analistas simbólicos ya no estaban limitados por las posibilidades del mercado nacional, ni por el volumen de producción de las firmas con las cuales estaban asociados. El mercado era mundial, y el valor conceptual era alto en relación con el valor agregado por los rendimientos en escala. Además, había existido otra restricción sobre los altos ingresos, que también se eliminó hacia 1990. A mediados de siglo, las remuneraciones asignadas a los altos ejecutivos y asesores de las más grandes compañías norteamericanas no podían ser demasiado desproporcionadas con respecto a las de los trabajadores de planta de bajo nivel. Hubiera sido
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inapropiado para los ejecutivos comprometidos en las negociaciones con los sindicatos -y que habitualmente accedían a las reclamaciones del gobierno de moderar los precios-, recibir beneficios y sueldos de bolsillo que superaran con creces lo que ganaban otros norteamericanos. Por otra parte, si los profesionales ejecutivos no se moderaban, no se podía esperar que los obreros de planta limitaran sus reclamaciones de mayores salarios. A no ser que ambos grupos se refrenaran, no se podía contar con que el gobierno dejara de imponer controles y regulaciones. Al mismo tiempo, tampoco se podía permitir que los salarios de los obreros de producción cayeran demasiado, para no perder capacidad adquisitiva en la economía. Después de todo, ¿quién compraría todos los productos que salían de las fábricas norteamericanas sino los trabajadores de los Estados Unidos? Esto también fue parte del tácito acuerdo convenido entre los dirigentes norteamericanos y sus trabajadores. Recordemos el reiterado lugar común de la época, acerca de la responsabilidad de los directores ejecutivos de sopesar y equilibrar cuidadosamente los intereses de los diferentes accionistas de una compañía. Bajo la tutela del "estadista" empresarial, ningún grupo de accionistas podía obtener una participación desproporcionadamente amplia en los beneficios de la actividad empresarial; como a ningún individuo -particularmente el trabajador corrientes le podía asignar una participación desproporcionadamente reducida. A pesar de su banalidad, esta idea contribuyó a mantener la legitimidad de las grandes compañías norteamericanas frente a la mayoría de la población, y a garantizar un crecimiento económico sostenido. Sin embargo, en la década de los noventa, estos acuerdos informales se fueron diluyendo, así como desaparecieron las grandes compañías centrales. Los vínculos entre los dirigentes empresariales y los trabajadores de la producción fueron disminuyendo: una cantidad cada vez mayor de contratados y subordinados eran extranjeros, mientras un número creciente de trabajadores de rutina norteamericanos trabajaban para compañías extranjeras. Toda la cohorte de gerentes de mediano nivel, que alguna vez se consideraron "personal administrativo", había desaparecido; y los profesionales ejecutivos exportaban sus conocimientos hacia las redes mundiales. A medida que las compañías norteamericanas se transformaban en redes mundiales casi indiferenciables entre sí, sus accionistas se convertían en un enorme y difuso grupo, diseminado por el mundo. Estos accionistas mundiales son menos visibles y mucho más reservados que los nacionales. El Poder adquisitivo del trabajador norteamericano o se ha vuelto irrelevante para la supervivencia económica de las compañías "nacionales", que ahora venden sus bienes y servicios en todo el mundo. Esto ha eliminado los obstáculos. Los salarios y beneficios de los profesionales ejecutivos y de muchos de sus asesores y consultores se han elevado hasta alturas que hace algunos años hubieran parecido inconcebibles, aun cuando los ingresos de los demás norteamericanos hayan disminuido.
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CAP. 18 LA EDUCACIÓN DEL ANALISTA SIMBÓLICO (I) Jamás he visto a nadie perfeccionarse en el arte y el método de la investigación por cualquier otro medio que no fuera el compromiso con la misma. JEROME BRUNNER, On Knowing (1962) Mientras el valor asignado a las nuevas ideas y conceptos continúe creciendo en relación con el valor asignado a los productos estándar, la demanda de los analistas simbólicos continuará surgiendo. Esta creciente demanda les debería asegurar a los analistas simbólicos ingresos cada vez más altos en los años futuros. Desde luego, la oferta de los analistas simbólicos en el mundo también aumenta. Millones de personas en todo el planeta están tratando de aprender las habilidades analítico-simbólicas, y muchas lo logran con éxito. Investigadores e ingenieros, tanto en Europa Occidental como en el Este asiático, están acumulando valiosos conocimientos dentro de la microelectrónica, la microbiología y los nuevos materiales, y luego traducen esos conocimientos en nuevos productos. Los ¡jóvenes estudiantes de muchas naciones en vías de desarrollo confluyen en las universidades para aprender los secretos analítico-simbólicos de la ingeniería electrónica, el marketing y la administración de empresas. Por ejemplo, en 1990 más de un tercio de los jóvenes de diecinueve años de Argentina, Singapur y Corea del Sur seguían estudios universitarios. Pero incluso con una mayor oferta, es probable que los norteamericanos sigan destacándose en el análisis simbólico. Esto es así por dos motivos: primero, ninguna nación forma a sus jóvenes talentosos -sus futuros analistas simbólicos tan eficazmente como los Estados Unidos. Segundo, ninguna nación cuenta con el mismo número de analistas ya en acción y en condiciones de intercambiar conocimientos entre sí de forma permanente. Si bien estas dos ventajas pueden no perdurar, los analistas simbólicos norteamericanos continuarán al frente de la especialidad, al menos en el futuro predecible.
II A los norteamericanos les interesa hablar de la educación. Todos tienen sus puntos de vista acerca de la educación porque es uno de los pocos temas en los cuales todos pueden afirmar que han tenido alguna experiencia directa. Los que tienen opiniones más firmes suelen ser aquellos donde la experiencia ha tenido un efecto menos duradero. Las personas verdaderamente formadas comprenden lo multifacéticas que son las metas de la educación en una sociedad libre, y qué complejos son los medios de lograrla. Tengamos en cuenta que el sistema educativo norteamericano de mediados de siglo se adaptaba muy bien a la estructura predominante de la producción de alto volumen, dentro de la cual sus jóvenes iban a tener un empleo. Las escuelas norteamericanas reflejaban la economía nacional, con un programa dividido netamente en temas, que se enseñaban en períodos de tiempo predecibles, dispuestos secuencialmente por grados, y controlados por exámenes estandarizados mediante los cuales se procuraba descartar los elementos deficientes y devolverlos, para ser nuevamente procesados. Durante la última década del siglo veinte, si bien la economía se ha modificado sensiblemente, la estructura y la función del sistema educativo norteamericano siguen siendo aproximadamente las mismas. Pero comienza a advertirse una sensación de crisis en torno de la enseñanza, mientras diariamente se publican en la primera plana de los diarios los desagradables contornos que el problema ha llegado a tener. Sin embargo, el quid de la cuestión es que la enseñanza no ha cambiado para peor; sino que simplemente no ha cambiado. Al comienzo de su campaña presidencial, George Bush se confirió a sí mismo el prometedor título de "Presidente de la Educación". Pero, si bien siguió adoptándolo después de
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su elección, el significado del mismo fue elusivo, puesto que Bush no deseaba invertir más dinero en educación, y en lugar de eso instó a las escuelas a arreglárselas por su cuenta. Algunos individuos que se denominan a sí mismos "reformadores" educativos sugieren que los planes estándar de estudio se hagan aun más uniformes en toda la nación, y que los exámenes estandarizados sean aun más determinantes de lo que los jóvenes han asimilado mientras se desplazan por la cinta transportadora. (Desde luego, los exámenes estandarizados siguen siendo, como antes, un método muy preciso de estimar la habilidad de los jóvenes para rendir exámenes estandarizados.) Con notable frecuencia, en la sociedad norteamericana, cuando la necesidad de un cambio es más urgente, se hacen más insistentes las voces que reclaman "volver a las fuentes". La verdad es que, mientras la gran mayoría de los jóvenes y niños norteamericanos todavía están sometidos a una educación estandarizada, concebida para una economía estandarizada, una pequeña parte no lo está. En 1990, el término medio de los jóvenes americanos estaba deficientemente educado para competir en una economía mundial de alto valor, pero dentro de ese promedio había una amplia variedad. Los niños norteamericanos en su conjunto están detrás de sus compañeros en Canadá, Japón, Suecia y Gran Bretaña, en 55 cuanto a sus habilidades para las matemáticas, la ciencia y la geografía. El 17 por ciento de 56 los jóvenes norteamericanos de diecisiete años son prácticamente analfabetos. Algunos niños norteamericanos casi no reciben educación, y la de muchos más es escasa. Pero otros -no más del 15 al 20 porciento- están siendo adecuadamente formados para una profesión simbólico-analítica. La educación formal de los futuros analistas simbólicos sigue un patrón común. Algunos de esos jóvenes asisten a escuelas y colegios privados exclusivos, para proseguir sus estudios en las universidades más selectivas y en prestigiosos institutos para graduados. Una mayoría de ellos pasa su infancia dentro de las mejores escuelas públicas de los barrios residenciales, desde donde son derivados a cursos avanzados, junto con otra progenie de 57 futuros y afortunados analistas simbólicos, y de allí a las carreras terciarias. No obstante, sus experiencias son similares: sus padres están interesados y comprometidos en su educación. Sus maestros y profesores están atentos a sus aspiraciones. Tienen acceso a modernos laboratorios de ciencia, a las computadoras y a los sistemas de vídeo, a los laboratorios de idioma y a las bibliotecas universitarias. Sus compañeros de clase son relativamente pocos, e intelectualmente estimulantes. Sus padres les hacen visitar museos y asisten a eventos culturales, les llevan de viaje y reciben lecciones de música. En el hogar se les proporcionan libros, juegos y vídeos educativos, microscopios, telescopios y computadoras personales con el software educativo más reciente. En caso de atrasarse en sus estudios, se los envía a un profesor particular. Si tienen un malestar físico que les impide aprender, de inmediato reciben atención médica. El planteamiento en este sentido no es que el sistema formal para educar a los futuros analistas simbólicos sea perfecto, sino que se debe mejorar. Los estudiantes secundarios europeos y japoneses habitualmente son superiores -lo mismo que los estudiantes norteamericanos sobresalientes- en matemáticas y ciencia. Sin embargo, ninguna otra sociedad prepara tan bien a sus jóvenes para la identificación y resolución creativa de problemas. Las mejores universidades e institutos de estudios terciarios norteamericanos figuran entre los más importantes del mundo (como lo evidencia el gran número de estudiantes 58 extranjeros que confluyen en ellos). Los programas de introducción universitaria de los colegios secundarios, que preparan a los alumnos para el ingreso a las diferentes carreras, son 55
Una cantidad desalentadora de encuestas han revelado el relativo atraso del estudiante norteamericano. Consultar, al respecto, "U.S. Students Near the Foot of the Class", Science, marzo de 1988, pág. 1237. 56 National Assesment of Educational Progress, temas varios. 57 Consultar, al respecto, Keeping Track- How Schools Structure Inequality, de J. Oakes. New Haven: Universidad de Yale, 1985. 58 En realidad, la educación universitaria es una de las pocas industrias que quedan en la cual los Estados Unidos mantienen un balance comercial positivo. Como catedrático, yo constantemente "exporto" mis clases y seminarios al resto del mundo en virtud del hecho de que más de un tercio de mis estudiantes graduados son extranjeros.
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igualmente excepcionales. En Japón ha sido al revés: las deficiencias de las universidades japonesas y el método poco alentador ofrecido por los colegios secundarios es ampliamente conocido. El mayor éxito de los japoneses en materia educativa ha sido el hecho de asegurar 59 que incluso sus alumnos menos dotados logren un nivel relativamente alto de conocimiento. III El contenido básico del programa de formación analítico-simbólica por lo general no se aborda abiertamente en las reuniones de la Asociación de Padres y Maestros (PTA), ni se publica en las universidades. Sin embargo, los maestros, profesores y padres comprenden implícitamente sus características y propósitos. Desde luego los futuros analistas simbólicos aprenden a leer, a escribir y a hacer cálculos, pero estas habilidades básicas se desarrollan y enfocan de una manera particular. A menudo deben acumular una gran cantidad de datos en sus estudios, pero esos datos no son fundamentales para su educación; tendrán que vivir una vida de adultos en un mundo en el cual la mayor parte de los hechos aprendidos hace años (incluso los datos históricos) habrán cambiado, o habrán sido reinterpretados. En todo caso, cualquier información que necesiten estará al alcance de ellos con sólo presionar una tecla de la computadora. Pero lo más importante es que estos aforturtadosjóvenes aprenden cómo conceptualiza problemas y soluciones. Por eso la educación formal de un analista simbólico incipiente requiere el perfeccionamiento en cuatro habilidades básicas: abstracción, pensamiento 60 sistémico, experimentación y colaboración. Consideremos primeramente la capacidad de abstracción. El mundo real no es nada más que una mezcla desordenada de ruidos, formas, colores, olores y texturas, esencialmente carentes de sentido hasta que la mente humana les impone cierto orden. La capacidad de abstracción -para descubrir patrones y significados- es, naturalmente, la verdadera esencia del análisis simbólico, en el cual la realidad debe ser simplificada de modo que pueda ser comprendida y manejada de diferentes maneras. El analista simbólico maneja ecuaciones, fórmulas, analogías, modelos, construcciones, categorías y metáforas, a fin de crear las oportunidades para reinterpretar, y luego reorganizar, el caos de información que ya gira en torno de nosotros. De esta manera, se pueden integrar y asimilar grandes cantidades de información para descubrir nuevas soluciones, problemas y alternativas. Todo científico, abogado, ingeniero, consultor, guionista o publicista busca permanentemente nuevas maneras de representar la realidad que sean más precisas o reveladoras que las anteriores. Sus instrumentos pueden variar, pero los procesos para organizar esos datos elementales en una propuesta original y factible son casi los mismos. Para la mayoría de los jóvenes en todo el mundo, la educación formal significa exactamente lo contrario a aprender. En vez de desarrollar ideas, estas les son impuestas. Todo lo que debe ser aprendido se inscribe dentro de programas, clases y libros de textos. La realidad ya ha sido simplificada; el sumiso estudiante sólo tiene que registrarla en la memoria. Se parte del principio de que un proceso educativo eficiente debe impartir conocimientos como una fábrica eficiente ensambla las partes en una línea de montaje. Más allá de los conocimientos que se vayan a comunicar, se supone que es responsabilidad del otro interpretar y dar sentido a todo el cúmulo de datos, hechos y sensaciones que giran en torno de nosotros. Este concepto sólo consigue retrasar la habilidad de los estudiantes para prosperar en un mundo rebosante de posibilidades. No obstante, los estudiantes norteamericanos más afortunados suelen salvarse de estos métodos de "ingestión de información". En los cursos más avanzados de las mejores escuelas y colegios secundarios de los Estados Unidos, así como en los laboratorios y talleres de las mejores universidades, el programa de estudios es fluido e interactivo. En lugar de poner el 59
Consultar The Japanese Educational Challenge, de M. White. Nueva York: Free Press, 1987, o Japan's High Schools. Univ. De California. 60 Más información acerca de estas habilidades y de cómo la educación formal puede mejorarlas, se puede encontrar al final de este libro en "Fuentes adicionales de consulta".
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acento en la transmisión de la información, se promueve el discernimiento y la interpretación. Se le enseña al estudiante a "profundizar" en la información -a plantearse por qué se han seleccionado ciertos hechos, por qué se piensa que son importantes, cómo deben ser interpretados y cómo se pueden refutar. El estudiante aprende a analizar la realidad desde distintos ángulos, bajo diferentes condiciones, lo cual le permite imaginar nuevas posibilidades y alternativas. Los futuros analistas simbólicos aprender a ser críticos, curiosos y creativos.
IV El pensamiento sistémico intensifica la abstracción. Considerar la realidad como un sistema de causas y efectos es una experiencia natural para una criatura que aprende que un vaso de leche arrojado contra el piso se hará añicos derramando su contenido sobre todo lo que le rodea, y que un hecho semejante -aunque momentáneamente divertido- sin duda provocará una violenta reacción de los adultos. Las formas más elaboradas del pensamiento sistémico llegan menos naturalmente. Nuestra tendencia recurrente en la vida de adultos es considerar la realidad como una serie de instantáneas (fotos) estáticas, -aquí un mercado, allí una tecnología, o aquí una amenaza para el ecosistema, allí un movimiento político. Las relaciones entre esos fenómenos quedan sin demostrar. La mayor parte de la educación formal perpetúa esta tendencia errónea a separar en categorías, mostrando los hechos y las cifras como unidades fraccionadas de "historia", "geografía", "matemáticas", y "biología", como si cada una fuera distinta y estuviera desvinculada de las demás. Este puede ser un método eficiente para transmitir un mínimo de datos, pero no para infundir conocimientos. Lo que el alumno realmente aprende es que el mundo está integrado por elementos inconexos, que pueden ser interpretados en forma aislada. Sin embargo, para descubrir nuevas oportunidades hay que ser capaz de apreciar el conjunto y comprender los procesos mediante los cuales los componentes de la realidad se relacionan. En el mundo real, los problemas que surgen rara vez se pueden predeterminar, o separar definidamente. El analista simbólico debe tratar de discernir permanentemente las principales causas, efectos y relaciones. Lo que parece ser un simple problema fácil de resolver puede ser el síntoma de un problema más fundamental, que puede presentarse inesperadamente bajo una forma diferente. Al resolver el problema básico, el analista simbólico puede agregar un valor significativo. El descubrimiento de los plásticos biodegradables ha eliminado muchos de los problemas que planteaba el planeamiento de los cinturones sanitarios alrededor de las ciudades; una terminal computarizada para el hogar puede resolver los miles de problemas que plantean las horas punta de tráfico. La educación de los analistas simbólicos pone el acento sobre el pensamiento sistémico. Antes que explicar a los estudiantes cómo resolver un problema que se les presenta, se les enseña a analizar por qué ha surgido y de qué manera se relaciona con otros problemas. Aprender cómo viajar de un lugar a otro siguiendo una ruta prevista es una cosa, y conocer toda la zona de modo que se pueda encontrar un atajo para ir cada vez que se desee es algo muy diferente. En lugar de pensar que los problemas y sus soluciones los generan otros (como sucedía con la producción estandarizada de alto volumen), los estudiantes aprenden que los problemas habitualmente se pueden redefinir, de acuerdo con el criterio que se adopte dentro de un amplio sistema de fuerzas, variables y efectos, y que las relaciones imprevistas y las posibles soluciones se pueden descubrir al analizar más ampliamente la situación. Para saber cómo manejar las formas más evolucionadas de abstracción y pensamiento sistémico, es necesario aprender a experimentar. Los niños más pequeños pasan la mayor parte del tiempo experimentando. Sus pruebas son aleatorias y repetitivas, pero a través de este método de tanteo desarrollan su capacidad de crear un orden en el entreverado conjunto de sensaciones, y de comprender sus causas y efectos. Las formas más avanzadas de experimentación también generan errores, que a menudo son causa de frustraciones, decepciones e incluso miedo. Recorrer una ciudad desconocida por cuenta propia, en lugar de seguir las instrucciones de una guía turística, puede llevarnos muy lejos, hasta podemos sentirnos perdidos por un instante. Pero no hay mejor manera para conocer su trazado o para verla desde diferentes puntos de vista. Por eso los analistas simbólicos experimentan constantemente. El camarógrafo de cine prueba nuevas técnicas para filmar escenas; el proyectista ingeniero experimenta con nuevos materiales para fabricar los componentes de un
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motor. Los hábitos y métodos de experimentación son decisivos en la nueva economía, donde las tecnologías y los mercados están en constante fluctuación. Pero la enseñanza más formal (tanto en los Estados Unidos como en otras partes del mundo) tiene poco que ver con la experimentación. La recorrida a través de la historia, la geografía o la ciencia generalmente tiene una ruta marcada, que comienza al inicio del libro de texto o de la serie de clases y finaliza con sus conclusiones. Los estudiantes casi no tienen oportunidad de explorar el terreno por sí mismos. Sin embargo, en los mejores cursos y escuelas de la nación y en las universidades, el objetivo es muy diferente. En lugar de ser conducidos en una dirección predeterminada, los estudiantes están provistos de una serie de elementos que les ayudan a encontrar su propio rumbo. Se pone el acento sobre los métodos de experimentación: conservando ciertos aspectos de la realidad que son constantes, mientras se varían otros para facilitar la comprensión de las causas y efectos; de esta manera se indagan una serie de posibilidades y resultados, y se toma nota de las analogías y diferencias relevantes. Las conjeturas e intuiciones se comparan con las ideas previas. Pero lo más importante es que se les enseña a reconocer que el aprendizaje permanente es una responsabilidad propia. (Las escuelas japonesas, cabe señalar, son menos eficientes en este aspecto.)
VI Por último, está la capacidad de colaborar. Como ya se ha señalado, los analistas simbólicos generalmente trabajan en equipo, compartiendo problemas y soluciones de un modo algo más complejo que un simple juego de niños. El juego de los analistas puede parecer indeterminado, pero esta es a menudo una manera de detectar los problemas y las soluciones que no se pueden conocer por anticipado. Los analistas simbólicos también pasan gran parte de su tiempo comunicando ideas -a través de disertaciones, informes, proyectos, memorandos, planes y manuscritos- y luego tratan de lograr un consenso para seguir adelante con el plan. Sin embargo, el hecho de aprender a colaborar, comunicar conceptos abstractos y lograr un consenso, habitualmente no se valora dentro de la educación formal. Por el contrario, dentro de las aulas, tanto en los Estados Unidos como en otras naciones, el principal objetivo es lograr un rendimiento discreto y solitario de las tareas específicas. ¡No conversar! ¡No pasarse mensajes! ¡No ayudar a nadie! En este sentido, una vez más lo fundamental es el rendimiento, y la supuesta importancia de evaluar la actividad individual. Las tareas en grupo no pueden ser tan fácilmente supervisadas o controladas como el trabajo individual. De esta manera es más difícil determinar si un estudiante en particular ha asimilado el material específico.
Pero en los mejores establecimientos de enseñanza, el objetivo es otro. En lugar del rendimiento individual y la competencia, el acento se pone en el aprendizaje en grupo. Los estudiantes aprenden a expresarse con claridad, y luego se explican mutuamente cómo han identificado los problemas y encontrado las respuestas. Aprenden a alentar y aceptar las críticas de sus condiscípulos, a pedir ayuda, a reconocer los méritos de los demás. Además, aprenden a negociar, es decir, plantear sus propias necesidades, para discernir cuáles son las de los otros; a ver las cosas desde las perspectivas de los. otros, y a encontrar respuestas de beneficio mutuo. Esta es una preparación adecuada para la trayectoria laboral de un equipo simbólico-analítico. Nuevamente, la postura aquí no es que las escuelas y universidades norteamericanas estén cumpliendo sus funciones debidamente. Lo que queremos decir es más preciso: que nuestras mejores escuelas y universidades están formando un grupo selecto de jóvenes profesionales con un entrenamiento básico óptimo en los métodos que son esenciales para el análisis simbólico. Cuando esta formación es complementada por el interés y el compromiso de los padres, que están felices de proporcionar todo tipo de apoyo y estímulos para enriquecer la educación de sus hijos (desde una buena atención de la salud, visitas a museos y salas de concierto y ocasionales viajes al extranjero hasta computadoras en la casa y libros), esta afortunada minoría está en inmejorables condiciones para afrontar el mundo que les aguarda.
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CAP. 19 LA EDUCACIÓN DEL ANALISTA SIMBÓLICO (II) La educación del analista simbólico no finaliza con la graduación. Como lo muestran las encuestas acerca de los ingresos en los Estados Unidos, una educación universitaria o terciaria por lo general es necesaria, pero no suficiente, para tener éxito como analista simbólico. El aprendizaje continúa en el trabajo. Esta es la segunda razón por la cual los analistas simbólicos norteamericanos siguen destacándose en los mercados mundiales: en los Estados Unidos, como en otra nación, los analistas simbólicos están concentrados en sectores geográficos específicos donde viven, trabajan y aprenden con otros colegas consagrados al objetivo común de identificar y resolver problemas y estrategias. Las ciudades y regiones en torno de las cuales se han congregado, y las especialidades con las cuales esos lugares se identifican, se valoran en todo el mundo: Los Angeles, por su música y cine; el área de San Francisco y Boston en ciencia y tecnología; Nueva York y Chicago en finanzas internacionales y asuntos legales; Washington, en negocios internacionales, relaciones de gobierno y en la venta mundial de armas; Nueva York, por sus industrias editoriales y publicitarias. Dentro de estas áreas, y en muchas otras, existen zonas más específicas, donde actúan analistas simbólicos "superespecializados", que venden directamente en los mercados mundiales. Al norte y oeste de Boston desarrollan sus actividades los técnicos en software, especializados en escalas gráficas para computadoras; entre Little Rock y Fayetteville (Arkansas) trabajan los científicos especializados en biología molecular y biotecnología; a lo largo de Park Avenue en Nueva York, entre la calle 42 y la 59, tienen su base de operaciones los ejecutivos con experiencia en el mercado financiero coreano; cerca de Minneapolis están los reductos de los investigadores que se especializan en instrumentos y aparatos médicos; al sur de Portland, en Oregon, los especialistas en semiconductores de vanguardia; en Irvine y Pasadena (California), los diseñadores industriales especializados en automóviles y productos electrónicos para el consumidor; y en torno de cada universidad importante, equipos de profesores, estudiantes y recién graduados que venden su experiencia en tecnologías específicas o métodos de management. Estas especialidades analítico-simbólicas no pueden ser fácilmente emuladas en otras partes del mundo. Si bien los descubrimientos específicos y las ideas producidas por estos especialistas atraviesan el mundo en cuestión de segundos, el conocimiento acumulado y compartido, sobre el cual se basan dichas ideas, es mucho menos transmisible. Otras naciones pueden intentar, con diferentes niveles de éxito, crear un Hollywood, un Wall Street, o un Silicon Valley. Pero para construir estos centros mundiales del espectáculo, las finanzas y la tecnología, hace falta más que dinero. Dichos centros representan un complejo de instituciones y habilidades que han evolucionado a través del tiempo. Lograr el justo equilibrio no es una 61 tarea fácil. Estas áreas hacen las veces de centros de diseño y de investigación, y son el eje de las operaciones mundiales de la intermediación estratégica. Los planes, proyectos, imágenes, fórmulas y estrategias que emanan de ellas pasan a las redes mundiales, donde se suman a otros conceptos de alto valor provenientes de otros centros simbólico-analíticos para producir bienes fabricados y armados en todo el mundo. Si bien es posible resolver e identificar nuevos problemas sin necesidad de vivir en uno de esos mismos sitios, la proximidad ayuda. Un joven director de cine puede ganar experiencia sin haber pisado Hollywood, pero puede aprender tanto y tan fácilmente estando allí. Hay que tener en cuenta la importancia que tiene "aprender sobre el terreno" para el análisis simbólico. El estudiante obtiene de la educación formal los métodos y hábitos de la 61
Entre los estudios preliminares acerca del desarrollo de los centros regionales, se puede consultar Metropolis 1985, de R Vernon, Cambridge: Imprenta de la Universidad de Harvard, 1960; o Made in New York, de M. Hall, Cambridge: Imprenta de la Universidad de Harvard, 1950. Al final de este libro (en Fuentes adicionales de consulta), se ofrece una lista de los estudios más recientes.
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abstracción, del pensamiento sistémico y de la colaboración -todos los cuales son requisitos previos para una identificación y resolución creativa de los problemas. De allí en adelante, el aprendizaje se hace andando. El esfuerzo por resolver los problemas complejos genera nuevos conocimientos y puntos de vista aplicables a otros problemas aun más complejos, y así sucesivamente, mientras el aprendizaje se consolida. La abstracción se vuelve más refinada; el pensamiento sistémico se desarrolla y profundiza, el repertorio de técnicas de experimentación se amplía, y la capacidad de colaborar mejora. Consideremos también la importancia de la comunicación fluida e informal entre los participantes. En vista de que los problemas complejos por lo general no se pueden definir por anticipado, el hecho de compartir constantemente los problemas y las soluciones ofrece nuevas posibilidades que ninguna persona ~a descubrir sola. Dentro de las especialidades analítico-simbólicas los conocimientos y las experiencias se comparten ampliamente. Esta participación va más allá de la esfera de acción inmediata de los equipos de trabajo, e incluye a los amigos, los ex socios y las relaciones informales. Sucede espontáneamente, en los almuerzos, en las reuniones sociales, en el gimnasio. Esta forma de compartir es un aspecto de la relación cotidiana. Los analistas de sistemas que se especializan en el diseño de gráficos por computadora, que viven y trabajan en la misma "tecno-urbe" de Boston, aprenden informalmente nuevas tácticas cuando intercambian relatos entre sí. Lo mismo sucede con los guionistas que trabajan en Hollywood, los publicistas de Madison Avenue, los "Iobbystas" de Washington, los operadores financieros de Chicago, los editores de Nueva York, etcétera. Cuando una tarea se fundamenta en la concepción y comunicación de ideas abstractas, el "trabajo" se hace en cualquier momento y lugar que se comuniquen las ideas. De allí la ventaja creativa de la proximidad.
II Existen otras ventajas. El intercambio de opiniones sirve como un recurso altamente eficiente para recibir y pasar información especializada. Pone sobre aviso acerca de quiénes son eficientes y utilizan mejor sus habilidades. Con estos recursos, los intermediarios estratégicos pueden localizar los talentos y habilidades necesarios para identificar y resolver problemas específicos -el abogado que planeó un tipo de contrato similar y dio con una nueva cláusula de arbitraje, el analista de sistemas que desarrolló una manera simple de programar una compleja interface. Estos especialistas, del mismo modo, pueden descubrir más oportunidades para aplicar, y con eso perfeccionar lo que ya saben. El rumor es revelador. A través del mismo, el joven analista se entera de quién ha identificado y resuelto tal o cual problema, y más importante aun, quién está en ascenso y quién en descenso. Los guionistas noveles van a Hollywood, no en busca del aire puro, sino por las oportunidades para aprender los secretos del oficio y hacer los contactos necesarios. El lenguaje contemporáneo identifica el fenómeno de "interrelacionarse" como el proceso de conocer lo que está sucediendo y al mismo tiempo darse a conocer. Dentro de cada área, el analista simbólico pasa de un proyecto a otro, sumando experiencia y habilidad -de un problema de software a otro, o al guión de otra película, u otra campaña publicitaria, o reestructuración financiera. Ocasionalmente, el proyecto siguiente es emprendido por el mismo equipo que trabajó en el proyecto anterior, bajo los auspicios de la misma firma. El analista simbólico puede permanecer durante años con esta organización, trabajando con equipos seleccionados entre el mismo grupo de socios o empleados. En otros casos, puede ser independiente, pasando de una firma a otra, y de un equipo a otro, a medida que surgen los proyectos. Pero incluso con estos acuerdos temporales, es probable que los participantes de los equipos hayan trabajado antes con otro, en proyectos distintos, y para firmas diferentes. Los ingenieros y expertos en marketing que se reúnen para crear un nuevo software de computación bajo los auspicios de una nueva firma pueden incluir a muchos de los mismos profesionales que abordaron otro proyecto similar, tres años antes y para otro emprendimiento comercial. En suma, la especialidad analítico-simbólica opera como una especie de gran organización informal, cuyas habilidades se combinan de cierta manera para determinados proyectos, y luego se recombinan de diferente manera para otros. La información se transmite
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rápidamente dentro de esta fluida organización ramificada. Los especialistas en computación gráfica mantienen contactos informales entre sí, aun cuando no estén trabajando juntos, compartiendo opiniones acerca de los proyectos que les parecen más prometedores y los que pueden fracasar. Buscan información cuando un intermediario estratégico ofrece financiación para un nuevo proyecto, y cuando un ingeniero firma contrato para trabajar en el mismo. Inmediatamente evalúan sus posibilidades para reunir el nuevo equipo, y si vale la pena intentarlo. En este campo de acción altamente eficiente pero informal, los talentos y las habilidades se desplazan continuamente hacia donde puedan agregar más valor. Existe otra ventaja más, derivada de la concentración de los analistas simbólicos en determinadas áreas o ciudades. Su número y proximidad genera un mercado local para todo tipo de servicios "en persona" especializados. No por casualidad Hollywood es la base de operaciones de un gran número de profesores de canto, de instructores de esgrima, maestros de danza, representantes artísticos, y proveedores de materiales fotográficos, acústicos y de equipos de iluminación. Los restaurantes de Hollywood ofrecen el ambiente propicio para que los directores puedan alternar con los productores, y los guionistas puedan dar con los directores, y para que todo Hollywood se dé cita allí. Existen estudios de grabación con los más modernos recursos, servicios de mudanzas para trasladar grandes y lujosas mansiones, y agencias de alquiler de automóviles especializadas en modelos clásicos y antiguos, así como en lujosas limousines. Servicios como estos no se pueden encontrar en Des Moines; allí no hay suficiente demanda para ellos. Pero la oferta en Hollywood ha creado una mayor demanda. Hollywood ha llegado a ser aun más atractiva para los analistas simbólicos especializados en actividades que requieren de tales servicios. También son importantes las entidades públicas que están cerca de las áreas simbólico-analíticas, como los centros de convenciones, los centros de investigación, las universidades nacionales y los aeropuertos. Los centros de convenciones permiten a los analistas simbólicos encontrarse y reunirse en gran número para las conferencias, las exposiciones y los congresos internacionales. Los centros de investigación son convenientemente accesibles, y facilitan un espacio apropiado y a bajo coste a los investigadores, que de esta manera pueden estar en proximidad unos de otros. Las universidades ofrecen permanentemente una pléyade de calificados y brillantes graduados ansiosos de trabajar con sueldos iniciales bajos por la oportunidad de obtener experiencia, en la esperanza de lograr una mayor remuneración más adelante. Los aeropuertos internacionales proporcionan un acceso directo al resto del mundo. Tan importantes son estas facilidades, en especial las universidades y los aeropuertos, que su proximidad estimula los esfuerzos colectivos de los analistas simbólicos, incluso en un árido desierto o en una gélida tundra. Con una universidad prestigiosa y un aeropuerto internacional se combinan los rudimentos básicos del análisis simbólico: cerebros y rápido 62 acceso al resto del mundo.
IV Aun así las áreas analítico-simbólicas evolucionan. El estímulo inicial puede ser la proximidad de algunas de esas entidades públicas, junto con la presencia de algunos talentos creativos. Este prometedor escenario atrae a algunos analistas simbólicos, que a su vez son seguidos por otros. A medida que el grupo gana experiencia en la identificación y resolución de problemas, comienza a agregar valor a las redes empresariales. Algunos de ellos se independizan para iniciar sus propias firmas, o bien reúnen sus habilidades para emprender nuevos proyectos. Los intermediarios estratégicos, atraídos por esta creciente concentración de habilidades, traen problemas aun más complejos, los cuales, a su vez, desarrollan las capacidades de quienes trabajan en ellos. A medida que se agrega más valor a las redes empresariales, el área comienza a adquirir prestigio internacional por las habilidades y conocimientos exclusivos de los analistas simbólicos que allí trabajan, lo cual atrae más 62
Consultar, al respecto, "Universities and Regional Patterns of Commercial Innovation", de A. Jaffe, publ. en REI Rewiew, Case Western Reserve University, setiembre de 1989; y "From Backwater to Powerhouse: Stanford Engineering and Silicon Valley», de S. W. Leslie, Stanford, marzo de 1990.
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talentos de otras partes del país (e incluso del mundo). Mientras tanto, los servicios especializados se hacen accesibles, haciendo del área un lugar aun más atractivo. Este modelo, o uno similar, ha caracterizado la evolución de los centros internacionales de tecnología, finanzas, publicidad, música y cinematografía, televisión, ediciones y diseño automovilístico, entre muchos otros. Desde luego, este modelo evolutivo no es infalible. Muchas nuevas áreas no han logrado establecer lazos con los centros mundiales. El proceso es gradual, complejo, y depende de la interacción pública y privada. De allí la dificultad de intentar emular estas áreas simbólico-analíticas para empezar de la nada en otros lugares del mundo. Aun cuando un área surja como un centro mundial, no hay garantías de que lo siga siendo. El éxito, de hecho, puede contribuir a la consecuente decadencia. El área puede llegar a estar demasiado congestionada, contaminada, o ser demasiado cara para atraer a los jóvenes y talentosos analistas simbólicos que una vez congregó. Sobre esa base se fundamentan las eternas predicciones del inminente ocaso de Hollywood, Silicon Valley, o del circuito financiero de Manhattan. Por otra parte, la intensidad y la velocidad de las comunicaciones dentro del área también pueden hacerla peligrar. Las energías de los analistas simbólicos pueden desviarse muy fácilmente de la innovación permanente a la moda del momento. No es extraño, dentro de estas comunidades estrechamente vinculadas, que los secretos comerciales se revelen, que se intercambien datos, o que los empleados fiables se vayan con el competidor, llevándose consigo los clientes. Estas travesuras generan litigios y represalias. Tampoco es infrecuente que los centros simbólico-analíticos sean escenario de demandas y contrademandas, recriminaciones, e interminables rencores y disputas. A pesar de estas tendencias regresivas, las áreas simbólico-analíticas de los Estados Unidos siguen siendo, en su mayor parte, maravillosamente adaptables. Dentro de ellas, los analistas simbólicos continúan perfeccionando sus habilidades para identificar y resolver problemas conceptuales cada vez más desafiantes. Desde luego, la competencia de los analistas extranjeros se ha intensificado. Pero sin un acceso directo a estas grandes y dinámicas comunidades de aprendizaje, los de fuera están en seria desventaja.