Siete principios de un triunfador t riunfador
Tenga presente, en todo momento, que a pesar de las circunstancias, Dios la creó para ser triunfador
Siete propósi propósi tos de D i os par a nu es estr tr a vida qu e nos encam encamii n an al é xi to y la r eali zaci ació ón
personal…
Fernando Alexis Jiménez
El letrero era pequeño, construido en bronce y primorosamente cuidado de tal manera que, con los rayos del sol, brillaba intensamente y resultaba llamativo. Decía simplemente: ―Club de los fracasados‖. fracasados‖. Dominaba sobre una callecita estrecha, con casas de arquitectura colonial de adobe y cal, en una ciudad capital de Centroamérica. -- No me dijo un vendedor de dulces--. Allí llega mucha gente. Hombres No se equivoque — me y mujeres de todas las edades. Vienen cuando se acerca la noche. Dicen que beben un trago y conversan con quienes comparten su condición de fracasados--.
En lugares aislados de la ciudad, cuando comienza a morir la tarde y el sol amenaza con esconderse perezoso y somnoliento sobre las encumbradas montañas, personas de todas las clases sociales y profesiones, se preparan para ir al lugar. Consideran que el ―Club ―Club de los fracasados‖ fracasados‖ es el lugar donde encuentran refugio.
-- Nadie Nadie te cuestiona. Uno se siente bien con otras personas que como yo, jamás lograron nada y hoy sólo esperan que sus vidas terminen, convencidos que no avanzaremos y que, cada minuto de tristeza y de dolor, es una pesada cruz que llevamos a cuestas--, me explicó una profesionista en educación que no pierde ocasión para darse cita
en ese lugar. Su esposo Raúl, y sus dos hijos jóvenes, se acostumbraron a que llegue a casa pasadas las once de la noche, tras horas hor as de conversión con otros derrotados derro tados como ella. Los días no tienen sentido para ellos. Su existencia se desenvuelve entre la desesperanza y el pesimismo. ―¿ Para qué vivir ?‖, ?‖, dijo José Ramón, el administrador del
negocio que a duras penas me permitió ingresar después de mucho insistirle. Dentro hay
hombres y mujeres de todas las edades, perdidos en una bruma pesada por el humo del cigarrillo y el penetrante olor a alcohol, fruto de una amalgama de todos los licores que consumen a sorbos, viendo cómo pasa el tiempo. Alrededor nuestro millares de seres humanos pertenecen al ―Club de los fracasados‖.
Puede que no hayan pagado afiliación ni tengan carné de miembros, pero voluntariamente se matricularon porque consideran que su vida no tiene propósito y que no vale la pena seguir luchando. ¿Cómo evaluaría su vida?
Imagine por un instante que llegó el final de sus días. Sabe que le quedan pocas horas para cruzar el umbral en el viaje hacia el más allá. Y Dios le pide que califique cómo fue su vida. ¿Cuál sería su evaluación?¿Fue una vida productiva, se limitó simplemente a sobrevivir o, sencillamente, hizo el tránsito por esta tierra sin pena ni gloria?¿Considera por el contrario, que su vida fue dolorosa, plagada de derrota y sinsabores? A Jacob, uno de los patriarcas de Israel, le hicieron esa pregunta. Confrontó su realidad. Ocurrió cuando viajó con su familia hasta Egipto, donde su hijo José ocupaba un alto cargo en la corte real del faraón. “Entonces José fue a ver al faraón y le dijo: <> . E nton ces José hizo entr ar a su padr e Jacob y se lo pr esentó al far aón. Entonces Jacob bendi jo al faraón. --¿Cuántos añ os tienes?--, le pregun tó el f araón. Jacob r espondi ó:--H e andado por este mundo ya ciento tr ein ta ar duos añ os; per o mi vida h a sido cor ta en compar ación con l a de mis antepasados.”(Génesis 47:1,7 -9. Nueva Traducción Vi viente)
La calificación de Jacob a su existencia fue dura: arduos años. En esas dos palabras resumió toda su existencia. Lucha, dolor y desesperanza. Otras versiones como la Reina Valera 1960 traducen ― pocos y malos‖, refiriéndose a su desenvolvimiento en toda su vida. ¿Acaso es la misma apreciación que tiene sobre su propia existencia? ¿Hasta el momento sólo ha experimentado ―lucha, dolor y esperanza‖? Si es así, le invito a hacer un alto en el camino. ¡ Dios lo creó para ser un triunfador, no un fracasado! La decisión de triunfar o fracasar, está en nuestras manos. ¿La razón? Dios colocó en nuestro ser, desde antes de la fundación del mundo, todas las potencialidades para ser ganadores. Basta que desarrollemos los dones y talentos del que nos proveyó, para llegar a la cima del éxito. Un plan para su vida
Dios tiene un plan específico para su vida. Desde la creación del mundo nadie ha sido ni será igual a usted. El Señor lo hizo único e irrepetible. Su ADN, iris o huellas dactilares, para mencionar sólo algunas de las características biológicas individuales, jamás han sido
iguales en dos personas. Sobre esta base, permítame recordarle que usted es muy pero muy especial para el Señor. En esa dirección, comparto Siete Propósitos de Dios para su vida. Puedo asegurarle que conocerlos y aplicarlos, marcará un ―antes y un después‖ en su existencia. Nada volverá a
ser igual y podrá avanzar de manera eficaz en el proceso de crecimiento personal y espiritual. 1.- Disfrute la vida plenamente
Dios nos creó para disfrutar la vida. Ordenadamente, bajo principios y valores, pero con un propósito claro: que experimentemos plenitud en nuestra cotidianidad. No un día sino toda la vida. El rey Salomón impartió una enseñanza que cobra particular vigencia para nuestro tiempo: “Aún así he notado al menos una cosa positiva. Es bueno que la gente coma, beba y disfr ute el tr abajo que hace debajo del sol, dur ante el cor to ti empo de vida que Dios le concedió, y que acepte su desti no. Tambi é n es algo bu eno r ecibir riquezas de parte de Di os y la buena salu d para disfr utar las. Di sfr utar del trabajo y aceptar l o que depara la vida son ver dader os regalos de Dios. A esas personas Di os las manti ene tan ocup adas en disfrutar la vida que no pasan tiempo rumiando el pasado.”(Eclesiastés 5:18-20, Nueva Traducción Vi viente)
Imagine por un instante el escenario cuando nuestro amoroso Padre celestial creó el universo y la tierra. Los hizo en su conjunto para que usted y yo los disfrutáramos. Su amor infinito se ocupó de crear las condiciones para que pudiéramos disfrutar la vida. Quienes nos empecinamos en hacernos la vida difícil, somos usted y yo. Y cada vez que nos empeñamos en amargarnos la existencia, vamos en contravía de lo dispuesto por el Señor. Con nuestras acciones le decimos: ―Tu quieres para mí una vida plena, pero yo prefiero el sufrimiento‖. 2. Disfrute las bendiciones
Por naturaleza soy cuidadoso con los libros. Cierto día se cayó de la mesa de noche uno de mis textos preferidos. Y no puedo ocultarlo, me contrarié. No con nadie en particular sino conmigo mismo, por el descuido. Ese día Dios me habló. No voy a decirle que con voz audible sino a mi corazón. Sentí que me dijo: ―Te he dado las cosas para que las disfrutes. Si se echa a perder ese libre, ¿acaso no tengo el poder para darte otro nuevo?‖. Si usted
conociera lo cuidadoso que soy con todo lo que tengo, quizá comprendería la trascendencia que significó esa enseñanza de Dios para mi vida. Igual con usted. Pregúntese por un instante: ¿Cuántas veces compró un vestido que jamás se puso para que no se le dañara?¿Tiene zapatos que no usa para que no se gasten?¿Ahora hasta el último centavo y se priva incluso de comerse algún alimento sabroso sólo con el propósito de amasar más dinero? Puedo asegurarle que la lista podría
ser infinita de las enormes bendiciones que Dios nos ha provisto y que no disfrutamos a plenitud.
Cuando vamos a la Biblia nos instruye que: “La bendición del SEÑOR enriquece a una persona y él no añade ninguna tristeza.”(Proverbios 10:22, Nueva Traducción , y también aquella recomendación del apóstol Pablo: “Enséñales a los ricos de Viviente) este mun do que no sean orgul losos ni conf íen en su din er o, el cual es tan i nestable. Deber ían depositar su confianza en Dios, quien n os da en abundancia todo lo que
necesitamos para que los disfrutemos.”(1 Timoteo 6:17, Nueva Traducció n Viviente)
Reflexione por un instante en la enorme cantidad de bendiciones que Dios ha regalado a su vida diariamente. Y lo sigue haciendo: trayendo a su existencia bendiciones. ¿Usted las disfruta al máximo? ¿Valora esos regalos de Dios? Haga un examen honesto de la situación y, desde hoy, aplique los cambios que considere oportunos con el fin de que viva con plenitud. 3. No se deje gobernar por los afanes
Resulta irónico que desde el comienzo de la creación, el género humano se ha visto obsesionado por el tiempo. Millares de hombres y mujeres van de un lado a otro, corriendo literalmente. A este hecho sume el que esas mismas personas no descansan por una preocupación enraizada en qué pasará mañana. No han terminado una jornada y ya están ocupándose en pensar la que vendrá. Preocuparse se convirtió para ellas en una fijación. Consciente que era algo cotidiano para infinidad de personas el afanarse y, además los enormes perjuicios que representa en los planos espiritual y físico (angustia, desesperanza, enfermedades), el Señor Jesús nos instruyó: “Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suf iciente ali mento y bebida, o suficiente ropa par a vesti rse. ¿Acaso no es la vida más que la comi da y el cuer po más que la ropa?... Asíque no se pr eocupen por todo eso di ciendo: ¿Quécomeremos?, ¿québeber emos?, ¿quéropa n os pondremos?. Esas cosas dominan el pensami ento de los incré dulos, per o su Padr e celesti al ya con oce todas sus necesidades. Bu squen el Reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten”(Mateo 6:25, 31-33, Nu eva Traducción V ivi ente)
Lo más lamentable es que muchas personas ocupadas en el qué pasara mañana, nunca ven esemañana. Disfrute el hoy al máximo, pero disfrútelo en Dios, sacando especial provecho del cúmulo de bendiciones con las que Él nos bendice cada día. 4. No se dé por vencido fácilmente, persevere
Nadie llega jamás a la cima de una cumbre si primero no desarrolla el proceso de escalar metro por metro, sobreponiéndose a caminos tortuosos y etapas difíciles. En cierta medida, cada quien paga un precio para alcanzar el punto más alto de la montaña. La vida cristiana también está signada por elesfuerzo y la perseverancia. Dos elementos que son esenciales para ser los hombres y mujeres de éxito que Dios tiene planeado para nosotros. Perseverar no es otra cosa que avanzar por encima de las circunstancias, muchas de las cuales son adversas y es previsible que surjan a nuestro paso. Usted y yo somos quienes
decidimos si caemos en un estado de estancamiento o incluso, si nos dejamos arrastrar por un revés espiritual o personal, o definitivamente seguimos adelante. El autor de la carta a los Hebreos ofrece una instrucción magistral que sintetiza uno de los propósitos del Señor para nuestra existencia: “Por lo tanto, ya que estamos rodeados por un a enor me multi tud de testigos de la vida de fe, qui té mon os todo peso que nos im pida cor r er, especial mente el pecado que tan f ácil mente nos hace tr opezar. Y cor r amos con per severanci a la carr era que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al f ijar la m ir ada en J esús, el campeón qu e in icia y perfecciona nu estr a fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cr uz, sin i mpor tar le la vergüenza que é sta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios.”(Hebreos 12.1, 2. Nu eva Tr aducción Vivi ente)
Tenemos una meta específica en la vida: vivir a Cristo y desarrollar en nuestro ser, las enormes potencialidades, dones y talentos de las que Dios nos proveyó para alcanzar la realización plena, y es en esa dirección — hacia la meta — que debemos avanzar. Jamás olvide que Dios nos creó con la condición de vencedores y no de fracasados. Por ese motivo, cualquiera que sea la situación que enfrente en la vida, siga adelante. Avance. Que nada le detenga. Ponga su mirada en el amado Salvador y de pasos camino hacia la victoria. Tenga presente que usted es un triunfador . 5. No viva atado por el pasado
Una amable señora a quien conozco desde hace algún tiempo, ha pasado la mayor parte de su vida atada al pasado y – por esa condición--, no ha podido disfrutar plenamente su presente. El día que le hable de lo imperativo que era renunciar al ayer para vivir el hoy, se quedó mirándome fijamente, inquisitiva. No musitó palabra, simplemente se me observaba como si no creyera lo que le decía. Pidió que habláramos otro día. Tiempo después me dijo que aquél día ella sintió que no podía renunciar a sus recuerdos, aún cuando le causaran daño. Igual que ella, millares de personas hoy día están atadas por el pasado. No pueden avanzar, pero voluntariamente no quieren hacerlo. Refiriéndose a su proceso de crecimiento personal y espiritual en Jesucristo, en el que había tenido que renunciar a muchas cosas que le amarraban a tiempos idos, el apóstol Pablo escribió: “No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que se haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a f in de hacer mía esa per fección para la cual Cr isto Jesús primer amente me hi zo suyo. No, amados hermanos, no l o he logr ado, pero me concentr o sólo en esto: olvi do el pasado y fij o la mi r ada en l o que tengo por delan te, y asíavanzo hasta ll egar al fin al de la carrera para r ecibi r el pr emi o celestial al cual dios nos llama por medio de Cristo Jesús.”(Filipenses 3:12 -14, Nueva Tr aducción Viviente)
Mantenernos anclados en las derrotas, desengaños, tristezas y el dolor del ayer, nos impide avanzar. Tenga claro que el pasado debe quedar en el pasado. Nada determina que
si el pasado fue de fracaso el presente no pueda ser de victoria, como sin duda lo será con ayuda de Dios. 6. Despójese de toda carga de amargura, odio y resentimiento
Conocí a un hombre que sólo después de veinte años de convivencia, descubrió que amaba a su cónyuge. Lamentablemente vino a tomar conciencia de esa realidad, cuando su esposa agonizaba a pocos metros, en una unidad de cuidados intensivos en una clínica de nuestra amada Santiago de Cali. Ella agonizaba como consecuencia de una enfermedad terminal. ―Si Dios me diera la oportunidad de ver restablecida a mi esposa, con salud, aprovecharía cada instante para borrar el pasado y no perder tanto tiempo en discusiones‖, me dijo con tristeza; sin embargo, no tuvo esa posibilidad porque su esposa
murió horas más tarde. Infinidad de personas sufren lo indecible porque consumen sus días odiando. Esa proclividad a odiar a todos y a todo, les lleva a experimentar una condición permanente de amargura que pinta sus días color gris, nublados por la desesperanza. Salir de esa situación parte de una decisión personal, como enseñó al apóstol Pablo: “Líbrense de toda amar gur a, fur ia, enojo, pal abras ásperas, calumnias y toda clase de mala condu cta. Por el contr ario, sean amables un os con otr os, sean de buen corazón, y perdónense un os a otros, tal como dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.”(Efesios 4:31, 32, Nueva Tr aducción Vi viente)
Sea libre de un pasado de odio y amargura. Es cierto, en sus fuerzas no podrá lograrlo, pero sí con ayuda de Dios que quiere acompañarlo en el proceso. Recuerde siempre que el Señor estará a su lado para ayudarlo. 7. Entregue todas sus cargas en manos de Dios Las cargas nos impiden avanzar. Piense en alguien que escala una montaña con un fardo al hombro. Sin duda, se le dificultará el ascenso. Es lo mismo que ocurre con nosotros cuando llevamos pesadas cargas (preocupaciones, inquietud, afanes, problemas) que se convierten en un enorme obstáculo para crecer en las áreas espiritual y personal. Nuestro amado Salvador instruyó al respecto, que debemos llevarle todo aquello que nos impide dar pasos hacia adelante: “ L uego dij o Jesús:<>. Pónganse mi yugo. Dé jenme enseñ ar les, por que yo soy humi lde y tierno de cor azón, y encon tr ar án descanso para el al ma. Pu es mi yugo es fácil de ll evar y la carga que les doy es liviana.”(Mateo 11:28-30, Nueva Traducción V iviente)
El apóstol Pedro, por su parte, enseñó que a través de la oración podemos encontrar paz espiritual. Orar es hablar con Dios y a través de esos espacios de encuentros íntimos con el Señor, podemos entregarle todo aquello que nos impide seguir adelante: “Así que humíllense ante el gr an poder de Di os y, a su debido ti empo, é l los levantar ácon honor .
Pongan todas sus pr eocupaciones y ansiedades en las manos de Di os, por que é l cui da de
ustedes.”(1 Pedro 5:6, 7. Nueva Traducción Viviente)
Dios nos concibió como hombres y mujeres vencedores. Desarrollar esas potencialidades en nuestro ser es posible cuando le entregamos todas las cargas al Señor. Es una oportunidad maravillosa, dentro de los Siete Propósitos de Dios para nuestra vida, que nos permite llegar cada día a nuevos niveles en el proceso de crecimiento personal y espiritual. Es tiempo de recibir a Cristo en su corazón
La mejor decisión que toda persona puede tomar, es rendirse a Cristo, Abrirle las puertas de su corazón. Es sencillo, basta que le diga en oración allí donde se encuentra; “Señor Jesucristo, reconozco que he pecado y que hasta hoy, mi vida ha sido un fracaso porque la mente del viejo hombre me dominaba. Gracias por mor ir por mi s pecados en l a cru z y abri rme las puertas a una exi stencia r enovada. Te recibo en mi corazón como úni co y suf ici ente Salvador . H az de mi la persona qu e tú qui eres que yo
sea. Amén”
Puedo asegurarle que su vida jamás será la misma. Aceptar a Cristo es la mejor decisión. Ahora tengo tres recomendaciones para usted: la primera, que ore diariamente. Orar es hablar con Dios. La segunda, que lea la Biblia. Es un libro maravilloso en el que aprenderá principios para el crecimiento y la transformación personal y espiritual, y por último: comience a congregarse en una Iglesia cristiana. Otras personas que comparten su fe en Jesucristo, le ayudarán en el proceso de cambio.