La cuestión de la “caida” de los fundamentos y la ética: hacia una mayor “responsabilidad” como respuesta al presente. Mónica B. Cragnolini Cragnolini
“Sujeto descentrado”, “sujeto estallado”, “sujeto fragmentado”, “sujeto debilitado, despotenciado”, “individuodividuum”, parecen ser algunas de las figuras que nos quedan después de la era deconstruccionista, y casi como huellas irreconocibles, del viejo sujeto cartesiano. Si bien “deconstrucción” se ha transformado en un término de resonancias derridianas, el mismo se enra!a -a “pesar de” o “gracias a” las diferencias- en la "estru#tion heideggeriana de la historia de la metafsica y la a$n anterior homóloga destrucción niet!scheana de los sistemas “monótono-testas”.%ii& 'ara las metafsicas “(r#hicas”,%iii& esta situación del sujeto se torna preocupante desde el punto de vista ético, ya que la pérdida de un sujeto fundado y fundante plantea el problema de la “responsabilidad” de la acción y, hasta cierto punto, pareciera diluir el problema mismo. )n efecto, la cuestión de la responsabilidad nos remite a “fundamentos” frente a los cuales ju!gar la acción en su mayor o menor alejamiento o adecuación a los mismos, y también a la noción de sujeto con un cierto n$cleo “permanente” de identidad. * un sujeto “estallado” en fragmentos, escindido en miles de partes sin cone+ión, no se le puede reclamar “responsabilidad” con respecto a qué “parte” de s mismo ju!garamos dicha responsabilidad /o est( posibilitada acaso la responsabilidad por ciertas actitudes que requieren una “permanencia” del individuo en el tiempo, un cierto “substrato” al que se pueda considerar “idéntico0 /o se1alaba se1alaba ya /iet!sche que la “promesa” “promesa” es la base de la vida moral moral 2 para prometer prometer es necesario necesario que yo sea “yo mismo” con una cierta continuidad. *nte un yo fragmentado la responsabilidad parece evadirse, de la misma manera en que parecieran huir todo deber y obligación ante la interpretación com$n del “todo vale” frente a la muerte de "ios.%iv& )l temor que genera esta situación ha llevado a la recusación de toda filosofa del sujeto deconstruido, débil, etc., como peligrosa en sus derivaciones pr(cticas. “)s en nombre de un sujeto que ya no es tal, es en nombre de la falta de fundamentos, que es posible y justificable cualquier acción” se1alan los defensores de los fundamentos-ar#ha. 2 uno de sus temores es el peligro de la irrupción indiscriminada de la violencia, habida cuenta de que no e+isten fundamentos $ltimos de los cuales sostenerse o en los cuales basarse en la determinación de la moralidad del actuar. Sin embargo, tal temor resulta cuando menos injustificado si uno acude a la historia. 'orque la historia pareciera mostrar lo contrario, es decir, que la violencia la mayora de las veces se ha legitimado en referencia a los grandes fundamentos. 3al ve! care!ca de sentido discriminar entre violencia y violencia para preguntarse “cu(l es m(s violenta”, pero s se puede decir que la violencia justificada y convertida en instrumento de “justicia” es qui!(s m(s terrible, en la medida en que todo un aparato “aceptado” le concede un lugar legitimado en el orden del discurso y del hacer, de modo tal que pasa a formar parte de nuestras habitualidades tan habituales que dejamos de lado todo cuestionamiento. )sto sea dicho también contra aquellos argumentos que acusan a las filosofas del sujeto despotenciado de falta de crtica si el sujeto ya no es tal, se dice, cómo criticar, cómo ofrecer resistencia a la realidad Si no hay sujeto “fuerte”,%v& se se1ala, desde qué “ideales” o “fundamentos” se puede reali!ar la crtica Sin embargo, este cuestionamiento olvida que, si bien es la capacidad crtica la que genera los sistemas filosóficos, sin embargo suele suceder que cuando los mismos arriban a fundamentos $ltimos tal capacidad pareciera quedar anulada en parte, en virtud de la referencia final a los mismos. )sta situación de necesidad de detención del pensamiento en un punto, situación indicada en el famoso trilema de 45nchhausen, muestra cómo cómo la crt crtic ica a gener genera a algun algunas as vece vecess los mism mismos os prob proble lema mass que que se le atri atribu buye yen n a una una posi posici ción ón “desfundamentada” la falta de “resistencia” a la realidad, la ausencia de “tensión” que permitira el recha!o, habida cuenta de que se han hallado “todas las respuestas” en el fundamento $ltimo -o, en el otro e+tremo, en la “falta de fundamentación”. 6a situación en virtud de la cual la violencia ha estado frecuentemente asociada a lo largo de la historia con los sistemas (r#hicos basados en la idea de un sujeto fuerte puede ser evocada a partir de una sugestiva imagen de )l siglo de las luces de *lejo 7arpentier . 8ctor 9ughes quien llega a *mérica en su nave en nombre de la “6ibertad” -conquistada por la revolución francesa- se transforma casi en alegora del pasaje del 3iempo de los :rboles de la 6ibertad al 3iempo de los 'atbulos porque junto con él llegaba al /uevo 4undo la primera guillotina. 2 no se puede dudar de que la libertad fue auspiciada auspiciada en nombre de la “ra!ón” por ello el tiempo de los patbulos fue el tiempo del “gran vértigo”,%vi& el cual se tornó casi incomprensible en el pas de los equilibrios y las serenas arquitecturas. 6a guillotina en nombre de la libertad surge acaso esta 1
violencia por la deriva interpretativa-perspectivstica que conduce al estallido del sujeto, o no lo hace acaso, m(s bien, por una interpretación consagrada, por una idea de sujeto determinado, por una idea de un fundamento asumido como cierto 2 si inquirimos un poco m(s, la historia nos muestra que las “grandes matan!as” en general se han hecho en nombre de filosofas, pensamientos y cosmovisiones con fundamentos seguros y acordados, se han “justificado” en nombre de los mismos, han sido planteadas desde un sujeto sabedor de s y de su ar#hé.%vii& )sto significa que tal ve! habra que plantear la cuestión de si el temor que provocan las nociones de sujeto despotenciado, estallado, etc., en relación con la ética, no se encuentra en otro (mbito, y tal ve! en un (mbito bien distinto del de la idea de la posibilidad indiscriminada de la violencia, o de la imposibilidad de la justificación de los actos. 2 considero que este (mbito es el de la “responsabilidad”, pero paradójicamente, no en cuanto “ausencia de” sino, por el contrario, en cuanto a la formación de una nueva figura de la responsabilidad que pareciera e+igir “m(s” que las anteriores figuras, en tanto comporta una serie de “deberes” que no se hallan presentes en la consideración de que la acción es moral cuando se ajusta a ciertos principios. ;ué ocurre si asumimos el duelo por la muerte de los principios -la muerte de "ios- /o nos embarcamos en una tarea creadora peligrosa para la moral, y para la acción humana en general, en la medida en que ahora se torna necesario, no sólo tener en cuenta la adecuación del principio, sino configurar en cada momento las conductas “adecuadas”%viii& /o accedemos a otros (mbitos de libertad , casi “pavorosos” en virtud de su indeterminación
Sujeto deconstruido, fragmentado la dificultad de recepción filosófica de la tem(tica. Sin embargo, la cuestión del sujeto deconstruido o fragmentado y los problemas que dicha cuestión acarrea, no representan una tem(tica “nueva” de este fin de siglo, sino que un rastreo por la historia del pensamiento puede mostrarnos interesantes caminos para considerar el por qué la problem(tica quedó en algunos de los momentos en que fue planteada casi “aislada” de la refle+ión filosófica especfica. 6a filosofa pareca no tener la posibilidad de recoger esa tem(tica, y la misma fue desarrollada sobre todo en el (mbito literario y artstico en general. ?@A, cuando muere la reina
“representación” que la filosofa se haca de s misma, disputa en la que la parte de la defensa desde la “ra!ón” -si bien ocultada con otros argumentos- le correspondió al presidente de la Sociedad de Itica de 8iena, Bodl.%+& "ónde haba ido a parar el “esfuer!o filosófico” en esa pintura de una me!cla indefinida aparentemente encadenada a la ine+orable procreación /ada poda decir la filosofa frente a esa masa girando en torno a s misma, nada poda aportar la clara lu! de la ra!ón ante esta visión schopenhaueriana de la vida 2 era justamente el presidente de la Sociedad de Itica quien deba tomar a su cargo la defensa de la filosofa tradicional, porque desde una representación “indefinida” de la filosofa sin lugar a dudas las cuestiones éticas se veran amena!adas -aun cuando, repito, no fueran argumentos de car(cter ético los utili!ados por Bodl. Si la filosofa no poda “decir” frente a la vida, si la filosofa no poda ofrecer argumentos para dar una fundamentación a la vida moral, entonces algo estaba fallando. 7iertamente, algo estaba fallando la imagen del sujeto cartesiano moderno, que crea su objeto como aquello de lo cual dispone en el espacio de representación, se estaba resquebrajando. 4uchas causas contribuan a ese resquebrajamiento largo tiempo atr(s anunciado la vida en las grandes urbes, los problemas sociales y polticos, la pérdida de dios, el descrédito de los grandes sistemas, las “oscuridades” de la clara ra!ón moderna, etc. )l ideal cientfico como paradigma de la filosofa dificultó nuevamente la recepción de una problem(tica que fue recogida por la literatura -como as también por la m$sica, las artes pl(sticas y la arquitectura. 'or ello, la tem(tica del yo fragmentado y las consecuencias de dicha concepción a nivel moral se abordaron sobre todo en el (mbito artstico. )l “hombre sin atributos” de 4usil se presenta casi como figura “ejemplar” en cuanto a la mostración de esta crisis del sujeto cartesiano. =lrich es este individuo-dividuum cuya unidad est( perdida, y que se plantea la cuestión de a qué yo atribuir sus cualidades, o si el hombre no es ya “sin atributos” porque hace tiempo que es “sin sustancia” Dlos atributos lo son de algo, si no podemos predicarlos de una sustancia, de un yo o de un sujeto , también dejar(n de ser “atributos”F. )n )l hombre sin atributos la b$squeda del centro unificador se desvela como in$til. /o hay centro posible para el yo porque tampoco lo hay para el estado Das lo evidenciar( el fracaso de la *cción 'aralela, que inquiere infructuosamente por la “esencia” de lo austriacoF y en definitiva no lo e+iste para ning$n sistema filosófico, una ve! muerto dios. 6a *cción 'aralela, plena de los ideales de la gran humanidad, terminar( en la idea de “fuer!a” "iótima, el “alma bella” de la organi!ación, disfra!ada de coronel napoleónico. 6os grandes ideales de pa! y progreso también derivaron en la guerra, en la misma época en que se defenda adem(s la tesis acerca del “hombre bueno” Del poeta Jerfel, Geuermal en la obra F. Si la vida ya no habita en la totalidad, si las totalidades han estallado, tampoco hay posibilidad de decir algo del yo, que se transforma asimismo en fragmento estallado. 'or ello tal ve! todo decir del yo sea en esta obra “decir en torno”, dejando al sujeto como lmite-marco de toda palabra. )n lo que va de este siglo el desarrollo cientfico y los problemas generados a partir del mismo han permitido que la filosofa ponga en cuestión el paradigma cientfico como modelo del filosofar, y creo que es a partir de este cuestionamiento que se hace posible que esta tem(tica de la ruptura de las grandes ar#ha halle eco en el (mbito filosófico en forma menos aislada que en épocas anteriores. 7onsidero entonces que no es obviable la problem(tica que ha permitido plantear la tecnociencia, problem(tica que tiene que ver -en el otro e+tremo de la sntesis dialéctica y la ra!ón omni-abarcadora- con la reducción de la ra!ón a su aspecto puramente instrumental. "e este modo, pienso que la problem(tica de la posmodernidad -la que, como ya se1alé, en algunos de sus aspectos ya haba sido planteada en otros momentos- ha logrado “generali!arse” y convertirse en debate en el (mbito filosófico en gran parte desde el quiebre del ideal cientfico como modelo para la filosofa, y desde los problemas que la misma ciencia ha abierto en lo que va de este siglo, sobre todo en el (mbito ético. 2 estos problemas han dado lugar a respuestas de distinto tipo desde el recha!o de toda racionalidad y toda idea de “sujeto” por absoluti!arlas como “modernas”, hasta la “refundación” de los viejos órdenes perdidos -por ejemplo, en la tem(tica de la pragm(tica trascendental, que vuelve a instaurar una nueva ar#hé, ahora con el rostro de la “comunidad de comunicación”.
6os problemas éticos desde el cuestionamiento a la noción de sujeto. =na de esas dos respuestas e+tremas a la crisis del sujeto, de la ra!ón y de la ética, que generalmente proviene de algunos (mbitos del as llamado “pensamiento posmoderno”, brinda la sensación de que el recha!o en bloque de las viejas ar#ha pareciera generar la simple figura de lo negativo, en la pérdida en la multiplicidad an(rquica de la desfundamentación Dtambién para el sujeto, “estallado” en sus caóticos 3
fragmentos sin cone+ión alguna entre sF. Similar proceso se verifica con respecto a la tem(tica de la racionalidad el recha!o de la ra!ón ilustrada , el “asco” a la ra!ón fundamentadora de los sistemas metafsicos violentos genera una ra!ón que se pretende meramente escéptica. Sin embargo, los posmodernos critican a la ra!ón ilustrada el no-reconocimiento de su historicidad, la pretensión de erigirse en fundamento suprahistórico dicho reconocimiento no puede terminar en la simple negatividad de la ra!ón, porque eso significara, una ve! m(s, reproducir los postulados de a-historicidad, concretados ahora en la figura ahistórica de una ra!ón escéptica., incapa! de generar nuevas figuras “históricas” de s misma. 3al ve! la tarea sea la de la indicación de la posibilidad de una racionalidad asumida como histórica, m(s all( del mero recha!o en la pura negatividad que no resulta, en el fondo, m(s que la visión espejada o invertida de la misma ra!ón que se absoluti!a, ahora, desde la negación. )n este sentido, no estoy proponiendo una nueva, pero tan vieja dialéctica sintética, sino la necesidad de observar que el camino de la pura negatividad es también el paso de la dialéctica recha!ada, que si bien no accede a nuevas sntesis, se mantiene en la mera oposición. 'or esto considero que una de las tareas a tener en cuenta en una ética después de la cada de las grandes ar#ha consiste en el replanteamiento del problema de la racionalidad, no ya desde la mera negación de un tipo de ra!ón -la ra!ón moderna- sino tal ve! desde la posibilidad de refle+ión sobre otro tipo de racionalidad postnihilista, que deje de lado su car(cter suprahistórico. Ktro aspecto del recha!o hacia las éticas modernas y sus fundamentaciones se relaciona con el reconocimiento de que las éticas basadas en una ar#hé no afectaban al mundo de la vida, ya que no resolvan o directamente no podan enfrentar los conflictos reales y concretos de los hombres Dlos problemas del “sujeto” no eran ciertamente los de los individuos concretosF. 'ero precisamente la caracterstica de las éticas fundadas en una ar#hé es que pretendan resolverlo todo, eran omni-resolutoras por disolución, en la medida en que la referencia a una ar#hé permite ordenar la totalidad de los pensamientos y de las acciones, y jerarqui!ar éstas ultimas a partir de la referencia a ese fundamento. )l hombre com$n, en tanto heredero de una u otra ética m(s o menos fundamentalista -sea religiosa, sea secular- tena esta seguridad de la resolución de sus problemas morales por referencia a un principio, por m(s que pueda afirmarse, desde otro punto de vista, que nada se resolva porque los conflictos seguan e+istiendo. 2 los conflictos seguan e+istiendo porque las respuestas eran unilaterales, referibles a un solo principio que anulaba todo un polo del problema Dsea desde las consideraciones de una ética formal, que desde1a el contenido como contingente, sea desde los supuestos de una ética deontológica, que deja de lado la problem(tica de la felicidad, sea desde el punto de vista de una ética universalista, que no tiene en cuenta las situaciones históricas y concretas, desde1(ndolas, en el e+tremo, como lo puramente singular que no se adapta a su lecho de 'rocustoF. "esde mi punto de vista, el problema de la liberación del fundamento-ar#hé -el recha!o de dios- es que abre a una mayor libertad de la acción, porque ya nada est( resuelto de antemano, y una mayor libertad parece indicar, m(s all( de lo meramente deconstructivo y destructivo, la apertura a nuevas chances, con un mayor ejercicio de la responsabilidad, entendida en el sentido de “respuesta dada al presente”. *lgo similar ocurre con respecto a la tem(tica del sujeto desde la posiciones fundacionistas, la cada del sujeto no puede sino significar la pérdida en la incoherencia y la irresponsabilidad. Sin embargo, pareciera que la tem(tica de la “muerte del sujeto” abre la puerta a una mayor responsabilidad -siempre entendida en el sentido de “respuesta”-, porque e+ige la asunción de la idea de un hombre fragmentado, dividido, que construye su “identidad” sin llegar nunca a aquella identidad $ltima antes postulada Dy en este sentido, se halla en constante actitud constructivaF, hombre que debe decidir su acción desde la libertad que supone la no e+istencia de ar#ha $ltimas. 'or ello, si se recha!an las viejas fundamentaciones, se debe admitir, por lo menos, que la acción sin por qué, sin fundamento, tal ve! esté reservada solamente a los msticos o a los (ngeles, en el lmite de lo nodecible para nosotros. ;ui!(s sea necesario reconocer el espacio -LMischen- entre la absoluta fundamentación y la absoluta desfundamentación y en ese lugar insertar la “acción responsable”, la acción que responde a su presente sin nostalgias, acción que, por no poder desarrollarse en el mero escepticismo y en la falta absoluta de télos tiene que asumir fundamentos provisorios. 6a necesidad de la acción muestra que el “pensar sin fundamentos” no posibilita acción humana alguna posible, en la medida en que e+igira, como su correlato, un obrar sin télos. 'ero la acción debe organi!arse en torno a una unidad mnima de sentido, por m(s que se rechacen los Gines $ltimos y absolutos. 7reo que ésta es la tem(tica a plantearse en una ética post-(r#hica desde qué unidades de sentido provisorias organi!ar la acción para poder repudiar el mal, y cómo crear un espacio de significaciones para una idea de racionalidad histórica que, sin nostalgias 4
por lo perdido y sin buscar nuevas sntesis totali!antes, pueda afrontar el car(cter responsable de la acción, de la acción que “responde” a su presente. )l tema del mal nos lleva a un continuo replanteamiento de lo deontológico, a partir de la consideración de que el mal -como dira Nicoeur - es lo que “debe” ser superado. )n este sentido, la tem(tica de la construcción de un espacio para la acción responsable no puede meramente recha!ar en bloque lo deontológico y lo teleológico como figuras del dios muerto, sino que, a partir de dicho reconocimiento, se impone la tarea de un nuevo an(lisis de estas perspectivas desde la idea de la cada de las ar#ha. )n este sentido, tal ve! un aspecto de la tarea se configura como un intento de “ampliación” de la racionalidad, en la que la misma no signifique un aumentar la figura de la ra!ón moderna, omniabarcadora, sino, por el contrario, reconocer que esa ra!ón moderna era limitada para enfrentarse a los conflictos, para apreciar lo histórico y contingente, para respetar los mundos de la vida. "esde este punto de vista, se podra decir que tanto la ra!ón moderna como la ra!ón estratégico-instrumental, a pesar de que parecen representar dos aspectos distintos de la crisis de la racionalidad -en un caso la hipertrofia, en el otro la limitacióncomparten una misma unidad metodológica la de seguir caminos unilaterales, sea en la dirección de la ar#hé o fundamento $ltimo, sea en la dirección del indefinido progreso tecnocientfico. 6a ampliación de la ra!ón apunta, entonces, no sólo a la necesaria ampliación de la ra!ón devenida instrumental o meramente procesual, sino a la misma ra!ón que se pretendió totali!ante cuando, en realidad era una ra!ón unilateral, que no poda enfrentar los conflictos m(s que deteniéndose en un polo de los mismos. )sta propuesta -que yo perfilo en la dirección de una “ra!ón imaginativa”- no significa la construcción de una “superracionalidad” m(s abarcadora que la anterior, sino el intento de una ra!ón que, después de la muerte de "ios, y desde el reconocimiento de sus limitaciones y su car(cter histórico, pueda enfrentarse al mundo de la vida y a los conflictos sin intentos disolutorios o absolutorios, sino en el reconocimiento de la necesidad de multiplicar sentidos para que la ética no devenga nuevamente el monumento funerario de las ar#ha desaparecidas.
=n “sujeto” como ficción, una nueva noción de “responsabilidad”. 9e mencionado y mentado a /iet!sche m(s de una ve! a lo largo de la presentación de la tem(tica del sujeto deconstruido, y sobre todo desde el punto de vista de la crtica al sujeto como noción-fundamento. 'ero sabido es que las crticas de /iet!sche Dsus “no”F siempre preceden a su filosofa “afirmativa” Dsus “s”, entre ellos, el gran s dado a la vida mismaF, y entonces cabra preguntarse cu(l es la “posibilidad” D“constructiva”F que /iet!sche ofrece frente al viejo sujeto cartesiano. )n este sentido, partiendo de los “no” habra que indicar que la crtica al sujeto apunta a se1alar esa caracterstica propia de toda la metafsica el “olvido” del car(cter de “producto”. 6a noción de sujeto, como todas las ficciones lógicas, surge a partir de una necesidad D“necesidad de seguridad, de comprensión r(pida fundada en signos y sonidos, necesidad de Oabreviaciones0”F%+i& que mueve a la “fuer!a inventiva” Derfinderische EraftF que genera las categoras. 6a metafsica eleva estas categoras a planos trascendentes, olvidando el proceso generador de las mismas. )ste “olvido” es el que da fuer!as a estas nociones transformadas en fundamentos, y las convierte en principios determinantes del pensamiento Dentendido como aseguramiento de la ar#héF y de la acción Dcomo imperativo, como télos del obrar, etc.F. 6a necesidad de formación de conceptos D“un mundo de casos idénticosF%+ii& obedece a la voluntad de forma de la Jille !ur 4acht, que debe simplificar, ordenar y falsificar%+iii& para comprender el mundo seg$n un esquema de ser DSeins-SchemaF y unificar de esta manera, temporariamente, las pluralidades de fuer!as dispersas y disgregadas. 'ero el aspecto de la disgregación en las fuer!as es el que permite la continua autosuperación de las mismas, por lo cual, las unidades que se construyen siempre son provisorias y temporarias. ;ué diremos con respecto al “yo” en esta nueva perspectiva )l “yo” se construye como ficción reconocida como tal para poder ordenar las fuer!as actuantes, es el elemento de la unidad de la voluntad de poder en la configuración de las fuer!as del individuo, elemento de unidad que es continuamente deconstruido para que las fuer!as no se anquilosen. 6a hipótesis de la multiplicidad del sujeto es inseparable de la noción de voluntad de poder, en la medida en que si se asume la multiplicidad de fuer!as que conforman el s mismo DSelbstF, -concepto que /iet!sche opone a veces al yo metafsico D
voluntad de poder, pero falsificación necesaria para poder hacer referencia a ciertas nociones que tienen que ver, por ejemplo, con el obrar, y con la necesidad de asumir “m(scaras” con una cierta “identidad” provisoria. )l tema de la m(scara se torna imprescindible para comprender esta idea de sujeto m$ltiple. 6a pluralidad de fuer!as que el hombre es se configura en las diversas situaciones en figuras distintas a estas asunciones de “provisoria identidad” /iet!sche las denomina “m(scaras”, y as no ser( la misma la m(scara que asumimos en los diversos aspectos que conforman nuestra vida y nuestra actividad, y aun en los diversos momentos de estos mismos aspectos. Sin embargo, mantenemos ciertas unidades provisorias de “identidad” por ra!ones pr(cticas y vitales, y es a partir de esas unidades provisorias que podemos dar sentido a nuestras acciones y pensamientos, para que no se “pierdan” en una multiplicidad que no puede configurarse en figura alguna. )sas identidades son m(scaras detr(s de las cuales nada hay, porque no e+iste un “verdadero” ser de las que las mismas seran apariciones diversas. 6as m(scaras son aquello que “somos” en cada momento, nuestro “Selbst” provisorio de cada instante "ionysos en constante proceso de metamorfosis. )l "ionysos de )l nacimiento de la tragedia opuesto al principio apolneo de forma se metamorfosea en la misma obra de /iet!sche, hasta asumir la voluntad de forma no como lo opuesto a si Dsu otroF sino como un aspecto de s mismo. )sto significa que la “desmesura” de las fuer!as, su aspecto disgregante, necesita configurarse para volver a aniquilar las figuras de la configuración proceso de construcción-deconstrucción en el que voluntad de poder se manifiesta y se autosupera sin intentar conciliaciones. )n este sentido, el alma o el sujeto de las metafsicas monotono-testas significaran un predominio de la voluntad de forma tal que acabara en la muerte, o en la $ltima m(scara, la $ltima i dentidad. Si se asume un “yo” como m(scara $ltima, el problema de la moral y el valor moral de la acción estar( determinado en este aspecto por aquello que hace a las nociones de “responsabilidad” en el sentido tradicional y usual del término si puedo mantener una “figura” del sujeto idéntico, el valor de las acciones depender( de mi ajuste o desajuste al principio de determinación de moralidad de los actos, y seré “responsable” en tanto me pueda adecuar a no al mismo. Grente a esta postura, un “sujeto” m$ltiple, como m$ltiples mascaras, parece lo m(s cercano a la “irresponsabilidad” a qué “yo” imputar la acción si con la idea de m(scara pareciera desaparecer toda noción de agente moral Sin embargo, no toda “responsabilidad” queda diluida con la asunción del sujeto m$ltiple, sino que pareciera que “m$ltiples” figuras de la responsabilidad son las que se abren al panorama del pensamiento. 2 es m(s una nueva noción de “responsabilidad” -en el sentido antes indicado de respuesta al presente- aquella que tiene que ver con la necesidad de configurar acciones en ese espacio intermedio -$nico posible para el hombre de este fin de siglo- entre las grandes totalidades ahora muertas y la ausencia total de sentido. 7onstruir órdenes posibles esa es la “responsabilidad” del hombre que ya no busca el sentido pleno pero tampoco afirma la ausencia total de sentidos en el nihilismo considerado en su aspecto puramente negativo. )n ese espacio intermedio se ubica el “nihilismo futuro” del filósofo artista, de aquel que “sabe” que sus construcciones se asientan sobre el sinsentido Dhabida cuenta de la no posibilidad de alcan!ar los “fundamentos $ltimos”F y que la construcción de sentidos es un asunto humano, demasiado humano, pero tal ve! la $nica chance posible en el momento actual.
%i& )ste artculo ha sido publicado en 7uadernos de Itica, Puenos *ires, /Q >R, >T, pp. UR-R>. %ii& 6a destrucción niet!scheana de los sistemas monotono-testas arrastra consigo no sólo las grandes ar#ha en las que se fundamentaban los mismos sino también todos los elementos que le eran subsidiarios Dnormas, principios, valores, etc., que dependan de los grandes fundamentosF. %iii& )ntiendo por “metafsicas (r#hicas” aquellos sistemas que plantean el car(cter absoluto de un fundamento que opera a nivel metafsico como ar#hé $ltima y a nivel ético como télos Dtambién $ltimoF de la acción. /iet!sche acusa a estas metafsicas de incurrir en “ilusión óptico-moral”. 'ara este tema véase mi artculo “'ensar, e+presar y obrar después del nihilismo”, en 'erspectivas /iet!scheanas, Puenos *ires, a1o <, /ro. >, pp. >R-AT.
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%iv& )s la situación que planteaba en sus artculos V?, p. >Vs ss. %vii& )n este sentido, aquellos defensores de los fundamentos $ltimos que establecen una vinculación directa entre la filosofa de /iet!sche y 9itler, por ejemplo Den el intento de asociar falta de fundamentos seguros y violenciaF, olvidan que mientras que el pensamiento de /iet!sche apunta a una filosofa perspectivstica, post-(r#hica Djustamente el acontecimiento m(s importante que la posibilita es la muerte de "ios-fundamentoF, posturas polticas como la de 9itler son sólo posibles con “grandes” fundamentos en su base DNasse, Plut, PodenF en nombre de los cuales se justifican las acciones Dcuyo car(cter horrendo no es necesario recordarF. %viii& )n este sentido, N<7K)=N habla de un “inventar las conductas”. 8éase Soi-mWme comme un autre, 'aris, Seuil, >@, pp. AX? ss. %i+& 9ugo von 9ofmannsthal “re$ne” estos momentos en la “7arta a 6ord 7handos” fecha su carta en >?@A, a1o de la muerte de la reina RT, p. XX>. %+& Sobre esta “querella” pueden verse, inter alia, S79KNSE), 7arl )., Gin-de-siYcle 8ienna, /eM 2or#, *.Enoff, >?>, cap. 8, y G6<)"6, H., Hustav Elimt, trad. 7. S(nche!, EZln, Penedi#t 3aschen, >>, pp. RR ss. %+i& /<)3LS79), G., /achgelassene Gragmente Den adelante, /GF >VVU->VVR, en ES* DS[mtliche Jer#e. Eritische Studienausgabe, hrsg. von H. 7olli und 4. 4ontinari, Perlin-/eM 2or#, Jalter de Hruyter, >V@F >X, ? %>>&, p. XAR. %+ii& /<)3LS79), G., /G >VVU->VVR, ES* >X, %>TT&, p. T >V. %+iii& /<)3LS79), G., /G >VVU->VVR, ES* >X, %V&. %+iv& Sobre la diferencia entre Selbst e .
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