Teoría Teorí a microbiana mic robiana de la enfermedad La teoría microbiana de la enfermedad o teoría germinal de las enfermedades enfermedades infecciosas es una teoría científca que propone que los microorganismos son la causa de una amplia gama de enermedades. Estos pequeños organismos, casi todos demasiado pequeños para verlos a ojo desnudo, invaden a los humanos, animales y otros huéspedes vivos. u crecimiento y reproducci!n dentro dentro del portador puede producir una enfermedad. "#ermen" "#ermen" o microbio puede referirse a un virus, bacteria, protista, hongo o prión. Los microorganismos causantes de enfermedades enfermedades son llamados pat!genos y las enfermedades que causan son llamadas enermedades inecciosas . Las teorías m$s primitivas sobre el origen de la enfermedad% enfermedad% &La humoral &La de contagio &La miasm$tica Teoría humoral
La menos cientí'ca de las ideas es la teoría humoral. eg(n )ip!crates en el cuerpo hay cuatro humores o líquidos% *. La sa sangre +. La e ema -. La bilis bilis amar amaril illa la . La bili bilis s neg negra ra i los cuatro humores est$n en equilibrio el ser humano est$ sano, pero si no lo est$n porque hay demasiada sangre respecto al resto, o demasiada bilis negra, o lo que sea, entonces aparece la enfermedad. Hipócrates asoci! adem$s al e/ceso e/ceso de cada uno de los cuatro humores una tendencia en la personalidad y usamos hoy en día para muchos estados de $nimo e incluso personalidades siguen teniendo su origen en los cuatro humores. 0sí & una persona con demasiada sangre era sanguínea, & una con demasiada ema em$tica, &el e/ceso de bilis producía un car$cter colérico, & La bilis negra provocaba melancolía o depresi!n.
La teoría humoral sostenía que la dieta hacía cambiar el equilibrio de los humores y, por tanto, podía no s!lo provocar enfermedades o curarlas sino cambiar el car$cter del individuo. 0sí, si alguien era naturalmente colérico 1 e/ceso e/ceso de bilis1 no era conveniente que comiera demasiado cordero, un alimento colérico, porque entonces se e/acerbaba el problema. También era posible, por supuesto, disminuir un e/ceso e/ceso 1 la sangre se e/traía con sanguijuelas cuando había 2demasiada3.
Los cuatro temperamentos seg(n la teoría humoral en un tratado del 45666. 7e arriba a abajo e i8quierda a derecha% em$tico, colérico, sanguíneo, melanc!lico. El caso es que la teoría humoral se e/tendi! a 9oma, y #aleno estaba absolutamente convencido de ella. También fue fundamental en la medicina isl$mica medieval, el :anon de medicina ;0vicena<. 0unque esta teoría no tiene sentido, su atractivo es enorme porque se alimenta de una debilidad de la mente humana, la idea de equilibrio. =ensar que si tienes una enfermedad es porque tu cuerpo no est$ en equilibrio de alg(n modo, y que devolverlo a ese equilibrio natural curar$ la enfermedad es algo que nos proporciona una enorme satisfacci!n. Es como si, de forma irracional, tuviera sentido. El problema de la teoría humoral es que no puede e/plicar todas las enfermedades. =or ejemplo, si en una ciudad hay mucha gente con una enfermedad con síntomas muy concretos y un viajero llega a ella para luego caer enfermo, >qué desequilibrio ha producido la enfermedad? =arece haber una cone/i!n muy clara entre su llegada y el desarrollo de la enfermedad. =or eso, también desde muy antiguo, hubo una idea del contagio de las enfermedades@ la palabra proviene del latín con ;con< y tangere ;tocar<, es decir, algo así como con contacto. Teoría de contagio.
Lo absurdo de las concepciones m$s primitivas sobre el contagio era que se pensaba que el origen último de esta corrupción estaba en el propio individuo % la corrupci!n era un castigo o una consecuencia de un defecto inherente al ser humano. =or lo tanto, en gran medida estas enfermedades se consideraban merecidas. Esta corrupci!n podía luego adquirirse al entrar en contacto con él, y al 'n y al cabo era una ve8 m$s un castigo para el siguiente contagiado, que no debería tener contacto con alguien impuro. Esta cone/i!n entre enfermedad y 2pure8a del individuo3 era absurda pero fue aceptada durante siglos, al menos por los m$s ignorantes% la mayor parte de los médicos chinos, griegos o romanos no la aceptaban e intentaron e/plicar esto de un modo racional. Lo que no sabían, por supuesto, era e/actamente qué era eso que se transmitía de una persona a otra, ni c!mo sucedía la transmisi!n. 7e hecho, si se pensaba con cuidado sobre el asunto y se e/aminaban casos de contagio diferentes, era también f$cil llegar a la conclusi!n de que la propia palabra contagio no era muy afortunada. En muchos casos alguien adquiría una enfermedad de alg(n lugar o alguna persona sin tocar a nadie infectado 1 es decir, sin tangere. >:!mo era esto posible? 9ecuerda que 2contagio3 no quiere decir aun lo que hoy en día signi'ca% es literalmente la infecci!n por entrar en contacto con una persona contaminada u objetos tocados a su ve8 por esa persona. La e/plicaci!n m$s aceptada como alternativa al contacto era la teoría miasmática. Teoría miasmática
0lgo m$s moderna y m$s so'sticada que la de contagio o la humoral, porque est$ basada en la observaci!n y el raciocinio. La teoría miasm$tica surgi! en diversos lugares, en apariencia de forma independiente, como :hina y 9oma, y como digo tiene bastante sentido 1al menos, en ausencia de microscopios, y por entonces no los había1. 5eamos por qué. Auchos médicos se percataron de lo siguiente% era posible contraer una enfermedad estando simplemente cerca de una persona afectada, o en una 8ona en la que había muchos casos de la enfermedad. 0dem$s, muy a menudo se encontraba una correlaci!n entre el n(mero de enfermos de cierta dolencia 1por ejemplo, el tifus1 con la falta de higiene y el hacinamiento. 0l unir ambas observaciones, la conclusi!n independiente en varios lugares fue que la suciedad, la putrefacci!n y cosas parecidas emitían un aire contaminado o miasma 1del griego miasma, contaminaci!n1, y este aire contaminado entraba en el cuerpo y producía un efecto similar sobre él% la putrefacci!n.
9epresentaci!n del c!lera como miasma ;dominio p(blico<.
6nsisto en que, a pesar de ser err!nea, la teoría miasm$tica no es absurda% al menos considera la idea de que la enfermedad puede ser consecuencia, no de un desequilibrio interno, sino de la entrada en el cuerpo de un agente patogénico e/terno, aunque no esté vivo. Bna ve8 m$s, como en el caso de quemar la ropa de alguien infectado, la teoría miasm$tica llev! a comportamientos en muchos casos bene'ciosos% Aejorar las condiciones higiénicas, por ejemplo. 7e hecho este tipo de comportamientos daban gran apoyo a la teoría miasm$tica, ya que se comprob! que al mejorar las condiciones de higiene y disminuir el hacinamiento el n(mero de enfermedades infecciosas en muchos casos disminuía. El problema es, por supuesto, que la teoría miasm$tica no es correcta, y en muchos casos no ayudaba en absoluto a resolver el problema. Los médicos que atendían a enfermos de peste en muchos lugares llevaban trajes especiales con m$scaras de p$jaro y 'ltros y especias en el pico 1 un ejemplo de aplicaci!n de la teoría miasm$tica, ya que el 'ltro y las especias pretendían precisamente evitar que el miasma afectase al médico. La e'cacia en este caso, como en muchos otros, era nula, claro.
#rabado medieval de un médico vestido para tratar con enfermos infecciosos
;6magery from the )istory of Aedicine<.
)oy en día sabemos, desde luego, que compartir un pendiente con alguien afectado por la peste no tiene el menor peligro ni es posible que así se transmite la enfermedad, pero una ve8 m$s al menos somos testigos de una actitud que pone énfasis en la e/periencia y la 2evidencia de los sentidos3. ¿Por qu tardamos tanto tiempo en llegar más allá!
=orque es muy difícil aplicar el empirismo al problema de las enfermedades infecciosas% la causa real, es decir, los microorganismos, no es detectable a simple vista, y la invenci!n del microscopio es relativamente reciente. 0dem$s no hace falta s!lo un microscopio, sino relacionar cosas aparentemente incone/as y darse cuenta de la relaci!n causaCefecto entre ellas. )acía falta por lo tanto dar esos dos pasos% &en primer lugar ser conscientes de la e/istencia de vida microsc!pica &en segundo lugar identi'car algunas de esas formas de vida con el origen de las enfermedades infecciosas. El primero en detectar un microorganismo 1no en relacionarlo con las enfermedades1 fue el padre de la microbiología, el holands "eeu#enhoe$ , a 'nales del siglo 4566. LeeuDenhoe no era un cientí'co profesional, pero tuvo un interés por el trabajo en vidrio y la fabricaci!n de lentes. En cuanto dispuso de lentes de bastante aumento y las asoci! para formar un microscopio se dedic! a mirar todo lo que se le ponía delante 1 y nadie había conseguido la potencia de los microscopios de van LeeuDenhoe unos +FF aumentos. %ntonie van "eeu#enhoe$ &'()*+'*)-.
:uando el holandés mir! una gota de agua del lago 7elft cercano a su casa se encontr! con criaturas microsc!picas nadando en la gota% criaturas m$s o menos redondas con diminutos pelillos que vibraban para propulsarlas por el agua. )oy en día sabemos que vio diversos proto8oos, muchos de ellos ciliados, pero él denomin! a estas criaturas invisibles al ojo humano anim$lculos ;pequeños animales<, un nombre menos afortunado que microorganismos pero bastante m$s poético. 5an LeeuDenhoe mir! con sus microscopios muchas otras cosas 1entre ellas esperma, y vio los espermato8oides nadando en él1 y se dio cuenta de que estos anim$lculos estaban por todas partes. l primero en reali/ar la cone0ión entre los animálculos de "eeu#enhoe$ 1 las enermedades ue un mdico rancs, 2icolas %ndr1 el cual se dedic! a reali8ar sus propias observaciones, donde sugería que muchas enfermedades, como la viruela, estaban causadas por la entrada y proliferaci!n de gusanos microsc!picos en el cuerpo . 6lustraciones de 0ndry en 7e la générationG de 2gusanos3 microsc!picos
El francés llamaba gusanos a casi todos los seres microsc!picos, un término nada afortunado 1menos a(n que anim$lculos, seguramente. =or un lado, como médico 0ndry estaba acostumbrado a tratar enfermedades en las que
sí estaba clara la causa% las enfermedades parasitarias en las que el par$sito no es microsc!pico, muchas veces gusanos. 0unque 0ndry nunca pudo identi'car un ser concreto que provocase una enfermedad determinada, creo que su sugerencia probablemente inuy! en otros, y desde luego el francés no iba desencaminado. =ero, aunque pare8ca mentira, absolutamente nada nuevo sucedi! durante m$s de un siglo. El 45666 no supuso, descono8co por qué, ning(n avance en microbiología. )ubo que esperar hasta el primer tercio del 464 para que alguien descubriese algo nuevo en este campo. =asado un siglo sin ning(n avance el italiano 0gostino Hassi, descubri! debido a su interés en los gusanos de seda, una enfermedad llamada moscardino que los estaba matando y Hassi se dedic! 1microscopio en mano, afortunadamente1 a determinar la causa. El italiano consigui! algo que nadie había logrado antes% e/aminando las cepas infectadas y sanas determin! que en las infectadas había cosas vivas de tamaño microsc!pico que no e/istían en las sanas. E/plicando la causa microsc!pica de la muscardina 1que es, por cierto, un hongo que se contagia a través de esporas microsc!picas1. =oco después ampli! esta idea al ser humano, y se plante! un origen microbiano de muchas enfermedades. 0unque sus ideas no fueron aceptadas de manera general, muchos otros cientí'cos fueron inuidos por ellas. Entre ellos un francés Louis =asteur% Io sé si fue la inuencia de Hassi, pero a partir de mediados del 464 la cosa se aceler! muchísimo. ospecho que hay varias causas, adem$s del italiano. =or una parte la mejora en los microscopios y en el rigor del trabajo de laboratorio@ por otra la aparici!n en Europa de enfermedades desconocidas antes, como el c!lera 1del que hablaremos en un momento y barri! Londres varias veces en época de Jaraday, y 'nalmente por la mayor comunicaci!n entre cientí'cos gracias a la mejora en el transporte y las comunicaciones. Ktro que se destac! fue el austríaco, emmelDeis, que trabajaba como ginec!logo en 5iena. En aquella época era relativamente frecuente que las mujeres que daban a lu8 contrajeran 'ebres puerperales, cuyo nombre proviene precisamente, una infecci!n muy peligrosa. Auchas de ellas morían, y nadie sabía la causa de la enfermedad. )abía sido poco com(n hasta principios del 464, pero a partir de *+F m$s o menos el n(mero de casos se dispar! en 5iena. emmelDeis estaba especialmente preocupado por esto ya que en el hospital había partos en dos lugares% uno era el departamento de ginecología donde enseñaba a estudiantes de medicina. El otro era el lugar donde estudiaban las futuras comadronas. En el ala de ginecología morían ocho veces m$s mujeres que en el ala de las comadronas. MEra ocho veces m$s probable morir en un parto en el que había médicos que en uno en el que no los habíaN 3gna/ 4emmel#eis &'5'5+'5(6-.
El ginec!logo qued! muy afectado por esto, e intent! encontrar la causa de un modo empírico. >Oué había realmente de diferente entre los doctores y las comadronas? La respuesta fue accidental. Bn colega de emmelDeis se hi8o un corte accidental durante una autopsia, con el bi sturí que estaba empleando en el cad$ver, y muri! pocos días después de septicemia. emmelDeis mir! los horarios y se dio cuenta de una diferencia muy clara entre comadronas y médicos% los médicos residentes reali8aban autopsias por la mañana antes de pasar consulta en ginecología. Las comadronas, por
supuesto, no. >=odría esto ser la causa de las 'ebres puerperales? emmelDeis hi8o que todos los médicos y alumnos de su ala se lavaran las manos con una disoluci!n de sosa y cloro entre pacientes y tras las autopsias. En un mes la tasa de mortalidad por 'ebre puerperal en su ala había bajado del *P al -P. La anatomía patol!gica, y con ella las autopsias, llegaron en *+. La obligaci!n de lavarse las manos con antisépticos ordenada por emmelDeis se produjo en *Q. Kbserva el n(mero de muertes por 'ebres puerperales a lo largo del tiempo, comparada adem$s con la del hospital de 7ublín 1en el que no había departamento de anatomía patol!gica1 en un gr$'co basado en el reali8ado por el propio emmelDeis para intentar convencer a la comunidad médica del origen de la 'ebre% La primera fecha importante es *+-, cuando arranca en 5iena la anatomía patol!gica y, con ella, las autopsias. La segunda es el momento en *Q en el que los médicos del hospital vienés empie8an a lavarse con cloro antes de atender a cada paciente de ginecología. A$s claro, agua. 0unque emmelDeis no sabía qué era el responsable de la infecci!n, sí sabía que e/istía alg(n tipo de corrupci!n que era transmisible del cad$ver a la madre, o entre una madre y otra. igue siendo una teoría de contagio, pero puedes ver que el nivel del an$lisis empírico es ya fruto de una ciencia madura, y la soluci!n estaba muy clara. 0 pesar de estos ra8onamientos l!gicos y comprobaos muchos médicos no aceptaron esta teoría, no estaban listos para aceptarla. )oy en día, conocemos perfectamente al responsable de aquellas muertes% es una bacteria llamada treptococcus pyogenes, un estreptococo que causa muchas otras infecciones treptococcusRpyogenes, el causante de las 'ebres puerperales ;dominio p(blico<. iete años después de que emmelDeis reali8ase su descubrimiento, un inglés contribuiría a su ve8 a nuestra comprensi!n sobre las infecciones. e trataba de otro médico, Sohn noD, y en este caso la lucha era contra una de las enfermedades que m$s gente mat! durante el siglo 464 en todo el mundo% el c!lera, cuyo nombre tiene la misma raí8 que uno de los cuatro humores que seguro que recuerdas% la bilis o hole. noD se enfrent! al c!lera porque esta enfermedad acab! con muchas vidas en el 9eino Bnido, y especialmente en Londres, en varias oleadas durante el siglo 464 fue especialmente asolado por la infecci!n, y algunas 8onas m$s que otras 1 las m$s pobres m$s a menudo y m$s violentamente. La concepci!n general sobre lo que estaba pasando era la de la teoría miasm$tica, prevalente en casi toda Europa por entonces% el c!lera se debía al aire impuro o miasma, del que eran responsables las malas condiciones higiénicas de los barrios m$s pobres de las grandes ciudades. 0l respirar ese miasma, la gente contraía la enfermedad y muchos morían. 7ohn 4no# &'5')+'565-.
noD era consciente de que la teoría miasm$tica no e/plicaba bien por qué la enfermedad aparecía en 8onas al principio bastante restringidas, cuando la suciedad llenaba casi toda la ciudad, y por qué luego disminuía en virulencia muy r$pidamente, para luego volver en unos años.
En * se produjo una nueva oleada de la enfermedad en Londres, y el médico pudo observar lo que pasaba de primera mano, en vivo y en directo, despla8$ndose a las 8onas afectadas y hablando con la gente 1 algo que, de acuerdo con la teoría miasm$tica, probablemente debería haberle costado la vida. 7urante esta oleada de *, una de las m$s terribles de todas, se produjo un brote concreto en el barrio del oho. En el espacio de tres días murieron *+Q personas. noD acudi! prontamente y se dedic! a recabar informaci!n por la desesperaci!n ante el avance tremendo de la enfermedad. La casi totalidad de las muertes de los primeros tres días se produjeron en una misma calle, Hroad treet, lo cual era muy sospechoso de creer en la valide8 de la teoría miasm$tica. =ero la clave de la cuesti!n, tan importante fue lo que hi8o abrir los ojos no s!lo a noD todos los fallecidos e/cepto die8 recogían agua de la misma fuente p(blica de Hroad treet. noD recomend! clausurar esa fuente, y el ayuntamiento de Londres directamente le quit! el mango para inutili8arla ;era de bombeo<. Las muertes en la 8ona pararon casi en seco, aunque el propio noD era consciente de que esto fue menos por quitar la bomba que por el p$nico que había hecho que casi todo el mundo huyera a casas de familiares en otras partes de la ciudad. =osteriormente se descubri! que la fuente e/traía agua justo al lado de una fosa séptica y que había un traspaso de agua entre la fosa y el dep!sito subterr$neo. ahora sí que tenía una sospecha 1la cone/i!n entre el agua y la enfermedad. Todo lo que encontr! encajaba muy bien. Entre otras cosas descubri! que la compañía del agua la e/traía en varios lugares del río T$mesis, a donde iban a parar las aguas fecales de muchos hogares, y luego la bombeaba a las casas de ciertos barriosG casas en las que había habido una incidencia de c!lera mucho mayor que la media. En unos meses pas! lo peor de la pandemia y todo volvi! a la normalidad, en el oho y en el resto de Londres. U entonces la opini!n p(blica y el gobierno reaccionaron como si estuvieran compuestos por seres humanos% cuando pas! la oleada de c!lera volvi! a instalarse el mango de la bomba de la fuente de Hroad treet.. e había resuelto la emergencia, había pasado el peligro Jaraday implor! al ayuntamiento que mejorase las condiciones del agua de la ciudad% lo hi8o en *, justo después de la tragedia del oho. 7el mismo modo que nadie hi8o caso a noD, tampoco se lo hicieron a Jaraday. M)ala, a beber aguas fecalesN La reacci!n ante emmelDeis en *Q fue de incredulidad. 0lgo muy parecido pas! con noD@ tanto en un caso como en otro se emplearon los métodos sugeridos por ambos, los métodos funcionaronG pero no se abandonaron las antiguas ideas. En Jlorencia en *. Ese año la misma pandemia de c!lera que barría Londres pasaba por la ciudad toscana. 0llí vivía un médico, Jilippo =acini, que disponía de uno de los mejores microscopios de la época en la Bniversidad de Jlorencia 8ilippo Pacini &'5'*+'55)-.
=acini era el catedr$tico de anatomía de la Bniversidad de Jlorencia, de modo que cuando el c!lera empe8! a matar gente en Jlorencia hi8o lo
l!gico% e/aminar con su microscopio muestras de tejido durante las autopsias a los fallecidos por la enfermedad. 0l hacerlo descubri! algo e/traordinario, que debería haber barrido el mundo entero como el descubrimiento m$s importante en medicina en décadas. En el tejido de la mucosa intestinal había miríadas de criaturas microsc!picas que se movían agitadamente. 0unque nadie en el mundo le diera importancia, =acini acababa de identi'car una enfermedad producida por un microorganismo. El toscano denomin! a estos seres vibriones por su movimiento agitado. 0unque en la mucosa intestinal de cualquier ser humano e/istían multitud de microorganismos, =acini s!lo encontr! estos vibriones en las muestras tomadas de pacientes infectados de c!lera. A$s claro, agua 1 siempre que no fuera agua orentina, por supuesto. Jilippo =acini public! sus resultados en un artículo claro y meridiano en el mismo año de *, en el que que establecía la correlaci!n entre la presencia de los vibriones en la mucosa intestinal y el padecimiento del c!lera. El mundo ignor! absoluta y completamente la publicaci!n y se aferr! a la teoría miasm$tica. =ero la tragedia de =acini no acaba aquí. El italiano public! de nuevo con m$s informaci!n y detalles sobre el c!lera en *V, *VV, *Q*, *QV y *F. 6denti'c! el daño producido por el microbio en la mucosa intestinal, que a su ve8 producía la diarrea que solía acabar con la vida del enfermo, y recomend! como medida e/trema para salvar la vida del paciente la inyecci!n de soluci!n salina intravenosa 1un método muy e'ca81. Los artículos de =acini dejaban bien claro que el responsable del c!lera era un ser vivo microsc!pico, detallaban c!mo ese ser vivo dañaba la mucosa y producía los síntomas de la enfermedad, y descartaban indudablemente la teoría miasm$tica. in embargo, la inmensa mayoría de la comunidad cientí'ca italiana seguía pensando que el miasma era el responsable de todo y, desgraciadamente, las publicaciones de =acini no tuvieron el menor eco fuera de 6talia. En *V el francés Louis =asteur revolucion!, esta ve8 sí, nuestra concepci!n de los gérmenes, aunque no estrictamente en relaci!n con l as enfermedades porque =asteur demostr! que la generaci!n espont$nea aristotélica era absurda, que la fermentaci!n est$ producida por hongos y bacterias vivos que provienen de otros hongos y bacterias vivos, y que aunque estos organismos sean microsc!picos es posible o bien evitar su aparici!n o bien matarlos. Es cierto que en el V =asteur no habl! de enfermedades, pero su descubrimiento terminaría siendo importantísimo para nuestro conocimiento sobre ellas. La ra8!n es que, de llegarse a demostrar la responsabilidad microbiana de alguna enfermedad, el descubrimiento de =asteur signi'caría que era posible evitar la entrada del pat!geno vivo en el cuerpo o bien matarlo si llegaba a entrar. 7e ahí que =asteur sea uno de los padres de la teoría germinal. En *VW otro francés, Sean 0ntoine 5illemin. estaba estudiando una enfermedad diferente al c!lera pero a(n m$s terrible en cuanto al n(mero de muertes por aquella época% la tuberculosis. La noci!n general sobre esa enfermedad era similar a la referente al c!lera% el aire impuro producía la aparici!n de la enfermedad.
7ean %ntoine 9illemin &'5*+'5:*-.
in embargo, 5illemin aplic! una ve8 m$s el método cientí'co al problema. Tom! conejos perfectamente sanos e introdujo en ellos tejido infectado o qué1 materia infecciosa procedente de cad$veres de seres humanos y vacas muertos por tuberculosis. :asi todos los conejos contrajeron la tuberculosis. Los que no habían sido infectados no la contrajeron, y todos ellos 1sanos y enfermos1 habían respirabado aire perfectamente limpio. pero no lo vimos. Los resultados de 5illemin fueron generalmente ignorados. in embargo en este caso, afortunadamente, tal ve8 por ser francés o tal ve8 por alguna otra ra8!n, otros cientí'cos europeos sí conocieron de las investigaciones de 5illemin y fueron inuidos por ellas. Bno de ellos fue un médico prusiano que seguramente conoces% 9obert Xoch. ;obert -.
Xoch disponía de las observaciones de 5illemin y los e/perimentos de =asteur para servirle de base. Tampoco hay que olvidar que hacia *QF, aunque la mayor parte de los médicos siguieran siendo partidarios de la teoría miasm$tica, ya había el su'ciente n(mero de ellos que la cuestionaban como para que no fueran ignorados por e/céntricos. El prusiano era, adem$s, un e/perimentador meticulosísimo 1probablemente una de las mayores virtudes de un e/perimentador1. En *Q, Mseis años después de 5illemin y nada menos que veintiuno después que =aciniN, Xoch se dedic! a investigar otra enfermedad infecciosa% el carbunco, a veces llamado $ntra/ maligno. Tras reali8ar un estudio histol!gico con microscopio, Xoch se dio cuenta de algo a lo que ya estar$s acostumbrado hoy% en el ganado muerto por carbunco había un microorganismo que no aparecía en el ganado sano. e trataba de una bacteria que hoy llamamos Hacillus anthracis, un bacilo que se reproduce mediante esporas 1 y Xoch también identi'c! las esporas. =ero, como digo, Xoch no era prusiano s!lo de nombre. :on un rigor tremendo se dedic! a e/traer no s!lo tejido infectado, sino los propios bacilos de animales muertos, para luego hacer cultivos con ellos y después inyect$rselos a conejos sanos ;con un grupo de conejos de control sin infectar, por supuesto<. el Hacillus anthracis era el responsable de la enfermedad sin la menor duda. En los artículos de Xoch no s!lo se demostraba empíricamente que esta bacteria era la responsable del carbunco% se describía todo su ciclo vital, su reproducci!n por esporas y el mecanismo de transmisi!nG esta ve8 sí. La comunidad cientí'ca se rindi! a los pies de Xoch. e acept!, por primera ve8 en la historia, en *QV, que una enfermedad estaba causada por un ser vivo microsc!pico. Mi von LeeuDenhoe hubiera vivido para verloN =orque Xoch no había hecho m$s que empe8ar. )i8o crujir sus nudillos y fue a por la pr!/ima. .Xoch conocía el trabajo del francés 5illemin y, tras su descubrimiento del bacilo del carbunco, imagino que no tenía la menor duda de que algo parecido sucedía en este caso. 0hora disponía adem$s de dos mejoras% su ayudante Sulius 9ichard =etri había diseñado un pequeño platito de cristal, llamado a(n hoy placa de =etri, para reali8ar cultivos de bacterias con
facilidad. 0dem$s, el propio Xoch había desarrollado un método para tintar bacterias, haciéndolas así mucho m$s f$cilmente visibles al microscopio. 0rmado con todo esto y con un suministro generoso de conejos de corta vida, el prusiano desentrañ! el misterio de la tuberculosis sin el menor problema. 6denti'c! el microorganismo presente en el tejido infectado ;Aycobacterium tuberculosis<, lo e/trajo, cultiv! e inyect! en conejos sanos. Bna ve8 m$s la cosa estaba clarísima. Xoch public! sus resultados en *+. =or entonces su fama era mundial, y no hi8o sino crecer con este nuevo descubrimiento 1que, junto con otros posteriores para la inmuni8aci!n, salv! muchos miles de vidas1. En *Xoch puso su atenci!n, por 'n, en el c!lera. )acía tres años de la (ltima publicaci!n de =acini en *F, de la cual el prusiano no tenía noci!n.=or aquella época había una oleada de c!lera en Egipto, de modo que Xoch se traslad! allí para poner en marcha su laboratorio, pero la oleada termin! pronto. El cientí'co viaj! entonces a la 6ndia, el origen hist!rico de la enfermedad, donde era 1y sospecho que sigue siendo1 endémica, y allí se puso manos a la obra con los resultados habituales. El responsable del c!lera era un microorganismo. Lo que Xoch vio en su microscopio al e/aminar sus cultivos en *- no era otra cosa que los vibriones de Jilippo =acini, que hoy seguimos llamando 5ibrio cholerae en su honor, igual que el propio género de bacterias vibrio. M=or 'nN MJinalmente, en *, =acini podría recibir el reconocimiento que merecía por su revolucionario descubrimento tres décadas atr$sN 0fortunadamente los descubrimientos de Xoch nos permitieron salvar muchísimas vidas% el triunfo de la teoría microbiana supuso a su ve8 el nacimiento de la inmunología y la asepsia, y 'nalmente desarrollaríamos vacunas, sueros y antibi!ticos, y la esperan8a de vida para los afortunados con acceso a ellos aumentaría considerablemente. Xoch logr! probar la teoría germinal de las enfermedades infecciosas tras sus investigaciones en tuberculosis, siendo por ello galardonado con el premio Iobel en Aedicina y Jisiología, en el año *WF.- Estableci! lo que se ha denominado desde entonces los postulados de Xoch, mediante los cuales se estandari8aban una serie de criterios e/perimentales para demostrar si un organismo era o no el causante de una determinada enfermedad. Estos postulados se siguen utili8ando hoy en día.