Texto 1
El niño en desarrollo puede considerarse adecuadamente en términos conceptuales como un manojo de respuestas interrelacionadas en interacción con estímulos. Algunos de estos estímulos emanan del medio externo, otros de la propia conducta del niño, y otros más de la estructura y funcionamiento biológico del niño. Por tanto, el niño no es solamente una fuente de respuestas, sino que es también una fuente de algunos estímulos. Desde este punto de vista, una parte del medio del niño está dentro de su propio cuerpo. El número y el tipo de respuestas que un niño es capaz de desplegar en cualquier momento de su vida están determinados por su estatus en el reino animal: características de las especies, su etapa de maduración biológica y su historia de intervención con su ambiente particular desde la fertilización. Frente a esto, el niño tiene un tremendo número y variedad de reacciones separadas, y los psicólogos del desarrollo han intentado agruparlas de acuerdo a una u otra concepción de la personalidad del de l hombre (…). En nuestro enfoque nos proponemos considerar a la conducta del niño como formada de dos clases básicas de respuestas: respondientes y operantes. Las respondientes son aquellas respuestas que son controladas principalmente, fortalecidas o debilitadas, por los estímulos que las preceden; y las operantes son las respuestas que son controladas primordialmente por los estímulos que las siguen. Este esquema nos permitirá clasificar cualquier respuesta de la gran diversidad de conductas del niño en una de estas dos categorías basándonos únicamente en criterios observables, objetivos. Tal distinción es funcional o causal, en el sentido de que está basada en las variables o estímulos que controlan la respuesta en cuestión (…). En resumen, la conducta del niño en desarrollo es considerada como un conjunto de conductas respondientes y operantes interrelacionadas y como una fuente de estímulos que adquieren propiedades funcionales en relación con estas conductas.
Texto 2
Es mi opinión que el actual conocimiento acerca de la socialización nos permite especificar cuatro propiedades del entorno ecológico que favorecen los procesos de desarrollo humano. Propuesta 1: Un contexto de desarrollo primario es aquel en el
que el niño puede observar e incorporarse a patrones en uso de actividad progresivamente más compleja, conjuntamente o bajo la guía directa de personas que poseen conocimientos o destrezas todavía no adquiridas por el niño, y con las cuales éste ha establecido una relación emocional positiva. Propuesta 2: Un contexto de desarrollo secundario es aquel en el
cual se ofrecen al niño las oportunidades, recursos y estímulos para implicarse en actividades que ha aprendido en los contextos de desarrollo primarios, pero ahora sin la intervención activa o la guía directa de otra persona poseedora del conocimiento o destreza que supere a la del niño. Puede vaticinarse que si examinamos sistemáticamente los contextos reales en los que los niños de nuestra sociedad pasan sus horas de vigilia, nos encontraríamos con que muchos de los escenarios adolecen en gran medida de ambos conjuntos de requisitos. Propuesta 3: El desarrollo potencial de un escenario depende del
grado en que las terceras partes presentes en el escenario apoyen o socaven las actividades de aquellos actualmente implicados en la interacción con el niño. Propuesta 4: El potencial de desarrollo de un escenario de
crianza se ve incrementado en función del número de vínculos sustentadores entre ese escenario y otros contextos en los que se insertan el niño y los adultos responsables de su cuidado. Tales interrelaciones pueden adoptar la forma de actividades compartidas, comunicación en los dos sentidos e información suministrada a cada escenario sobre los demás.
Texto 3
Conocer un objeto es operar sobre él y transformarlo. Los estadios del desarrollo se suceden en el mismo orden, así como sus subestadios, lo que muestra perfectamente el carácter natural y espontáneo de su desarrollo en secuencias; por el contrario, no corresponden a edades absolutas, y según los distintos medios sociales y la experiencia adquirida se observan aceleraciones o retrasos. Cuando se trata de la palabra o de la enseñanza verbal se parte del postulado implícito de que esta transmisión educativa proporciona al niño instrumentos de asimilación como tales, al mismo tiempo que los conocimientos a asimilar, y se olvida que tales instrumentos sólo pueden adquirirse mediante una actividad interna y que toda asimilación es una reestructuración o una reinvención. En la medida en que se considera al niño dotado de una verdadera actividad y que el desarrollo del espíritu se comprende en su dinamismo, la relación entre los sujetos a educar y la sociedad se hace recíproca: el niño tiende a acercarse al estado de hombre no ya por la mera recepción de la razón y de las reglas de la acción humana tal y como se la preparan, sino conquistándolas mediante su esfuerzo y experiencias personales; a su vez, la sociedad espera de las nuevas generaciones algo más que una imitación: un enriquecimiento. Si el pensamiento del niño es cualitativamente diferente del nuestro, el fin principal de la educación es formar la razón intelectual y moral (…). Por tanto, para la escuela nueva tiene una importancia fundamental saber cuál es la estructura del pensamiento.