Judith JarvisThomson
Una defensa del aborto
Una defensa del aborto *
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Judith JarvisThomson
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a OPOSICIÓN al aborto descansa, en buena medida, sobre la premisa de que el feto es un ser humano, una persona, desde el momento de la concepción. Se argumenta a favor de esta premisa, pero, a mi entender, no se argumenta bien. omemos, por e!emplo, el argumento m"s com#n. Se nos pide que advirtamos que el desarrollo del ser humano desde la concepción, pasando por el nacimiento, $ hasta la infancia, es continuo% $ en seguida se dice que tra&ar una l'nea, elegir un punto en ese desarrollo $ decir (antes de esta l'nea el feto no es persona, despu)s de la l'nea s' lo es* es tomar una decisión decisión arbitraria, es hacer una elección a favor de la cual no puede darse ninguna buena ra&ón. Se llega a la conclusión de que el feto es una persona, o, al menos, de que deber'amos decir que lo es, desde el momento de la concepción. Pero esta conclusión no se desprende de lo anterior. Podr'amos decir algo similar sobr) el desarrollo de una bellota que se convierte en un encino, pero a partir de ello no concluimos que las bellotas sean encinos, o que deber'amos decir que lo son. +os ra&onamientos de este tipo reciben a veces el nombre de (ra& (ra&on onam amie ient ntos os resb resbal alad adi& i&os os** la la e-pr e-pres esió iónn qui& qui&"" se e-pl e-plic icaa por por s' mism misma a $ resu result ltaa descora&onador que quienes se oponen al aborto se apo$en mucho en ellos con falta de sentido cr'tico. Sin embargo, me inclino a aceptar que el pro$ecto de (tra&ar una l'nea* en el desarrollo del feto parece mu$ dif'cil. e inclino a creer tambi)n que probablemente tenemos que aceptar que el feto se convierte en un ser humano bastante antes del nacimiento. /s ciertamente una sorpresa enterarse de cu"n temprano comien&a a adquirir caracter'sticas humanas. 0acia la d)cima semana, por e!emplo, $a tiene cara, bra&os, piernas $ dedos% tiene órganos internos $ se puede detectar actividad cerebral1. Pero, por otro lado, pienso que la premisa es falsa, que el feto no es persona desde el momento de la concepción. 2n óvulo reci)n fecundado, un grupo de c)lulas reci)n implantado, no es una persona corno tampoco una bellota es un encino. Pero no vo$ a discutir nada de esto, porque lo que me parece de gran inter)s es preguntar qu) sucede si, por mor del argumento, aceptamos la premisa. 34e qu) modo preciso se supone que llegamos desde ah' a la conclusión de que el aborto no es moralmente permisible5 6uienes se oponen al aborto suelen pasar la ma$or parte del tiempo probando que el feto es una persona, pero casi no se detienen a e-plicar el paso de ah' a la no permisibilidad del aborto. al ve& consideran el paso demasiado simple u obvio como para merecer comentario alguno. o qui&" sólo est)n economi&ando argumentos. uchos de los que defienden el aborto se apo$an en la premisa de que el feto no es una persona, sino tan sólo un poco de te!ido que se convertir" en persona al nacer% $ 3por qu) ofrecer m"s argumentos de los necesarios5 Sea cual sea la e-plicación, creo que el paso que dan no es ni f"cil ni obvio, que e-ige un e-amen m"s detenido que el que suele hacerse, $ que cuando le dediquemos ese e-amen nos sentiremos inclinados a recha&arlo. Propongo, pues, que concedamos que el feto es una persona desde el momento de la concepción. 3Cómo prosigue el argumento a partir de ah'5 Creo que m"s o menos de la siguiente manera, oda persona tiene derecho a la vida. 4e modo que el feto tiene derecho a la vida. No ha$ duda de que la 7 8grade&co 8grade&co mucho mucho a 9ames homson homson su su discusión, discusión, su cr'tica cr'tica $ sus #tiles #tiles sugeren sugerencias cias.. 1 4. Ca Calla llahan, Abortion: Law, Choice and Morality, Nueva :or;, 7<=>, p. ?=@. /se libro ofrece un fascinante estudio de la información que e-iste sobre el aborto. +a tradición !ud'a es e-aminada por 4.. Aeldman, en Birth Control in Jewish Law, Nueva :or;, 7.
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Una defensa del aborto
Judith JarvisThomson
madre tiene derecho a decidir lo que suceda a su cuerpo $ en su cuerpo% cualquiera admitir'a eso. Pero con seguridad el derecho de una persona a la vida es m"s fuerte $ m"s e-igente que el de la madre a decidir lo que suceda a su cuerpo $ en su cuerpo. cuerpo. Por lo tanto, vale m"s. 4e modo que no se puede matar al feto% no se pueden practicar abortos. Suena veros'mil. Pero ahora perm'tame usted pedirle que se imagine lo siguienteE 2sted se desp despie iert rtaa una una maFa maFana na $ se encu encuen entr traa en la cama cama espal espalda da cont contra ra espal espalda da con con un viol violin inist istaa inconsciente. 2n famoso violinista inconsciente. Se descubrió que tiene una enfermedad renal mort mortal, al, $ la Soci Socied edad ad de 8man 8mante tess de la #sic #sicaa ha cons consul ulta tado do todo todoss los los regist registro ross m)di m)dico coss disponible disponibless $ ha descubierto que sólo usted tiene el grupo sangu'neo sangu'neo adecuado para a$udarlo. Por consiguiente usted ha sido secuestrado, $ la noche anterior han conectado el sistema circulatorio del violinista violinista al su$o, de modo que los riFones de usted puedan ser usados para purificar la sangre del violinista adem"s de la su$a propia. : el director del hospital le dice ahora a ustedE (ire, sentimos mucho que la Sociedad de 8mantes de la #sica le ha$a hecho esto, nosotros nunca lo hubi)ramos permitido de haberlo sabido. Pero, en fin, lo han hecho, $ el violinista est" ahora conectado a usted. 4esconectarlo a usted ser'a matarlo a )l. Pero no se preocupe, sólo es por nueve meses. Para entonces se habr" recuperado de su enfermedad, $ podr" ser desconectado de usted sin ning#n peligro.* 3/st" usted moralmente obligado a acceder a esta situación5 No ha$ duda de que ser'a mu$ amable amable de su parte parte si lo hiciera, hiciera, demost demostrar rar'a 'a una gran generosi generosidad dad.. Pero Pero ¿tiene ¿tiene usted que acceder5 acceder5 36u) pasar'a pasar'a si no fueran nueve meses, sino nueve nueve aFos5 3O a#n m"s5 36u) suceder'a si el director del hospital di!eraE (ala suerte, de acuerdo, pero ahora tiene usted que quedarse en cama, conectado al violinista por el resto de su vida. Porque recuerde estoE toda persona tiene derecho a la vida, $ los violinistas son personas. Por supuesto, usted tiene derecho a decidir lo que suceda a su cuerpo $ en su cuerpo, pero el derecho de una persona a la vida prevalece sobre el derecho de usted a decidir sobre su cuerpo. 8s' que nunca podr" ser desconectado de )l*5 Creo que usted considerar'a que eso es monstruoso, lo cual es indicio de que ha$ algo realmente equivocado en el argumento que acabo de mencionar $ que suena tan veros'mil. Por supuesto, en este caso usted fue secuestrado, usted no se brindó para la operación que conecG taba al violinista a sus riFones. 3Pueden aquellos que se oponen al aborto sobre la base que antes mencion) hacer una e-cepción cuando se trata de un embara&o debido a una violación5 Por supuesG to. Pueden decir que las personas tienen derecho a vivir sólo si no fueron concebidas durante una violación% violación% o pueden pueden decir que todas las personas personas tienen derecho a la vida, pero que algunos algunos tienen menos derecho a la vida que otros, es decir, que los que fueron concebidos en una violación tienen menos derecho. Pero estas afirmaciones no suenan mu$ bien. 4esde luego, la cuestión de si se tiene derecho a la vida o no, o de cu"nto derecho se tiene, no deber'a depender del hecho de si se es producto de una violación o no. : en realidad, la gente que se opone al aborto bas"ndose en lo que antes mencion), no hacen esa distinción $, por ende, no hacen una e-cepción en el caso de la violación. ampoco hacen una e-cepción en el caso de que la madre tenga que pasar los nueve meses del embara&o en la cama. /star'an de acuerdo en que ser'a una gran l"stima, $ mu$ duro para la madre% pero de todas maneras, toda persona tiene derecho a la vida, el feto es una persona, $ as' suce sucesi siva vam mente ente.. 4e hech echo, sosp sospec echo ho que no har'a ar'ann una e-ce e-cepc pció iónn en el caso caso de que, ue, milagrosamente, el embara&o se prolongara durante nueve aFos, o incluso durante el resto de la vida de la madre. 8lgunos ni siquiera har'an una e-cepción en el caso de que la continuación del embara&o pudiera acortar acortar la vida de la madre% consideran consideran el aborto no permisible permisible incluso cuando cuando se trata de salvar la
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1. +lamemos (postura e-trema* a la postura de que el aborto no es permisible ni para salvar la vida
de la madre. Primero, quiero aclarar que no se deriva del ra&onamiento que antes mencion) si no aFadimos algunas premisas importantes. Supongamos que una mu!er ha quedado embara&ada $ se entera de que el estado de su cora&ón es tal que si lleva el embara&o a t)rmino, morir". 36u) se pueG de hacer por ella5 /l feto, al ser persona, tiene derecho a vivir, pero como la madre tambi)n es una persona, tambi)n tiene derecho a vivir. Presumiblemente ambos tienen el mismo derecho a vivir. 3Cómo se supone que llegamos a la conclusión de que no puede llevarse a cabo un aborto5 Si la madre $ el niFo tienen igual derecho a la vida, 3no deber'amos echar una moneda al aire5 3O debeG r'amos aFadir al derecho a la vida de la madre su derecho a decidir sobre su cuerpo que todo el mundo parece dispuesto a aceptar, con lo que la acumulación de sus derechos prevalecer'a sobre el derecho a la vida del feto5 /l ra&onamiento m"s conocido es el siguienteE Se nos dice que la reali&ación del aborto supondr'a una privación directa? de la vida vida del niFo, niFo, mientr mientras as que no hacer nada no supondr' supondr'aa matar matar a la madre, sino sólo de!arla morir. 8dem"s, al matar al niFo, matar'amos a una persona inocente, porque el niFo no ha cometido crimen alguno, $ no pretende dar muerte a su madre. : esto puede continuar de diversas manerasE H7 Pero como la privación directa de la vida de una persona inocente no es permisible en ninguna circunstancia, no se puede practicar un aborto. O H1 como la privación directa de la vida de una persona inocente es un asesinato, $ el asesinato nunca es permisible en ninguna circunstancia, no puede reali&arse un aborto.J O H? como es m"s fuerte el deber que uno tiene de no matar directamente a una persona inocente que el deber de salvar de la muerte a una persona, no puede reali&arse el aborto. O HJ si las #nicas opciones opciones que se tienen son matar directamente a una persona inocente, o de!ar que una persona muera, uno tiene que preferir esto #ltimo% por lo tanto, el aborto no puede reali&arse. @ 8lgunos aparentemente han pensado que no ha$ que aFadir esas otras premisas para llegar a la conclusión, pues se deriva del mero hecho de que una persona inocente tiene derecho a la vida. B Pero esto me parece un error, $ probablemente probablemente la manera m"s sencilla de demostrarlo demostrarlo sea destacar destacar que aunque, en efecto, tenemos que admitir que los inocentes tienen derecho a la vida, las tesis contenidas en H7GHJ son todas falsas. ómese H1, por e!emplo. Si matar directamente a un inocente es un asesinato, $ por lo tanto no es permisible, entonces el que la madre mate directamente a la persona inocente que est" dentro de ella es un asesinato, $ por lo tanto no es permisible. Pero no puede considerarse seriamente que sea un asesinato si la madre hace que se le practique un aborto para salvar su vida. No se puede decir en serio que tiene que abstenerse, que tiene que sentarse pasivamente $ esperar la muerte. /-aminemos una ve& m"s al caso de usted $ el violinista. 2sted se encuentra en la cama, con el violinista, $ el director del hospital le diceE (odo esto es mu$ ? /l t)rmino t)rmino (directo* (directo* al que me refiero refiero en los ra&onamientos ra&onamientos es t)cnico t)cnico.. 8 grandes rasgos, rasgos, lo que quiere quiere decirse con con Kmatar directamenteK es matar como un fin en s' mismo o como medio para alg#n fin, como el de salvar la vida de otra persona. D)ase m"s adelante la n. B, en donde se e!emplifica su uso. J Encíclica del Papa Pío ! sobre el "atri"onio cristiano: cristiano: #Por mucho que compade&camos a la madre, cu$a salud e incluso vida peligren gravemente al llevar a cabo el deber que le ha conferido la Naturale&a, 3qu) ra&ón suficiente habr'a para !ustificar, del modo que fuese, el asesinato directo del inocente5 /sto es precisamente de lo que aqu' nos ocupamos.* Noonan Len The Moralíty of Abortion$ se e-presa de la siguiente maneraE (36u) ra&ón puede !ustificar nunca, del modo qu) sea, matar directamente a un inocente5 Porque de eso se trata.* @ +a tesis tesis del apartado apartado HJ es interes interesante, ante, pero pero m"s d)bil d)bil que las de H7, H7, H1 $ H?E )stas descar descartan tan el aborto aborto incluso incluso en los casos en que tanto la madre como el niFo mueren si no se lleva a cabo el aborto. /n cambio, quien sostuviera la tesis HJ podr'a congruentemente decir que no se tiene que preferir de!ar que dos personas mueran a matar a una. B Ara Aragmen gmento to de la Carta a la %ociedad Cat&lica !taliana de Co"adronas, de P'o MIIE (/l niFo que se halla en el
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lamentable $ lo compade&co de verdad, porque esto est" suponiendo un esfuer&o adicional para sus riFones, $ morir" al cabo de un mes. Pero usted tiene que quedarse aqu' de todos modos. Porque si lo descon desconect ect"ram "ramos, os, eso supond supondr'a r'a matar matar direct directamen amente te a un violin violinista ista inocen inocente, te, $eso $eso es un asesinato, $ no es permisible.* Si ha$ algo en el mundo que sea cierto es que si usted e-tiende la mano $ se desconecta del violinista para salvar su vida, usted no comete un asesinato, no hace nada prohibido. +os escritos sobre el aborto se han centrado principalmente en lo que un tercero puede o no puede hacer ante la petición de una mu!er de que se le practique un aborto. Por un lado esto es comprensiG ble% tal $ como est"n las cosas, no ha$ manera de que una mu!er pueda practicarse a s' misma un aborto de una manera segura. 4e modo que la cuestión que se plantea es qu) puede hacer un terceG ro, $ lo que pueda hacer la madre, si es que se menciona, se deduce, casi como una idea adicional, adicional, de la conclusión a la que se llegue sobre lo que un tercero puede hacer. Pero me parece que tratar as' este asunto equivale a rehusarse a concederle a la madre la condición de persona, misma que se insiste vivamente en atribuirle al feto, pues no podemos simplemente deducir lo que una persona puede hacer de lo que un tercero pueda hacer. Imagine que se encuentra usted atrapado en una casa diminuta con un niFo. e refiero a una casa realmente. diminuta $ a un niFo que crece mu$ de priG saE usted se encuentra $a totalmente pegado a la pared de la casa $ en pocos minutos se ver" aplasG tado. /l niFo, por otra parte, no morir" aplastado% si no se hace nada para detener su crecimiento, reG sultar" herido, herido, pero al final simplemente simplemente har" reventar la casa $ )l saldr" convertido convertido en un hombre hombre libre. libre. /ntend /ntender'a er'a perfect perfectame amente nte si un tercero tercero di!eraE di!eraE (No podem podemos os hacer hacer nada nada por por usted. usted. No podemos elegir entre su vida $ la de )l, no podemos ser nosotros quienes decidan qui)n ha de vivir. No podemos intervenir.* Pero no se puede llegar a la conclusión de que tampoco usted puede hacer nada, de que no puede atacarlo para salvar su vida. Por mu$ inocente que sea el niFo, usted no pued puedee espera esperarr pasiv pasivam amen ente te mien mientr tras as )l la apla aplasta sta hasta hasta mata matarl rla. a. Pued Puedee ser ser que que a una una mu!e mu!err embara&ada se la perciba vagamente como si fuera una casa a la que no se le concede el derecho de autodefensa. Pero si la mu!er alberga al niFo deber'amos recordar que es una persona quien lo alberga. 6ui&"s deber'a deber'a detenerme para decir de manera e-pl'cita que $o no esto$ afirmando afirmando que la gente tenga derecho a hacer cualquier cosa para salvar la vida. "s bien creo que ha$ l'mites dr"sticos al derecho de autodefensa. Si usted recibe una amena&a de muerte a menos de '(e mate a otra persona con torturas, creo que ni para salvar la vida tendr'a usted derecho a hacer tal cosa, Pero el caso que aqu' consideramos es mu$ distinto. /n nuestro caso sólo ha$ dos personas involucradas, aquella cu$a vida est" amena&ada, $ la que la amena&a. 8mbas son inocentesE la que est" amena&ada no recibe la amena&a por haber cometido alguna falta, $ la que amena&a tampoco ha cometido ninguna. Por esta ra&ón, podemos pensar que nosotros, terceros, no podemos intervenir. Pero s' p uede hacerlo la persona amena&ada. /n suma, una mu!er puede ciertamente defender su vida de la amena&a que para ella representa el hi!o no nacido, nacido, aun si esto implica implica la muerte de este #ltimo. #ltimo. : esto no sólo demuestra demuestra que las tesis del H7 al HJ son falsas% tambi)n demuestra que la postura e-trema sobre el aborto es falsa, por lo que no hace falta qu) intentemos encontrar otras posibles maneras de llegar a ella partiendo del raG &onamiento que e-puse al principio. 2. +a postura e-trema puede debilitarse de modo que diga que, si bien el aborto es permisible para salvar la vida de la madre, no puede ser practicado por un tercero, sino sólo por la misma madre. Pero esto tampoco puede ser correcto, pues debemos tener presente que la madre $ el niFo no nacido nacido no son como dos inquilinos inquilinos que ocupan una casa pequeFa pequeFa que, por un lamentable lamentable error, ha
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ros no pueden hacer nada. Nos permite ver que un tercero que diga (no puedo decidir entre ustedes dos* se engaFa a s' mismo si cree que eso es ser imparcial. Si 9uan se ha encontrado $ se ha puesto un determinado abrigo que necesita para no helarse, pero que tambi)n Pedro necesita para no helarG se, no ser'a imparcial decir (no puedo decidir entre ustedes dos* si Pedro es el dueFo del abrigo. +as mu!eres han dicho una $ otra ve& (/ste cuerpo es mío *, $ tienen ra&ón en sentirse furiosas, en sentir que ha sido como hablar a las paredes. No creo que Pedro nos bendiga si le decimos (ClaG ro que es tu abrigo, cualquiera lo admitir'a. Pero nadie puede escoger entre t# $ 9uan a qui)n de los dos se le deba dar*. /n realidad deber'amos deber'amos preguntar preguntar qu) es lo que mueve a decir (nadie puede escoger* escoger* ante el heG cho de que el cuerpo que alberga al niFo es el cuerpo de la madre. Puede ser simplemente que no se dan cuenta de ese hecho. Pero puede que sea algo m"s interesante, a saber, la creencia de que uno tiene el derecho a negarse a ponerle la mano encima a otro, incluso en caso de ser !usto hacerlo, inG cluso cuando la !usticia pareciera requerir que alguien lo haga. 4e este modo, la !usticia podr'a e-iG gir que alguien le quitara a 9uan el abrigo de Pedro, $ sin embargo t# tendr'as el derecho a negarte a ponerle la mano encima a 9uan $ el derecho a negarte a obligarlo f'sicamente. Creo que esto tiene que admitirse. Pero lo que deber'a decirse entonces no es (nadie puede elegir*, sino sólo ( yo no puedo elegir*, , $ ni siquiera esto, sino ( yo no actuar é *, de!ando abierta la posibilidad de que alG é *, guien pueda o deba hacerlo, $ en particular, de que alguien en una posición de autoridad, con la taG rea de defender los derechos de la gente, pueda pueda $ deba hacerlo. hacerlo. 8s' que no ha$ ninguna complicaG complicaG ción. No he alegado que cualquier cualquier tercero tenga que acceder a la petición de la madre de que se le practique un aborto para salvar su vida, sino sólo que puede hacerlo. Supongo que seg#n algunas concepciones de la vida humana, el cuerpo de la madre es sólo algo que recibe en pr)stamo, pr)stamo que no le concede a ella ninguna prioridad sobre )l. 6uien sostenga seme!ante punto de vista creer" que decir (no puedo escoger* es imparcial. Pero ignorar) simpleG mente esta posibilidad. i propia postura es que si un ser humano tiene alg#n derecho a reclamar algo con !usticia $ prioritariamente, es el derecho a reclamar su propio cuerpo. : qui&"s esto no neG cesita ser defendido aqu', $a que, como di!e, los ra&onamientos Contra el aborto que estamos estuG diando admiten que la mu!er tiene derecho a decidir lo que suceda en $ a su cuerpo. Pero aunque lo admiten, he intentado mostrar que no se toma en serio lo que significa admitirlo. /sto mismo volveG r" a aparecer de una manera m"s clara cuando salgamos de los casos en que la vida de la madre est" en peligro, $ nos fi!emos, como propongo que lo hagamos ahora, en la inmensa ma$or'a de casos en los que una mu!er desea el aborto por ra&ones de menos peso que conservar su propia vida. 3. Cuando la vida de la madre no est" en peligro, el argumento que e-puse al principio parece teG
ner mucho m"s poder de convencimiento. (oda persona tiene derecho a la vida, as' que la persona no nacida tiene derecho a la vida.* : 3no tiene ma$or peso el derecho del niFo a la vida que cualG quier otra cosa, e-cepto el derecho de la madre a la vida, que la madre pudiera invocar como ra&ón para tener un aborto5 /ste ra&onamiento trata el derecho a la vida como algo e-ento de problemas. Pero no lo est", $ me parece que )ste es precisamente el origen del error. Porque ahora deber'amos preguntar qu) es, al fin $ al cabo, tener derecho a la vida. Para algunos, tener derecho a la vida supone tener derecho a recibir, al menos, lo m'nimo que se necesita para seG guir viviendo. Pero supongamos que, en efecto, lo m'nimo que un hombre necesita para seguir viG viendo es algo que no tiene derecho a recibir. Si $o esto$ enferma de muerte, $ lo #nico que puede salvar mi vida es que la mano fresca de 0enr$ Aonda toque mi frente febril, aunque lo necesite, no
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Pero $o no tendr'a derecho a e-igirle a nadie hacer esto por m'. O, volviendo a la historia que cont) antes, el hecho de que el violinista necesite para seguir viviendo el uso continuo de los riFones de usted no implica que tenga derecho a disponer continuamente de sus riFones. 4esde luego, no tiene derecho a e-igir que usted le brinde el uso continuo de sus riFones. Porque nadie tiene derecho a usar sus riFones a menos que usted le otorgue tal derecho% $ nadie puede e-igirle que le otorgue ese derecho. Si usted le permite que contin#e usando sus riFones, esto es una gran amabilidad de su parte, $ no algo que )l pueda reclamarle como si fuera su derecho. Ni tampoco tiene derecho a e-igir a otra persona m"s que ella le proporcione el uso continuo de los riFones de usted. :, por supuesto, no ten'a derecho a e-igir a la Sociedad de 8mantes de la #sica que lo conectaran a usted. : si ahora usted comien&a a desconectarse al haberse enterado de que, si no lo hace, tendr" que pasar nueve aFos de su vida en la cama con )l, no ha$ nadie en el mundo que deba tratar de imped'rselo para asegurarse de que el violinista reciba lo que tiene derecho a recibir. 8lgunos 8lgunos son bastante m"s estrictos estrictos en cuanto al derecho derecho a la vida. Seg#n ellos, no comprende el derecho derecho a recibir recibir nada, sino que se reduce a, $ sólo a, el derecho de que nadie nos mate. Pero aqu' surge una dificultad relacionada con la anterior. Si todos deben abstenerse de matar a ese violinista, entonces todos deben abstenerse de hacer muchas cosas distintas. odo el mundo tiene que abst absten ener erse se de cort cortar arle le el cuel cuello lo,, de pega pegarl rlee un tiro tiro,, $ todo todo el mund mundoo debe debe abst absten ener erse se de desco descone nect ctar arlo lo de usted usted.. Pero Pero 3tie 3tiene ne )l dere derech choo a e-ig e-igir ir que que todo todo el mund mundoo se abst absten enga ga de desconectarlo de usted5 8bstenerse de hacerlo es permitirle que contin#e usando sus riFones. Puede argumentarse que )l tiene derecho a e-igir que nosotros permitamos el uso de los riFones de usted. /s decir, que aunque no tenga derecho a e-igirnos que nosotros arreglemos para )l el uso de sus riFones, riFones, podr'a argumentarse argumentarse que de todos modos tiene derecho derecho a e-igimos e-igimos que no intervengamos intervengamos para impedirle su uso. 4espu)s volver) a ocuparme de la intervención de terceros. Pero, desde luego, el violinista no tiene derecho a e-igirle a usted que usted le permita permita continuar continuar usando sus riFones. Como he dicho, si usted le permite usarlos, es una amabilidad de su parte, $ no algo que usted le deba a )l. +a dificultad que aqu' seFalo no es inherente al derecho a la vida. 8parece en cone-ión con todos los otros derechos naturales% $ es algo de lo que debe ocuparse una adecuada caracteri&ación de los derechos naturales. Para los propósitos presentes es suficiente llamar la atención sobre esto. Pero inG sisto en que no esto$ alegando que la gente no tenga derecho a la vida% todo lo contrario, creo que el control m"s importante que deber'amos usar para saber si una caracteri&ación de derechos es acepG table o no, es que en dicha caracteri&ación caracteri&ación resulte verdad que toda persona tiene derecho a la vida. Sólo afirmo que tener derecho a la vida no garanti&a que uno tenga derecho a usar el cuerpo de otra persona o a que se le permita tenga continuar us"ndolo, aunque uno lo necesite para la vida misma. 4e modo que el derecho a la vida no sirve a los que se oponen al aborto tan sencilla $ claramente como ellos han pensado que les sirve. 4. 0a$ otra manera de destacar la dificultad. /n el tipo de caso m"s com#n, privar a alguien de aquello a lo que tiene derecho es tratarlo in!ustamente. Supongamos que a un niFo $ a su hermano pequeFo se les regala una ca!a de bombones para los dos. Si el hermano ma$or coge la ca!a $ se nieG ga a dar a su hermano un solo bombón, est" siendo in!usto con )l, porque el hermano tiene derecho a la mitad. Pero suponga que usted se desconecta del violinista al enterarse de que de no hacerlo tendr'a que pasar nueve aFos de su vida a su lado en la cama. 2sted, desde luego, no es in!usto con )l, porque no le dio derecho alguno a utili&ar sus riFones, $ ninguna otra persona puede haberle otorgado ese derecho. Pero hemos de seFalar que al desconectarse usted, lo est" matando% $ los vioG linistas, como todo el mundo, tienen derecho a la vida, $ por lo tanto, seg#n el punto de vista que
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+a enmienda que puede hacerse llegados a este punto es la siguienteE el derecho a la vida consiste, no en el derecho a que no nos maten, sino en el derecho a que no nos maten in!ustamente. /sto coG rre el riesgo de caer en un c'rculo vicioso, pero no importaE nos permite conciliar el hecho de que el violinista violinista tiene derecho a la vida con el hecho de que usted no es in!usto con )l si se desconecta desconecta $, por consiguiente, lo mata. Pues si usted no lo mata in!ustamente, no viola usted su derecho a la vida, as' que no es de e-traFar que no cometa con )l ninguna in!usticia. Pero si se acepta esta enmienda, el salto que ha$ en el argumento contra el aborto es m"s claro que el agua. No basta en absoluto con demostrar que el feto es una persona, $ con recordarnos que toda persona tiene derecho a la vida. /s necesario demostrar tambi)n que matar al feto viola su derecho a la vida, es decir, que el aborto es un caso en el que se quita la vida in!ustamente. Pero 3lo es5 Creo que podemos considerar como un dato innegable que en caso de que el embara&o sea debido a una violación, la madre no ha concedido concedido a la persona no nacida el derecho a usar su cuerpo para alimentarse $ alo!arse. 8 decir verdad, 3en qu) embara&o puede suponerse que la madre ha otorgaG do a la persona no nacida tal derecho5 No es como si hubiera personas no nacidas flotando a la deriG va por el mundo, a quienes la mu!er que desea un hi!o di!era (e invito a pasar*. Pero podr'a alegarse que ha$ otras maneras como se podr'a haber adquirido el derecho al uso del cuerpo de otra persona, aparte de la de haber recibido una invitación a usarlo. Supongamos que una mu!er acepta tener relaciones se-uales sabiendo que e-iste la posibilidad de resultar embara&ada, $ as' sucede% 3acaso no es parcialmente responsable de la presencia, en realidad de la e-istencia misG ma, de la persona no nacida que ha$ en su interior5 4esde luego, ella no la invitó. Pero el hecho de ser ella parcialmente responsable de que el feto est) ah', 3no le da derecho a )l a usar su cuerpo5= Si es as', el hecho de que ella lo abortara se aseme!ar'a m"s al caso del chico que se guarda los bomboG nes, $ menos a la descone-ión de usted del violinista. 8ctuar as' supondr'a privarlo de aquello a lo que tiene derecho, $ por lo tanto ser'a cometer una in!usticia. :, entonces, tambi)n puede plantearse la cuestión de si ella puede o no matar al feto para salvar su propia vidaE si ella voluntariamente lo tra!o a la e-istencia, 3cómo puede ahora matarlo aunque sea en defensa propia5 +o primero que ha$ que decir sobre esto es que es una cuestión nueva. +os que se oponen al aborto se han preocupado tanto en subra$ar que el feto es un ser independiente para afirmar que tiene derecho a la vida, al igual que la madre, que han tendido a pasar por alto el posible apo$o que podr'an obtener subra$ando que el feto es dependiente de la madre, para poder afirmar que ella tiene un tipo especial de responsabilidad hacia )l, responsabilidad que le otorga al feto derechos que ninguna ninguna persona independiente independiente podr'a poseer, como por e!emplo, un violinista violinista enfermo que es un e-traFo para ella. Por otro lado, este argumento conceder'a a la persona no nacida derecho al cuerpo de su madre
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Una defensa del aborto
Judith JarvisThomson
ponsable de su presencia al haber hecho voluntariamente lo que le permitió entrar, con pleno conoG cimiento de que ha$ ladrones $ de que los ladrones entran a robar*. Ser'a a#n m"s absurdo decir esto si $o hubiese hecho instalar re!as afuera de mis ventanas, precisamente para evitar la entrada de ladrones, $ que hubiese entrado uno debido a alg#n defecto en las re!as. Ser'a igualmente absurdo si imaginamos que no es un ladrón quien entra, sino una persona inocente que entra por error o cae dentro. "s a#n, su pongamos que )ste fuera el casoE semillas de seres humanos flotan en el aire, como el polen, $ si usted abre las ventanas puede que entre una de ellas $ arraigue en las alfombras o las tapicer'as. 2sted no desea tener hi!os, as' que coloca en las ventanas unas finas mallas, las meG !ores que puede encontrar. Como puede suceder, sin embargo, $ de hecho sucede en mu$ contadas ocasiones, una de las mallas est" defectuosa, $ una de las semillas entra $ arraiga. 3iene la plantaG persona que ahora se desarrolla derecho a usar su casa5 4esde luego que no, a pesar de que usted ha$a abierto las ventanas ventanas voluntaria voluntariamente, mente, ha$a sido consciente de que ten'a alfombras $ muebles muebles tapi&ados $ supiese que a veces las mallas son defectuosas. Puede alguien argumentar que usted es responsable de que ha$a arraigado $ que tiene derecho a usar su casa, porque, despu)s de todo, usted haber vivido sin alfombras $ con muebles sin tapi&ar, o con puertas $ ventanas selladas. pudo usted Pero esto no es convincente, porque argumentando del mismo modo se podr'a decir que un embaraG &o debido a violación puede evitarse con una histerectom'a, o no saliendo nunca de casa sin un e!)rG cito Hleal. Creo que el argumento que estamos anali&ando puede probar cuando mucho que ha$ algunos casos en los que la persona no nacida tiene derecho a usar el cuerpo de su madre, $ por consiguiente consiguiente,, algunos casos en los que el aborto es dar muerte in!ustamente. 0a$ lugar para la discusión $ la argumentación de cu"les son esos casos, si es que los ha$. Pero creo que deber'amos de!ar de lado este tema $ de!arlo abierto, porque de todos modos el argumento no prueba que todos los abortos sean casos en los que se da muerte in!ustamente. 5. Sin embargo, aqu' ha$ lugar para otro argumento. Seguramente todos tenemos que admitir que
puede haber casos en los que ser'a moralmente horrible separar a una persona X del cuerpo de usted a costa de la vida de X. Supongamos que usted se entera de que el violinista no necesita nueve aFos de su vida, sino sólo una horaE todo lo que usted ha de hacer para salvarle la vida es permanecer una hora en la cama conectado a )l. Suponga tambi)n que el hecho de que usted lo de!e usar sus riFones durante una hora no afectar'a su salud en absoluto. Ciertamente usted fue secuestrado. Ciertamente no dio a nadie permiso para que lo conectaran a usted. No obstante, a m' me parece evidente que usted deber í ía permitirle usar sus riFones durante esa hora, ser'a horrible negarse. 8hora supongamos que el embara&o durara sólo una hora $ que no constitu$era ninguna amena&a para para la vida vida ni para para la salud salud.. : supon suponga gamo moss tambi tambi)n )n que que una una mu!e mu!err qued quedaa emba embara ra&ad &adaa a consecuencia de una violación. Ciertamente ella no hi&o nada voluntariamente para traer al niFo a la
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Judith JarvisThomson
malvado. 4eber'as dar a tu hermano algunos bombones.* /n mi opinión, de esto, que es verdad, no se deduce que el hermano pequeFo tenga derecho a ning#n bombón. Si el niFo se niega a darle uno a su hermano, ser" un glotón, un tacaFo, cruel, pero no in!usto. Supongo que la gente que tengo en mente dir" que s' se deduce que el hermano tiene derecho a alg#n bombón, $ que por lo tanto el niFo act#a in!ustamente si se niega a darle uno a su hermano. Pero decir esto tiene como efecto osG curecer algo que deber'amos mantener bien claro, a saber, la diferencia entre la negativa del niFo en este caso $ la negativa del niFo en el caso anterior, en el que los chicos hab'an recibido la ca!a conG !untamente, $ en el que el hermano pequeFo ten'a, desde cualquier punto de vista, derecho a la miG tad. 2na ob!eción m"s, al uso del t)rmino (derecho* seg#n el cual del hecho de que A deba hacer algo se desprende que B tiene derecho a e-igir de A que lo haga, es que hace que la cuestión de si alG guien tiene o no derecho a una cosa dependa de qu) tan f"cil sea consegu'rsela% $ esto no sólo me parece lamentable, sino tambi)n moralmente inaceptable. Consid)rese de nuevo el caso de 0enr$ Aonda. 8ntes di!e que $o no ten'a derecho a que su mano fresca tocara mi frente, aunque lo necesiG tara para salvar mi vida. :a di!e que ser'a sumamente amable de su parte si viniese desde la Costa Oeste para hacerlo, pero que $o no ten'a derecho a e-igirle que lo hiciera. hiciera. Supongamos Supongamos ahora que no se encuentra en la Costa Oeste. Supongamos que sólo tiene que cru&ar la habitación, posar la mano sobre mi frente $, oh, maravilla, mi vida est" salvada. /ntonces deber'a hacerlo, por supuesG to% ser'a horrible que se negara. 38caso ha$ que decir (8h, en ese caso tiene derecho a que le toque la frente con la mano, $ ser'a una in!usticia que se negase*5 34e modo que tengo derecho a ello cuando es f"cil que )l me lo proporcione, $ no lo tengo cuando es dif'cil5 /s bastante escandalosa la idea de que los derechos de una persona ha$an de debilitarse $ de desaparecer a medida que se hace m"s dif'cil conced)rselos. 8s' que, en mi opinión, aun cuando deber'a permitirse que el violinista use los riFones durante la hora que necesita, no deber'amos sacar la conclusión de que tiene derecho a hacerlo% deber'amos decir que si usted se niega, ser", al igual que el niFo que posee todos los bombones $ se niega a dar uno a su hermano, egoc)ntrico $ cruel, despreciable en realidad, pero no in!usto. :, de manera simiG lar, que aun si suponemos un caso en el que una mu!er embara&ada debido a una violación debiera permitir que el no nacido usara su cuerpo durante la hora que necesita, no deber'amos sacar la conG clusión de que el no nacido tiene derecho a usarlo% deber'amos sacar la conclusión de que, si se nieG ga, ser" egoc)ntrica egoc)ntrica,, cruel, despreciable, despreciable, pero no in!usta. in!usta. Su conducta conducta de!ar'a que desear, pero por otras ra&ones. No ha$ necesidad de insistir sobre esto. Si alguien desea deducir ()l tiene derecho* de (t# deber'as*, de cualquier modo tiene que admitir que ha$ casos en los que no se le e-ige moralG mente a usted permitir al violinista el uso de sus riFones, $ en los que )l no tiene derecho a usarlos, $ en los que usted no comete una in!usticia si se niega. : as' ocurre ocurre tambi)n con la madre $ el hi!o no nacido. /-cepto en los casos en que el no nacido tiene derecho a e-igirlo $ antes de!amos abierG
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De la misma manera, tambié n un levita que pasaba por aquel lugar lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje lleg ó cerca de é l, l, y así que que lo vio se compadeció de é l. l. Y acercándose, le vendó las heridas despué s de echar en ellas aceite y vino, y colocándolo encima de su propio jumento, lo llevó a una posada y lo cuidó. Y al dí a si guiente, sacando dos denarios, los dio al posadero, y le dijo: “Cu í dalo, dalo, y lo que gastes gastes de má s a mi vuelta te lo abonaré .” .” (Lucas 10, 30-35)
/l Ruen Samaritano se desvió de su camino haciendo un esfuer&o para a$udar a alguien que se enG contraba en necesidad. No se nos dice cu"les eran las opciones, es decir, si el sacerdote $ el levita pod'an o no haberlo a$udado haciendo menos que el Ruen Samaritano% pero suponiendo que hubieG ran podido, el hecho de no haber hecho nada en absoluto demuestra que ni siquiera eran SamaritaG nos 'nimamente 4ecentes, no porque no fueran samaritanos, sino porque no eran m'nimamente decentes. /stas cosas son cuestión de grado, desde luego, pero ha$ una diferencia que se ve mucho m"s claG ramente en la historia de itt$ Tenovese que, como ustedes recordar"n, fue asesinada mientras la observaban $ o'an treinta $ ocho personas, ninguna de las cuales hi&o nada para a$udarla. 2n Ruen Samaritano se hubiese apresurado a prestar a$uda directa a la v'ctima en contra del asesino. O qui&" deber'amos decir que quien as' lo hubiera hecho habr'a sido un /spl)ndido Samaritano, $a que eso hubiera representado un riesgo mortal para )l mismo. Pero ninguna de las treinta $ ocho personas lo hi&o, ni siquiera se molestaron en coger el tel)fono $ llamar a la polic'a. Para ser un Samaritano m'G nimamente 4ecente se requerir'a al menos hacer eso, $ el que no lo ha$an hecho fue monstruoso. 4espu)s de contar la par"bola del Ruen Samaritano, 9es#s di!o (Id $ haced como )l*. 6ui&" ha$a querido decir que est"bamos moralmente obligados a actuar como el Ruen Samaritano. 6ui&" estuG viese instando a la gente a que hiciese m"s de lo que es moralmente e-igible. 4e cualquier manera, parece que est" claro que ninguna de las treinta $ ocho personas estaban moralmente obligadas a coG rrer a prestarle asistencia directa a riesgo de su propia vida, $ que nadie est" moralmente obligado a ceder largos periodos de su vida nueve aFos o nueve meses para mantener la vida de una persona que no tiene ning#n derecho especial Hde!amos abierta esa posibilidad a e-igirlo. Ciertamente, salvo por una clase de e-cepciones bastante e-traordinarias, ninguna persona de ninG g#n pa's del mundo puede ser legalmente requerida requerida a hacer algo as' por alguien m"s. /l tipo de e-G cepción es obvio. +o que me preocupa en este conte-to no es el estado de la le$ con respecto al aborto, sino llamar la atención sobre el hecho de que en ning#n lugar de los /stados 2nidos puede la le$ obligar a un hombre a ser un Samaritano 'nimamente 4ecente con una persona% no ha$ ninG guna le$ que pueda invocarse para acusar a ninguna de las treinta $ ocho personas que contemplaG ron el asesinato de itt$ Tenovese. /n cambio, en la ma$or'a de los estados de ese mismo pa's las
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i opinión personal es que una cosa ser'an las le$es del Samaritano 'nimamente 4ecente, $ otra mu$ distinta las le$es del Ruen Samaritano, de hecho sumamente inapropiadas. Pero no es la le$ lo que nos preocupa. +o que deber'amos preguntar no es si cualquiera deber'a ser obligado por la le$ a ser un buen samaritano, samaritano, sino m"s bien si tenemos que llegar a una situación situación en la que se obligue obligue a alguien qui&" por naturale&a a ser un buen samaritano. /n otras palabras, ahora hemos de estudiar las intervenciones de terceros. 0e estado sosteniendo que no puede obligarse moralmente a nadie a hacer grandes sacrificios para mantener con vida a otra persona que no tiene derecho a e-igirlos, aun cuando los sacrificios no inclu$an el de la propia vida% no estamos moralmente obligados a ser Ruenos Samaritanos ni u$ Ruenos Samaritanos unos con los otros. Pero 3$ si un hombre no pueG de &afarse por s' mismo de una situación as' $ nos pide que lo liberemos5 Creo que est" claro que ha$ casos en los que podemos hacerlo, casos en los que un Ruen Samaritano lo liberar'a. 8 usted lo secuestraron, $ se encuentra en la cama conectado al violinista con nueve aFos por delante. 2sted tiene una vida propia que vivir. +o siente mucho, pero no puede ceder un periodo tan largo de su vida para mantener la de )l. 2sted no puede liberarse por s' mismo $ nos pide que lo hagamos nosoG tros. :o pensar'a en vista de que el violinista no tiene derecho a usar su cuerpo que es obvio que nosotros no tenemos que aceptar que se le obligue a usted a reali&ar tal sacrificio. Podemos hacer lo que usted nos pide. : al hacerlo, no cometemos una in!usticia con el violinista. 7. Siguiendo Siguiendo la iniciativa iniciativa de los que se oponen oponen al aborto, aborto, a lo largo de este ensa$o he venido haG
blando del feto simplemente como una persona, $ lo que he estado preguntando es si el argumento con el que comen&amos, que sólo se apo$a en la idea de que el feto es una persona, puede o no deG mostrar su conclusión. :o he sostenido que no. Pero desde luego ha$ argumentos $ argumentos, $ es posible que se diga que $o me he apegado a uno erróneo. /s posible que se diga que lo importante no es sólo el hecho de que el feto sea una perG sona, sino que sea una persona con la que la mu!er tiene un tipo especial de responsabilidad que se deriva del hecho de que es su madre. : se podr'a alegar que todas mis analog'as son por lo tanto irrelevantes, $a que usted no tiene ese tipo especial de responsabilidad para con el violinista, $ 0enr$ Aonda no tiene este tipo especial de responsabilidad para conmigo. : puede que se nos haga notar el hecho de que tanto los hombres como las mu!eres s est"n obligados por la le$ a mantener a sus hi!os. :a me he ocupado Hbrevemente de este argumento en el apartado J% pero ahora tal ve& se imponG ga una recapitulación Ha#n m"s breve. 4esde luego nosotros no tenemos ning#n tipo de (responsaG bilidad especial* con ninguna persona a no ser que la ha$amos asumido, e-pl'cita o impl'citamente. Si unos padres no tratan de evitar el embara&o, no llevan a cabo un aborto $, cuando el niFo nace, no lo dan en adopción, sino que se lo llevan a su casa, entonces asumen la responsabilidad, le conG ceden derechos, $ no pueden ahora retirarle la atención poniendo en riesgo su vida simplemente porque les resulte dif'cil cuidarlo. /n cambio, si ellos han tomado todas las precauciones ra&onables
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Judith JarvisThomson
est"ndar. Creo que mi e-posición tiene precisamente el m)rito de que no responde con un s' ni con un no general. Permite $ apo$a nuestra intuición, por e!emplo, de que una colegiala de catorce aFos embara&ada como consecuencia de una violación, $ terriblemente asustada, desde luego puede optar por el aborto, $ que cualquier le$ que proh'ba esto es una le$ insensata. : tambi)n permite $ apo$ apo$aa nuest nuestra ra intu intuic ició iónn de que que en otro otross caso casoss recu recurri rrirr al abor aborto to es incl inclus usoo abier abierta tame ment ntee despreciable. Ser'a despreciable que una mu!er solicitase un aborto $ que un m)dico lo practicara en el s)ptimo mes de embara&o, sólo porque quiere evitar la molestia de posponer un via!e al e-tran!ero. /l hecho mismo de que los argumentos hacia los que he querido llamar la atención traten de la misma manera desde una perspectiva moral todos los casos de aborto, incluso aquellos en los que la vida de la madre no est" en peligro, debiera haberlos hecho parecer sospechosos desde el principio. /n segundo lugar, al defender la permisibilidad del aborto en algunos casos, no defiendo el derecho a asegurar la muerte del niFo no nacido. /s f"cil confundir estas dos cosas, porque antes de cierto tiempo, el feto no puede sobrevivir fuera del cuerpo de la madre, $ por lo tanto, sacarlo de all' garanti&a su muerte. Pero son mu$ diferentes. :a he sostenido que la moral no le e-ige a usted pasar nueve meses en la cama conectado al violinista% pero esto en absoluto implica que si, cuando usted se desconecta, se reali&a un milagro $ )l sigue viviendo, tenga usted derecho a volverse $ cortarle el cuello. 2sted puede separarse de )l aun a costa de la vida de )l, pero usted no tiene derecho a garanti&ar su muerte por alg#n otro medio. 0a$ quienes se sentir"n desilusionados por este aspecto de mi argumentación. Para una mu!er el mero pensamiento de que su hi!o, parte de s' misma, sea adoptado $ no pueda volver a verlo ni o'rlo puede ser profundamente desolador. Puede que entonces no sólo quiera que el niFo sea separado de ella, sino, algo m"s, que el niFo muera. 8lG gunos de los que se oponen al aborto consideran esto por aba!o de lo despreciable, demostrando as' ser insensibles a lo que sin duda es una poderosa fuente de desesperación. 4e todos modos, convenG go en que, si resultase resultase posible separarlo separarlo sin que muriese, muriese, el deseo de que muera el niFo no es algo por lo que nadie deber'a ser felicitado. 2na ve& llegados hasta aqu', sin embargo, debe recordarse que a lo largo de este ensa$o hemos
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Judith JarvisThomson
Mararita Mararita M. !ald"# ! ald"# es investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y profesora de la Facultad de Filosof ía y Letras de la misma universidad. Su especialidad es la filosof ía del lenguaje y la ética, tanto teórica como aplicada. Ha publicado diversos artículos sobre el aborto en importantes revistas de filosof ía en lengua españ ola. Entre las antolog ías que ha editado editado están Relativismo lingüístico y epistemológico (UNAM, 1989) y Pensamiento y lenguaje H2N8, 7<
Texto transcripto con OpenOffice OpenOffice.org
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