Viacrucis 2010: Cuasi-parroquia del Espíritu Santo y de Santa María del Perpetuo Socorro
VIACRUCIS 2010 GUIÓN GENERAL
sólo con nobles pensamientos, sino a recorrer tu camino con el corazón, más aún, con los pasos concretos de nuestra vida cotidiana. Que nos encaminemos con todo nuestro ser por la vía de la cruz y sigamos siempre tus huellas. Líbranos del temor a la cruz, del miedo a las burlas de los demás, del miedo a que se nos pueda escapar nuestra vida si no aprovechamos con afán todo lo que nos ofrece. Ayúdanos a desenmascarar las tentaciones que prometen vida, pero cuyos resultados, al final, sólo nos dejan vacíos y frustrados. Que en vez de querer apoderarnos de la vida, la entreguemos. Ayúdanos, al acompañarte en este itinerario del grano de trigo, a encontrar, en el «perder la vida», la vía del amor, la vía que verdaderamente nos da la vida, y vida en abundancia (Jn 10, 10).
ORACIÓN INICIAL
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén. Señor Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte del gano de trigo que cae en tierra y muere para producir mucho fruto (Jn 12, 24). Nos invitas a seguirte cuando dices: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna» (Jn 12, 25). Sin embargo, nosotros nos aferramos a nuestra vida. No queremos abandonarla, sino guardarla para nosotros mismos. Queremos poseerla, no ofrecerla. Tú te adelantas y nos muestras que sólo entregándola salvamos nuestra vida. Ayúdame para que mi Vía crucis sea algo más que un momentáneo sentimiento de devoción. Ayúdanos a acompañarte no 1
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Primera estación: Jesús es condenado a muerte
mucha gente cobarde, miedosa, indiferente. A muchos de ustedes no les importan las injusticias que se cometen contra los demás, incluso se dejan influenciar por otros para dañar a los demás o a ustedes mismos. Muchos de ustedes dejan que los demás se hundan con el pretexto de que no son de su familia, pero eso es mentira, a veces ni tu familia te importa, pues no quieres cambiar tus esquemas negativos para ser mejor: eso es cobardía. Muchos de ustedes no defienden a sus amigos, a sus hermanos en la fe, a los que participan en los grupos parroquiales cuando otros hablan mal de ellos. Lo que hacen es callarse o también ustedes vociferan. Eso es cobardía Yo condené a Cristo, pero también hoy ustedes son responsables de lo mismo mientras no dejen de ser apáticos y cobardes.
Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 22-23.26 Pilato les preguntó: «¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Contestaron todos: «¡que lo crucifiquen!» Pilato insistió: «pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte: «¡que lo crucifiquen!» Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Palabra del Señor. Reflexión: PILATO Yo soy Pilato. Yo juzgué al Juez del mundo, que un día volverá a juzgarnos, a mí y a todos Ustedes. Yo soy el que condenó a Cristo. No soy un monstruo de maldad. Sabía que ese condenado era inocente; busqué el modo de liberarlo. Pero mi corazón estaba dividido. Y al final preferí mi posición personal, mi propio interés. Condené a Cristo porque fui un cobarde. Pero yo no fui el único que condenó a Cristo, hubo muchos hombres y mujeres que pedían la muerte de Jesús. Gritaban porque gritaban los demás y como gritaban los demás. Y así, entre todos pisoteamos la justicia aceptando la mentalidad dominante, tuvimos miedo a ser distintos, a respetar nuestra conciencia. Pero aquellas gentes y yo no fuimos los únicos cobardes. No. Hoy aquí, en este viacrucis y en esta cuasiparroquia hay
Oración Señor, has sido condenado a muerte porque el miedo al «qué dirán» ha sofocado la voz de la conciencia. Sucede siempre así a lo largo de la historia; los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia. Da fuerza en nuestra vida a la sutil voz de la conciencia, a tu voz. Que tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra vida. El día de Pentecostés has conmovido en corazón e infundido el don de la conversión a los que el Viernes Santo 2
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gritaron contra ti. De este modo nos has dado esperanza a todos. Danos también a nosotros de nuevo la gracia de la conversión para vencer nuestras indiferencias, miedos y cobardías, te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Yo soy el soldado que le entregó la cruz a Cristo, pero no todo acabó allí, ni había empezado allí. Nos dijeron que se había declarado como rey. Junto con mis compañeros nos burlamos de él de una manera cruel. Yo me sentía poderoso y con la autorización para maltratarlo, me olvidé que era una persona. Le di fuertes golpes, hundí las espinas en su cabeza. Lo azotaron con mucha crueldad. Tan acostumbrado estaba a la violencia, que verlo retorcerse en su dolor me causaba risa. Hoy comprendo que todo ese poder de la tropa ejercido contra Jesús fue un insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad del hombre. Yo pensé que había sido el único que había puesto una cruz sobre un condenado para llevarlo a la muerte, pero hoy muchos de ustedes tienen amontonadas cruces enormes en su mente y en su corazón para imponerlas a los demás. Muchos de ustedes se sienten poderosos ante sus esposas, esposos, hijos, hijas, alumnos, amigos y clientes, se creen con el derecho de castigar o de hacer sufrir a los demás. Veo esposos que con sus celos y rencores se imponen mutuamente la cruz de la duda y del reproche. Hay padres que esperan que sus hijos sean perfectos y cuando estos se equivocan les ponen encima la cruz del rechazo, del insulto y de la denigración. Hay hijos que exigen que sus padres hagan todo sin que ellos colaboren en algo, y cuando sus padres no les siguen el juego les arrojan la cruz de la amenaza o del reproche. Amigos que exigen mucho y no dan nada a cambio, y sobre quien no se deja usar arrojan la cruz
Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Segunda estación: Jesús carga la cruz Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 27-31 Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Palabra del Señor
Reflexión: SOLDADO 1
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de la burla, del desprecio y del silencio. Hay vendedores de drogas, de alcohol, de cigarros que imponen la cruz de la dependencia a muchos jóvenes y los matan poco a poco sólo para enriquecerse ellos mismos. Hay maleantes que con la amenaza de secuestro o del “levantón” imponen la cruz del miedo a los ciudadanos. Hay burócratas que imponen la cruz de la corrupción sobre quienes con sus impuestos pagan el sueldo que ellos perciben. Hay muchas cosas que ustedes hacen que son un insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad de su esposo, de su esposa, de sus hijos, de sus amigos, de sus compañeros de trabajo, de su cliente, de su compañero de escuela, de los ciudadanos. Hoy me doy cuenta que aquél hombre inocente aceptó la cruz que yo le di porque era capaz de amar. Sufrió mucho antes de llegar con ella al Calvario, pero fue por amor. Me dio una lección enorme: que no es el poder el que ayuda al mundo, que es el amor el que puede transformarlo. Dejen de imponer cruces a los otros, ámenlos de modo incondicional. Busquen siempre el bien, jamás el mal de los demás. Hay que ayudar a los demás a ser libres no a condenarlos o esclavizarlos.
cruz, seamos auténticos testigos de la Redención. A ti. Jesús, Sacerdote y Víctima, alabanza y gloria por los siglos de los siglos R/.Amén. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Tercera estación: Jesús cae por primera vez Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Lectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6 Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Palabra de Dios.
Oración
Reflexión: JUDAS
Cristo, que aceptas la cruz de las manos de los hombres para hacer de ella un signo del amor salvífico de Dios por el hombre, concédenos, a nosotros y a los hombres de nuestro tiempo la gracia de la fe en este infinito amor, para que, transmitiendo a las nuevas generaciones el signo de la
Yo soy Judas, el traidor. Entregué a mi mejor amigo a la muerte, lo vendí por treinta miserables monedas de plata. Lo vi caer por agotamiento, tenía el cuerpo ensangrentado por la flagelación, la cabeza coronada de espinas, le faltaban 4
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las fuerzas. La cruz lo aplastó con su peso contra la tierra. Los soldados que lo escoltaban lo querían levantar con gritos y golpes. Fue mi orgullo lo que llevó a mi amigo a tal humillación. No me gustaba ya el modo en que actuaba, no decía lo que yo deseaba oír, no hacía lo que yo quería ver, no pensaba lo que yo esperaba. Me exigía demasiado, quería que cambiara rápido. Lo que predicaba parecía que lo decía en contra mía, lo que él consideraba bueno yo no lo tenía ni quería tenerlo. ¿Por qué tenía que cambiar yo? Mejor que cambiara él su discurso o aceptara mi maldad. Mi soberbia me había llevado a rechazar a Cristo y sus designios, a hacer las cosas por mi cuenta, pensando que no tenía necesidad del amor eterno y queriendo a ser el único artífice de mi vida. Al verlo caído me di cuenta que él tenía el poder para librarse de la cruz y del sufrimiento pero aceptó esa humillación para liberarnos de nuestro orgullo. Pensé que era el único traidor orgulloso, pero hoy aquí hay muchos que son iguales o peores que yo. Me opuse a la verdad, intenté ser un dios, me quise crear y juzgar a mí mismo, como muchos de ustedes, pero al final me hundí, me autodestruí. Hoy yo quiero pedirles que no se sientan autosuficientes, que no le den la espalda al evangelio de Cristo. El orgulloso no llega a ningún lado, sólo a la autodestrucción y a la muerte de sus relaciones con su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo, sus vecinos. El orgullo no te hace ser mejor padre, madre,
hijo, vecino, jefe o amigo. Nuestra grandeza, mi grandeza y la tuya, está en el reconocer con humildad nuestras limitaciones, nuestra inclinación al mal, nuestra incapacidad para poder hacer todo sin ayuda. Sólo quien es humilde se deja ayudar, permite que le indiquen el camino, se abre a la exigencia, a la propuesta y crece. Hoy ustedes como católicos están siguiendo a Jesucristo, sean mansos y humildes como Él y descubrirán la verdad de las cosas, vivirán más tranquilos, se evitarán problemas. Que no se repita mi historia, por orgulloso colaboré en la muerte de alguien a quien en un momento quise mucho. Oración Señor Jesús, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de nuestro pecado, el peso de nuestra soberbia, te derriba. Pero tu caída no es signo de un destino adverso, no es la pura y simple debilidad de quien es despreciado. Has querido venir a socorrernos porque a causa de nuestra soberbia yacemos en tierra. La soberbia de pensar que podemos forjarnos a nosotros mismos lleva a transformar al hombre, a la familia y a la sociedad en una jungla gobernada por la ley del más fuerte. Ayúdanos a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro 5
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Cantos:
esmero, incluso cuando quedé viuda. No fue fácil. Mi hijo había reunido junto a él a varios discípulos: pescadores, un cobrador de impuestos, hasta un guerrillero. No todos tuvieron el valor de acompañar a mi Hijo en el peor momento de su vida. Sólo Juan me acompañó para seguir a mi Hijo en medio de insultos y empujones. No quería que mi Hijo acabara su vida de este modo, yo siempre he amado la vida y le enseñé a él a amarla. Pero aprendí con él que nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos. Mi Hijo sabía lo que hacía y tuve que aceptar su decisión aunque no lo entendía del todo. Madres amen a sus hijos desde cuando están en su vientre. No se conviertan en una amenaza para la vida que sólo ustedes pueden gestar. Los hombres jamás sabrán qué es llevar dentro de sí una vida que crece. Un hijo no es una desgracia, es una bendición. No es un derecho, es un don que necesita ser acogido y amado. Madres compartan con sus hijos el don de la fe. Enséñenles a poner a Dios en el centro de sus vidas, a no traicionar a mi Hijo. Hay que ser valientes, bondadosas y creyentes para que ellos sean creyentes, valerosos y personas de bien. Sólo si son hombres y mujeres de fe aprenderán a entregar la vida por los otros, a comprometerse con su familia, con otra persona, con la Iglesia. Hoy hace falta fe en mi Hijo para poder mostrar fe en el humano y ayudarse mutuamente en un mundo que nos hace más egoístas y
Cuarta estación: Jesús se encuentra con su madre Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Lectura del Evangelio según San Lucas 2, 34-35.51 Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón. Palabra del Señor. Reflexión: MARÍA 1 Yo soy María, la madre de Jesús y quiero hablarles a las madres aquí presentes y a las mujeres que en el futuro aceptarán el reto de la maternidad, solas o con su esposo. No fue fácil para mí aceptar ser obediente a Dios cuando oí las palabras de aquel ser celestial: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo... Será grande..., el Señor Dios le dará el trono de David su padre» (Lc 1, 31 ss). Me preocupé mucho cuando el viejo Simeón me dijo: «y a ti, una espada te traspasará el alma» (Lc 2, 35). Jamás pensé que dolería tanto ver morir a Aquél a quien yo le di la vida humana, observar caído a quien junto con José enseñamos a caminar, contemplar maltratado y despreciado a quien cuidé con tanto 6
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violentos, que nos enseña a acaparar en vez de compartir.
sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». Palabra del Señor
Oración
Reflexión: CIRINEO
Santa María, Madre del Señor, has permanecido fiel cuando los discípulos huyeron. Al igual que creíste cuando el ángel te anunció lo que parecía increíble – que serías la madre del Altísimo– también has creído en el momento de su mayor humillación. Por eso, en la hora de la cruz, en la hora de la noche más oscura del mundo, te han convertido en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia. Te rogamos que nos enseñes a creer y nos ayudes para que la fe nos impulse a servir y dar muestras de un amor que socorre y sabe compartir el sufrimiento. Padrenuestro
Soy Simón de Cirene, el Cirineo, como me conocen ustedes. Volvía de mi trabajo cuando me encontré con aquella triste comitiva de condenados. Vi que los soldados estaban preocupados porque Jesús estaba demasiado agotado y no llegaría hasta el Calvario para que ejecutaran la sentencia. Me obligaron a cargar aquel peso, no estuve de acuerdo y me opuse. Llevar la cruz junto con un condenado podía considerarse un acto ofensivo de mi dignidad de hombre libre. Aunque de mala gana, tomé la cruz para ayudar a Jesús. Después me di cuenta que acompañar a Jesús y compartir el peso de la cruz, fue una gracia: el mismo Redentor me hizo partícipe de su obra redentora, le ayudé a llevar su cruz, y le ayudé a salvar al hombre. Él lo podía hacer solo pero tuvo la humildad para aceptar mi ayuda, él es Dios pero aceptó el auxilio de un desconocido. Después de que Él resucitó conocí una de sus palabras: «El que no lleva su cruz conmigo, no es digno de mí». El resto de mi vida me lo pasé acercándome con bondad a quien sufría, a quien era perseguido o estaba indefenso, compartiendo su sufrimiento. Miren a su alrededor, hay mucha gente que necesita ayuda de todo tipo, no sólo la material. Hay esposos y esposas que necesitan que les ayuden a llevar las preocupaciones de cada día: del hogar, de su trabajo, de sus hijos. Hay hijos que
Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Quinta estación: El Cirineo ayuda a Jesús a cargar la cruz Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Evangelio según San Mateo 27, 32; 16, 24 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a 7
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necesitan un hombro amigo que les apoye en sus problemas, en sus dudas, en sus equivocaciones, en sus proyectos. Hay ancianos, pobres, enfermos, drogadictos, alcohólicos, huérfanos, madres solteras, jóvenes en situación de calle, niños explotados y maltratados, esposas denigradas… todos ellos necesitan de alguien que les acompañe en su propio viacrucis. Miren hacia ustedes mismos, tal vez necesitan ayuda, déjense ayudar, hay tantas cosas que pueden mejorar. Tal vez ya son un buen padre, una buena madre, pero pueden ser mejores. Tal vez son buenos hijo, buenos estudiantes pero pueden ser mejores. Tal vez ya son unos buenos creyentes, pero pueden crecer más. Nadie puede decir que es perfecto, todos podemos aprender cosas nuevas. Sean humildes para aceptar ayuda, como lo hizo el mismo Jesucristo conmigo.
Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Sexta estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Del libro de los Salmos 26, 8-9 Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación. Palabra de Dios. Reflexión: Verónica Yo soy Verónica, yo seguí a Cristo, vi su rostro maltratado y marcado. Yo pude comportarme como los demás, participando de la brutalidad de los soldados o quedándome inmovilizada por el miedo, como los discípulos del Maestro. En ambos casos lo único que necesitaba era no hacer nada. Pero en medio de la turbación y de la oscuridad de mi mente, mantuve viva la bondad, sin permitir que mi corazón se oscureciera. En ese acto de amor con un sentenciado a muerte, al mirar aquel rostro humano, lleno de sangre y heridas, pude ver el rostro de Dios y de su bondad, que nos acompaña también en el dolor más profundo. Únicamente pude ver a Jesús con el corazón. Allí aprendí que
Oración Señor, a Simón de Cirene le has abierto los ojos y el corazón, dándole, al compartir la cruz, la gracia de la fe. Ayúdanos a socorrer a nuestro prójimo que sufre, aunque esto contraste con nuestros proyectos y nuestras simpatías. Danos la gracia de reconocer como un don el poder compartir la cruz de los otros y experimentar que así caminamos contigo. Danos la gracia de reconocer con gozo que, precisamente compartiendo tu sufrimiento y los sufrimientos de este mundo, nos hacemos servidores de la salvación, y que así podemos ayudar a construir tu cuerpo, la Iglesia. Amén. 8
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solamente el amor nos deja ver y nos hace puros. Sólo el amor nos permite reconocer a Dios, que es el Amor mismo. Todos los que caminamos en este viacrucis estamos llamados a amar. Pero para poder hacerlo debemos romper nuestros complejos y nuestros miedos. Amar a los demás, acercarse a los demás implica muchas cosas. Hoy muchos hacen el mal y se unen para hundir a otros, hay que ser valientes para no unirse a ellos, para no dejarse chantajear por ellos, para no ser cómplices de ellos. Las etiquetas que han puesto en los demás se levantan como barreras que les impiden descubrir en el otro a un hijo de Dios, a un ser humano. En el hijo rebelde y respondón no descubren al hijo al que hace años abrazaban y querían. En la esposa gruñona no logran ver a la mujer de la cual estuvieron muy enamorados. En el vecino estresado no pueden percibir el grito de ayuda de un hombre o una mujer en problemas. En el alumno flojo y relajo no llegan a percibir al futuro profesionista que necesita ser forjado desde hoy. En la persona agresiva no miran a una persona que ha sido odiada, maltratada y que ahora tiene miedo de los demás. En la adolescente embarazada que quiere tener a su bebé no descubren la valentía para defender la vida. En los jóvenes abandonados a su suerte por culpa del trabajo absorbente de los papás, no logran descubrir al futuro de nuestra sociedad que necesita ser acompañado, comprendido, estimulado y orientado. Acérquense a todos ellos con amor y
valentía y descubrirán personas llenas de cosas valiosas, de proyectos grandes, de ideas geniales, de presencias agradables. Yo tuve dificultad para ayudar a Cristo, pero al ayudarle imprimió en mi lienzo y en mi corazón su propio rostro. Haz el bien para que los demás vean en ti el rostro bondadoso de Jesús. Oración Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro. Protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas. Danos la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el mundo. Cuando no seamos capaces de cumplir grandes cosas, danos la fuerza de una bondad humilde. Haz que nuestra obras, y las de todos los que vendrán después de nosotros, nos hagan semejantes a ti y dejen al mundo el reflejo de tu infinito amor. Graba tu rostro en nuestros corazones, para que así podamos encontrarte y mostrar al mundo tu imagen. Amén. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez Canto: Perdóname, Señor 9
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Texto Bíblico:
mejor su fe, de acompañar a sus hijos a la catequesis, de insistir a los jóvenes acerca de la necesidad de Dios en sus vidas. Tengan cuidado, porque muchos de los que no tienen fe, empezaron cansándose y terminaron hundidos en la indiferencia o víctimas de ideologías que buscan aprovecharse del humano, para lo cual necesitan sacar a Dios de la vida de la gente para poder llenar ese lugar desocupado con cualquier cosa. Jesús confió en un joven, en mí, pero yo veo hoy a muchos jóvenes que están derrotados, caídos y no confían en Jesús. Mi maestro ha caído sobre el suelo para poder mirar a los ojos, cara a cara, a quien está tirado y poderle decir “levántate, el suelo no es tu lugar, tú estás llamado a ser grande, a vivir en lo alto del cielo”. Hoy las ideologías dominantes tienen al joven contra el piso, le han convencido de que el placer, la diversión, el dinero, el poder, el consumismo lo es todo; que el esfuerzo no es para él, que la vida cómoda es mejor, que estar a la moda es necesario, que no tener criterios claros te ayuda a estar en onda con los demás. Otros lo han convencido de que creer es Dios es propio de gente ignorante, que la fe en Él es ingenuidad, que el culto a Él es negocio de los curas, que vivir como Él quiere es imposición de la Iglesia, que hacerle caso a Jesucristo es algo denigrante y va en contra de su desarrollo psicológico. A muchos les conviene un joven embrutecido, sin carácter, irracional, apático, atontado, emocionado por lo momentáneo, porque así bebe más, fuma
Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 1-2.9.16 Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. El me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos. Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ceniza. Palabra de Dios Reflexión: JUAN Yo soy Juan, el más joven de todos los apóstoles, Jesús confió en mí cuando todos me consideraban demasiado joven para ser responsable, para poder colaborar en algo. Acompañé a María para ir cerca de Cristo en el camino hacia el Calvario. Vi caer por segunda vez bajo la cruz a Cristo, mi Maestro, mi Amigo. Me impresioné demasiado. Siempre había visto a mi maestro Jesús, fuerte. Su poder y grandeza lo ejerció sobre el mar embravecido, sobre los demonios agresivos, en contra de quienes eran sus enemigos. Ahora parecía vencido y acabado. Hoy muchos de los que están aquí están cansados. Cansados de ser esposos fieles, cansados de ser hijos responsables y obedientes, cansados de ser católicos honestos y generosos. Muchos de ustedes se han cansado de ser buenos y están siendo aplastados por las consecuencias negativas de sus decisiones equivocadas. Muchos de ustedes se han cansado también de ir a misa cada domingo, de asistir a retiros o a cursos para conocer 10
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más, se droga más, compra más para estar a la moda, consume más para estar tranquilo, reclama menos, piensa menos, cuestiona menos, se cree todo, le preocupa nada, participa en poco, ignora mucho y para colmo le hacen pensar que esa es la felicidad. Levántense, jóvenes, miren a los ojos a Cristo que los quiere grandes y fuertes como Él, los quiere como líderes para el bien, forjadores de esperanza, defensores de la dignidad humana, gestores de una nueva sociedad basada en el amor. Jesús los necesita y los llama, como me llamó a mí, para que juntos podamos hacer realidad el reino de Dios en nuestra sociedad. Jóvenes levántense y sigan a mi Jesús, a mi Amigo, a mi Maestro.
portadores de esperanza para el mundo. Amén. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Octava estación: Las mujeres lloran al ver a Jesús Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 28-31 Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus hijos, porque miren que llegará el día en que dirán: «dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Desplómense sobre nosotros»; y a las colinas: «Sepúltennos»; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco? Palabra del Señor.
Oración Señor Jesucristo, has llevado nuestro peso y continúas llevándolo. Es nuestra carga la que te hace caer. Pero levántanos tú, porque solos no podemos reincorporarnos. En lugar de un corazón de piedra danos de nuevo un corazón de carne, un corazón capaz de ver. Destruye el poder de las ideologías, para que los hombres puedan reconocer que están entretejidas de mentiras. No permitas que el muro del materialismo llegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos de nuevo. Haznos sobrios y vigilantes para poder resistir a las fuerzas del mal y ayúdanos a reconocer las necesidades interiores y exteriores de los demás, a socorrerlos. Levántanos para poder levantar a los demás. Danos esperanza en medio de toda esta oscuridad, para que seamos
Reflexión: Mujeres 1, 2, 3 M1: Somos algunas de las mujeres que seguían a Jesús. De hecho la mayoría que íbamos detrás de los soldados para acompañar a Cristo en ese triste camino hacia la cruz, éramos mujeres. M2: Nos golpeábamos el pecho porque nos sentíamos culpables de lo que estaba sucediéndole al Maestro Jesús. Buscábamos consolarlo, que nos sintiera cerca de su dolor. 11
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M3: Nunca nos imaginamos que nos abriría los ojos ante lo que vendría después de su muerte. Las seguidoras de Cristo teníamos que ser realistas. No bastaba con llorar y lamentarnos. Teníamos que mantenernos vigilantes y despiertas. M1: Hoy muchos de los aquí presentes piensan que con haber venido al viacrucis es suficiente, y con ese cuento evitan la conversión, el cambio, así nunca vivirán realmente su fe y les resulta ingenuamente cómodo. Pero les digo: manténganse vigilantes y despiertos. M2: Muchos de los aquí presentes se conmueven con el mal de los demás y se compadecen, se inconforman y hasta se enojan, pero no hacen nada por solucionar ese mal. Les repito: manténganse vigilantes y despiertos. M3: Muchos de los que están aquí y la mayoría de los que no están aquí se están acostumbrando al mal y hasta lo ven como la solución de los problemas o de las amenazas de la vida. De nueva cuenta les digo: manténganse vigilantes y despiertos. M1: Muchos se ríen de las pequeñas maldades de los hijos, sin saber que están creando futuros delincuentes que se sentirán poderosos y provocarán dolor a familias enteras. Pero les digo: manténganse vigilantes y despiertos. M2: Otros tantos no educan a los hijos para la honradez, la tolerancia, la paz, la generosidad, sin saber que ellos mismos serán víctimas de la ausencia de valores en los hijos. ¡Manténganse vigilantes y despiertos!
M3: Ser buenos no consiste en no hacer cosas malas, eso es no hacer nada. Ser buenos consiste en hacer el bien como lo hizo Jesucristo, que al final como juez nos cuestionará sobre el bien que fuimos capaces de hacer, no tan sólo sobre el mal que evitamos realizar. ¡Manténganse vigilantes y despiertos! Oración Señor, a las mujeres que lloran les has hablado de penitencia, del día del Juicio cuando nos encontremos en tu presencia, en presencia del Juez del mundo. Nos llamas a superar una concepción del mal como algo banal, con la cual nos tranquilizamos para poder continuar nuestra vida de siempre. Nos muestras la gravedad de nuestra responsabilidad, el peligro de encontrarnos culpables y estériles en el Juicio. Haz que caminemos junto a ti sin limitarnos a ofrecerte sólo palabras de compasión. Conviértenos y danos una vida nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera, y que produzcamos frutos para la vida eterna (cf. Jn 15, 1-10). Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Novena estación: Jesús cae por tercera vez
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Canto: Perdóname, Señor
Hay muchos bautizados que no aceptan lo que la Iglesia cree, no viven lo que Dios nos pide, no les gusta el modo en el cual se celebra la fe y además, invitan y enseñan a los demás a no hacerlo, se burlan de los que lo hacen y critican a quienes lo intentan. Muchos padres de familia piensan que el bautismo es pretexto para hacer fiesta, y se olvidan de que es un compromiso para ayudar a su hijo a salvarse. Eso es negar a Cristo. Muchos están confirmados pero no dan testimonio de Cristo, se apenan de ser católicos, no defienden su fe. También eso es negar a Cristo. Muchos no se confiesan, a otros ni siquiera les remuerde la conciencia cuando hacen el mal. Otros tantos dicen que no necesitan decir sus pecados a otro pecador y así rechazan el perdón de Dios que ha querido regalarnos en ese sacramento. ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la Reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! Eso es dar la espalda a Cristo. Otros más no comulgan y hasta están en misa o ayudan en ella. Algunos más comulgan sin mayor beneficio, porque no se comprometen para hacer realidad la comunión, la armonía, el encuentro con la comunidad. Comen el cuerpo de Cristo, pero no comparten sus bienes. Se recibe a Cristo con un corazón egoísta y lleno de mal. La recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor
Texto Bíblico: Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 27-32 Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud. Que se sienta solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone; que ponga su boca en el polvo: quizá haya esperanza; que tienda la mejilla a quien lo hiere, que se harte de oprobios. Porque el Señor no desecha para siempre a los humanos: si llega a afligir, se apiada luego según su inmenso amor. Palabra de Dios Reflexión: PEDRO Yo soy Pedro. Supe que Jesucristo cayó tres veces. Y lo supe, porque yo no lo vi, me escondí por miedo. Le prometí estar siempre junto a él, pero huí cuando más me necesitaba, lo abandoné. Lo seguí en las buenas, pero lo negué en las malas. Di muchos pasos con él y seguí muchas veredas y caminos junto a él, pero en el camino del sacrificio y de la entrega ya no quise seguirlo. Me siento avergonzado porque en tres años que anduve con él predicando y siendo testigo de su poder le dije muchas veces que yo sería capaz de morir por él, pero cuando llegó el momento de hacerlo, dije que no lo conocía, que no estaba con él. Yo formaba parte del grupo más cercano a Él y le di la espalda. Pero hoy caigo en la cuenta que mi historia no fue la última, hoy se sigue repitiendo. Hay católicos que siguen negando a Cristo.
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dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. Eso es traición a Cristo. Otros prometen ser fieles en el matrimonio y amarse y respetarse mutuamente todos los días de su vida, pero se les hace normal acostarse con prostitutas pagadas o voluntarias o con el vecino, tener hijos fuera de su matrimonio y hasta poner en competencia a su mujer con la amante, o sentirse orgullosas de que los hombres se pelean por ellas. Eso es negación de Cristo. ¡Cuántas veces los sacerdotes celebran sólo ellos sin darse cuenta de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Señor, apiádate que somos pecadores. Danos tu fuerza, para levantarnos de nuestro mal, de nuestras traiciones.
que ya nunca podamos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos. Amén. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 33 -36 Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Palabra del Señor.
Oración Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace agua por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero la empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera
Reflexión: Soldado 2 Yo soy un soldado, me gustaba divertirme con mis compañeros, yo los organizaba para repartirnos las vestiduras de los ajusticiados. Las vestiduras de Jesús eran de alguien pobre, eran telas tejidas en casa de modo artesanal, no eran esas telas lujosas que se encontraban en 14
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los mercados de Cesarea marítima Yo sabía que el vestido confiere al hombre una posición social; indica su lugar en la sociedad, le hace ser alguien. Al desnudar en público a Cristo decíamos a los demás que él no era nadie, que era un simple marginado, despreciado por todos. Pero creo que no soy el único que despoja a los demás de su dignidad. Pero lo que me deja realmente espantado es que muchos se despojan voluntariamente de su dignidad y la ofrecen al mejor postor. Veo muchos pobres que son despojados de sus bienes por los comerciales de televisión que les ofrecen cosas realmente inútiles: les ofrecen infinidad de alimentos chatarra que los harán obesos y los llenan de colesterol, bebidas que los dejarán diabéticos, cigarros que les provocarán cáncer; alcohol que les dejará sin dinero y sin neuronas y a cambio les regalará una bonita cirrosis hepática, cosméticos que no aumentan la belleza pero sí aumentan el gasto inútil. Hay gente rica que no paga lo justo a sus empleados y los maltrata, aprovechando que no hay trabajo en otras partes, despojan así a los demás de su propia dignidad, y no sólo a su empleado, también a su familia. Duelen mucho los despojos que hacen nuestros políticos, pues siendo nuestros empleados se olvidan de que son servidores del pueblo y hacen leyes que legitiman precios más altos en los productos, que protegen y benefician a empresas que buscan sacar más dinero con los servicios que ofrecen, que autorizan impuestos cada vez más altos.
Hay también gente chismosa que con sus mentiras y sus comentarios agrios despoja a los demás de su buena fama, de la confianza que se depositaba en ellos, de la posibilidad de avanzar. Hay quien desprestigia por el placer de ver sufrir a los demás. Hay padres que comparan a sus hijos entre ellos y asignan castigos exagerados, les quieren designar la carrera y hasta les dicen que han nacido para que cuando estén viejos ellos los mantengan. Eso es despojar de la dignidad a los propios hijos. Hoy sé que no fue justo despojar a Cristo de sus vestiduras, pero es aún más injusto seguir despojando a los demás de su propia dignidad. Oración Señor Jesús, has sido despojado de tus vestiduras, expuesto a la deshonra, expulsado de la sociedad. Te has cargado con los sufrimientos y necesidades de los pobres, aquellos que están excluidos del mundo. Concédenos un profundo respeto hacia el hombre en todas las fases de su existencia y en todas las situaciones en las cuales lo encontramos. Amén. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Onceava estación: Jesús es clavado en la cruz
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Canto: Perdóname, Señor
palabra: «Y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32). Por amor a nosotros aceptó esa forma de morir. Sufrió para liberarnos de los sufrimientos, especialmente de los sufrimientos provocados por el pecado. Él aceptó ser clavado en la cruz para destruir nuestras cruces y mantenernos libres; asumió morir para darnos una vida digna y la vida en abundancia. Su vida y su muerte fue una continua liberación guiada por la Palabra de su Padre, a la cual dio fiel cumplimiento. Hoy ustedes ¿por qué o por quién se dejan guiar? ¿conocen ustedes la Palabra de Dios y de su Hijo? ¿y si la conocen, la viven? Todos los que hemos decidido seguir a Cristo deberíamos ser guiados por su Palabra y por su ejemplo. Pero muchos de ustedes hacen caso sólo de sus antojos, de sus instintos, de su sed de venganza, de su afán de poder, de sus resentimientos. Las acciones que llevan a cabo responden muchas veces al ajuste de cuentas, al interés material, al chantaje, a la intención de manipular y usar al otro. En corazones en los cuales resuenan sólo los gritos de uno mismo, la Palabra de Dios no es bienvenida. En vidas donde el egoísmo se ha enraizado, la Palabra de Dios no puede echar raíces. A existencias mediocres y cerradas, llenas de egoísmo, la muerte de mi Maestro no les dice nada. Su muerte sólo ha servido para que hicieran bonitas imágenes para poner en casa o llevarlas en el pecho, pero lo hemos mantenido muerto
Texto Bíblico: Lectura del Evangelio según San Mateo 7, 37-42 Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Este es Jesús, el Rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz». Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos». Palabra del Señor. Reflexión: ANDRÉS Soy Andrés, el primero de los apóstoles que siguió a Jesucristo. Mi Maestro no debía morir, y menos de esa manera, como un ser detestable. Quienes vieron me contaron que los golpes de los soldados aplastaron contra el madero de la cruz sus manos y sus pies. En las muñecas de sus manos, los clavos penetraron con fuerza. Esos clavos lo sostuvieron entre los terribles tormentos de la agonía. Junto a él fueron crucificados dos verdaderos malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Se cumplió así la profecía: «con los rebeldes fue contado» (Is 53,12). Los soldados levantaron la cruz, y comenzó una agonía que duró tres horas. Fue necesario que se cumpliera también la 16
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y mudo ¡Calladito se ve más bonito! Así su Palabra no nos incomoda, no nos cuestiona, no nos guía. Pero la verdad es que ignorar su palabra es acercarnos cada vez más a la propia muerte, a la propia destrucción.
lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron: «A Elías llama éste». Uno de ellos fue corriendo; enseguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo». Jesús, dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Palabra del Señor.
Oración Señor Jesucristo, te has dejado clavar en la cruz, aceptando la terrible crueldad de este dolor, la destrucción de tu cuerpo y de tu dignidad. Te has dejado clavar, has sufrido sin evasivas ni compromisos. Ayúdanos a no desertar ante lo que debemos hacer. A unirnos estrechamente a ti. A desenmascarar la falsa libertad que nos quiere alejar de ti. Ayúdanos a aceptar tu libertad «comprometida» y a encontrar en la estrecha unión contigo la verdadera libertad. Amén.
Reflexión: MARÍA 2 Me dolió mucho la muerte de mi Hijo Jesús. Era muy joven. Pero con su muerte ha cumplido en sí mismo el mandamiento del amor, ha cumplido el ofrecimiento de sí mismo y, de este modo, manifiesta al verdadero Dios, al Dios que es amor. Les pido que se pongan de rodillas, que reconozcan que su muerte buscaba beneficiarlos y así de rodillas tengamos en cuenta que: Morir por buscar el bien de los demás es amor, y ustedes lo saben. Que morir por traer buenas noticias a los pobres de la tierra, es amor. Que morir por salvar y liberar de toda atadura a los hombres y mujeres de estas tierras es la única muerte que tiene sentido. Cuando mi Hijo murió se oscureció el sol, pídele que tú no vivas en las tinieblas. Él fue la víctima de nuestra maldad, pero hoy pensamos que nosotros somos las víctimas de él porque sospechamos
Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Doceava estación: Jesús muere en la cruz Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Del Evangelio según San Mateo 27, 4550. 54 Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús gritó: «Elí, Elí 17
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que lo único que quiere él es nuestra ruina. Pero no es así. Pídanle perdón por esta ingratitud. Aunque sea difícil hacerlo, díganle que están dispuestos a seguirlo, a caminar apoyados en él, a continuar la senda con él.
Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 54-55 El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle. Palabra del Señor.
Oración Señor Jesucristo, en la hora de tu muerte se oscureció el sol. Constantemente estás siendo clavado en la cruz. En este momento histórico vivimos en la oscuridad de Dios. Por el gran sufrimiento, y por la maldad de los hombres, el rostro de Dios, tu rostro, aparece difuminado, irreconocible. Pero en la cruz te has hecho reconocer. Porque eres el que sufre y el que ama, eres el que ha sido ensalzado. Precisamente desde allí has triunfado. En esta hora de oscuridad y turbación, ayúdanos a reconocer tu rostro. A creer en ti y a seguirte en el momento de la necesidad y de las tinieblas. Muéstrate de nuevo al mundo en esta hora. Haz que se manifieste tu salvación.
Reflexión: MAGDALENA Soy María de Magdala, sí la Magdalena. Fue muy duro mirar a Jesús muerto en la cruz. No era posible que un hombre que tanto amaba a mujeres y hombres, a niños y viejos, a sanos y enfermos muriera injustamente. El lugar de Jesús no era la cruz. Él no quería quedarse colgado de ese madero toda la vida. Urgía que lo bajáramos de esa cruz que había sido un suplicio Lo bajamos de la cruz con el corazón partido en dos, con manos temblorosas. El que dio la vida a Lázaro ahora estaba inerte, el que daba alegría a muchos ahora estaba con un semblante maltratado. Nuestras lágrimas no eran suficientes. Juan no decía nada pero estaba como en otro mundo, no lloraba pero sabíamos que estaba deshecho por dentro. María y Juan tenían un semblante esperanzador, ellos sabían que la cruz no tenía la última palabra, sabían que él era el Señor de la vida. Hoy entre nosotros hay muchos crucificados que nos piden a gritos que los bajemos de la cruz. Hay muchos migrantes que se han querido escapar de la cruz de la pobreza para quedar
Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Treceava estación: Jesús es bajado de la Cruz Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: 18
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crucificados en la frontera o en un país que no es el de ellos, pero al mismo tiempo han dejado clavados en la cruz de la incertidumbre a sus hijos y esposas. Hay muchos buenos estudiantes que han quedado clavados en la cruz del trabajo informal porque los hijos de los influyentes han tomado las butacas que sus padres les consiguieron pero que sólo las desperdiciarán. Hay muchas familias crucificadas por los odios y resentimientos. Hay muchos pobres que necesitan una mano. Hay tanta gente hundida en la ignorancia. Hay tantas parejas de novios que necesitan orientación porque están clavados a la cruz de sus instintos o de sus miedos. No pasemos de largo ante tantas necesidades, hay vidas, familias, historias que están muriendo. Hagamos más breve su agonía bajando a esas personas de sus cruces.
extravío y un amor que te acoja en el momento de tu necesidad más extrema, como tu Madre, que te arropa de nuevo en su seno. Ayúdanos, ayuda a los pobres y a los ricos, a los sencillos y a los sabios, para poder ver por encima de los miedos y prejuicios, y te ofrezcamos nuestros talentos, nuestro corazón, nuestro tiempo, preparando así el jardín en el cual puede tener lugar la resurrección. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
Catorceava estación: Jesús es colocado en la sepultura
Oración Señor, has bajado hasta la oscuridad de la muerte. Pero tu cuerpo es recibido por manos piadosas y envuelto en una sábana limpia (Mt 27, 59). La fe no ha muerto del todo, el sol no se ha puesto totalmente. Cuántas veces parece que estés durmiendo. Qué fácil es que nosotros, los hombres, nos alejemos y nos digamos a nosotros mismos: Dios ha muerto. Haz que en la hora de la oscuridad reconozcamos que tú estás presente. No nos dejes solos cuando nos aceche el desánimo. Y ayúdanos a no dejarte solo. Danos una fidelidad que resista en el
Canto: Perdóname, Señor Texto Bíblico: Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 59-61 José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro. Palabra del Señor. 19
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Reflexión: JOSÉ DE ARIMATEA
acólitos, señor cura, no se acerquen a la misa estando en pecado, no maltraten ese grano de trigo que sepultamos con tanto respeto. Rompamos con el pecado que nos lleva a la muerte y acerquémonos al pan que nos da la vida. No hagamos estéril la muerte de Cristo, no pongamos una piedra imposible de levantar para que muera definitivamente la vida que viene de Dios.
Soy José de Arimatea. Yo no era originario de Jerusalén, pero quería morir en esa ciudad para que cuando viniera el Mesías estuviera esperándole en la Ciudad Santa. Me había mandado excavar un sepulcro, pero nunca me imaginé que antes que yo lo ocuparía otro. Tuve que ir a pedirle a Pilato que nos concediera retirar el cuerpo del Maestro, teníamos prisa y por él haría lo que fuera. Depositábamos en la tierra un grano de trigo muy valioso, él lo había dicho: « Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, dará mucho fruto» (Jn 12, 24). Jesús era el grano de trigo que estaba muerto. Yo lo sabía, al enterrarlo comenzaba el crecimiento, y así fue. Resucitaría a los tres días y los apóstoles empezaron la multiplicación del pan que durará hasta el fin de los tiempos: él era, es y será el Pan de vida capaz de saciar sobreabundantemente a toda la humanidad y de darle el sustento vital. Hombres y mujeres de esta cuasiparroquia y todos los que han caminado en este viacrucis, dejen ya todo aquello que los aleja de la comunión eucarística. Todos necesitamos alimentarnos del Pan que nos dará la vida eterna. Permitan que sus hijos se preparen en serio para recibir tan gran don. Confesémonos cuando cometamos un pecado mortal y no dejemos de alimentarnos del Cuerpo de Cristo. Los que viven en unión libre o en adulterio aléjense de esas situaciones, no maten de hambre a su espíritu. Ministros, lectores,
Oración Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya la muerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad. Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. La Palabra eterna, a través de la encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu Palabra crezca en nosotros y produzca fruto. Te das a ti mismo a través de la muerte del grano de trigo, para que también nosotros tengamos el valor de perder nuestra vida para encontrarla; a fin de que también nosotros confiemos en la promesa del grano de trigo. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo. Auxílianos para que seamos tu perfume y hagamos visible la huella de tu vida en este mundo. Como el grano de trigo crece de la tierra como retoño y espiga, tampoco tú podías permanecer en el sepulcro: el 20
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sepulcro está vacío porque él –el Padre– no te «entregó a la muerte, ni tu carne conoció la corrupción» (Hch 2, 31; Sal 15, 10). No, tú no has conocido la corrupción. Has resucitado y has abierto el corazón de Dios a la carne transformada. Haz que podamos alegrarnos de esta esperanza y llevarla gozosamente al mundo, para ser de este modo testigos de tu resurrección. Canto: Renuévame, Señor. Avanza la procesión Padrenuestro Cantos:
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