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a Torah nos Torah nos declara que después de que Jacob supo que su hijo Yosef estaba estaba vivo y que se hallaba en Egipto, decidió ir a su encuentro (véase Génesis 45:28). Sin embargo hizo una parada en Be’ersheva Be’ersheva para ofrecer sacrificios. Estando en este lugar, Dios se dirigió al patriarca, como versa: “No temas descender a Egipto porque allí Yo haré de ti (una) nación grande. Yo descenderé contigo a Egipto y Yo también te haré volver” (Ídem 46:3 y 4). Estos últimos años del patriarca supusieron para él un verdadero refrigerio en su azarosa vida, y a juzgar por la relevancia de sus palabras (véase ídem 46:48 y 49) alcanzó un nivel de profecía como nunca antes. Los sabios nos enseñan que la Shejinah (Presencia Shejinah (Presencia Divina) no mora sino en la tierra de Israel, sin embargo, Ésta salió juntamente con Jacob cuando fue a morar a Egipto, como versa: “Yo descenderé contigo a Egipto (Génesis 46:4), de aquí (conocemos) Zohar Vayigash 211a) Vayigash 211a); Y también acompañó al que la Shejinah descendió Shejinah descendió con él al exilio” ( Zohar pueblo de Judá en su exilio de Babilonia tras la destrucción del Primer Templo Sagrado
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Bet HaMikdash (véase Ezequiel 10), como se declara: “Y a todo lugar al que
Zohar Vayigash 211a) Vayigash 211a). fueron exiliados (los hijos de) Israel, la Shejinah se Shejinah se exilió con ellos” ( Zohar El mandato divino a Jacob reiteraba una promesa dada en su día a Abraham: “Yo hare de ti (una) gran nación” (Ídem 12:2). Esta expresión (en hebreo goí gadol ) también puede ser traducida como un “gran gentil” pues la palabra goí es es empleada
normalmente en referencia a un no judío. Las Escrituras a la hora de referirse a Israel suelen usar el término am am (pueblo), pues Dios al dirigirse a Israel, les dice “Me seréis por pueblo: leam” leam” (Levítico 26:12) y no legoí . Aunque esto no supone una regla estricta, estricta, es por lo general, la pauta seguida en la Biblia (1). En ocasiones las otras naciones reciben también el calificativo de “ am”, am”, en opinión del Rashbam y Rashbam y del Ba’al Haturim, Haturim, esto haría referencia a los justos conversos y no los pueblos idólatras, ya que la misma Torah Torah nos declara: “Hay amor por las naciones ( amim)” amim)” (Deuteronomio 33:3). Nos parece interesante hacer mención de un versículo del Tanaj en la que los profetas usan el término goí en en referencia a Israel para insinuar que ellos siguieron las costumbres de esos pueblos, como versa: “¿Acaso intentó Dios ir a tomar para Él pueblo ( goi ), ), de entre (otro) pueblo ( goí )? )? (Deuteronomio 4:34). Al respecto dijeron los sabios: “Dijo rabí Yehoshúa: Yehoshúa: No está escrito sacar a un pueblo ( am) am) de otro pueblo ( goí ) sino goí de goí de goí , porque éstos (los hebreos) no eran circuncisos y éstos (los egipcios) lo mismo *…+ El atributo de justicia (midat ( midat hadín), hadín), por lo tanto, se oponía a la redención. Finalmente venció el atributo de misericordia ( midat Rabah 2:2). harájamim) harájamim) y aun sin méritos, Dios se apiadó de ellos” (Shir Hashirim Rabah 2:2) A manera de “puente” entre “am “ am”” y “goí” “goí” citaremos el siguiente pasaje: “Y vosotros seréis para Mí un reino de sacerdotes, y una nación consagrada ( goi kadosh)” kadosh)” (Éxodo 19:6).
En el servicio divino, la Torah define Torah define tres roles diferentes: El del Cohén o Cohén o sacerdote, el del levita y el del israel común. De entre ellos, el de mayor santidad es, por supuesto, el del cohén, cohén, ya que éste era el único calificado para entrar en las cámaras interiores del Santuario. Por esta razón, nos resulta muy significativo que a criterios de una “consagración global” del pueblo de Israel, capaz de elevarlos a la categoría de “reino de sacerdotes” ( mamléjet cohanim) cohanim) se utilize la expresión “goi “ goi ” (nación) en vez de “am “ am”” (pueblo), que resultaría resultaría mucho más afín al concepto concepto de santidad. La palabra usada para “reino” es Mamléjet , que es la forma constructa de mamlajah. mamlajah. Si observamos con detenimiento, vemos que dicha expresión contiene dos letras mem junto mem junto a las letras de la palabra “ tejélet ” (azul):
Mem-mem-tejélet
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El color Tejélet estuvo presente en gran parte de las cubiertas del Tabernáculo (véase Éxodo 26:1) y también en el atavío del Sumo Sacerdote (véase Ídem 28:5) y muy especialmente en el octavo hilo de los flecos o tsitsiot de las prendas de cuatro puntas (véase Números 15:38). Los sabios vincularon dicho color con el Cielo, como versa: “El azul (tejélet ) es como el mar, el mar es como el Cielo, y el Cielo es como el Trono de Gloria” (Sotá 17a). En este contexto, las dos letras mem vendrían a insinuarnos las dos vertientes de la obra del Mesías en la consecución de la Gueulah o Redención: Como " “ben Yosef” y como " “ben David”, y el color “tejelet ” nos serviría aquí de nexo con el “Trono de Gloria” ( Kisé Hakabob), tal como fue dicho: “Y subió Moisés y Aharón, Nadab y Abihu y setenta ancianos de Israel. Y vieron a El Dios de Israel, y bajo Sus pies como suelo de piedra de zafiro y como semejanza de los Cielos en claridad” (Éxodo 24:9 y 10). Este suelo de zafiro ( sapir ) de color azul, fue, por así decirlo, la materia prima de la que serían hechas las primeras Lujot o Tablas del Pacto. En este pasaje podemos ver insinuados los pueblos gentiles en el número de ancianos que ascendieron con Moisés: setenta, lo cual haría referencia a las “setenta naciones”. La expresión “y setenta”, en hebreo veshib’im, también vendría a insinuarnos el “medio” previsto ya por Dios para su salvación:
Veshib’im Be-Mashíaj -Yeshúa Esto es: A través ( be) del Mashíaj precedente fue dicho: “Esta es la sangre del Pacto ( Yeshúa dijo: “Esto es Mi sangre del Nuevo Pacto ( Hajadashah)” (Mateo 26:28).
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Yeshúa, pues en el versículo dam haBerit )” (ídem 24:8) y damí haBerit
El descenso de Israel a Egipto apuntaría, como se dijo, al misterio de la salvación de los gentiles; los sabios hablaron de “rescatar las chispas de santidad” que quedaron en esa tierra tras la marcha de Abraham; Y estas “chispas” nos insinúan también las almas de los gentiles que habrían de ser rescatadas de la idolatría y de la impureza. Todo este planteamiento nos sugiere varias preguntas: ¿Esta acción puede ser llevada a cabo únicamente desde el exilio? ¿Israel solo puede ejercer su comisión de “sacerdote” para los pueblos viviendo en medio de ellos? La expresión “ goi kadosh” nos plantea la paradoja de aunar dos conceptos aparentemente incompatibles: Por un lado la consagración implica alejamiento y equidistancia, y por otra la condición de gentil, nos lleva a la idea de alguien que vive fuera de las lindes de los preceptos
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divinos. Aun así dijeron los sabios: “No exilió El Santo, Bendito Sea, a Israel entre las naciones, sino para que se añadieran guerim (conversos) (Pesajim 87b). En todo ello podríamos ver una insinuación a la comunidad de creyentes de entre las naciones, que llagarían formar un tipo de “unidad mística” con Israel. Shaúl hashalíaj , más conocido como el apóstol Pablo, (2) recurrió a una hermosa metáfora para explicar este misterio (véase Romanos 11): Describió a Israel como “el olivo natural” el único capaz de dar fruto, y a las naciones como un estéril “olivo silvestre”. El vínculo entre ambos pueblos sería la fe en el Mesías. Esto supondría que los gentiles serían desgajados, a manera de ramas, de su árbol de origen para ser posteriormente injertados en el olivo de Israel donde podrían nutrirse de la “raíz y la rica sabia” que únicamente se halla en el Pueblo Escogido de Dios. Aquí Pablo nos habla de “primicias” o bikurim (ídem 11:16) en referencia a todos aquellos judíos que habían creído en el Mesías y también de “la masa restante”, en alusión a los judíos que no creyeron; Sin embargo, ambos colectivos son calificados de “santos” ( kedoshim) a causa de la “raíz santa”, término que describiría ese vínculo eterno y especial que une a Israel con El Santo, Bendito Sea.
Que aquella incipiente fe el Mesías de Israel estuviese, por así decirlo, “rescatando” primero a los paganos que a Sus hermanos judíos, intrigó desde el principio a los discípulos, quienes procedían en su totalidad de la circuncisión. A esta circunstancia debemos añadir que el propio Yeshúa había definido sus prioridades al afirmar: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:24), o la muy elocuente: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos” (Marcos 7:27). Ellos contemplaban con asombro como el Espíritu de Dios venía también sobre los gentiles, como versa: “Se quedaron atónitos de que el don del Espíritu Santo se hubiese derramado también sobre los gentiles” (Hechos 10:45). Este no era un tema en absoluto novedoso, ya desde antiguo los Sabios se habían preguntado por qué David alababa a Dios entre las naciones y no en Israel, como versa: “Por tanto yo Te alabaré entre las naciones, oh Eterno, y cantaré a Tu nombre (Salmos 18:50). El rey David dijo esto a través de su espíritu de santidad, cuando vio que la Gloria de El Santo, Bendito Sea, no ascendía a lo Alto y no era glorificado en el mundo, sino desde el flanco e las demás naciones” ( Zohar Yitró 68b). Y también fue dicho: “Y será en aquel día que la raíz de Ishai estará puesta por pendón para los pueblos, será buscada por los gentiles y su lugar de descanso será glorioso” (Isaías 11:10, citado Romanos 15:12). No deja de resultar paradójico, que la raíz de Ishai , esto es, el Mesías, solo llegue a ser divisa (nes) para los otros pueblos ( amim), y lo es aún más que solo entre los gentiles ( goim) pueda hallar Su lugar de reposo ( menujah). La palabra nes (bandera, estandarte) también significa “milagro”, lo que vendría a insinuarnos que
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todas las señales que habría de realizar el Mesías, solo serían reconocidas fuera del pueblo de Israel, pues dijeron los rabinos: “No pienses que el Rey Mesías habrá de realizar milagros, prodigios o crear cosas nuevas en el mundo resucitar muertos o cosa semejante, ¡No es así!” (Hiljot Melajim 11:3). Y respecto a la cuestión de que el Mesías no hallaría “un lugar de reposo (menujah) en medio de Su propio pueblo fue dicho: “Se alejó de mí el Consolador ( menajem) que daría reposo a mi alma” (Lamentaciones 1:16) Y “Menajem” es un nombre del Mesías (Sanhedrín 98b).
Al respecto nos parece significativa la siguiente enseñanza de los sabios donde podríamos hallar también una insinuación de estos misterios, como versa: “‹Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella *…+ para el pobre ( ani ) y para el extranjero ( guer ) lo dejarás› (Levítico 19:9 y 10). “‹Pobre› ( ani ), ‹montado sobre un pollino hijo de asna› (Zacarías 9:9); burro y pollino son dos coronas (del otro lado) que a través de ellas ejercen dominio los pueblos y pertenecen al lado de la izquierda (rigor), el lado de la impureza. Y sobre lo que está escrito ‹pobre›: ¿Es que el Rey Mesías es llamado ‹pobre›? Sino que así dijo rabí Shimón: Ya que no posee nada propio y lo denominamos ‹Rey Mesías› ( Mélej HaMashíaj ). Es la luna sagrada en lo Alto que no posee luz (propia) sino (que la recibe) del sol *…+ y con todo esto, estará montado sobre un burro, sobre un pollino (que son) el poder de los pueblos para subyugarlas (entonces) se fortificará el Santo, Bendito Sea, en Su Lugar” ( Zohar Vayehí 238a). Que el Mesías, en su acepción de “ ben Yosef” como el Siervo sufriente de El Eterno, sea llamado “pobre” no es algo novedoso ya en la los escritos apostólicos es dicho de forma explícita, como versa: “El Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza” (Mateo 8:20). En el contexto donde esta declaración fue dicha, debemos entender que el Maestro quería advertir a un espectador, quizás demasiado entusiasta, que “seguirle a donde quiera que vaya” implicaba pagar el precio de una vida de austeridad y privaciones; Pero, como sabemos, las palabras de santidad tienen siempre sentidos ocultos que van más allá del tiempo y de las circunstancias en las que fueron pronunciadas. A este respecto, el apóstol Shaul , (Pablo), trae una enseñanza muy en la línea de lo expuesto por los Sabios, como se declara: “Porque ya conocéis la gracia ( hajésed ) de nuestro Señor el Mesías, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros fueseis enriquecidos con Su pobreza” (2 Corintios 8:9). ¿Puede acaso la pobreza de alguien enriquecer a otro? Las palabras del Shalíaj nos estarían insinuando uno de los tópicos del Zohar , el llamado “exilio de la Shejinah”; Pues existe una Shejinah de lo Alto, asociada a Binah-entendimiento, y que es considerada el “aspecto femenino superior” y hay una Shejinah que se encuentra exiliada en lo bajo; Ésta se correspondería con Maljut -reino, y es llamada “pobre”, pues no posee nada propio” y al igual que la luna, recibe y a su vez refleja la luz. Este concepto que se vería refrendado por la siguiente afirmación: “Nada hago por Mí mismo, sino que según Me enseñó el Padre, así hablo” (Juan 8:28).
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La anterior enseñanza de los Sabios nos aportaría más luz sobre el “misterio” de la salvación de las naciones; Ellos interpretaban las palabras “burro” ( jamor ) y “asno” ( atonot ) como dos cáscaras o klipot , esto es, fuerzas espirituales del lado de la impureza. El mundo natural nos brinda un ejemplo para entender mejor estos conceptos: El fruto ( perí ) está recubierto por una piel o una cáscara ( klipá) la cual debe ser retirada antes de poder comerlo. Los Sabios compararon el fruto con la kedushah (santidad) y a la cáscara con la sitrah ajarah (el otro lado), conjunto de fuerzas malignas que actúan intentando desviar al hombre hacia caminos no buenos. Según Ets Jayim, las klipot serían cuatro: Tres de ellas absolutamente oscuras llamadas: Rúaj searah, Anán gadol y Esh mitlakájat , y aún una cuarta llamada klipat Nogah (3). En opinión de los comentaristas, la profecía que Jacob dirigió a las Tribus (Génesis 49) contiene una advertencia sobre los diferentes exilios que habrían de acontecer, y cada uno de estos tendría su raíz espiritual en el exilio de Egipto en el cual ellos se encontraban. Así pues el de Babilonia (Babel ), el de Persia (Parás), el de Grecia (Yabán) y el más largo de todos, el de Roma (Edom) todos procederían espiritualmente del Exilio de Egipto, pues allí se encontraba “el nudo impuro de las naciones” todas las cáscaras o klipot de la corrupción y oscuridad de los pueblos (véase Zohar Vayehí 211b-212a) que operan en medio del mundo; Sin embargo, y a pesar de los evidentes peligros que entramaba, Dios le dijo a Jacob “no temas descender a Egipto”.
Siguiendo con la exposición alegórica del texto, las Tribus tuvieron que descender a Egipto para poder descubrir que aquel que presuponían “rey de los gentiles” era en realidad el Mesías ben Yosef quien había sido enviado por Dios a ese lugar “a fin de dar vida a mucha gente” (Génesis 50:20). Aún así nos preguntamos: ¿Por qué en Egipto? ¿Es posible revelar la santidad y pureza del “Tsadik ”, del justo Mesías desde la klipá de Egipto que es, como se dijo, la madre de todas las cáscaras de corrupción e idolatría? Trasladándolo a nuestro contexto también deberíamos plantearnos si el pueblo de Israel será capaz de reconocer al Mesías siéndole anunciado desde la klipá de las naciones, y no desde el seno de Israel? La consecución de esta meta se nos plantea complicada, la “religión” de Faraón es en esencia sincretista y cualquier “mensaje” que pudiese enviar sobre la revelación del Mesías ha de venir necesariamente distorsionado, como nos ilustraría el siguiente ejemplo: “El Eterno es el Justo, y yo y mi pueblo somos los malvados” (Éxodo 9:27). Lo que a primera vista podría parecernos un atisbo de arrepentimiento o una proclamación de la Justicia de Dios, deja paso a otra realidad subyacente: “El Eterno es
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el Tsadik (
-- -
HaShem haTsadik )”. En opinión de los comentaristas, una
palabra precedida por un artículo determinado (como aquí la he) siempre haría alusión a algo (o alguien) en concreto; Y ¿quién es el Tsadik por antonomasia? El " Mesías ben Yosef , como versa: “El Justo, Mi siervo, justificará a muchos y cargará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11). El Tsadik , esto es, el Mesías hecho hombre ¿es directamente “El eterno”? Al margen de otros aspectos de orden teológico sobre la procedencia del alma del Mesías (véase del mismo autor El Fundamento del Mundo II, 1:4) , dicha afirmación debe ser señalada como paganizante. Y añade: “Y yo y mi pueblo somos impíos ( harshaim)”. Veamos esta expresión con más detenimiento: Harshaim En la cual podemos ver implícitas estas dos palabras: Yeshúa Rimah
El nombre
“Yeshúa” escrito de modo carente
(sin la letra
vav ) nos
plantearía (Dios nos libre) a un “mesías” desprovisto de naturaleza humana, pues dicha letra, de valor numérico seis, nos retrotrae “al primer Adam”, que fue creado precisamente en el día sexto. De hecho, eliminar la humanidad del Mesías es una herejía que circulaba ya en el tiempo de los apóstoles, como se declara: “Todo espíritu que no confiesa que Yeshúa el Mesías ha venido en carne, no procede de Dios, éste es el espíritu del anti -Mesías, el cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:3) y añade: “Porque muchos engañadores han salido al mundo, que no confiesan que Yeshúa el Mesías ha venido en carne. He aquí el engañador y el anti Mesías” (2 Juan 7). Estas falsas doctrinas hallaron terreno fértil en naciones cuyo concepto de la “divinidad” era radicalmente distinto del manifestado en la Biblia, lo que llevó a distorsionar la realidad espiritual del Mesías, dando pie a las más variadas doctrinas. El siguiente vocablo, rimah, con su significado de “decepcionar, engañar o traicionar” nos ilustra sobre la manera (Dios no lo permita) en como “el adversario de las almas” ha querido mostrar siempre a Yeshúa entre el pueblo de Israel, para que estos lo viesen lo más alejado posible de la tradición judía e incluso de la revelación bíblica. A primera vista, hacer un especial hincapié en los atributos divinos manifestados a través del Mesías, puede parecernos una forma de “honrar al Rey” pero, como hemos
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visto, esta circunstancia puede convertirse en “terreno abonado” para la estrategia de “medias verdades” arquetípica del anti -Mesías. Esta circunstancia también podría de alguna forma llegar a menoscabar los méritos de Yeshúa, muy especialmente en lo que respecta a Su muerte en expiación, de la cual fue dicho: “Ahora os ha reconciliado en Su cuerpo de carne, por medio de la muerte” (Colosenses 1:21 y 22). El Midrash nos cuenta como la entrega de la Torah suscito recelos entre los ángeles servidores, quienes cuestionaron que algo así pudiese ser puesto en las manos de un hombre. Moisés les respondió recordándoles que cada uno de sus mandamientos solo podía ser cumplido en una dimensión terrenal, pues los ángeles ni comen, ni tienen padres, ni tampoco están sujetos a aspectos de pureza o contaminación. Moisés, como el primer goel (redentor) es tipo profético de Ese otro del cual fue dicho: “Subirá a Sión Redentor ( goel ), quien apartará la iniquidad de Jacob” (Isaías 59:20).
Durante el tiempo que permaneció en el monte Sinaí (como figura del Cielo) no comió ni bebió a semejanza de los ángeles, pero cuando descendió volvió a ser un hombre “de carne y hueso”, el siervo de Dios que llevó la Ley a los hombres. Sin embargo, Moisés no era como el resto de los seres humanos, pues una impronta del resplandor de la Gloria divina quedaría reflejada en el rostro del único ser humano “que conoció a El Eterno cara a cara” (Deuteronomio 34:10, véase Éxodo 33:11). En un sentido alegórico, el Mesías también ocultó Su Gloria detrás de “un velo”, pues Él era “la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15), por lo cual fue dicho: “Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente” (Éxodo 34:35) lo cual se vincularía proféticamente a este otro: “La apariencia de Su rostro se hizo otra y Su vestido blanco y resplandeciente” (Lucas 9:29). “Y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro” lo cual es figura de la ocultación de la Gloria de Dios tras las “vestiduras” de la humanidad del Mesías.
Volvamos ahora a la profecía de Zacarías 9:9, la cual tuvo, según los Escritos apostólicos (véase Mateo 21), un cumplimiento literal con la entrada de Yeshúa en Jerusalén poco antes de la que sería Su última Pascua. Una observación atenta al pasaje nos aportará nuevas perspectivas sobre el tema: Los cronistas nos narran (véase ídem 21:1) como en las últimas etapas de Su viaje a Jerusalén, Yeshúa pasó por dos lugares: El primero era Betfagué, (Bet Pagué ), esto es, “la casa de los higos” (véase Cantares 2:13) y el segundo el muy conocido monte de los Olivos o de las olivas ( har Hazsetim)”.
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No puede ser casualidad que el Mesías, en Su cometido de Siervo sufriente de El Eterno, camino de la cita con Su propio destino, se detuviera en dos lugares cuyos nombres hacen alusión a dos árboles que son símbolos del Pueblo de Israel: “La higuera” y “el olivo”. La primera (Bet Pagué) describiría unos higos que no son comestibles por estar aún verdes, lo cual nos retrotrae a esa otra higuera a la que Yeshúa recriminó al día siguiente cuando no pudo comer de ella por no ser aun el tiempo (véase Ídem 21:19). La metáfora de la higuera baldía a la cual Dios pide frutos sin poder hallarlos, fue utilizada extensamente por los profetas (véase Jeremías 8:13, Yoel 1:7 entre otros); De la misma forma, es mencionado el olivo, como se declara: “Olivo frondoso, lozano, de hermoso fruto, llamó El Eterno tu nombre” (Jeremías 11:16). Existe un pasaje en la Biblia donde, a manera de alegoría, aparecen juntos la higuera y el olivo, como se declara: “Una vez los árboles fueron a ungir un rey para sí, y le dijeron al olivo: ven y reina sobre nosotros *…+ Y los árboles le dijeron a la higuera ven y reina sobre nosotros”. La historia continua mencionando el otro árbol que simboliza a Israel: La vid, como versa: “Y los árboles le dijeron a la vid: Reina tú sobre nosotros”. En los tres casos la respuesta es la misma: Ninguno de estos árboles abandonaría lo que a su juicio constituía su propia esencia tan solo para “ondular sobre los árboles”. Por último se dirigen a la zarza, quien acepta ser su rey (véase Jueces 9:8-15). Aunque sea a manera de paréntesis al tema principal, este pasaje merece un comentario más extenso. ¿Quiénes son en esta historia los árboles? El mismo contexto nos dice que son el pueblo de Israel. Entonces ¿Quiénes son el olivo, la higuera y la vid? El mismo sentido llano del relato nos explica que son los candidatos a reinar sobre dicho pueblo; Y cada uno de los tres árboles propuestos nos insinuaría al Rey Mesías en distintas vertientes: El olivo, como productor del aceite ( shémen) nos recuerda por su misma etimología al Mashíaj como el “Ungido”, esto es, aquel sobre el que se ha derramado el aceite de la unción ( shemen hamishjah ). En la cita de Jueces, dicho árbol describía su naturaleza en términos de “grosura ( “honra ( cabod )” tanto hacia Dios como hacia los hombres.
désen)” y
La figura de la higuera fue usada por Yeshúa como una señal de la proximidad del Reino mesiánico, como fue dicho: “De la higuera aprended la parábola: cuando ya su rama se ha puesto tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que Él (Mesías) está cerca, a las puertas” (Mateo 24:32 y 33). Algunos comentaristas han relacionado esta profecía con la fundación del moderno estado de Israel, que a manera de señal de los tiempos, marcaría los albores de la Redención; Pero también podía aplicarse al mismo Yeshúa, en el contexto del citado pasaje de los Jueces, donde le fue dicho a la higuera: “Ven y reina sobre nosotros” pues Él se refirió a Sí mismo como “el árbol verde” (Lucas 23:31). Las características del fruto de la higuera son definidas en el texto como “dulzura” ( matek ) y “fruto (o cosecha) bueno” ( tenubah hatobah). Tomado en su conjunto podríamos ver aquí una expresión del atributo de Jésed (Gracia) manifestado
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a través del Mesías, como versa: “La Gracia (
Jésed ) y la Verdad (
Emet )
vinieron por medio de Yeshúa el Mesías” (Juan 1:17). No obstante, juntamente con este “dulzor” que nos brinda la posibilidad del establecimiento de la “Era Mesiánica” también se nos advierte acerca del dolor que implicaría el rechazo del Mesías, pues la palabra “higuera” ( te’enah) nos insinúa también “lamento” (
ta’aniyah).
Pero de entre todos los árboles, la vid es probablemente la metáfora bíblica más conocida en referencia al pueblo de Israel, como fue dicho: “Ciertamente la viña de El Eterno de los Ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá ( Yehudah) su plantío delicioso” (Isaías 5:7). No hallamos una mención explícita a “la vid” en los nombres de los dos lugares por los que pasó Yeshúa camino a Jerusalén, no obstante, la misma profecía de Jacob sobre el advenimiento del Mesías nos la traería a colación uniendo la figura profética del “pollino”, sobre el cual iría montado el Mesías, con la simbología de dicho árbol, pues fue dicho: “Atando a la vid su pollino” (Génesis 49:11). En la citada alegoría del libro de los Jueces, la vid argumenta delante de los otros árboles que su vino “alegra a Dios y a los hombres”. Además de con esta acepción, el vino es usado en las Escrituras como símbolo de juicio, los profetas se refirieron al lagar, recipiente donde las uvas son prensadas, como metáfora del rigor de Dios, como versa: “¿Por qué es rojo Tu vestido y Tus ropas como del que ha pisado en el lagar? He pisado Yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo” (Isaías 63:2 y 3). Yeshúa se refirió al producto de la vid como un símbolo de Su propia sangre, la cual iba a ser derramada para establecer a través de ella un “Nuevo Pacto” ( haBerit haJadashah); Y esta sangre, como la más alta expresión del justo juicio de Dios sobre el mundo, iba a endulzar dicho rigor re-estableciendo el vínculo entre el Cielo y la tierra que había sido roto a causa de las transgresiones de los hombres. Cabría preguntarse ¿Por qué para designar al “vino” se emplea aquí la palabra tirosh y no, la mucho más común yayin? Aunque ambos términos vienen a ser sinónimos, tirosh posee la acepción de “vino nuevo”, lo que nos aportaría una expresión de “frescura” asociada a ese “Nuevo Pacto”, por medio del cual la Ley sería puesta “en su mente y en su corazón” para que se cumpliese lo dicho: “Yo le seré a ellos por Dios y ellos Me serán por pueblo” (véase Jeremías 31:31-33).
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Siguiendo con el relato bíblico, vemos como al final los tres árboles (el olivo, la higuera y la vid) rechazan la propuesta de nombramiento real. A primera vista, podría parecernos que esta parábola no guardaría relación con un hipotético reconocimiento de Yeshúa como el Mesías de parte de Israel ya que, a tenor de las crónicas, el pueblo lejos de decirle “¡Ven y reina sobre nosotros!” más bien lo rechazó, como versa: “No escribas: El Rey de los judíos, sino que Él dijo: Soy Rey de los judíos” (Juan 19:21). Sin embargo detrás del empeño de “los árboles que iban a ungir rey para sí” podemos
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advertir la intención egoísta e interesada de estos, los cuales buscaban sus propios intereses y no los de Dios, como fue escrito: “Pero Yeshúa, conociendo que iban a venir para apoderarse de Él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte Él solo” (Juan 6:15). Los cinco mil hombres que se acercaron al Maestro en ese día con la intención de decirle “¡Ven y reina sobre nosotros!” buscaban a un rey “por la comida que perece” y no “por la comida que permanece para vida eterna” (ídem 6:27); deseando únicamente el “dulzor y “el fruto bueno” de la higuera en su búsqueda de rey, lo cual se hallaba muy, pero que muy lejos del propósito divino, pues en este caso, para ser nombrado rey “el olivo” tenía que dejar primero su “grosura” y su “honor”, esto es: “aquella Gloria que tuve contigo, antes que el mundo existiese” (ídem 17:5). Pero aquellos potenciales “súbditos” buscaban unos atributos muy concretos antes de calificar a alguien como su monarca, como ya dijimos: “No vayas a pensar que el Rey Mesías ha de obrar milagros y prodigios, y crear cosas nuevas en el mundo o resucitar a los muertos u otras cosas similares, ¡no es así!” (Yad: Hiljot Hamelajim 11:1). Quizás tampoco encajase en los planes de aquel pueblo buscando su rey, que el Mesías tuviese primero que morir como un “cordero llevado al matadero” como el plan de Dios para reconciliarse con el mundo pues désen no es solo la agradable grosura del aceite, sino que también estaría relacionado con las cenizas del Altar del holocausto (véase Números 4:13), símbolo profético del madero donde el Mesías habría de ser inmolado.
Vimos como los Sabios describían los términos “pollino ( air )” y “asna ( atonot )” como dos “coronas” del lado de la impureza usadas por los pueblos para ejercer su dominio espiritual sobre Israel. Desde esta perspectiva, podemos llegar a pensar que cualquier intento proveniente de las naciones para mostrar al Mesías a la descendencia de Jacob, vendrá cubierto por dos cáscaras o klipot llamadas “pollino” y “asna”. Veamos ambas palabras con más detalle: air : Vendría a insinuarnos desolación pues contiene la palabra i -Pollino: (ruina), como versa: “Y Jerusalén vendrá a ser un montón de ruinas ( iyim)” (Jeremías 26:18).
La expresión (vocalizada como ir ) es además el nombre de un ser espiritual, como se declara: “Un ir , consagrado que bajaba del cielo, y decía gritando: ¡Cortad el árbol y quitad sus ramas!” (Daniel 4:10/13). Este término que podríamos traducir como “vigilante o despierto” designa a un ángel que, a tenor de lo expuesto, tiene como misión cortar y destruir.
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-Asna:
atonot : Lit. “asnas” plural de
/
atón. Siguiendo la misma línea,
esta segunda “cáscara de impureza” viene también a sugerirnos destrucción, pues atún posee la acepción de “horno” como versa: “Y el que no se arrodille y adore en la misma hora, será arrojado en medio de un horno ( atún) en llamas” (Daniel 3:6). Nos parece significativo que en el texto de Zacarías al que hicieron referencia los Sabios, la palabra “asna” (en femenino plural) aparezca de la forma atonot , la cual estaría a medio camino entre su escritura completa (con dos vav ) y la totalmente carente (sin ninguna vav ); siendo las tres maneras de escritura corrientes en el Tanaj (Biblia). Veámosla con más detenimiento:
Atonot
--
La primera ( et ) nos insinúa al Mesías glorificado, como fue dicho (Revelación1:8): “Yo soy el Α alfa y la Ω omega (Lit. la álef y la tav )” esto haría referencia a Su acepción de Mashíaj ben David , como también se declara: “He aquí el León de la tribu de Judá, el renuevo de David ( Tsmaj David )” (Ídem 5:5), pues fue dicho: “ Et de Arriba es el poder de la totalidad de las veintidós letras (de la álef a la tav ), que hizo surgir Et ante Elokim (Zohar Bereshit 29b). Las dos últimas letras formarían el milui (escritura completa) de la letra
tav ( ) lo
que vendría a insinuarnos la muerte expiatoria del Mesías (véase del mismo autor El Fundamento del Mundo 8:2) pues tav aludiría a “muerte” ( mávet ) y como última letra del alefato nos retrotrae a conceptos de conclusión y consumación. Aunque esto ya se dijo en otros libros (véase ídem 8:1), nos parece interesante volver sobre un pasaje de las Escrituras donde esta letra aparece escrita de forma completa, pues su etimología procede de la expresión tavah, que significa “marca” o “señal”, como versa: “Pasa por dentro de la ciudad, por dentro de Jerusalén y pon una señal ( tav ) sobre la frente de los hombres que gimen y se lamentan” (Ezequiel 9:4). Si seguimos leyendo el texto vemos como esta “señal” preservaría la vida de los que la llevan, pues esta “marca” ( tavah) sería un remez (insinuación) del madero donde moriría Yeshúa, ya que incluso su iconografía nos sugiere una “cruz”, pues antes de que en los tiempos de Esdras el hebreo adoptase la escritura aramea cuadrática, su forma no era sino +.
+= Y de esta “marca” está escrito “sobre las frentes” ( mitsjot ).
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Mitsjot
Lo cual puede ser leído como Tsmaj (renuevo), que es un apelativo del Mesías (véase Jeremías 23:5) de nuevo junto a una letra tav escrita en su forma completa : Tsmaj -Tav
-
Lo que podríamos parafrasear como “la señal del Mesías”. Como también se declara: “Y por Su herida ( ubajaburató) fuimos nosotros sanados” (Isaías 53:5). Lo cual podría leerse de la siguiente forma:
Ubajaburató
Vav -bet -- javur -tav
Esto es: “Y ( ve) por ( be) (su) herida (
-
-
-
jabar ) (en el madero
tav ) fuimos
nosotros sanados”. jabar (herida) tiene también la acepción de jaber (amigo), lo que nos llevaría a las palabras de Yeshúa: “Nadie tiene mayor amor que este: Que Uno ponga Su vida por Sus amigos ( javerim)” (Juan 15:13). El siguiente versículo vendría a redundar sobre dicha idea: “Yo anuncié y salvé (vehoshati )” (Isaías 43:12):
Vehoshati
“Y salvé (vehoshati )” se puede leer como “Yeshuah“ (salvación) y una letra “tav ”:
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Yeshuah -tav
Lo que nos retrotrae de nuevo a la idea de una “marca” (
tavah) de “salvación”.
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Todo ello nos hablaría del Mesías en Su acepción de
"
Mashíaj ben Yosef”
aunque estrechamente vinculado a Su vertiente de " Mashíaj Ben David” pues, como se dijo, “tsmaj ” (renuevo) haría referencia al “Hijo de David”, según anunciaron los profetas: “Y levantaré a David un renuevo” (Jeremías 23:5, véase también Isaías 11:1). Aunque son dos los cometidos que ha de llevar a cabo, el Mesías es solo uno, como se declara (Isaías 11:6): “Se recostarán el becerro ( Mashíaj ben Yosef ) y el León (Mashíaj ben David )”. Volviendo a la palabra
atonot (asnas), vemos como al separar las expresiones
Et y Tav , nos queda en medio una letra nun.
Atonot Et -Nun-Tav
--
Los Sabios enseñan que la nun, por su valor numérico cincuenta, sería una expresión del Yóbel o Jubileo, lo cual nos retrotrae a conceptos de libertad y redención, como versa: “Y santificaréis el año cincuenta y proclamaréis libertad en la tierra para todos” (Levítico 25:10). Sobre el Yóbel y su relación con el número cincuenta, nos parece interesante la siguiente enseñanza: ”Las cuarenta y nueve facetas de la Torah se corresponden con las cuarenta y nueve letras del Shemá Israel: Las seis palabras de la unificación suprema (1.Shemá - 2.Israel - 3.HaShem - 4.Elokenu - 5.HaShem - 6.Ejad ) asociadas a la vav suprema (en relación a Tiferet -belleza); Y las segundas seis palabras ( 1.Barúj - 2.Shem 3. Kevod - 4.Maljutó - 5.Leolam - 6.Vaed ) asociadas a la segunda vav del Tsadik (en correspondencia con Yesod -fundamento). En los cuarenta y nueve portales (de Binahentendimiento asociados a esas dos vav ) hay en medio una álef (pues la letra vav completa puede escribirse de las formas: , y ). El Tadik cae (Lit. muere mat ) delante del malvado (Proverbios 25:26) ¿Y quién provocó esto? La letra álef *…+ pues te han sido otorgados cincuenta portales menos uno (en referencia al valor numérico de álef que es uno) (véase Rosh Hashanah 21b). Conceptualmente hablando, saltar del cuarenta y nueve al cincuenta implicaría el paso del mundo sensible al trascendente. El primero sería el resultado de completar siete ciclos de siete (7x7=49), lo cual nos retrotrae a la idea de plenitud, pues dicho número, siguiendo el patrón universal de la semana de la Creación, nos hablaría de una labor terminada y de un ciclo concluido, pero siempre circunscrito a nuestros parámetros de espacio y tiempo. Un hipotético salto del “siete” al “ocho” implicaría escapar del ciclo natural para ingresar en el plano trascendente. Esta misma idea puede ser expresada por el
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cuarenta y nueve, el cual llevaría este concepto a su máxima expresión al tratarse de 7x7; Y el cincuenta, al igual que el ocho, simbolizaría el paso al siguiente “nivel”. La citada enseñanza de los Sabios venía a relacionar el número cuarenta y nueve (vinculado a los portales de la Binah-entendimiento) con la letra álef , la vav y “la muerte del Tsadik ”. La álef , por su valor numérico uno, sería la que determinase el “salto” del cuarenta y nueve al cincuenta”, en este contexto podríamos decir que sin ella no podría llegarse a alcanzar el Yóbel o Jubileo, con todo lo que esto entraña. “Uno”, en hebreo, es ejad , lo cual nos llevaría a abrir otra ecuación donde este “uno” se relacionaría con las cuarenta y nueve letras del “ Shemá Israel”, que a su vez se compone de seis palabras, y seis es el valor numérico de la letra vav . Como se ha dicho, la letra álef se relaciona con la letra vav a través de una de sus posibles escrituras completas, donde dicha álef ocuparía el lugar central . Pero los sabios nos enseñan que dicha relación es aún más estrecha, como versa: “De la álef emanan todas las letras ¿No vemos que es primero? Así está escrito (Miqueas 2:13): El Eterno está a la cabeza” (Séfer Habahir 70). El Eterno es llamado “Uno” que es el valor numérico de la mencionada letra, pero además, en opinión de los sabios, la álef estaría formada por dos letras yod y una vav .
Letra álef compuesta de una vav y dos yod
Tomada de esta manera, su valor numérico sería: Yod : 26=(10) (6) (10) Que es el mismo que el del Nombre inefable: YHVH: 26=(5) (6) (5) (10) Esto explicaría lo dicho anteriormente, cuando dicha letra era identificada con el Nombre YHVH; Pero de esta álef también se afirma que provoca “la muerte del Tsadik ” Y este “Tsadik ” (en referencia a Yesod -fundamento) está asociado con la letra vav (por ser la sexta sefirá de Z”a). A lo largo del presente libro hemos tenido ocasión de reflexionar sobre como la vav (entre su fecunda simbología) venía a hablarnos del Mesías en su acepción “ben Yosef” , Quien re-establecía el vínculo entre lo Alto y lo bajo a través de Su muerte expiatoria, reconciliando de esta manera al mundo con su Hacedor. Dicha vav , como figura del Mesías hecho hombre, se hallaría en la letra álef (véase ilustración anterior)
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flanqueada por dos letras yod , que como se dijo, vendrían a simbolizar Su muerte expiatoria. Si calculamos el valor completo (milui ) de la yod : Yod : 20=(4) (6) (10) Vemos que es el mismo que el de la letra Caf : 20= Cuyo significado de “palma de la mano” ( caf ), vendría a reiterar sobre el ya mencionado simbolismo de la muerte del Mesías. Sobre la relación entre esta letra y la misericordia divina declaran los Sabios: “Además dijo (rabí Yehudah) de El Eterno: Y como hombre de guerra despertará celo (Isaías 42:13). ¿Acaso al Santo, Bendito Sea, se le denomina como valiente ( kaguibor ) y no simplemente valiente ( guibor ) simplemente? Esto es algo que sorprende. Debemos decir que esta letra caf que está al comienzo de kaguibor y significa como enseña que El Santo, Bendito Sea, (cambia una decisión) espiritual de juicio, con una (de) misericordia” ( Zohar Beshalaj 47b). Las dos mencionadas fuerzas espirituales de la klipá: “Pollino ( air )” y “asna ( atonot )”, serían las responsables de que Yeshúa fuese visto desde la perspectiva judía como “pobre” ( ani ), esto es, incapaz de aportar alguna riqueza espiritual a Israel, como fue dicho: “El consejo del pobre habéis escarnecido” (Salmos 14:6). “El consejo del pobre” ( etsat ani ); Y “etsah” (consejo) puede ser leído como “haets” (el madero), pues, en una primera instancia, la obra expiatoria del Mesías habría de ser rechazada por Su pueblo. Lo cierto es que, a tenor de la Historia, el acercamiento de las naciones a Israel con el supuesto propósito de “presentarles al Mesías” ha sufrido de una mal disimulada intención proselitista, siendo su principal objetivo que los judíos abandonen la fe de sus padres para adoptar el modo de vida del común de los pueblos. Algunos ejemplos, como la inquisición, hablarían por sí mismos de la crueldad y abuso de fuerza empeñadas para tal cometido, pero otros, muchos más sutiles, como el fenómeno del “misionerismo”, han intentado cautivar el alma del pueblo de Israel de forma sucinta y velada, presentando siempre desde las dos klipot (pollino y asna) a un Mesías muy alejado de aquel “Redentor” del que hablaron los profetas. Los Sabios también vieron en la figura del Mesías montado en un pollino la expresión del descontento divino hacia aquella generación, como versa: “Si lo merecen (vendrá) ‹con las nubes del cielo › (Daniel 7:13), si no (lo merecen) (Zacarías 9:7) ‹cabalgando sobre un pollino›“ (Sanhedrín 98a). Yeshúa describió al Israel de Su tiempo con la siguiente parábola: “¿A qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta y no bailasteis, os endechamos y no llorasteis. Porque vino Juan que ni comía ni bebía y
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dijisteis: Demonio tiene. Vino el Hijo del hombre que come y bebe y dicen: Mirad, un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores” (Mateo 11:1619). Estas palabras nos harían reflexionar en profundidad sobre las razones subyacentes que propiciaron el rechazo del Mesías por los líderes de la generación. Ahora, tras dos mil años, todavía se discute sobre si Yeshúa dijo esto, si Pablo lo otro, pero lo cierto es que, a tenor de lo expuesto, cada uno de estos argumentos han servido más como excusa que como “escollo infranqueable”; Una manera de dar vueltas y vueltas sobre interminables y estériles disquisiciones, por ejemplo, Juan se dirigió al Israel de su tiempo instándole a que se volviera de sus pecados, y como signo visible de su retorno, les mandó pasar por el baño ritual o tevilah ¿Dónde están aquí las insalvables barreras doctrinales? ¿No fue esto acorde a las enseñanzas de los Sabios de la época? Sin embargo, los líderes de su tiempo despreciaron a Juan y a sus palabras acusándolo, por su postura ascética, de estar endemoniado. Por otro lado Yeshúa comió y bebió como cualquier otro judío religioso y de Él fue dicho que era “comilón y bebedor”. ¿Qué se puede decir a unos hombres que “no bailan cuando les tocas música ni lloran cuando les endechas”? Bajo esta dura premisa, solo quedaría lugar para una redención, por así llamarlo, desde Arriba, como versa: “Por Mí, por amor de Mí mismo lo haré (Isaías 48:11).
Como se dijo, Dios mando a Jacob descender a Egipto (véase Génesis 46:3 y 4) donde se reencontraría con su hijo Yosef . Fue también en ese lugar de idolatría y extrema impureza donde los hijos de Israel pudieron reconocer a su hermano, quien era “gobernador de toda la tierra”. Pero aun llama más nuestra atención que Dios le dijese a Jacob: “Yo descenderé contigo a Egipto”. Que entorno tan poco apropiado para morar la Shejinah, pues fue dicho: “Oh Dios, en la santidad es Tu camino” (Salmos 77:13). Sin embargo era allí donde habría de cumplirse la promesa hecha a Abraham y más tarde ratificada a su nieto: “Haré de ti una gran nación”. En la genealogía del Mesías, nos topamos con frecuencia lo que podríamos calificar comom“el factor gentil”. Quizás los ejemplos más representativos sean (por la línea paterna) Tamar la cananita que concibió de su suegro Judá mientras la creía una mujer ramera (véase Génesis 38:15-18); Y por el lado materno resulta proverbial el caso de Rut, quien a pesar de ser moabita, emparento con Boazs (véase Rut 4:13) dando a luz a Obed, quien fue a su vez fue el padre de Ishai y el abuelo del Rey David. Volvamos ahora a la enseñanza de nuestro Zohar (ídem Vayehí 238a) que cita un pasaje de la Torah estrechamente relacionado con la vida de Rut, como versa: “Cuando
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siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella *…+ para el pobre ( ani ) y para el extranjero ( guer ) lo dejarás”. El texto bíblico completo nos declara: “Cuando seguéis la mies de vuestra tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu cosecha, ni rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña, para el pobre y para el extranjero lo dejarás” (Levítico 19:9 y 10, véase también Deuteronomio 24:19). La siega (o vendimia) de un campo está sujeta a tres preceptos: léket ). -No se podrían recoger las uvas caídas ( shijejah). -Ni las gavillas olvidadas ( peah). -Y tampoco podría segarse la esquina del campo ( Todo ello debía de dejarse para el “pobre” ( ani ) y para el “extranjero” ( guer ). En su sentido llano, resulta evidente el carácter solidario de estas mitsvot (mandamientos), pues Dios tiene misericordia del “pobre” y del “extranjero”. Ya en una línea más profunda, vemos como los Sabios lo vincularon con la llamada “pobreza del Mesías”, como ya se dijo: “¿Es que el Rey Mesías es llamado pobre? Sino que así dijo rabí Shimón: Ya que no posee nada propio y lo denominamos ‹Rey Mesías› ( Mélej HaMashíaj ). Es la luna sagrada en lo Alto que no posee luz (propia) sino (que la recibe) del sol”. ( Zohar Vayehí 238a) (4). Yeshúa dijo de Sí mismo: “No puede el Hijo hacer nada por Su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19) y también: “No puedo Yo hacer nada por Mí mismo, según oigo (del Padre) así juzgo” (Ídem 5:30). Dichas afirmaciones irían en la línea de lo expuesto: El Mesías es el más límpido y perfecto “reflejo” de la luz de Dios que el hombre es capaz de recibir en este mundo ( Olam hazseh), y también la más pura y diáfana que podrá percibir en el Mundo venidero ( Olam Habah), como versa: “Pues ahora vemos mediante espejo borrosamente, mas entonces veremos cara a cara” (1 Corintios 13:12, véase también 2 ídem 3:18). Tuvimos ocasión de reflexionar sobre el nombre Yeshúa escrito con álef en vez de con áyin (véase del mismo autor el Fundamento del Mundo, Prólogo) por ser ambas letras intercambiables entre sí (véase Berajot 32a),
Yeshúa, escrito con Áyin:
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Yeshúa, escrito con Álef :
Aplicaremos un principio similar al vocablo “ani ” (pobre), expresión que vendría a hablarnos de la humildad del Mesías conforme al citado versículo: “Pobre ( ani ), montado sobre un pollino hijo de asna (Zacarías 9:9).
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Ani, escrito con Áyin:
Aní, escrito con Álef:
Con Álef , “aní” significa “yo”. Dicha letra vendría a expresar conceptos de Unidad y apego a Dios, como se declara: “Yo (aní ) estoy en el Padre, y el Padre en Mí” (Juan 14:11) y conceptos de eternidad (pues la Álef precede a la Creación que fue llevada a cabo mediante la bet de Bereshit ), como versa: “Porque Me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24). El Mesías hecho hombre sería, desde nuestra perspectiva, ese “ Aní” (Yo) (5), que se hace pobre “áni ”. Pasar de “yo” a “pobre” implica experimentar un proceso de auto negación o bitul , como versa: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 16:24), de lo cual tuvimos sobrado ejemplo en Yeshúa, quien se despojó de Su “eternidad” ( ) para hacerse hombre y venir al mundo ( ), pues, como se dijo, ésta Áyin por su valor numérico setenta, simbolizaría a las “setenta naciones”, esto es, al conjunto de las naciones y también a Israel, pues fue ese el número de los que descendieron con Jacob a Egipto (véase Génesis 47:27); Y ambos constituyen el objeto de la obra redentora del Mesías. Aunque no es mencionado en la cita de los sabios, además del “pobre” la Torah nos habla del “extranjero” como el otro colectivo a quien le es permitido rebuscar en los campos ya faenados. Tuvimos ocasión de reflexionar sobre el concepto “extranjero” en relación con el Mesías, dentro de lo que hemos venido a llamar “el factor gentil”. De nuevo el personaje de Rut nos sale al encuentro, aunando esta vez las dos ideas, pues ella era extranjera y además se ocupó en la tarea de espigar en la siega. Dicho personaje es mostrado como el modelo bíblico más representativo de conversión al judaísmo, como refrendan las hermosas palabras: “Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios” (ídem 2:16). Con todo, llama nuestra atención que sea denominada “Rut la moabita” ( Rut hamoabiah) hasta el último instante (véase ídem 4:10). ¿Por qué las Escrituras no dan testimonio de su grandeza espiritual y la trascendencia de sus actos a través de apelativos como: “Rut la judía” o al menos “Rut la conversa”? De hecho sus vecinos ni siquiera la mencionan por su nombre; Incluso después de que Boazs anunciara sus propósitos matrimoniales, ella es llamada “la mujer ( haishah) que ha entrado en tu casa” (ídem 4:11), “Esta joven ( hana’arah)” (ídem 4:12), y “tu nuera ( jalateja)” (ídem 4: 15). También podríamos sacar una segunda lectura en las bendiciones de los lugareños hacia la nueva pareja, por ejemplo: “Sea tu casa como la casa de Pérets que Tamar le parió a Judá” (ídem 4:12). ¿Qué clase de bendición es esta? Como dijimos, Judá se llegó a
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su nuera creyéndola una meretriz (véase Génesis 38:15-26) y al quedar en cinta, aun sin saber que el hijo era suyo, la condenó a muerte. Aclarado el affaire, Judá simplemente se apartó de ella sin “conocerla nunca, mas”. ¿Quién puede desearle a otro una casa así? El nombre que las vecinas de Naomí escogieron para el niño también parece alejado de los estándares, como versa: “Y le llamaron Obed” (ídem 4:17). “Obed” proviene de ébed (siervo, esclavo) ¿Acaso pensaron aquellas mujeres que de una moabita, de dudosa conversión no podría salir otra cosa que un esclavo? pues fue dicho: “No entrará amonitas ni moabitas en la congregación de El Eterno, ni aun en la décima generación. No entrará en la congregación de El Eterno ninguno de ellos jamás” (Deuteronomio 23:3). Pero lo que constituye el colmo de la actitud vecinal es considerar al niño como hijo de Naomí , la suegra de Rut, como versa: “Le ha nacido un hijo a Naomí ” (ídem 4:17). Esta afirmación rebajaría a la madre biológica al simple papel de lo que hoy llamaríamos “vientre de alquiler” muy en la línea de Agar, la sirvienta de Sarah (véase Génesis 16). Todo ello vendría a insinuarnos que el Mesías sería visto desde el seno del pueblo de Israel como un personaje alieno, y esto es aplicable a Su acepción de " Mashíaj ben Yosef , como versa: “Entonces Judá (Yehudah) se acercó a él y dijo *…+ tú eres igual a Paró (Faraón)” (Génesis 44:18); Y también a Su vertiente de " Mashíaj ben David , como fue dicho: “Extraño fui a mis propios hermanos y para los hijos de mi madre (Salmos 69:8/9). El Yalcut Shmoní declara: “El Rey Mesías se halla de pié sobre el techo del Templo Sagrado, para que Israel escuche (las siguientes palabras): Humildes, llegó el tiempo de vuestra redención”. Y ya fue establecido que este anuncio viene desde fuera de la “santidad de Israel” pues el Mesías se dirige al pueblo desde “el Techo” y no desde el recinto sagrado Cuando los Sabios relacionaron al Mesías con los mandamientos de Léket (que prohíbe recoger las uvas caídas), con el de Shijejah (que impide volver a por las gavillas olvidadas) y con el de Peá (que restringe la siega de las esquinas del campo) estaban insinuando que solo una parte “marginal” del pueblo de Israel iba a creer en el Mesías, esto es, de toda la vasta siembra, solo una humilde porción de la cosecha fue dejada para el “pobre” ( ani ) y para el “extranjero” ( guer ). Yeshúa dijo: “¡Alzad vuestros ojos y mirad los campos!, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35) pero, desgraciadamente, solo algunos “racimos caídos” y alguna que otra “gavilla olvidada” fueron “espigados” por Aquel que fue como “pobre y extranjero” a los ojos de Sus propios hermanos, mientras que las naciones paganas, las mismas que rechazaron la Ley de Dios en Matán Torah (entrega de la Torah) experimentaron aquel día su propio tikún (rectificación) al recibir sobre ellos la fe en el Mesías.
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