República Bolivariana De Venezuela Ministerio Del Poder Popular Para La Educación Instituto Universitario De Tecnología Antonio José De Sucre Ciudad Bolívar Edo. Bolívar
Profesor: Jorge Ramos
Integrante: Francis Moya C.I. 16.219.144
Ciudad Bolívar, Julio, 2013
INTRODUCCIÓN En la búsqueda del desarrollo económico y del bienestar social de los países, la humanidad ha experimentado con concepciones políticas basadas en la libertad o en la igualdad de los hombres. La historia demuestra que ninguna ha sido pasaporte seguro al progreso y felicidad de los pueblos. Venezuela no ha sido la excepción y allí el resultado de políticas que preponderaban la libertad o la igualdad ha sido una inmensa desigualdad y poca libertad. De ésta manera, con pobreza in crescendo y Estado todopoderoso los pobres han quedado separados del poder económico y del poder político. La razón de este estado de cosas está en muchos lugares. Pero como quiera que las políticas públicas se originan en el marco de corrientes de pensamiento, es allí donde primero hemos de hurgar y más particularmente en los diferentes conceptos de desarrollo: crecimiento económico para unos y justa distribución de la riqueza para otros El capitalismo es el sistema económico fundado en el capital como relación social básica de producción. En el capitalismo los individuos privados y las empresas, empleando trabajadores asalariados, llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes o de servicios, con el propósito de producir y acumular ganancias u otro beneficio de interés propio. También se denomina capitalismo o sociedad capitalista a todo el orden social, político y jurídico originado en la civilización occidental y basado en aquél sistema económico. El orden capitalista se distingue de los anteriores por su movilidad social y por la regulación formal de las relaciones sociales mediante el contrato libre. Existen diferentes apreciaciones sobre la naturaleza del capitalismo según la perspectiva social e ideológica desde la cual se lo analice
CAPITALISMO VENEZOLANO DESARROLLO 1980 Al estudiar el modelo de desarrollo venezolano, algunos autores consideran que el Estado ejerce la propiedad sobre un "objeto natural", unos yacimientos, donde “yacen unos medios de producción (el petróleo) que no son producidos, es decir, que no tienen tras sí esfuerzo humano alguno". Según Asdrúbal Baptista, la consecuencia económica del ejercicio de esta propiedad es el derecho que tiene el Estado de cobrar un ingreso que en su opinión se equipara con la renta de la tierra. Esta renta tiene un carácter diferente al de los impuestos que recauda el Estado como consecuencia de las actividades relacionadas con la extracción, transporte, refinación y comercialización de ese petróleo. Dado lo cuantioso que ha sido esa renta a lo largo de muchas décadas y el impacto que la misma ha tenido en el país, considera Baptista que se justifica atribuir una denominación especial a la estructura económica de la Venezuela contemporánea: "capitalismo rentístico". Independientemente de su denominación, la realidad es que el modelo que se aplicó en Venezuela permitió que nuestro país experimentase cambios asombrosos entre 1920 y 1980. La Venezuela de 1980 no tenía nada que ver con aquel país paupérrimo de 1920. Durante seis décadas seguidas fuimos la economía del mundo que más creció. Aquel país que antes lucía atrapado para siempre en unos niveles de pobreza insuperables, se transformó en una nación moderna, pujante y llena de posibilidades. Pero& algo ocurrió que vino a frustrar nuestras esperanzas de mejorar. Quizás los cambios abruptos y circunstanciales en los precios del petróleo originados en los recurrentes shocks petroleros -por situaciones conflictivas en el Medio Oriente- se transformaron en obstáculos insalvables para una planificación ordenada del proceso de desarrollo económico nacional. Un fenómeno similar ocurrió a partir del año 2003 cuando los precios del petróleo
alcanzaron los niveles más altos de la historia, impulsado no sólo por un crecimiento sin precedentes en la economía global, sino también por un proceso de especulación desenfrenado a través de la utilización de contratos a futuro. Nuestra economía, no pudo nunca digerir esos aumentos súbitos del ingreso petrolero. Tampoco ahora. Para colmo, la experiencia ha demostrado que cada uno de estos episodios de aumentos en la renta petrolera son seguidos de una caída también abrupta de los precios, con lo cual nuestra economía entra en periódicas y profundas crisis. Algunos han planteado el símil con una montaña rusa. El mismo fenómeno se está repitiendo en estos momentos. El hecho es que en lugar de avanzar, la economía venezolana parece estar retrocediendo. En lugar de acercarnos a la meta de la diversificación, cada vez somos más dependientes del petróleo, fenómeno que se ha profundizado particularmente durante los años del gobierno de Chávez. Pero ahora, la economía global se enfrenta a lo que quizás sea la más grave crisis desde el crash de 1929. Lo que comenzó como una crisis en los sectores inmobiliario y financiero de EEUU -la crisis de los "subprime"- ha contaminado ya al mundo entero, traduciéndose en una importante desaceleración de la economía mundial y en consecuencia en una fuerte caída en los precios del petróleo. Convencido como estaba el gobierno venezolano de que los precios del petróleo seguirían subiendo indefinidamente y de que pronto superarían la meta de los 200 dólares por barril, nuestras autoridades no sólo no tomaron ninguna previsión sino que incluso dilapidaron groseramente la renta petrolera en el país y en naciones vecinas- para sustentar no ya un proceso de desarrollo económico, sino más bien para la implantación de un modelo político socialista. Lamentablemente
los
venezolanos
pagaremos
ahora
duramente
las
consecuencias. El modelo de capitalismo rentístico se agotó. En condiciones normales, los Estados viven de sus ciudadanos; pero en el caso venezolano el petróleo dota al Estado de un poder económico autónomo, que lo hace mirar con desprecio la voluntad de los ciudadanos. Me temo que si la sociedad venezolana no reacciona, lo que nos impondrán ahora, probablemente por la fuerza, será un modelo de socialismo rentístico en el cual la renta petrolera alcanzará solamente para mantener los designios de un gobernante socialista y autoritario, aunque el resto de la sociedad se hunda en unos niveles de pobreza que ya creíamos haber superado.
AGOTAMIENTO DEL MODELO RENTISTA Las crisis políticas del Medio Oriente, conocidas como la Primavera Árabe, que llevaron al derrocamiento de varios regímenes dictatoriales de la región, impulsaron los precios del petróleo al alza, particularmente después que estalló el conflicto en Libia Cuando en el año 2005 estábamos atravesando por la bonanza económica producida por la expansión de gasto público debido a los aumentos sostenidos de los precios petroleros, comencé a alertar que las altas tasas de crecimiento del PIB y del consumo que entonces se estaban materializando no eran sostenibles, ya que cuando los precios bajaran, o incluso se estabilizaran, la economía entraría en crisis. Entonces fui criticado por varios analistas que sostenían que si los precios dejaban de crecer, pero se mantenían en niveles elevados, ello le generaría suficientes recursos al gobierno para mantener una política de altos gastos que seguiría estimulando la economía.
Los
acontecimientos de los últimos años me dieron la razón. Ya en 2007 el modelo aplicado estaba mostrando signos de agotamiento, pues a pesar de que los precios continuaban en franco aumento, las tasas de crecimiento de la producción y de la demanda seguían siendo positivas, pero menores que en los años precedentes. Incluso, en el primer semestre de
2008, cuando los precios estaban disparados hasta alcanzar los máximos históricos en julio de ese año, los crecimientos del PIB y del consumo privado fueron relativamente bajos y mucho menores que en 2005 y 2006. Después que los precios colapsaron en la segunda mitad de ese año debido al estallido de la crisis financiera internacional, era obvio que nuestra economía iba a entrar en un período muy difícil, a pesar de los optimistas anuncios gubernamentales de que estábamos blindados contra la adversidad internacional, y que incluso si los precios petroleros bajaban a cero nada nos ocurriría. Afortunadamente, los precios se recuperaron en la primera mitad de 2009 para luego estabilizarse en torno a los 70 dólares por barril, manteniéndose en ese nivel hasta fines del tercer trimestre de 2010. Con todo y ello, el precio promedio de 2009 fue de 57 dólares, casi 30 dólares menos que el de 2008, razón que explica la severa recesión que se vivió ese año. Sin embargo, en 2010 el precio subió a 72 dólares, el segundo más alto de nuestra historia, pero la economía siguió en recesión, confirmándose nuestra predicción de cuatro años antes de que aun cuando el precio se estabilizara en altos niveles, la economía enfrentaría serios problemas. Las crisis políticas del Medio Oriente, conocidas como la Primavera Árabe, que llevaron al derrocamiento de varios regímenes dictatoriales de la región, impulsaron nuevamente los precios al alza, particularmente después que estalló el conflicto en Libia, haciendo que el valor de los hidrocarburos se ubicara por encima de los cien dólares. Por ello, en lo que va de año hemos vendido nuestro petróleo a un precio promedio cercano a los cien dólares, pero la economía no está mostrando signos de franca recuperación. Tan sólo está experimentando unas moderadas tasas de crecimiento a pesar de la política de expansión de gasto público que se ha implementado, y que incluso ha llevado a un desenfrenado endeudamiento gubernamental, pues los ingresos petroleros parecen no ser suficientes para cubrir las cuantiosas erogaciones del sector público. De todo lo anterior podemos concluir que la dependencia de la renta petrolera, que hoy es mayor que nunca, ha puesto a esta economía en una situación
muy compleja, porque aquella capacidad de respuesta del aparato productivo y de la demanda privada a políticas fiscales expansivas, posibilitadas por la elevación de los precios petroleros, parece ya agotada, o por lo menos muy mermada, requiriéndose entonces un cambio de rumbo que busque reducir la dependencia de la renta petrolera a través de una diversificación efectiva de la economía, para lo cual hace falta, entre otras cosas, la materialización de cuantiosas inversiones privadas. Por ello estoy convencido de que si seguimos por donde vamos sufriremos severas consecuencias. Es imprescindible que comencemos a transitar un nuevo camino que nos lleve hacia el verdadero desarrollo.
PRIVATIZACIÓN EN LA VÍA HACIA UNA ECONOMÍA NEOLIBERAL En los último años hemos venido escuchando por diversos medios tanto internos como externos de que el Estado debe reducirse solo a labores democráticas y sociales, otros los más radicales van más allá de ello, piden prácticamente que desaparezca su participación e interacción con el mercado y del entorno empresarial, para ello nos han vendido la idea de planteamientos de lograr eficiencia en los servicios, una sustancial reducción en el tamaño del Estado, el desmantelamiento de regulación y control de precios, la ampliación de la participación de la competencia y una reducción de la corrupción oficial, pero no se ha dicho el verdadero objetivo oculto de la privatización, la de Aumentar los ingresos del sector oficial para que pueda mejorar los desembolsos de intereses de la deuda externa. Muchas saltaran a la palestra y dirán que no es cierto pero la realidad nos viene demostrando la real, desnuda y cruel que es la neoliberalidad del mercado en la vida social de un país como el nuestro y la renuncia tácita de un Estado a llevar a cabo su verdadero rol de promover el desarrollo y crecimiento de una nación a que sea justa, sana y humana, pero ello no solo fue error del Estado, ya que tampoco no fue percibida su impacto socioeconómico por los organismos sociales, laborales, etc, hoy vemos que la desmedida privatización
ha conllevado a nuestro país a una situación de seudo desarrollo y mayor pobreza aparte de su aberración conceptual en lo que a conducción política se refiere, que incluye algunos efectos de hondo impacto, como el aumento del desempleo, la pobreza, inseguridad ciudadana, el analfabetismo y la informalidad; la concentración de capital en manos de pocos monopolios financieros nacionales y un aumento exponencial en la riqueza de las multinacionales que deciden participar con gran ventaja en la subasta y remate de los activos estatales, cuyos hechos han sido denunciados por la misma CEPAL. Más aún somos participes de una inhumana política denominada libertad laboral, la que consiste simplemente en golpear o eliminar los derechos adquiridos por los trabajadores a lo largo de muchos años de lucha, especialmente a nivel sindical. Y si bien es cierto que muchos sindicatos de trabajadores han sido prácticamente colonizados por actores o pensadores de ideas extremas, desvirtuando con ello lo que debería ser la función esencial de su existencia, no es menos cierto que ellos han protegido en cierta forma a quienes los integran, de la voracidad insana de muchísimos empleadores que quisieran haber vivido en los siglos del feudalismo. Para ahondar este escenario negativo, las medidas del Banco Mundial pretenden dar mayor autonomía a los empleadores, ofreciéndoles la posibilidad de entregar menores beneficios salariales y de mayores recortes de prestaciones de protección y seguridad social a los trabajadores. Asimismo, cada día se fortalece el subempleo disminuyendo el costo de la mano de obra a niveles incipientes. Un ejemplo más dramático de esto se encuentra en nuestro país en el sector industrial, civil, público, manufacturero, agroindustrial y de la salud, en donde sus trabajadores, han venido perdiendo sus prestaciones, sus niveles de ingreso y su misma posición social, al considerarse al sector como una enorme fuente de ingresos para el grupo de capitales nacionales y extranjeros.
A ello también se suma en el encarecimiento de los servicios públicos, con una fachada de la optimización de los ingresos del Estado que se encuentra en el aumento en los costos de los servicios públicos y en las reformas tributarias que cada vez arrancan una mayor parte de los magros ingresos de todos aquellos que no pueden ocultar sus ingresos, como los trabajadores dependientes. La elitización resultante es también evidente. Uno de los impuestos que más ha golpeado a las clases media y popular es el IGV. Siendo en resumen, con el socorrido argumento de la modernización y la privatización, organismos internacionales como el Banco Mundial con la complicidad de gobiernos débiles e ineficientes pretende arrancar los pocos recursos de los gobiernos para cancelar deudas de usura sin prestamistas mundiales. Pero ya se ha hecho una mala costumbre de la extrema derecha y de sus beneficiados, que cuando alguien intenta criticar los sistemas económicos que atentan contra la dignidad y el respeto de la persona como ente humano y pensante, se lo acusa de "comunista" y apátrida, incluso he recibido misivas de personas que me acusan de subjetivo, falto de estadística y sin un piso matemático para sustentar estos argumentos, como si no existieran en diversos organismo tanto nacionales como internacionales la abundancia de semejantes documentos. No obstante, existen doctrinas tan importantes como la de la Iglesia Católica que han planteado la obligación social del Estado en aspectos tan importantes como el bien común, la solidaridad, la sujección de los medios de producción al trabajo humano ( y no a la inversa) y la dignidad humana por encima de cualquier tipo de beneficio mezquino de algunos pocos. Existen documentos tan trascendentes como las Encíclicas Quadragesimo anno (Pío XII 1931), Pacem in terris (JUan XXIII 1963), Populorum progressio (Paulo VI 1967) y Centrodimus Annus (Juan Pablo II 1991), son solamente
algunos de los que defienden el bienestar y bien común por encima del beneficio particular y privado de grupos específicos que han precipitado con su inhumano egoísmo y desaforado apetito económico y de poder una desigualdad social que solamente culminará en una desgracia para todos. Repasemos y observemos el horizonte hacia los países que han sufrido la desmedida locura neoliberal veremos una imagen social poco alentadora, por ello es importante mencionar el planteamiento de la Comisión de Deuda Social del Parlamento Latinoamericano, cuyos miembros han urgido la necesidad de una "mejor distribución de la riqueza", pues los fenómenos de la globalización han pauperizado y afectado negativamente a quienes constituyen los elementos más débiles de la sociedad, especialmente las mujeres y los niños. Todo esto, para mostrar la vergüenza de la impresionante cifra de ciento diez millones de pobres absolutos en nuestro continente. Ante tan triste y volátil escenario, preocupados los ideólogos neoliberales por el polvorín social que implica y conllevaría esta situación, se ha hablado de una inversión social, creando fondos y empresas que en lugar de acabar con la pobreza, simplemente la administran, con criterios asistenciales transitorios y fines clientelistas del ejecutivo, como vemos en los programas manejados por el Ministerio de la Presidencia y el de la Mujer. En nuestro país, el gobierno de Fujimori fue la plataforma que ha llevado al desastre económico actual, ahondado por la torpeza de este gobierno actual. El Neoliberalisno es el culpable real de gran parte de los problemas sociales que hoy nos aquejan, al lograr incentivar y empujar a la miseria absoluta a más del cincuenta por ciento de nuestra población, con sus consecuencias, de fortalecimiento de la delincuencia, desigualdades sociales, discriminación y del ahondamiento en la pérdida de valores y de dignidad que durante mucho tiempo acompañaron a nuestra sociedad.
El neoliberalismo extremo es el peor enemigo de la sociedad latinoamericana, de su conglomerado desprotegido y de las políticas sociales que intentan aliviarlo. Un economista chileno Manfred Max-Neef (Premio Nobel alternativo de economía) ha expresado: "...La política neoliberal que están adoptando la mayoría de los países latinoamericanos, los llevará directo al colapso..." El neoliberalismo económico, puesto de manifiesto en los eventos de la vida nacional en los últimos años, representando una de las ideologías más peligrosas que han conocido los países del tercer mundo, debido a las profundas repercusiones sociales que las medidas de gobiernos que, como el del presidente Fujimori el de Toledo, tomaron en favor del capital internacional y en desmedro de la calidad de vida de los pobres peruanos. Muchos economistas neoliberales pregonan el resurgimiento del poder del mercado, con la eliminación o reducción del papel del Estado en el plano económico y social, con sus consecuencias de re-evaluación del concepto de soberanía para cambiarlo por el de globalización y la evidente abusiva prevalencia de lo privado sobre lo público. Una de las ciencias que etiquetan es la macroeconomía son los encabezados y defensores de un aumento del crecimiento económico (Ellos equiparan crecimiento con desarrollo), un aumento de las exportaciones, preferiblemente de materia prima poco elaborada (minera) y que requiere de mano de obra barata, un absoluto control de la inflación y una reducción sistemática del ingreso real de la población. Para ello preconizan una reducción del déficit fiscal mediante el recorte del gasto público y la eliminación de la inversión y subsidios, esencialmente para aumentar la posibilidad del pago de la deuda externa y el enriquecimiento de las transnacionales y de los monopolios nacionales y extranjeros Una de la fuentes modernas del neoliberalismo se encuentran en la escuela monetarista del economista Milton Friedman, quien expresa que la desigualdad
es positiva en tanto contrarresta la centralización del poder político y, al mismo tiempo, incentiva al individuo en originalidad y producción. Y en su contraparte europea, la denominada "escuela austríaca", representada por Friedrich Hayek y Ludwig von Mises, quienes afirman que el capitalismo eleva el nivel de vida de todos, incluyendo los más pobres, pues el aumento en la riqueza aumenta el altruismo individual. Veo con temor y asombro afirmaciones como la del "libertario" Robert Nozick, quien sin ruborizarse plantea que "Nadie puede exigir un derecho al ingreso por el simple hecho de necesitarlo para sobrevivir, pues al hacerlo, se coarta la libertad de alguien más". E incluso los extremos de otros libertarios extremistas, como Murray Rothbard y David Friedman, para quienes los pobres tienen la culpa de su propio destino. Tengamos en cuenta que detrás del planteamiento neoliberal se encuentra, en esencia, el clamor de la Banca Internacional por cobrar su deuda a los países del Tercer Mundo. El Consenso de Washington, en 1993, planteó de manera muy específica una serie de pasos para conseguir estos propósitos:
Luchar por el apoyo político para la reforma neoliberal, aún a sabiendas del efecto desastroso sobre la población.
Garantizar la estabilidad macroeconómica del país para que produzca un excedente fiscal.
Impulsar y Favorecer la privatización.
Facilitar la inversión y el crecimiento económico.
No olvidemos que las autoridades de la República están constituidas para proteger a todas las personas residentes en el Perú, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares. A lo anterior se suma el concepto de las funciones económicas del sector público, que incluyen la
procura de la eficiencia económica, la redistribución de la renta, la estabilización de la economía y el establecimiento de sus políticas específicas. Los visionarios de la privatización plantean el retiro del Estado de la arena económica del mercado, dejándolo esencialmente como un pequeño regulador entre particulares. Pretenden entonces que el ente social coloque en venta los bienes escriturados a la nación para poderlos explotar en el escenario de la economía de mercado, con el objeto de volverlos eficientes y eficaces para, en esa forma, obtener ganancias que reviertan hacia quienes se han tomado la molestia de volverlos rentables. Quienes apoyan la privatización hablan de ella como la única vía al crecimiento económico, al mejoramiento de la eficiencia empresarial, la creación de nuevos empleos, la promoción de la competencia, el desarrollo de mercados de capitales, la liberalización de los recursos estatales y la reducción de la presión fiscal.
Pero el problema no es simplemente la torpeza e ineficiencia del Estado. Lo que subyace en el fondo es la impresionante corrupción gubernamental a través de enormes aparatos burocráticos, desfalcos de cantidades inimaginables, tráfico de influencias, desvío de fondos hacia manos privadas y otros fenómenos que simplemente llevan a un camino común: El desprestigio del aparato estatal por efecto de sus mismos agentes. Sin embargo, un aspecto que no ha sido suficientemente analizado, es el origen de los entes que ocasionan la corrupción del Estado y sus agentes. Y es innegable que la principal fuente de corrupción estatal se encuentra en la misma empresa privada, ávida de los recursos oficiales y para quien "fuera del erario público no hay salvación". El interés público que debería constituir la razón de ser del trabajo estatal, se ve influenciado por las presiones de empresas productoras que consideran al Estado como su mejor y más adinerado cliente. Y a través de sobornos, influencias, recomendaciones y toda clase de manipulaciones, se apoderan de jugosos contratos y se benefician del
enorme desvío de recursos que acompaña a la ya tradicional "comisión de servicios". En nuestro país el Estado ya se encuentra privatizado, debido a varios aspectos, entre otros la corrupción de los funcionarios que benefician a las empresas privadas, el clientelismo burocrático, la egocéntrica avidez de algunos sindicatos, asociaciones de empresarios y el respaldo estatal a empresas esencialmente privadas. Conllevando a que el costo de los servicios públicos se ha incrementado casi en un ciento por ciento, convirtiéndose en fuente de uso de una élite económica privilegiada que puede pagarlos, la concentración de riqueza se ha concentrado en manos de unos; la pauperización de grandes masas de población ha alcanzado niveles insostenibles para cualquier gobierno (Sesenta por ciento de los latinoamericanos en la miseria absoluta). Recordemos lo que decían algunos neoliberales, a principios de los 90, no solo en el Perú, sino en toda América Latina. Y agregaban: los que se oponen a la globalización y privatización son dinosaurios que aún no han salido de Jurassic Park (Daniel Hokama ex Ministro de Energía y Minas del Perú). El escritor y periodist del Diario La República Humberto Campodónico, nos recuerda en su columna que la realidad es otra ya que EEUU subsidia al Pentágono y la NASA, que a su vez contratan a Boeing y Lockheed, mientras que los europeos subsidian al Airbus, que beneficia a sus empresas. Asimismo, ambos lados del Atlántico subsidian a sus agricultores con miles de millones de dólares. Y hace unos meses, la estatal china CNOOC no pudo comprar a la petrolera Unocal, debido a la fuerte oposición del Congreso de EEUU. La lista de intereses nacionales que defienden los Estados es, en verdad, interminable. Pero en el Perú buena parte de la clase política, del empresariado y de los
medios de comunicación sigue pensando que el Estado es el demonio. Hemos llegado a tal punto que la Constitución de 1993 dice que no debe haber empresas públicas (Art. 60). Si algunas aún no se han vendido, eso se debe al rechazo de la población, mas no a la voluntad gubernamental. Lo que es peor. No las dejan invertir y desarrollarse, lo que nos perjudica a todos. Es el caso de ENAPU y las grúas en el Callao; de EGEMSA y la II Etapa de la central de Machu Picchu; de Petroperú en la Refinería de Talara. Yo pongo como ejemplo la diversidad de proyectos viables que se encuentran durmiendo el sueño de los justos que las pocas empresas estatales que a pesar de todos los obstáculos y medidas que le han venido poniendo para su gestión y desarrollo autoridades del Estado que vienen de ellas mismas a través de sueldos, aportaciones, dietas, etc., aún ante ello arrojan utilidades y coadyuvan a controlar los desmedidos apetitos de las empresas privadas, como por ejemplo en el sector energético. Otra es el dogma anti-Estado no significa que se haya dejado de usarlo para hacer negocios: si no revisemos como nos trae a recordar es el DS 120 94; exoneraciones tributarias; contratos de estabilidad tributaria. En una palabra, el “buen” Estado es el que está al servicio de los intereses privados.
Hoy en día somos participes y testigos preferentes de la ambición de nuestros recursos por otros países como nuestro mar y de nuestro gas en el denominado “anillo energético” -que solo es venderle gas a Chile a cambio de
nos pague con energía eléctrica el precio que ellos dispongan. Encima no tenemos para garantizar el abastecimiento interno y pretendemos regalarles a otros.
CONCLUSIÓN Al evaluar la situación general de Venezuela tras más de diez años de reformas económicas destinadas a lograr la liberalización de sus mercados, puede afirmarse que los resultados han sido un mayor control de la inflación, reactivación del crecimiento económico, cierta recuperación del dinamismo de la economía latinoamericana, así como un innegable avance en la difícil tarea de reformar el Estado. Sin Embargo, las reformas económicas no han logrado reducir significativamente los niveles de pobreza, ni frenar el crecimiento del desempleo, así como tampoco han podido lograr una recuperación real del salario de los trabajadores. La brecha social, lejos de disminuir, continúa hoy aumentando, pues, aunque los pobres son hoy menos pobres en cuanto a su poder adquisitivo, ocurre también que los ricos son cada vez más ricos, gracias a su ventajosa situación económica. Esta gran desigualdad en el nivel de ingreso entre ricos y pobres se debe en gran medida a las diferencias existentes entre unos y otros en cuanto a su formación, así como a las distintas posibilidades que poseen de acceder al uso de los recursos naturales.
BIBLIOGRAFÍA http://www.analitica.com/va/economia/opinion/3477919.asp http://www.gestiopolis.com/canales7/eco/neoliberalismo-impacto-social-de-laprivatizacion.htm http://www.eluniversal.com/2009/06/02/opi_art_del-capitalismo-als_1404465.shtml