Universidad Nacional de Misiones Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Epistemología de las Ciencias Sociales Cardoso de Oliveira R., 1988, “La formaçao da disciplina” en Sobre o pensamento antropológico, Río de Janeiro, Tempo Brasileiro. Partiendo del aporte filosófico de Heidegger, el autor plantea a la disciplina antropológica como objeto de estudio de si misma. La antropología se caracterizó por el “asombro” (“espanto”) ante el “otro”, un “otro” que escasamente se trató de ella misma como un objeto extraño frente al cual asombrarse y Cardoso de Oliveira sostiene que esto se ha debido tal vez a la propia historia de la disciplina, como parte del saber occidental y de la cultura “cientificista”. Resulta necesario cuestionarse los fundamentos de la antropología que tampoco está exenta de “mitos” y “ritos” colectivos. Como parte de una “comunidad intelectual” constituyen una “cultura”, factible de ser abordada como tal. El autor propone partir de las tradiciones que se han desarrollado y que conforman la “matriz disciplinar”, teniendo a esta –a diferencia de Kuhn quien la utiliza como sinónimo de paradigma- como una articulación sistemática de un conjunto de paradigmas simultáneos, que pueden convivir en un mismo país y hasta en una misma institución. Para reconstruir la matriz disciplinar el autor recurre a la “técnica estructural de constitución de campos semánticos”. Así, realiza una primera distinción entre la tradición intelectualista y la empirista, y estas son conjugadas con la categoría “tiempo” que da lugar a dos perspectivas distintas, una atemporal, diacrónica, y otra temporal o histórica, sincrónica. En esta matriz se inscriben todos los paradigmas. Tiempo
Tradición
INTELECTUALISTA
EMPIRISTA
SINCRONÍA
“Escuela francesa de sociología” Paradigma racionalista y, en su forma moderna, estructuralista. (1)
“Escuela Británica de Antropología” Paradigma Estructural-funcionalista. (2)
DIACRONÍA
“Antropología Interpretativa” Paradigma Hermenéutico (4)
“Escuela Cultural” culturalista. (3)
HistóricoParadigma
Como representantes respectivos de las mismas el autor presenta a Durkheim, Rivers, Boas y Geertz. El aporte de Durkheim y sus colaboradores se enmarca en el surgimiento de una nueva disciplina que buscaba diferenciarse de la filosofía, de la psicología y de la historia el tiempo es excluido en su concepción de conocimiento científico. Buscaron deshacerse de toda carga filosófica a partir de la crítica de las categorías del conocimiento kantianas y constituyeron una perspectiva basada en el método comparativo para el conocimiento
de otras sociedades, en términos de “representaciones colectivas”. Así, en el marco del racionalismo francés se encuentra la “Escuela francesa de sociología”, que privilegia la “conciencia racional” al interior de los fenómenos sociológicos. Por su parte, Rivers imprime en el quehacer antropológico une estilo de investigación basado en el estudio in loco, y es a partir de él que el parentesco se convierte en el objeto principal de la antropología social. También en la Escuela Británica el tiempo se suprime y el psicologismo de Rivers disminuye su influencia a la vez que aumenta la del pensamiento durkheimiano. El autor considera a Rivers como una figura de transición ya que en el se presentan las cuestiones que serán resueltas por sus sucesores. A partir de la “Escuela boasiana” estadounidense se comienza a recuperar la noción de cultura y se reintroduce a la historia pero desde una perspectiva distinta a la que había sido fuertemente criticada. La historia sirve a la comprensión de los procesos de cambio (mudança) y aporta a la objetividad de los hechos socio-culturales. La temporalidad del objeto no interfiere con la neutralidad del observador que se obtiene por cuestiones de método. Ahora bien, la interiorización del tiempo como pensamiento hermenéutico, hallados en la filosofía de Dilthey, Ricoeur, Heidegger o Gadamer, será apropiado por la antropología a partir de Geertz. Este autor propone una etnografía del pensamiento, de ver al pensamiento como un “hecho social” pero no tomado a la manera durkheimianaexterior al sujeto cognoscente- sino, mediante la vía de la interpretación, como “cosa social” inscrita en el horizonte del sujeto cognoscente. A partir de estas descripciones el autor explica la transformación de la categoría “tiempo” de la tradición empirista a la intelectualista. Para el investigador hermeneuta, su posición histórica nunca es anulada sino que supone una condición de conocimiento. Esta fusión de horizontes no implica abandonar el propio horizonte sino asumir los propios preconceptos.