CARTAS A MARIA ELENA José Luis Mejía A manera de explicación: Conocía a María Elena hace varios años. Ella fue mi alumna en uno de los tantos cursos de literatura que tuve a mi cargo en casi dos décadas como profesor. profesor. Era callada y tímida, amable amable y respetuosa, tenía la habilidad de pasar desapercibida y, durante algunas semanas, no dio muestras de un mayor interés por la materia, aunque no solo cumplía con los ejercicios y las redacciones sino que los hacía de manera destacada. Yo tenía la costumbre de empezar cada una de ms clases leyéndoles leyéndoles a mis alumnas un poema. Iba, sin otro orden que mis preferencias y mi ánimo, atravesando atravesando arbitrariamente la historia historia dela poesía. Algunas obsesiones me perseguían y pronto mis viejos estudiantes estudiantes le avisaban a las promociones promociones siguientes cuáles eran. Borges estaba estaba (está) en la cumbre de todos, su poesía la leí tanto y hubo poemas suyos que repetí con tanto entusiasmo que algunos de mis alumnos aún hoy se los saben de memoria. Después, el Romancero y el Siglo de Oro y, también, las dos maravillosas generaciones españolas: la del 98 con los Machado, y la del 27 con Lorca y Hernández, esos monumentos. monumentos. De América, los fundadores González González Prada, Martí, Chocano y Vallejo. Esos cinco minutos no eran otra cosa que repetir con ellos lo que mi mi padre hizo por años en la mesa familiar. Abrir un libro de poemas, buscar al vuelo aquel que tenía la marca que lo señalaba como especial y leerlo con esa voz pausada, con esa tranquilidad, con ese tempo que le daba el espacio y la cadencia suficientes para apoderarse de nuestra atención. Así lo hacia mi padre con nosotros, así lo hacía yo con mis alumnos. Una maña, repasando la clásica Antología de la poesía peruana que Alberto Escobar publicara en la década del sesenta me topé con c on Juan Gonzalo Rose, un exquisito poeta de la llamada “Generación del 50” y, en especial, con un poema suyo que siempre le llamaba la atención atención a mis alumnos, “Las cartas cartas secuestradas”, leí el el poemas, todos guardaron silencio y luego estuvimos conversando un rato de las diferencias que había entre las viejas cartas y los modernos correos electrónicos. electrónicos. Fue tan interesante el intercambio intercambio de opiniones que dediqué toda la clase a explicar qué era una carta, cuáles sus elementos y cuál había sido mi experiencia personal escribiéndolas y recibiéndolas en mi juventud. La tarea de esa tarde fue muy sencilla, tenían que escribir una carta. El destinatario y el tema eran libres, sencillamente había que expresarse en ese formato tomando en cuenta que ni sería leída de inmediato ni tendría una respuesta inmediata. Al día siguiente fue muy divertido escuchar la lectura de mis alumnos, algunos le escribieron a sus padres, otros a la Divinidad, un grupo de chicas a sus artistas favoritos, un buen número de muchachos a los futbolistas de moda y no faltó la siempre siempre socorrida carta a Papá Noel. Era un grupo muy creativo creativo y fue una jornada jornada realmente amena. Solo me llamó la atención atención que María Elena, que siempre siempre realizaba magnífico trabajos, trabajos, se disculpara diciendo diciendo que había entrenado toda la tarde y que le había sido imposible imposible cumplir con la tarea. Iba a empezar con el “largo discurso discurso sobre la adecuada distribución del tiempo en los jóvenes” cuando la campana dio dio por terminadas las las clases. Los alumnos me miraron con rostros compungidos temerosos de perder quince minutos de su tarde y yo, débil al fin, los liberé l iberé de la tarea de escucharme. Todos se marcharon y María Elena, que generalmente salía rápido porque la esperaba la camioneta para ir a sus entrenamientos, entrenamientos, se demoró revisando distraídamente distraídamente unos papeles. Cuando la clase estuvo vacía, vacía, se acercó a mi escritorio con un sobre en la mano y me lo entregó diciendo: diciendo: “Lo siento, no pude leerlo en público”. Inmediatamente, Inmediatamente, antes que yo pudiera decir algo, se marchó. Abrí el sobre. Dentro de él había un papel escrito escrito a mano con una caligrafía caligrafía hermosa y una delicadeza emocionante. Allí me contaba quién era, qué hacía, qué deporte practicaba, practicaba, qué cursos le gustaban gustaban más y cómo le tenía espanto a las matemáticas. matemáticas. Me hablaba de ella con la familiaridad de una amiga y me decía que le hubiera encantado encantado tener un padre como el mío que le leyera poemas, que el suyo era muy bueno pero que, “como “como buen ingeniero, era muy práctico y está siempre ocupado”. Terminaba diciendo que le habí a encantado el poema de Rose y que la llenaría de satisfacción, alguna vez, “ser ese cartero de los tristes para que también ellos puedan ser felices”. Nunca más se habló del tema. Ni ella lo mencionó ni yo lo saqué a relucir, pero p ero desde aquel día no hubo ocasión que ella no aprovechara para pasar por mi clase, intercambiar algunas palabras, contarme algunas anécdotas y preguntarme por esto y por lo otro con una curiosidad curiosidad infinita infinita y unas ansias de saber tan nobles nobles como inagotables. inagotables. Así pasó gran parte de ese año. Conversábamos, casi casi siempre en los recreos, mientras mientras yo devora una hamburguesa y ella comía su ensalada. ensalada. Los temas eran variados aunque siempre siempre versaban sobre los asuntos que llenan de curiosidad a los jóvenes. jóvenes. Poco a poco las empezaron empezaron siendo las charlas del viejo viejo profesor se convirtieron convirtieron en inacabables diálogos sobre sus padres, sus estudios, sus amigo s y sobre todo el mundo nuevo – temible temible y fascinante- de la adolescencia.
Un día, cuando el año terminaba, una carta inesperada vino trayéndome noticias. Una universidad del extranjero me ofrecía la cátedra de Literatura Americana y, con ellos, el tiempo suficiente para desarrollar una serie de proyectos editoriales que las obligaciones de la escuela me habían hecho ir postergando. Lo que pensé que iba a ser causa de alegría se convirtió convirtió en una profunda tristeza para María María Elena. Me dijo que no sabía con quién iba conversar conversar ahora y que la estaba abandonando justo cuando necesitaba más mis consejos. El apuro de la mudanza, los papeleos y las mil despedidas me distrajeron por completo, esas últimas semanas fueron vertiginosas y, comenzando diciembre, cuando concluyeron los exámenes finales, entregué notas y dije “hasta pronto” a todos. Hubo una ceremonia especial donde las autoridades recocier on recocier on los años que había dado al colegio y mis alumnos organizaron una fiesta en la estuvieron todos, menos María Elena. Al llegar a mi destino tuve un par de meses arreglando papeles, estableciéndome, realizando los contactos necesarios para empezar empezar con mi labor y ordenarme un poco en medio medio del caos de la mudanza. No era la primera vez que iba a vivir al extranjero pero los años me habían vuelto, como dice Cervantes, “poltrón y perezoso”. Como estuve ordenado en mi nueva vivienda y una vez que me adapté a la novedad de mi rutina, comencé a reconstruir los lazos que unían a mi patria. Empecé a escribir muchos correos electrónicos electrónicos y volvía enterarme de lo que sucedía en mi vieja ciudad. Revisando los libros libros que me acompañaron acompañaron en el viaje hallé la Antología de Escobar Escobar y no pude no pensar en María Elena. Me sentía culpable de haberla abandonado justo cuando había encontrado a alguien que la rescatara de su timidez y de su silencio. Entonces decidí escribirle. escribirle. Hice veinte borradores y finalmente finalmente acepté, en el propio tribunal de mi autocrítica, autocrítica, enviarle el texto que me pareció mejor. Debo confesar que lo con temor, que entre las posibilidades posibilidades que se abrían estaba claro que su silencio definitivo era una de las más serias. Felizmente me equivoqué, veinte días después me llegaba un sobre con mi nombre caligrafiado con esa hermosa y para mí inconfundible inconfundible letra. Desde ese momento retomamos retomamos una conversación conversación que duró años y resistió resistió malos ratos, opiniones encontradas, silencios peligrosos, mudanzas, regresos, ausencias, distancias y lejanías. Ha pasado ya algún tiempo y María Elena es hoy una mujer extraordinaria con la que todavía converso largas horas sobre temas infinitos. En uno de esos diálogos recordamos recordamos cómo nos conocimos, conocimos, el poema de Juan Juan Gonzalo Rose, mi mi viaje y las primeras primeras cartas. Ella me sugirió sugirió que las publicara, publicara, “cuantas María Elena habrá en el mundo esperando que alguien las adopte, que alguien les dedique su tiempo, que alguien les escriba como me escribiste a mí cuando era una muchacha. Yo no había guardado copias y, en algún momento, entre apuros y mudanzas, angustias e incertidumbres, tuve que deshacerme de muchos de mis libros y de mis mis archivos. En nombre del profundo respeto que siempre siempre le tuve (y que le sigo guardado) destruí sus cartas porque supe que esas no había sido hechas para ser leídas por otros ojos que no fueran los míos. Ella, en cambio, había conservado, ordenas con la rigurosidad de su afecto, todas y cada una de las cartas que yo le escribí. A los pocos días de nuestra conversación, tuve en mis manos un primer paquete acompañado de esta nota escrita con esa caligrafía cálida y hermosa que me sigue emocionado: e mocionado: “Esto es lo que en mi archivo he guardado bajo el título de “Primera Jornada”, Jornada”, he llorado, feliz, releyéndolas. releyéndolas. Ahor a. Ahor a. Más que nunca, estoy segura que muchos jóvenes, muchachas y muchachos, muchachos, hallarán en ellas eso que me me salvó de los abismos”. El paquete contenía dieciocho cartas y un viejo y amarillento cuadernillos de poemas que me devolvió de pronto a los tiempos en que yo también abandonaba mi propia adolescencia. He releído todo y, casi sin otras modificaciones que unas comas, lo entregué a la editorial junto con esta explicación que estás leyendo, con entusiasmo y curiosidad, tú que has abierto las páginas de este libro. No te demoro más. más. Desde este lado del mar, mar, justo cuando cuando comienza a florecer florecer la primavera. primavera. Lejos y cercano. JL
1. Buscando las palabras para empezar
Querida María Elena: Me tienes ya varias horas buscando buscando las palabras para empezar a hablarte, hablarte, y he fracasado. No hallo en el montón de ideas que se confunde confunde en mi cabeza la mejor manera manera de comenzar sestas líneas. líneas. He perseguido inútilmente esas frases con las que suelo sorprender a quienes me escuchan pero está vacía, vaciadas de significado porque solo son juegos juegos verbales y no la verdad desnuda. desnuda. Siento que en este mundo de apariencias, de oraciones prefabricadas, de actitudes correctas y de emociones controladas, la imagen se lo va tragando todo y ya no tiene ninguna importancia la esencia de las cosas.
Seamos claros. Las palabras no me sirven para nada cuando siento tu ausencia y sé que a ti tampoco te son útiles allá, en ese mundo siempre nuevo y desconocido donde irás construyendo – contrayéndotecontrayéndote- esa mujer que tantas veces se ha anunciado en tus ojos ojo s de niña y en la mirada sorprendida y curiosa con la que escuchabas las viejas y desgastadas historias de mi vida. Irse es una forma de morirse un poco y no me importa sonar melodramático melodramático ni que los demás afirmen que exagero. Mi abuelo, el viejo periodista, p eriodista, decía que “despedir es dejar ir” y no solía asistir a ninguna despedida, y aunque todos criticaban su aparente indiferencia, indiferencia, él salvaba la pena del que se iba y su propia pena, y hacía bien. Algo queda maltratado en nosotros cuando una persona amada se aleja y el dolor se hace más grave cuando más permanente y larga es la distancia. A veces es un viaje eventual, otras, uno de largo aliento y, cuando llega con su infame sentencia, sentencia, el viaje definitivo definitivo de la muerte. muerte. ¿Será que es cierta esa esa frase que afirma que, de alguna manera, todos nos estamos yendo? ¿Cómo combatir la distancia? Hay muchas maneras, maneras, y de todas, yo prefiero el amor. amor. Sí, el amor, querida María Elena. Pero el amor no es esa fantasía que se ve en las fotos de los diarios, ni en las películas con las que lloras los fines de semana cuando, deprimida, deprimida, te metes en la cama con un helado para olvidarte del mundo. mundo. Todo lo contrario, el amor es vida, es alegría, alegría, es ganas de ser y de hacer. Sin embargo, ese amor no reside reside en nosotros, se encuentra en la persona amada y se refleja refleja en nuestros ojos cuando cuando la vemos, cunado conversamos conversamos con ella, cuando cuando la tenemos cerca. Por eso un poeta poeta como Borges agradecía agradecía al amor amor que “nos deja ver ver a los otros como los ve la divinidad” Entonces todo se complica, ¿cómo combatir la distancia con el amor si el amor necesita de la cercanía de las personas que se aman para realizarse? Esa es una paradoja, una contradicción que solo puede entenderse amando, atreviéndose a sentir, arriesgándose a sufrir. No obstante, también también es cierto que el amor que que resiste la lejanía, lejanía, no vive, tan solo sobrevive. sobrevive. Ninguna distancia es buena, pero cuando es irremediable, irremediable, el amor nos ayuda a sobrellevar esa pena. “Amor”, palabra urgente, palabra escandalosa, palabra temible. Tiene tanto poder que muchas veces – las las veces que importan- preferimos no decirla, no ocuparla, no pronunciarla; porque nos da miedo. Se aman nuestros padres – ose ose amaron-, se aman – inútilmenteinútilmente- Romeo y Julieta, se aman – a lo mejor se aman- los amantes, pero de tanto tanto amor apasionado nos olvidamos olvidamos de los otros amores y los llamamos cariño cariño o querer, palabras egoístas porque hablan, la primera, de lo uno extraña, de lo que uno carece y, la segunda, de lo que uno busca, de lo que uno trata de obtener, de lo uno un o desea (y ya sabemos que desear, a tu edad, es una mala palabra que cualquier madre reprimiría con advertencias o con amenazas, pero para hablar de eso ya habrá tiempo, María Elena) Los otros amores, el amor del padre, el del hermano, el del maestro, el del amigo; amores tan graves y tan apasionados como el de la pareja son relegados al silencio, pasan desapercibidos, son ignorados o llevan una vida clandestina. Sé que estas líneas no pueden reemplazar reemplazar nuestras conversaciones, conversaciones, pero hacen el intento. intento. La vida es solo eso, un intento tras otro. Cuando dejamos de hacer hacer el esfuerzo, de alguna manera manera nos morimos. ¿Cómo pueden dos personas tan distintas y tan distantes reunirse alrededor de un afecto? Esa es una pregunta que siempre me ha obsesionado. obsesionado. Creo que todo nace de la confianza. Dicen que la mejor manera de acercarse a un adolescente es a partir de la propia experiencia, a partir del testimonio de una vida que fue y que q ue en los recuerdos aún se repite cada vez que la buscamos en el cajón de los tiempos extraviados. Eso te ofrezco, un montón montón de historias, de tiempos tiempos que son míos, de alegrías alegrías y tristezas que son son mías. No son la sabiduría, tan solo es el amontonamiento de mis nostalgias expuestas con la honestidad que siempre tuve contigo. Dicen, también, que los viejos son viejos porque ya se olvidaron que alguna vez fueron jóvenes, que alguna vez la sangre corrió entusiasta por sus cuerpos, que alguna vez su piel se erizó de ansiedad o de vergüenza y sus errores e sucedieron sin tregua en la tempestad inagotable de la adolescencia. Desde acá me enfrento a la renuncia, al quiebre, a la soberbia estupidez de creer que no fui yo el de ayer o el que – que – como como todos los jóvenes- cometió los mismos errores, sufrió las mismas asperezas y se ensució – me me ensucié- en las sagradas torpezas de la adolescencia. Si vuelvo la mirada a los años en que, al igual que tú, veía la vida como la gran montaña cuyas faldas recién me encontraba, me hallo confiado, inocente inocente y crédulo. Entonces el universo era el sombrero de un mago, mis padres perfectos, mis mis amigos para siempre siempre y el amor amor un pasaje secreto secreto que prometía prometía el paraíso. Entonces fui joven como tú. Es a esa juventud a la que regreso para escribiré, o lo intento, intento, al menos. Y lo intento porque no siempre está está allí – donde donde queremos o donde la dejamos- esa juventud que se nos escapa sin darnos cuenta y que huye como la muchacha que sale por la ventana de la casa, donde todo está prohibido, para acudir a la fiesta donde todo está permitido. Cuando menos nos damos cuenta nos encontramos gastados frente al espejo y sentimos que ya hemos cruzado la línea. Solo entonces entendemos que no es la única ni es la definitiva, que es tan solo una de las muchas que se nos irán poniendo al frente para que tomemos las decisiones que nos irán formando – deformando deformando- a través del camino. Ahora estás lejos y me pierdo p ierdo en estas oraciones confusas porque la única certeza que tengo es confesar que te extraño.
Te extraño de esa manera confusa que tienen los padres que alientan al hijo a ser independiente y, sin embargo, le ponen trampas y zancadillas zancadillas afectuosas con tal tal de no perderlo. Un padre aprende – después después de muchos errores- que su función tiene límites, que su tiempo se termina, que su autoridad se disipa y que deber empezar una nueva jornada con los hijos convertidos en mujeres y en hombres que piensan solos, que razonan solos, que piden explicaciones y exigen argumentos. Un padre aprende – tarde tarde o temprano- que después de formar al hijo solo le queda acompañarlo en esa jornada que ya no no es suya, en esa experiencia experiencia ajena, en esa vida que ya ya no le pertenece. pertenece. Solo hace unos instantes fui un muchacho muchacho lleno de miedo, con tu misma misma edad, con tus mismas angustias, angustias, con tus mismos sueños. Puedo verme, todavía, contemplando contemplando de lejos a la joven hermosa que nunca supo que yo existía, puedo escuchar aún las frases torpes y vulgares que escupí amenazado por el pánico de no ser como todos, puedo regresar al momento en que cruce la primera marca por un aplauso, traicioné el primer recuerdo por la baratija de una risotada, y ensucié la primera emoción por el terror incontrolable a quedarme solo. Así es la soledad, una vieja tramposa. Un amigo me dijo alguna vez que “la soledad está dentro de uno” y con ello me descubrió el secreto de las distancias. Podrías estar acá, junto a esta máquina donde escribo, al alcance de mi abrazo, y sentirte sola; puedes estar allá, atravesando montañas y desiertos, océanos y valles, y sentir la calidez de este cariño asustado, de este amor silenciosos, de este maestro que no puede – o que no debe- decirle a todo el mundo mundo que te ama como solo aman los padres. Sé que sonríes, María Elena, sé que se te ilumina el rostro mientras intento explicar con palabras el montón de sentimientos que los que amamos conocemos pero p ero que casi nunca pronunciamos, casi nunca confrontamos, porque a los adultos el temor, también, nos tapa la boca. Ojalá pudiera decirte “no temas”, “no te preocupes”, “al doblar la esquina encontrarás la felicidad”; pero no es cierto. Alguien escribió escribió que el éxito no es un lugar, la felicidad felicidad tampoco, tampoco, ni es un lugar ni está en ninguna parte. La felicidad, con suerte, es una especie de remanso, es sentirnos tranquilos con nosotros mismos y con la gente que nos rodea, es saber que valemos la pena y que quienes saben saberlo lo saben de memoria; es amar y ser amado. Otra vez el amor. Aunque no puedo definirlo con certeza, puedo decirte que el amor se parece al juego aquel de la infancia en el que cerramos los ojos y nos dejamos guiar – ciegos ciegos y con fe- por quien sí puede ver. Avanzamos guiados por esa persona que nos presta su mirada, que nos invita a andar a paso firme y nos da la certeza de que jamás permitirá que tropecemos o caigamos. caigamos. Caminamos sin miedo porque sabemos – queremos queremos saber- que alguien, más allá de nosotros mismos, más allá de lo que nuestros ojos ignoran, más allá de nuestros temores, está viendo por nosotros y está cuidándonos, porque le importamos. importamos. Y esa sensación nos hace sentir bien porque experimentamos experimentamos que es trascendente ser quienes somos no solo ante sus ojos sino – sobre sobre todo- en sus sentimientos, porque su vida se hace más valiosa con la nuestra y porque po rque esa persona que nos guía en la oscuridad ha hallado en nosotros la esencia, eso que ni cambia ni se destruye, esa maravilla que nos identifica como seres únicos y que se mantiene fresca e indeleble a través de los tiempos y de los años. La esencia, María Elena, la esencia es lo que nos define, lo que nos forma, lo nos convierte en lo que somos, y solo siendo leales a ella, somos fieles con nosotros mismos, nos alzamos del suelo y acortamos distancias. Atrévete, sé más grande que tus miedo y álzate sobre las tentaciones del camino sencillo y delos atajos que vas a encontrar regados en cualquier cualquier parte, esperando tu debilidad, debilidad, esperando tu miedo, miedo, esperando tu soledad. Atrévete porque no estás sola, no lo estás estás aunque la duda, duda, como un animal animal salvaje, venga a arañarte el sentimiento. sentimiento. Nadie dice que será será fácil. Los cantos de sirena sirena son hermosos, pero pero terminan ahogando a los marineros; marineros; un parto parto es doloroso, pero da la vida y, con ella, la oportunidad de un mañana. Que cada ocasión que se te presente sea buena para la lucha, lucha, para el esfuerzo, para no rendirse. ¿Sufrirás?, probablemente, pero te dará la ocasión de amanecer de nuevo, de experimentar experimentar otra vez el nacimiento, de llegar al futuro donde te sientas orgullosa de ser quien eres y de tu lugar en el mundo. Sabrás, con la claridad del mediodía, que los que te amamos vemos la hermosura de tu esencia porque eres hermosa y no un invento, porque eres real y no una farsa, porque eres verdad y no una mascarada. Dije que desconfiar de las certezas se me ha hecho una mala costumbre, costumbre, pero creo que me he equivocado. Todos nos equivocamos, María Elena. Hoy, que la montaña es el sendero por donde cruzo, que la experiencia me ha hecho más incrédulo y menos inocente, que la malicia ha construido su nido sobre mi ingenuidad infantil, hoy te puedo confesar que a pesar de todo no se ha muerto el niño que me habita. Cierto, las cosas cambiaron, pero no se destruyeron; el amor es un confiado paso hacia adelante, con los ojos cerrados; mis amigos lo siguen siendo, con vicios y virtudes; mis padres se humanizaron hasta este sentimiento que no puede ser solo memoria porque es de hoy y ahora, porque me habita; y el universo, esa nada que es todo, no se me presenta ya como en la Caja de Pandora donde aún queda guardada mi esperanza. Sí, la victoria está llena de derrotas y la felicidad guarda malos ratos, pero también están hechas de la voluntad de ser, del amor por uno mismo y por los demás, de la decisión de seguir andando aunque se acabe el camino.
La distancia no es esa geografía que nos separa, la distancia no existe para dos que se vieron, sin máscaras, a la cara. Con amor, lejos y cercano, JL
2. La tentación de la impostura Miércoles veintidós de marzo Querida María Elena: Recibir tus líneas es para mí una felicidad. Lo primero que me preguntas es por qué en estas épocas, cuando la modernidad permite la comunicación inmediata, me refugio en estas cartas aparentemente obsoleta s y “pasadas “pasadas de moda”. Más aún, comprendo que te sorprenda tanto que use una computadora para escribirte y, sin embargo, embargo, te envío las cartas impresas. Tengo una razón poderosa. El tiempo. tiempo. ¿El tiempo? Sí, el tiempo que me demoro en escribirlas y leerlas y reléelas, despreciando el apuro de apretar un botón para que te lleguen de inmediato. El tiempo que me tardo en llegar a la oficina de correos, el que se toma este papel en viajar de mi lugar al tuyo, en llegar a tu casa en manos del viejo cartero de zapatos gastados que anuncia, con su llegada, mis noticias. noticias. Y, también, el tiempo tiempo que tú te tomas haciendo lo lo mismo para que yo pueda recibir recibir tus palabras. El tiempo, que a veces aparece un tigre agazapado a punto de darnos el zarpazo, puede ser un buen compañero. Nos permite pensar, meditar, reflexionar. Nos da la ocasión de “digerir” las cosas que nos pasan y no dejarnos llevar por lo inmediato. La comunicación electrónica repudia el tiempo, como la modernidad repudia todo aquello que no ha podido dominar o que no ha sabido comprender. Creemos que huyendo de las cosas que no queremos o que no entendemos, nos libramos libramos de ellas. Pensamos que recluyendo a los ancianos ancianos en asilos, nos libramos de la vejez; que escondiendo los cadáveres en velatorios, nos escapamos de la muerte; que escribiendo correos que llegan de inmediato, nos burlamos de la distancia. Como los niños que al taparse los ojos creen que desaparece desaparece aquello que les moles, así nosotros dejamos de ver la realidad con la esperanza de cambiarla o confundirla. Nada más ingenuo, nada más infantil. Por eso mi insistencia en escribirte estas cartas al “viejo estilo” que yo mismo practicaba hace solo unas décadas, cuando era joven. Antes, recibir correspondencia era un acontecimiento. acontecimiento. Significaba que alguien, en alguna parte del mundo, se acordaba de nosotros y nos dedicaba su tiempo. Hoy, la inmediatez de las comunicaciones ha convertido el diálogo en un cruce casual de informaciones y datos donde nadie entrega nada de sí. ¿Cuándo fue la última vez que escribiste un correo electrónico o enviaste un mensaje instantáneo que dijera algo que realmente importara? Y no es que es la tecnología tecnología sea mala, mala, sencillamente volvemos volvemos a caer en la ingenuidad ingenuidad de creer que ganándole al tiempo, vivimos más. Me alegra que me me cuentes que has empezado empezado un nuevo año en la escuela. escuela. Estos son los mejores mejores tiempos que que tendrás para vivir, experimentar y encontrar encontrar aquello que llene tu vida y alimente tu existencia. El colegio, aún con sus errores, con sus normas absurdas, sigue siendo el lugar donde empezamos a desarrollarnos como seres sociales. Sé que eres tímida, sé que aún no logras liberarte de esa voz que te dice “no vayas a la fiesta”, “nadie quiere hablar contigo”, “no existes para los demás”. demás”. Esa voz no es sino el mi edo al rechazo, el miedo a nos er aceptada por los otros. ¿Sabes algo? Para cada uno de ellos tú también eres parte de “los otros”. Todos tus amigos, aún esa niña que todos los chicos miran, aún ese muchacho por el que todas – incluso incluso tú- suspiran, aún ellos, a los que ves con envidia porque crees que tienen miedo al rechazo. Cuando llegan a casa, cuando están en la cama, antes de dormir, cuando nadie los ve, se preguntan si realmente alguien los quiere o si tan solo llaman la atención por su cara bonita o por sus músculos y, llenos de dudas, sufren mucho. A nadie le guasta estar solo, te lo aseguro. La que te dice “a mí me encanta estar sola y no me interesa andar con nadie” está más sola que tú; acompáñala, ayúdala, porque su miedo es más grande. Poco a poco irás encontrando a las personas más cercanas, a las que entiendan mejor tus comentarios, con las que compartas más temas e historias, historias, con las que podrás ir construyendo una amistad. amistad. Los primeros años en la escuela, escuela, cuando somos niños, sirven para aprender lo más elemental elemental y para empezar a jugar con gente que no conocemos. conocemos. Sin darnos cuenta vamos acercándonos acercándonos más a quienes tienen algo en común con nosotros, nosotros, pero proceso es largo. La amistad no es la hierba del camino que brota después de una lluvia entusiasta y que se marchita con los primeros rayos del sol; la amistad es un árbol que debemos cuidar mucho cuando recién brota delicado del suelo pero que crecerá junto con nosotros, tan frondoso y tan grande, que sus sombra y su fortaleza nos acompañaran el resto de nuestras vidas.
Una vez que ingresas a la secundaria, cuando tu cuerpo atraviesa por una etapa de cambios hormonales, las relaciones dejan la etapa experimental experimental y se van profundizando. En ese momento, los hombres y las mujeres empiezan empiezan a diferenciarse no solo por su aspecto físico, sino por sus gustos e intereses. Trata de recordar tus primeros años y verás cómo Mariana fue tu mejor amiga en primer grado y luego lo fue Cecilia y después fue Sandra. No solo eso, seguramente en cuarto o quinto, cuando todos jugaban sin hacer diferencias diferencias entre hombres o mujeres, ¿no fue Gabriel? Gabriel? Tu mejor amigo? Así sucede que vamos conociendo más a la gente hasta que formamos los grupos con los que compartimos más porque en ellos nos sentimos más cómodos. La secundaria te da la oportunidad oportunidad de terminar de afianzar afianzar tus viejas amistades amistades y crear nuevas. Cada vez pasarás más tiempo con tus amigos y menos con tus padres, es la ley de la vida. Así que piensa bien en qué clase de amigos quieres para compartir estos años. ¿Los más generosos, los egoístas, los que quieren mandar y dirigir siempre, siempre, los que no hablan, los que viven rompiendo las normas, lo que no tienen iniciativa, los violentos, los cariñosos, los que solo piden o los que saben entregar? entregar? Este es el tiempo tiempo en el que tus decisiones van a pesar sobre toda tu adolescencia. adolescencia. Así que vence el miedo, no pienses que eres aburrida o que nadie quiere conversar contigo o que a nadie le importas, esas son son solo ideas que están en tu cabeza y no no tienen ninguna relación relación con la realidad. La verdad es hay un centenar de adolescentes con los que compartes todos los días y todos, no lo dudes, todos tienen el mismo miedo que tú. Una tentación grande que va tocar tu puerta es la de transformarte de manera tal que puedas agradar agrada r a aquellos a quienes tú consideras importantes. importantes. Siempre hay una líder, un un jefe, el más fuerte, la chica más linda, siempre siempre hay quienes destacan por razones tan circunstanciales circunstanciales como una cara bonita o mejor talento para jugar al fútbol. fútbol. No te dejes seducir, no te entregues, ellos son lo que son ( y no siempre es verdad),tú sé quién eres, que el león nace león y es ridículo – ridículo – y hasta peligroso- que juegue a ser una serpiente. Claro, cuando sientes que el chico popular no te mira, cuando ves que la chica popular tiene a todos los hombres persiguiéndola, se hace difícil decir “yo seré quien soy” y es mucho más sencillo imitar a los otros y seguir, como las ovejas, ovejas, las actitudes actitudes de la manada. Por eso el mundo está lleno de imitadores. La autenticidad es un lujo que ya casi nadie se da. ¿Has visto al muchacho que se puso un tatuaje, tatuaje, o al que fuma, o al que se peina como el cantante que está de moda? ¿Has visto a la muchacha que se pone la misma falda que la actriz que sale en las revistas, o que toma mucho licor, o que coloca aretes en la boca o en la lengua? Pregúntales por qué lo hacen, te aseguro que no tienen la menor idea. Te van a responder: “me gusta” cuando cuando en realidad debieran decir – confesar– confesar-:: “me funciona”, como le funciona al camaleón confundirse con el paisaje para no ser devorado por sus enemigos. Ser como otros otros que ya ya es famoso famoso sirve; temporalmente. temporalmente. Por un tiempo tiempo los imitadores imitadores son aceptados por los demás que, como borregos, borregos, los siguen en sus usos usos y costumbres. Yo quiero ser como ella”, es u na frase que vas a escuchar repetidas veces, no la adoptes. Tú debes ser como tú eres y ese va a convertirse en el gran logro de tu vida. Conozco personas de mi edad que no tienen idea de quiénes son y siguen actuando según sea el público que tengan delante, como los artistas mediocres, porque los grandes actores – aun aun cuando imitan- realizan un trabajo tan personal y único, que la gente los recuerda. Hace poco conversaba con un amigo sobre una mujer que, como esas chicas que en tu colegio parecen tenerlo todo, ha gozado de belleza, de fortuna, de una existencia llena de eventos sociales, peluquerías peluquerías y gimnasios. Sabemos que no es feliz, sabemos que lleva una vida oculta con la que satisface sus carencias y que su mundo, aparentemente perfecto y envidiado por todas sus amigas, está en crisis, es una máscara que está a punto de deshacerse como un castillo de arena bajo la lluvia. lluvia. Mi amigo decía : “habría que hacerle tres preguntas sencillas, ¿quién eres?, ¿qué quieres? Y ¿a quién quieres?. Esa pobre mujer se olvidó de quién era ambicionando ser como las otras cuya vida envidiaba; no sabe lo que quiere porque siempre se convenció convenció de que en la vida tener muchas cosas, cosas, tener dinero y tener tener poder, era lo más importante y ahora eso no le alcanza; y no tiene la menor idea de a quién quiere porque ha vivido queriéndose tanto, contemplándose tanto, admirando tanto un reflejo que no era el suyo, que no se dio cuenta de que había un mundo a su alrededor. Otra pregunta dolorosa que le haría es “¿Quién te quiere?” y ento nces podría ser que viera como la vanidad y la ambición, como el intentar ser otra para ser aceptada y el negarse a sí misma para triunfar , no hacen sino levantar un muro de cristal entre entre ella y los demás. Yo que la conozco puedo decirte quien la envidia, quién la desea, desea, quién la desprecia, pero se me hace difícil decir quién la ama. Sé que nos quedan muchos temas en la bandeja de lso pendientes, pero no quiero que el mensaje de esta carta se diluya. Ya sabes, disfruta del tiempo, pruébalo, siéntelo, úsalo cómoda generosamente, los que bien apurados mueren sin darse cuenta de lo que han vivido. Sé tú mismas, no te avergüences avergüences de quién eres ni de cómo te ves. ves. La hermosura (de eso hablaremos hablaremos largo en otra carta) es una actitud, un estado mental, no la distorsionada imagen que proyectan los espejos. No te preocupes, todos, todas las chicas de tu grado y todos los chicos, tienen miedo. Todos se desesperan por ser aceptados en el grupo, por formar parte de la comunidad, por “existir”. No aceptes la tentación d e la impostura y no te olvides jamás quién eres. Con amor, lejos y cercano
JL
3. Como si mi opinión opinión no contara Martes cuatro de abril Querida María Elena: ¡Qué felicidad recibir tu carta! Cuando el cartero tocó mi puerta recordé el poema: “quisiera ser c artero de los tristes, para que ellos bendigan mis zapatos ” (¿te acuerdas de Juan Gonzalo?) y cuando le dije “¡benditos sean los zapatos que lo traen!” traen!” me miró como si estuviera loco. Fue muy divertido y me me he reído mucho. Esa risa, esa vieja vieja y estruendosa carcajada que tanto te gusta, se la debo a tu carta, te la debo. Me alegra que estés luchando luchando por ser quien eres. eres. No te alarmes, nada es definitivo definitivo y seguramente seguramente vas a caer en la tentación de imitar a la chica más popular, no importa. Hazlo, y ve qué sucede, ve si lo que llama la atención en ti eres tú o es lo que estás estás aparentando. aparentando. Recuerda que quien se acerca por tu apariencia apariencia (tu actitud, tu comportamiento comportamiento o tu ropa) lo hace exactamente exactamente por eso y no por la maravillosa joven que se esconde dentro de ti. Suponer que el otro va comportarse contigo tomando en cuenta quién eres, es un error; él va a tratarte como trataría a aquella que representas, por eso no te sorprendas sorprendas ni te sientas sientas ofendida si actúa como como tú no quisieras. quisieras. Insisto en lo que te dije en la carta anterior, en la naturaleza, el camuflaje, el disfraz, es utilizado por los animales para ocultar sus verdaderas características. características. A veces lo hacen por temor, para defenderse de sus depredadores; otras lo hacen como una artimaña, artimaña, para cazar con mayor facilidad facilidad a sus presas. ¿Presa o cazador? El mimetismo mimetismo consiste en eso, hacerse pasar por otro para conseguir un objetivo oculto, ¿eso es lo que buscas? ¿Así quieres vivir tú, engañando a los demás y engañándote hasta que las circunstancias hagan relucir tus verdaderas características? La vida no es una carrera contra el tiempo, no te desesperes. desesperes. La existencia humana, como como el oleaje del mar, está hecha de avances y retrocesos. retrocesos. Tómala con clama, con la la serenidad de un paseo en la playa, playa, y aprende de tus errores y de tus aciertos. Los primeros, para no repetirlos; los segundos, segundos, para insistir en ellos. Hay algo en tu carta que me recordó mi infancia. Me cuentas que estás molesta con tus padres porque nunca nunca te toman en serio y no le dan importancia a tus opiniones y yo me voy hacia el pasado y recuerdo un domingo en mi casa, todos sentados alrededor de la mesa familiar familiar discutiendo los temas temas en común. Allí todos teníamos derecho derecho a decir lo que pensábamos. Claro que no siempre las sugerencias o las opiniones de los hijos eran las definitivas y por lo general mis padres imponían su criterio, pero se nos escuchaba como si lo que teníamos que decir fuera importante. Como comprenderás, más de una vez dije un disparate y mi padre o mi madre me hacían ver mi error y me hacían reflexionar sobre mis palabras. palabras. Más de una vez me molesté por eso y no acepté las correcciones y me obstiné en mantener mi opinión. Te debo confesar que en las ocasiones en que mi terquedad se imponía imponía a la razón, terminé equivocándome escandalosamente. escandalosamente. Sin embargo, mis padres no me sacaban en cara los errores, ni se burlaban burlaban de mí, ni me decía “eso te pasa por no hacernos hacernos caso”, no. Sencillamente me me hacían reflexionar sobre mi mi equivocación y me decían que lo bueno de haber fallado en algo pequeño era que cuando tuviera que enfrentar grandes problemas tendría un mejor juicio; “te salió barato”, me decía mi papa y me sonreía lleno de amor. Recuerdo que una vez estaba empeñado en jugar con un grupo de muchachos en el barrio donde nos acabábamos de mudar. Eran tres o cuatro chicos que siempre siempre andaban por mi calle pero con quienes quienes los otros, la mayoría que jugaba en el parque, parque, no tenía mayor acercamiento. acercamiento. Alguna vez pregunté al grupo de chiquillos chiquillos por ellos y me respondieron vaguedades vague dades como “no juegan con nosotros”, “es que son muy avanzados”, “ mejor no”, “son malas juntas”. Sin embargo cunado pasaban por la casa y yo estaba en el jardín – regando – regando o perdiendo el tiempo- me saludaban y me preguntaban si quería ir con ellos. Curioso, le dije a mi madre que quería salir con esos chicos y ella, que siempre estaba alerta, me comentó que esos muchachos eran bastante malcriado y que tenían muy mala fama en el barrio, que se portaban mal, molestaban a la gente y que “jugaban “ jugaban “a romper ventanas o a deshacer los basureros antes que pasaran a recogerlos los de la municipalidad y regar toda la inmundicia por las calles. A mí me me pareció que ella exageraba, traté de convencerla y ella insistió en su posición. Una semana después, cuando mi padre estaba trabajando y mi madre se fue de compras al mercado, esos chicos –me acuerdo que el líder se llamaba llamaba “Pocho” - pasaron de nuevo por mi casa mientras yo regaba el jardín. Me insistieron en que fuéramos “a pasar un buen rato” y yo, terco y tentado por mis “nuevos amigos”, dejé una nota en la cocina –“salí a jugar”-, jugar”-, y me fui con ellos. La aventura terminó cunado “para pasarla bien nos metimos a una casa supuestamente abandonada que había en el barrio y luego no pudimos salir; el dueño, que llegó después de nosotros, llamó a la policía y la policía llamó a nuestras casas. Finalmente, nuestros nuestros padres tuvieron tuvieron que pagar por una ventana que habíamos roto roto porque “no hay nadie y no pasa nada” y nos dejaron libres libres con una amonestación amonestación en la comisaría. Mi padr e padr e dejó en manos de mi mamá la justicia, “lo que ella decida estará bien”. Perdí por un tiempo el derecho a salir a jugar al parque y pagué con mis propinas el vidrio quebrado. Algunos años después, cuando nos enteramos que habían metido presos a Pocho y su grupo, que ya no eran unos palomillas sino
una pandilla que robaba casas y vendía marihuana, mi padre me miró con esos ojos llenos de amor que siempre tuvo para mí y me dijo con cariño: “¿recuerdas cuando saliste con ellos?”, bueno, ya sabemos cómo terminaron esos muchachos que no aprendieron nada de sus errores, felizmente a ti la lección te salió barata…”. Eso fue todo, y seguimos conversando de otras cosas. Era igual cuando tercamente opinaba algo que ellos consideraban un error, “creo que te falta información” me decía mi papá y me demostraba demostraba por qué no tenía tenía razón. Sin embargo, cuando cuando yo afirmaba algo algo que él mismo desconocía o que lo obligaba a revisar una información, él se alegraba y me decía “el alumno debe superar al maestro” y celebraba lo que le había dicho. Desgraciadamente no todos los padres son así, no todos los padres tuvieron la suerte de tener, a su vez, padres como los míos, padres que me aconsejaron y que me hicieron sentir las consecuencias consecuencias de cometer pequeños errores para que me librara de caer en las graves equivocaciones. equivocaciones. Padres que sabían que la opinión de los jóvenes es importante importante y que muchas veces los los hijos tienen cosas trascendentes que decir. decir. Mi papá solía decir: decir: “Cuando no sepas algo, algo, pregúntaselo a los jóvenes, ellos siem pre siem pre tiene una respuesta” y por eso jamás dejó de preguntar nuestra opinión. La filosofía de mis padres era tan extraña, tan poco común entre la gente de mi generación que, cuando les contaba a mis amigos que nos juntábamos todos en familia para discutir los temas que nos eran comunes, me miraban como a un bicho raro. Sucede que a veces los mayores mayores se comportan como como los verdugos de la revolución revolución francesa. Ellos no preguntaban a quién estaban estaban guillotinando, esa esa no era su misión, su tarea tarea era cortar cabezas y eso eso hacían, son cuestionar cuestionar ni cuestionarse, sin tolerar respuestas respuestas o argumentaciones, porque el condenado no tenía ya derecho a expresarse. Así, muchos adultos tienen la idea errónea errónea de que “los adolescentes solo dicen tonterías, tonterías, ¿para qué escucharlos?”. Es muy probable que ellos hayan sido víctimas de la misma frase cuando eran jóvenes y que sus padres no tomaran en cuenta sus opiniones. opiniones. De padres verdugos, verdugos, hijos verdugos; lamentablemente lamentablemente es una profesión profesión que se se hereda. Salvo que tengamos el valor de romper esa infame tradición. Los grandes tienen prejuicios, ideas preconcebidas, puntos de vista que no quieren cuestionar y una enorme resistencia al cambio. Darles a sus hijos la oportunidad de tomar tomar sus propias de cisiones o de pensar de una manera independiente les parece sencillamente una pérdida de tiempo o un peligro “y yo no estoy para hacerte libre sino para educarte…”, como alguna vez un padre de familia le disparó a su hijo frente a mí. ¿Qué puedes hacer frente a esa actitud?,¿qué puedes hacer frente a un padre que cree tener razón en todo y que no te da la oportunidad de decir lo que piensas?, ¿qué puedes hacer frente aun padre que habla como si su palabra fuera sagrada y que asume cualquier intervención como un cuestionamiento a su autoridad?, ¿qué puedes hacer frente a una madre que descalifica lo que pie nsas porque “opinar es cosa de grandes” o que te calla cuando quieres expresar tus ideas porque “no hay que contradecir a tu padre”? ¿Qué hacer en una mesa familiar d donde uno decide sobre todos y los demás sencillamente teniendo que aceptar, sin preguntas, la imposición del adulto?. Es un problema complicado complicado y no se resuelve de inmediato. El respeto por las ideas de los los demás es algo que todos deberíamos aceptar aceptar como una ley universal, pero no sucede así. ¿Te preguntas porqué se matan en las guerras, guerras, puebles enteros, comunidades enteras, enteras, por un poco de tierra, un poco de petróleo, un poco de poder? Parece exagerado, pero puedo asegurarte que que esas personas no aceptaron aceptaron jamás la opinión del otro. Para ir a una guerra guerra hay que quitarle al enemigo cualquier posibilidad de tener la razón, hay que evitar que hable, hay que evitar confrontar ideas porque no vaya a ser que aquel a quien debemos disparar tenga una opinión válida, más inteligente y más justa que la nuestra. ¿Recuerdas el miedo a ser aceptada? Bueno, las personas que no dejan que los demás se expresen, los que descalifican la opinión de los otros, los que no le dan importancia al parecer ajeno, también tienen mucho miedo. Miedo al error, miedo a la vergüenza de haberse equivocado, miedo a perder la autoridad y el poder. El miedo es un combustible muy poderoso y muy volátil, siempre termina encendiendo desgracias. Las relaciones basadas en el miedo son difíciles de llevar y, tarde o temprano, fracasan. Solo el amor, que es la libertad de estar juntos porque queremos, porque nos respetamos, porque todos somos tomados en cuenta en las decisiones, solo el amor garantiza garantiza relaciones que duran y logran vencer el paso del tiempo. Y para amar, hay que ser valiente. También habrás visto entre tus amigos a esos padres que se preocupante tanto por sus hijos que terminan anulándolos. Hacen todo por ellos, piensan y opinan por ellos, y no permiten permiten que desarrollen la capacidad capacidad de decidir por su propia cuenta. cuenta. Esos padres tienen tienen una idea equivocada de lo lo que es el amor, están cegados cegados por el miedo. miedo. Aquí el miedo se erige como una sombra que está sobre ellos porque temen tanto por sus hijos que los convierten en cobardes, les heredan la neblina de sus temores. temores. Como otra inmensa paradoja, paradoja, el padre o la madre que sobreprotege a sus sus niños los hace cada vez más débiles y más vulnerables. vulnerables. Y es que el miedo siempre ha sido un mal consejero, consejero, un mal compañero en el camino, una silla inestable. No es que los padres estén locos o actúen así porque tengan la intención de criar hijos inútiles. Todo lo contrario, sucede muchas veces que hubo una enfermedad grave en la infancia, que se detectó alguna debilidad en la salud del niño, que la criatura tuvo algún problema o algún accidente, algo que hizo sentir a los padres un temor inmenso de perder a sus hijos. En otras ocasiones ocurre que los padres padres cargan con inseguridades que que ellos mismos adquirieron en su infancia, miedo a que suceda algo malo, temor a una tragedia, preocupación por un mal golpe, espanto
de ver que el hijo no pueda con su propia vida o que sus problemas puedan ser más grandes que su capacidad de solucionarlos. Todo esto, sin embargo embargo – y debes siempre tenerlo claro-, ocurre porque los padres aman a sus hijos, no porque pretendan hacerlos hacerlos inútiles o infelices. He visto a muchos jóvenes que siempre están cuidados por sus padres de una manera equivocada y que se convierten en seres incapaces de pensar por sí mismos o, peor, en personas que creen que sus padres siempre harán todo por ellos (y tú los verás a cada momento en el colegio, en el papá que llega con el trabajo que olvidó tu amiga o en el que le hace la tarea mientras tu amigo juega al fútbol o en la mamá que inventa excusas para justificar una tardanza o una falta solo para evitar que su hija asuma responsabilidades o cargue con las consecuencias de sus actos. Esos chicos que siempre están observados con la amorosa atención con la que se vigila a un enfermo o a alguien incapaz de valerse valerse por sí mismo, corren corren el riesgo de terminar terminar siendo los inválidos que no eran. Los padres sobreprotectores creen que cualquier preocupación es poca y están en el otro extremo de aquellos despreocupados que dejan que sus hijos se críen como puedan. Ambas actitudes son las dos caras de un mismo problema como la noche más fría y oscura y el día más luminoso y sofocante son los extremos extremos de una misma jornada en el desierto. Así como los problemas no son ni el frío frío ni el calor “en sí”, porque el problema es el desierto; los problemas no son ni la sobreprotección ni el desinterés “en sí”, porque el problema está en los padres temerosos o despreocupados. Parecen no darse cuenta de que la paternidad implica responsabilidad responsabilidad y atenciones, pero que ellos no significa privar a los hijos de independencia ni de iniciativa. Si a un niño no se le deja experimentar, nunca nunca aprenderá a caminar. Tiene que tantear el terreno, terreno, tiene que caerse, tiene que equivocarse, Así, los padres que nunca permiten que el niño haga lo que le nace, porque en todo lo que dirigen, tampoco darán al joven la ocasión de expresarse y con la espantosa frase de “es por tu bien” harán lo que ellos estimen conveniente sin darle al adolescente la capacidad de tomar sus propias decisiones. Un hijo tiene la necesidad necesidad de sentirse amado, cuidado, cuidado, protegido. Un hijo e feliz cuando sabe que, suceda lo que suceda, puede acudir a sus padres, porque tiene en ellos una guía, una ayuda, un apoyo que siempre espera solidario y generoso sin importar qué suceda. Los hijos llegan a la vida indefensos y el deber de los padres des ir “armándolos”, dándoles las herramientas para enfrentar el futuro cuando, a su vez, ellos sean padres y deban transmitir los conocimientos que adquirieron desde la infancia. Así se cumple con el mandato mandato de la naturaleza, naturaleza, pero es una tarea tarea complicada. Los sobreprotectores corren el riesgo de anular la capacidad de sus hijos y de convertirlos convertirlos en seres incapaces de tomar sus sus propias decisiones. Los que creen que “dar independencia” significa dejar a sus hijos a su suerte, se equivocan de manera profunda y dejan expuestos a los jóvenes a una serie de peligros y a la dolorosa experiencia de sentirse abandonados. abandonados. Los que predican que “los padres deben ser amigos de sus hijos” se equivocan porque se confunden con el término “amistad” y pretenden tratar a sus hijos como si fuera un compañero del barrio con el que crecieron juntos. La responsabilidad de un padre es criar a sus hijos y esa “ crianza”, es por definición, una relación vertical donde el que sabe enseña y el que ignora aprende, todo en una ambiente donde deben primar el amor y el respeto. Confundir la confianza con la irreverencia irreverencia o la libertad con el libertinaje libertinaje es siempre un peligro peligro latente. El hijo necesita una guía, necesita una imagen de autoridad, necesita necesita que le señalen los primeros pasos, Allí reside la complejidad del asunto, como per padre sin convertirse en el tirano que todo lo ordena o en el irresponsable que de nada se preocupa. Es un trabajo muy difícil porque hay que comportarse como el equilibrista que sabe que si se inclina mucho a uno de sus lados, caerá al vacío. Es muy difícil alcanzar el justo medio. Ribeyro decía que el riesgo de convertirse en un perfecto mediocre y creo que los adultos tememos eso. Yo no sé aún cuál es la razón por la que crees que tus padres no tomen en cuenta tus opiniones y por qué sientes que cuando hablas ellos te miran pero no te prestan atención, como si realmente no les importara lo que dices. Esa será tu tarea. Averígualo, averigua por qué qué no te permiten expresarte con con libertad, averigua porqué parece parece que no te escuchan, porque te da la sensación de que todo lo que dices carece de importancia para ellos. ellos. Pregúntales que piensan de tu opinión, cuestiónalos sobre tus ideas, pide una crítica constructiva, que te digan por qué está mal lo que expresaste, que te corrijan si te has equivocado, que se expresen y que te dejen expresarte. ¿Fácil? Te aseguro que no lo es. A ningún padre le gusta ser cuestionado, pero si lo haces haces con respeto y con sencillez, estoy seguro seguro que recibirás alguna alguna respuesta. Inténtalo. Un consejo más, no hagas como yo que fui muy terceo y poco reflexivo, medita tus palabras, mastícalas, piénsalas y analízalas antes de decir una barbaridad o una tontería. Infórmate, las opiniones de la persona que sabe de lo que está hablando tiene mucha más relevancia e implantan mejor que aquellas de quienes sostienen ideas que no entienden o hablan de cosas que no conoce. Nunca parezcas improvisada o testaruda, nunca permanezcas en una sola idea sin cuestionarla, sin profundizar en ella, sin escuchar aquello que los otros tienen que decir. Verás que si tus opiniones son fundadas, si lo que dices tiene sentido, si tu parecer es válido, si tus reflexiones son profundas y tus conclusiones acertadas, tus padres se darán cuenta de que realmente tienes algo que expresar y empezarán escucharte más y a preguntar por tu parecer y le darán crédito a tu juicio.
Si sientes que tus padres son sobreprotectores, si crees que te están anulando porque tienen la idea de que ellos son indispensables para que tú sobrevivas en este mundo, si ves que no te dejan opinar porque te hará daño, porque no sabrás qué decir o porque te meterá en en un problema, enséñales con paciencia que no es así, demuéstrales con calma cómo enfrentas cada día más retos con independencia y cómo eres capaz de salir exitosa de las pruebas de la vida con tus propias ideas y tus propias decisiones. Hay algo que debes saber y no voy a cansarme de repetírtelo, los padres son humanos y se equivocan, los padres tienen temores y muchas veces no recibieron más instrucción que su propia experiencia como hijos para ejercer su paternidad, sin embargo, y sobre todas las cosas, debes tener muy claro que los padres hacen lo que hacen por el amor inmenso que tienen por sus hijos, por esa experiencia fabulosa que los llena de miedo y de angustia, por esa sensación – sensación – que que probablemente será tuya en el futuro- de tener en sus manos la vida de un ser indefenso y hermoso al que aman con todas sus fuerzas y por quien quien serían capaces de entregar la vida. vida. Los padres se equivocan muchas veces – como todos nos equivocamos-, pero si algo tienen, que nadie más puede tener, es la pureza y la entrega absoluta de ese amor con el que aman a sus hijos. Nunca te olvides de eso. Recuerda siempre el amor de tus padres. Sigue peleando por ser tú misma. misma. Construye tu independencia independencia con serenidad e inteligencia. Medita tus ideas, analiza tus acciones y muéstrales a tus padres que ya has crecido, que eres una adolescente lucida y reflexiva, que está en camino de convertirte en una mujer capaz de emitir tus propias opiniones y de ser responsable de sus propios actos. Con amor, lejos y cercano, JL
4 Si quieres fumar, fuma Jueves veintisiete de abril Querida María Elena: He leído tu carta con la emoción que me da saber que esta comunicación no es letra muerta, que me lees, te leo y nos encontramos en estas palabras que q ue nos escribimos desde lejos. Estoy de acuerdo contigo, el tema tema de los padres es complicado y cada familia es diferente. diferente. Yo te he dicho un poco de la mía y puedo decirte más. Aunque a veces temo aburrirte con mis historias, es todo lo que tengo para compartir contigo y por eso quiero contarte lo que viví para que entiendas qué es lo que quiero para ti, qué es lo que espero que encuentres, disfrutes disfrutes y entregues en el camino camino de tu vida. Pero si mis recuerdos no te dicen nada, nada, si empiezas a pensar que pierdes el tiempo, dímelo, preferible preferible es un golpe de honestidad que cien caricias de engaño. Por ejemplo, tengo ganas de contarte que nos reuníamos alrededor de la mesa, conversábamos y podíamos decir nuestra opinión mientras mientras no ofendiéramos a nadie. Era tanta la obsesión de mis padres porque estuviéramos estuviéramos juntos que siempre había una novedad en el desayuno. A veces era una anécdota interesante, otras veces un relato de alguien famoso que mi padre leía con su voz imponente y que nos mantenía en suspenso hasta el final, en otras ocasiones una historia del abuelo – el el viejo periodista- o de la abuela – inmortal inmortal a sus noventa años- o si no, un poema de amor que mi padre recitaba enamorado mientras miraba a mi madre que sonreía como cuando eran novios. Poco a poco los roles fueron cambiando y si de niños éramos tan solo espectadores de las maromas verbales de mi padre, cuando el tiempo fue pasando se nos fueron asignando tareas: Que leer el diario para comentar una noticia, que aprenderse un pequeño poema y recitarlo frente a los demás, que compartir algo que habíamos soñado. La idea era estar juntos y expresarnos con libertad. Yo no aprendí que es una familia en las clases de educación cívica, yo tuve una familia. Cuando éramos chicos nos reuníamos todos los días en el desayuno. Todos nos levantábamos muy temprano y, cuando ya estábamos listos para ir unos al colegio y otros al trabajo, nos juntábamos en el comedor a desayunar y compartir. Luego el tiempo, como siempre sucede nos fue llenándonos de obligaciones, y solo nos quedaban los fines de semana, pero hasta que murieron mis padres- y nosotros ya éramos hombres y mujeres- no hubo un domingo en el que faltara el almuerzo familiar cuando cada sobremesa era más larga y duradera hasta que caía la tarde. No voy a mentir, cuando cuando tenía tu edad y mis amigos amigos me esperaban en el parque parque para jugar, me me desesperaba con aquellas conversaciones interminables, yo quería levantarme, salir y pasarme la tarde jugando futbol, mirando revistas con inalcanzables mujeres hermosas o alardeando de cualquier cosa que me hiciera como los chicos más celebres del barrio. Pero esos apuros pasaron y siempre quedo para mí el amable descanso de la mesa en familia, cuando yo era quien era y no tenía que hacer malabares para existir entre los míos. Pera cada familia es un mundo, y eso es lo que quería mostrarte contándote mi experiencia, cada casa es un universo diferente diferente y solo tú, que vives allí podrías darte darte cuenta de lo que sucede. Yo solo soy un espectador de tu historia, nada de lo que te digan mis palabras es más importante que lo que tienes allá. Sé paciente, no siempre es fácil
comunicarse con los adultos, pero si insistes, si no te rindes, veras que pronto lograras tus propósitos. Si una fuerza tan minúscula como la de la gota de agua es capaz de perforar una piedra, ¿que no podrá tu amorosa paciencia? ¿Así que el fin de semana te fuiste a una fiesta? Las fiestas son celebraciones, nos reunimos para festejar el nacimiento de alguien, el cumpleaños, el matrimonio, el regreso de alguien. Festejar es alegrarse, es compartir la felicidad del otro, no es ponerse en peligro, no es exponerse. Quien confunde la celebración con la irresponsabilidad, está condenado al fracaso y al dolor cuando la fiesta se convierte en bacanal, cuando la diversión se transforma en exceso, entonces todo pierde su sentido porque ya no celebramos el cumple años o al que se casa o al que regreso, entonces nos olvidamos de la razón de nuestra alegría y se convierte solo en una excusa- otra vez las excusas- para nuestro egoísmo. ¿Así que fumaste? ¿Era la primera vez que lo hacías o es la primera vez que lo cuentas? No hay problema. Siempre los jóvenes creen que los adultos están allí para juzgar y criticar, para dar lecciones o castigar. Es nuestra culpa, pareciera a veces que nos olvidamos que fuimos jóvenes así como el árbol inmenso a veces se olvida que fue una insignificante semilla. Me preguntas si está bien fumar o si está mal, si es peligroso o los padres exageran y no tiene importancia. Me preguntas y esperas que sea yo quien dicte sentencia. No es que no sepas que es la mentira y cuales sus consecuencias, sencillamente quieres librarte de tener que asumir tu propia responsabilidad. Te lo repito, no soy tu juez ni tu conciencia y tú sabes- desde que lo preguntaste- cuáles son tus respuestas. ¿No debieras ser leal a ellas? Probablemente fumar sea uno de los primeros indicios de los trastornos que llegan con tu adolescencia. Ya quieres ser “grande” y quieres hacer cosas que hacen los adultos (aunque nosotros hagamos más tonterías de las que crees, pero de eso ya te enteraras con el tiempo). Pudiera salir con la respuesta que has escuchado tantas veces y decirte “los adultos saben lo que hacen y tú eres menor todavía”, pero esa es una gran mentira (una de las muchas que hemos inventado para evitar que ustedes nos cuestionen). Los adultos (aunque nosotros hagamos más tonterías de las que crees, pero de eso ya te enterarás con el tiempo). Pudiera salir con la respuesta que has escuchado tantas veces y decirte “los adultos saben lo que hacen y tú eres menor todavía”, pero esa es una gran mentira (una de las muchas que hemos inventado para evitar que ustedes nos cuestionen). Los adultos creemos saber lo que hacemos, creemos tener siempre la razón y, cuando cometemos errores, empezamos a buscar una justificación. Lo único cierto, más allá de todas las excusas que nos inventemos, es que fumar, llenarse los pulmones de nicotina, no solo es improductivo, es nocivo, es peligroso y miles mueren en el mundo por culpa del cigarro. “Pero mi abuela tiene tiene noventa años y está perfecta aun que ha fumado toda la vida como una chimenea”, es la observación que encontraras en tu camino. Si, seguramente, y yo tengo un dato mejor “mi tío nunca fumo y se murió de cáncer a los pulmones a los cuarenta” cuarenta ”. ¿Entonces? Entonces sucede que esas afirmaciones no tienen nada que ver con lo que a ti te suceda. Las enfermedades atacan más o menos violentamente, según sean las características de cada organismo, pero eso no tiene que ver nada con el hecho real y concreto de que el cigarrillo, así como muchos otros vicios, es dañino. Si quieres fumar, fuma, no puedo seguirte como un perro guardián o como un policía que controla tus pasos. La libertad supone riesgos, asúmelos. Crecer significa, sobre todas las cosas, asumir la responsabilidad de tus acciones y saber aceptar las consecuencias de tus actos. Si crees que puedes vivir fumando y que en el momento en que contraigas una enfermedad grave en la que el cigarrillo fue el germen o el detonante, asumirás el dolor y el sufrimiento serenamente, hazlo. Nadie puede condicionar co ndicionar tu vida porque eres tu quien vas a cargar contigo mientras camines (o te arrastres) en la Tierra, tuyos son los pulmones que se quedarán sin aire, tuyo el cuerpo que maltratas, tuyo el tiempo que dejarás de vivir y tuya la calidad de vida que perderás. Siendo tú tú la que te ahogarás ahogarás es tu decisión. Y es allí donde me encuentro con una palabra me ha venido golpeando la cabeza desde que leí tu carta “decisión”, porque en ningún ningún momento me dices “te “te cuento que he decidido”, no, para nada. nada. Me cuentas que “Andrea llega la reunión con cigarros”, describes: “y encendió uno y nos lo pasó” y terminas el párrafo narrando cómo “Sandra se atoró, todos nos reímos reímos y Andrea le dijo que era una tonta”. tonta”. Después me explicas cómo cómo fue tu experiencia l cigarrillo, lo que sentiste, el mareo, las y el esfuerzo grande que hiciste para que nadie se diera d iera cuenta porque “no quería que se burlaran de mí como nos burlamos de Sandra”. Me pregunto, ¿has reflexionado en tus palabras? ¿Dónde está tu decisión?, ¿dónde me dejas ver que tú querías fumar y tomaste la decisión de hacerlo después de llegar a la conclusión de que eras capaz de asumir las consecuencias de sus actos? A estas alturas puedes estar estar pensando: “¡Qué exagerado!, solo fue un cigarrito, ni que hubiera matado a alguien, ¡si supiera las cosas que hacen otras personas!”, y te digo que los años me han enseñado que lagunas pequeñas acciones son el preámbulo de otras más gruesas así como algunas insignificantes renuncias terminan siendo la puerta de entrada para las las grandes concesiones. concesiones. Recuerda que la inundación empezó siempre con la primera gota de lluvia. lluvia. Realmente no sé si tienes amigas que “hagan más cosas”, no me sirve y, lo que es más importante, no te sirve para nada. El sol no alumbra más porque brillen las otras estrellas, así, lo que los demás hagan no debiera pesar en tus decisiones, porque es asunto asunto de ellos, como de ellos es la decisión y sus consecuencias. consecuencias. Es Sandra quien deberá decidir si quiere seguir atorándose atorándose con el cigarrillo hasta que que pueda fumar bien para que ya nadie se burle de ella o si sencillamente deja de intentarlo y le hace un favor a sus pulmones , aunque todos digan que por eso es una “tonta” o una
“quedada”. Igualmente, eres tú quien debería decidir qué qué hacer al respecto . Yo no sé cómo fue que Andrea comenzó a fumar, pero puedo sospechar sospechar que no fue su decisión, puedo puedo suponer casi con certeza que en alguna reunión anterior anterior “con los mayores” que tú dices que ella frecuenta, alguien le dijo “fuma” y, así como se burló de Sandra, algú n otro se burló de ella cuando se atoró por primera vez. Ella, parece una “líder” no es sino otra oveja más que sigue a un rebaño más grande. Es entonces cuando me preguntó: ¿Qué quieres tú? ¿Qué deseas? ¿Qué buscas? ¿Prefieres fumar a escondidas aunque te dé asco el humo y aunque te atores mil veces hasta que lo hagas bien, le encuentres el gusto y puedas hacerlo delante de tus amigas? ¿Te parece necesario obtener la aceptación del grupo porque fumas? ¿Crees que quedarías como la niña tonta, la cobarde, la “hijita de mamá”, si sencillamente sencillamente dices “no, gracias”? gracias”? Esas son las preguntas que deberías responderte porque de ellas dependerá tu actitud de las siguientes reuniones. Estas en una edad en que las cosas suceden rápidamente, los hechos se siguen unos a otros con una velocidad que superará en mucho mucho la frecuencia de nuestras nuestras cartas. El vértigo de la adolescencia adolescencia es eso. Una cosa tras la otra, otra, una aventura después de la otra, una rueda infinita que gira y gira sin detenerse y que parece rechazar a todos lo que no tengan la “fuerza” o el “coraje” “coraje” para seguir seguir con ese ritmo. Parece que la juventud juventud fuera un etapa de locura, de de desenfreno, de ir más allá de los límites, romper las reglas y hacer todo lo que los viejos (nosotros, los “aburridos”, sin “fuerza” ya y sin “coraje”) no nos atrevemos. atrevemos. Es tanta la velocidad de esta esta rueda imparable imparable que terminamos comprándola como la única verdad, como si ser joven significar solamente desobediencia desobediencia y desenfreno. A los adultos nos sorprende tanto el vértigo de la juventud que ya no es nuestra que terminamos declarando que “en mis tiempos era diferente” diferente” y repetimos, generación tras generación, la misma mascarada, la misma fantasía, la misma mentira de creer que nuestra adolescencia fue más serena, más sosegada y más tranquila. La juventud es lo que es y hay que vivirla así, con su locura, con su apuro, con su energía desbordante. Cuando fuimos jóvenes fue así, cuando nuestros padres fueron jóvenes fue así, cuando tus hijos sean jóvenes será así. Cambiarán las modas, cambiarán los peligros, cambiarán las tentaciones, pero esencialmente seguirá siendo una etapa de grandes angustias, de emociones encontradas, de descubrimientos que no siempre entenderemos y que no siempre van a gustarnos. El secreto del ave no es vencer a los vientos, es utilizarlos utilizarlos para volar por los cielos y llegar a su destino; así, el secreto de la juventud juventud no es negar su energía, es utilizarla de manera tal que nos ayude a crecer y a convertirnos en adultos. Encerrarte en la casa será cometer el error de los padres sobreprotectores que no dejan que el hijo decida nada, dejarte libre como un animal salvaje sería caer en la ingenuidad de los que creen que los hijos deben crecer naturalmente, “como “como las plantas”, Pero ya sabemos que ni la semilla que est á bajo techo puede crecer sin luz ni el brote que esta al aire libre puede resistir por sí solo el embate del viento Te preguntarás, ¿cuál es, entonces, el punto medio entre seguir a los demás en todo lo que hacen y querer ser siempre el innovador? innovador? ¿Recuerdas los los riesgos del equilibrista? A eso te expones. expones. Cuando halles tu respuesta podrás decidir si quiere que Andrea siga llevando las riendas de tu vida (cuando es probable que no sea capaz de manejar ni su propia existencia), si vas a reemplazarla reemplazarla y convertirte tú en la que hace primero más locuras o si, buscando ese equilibrio, serás capaz de tomar tus propias decisiones y seguir a los demás en lo que valga la pena y rechazar sus propuestas en lo lo que sea perjudicial. perjudicial. Insisto, no te voy a decir “no fumes” , te voy a pedir que decidas. No debe importar si Andrea fuma, fuma, si el chico que te gusta fuma o si tu propia madre fuma. fuma. Eso es irrelevante. irrelevante. Podrá discutirse la autoridad autoridad que ellos tengan tengan o no para hacerte fumar o para impedírtelo, pero no importa realmente lo que ellos hagan cuando lo que necesito (lo que te hace falta) es tú tomes tus propias p ropias decisiones. Como verás, ya tienes un par de tareas para para las semanas que vienen. vienen. Observa a tu familia, familia, ve cómo se desenvuelve y encuentra la manera de empezar esos diálogos que tanta falta te hacen, halla la forma de expresar tu opinión y de conseguir que a tus padres les interese interese lo que piensas. Por otro lado, pregúntate por qué fumas fumas o por qué quieres fumar, indaga en ti misma, no mires a los demás, no busques la aprobación de nadie ni esperes que otro elija por ti. Tú eres dueña de tu vida y solo gobernando gobernando tus actos podrás gobernar en tu tu existencia. No sé si después de tanto esfuerzo hay un premio premio o si siquiera tenemos la seguridad de ser felices. felices. Solo sé que vivir conforme a tus propias ideas y siendo leal a ti misma, es una manera más digna, más limpia y más sana de pasar por este mundo. Con amor, lejos y cercano, JL
5. Tu papá se sacrifica por nosotros Viernes cinco de mayo Querida María Elena:
No tienes por qué disculparte conmigo, ya te he dicho que no voy a juzgarte, sencillamente voy a acompañarte en el camino. Bueno, era obvio que era la primera vez que probabas un cigarro. Lo irónico del asunto es que para aprender a fumar hay que par por un proceso en el cual experimentas mareo, náuseas y atoros y, sin embargo, la gente insiste en seguir seguir probándolo hasta que lo hace sin problemas. problemas. Ponemos más empeño en aprender a hacernos daño que en cuidarnos. cuidarnos. Pero no te preocupes, no es algo algo que tú hagas solamente, eso lo hacemos todos, parece que es parte de la conciencia humana. Estoy pensando que a lo mejor mi única única virtud fue mi flojera. flojera. Me parecía tan complicado complicado eso de par por malos ratos para aprender aprender a fumar que sencillamente sencillamente no lo hice más. más. Igual me ocurrió con el el alcohol, siempre me pareció desagradable y pensé que era un problema problema mío hasta que alguien me dijo que “el paladar se educa” y me enteré de a nadie (o a casi nadie) le agrada el alcohol cuando lo prueba por primera vez pero que, luego de tomar y tomar, uno le va encontrando el gusto. Sencillamente nunca me tomé la molestia de seguir insistiendo insistiendo y así me libré de esos vicios. Entonces, ya sabemos que fumas, que la fiesta de la que me hablabas no fue hace unos días, sino hace unos meses y que “me gustó”. gustó”. Bueno, ahora tú verás verás cómo el fumar se se va metiendo en tu rutina y cómo de esos pocos cigarrillos (“a veces, y solo en reuniones”), pasarás a hacerlo en tu vida diaria hasta que termines fumando sin darte cuenta, por distraerte, para concentrarte, por acompañar el café, para disfrutar más de una co nversación o por cualquier razón que encuentres para justificarlo. justificarlo. ¿Tú no hacías natación ¿ Bueno, veremos cómo responden tus pulmones a esta nueva exigencia. No sé sigues compitiendo o no, pero verás, verás, si entras en un torneo, que que cada cigarro que te has fumado será un pedazo de plomo que arrastres en la competencia. Como comprenderás, no me es difícil difícil suponer que ya tomas tomas alcohol. Es obvio que en esas reuniones, donde hay cigarrillos, haya licor. Una cosa va de la no de la otra y no me extrañaría que ya hubieras tenido tu primera primera borrachera… (estarás (estarás de acuerdo conmigo conmigo en que la misma misma palabra suena bastante bastante mal). Lo que más me molesta molesta es que muchas veces son los mismos padres los que promueven eso, porque “sin trago nadie se divierte” o “un puchito no l e hace daño a nadie”. Pero ya hablaremos de eso cuando cuando tengas ganas. He llegado a estas alturas de mi respuesta y debo confesarte que me siento extraño. He leído varias veces tu carta y he pensado mucho en ti y en lo que sientes cuando estás en tu casa. casa. Te confieso que no sé realmente cómo enfrentar esta situación porque no ha sido mi experiencia. experiencia. Temo no poder decirte nada realmente útil o equivocarme equivocarme en la manera de enfrentar tus tus problemas, pero haré lo mejor mejor que pueda. Iremos juntos resolviendo resolviendo los problemas, iremos buscando soluciones e intentaremos que las cosas mejoren. Lo más importante para mí es que sepas que no estás sola en esta aventura, aventura, que estamos juntos juntos y no te voy voy a abandonar. ¿Eso está claro? claro? Pues bien, sigamos sigamos andando. ¿Cómo se puede analizar la vida familiar de una casa donde el padre nunca está, donde padre es un ausente, un extraño, un señor que vemos por las mañanas salir a trabajar antes que nosotros y que escuchamos regresar tarde en la noche cuando ya ya estamos acostados? acostados? No lo sé. ¿Cómo se puede intentar conversar con alguien que no sabe sino dar instrucciones, que no conoce otra forma de hablar que no sea dar órdenes o al que no hay que interrumpir cuando descansa porque “él hace mucho por nosotros y debemos cuidarle el sueño” ? No lo sé. ¿Cómo se puede crear un vínculo con alguien que jamás está, que siempre se encuentra ocupado, que viaja tanto, que pasa más noches fuera que en la casa, que nunca tiene tiempo para nada, que debe tener todo programado en su agenda, que no puede ir a la ceremonia del colegio o al campeonato de natación o a las entrevistas con los profesores porque siempre tiene tiene algo más más importante que que hacer? No lo sé. ¿Cómo discutir con razones como “tu papá se sacrifica por nosotros”, “todos lo que hace es por tu bien”, “si viaja mucho no es porque le guste, él preferiría quedarse en casa pero quiere un futuro mejor para ti”, “tu padre sabe lo que hace”, “él siempre tiene la razón”, “dice que te quiere q uiere mucho pero él es así, callado”, “tienes que entender que las cosas pueden ir mal en la oficina y puede llegar de mal humor”, “él no quiere nada para sí mismo, todo es para ti y para que tu vida sea más fácil que la de él”? No lo sé. Realmente no lo sé. Solo sé que los padres a veces veces se equivocan y hay que encontrar la manera manera de hacerlos ver el error. Es difícil que un padre sea malo o no quiera quiera a sus hijos o le moleste la idea de de tenerlos y criarlos. criarlos. Cuando tengas una hija, cuando sientas a ese ser maravilloso y frágil en tus brazos, cuanto te sonría, cuando dé sus primeros pasos, verás cómo cómo es tan poco probable no enamorarse de esa esa vida que entenderá entenderá por qué te digo que, por lo general, general, los padres aman a sus hijos. Salvo lamentables excepciones, no sucede que el padre “no quiera” al hijo o que “no le interese”, interese”, sucede sencillamente que no sabe cómo expresar sus sentimientos, sucede que se equivoca en la manera en que su amor se muestra, se se equivoca en su forma de comportarse, comportarse, en su actitud ante la vida, vida, en sus reacciones. Pero estar equivocado no significa ser malo, que tu padre esté en un error no significa que no te amé. Cuando vamos creciendo, vamos asumiendo responsabilidades y eso nos va llenando la vida de obligaciones y de compromisos que nos distraen, ocupan nuestro tempo y nos van envolviendo en una serie de actividades que se convierten en eso que hacemos todos los días y sobre lo cual rara vez reflexionamos; sí, también los adultos vivimos muchas veces sin reflexionar, sin analizar nuestras propias experiencias. ¿Cómo creo que suceden las cosas? Pensemos. Un padre ve a su hijo hijo y empieza empieza a hacer hacer cuentas. Empieza a preocuparse por el futuro porque tiene entre sus brazos una vida indefensa de la que será responsable por los próximos
veinte años, una vida a la que deberá alimentar, vestir, vestir, criar y educar. Entonces, ese padre ve que lo tiene no le alcanza o no es suficiente o no llena sus expectativas y se lanza a la vertiginosa carrera de tener más para dar más, de acumular más para sufrir menos. Pero esa carrera tiene una trampa, en el trayecto el padre se va acostumbrando a la rutina (y a la comodidad); las obligaciones y los compromisos aumentan con el paso de tiempo y ahora los asume como si él fuera la única persona capaz de hacerles hacerles frente (“si yo no lo hago, hago, no lo hace nadie”). Cuando siente que que en él están todas las responsabilidades y que sólo él puede manejar la casa, la empresa y la vida de los demás, entonces ya ha ingresado en un círculo vicioso del que es muy difícil salir. El padres trabaja para ganar dinero, el dinero no alcanza para darle a los hijos lo que él quiere darles. Entonces, el padre trabaja más y está menos en casa, el hijo nunca ve al padre, el padre nunca ve al hijo, y el padre decide trabajar más para que ese hijo, al que no puede ver, “tenga todo” y así compensa su propia culpa por no tener jamás tiempo de “estar allí” porque “está ocupado”. El hijo nunca sabe nada del padre porque nunca lo ve y solo recuerda que “no debes hacer ruido porque tu papá está descansando” y que en la casa hay que andar en medias cuando duerme “ese señor” que llega tarde, se va temprano y nunca tiene tiempo para nada pero que se merece todas las consideraciones porque “es tu papá”. Pasan los años y un buen día ese niño es un adolescente, es un chico que nunca gozó de su padre porque él se “sacrificaba” para que “no le falte nada” y cuando se encuentran, en los aburridos almuerzos familiares donde nadie tiene nada que decirse, son dos extraños que desconfían uno del otro, el padre porque “me he roto la espalda trabajando para darle todo a este des agradecido que es incapaz de dirigirme la palabra en la mesa sin ladrar” y el hijo porque “ese señor nunca ha estado en casa, no estuvo cuando aprendí a montar bicicleta, no estuvo cuando gane el campeonato, no estuvo cuando me rompí la pierna y siempre se queja de que no le hablo cuando jamás me escucha, cuando todo lo que digo le parece una tontería o una falta falta de respeto”. Y esos dos extraños se pasan la vida mirándose mirándose con recelo en una relación que termina siendo un intercambio de obligaciones que se r esumen r esumen en la lógica del “yo te mantengo, tú estudias” o del “yo pago y por eso mando, tú gastas por eso obedeces”. Con lo cual la unidad familiar queda liquidada, liquidada, con más felicidad que pena, el día que el hijo empieza a trabajar y a ganar su propio dinero. Al final el padre no sabe cómo acercarse al hijo a conversar a quien no vio crecer porque estaba trabajando ni el hijo sabe cómo conversar conversar con el padre con quien quien no compartió nada de su niñez ni de su adolescencia. adolescencia. ¿Qué queda? Muchas veces una hermosa casa, un buen carro, un colegio caro, una universidad exclusiva, un alto nivel de vida y muchas soledad. Tardamos mucho en entender entender que un hermoso palacio deshabitado deshabitado no sirve para nada. Entonces los hijos juran que no serán “iguales a él” y el padre pasa la vez pensando “¿qué hice mal?”, y ambos se culpan mutuamente de sus soledades porque es más fácil agredirse y discutir con el otro que reflexionar y aceptar los errores. Luego, la rueda vuelve a dar vueltas vueltas y el hijo se convierte en padre y tiene tiene en sus manos a la criatura indefensa y siente el peso de la responsabilidad y se pone a trabajar sin descanso y se acostumbra y así sucesivamente… También sucede que el padre es un ser humano, es un profesional, es una persona que se desenvuelve en un medio cada vez más competitivo competitivo donde el punto medio medio no existe. El éxito –peor aún, el “exitismos”, esa necesidad compulsiva de “triunfar” en la vida acumulando títulos, puestos, gerencias y ganancias - se va apoderando de muchos padres que relegan sus obligaciones en la casa por sus ta reas en la oficina. “Buenos, él se queda hasta hasta t arde en el trabajo porque quiere ser mejor cada día para darte un futuro mejor”, insisten las madres que no llegan a comprender – o no quieren hacerlo- que el futuro mejor es imposible sin un presente mejor. Estamos de acuerdo acuerdo y entiendo por qué qué dices “pero él es el adulto”. adulto”. La primera oportunidad oportunidad es del padre. padre. Él es quien decide lo que va a hacer para darle a su familia la seguridad y la protección que necesita. El deberá tomar en consideración sus acciones, deberá reflexionar sobre sus decisiones y elegir el camino que considere más adecuado. El deberá darse cuenta que un juguete menos es mejor que un padre ausente; estudiar en un colegio más sencillo es mejor que crecer junto a un extraño; tener menos viaje o viajes más simple y menos ostentosos es preferible a visitar lugares maravillosos todas las vacaciones con la obligación de ser feliz y hacer feliz a ese desconocido que nos acompaña; tener un automóvil más barato es mejor que llegar todos los días a las once de la noche cuando los hijos están dormidos; llevar una vida modesta, con una familia sana, donde la comunicación sea lo más importante y donde las cosas sean simples herramientas más o menos útiles es mejor, mucho mejor, que tener mucho dinero, malgastarlo malgastarlo en trivialidades, y acumular de todo lo que no sirve para que padres e hijos terminen sentados a la mesa como se sientan los extrañas en la barra de un bar, todos mirando hacia delante porque salvo con el camarero, que todos conocen, nadie quiere conversar con el de al lado porque no saben quién es y no tienen por qué compartir sus pensamientos, sus ideas o sus sentimientos, con un extranjero de su vida. Pero así como lo más pequeño puede salvar a lo más grande (¿recuerdas el ratón de la fábula que salva al león?), así tú también puedes ser la que asuma la responsabilidad responsabilidad de salvar la relación con tu padre. Cuando eras una niña seguramente mirabas en silencio como él se iba a la oficina hasta los fines de semana, cómo siempre estaba lleno de “cosas que hacer”, cómo repetía “no tengo tiempo para nada”, cómo te decía, él o tu madre, que todo era por ti, que todo lo hacía por ti, que la vida entera entera que él perdía en la oficina se debía a ti y a todo lo que te amaba. Entonces era poco lo que podías decir decir o lo que podías hacer, pero las cosas cambian cambian con el tiempo. tiempo.
Cuando eras niña te habrás preguntado preguntado si eso era el amor y habrás pensado que no es lo que que quieres para ti. Te habrás sentido mala cuando abrías la puerta del dormitorio de tus padres para jugar y salía tu mamá y te decía que “papá está cansado” o “yo estoy cansada” y tú insistías en querer pasar un rato divertido haciendo cualquier cosa con ellos pero te respondían con un “no seas egoísta”, el mundo no puede girar alrededor tuyo”. Todas esas sensaciones, todos esos recuerdos, los llevas contigo y tendrás que vencerlos, traerlos de la memoria y comprender que nuestros padres también se equivocan y que es responsabilidad tuya, ahora que ya eres una joven capaz de reflexionar sobre esos temas, trabajar en renovar o reforzar esos lazos que te unen a tu pares y que están tan débiles, tan malgastados, tan tristes, tan maltratados. “¿Y cómo hago eso?”, estarás eso?”, estarás pensando. Esa es una pregunta difícil difícil y te digo desde ya que puedo equivocarme equivocarme en la manera en la que te recomiende enfrentar esta distancia distancia que sientes entre tu padre y tú. Cada familia es una experiencia diferente diferente y solo tú sabrás con certeza como asumir este este reto. Sin embargo, me arriesgaré arriesgaré y te arriesgaré en un proceso que será largo y que muchas veces no tendrá los resultados que esperamos. esperamos. Pero, una vez más, el triunfo está hecho de un montón de fracasos, quien nada hace no fracasa, pero tampoco triunfa; quien lo intenta cien veces podrá equivocarse noventa y nueve pero en la centésima hallará su victoria. Eso sí, tienes que tener muy claro que, para empezar, así como tú no sabes si realmente él te ama (aunque todos aseguren que tu padre te adora), adora), te puedo decir que que él debe estar pasando pasando por la misma angustia. angustia. Así que te recomiendo comenzar comenzar por algo sencillo. sencillo. Tu tarea, entonces, será simple. Sé más cariñosa con él , dedícale más tiempo, salúdalo con un beso, despídete de él con un abrazo y dile que lo quieres. Seguro que se va a sorprender sorprender y hasta se se va a asustar. No te alarmes si te te dice algo insensible como “¿te pasa algo?” o, peor aún “¿Qué quieres que estás tan cariñosa?”, esas frases, que pueden sonar duras, son la manera que tu padre tiene para protegerse, para no desilusionarse. desilusionarse. Sí, ya sé que parece ingenuo y hasta inmaduro que un adulto se comporte así, pero con el tiempo comprobarás que en nuestras emociones seguimos siendo los mismos adolescentes asustadizos del pasado. Eso es todo por hoy, querida María Elena. La paternidad, te lo aseguro, aseguro, es una tarea difícil, y muchos padres se desesperan porque sienten que la familia familia se les va de las manos y no saben que hacer. Tú ya no eres una niña, en tus manos también está la posibilidad de cambiar las cosas. Insiste, Insiste, ama, comprende, entrega. entrega. Y no olvides nunca todo lo que te quiero. Con amor, lejos y cercano, JL
6. UN TRAGO NO MATA A NADIE Martes dieciséis de mayo Querida María Elena: La comunicación con tu padre es un tema que te va a llevar mucho tiempo, así que no te desesperes desesperes si es que en estas pocas semanas no puedes hacer hacer nada o si tus primeros intentos intentos son inútiles. Como en todo, es la perseverancia la que te llevará al éxito, rendirse de inmediato no solo es fácil, es la mejor manera de decirle al otro que tenía razón. ¿Cómo así? Es muy sencillo, tu padre, padre, como habíamos habíamos previsto, se ha sorprendido sorprendido de tu actitud, no no entiende por qué lo tratas tan bien y por qué te despide de él cada mañana con un beso. Como tiene un gran problema de comunicación contigo, se lo ha dicho a tu madre y es por eso que ella te ha preguntado si te pasa algo. Tienes razón cuando me dices que no me has hablado mucho de tu mamá, nuca nos hemos sentado a conversar de tu relación con ella y, sin embargo, la conozco bastante bien. Te explico, si bien no hemos explorado la relación que tienes con tu madre, es evidente que es más cerca, más próxima, más cotidiana que la que tienes con tu padre. ¿Por qué digo eso? Es simple, siempre me cuentas que tu mamá estuvo contigo en la ceremonia ta l, en la premiación tal, tal, que te llevó a la fiesta o que fue a la entrevista entrevista con los profesores. Percibo que tu madre tiene una una gran presencia en tu vida y eso es lo mejor que te puede suceder. Ahora que recuerdo, por ejemplo, que cada vez que hemos conversado de la natación y de tu preparación para el campeonato regional, me has comentado comentado que tu mamá estaba allí. Siempre te acompaña a los entrenamientos, entrenamientos, te observa mientras mientras nadas, ve que tengas todo todo el equipo que necesitas y te alienta en las competencias. competencias. Me has contado que es ella quien se preocupa de que formes parte de un buen club, de una institución que te exija y que tenga un buen nivel competitivo para que tengas tengas buenas oportunidades en los torneos. torneos. Si hasta te puso un entrenador personal, ¿recuerdas?, ¿un ruso, creo? Ese que después d espués tuvo que irse a su país y a ti te dio mucha pena, eso me lo dijiste hace tiempo tiempo en una de nuestras largas conversaciones. conversaciones. Sí, el ruso que te hizo ganar tu primera primera medalla importante. ¿No ves? En todo eso estuvo involucrada involucrada tu madre. Así que no me es difícil inferir que con tu madre existe una frecuencia y una cercanía muy grande, lo que no sucede con tu papá. Es muy probable que la confianza confianza que existe entre tú y ella será mucha y eso es muy bueno
porque puede ser tu “aliada” en esta “lucha” por “recuperar” a tu padre. Eso es magnífico, siéntete feliz, no siempre sucede eso. Cada vez es más raro que sea sea solo el padre el que que vaya a trabajar y se quede mil horas en la oficina. Ahora sucede que en muchas familias la madre también tiene ambiciones personales también quiere crecer como profesional y desarrollarse en el mundo que existe más más allá de las paredes de la casa y más allá de la crianza crianza de los hijos. Ellas también son víctimas del “exitismos”, esa enfermedad de los tiempos modernos que absorbe la v ida de las personas como si fuera una boa que te devora por completo para después digerirte lentamente y deshacerte de ti cuando ya no seas útil. Es verdad, ellas tienen todo el derecho de aspirar a ser algo más que madre y, sin embargo, no por eso debieran sentirse sentirse liberadas de las responsabilidades responsabilidades del hogar. Pero sucede que muchos chicos chicos se crían solos, en guarderías con niñeras que termina termina siendo para el niño mucho más cercanas cercanas que la misma madre. Ese en un tema doloroso y complicado porque en él está en disputa el derecho de los padres para crecer como seres humanos y el derecho de los hijos a tener a sus padres cerca. Una vez más los extremos. Una vez más tener que elegir o tener tener que compensar, o una gran profesional profesional o una madre abnegada. abnegada. Al menos eso creen ellas. ellas. No entienden queden ser una extraordinaria extraordinaria profesional profesional y una extraordinaria madre solo si se lo proponen, si están dispuestas a un sacrificio mayor, si ordenan su tiempo y si se comprometen realmente con ambas ocupaciones (en todo caso, lo mismo debiera suceder con los padres). Pero tú tienes la suerte de tener a tu madre al lado, preocupada preocupada por ti, pensado en ti. En estas épocas en que hay muchos chicos que no pueden comunicarse comunicarse con ninguno de los dos, es un privilegio. privilegio. Crecer con la madre y el padre ausentes se hace mucho más complicado, mucho más duro para el niño. Si tú te siente cómoda con tu mamá, celébralo, conversa con ella, comparte lo que sientes y dile cómo te gustaría poder tener una mayor comunicación con tu papá. Pero ten cuidado de no caer en el juego perverso de los mensajes donde solo desarrollarás tu relación con tu madre mientras que con tu padre seguirá igual de silenciosa, porque van a asumir – tú tú y él- que es a través de ella que deben dialogar. dialogar. ¿No jugado jugado nunca nunca “teléfono malogrado”?, bueno, la distorsión del mensaje, por más buena voluntad que se ponga – ponga – que que ponga tu madre-, madre- , es uno de los mayores riesgos de este “dime que le digo”. Así que sigue intentándolo, conversa con tu mamá pero no dejes de acercarte a tu padre, estoy seguro que él puede estar confundido, pero en el el fondo está muy contento. Poco a poco anda haciendo de esa cercanía cercanía una hermosa rutina. Salúdalo en la mañana con un beso, despídete con un abrazo; cuando esté en casa búscalo, búscalo, conversa con él, pregúntale como está o dile que tienes una dudan en algún tema que a él le encante y pídele que te la resuelva porque “tú sabes más que yo”. Él, aunq ue no diga nada, estará feliz. Ahora bien, vamos a las novedades. novedades. Resulta que ya habías probado alcohol, alcohol, bueno, era lógico, se se “veía venir”. Aprende eso. “Verla venir” es una frase frase que resume muy bien lo que es estar alerta y prever, con análisis y reflexión, lo que sucederá. Si en la vida consigues “verla venir”, vas a estar siempre en una mejor posición que los demás, vas a estar preparada y no te sorprenderán los malos ratos. ¿Así que tu “amiga” Andrea siempre anda metida en medio de todas estas “novedades”? Ella es la q ue lleva los cigarros, ella es la que lleva el alcohol, ella es la primera en probar, ella la que las incita y les dice que si no prueban son unas tontas o unas niñas mimadas, ella la que se burla de Sandra si se atora fumando y la qu e se ríe de Cecilia porque estuvo diciendo incoherencias en la fiesta después de tomarse no sé cuántos vasos de esa mezcla que le dieron. ¿No ves lo que está pasando? Ella decide decide todo y ustedes la siguen. siguen. ¿Recuerdas lo que te dije de ser la que conduce las riendas de tu vida? Bueno, mientras sea Andrea la que decida los pasos que vas a dar, no serás dueña de tus acciones siempre estarás con el “Andrea me dijo”, “Andrea “Andrea me dio”, “Andrea esto”, “Andrea “Andrea lo otro” y, ¿cuándo será María Elena? ¿Cuándo serás tú la que decidas si debes o no hacer tal o cual cosa? Sé que no es fácil, sé que nadie quiere ser la que dice que no y sé que Andrea ejerce un liderazgo muy grande en tu grupo, pero si quieres crecer debes hacer hacer un esfuerzo porque rara vez los caminos caminos fáciles son los correctos. Y no hablo acá del bien y del mal porque esa línea entre lo debido y lo indebido, esos límites, tendrás que trazarlos tú. Serás tú quien decida, de acuerdo con lo que te enseñaron en tu casa y en la escuela, cuál es tu línea, cuál es tu límite. Evidentemente serás tú – tambiéntambién- la que acepte las consecuencias de tus actos cuanto tu permisividad o tu tolerancia estén más allá de la moral pública o de las normas que nos rigen (y ese es otro tema del que deberíamos hablar con calma alguna algun a vez, “los límites”, pero ya habrá tiempo, que la adolescencia, siendo tan corta, es lo suficientemente larga para que nos sigamos escribiendo). A veces siento que volvemos a lo mismo (y me da miedo estar repitiéndome y que me tomes por un viejo amargado que siempre está con la misma cantaleta), hablamos de tus decisiones, de tus elecciones, de lo que tú escojas, de lo que tú consideres bueno o malo. Pero para que ese “tú” exista, tienes que librarte de las influencias de quienes quieren manejar tu vida. Yo no voy a juzgar a Andrea, no la conozco, no ha sido mi alumna y no sé nada de su familia. No sé lo que pasa en su casa, ni lo que sufre ni las penas que tiene, pero estoy seguro que esa niña está sumamente confundida y se siente sola y triste, estoy seguro que solo comportándose comportándose como se comporta, asumiendo asumiendo el liderazgo del grupo, decidiendo decidiendo
por ustedes, burlándose de las que no pueden hacer lo que ella hace, es que se siente mejor, menos abandonada. abandonada. Solo voy a pedirte que te interese interese por ella. Lo más sencillo sería decirte: “es una mala compañía, aléjate de Andrea”, pero esa no es ninguna solución para ti porque, si así fuera, tendría que pedirte que corrieras de cualquiera que considerara un peligro que terminaría cayendo en la exageración de los padres sobreprotectores, ¿recuerdas? La idea es que enfrentes, aprendas y crezcas, crezcas, no que huyas, ignores y retrocedas. Preocúpate por ella, conversa conversa con ella cuando estén solas, sin la presión de tener que impresionar al grupo, pregúntale cómo se siente, pregúntale por su vida, por su familia y veremos que te cuenta. cuenta. No dudo que debe pasar por malos ratos, tal vez compartiéndolos compartiéndolos contigo tenga menos necesidad de ejercer ese liderazgo negativo negativo que tiene en el grupo. Por último, cuando la veas más real, más humana, menos maquillada con poses y actitudes, podrás decirme si es que realmente quieres que ella se haga cargo de tu vida o si prefieres a sumir tú esa responsabilidad. Así como el cigarrillo, el alcohol es siempre un mal consejero. consejero. Es más, tiene consecuencias a corto plazo que no te van a gustar. La gente te va a decir “pero tómate una copita”, copita”, “un trago no mata a nadie”, “no seas aguafiestas”, aguafiestas”, “con un vasito vas a ver cómo te animas”, “no seas niña”, “es una experiencia que no te puedes perder” y un m ontón de tonterías por el estilo. ¿Tonterías?, sí, exactamente, exactamente, palabras sin fundamento, ideas falsas, medias verdades, excusas – siempre excusas- que nos inventamos para sentirnos mejor con nosotros mismos cuando hacemos cosas que sabemos que nos perjudican. El alcohol es una sustancia que, como muchas otras, altera los sentido, al actuar sobre el cerebro te desinhibe, es decir, te hace sentir más libre, más dueña de ti misma y te da una sensación de euforia, de entusiasmo, de alegría. Tu razón se perturba, o sea, no eres dueña de tus acciones, y genera un mareo y una pérdida de equilibrio que la gente identifica como algo “gracioso” cuando “gracioso” cuando en realidad es tu cuerpo que se ha intoxicado. intoxicado. Todo te da vueltas, y todo parece más sencillos, bailas con más libertad, sin miedo al qué dirán, sin estar pensando en los demás, sin preocuparte si el chico ese te mira o no. Te sientes capaz de hacer cosas que sobria jamás jamás harías, puedes acercarte al muchacho muchacho que te gusta y mirarlo coqueta sin ponerte ponerte roja o puedes moverte en la pista de baile como como nunca lo habías hecho. Sientes que todos tus temores desaparecen y no te pones a pensar en lo que haces porque “todo está bien”. Claro al día siguiente nada está bien. Te sientes morir, tu cuerpo se ha deshidratado deshidratado y necesitas tomar mucho líquido, te arde el estómago, te duelen los músculos, músculos, tu coordinación es mala y sientes que todo te da vueltas. vueltas. Eso es solo una parte, la otra es la historia de la noche anterior. Resulta que pasada de copas bailaste exageradamente sensual con el chico que te gusta, el chico se entusiasmó, y terminaron besándose en la lenta que tocaron cuando bajaron las luces mientras los adultos – los los primeros irresponsables, los de siempre- decía: “¡Qué lindo!, como han crecido crecido nuestros hijos”. Cuando amaneces y tu ropa huele a cigarro y aún percibes los restos amargos del licor en la boca, te sientes morir. Llamas a tus amigas que se mueren de risa de tu borrachera y crees que todos piensan de ti que eres una fácil, una tonta que con cuatro copas encima se mete con el primero primero que encuentra. Te sientes mal y te culpas, culpas, pasas una semana espantosa creyendo que todo el colegio te está mirando, que eres el tema de conversación de todos los grupos, que la risa de los chicos es porque se están burlando de ti. Llega el fin de semana y te proponen “otra copita” porque se te ve tensa y “es la mejor forma de relajarse”, empiezas a tomar, te sientes mejor y otra vez empieza a girar la rueda de la fortuna… Lo que más te duele es que el chico ese que parecía bueno se portó brutalmente y ahora ya no quiere nada contigo. Eso sucede dejas de ser quien eres y te refugias en el alcohol parar ser otra persona, ¿recuerdas que ya hablamos de ese tema? Al negarnos a ser nosotros nosotros mismos mismos lo único que logramos logramos es inventar un personaje. Si haces eso, la gente gente ya no se comportará contigo pensando en ti, estarán viendo a esa que creaste cuando estabas con el licor en la sangre y te tratarán como ese personaje personaje -que no eres tú- quieres ser tratado. tratado. Cuando estés sobria, que es la la mayor parte del tiempo, te lamentarás de todo y te odiará que todos piensen que eres otra, esa otra que a veces te llama la atención porque es más atrevida, más audaz, menos tímida, tímida, menos vergonzosa, vergonzosa, pero que, al fin y al al cabo, no eres tú. tú. Una vez más estarás pensando que exagero. exagero. Es verdad que no me has dicho que hayas hayas hecho ninguna locura y que tan solo fueron unas copas copas de más y no pasó pasó nada más allá de una una noche un poco agitada. agitada. Estabas en casa de Andrea Andrea y te quedaste a dormir allí, así que tu mamá no se dio cuenta y, como era domingo, no tenías entrenamiento y claro, tienes derecho a divertirte un poco… Perfecto, estamos totalmente de acuerdo, tienes todo el derecho del mundo a pasar un buen rato, solo te pido que no dejes de pensar en todo esto que te digo (y no te olvides jamás de la sencilla gota que a veces es el anuncio de la tormenta). Hagamos Hagamos algo muy sencillo. Esperemos a ver qué sucede, mantente mantente alerta y observa, toma nota de todo lo que pasa a tu alrededor en estas semanas, cómo se comportan tus amigas, cómo son las reuniones, qué razones te dan para hacer lo que hacen, cuánto han pensado de las consecuencias de sus acciones, qué tanta responsabilidad tienen. tienen. Veremos si solo soy un viejo más que, como dice Serrat, anda atormentando atormentando a los niños ni ños con que “eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca” o si algo me han enseñado los años. Y no es que juegue al adivino, no es que crea que sé algo que todos ignoran, soy solamente alguien que ha vivido un poco más que tú y la “ve venir”. Un buen g eneral no es aquel que ha ganado todas sus batallas por las torpezas del enemigo, es aquel que, después de sinsabores y derrotas, ha aprendido cómo actuar según sea la magnitud del reto que enfrenta.
La vida, querida María Elena, más que un círculo que se repite y se repite sin ningún cambio es une espiral ascendente que siempre regresa al mismo mismo punto pero en cada uno de los ciclos ha sufrido una transformación. transformación. Siempre hubo adolescentes, siempre hubo conflictos e incomunicaciones, pero cada momento de la historia tiene algo especial, algo particular, y todo aquello que sirvió en mi propia experiencia para crecer y convertirme en hombre, no puede ser trasladado a tu vida mecánicamente, como como una copia. Sin embargo, mis problemas, problemas, mis miedos y mis errores, pueden servirte para que tu camino sea un poco menos difícil, un poco menos complicado. No eres la primera adolescente que empieza a fumar y a tomar, no eres la primera en sufrir la soledad, no eres la primera que hace esto o aquello para satisfacer satisfacer la presión del grupo, no eres la primera que siente siente que los mayores no le hacen caso o no le dan importancia a sus opiniones y no eres la primera que tiene un padre ausente. Suena duro, pero es real y si algo te he prometido es ser ser honesto. Tu vida es tuya, no me voy a cansar de decírtelo y voy a insistir en eso cada vez que alguien más quiera imponerte – por amor, por ignorancia, por celos, o por miedo- sus propios criterios como si fueran un dogma infalible. Tú eres la capitana del barco de tu existencia, que llegues a buen puerto o que naufragues depende de ti y de nadie más. Yo solo puedo darte algunas señas, así como las estrellas guían a los marineros, pero las decisiones, el golpe del timón y el temple de las velas, depende de ti exclusivamente. Ya algún sabio lo dijo “mi libertad termina donde comienza la libertad del otro”, veremos cómo administras tu libertad, cómo enfrentas los problemas, cómo te manejas en esta adolescencia a la que éstas despertando tan rápidamente. Sabes que esperó ansioso noticias tuyas, sabes que acá estoy aguardando por tus líneas, esperando saber de ti, no con el dedo sentencioso del que juzga sino con el abrazo sincero del que ama. Con más amor, lejos y cercano, JL
7. Ni las medallitas ni los diplomas Mayo treinta de mayo Querida María Elena: Debo confesarte que cuando releía la última carta que te escribí, pensaba que había sido muy duro y temía que te molestaras y no me escribieras escribieras más. Hoy que me llego tu carta llena de noticias noticias y llena de ti y de tu cariño, veo que – felizmente-me felizmente-me equivoque. No sabes la cara con la que me mira mira el cartero. cartero. Hoy me preguntó si es que acaso me mandaban un dinero en cada carta, “porque usted se pone muy contento” y yo le dijo que no, que era algo más valioso que eso, pero que me guardara el secreto para que los vecinos no empezaran a envidiar mi fortuna. Se rio y me dijo que ya muy poca gente lo recibía feliz “si por correo solo llegan cuentas y facturas, señor” y se fue, sudoroso como siempre, con su morral repleto repleto de papeles que ya no llevan emociones. Las personas, querida María Elena, Elena, cada vez se comunican menos. Sé que a veces parezco muy rudo y peco de sincero, digo las cosas abiertamente y luego temo haberte ofendido, sin embargo, luego reflexiono y me convenzo de que los jóvenes apr ecian apr ecian la honestidad y prefieres “una colorada que cien amarillas” amarillas” (para usar un viejo viejo dicho que repetían nuestras abuelas). abuelas). Y lo digo por experiencia experiencia propia. Cuando era un chiquillo mi padre me hablaba así de directo, así de franco; te confesaré que a veces me sentí maltratado y ofendido, pero cuando he visto, a través de los años, cómo có mo los adultos tienden a “maquillar” la verdad para “proteger” a sus hijos (y terminan construyendo mentira sobre mentira), me he sentido muy orgulloso de mi padre y se lo he agradecido. No es cuestión, tampoco, de escandalizar diciendo barbaridad, pero mientras se entienda la diferencia entre la honestidad y la desfachatez, creo que es saludable decir las las cosas como son. Si me excedo o me equivoco, no dudes en decirme las cosas claras como siempre lo haré yo. Ahora a lo nuestro, no sabes lo orgulloso que estoy de ti al saberte empeñada en renovar la comunicación con tu padre. Sé que es complicado pero debes poner toda tu energía en ese esfuerzo. esfuerzo. ¿Ya ves que sí reaccionan? Que el otro día te dijera “¿y mi abrazo?”, cuando solamente le diste un beso de saludo me parece… ¡extraordinario! Eso quiere decir que ya le gustó la rutina, llegar a casa de noche y que tú lo recibas con un beso y un abrazo y le preguntes cómo le fue en el día. Sigue así, ya te dije que este es un proceso largo, no te desalientes; mira que ya has conseguido tu primera victoria. Me comentas poco sobre tu mamá, mamá, sin embargo, me me confirmas que lo que recordaba recordaba es cierto. Ella siempre está presente en tus actividades, ya sea en el colegio o en los campeonatos de natación. Me pregunto, ¿qué tanta confianza tienes con ella? ¿No crees que con ella debieras conversar mucho de los temas que tratas conmigo? Ella no solo es mujer y seguramente ha pasado por experiencias experiencias como las tuyas, además es tu madre. Creo que esa relación con tu mamá te puede servir mucho para enfrentar estos años de la adolescencia. Sí, sé que es difícil hablar con la madre sobre algunos temas, pero, no no sé, podrías explorar esa posibilidad. posibilidad. Ya me contarás.
Veo que hiciste hiciste la tarea. Estuviste preguntando preguntando un poco sobre sobre la vida de Andrea. Lamentablemente Lamentablemente parece que era cierto lo que pensábamos. Cuando en una familia hay violencia, los hijos son las víctimas. Siempre he creído que hay hay momento en que se deben tomar decisiones decisiones graves pero necesarias antes antes que seguir arrastrando una tragedia. tragedia. El ejemplo de la amputación es bastante común pero muy claro; si uno tiene una pierna gangrenada, te quedan dos caminos. O amputas amputas o mueres. Así de simple, simple, así de brutal. brutal. Una familia intoxicada por las peleas, los gritos, gritos, los insultos, es un organismo organismo que tiene algo corrupto, algo que se ha muerto. muerto. Cuando ya se hicieron todos los intentos intentos para salvar a la pareja – pareja – como como el médico trata de detener la infección con antibióticos-, insistir en esa relación es tan peligroso como negarse a perder la pierna, pierna, tanto que puede costarle costarle la vida al paciente. Ignoro cuál es la profundidad del conflicto en casa de Andrea, pero sí estuvieron conversando conversando y te dijo lo de las peleas, los gritos y los insultos es porque tenía que compartirlo compartirlo con alguien. alguien. Eso le debe estar haciendo haciendo mucho daño. No te sorprendas que te lo haya contado muy suelta de huesos, como si fuera algo que no tuviera que ver con su propia vida, poner distancia entre nosotros y lo que nos hiere es muy humano, es tratar de evitar el dolor narrándolo como si se tratara de la historia de otro, como si fuera una película, como si fuera algo que q ue realmente no nos afecta. Ahora que ya conoces un poco más de su realidad, puedes alejarte de Andrea (y de toda su influencia, que ya hemos visto que muchas veces no es conveniente) o puedes asumir un reto complicado pero que te propongo solamente porque me dices que le tienes mucho cariño y que realmente es tu amiga (eso está muy claro cuando me escribes: “a mí sí me me importa Andrea, tú pones amiga entre comilla como diciendo que no lo es, pero acuérdate que estamos juntas en el colegio desde los seis años, ¡por s upuesto que es mi amiga!”). amiga!”). ¿ Cuál es el reto? Para empezar, debes seguir seguir haciendo lo que ya empezaste: acércate a ella cuando no estén en grupo, conversa con ella, comparte con ella, escúchala, parece que tiene mucho para contar. Eso sí, no pierdas de vista que tú eres una adolescente adolescente en pleno crecimiento crecimiento y no una profesional. Que te quede claro que tú no vas a “salvar” a Andrea y menos a su familia, tú no eres una consejera familiar, no eres psicóloga, no eres especialista en estos problemas, tú eres una amiga a miga y tu tarea es estar cerca, estar pendiente, ser honesta (más aún si están en desacuerdo con algo que ella hace o quiere hacer) e informar a un adulto responsable cuando veas que sus actitudes o actividades la ponen en peligro. Además, para titi será una experiencia sumamente sumamente enriquecedora. enriquecedora. Poco a poco veremos veremos qué sucede. Leo tu carta y veo que han pasado varios meses desde que empezamos empezamos a escribirnos. escribirnos. ¡Es impresionante impresionante cómo corre el tiempo! ¡Ya fueron tus primeros exámenes? exámenes? Recuerdo que siempre he detestado los exámenes. Con los años he tratado de averiguar por qué y creo que es una gran inseguridad. Aunque no lo creas, aunque a veces me escribas líneas tan hermosas como “tú lo sabes todo, siempre tienes una respuesta para mis dudas…”, debes record ar algo muy simple: Soy humano. Tengo virtudes y defectos, grandezas y pequeñeces, certezas certezas e inseguridades. inseguridades. Mi enemistad con los exámenes se debe probablemente a eso, a mi inseguridad. inseguridad. Una prueba demuestra cuánto cuánto sabes y me es difícil enfrentar la sencilla realidad de que yo ni puedo saberlo todo ni puedo entenderlo todo y – lo lo que es peor todavía- que hay cosas que sí debiera saber y entender pero que sencillamente sencillamente ignoro o están más allá del alcance de mi comprensión. Por eso cuando me dices que detestas dar exámenes no solo te entiendo sino que me veo a mi mismo vestido de uniforme, esperando dar “los exámenes exámenes bimestrales”. Era un sistema tan absurdo y policiaco que nos mezclaban con los alumnos de otros cursos y de otros años para que no pudiéramos copiar, eso que estábamos en un colegio donde todos los días nos recalcaban que allí saldríamos saldríamos como modelos de honestidad e integridad. Hacían lo mismo que los padres sobreprotectores, sobreprotectores, así como ellos “nos salvan” del peligro evitando que lo enfrentemos, enfrentemos, los profesores “nos salvaban” de ser deshonestos evitando que pudiéramos copias, o sea nos volvía virtuosos compulsivamente, ¿Y la libre determinación?, ¿y la posibilidad de escoger?, ¿y la madurez que representa tomar nuestras propias decisiones y asumir sus consecuencias? Nada. Eso explica por qué algunos de mis amigos terminaron tan mal. mal. Ya me he desviado, pero sé que vas a perdonarme. perdonarme. Me encanta cuando dices : “…siempre te sales del tema pero me gusta, es mucho mucho más normal. normal. Leer tus historias historias es verte verte en situaciones que que estoy viviendo y eso me gusta. gusta. Los adultos siempre quieren parecer diferentes a nosotros, como si ellos no hubieran pasado por nada de esto, como si nunca se hubieran enamorado, como si nunca los hubieran jalado en un examen o como si nunca hubieran fumado un cigarro…”, y solo por eso me tomo la libertad de ir recordando _contigo y para ti_ mis experiencias adolescentes. Buenos, ya sabes que a mí me pasaba exactamente lo mismo, yo también odiaba “dar exámenes y así como a ti las matemáticas te dan problemas a mí la química me generaba graves conflictos, tantos que pasé el curso porque fui el editor de la revista de ciencias que, obviamente, estaba a cargo de mi profesora… así que no te sientas mal, un curso con problemas es exactamente exactamente eso, un curso con problemas. El mundo no se va a venir abajo y no por eso te va air mal cuando seas grande ni vas a fracasar en la vida como les encanta decirnos a los que creen que el miedo es la mejor manera de educar a los jóvenes. Esto es tan sencillo como que cada año uno lleva una decena de cursos; es ilógico – hasta hasta ingenuo- pretender que todos los alumnos destaquen en todos. Hay dos extremos, los que obtienen buenas buenas notas en todas las materias y los que no aprueban ninguna; los primeros son generalmente estudiantes muy disciplinados – a veces demasiado- y los segundos suelen ser muy desordenados – desordenados – siempre siempre demasiado-. demasiado-. Al centro se encuentran encuentran los que mejor desempeño en unos unos cursos que en otros, a los que les gusta más una materia que la otra, eso es lo normal – lo lo común-, así eres tú y así fui yo.
Espero que quede claro que este no es una especie de “discurso en defensa de la mediocridad”, nada más lejos de mí. Creo que así como el deber de los padres es proveer a sus hijos de educación, los hijos tienen del deber de aprovechar esas oportunidades al máximo, máximo, dando lo mejor de sí. Pero de allí a suponer que todos somos capaces de sobresalir en todas las materias hay un abismo. Hay seres humanos que tienen gran capacidad para trabajar con números, otros para hacerlo con letras, a eso se le llama diversidad. diversidad. Si en la vida las personas nos diferenciamos, diferenciamos, ¿por qué la la escuela pretende pretende uniformarnos? uniformarnos? Mi vecino es arquitecto y mi otra vecina es enfermera y yo soy escritor, sería absurdo que me desvelara una semana pretendiendo diseñar casas o que torturara a un paciente intentando colocarle un catéter. Sin embargo, y esto es a lo que voy, no es absurdo que yo sepa lo suficiente de dibujo como para hacer el mapa para que alguien llegue a mi casa o que sepa lo suficiente de enfermería enfermería como para ayudar a alguien alguien que se atorado con la comida. comida. Igual, si bien mis vecinos se desarrollan en otras especialidades saben lo suficiente de letras como para leer un libro o escribir una carta. Por eso no me alarma que no obtengas un puntaje elevado en matemáticas como sí lo haces en los demás cursos. Si me dijeras que no te esfuerzas, que no haces la tarea ni cumples con los trabajos o que no estudias para el examen, te diría que está dejándote llevar por la ley del menor esfuerzo y te pediría que recapacites; pero sí haces todo lo que debes hacer y no hay manera, pues no hay manera, a otra cosa y no serás ingeniera y ya e stá. Otro factor que hay que tomar en cuenta es la posibilidad de que curso esté mal diseñado, que el programa no sea lo suficientemente coherente coherente para que los alumnos aprendan o que, sencillamente, tengas un mal profesor. profesor. Por ejemplo, yo tuve un profesor de matemáticas que empezaba a desarrollar un ejercicio en la pizarra, llenaba toda una pared con símbolos y números y era tan desordenado que muchas veces se perdía en la mitad del camino y no podía hallar la respuesta, como comprenderás, era difícil que del grupo que fuimos sus alumnos alguno pudiera haber salido matemático puro. Pero eso no parece tu caso (y hay que tener cuidado de caer en la tentación de echarle la culpa al prójimo como respuesta sencilla a nuestros nuestros problemas). Sencillamente no eres buena en matemática, matemática, ¿tan doloroso es? Bueno, que que lamentable. Tú, tu madre, tu profesor y todos los que te atormentan atormentan porque dicen que es una tontera que no obtengas obtengas el premio de excelencia por un curso, tendrán que aprender a vivir con eso. La vida, querida María Elena, no toma en cuenta las medallitas, ni los diplomas, toma en cuenta la actitud, el carácter, la manera de enfrentar los retos y de asimilar nuestra limitaciones. A la escuela se a aprender cosas más importantes que la tabla del nueve o escribir correctamente una palabra complicada, a la escuela uno va a formarse para la vida. Siempre he creído que así como la universidad es instructiva, instructiva, el colegio es formativo. En la universidad te instruyen en un oficio específico, así aprendes a abrir un cuerpo humano para operar una apendicitis o aprendes aprendes a mezclar de manera adecuada el fierro, fierro, las piedras y el cemento para construir un camino aprendes a interpretar las leyes para defender a tu cliente frente a un juez; en el colegio te forman como ser humano y, en una labor compartida con la familia, familia, hacen tuyos los valores, la moral y los principios de la sociedad soci edad en la que te desenvuelves y de la humanidad de la formas parte. Sé integra, sé honesta, sé honrada, sé veraz; da lo mejor de ti en cada cosa que hagas, esfuérzate en tus labores y desprecia la mediocridad; busca ser mejor cada día – no no en relación a todos sino en relación a ti misma-; empéñate en aprender, encuéntrale el gusto a las materias que te enseñan, sé curiosa, no te contentes con lo que te dice un profesor, busca más información, pregunta, cuestiona, piensa y reflexiona, eso es lo importante. La nota no es sino un guarimos, un número, una arbitrariedad que trata de reflejar qué tanto has interiorizado del total de información información que se te ha brindado. Pero nada más. Habrá unos cursos donde aprenderás lo elemental elemental para salir salir de la ignorancia ignorancia (si no supieras multiplicar o dividir estaría preocupado) y habrá otros en donde llegarás a saber más que tu profesor (no hay nada más emocionante para un verdadero maestro que ver que el alumno lo ha superado, que ha dado un paso más y se ha insertado en el futuro que le corresponde como herencia). Sin embargo, lo más importante que te enseña la escuela no se califica en la libreta de notas, no tiene un certificado ni te dan un premio, no hay aplausos ni grandes discursos; lo más importante reside en ti y te acompaña como una marca el resto de tu vida. Eso es el gozo de saberse una una persona justa, fraterna, fraterna, solidaria cuya cuya única recompensa es la satisfacción de sentirse alguien digno de ser llamado un ser humano. No te desesperes. Sigue siendo quien eres que vas por un buen camino. Entrega lo mejor de ti sin más más ambición que la recompensa de ser mejor mejor cada día. Mantente alerta, alerta, las trampas te te esperan en cualquier cualquier esquina. No dejes de trabajar la la relación con tu padre y profundiza profundiza la que tienes con tu madre. Acompaña a Andrea, te necesita, necesita, pero no creas que tú puedas solucionarlo todo. Busca ayuda, busca consejo. Cuando sientas que las cosas se escapan escapan de tu control no temas en acudir a los adultos, para eso estamos, para eso legamos antes que tú. Me quedo acá esperando tus noticias. Con amor, lejos y cercano, JL
8. Creo que estoy enamorada Sábado diez de junio
Querida María Elena: Nada hay más emocionante que el amor, te lo aseguro. De eso que no te quede ninguna duda. Mientras leía tu carta me alegraba contigo de esas sensaciones que han venido a visitarte y que te quitan el sueño, te tienen tienen como mateada todo el día, te mantienen distraída, feliz, a veces temerosa, llena de expectativas, ansiosa, dando vueltas por toda la casa y escribiendo mecánicamente el nombre de él en todas las páginas de tu cuaderno, en tus libros y en las carpetas. Esas emociones hay que disfrutarlas, vivirlas, vivirlas, sufrirlas y gozarlas, porque no duran para siempre. siempre. El amor adolescente, esa contemplación que es una mezcla de grandes cantidades de atracción e ilusiones, es una experiencia que con el paso de los años se va volviendo volviendo extraña. Cuando crezcas, esa sencilla sencilla emoción de sentirse feliz junto a alguien cederá el paso a la rutina del amor, que ya es otra cosa, que es la misma sensación pero intoxicada con un montón de prejuicios, conveniencias, disponibilidades disponibilidades y posibilidades. Pero eso será más adelante, cuando la vida empiece a llenarte con sus obligaciones y sus formalidades, hoy estás enamorada enamorada y eso es lo único que importa. El amor llega de la forma más imprevista. Creo que es la clarinada de alerta que nos dice que ya dejamos definitivamente definitivamente la infancia y empezamos a convertirnos en adultos. ¿Recuerdas cuando cumpliste ocho o nueve años? A esa edad jugabas con tus amigos sin diferenciar si eran hombres o mujeres; sencillamente no te interesaba y no tenía ninguna importancia. Luego, cuando fuiste creciendo un poco y empezaban las bromas ·así que le gustas a tal chico” o “tal chico te gusta”, seguramente reaccionabas como todos los niños del mundo, proclamando que jamás te ibas a casar o diciendo “qué asco” cuando veías que las parejas mayores mayores del colegio se daban un beso. Poco a poco ese “asco” fue pasando, esa reacción negativa se fue disolviendo y amaneces un día con un a sensación extraña en el estómago, es una experiencia nueva, la respiración se agita, estás como emocionada por algo que no logras identificar y experimentas una serie de cambio en tu actitud. Por primera vez te preocupas realmente de tu apariencia, apariencia, miras tu cuerpo y te sorprendes de las pausada transformación transformación que se ha acelerado en los últimos últimos meses. Una transformación transformación que primero te asustaba, después te molestaba y ahora, no sabes por qué, empieza a agradarte, empieza a formar parte de ti y te da esa apariencia nueva que seguramente ya todos han descubierto menos tú. tú. Te sientes distinta, llena de una energía que no logras entender, no controlas, y quieres gritarlo a los cuatro vientos. Conversar con tus amigas y te das cuenta que ellas están pasando por una situación similar, todas han cambiado (o mejor, recién se han dado cuenta del cambio lento pero sostenido que han venido experimentando desde hace años) y tienen nuevos intereses, nuevas intenciones, intenciones, nuevos motivos. Ahora sí importa la fiesta del próximo fin de semana y sí importa estar linda linda para la ocasión, ponerse el mejor vestido vestido y parecer más grande de lo que se es. Importa que los chicos se den cuenta de ti – y no los chicos con los que hasta ayer jugabas- , “no puedo creer que todavía no crezcas… crezc as… se siguen molestando cada vez que bailamos con alguien mayor que ellos, son unos inmaduros”, es una frase que ya es común en tu vocabulario y con la que desacreditarás a los pobres que siguen pateando pelotas en el patio mientras tú y tus amigas se sientan en las bancas cerca de los mayores, los miran, conversan entre ustedes diciendo cuál es el más simpático y les sonríen cuando ellos – cada cada vez más atrevidos- empiezan a acercarse a ustedes. Ese periodo es hermoso, es emocionante. Las primeras primeras conversa ciones con “los grandes” llenan de inquietud a todas las chicas. Ellos “los adultos” (que no son sino adolescentes con un par de años más que ustedes pero que se muestran como pavos reales para impresionarlas impresionarlas ya que les es difícil hacerlos con sus propias amigas que prefieren fijarse en los universitarios), universitarios), se empiezan a interesar en ustedes, se les acercan acercan más, les conversan, les piden el número de teléfono, comparten el almuerzo, se quedan para acompañarlas después de clases, las llaman, conversan horas por horas por teléfono, las invitan al cine o a la fiesta “del próximo fin” donde querrán bailar toda la noche con ustedes y las mirarán con ojos inocentes inocentes esperando robarles un beso. beso. Muchas relaciones relaciones nacieron así, muchas parejas parejas se formaron así y fueron felices el tiempo que pudieron o que quisieron serlo; también muchas desilusiones tuvieron su origen en estos rituales. Enamorarse es fascinante, emocionante, te llena de fuerza, de energía, de ganas de hacer las cosas, de escribir poemas, de imaginarte situaciones. situaciones. Las personas enamoradas sufren una especie de maravillosa maravillosa intoxicación y pierden el sentido de la realidad. ¿Recuerdas que hace un tiempo te escribí que Borges dice en un poema “por el amor que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad”? Será po rque entendió muy bien lo que eso significa. “Ver a los otros como los ve la divinidad” es elevarse más allá de lo que los ojos miran, alejarse alejarse de la debilidad humana, de los límites de las formas, formas, del juicio crítico de los demás. Significa que somos capaces de hallar en la otra persona esa esencia que lo define permanentemente permanentemente como ser humano más allá de sus características características eventuales, físicas y materiales, que ceden con el tiempo como un rostro bonito, un cabello sedoso o un cuerpo atractivo. En ese primer primer amor hay magia. Hay ganas de hacer hacer realidad todo todo lo soñado, todo lo imaginado. imaginado. El muchacho deja de ser un chico cualquiera que va caminando entre los demás y se convierte en un príncipe hermoso que pasea por entre la corte con ese aire noble y elevado que lo diferencia de los otros, que lo hace más grande, más noble, más inalcanzable. Porque, claro, para que el amor se sienta bien servido debe ser imposible. imposible. Cuantas más complicaciones acarree el amor, más noble será su origen; cuanto más difícil se haga su realización, más prometedor prometedor será su futuro. En este mundo hechizado donde todo se divide con la simpleza simpleza de la dualidad malo/buenos, malo/buenos, lindo/feo, amor/odio, amor/odio, las cualidades son absolutas absolutas (como los defectos). defectos). Así, si el muchacho es
bueno, es el más bueno; si es noble, es el más nobles; si es hermoso, es el más hermoso; y, en sentido contrario, si no consigue “el favor” de la muchacha, es el más malvado, el más cruel o el más feo de todos los hombres que pisan esta Tierra. Es un tiempo de exageraciones, de suspiros suspiros permanentes, de llantos prolongados, prolongados, de emociones encontradas, encontradas, de pasiones que parecen parecen interminables. interminables. Ese periodo puede ser, con suerte, una temporada magnífica donde conocemos a una persona maravillosa con la que compartimos compartimos un periodo de nuestras vidas y con la cual realizamos realizamos nuestro primer primer aprendizaje. Puede dejarnos un lindo recuero y pasar a formar formar parte de nuestras memorias juveniles. juveniles. Sin embargo, no siempre está está el muchacho al otro lado del teléfono, no siempre nos abre la puerta puerta y no siempre nos ama. Es más, al ser un mundo al que ingresamos a ciegas, sin experiencia, sin saber cómo comportarnos, cómo actuar, cómo protegernos, es muy probable que salgamos salgamos maltratados. maltratados. Escribo estas líneas y parece que no fuera una carta para ti, querida María Elena, parece que me escribo, que me cuento una vieja historia que ya viví; parece que estoy acá, usándote de excusa para exorcizar mis viejas pasiones. ¿Finalmente eso serán estas cartas ¿Una manera de lanzar afuera tiempos que de alguna manera se quedaron dando vueltas dentro de mí? Sería injusto contigo si no me planteara esa posibilidad, si quisiera convencerte y convencerme de que se trata solamente de una serie de papeles que escribo sin otra intención que acompañar tu adolescencia. Sin embargo, sé que no es mentira, sé que no invento un mundo para justificar las cosas que te digo, sé que cuando me enfrento a la página en blanco lo hago con la ilusión de darte las herramientas que puedan servirte para pasar por esta etapa de tu vida un poco menos menos ciega, un poco menos desarmada, desarmada, un poco menos desorientada desorientada que yo. Pero es también una catarsis, es una limpieza que realizo en los cajones de mis recuerdos y es también, para mí, una ocasión de liberarme. Muchas veces mi madre me me contaba anécdotas de mi juventud y muchas muchas veces no logré entender el propósito, ahora que te escribo comprendo que era doble, ella me está entrenando para que yo enfrentara mi propia juventud y, al mismo mismo tiempo, soltaba soltaba las cargas cargas de sus propias experiencias. Es sintomático que sea cuando empiezo a hablarte del amor que me vengan con fuerza estas nostalgias, en ese momento, cuando me enamoré, estaba como tú, comenzando mi adolescencia y sentí por una mujer todas las emociones que tú sientes por Diego y que describes tan bien en tu cara. Ella era mi compañera de salón. Era una muchacha inteligente, con carácter, y era, para mis ojos, la mujer más hermosa que pisaba el planeta (aunque mis amigos dijeran que yo andaba con un serio problema de estrabismo por sus piernas flacuchas y chuecas, chuecas, y un cuerpo que, en general, no había alcanzado alcanzado sus mejores tiempos). Sin embargo, para mí lo era todo. Conversaba con ella todo el día, la ayudaba con sus tareas, la acompañaba cuando se quedaba después de clases, escuchaba sus historias con chicos mayores y la contemplaba como si se tratara de la única oportunidad que yo tenía para amar. Pero, claro, ella tenía otros planes; salía con chicos mayores, iba a fiestas a las que a los hombres de mi año jamás invitaban y vivía a un ritmo mucho más veloz que mi existencia ligada más a los libros y a la biblioteca de mi padre que a las salidas nocturnas y las fiestas interminables. Yo era tan tímido como tú y, para peor, no destacaba en ningún deporte ni era especialmente desenvuelto. Pasaba por la tragedia de casi todos los adolescentes: hallar que mis pensamientos, que a veces se sentían más cercanos a la infancia que a la juventud, se encontraban en un cuerpo que iba creciendo y con el cual eran incompatibles los juegos juegos de la niñez. Un cuerpo que empezaba a reclamar su cuota de crecimiento y cuyas exigencias exigencias estaban más allá de dar vueltas por el parque o jugar con la pelota. Esa es una experiencia que luego se repite con los años, así como el cuerpo se adelanta al pensamiento, así como sentimos en la adolescencia que nuestro cuerpo es ajeno, que ese crecimiento físico (que se evidencia sobre todo con la definición de las características sexuales en hombres y mujeres) se ha adelantado a nuestra mente que sigue añorando la infancia; así pasa que con el transcurso del tempo el cuerpo sigue andando, sigue evolucionando, llega a su plenitud, empieza su decaimiento y arriba a la vejez sin que nuestra mente, que sigue lúcida, ágil, ágil, fuerte, logre darle alcance. Al final, la decrepitud dl cuerpo resiste lo suficiente como para que nuestra mente también envejezca, pero no es raro ver a aquellos que se resisten, aquellos que se mantienen intelectualmente activos y, aunque el organismo no los acompañe, conservan hasta el último instante una claridad mental que más que un muchacho envidaría. Pero me estoy desviando de nuevo y no termino de contarte la historia de este amor que marcó tanto mi vida. Ella crecía con los días y seguía creciendo, su vida vida se hallaba muy lejos de la mía y solo nos juntábamos en el colegio donde yo era su “mejor amigo”, al que le contaba todo lo que vivía, sus aventuras, sus amores, sus penas y sus alegrías. Ella se hallaba más allá de mi realidad y era tan inalcanzable que me mantuve enamorado por varios años y fui testigo y compañero de muchas de sus experiencias. Nunca tuve el valor de decirle lo que sentía por ella y siempre temí que me rechazara, acepté el premio consuelo del mejor amigo y me limité a ser un espectador de su existencia. Por ella escribí mis primeros poemas, por ella derramé mis primeras lágrimas de enamorado, por ella sentí que la vida era un lugar especial y también que puede convertirse convertirse en un infierno espantoso. Claro, ese amor nunca se realizó, quedó como una ilusión juvenil, como una frustración adolescente. Siempre se ha dicho que los hombres y las mujeres somos distintos y esa es una gran mentira, la función sexual no define nuestros sentimientos. sentimientos. Nos crían distintos, nos quieren diferenciar diferenciar y nos hacen creer que el hombre es
rudo como la mujer es d elicada, pero esa es solo una información generada “desde afuera”, desde el aparato cultural que tiene interés en “definirnos” como si la naturaleza no fuera a hacerlo de una manera más clara y precisa. El vicio de una sociedad machista es hacernos creer a todos que “los hombres no lloran” y que “las mujeres son sensibles”, todo lo que exista en el medio es una desviación. Pero no es así, los hombres nos enamoramos con la misma ilusión que las mujeres, sentimos los mismos temores, experimentamos las mismas emociones, el mismo temblor de piernas, la misma agitación, la misma opresión en el pecho, el mismo pánico al fracaso, al no, al rechazo. rechazo. Escribimos nuestras nuestras penas en un cuaderno o se las contamos a un amigo en el bar de la esquina, esperamos mil años p or el amor imposible, le creemos a la que nos dice que “puede ser” y lloramos lloramos amargamente las desilusiones. El sexo nos diferencia diferencia orgánicamente, pero no emocionalmente. emocionalmente. Hay matices y conductas que nos diferencian a los hombres y a las mujeres pero en la sensibilidad, en aquello que no es una actitud aprendida o un comportamiento culturalmente culturalmente desarrollado, somos iguales. Siento que me he puesto difícil, complicado, he llenado de explicaciones algo que es muy sencillo de entender. En nuestras emociones, emociones, en nuestra capacidad de amar, en nuestra nuestra pena y en nuestras decepciones, hombres hombres y mujeres somos iguales. iguales. El más musculoso y varonil de los los miembros del equipo de fútbol fútbol tiembla de miedo miedo cuando toca la puerta de la chica de la que está enamorado, cuando baila con ella o cuando no sabe cómo diablos decirle que quiere estar con ella porque la ama. El amor adolescente está lleno de sorpresas y promesas, de sinsabores y malos ratos. Ilusionarse es terrible cuando esa ilusión no puede realizarse y más terrible aun cuando otra persona le quita importancia o se burla de nosotros y de lo que sentimos. Yo mismo me he visto, ya grande, ya desapasionado, ya forjado como como el metal a golpes y martillazos, diciendo esa frase tan siniestra como insensible que rep iten los viejos “esas son cosas de la juventud, ya te pasará” y he dado una palmada en la espalda y he exigido “seguir adelante” al chico o a la muchacha que me contaba sus penas. Porque si bien es cierto que “pasa”, si bien es cierto que ese amor es algo “de la juventud”, no hay derecho a descalificar la desesperación, desesperación, el llanto, la ansiedad de quien lo vive. No hay derecho a saltar esa etapa como si fuera fuera un mal trago que mejor es pasarlo rápido, no hay derecho a negarle a la memoria esos años mágicos cuando pensamos que no es posible más, que esa pena va a durarnos toda la vida o que vamos a estar juntos y felices para siempre con la persona de nuestros sueños. Eso hay que vivirlo, hay que gozarlo y hay que sufrirlo, hay que hacerlo formar parte de nuestro almacén de recuerdo y hay que llevarlo en la memoria como parte indispensable de nuestra existencia. Me encanta que estés enamorada, me encanta que creas que Diego es el mejor hombre del mundo y que te emociones cada vez que lo veas, cada vez que te cruces con él, cada vez que pasa sudoroso después del entrenamiento de fútbol, cada vez que te llama a la casa y cada vez que te dice que se muere de ganas de salir contigo. contigo. Me encanta por lo que significa para ti, como experiencia, como cambio en tu vida, como novedad que viene a alterar todos los esquemas de tu existencia. No obstante, sabes que conozco a Diego desde hace años, sé qué se dice de él. Yo he conversado muchas veces con él. Yo he conversado muchas veces con él y puedo entender cómo y por qué maneja su vida de esa forma, sin embargo, cuando tú entras en la ecuación todo se altera. Quisiera reaccionar como el padre celoso que te dice “no, ese chico no te conviene, ¿no has escuchado acaso todo lo que hace?, es un mujeriego, va a hacerte daño”, quisiera pedirte que te alejes, decirte que no es el muchacho de quien enamorarse por primera vez. Tal vez por eso te conté mi historia y cómo me quedé viendo pasar los años enamorados de una muchacha que tenía otros intereses y que no valoró (o no percibió) el amor que le brindaba. Tal vez por eso te he hablado tanto de mí en esta carta y he querido, querido, a través de mi experiencia, advertirte advertirte que mejor no, librarte de un mal momento que va a llenarte de pena y de desilusión. Pero de nada serviría, de nada sirve. Tienes que vivir tu vida y no puedo andar cerrándote los caminos, caminos, ni tengo el derecho de hacerlo, ni vas a permitir que suceda. El amor, María Elena, no acepta más razones razones que su propia esencia y se impone sobre cualquier razonamiento. Se me hizo larga la carta, perdóname. perdóname. No hablamos ni de tus tus padres ni de Andrea Andrea ni de tantas cosas que tenemos pendientes. pendientes. Hoy no te dejo tareas, tareas, hoy solo solo quiero dejarte este amor que te tengo y un abrazo. No sé qué pasará mañana, ni ni cómo se desarrollará desarrollará tu historia, pero vaya por donde vaya el camino de tu vida, vida, no olvides jamás jamás que acá me tienes. Una vez más, con amor, lejos y cercano. JL
9 Harta de que todo el mundo te diga Sábado diecisiete de junio Querida María Elena:
Sabía, desde que mandé la carta anterior, que no ibas a estar feliz con mis comentarios acerca de Diego. Pensé borrar esa parte y solo contarte mi historia o, mejor, decirte “qué bien” y esperar los resultados, pero quedarme callado no te ayuda en nada y mi deber, como este amigo viejo en el confías, es ser franco. Sé que estás molesta y eres muy clara cuando me dices, en esta carta muy breve y muy dura, que estás harta de que todo el mundo te diga que está mal que salgas con él, que te alejes de él, que es una mala persona. Sin embargo, también sé que si me escribes es porque necesitas conversar con alguien alguien en quien cofias y me emociona emociona ser yo. Yo no podría decir que Diego es “malo”, decir eso no solo sería simplista sino también sería despreciar las veces que conversé con él cuando era mi alumno. Eso sucedió hace algunos años y luego le fui perdiendo el rastro. Creció. Su “fama” se hizo mayor y, ahora que está por terminar el colegio, es casi un lugar común relacionarlo relacionarlo con chicas que lloran desconsoladas porque él les hizo mala jugada. Me preguntas por él y no es mucho lo que pueda decirte. Lo que sé de su historia personal me lo contó en circunstancias en que él necesitaba desahogarse desahogarse y encontró en mí oído para escucharlo. Sé que en ese momento le hizo mucho bien poder conversar con alguien que no lo juzgara solamente solamente por lo que de él se decía. Fueron largas charlas y él fue muy honesto conmigo, pero eso pasó hace más de tres años, un periodo que, pareciendo breve, es inmenso porque suceden muchas cosas cuando uno es un adolescente adolescente y en ese tiempo puede, haber cambiado mucho. mucho. No sé cómo evolucionó su vida, tan solo conozco la leyenda que él fue tejiendo con sus propios actos, sé de su postura, de su talente, de su forma de tratar tratar a las mujeres y de incapacidad para ser ser fiel con una relación. Pero eso lo sabe todo el mundo. Lo otro, su historia, sus penas, sus dolores, las experiencias que no comparte con nadie eso lo supe, pero ya no me acuerdo. ¿Sabes por qué? Porque a él, a ese muchacho que se sentó en mi salón a conversar de lo que le sucedía y que fue conmigo todo lo honesto y todo lo sincero que puede ser ser un adolescente, le debo la misma misma lealtad que a ti. No puedo recordar nada de lo que dijo porque no debo hacerlo, porque mi silencio – algo algo de lo que él ha dudado a través de todos estos años- es la única garantía que tengo para que él alguna vez recapacite, alguna vez vuelva donde mí o donde cualquier otro- y pueda nuevamente sacar desde el fondo de sí mismo todos esos recuerdos que a veces vienen a perseguirlo. Por eso te digo que Diego Diego no es malo. Está confundido. Se equivoca al tratar tratar a las mujeres mujeres como si fueran fueran juguetes que hoy ambiciona, mañana manipula y pasado abandona; yerra cuando cree que puede pasarse así la vida, maltratando impunemente impunemente el cariño de los demás y la confianza de los otros. otros. Pero él es también una víctima, víctima, aunque jamás lo reconozca, aunque jamás lo diga, aunque ser ría a carcajadas cuando tú le comentes esto que te escribo. Él no se levantó un día y dijo “voy a arruinarle la vida a algunas cuantas mujeres”, no, de eso estoy seguro. Es irónico, Diego tiene una sensibilidad que he podido reconocer en pocos y, sin embargo, parece el más duro de los muchachos de la escuela, ¿por qué? Porque P orque necesita de esa dureza, de ese caparazón, de ese escudo de metal para protegerse de los demás, para aislar su sensibilidad del mundo que sabe que es hostil y para sobrevivir en esa lucha interna que lleva lleva con sus emociones. Llegar a Diego no es fácil, pero no es imposible. Si halla en ti a la persona persona en la que pueda confiar, en la que pueda liberarse de sus máscaras y de sus engaños, en la que pueda depositar sus emociones y sus sentimientos, puede cambiar, puede dejar de ser quien aparenta y empezar a mostrase tal cual es, sin temor. Pero ese es un largo proceso y es un reto muy difícil, difícil, sobre todo, porque no no depende solo de ti. ¿Recuerdas cuando hablábamos de Andrea? ¿Recuerdas que te dije que tú podías tratar de estar cerca de ella, escucharla, acompañarla, pero que no intentaras “salvarla” porque eso estaba más allá de tus fuerzas, más allá de tu experiencia, más allá de tus actuales posibilidades? Pues bien, si eso pensaba de tu relación con Andrea, a fin de cuentas es una amistad de las varias que puedes tener, qué crees que piense de tu relación con Diego, donde están involucrados sentimientos más profundos, emociones más fuertes, sensaciones nuevas y distintas con las que jamás has tenido contacto. Ese es mi temor. Tú eres una muchacha maravillosa, maravillosa, íntegra, honesta, entregada. entregada. Cuando él se te acerque, irá reconociendo en ti esas cualidades y no dudo que se sentirá atraído aún más que por tu belleza (ya sé que me vas a decir que no eres linda, que son mis ideas, que si lo fueras tendrías a mil chicos llamándote por teléfono e invitándote a fiestas, no voy a discutir el tema de la belleza en esta carta, ya habrá ocasión de hacerlo en otro momento). momento). Diego va encontrar en ti un remanso, una calma, una paz que necesita; sin embargo, no sé qué q ué tan fuerte sea ahora “el otro”, esa personalidad que él ha ido forjando con los años y que cada vez se ha hecho más dominante, cada vez más presente, cada vez más dueña de las actitudes, las acciones, las palabras y los gestos de este joven que ya no es el mismo con el cual conversé hace años. Dentro, en lo más profundo de nosotros, siempre vive – sobrevivesobrevive- aquel que fuimos, aquel que el tiempo fue borrando, fue negando, fue hundiendo en el silencio y en el olvido. Pareciera que los años y las experiencias son los suficientemente fuertes como para deshacer la imagen de aquellos que fuimos y construirnos una nueva personalidad más adaptada a la vida, más adecuada a los malos ratos, más hábil para salir airosa de los problemas, de las decepciones, de las desilusiones. desilusiones. Sin embargo no es así, nadie nadie puede negarse por completo, alienarse alienarse por completo, desaparecer por completo y convertirse convertirse en otro que nada guarde de relación con el que se ha suprimido. Muchos lo han intentado y han dado grandes pasos hacia esa negación, hacia esa transformación irreversible, pero han fracasado. Siempre hay una situación, un momento, una circunstancia, en que ese que fuimos, un momento, una circunstancia, en que ese que fuimos, ese que sufrió, ese que quiso ser eliminado en nosotros, sale a flote, se libera de las ataduras de la
mascarada y se alza sobre la impostura para mostrar al verdadero ser humano que lo habita debajo de toneladas de mentiras, imposturas y falsedades. Pero, ¿crees que tienes la fuerza para lucha por ese otro Diego que hay dentro de él? ¿Te sientes capaz de afrontar ese reto? Lo que es más importante aún, ¿crees que puedas salir adelante después de desgastarte tanto en una relación que probablemente probablemente fracase? Parece duro lo que digo, pero es cierto. Tú quieres embarcarte en la lucha, quieres demostrarle a Diego que lo amas y que contigo puede ser ese e se hombre que a veces se muestra en las conversaciones que tienen, pero no sabemos qué quiere él. Déjame decirte que temo por ti y que sé que este temor puede estar diciéndome que lo mejor es que te diga que no, que no vas a conseguir nada bueno y que muy probablemente vas a pasar un mal rato y vas sufrir una gran desilusión. En este momento luchan en mí dos aspectos de nuestra nuestra relación: el padre que desea cuidarte cuidarte a cualquier precio y que no toma en cuenta nada más que tu bienestar hoy y ahora, y el maestro que sabe que lo mejor que puede suceder es que vivas y experimentes, que sientas y te arriesgues, que te expongas a las diferentes caras del amor y que sepas lo que puede pasar cuando nos equivocamos. La decisión es tuya, yo solo puedo decirte lo que pienso y, después, sentarme sentarme a esperar tus noticias. Sabes que siempre me tendrás acá, así decidas seguir intentándolo o no, así te vaya bien o te vaya mal, así suceda lo que suceda. Con amor, lejos y cercano. JL
10. Por defender una idea ofendes otra Sábado primero de julio Querida María Elena: Veo que las cosas han seguido un curso curso natural. Es verdad que no siempre los los “cursos naturales” son los que nos hacen felices pero, al menos, nos sirven para verificar sí nuestras previsiones eran correctas o no. Tu mundo ahora gira, o quiere girar, alrededor de Diego. Andrea ha pasado a un segundo plano y hasta las transgresiones que cometían juntas (fumar o tomar licor a escondidas) han dejado de ser importantes, han perdido su gracia. No dudo que eso esté bien, sin embargo, no solo solo has dejado de acompañarla en sus faltas, faltas, también la has abandonado en todo todo lo demás quebrando de un un golpe lo que habías construido. construido. Piensa cómo debe sentirse. Durante algunas semanas te acercaste a ella, te interesaste por su vida, por sus cosas, por lo que realmente le importaba y, de repente, la dejas de lado. Le das como pretexto (y esto te va demostrar como uno puede manipular manipular la verdad y hacerla aparecer como una razón elevada cuando solamente es una justificación – otra otra vez las excusas- para cierta actitud) que ella es una mala influencia influencia y que no quieres que Diego te relaciones relaciones con ella. ¿Te das cuenta de lo ha sucedido? Cuando por defender una idea ofendes ofendes otra, algo camina camina mal. Cuando pretendes pretendes que has limpiado tú casa porque arrojas la basura al patio del vecino, no has limpiado nada, sencillamente has trasladado los desperdicios y has ensuciado otra cosa. Así, cegada por querer parecer parecer lo que eres has dejado de ser quien quien eres (esa sí es una magnífica magnífica ironía porque tú eres honesta y tú no cargas con los errores de Andrea y, sin embargo, para parecer honrada has dejado, de alguna manera, de serlo, ¿no te parece una exquisita paradoja?) ¿Ella se ha molestado?, ¿no te habla?, ¿dice barbaridades de ti? La entiendo, se siente dolida y decepcionada, abandonada por quien quien empezaba a estar cerca de ella, por quien quien empezaba a librarla de su soledad. soledad. Un corazón adolorido no sabe suspirar, araña y muerde. Sin embargo, no es tu culpa, porque el verdadero verdadero responsable soy yo. Me preocupé de ti, estuve pendiente pendiente de ti, quise que tuvieras cuidado cuidado al acercarte a Andrea, sin embargo, embargo, no pensé en ella. Cuando pienso en esto me doy cuenta que muchas veces asumo el rol de padre y me olvido del maestro, pienso en ti y – como como tú ahora lo intentas con Diego- hago que el mundo gire alrededor tuyo y que se acomode a tus necesidades sin tomar en consideración a los demás. Releo la carta que te escribí escribí hace tiempo proponiéndote proponiéndote que te acercaras a Andrea, allí te digo que “para ti s erá una experiencia sumamente enriquecedora” enriquecedora” y te advierto que tengas cuidado y te doy mil recomendaciones recomendaciones para que no salgas mal herida y, sin embargo, embargo, no te explico que lo que no puedes hacer, lo que no tienes derecho a hacer, lo que está vedado en este juego de la confianza es maltratar, maltratar, menospreciar, vapular vapular las emociones de Andrea. No puedes – no no debiste- utilizar en tu beneficio su confianza, manipular sus sentimientos. No tengo ni la autoridad ni el poder para decirte “anda y preocúpate por Andrea”, además, si no nace de ti, si no es un acto voluntario, no tiene ningún valor porque la amistad que se da como migajas es más hiriente que el desprecio. Tú sabrás que hacer, si la dejas a su suerte, si la buscas, si te disculpas disculpas por haberla maltratado o si continúas alejándote de ella y de su influencia para que Diego “no piense mal”. Lo más triste de esto, querida María Elena – lo lo más inútil-, es que Diego tiene más historias que Andrea, más deslices que Andrea, más tiempo – y más ganas- para haber cometido cometido más errores que Andrea. Te pregunto, ¿no es él parte del grupo de “los grandes” donde ella aprendió a fumar y empezó a tomar alcohol?, ¿no es él mismo un bebedor
compulsivo que no pasa un solo fin de semana sin embriagarse?, ¿no es él quien usa la excusa de “no me acuerdo de nada” para justificar sus atropellos? Que él se encuentre más avanzado en el camino de envenenarse no hace que Andrea sea una santa paloma, ciertamente, pero despreciar a Andrea para guardar una apariencia, no hace de él un mejor ejemplo ni te convierte a ti en una mejor persona. El amor enceguecido, el amor que nace de la obstinación y de la impaciencia, no tiene futuro. ¿Recuerdas cuando insistía en una posición y mi padre quería hacerme reflexionar pero permitía – si si yo lo quería- que me equivocara y que aprendiera de ese error? Pues bien, te estás cerrando, te estás estás empeñando en una relación que hasta hasta el momento no te ha dado sino dolores de cabeza. Me duele parecer acá el cascarrabias cascarrabias que anda reprimiéndote reprimiéndote porque has hecho esto o lo otro. Nada de eso quiero, no es ese mi papel y no encuentro ningún placer en estas líneas que van a crear hendiduras en nuestra relación. Sabes que te amo y que me interesa tu bienestar, por eso mismo no puedo permitirte permitirte – ni ni permitirme- que en nombre del amor (en nombre de ese espejismo que se parece al amor) abofetees el afecto de Andrea. Dime querida María Elena, ¿qué ha sucedido en este tiempo?, ¿cómo ha variado tu vida?, ¿cómo te sientes en relación a ese amor que solo hace unas semanas nacía con tanta fuerza? ¿Ha valido la pena tanto esfuerzo, ha obtenido recompensa tu actitud, has logrado acercarte a él – no no al hombre que sujeta feliz con sus brazos-, brazos -, al ser humano que habita escondido detrás de esas actitudes infames y vulgares? Como siempre es bueno repasar lo sucedido y reflexionar, te ruego que me acompañes a pasar lista a todo lo que ha ocurrido en estas últimas últimas semanas. Pues bien, recapitulemos: recapitulemos: Tuviste una discusión con tu madre porque ella opina que es mejor que no salgas con un chico así de conflictivo. Si bien al comienzo pareció permisiva, permisiva, luego, cuando vio que lo tuyo era más que un simple entusiasmo – y después de averiguar un poco la historia de Diego-, empezó a restringirte las fiestas y las salidas como una forma de evitar que lo vieras (no deja de ser emotivo que las madres aún acudan a métodos que no servían ni siquiera en la Edad Media). En respuesta a la actitud de tu madre tú también te niegas a salir con ella y a acompañarla como solías hacerlo, le dices que tienes tareas – que que no haces- y prefieres quedarte en la casa hablando por teléfono o “chateando” por la computadora. Tu padre guarda un silencio permanente- más sólido que nunca- y, salvo que tu madre dice “tu papá tampoco está de acuerdo con que salgas con ese chico”, él n o te ha mencionado mencionado el tema. tema. Sin embargo, del alguna manera estás molesta y has dejado de acercarte a él, ya no más saludos, ya no más abrazos, has regresado al principio. Tu padre nuevamente es “ese señor” que llega tarde y se va temprano, tampoco él hac e nada para variar esa situación. Te alejaste de Andrea porque ella ella “es un mal ejemplo” y “no quiero quiero que Diego me relacione con ella”. ella”. Un día decidiste dejar de verla y no me explicas las circunstancias, solo tienes el argumento del “prestigio” que es bas tante débil. Creo que, en el fondo, hay algo más preciso, algo más no me dices, pero veo que en este alejamiento hay algo más que el supuesto cuidado de una reputación que hace unas semanas no te interesaba. En el colegio tus tus calificaciones calificaciones han bajado peligrosamente. peligrosamente. Ya no es asunto asunto de un curso curso o dos, sencillamente has abandonado abandonado los estudios. Conservas notas aprobatorias aprobatorias porque definitivamente definitivamente eres una alumna alumna inteligente y hábil y eso te alcanza para un mediocre rendimiento que, en el caso de matemáticas, no va ser suficiente para pasar de año. año. Has bajado tu rendimiento en la natación, ya no te entregas como antes y el capitán del equipo te ha advertido que, de seguir así, así, no vas a estar en la lista de los que participen participen en las competencias regionales. regionales. Hablas poco de la natación y eso me llama la atención, pareciera que ser campeona nacional no significa nada para ti. Ya no fumas ni tomas alcohol con Andrea pero te escapas con Diego “porque eso es diferente”, porque “él me protege protege “y porque “la pasamos muy bien”. Con la excusa de que vas a la casa de Sandra a dormir te vas con él a las fiestas de “los grandes” y si tus tus papás llaman a Sandra haces que mienta mienta para cubrirte. Como los padres de la pobre chica se la pasan de fiesta en fiesta, no importa a qué hora llegues, siempre será antes que ellos. En las fiestas ya no tomas aunque Diego te está diciendo que en realidad no es malo, que si lo haces con él está bien, que él te va a cuidar, cuidar, que no va a dejar que te pases de tragos. En las reuniones te saca a bailar bailar y te besa y te dice que quiere pasar más tiempo contigo contigo y empieza a ponerse entusiasta y tú comienzas a asustarte y te separas. Él no es nada tuyo, no se te ha declarado, no dice que sea tu enamorado o tu novio, no te presenta como su pareja, no está solamente contigo y, cuando no logras salir, él se va de fiesta toda la noche y ya te han dicho que cuando no está contigo se pasa la noche entera con Cecilia o con cualquier otra chica que esté dispuesta a hacer “eso” qu e tú no haces (“una mala amiga vino con el chisme” ¿quién sería?, ¿Andrea?, ¿te has puesto a pensar que puede ser verdad? Ahora, ¿te queda claro el panorama? Si fueras capitán de un barco y yo el guardacostas que ve el radar te dijera que quiebres el timón por completo porque navegas “en un curso de colisión”, pero no vas a hacerlo. Ese es uno de los problemas del amor, nos obnubila, nos ciega y no nos permite “verla venir”. Espero, de todo corazón, que “te salga barata”. Con más amor que nunca, lejos y cercano. JL
11. ¿Qué te queda de todo esto? Martes cinco de setiembre Querida María Elena: No te voy a decir todas las veces que he visto pasar al cartero delante de mi casa. Me siento, mirando la ventana, después de almuerzo, justo justo cuando el hombre, con su morral y su cansancio, pasa por mi calle. No puedo afirmar que sea un reloj reloj suizo, pero es un reloj. Siempre llega, minutos más más o minutos menos – que que dependerán del volumen de impresos y propaganda que entrega ahora en vez de cartas-, antes de las cuatro. Avanza por la vereda de enfrente y, si tiene correspondencia para mí, cruza, toca mi puerta y me la entrega sonriente porque yo también sonrío. Hemos desarrollado una una silenciosa amistad, amistad, una amistad sin palabras. Sé que se llama Gastón Gastón porque siempre hace bromas con su nombre “Gastón, por mis zapatos gastados”, él sabe quién soy porque lee en las cartas el nombre del destinatario. Nada más, así de simple simple y sólida, una amistad sin palabras. palabras. Hace varias semanas que lo veo pasar sin atravesar la vereda, cuando llega a la altura de mi casa se detiene, mira a lo lejos y me ve esperando tras la ventana. Niega con la cabeza, levanta la mano y su saludo es también un gesto de despedida. Al día siguiente siguiente es lo mismo. mismo. Pero hoy no. Hoy llegó más temprano, yo aún almorzaba y me sorprendió el timbre de la calle. Fui despacio, desinteresado, esperando esperando al vendedor que insiste en que le compre no sé qué producto que me garantiza garantiza la felicidad felicidad y listo para para responderle de nuevo nuevo con el amable “no, gracias” con el el q ue empiezo a cerrar la puerta. Pero hoy, no. Hoy me encontré con el viejo Gastón, Gastón, que con una sonrisa inmensa inmensa tallada en el rostro rostro me gritó entusiasmado: “¡Llegó “¡Llegó carta!, ¿llegó carta!, ¿llegó ¿llegó carta de María Elena!”. Ya eres famosa. Le he explicado que eres la hija que no tengo y me comprende porque solo tuvo cuatro varones y es Micaela, su única sobrina, la que es para él esa hija hija que no tuvo. Gastón se marchó feliz de haberme haberme traído tus noticias y yo estuve feliz feliz de recibirlas. Esta vez, más que nunca, temí que no volvieras a escribirme. Han pasado dos meses desde tu última carta, desde que te respondí con esas líneas duras, con ese frío recuento de sucesos, con esa esa ironía que me conozco. Desde que me reproché no haber cuidado cuidado más de Andrea. Podrás preguntarte por qué no te he escrito antes, por qué no he sido yo quien ha roto el silencio, por qué me siento a esperar a ver si escribes o no. Sé que en una amistad ambas partes deben hacer hacer sus mejores esfuerzos para que todo marche en armonía. armonía. Sin embargo, me enfrenté enfrenté al mismo problema, problema, a la misma situación situación que define lo complicado de nuestra relación relación ¿Debo comportarme como como un padre cuando ya tienes uno?, ¿cómo un amigo amigo cuando nos separan tantos años, tantas circunstancias, tanta realidad? , ¿o como un maestro cuando en realidad soy yo el que siente que aprende conversando contigo, viendo cómo desenvuelves y cómo enfrentas – a veces bien, a veces atolondradamenteatolondradamente- el reto de la vida? No te he escrito antes porque pensé y sentí que en estas circunstancias circunstancias nada te era más necesario que un maestro. Pensé – y sigo pensandopensando- que era lo lo indicado. El barco es tuyo y tuyo el manejo que que le des. Yo soy solo el el guardacostas que mira en las estrellas las condiciones del clima puedo sugerirte que vires, que cambies de ruta o que te cuides de la marea, pero no tengo manera de obligarte a hacerlo, no puedo conducir tu nave, no tengo el mando ni tengo los controles. controles. Y así debe ser. Es tu barco y es tu responsabilidad. responsabilidad. Pero no te he abandonado, nunca lo he hecho, nunca lo haré. Acá me tienes, esperándote para servirte servirte de salvavidas, de cartógrafo y consejero, para erigirme en taller y astillero, para ayudarte; pero no puedo – no no debo ni quiero- sostener el timón por ti. El aprendizaje a veces es duro, pero pero necesario. No te serviría para nada que yo anduviera por el mundo mundo limpiando de malezas y desperdicios los los caminos por los que pasas. No siempre estaré acá y ese universo hecho “a la medida”, para que seas feliz, para que no sufras, para que no veas la realidad, es tole rable en la infancia pero se convierte en una trampa peligrosa si se mantiene cuando creces. El león que consiguiera indefinidamente indefinidamente el alimento de sus crías, condenaría a los cachorros a una muerte prematura, así, el maestro que se dedica a resolver los problemas del aprendiz, lo condena (te condena) a la inmadurez permanente. El reclamo que me haces es haber sido muy muy duro contigo. Dices que mis palabras te dolieron dolieron y que decidiste no volver a escribirme porque sentías que solo tenía para ti reclamos reclamos y disgustos. d isgustos. Dices que no me pedías que me comportara como ese padre –“que no eres”eres”- ni tampoco como ese maestro –“que no te he pedido que seas”-, seas” -, solamente aspirabas aspirabas a que fuera tu amigo y que te comprendiera. Lamentablemente Lamentablemente tú no gobiernas mis acciones ni decides mi forma de quererte, puedes aceptar o no mi cariño pero no es justo ni es tu derecho elegir d mi afecto solamente lo que te place y descartar descartar aquello que te molesta. Así como yo recibo tu amor en todas tus manifestaciones, manifestaciones, tú, si me permites permites quererte, recibirás mi amor amor en todas sus formas. Y ser honesto, es lo más sencillo sencillo y elemental que puedo ser contigo. contigo. Menos que eso sería insultar insultar todo lo que te quiero. No te he abandonado, no te he dejado atrás en el camino, ni me he olvidado de tus penas, pero así como en el mar es imposible salvar al que se está ahogando si este se desespera por el miedo, en la marea de los amores es imposible ayudar al que se está sofocando en ella sí este está obnubilado por la pasión.
“Uno debe ser para el amigo caído un lecho, pero no un lecho mullido y suave, sino un lecho de campaña”, escribía hace muchos años Federico Federico Nietzsche y yo siempre he estado de acuerdo acuerdo con ese consejo. Un amigo, querida María Elena, no es un rato para jugar, no es una siesta en colchones suaves, no es un consuelo para los malos ratos ni esa radio en que ponemos música música que queremos y cuando queremos. queremos. Un amigo tiene derechos y responsabilidades, responsabilidades, atributos y obligaciones. De nada sirve que te diga sí a todo, que sonría y que me convierta en el cómplice silencioso de tus errores. Mi papel como maestro – como como padre o como amigo-, es decirte la verdad, es ser franco y señalar tus fallas con la misma energía que aplaudo tus aciertos. Mi amor sigue acá, esperándote, esperándote, queriéndote, pensándote. pensándote. Cuando uno ama de verdad – y eso lo aprenderás con el tiempo- no hay vaivenes , no hay mareas, no hay que “hoy sí y mañana no”, cuando uno ama sincera y honestamente lo hace todo el tiempo, con lluvia y sequía, con tormenta y calma, con felicidad y tristeza, con alegría y enfado. A veces los silencios son necesarios necesarios para escuchar la voz de nuestra conciencia, conciencia, por eso no le temo a los silencios porque no pueden callar el amor que tengo. El mundo sigue girando. No podemos hacer nada al respecto que no sea estar preparados para para lo que nos depara la siguiente siguiente ronda. Así de sencillo. sencillo. Podría tratar de escribirte una carta hermosa en la cual te dijera que sigues siendo una niña, que no pasa nada, que te olvides de los malos malos ratos y que todo está bien, pero sabes que que yo no haré eso. Tú te mereces la verdad – mi mi verdad- y por eso me escribes y por eso respondo. Diego, lamentablemente, lamentablemente, siguió siendo ese personaje que ha construido su historia basándose en la mentira y el engaño. No supo hallar lo mejor mejor de ti y te maltrató maltrató gratuitamente. gratuitamente. Tú, arrastrada por tus tus pasiones, te alejaste alejaste de tus padres – padres – más más de lo que estabas-, te alejaste de Andrea, utilizaste a Sandra y te acercaste más a esa mujer que no eres, a esa que intenta apoderarse de ti cuando abusas del alcohol. ¿Qué te queda de todo esto? El aprendizaje. aprendizaje. De nada sirve que sigas metida metida en la cama maldiciendo maldiciendo tu suerte, perjudicando – más más todavía- tu rendimiento académico, a punto de ser expulsada del equipo de natación, aislada del mundo y comiendo helados todo todo el día mientras ves televisión televisión y lloras en silencio. silencio. Eso no sirve para nada. Diego será lo que quiere ser y ese ya no es – ni ni debiera serser- tu problema. problema. No hallo en ti – o no pudo o no quiso o no se atrevió- a la mujer que le permitiera sacar a luz todo ese mundo oscuro que lo hace comportarse como un depredador y no como un ser humano. No ha tenido el coraje de encarar sus problemas, ha optado por lo más fácil, fácil, mantenerse en las sombras, alimentar su “prestigio” y avanzar sin medir medir las consecuencias consecuencias de sus sus actos. Él es, de alguna manera, una víctima de sus propias circunstancias y no se da cuenta que actuando así tan solo está cavando más el chueco de sus miserias. miserias. No va a encontrar nada nada en ese pozo, allí no hay petróleo petróleo ni hay agua, no hay amor ni hay esperanza, solo hay arena. Pero así como yo no puedo conducir el barco de tu existencia, tampoco puedo hacerlo con el de Diego. Él verá cómo sus acciones lo van van a ir cercando, lo van a emboscar, le van van a poner una trampa y terminará terminará más amargo, más triste y más solo. Ya no es un niño, a su edad los muchachos van a la guerra, pueden casarse casars e y pueden elegir a sus gobernantes de su patria; él es su responsabilidad. responsabilidad. Podrá vivir echándole la culpa a sus padres, a su hogar, a su familia, al mundo que lo rodea, pero cada vez tendrá menos razón, cada vez tendrá menos verdad, cada vez estará más lejos de sí mismo mismo y entenderá menos lo que le pasa. Para enfrentar nuestra nuestra realidad – nuestra nuestra historia, nuestro pasado, nuestras penas, nuestras angustias- hay que tener valor, coraje, decisión, hay que atreverse a bajar a los infiernos de nuestra conciencia, conciencia, abrir puertas, encender luces y verle verle el rostro a los fantasmas que nos persiguen. Es doloroso, es duro, es lar, pero es eficaz. Seguir llenándose de sombras, seguir cerrando puertas y huyendo de la verdad, no sirve para nada. Te dije que no iba a ser infidente con la historia de Diego y me mantengo en esa posición, pero es bueno que sepas – porque te servirá para entender tu propia historia- que q ue de niño sufrió mucho, se sintió solo y vio mucha violencia a su alrededor. Si las heridas del cuerpo se ven, se curan y cicatrizan cicatrizan después de un tiempo, las heridas de los sentimientos son son más duraderas porque porque pasan desapercibidas. desapercibidas. Solo cuando somos somos conscientes de ellas podemos podemos sanarlas, mientras tanto permanecen allí, silenciosas, haciendo daño. Diego tuvo muchas ocasiones ocasiones para librarse de esas esas heridas y las las rechazó todas. Tuvo miedo al dolor y prefirió sufrir sufrir para siempre. Por eso anestesia su su pena con barbaridades, con engaños, engaños, con malos tratos. Se olvida de su angustia, angustiando angustiando a los demás. demás. Esa es su opción, ese es su camino. camino. Ya llegará el tiempo tiempo en el que que nada alcance para esconder su tristeza y tendrá que enfrentarse a sí mismo o negarse por completo e intentar alienarse para siempre (algo que sabemos que es imposible). Pero ese es Diego y esas son sus decisiones. decisiones. Ahora importas tú, ahora ahora importa que tú salgas de este este hoyo, de esta pena. Que digieras el dolor como como se traga un remedio desagradable y aprendas aprendas de él. Nada definitivo ha sucedido. Tus padres siguen allí, amándote con sus aciertos y sus errores, con sus apuros y sus ausencias; Andrea sigue allí, adolorida pero allí, aguadando a la María Elena que la acompaña, que la escucha, ahora podrán compartir sentimientos y hablar con franqueza; allí sigue el colegio, esperando tus mejores tiempos, esperando que le pongas ganas y empeño a tus estudios, aguardando por ti y tu capacidad – aunque aunque no importa
si las matemáticas siguen perturbándote-; allí está tu equipo, esperándote, allí tu entrenador, allí la piscina, allí el campeonato que puedes ganar porque sabemos que eres la mejor. Acá estoy yo, amándote como siempre, aguardando por ti, viendo cómo creces, cómo avanzas, cómo te conviertes en esa maravillosa mujer que se vislumbra detrás de esas nubes de la adolescencia, que como todas las nubes, son pasajeras. No dejes de escribirme, escribirme, no dejes de contarme. Con amor, lejos y cercano JL
12. No corras que esta no es una carrera Lunes dieciocho de setiembre Querida María Elena: He estado pensando en ti todos estos días, pensando en cómo te sentías, en cómo ibas saliendo delante de la pena, en cómo volvías al mundo del cual te arrancó – te te arrancaste- esa pasión. No hay día día en que no me imagine tus pasos por los corredores del colegio, sin mirar al lado, pasando desapercibida, como si no existieras, queriendo que nadie te note, que nadie te mire, que nadie se dé cuenta de que estás allí – porque tienes que estar-. Sé que has recurrido al silencio, sé que no estás compartiendo con nadie lo que sientes, que tu único contacto con “los otros” son estas cartas que me escribes llenas de amor y llenas de angustia. Vamos a tener que tumbar las paredes que te te has construido, vamos vamos a tener que salir adelante, que conectarte nuevamente con el universo que nos rodea, acercarte desde esa lejanía que te has inventado hasta esta cercanía que es la realidad realidad que se mueve a tu alrededor. alrededor. Pero eso – una una vez más el timón, una vez más la nave- no puedo hacerlo por ti. Te necesito al frente, capitana del barco de tu existencia, existencia, para poder lanzarnos al mar. No habrá marea tranquila, tranquila, no la esperes. esperes. Se han movido movido mucho los los vientos a tu tu lado como para que la mar no se halle crispada, crispada, movida movida tormentosa. tormentosa. No hay problema. Lo primero primero es perder el miedo. Así como el jinete que se cae del caballo tiene que volver a montar en seguida o nunca más el miedo se lo permitirá, así tú, que te has caído de la yegua indómita que es la juventud, debes volver a cabalgarla ahora, porque si no, el miedo va a paralizarte. Siento tu tristeza, la comparto. comparto. Estoy contigo desde desde esta lejanía que es solamente un dibujo dibujo en el mapa porque porque estoy a tu lado. No está sola, no estás abandonada. abandonada. El mundo no se termina por por un amor burlado y la felicidad no depende – no no puede depender- de un muchacho que anda abriendo la ruta de su propia destrucción. No te voy a decir que debes ponerte de pie porque allá afuera hay todo un mundo avanzando, no te voy a poner el peso de la humanidad en las espaldas ni voy a decirte que no debieras desperdiciar el tiempo sufriendo sufriendo cuando hay miles que sufren por enfermedad, enfermedad, por guerra, por hambre. Esos miles, esos millones, existen y sufren y necesitan de gente honesta y preparada, íntegra y solidaria, para aliviar sus males. Pero no será por ellos que saldrás adelante. La humanidad y sus problemas no no te sirven para salir adelante. Usar ese argumento es infértil porque una muchacha rota por la pena de un mal amor, mal podría entender la desgracia de los demás y, peor aún, mal podrá servir para ayudar al prójimo si ni siquiera puede ayudarse a sí misma. Las buenas personas como tú siempre terminarán haciendo algo a favor de la humanidad y esas pequeñas porciones de bondad serán suficientes para salvarnos, pero para que ese momento llegue hay que prepararte, hay que librarte de los egoísmos, del egocentrismo con el somos criados, hay que librarte de ese “mirarse al ombligo” que supone pensar que nuestras desgracias son las únicas desgracias y que el universo entero debe darse por enterado y detenerse a consolarte. Vas a decirme “pero yo no le pido nada a nadie” y vas a tentarte de escribirme “si te molesta lo que te cuento, no te escribo y ya” y sabes que de eso no se trata. Como ya está descartado el asunto asunto de mi querer y de mi interés y del amor amor que te tengo, no voy a defenderlo de antemano. Así que ahorremos esa esa discusión. De lo que sí podemos conversar es sobre ese “no le pido nada a nadie” para ver si le damos una vuelta más a la tuerca. Me pregunto, ¿Cuándo te encierras en casa, cuando no te comunicas con tus padres, cuando no respondes el teléfono, cuando te abandonas sin hacer ejercicios, sin estudiar, sin hacer otra cosa que lamentarte, no estás gritando, no estás llamando escandalosamente la atención, no estás pidiendo a viva voz que alguien se dé cuenta de lo que sucede y que venga a ayudarte?
No puedes buscar compañía compañía rechazando la compañía, compañía, ni puedes buscar buscar comunicarte con el mundo cuando cierras todos los los canales que te unen al mundo mundo que te rodea. Estas maravillosas cartas que me escribes son un primer paso, paso, es verdad. En el coraje de poner todo en el papel papel hay un esfuerzo que habla claramente de tus intentos, intentos, de tu lucha por recuperarte. Pero no es suficiente, no soy suficiente. Yo solamente soy un montón de tinta que forma frases que lees en esta hoja, pero ni toda la magia de las palabras, ni todo el poder poder del verbo, ni toda la energía de la literatura, pueden pueden abrazarte, pueden acompañarte acompañarte a caminar por las calles del barrio o compartir contigo una tarde estudiando matemáticas para el examen de mañana. Yo puedo alentarte, puedo decir lo mucho que te quiero, puedo llamar la atención, darte razones, guiarte desde la playa donde me encuentro, pero no puedo mojarme los pies contigo, no puedo sostener el timón por ti, ni ayudar a martillar el casco para tapar las perforaciones que inundan. inundan. Necesitas el abrazo de los que están a tu lado, de tus padres, de tus amigos, de quienes se preocupan por ti con tanto amor y con menos distancia que yo. Sé que es difícil, sé que no quieres andar por el mundo regando tu historia y, sin embargo, la ceguera que aún te tiene capturada, no te deja ver ver que al encerrarte, al ausentarte, al dejarte ir de la gente que te rodea, estás estás contándoles contándoles a todos – y al mismo Diego- lo que te ha sucedido. Él se portó de acuerdo con su propia lógica. lógica. Desprecio el afecto que le dabas y abusó abusó de su posición dominante dominante frente a ti. Te fue encerrando en una cárcel de palabras y empezó a hacer contigo lo que que él quería sin dejarte opción para opinar, para desenvolverte, desenvolverte, para ser tú. Su juego fue dejarte sin voluntad, voluntad, hacer que te abandonaras a sus deseos y que no fueras capaz de decidir sobre tu propia vida y sobre tu propio cuerpo. Usó las palabras de manera manera sibilina, le dio una apariencia de misterio e importancia importancia a lo que solo guardaba su egoísmo, su desesperación por ahogar sus propias carencias, sus propias miserias, en la desgracia de los demás. Primero fu el cigarrillo, fumar con otros estaba estaba mal pero con él era distinto porque él pensaba en ti, él te protegía; luego el baile, bailar con otros estaba mal porque iban a pensar mal de ti y seguramente iban a confundirte con “las fáciles” del grupo, pero con él era distingo, con el podías bailar con libertad porque él te amaba, él te respetaba; finalmente fue el alcohol, beber con otros era exponerte, era ponerte en una situación de desventaja, era hacer el ridículo o un escándalo, pero con él no había peligro, porque él velaba por ti, él te cuidaba y él no iba a hacer nunca algo que te hiciera daño. Ese fue un largo proceso en el cual fue fue ganando tu confianza confianza y por el cual separaste arbitrariamente arbitrariamente el mundo en dos extremos absurdos, todo lo que hicieras con alguien más era peligroso y todo lo hicieras con él aunque fuera lo mismo o más atrevido o más grave- estaba bien porque él era la garantía de que todo saldría bien, porque él te amaba. Finalmente sucedió que fumaste más que nunca, bailaste más atrevidamente que nunca y tomaste en cantidades que nunca antes habías probado. probado. Te quitó voluntad, te hizo una muñeca con la que jugo jugo a su gusto y quiso eliminar en ti cualquier resistencia. Felizmente lo que uno lleva en la esencia no se pierde por más que se le construyan laberintos a la conciencia. Viste como poco a poco fue imponiéndose imponiéndose y como lo que era amorosa solicitud solicitud se convertía en exigencia, en imposición. imposición. Finalmente mostró mostró el lado oculto de su rostro. No soportó que te negaras a seguir con ese ritmo, no le gustó que lo detuvieras cada vez que empezaba a excederse en sus caricias y en sus besos, no toleró que le dijeras no cuando él pretendía que te comportaras como su mujer cuando ni siquiera eras su enamorada. Descubriste que esa “mala amiga” amiga” tenía razón y que él se iba iba a buscar a otras mujeres cuando tus padres no te permitían salir o no podías escaparte. Lo encaraste, le dijiste, le reclamaste y él, muy suelto de huesos, te detuvo con esa infamia de que iba a buscar “lo que tú no me quieres dar” en otras mujeres. Se olvidó de tu edad, se se olvidó de tu miedo, se olvidó de ti y solo pensó en él, en sus ganas, ganas, en deseos, en sus egoísmos. egoísmos. Cuando esa noche te quiso emborrachar emborrachar y empezó a tocarte vulgarmente y lo detuviste, te escupió una respuesta respuesta miserable y se fue “a buscar a Cecilia, ella sí que que es una mujer”. Ahora se pasea por el colegio c olegio con ella del brazo como un trofeo mientras tú te escondes en el baño y lloras como si tuvieras algo de que avergonzarte. El que empieza a correr cuando aún no ha aprendido a caminar está condenado indefectiblemente indefectiblemente a estrellarse contra contra el suelo. En la vida no se pueden quemar quemar etapas. No se puede pasar de ser un bebe a ser un adolescente, hay que ser niño primero. primero. Tampoco se puede ser adulto de manera manera instantánea como si con una pastilla hoy dejáramos de ser lo que fuimos anoche para convertirnos en lo que seremos en cinco años. Quien fuerza el proceso lógico de la naturaleza, va a sufrir las consecuencias de quebrar ese orden que viene
desde lejos y que sabiamente se ido depurando, se ido perfeccionando, se ha ido completado a través de los siglos. Volar sobre nuestra propia cronología cronología para ganar tiempo es tan ingenuo ingenuo y tan inútil- como dejar de dormir para ganar vida. Eres una niña que está rompiendo rompiendo el cascaron de esa etapa de de tu vida. Estás ingresando a la adolescencia y has comenzado a experimentar con algunos de los múltiples retos que significa crecer. El sexo es uno de ellos. No voy a darte lecciones de biología porque sé que en la escuela abundan las charlas al respecto, no voy a hablarte de religión porque ese es un asunto que debes resolver a través de los canales que tenga la fe en la que vives, no voy a hablarte de moral porque no hay duda que tienes claro que, aún en la rebeldía de este despertar a tu adolescencia, hay límites que es mejor respetar no solo por los demás sino también por nuestro propio bien. Sencillamente Sencillamente voy a decirte que estás a las puertas de un castillo maravilloso, maravilloso, de un lugar encantado, mágico, pero donde hay que saber andar para no perderse y para que la aventura no termine contigo de bruces en el foso foso de los dragones o el sótano sótano oscuro donde se se esconden los monstruos. monstruos. Has abierto la cerca que anuncia los grandes jardines jardines del palacio. Ve con clama, pasea y disfruta del paisaje, no te atolondres, no te aloques, no te dejes convencer por las voces que te gritan que corras, que estás e stás perdiendo el tiempo que la cena se enfría en el comedor de la mansión o que no vas a hallar lugar donde cobijarte porque está por colmarse la capacidad ca pacidad de las habitaciones. Eso es mentira, son las voces de los torturados que quieren que tú también los acompañes acompañes en los calabozos calabozos de sus errores. No los escuches. escuches. No te apures. No te desesperes. Todo tiene su tiempo. Si el rey no hubiera querido que disfrutaras de los pastos y de las flores, no los hubiera puesto allí, hubiera puesto el comedor en la verja o las habitaciones en el campo de entrada. ¿No crees? Poco a poco irás conociendo todos los rincones del castillo y te prometo que cada lugar será especial, cada momento será especial, cada circunstancia será especial y todo el trayecto será inolvidable. Pero no corras que esta no es una carrera, este es un camino que hay que recorrer serenamente, disfrutando cada paso, cada paisaje, cada sorpresa que se presente. No aceptes la tiranía de la tristeza, no te sumerjas en esas aguas negras que nada tienen para ti. Abre los ojos, ojos, abre los brazos, abre el corazón. Busca a quienes quienes te aman aman y entrégales tu amor. Tienes mi palabra de que no será en vano. Acude a los tuyos, a tu historia, a lo que siempre has sido, a la María Elena que habita en la ciudad donde vives, en la escuela donde estudias, en el deporte que haces, en la casa donde pasas los días. Vuelve a ti misma, si quieres un refugio, refúgiate en el conocimiento, en la amistad, en el deporte, en tu familia. Te aseguro que allí están aguardándote los libros, los maestros, maestros, los cursos que amas y aun los que detestas. Allí está el conocimiento conocimiento para poblarte poblarte de nuevas ideas, de nuevas informaciones, informaciones, de nuevos pensamientos. Allí está la piscina esperando que regreses con tu vocación de campeona, con tu fuerza, con tu talento natural para vencer en las competencias competencias y, sobre todo, con entusiasmo. entusiasmo. Allí están Andrea y Sandra, allí tus viejos amigos y los nuevos que irás conociendo con el tiempo, allí tus historias – las las placenteras y las dolorosas-, allí cada paso que has dado hasta convertirte en la mujer que eres. Allí tu familia, tu madre con todo el amor que tiene para ti, tu padre y sus silencios, tu padre y su necesidad -tan grande como la tuya- de ser abrazado, de ser necesitado, de ser amado. Acá te espero yo, acá te acompaño, siempre te acompaño. Con amor, lejos y cercano. Jl
13. Nunca me ha gustado nadar Viernes veintinueve de setiembre Querida María Elena: Antes que nada debo decirte que estoy muy contento contento con el esfuerzo que estás realizando. Sé que no es fácil y tratare de darte ideas, hasta donde puedan ayudarte mis palabras desde esta lejanía que nos separa, para que puedas acelerar tu proceso de “reintegración “reintegración a la sociedad”. Recuerda que no ha pasado nada grave e irreparable, irreparable, que no has dejado de ser tú, que lo único que tienes que hacer es dar a los demás las señales suficientes para que sepan que tu “regreso” es definitivo definit ivo y puedas volver a compartir con ellos de la fiesta de tu presencia. Por ejemplo, Gastón, el cartero, me dice “parece que María Elena ya está bien”, como si pensara que tu silencio epistolar hubiera sido producido por alguna enfermedad que te alejaba de tu escritorio y de la posibilidad de escribirme. Es gracioso, nunca hemos hablado de ti más ella de explicarle que eres “la hija que no tengo”, pero él ha
creado su propia historia, sabe que soy o he sido profesor porque algunas de las cartas que me llegan (casi todas cuentas por pagar y revistas literarias) dicen eso: “profesor”, en el remitente. remitente. Otros dicen “escritor” y otras “poeta”, así que tiene un idea vaga de que vivo de las letras (ver montón de libros y papeles que se acumulan en la mesa del comedor abona probablemente a favor de sus deducciones). Así que ya sabes, para el buen Gastón ya “estás bien” así que si él puede percibir solo con la presencia de tus cartas, imagínate qué no sentirán los que están cerca de ti al ver que te sacudes del lastre de tanta depresión. Tu primer paso ha sido muy importante. importante. Haber abandonado la “torre de marfil” marfil” de tus pensamientos pensamientos en la que te habías atrincherado significa “no más televisión”, “no más helados compulsivamente devorados”, no más encierro” y de allí en adelante la mejor receta es lo que has estado haciendo. haciendo. Volver a conversar con tu madre, saludar más afectuosamente a tu padre, llamar a tus amigos, intentar acercarte de nuevo a Andrea, retomar los estudios; todo eso es dar el paso hacia adelante. La relación con tu familia es la más sencilla de solucionar, así como amanece todos los días, el amor de los padres – por más oscuridades que sufra- te iluminará cada vez que lo necesites. Esa es una de las maravillas maravillas de la paternidad, no conoce límites, no sabe de condiciones, o puede guarecerse en el orgullo ni en la distancia ni el resentimiento. Basta que ofrezcas ofrezcas un pequeño gesto gesto para que tus padres reaccionen inmediatamente. inmediatamente. Que nunca se te olvide, nuestros padres pueden cometer mil errores, pueden hasta fallar escandalosamente en la forma en que han elegido (o que encontraron) para criarnos, pero es muy difícil halla un padre o una madre que haga daño a sus hijos intencionalmente, intencionalmente, antes preferirían morir. Es bueno que hayas vuelto a buscar a tu grupo de amigos, ¿no ves?, no fue tan complicado. complicado. Una llamada, una conversación casual, un “esta noche nos juntamos en casa de Gabriel” y todo comenzó a andar de nuevo como esa máquina a la que sencillamente sencillamente le falta un poco de combustible para que sus sistemas sistemas empiecen a funcionar. Poco apoco irás acoplándote de nuevo, irás disfrutando sus reuniones, te divertirás y conversarán de todo y de nada, como suelen hacer los amigos. amigos. No faltará algún distraído distraído o alguna amiga excesivamente excesivamente curiosa que tratará de interrogarte interrogarte sobre tu relación con Diego y tu aislamiento, sonríe e ignora el asunto, di que eso “ya es historia” y cambia de tema, en general, nadie te va a estar atormentando atormentando con eso. Los amigos se reúnen para divertirse, divertirse, para acompañarse, no para martirizar a lprójimo; contigo no va a ser una u na excepción. El caso de Andrea es más delicado porque con ella habías desarrollado una amistad que iba más allá de las salidas los fines de semana o las conversaciones conversaciones superficiales por Internet o los almuerzos en en el patio del colegio. Andrea te abrió su corazón y fue honesta contigo, te habló de lo que no le habla a nadie, empezó a entregarte no solo su afecto sino su confianza, y pudiste ver cómo es ella realmente, más allá de los maquillajes exagerados, las faldas cortas, el cigarrillo en los labios y la botella de cerveza en la mano. mano. Te aseguro que para ella fue muy duro romper el silencio silencio sobre sí mismas, sobre su vida, sobre su familia. familia. Cierto, ella pareció contarlo todo como como si realmente no le interesara interesara pero sabemos – sabemos – y ya lo habías conversado- que ese distanciamiento es un primer paso para contar algo que – de de darle la importancia que tiene- nos haría sufrir mucho. No es que “no parecía que fuera tan importante importante para ella”, en estos casos las apariencias carecen de valor, solo importan las verdades ocultas, lo que no se declara o se declara casi sin darle valor para que no nos duela. En medio de ese proceso todo estalló. Le diste con la puerta en la cara porque decidiste decidiste que era “una mala influencia” influencia” cuando en realidad actuaste guiada por los celos y por el temor. temor. Andrea fue la “mala amiga” amiga” que te dijo que Diego seguía siendo el mismo, que te engañaba, que te usaba, que hacía, a tus espaldas, todo lo que a ti te decía que estaba mal (y lo que luego él mismo te hiz o hacer con la excusa de que que con él “era diferente”. diferente”. Así que vas a tener que ser paciente, vas a necesitar dar un poco más de ti misma, esforzarte esforzarte un poco más, abrirte un poco más. Sé honesta con ella, dile lo que pasó, cuéntale lo que sentías, cómo te cegaste, cómo no tuviste claridad para entender lo que pasaba, cómo no quisiste creer y preferiste ver en sus palabras mentiras, y honestamente que lo lamentas, que sabes que has sido responsable de hacerla sufrir, que a ti también te duele estar lejos de ella y que esperas que puedan retomar su amistad. Insisto, no no será fácil, ella – y eso es muy natural, muy humano- va a hacerte esperar, v a recriminarte, va a ser dura contigo. Claro, siempre te queda queda el camino fácil, siempre siempre está latente latente la opción de hacer un intento insignificante y decir luego luego “la llamé pero o me respondió” y ya está. está. Puedes convencerte de que ella es la que no quiere hacer ningún esfuerzo esfuerzo por reconciliarse reconciliarse y olvidarte del asunto. Una vez más es tu decisión. Te diré que lo que menos me preocupa son tus calificaciones. calificaciones. Te quedan más de dos meses de clases y tienes suficiente capacidad capacidad para salir adelante. Tu único peligro es matemáticas, matemáticas, pero no dudo que lo resolverás. Pedirle a Gabriel que te ayude con los números es buena idea, má s si él, como me dices, “es un genio para las matemáticas”. matemáticas”. Verás cómo vas vas retomando el el ritmo y terminarás el el año sin mayores mayores dificultades. dificultades. Si aprovechas el tiempo, si te vuelves a interesa por la cultura, por aprender, por saber más y no por la nota o por los premios, verás cómo remontas con facilidad esas bajas calificaciones que te persiguen. Algo que realmente me ha dejado sin palabras palabras es lo que me dices de la natación. Ese “nunca me ha gustado nadar” viene sin que yo lo hubiera hubiera advertido. Siempre c reí que la natación era tu pasión, tu vida. Debo confesar que me llamaba la atención que no hablaras mucho mucho del tema pero supuse que se debía a mí. Supuse que tú preferiste no abordarlo – abordarlo – y lo asumí como verdad y no me tomé la molestia de preguntártelo- `porque siempre ando declarando a los cuatro vientos que no me gusta el deporte, que no veo programas deportivos, que me aburre la gente que habla todo el
día de fútbol o de golf y todas esas exageraciones con las que suelo defenderme cada vez que me atormentan con los resultados, pronósticos pronósticos y comentarios sobre mil deportistas cuyos nombres nombres no me dicen nada. Me equivoqué. Siempre tuve como una verdad verdad absoluta el hecho de que la natación era una parte parte importantísima importantísima en tu vida y que, más allá de las molestias que te causaba como adolescente el tener que madrugar todos los días, la rutina de la piscina era para ti una de las actividades actividades más placenteras y relajantes. relajantes. Te imaginaba dando vueltas infinitas infinitas en la piscina, nadando cuatro, cinco, seis mil metros sin cansarte, adaptada al agua por completo, deslizándote como co mo una sirena y disfrutando de la calma y del placer de liberar tus pensamientos mientras mientras tu cuerpo rítmicamente se sumergía y emergía como en baile con el agua. Sabía que el entrenamiento era duro, pero ¿qué entrenamiento no es duro?, ¿qué preparación para un campeonato regional no es dura? Madrugar seis días a la semana, correr, hacer pesas, alimentarse adecuadamente, nadar, nadar y nadar. Nadar contra el reloj, nadar contra el tiempo, contra la resistencia del agua, contra tus contendores que también buscan llegar primeros a la meta. Pero supuse que asumías ese esfuerzo con la alegría de quien sabe que detrás de todo ese trabajo está el triunfo. Recuerdo que alguna vez conversamos de tu capacidad para la competencia, me contaste que el entrenador ruso, ese que querías tanto, te había dicho que tenías todas las condiciones físicas para ser campeona, que tu cuerpo estaba preparado para moverse en el agua como si fuera tu elemento natural. Él te preparó para el campeonato nacional y lo ganaste cuando eras casi una niña, superaste a chicas que te llevaban tres o cuatro años de ventaja y ni siquiera la favorita pudo contigo. Esa final fue emocionante, emocionante, me lo contaste con tantas ganas, con tanto entusiasmo que me parece que la he vivido. Por eso siempre he creído que la natación es tu vida, es tu tu fuente de energía y es tu mayor orgullo. orgullo. Me equivoqué a todo lo largo de mis suposiciones. suposiciones. Resulta que no te gusta nadar, que odias levantarte levantarte cada mañana a las cinco, que detestas el viaje hasta el club porque en lugar de dormir un poco más debes comer las proteínas que necesitas antes meterte al agua; odias el calentamiento, las quinientas planchas, las veinte vuelta a la piscina, el agua fría, los gritos del nuevo entrenador, y las intrigas de tus compañeras de equipo (que sin embargo son también tu competencia y las que han estado felices con tu depresión y tu mala alimentación porque has bajado tu rendimiento); te son insoportables las vueltas interminables en el agua, el cansancio de los músculos, los calambres, tus brazos que han crecido demasiado con tantos ejercicios, y tu pelo maltratado maltratado por el cloro que no brilla como el de tus amigas aunque te eches los mil reacondicionadores. En conclusión, te son detestables todos los elementos que estén estén relacionados con la natación. Mi sorpresa ha sido tanto que he tenido que releer tu carta. carta. ¿Cómo es posible que lleves lleves una vida que detestas? No te gusta el club (“está lleno de mujeres chismosas y frívolas”), no tienes amigas (“todas están esperando que te vaya mal porque de tu fracaso depende que ellas triunfen”) ni siquiera te divierte (“¿qué de divertido puede haber en dar cien vueltas en una piscina donde lo único que ves es el reloj que marca tu tiempo y lo único que escuchas son los gritos del neurótico del nuevo entrenador?”). Entonces, ¿cómo se explica que durante tanto años hicieras algo que realmente detestas y que encima tuvieras la energía suficiente para ser campeona nacional? ¿No hubiera sido màs lógico ser mediocre, tener un mal rendimiento, faltar con cualquier excusa a los entrenamientos, nadar mal y hacer de laguna manera que te sacaran del equipo? No llego a comprender tanta excelencia en un deporte que, según me dices, no te hace feliz ni te ofrece nada de lo que buscas. Otra cosa que me intriga intriga es esa especie de obligación que sientes de ser campeona. campeona. Que tu padre haya nadado de chico, ¿es tan importante? Sí, comprendo que él no tuvo tus oportunidades y que todas las cualidades físicas que él también tenía se echaron a perder por razones que estaban fuera de la piscina, más allá de sus propias condiciones. A los dieciséis dieciséis tuvo que que ponerse a trabajar trabajar y nunca nunca más nadó. nadó. Esas fueron épocas difíciles. difíciles. La muerte de tu abuelo los tomó por sorpresa y se dedicó a estudiar y a trabajar, y abandonó el deporte cuando tenía grandes oportunidades de ganar el campeonato nacional. Sí, sí entiendo, pero no comprendo cómo eso, cómo una historia de hace más de cuarenta años, puede obligarte a hacer por tanto tiempo algo que no solo no te gusta sino que realmente te desagrada y te causa un intenso malestar. Si el sueño de tu padre era ser campeón de natación y no puedo cumplirlo, es una pena, pero ese fue su sueño, ¿te han peguntado cuál es el tuyo?, ¿se han detenido a conversar contigo y averiguar si ese – el el campeonato- es también objetivo de tu vida? Más aún, ¿te has detenido tú un día a comentarles lo que piensas y lo que sientes con respecto a la natación? No creo que ningún padre, por más que vea en ti la posibilidad de realizar los sueños que él no pudo alcanzar, sea feliz feliz sabiendo que esa actividad te llana de angustia. angustia. ¿Nunca lo has hablado con ellos?, ¿nunca has comentado que la natación no te gusta, que no te interesa ser campeona, que quieres hacer otra cosa y que ya estás harta de tener que entrenar dos turnos diarios seis veces por semana? Y si no has conversado con ellos, ¿por qué dices que temes desilusionarlos, desilusionarlos, que no quieres romperles el corazón, que no tomarían a bien que te salieras del equipo? No es que esté proponiéndote que que dejes de ser disciplinada disciplinada en el deporte o que abandones abandones todo o que salgas corriendo y renuncies a tus compromisos cada vez que no estés de acuerdo con ellos. Este tema es diferente, hablamos hablamos de años de trabajo, de esfuerzo, de dedicación. Hablamos de una vida puesta al servicio servicio de un deporte que no te gusta, que sientes que te roba el tiempo y que te quita la oportunidad de hacer otras cosas que te gustan más como bailar o
actuar. No es que sea un berrinche de una niña engreída que hoy quiere amarillo amarillo y mañana negro y pasado mañana rojo, no, se trata de una joven que vive una u na vida de mentiras haciéndole creer a sus padres que ama una actividad que en realidad le parece espantosa. Te imagino en el colegio, apurada por ir a ent renar después del último curso del día (“¿cómo puede tener una vida normal alguien que nada cinco kilómetros en la mañana y cinco en la tarde?”), te veo mirando con envidia al grupo de chicas que se quedan a las clases de danza o a las de teatro. Siento que cada vuelta en la piscina te debe parecer interminable y percibo como el entrenador se convierte en una especie de tirano con la aprobación de tu madre que mira atenta todo lo que haces. Me pregunto, ¿de qué sirve que ganes el campeonato regional si eso solamente te va a hacer entrar más y más en ese mundo que odias? ¿Crees que si ganas se acabó? ¿Crees que cuando seas campeona te van a decir “muy bien y ahora que te retires, qué vas a hacer”? Eso no sucederá. Las obligaciones serán cada vez mayores mayores y l os compromisos serán más. Una empresa querrá financiar financiar tu carrera deportiva deportiva y firmarás contratos que te obligarán obligarán a hacer esto o aquello, irás a competir en los grandes torneos mundiales y recibirá el aplauso y la admiración de miles y ellos serán también como cadenas porque esa admiración general obligaciones, el aplauso nunca es gratuito. No comprendo bien, ojalá me puedas explicar mejor cómo es que estás a punto de participar en una competencia tan importante cuando en realidad quisieras el papel de “la chica mala” en la obra de teatro que van a presentar en el el colegio. Cuando te llegue esta carta ya habrá pasado la competencia co mpetencia para seleccionar a los miembros del equipo que participarán en el campeonato regional. Por lo que me dices has tenido poco tiempo para prepararte y es probable que no consigas los tiempos. tiempos. Veremos qué sucede. No te deseo ni el triunfo ni el fracaso, fracaso, deseo que has aquello aquello que te haga feliz. Con amor, lejos y cercano. JL
14. ¿Vale la pena todo esto que hago Jueves doce de octubre Querida María Elena: Estoy en una encrucijada. No sé si felicitarte o consolarte. Cuando Gastón me me entregó tu carta feliz no supo interpretar mi confusión, confusión, tanto así que me preguntó si pasaba algo. algo. Yo simplemente le dije que en la carta me me estabas enviando los resultados de un examen que habías dado de un curso muy difícil y él le quitó importancia al asunto diciéndome que seguro que era geografía, que él jamás había entendido qué sentido tenía aprenderse de memoria las capitales de cien países, sus ríos o sus montañas. montañas. Yo sonreí y le dije “tiene usted toda la razón” mientras él se alejaba cargando su morral repleto de papeles. Abrí la carta y vi que te habías habías aprendido todas las capitales capitales y los ríos y las montañas montañas del mundo. Habías aprobado con excelencia este absurdo examen de geografía que significó la jornada para seleccionar a los miembros del equipo que participarán en el campeonato regional. Tus tiempos han sido formidables y tu entrenador está feliz, te ha dicho: “has vuelto a ser mi favorita” y eres nuevamente – con con un poco de esfuerzo- la mejor carta del equipo equipo nacional para el torneo de la región. región. En pocas palabras, puedes convertirte en una campeona sudamericana si en los días que quedan pones todo tu empeño en conseguir ese objetivo. Ahora bien, ¿te queda claro lo que significa “poner todo tu empeño”? Significa más horas de entrenamiento, una dieta más estricta, una dedicación casi absoluta a la natación salvo las “horas libres” que son las que tienes que dedicarle al colegio, nada de salidas, nada de fiestas, y menos de amanecidas (tampoco cigarro ni alcohol, esos viejos malos compañeros que te presentó Andrea y que te dejó la relación con Diego). Como te dije al empezar estas líneas, no sé si felicitarte y saltar de emoción como dices que saltaron tus padres o decirte que lo lamento y empezar a buscar soluciones soluciones para el problema inmenso que enfrentarás embarcándote en una competencia en la que me dices que no quieres participar participar pero de la cual no sabes cómo salirte. Y siento que en todo esto hay una trampa, una trampa que tú misma te has puesto y no sabes ahora cómo lidiar con ella. ¿Recuerdas que te pregunté por qué no tuviste una mediocre actuación en la natación a través del tiempo para desanimar desanimar a tus padres? Pues Pues bien, creo que tu carta de hoy me me da algunas respuestas respuestas que en la anterior no hallé. hallé. Estas semanas he pensado mucho en ti, en el deporte, en tus padres, en la manera que has enfrentado esta situación y veo que no es – es – y en la vida casi nada lo es- tan blanco b lanco y negro como pa recía. No es “odio nadar y mis padres me obligan” (palabras más, palabras menos, aunque ese mandato sea amorosa obligación que nace de un no querer entristecerlos entristecerlos o decepcionarlos). Creo que el problema es más complicado complicado y está lleno de contradicciones, como la vida misma. En la carta me dices: “obviamente me encanta ser campeona nacional” y cuentas cómo “en el medio” la gente te conoce y te reconoce, cómo los viejos nadadores te tratan con tanto cariño y te dicen cosas como “tienes
madera de campeona”, “eres un orgullo para el país” y una serie de frases que te llenan de felicidad y te hacen sentir especial. También dices que no sabes qué hacer, que sientes que haber clasificado clasificado te ata más a la natación y que no quieres pasarte toda la juventud entrenando. Entonces tenemos que el tema de la natación tiene dos extremos, en uno está la jovencita feliz de ser admirada y respetada por sus logros y, en el otro lado, está la muchacha que detesta los entrenamientos, que no es feliz nadando y que no sabe cómo explicárselo a sus sus padres. En el medio estás estás tú. María Elena, la la adolescente llena llena de dudas, llena de temores, llena de miedos. Miedo a que tus padres se decepcionen (“ellos siempre han hecho todo por mí y es lo mínimo que puedo hacer por ellos”), ellos ”), miedo a pasar pa sar desapercibida y perder esa presencia tenue pero segura que te da la natación aún entre tus amigos y tus maestros (“hasta en el colegio saben que nado porque a veces falto por las competencias, Susana, la profesora de literatura, siempre siempre me dice campeon a”), y miedo prematuro al fracaso en tu futuro profesional (“¿y si solo sé nadar?, ¿y si no me va bien en nada más?”). Pero a esos miedos hay que sumarle los otros, el miedo miedo “a tener que nadar toda la vida”, “pasarme la vida entre piscinas”, o “no poder hacer lo que realmente me gusta”. Inseguridad. Temor. Miedo y más más miedos. miedos. Palabras demasiado graves para una una chiquilla chiquilla que recién recién empieza la vida, para una muchacha muchacha que es sana, inteligente y hermosa. Te estás tomando la vida muy enserio y eso solamente te hará sufrir. ¿Recuerdas el “justo medio”? medio”? Pues bien, te hayas muy lejos lejos de él. Vas de un extremo al otro, de la necesidad de destacar a través de la natación natación hasta el hartazgo absoluto por todo lo que tenga que ver con una piscina. Y sabemos que la la vida no es así. No es que uno pueda pasar por la vida como si fuera una feria, divirtiéndose solamente y tomando todo al juego, superficialmente. superficialmente. Hay momentos en que es necesario tomarse la vida en serio, cuando asumimos una responsabilidad, cuando enfrentamos una decisión ética, cuando vemos el dolor de los demás, cuando miramos a la muerte en la cara de las personas a las que que amamos. Pero si toda la vida la sumiéramos sumiéramos como una gran tragedia de la antigüedad, nada tendría sentido y habría que sentarse sentarse a esperar la desgracia anunciada. Tanto sabían los griegos de lo relativo de las cosas que junto a sus tragedias irreversibles donde no hay poder alguno capaz de torcer la voluntad caprichosa y sádica de los dioses, pusieron las comedias comedias más disparatadas, más osadas, más irreverentes. irreverentes. Por eso el símbolo del teatro son esas “dos carátulas”, esas dos caras, esas dos máscaras que ilustran la realidad de la existencia humana, esa dualidad entre el llanto y la risa. Los griegos sabían que en la vida hay muchas ocasiones para el llanto y tenían muy claro que necesitan de la risa para sobrellevar el dolor de la existencia humana, en esta balanza, en esta búsqueda de la compensación, hallaron su realización como cultura. Ellos sabían lo que tenían, lo que querían querían y lo que necesitaban, y sabiendo sabiendo todo eso buscaron la manera manera de ser felices. felices. Eso es algo que tú debes tener bien claro. ¿Quién eres, qué quieres, qué tienes, tienes, qué te falta, qué buscas? Yo sé que sumamente complicado para una persona que recién entra a la adolescencia gozar de alguna lucidez al respecto. Yo, a tu edad, quería ser médico para salvar vidas en una sala de emergencia y no era capaz de entender que me es imposible enfrentar enfrentar la sangre sin desmayarme. desmayarme. Pero así como un día quería quería ser doctor, al día siguiente quería ser abogado y al siguiente ingeniero y al siguiente me moría de miedo porque creía que esas indecisiones significaban que yo era una persona incapaz de tener algo resuelto y eso me condenaba a fracasar fracasar en el futuro. En plena adolescencia también cometí el exceso de tomarme la vida en serio, demasiado en serio. Mi padre, seguía atento mi crecimiento crecimiento y que se daba cuenta de mis preocupaciones, me decía “no te tomes la vida tan a la tremenda, hay momentos graves y en esos momentos hay que estar serios, por lo demás la vida es muy complicada como para andar complicándosela más; ya llegará el momento de decidir y entonces escogerán aquello que creas que te hará feliz”. Claro, mi padre – que que nunca pudo terminar la universidad porque se puso a trabajar para mantener a mi abuela viuda y a sus hermanos menores, ¿te suena parecida la historia? – tenía tenía la obsesión universitaria y repetía siempre “barrendero, si quieres, pero con título” y por eso, por esa insistencia, por esa “obligación, jamás hice una tesis. tesis. Es muy probable que en esa historia se encuentre la génesis de mi desempeño académico y que por eso siga debiendo cuatro tesis y cuatro títulos universitarios me esperen inútilmente para completar el sueño de mi papá. Quién sabe si allí reside el secreto “el sueño de mi papá”, ¿no me has contado que tu padre fue nadador?, ¿Qué tuvo que abandonar las competencias para ponerse a trabajar?, ¿Qué te matriculó en una academia de natación desde que eras una bebe? , ¿Qué tu madre dice que cuando él te ve se emociona porque se acuerda de sus mejores tiempos?, ¿Qué tu madre se pone feliz porque tú eres la heredera de tu padre en todos los aspectos? Seguramente si no supieras todas esas cosas, si no te hubieran insistido tanto con eso de que tú eres “la heredera” del talento de tu papá, si no te dijeran con frecuencia lo orgulloso que está de ti, lo feliz que lo haces, lo realizado que se siente, seguramente te sería mucho más sencillo decir “hasta aquí no más”. Es verdad que los hijos viviremos viviremos eternamente eternamente agradecidos con los padres. padres. Ellos nos dan la vida vida y nos permiten formarnos como seres humanos. Nos dan da n seguridad, abrigo y protección. Nos educan y nos preparan. Nos ofrecen su amor y dedican su vida vida a nosotros. Eso es verdad, pero hay que tener cuidado de que el amor no no se transforme en una carga pesada, en una obligación odiosa, en un castigo. Cuando el amor se convierte en una deuda, se desfigura; pierde su razón de ser y se empequeñece al nivel de una cuenta corriente donde se coloca todo lo que se nos ha dado para cobrárnoslo después. después. De allí nace esa tragedia de la modernidad modernidad que son los ancianos abandonados; abandonados;
cuando el hijo “cancela su deuda” ya no hay nada que lo ate a sus padres y puede dejarlos a su suerte porque “no les debe nada”. Piénsalo bien, el amor no es una deuda, no es una carga, carga, no es una obligación. Es un sentimiento hermoso hermoso que, cuando es recíproco, se realiza completamente. completamente. Es la voluntad de dar y el deseo de que la persona amada sea feliz, así de sencillo. De todos los amores, el de los padres es es aún más desinteresado, desinteresado, el más generoso. Por eso no creo que tu papá vaya a “desilusionarse” o “decepcionarse” si dejas la natación. El amor que te tiene, definitivamente, va mucho más allá de tus posibilidades o no de cumplir sus sueños. Pero veamos si la natación es esa obligación, ese deber ineludible como muchas veces la percibes. Nadar te ha dado una serie de satisfacciones de las que ya hemos hablado, es más, más, me atrevería a decir que también te gusta. Si no te gustara sería imposible que pudieras mantener la disciplina que se requiere para ser campeona, tu vida hubiera sido un infierno y sufrirías sufrirías cada vez que entraras al agua. Y no es así. Lo que yo percibo es que los problemas problemas se han han desencadenado con tu crecimiento. crecimiento. Al llegar a la adolescencia tus horarios cambiaron, tu tiempo se hizo más tuyo, ya no se regía por completo por las decisiones de tus padres y el poder po der que ellos ejercen sobre la distribución de tus horarios se limitado a la indicación de las obligaciones, las horas de escuela y las reuniones familiares de fin de semana. Ya no planeas por ti, ya no coordinan por ti para que vayas a jugar a la casa de tal tal amiga ni te llevan, llevan, como una especie de agregado agregado suyo a todas partes. El tiempo lo empieza a manejar y comienzan a nacer nuevas preocupaciones, que las amigas, que los chicos, que las fiestas. Es así que te das cuenta que tus compañera tienen mucha más libertad, tienen todas las tardes libres, no se preocupan de la hora en la que van a dormir, los viernes pueden quedarse en fiestas y despertarse el sábado la hora del almuerzo, después de clases se quedan a practicar los deportes que a ellas les gustan o a hacer danza o teatro, luego salen juntan, pasan varias horas conversando y haciendo tareas, se van al cine, comen lo que quieren y no andan pensando si eso es bueno o malo para para su desempeño desempeño en la piscina. piscina. Tú eres, desde hace años, víctima víctima de la rutina. Una rutina feroz que es indispensable indispensable cuando participas en un deporte al nivel nivel en el que tú te encuentras. encuentras. Si no haces eso no hay manera de que tengas posibilidades posibilidades en el campeonato regional. regional. ¿No has sufrido sufrido acaso con los kilos que ganaste ganaste en el periodo en el que te sentabas sentabas frente al televisor a maldecir tu suerte y comer helados? ¿No has sentido el impacto en tu respiración cuando fumas la noche anterior? ¿No se han resentido más tus músculos después de una noche tomando alcohol? ¿No baja tu rendimiento cada vez que te desvelas bailando y te acuestas acuestas tarde? Pues bien, sin disciplina, disciplina, sin una disciplina dura y permanente, no puedes ser campeona regional. Fue así, con esa disciplina, con esa odiosa disciplina, que te convertiste en campeona nacional. La rutina cansa, agota, molesta, y solo se justifica, solo vale la pena, solo encuentra su razón de ser, el día del campeonato, cuando después de unos pocos segundos de competencia te alzas con la victoria. El triunfo y el sueño del triunfo son las energías que mueven a miles de deportistas alrededor del mundo, las fuerzas que los llevan a realizar los mimos trabajos que tú, la motivación que los hace mantener la misma disciplina, que los impulsa a sacrificar sus propio espacio, a entregar su juventud, sus ganas lo que los demás jóvenes hacen para darse por entero a la agotadora preparación aspirando a tentar ese instante de gloria. Ellos también quieren quedarse con sus amigos, también quieren ir a la fiesta, también quieren trasnochar conversando cualquier cosa con una cerveza y cigarrillo, también quieren vivir una adolescencia convencional común, adornada por los excesos y las irresponsabilidades. irresponsabilidades. Pero no pueden porque han optado, han decidido (¿recuerdas (¿recuerdas todo lo que hemos hemos conversado de la importancia de las decisiones decisiones personales?) y hacen esos sacrificios porque les gusta. gusta. Ellos saben que solo uno va ganar el campeonato, solo uno se alza con el triunfo, sin embargo allí están, tercamente, obstinados, obsesionados, buscando su momento, su logro, su brillo, su medalla. medalla. Miles de ellos no lo alcanzarán, miles miles se quedarán en las pruebas de selección, otros cientos quedaran finalistas y solo uno, nada más que uno, disfrutará de la efímera gloria del vencedor. ¿Sentirán que su vida fue un desprecio? No creo, la sola voluntad de ganar es suficiente para ellos, la victoria es una corona que – que – lo lo sabe- muy pocos llegan a ponerse. ¿Qué puedes hacer? Esa es una pregunta complicada porque en realidad te mueves entre dos voluntades antagónicas. El deseo deseo de ganar un campeonato campeonato y la desesperación desesperación de vivir vivir como como una adolescente. Ambas son incompatibles y solo cuando tengas claro qué es lo quieres hacer con tu vida podrás tomar una decisión correcta. Mientras tanto debieras buscar templar templar ambos extremos. ¿Cómo?, tratando de hallar una proporción correcta para todo en tu vida, como como reza el dicho “un lugar lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Es difícil, y eso lo sabes. sabes. Sin una dedicación casi absoluta y sacrifica, es imposible que puedas ser campeona regional o que puedas aspirar a participar aún en torneos mundiales. En este tipo de competencia cada segunda, cada décima se segundo cuenta y solo una rigurosa disciplina puede darte la ventaja que necesitas. Tu caso no es el primero ni será el último. último. Lo que no me queda claro es qué tanto saben tus padres de tu molestia, de tu desgano, desgano, de tu no querer entrenar más. más. Me dices que tu mamá te alienta constantemente, constantemente, que te acompaña a las competencias, que se preocupa porque tengas el mejor entrenador, buenos horarios, excelente alimentación. alimentación. Ella es una especie de administradora administradora de tu tiempo tiempo y de tus obligaciones, obligaciones, “ella sabe sabe lo que es mejor para mí”, ella te dice que tu padre está feliz y orgulloso orgulloso con tus triunfos, que la natación te dará muchas satisfacciones satisfacciones y hasta habla de tu futuro en campeonatos internacionales y en las muchas posibilidades que se te abren para estudiar en
las mejores universidades universidades en el extranjero extranjero como miembro del equipo equipo universitario universitario de natación. Triunfos, becas, contratos, ¿y la felicidad? Tu madre debe estar pasando por esa circunstancia en la que se da cuenta que la natación te está robando tu juventud per lo justifica todo diciéndose – y diciéndote- que es por tu bien, que es para que tengas un mejor futuro, que luego se lo agradecerás. Los padres que se encargan de las carreras profesionales de sus hijos adolescentes caen en esa lógica de “el sacrificio de hoy será el triunfo triunfo de mañana”. Saben que están colaborando a que su hijos se salten una etapa importantísima importantísima de sus vidas y, sin embargo, hallan una excusa – siempre siempre la excusas- en el triunfo prometido. En la historia se pueden encontrar cientos de casos de padres que creyendo que tomaban las mejores decisiones por sus hijos terminaron distanciados de ellos, sepultando los afectos bajo los reclamos de la juventud perdida. Los hijos crecen, los campeones se emancipan, se hacen hombres y mujeres y empiezan a cuestionar las decisiones de sus tutores. tutores. Investiga un poco y hallarás hallarás muchos casos de hijos que que terminan rechazando rechazando cualquier contacto con sus padres porque los culpan a ellos de haberles privado de una vida propia en nombre de la victoria o de la fama. Sin embargo, también hallarás hallarás los testimonios de los otros, los que sí lograron satisfacerse satisfacerse con la vida que les tocó y fueron felices con sus trofeos y logros y se lo agradecieron siempre a sus padres. ¿Entonces? Entonces la decisión decisión es tuya. La que debe meditar sobre la importancia importancia de la natación en tu vida eres tú. Eres tú la que ya está está en edad de empezar empezar a tomar sus decisiones y arrastrar arrastrar con las consecuencias. consecuencias. Si optas por no dejar la competencia de primer nivel nunca te lamentes de la adolescencia que no experimentaste, si, en cambio, decides sacrificar esa posibilidad de ser campeona, goza los años que tienes por delante y ja más te lamentes de la copa que no obtuviste. ¿Cómo decidir, en base a qué? En base a lo que te gusta, a lo que te llena más, o lo que más amas. Me preguntas si “vale la pena todo esto que hago” y te digo que solo tú, meditando y reflexionando, hallarás tu respuesta. No el entrenador, no el equipo, no las señoras del club, no tu madre ni tu padre, tú y solo tú. ¿Realmente odias tanto levantarte cada mañana al alba?, ¿realmente te diviertes más con tus amigas que en la piscina?, ¿realmente puedes vivir sin ser “la campeona” del colegio?, ¿realmente quieres dejar la natación y dedicarte a otra cosa?, ¿realmente el te atro a la danza te darán más satisfacciones? Solo te recomiendo que huyas d los absolutos, no dejes que la lógica del “o todo o nada”” sea la que domine tu vida, recuerda que hay matices, que los extremos rara vez son los más saludables, que la búsqueda de la felicidad está muy relacionada con la obtención del equilibrio. Mírame a mí, el ejemplo del “no deportista”, la otra cara de la medalla. Siempre me molestó no destacar en deportes. Así como en tu caso tu biotipo, la forma forma de tu cuerpo está naturalmente hecha para deslizarse en el agua con la ligereza de un delfín, así mis formas – siempre siempre exageradas- se hallaban hallaban en las antípodas de las tuyas. Nunca fui bueno en ningún deporte, era torpe con mi cuerpo cuerpo y no me sentía capaz de destacar en ninguna disciplina disciplina física. Los gordos siempre son los últimos en ser elegidos para los equipos del colegio y sentirme el “no nos queda a quién más escoger” no me hizo nunca feliz. Radical, extremista, extremista, absoluto, me dije que no iba a aceptar aceptar eso y decidí que nunca más haría deporte. Fui tan decidido que llegué llegué a audacias tan grandes como como conseguir de un médico, que era primo primo mío, el irresponsable – irresponsable – y falso- certificado que me exoneraba exoneraba de hacer cualquier ejercicio en la escuela. Fue tanta mi convicción – o la mal entendida comprensión- que mis padres aceptaron el argumento y lo secundaron (para que veas que mis padres también se se equivocaban estruendosamente estruendosamente dejándose confundir confundir por el amor inmenso inmenso que me tenían y tratando tratando de hacerme la vida más fácil); así que obtuve la liberación de toda obligación de hacer, ejecutar o practicar cualquier ejercicio. El profesor de educación física estaba indignado, indignado, decía que yo no tenía nada, que era pura desidia, pero nada pudo hacer frente al argumento sólido sólido – falsamente falsamente sólido- de mis p roblemas de salud. salud. “Te vas a arrepentir”, arrepentir”, me dijo, y yo no le hice caso. Los años pasaron, los kilos llegaron llegaron en bandadas (o en hordas) y hoy sufro las consecuencias consecuencias de esa decisión, de esa exageración, exageración, de ese extremismo. Cada mañana, cuando con torpeza me levanto como como quien empieza a movilizar las partes de una maquinaria oxidada, recuerdo ese absoluto, ese certificado y todo el tiempo y toda la salud que perdí. Así que vete lejos de esas posiciones que a nada conducen. Busca la armonía armonía entre una juventud aprovechada inteligentemente inteligentemente y un deporte disciplinado disciplinado y bien ejecutado. Conversa con tu madre, habla habla con ella, dile lo que piensas, cuéntale cómo te sientes y veamos qué sucede. Mientras tanto, sigue con tus otros avances, busca a tus amigos, vuelve a acercarte a tu padre, persiste con los estudios, aprovecha aprovecha las clases de matemáticas matemáticas que te da Gabriel y conversa con Andrea. El hecho de que ella te llamar el otro día es todo un avance, ¿no ves cómo sí dio resultado que fueras honesta y franca? De Diego ya no me hablas y te juro que iba a terminar estas líneas sin mencionarlo, pero no quiero caer en el error de los que piensan que está mal nombrar nombrar los temas que nos causan pena o angustia. Diego fue tu primer amor, fue importante para ti y tratar de olvidar con solo callarlo es tan ineficaz como pretender que el automóvil no nos va atropellar porque cerramos cerramos los ojos. Una cosa es que no tengas por qué andar exponiendo exponiendo tus sentimientos sentimientos ante tus compañeras que solo preguntan por curiosidad, en cambio, frente a ti misma, frente al espejo de tu propia conciencia, todas las respuestas son necesarias para crecer y liberarse.
Todo es un proceso, recuérdalo, y así como los alimentos pesados tardan en digerirse, los malos ratos se demoran en perder vigencia, pero poco a poco, dándoles su verdadera dimensión, valorando lo valorable y descartando lo inútil, empiezan a disolverse tras las nubes del verdadero olvido que es la paz y la serenidad de la lección aprendida. Con amor, lejos y cercano. JL
15. ¿Para qué sirven los amigos? Viernes veintisiete de octubre Querida María Elena: Hoy el viejo Gastón estuvo estuvo de al humor. Tocó mi puerta sin su habitual sonrisa y no no pude evitar la pregunta: “¿Qué le sucede, Gastón?” y el pobre se despachó quince quince minutos contándome cómo la nueva administración administración de la Oficina Central de Correos ha decidi do “modernizar” el servicio y ya se está hablando de una jubilación anticipada que afectaría un gran número de los antiguos carteros, incluyéndolo. incluyéndolo. Estaba indignado, “ni que fuéramos servilletas servilletas que se usan y se botan…”. Al parecer, los jóvenes gerentes que han llegado con esas “nuevas ideas” consideran que el sistema de entrega de correspondencia se puede agilizar y que son “los veteranos” (“así nos dicen, profesor, pero lo hacen con sorna y con desprecio, como si fuera un insulto, como si estas canas fueran una vergüenza, algo que hay que esconder porque da mal aspecto”) aspecto”) los que hacen que el procedimiento sea lento lento y más caro para la empresa. “Vamos a dar la pelea, tenemos muchos años haciendo este trabajo y no es justo que nos traten así…” y me cuenta sus planes y me dice que todos “los-ve-te-ra“los -ve-te-ra-nos” nos” (vocaliza perfectamente la palabra, como recitándola, “hay que decirlo así, fuerte, con orgullo, nosotros somos los sobrevivientes y no ellos que llegan con la arrogancia de sus títulos universitarios y sin ninguna experiencia”) van a reunirse reunirse para tomar las medidas necesarias necesarias en defensa de sus derechos. Le di un vaso de agua para calmar un poco su agitación y después se fue, rengueando por un tobillo que se dobló ayer cuando iba distraído por las calles pensando pensando en lo que le estaba sucediendo. Antes de partir, se serenó, buscó buscó en su alforja vehemente y me dijo: “¡Acá está, profesor, la carta de María Elena!” con una sonrisa inmensa que me conmovió. ¿Para qué te cuento lo que sucede con Gastón, el viejo cartero que me trae tus noticias? Realmente no sé cómo, pero de alguna manera tu existencia existencia y la suya están ligadas, entrelazadas. entrelazadas. Él es el portador de tus palabras y me lo imagino a veces como el heraldo fiel que recibía el sobre lacrado de manos de su rein a y se lanzaba a cabalgar por los más secos desiertos, por las montañas más escarpadas, por los parajes más peligrosos y, después de haber sorteado mil peligros anteponiendo la seguridad de la carta a su propia vida, llegaba al destino con las nuevas escondidas en ese papel que entregaba sin pedir nada, sin reclamar nada, con la sola satisfacción del deber cumplido. cumplido. Para muchos puede sr un pobre tipo que sacrifica su existencia entregando correspondencias ajenas, pero para la reina el heraldo es la fuerza y la aventura que ella le están negados, cabalga cabalga por ella, se arriesga por ella y combate por ella. Sin él nada de lo que ella escribiera tendría sentido porque sus palabras palabras se quedarían encerradas en el calabozo del papel y no habría ojos que leyeran sus letras y que les dieran significado. significado. Sin el mensajero, el más más hermoso mensaje, la palabra más más sabia, el consejo más leal, el discurso discurso más célebre y la declaración de amor más encendida encendida se perderían en el silencio. Así, cada vez que llega Gastón, con su vejez, sus achaques, sus quejas, y también con su entusiasmo, su sonrisa, su felicidad por la labor lograda, llegan llegan con él tus sentimientos, tus dudas, dudas, tus angustias, tus alegrías alegrías y tus sueños. Él es tu aliado y no lo sabes, por eso te cuento su historia. Veo que has decidido seguir seguir adelante. Como ya te he dicho, si las las decisiones significan significan haber elegido libremente entre las opciones posibles, las aplaudo; si son una renuncia o una derrota, las rechazo. Me presentas mil argumentos para continuar nadando y para asistir, en pocos días, a la competencia regional. No necesitas convencerme. convencerme. Me bastaría con saber que estás estás convencida y que es una elección libre que realizas tomando en consideración todo lo que hemos conversado y, sobre todo, todo lo que has pensado y analizado. No necesito desearte suerte. Solo te diré que si ya optaste, persigas la meta que te has trazado con toda la pasión que encuentres en ti. Dalo todo, arriésgalo todo, pon todo en juego juego en este tiempo que te queda antes que suene el balazo que marcará el comienzo de tu victoria. Por lo visto a tu madre no le gustó mucho que le dijeras que querías hacer teatro, ese “¿quién te está metiendo ideas en la cabeza?” es suficiente para darnos cuenta que para ella no existe “alternativa”, es “nadar o nadar” y se me ocurre que todo lo que se salga de ese esquema va a generarle sospechas. Pues bien, en este momento este tema es irrelevante, tu decisión de ir al campeonato regional representado al país, es una respuesta contundente y afirmativa a los deseos de tu mamá. Como estaba previsto, previsto, tus calificaciones calificaciones mejoraron de manera manera sustancial. Bastó un poco de empeño y todos los problemas problemas se se solucionaron. El colegio no es difícil, difícil, basta basta disciplina y orden. No faltan los profesores atormentados que desean hacer infelices a sus alumnos obligándolos a aprenderse esas capitales, esos ríos y esas montañas de las que hablaba Gastón, pero son los menos. El colegio es cada vez más ese lugar de formación en valores que no pretende que acumules datos sino que seas capaz de analizar y procesar la información que se acumula en libros y computadoras. De nada sirve que te sepas de memoria todo el diccionario si no tienes la menor idea de cómo utilizar
una palabra, de nada sirve que te memorices las capitales de cien países si sus habitantes y su realidad te son indiferentes. ¿Así que Gabriel ha realizado una magnífica labor? Él es un buen muchacho, medio tímido, pero muy simpático. Se ve que te tiene tiene mucho cariño. Eso de quedarse estudiando estudiando contigo y adecuarse a los horarios disponibles que te dejan los entrenamientos entrenamientos no lo hace cualquiera. Me dices que te invitó al cine cine pero que le dijiste que no, que te da “no sé que” salir con él. Que sí, que es bueno, que es lindo, que se preocupa por ti, pero que es muy c allado, que no tiene malicia, que no te gusta, que no es como Diego que se metía en tu vida, que te invadía, que marcaba su presencia y te hacía sentir “atractiva”, “atractiva”, “mujer”, “importante”. “importante”. Algún día comprenderás que que la atracción física es solo una de las caras de las relaciones relaciones humanas y no necesariamente la la más hermosa. Estás en pleno crecimiento, crecimiento, aún no sales completamente de la infancia pero ya Diego te hizo dar pasos largos en esa adolescencia llena de curiosidades, de descubrimientos, de sensaciones que no sabes explicar, de deseos que aún no tienen ese nombre pero que se acomodan bajo tu piel y empiezan a exigir su lugar en tu cuerpo de mujer. Ya volveremos sobre esos pasos más más adelante porque el tema del amor y el deseo serán un lugar común, un hermoso lugar común, en todo este proceso de tu crecimiento. En cuanto a Gabriel, una vez más, sin importar si él es o no una maravilla, lo único que interesa es tu decisión. Lo que me ha dado una gran alegría es esa larga conversación que tuviste con Andrea. Fue dura, pero era necesaria. Andrea tenía que decirte lo que sentía, lo que había experimentado en estos tiempos en que tú te alejaste de ella. Esa honestidad, esa rabia con la que volcó volcó todos los sentimientos sentimientos que se le acumularon dentro, es la garantía garantía de que habló ella, no una de sus máscaras. Tuvo la ocasión de ser nuevamente Andrea, la muchachita que tiene un enredo inmenso en la cabeza, la que no sabe qué hacer con su vida, la que está harta de la imagen que ha creado pero no sabe cómo escaparse de un personaje que si bien la llena de soledad le permite, también, no estar sola. Su infancia ha sido difícil. Ya ha sido más más explícita contigo y te ha contado más detalles y ha llorado haciéndolo. Su familia, familia, por desgracia, desgracia, atraviesa atraviesa una crisis crisis muy severa, profunda y dolorosa. dolorosa. Un padre con mucho dinero y con pocos escrúpulos, un tipo que se desaparece dos o tres días y no da más explicaciones que “estuve trabajando”. Un energúmeno energúmeno que cree cree que con con su dinero dinero puede comprarlo comprarlo todo. Una madre que de jó de jó de lado la dignidad por la falsa excusa de “la unidad familiar”; una mujer que siempre se sintió inferior, que aceptó los abusos del marido porque “no sabría qué hacer con mi vida”. vida”. Una pobre persona que no ha sido autoridad para ninguno de sus hijos, que llora y llora y no soluciona soluciona nada. Y el hermano, varios años mayores que Andrea, un muchacho muchacho que creció entre violencias y que se crió en la calle, que no conoce límites ni medidos , que encontró en las drogas una “paz” que no duro mucho. Esa no es una familia, es un grupo de individuos desorientados que se ha reunido para sufrir y que parece hallar cierto placer placer morboso en hacerse daño. En medio de ese panorama panorama realmente realmente desolador está Andrea. Andrea. Todo lo que es ha surgido como consecuencia de lo que vive. Los cigarros son algo tan común en su casa que empezó a fumar fumar a los once años, el alcohol siempre estuvo a su disposición y no es raro que su primera borrachera fuera cuando aún no cumplía trece, cuando muchas de ustedes todavía no habían dejado del todo las muñecas. Ella se siente sola, abandonada y ve en ti, en tu casa, en tu familia, en tu forma de ser, en tu manera de comportarte, en en tus creencias, todo aquello aquello que le falta. En La vida es sueño, Calderón de la Barca hace decir a Rosaura: “pues volviendo en mi sentido, /hallo que las penas mías,/para hacerlas tú alegrías,/las hubieras recogido”. ¿Entiendes el significado de esos versos? Andrea viviría tu vida feliz y tú muchas veces estás triste y desesperada por la vida que llevas. Ella te lo ha dicho, preferiría preferiría no saber fumar bien, bien, atorarse, tener una mamá mamá que no la deje hacer demasiados desordenes, desordenes, un padre que llegue tarde tarde pero que llegue, que que hable poco pero que no grite. grite. Le gustaría ser ser como tú, destacar en algo positivo, hacer algún deporte y llamar la atención por algo que no sean sus actitudes o sus piernas. Tú no puedes arreglarla la vida a Andrea, para eso hay especialistas, hay psicólogos y consejeros a los que ellos deberían acudir acudir para solucionar ese inmenso conflicto. conflicto. Y sé que vas a preguntarme, “si no puedo hacer nada por ella, de qué sirve que que sea su amiga, no entiendo, entiendo, ¿para qué sirven los amigos? Y me remonto a mi juventud y me veo haciéndole a mi padre la misma misma irreverente pregunta. pregunta. Esa es una angustia que me ha perseguido perseguido desde que era pequeño. Recuerdo que de adolescente era tan prejuicioso, tan exigente, que se me hacía difícil tener amigos. Siempre estuve rodeado de personas, pero no eran mis amigos, eran compañeros de clase o eran mujeres a las que amaba y con esa amistad dolorosa que busca el amor de contrabando. Luego aprendí que de la amistad, como todo, como siempre te lo digo, es un proceso, una larga jornada en la que no hay que perder ni el buen ánimo ni la buena voluntad. En la niñez, los amigos son los compañeros de juego, aquellos con los que estamos todo el día porque nuestras madres son amigas, porque vivimos cerca, porque frecuentamos el mismo mismo club o tenemos los mismos cursos. cursos. Con el tiempo llega la adolescencia adolescencia y esas relaciones se van van decantando, como el vino; se hacen más más puras, más nobles, más completas. completas. Ya no solo se comparten juegos, también también experiencias, ideas, emociones, emociones, ilusiones. Algunos de esos vínculos se hacen fuertes y otros se desvanecen desvanecen sin causar daño. De todas las personas que hemos hemos conocido en la infancia vamos escogiendo a aquellos con los que que compartimos alguna afición, alguna idea. En una primera etapa los antagonismos y las diferencias diferencias hacen difícil la amistad y es muy sencillo ser amigo de aquel que es de tu mismo equipo de fútbol o del que va contigo a la misma playa n el verano. Luego, eso pasa a un segundo plano y buscamos las coincidencias más profundas, la fidelidad, la compañía, la
solidaridad. Ya no importa si nuestro amigo amigo tiene nuestras mismas mismas aficiones, a él le puede gustar el equipo X y a nosotros el Z, pero más allá de discusiones intrascendentes intrascendentes sabemos que lo que nos une es más fuerte y va más allá que el partido del domingo o que la camiseta que llevamos llevamos puesta. Cuando los años transcurren, la amistad amistad ya tiene una cara definida y es mucho de compañía, compañía, mucho de conversación, mucho de lealtad. Nos damos cuenta entonces del valor inmenso de la amistad, tomamos conciencia de que los amigos no juzgan, aconsejan; no se imponen, aportan nuevas ideas; no compiten, se complementan. La amistad tiene como piedra fundamental fundamental la confianza. Confianza significa “compartir “compartir la fe”, creer en el otro como el otro cree en ti, porque lo conoces, porque sabes quién es, porque tienen lazos en común que han demostrado que, aún en los peor es es momentos, esa “fidelidad” es más fuerte y poderosa que cualquier otra cosa. Mi mejor amigo amigo se llama Mario. Mario. Nuestra amistad amistad viene de lejos, como como nuestras vidas. Nos conocimos conocimos en la primaria, no podría decir que éramos amigos entonces, entonces, con las justas compartíamos la rareza de una cultura que en varios aspectos se hallaba muy avanzada en relación a nuestros demás compañeros compañeros del colegio. Como comprenderás, en medio de todos los chiquillos que solo querían jugar fútbol, esa no era una virtud, al contrario, en aquellos tiempos era casi un defecto. Ser los extraños que a los doce años eran capaces de conversar conversar sobre los diferentes ejércitos de la Segunda Guerra Mundial no nos granjeo ninguna ninguna popularidad. Nuestros otros “amigos” “amigos” podían recitarnos de memoria memoria los nombres de los jugadores de todos los equipos que participaban en el mundial de la época y nosotros podíamos hablarles de Rommel, Churchill o De Gaulle con la misma naturalidad, pero eran idiomas tan disímiles que fue imposible que halláramos alguna alguna coincidencia. Nos comunicábamos en un lenguaje tan extraño a nuestros compañeros que supimos que esa peculiaridad era nuestro nuestro punto de encuentro. Ambos éramos, además negados negados para el deporte. Mario era flaco y largo, su crecimiento fue tan repentino que le era difícil coordinar sus movimientos y yo, ya te lo dije, era un flojo sobrealimentado, sobrealimentado, incapaz de dar una vuelta vuelta completa a la cancha de entrenamiento entrenamiento sin agitarme. agitarme. Esa segunda coincidencia nos convirtió en aliados casi por necesidad. Ya en la secundaria pasábamos los recreos juntos discutiendo de política o de historia cuando nuestros condiscípulos sudaban descontroladamente descontroladamente en la cancha de fulbito fulbito y gritaban histéricamente un gol. No fuimos los muchachos típicos que comparten travesuras, travesuras, intentos, afectos, amores, amores, cóleras, pasiones, deseos y soledades. Nuestras conversaciones, por muchos años, deambularon entre temas tan extraños a nuestra edad como la guerra, la filosofía o la literatura. Recuerdo que nos dedicábamos dedicábamos también a analizar la vida vida de nuestros compañeros, con una pavorosa arrogancia. Aislados e n nuestras torres de marfil, marfil, conversábamos de temas temas que estaban más allá de las posibilidades posibilidades (de la preocupación y del interés) de nuestros amigos; ellos se hallaban embarcados en peleas de cantina, mujeres, fútbol y cigarros – eventos eventos para los cuales Mario y yo éramos un perfectos inútiles- y, desde sus propios rincones, conversaban de asuntos que a nosotros nosotros nos eran ajenos. Es gracioso ver – desde desde esta distancia que me dan los recuerdoscómo fuimos desarrollando nuestra capacidad como para socializar con nuestros contemporáneos aunque nunca lo suficiente como para seguir su ritmo. Nuestra aparente soberbia intelectual intelectual no era más que una máscara para cubrir una timidez inmensa que nos mantenía lejos de fiestas, bailes, bailes, bares y discotecas. Nuestras peculiaridades nos brindaban brindaban cierto prestigio académico pero no social, ese – en en definitiva y como me lo dijo alguna vez una sabia persona- “no era nuestro tiempo”. tiempo”. Los años nos fueron fueron igualando a to dos, pasábamos ya más horas con los demás, salíamos con ellos y, al terminar la secundaria, éramos dos más en el grupo (o casi). Poco a poco, la madurez y la universidad, les dieron a nuestros amigos herramientas para competir efectivamente con nuestras ideas, mientras que Mario y yo, más duchos ya en las relaciones humanas, más despabilados, más confiados en nosotros mismos, empezamos a recuperar los años perdidos de nuestra adolescencia, con sus deseos y sus desmanes. Fue tan largo el proceso de nuestra amistad que a los diecisiete años, más allá de nuestras exquisitas aficiones culturales, no habíamos profundizado e nada personal y no dejábamos de ser un par de extraños que se respetan y conversaban conversaban amenamente amenamente de temas absolutamente absolutamente abstractos. abstractos. La confianza tardó años. Una vez fuera fuera del colegio seguimos frecuentándonos frecuentándonos y conversábamos largas horas. Sin embargo, y sin percibirlo, poco a poco los temas se hicieron más cercanos. Como todo en la vida – y no me cansaré de repetírtelo- nuestra nuestra amistad fue un proceso. Lo interesante fue que cuajó a partir de una serie de generalidades. generalidades. Él y yo, dos envejecidos prematuros, prematuros, teníamos – por nuestras propias historias, con las que no voy aburrirteaburrirte- muchas razones para ser desconfiados. desconfiados. La relación se fue construyendo construyendo muy lentamente. Si hubiéramos grabado nuestras conversaciones conversaciones estaría clarísimo clarísimo cómo la confianza fue un producto que se obtuvo por decantación – me me gusta esa palabra, es purificadora-. Fuimos de los temas más impersonales a los más específicos en una especie de método deductivo que permitió que de discutir de las características de los ejércitos de Rommel y Montgomery en la batalla de El-Alamein pasáramos a conversar de los problemas de nuestros amigos, luego de la realidad de sus familias, más tarde las nuestras y, finalmente, de características, miedos, búsquedas, ambiciones, deseos, intereses y afectos personalísimos en la batalla dolorosa de nuestra propia juventud. De ahí en más nuestra amistad se hizo sólida, permanente, permanente, extensa. Han pasado varias décadas y seguimos conversando como en aquellos tiempos, con confianza, con fe – esa esa extraña cualidad de creer en lo que no se puede ver-, con entusiasmo. Hemos tenido tristezas, soledades, soledades, desgracias, días negros y peores, razones encontradas, encontradas, opiniones discordantes, ideas divergentes, amigos antagónicos, gustos irreconciliables, amores imposibles, mujeres de verdad y de
fantasía, logros y fracasos, idas y vueltas, distancias y cercanías, agonías y muertes, entierros y llantos, padres que fueron, hermanos que son y sueños que nunca han sido. Y hoy, si tuviera que poner mi vida en sus sus manos, lo haría sin dudarlo un instante. Yo no sé si te sirve de algo esta parrafada inmensa pero he querido enseñarte el camino de todo lo andado, la esperanza de todo lo por andar. He querido mostrarte mostrarte cómo este es un trayecto largo, lleno lleno de dudas, de sinsabores, de renuncias. Sin embargo, cuando se tiene tiene el coraje de seguir adelante, adelante, cuando se es leal y honesto en la apuesta, cuando se entrega sin pedir y se recibe humilde y agradecidamente, la amistad es un tránsito maravilloso que nos hace libres y le da una razón poderosa a la vida para seguir existiendo. No sé cuánto quieras a Andrea, no sé qué tan largo sea el sendero que deban recorrer ni cuánto el entusiasmo que tienen. tienen. Percibo que hay un gran afecto afecto y una gran confianza, sé sé que no será sencillo y que ambas ambas tendrán que crecer sobre sus propios temores, sobre sus propias dudas, sobre sus propias pequeñeces para ser esas amigas que se ayudan mutuamente a mantenerse vivas aún en las peores circunstancias. circunstancias. Ya te lo he dicho, tú no puedes solucionar sus problemas, el timón de su barco solo puede manejarlo ella de la misma manera en que tú eres la única que puede guiar el tuyo. Pero puedes ser faro, puedes ser estrella, puedes ser luz en mitad de las tinieblas y esperanza en medio de la tormenta. ¿Para qué sirven los amigos? Para vivir, para compartir la vida, para recorrer juntos las jornadas efímeras e interminables de la existencia humana. Me emociona quererte, me emociona tu fresca y generosa amistad. Acá me tienes, acá te pienso, acá te acompaño. Con amor, lejos y cercano, JL
16. La belleza es tu actitud Jueves dieciséis de noviembre Querida María Elena: Ya eres campeona. campeona. Hoy se lo dije a Gastón, el cartero. Llegó, tocó la puerta, puerta, trató de rescatar su mejor mejor sonrisa y me entregó tu carta. No dijo nada, no quiso hablar, no quiso hacer comentarios comentarios de la situación en la oficina de correos, soló sonrió un momento desde el fondo de su morral y me dio tu correspondencia correspondencia sin pronunciar palabra. El hombre está triste. No sé qué habrá sucedido con los planes de la nueva administración, administración, pero dudo que la protesta de “los veteranos” haya servido de mucho. mucho. Se le ve cansado, vencido. Por primera primera vez parece realmente realmente viejo, no en el sentido de los años que se nos van acumulando en el rostro y en el abdomen y en la espalda, no en los pasos que se hacen lentos, no en la vista que falla y se sujeta de los anteojos para no perder la luz, no. Hoy Gastón sufre de la otra vejez, la que se lleva adentro adentro y puede llegarnos a los veinte veinte años, a los sesenta o no llegarnos llegarnos nunca. Es la aceptación , el paso al costado, la renunc ia, el “ya-no“ya -no-más”, más”, el “no-me-quedan“no -me-quedan-fuerzas”, fuerzas”, el “ya-no“ya -no- puedo”. puedo”. Gastón no ha envejecido, lo han avejentado, le han robado la fe en sí mismo, la confianza en sus pasos, la fuerza de voluntad. Lo han convertido en viejo a golpes de sorna, de cinismo, cinismo, de comentarios hipócritas hipócritas y de miedo. El miedo de los jóvenes, la cobardía de los que ven en los adultos una amenaza, una advertencia, un avance de lo que será su propio decaimiento, decaimiento, su propia vejez. vejez. No sé lo haya pasado en la oficina, Gastón, después del desahogo de la otra tarde, no ha vuelto a hacer comentarios. Siento que hasta se avergonzó avergonzó de traerme noticias que no había había solicitado, de quejarse, de mostrar mostrar su cólera y su desasosiego. desasosiego. Como el heraldo que me me imagino al verlo, se siente siente traicionando su esencia, su origen, su condición, con una queja. El mensajero nada pide, nada nada reclama, nada espera, espera, porque el solo el cumplimiento cumplimiento de su misión es la silenciosa gloria que le corresponde. Le pedí que me esperara mientras abría el sobre con tus líneas. líneas. No supo que decirme y solamente aguardó en silencio, con la respiración agitada por el cansancio que le ha llegado de pronto, después de décadas aplanando calles. Me miró leer las primeras primeras palabras de tu carta y sonrió complacido, complacido, emocionado, cuando le dije que habías vencido a deportistas de diez países y eras la la nueva campeona regional regional de natación. No dijo nada pero en sus ojos ojos apareció la emoción de la juventud perdida, de los tiempos idos, de las esperanzas rotas y los sueños que jamás se realizaron. Pareció feliz de saber que alguien que él conocía fuera campeona, campeona, porque tú para él eres tan cercana como Micaela, esa sobrina que le llegó tarde para p ara iluminar sus años mayores. Sin embargo, la buena noticia, tu victoria, victoria, no pudo borrar de su rostro el desaliento, su derrota. Se fue con esa cojera que ya se ha vuelto parte de él, que ya se ha apoderado de su paso, ese paso firme que hace solo unas semanas desafiaba al tiempo y que hoy se ha rendido al peso de su bolsa con la correspondencia del barrio. Gastón está viejo porque se siente viejo, porque les creyó a los jóvenes arrogantes que lo convirtieron en un despojo con el veneno de sus palabras. En el instante en que el cartero se dijo: “Estoy cansado , deben tener razón, debo ser un viejo”, comenzó a agoniz ar. La muerte – muerte – ese ese otro tema inmenso que aún no te he tocado pero del cual hablaremos largamente en algún tiempotiempo- va a ser, en su caso, solamente la verificación verificación de su final. Morirse, para él dentro de seis seis
meses o quince años, será un hecho fortuito, un dato irrelevante, una anécdota en la larga vida sin sentido, vida-llenade-muerte, que le espera. Lo que le sucede a Gastón sirve perfectamente como punto de partida para conversar de un tema que habíamos postergado hace tiempo y que ahora viene acompañando tu triunfo: la belleza. La belleza es una actitud – igual igual que la vejez de Gastón-, Gastón-, creo que eso te lo he he dicho más de una vez. No está en la cara más o menos armoniosa, armoniosa, en el cuerpo más o menos fino fino o voluptuoso o redondeado. Hay un inmenso prejuicio acerca de lo que ser bello significa y todos nos hemos dejado llevar por lo que la propaganda ha decidido definir como hermoso. Así, los modelos que nos vende la televisión y las revistas de moda son los que aceptamos como sinónimo de belleza, belleza, lo que se aleje de esos esos parámetros se hace hace más feo en tanto tanto más distante se halle. halle. Eso es francamente ridículo. ¿Quién decide cuál es la chica de la portada de la revista esa que leen los jóvenes donde se supone que solo salen “las mujeres más hermosas”?, ¿quiénes el igen a la modelo que va llevar el vestido que marcará la moda esta temporada?, ¿qué persona tiene en sus manos el poder de discriminar entre lo bello y lo horrendo de manera tal que su opinión sea una especie de norma que todos debemos seguir? Si la gente estudiara más historia y perdiera menos tiempo viendo revistas de modas o admirando dioses falso creados por la propaganda, podría darse cuenta de que el concepto ha variado con los años y que todo no es más que un convencionalismo, un prejuicio que se impone como si fuera una verdad absoluta y que es dejado de lado en el momento en que el paradigma es cambiado por aquellos que manejan los medios de comunicación. He visto muchachas destruidas, deprimidas, sintiéndose absolutamente discriminadas porque no se adaptaban a cierto modelo modelo de belleza. Es tan distorsionado distorsionado todo esto de “verse bien que se llega llega a convertir en una especie de obsesión que pronto tergiversa la realidad y solo queda el espejismo de la imagen que se ha apoderado del cerebro. Chicas que, en la hermosura hermosura de la juventud, se han destruido destruido la vida porque no estaban conformes conformes con su aspecto exterior, porque lo que el espejo les revelaba no era la verdad sino la mentira que ellas se habían repetido tantas veces hasta creérsela. “Soy gorda”, “soy fea”, “soy desagradable”, desagradable”, esas frases salen de los labios de las chicas chicas con una facilidad que espanta. Esas muchachas han sido saboteadas día tras día, su autoestima ha sido minada por la sociedad, por los amigos, por la misma familia. El eterno “estas gorda”, el estúpido “así nadie se va a casar contigo”, el monstruoso “mírate al espejo”, todos esos comentarios van haciendo pedazos la imagen de la persona que es acosada por esas frases. Una vez que la percepción percepción personal ha sido sido minada, lo demás demás es cuestión de tiempo, y así se llega a la aceptación de la “fealdad”, “fealdad”, la resignación, el complejo complejo y la amargura. Es como un árbol, si cada día que pasa le propinamos golpes con el hacha, por más grande y fuerte que sea sea el tronco, tarde o temprano temprano va a ceder y caerá vencido por el viento más débil. Si durante años se nos dice que estamos mal, que somos feos, que somos desagradables, por más fortaleza interior que tengamos, tarde o temprano, nuestra autoestima cederá y caeremos estrepitosamente ante el más superficial comentario co mentario”. ”. ¿Qué es ser bella? ¿Es acaso satisfacer un paradigma temporal tan volátil y efímero e fímero como todo lo producido por los medio de comunicación? ¿Es parecerse a la actriz actriz del momento, a la cantante aclamada, aclamada, a la modelo que sale en todas las revistas del mundo? ¿Es gozar de la aceptación de todos los hombres, ser deseada por todos, ser mirada como un trofeo que hay que conseguir a cualquier precio o, mejor aún, como una pieza demasiado exótica, demasiado rara, a la que solo pueden aspirar los “elegidos”? Todo reside en uno mismo, todo nace de nuestro interior. Los jóvenes que provienen de familias donde se ha criado a los hijos como seres humanos únicos donde cada uno es importante por lo que es y no por lo que parece, tienen muchos menos problemas con el mundo exterior que aquellos que siempre fueron comparados con otros o maltratados en su autoestima. autoestima. De crianzas adecuadas – adecuadas – donde donde priman el amor y el respeto, el valor por lo que uno es y el orgullo de ser y existir- surgen personalidades sólidas, capaces de enfrentar cualquier problema; de crianzas torpes – donde las comparaciones, los agravios, el menosprecio y la descalificación son las herramientas utilizadas- rugen personalidades débiles débiles que se quiebran quiebran ante la primera adversidad. adversidad. Pero si la familia es el primer cimiento de nuestra personalidad, el medio en el que nos desenvolvemos, d esenvolvemos, los amigos son otro pilar indispensable indispensable para sostener el edificio de nuestro carácter. Cuando un niño crece estigmatizado estigmatizado por sus compañeros difícilmente difícilmente va a poder sacudirse de ese peso que le han puesto encima. Por eso habrás visto que hay padres que están muy atentos, esos papás “pesados” como los tuyos, viendo con quién juega su hijo, a quién frecuenta, cuál es su grupo. grupo. No para aislar al hijo e inutilizarlo inutilizarlo encerrándolo encerrándolo en un ambiente esterilizado esterilizado que no le servirá para crecer, al contrario, para darle las herramientas para hacerse respetar y lograr sin violencia un espacio en su comunidad pero también sin permitir que otros lo avasallen, lo maltraten o lo insulten. Los niños no son malos por naturaleza ni andan por allí haciéndole daño a los demás, los niños absorben lo que ven a su alrededor, lo que aprenden en su casa, lo que reciben en su entorno más familiar, y luego lo imitan cuando tienen la oportunidad. Si un niño ve violencia en su casa, será violento; si ve que la mentira es una forma de vida para sus padres, será mentiroso, el agravio o el insulto o la descalificación son comportamientos habituales a su alrededor, crecerá agraviando, insultando y descalificando a los más débiles y abusará de los otros como abusaron de él.
Sé que estarás pensando que me equivoco. Tus padres cuidaron mucho mucho de ti y siempre te dijeron que eras maravillosa, nunca has sido víctima de ninguna amiga o amigo abusador que se haya ensañado contigo o que se dedicara a atormentarte y, sin embargo, te sientes fea, te sientes poco atractiva, sientes que no llamas la atención de nadie. Vamos por partes. Tener una crianza sólida y adecuada, adecuada, basada en el amor, te da mejores armas armas para enfrentar los retos de la vida, no no te evita la lucha, no te arranca de la realidad realidad ni de sus presiones. Tener un entorno adecuado donde los compañeros y compañeras se tratan con respeto y nadie insulta a nadie, te ofrece mejores condiciones para crecer sin miedos ni complejos, co mplejos, pero no te libra de tener que batallar con ellos. Cuanto mejor preparada estés para enfrentar tu propia existencia, la pelea te será más favorable y menos costosa. Si pensamos de nuevo en el ejemplo de la nave y el mar borrascoso, borrascoso, podemos entenderlo mejor. Una crianza adecuada, un entorno favorable, un ambiente positivo, un medio respetuoso, van dándole forma a tu barco, lo hacen más sólido, más fuerte, con mejor mejor velamen, timón más firme, y casco más resistente. resistente. Pero la tormenta es la misma, la marejada es la misma, la prueba es la misma, lo que es diferente es la capacidad para enfrentar la adversidad con éxito. Te voy a contar una historia: Había una vez una una joven, de ojos inmensos y tierna tierna mirada. De muy niña quedó quedó huérfana. El padre quedó muy triste porque amaba mucho a su esposa pero pensó que era necesario que su hija tuviera una madre así que se fue al pueblo a buscar una nueva mujer con quien casarse. Pensaba encontrar a una buena persona para que criara as u hija y no le preocupaba nada más. Quiso el azar que se cruzara en su camino con la mujer más hermosa de la zona, tan bella, tan bella, que era admirada admirada y codiciada por todos los hombres. Hay que decir que el padre era un hombre muy rico rico y, a su vez, era también admirado y codiciado por todas las mujeres mujeres del lugar. Se conocieron y se dieron cuenta que estaban hechos el uno para el otro, ella aportaría su infinita infinita belleza y él entregaría su inmensa inmensa fortuna al matrimonio. Así que se casaron. El padre era muy trabajador y tenía poco tiempo para estar en casa, viajaba viajaba mucho y se pasaba muchas horas en la oficina. La madrastra – que que era demasiado hermosa para recibir ese título- se dedicaba a cuidar su figura –“para que tu padre me quiera más” - y siempre lucía como si fuera a ir a una fiesta. Todos los hombres de su pueblo comentaban lo maravillosa que era esa mujer y todos buscaban la manera de acercarse a ella cuando salía de compras o cuando paseaba por la calle principal buscando elegantes elegantes vestidos para ponerse. ponerse. De más está decir que los otros hombres del pueblo envidiaban al rico más por la mujer que lo acompañaba acompañaba que por la fortuna que poseía. Por su parte, todas las mujeres del pueblo buscaban la manera de acercarse al marido, lo atendía con mucha amabilidad en el mercado o en el bar adónde iba a tomarse tomarse unas copas con sus amigos. amigos. De más está decir que envidiaban envidiaban a la mujer hermosa más por el hombre hombre afortunado con el que estaba estaba que por su propia hermosura. hermosura. Si bien la mujer era muy muy amable con la niña, siempre le hablaba de la importancia de verse bien, de ponerse hermosa, de cuidarse para lucir una figura atractiva “sino, nadie te va a querer”, e insistía en la necesidad de un buen aspecto “todo entra por los ojos, querida, si estás gorda o eres fea te quedarás sola porque no le vas a interesar interesar a ningún hombre”. hombre”. Y eso se lo decía aunque la pequeña todavía jugaba con muñecas y aún no tenía ningún interés en diferenciar entre sus amigos a los chicos de las chicas. Cuando el padre llegaba de sus viajes, la mujer lo recibía radiante y hermosa, tan atractiva atractiva que él solo tenía ojos para ella y, después de darle algún regalito, olvidaba por completo a su hija que, sola y triste, lloraba en su cuarto. Al día siguiente, el padre partía al alba y cuando la madrastra veía los ojos cansados por el llanto de la niña le decía que no llorara, que no se sintiera mal, que el padre – como como todos los hombres- se dejaba cautivar y distraer por la belleza y que solo siendo hermosa podría llamar la atención de los varones “como yo hice con tu papá”. papá ”. Le explicaba que todos los hombres se comportaban de la misma manera y que ella debía aprender que solo importaba ser hermosa, que debía estar siempre linda, linda, cuidándose mucho y preocupándose extremadamente extremadamente de su aspecto. Hay que aclarar que la esposa se fijaba tanto en su belleza que no había momento en que no estuviera haciéndose un peinado nuevo y probándose un nuevo vestido para lucir siempre radiante y esplendorosa, para atraer, como un imán a las limaduras de hierro, la atención del marido. marido. La niña creció así, sin su madre, con un padre lejano dedicado dedicado a sus negocios y a la contemplación de la belleza de su nueva esposa, y con una madrastra que no hacía sino repetirle la importancia de la hermosura para lograr lograr la felicidad en la vida. Ella se hizo adolescente adolescente y rechazó todas esas esas ideas. Se rebeló contra contra esa forma de ver la vida y llegó a la conclusión de si la belleza era un mal necesario ella se quedaría sola toda su vida porque era fea y “por eso mi papá nunca me hizo caso”. Todo el día se que jaba que jaba de los hombres que solo se fijaban en las chicas lindas. lindas. Era tal su obsesión obsesión que no perdía ocasión ocasión para comentar comentar el tema. “¿No ves?, Juan está está enamorado de Claudia porque es bonita” o “si Patricia no fuera tan linda, Pedro no la invitaría a la fiesta” o “todos los chicos están detrás de Fernanda porque es preciosa” y después agregaba “los hombres ni me miran porque soy fea, pero a mí no me interesan, no me importan, porque solo se fijan en la cara o en el cuerpo” y, es más llevada por una fuerza que nacía de su poca autoestima se dedicaba afear su aspecto, era descuidada con su ropa, se vestía como hombre, con pantalones sueltos y zapatillas, zapatillas, no se maquillaba, y ni siquiera se peinaba. Decía que “el hombre que me ame tiene que quererme quererme por lo que soy, soy , no por lo que parezco” y agregaba “pero como no existen hombres así, me quedaré sola” e insistía en maltratar su figura, en verse desordenada y poco aseada, tanto así que llegó a tener una muy ganada fama de mujer sucia y desagradable. La madrastra ya no sabía cómo explicarle explicarle que con ese aspecto aspecto se quedaría sola toda su vida y fue tan tan evidente su apariencia descuidada que hasta el padre, que jamás se fijaba en ella, más de una vez le llamó la atención y le dijo: “no “ no sé qué te sucede, te he dado todo, tienes todo para ser feliz y vives como un animal salvaje, así nadie te va a
amar” y, aunque parecía indiferente, indiferente, la joven lloraba en silencio encerrada en su cuarto. Y era verdad, en el pueblo nadie quería andar con ella porque era realmente desagradable verla tan desaseada y desordenada, y los muchachos empezaban a murmurar a su paso “tengan cuidado que ahí está la fea, ahí viene la cochina…”. Así transcurrió el tiempo y, como suele suceder en estas historias, una doble desgracia visito ese hogar aparentemente perfecto donde la única “rareza” era esa jovencita tan desagradable. desagradable. Un mal cálculo en los negocios arruinó al padre que lo perdió todo y un incendio desfiguró por completo el rostro rostro infinitamente bello de la esposa. La noche cayó en el hogar, la perfección pe rfección de esa relación se hizo trizas trizas y todo fue violencia y peleas. El padre rechazaba a la mujer por lo repugnante de sus quemaduras mientras ella ella lo menospreciaba por la pobreza en la que habían caído. Ambos se reprochaban mutuamente mutuamente y el hogar se convirtió en un infierno. infierno. Al poco tiempo ambos ambos murieron, murieron, ella enferma enferma de fealdad y él de miseria. La joven se quedó sola, sin un lugar donde vivir. Si no fuera por la piedad de una pareja de vecinos que la cobijaron, hubiera muerto muerto de hambre y de frío. En ese nuevo hogar hogar fue curándose curándose poco a poco de de su tristeza. tristeza. Era una familia familia sencilla, no pasaban penurias pero tampoco tampoco se preocupaban por acumular riquezas. Ambos eran muy trabajadores y se querían mucho. Él no era particularmente particularmente apuesto ni ella especialmente bella, bella, eran, como se diría en estos tiempos, “personas normales”. Cada cual cumplía con diferentes ocupaciones y en las tarde se juntaban a cenar en la mesa familiar (había olvidado decir que tenían un hijo que, como en todas las historia, era un apuesto joven) y se pasaban varias horas comiendo y conversando, compartiendo no solo el pan sino también la palabra, el afecto y el calor humano. Una cosa que a la joven huérfana le llamó mucho la atención es que jamás mencionaron su aspecto descuidado si alguna sugerencia le hicieron fue que la higiene era necesaria para mantener la salud, que era muy importante puesto que era la única riqueza verdadera, sin embargo jamás la obligaron a nada porque le dijeron que ya estaba grande y que cuidar su salud era una decisión suya, era su responsabilidad. responsabilidad. En la mesa conversaban conversaban de todo y alguna vez se deslizó el tema de la belleza. La joven repitió una vez más sus argumentos: “que me quieran fea o me quedaré sola”; entonces el joven la miró profundamente, se hu ndió en esos ojos inmensos que la muchacha tenía y le dijo: “te sobra razón, si alguien solo se fija en el aspecto físico de los demás es una persona superficial que no valora las verdaderas virtudes de los seres humanos, sin embargo – aclaró aclaró- también es superficial andar escondiéndose detrás de una aspecto desagradable para probar a la gente”. A ella ella se le abrieron más los ojos mientras mientras él seguía: “ Tú, por ejemplo, eres una muchacha honesta y honrada, llena de virtudes y de buenas intenciones, sin embargo, has escondido todo eso bajo esa capa de fealdad con la que te proteges del mundo. La gente no se quiere quiere acercar a ti y nadie va a poder descubrir lo lo maravillosa maravillosa que eres. Si yo lo sé es porque ahora vives acá y nos vemos y hablamos todo el día pero ante s, honestamente, me dabas temor…”. La muchacha se levantó violentamente violentamente de la mesa y salió corriendo a su cuarto. Los padres le dijeron al muchacho muchacho que había hecho mal, que no era la forma de abordar el tema y estuvieron largo rato llamándole la atención por lo que había dicho. “Así no se trata a una chica tan buena…”, estaba diciéndole el padre cuando, de repente, como salida de un cuento de hadas, se apareció la joven recién bañada, con el largo cabello brillando de limpio y vestida con uno de esos sencillos trajes de algodón que heredara de su madre y que había sido lo único que conservó después de la desgracia. Brillaba con una luz propia, era una mujer simple y hermosa, sin adornos ni maquillajes, sin gestos ni disfraces. “No, noble señor, no hizo mal, creo que necesitaba que alguien me dijera con afecto pero con franqueza eso que no quería o no podía entender…”. De más está decir que de allí en adelante todo el pueblo quedó prendado de esta nueva belleza, de esta hermosura que no nacía de las formas o la ropa, de la figura o del aspecto, una belleza que nacía de lo más profundo de la joven, de sus virtudes y sus valores, de su sencillez y simpleza. ¿Qué pasó después? Lo que sucede en todos los cuentos, los jóvenes se enamoraron y se casaron, tuvieron hijos y se mantuvieron juntos, trabajando juntos, luchando juntos, progresando juntos, enseñándole a sus hijos la importancia de la belleza interior que surge de la honradez, de la sencillez, de la justicia, y explicándoles cómo esa belleza, cuando es verdadera, es tan fuerte y tan poderosa que se refleja en el rostro con una forma de hermosura que es imposible copiar. Por supuesto que vivieron felices para siempre… Ese es el cuento que me contaron contaron y que yo te cuento ahora, María María Elena. La belleza está en ti porque eres hermosa, eres buena, eres honesta y honrada. Que no te preocupe si Cecilia ha tenido tres enamorados o si Sandra, aunque se atore con el cigarro, ha tenido dos. El amor no es una competencia, la hermosura no es un concurso. Tú, toda tú, en cuerpo y en esencia, en forma y fondo, eres una mujer maravillosa. maravillosa. No te impacientes. Todo, créeme, créeme, todo tiene su tiempo y el tuyo, querida mía, va ser maravilloso. Con amor, lejos y cercano, JL
17. Como si tuviera mi vida escrita Jueves treinta de noviembre Querida María Elena: Tu carta me ha llenado de dudas. La trajo un Gastón vencido por las circunstancias, por la modernidad salvaje, por la arrogancia de la juventud, por la insensible lógica de las cifras, los planes y los presupuestos. Hoy es su último últ imo día en el trabajo. La
empresa ha decidido jubilar anticipadamente a todos los mayores de cincuenta años porque es más rentable contratar universitarios que vayan de casa en casa en rápidas motocicletas. motocicletas. Cada joven realizará el el recorrido de tres viejos carteros y así, un gerente que cree que jamás llegará a ser abuelo, recibirá al final del año felicitaciones por el ahorro. Para esos jóvenes, Gastón debiera estar agradecido, le permiten ir a su casa, recibirá una pensión y no tendrá que preocuparse más por levantarse temprano y recorrer las calles llevando cartas. No entienden por qué estos adultos son tan malagradecidos y por qué no entienden que se les ha hecho un favor. Los administradores han conversado con todos los que van a ser cesados y poco a poco los han convencido co nvencido de que es lo mejor que les puede suceder. suceder. Gastón quiso mantenerse firme, quiso quiso insistir en su derecho al trabajo, trabajo, a ganarse el pan con su esfuerzo, pero fue en vano. Poco a poco sus compañeros fueron aceptando las condiciones propuestas por la empresa empresa y se fue quedando solo. Al final, abandonado abandonado por todos, tuvo que ceder o se exponía exponía a perder los beneficios económicos que todos los demás van a recibir. “Así que me rendí, firmé, sentí que me había convertido en un cobarde y me eché a llorar”. Eso me lo contó sentado en el sillón de la casa adonde lo hice pasar porque se le veía realmente agobiado. Gastón se siente inútil, se siente vencido, se siente “un sobrante, eso soy ahora, profesor, un sobrante que no sirve para nada”. Los que han ha n hecho esto no entienden que Gastón no solo necesita el dinero del sueldo para vivir, necesita su trabajo para saberse vivo, para no creer que su tiempo se acabó, que su vida ya no tiene más razón de ser que sentarse a ver pasar los días y esperar la tarde en que la muerte toque su puerta. “No, profesor, no comprenden nada, creen que soy un viejo medio loco porque me resisto a jubilarme, dicen que piense en divertirme, divertirme, que haga algo que me guste, que descanse. descanse. Para ellos estos cambios solo solo son un problema del presupuesto, para mí es mi vida. Hace treinta años recorro estas calles, sé qué familia vive en cada casa, quiénes están de viaje, quiénes enferman, quiénes estudian, he visto crecer a los muchacho, he sido testigo de los cambios en estas calles, esta es mi ida, profesor, y me la están quitando…”. No dijo más. Unas lágrimas de hombre recorrieron sus mejillas, se serenó de inmediato, se levantó y se acercó a la puerta. Cogió su viejo morral y saco un sobre. “Acá tiene, profesor, la última carta de María Elena que le entrego. Espero que le vaya bien, que siga ganando campeonatos y que sea feliz. Abrió la puerta y no supe qué decir. Sencillamente le pedí que no se olvidara de pasar por la casa de vez en cuando, que yo siempre estoy acá escribiendo y que sería un placer poder tomarme un café con él de tarde en tarde. Él saco su última sonrisa desde el fondo gris de su tristeza y me extendió la mano. No hubo más palabras. Se fue arrastrando el saco con las cartas, sin interés ya, sin ganas, sin entusiasmo. Por primera vez no abrí tu carta de inmediato. No pude. Me senté un rato en el comedor y me puse a manosear libros, a revisar papeles, a hacer cualquier cosa mientras rumiaba una cólera silenciosa, una cólera sin nombre, no contra el pobre tipo que administra la oficina de correos y no comprende nada porque en la universidad no le enseñaron que las empresas no son solo números, no son solo resultados. Mi cólera iba más lejos, iba contra la ceguera de los hombres que están cada día más lejos de la humanidad, cada día más lejos de lo humano. Leí tus líneas al día siguiente, no quería que mi rabia contaminara tus palabras. Hice bien. Te dije, al comenzar, que tu carta c arta me dejó lleno de dudas, y es verdad. El triunfo en el campeonato regional ha alterado tu vida de manera vertiginosa. Se han sucedido las cosas con tal velocidad que han superado largamente la frecuencia de nuestra correspondencia. Las noticias de los viajes que se te vienen no me sorprenden tanto como tu contradictorio entusiasmó. entusiasmó. Quieres y no quieres, vas y no vas, te gusta y no te gusta, te encuentras en un debate contigo misma y no sabes realmente lo quieres aunque los dos sepamos largamente largamente lo que va a suceder. Ganar el campeonato regional disparó una serie de consecuencia que para cualquiera que quisiera dedicarle su vida a la natación serían maravillosas. Tienes invitaciones para media docena de competencias menores a lo largo del continente y te han aceptado en esa academia de nombre para impronunciable donde se entrenan “los mejores del mundo”. mundo”. Tienes que decidir si te irás tres meses a esa escuela de verano que debe ser el sueño de miles de nadadores en el planeta o si te quedas para practicar en la obra de teatro del colegio a la cual has sido convocada, ¡vaya sorpresa! Sabía que el teatro te llamaba mucho la atención (así como la danza), pero no me habías dicho que ibas a pasar por las audiciones audiciones de la obras obras del próximo próximo año en la escuela. escuela. Sé a lo que te enfrentas, el director de la obra es un viejo amigo mío. Es exagerado y grandilocuente, levanta mucho la voz y se desespera cuando sus actores no se comprometen con el trabajo que realizan. Dice que convoca a los ensayos en verano porque es allí donde puede medir el interés de los alumnos, solo los que realmente quieren participar en el teatro, los que tienen una verdadera vocación y un gran entusiasmo, sacrifican horas de playa y vacaciones para encerrarse en el auditorio por horas para repetir y repetir las escenas hasta que él quede conforme. co nforme. Si te ha ofrecido el papel de “la chica mala” en la obra es porque cree en ti, él no hace favores. Es interesante que aún a mí, con quien conversas tanto y con quien tienes tanta confianza, me ocultaras que ibas a presentarte a las audiciones. Un secreto aparentemente tan trivial que, sin embargo, esconde tu tragedia. Me dices que sabes que no eres en el teatro tan buena como en la natación y que es una tontería ser mediocre en algo (aunque te apasiones) cuando puedes ser la mejor en otra cosa (aunque te moleste). Creo que vas a tener que reflexionar mucho sobre el significado de “ser mediocre” y “ser la mejor”, también te recomiendo que analices bien q ué es para ti el éxito y qué es la felicidad. Es famoso el cuento del rey que, teniéndolo todo, se moría de una extraña enfermedad de la que
solo podría salvarse colocándose la camisa del hombre feliz; él, que era el más poderoso de los reyes mandó a sus mejores oficiales a buscar a ese hombre y, cuando lo hallaron, fue grande su sorpresa, el hombre feliz era un pobres campesino que no tenía nada, ni siquiera una camisa. La felicidad, el éxito, el triunfo, la riqueza. Palabras graves, palabras que de tanto manosearlas han perdido su sentido. Espero que alguna vez tengamos tiempo para conversar de ellas, mientras tanto te ruego que recuerdes esta sencilla y antigua historia. Jamás olvides que el hombre feliz no tiene camisa, pero tiene felicidad. ¡Vaya encrucijada! Creo que se te vienen unos días de reflexión profunda y me parece que tendrás que ir poniendo tus ideas claras. ¿Quieres ser nadadora e ir a la academia en donde se entrenan solo los mejores o quieres quedarte este verano en el colegio ensayando para la obra? Cualquiera que amara nadar diría que no hay comparación posible ni duda admisible, que a esa academia academia solo va un puñado de personas de todo el mundo y que quedarse por una “obrita de teatro es una locura. Es de suponer que quien ama el teatro op inará exactamente lo contrario, que es una gran oportunidad. La mayoría, sin embargo, que ni nada ni actúa, dirá que es una decisión absurda, que mejor es irse a la playa en verano “para aprovechar nuestra juventud”. juventud”. Veremos qué sucede aunque creo que desde que me escribiste esta carta ya lo tenías claro. Algún día tomarás tus decisiones y estarás satisfecha con ellas porque serán tuyas, porque no nacerán de ninguna obligación, de ningún compromiso, de ningún miedo, sencillamente nacerán de tu capacidad de discernir y asumir las consecuencias de tus actos. Pero aún es poderosa la influencia de tus padres y no está mal. La emancipación emancipación – una una vez más y como casi todo en nuestra vida- es un proceso. Todo lo demás se va a ir acomodando a lo que decidas. El colegio ya no parece un problema, estás a las puertas de los exámenes finales y ya tienes aprobados todos los cursos, aún matemáticas. matemáticas. Tus profesores te han felicitado y han adjudicado al campeonato regional tu bajón previo. Es que a los adultos nos encanta justificarlo todo. Hubiera sido muy banal, muy simple, muy pedestre, que María Elena, la campeona, bajara sus notas porque el desvergonzado de Diego le hizo una mala jugada. Mucho más lógico es que tú te encontrabas “bajo una gran presión” y que “la gran responsabilidad que pesaba sobre tus espaldas” fuera la causa de esa “leve alteración de tus siempre sobresaliente calificaciones”. calificaciones”. ¡Qué difícil se nos hace a los profesores juzgar a los alumnos modelo y que sencillo se nos presenta criticar criticar casi con saña saña a lo s más movidos, a los llamados “chicos problema”! Con Gabriel las cosas siguieron el rumbo previsto. Te ayudó en el curso de matemáticas, te acompañó en los horarios más complicados, complicados, quiso ser más quiso ser más que un amigo pero no tuvo cabida. ¿Está mal? Para nada. Creo que es una de tus decisiones más propias, más auténticas. Puedo aconsejarte, desde mi distancia, que le des una oportunidad, que es un buen chico, que sería una experiencia muy provechosa para ti porque aprenderías otras maneras de relacionarse, estarías expuesta a otras formas del amor, a otro sentido del cariño, del afecto, del respeto. Pero esa es la opinión del viejo padre que quiere lo mejor para su hija, no la del maestro que sabe que no hay nada más recomendable y beneficioso que una clara clara idea de lo que nos gusta y de lo lo que no nos gusta. Gabriel no supo enamorarte, es un chico, es torpe y aún no está entrenado en este juego de la conquista. Ya aprenderá, ya crecerá, ya será, maña, un excelente novio, un gran esposo, este no no es su tiempo. Mientras tanto, tendrá que aprender a lidiar lidiar con sus miedos. Él – Él – como como cada uno de nosotros- tendrá que guiar el timón de su propia nave… La historia de Andrea va para largo, recién comienzas a estar cerca de ella, recién empieza a conocerse, recién dan los primeros pasos de lo que podrá ser una larga amistad. Pero Andrea sigue con sus mil problemas, su familia sigue siendo un dolor permanente permanente para ella, un dolor que está allí, alimentado sus miedos y su soledad. Tú eres ahora aun punto de referencia, eres una luz hacia la cual se va a dirigir, eres – para ella- la seguridad seguridad de que la oscuridad no es absoluta, no es total, no es definitiva. Pero no eres su solución. Ella va a equivocarse, va a seguir buscando en el licor y en los cigarros lo que no halle en sus padres. Va a seguir entregándose a los brazos de hombre que no valorarán nada lo que ella es y ella misma será la responsable de eso. Mantendrá relaciones superficiales y tendrá un terror inmenso a comprometerse, a “engancharse” con alguien que p uede terminar siendo un Diego cualquiera y le haga daño. Pero no dejes de acompañarla. acompañarla. Me dio mucha alegría que fuera Andrea quien organizara en el colegio tu recibimiento después del campeonato regional, que te esperaran con la banda de secundaria y que el director te diera el premio de excelencia deportiva frente a todos tus compañeros. Me alegra que Susana, la profesora de literatura, te haya contado que fue Andrea la que tuvo la iniciativa y la que movió a medio colegio para que te dieran la bienvenida como campeona. Ella tiene mucho amor para dar, no la dejes, no la abandones. No me dices nada de tus padres. padres. Espero que las cosas vayan bien aunque aunque sé – por lo que me dices dices del teatroque debes hallarte en la encrucijada, en la decisión, en el “ser o no ser” que Shakespeare inmortalizara en labios del príncipe de Dinamarca. Dinamarca. No te envidio… envidio… ¿Recuerdas que el viejo cartero me dijo que esperaba que fueras feliz? Yo haría cualquier cosa para que así fuera pero nuestras vidas, querida María Elena, solo dependen d e nosotros y de nuestras decisiones. Quisiera escribirte más, pero no puedo, no puedo concentrarme ni puedo dejar de pensar en Gastón que, como tantos seres humanos, esta mañana ha empezado a morirse un poco y no haremos nada para evitarlo. Te quiero tanto, tanto. Lejos y cercano. JL
18. Nuestra distancia nos hará bien Jueves catorce de diciembre Querida María Elena: Escribo rápido estas líneas porque debo mandar esta misma tarde el correo. Sucedió lo que sospechábamos y te vas de gira. Serán casi cuatro meses compitiendo y participando en el curso de verano de la academia academia de natación. Me dices que “no tendrás tiempo tiempo para nada” y te comprendo perfectamente. Estos meses vas a emplearlos en preparar tu cuerpo para retos más grandes, para exigencias más duras. No esperes que el ritmo baje, al contrario, cada vez será más. Deberás preparar también tu energía, tu fuerza interior, tu carácter. Porque un campeón no es solo el que nada más rápido, el que corre más veloz, el que demuestra mayor poder en sus músculos y vence los límites de nuestra propia condición humana. Un campeón – no no lo olvides- se parece más al hombre feliz que al poderoso rey. Creo que esta temporada de fortalecimiento físico te vendrá bien y creo que nuestra distancia nos hará bien. Temo contaminarte con mis ideas, con mis opiniones, con mis pasiones. Temo imponer, con este cariño amable pero exigente, mi dirección, mi señal, mi luz como la correcta. Tus padres están felices (bueno, tu madre dice que tu padre también está feliz) con tu decisión y ya pasaron los días negros de discusión en los que tu mamá te dijo que ibas a despreciar tu vida, que el teatro te atro era solo un berrinche infantil y que tú tenías que querer nadar porque así había sido siempre. Sé que fueron jornadas dolorosas, sé que no esperabas que tu mamá reaccionara con tanta violencia disfrazada de amor, con una lógica tan feroz, con una negativa que rayaba en la desesperación. Ese preguntarte “¿quién te está metiendo ideas en la cabeza?” es miedo a lo desconocido, miedo a perder lo que ella ha construido para ti con tanto amor, con tanto esfuerzo. ¿Debe el ave vivir en el nido que su madre le construyó o debe construir su propio nido? ¿El futuro de los hijos está en manos de los padres o depende exclusivamente de ellos? ¿Tienes derecho a realizar tus propios sueños o deberás realizar siempre los de tus padres “para hacerlos felices”, “porque se lo merecen”, “porque me lo han dado todo”? Tendrás muchos meses en el agua para meditar. Cuando tu cuerpo se vaya fortaleciendo con las ocho horas diarias de entrenamiento, tu mente irá resolviendo las dudas de tu vida, irá tomando sus decisiones, irá reflexionando sobre este año de experiencias, de novedades, de alegrías, de tristezas, de frustraciones y descubrimientos. Creo que has dado un gran paso adelante y no juzgo tu decisión la respeto. Felizmente Gastón no me trajo tu última carta. No le gusta ser portador de ausencias. En su reemplazo vino un joven mal arreglado y peor educado que golpeó la puerta sin el menor respeto y casi me tiró el sobre mientras se marchaba sin mirarme siquiera siquiera porque estaba preocupado de trepar a su motocicleta estruendosa con la que, desde hace dos semanas, atormenta al vecindario. Sé que no podremos comunicarnos en estos meses y realmente no importa si son las reglas de la academia, si es que te vas a desplazar mucho debido a los campeonatos o si la amorosa gestión de tu madre está librándote de quien sospecha que “te mete ideas”. Eso no es esencial, es solo una condición pasajera, y jamás ha sido saludable inventarse excusas para el silencio. silencio. Lo único que importa importa es que nos queremos queremos y nos respetamos. En nombre nombre de ese cariño y de ese respeto, es que te digo que la distancia será buena, te dará, sin el traqueteo de mis cartas, el espacio que necesitas para crecer, para convertirte en la mujer que siempre he vislumbrado. Recuerda que no necesitas nada más que ser leal contigo misma, valiente y enfrentar la vida con coraje. Sé que debo terminar estás líneas, para acudir a la oficina de correos y dejar la carta si es que espero que la recibas antes de que parteas a tu gira, pero no quiero decirte hasta luego y dejarte marchar sin más, sin nada. Pensando en ti, estuve revisando los libros de mi juventud. Recordaba un viejo poema que llegó a mis manos cuando recién empezaba a trabajar como profesor. Fue un poema que marcó mis primeros años como profesional, su contenido me dio muchas ideas y me sirvió de mucho para entender a los jóvenes y para serles útil como maestro maestro y como amigo. No lo leía desde hace tiempo, no recordaba bien dónde dónde lo había colocado y pensé que en algún momento, entre viaje y mudanzas, lo había perdido.
Removí todos mis papeles, busqué y rebusqué, y no fue en vano. Encontré, con sus hojas amarillentas y ajadas, el texto que tanto me había acompañado al comenzar mi experiencia como profesor. Ignoro el nombre del autor, se ha perdido la carátula y como es una publicación de esas que los poetas hacían para vender en los pasadizos de la universidad y ganarse unas monedas, no lleva pie de página y no hay ningún dato bibliográfico que yo haya podido cotejar. cotejar. Supongo que no importa. Manuel Manuel Machado tiene un poema hermoso que dice: “Hasta que el pueblo las canta,/las coplas no son,/y cuando las canta el pueblo,/ya nadie sabe el autor”, cualquier otro comentario mío sale sobrando. Te adjunto los viejos papeles, recíbelos como regalo de este año, como una pequeña compensación por tu infinito amor que me hace tan feliz. Lejos y cercano, hasta tu regreso, JL Silencio le pido al ruido A Camila Silencio le pido al ruido, voces le pido al silencio; me someto y me licencio, lúcido y controvertido. para salvar del olvido lo que soy y lo que sé, vengo a sembrar en tu fe los vientos de mi esperanza, que entre ausencias y tardanza va herido, pero de pie. Lo que en la vida aprendí me costó tiempo y fracasos, amaneceres y ocasos que hoy recuerdo para ti. Todo lo que ves en mí Se cuajó con experiencia, con faltas, desobediencia, consejos y tentaciones; soy hijo de mis acciones en constante adolescencia. Nacer es entrar al juego misterioso de la vida; vestirse, buscar comida, trabajar, cuidar el fuego. Es convertirse en borrego, siempre tierno y siempre bobo, o transformarse en el lobo que señorea el rebaño, o ser más y ser extraño, lejos del santo y del robo. La niñez, es inocente como la flor que ha nacido bajo la sombra de un nido tejido sobre la fuente. Si cada niño es un puente que tendemos al mañana, cada asombro es la ventana que abrimos hacia el futuro
para levantar el muro de la condición humana. Cuando el tiempo nos convoca, nos hace rudos y sabios, siembra sed en nuestros labios y placeres en la boca. La vida se vuelve loca, nuestro cuerpo se estremece, todo cruje y nos parece que la marcha es contra el viento, y que el mundo, polvoriento, nos ensucia y adormece Lo digo por experiencia: puse mi vida en un beso, probé el rigor y el exceso, y aposté el rigor y el exceso, y aposté todo a la urgencia. Fruto de mi adolescencia supe de goce, sudor, angustia, fuego, color, suspiros, ganas, violencia, carbón, mentiras, urgencia, caricias, labios, ardor. Quebré las viejas alianzas de lo humano y lo divino, forcé mi propio camino, fui cóleras y mudanzas. Armé guerras y venganzas, fui deseo insatisfecho, rey de mi propio deshecho gasté lo que no tenía, sepulté mi fantasía bajo una piedra en el pecho. Así viví como el hombre que se quedó sin infancia, que declaró en su arrogancia: “ya no hay nada que me asombre”. Hasta que vino tu nombre, como calor que cobija, como estrella siempre fija que guía a los marineros, con tus ojos embusteros, con tus formas de ser hija. Eras una niña hermosa que comulgaba ilusiones, humilde, sin pretensiones, convencida y generosa. Buscas en cada cosa al sorpresa, la energía; tu vocación de ser día daba luces, y radiante te convertiste en amante
de tu propia rebeldía. De la pequeña asustada que lloraba tras la puerta nació una mujer despierta de coraje, preparada. De tu experiencia no hay nada que no sirva. Siempre todo contribuye a nuestro modo de trascender el instante, que en el más puro diamante hay partículas de lodo. Rechaza la pasión ciega y el reclamo –duro o blando-, que nadie te diga cuándo debes rendirte a la entrega. Desconfía del que ruega, del que amenaza y exige, cuando la emoción aflige llegan turbios los placeres. Que no te impongan deberes porque eres tú la que elige. Somos pájaro que al nido volvemos tras la tormenta con la mirada sedienta y el plumaje deslucido. Cuando el pecho es alarido, cuando el dolor nos exilia, quien se mantiene en vigilia para brindarnos amparo, es el incansable faro de nuestra propia familia. Tu padre tiene el abrazo, la fuerza, las energías, para sembrarte alegrías cuando te abrume un rechazo. Cuando muerta el picotazo de algún ave traicionera, él hallará la manera de volverte a su nido donde te habrá construido, de nuevo, la primavera Es tu padre y es el hombre cuya pasión es sagrada, nacida, desarrollada, en tu cuna y en tu nombre. Cuando la vida lo escombre, lo envejezca y debilite, sé refugio y escondite, devuelve lo que te ha dado; que se sienta emocionado con lo que su amor transmite.
Tu madre es fuente y esencia De donde partiste ayer; El sitio al que has de volver Con amor y reverencia. Si ser madre es la evidencia de nuestra divinidad, encontrarás, de verdad, buscando en ella las causas, las estaciones y pausas, de tu propia libertad. La madre nunca abandona, nunca parte, nunca deja, nunca se ensucia en la queja, jamás se desilusiona. Protege, como leona, sus cachorros. No hay lamentos. Nunca son muchos intentos el desvelo y la ansiedad; la madre siempre es bondad que alivia los pensamientos. Busca en ella los consejos que tu vida necesite, su vocación de escondite nunca te hallará muy lejos. Ella tiene los reflejos, la constancia y la paciencia para librar tu conciencia de temores y de angustia; en horas negras y mustias busca el sol de su experiencia. Cuando la muerte se atreva con tus padres y te deje sin nadie que te aconseje abandonada en la cueva. Cuando la muerte remueva tus lugares cotidianos y los convierta en pantanos, en miserias y despojos, busca el calor en los ojos fraternos de tus hermanos. Juntos serán la muralla más estable y duradera, bajo una sola bandera comulgando en la batalla. Cuando la miseria estalla con sus insultos profanos si encuentra unidas las manos no logra su cometido, que siendo un solo latido no hay quien venza a los hermanos. Tampoco tengas en menos el valor de la amistad,
un amigo de verdad germina nuestros terrenos. Hay pocos amigos buenos, pero son indispensables; cuando seres miserables enturbian nuestra existencia la amistad es resistencia de fuerzas inexpugnables. Con tus amigos sé fiel, sé honesta, simple y honrada; nunca les prometas nadan que no cumplas: sangre o miel. Comparte pluma y pincel, abrigo, luz y alimento, pena, sorpresa, contento, se, esperanza, latido. La amistad es el sentido de nuestras alas al viento. Ama a la gente sin más pretensión que el amor mismo, líbrate del egoísmo que no ilumina jamás. Cada palabra que das de consuelo y de ternura hace que la piedra dura de la tierra se estremezca; que en tu cuerpo brote y crezca el árbol de la dulzura. Nunca esperes recompensa por el amor que repartes; defiende tus estándares; por amor a su defensa. Reclama una vida intensa, brillante y comprometida, que siempre encuentre cabida el que busque tu bondad, vive con integridad y sé buena en esta vida. Da de comer al hambriento, dale un techo al caminante, siente en cada semejante la voz de tu nacimiento. Dale paz al que es violento; al esclavo, libertad; dale al que miente, verdad; dale al que hiere, perdón; comparte tu corazón con toda la humanidad. Ama con amor de fuego sin límites ni medidas; graves serán las heridas pero inolvidable el jugo.
Ama hasta el sol, hasta el ruego, hasta los huesos quebrados. Ama como los soldados que amando la vida mueren porque a vivir mal prefieren morir bien, y enamorados. No escuches las voces viejas del que te dice que no; la hormiga siempre envidió el vuelo de las abejas. No aceptes bordes ni rejas que delimiten tu vida, que nadie nunca te impida tentar las locas pasiones y las falsas ilusiones y el amor que nos olvida. Lánzate al mar, busca el viento, ponle color a lo blanco, roba al miedo del barranco la orquídea del sentimiento. Renueva tu pensamiento, ten la audacia del suicida, no temas la despedida (todos nos vamos de a pocos), respira como los locos la libertad de la vida. No pactes con el malvado ni por miedo, ni por rabia. Siempre la persona sabía busca calmar el enfado Dale honradez al honrado, sé honrada con el farsante; pon la mirada adelante, que el rencor no te domine, que la rabia no te incline al bando del traficante. No mientas ni por piedad, toda mentira es oscura; por más angustiante y dura siempre es mejor la verdad. Vive con sinceridad, Sin miserias, sin dobleces, que ni patrones ni jueces te gobiernen con temores, que no crezcan en tus flores malezas ni pequeñeces. Insiste por los cobardes que abandonaron la lucha, no te resignes, escucha tu voz de aurora en las tardes. Nada esperes, nada aguardes, del traidor, del embustero;
no te vendas por dinero, por orgullo o por temor. Nunca germina la flor cultivada en el potrero. Ten fe en tu Dios porque es bueno saber que hay algo más puro que este camino inseguro de rapiña y de veneno. Yo no sé si está en el trueno, no sé si habita en el mar, no sé si existe un lugar más allá de nuestras manos, pero es bueno en los humanos tener la fe de un altar. Has de ser la que has soñado, mujer de cálidos gestos, de ojos atentos, dispuestos, y de pensamiento honrado. No te entregues al enfado, no te sometas al ruin, lucha serena hasta el fin, nunca rindas tu bandera, busca siempre la manera de iluminar tu jardín. Sigue andando paso a paso, sin apurar el sendero, (no siempre quien va primero se libera del fracaso). Ni adelantos ni retraso, sigue el ritmo de tu aurora, busca en tu vida y explora lo profundo de tu ser; sé niña, madre y mujer; ríe, sueña, lucha y llora. La muerte te irá robando a todos los que has querido, vendrá como un dios prohibido torpe, ciego, sucio y blando. Vendrá sin decirte cuando, con sus instintos de hiena, su inapelable condena te dejará desolada, rota, perdida en la nada, vestida de rabia y pena. La muerte tiene el encanto gris de lo desconocido, viene cubierta de olvido y endulzada con el llanto. Ella apagará mi canto sin avisarme siquiera, con la sonrisa embustera de la que vende placer,
vendrá como la mujer última de mi ceguera. Tú seguirás con tu mano construyendo la existencia, con fe, con amor, con ciencia, con ansias de ser humano. En ese andar cotidiano de capullo, mariposas serás madre bondadosa serás fuerte, delicada y serás, enamorada, mujer, amante, esposa. Tendrás hijos y sabrás que todo lo que te digo lo aprendí como testigo de la vida y su compás. Serás madre y serás más: serás luces y reflejos sentirás que desde lejos viene toda tu experiencia cuando entregues como herencia tu palabra y mis consejos. Verás en tus hijos todo Lo que yo vi en tu mirada Caerás en la emboscada hermosa de amar su lodo. Los verás, codo con codo, con ese paso seguro de quien sabe adónde va; la vejez te encontrará triunfante como un conjuro. Señora de tus estrellas, vencedora de la rabia, serás la palabra sabia para quien siga tus huellas. Destaparás las botellas restantes de tu ambrosía; reirás con alegría feliz por haber vivido cuando encuentre el sentido de tanta sabiduría. Dirás adiós a la vida después de fijar tu pie limpio y firme como fe bien armada y bienvenida. Entregarás tu medida, Darás lo que has aprendido, y así con este latido con que sentimos los dos también dirás este adiós con el que hoy me despido.