Despedida a mi escuela Triste es dejar la escuela bendecida, triste es decir adiós a los maestros, aquellos profesores que tan nuestros nos dieron un blasón para la vida.
La vida misma, ordena que partamos y que busquemos nuevos derroteros; presto vamos buscando otros senderos llevando como luz lo que estudiamos.
No vamos desarmados frente al mundo, llevamos la enseñanza que redime y la ciencia bendita que no gime ante el dolor, que a veces es profundo.
Si el llanto nubla nuestros tristes ojos es que nuestra emoción se manifiesta; vamos todos soñando una floresta aunque tengamos que pasar abrojos.
La sabia educación que nos brindaron será la luz que alumbre nuestra vera; será su ensueño, nuestra primavera, nuestras flores, las frases que expresaron.
Adiós escuela, nido de ilusiones, nos vamos ya, mas nunca olvidaremos, lo mucho que te amamos y queremos porque nos diste mil aspiraciones.
Este templo que otrora fue testigo del conteo vertido en el recreo, por siempre grabará el dulce deseo que ferviente entregamos al amigo.
En ti dejamos nuestras inquietudes, también el alma henchida de esperanza, y tú en cambio, nos diste las virtudes, del amor, del saber y la enseñanza.
Las aulas, donde efímeras las horas trascurrían durante nuestro estudio, nuevamente dirán con su preludio: -Volverán, volverán, nuestras auroras –
Mañana, cuando pasen muchos años, quizá volvamos otra vez a vernos, y entonces mirarás si los inviernos en nuestra alma dejaron desengaños.
Hoy se va otra generación primaria, ya vendrán otras voces infantiles, que entonen la canción de los pensiles y reciten la mística plegaria.
Adiós escuela, escucha nuestro canto, que brota triste de los corazones adiós, adiós, también a los salones que recogieron nuestra risa y llanto.
Una oración que trémulos los labios tantas veces dijeron con dulzura y que hoy, bañados de feliz ternura, van musitando los consejos sabios.
Un beso de fervor y pleitesía sobre tu frente limpia dejamos, y en mil notas, fervientes pregonamos,
Adiós escuela, espiritual casona, mi corazón enfermo se despide, pero antes de partir suplica y pide que lo perdones, pues ya te abandona.
que seas por siempre eterna ¡escuela mía