Mentalista keiz: Keiz empezó en el mentalismo a una temprana edad, atraído por los médiums y los fenómenos paranormales empezó a estudiar mentalismo para poder reproducir dichos efectos paranormales cada vez adentrándose más en este arte. Actualmente presenta su propio programa de mentalismo: Más Allá del Mentalismo, en teve4 semanalmente.
XIII
Keiz, además de este libro tiene publicado también:
-Psyco-Knive: una ruleta rusa llena de tensión y terror.
-El espejo de Annete: una historia victoriana de fantasmas donde un espejo revelará los miedos más ocultos del espectador
-Tommy: una historia aterradora, además de una guía completa para utilizar el más preciado artefacto de la comunicación con el Más Allá. Tommy, un antiguo inquilino que hará sobresaltarse a sus espectadores.
-Crédito: Usted será capaz de adivinar los dígitos de cualquier tarjeta de crédito, sin tocarla, sin escribir nada e incluso de espaldas.
-Vivos y muertos: esto no es solo un método, va mucho más alláCrearás un cúmulo de sensaciones que dejaran sin aliento a tus espectadores.
Prólogo: Muchísimas gracias por adquirir mi nuevo trabajo. Me alegra mucho presentar este nuevo e-book, ya que es algo que tenía en mente desde el año pasado, pero por circunstancias laborales me fue imposible a lanzar este pdf a tiempo. En este nuevo trabajo encontraréis una historia que se mezclará con la niñez y los recuerdos de sus espectadores, por lo que los sentimientos y el misterio estarán a flor de piel durante toda la rutina. Por supuesto, también estará presente ese punto de miedo y terror de la mano de un personaje salido del lado oscuro de Santa Claus, nuestro nuevo amigo: el Krampus.
Carta a Papá Noel: “Querido honorable señor Papá Santa Claus Noel: Hace tiempo que quiero una bicicleta, pero mi mamá me dice que no porque cree que son muy caras, y que donde vivo no la usaré mucho. ¡No! Espera, no es que yo quiera que gastes mucho dinero. Es sólo si por casualidad tienes una guardada que ya no uses, porque claro con esa edad… Bueno, no quise decir que seas viejo, ni que estés gordo, nunca diría eso. Sé que tienes mucho trabajo y que ir a las casas de todos los niños del mundo no es fácil. ¡Hay niños que se mueren de hambre! Lo sé, no soy una mala persona, apenas tengo 5 años y medio. Quizá soy muy egoísta, pero… no te enojes conmigo, por favor, te lo pido por favor, no fue mi intención... ¡Oh, Dios! ¡No te he puesto galletas, perdón! ¡Es culpa de mi madre! ¡MÁTALA A ELLA! ¿Sabes? Si quieres no me des la bicicleta, pero por favor no me hagas daño... Si recibes esta carta, por favor, no vengas a darme una lección, seré bueno. ¡Odio el carbón! ¡Por favor!” Firmado: Charles Manson
RUTINA: El mentalista sale a escena. En una mesa hay un árbol de Navidad pequeño decorado con algunas bolas de navidad, un gorro de Santa Claus, una libreta, un boli y unos guantes. Buenas noches, damas y caballeros. Seguro que algunos de ustedes tienen muy buenos recuerdos del día de Nochebuena. Será porque es un día en el que se reúne toda la familia, alrededor de la mesa para cenar y… bueno… aparentar haberse llevado bien durante todo el año. (Algunas risas se escuchan en la sala) Perdonen si les molestó mi comentario. Pero también son fechas de alegría y festividad. Ante todo porque existe una figura bonachona y de barba blanca que nos deja regalos debajo del árbol todos los años, ¿no es así? Cuando somos niños, creo que todos esperamos ese día con alegría… Pero a ustedes como a mi seguro que Santa Claus… sí, Santa Claus, no me miren así… ¿Qué ocurre? ¿Es que no creen en Santa Claus? Vaya, veo que han perdido la ilusión de cuando ustedes eran niños. Bien, a lo mejor será porque Santa Claus algún año no les dejó el regalo que le habían pedido, ¿verdad? ¿Es posible que sea por eso por lo que hayan perdido la fe en Santa Claus? Sé que no me van a creer, pero Santa Claus existe. Es más, hay una razón por la que no siempre nos trae lo que pedimos. Santa Claus no es la figura que tenemos en nuestra mente y que hemos formado debido a la cultura popular, películas y anuncios televisivos.
Hay una historia más oscura detrás de este personaje. Se dice de Santa Claus trae regalos a los niños buenos, pero carbón a los niños malos… esto no es así. Santa Claus tiene un sirviente, un confidente denominado El Krampus. El Krampus no vive junto a Santa Claus en el Polo Norte, sino que vive bajo tierra observando a cada ser humano con su mirada enfermiza y analizando todas las acciones que cometemos durante el año. Juez y parte de la maldad, señoras y señores. Según la mitología, el krampus se lleva en un saco a los niños y niñas que ese año se han portado mal. Este ser, hace sonar una campana mientras los niños duermen haciéndolos caer en un sueño eterno para llevarlos consigo a las profundidades de la tierra. Recuerdo una Navidad en la que pedí un coche teledirigido. Estaba de moda aquel año, todos los niños querían uno. Así que, en mi carta, pedí a Santa Claus un único regalo: el coche teledirigido. Reconozco y soy consciente que aquel año no fui un niño modélico, andaba siempre metido en algún que otro lío. Mi abuelo siempre me decía que me tenía que portar bien o en Navidad no tendría regalos y, lo que era peor, de vez en cuando me decía que a los niños que se portaban mal el Krampus venía a por ellos desde las profundidades del mismo infierno. La mañana de esa Navidad me desperté ilusionadísimo por abrir mi regalo pero, cual fue mi sorpresa, que al abrirlo lo único que había dentro era un soldadito de juguete. Mi abuelo, que estaba sentado en la mecedora, vio mi cara de decepción y me dijo con su cara arrugada:
“No pongas esa cara, deberías estar agradecido a Santa ya que a hecho un trato con el Krampus. Te ha dejado algo que no querías a cambio de que el Krampus no se lleve tu alma” Por favor, me gustaría que levantara la mano alguna persona de esta sala que recuerde en Navidad no haber tenido el regalo que tanto ansiaba y haberse llevado una decepción enorme. -¿Usted? ¿Cómo se llama? -Me llamo María. -María, permítame coger esta libreta donde voy a ir apuntado alunas cosas que usted me irá diciendo. Vamos a intentar recrear ese día de Navidad que usted recuerda con tanta tristeza. Dígame, María, necesito que haga un poco de memoria y nos diga en qué año fue aquel decepcionante día de Navidad que usted recuerda. -El año 1991. -¿Que esperaba aquella Navidad? -Quería una muñeca de porcelana. -Vaya… ¿y en su lugar qué obtuvo? -Cuando abrí el regalo, era una cajita con algunas golosinas. -Lo siento María, debió ser muy decepcionante. Dígame algo, ¿cómo fue su comportamiento aquel año? -Unas veces bueno y otras malo. -Debió ser más malo que bueno, ¿verdad? -Sí, creo que sí.
-María, te habrás dado cuenta que durante toda esta noche había un pequeño árbol de Navidad a la vista de todos, ¿verdad? -Sí. -Cuando mi abuelo dijo esas palabras que he citado antes, yo personalmente no le creí y pensé que eran desvaríos de un anciano. Pero él me hizo algo que ahora mismo pienso hacer con usted. Por favor, acérquese al árbol y coja cualquier bola que lo adorna, la que usted quiera. (La espectadora procede a agarrar una de esas bolas de Navidad). Ahora quiero que vea que yo he ido apuntando en esta libreta lo que usted nos ha contado, quiero que de fe de ello. (La espectadora lee lo escrito en la libreta y afirma). Aquí en la mesa, también tengo un pequeño gorro de Santa Claus. Quiero que lo coja y lo inspeccione por dentro y por fuera. Estupendo. Ahora vamos a meter, dentro del gorro, la bola que usted ha escogido. Y quiero que coja el gorro con firmeza de un extremo y de un golpe fuerte contra la mesa para romper la bola que está dentro del gorro. Con fuerza y sin miedo. Con decisión. (La espectadora con cara de sorpresa hace lo indicado). Mi abuelo me hizo hacer lo mismo que usted ha hecho. Ahora, por favor, mire lo que hay dentro del gorro. (La bola esta rota y parece que de ella ha salido un papel que estaba dentro de la misma). Por favor, María, con mucho cuidado, tome estos guantes, coja el papel y lea en voz alta.
(La espectadora se pone los guantes para no cortarse, extrae la nota y procede a leerla).
“María, este año has tenido mucha suerte. Santa Claus ha negociado conmigo por tu alma. Al regalarte esta caja de golosinas que tú no querías, no me llevaré tu alma, pero sí me quedaré con tu tristeza. Espero que seas una niña buena en los próximos años. El Krampus, 25 de Diciembre. Año: 1991.” Por favor María, ¿podrías coger cualquier otra bola de este árbol? (El mentalista rompe 2 o 3 bolas más de ese árbol para demostrar que ninguna otra contenía una nota). Creo que en los años siguientes fuiste una buena chica. Yo encontré una nota parecida en mi árbol, cuando mi abuelo me hizo hacer justo lo mismo que tú has hecho esta noche. Por favor, puedes volver a tu asiento y llevarte esta nota de recuerdo. Y, no te olvides de ser buena cada día del año pero, sobre todo, cuando se acerque Navidad. Ustedes también damas y caballeros, sean buenos y amables ya que el sirviente de Santa Claus, el Krampus, nos vigila y está atento los 365 días del año. ¡Ah! Y, por si las moscas, nunca se olviden de dejarle a Santa Claus sus galletas y su vaso de leche, no conviene que se sienta molesto u ofendido. Muy buenas noches y… ¿feliz Navidad?
MÉTODO: Material necesario: La base y el clímax de esta rutina está en su capacidad como contador de historias. Si usted mismo no la vive, sus espectadores tampoco lo harán ya que no transmitirá nada, por muy bueno que sea el desenlace final. Así que, permítanse por un momento creer en una historia que no han vivido. Para esta rutina dejaremos en el escenario encima de la mesa un pequeño árbol de Navidad, no hace falta que sea un árbol clásico de Navidad, si no lo encuentran cualquier arbolito pequeño en una maceta podrá servirnos. En cualquier tienda “de los chinos” encontraremos algo que nos valga para la rutina. El árbol tiene que estar decorado con unas cuantas bolas de navidad, de un tamaño pequeño o mediano. También necesitarán un gorro de Santa Claus y unos guantes que nos servirán para proteger la mano del espectador a la hora de sacar el papel de los trozos rotos de bola. No es estrictamente necesario pero cualquier precaución es poca. Por último, necesitamos una libreta y un lápiz. Preparación de la libreta: A la libreta la rodearemos con un elástico que irá de la parte trasera a la pagina donde escribiremos. En la parte trasera pondremos un lápiz o bolígrafo sujeto al elástico y, en la hoja donde escribiremos la información del espectador, tendremos sujeto también por el elástico, una tarjetita pequeña (ver foto 1 y foto 2).
Foto 1
Foto 2
En la tarjetita sujeta a la banda elástica en la parte frontal, pondrá lo siguiente: “………….., este año has tenido mucha suerte. Santa Claus ha negociado conmigo por tu alma. Al regalarte ……………….. que tú no querías, no me llevaré tu alma, pero sí me quedo con tu tristeza. Espero que seas ……… en los próximos años. El Krampus, 25 de Diciembre. Año: ………..”
(Los puntos continuos son espacios que dejaremos en blanco).
Ejecución:
Con la excusa de escribir la información del espectador en la libreta, abriremos la misma y retiraremos el bolígrafo que está sujeto en la goma elástica ante nuestro público. La goma, por tanto, quedará justificada porque la habremos utilizado para sujetar el bolígrafo a la libreta. Sostendremos con el pulgar la tarjeta para que no se caiga (ver foto 2) y procederemos a escribir la información que vayamos preguntando al espectador. Lo primero que anotaremos es su nombre, en cuanto se lo preguntemos. El secreto es simplemente ir haciendo una doble escritura en la libreta y en los espacios en blanco de la tarjeta. La foto 3 muestra la posición para la doble escritura. Yo, personalmente, cuando hago una doble escritura, intento hacerla con total naturalidad. No tengan la menor preocupación por si se nota o se ve algo. La libreta está de frente a los espectadores, por lo tanto no ven nada, simplemente háganlo con naturalidad y la máxima tranquilidad posible.
Foto 3
Cuando ya tengan escritos y rellenados los espacios en blanco de la tarjeta, iremos doblando la tarjeta. Antes de dejarla preparada en la libreta, la habremos doblado en cuatro, por lo que gracias a los pliegues generados nos será fácil volver a doblarla ayudándonos del pulgar disimuladamente. La dejaremos finalmente en la palma de nuestra mano. La siguiente secuencia de fotografías muestra la acción completa:
Foto 4
Foto 5
Una vez doblada se desliza la tarjeta con el pulgar y se lleva a la palma de la mano (foto 5). Al estar nuestros dedos tapados por la tapa de la libreta, no se desvelará ningún movimiento extraño. Enseñaremos al espectador la información escrita para que de fe de que es lo que nos ha contado. Con esta excusa terminamos de justificar el por qué hemos escrito su información en la libreta. El único objetivo, para el público claro, es que quede constancia de lo dicho por el espectador. Ahora le diremos al espectador que se acerque a la mesa y coja el gorro de Santa Claus y lo examine. Y posteriormente que coja la bola de Navidad. Abriremos el gorro de Santa Claus dejando caer el papel empalmado en nuestra mano. Cuando el espectador meta la bola dentro del gorro lo que haremos es abrir nuestra mano y al tiempo que cerramos el gorro dejaremos caer el papel dentro. Le daremos el gorro al espectador ya cerrado y le diremos que de un golpe contra la mesa para romper la bola de Navidad. Este
momento es sublime, ya que cuando vuelva a abrir el gorro verá que ahora hay dentro una tarjeta. Y para la mente de los espectadores esa tarjeta solamente ha podido salir del interior de la bola rota. Ahora simplemente le daremos los guantes (para que no sufra ningún daño) con el fin de que coja la nota y le pediremos que lea en voz alta el mensaje. Y hasta aquí puedo escribir, querido lector. Espero que disfruten de esta rutina tanto como yo al escribirla. Feliz Navidad y, por favor, sean buenos o quizá cuando duerman escuchen la campana del Krampus sonando al lado de su cama. ¡Que pasen una Feliz Navidad!