CRISTIÁN CONEN – GRUPO SÓLIDO
El amor en tu camino de vida Diálogo acerca del amor sexuado Prólogo de Ignacio Ibarzábal Edición digital Buenos Aires – 2011
Prólogo edición digital Con mucha alegría me toca prologar la 3º edición de El Amor en tu Camino de Vida, sumando mis comentarios a los precedentes de Carlos Camean Ariza y a las palabras preliminares de Verónica Messina. Este libro, concebido durante el 2009 y publicado por primera vez en el 2010, nace de los muchos interrogantes que tienen jóvenes de distintos países y las respuestas de un profesor universitario y conferencista de vasta experiencia sobre la temática del amor humano. En otras palabras, este escrito es la cristalización de un diálogo entre el Dr. Cristián Conen y algunos jóvenes –la mayoría de ellos miembros de Grupo Sólido-, sobre los desafíos que nuestra generación enfrenta respecto del amor humano. En tiempos en los que es difícil encontrar dirección y sentido, hemos intentado concebir un libro fresco que aborde frontalmente los puntos centrales de discusión – incluidos los más álgidos-, asumiendo los riesgos de este enfoque. Durante este año y medio en el que hemos recorrido ya el camino de una 2º edición, fuimos siguiendo con atención los comentarios que el libro fue suscitando entre los jóvenes y, atendiendo a ellos, hemos hecho algunas adaptaciones en su contenido. En este sentido, queremos agradecer especialmente a María José Cormack quien transcribió todo el libro para esta nueva versión, advirtiendo la necesidad de algunos cambios y aconsejándonos atentamente sobre distintos aspectos del libro. Esperamos que de la mano de la figura del Dr. Conen y del crecimiento de Grupo Sólido, este libro que ahora llega a formato digital, siga al servicio de todos aquéllos jóvenes que, con coraje, están dispuestos a enfrentarse con las preguntas más desafiantes de nuestro tiempo y a promover una cultura que nos ayude a responderlas de la mejor manera.
IGNACIO MARTÍN IBARZÁBAL Fundador y Director Ejecutivo Grupo Sólido Buenos Aires, Lunes 19 de septiembre de 2011
Prólogo edición digital Con mucha alegría me toca prologar la 3º edición de El Amor en tu Camino de Vida, sumando mis comentarios a los precedentes de Carlos Camean Ariza y a las palabras preliminares de Verónica Messina. Este libro, concebido durante el 2009 y publicado por primera vez en el 2010, nace de los muchos interrogantes que tienen jóvenes de distintos países y las respuestas de un profesor universitario y conferencista de vasta experiencia sobre la temática del amor humano. En otras palabras, este escrito es la cristalización de un diálogo entre el Dr. Cristián Conen y algunos jóvenes –la mayoría de ellos miembros de Grupo Sólido-, sobre los desafíos que nuestra generación enfrenta respecto del amor humano. En tiempos en los que es difícil encontrar dirección y sentido, hemos intentado concebir un libro fresco que aborde frontalmente los puntos centrales de discusión – incluidos los más álgidos-, asumiendo los riesgos de este enfoque. Durante este año y medio en el que hemos recorrido ya el camino de una 2º edición, fuimos siguiendo con atención los comentarios que el libro fue suscitando entre los jóvenes y, atendiendo a ellos, hemos hecho algunas adaptaciones en su contenido. En este sentido, queremos agradecer especialmente a María José Cormack quien transcribió todo el libro para esta nueva versión, advirtiendo la necesidad de algunos cambios y aconsejándonos atentamente sobre distintos aspectos del libro. Esperamos que de la mano de la figura del Dr. Conen y del crecimiento de Grupo Sólido, este libro que ahora llega a formato digital, siga al servicio de todos aquéllos jóvenes que, con coraje, están dispuestos a enfrentarse con las preguntas más desafiantes de nuestro tiempo y a promover una cultura que nos ayude a responderlas de la mejor manera.
IGNACIO MARTÍN IBARZÁBAL Fundador y Director Ejecutivo Grupo Sólido Buenos Aires, Lunes 19 de septiembre de 2011
Prólogo 1º edición impresa Es imposible prologar este libro, sin antes hacer una referencia a sus protagonistas más jóvenes, simplemente un grupo de chicos y chicas que desde hace 2 años buscan incansablemente las herramientas para lograr un estilo de vida dispuesto al compromiso frente a un ambiente que no lo facilita. Entendiendo que la felicidad no estaba en el estilo de vida que el entorno social les proponía, buscaron otras opciones, opiniones distintas, de fuentes diferentes, pero que a la larga convergían en una propuesta coherente. Buscaron referentes en los libros, quizá Bauman y su “Amor Líquido” haya sido uno de los principales disparadores, pero el Dr. Cristián Conen fue determinante con su obra “Amor Sólido”. Estos jóvenes descubrieron algo que ya en 1992 anunciaba Mario Bunge: “Cuando los medios son sistemáticamente confundidos con los fines, algo anda muy mal en este planeta, y no solo en lo que incumbe a la moral, sino también en todos los demás aspectos” ( Sociología de la Ciencia, 114). Qué mayor confusión que pensar que el ejercicio de la sexualidad es un “sí mismo” en lugar de un darse plenamente siempre a otro. Entender que es el medio para la plenitud en común y no un fin, es el gran desafío que, sabiéndolo o intuitivamente, salieron a buscar. El amor en tu camino de vida,
aún con su estilo dialogal e informal, es lo que Pedro
Barcia definiría como un manual, a partir de su definición al respecto: “la base del manual es reunir en un solo tomo lo esencial sobre una disciplina, un conjunto de saberes, un ámbito del conocimiento de intención compendiosa, que va, cartesianamente dicho, de lo conocido a lo desconocido y de lo simple a lo complejo. En su seno, el manual colecta, ordena y dispone materia diversa, como una introducción clara y sintética ofrecida a los lectores, para un primer abordaje a una cuestión más o menos compleja” ( No seamos ingenuos, manual para la lectura inteligente de los medios ). ). Entrenándonos para el amor sólido
logra compilar en un
entretenido ir y venir de preguntas y respuestas todos -o casi todos- los problemas de la vida que hoy, que a los jóvenes y los no tanto senos presentan. Cada respuesta satisface por sí misma o es ese primer abordaje a cada tema, para que cada uno se preocupe en buscar más, cada vez más, dada la insaciabilidad del espíritu humano. De una manera clara, sin “esquivar el bulto”, ellos preguntan y el profesor Conen contesta como en voz alta, de todo. Este es un libro más que para ser leído, para ser escuchado; tiene la dinámica de una conversación, el ritmo de un diálogo entre el que
pregunta con ganas de saber y el que responde con ganas de compartir, no de pontificar, sino de transmitir lo que logró comprender después de muchos años de estudio, de buscar ideas, de rumiarlas, de discutirlas y confrontarlas con los pares, de entenderlas. Conen es un gran conferencista y educador matrimonial y familiar que se debate entre el derecho natural, la antropología, la psicología y la teoría de la comunicación en las relaciones interpersonales; pero siempre con una clara base personalista. Siguiendo un método muy claro y didáctico, se recorren uno a uno, una serie de temas: amor sexuado de calidad; cuestiones sexuales polémicas; entrenándonos para el amor sólido; amor sólido; formando mi familia y por fin una pregunta “a modo de conclusión” que es un justo corolario al trabajo. El primer capítulo se define el amor sexuado “como la reacción y la respuesta de una persona a los valores de otra” sintetizando la dualidad por la que nos sentimos impactados con la respuesta que con inteligencia, aplicando la voluntad a conocer a esa persona que nos moviliza y nos conmueve, podemos desarrollar. El hallazgo absolutamente opuesto a “las verdades mediáticas de hoy” está en poner el acento en los valores personales del otro. El impacto de los valores, cuando hacemos jugar a la inteligencia y la voluntad, supone no sólo mirar los signos externos objetivos (que tienen importancia y a los que no hay que negarles justamente valor) sino y fundamentalmente, a la totalidad de la persona con sus principios morales, sociales, su entorno, su situación. En este capítulo, Grupo Sólido lo lleva al Dr. Conen por territorios que van más allá de lo sentimental y se introducen en lo antropológico llegando a fundamentar el valor de la exclusividad y perpetuidad del amor conyugal. Avanzando sobre la sexualidad, con un lenguaje claro, sin ser chabacano ni pacato, el capítulo dos discurre en respuestas concretas sobre temas muy conocidos pero también muy controvertidos. Desde el comienzo se introduce con claridad el concepto de persona distinguiendo la sexualidad que le es propia, de los signos externos, la genitalidad. Se abordan la teoría del género, la complementariedad varónmujer, la amistad y como al pasar, se introduce el tema de la conciliación entre el “mundo de la familia y el mundo del trabajo” en el que Conen da unas breves pinceladas sobre un tema del que nos debe un trabajo específico dada su dedicación profesional a esa cuestión. Tratar el tema de la “ética sexual” es hoy por hoy un desafío. Seguramente alguien se preguntará que es ética y otro más progresista simplemente responderá que en el ámbito de la sexualidad, dada su privacidad, el contenido es libre. Sin embargo, el
capítulo tercero desgrana una serie de principios objetivos que hacen comprender que no sólo es posible concebir una ética sexual sino que es necesario. Juntos, los jóvenes y el profesor Conen, recorren temas de siempre, de ahora y se atreven hasta con la homosexualidad, en un recorrido no exento de riesgos. Por último, noviazgo, matrimonio y familia, fluyen coherentemente, cada uno en un capítulo, como en un intercambio en que cada uno va iluminando al otro y en donde la calidad de una etapa condiciona la siguiente. Así el noviazgo es la etapa del enamoramiento, de conocerse, entenderse y de “evaluar si será difícil, imposible, posible o muy posible compartir un proyecto de vida con esa persona cumpliendo las invitaciones de las tendencias del enamoramiento: con vos, sólo con vos, siempre con vos, dándote a vos lo mejor de mi y dando vida con vos”. El matrimonio es la cima a la que tiende el amor, “es precisamente realizar un acto de amor original o único de entrega total de si en tanto varón o en tanto mujer, que sitúa a sus protagonistas en una posibilidad de conservar, cuidar, hacer crecer y autorestaurar la relación de amor de una forma sustancialmente superior a la que se tiene sino se realiza el casamiento”. Por fin las preguntas lo introducen a Conen en el concepto y la realidad de la familia fundada por el matrimonio en la que un “hombre y una mujer aportan toda su diversidad complementaria, física, afectiva y espiritual para enriquecerse como personas; la exclusividad de su relación; la permanencia o irrevocabilidad de su vínculo, la apertura a la procreación y educación de los hijos; la búsqueda del bien recíproco y la juridicidad producto
del compromiso, pacto o alianza de sus fundadores”.
A este trabajo lo distingue su estructura, no simplemente por el formato de cuestionario, sino porque fue realmente realizado por un “Grupo Sólido” de jóvenes con ganas de aprender, de comprender el hecho de que la pérdida de felicidad se debe a la pérdida de un sentido de vida; lo que en palabras de Bunge es la mezcla de los medios con los fines. Este libro no es una receta, sino -insisto- un manual que abre caminos, descubre inquietudes, propone búsquedas, siembra esperanzas. Para terminar, me permito asegurarle a quienes tengan el placer de leer este libro: ¡Se puede! CARLOS CAMEAN ARIZA Buenos Aires, octubre de 2009
PALABRAS PRELIMINARES Grupo Sólido está formado por jóvenes que trabajamos para promover la cultura del amor sólido. Con nuestras acciones personales y de nuestro entusiasmo queremos sumar nuestro grando de arena al desafío de muchos a vivir amores auténticos, libres, responsables, genuinos, sólidos. Este ideal que nos inspira surge como reacció a lo que el sociólogo Zygmunt Bauman describió como “modernidad líquida”, "amor líquido". Pensamos que esta cosmovisión está generando mucha insatisfacción y sufrimiento humano innecesario. Es por esto que, siguiendo a Erich Fromm, creemos que la clave para ser felíces está en que cada uno de nosotrosno busque tanto ser amado, sino más bien desarrollar su capacidad de amar. Con estos fundamentos, nuestra misión es generar un abanico de iniciativas para ayudar a vivir con plenitud el amor sexuado y contribuir a forjar una civilización que aliente, o al menos no sea hostil, a esta propuesta. Fue en el marco de este proyecto que Cristián Conen nos invitó a escribir un libro con él. Es una gran alegría haber podido llegar a publicarlo por lo que deseamos agradecer a todas las personas que lo hicieron posible. En primer lugar, debemos un agradecimiento a Cristián por su acompañamiento continuo y por responder frontalmente y sin condicionamientos a todos los interrogantes que le hemos planteado. Queremos destacar la enorme confianza que depositó en nosotros desde el comienzo, su apertura y su entusiasmo en encarar este diálogo. Queremos agradecer también a todos los jóvenes, no sólo de Argentina sino también de distintas partes del mundo, que se sumaron a este desafío. Ellos asumieron, con intención sincera, el papel de ser portavoces de las inquietudes que muchos otros guardan, animándose a ponerlas en palabras. Gracias a Agustina Bellucci, Agustín Chiappe, Alvaro Mazzino, Belén González Cazón, Camila Varela, Celina Piñero, Esther Cornejo Butler, Eugenia Bouilly, Javier Zabalaga, Juan Pablo Rodríguez Varela, Luisa Bouilly, Marcos Chiappe, Mercedes Cassese, Mercedes Malvestiti, Milagros Ibarzábal, Horacio Acuña, Ignacio Ibarzábal, Pilar Grimau, Sofía Mitjans, Soledad Ghirimoldi, Stephania Streeton y Victoria Dicosmo (Argentina ), Ana Collazo (España ), Caroline Stocks y Heidi Egginton ( Inglaterra ), Bernardo Horta ( Brasil ), Katharina Billker (Alemania ), Stefania Accardi y Federica Iurcovich (Italia ) por todas las preguntas que aportaron.
Especiales agradecimientos merecen Cristián Dodds que generosamente accedió a corregir el borrador de este libro; Celina Piñero, que junto con la ayuda de Agustina Belucci diseñó la tapa y Carlos Camean Ariza quien escribió el prólogo y siempre nos ha acompañado con alegría en los distintos proyectos de Grupo Sólido. Gracias también a las familias de cada uno de los miembros de Grupo Sólido que, con su confianza y apoyonos alientan a desarrollar este proyecto; y a los distintos proefores y líderes sociales que con miles de reuniones y consejos nos han permitido ensayarlo día a dia. Por último, nuestra gratitud también para el lector, por compartir con nosotros estas reflexiones. Esperemos que estas ideas, capaces de transformar nuestra realidad y de impulsar a relaciones más felíces, puedan encararse cada vez más en nuestras vidas. Verónica María Messina Miembro de Grupo Sólido
I. EN BUSCA DE AMORES DE MAYOR CALIDAD 1. ¿Cómo definirías el amor sexuado? Me alegro de que comencemos con esta pregunta, porque el amor, yo diría más bien, el buen amor, es lo que más alto impacto tendrá en nuestra paz interior y felicidad plena. Estamos en la era de la información: abunda la información sobre los temas más variados… Pero precisamente el tema del amor –el que más relevancia tiene para nuestras vidas- no siempre es abordado con profundidad e integridad El fenómeno propiamente humano del amor ( los animales no puedan amar ) podemos definirlo como la reacción y la respuesta de una persona a los valores de otra. Involucra a toda la persona humana en sus dimensiones sensual, afectiva y racional. Cuando hablo de reacción me refiero a la sensualidad y a la afectividad. La sensualidad es la reacción a los valores del cuerpo de una mujer o de un varón. La afectividad es la reacción ante los valores más amplios del modo de ser general femenino o masculino de esa mujer o de ese varón ( su ternura, su seguridad , etc ). Estos valores ajenos entran en sintonía con valores propios y nos sacan de la indiferencia, nos afectan, nos conmueven generando el fenómeno del amor.
La
dimensión reactiva es el aspecto del amor que “nos pasa” y que no originamos nosotros. En efecto, la “química”, el “flechazo”, el enamoramiento son reacciones a estímulos que nos provoca otra persona. En este sentido, sería absurdo afirmar: “el próximo mes me voy a enamorar”. Alguien nos enamora, nos provoca el amor, nos encontramos de improviso con un amor que nos es dado ( enamorado ). En el amor sexuado hay algo que nos pasa pero también hay algo que hacemos que pase. El amor es reacción pero también respuesta. La respuesta la realizamos con la inteligencia y con la voluntad. A través de estas facultades conocemos lo propio de la persona amada: lo que le agrada y la promueve, para dárselo; lo que le desagrada y la frustra, para evitarlo. Con la inteligencia y la voluntad podemos hacer el bien objetivo a la persona que amamos: la afirmamos, la promovemos, la ayudamos a desarrollar todas sus potencialidades, lo mejor de sí misma. Con la inteligencia y la voluntad el amor es una realidad gobernable: por lo tanto, somos responsables por el éxito o fracaso de nuestros amores. El amor se gobierna de a dos. En mi libro Claves para saber amar utilizo
una analogía: la relación de un varón y una mujer la comparo con un
barco que tiene dos timones y dos timoneles ( ella y él ). En cambio, desde una visión del amor reducida en la que sólo se tiene en cuenta al aspecto pasivo del sentimiento,
la comparación adecuada sería la de una balsa, que no es gobernable, sino que va a la deriva. Desde esta visión reducida del amor sexuado se explican las frases propias de una relación efímera que tantas veces se escuchan “ se nos fue el amor”. A veces se dice también que el amor es ciego. Esto puede ser verdad respecto del amor en una fase embrionaria de la relación ( el “flechazo” ) en la cual uno proyecta con la imaginación lo que desearía que fuese idealmente esa mujer o ese hombre, sin ver muchas veces a la persona real. Pero el amor es todo lo contrario de la ceguera: ve la riqueza de un ser humano particular, y no sólo la riqueza actual sino la riqueza posible, que a las personas que miran sin amor se les escapa. Porque en todo hombre y en toda mujer, o en la realidad propia de los talentos y habilidades de todo hombre y toda mujer, está inscrito su ideal, su perfección posible. El desafío del amor es precisamente ayudar a esa persona a plenificarse, a desarrollar lo mejor de sí misma, a actualizar ese ideal. Lo que es ciego es el odio, o más aún, la indiferencia hacia otro ser humano. En el odio algo vemos de la persona: lo negativo; pero en la indiferencia no atendemos ni siquiera a lo negativo. En síntesis, el amor sexuado, como decía Aristóteles en su Retórica , es querer el bien del otro pero en tanto otro -es decir, su bien objetivo- y es recibir y llenarse del ser del otro, aceptarlo y ayudar a desarrollarlo plenamente. Por eso el mal amor da como resultado el sentimiento de vacío. Estoy convencido de que en el buen amor nos jugamos la paz, que es el fundamento de la felicidad más profunda y posible. La felicidad humana, a la que todos aspiramos, es directamente proporcional al desarrollo de nuestra capacidad de amar bien. Una última idea que me parece muy importante: amar no significa buscar y encontrar la persona perfecta. El amor sexuado, como antes decíamos, se origina en la sintonía de los valores de una persona con los propios. Esa persona siempre tendrá fortalezas y debilidades, pero lo propio del amor es afirmar a dicha persona, es decir, ayudarla a ser la mejor versión de sí misma
2. ¿A qué te referís cuando decís que el amor es buscar el bien objetivo del otro? Me refiero a lo que Aristóteles designa como amar al otro “en tanto otro”, es decir, amar no desde lo que yo supongo o imagino que le conviene, sino desde lo que realmente le conviene, lo promueve y plenifica. Para eso es clave que quien ama
identifique lo propio de la persona amada: su personalidad, sus talentos, sus gustos, para así ayudarla a desarrollarse en la línea de lo propio. El desafío del buen amor es tratar al otro como te gustaría que te traten a vos si fueras esa persona. Para amar hay que ser objetivos: mirar la realidad única de aquella persona y ayudarla a desarrollarse desde esa realidad de su ser personal. Hay que “dejar ser” al otro, “recibir o aceptar su modo de ser”, “llenarse de su ser” para así conocerlo y poder promoverlo. El amor es una fuerza estimulante del verdadero ser junto con su potencial genético innato.
3. ¿Qué pasa con el propio bien, la propia felicidad? ¿Cómo los compatibilizamos? El bien del otro y el bien de uno se interrelacionan armónicamente. El primer amor debe ser el amor a uno mismo. Cuando alguien tiene una estima adecuada de sí mismo es consciente de que tiene valores para compartir y para dar. Por el contrario, personas con déficit de autoestima tienen dificultades para amar o para dejarse amar, porque perciben que no son valiosos. Por eso la educación para el amor debe comenzar por el amor a sí mismo. Ahora bien, el secreto del amor es que su puerta de entrada se abre hacia afuera. Siendo el amor una realidad bilateral o recíproca, así como el varón se enfocará en promover lo propio de su mujer, esa mujer también se enfocará en promover lo propio de su varón. El resultado es dos personas enfocadas en hacerse la vida agradable y desarrollar lo mejor de sí mismas. En otras palabras, él no necesitará, por ej., defender sus espacios de tiempo razonables para el fútbol porque lo hará ella,
y de la misma manera él le promoverá los espacios de
conversación con sus amigas sin que tenga ella que luchar por eso.
4. En un mundo que a veces parece muy individualista, esto suena a ideal inalcanzable. ¿Es posible vivir un amor sólido? Si lo que buscamos es ser felices y hacer felices a nuestros próximos -y esa es justamente la vocación más radical de la persona humana-, tenemos que ser muy precisos a la hora de advertir qué es lo que nos genera mayor plenitud de felicidad, mayor paz interior. No nos conviene errar en esta cuestión . Desde la antropología, pero también desde la experiencia de vida de muchas personas y de uno mismo, vemos que aquello que antes dijimos -“la felicidad es una puerta que se abre hacia afuera”- no es sólo una linda frase sino algo absolutamente cierto: cuanto más nos damos, cuanto más hacemos el bien, cuanto más buscamos el bien objetivo del otro, más nos enriquecemos, más felices somos, más paz tenemos. Aunque sea difícil y
tengamos que vivir rectificando nuestros errores en este desafío -porque somos pequeños y limitados-, ¡vale la pena y por supuesto que es posible!
5. A partir de esta concepción del amor, ¿qué pensás acerca de la cultura de hoy? Hoy, quizás como nunca en la historia, se busca calidad en el amor entre varón y mujer, armonía en su relación y esto es un hecho muy bueno. Lo paradójico es que, a pesar de ese interés por la excelencia amorosa, el “amor líquido” ( como lo llama el sociólogo polaco Bauman en el libro titulado precisamente con el mismo nombre ),
es
decir, las relaciones no sustentables ni durables que provocan mucho dolor y muchas cicatrices al ser humano, constituye lamentablemente una realidad global. Hay un cuento que aprendí en España de mi maestro, el profesor Pedro Juan Viladrich, que puede ayudarnos a encontrar una respuesta a esta paradoja. Dos esquimales quieren ir al polo norte. Tienen muy claro su objetivo e incluso hacen un gran esfuerzo por llegar a la meta, pero su drama es que, pese al esfuerzo y a tener en claro la dirección, cada vez se desplazan más hacia el sur. Tomando perspectiva de la escena, vemos que estos dos esquimales, ella y él, hacen el esfuerzo por ir al norte desde un gran témpano de hielo o iceberg que frustra su objetivo, llevándolos al sur. Analógicamente, podemos decir que el norte es el deseo de felicidad que toda mujer y todo varón tienen cuando comienzan su historia de amor. ¿Por qué muchos no llegan, sin embargo, al polo norte, es decir a la felicidad? El problema es de base: ¿desde qué concepto de amor, sexualidad, noviazgo y matrimonio se procura llegar a la felicidad? ¿Desde qué hábitos? En nuestra cultura, hay conceptos y hábitos de “amor” que están frustrando la armonía que las mujeres y los varones buscan para su relación y unión. Es muy difícil llegar a la felicidad desde un concepto de amor egoísta o individualista, que se basa en creer que todo depende del otro, que la puerta del amor y de la felicidad se abre hacia adentro, que es el otro el que tiene que hacerlo feliz a uno. No es fácil llegar a la felicidad anhelada desde un concepto de la sexualidad igualitario en el cual se pretende que el otro, la mujer o el varón, tenga la misma sensualidad, la misma afectividad, la misma racionalidad, el mismo temperamento o la misma personalidad que uno tiene. Cuando se ama reducidamente, es decir, cuando se ama sólo con los impulsos o sentimientos o sólo con la inteligencia y la voluntad, es muy difícil llegar a la felicidad.
En el primer caso, descuidando la inteligencia en el amor; en el segundo, descuidando la ternura y las expresiones físicas del amor. Un concepto de amor fragmentado, según el cual se piensa que el varón y la mujer deben seguir sólo sus impulsos y sentimientos sin integrarlos en la inteligencia y en la voluntad, impide que seamos felices. En efecto, es conveniente que esas últimas facultades guíen a las primeras, puesto que ven todo el bien de la persona y no sólo lo que se les presenta como bueno sensiblemente. Finalmente, es difícil llegar a la felicidad desde un amor que muchas veces se estanca en su maduración. En vez de llegar al gozo de ser un equipo, de ser un “nosotros” o una comunidad ( dos personas entregadas recíprocamente ) no trascienden su individualidad egoísta, o a lo sumo se quedan en un vivir el uno junto al otro (relación meramente convivencial ) y no se esmeran en vivir el uno para el otro (relación comunitaria ). Por el contrario, es posible aspirar a esa alta felicidad anhelada desde un amor que hace foco en lo propio de la otra persona; desde un amor que atiende, entiende y respeta la diversidad de sexo y de personalidad del otro, desde un amor entero, que ama con todo lo que se es, con inteligencia y ternura; desde un amor integrado, que a través de la incorporación de valores permite moderar nuestros sentimientos e impulsos, y desde un amor maduro, que con el tiempo va consolidando esa máxima posibilidad de gozo en el amor, que consiste en vivir el uno para el otro en una relación comunitaria.
6. ¿Cuáles son las causas del amor líquido que abunda en nuestra cultura? Estoy convencido de que la principal dificultad para el buen amor y para la vida buena en general radica en el analfabetismo de lo que somos como persona humana. Cualquier relación humana, laboral, profesional o familiar tiene un criterio de “control de calidad” que es la presencia y el respeto de los atributos de la persona humana. En las crisis de las relaciones hombre-mujer ( la sustitución del matrimonio por la convivencia, separaciones, divorcios, etc )
aquellas realidades que muchas veces se
consideran la causa, en realidad son síntomas de un problema más profundo, que es la no advertencia de lo que somos como personas y de los atributos que se derivan de esa realidad, los que deben estar presentes en la relación hombre-mujer. Básicamente podemos decir que los atributos de la persona son: a) Dignidad. Digno es lo que vale por sí mismo y por lo tanto no puede ser medio para otra cosa, no es utilizable, manipulable.
b) Identidad. No somos individuos en serie de una especie sino que somos creaciones de realidad inédita: basta ver nuestras caras, nuestro ADN o nuestras huellas digitales. El ideal de cada uno está contenido como posibilidad en la realidad de los propios talentos y habilidades. c) Intimidad. Tenemos una vida interior o espiritual donde residen nuestros sueños, anhelos, sentimientos, pensamientos; vida a la cual dejamos entrar a quien queremos y en la medida que queremos. d) Cuerpo personal. No tenemos cuerpo: somos cuerpo. Lo que hacemos con el cuerpo lo hacemos con alguien, no con algo. e) Espíritu. Somos seres con capacidad de conocer y tender a la verdad, es decir a la realidad y al bien o lo que nos conviene objetivamente. f) Libertad. Tenemos la posibilidad de autogobernarnos y de ser dueños de nosotros mismos. g) Libertad para amar: el sentido de la libertad es amar. La felicidad a la que aspiramos se desarrolla a partir de nuestra capacidad de amar en vertical (Dios ) y en horizontal ( nuestros próximos ). Al hablar del desafío de un amor sexuado personalista, es importante advertir que no estamos proponiendo una mirada al pasado desde la conocida frase “todo tiempo pasado fue mejor”. En lo que hace a la relación varón-mujer, sigue siendo un desafío para la humanidad el buen amor entre un hombre y una mujer. La mejor conciencia de nuestra identidad de personas tendrá impacto en nuestras relaciones de amor, porque el “amor líquido” no es otra cosa que una relación que lesiona u olvida algunos de los otros atributos personales. El amor sólido, por el contrario, es la relación de amor en la cual sus protagonistas respetan y viven estos atributos personales en su unión y relación y en el esfuerzo por alcanzar sus fines comunes.
7. Nos encontramos con que muchos jóvenes no sienten que sea posible vivir relaciones así. ¿Considerás que hoy los jóvenes podemos vivir estos amores sólidos? Para responder voy a poner el ejemplo precisamente de ustedes: Grupo Sólido. Me acuerdo muy bien de que quienes fundaron Grupo Sólido lo hicieron como reacción ante el dolor que ven en su entorno, ante la falta de felicidad profunda que advierten en las uniones y relaciones líquidas que advierten en adultos y en jóvenes. Ustedes buscan vivir una nueva cultura del amor, con más capacidad de conocimiento, entendimiento, respeto, comunicación, entrega de sí y armonía.
Creo que están dadas todas las condiciones para ese buen ideal –que, por ser un buen ideal, no es una utopía-. A pesar de que la cultura pueda presentar obstáculos, esta ansia de jóvenes y no jóvenes de buscar el amor sólido va a ser expansiva, va a crecer cada vez más porque responde a los anhelos más profundos del varón y la mujer.
8. ¿Entonces pensás que puede generarse un cambio cultural positivo del amor líquido al amor sólido? Absolutamente y creo que un gran medio para la difusión de la cultura del amor sólido son los medios de comunicación: telenovelas para adolescentes, películas de cine, series de televisión, obras teatrales, bandas de música, deporte. Podemos y debemos hacer bien el bien, porque a veces el bien se hace espantosamente mal y el mal maravillosamente bien. El amor sólido es un amor en el que en definitiva sus protagonistas tienen la actitud y la aptitud para cuidar su relación, para conservarla, para desarrollarla, para hacerla crecer, para restaurarla cuando se dan los conflictos normales de toda convivencia. El amor sólido no sólo es posible sino que desplazará paulatinamente al amor líquido. ¿Por qué soy optimista? Porque creo que esto es lo que todos buscamos: relaciones sólidas (sustentables, conservables, desarrollables, auto-restaurables) y no líquidas (inestables, imprevisibles, inseguras y con plazos de caducidad cortos).
II VARÓN Y MUJER: ¿NOS CONOCEMOS BIEN? 9. ¿Qué implica ser seres sexuados, ser varón y mujer? Significa que tanto varones como mujeres somos igualmente personas con todos los atributos personales antes considerados . Significa también que somos personas igualmente “humanas”, es decir, personas corpóreas, no ángeles; pero significa también que esa igualdad que somos como personas corpóreas se modaliza diversamente. En otras palabras, la persona humana en abstracto no existe, sólo existen la persona masculina y la persona femenina. La sexualidad no es una parte de la persona humana (por ejemplo, los órganos genitales). Es toda la persona humana la que se modaliza masculina o femeninamente. Hay sexualidad –es decir, masculinidad y feminidad- no sólo en nuestra biología (células, hormonas, gónadas, genitales, fisiología), sino también en nuestra sensualidad, en nuestra afectividad, en nuestra manera de pensar, de decidir, de actuar, de hablar, de caminar, etc. En la naturaleza no hay nada absurdo . El hecho de que seamos personas diversas, varones y mujeres, encierra una riqueza complementaria muy profunda que la humanidad todavía no ha sabido vivir plenamente en ninguno de los dos grandes ámbitos donde transcurren nuestras vidas: el hogar y el lugar de trabajo. La historia registra dos paradigmas culturales de la relación varón-mujer que no responden a la naturaleza de la persona humana. Uno es el paradigma machista, que desconoce la diversidad complementaria de la mujer; el otro es el feminismo radical, que desconoce la complementariedad diversa del varón (y que no debe confundirse con el feminismo personalista, que ha permitido el reconocimiento de los derechos humanos fundamentales de la mujer). La realidad natural es la relación complementaria entre varón y mujer, que es posible cuando el varón y la mujer atienden, entienden, aceptan y respetan sus diferencias. Gran parte de los conflictos relacionales actuales tiene su origen en que el varón no entiende las necesidades de la mujer, ni la mujer las necesidades del varón. Hablaremos de esto después en forma más extensa, porque resulta clave para la armonía de la relación hombre-mujer saber llevarse a partir del entendimiento y respeto de nuestras diferencias
10. ¿Qué pensás acerca de la teoría del género? ¿La sexualidad es algo natural o cultural? Creo que hay que reemplazar en el análisis de esta cuestión la conjunción “o” por la conjunción “y”: en la sexualidad humana hay naturaleza y hay cultura. La teoría del género afirma en cambio que sólo hay cultura. Otras posiciones extremas, por el contrario, sostienen que sólo hay naturaleza. La construcción ideológica de “género” está causando mucha confusión en los jóvenes, ya que presenta como alternativas normales la elección de la manera heterosexual, homosexual, bisexual, etc, de vivir la sexualidad, sin considerar el impacto positivo o negativo en la salud personal y social que esas elecciones acarrean. En la sexualidad humana hay naturaleza -orden, sentido- y por lo tanto bienes y males objetivos. El bien objetivo es lo que nos conviene y el mal objetivo lo que no nos conviene según los fines de nuestra naturaleza. La cuestión que puede dar lugar a confusiones entre los jóvenes en esta materia es que, a diferencia de la naturaleza animal, la naturaleza humana no determina la conducta. El varón y la mujer no tienen instintos que “instigan” a comportamientos determinados, sino tendencias que deben pasar por el filtro de la libertad de cada persona. La ética sexual es la opción libre de un hombre y de una mujer de actuar conforme a las tendencias naturales de su sexualidad, lo cual tiene implicancias positivas en la salud, en la paz y en la maduración de la persona humana. Sostener lo contrario es no animarse a presentarles toda la verdad a los jóvenes a costa de su salud física, psíquica y espiritual. Existe un modo de ser varón y un modo de ser mujer que son dados, que son de origen natural. Asimismo, hay una dimensión del género que bien entendido es la manera como en cada tiempo, lugar y cultura, se vive esa diversidad natural. Por ejemplo, los roles que en una determinada sociedad cumplen el varón y la mujer pueden variar según la cultura, si bien tienen una base natural que explica precisamente que haya diversidad de roles . La llamada “familia tradicional” (“varón-proveedor”, “mujer-criadora y educadora de hijos”) es un paradigma que no tiene un origen natural sino cultural: concretamente, fue generado por la revolución industrial cuando para el varón el lugar de trabajo dejó de coincidir con el lugar de residencia. El varón salió a trabajar en la fábrica muchas horas, la mujer quedó en el hogar y surgió entonces ese modo de ser y valorar
conocido como “varón-proveedor” y “mujer-educadora y criadora de hijos” que no representa ningún modelo ideal de familia. En el libro del Génesis de la Sagrada Biblia se advierte que el mandato de Dios “sean fecundos” (es decir “procreen y eduquen hijos”) y “dominen la tierra” (a través del trabajo) fue encomendada por el Creador a los dos, tanto al varón como a la mujer. Por lo tanto, creo que un desafío de nuestra cultura es hacer posible este mandato Divino superando el paradigma de la “familia tradicional” antes mencionado y avanzar a la familia natural en el que hombre y mujer se complementan en la familia y en los lugares de trabajo profesional. Éste es un desafío aún no resuelto y que está generando mucha conflictividad y dolor en las relaciones varón-mujer.
11. ¿Pensás que estamos en vías de lograr la integración entre e l mundo de la familia y el mundo del trabajo? Como antes afirmé, el tema no está resuelto. Si bien creo que la maternidad y el trabajo de una madre en la casa pueden plenificar totalmente la vocación de una mujer -y lo mismo cabría decir del varón respecto de su vocación de esposo y padre-, creo que la mujer y el varón que también tienen una vocación profesional, deberían poder integrar su vocación y responsabilidades profesionales con su vocación y responsabilidades familiares. Si bien comienzan a aparecer, en las empresas de algunos países como Estados Unidos y España, políticas familiares responsables que buscan integrar estos dos ámbitos del hogar y el trabajo, sin embargo, esto todavía dista mucho de ser una tendencia general de las culturas laborales y empresarias. La mujer que ingresa al mundo laboral lo hace muchas veces con patrones culturales de normalidad masculinos, generados (como antes se afirmó) por la revolución industrial, según los cuales, por ejemplo, se podía trabajar muchas horas porque había alguien en casa criando y educando a los hijos, precisamente la mujer. Pero el problema de hoy es que si el padre y la madre trabajan esa misma cantidad de horas, los hijos se quedan solos, y el ser humano no puede criarse ni educarse en soledad. Esta ausencia del padre y de la madre está teniendo alto impacto negativo en la salud de los hijos. Efectivamente, el aumento de las adicciones, de los trastornos emocionales, de la delincuencia, de la violencia y los suicidios juveniles, tienen como principal causa la falta de afecto de niños, adolescentes y jóvenes. Somos seres hechos para amar y ser amados y el desamor corrompe y destruye al ser humano. Culturas de trabajo donde no se advierte aún la necesidad de integrar la vida familiar y
la vida profesional están rompiendo la salud personal de los trabajadores (estrés, depresión, alta presión, problemas cardíacos) y también están rompiendo sus vínculos conyugales y sus vínculos maternos, paternos y filiales. Por lo tanto, un gran desafío para nuestro siglo XXI es precisamente lo que puede llamarse la ecología humana, que es, en definitiva, cuidar -desde una política de estado, pero también desde las políticas privadas de las empresas- ese hábitat ecológico que el ser humano necesita para ser concebido, para nacer, para crecer, para envejecer y para morir con la dignidad propia del ser humano, que es el amor. Ese hábitat ecológico personal es la familia.
12. Para un joven que quiere tener una carrera profesional exitosa ¿no es una limitación la familia? Si bien hay que reconocer que las actuales culturas laborales y empresarias no personalista ponen obstáculos al éxito familiar a costa del éxito profesional hay que proclamar y en alta voz que ningún éxito profesional justifica el fracaso familiar. No debería ocurrir que el hombre y la mujer que quieren una carrera profesional exitosa vean en su familia una limitación. Al encarar un proyecto familiar, un joven apunta alto en la felicidad humana y genera una posibilidad de felicidad biográfica, es decir, que comprende toda su vida y que no termina con su jubilación profesional. Quienes apuestan todas sus fichas a la profesión es muy posible que vivan muchos años en soledad y ese es uno de los peores males para el ser humano. Es verdad que en nuestra cultura actual no se facilita a los jóvenes fundar una familia. Pareciera, por el contrario, que hay más obstáculos. Sin embargo, los jóvenes buscan mayor calidad de vida. Hay una especie de rebelión de la generación joven a vivir sólo para trabajar. Comienza a priorizarse el tener una vida más balanceada o equilibrada entre trabajo, deporte, descanso, vida de amistad y vida familiar. Esta actitud de los jóvenes está impactando en quienes tienen la responsabilidad del factor humano en las empresas, y en la medida en que los jóvenes sigan teniendo esta actitud, me parece que habrá un giro de las culturas laborales que permitirá una mayor calidad de vida en quienes trabajan y una mayor integración entra la vida familiar y laboral tanto para la mujer como para el varón. Por otra parte, se está verificando cuantitativamente que las empresas que adoptan esa cultura de integración entre familia y trabajo logran captar más talentos profesionales, especialmente de mujeres: logran retener dichos talentos en la empresa, alcanzan un menor nivel de ausentismo (reducción en un 30%), un mayor
sentido de pertenencia del personal con la corporación, y a partir de esa mayor identidad con la empresa, mayor eficacia y eficiencia en sus trabajos profesionales. En consecuencia, esas empresas son más rentables. Hoy se prepara incluso una nueva versión de las normas ISO en las que se medirá la calidad de la empresa en función de las culturas familiarmente responsables que adopta. Hace pocos días tuve una conversación con un prestigioso abogado, socio de uno de los estudios jurídicos más importantes de Buenos Aires. Me contó que habían tomado la decisión de que las abogadas de su estudio con hijos pequeños trabajen desde su casa con el mismo sueldo, y que el resultado había sido altamente positivo. Y le dije que, seguramente, si continúan con esa cultura institucional de facilitar la maternidad, tendrán cola en la puerta de su estudio. ¿Por qué? Porque es lo que los profesionales jóvenes de hoy están buscando y porque además coincide con el bien de la empresa. Con esta nueva cultura personalista de integración de familia y trabajo para la mujer y para el varón ganan todos: la empresa, la persona, la familia del personal, la sociedad y el pais.
13. En tus conferencias solés hablar de la importancia de conocer, entender, aceptar y respetar la “complementariedad” varón-mujer. ¿A qué te re ferís? Me refiero a las diversas necesidades y expectativas que tienen la mujer y el varón sobre la base de la diversidad masculina y femenina de sus personas. La ignorancia acerca de las necesidades que tiene una mujer o un varón es el origen de la mayoría de los conflictos en las relaciones varón-mujer y de las separaciones y divorcios que tanto dolor están generando. Por lo tanto, es muy importante que los jóvenes sean educados en el conocimiento de esa diversidad de necesidades masculinas y femeninas a las que luego me referiré al hablar del matrimonio. En promedio, puede verificarse que en las mujeres priman otras necesidades que en los varones. Para la mujer es especialmente importante el afecto, la comunicación íntima, la confianza, el compromiso familiar y el sostén económico por parte del varón. En cambio, el varón prioriza la amistad recreativa con la mujer, el atractivo físico, la armonía sexual, la admiración y el sostén doméstico. Muchas separaciones se producen cuando alguno de los miembros de una pareja habitualmente no satisface esas necesidades, lo cual lleva al otro a buscar compensación en una tercera persona. Por ejemplo, si la mujer no recibe afecto es muy posible que su disponibilidad para la vida sexual disminuya sustancialmente. Lo cual puede vulnerar las necesidades del varón (que tenderá a buscar una
compensación sexual afuera) o las de la mujer (que tenderá a buscar compensaciones afectivas fuera de su unión). Lo mismo podríamos decir de algunas de las otras necesidades. De ahí la importancia de incluir en la “educación de la sexualidad” (que es mucho más que mera información de cómo evitar situaciones de riesgo para adolescentes y jóvenes) la información sobre esas necesidades en una mujer y en un varón. Un amor sólido será un amor en el cual los protagonistas de la relación cuiden su vínculo a través de la satisfacción de cada una de esas necesidades que hacen al otro feliz y también a uno mismo. Reitero que ampliaremos por su importancia este tema cuando hablemos del matrimonio.
14. ¿Cómo es hoy la relación varón-mujer? ¿Es posible entre e llos la amistad? Como antes he afirmado, no tengo ninguna nostalgia del pasado en cuanto a la relación varón-mujer. Por ejemplo, no creo que venimos del paraíso en cuanto a la vivencia que las generaciones pasadas tenían de las antes referidas necesidades. Las publicaciones actuales de todo tipo que nos hablan de cómo concretar la búsqueda de calidad y de excelencia en las relaciones varón-mujer, nos están manifestando que las expectativas del varón hacia la mujer y de la mujer hacia el varón están cambiado para bien o al menos existe esa esperanza. Entre las necesidades del varón y de la mujer antes mencionadas, se encuentra precisamente la amistad recreativa. Es importante que los novios y los cónyuges sean amigos, que la pasen bien juntos, que compartan, por ejemplo, un hobby, un deporte o una actividad intelectual. La amistad es uno de los factores que contribuye a la estabilidad y desarrollo de las relaciones, porque alimenta la afectividad de buenos sentimientos, va poblando la memoria de buenos recuerdos y permite hacer proyectos comunes hacia el futuro. Si bien el varón prioriza más la amistad con sus amigos , es importante que la mujer lo acompañe en algún deporte, en algún hobby, en viajes , etc. Es muy importante que la mujer sea esposa antes que madre, porque lo mejor que se puede dar a un hijo es el amor de sus padres (y ese amor es cultivado, entre otras cosas, por la amistad).
15. Fuera del ámbito conyugal y del noviazgo, ¿es posible la amistad varónmujer? El avance en nuestra cultura de las actividades en común de mujeres y varones (deportivas, académicas, laborales o profesionales) favorece, más que en las
generaciones pasadas, la posibilidad de la amistad entre mujer y varón. No obstante, creo que es mucho más fácil, especialmente en algunas áreas como la deportiva, la amistad de los varones entre sí y de las mujeres entre sí. Pero de todos modos y aunque no es frecuente creo posible la amistad entre la mujer y el varón sin que se transforme en una relación sexuada.
III CUESTIONES SEXUALES POLÉMICAS 16. En el ámbito del amor sexuado, ¿hay cosas que objetivamente e stán bien o mal o todo depende de los valores subjetivos de la persona? ¿Cuál es la unión auténtica y natural entre un hombre y una mujer? Hay bien y mal objetivos porque la sexualidad no es una construcción humana. La sexualidad, con su estructura, dinámicas y tendencias, es algo dado al ser humano, en otras palabras, hay naturaleza en la sexualidad y donde hay naturaleza hay objetividad. Los jóvenes se preguntan hoy cuál es la unión varón-mujer objetiva o realmente buena ante un panorama social que les propone muchas “opciones”. Mencionaré algunos criterios para que los jóvenes puedan responder a esa pregunta. Hoy, en una cultura donde se valora lo natural, sirvan las siguientes pautas para que jóvenes y adultos puedan reconocer la unión varón-mujer más auténtica y natural, la que les ofrecerá mayores posibilidades de felicidad, armonía y paz. Cualquiera sea la cultura que analicemos, dos personas enamoradas perciben las siguientes tendencias entre ellos: •
“Estar con vos”.
Lo que tiende a estar junto (pensemos en dos imanes que
se atraen) tiende a la unión. •
“Estar sólo con vos”.
Cuando hay enamoramiento de calidad las terceras
personas sobran, es un relación de dos, cada uno de los miembros de esa relación llena al otro. •
“Estar siempre sólo con vos” :
Se anhela la permanencia de la relación. No
se desea que termine sino por el contrario que dure siempre. •
“Lo mejor de mí para vos” .
Cuando uno está enamorado siente un deseo de
darle a la persona que quiere lo mejor, no lo peor de uno mismo y también desea ayudarla a sacar lo mejor de sí, su mejor versión. •
“Recreando todo con vos” .
Cuando se está enamorado se tiende a dar vida
a cosas o situaciones que se relacionan con la historia común. Así, una canción, el árbol donde imprimieron las iniciales de sus nombres, cobran nueva “vida” y pasan a ser “nuestra canción”, “nuestro árbol”.
Por lo tanto, advertimos que la naturaleza invita a los que se aman no a cualquier tipo de unión, sino a una unión que responda a estas tendencias naturales del enamoramiento. Esa unión no es entonces una construcción cultural neutra cuyas características fundamentales varían en cada época y lugar. Si “el bien” es lo que nos conviene conforme a la naturaleza que tenemos y “el mal” es lo que no nos conviene conforme a la misma naturaleza, el tipo de relación “swinger” (todos con todos), por ejemplo, no nos conviene nunca, es un mal. Por el contrario, una relación varón-mujer exclusiva sí nos conviene, porque la naturaleza invita al “sólo con vos”. Fundar una relación pasajera no nos conviene, porque la tendencia del enamoramiento invita al “siempre con vos”. En cambio, una relación permanente sí nos conviene y es lo que todos buscan. El egoísmo en una relación es un mal, porque frustra la tendencia del enamoramiento a dar lo mejor de uno. Por el contrario, el altruismo y la fecundidad son un bien porque responden a la tendencia natural a ayudar a la otra persona a desplegar su vida y lo mejor de su persona y a dar vida a otro ser humano en el momento oportuno. En conclusión: la sexualidad no es algo aislado sino que es parte de la naturaleza humana y, reitero, donde hay naturaleza hay objetividad, por lo tanto, hay bien y mal objetivos y no meramente subjetivos (lo que cada uno dice que está bien y mal). La unión entre mujer y varón objetivamente buena es aquella que responde a las tendencias naturales del enamoramiento: una unión entre una mujer y un varón que tienen toda la diversidad complementaria para compartirse y enriquecerse, exclusiva para hacer posible el “sólo con vos”, permanente para hacer posible el “siempre con vos”, altruista y fecunda para darte “lo mejor de mí a vos” y ayudar a desarrollar lo mejor de vos y para dar vida a otro ser humano en el momento oportuno. Este tipo de unión, que responde plenamente a las tendencias naturales del enamoramiento, es el matrimonio. Una relación no exclusiva, no permanente y no fecunda, es algo que, por no responder a la naturaleza, no conviene y no ofrece las mismas posibilidades de felicidad al hombre y a la mujer.
17. ¿Dónde se origina la ética relativista de que “lo que puede estar mal para vos puede estar bien para mí” y viceversa? La subjetividad o relatividad respecto del bien y el mal es consecuencia de no creer que exista una naturaleza humana común a todas las personas. Si no hay un orden
dado común en el ser humano, una realidad sexuada transcultural, es decir, que está presente en todo tiempo y en toda cultura aunque pueda tener matices diferenciales secundarios, no hay lugar para la ética ni para la salud. Muchas veces esta postura responde a una ideología y otras a esa necesidad existencial de “coherencia vital” que hace que si uno no vive como piensa termine pensando como vive. Pero hay un indicador que permite descubrir el bien y el mal objetivos en la intimidad de la propia conciencia: es ese estado general del ánimo que llamamos paz. Quien no está en paz es muy probable que no esté viviendo de acuerdo al bien objetivo y al sentido objetivo de la vida que es el buen amor. Un gran desafío para ustedes, jóvenes, en orden a valorar y elegir libremente vivir éticamente, es comprender que la pregunta moral no es: ¿qué es lo prohibido? sino más bien: ¿qué es lo que nos hace felices y nos permite hacer felices a otros? No es lo mismo ser leal que desleal, fiel que infiel, honrado que ladrón, sincero que mentiroso, generoso que egoísta, solidario que individualista, justo que injusto, prudente que imprudente, austero que codicioso, sobrio que inmoderado, fuerte que débil, casto que incapaz de gobernar los impulsos sexuales. El leal, fiel, honrado, sincero, generoso, solidario, justo, prudente, austero, sobrio, casto y fuerte tiene más posibilidades de ser feliz y de hacer feliz a quien elige para compartir la vida. Hay realidades que física, afectiva y espiritualmente nos convienen y otras que física, afectiva y espiritualmente no nos convienen. Por ejemplo comer, beber, dormir y amar conviene a todo ser humano, cualquiera sea su cultura; tener hambre, sed, sueño y odiar no conviene a ningún ser humano. Por eso la ética es objetiva y no subjetiva lo cual no implica que existan bienes subjetivos o particulares de cada persona (gustos, hobbies, etc).
18. Pero esto de definir lo que está bien y lo que está mal ¿no es juzgar al otro? Mi planteo no tiene por intención juzgar a nadie sino hacer viable la educación, ya que si no existe un bien y un mal objetivos carece de sentido educar a un ser humano. Educar es, en definitiva, el gran desafío de guiar a una persona desde lo que es a lo que puede y debe ser conforme a su naturaleza humana y a su identidad personal. Es imposible educar sin el planteamiento ético objetivo, porque no existiría el deber ser, sino simplemente lo que se es. La ética objetiva existe, pero no implica el derecho a juzgar a una persona concreta que no viva conforme a ella ya que no conocemos su historia, sus antecedentes familiares y sus circunstancias personales.
19. Constantemente te referís a una naturaleza objetiva. ¿Esto quiere decir que los fundamentos morales van más allá de posturas o creencias religiosas? Creo que hay un principio clave para encarar nuestras vidas. O bien existe un Creador y, por lo tanto, una creación y una vida con orden y sentido dados, o bien no existe un Creador y por lo tanto tampoco una creación y una vida con orden y sentido objetivo. En el fondo, todas las creencias se podrían dividir según este eje racional. La existencia de un orden natural supone un ordenador: por consiguiente, afirmar que existe una moral objetiva implica la creencia en Dios. Ahora bien, siendo la naturaleza una realidad común a toda persona humana, los fundamentos morales son entonces universales y objetivos sin perjuicio de los matices culturales accidentales que no afectan su sustancia.
20. ¿El sexo y el amor van por dos carriles diferentes? Quien ama es un ser sexuado varón o mujer. Pero la sexualidad no es una parte (la genitalidad) sino una dimensión de toda la persona y, por lo tanto, participa de los atributos personales antes considerados: dignidad, identidad, intimidad, cuerpo personal, espiritualidad capaz de conocer y tender a la verdad y al bien objetivos, y libertad para amar. Luego, la manera adecuada de vivir la sexualidad como persona es respetando dichos atributos y la vocación más profunda de la persona a amar (conocer, querer y hacer el bien objetivo del otro en cuanto otro). Entonces, lo que puede existir es una vivencia de la sexualidad personal o no personal (amor personal o “amor” despersonalizado). En el primer caso el sexo y el amor se integran; en el segundo, van por carriles diferentes empobreciendo la maravilla de la sexualidad humana y el amor sexuado. Pongamos algunos ejemplos concretos: la prostitución lesiona la dignidad humana puesto que consiste en mirar y tratar a una persona como “algo” (esto es, en cuanto objeto exclusivo del placer) y no como “alguien”. Y no es propio de las personas ser utilizadas. La unión varón-mujer meramente afectiva, que durará mientras dure el afecto (no “hasta que la muerte los separe” sino “hasta que la vida los separe”), también lesiona su dignidad humana. Porque el valor y la riqueza de una persona merecen que otra persona le entregue su vida entera y no que la pruebe algún tiempo de su vida para luego descartarla.
Lo que está en juego al vivir el sexo y el amor por carriles diferentes o al vivirlos en forma integrada, es la felicidad. Vivir la sexualidad integrada en el amor personal ofrece a la mujer y al varón más posibilidades de ser felices. Quiero repetir una vez más que “control de calidad” que siempre tenemos para medir la calidad del amor sexuado es el respeto de los atributos de la persona.
21. ¿Qué opinás acerca de la masturbación y del consumo de pornografía? Ninguna conducta de un hombre o de una mujer carece de efectos o consecuencias en sus personas. Todo acto humano deja huellas. Las conductas objetivamente buenas mejoran a la persona y las conductas objetivamente malas la empeoran o lesionan. Creo que la masturbación y el consumo de pornografía, además de lesionar la dignidad humana porque implican la utilización de un ser humano, no entrenan sino que desentrenan para la felicidad en la relación hombre-mujer. En efecto, van imprimiendo en la persona hábitos de búsqueda solitaria o unilateral del placer sexual (que no es natural ya que el placer fue previsto para vivirse compartido) y al ritmo sexual propio (que no coincide con el del otro(a)), lo que puede perjudicar la armonía sexual -placer y ternura compartidas- en la fase de la vida oportuna para tener relaciones sexuales. La armonía presupone encuentros sexuales personales en las cuales se busque no sólo el propio placer sino también el placer del otro . Esto implicará, para el varón, tener que esperar el ritmo más lento de excitación sexual de la mujer. Si no están entrenados para eso porque tienen el hábito (generado por la masturbación y el consumo de pornografía) de buscar placer al ritmo de su propio sexo, tendrán probablemente
dificultades
para
vivir
con
armonía
un
encuentro
sexual
adecuadamente personal, que por otra parte es el que más placer, deleite afectivo y gozo espiritual puede generar.
22. ¿Qué pensás acerca de “transar”? La “transa”, en tanto es una forma de masturbación compartida, tampoco entrena al varón y a la mujer para ser felices, porque va dejando en ellos la huella o el hábito del autoerotismo, de utilizar al otro como objeto exclusivo de placer, y de buscar ese placer al ritmo del propio sexo, y ésas son huellas que no los preparen o entrenan para la armonía sexual en sus relaciones futuras.
La “transa” tampoco les genera felicidad actual porque a través de ella no se experimenta el sabor del amor entero que surge de captar la riqueza o los valores integrales de otro ser humano. Los que “transan” muchas veces no conocen ni sus nombres y por lo tanto son indiferentes a la riqueza de sus personas. Pueden sentir solo un placer pobre que luego es seguido de un amargo sentimiento de vacío.
23. ¿Y si la persona con la que uno “transa” es “fija” (es decir, si hay “transa periódica” con la misma persona)? Se repite el mismo reduccionismo personal que en la “transa” y por lo tanto no genera auténtica felicidad, no entrena para la armonía de los encuentros sexuales personales futuros con la persona que elijan y se entreguen para compartir la vida; no permite saborear el gozo del amor a una persona, de compartirse en todos sus valores. Es tan fuerte el atractivo que tiene el placer físico que monopoliza la relación y genera una especie de adicción. Y esa adicción obstaculiza o incluso impide el inicio de una relación más profunda, en la que se conozcan en toda la riqueza de personalidad (talentos, valores, sueños, preocupaciones, alegrías, miedos, vocación).
24. ¿Qué opinás de la homosexualidad? Hay que distinguir ante todo entre los actos homosexuales y la persona homosexual. El adjetivo es “homosexual” pero el sustantivo es “persona” y, por lo tanto, la persona homosexual merece el reconocimiento de todos los derechos y atributos de cualquier persona. Ahora bien, cabe aclarar que no es la condición homosexual la que es título de derechos sino la condición de persona. La condición homosexual de la persona es un trastorno de la identidad sexual. Las patologías en relación rela ción con c on la sexualidad pueden abarcar a barcar la identidad, la percepción percepci ón y la orientación. La homosexualidad es una patología de la orientación y concretamente una parafilia. Creo que es muy importante manejarse con la verdad en esta cuestión, sin
perjuicio de la delicadeza, la compasión, la comprensión, la contención, el respeto y el amor que debe brindarse a las personas de condición homosexual, que en una alta proporción sufren a causa de su homosexualidad. Manejarse con la verdad es afirmar que la homosexualidad es un trastorno en el proceso de formación de la identidad sexual. Sólo existe una identidad sexual masculina y otra femenina . La situación cultural actual acerca de la homosexualidad debe clarificarse con la verdad científica. Siguiendo a Jokin de Irala en su libro Comprendiendo la
Homosexualidad ,
encontramos que la homosexualidad era considerada una
enfermedad por la comunidad psiquiátrica hasta que, en 1980, se modificó esta categorización en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquitría, cuyas sucesivas ediciones siguen manteniendo esta calificación. Este cambio no se realizó sobre la base de ningún informe científico, sino que fue el triunfo de una votación con un porcentaje del veinticinco por ciento, fruto del “lobby” de la comunidad gay-lésbica norteamericana. Es el único caso en la historia de la medicina en que se modifica la calificación de una enfermedad sin ninguna base científica. Es más, el psiquiatra Spitzer, que lideró ese “lobby”, años después se retractó y hoy dirige en los Estados Unidos uno de los principales centros de rehabilitación de personas de condición homosexual hacia la heterosexualidad, la Asociación Narth (National Association for Research and Treatment of Homosexuality). Ese “lobby” que logró en 1980 el cambio de categorización de la homosexualidad como enfermedad comenzó en la década del 70. Manejarse con la verdad científica en esta cuestión es preocuparse realmente del bien objetivo de la persona de condición homosexual, para que de ser posible pueda superar ese trastorno, ya que como dije antes, en la gran mayoría de los casos la homosexualidad genera un profundo sufrimiento y también una secuela de otros trastornos psíquicos, como depresión, obsesiones, tendencia al suicidio y adicciones. La persona de condición homosexual merece el trato más digno de una persona que es el amor, pero el amor es hacerle el bien objetivo lo que incluye la rehabilitación cuando es posible, lo que no constituye el planteo cultural actual.
IV ENTRENÁNDONOS PARA EL AMOR SÓLIDO 25. ¿Por qué hoy hay cada vez menos noviazgos? ¿Por qué hay cada vez menos novios que se casan? Muchas parejas siguen actualmente calificándose como novios. Sin embargo, el noviazgo no se entiende hoy como una preparación al matrimonio que incluye la continencia sexual. Se trata de noviazgos que duran muchos o años o que se prolongan indefinidamente, porque conllevan intimidad sexual más o menos frecuente. Lo que está en crisis es el amor sólido, el compromiso matrimonial y la posibilidad de envejecer amando a la misma persona. Sin el horizonte del compromiso matrimonial y la entrega para siempre, el noviazgo más que desaparecer cambia de significado. Si el matrimonio (unión total entre un varón y una mujer lo que supone un compromiso en el amor) no es adecuadamente valorado y comprendido como un camino para ser más feliz por la medida de entrega de sí que implica, tampoco será valorado el noviazgo. El noviazgo tiene directa relación con el matrimonio precisamente porque es su proceso de preparación. Desde una visión o concepto “líquido” del amor y de la relación varónmujer, el noviazgo, así entendido, no tiene sentido: ¿de qué sirve preparase para una relación que no va a perdurar? En cambio, si se cree que es posible envejecer enamorado de la misma persona sobre la base del compromiso recíproco de “querer quererse”, y que en la vivencia de es actitud nos jugamos la mayor felicidad posible, valdrá la pena conocerse y prepararse bien a través del noviazgo.
26. ¿Qué es el noviazgo? Es una etapa natural y necesaria en el proceso de maduración del amor entre un hombre y una mujer, que les permite poder conocerse y entenderse, superando la idealización del otro, que es fruto del “flechazo” inicial y de la proyección en ella o él de las propias expectativas y deseos con independencia de su posibilidad concreta de satisfacerlos. Enamorase de alguien no alcanza para poder decidir responsablemente si se quiere compartir la vida con esa persona. Es necesario vivir un tiempo de trato y conocimiento real recíproco para evaluar si será difícil, imposible, posible o muy posible compartir un proyecto de vida con esa persona, cumpliendo con las invitaciones que nos hacen las tendencias del enamoramiento: “con vos”, “sólo con
vos”, “siempre con vos”, “dándote a vos lo mejor de mí” y “dando vida con vos”. Éste es el sentido del noviazgo. Conocerse y entenderse implica ver no sólo lo que dice el otro sino cómo vive el otro: cómo trata a sus amigos, a su familia, a sus compañeros de trabajo, cómo me trata, cómo valora lo propio de mi persona, cómo maneja las distintas situaciones de la vida. Este trato interpersonal en lo cotidiano de la vida permite advertir si la persona de quien me enamoré es la persona a la cual quiero que mis hijos se parezcan o si quiero compartir con ella toda la vida. Hay que ser muy realistas en el noviazgo y no fantasear con la posibilidad de cambio de lo que esa persona es y vive. El noviazgo es una etapa clave para preparar una relación o un amor sólido.
27. ¿Uno elige de quién enamorarse? El amor sexuado tiene un aspecto pasivo, algo que “nos pasa” y que no provoca ni crea uno mismo: es la sensualidad (“química”, impulsos) y la afectividad (emociones y sentimientos). Además, el amor sexuado tiene un aspecto activo que sí origina uno mismo. No podemos evitar que en el amor “nos pasen cosas”, pero en cambio podemos manejar eso que nos pasa y hacer que “pasen” otras cosas. Por eso somos responsables del amor. Si no pudiéramos manejar el amor no habría responsabilidad ni posibilidad de comprometerse. El “flechazo” y el enamoramiento forman parte del aspecto pasivo del amor, es decir, de lo que “nos pasa”. Una determinada persona nos saca de la indiferencia, porque nuestra sensualidad capta los valores de su cuerpo y la afectividad los valores de esa manera de ser mujer o de esa manera de ser hombre. Enamorado significa que el amor nos ha sido dado. No elegimos de quién enamorarnos: es la reacción que nos provocan los valores de otra persona. Lo que sí depende de uno mismo es qué hacemos con ese enamoramiento: ¿Lo aceptamos? ¿Lo interrumpimos? ¿Lo desarrollamos? Eso sí depende de nuestra libertad a través de las facultades de la inteligencia y de la voluntad.
28. ¿Qué ocurre cuando uno se enamora? En el aspecto pasivo del amor hay dos pasiones que debemos distinguir: el “flechazo” y el enamoramiento. El “flechazo” es una pasión emotiva. Es muy fuerte pero no dura mucho. Se produce fundamentalmente por la reacción de la sensualidad a los valores del cuerpo de una mujer o de un varón y provoca psicológicamente un trastorno de la atención en el “flechado”. Si trabaja, le cuesta trabajar; si estudia, le cuesta estudiar; la cabeza se
le va a la persona que lo “flechó”. Si esta emoción fuese un estado afectivo permanente no se podría hacer nada, porque realmente afecta la atención que se pone en las actividades habituales. Otro efecto es que provoca, en el “flechado”, el vuelo de la imaginación: se proyecta todo lo que se quiere que tuviera la mujer o el hombre ideal. El “flechazo” es como un empujón para que comience una historia de amor entre un varón y una mujer, pero no puede durar mucho tiempo y es lógico que después de un tiempo desaparezcan sus signos. A diferencia de lo que muchos creen, eso no significa que desaparece el amor, sino que se trata de una fase embrionaria del desarrollo posible del amor. Algo similar ocurre con la infancia, que en algún momento se acaba sin que por ello se acabe la vida (pues deja paso a etapas de mayor desarrollo de la vida humana -la adolescencia y la juventud-). Hay personas que creen que toda la realidad posible del amor es sentirse “flechado”, de modo que, cuando desaparece el “flechazo” piensan que desapareció el amor, y entonces buscan a quien nuevamente los “fleche”. La historia de amor frágil y efímera de muchos es ir de “flechazo” en “flechazo”. En realidad, más que enamorarse de tal o de cual persona se enamoran de estar “flechados”, es decir de la emoción placentera que es sentirse trastornado por alguien. De ahí la inestabilidad de la historia de amor de muchos varones y mujeres, con el consiguiente vacío y dolor por no llegar a saborear otras etapas del desarrollo posible del amor, el amor entero, el amor maduro. A diferencia del “flechazo”, el enamoramiento puede durar siempre, porque, además de intervenir la afectividad, -es decir, la reacción positiva ante los valores ya no sólo corporales sino espirituales de esa mujer o ese varón- con la inteligencia se conoce y profundiza en la riqueza de esa persona que provoca admiración. El enamoramiento, es decir, la admiración hacia los valores de esa persona, puede durar siempre. Uno puede envejecer enamorado de la misma persona. Reitero lo afirmado en el primer capítulo al hablar de amor sexuado: Uno no se enamora de la persona perfecta ,
sino de alguien con debilidades y con fortalezas, las
que entran en sintonía con las propias. La invitación del enamoramiento es a “afirmar” a la persona que queremos ayudándola a desarrollar la mejor versión de sí misma. Eso es el buen amor.
29. ¿Que relación hay entre el enamoramiento y el noviazgo? El noviazgo es una etapa de maduración del enamoramiento, en el sentido de que los novios procuran conocerse y entenderse en sus diferencias para ver si va a ser posible un proyecto de vida común. Es un tiempo para verificar si los sentimientos
hacia esa persona responden a sus valores reales y no a lo proyectado imaginativamente por el otro. Muchos ponen el foco en ver si tienen sentimientos hacia la persona y no en saber si la persona tiene los valores reales que provocaron ese sentimiento.
30. ¿Qué sentido tienen las crisis en el noviazgo? ¿Cómo enfrentarlas? A la palabra crisis suele dársele una connotación negativa que no hace al sentido propio del concepto. “Crisis” significa oportunidad de cambio, de crecimiento. En toda relación varón-mujer hay crisis normales y anormales. Es bueno que haya crisis normales: toda relación las tiene, y si se las vive adecuadamente, seguramente se saldrá más fortalecido o con una unidad más consolidada . En el noviazgo, las crisis permiten conocerse en la verdad de las fortalezas y debilidades de cada uno. Si uno no está dispuesto a convivir toda la vida con aspectos del otro que no le agradan -especialmente las diferencias en valores-, no es prudente continuar la relación. La utopía de pensar que la otra persona va a cambiar cuando se case ha sido el principio del fin de muchas vidas matrimoniales. Aunque haya “química” y enamoramiento con aquella persona con la cual no se logra entendimiento en los valores, la mejor decisión será interrumpir ese noviazgo. El noviazgo es una fase de prueba de la relación, por lo que su interrupción no es ningún fracaso, por dolorosa que sea. En cambio, la crisis terminal producida una vez fundada la unión del matrimonio puede generar un dolor mucho más fuerte y expansivo. Una sola separación matrimonial puede generar dolor a aproximadamente sesenta personas (entre familia, parientes y amigos). No pretendo afirmar que para dar “luz verde” a un noviazgo haya que encontrar a la persona perfecta en todas las dimensiones, porque entonces es muy probable que nuestro estado permanente sea el de soltero. Precisamente, sobre la base de la aceptación de la persona real, el buen amor, a través de pequeños desencuentros, discusiones y peleas que permiten conocer al otro y a uno mismo, ayuda a perfeccionar y plenificar la manera de ser persona de quien uno se ha enamorado. La mirada del amor auténtico permite ver no sólo lo que la persona es (con sus imperfecciones, defectos, limitaciones) sino lo que la persona puede llegar a ser. Con un buen noviazgo (en que haya comunicación, diálogo, interrelación) puede advertirse suficientemente la identidad de una persona y ver si será difícil, muy difícil, imposible o posible compartir con ella un proyecto de toda la vida. Si bien el buen noviazgo no
agota el conocimiento de una persona permite un conocimiento suficiente para decidir o no un proyecto amoroso común.
31. ¿Hay que escuchar al entorno en la opinión respecto de la otra persona? La mirada más profunda hacia una persona proviene de quien la ama sinceramente. Sin embargo, en la etapa del flechazo a veces se confunde a la persona real con lo que imaginamos de esa mujer o de ese hombre. Es ahí que la opinión de amigos y familiares puede ayudar a ver la verdad. Cuando hay una mirada unánime de las personas que más lo quieren a uno, es una insensatez no prestarle atención.
32. ¿Cuál es la edad para empezar a formar el noviazgo? Hay un criterio objetivo: recién en la fase evolutiva humana conocida como la adolescencia juvenil (aproximadamente a los diecisiete o dieciocho años) el ser humano comienza a adquirir la capacidad de pensamiento reflexivo que le permite conocer en la intimidad a otra persona y a sí misma para poseerse y poder darse. Eso no se da en la infancia y en la pubertad. No es posible un noviazgo en sentido estricto en esas fases del desarrollo de la mujer y del varón. Un niño o un adolescente púber no pueden, estrictamente hablando, vivir un noviazgo real.
33. ¿Qué conviene: que la otra persona sea parecida a uno o que sea distinta? Como decíamos antes, lo fundamental es la coincidencia en los valores (morales, religiosos, culturales) o, en el caso de que no existan coincidencias de valores, al menos el entendimiento en las diferencias. Quisiera destacar que un valor clave en el que necesariamente debe existir coincidencia es la prioridad de su relación (noviazgo, matrimonio) respecto de otras realidades de la vida de cada uno (trabajo profesional, familia de origen, amigos, deporte, dinero, etc). Ahora bien, es probable que uno se enamore de una persona con temperamento o personalidad diferente. Así como los sexos opuestos se atraen, también lo hacen las maneras diversas de ser persona, y esto tiene un sentido: el mutuo enriquecimiento personal a través de la diversidad. Por ejemplo, es bastante frecuente ver parejas de novios en la que uno es “primario” (significa que tiene un ritmo de reacción, pensamiento y decisión rápido) y el otro “secundario” (implica por el contrario que tiene ritmos de reacción, pensamiento y decisión lentos), o bien un miembro de la pareja es “emotivo” (alterable, irritable) y el
otro “no emotivo” (afectivamente más estable), o uno “no activo” (tendiente a actuar hacia adentro o a la reflexión y la contemplación) y el otro “activo” (tendiente a actuar hacia fuera de su persona, o sea un hacedor o ejecutivo). Ningún rasgo caracterológico o su mezcla (los temperamentos) es en sí bueno o malo. Cada uno es más conveniente para algunas cosas y menos conveniente para otras. La persona emotiva aporta energía, vitalidad; la persona no emotiva, estabilidad; la persona activa, decisión en la coyuntura diaria; la persona no activa, reflexión, previsión, proyectos. La cuestión no está en las diferencias de personalidades -que en sí mismas son buenas- sino en cómo cada uno conoce, acepta y respeta esas diferencias. Como decía el escritor inglés Chesterton, las diferencias que nos atraen después complican la convivencia, cuando no se las entiende, acepta y respeta.
34. ¿Podés hablarnos de las diferencias sexuadas naturales entre un hombre y una mujer ? Muchos conflictos entre novios y luego entre cónyuges derivan de no conocer adecuadamente las diferencias entre un hombre y una mujer. El varón es sensualmente activo y la mujer sensualmente pasiva y a la inversa, la mujer es afectivamente activa y el varón afectivamente pasivo. En otras palabras, esta sensualidad diversa significa que los ritmos de excitación sexual son diferentes: utilizando un ejemplo sencillo para facilitar la comprensión, el varón es como una “estufa a cuarzo”, y la mujer como una “chimenea a leña” (a buenos entendedores, pocas palabras). El hombre se excita sexualmente en forma rápida y una vez alcanzado la plenitud de excitación (el orgasmo) se desexcita también en forma rápida. La mujer es más lenta tanto en la fase preparatoria de la relación sexual como en la resolución de la misma, por lo cual en esta última, luego del orgasmo, muchas veces tiende al diálogo con el varón y este en cambio suele entrar a un estado de somniolencia. Los disparadores de la excitación sexual del varón son simples. Basta fundamentalmente el sentido de la vista, es decir,
la visión de la mujer en
determinadas circunstancias es suficiente para provocarlo. Los disparadores de la excitación sexual de la mujer son más complejos y demandan la intervención de más sentidos, -al menos en la etapa de infertilidad de su ciclo menstrual en el que aunque la libido permanece plena, exige un mayor esfuerzo del hombre para activarla-. En esa activación de la excitación sexual de la mujer interviene un clima general de armonía y
afecto en la relación personal y otros sentidos además de la vista: el oído al captar un tono de voz adecuado; el tacto al percibir la expresión de ternura; el olfato al captar una sensación de agrado. El placer sexual en el varón está directamente relacionado con el llenado de las vías seminales y su brusca contracción descomprimiendo la tensión sexual; mientras que el placer sexual en la mujer se vive a través de una progresiva acumulación de la tensión sexual. En la fase de preparación de la relación sexual, el hombre puede interrumpir brevemente el proceso y seguidamente continuarlo, mientras que la interrupción de la mujer equivale a volver al momento cero de la relación sexual. La ignorancia de estas diversidades masculinas y femeninas del dinamismo físico es la causa de muchas desarmonías en las relaciones sexuales del hombre y la mujer en la fase vital oportuna para tenerlas, que manifiestan las conocidas palabras: “El no piensa más que en eso ...”; “Ella no me desea como hombre”. Ampliaremos este tema de las diferencias en los aspectos afectivos y racionales de la naturaleza humana del varón y la mujer cuando hablemos del matrimonio y consideremos las distintas necesidades de la mujer y el varón que son importantes atender para cuidar la relación conyugal.
35. ¿Qué pasa hoy con el miedo al compromiso? Hay que distinguir entre el miedo al compromiso y la falta de valoración del compromiso como una de las claves de calidad en el amor. Desde una educación permisiva, en la que una persona, siendo niño y adolescente, sólo conjugó en su vida el verbo “pedir” y recibió siempre lo que deseaba (aunque no fuera una necesidad sino un capricho), es comprensible el miedo al compromiso, porque el compromiso pide utilizar un verbo –dar- que nunca se aprendió a conjugar. Desde una comprensión del amor reducida a sentir (en la que uno depende de lo que la otra persona le provoque), es explicable que no se valore el compromiso como acto que eleva la capacidad de amar y, por lo tanto, de ser feliz. Si el amor es sólo lo que a uno “le pasa”, ¿a qué va a comprometerse? Si es algo que uno no domina, si no es posible gobernar el amor, ¿cómo es posible comprometerse a amar entendido como meramente sentir? Desde una visión entera del amor, en la que se integra el sentir de la afectividad con el dar de la voluntad, la incomprensión del compromiso desaparece. Uno no se
compromete a sentir, se compromete a querer querer. Ésta es la actitud sólida fundamental. Se trata de querer querer a la persona amada con actos de entrega de sí para hacerle agradable la vida y para ayudarla a crecer y a ser quien verdaderamente es. En resumen, creo que hoy pasan fundamentalmente dos cosas: no se entiende que el amor puede ser gobernado por la inteligencia y la voluntad y no se generan hábitos de compromiso y de generosidad que faciliten vivir con otra persona y más aun vivir para otra persona.
36. ¿Es buena, en el noviazgo, cualquier manifestación de cariño? No hay recetas, pero sí un valor que puede servir como criterio general para la respuesta: la prudencia. Debemos amar con todo lo que somos y eso implica no sólo actos voluntarios de amor a través de esfuerzos, concesiones, querer lo que ella quiera aunque uno no lo quiera, sino también a través de la ternura, que es expresar con el cuerpo que uno valora a la otra persona. Es natural y bueno que existan expresiones corporales de cariño. El cuerpo humano es siempre lenguaje de la persona. No tenemos cuerpo, somos cuerpo en unidad con nuestro espíritu. Por lo tanto, a través del cuerpo manifestamos amor y reitero es bueno e importante que existan dichas manifestaciones de expresiones físicas de cariño. Ahora bien, si somos una unidad de cuerpo y espíritu el lenguaje del cuerpo no puede ser contradictorio con el lenguaje de la persona. El cuerpo miente si expresa una entrega física total que no corresponde con una entrega espiritual total de persona entera. La prudencia es esa virtud humana que permite prever y elegir los medios para un fin bueno que se busca vivir. Si reservamos la entrega física total para la entrega espiritual total del matrimonio, entonces la prudencia permitirá evaluar en cada circunstancia cuáles tendrán que ser las expresiones físicas del cariño, para no exponerse en llegar a un punto en que se “pierda la cabeza”, y por lo tanto también la voluntad de hacer lo que se quiere hacer. La mujer puede en esto ayudar mucho al varón, ya que el impulso sexual del hombre tiene ritmos muy rápidos y es más simple (se dispara a veces con sólo mirar a la mujer).
37. ¿Qué opinás acerca de las relaciones sexuales prematrimoniales? Desear tener relaciones sexuales prematrimoniales es normal desde la sensualidad y desde la afectividad de dos enamorados. Decidir tenerlas y tenerlas
efectivamente desde la inteligencia y la voluntad es inoportuno antes de la entrega personal total del matrimonio. Quizás un ejemplo ayude a entenderlo: supongamos que una persona no ha comido durante tres días y ve una torta de chocolate. El impulso físico derivado del hambre y el deleite afectivo que le produce el chocolate le invitan a comerse la torta. Completo la información afirmando que la persona es diabética en grado máximo. La voluntad -que sigue a la inteligencia en la advertencia del riesgo que implica para su vida comerse la torta- es conveniente que diga la última palabra respecto de lo que le conviene a la persona respecto de la torta ya que la sensualidad y la afectividad no piensan. Analógicamente, sólo desde la inteligencia puede razonarse y con la voluntad obrar una respuesta a esta pregunta, ya que la sensualidad y la afectividad, aún siendo facultades humanas muy buenas, ven más limitadamente que la inteligencia. Con la inteligencia podemos argumentar lo siguiente: 1) Siendo el noviazgo una etapa de la relación cuyo sentido es el conocimiento recíproco profundo e íntimo para poder evaluar la posibilidad de compartir un proyecto de vida, el inicio de las relaciones sexuales tiene el riesgo de que la relación sea polarizada por lo físico -que es muy fuerte- y que esto pueda, por lo tanto, obstaculizar el conocimiento recíproco adecuado en las otras dimensiones más profundas de sus personas. 2) La entrega física total a otra persona, especialmente de la mujer al varón, crea un vínculo afectivo muy fuerte, que puede afectar la libertad interna de discernimiento de la posibilidad real de compartir un proyecto de vida con dicha persona a la que se ha entregado en forma físicamente total (recordemos que ese discernimiento es el sentido objetivo del noviazgo). 3) Los sexólogos analizan la relación sexual desde el punto de vista de la salud y el placer de sus protagonistas. Los moralistas analizan la conducta humana siempre en relación con el fin de la persona y su naturaleza. Ambos coinciden en afirmar que la relación sexual óptima desde el punto de vista del placer y de la paz psicológica de quienes la realiza es aquella en la que sus protagonistas viven con tranquilidad afectiva y con paz espiritual. La falta de paz espiritual de quienes tienen relaciones sexuales pre conyugales o extra conyugales, deriva de no haber correspondencia entre una entrega físicamente total y una entrega espiritual que no es total sino parcial. La falta de tranquilidad afectiva (miedo) deriva de la información científicamente cierta de
que no hay método anticonceptivo que sea absolutamente seguro. El miedo al embarazo es real y objetivo. 4) La relación sexual es un encuentro personal muy valioso que integra el placer, la ternura y la comunicación, lo cual requiere un proceso de crecimiento que sólo se hace posible en una relación consolidada como es la que supone el matrimonio. Es decir, la imagen de armonía sexual fácil e inmediata que el hombre y la mujer alcanzan en la primera relación sexual es solo un mito de muchas películas de cine. La realidad es que, para optimizar y crecer en esta forma de comunicación, se requiere un clima de estabilidad, confianza y tiempo que no se consigue en la etapa del noviazgo sino con el transcurso de la relación sólida del matrimonio. 5) Es un mito creer que puede probarse la armonía sexual futura del matrimonio a través de relaciones sexuales prematrimoniales. Acostarse con la novia o el novio no es ninguna prueba, ninguna garantía de la futura armonía sexual con el cónyuge. Porque la armonía sexual depende -sobre todo en la mujer- de una serie de circunstancias que pueden no existir durante el matrimonio. La disponibilidad sexual de la mujer está muy ligada al tono afectivo de la relación que tenga con el cónyuge y, por lo tanto, la supuesta armonía sexual que pueda haber en el noviazgo en situaciones totalmente distintas no implica ninguna garantía de armonía sexual en el futuro. Existen, además, abundantes estadísticas de estudios sociológicos (ver por ejemplo los estudios de la Heritage Foundation de Washington, EE.UU.) que corroboran que las parejas que han convivido teniendo trato sexual antes del matrimonio tienen mucha más posibilidad de separarse. La explicación de esto último es que la convivencia sin compromiso y entrega total puede dejar huellas de inseguridad y falta de estabilidad, que tienen impacto negativo en la relación futura. 6) No es sabio en la vida “quemar etapas”: hay que vivir cada etapa de la vida. No siendo seguro cien por ciento ningún anticonceptivo, existe la posibilidad cierta de traer a la vida a una persona en un momento en que la relación no está consolidada, y que por lo tanto no le conviene ni al padre, ni a la madre, ni al hijo. Si bien uno puede asumir decisiones con la propia vida es injusto e irresponsable decidir por una tercera persona. 7) Siendo la persona una unidad de cuerpo y espíritu, el cuerpo y las facultades espirituales de la inteligencia y la voluntad deben guardar una coherencia
armónica. La entrega física total debe corresponder a una entrega espiritual total, que se concreta con la entrega matrimonial.
38. ¿Qué pasa en los noviazgos que llevan mucho tiempo y que no se casan por razones económicas? Hay que tener muy en claro en la vida qué es lo que puede generar la felicidad más profunda del ser humano. La falta de claridad en esta cuestión básica puede hacernos desperdiciar muchos años de gozo mayor en nuestras vidas. Ninguna posesión material es comparable con el gozo de entregarse totalmente a alguien y de que alguien decida entregarse totalmente a uno, lo cual implica haber descubierto nuestro valor como personas; eso es casarse. Tampoco es comparable ningún bien material con el gozo de ser padre o madre, aunque la paternidad y la maternidad sean siempre un desafío e impliquen trabajo. Es razonable casarse con cierto sostén económico, pero postergar la decisión de matrimonio hasta poder pagar una fiesta ideal de casamiento, tener la casa ideal, el auto ideal, un plasma y todos los electrodomésticos no es sensato desde el punto de vista de la búsqueda de la auténtica felicidad humana. Así como en una relación une mucho tener buenos recuerdos en el pasado, también une compartir proyectos hacia el futuro y uno de esos proyectos puede ser ir ahorrando para la casa futura que se quiere construir o comprar con el esfuerzo compartido. Si durante años nos pasamos soñando juntos esa casa, poniendo, por ejemplo, su foto en la heladera, decorándola con la imaginación y la ayuda de revistas, habremos contado con un factor de unión muy fuerte, del cual hoy muchos carecen por comenzar la vida matrimonial con todos los sueños comunes cumplidos.
39. ¿Qué significado tiene para vos la palabra “virginidad”? En el caso concreto de los novios significa dignidad, respeto y entrenamiento para ser feliz y para apuntar alto en la armonía sexual (que vendrá en la etapa oportuna de tener encuentros sexuales que es en el matrimonio). Para vivir buenas relaciones sexuales como encuentros de toda la persona del varón y de toda la persona de la mujer, que incluyan placer, ternura y comunicación recíprocos, es necesario entrenarse en el hábito de la castidad, que es aquel aspecto de la templanza que nos permite gobernar el impulso sexual para, por ejemplo, poder esperar el varón a la mujer en sus ritmos sensuales más lentos; para poder abstenerse de relaciones sexuales cuando alguno de los dos por cansancio o enfermedad no desea el
encuentro sexual; o para cuando se quiere postergar un embarazo renunciando al encuentro sexual en los períodos de fertilidad de la mujer, pero viviendo en la relación la entrega total, que genera la mayor posibilidad de placer físico, paz y gozo espirituales. La castidad, el hábito bueno de gobernar el impulso sexual, no se adquiere de la noche a la mañana. Como otros valores, requiere de un entrenamiento basado en la repetición del mismo acto de manera de adquirir la facilidad para hacerlo. Ese entrenamiento es conveniente que empiece en el noviazgo, viviendo y respetando ambos la virginidad, ya que es mucho más difícil adquirirlo después, durmiendo todos los días con la persona con la que uno se ha casado. Conservar la virginidad no es sólo evitar mantener relaciones sexuales con penetración. Si se tiene todo tipo de contacto físico, incluso aquellos que llevan al clímax o al orgasmo aunque no haya penetración, ese varón y esa mujer no estarán conservando la virginidad y no se estarán entrenando para ser felices a través de la adquisición del hábito de la castidad, sin perjuicio de que puedan ser vírgenes en el sentido de no haber tenido relaciones sexuales con penetración.
40. ¿Los noviazgos que tienen relaciones prematrimoniales son más o menos propensos a debilitarse o romperse? Muchos estudios sociológicos y estadísticos (por ejemplo los estudios de la antes citada Heritage Foundation de Washington, EEUU) son coincidentes en afirmar que las personas que han convivido antes de casarse tienen más posibilidad de separarse que quienes inician la convivencia con el matrimonio. En general ocurre que en estas parejas se consolida una actitud de posesividad por parte de la mujer respecto del varón y una sensación de ahogo por parte del varón respecto de la mujer, derivados de la inseguridad que genera vivir una relación sin compromiso o sin entrega total sincera de sí mismos.
V AMOR SÓLIDO 41. ¿Para qué casarse? ¿Por qué no convivir simplemente? Un amor sólido es un amor comprometido y esta realidad nos acerca al concepto de matrimonio. Antes de comenzar a hablar del matrimonio y distinguirlo profundamente de otros tipos de unión sexuado, quiero destacar que no es mi intención juzgar a nadie. Viajando por la Argentina y otros países de América, he podido comprobar que muchas uniones en las que sus protagonistas no tienen una libreta de matrimonio civil o religiosa son matrimonios naturales, y por el contrario, con respecto a otras personas que sí tienen esos documentos y han pasado por una ceremonia civil o religiosa es muy probable que su unión matrimonial sea nula. Entrando en el tema voy a responder a tu pregunta. ¿Para qué casarse? Para llevar un hombre y una mujer su capacidad de amar y, por lo tanto, de ser y hacer feliz al otro(a), a un nivel que no es igualmente alcanzable y desarrollable si uno no se casa y opta por una relación meramente afectiva convivencial. La felicidad humana es directamente proporcional al desarrollo de la capacidad de amar. Una persona puede ser tanto más feliz cuanto más desarrolle su posibilidad de dar y darse a otros. Casarse es precisamente realizar un acto de amor original o único de entrega total de sí en tanto varón y en tanto mujer, que les da a sus protagonistas la posibilidad de conservar, cuidar, hacer crecer y auto-restaurar la relación de amor de una forma sustancialmente superior a la que se tiene sino se realiza el casamiento. Si bien la mayoría de los hábitos buenos o virtudes se adquieren por repetición de actos, hay valores que se adquieren con un solo acto. Por ejemplo, la decisión de tirarse en paracaídas exige un único acto de voluntad que permite gozar de la caída libre. Analógicamente, un solo acto de amor -el de la entrega total de sí en tanto varón y en tanto mujer a través del cual se casan- eleva de tal modo su capacidad de amar que permite a un varón y a una mujer la posibilidad de ser mucho más felices. Esa felicidad no se funda en la ausencia futura de limitaciones, dolores o conflictos sino en la mayor energía, motivación y voluntad para superarlos. Vale la pena reiterarlo una vez más, ante la generalizada distorsión conceptual que existe respecto del matrimonio. No casa un papel, una ceremonia civil o religiosa, o una autoridad civil o religiosa. “Casa” un acto de amor. ¿Cuál? El de la entrega sincera
total de lo que uno es y puede ser como varón y mujer. Esa intensidad de entrega en un solo acto desarrolla sustancialmente la capacidad de amar, pone a sus protagonistas en una situación muy diferente de la que tenían antes de realizar este acto. Eleva a esa mujer y a ese varón concretos a un nivel de amor o a una posibilidad de amarse que no tenían antes del matrimonio. Genera una capacidad psicológica de luchar por la armonía de la relación y por hacerse recíprocamente el bien mucho más alta y por lo tanto, una más alta posibilidad de ser feliz. Esto es lo atrayente del matrimonio. Uno entra en otra dimensión, en otra galaxia, en otra calidad de amor respecto de la unión meramente afectiva de los simples convivientes (no me refiero a los matrimonios naturales que subyacen a muchas uniones de personas que por ignorancia o imposibilidad no han expresado su compromiso o consentimiento matrimonial a una autoridad civil o religiosa). El casamiento no asegura el éxito de la relación, pero la posibilidad de éxito es sustancialmente mayor en la unión sólida del matrimonio que en la unión líquida en la que sus miembros tienen la actitud de convivir tan solo mientras les dure las ganas y el afecto que por naturaleza es muy variable.
42. ¿Es adecuado decir que nos casó un funcionario del registro civil o una autoridad religiosa? No puede “casar” ninguna autoridad civil o religiosa, porque uno de los atributos de la persona humana es el autogobierno de sí misma y la propia decisión de amar. Nadie puede ser sustituido en el atributo humano de gobernarse a sí mismo y de dejar participar a otro (el cónyuge) en dicho autogobierno de la propia vida que implica el matrimonio. Ninguna autoridad es soberana para reemplazar a un ser humano en la decisión de entregarse en un proyecto de toda la vida con otra persona (matrimonio).
43. Para casarme ¿necesito expresar el consentimiento matrimonial ante una autoridad? Decir que la autoridad “no casa” a dos personas no implica afirmar que la autoridad (civil o religiosa) no tenga hoy relevancia y que sea una exigencia formal de validez que exigen tanto los ordenamientos legales civil y canónico (derecho de la Iglesia Católica). Si bien destaco una vez más que la autoridad, la ceremonia y la libreta matrimonial no son elementos esenciales del matrimonio natural, desde el siglo XVI, la presencia de la autoridad se comienza a exigir para la validez del matrimonio (primero en la regulación legal canónica y luego en la civil) por razones de publicidad y de seguridad
jurídica. Cuando las poblaciones o comunidades humanas eran chicas, todos se conocían, se sabía quién era cónyuge de quién y no era necesario registrar las uniones matrimoniales para asegurar el cumplimiento del compromiso asumido en caso de incumplimiento por parte de algunos de los esposos. Pero cuando empiezan a crecer las poblaciones y aparecen las grandes ciudades, entonces surge esa necesidad, y por eso, expresar el consentimiento ante una autoridad es requisito de validez a partir del Concilio de Trento, en el siglo XVI. Lo paradójico es que las diversas “formas” culturales de expresión del acto de amor de casarse que no forman parte esencial del matrimonio, son consideradas hoy por muchos como lo más esencial, y por eso se tiende a pensar que el que “casa” es el sacerdote o el oficial del registro civil, la ceremonia o la libreta.
44. ¿De dónde surge el matrimonio? ¿Es acaso un invento de la Iglesia o del Estado? Si bien ya hemos hablado de este tema vale la pena abundar. La estructura del matrimonio, sus características y fines surgen de la naturaleza de la persona humana varón y mujer. Es la unión sexuada que responde a las invitaciones o tendencias naturales del enamoramiento de un varón y una mujer. Ustedes, los jóvenes buscan y valoran lo auténtico y natural. El matrimonio es la unión auténtica y natural que buscan. Casarse es responder a la invitación natural de su enamoramiento con un acto libre de la voluntad, ya que en el ser humano (a diferencia del mundo animal) la naturaleza propone pero no determina. Siguiendo al Profesor Viladrich y como dijimos antes, el fenómeno del enamoramiento provoca una muy fuerte invitación a la persona que “padece” ese sentimiento. Se trata de unos impulsos o tendencias muy placenteros que pueden denominarse “dinámica del enamoramiento”. La primera es el impulso a “estar juntos”, lo más cerca posible en el tiempo y en el espacio, anhelando sentir intimidad mediante los sentidos según múltiples formas de expresión (el beso, el abrazo, las caricias); o al revés, sufriendo con dolor cualquier separación. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la unión con la
persona que ama. La segunda es el impulso a “estar sólo juntos” , de manera que se sufre cualquier posibilidad de que la persona que se ama pueda tener esa misma relación íntima con una tercera persona, como también que alguien interfiera o intervenga desde dentro, como otro íntimo. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la unión
exclusiva y fiel con la persona que se quiere . La tercera es el impulso a “estar siempre juntos”, a que no pase nunca lo que están viviendo. Los enamorados quisieran eternizar esa íntima relación que los une en un instante mágico que durase siempre, que jamás pasará. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la unión de toda la vida con la persona amada. La cuarta tendencia es el impulso a “estar juntos dando cada uno lo mejor de sí” . Los enamorados buscan en mil detalles ser el mejor regalo para el otro, mostrando lo mejor de sí mismos. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la
unión en orden al bien objetivo del otro. La quinta es el impulso a “a recrear todo juntos” . Los enamorados perciben un impulso vital que tiende a hacer nuevas las cosas o situaciones que se relacionan con su historia. El banco de la plaza, la canción o el árbol donde comenzó su historia o tiene relación con algo importante de la misma, adquiere para ellos una vida distinta que para el resto de las personas y se convierte en “nuestro banco”, “nuestra canción” y “nuestro árbol”. La invitación a la persona que manifiesta este impulso es la unión
fecunda cuya máxima expresión será la paternidad y la maternidad en el momento oportuno. Una unión entre varón y mujer en la que ellos ponen en común toda la riqueza complementaria de la sexualidad de sus personas, que es exclusiva para hacer posible el sólo con vos, permanente para hacer posible el siempre con vos, altruista para hacer posible lo mejor de mí para vos y fecunda para hacer posible el recrear todo con vos,
esa unión es el matrimonio. Por lo tanto, no te dejes engañar o
manipular. La unión auténtica y natural que estás buscando y al que tu enamoramiento te invita no es simplemente convivir ¡¡¡sino casarte!!!
45. ¿Pensás que el matrimonio es para toda la vida? Absolutamente, aunque hacerlo posible es todo un trabajo para el hombre y para la mujer. Todo lo que vale la pena en la vida implica esfuerzo: también el amor, también el matrimonio. Pero vale la pena y ¡es posible! Pero quiero fundamentarles mi respuesta. El matrimonio es para toda la vida porque ésa es la invitación que el enamoramiento hace (deseo estar siempre con vos ). El matrimonio es para toda la vida porque la entrega existencialmente total entre un hombre y una mujer es la adecuada a la dignidad humana. Es indigno que uno esté a prueba para otra persona por un tiempo, el que le dura las ganas.
Si la invitación natural del enamoramiento es al siempre con vos , el único acto voluntario que te proyecta hacia el futuro, como pide el enamoramiento, es el compromiso. “Pro” es una preposición de futuro, com-pro-meter significa “meterse en el futuro con otra persona”. El compromiso no es una exigencia caprichosa del Estado o de la Iglesia para complicarnos la vida. Si el enamoramiento pide el siempre con vos , la única manera de concretar, no en forma simbólica sino real, una entrega con esa medida, en el aquí y ahora, es con un acto de compromiso. ¡¡Y eso precisamente es casarse!!
46. ¿Es admisible el divorcio? Pienso que este tema debe tratarse siempre con suma delicadeza humana, por respeto al dolor de muchas personas relacionado con esta cuestión y las muy diversas circunstancias que puedan hacer que dos personas sean protagonistas de un divorcio. Quiero ante todo reiterar que no es mi intención juzgar ningún caso particular de divorcio en el que quien lee este libro pueda estar relacionado. Especialmente pido a los jóvenes que no juzguen a sus padres, entre otras razones, porque su generación no ha tenido la oportunidad que muchos jóvenes están teniendo de una educación más sistemática y completa en el amor sexuado. Voy ahora a responderte: si la autoridad civil o religiosa no casa, no vincula, no conyuga, no “esposa” a los cónyuges, tampoco puede “descasarlos” o desvincularlos. En otras palabras, no puede divorciar, que significa disolver un vínculo matrimonial válido existente entre un hombre y una mujer. Distinto es el caso de la separación matrimonial personal judicial, en la cual se suspende el deber de convivencia que tienen los cónyuges pero sigue existiendo entre ellos el vínculo matrimonial, siendo el sentido original de la separación (institución creada par la Iglesia Católica) trabajar desde su distanciamiento corporal en la restauración de la convivencia posible entre ellos. Distinto es también el caso de la nulidad matrimonial, en la cual la autoridad declara que pese a la apariencia de matrimonio (existió una ceremonia) el vínculo matrimonial no llegó a concretarse, porque al momento de expresar el consentimiento uno o ambos cónyuges internamente no se entregó totalmente: no lo hicieron libremente, no tenían aptitud psíquica para entregarse o para cumplir el compromiso matrimonial, estaban afectados de un impedimento o no expresaron su consentimiento según la forma solemne legalmente prevista.
Declarar la nulidad de un matrimonio no implica declarar que no haya existido una historia concreta de afecto y buenos momentos entre sus miembros, o que los hijos no sean de ambos padres. Tan sólo declara que nunca existió entre ellos el tipo matrimonial de unión y que por lo tanto ambos pueden casarse en el futuro. La admisión del divorcio en la mayoría de las legislaciones civiles responde a la lógica del contrato, que no es aplicable al matrimonio. El casamiento es un acto de amor voluntario que genera una realidad de alianza, pacto a través del compromiso, pero esa realidad que es jurídica no es de tipo contractual. Intentaré explicárselos mejor. En el siglo XII se discutía académicamente en las principales universidades europeas si lo que casaba a un varón y a una mujer eran los esponsales (pactos que hacían las familias de los novios para comprometerlos a la boda) o las nupcias (traslado de la mujer a la casa del novio y primer acto de entrega física total voluntaria y libre -que era considerado expresión de la entrega espiritual total, y por lo tanto casaba-). Se concluyó que el matrimonio surgía con las nupcias y no con los esponsales. Buscando una figura jurídica que surgiera por consenso o voluntad libre se asoció el matrimonio con el contrato. Ahora bien, lo propio de un contrato es que las partes crean el vínculo con sus características y fines (las cláusulas) y en tanto lo crean lo pueden disolver o pedir a la autoridad que lo disuelva. Nada de esto es aplicable al matrimonio ya que, como antes hemos considerado, la función del acto de entrega de sí que casa no es crear el vínculo sino tan sólo llevarlo a la existencia, dado que el origen de las propiedades y fines del matrimonio es natural y no consensual.
47. ¿De dónde surgen las propiedades o características del tipo de unión matrimonial y sus fines? Las propiedades o características del matrimonio no las inventa el legislador ni los novios, surgen de las tendencias naturales del enamoramiento y de la dignidad humana antes consideradas y de la respuesta de entrega voluntaria libre con la medida total a la que invitan esas tendencias, que un hombre y una mujer concretan al casarse. La propiedad de la exclusividad (una con uno) deriva de la tendencia natural al sólo con vos . La propiedad de la irrevocabilidad del vínculo (indisolubilidad) surge de la tendencia natural del enamoramiento al siempre con vos . Tampoco inventa el legislador o los contrayentes los fines del matrimonio. Estos fines surgen del sentido natural de la sexualidad humana, que es, por una parte, el mutuo enriquecimiento personal derivado de la complementariedad masculina y
femenina en todas las dimensiones de su naturaleza (fin del bien de los cónyuges); por otra, la apertura a la procreación y educación de nuevos seres humanos, que no significa tenerlos efectivamente sino estar abiertos a buscarlos a través de su recíproca entrega sexuada. Si las características y fines del matrimonio derivan de la naturaleza, puesto que ésta es común a todos los seres humanos, la unión matrimonial es patrimonio común de la humanidad y no sólo de los católicos como a veces erróneamente se ha afirmado.
48. Para los católicos ¿qué significa el sacramento del matrimonio? Hasta ahora he hablado para todos cualquiera sea su religión porque lo he hecho desde las distintas ciencias y desde el orden natural. Ahora hablo a los católicos. El sacramento significa que Cristo se hace realmente presente, no sólo durante la ceremonia del casamiento, sino a lo largo de toda la vida matrimonial para ayudar a los esposos a vivir las propiedades y los fines de la unión que para su felicidad han llevado a la existencia. Pero las características o propiedades y los fines del matrimonio no derivan del sacramento sino, como hemos visto, de la naturaleza de la sexualidad humana y de la dinámica del enamoramiento. Como hablamos en el primer capítulo, a la relación de un varón y una mujer se la puede comparar con un barco que tiene dos timones y dos timoneles. Los cotimoneles de una relación conyugal tienen una capacidad limitada para construir adecuadamente el barco a través del noviazgo, y luego de arrojado al agua (casamiento), también tienen una capacidad limitada para conservar, mejorar y restaurar el barco en la navegación de su vida matrimonial. Esa capacidad se enriquece profundamente cuando se invita a Cristo al barco: en su etapa de construcción (noviazgo), con el rol de Arquitecto Naval y después, cuando se inicia la navegación de la comunidad de vida (matrimonio), con el rol de Capitán, quien es el que diseñó el barco (la unión matrimonial) y el principal interesado en que arriben los co- timoneles o cónyuges (ella y él) al puerto de la unidad y la felicidad.
49. ¿Qué significa contar habitualmente con el Cristo como Capitán del barco de la relación hombre mujer en esta analogía náutica? No significa ciertamente contar con su presencia meramente formal o simbólica. Significa comunicarse los co-timoneles (los novios y luego cónyuges) continuamente con Él acerca de las alegrías, tristezas, cansancios, miedos, dudas, o
decisiones a tomar, primero en la construcción del barco (noviazgo) y luego, al iniciar la navegación de la vida matrimonial o en la relación con la tripulación (los hijos), dejarse guiar por su sabiduría de Capitán. Esta comunicación es la oración. Significa alimentarse de Él procurando ver y vivir el mar y el tiempo de las circunstancias de la vida matrimonial y familiar con sus ojos, su inteligencia, su voluntad, sus sentimientos, sus actitudes y sus conductas. Este alimento es el sacramento de la Eucaristía. Significa poder rectificar el rumbo cuando los co-timoneles se han apartado de la dirección adecuada para llegar al puerto de la felicidad que es la meta del viaje. Esta rectificación es el sacramento de la Reconciliación. Contar con Cristo, es decir, comunicarse, alimentarse y rectificar con Él y en Él en la navegación de la vida matrimonial y familiar y en su preparación, es el gran regalo que recibe un joven católico con el sacramento del matrimonio . Uno más uno es igual a dos. Él más ella suman dos. Él más ella más Cristo no suman tres, sino infinitas posibilidades más de armonía y felicidad para la vivencia de un buen noviazgo y luego un buen matrimonio.
50. Si el matrimonio es la unión varón–mujer natural, ¿por qué hoy disminuye la elección del tipo de unión matrimonial? Para responderte voy a compartir con ustedes algunos datos de la realidad Argentina. Según el último censo nacional de nuestro país (2000), del total de núcleos familiares, el setenta y cinco por ciento son matrimonios y el veinticinco son uniones de hecho. Este dato es importante para saber que el matrimonio sigue siendo el tipo de unión mayoritario que eligen los argentinos, aunque es verdad que hay una tendencia al aumento de convivencias sin matrimonio en el segmento poblacional de los jóvenes. Yo estoy convencido de que el rechazo de gente joven o adulta al matrimonio no es un rechazo real sino el rechazo a una idea confusa o errada del mismo. Es un rechazo a la idea del matrimonio concebido como un mero papel o ceremonia que nada tiene que ver con lo que se siente cuando se está enamorado. En cambio, cuando se explica que el tipo de unión matrimonial es el que responde a las tendencias naturales del enamoramiento, no hay tal rechazo. Se advierte que es el tipo natural y auténtico de unión. Ésta es mi experiencia en veinticinco países en los que he tenido oportunidad de dictar conferencias sobre esta temática.
51. ¿Por qué siempre se ha festejado el matrimonio y no se festeja irse a vivir juntos? Lo realmente festivo respecto del matrimonio es que el cónyuge haya descubierto que es tan valioso y digno que motivó la decisión de su cónyuge de entregarle su vida. El motivo para festejar no es la libreta que se recibe y que tan sólo sirve como instrumento de prueba de la unión matrimonial. Se festeja entonces que dos personas se entreguen recíprocamente toda la vida, porque significa que han advertido su valor como personas; no se festeja el simple irse a vivir juntos mientras dure el afecto. En definitiva lo que están haciendo quienes optan conscientemente por convivir y no casarse –es decir, quienes excluyen voluntariamente el casamiento- es “probarse” y eso no es motivo para festejar. Por eso es que se festeja casarse y no se festeja irse a vivir juntos.
52. ¿Cómo puede cuidarse el matrimonio para envejer enamorados? ¿Es esto posible o es una utopía? Es posible envejer enamorado de la misma persona que se elige para compartir la vida. Como decía Chesterton, el “amor para siempre” no es una utopía sino un ideal, las utopías no son alcanzables, los ideales sí aunque no sin esfuerzo. El amor sólido del matrimonio, el amor para toda la vida es alcanzable porque responde al anhelo y a la capacidad humana de amar sólidamente. Siguiendo a Willard Harley en su libro Lo que él necesita, lo que ella necesita , es posible identificar diez necesidades básicas de la mujer y del hombre, necesidades que es posible vincular o relacionar con la naturaleza personal de ambos y también con su diversidad sexuada. La recíproca satisfacción adecuada de dichas necesidades constituyen una garantía de solidez en la relación hombre-mujer. Si los que deciden compartir su vida a través del matrimonio cuidan estos aspectos claves de la relación, lo antes afirmado puede convertirse en gozosa realidad. 1) Afecto Así como el hombre es sensualmente activo y la mujer sensualmente pasiva el varón es afectivamente pasivo y la mujer afectivamente activa. El afecto son las maneras diversas en las que mujer y varón se expresan recíprocamente que se valoran. La necesidad de afecto para una mujer es quizás su necesidad más profunda y por lo tanto, dar y recibir afecto es quizás uno de los principales aportes de la mujer al matrimonio y a la familia.
La calidad del afecto y su percepción por parte de la mujer o del varón tiene mucha relación con la actitud de estar enfocado recíprocamente en el otro a través de las circunstancias de la convivencia diaria. El afecto puede expresarse con abrazos, besos, caricias, tonos adecuados de voz, miradas, elogios, reconocimientos, pero también con presencia, interés, atención y disponibilidad para el otro. Se trata de hacerle la vida ordinaria agradable, evitarle desagrados, promover su vocación, talentos y habilidades. Para que la percepción de afecto exista como algo sincero es por consiguiente muy importante que cada cónyuge se haga experto en la persona de su cónyuge, es decir, debe conocer lo que le agrada para dárselo y lo que le desagrada para evitarlo, aceptar su vocación y facilitarle las cosas para su desarrollo. Tristemente, la mayoría de las relaciones extramatrimoniales comienzan por una sensación de falta de afecto (por parte de la esposa) y de relaciones sexuales (por parte del esposo). Es un círculo vicioso. Ella no tiene suficiente afecto y no tiene disposición para el encuentro sexual. Él no tiene suficiente sexo por lo que lo último que quiere es ser afectuoso. Es un trágico error de percepción de la esposa el creer que su esposo no es la persona adecuada para ella basándose en una comparación de sentimientos en un determinado momento de su historia. Si él edificara su matrimonio desde la base del afecto, su vínculo sería restaurado y la relación extramatrimonial sería vista como lo que en realidad es: una acción mal orientada de compensación de una necesidad afectiva no sastisfecha suficientemente. Muchos maridos recuerdan la pasión de su mujer en los días en que se cortejaban y quieren saber: ¿por qué no se enciende de la misma forma que antes del casamiento? Hay que responder que él no la está tratando en la forma que lo hacía entonces. Después del casamiento creyó que podría eliminar acciones y gestos preliminares e ir al asunto principal. Pero resulta que los gestos preliminares son requeridos no solo para tener un encuentro sexual pleno, sino porque tienen en sí mismo razón de ser. En muchos casos lo que ellos piensan que son solo gestos preliminares, para ellas son el suceso principal. 2)
Atractivo físico
Hemos dicho que no tenemos cuerpo, somos cuerpo. El cuerpo es lenguaje de la persona por eso, mantener el propio atractivo físico para agradar a quienes queremos es una forma (no menos importante) de amar sexuadamente. 3) Armonía sexual
Si bien el varón es más demandante cuantitativo de relaciones sexuales la mujer es quien tiene mayor expectativa de armonía en las mismas. La armonía sexual es vivir la relación sexual como un encuentro personal donde los dos cónyuges, no solo el varón, experimentan placer, ternura y comunicación en una entrega total recíproca. Muchos conflictos llamados coloquialmente “de cama” tienen su origen en la ignorancia por parte del varón y de la mujer, de las diferencias masculinas y femeninas en las maneras de vivir y experimentar el cuerpo, los disparadores del impulso sexual, sus ritmos, sus reacciones y conductas en las fases del acto sexual a las que antes me he referido. 3) Amistad Algunos psicólogos afirman que la crisis terminal de muchos matrimonios se produce cuando en la memoria de cada cónyuge solo habitan malos recuerdos de su convivencia. Por el contrario, ir poblando la memoria con buenos recuerdos es uno de los medios para cuidar la relación conyugal. Los buenos recuerdos se generan pasando los cónyuges buenos momentos juntos y divirtiéndose juntos. La amistad es otro gran aporte de la mujer a al matrimonio ya que el hombre tiende más fácilmente a cultivar la amistad con sus amigos. Suele ser la mujer quien invita a su esposo a compartir un hobby, un deporte, una actividad artística o cultural o simplemente ir juntos de compras. Su intención es en el fondo acercarse a su cónyuge compartiendo las cosas chicas en lo ordinario de la convivencia. Cuando en un supermercado cualquier fin de semana un cónyuge elije para el otro su dulce de leche preferido y con un gesto de afecto se lo hace saber ubicándolo en el carro, sin saberlo esta entretejiendo con el hilo de lo cotidiano la unidad conyugal. 4) Admiración Ser admirado es una necesidad especialmente importante para el hombre por lo que el reconocimiento de sus valores en la dimensión profesional de su persona pero también en su identidad de padre y de esposo, constituye otro de los aportes de la mujer a la familia. No es infrecuente que el comienzo de muchas historias extramatrimoniales esté relacionad con la recepción por el hombre de mayores elogios por parte de una compañera de trabajo que por parte de su esposa.
No somos ángeles sino humanas personas una de cuyas dimensiones es la afectividad. Qué importante es cada tanto recibir el hombre de parte de la mujer alguna palmadita espiritual (“Gracias por el esfuerzo que estás haciendo por la familia a través de un trabajo que es cada vez más ingrato por su imprevisibilidad y competencia inhumana”); o la mujer de parte del hombre algún piropo (“Ojalá mi empresa funcionara como nuestra casa donde todo está en su lugar y ordenado”). 5) Comunicación íntima Uno de los atributos de la persona humana es su intimidad, es decir, poseer una vida interna (además de la externa) que constituye el mayor grado de inmanencia (o de vida interior) existente en un ser vivo. El núcleo de la intimidad humana es el corazón, entendido desde una perspectiva antropológica y no médica ni afectiva. El corazón es el yo, es decir, la persona misma que siente, delibera, juzga, decide y actúa. Un hombre y una mujer que se entregan totalmente en tanto varón y mujer y por lo tanto se casan, ponen en común su intimidad. El señorío o gobierno de sí que cada uno de ellos tiene como atributo personal común es compartido. Recíprocamente, dejan participar al otro de esa vida o mundo interior a través del proceso de comunicación o proceso de poner en común lo propio (estados de ánimo, emociones, sentimientos, juicios, decisiones, etc). Ser esposos significa dos personas que sin fusionarse viven como una, es decir, como unidad, precisamente a través de la comunicación y participación recíproca en sus mundos interiores o intimidades. A mayor comunicación del hombre y de la mujer existirá un nosotros más rico y a menor comunicación un nosotros más pobre. Debido a una diversidad en la conformación de su cerebro, la mujer aporta a la familia una especial habilidad para compartir su intimidad y para ayudar al hombre a abrir a ella y a los hijos comunes su mundo interior. La mujer tiene más facilidad que el hombre para entender el mundo interior de las personas y por lo tanto lleva la delantera en el desarrollo de la capacidad de comprensión, compasión y contención de los miembros de la familia. 6) Confianza Respecto de la confianza afirma Harley, que en veinticinco años de consejero, nunca encontró el matrimonio perfecto. Cada contrayente tiene culpas y debilidades de una clase u otra: una tendencia hacia la depresión; una baja autoestima; la tendencia a
quebrarse bajo presión; irresponsabilidad; una tendencia hacia la hipocondría, la sensibilidad más allá de lo necesario o el perfeccionismo. La lista podría seguir y seguir. De todas formas no hay matrimonio que pueda sobrevivir a dos cosas: la falta de honestidad y la falta de cooperación. Cuando la honestidad y la cooperación existen en el matrimonio, se tiene una relación que está dispuesta a compartir y edificar juntos. No necesitan secretos ni vivir en privado. Tampoco tienen deseos de mentir y oscurecer la verdad para proteger al cónyuge. Cuando edificás tu matrimonio sobre la confianza, experimentás una gozosa voluntad de compartir todos los sentimientos personales con la persona que has elegido como socio de por vida. La honestidad es el mejor seguro del matrimonio. Si bien la necesidad de confianza es recíproca del varón y de la mujer es la mujer la que tiene especial necesidad de confianza. Una mujer necesita confiar en su esposo. Ella debe encontrarlo predecible; una fusión de su mente con la de él debería existir para que ella pueda leer su mente. Cuando una mujer alcanza ese nivel de confianza es capaz de amar a su esposo de una forma más plena. Una última idea en relación con la confianza: debe vivirse con prudencia. La prudencia es el valor que nos permite elegir el mejor medio para tender a un fin bueno que en la relación hombre – mujer es principalmente su unidad. La transparencia de pensamiento imprudente puede herir innecesariamente al cónyuge sin aportarle ningún bien ni consolidar su relación. 7) Compromiso familiar La mujer aporta a la familia su compromiso familiar prioritario respecto de otras zonas de interés. Es habitual que ella viva un compromiso con la familia que ha fundado más sólido que el del hombre. Resabios del paradigma cultural generado por la revolución industrial (hombre proveedor y mujer criadora y educadora de los hijos) explican esta realidad social aún vigente en la cultura occidental. Aunque la mujer descubra, valore y decida desarrollar una vocación profesional, con más frecuencia que el hombre vive una sana y en lo posible equilibrada tensión entre sus responsabilidades profesionales y sus responsabilidades familiares. Esta tensión no existe en la misma medida en la psiquis del hombre quien todavía sigue considerando su misión prioritaria la de ser proveedor económico de la familia. El tema del compromiso familiar puede abordarse también desde otra perspectiva: la relación en entre la familia nuclear y la familia extensa o de origen. También en este aspecto la mujer suele aportar a la familia mayor compromiso respecto de su familia de
origen. John Gottman en su libro Siete reglas de oro para vivir en pareja, afirma que aunque los chistes de suegras son muy comunes entre los hombres, la auténtica tensión familiar suele darse con más frecuencia entre suegra y nuera. Aunque estos conflictos suelen aflorar muy pronto en el matrimonio, las dificultades con la familia política pueden exacerbarse en cualquier momento, por ejemplo, cuando nace un hijo o cuando los hijos atraviesan alguna etapa fundamental de su desarrollo, o bien cuando los suegros empiezan a envejecer y se tornan casa vez más dependientes de sus hijos. En la base de esta tensión existe una batalla entre las dos mujeres por el amor del esposo e hijo. La esposa está alerta para ver si el marido la apoya a ella o a su madre. “¿Cuál es tu auténtica familia?”, se pregunta. La suegra plantea la misma cuestión. El criterio de solución es que el hombre se ponga del lado de su esposa. El hombre debe hacer saber a su madre que su esposa está antes que ella, que él es primero esposo y luego hijo. La madre puede sentirse herida en sus sentimientos, pero es probable que se adapte a la idea de que la familia de su hijo es lo más importante para él. Es de importancia crucial para el matrimonio que el esposo sea firme en esto, incluso si se siente colocado en una posición injusta o si su madre no puede aceptar la nueva realidad. 9) Sostén económico La contribución económica de la mujer a la familia comienza a ser muy importante para el equilibrio del presupuesto en muchas familiar. La mujer puede y en algunos casos debe trabajar fuera del hogar. Siguiendo a la Orientadora Familiar Ana María Navarro, cabe identificar cuatro motivos fundamentales para el trabajo de la mujer casada y madre fuera del hogar. Dos son conocidos y reconocidos por la sociedad: la vocación y la necesidad económica .
La humanidad se ha perdido durante siglos el modo femenino de ejercer distintas profesiones para las que tiene talento, habilidad, interés y voluntad de servicio. En relación con la necesidad económica, en una sociedad donde se supone que se valora la familia, resulta grave e injusto el que una mujer se vea forzada a descuidar sus tareas de madre y esposa por motivos exclusivamente económicos cuando no desea el trabajo externo.
El tercer motivo es menos conocido pero igualmente válido: la variación. Habrá amas de casa por vocación -innata o adquirida- pero no hay porque suponer a la mujer tiene facilidad para todas las actividades domésticas por el hecho de ser madre, como se le supone valor al soldado. Habrá esposas y madres a las que variar de actividad les ayudará a conseguir un mayor equilibrio psíquico y emocional que mejorará su disponibilidad interior hacia las personas de su familia y sus necesidades. El cuarto motivo es criticable: la evasión del hogar. En rigor la evasión no es del hogar sino del trabajo y las responsabilidades propias del hogar. Son las mujeres que sin aceptar el esfuerzo -propio por otra parte de todo lo que vale realmente la penaque implica ser esposa y madre, condición que libremente eligieron, buscan su autorrealización con fines individualistas, consumistas y meramente hedonistas. En la búsqueda de la armonía entre el trabajo dentro y fuera del hogar, la esposa y madre - y también el esposo y padre- son responsables del esfuerzo por lograr esa integración con acciones concretas, pero también requieren de ciertas ayudas que conforman el contenido de las llamadas “políticas empresarias familiarmente responsables”, las que constituyen uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Si bien en las legislaciones laborales y sociales se protege la maternidad y en grado menor la paternidad en el momento del nacimiento del hijo, en la mayoría de las empresas no han sido todavía diseñadas nuevas políticas internas que faciliten el ejercicio de la maternidad -que lógicamente no se agota con el parto- de manera de hacer posible la convivencia familiar en su conjunto. En occidente la mujer no es ya casi discriminada en el mundo del trabajo profesional, pero si lo es la esposa y madre, y lo mismo cabría decir del esposo y padre. En efecto, el adecuado balance de tiempos personales de dedicación al trabajo y a la vida familiar en su conjunto, es para la mayoría de madres y padres un rompecabezas posible pero cuyo armado vital exige hoy un esfuerzo heroico, que es necesario revertir. El tema del dinero y de la contribución económica del hombre y de la mujer al sostenimiento del hogar común suele ser otra fuente de conflictos normales de la convivencia conyugal. Como expresa Gottman, tanto si se disfruta de una cuenta bancaria importante como si tienen que apretarse el cinturón, muchos cónyuges se enfrentan a importantes conflictos. La clave para superarlos es establecer un presupuesto familiar lúcido y consensuado. Se debe trabajar en equipo para resolver los problemas financieros dialogando acerca de las preocupaciones, necesidades,
prioridades antes de elaborar una planificación y sobre todo antes de tomar decisiones. 10) Sostén doméstico La participación conjunta de la mujer y del hombre en la administración y gestión de la casa común es hoy una necesidad derivada del trabajo profesional externo de ambos en la gran mayoría de los hogares. En la etapa de la vida matrimonial anterior a la llegada de los hijos, es generalizado encontrar disponibilidad de ambos cónyuges para lavar los platos y la ropa, limpiar la casa, cocinar y hacer la cama. Es en la etapa conyugal en la que nacer los hijos donde la cuestión de las tareas del hogar puede resultar problemática. Willard Harley sugiere para evitar conflictos la puesta en práctica de los siguientes criterios: 1) Identificar las actividades nombrando un responsable para cada actividad sobre la base de cuán importante resulta esa tarea para ese cónyuge. 2) Asignar las actividades remanentes al cónyuge que más desea que se cumplan. 3) Elegir aquellas actividades que al otro cónyuge le cuestan pero que le importan, como modo de optimizar la expresión de afecto hacia su persona.
VI ¿FORMAR YO UNA FAMILIA? 53. La familia ¿es algo del pasado? Muchos padres se sorprenden al escuchar hoy de sus hijos esta afirmación: “Yo quiero a mi familia pero no voy a formar mi propia familia” como en otras cuestiones sirva el siguiente diálogo para conversar con ellos acerca de esta cuestión clave para su felicidad. La familia es una realidad natural y como tal ha existido, existe y existirá siempre, sin perjuicio de los cambios culturales. Sin embargo, estos cambios, aunque no puedan destruir definitivamente la familia la afectan profundamente y pueden oscurecer el reconocimiento de su estructura natural permanente. Los elementos permanentes de la familia son la heterosexualidad, a través de la cual un hombre y una mujer fundadores de una familia aportan toda su diversidad complementaria -física, afectiva y espiritual- para enriquecerse como personas; la exclusividad de
su relación; la permanencia o irrevocabilidad de su vínculo; la apertura
a la procreación y educación de los hijos; la búsqueda del bien recíproco y la juridicidad producto
del compromiso, pacto o alianza de sus fundadores.
54. ¿Qué importancia tiene la familia para el desarrollo de la persona y para su felicidad? La persona madura se plenifica a través del amor o don de sí mismo. La persona es tanto más madura cuanto más desarrolla su capacidad de dar y darse a los demás. Su tendencia natural más innata es la tendencia a vivir en comunión de amor, ya que es imagen y creatura de un Ser - Dios - que es en sí mismo comunión de amor. Uno de los caminos para realizar esta vocación a la comunión en el amor es la familia, porque ella es precisamente el ámbito social que tiene por función la personalización del ser humano o el desarrollo de su capacidad de amar y de ser amado incondicionalmente. También puede vivirse esta vocación radical de la persona al amor a través de la consagración exclusiva a Dios.
55. ¿Qué relación existe entre la familia y la sociedad? Según como sea la familia será la salud social de una comunidad o de un país, ya que la familia es escuela de valores, escuela de convivencia y hábitat ecológico
espiritual para la vida humana. Esto significa que es el ámbito donde la persona humana recibe amor incondicional, contención y un profundo sentido de pertenencia. El amor incondicional genera salud personal porque promueve la valoración de sí mismo o autoestima, que es el presupuesto para poder amar, el verdadero motor del desarrollo personal y del desarrollo social. La familia es el ámbito donde se promueve la dignidad de la persona humana. Digno es lo que vale por sí mismo y este trato es propio de los vínculos familiares. Por ejemplo, cuando festejamos un cumpleaños estamos festejando simplemente que ese ser querido existe. Importantes sociólogos actuales, como Samson, de Harvard y Sarah McGlanahan, de Princeton, coinciden en afirmar que los fenómenos crecientes de la delincuencia, la violencia, los trastornos emocionales, las adicciones y el suicidio adolescente y juvenil tienen como causa común más profunda la falta de afecto, la falta de amor, derivada de la ausencia de familia o de su realidad patológica o gravemente disfuncional.
56. ¿Cómo ves a la familia actual? El tiempo histórico que nos toca vivir presenta una realidad paradójica en relación con la familia. Existen hoy aspectos positivos que muchas veces no se resaltan suficientemente: la libertad personal en la elección del cónyuge; la amistad entre novios y esposos que contribuye al cultivo de su afectividad; la mayor simetría y preocupación de la mujer y del hombre por la calidad de sus relaciones conyugales y en particular por su comunicación; la entrada del hombre al hogar compartiendo y asumiendo su responsabilidad en la educación de los hijos comunes. Junto a estas luces o aspectos positivos existen, en un mismo momento histórico, sombras o aspectos negativos como son las relaciones de amor líquidas, sin estructura, frágiles, que terminan en separación a los pocos años de convivencia. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que habiéndose superado en nuestra época los pactos familiares para la conservación de los patrimonios como origen de muchos matrimonios; siendo el proceso de selección del cónyuge libre y basado, en la mayoría de los casos, en el enamoramiento, que permite pronosticar mejores calidades de vida conyugal; habiendo mayor amistad entre el hombre y la mujer, novios y cónyuges y más preocupación por la comunicación y la calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio, existan tantos casos de opción por formas de convivencia de pareja sin compromiso o tanto error en la selección amorosa del cónyuge y tantos fracasos y separaciones en las vidas matrimoniales con el consecuente dolor humano?
¿Cómo explicar que, habiendo tanta preocupación por la educación de los hijos y por optimizar la comunicación con ellos, haya una crisis tan grande de autoridad y una creciente realidad de soledad, desorientación y apatía en la juventud, que es fuente de muchos problemas de adicciones, trastornos emocionales y de alimentación, deserción escolar y violencia? La respuesta a estos planteos no es nada simple. El quid de la cuestión no está sólo en “amar” y en “querer amar” sino en “saber amar”. En la sexualidad humana hay un orden dado y por lo tanto hay posibilidad de salud y de enfermedad en el amor sexuado. En otras palabras, la mujer y el varón pueden amar bien o mal. El varón y la mujer tienen la capacidad de amar pero, como otras capacidades humanas, ésta requiere ser educada y la educación de la capacidad humana de amar sexuadamente
bien
es una asignatura pendiente. Y esta educación es
responsabilidad, en primer lugar, de los padres, y del sistema educativo formal complementariamente y de acuerdo a los valores de los padres. Se trata precisamente de la llamada “educación sexual”.
57. Existen hoy muchas dudas respecto del tema de la educación sexual. ¿Podrías darnos algunos criterios? Les responderé sobre la base de las que creo que son las principales preguntas que los padres puede hacerse en relación con esta temática. ¿Qué?
La sexualidad no es una parte sino una dimensión de toda la persona humana (que como tal se diversifica masculina y femeninamente). La educación sexual es educación para el amor, es ayudar a desarrollar una forma de ser persona masculina y persona femenina adecuada a su igual dignidad, a su diversidad complementaria y a su bien más profundo: ser comunión amorosa a través de una relación de don recíproco. En otras palabras, la educación de la sexualidad o educación para el amor es promover la maduración de la capacidad humana de amar, en orden a constituir, conservar, desarrollar y restaurar relaciones de amor sólido, a través del matrimonio y las diversas formas de entrega a Dios en el celibato. ¿Quién?
La educación de una persona es un trabajo artesanal, no industrial. Siendo cada persona un “alguien”, una intimidad única, una creación inédita -aunque con una
naturaleza común con los demás hombres-, no se educa al ser humano en serie, sino uno a uno. Por eso, los primeros y principales educadores son los padres, también en lo que respecta a la educación particular de la sexualidad. Nadie conoce mejor a un hijo que sus padres y por eso ellos pueden ser más certeros en encontrar las oportunidades y circunstancias más adecuadas para dicha educación. Las escuelas estatales y privadas complementan a los padres, no los sustituyen. La educación de los hijos no se “terceriza”. ¿Cómo?
La educación para el amor tiene tres elementos fundamentales: la información, la formación y el liderazgo o testimonio. La información implica brindar ideas claras y comprensibles para el hijo acerca de la verdad de la sexualidad humana en cuanto a su sentido, a su integridad y a la integración adecuada de sus dinamismos: sensualidad, afectividad y racionalidad. La formación consiste en forjar los valores objetivos en forma de hábitos que faciliten la vida con otra persona y para otra persona. El liderazgo o testimonio es el esfuerzo sincero y visible de los padres por vivir los valores objetivos que promueven y es decirles a sus hijos con lenguaje verbal y no verbal a pesar de limitaciones y dificultades: ¡vale la pena! ¿Cuándo?
Siempre. La educación para el amor comienza en la vida embrionaria, etapa de vida personal en la que un hijo a través del sentido del oído puede percibir la ternura de sus padres y sentirse querido. La información, la formación y el liderazgo deberán adaptarse al desarrollo evolutivo de la naturaleza de la persona humana de sus hijos, a su sexo, a su personalidad y a sus circunstancias vitales. ¿Por qué?
Hay naturaleza en la sexualidad humana y por lo tanto un orden objetivo. Sin embargo, la sencillez, facilidad y habitualidad para el don de sí recíproco que poseían la mujer y el varón en el estado de creación original se han debilitado, y por eso la sexualidad debe ser educada. La educación para la entrega o don de sí es una necesidad del estado actual de nuestra naturaleza en orden a alcanzar la madurez o plenitud humana. ¿Para qué?
Para que las nuevas generaciones puedan ser muy felices. La felicidad humana es proporcional a la madurez que logre alcanzar el varón y la mujer y esta madurez es directamente proporcional a la capacidad del dominio de sí para el don de sí o amor.
58. ¿Cómo se debería encarar, en caso de familias “ensambladas”, la educación de la sexualidad de los hijos? La paternidad y la maternidad son una identidad, no un rol. Por lo tanto, en las familias ensambladas, el adulto que convive con el menor sin ser su padre o su madre, debe respetar los derechos de su padre o de su madre sin invadirlos y sumar afecto, contención y ejemplo en la línea del proyecto educativo de los padres biológicos de los menores, salvo casos extremos patológicos de dichos padres.
59. ¿La historia de los padres condiciona o determina la eficacia en la educación de la sexualidad de los hijos? Esta pregunta tiene relación con uno de los elementos de la educación de la sexualidad, que es el liderazgo de los padres. Pienso que no priva de autoridad a los padres el no haber vivido óptimamente los valores en los cuales pretende educar a sus hijos. Por ejemplo, el hecho de que un padre o una madre hayan vivido la experiencia humana del odio a otra persona no les priva del derecho a transmitir a sus hijos que el odio no es una actitud que les conviene. Precisamente el hecho de que ellos hayan padecido los efectos negativos del odio -no sólo en la persona odiada, sino en ellos mismos- los motiva especialmente a poner el acento en el valor del amor. Lo mismo podríamos decir respecto de las rupturas matrimoniales que los padres hayan protagonizado. Creo que el dolor que han padecido es una buena razón para intentar evitárselo a sus hijos, para quienes desean lo mejor.
60. ¿Qué pasa con los menores que no han tenido familia? Hay que señalar, ante todo, que lo que permite a un ser humano desarrollarse es el amor. Si bien la familia es el mejor ámbito para ser concebido, nacer, crecer, envejecer y morir con el trato digno de una persona humana -que es el amor incondicional-, sin embargo, en situaciones de ausencia de familia, a veces es un tutor, un profesor, un sacerdote, un rabino, un pastor, parientes más lejanos u otra familia, son quienes pueden brindarle a un menor ese “humus” para su maduración que consiste en decirle existencialmente: “vos valés”, “vos sos importante para mí”.
61. ¿Te parece bien que hoy se atrase la paternidad y maternidad? ¿Qué efectos o consecuencias puede traer? Pienso que si se trata de la imposibilidad de conseguir trabajo o de alguna situación social o de enfermedad física o psíquica, hay razones o hay causas razonables para posponer la paternidad y la maternidad. Creo en la paternidad responsable, pero la paternidad responsable es la que responde a las causas antes mencionadas; no debe confundirse con la paternidad confortable. Si la postergación obedece al objetivo de alcanzar las condiciones materiales óptimas en cuanto a presupuesto familiar y vivienda, no estoy de acuerdo. Porque además creo -como antes he afirmado- que tener el desafío conjunto de progresar materialmente es un sueño que une al matrimonio, es decir, que contribuye a su unidad y a su comunicación. Por otro lado, creo que la postergación de la paternidad y la maternidad es una cuestión no razonable desde el punto de vista físico y psíquico, puesto que la mujer, a medida que pasan los años, va teniendo una reducción de su fertilidad, y no son pocas las mujeres que tienen dificultad para buscar al hijo, porque han dado prioridad, en sus veinte o treinta años, a su exclusivo desarrollo profesional. Además de la capacidad física, con los años también evidentemente disminuye la capacidad psíquica. Criar y educar a un hijo es un desafío apasionante y que brinda a la mujer y al hombre quizás uno de los gozos más profundos que puede tener un ser humano, pero también demanda mucha energía. Por lo tanto, la postergación de la paternidad y la maternidad también puede motivar o desencadenar estilos educativos permisivos por falta de energía paterna y materna, que son los que degeneran el proceso de maduración óptimo de un hijo.
62. ¿La cantidad de hijos se debe planificar? ¿Cuál sería el criterio? Fundamentalmente hay dos valores en juego que pueden servir de criterio: la generosidad y la prudencia. La generosidad, porque creo que lo más grande que se puede hacer en la vida es darle la oportunidad a otro ser humano de vivir eternamente. Y esa posibilidad no se la podemos dar si no lo hacemos nacer. Por otro lado, la prudencia, que, como decía la madre Teresa de Calcuta, invita a procrear aquellos hijos que se puedan criar y educar. Prudencia significa que cada matrimonio debe ponderar en conciencia la cantidad de hijos a los cuales puede tender a procrear, criar y educar sin confundir paternidad responsable con paternidad confortable.
63. ¿La prudencia exige que las familias de bajos recursos tengan pocos hijos? Existe el prejuicio de que lo que conviene a una familia económicamente pobre es no tener hijos o tener pocos hijos. Me parece que es una gran injusticia. En todo caso debe seguirse el mismo principio general: libertad en la elección del número de hijos, sin que eso esté condicionado por el factor económico. Muchas veces en familias pobres los hijos contribuyen al mantenimiento de la familia con su trabajo. No sólo en las familias rurales sino también en las urbanas. Siendo la familia una realidad de interés público, debería existir más ayuda para las familias económicamente pobres que deseen tener muchos hijos. Ninguna familia por su condición económica debería estar limitada para ejercer ese derecho fundamental, debiendo recibir las ayudas necesarias. ¡Lo único que falta es que los pobres no tengan el mismo derecho que los ricos en lo referente a la paternidad y maternidad!
64. ¿Qué opinás acerca de la planificación natural y de los métodos anticonceptivos? Hay profundas diferencias que tienen que ver con la manera conjunta o independiente de vivir la sexualidad y la plenitud o parcialidad de la entrega de la persona en la relación sexual. La planificación natural requiere necesariamente la cooperación del hombre y la mujer. Es decir, supone una vivencia de la sexualidad compartida por los dos, que contribuye a hacer más rico su “nosotros”. Esto no ocurre con el uso de anticonceptivos, que habitualmente manifiesta una vivencia de la sexualidad individual. Es “lo que él se pone” o “lo que ella toma”. En la vivencia de la planificación natural atendiendo a los períodos de fertilidad y de infertilidad de la mujer, cada vez que los cónyuges tienen relaciones sexuales se entregan totalmente desde un punto de vista físico (no se cierra una de las capacidades de la masculinidad y la feminidad que es fecundar) y también se procura hacerlo espiritualmente estando presente toda la persona. Esta entrega total tiene un impacto psicológico positivo que no se genera en la entrega parcial que necesariamente se vive en el recurso a la anticoncepción. El recurso a la planificación natural es además un medio ecológico de vivir la sexualidad. Es decir, no tiene efectos negativos en la salud de la mujer, como los derivados de la incorporación de elementos mecánicos o químicos a su cuerpo. Por eso, en 1991, la Revista Americana de Obstetricia y Ginecología comenzó a darle
especial importancia a la planificación natural. También la Organización Social de la Salud (OMS) de las Naciones Unidas (ONU) destaca sus bondades ecológicas y su mayor eficacia para la planificación responsable de la procreación. La vivencia de la sexualidad o la planificación de la procreación a través de los métodos naturales mantiene un interés y un atractivo especial de los cónyuges por la relación sexual. Esto promueve la pasión sexual entre ellos. La no posibilidad de tener relaciones sexuales en los períodos del ciclo de fertilidad de la mujer -si se está buscando posponer un embarazo-, genera un atractivo especial en el tiempo de infertilidad, en el cual sí será posible tener las relaciones sexuales. Es decir, se espera ese tiempo con la frescura de los primeros encuentros sexuales. Otra cuestión -no menor- es la económica. Los anticonceptivos tienen un costo económico alto (de hecho, constituyen uno de los negocios más espectaculares de los siglos XX y XXI), mientras que la planificación natural es gratuita y no requiere dependencia alguna de ningún “profesional de la salud”. Otra diferencia importante es que el conocimiento teórico y práctico de los métodos naturales permite no sólo posponer un embarazo sino buscarlo, ya que esto no siempre resulta fácil. Obviamente ésta es una ventaja que no brindan los métodos artificiales, que simplemente son contraceptivos, es decir, tienden a evitar el embarazo. Hay otra razón de tipo psicológico vinculada con la capacidad de paz y gozo que se genera al vivir una realidad humana conforme a la naturaleza. Por naturaleza, el acto sexual tiene dos fines. Uno es el unitivo y otro el procreativo. Es evidente que la unión sexual -sobre todo si se realiza en el período de fertilidad de la mujer- puede dar lugar al origen de una nueva persona. La finalidad o el sentido procreativo del acto sexual es una realidad que no necesita demostración. Además del sentido procreativo, el acto sexual tiene un sentido unitivo, es decir, contribuye a unir o a consolidar la unión entre un hombre y una mujer cuando se vive como un encuentro personal entero e integrado, es decir, cuando el varón y la mujer viven el placer, la ternura y la comunicación derivada de estar psicológicamente presentes. Cuando el hombre y la mujer viven su sexualidad conforme a la naturaleza, es decir, conforme a esos dos fines, tienen mayor capacidad de gozo, de placer, de deleite afectivo y de paz. Si voluntariamente se separa alguna de esas dos finalidades, no existe la misma posibilidad de vivirlo con igual plenitud de gozo, placer y paz.
Filosóficamente, San Agustín explica lo antes afirmado a través de la distinción entre los verbos latinos “uti” y “frui”. Uti es la capacidad de beneficiarse que puede obtenerse de una cosa utilizándola en forma independiente a su estructura o naturaleza. Y frui es, en cambio, la capacidad de beneficiarse con una cosa, pero utilizándola conforme a su estructura o naturaleza. El beneficio es mucho mayor en el segundo caso que en el primero. Por ejemplo, si usamos un vaso de vidrio para martillar, éste tiene poca efectividad cumpliendo tal función y se rompe indefectiblemente; no pasa lo mismo cuando bebemos agua con el vaso, ya que en ese caso lo aprovechamos utilizándolo en vistas a su fin. Cuando se separan en el acto sexual los significados unitivo y procreativo -que están pensados para vivirse en forma integrada-, la posibilidad psicológica de vivir en plenitud el encuentro sexual no se da de la misma manera. Hay que aclarar que no se trata de buscar en cada relación sexual un hijo, pero sí de dejar abierta esa posibilidad. No es absurdo que la mujer tenga ciclos de fertilidad y de infertilidad y que la mujer y el varón puedan conocer con alta exactitud (según la OMS llega al noventa y ocho por ciento de eficacia práctica) la fertilidad y la infertilidad femeninas. Esa altísima eficacia práctica de la regulación natural de la procreación no se altera con ciclos irregulares de la mujer, con períodos de lactancia o con el estado premenopáusico. El método natural más avanzado, el sintotérmico, que integra los datos de la temperatura del cuerpo, de la secreción cervical, de la contextura del cuello del útero y de los estados de ánimo producto de los cambios hormonales, es el método natural de mayor eficacia tanto para posponer el hijo como para buscarlo. Vale la pena formarse adecuadamente en la planificación natural de la fertilidad. El momento óptimo para hacerlo es en el noviazgo o antes del matrimonio.
65. Pero, puesto que la mujer tiene menos disponibilidad para la relación sexual en el período infértil de su ciclo, ¿no es antinatural reservar las relaciones para ese momento? Es natural que la mujer tenga mayor disponibilidad para el encuentro sexual cuando está fértil. Si no fuera así, sería antinatural y contradictorio. Pero eso no significa que la mujer en el período no fértil de su ciclo pierda la libido. En todo caso, se requiere un mayor esfuerzo o esmero del varón en activar su impulso sexual. El mayor disparador en la mujer para el encuentro sexual es el afecto y el trato personal que le da el varón. Porque aún en el periodo de fertilidad, si no existen esas circunstancias, es muy probable que la mujer no tenga apetito sexual.
66. ¿Qué decir de la planificación familiar cuando uno cuenta con poca formación? ¿No es utópico pensar que puede practicarse? La planificación natural comenzó a ser aplicada por el matrimonio Billings en África, con poblaciones incluso analfabetas. La madre Teresa de Calcuta promovía la planificación natural en la India también en sectores de población no precisamente de alto nivel cultural. En la China se aplica hoy con muchísimo éxito la planificación natural. De manera que no es una cuestión de nivel cultural de las personas el presupuesto para vivir este modo de regulación de la natalidad.
67. ¿Qué opinás del rol del estado en la anticoncepción? Creo que la libertad de elegir el número de hijos y su espaciamiento es un derecho humano fundamental de los cónyuges. Por lo tanto, ninguna política del Estado puede coaccionar a la mujer o el varón a tener una conducta procreativa determinada . El Estado no tiene soberanía en estas cuestiones.
68. ¿Es eficaz repartir preservativos para prevenir el embarazo adolescente y las enfermedades de trasmisión sexual? Las acciones de distribución gratuita de preservativos por parte de algún gobierno como medio para combatir el mal personal y social de las enfermedades de transmisión sexual y el embarazo precoz es ineficaz. Ya la primera Conferencia Mundial de Higiene realizada a comienzos del siglo XX en los países nórdicos europeos acuñó el concepto de “educación sexual” y la redujo a la distribución por parte del estado de anticonceptivos, fundamentalmente de preservativos. Los males que se pretendía erradicar no sólo no desaparecieron sino que se duplicaron o cuadriplicaron. De modo que no tiene base científica ni corresponde a la experiencia eficaz de otros países utilizar este medio para combatir esos problemas. Uno de los pocos países que ha aplicado la recomendación de las Naciones Unidas de promover la abstinencia y la fidelidad como primeras medidas para erradicar el problema del embarazo precoz y las enfermedades de transmisión sexual es Uganda. Este país, en diez años (entre 1991 y 2001), redujo de un quince a un cinco por ciento el índice de contagio del SIDA. ¿Cuál fue el secreto de este éxito rotundo? Uganda, siguiendo las pautas de la ONU, promovió el cambio de pautas culturales en los jóvenes en vistas a la abstinencia de relaciones sexuales y la fidelidad, y logró una eficacia sin precedentes. Entonces, además de las razones
morales antes referidas, la distribución de preservativos bajo el falso slogan del “sexo seguro” implica una falacia científica y una ineficacia experimental para lograr el objetivo fundamental, que es la salud personal y la salud social.
69. ¿La familia es una realidad meramente privada o también es algo de interés público? La familia es una realidad privada y también de interés público. Es una realidad privada porque la fundación de una familia por parte de una mujer y un varón es un derecho humano básico. Es decir, toda persona tiene derecho a fundarla o a no fundarla. Por lo tanto, ningún varón y ninguna mujer pueden ser reemplazados, ninguna autoridad tiene soberanía para crear una familia. En ese sentido, es una realidad privada. Pero siendo la familia el hábitat ecológico espiritual para la persona, porque en ella recibe amor incondicional, contención y el más profundo sentido de pertenencia, la familia tiene alto impacto en la salud personal y en la salud social, y por lo tanto es una realidad de interés público. Existen ciertas funciones sociales que cumple naturalmente sólo la familia, de modo que si ésta no existiera la sociedad no sería viable. Por eso estas funciones sociales de la familia pueden ser llamadas “funciones sociales estratégicas”. La primera función social estratégica es la procreación de las próximas generaciones. Por ejemplo, sin argentinos no hay nación Argentina. La experiencia y la sociología muestran que, en los países donde la familia se debilita y no recibe promoción o ayuda, la procreación disminuye hasta el extremo de que hoy algunos países ya no tienen asegurado su recambio generacional. Éste es precisamente el riesgo en el cual se encuentra la Argentina según el último censo nacional (2000). La segunda función social estratégica de la familia es la crianza y educación de las próximas generaciones. Por crianza ha de entenderse el proceso de alimentación, salud e higiene básicas; por educación me refiero no sólo a la instrucción escolar sino a la transmisión de una generación a otra de valores, un sentido para sus vidas y un planeta habitable. Todos los intentos históricos de reemplazar a la familia en el proceso de crianza y educación de los nuevos ciudadanos han fracasado. La tercera función social estratégica de la familia es la de ser el hábitat ecológico para la dignidad humana, por ser el ámbito en que una persona es amada incondicionalmente, es decir, el ámbito donde la valoración no está condicionada a su
productividad, a su idoneidad técnica, a su simpatía, o a sus destrezas y habilidades, como en otros ámbitos sociales (por ejemplo, el laboral o el deportivo).
70. ¿Cuál es la función del estado en relación con la familia? La función del estado no es la de registrar las uniones sexuadas afectivas que desde la legítima libertad deciden constituir sus ciudadanos. Las relaciones de afecto de los habitantes de un país no son de interés público: por ejemplo, las relaciones de afecto con los propios amigos no es una cuestión de relevancia para el estado. La función del estado respecto de la familia es, en primer lugar, la de reconocer su identidad; en segundo lugar, la de promover y facilitar su misión esencial de generar salud personal y social a través de las funciones personales y sociales estratégicas antes mencionadas. Además, el estado no debe ser neutral respecto de las distintas opciones que los ciudadanos decidan constituir como uniones sexuadas. El estado debe claramente promover –por medio del sistema educativo- y facilitar –por medio del derecho tributario y laboral, de las políticas de medios de comunicación, de créditos y de vivienda- aquella unión sexuada que sea de interés público. Y es de interés público la unión sexuada en la que sus protagonistas asumen libremente un compromiso con responsabilidad respecto de las funciones sociales estratégicas (dar amor incondicional y tender a la procreación y educación de las nuevas generaciones de argentinos). Esta unión es el matrimonio. Es injusto y discriminatorio para los matrimonios dar igual nombre e iguales derechos a los ciudadanos que no quieren asumir ningún compromiso respecto de esas funciones sociales estratégicas (uniones de hecho). Lo antes afirmado no implica sostener que los protagonistas de las uniones sexuadas que, por las razones antedichas, no son de interés público no deban ser atendidos en sus problemas y situaciones de daño, ya que el título para evitar o reparar el daño es la misma condición de persona humana. Pero es importante, para la salud personal y para la salud social, que la ayuda que se brinda a esas uniones que no son de interés público (las uniones meramente convivenciales, por ejemplo) se encamine a ofrecer igualdad de oportunidades y no tanto ayudas o privilegios que la familia matrimonial (de interés público), habitualmente no recibe. Por ejemplo, la ayuda para una madre que ha fundado por libre elección un hogar monoparental debe ser el facilitarle, a través de un servicio de guardería o de apoyo para el cuidado y educación de su hijo, la oportunidad de estudiar y de trabajar para
desarrollarse. Sin embargo, en muchos países las ayudas económicas y subvenciones que reciben los hogares monoparentales por elección (reitero y aclaro: madres solteras por elección, es decir, aquellas mujeres que optan por ser madres por inseminación artificial sin casarse o sin siquiera vivir en pareja dando un padre a su hijo) para construir o comprar una casa, para educar a los hijos o para otras necesidades, no benefician de igual manera a las madres de hogares biparentales, en los cuales el hombre y la mujer al casarse, han asumido un compromiso de interés público como es el cumplimiento de las funciones sociales estratégicas. Esas políticas son discriminatorias para la familia matrimonial, y generan -como ocurrió en Inglaterra- un incremento de la opción por hogares monoparentales por elección (tampoco me refiero a los casos de monoparentalidad por viudez, separación, divorcio y nulidad) realidad que no beneficia ni a la salud personal de la mujer, ni a la de salud los hijos ni a la salud social, como lo reflejan las investigaciones sociológicas actuales más relevantes (ver estudios de la Heritage Foundation, Washington, EEUU).
VII CONCLUSIÓN A manera de conclusión y síntesis de nuestro diálogo, ¿podrías decirnos cuáles son para vos las claves para vivir el amor sólido como proyecto de vida? El camino para el mejor proyecto humano es amar sólidamente en los dos modos específicos de realizar integralmente la vocación de la persona humana al amor: el matrimonio y la consagración total a Dios. Voy a concretar el mensaje que he procurado compartir con ustedes en este, nuestro libro, a través de las siguientes ideas: a) Amor personalista (no utilitarista) La primera clave del amor sexuado sólido es la entrega de sí al bien objetivo de la persona que se ama. La dignidad del varón y de la mujer en tanto personas, reclama que el trato justo entre ellos no sea la utilización para el propio placer o bienestar, sino el don de sí recíproco. Tanto el varón como la mujer son alguien, no algo. Alguien con dignidad, identidad, intimidad, corporeidad, espiritualidad, capaz de conocer y tender a la verdad y al bien; alguien con autodeterminación (dueño de sí mismo o libre) y alguien cuya madurez o plenitud se consolida en el don sincero de sí mismo. El amor personalista recíproco es la reacción y la respuesta al valor integral del otro. En otras palabras, la afirmación y la promoción de lo propio de la persona amada en orden a su desarrollo y maduración integrales, sobre la base de la aceptación de su corporeidad e intimidad personales. La dignidad de la persona humana determina que no sea absorbida completamente por ninguna asociación, grupo o sociedad, ni siquiera por el matrimonio, aún tratándose de la comunidad de vida más íntima. La entrega personalista entre un hombre una mujer puede alcanzar su expresión más plena a través de la unión matrimonial, unión que responde a las invitaciones naturales del amor sexuado y del enamoramiento, la que por lo tanto ofrece a la mujer el hombre la mayor felicidad posible en el amor. Vale la pena el noviazgo y tiene sentido vivirlo bien como preparación para la unión sólida del matrimonio
b) Amor complementario (no igualitario) La segunda clave del amor sólido es atender, entender, conocer, aceptar y respetar la diversidad del varón y de la mujer: diversidad sexual natural física, afectiva y espiritual, diversidad de temperamentos y personalidades, diversidad de gustos, de vocación profesional, etc. Saber complementar las diferencias resulta clave para un amor sólido. No aceptar, con sus fortalezas y debilidades, a la persona humana de quien nos enamoramos y no respetar su diversidad complementaria conduce a un amor potencialmente líquido o muy conflictivo. c) Amor entero o íntegro (no reducido) La tercera clave es que el varón y la mujer se amen con todo lo que son. La naturaleza de la persona humana femenina y masculina integra la sensualidad, la afectividad y la racionalidad. La sensualidad reacciona ante los valores del cuerpo del otro(a). La afectividad reacciona y responde a los valores del particular modo de ser femenino o masculino de la persona amada. La racionalidad ordena la sensualidad y la afectividad en función del bien objetivo de la persona amada. En el fenómeno del amor sexuado hay algo que nos “pasa” (la sensualidad y la afectividad) pero también hay algo que hacemos que “pase” con la inteligencia y voluntad: estos son los actos de entrega o don de sí: esfuerzo por el otro, renuncias, cesiones, servicios, regalos materiales y espirituales. Vivir relaciones reducidas no sólo a la sola sensualidad o afectividad sino también a la sola racionalidad (sin ternura y sin “química”) conduce a amores líquidos, frágiles y precarios. Ambos aspectos del amor son necesarios y el amor pasivo se cuida y alimenta con el amor activo voluntario del don de sí. d) Amor integrado (no fragmentado) La cuarta clave es amar el hombre y la mujer con todo lo que son pero adecuadamente integrado: la racionalidad gobernando a la sensualidad y a la afectividad. Gobernar no es mutilar ni suprimir la sensualidad y la afectividad sino guiarlas, conducirlas, encauzarlas según el bien propio de la persona humana. Con la inteligencia puede advertirse todo el bien objetivo de la persona que se ama y no sólo lo que se presenta como bueno a los propios sentidos. Precisamente porque ve más,
la racionalidad debe gobernar a la sensualidad y a la afectividad. La integración de la sensualidad y la afectividad en la racionalidad se logra incorporando a la personalidad valores en forma de hábitos (virtudes). El justo, el prudente, el fuerte, el templado, el honesto, el sincero, el generoso, el leal, el fiel, tiene más posibilidades de ser feliz y de hacer feliz a quien ama ya que el dominio de sí facilita y hace posible el don de sí, es decir, el amor. e) Amor maduro (no estancado) La quinta clave de un amor sólido, es evitar estancarse en la dinámica espontánea y fácil del enamoramiento en su fase inicial que parece no requerir esfuerzos y avanzar a la plenitud posible del amor a través de la consolidación de una comunidad de amor. En otras palabras, un amor maduro pasa por constituir (luego de un noviazgo donde se haya evaluado la posibilidad de vivir un proyecto de toda la vida con la persona de quien uno se ha enamorado) una comunidad de amor. Esta comunidad de amor representa la mayor madurez posible en el amor entre la mujer y el varón. Para ser y consolidar esa comunidad de vida y de amor, previamente hay que llevar a la existencia una comunión a través del compromiso de una entrega recíproca. Eso es precisamente casarse. Amar maduramente es ser comunidad de amor, es decir, ser dos personas recíprocamente entregadas para ayudarse a desarrollar su felicidad, paz y bien objetivos. El amor verdadero hace al bien de las personas y a su felicidad más profunda y plena. f)
Dejarse amar por Dios
Finalmente, un amor sólido supone dejarse amar por Dios, porque varón y mujer son débiles en su anhelo de ser felices juntos. Él pone siempre el incremento al esfuerzo por vivir un amor personal, complementario, entero, integrado y maduro. A diferencia de las formas de unión y relación hombre-mujer meramente convivenciales, el matrimonio es una estructura de unión comunitaria a imagen y semejanza de un Dios que no es individuo sino comunidad de amor de las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ( Teología del cuerpo de Juan Pablo II). El sacramento, es decir, Cristo presente cada día con los cónyuges y no sólo el día del casamiento, no origina ni las propiedades del matrimonio (unidad e indisolubilidad)