EL CAMINO SABIO Cómo superar el sufrimiento y expandir la conciencia Karsten Ramser Maribel Rosado
Título: El camino sabio Autor: Karsten Ramser Diseño de cubierta: Vicente Carbona Primera edición: noviembre 2011 ©2011 by Karsten Ramser ©2011 by ©2011 by ©2011 by Integralia la casa natural S.L C/ Moratín, 11‐27B 46002 Valencia (España) www.edicionesi.com
[email protected] Edita: Ediciones i Imprime: Gráficos Si quieres recibir información sobre nuestras novedades escríbenos a
[email protected] ISBN: 978‐84‐96851‐76‐4 Depósito legal: Impreso en España Maquetación EPUB: Converbooks Edición libro electrónico: febrero 2012 ISBN EPUB: 978‐84‐96851‐77‐1 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
Este libro es para aquellos que lo abren.
Solo cuando descubrimos El SABIO en nuestro interior podemos transformarnos y vivir sin sufrimiento. Es la sabiduría la que acaba con la locura del egoísmo. Son los SABIOS los que crean un nuevo mundo, un mundo consciente. La puerta hacia este mundo es EL CAMINO SABIO. Es nuestra decisión emprender este camino.
INDICE Agradecimientos Introducción
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Capítulo Uno EL CAMINO SABIO La vida consciente La decisión La intención La cualidad buena cualidad buena fundamental
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Capítulo Dos LA INVESTIGACIÓN DE LOS PENSAMIENTOS Pensamiento y realidad Los pensamientos no son la realidad La inconsciencia es la conceptualización de la realidad Pensar es una función corporal Los pensamientos crean al pensador La identidad del pensador, el Yo No somos lo que vemos
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Capítulo Tres LAS PREGUNTAS (LA MENTE JOVEN) Las preguntas ¿Cómo podemos saber que algo es negativo? ¿Qué beneficios ¿Qué beneficios tenemos cuando nos negamos a la vida?
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¿Cómo nos sentimos cuando rechazamos la realidad y pensamos que es negativa? ¿Cómo nos sentimos sin pensamientos negativos? ¿Quién pregunta? La mente joven mente joven Capítulo Cuatro SUFRIR ES APRENDER El sufrimiento es el comienzo de la comprensión creativa y profunda de la vida El sufrimiento es un pensamiento y no es una realidad Investigar el sufrimiento Sufrimiento no es dolor El sufrimiento no es personal La adicción a sufrir El fin del sufrimiento Capítulo Cinco EL COMPRENDER (EL ENTRENAMIENTO DE LA MENTE) El entrenamiento de la mente Buscar implica la falta de algo 3D ‐ Disciplina, dualidad y drama Pensar es una cosa, ser consciente es algo totalmente diferente Ser consciente no es pensar positivo Los pensamientos enfocan las emociones y sus respectivos sentimientos crean la realidad
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El creativo y consciente proceso de la creación de nuestra realidad Aceptar/reconocer el subconsciente y el inconsciente La aceptación de qué es, es el final de la lucha y el comienzo de paz Resistencia es inútil ¿Quién se resiste? ¿Contra qué o quién nos estamos resistiendo? No tenemos control El Ser controla Capítulo Seis PRESENCIAR EL MUNDO Todo está bien está bien tal como es Atención es vida La alegría del Ser Con la humildad se hace visible la plenitud Con humildad somos libres Entregarse no es una opción Gratitud es ser consciente Servir es la conexión consciente con la vida La compasión surge co conn la comprensión de las las conexiones Compasión no es compartir el sufrimiento En el condenar no hay paz Lo que es y el Ser El silencio del mundo El testigo El fluir El eterno momento
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Capítulo Siete YO SOY ¿Quién soy? Yo Soy La preparación El camino
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Capítulo Ocho LA MEDITACIÓN DEL SER La meditación es la puerta al mundo real Los dos niveles de la meditación La meditación del Ser
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Resumen del libro La decisión La investigación de los pensamientos La no‐identificación con los pensamientos La meditación del ser Epílogo En memoria Más información
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La vida misma es el milagro, vivir en esta conciencia es el camino.
AGRADECIMIENTOS
A Maribel, sin su amor, su paciencia y su apoyo nunca hubiera podido escribir este libro, gracias. A mi padre, que me enseñó la fuerza que reside en mi interior y que cada día conlleva una nueva aventura. A mi madre, que me enseñó que lo único que realmente importa es el amor y la paz. A mi hija Luna Luz, que en su corta vida me ayudó a abrir mi corazón al perdón. A mis dos hermanos Thomas y Michael, ellos me recuerdan que lo que cuenta en la vida es la relación, y que nuestras vidas cobran sentido solo en ella. A mi “otro” hermano Werner Jobarteh, él me enseñó con su ejemplo a tener confianza. A mi perra Delek, ella me enseñó que la devoción no es una opción. A Manuel Gª de la Cruz por sus conocimientos informáticos y su humor. A Juan Rosado Martin por su casa cuando la he necesitado. A Pepa Rosado y Juan Luis Beltrán, porque siempre están presentes cuando los necesitas. A Silvia Alonso‐Lamberti, Ana Águila y a Lali Abad por leer el manuscrito y por su presencia. A todas aquellas personas maravillosas que he tenido el honor de conocer, y a todos aquellos que han caminado y caminan por la senda de la sabiduría. Gracias.
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Gracias Doy gracias al Ser por regalarme la vida. Doy gracias a la tierra que me alimenta. Doy gracias al agua que me enseña el fluir. Doy gracias por el aire que me revela los secretos de la respiración. Doy gracias a este momento presente que me enseña quién soy. Gracias.
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INTRODUCCIÓN El propósito del libro es ayudarnos a comprender y a realizar nuestra auténtica naturaleza, enseñarnos el camino de la sabiduría y que el sabio ya está en nuestro interior. Contiene toda la información necesaria para poner fin al sufrimiento y vivir una vida consciente, plena y en paz. Nos ayuda a encontrar lo que buscamos y a mirar hacia nuestro interior, ahí y solo ahí descubriremos quiénes somos y lo que es real. De este modo, comprenderemos que el sufrimiento, como toda forma de negatividad, es inútil y su única función es la de enseñarnos a mirar más allá de las apariencias y a desarrollar una comprensión creativa de la realidad. La negatividad y el sufrimiento son la interpretación errónea de la realidad, son solo una forma de pensar. Vivimos confundidos creyendo que los pensamientos son la realidad. Nuestra forma de pensar determina nuestros sentimientos y ellos determinan la vida que vivimos. Si cambiamos nuestra forma de pensar, cambiará nuestra vida. La clave en el proceso de transformación de la conciencia es la no‐identificación con los pensamientos. Cuando nuestra identidad deja de estar basada en los pensamientos y comenzamos a identificarnos con el Ser (la vida que somos), experimentamos una profunda transformación, sin pasar por el largo y doloroso proceso de sanar las heridas del pasado. La reestructuración de nuestra manera de pensar y la experiencia directa del Aquí y Ahora, es lo que hace posible 19
la transformación de la conciencia humana. De esta forma se genera la consciente conexión con el Ser, la experiencia de que no somos la identidad del pequeño Yo separado, sino el Ser mismo. El Ser, de donde nace la vida, es la esencia y la razón de nuestra existencia, es nuestra más íntima naturaleza, es quién somos en realidad. No hay nada más que el Ser, es lo único que es real. Vivir en esta conciencia es el camino sabio; es la comprensión lo que es real. En nuestras manos está tomar la decisión para vivir conscientemente, o seguir viviendo una vida de limitaciones y sufrimientos. Somos nosotros los que creamos nuestra realidad, y todas las excusas por las que no podemos vivir una vida consciente y en paz son una negación a la fuerza creativa que obra en nosotros. El camino sabio no es una práctica espiritual, ni una técnica de desarrollo personal, es un camino práctico y directo para manifestar la sabiduría en nuestras vidas, que transciende cualquier creencia, filosofía o dogma religioso. No soy un maestro, ni un profesor espiritual, ni un iluminado, ni tengo ningún don especial, simplemente he tomado la decisión y estoy dispuesto a dar los pasos necesarios para vivir una vida consciente. Estos pasos implican llevar el conocimiento mental hacia el corazón. Se trata de sentir la sabiduría. No solo hay que tener el conocimiento intelectual, hay que experimentarlo y para esto existe un camino: practica, practica y deja fluir, deja que suceda. El beneficio El beneficio de este libro te llega cuando se lee desde el corazón. Siente las palabras en tu interior, déjalas que se desplieguen y cuando la profunda verdad te impacte y te toque, deja que repose en tu interior. El entendimiento 20
mental pasa a un segundo plano, no se trata de añadir más información o aprender algo nuevo e interesante, se trata de ir más allá de la mente y conectar con tu verdadera naturaleza. Sé consciente.
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CAPÍTULO UNO EL CAMINO SABIO
Aquí, dentro de nosotros, en nuestro interior, está la sabiduría. En nuestro interior está la paz. En nuestro interior está la serenidad. En nuestro interior está la felicidad. Prem Rawat.
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LA VIDA CONSCIENTE
Vivir conscientemente no es una cuestión de creer en algo, seguir una disciplina, hacer rituales mágicos o tener un ideal de una forma de vida, menos aún es una cuestión de “buena suerte”, tampoco depende de circunstancias positivas o favorables, es el resultado de nuestra forma de pensar, de sentir y de nuestras acciones. Liberarse de la esclavitud mental y convertirse en seres conscientes es el proceso natural en la evolución del ser humano. Consiste en una cadena de pasos sencillos y prácticos que nos conducen a nuestra auténtica naturaleza. Cada uno de nosotros, sin excepción, puede aprender estos pasos que ponen fin al sufrimiento y nos enseñan a vivir una vida consciente. Este es el Camino Sabio. Desde los tiempos remotos de Buda y Lao‐Tse a nuestros días, encontramos en todas las culturas sabios y maestros espirituales que transmiten el conocimiento de cómo podemos conectar con la sabiduría y de este modo transformarnos en seres conscientes. A este conocimiento se le conoce como La Sabiduría Perenne. Todos ellos sin excepción, y totalmente independientes entre sí, llegaron a la misma conclusión: tenemos que mirar hacia nuestro interior; ahí y solo ahí descubriremos lo que estamos buscando estamos buscando y, una vez descubierto, solo depende de nosotros llevarlo a la práctica, porque la sabiduría sin acción es como un un jardín jardín sin regar.
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Vivir una vida consciente no es una meta inalcanzable, ni una teoría o una filosofía, tampoco es una creencia religiosa y menos aún un dogma, de lo que se trata es de que cada uno por sí mismo, con su propia experiencia, pueda comprobar lo que es cierto y lo que no lo es. Buda, dijo: “No creas nada, compruébalo por ti mismo y haz tu propia experiencia”. La sabiduría no se puede transmitir, lo único que puede transmitirse es la forma de llegar a ella. Cada uno debe caminar el camino y realizar su propia experiencia. Por lo tanto, no se trata de qué podemos hacer, sino más bien, más bien, a qué esperamos para llevar el conocimiento y la sabiduría a la práctica. El conocimiento está ahí, lo podemos practicar en cualquier circunstancia o situación, no necesita ninguna preparación, ni es necesario tener experiencia en meditación o cualquier técnica de desarrollo personal y no hay excusas que justifiquen nuestra incapacidad de vivir conscientemente. Cada uno por sí mismo debe preguntarse qué quiere en la vida; queremos vivir en un mundo amable, donde la sabiduría nos guíe y a través de nosotros se exprese la belleza y la bondad la bondad o queremos vivir en un mundo hostil, donde cada día es una lucha por la supervivencia. Es nuestra decisión.
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LA DECISIÓN Todo comienza con una decisión. Del mismo modo que nadie puede respirar por nosotros, nadie puede decidir la vida que queremos vivir. Solo nosotros podemos decidir transformar nuestra vida. Cuando tomamos la decisión de vivir una vida consciente, damos el primer paso en el Camino Sabio, es la decisión de tomar la responsabilidad de nuestra vida y hasta que esto no sucede vivimos siendo víctimas de las circunstancias, dependientes de que la vida se acople a nuestros deseos y está claro que este no es un fundamento sólido para una vida plena, justamente lo contrario, es la mejor receta para ser desgraciado e infeliz. Vivir conscientemente no es algo que hagamos cuando nos queda un poco de tiempo libre y tenemos un hueco en la agenda, no es una cosa más de la que ocuparnos cuando las responsabilidades de la vida nos lo permiten, o algo que hacer entre trabajo, carrera, familia y cenar con los amigos. Si la transformación de nuestra conciencia es solo una cosa más en el día a día, está claro que no hemos entendido de lo que se trata, no progresaremos en el camino sabio y siempre encontraremos razones que justifiquen que justifiquen por qué no podemos ahora ocuparnos de la sabiduría, al igual que también encontraremos razones que aprueben nuestro “derecho” a sufrir y seguiremos buscando culpables y responsables de nuestro sufrimiento. Tampoco es una decisión que se tome a la ligera, porque nos parece una una buena buena idea y no tenemos nada mejor 26
que hacer. Todo forma parte de un proceso y es una decisión que se manifiesta por la necesidad interior de terminar con el círculo vicioso del sufrimiento. Es el presentimiento de que hay algo más que esta vida de lucha. Esto naturalmente no significa que debamos decidir entre la sabiduría y la vida mundana, lo que realmente significa es vivir la vida con la comprensión del sabio. Solo cuando la sabiduría es lo más importante en nuestras vidas, desarrollamos la motivación para transformar las viejas estructuras y las pautas del ego. La motivación nos da la inspiración que necesitamos en el proceso creativo de la transformación, y esto genera la determinación que nos empuja a superar los obstáculos y las resistencias que nos vamos a encontrar en el camino. ¿Es realmente la sabiduría lo más importante en tu vida? ¿Estás dispuesto a hacer lo necesario para vivir conscientemente? Si la respuesta a estas preguntas es un sí, nada ni nadie en el mundo podrán impedir o frenar nuestra transformación. Con esta decisión nos sincronizamos con la inteligencia universal y en esta sincronización nos conectamos conscientemente con la fuerza que obra en nosotros y que crea el universo, el Ser. Este es el comienzo de una vida sin limitaciones y libre de sufrimiento. Nuestra decisión de emprender el Camino Sabio, es el comienzo de la transformación del Yo y al mismo tiempo es el comienzo del fin de la tiranía del ego. 27
LA INTENCIÓN La intención es la fuerza que nace directamente del Ser, es la que da el “soplo mágico” para que de la nada nazca la materia que se convierta en vida sensitiva y consciente. Las piedras no pueden desarrollarse por su propia voluntad y convertirse en plantas, del mismo modo que las plantas no se convierten en animales, y los animales no se convierten por su propia voluntad en seres humanos. Es la intención que obra en todo la que da una determinada dirección a la vida. El mundo es guiado por la intención, que da origen a la ley de causa y efecto (karma). Ante cualquier manifestación está la intención que hace posible la creación. La vida se despliega dentro de un orden definido, y este orden es el principio básico principio básico de toda creación. Ser ‐ Intención (decisión) ‐ Causa ‐ Acción ‐ Efecto. Este principio lo podemos “utilizar” conscientemente en el proceso de la transformación de nuestra conciencia, es el concienciarse de la fuerza que obra dentro de nosotros. Esto no tiene nada que ver con el control (nuestro juguete preferido), sino con darse cuenta que nosotros, por nosotros mismos, no podemos hacer nada. Una parte no puede ser responsable de su propia creación. Es el Ser el 28
que actúa siempre vía la intención. Es este principio creativo‐auto‐organizativo el que actúa. El mismo principio que nos proporciona todo lo que necesitamos en los primeros nueve meses de nuestra existencia para convertirnos en un ser humano completo. Cuando nacemos esta fuerza no nos dice, “ahora te toca a ti, tú mismo”, sino que sigue actuando, esta fuerza está siempre en y con nosotros, es la que respira, la que se ocupa de las funciones vitales de nuestro cuerpo, la que piensa, la que actúa y la que escribe este libro. Si nos hacemos conscientes de este hecho fundamental, el miedo desaparece y el sufrimiento se convierte en aprendizaje. En nuestra decisión de emprender el camino de la sabiduría, nos sincronizamos con la intención. Esto nos revela su potencial creativo y, de esta forma, nos convertimos en creadores de la realidad; es decir, en la expresión espontánea de la fuerza creadora de la vida. Así se transforma la conciencia.
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LA CUALIDAD BUENA FUNDAMENTAL La vida es un proceso en constante movimiento, dentro de una red de permanente flujo de información, energía y luz, y la intención cuida el proceso. Para garantizar la continuidad de la vida, dentro de la intención, actúa la cualidad buena cualidad buena fundamental. Es decir, que la vida trata de lo que está funcionando, y no de lo que no funciona. Solo podemos enfermar porque hay salud pero no al revés, solo podemos odiar porque hay amor, y solo nuestra pequeña existencia puede llegar a su fin porque ahora estamos vivos y no al contrario. Todo lo que se aleja de esta cualidad deja de existir. Por esta razón encontramos el amor, incluso en los lugares y circunstancias más horribles. Estamos conectados con esta cualidad, por esto deseamos paz y felicidad e intentamos evitar el sufrimiento. Concienciarnos de esta cualidad, sentirla y expresarla es la base de una vida pacífica y plena. Mientras sigamos juzgando y condenando no estaremos capacitados para desarrollar la sabiduría. Mirar más allá de las apariencias e ir más allá de la mente hace visible la cualidad buena cualidad buena fundamental que obra en todo.
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CAPÍTULO DOS LA INVESTIGACIÓN DE LOS PENSAMIENTOS
Hay que aceptar personalmente la responsabilidad de elevar la propia vida. Chögyam Trungpa.
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PENSAMIENTO Y REALIDAD La causa de todo sufrimiento es que ignoramos la realidad y vivimos en la confusión, creyendo que los pensamientos son la realidad. Para desarrollar la conciencia es necesario entender la diferencia entre pensamiento, realidad y la influencia recíproca entre ambos. A través de la investigación de los pensamientos se aclara dicha confusión y nos hace ver el trato erróneo que hemos tenido con nosotros mismos y con el mundo, al habernos identificado con nuestra manera de pensar. Mientras no vayamos más allá de nuestras proyecciones mentales sobre la realidad, perderemos la vida en constantes luchas y seguiremos estando llenos de preocupaciones. Cuando comprendemos este error básico, nuestra verdadera naturaleza se despliega de forma espontánea, y comenzamos a utilizar los pensamientos en lugar de ser utilizados por ellos.
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LOS PENSAMIENTOS NO SON LA REALIDAD Que lo que pensamos, no es la realidad, es algo que nos confunde profundamente, puesto que actuamos como si así fuese. La mayoría de nosotros estamos atrapados en esta confusión, simplemente porque no hemos aprendido a distinguir. Nos han educado para muchas cosas, pero no para algo tan esencial como distinguir entre la realidad y los pensamientos. Nuestra sociedad está construida sobre esta tremenda confusión, y esta es la causa por la que haya tanta resistencia al cambio. Estamos tan hipnotizados con nuestros deseos (pensamientos de cómo debe ser la realidad) que normalmente no tenemos ni idea de la realidad en la que vivimos. Estamos, literalmente, perdidos en nuestros pensamientos. Los pensamientos son abstracciones de la realidad, con el objetivo de simplificar la realidad multidimensional a un concepto lineal y mental. Esto nos ayuda a orientarnos y de este modo podemos manejar de forma eficaz los asuntos prácticos, pero cuando se trata de sentir (vivir), de tener una experiencia, los pensamientos son totalmente inútiles. Por ejemplo, una cosa es decir te quiero y algo muy diferente es sentir ese amor. Nos podemos hacer muchas conjeturas sobre cómo es el amor, pero solo sabremos realmente lo que es cuando lo experimentamos. El conflicto radica en hacer de los pensamientos una realidad. El hecho de pensar en sí es algo real, pero los pensamientos son sólo una creación de la mente. Y esta 33
creación mental, siempre será dependiente de la interpretación de las circunstancias que lo crearon (la estructura de la mente). Reducimos la realidad a simples pensamientos e intentamos encajarla en nuestras estructuras mentales. Este comportamiento es una forma de violencia hacia uno mismo y el mundo. Esta errónea interpretación de los hechos se interpone a la vida misma, y por esta razón estamos en conflicto casi constante con la realidad. Por ejemplo, vamos a la guerra con el concepto “mi país”, este es un pensamiento totalmente abstracto sin substancia real, y sin embargo llega a convertirse en lo más importante, más aún que la propia vida. El concepto “mi país” llega a ser más importante que las personas que lo habitan, nos llegamos a matar los unos a los otros por simples conceptos mentales, y esta es la locura de nuestro mundo. Esto es solamente un ejemplo extremo de la estructura del Yo, declarar sus pensamientos realidad, a una escala menor es el enfado en el atasco de tráfico cuando tenemos prisa, el malestar ante una factura inesperada, el niño que no quiere estudiar, etc.
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INCONSCIENCIA ES LA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA REALIDAD La mayoría de las personas no viven la realidad, sino la proyección mental que han hecho de ella. Por lo general, cuando dos personas se encuentran, se entremezclan, por lo menos, cuatro conceptos mentales. Tenemos un concepto de nosotros mismos (incluso varios) e igualmente tenemos un concepto de la persona con la que nos encontramos y esta persona a su vez, responde igualmente según sus conceptos mentales. Al producirse el encuentro, se intercambian experiencias e información por ambas partes. Cuando los conceptos coinciden se genera una sensación de entendimiento agradable, y cuando no es así, no es necesaria mucha fantasía para imaginar lo que sucede. Muchas veces entramos en conflicto con las personas que amamos, porque creemos saber lo que está bien para ellos y lo que no, e incluso entramos en conflicto con nosotros mismos, cuando nos enfrentamos con diferentes tipos de conceptos internos. Por lo general, no nos amamos a nosotros mismos ni a los demás, lo que amamos es la idea que hemos creado. A este nivel de conciencia o mejor inconsciencia, somos esclavos de nuestros deseos, es decir, de “cómo debe o no ser la realidad”. Tapamos este maravilloso mundo con nuestros conceptos, y somos incapaces de ver su belleza. su belleza. La realidad es que no tenemos ni idea de quiénes somos y de qué es la realidad. Si lo supiésemos, no habría 35
conflicto y no caeríamos en la confusión de reducir nuestra existencia a un simple concepto mental. Nos hemos convertido a nosotros mismos en prisioneros de nuestro mundo mental, viviendo con la esperanza de que las cosas, de una u otra forma, irán bien, irán bien, y cuando esto no es así sufrimos. Nos perdemos en el mar de las circunstancias y creamos el correspondiente concepto de víctima. Viviendo de este modo, los conflictos, las crisis y las guerras son inevitables. Reconocer esta confusión, nos proporciona la gran oportunidad de cambiar. De este modo podemos transformar el tremendo paquete de negatividad en crecimiento espiritual. Para esto es de esencial importancia que comprendamos cuál es la “función pensar”. Mientras creamos que somos nosotros quienes pensamos, se nos escapa por completo el hecho de que pensar es simplemente una de las muchas funciones corporales que tenemos.
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PENSAR ES UNA FUNCIÓN CORPORAL Pensar es una función corporal como la respiración o la digestión. No pensamos, del mismo modo que no respiramos, sino más bien más bien se piensa. Los pensamientos vienen y van, así de simple, no tenemos que hacer nada, ellos vendrán de todos modos. Todos lo sabemos, nos levantamos por la mañana y ya tenemos pensamientos dando vueltas en la cabeza. Esto, naturalmente, no significa que estemos a merced de ellos, del mismo modo que no estamos a merced de la respiración. Se trata de desarrollar la forma correcta de pensar, aprender a pensar conscientemente. Cuando nuestra forma de pensar, independiente de las circunstancias, genera equilibrio y paz, estamos pensando correctamente, así de simple. Mientras no nos cuestionemos nuestra manera de pensar y no la investiguemos para averiguar que hay una verdad en ella, seremos utilizados por los pensamientos en lugar de utilizarlos. Es aconsejable no tomar los pensamientos como algo personal, algo “mío”, porque no lo son, aunque “el pensador” nos quiera convencer de lo contrario, declarándolo realidad.
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LOS PENSAMIENTOS CREAN AL PENSADOR Sin pensamientos no puede existir el pensador, del mismo modo que el bosque el bosque no puede existir sin árboles. Normalmente creemos que somos el pensador, el Yo, el que crea los pensamientos. Pero esto no es correcto, como ya hemos visto antes, pensar es tan solo una función corporal. Los animales también tienen la función de pensar, cuando observo a mi perra, ella piensa y toma decisiones. Es cierto que sus acciones son muy básicas muy básicas y limitadas, por su cerebro condicionado, y la mayoría de las veces solamente está reaccionando. Cuando nos identificamos sólo con la mente, nuestras acciones son también muy básicas y limitadas, y normalmente solo reaccionamos. La diferencia entre mi perra y yo, es que ella no es consciente de este proceso y no ha creado al pensador. Saltamos de un pensamiento a otro, por muy importante que aparentemente sea, sin darnos cuenta de quién está pensando y lo condicionados que estamos por ellos. Creemos que somos nosotros quienes pensamos, pero esto no es así, los pensamientos son la consecuencia de una cadena infinita de reacciones condicionadas e inconscientes que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida. El hecho de pensar de esta forma no es un proceso creativo y consciente para crear una realidad, que es su verdadera función, sino que hemos hecho de ello un proceso automático y mecánico.
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El pensador es la imagen de nosotros mismos, que hemos creado con los pensamientos, y que erróneamente es tomada por nuestro auténtico Ser. De esta confusión nace la identidad de un Yo separado en el tiempo, que llamamos “el pensador”.
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LA IDENTIDAD DEL PENSADOR, EL YO El gran malentendido es creer que somos nuestros pensamientos y definir nuestra identidad basándonos en ellos. Reducimos nuestra existencia a un pensamiento, y nos identificamos con él creando de este forma el Yo (el ego) y este crea el falso Yo, que es la identificación con solamente una parte del ego. El Yo es en sí una herramienta magnífica que nos ayuda en el manejo de asuntos prácticos, nos puede facilitar confort y una una buena buena organización, pero del mismo modo que un martillo es muy útil para clavar un clavo, y totalmente inútil para untar mantequilla en el pan, el Yo es totalmente inútil cuando queremos experimentar y profundizar en nuestra existencia. Decimos yo soy tal, cual, con un nombre, un número de seguridad social, una profesión, una historia… decimos, soy padre o madre, estoy feliz, soy una persona melancólica, alocada, tímida, etc. Todo esto son solamente conceptos que describen diferentes estados personales y temporales. Tienen su valor en el contexto de determinadas situaciones que no tratamos de negar, ya que son abstracciones útiles para manejar la realidad. Lo importante es ser conscientes de que solo son una minúscula parte de nosotros, nuestra auténtica identidad es infinitamente más grande. Si solo fuésemos tal o cual profesión o estado anímico, ¿quiénes seríamos cuando dejásemos de serlo? Si digo que soy una persona triste y 40
depresiva, ¿dejaré de ser la persona que soy cuando consiga ser feliz? ¿No es más bien que estamos tristes del mismo modo que podemos estar resfriados? Y no por eso somos el resfriado o tenemos una profesión pero no somos la profesión. Todas estas facetas con las que el Yo se siente tan identificado e importante, no dejan de ser herramientas y circunstancias temporales con las que vivimos en la creencia de que solo somos eso. Normalmente estamos plenamente identificados con la identidad del pensador: la persona. La palabra “persona” tiene su origen en la palabra etrusca phersu “máscara” y más tarde se convierte en la palabra latina persona, “la máscara del actor” que describe magníficamente la actuación del Yo. El sufrimiento y los problemas nacen de la interpretación equivocada de pensar que la máscara que hemos creado de nosotros mismos, es nuestro verdadero y auténtico Ser. Si yo me identifico solamente con Karsten Ramser, es decir, con la imagen que he creado y que tengo de mí mismo, me limitaría a una colección de pensamientos, recuerdos, experiencias y proyecciones. Cuando me reduzco al concepto Karsten Ramser, estoy excluyendo el resto de todos los procesos físicos y mentales que también son parte de mí, del mismo modo que el concepto Karsten Ramser tampoco incluye cómo trabaja y funciona mi cerebro, ni las conexiones y relaciones que tengo con todo el universo.
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En realidad, el concepto Karsten Ramser no tiene base tiene base real, es pura ilusión, una simple imagen, una simple abstracción de la realidad multidimensional. El origen de todos los problemas deriva de la profunda convicción de creer que solo somos la imagen que hemos creado. Mientras continuemos engañándonos de esta forma y nos neguemos a ver la realidad tal como es, seguiremos enredados en nuestras proyecciones mentales, pensamientos y sentimientos confusos, sin encontrar paz, ni solución para los problemas de nuestro tiempo. Cuando el punto de partida es erróneo, difícilmente se puede actuar correctamente. Por este motivo el Budismo dice: “No yo, no problema”. En esta confusión se nos escapa lo más obvio: ¿Quién reconoce todo esto? ¿Quién es consciente de los pensamientos?
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NO SOMOS LO QUE VEMOS ¿Si soy mis pensamientos y sentimientos, cómo es que puedo reconocerlos? Está claro que solo podemos presenciar algo que no somos. Si caminamos por un un jardín, jardín, solo podemos hacerlo porque no somos el jardín. Del mismo modo que un cuchillo no puede cortarse a sí mismo, nosotros no podemos ser los pensamientos o sentimientos que experimentamos. Pero si no somos el pensador, si no somos la persona, si no somos los sentimientos o pensamientos que tenemos, ¿entonces quiénes somos? Somos el que los reconoce.
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CAPÍTULO TRES LAS PREGUNTAS (LA MENTE JOVEN) MENTE JOVEN)
Establecer el Ser, representa la acción. Bhagavad Gita.
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LAS PREGUNTAS Normalmente nos creemos ciegamente lo que pensamos, estamos convencidos de estar en posesión de la verdad y esto hace que estemos a merced de los sentimientos que generamos según nuestra forma de pensar. Pero, ¿de dónde nos viene la seguridad que nos lleva a pensar que estamos en lo cierto? ¿No sería más exacto y concreto, observar que nuestros pensamientos solo reflejan una parte parcial y muy limitada de la realidad? Las siguientes preguntas nos enseñan la inutilidad de los pensamientos negativos. Preguntas básicas: Preguntas básicas: •¿Cómo podemos saber que algo es negativo? •¿Podemos decir con absoluta certeza que algo o alguien es cien por cien negativo (malo)? •¿Qué beneficio obtenemos cuando nos negamos a la realidad? •¿Mejorará nuestra vida cuando la clasificamos como negativa? 46
•¿Cómo nos sentimos cuando rechazamos la realidad y pensamos que es negativa? •¿Cómo nos sentimos sin estos pensamientos negativos? •¿Quién pregunta, quién presencia todo esto? Piensa especialmente en el significado de la última pregunta puesto que es la pregunta más importante que has de hacerte. Cuando aplicamos estas preguntas, reestructuramos nuestra forma de pensar; y esto hace que cambie nuestra forma de percibir y experimentar la realidad. Al cuestionar nuestra imaginativa realidad, la identificación con el Yo comienza a deshacerse, y comprendemos la locura en la que vivimos, reduciéndonos a nosotros mismos y al mundo a un simple pensamiento (negativo).
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¿CÓMO PODEMOS SABER QUE ALGO ES NEGATIVO? ¿Podemos decir con absoluta certeza que alguien o algo es cien por cien negativo? Si pudiésemos ver todas las conexiones, si fuésemos capaces de ver en conjunto la vida entera, podríamos tener una visión universal y distinguir lo negativo de lo positivo (sin olvidar que lo positivo y lo negativo sólo existe en la visión dual del ego). La realidad es que no tenemos ni idea, porque simplemente nos falta perspectiva. Un ejemplo de esto lo tenemos en la vida de Buda. Buda, antes de ser Buda, fue un príncipe en la India y en su anhelo de terminar con el sufrimiento inició su búsqueda de la sabiduría abandonando a su mujer y a su hijo recién nacido, y todas las responsabilidades de su posición social. Hoy, a simple vista, este hecho nos podría parecer totalmente incomprensible e irresponsable, pero si miramos más allá de las apariencias, entenderemos que lo que le dio, tanto a su mujer como a su hijo y a toda la humanidad, fue el legado de una de las fuentes más valiosa de sabiduría de todos los tiempos. Todos hemos tenido en algún momento experiencias que aparentemente eran “malas” y sin embargo nos han conducido a situaciones buenas situaciones buenas o de gran conocimiento. Mientras sigamos catalogando las situaciones y los pensamientos en positivos o negativos, el uno necesitará del otro; son las dos caras de una misma moneda. 48
Los problemas y sufrimientos solo nacen cuando nosotros así los declaramos. Cuando clasificamos a alguien o algo como negativo o malo, en lugar de quedarnos en los hechos y ver la solución de la situación no deseada, creamos una infraestructura negativa que finalmente nos incapacita para encontrar la solución verdadera. Llegados a este punto, nos podemos hacer la siguiente pregunta, ¿qué sucede con todas las guerras, el hambre, la destrucción de la naturaleza, etc.?, porque está claro que todas estas cosas horribles existen y es absolutamente natural que deseemos una solución a estas circunstancias/situaciones. Pero, ¿realmente creemos que con nuestra interpretación negativa de la situación ya existente, podemos encontrar una solución? ¿Creemos realmente que nuestro sufrimiento nos ayudará? Por mucho que juzguemos o clasifiquemos una situación como negativa, no solo no solucionaremos el problema, sino que con nuestro rechazo, alimentaremos la situación negativa ya existente, puesto que la negatividad atrae más negatividad. Un problema, siempre y exclusivamente, se soluciona con una acción que transcienda el problema y no con la atención fija en el problema. De este modo, podemos observar que al no tener una visión universal es imposible definir con claridad lo que es bueno o malo, y que con nuestro rechazo no ayudamos, en absoluto, a mejorar la situación; todo lo contrario, la empeoramos. Se trata de decir “Si” a la realidad y aprender de ella, en lugar de castigarnos y gastar nuestra energía en luchas inútiles, que solamente nos llevan al mismo lugar del que queremos escapar. 49
¿QÚE BENEFICIO OBTENEMOS NEGAMOS A LA VIDA?
CUANDO
NOS
¿Clasificar la vida como negativa nos ayuda a mejorarla? ¿Los traumas de la infancia se disuelven cuando son rechazados o clasificados como experiencias negativas y así son recordados una y otra vez? La realidad es que la carga aumenta cuando pensamos de este modo. Cuando juzgamos y condenamos a las “malas personas”, cuando las odiamos y somos incapaces de perdonarlas por sus hechos, ¿qué beneficio obtenemos de esta forma de pensar? Al interpretar negativamente la realidad, colocamos nuestra atención en la negatividad y teniendo en cuenta que vivimos donde está nuestra atención y que la ley de atracción nos proporciona, con su infinita generosidad, lo que atraemos con nuestra atención, ¿qué es lo que atraemos a nuestra vida, cuando interpretamos negativamente la realidad? ¿Dónde está el beneficio el beneficio para nosotros, para los demás y para el mundo? Definitivamente el sufrimiento no nos proporciona ningún beneficio, ningún beneficio, del mismo modo que no hay ningún tipo de beneficio de beneficio en negar la vida tal como es. 50
¿CÓMO NOS SENTIMOS CUANDO RECHAZAMOS LA REALIDAD Y PENSAMOS QUE ES NEGATIVA? ¿Cómo nos sentimos físicamente cuando estamos en contra de algo o de alguien? Observa y siente tu cuerpo, siente el daño que le provocan los sentimientos y pensamientos negativos. Deja que el cuerpo, con su sabiduría interna, responda a las preguntas y reconozca la sensación física de los pensamientos y actitudes negativas. ¿Son estas experiencias y este tipo de sensaciones las que quieres experimentar en la vida? ¿Te sientes en paz cuando piensas negativamente? ¿Estás en actitud relajada cuando luchas contra la vida? ¿Sientes paz cuando estás en conflicto contigo mismo o con los demás? Es de locos pasarlo mal y vivir contaminando el presente con pensamientos negativos, pensando que así mejoramos la vida. No nos ayudamos ni ayudamos a otras personas, ni al mundo, cuando sufrimos, lo único que conseguimos es empeorar la situación.
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¿CÓMO NOS NEGATIVOS?
SENTIMOS
SIN
PENSAMIENTOS
Estamos tan acostumbrados al sufrimiento y los pensamientos negativos están tan presentes en nuestra vida, que esta pregunta, incluso nos puede resultar difícil de contestar. Pero si “frenamos” un poco y dejamos que el corazón conteste, la respuesta es obvia: nos sentimos bien sentimos bien y estamos muy bien. Con la simple ausencia de pensamientos negativos, la alegría natural de nuestro auténtico Ser, se despliega de forma espontánea. Cada uno por sí mismo debe tomar su decisión. ¿Dónde y cómo quieres vivir? ¿Quieres vivir en un mundo hostil lleno de preocupaciones, donde continuamente encuentras razones por las que sufrir o prefieres vivir en un mundo amable, donde la sabiduría te guíe hacia una vida consciente?
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¿QUIÉN PREGUNTA? Esta es la pregunta más importante de todas. Si convertimos esta pregunta en nuestra práctica diaria descubriremos lo que siempre hemos buscado. hemos buscado. Cuando descubrimos quiénes somos, comprendemos que todo lo que nos sucede y experimentamos, no define nuestra identidad, puesto que con esta comprensión dejamos de identificarnos con la mente (el Yo), que es la causa de todo sufrimiento y nos conectamos directamente con nuestro auténtico Ser, el Yo Soy. El Yo Soy, como ejercicio, nos lleva directamente al Aquí y Ahora, a la presencia. (ver capítulo “Yo Soy”). Normalmente nos preguntamos, “por qué” o “cómo” pasan las cosas. Nuestra atención está fijada en el contenido de la vida, en la forma, en los objetos… en este nivel de conciencia no podemos encontrar la verdadera paz. Todos los porqués y cómo con los que nos enredamos solo nos traen más porqué y más cómo, más preguntas en las que nos perdemos. Este es el territorio de la mente, en el que diariamente nos movemos y de esta forma solo alimentamos nuestro hambre intelectual. Es esencial hacerse la pregunta clave: ¿Quién presencia las cosas? Esta investigación del “Quién” es la que nos lleva más allá de la mente, conduciéndonos al Yo Soy, y es ahí donde encontraremos la respuesta. 53
Suceda lo que suceda, todo nos sirve para comprender quiénes somos. Todas las circunstancias, todos los estados de ánimo, nos conducen al Yo Soy. En esta realización del Yo Soy, comprendemos que no hay nada que superar, ni solucionar, ni evitar, porque todo es perfecto tal como es en la presencia del Ser. Todas las demás preguntas que nos puedan surgir, son de alguna forma la preparación o el camino hacia esta pregunta fundamental. Lo único y lo verdaderamente importante en nuestra vida, es saber quiénes somos en realidad.
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LA MENTE JOVEN MENTE JOVEN Cuando las preguntas se convierten en nuestras “compañeras” y las practicamos con determinación, comprendemos que somos los creadores de nuestra propia realidad. No son las circunstancias, somos nosotros con nuestra forma de pensar ante las diferentes circunstancias, los que creamos la realidad. Y del mismo modo que durante años nos hemos hecho expertos en encontrar justificaciones al sufrimiento, ahora podemos comenzar a estar atentos a lo que es y aprender de las situaciones, sean las que sean. Así, dejamos de concentrar nuestra atención en lo que no nos gusta y aprendemos de cada experiencia mirando más allá de las apariencias. Se trata de volver a contemplar la vida con una mente joven. Una mente no contaminada, herida, ni manipulada por los accidentes y acontecimientos de la vida; una mente que no esté gastada por la lucha, el sufrimiento, ni por los constantes e inútiles esfuerzos de control y manipulación. La mente joven se caracteriza por tener una posición fundamental frente a la vida: está preparada para aprender. En cada instante de su existencia, está en una posición de apertura para el aprendizaje, y esta es la utilidad que hemos de darle, y no la de luchar y encontrar lo negativo en las circunstancias de la vida. La mente joven mente joven no necesita luchar para defender sus “valiosas” ideas, conceptos y filosofías fijas.
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A una mente joven, no le basta con pensar y hablar, necesita la experiencia directa, y si no sabe cómo conseguirla, pregunta hasta obtener la respuesta, porque solo a través de la experiencia se obtiene la sabiduría que nos conduce al despertar. Cuando las preguntas son directas desde el corazón, las respuestas son inmediatas y nos abrimos y conectamos con la inteligencia universal. Es en esta experiencia donde comprendemos que con la mente no podemos llegar a conocer y comprender la profundidad de la vida. El conocimiento intelectual es solo una pequeña parte del conocimiento real, del mismo modo que la inteligencia personal es solo una pequeña parte de la inteligencia universal. Vivir con una mente joven convierte la vida en una aventura, en la que cada instante nos ofrece una gran oportunidad de elevar nuestra existencia.
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CAPÍTULO CUATRO SUFRIR ES APRENDER
La tristeza es solo un muro que separa dos jardines. dos jardines. Gibran Khalil Gibran.
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EL SUFRIMIENTO ES EL COMIENZO DE LA COMPRENSIÓN CREATIVA Y PROFUNDA DE LA VIDA Se dice que el sufrimiento es la primera gracia. Su función es la de comunicarnos que no estamos en armonía con nosotros y con el mundo. Sufrir “conscientemente” es el comienzo de la compresión creativa; de que la vida sin sabiduría siempre estará llena de preocupaciones y problemas. Se trata de mirar directamente a la cara del sufrimiento, reconocer su causa y entender su mensaje, en lugar de intentar evitarlo, o de luchar contra él. Esto nos lleva a la comprensión de que el sufrimiento es solo una etapa en la evolución que podemos dejar atrás, haciendo lo necesario para llevar una vida consciente. Esta profunda comprensión nos enseña que todo nos sirve para tomar conciencia, y naturalmente también el sufrimiento. De este modo, cuando somos capaces de aprender del sufrimiento y nos hacemos más conscientes, el sufrimiento deja de ser negativo, y sufrimiento sin negatividad simplemente no es sufrimiento.
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EL SUFRIMIENTO ES UN PENSAMIENTO Y NO ES UNA REALIDAD No sufrimos por lo que ha pasado o puede pasar, sino por lo que pensamos sobre los acontecimientos que han sucedido o podrían suceder. El sufrimiento es la consecuencia de la falsa interpretación de los hechos, de la realidad. En nuestra confusión nos identificamos con el contenido de la vida, con los pensamientos, sentimientos y circunstancias. Olvidamos por completo que nosotros somos la vida misma, en la que el “contenido” se manifiesta. Un pensamiento es siempre una interpretación de los hechos; la realidad es lo que ES. En la realidad, en el Aquí y Ahora, sí puede existir el dolor pero no el sufrimiento; solo existe lo que Es, la interpretación siempre es un paso atrás, nunca está en el presente. Sufrimos cuando rechazamos la realidad tal como es y entramos en la ansiedad y el deseo de una realidad diferente y mejor. Una “nueva” realidad que se ajuste a nuestra lista de exigencias. Discutimos con la realidad (el Ser)… “Dios mío, por qué me haces esto”, “la vida es injusta”, pero el Ser es todo que existe; si nos negamos a la realidad tal como es, luchando contra ella, el sufrimiento es inevitable porque no podemos ganar a la realidad. La realidad es lo único que existe y lo único que es real; pero contra toda lógica nos negamos a este hecho fundamental y nos empeñamos en que la realidad ha de ser diferente; debe ser tal y como pensamos que tiene que ser, y 59
es obvio que esta forma de pensar crea un mar de problemas y conflictos. No hay nada fuera de nosotros mismos que nos pueda hacer sufrir. Somos nosotros mismos con absoluta responsabilidad, los que creamos el sufrimiento con nuestra forma de pensar. ¡Estas son muy buenas noticias!, porque esto significa, que somos nosotros los que podemos acabar con esta locura, ahora, en este preciso instante; no tienes que esperar a mañana, tu vida está en tus manos y solo depende de ti.
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INVESTIGAR EL SUFRIMIENTO Para transformar la negatividad del sufrimiento, es necesario investigar y cuestionar nuestros pensamientos. Detrás de cualquier sufrimiento, de una ligera irritación, disgusto hasta incluso sentimientos como la ira o el odio, siempre hay pensamientos no investigados y la identificación con dichos pensamientos. (ver capítulo “Las preguntas”). El sufrimiento es la señal natural que nos indica que estamos apegados e identificados con nuestra forma de pensar. Cuando sufrimos y nos sentimos impotentes, lo que pasa es que no nos hacemos responsables de nuestra forma de pensar. No hay sufrimiento fuera de nuestros pensamientos no investigados. No hay excepción a esta regla y esto es ¡otra buena noticia! Ya que de este modo tenemos todo el poder para transformar el sufrimiento.
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SUFRIMIENTO NO ES DOLOR El sufrimiento es dolor con una historia negativa no investigada. El dolor es parte del mundo, todos los seres vivos lo experimentan, pero solo el ser humano sufre. Adherimos historias negativas al dolor, “siempre me pasa a mí”, “los hombres son malos”, “el mundo es injusto”… y así sucesivamente. Podemos tener una lista interminable de situaciones que nos hacen ser infelices y nos causan sufrimiento. Tomamos las situaciones y experiencias “negativas” y las repetimos mentalmente una y otra vez. De este modo creamos una “infraestructura” que finalmente nos convence de que el sufrimiento existe realmente. Estamos totalmente convencidos de que el sufrimiento está ahí fuera en el mundo; los demás y las circunstancias externas son la causa de ello, y no somos responsables porque no es algo que dependa de nosotros mismos. Así es como pensamos, así de equivocados estamos y en esa equivocación vivimos con toda esa carga de sufrimiento a nuestras espaldas. A lo largo del tiempo hemos desarrollado tal maestría en esta práctica, que incluso adherimos historias negativas a momentos positivos: “demasiado bueno “demasiado bueno para ser cierto”. Cuando no se rechaza el dolor y se acepta tal como es; cuando no tenemos una historia negativa pegada a las circunstancias y nos abrimos a la realidad tal como es, podemos apreciar el mensaje que hay detrás. Solo sufrimos cuando nos negamos al aprendizaje de la vida. La vida nos 62
enseña continuamente, en cada paso que damos, independientemente de las circunstancias. La resistencia al dolor y al sufrimiento nos impide ver que el sufrimiento no es un asunto personal, sino una herencia colectiva.
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EL SUFRIMIENTO NO ES PERSONAL El sufrimiento es una condición humana colectiva y no un asunto personal. Cuando finalmente llegamos a transformar el sufrimiento, ponemos fin a una larga cadena de sufrimiento y a una “tradición” milenaria. Hemos aprendido a sufrir, del mismo modo que hemos aprendido a montar en bicicleta, y una vez aprendido, el mecanismo del sufrimiento se activa por sí mismo, no es necesario pensar en él, funciona con el “piloto automático”. La humanidad ha practicado durante tanto tiempo el sufrimiento, que ya no se lo cuestiona; estamos totalmente convencidos de que es normal y forma parte de la naturaleza humana. De este modo se ha convertido en una sombra que nos acompaña estemos donde estemos. Si recordamos la “cualidad buena “cualidad buena fundamental” como tendencia principal de la creación, nos queda claro que ningún ser humano quiere sufrir voluntariamente; todos buscamos la paz y la felicidad, y esto es algo que hacemos porque realmente responde a nuestra auténtica naturaleza. Por el contrario, el sufrimiento no es algo inherente al ser humano, y la prueba evidente es que podemos llegar a enfermar como consecuencia de él. Aunque parezca irónico, estamos tan apegados al sufrimiento que hemos llegado a creer que es necesario para que podamos conseguir nuestros objetivos en la vida; 64
¿Realmente creemos que el sufrimiento puede mejorar la vida? Sufrimos simplemente porque ignoramos cuál es la causa real que provoca el sufrimiento; en definitiva, sufrimos porque no hemos aprendido a vivir conscientemente.
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LA ADICCIÓN A SUFRIR La razón por la que nos cuesta tanto poner fin al sufrimiento es que se ha convertido en una parte de nuestra identidad. El sufrimiento es parte de la imagen errónea que hemos creado de nosotros; la identidad personal y el sufrimiento son inseparables. La mente en su estructura propia se identifica con lo conocido y lo acostumbrado, y en el estado personal se identifica con el sufrimiento. Nos hemos hecho (en el sentido literal de la palabra) adictos al sufrimiento. Lo necesitamos, y la prueba evidente de ello es que (como todos los drogadictos) buscamos y encontramos todo tipo de justificaciones y excusas que nos proporcionan el “derecho” a sufrir. Esta es una de las razones por la que hemos llegado a pensar que la vida está llena de sufrimiento y este es uno de los motivos por el que no podemos vivir en paz durante mucho tiempo. Vivimos en un tiempo en el que tenemos acceso a mucha información, e incluso muchos de nosotros hemos aprendido técnicas muy útiles, como meditación, determinadas terapias, visitamos workshops e incluso tenemos maestros que nos enseñan y aconsejan. Pero, ¿qué es lo que sucede cuando a pesar de todo esto volvemos a sentir el vacío interior, esa sensación indefinida de que falta algo? Lo que sucede normalmente es que este sentimiento sigue creciendo silenciosamente en nuestro interior, hasta que encuentra una razón que lo justifica. Una vez encontrado “el motivo” donde colocar y expresar la 66
carencia (que excepto en raras ocasiones, normalmente suele ser externo a nosotros mismos) nos relajamos y nos sentimos mejor por un tiempo, hasta comenzar un nuevo circulo, que suele suceder independientemente de las circunstancias. Las dosis de sufrimiento varían en función de las necesidades de cada uno; puede ser de vez en cuando o llegar a ser constante, convirtiéndose en un estado crónico como la melancolía o la depresión. Este mecanismo o comportamiento es totalmente lógico e inevitable siempre que sigamos estando, parcial o enteramente, identificados con el Yo. Hasta que dejemos de sentirnos como un Yo separado y limitado, hasta entonces, seguiremos sintiendo que la vida debe ser tal y como la hemos proyectado mentalmente, siendo incapaces de aceptar una realidad diferente a la que hemos proyectado y con la que estamos identificados. Y como muy bien muy bien hemos indicado anteriormente, esta proyección de la vida carece de realidad, por lo que tarde o temprano, la decepción y la auto‐frustración están garantizadas. La adicción al sufrimiento también tiene un aspecto totalmente físico, el cuerpo pide sufrimiento porque lo conoce. El cerebro crea constantemente nuevas conexiones neuronales y las mantendrá mientras siga recibiendo los impulsos necesarios. El cerebro como el cuerpo no sabe distinguir entre sufrimiento o dolor, entre positivo o negativo, entre imaginación o realidad. 67
Según sea nuestra estructura de pensar y sentir, creamos las conexiones neuronales. De este modo cuando pensamos y sentimos negativamente, el cerebro crea conexiones “negativas”; estas conexiones crean procesos bioquímicos que nos “obligan” a sufrir y esta “obligación” crea la memoria celular y con nuestra forma de interpretar (inconscientemente) los sentimientos damos de nuevo un impulso al cerebro. De este modo, creamos un proceso de retroalimentación al sufrimiento. Por eso, casi constantemente, vivimos con un estrés subyacente que deja muy poco espacio para la paz. Incluso cuando todo va tal y como deseamos, tarde o temprano, nos sentiremos atrapados por este sentimiento indefinido de vacío y de falta de algo. Este aspecto físico del sufrimiento es una de las razones por la que nos cuesta tanto llevar a la práctica lo que hemos aprendido intelectualmente. En el momento en que tomamos conciencia de cómo nos tratamos a nosotros mismos, identificándonos como un Yo separado, en el momento en que por un instante tomamos conciencia, en ese instante comenzamos a salir del círculo vicioso del sufrimiento.
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EL FIN DEL SUFRIMIENTO Cuando reconocemos el sufrimiento, cuando comenzamos a ver lo que es real, comienza la transformación. Nos damos cuenta de que el sufrimiento es la “auto‐frustración” del Yo ante la no realización de su propia proyección mental y la imposibilidad de encontrar lo que busca. que busca. En el nivel de la conciencia del Yo no hay paz ni plenitud, es imposible; el Yo siempre busca algo para complementarse (es su naturaleza), no puede aceptar el hecho de que la vida, tal como es, es perfecta. Solamente en los niveles superiores de conciencia, transpersonal y espiritual, realizamos que la vida es plenitud. Gracias a la investigación de los pensamientos comprendemos la inutilidad del sufrimiento. Cuando nos liberamos de la presión del Yo separado y nos identificamos con el Ser, el sufrimiento desaparece sin más. En esta conciencia todo lo que antes fue sufrimiento ahora se convierte en aprendizaje.
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CAPÍTULO CINCO EL COMPRENDER (ENTRENAMIENTO DE LA MENTE)
Tú no estás en el mundo, el mundo está en ti. Jesús Cristo.
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EL ENTRENAMIENTO DE LA MENTE El entrenamiento de la mente no tiene nada que ver con el control, es un proceso de preparación consciente para que la inteligencia personal se integre en la inteligencia universal, donde el Yo se integra en el Ser. Con la investigación de los pensamientos comprendemos que somos nosotros los responsables de cómo nos experimentamos en el mundo y de que el sufrimiento es inútil. Así comenzamos a comprender que para vivir una vida plena y consciente, tenemos que ir más allá de la mente. El proceso de la transformación del Yo es transpersonal y espiritual. En este proceso aprendemos a utilizar los pensamientos en lugar de ser utilizados por ellos. El entrenamiento de la mente consiste en dar a nuestra forma de pensar una dirección determinada; la dirección consciente que nos lleva a la sabiduría. De este modo podemos dar la auténtica utilidad a los pensamientos, utilizándolos para crear un “mundo consciente”. El poder de los pensamientos es muy grande. Literalmente creamos nuestra realidad con los pensamientos y con los sentimientos que nacen de ellos. Interpretamos la realidad en función de nuestros pensamientos y esto determina la realidad que experimentamos. El entrenamiento de la mente es el arte de la interpretación correcta. 72
BUSCAR IMPLICA LA FALTA DE ALGO El inicio de nuestro viaje hacia la sabiduría se caracteriza por la falta de algo. Buscamos lo que nos falta para estar en paz y en armonía. Buscamos la plenitud partiendo de una carencia, y en cierto modo es así, porque mientras estemos identificados con el Yo siempre nos faltará algo. Es esta estructura básica estructura básica del Yo la que nos hace sentir vacíos, nos empuja a la búsqueda, la búsqueda, y nos incita a mirar más allá de los límites de la mente, buscando mente, buscando algo más que una existencia llena de preocupaciones. Esta necesidad de búsqueda, muy pronto, una vez iniciado el camino de la sabiduría, se convierte en un gran obstáculo. La búsqueda La búsqueda nos ciega y nos impide ver que en realidad nunca falta nada, la vida siempre está completa y todo está conectado. Miremos donde miremos está la perfección, tan solo en el pequeño mundo del Yo separado, es donde existe la carencia donde la búsqueda la búsqueda es totalmente lógica. Buscamos nuevos conceptos y estilos de vida, nuevos ideales, nuevas filosofías. Todo esto es perfecto, si lo que buscamos es conocimiento intelectual, pero si lo que deseamos es conectar con nuestra verdadera naturaleza, la búsqueda es inútil. Ya no es necesario añadir nuevos conceptos, ni se trata de experimentar con algo diferente, a partir de este momento, se trata de quitar las “capas” (filtros mentales) que nos impiden reconocer lo que es real y apreciar la belleza la belleza de la vida. La búsqueda La búsqueda implica tiempo: futuro. Pensamos que el futuro nos dará lo que ahora no tenemos o somos. 73
Nos sentimos carentes y negamos el presente, esta negación a la vida que vivimos y a nosotros mismos nos hace estar en conflicto con la vida. La mayor parte del tiempo vivimos proyectados en el futuro, nos evadimos del presente imaginando tiempos mejores, ignorando que es en el presente, en el Aquí y Ahora, en el único lugar donde realmente encontraremos lo que estamos buscando, y mientras sigamos actuando de este modo la auto‐ frustración es inevitable. La vida es siempre ahora, incluso cuando proyectamos encontrar algo o a alguien en un futuro. Cuando por fin llega el futuro prometedor, dejará de ser futuro porque de nuevo será ahora. Este proceso también se invierte, ya que muchos de nosotros también buscamos algo del pasado, algo que hemos perdido y pensamos que cuando lo recuperemos finalmente conseguiremos la paz. Da igual lo que añores del pasado o esperes del futuro, porque lo único que de verdad cuenta es el ahora. El Yo cierra los ojos ante este hecho fundamental y se inventa todo tipo de “programas” y “proyectos” con la esperanza de encontrar algo más que este momento; se esfuerza y se disciplina para conseguirlo, con la consecuente decepción y dramatización de la situación cuando no se materializan sus proyecciones. Nuestro drama consiste en vivir en un mundo de abundancia con el constante anhelo de más y más, ignorando el único momento real en el que la vida se despliega ante nosotros con su infinita belleza: infinita belleza: el Aquí y Ahora. Está claro que para fines prácticos está bien tener un planteamiento de futuro o tener en cuenta el pasado, pero solo para eso, porque nuestra experiencia, lo que vivimos y viviremos siempre es en el Aquí y Ahora. 74
3D ‐ DISCIPLINA, DUALIDAD Y DRAMA Naturalmente que la disciplina y el esfuerzo son necesarios para muchas cosas en la vida y nos son de gran ayuda en el camino hacia la conciencia. Pero no a costa del presente, no cuando nos alejamos del natural fluir de la vida y malgastamos nuestra preciosa existencia en el inútil intento de escapar del Aquí y Ahora, persiguiendo el fantasma de un futuro mejor. Difícilmente podremos disfrutar de un futuro mejor siendo incapaces de vivir el presente, porque cuando ese idílico futuro llegue, volverá a ser presente. Estamos perdidos en nuestras proyecciones mentales, y este drama se puede describir de este modo: “La mente crea la dualidad. Luego, intenta con disciplina y esfuerzo unir lo que nunca estuvo separado; este es el drama”. No podemos forzar el proceso de transformación, no nos realizaremos antes por ser totalmente severos y excesivamente disciplinados con la práctica que utilizamos. El Camino Sabio no es algo que esté directamente relacionado con el esfuerzo, ni es un trato que hacemos con la inteligencia universal, reclamando el derecho a obtener resultados a cambio del esfuerzo realizado. Lo único que podemos hacer es preparar el terreno y fluir con el momento, para que la realización pueda tomar 75
lugar a su debido momento. Y cuando sintamos que no avanzamos o que hemos “fallado”, podemos transformar ese sentimiento de frustración en el aprendizaje que nos enseñará a reeducar la mente, volviendo así al presente. De este modo, todo lo que hagamos, lo realizaremos desde la plenitud del Ser y no desde la carencia y el drama del Yo. El amor no es algo que pueda obtenerse con disciplina. La paz interior no se practica con esfuerzo, es el natural fluir la que la hace presente. ¿Necesita el río disciplina para llegar al mar? ¿Necesita el árbol otro árbol para ser más árbol? ¿Necesitas disciplina para ser el Ser que ya eres?
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PENSAR ES UNA COSA, SER CONSCIENTE ES ALGO TOTALMENTE DIFERENTE El pensar es en su estructura lineal y dual. Ser consciente va más allá de toda dualidad, transciende el pensar, es presenciar la realidad tal como es. La realización del Ser solo podemos obtenerla a través de la experiencia, los pensamientos solo indican el camino hacia la experiencia y nada más. El pensamiento es solo una minúscula parte del Ser, es la interpretación de la realidad y no la realidad en sí, es la teoría y no la experiencia. Simplemente con el pensamiento es imposible llegar a entender lo que es el Ser. La mente siempre se quedará en un nivel muy superficial, buscando superficial, buscando pruebas “medibles” que satisfagan su visión lineal y dual de la realidad. El Yo necesita clasificar el Ser como tal o cual cosa, necesita etiquetarlo todo para confirmar su visión conceptual del mundo. Para él, la vida no es suficiente prueba de la existencia de la inteligencia universal. Pero, ¿cómo podemos medir el todo? Mientras intentemos comprender la vida solo con la mente, el verdadero sentido, lo que significa ser Vida, se nos escapará. Respecto a este tema, me gusta contar una pequeña historia que ilustra a la perfección que para las cosas realmente importantes en la vida no existen pruebas que las 77
evidencien, ni hay necesidad de ello. En una escena de la película “Contact”, se encuentran los dos protagonistas y hablan sobre las pruebas que justifiquen la existencia de Dios. De un lado está una científica que busca pruebas medibles para todo (Jodie Foster) y del otro un hombre espiritual (Matthew McConaughey): J.F. Tengo algo para ti. M.M. ¿Qué es? J.F La ley de Ockham o la navaja de Ockham, ¿la conoces? M.M. Suena como una película del oeste. J.F. No, la ley de Ockham, es un principio científico. Cuando todos los factores están en igualdad, la explicación preferible es la más sencilla. M.M. Me parece bastante parece bastante lógico. J.F. Bueno, y qué es más probable, que hay un Dios omnipotente que ha creado el universo y luego ha decidido no dejar ni una sola prueba de suexistencia… o que simplemente no existeeste Dios y nos lo hemos inventadopara no sentirnos tan pequeños y perdidos en el universo. M.M. No lo sé, no me puedo imaginar un mundo donde no exista Dios, no lo querría. 78
J.F. ¿Y cómo sabes que no te estás engañando a ti mismo? Para mí es diferente, yo necesito pruebas. M.M. Pruebas... ¡uhm...! ¿Amaste a tu padre? J.F. ¿Cómo? M.M. Tu padre. ¿Querías a tu padre? J.F. Con locura. M.M. Pruébalo. Lo único que cuenta es la experiencia y esta es la “prueba”, que cada uno siente en su interior. Cuando experimentamos amor en nuestra vida, no necesitamos ninguna prueba que lo evidencie, lo estamos sintiendo y punto, no hay mucho más que explicar. Si sabemos lo que es el amor, si lo estamos experimentando, pedirnos pruebas de su existencia carece de sentido. Del mismo modo, solo puedes saber lo que es el Ser cuando vives en él conscientemente y lo experimentas, aunque el ego se empeñe en buscar todo tipo de pruebas que justifiquen su existencia o su inexistencia.
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SER CONSCIENTE NO ES PENSAR POSITIVAMENTE Conciencia es la presencia absoluta de lo que es, y está libre de clasificaciones positivas o negativas, bueno negativas, bueno o malo, tú y yo, interno o externo. Cuando estás en el estado de conciencia ves la belleza la belleza y la perfección en todo. Esta es la experiencia de la conexión con El Ser. No se trata de sustituir las estructuras y pautas negativas por positivas. Naturalmente que es de gran valor pensar en positivo y afirmar la vida de este modo, pero no basta con evitar la negatividad, se trata de ver más allá de la mera forma, se trata de reconocer sin negación. Si nos negamos al sufrimiento y a su aprendizaje, si lo ignoramos intentando ser positivos, es como intentar ocultarlo con una capa de maquillaje, que tarde o temprano terminará cayéndose y se manifestará con toda su fuerza. Finalmente, el pensar positivo, que nace de la negación a la vida, solo es otro intento del Yo de controlar. No hay que negar las situaciones negativas, queriendo a toda costa transformarlas en positivas, se trata de reconocer la realidad tal como es y aprender a conocer el mensaje que hay detrás de ella. Positivo y negativo son inseparables, son los dos lados de una misma moneda que refleja la versión limitada de la mente. Encontraremos la paz si vamos más allá de la mente, más allá de toda dualidad y reconocemos la vida tal como es, sin pegarle “nuestros determinados” conceptos mentales. 80
LOS PENSAMIENTOS ENFOCAN LAS EMOCIONES Y SUS RESPECTIVOS SENTIMIENTOS CREAN LA REALIDAD La ciencia moderna comprueba lo que los sabios y maestros espirituales ya sabían desde hace miles de años. Nuestras emociones, pensamientos y sentimientos influyen directamente en el proceso de creación de la realidad. Como ya vimos, la intención da una dirección determinada a la vida; esta es la información básica que nace del Ser, dando origen a la materia; esta da paso a la vida sensitiva y proporciona la posibilidad de vida consciente. La creación sigue este orden determinado: El Ser. La intención. Energía. Materia. Vida sensitiva. Vida consciente.
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A nivel humano se manifiesta de la siguiente forma: El Ser. Emociones. Pensamientos. Sentimientos. Acción. Realidad. Y aunque aquí esté representado en forma lineal, no es un proceso lineal; la vida se manifiesta espontáneamente en cada momento, es un proceso multidimensional. El Ser no está solo en el comienzo y luego vienen las emociones, los pensamientos... El Ser está en todos los niveles de la vida. Pero si lo que queremos es vivir conscientemente, es importante prestar atención a este orden.
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EL CREATIVO Y CONSCIENTE PROCESO DE LA CREACIÓN DE NUESTRA REALIDAD Primero está la emoción, y podemos distinguir entre dos emociones básicas de donde nacen todas las demás emociones; el amor y lo contrario al amor, que puede ser ira, odio, etc. La emoción se une con un pensamiento, ya sea una idea, creencia o deseo, que puede ser consciente o inconsciente. La unión de ambos genera un sentimiento, y este desencadena un proceso que en su debido momento se manifiesta en el mundo. Sea cual sea la realidad que vemos y vivimos, lo primero que se manifiesta ante cualquier situación es la emoción y el pensamiento, y la unión de ambos da lugar a los sentimientos. Desde una simple cerilla al ordenador más sofisticado, y de una comunidad basada en principios pacíficos hasta la guerra más violenta, el triángulo, emoción/pensamiento/sentimiento siempre fue lo primero que se creó en el interior de la persona, que hizo posible la manifestación exterior creando la realidad. La realidad (deseada o no‐deseada) siempre se crea primero en nuestro interior. Por esta razón si no vibramos paz en nuestro interior, incluso viviendo en las circunstancias más pacíficas, seremos incapaces de percibirla y sentirla. El “fallo” de la conciencia ordinaria es creer que primero hay que cambiar el exterior y después el interior. Por mucho que nos “curemos” de una depresión, 83
volveremos a caer en ella si no curamos la causa que la provoca. “Si queremos vivir conscientemente primero tenemos que crear esa conciencia en nuestro interior. Tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo”. Gandhi. ¿Cómo creamos conciencia en nuestro interior? Si preguntamos a las personas, la mayoría responden que quieren vivir una vida en paz, y si es así, por qué no la tenemos, ¿dónde está el fallo? No basta No basta con decir “quiero vivir en paz”, las palabras por sí mismas no tienen suficiente fuerza para cambiar la realidad. Por esto no basta no basta con decir “quiero estar en paz”, cuando no hay paz en mi interior. Si estamos en conflicto con nosotros mismos, difícilmente podremos manifestar paz en el mundo. El subconsciente o inconsciente juega aquí un papel central, ya que entre el 95% y el 99% de nuestra realidad se basa en él. Si en la infancia me han dicho una y otra vez que no sirvo, que soy un inútil, esta afirmación se ha fijado profundamente en el subconsciente y ahí, si no creo que soy una persona valiosa, los pensamientos positivos por sí mismos no crean los sentimientos con suficiente fuerza para modificar esta realidad. Incluso pasando por un largo y doloroso proceso de superación de traumas del pasado, no superaremos “la fuente de todo trauma”, la identificación con el Yo. 84
Un trauma (creencia negativa) no se puede superar partiendo de la carencia, la falta o la imperfección, porque desde ahí solo crearemos un mundo imperfecto, lleno de faltas; es decir, un mundo negativo. Si, por el contrario, dejamos atrás la identificación con el Yo y nos conectamos con nuestro auténtico Ser, que es belleza y perfección, es así como nos sentiremos y así será la realidad que crearemos. La emoción que se basa se basa en el amor combinado con la forma correcta de pensar genera un sentimiento lo suficientemente fuerte para transformar la realidad. Para esto tenemos que aceptar/reconocer el subconsciente y el inconsciente tal como es.
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ACEPTAR/RECONOCER EL SUBCONSCIENTE Y EL INCONSCIENTE Aceptar el subconsciente y el inconsciente significa que dejamos atrás la necesidad de controlar y retomamos nuestro sitio en la cadena de la vida. La vida no responde a la interminable lista de exigencias del Yo. No se trata de ir al “supermercado espiritual” en el que compramos, con nuestra “tarjeta espiritual de luz violeta”, el despertar y demás productos de la conciencia. Reconocer lo auténtico, lo que está basado en la comprensión de quiénes somos en realidad, se caracteriza por una profunda sensación de paz. Si queremos saber hasta qué punto nos estamos integrando en el río de la vida, solo tenemos que observar la paz que sentimos y experimentamos con las cosas que hacemos. La paz que experimentamos nos indica hasta qué punto estamos en la aceptación de todo lo que nos sucede o, por el contrario, es solo un ejercicio mental. Cuando no hay paz, es porque hay resistencia.
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LA ACEPTACIÓN (EL RECONOCIMIENTO) DE LO QUE ES, ES EL FINAL DE LA LUCHA Y EL COMIENZO DE LA PAZ Al aceptar lo que es, nos sincronizamos con la inteligencia universal. Esta es la base de la acción consciente. La aceptación es el puerto desde donde emprendemos nuestro viaje hacia una vida consciente; sin ello, estamos perdidos en el mar de las circunstancias. Al aceptar el momento presente tal como es, este se convierte en nuestro aliado, en lugar de verlo como un obstáculo o en el peor de los casos como a un enemigo. Cuando no aceptamos la realidad en la que vivimos, cuando no aceptamos el Aquí y Ahora, convertimos nuestra vida en un drama permanente. Con la aceptación de lo que es en este acto consciente y deliberado, nos liberamos del drama creado de la resistencia, y nos proporciona la claridad que necesitamos en el proceso de transformación de la conciencia. Muchos de vosotros os preguntaréis: sí, todo esto está muy bien, pero… ¿qué pasa con todo el sufrimiento que existe en el mundo, qué pasa con las guerras, la miseria, el hambre… y cómo voy a aceptar mi sufrimiento personal? El sufrimiento es como una enfermedad y como toda enfermedad, necesita de un diagnóstico correcto para aplicar el remedio correcto. Con nuestra interpretación errónea y negativa, nuestro apego y nuestra forma de pensar “de cómo debería ser la vida”, tapamos la realidad 87
con tanto peso negativo que nos resulta imposible poder verla tal y como es. De este modo, nos cegamos a la realidad, somos ciegos que pretenden guiar a los demás ciegos; así es el mundo en el que vivimos. Si el ser humano es incapaz de solucionar su propia realidad, difícilmente podrá ver y entender lo que sucede en el mundo. Esperamos que de una u otra forma las cosas se arreglen por sí mismas, pero no es así. En el mejor de los casos es posible que encontremos alivio por un tiempo, un pequeño descanso en nuestra lucha, una tregua de paz, pero solo será eso, una tregua entre una lucha y otra. Nos resistimos a la vida y nuestra propia vida se nos escapa sin darnos cuenta.
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LA RESISTENCIA ES INÚTIL No resistencia, no sufrimiento. La resistencia que creamos ante los problemas nos conduce a más problemas, y con esa actitud lo único que conseguimos es alimentar y aumentar el sufrimiento. La resistencia es negación (me resisto ante lo que no admito), y con esta actitud solo obtendremos más negatividad que por su parte crea más resistencia; es un círculo vicioso del que no podemos escapar. Esta es la razón por la que cuando, aparentemente, solucionamos un problema, aparecen dos nuevos problemas y de que a pesar de todos los progresos y mejoras que hemos logrado a lo largo del tiempo actualmente tenemos más problemas que nunca, y estamos llegando a tal escala, que estamos destruyendo el planeta en el intento de mejorar nuestras vidas. Poner resistencia a los efectos y a los síntomas del problema, no ayuda, ni soluciona nada en absoluto; todo lo contrario, empeora la situación.
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¿QUIÉN SE RESISTE? Por lo general, no solemos hacernos la pregunta: ¿Quién se resiste? Estamos tan ocupados en quitar y eliminar los obstáculos que nos impiden ser “felices”, que nos hemos perdido en la búsqueda de una vida mejor. Nuestra mirada está fija en las formas, imaginando un nuevo estilo de vida, una nueva pareja, un coche nuevo, una nueva filosofía, más meditación, una nueva terapia… buscando y buscando lo que pensamos que finalmente nos conducirá a nuestro objetivo que, en definitiva, se trata de vivir la vida que deseamos. Todo lo que se interpone a nuestro “ideal de vida” es rechazado, con el pensamiento inconsciente de que nuestra resistencia nos ayudará a recibir/lograr lo que nos falta para ser finalmente felices. Detrás de la resistencia se oculta la creencia de que el mundo y las personas (incluidos nosotros mismos) deben de ser como nos hemos imaginado o nos han contado que tienen que ser. Esta imaginación/creencia es producto del Yo, que se declara a sí mismo “dueño del mundo”. El Yo es quien pone la resistencia, esa pequeña parte de nosotros que realmente se cree que todo el universo debe girar a nuestro antojo. Esta inconsciente forma de pensar se refleja en frases como: “el mundo es injusto”, “esto no puede ser así” o “siempre es lo mismo, aquí nunca pasa nada”. El Yo está totalmente convencido de su falsa creencia, no admite que la realidad rara vez se acopla a sus 90
exigencias, dando comienzo al drama (resistencia crea violencia) que está visible por todas partes, porque cada Yo se declara “dueño del mundo”. Los problemas no pueden ser solucionados ignorando la causa que los produce; la identificación con el Yo, es la que pone la resistencia. De este modo, la próxima vez que nos descubramos a nosotros mismos resistiéndonos a la situación del momento presente, sabremos que estamos actuando y viendo el mundo con los ojos del Yo. Esto nos ayudará a recordar quiénes somos en realidad. Los problemas de nuestro mundo no tienen solución en el nivel donde fueron creados; es en los próximos niveles de conciencia: el nivel transpersonal y el espiritual, donde los problemas simplemente dejan de existir, y se transforman en oportunidades y aprendizaje.
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¿CONTRA QUÉ RESISTIENDO?
O
QUIÉN
NOS
ESTAMOS
Nuestra resistencia es la negación al momento presente, pero si rechazamos el Aquí y Ahora, lo que en realidad estamos diciendo es No a la vida. Aparte de la absoluta inutilidad de la resistencia, realmente creemos que podemos luchar contra la vida y ganarle la batalla, y esta es la locura de nuestro mundo “civilizado”. Con el deseo de mejorar nuestra calidad de vida, declaramos el presente, enemigo, obstáculo o un medio para un fin. Somos tan ignorantes que realmente creemos que podemos controlar la vida y ser dueños de ella. Con esta forma de vivir la vida (o mejor dicho, de no vivirla) el asunto se nos escapa de las manos, nadie parece saber cómo frenar la caída libre y los pocos que lo saben son declarados incompetentes o no realistas. Pero todo esto le da exactamente igual al Yo, mientras pueda mantener su falsa ilusión de control.
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NO TENEMOS CONTROL En nuestro desesperado intento de encajar la vida, que se manifiesta de forma espontánea y multidimensional en este instante, en un simple concepto lineal, vivimos una especie de espejismo mental, pensando que podemos controlar la vida. Nos creemos nuestras propias historias, somos tan ilusos que creemos que tenemos el control sobre la vida, aunque la realidad es que no controlamos nada en absoluto. A pesar de todo el progreso técnico, científico, social y material estamos al borde de una catástrofe de características épicas, luego... ¿dónde está el control? Y si realmente controlamos algo, entonces ¿por qué tenemos tantos problemas y sufrimientos? La palabra preferida del Yo es “mío”, le da sensación de seguridad, control y superioridad, le da una falsa identidad y de este modo puede disimular el gran vacío que siente en su interior. Declara la vida suya, “mi vida”, pero ¿qué hice para estar vivo?, ¿he sido partícipe en la creación de algo de lo que concierne a “mi vida”?, ¿acaso he inventado el sentir o el pensar?, ¿es el Yo el que hace latir al corazón o quien respira…? Y, del mismo modo, decimos mi mujer o mi marido, mis hijos, mi país, mi forma de vida, mis posesiones, etc. Nos sentimos en la errónea necesidad de proteger todos estos “míos”, porque ¿quiénes somos sin estos míos? y cuando nos referimos a la tierra, volvemos a repetir “mi tierra”, pero, ¿somos nosotros quienes hacemos vibrar las partículas de un átomo y mantenemos este diminuto sistema solar (el átomo) unido? 93
La realidad es que si la vida dependiera de nosotros, se evaporaría en este mismo instante. Cuando creemos tener algo bajo control es cuando realmente estamos perdidos en los pensamientos. La adicción al control refleja nuestra ignorancia sobre las relaciones que crean la vida y la fuerza que hace que todo esto sea posible. Cuanto más control necesitamos, más lejos estamos de la sencillez de la vida y de su bondad. su bondad. Por supuesto que es bueno organizar los asuntos prácticos para tener una vida confortable, pero incluso estos aspectos de la vida los realizaremos mucho mejor sin la necesidad de control y su respectivo paquete de negatividad.
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EL SER CONTROLA La realidad es esta: el Ser crea el mundo y lo “controla”. Pero no es un control como nosotros lo entendemos con nuestra conciencia ordinaria, no es un “superpoder” con un mega mando a distancia que se declara dueño de la vida. Es un fluir de luz, información y energía, con una dirección determinada gracias a la intención. El Yo no puede entender este proceso, como ya hemos visto, y no puede aceptar el hecho de que la vida es incontrolable. Todos los intentos de control conllevan lógicamente un enorme paquete de conflictos. Tenemos unos 70 70 billones billones de células en el cuerpo, que trabajan de forma “controlada” para garantizar nuestra existencia. Llegar a pensar que somos nosotros los que podemos controlar todo este sistema es de locos. El Ser es el que siempre actúa por y en nosotros. Pero incluso cuando todo esto es más que obvio, el Yo se niega o se ciega ante este hecho, puesto que no puede ir más allá de su propia estructura mental. Mientras estemos identificados con los pensamientos, estaremos atrapados en nuestro “centro de control” y no saldremos de ahí. La mente por sí misma no puede detenerse, del mismo modo que un árbol no puede talarse a sí mismo. No nos podemos llegar a imaginar la fuerza que obra en todo y crea el universo en cada instante. Lo que sí podemos es experimentarlo, dejar que suceda y se 95
despliegue, y de este modo ser conscientes de que somos uno con ella.
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CAPÍTULO SEIS PRESENCIAR EL MUNDO
Allí, donde estés, es la tierra de la pureza, y tu persona es el cuerpo de Buda. Hakuin Zenji.
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TODO ESTÁ BIEN TAL COMO ES La vida es perfecta, no podemos añadir, quitar, ni evitar algo. Esta conciencia es la base de una vida consciente y plena; es el punto de partida para cualquier cambio o transformación. La plenitud y la bondad del Ser es la única realidad que existe, y si no comprendemos esto, seguiremos viviendo en la falsa creencia de que podemos mejorar y controlar la vida. ¿Cómo podríamos mejorar lo que ya es perfecto? Esto, naturalmente, no significa que el progreso sea inútil o que no podamos hacer algo para la transformación de la conciencia; lo que significa es que somos parte de la plenitud y desde este estado y conocimiento creamos de forma consciente la realidad. Somos parte de la fuerza creativa, somos la fuerza creativa, no somos diferentes a la inteligencia universal. No falta nada en todo el universo, solo tenemos que mirar a nuestro alrededor, a una gota de agua, a una flor, a los niños jugando, niños jugando, a las estrellas; miremos donde miremos, todo es un constante fluir, todo está conectado, y cuando algo se aleja de la cadena del Ser, cuando algo se niega a fluir, muere y deja espacio para algo nuevo; esta es la perfección en todo su esplendor. El arte de presenciar es reconocer conscientemente la vida, reconocer lo que es real e ir más allá de la visión limitada del Yo, dar paso a la vida consciente. De forma natural, cuando practicamos el arte de presenciar, nos conectamos con el libre fluir de información 98
y energía, nuestra percepción cambia y lo que antes era un problema ahora se transforma en aprendizaje. De este modo, la vida adquiere otra dimensión; comenzamos a ver la vida de un modo diferente, más allá de las apariencias. En el simple presenciar de la realidad tal como es, sin juzgar y sin condenar, nos sincronizamos con la inteligencia universal.
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ATENCIÓN ES VIDA Vivimos donde está nuestra atención. Cuando entrenemos nuestra atención, y la convirtamos en el arte de presenciar, cambiará nuestra estructura interior y la forma en que nos experimentamos a nosotros y al mundo. En cada momento decidimos, consciente inconscientemente, dónde poner nuestra atención.
o
A lo largo de años hemos fijado nuestra atención en la carencia y el déficit, esto ha creado estructuras negativas e inconscientes muy poderosas. Casi automáticamente nos concentramos en el déficit. La gran mayoría de nosotros está atrapado en esta trampa. Nuestra atención, normalmente, está fijada en los problemas, y para confirmar esto solo tenemos que ver las noticias o preguntarnos a nosotros mismos si estamos en paz. Para cambiar el círculo vicioso de la atención negativa, tenemos que aprender a ver “con nuevos ojos”, comenzando con uno mismo y continuando con lo que nos rodea, reestructurando cómo nos vemos a nosotros y al mundo. Si enfocamos la reestructuración de nuestra atención en la sabiduría y la belleza, sin lugar a dudas, nuestro mundo cambiará. El cerebro se adapta a nuestra atención, no sabe lo que es positivo o negativo, funciona según el “input”(entrada). 100
Como ya hemos visto antes, con cada pensamiento el cerebro crea conexiones neuronales y estas producen procesos bioquímicos que determinan nuestros sentimientos, los sentimientos se unen otra vez con los pensamientos y juntos crean más conexiones y así se cierra el círculo. En lo que depende de nosotros, es nuestra decisión prestar más atención al tipo de impulsos que mandamos al cerebro. El arte de presenciar o la atención activa nos conecta con las cualidades de lo presenciado y para interiorizarlo, tenemos que sentir las cualidades. Es el sentir lo que transformará nuestras estructuras inconscientes en conciencia; se trata de ser conscientes de lo que queremos manifestar en la vida. Cuando hablamos de humildad, bondad, sencillez, etc., son cualidades del Ser que conocemos perfectamente, pero ese conocimiento no nos da la experiencia que nos aporta el sentir. Solo cuando sentimos estas cualidades, es cuando convertimos lo aprendido y entendido en realidad. Se trata de sentir la virtud y recordar (cultivar) este sentimiento, y así reestructuraremos nuestra visión del mundo y esta transformará la manera cómo experimentamos el mundo.
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LA ALEGRÍA DEL SER Si entendiésemos la fuerza qué está constantemente a nuestro lado y dentro de nosotros, jamás nosotros, jamás tendríamos miedo. Con este conocimiento experimentamos la alegría del Ser como una expresión espontánea, libre de las ataduras de nuestros conceptos e ideas. No hay que hacer nada (especial) para sentirla, está siempre en y con nosotros, es la experiencia directa del Ser. La transformación consiste en quitar lo que nos impide realizar este hecho fundamental. La alegría del Ser refleja la bondad de la vida en el mundo material. Y una vez aprendido que la vida es el alegre reconocer de dicha bondad dicha bondad y que estamos aquí para aprender, ya no hay razón alguna para el sufrimiento. Suceda lo que suceda, cuando nos reconocemos en el Ser y comprendemos que somos el Ser, eterno e inmortal, toda ignorancia y oscuridad desaparecen, dando paso a la comprensión absoluta donde no hay temor ni duda, solo aprendizaje. En el nivel de conciencia personal, la alegría es un toma y daca: yo hago esto y obtengo esto otro, sucede lo que deseo y estoy alegre, me dan amor y soy feliz, y así sucesivamente. Pero en los niveles superiores de conciencia, (transpersonal o espiritual), la alegría del Ser se manifiesta al presenciar el despliegue de la vida tal como es, sin más. Es la experiencia que obtenemos cuando los pensamientos cesan y en este silencio brota espontáneamente la alegría del Ser. 102
CON LA HUMILDAD SE HACE VISIBLE LA PLENITUD Cuando la inteligencia personal se disuelve en la inteligencia universal, damos paso a la humildad, que es una acción consciente y activa. De este modo, retomamos el lugar que nos corresponde en la cadena de la vida, comprendiendo que nosotros por nosotros mismos no podemos hacer nada. La humildad es incompatible con el Yo. El Yo continuamente busca continuamente busca más y más; por el contrario, la humildad acepta lo que es, sin más. Cuando actuamos con humildad, aceptamos el hecho de que no tenemos el control, y esto es lo que necesitamos para descansar y recuperarnos de la locura de “desear más” en un mundo de plena abundancia. Cuando dejemos de ver el mundo como algo incompleto e imperfecto y cuando con profunda humildad aceptemos la vida tal como es, se nos revelará un estado de plenitud que superará nuestras mayores expectativas.
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CON HUMILDAD SOMOS LIBRES En el mundo occidental a menudo tenemos un concepto negativo de la humildad, la vemos como algo que va en contra del libre albedrío. Pensamos que siendo humildes, dejamos de ser dueños de nuestra vida, que nos convertimos en víctimas, cuando justamente es todo lo contrario. Mientras seamos prisioneros de nuestros conceptos y deseos, reaccionando según las circunstancias, seremos esclavos de nuestros pensamientos y sentimientos, y esto no tiene nada que ver con ser libre. En el antiguo Japón antiguo Japón de los samurái existía el siguiente dicho: “La humildad es la llave para el libre albedrío”. Con la actitud humilde de reconocer la realidad sin el famoso “ya lo sé, pero...”, nos integramos a la vida, nos liberamos de la esclavitud de nuestros deseos y esto nos capacita para actuar como un ser verdaderamente libre. Sin apego a las formas, ya sean materiales o psicológicas, tomamos la decisión de estar en armonía con la inteligencia universal: esta es la libertad real.
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ENTREGARSE NO ES UNA OPCIÓN Con la práctica de la humildad comprendemos que la entrega no es una opción. La vida, de todos modos, nos deja elegir entre fluir, luchar o ser indiferentes. Aunque, claro está, que solo desde un estado inconsciente optaremos por la lucha o la indiferencia. Si somos conscientes, comprendemos que cada ser humano es solo una gota en el mar de la vida y, sin lugar a dudas, la elección será la de fluir con la vida. En esta entrega entendemos, lo que describe Kabir, un antiguo sabio y místico de la India, de forma poética: “Todos sabemos que las gotas se funden en el océano, pero pocos saben que el océano se funde en la gota. Si dejamos de resistirnos y fluimos con la vida, experimentamos que somos la vida misma”. La paz nace de forma espontánea cuando nos entregamos al momento presente. La entrega no es un signo de debilidad, tal como el Yo nos hace creer; todo lo contrario, entregándonos admitimos que somos uno con el fluir de la vida, por lo que poseemos toda su fuerza. Comprendemos que no tenemos el control y de este modo nos entregamos al suave fluir de la existencia rompiendo las rejas de nuestra prisión mental. Solo en la entrega a lo que es, especialmente a lo que clasificamos como negativo, nos liberamos de las ataduras mentales creadas por nuestra identificación con los pensamientos. Con esto honramos la vida y nos sincronizamos con el Ser, y este es el fin del sufrimiento. La auténtica humildad y la entrega son esenciales en el proceso de transformación del Yo. 105
GRATITUD ES SER CONSCIENTE La gratitud nace del entendimiento de lo que es. Cuando tomamos conciencia de lo que significa estar vivo y cuando presenciamos que el mundo entero se manifiesta de forma espontánea, en cada momento, de nuevo, nos llenamos de una gratitud que va mucho más allá de lo personal. Por lo general, sentimos gratitud cuando la vida se acopla a nuestros deseos particulares, sentimos gratitud cuando experimentamos estados positivos y, por el contrario, nos sentimos desgraciados cuando las situaciones no son como deseamos, volviendo a repetir otra vez el clásico patrón de reducir la vida a un concepto mental. Como si la vida fuese una cuenta bancaria, cuenta bancaria, hacemos balance hacemos balance y comparamos, si el saldo es positivo, estamos agradecidos, pero cuando no lo es entramos en conflicto con nosotros y con el mundo. La auténtica gratitud no crece en función de nuestros beneficios, sino del estado del Ser que nace de la experiencia directa y vibrante cuando la vida es lo más importante y no nuestros conceptos o ideas sobre él. Con la gratitud fluye espontáneamente el poder de la sanación, y se reconcilian los opuestos. Y con respecto a lo mencionado anteriormente, voy a contaros una experiencia que viví hace relativamente poco y que ilustra a la perfección el poder sanador de la gratitud. 106
Me gusta hacer deporte y especialmente correr y nadar. Hace poco, fui al bosque donde suelo ir a correr. Hice un poco de calentamiento y comencé a correr, de repente, después de unos 200 metros, pisé una piedra, se me dobló el tobillo y escuché un ”crack”. Este episodio no me es desconocido y sé muy bien muy bien que significa dolor varias semanas, “fuera de servicio” y un un buen buen rato de muletas. Pero, en esta ocasión, sucedió algo totalmente inesperado y extraordinario, no hubo ninguna manifestación negativa dentro de mí hacia el incidente, al contrario, sentado en el suelo, sujeté el tobillo entre mis manos y todo mi ser, con cada célula de mi cuerpo experimentó una profunda gratitud. No quedó espacio para otro sentimiento que no fuese gratitud. Y lo que en otras ocasiones había sido dolor, en esta se convirtió en una intensa sensación de calor, y pude sentir cómo este calor sanaba la lesión. Después de un rato, sentí que podía seguir corriendo. Me levanté con precaución, caminé tranquilamente comprobando el estado del tobillo y continué corriendo hasta el final del trayecto (unos 5 kilómetros). Durante algunos días tuve una pequeña molestia sin importancia, que después desapareció por completo. En circunstancias “normales” este proceso como mínimo habría durado varias semanas. La humildad, la entrega y la gratitud son una decisión consciente con la que anulamos nuestra necesitad de control. Dejemos que el Ser tome el “mando” y que el libre flujo de información y energía nos abra a un mar de posibilidades. 107
SERVIR ES LA CONEXIÓN CONSCIENTE CON LA VIDA Todo está interconectado, no hay nada fuera del tejido de la vida. Esto funciona gracias al principio del servir. Miremos donde miremos este principio está actuando en todas partes, es el “pegamento” que une la red de la vida. El sol sirve a la tierra, la hace posible con su luz y calor; la tierra sirve para sustentarnos y sostenernos; el aire nos da la vida, y la conciencia nos sirve para reconocer todo esto. Cuando escribo estas palabras solo puedo hacerlo gracias a una larga cadena de servicios, desde los árboles a los transportistas que me trajeron este ordenador con el que escribo este libro. Incluso los aspectos dolorosos y aparentemente negativos, nos sirven para tomar conciencia. Cuando perdemos algo, nos sirve para desapegarnos de lo material y nos enseña que todo es efímero y que no es en las cosas materiales ni en el exterior donde encontraremos la paz auténtica. Incluso la misma muerte, nos sirve para tomar conciencia de la inestabilidad de las formas y nos empuja hacia la transformación. ¿Entonces, por qué no servimos conscientemente? El servicio más bello más bello que un ser humano puede dar es ser consciente.
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LA COMPASIÓN SURGE CON LA COMPRENSIÓN DE LAS CONEXIONES La auténtica compasión no juzga, es una acción consciente, que mira más allá del telón de las apariencias, es la comprensión de las relaciones y las conexiones. Cuando juzgamos y condenamos a las “malas” personas es aconsejable tener en cuenta que si hubiéramos nacido en el mismo lugar y bajo las mismas condiciones y circunstancias, con las mismas experiencias, con la misma educación, etc., actuaríamos del mismo modo o muy parecido. Actuamos en función de la vida que hemos vivido y de las cosas que hemos aprendido, la “maldad” se aprende, nadie nace con ella. Con la compasión comprendemos que en esencia, el ser humano es bueno, es bueno, porque en él también obra la bondad la bondad del Ser. Nos hacemos atrocidades los unos a los otros, porque somos inconscientes. Cuando nos dañamos a nosotros mismos, a los demás y a la naturaleza, estamos a años luz de la bondad la bondad y del amor que nos hace ser humanos. ¿Cómo piensas que puede sentirse, el que tiene la necesidad de hacer daño a los demás e impone su voluntad a la fuerza, hasta qué punto su corazón está congelado? Lo único que podemos sentir es una profunda compasión hacia todos los que actúan de este modo, puesto que no han entendido nada, no son conscientes de la santidad de la vida y esto los convierte en almas nubosas en tierras oscuras. 109
Con la compasión entendemos que todo forma parte de la creación, y que es necesario en el proceso de transformación de la conciencia humana.
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COMPASIÓN NO ES COMPARTIR EL SUFRIMIENTO Cuando hablamos de compasión, no se trata de compartir el sufrimiento, ¿para qué? Cuando entramos en el sufrimiento de otra persona, sufriendo con ella, confirmando sus razones y su derecho a sufrir, no le ayudamos en absoluto; al contrario, alimentamos y reforzamos el sufrimiento con esta actitud. La compasión es un proceso activo que transforma el sufrimiento en aprendizaje. Cuando una persona sufre se trata de proporcionarle una fuente de comprensión, amor y paz, donde pueda descansar y recuperar la claridad, que le ayudará a ver el mensaje y el enorme potencial de crecimiento que hay en el sufrimiento. La compasión hace posible la transformación interior que nos permite ir más allá de las apariencias y de este modo romper con el círculo vicioso del sufrimiento.
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EN EL CONDENAR NO HAY PAZ Condenar no nos hace mejores personas, ni ayuda a generar conciencia, más bien, más bien, refleja la necesidad de control del Yo. Cuando nos declaramos a nosotros mismos jueces, mismos jueces, nos declaramos seres superiores, catalogando a los demás como inferiores y esto no es una buena base para la convivencia. Observando la historia de la humanidad, comprobamos que la condena no ha servido para crear un mundo mejor. Jesús Cristo ya nos lo enseñó diciendo: “El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra”. La actitud de condenar no solo se limita al mundo exterior, a las personas o incluso a la naturaleza y a la vida misma, sino que también nos estamos condenando a nosotros mismos sin ser conscientes de ello. Nos creamos un ideal sobre cómo debemos ser, y cuando no lo cumplimos, nos condenamos, llegando a ser jueces muy severos, y con esta actitud, creamos un remolino de negatividad, que del mismo modo condenaremos. El acto de condenar solo le hace sentir bien al Yo, lo único que le importa es tener razón, mientras tiene razón se siente superior y seguro. De este modo justifica su necesidad de control. La realidad es que cuando condenamos, si de verdad somos honestos con nosotros mismos y podemos desidentificarnos con nuestra forma de pensar, lo que de 112
verdad sentimos es un profundo conflicto interno. El arte de presenciar nos enseña que no es necesario practicar esta “habilidad disfuncional” y que podemos manejar perfectamente, e incluso mucho mejor, los asuntos de la vida sin este “juguete del ego”. Las personas que viven en paz y amor en lugar de condenar ayudan a liberar de la ignorancia a los que están en ella en lugar de juzgarlos de juzgarlos y condenarlos. Así, la próxima vez que juzgues a los demás y a ti mismo, observa lo que sucede, no intentes no condenar (esta será solo otra maniobra del Yo para mantener el control), aprende a ir más allá de las meras apariencias y entiende que solo hay aprendizaje, y que por extraña o difícil que nos parezca una situación, siempre tiene su enseñanza.
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LO QUE ES Y EL SER Lo que es y el Ser son una misma cosa. No es necesario hacer algo en particular o especial, podemos presenciar en cualquier sitio y en cualquier circunstancia. Con la presencia absoluta entramos en el espacio del Ser. El arte de presenciar nos abre los ojos a la vida tal como es. Sin filtros mentales, sin las historias que nos contamos a nosotros mismos y a los demás vemos que la belleza de la vida va mucho más allá de la mente. Cuando entramos en el espacio de la presencia nos abrimos a la vida y comprendemos que lo que es, Es, y no hay más. Esto nos puede parecer muy simple, y la verdad es que es así, por eso nos cuesta tanto comprenderlo y aceptarlo. Buscamos y buscamos lo que supuestamente nos falta, nos ofuscamos y cegamos en la búsqueda ignorando el único lugar donde podemos encontrar lo que buscamos. que buscamos. Cuando cultivamos el arte de presenciar y miramos a LO QUE ES, puede ser que no nos guste o incluso puede ser doloroso, pero es lo único que hay. En el presenciar de la realidad sin necesidad de escapar o negarnos a ella, nos hacemos uno con el Ser, con lo que es; esta es la puerta hacia la vida consciente.
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EL SILENCIO DEL MUNDO En la quietud nuestra búsqueda llega a su fin. Experimen‐tar el mundo en silencio es la sanación de todas las “heridas”, de la dualidad y el final del sentimiento de separación. El mundo nace del silencio y desaparece en él. Las piedras, las plantas y los animales aún saben lo que nosotros hemos olvidado: que el silencio está en todo. Cuando olvidamos la quietud, la naturaleza nos ayuda a recordar, y con su presencia nos enseña lo que significa vivir en la quietud, a través de ella podemos reconectarnos y aprender a escuchar el silencio. El silencio “vive” en el espacio entre las cosas, el espacio que lo conecta todo. Si queremos “encontrar” la inteligencia universal o conocer El Ser, este es el lugar.
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EL TESTIGO El testigo es quien practica el arte de presenciar. Él nos conecta con el Ser. Es libre de interpretar, sin necesidad de buscar, encontrar o cambiar. El testigo es la habilidad del Ser de presenciar, sin pasado, sin futuro, sin tiempo, sin sufrimiento, sin felicidad, sin deseo; es el presenciar del fluir del mundo. Hermann Hesse lo describe de este modo, en su libro Siddharta: “... sentado en la orilla del río, soy testigo del fluir y escucho el murmullo del agua...”.
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EL FLUIR Todo fluye, el mundo está en constante movimiento, es la ley de la forma, es el mundo efímero y pasajero, todo está en constante transformación, miremos donde miremos, lo que ahora vemos en un segundo será diferente. Nada es fijo, incluso la materia, que aparentemente vemos más sólida, está en constante movimiento. Todo lo que es, es único, porque en esta forma, que ahora presenciamos, nunca volverá. Este es el milagro del mundo de las formas. No hay fronteras ni limitaciones, las cosas fluyen las unas en las otras, una gota de lluvia cae en la tierra, convirtiéndose en un riachuelo, que se unirá a otros y formará un río, que desembocará en el mar, se evaporará creando nubes que a su vez volverán en forma de lluvia. No está en nuestras manos el conseguir que la vida fluya o deje de fluir, todo lo que nos rodea vibra en constante y continuo fluir, solo hay que estar despiertos, conscientes para observar este gran milagro que sucede continuamente ante nosotros y en nosotros. La contemplación del presente, nos conecta directamente con el estado natural de la vida: el fluir. Y el obstáculo más grande que podemos encontrar cuando contemplamos, es de nuevo el Yo, que como siempre intentará controlar cualquier situación. El libre fluir de la vida es absolutamente perfecto e inalterable y esto es para el Yo, inaceptable. 117
El arte de presenciar nos enseña que la resistencia es inútil, quien se niega a fluir, simplemente deja de existir. Solo hay un espacio en el que podemos presenciar y conectar con el fluir de la vida, el Aquí y Ahora. El Aquí y Ahora es lo único que es estable, inalterado por los cambios y movimientos del mundo.
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EL ETERNO MOMENTO Todo lo que es, fue y será, siempre es Aquí y Ahora. Es el eterno momento, sin tiempo; lo abarca todo, fuera de él no hay nada, es la vida. Este momento presente, sea cual sea su contenido, es lo único que es real. El eterno presente es la conciencia de la unidad de todas las cosas, procesos y seres vivos. Por lo general, imaginamos y experimentamos la vida como una cadena de interminables momentos, donde un momento da paso al siguiente. Vivimos creyendo que viajamos del pasado hacia el futuro y que el momento presente es solo el nexo de unión, el punto de encuentro. Esto es una equivocación fundamental, porque tanto el futuro como el pasado sencillamente no existen, son solo proyecciones mentales. El tiempo es solo una idea, un pensamiento abstracto, un medio que utilizamos con fines prácticos para organizar y entender la vida. Lo importante es no confundir el medio con la realidad. La experiencia solo existe en este único momento en que es sentida; es decir, en el momento presente, el Aquí y Ahora. Aunque esto pueda parecer muy obvio, es una realidad que no admitimos, puesto que normalmente estamos tan ocupados con el pasado y el futuro que ignoramos lo único que realmente importa y existe, el momento presente. Estamos tan ocupados intentando mejorar nuestra vida, que nos olvidamos de vivirla y de 119
este modo vivimos como si nunca fuésemos a morir y morimos como si nunca hubiésemos vivido. El maestro Eckhart lo describe magistralmente en el siguiente texto: “El tiempo es lo que impide que la luz penetre en nosotros. No hay mayor obstáculo a Dios (conciencia despierta) que el tiempo”. Vivimos en esta equivocación, que nos conduce directamente a la autofrustración y al sufrimiento. Sufrimos añorando o lamentándonos del pasado o vivimos en una proyección de un futuro mejor, e incluso podemos tener miedo de lo que nos pueda pasar en ese supuesto futuro. Vivimos sin vivir, en un mundo inventado, y así se nos escapa la plenitud de esta vida. Sin tiempo no hay sufrimiento. Nos hemos perdido en el laberinto de los pensamientos, y vivimos recluidos en una cárcel mental. “Las rosas que están bajo mis ventanas no señalan a las rosas anteriores o a rosas mejores; son las que son y existen hoy en Dios (en el Ser). No conocen ningún tiempo. Las rosas simplemente están ahí, y son en cada instante de su existencia absolutamente perfectas. Pero el ser humano recuerda y aplaza, no vive en la presencia, mira atrás quejándose sobre el pasado o imaginando (ignorando la abundancia del presente) un futuro mejor. No puede vivir feliz y fuerte hasta que no aprende a vivir con la naturaleza en la presencia más allá del tiempo”.
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Con este texto, Ralph Waldo Emerson describe perfectamente cómo nos hemos alejado de lo único que es real. Cuando comprendemos que solo existe el eterno momento, sin tiempo, donde todo es sanado, la sabiduría y la alegría del Ser brota de forma natural desde nuestro interior hacia el mundo, las limitaciones se disuelven y nos damos cuenta de que no hay nada detrás o delante de nosotros, solo el infinito y vasto espacio del momento presente.
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CAPÍTULO SIETE YO SOY
Hacemos largos viajes, nos rompemos la cabeza sobre el significado de un cuadro o libro, cuando lo que queremos ver y entender en este mundo es a nosotros mismos. Yalal ad‐Din Muhammad Rumi.
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¿QUIÉN SOY? La pregunta “¿Quién soy?”, es la más importante en nuestra vida. Si podemos contestarla, todo está en su lugar. Cuando sabemos quiénes somos en realidad, comprendemos que somos uno con el Ser, que somos el Ser. Si a esta pregunta solo contestamos con la mente, seguiremos repitiendo los conceptos mentales que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida y el misterio de nuestra propia existencia seguirá sin revelarse. Intentar conocernos solo con la mente, es como pretender averiguar la profundidad del océano con solo mirar la superficie. Con la mente es imposible contestar a la pregunta “¿Quién Soy?”, porque toda respuesta es por definición un concepto limitado que nos separa de la unidad de la vida. Si queremos conocernos y comprendernos, tenemos que ir más allá de la mente. Es en el Yo Soy donde encontraremos la respuesta y en el Yo Soy somos la respuesta.
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YO SOY La puerta para la vida consciente es el Yo Soy, estar en la presencia del intemporal y eterno momento. El Yo Soy es nuestra auténtica y verdadera naturaleza, nuestro Ser transpersonal y espiritual, es quienes somos en realidad, sin juicios, libres de toda limitación y catalogación, la presencia absoluta, el Ser puro. El Yo Soy es quien percibe, es el que contempla las formas temporales, el que contempla el mundo. Todo está en continuo movimiento, todas las cosas, todas las formas y todos los seres vienen y van, lo que queda y permanece siempre presente es quien lo percibe, el Yo soy. Nuestro auténtico Ser no está en el mundo que contemplamos, sino que es él el que contempla al mundo. Si queremos comprender el Yo Soy hemos de desidentificamos de lo que nos rodea y de lo que experimentamos. Cuando toda identificación con el tiempo y las formas han perdido su importancia deshaciéndose en el espacio de la presencia y cuando nuestra identidad ya no se basa en el Yo (la persona), entonces entramos en el espacio de la quietud y lo que queda es la presencia absoluta, el Yo Soy. Para “llegar” a este estado del Ser, para que se haga realidad, es necesario pasar por un proceso contemplativo y meditativo. En este proceso se disuelven todas las formas y 125
todos los objetos, y lo que queda es el Yo Soy, la presencia absoluta, la bondad esencial, la luz de Dios, el Tao, el Ser. Esta realización y el camino hacia ella, es el Camino Sabio. Para entender esto podemos hacer un pequeño ejercicio; ahora, en este momento, el Yo Soy es el que presencia, nos percibimos a nosotros y al entorno. Pues bien, hace diez minutos, lo que estaba presenciando nuestra experiencia también era el Yo Soy, del mismo modo que hace una hora o diez horas. Los objetos, las situaciones, los pensamientos y los sentimientos eran diferentes, el contenido del momento cambia y lo que permanece y queda inalterable es el Yo Soy, el que percibe. El mismo que estuvo hace un año, hace diez o hace veinte es el Yo Soy/la presencia absoluta. Podemos sentirlo, está dentro de nosotros. Esta presencia, el Yo Soy, está siempre presente. Todas las formas y objetos cambian constantemente, lo que siempre permanece es el Yo Soy, y comprender esto es de vital importancia. No somos los pensamientos, ni los sentimientos que experimentamos, porque no somos lo que percibimos. No somos el cuerpo que percibimos, somos la presencia absoluta que percibe este cuerpo. Y lo realmente emocionante es que el Yo Soy es universal e intemporal; va más allá de nuestra identidad en el tiempo y en el espacio, y totalmente independiente de la imagen creada por el ego. La presencia absoluta, nuestro auténtico Ser, el Yo Soy, estuvo siempre presente, hace 30, 300, 3.000 o 3 millones de años, ya estuvo presente cuando el universo comenzó. El Yo Soy es lo único que realmente 126
existe, el resto son modificaciones de esta realidad, un movimiento temporal en el espacio de la presencia, en el Aquí y Ahora. Todo sufrimiento es la interpretación errónea del Yo Soy; la confusión del Yo Soy con las formas internas o externas. Nos identificamos con la imagen que hemos creado (el Yo) con nuestro cuerpo, sentimientos, posesiones, etc., y esta identificación siempre nos causa inevitablemente sufrimiento. Todos los objetos, todas las formas vienen, se quedan un tiempo y finalmente se disuelven otra vez en el movimiento del tiempo y lo que queda, es siempre el Yo Soy. Cuando nos reconocemos tal como somos, sin filtros mentales, entramos en el espacio de la presencia absoluta; en esta conciencia reconocemos que no hay un yo separado, no hay nada suelto en el universo; solo existe el Ser y el Ser es el Yo Soy. Este Yo Soy eres tú, yo, nosotros, las plantas, los animales, la naturaleza y todo lo que existe. Conectarse conscientemente con el Yo Soy, es el Camino Sabio. Es un camino fundamental y sencillo, aunque nos parezca que está repleto de obstáculos y dificultades (esto simplemente es lo que parece cuando queremos entenderlo con la mente). Lo único que tenemos que hacer, sin desvíos y de forma directa, es ser consciente del Yo Soy y entrar en el espacio de la presencia absoluta. 127
Este simple reconocer del Yo Soy es el centro de todo trabajo espiritual, es reconocer la unidad de la vida. No es necesario hacerlo más complicado de lo que es. Continuamente estamos en presencia y presenciando lo que es y cuando lo olvidamos, cuando pensamos que hemos fallado, el que lo percibe es el Yo Soy. De este modo, todo absolutamente todo nos enseña quiénes somos. Este es un camino infalible para tomar conciencia. Hagas lo que hagas y vivas la circunstancias que vivas, si vives desde el espacio de la presencia absoluta, desde el Yo Soy, vivirás en un estado de dicha. Vivir en este estado natural de gracia requiere una preparación, esto es lo único que podemos hacer, preparar el terreno y en su debido momento obtendremos la realización del Yo Soy.
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LA PREPARACIÓN Ser consciente es lo más fácil en el mundo, es la presencia del Aquí y Ahora, el Yo Soy, y paradójicamente es también lo más difícil. No hay que hacer nada para conseguirlo porque el Yo Soy ya está presente, es el eterno momento, es el espacio en el que el contenido de la vida se despliega. Nuestra locura es que buscamos que buscamos algo que ya es y que ya somos. La experiencia del Yo Soy nos libera de la presión de ser diferentes, de la necesidad de algo mejor o algo más, y de este modo reconocemos lo que es real. Desde esta posición actuamos en consecuencia para preparar la transformación de la conciencia. Los pasos de preparación, son un “hacer sin hacer” tal como describen las antiguas tradiciones espirituales a este proceso. Es como el cultivo de un jardín, sembramos, podamos, abonamos, etc., y más tarde se hace por sí mismo; el jardín florece, las frutas nacen en su debido momento. Cuando el jardín está en su esplendor, ya no depende de nosotros todo el esplendor se muestra por sí mismo. Lo que tenemos que aprender y practicar es a cultivar la presencia del Aquí y Ahora; esta es la preparación y el cuidado de nuestro terreno. La transformación llegará por sí misma. Este es el Camino Sabio.
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EL CAMINO El Camino Sabio requiere de un entrenamiento y de una práctica constante. Pero para los que caminan el camino con la determinación necesaria, el éxito es inevitable. Hace miles de años que este conocimiento existe y es accesible para todos aquellos que desean utilizarlo. El camino se basa se basa en cuatro pilares fundamentales: la investigación de los pensamientos, el entrenamiento de la mente, el arte de presenciar y la meditación del Ser. El Camino de la Sabiduría nos enseña que todo es un aprendizaje y no una lucha, “yo contra el mundo”. “El camino es la meta”, así se define en un antiguo texto Zen. No se trata de llegar a un ideal o a un estado perfecto; cuando hablamos de caminar el camino, lo hacemos en el camino mismo, con la atención en lo que es. De este modo, el camino se despliega ante nuestros ojos y lo único que tenemos que hacer es dar un solo paso, con la atención en el Aquí y Ahora, y luego daremos el siguiente paso con la misma atención en el Aquí y Ahora. Y así, paso tras paso, se crea el camino por sí mismo; nosotros no hacemos el camino, simplemente damos un paso y con esto basta. Esta es la espontaneidad del Ser, que caracteriza al Camino Sabio.
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CAPÍTULO OCHO LA MEDITACIÓN DEL SER
...todo esto es la vida; y el proceso de comprenderlo todo y liberar la mente, es meditación. Si uno comprende realmente esto, todo en la vida será siempre un proceso meditativo, un proceso de contemplación, estar alerta a este proceso total de la existencia, observarlo, penetrar desapasionadamente en él y liberarnos de él, eso es meditación. Krishnamurti.
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LA MEDITACIÓN ES LA PUERTA AL MUNDO REAL La meditación es la contemplación de la vida, es el camino hacia la vida consciente. Es de esencial importancia para percibir y reconocer la vida tal como es y transformar la limitada imagen que percibimos de nosotros mismos y de la vida al estar identificados con el Yo y las formas. La meditación lo abarca todo, no excluye nada, nos enseña lo que significa “ser vida”. Toda dualidad se disuelve en ella como azúcar en el café, y de este modo se le quita el sabor amargo que encontramos en la vida al estar identificados con el Yo. La meditación es la miel de la existencia. Es Una con la bondad fundamental de la vida, no juzga, no juzga, ni condena, y todo lo que antes parecía “negativo” se convierte en un proceso de aprendizaje con el que transformamos el sufrimiento. La comprensión de la totalidad de todos los procesos de la vida es meditación. En esta comprensión reconocemos que no hay nada que evitar porque la vida, tal como es, es perfecta. La experiencia de la meditación nos facilita el conocimiento que nos capacita para interpretar la realidad de forma correcta, y esto es necesario para que la conciencia superior puede ser reconocida. Con la meditación reconocemos quiénes somos en realidad: somos la vida, somos el Ser, sin comienzo, sin fin, sin nacer, sin morir, todo es dado y no hay nada más. 132
LOS DOS NIVELES DE LA MEDITACIÓN Hay dos niveles en la meditación. En el primer nivel, con el que normalmente comenzamos, utilizamos una técnica en particular y meditamos con un objetivo concreto para obtener beneficios. El segundo nivel es el estado del Ser puro, la experiencia directa del Ser, más allá de toda técnica, en la que la vida misma se convierte en meditación. No hay competición entre ambas, ni se trata de que una sea mejor que la otra, más bien más bien podríamos decir que el primer nivel da paso al segundo, es un proceso. En ambos podemos conectar con la esencia de la vida, con la presencia absoluta. La diferencia es que el primer nivel se convierte en un ir y venir; es decir, obtenemos una conexión temporal con el estado del Ser por medio de una técnica determinada. Cuando entramos en el segundo nivel, la vida es meditación, vivimos y fluimos en el estado de conciencia en el que todo es meditación.
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LA MEDITACIÓN DEL SER La meditación del Ser transciende todo tipo de técnicas. Se práctica desde el Yo Soy, es el estado del Ser, donde todo se convierte en contemplación. Es un estado inalterable, en el que permanecemos, tanto si estamos en la postura de meditación o caminando por la calle. La meditación del Ser es la esencia de la meditación, todo se disuelve en su presencia absoluta. Las emociones, pensamientos y sentimientos vienen y van, toda dualidad creada por el Yo, sus ideas y conceptos, se convierten en fuente de comprensión de que todo lo que es, es el Ser. Comprendemos que todo lo que contemplamos es impermanente, todo está en un constante proceso de transformación y cambio, lo único que siempre queda es el Yo Soy. En la meditación del Ser experimentamos que somos el Ser, eterno e inmortal, más allá de toda apariencia. Somos la presencia del Aquí y Ahora. Somos la vida que se contempla a sí misma. Vivir en esta conciencia es el Camino Sabio.
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Deja que el mundo entre en la quietud. Deja que el cielo, la tierra y los mares descansen. Deja que la locura del Yo se deshaga en las profundidades de su propia presencia y se disuelva en el silencio de esta conciencia. Contempla como el Ser envuelve a todos los seres en la luz de la conciencia. Todos los mundos iluminados por la alegría, más allá del tiempo y del sufrimiento, iluminados por la luz, en la que la demencia del egoísmo se disuelve en el brillo el brillo del Yo Soy. Plotino.
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RESUMEN DEL LIBRO La finalidad de este libro es mostrar un camino práctico y sencillo para que la sabiduría pueda desplegarse y estabilizarse en nuestra vida. Hace miles de años que este conocimiento existe y es accesible a todos. Cada uno de nosotros, sin excepción, puede aprenderlo y practicarlo. El único requisito para ello es el deseo de conocerse a sí mismo y de vivir una vida plena y consciente. El Camino Sabio se basa en cuatro pilares que nos capacitan para obtener una sabiduría sólida, en un mundo inestable y de constantes cambios. 1º. La reestructuración de nuestra forma de pensar, la investigación de los pensamientos. Ver capítulos “La investigación de los pensamientos” y “Las preguntas”. 2º. La interpretación correcta de lo que es. Ver capítulos “Sufrir es aprender” y “El comprender”. 3º. La presencia. Ver capítulo “Presenciar el mundo”. 4º. La meditación del Ser. Ver capítulos “Yo Soy” y “La meditación del Ser”. 136
LA DECISIÓN Para tener éxito en el empeño de vivir una vida conscientemente, es de vital importancia, que lo decidamos con claridad y estemos dispuestos a dar los pasos necesarios para ello, y si la conciencia (ser consciente de la vida que vivimos) es nuestra prioridad, entonces, nada en el mundo nos impedirá lograrlo. (ver “La decisión”). LA INVESTIGACIÓN DE LOS PENSAMIENTOS La identificación con los pensamientos nos causa sufrimiento, y este es el gran obstáculo que impide que la alegría del Ser se manifieste por sí misma. Se trata de utilizar los pensamientos y no de ser utilizados por ellos. Es importante comprender que tenemos pensamientos, pero no somos los pensamientos. (Ver capítulo “La investigación de los pensamientos”). Detrás de cualquier sufrimiento, desde una ligera irritación a una profunda depresión o ira, siempre se esconde un pensamiento no investigado y cuando aplicamos las preguntas correctas (ver capítulo “Las preguntas”) nos damos cuenta de que el sufrimiento es solo una forma de pensar. La próxima vez que sufras o estés en un proceso de confusión, aplica las preguntas, trabaja con ellas. Puedes 137
hacerlo contigo mismo en silencio, escribiéndolas o trabajando con alguien experimentado en la investigación de los pensamientos. Observarás cómo con el simple hecho de mirar directamente al sufrimiento y cuestionarlo, comienza a disolverse por sí mismo. Cuando lo aplicas con determinación y constancia, te encontrarás con que tu estructura mental comienza a cambiar porque ningún sufrimiento se resiste a la investigación. LA NO‐IDENTIFICACIÓN CON LOS PENSAMIENTOS El trabajo con los pensamientos nos lleva a la pregunta más importante de todas: “¿Quién reconoce todo esto?”. La clave para una vida plena, es comprender que no somos los pensamientos, somos quien los reconoce. Somos mucho más que el simple “pensamiento Yo” que es solo una colección de conceptos, recuerdos, deseos, miedos y proyecciones. Si fuésemos los pensamientos y sus respectivos sentimientos, ¿cómo es posible que nos demos cuenta de ellos? El que reconoce no puede ser lo reconocido. Así cuando la vida no se acopla a nuestros deseos y “fallamos”, podemos preguntarnos: “¿Quién reconoce esto?” y esto nos lleva directamente al Yo Soy (ver capítulo “Yo Soy”).
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LA MEDITACIÓN DEL SER La quietud y la meditación del Ser son Uno, son la experiencia de la unidad de todas las cosas y seres vivos. (Ver capítulo “La meditación del Ser”).
Sé consciente.
Gracias.
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EPÍLOGO Doy las gracias a todos los que han caminado y caminan el Camino Sabio. Gracias a ellos he sido capaz de escribir este libro, y gracias a ellos me desperté del sueño de un Yo separado. Durante el proceso en el que he estado escribiendo este libro, mi ser se ha ido transformando. Al comienzo todo parecía ser muy fácil, las palabras brotaban por sí mismas desde mi interior. Pensaba que sabía las repuestas, sin embargo, conforme el libro fue avanzando, pude darme cuenta de lo poco que sabía en realidad, puesto que creía que era yo el que tenía algo nuevo que decir. Contaba con mucho conocimiento intelectual, con la experiencia de muchos años de meditación y la práctica como coach, sanador reconectivo, terapeuta y pintor. Me sentía con la misma intensidad y emoción que experimento al comenzar a pintar sobre un lienzo en blanco. Y cuando creí que el libro estaba terminado y lo volví a leer, comprendí que el ego con todo su orgullo había querido ponerse “todas las medallas” y apoderarse del Camino Sabio. Esta fue una lección magistral tras la que comencé a escribirlo de nuevo. El libro en cierta forma ha ordenado mi vida, ya que conforme lo he ido escribiendo me ha quedado perfectamente claro que no soy yo quien llena las páginas, y que las palabras no vienen de mí, sino que la sabiduría se expresa a través de mí. Comprender que por mí mismo no podía hacer nada, hizo que la sabiduría se manifestase. 141
Gracias a este proceso, mi identidad ya no se define principalmente por el Yo, sino por el Ser. Y ahora que mi Ser ha llegado a la fuente, mi viaje comienza de nuevo. Porque el despertar del sueño de un Yo separado en el tiempo, no es un logro o una meta alcanzada, es presenciar que el mundo, desde el silencio, en cada momento nace de nuevo. Y en esta presencia se despliega la vida. Este es el Camino Sabio.
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El sentido de la vida es la vida. Tú eres la vida. Todo lo que debes saber, está en tu interior. Plenitud y paz no es algo que haces, es lo que eres.
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En memoria de mi amigo Harry.
Para más información: www.karstenramser.net
[email protected] 144