Colecc Col ección ión Arquíthesis núm núm.. 5
El claro en el bosque Reflexiones Reflexion es sobre sobre el vacío en arquitectura
FERNANDO ESPUELAS
A
D
Q UITECTOS
FUNDACION
El claro
en el bosque
FERNANDO ESPUELAS Colección Arquíthesis, núm. 5
PATRONATO FUNDACIÓN CAJA DE ARQUITECTOS
DIRECTOR DE LA COLECCIÓN Carlos Martí Aris
Javier Marquet Artola
EDICiÓN FUNDACiÓN CAJA DE ARQUITECTOS Ares, 1, 08002 Barcelona Fax: 9 3. 4 82 6801 e-mail:
[email protected] DISEÑO GRÁFICO Tere Moral IMPRESiÓN GRUP 3, S.L.
ASESORAMIENTO LINGüíSTICO Joaquina Bailarín
D.L. B-45514-99 I.5.B.N. 84-922594-6-9 © de
esta edición, Fundación Caja de Arquitectos, 1999.
Portada: Recinto del Santuario de Ise.
PRESIDENTE
VICEPRESIDENTE
Antoni Ubach i Nuet SECRETARIO
Filiberto Crespo Samper PATRONOS
Javier Navarro Mart ínez José Álvarez Guerra Javier Díaz-L1anos de la Roche Gerardo García-Ventosa López José Yzuel Giménez Antonio Ortiz Leyba Federico Orellana Ortega Carlos Gómez Agustí José Argudín González Blanca L1eó Fernández José Ródenas Mercadé PATRONO DELEGADO Antonio Ferrer Vega
DIRECTORA Quera lt Garriga Gimeno
íNDICE 6 9
PREFACIO, Juan Navarro Baldeweg INTRODUCCiÓN
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EL VAcío COMO
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La oquedad
33
El espacio
REALIDAD FíSICA
La dualidad espacio
vacio-espacio ocupado
urbano
El vacio, atributo de
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la arquitectura
61
"Menos es más" Lo f lexible, lo mudable
73
EL VAcío COMO
75 87
El claro en el bosque
99
El vacío, lo pletórico
111
El espacio
127
EL V Ac ío EN EL ÁMBITO PERSONAL
129
Rosario de piedras
139
La casa de la ceremonia
151 165
La ausencia
La
MEDIO
DE SIGNIFICACIÓN
significación p or contraste
El recinto
El vacio,
signo del universo universal
El vacio como vehículo d e consciencia
El vacio como frustración La nostalgia
176 Final 179 Bibliografía 181 índice Onomástico
PREFACIO Hay en la naturaleza pletórica, exaltada, de la obra de arte una condición engañosa, paradójica. La plenitud y el vacío son categorías dependientes, se necesitan mutuamente. La claridad se sostiene en la oscuridad y lo lleno en el vacío. Y así, junto con la inclinación a identificar lo que es la obra visible como un gesto puramente afirmativo, el artista tiene o debe tener una atención alternativa enfocada a lo que se niega, a lo que se sustrae. Su mirada ha de dirigirse y atender también a lo que no está. El artista sabe que la activación de un signo en el espacio, la excitación significativa de una variable fisica, pide negar u ocultar el efecto de otras dimensiones o elementos. Exige, en otras palabras, limpiar el contexto, borrar o hacer invisible aquellas variables que no deben entrar en competencia con los elementos que han de ponerse en evidencia en la obra o en el lugar en la que ésta se encuentra. Su nitidez exige una forzosa actitud selectiva. Lo q ue se silencia, lo que se mantiene tras el velo deliberado de la ocultación es causante del aspecto rutilante y pletórico de la obra de arte y, en muchos casos, será este dominio de lo que falta, de lo que se sustrae, el de mayor atención y ocupación del creador. Estas reflexiones nos aclaran la virtud de la renuncia, el ideal minimalista del "menos es más" y que en ese ideal concurren lo visible y lo invisible. Reconocemos la alta carga espiritual que de inmediato todos identificamos con el vacío significativo de la oquedad natural en el continuo de la corteza terrestre. Esa oquedad puede ser una tumba, un santuario, una casa, pero siempre un absoluto que se opone al universo exterior com o totalidad . Es un espacio que la mente asocia a u n más allá, un lugar para habitar libremente al margen de contingencias, un lugar que se opone a la multiplicidad de los seres, a la bullente vitalidad y variedad en que se manifiestan los procesos naturales. Y en ese centro se instala un ojo del espíritu que percibe el horizonte completo de un ensueño circular. Es una página en blanco, la condición inicial para que una mancha, una imagen, se fije en ella. La pintura rupestre recrea las figuras más fascinantes o deseadas del mundo exterior a la cueva, ella convoca su presencia. En las paredes sombrías acontece la asombrosa emergencia de unas pocas presencias visuales envueltas en el misterio. La cámara oscura es metáfora privilegiada de u n mecanismo dual. An udando dentro y fuera, lleno y vacío, la luz y la ausencia de luz, la cámara oscura crea una imagen nítida, extraída del caos informe de lo existente, del ruido blanco que resulta del entrecruzamiento de las infinitas reflexiones. Ella hace posible que en su interior se produzca esa receptividad diáfana de una imagen exterior, permitiendo solo que un o o unos pocos hilos de luz, que reflejan objetos, pasen por la angostura de esa pupila construida fijándose en su fondo. El filtro estricto, riguroso, es la condición de una visibilidad no enturbiada. Toda la arquitectura ha hecho y rehecho circunstancias y experiencias que están más allá de ella. Es u na
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caja de resonancia, en cuyo fondo oscuro y vacío se amplifican y potencian unas pocas cosas, unas pocas variables que exaltadas llenan e iluminan luego p or entero el espacio. La arquitectura como caja de resonancia o como cámara oscura potencia o amplifica ciertas variables naturales, elementos de esa casa más allá de ella, la naturaleza entera que siempre la circunscribe. La arquitectura es cueva,
cámara oscura, caja de sombras, volum en de paredes porosas, cuerpo
construido de filtros, caja de resonancia, amplificador, es naturaleza reducida y exaltada, paisaje de nubes y rayos de sol a la vez. En el vaivén recurrente de estas figuras y caracterizaciones se pueden explicar muchos objetivos de la arquitectura. Filtro, negación, vacío, amplificación, potenciación, lleno, son extremos de un ir y venir, son los términos de una ecuación que se repite incesante en el quehacer atemporal de
la arquitectura.
Este libro
se ha
dedicado a las manifestaciones de lo que, tantas veces y con cierta ligereza
irre-
flexiva, entendemos por vacío en arquitectura. Fernando Espuelas estudia las características y las razones de un orden conceptual y unos instrumentos analíticos capaces de cercar, de defmir y comprender el vacío o la ausencia y sus efectos maravillosos en la arquitectura. Este libro es una fascinante excursión en la que Fernando Espuelas co n exquisita sensibilidad nos conduce señalando los mecanismos inherentes a las más memorables experiencias de la arquitectura. Juan Navarro Baldeweg
NOTA PRELIMINAR
Vacío y olvido no son para mí conceptos abstractos sino realidades con enorme presencia. De manera que con el tiempo que ha pasado ya no logro recordar cuál fue el primer motivo que dio lugar a esta rara curiosidad. A fuerza de ver gestos de extrañeza en tantas ocasiones, yo mismo me he preguntado frecuentemente qué me impulsó a mirar de frente el vacío. Tal vez fuera la influencia del pensamiento oriental del que ahora en buena medida recelo, tal vez una personal tendencia al reduccionismo o, simplemente, el buscar la esencia de esta disciplina tan amplia y sutil que es la arquitectura. En cualquier caso, el olvido ha realizado su traba jo eficaz y ya no importa la respuesta a esa continuada extrañeza sino el resultado: este libro. Algunas partes de su contenido no las suscribiría ahora o, al menos, no de la misma manera. No obstante, he querido mantener la fidelidad a la tesis de la que procede, la cual, con el mismo título y realizada con la dirección de Juan Navarro Baldeweg, se leyó en el aula Luis Vegas de la Escuela de Arquitectura de Madrid, el 30 de noviembre de 1990, ante un tribunal presidido por Manuel de las Casas, catedrático de proyectos, y formado por Ángel González profesor de Historia del Arte y crítico de arte, Javier Maderuelo, arquitecto y crítico de arte, José María Mercé, arquitecto y Felipe Colavidas, arquitecto urbanista.
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INTRODUCCiÓN El vacío y la materia construida forman la polaridad básica de la arquitectura. Desde Demócrito se entiende como vacío la cualidad de! espacio que permite el movimiento. Más allá de la mera penetrabilidad, e! vacío se puede adjetivar y utilizar como forma de definición del lugar. Este trabajo trata de indagar su presencia predominante en determinadas manifestaciones arquitectónicas, estudian do su definición formal, carga simbólica, razones técnicas y métodos constructivos. Antes de proseguir quiero hacer constar que no entraré en e! proceloso territorio de lo conceptual o filosófico. La arquitectura es una disciplina acampada en lo pragmático o, mejor dicho, en lo fáctico. Evitaré e! vacío como abstracción que refleja un absoluto. La acepción nihilista, que no es otra cosa que la nada teñida de fisicidad, queda fuera de nuestro campo de indagación. El objetivo propuesto aquí se centra en las concreciones arquitectónicas de lo vacío: espacios y lugares en los que en determinados estratos cognoscitivos se producen impresiones de vacuidad. En su materialización, lo vacío está ligado a lo relativo, cuando n o directamente a lo personal. Su apreciación tiene básicamente dos fundamentos. Uno, objetivo, en e! que lo vacío es e! resultado de un drástico contraste po r reducción respecto a un modelo, a una experiencia acumulada o, simplemente, a la densidad sensorial de percepciones anteriores. Otro, subjetivo, que se produce en la consciencia de! espectador al sufrir una frustración respecto a determinada expectativa proyectada sobre e! lugar. La vacuidad, al igual que e! agua o el humo entre los dedos, parece algo destinado a escaparse fatalmente del razonamiento. Por ello, la tarea de construir e! vacío - e! vacío con e! q ue se inquieta o conmueve, con el que se calma o entristece, con e! que se propicia e! acto o se enmarca al ocupante, con e! qu e se ordena o depura- tiene un innegable interés y comporta u n evidente riesgo. Pero nunca se pretendió al abordar e! tema que "la barca del ingenio", en palabras de Dante, navegara po r mares tranquilos o transitados. Antes bien, una de las inquietudes al comenzar este empeño fue la de llevar u n viaje demasiado solitario. Recordando a De!euze, sin embargo, sólo sobre lo que no sabemos o sabemos mal es sobre lo que tenemos algo que decir. El bagaje para afrontar la travesía ha consistido en un planteamiento amplio que abarcara las más diversas manifestaciones, una estructura pautada y equilibrada con la que ordenar la progresión de los temas tratados y, p or último, una selección cuidada de ejemplos basada en su pertinencia ilustrativa y en su valor intrínseco.
La propuesta que a partir de aquí se hace consiste en desvelar el vacío, o mejor, los vacíos que en arquitectura aportan su propia cualidad en diversas facetas de definición del espacio (expresivas, ordenadoras, psicológicas, simbólicas, etc.). Nos interesa, primeramente, cuál es la implicación de lo vacío en la concepción, en el uso y en la vida del lugar; en segundo término, cómo se ha realizado, es decir, los medios proyectuales y constructivos que se han utilizado; y, po r último, la urdimbre tanto de relaciones como de sugerencias que produce o en las que interviene. Realmente, ¿habrá que decirlo?, no se ha pretendido agotar el tema. Un destino deseable para este ensayo sería el de convertirse, a modo de palimpsesto, en una base sobre la cual acumular otras futuras aportaciones. En fin, que la vocación que ha tenido desde su inicio de ser semilla, renunciando a ser guadaña, se haya cumplido. En el título se ha introducido intencionadamente la palabra Se reivindica así una forma de actividad intelectual. Frente al proceso del método positivista, la reflexión representa u n camino de maduración, asociación y raciocinio, liberado de un fin unívoco y de una estructura rígida. La reflexión es un discurrir, un dejarse llevar po r la corriente del pensamiento y de la sensación. Pensamiento y sensación van, así, unidos en un vínculo indisoluble po r el que, en palabras de María Zambrano, "pensar es ante todo descifrar lo que se siente". La reflexión, además, permite dejar la huella de quien la ejerce sobre la superficie del pensamiento. Optar por una modalidad intelectual como es la reflexión, más abierta y más dúctil, no ha de confundirse con el simple abandono al divagar sin jalonamiento ni finalidad. Antes bien, su mayor capacidad para abarcar los datos y destilar sugerencias tiene un valor añadido al encuadrarse y disponerse como facetas de una figura única. Es así como el encarnamiento de la propia reflexión va tomando forma sobre la estructura previa según un método sistemático y prefijado. En el mismo sentido va la elección del título. El claro en el bosque es la excepción, el lugar no ocupado por la floresta densa, pero es también el espacio en el que penetra la luz y se recuperan las referencias. En contrapunto con la libertad postulada anteriormente está la estructura del trabajo. En este caso, la estructura procede del método y llega a fundirse con él. Se hace el recorrido desde lo puramente material a la más radical subjetividad, pasando p or las diversas estaciones en las que lo vacío se hace protagonista de la arquitectura como elemento generador o significante. La estructura es, en consecuencia, estricta, abarcan te y pautada. Apoyados en su firmeza se asientan los diversos casos que, con vocación ejemplar, aportan la diversidad, la cualidad y, e n resumen, el jugo que da sabor a este ensayo. Se parte de una división en tres grandes bloques escalonados según un proceso de concreción que arranca de la pura fisicidad del vacío como categoría espacial primaria, se continúa con el uso de lo vacío como medio de significación y se concluye con el correlato espacial del 10
vacío como vivencia personal. Es decir, el vacío aparece como categoría material, como valor cultural y como trasunto personal. La estructura ordena la forma del análisis sin forzar la naturaleza de las obras tratadas. No quiere ser una línea de parcelación sino la trayectoria de un plan de ruta. Sobre ésta se marcan doce puntos de observación. La adscripción de cada obra a cada uno de los capítulos por su adecuación temática supondría, en e! símil propuesto, la mayor cercanía al punto de observa ción. Con dicha adscripción no se pretende abarcar e! sentido de la obra; la propia riqueza de contenidos salta por encima de cualquier taxonomía. Sin embargo, entre ellas aparecen con currencias, a modo de rimas temáticas, que traspasan la división estructural. Primera parte. El vacío como realidad fisica Atiende a la concepción de! vacío como categoría primaria en e! enfrentamiento con la tarea de obtener u n espacio al servicio de! hombre. Se bifurca en dos apartados. En el primero se contempla la dualidad entre espacio vacío y espacio ocupado. La visión que desde él se da trata la forma con la que e! hombre ha manipulado e! espacio vacío frente, dentro o bajo e! sólido continuo, de qué manera ha modelado este magma negativo y cómo esa manipulación, esos huecos y su engarce van constituyendo la forma primaria de entender lo arquitectónico y lo urbano, según se contemple en e! medio natural o en e! edificado. En e! primer caso, en e! capítulo titulado L a oquedad, se elige e! tema de la tumba en la Antigüedad como lugar ganado -huecos o burbujas- al medio continuo e impenetrable que es la corteza terrestre y en e! que e! hombre cifra lo esencial de su bagaje para e! reposo en e! más allá. Ese hueco que se excava o construye en las entrañas de la tierra es una casa y un seno materno. En e! medio edificado, e! vacío, que se contempla con e! título de El espacio urbano, es e! lugar de la relación y de! suceso, e! espacio para lo público, e! ámbito en e! que se refleja una estructura colectiva y e! escenario de la simultaneidad del acontecer ciudadano.
El segundo apartado abarca lo vacío como atributo de la arquitectura y cómo ésta se ha valido de lo vacío para profundizar en su propia esencia . Se desdobla en dos capítulos. Uno trata de la vacuidad como medio de consecución de la pureza buscada en una arquitectura, como la de Mies, que se desprende de condicionantes y distorsiones ajenas para profundizar en sí misma. Su título toma la paradigmática frase mie siana: Menos es más. El otro capítulo se ocupa de la vacuidad entendida como un conseguido instrumento para aumentar la valencia de un espacio cotidiano. Bajo e! título de Lo flexible, lo mudable se estudia la ductilidad y la flexibilidad conseguidas mediante la vacuidad de! espacio en la casa japonesa y, en paralelo, su capacidad para ser un marco en e! que la presencia humana queda armoniosament e resaltada. 11
Segunda parte. El vacío como medio de significación Co n este título entramos en el vacío no contemplado en el valor intrínseco de su fisicidad, sino como vehículo para articular contenidos simbólicos cuando no claramente metafóricos. Por tanto, pasamos de lo material a lo cultural. El primer apartado se ocupa de lo vacío cuyo valor se obtiene mediante el carácter de excepcionalidad en ámbitos prolíficos y homogéneos. Su acción en el ámbito natural se estudia en el capítulo denominado El claro en el bosque, sobre el santuario de Ise. El tememos, abierto en un denso bosque, ofrece por medio del vacío valores fundamentales de la religión sintoísta. El capítulo que se titula El recinto aborda cómo el espacio vacío se convierte en elemento generador y ordenador de la estructura de los palacios minoicos y cómo, en paralelo con ese fuerte contraste entre patio y amalgama de edificación en torno suyo, la polifuncionalidad lúdica y ritual de aquél contrasta con la especialización, como factoría, residencia y centro administrativo, de las distintas partes de ésta. El apartado siguiente entra de lleno en el vacío como símbolo del conjunto del universo. La potencialidad del vacío queda perfectamente expresada en la frase de Borges que dice: "No ser es más que ser algo y que, de alguna manera, es ser todo". Con esta acepción ya puramente conceptual el vacío se convierte en protagonista de espacios concebidos como símbolos de la globalidad. En el medio natural, el jardín chino es un lugar donde el vacío como concepto soporte del Tao se significa mediante sutiles mecanismos basados en la contradicción y en la paradoja. Se titula el mencionado capítulo Lo vacío, lo pletórico. Saltando a la arquitectura, tenemos en el Panteón de Roma el ejemplo prístino de un lugar que, valiéndose de su vacío interior, es la imagen construida del universo, un gran escenario donde los fenómenos naturales se interpretan a sí mismos y una tierra de nadie alrededor de la cual convergen todos los dioses, lleva el título de El espacio universal.
1 Red viaria de Roma. Según el Plano de Nolli (1748).
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Tercera parte. El vacío en el ámbito personal Llegamos, como final, a la implicación de lo vacío en las percepciones, vivencias y sentimientos personales. El vacío se convierte en catalizador que, según el caso, atempera o inquieta, sosiega o entristece. En el primer apartado, el vacío es considerado como activador de la consciencia; es decir, como ámbito que, al carecer de requerimientos perceptuales, permite al sujeto encontrarse consigo mismo y, aún más, le ayuda en el proceso de depuración de lo que le inquieta y le turba. El primer capítulo de este apartado, E l rosario de piedras, aborda el espacio vacío en correspondencia con la pasividad de la meditación y la manera en que se presenta en el jardín zen o jardín de piedras. El segundo capítulo se orienta hacia el espacio vacío como escenario propicio en el que se desarrolla u n proceso a u n tiempo activo y mental como es la ceremonia del té. Su título es La casa de la ceremonia.
El segundo apartado atiende a lo vacío
como percepción y vivencia, co mo frustración respecto a las expectativas proyectadas sobre el lugar. Abarca dos capítulos. El primero, La ausencia, se centra en la frustración esporádica que se produce al comprobar que alguien falta de un lugar que le es propio. Se h an buscado en el mundo de la pintura representaciones de esos espacios con ausencias. En el segundo capítulo, la frustración tiene carácter definitivo. Se titula "La nostalgia" y refleja el sentimiento que produce la asunción de lo definitivamente ido. Las cárceles de Piranesi hacen patente, mediante la perplejidad, que aquellos espacios desmesurados pertenecen a unos autores que h an desaparecido y cuya comprensión se nos escapa. Contemplando el conjunto de obras traídas para estudiar el vacío, podría parecer que su vigencia como atributo arquitectónico ha estado circunscrita a épocas y lugares remotos. Evidentemente no es así. La inclinación hacia ejemplos más primigenios obedece a que, po r ese mismo carácter inaugural, sus virtudes aparecen más depuradas mediante la decantación histórica y p or tanto tienden a ser arquetipos. Arquitecturas y arquitectos en todo tiempo y lugar recurren al vacío como medio primordial. No sólo Miguel Ángel, haciendo una arquitectura que parece esculpida, vaciada en un compacto sólido original, o Boullée, con sus universos de arquitectura inasequibles a lo simplemente humano, o Nolli, que supo ver en su plano de Roma el fluido del vacío público abierto a través de un macizo de edificación privada, sino también los arquitectos insertos en la modernidad se valen de lo vacío como medio proyectual. Apuntemos, brevemente, algunos ejemplos. Asplund, en su Capilla del Bosque, excava u n vacío simbólico en el que envuelve al muerto en su nuevo estado. A la manera de las cámaras megalíticas o de los tesoros micénicos, se crea u n universo restringido, doméstico, en el que el anillo compuesto por todos los deudos despide al difunto. Aalto se vale en ocasiones del vacío como nódulo ordenador en tomo al cual proceder a la distorsión poética de las geometrías y a la agregación controlada de volúmenes dispares . Stirling y Wilford fijan por medio de un fuerte vacío central, en el Museo de Stuttgart, una rótula que permite articular las complejas relaciones de los distintos cuerpos de edificación. Francesco Venezia ha dedicado una parte de su interés proyectual a conformar vacíos excavados, edificaciones subterráneas, como su propuesta de acceso al templo de Segesta. La arquitectura doméstica de Loas participa de mecanismos reduccionistas paralelos a los de la casa japonesa en su objetivo de caracterizar, mediante formas puras, u n espacio interior cuya neutralidad lo hace más fácilmente apropiable por sus moradores. La arquitectura de Kahn dispone ciertos espacios interpuestos, entre o alrededor de salas de carácter específico, como vacíos, cámaras de descompresión, magma de silencio que aísla y hace resaltar dichas salas. Eisenman articula, mediante la minuciosa geometría topológica que le caracteriza, la Casa XI en torno a u n vacío prismático al que no se tiene acceso. El propio Eisenman, en alguna de sus últimas propuestas, postula la negación de la escala antropomórfica, vinculándose así, aunque de manera conceptual y n o romántica, al sustrato intencional de Piranesi; es decir, creando arquitecturas negadas al uso del hombre y por tanto, de alguna manera, vacías.
2 Coliseo. Étienne-Louis Boullée.
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Sin embargo, este análisis ha mirado más a la lejanía, histórica o geográfica, desde la cual las obras aparecen serenas, despojadas de las coyunturales adscripciones y de los enmascaramientos supersticiosos que amenazan a la arquitectura en el comienzo de su transcurrir temporal. La última referencia en esta presentación ha de ser para el lenguaje utilizado. En ningún momento se ha perdido de vista que el material con que se construye este trabajo es la escritura. La esencia de la obra artística, a diferencia de la convención semiótica, es la inagotable capacidad para atraer ideas y arrancar emociones. Por ello no puede abarcarse con el mero análisis. A pesar de procurar la claridad y la asepsia que han de presidir todo ensayo, la pluma se ha escorado con frecuencia hacia la expresión poética. Esa aparente veleidad no es sino la necesaria salida para reflejar la propia potencia expresiva de lo tratado. También son poéticos en su parte los párrafos que, a modo de estandartes, identifican los capítulos. Estas "joyas prestadas" nos sirven para presentar en paralelo con perfección y pertinencia el contenido analizado. En fin, el autor ha pretendido, al margen de sus aciertos académicos, que nido en su realización se transmita en la mayor medida posible a quien lo lea.
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Capilla del Bosque. Gunnar Asplund. Planta y sección longitudinal. 4 Centro cultural en Wolfsburg. Alvar Aalto. 5 Casa XI. Peter Eisenman. Plantas y maquetas generadoras.
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el placer
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6 Altes Museum. Berlín. Plantas sótano, baja y primera según grabado original d el propio Schinkel. 7 Neue Staatsgalerie. Stuttgart. Stirling y Wilford. 8 Proyecto de acceso al templo de Segesta Francesco Venezia. Sección.
8
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CAPíTULO I
LA OQUEDAD
mundo subterráneo, que expresa mejor que cualquier otro una
Un tiro de bueyes arrastró el sarcófago po r la pendiente. Con ayuda de
condición fundamental de referencia para el hombre, es, en el plano d e
cuerdas se lo hizo resbalar p or los corredores subterráneos hasta dejarlo
la memoria, una percepción originaria d el construir. Todos y cada u no d e
apoyado contra la pared de roca. El niño de Claudiópolis descendia a la
nosotros, al pensar en una primera forma de construir pensamos en
tumba como un Faraón, como un Ptolomeo . Lo dejamos solo. Entraba en
excavar.
esa duración sin aire, sin luz, sin estaciones y sin fin, frente a la cual toda
El
la vida parece efímera; había alcanzado la estabilidad, quizá la calma. FRANCESCO VENEZIA'
Los siglos contenidos en el seno opaco del tiempo pasarían po r millares sobre esa tumba sin devolverle la existencia, pero sin agregar nada a la muerte, sin poder impedir que un día hubiera sido. Hermógenes me
tomó del brazo para ayudarme a remontar el aire libre; sentí casi alegría al volver a la superficie, al ver de nuevo el frío cielo azul entre dos filos de rocas rojizas. MARGUERITE YOURCENAR 2
1. Francesco Venezia: "Teatros y antros. El retorno del mundo subterráneo a la modernidad", Quaderns d'Arquitectura i Urbanisme, núm. 175, pág. 39.
2. Marguerite Yourcenar: Memorias de Adriano (traducción de Julio Cortázar),
Barcelona, Edhasa, 1982, pág . 172.
1.1 Cámara megalítica de Newgrange (Irlanda), 3200 a.e. El rayo solar del solsticio de invierno ilumina el fondo de la cámara.
1. UN HUECO PARA LA ETERNIDAD Al hombre le ha sido dado vivir en la corteza de la masa terrestre. Esta tácita ley natural es transgredida p or la voluntad de implantar una casi imposible presencia en e! interior mismo de la Tierra. Al principio era un simple explorar, u n vencer e! terror para encontrarse en otro ámbito que ocultaba distintas fuerzas y leyes de las que rigen e! mundo exterior. Era e! contrapunto solitario y secreto al espacio habitado, era e! lugar del sueño. Fuera se daban los actos cotidianos de la vigilia, dentro e! misterio y la magia. "En las profundidades de las cavemas no se ha encontrado el menor rastro de habitación humana. Eran lugares santos, aptos para la celebración de rituales sacros con ayuda de imágenes simbólicas dotadas de poder mágico."3 Los enterramientos en la prehistoria se realizan en las cuevas aunque preferentemente cerca de las zonas de habitación. "Tampoco e! hombre deja de existir después de muerto, pero requiere todavía ciertos cuidados. Los muertos siguen participando en la vida, hasta e! punto de compartir la comida con los vivos. Ya e n la era auriñaciense hay pruebas de esta creencia que pervive hasta poco antes de! inicio de la época histórica. Se enterraba a los muertos tan cerca como fuese posible de! ámbito de la vivienda: dentro de los abrigos rupestres (La Ferrassie) y más tarde debajo de! suelo de las chozas (Hassuna, en Mesopotamia; Merirnde, en Egipto)."4 El neolítico supone un cambio sustancial de mentalidad. El hombre ya no es una especie más en e! cosmos que se somete a las leyes de la naturaleza, sino e! ser privilegiado que es capaz de comprenderla y modificarla en su provecho. El entendimiento hu mano va distinguiendo y ais-
lando los elementos y fenómenos naturales. Aparecen así las divinidades que los personalizan. Entre ellas la principal, la que se repite en todo tiempo y lugar, es la que simboliza e! principio de fecundidad: la Madre Tierra. Enterrar supone devolver al difunto a las entrañas de la Gran Madre. El muerto es albergado en u n claustro don de mantiene su menguante integridad material y, po r tanto, su individualidad sin diluirse. Se introduce la concepción del más allá, e! otro mundo al qu e Es probable que el seno de la Tierra se entendiera como e!
e! difunto ha de nacer con luz
útero donde se gestará la vida definitiva. Esta hipótesis se ve confrrmada por e! uso frecuente de la posición fetal de los cadáveres en e! que coinciden distintas culturas. Por otra parte, deja de admitirse que ese hueco en e! interior de la tierra sea e! que ésta cede de manera natural. El hueco a partir de entonces se construye al igual que se construye la vivienda, pues al fin y al cabo n o es otra cosa la tumba que la casa para u n tiempo al q ue e! recién estrenado pensamiento abstracto considera eterno. La consecución de! hueco como elemento construido que penetra la tierra supone la intrusión en un medio negado al hombre, una acción innecesaria que ha de vencer las resistencias inertes de un mundo con otra escala de potencialidad.
3. Sigfried Giedion: El presenle elemo: los comienzos del arle, Madrid, Alianza , 1981, pág. 586. 4. ¡bEd. , págs. 540-541.
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El hombre se aplica a la tarea de obtener vacíos en la profundidad de este medio continuo con una tenacidad y generosidad que sólo podían ser fruto de una fe inconmensurable.
11. EL ESPACIO INTERIOR Co n las cámaras
funerarias aparece el protagonismo único del espacio interior. Estos luga res, construidos al margen de la contingencia del habitar en un medio inmutable y con un fin trascendente, absorben los mejores esfuerzos constructivos de los albores de la arquitectura. El espacio que se realiza en dichas cámaras es de naturaleza topológicaS, pues se define en función más de referencias de carácter sensorial y quinestésico que de un modelo geomé trico. Son ámbitos que reproducen de manera esquemática las cuevas. Tectónicamente utilizan formas y métodos constructivos muy adaptados a las características de los esfuerzos que ha n de soportar y del material empleado: la piedra. El paso definitivo en la aparición de esta arquitectura destinada a perdurar se da en el salto de la cista a la cámara. Es decir, cuando el recipiente para acoger al difunto pasa de ser objeto a ser arquitectura. Las cámaras funerarias, que proliferan a partir del final del cuarto milenio, tienen una forma característica que perdura, con pocas variaciones, hasta entrar en la época histórica. Se trata, básicamente, de un recinto de planta circular al que se accede por un largo corredor. La forma circular de la planta, transposición del espacio topológico de la cueva, tuvo la fortuna de su idoneidad estructural. El sistema de cubrición evoluciona con mayores titubeos. Las cubier tas planas necesitaban unas losas de dimensión y peso muy considerables cuyo comportamien
5. Giedion explica detalladamente este tipo de concepción del espacio, inmediata y exclusivamente sensorial, que es la que se daba ya e n el paleolítico: "Lo primero qu e se observa del espacio visual es su vacuidad, vacuidad dentro de la cual los objetos se mueven o están quietos (...). El hombre se apercibe del vacío que lo rodea y le presta forma y expresión. El efecto esa transfiguración, que eleva el espacio al ámbito de las emociones, es la concepción del espacio. Es la plasmación de la relación interior del hombre c on su entorno, el registro psíquico de las realidades que se alzan frente a él, qu e le circundan y le transforman . De esa manera el hombre realiza, por así decirlo, su necesidad de habérselas c on el mundo, de expresar gráficamente su posición" (Sigfried Giedion, op. cit., págs. 575-576). 6. Datos tomados de J. Pijoan: Historia del arte, vol. 2., Barcelona, Salvat, 1973, págs. 31-32.
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to a flexión bajo el enorme peso a soportar no es bueno. Esto obligaba a la colocación de losas verticales a manera de pilastras que disminuyeran las luces de los vanos. La adopción del siste ma de falsa bóveda supone un paso decisivo para configurar un espacio geométricamente cohe rente y estructuralmente eficaz. La forma cupular resalta la centralidad de la planta oclusiva al tiempo que extiende el uso de la curva al plano vertical. Estáticamente se aprovecha el peso, no solamente del material constructivo, sino del relleno de tierra, para consolidar la estabilidad del conjunto. Este relleno recubría totalmente la construcción creando una pequeña colina artificial. Normalmente eran tumbas de tipo familiar cuya entrada se orientaba según referencias solares. En España hay dos magníficos ejemplos de cámaras funerarias realizados con cada un o de los sistemas de construcción mencionados. La cueva de Menga, con un techo arquitrabado formado por enormes planchas, tiene una longitud de 25 m por 6,5 m de ancho en la zona más amplia y se compone de sólo 31 losas con un peso estimado de unas 1.600 toneladas. No lejos de la Menga está la cámara conocida por cueva del Romeral; consta de un a ga lería de 23 m y una cámara central de 5,20 m de diámetro y 3,90 m de altura que da paso, a través de un corto corredor, a una cámara funeraria de 2,40 m de diámetro 6•
A pesar de las que la falta de testimonios escritos produce, la incipiente teosofia de la que los monumentos megalíticos son manifestación parece sustentarse en el ciclo de la germinación. El principio pasivo de la tierra (ligado a la idea de fecundidad), el activo del sol junto con el transcurso del tiempo (concebido cíclicamente en la sucesión estacional) son los elementos que integran la protorreligión megalítica. La cámara de Newgrange, en Irlanda, se compone de u n corredor de 18 m que termina en tres pequeños edículos. Su techo de falsa bóveda va aumentando de altura hasta alcanzar cerca de 6 m en la parte más profunda. Al amanecer del solsticio de inviernoel primer rayo solar penetra en la cámara y recorre la totalidad de la galería hasta el corazón de la misma7 . Por otra parte, "el montículo que cubre la galería funeraria es oviforme; en este huevo portador de vida se abría un largo pasadizo conducente a la cámara subterránea, que quizá simbolizara el seno materno"8. Esta hipótesis nos lleva a ver estas construcciones como u n escenario donde el fenómeno natural toma el sentido de acontecimiento simbólico y ritual: la fecundación de la tierra p or el sol invernal que dará lugar al nacimiento vegetal en la primavera. Lo s hombres que construyen Newgrange creen necesaria la existencia de u n vacío intemo que se activa con la penetración del flujo solar, representando así el misterio del ciclo vital. La cámara megalítica se depura hasta adquirir en el área mediterránea u n tipo característico : el ¡halos, que está compuesto po r un corredor que desemboca en una cámara a la que eventualmente se abren celdas menores. Su cubrición es de falsa bóveda y suele estar recubierta de tierra formando u n montículo El tholos conocido como el Tesoro de Atreo (s. XIV a .e.) constituye u na de las o bras fundamentales de la época micénica. Se compone de un corredor de acceso descubierto de 36 m que penetra en la colina y termina delante de la f achada de la tumba, la cual alcanza una altura de unos 10,5 metros. La cámara abovedada tiene unos 14,5 m de diámetro y poco más de 13 d e altura. A esta cámara se abre otra menor donde reposaban los restos mortuorios. El espacio del Tesoro de Atreo está conseguido mediante u n excelente control compositivo. El corredor avanza entre dos muros de altura creciente. La entrada no ocupa todo el ancho del corredor, sino que es una puerta flanqueada por dos semicolumnas adosadas (ahora desmontadas). La breve galería, ya en el interior, que conduce a la cámara es m ás es trecha qu e el corredor y m ás baja que la cámara. Tras este constreñimiento, el espacio se expande en la sala central definida p or u na superficie unitaria y uniforme. La curva de la falsa bóveda arranca del suelo y fluye sin interrupción hasta la clave. Las treinta y tres hiladas de piedra que la forman están perfectamente talladas según su directriz. Es u n espacio purísimo en el que ningún elemento añadido turba su limpia integridad. Estamos ante la primera obra maestra del espacio exclusivamente interior concebido sin referencias o requerimientos exteriores. El aparejo de sillares indicando que es u n lugar construido y la puerta indicando que es accesible son los únicos aspectos que denotan la presencia huma na. Es un hueco perfectamente depurado que no precisa apoyarse en la imaginación simbólica, como en las cámaras megalíticas, sino que con el solo abandono a la percepción sensorial produce la impresión de transportar a otro ámbito, el del misterio de la muerte.
1.2 Cámara megalítica de Newgrange. Planta y sección longitudinal.
de los últimos investigadores de Newgrange fue Michael O ' Kell y, profesor de arqueología en la Un iversidad Cork, quien, e l2 1 de di ciembre d e 1969, contemp ló el amanecer desde el in terior de la tumba y lo cuenta así: "Exactamente a l as 9:45 hora oficial británica -escribió-, el borde superior de la esfera solar apareció en el horizonte; y a las 9:58, el primer rayo de l uz directa penetró p or la abertu ra y atravesó la galería, llegando hasta el límite frontero del empedrado de la cámara del fondo . La delgada línea de luz se fue ensanchando hasta converti rse en una de 17 cm de anchura, ilumina n do de manera espectac ular la tumba y permitie ndo ver con claridad varios deta lles de l as cáma ras, e in cluso el techo abovedado, gracias a la l uz refl e jada en el suelo. A l as 10 :04, la franja de lu z comenzó a estrecharse, y a las 10:1 5 el rayo dir ecto de jó de incid ir en la t umb a". Varios autores coordinados p or ] ennjfe r Westwood: de lugares misteriosos, Madrid, Debate, 1988. 8. l bíd . , p ág. 42. 7. Uno
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1.3 Tesoro de Atreo. Micenas. 1330 a.e. Planta y sección. 1.4 Tesoro de Atreo. Micenas. Interior. 1.5 La Gran Galería de la Pirámide de Keops según Edwards. 1.6 Pirámide de Keops. Secció n según Borchardt.
1.3
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11 1. LA CASA
DEL MÁS ALLÁ
Tanto las cámaras prehistóricas como los tholoi prehelénicos estaban recubiertos de tierra. Estos recubrimientos tienen un primer fin estructural (contribuyen a la estabilidad de la falsa bóveda); un segundo fin es la ocultación en la subterraneidad (propia del hecho de sepultar) y, por último, un tercer fin, de naturaleza simbólica, es el de evidenciar la protuberancia del embarazo terráqueo (entendiendo la muerte como nacimiento inverso). En cualquier caso, los montículos que ocultan este tipo de tumbas tienen la vocación de integrarse en el paisaje. Parece que no se quisiera descubrir el truco de que no se ha excavado, sino que se ha construido el terreno envolvente. Al mirar a Egipto se encuentra una sustancial diferencia. La tumba emerge explícitamente. Encontramos de manera manifiesta las dos facetas: interior y exterior. El interior, el hueco en lo recóndito de una masa fabulosa, es el lugar de la intimidad donde se recrean las habitaciones y los objetos queridos del difunto. El exterior, irguiéndose al cielo, mirando la fuente de vida que es el Nilo, es monumental, abstracto y simbólico. Giedion explica el origen de la mastaba y de la pirámide como confluencia de las formas de enterramiento del Alto y Bajo Egipto. "Hasta el final del periodo predinástico, las tumbas egipcias eran simplemente hoyos o pozos circulares u ovalados poco profundos, en los cuales los difuntos eran enterrados encogidos, exactamente como fueron enterrados en largos períodos prehistóricos. (...) A esa subestructura se añadió otra superestructura sobre rasante. Su forma era distinta en el Alto y el Bajo Egipto. Herbert Ricke explica esta diferencia como consecuencia de dos diferentes modos de vida. En la fértil zona del delta (Bajo Egipto), los primeros agricultores vivían e n pequeños poblados (Fayum, Merimde). Sus difuntos eran enterrados bajo el suelo de las viviendas o en tumbas modeladas co mo las casas de los vivos. En el sur (Alto Egipto) habitaban pastores nómadas que enterraban a sus difuntos en la grava, colocando encima un pequeño montón de piedras o túmulo."9 El proceso de monumentalización seguido por la tumba en Egipto -que, arrancando de las limitadas mastabas de la I Dinastía, pasa por la pirámide escalonada de Saqqara para desembo car e n las pirámides clásicas de la IV Dinastía- es mucho más acusado en el crecimiento del volumen exterior que en el agrandamiento de los alveolos interiores. La Gran Galería de la pirámide de Keops tiene 51 m de largo por 9 m de altura, pero sumando su volumen a los de la cámara regia, cámara secundaria, cámara enterrada y el resto de los pasadizos no se alcanzan los 2.200 metros cúbicos de vacío interior. El volumen emergente de la pirámide es sin embargo de unos 2.658.000 metros cúbicos. Es decir, el volumen del hueco apenas supone u n porcentaje del 0,082% del conjunto del volumen construido. De todo ello podemos deducir que se consideraba que el tamaño del vacío interior debía estar dentro de unos límites y no seguir el proceso de agigantamiento al que se somete el volumen exterior. El motivo de esta limitación es el de constituir en esos recintos internos el ámbito privado del ka del difunto,
1.5
1 .6
9. Si gfried Giedi o n: Elp rese nt e et erno : los co mienzos d e la ar quitect ura , Madrid, Ali an za, ¡ 98 1.
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1.7 Pirámide de Keops (Giza). Fotografía tomada en 1895 .
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donde se refleja la continuidad de lo cotidiano más allá de la muerte. Sin embargo, e! volu men aparente es la materialización simbólica que, en forma y dimensión, expresa el poder real y su procedencia solar. Zoser, faraón de la III Dinastía, hace construir como morada de ultratumba todo u n com plejo funerario. Alrededor de la pirámide escalonada se disponen patios, altares, capillas, alma cenes, etc., todo ello en e! interior de un recinto amurallado. Este conjun to de edificaciones tenía e! fin de completar e! lugar de reposo del ka de! faraón con todas las dependencias reque ridas por sus funciones reales y religiosas, las cuales había de seguir cumpliendo el alma de! soberano tras su muerte 10. Tal es así que, po r ejemplo, el gran patio sur era e! lugar donde su espíritu debía continuar corriendo la carrera ritual de Heb-Sed, el jubileo que periódicamente se celebraba para renovar la fuerza y por tanto el poder del faraón. En e! complejo de Zoser se consagra la piedra en la arquitectura egipcia. "La arquitec tura en piedra se derivó de la inmutable convicción de que la vida en el otro mundo era una continuación directa de la vida terrena, con sus festivales periódicos y la sucesión de activi dades diarias. Pero esta continuidad dependía de muchas medidas preventivas, desde simples ofrendas que hacían vivir su nombre hasta las mansiones en las cuales e! difunto podía vivir para siempre."ll
Al otro lado de! Mediterráneo, en Etruria, encontramos la mejor manifestación de cómo lo cotidiano puede impregnar e! mundo de la sepultura. Pero si e! aspecto de morada que tie nen las tumbas egipcias está matizado p or la singularidad de sus destinatarios, e! poder sobre natural que se les adjudica y lo ritualizado de su estructura social y religiosa, e! de las tumbas etruscas recrea la inmediatez y lo genuinamente humano: el amor conyugal, la unión familiar, los placeres de la sensualidad, los muebles y objetos queridos. Cuando toma cuerpo lo que conocemos po r cultura etrusca, en el momento en que se incorporan elementos procedentes de Jonia a la base autóctona de la cultura de Vil1anova, la vivienda común es la cabaña ya sea de planta elíptica o rectangular y cubierta "por un techo en forma de lomo de asno sostenido por una viga central."12 La tumba etrusca participa en su comienzo de! tipo de cámara generalizada en todo e! Mediterráneo, pero pronto evoluciona persiguiendo la reproducción de la vivienda . Como en Egipto, se usa la piedra mucho más pro fusamente en las tumbas que en las casas. No obstante, la tumba excavada es cada vez más uti lizada en detrimento de la cámara construida. Exteriormente n o se busca e! mimetismo natural de las cámaras prehistóricas y de los tholoi, sino que los elementos significativamente arquitec tónicos se ponen enfáticamente de manifiesto mediante puertas, escaleras, zócalos o la propia traslación de! volumen doméstico. El espacio interior reproduce con minuciosidad e! de la vivienda. La Tumba de la Cabaña, datada hacia el 675 a.c., en Caere, se compone de un corre dor de acceso al que se abre una sala rectangular. La roca excavada se construye en e! vaciado interior de la cabaña: talla lo que sería la viga central, la cubierta a dos aguas y el asiento corrido a lo largo de la pared. Al fondo, menor corresponde al tálamo de la casa, en la que, ligeramente elevado, "un suelo de guijarros indicaba e! lugar de los jergones de paja."13
1.8 Complejo Funerario de Zoser en Saqqara . 111 Dinastía. 2860 a . C. Vista oblicua y planta . 6
Patio de Heb-Sed.
12 Pirámíde Escalonada. 13 Cámara mortuoria.
10 . Giedion, t ras d escri bi r m inu ciosamente la s depend encias d e la seg unda tumba de Zoser, la adosada al sur del recinto amur allado, dice: "Nos hallamos en la residencia íntima d el ka: a lcob a, sala d e recibir y, todavía en miniatura p ero lo b astant e grandes para ser acc esibles, habi taciones d es tinadas a para todas sus neces idades pe rso nales" (Sigfried G iedion, op. cit., pág. 263). 11. [b id. , pág. 2 80. 12. Varios autores : las ciudades Pamplona, Sa lvat, 19 86, p ág. 790. 13. [ bid ., p ág. 790.
27
1.9 Tumba
28
de
Cabaña". Caere (Etruria). S.VII a.e.
Hacia el siglo VII a.e. se produce un gran salto cualitativo. A la sociedad igualitaria de origen villanoviano sucede otra más jerarquizada en la que existen grupos con una posición social destacada, lo que se refleja en el tamaño y riqueza de las tumbas. Este cambio, que se debió a una mayor presión de la influencia griega a partir de las colonias del centro y el sur de Italia l4 , se pone de manifiesto en cambios en la tipología distributiva y constructiva de las viviendas. Las cabañas de una o dos estancias, hechas de barro, madera y ramaje, se sustituyen por casas de mampostería con una distribución más compleja. A su vez, este cambio se aprecia en la forma de las tumbas a partir de la segunda mitad del siglo VII a.e. Básicamente, se componen de u n corredor que desemboca en la cámara mayor, lo que sería el atrium e n la casa, a la que se abren, en la pared del fondo, tres cámaras menores, de las que la central se corresponde en la casa con el tablinum. En otros casos se disponen cámaras laterales. Lo que iba a constituir la distribución característica de la vivienda romana estaba ya prefigurada en la casa etrusca, como testimonian estas tumbas. "En la casa cotidiana, la habitación central se utilizaba como cocina y sala de estar, mientras que en la tumba constituye la cella en la que se entierra al difunto principal, el jefe de la familia."15 El persistente empeño en recrear lo cotidiano hace que el tratamiento del interior alcance un depurado realismo. El techo imita el entrevigado de madera, se simulan ventanas, a las paredes se adosan tronos, bancos corridos o triclinia. En la Tumba del Tifón (Tarquinia), tres gradas recorren el perímetro de la habitación; sobre ellas u n grupo defelices difuntos podían disfrutar del banquete y de la conversación representados por las figuras homólogas de sus sarcófagos. Estos espacios interiores se caracterizaban de acuerdo con el oficio y los gustos de su destinatario personal o familiar. Así, la Tumba del Cazador (finales del siglo VI a.e.) representa, excavada en la toba, la tienda de campaña de una expedición cinegética: las perdices cobradas cuelgan del techo, y las paredes, indiferentes a la estática dureza de la roca, simulan una tenue tela transparente y trémula. Pintura y bulto escultórico se aúnan en la Tumba de los Relieves (s. IV a.e.) para representar almohadas que acusan la huella de una cabeza; cascos, espadas y escudos colgados de las paredes; objetos del ajuar doméstico como jarras o tazas, y utensilios de trabajo como martillos, picos y cuerdas. "La tumba (etrusca) representa ideológicamente la casa del más allá, donde el difunto se reencuentra n o sólo con las personas amadas, sepultadas todas ellas a su lado, sino también c on esas estancias tan familiares para él, en las que ha pasado buena parte de su vida."16 Las propias pinturas narrativas son una verdadera exaltación de la vida. Escenas amatorias, de caza, juegos y competiciones atléticas, música, baile y banquetes son representados c on plenitud de color y movimiento. El sarcófago egipcio o fenicio pone de manifiesto al exterior la hierática rigidez del difunto. Las figuras de los sarcófagos etruscos se yerguen llenas de vitalidad; sensualmente recostadas
sobre los almohadones de los triclinia, esperan ofreciendo en la mano el óbolo para Caronte. Es frecuente que se represente a parejas; de esta manera el amor conyugal, a veces expresado con
14. "Esto sucede, según la tradición, gracias a la llegada de tres artesanos griegos, que habrían enseñado a los etruscos el arte de construir. Se trata sin duda de una leyenda transmitida p or las fuentes, dado que es impensable que este fenómeno se verificara por obra de tres únicos personajes. En realidad, si se analizan sus nombres, se v e claramente que el primero, Eucheir, significa el que tiene buena mano; el segundo, Eugrammos, el que pinta bien, y el tercero, Diopos, el arquitecto. Así pues. se trata seguramente de nombres legendarios que,
no obstante, recogen en sí un fenómeno real, el de un grupo de artesanos que sustituye a los núcleos familiares individuales e n la construcción, al menos, d e las casas
importantes" (ibid., pág. 790). 15. [bid. , pág. 790. 16. [bid., pág. 790.
29
1. 12
1.10 1.10 Tumba d e Los Escudos. Tarquinia (Etruria). S.
IV a .C Puede observarse cómo se reproduce mediante excavación la estructura constructiva de la casa. 1.11 Tumba de Los Escudos. Planta y secciones. 1.12 Tumba del Cazador. Tarquinia . (Etruria) . S. VI a.C
1.13 Tumba Vulci (Etruria). S. IV a. C 1. 14 Tumba d e los Relieves. Cerveteri (Etruria). S.
IV a.C
1.15 Tumba de Los Toros. Detalle de la pintura
mural. Tarquinia (Etruria). S. VI. a.C 1.16 Sarcófago de Los Esposos (segunda mitad s. VI. a.C) . Museo di Villa Giulia, Roma.
ternura, otras con sensualidad, es conmovedoramente exaltado. El más conocido de este tipo de sarcófago es el de los Esposos, del que escribe José Luis Sampedro : "La mujer, apoyada en su codo izquierdo, el cabello en dos trenzas cayendo sobre sus pechos, curva exquisitamente la mano derecha acercándola a sus labios pulposos. A su espalda el hombre, igualmente recostado, barba en punta bajo la boca faunesca, abarca el talle femenino con su brazo derecho. En ambos cuerpos el rojizo tono de la arcilla quiere delatar un trasfondo sanguíneo invulnerable al paso de los siglos. Y bajo los ojos alargados, orientalmente oblicuos, florece en los rostros una misma sonrisa indescriptible: sabia y enigmática, serena y voluptuosa."l 7 1. 11
17. José Luis Sampedro: La sonrisa etr usca , Madrid, Alfaguara, 19 85, p ág. 14.
30
Esas casas horadadas en la roca, amuebladas con símiles tallados de los objetos queridos y decoradas con pinturas que hablan incansablemente de la vida, parecen el espacio adecuado para cumplir el postulado borgiano de que el cielo o el infierno sólo son la repetición ad inji.nitum de los actos felices o desgraciados de la vida terrena.
31
CAPíTULO
11
EL ESPACIO URBANO
A nuestros raciocinios ya volvamos: estriba, pues, toda naturaleza en dos principios: cuerpos y vado en donde aquellos están y se mueven ... lUCRECIO 1
Ve un conjunto q ue es múltiple sin desorden;
ve una dudad ... J. l. BORGEs
2
1. lucrecio: De rerum natura, I (418-421), traducción de l abate Marchena, Madrid, Cátedra, 1990, pág. 108.
2. Jorge Luis Borges: "Historia de l guerrero y de la cautiva", en Alianza, 1971, págs. SO-51.
El Aleph, Madrid,
I
2.1 Rom a según el plano d e Nolli 1748. Zona de la Piazza dei Popolo.
1. EL VAcío URBANO, ALTA DENSIDAD DE ACONTECIM I ENTOS
El presente apartado mira y dialoga con el anterior; en ambos se considera el vacío c omo la discontinuidad en un medio homogéneo. En el anterior, tratado en el medio natural, en el que ahora abordamos, en el medio urbano. En aquel, el hueco es unitario, cerrado y secreto; en éste, el vacío es diverso, abierto y colectivo. Se trata del espacio público concebido como vacío urbano en el q ue se produce el movimiento, el cambio, donde se hacen notorios el paso del tiempo y de la acción humana. La configuración del espacio público requiere, como primer requisito, la densificación y agrupación de la edificación que lo conforma, hasta que al perder el carácter rural, es decir, la identidad con el campo circundante, adquiere su nueva condición de calle o plaza. Luego se irá matizando con la incorporación de elementos específicos de la vida comunal o política, como la muralla, el templo, el mercado o el palacio. El proceso urbanizador cambia el papel que tiene el lugar de asentamiento haciéndolo pasar de fondo a figura, que es además una figura definida por el vacío. El espacio público tiene, básicamente, dos formas de generarse: la que sigue un proceso temporal de acumulación y modificación sin una prefiguración precisa y la que se origina a partir de una ordenación previa y unitaria fruto de una voluntad planificadora. Remanso urbano, origen de caminos, el ágora de Atenas era un lugar configurado p or un a continuada y magmática acumulación de piezas arquitectónicas. Edificios, gradas y staas se alineaban con un orden dúctil para ir delimitando aquella gran plaza, emblema del espíritu cívico de la palis. Significativamente, sólo cuando los romanos privan a la ciudad de su independencia se pierde el hasta entonces intocable vacío central. Y desaparece no arrasado, que hubiera sido
una forma de perdurar, sino de manera más sutil, humillante y definitiva: siendo llenado por la edificación. Vespasiano Agripa, en el siglo 1 d.C., levanta un templo dedicado a Ares y un odeón, hollando y profanando el sagrado vacío cívico. Mileto pasa por estar en el albor de la planificación. En ella aparece el vacío urbano cebido de manera unitaria; po r una parte como herramienta imprescindible de las funciones urbanas (ordenación, acceso, relación, ventilación, etc.) y, por otra, como objeto de conformación c on un implícito sentido expresivo. La fuerte formalización del espacio urbano se aprecia como el vaciado de una gran figura que es, al fin, la imagen de la ciudad. Lo unitario de su configuración y la variedad de su espacio pormenorizado se comple mentan dialécticamente. La concepción de la ciudad atendiendo a la discontinuidad edificatoria es la que refleja Nolli en su plano de Roma de 1748, en el que el espacio urbano se plasma como un sistema integrado y fluido de lugares específicos 35
bajo el denominador común de ser permeables al acontecer de lo público, y cuyo vacío es un continuo, instantáneo y múltiple escenario. J
.
o
o
11. EL NACIMIENTO DEL ESPACIO
o
2.2
2.3
3. Mario Coppa: Sloria dell'urbanislica origini all'Ellenismo, Turín, Giulio Einaudi, 1968, pág. 35 .
36
PÚBLICO
La agrupación de cabañas es el primer tipo de asentamiento edificatorio. Así, en el curso superior del Tigris, el asentamiento de Tell Arpasiyya corresponde a un centro agrícola que se desarrolla entre el sexto y el quinto milenio antes de Cristo, dentro del neolítico mesopotámi ca. La edificación está compuesta por tha/ai (cabañas circulares con falsa bóveda) que se asien tan aleatoriamente sin más relación que la de una relativa cercanía. El espacio entre ellos no pierde el carácter de ámbito natural en que surge. "El mismo empleo aislado de los tha/ai con tribuye a que un espacio exterior aparezca sin solución de continuidad entre el terreno elegido para el domicilio y el campo de lino azul."3 Otra agrupación de tha/ai qu e se puede datar en el quinto milenio es la de Khirokitia, en Chipre. Aquí ya aparece un elemento estructurante que es una línea (vía elevada sobre muro) que, tendida entre dos colinas cercanas, propició un eje viario sobre el que se agrupan en raci mo las células de habitación. En ambos casos la agrupación de tha/ai no produce aún espacio urbano. El carácter excluyente de la forma circular no permite más relación que la contigüidad. El espacio restante no deja de ser el propio del medio natural, sin perder su condición de fondo en el que la construcción constituye el motivo reiterado . H6yük es un asentamiento cilicio, al sur de Anatolia, de gran importancia arqueo lógica. En sus niveles VI y VIII, entre el quinto y el cuarto milenio a.e., encontramos una agru pación de edificaciones de planta poligonal que, como un puzzle, cubren el espacio. No hay espacio público propiamente dicho. El acceso se realizaba por las cubiertas. A pesar del total encaje de las edificaciones, cada una de ellas posee su propio muro medianero sin compartirlo con la colindante. Se hace dificil imaginar que esas mínimas cámaras entre muros pudieran dar lugar a u n sistema viario. Este tada edificación sería, en un símil cósmico, como la masa hiper compacta que precedió al big bang. En Mersin, en zona siria, encontramos un conjunto de viviendas con dos habitaciones agrupadas según una incipiente alineación. En este asentamiento se incorpora la serie, es decir, la agrupación alineada de viviendas de igual tipología. Eridu ha aportado a la historia el ya característico primer ejemplo de templo que se remonta al quinto milenio a . e . Este pequeño santuario (que no alcanza los veinte metros cua drados de construcción) supone un hito importante por ser, en intención y realización, un magnífico ejemplo de primitivo edificio singular. Sus muros se construyen de piedra cuando el ladrillo secado al sol era el material común en las viviendas; su estructura formal es ortogonal, en contraste con las cabañas usadas para residencia; sus muros están reforzados p or contra-
fuertes, se encuentra elevado y su acceso se realizaba mediante una breve escalinata. Este míni mo templo debió de constituir un punto generador de centralidad urbana y un importante con formador de espacio público. AJericó se la ha llamado, n o sin razón arqueológica, "la ciudad más antigua de! mundo". En e! séptimo milenio a.C., alrededor de su oasis se establece una nutrida población sedenta ria. Ya aquella villa, antecedente de la bíblica Yeriho (ciudad del dios-luna), abarcaba unas cua tro hectáreas de planta circular u oval. Todavía en e! neolítico precerámico e! muro que cierra la ciudad es de tres metros de espesor y de al menos cuatro de altura. "Kenyon encontró tam bién restos de una torre maciza que avanzaba hacia e! interior de la ciudad: medía nueve metros de diámetro y disponía de una escalera interna de veinte peldaños que permitía alcan zar su cima a una altura de casi ocho metros y medio." 4 En e! madrugador ejemplo de Jericó podemos ver cómo la muralla, al incorporarse al conjunto urbano con unos fundamentos inmediatos de índole defensiva o comercial, produce una rotunda separación entre e! ámbito natural y e! urbano que, en este caso, además, es una delimitación entre dos ámbitos natura les: e! de! oasis, englobado en la ciudad, y e! del desierto circundante . Tras estas muestras aurorales e! espacio urbano va ganando complejidad, variedad y significado. Elegimos dos ejemplos, dentro de la antigua Grecia, representativos de la diversidad de origen y desarrollo de! espacio público urbano. El ágora de Atenas muestra de forma admi rable la primacía de! genius loei. Es un lugar privilegiado que destila una pletórica carga de significados colectivos y que se va conformando arquitectónicamente en un largo proceso acumulativo. El trazado de Mileto, po r otra parte, supone e! prototípico nacimiento de la pla nificación urbana en e! que se contemplan las múltiples partes y funciones que componen la ciudad, articulándolas globalmente con vocación de si stema.
2.7
Tell Arpasiyya (Alta Mesopotamia). milenio a.e. 2.3 Khirokitia (Chipre). V milenio a .e. 2.4 (Sur de Anatolia) . Nivel VI. V milenio a .e. 2.5 (Sur de Anatolia) . Nivel V. V milenio a .e. 2.6 Mersin (Siria) . Nivel XVI. IV milenio a .e. 2.7 Templo de Eridu (Mesopotamia). V milenio a.e. 2.2
VI -V
2.4
2.5
4. Va rios autores: Arqueología de Barcelona, 1986, pág. 264.
37
111. EL ÁGORA DE ATENAS
La depresión al este de la colina de Agoraios Kolonos ha tenido una larga tradición como lugar señalado por la más remota población ateniense. Los restos arqueológicos arrancan del siglo XII a.c., en época micénica. En su mayor parte son restos sepulcrales. Junto a la colina estaban tradicionalmente los lugares para el trabajo del metal y por ello el templo que allí se levanta en época clásica, el Teseion, se dedicó originalmente al culto de Atenea y Hefaistos, patronos de las artes y los oficios. Ya en esta época arcaica se tallan al pie de la colina unas gra das frente a la explanada que servía de lugar de reunión desde la época micénica a los repre sentantes de la comunidad. No obstante, los primeros restos de edificios corresponden al comienzo de la época clásica. Aliado oeste de la explanada del ágora, justo al pie de la colina, se alinean la antigua sala del Consejo, el Metroon (siglo VI a.C.), la nueva o Neón Bouleterion (siglo V a.C.), con el anexo para el Prytaneion (cámara municipal), el Skias, lugar de reuniones de los altos jerarcas atenienses, y el Perybolos Eponymous (del siglo IV a.c.), en cuyo recinto, dedicado a las diez phi/ay (familias) atenienses, se levantaban las estatuas de los héroes y en
5. Por esta vía, partiendo del vacío central del ágora, discurría la procesión Panatinaica que cada cuatro años
ascendía a la Acrópolis con ofrendas para los dioses; entre ellas destacaba el peplos para la estatua de Atenea, que era tejido por cuatro doncellas de la ciudad. Fidias dejó testimonio e n piedra de esta procesión votiva en el incomparable friso del Partenón. 6. Esta concepción de la necesidad de arquitectura regular y escenográfica en el cerramiento del espacio público impregna también el pensamiento actual, como se desprende del comentario de Coppa sobre este mismo lugar: ...) pero evidentemente el volumen interior de plaza no podía ser definido por elementos heterogéneos dominados p or un fondo de colinas" (Mario Coppa, op. cit., pág. 1.148).
38
donde se hacía pública la información de interés general. Al otro lado de las gradas, hacia el norte, la línea se completaba con el templo de Apolo, la stoa de Zeus Eleutherios y la stoa real. Un poco más atrás, ya en plena colina, está el Teseion (de mediados del siglo V a.c.). Más hacia el este se situó, en su vértice norte, en tiempos de Cimone (siglo V a.c.), la stoa Poikile. El lado meridional se va cerrando mediante la Heliaia (corte de justicia) y la stoa sur. El lado norte estaba delimitado po r el camino de Eleusis, que debió ser considerado por los atenienses lo suficientemente importante como para conformar el ágora sin necesidad de ninguna otra edificación singular. La vía Panatinaica lo surcaba dia gonalmente de NO a SE. Este camino unía el ágora con la Acrópolis, es decir, el centro polí tico de la ciudad c on el recinto religiosos. Co n estos elementos yuxtapuestos y discontinuos se configura, mediante un tácito consenso a través del tiempo, el lugar que albergó la más depu rada forma política de la Antigüedad: la democracia ateniense de la época clásica. Ya en el periodo helenístico empieza a sentirse desasosiego ante la situación de un espa cio tan importante sin un contexto arquitectónico con más prestancia y regularidad6. En el siglo 11 a.c., bajo el influjo de las corrientes culturales del otro lado del Egeo (yen concreto de Pérgamo), se levanta la stoa de Attalo, que cierra completamente el lado este. En el lado oeste se levanta un pórtico que pretende unificar el frente de las edificaciones más meridiona les de este ala. Al sur, la antigua stoa se sustituye por otra que cierra de una manera más regu lar este lado, levantándose también una stoa intermedia que segrega una plaza al margen de la gran explanada central. Por su localización y topografia, el ágora se consolida a lo largo del tiempo como el lugar en el que convergen los ciudadanos de Atenas para el encuentro, el mercado y la asamblea. Pos teriormente, allí se implantan, delineando sus bordes, los edificios del poder político acompa-
2.8 Ágora d e Atenas . Reconstrucción en maqueta de su estado en el s.1I a.e. Ala oeste . 2.9 Friso de la Procesión Panatenaica procedente del Partenón. Fidias . Museo de la Acrópolis. Atenas .
2.8
39
2. 10
2. 11
ñados de las stoas o pórticos que dan cabida a las actividades más espontáneas, al tiempo que definen la escenografía urbana. El ágora se convierte así en el espacio público que, junto con la Acrópolis, constituye la referencia de la vida ciudadana de los atenienses. En él se acumulan todas las funciones cívicas de la polis. Solamente en época de Licurgo deja de celebrarse la ekklesía o asamblea para trasladarse a la colina del Pnyx. En él se discuten los temas de actualidad, Sócrates enseña, se hace justicia, se compra y se vende, se honra a los héroes, se hacen públicas las noticias y las sentencias, se celebran procesiones y todo aquello que concierne a la vida pública de la colectividad ateniense. Co n la dominación romana se perpetuó la desvirtuación del gran espacio de la plaza ateniense. El vacío se pobló de edificaciones: el Odeón de Agripa, el Templo de Ares, el Gimnasio, altares, edículos... Los romanos, con estos egregios edificios, hicieron un regalo envenenado: habían acabado con el espacio amplio, libre y unitario, emblema de una singular forma de convivencia .
40
2.13
Ágora de Atenas en el inicio del s. 111 a.e. Ágora de Atenas en el s. 11. a.e. 2.12 Ágora de Atenas en el s. 11. d.e. 2.13 Odeón de Agripa en el Ágora de Atenas. 2.10
2.11
S. I
d.e. Sección perspectiva.
2.12
explanada del ágora, su cívico y sacro vacío central, fue como el mar invisible del espíritu ático que con el transcurso del tiempo depositó en los márgenes sus sedimentos urbanos: edificios, gradas, altares. La playa que se creó por acumulación es tácitamente respetada hasta la pérdida de la autonomía a manos de Roma. El imperio romano procedió a rellenar aquel vacío cívico, desecando así el mar de la libertad ateniense. La gran
41
'O o
2.14
Ciudad de los trabajadores de la Pirámide de Sesostris 111. (XII dinastía). S. XIX a.e. Planta de la cíudad excavada y detalle de la zona noroeste. 2.14
7. Mario
42
Coppa, op. ci /. , pág. 1.089.
IV. EL TRAZADO DE MILETO
Mileto, que había sido en su origen una colonia micénica, se convierte en los siglos VII y VI a.e. en la más importante ciudad jónica. La caída del reino de Lidia a manos de Persia supone una amenaza a la libertad milesia que siente la presión de la tiranía propiciada por el imperio aqueménida. En el 499 a.e. Mileto encabeza la rebelión de las ciudades de Jonia contra la creciente presión de los persas. La guerra acaba con la derrota de la flota jónica en el 49 4 a.e. Como cas tigo la ciudad es destruida y sus habitantes deportados. Los milesios tendrán que esperar aún veinte años para poder retornar. La época de la reconstrucción de Mileto oscila entre el 479, fecha de la victoria de Mykala - en la que los milesios volvieron a los restos de su ciudad- y el 450, con su ingreso en la confederación ateniense auspiciada por Pericles. La primera característica que tiene el trazado que sirve a la reconstrucción de Mileto es la de basarse en una retícula ortogonal. El trazado regular y ortogonal se había utilizado con ante rioridad. En Egipto se habían realizado barrios para alojar a los obreros de las grandes construc ciones, como los de Tell-el Arnarna y El Lahún. En Asia Menor se encuentra un trazado ortogonal en Zarnaki Tepe, a orillas del lago Van. El trazado en retícula era usual en las ciudades griegas de colonización en Sicilia y el sur de Italia, como Segesta, Megara-Hiblea o Agrigento. El trazado ortogonal tiene, por tanto, una larga tradición cuando se utiliza en Mileto. Sin embargo aquí la retícula no agota el gesto planificador. No es sólo un útil, pero único, sopor te para ordenar el nacimiento de una ciudad ex novo, ni una simple fórmula económica y efi caz de agrupar la edificación en una actuación unitaria. La cuadrícula de Mileto no es una herramienta de agrimensor sino un instrumento de conformación urbana adaptado a las cir cunstancias de la antigua ciudad. Por primera vez u n trazado apriori contempla el espacio urba no no como lugar residual servidor de la edificación, sino como una entidad autónoma digna de tratarse por sí misma. "El consenso de los historiadores sobre Mileto es casi unánime: Wiegand y Van Gerkan, al reconstruir el esquema urbano, ha n subrayado los aspectos de innovación funcional, la modulación basada en la manzana tipo, la posibilidad de adaptación del módulo a la implan tación de equipamientos que requieren una superficie superior a la de la unidad base indivi dual (...). Roland Martin, en una nueva apreciación del urbanismo griego antiguo, propone la correspondencia entre el plano de Mileto y la teoría jónica que había individualizado las tres funciones zonales -públi ca, sacra y privada- en la implantación del nuevo plano, pero se reco noce también la adhesión milesia al espíritu pragmático de los griegos y, subrayando el valor sólo parcial de la modulación, reconduce a Mileto al ámbito de su tesis, limitadora del papel griego en la historia del urbanismo antiguo." 7 Un aspecto primordial del plano de Mileto es la voluntad de globalidad. Se entiende la ciudad como conjunto en la escala urbana y como centro de un área de influencia en la esca-
HILETOS
.. ..
17
1
.
2.16
de Mileto. S. Va.e. Teatro. 3.4 Estatuas de leones que flanqueaban el puerto. 24 Ágora su r. 29 Estadio. 30 Ágora oeste. Templo de Atenea. 31 32 Restos de ciudadela de época arcaica. 33 Puerta sagrada. 34 Camino. La mayor parte de estos elementos datan de época helenístíca. 2.15 Plano
1
2.16 Mileto. Zona
central. Época clásica y helenística. Stoa del puerto. 9 10 Delphínion. 12 Plaza 13
20
Gymnasíum. Bouleuterion.
24
Ágora Sur.
17
2.15
del mercado. Ágora Norte.
25 Almacén.
43
Broadway Boogie-Woogie. Piet Mondrian (1942-43).
2.17
la territorial. La ciudad debía ser unay autosuficiente. Mileto es el lugar donde nace la filosofía
como disciplina autónoma, abstracta y especulativa. La mente (personal o colectiva) que pien sa la nueva ciudad participa del mismo rigor racional de Tales, Anaximandro, Anaxímenes o Hekataios. El paralelismo entre la concepción global del universo y de la ciudad no es, evi dentemente, casual. "Los autores antiguos insisten en que Hipodamo fue un planificador, pero también un teórico de la política y un metrólogo, estudioso de los fen ómeno s celestes."8 ].P.Ver nant ha señalado que la ciudad hipodámica está influida p or el orden cósmico planteado por Anaximandro: "En su condición de filósofo cuyo propósito es explicar la naturaleza, Hipoda mo no descuida la vida cívica. Su pensamiento no separa el espacio físico, el espacio político, el espacio urbano, sino que los unifica en una misma indagación."9
Con el plano de Mileto se introduce en la historia del urbanismo la consideración del espacio urbano como algo susceptible de conformarse a voluntad, de una vez, global yexhaus tivamente. Esta globalidad implica articulación y complementariedad de las distintas partes según unas reglas que hacen que el organismo urbano tenga carácter de sistema. La reconstrucción de Mileto inicia lo que hoy conocemos po r planificación urbanística
de la ciudad. Se contempla ésta de forma unitaria como objeto de previsión. Se utiliza un ins trumento geométrico que es el trazado ortogonal, pero trascendiendo el mero recurso de agri mensor para ser base conformadora adaptada a la topografía y a los usos. El espacio público urbano deja de ser un simple residuo entre edificaciones y se trata como algo con entidad en sí mismo; su vacío se mide, se conforma y se prepara para servir de cauce adecuado al aconte
cer ciudadano. El trazado urbano en cuadrícula, como el de Mileto, su carácter afocal e isotrópico, supo
ne una puesta en valor del espacio público, en el que todos y cada uno de los puntos que lo componen tienen una valencia equivalente. Se configura así el soporte físico de una cualidad fundamental del fenómeno urbano: la simultaneidad. Cada fragmento se convierte en un dis creto escenario en el que fluye la actividad ciudadana en una sucesión de instantáneas situa ciones encadenadas. Piet Mondrian, siguiendo u n camino muy particular, nos proporciona una imagen impagable de la simultaneidad urbana en su Broadway Boogie-Woogie (1942-1943). El proceso comienza con el árbol descompuesto en líneas verticales y horizontales. En su etapa posterior, como si se hubiese producido un acercamiento óptico, las líneas se engrosan y los cuarteles se aíslan mediante colores puros y planos. En Broadway Boogie-Woogie las líneas se h an ampliado definitivamente y se han iluminado po r medio de una segmentación de color. Una multiplicidad de acontecimientos en forma de alineaciones de cuadrados cromáticos la reco rren, marcan ritmos, relaciones direccionales, vibraciones de contraste. A su vez, los cuarteles han pasado a ser u n fondo de color neutro y uniforme. Co n ello consigue una magistral tras 8. ]oseph Rykwert: La idea de la ciudad, Madrid, Hermann
Blume, 1985, pág. 95. 9. J. P. Vemant: Mylhe el
44
París, 1966, pág. 173.
lación pictórica de la simultaneidad que acontece en la ciudad. El múltiple vacío que propo nía el plano hipodámico se ve aquí germinado en la multiplicidad instantánea de acciones representadas po r u n elemental código d e colores primarios.
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2.17
45
CAPíTULO 111
l/ MENOS ES MÁSI/
Todo es superfluo.
El vacío hubiera bastado.
CiaRAN'
Vosotros ya no sois canteros. ¿Conocéis el pináculo que remata la aguja de la catedral d e Colonia? Pues bien, no se puede trepar hasta allí y verlo con cuidado, pero está labrado como
si
se pudiera. Está hecho
para Dios. MICHAEl MIES2
Es curioso q ue todos
los arquitectos retratamos la arquitectura vacía d e
personas, sabiendo que ha nacido para ser usada por personas, y es q ue la arquitectura es permanente; las personas cambian. La arquitectura relaciona a las cosas y a las personas. Entonces vemos en la buena arquitectura, cuando está vacía, a las personas y las cosas que,
sín estar, están presentes. Al no estar, es porque se renuncia a su presencia y la buena arquitectura está llena de renuncias. ALEJANDRO DE
LA SOTA3
1. E.M. Cioran: "Estragos", El Paseante, núm. 12, Madrid, Siruela, 1989. 2. Michael Mies, padre de Mies van der Rohe, citado por éste y recogido en Franz Schulze: Mies van der Rohe. Una biografía crítica, Barcelona, Hermann Blume, 1986, pág. 13. 3. Alejandro de la Sota, texto pórtico al artículo: "1929/1986. Reconstrucción del Pabellón de Barcelona", Arquitectura, núm. 261.
3.1
1. IMAGEN PREVIA Observemos los dibujos de
Le Corbusier
para
el proyecto
de Sainte-Baume (1948) o para
"Roq et Rob", en Cap Martin (1949). Son dibujos donde la figura humana prolifera y es tan corpórea como la arquitectura; ambas producen la misma sombra intensa bajo la generosa
el de
luz del Mediterráneo. Hay vistas interiores: un hombre mira una estantería, una mujer prepa ra la mesa, un niño
juega con
un cochecito,
les envuelve, se funde
tectura con ellos. mismo para personajes y arquitectura.
alguien observa desde la planta superior.
El temblor
complacido de
En esa misma época, Mies trabaja en Chicago en
el proyecto
la mano
para
La arqui
que dibuja
el campus
es el
del lIT.
La
perspectiva que prepara para definir el edificio de la biblioteca (1944) presenta una visión com pleta del mismo desde una esquina. Está dibujado a regla, las texturas (rayados, sombreados o irisaciones) ponen de manifiesto edificio
se recorta
las zonas
de ladrillo, acero o cristal. No hay sombras arrojadas,
contra la luz neutra del papel blanco,
sus vidrios
desprender una difusa luz interior. Delante, para ayudar a la ilusión perspectívica, do una figuras humanas. Son siluetas negras y borrosas que la nítida
el
no reflejan sino que parecen
se desvanecen
se han
dibuja
como fantasmas ante
presencia del edificio. Estas difusas presencias recuerdan a los kurogo ("hombres negros")
3.3
Biblioteca. Campus de la liT. Mies van der Rohe (1948). Boceto. 3.2 Proyecto residencial para Sainte Baume. Le Corbusier (1948). 3.3 Proyecto residencial "Roq et Rob" en Cap Martin. Le Corbusier (1949). 3.1
3.2 49
del teatro kabuki. Totalmente vestidos de este color, son personajes a los que se supone invisibles, pues el negro es el color de la noche en la cual las formas desaparecen. En los dibujos de Mies se quiere que aquellas figuras estén y n o estén al mismo tiempo, se quiere resaltar que su presencia es fugaz y contingente frente a la del edificio, permanente, invulnerable.
11. UN A CUESTiÓN
RELATIVA A
LA VERDAD
El pensamiento
y la obra de Mies podrían figurarse como líneas que van confluyendo a lo largo del tiempo para acabar, p or la diversa naturaleza de ambas (pensamiento y obra), siendo asintóticas. El pensamiento de Mies, tan enfático y provocador en sus comienzos, desemboca en el equilibrado idealismo que emerge a través de la pragmática envoltura de su etapa americana. Su obra, al margen de las primeras casas académicas, fluye desde la emblemática potencia del o desde la expresiva fluidez de la Ca5a de Ladrillo hasta la transparencia, la Ra5caciel05 de vacuidad y la universalidad del Crown Hall o de la Nationalgalerie. Esa voluntad de confluencia entre pensamiento y obra, Mies la hace explícita mediante el concepto de verdad. "Yo le pregunté a Peter Behrens, pero no pudo darme una respuesta. (...) Otros decían: Lo que e5 arquitectura, pero no estábamos satisfechos con esta contestación; puede que no entendieran la pregunta. Desde que supimos que era una cuestión relativa a la verdad, intentamos descubrir lo que realmente era la verdad. (...) Saber lo que es la arquitectura me llevó cincuenta años, medio siglo."4 Mies, que había leído tempranamente a Santo Tomás, lleva la formulación que éste hace de verdad, la adequatio reí et intellectu5, al campo de la arquitectura como concordancia entre la idea y el producto construido. Mies encuentra así su firme apoyo con que afrontar el desasosiego que plantean las opciones estilísticas. Aferrado a principios que pudieran asentar la arquitectura en bases objetivas, enc ontró en el concepto de verdad un auténtico talismán cuya excelencia moral consistía en estar al margen de los posibles campos abiertos a la opción o a la duda. " No hay nada más ligado a la meta y sentido de nuestro trabajo que la profunda palabra de San Agustín: Lo bello e5 el re5plandor de la verdad."5 4. Mies van der
Rohe, en Peter Carter: "Mies van der Rohe: Occasion, This Month, o f his 75th Birthday", Architectural Design, marzo 1966, pág. 97.
An Appreciation o n the 5. Mies van der
Rohe: "Discurso inaugural como director
de Arquitectura del Amour Institute o f Technology", pronunciado el 20 de noviembre de 1938 y reproducido en L. Mies van der Rohe: Escritos, diálogos y discursos, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Madrid, 1982, pág. 48 . 6. Mies van der Rohe: "Tesis de trabajo" (1923), en op. át., pág. 27. de la Sección
50
De expuesto anteriormente podemos inducir el carácter idealista de la arquitectura de Mies que se manifiesta mediante diversos temas recurrentes en sus declaraciones y escritos. La reiterada negación de la forma como opción, la concepción emblemática de la arquitectura como expresión de la época, la negación del subjetivismo y también del funcionalismo en el hecho arquitectónico ratifican el carácter idealista de su pensamiento. Mies rechaza la voluntad de inventar formas. Para él esa aleatoriedad n o es aceptable porque la forma es el resultado en que cristaliza la aplicación concreta de un sistema constructivo. "Rechazamos conocer problemas de forma, sólo problemas de construcción."6 El hecho de
tomar el sistema constructivo como único paradigma conduce al determinismo que impone el adecuado uso de los materiales según su naturaleza. "Así, cada material posee sus propias cua lidades, q ue se deben conocer para trabajar con él."7 En estas palabras de Mies se vuelve a oír el mismo discurso que recorre la historia de la arquitectura con distintas voces. "Así debe ser la arquitectura como conviene a su cualidad característica, a la flexibilidad o rigidez de las partes que la forman, a la resistencia, a la propia esencia y a la naturaleza de los materiales que com ponen la obra", dice Carla Lodoli en el siglo XVIlls. "La disposición de los materiales ha de ser la relativa a su naturaleza y al uso de los objetos en los que son empleados", palabras de J. L. Durand en el siglo XIX9. Schulze, en su biografia de Mies, resalta la influencia de Spengler en el pensamiento mie siano. El paradigmático ejemplo de dicha influencia sería el famoso párrafo de 1923: "La arqui tectura es la voluntad de la época traducida a espacio." 10 No cabe duda de que esa personalizaáán del ciclo histórico está cercana al pensamiento de Spengler. Sin embargo, la energía voluntaris ta contenida en este párrafo, así como en otras manifestaciones coetáneas de Mies, difiere del determinismo spengleriano: "(oo.) Nuestros edificios expresarán la grandeza potencial de nues-
Vista de la casa de Mies en el salón de la edificación de Berlín (1931). La arquitectura se muestra como el más sofisticado material constructivo. 3.5 Michael y Amalie, padres de Mies van der Rohe. Retrato tomado en 1921. 3.4
der Rohe: "Discurso inauguraJ...", op. cit., pág. 43. S. Carla Lodoli, recogido por Francesco Cante Algarotti en "Saggio sopra !'architettura" (1956), tomado de Emil Kaufmann: La arquitectura de la ilustración, Barcelona, Gustavo Gili, 1974, pág. 116. 9. J. L. Durand: "Précis" (IS09), en La arquitectura de la Ilustración, op. cit., pág. 246. 10. Mies van der Rohe: "Bürohaus" (1923), en op. cit . , pág. 25. 7. Mies van
51
tro tiempo; y sólo un loco puede decir que no es grande."ll Resulta palpable la diferencia entre esta exaltada declaración de fe y el pesimismo latente en el Spengler que se lamenta así: "El hombre de Occidente europeo no puede tener ya ni una gran pintura ni una gran música. No podemos remediar el haber nacido como hombres del inicio del inviemo."12 diferencia con el escrito de Mies, pleno de una confianza en lo potencial, en las posibilidades latentes que constituían, en su opinión, el mejor bagaje con que los edificios contaban para afrontar el futuro. La concepción de la arquitectura como fruto de una época le lleva de manera inmediata a la negación del subjetivismo: "Los templos griegos, las basílicas romanas y las catedrales medievales son significativas para nosotros como creaciones de toda una época más que como obras de arquitectos individuales. ¿Preguntamos los nombres de sus constructores? significado tiene la personalidad casual de sus creadores? Estos edificios son impersonales en su naturaleza."13 La arquitectura es producto necesario de una lógica de concebir el espacio y de materializarlo mediante un sistema constructivo, por lo que no debe depender de la voluntad subjetiva del arquitecto ni de la del usuario. "La arquitectura, en mi opinión, no es un asunto subjetivo."14
y por tanto la concibe como una disciplina autónoma, es decir, con las palabras anticipadoras de Durand, como "un art qui a un genre propre". La arquitectura, llevada a ser la expresión de una época, se configura en consecuencia como entidad que se orienta hacia un futuro inmutable al margen de la comprensión que de ella se tenga y del uso que de ella se haga. "Las obra de arte tienen vida propia; no son accesibles a todos. Si han de tener sentido para nosotros, debemos acercamos a ellas en sus propios términos."15 Cristalizando estos supuestos ideológicos, la arquitectura de Mies acabará siendo su producto necesario, neutro, imperturbable. La nítida delineación de sus aristas, la fría superficie de sus vidrios, la ligera elevación sobre el terreno, la falta de compartimentación interior, la desatención al uso, son características que sugieren ante todo la voluntad de afirmación de sí misma. Voluntad que la hace perdurar al margen del tiempo, el tiempo discontinuo y azaroso, y no deberse a nada que no sea ella misma ni contener nada para expresarse a sí misma. Frente a los hombres, fugaces y borrosas presencias, esa arquitectura se manifiesta perdurable, neutra, vacía.
111. EQUIVALENCIA, 11. Mies van der Rohe: "Arquitectura y modernidad"
(1924), e n op. cit., pág. 32. 12. Oswald Spengler: La decadencia
vol. [,
Madrid, Espasa Calpe, 1966, pág. 72. 13. Mies van der Rohe: "Arquitectura y modernidad", op. cil., pág. 31. 14. Mies van der Rohe: "A Conversation with Mies" (1963), entre éste y Gerhart M. Kallmann, en op. cit., pág. 72. 15. Mies van der Rohe: "Crítica sobre arte" (1930), en op. cil., pág. 40 .
52
DESMATERIALlZACIÓN, UNIVERSALIZACIÓN
En una conferencia pronunciada en Barcelona en 1983,Juan Navarro Baldeweg ponía de manifiesto la relación entre la actividad expositora de Mies y su arquitectura. Dicha relación está basada en el tratamiento que éste hacía de cada elemento para desplegar sus posibilidades hasta el límite. (El t ítulo de la conferencia era "El límite de los principios en la arquitectura de Mies"). La plenitud con que se presenta cada elemento hace que su relación con los demás sea de equivalencia, como sucede en la técnica de la exposición. "La moral de la exposición, en cierto modo, consiste en hacer que una entidad compleja se manifieste simultáneamente en un doble
sentido, como unidad y como parte, como parte que interviene en una totalidad pero que exige que las demás partes sean semejantes o equivalentes a ella."16 Con el aliento del neoplasticismo, Mies comienza a trabajar de forma explícita en la doble línea de profundizar en la naturaleza constructiva de cada elemento y de romper la relación jerárquica entre ellos sustituyéndola por otra basada en el equilibrio compensatorio. La obra ejemplar en esta línea es la Casa de Campo de Ladrillo; en ella no hay, en sentido convencio nal, fachada, tabiquería o ventanas, sino solamente planos, planos de ladrillo y cristal, transpa rentes y opacos, verticales y horizontales. Se desecha la relación de jerarquía e interdependencia en la que, por ejemplo, el muro era el intérprete de la extensión o la ventana el de la figurativi dad. Los componentes arquitectónicos, como los de las exposiciones, pasan a desempeñar pape les al mismo tiempo equivalentes e independientes. El Pabellón de Barcelona lleva a la plenitud esa forma de concebir y disponer los ele mentos arquitectónicos. Disciplinado po r la propia tarea constructiva, cada elemento resulta medido, meditado y tratado para extraer de él toda su potencia expresiva. Los mecanismos de relación topológica utilizados entre elementos lineales y planos son la yuxtaposición y el enfrentamiento, pero siempre buscando un equilibrio de presencias y superando la relación tra dicional fondo-figura. Al abordar el problema de la disolución de la jerarquía, Mies se alinea con una serie de artistas contemporáneos también interesados p or ese tema. "La situación tien de a un tipo de estructura plástica que asemeja a las consideraciones que más preocupan a artis tas de esta misma época, como puedan ser Jackson Pollock, Rothko o Newman."17 "La preocupación es desprenderse de la relación fondo-figura, la relación que hace que una cosa sea más pequeña que la otra o que esté e n la otra, que la contenga. Preocupación preanuncia da en esa investigación larga e n el último periodo de Mondrian p or hacer que las partes se ins talen en las generalizaciones que van de un lado a otro del cuadro, de izquierda a derecha, de arriba a abajo."18 Mies da a los componentes de su arquitectura valencias equivalentes, con lo que de su interacción se obtiene una resultante neutra. Se podría decir que las distintas voces emitidas se combinan para producir u n silencio. En consecuencia, cierto vaciamiento expresivo o frialdad que se da en la percepción convencional de la obra de Mies puede deberse a ese método compositivo. Juan Navarro ponía de manifiesto, en la conferencia mencionada, el carácter de laberinto que adquiere la exposición como algo "lógico, pensando que es un mecanismo muy seguro para conseguir la homogen eización espacia!. La exposición tiene que valorar, en todas sus partes, u n nivel de equivalencia, una cierta simetría. Simetría en el sentido de que los pesos de las cosas y los equilibrios entre ellas sean ponderados."19 C on el paso del tiempo, el equilibrio compensa torio se va transformando en plena simetría formal y en isotropismo. Es decir, evoluciona hacia un equilibrio menos tenso; paralelamente, su arquitectura va perdiendo densidad y adjetivación como fruto de los mecanismos que profundizan en esa línea evolutiva: la desmaterialización y la universalización.
3.6 Casa de
campo de ladrillo. Mies van
de r Rohe
(1923).
16. Juan Navarro Baldeweg: "El límite de los principios en
la arquitectura
de Mies", conferencia pronunciada el 7
de febrero de 1983 en Barcelona y transcrita en Técnica, invierno 1989, págs. 116-117. 17. Juan Navarro hace esta alusión respecto al comienzo de la etapa americana de Mies y, en concreto, al Crown Hall (1950-1956), teniendo en cuenta que Pollock comienza en 1947 a usar la técnica del dripping, Barnett Newman inicia en 1948 el tema de los Onements y Rothko llega a su pintura de campos de color en el salto de décadas entre los cuarenta y los cincuenta. N o obstante, la disolución de la jerarquía figura-fondo, Mies la plantea antes, y, como se ha dicho, ya es palpable en el propio Pabellón de Barcelona. 18. ¡bid., pág. 128. 19. ¡bid., pág. 118.
53
El proceso
de desmaterialización o de pérdida de densidad se hace manifiesto, primera mente, en el adelgazamiento de los muros y en la menor presencia que progresivamente éstos van teniendo. Los muros de diversos espesores (jugando con distintos aparejos) de la Casa de Campo de Ladrillo evolucionan hacia el muro de u n grosor único y menor. En las diversas pro puestas de casas-patio el muro, propiamente dicho, queda relegado a la delimitación del perí metro, mientras que el cerramiento de la edificación con el patio se reserva e nterame nte al acristalamiento continuo y homogéneo; simultáneamente, la compartimentación interior se reduce en extensión y espesor, estando más cerca del panel que del muro. Ya en la Casa Resor las particiones son simples paneles que no alcanzan ni el techo ni el suelo, evitando así rom per la unidad visual del espacio. En la Casa Farnsworth, el bloque de servicios tampoco alcan za el nivel
del techo. En el Crown Hall o en la Nationalgalerie, las particiones se reducen a unos exiguos paneles iguales, exentos y en situación simétrica. Juan Navarro pone de mani fiesto la semejanza de la función perceptiva que estos paneles desempeñan respecto al cerra miento vítreo y p or tanto a la luz, con una estructura compositiva utilizada frecuentemente por Friedrich, pero que también se encuentra en ciertas obras de Schinkel. Consiste en identificar la fuente luminosa (generalmente un sol crepuscular) con la fuga perspectívica, mientras que las figuras (la arquitectura de una iglesia, p or ejemplo, en el cuadro de Schinkel) se interponen entre el espectador y el fondo en el que aparece lafuentefuga. La disposición de los paneles ante el fondo luminoso que supone el cerramiento acristalado se inscribe en la tendencia a los meca nismos de presentación y ocultación que ponen en relación las arquitecturas de Schinkel y de Mies. En este sentido, los paneles que este último utiliza en los pabellones tienen una doble función de ocultación y sugerencia: "La vista de quien esté en el recinto debe sentirse conte nida, debe producirse una resistencia a la vista, pero a la vez, una esperanza de salir de ella, de ver otra cosa más allá."2o En el camino de la desmaterialización, parece que Mies quisiera mantener siempre algún residuo de mayor densidad. Unas veces se concreta en la formación de la chimenea (Casa de Ladrillo, casas-patio o casa Caine), otras veces en bloques translúcidos para iluminación. Los
20. ¡bid., pág. 121.
54
ejemplos anteriores, que siguen cronológicamente el orden con que se han citado, ponen de manifiesto cómo la resistencia a eliminar esos grumos de mayor densidad, que de alguna mane ra fijan como vástagos el espacio, se concilia con el proceso de desmaterialización y transpa rencia que experimenta el conjunto de su arquitectura. Al introducir dentro del pabellón de Barcelona un mínimo recinto iluminado e inaccesible, cerrado con vidrio translúcido, se pone de manifiesto el proceso de aligeramiento: el muro se convierte en luminaria, la materia queda en luz. La luz extensiva y natural, producto del proceso de transparencia de la fachada, se contrapone al bloque de luz concentrada y artificial en que devienen los muros interiores. En el Crown Hall, los dos machones de luz son los únicos elementos del interior que llegan de suelo a techo.
3.8
Catedral dominando la ciudad . K. F. Schinkel. proyecto. Mies van der Rohe (1938).
3.7
3.8 Casa Resor. Maqueta del
55
Lógicamente, en paralelo con la disminución en densidad y extensión del muro, fue ganando importancia el acristalamiento. Desde el gótico, el aumento de la superficie acristala da en la arquitectura ha respondido a u n deseo de desmaterialización y de mayor permeabili dad a la luz. "En una película documental producida p or su hija Georgia van der Rohe, a Mies, con ochenta años, se le preguntaba qué era lo que le gustaría construir que aún no hubiera construyó propiamente ninguna catedral, pero sí que uti he<:ho. Una catedral, contestó."21 lizó los dos principios básicos del arte gótico: el uso expresivo de la estructura y la búsqueda de la luz. Luz, juego de brillos, materiales preciosos y preciados ... Mies parece que nos remite a esa línea de arquitectura que intentaba materializar la Jerusalén Celestial que San Juan en el Apocalipsis describía como "de oro puro, como cristal, transparente". La luz en el pensamien to medieval (fundamentalmente analógico) es sinónimo de pureza. Dice Dante: "La luce divi na penetrante per I'universo secando degno" 22. Transparencia y brillo, cualidades asociadas a la luz, serían así los atributos de los objetos más cercanos a la divinidad. Dionisia Pseudoareopagita, en su Teosofia , identifica ellogos divino con la Luz verdadera. "Dios interpo ne imágenes entre Él y nosotros. Esas pantallas son la Sagrada Escritura y la naturaleza, que nos presentan imágenes de Dios .. ."23 Cómo no recordar los paneles de material es preciosos en la arquitectura de Mies que son, po r una parte, brillantes pantallas y, p or otra, resistencias inte riores a la luz .
21. Fran z Schul ze. op. cil.• p á g. 309. La p elícula va n d er Rohe. producida en mencionada se titulaba 1979 y dirigida p or su hija Georgia van d er Rohe.
22 . Dante Alighieri. "Paraí so" de la Divina C omedia. ca nto XXXI. 22 Y 23 . tomado e n italiano d e Otto v an S imson: tica. Madrid. Alianza. 1980. La caled ralgó 23. Otto v an Si mson . op. cil.• p ág. 72 . 24. M ies va n d er Ro he. en e nt revi sta de Eifler-C onrad s reproducida p or Fr anz S chulze. op. cil.. p ág. 112 . 25. Mi es van der Roh e. recogido en E scr it os, di álogos y discursos. o p. cil.• pág. 12. 26. James Mar ston Fitch. prólogo a E senios.... op. cil.• p ág. 12.
56
Como conclusión en el sentido de la idea expuesta al comienzo - la búsqueda de la iden tificación entre arquitectura y verdad-, se puede afirmar que esa verdad que Mies buscaba la vislumbró en la lógica estructural, en la transparente limpieza de sus cerramientos, en la des materialización y vaciamiento de sus interiores. La universalidad o, mejor dicho, la débil caracterización funcional de los espacios en su arquitectura es una vocación, unas veces larvada, manifiesta otras, pero detectable a lo largo de toda la vida profesional de Mies. La escasa preocupación p or los programas de sus edificios en aras de la resolución de los aspectos fisicos de los mismos se hace patente en sus propias decla raciones. En los años veinte decía a su compañero de estudio, Hugo Haring: "Pero hombre, ¡haz los espacios lo bastante grandes para que se pueda uno mover libremente po r ellos, y n o sólo en una dirección predeterminada! ¿O es que estás completamente seguro de cómo se van a usar? No sabemos en absoluto si la gente hará con ellos lo que nosotros esperamos. Las fun ciones n o son tan claras ni tan constantes; cambian más deprisa que el edifici024." James Marston Fitch recoge las siguientes palabras de Mies respecto al proyecto del Pabe llón de Barcelona: "Era el trabajo más difícil con el que me enfrenté, porque yo era mi propio cliente. Podía decidir lo que debía ser un pabellón"25, a lo que James Fitch apostilla: "Retros pectivamente, es fácil decir que la grandeza del pabellón está, precisamente, en la falta de pro grama"2 6. Si el Pabellón de Barcelona era u n edificio sin función, destinado a exhibir el diseño y la tecnología alemanas, los proyectos en el campus del IlT plantean ya la universalidad del
3.9
espacio como contenedor polivalente. Según Mies, a esto le llevó la falta de programa inicial: "Teníamos que construir edificios escolares, y a menudo no sabíamos para qué serían utiliza dos. Así que tuvimos que encontrar un sistema que hiciera posible usar estos edificios como aulas, talleres o laboratorios"27. Evide ntemente, aquella carencia no entorpeció la labor de Mies, sino más bien al contrario. Una parte no desdeñable de la hostilidad hacia la arquitectura de Mies se ha debido a la despreocupación p or el programa y la función. El crítico Max Berg, al comentar la propuesta de Mies en el concurso para u n edificio de oficinas en la Friedrichstrasse, convocado en 1921, hacía patente su aprecio p or los valores de la propuesta diciendo que "procura la máxima sim plicidad..., el concepto más amplio..., en un esfuerzo enriquecedor p or dominar el problema fundamental de un edificio e n altura"28, pero al mismo tiempo ponía de manifiesto que la razón de su no selección era la falta de consideración hacia las reglas del concurso en cuanto a disposición y programa del edificio. Al relatar este hecho, su biógrafo, Schulze, añade: "Así pues, ya en su primer proyecto importante de la posguerra, Mies trataba de reducir un proble ma edificatorio a lo que él consideraba sus principios morfológicos esenciales y de dotar a su solución de u na aplicabilidad y un significado universales"29. Los reproches que desde ese momento sufrió su tendencia a obviar los requerimientos funcionales, los sorteó Mies como mejor pudo, pero en ningún caso dieron lugar a una des viación de su interés exclusivo por el proceso arquitectónico-constructivo. Incluso a raíz de su última obra, la Nationalgalerie de Berlín, tuvo que justificarse ante este tipo de críticas: "Es una sala grande que naturalmente supone grandes dificultades para exponer obras de arte. Soy per fectamente consciente de ello. Pero tiene tales posibilidades que simplemente no puedo tener
3.10 3.9 Crow Hall.
Imagen exterior. Mies van (1950-56). 3.10 Crown Hall. Interior.
27. Mies van der
der Rohe
Rohe: "A Conversation with Mies",
op.
cil., pág. 70.
28. Max Berg : "Der Wettbewerb der Turmhaus Gesellschaft" (1922), recogido en Mies van da Rohe. Una biografía crítica, op. cil., pág. lO!. 29. Franz Schulze, op. cil., págs. 101-102.
57
3.12
3.11
Pabellón de Barcelona. Exposición Universal de 1929. Mies van der Rohe. 3.12 Pabellón de Barcelona. Interior. 3.13 Neue Nationalgalerie. Berlín . Mies van der Rohe (1962-68) . 3.11
A
r 3.13
58
en cuenta esas dificultades"30. posibilidades eran esas que podían hacerle pasar p or alto las dificultades para exponer obras de arte en una galería expresamente dedicada a ello? Evidentemente, la arquitectura de Mies manifiesta primordialmente una manera de apreciar e! espacio, de usar los materiales y de ejercitar la lógica constructiva. Junto a esos aspectos de lo que sería una voluntad positiva parece intuirse otra voluntad, negativa -u n miedo- que le llevaría a evitar e! compromiso funcional de su arquitectura. Arquitectura que es, en símil lingüístico, intransitiva, se expresa a sí misma. Sus elementos se integran en un orden cerrado, en un cuidado equilibrio cuyo mantenimiento no permite la introducción de cualquier otro elemento ajeno a la propia arquitectura (entendiendo como tal también e! mobiliario estricto que adjetiva el espacio). Ese orden acabado y excluyente hace que funciones y presencias parezcan efImeras ante la perdurable presencia de! edificio.
IV. EPílOGO La impresión de clasicismo que se tiene ante la arquitectura de Mies proviene de su regularidad, equilibrio y coherencia, pero la razón profunda que la enraíza con lo clásico es e! planteamiento de que la obra es la materialización de un modelo. No es que Mies tuviera un
arquetipo arquitectónico prefigurado y completo como un orden griego; pero, contaminado y a un tiempo sustentado po r abstracciones como la de! "espíritu de la época", ese ideal existía y era e! motor de su pertinaz búsqueda. A medida que Mies recorría e! camino de su obra en pos de aquel borroso ideal, se va zafando de los condicionantes que pudieran violentarlo (función, ubicación, etc.). Mientras tanto, su arquitectura va desmaterializándose y regularizándose, es decir, se va cargando de atributos que son propios de los modelos. A su vez, e! ideal arquitectónico, que al comienzo no pasa de una declaración de principios, va alimentándose y conformándose con la propia experiencia proyectual. Así es como arquitectura y pensamiento se acercan hasta mantenerse a la distancia justa que siempre separa la idea de la materia. El desprendimiento de los condicionantes concretos le va n llevando hacia una arquitectura no adjetivada, no comprometida con lo inmediato, que se justifica, como e! Pabellón de Barcelona, p or sí misma. Es po r esa exclusión de lo contingente, p or lo que en su arquitectura se aprecia un fuerte componente de vacuidad, fruto de! proceso reduccionista que en sus últimas obras lleva a u na admirable economía expresada e n e! aforismo menos es más.
30. Mies van der Rohe , cilado en la película de su hija Rohe. Una Georgia, ya mencionada , en Mies v an biograjla crítica, op. cit., págs. 319-320.
59
CAPíTULO IV
LO FLEXIBLE, LO MUDABLE
No tiene nada mi choza en primavera. Lo tiene todo.
SODÓ
La montaña y el jardín
penetran; la habitación en
verano.
BASHÓ
Bajo el mismo techo durmieron las cortesanas, la luna y el trébol.
BASHÓ
4. 1 Elementos de arquitectura doméstica japones a:
1. ABIERTO,
DÚCTIL Y VAcío,
EL ESCENARIO
DOMÉSTICO
Al contemplar el interior de una casa japonesa se siente que la mirada puede des lizarse con una fluidez mayor que lo habitual. Vaga por el interior sin nada que reclame su atención hasta depositarse suavemente sobre el fondo de los planos que cierran la edificación. Éstos, definidos geométricamente mediante divisiones y tramas rectangulares en colores matizados (hueso y corteza), se conjuntan en u n ho mogén eo silencio figurativo. Los tatami, soji,fusuma constituyen el adecuado fondo para un doble vacío. Encontramos un interior vacío de muebles, de objetos, que refiere al otro vacío, el de la ausencia humana. El interior de la arquitectura doméstica del Japón no admite esos ídolos en que se convierten muebles y objetos al imponer su protagonismo como sucedáneo de la presencia del hombre. El interior japonés se propone como una patena sobre la que la vida resalta con la máxima intensidad. Se descorren los paneles y la imagen del jardín se introduce sin interferencias. Entra el hombre y el espacio se convierte e n un íntimo y propicio escenario. Los movimientos pueden ser precisos, conscientes, rituales, pues n o hay obstáculos que evitar ni muebles que usar. Los objetos son desplegados según estricta necesidad p or la persona que los va a utilizar, inmediatamente después de haber cumplido con su misión son retirados hasta la próxima vez en que se les requiera. De esta manera, una vez desaparece la presencia personal, los objetos no se arrogan el protagonismo dado p or la inmanencia de u n uso ya concluido. El vacío de la casa tradicional japonesa es la manifestación, al mismo tiempo asequible y depurada, de u n entramado cultural. Profundo entendimiento de la naturaleza, sentido del cambio y de la mutabilidad, adaptación constructiva (al clima, a los materiales disponibles, a los fenómenos telúricos), austeridad zen y funcionalidad ritualizada confluyen para dar como resultado este tipo de espacio en el que el vacío se hace acogedor y sosegado, útil y flexible. En el espacio vacío del interior japonés n o se instala el olvido; sus materiales naturales y su orden denotan espera, vigilia. En este vacío sutil y depurado late la providencia.
Tatami - suelo Shoji - paneles exteriores Fusuma - paneles interiores Hisashi - porche Shok i n- T ei. Katsura.
11. ANTECE DENTE S
En el reverso de un espejo de bronce del siglo IV encontrado en Samida (prefectura de Nara), aparece un relieve en el que se representan cuatro alzados de casas. En esta primitiva imagen están ya los caracteres que serán las constantes de la arquitectura doméstica japonesa: estructura reticular independiente del cerramiento, suelo elevado sobre el terreno, prominentes tejados y ligeros paramentos de entramado de madera o de trabazón de fibras vegetales. 63
La introducción en Japón del budismo llevó consigo una mayor permeabilidad a la influencia de la arquitectura china. La cubierta con teja, la policromía en columnas y vigas o la introducción de la pagoda son ejemplos de la influencia continental. No obstante, la arquitectura doméstica mantiene sus principios autóctonos en mayor medida que la religiosa, y cuando cesa el impacto de la novedad se vuelve a la línea evolutiva que maneja los elementos tradicionales. El tipo originario del que se tienen noticias históricas se compone de una zona central, la propiamente usada para habitación, llamada moya. Estaba delimitada estructuralmente por cuatro gruesas columnas cilíndricas de madera. A dos lados de este cuerpo se disponían unos porches (hisashl). Co n el tiempo estos acaban rodeando totalmente el cuerpo central, a manera de galería. Incluso se añade otra línea exterior de galería (mago-hisashl). Los materiales bási-
4.2
cos son la madera en estructura, paredes y suelos, y la corteza de ciprés en la cubierta. La disposición descrita anteriormente es la típica del pabellón principal o shinden, de donde toma nombre este periodo de la arquitectura japonesa. El conjunto residencial en estas mansiones aristocráticas se componía de edificaciones separadas o únicamente enlazadas por galerías. "Visualmente las diferentes partes del jardín quedaban unidas entre sí porque las galerías no tenían paredes laterales. Aislar y al mismo tiempo unir los espacios fue uno de los conceptos fundamentales de la organización espacial de la arquitectura japonesa."1 La convulsa Edad Media del Japón tiene su reflejo en la evolución de su arquitectura. Las gruesas columnas cilíndricas del cuerpo central se sustituyen p or los ligeros soportes de sección cuadrada del hisashi, con lo que se consigue la homogeneidad estructural. Este paso es muy importante pues dará lugar al entendimiento pautado y normalizado del espacio y que se formula mediante el concepto de ma. Las mamparas fijas de compartimentación interna se sustituyen po r paneles correderos. Las pesadas puertas macizas dejan paso a otras translúcidas y
ligeras de papel de arroz sobre bastidor de madera (ShOjl). El suelo se cubre con esteras de fino entramado sobre un breve colchón de 6 cm de paja (tataml). En la pieza principal aparece el tokonoma, alcoba especialmente significada, con el fin de colocar pinturas, adornos florales y 4.3 4.2 Planta
del Kojoin de Miidera (Ozu). Ejemplo de construcción tipo shoin.
4.3 Planta
del Riokaku-Tei. Pabellón del Templo de Ninna-Ji. Kyoto. Ejemplo de construcción naturalista en estilo sukiya. 1 Sala principal (hiroma). 2 Sala para la ceremonia del té. 3 Entrada de los invitados (nijiri-guchl). 4 Tokonoma.
64
otros objetos singulares. Este espacio, de suelo ligeramente elevado y dotado de estantes, solía tener una ventana c on antepecho (shoin-mado). El conjunto de la composición, conocida como shoin, da nombre a este estilo arquitectónico que alcanza la plenitud en los siglos XVI y XVII. "Al contrario que en la amplia planta del ceremonioso estilo Shinden, los diferentes aposentos se disponían, en el Shoin, de manera más orgánica. (oo.) Aun cuando el volumen estuviese dividido en aposentos, los paneles corredizos podían retirarse y el espacio interior de la residencia de estilo Sho in se parecía al de una Shinden."2 "Los militares imp ortantes, al suprimir los refinados ritos de la corte imperial, habían transformado el solemne estilo Shinden; sus ceremonias y el arreglo de los salones oficiales y particulares de sus mansiones reflejan las estructuras y relaciones en la sociedad feudaL"3
I
Paralelamente al estilo Shoin se desarrolla el estilo Sukiya. significa cabaña o pabe llón. El Zen toma del taoísmo el tema del retiro solitario y cont emplativo en la naturaleza. La cabaña taoísta se convierte, para la sociedad aristocrática , en el pabellón en medio de un cuida los elementos arquitectónicos, la organización del espacio y el sistema cons tructivo son similares a los del estilo Shoin , las construcciones están impregnadas de una sensibilidad especia!. La decoración desaparece, la naturalidad prima, los materiales muestran sus colores y texturas originales, la integración interior-exterior es máxima. El espacio construido apado jardín. Aunque
rece de una forma neutra . Todo aboca a la concentración en la figura humana y en el marco natu ral del jardín. El palacio de Katsura es el mejor ejemplo del estilo Sukiya . Fruto del mismo espíritu surge el pabellón o casa de té, donde, a pesar de lo restringido de sus dimensiones y lo específico de su función, el estilo Sukiya llega a su máxima depuración.
4.5
4.4 Casa Yoshimira. A. Cocina y lugar de trabajo. Su suelo es de piedra . El resto d e la casa se modula c on los tatamis a un nivel elevado. 4.5 Encuentro entre el ka (antiguo) shain y el shu (intermedio) shain . Katsura.
4.4
1. Tomoya Masuda y Yukio Futagawa:]apón, Barcelona, Garriga, 1971 (Co l. "Arquitectura Universal"), pág. 94 . 2. Ibíd., págs. 95 -96. 3. Ibíd., pág. 96.
65
111. LA PAUTA
e
o
...
"En japonés, la p alabra ma es u n concepto que incorpora el espacio y el tiempo, y estric tamente en términos espaciales, es la distancia natural entre dos o más cosas que se encuentran en continuidad, o e! espacio delimitado por pilares y mamparas ( la habitación) o, en términos temporales, la pausa natural o intervalo entre dos o más finómenos que discurren en continuidad. (Estas definicio
4.6 4.6 Planta
del palacio de Katsura. de Katsura. Vista aérea.
4.7 Palacio
4. Arata Isozaki: "Ma: Japanese Time-Space", en japan Architect, 7902, pág. 70. 5. Michael Random: japón: la estrategia d e lo invisible, Madrid, Eyras, 1985, págs. 137-138. 6. Arata Isozaki, op. cit., pág. 72 .
66
nes provienen del Iwanani Dictionary 01 Ancient Terms). El japonés antiguo no conocía e! siste ma serial occidental de tiempo y espacio. Ambos, tiempo y espacio, fueron concebidos como intervalos, y así se refleja en e! Japón actual en conceptos básicos del medio ambiente y del diseño de! jardín, en las artes de la vida diaria, arquitectura, bellas artes, música y teatro . Todas estas disciplinas pueden ser llamadas las artes del ma."4 A su vez, e! espacio concebido como ma tiene un aspecto sintáctico: es un espacio refe rencial. "En e! Japón, todo depende siempre de ma. Tanto e! arte de! combate como la arqui tectura, la música o e! arte de vivir, la estética, e! sentido de las proporciones o la organización de un jardín, siempre d ependen de un conjunto de significaciones que enlazan unas con otras, y dependen las unas de las otras y están en función del ma. (...) Detrás de cada cosa está ma, e! espacio indefinible que es como e! acorde musical, e! intervalo justo y su mejor resonancia."s En e! plano arquitectónico ma es e! lugar donde se vive cotidianamente, la casa. El sentido cohcreto y cotidiano de esa forma de concebir e! espacio se sobrepone, sin embargo, al mero aspecto mensurable. "Ma -u n espacio donde se vive- no comienza a tomar sentido hasta que no tiene indicios de vida humana."6
IV. LA ADAPTACiÓN
"Hay ausencia de muebles en la pieza japonesa. Únicamente una mesita baja en el centro de la habitación reúne a los habitantes alrededor durante el día, y se pone a u n lado cuando llega la noche, para dejar libres los tatami y permitir instalar losfuton para dormir allí."7 En Occidente, las distintas piezas de la casa (comedor, dormitorio, salón, despacho ...) tienen funciones determinadas. Su espacio interior se caracteriza po r los muebles y utensilios específicos de la función asignada. En ausencia del habitante, aquéllos, como si fueran una especie de sicarios, se adueñan del espacio. Incluso la presencia humana se ve a veces limitada y tiene que ceder parte de su protagonismo a ese mundo de objetos.
4. 8 Tokonoma. Tai-An 4.9
7.
(Myoko-An). Palacio de Katsura. Detalle de acceso.
Arata Isozaki , op. cit., pág. 73.
67
El espacio interior de la casa tradicional japonesa es un marco neutro que no se activa sino con la presencia personal. El mobiliario propiamente dicho es muy escaso, e! resto de los utensilios se guardan en armarios, e! tatami es e! lecho extensivo para sentarse. La jerarquía de las habitaciones no responde a criterios funcionales sino de situación y tamaño. Su dimensión, así como la ambientación, pueden ser totalmente variables. Los paneles móviles interiores lfusuma) permiten incorporar varias piezas contiguas. Los shoji o puertas correderas exteriores permiten prolongar visualmente e! ámbito de la pieza. Superficie, luz y apertura son perfectamente controlables, adaptándose a la voluntad y necesidad del residente. Si bien no hay jerarquías funcionales en la casa, sí existe un lugar especial. Es e! tokonoma, e! lugar privilegiado que se dispone en una parte de la pieza. En esta especie de mínima alcoba se cuelga una pintura y a su pie se coloca un arreglo floral; alIado, en una estantería, se exponen objetos señalados o especialmente queridos. "A menudo esos objetos eran importados de varias partes de! mundo, pero se conjuntaban según unos principios determinados, conformando un microcosmos que se parece, en algunos aspectos, a la manera en que eran citados en la literatura clásica china y japonesa en sus tradicionales formas poéticas como e! waka (poema de treinta y una sílabas) y el haiku (poema de diecisiete sílabas)."8 4.10 Interior japonés. Tatami y pequeño 4.11
El pabellón
armario. central del palacio de Katsura
desde el jardín.
8. Héléne Cornevin: E. Grech, 1984. , pág. 51.
68
Guía Delta", Madrid,
4.12 Interior-exterior. El paisaje penetra bajo los soji. Kohon-an de Daikotu-ji . (Kyoto)
v. EL MARCO La estrecha
relación que tiene la cultura tradicional japonesa con e! mundo natural hace que se consideren las realizaciones humanas como prolongaciones de aquél. La casa y sus materiales -madera, corteza, caña, pape! de arroz ..., utilizados con sus colores y texturas originalesse entienden como una traslación metamorfoseada de! paisaje circundante. Dentro de esa actitud de integración en la naturaleza, las ordenaciones repetitivas o simétricas son rechazadas por exceso de rigidez, por n o reflejar la compleja fluidez de lo vital. Por ello, la disposición de planta de la casa japonesa (especialmente la aristocrática) se organiza con una gran libertad en e! engarce de sus cuerpos, buscando e! efecto no predecible y e! mayor contacto posible con e! exterior. Los espacios intermedios entre e! exterior y e! interior siempre han proliferado en la arquitectura de Japón. Aleros y porches (hisashz) suponen una sutil incorporación de! interior al entorno. En e! estilo Shoin, con la introducción de los cerramientos correderos (shojz) , la 69
4.13 4.14
Hisashi estilo sukiya. Shokin-Tei de Katsura. Interior-exterior. Shokin-Tei de Katsura.
4 .14
70
penetración del paisaje en el ámbito de la habitación es completa. Aunque es c on el Sukiya con esta presencia de lo natural, gracias a la vaciedad del espacio interior y a la esencialidad de sus paramentos, alcanza una intensidad que trasciende lo puramente sensorial para transel que
formarse, siguiendo
la inspiración
del budismo zen, en una experiencia de carácter místico.
La luz del sol que penetra po r el perfecto rectángulo del shoji descorrido va marcando la variación de la jornada. La luz intensa del mediodía deslumbra la escena, desdibuja los entra-
y van haciendo aún más oscuro el color de la madera de paredes y techo. El sol declinante penetra en la habitación manchando el tatami con luz cribada por los árboles. El color fulgurante del jardín en primavera o en otoño hace aún más átonos los crudos colores del interior (marrone;, nácares y ocres); entramados geométricos e isótropos ofrecen un desvaído contraste con el rugoso y jugoso, brillante y pormenorizado jardín. convierte en silencioso marco de la escena natural. Dentro, dos estilizaciones de la naturaleza, la pintura y jardí n com o solistas en una inte rpre taci ón polifóni ca.
El espacio
el arreglo
de
la habitación se
floral, dialogan con
el
VI. LA PRESENCIA La arquitectura tradicional japonesa supo imbuir a los interiores el sentido de lo incompleto. En Occidente, un interior n o habitado puede resultar autosuficiente en su quietud. El interior de la casa japonesa está tratado para parecer vacío cuando está vacío. Cuando se produce la ausencia
de personas
se sume
en un silencio figurativo total.
En una habitación cerrada, la vista resbala por paredes y techo, pues ningún mueble se erige en protagonista, sin encontrar interlocutor. Sólo el tokonoma es una reserva, es otro ámbi-
punto de extraordinaria condensación al margen del escenario. Es un espacio, el del interior japonés, que no se activa más que con la presencia humana. La inestabilidad estática marcada por el vacío se convierte, con la presencia, en plenitud dinámica. Espera y acción constituyen las dos formas, una latente y otra actual, del continuo cambio. to;
es un
El vacío,
po r tanto,
tectura japonesa.
es un
valor primordial en
Tal es así que sukiya quiere
el entendimiento
del espacio de la arqui-
decir, etimológicamente, "casa del vacío."9
"El espacio japonés siempre está unido a la sublimación del vacío. En efecto, para vivir en un espacio con la mayor libertad es necesario de antemano crear el vacío. Después, el vacío será ocupado de alguna manera. Pero la vibración del vacío y su presencia deben permanecer sensibles."lo
9. "S uk.i expresa el sentido de apertura, el espacio vacío
(Suki-Kun); designa un gusto especial por la disposición
de los objetos. E n las artes marciales suki designa el vacío cerebral, el momento de la inacción.!I Michael Random, op. cit., pág. 201. ID. Ibíd., págs.
138·139. 71
CAPíTULO V
EL CLARO EN EL BOSQUE
5.1 Vista
aérea del
recinto d e Ise enclavado
en el
bosque.
1. ESCENA INICIAL
Amanece sobre Uji. La luz inaugural palpa la tupida superficie de! bosque en busca de! lugar sagrado. El claro que se recorta en la compacta selva de sakaki 1 está vaciándose de sombra. Los guijarros de! kodenchi2 se iluminan. Amaterasu posa sus pies suaves y calientes en e! recinto vacío. Es la víspera de! shikinen sengu3 o sagrada renovación de! Kotai Jingu4 de Ise. Arnaterasu pasea despacio por la vacuidad de ese lugar donde mañana germinará e! nuevo templo. En su inconmensurable memoria, Arnaterasu recuerda todas las shikinen sengu que allí se han sucedido. Antes, recuerda e! primitivo iwakura s que una piadosa y remota alma intuyó como el lugar p or ella elegido para su reposo. Recuerda e! himorogi6 y cómo fue agrandando e! recinto, cómo se sustituyó la cuerda por la primera empalizada y alrededor de ésta se levantó otra y otra y otra más. Amaterasu calienta con sus pies los guijarros. Lentamente llega al shin no mihashira7 y recuerda la estatura de todos los anteriores "pilares sagrados de! corazón" y junto a cada uno de aquellos postes ve la imagen de! emperador de! que era medida. Sonríe al pensar en las múltiples interpretaciones que los hombres de Nihon habían dado a aquel simple tronco erecto: la lanza celestial que Izanaki e Izanami 8 usaron para crear la Tierra; e! esqueje de! que nacerá u n nuevo organismo de arquitectura sagrada; e! pilar que soporta la nación y cuya estatura es la de! emperador; e! ombligo que une e! mundo de las presencias y e! de las ausencias. Arnaterasu piensa en todo esto y sonríe por la inocencia de los hombres que necesitan buscar significados a las cosas y también sonríe por e! fervor con que se entregan a esa necesidad. Arnaterasu avanza hacia e! shoden9 , su mirada ilumina la ajada madera que pronto se ofrecerá al shikinen sengu. En e! exterior se oyen voces. Hay un grupo de personas. No tienen aspecto de turistas al uso. Un o de ellos es oriental. Es quien habla en este momento, se llama Arata Isozaki y es arquitecto: "La clave que ha tenido e! hombre para la percepción de! espacio ha sido la naturaleza visible, y la manera en esta interpretación ha sido hecha ha dependi do fuertemente de las distintas visiones de la naturaleza y el cosmos que han prevalecido en los distintos periodos de la historia humana. El antiguo japonés se valía probablemente de la naturaleza en sus esfuerzos por dar corporeidad visual y forma a las divinidades (kaml), y e! modelo imaginario abarcaba e! universo entero para simbolizar a esos kami. Contemplado como un modelo de todos los kami, e! sol en su movimiento determinaba los conceptos de tiempo y espacio y daba lugar a la consabida serie de oposiciones como
1. Ciprés japonés. 2. Área qu e ocupó el templo anterior e n la renovación periódica. 3. Renovación periódica de los templos sintoístas. 4. Recinto del santuario. 5. Primitivo santuario natural compuesto por un grupo de rocas en el bosque. 6. Recinto q ue delimita el espacio de u n compuesto po r cuatro postes y u n cordel tendido entre ellos. 7. "Primordial pilar del corazón", soporte central e n el que se apoya el Shoden o santuario que se mantiene al desmontarse el templo e n las renovaciones periódicas. 8. Pareja de hermanos a los q ue se debe la primigenia creación de dioses y tierras. 9. Pabellón principal donde se guarda el objeto sagrado en el caso d e Ise el espejo d e Arnaterasu. "Por lo q ue se refiere a la relación entre el pilar y el emperador, el Gyokusen-shu, libro escrito p or Tamaki Shoei, de la escuela sintoísta Suika, muerto en 1736, revela la siguiente costumbre tradicional, transmitida oralmente: e n los tiempos antiguos el tronco para el shin estaba a cargo del daiguji (sumo sacerdote), no que en su calidad de administrador jefe lo talaba más o menos a la medida, l o colocaba en una caja y lo llevaba a la capital. El emperador lo sacaba d e la caja, marcaba en él la medida de su estatura y l o devolvía a Ise. Entonces el daiguji cortaba personalmente el leño según las medidas indicadas y lo transformaba e n u n shin no mihashira." Taryo Obayas;: !zumo, Madrid, OrbisMontena, 1985, págs. 44-45.
77
10. Arata isozaki: • Ma: Japanese Time-Space", e n japan Architecl, 7902, pág. 70. 11.1bfd., pág. 71. 12. Ibfd., pág. 77.
78
día y noche, luz y sombra, mundo divino y mundo terreno (el mundo del hombre). El antiguo japonés descubrió indicios de estas divisiones en su entorno natural. Montañas sagradas, rocas y árboles tenían connotaciones de divinidad, y en ellos creía como portadores de abundantes elementos de espiritualidad, creía que también eran kami y que habían descendido a la tierra de acuerdo con sus específicas características. Los lugares santos (yorishiro) eran a veces delimi tados p or el levantamiento de cuatro postes, uno en cada esquina del recinto y delimitando el área con una simple cuerda. Creían que los kami descendían dentro de dichos recintos, los cua les estaban generalmente vacíos. Los propios actos de preparación de este espacio y de espera al descenso del kami tuvieron una inmensa influencia en las posteriores formas de concepción del espacio-tiempo."lo Ahora señala el área del kodenchi que pronto ocupará el nuevo templo renovado y con tinúa: "El espacio era concebido como un vacío -como el vacante lugar sagrado- y los conta dos objetos concretos eran concebidos para estar dentro de ese vacío. Se creía que los kami des cendían para sentir esos vacíos con fuerza espiritual (chz). La percepción del instante en que esto sucedía fue siendo decisivamente importa nte para los empeños artísticos. El espacio era perci bido identificándolo con los sucesos o fenómenos que en él ocurrían; esto es, el espacio se per cibía solamente en relación con el fluir del tiempo."ll Se ha vuelto hacia sus acompañantes y mira sus rostros mientras prosigue: "Ma es la forma de indicar el lugar donde descienden los kami. Cuando los fieles querí an invocar a los kami, preparaban un lugar sagrado (himorogz) po r el sencillo medio de situar cuatro postes en las esquinas de u n rectángulo vacío alrededor de la columna en la que se creía que podía residir la divinidad. A menudo este rectángulo vacío estaba encerrado por una sim ple cuerda tendida entre los cuatro postes. Ésta es la simple y original manera japonesa de deli mitar el espacio. Esta forma de delimitar el espacio se extendió a la arquitectura tradicional, así como el uso de grava blanca o guijarros como suelo en la zona sagrada evolucionó hacia los llamados jardines secos (kare-sansuz), compuestos únicamente p or arena y piedras para simbolizar la pre sencia del agua."12 Por un momento se hace el silencio; mientras, miran el suelo de piedras encendidas p or la luz de la mañana. Después la voz prosigue su explicación: "Originalmente la palabra utsuroi significaba el momento preciso en el que el del kami sentía el vacío. Más tarde pasó a significar el momento en el que la sombra del kami apa recía desde el vacío. La idea de kami está en la base de las expresiones estéticas japonesas sobre los cambios de la naturaleza. El envejecimiento de las cosas, el marchitarse de las flores, el fluc· tuar del pensamiento, las sombras cayendo sobre el agua o sobre la tierra son los tipos de fenó menos que más profundamente impresionan al japonés.
El gusto por e! movimiento en estos fenómenos impregna la concepción japonesa de! espacio arquitectónico en e! que, po r ejemplo, u n paramento de tablas puede parecer transparente al permitir la penetración de la luz y de líneas de visión. Se percibe en este espacio la fluctuación de las sombras, un momentáneo cambio entre los mundos de la realidad y de la irrealidad. Ma es e! vacío momento de espera para ese cambio."13 Vuelve el silencio. Parece que ha terminado e! tiempo de la explicación y comienza e! de la observación. El grupo se aleja desplazándose junto a la empalizada mientras contemplan el interior de! recinto; cruje la grava bajo sus pies.
11. SINTOíSMO La sensibilidad de! sintoísmo hacia la naturaleza es extrema. Los kami pueden tomar forma de río, de piedra o de ciprés. La única razón suprema es la de la vida. "Shinto sólo se interesa po r la vida y po r todas las edades de la vida. La vida terrestre es un acontecimiento feliz, una satisfacción que desea e! espíritu divino."14 La manifestación de esa razón vital es "e! sentimiento de que todas las cosas son como las olas de un océano que simboliza la eternidad; sobre ese fondo inmutable todas las cosas aparecen y se expresan e n una constante evolución"15. "La consciencia de la impermanencia de las cosas da e! sustrato a la escatología japonesa, según la cual e! hombre debe adaptarse a vivir e! momento por e! momento sin esperar la salvación de la inevitable catástrofe."16 Todos los seres llevan en sí un proyecto vital (de naturaleza animal, vegetal o mineral). La plena consecución de esa potencia es objeto de reverencia, y e! ser que se realiza en plenitud es digno de convertirse en un kami. El lugar que ocupa se rodea con una cuerda sujeta a cuatro postes formando un cuadrado . El recinto así delimitado, un simple enmarque de! elemento natural, es e! santuario primigenio, e! himorogi. Entre los más primitivos santuarios naturales se encuentran los iwakura , consistentes en grupos de rocas en continuidad natural con e! resto del entorno y en los que se creía que moraban los kami. El carácter panteísta de esta epistemología religiosa se hace patente en la fiesta en la q ue un espejo es llevado en procesión p or campos y pueblos; sucesivamente, po r ese espejo, en e! que se identifica la divinidad, pasan árboles, rocas, rostros, animales. El sintoísmo "es una re!igión inmanente, es decir, que se basa en la manifestación de las mil y una formas de la realidad que constituye e! espejo de lo divino"1 7. Los tres elementos esenciales de la liturgia sintoísta son la purificación, la ofrenda y la invocación. La purificación simboliza la constante renovación, así como la eliminación de todo lo que pueda recordar a la muerte. Purificar es restablecer la armonía primitiva.
5.2 Santuario
Natural. (Yorishiro) . Hibara (Nakurai). 5.3 Gohei (rogativas en papel) y gavillas votivas de arroz en la empalizada (Tono Tamagaki) . Ise .
13. !bid., p ág. 78. 14. Michad Random:]apón: la es tr at egia de lo invisible , Madrid, E yras, 19 85, p ág. 120 . 15. A rata is oz aki, o p. ci t. , pág. 79.
16. Michael R and om , op. cit., p ág. 124 . 17. ¡bid. , pág. 120.
79
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5.4
18. Arata Isozaki, op. cit., pág. 75. 19. Taryo Obayasi, op. cit., pág. 11.
80
Mediante la ofrenda el fiel comparte con el kami los bienes recibidos. La ofrenda más tra dicional es la gavilla de arroz, que se cuelga del cordel sagrado del himorogi o de la empalizada del santuario.Ju nto a las gavillas, o p or separado, los fieles escriben en pequeños papeles (gohel) sus deseos, sus dudas o sus faltas. La invocación es la llamada al kami para que abandone el reino de las sombras y se pre sente en el recinto sagrado. Sólo se dan palmadas y se repite su nombre. "Dar palmadas y reci tar el nombre de los kami. Dar palmadas ante el altar del santuario significa hacer oír el sonido del ser de quien las da. No se reza ninguna oración a los kami; basta con recitar sus nombres. Es una forma de entrar en comunicación con ellos, que saben que los necesitamos."18 "Los rituales tenían como objeto invitar a los kami a la tierra; he ahí el origen de las ceremonias que dieron lugar a las formas de teatro Noh y Kabuki."19 La atávica religión delJa pón tiene consciencia de sí misma cuando se pone a prueba te al budismo. La propia denominación Shinto procede del siglo VI, siglo en que penetra el budismo en Japón, y significa "la vía de los dioses". La presión budista hace que, además, se recopilen, seguramente enriqueciéndolas, las leyendas y los mitos que explican la génesis de los dioses, de los hombres y de la estirpe del emperador. Son dos, ambas del siglo VIII, las obras que recogen estas genealogías y mitos: el Kojiki (narración de los sucesos antiguos), compi lado en el 712 po r Ohono Yasumaro, y el Nihon Shoki (crónica del Japón), del príncipe Toneri, que data del 720. Las recopilaciones citadas, así como el ascenso a rango institucional del Ise Jingu (gran templo de Ise) y la instauración de la Itsuki no miko (sacerdotisa real) y del shikinen sengu (recons trucción periódica), tienen lugar bajo el reinado del emperador Temmu. Todas estas operacio nes tienen como fin último explicar el origen del país y legitimar al emperador en su pertenencia a la estirpe divina. El panteón sintoísta está compuesto por espíritus personalizados, con un importante papel en la mitología nipona, y por los kami, encarnados en los elementos naturales. Los kami son innumerables, como los aspectos de la inabarcable naturaleza. Izanaki e Izanami forman la primera pareja, hermano y hermana, descendieron a la isla primordial de Onogoro, donde se casaron y, después de haber girado danzando en torno a u n pilar, engendraron a las islas y a los kami. Vendrían a ser Padre-Cielo y Madre-Tierra. Izanami muere al dar a luz a u n dios del fuego y su esposo va a buscarla al mundo de los muertos (Yomi no-kum). No consigue devolverla a la vida y de regreso se baña en un río para purifi.carse del contacto con el mundo de ultratumba. A l lavarse el ojo izquierdo dio vida a Arnaterasu Oho mikami, diosa del sol. Al lavar el derecho engendró a Tsukuyo mi n o Mikoto, divinidad de la luna. Por fin, cuando se lavó la nariz nació Takehaya Susano-wo no Mikoto, divinidad de las tempestades. Ésta es la versión que da el Kojiki sobre el origen de las tres deidades principales, pero según Nihon Shoki nacieron de la unión entre Izanaki e Izanami. La rivalidad entre Arnaterasu y Susano-wo acaba con la voluntaria reclusión de la diosa solar, llena de ira, en la gruta celeste (Arnano Iwaya), por lo que el país se sumió en la total
5.5
oscuridad. "Ocho millones de divinidades se reunieron e n e! lecho de! Río Celeste para encon trar e! modo de hacer salir a la diosa de! Sol."20 Se recitaron liturgias y Ameno Uzume se exhi bió e n una danza lasciva q ue provocó la risa de los presentes. Al oír la risa, Amaterasu, presa de curiosidad, se asomó a la boca de la caverna, viendo su imagen reflejada e n u n espejo colo
5.4 Planta del recinto del santuario d e Ise. A.- Shoden. Sobre él los hoden cerrando el recinto las cuatro empalizadas. 5.5 Vista aérea del shoden y los hoden d el santuario d e Ise. 5.6 Empalizada exterior (ltagaki) de l Naiku. Ise.
cado ante e! umbral. El instante de desconcierto fue aprovechado po r Tajikara-wo (divinidad masculina de la fuerza de las manos) para sacarla fuera. Así es como volvió la luz. Susano-wo fue expulsado de! mundo celeste y volvió a reinar e! orden. La tradición más verosímil fija e! comienzo de! proceso de fundación de! santuario de Ise
en e! reinado del emperador Sujin (s. IV). Este emperador saca de palacio e! lugar de culto. Pri
mero se funda e! Himorogi de Shikataki. Después (bajo el reinado de su sucesor, Suinin) la princesa Yamato parte a la búsqueda de u n lugar estable para e! culto de Amaterasu. "En Ise se le aparece Amaterasu que le dice: Ésta es la provincia de ¡se, del viento divino, bañada por las aguas
del mundo de la eternidad. Es una región aislada pero de
belleza y aquí elijo mi morada. "21
20. !bId., pág. 31. 21. [bId., pág. 40. 81
5 .8
5.9
El santuario de Ise se compone de dos recintos: e! Kotai Jingu (Naiku o templo interior) y e! Toyouke Dai Jingu (Geku o templo exterior). El Naiku está consagrado a Amaterasu y e! Geku, a Toyonke Ohokami (gran diosa de los cereales). Para nuestro estudio elegimos e! Naiku. El templo está rodeado de un espeso bosque compuesto por cryptomeria y po r cipreses de! Japón. El edificio principal es e! shoden. Dentro del recinto hay otras dos edificaciones que son los haden o tesoros, donde se guardan las ofrendas imperiales. El shoden guarda e! espejo sagrado que representa a la diosa. El santuario está delimitado por cuatro vallas de madera de distinto tipo, llamadas -d e interior a Mizugaki, Uchi Tamagaki, Tono Tamagaki e Itagaki. Son e! resultado de la evolución de los primitivos cordeles sagrados que delimitaban los sencillos himorogi de los bosques. Las dos empalizadas más interiores recogen únicamente e! shoden y los haden. Entre la tercera y la cuarta están e! pabellón de Okihama n o Kami y los pabellones de guardia (septentrional y meridional). Adyacente a este recinto, e! kodenchi o área de! templo precedente ocupa una superficie similar, aunque vacía. Según Tokukuni Kimura, estudioso de la historia de la arquitectura japonesa, los pabellones de Ise derivan de! prototipo de granero o almacén. Son edificios totalmente construidos en madera, con cubierta vegetal. El apoyo central de! shoden, justo debajo de donde reposa e! espejo sagrado de Amaterasu, es e! pilar principal llamado shin no mihashira. Al desmante!arse e! templo en las renovaciones periódicas, este pilar permanece, construyéndose para albergarlo una mínima cabaña de madera. Cada veinte años se produce una renovación de templo; se construye uno exactamente igual en e! kodenchi y se desmonta e! templo viejo. Este sistema de reconstrucción periódica se llama shikinen sengu . La costumbre se instaura con el emperador Temmu y se aplica con la emperatriz Jito en e! año 690. "Noboru Kawazoe, un experto de! signo que asistió a las ceremonias de la sexagésima construcción, afirma: 'La sorprendente diferencia entre e! edificio viejo y nuevo asume e! significado de un renacimiento de! Hasta la siguiente renovación, e! kodenchi se mantiene vacío, con la mínima y solitaria reconstrucción que envuelve e! shin no mihashira. "En e! espacio vacío de! santuario sintoísta de Ise aparece, bajo un pequeño techo en miniatura, e! inmutable pilar delcorazón. En Ise, cada templo consta de dos emplazamientos: uno vacío, e! de la ausencia, e! kodenchi, y otro lleno, e! de la presencia. Lo divino se manifiesta como presente y ausente a la vez. 'El inmutable pilar del corazón que está clavado en e! centro de! dice Tadao Takemoto, 'representa la clave de ese símbolo. En efecto, podríamos compararlo al ombligo. De este punto cero surge lo sagrado'."22
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5 .1 1 5.7 Kodenchi o "recinto del templo
anterior" con la cabaña oi-ya que protege el pilar principal o shin n o mishashira . 5.8 Viejo pabellón frente al recién construido en el momento de producirse el shikinen sengu o reconstrucción periódica. 5.9 Vista aérea del kotai jin gu o "recinto actual". En la parte superior de la imagen aparece kodenchi o "recinto en espera". Ise. 5.10 Exterior del hoden de Ise. 5.11 Shoden. Plantas y alzados. 22. Michael Random, op. cit ., pág. 142.
83
111. EPílOGO
5.12 Plataforma de madera de un templo sintoista q ue refleja el paso del tiempo y la necesidad de renovación material. 5.13 Vista aérea del "claro en el bosque" del templo de Ise. En la parte superior el vacío del
kodenchi.
84
La cultura japonesa -y , en concreto su tradición sintoísta- proporciona una de las con cepciones más ricas del vacío. Su cualidad consiste en proporcionar un marco espacial a fenó menos espirituales, resaltando con ese sabio uso del vacío una peculiar forma de trascendencia. Su carácter excepcional sirve con fortuna a la sacralización postulada para un lugar. En el tupido bosque de Ise, el claro alberga el vacío de intención humana, el hueco recortado y acota do geométricamente por unos sutiles y refinados mecanismos simbólicos de apariencia natural. Se da allí una excepcionalidad en primera instancia, la del claro respecto al bosque y otra excep cionalidad en segundo nivel: la del kodenchi dentro del santuario. En lo natural se abre paso lo humano y en lo humano se deja un hueco para el futuro. Lo vacío aparece en tres sentidos distintos: como marco que destaca u n lugar o u n ser; como demanda que indica, con entropía negativa, dónde se invoca a una deidad, y como espera qu e representa la continua renovación del universo. En la exposición realizada nos encontramos con tres elementos que utilizan lo vacío para expresar contenidos gnoseológicos e ideológicos: en primer lugar, el espejo sagrado de Amaterasu, cuya superficie vacía, sin identidad, aísla a cada ser al que refleja enmarcándolo como manifesta ción divinidad. En segundo lugar, el himorogi o recinto es un simple enmarque formado por cuatro postes y un cordel. Dentro no hay nada añadido. Su función es la de evidenciar una inten ción. Tanto el espejo sagrado como el himorogi tratan de capturar la mirada distraída. A través de ellos, la mirada debe cargarse de penetración para sentir al kami que se esconde en u n ser o se intu ye en u n vacío. y, por último, el shikinen sengu (la reconstrucción periódica) nos proporciona el ter cer vacío, el del kodenchi, el lugar que ocupó el templo precedente y que ocupará el posterior, pero que en su estado actual es u n vacío en espera. El reverenciado sentimiento hacia la constante reno vación de la naturaleza tiene un perfecto correlato en este ritual edificatorio. La fuerza dinámica de la norma vence así a la tentación de adherirse al aparente perdurar de la materia. El santuario sintoísta se compone tanto del recinto edificado con todos sus elementos (pabellones, empalizada y puertas) como del recinto vacío que a su lado espera. Se trata de una explanada con suelo de guijarros en cuyo centro se levanta un simple fuste, el shin no mihashira, de la altura del emperador. Este magnífico símbolo de la inmanencia y la espera es el centro germinal que preside la dormida vacuidad y que después sostendrá el santuario en el preciso lugar en el que descanse el objeto sagrado (shintaz). Es inmediato ver el templo de Ise como el conjunto de construcciones y espacios que se levantan en ese lugar. Este santuario, sin embargo, puede entenderse no tanto como un objeto material y actual, sino como una serie. Así, el templo de Ise se compondría de todos los templos de Ise edificados y derruidos que hasta ahora han sido. En un lentísimo adecuado por ejemplo al tiempo geológico, Amaterasu puede ver desde lo alto esa intermitencia de edificaciones en un claro del bosque.
85
CAPíTULO VI
EL RECINTO
Ni Troya ni la ciudadela de Pérgamo habían sido levantadas aún. Los nuestrós vivían en el fondo de los valles, cuando de Creta nos vinieron
la Madre, la diosa del monte Cibeles, y el bronce de los Coribantes, y el nombre de Ida dado a nuestros bosques. De Creta nos llegó también el firme silencio ante los Misterios. VIRGILlO'
Mínos consultó un oráculo para saber cuál sería la mejor forma d e evitar el escándalo y ocultar la deshonra de Pasifae . Ésta f ue la respuesta: -iOrdena a
Dédalo q ue t e construya u n retiro en Knosos!
Así lo hizo Dédalo, y Minos pasó el resto de sus días en el inextricable Laberinto, en cuyo seno ocultó a Pasifae y al Minotauro. ROBERT GRAVES2
1. Virgilio: La Eneida, tomada d e Obras Completas, Madrid, Ibérica, 1968, pág. 311. Graves: Los mitos griegos, Barcelona, Ariel, 1984, pág. 100.
2. Robert
1. UNO, GRANDE, VAcío
Mito e historia, arqueología y leyenda confluyen sobre e! palacio de Knosos para dar sentido a uno de los conjuntos de restos arquitectónicos más sugerentes de la Antigüedad. Encontramos allí un complejo palaciego edificado en torno a un patio o plaza central. Este espacio vacío es no sólo centro, sino también e! origen generador de! conjunto de la arquitectura que lo envuelve. Posee dos cualidades que lo distinguen de! resto de la edificación: su gran tamaño respecto al relativamente modesto de las salas y habitaciones, y que es único frente al considerable número de dependencias que comprende e! palacio. La arquitectura en torno a un patio era habitual en las culturas coetáneas del área mediterránea y de! Oriente Próximo. En los palacios cretenses, sin embargo, e! patio es prioritario; parece como si surgiera antes y al margen de! resto de la edificación y que ésta se adaptara a él sin forzarlo, conse rvando su singularidad. En Mesopotamia o en Egipto el patio tenía asociada una determinada capacidad de generar espacio construido, lo que suponía que aparecieran nuevos patios a medida que la necesidad de producir edificación sobrepasaba esa capacidad. La premisa de unicidad provoca que la arquitectura de los palacios minoicos tenga que valerse de largos y tortuosos pasillos para acceder a las piezas más alejadas y de patinillos para iluminar y ventilar las áreas interiores. En Creta e! protagonismo de! patio en la ordenación formal de! espacio es exclusivo, pues exteriormente no hay muro que prefije figurativamente su perímetro y éste es e! mero resultado de la pura mecánica acumulativa de los espacios según criterios funcionales, de orientación y de orografia. Parece confirmado que e! palacio minoico n o era solamente la residencia del príncipe era además un centro productivo, albergaba dependencias administrativas y tenía un carácter de espacio público en actos religiosos y lúdicos (que seguramente se fundían en las ceremonias). De todas aquellas funciones únicamente los ritos y juegos públicos serían exclusivos de! gran hueco central. El mito que talla en material poético tantas y tan complejas verdades se ha ocupado generosamente de esta isla, de sus reyes y de su arquitectura. Creta es e! refugio donde Zeus niño es ocultado de la voracidad infanticida de su padre Cronos; allí es trasladado y criado en secreto por su abuela, Gea (la Madre Tierra). En Creta es abandonada Europa tras su rapto. Minos, su hijo, es e! legendario rey que acoge a Dédalo, e! fantástico artesano ateniense a quien encarga construir un edificio para esconder e! fruto de las relaciones entre Pasifae, su esposa, y e! toro de Poseidón. Aque! ser, Asterión, e! Minotauro, quedará indisolublemente unido a la desconcertante edificación: la Casa de! Labrix, el Laberinto. Nace así e! arquetipo de origen arquitectónico que habría de tener la mayor fortuna como símbolo de la desorientación, de la búsqueda inquietante y, en fin, de la propia vida. El centro de! laberinto es e! lugar prometido
Palacio de Festos. Gradas. de Sargón 11 en Khorsabad. Imperio Asirio. La edificación se ordena en torno a múltiples patios de tamaño dispar y carácter diverso. 6.1
6.2 Palacio
89
de la satisfacción y del descanso. Retrotrayendo el símbolo a su origen, ese lugar central y secreto es un espacio vacío, donde se reencuentran las referencias (el cielo azul y el sol brillando en él) que reconfortan de tanta y tan agobiante arquitectura. No parece casualidad que en la civilización cretense tenga la mujer un destacado papel. El mito reúne en torno a esta cultura dos arquetipos femeninos primordiales que resultan, a un tiempo, diversos y complementarios: Cea, la ancestral fuerza germinadora de la Tierra, y Europa, el origen de una civilización con valores específicos que serán los distintivos de la cultura de todo un continente. No es así extraño que el centro, el recinto fundamental que plasma espacialmente su esencia, sea un gran hueco femenino, vital y recóndito, casi secreto.
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1
1. Cortile centraJe Cortile occidentale
2.
3.
4. Magazzini occidentali 5. 6.
oriantali
7. lngresso meridionala 8. Ingresso settentrionale
9. Ingresso sud-orientale 10. 11 Kemos 11. PoIythyron 12. ¡postila 13. Cortila della Torre 14. Santuario 15. La Loggia
6.3
90
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6.4
11. LA ISLA
QUE ACOGiÓ A EUROPA
Virgilio pone en boca de! troyano Eneas: "Yérguese en m edio del mar la isla de Creta, que pertenece al gran Júpiter, y en la que se alza e! monte Ida, cuna de nuestra raza . Cien ciu dades poderosas la pueblan, que son otros tantos Estados." 3 Co n la visión empañada en la niebla de tiempos oscuros, la antigua Grecia tiene cons ciencia de que allí está la "cuna de su raza". El mito sustituye a la historia como medio más desenvuelto para manifestar que hay una savia en el alma griega que procede de la gran isla mediterránea; Allí llevó Gea a Zeus para preservarlo de su padre Cronos, allí lo escondió en la cueva de Dicte y allí creció cuidado p or la ninfa Adrastea y alimentado por la leche de la cabra Amaltea 4 • Creta es e! lugar donde Zeus deposita a Europa tras raptarla -convertido en un toro blanco- y transportarla en su lom o cruzando e! Mediterráneo. En Creta alumbró a los hijos que había engendrado con e! padre de los dioses: Minos, Radamantis y Sarpedón . C on la maestría poética de! mito griego se pone de manifiesto el reconocimiento de aquella cultu ra como lo que realmente fue la primera cultura histórica europea . Los griegos se sentían sus tancialmente diferentes a los otros pueblos contemporáneos de Oriente y de! norte africano . Ellos son Europa, la Europa que arranca de la Creta minoica.
6.3
Palacio minoico de Mallia. Planta baja. Palacio d e Festos. Plantas del Primer Palacio (minoico medio) y del Segundo Palacio (minoico reciente). El extremo sur del gran patio se abria sobre la llanura de Mesara. 6.5 Damas de Azul. Fresco del Palacio de Knosos. 6.6 Columpio hecho d e barro. Procede de Hagia Triada (Creta). 6.4
3. Vi rgilio, op. cit., pág. 3 11. 4. Robert Gr aves, op. cit., p ágs. 12- 13 .
91
Creta estuvo poblada desde el neolítico. El desarrollo de la navegación y el nacimiento de! intercambio comercial la primó por su privilegiada situación. Naves cretenses surcaban regularmente e! Mediterráneo de Assur a Sicilia, de la Tracia a Egipto. La cronología más aceptada divide e! ciclo de la cultura insular en los siguientes periodos: prepalacial, aún dentro de! neolítico, desde e! 2500 al 2000 a.C.; e! de los primeros palacios, que comprende desde e! 2000 al 1700 a.C.; e! de los segundos palacios, que va desde el 1700 al 1400 a.e., y e! pospalacial, que va desde e! 1400 al 1100 a.e. y en e! que ya príncipes aqueos gobiernan la isla, desarrollándose en paralelo con la cultura micénica. La riqueza agrícola de la llanura de Mesara y su estratégica situación geográfica, ace!eraron los procesos de acumulación económica y desarrollo técnico y social que cristalizan en la temprana aparición de! fenómeno urbano. Al norte se encontraban Knosos, Gournia y Mallia; al sur, Faistos, Gortín y Hagia Tríada; al este, Zakros. Desde su formación y durante buena parte de su historia, estas ciudades debieron de ser cabeceras de señoríos independientes, como lo prueba la existencia de importantes palacios en Faistos, Mallia y Zakros, además de! de Knosos. Sólo en la última etapa de! esplendor minoico, Knosos se convierte en e! centro administrativo de toda la isla. La isla de
6.7 Fresco del Salto de l Toro o Taurocatapsia . Knosos. S. XV a.e. 6.8 Fresco de figura femenina llamada La
Parisién. Knosos. S. XV. a.e.
92
Entre los rasgos distintivos de la civilización cretense destaca el del predominio de lo civil sobre lo militar y lo religioso. Las ciudades carecen de murallas y tampoco hay templos pro piamente dichos, pues el culto se realizaba básicamente en santuarios naturales en las monta ñas. No existe estatuaria monumental; el único relieve que podría representar un desfile militar es el llamado "Vaso de los segadores", cuya denominación da idea de lo equívoco de la repre sentación, que no se caracteriza precisamente por su marcialidad. Otro rasgo que le da personalidad propia es la concepción no hierática ni rígida de la vida. Su reflejo es el carácter naturalista del arte, en el que los rasgos convencionales en el tra tamiento del tema son vulnerados para favorecer la expresividad. El dinamismo y la agilidad del fresco del "salto del toro", la estilizada tensi ón de la escultura del "acróbata" (sobre el mismo tema), la suave elegancia del fresco del "príncipe", la desenfadada charla del de "las mujeres de azul", la frecuente representación en relieves de animales amamantando a sus crías, dan cuenta de una cultura que se recrea en el vitalismo dejando a u n lado otras consideracio nes de índole ideológica. En la cultura minoica la mujer tiene un fuerte protagonismo. Comenzando por la reli gión: la Madre Tierra es deidad fundamental y eran sacerdotisas las encargadas del culto. En el palacio de Knosos las habitaciones de la reina tienen una importancia semejante a las del rey. En el arte, la figura femenina está tanto o más representada que la masculina; frescos como el de las "mujeres de azul" o "la parisién" son obras maestras que rezuman gracia y hasta coque terías; desde las estatuas de carácter religioso que representan a la deidad empu ñando serpien tes hasta las figuritas de sabor popular representadas en danzas o columpios, la figura femenina aparece reiteradamente. La mitología griega ratifica, por otra parte, esa influyente impront a femenina reuniendo, en torno al ciclo minoico, un conjunto de personajes que abarcan dis tintas facetas de lo femenino: Gea, la gran Madre; Europa, el origen de una cultura de la que arranca una forma de ser en la historia; Pasifae, la pasión carnal que se sobrepone a cualquier prejuicio; Ariadna, la ingenuidad tan ciega como mal pagada. Los vestigios de esta cultura ponen de manifiesto un apreciable grado de sofisticación y hedonismo. El cuidado por el cuerpo, el gusto por el juego, el deporte y la danza, y la búsque da del confort expresan una civilización autocomplacida, empapada en lo inmediato y lo vital, y que, en múltiples aspectos, es un adelanto precoz de la Grecia clásica.
111. EL PALACIO DEL LABRIX
La ciudad de Knosos estaba situada al norte de la isla, a unos cuatro km del mar. A sus pies pasa el río Katsaba, que los antiguos llamaron Kairatos. Allí confluían la ruta proveniente de la costa oriental con la que desde el sur llegaba desde la fértil llanura de Mesara. No lejos, el monte Luktas proveía a la ciudad de agua y misterio.
6 .8
5. -Por preparados que estemo s con leyendas y descubrimientos, aquella vista de la platea del fresco de Knosos es más de lo que podíamos esperar ver: un grupo numeroso de doncellas minoicas que comentan el espectáculo del Minotauro . Se ha dicho que son las primeras mujeres verdaderamente europeas que aparecen con cuerpo y alma; se ha lanzado hasta el epíteto de parisienses para calificarlas: tal es su aspecto coqueto y mundano." Varios autores :
arte, Barcelona,
Salvat, 1970.
93
El primer palacio, cuyos restos se incorporan en la fábrica del nuevo, data de comienzos del segundo milenio antes de Cristo. Tras la destrucción de aquel primer palacio, al parecer por causas sísmicas, se levanta el nuevo hacia el 1700 a.e. Su época de esplendor llega hasta el 1400 a.e. A partir de ese momento, seguramente coincidiendo con el comienzo de la dominación micénica, se enfrenta a una época de decadencia que desemboca en el abandono definitivo
69
6. Al proceder a la excavación, este tipo de piedra -procedente de las vecinas alturas de Gipsades- era rápidamente erosionada por la acción atmosférica, lo que, junt o c on la fragilidad de las carbonizadas columnas y vigas de madera, debió producir la exasperación de Evans al ver cómo su descubrimiento podía quedar desvirtuado por continuos derrumbamientos. Esto dio lugar a que tomara la decisión de reconstruir rápidamente lo encontrado de una manera un tanto precipitada, lo que ha sido objeto de numerosas críticas. El mismo Evans se justifica: "La única alternativa era sustituir los soportes de las estructuras superiores por otros permanentes". Varios autores: las Knosos, Pamplona, Salvat, 1986, pág. 383. 7. Aparece aquí la utilización de la columna cuya acabada definición estilística no disimula su función constructiva, al contrario de lo que sucedía en Egipto. Así lo hace notar Giedion: "Las columnas imitando papiros, terminados en capullos o flores, no representan un andamiaje de apoyo como lo hacen las columnas de Grecia". Sigfried Giedion: Los la arquitectura, Madrid, El Alianza, 1981, pág. 479. 8. "El diseño minoico celebraba las formas del paisaje incluso cuando no podía derivarse de él un aprovechamiento práctico. La armonía de una ladera, la falda de una colina, las hondonadas de un valle, etc., quedaron solidificadas en arquitectura." Spiro Kostof: la arquitectura, Madrid, Alianza, 1988, pág. 191. 9. El uso emblemático de la columna exenta habría de tener una pródiga fortuna, desde el dintel de la "Puerta de los leones" de Micenas al proyecto de Loas para el Chicago Tribune: "La gran columna de estilo griego, dórico, será construida. Si no en Chicago, en otra ciudad. Si no para el Cbicago Tnbune, para cualquier otra entidad. Si no por mí, por cualquier otro arquitecto". AdolfLoas, citado en Javier Cenicacelaya: "Los concursos de arquitectura. Transcendencia de una idea", Arquitectura, núm. 266.
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entre el 1200 Y elllOO a.e. Lo que fue el gran complejo palaciego de Knosos tenía una extensión de unos 15.000 m 2 (sin contar el pequeño palacio y el graderío exterior) . El centro lo ocupaba el gran patio rec tangular. La organización arquitectónica seguía criterios fundamentalmente funcionales. Al oeste se disponían la entrada principal o propylon, co n su explanada delantera, el corredor pro cesional, la escalera monumental, la sala del trono y otras dependencias de uso n o determina do. En la zona situada al este se encontraban las habitaciones del rey y de la reina, la sala de las dobles hachas y el santuario, así como talleres y el bastión que protegía la bajada al valle del Kairatos. En el norte había otra entrada que daba a la sala hipóstila (octal) y numerosas piezas de pequeño tamaño (probablemente habitaciones para los servidores del palacio), así como almacenes de uso doméstico. En el sur se encuentran los restos de una rampa cubierta en la que desembocaba la ruta proveniente del interior de la isla, además de las habitaciones de la sacerdotisa, corredores y salas de orden menor. Por su parte, el patio, c on unas dimensiones de 54 y 27 m, tenía su lado mayor e n la dirección norte-sur y el menor en la este-oeste. Conec tando el intrincado conjunto de salas, galerías, almacenes y habitaciones, se extendía una red interminable de corredores y variadas escaleras que unían las diversas plantas de la edificación (dos e n la zona norte, sur y oeste, posiblemente tres o más en la depresión este). La organización espacial, que se podría denominar orgánica, responde a un proceso cen trífugo. Se parte del patio como elemento originario, y alrededor de él se disponen las diversas dependencias según necesidades dimensionales, de situación y salubridad (aireación y solea miento) de cada tipo de local. La falta de criterios formalistas y holísticos no comporta una ausencia de pautas organizativas, tanto en lo concerniente al espacio como a la construcción. Así, las salas y habitaciones se agrupan por zonas según los diferentes usos: la de almacenes y bodegas, la del trono, la de la residencia real, la de talleres, etcétera. Estas zonas diferenciadas no suponen volúmenes independientes, pero sí distintos criterios de disposición, forma, altu ra o diafanidad. Una mención específica merece lo que es una original aportación minoica: la columnada alrededor de un patio de luces cuya base servía de aljibe o baño lustral. El sistema constructivo se componía de fuertes muros de mampuesto de piedra yesífera 6 y techos planos con viguería de madera. Asimismo eran de madera las peculiares columnas con fuste en tronco de cono invertido y capitel tórico 7 . En resumen, la arquitectura de los palacios minoicos tiene las siguientes características. El origen de su disposición es un patio de grandes dimensiones a partir del cual, con un senti-
6.11
----,
6.10
6.10 Palacio de Knosos. Planta principal yala oeste de la planta superior. A - Acceso occidental. B - Acceso meridional. e - Acceso oriental. o - Acceso septentriona l. 4 - Propileos occidentales. 10.- Patio. 11 - Propileos meridionales. 12 - Escalera principal. 14 - Santuario de "Las Tres Columnas". 15 - Almacenes.
17 - Gran Sala.
18 - Santuario.
20/21 - Sala del Trono. 22 -Santuario. 23 - Gradas. 24 - Santuario
parietal tripartito.
35/36 - Megarón del Rey.
Megarón d e la Reina. de la Reina. 51 - Sala hipóstila. 53 - Escalera con aljibe lustral.
37 -
38 - Baño
do centrífugo, se distribuye la edificación. La ordenación sigue criterios funcionales, de orien tación y de orografia 8 . Prima el espacio interior sin premisas monumentalistas ni unitarias en lo referente a los volúmenes y al conjunto de la imagen. Se cuida la iluminación y la ventila ción mediante patios de luces con las zonas interiores y galerías columnadas en las plantas superiores. Aparece una multiplicidad de pisos que se comunican mediante escaleras de gran riqueza en su diseño. Se inicia el uso sistemático y emblemático de la columna, que pasará al mundo griego a través de los aqueos 9. Se prescinde sistemáticamente de las murallas. Aparecen lugares públicos expresamente concebidos para espectáculos.
6.12
6.9 Vista del patio del Palacio de Knosos en la actualidad. tomada desde el lado sur. 6.11 Salón del trono y gradas desde el patio central. Palacio de Knosos. 6.12 Acceso septentrional al patio del Palacio de Knosos. Aparecen las prototípicas columnas minoicas.
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IV.
6.13
10. "El corazón, caso de haberlo, sería e! patio polifuncional." Spiro Kostof, op. cil., pág. 191. 11. La doble hacha minoica es un símbolo q ue permite suponer un múltiple origen: cornamenta de toro, estilización de la luna, solidificación arbórea. En Roma encontramos una doble derivación: p or un a parte como y p or otra, como deidad, Jano, símbolo objetual, e! dios de las puertas, qu e mira simultáneamente a ambos lados de! espacio y contempla los dos abismos de! tiempo.
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EL CENTRO DE LA CASA DE ASTERIÓN
En el palacio de Knosos, un recinto vacío de 1.460 m 2 es el centro de un complejo de más de 110 salas y habitaciones, en general de pequeño tamaño (la mayor, la sala hipóstila, n o supera los 220 m 2). Mientras que se han podido determinar los usos de las piezas que componen el conjun to edificado, el patio aparece como un lugar funcionalmente no etiquetado 10. En planta baja su lado oriental es ciego, mientras que el occidental es abierto (salón del trono, dependencias representativas y gradas); los lados norte y sur solamente estaban horadados p or puertas en las que desembocaban corredores que de forma bastante intrincada comunicaban con el exterior. Lejos de la zona de almacenamiento y con accesos tortuosos, n o parece que fuese el lugar idó neo para actividades mercantiles, que eran más fácilmente realizables en la explanada occiden tal inmediata al conjunto de bodegas y almacenes. Por otra parte, la abundancia de vestigios sobre la celebración de juegos y deportes indu ce a pensar que éste sería el lugar idóneo para este tipo de actividades. El propio Homero rati fica la identidad de lugar y fiesta: "Una vez Dédalo construyó un lugar para bailar en la vasta Knosos, para Ariadna la de las rubias trenzas". En la zona central del lado oeste del patio existía una especie de santuario parietal tri partito en que la columna podría ser un símbolo estilizado de la Diosa Madre. Lo que ratifica que este espacio era propicio para los ritos religiosos . Podemos ver en el gran patio la traslación del primitivo santuario natural de la montaña. Aquí también hay un amplio espacio abierto que tiene cielo, donde corre el aire, brilla el sol y vuelan los pájaros. Están todos estos elementos naturales, pero apresados e n la inextricable construcción. Aquí también estarían las dobles hachas, que miran simultáneamente a ambos lados del espacio y del tiempoll. Significativamente, la columna ha sustituido al árbol como símbolo de la divinidad. Esencialmente es como los anteriores recintos, pero el paisaje ya no es el natural sino la arquitectura. El patio minoico establece una relación dialéctica con el conjunto de la construcción. En el caso de Knosos esta relación entronca con el arquetipo del laberinto, el lugar del descon cierto, de la falta de referencias. Las dos notas que lo caracterizan son la indiferenciación y la multiplicidad. Ambas se dan en el palacio del Labrix. Naturalmente, en ambos -en el arqueti po y su modelo construido- hay un centro. En aquél, es el lugar del sosiego y de la . dicha tras las tribulaciones de un penoso recorrido; en éste, homólogamente, es el lugar del juego y del rito frente a los del poder y del trabajo albergados a su alrededor. El palacio de Knosos ofrece una inmejorable conjunción entre lo singular y lo múltiple. Los inn umerables edículos, salas y pasillos frente al recinto único y abierto. Hombres y toro. Las innumerables habitaciones serían para los hombres múltiples, pero el patio singular sería para el toro único.
de las serpientes, Knosos. S. XVII a.e. del Toro. Knosos. S XVII a.e. 6.15 Una de las más antiguas monedas romanas conservadas. nene el rostro de Jano, el dios de las puertas qu e ve simultáneamente a ambos lados del espacio y del tiempo (el pasado y el futuro). 6.16 Colección de dobles hachas (Labrix) reproducidas como joyas de oro. 6.13 Diosa
6.14 Rhyton
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.
.
6. 15
6.14
En estas imágenes (dioses, toros, dobles hachas), se puede rastrear la línea iconográfica qu e desemboca en la figura del dios Jano.
616
Los griegos fundieron en su memoria las pródigas generaciones minoicas con e! toro en un ser singular, es decir, en un monstruo l2 . En ese centro estaba la reclusión de lo natural, preso pero n o sometido; allí se encontraba lo singular, lo masculino: solo toro. A su alrededor bellas damas, desde lo alto de las galerías, compartían, con displicencia, admiración y deseo, la fuer za que se derramaba en aquel recinto. "Todas las partes de la Casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar ( ). La casa es de! tamaño de! mundo; mejor dicho es e! mundo ( ). Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay que parecen estar una sola vez: arriba, e! intrincado sol; abajo, Asterión. yo he creado las estrellas y e! sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo."13 Esclare cidas palabras de Borges. El palacio de Knosos fue una gran fruta porosa con sus salas, logias y aljibes, pero des huesada en su vacío recinto central. Si la arquitectura tuviera géneros, la casa de! Labrix sería del femenino. Su más recóndi to interior es un hueco para lo excepcional, por donde discurría e! placer y e! juego. La cultu ra minoica, en e! interior de sus palacios, parece haber querido simbolizar e! útero en e! que se habrían de gestar las múltiples generaciones con las que se inaugura la Europa histórica.
12. Estos seres miticos que participan de humanidad y animalidad repugnan al espíritu griego, que los incluye en el concepto de lo monstruoso. Otras culturas antiguas, como la egipcia, los utilizan para representar a las divinidades, como por ejemplo Horus o Amón. 13. Jorge Luis Borges: "La casa de Asterión", en El Madrid, AJianza-Emecé, 1971, pág. 71.
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CAPíTULO VII
EL VAcío, LO PLETÓRICO
Si deseas las palabras
de t u poema
sutiles y milagrosas, nunca t e canses de vacío y quietud: quieto se puede entender el movimiento
de las cosas inmutables, vacío se puede recibir diez mil mundos. SU TUNG -P'O'
El ser y el no ser
se engendran mutuamente.
LAO-TSE 2
1. Su Tung-p' o, "Poema al monje budista Ts'an-Liao", en Luis Racionero:
Text o s de estética taoísta , Madrid, Alianza, 1983, pág . 224. 2. la o -Tse : Tao Te Ching, Madrid , Morata, 1961 , cap . 11 , p ág . 30 .
1. LO QUE LATE BAJO LA NIEBLA El vacío es el concepto predilecto del taoísmo. Su sentido no es unívoco sino que, al mati za rse desde distintos puntos de vista, se abre en varias acepciones: el vacío ontológico que se asim ila a la inabarcable potencialidad de donde las cosas visibles proceden y a donde van una vez cu mplido su ciclo vital; el vacío psicoético -e l o no-acción-, que propugna la no resis te ncia a las leyes de la naturaleza y por cuyo medio se entra en comunión con el conjunto del universo, y, por último, el vacío dialéctico que aparece como forma recesiva dentro de la dico Todas estas variantes de vacío se ponen de manifiesto en el jardín taoísta. La naturalidad es una constante en el entendimiento del jardín chino desde su origen his tórico. En un principio, jardín es casi sinónimo de lugar acotado en un medio salvaje, donde su singularidad se produce más por la intención que por la manipulación. Con el paso del ti empo la noción de naturalidad deja de ser única. Se bifurca, en u n sentido, com o pura espon-
7.1 Juego de presencias y sombras. Bambúes sobre un muro. Jardín en Nanking. 7.2 Imagen que representa el monasterio budista de Yang-Chou, usado como palacio temporal d el emperador (Bibliothéque Nationale de Paris). La edifícación se ordena racional y geométricamente, mientras qu e el jardín (a la izquierda) sigue criterios naturalistas.
7.2
101
taneidad y, en otro, como seguimiento de las leyes de la naturaleza. Mientras que el primero propugnaba simplemente la no intelVención, el segundo defendía la necesidad de actuar para encauzar o acentuar las manifestaciones espontáneas, las cuales podían n o responder al plan de la naturaleza (entendiendo esas desviaciones como enfermedades al aplicarles el homomorfis mo con el cuerpo humano en el que se basaba la geomancia china o feng-shul). El jardín es adoptado por el taoísmo como su ámbito emblemático. La capacidad expre siva inmediata a su propia fisicidad se entrelaza con sutiles mecanismos semánticos. El jardín simboliza el universo entero mediante un lugar pequeño en su tamaño y per fectamente acotado en sus límites, pero cuya disposición impide ser abarcado visualmente de una vez. El borde se marca con un muro tratado para ser entendido más como fondo evanes cente que como barrera drástica. En muchos casos lo que aparece remite a lo que no está, lo presente a lo futuro. Metáforas y paradojas que manifiestan el carácter místico del taoísmo. El esencial vacío taoísta, inaprensible, potencial e ilimitado, encuentra su ámbito significativo en el jardín, sensorial, prolífico y escueto. En suma, el jardín chino, de filiación taoísta, transmite tres formas de vacío. El propio del Tao, creador y providente, neblinoso origen y destino de todas las cosas. El vacío personal de la no-acción que está en la actitud de adaptación al lugar mediante el paisaje prestado o el to encontrado. El vacío yin que se manifiesta en las oquedades de las rocas, en las sombras de los tallos, en el lecho de los arroyos.
11. TAO, EL VAcío
QUE TODO CONTIENE
La tradición nos presenta a Confucio y Lao-Tse como coetáneos (siglos VI-V a.C.).
Co n
ello se subraya, ya desde su existencia fisica, el paralelismo de estas dos figuras cuyas respecti vas doctrinas se presentan co mo las facetas complementarias del alma china. El confucionismo es esencialmente ético, social y racional. El taoísmo es sin embargo místico, individual e intui tivo. Mientras aquél refleja el espíritu del norte, frío, seco y mesetario; éste, el del sur, cálido, húmedo y boscoso. El taoísmo, a pesar de ser más que una filosofia, no es en sentido estricto una religión. No hay divinidades personificadas (está más cerca del panteísmo), ni una liturgia canónica y
3. "El Tao que puede ser expresado no es el Tao eterno." Lao-Tse, op. cit., cap. 1, pág. 29. 4. Ludwig Wittgenstein: TrtUtatus Logico-Philosophicus, Madrid, Alianza, 1973.
102
dogmática. . Tao significa "camino" y se puede entender como el espíritu universal, en cierta manera asimilable allogos griego. El Tao se considera inabarcable e inexpresable 3 . Su acceso no se da por la racionalidad sino por la vía mística, como anotó Wittgenstein: "Hay ciertamente cosas que no se pueden expresar. Se muestran a sí mismas, son lo místico"4. La literatura taoísta, como ocurre en la literatura mística de Occidente, se vale del uso continuado y emblemático de la paradoja (vía oppositionis). Sin embargo, los términos antinó-
micos se recogen en una esencia unificadora de complementariedad. El mundo se divide en una estructura dual regida po r los principios del y in y del yang, a la vez opuestos y comple mentarios. Elyin, lo oscuro, lo suave, lo bajo, lo fluido, lo femenino, se define po r contrapo sición, pero también por complementariedad, con el yang, lo luminoso, lo duro, lo alto, lo sólido, lo masculino. La dualidad yin-yang cualifica el carácter de todos los elementos de la naturaleza como manifestaciones del Tao. El ideal taoísta es el del acercamiento directo a lo natural; el sabio elige un retiro en un lugar intrincado donde la fuerte presencia del paisaje le abstraiga de otras preocupaciones hasta comulgar c on él en un latido común. La literatura taoísta está cargada de continuas referencias a los fenómenos naturales como pauta ética de las actitudes humanas. El vacío se asocia con el Tao para indicar lo inexpresable e inabarcable de su esencia. El vacío se entiende así como la continua potencialidad de donde todas las cosas proceden y adonde todas las cosas van. Constituye la unidad extensiva del conjunto de lo existente. "El Tao es vacío y nunca puede llenarse. Profundo es el origen de todas las cosas."5 El vacío, como atributo del Tao, no se puede confundir con la nada "sino que lo vacío es aquello que no podemos nombrar, definir o concebir. Es decir, las construcciones lógicas e
intelectuales no pueden llenarlo"6. Además del vacío, potencial y creador, el taoísmo concibe otro vacío, qu e se puede tomar como la correspondencia del principio yin, q ue es pasivo y receptivo, y que se instala en el inte rior del hombre. se puede entender el movimiento de las cosas inmutables, vacío se puede recibir diez mil mundos."7
111. HUECO,
SOMBRA, LECHO
El proceso civilizador tuvo en China una fuerte incidencia respecto a la modificación del paisaje a causa de lo intensivo de los procesos productivos agrícolas. El jardín se entiende, sin embargo, desde las primeras noticias que de él nos han llegado, como un ámbito natural, espon táneo, salvaje. "En la temprana obra que es el 1 Ching, se relaciona más el jardín con la naturale za salvaje que con la cultivada cuando habla del placer de encontrarse en montesyjardines."8 Para la primitiva religión animista el espacio natural intocado, en esta originaria acepción del jardín chino, era el lugar en donde se hacían presentes las fuerzas sobrenaturales. "La pri-
5. Lao-Tse, op. cit., cap. IV, pág. 32. 6. Félix Ruiz de la Puerta: La concepción de! mundo
e! Taoísmo (tesis doctoral), pág. 220. 7. Su Tung-p'o, op. cit., pág. 224. 8. Maggie Keswick: The Chinese Garden: History, Art and Architecture, Londres y Nueva York, Acaderny E. Sto Martin's Press, 1978, pág. 31.
103
"
7.3
7.3 El historiador Ssu-Ma
Kuang en su retiro hecho con las propias plantas del bambú . Pintura de Chiu-Ying (s . XVI). 7.4 Montes entre nubes sobre el curso de u n rí o . Pintura de Mi Yu-Jen (1074-1153) . 7.5 Primavera temprana . Pintura de Kuo-Hsi (s. XI).
7.4
104
mera descripción de u n verdadero jardín de placer se da en un poema de posiblemente el siglo IV a.c., escrito en el sur, en la región de Ch'u, y más tarde recopilado en el Ch'u Tz'u o Canciones de Ch'u. Está directamente relacionado con la religión chamánica, que juega un impor tante papel en esta zona, y aunque es un jardín imaginario, la descripción que hace el poema sugiere una depurada tradición en el diseño del jardín."9 La ambigüedad existente entre el espacio salvaje y el jardín se da de forma manifiesta en los parques de caza. "Al final del periodo Chou (1066-221 a.c.), el estado de Ch'u fue destrui do, y con él la sofisticada cultura que había producido, no sólo los poemas de Ch'u Tz'u sino también los primeros jardines chinos, como nos evocaron los cantos de los chamanes. Después de esta destrucción, la evolución del jardín siguió el cambio de poder, que había pasado del sur al norte, donde la vida era más austera y menos sofisticada. Allí encontramos la descripción de grandes parques de caza convertidos en símbolos del poder real."lO El jardín fue tomando un creciente carácter simbólico. A las facetas lúdica y religiosa se añadió la política, por la q ue se reflejaban en él las diferentes partes del imperio. "Uno de los primeros emperadores que dio este sentido al parque de caza fue Chin Shi Huang, quien en el 221 a.C. conquistó los últimos de los antiguos reinos y los reunió por primera vez en el impe rio chino. Duro conquistador, expulsó a los príncipes vencidos y a sus familiares, destruyendo posteriormente sus palacios. Después, los reconstruyó alrededor del suyo como trofeos de gue rra. Además, fuera de la ciudad, acotó una vasta reserva de caza, el parque de Shang-lin, en el que fue reuniendo ejemplares de animales, pájaros y árboles procedentes de los estados vasa llos. Con ellos, la concepción del parque como el microcosmos del imperio comienza a aña dirse al anterior uso como reserva de caza."1l El jardín de los taoístas prescinde de estas connotaciones ligadas al poder. El taoísmo, desde su aparición, buscó en la naturaleza la fuente de inspiración de su doctrina y el ámbito que expresara sus principios y, por tanto, el refugio para sus seguidores. "Durante la época de las Seis Dinastías y los T'ang, el taoísmo, que entonces ocupaba una posición predominante, desarrolló el concepto del jardín como lugar de intimidad y sosiego proyectado para reflejar el Cielo sobre la Tierra. El jardín se convirtió así en u n símbolo del Paraíso, donde toda forma de vida era respetada y protegida. El parque, que había estado presidido p or lo grandioso y artifi cial, lo extravagante y lujoso, que había sido entregado al cazador y al depredador, se convir tió, en cuanto jardín taoísta, en un lugar de naturalidad y sencillez, refugio para el sabio, el artista y el amante de la Naturaleza."12 La "Tabula Smargadiana" de Hermes Trimegisto expre sa e n la tradición esotérica occidental una concepción similar: "Como es arriba, es abajo". Hay una característica común en todas las distintas modalidades de jardín en China hasta aquí expuestas: la naturalidad, que constituye la nota genuina que debería cumplir el jardín en cualquier caso. En contraste, la casa (perfectamente reglada en configuración, situación, usos y sistemas constructivos) y el campo de cultivo agrícola suponían formas de lo artificial, de lo manipulado .
9. ¡bid., pág. 31. lO. /bid., pág. 32. 11. ¡bíd., págs. 33-34. 12. J. C. Cooper: "Simbolismo del jardín taoísta", Cielo y Tierra, Barcelona, primavera / verano 1986, pág. 47.
105
7.6 Coronación
de muro de jardín figurando u n
dragón. 7.7 Bambú entre las rocas. Pintura
de Zeheng Xie o Zeheng Banqiao (1693-1765).
13. CaD Xueqin:
roca), Granada,
pabeUón rojo (Mtmorias
una
de Granada, 1988. 14. Kenneth S. Cohen: "La ciencia del viento y el agua", op. cit., pág. 24. 15. Charles ]encks: "Meanings o f Chinese Garden", e n op. cit., pág. 195. 16. Maggie Keswick, op. cit., pág. 76.
106
Inmediatamente se plantea qué es lo que se entiende por naturalidad. La novela Sueño en el pabellón rojo, de Cao Xueqin 13, recoge las dos actitudes que se dan en China ante esta cues tión. Mientras que Jia Zheng, el padre, la entiende como la inmediata y acrítica espontaneidad, Baoyu, su hijo, la entiende como la acomodación a las profundas leyes de la naturaleza, aun que esto signifique la intervención humana para alcanzar esa consonancia. La ancestral cosmogonía china concebía la naturaleza como un sistema de elementos materiales regidos por una fuerza o aliento vital, Ch'i, y entendido como un homomorfismo del cuerpo humano. "Los taoístas contemplan al hombre y la tierra como organismos vivos, cada uno es reflejo del otro y gobernados ambos p or las mismas leyes. Así como el cuerpo tiene vasos sanguíneos y meridianos, la tierra tiene corrientes y ríos. El cuerpo tiene corazón, fuen te de vida, calor y espíritu; la tierra tiene el sol para calentarla. El cuerpo tiene piel; la tierra tiene también su cobertura. El cuerpo tiene pelo; la tierra tiene árboles y hierbas. El cuerpo tiene huesos; la tierra tiene piedras y minerales. El cuerpo tiene genitales; la tierra tiene valles y mon tañas. Según una leyenda taoísta, el mundo fue realmente formado del Hombre Primigenio."14 La geomancia es el cuerpo de conocimientos que descifraba el comportamiento de un lugar en aras de p roponer indicaciones para el correcto asentamiento humano; en chino se denomina feng-shui (viento-agua). "El ser natural entendido p or el taoísmo consistía en ponerse u no mismo en concordan cia con el subyacente ritmo de las estaciones, de las plantas, del universo, para que de esta manera no existiera discrepancia entre el sentir interior y la realidad exterior."15 El concepto de jardín taoísta tendrá como reto el conciliar el principio de wu-wei ("no acción"), entendido como no intervención, con la necesidad de expresar otros principios básicos propios del ámbito emblemático de lo taoísta. A todo ello vino a añadirse la cada vez mayor limi tación del espacio como resultado de la extensión del gusto, entre amplias capas sociales, por la tenencia de jardín, lo cual, en un principio, había sido algo exclusivamente reservado al empera dor y a los grandes señores. Entramos así e n el jardín taoísta como lugar para la conciliación de contradicciones. "El Tao es sugerido a través de aforismos y paradojas: para ganar debes ceder, para retener debes dejar ir, para triunfar, perder. Los jardines chinos (taoístas) están diseñados con la ayuda de un juego similar de contrastes: el método para la construcción de jardines está basado en la evocación y en la sugestión más que en una fórmula precisa."16 El jardín se situaba aprovechando el fondo panorámico como fondo compositivo en lo que se ha llamado "apropiación del paisaje" o "paisaje prestado". En el tratamiento del propio jardín no se debía aplicar unas normas rígidas sino que había de compenetrarse con el lugar, "escucharle" para potenciar sus tendencias naturales y eliminar las interferencias que se pudie ran opone r a esa vocación. La labor de creación del jardín debía ser un cauce y n o una presa. El aprovechamiento de características propias del lugar es lo que ha dado lugar al denomina do "efecto encontrado", verdadero protagonista del jardín taoísta. Al respeto por la vocación del lugar el jardín debía unir la búsqueda de ciertas caracte rísticas inherentes a lo simbólico y a lo utilitario.
El conseguir el sentido de universalidad obliga a plantearse el problema de los límites. En primer lugar hay que evitar la captación del tamaño, para lo cual n o debe ser abarcable visual mente de una vez. Como la pintura shan-shi c on su planteamiento de punto de vista múltiple (propiciado p or el propio soporte en rollo), el jardín precisa una contemplación secuencial que requiere el movimiento del espectador. Se niega la visión lejana, mientras que los recorridos han de ser sinuosos e imprevisibles. "Por pequeño que fuera el espacio utiliza do, el jardín nunca estaba trazado como una extensión llana en la que todo pudiera ser contemplado de un solo golpe de vista. La supresión de los límites definidos que ello sugiere creaba una sensación de profundidad, de expansión, ritmo y ausencia de límites en el espacio y en el tiempo."17 En segundo lugar, el borde, que solía ser un muro ciego, no se significa como límite sino como fondo. Plantas y rocas, elementos brillantes, variados, de bien dibujadas formas, tom an el papel de figura, mientras que el muro, apenas vislumbrado entre la vegetación, desempeña el papel de fondo nebuloso. La misma realización de las tapias propiciaba esa forma de percepción: estaban perfectamente guarnecidas, pintadas en la mayoría de los casos de blanco y muchas veces enceradas. El paño neutro y evanescente así conseguido se remata frecuentemente con un ondulante tejadillo que en algún punto se erguía con cabeza de dragón y cuyo color oscu ro y densa textura se destacaba sobre la difusa blancura sumida en la humedad del ambiente, como si fuese una aparición flotando en la niebla. De nuevo la paradoja, el límite pasa a enten derse, a manera de niebla de la pintura paisajística, como el vacío que une las formas visibles y que guarda, en su potencialidad, las aún no evidentes. El jardín debía poner de manifiesto lo mudable del mundo; por tanto, los recorridos tení an que ser imprevisibles y las plantas evidenciar el crecimiento y los cambios de color, olor y textura según las horas del día y las estaciones del año. La noción del cambio se articula con la de la complementariedad en la dualidad yin-yang, principios que se oponen y se completan en continua evolución. El jardín es el ámbito idóneo donde estas características afloran en plenitud. En la pintura de paisaje esa oposición se repre senta mediante dos elementos básicos: la montaña y el agua. "La unidad es el orden derivado de la caótica diversidad de la naturaleza, mientras que yin y yang son fuerzas opuestas que se necesitan mutuamente para completarse. (...) Por analogía, se creía que cada dualismo posible era la expresión de esta relación cósmica. Y en pintura paisajística se la denominaba pintura de montaña-agua, implicando los dos elementos básicos."18 En el jardín, el principio yang lo asu men principalmente las rocas, cuya disposición se inspira en las montañas que aparecen en la pintura shan-shui. "Estas rocas eran cuidadosamente seleccionadas según su color, textura, rugo sidad y forma; algunas eran verticales y elevadas; otras, más vo luminosas en la parte superior que en la base, daban la impresión de desaparecer entre las nubes; otras, tumbadas, tomaban formas de animales fantásticos; algunas emitían una nota cuando se las golpeaba, otras perma necían mudas. En ocasiones las rocas formaban grutas, pero cualquiera que fuera su forma, apa recían siempre naturales en su colocación y tan semejantes a los riscos y montañas como era posible, transmitiendo la sensación que en la propia Naturaleza, indomable y caprichosa, sus-
7.6
7.7
17. J. C. Cooper, op. cit., pág. 48. 18. George Rowley: Principios de la pintura china, Madrid, Alianza, 1981, pág. 79.
107
-
7.8
108
citan."19 El principio yin se da en el lecho de los arroyos y estanques, en las oquedades de las rocas o en los rincones umbríos entre tallos. Ahí es donde aparece la traslación del vacío en forma pormenorizada: en lo oscuro, en lo oculto, en lo fluido. El jardín taoísta, que es en primera instancia una forma específica de jardín, denso, sinuo so, variado, inabarcable visualmente, es además un medio de expresión de la globalidad del universo y de los valores del Tao, para lo que utiliza sutiles y elaboradas figuras semánticas basadas en la representación del todo por la parte o de una cosa por su contraria. Charles ]encks analiza acertadamente el modo en que el jardín taoísta afronta su papel simbólico: "Pero esto da origen a u n problema: si bien el jardín trata de representar el conjunto del mundo y la idea de todo lo cognoscible, también queda claro que rechaza la comprensión literal e intelectual de ese conocimiento. El modo en que el jardín resuelve este indisoluble dilema es doble: trata de incorporar un fragmento de cada experiencia dentro de un escaso espacio, y oscila sin cesar entre los polos opuestos yin-yang, sólido-vacío, o lo que Plaks ha señalado como otro modelo arquetípico, los cinco elementos significando multiplicidad en general. En lo inmediato, el jardín simboliza el universo a través de convenciones formales. Esto explica parcialmente lo que es tan caracterís ticamente extraño para nosotros del jardín chino: su saturada densidad de significados en un muy pequeño espacio, su apretado conjunto y su incesante variación de aspecto. Tan cambian-
7.10
7. 11
tes son las disposiciones y las vistas que se escapan a la expresión en términos estéticos. Un conocido pasaje de 5hen Fu, escritor de! siglo XIX, relaciona la motivación estética con la sim bólica: 'Al disponer en e! jardín torres y pabe!lones, edículos y paseos cubiertos, al apilar rocas como montañas o plantar flores para dar forma a un efecto determinado, e! propósito es hacer ver lo pequeño en lo grande, lo grande en lo pequeño, l o real en lo ilusorio, lo ilusorio en lo real'20.
En otras palabras, cada cosa es u n sustituto o símbolo de otra; cada parte de! jardín quie
7.12
re representar una extensa parte del universo. Un conocedor de cada simbolismo podría apre
ciar de qué manera cualidades ausentes son representadas por otras, cómo signos otoñales expresan la próxima primavera, cómo cada cualidad visible -rocas, vacíos, colores- indica su contrapunto -agua, cuerpos, monocromía-. Este simbolismo de negación es un tema recu rrente, como hemos visto en las actitudes de emperadores, literatos y pintores: todo tiene un bien desarrollado gusto, lo otoñal, e! viejo árbol o e! neutro vacío, y parte de su razón de ser está en que todas esas cualidades negativas simbolizan a sus opuestas"21. Es así como e! jardín taoísta, que es reducido en su tamaño, acotado e n sus límites y qu e
está compuesto p or contados elementos, se configura como ámbito en e! que se representa e! universo inabarcable, ilimitado e inexpresable. Para ello utiliza mecanismos c omo tomar la parte por e! todo, manifestar lo ausente mediante lo evidente, indicar lo potencial mediante lo actual, o lo futuro mediante lo presente. Los distintos matices y acepciones del vacío taoísta tienen cabida en su jardín. El vacío ético de la no-acción, e! wu-wei, está en e! principio de no interferencia respecto a las leyes de la naturaleza, en e! respeto por la vocación de! lugar o simplemente la receptividad por el "efec to encontrado". El vacío como magma de lo incognoscible, de la infinita potencialidad, se sugiere, en primer lugar, por oposición -mediante un lugar acotado, pródigo en presencias-, y despúes, conceptualmente -como proyección de! origen y destino de esas presencias vivas-o Por último, el vacío como cualidad perteneciente al principio yin aparece físicamente concre tado, por ejemplo, en huecos, sombras y lechos.
7.8 Paisaje invernal. Pintura de Li Gongnian (s. XIII). 7.9 Paisaje de montañas sobre el ri o Li, cerca de Kheilin. 7.10 Combinación de rocas, plantas y muro, elementos esenciales del jardín chíno. Wang Shih Yuan. Suchou. 7.11 Rocalla. Sombras y oquedades presentan el vacío del principío yin. 7.12 Tallo y flor de loto. Pintura de Zhu-Da (s. XVII).
19. J. C. Cooper, op. ci/., pág. 52. Allegory in Ihe Dredm of 20. Andrew H. Plaks: Archerype Ihe Red Chdmber, Princeton, Princeton University Press, 1976, pág. 168. 21. Charles Jencks, op. cil. , págs. 196-197.
109
CAPíTULO VIII
EL ESPACIO UNIVERSAL
Con misterio acaban En filos
de cima,
Sujeta a una línea Fiel a la mirada,
Los claros, amables Muros de un misterio, Invisible dentro Invisible Del bloque del aire.
Su
luz es divina:
Misterio sin sombra. La sombra
desdobla
Viles mascarillas.
Misterio perfecto,
Perfección del círculo Perfección Círculo del circo Círculo Secreto del Secreto del cielo
Misteriosamente Refulge y se cela . JORGE GUlllÉN'
1.
Jorge Guillén: "Perfección del círculo", en Cántico, Barcelona, Seix Barral, 1984, pág. 1984, pág. 77.
8.1 El interior de de l Panteón. G . P. Panini.1750.
1. UN
TEMPLO
DE TEMPLOS,
UN TEATRO CÓSMICO
Contados edi edifici ficios os en la la arquitectura h arquitectura h an sido llamados llamados a a originar arqueti la historia de la pos, el Panteón de Roma es un o de de ellos. ellos. La centralidad espacial, la plenitud de la la cúpula cúpula y la y la La centralidad monumentalidad del espacio interior se concilian para constituir el constituir el soporte soporte físico de una de una depu rada metáfora del universo. Su idoneidad como lugar sagrado lugar sagrado lo ha convertido en modelo de necesaria referencia a lo a lo largo de la la historia. Platón ponderó la la excelencia del círculo, de lo que infirió "el movimiento circular, per fecto y uniforme" de los astros. No obstante, la obstante, la considera consideración ción del cielo como bóveda en la en la qu qu e aquellos se mueven es de origen mesopotámico. Eudoxos de Knido planteó que sus trayecto rias se inscribían en esferas concéntricas girando alrededor de distintos ejes. Estas concepcio ness probablemente formaron parte del bagaje ne bagaje teórico con que se afrontó el proyecto definitivo del Panteón en un periodo, como es el de Adriano, fuertemente helenizado. La planta La planta de de forma circular n o carecía de antecedentes. Los tholoi griegos, los templos de tholoi griegos, la planta circular, pero se puede establecer un Vesta o las construcciones neronianas utilizan la antecedente aún antecedente aún más ajustado: el skias de Atenas que tenía asimismo planta circular, y en el que celebraban banquetes los dignatarios atenienses. religión romana es, griega, a, acumulativa y disp dispar. ar. Par Paraa corregir en La religión La es, a diferencia de la la grieg alguna medida estos rasgos se generan dentro de la propia religión mecanismos de agrupación de deidades. La de Lass tríadas, las imágenes pantheas imágenes pantheas o los banquetes divinos responden esa tenden cia reduccionista. cia reduccionista. No obstante, fue el el establecimiento del Imperio lo que acentuó la la orienta ción unificadora. La La reforma de Augusto restringiendo los cultos extranjeros y la implantación del rito del rito heliotrópico por Nerón son manifestaciones de esta tendencia, que culmina con la ini ciativa de dedicar un templo a todos los dioses. ciativa dioses . la casa del dios; dentro, su su estatua estatua domi El templo, tanto en Roma como en Grecia, era la naba el espacio espacio de la cella. En la idea del Panteón, los dioses individuales son sustituidos por el por el trasunto de trasunto de su globalidad: el universo, que se manifiesta en el en el orden puro y explícito explícito de de la arqui tectura. Su número se limita y limita y la jerarquía desaparece, plegándose a las necesidades de la propia composición arquitectónica. arquitectónica. En su multiplicidad es como si sus poderes particulares y sus distintas procedencias se contrarrestaran diluyéndose en el tintas en el gran vacío central. Así, los edículos son entendidos como emblemas de templos, convirtiéndose por tanto en lo que podríamos llamar a las estatuas estatuas se relegan al al perímetro, negando de nuevo la la jerarquización jerarquización y metatemplos y junto a las subrayando el el carácter convergente de las las virtudes divinas en detrimento de su su afirmación indi vidual. Los naturales ales -luz, air airee y lluvia-, res resalt altado adoss en lo vacío del espacio, ya no Los elementos natur dependen del poder de determinada de determinada deidad deidad sino que aparecen como integrantes escogidos de u de u n orden superior orden superior que la asamblea divina mantiene con su con su actitud providente. 113
El espacio interior del Panteón se entiende como un teatro cósmico cuyo escenario es su compacto volumen vacío, en el que los protagonistas son elementos de la naturaleza: el disco de luz solar recorriendo bóveda, tambor y suelo, el recortado haz de lluvia cuya caída mide la altura, el aire que vibra, el azul y las estrellas asomándose al estricto óculo y, eventualmente, el hombre.
11. DIOSES,
2. Jean Bayet: La romana, Madrid, Cristiandad, 1984, pág. 131. 3. lbld., pág. 134. 4. N o sólo deidades que se integran en el sistema teológico oficial, sino religiones O cultos conviven con aquél, a veces tolerados, a veces auspiciados y a veces perseguidos (mazdeísmo, el culto de Mitra, orfismo pitagórico, etc.). 5. Jean Ba yet, op. cit., págs. 54-55.
114
TODOS
LOS DIOSES
La heterogénea procedencia de sus dioses, así como otros factores de naturaleza geopolí tica, dan lugar a que el panteón romano carezca de la coherencia del olimpo griego. "La men talidad antigua de los romanos n o parece haber imaginado una asamblea limitada y homogénea de dioses comparable a la del olimpo homérico, al que las relaciones familiares y pasionales dan una vitalidad que se distingue de la humana a la vez que la comprende."2 "Pero el número de los dioses no dejaba de crecer, no sólo por el análisis cada vez más detallado de los numina que regían la vida cotidiana, sino también por el deseo de adoptar los poderes divinos de fuera."3 Al contingente de deidades de origen griego debidamente latiniza das -Marte, Diana,Júpiter Latiaris- se van sumando divinidades, primero sabinas, luego etrus cas, más tarde las procedentes de Asia Menor. La religión romana propiciaba también la divinización de lugares o animales. El espíritu de la propia ciudad era objeto de culto. El poder de Roma se consolida mediante su imposición a los pueblos vecinos. Su ción se realiza sobre la base de resaltar las diferencias, de manera bien diversa del espíritu pan helénico que compartían las ciudades griegas, incluso a pesar de sus las frecuentes disensiones. La prepotencia en lo político, sin embargo, no tuvo su correlato en lo religioso, bien al contrario; los romanos, tal vez p or una fuerte tendencia a la superstición, adoptan fácilmente deidades importadas de los países sometidos. Esto es algo que sucede continuamente hasta el del Imperi04• El proceso de que siguen las primitivas creencias indoeuropeas es, en que en la griega. Sea po r el conservadurismo la religión romana, menos completo y que latía en lo más profundo del espíritu latino, sea p or la continua asimilación de nuevas dei dades, sea simplemente por su marcado carácter pragmático, la perfecta definición de dioses, de sus características y de sus roles no se da en Roma. Como consecuencia (o quizá como fun damento), n o existe un acervo mitológico tan completo como el de la religión griega. "La men talidad romana es antimítica, en el sentido de que el bagaje mítico indoeuropeo aparece, ya en el estadio latino más antiguo, en un grado de desintegración extremado; la remitizacián tardía de la religión romana fue puramente y sin alcance religioso."s La promiscuidad de dioses de diversas procedencias, con distintos grados de personifica ción y diversa importancia litúrgica, hizo "necesario buscar entre los propios romanos un prin-
cipio de orden teológico"6. Aparecen entonces las agrupaciones de dioses que profundizan en un cierto carácter sectorial de la religión romana y que se manifiesta también en la existencia de los colegios sacerdotales. "M.G. Dumézil parte de la única base litúrgica segura, el orden de preeminencia de los sacerdotes, para afirmar la primacía de los tres grandes dioses servidos p or f1amines mayores -Júpiter, Marte, precedidos por Jano, dios inicial (...) y seguidos por Vesta."7 A esa primera tríada representativa de lo más antiguo de la religión romana vinie ron a sumarse la formada por Júpiter-Juno-Minerva, de origen etrusco y dedicada a la volun tad, y la de Ceres-Liber-Libera, dedicada a la fertilidad e instituida en los primeros años de la República. Otra forma de síntesis consistía en "dar a un dios el epíteto de otro dios, del que se reco nocía dependencia: po r ejemplo, Hércules y Venus dependen de Júpiter (Hércules Iovius, Venus Iovia)"8. Estas sub ordin acione s no suponían relación familiar entre deidades, sino que eran de origen cultural. Una variante de la anterior formulación es la que consistía en colocar en forma de epítetos ciertos numinas particulares Guppiter Fulgur, Juppiter F1aginus, Juppiter Juvenalis ...) o incluso deidades individualizadas que marcaban aspectos específicos del dios principal Guppiter Liber o Juppiter Sol). El propio banquete sagrado (epulum) evoluciona hacia una cada vez mayor concurrencia de dioses en sus celebraciones. En principio, se limitaba a la tríada capitalina. En el 300 a.e., a causa de una epidemia, se ofrece u n lectisternium o banquete "acostado" a tres parejas divinas (Apolo y su madre Latona, Hércules y Diana, Mercurio y Neptuno). En el 217 a.e. el desastre de Trasimeno impulsó a los romanos a celebrar uno, que duró tres días, en honor de los doce dioses del panteón griego. Otra forma de unificación era la que consistía en concertar en una misma imagen atri butos de varias divinidades. Las pantheas, como se denominaban, acumulaban atributos de varias deidades y extendían su eficacia al conjunto de los poderes de todas ellas. Lo expuesto hasta aquí pone de manifiesto la tendencia a la proliferación dispar de divi nidades e n e! mundo romano, que se intenta frenar con distintos mecanismos de jerarquización y agrupación. Sin embargo, son factores de tipo extrarreligioso -y concretamente polít icos- los que favorecieron decisivamente la visión unitaria de! conjunto de dioses romanos, en lo que empezaba a ser una latente necesidad de unidad o, tal vez incluso, de monoteísmo. La implan tación de! Imperio, con todo lo que implicaba, acrecentó esa tendencia unificadora. En el aspecto fáctico, Augusto llevó a cabo una reforma tendente a cohesionar el entra mado re!igioso y a institucionalizar la figura de! emperador como eje de la vida religiosa roma na. En e! primer sentido, hace una restauración de los cultos nacionalistas en detrimento de los de origen oriental. En e! segundo, vinculó la figura del pontífice a la de! emperador, dando comienzo al proceso de divinización de la institución imperial. Jean Bayet recalca cómo "la fidelidad al politeísmo se mezcla, en una aspiración casi inconsciente, con la unidad de la voluntad divina"9. La aparición de la figura del emperador
8.2 Augusto
como pontífice.
S. I a.e.
6. lbíd., pág. 132. 7. lbíd. , pág. 132.
8. lbíd., pág. 134. 9. lbíd., pág. 179.
115
Aurea. Sala octogonal y habitaciones anexas. Planta. 8.4 Domus Aurea. Maqueta. Vista desde la fachada sur. Museo della Civilitá Romana. 8.5 Domus Aurea. Interior de la Sala Octogonal. 8.3 Domus
apoyará decisivamente esa tendencia unificadora. Así, ya en el albor del Imperio (en la época de Augusto), se concibe la idea de erigir un templo a todos lo dioses. Agripa, ministro de aquél, se encargó de hacerlo levantar, como aún figura en el frontispicio que ha llegado hasta nuestros días. En aquel momento ya se habían implantado en Roma cultos astrales, de influencia griega y oriental. Se hace corresponder el sol con la figura del emperador. Nerón avanza en el sentido de la adoración heliotrópica, pero al fin "no llevó hasta sus últimas consecuencias su tentativa de apolonismo solar teñido de mazdeísmo iranio, y su sueño de monarquía cósmica no sobrevivió a su muerte y a la destrucción de la Casa Aurea"¡o. No obstante, sus aportaciones arquitectónicas, inspiradas por esas doctrinas, nos acercan decisivamente a la configuración del Panteón. Las fundamentales son la forma centralizada, la adopción del círculo por su carácter de figura perfecta y preeminente y la instauración de la bóveda como representación del ámbito celeste. Adriano, cosmopolita y helenizante, teniendo como prioridad la razón de Estado, abunda en la fórmula del templo para todos los dioses. Bajo esta advocación cabía cualquier posibilidad, desde las deidades mayores al modesto numen latino o al exótico dios de provincia. Sin embargo, lo genérico de la denominación corresponde con lo unitario de la forma arquitectónica en la intención de trascender la simple adición de individualidades divinas. Adriano llega así al punto de equilibrio entre la diversidad latina original y el excluyente monoteísmo de las postrimerías del Imperio. Lo diverso se integra en lo unitario, el supremo lagos, que da el sustrato coherente a las diversas manifestaciones divinas y tiene su correspondencia en un soberbio edificio.
111. ORBIS ROMANUS
10. ¡bíd., pág.
116
201.
Las cámaras megalíticas ya suponían un intento de control del espacio interior que desembocó en la cubierta cupular (estructuralmente, falsa cúpula), en la qu e se daba una feliz interacción entre idoneidad constructiva y contenido simbólico. El tipo de cámara funeraria mediterránea tiene en los enterramientos micénicos, conocidos como tesoros, su máximo grado de depuración. Por su parte, la cabaña circular da lugar, en la cultura helénica, al edificio denominado planta tholos. En la propia Roma se dedican a Vesta, la diosa del fuego doméstico, templos circular que eran similares a los tholoi griegos. El templo dedicado a esta diosa que hoy se encuentra en la Piazza della Bocca della se guardaba el fuego de la ciudad, custodiado po r seis sacerdotisas llamadas, por ello, vestales. El antecedente inmediato del Panteón es la Domus Aurea levantada por Nerón entre el 64 ye l 68 d.C. Este emperador, imbuido de apolonismo solar, intenta plasmar sus ideas de monar-
,
¡
,
8.4
8.3
quía cósmica en
el magno palacio que ocupaba el lugar donde hoy está el Coliseo y sus alrede dores. En un vasto vasto dominio dominio de cerca de cien hectáreas, jardines y pabellones reproducían los
más significados lugares del Imperio, había un lago artificiaPI y el palacio contaba c on un gran más número de habitaciones. De ellas, la sala octogonal, una de las principales, estaba cubierta con número una cúpula de unos 16 m de luz, en cuyo centro se abría u n óculo. Como su nombre indica, la "Casa de Oro" era
el palacio
del sol, que
se identifica
con
el emperador l2 .
En
la metáfora
del
universo que universo que era la Domus Aurea, la cúpula se utiliz utilizaa como reproducción del firmamento; según la tradición, aquella
sala de banquetes "circular giraba constantemente, día y noche, como los cielos"l3. Este edificio se despega de todos los posibles antecedentes en un fundamental salto cualitativo y abre
el camino
que culminará espléndidamente el Panteón.
11. Precisamente 11. Precisamente lugar ocupado lugar ocupado p or lago será lago que posteriormente levantó Coliseo. 12. "Entre 12. conjunto (la Domus Aurea) Domus Aurea) y foro había una estatua Nerón como dios-sol 36 metros 36 altura..." Spiro altura..." Spiro Kostof: Historia de la arquitectura, Madrid, Alianza, 1988, vol. 1988, vol. 1, pág. 362. 13. lbid., pág. 364.
117
8.6 Panteón.
Pórtico. 8.7 Panteón. Hemisección según Palladio. 8.8 Panteón. Planta general.
De! Panteón originario, e! primitivo templo de Augusto, que se consagra en e! 27 d.C. (como figura en su en su frontispicio), se conservan pocos elementos. El edificio que hoy conocemos se fecha aproximadamente entre e! 118 y e! 127 127 d.C.; se levanta a instancias de Adriano, atri buyéndose la autoría al arquitecto Apolodoro de Damasco. En la idea de este edificio se funde e! pórtico tradicional de! templo grecorromano con e! cuerpo circular de! circular de! tholos, dotando a su espacio interior de una sorprendente monumentali dad. La cúpula esf esféri érica ca de más de 43 m de luz (igual a su altura) supone un salto especta espectacular cular en esta forma constructiva. Su disposición estructural, protorreticular y con decreciente espe sor en sentido ascendente, la hacen perfectamente idónea. Está construida con fábrica de ladri llo y hormigón (e! opus incertum de Vitrubio) consistente en un conglomerado de piedra, restos cerámicos y mortero de cal. Tras e! inmediato problema de salvar la luz se presenta e! de soportar los empujes. Al que rerse un edificio exento, no puede utilizarse e! recurso que supone e! contrarresto de estructu118
• •
•
•
8 .8
8 .7
119
ras contiguas. Todo ello dio lugar a engrosar e! muro para que su peso compusiera con el empu je una resultante estable. El muro tiene con ese fin un espesor de 6 m, pero interiormente está sabiamente horadado; edículos y cámaras se abren combinando perfectamente los requeri mientqs simbólico-funcionales con las exigencias estructurales y constructivas. Es evidente que e! Panteón es un edificio cuya vocación es la globalidad. En este sentido se dispone una serie de mecanismos de diversa índole. Un o es el de acumulación. Exteriormente e! frontón de la portada se superpone a otro retranqueado, marcando el paso entre e! pórtico columnado y e! apéndice masivo que lo une a la rotonda. El muro exterior está dividido en tres franjas separadas por sendas cornisas que producen una impresión de desdoblamiento ascensional. La tersa curvatura de la cubierta se contrae en su parte baja mediante u n escalonamiento. Estos efectos que dan una sensación de
8.9
120
edificio desdoblado sobre sí mismo y cuyos elementos parecen vibrar entre los distintos planos en los que se reproducen. En e! interior se alternan cuatro edículos de planta cuadrangular y tres absidales, todos ellos columnados e incluidos en e! grueso de! muro; entre estos edículos, ocho tabernáculos más pequeños sobresalen de! perímetro interior. Sobre este cuerpo bajo, completando e! tambor en su franja superior, se dispone una serie de ventanas ciegas. Este tra tamiento -consistente en una sucesión alternada de fachadas, controladas en su diversidad p or las necesidades compositivas- remite a la diversidad de los dioses, diversos en su origen, poder y función, y a la diversidad de! mundo de los humanos, diversidades representadas por las variantes sobre e! codificado orden arquitectónico. Otro mecanismo es e! de extensión. Co n él se propicia el espacio como ámbito abarcan te con la configuración, monumentalidad y dimensión física precisas para corresponder a la universalidad que se propone significar. La primera decisión orientada en este sentido es la elec ción de la esfera como figura geométrica matriz . El hecho de que e! diámetro sea igual a la altu ra permite percibir su gran vacío interior como una enorme burbuja a la que la fábrica ciñe como un gran manto. En este punto es pertinente hacer un escueto repaso de la concepción de la esfera como figura ligada a lo ontológico y a lo divino. "Seis siglos antes de la era cristia na, el rapsoda Jenófanes de Colofón, harto de los versos homéricos que recitaba de ciudad en ciudad, fustigó a los poetas que atribuyeron rasgos antropomórficos a los dioses y propuso a los griegos un solo dios, que era una esfera eterna. En e! Timeo de Platón, se lee que la esfera es la figura más perfecta y más uniforme, porque todos los puntos de la superficie equidi stan de! centro. (...) Parménides repitió la imagen (e! Ser es semejante a la masa de una esfera bien redondeada, cuya fuerza es constante desde e! centro en cualquier direcciÓn). (... ) Parménides enseñó en Italia; a pocos años de su muerte, e! siciliano Empédocles de Agrigento urdió una laboriosa cosmogonía; hay una etapa en que las partículas de tierra, de agua, de aire y de fuego integran una esfera sin fin, e! Sphairos redondo, que exulta en su soledad circular." 14 Ya en e! siglo XII d.C. Alain de Lille concibe que "Dios es una esfera inteligible cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna"15.
"
8.10
8.11
8.9
Panteón. Dibujo analítico del sistema estructural d e muros y arcos de descarga. 8.10 Panteón. Planta con pavimento. 8.11 Panteón. Semiplanta (derecha) del nivel superior del tambor. Semiplanta (izquierda) d el nivel de arranque de la cúpula.
121
Sección longitudinal según Desgaodetz, 1779. Se aprecian los cuerpos diferenciados de tambor y cúpula. 8.13 Panteón. El disco de luz solar se desplaza recorriendo la cúpula de casetones. 8.14 Panteón. Alzado donde se puede observar el juego de duplicaciones y desdoblamientos. Sección con el circulo de la esfera virtual matriz de la cúpula. 8.12 Panteón.
I
8.12
14. Jorge Luis Borges: "La esfera de Pascal", e n
inquisiciones, Madrid-Buenos Aires, Alianza-Emecé, 1960, págs. 13-14. 15. [b id., pág. 14.
122
El edificio del Panteón condensa los contenidos de estas teorías al querer ser una imago mundi. El cielo es, como propugnó Platón, una bóveda esférica. El mundo inmediato es arqui tectura (pórticos y edículos). La cornisa que separa cúpula y tambor se convierte en horizonte. No hay ningún vínculo figurativo de continuidad entre cúpula y tambor. Es como si se qui siera destacar la independencia de ambos e inducir a imaginar un movimiento ilusorio de la primera al margen de la fijeza del segundo. La cúpula de casetones estratificados se manifiesta como una superposición de esferas recortadas. Lo cual consiente la asociación con la teoría de Eudoxos de Knido, quien en el siglo IV a.e. postuló un cosmos compuesto por esferas con céntricas girando alrededor de distintos ejes. Por su parte, el óculo, única comunicación per manente en luz y visión con el exterior, convi erte el edificio en una cámara óptica. El disco luminoso proyectado p or el haz solar recorre la bóveda simulando el movimiento orbi tal del propio sol. Como una gran pupila, el óculo (el ojo) mira al cielo al mismo tiempo que él es, también, cielo, otro cielo. Los fenómenos naturales, luz o lluvia, se transforman en signos de sí mismos al penetrar en el interior ceñidos por el aro de bronce. Nos encontramos, por tanto, con un organismo que pretendió, como símbolo, ser un mundo completo y que lo consiguió como edificio. Mundos dentro de mundos. "Demócrito
8 .14
123
8.15 8.16
Panteón. Detalle de la cubierta. Panteón. Aspecto exterior del óculo.
8.15
16. Jorge Luis Borges, "Pascal ", en op. cit., pág. lO!. 17. "Vaya pintarle no solamente el universo visible sino la inmensidad concebible de la naturaleza, en el recinto de este compendio de átomos. vea en él una infinidad de universos, cada uno con su firmamento. sus planetas, su tierra, en la misma proporción qu e e n el mundo visible, en esta tierra, animales y finalmente cirones, en los cuales encontrará lo que h an dado los anteriores: y al encontrar todavía en lo s otros la misma cosa sin fin y sin reposo, que se pierda e n estas maravillas. tan pasmosas en su pequeñez como lo s on las
otras por su extensión... ". Bias Pascal: Pensamientos.
Madrid, Austral, 1940 , pág. 22. 18. Jorge Luis Borges, "De alguien a nadie", en op. cit., pág. 144. 19. Ibíd., pág. 145.
124
pensó que en e! infinito se dan mundos iguales, en los que hombres iguales cumplen sin una variación destinos iguales; Pascal (en quien también pudieron influir las antiguas palabras de Anaxágoras de que todo está en cada cosa) incluyó esos mundos parejos unos dentro de otros, de suerte que no hay átomo en e! espacio que no encierre universos ni universo que no sea también un átomo.,,16, 17
El tercer mecanismo es e! de negación. Planta circular, cubierta en cúpula; toda la construcción refiere a u n centro, pero ese centro está vacío, como vacío es e! resto de! espacio ceñido po r muros, cúpula y suelo. Este vacío es, a u n tiempo, sustantivo en su carácter unitario y aglutinante de la diversidad. La intuición que relaciona a Dios con la nada (y, p or tanto, en su correspondencia espacial, con e! vacío) no es nueva. "Juan e! irlandés, para acude a la palabra nihilum, que es la nada; Dios es la nada primordial de la creatio ex nihilo, el abismo en que se engendraron los arquetipos y luego los seres concretos."18 Al mismo tiempo, sin embargo, es e! ámbito de la infinita posibilidad. Solamente en un vacío, un hermoso vacío, podía caber todo, se podía significar todo. "Ser una cosa es inexorablemente no ser todas las otras cosas; la intuición confusa de esa verdad ha inducido a los hombres a imaginar que no ser es más que ser algo y que, de alguna manera, es ser todo."19
8.16
125
CAPíTULO IX
ROSARIO DE PIEDRAS
La primera sección
del Sutra del del Sexto Sexto Patriarca es el relato de Hui Neng
El Patriarca expresó públicamente su aprobación
sobre cómo llegó a comprender el Zen; así nos cuenta que él era un ven-
secretamente a Shi Shin n Sh Shan an que
dedor de leña analfabeto y que un día, día, mien mientras tras
comprensión su comprensión
del verso, pero le le dijo era er a supe superfic rficial ial y que
se encontraba traba-
antes de poder de poder permitirle ser permitirle ser el Sexto Patriarca tenía q ue escribirle escribirle otro. otro.
taller, alcan taller, alcanzó zó a oír que alguien recitab recitaba a un pasaje pasaje del
Mientras tanto Hui Neng había leído el verso, y dándose cuenta de q ue
Vagrakkhedika en la calle. calle. Instantáneamente logró una comprensión
algo andaba mal le pidió pidió a a u n amigo que escribiera que escribiera otro aliado del pri-
jan do en
su
intuitiva de
su significado,
y descub descubrió rió que la persona que recitaba el
mero, que él habría de dictarle. dictarle . El suyo f ue éste:
Sutra venía del monasterio donde el donde el Quinto Patriarca, Hwang Van Van,, estaba instruyendo a una comunidad de unos mil discípulos. discípulos . De inmediato, Hui Neng salió en busca del Patriarca, y al llegar al monasterio lo pusieron a trabajar en los establos po r un periodo de ocho me mese ses s . Un día Hwang Van, Van, dándos dándose e cuenta de que todos
sus discípulos
y les dijo que
su
fi n estaba estaba cercano, convocó a
sucesor su sucesor
debía se serr nombrado allí
No h h ay ni árbol Boddhi Boddhi
ni tampoco un brillante espejo; dado q q ue ue en en realidad todo todo es un vacio, ¿sobre qué puede puede caer el el polvo?
mismo, confiriéndole ese privilegio a aquel q ue fuera capaz de escribir el El Patriarca
verso que verso que mejor sintetizara la enseñanza Zen.
vio d e inmediato q ue había alguien que entendía la vacui-
dad de las simples concepciones y analogías, y temeroso de los celos de En ese tiempo el monje principal, un
tal Shin Shan, un hombre que tenía que tenía
los otros monjes designó secretamente a Hui Neng como sucesor, entre-
una cabal cabal comprensión intelectual del Budismo, Budismo, pero que no había lle-
gándole el manto y la escudilla de mendicante que
gado a gado a percatarse de la verdad esencial, sabía íntimamente que su cono-
originariamente ente al pertenecido originariam al mismísimo Buda.
se suponía
había
cimiento era solamente superficial, y tenía miedo de miedo de presentarse ante el maestro y y entregarle personalmente el verso . Resolvió, por tanto, escribirlo en la pared fuera de la habitacíón del maestro, de modo que
AlAN W. WATI5 1
si se
lo aprobaba declararía ser el autor. Fue así como en las sombras de la noche escribió el verso siguiente:
cuerpo es semejante semejante a Boddhi y y árbol Boddhi El cuerpo a l árbol brillante . a u n cuerpo la mente a cuerpo brillante Cuidadosamente los limpiamos los limpiamos hora hora tras hora hora temiendo que el polvo caiga caiga sobre ellos.
1. Alan W. Watts:
El espíritu d d el el Zen Zen ,, Bueno Buenoss Aires Aires,, Dédalo,
1979,, págs. 43-45. 1979