REPORTE DEL LIBRO EL PAÍS DE UNO AUTOR: DENISE DRESSER Este libro comienza a describir lo que México vive, en el sentido político, social, económico y educativo de tal manera que desde un i nicio sabes de lo que va a tratar el libro, me sorprende que este libro se hiciera a base de la realidad y no solo hablando por los demás, si no a base de datos, de encuestas y de estadísticas. En este libro que nos propone reapropiarnos de un país que a ratos r atos parece insalvable, la autora se plantea las mismas preguntas que escuchamos en el tianguis, en el hospital, en la fila para pagar la luz, en el taller mecánico y en las redes sociales: ¿por qué no nos modernizamos a la velocidad que podríamos y deberíamos? Ya que México, como bien lo dice en su libro, tiene grandes herramientas para explotarnos a nosotros mismos si la necesidad de que otro país con mayos poder nos explote, entonces se responde: Aventuro algunas respuestas: por el petróleo, por el modelo educativo y el tipo de cultura política que crea, por la corrupción que esa cultura permite, por la estructura económica y por un sistema político erigido para que todo eso no cambie; para que los privilegios y los derechos der echos adquiridos se mantengan tal y como están. Haciendo un breve pausa acerca del libro, me gustaría comentar que cuando Denise habla sobre nuestra situación política, nos dice que estamos muy mal culturizados ya que en las elecciones para presidente se eligió a Enrique Peña Nieto y no fue porque tuviera las mejores propuestas o las mejores ideas, no fue por su inteligencia o algo similar, fue por lo guapo que a demasiadas señoras se les hacía. Así que, ¿por qué México se queja tanto de Trump?, ¿por qué decir que Estados Unidos es un país ignorante, sin cultura u otras cosas? La realidad es que México está igual o hasta peor, quiero decir, Estados Unidos tiene el poder mundial y tiene t iene influencia en nosotros económicamente y como sea a ellos no les afecta si nosotros elegimos a un presidente ignorante, es más, le conviene a Estados Unidos que tengamos como presidente a alguien sin estudios adecuados porque es más fácil de manejar y es justamente lo que nos menciona Denise. A México le hace falta educación, educación, le hace falta que todos nos informemos bien sobre lo que está pasando en nuestro país, le hace falta mucha gente que ya no sea conformista y que no se compare con otro país que este peor que nosotros, pero sobre todo necesitamos gente que no tenga la idea de que México está así por el presidente y que todo lo malo que sucede en México es por el presidente. México necesita cambiar a su gente, necesita a gente que ame lo que haga como profesión, se necesitan buenos políticos, buenos representantes y gente sincera. Leyendo El país de uno , recuperé la indignación (que no estaba muerta, simplemente agotada) por la cantidad de impuestos que yo no pago pero que mis padres lo hacen y como persona física.
Un párrafo que en verdad creo que vale la pena escribir, es el siguiente: “México se volvió rico y lleva cuatro décadas gastando mal su riqueza. De manera descuidada. De forma irresponsable. Usando los ingresos de Pemex para darle al gobierno lo que no puede o quiere recaudar. Distribuyendo el excedente petrolero entre gobernadores que se dedican a construir libramientos carreteros con su nombre. Financiando partidos multimillonarios y medios que los expolian. Dándole más dinero a Carlos Romero Deschamps que a los agremiados en cuyo nombre dice actuar. Eso es lo que ha hecho el gobierno con los miles de millones de dólares anuales que recibe gracias a la venta del petróleo. Así hemos desperdiciado el dinero y desaprovechado el tiempo”. Aunque lo olvidemos a veces, este libro me hizo recordar que el país sobrevivió a setenta años del PRI y a la corrupción de Estado, a seis años de un tibio y corrupto foxismo, gracias a una sociedad civil fuerte, solidaria que no se arredra, que sale a las calles por sus hijos e hijas, que rescata a la infancia de la calle, que protege a las víctimas, que señala a los mafiosos, que recuerda a las y los desaparecidos, que cuando la Corte le ignora vuelve otra vez con la esperanza de lo posible. Una sociedad en que intelectuales, científicas, mineros y trabajadoras de maquila, así como activistas de derechos humanos, maestras y estudiantes exigen respeto a la dignidad humana. La autora asume su liderazgo y sus propias tareas como educadora, como madre, como feminista, como un bastión humano contra los monopolios. Nos recuerda que la verdadera solución no se encuentra en el curul de un diputado, ni en la silla de un senador, ni detrás de la banda presidencial, se encuentra en cada ciudadana, ciudadano dispuesto a hacer las cosas de verdad. Al final del libro encontramos un decálogo de lo que sí podemos hacer, la autora nos invita a sumarnos a él o escribir uno propio. No son instrucciones, pero ciertamente son claves que nos ayudan a darle estructura a una presencia cívica que a ratos se antoja solitaria e inútil. Yo le digo a Denise, gracias por recordarnos que aquí seguiremos, millones cada día reconstruyendo el país, poco a poquito, con amenazas, huérfanas o con hijas o hijos muertos. Trabajando, hablando, exigiendo porque merecemos un país que nos merezca. Ni más ni menos, y en silencio nunca lo tendremos.