FUEGO Y MANIOBRA BREVE HISTORIA DEL ARTE TÁCTICO
JORGE ARIEL VIGO
FUEGO Y MANIOBRA BREVE HISTORIA DEL ARTE TÁCTICO
Folglore Ediciones
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Primera edición ISBN Hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Impreso en el mes de abril de 2005 en Docuprint S.A., Rivadavia 701, Buenos Aires, Argentina.
“Uno debe entender el mecanismo y el poder del soldado individual, luego el de una compañía, un batallón, una brigada y así en más, antes de que uno pueda aventurarse a agrupar divisiones y mover un ejército. Creo que debo mi éxito a la atención que siempre presté a la parte inferior de la táctica como oficial regimental. Hay muy pocos oficiales en el ejército que conozcan esos detalles mejor que yo; son la fundamentación de todo el conocimiento militar” Mariscal de Campo Arthur Wellesley, Duque de Wellington
F UEGO Y MANIOBRA I NTRODUCCIÓN La Estrategia tiene un magnetismo especial para los expertos y el público en general. Tratados acerca de su evolución, volúmenes explicativos, desarrollos teóricos y escritos descriptivos acerca de ella se encuentran por doquier abarcando diversas disciplinas. Estrategia militar, diplomática, empresarial, legal, comercial son moneda corriente en la literatura académica y en el lenguaje de profesores, políticos, hombres de armas, periodistas o deportistas. Su hermana menor, la Táctica goza de un empleo oral semejante pero no ha recibido un igual trato erudito. Las obras que la estudian la refieren a períodos o conflictos específicos circunscribiendo el análisis a su empleo circunstancial sin alegar nada respecto de su genética y evolución. De similar manera los documentos técnicos, esencialmente reglamentos militares, sólo tratan de sus métodos y procedimientos actuales. Esta desigualdad se ha traducido en una desventaja operativa. Cada vez que se plantea un nuevo conflicto se levantan voces estratégicas para explicar la forma de encararlo y arribar a una pronta solución del mismo; pero nada escuchamos acerca de cómo se realizarán las tareas que, en conjunto nos llevaran a ese objetivo. Cierto es que corresponde a la táctica establecer esos procedimientos, ya que la táctica es acción. Pero la estrategia, que es idea, no debe apartarse tanto del hacer como para no distinguir lo posibles de lo simplemente imaginado. Si la estrategia es, como dice Alonso Baquer, “el decir de un hacer” corresponde que conozca los límites posibles, actuales y
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futuros de los recursos de acción, tanto para acatarlos como para extenderlos. Es relativamente sencillo trazar una campaña estratégica de bombardeo, pero es tácticamente complejo realizarla produciendo el mínimo daño colateral y previendo el amparo de los cientos de refugiados que ella producirá. Una estrategia de armas combinadas puede llevar a un gran ejército a Bagdad, pero si no se atiende a la respuesta táctica obvia del enemigo derrotado -la guerrilla y el terror- de nada valdrá la victoria pues el número de bajas propias será superior después del cese de fuego. La Táctica es la disciplina que provee a la estrategia no sólo del medio de acción, sino también de parte de la información necesaria para actuar. El problema de los refugiados de guerra es muy antiguo y los hombres involucrados en los sitios lo conocían: Vercingetórix en Alesia (52 a.C.) expulsó a los no combatientes de su posición por falta de alimentos, y en repetidos sitios medievales se registran nubes de refugiados entre las murallas de los sitiados y las trincheras de los sitiadores. El recurso del terror y la guerrilla es repetidamente habitual en un vencido, bástenos con recordar los movimientos de resistencia surgidos en Francia, Holanda o Rusia durante la Segunda Guerra Mundial. En un estado nacional la política, asociada a la ética, traza los objetivos nacionales a partir de la identificación de los intereses vitales de la nación. Nada dice la política acerca de cómo lograr esos objetivos, pues esa es tarea de la estrategia. A ella le corresponde establecer los caminos de acción para alcanzar las metas fijadas diciendo qué es lo que hay que hacer. La táctica por su parte es el procedimiento de la acción que recorre los rumbos trazados por la estrategia. La relación sistémica de subordinación es entonces evidente. El conocimiento Táctico resulta imprescindible para la elaboración de una estrategia adecuada. No es aconsejable desarrollar estrategias que empleen procedimientos tácticos poco conocidos o desconocer los requerimientos operativos y sus consecuencias. Aunque es habitual admitir que los errores tácticos tienen solución en el campo estratégico y que ese remedio no funciona a la inversa, no podemos desconocer que en nuestra época donde los medios de comunicación masiva han reducido la dimensión temporal de la estrategia, los alcances y efectos de las acciones tácticas pueden comprender rápidamente resultados irreversibles. La guerra opera hoy dentro de la ética que marca el Derecho Internacional Humanitario, su conocimiento y manejo es imprescindible para todo militar profesional; en
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ese sentido una acción táctica que afecte los valores protegidos por esas normas alcanzaría resultados dañosos en el ámbito estratégico que podrían arruinar una campaña o todo el plan de guerra. El conocimiento Táctico es entonces indispensable no sólo desde la necesidad del combate sino también a partir de su manejo conceptual integrado al sistema estratégico. Esa integración sólo puede lograrse mediante una cabal comprensión del fenómeno táctico y su genética evolutiva. Ésta responde al modelo social en que se aplica la Táctica; modelo que determina a su vez el diseño del instrumento militar y su empleo Estratégico, lo que permite una apropiada composición sistémica de ambos fenómenos. Para comprender el fenómeno táctico debemos integrar las condiciones sociales, económicas y políticas donde éste se produce, reconocer su manifestación procedimental e identificar las causas que generaron su creación. Con relación al primer requerimiento hemos decidido dosificar su análisis a sus más destacadas influencias. En referencia al resto expondremos en detalle los métodos y formas de empleo tácticos así como sus organizaciones, siguiendo las causas y efectos en miras a relacionarlos de forma evolutiva y continuada. Con este enfoque emprendemos el estudio histórico de la Táctica a través de su evolución y desarrollo. Antes de avanzar en tal sentido es conveniente que establezcamos cuáles son los elementos esenciales que integran el combate y con qué términos y alcances nos referiremos a ellos.
Los Elementos del Combate Encarar un estudio de historia militar exige previamente un acuerdo terminológico y conceptual del léxico básico con que se describen las acciones de guerra. En tal sentido palabras como Estrategia, Operacional, Táctica, Logística, Inteligencia, Mando, Comando, Conducción y Principios de la Conducción requieren una conceptualización operativa. Las definiciones que a continuación se consignan son esencialmente descriptivas y pretenden ser lo suficientemente elásticas como para poder aplicarse hábilmente a cualquier período histórico. Formulamos esta aclaración porque los conceptos técnico-militares han variado con el tiempo así como su aplicación y emplear la conceptualización actual podría resultar un acto ahistórico.
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Estrategia Es este uno de los conceptos más difíciles de tratar. En su aplicación más amplia podemos coincidir con Williamson Murray en que la “…estrategia es un proceso, una constante adaptación a los cambios de condiciones y circunstancias en un mundo donde el azar, la incertidumbre y la ambigüedad dominan.”1 Focalizándonos en la estrategia militar podemos decir que esta es “…el arte y ciencia del empleo de las fuerzas armadas de una nación o alianza para asegurar objetivos políticos mediante la aplicación o amenaza de la fuerza.”2, definición que coincide con la de Liddell Hart “el arte de distribuir y aplicar los medios militares para alcanzar los fines de la política.”3 En igual sentido Clausewitz la definía como “el arte de emplear las batallas como medios para ganar el objetivo de guerra.” La estrategia militar será entonces el arte y ciencia de responder a los objetivos fijados por el poder político mediante el empleo de las batallas y más específicamente se referirá a la disposición de los elementos del instrumento militar antes y después de las batallas. La estrategia militar será el criterio con que un comandante debe guiar sus tropas para que alcancen el campo de batalla en la situación más ventajosa posible.
Operacional Esta última concepción de la estrategia es de aplicación a un concepto relativamente nuevo que es el del arte operacional. Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial no se distinguían de la estrategia cuestiones como la situación que debía producirse en el teatro de guerra para alcanzar el objetivo estratégico, qué acciones producían esa situación o con qué recursos se alcanzaba. Después de ese evento bélico se creó a instancias de la doctrina soviética la categoría operacional que en suma consistirá en “…el empleo de las fuerzas militares para alcanzar objetivos estratégicos en un teatro de guerra o teatro de operaciones a través del diseño, organización, y conducción de campañas y operaciones mayores.”4 1 Murray, W., 1994 “The Making of Strategy. Rulers, States and War”, pg 1, New York, Cambridge University Press 2 Department of Army, 1986, FM 100-5 Operations, pg 9, Washington 3 Liddell Hart, B.H., 1954, “Strategy”, pg 321, New York, Meridian 4 Department of Army, 1986, FM 100-5 Operations, pg 10, Washington
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En este sentido el nivel más bajo de la estrategia se confunde con el nivel operacional pudiendo lograrse su separación sólo en la aplicación a un caso concreto.
Táctica Por debajo del nivel operacional hace su aparición la táctica como “…la disposición para, y control de, fuerzas militares y técnicas en el combate …estrategia es el arte de conducir la guerra, táctica es el arte de pelear.”5 Antiguamente en Grecia taktika se refería solamente al ordenamiento de las tropas en batalla. Con el tiempo la evolución y la necesidad ampliaron su alcance orientándola hacia la obtención de ventajas para explotar las vulnerabilidades del enemigo dentro del campo de batalla. Así incluye técnicas ofensivas y defensivas, el empleo de las armas, la movilidad y dispocición de las tropas en combate. El Mariscal Marmont la definía como el “arte de manejar las tropas sobre el campo de batalla, y maniobrarlas sin confusión…es la ciencia de la aplicación de las maniobras.”6 En la actualidad se reconocen dos niveles tácticos, el superior que involucra la coordinación de operaciones de grandes unidades y el inferior que refiere a los métodos de empleo de las unidades en combate. El nivel superior ocupa una zona de definición dinámica con el operacional. Los niveles estratégico, operacional y táctico se integran dentro de un sistema donde los objetivos superiores determinan la identificación de los objetivos inferiores. Mientras la estrategia identificará el mejor objetivo para el empleo del instrumento militar en miras a ganar la guerra en los términos buscados por la política, el nivel operacional establecerá el lugar y el tiempo en que las batallas deban librarse para lograr las metas estratégicas y la táctica fijará el método de combate a aplicar en las batallas formuladas por el nivel operacional. Del mismo modo que los objetivos de cada nivel se hallan entrelazados, también deben guardar relación los procedimientos y métodos de cada categoría. En el análisis histórico generalmente se ditinguen las situaciones estratégicas y las tácticas, los restantes niveles corresponden a necesi5 Montgomery, B., 1968, “A history of warfare”, pg 14, London, Collins 6 Nosworthy, B., 1996, “With musket, cannon and sword”, pg 23, New York, Sarpedon
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dades operativas o académicas de enseñanza. Sin perjuicio de que los niveles intermedios son de aplicación a la historia militar es aconsejable aplicarlos a temas específicos y a épocas asociadas con esos conceptos. Para una obra como la presente el modelo simple estrategiatáctica resulta más práctico, sin perjudicar la calidad del análisis.
Logística La logística es el arte de abastecer y transportar a las fuerzas armadas. Es uno de los elementos críticos de la ciencia militar. No es posible desarrollar ni siquiera un plan bélico de cualquier nivel sin tener en cuenta los alcances y limitaciones que la logística impone. Como reza un viejo adagio los aficionados hablan de estrategia, los profesionales estudian la logística.
Inteligencia Es el procesamiento, análisis y distribución de la información necesaria para emprender una operación militar. Comprende los tres niveles básicos: inteligencia estratégica, operacional y táctica.
Mando “Es la acción que ejerce el jefe sobre los hombres que le están subordinados con el objeto de dirigirlos, persuadirlos e influir sobre ellos de tal manera de obtener su voluntaria obediencia, confianza, respeto y leal y activa cooperación tanto en el desempeño de una función como en el cumplimiento de una misión.”7
Comando “Es el ejercicio de la autoridad y responsabilidades legales sobre una organización militar. Es una función del grado y cargo que está prescripta, regulada y limitada taxativamente por las leyes y reglamentos militares.” 8
7 Ejército Argentino, 1960, “M-65-1 Ejercicio del mando”, pg II, Argentina 8 Ejército Argentino, 1960, “M-65-1 Ejercicio del mando”, pg II, Argentina
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Conducción “Es la aplicación del comando a la solución de un problema militar. La conducción es un arte, una actividad libre y creadora que se apoya sobre bases científicas. Cada tipo de problema militar a resolver, requerirá la aplicación de técnicas particulares.”9 Tal vez debiera incluirse en el concepto la gravitación del mando en la conducción.
Principios de la Conducción “Los principios de la guerra son los que han orientado a los grandes Capitanes de quienes la historia nos ha transmitido los grandes hechos.” (Napoleón).”A causa de la falta de principios firmes y sensatos, se cae en los cambios continuos, sea que se trate de organización, de formaciones, de maniobras.” (Lloyd).10 Originalmente conocidos como los principios de la guerra y modernamente llamados de la conducción, consisten en un número de guías que contienen la esencia de los mejores consejos para la conducción de acciones militares. En nuestro país son once:11
Voluntad de Vencer Disposición para empeñar todos los recursos disponibles en la búsqueda del éxito. Implica empeño moral y vocación de sacrificio.
Objetivo Propósito o finalidad que se persigue alcanzar. Debe estar claramente definido y comunicado. Debe ser decisivo y obtenible con los medios disponibles
Ofensiva Disposición para actuar contra el enemigo, buscando destruirlo o capturarlo en toda circunstancia, aún en la inferioridad numérica o de condiciones.
9 Ejército Argentino, 1960, “M-65-1 Ejercicio del mando”, pg II, Argentina 10 Foch, F., 1900, “Los Principios de la Guerra”, Biblioteca del Oficial Vol 300, pg 30-31, Buenos Aires, Círculo Militar 11 Ejército Argentino,1992, “ROB-00-01 Reglamento de Conducción para el Instrumento Militar Terrestre”pg 7-11, Argentina
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Maniobra Ejecución de un conjunto de actividades mediante las cuales se buscará colocar en situación ventajosa a las propias tropas frente al enemigo.
Libertad de Acción Facultad de aplicar el poder de combate disponible según la propia intención, sin que el enemigo pueda impedir que así suceda.
Unidad de Comando Conferir a un único comandante toda la autoridad necesaria para asegurar la unidad de esfuerzos.
Economía de Fuerzas Dosificar cuidadosamente el poder de combate disponible.
Masa Aplicación de un mayor poder de combate relativo en el momento y lugar apropiados para obtener resultados decisivos.
Sorpresa Actuar contra el enemigo en un momento, lugar, forma y/o medios inesperados.
Seguridad Conjunto de medidas destinadas a prevenir la sorpresa, preservar la libertad de acción y negar al enemigo información.
Simplicidad Evitar todo aquello que resulte complicado y superfluo, tanto en la concepción como en la ejecución de las operaciones, de modo que se reduzcan los riesgos de desentendimiento y confusión propios del combate.
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Otras consideraciones acerca del Combate El coronel Trevor Dupuy ha producido un interesante elenco de características operativas acerca del combate, aunque no creo que deban tomarse como “las verdades eternas de la guerra” como él las llama, sí considero que deben tenerse en cuenta para planear, ejecutar o analizar una acción bélica. Son ellas:
1. La acción ofensiva es esencial para el resultado positivo del combate
2. La fuerza defensiva es mayor que la fuerza ofensiva 3. La actitud defensiva es necesaria cuando no es posible atacar con éxito
4. El ataque de flanco o por la retaguardia tiene más probabilidades de éxito que el ataque frontal
5. La iniciativa permite la aplicación de una potencia de combate predominante
6. Las posibilidades de éxito del defensor son directamente proporcionales a la solidez de su fortificación
7. Un atacante, si está dispuesto a pagar el precio, puede siempre romper las defensas más fuertes La defensa requiere profundidad y reservas para tener éxito La superior potencia de combate vence siempre La sorpresa aumenta sustancialmente la potencia de combate El fuego mata, desorganiza, neutraliza y causa dispersión Las acciones en combate son siempre más lentas, menos productivas y menos eficientes de lo previsto 13. El combate es demasiado complejo para contenerse en un simple y único aforismo12
8. 9. 10. 11. 12.
Liddell Hart por su parte considera que los principios que rigen la guerra se resumen en la palabra ‘concentración’, refiriéndose a la ‘concentración de la fortaleza contra la debilidad’. Del mismo modo enuncia sus propios axiomas:
12 Dupuy, T.N., 1987, “La Comprensión de la Guerra – Historia y teoría del combate”, pg 27-36, Madrid, Ediciones Ejército
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a. b. c. d. e. f.
1. Positivos Ajuste sus fines a sus medios Tenga su objetivo siempre en mente Elija la línea de menor expectativa Explote la línea de menor resistencia Tome la línea de operaciones que ofrezca objetivos alternativos Asegúrese que tanto el plan como sus disposiciones sean flexibles, adaptables a las circunstancias
2. Negativos g. No se arroje a la lucha mientras su oponente esta en guardia h. No renueve un ataque a través de la misma línea o en la misma forma después de que el primero ha fallado13
Más allá del acuerdo o no con estas consideraciones, las mismas demuestran que el análisis del combate permite obtener conclusiones útiles acerca de la actitud que debe asumirse frente a él. Pero nuestro interés va más allá, lo que buscamos es establecer una dinámica del combate que complete los conceptos reseñados en un sistema integrador. Ese sistema mostrará los mecanismos evolutivos de la táctica de combate y nos orientará acerca de los nuevos adelantos.
L A TÁCTICA EVOLUTIVA La táctica es un sistema cuyo fin es el de multiplicar la potencia de combate de una unidad militar. La táctica consiste en el empleo, despliegue, dirección y coordinación de fuerzas militares con el objeto de derrotar al enemigo. Para el logro de este cometido se deben considerar algunos elementos esenciales a su operación. La manera en que las tropas se formen para combatir, el modo en que una fuerza emplee su potencia de lucha, la capacidad para desplazarse en el campo de batalla y la habilidad para detectar al enemigo y en lo posible no ser detectado, conforman estos componentes fundamentales cuya combinación adecuada hacen de la táctica un procedimiento óptimo. 13 Liddell Hart, B.H., 1954, “Strategy”, pg 335-337, New York, Meridian
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Todos estos elementos se encuentran interrelacionados y de nada sirve concentrarse en el empleo táctico de uno solo de ellos sin tener en cuenta los restantes. Como veremos más adelante un empeño semejante ha llevado en la historia a repetidos fracasos. La formación de las tropas depende de la capacidad de fuego del enemigo, de la mejor habilidad de combate de la propia tropa y de su defensa disponible, así como también de la movilidad que se requiera y de la exposición u ocultamiento que deba presentarse al adversario. Bajo estas condiciones las formaciones tácticas se rigen por el criterio de dispersión / concentración, el que podemos ejemplificar con dos modelos opuestos: la falange griega es un patrón de concentración, mientras que el moderno tirador individual es un arquetipo de dispersión. La potencia de lucha tiene dos manifestaciones esenciales. Por un lado el combate mediante armas arrojadizas que permiten impactar a distancia sobre el enemigo, que como señala Clausewitz buscan la destrucción física del mismo y el combate cuerpo a cuerpo cuyo fin es el de la derrota moral del oponente. Según la manifestación de potencia que se emplee será también el tipo de formación que se debe diseñar. La capacidad para desplazarse en el campo de batalla está en relación con la potencia de lucha del enemigo, su alcance y efectividad. Si esas características de potencia son altas la movilidad podrá verse restringida, y seguramente deberá recurrir a formaciones dispersas para evitar presentar un blanco fácilmente adquirible. En este caso la elección de una formación deberá equilibrar la movilidad buscada con los medios de defensa con que pueda contener el ataque enemigo. La habilidad para detectar al oponente u ocultarse son esenciales para determinar la formación, la movilidad y la aplicación de la potencia de combate. No será igual el procedimiento táctico para combatir contra un enemigo virtualmente invisible que para enfrentar a tropas expuestas. Del mismo modo el no ser detectado permitirá el empleo de procedimientos tácticos desde una situación más ventajosa. Los procedimientos de combate están o deben estar siempre orientados hacia la aplicación de estos elementos de forma que su potencia actúe con el máximo de eficacia y plenitud. Una formación de combate debe estar dirigida hacia lograr la mayor concentración de fuerza posible, equilibrándola con una defensa que permita mantener esa concentración el mayor tiempo viable y con la capacidad de poder trasladarse lo más rápido permitido, ofreciendo la menor detección aceptable.
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En este sentido, la táctica como sistema debe ser sinergizante, es decir ofrecer "una suma mayor que las partes". Sin embargo no puede perderse de vista que al mismo tiempo esa suma es inferior a la de todas las aptitudes individuales, pues la combinación de esfuerzos obliga a renunciar a algunas características particulares. Cuando el modelo táctico de la falange sumeria se impone a la horda la suma de la fuerza individual de cada combatiente concentrada en la formación compacta es mayor que la adición de la misma fuerza dispuesta en la horda. Sin embargo para lograr esa sinergia la falange renuncia a la movilidad y velocidad en el campo de batalla. La historia de la táctica es la de su evolución a través de la combinación de sus componentes principales: la relación Dispersión / Concentración, el Fuego, la Maniobra y la Detectabilidad. Conocer este desarrollo es comprender la clave fundamental del problema táctico, que no se encuentra en axiomas o principios. Mientras que éstos sólo atienden a la teoría de la táctica, su proceso evolutivo muestra la dinámica del fenómeno dándole un significado práctico aplicativo y asignado sentido a los aforismos. Este sistema táctico tiene por supuesto otros subsistemas componentes de relevancia entre los que se destacan la calidad del soldado y el comandante. En este sentido afirmamos que ningún sistema es mejor que sus operadores. En repetidas ocasiones han sido los hombres los que otorgaron viabilidad al modelo táctico. Admitiendo esta circunstancia la incluiremos en los casos que resulten prominentes, pero nuestro punto focal será el sistema mismo. El tratado de las relaciones de mando, conducción y hombres en combate exige de una tarea específica que sólo debe intentarse una vez identificada la evolución de la táctica, pues ella ofrece el escenario donde las acciones humanas adquieren sentido. El complejo mando-conducción-obediencia no puede ser tomado en abstracto, sino circunstanciado a la época y el paradigma táctico en uso. De lo contrario caeríamos en el anacronismo de considerar relevantes acciones aisladas. Por ejemplo, subrayar que un comandante incluyese en su unidad médicos y una lavandería para evitar infecciones, es hoy una cuestión tan elemental que sólo destaca por su ausencia. Sin embargo si ese mismo hecho lo situamos durante la Tercera Cruzada es un mayúsculo encomio para el ejercicio del mando de Ricardo Corazón de León. En interés de un avance metódico y prolijo preferimos establecer primero el análisis del sistema táctico en esta obra, dejando el de sus operadores para un trabajo posterior.
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Finalmente, aunque la evolución táctica reconoce una continuidad temporal, sus avances son individualmente desparejos y presentan algunos sincronismos. Trataremos de seguirlos lo más prolijo que nos sea posible. También en ese sentido debemos tener en cuenta que ningún avance táctico es realmente reemplazado por otro, lo que sucede es que el nuevo entra en vigor mientras el viejo se reserva para cuando resulte útil. Los modelos tácticos así responden no a su “modernidad”, sino a su “efectividad”, de allí que los veamos repetirse y combinarse con tenaz constancia.
L A C ONCENTRACION DE F UEGO Y M ANIOBRA L A GUERRA PRIMITIVA En la vida del hombre prehistórico la guerra tenía un carácter ocasional. La abundancia de territorios de los cuales obtener recursos y la escasez de pobladores del planeta hacía que los encuentros entre individuos fueran esporádicos, y más ocasional aún que se disputasen la posesión tierras o riquezas. Cuando estos encuentros ocurrían asumían un formato particular que estaba íntimamente ligado a las sociedades en conflicto, característica ésta permanente en la definición de las guerras. Las sociedades primitivas, hasta donde se ha podido conocer y especular, no tenían capacidad para centralizar sus acciones y decisiones, es decir que podían concentrar sólo alguno de sus recursos en la obtención de un logro específico e inmediato. La descentralización las privaba de poder formular políticas que respondieran integralmente a las necesidades de la sociedad, de allí que los intereses involucrados en los conflictos fuesen generalmente individuales y fragmentarios basados en principio en la ofensa al jefe o a algún tabú tribal14. La incapacidad de formular ideas y criterios unificadores impedía la enunciación de cualquier concepto estratégico o táctico, implicando entonces la imposibilidad de determinar objetivos y de establecer los métodos para alcanzarlos. 14 Ver el, interesante análisis de Dawson, D., 1996, “The origins of western warfare”, Boulder, Colorado, Westview Press 23
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Para compensar estas falencias dado que se debía actuar de todas formas, los pueblos primitivos habrían recurrido a la fijación de rituales que determinaban las conductas a seguir en una guerra sin importar las circunstancias reales que ésta manifestaba. Así se conoce que habría habido combates regidos por árbitros, luchas que reconocían etapas de escalada que iban de los gritos a la violencia física, guerras que concluían una vez alcanzado cierto número de bajas o conflictos resueltos por la lucha entre campeones.15 Aunque estos rituales puedan parecernos extraños, algunos de ellos y la idea de la ritualización de la guerra se repiten en la historia de la humanidad. Mientras la guerra resultó ocasional y las sociedades se mantuvieron en estado primitivo estos procedimientos para hacer la guerra conservaron su vigencia. No queremos decir con esto que el hombre primitivo fuese más respetuoso de la vida humana que lo que somos hoy, pues también sabemos que las emboscadas, las razias sobre pueblos indefensos y el asesinato eran moneda corriente, pero el conflicto elevado al nivel de grupo social, tenía como proceso resolutorio la aplicación del protocolo ritual. Cuando estas sociedades prehistóricas evolucionaron al punto de poder establecer una estructura política y una continuidad en su supervivencia la forma en que enfrentaron la guerra también cambió. Ahora los objetivos perseguidos estaban íntimamente vinculados con la subsistencia de la sociedad, se los podía además reconocer por todos y se lograban establecer procedimientos para alcanzarlos. Esto que tenía validez en la paz, en la guerra dio lugar a la creación de las primeras organizaciones destinadas estrictamente a ella y a la aparición de la primitiva doctrina de combate. El cambio se produjo además en el momento en que los aún pocos pobladores de la tierra comenzaban a migrar hacia las regiones más ricas en recursos, como la Mesopotamia Asiática, los Deltas del Nilo y el Río Amarillo y la Cuenca Noroeste de Sudamérica. La concentración de habitantes trajo consigo una convivencia a la que los distintos grupos no estaban acostumbrados, produciendo inevitables conflictos sobre el apoderamiento de los recursos de la región y la guerra entonces se transformó en un fenómeno endémico y, al menos en principio, en uno de los lenguajes en que los pueblos manejan sus relaciones exteriores.
15 Ver Keegan, J, 1987, “The mask of command”, New York, Penguin Books y 1993, “Historia de la Guerra”, Barcelona, Editorial Planeta
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Al adquirir la guerra un carácter regular se volvió un fenómeno persistente, complejo y específico. Esta evolución no fue apreciada de inmediato sino que fue aprendida con la práctica bélica. Los estados primitivos hicieron la guerra continuando con las mismas estructuras organizacionales que aplicaban al combate ritual. Estas organizaciones eran ad hoc y se basaban en el orden social de forma directa afectando a todos los individuos. Su líder concentraba sobre sí todos los aspectos de la conducción de la fuerza militar y la sociedad, sin que se distinguiesen claramente unas funciones de otras, ni entre combatientes y no combatientes. Como soldados operaban de forma dispersa, con una táctica que podríamos llamar intuitiva y con un limitado poder de dañar a distancia. El combate era en lo que se conoce como en horda, sin formación específica y su resultado era el producto de los combates individuales que se sucedían al chocar las masa de las fuerzas en conflicto. Participar en un combate de estas características limita en mucho la posibilidad de asegurar el éxito mediante la preparación previa, salvo la de disponer más soldados que el enemigo. Es posible que esta preocupación haya movido a nuestros ancestros a elaborar algún cambio en las fuerzas militares. Para comprender la naturaleza del ciclo de cambios en los ejércitos y su doctrina se debe tener siempre presente que la guerra es un fenómeno dialéctico, y que como tal plantea necesariamente un intercambio entre dos partes. Las modificaciones y desarrollos militares aparecen como respuesta a una variación en conducta del otro; a su vez incorporan una nueva situación que dará lugar a nuevas evoluciones. Cada avance en el arte militar responde a este circuito de allí que la historia militar sea una de las bases de la comprensión del arte de la guerra.
L A E VOLUCIÓN DE LA DOCTRINA EN LA ANTIGÜEDAD Una de las primeras preocupaciones de los antiguos soldados debió ser cómo enfrentar un evento tan peligroso y constante como la guerra. La respuesta fue la de tomar en consideración estas características, además de su complejidad y especialidad y crear ejércitos permanentes. Es decir personal cuya única función fuese la de trabajar en y para la guerra.
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Con ejércitos de esta categoría en 3370 a.C. Semerkhet, rey de Egipto, invade por primera vez el Sinaí y años después en 2872 a.C. Sargón partiendo de Akkad conquista el Elam en oriente y alcanza las costas del Mediterráneo llegando hasta Chipre en occidente.16 En el antiguo Egipto, la fijación de un ejército permanente, favoreció el florecimiento de la profesión militar, sobretodo a partir de la XIX Dinastía donde el ejército era visto “…como un medio para progresar social y materialmente, tanto para ricos como para pobres”17. Esta profesionalización, sin embargo, no alcanzó a una verdadera especialización debido a lo primitivo del estado del arte de la guerra. La introducción de los ejércitos permanentes no solucionaba el desorden del combate. El guerrero de la antigüedad debió entonces dar por primera vez una respuesta a los problemas recurrentes del arte de hacer la guerra. Por una parte establecer la relación entre organización, fuego y maniobra. Por la otra, pero no ajeno a esta relación, elegir cuál sería la aptitud principal de sus fuerzas la defensa o el ataque. Estos problemas tienen aún hoy vigencia en razón que no admiten una respuesta única y permanente, sino que varían y evolucionan con los cambios sociales, tecnológicos, etc. La horda presenta una estructura de dispersión de tropas, descentralización en el control de la maniobra y en el empleo del fuego, resultado de la preeminencia del combate individual. Su aptitud es ofensiva, pues la defensa exige de cierto orden. Una horda carece entonces de los mecanismos de guía para conducirla y su dinámica de desorden puede llevarla a la atomización de su potencia de combate. La respuesta a enfrentar la horda, pero al mismo tiempo mejorarla fue la creación de la Falange Sumeria. Esta formación consistía en la reunión de los soldados en filas hombro con hombro, disponiendo de varias de ellas en profundidad. Esta falange presentaba entonces un sólido frente contra el cual la horda se deshacía por no tener una masa de choque lo suficientemente potente. La falange debía ser muy lenta para conservar la formación y reconocía como maniobra única el avance hacia el frente, no podía girar ni retroceder. Poseía una nula capacidad de fuego, privilegiando la lanza como arma de combate cercano. Esto permitió el desarrollo de una táctica centralizada: todos
16 Bernard Montgomery, Mariscal, 1975, “A history of Warfare”, Cuarta Edición pg. 33Ed. London, Collins, St Jame’s Place 17 Healy, Mark, “Qadesh 1300 A.C.”, Ediciones del Prado, España, 1995, pgs. 29
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los soldados actúan de la misma manera, en la misma dirección y ejecutando una única maniobra. Esta solución de suprimir la dispersión por la concentración física de las tropas era posible en razón de que la capacidad de daño a distancia de la horda era reducida, pues la misma carecía de la aptitud de concentrar el fuego de sus flechas y jabalinas. La Falange Sumeria otorgó a sus creadores la ventaja en el combate hasta que sus adversarios comenzaron a imitarla. Una vez que todos los ejércitos de la región combatían en la forma de esta falange el resultado del combate dependía de la cantidad de soldados disponible para soportar el choque y el combate entre las dos formaciones. Nuevamente estamos entonces en que la esperanza de victoria de basa en la mayor cantidad de medios disponibles. La Falange Sumeria igualmente tenía dos debilidades una capacidad de fuego nula y su lentitud e incapacidad para realizar giros o movimientos laterales, pues esto rompía la formación. Para resolver el problema del fuego los ejércitos primitivos comenzaron a incluir por delante de las falanges a tropas en formación dispersa, con equipo liviano y cuya única función era la de emplear sus armas arrojadizas contra el enemigo y no combatir cuerpo a cuerpo con él. Siendo la falange un blanco voluminoso estas tropas ligeras podían fácilmente concentrar su fuego, debilitando a la formación enemiga antes del choque con la propia tropa. La introducción de este tipo de tropa constituyó un freno al superioridad de la falange. Solucionado el fenómeno del fuego la movilidad requirió de la incorporación de nuevos recursos: la domesticación de animales que se produce entre el 3.000 y el 2.000 a.C. y la introducción del carro de guerra. Ambos elementos en distintas épocas actuaron en los flancos de la falange protegiéndola y también perturbando el movimiento de las formaciones enemigas por medio del empleo de armas arrojadizas. Los carros constituían plataformas móviles de fuego, portando lanceros y arqueros. El modelo final se integraba con la falange como núcleo, la infantería ligera por delante para debilitar al enemigo y los cuerpos móviles en los flancos para protección y acciones de desgaste. El concepto central, desarrollado en Persia, era que las tropas ligeras de caballería al atacar a la infantería pesada la obligasen a detenerse para poder efectuar una defensa, debilitándola mientras con arqueros, honderos y jabalineros. Este estilo se mejoró y perfeccionó en las guerras de los imperios de medio oriente y Egipto.
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Las tropas ligeras cumplían además una función defensiva que era la de rechazar a su igual del campo contrario, impidiendo que se desgastara a la propia falange. Los ejércitos se componían entonces de cuatro clases de combatientes. La Infantería Pesada, cuyo objeto era el combate cuerpo a cuerpo y fijar en el campo de batalla una posición en la cual el ejército podía anclar sus acciones; la Infantería Liviana o Ligera que combatía por medio de armas arrojadizas; la Caballería Pesada capaz de emplearse para el combate de choque; y la Caballería Ligera que actuaba también en el combate a distancia. Existían además tropas y equipos de ingenieros, y servicios logísticos bastante avanzados para la época. Operativamente cada tropa actuaba por separado es decir no había ningún criterio doctrinario para la acción combinada. Así los ejércitos de la región confiaron cada vez más en la lucha a distancia por el fuego, lo que los llevó a reducir las piezas de protección de las tropas de la falange haciéndolas más ligeras. Igualmente la “…maniobra era más materia de chance que de plan.”18 Las batallas se decidían por el desequilibrio en el número de tropas o por la primera fuerza que entraba en pánico y huía. La estabilización de esta forma de hacer la guerra daba preeminencia al desgaste por el fuego como método principal de lucha, ya que con una falange menos protegida el combate cuerpo a cuerpo podía resultar incierto. Igualmente las batallas aunque sangrientas no resultaban decisivas pues la lentitud del cuerpo principal y el agotamiento de la infantería ligera y la caballería durante la lucha prácticamente impedían toda persecución. Debemos destacar con relación a esto que no existe todavía el concepto de reserva, es decir la preservación de una porción de las fuerzas para aplicarse a dar el golpe de gracia al enemigo, o explotar una oportunidad de combate o para efectuar su persecución.
18 Trevor N. Dupuy, 1984, “The Evolution of Weapons and Warfare”, pg 6 , New York, Da Capo
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E L NACIMIENTO DEL ARTE DE LA GUERRA La Guerra Helénica Los guerreros griegos más antiguos, como los de la legendaria Guerra de Troya, alrededor del 1.200 a.C. poseían ejércitos similares a los antes descriptos y aún conservaban ciertos rasgos rituales, como la lucha entre campeones relatada en varios pasajes de la Ilíada de Homero. Cuando Grecia devino en una multitud de ciudades-estado, se atomizaron con ellas los recursos disponibles, no se poseían los grandes medios económicos de los que disfrutaban los imperios orientales. Egipto, Persia y otros antes que ellos dominaban grandes territorios proveedores de recursos para la guerra, entre ellos una gran población. Las ciudades-estado griegas no gozaban de estos medios y sus soldados eran los mismos ciudadanos cuyo trabajo sostenía la economía de la ciudad. Esta situación aporta dos elementos nuevos sobre la guerra, por un lado el soldado combatiente es ahora también un decisor de la política del estado y por el otro la doble función económica y militar del ciudadano reduce el tiempo disponible para la guerra. Los griegos combinaron estos elementos en una organización llamada falange diferente a la falange sumeria. La Falange Griega formaba igual que su antecesora pero la cohesión de la formación estaba basada en que sus integrantes eran todos ciudadanos con derechos iguales y que confiaban en el apoyo mutuo que se brindaban. Es esta la característica fundamental de la falange griega, el soldado pelea por su sociedad. En cuanto a la restricción temporal los griegos dejaron de lado la lucha por desgaste y establecieron el criterio de que la guerra debe ser feroz, rápida y decisiva. El griego no va a luchar para hacer huir a su enemigo sino para destruirlo. El soldado griego se llamaba Hoplita. Contaba con una armadura de torso de metal o lino, grebas, y casco de metal. Portaba un escudo redondo capas de cubrirlo desde la barbilla hasta las rodillas, y de proteger el flanco libre del soldado a su lado. En principio sus armas
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eran dos lanzas arrojadizas, pero luego se adoptó la lanza larga y la espada. Este modelo de una formación concentrada con una alta moral y espíritu de cuerpo y una doctrina de combate cercano resultó tremendamente eficaz contra las tropas persas venidas de Asia por ejemplo en las batallas de Marathon en 490 a.C. y Platea en 479 a.C. Estos combates sucedidos durante las Guerras Médicas coincidieron con la etapa en que Grecia despertaba al pensamiento filosófico y científico generándose tres disciplinas militares. La Hoplomachia, o arte del Hoplita, es decir la lucha cuerpo a cuerpo y el uso de las armas. Esta disciplina comprendía la esgrima que a su vez era una de las prácticas del Gimnasio Griego. Por encima de la Hoplomachia y más importante en los estudios militares están la Taktika y la Strategika .La Taktika comprendía el arte de ordenar y formar las tropas, mientras que la Strategika era el arte del generalato. Se distinguen en Grecia tres modelos principales de falanges. Una básica integrada por milicias, lo que limitaba su accionar y que tenía las restricciones conocidas en cuanto a sus desplazamientos en el terreno, además mostraba una particularidad. El soldado griego portando la lanza en su mano derecha y el escudo en su brazo izquierdo tendía a desviar el rumbo de la falange hacia la derecha ofreciendo al enemigo el lado del escudo. Esto hacía que las falanges al chocar no lo hicieran por todo su frente, pero que además no pudieran impulsar el envolvimiento por su incapacidad de girar. La Falange Espartana vino a solucionar este problema. Para tener mayor flexibilidad de acción se organizó en subunidades dependientes. La menor de 18 soldados se llamaba Enomotia, cuatro de ellas formaban un Pentekostys, dos agrupados integraban un Lochos y cuatro Lochos una Mora. Varias Moras integraban un ejército. Con esta organización y un mejor entrenamiento pues, el ciudadano espartano era durante toda su vida un soldado, se logró establecer una maniobra en el campo de batalla. Mientras el grueso de la falange espartana continuaba su desplazamiento desviado hacia la derecha, una parte se desprendía con frente al flanco derecho propio y avanzaba en esa dirección hasta separarse de la fuerza madre. Luego giraba 90 grados a su izquierda y avanzaba hasta ponerse al flanco siniestro de su adversario, para girar nuevamente en 90 grados y atacarlo. Esta exitosa maniobra probablemente la primera ejecutada en la historia dentro del campo de batalla, tuvo su contramedida en al Falange Tebana. Esta formación fue creada por Epaminondas y empleada por primera vez en la batalla de Leuctra en 371 a.C. consistía
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en formar el ejército adelgazando la profundidad de las falanges del centro y la derecha, y dándole profundidad a la falange del ala izquierda. Además detrás de ésta se disponía una fuerza de 300 tropas escogidas denominadas la Banda Sagrada. En combate el ala izquierda avanzaba con el centro y la derecha retrasadas, de esta forma aunque se hacía evidente la amenaza por un ala el defensor no podía concentrar sus fuerzas contra ella pues los cuerpos retrasados aferraban las tropas propias. Cuando la falange espartana realizaba su maniobra se encontraba no sólo con una falange más fuerte y profunda sino que además era contraatacada por el flanco por la Banda Sagrada. Este exitoso dispositivo se lo conoce como Orden Oblicuo y tiene la virtud de aplicar en la acción tres principios de conducción: la economía de fuerzas, por la asignación de efectivos; la masa por la concentración de fuerzas en el punto decisivo; y la libertad de acción obtenida por el aferramiento de las fuerzas enemigas. Como vemos desde la desaparición de la guerra ritual, el combate fue evolucionando dando distintas respuestas a la combinación de fuego y maniobra, y a cada solución le surgió una contramedida. Aún así debemos apreciar que la fuerza principal de lucha reside en el empleo de la masa concentrada de tropas y que el combate por el fuego es aún limitado. Aunque los griegos con el tiempo incorporaron infantería ligera y caballería no desarrollaron una doctrina de armas combinadas.
Filipo y Alejandro Los soldados de la antigüedad eran de tres categorías: los Milicianos, reclutados voluntariamente como en Grecia o por la fuerza como en los antiguos imperios, que prestaban servicio ocasionalmente y ante la inminencia de un hecho bélico; los Soldados Profesionales que servían a su estado haciendo de ello su medio de vida y los Mercenarios que vendían sus servicios a quien los necesitase. Los tres tipos combatían en conjunto en los ejércitos de la época pues era raro encontrar una fuerza absolutamente pura. Además en la reunión de las fuerzas combatientes todavía se atendía más a la capacidad y calidad de lucha que el soldado podía aportar que a los perfiles morales de cohesión que cada categoría proporcionaba. Probablemente el primero que comprendió que cada categoría poseía una fuerza moral propia fue Filipo de Macedonia. Este rey
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creó un ejército que luego sería el instrumento de conquista de su hijo Alejandro Magno, eligiendo como base al soldado profesional, modelo que tomó del ejército Persa. Este soldado podía ser adiestrado minuciosamente y generaba un espíritu de cuerpo con cierta rapidez por la continuidad de su permanencia en las filas. De Persia también tomó la caballería, tanto pesada como ligera, mejorando la primera en el adiestramiento del uso de la lanza. En esta época en que el jinete montaba sin estribos el choque de su lanza podía fácilmente desmontarlo. Filipo entrenó a su caballería pesada para que soltara la lanza al momento de impactar contra el adversario retomándola inmediatamente para continuar el combate con ella o abandonarla desenvainando su espada. Para su infantería Filipo tomó el modelo de la falange griega mejorándola y adaptando el sistema de Epaminondas. El hoplita macedonio tenía un equipo protector más liviano y su arma principal era una lanza de seis metros de alto llamada Sarissa. La falange macedónica tenía una unidad táctica de 256 hoplitas formados en 16 filas por 16 columnas y llamada Syntagma. Las Syntagmas integraban la falange en un número variable y le permitían a ésta adoptar distintos dispositivos sin perder formación; así podían tomar la posición de la línea tradicional o formar en diagonal al enemigo, en cuña, cuadro o semicírculo sin perder la solidez de la falange. El ejército macedónico formaba de la siguiente manera: en primera línea la infantería ligera o Psiloi, a sus flancos la caballería ligera. Por detrás de estas tropas y de izquierda a derecha se disponía un cuerpo de infantería ligera, la caballería pesada de Tesalia, varias falanges macedónicas, la infantería pesada de elite o Hypaspistes. Luego los Compañeros o Hetairoi, que era la caballería pesada macedónica de elite y finalmente otro cuerpo de infantería ligera; por detrás de ésta formación se plantaba la infantería ligera aliada. Este dispositivo en principio no sorprende, plantea como de costumbre la infantería en el centro y la caballería en las alas, pero su doctrina de empleo lo hace magnífico. El ejército macedónico va a amenazar a su enemigo con el centro y el ala izquierda, mientras las tropas escogidas de su ala derecha van a rodearlo por el flanco y atacarlo por allí o por su retaguardia, aplastándolo contra el grueso de la propia tropa. Esto es lo que se conoce como el sistema del Yunque y el Martillo; el primero es el grueso de las fuerzas que atrae y aferra al enemigo, el segundo la fuerza móvil que lo golpea por detrás.
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Esta táctica es probablemente la primera de armas combinadas de la historia pues no espera a que cada categoría de tropas obtenga un resultado para que luego otro actúe, sino que las acciones de una facilitan los movimientos simultáneos de la otra. Con esta doctrina Alejandro estableció su imperio y es fácil identificarla pues invariablemente las fuerzas macedónicas realizan sus operaciones de envolvimiento por la derecha. La falange se constituyó en la formación militar básica de la antigüedad, sufriendo algunas modificaciones y adaptaciones según el pueblo que la emplease. De estas transformaciones tal vez la más notoria sea la de combinarla además de con las tropas tradicionales, con elefantes de guerra. Así lo hacía Pyrro que los formaba a su izquierda, Antíoco III que los prefería en las alas o Aníbal que los colocaba en el centro de su dispositivo por delante de la infantería pesada. Indudablemente el arte de la guerra había evolucionado, la combinación de las armas, la integración de nuevos sistemas y la tendencia creciente a emplear la maniobra en el campo de batalla son importantes progresos. Sin embargo el núcleo de las fuerzas, es decir la falange pese a sus mejoras seguía siendo una organización bastante rígida y de poca movilidad. Era curiosamente muy sólida y muy frágil, podía resistir a pie firme fuertes ataques pero ante la más mínima desorganización de sus filas se quebraba. Estos defectos llevaron a otro pueblo a crear una nueva formación que fue empleada para conquistar el mundo conocido.
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Roma Como decíamos la falange romana había incorporado todo el sistema de armas griego con alguna adaptación local. En primer lugar el equipamiento del soldado era irregular dependiendo de su fortuna personal, así las clases altas adineradas nutrieron la caballería, las clases medias a la infantería pesada y las clases pobres a las tropas ligeras. Es esto una distinción que viene de la profundidad de la historia, ya en Asiria y Akad existían estas distinciones sociales que perdurarán por siglos. Como rasgo particular en busca de facilitar el reclutamiento, el ejército se organizó en “Centurias” como unidad administrativa y en “Legiones” como unidad de combate, reuniendo cada legión 40 centurias, es decir unos 4.000 soldados. Tácticamente operaban como la falange griega, con poca movilidad, una capacidad de maniobra casi nula y confiados en que la solidez y cohesión de los soldados era la llave del éxito; el ejército que se mantuviese unido por más tiempo tenía asegurada la victoria. Esta formación resultaba útil para combatir contra los enemigos locales, incluso aquellos que contaban con profusa caballería. Esta adopción de la falange debe ser comprendida a la luz de una monarquía donde los ciudadanos tenían una participación importante, del mismo modo que sucedía en los modelos políticos griegos. No olvidemos que la cohesión de la falange depende de la fe y la confianza que une a sus integrantes, y eso sólo se consigue contando con ciudadanos-soldados. Hacia el 406 a.C. Roma comenzó una guerra contra los etruscos de la ciudad de Veii. Esta ciudad estaba fortificada lo que obligó a establecer un sitio que duró por años. Los reclamos plebeyos forzaron al estado a instaurar un salario para los soldados. Esto constituyó el primer paso hacia la profesionalización del soldado romano. Además permitió la estandarización de las armas y equipos, el servicio militar de largo plazo y, con él, la promoción de rangos sobre la base de la capacidad y habilidad, y no en la riqueza del soldado. Este cambio se atribuye a Furius Camillus, responsable también del cambio de la Falange-Legión a la Legión Manipular. Las guerras sostenidas por Roma desde sus comienzos se habían librado sobre la Italia costera, en planicies que favorecían el uso de la falange. Sin embargo cuando las luchas los llevaron hacia el interior de la península, las regiones montañosas restaban eficacia a la rigidez de la falan-
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ge. Esto se hizo especialmente cierto en las Guerras Samnitas entre 326 y 290 a.C. Para resolver el problema los romanos reformaron la legión abandonando la rigidez por medio del fraccionamiento en subunidades dependientes tácticas capaces de desplazarse y actuar por separado. Estas subunidades se conocen con el nombre de “Manípulos” y están formadas cada una de ellas por dos Centurias integradas entre 30 y 60 hombres. La Legión Manipular estaba constituida por tres categorías de soldados diferenciados por sus habilidades. En la primera línea se formaban diez manípulos de 120 “Hastati”, los más jóvenes soldados, seguidos de una segunda también de diez manípulos iguales integrada por los “Principes”, o tropas novatas; en la tercera línea formaban los “Triarii”, o veteranos reunidos en diez manípulos de 60 soldados. Acompañaban a estas tropas fuerzas ligeras en número de 1.200 y caballería formada en diez escuadrones de 80 jinetes. La infantería pesada estaba equipada con casco, peto espaldar y grebas de protección y usaban un escudo ovalado de un metro veinte de largo. El armamento regular de todos los soldados era la espada corta o “Gladius” de unos 50 centímetros de hoja de doble filo. Mientras que los“Triarii” usaban lanzas largas tipo falange, los “Hastati”y los “Principes” portaban dos pequeñas lanzas arrojadizas llamadas “pillum” o “pila”. Esta arma se utilizaba a distancia y era arrojada contra el enemigo con la idea de que se clavase en su escudo; el “pillum” tenía una larga punta de hierro dulce que se doblaba y quedaba enganchada en el escudo enemigo, como además en el engarce contaba con una pesada pieza de hierro el manejo del escudo se hacía imposible obligando al enemigo a dejarlo y, junto con él la protección que brindaba. Las tres líneas formaban, se cree, en forma de tablero de ajedrez de manera tal que los espacios entre los manípulos de la primera fila eran cubiertos por los de la segunda y los de ésta por la tercera. En combate la lucha comenzaba con el ataque de las tropas ligeras, que luego marchaban a retaguardia, seguido del lanzamiento de la primera fila de pillum y el ataque de los Hastati; si este ataque no resultaba, la primera línea retrocedía para integrarse con la segunda o ésta avanzaba para cubrir los claros. Finalmente los Triarii actuaban dando el golpe final o formando la última línea de resistencia. La adopción del pillum, pero sobretodo la elección del combate a espada hizo que la legión adoptase una formación más abierta que la falange dando a cada soldado un frente de un metro. Esta formación facilitaba el movimiento, especialmente en terreno difícil, del mismo
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modo que la organización manipular permitía el fraccionamiento de la Legión para cumplir diversas tareas. Tratándose de un ejército de milicianos es llamativo que tuviesen éxito en el uso de una formación compleja como la Legión que exige de mucho entrenamiento y práctica; pero sucede que las guerras constantes, la paga y la posibilidad del servicio militar prolongado proveían a Roma de soldados con experiencia suficiente. Un ejército para la época de la República se constituía con dos Legiones regulares y otras dos Auxiliares formadas por aliados pero bajo el mando de jefes romanos. Esta configuración se lograba gracias a la expansión constante de Roma sobre la península itálica, lo que le proveía de una fuente de recluta extraordinaria. Esa fuente de recursos humanos fue lo que permitió a Roma derrotar a los cartagineses en la Guerras Púnicas. Sin embargo ese choque también puso en duda la validez del ejército de milicias, que aunque hábil no alcanzaba la calidad de las tropas profesionales que integraban las falanges de Aníbal. El ejército enfrentaba en la época un problema particular, no se hallaban reclutas aptos para el servicio. Esto llama la atención pues a primera vista Roma se había extendido territorialmente e incorporado como ciudadanos a muchos de los habitantes de las regiones añadidas, pero el problema del reclutamiento no se debía a la masa de hombres disponibles sino a las limitaciones legales para su alistamiento. Como antes mencionáramos los soldados sufragaban los gastos de su equipamiento, por ello el pago de la soldada permitió al estado exigir su uniformidad. Pero la garantía de calidad del equipo, su renovación y mantenimiento residía en la capacidad económica del soldado, por ello la ley romana exigía aún que el soldado debía disponer de un mínimo de recursos. Esta precalificación excluía del servicio a las clases más pobres y significaba una carga sobre los pequeños terratenientes y agricultores. Éstos habían casi desaparecido como clase después de los cambios poblacionales generados durante las Guerras Púnicas, aún así el Senado se resistía a levantar la traba de acceso a la milicia privando a los despojados agricultores de una opción. Esta ceguera a la realidad social se vio matizada por sucesivas rebajas del límite económico y la aceptación del estado de hacerse cargo del equipamiento de los soldados hacia el 120 a.C. Esta era la situación cuando Cayo Mario debió reunir tropas para enfrentar la Guerra Jugurta (111-106 a.C.) y las invasiones Germanas de los años 102 y 101 a.C. Para resolver el problema de la imposibilidad de reclutamiento Mario eliminó el límite económico y el sistema
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de conscripción, promoviendo el enrolamiento voluntario. De este modo el servicio militar romano pasaba de ser un deber cívico a una profesión de largo plazo. Las reformas de Mario fueron también de organización, adiestramiento y logísticas. Había advertido durante las campañas contra los germanos que los manípulos no poseían la masa de tropa suficiente para lidiar contra las formaciones bárbaras, decidió entonces introducir una subunidad diferente en la Legión: la “Cohorte”. Esta nueva formación estaba integrada por seis centurias oscilando su efectivo entre los 500 y 600 soldados; diez cohortes conformaban ahora una Legión. Se eliminaron las tropas ligeras como componente orgánico y se dejó de lado la formación en tablero. Aprovechando el perfil profesional que adquiría el ejército, Mario estableció un régimen de entrenamiento más exigente que no sólo elevaba los estándares de rendimiento del soldado, sino que también permitía una selección de los mejores y más experimentados para ser designados como Centuriones. El tren de bagajes de los ejércitos romanos era grande y lento, lo que disminuía, cuando no impedía, el libre movimiento de las tropas. Mario decidió reducirlo y para ello hizo que cada legionario cargase con su propia impedimenta, consistente en sus armas, piezas de protección, capote, manta, marmita y equipo de cocina, raciones, una canasta para remover tierra, herramientas para atrincheramiento y dos estacas para la empalizada del campamento que se levantaba todos los días luego de la marcha. En total la carga era de unos 45 kilos y, debido a las protestas que generó su aceptación los legionarios fueron llamados “las mulas de Mario”. Finalmente Mario se encargó de mejorar el espíritu de cuerpo y la moral de las tropas otorgando a cada legión un estandarte que proveía de identificación y establecía lazos de pertenencia entre los legionarios. En su tiempo César introdujo una nueva modificación, prefería tener en cada legión un cuerpo más fuerte o de élite, por ello la primera cohorte la integró con seis centurias de 160 hombres cada una, mientras que las restantes nueve empleaban centurias de 80 soldados. Esta práctica se consolidó en el Principado estabilizando el número de cada legión entre 5.200 y 6.000 efectivos. Entre ellos se contaban además de los legionarios 120 jinetes y los sirvientes de 10 catapultas y balistas ligeras. El aporte de Roma al arte de la guerra lo constituye la creación de la legión que como unidad de combate poseía una flexibilidad tal que
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incluso podía actuar fraccionándose en subunidades autónomas. Conservaba así la concentración de la masa pero la podía emplear y combinar de manera más versátil.La legión era un pequeño ejército capaz de ser empleado en la defensa, el ataque y las tareas de sitio. Con esta herramienta el ejército romano conquistó el mundo conocido, triunfó sobre casi todos sus enemigos, construyó caminos y fortalezas, sostuvo sitios impensables y mantuvo la Pax Romana por siglos. Pero al mismo tiempo generó un estancamiento en el arte de al guerra. El ejército romano era un ejército de infantería basado en la disciplina, el duro entrenamiento y el combate en formación. La caballería era sólo accesoria, ya que las operaciones romanas siempre se basaron en el empleo de las tropas a pie. Esto echó por tierra el concepto de armas combinadas criterio al que nadie dio importancia en función del éxito permanente de las armas romanas. Igualmente esto constituía una debilidad pues cuando debieron enfrentar ejércitos montados como el de los Parthos las armas romanas siempre salieron mal paradas. Esta característica de ejército de infantería, junto con la regularidad del pago a los soldados eran las claves del éxito de las armas romanas pero también una de las causales de su destrucción. Cuando el modelo económico romano comenzó a decrecer debido al drenaje de oro hacia India y China y por el comercio con los pueblos bárbaros que retenían el oro que percibían por las transacciones, en razón que valoraban más el metal que la moneda acuñada, todo el sistema comenzó a resentirse al punto que debieron de reducirse los impuestos para poder colectarse.19 La base de la profesionalización del ejército romano era la regularidad del pago de soldada. La disminución de moneda del estado hizo que esa regularidad no pudiera mantenerse y se recurriera a soluciones alternativas. Primero se aplicó el sistema de pagar a los soldados con tierras en las fronteras. Hacia fines del segundo siglo el Emperador Septimio Severo autorizó que las familias de los soldados viviesen con ellos concentrando el consumo de la unidad familiar y permitiendo el desvío de las provisiones del ejército. Veinte años después el Emperador Alejandro Severo decretaba que las tierras que ocupaban los soldados de las fronteras para su explotación podían ser legadas a sus herederos si éstos también entraban en el ejército. 19 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume II: The Barbarians Invasions”, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 213
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Con estas reformas los legionarios que guarnecían las fronteras imperiales o limes, tornaron de soldados profesionales a milicianos, se redujo el estado de alerta y los períodos de entrenamiento se adaptaron a los tiempos de cosecha; con todo ello las legiones perdieron su disciplina militar que era su mejor ventaja de combate frente al valor salvaje de los bárbaros20. Junto con estas legiones fronterizas o limitanei, subsistieron otras que aunque mantenían el aspecto tradicional en realidad estaban formadas por bárbaros romanizados y tropas mercenarias. Esta incorporación étnica modificó definitivamente la estructura militar romana; los bárbaros reemplazaron la disciplina militar por su salvajismo y, en razón de que el estado no tenía recursos para reforzar el modelo militar tradicional, terminaron imponiendo su forma y organización en el combate. El sistema militar que llevó a Roma a ser dueña del mundo occidental fue el mismo que favoreció su desmembramiento y destrucción. Roma confiaba tanto en la profesionalidad del ejército que nunca se ocupó de generar entusiasmo local por las tradiciones militares, ni en generar milicias regionales; igual sucedía con valores como el patriotismo o la fidelidad al Emperador que por su excesivo centralismo nunca fueron más que un lejano concepto que se hacía más débil cuanto más apartado de la ciudad de Roma se estaba21. Al no poder sostener ese ejército profesional Roma entregó su defensa a los bárbaros romanizados quienes con el tiempo impusieron su modelo de milicia local con fuertes lazos regionales y étnicos; de allí al desmembramiento del Imperio hubo sólo unos pocos pasos más que dar. La desaparición de Roma implicó la de su modelo militar, pero arrastró además todas las concepciones y avances de la falange y sistemas militares anteriores. Las nuevas formaciones militares se reformularán sobre la base de tradiciones locales, prácticas y costumbres, rompiéndose la continuidad de evolución que venía manifestándose desde Sumeria.
20 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume II: The Barbarians Invasions”, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 217 21 Jones, Archer, The Art of War in the Western World, Oxford University Press, Oxford, pg. 93
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E VENTOS DESTACABLES Meggido 1479 a. C. Tutmosis III, probablemente el primer verdadero Faraón con aptitudes de General, comienza campañas de expansión invadiendo Palestina, Israel y Siria. Crea un Ejército con un adiestramiento más regular y permanente y lo organiza en cuatro cuerpos con asiento en cuatro ciudades: el Cuerpo Amón en Tebas; el Cuerpo Re en Heliópolis; el Cuerpo Ptah en Memphis y el Cuerpo Seth en Pi-Ramsés. Este ejército permanente tenía capacidades de inteligencia e ingenieros y un sistema de Comando desarrollado. La logística comprendía almacenes avanzados y el ejército contaban con sus propios medios de transporte de víveres y materiales22. En esta época las intenciones estratégicas eran de carácter público debido a que los gobernantes no ocultaban sus decisiones a sus gobernados, ni disimulaban sus movimientos militares; por otra parte esas maniobras hubieran resultado inútiles en razón que los lentos movimientos y las grandes distancias hacían imposible la ocultación durante el tiempo necesario de las decisiones estratégicas. Desplazándose unos 400 kilómetros desde su base por tierras principalmente áridas Tutmosis III llega a Meggido en el norte de Israel y descubre anticipadamente la concentración enemiga y los accesos posibles al campo de batalla La inteligencia táctica se recogería de las vanguardias del ejército, recordemos que en aquellas épocas la exploración y el reconocimiento no eran actividades que se desarrollaran con método y en la mayoría de los casos se destacan por su ausencia. Los ejércitos antiguos habitualmente se “buscan” el uno al otro sobre vías de comunicación directa y alrededor de ciudades o lugares considerados importantes para ambos bandos; todo ello armoniza con un modelo táctico primitivo y de escasa creatividad. De hecho las avanzadas eran innecesarias debido a que los combates eran casi concertados toda vez que entre el avistamiento del enemigo y la preparación del dispositivo de combate pasaban horas, lo que impedía la sorpresa. 22 Étienne Drioton, Jaques Vandier, “Historia de Egipto”, EUDEBA, Buenos Aires 1977, pg 394
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“Cuando se acercaban al enemigo, Tutmosis III reunió a sus oficiales y realizó un consejo de guerra …Desde Yehem a la planicie de Meggido podía llegarse a través de tres rutas: una directa pero difícil, ya que tomaba por un desfiladero estrecho, y dos rutas más largas pero más cómodas, las que desembocaban una al norte y otra al sur de Meggido. A pesar de la opinión de su Estado Mayor, el rey decidió tomar la primera ruta”23 . Tutmosis pudo atravesar el desfiladero, desplegar su ejército sin ser descubierto y vencer a sus enemigos. La mención de “Estado Mayor” corresponde a un uso sinónimo equivocado del “Consejo de Guerra”. Así ganará la batalla de Meggido en 1479 a.c., y luego sitiará la ciudad durante siete meses con trabajos de ingeniería realizados por su ejército.
Qadesh 1300 a. C. Ramsés III emprendió la campaña de Qadesh con un ejército organizado como hemos descrito. De esa campaña es interesante apreciar que la información tomada a pasantes y prisioneros fue recogida por interrogatorios realizados por el propio Faraón.24 El ejército había avanzado en una línea de dirección sur a norte, según su tradicional división de cuatro cuerpos separados éstos por una distancia de unos 10 kilómetros. El Faraón acampaba con el primer cuerpo de marcha, Amón, cuando conoció de la cercanía de las tropas hititas en Qadesh; en ese momento las avanzadas de carros enemigas atacaban el flanco y prácticamente desbandaban al segundo cuerpo Re. La vanguardia de este cuerpo huyó hacia delante para alcanzar el campo del Faraón; al recibirlos ya se apreciaba hacia el oeste el avance de los carros hititas reorganizados después del ataque. En esta situación el Faraón ordena al cuerpo Amón preparase para recibir el golpe, mientras él mismo se pone al frente de los carros para contraatacar. Estando en eso ordena que se llame en ayuda a los restantes cuerpos; se envía al Visir, con orden de supervisar la marcha del tercer cuerpo antes de recurrir al cuarto.25 23 Étienne Drioton, Jaques Vandier, “Historia de Egipto”, EUDEBA, Buenos Aires 1977, pg 347 24 Healy, Mark, “Qadesh 1300 A.C.”, Ediciones del Prado, España, 1995, pgs. 47 y 51 25 Healy, Mark, “Qadesh 1300 A.C.”, Ediciones del Prado, España, 1995, pgs. 51 y 52
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Mientras los hititas se apoderaban del campamento del Faraón y lo saqueaban, éste salía con sus carros e infantería para contraatacarlos aprovechando su desorganización. Este asalto y la aproximación de los restantes cuerpos definieron la batalla. De estas batallas podemos observar que los itinerarios de Tutmosis y Ramsés en sus avances hacia Medio Oriente que resultan prácticamente idénticos, es decir que no había un desarrollo o preocupación por encubrir los movimientos estratégicos. Coherentemente con este pobre desarrollo el planeamiento era también muy limitado. Con escasa información del enemigo y con fuerzas de lento alistamiento el planeamiento quedaba restringido a la elección de un camino u otro, a presentar batalla o retirarse, o levantar un sitio. En batalla estas debilidades fuerzan la existencia de un comando centralizado donde el único control real es el que se ejerce a la distancia de la vista y el sonido. Sin perjuicio de ello debemos tener en cuenta que batallas como las de Meggido o Qadesh son excepciones en cuanto a planes, control y dirección.
Marathon 490 a. C. Durante la Primera Guerra Médica las tropas persas habían conseguido ocupar Tracia y Macedonia en el 492 a. C., dos años después una fuerza al mando de Datis y Artafernes compuesta de 14.000 soldados a pie y 1.000 jinetes desembarcaba en las playas de Marathon a 40km de Atenas. Estas playas están rodeadas de montañas con escasos accesos, lo que facilitaba el desembarco cubriendo cada uno de ellos con unos pocos arqueros. Los griegos reunieron 10.000 hoplitas atenienses y 1.000 plateos, bajo el mando del Polemarca (Comandante en Jefe) Calímaco y dirigidas por el Strategos (General) ateniense Milcíades. Alcanzaron la concentración persa el 12 de septiembre de 490 a. C. Milcíades sabía que si exponía sus flancos, la caballería persa podría atacarlos y destruir a su ejército mientras los arqueros a pie lo batían con sus flechas. La debilidad de la falange y la falta de caballería hizo que buscase en el terreno una posición desde donde combatir con ventaja. Se aproximó a los persas a través del valle de Vrana que se interponía en el camino hacia Atenas, y decidió apoyar los flancos en sus laderas. “El valle era…muy ancho para el pequeño ejército ateniense, a pesar de los abatíes, Milcíades no podía dar a la falange la profundidad que deseaba, pero hizo el centro más débil y las dos alas
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más fuertes, con ello, cuando saliese de su posición protegida, las alas podían oponerse a los posibles ataques de flanco de la caballería persa”26 Desde esta posición decidió esperar los refuerzos solicitados a Esparta. Los persas asumieron un dispositivo linear similar pero manteniendo equilibrados centro y alas. Bloqueados en las playas los persas tenían algunas alternativas. Una posibilidad era aprovechar la flota, reembarcar y buscar otra playa, pero podían ser atacados mientras subían a los barcos. Otra alternativa era dividir sus fuerzas e intentar salir por otro paso y luego atacar a los griegos por detrás, era una alternativa interesante pero las fuerzas estaban muy equilibradas y hubiese sido necesario casi el doble de tropas para evitar los riesgos de una ataque. La única alternativa viable era atacar frontalmente a los atenienses, contando que hasta el momento ninguna fuerza griega había resistido el embate persa.. La mayoría de los soldados asiáticos eran arqueros y los griegos carecían de ellos, por lo que para aprovechar la ventaja del cuerpo a cuerpo los atenienses debían atravesar rápidamente el campo de tiro persa. Milcíades esperó a que los asiáticos se moviesen se pusieran ambas fuerzas a tiro de flecha, unos 150 metros. Según parece los griegos avanzaron entonces a paso veloz ya que es dudoso que hayan corrido pues eso habría desbaratado la formación en falange. El centro ateniense llevó la peor parte siendo contenido por los persas, pero ello facilitó la penetración por las alas reforzadas que, luego de desbaratar las enemigas se volvieron hacia el centro envolviéndolo. La caballería persa no alcanzó a reponerse de choque y el centro permaneció inmóvil igualmente estremecido. Las perdidas persas alcanzaron los 6.400 muertos, los griegos perdieron unos 1.000 hombres entre ellos Calímaco. En esta batalla se aprecian los dos sistemas enfrentados: la lucha por el fuego y el combate cuerpo a cuerpo. El fuego cobró su privilegio contra el centro griego más débil, sin embargo las alas más numerosas pudieron soportar las bajas hasta alcanzar el combate a corta distancia. El atravesar el campo de fuego enemigo es otro de los problemas fundamentales del arte táctico de la guerra y lo veremos repetirse en la historia con frecuencia.
26 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume I: Warfare in Antiquity”, 1990, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 77
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Platea 479 a. C. Después de Marathon Xerxes, el rey persa, abandonó Grecia dejando a Mardonio al mando de un ejército de 80.000 hombres, entre los que se contaba la caballería pesada y hoplitas mercenarios de grecia, para que lanzase una nueva campaña contra Atenas y el Peloponeso. Los griegos reunieron una fuerza de 5.000 hopitas espartanos, 8.000 atenienses y 23.500 de otras ciudades acompañados por 35.000 soldados de infantería ligera, en total 68.500 soldados al mando del general espartano Pausanias. El plan estratégico consistía en llevar este ejército hasta el monte Cithaeron cerca de Platea al sur de Tebas, interponiéndose al avance persa hacia el sur. Una predicción del oráculo decía que los persas serían derrotados en suelo ateniense por lo que los plateos removieron las piedras que señalaban el límite entre las dos ciudades. Ambos ejércitos se encontraron en el sitio fijado por los griegos separados por el curso de agua del Asopos. Los griegos contaban con la ventaja de un terreno difícil para la caballería, pero los persas gozaban de la superioridad táctica de poder combatir en campo abierto. Aprovechando esta ventaja la caballería persa atacó a las fuerzas griegas antes de que alcanzasen a desplegar completamente, pero sin el apoyo de la infantería debieron retirarse y regresar a su campamento del otro lado del Asopos. Los ejércitos permanecieron así vigilantes durante algunos días. Los griegos estaban cortos de agua por lo que Pausanias decidió adelantar su posición más cerca del río y apoderarse del pozo de agua de Gargafia. La maniobra no resultó feliz, los arqueros persas desde el río dominaban el pozo y la caballería podía lanzar pequeños golpes de mano para interceptar los suministros provenientes de Atenas. Pausanias, que mandaba un ejercito formado principalmente por milicianos que estaban ansiosos de regresar a casa, sabía que no podía sostenerse en ese lugar por lo que decidió retomar su antiguo lugar de batalla. Para evitar ser atacado el ejercito griego se replegaría durante la noche. La marcha se realizaría en tres grupos el ala derecha compuesta de espartanos sería la vanguardia, el centro integrado por los soldados de varias ciudades la seguiría, y los atenienses cerrarían la marcha. De este modo conservarían sus posiciones de combate. Al caer la noche el grupo central se extravió terminó frente a los muros de Platea. Los atenienses no se movieron pues los espartanos
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permanecían en sus puestos. Esto se debió a que uno de sus jefes de Lochos se negaba a retirarse en la cara del enemigo, solicitaba al menos se le permitiera quedarse a cubrir la retirada del ejército. La discusión llevó la noche y con las primeras luces Pausanias vio que su centro había desaparecido, ordenando entonces a los atenienses a acercarse a él y cerrar la brecha. Mientras esto ocurría Mardonio podía ver al cuerpo espartano marchar hacia el monte Cithaeron solo, pues las crestas le impedían ver a los atenienses. De inmediato envió a su caballería al ataque aprovechando la oportunidad de hallar al ejército griego dividido y sin formación. Pausanias atacado por los jinetes arqueros asiáticos, pidió ayuda Arístides, jefe de los atenienses, pero éste estaba ya siendo atacado por la caballería persa y la infantería mercenaria griega. En esta situación desesperante las tropas de megara del contingente central llegaron por la izquierda ateniense y rechazaron a la caballería, permitiendo a Arístides deshacer alas falanges mercenarias en una lucha clásica entre hoplitas. Los espartanos en tanto soportaban una lluvia de flechas sin atacar hasta que Pausanias, invocando la diosa Hera de Platea puso en marcha a la falange. Esta invocación ritual, que tuvo un fuerte impacto psicológico en las tropas, no era más que una maniobra bien calculada. Pausanias necesitaba tener cerca la masa persa para destruirla, por ello esperó a que se acercase antes de atacarla, aprovechando además el desorden producido por tener que cruzar el río y trepar por el terreno ribereño. Se trabó entonces un combate feroz al que se sumaron los peloponesios del grupo central. Los persas fueron dispersados con fuertes bajas entre las que se contaba Mardonio. Con las alas destruidas, el comandante del centro Persa Artabazos no participa del combate y se retira. Las bajas alcazaron a uno 10.000 asiáticos y 3.000 griegos. Los persas lanzaron ataques de oportunidad y sin coordinación entre las armas lo que les impidió conseguir algún resultado favorable. Los griegos en tanto con su ejército de una sola arma supieron conservar la calma y aprovechar los errores del enemigo. Es notable también la invocación ritual al oráculo y a los dioses como acción para ejercer el control de las tropas.
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Issus 333 a.C. En el 334 a.C. Alejandro Magno cruzó el Helesponto invadiendo el Imperio Persa. En su avance derrotó en Granico y Mileto a las tropas asiáticas que se oponían a su avance. Para intentar detenerlo el Rey Darío reunió un ejército numeroso, que algunos estiman en 600.000 soldados y marchó a su encuentro. Es probable que el Rey Persa apoyase su operación contra Alejandro en la diferencia numérica de efectivos, pues este ultimo contaba con sólo 40.000 hombres. Darío pensaba que los macedonios se sentirían aterrorizados con el poderío Persa y que intentarían huir ante su presencia, por lo que debía posicionar su ejército en una situación en la que su enemigo quedase atrapado y no pudiera escapar. En su avance Alejandro encontró en las Puertas de Cilicia a tropas persas que dispersó sin problemas, alcanzando así la ciudad de Tarsus. En esta ciudad Alejandro cayó enfermo lo que detuvo la marcha del ejército, señal que Darío interpretó como temor frente a la posibilidad de una batalla. El Rey Persa reunió sus fuerzas en Sochi y marchó hacia el norte para encontrar a su enemigo en las planicies sirias, sin embargo, luego prosiguió su camino más allá de esa región. En tanto Alejandro había reanudado la marcha alcanzando sucesivamente Mallus, Issus y las Puertas Sirias en Myriandros, bordeando toda la costa del golfo de Iskanderun. Darío aprovechó este avance y decidió alcanzar la retaguardia Macedonia en Issus. Al llegar allí encontró sólo un hospital donde fueron masacrados los heridos y enfermos. Si bien la maniobra consiguió el objetivo de Darío de atravesarse en la línea de retirada macedónica, por otra parte colocaba a su numeroso ejército en un terreno estrecho flanqueado por el mar y las montañas donde su caballería tenia poco espacio para maniobrar. Alejandro, conociendo el movimiento persa comenzó a deshacer el camino andado para presentar batalla, lo que Darío interpretó como un intento de huida. Los ejércitos se encontraron frente a frente separados por un torrente de escaso caudal conocido como rió Pinaro. Darío en la ribera Norte decidió librar una batalla defensiva, pues su intención era contener la supuesta retirada Macedonica, para ello fortificó su posición con una estacada. Contaba con 30.000 mercenarios griegos de infantería pesada y 60.000 mercenarios persas que constituían su centro, disponía además de 30.000 jinetes y 20.000 hombres de infantería ligera. La infantería pesada formó en el centro
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en tres formaciones sucesivas y muy densas por falta de espacio, la mayor parte de la caballería fue colocada en el ala derecha con algunos cuerpos al sur del rió Pinaro, en su ala izquierda colocó pequeñas formaciones de caballería e infantería ligera en las pendientes de las montañas para evitar un envolvimiento en ese sector. Alejandro formó a su izquierda a parte de la caballería y a las falanges en el centro, todo ello al mando de Parmenio, en el ala derecha dispuso a tropas ligeras y arqueros y en ese mismo sector, él desplegó la caballería bajo su mando, que incluía las tropas de elite llamadas Compañeros. Los macedonios iniciaron su ataque por la izquierda dispersando el ala derecha persa, que huyó hacia las montañas. Reforzó entonces con dos escuadrones de Compañeros su ala izquierda suponiendo que por allí Darío lanzaría su ataque principal, pues el terreno favorecía el movimiento de la caballería. Así fue como reaccionó Darío mientras el resto del ejército macedonio lentamente avanzaba atravesando el Pinaro, cuando se hallaban a distancia de fuego Alejandro se lanzó al ataque provocando una brecha entre su posición y las falanges del centro. Por esa brecha se lanzaron los mercenarios griegos de Darío contra las tropas macedonias. Una característica del ejército macedonio es su absoluta disciplina, control y obediencia, lo que permitió a Alejandro en plena victoria, retener a la caballería y dirigirla contra el flanco de los mercenarios griegos, obligándolos a retirarse y dando la oportunidad a sus falanges de lanzarse sobre ellos. El centro persa comenzó a ceder y a deshacerse. La caballería persa del ala derecha que se hallaba en un fiero combate, al ver la retirada del resto del ejército, también se retiró abandonando la batalla. Viendo esto, el propio Darío emprendió su huída. Se estima que las bajas persas alcanzaron el 70 por ciento de sus efectivos. Después de la batalla, Alejandro asistió al entierro de sus hombres caídos y visitó a los heridos, además de felicitar y conferir recompensas a los más valientes en batalla. Todo ello antes de atender sus propias heridas.
Gaugamela – Arbelas 331 a.C. Luego de ocupar Asia Menor, Siria, Palestina y Egipto, Alejandro marchó hacia el corazón del Imperio Persa, donde luego de cruzar el rió Tigris tuvo noticias de la presencia de Darío y su ejército. El nue-
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vo ejército persa contaba con 40.000 jinetes, 1.000.000 de infantes, 200 carros y 15 elefantes. (revisar los números) Darío que recordaba el error cometido en Issus de encajonar su ejército, decidió esta vez combatir en una planicie que lo favoreciera, para ello avanzó su ejército hasta Gaugamela a 120 kilómetros al este de Arbela. Allí formó su ejército y estableció su campamento. Dispuesto a encontrar esta vez la victoria, ordenó que el campo de batalla fuera alisado y nivelado para facilitar el movimiento de sus carros de guerra. Alejandro al conocer de la presencia del ejército persa detuvo su marcha para preparar un campamento fortificado que contaba con empalizada y pozo. Allí bajo una guardia dejó a toda la impedimenta, animales y no combatientes y emprendió una marcha nocturna con sus soldados portando sólo su equipo de combate. En este momento los campamentos se encontraban a 112 kilómetros de distancia, la marcha nocturna cubrió aproximadamente la mitad desde donde Alejandro pudo observar las posiciones persas. Decidió allí vivaquear con su ejército en formación de batalla. Durante la noche con un cuerpo de Compañeros reconoció el terreno. Celebró a continuación un consejo de guerra donde Parmenio propuso atacar de inmediato, pero Alejandro decidió atacar a la luz del día. Los persas también pasaron la noche en formación de combate, pero más alertas porque esperaban un ataque nocturno. Su dispositivo de batalla se desplegaba en tres líneas de la siguiente forma: en el ala derecha la caballería en primera y segunda línea con 50 carros; el centro en primea línea los elefantes, 50 carros y la caballería de la guardia, detrás los mercenarios griegos y Darío con su guardia y en tercera línea el resto de la infantería, en el ala izquierda una primera línea con 100 carros y caballería pesada y la segunda con caballería. Alejandro enfrentaba una difícil situación en la que debía resolver dos cuestiones, por una parte el peligro que significaba la diferencia numérica y por la otra, aunque muy ligado a ello la habitual situación de que su ala derecha, más poderosa y móvil tendía a separarse del centro generando una brecha. Decidió entonces aceptar el riesgo de que sus falanges pudieran quedar aisladas para lo cual formó en el centro a sus unidades principales de infantería pesada. Las falanges macedónicas en el frente y las de mercenarios y aliados a distancia detrás de éstas. La idea era que si el aislamiento se producía las falanges de la segunda línea estuvieran en condiciones de dar cara a retaguardia y proveer así una defensa de 360 grados, la que se com-
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pletaba con dos cuerpos de arqueros curvados en las alas de las tropas macedónicas. En las alas propiamente dichas se dispuso, a la derecha los Compañeros, la caballería mercenaria de Menidas y y la de Peonia de Aretas, bajo el mando directo de Alejandro; a la izquierda formó la caballería de Tracia y Tesalia a órdenes de Parmenio. La batalla comenzó con el sol alto, las tropas de Darío sobrepasaban por los flancos la extensión del ejército macedonio. Alejandro con la intención de flanquear al enemigo comenzó a desplazar su caballería hacia su derecha, imitada por la caballería persa que moviéndose en la misma dirección evitaba el envolvimiento. Esta maniobra llevaba a parte del ejército persa fuera del terreno que Darío había preparado especialmente para el combate. Mientras esto ocurría el resto de la línea macedonia avanzaba hacia el enemigo. Al no poder realizar el envolvimiento Alejandro envió al ataque a su caballería mercenaria, la caballería pesada persa contraatacó obligando a Alejandro a comprometer a la caballería de Peonia con lo que se estabilizó la situación. Pese a la superioridad del enemigo la caballería de Alejandro se lanzó repetidamente al ataque hasta que logró quebrar a los jinetes persas. Mientras esto ocurría, Darío lanzó sus carros contra la derecha del centro macedonio. Al igual que en la batalla de Cunaxa las tropas occidentales abrieron filas para dejar pasar los carros mientras los atacaban con flechas y jabalinas, lo que terminó por deshacer completamente el ataque. Al apreciar Darío el fracaso de sus carros y el rechazo de su ala izquierda, lanzó contra ese sector, por donde avanzaba Alejandro, a la caballería persa del centro. Esta maniobra provocó una brecha en la línea oriental la que Alejandro aprovechó lanzándose a través de ella con parte de su caballería, seguido por la infantería macedonia del centro. La caballería persa era pronto dispersada por los jinetes al mando de Aretas. Mientras tanto en el flanco izquierdo Parmenio no había tenido tanta suerte. El ataque de Alejandro había abierto una brecha entre el centro y el ala izquierda por la cual la caballería persa se lanzó al ataque, una parte se dirigió hacia el campamento macedonio para saquearlo y otra tomó por su flanco interno a Parmenio; este ataque recibió el apoyo de más caballería oriental que atacaba por el frente. En esta situación Parmenio solicitó ayuda a Alejandro, el que con su caballería marchó a través del campo de batalla en su auxilio. En tanto la segunda línea de infantería pesada macedonia se había divi-
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dido, una parte en apoyo de Parmenio y otra en dirección al campamento para evitar su saqueo. En su marcha de auxilio Alejandro se encontró librando una feroz batalla de caballería en el centro del campo de combate, de la que salió victorioso y continuó su marcha hacia el norte. La penetración en la línea persa continuaba exitosamente lo que provocó que Darío abandonara el combate y a sus tropas. Cuando esto se supo entre las tropas de Mazaeus, que atacaban a Parmenio , el asalto perdió fuerza y comenzó a debilitarse, la desmoralización permitió a la caballería de Tesalia contraatacar y poner en fuga a los persas. La persecución comenzó de inmediato y continuó hasta la medianoche. Las bajas persas se estiman en 300.000, la mayoría durante la persecución, los macedonios perdieron 500 hombres.
Hydaspes 326 a.C. Luego de apoderarse del imperio persa, Alejandro marchó hacia la India donde a orillas del río Hydaspes encontró al ejército del Rey Porus. Este río es una corriente ancha y profunda que tolera incluso la navegación, motivo por el cual debía cruzarse antes de dar batalla. Así ambos ejércitos permanecieron a la vista en orillas opuestas. El ejército indio contaba con unos 30.000 infantes, 3.000 jinetes, 150 elefantes y 300 carros. Los macedonios disponían de 35.000 infantes y 5.000 jinetes entre los que se contaban arqueros montados. Los elefantes representaban el mayor inconveniente táctico pues su presencia aterraba a los caballos haciendo imposible cualquier maniobra montada, por lo tanto era imprescindible para el Magno evadir la confrontación con ellos. Para el cruce del río hizo transportar en carretas los barcos y galeras que usó para cruzar el Indo. Las naves fueron cortadas en dos y tres partes para facilitar el traslado. En tanto Alejandro durante semanas movió ostentosamente su ejército amenazando el cruce en diversos sitios, lo que mantuvo en vilo a Porus, quién también se movía para evitar el cruce. Esta maniobra tenía por fin debilitar el alerta y la vigilancia de Porus pues en ningún momento Alejandro tenía decidido cruzar en esta etapa. De hecho además de engañar al enemigo aprovechó el movimiento para reconocer los posibles lugares de cruce. La distracción tuvo tanto éxito que Alejandro pudo cruzar sin ser molestado.
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En el campamento principal dejó Alejandro a Craterus con 5.000 hombres y órdenes de cruzar el río en caso de que Porus abandonase la ribera. Con el resto del ejército marchó hacia el norte en busca del lugar elegido para el cruce. Para no ser visto eligió una ruta alejada del litoral y cubrió 30 kilómetros durante una noche de fuertes lluvias. A medio camino dejó una fuerza similar a la de Craterus al mando de Meleager, Attalus y Gorgias con órdenes de cruzar en cuanto tuvieran oportunidad. El cruce se realizó en tres etapas y cuando Alejandro se adentró en lo que suponía era la orilla opuesta del río se apercibió de que en realidad se hallaba en una isla. Afortunadamente el otro brazo del río permitía el cruce de los hombres con el agua al cuello. Alejandro finalmente logró reunir 6.000 infantes, 5.000 jinetes y 1.000 arqueros montados con los que marchó contra Porus. Advertido el Rey indio del cruce envió inmediatamente contra Alejandro a su hijo al mando de 2.000 jinetes y 120 carros. Esta fuerza fue rechazada por los macedonios, muriendo en combate el joven príncipe. Porus dejó una guardia en la ribera y marchó con su ejército hacia el norte. Avistado por Alejandro, éste ordenó un alto para permitir descansar a su infantería mientras la caballería ofrecía seguridad al ejército. En tanto el ejército indio formaba con su caballería y carros en las alas y su infantería y elefantes en el centro. Alejandro desplegó su infantería en el centro en cuatro formaciones separadas unas de otras con arqueros por delante y hacia los extremos, a la izquierda dispuso un pequeño cuerpo de caballería de escaso valor concentrando la principal y a sus arqueros montados en el ala derecha. Alejandro inició el ataque por su derecha encabezándolo con los arqueros montados, los que pronto dieron cuenta de los carros indios. Estos carros portaban seis hombres de los cuales sólo dos llevaban escudos, por lo que podemos estimar que debían ser lentos, grandes y vulnerables. Se inició luego una batalla de caballería a la que Porus pretendió sumar sus jinetes del ala derecha; los envió atravesando el campo de batalla por delante de su dispositivo para caer sobre el flanco de la caballería macedonia. Frente a esta acción una parte de la caballería de Alejandro se desprendió del combate y marchando por detrás de su infantería se lanzó contra el nuevo ataque indio. La caballería de Porus atacada desde dos direcciones no pudo reaccionar y se retiró hacia sus elefantes en busca de protección. Esta protección en principio dio resultado pero pronto los paquidermos perdieron el control y comenzaron a dañar a sus propios hombres.
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La infantería macedonia alcanzó entonces a su igual india luego de que la infantería ligera de Alejandro diera cuenta de la fuerza de elefantes. Los infantes indios privados de su caballería y elefantes resultaron fácil presa de la falange. Antes de ser cercado Porus logró mover a su ejército en dirección al sur, sólo para encontrarse con la fuerza de Craterus que había logrado cruzar el río. Porus luchó hasta el final y abandonó la lucha después de haber sido herido y reconocer que nada más tenía por hacer. Los indios perdieron 3.000 jinetes, 20.000 infantes y todos sus carros.
Heraclea 280 a. C. y Ascullum 279 a. C. El rey de Epiro Pyrro alcanzó la península itálica para socorrer a los tarentinos en su lucha con Roma. Su ejército comprendía 20.000 infantes, 2.000 arqueros, 500 honderos, 3.000 soldados de caballería pesada, 3.000 de caballería ligera y 20 elefantes. Marchando de Tarento hacia el norte encontró al ejército romano del Cónsul Valerio Laevinus cerca de Heraclea formado en la ribera opuesta del río Siris. Los romanos contaban con uno 40.000 hombres en un dispositivo que disponía a dos legiones-manipulares en el centro, una legión auxiliar en cada ala y en sus extremos dos contingentes de caballería. Para poder formar sus tropas Pyrro lanzó personalmente un ataque con su caballería. Habiendo ganado el tiempo necesario formó su ejército con la caballería a su izquierda adelantada y tres falanges, dos propias y una de aliados, sesgadas como en orden oblicuo, colocando a sus elefantes detrás del ala derecha. El combate debió ser tremendo pues Plutarco señala que por siete veces amabas fuerzas se atacaron y repulsaron. Finalmente Pyrro lanzó al ataque a su caballería pesada que desbandó a la pobre caballería romana y empleo sus elefantes, bestias nunca antes vistas en Italia, provocando el pánico en la infantería. Esta batalla muestra cómo el empleo combinado de las armas es superior a la confianza en una sola de ellas. Además se aprecia cómo un elemento nuevo y desconocido, el elefante, puede desequilibrar un combate entre iguales. Al año siguiente los romanos se prepararon para combatir contra los elefantes en Ascullum. Construyeron unos carros de cuatro ruedas empujados por bueyes; por delante contaban con lanzas para herir las
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patas de los paquidermos y además tenían otra larga con una canasta en llamas que se elevaba la altura de los ojos del elefante. En esta batalla Pyrro reunió cerca de 70.000 hombres contra un número igual de romanos al mando de los Cónsules Sulpicius Saverio y Decius Mus. Poco se conoce de esta batalla con seguridad pero parece ser que al igual que Heraclea el combate resultó ser parejo hasta que los infantes de Pyrro lograron cerrar una brecha en su dispositivo enviando a los elefantes con los arqueros intercalados entre ellos. Los carros de bueyes romanos fueron deshechos por la infantería ligera del Epiro, Aunque triunfante las bajas de Pyrro fueron tan elevadas que habría señalado que con otra victoria como esta, los romanos ganarían la guerra.
Bagradas 255 a. C. Durante la Primera Guerra Púnica los romanos intentaron atacar Cartago, enviando a Túnez a Marcus Attilius Regulus con cuatro legiones. Los cartagineses carecían de murallas en la ciudad y enviaron a 12.000 infantes, 4.000 jinetes, y 100 elefantes al mando del general espartano Xanthipo a rechazar al invasor. Regulus advirtiendo la presencia de los paquidermos formó los manípulos de cada línea uno detrás de otro, abandonando la formación en tablero; de este modo cuando las bestias atacaron atravesaron las legiones por los pasillos libres dejados por este dispositivo. Sin embargo la ingeniosa formación permitió que la caballería púnica penetrase las legiones atacando los manípulos por sus flancos. Aunque resultase una derrota vemos que las formaciones del período eran flexibles a sus comandantes y que los mismos se preocupaban por dar soluciones tácticas en el campo de batalla. La idea de Regulus la empleará Escipión el Africano en la batalla de Zama consiguiendo una brillante victoria.
Telamon 225 a. C. En un intento de contener la expansión de Roma las tribus de la Galia reunieron un ejército de 50.000 hombres e invadieron Etruria. En su avance destruyeron un ejército romano en Clusium, pero en el cabo Telamon fueron atrapados entre dos fuerzas romanas.
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Por el norte Attilius Regulus enfrentaba a los Galos Cisalpinos, por el sur Lucius Aemilius Papus atacaba a los Gesates. Éstos viéndose rodeados decidieron pelear ritualmente desnudos; cuando los pillum cayeron sobre ellos la matanza fue terrible, y las tropas ligeras romanas terminaron por aniquilarlos. Igualmente la batalla fue aterradora. Los bárbaros mataron a Regulus y clavaron su cabeza en una pica buscando elevar la moral gala y deprimir la romana. Sin embargo la disciplina de los legionarios pudo más que el ardor de los salvajes que fueron prácticamente exterminados después de una resistencia desesperada. Este choque de disciplina contra el heroísmo salvaje es la fórmula madre de las batallas de roma contra los bárbaros.
Cannas 2 de agosto de 216 a. C. La batalla de Cannas es una de las más famosas de la historia y responsable de alentar la imaginación de muchos generales que soñaron con la aniquilación completa del enemigo. El ejército cartaginés abandonó en junio de 216 a. C. Sus cuarteles de invierno en Gerunium para tomar los depósitos romanos de grano y aceite en Cannas, a 120 km de su posición actual. La provisión de grano es uno de los factores claves en las guerras púnicas por lo que el Senado romano resolvió reunir un ejército y enfrentar a Aníbal en su punto de destino. Aníbal contaba con esta reacción romana y también esperaba dar batalla. El ejército salido de Roma, al mando de los Cónsules Gaius Terrentius Varro y Lucius Aemilius Paulus, reunía 20.000 infantes y 1.500 jinetes. Cuando estaban a dos días de marcha de Cannas se reunieron con las tropas de Geminus. Los cónsules romanos planearon la batalla comenzando por escoger el terreno, estimaban disponer su ejército entre el río Aufidius y la loma de Cannas, lo que impediría a los cartagineses emplear su poderosa caballería en una maniobra de envolvimiento. El 2 de agosto formaron su ejército con la caballería romana sobre el río y a la derecha compuesta de 1.600 jinetes al mando de Paulus, en el centro la infantería romana y aliada, unos 55.000 bajo la conducción de Geminius y Minucius, en la izquierda la caballería aliada en número de 4.800 con Varro. Para establecer este dispositivo los romanos debieron reducir el frente de los manípulos y colocarlos más cerca de lo habi-
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tual unos de otros. El frente romano alcanzaba un total de tres kilómetros. Los cónsules planeaban contener a la caballería enemiga mientras el número inusual de ocho legiones se lanzaba contra el centro cartaginés. Aníbal también tenía un plan para la batalla sus 40.000 infantes y 10.000 jinetes. Dispuso a su izquierda a la caballería pesada al mando de Asdrúbal , en el centro situó cerca de 20.000 celtas, numidos y españoles en forma de arco convexo con las tropas más débiles en el medio, en el ala izquierda formó a la caballería ligera africana bajo Maharbal. Detrás de la caballería en cada ala colocó a la infantería pesada cartaginesa y española, los jefes de fila formaban hacia adentro del dispositivo para girar la formación en esa dirección. Aníbal pretendía rechazar a la caballería romana, atraer a su infantería y atacarla luego por ambos flancos; para ello el ritmo de las acciones era esencial. La batalla se inició con el habitual combate entre las tropas ligeras, que en el caso cartaginés cubrían también el frente de la caballería de Asdrúbal. Éste comenzó luego su avance iniciándose una feroz lucha en la que parte de la caballería romana combatió a pie. Un hondero balear había herido al Cónsul Paulus por lo que éste cayó o desmontó del caballo, muchos soldados interpretaron esto como una orden de combatir a pie y así lo hicieron. Pronto los romanos comenzaron a ceder y se produjo una brecha con su centro por donde Asdrúbal logró colarse, esto desbandó el ala derecha romana que se dio a la fuga. Asdrúbal de inmediato atravesó el dispositivo romano por retaguardia para atacar el ala opuesta de jinetes. En tanto en el centro había cesado el combate ligero y los cornicern romanos anunciaban el avance de las legiones. El primer contacto fue con el saliente de la formación cartaginesa, este dispositivo lo empleó Aníbal teniendo en cuenta que la mayor parte de los legionarios debería recorrer un trecho mayor de terreno para cubrir toda su línea, lo que los fatigaría. Lentamente el creciente cartaginés fue cediendo a órdenes de Aníbal y su hermano Magón hasta alcanzar la forma inversa, un arco cóncavo. En ese momento se ordenó a las falanges cartaginesas de las alas girar y atacar en dirección al centro. La sorpresa y la falta de espacio condenaron a los romanos que no podía maniobrar para enfrentar el nuevo ataque. La caballería de Varro había sostenido algunas escaramuzas con Maharbal pero se mantenía íntegra, sin embargo la llegada de Asdrúbal a sus espaldas la hizo deshacerse y huir. Asdrúbal ordenó a
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Maharbal perseguir a los romanos, mientras él se lanzaba contra la retaguardia de las legiones aferradas en combate. Se dice que los romanos estaban tan presionados que no podía siquiera esgrimir sus espadas. Roma sufrió la muerte de 47.000 infantes, 2.700 jinetes, Paulus, Geminius y Minucius, tuvieron además 19.300 prisioneros. Aníbal perdió 8.000 hombres.
Metauro 207 a. C. Roma se vio enfrentada a dos ejércitos cartagineses. En el sur Aníbal Barca y en el norte Asdrúbal Barca que acababa de cruzar los Alpes. El senado romano nombró entonces a dos nuevos Cónsules par enfrentar la amenaza. Marcus Livius Salinator marcharía al norte y Gaius Claudius Nero hacia el sur. Estando ya en posición la fuerzas romanas, Claudius Nero interceptó un mensaje de Asdrúbal a Aníbal proponiendo la reunión de sus fuerzas en Ancona al sur del río Metauro. Tomó entoces 7.000 hombres, dejando el resto en vigilancia de Aníbal, y marcho al norte a reforzar a Livius, en lo que se conoce como la primera operación por líneas interiores de la historia. Los romanos reunieron sus fuerzas al sur del río en una línea paralela al curso de agua, con las tropas de Nero en el ala derecha en ángulo frente a un barranco que unía el Metauro con la línea de legionarios. Asdrúbal atacó frontalmente comenzó a hacer ceder a Livius, entonces Nero abandonó su posición y marchando por detrás de la línea romana, la rodeó y ataco a los cartagineses por el flanco derecho. El ejército púnico no pudo sobreponerse al sorpresivo asalto y cayó derrotado con 10.000 muertos, entre ellos Asdrúbal.
Zama 202 a. C. En Zama los romanos completaron el modelo intentado en Bagradas. Escipión formó a sus legiones como Regulus para evadir el ataque de los elefantes, pero aprendiendo de su enemigo refuerza su caballería con los mejores jinetes númidas africanos para proteger sus flancos. Aníbal por su parte despliega a los elefantes por delante, en primera línea coloca a las tropas aliadas (galos), en segunda línea a los
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reclutas africanos y en tercera a sus veteranos de las campañas de Italia. La caballería cartaginesa en el ala derecha y la aliada a la izquierda. El ataque de los elefantes fracasa, al igual que el de la caballería que es dispersada por la de Escipión. La vieja Falange se enfrenta ahora a la Legión. Las dos primeras líneas púnicas son derrotadas con facilidad y sólo la ayuda de la tercera contiene el desbande; pero ya es tarde los jinetes de Roma se acercan para atacar la retaguardia cartaginesa. Aníbal debe reconocer la derrota con la pérdida de más de 20.000 hombres.
Cynoscéfalos 197 a. C. La batalla final de la Falange la librará Filipo V de Macedonia contra las Legiones de Titus Quinctius Flaminius, en igualdad numérica de tropas, unas 20.000, con expeción de algunos elefantes en el campo romano. Filipo encontrando al ejército romano decide dar batalla creyéndose en situación favorable, sin advertir que el terreno no es apto para la rígida falange. Este inconveniente resulta en que mientra su ala derecha combate victoriosamente a los romanos, su ala izquierda no ha terminado de desplegar cuando es atacada por los elefantes y legionarios, y puesta en fuga. Un hecho hace interesante esta batalla. Un tribuno con 20 manípulos decide girar a la izquierda y atacar el ala derecha de Filipo por la retaguardia, lo que define el combate. Una muestra clave de la flexibilidad de la Legión y de la capacidad militar de los conductores romanos.
Farsalia 48 a. C.27 Las Guerras Civiles de Roma llevaron a enfrentar a la Legión con ella misma. El campo de Farsalia luchó el ejército de Pompeyo, de 40.000 legionarios y 3.000 jinetes, con las tropas de Julio César, 30.000 infantes y 2.000 jinetes.
27 Tomado de Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume I: Warfare in Antiquity”, 1990, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 538-542
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Pompeyo apoyó su flanco derecho en un curso de agua y, estimando seguro ese lugar dispuso a toda su caballería en el flanco izquierdo al mando de Labienus, previendo no sólo que la batalla de caballería sería en ese sector, sino que además podría emplear a sus jinetes en envolver y atacar el flanco y retaguardia de César. Con esta idea en mente ordenó a su infantería no cargar contra el enemigo sino esperar su ataque. Con esto ponía más a su alcance el flanco enemigo y las tropas de César se cansarían y perderían formación antes que las propias. Por su parte Cesar también dispuso su caballería en el flanco opuesto al río, pero sabiéndola menos numerosa la reforzó con sus soldados más jóvenes equipados como infantería ligera, para que combatiera como hamippen; éste era un concepto nacido en Beocia que planteaba una táctica conjunta de caballería y soldados ligeros28. César además retiró 6 cohortes del tercer escalón y las formó en ángulo hacia su flanco derecho para apoyar a la caballería; el resto del tercer escalón lo retiró de la línea de batalla y lo conservó como reserva. Cuando la caballería de Pompeyo ataca, la de César se repliega llevándolá hasta las seis cohortes que la atacan por el flanco; allí la caballería de Cásar vuelve grupas y combate y persigue a la de Pompeyo. En su carrera las fuerzas de César sobrepasan el ala de Pompeyo quien decide retirar tropas de su tercera línea para formar un ángulo que proteja su flanco. En ese momento los frentes de los ejércitos están en contacto y la orden de Pompeyo no puede cumplirse con la rapidez y el volumen de fuerzas necesarios. César en tanto lanza su reserva en apoyo del envolvimiento. Lentamente el ejercito de Pompeyo cede terreno y finalmente con más de 6.000 muertos y otros tantos prisioneros se rinde. Pompeyo huye hacia la costa para alcanzar luego Egipto por mar, donde será asesinado. Es esta la primera vez que un general establece una verdadera reserva, separada de la línea de combate. Esto le dio a César la agilidad de empeñarla a su arbitrio con plena libertad de acción. Pompeyo por el contrario cuando quiso emplear en su defensa tropas del tercer escalón, éstas estaban tan comprometidas en la línea que no pudieron salirse de ella para formar en otra posición.
28 Hans Delbrück, “History of the Art of War, Volume I: Warfare in Antiquity”, 1990, University of Nebraska Press, Lincoln, pg. 152
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L A TÁCTICA EN LA ANTIGÜEDAD Durante el período hemos observado que las fuerzas han tomado como elemento central de combate la concentración para aplicar la masa física de sus fuerzas contra el enemigo, explotando la maniobra, especialmente el envolvimiento, como multiplicador de esa potencia. La idea de maniobra además manifiesta una preocupación por la identificación del punto débil del dispositivo enemigo para emplear allí la masa de decisión. Con ello también se aprecia cierta intuición hacia el empleo de las tropas de modo que los resultados obtenidos sean mayores que el esfuerzo empeñado. El fuego es aún impreciso y también debe ser empleado por tropas concentradas para alcanzar algún efecto. Nótese que la formación dispersa o abierta de las tropas ligeras obedece a una mayor comodidad del tirador y a que, agotada la munición, como no tienen capacidad para el combate cuerpo a cuerpo deben escurrirse rápidamente hacia la retaguardia. La concentración es entonces la respuesta central táctica al combate y se aplica tanto para el fuego como para la maniobra; la masa es física al punto que, antes de explotarse la maniobra, sólo el número de efectivos era una variable a considerar para asegurar por anticipado la victoria. Las organizaciones han aparecido como medio de canalizar la concentración necesaria para combatir, y han tenido una doble función. Por una parte cumplieron la tarea administrativa de permitir contar, equipar y aprovisionar las tropas; por la otra lentamente comenzaron a cumplir funciones de unidad táctica dentro del campo de batalla. Satisfacer la necesidad de la concentración, el poder de fuego y el combate generó la idea de la táctica lineal; los ejércitos se enfrentan en líneas paralelas para disponer de un mejor poder de combate y evitar ser envueltos. La introducción del empleo de armas combinadas es un avance único y, por su caída en desuso, es probable que no haya sido completamente comprendido. Del mismo que la introducción del concepto de reserva empleado por César en Farsalia, o el aprovechamiento de las líneas interiores por Claudio Nerón en la batalla de Metauro en el 207 a.C. durante la Segunda Guerra Púnica. La búsqueda de una mayor flexibilidad organizacional afectó también a la conducción pues se distingue entre los conductores una
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mayor creatividad e ingenio para resolver los combates, tanto durante la batalla como antes de ella. La preocupación por el factor moral del combatiente es también un progreso remarcable que lamentablemente dejará también de ser una preocupación principal del conductor hasta el siglo XVIII.
G UERRA DE LA E DAD M EDIA E STANCAMIENTO Y RETROCESO El ejército del Imperio Romano en los primeros siglos de la Era Cristiana había evolucionado cambiando su aspecto tradicional de ser una fuerza de infantería para convertirse en una maquinaria de armas combinadas “… casi una exacta réplica del sistema Macedonio / Alejandrino …”29 Según el Notitita Dignitatum, “...una tabla organizativa del Imerio Romano, Occidental y Oriental, civil y militar...”30, hacia el 395 el ejército contaba con medio millón de soldados entre los que se mezclaban muchas categorías y especialidades. Así las tropas de asalto eran primordialmente galas, y los escaramuzadores y tropas de caballería resultaban muy reclamadas; al parecer una sexta parte del ejército lo constituían tropas con hablilidades específicas. Como antes mencionáramos los limitanei, o tropas de frontera se convirtieron en poco más que una milicia cuya función era la de dar alerta ante las invasiones de los bárbaros; ante ese llamado acudían las tropas llamadas comitatenses que constituían una fuerza móvil para la defensa del imperio. Este cambio fue, de todas formas paulatino, todavía hacia el 400 puede verse el intercambio de posiciones entre limitanei y comitatenses. Las legiones se habían reducido, las de limitanei podían reunir en el mejor de los casos unos 2.500 hombres, mientras que las de comitatenses eran de 1.000 hombres. Éstas últimas contaban además con 29 Jones, Archer. 1987, “The Art Of War In The Western World” pg.92, New York, Oxford Unirsity Press. 30 Ferrill A. 1998, “La caída del Imperio Romano”, pg.128, Madrid, EDAF 65
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una fuerza de elite conocida como palatini y un núcleo de caballería que constituía su mejor arma. Lo que tradicionalmente llamaríamos el ejército romano lo constituyen las tropas comitatenses; estos ejércitos eran comandados en persona por el emperador quien era asistido “… asistido por un magister militum (maestre de soldados), magister equitum (maestre de caballería) y un magister peditum (maestre de infantería)”.31 Mientras el emperador estaba con el ejército a éste se lo llamaba Praesentalis. Los ejércitos de campaña comitatenses eran usualmente comandados por un comes o conde y en ocasiones por un magister. Después de que Constantino eliminase la Guardia Pretoriana en 312, se crearon unidades de guardia del emperador conocidas como scholae, que eran unidades de combate y no meramente ceremoniales. La infantería romana era de dos categorías. Los legionarios, la tradicional infantería pesada y los auxilia, que podían pelear en la doble función de infantería ligera y pesada. Ambos tipos de infantería actuaban en conjunto y desde el siglo III empleaban el escudo oval, abandonando el tradicional scutum rectangular y arqueado. Existía además infantería ligera especializada según sus armas; los arqueros llamados sagittarii, los lanzadores de jabalinas que se cree se llamaban exculcatores, los honderos – de los que había una sola unidad en oriente- conocidos como funditores y los portadores de ballestas designados balistarii. Estos hombres cumplían la función tradicional de la infantería ligera recibiendo como apoyo, en caso de ser necesario, soldados auxilia tomados en grupos destacados de las filas. El occidente se daba mucha importancia a la exploración por lo que los exploratores y praeventores destacan más que en oriente. La caballería romana se había ido incrementando con el tiempo y muy especialmente por la creación de una reserva de caballería con el emperador Gallenus en el siglo III, que así había pasado de ser apenas el dos por ciento del ejército en la época de la república para alcanzar el 30 por ciento hacia el año 250. Los jinetes romanos eran de tres categorías los ligeros, los pesados y los catafractas. La caballería ligera se componía de arqueros y jabalineros montados. La caballería pesada era la clásica, usaba casco, algún tipo de armadura de cuerpo, llevaba escudo, lanza y jabalinas. Los catafractas eran jinetes que vestían una pesada armadura de cuerpo y portaban lanzas dispuestas para el combate por el choque; 31 MacDowall, Simon. 2001, “Adrianople AD 378” pg. 18, Gran Bretaña Osprey Military.
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ocasionalmente sus monturas también vestían armadura. Como muestra de la variedad y especialidad de las tropas romanas del período destacamos los cuerpode de dromedarios (dromedarii) empleados en Egipto y Palestina.32 La formación de batalla prácticamente no había cambiado. El núcleo y centro del dispositivo lo conformaba la infantería pesada, desplegando por delante a la infantería ligera que iniciaba el combate por el fuego para luego replegarse a retaguardia; los arqueros continuaban combatiendo desde allí lanzando sus flechas por encima de la infantería pesada. Inmediata a ésta, en las alas formaba la caballería pesada, mientras que la ligera lo hacía más hacia afuera buscando siempre perturbar al ejército enemigo en sus flancos y retaguardia. Flavius Vegetius Renatus explica en “De Re Militari” las posiciones que deben adoptar los comandantes del ejército. El comandante en jefe se situaba a la derecha entre la infantería y la caballería, el segundo en comando en el centro de la infantería para conducirla y alentarla, mientras que el tercero al mando se ubicaba en el ala izquierda. Esta disposición de comandantes reafirma la idea de que el modelo alejandrino seguía vigente. La ubicación del comandante supremo a la derecha coincide con la posición tradicional de Alejandro, pues ésa parte del ejército es la más fuerte ya que al moverse ofrece al enemigo el lado del escudo y es allí donde Vegetius recomienda realizar las maniobras de ataque. El centro está al mando del más confiable de los subalternos responsable de conservar su solidez para actuar como yunque o pívot de la maniobra. El ala izquierda que se encomienda a un “intrépido oficial” se la considera la más débil y el blanco tradicional del ataque enemigo, por lo que su jefe debe ser ágil para responder a las situaciones que se le presenten y conservar “una buena reserva de caballería e infantería activa que le permita siempre extender su izquierda de manera que pueda prever el ser envuelto”33. El imperio romano había alcanzado este modelo militar de armas combinadas en el siglo IV, pero al precio de conmover sus raíces militares tradicionales. El ejército romano original, sostén de la república y el imperio, era un ejército de infantería lo que implica que su fuerza está dada por la disciplina, la instrucción, el duro entrenamiento y el
32 Ferrill A. 1998, “La caída del Imperio Romano”, pg.130, Madrid, EDAF 33 Flavius Vegetius Renatus , 390, Ed. 1985 “The Re Militari” en “Roots of Strategy “ pg.157 a 159, Harrisburg, Stackpole Books.
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trabajo en equipo. Estas herramientas son las que le permitieron a la legión someter la ferocidad de los pueblos bárbaros. El ejército legionario dependía de la regularidad de la paga, que como sabemos fue disminuyendo en los primeros tiempos de la era cristiana. Esto sumado a la falta de promoción de milicias regionales hizo que se redujera el número de soldados de infantería tradicional. Para reemplazarlos se recurrió a la inclusión de tropas bárbaras lo que implicó también aceptar nuevos estilos de combatir. De este modo la restauración del modelo alejandrino fue tanto una necesidad como una imposición. El sistema funcionó efectivamente, como lo muestra el mantenimiento de las fronteras del imperio e incluso su restauración en la batalla de Argentoratum en 357, donde el ejército al mando de Juliano derrotó a las tropas bárbaras de los Alamanni conteniendo un feroz ataque de su caballería. Aunque las tropas romanas eran como las veníamos describiendo, en la táctica de Juliano aún se aprecia el empleo de la reserva, de la infantería y caballería ligeras juntas al modo que lo hiciera Cesar en Farsalia. La derrota del emperador Juliano en Persia en 363 marcó el comienzo del período de decadencia del ejército romano. Años después, la batalla de Adrianople en 378 significó una catástrofe para el imperio; la destrucción del ejército del emperador Valeno y su propia muerte pusieron de manifiesto la debilidad de las fronteras del imperio. Tal situación atrajo los ataques de Francos, Alamanni, Burgundios, Suebos, Vandalos, Sarmatianos, Alanos y Godos. El emperador Teodosio intentó absorber parte de estas presiones incorporando a soldados bárbaros al ejército en calidad de Foederati, federados o confederados. Esta integración contribuirá a la extinción del modelo militar romano tradicional. Los pueblos federados comenzaron a instalarse en las fronteras del imperio y a vivir de manera autónoma, con sus propias leyes y sus ejércitos. Las tropas bárbaras eran básicamente milicias que aunque con aptitudes de soldados profesionales, no reconocían en la disciplina su valor de cohesión; antes bien los lazos familiares y de tribu eran lo que los mantenían unidos. La idea de Teodosio ubiese podido resultar si el gobierno romano recuparaba su poder, sin embargo a su muerte en 395 la escisión del imperio se hizo permanente y, más grave aún los emperadores no colaboraban entre sí. Esta desunión derivó en luchas internas y la aparición de usurpadores que quebraron el poder de Roma. Los bárbaros aprovecharon la oportunidad de penetrar y apoderarse de las tierras imperiales.
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Entre el 406 y el 407 la frontera del Rin se perdió, Britania quedó librada a su suerte frente a la invasión de los sajones y burgundios y alamanes ocupaban Estrasburgo y Worms; en el 410 Alarico saqueó Roma por primera vez en su larga historia, y en el 415 los visigodos se instalaron en Hispania. En el 429 los vándalos de Genserico se apoderaron del África romana privando al imperio de su principal provisión de grano. Para el 476 con la pérdida de la Galia el Imperio Occidental se habrá acabado Estos sucesivos establecimientos de reinos bárbaros con o sin acuerdo imperial manifiestan una creciente debilidad del gobierno, la estrategia y el ejército de Roma. Las derrotas iniciadas en Persia y Adrianópolis, seguidas por las pérdidas territoriales demolieron la moral del ejército, que sometido al proceso de barbarización perdió sus dotes de disciplina y duro entrenemiento que lo habían hecho invencible. En la batalla de los Campos Catalúnicos, las legiones romanas eran una sombra de su gloria, su barbarización era tal que hasta habían incorporado el baritus o grito de guerra germano. Atila las consideraba tropas despreciables comparadas con las tropas visigodas. Por su parte los bárbaros adquirieron de Roma tierras y estabilidad. Sus tropas se equiparon con armas y equipos tomados en batalla o directamente de los arsenales imperiales. Los ejércitos bárbaros incorporaron especialistas de diversas categorías y alcanzaron un mejor nivel táctico, aunque siempre por debajo del modelo de la legión tradicional. Incorporaron además las estructuras jerárquicas de los ejércitos imperiales, dando lugar a la continuidad del uso de designaciones como Dux o Comes. De todas formas consrvaron su brutalidad y salvajismo como impulsor central de su táctica, lo que resultaba un obstáculo para ciertas artes; por ejemplo, con excepción de los hunos, casi ninguna etnia logró dominar el arte del sitio. Estamos entonces frente a dos modelos militares que se van a fundir en uno nuevo. La disciplina militar romana se perderá por falta de recursos y por la sujeción del soldado a puestos fijos donde vive con su familia y trabaja la tierra, volviéndose un miliciano defensor de su terruño y no del imperio. Los bárbaros al ingresar al ejército imperial y repartirse Europa perdieron sus lazos familiares, encontrándose ellos también sujetos a la nueva tierra que ocupan. Estos milicianos, ex legionarios y ex bárbaros perderán sus aptitudes de soldados de infantería pesada por falta de una estructura de instrucción y disciplina, con ellos morirán la legión y la falange.
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Serán entonces sus habilidades de cazadores, pastores y jinetes las que se aplicarán a hacer la guerra. El jinete requiere más de su destreza personal que del trabajo en equipo y siendo el montar a caballo una destreza natural para la época, la caballería comenzará a tener preeminencia sobre la infantería. De todas formas estos hombres conservarán la aptitud de pelear montados o a pie, de emplear armas arrojadizas o combatir cuerpo a cuerpo. La manera en que estas capacidades se combinarán dependerá de las necesidades de cada región. De alguna forma todo esto significará un estancamiento en el arte de la guerra, el proceso iniciado en Sumeria debrá recomponerse en un ambiente cultural y tecnológicamente diferente, y con irregularesy fragmentados recursos. De allí que los ejércitos medievales resulten variopintos en estilo y capacidad. Entre la caída del imperio en el 476 y el año 1000 tal vez los modelos militares de más continuidad hyana sido el de Bizancio, una prolongación agónica de Roma, y el evolotivo de los Francos y Germanos en occidente, nacido al calor de sus luchas por dominar occidente.
B IZANCIO El Imperio Romano de Oriente conservó las formas alejandrinas del ejército, incluyendo en ello a los Foederati, que, recordemos, eran las tribus bárbaras a las que el emperador autorizaba a instalarse dentro de sus tierras a cambio de proveer de soldados para la defensa. Estos soldados mejoraron con sus aptitudes la capacidad del ejército; los Hunos, Alanos y Avaros elevaron la calidad de la caballería ligera mientras que los Godos, Hérulos, Vandalos, Gépidos y Lombardos hicieron lo propio con la pesada. La proporción de bárbaros creció al punto que bajo Justiniano la mitad de las tropas imperiales eran foederati, los que se integraban en unidades étnicas. La necesidad de mantener inviolables las fronteras del imperio hizo que los ejércitos de campaña debieran ser móviles por lo que la caballería cobró mayor importancia en perjuicio de la infantería. La defensa de los territorios de la Roma Imperial originalmente había sido estática confiada a la construcción de fuertes y murallas y al establecimiento de campos de legionarios inmediatos a ella. Con el tiempo se ensayaron otros sistemas defensivos; primero mientras el núcleo del ejército era la legión y las amenazas eran de baja intensidad se
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practicó una defensa elástica basada en guarniciones de frontera y en ofrecer terrenos devastados inmediatos a la misma, que privaban al invasor de recursos debilitándolo, en tanto que se reunía un ejército de legionarios para eliminar al agresor. Este sistema ya exigía de movilidad en las fuerzas imperiales para concentrarse y atacar lo que comenzó a impulsar el empleo de tropas montadas. Posteriormente con la llegada de Dioclesiano al poder se estableció una defensa en profundidad multiplicándose los puestos fijos de defensa sobre la frontera y en las avenidas de aproximación, asimismo se proveyó de caballería a las guarniciones de frontera para darles una mayor capacidad de respuesta y las tropas principales de contraataque elevaron su proporción de jinetes. A fines del siglo V las legiones dejaron de existir definitivamente, lo que significaba que ya no existía una formación de infantería capaz de resistir una carga de jinetes. De todas formas reconociendo la necesidad de fijar al ejército en un punto del terreno para poder maniobrar Bizancio conservó tropas de infantería pesada y ligera. Aunque el ejército imperial llegó a ser numeroso superando el medio millón de hombres, sólo unos 150.00 estaban disponibles para su empleo en cualquier parte del imperio y los ejércitos en campaña rara vez alcanzaron los 30.000 hombres. Esta desproporción entre el efectivo total del ejército y las tropas realmente empleadas en campaña será una constante para las fuerzas militares hasta el siglo XVIII y estará determinada por restricciones logísticas, de reclutamiento, comando y control. Para un ejército de caballería bizantina la organización de combate consistía en el establecimiento de dos líneas de batalla. La primera integrada por dos tercios de las tropas disponibles y la segunda por el tercio restante. En el centro de la primera línea las tropas adoptaban una formación cerrada, mientras que las alas una abierta. La segunda línea, formaba a cuatro tiros de flecha a retaguardia unos 500 metros. Se integraba con dos alas y el centro dividido en dos porciones; los espacios entre estas cuatro formaciones eran de unos 130 metros cubiertos cada uno por 150 jinetes en dos rangos, los que se abrirían para permitir el repliegue de la primera línea en caso de ser necesario. La infantería pesada asumía generalmente dos posiciones. El foulkon que consistía en una formación cerrada que se presentaba como un muro de escudos y el entaxis que era cuando un cuarto del efectivo de la unidad de infantería y se constituía con arqueros que le daban potencia de fuego a los lanceros, que a su vez los protegían de
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la caballería. Este modelo particular se repetirá en las primeras formaciones que empleen arcabuces y picas en el siglo XVI. Sin perjuicio del elevado número de jinetes el ejército bizantino operaba bajo el criterio de armas combinadas. Para desarrollar ésta doctrina se requirió la incorporación de tropas no romanas como ya hemos dicho, pero también se produjo otro fenómeno que mantuvo un núcleo de soldados profesionales. Los ejércitos romanos desde la república y durante el imperio, eran dirigidos por generales producto de una carrera política. La paga, el reparto del botín, los premios y los retiros eran también resultado de decisiones políticas, por lo que se producía una simbiosis entre el general y sus ciudadanos soldados. El general necesitaba de la tropa para ganar en batalla, adquirir prestigio y ser votado para permanecer en el poder, los soldados sostenían con su voto y su fuerza al general para que éste respaldara la soldada y las demás retribuciones económicas provenientes de la guerra. Esta íntima relación se hizo más fuerte en épocas de anarquía cuando fueron las tropas legionarias las que eligieron al emperador de entre sus generales. Con el tiempo los generales romanos se volvieron verdaderos condotieri, pues las tropas le respondían más a cada uno de ellos que al poder de Roma. Hacia el siglo IV y especialmente en el V, los generales del imperio contaban con un núcleo propio de tropas sobre las cuales y a expensas del tesoro imperial contrataban los servicios de bárbaros y mercenarios. Esto es ampliamente visible en la forma en que se constituyeron para cada campaña los ejércitos de Belisario y Narsés, los más brillantes generales de Bizancio.
L OS REINOS GERMANOS Y F RANCOS Cuando los bárbaros fueron federados al Imperio y se les autorizó o se toleró su instalación dentro de las tierras del imperio generaron dos modelos de reinos, los Germanos y los Francos. Los reinos germanos se crearon sobre la base de la fuerza militar puesta al servicio del imperio, el jefe bárbaro elevado al grado de comes, comites o conde, o mejor a magister militum adquiría un poder militar que le permitían fácilmente ejercer el poder político en el área de asiento de sus fuerzas. Las tribus germanas eran múltiples y reconocían como gobierno el sistema de monarquía electiva, el mismo se aplicó con el tiempo a estos jefes militares convirtiéndolos en reyes.
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Este fenómeno del establecimiento de reinos bárbaros en tierras del imperio se produjo cuando los Hunos los empujaron desde el centro de Europa hacia el sur del Rhin y el Danubio alrededor del siglo V. La estructura militar germana se basaba en que todo hombre libre era un soldado y reconocían como unidad táctica a los Cien que solían agrupar en organizaciones ad hoc más numerosas. Apareció así una jerarquía militar encabezada por el rey y seguida por los condes, debajo de ellos se han identificado algunos líderes designados como thiuphadi o millenarii, los hunni o centenarii y los decani, también existían los quingentenarius. Los duques dependían de los condes pero no formaban parte de la estructura militar. De todos ellos los únicos con carácter permanente eran los hunii. Así como reemplazaron la estructura militar imperial por la propia también sustituyeron la disciplina por la bravura y el botín por el pillaje como medio esencial de asegurar la subsistencia de la tribu. Por su parte los francos ocuparon en principio una región entre el Rhin y el Weser extendiéndose luego hasta el Somme. De entre ellos Clovis consiguió ser reconocido como rey por las otras tribus, conquistando una porción de territorio perteneciente a Roma. Con esto eliminó el elemento militar romano-germano y la posibilidad de la monarquía electiva estableciendo una dinastía hereditaria. Para el 532 Clovis había sometido prácticamente el territorio actual de Francia. Los francos eran guerreros de alta calidad y tenían un particular cuidado por su armamento. Poseían una organización militar como la descripta para los germanos. Reconocían como primera función del rey la conducción de la guerra y su primera obligación la de someter los planes bélicos a la aprobación del ejército. Uno de los elementos que ayudó a Clovis a establecer, conservar y expandir su reino fue su temprana conversión al cristianismo ente el 496 y el 499. Ello le aseguró el apoyo de la población galo-romana y sobretodo el de la iglesia que, desaparecido el gobierno imperial ofrecía el único cuadro administrativo para estructurar el poder. Sostener un ejército profesional como el romano exigía de una burocracia civil y militar, y de recursos fiscales de los que podía gozar Bizancio, pero en ningún modo los nuevos reinos bárbaros. Los escasos medios económicos de éstos se consumían en el mantenimiento de la corte por lo que la paga a los soldados se hacía con tierras tomadas al enemigo. Todo hombre libre tenía la obligación militar de servir al rey por la duración de la guerra, proveyéndose de su propio equipo y subsistencia. Pero existía también el derecho a abstenerse de prestar el
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servicio pagando un impuesto. Con un sistema semejante los hombres más ricos resultaban los mejores equipados e integraban los cuerpos de elite llamados buccellarii. Una costumbre franca consistía en el reparto del reino entre los hijos del rey a la muerte de éste. Esto hizo que los condes se hicieran más independientes y más poderosos al incrementar sus territorios con cada guerra, lo que en realidad atomizaba la fuerza del reino. Clotario II por medio del Edicto de París de 614, reunificó la soberanía eliminando el reparto hereditario de la corona para lo cual obtuvo el apoyo de los comes o condes, devenidos ahora en clase noble, a cambio de su compromiso de elegirlos sólo entre los grandes propietarios. Esto fundamentó el derecho de la aristocracia al comando militar. Los soldados francos eran preparados para la guerra desde niños, entrenados en el uso de armas y la lucha cuerpo a cuerpo. Al igual que todos los bárbaros basaban su táctica en el coraje y el número de combatientes. La infantería formaba en cuadro o cuña y cargaban rápidamente sobre el enemigo para no darle tiempo a reaccionar y utilizar sus armas arrojadizas antes del contacto. El motivo de esta táctica era buscar la solución rápida por el impacto, debido a que si no se lograba el éxito con el impulso original la poca maniobrabilidad de la formación hacía imposible un segundo intento. Hacia el siglo V incorporaron caballería pesada, sin embargo los hombres desmontaban y peleaban a pie. En general preferían las guerras cortas, empleaban emboscadas, maniobras de diversión y ataques nocturnos. Vivían del terreno y practicaban el método de la tierra arrasada. La introducción del estribo alrededor del año 800 cambió la apreciación de los francos sobre la caballería y con ello se reformuló su ejército. Originalmente se trataba de soldados profesionales descentralizados que se reunían para cada campaña, ahora se aprovecharía la descentralización política del feudalismo para mantener una porción centralizada de fuerzas al servicio del rey sostenida por los nobles guerreros tanto a pie como a caballo. Sobre este núcleo se levaría una milicia de escaso valor militar para cada campaña. En tiempos de Carlomagno la caballería pesada había desplazado a la infantería, no sólo debido al estribo sino también a que la expansión del imperio franco obligaba a contar con fuerzas móviles y de rápido desplazamiento; asimismo la lenta infantería se había mostrado inadecuada para luchar contra las incursiones de vikingos, árabes, ávaros y magyares. La potencia de choque de la caballería pesada, gracias a la estabilidad que daba el estribo al jinete, la convirtió en el
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arma decisiva en el campo de batalla. Desde el 890 no se registran combates en que los francos hayan luchado a pie. Los jinetes francos utilizaban escudo, casco de hierro y una protección corporal de cuero o cota de malla; se reunían en grupos o en unidades llamadas scara y subdividida en grupos de 50 a 100 hombres llamados cunei. La infantería, cuando se empleaba, portaba escudo, casco y lanza de dos metros de alto. Caballería e infantería fueron provistas con el tiempo de arcos y flechas. La caballería pesada era costosa: ”300 denarios por las armas y la protección, es decir el equivalente al precio de 20 vacas, 250 denarios por el destrero sin contar los caballos de recambio y la carreta para las provisiones”34. Esto hacía que se redujera la base de reclutamiento y por supuesto la cantidad de efectivos en el ejército. Carlomagno había extendido su imperio de Nápoles al Canal de la Mancha, de Navarra a Alemania, alcanzando incluso el norte de los Balcanes. Esta expansión había agotado la posibilidad de realizar campañas de pillaje y prometer fáciles botines que sirvieran de retribución a los guerreros montados. Estos hombres de a caballo se convirtieron en una clase de guerreros profesionales aristocrática, pero relativamente abierta a todos aquellos que tuvieran capacidades militares; así ofrecieron sus servicios a todo rey o señor que estuviera dispuesto a pagarles, lo que les permitía mantenerse equipados como caballeros. En ausencia de moneda esos pagos se hacían en tierras lo que acrecentaba sus recursos para equiparse militarmente.
L OS OTROS B ÁRBAROS Mientras Bizancio sostenía el modelo militar clásico y los francos y germanos afianzaban su estilo de guerra salvaje, otros pueblos crecían y hacían sentir su presencia militar en Europa. En el 793 la abadía de Saint Cuthbert fue saqueada por un grupo de bárbaros llegados por mar conocidos como los vikingos. Estos guerreros portaban espada larga de doble filo, hacha de dos manos y escudo. Su unidad táctica era de unos 50 ó 60 hombres que constituían el equipaje de cada navío conocido como Knörr, vulgarmente llamado Drakkar por la figura de dragón que ostentaba en su
34 Sanches D.,1999, “La France des Agees Sambres”pg 20 a 25, París Histoire Y Collections.
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proa. Raramente utilizaban el arco y sólo al fin del siglo IX emplearon la cota de mallas. En las acciones ofensivas además de la clásica formación de línea los vikingos empleaban la cuña para atravesar el dispositivo enemigo. En la defensa preparaban un muro de escudos, los soldados formaban en línea en varios rangos y los escudos de la primera línea se colocaban montados unos con otros para ofrecer mayor resistencia y protección. El jefe y su guardia personal se situaban en el centro del dispositivo. En todas las formaciones tanto ofensivas como defensivas, la primera línea estaba integrada por los mejores combatientes. Esta formación se empleaba aprovechando el terreno, en una posición elevada o con los flancos protegidos por obstáculos naturales. En el siglo XIII otros guerreros bárbaros asolaron Europa. Los mongoles eran un ejército de caballería, tres quintos ligera y dos quintos pesada. La primera portaba arco y tres aljabas de flechas y por lo menos un caballo adicional; la segunda marchaba protegida por armaduras de cuero; ambas operaban en conjunto.35 El ejército mongol se organizaba sobre el sistema decimal siendo sus unidades tácticas de 10, 100, 1.000 y 10.000 hombres. Contaban con un elevado sistema logístico y un complejo equipamiento de sitio tomado de los chinos, llegando a emplear para una sola operación 4.000 escaleras de asalto y 4.000 máquinas de sitio. En combate formaban en cinco rangos, los dos primeros de caballería pesada y los tres restantes de ligera. Las distancias entre los cinco permitían fácilmente su maniobra. Contaban con destacamentos ligeros en los flancos con el objetivo de aferrar y rodear al enemigo. El combate comenzaba con el asalto de la caballería ligera que atravesaba los rangos de la caballería pesada. El general comandante se mantenía detrás de la línea con la reserva y no comprometido en la lucha. El asalto de la caballería ligera consistía en lanzar sobre el enemigo todas las flechas disponibles por medio de un procedimiento conocido como el Círculo Cantábrico o Caracoleo que consiste en que los grupos de arqueros forman círculos en movimiento desde los cuales disparan sus flechas cuando están más cerca del blanco y recargan sus arcos en la parte del circuito más alejada de él. Acabadas las flechas se retiraban sin establecer un combate cuerpo a cuerpo.
35 Jones, Archer. 1987, “The Art Of War In The Western World” pg.142, New York, Oxford Unirsity Press.
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Si el enemigo luego de esto mostraba signos de desbande, la caballería pesada cargaba sobre él; de no ser así la caballería ligera recomenzaba su ataque. Esta táctica se conocía como mangoudai. Los mongoles no entraban en combate cuerpo a cuerpo con ejércitos que no hubiesen sido desgastados por ellos previamente, empleando incluso la táctica de retiradas simuladas para atraerlos a zonas de ataque y cansarlos. Estas retiradas podían durar días, en Rusia en 1222 delante del príncipe de Galitch, el repliegue duró nueve días antes de que los Mongoles se volviesen contra sus perseguidores. Otra técnica era la de abrir los rangos para dejar pasar la carga enemiga, cerrándolos luego bruscamente para impedir el paso de refuerzos mientras la vanguardia atrapada era aniquilada. En la persecución solían formar un círculo de caballería inmenso llamado tcherge que se iba cerrando progresivamente sobre el enemigo. Los mongoles conquistaban por el terror aniquilando poblaciones enteras para asegurar su dominio por el miedo, los prisioneros tomados eran empleados para las tareas de apoyo al ejército y en los asaltos a posiciones fuertes enemigas de modo que las bajas que en estas acciones se producían se sostenían con los prisioneros tomados en otras batallas. De esta forma preservaban sus valiosos soldados de caballería. Las armas del guerrero mongol eran la lanza, el arco, la maza y el sable. La lanza tenía un gancho para desmontar al enemigo; el arco es el arma mongol por excelencia, se trata de un modelo compuesto con un alcance eficaz de 200 metros. Sólo si el combate con flechas y luego lanzas continuaba, recurrían al empleo de la maza y el sable.
L A GUERRA EN LOS S IGLOS XI Y XII Para el año 1.000 la caballería era el centro de los ejércitos en el mundo conocido. Desde sus comienzos se había hecho más pesada a partir de la incorporación de piezas de protección del cuerpo de jinete y caballo, del mismo modo la espada se hizo más larga y también creció el costo del jinete que podía alcanzar el precio de una pequeña granja. El caballero era el jinete de caballería pesada con armadura completa y que poseía un robusto destrero capaz de portarlo a él y sus armas en combate. Cuando no se reunían todos estos equipos el hombre de caballería pesada era llamado sargento, y aunque servía del mismo modo que los caballeros era también menos efectivo y
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menos costoso. Prácticamente no existía la caballería ligera y los pocos arqueros montados combatían a pie, utilizando la monta sólo para las marchas. La infantería ligera iba armada mayormente de arcos o ballestas. La diferencia entre ambos consiste en lo siguiente: la ballesta es más cara, tiene una baja cadencia de fuego, un poder de impacto mayor y es relativamente fácil de entrenar a un hombre en su uso. El arco es más barato tiene una alta cadencia de fuego, una buena potencia de impacto pero exige de mucho tiempo entrenar a un buen arquero hábil. Esto está relacionado con su empleo, se suelen arriesgar menos las tropas cuyo costo de entrenamiento es más alto. La infantería pesada es menos regular en su equipamiento que las dos anteriores. Generalmente portaban casco, cota de malla, escudo, espada y pica. Se la empleaba en la defensa y ataque de posiciones fijas como pueblos y castillos. Siendo la defensa de estos lugares una labor permanente, la misma recaía por lo general en tropas mercenarias. La producción de armas no era muy elevada y en caso de una movilización general muchos soldados marchaban con sus herramientas de labranza como único armamento. La obligación militar de servir al rey estaba limitada a un tiempo anual que durante los siglos osciló desde los 45 días y los 6 meses independientemente de la duración de la guerra. Superado el plazo de la obligación, si los soldados permanecían en armas el rey debía pagarles, por lo que la guerra podría no dar ninguna ganancia. En otro sentido era posible sustraerse a la obligación militar pagando un impuesto a cambio, ello podía producir la situación de que una leva generara más dinero que soldados y dejara ganancias aún sin ningún combate. Todas estas circunstancias hicieron que los ejércitos de la época fuesen reducidos a unos 15.000 hombres. Sus comandantes peleaban en las filas donde realmente no ejercían ninguna dirección del combate en general. Tal vez debiera considerarse esto poco relevante pues pese a los libros de técnica militar escritos y citados en el período, muy pocos jefes militares los leían y conocían realmente; de allí que no existiera ninguna doctrina más allá de la de formar el ejército en tres partes o batallas. Para agravar la situación los combates eran escasos por lo que tampoco había ni soldados ni comandantes con gran experiencia. A esto se sumaba una particular situación política que había comenzado a gestarse desde la fundación de los reinos bárbaros. Como mencionamos, a partir del Edicto de París los condes habían afianza-
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do su posición militar y sus posesiones en tierras que les aseguraban recursos para la guerra. Estos condes comenzaron a convertirse en propietarios de fuerzas militares que empleaban para defender sus territorios y eventualmente para servir al rey. De este modo el rey creaba hombres con poderosos recursos económicos y militares que él mismo no poseía dado que las tierras las aprovechaban otros y los impuestos representaban un escaso recurso. Para completar el cuadro de situación no debemos olvidar que el limes romano proveía hacia el interior del imperio un estado de paz permanente donde los hombres no necesitaban portar armas a diario. Al desaparecer la defensa que proporcionaba el limes alrededor del siglo V, se evapora también la seguridad interior y comienzan las luchas locales, todo individuo entonces se arma para su protección personal y comunitaria. Esto también va a impulsar la fortificación de pueblos y ciudades, apareciendo empalizadas, motas, torres y castillos. Reuniendo ambas situaciones podemos observar que esta necesidad de protección y la aparición de lugares fijos de defensa exigen también la presencia permanente de soldados para proveerla. Así los comes comenzarán a crear infantería mercenaria para defender sus castillos y propiedades y mantendrán un núcleo de caballeros que, con el mismo fin, podrá conducir a donde resulte necesario. Fue así que”…se multiplicaron los ducados, marquesados, condados, baronías o simples señoríos, que constituían otras tantas células políticas que gozaban de una cuasi autonomía e incluso una cuasi soberanía…. Cantidades ingentes de principados de todo tamaño llegaron a convertirse en centros de un sistema militar independiente (descentralizado), lo que significaba, junto a unos medios específicos de ataque y defensa, el derecho y el poder de declarar la guerra, llevarla a cabo y finalizarla.”36 La descentralización militar explica la multitud de equipamientos y organizaciones de la época y la falta de constancia en la evolución del arte de la guerra.
36 Contamine.P. 1984, “La Guerra en la Edad Media”, pg39. Barcelona Editorial Labor.
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E VENTOS DESTACABLES Atila y Roma Luego de repetidas incursiones de saqueo, los Hunos establecieron en el 426 un acuerdo por el cual Roma pagaría un tributo anual de 150 kilos de oro. En el 434 el Rey Oktar fue sucedido por sus dos sobrinos Bleda y Atila, los que reclamaron la duplicación del tributo, suma que obtuvieron mediante un nuevo acuerdo. En el 443 se reclamó un nuevo incremento, mientras que en el 445 Atila se hacía coronar Rey de los Hunos luego de asesinar a Bleda. Las relaciones entre Roma y los Hunos no resultaban pacíficas y cuando en el 447 Atila realizó una nueva invasión, Roma canceló el pago del tributo y comenzó a buscar aliados para enfrentarlo. En el 450 Atila remitió un ultimátum a Roma que al ser rechazado lo llevó a cruzar el Rhin al año siguiente. En su avance Atila enfrentó no sólo a las tropas de Roma sino particularmente a la Iglesia. En Lutetia, hoy París una niña llamada Genovofa –Santa Genoveva Patrona de París- inspiró a la resistencia por medio de revelaciones divinas, logrando rechazar los ataques Hunos. Una situación similar debieron enfrentar en Aureliana (Orleáns), donde el Obispo Anarius obligó a Atila a poner sitio a la ciudad. En tanto el Emperador Valentiniano envió al General Aetius a detener la invasión. Este general logró una alianza con el Rey Teodorico de los visigodos a la que se plegaron también los alanos. La fuerza combinada alcanzó la retaguardia del ejército huno el 18 de junio de 451, Atila decidió entonces aceptar la batalla al día siguiente en una región llamada Campos Catalúnicos, cerca de la actual ciudad de Chalons. La fuerza aliada se desplegó con los romanos a la izquierda junto con un cuerpo de godos al mando de Torismundo, hijo de Teodorico. En el ala derecha se posicionaron los visigodos y en el centro los alanos cuya lealtad resultaba dudosa. Por su parte Atila formó con la caballería huna al centro, sus aliados germanos a la derecha y los ostrogodos a la izquierda. El campo que separaba ambos ejércitos estaba limitado a la izquierda romana por el río Marne, en ese mismo sector se levantaba un promontorio.
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Al principio ninguno de los generales movió sus tropas para atacar, pero por la tarde Torismundo avanzó para apoderarse del promontorio. Atila entonces comenzó a enviar tropas hacia el sector y lo mismo hicieron los aliados. El combate comenzó a escalar por lo que Atila ordenó un ataque general. Los alanos rompieron filas y se dieron a la fuga, esta brecha en el centro de la línea aliada fue aprovechada por la caballería huna que se lanzó por ella para atacar el flanco interno de los visigodos. Esta tribu resistió los ataques de hunos y ostrogodos aún cuando el Rey Teodorico cayó muerto en combate. Torismundo logró afirmarse en el promontorio lo que permitió a Aetius lanzar a sus romanos contra la retaguardia de los hunos. El combate generalizado se prolongó hasta el oscurecer cuando lentamente comenzó a disminuir en intensidad para concluir por falta de luz. Al día siguiente los aliados descubrieron que el ejército de Atila se hallaba íntegro y en posesión de su campamento. Aetius llamó a un consejo de guerra para tratar los posibles cursos de acción. Torismundo proponía un asalto mientras que los oficiales romanos se inclinaban hacia un sitio. Aetius por el contrario los convenció de que permitieran retirarse a Atila. Esto lo hizo en consideración a que la destrucción de los hunos rompería su alianza con los visigodos y a que además suprimido el peligro principal, él mismo dejaría de ser útil al emperador. Atila se retiró sin problemas pero tomó varios días para asegurarse de que no fuera una trampa. En el año 452 los hunos practicaron una nueva invasión alcanzando esta vez las puertas de Roma. Le salió a su encuentro el Papa León II con quién Atila sostuvo una conferencia, luego de ella el Rey Huno retiró su ejército conduciéndolo hacia las planicies húngaras.
Daras 530 El ejército bizantino al mando de Belisario contaba con 2.000 arqueros, 4.000 lanceros, 6.000 jinetes ligeros y 12.000 pesados; el contingente comprendía tropas imperiales y mercenarios hunos y hérulos. En su avance se encontró con un ejército persa sasánida de 13.000 infantes, 27.000 jinetes y algunos elefantes, a 100 km al noreste de Edesa, en las puertas de la ciudad de Daras. Belisario estableció su defensa a partir de un foso con lugares de cruce en el frente de su dispositivo. Colocó en el centro a sus lanceros de infantería, en las alas a la caballería con excepción de la auxiliar hérula, a la que ubicó en su extremo flanco izquierdo oculta tras una
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loma, y a los clibanari o coraceros que conservó como reserva a su mando. Por delante del foso desplegó a su infantería ligera apoyada por la caballería ligera huna. Los persas formaron su infantería en el centro en dos líneas, la primera integrada por arqueros, honderos y jabalineros y la segunda compuesta de milicias de leva. La caballería formó en las alas también en dos líneas, con la ligera al frente y la pesada detrás; en el ala derecha estaban los Inmortales, la caballería pesada de élite. Ambas fuerzas emplearon un día completo en escaramuzas y exploración de sus respectivos dispositivos. En el segundo día los persas se lanzaron al ataque presionando fuertemente sobre las alas. En la derecha bizantina lograron franquear el foso pero fueron contraatacados por los jinetes hunos y hérulos ocultos tras la loma; la sorpresa fue suficiente para desbaratar la embestida y obligar a los persas a retirarse. El ataque sobre el ala derecha de Belisario tuvo en principio un mayor éxito, pues allí las tropas persas era las mejores, sin embargo un rápido contraataque de la reserva logró rechazar a los Inmortales para luego volverse contra el centro persa, provocando 8.000 bajas. Belisario demostró una gran habilidad táctica en la disposición de sus fuerzas, donde la infantería de menor valor no fue empeñada y en el empleo de la reserva. Asimismo determinó la forma del combate al permitir ser atacado, lo que le dio la ventaja.
Taginae 552 El ejército godo del rey Totila compuesto de 12.000 hombres enfrentó en los Apeninos a las tropas bizantinas de Narsés. Los imperiales contaban con 8.000 infantes, 3.000 caballeros a pie y 4.000 catafractas. Narsés formó su ejército en un arco cóncavo, con los caballeros a pie en el centro configurados en falange y los arqueros en las alas. Detrás de cada cuerpo se dispuso a la caballería pesada en apoyo. Un grupo de 1.000 catafractas fue colocado en la extrema izquierda oculto tras una loma. Totila dispuso sus fuerzas en dos líneas, la caballería pesada en la primera y la infantería en la segunda. Totila esperaba refuerzos de caballería; para ganar tiempo hizo que Coccas, un desertor romano, desafiase a una lucha de campeones al mejor bizantino; el combate se hizo y el traidor cayó muerto. Para conseguir más tiempo el propio Totila hizo una demostración ecues-
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tre en el campo de batalla. Estas diversiones le permitieron sumar los refuerzos esperados. Con su ejército completo los godos atacaron frontalmente el centro esperando deshacer a la infantería de Narsés; sin embargo ésta aguantó a pie firme, mientras los arqueros diezmaban a los jinetes bárbaros. Cuando éstos se desorganizaron la caballería de las alas bizantinas atacó en conjunto con los catafractas ocultos que cayeron sobre la retaguardia de Totila quien murió en combate junto a 6.000 de sus hombres.
Casilinum 554 Luego de invadir Italia los francos dividieron sus fuerzas para ocupar el territorio. Un cuerpo compuesto de 30.000 infantes al mando de Buccelin fue interceptado por Narsés y 18.000 soldados cerca de Capua. La formación bizantina comprendía a la infantería pesada y caballeros desmontados en el centro, apoyados por arqueros y un cuerpo de caballería hérula. En las alas la caballería pesada y oculto en un bosque a la izquierda un cuerpo de jinetes. Los francos estaban armados con jabalinas pesadas, lanzas y franciscas (un hacha arrojadiza). Formaron en tres cuñas, integradas a su vez en una mayor; su táctica era la tradicional de atacar vigorosamente sin dar tiempo al enemigo a reaccionar. El ataque logró quebrar a la infantería de Narsés, pero su caballería hérula logró contener el asalto. Entonces los catafractas de las alas los atacaron por los flancos y la caballería emboscada por la retaguardia.
Tours Octubre 732 En el 732 Abd-al-Rahman invadió la Aquitania con 50.000 árabes con los que atravesó los Pirineos. Este ejército compuesto principalmente por Moros y Berberiscos enfrentó y derrotó a Eudo en la batalla de Bordeaux. Eudo decidió entonces acordar la paz con Charles Martel y solicitar su ayuda para contener a los árabes. Los musulmanes alcanzaron la ciudad de Poitiers, a la que pusieron sitio con parte de sus fuerzas y continuaron su avance hacia Tours. Cuando iban a sitiar a esta última, supieron que Eudo y
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Charles avanzaban desde el este amenazando sus líneas de comunicación, por lo que iniciaron su retirada hacia Poitiers, lo que los llevó a tomar contacto con el enemigo. Durante seis días ambas fuerzas se midieron a través de escaramuzas, con las que los árabes intentaban retirar y proteger el tren de transporte de su botín. Alcanzado el pueblo de Cenon los infieles decidieron presentar batalla. Los francos contaban con una fuerza ligeramente superior compuesta en proporciones iguales de infantería y caballería. Charles conocedor del poder de la caballería ligera musulmana y además contando con una caballería aún no desarrollada e indisciplinada, decidió desmontar a sus jinetes y formarlos junto con la infantería en falange. Los moros se lanzaron repetidamente contra la formación de Martel sin lograr debilitarla. Así siguieron hasta el oscurecer cuando se supo que Abd-al-Rahman había caído en combate lo que generó una huída general de los infieles, en la que incluso abandonaron su botín. Esta batalla frenó el avance musulmán en Europa occidental, aunque los moros permanecieron en España hasta 1492.
Las Cruzadas En un escenario militar como el descripto se levantaron las voces que clamaron por la defensa de los lugares sagrados de Jerusalén al grito de ‘Dios lo quiere’. Como era de esperarse los ejércitos que marcharon a Medio Oriente se mostraron bastante incompetentes. Desde el principio al no tener idea de lo que era la caballería ligera se encontraron con que los Musulmanes no ofrecían ningún blanco sobre el cual descargar la poderosa caballería de occidente. Afortunadamente los Turcos también se vieron sorprendidos y eso permitió el éxito de la primera cruzada de la cual los cristianos tuvieron mucho que aprender. En primer lugar debieron revalorizar el empleo de la infantería, particularmente los arqueros que eran su mejor arma para combatir a la caballería ligera musulmana. Así debieron desarrollar en el terreno una doctrina de armas combinadas que hiciera que las flechas de la infantería protegieran a los caballeros y las lanzas de éstos a los soldados a pie. Esto no fue fácil debido a que no existía experiencia anterior en el trabajo conjunto y especialmente a que la infantería empleada normalmente como guarnición de castillos carecía de sub-
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divisiones tácticas, espíritu de cuerpo, cadena de comando y una mínima idea de lo que es una maniobra. Es probable que quién más haya hecho por combinar sus tropas en combate fuese el rey Ricardo Corazón de León. Para defenderse de los ataques de los arqueros montados musulmanes creó una pequeña fuerza de infantería que operaba de la siguiente forma. En primera línea formaban rodilla a tierra piqueros que habían clavado la pica en la arena de modo tal que la punta se elevase a la altura del pecho de los caballos, entre los piqueros colocó a sus ballesteros y detrás de ellos otra línea de ballesteros con la misión de recargar las armas y pasarlas al frente. Este sistema dio muy buenos resultados dado que los arqueros montados fueron rechazados repetidas veces. En la marcha a Jerusalén, Ricardo dividió su caballería e infantería en 12 grupos apareados a los que organizó en cinco divisiones. Su oponente, Saladino planeaba arrasar la columna cruzada con sus arqueros. Ricardo marchó paralelo a la costa disponiendo a las divisiones de caballería del lado del mar y a su división hermana de infantería del lado de tierra firme formando una columna ininterrumpida que sirvió de protección contra los ataques musulmanes. Estas enseñanzas exitosas no fueron del todo comprendidas y no alcanzaron a modificar la estructura militar europea en lo inmediato. Sin embargo las cruzadas marcaron el comienzo del fin de las guerras dirigidas por la aristocracia. La clase burguesa nacida del florecimiento comercial europeo expandido ahora a oriente se va a transformar en una nueva voz en la mesa de la guerra. Hasta entonces los comerciantes se veían obligados a pagar por la defensa de sus rutas a los nobles propietarios de los feudos por las que éstas pasaban. Esto era costoso pero el manejo de la violencia estaba en manos de los aristócratas y no del rey. Cuando los burgueses comprenden que las cruzadas se realizaron con su apoyo y los recursos obtenidos con la apertura de las rutas a oriente deciden que esos recursos serían mejor empleados si el pago de la defensa se hacía directamente al rey, pues esto era más económico y le proveía al rey de medios para crear un ejército propio y liberarse de la dependencia militar que le imponía la aristocracia. Este será el comienzo de la integración de los ciudadanos a la guerra en funciones no directamente militares.
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Hattin 1187 La campaña musulmana en Tierra Santa del año 87 se emprendió bajo la bandera de la Jihad (Guerra Santa). Saladino con un ejército de 12.000 mamelucos y 60.000 soldados voluntarios enfrentó a las tropas cristianas que se encaminaban a levantar el sitio de Tibériades en las costas del Mar de Galilea. Los cruzados estaban al mando del rey Guy de Jerusalem y del Conde Raimundo de Trípoli. Eran 1.000 caballeros, 1.200 caballeros mercenarios, 4.000 turcoples (caballería ligera), 7.000 mercenarios de infantería y 25.000 infantes. Las tropas marcharon directamente hacia Tibériades a través de una región desértica a la que Saladino había privado de sus pozos de agua. En el primer día de marcha cubrieron 20 km sin encontrar al enemigo, y debieron acampar a causa de la extenuada infantería. Durante la noche los arqueros sarracenos lanzaron incesantes ataques con flechas encendidas. Al día siguiente las tropas del rey Guy sufrieron de un constante hostigamiento, hasta que llegaron a un curso de agua hacia donde la infantería se lanzó en desorden y sin disciplina; Saladino aprovechó el momento y lanzó su caballería pesada para separar a los caballeros de su infantería. Las tropas a pie intentaron reunirse en una loma donde quedaron aisladas bajo el ataque de la infantería musulmana. Los caballeros tenían tantos caballos heridos que estaban prácticamente inmovilizados, pero resistieron los ataques de los mamelucos. Para vencer la resistencia Saladino hizo incendiar los pastizales, lo que agravó la sed de los cristianos. Lentamente los caballeros fueron muertos o capturados, incluido el rey. Existen dos versiones acerca del final de la batalla: una dice que los caballeros se negaron a escapar, otra que Raimundo de Tolosa habría cargado y abierto una brecha en el cerco musulmán y se habría puesto a salvo con unos pocos jinetes que pudieron seguirle. Los infantes fueron esclavizados y los caballeros de las órdenes religiosas ejecutados, especialmente Templarios y Hospitalarios. El ejército cristiano de Jerusalem había dejado de existir y la ciudad caería el 20 de septiembre de 1187.
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Arsouf 1191 La organización de las tropas cruzadas por Ricardo Corazón de León en grupos de caballería e infantería, como dijimos más arriba, empleaba cerca de 20.000 hombres; contaba además con un servicio médico y de lavandería para evitar las epidemias. La columna marchaba hacia Jerusalem desde el norte con los equipajes sobre la costa, la caballería al centro y del lado de tierra la infantería. Los jinetes tenían estrictas órdenes de Ricardo de no atacar salvo que les fuera específicamente ordenado. En cabeza de la columna de marcha de caballería iban los Templarios, mientras que la cerraban los Hospitalarios. Los sarracenos hostigaron a la fuerza cristiana durante tres días sin conseguir ningún resultado positivo; Saladino planeó entonces lanzar un ataque general contra la retaguardia de la columna cerca de los bosques de Arsouf. El ataque sarraceno fue potente pero desorganizado, lo que aprovecho Ricardo para contraatacar. Caballeros e infantes se lanzaron sobre los infieles dejando 7.000 muertos, entre ellos 32 emires, al precio de 700 bajas propias. La táctica combinada de hombres a pie y a caballo dio a los cruzados el mayor triunfo en Tierra Santa.
TÁCTICA MEDIEVAL La desaparición de los sistemas militares centralizados, donde la falange y la legión se presentan como los modelos más desarrollados, agotaron también la continuidad del desarrollo de la doctrina de armas combinadas. La imposibilidad de contar con recursos económicos y políticos para el sostenimiento del ejército impedía el mantenimiento de una infantería pesada eficaz, la que sabemos sin un entrenamiento permanente no tiene posibilidad de existir. La infantería pesada estará representada ahora mayormente por milicias mal armadas y entrenadas o tropas mercenarias de escaso valor militar; su empleo principal será el de la defensa de posiciones fijas. La caballería por su parte, impulsada por la necesidad de una alta movilidad estratégica tendrá un gran desarrollo en lo que hace a su versión pesada. Los europeos confiarán tal vez con exceso en la potencia de choque de los caballeros blindados y harán de ellos el cen-
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tro de sus opciones tácticas, al punto que ocasionalmente se la empleará en combate a pie. Esto además se verá reforzado por la adopción de la aristocracia de esta forma de lucha y de vida. La infantería ligera va a sobrevivir, particularmente gracias al empleo de armas arrojadizas y a su gran utilidad en los sitios y en la defensa contra los ataques de caballería. La caballería ligera prácticamente no tendrá desarrollo en occidente aún cuando se registran casos de arqueros montados. Los ejércitos continúan empleando una táctica de concentración a través de formaciones lineales, y de la misma forma concentran también el fuego contra el enemigo. Salvo casos aislados no se observan empleos combinados de armas, y la maniobra se resume básicamente al choque frontal en desorden al estilo de la orda. Esto se debe a la preponderancia de la caballería pesada y a la ausencia de una infantería pesada capaz de resistirla. Tal vez las operaciones más notorias además del ataque frontal serán las emboscadas y los sitios. El fuego conserva cierto valor pero su empleo es también desordenado, no se le aplica con método y resulta absorbido por la vorágine del combate cercano. La dispersión es confusa y ocasional, no responde a procedimiento alguno. Las organizaciones militares y sus estructuras responden como en la antugüedad a razones administrativas y no de empleo táctico. Nos encontramos como al comienzo de los siglos con una guerra omnipresente que alcanza a todos los ciudadanos, al menos como víctimas y con una pobre versión de la táctica producto de la descentralización política y de la atomización del poder.
E L RENACER DEL A RTE DE LA G UERRA E L C ENIT Y NADIR DE LA C ABALLERÍA MEDIEVAL La declinación de la caballería no tuvo una causa única ni fue un suceso que aconteciera rápidamente. Se trató de una suma de causas que obligaron a la reformulación de la caballería como elemento de batalla. La intervención del Papado en las Cruzadas, que comenzó siendo fundamentalmente religiosa, degeneró en la participación del Sumo Pontífice en querellas dinásticas seculares que debilitaron su presencia espiritual y con ello una de las columnas elementales del sistema feudal y la Caballería Las Cruzadas incrementaron la actividad comercial en Europa dando lugar a la aparición de una naciente clase burguesa con recursos propios y ciudades comerciales con autonomía económica. Este potencial gravitó sobre el sostenimiento de la guerra y, en consecuencia, sobre las decisiones políticas de contenido bélico. Ya no será la aristocracia (nutriente de la caballería feudal) la única en decidir la guerra, ahora tendrá que compartir la decisión y sus intereses con los burgueses. Esta nueva clase social favorecerá el crecimiento de las monarquías, financiando la centralización del poder en el rey en desmedro de la atomizada aristocracia. Las ciudades comerciales tienen suficientes recursos para levantar fortificaciones y contratar mercena-
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rios o sostener milicias para su defensa sin tener que recurrir ya al señor feudal. Las Cruzadas también traen de oriente nuevos y mejores estilos de fortificación frente a los cuales la caballería resulta inútil. Esto hace que comience a preferirse disponer de tropas más aptas para sostener un sitio o realizar tareas de minado, como los tradicionales infantes. La caballería feudal fuertemente “blindada” resultaba muy costosa por lo que muchos caballeros debieron resignar sus lealtades de origen o de voluntad para vender sus servicios a quien pudiese costear su mantenimiento. Para el siglo XIII los caballeros contaban con una armadura completa de placas que los cubrían de pies a cabeza. El peso de tal equipo alcanzaba entre 30 y 35 kilos, y sumada la armadura del caballo la carga total de la protección se elevaba a 50 kilos. Con esta indumentaria los caballeros imponían el terror con su sola presencia y aparentaban ser virtualmente invulnerables. El nuevo equipamiento sin embargo había elevado el costo de la caballería pesada y reducido seriamente su movilidad, pues con semejante peso es difícil para el caballo mantener el galope. Para el jinete cualquier tipo de maniobra, salvo la carga hacia el frente era dura de realizar pues la masa puesta en movimiento resultaba casi ingobernable. Por demás se debe tener en cuenta que los caballeros debían ser izados a sus monturas pues el sólo hecho de caminar era difícil, y en caso de caer se hacía prácticamente imposible levantarse sin ayuda. Pese a estas observaciones la carga de caballería seguía siendo una herramienta formidable y continuaba dominando los campos de batalla europeos. Esta cuasi invencibilidad disminuyó el número de batallas, pues nadie estaba dispuesto a exponer tan costoso recurso en una sola acción, así “La guerra consiste…fundamentalmente en pillajes, frecuentes asedios y a veces batallas”37. Se sumaba a esto la escasez de recursos económicos y humanos para emprender una guerra; incluso era difícil reunir el material bélico necesario y alimentar al ejército durante la campaña. De este modo la caballería conservó su prestigio pues en los pocos combates en los que participó tanto a pie como a caballo fue la figura central de la acción siendo la infantería un mero acompañante.
37 Contamine, P.,1984 “La Guerra en la Edad Media” pg.274 Barcelona Editorial Labor.
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En contraposición a esto la infantería resultaba mucho más económica, fácil de equipar y más rápida de instruir Acosados por esta nueva forma de combatir los caballeros debieron evolucionar y convertirse en jinetes. Primero fueron agrupados en organizaciones como las Compañías de Ordenanza de Carlos el Temerario, Duque de Borgoña, lo que significó el principio de fin del individualismo y el sometimiento al orden de jerárquico de mando. Junto con ello comenzó la categorización de la caballería según su aplicación táctica dividiéndose en pesada y ligera; también se inició el proceso de disminución de la pesada protección y el equipamiento de armas que facilitasen su acción en el nuevo escenario táctico, las lanzas prácticamente desaparecieron y se cambiaron por espadas y sables más efectivos para la lucha cuerpo a cuerpo y por armas de fuego para darle alguna ventaja en el combate a distancia. Las manifestaciones de estos cambios en los campos de batalla fueron lentas pero continuadas. Diversas batallas lentamente fueron afirmando el regreso de la infantería al campo de combate como fuerza protagónica, pero no única. En realidad lo que la nueva situación planteó es que la combinación de infantería-caballería –arqueros ofrecía mejores resultados que el uso primordial de sólo una de ellas. Ya en la batalla de Hastings en 1066 la infantería normanda jugó un papel decisivo sobre los caballeros sajones. A principios del siglo XIV empiezan a aparecer signos de que el reino del caballero blindado comienza a extinguirse. En 1302 el condado de Flandes se levantó contra la corona Francesa, en un caso particular en el que los pobladores y la aristocracia actuaron en conjunto. Los líderes populares de la rebelión aceptaron la guía militar de algunos caballeros plegados a la revuelta. Los flamencos sitiaron las guarniciones francesas de los castillos de Kassel y Courtrai, acción que movió al Rey Felipe IV, el Hermoso, a enviar a su Capitán General, Conde de Artois a recuperar las posesiones galas. Ante la aproximación de las fuerzas reales, los insurrectos decidieron concentrarse en Courtrai y dar allí batalla. El castillo y la ciudad de Courtrai descansan sobre la ribera sur del río Lys, el que despliega un brazo que rodea completamente la ciudad. Los flamencos decidieron establecer su fuerza con la ciudad a su derecha y extendiéndose paralelos y de espaldas al río; teniendo por delante un curso de agua llamado Gröningen que afluía al Lys por su extremo norte y se conectaba al río frente a al ciudad por el sur, cerrándose y rodeando el ala izquierda de los rebeldes. Es este entonces un terreno rodeado de aguas, el Lys es un río profundo no vadea-
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ble, mientras que el Gröningen tiene un metro y medio de ancho y sólo uno de profundidad. La formación rebelde asemejaba una espesa falange de unos 600 metros de longitud, con hombres armados de lanzas y alabardas entre los que se mezclaban en primera línea algunos tiradores. Detrás de la falange se estableció una reserva al mando del caballero Johann von Renesse y otra pequeña unidad de milicias que vigilaba el castillo para contener cualquier salida de los sitiados. El conde de Artois frente a esta formidable posición debió decidir si someter al resto de la provincia primero y luego regresar a Courtrai o atacar esta ciudad sin más trámite. Decidió esto último pues no creía que la guarnición del castillo pudiese resistir mucho tiempo más, aunque no dejó de sorprenderse de que su enemigo eligiera una posición sin ruta de retirada. El ataque francés se inició con el avance de ballesteros genoveses y jabalineros españoles que pronto empezaron a dañar a la falange flamenca formada a la orilla del Gröningen. La falange sin perder cohesión retrocedió tomando distancia de los tiradores, éstos no cruzaron el obstáculo pues se hubiesen visto expuestos a un contraataque. Artois ordenó su retirada y el avance de la caballería pesada francesa. Estas maniobras resultaron dificultosas al mezclarse ambas formaciones, que en el intercambio se desorganizaron. En ese estado los jinetes cruzaron el curso de agua, y mientras lo estaban haciendo “…algo nuevo y completamente sin precedentes ocurrió”.38 La falange flamenca comenzó a avanzar y cayó ferozmente sobre los jinetes franceses que no habían terminado su maniobra de cruce. Imposibilitados de moverse y emplear su fuerza de choque los caballeros fueron destrozados. En el centro lograron rehacerse y penetrar la falange, pero la reserva flamenca contraatacó y repuso la situación. En el sangriento combate el propio conde de Artois cayó derribado por un monje guerrero. Mientras tanto los sitiados en el castillo intentaron una salida que fue contenida, entretanto que la reserva francesa permaneció inmóvil imposibilitada de ayudar a sus camaradas. La maniobra de los vencedores es tan difícil de ejecutar que resulta indudable que la falange flamenca recibió un serio entrenamiento para realizar las dos acciones clave, el retroceso en orden 38 Dellbrück, H. 1990, “ History of the art of war, volume III Medieval Warfare”, traducido por Walter J. Renfroe Jr., pg.434, Lincoln University of Nebraska Press.
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primero y el ataque después. Este asalto es una rareza en la guerra: la infantería atacando a la caballería. Los franceses perdieron 700 caballeros entre ellos 64 nobles, los vencedores flamencos recogieron sus espuelas como símbolo de victoria por lo que esta batalla es conocida como “La Batalla de las Espuelas de Oro”. Este combate será el primero de muchos a través de los cuales la infantería recuperará su posición en el campo de batalla. Situaciones similares se plantearon en Gales, donde los locales enfrentaron a los ingleses empleado también una falange e introduciendo el arco largo, un arma formidable de gran alcance y potencia. Otro tanto sucederá en Escocia en la batalla de Falkirk en 1298 donde la caballería de Eduardo I fue rechazada por una formación de infantería pesada escocesa, al mando de William Wallace que empleaba picas de tres metros y medio de alto y que establecía una defensa de 360 grados. Eduardo I retiró entonces su caballería y sometió a los escoceses con sus piqueros galeses y hombres de arco largo de igual nacionalidad. Con menos suerte Eduardo II enfrentó a Robert Bruce en Bannockburn en 1314, donde la infantería escocesa atacó a la caballería inglesa provocándole una derrota humillante. El procedimiento táctico de la infantería escocesa se llamaba “Schiltron”, proveniente del sajón “scyld-truma” que significa pared de escudos. Cuando se empleaba a completo consistía en círculos de infantería combinados con grupos de arqueros entre ellos. Combates como estos demostraban la posibilidad de derrotar a la caballería pesada medieval, sin embargo no aparece de momento una doctrina específica con ese objeto. Faltaba además de la idea del empleo de picas y de formaciones cerradas un elemento que diese cohesión a la organización que pretendiese enfrentar a pie una carga de caballería. Los suizos cuya geografía los sometió a vivir en comunidades relativamente pequeñas e independientes desarrollaron su fuerza armada sobre la base de milicias cívicas. No usaban escudo ni armadura y peleaban a pie con un arma llamada alabarda que es una pica de dos metros y medio de alto que en su extremo presenta una hoja similar a la de un hacha y opuesta a ésta un gancho o una púa. Estos hombres peleaban unidos por lazos comunitarios del mismo modo que los griegos y los primeros romanos; también de manera similar eran mandados por oficiales elegidos entre ellos. En 1315 enfrentados al duque Leopoldo de Austria, aguardaron a los 5.000 caballeros de éste en el paso de Morgarten. Es este un ca-
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mino de montaña que pasa entre el bosque de la ladera y la orilla de un lago. Los suizos aguardaron en el bosque en número de 2.000 y atacaron la columna de Leopoldo por el flanco poniéndola en fuga. En 1339 en Laupen repitieron su hazaña pero esta vez en campo abierto. Se establece en Suiza entonces una verdadera y simple doctrina de infantería pesada para responder a la principal arma de batalla de la época. La falange suiza no repitió exactamente el modelo griego, en vez de establecer una formación lineal crearon un sólido cuadro de infantería de 50 rangos por 50 filas comprendiendo entonces 2.500 soldados. El cuadro tenía un frente de 50 metros y una profundidad de 25. Para garantizar el mantenimiento de la formación cada fila tenía un líder que formaba al frente del rango lo que permitía fácilmente mantener la alineación, siguiendo el hombre de atrás al hombre que tenía adelante. Su arma principal contra el jinete era la alabarda, con la cual podían desmontarlo, levantarle el yelmo y decapitarlo en un rápido y serial conjunto de movimientos. Sin embargo la alabarda para facilitar su uso era corta y no superaba los 2.40 mts, longitud insuficiente para mantener la caballería a distancia mientras se elimina jinete por jinete. La solución fue combinar las alabardas con picas de 5.5 mts.; Decíamos que la falange suiza no aplicaba la táctica lineal por lo que presentaba el problema de tener que defender sus flancos. Esto se solucionó por medio de la instrucción de los soldados para poder proveer a la defensa de los cuatro lados del cuadro, de este modo el problema de los flancos se solucionaba pues éstos no existían. A diferencia del resto de la infantería medieval que para defenderse debía hacer alto, los suizos se entrenaron en plantear la defensa con rápidos movimientos sin importar de donde viniera el ataque. En combate formaban en tres cuadros dispuestos en escalón. El sistema fue tan exitoso que con el tiempo se exportó en dos sentidos: por una parte los suizos se transformaron en los principales mercenarios de Europa y por la otra todos comenzaron a imitarlos. Los suizos con la práctica perfeccionaron la formación resultando una falange de entre 600 y 2.000 hombres donde las filas delanteras, las traseras y las columnas laterales estaban formadas por piqueros y el resto, las filas centrales, por alabarderos. Esta nueva organización permitió a la infantería recuperar su capacidad ofensiva. En la época los ejércitos se integraban en tres cuerpos o “batallas”, los suizos lo hacían generalmente en tres falanges de entre 30 a 50 hombres de frente escalonadas a izquierda o derecha o con ambas alas retrasadas.
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Con el tiempo se incluyeron ballesteros y arcabuceros pero los suizos nunca llegaron a comprender la utilidad de las armas de fuego.Es notable que al reformular la acción de la infantería se haya vuelto al modelo de la Falange, estructura que vemos en las fuerzas suizas y en la caballería inglesa a pie. Estas Falanges es más probable que se asemejasen a las formaciones compactas de los sumerios que a las organizaciones griegas, aunque con estas últimas mantienen el concepto de que cada soldado tiene un lazo moral común que lo sostiene en su puesto. En el caso suizo su pertenencia al cantón y en el ingles su conciencia de clase aristocrática. Aunque el cambio no resultó inmediato para el 1400 gran parte de la caballería europea combatía a pie Estos cambios impulsaron el retorno de la infantería como modo de restaurar la disciplina militar y la cadena de mando, innecesarias entre los caballeros que se regían por un código de clase y una ideología particular. Las maniobras, el mantenimiento de la cohesión de las formaciones compactas, y la alineación de arcabuceros, piqueros y alabarderos exigían de mandos de líneas, grupos y formaciones para entrenarlos y hacerlos actuar coordinadamente en batalla; para lograr eso se crearon las funciones para suboficiales y oficiales y se los respaldo con un sistema disciplinario para cumplir su cometido. El cambio no fue tan rápido como podía esperarse pues otras armas y sistemas de armas se ensayaron en distintos conflictos, el principal de ellos la Guerra de los Cien Años.
L A R EVOLUCIÓN MILITAR Aunque no se vislumbra aún un acuerdo absoluto acerca de los sucesos que alimentaron los cambios en el campo militar entre el siglo XV y el XIX, es unánime referirse al período como el de la Revolución Militar39.
39 Sobre este tema consultar : Parker, Geoffrey, , Segunda Edición 1996 “The Military Revolution”, Cambridge University Press; Howard, Michael,1976, “War in European History”, Oxford ; Ayton, Andrew y Price, L.J. , 1998, “The Medieval Military Revolution”, Barnes & Noble, New York; Duffy, Michael, 1986, “The Military Revolution and the State 1500-1800”, University of Exeter.-
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Los hechos que perfilan este período están entrelazados de manera inextricable por lo que es comprensible que su sinergía haya cambiado completamente la forma de hacer la guerra. Los elementos constitutivos de la esencia de esta revolución son objeto de discusión académica pero pueden resumirse en los siguientes asuntos:
v El reemplazo de la caballería pesadamente protegida por la infantería como el componente central de los ejércitos.
v Introducción de las armas de fuego de mano, que cambiará la
forma de combate de la infantería, y la artillería, con su influencia sobre las fortalezas y los sitios primero y en la batalla después v El crecimiento en el tamaño de los ejércitos. El relevo de la caballería por la infantería no sólo cambió la base social del campo de batalla sino que, al ser la infantería más fácil de entrenar y más barata de equipar y contratar hizo que el numero de tropas se expandiese. De igual modo la complejidad de los sitios a partir del uso de la artillería requirió de un número creciente de tropas. v La baja de costos de guerra que inicialmente se evidenció con la reformulación de la infantería pronto se revirtió. Las armas de fuego de mano, los cañones, las nuevas fortalezas que debían construirse para alberga a la artillería y defenderse de ella, y el mayor número de soldados necesarios para combatir llevaron los presupuestos bélicos más allá del alcance de los recursos de los feudos y pequeños estados en que se repartía el poder en Europa. Ello llevó a la centralización del poder y los recursos en la cabeza de la monarquía. v La expansión del terreno sujeto a operaciones y el desarrollo de mapas confiables a partir de los trabajos de Mercator publicados en Duisburgo en 1569 y la publicación del Orbis Terrarum de Abraham Ortelius en 1570, hicieron de la cartografía una ciencia imprescindible en lo militar. La pólvora fue uno de sus elementos principales, además de ser probablemente la innovación tecnológica más importante en el arte de la guerra. Se inició en China en el siglo IX en demoliciones y ruido para espantar al enemigo; en 1132 los chinos crearon un mosquete de bambú. En Europa durante el siglo XIV comienzan los experimentos de Roger Bacon y Berthold Scwarz. Sus primeros usos militares en
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occidente en la forma de primitivos cañones se aprecian en Metz (1324), Algeciras (1342) y Crecý (1346). Este progreso del arte y ciencia militar aún actualmente influye sobre la táctica y la doctrina castrense. Sin desmerecer los adelantos tecnológicos, seguimos sujetos a la pólvora como elemento básico de potenciación del fuego. Es muy importante comprender este fenómeno para poder integrar la idea evolutiva de la táctica. En apoyo de ello cosideraremos ahora algunos eventos que la integran.
La Artillería Entre 1482 y 1492 Fernando e Isabel de Castilla emplearon en su campaña de reconquista un tren de artillería de sitio compuesto de 180 piezas, por su parte Carlos VIII de Francia emprendió la campaña del norte de Italia con un tren de cuarenta cañones entre 1494 y 1495. Estas campañas son dos de las muchas manifestaciones de interés que despertó la aparición y desarrollo de la artillería a pólvora. Los progresos sobre el cañón durante el siglo XV se deben principalmente a los hermanos Bureau. La primera mejora fue sobre la metalurgia de tubos buscando la fabricación de armas más sólidas y seguras; luego se mejoró la munición, abandonándose la piedra para reemplazarse por la bala metálica sólida (contra las murallas) y la metralla (contra personal). Después se mejoraron los afustes, se abandonó el cañón de posición fija por los afustes de cuatro ruedas primero y de dos luego; esto último impactó mucho en las campañas de Carlos VIII en Italia. Finalmente se le adosaron al tubo dos muñones que le permitieron pivotear sobre el afuste facilitando la elevación para el tiro. Con el cañón mejorado comenzó a trabajarse sobre su uso en el campo de batalla desarrollándose una primitiva maniobra de fuego que tendrá éxito en Formigny (1450), Castillon (1453), Ravena (1512) y Marignano (1515). El mayor problema lo presenta la variedad de calibres –los cañones tienen nombres propios- lo que impide la estandarización en la provisión de municiones.
Las Armas y la Infantería Terminada la Guerra de los Cien Años los franceses mantuvieron su interés en el desarrollo de organizaciones militares que pudieran integrar la nueva tacnología de las armas de fuego, entre ellas la más
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destacada era la del Duque de Borgoña, Carlos el Temerario, llamada Compañías de Ordenanza. Esta organización surgió hacia 1470, época en que la caballería medieval comenzaba a volverse obsoleta pero aún útil. En busca de imponer orden y disciplina entre los caballeros las Compañías de Ordenanza reunían a 100 de ellos organizados en cuatro escuadras de a 25, que a su vez se integraban de cuatro chambres de a seis hombres y un jefe de escuadra. Era ésta una organización táctica, pero administrativamente cada compañía se componía de 100 “lanzas”. Una lanza comprendía: el caballero, un escudero, un armero, tres arqueros a caballo y tres ballesteros. En combate cada uno de estos especialistas se agrupaba en formaciones homogéneas. Esta organización integrará además hombres equipados con armas de fuego llamadas culebrinas y piezas de artillería. Es éste uno de los primeros intentos en la época de generar una organización táctica donde cada arma tuviese un lugar y una función definida y todas actuasen en conjunto. Además ayudó a impulsar el restablecimiento de la infantería como arma de batalla alcanzando una proporción de nueve a uno con la caballería. Entre las armas de fuego portátiles el arcabuz resultó ser una de las más prácticas para su empleo inmediato. Esta invención fue aceptada rápidamente debido a su fácil uso comparado con el arco o la ballesta. Mientras que entrenar a un arquero llevaba años, en pocos días un grupo de hombres bajo un buen sargento se convertía en un aceptable pelotón de arcabuceros. Una muestra del entusiasmo que suscitó la nueva invención la dio la República de Venecia que, ya en 1490 ordenó el reemplazo de todas las ballestas por armas de fuego de mano. Para 1550 el arcabuz cede ante un arma más eficaz: el mosquete, más ligero y fácil de manejar hará de la infantería un enemigo temible. Los cambios obligaron a desarrollar nuevos conceptos de combate y táctica. Las nuevas fortalezas requerían de un refinamiento de las técnicas de sitio y ello demandaba de una nueva organización y disciplina de los ejércitos, que por primera vez podían reemplazar en la lucha la fuerza bruta por el poder de fuego.40 Luego de la derrota de Fornovo en 1495, España decidió enviar a defender sus intereses un ejército al mando del Gran Capitán Gon40 Parker, Geoffrey, Segunda Edición 1996, “The Military Revolution”, Cambridge University Press, Cap. 1 y Parker, Geoffrey, 1990, “La Revolución Militar” , Cap. I, Editorial Crítica, Barcelona
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zalo de Córdoba, quién desembarcó al sur de la península con 100 jinetes de caballería pesada, 500 jabalineros montados llamados genetours y 1.500 infantes, la mayoría armados con espadas y escudos y algunos ballesteros y arcabuceros. Este ejército enfrentó a los franceses en Seminara y fue derrotado por una combinación de caballeros y piqueros suizos. La derrota hizo reflexionar a Gonzalo de Córdoba sobre la forma efectiva de derrotar a los franceses. En lo inmediato recurrió al empleo de sus genetours para atacar las líneas de comunicaciones enemigas mientras empleaba atrincheramientos y sitios para hostigar aun más a los franceses. En tanto pensó que la respuesta a su problema táctico era incrementar el número de arcabuces en su ejército, cosa que hizo de inmediato. Aunque reconocía el mérito del arma de fuego no perdía de vista que su principal debilidad era el largo tiempo de recarga, durante el cual el arcabucero se veía expuesto a ser atacado especialmente por la caballería. Para resolver este problema conservó a los piqueros para que mezclados con ellos le dieran protección luego de la descarga de sus armas. Con esta idea comenzó a instruir a sus hombres y no los empleó en combate hasta 1503 en que derrotó a los franceses en la batalla de Cerignola, victoria que repitió en Garigliano. La combinación de armas del Gran Capitán es un punto fundamental en la historia de la táctica pues reunirá una serie de ideas que van a permitir resumir siglos de combate. Por una parte rescatará el viejo y tradicional procedimiento de la instrucción y la disciplina como base de la buena infantería, va a restablecer en una misma organización el concepto de empleo de armas combinadas. Para todo ello reunirá ideas que comprenden las acciones de Ricardo Corazón de León en las Cruzadas, las nuevas falanges de infantería de defensa en 360 grados como las de los escoceses y suizos y los conceptos de organización táctica como los de la Compañías de Ordenanza. Este esfuerzo intelectual técnico militar le dará a España la ventaja en la guerra durante 150 años.Al principio se trató de incorporar las armas de fuego a las “falanges” del siglo XIV como los tercios españoles, que reunían 2.500 hombres, en iguales proporciones de piqueros y arcabuceros, en apretadas formaciones de 50 filas por 50 columnas. Con este sistema Prospero Colonna puso fin al prestigio de los mercenarios suizos en la batalla de Bicoca en 1522. Aunque exitosas, estas pesadas formaciones resultaron enormes blancos desplazándose por el campo de batalla además de cargar con
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un gran número de hombres equipados con picas y alabardas que iban decreciendo en utilidad. En 1594 los Nassau, Guillermo Luis, Mauricio y Juan, desarrollan la idea de cadencia de fuego estableciendo la renovación de la fila del frente por la siguiente una vez que se había disparado. Esa renovación se realizaba mediante el retiro hacia retaguardia de la fila del frente, por lo que el batallón retroceía ligeramente al disparar. Mediante este sistema ya no se hacía necesario que las unidades se apoyasen en la profundidad de su formación, por el contrario la potencia está en el despliegue en líneas ampliando el frente para explotar el uso de su capacidad de fuego al máximo. La nueva disposición requirió de movimientos más armónicos entre las unidades, lo que llevó a mejorar los criterios de entrenamiento y disciplina, y finalmente a establecer nuevos criterios doctrinarios en el ámbito táctico. Así los Nassau crearon el Batallón, una organización táctica básica de unos 500 a 800 hombres equipados con mosquetes y picas en una proporción de dos a uno, más pequeño que el tercio y ofreciendo menor blanco. Esta unidad podía cambiar su alineación de la formación simple a la ofensiva o a la defensiva. Las ideas de Nassau se publicaron de inmediato para ser usadas en la instrucción del ejército de los Países Bajos, y pronto fueron traducidos y utilizados en toda Europa. Esto provocó el inicio de la estabilidad de una doctrina de principios tácticos para la organización de las tropas y el uso de las armas de fuego. Estas condiciones afirmaban la dirección en los niveles más bajos, había ahora que desarrollar los criterios y estructuras de mandos superiores, tanto más cuando los ejércitos crecían en número de manera sorprendente. Sin perjuicio de los avances señalados no debemos olvidar que poco diferencia a Gustavo Adolfo de Alejandro Magno o de César. Los comandantes en jefe ejercían la doble función de dirigir el ejército en sus más altas responsabilidades y al mismo tiempo conducir directamente en batalla una parte de las tropas en combate. Maquiavello rescata una cuestión esencial en Roma y en los tiempos modernos: la importancia de los ejércitos de ciudadanos. En su concepto la política y la guerra estaban esencialmente vinculadas; la sociedad civil tiene en el poder militar un elemento fundacional, y un factor unificador que aporta a la estabilidad y continuidad de la sociedad. Las instituciones militares reflejan las de la sociedad civil a la que pertenecen.
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Las Fortalezas Las fortificaciones desde el comienzo de los tiempos se componían de paredes verticales con una solidez que desafiaba cualquier ingenio de sitio que pretendiese destruirlas y cuya mayor ventaja la constituía su altura desde la cual los defensores retaban a los ofensores. Esto cambió con la invención de la pólvora y el cañón.El empleo cada vez más común del uso de esta nueva arma puso fin a la era de las fortificaciones de paredes verticales, pues sus muros cedían a los pocos disparos. Como lo declarara Maquiavello en 1519 “…no existe pared, por más gruesa que sea, que la artillería no pueda destruir en unos pocos días.”41 En 1440 un italiano, León Battista Alberti, escribe el libro “De Re Aedificatoria”, publicado en 1485, es el precursor de los modelos de fortaleza con salientes en forma de dientes, con él nacerá el estilo de fortificación conocido como Traza Italiana (trace itelienne). Muros de baja altura con pronunciada inclinación, salientes en forma de corona o de cuernos, bastiones y fosos, todo ello para atenuar el efecto de la artillería, eliminar puntos ciegos y mantener las armas del enemigo fuera de alcance. Dos siglos después Sebastien Le Prestre de Vauban elevará este estilo al nivel de obra de arte. Las fortalezas de “estilo italiano”, los cañones y los mosquetes elevaron los costos de la guerra “…hasta el punto de que sólo estados centralizados podían permitirse el lujo de…”42 afrontarlos. La expansión comercial y productiva europea del siglo XV proveyeron los recursos para sufragar esos gastos. Los costos se hicieron mayores al comprobarse que los sitios de las fortalezas a la traza italiana exigían de más tropas. Esto sumado a la facilidad del entrenamiento y al abaratamiento del equipamiento del soldado base – un soldado de infantería resultaba sensiblemente más económico que un jinete con caballo y armadura – hizo que los ejércitos crecieran en número teniendo como límite sólo los impuestos, “…la estructura de comando en una época de malas comunica-
41 Parker, Geoffrey, Segunda Edición 1996, “The Military Revolution” , pg.10, Cambridge University Press 42 Parker, Geoffrey, febrero 1997, “Implacables y feroces. Cómo hacen la guerra los occidentales”, en Historia 16, N°250, pg 70, Ed. Información e Historia, Madrid.-
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ciones y … la disponibilidad financiera, de abastecimientos y población adecuadas para sostener la expansión de las fuerzas”.43
Los Condottieri Cuando desapareció el Imperio Romano se llevó consigo todo vestigio de organización militar institucionalizada. Los cuerpos de mercenarios integrados primero con los últimos generales romanos y luego por verdaderos empresarios de la guerra rescataron esas estructuras y las mantuvieron en funcionamiento, es gracias a ellos que occidente pudo reconstruir su sistema militar y retomar el desarrollo del arte de la guerra. Aunque los Condottieri abusaron de su posición hasta hartar a sus contratantes y arruinar la profesión mercenaria, sus estructuras fueron aprovechadas para sentar las bases de los ejércitos de los estados surjidos del derrumbamiento del feudalismo. Este fenómeno tuvo su modelo principal el la Italia del renacimiento. Mientras que el resto de la Europa feudal desaparecía para integrarse bajo el sistema monárquico, en Italia se presentó un mosaico de principados, ducados y repúblicas que se mantuvieron en un estado de guerra casi permanente. Para sostener el esfuerzo bélico los distintos estados italianos abandonaron el sistema de milicias y adoptaron el de soldados profesionales, pero a diferencia de lo que este cambio significó en el pasado o significaba en el presente, los italianos no generaron ejércitos profesionales propios sino que los contrataron. Cuando se requería una fuerza militar se establecía con un líder mercenario que tenía a su disposición una compañía de soldados, en un número que iba de la decena a los miles, un contrato o condotta por el cual el mercenario se comprometía a prestar sus servicios profesionales militares y el estado contratante a pagar por tales servicios. En principio estos contratos eran estacionales pero con el tiempo adquirieron permanencia y llegaron a extenderse por años. Para los condottiere esto llegó a ser un gran negocio al punto que se encontraban capitanes mercenarios hijos y nietos de hombres de la misma profesión. Con el tiempo todos terminaron abusando del sistema y se encontraron casos de estados que contrataban al líder mercenario de su enemigo para dirigir las fuerzas propias y ejércitos mercenarios que 43 Duffy, Michael, 1986, “The Military Revolution an the State 1500-1800” , pg 2, University of Exeter
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rehuían el combate o luchaban sin provocarse daños a efectos de prolongar la guerra y el contrato de servicio. Esto no quiere decir que se tratase de mediocres soldados, por el contrario resultaron muy buenos en su negocio al que además le proveyeron de una estructura de comando necesaria para cumplir el servicio y poder cobrar. Tácticamente continuaron centrándose en la caballería pesada pero los orfebres italianos consiguieron crear armaduras de sólo 25 kilos, lo que mejoraba en mucho la movilidad del guerrero tanto a pie como a caballo. Contaban además con infantería repartida en tres especialidades: los tradicionales ballesteros, los piqueros y los portadores de escudos. Esto últimos llevaban un enorme escudo que prácticamente los cubría de pies a cabeza y que afirmaban contra el suelo para brindar protección a las otras dos categorías. Es esta una infantería de poca movilidad, pero se la empleaba especialmente para crear posiciones defensivas detrás de las cuales la caballería podía reorganizarse para volver al combate. Un elemento particular se desarrolló en las guerras italianas. En el siglo XV el mayor movimiento económico de Europa permitía aprovisionar más fácilmente a una fuerza militar, por lo que no era ahora necesario mantenerse en movimiento para satisfacer las necesidades de subsistencia. Esto reintrodujo la idea de la fortificación de campaña, es decir que un ejército podía establecer un campo protegido de fosos y empalizadas al efecto de combatir desde él. Esta creciente complejidad y refinamiento del combate mantuvo viva la costumbre de evitar las batallas e incrementó el uso de espías, traidores, emboscada y sorpresa. Hacia fines del siglo XV los estados italianos habían comenzado a incorporar mercenarios como soldados del estado y con ello sus estructuras de comando. La “Revolución Militar” aprovechó la organización del comando de las unidades mercenarias redimensionando el número de sus efectivos. Estabilizó la doctrina táctica e incorporó principios disciplinarios orientados a la eficacia de la fuerza de combate y no, como antes, destinadas a asegurar su lealtad. Estas condiciones afirmaban la dirección en los niveles más bajos, había ahora que desarrollar los criterios y estructuras de mandos superiores, tanto más cuando los ejércitos crecían en número de manera sorprendente.
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E VENTOS DESTACABLES Bannockburn 24 de junio de 1314 En marzo de 1324 Robert the Bruce, Rey de Escocia puso sitio al castillo de Stirling cuya guarnición inglesa estaba al mando de Sir Phillip Mowbray. Como era costumbre en los combates entre caballeros sitiados y sitiadores acordaron que los primeros se rendirían si para el 24 de junio no eran relevados. Eduardo II de Inglaterra reunió a ese efecto un ejército de 2.400 caballeros y 21.000 infantes con los que el 17 de junio invadió Escocia. Robert se preparó a resistir la invasión. Su ejército de 6.500 hombres y 500 caballeros, estaba integrado solamente por veteranos, se rechazó en el reclutamiento a todo voluntario inexperto. La infantería recibió especial adiestramiento para marchar sin romper la línea, evitando así brechas y flancos internos que el enemigo pudiera explotar. También se los instruyó en el empleo de sus lanzas de cuatro metros de altura, en caso de combatir contra la caballería debían formar en círculo, clavar un extremo de la lanza en el suelo e inclinarla en 45 grados hacia el exterior del círculo apuntando al pecho de los caballos. El ejército escocés estaba dividido en cuatro grupos al mando de Randolph, Conde de Moray, Edward Bruce, hermano de Robert, Sir James Douglas y el propio Rey Robert. El Rey escocés eligió una posición defensiva detrás del arroyo Bannockburn. El cuerpo a su mando se estableció detrás del arroyo y atravesado sobre el antiguo camino romano que conducía a Stirling, a su izquierda y algo atrás se situaba el grupo de su hermano: a la izquierda de éste el de Randolph formando un ángulo recto hacia retaguardia y detrás de ambos el grupo de Douglas. Las posiciones habían sido preparadas, los terrenos aptos para la caballería habían sido alistados con pozos y trampas y las tropas se hallaban a cubierto detrás de lomas y árboles. El 23 de junio Eduardo II se hallaba en las proximidades donde se encontró con que Mowbray había logrado atravesar las líneas escocesas. Conforme las reglas de la caballería y lo acordado, Eduardo II debió declarar levantado el sitio y dar a los Escoceses la oportunidad de retirarse. Sin embargo su deseo de acabar con la rebelión escocesa le hizo continuar su avance en busca de una batalla decisiva.
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Con la información del despliegue escocés facilitado por Mowbray, Eduardo II tomó 300 caballeros montados al mando de Sir Robert Cliffort y los lanzó a través del arroyo para que alcanzaran una planicie llamada The Carse desde donde atacar las posiciones de Randolph en la izquierda escocesa. El resto del ejército avanzaría a través del camino romano. Se cuenta que bajo el sol del verano la marcha de la caballería inglesa fue tan deslumbrante que el propio Randolph quedó impresionado y tardó en reaccionar. Sin embargo compensando el hecho avanzó con 500 hombres desafiando a los ingleses. En una situación clásica donde la caballería pesada debía barrer del campo a la infantería, Cliffort se lanzó a la carga. Los entrenados escoceses formaron círculo con sus lanzas hacia fuera en ángulo de 45° y rechazaron repetidamente a los ingleses, obligándolos a retirarse con severas pérdidas y habiendo provocado una sola baja. Mientras esto ocurría Douglas movió sus tropas en apoyo de la acción. La vanguardia inglesa interpretó este movimiento como una retirada y comenzó su avance al mando de Henry de Bohun. En ese instante el Rey Robert salió de entre las filas y desafió al jefe inglés a un combate singular. De Bohun aceptó la invitación y cargó de inmediato, pero erró su golpe, Robert hundió su hacha en la cabeza del inglés partiéndola por el mango. Esto provocó una conmoción entre las tropas inglesas por lo que Edward tomó sus fuerzas, cruzó el arroyo y se refugió en le extremo este del Carse donde estableció su campamento. Esta posición se hallaba flanqueada a su izquierda por el arroyo Bannockburn y a derecha y retaguardia por el río Forth. Al día siguiente el Rey Robert decidió aniquilar a su encerrado enemigo, formó sus cuatro grupos en escalón con la derecha avanzada y se lanzó contra el campamento inglés. Los británicos no tuvieron tiempo ni siquiera de formarse por lo que hubieron de combatir caballeros e infantes mezclados y en desorden. Fueron cediendo en el combate hasta terminar en una huída, los escoceses los persiguieron hasta la noche provocándoles un 75 por ciento de bajas. Esta batalla aseguró la victoria escocesa en su conflicto con Inglaterra.
Un Siglo de Guerra La llamada Gurra de los Cien Años comenzó en 1337 y concluyó en 1453, giró en torno de la pretensión de los reyes ingleses al trono de Francia y de la alianza francesa con Escocia. Es una muestra de la
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evolución del arte de la guerra y de su difícil aprendizaje en el campo de batalla. El ejército francés era típicamente feudal con un núcleo de caballeros que combatían en pequeños grupos denominados Banderas dirigidos por un caballero y que se integraban en unidades mayores denominadas Batallas. La estructura militar francesa seguía el rango y el protocolo del linaje aristocrático e incluía la tradicional leva estacional. Los reyes ingleses reclutaban su ejército a modo de cuerpo expedicionario, pidiendo a sus vasallos que proporcionaran contingentes de hombres de acuerdo a la riqueza que poseían. Se incluían además numerosos voluntarios y entre la infantería los eficaces hombres de arco largo. Esto hacía del ejército inglés una fuerza casi profesional. Durante el conflicto ambos ejércitos evolucionaron, los franceses generaron un núcleo permanente, nuevas organizaciones y un perfil más profesional; los ingleses insistieron en su modelo que, mal pagado terminó deshaciéndose lentamente. La táctica en esta guerra también cambió. Los franceses confiaron plenamente en el empleo tradicional de la caballería pesada, mientras que los ingleses se aprovecharon de la introducción del arco largo y el empleo de sus caballeros a pie. Con el tiempo los franceses aprenderán parte de la táctica inglesa e introducirán eficazmente el empleo de armas de fuego alcanzando la victoria. La mejor manera de apreciar esta evolución es observar las batallas más importantes del conflicto. Tres tipos de acciones se emplearon en la guerra, las más regulares fueron los sitios y las llamadas cabalgadas, que no eran más que raids de pillaje y devastación. La tercera eran las batallas que no fueron muchas pero marcaron los cambios tácticos más importantes.
Crécy 26 de agosto de 1346 Eduardo III de Inglaterra realizó una cabalgada por el noreste de Francia con 10.000 hombres, lo que llevó a Felipe VI de Francia a perseguirlo con un ejército de 8.000 caballeros y 4.000 ballesteros genoveses. Eduardo desplegó sus fuerzas entre los pueblos de Crécy y Wadicourt sobre una pendiente. En primera línea dispuso dos cuerpos de caballeros a pie, al mando de Northampton y el Príncipe Negro colocando entre ellos y en sus alas a sus hombres de arco largo formando salientes en dirección a los franceses. Delante de esta línea se habían
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ubicado fosas y estacas para contener a la caballería. Detrás formó una segunda línea con arqueros y el resto de sus caballeros a pie. Felipe dispuso una primera línea con sus ballesteros, una segunda en tres cuerpos de caballería pesada montada al mando del Conde d’Alencon y una tercera igual al mando del Duque de Lorena, manteniendo en reserva un cuerpo de caballería pesada. El combate se abrió con el avance de los ballesteros genoveses que fueron contenidos y severamente dañados por los hombres de arco largo. La diferencia entre estas dos armas estriba primero en que el alcance de la ballesta es de 300 metros y el del arco largo de sólo 250, pero mientras la primera tiene una cadencia de un dardo por minuto, un arquero entrenado puede lanzar diez en el mismo tiempo. Cuando se hizo evidente que este ataque iba a fracasar la caballería francesa se lanzó a la carga contra los ingleses llevándose por delante a sus propios ballesteros. Este movimiento la desordenó y en vez de alcanzar la posición enemiga en masa llegó desordenadamente y en pequeños grupos; así en vez de lanzar una carga de caballería de gran volumen se produjeron numerosas en pequeños grupos. Los relatos de los participantes cuentan que se desencadenaron alrededor de 17 ataques todos ellos contenidos por los arqueros ingleses. El ataque principal se lanzó contra el ala derecha inglesa, donde se encontraba el Príncipe Negro de 16 años de edad. Para alivianar la presión Eduardo III le envió 20 caballeros en apoyo, lo que fue suficiente para contener a los pocos jinetes que llegaron hasta la línea inglesa. El Rey Felipe, cuyo caballo fue muerto en combate, reconociendo la inutilidad de continuar la lucha ordenó la retirada. Las pérdidas francesas alcanzaron a 4.000 hombres, de ellos 1.300 eran caballeros nobles. En esta batalla los ingleses se mostraron capaces de establecer una sólida defensa contra la caballería y lograron un prestigio militar internacional que no tenían antes de la batalla. En esta batalla los ingleses emplearon algunas piezas de artillería aunque sin efecto alguno; se considera por elloa esta batalla una de las primeras en las que esa arma fue empleada.
Poitiers 19 de septiembre de 1356 El Príncipe Negro con 5.000 caballeros y 2.000 arqueros, luego de realizar una cabalgada en la región de Orleáns se enfrentó al Rey de Francia Juan II el Bueno y un ejército de 16.000 hombres
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Los ingleses volvieron a emplear la doctrina de la caballería a pie apoyada por arqueros en sus alas y en las brechas en la línea. Su flanco izquierdo estaba protegido por una depresión y el derecho por un obstáculo creado por medio de un foso y algunos carromatos. Las alas de arqueros formaban ángulo hacia adentro con la línea. El Rey Juan dispuso a su ejército en cuatro divisiones: la primera montada y las otras tres, una detrás de la otra a pie. Pretendía atacar con la primera línea a los arqueros y con las otras tres a los caballeros ingleses. Iniciado el ataque los jinetes franceses de la primera línea fueron contenidos fácilmente por los arqueros ingleses. La segunda línea a pie apoyada por infantería y ballesteros fue derrotada por los caballeros a pie del Príncipe Negro. El combate fue tan violento que se dice que los ingleses reponían sus armas y flechas tomándolas de los cuerpos de los caídos y que con excepción de los 400 hombres mantenidos en reserva, no había inglés en combate que no estuviese herido. La tercera línea francesa abandonó el campo de batalla sin atacar, entonces el Príncipe Negro decidió tomar la ofensiva y lanzarse contra el último cuerpo francés al mando del Rey Juan II. Para esto avanzó toda su línea incluidos los arqueros, devenidos ahora en infantería pesada por el armamento recogido de entre los caídos, y a su vez envió un destacamento de 200 caballeros montados y arqueros que rodeó la línea francesa y cayó sobre su flanco izquierdo. Los franceses perdieron 2.000 caballeros y otros tantos, incluido el propio Rey, fueron tomados prisioneros. Pese al fracaso los caballeros franceses comprendieron que a pie podían enfrentar a los arqueros mejor que a caballo, pues su armadura los protegía de las flechas, sin embargo todavía era difícil caminar con ese equipo y toda huida era imposible.
Azincourt 25 de octubre de 1415 En su paso hacia Calais el Rey Enrique V de Inglaterra, con 1.000 caballeros y 5.000 arqueros, vio bloqueada su marcha por un ejército francés de 3.000 ballesteros, 7.000 caballeros montados y 15.000 desmontados al mando del Condestable de Francia Charles d’Albret. Enrique establece una línea apoyándose entre dos bosques. Divide a sus caballeros a pie en tres grupos, coloca a los arqueros en las alas rebatidas ligeramente hacia adentro y en dos cuñas entre los cuerpos de caballeros.
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Los franceses formaron en tres líneas sucesivas: la primera a pie con dos pequeños cuerpos montados en las alas y los ballesteros detrás; la segunda también de caballeros a pie con un cuerpo de ballesteros en su flanco derecho y la tercera de caballeros montados. El dispositivo nuevamente pretendía emplear a los caballeros montados para eliminar los arqueros. Enrique decidió esperar el ataque francés, que cuando empezó se demostró lento y complicado debido a que la intensa lluvia había transformado el campo de batalla en un inmenso lodazal. Los pequeños grupos montados fueron fácilmente eliminados por los arqueros mediante la matanza de los caballos. Para ese momento los caballeros franceses habían alcanzado la línea inglesa; estaban cansados, atrapados en el barro y seguían recibiendo andanadas de flechas. Enrique ordenó entonces a sus arqueros atacarlos, los que sin pesada armadura y descansados aprovecharon su agilidad y destruyeron fácilmente el ataque francés. La segunda línea francesa corrió la misma suerte. Enrique se encontraba dueño del campo de batalla habiendo tomado un gran número de prisioneros cuando de pronto un grupo de escuderos franceses que habían rodeado el bosque y alcanzado el tren de bagajes inglés lo estaban saqueando. El Rey creyendo ser rodeado ordenó la ejecución de los prisioneros, para obligar a los franceses a cesar en su ataque. La cruel carnicería finalizó cuando la tercera línea francesa se retiró sin presentar batalla. Las pérdidas francesas se elevaron a 7.000 hombres y las inglesas a 1.500.
Formigny 15 de abril de 1450 Luego de la toma de Rouen el Rey Carlos VII de Francia se lanzó a la reconquista de Normandía. Los ingleses se vieron entonces expulsados de cada uno de los pueblos y posiciones de la región. Thomas Kyriel y Matthew Gough arribaron de Inglaterra con refuerzos y se reunieron con las tropas de la región alcanzando un total de 5.000 hombres. Contra ellos se lanzó el Conde Jean de Clermont en Formigny al norte de Caen. Los ingleses repitieron su formación de Crécy y Azincourt, pero los franceses esta vez dispusieron de artillería en sus alas con la cual barrieron a los arqueros ingleses. El ataque subsiguiente francés eliminó a casi 4.000 ingleses.
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Castillon 17 de julio de 1453 Luego de Formigny los ingleses fueron expulsados de toda Francia con excepción de Calais. Cuando estalló en Aquitania una revuelta contra Carlos VII, el Rey Enrique VI de Inglaterra quiso aprovechar la oportunidad y envió un ejército al mando de John Talbot, para que vía Bordeaux liberara la guarnición de Castillon sitiada por los franceses. Talbot intentó lanzar un ataque frontal con sus 6.000 hombres contra las líneas de sitio francesas. La artillería gala lo deshizo destruyendo su ejército y matando al propio Talbot. En las primeras batallas de la guerra los ingleses se aprovecharon no sólo del arco largo y su dispositivo de defensa, sino que también contaron con la colaboración que les brindó la inclinación francesa por lanzarse al ataque. Es probable que sin éste último ingrediente las armas inglesas no hubiesen llevado las de ganar durante la mayor parte del conflicto. Los franceses aprendieron a luchar a pie como los ingleses y encontraron su “arco largo”en el cañón, sin perder además la habilidad para ejecutar cargas a caballo. Irónicamente en Castillon, la última batalla de la guerra, serán los ingleses los que pretenderán decidir la acción con una carga de caballería pesada.
Las Guerras en Italia El Rey Carlos VIII de Francia invadió en 1494 la península itálica con intención de extender sus dominios apoderándose del reino de Nápoles. Para ello contaba con un ejército de tropas regulares francesas y mercenarios, ballesteros galos, infantería pesada Suiza y además de la tradicional caballería pesada, un poderoso tren de artillería montada sobre ruedas. El ejército de invasión alcanzaba los 65.000 hombres, un número notorio para la época. Con esta formidable fuerza Carlos VIII conquistó Nápoles. Para lograr esto había contado con la neutralidad o complicidad de la República de Venecia, los Ducados de Milán y Florencia y los Estados Papales, sin embargo su éxito hizo que estos asociados le temiesen y entonces se volvieron en su contra aunque sin éxito pues fueron derrotados en la batalla de Fornovo. Esto inició una serie de campañas de la corona francesa para apoderarse de Italia en las que debieron enfrentar también al entonces
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poderoso imperio español, trasladando a esa península el foco de las acciones militares de la época.
Fornovo 6 de julio de 1495 Para oponerse al regreso de Carlos VIII a Francia, Francesco II Gonzaga de Mantua reunió un ejército de 30.000 hombres superando a los franceses en una proporción de cuatro a uno. El plan italiano consistía en atacar la columna de marcha francesa por el frente esperando que los galos confiaran sus flancos a las estribaciones de las lomas circundantes y de un río paralelo al camino. El marqués sabía que ese río era fácilmente vadeable por lo que una vez aferrada la vanguardia gala planeaba atacar la columna por el flanco y retaguardia. Carlos VIII esperando encontrar resistencia en su camino, colocó en la vanguardia a la infantería pesada suiza y formó a sus unidades de forma tal que al dar media vuelta a izquierda o derecha quedara su ejército formado en línea de batalla. En esto se adelantó a Federico el Grande en más de dos siglos. Las tropas italianas que atacaron la vanguardia francesa fueron fácilmente rechazadas por los suizos. La intensa lluvia demoró el ataque de flanco italiano por lo que los franceses tuvieron tiempo de virar sus unidades y recibirlos de frente. Trabada la lucha cerca de la mitad de las fuerzas de Mantua mantenidas en reserva no intervinieron debido a que su jefe murió en la refriega. Finalmente la caballería francesa cargó sobre los italianos dejando 3.500 muertos en el campo de batalla en sólo 15 minutos.
Cerignola 28 de abril de 1503 Los ataques de los genetours españoles a las líneas de comunicación francesas hicieron que las tropas galas se dispersasen en busca de proteger esas vías y de hallar abastecimientos para el ejército. Aprovechando esta dispersión Gonzalo de Córdoba atacó y tomó la base francesa de Cerignola donde se atrincheró y parapetó. Las acciones de los genetours impidieron a los franceses reconocer las fortificaciones de la posición española contra la que planearon lanzar un ataque frontal de sus fuerzas reconcentradas. El asalto francés que combinaba caballería y piqueros fue contenido primero por el foso que rodeaba la posición española y luego por las descargas de los arcabuceros afirmados tras el parapeto. Durante
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los repetidos asaltos franceses su comandante Nemours cayó muerto de un disparo, poco después las fuerzas francesas dieron muestras de desorganización, momento que aprovechó Gonzalo de Córdoba para contraatacar frontalmente mientras su reducida fuerza de caballería pesada caía sobre los flancos franceses. Los españoles pusieron en fuga a los galos capturando su tren de artillería, mientras los genetours perseguían a la infantería provocando cuantiosas bajas.
Garigliano 28 de diciembre de 1503 Para restaurar la situación en Italia después de Cerignola Luis XII envió un poderoso ejército de 23.000 hombres al mando del Marqués de Mantua. Ambas fuerzas se encontraron sobre el río Garigliano donde Gonzalo de Córdoba había atrincherado su ejército bloqueando los cruces del curso de agua. Las operaciones se mantuvieron detenidas durante seis semanas en las cuales lluvias torrenciales deterioraron los caminos e hicieron que se redujera el flujo de alimentos y convirtieran la vida del soldado miserable. Aunque las privaciones y sacrificios eran prácticamente iguales para ambos ejércitos la moral de ambas fuerzas tomó rumbos diferentes. Mientras las tropas francesas dormían a la intemperie o bajo pobres cobijos, los oficiales franceses dormían bajo techo en las casas de los nobles de la región. En campo español los soldados vivían igual que los franceses, pero sus oficiales con el gran capitán a la cabeza compartían el drama con ellos. Esto mantuvo en alto la moral y espíritu de cuerpo español, mientras ambos valores decaían rápidamente en el campo francés. El deterioro francés comenzó a percibirse en la debilitación de sus puestos de avanzada. Gonzalo decidió aprovechar la situación y ordenó la preparación de materiales para construir un puente sobre el río. Las piezas del puente estaban hechas de manera tal que pudiesen ser transportadas en mulas y ensambladas fácilmente, su preparación fue responsabilidad del jefe de artilleros e ingenieros Pedro Navarro. Para Navidad se estableció una tregua de 48 horas durante la cual “…tuvo lugar alguna fraternización entre los ejércitos - los soldados franceses continuaron su celebración por varios días”.44 En tanto el Marqués de Mantua caía enfermo de fiebre y le entregaba el mando al Marqués de Saluzzo.
44 Montgomery B., 1968 “A History of Warfare”, pg.220 Londres, Collins.
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El 27 de diciembre el ejército español marchó hacia el norte dejando una fuerza defensiva en el puente entre Tragetto y la Torre del Garigliano, alcanzando la villa de Sujo, donde el Garigliano es más angosto y el terreno estaba más seco, allí se lanzó el puente de pontones. El día 29 la vanguardia de caballería española cruzó el río y se apoderó de las villas de Sujo y Castelforte ocupadas por infantería Suiza que, tomada por sorpresa, no tuvo tiempo de formar en batalla. Saluzzo sorprendido por el movimiento de flanco español trató de reunir a sus fuerzas que se hallaban muy dispersas; con las pocas que logró congregar lanzó una carga sin ningún éxito. Los españoles persiguieron al ejército francés a lo largo de 20 kilómetros hasta el desfiladero de Formia donde hallaron alguna resistencia a la que vencieron luego de una hora de duros combates. Después de capturar la artillería francesa continuaron hasta ocupar Gaeta a más de 30 kilómetros del puente de pontones sobre el Garigliano. Esta batalla aseguró el control del reino de Nápoles para España, a partir de lo cual Fernando V de Castilla, II de Aragón recibía el título de III de Nápoles.
Ravenna 11 de abril de 1512 Las luchas en Italia entre Franceses y Españoles continuaron ahora en el norte. Las tropas francesas al mando del Duque Nemours avanzaron desde Milán y le pusieron sitio a Ravenna, donde a su vez se atrincheraron a la espera de una fuerza de relevo española; ésta se hallaba al mando del Conde de Alvetto, Pedro Navarro. Ambos ejércitos confiaron inicialmente su mutua destrucción al empleo de la artillería, así durante tres horas se bombardearon recíprocamente. El Duque de Nemours aprovechó la movilidad de su artillería y desplazó 24 cañones para tomar de enfilada a los españoles y hacer cesar la lluvia de balas que caía sobre la infantería francesa. La caballería española intentó cargar contra los cañones franceses a través de una brecha en el parapeto defensivo. La artillería francesa actuó con tanta rapidez y efectividad que se dice que una sola bala de cañón logró derribar a 33 jinetes. Cuando la caballería conmocionada por el fuego logró alcanzar la brecha, encontró en lugar de la artillería francesa a su caballería, la que expulsó a los españoles y los puso en fuga. Aprovechando el rechazo de los jinetes españoles, piqueros y ballesteros franceses se lanzaron contra la infantería hispana, pero fueron rechazados mediante el fuego de arcabuces. Un nuevo ataque francés protagonizado por Landsknecht alemanes también fracasó
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aunque llegó a establecer una lucha cuerpo a cuerpo con las tropas españolas, en ella los escudos y espadas ibéricos resultaron más efectivos que las picas en la lucha a corta distancia. Sin embargo la triunfante caballería francesa llegaba ahora por la retaguardia española lo que obligó al Conde de Alvetto a retirarse. Esta retirada se hizo en orden, formando la infantería pesada española cuadros al estilo Suizo lo que les permitió resistir los ataques de la caballería francesa en uno de los cuales cayó el Duque de Nemours.
Novara 6 de junio de 1513 Después de Ravenna los franceses debieron abandonar Milán y enfrentar una guerra contra España, el Sacro Imperio Romano Germánico, el Papado, los Cantones Suizos, Inglaterra y varias ciudades italianas. En la ciudad de Novara se hallaba un ejército francés de 10.000 hombres bajo el mando de Louis de Latremoille que fue atacado por sorpresa por 13.000 suizos. Los franceses no tuvieron tiempo de levantar sus empalizadas portátiles, pero sí atinaron a desplegar su artillería contra un cuadro de 6.000 suizos al que le provocaron 700 bajas en tres minutos.45Sin embargo los suizos alcanzaron las posiciones francesas capturando los cañones y volviéndolos contra la infantería gala. La victoria fue tan rápida que la caballería francesa no tuvo tiempo de participar y debió retirarse.
Marignano 15 de septiembre de 1515 El ejército francés de Francisco I hubo de enfrentar en Marignano una fuerza compuesta de infantería suiza con unos 25.000 hombres. El Rey francés dispuso su ejército en tres líneas, la primera estaba integrada por 64 cañones y 200 piezas ligeras, 10.000 arcabuceros, 10.000 Landsknecht y 5.000 gendarmes de las Compañías de Ordenanza. Estas fuerzas se hallaban dispuestas detrás de un parapeto. La segunda línea la comandaba el Rey y comprendía, 5.500 Landsknecht y 5.000 jinetes de la Maison du Roi, las Compañías de Ordenanza y la caballería ligera; tenía además ocho cañones pesados y 100 piezas ligeras. La tercera línea estaba compuesta por 10.000 Landsknecht sin ninguna artillería. 45 Jones A., 1987, “ The Art of War in the Western World” pg.187, New York, Oxford University Press.
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El plan francés era el de hostigar a los suizos por medio de la caballería para obligarlos a detener su marcha y quedar así expuestos al fuego de la artillería francesa. El primer día de batalla los suizos fueron rechazados sólo para volver a atacar y conseguir penetrar la primera línea francesa. El segundo día los ataques se renovaron pero los helvecios fueron rechazados definitivamente. Las pérdidas suizas alcanzaron a 9.000 hombres y las francesas a 8.000. La era de la pica y la alabarda había cesado para darle paso a la época del cañón y el arcabuz.
La Bicocca 27de abril de 1522 Las tropas españolas sitiaban Pavia al mando del Condottiere Prospero Colonna. El avance de una columna francesa bajo la jefatura de Lautrec hizo que los ibéricos marcharan hasta la Bicocca donde se atrincheraron para esperarlos. El ejército francés era más poderoso que el español y estaba integrado principalmente por mercenarios suizos. Estos hombres no habían sido pagados debido a que la Duquesa de Angulema, madre del Rey de Francia había tomado los 400.000 escudos de la soldada para pagar sus deudas personales. Esta situación hizo que los mercenarios amenazaran a Lautrec con regresar a Suiza sino les permitían atacar a los españoles y cobrarse del botín. Lautrec accedió. Colonna preparó su posición defensiva incluyendo parapetos, trincheras y bastiones para la artillería, de tal manera que presentaba cuatro líneas de arcabuceros, respaldados por piqueros. Por delante de esta posición desfilaba un camino hundido lo que agregaba un obstáculo más a la defensa. Lautrec intentó ablandar la fortificación española con artillería pero los impacientes suizos se lanzaron al ataque en dos cuadros de 4.000 hombres cada uno. Antes de alcanzar el camino hundido 1.000 suizos yacían en el campo de batalla, el fuego de las cuatro líneas de arcabuces le sumó 2.000 bajas más, sellando con esto la victoria y acabando con la fama de invencibilidad de los suizos.
Pavia 24 de febrero de 1525 Francisco I había puesto sitio a Pavia con un ejército FrancoSuizo de 28.000 hombres y 53 cañones, la ciudad era defendida por 5.000 soldados imperiales al mando del Marqués Del Vasto. Carlos V envió a levantar el sitio de la ciudad, un ejército de 23.000 alemanes, españoles e italianos con 17 cañones al mando de Fernando de Ava-
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los, Marqués de Pescara. Las fuerzas españolas se encontraban al borde del motín debido a la falta de pago de soldada, por lo que de Avalos se vería compelido a forzar a los franceses a combatir fuera de las trincheras de sitio. Durante la noche del 24 de febrero ocultos por una tormenta los españoles se desplazaron hacia el norte y practicaron tres brechas a través de la muralla del parque cerrado de Mirabello, cerca de la Porta Pescarina. Hacia la madrugada el ejército español había penetrado el parque y desplegado sus fuerzas de la siguiente manera: la caballería pesada en su flanco derecho, en el centro tres cuadros de infantería, la caballería ligera a al izquierda y por delante infantería ligera . Alertados los franceses de la penetración enviaron hacia las 0600 a 2.000 hombres de caballería ligera acompañados de algunos cañones livianos detrás de los cuales avanzaba un contingente de 5.000 alabarderos alemanes. Los jinetes ligeros franceses lanzaron un ataque contra una de las brechas a través de la cual parte de la artillería española aún estaba cruzando. Simultáneamente los cañones ligeros franceses abrían fuego sobre la infantería imperial y la caballería pesada se lanzaba contra los coraceros españoles. Las alas de Fernando de Avalos estaban cediendo, para recuperar la iniciativa envió a 1.500 arcabuceros apoyados por piqueros desde el centro de su formación contra el flanco de la caballería pesada francesa. Este ataque detuvo a los jinetes galos y dio tiempo a los coraceros españoles de reformarse y contraatacar poniendo en fuga a los francos. En respuesta Francisco I envió a 5.000 alemanes contra el centro español los que cayeron envueltos por las alas de infantería de 12.000 alabarderos ibéricos. Un ataque de la infantería suiza francesa terminó en igual resultado. Para comprometerse en la batalla los franceses debieron emplear a la mayor parte de sus tropas de sitio, dejando sólo a un contingente suizo para sostener el asedio. La guarnición de Pavia aprovechó esta oportunidad realizando una salida que le permitió vencer al debilitado cerco para luego caer a retaguardia del cuerpo principal francés. En la batalla los imperiales perdieron unos 600 hombres mientras que los franceses sufrieron 13.000 bajas, unos 6.000 prisioneros entre los que se incluía Francisco I, quién además perdió toda posibilidad para Francia de apoderarse del norte de Italia.
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L A E VOLUCIÓN DEL MODELO MILITAR Infantería La introducción de la pólvora y de las armas accionadas por ella planteó un nuevo medio para dañar al enemigo que exigía del desarrollo de una organización y una doctrina que permitiese emplearlos con éxito en el campo de batalla. Ello implicaba abandonar los criterios que habían guiado la guerra durante toda la edad media, donde el empleo de la caballería, el ataque frontal y la resolución por el choque eran fórmulas centrales. Es así que los primeros intentos de organización alrededor de la pólvora mantuvieron los modelos tradicionales reemplazando solamente el armamento de los soldados, conservando la mayor parte de un equipo que comenzaba a hacerse obsoleto. Fue Gonzalo de Córdoba quien halló la primera fórmula organizacional y doctrinaria exitosa. A partir de las formaciones compactas suizas el Gran Capitán habría organizado una fuerza compuesta de piqueros, necesarios para la defensa contra la caballería y de arcabuceros que proveían el poder de fuego ofensivo a la unidad. Esta idea dio la primera fórmula efectiva de combinación de armas de fuego en una unidad que tenía un buen balance de capacidades defensivas y ofensivas. A partir de estas ideas los españoles desarrollaron las colunellas en 1505, que eran cuerpos de 1.000 hombres armados con picas, arcabuces, mosquetes o espadas y escudos. Su jefe era un cabo de colunella, de donde provendrá luego el grado de coronel. En España desarrollaron hacia 1540 el tercio. Era esta una formación integrada por 3.000 hombres de los cuales una tercera parte eran piqueros y el resto arcabuceros o mosqueteros. El volumen de esta organización le restó movilidad ofensiva pero aún así resultó imponente, lo que le permitió a España convertirse en el primer poder militar de Europa. Los tercios podían adoptar distintos dispositivos de combate, ser empleados en atrincheramientos y en sitios. A pesar de esta versatilidad las organizaciones de infantería eran demasiado voluminosas y lentas por lo que resultaban más aptas para la defensa que para el ataque. En Ravenna, Marignano y Bicocca demostraron el valor de su potencia de fuego, pero al igual que la táctica inglesa de principios de la Guerra de los Cien Años aún se
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necesitaba que el enemigo se lanzase al ataque para poder aprovechar el poder de las nuevas armas. De todas formas la presencia de bocas de fuego se fue incrementando en todos los ejércitos europeos y para 1650 la proporción con las picas era de cuatro a uno. Al comienzo de estos cambios los españoles conservaron parte de su infantería armada con escudos y espadas, lo que le daba la ventaja al luchar con formaciones de piqueros o alabarderos sin armas de fuego, pues en el combate cercano de infantería las armas de gran longitud carecían de efectividad. Cuando las armas de fuego adquirieron mayor difusión los españoles desarrollaron un modelo de infantería ligera que armada con arcabuces actuaba en escaramuza por delante y en los flancos de las formaciones principales, a estas tropas los franceses las llamaban enfants perdus y son el antecedente de las formaciones de tiradores dispersos que comenzaran a desarrollarse a mediados del siglo XVIII. Estos adelantos permitieron afianzar el papel de la infantería en el campo de batalla pero la nueva tecnología de armas los obligó a realizar otra adaptación. Una formación al estilo de los cuadros suizos o de los tercios españoles ofrecía a la artillería de la época un blanco fácil y provechoso, tanto más cuanto los cañones se estaban haciendo más ligeros y móviles. Una respuesta fue la creación de unidades integradas por menor cantidad de soldados que presentasen así un blanco menor al enemigo. Pero una organización de menor volumen debía ofrecer además una habilidad mayor de combate pues la disminución en número era también una mengua de potencia; la solución vendrá de la familia Nassau en los Países Bajos. Los Nassau crearon los batallones hacia 1590 compuestos de 850 hombres organizados en compañías de a 150 hombres. Con el batallón se había creado una unidad ágil, controlable y que presentaba un menor blanco a la artillería; faltaba aún resolver el tema de su potencia. Lo primero que Juan de Nassau desarrolló fue un manual donde rescataba la tradicional disciplina e instrucción de los tiempos romanos, elemento éste que aún no revestía uniformidad en los ejércitos de la época. Por supuesto que es cierto que para desplazar un cuadro suizo o un tercio español los soldados debían recibir previamente adiestramiento para ello, pero la costumbre de la época hacía que esa ejercitación no se repitiera una vez aprendida. La innovación de los Nassau en este punto es la de la práctica continua, lo que le dio a sus soldados no sólo agilidad y rapidez sino que favoreció su cohesión
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como unidad. Incluyeron también la imposición del silencio de los soldados durante los ejercicios y el combate para que pudiesen oír claramente las órdenes o los ritmos de los tambores en la ejecución de las maniobras. Asimismo “de los antiguos aprendieron y adoptaron la prescripción de darle a las órdenes un aspecto especial (comando preparatorio) que precedía al mandato de ejecución (no’vista derecha’sino ‘vista …derecha’), porque de otra manera no podía esperarse una adecuada ejecución”.46 Estos procedimientos para la instrucción mejoraron también la posición de los oficiales que siendo responsables del adiestramiento de la tropa, se convertían luego en líderes en el campo de batalla con un perfecto conocimiento de la capacidad de la unidad y con un alto espíritu de cuerpo. Los batallones holandeses sometidos a entrenamiento constante proveyeron de una mejor relación de mando y control para la ejecución de maniobras dentro y fuera del combate al punto que podían lograr formar en batalla a 2.000 hombres en 22 minutos, mientras que en otros ejércitos la misma tarea llevaba una hora para sólo 1.000 hombres. Para aumentar la potencia de estas unidades Mauricio y Guillermo de Nassau desarrollaron la contramarcha que consistía en lo siguiente: la primera línea de mosqueteros disparaba y se retiraba a retaguardia, mientras las siguientes filas avanzaban para repetir el procedimiento. De esta manera se aumentaba la cadencia de fuego permitiendo mantener un ritmo constante de hostigamiento al enemigo. Estas mejoras en el fuego y la organización hicieron que los cuerpos formasen en batalla en líneas más delgadas lo que les permitía disponer de más bocas de fuego en cada descarga, llegando a establecerse que el batallón se desplegaba en sólo diez líneas de profundidad. El adelgazamiento de la línea extendió el frente de los campos de batalla por lo que ahora se necesitarían de más hombres en caso de decidirse por una maniobra de envolvimiento. Esto en principio no resultará un problema pues la situación económica europea y el abaratamiento del costo de los soldados, por el abandono de la caballería blindada, facilitaría el crecimiento de los ejércitos. Esto coincidirá además con que el incremento en la potencia defensiva de las fortalezas exigirá también del empleo de más soldados para el mantenimiento de un sitio. 46 Delbrück, H. 1990, “History of the art of war, volume IV The Dawn of Modern Warfare”, traducido por Walter J. Renfroe Jr., pg.159, Lincoln University of Nebraska Press.
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Otras dos modificaciones importantes que introdujeron los Nassau fueron al igual que en Roma, la regularidad del pago y la obligatoriedad de sus soldados de hacerse cargo del cavado de trincheras y de la preparación de defensas, y la fundación en 1616 de la Schola Militaris.
Caballería La tradicional caballería pesada fue abandonando la mayor parte de su armadura quedando reducida hacia el 1600 a peto, espaldar y casco en general aunque todavía se observarán algunos jinetes con mayor equipamiento hasta mediados del siglo XVII. Esto le dio a la caballería una mayor movilidad y además permitió cambiar su armamento. Los jinetes abandonaron la lanza y la reemplazaron por el sable e incorporaron el uso de pistolas, las que cargaban en número de dos o tres. Esta caballería fue conocida bajo el nombre de reiter, que proviene de las primeras unidades con este formato. Eran éstos cuerpos alemanes que portaban armadura negra por lo que se los llamó schwartzreiter o jinetes negros, de donde proviene su apelativo. La nueva caballería planteaba una novel doctrina de empleo que se ofrecía en dos alternativas posibles: el combate por el fuego o el combate por el choque. Para el primero se desarrolló la caracola que consistía en un procedimiento similar a la contramarcha pero ejecutado por el escuadrón de caballería. La caracola podía ejecutarse de dos maneras: por extracción, cuando la línea después de tirar marchaba a retaguardia por el flanco de la unidad; o por introducción, cuando lo hacía por jinetes individuales atravesando las líneas por dentro de la unidad. El combate por choque, llamado por los ingleses cold steel, preconizaba el empleo del sable o espada y planteaba a su vez dos posibilidades. Por una parte el uso del arma para atravesar al enemigo, es decir esgrimiendo la espada de punta; por la otra empleando el arma para cortar. Las nuevas doctrinas exigieron de una caballería más disciplinada y entrenada que fue barriendo de los campos de batalla a los ya arcaicos caballeros de lanza.
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TÁCTICA EN LOS COMIENZOS DE LA PÓLVORA Los ejércitos del período se iniciaron manteniendo densas formaciones tanto a caballo como a pie, confiando en el choque frontal como maniobra definitoria de la victoria. Entre las armas no se plantea prácticamente acción combinada alguna y el caballero blindado es la figura central del combate. Entre las armas arrojadizas será el arco largo inglés el que plantee la primera debilidad de las formaciones cerradas, como lo demostrarán las primeras batallas de la Guerra de los Cien Años. Este modelo también comenzó a conmoverse con la introducción de formaciones cerradas de infantería equipadas de picas y alabardas, capaces de resistir el embate de la caballería pesada, lo que revivía la relación entre ésta y las legiones romanas. Esta nueva y a la vez vieja circunstancia comenzó a darle su lugar a la infantería y planteó la necesidad de formular una doctrina de armas combinadas. En este escenario se desarrolla una táctica lineal de frentes relativamente estrechos y formaciones profundas, se privilegia el movimiento hacia delante y el choque frontal y ocasionalmente operaciones de envolvimiento y ataque por el flanco. La aparición de la pólvora reforzará la necesidad de hallar una doctrina combinada que permita una efectiva relación entre las armas, esto llevará a sucesivos ensayos y prácticas exitosas como el caso del tercio español. Sin embargo poco había cambiado el formato de las batallas fuera del hecho de que las armas de fuego hacían más letal el campo de batalla. Es la preocupación por esta efectividad del fuego la que llevará a realizar un cambio fundamental en las organizaciones. Originalmente el combate en la antigüedad había comenzado en formaciones dispersas, la falange sumeria y la falange grecomacedónica habían planteado la solución de la concentración. La legión mantenía en concepto de concentración pero aprovechará la flexibilidad organizativa para aumentar la movilidad, durante la edad media las formaciones siguieron aprovechando la receta de la concentración. Las armas de fuego impulsan un cambio hacia la dispersión que tímidamente comienza a manifestarse con la aparición de las formaciones tipo batallón de los Nassau. Estas organizaciones no sólo desconcentrarán las grandes masas de tropas sino que además recuperarán la antigua agilidad y movilidad de las tropas romanas.
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La artillería, que durante siglos se redujo a balistas, onagros y trabucos; va a encontrar en el cañón un protagonismo y modo de empleo diferente y más mortífero. Los ejércitos se harán más numerosos, presentarán una formación lineal de un frente más amplio y con unidades de escasa profundidad, pues ahora la potencia estará centrada en al cantidad de bocas de fuego y no en la densidad de la formación.
E L DESPERTAR DE LA G UERRA M ODERNA L A S OCIEDAD Y LA GUERRA La guerra siempre estuvo sujeta a los cambios y configuaraciones de la sociedad, pero durante siglos esos cambios estuvieron mayormente dirigidos, manejados y contenidos por gobiernos de poder absoluto. Sin desconocer las situaciones de Grcia y Roma, no podemos dejar de considerar el hecho de que el hombre común poco tenía que ver en la decisión política de la guerra y su relación con el poder era más bien sumisa y de obligada tolerancia. A partir del siglo XV las cosas empiezan a cambiar lentamente y el cuerpo social comienza a tener una presencia tal que no puede ser sometido simplemente y debe ser integrado de algún modo en las variables de desición del gobierno. Tanto la incorporación de la clase de ricos comerciantes y burgueses a la decisión política, como las leyes de reclutamiento y economía atienden a una sociedad cuya rebeldía no es tolerada pero tampoco provocada por los monarcas. En el campo militar vemos que con todos sus adelantos la organización de los ejércitos se enfrentó con dos problemas. En principio y sin desmerecer los esfuerzos realizados todavía se trataba de una organización híbrida entre el modelo mercenario y la organización clásica resucitadas. Esto quitaba flexibilidad y limitaba al mando y a las fuerzas mismas, sujetando la lucha a pautas rígidas de formación y movimiento que respondían a la ética contemporánea pero que chocaban con la libertad de acción que se había buscado al estructurar las legiones en cohortes y manípulos. 125
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El otro problema era ajeno a la voluntad e inventiva militares. Terminada la Guerra de los Treinta Años en 1648 la destrucción y ruina dejada por ese conflicto hizo que la población civil se sustrajera de participar en actos bélicos. Se desarrolla entonces la idea de limitar la guerra en todo sentido. Se agota el modelo de Condottiere, los soldados siguen siendo en su mayoría profesionales pero son contratados o reclutados individualmente bajo la dirección del estado. El racionalismo impone criterios de moderación, racionalidad y tolerancia, se refuerzan los mecanismos de disciplina y control del ejército y se humanizan las prácticas bélicas. Juristas como Hugo Grotius y Thomas Hobbes tratan de encuadrar la guerra dentro de normas éticas y legales. El mercantilismo de Colbert aporta medidas de limitación de gastos e inversiones. Se produce también una“…distinción entre el poder del soldado y los derechos de los ciudadanos…” ; “…la evolución de las leyes y usos de guerra no hubiera tenido lugar sin la creación de ejércitos permanentes…sin su disciplina hubiera sido imposible humanizar las prácticas bélicas…y sin ellos no hubiera surgido la importante discriminación entre fuerzas armadas y personas privadas”. La barbarie y el terror de la guerra de tres décadas contribuyeron marcadamente a esta separación del cuerpo civil de la sociedad y la fuerza militar del rey, pues la guerra no es ahora una actividad del Estado, sino del Rey. Los Reyes son diferentes de los monarcas del siglo XV cuyo poder residía en la venalidad de las tropas mercenarias. Las monarquías de la segunda mitad del siglo XVII apoyan su poder en ejércitos profesionales permanentes dirigidos y organizados por el estado y sometidos a la autoridad centralizada del rey, según el modelo francés establecido por Louvois después de la victoria del Gran Condé sobre los españoles en Rocroi en 1643. Todo ello trajo como consecuencia la reducción de los ejércitos y su perfeccionamiento para servir como instrumento de la política real. Esta reducción se vio reforzada también por el mediocre estado de las comunicaciones y el pobre nivel tecnológico de la agricultura. Los ejércitos de la época se mantienen alrededor de los 40.000 individuos en campaña, sin perjuicio de que a escala nacional se alcancen cifras de 200.000 hombres. La racionalización de los ejércitos comenzada por Louvois, y seguida en toda Europa, estableció el modelo básico de los modernos ejércitos. Entre 1650 y 1750 se reestructuran las formaciones de infantería, caballería, artillería e ingenieros conforme a las nuevas necesidades y aptitudes de cada arma; se generaliza el uso de grados fijos; se estandarizan uniformes, equipos y armamentos;
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se estabiliza la doctrina táctica, fijándose formaciones y maniobras uniformes. Comienza a establecerse una estructura de comando concorde con este nuevo modelo de guerra y de organización La guerra es un negocio costoso tanto por los recursos económicos que insume como por el valor que un soldado bien entrenado tiene para el Estado. En ese sentido saber hacer la guerra es también conocer profundamente el manejo de los medios económicos para sostener el combate. La desaparición del sistema económico romano trajo aparejada la disolución de su ejército, la falta de reemplazo de ese sistema mantuvo a los ejércitos europeos reducidos en número. Esta situación va a cambiar a partir del descubrimiento de América que proveerá de oro y plata a la economía europea y por tanto de recursos económicos para la creación de ejércitos cada vez más numerosos. El mantenimiento de los recursos humanos será otra variabla de la ecuación a manejar para mantener una poderosa fuerza armada. En este sentido para la época se generará un núcleo de soldados profesionales al servicio del estado que servirá de base para la expansión del ejército en caso de guerra. Para este último caso se preferirá el reclutamiento de mercenarios o extranjeros para no disminuir la mano de obra nacional que sostiene a la economía del reino, como decía el Cardenal Richelieu: ”un mercenario, es un soldado más para Francia, uno menos para el enemigo y un paisano disponible para Francia”. Finalmente la otra cuestión a atender es el abastecimiento de las tropas que para la época se resuelve en “vivir del terreno”, lo que significa que la mejor manera de mantener el ejército es combatiendo en territorio ajeno lo que se suele describir con la expresión “la guerra alimenta a la guerra.” En la ecuación económica de la guerra se advierte una constante: los grandes comandantes y los grandes ejércitos han reconocido la necesidad de la profesinalización. Asegurarse la completa atención y tiempo del soldado para su entrenamiento mediante el pago de una soldada o sueldo que liberase al hombre de sus preocupaciones dinerarias y familiares, ha resultado una psolución y preocupación repetida en la historia. Ya los Sumerios, Egipcios y Persas registran este fenómeno. Filipo lo incorpora a su ejército, lo mismo que los Romanos en Veii. Modernamente los dos comandantes que mencionamos a continuación, Gustavo Adolfo y Luis XIV, ordenaron primero las finanzas reales para poder disponer del dinero suficiente para poder solventar el pago de sus soldados.
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La guerra del siglo XVII va a afirmar la tendencia a considerar los factores económicos de la guerra, no sólo desde el punto de vista logístico. Se va aprestar atención a los costos de instrucción y preparación de los ejércitos, los costos de equipamiento, transporte, alimentación, peor sobretodo se los va a empezar a considerar como componentes de la economía del estado.
GUSTAVO A DOLFO DE SUECIA Las ideas de los Nassau tuvieron su aprobación definitiva durante la Guerra de los Treinta Años en la ejecución del Gustavo Adolfo. El Rey de Suecia, va a perfeccionar el modelo holandés, que fuera introducido en el país nórdico por Juan de Nassau. En una época donde en todos los ejércitos la proporción de mercenarios era muy elevada, el Rey de Suecia va a introducir el Indelningsverk. Esto consistía en la obligación de cada comuna de cumplir con una determinada cuota de soldados, los registros de hombres capaces a partir de los 15 años los realizaban los clérigos, mientras que los responsables del enlistamiento eran los oficiales públicos locales. De esta manera el ejército sueco habría sido el primer ejército nacional. Por supuesto que este era el núcleo del ejército y que en tiempo de guerra se reclutaba a extranjeros y prisioneros. Se aplicaron con rigor los temas de instrucción y disciplina, al punto que se dice que algunas unidades actuaban en batalla como si estuvieran en un campo de maniobra. El perfeccionamiento en el adiestramiento permitió reducir la profundidad de las formaciones a sólo seis rangos y a mejorar el sistema de la contramarcha por otro similar pero que avanzaba las líneas de tiradores en lugar de retrocederlas. Esto le dio a la infantería sueca un mayor poder ofensivo que se veía reforzado por el empleo de los famosos cañones de cuero. La infantería sueca se formaba en unidades de 500 hombres llamadas escuadrón, tres de éstas unidades se integraban en una brigada que tenía carácter permanente. Un tercio de los soldados cargaba picas y el resto mosquetes. La formación del ejército sueco se plantea más lineal, menos profunda y por doctrina emplea ofensivamente el fuego para luego lanzarse al ataque. En cuanto a la caballería se la organizaba en subunidades de 50 a 150 hombres y en regimientos de entre 300 y 1.000 jinetes. Se había especializado y presentaba cuatro tipos: los coraceros, los arcabuceros montados, los dragones y la caballería ligera representada entre otros
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por los húsares húngaros. Gustavo Adolfo renegó del empleo de la caracola e impulsó el uso del choque sable en mano, formando la caballería en tres rangos de profundidad. Después de la batalla de Lützen prácticamente todos los ejércitos abandonaron la caracola y empleo del fuego desde la montura. Con la creación de la brigada Gustavo Adolfo completó la organización táctica de su ejército. Tres escuadrones formaban una brigada que tenía carácter de unidad permanente con una jerarquía propia. Estas brigadas mandadas por un coronel son el antecedente directo de los regimientos. Reforzó los comandos tácticos estableciendo la plantilla en un coronel, un teniente coronel –jefe de escuadrón-, un Cuartel Maestre Jefe, dos capellanes, dos jueces, cuatro cirujanos, cuatro prebostes, y algunos secretarios. El alto comando sueco reproducía el esquema regimental con un Cuartel Maestre General y con el agregado de jefes de armas, entre ellos Torstenson, Jefe de Artillería y Franz von Traytor, Jefe de Ingenieros. Con esta estructura, muy similar en sus líneas básicas a la de los tiempos de César o Alejandro, Gustavo Adolfo comandó un ejército de más de 180.000 hombres, sin embargo, nunca pudo reunir en una batalla a más de 40.000 como en Breitenfeld en 1631. La deficiencia no es sólo imputable al rey de Suecia, todos sus aliados y enemigos sufrían la misma limitación debido a la carencia de redes camineras adecuadas, sistemas de abastecimiento eficientes y provisiones suficientes. Los ejércitos numerosos son costosos y más si no se puede ejercer sobre ellos un control total.
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L UIS XIV Cuando Luis XIV accedió al trono en 1661 debió hacerse cargo de un ejército que se hallaba en transición en cuanto a la reducción de mercenarios al servicio de Francia, pero que además no estaba realmente bajo el control del Rey. Su verdadero comandante era el Duque d´Epernon Coronel General de Infantería, quien entre otras cosas determinaba los destinos de los oficiales. Cuando el duque murió Luis aprovechó y se hizo cargo del mando del ejército. Existían en Francia numerosas tropas regionales a disposición de los gobernadores pero mantenidas por el Rey; Luis decidió cortar su financiamiento y disponer de guarniciones reales en los lugares realmente necesarios y bajo mando centralizado en la corona.. Uno de los problemas del ejército era la corrupción y la falta de determinación en la uniformidad de organización, armamento, ropas y soldadas que eran solventadas con el tesoro real. El primer paso fue la designación de un Ministro de Guerra llamado Michel Le Tellier, quien fuera sucedido por su hijo el Marqués de Louvois, ambos brillantes sirvientes del Rey. Se crearon Comisionados de Guerra e Intendentes de Ejército quienes realizaban inspecciones en busca de controlar el empleo de los recursos centrados ahora en el Ministerio de Guerra. Las irregularidades encontradas se resolvían con la expulsión de los responsables del ejército. A partir de allí con los recursos financieros centralizados se comenzó la tarea de uniformar a las unidades, estandarizar su armamento, regularizar el pago y establecer un sistema de rangos militares que fuese ajeno a las jerarquías de la nobleza. Esto último trajo algunos inconvenientes pues los nobles no se avinieron con facilidad a las discrepancias entre las dos categorizaciones. De todas formas el sistema comenzó a funcionar y hacerse eficaz cuando las designaciones de oficiales de centralizaron en Versalles lo que daba cierta garantía de equidad además de ser una imposición del Rey. Se otorgó mucha importancia a la instrucción de las tropas obligando a los oficiales a participar de los ejercicios. A estos últimos además se los presionó a través de privilegiar la competencia, a estudiar la teoría militar del momento, lo que hizo que pronto los oficiales abandonaran las conversaciones cortesanas para volcarse a la plática profesional. Aunque la nobleza continuaba disfrutando de privilegios en la obtención de
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cargos de oficiales a través de su compra, desde 1661 los grados de Mayor y Teniente Coronel se obtenían solamente por mérito, lo mismo que el de Brigadier creado en 1667. La mejor administración del ejército y sus recursos le permitió a Luis XIV disponer de una fuerza que llegó a alcanzar los 420.000 hombres durante la Guerra de los Nueve Años, un número desconocido desde la época del Imperio Romano y que no se volvería a ver hasta las Guerras Napoleónicas. Para comienzos del siglo XVIII los batallones de infantería se constituían de 12 compañías de línea y una de granaderos, teniendo cada una de ellas unos 50 hombres. Desde fines de la Guerra de los Treinta Años estas unidades se componían por mitades de piqueros y mosqueteros formados en ocho rangos de profundidad. En abril de1653 los piqueros fueron reducidos a un tercio y en 1667 comenzaron a desaparecer gracias a la invención de la bayoneta por el Coronel Martinet. Esta primera bayoneta se armaba fijándola al tubo del mosquete lo que impedía dispararlo; pocos años después el General Vauban inventó la bayoneta moderna lo que significó el fin de la pica que para el 1700 prácticamente había desaparecido de los ejércitos europeos. Los batallones que se habían reducido a seis rangos, con esta invención se podían formar ahora en sólo tres. Esta formación extendió nuevamente el frente de los ejércitos en batalla, ahora con la clara intención de evitar el flanqueo. La caballería se organizaba en escuadrones de 200 hombres divididos en tres compañías que eran comandadas por un Capitán, un Teniente y un Cornet que desde 1684 recibió la designación oficial de Subteniente. La caballería se componía de húsares, dragones y carabineros. Dentro de la Maison du Roi se contaban los Gardes du Corps, los Mousquetaires de la Garde, los Garde Francaises, los Gardes Suisses, los Gendarmes de la Garde, los Chevaux – Legers de la Garde y los Grenadiers a Cheval de la Garde creados en diciembre 1676. La artillería francesa que había sido estandarizada por última vez en 1572, fue regularizada en 1666 en los calibres de cuatro, ocho, 12, 24 y 33 libras. Este poderoso ejército contaba para su aprovisionamiento con el llamado sistema de depósitos que le permitía salir de su emplazamiento original y cubrir las primeras etapas de marcha bien abastecido para comenzar luego a vivir del terreno enemigo. Contó además Luis XIV con un brillante ingeniero militar llamado Sebastien Le Preste, Señor de Vauban. Elevado al rango de Mariscal en 1703 con-
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dujo 53 sitios, construyó 33 fortalezas y mejoró otras 300. Sus ideas y diseños respecto de fortificaciones y sitios se mantuvieron vigentes hasta el siglo XIX. El más formidable enemigo que enfrentó Luis XIV fue el ejército inglés al mando de John Churchill, Duque de Marlborough durante la Guerra de la Sucesión Española.
L A GUERRA A PRINCIPIOS DEL S IGLO XVIII Después de la Guerra de los Treinta Años se inicia un período conocido como el de la Guerra Limitada. El horror y la devastación que ese conflicto produjeron generó un fuerte rechazo hacia la guerra que continuó operando bajo el exclusivo designio del Rey con objetivos reducidos. Esto mantuvo la calidad de los soldados, pues se trataba mayormente de profesionales voluntarios o de mercenarios, pero también obligó a endurecer la disciplina para mantener una cohesión que poco tenía de patriótica. Curiosamente la ausencia del ciudadano común en el ejército favoreció la continuidad de los nobles al mando de las tropas, pues durante algún tiempo evitó los roces entre la aristocracia y el resto de la población. Esta situación general hizo que el número de soldados en campaña fuese reducido aunque los ejércitos contasen con cientos de miles en servicio. La doctrina militar que surgió de la combinación de estos elementos se aplicó desde la Paz de Ryswick (1697) hasta las guerras de la Revolución Francesa, sin adoptar mayores cambios con excepción de las nuevas teorías de 1720 y el comienzo de su aplicación oficial a partir de 1750. El racionalismo asentó en el campo militar las virtudes de la moderación, la racionalidad y la tolerancia; virtudes que los abusos de la Guerra de los Treinta Años ayudaron a cimentar por el rechazo del exceso y el uso desmedido e inútil de la violencia. Estos abusos en la Guerra de los Treinta Años, junto con la decepción que significó la transfiguración del conflicto religioso en una contienda de intereses reales, generó además una cierta repulsión del común de la gente hacia la actividad militar. Por otra parte los soberanos tenían muy vívidos recuerdos de lo que ocurría cuando los ejércitos se desbocaban. Las virtudes de la razón y la opinión popular pusieron a los monarcas absolutistas en la situación de limitar el tamaño de las fuerzas;
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estilo que ya era habitual en el conflicto mencionado por razones económicas, que el mercantilismo de Colbert vino a reforzar. De allí que los ejércitos de esta guerra limitada sean relativamente pequeños con un promedio de 30.000 a 40.000 hombres, alcanzando un máximo de 100.000 hacia mediados del siglo XVIII. Los ejércitos resultaban costosos en dos sentidos, tanto en el monetario como en el tiempo que se requería para entrenar un recluta y convertirlo en un soldado eficaz. El número de efectivos estaba limitado también por el pobre nivel tecnológico de la agricultura de la época, en razón de la cantidad de alimento que podía cosecharse y ponerse con seguridad y eficacia a disposición de una fuerza armada. Pero los límites de los ejércitos no alcanzan sólo a su número, también su movilidad se encuentra limitada y dos factores principales actúan de coto. Por un lado los caminos de la época tienen un estado lamentable, dificultando el tránsito de todo tipo de unidades militares. Ello así teniendo en cuenta que cada unidad, cualquiera fuera su especialidad, cuenta con un tren de carros que transporta las carpas de campaña, los víveres de consumo inmediato y las municiones de reserva. Un regimiento prusiano, dentro del ejército más frugal y controlado de la época, requería de 60 tiros de caballos solamente para transportar el equipo de tiendas. El estado de los caminos resulta aún más grave en el caso de la artillería y los ingenieros cuyos equipos más pesados que los del resto del ejército se ven terriblemente limitados por la falta de firmeza de las calzadas. La otra limitación la constituye el sistema logístico establecido por el Ministro de Guerra de Luis XIV, Louvois. Estableció un sistema de depósitos repartidos sobre los territorios de Francia alrededor de los cuales se convocaban las unidades que formarían parte del ejército de operaciones para ser abastecidas y equipadas. Si bien el sistema resultó óptimo en cuanto al avituallamiento de las tropas, resultó una seria limitación operativa; los ejércitos no podían operar efectivamente a más de unos 80 a 120 kilómetros del depósito más cercano. A modo de ejemplo podemos decir que para abastecer una fuerza de 50.000 hombres a una distancia de 25 kilómetros de su depósito, se requería de 100 carromatos diarios y de marchas de 5 a 7 días. A todo ello debemos agregar que los procedimientos de acampado eran tan rígidos y protocolares que un ejército sólo disponía de unas cinco horas diarias para desplazarse de un lugar a otro y era raro
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que se mantuviese en movimiento por más de cuatro días seguidos sin hacer alto para un descanso prolongado. Estos ejércitos de volumen reducido y limitada capacidad de desplazamiento operativo se enfrentaban a un enemigo particular que restringía aún más su libertad de acción: el tiempo. Las condiciones meteorológicas se sufrían de tal forma que una pequeña lluvia podía transformar los malogrados caminos en lodazales y los campos de batalla en peligrosas y mortales trampas tácticas; de igual modo una lluvia fuerte o una nevada ponían fuera de combate todas las armas de fuego. Esto llevó a considerar militarmente útiles sólo los seis meses de verano y primavera, permaneciendo en cuarteles de invierno las tropas durante el resto del año. Hasta aquí contamos con ejércitos relativamente pequeños bien equipados y alimentados, de lento desplazamiento y mediano alcance, operativos en campañas que no podían exceder los seis meses. La participación popular en las luchas depende de las necesidades económicas y esto influye en el reclutamiento. Aunque la mayoría de los estados continentales tienen normas de conscripción, las consideraciones financieras hacen que se evite el reclutamiento de elementos productivos o contribuyentes de impuestos, lo que lleva a que el contingente de soldados se integre con las clases que social y económicamente tengan menos valor: desocupados, labriegos pobres, vagabundos, criminales y extranjeros reclutados dentro o fuera del país donde algunas naciones tienen agentes permanentes de recluta. Es interesante apreciar la vigencia de las ideas de Richelieu al respecto. De este modo los reyes hacen “sus” guerras gastando poco, calculando cada inversión y con un limitado número de personas, molestando poco a sus súbditos; así obtienen el doble efecto de “ahorrar” población por razones humanitarias y en razón de mantener intacta la base de contribuyentes impositivos. Una evolución particular que sufrió la guerra fue que el incremento de las armas de fuego y cierta equiparación doctrinaria en su empleo volviera a estancar el desarrollo del arte de la guerra y del mismo modo que en la época de la caballería medieval, la igualdad de potencia hizo que se rehuyera la batalla campal y que los comandantes se inclinasen más por los sitios. En un tiempo donde el racionalismo estaba en auge también se intentó regular la guerra y en el campo táctico los sitios se pautaban con rendiciones a plazo acordadas entre caballeros. Aunque esta rigidez casi reglamentaria regía para todos los ejércitos, hubo brillante
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comandantes que pudieron sobreponerse a ella y librar batallas que constituyen hoy piezas de estudio del arte de la guerra. Para la época aunque no existía una regularidad doctrinaria en el empleo de la infantería había cinco maniobras principales que un batallón podía cumplir. La primera consistía en avanzar hacia el enemigo realizando descargas entre los 250 y los 60 metros. La segunda era el fuego estático realizado entre los batallones a 60 metros de distancia o menos en la espera que uno de ellos se quebrase. En tercer lugar la actitud a tomar luego del fuego estático, avanzar o retirarse. En cuarto las acciones defensivas contra la caballería y en quinto el empleo de defensas y fortificaciones en el terreno. En Francia la infantería, especialmente a partir del empleo de la bayoneta, no se daba gran importancia al combate por el fuego, antes bien lo consideraban un procedimiento previo al asalto. Era precisamente en el choque donde fincaba su principal virtud táctica. Para el ataque la infantería fijaba bayonetas y marchaba hasta la posición del asalto, desde allí la primera línea avanzaba acompañada en general por la caballería preparada espada en mano. La segunda línea marchaba luego tratando de conservar una distancia de apoyo con la primera, pero la ausencia del empleo del paso en cadencia hacía que esa distancia no siempre fuera efectiva y que en ocasiones la primera línea quedase sola. Los soldados marchaban en silencio, el coronel era el único autorizado a hablar y la música estaba prohibida. Cuando se alcanzaba la distancia de disparo con el enemigo se ordenaba acelerar la marcha para reducir el tiempo de exposición al fuego. Estaba prohibido también el empleo del fuego propio en el ataque. El combate se resolvía de dos maneras o el fuego defensor era lo suficientemente potente como para rechazar el asalto, o los nervios de los soldados eran lo necesariamente débiles como para desbandarse ante la acometida. Muy rara vez se llegaba a un combate cuerpo a cuerpo prolongado en una carga a la bayoneta. Los oficiales franceses estaban instruidos para explotar cualquier penetración en el dispositivo enemigo, la mitad de las fuerzas atacantes se empleaban para contener cualquier contraataque mientras la otra mitad se lanzaba contra los flancos abiertos de la brecha. Los británicos por su parte preferían el combate por el fuego. Sus batallones avanzaban hasta unos 100 pasos del enemigo donde se ordenaba el fuego por pelotones. A diferencia de los franceses que formaban en cuatro líneas que disparaban en salvas, los ingleses fraccionaban sus fuegos por pelotones de manera de darle un ritmo constante de disparos a su ataque. Se buscaba obligar al enemigo a huir
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por el desgaste y su exposición a las balas. En caso de encontrar síntomas de desbande el batallón se lanzaba al ataque. Estos dos modelos predominaban en Europa. El francés era seguido por bávaros y suecos mientras que el inglés era empleado por prusianos y holandeses. En cuanto a la caballería no se denota el empleo de ninguna doctrina oficial, por lo general se emplea la carga sable en mano y las armas de fuego se reservan para la defensa o la contracarga. Su principal misión es derrotar a la caballería enemiga. Subsiste aún la discusión del empleo del arma blanca para atravesar o cortar. La artillería, aunque móvil sigue siendo pesada y difícil de transportar por los malos caminos europeos. Su función en el campo de batalla es la defensa de la línea del ejército y de ser posible el fuego de contrabatería o sobre las unidades de caballería e infantería enemigas. Se la emplea dispersa en el dispositivo del ejército, aunque el Mariscal de Luxemburgo abogaba por su utilización en baterías masivas. El mayor problema de la artillería es la disposición de suficientes caballos para el traslado.
L OS INICIOS DE LA TÁCTICA MODERNA La aparición de la pólvora dio inicio a cambios en la forma de hacer la guerra que no alcanzaron estabilidad hasta ya iniciado el siglo XVIII. La introducción de cañones había obligado primero al cambio de la arquitectura militar haciendo desaparecer las paredes verticales para reemplazarlas por glacis, fosos salientes y bastiones. Estos cambios tuvieron impacto en el costo de las fortificaciones, no sólo por la necesaria reconstrucción sino por su equipamiento en artillería. Del mismo modo al hacerse más compleja la defensa requirió mecanismos de sitio también más sofisticados que precisaban de ejércitos numerosos para su ejecución. Los cañones habían mejorado, se hicieron más móviles y livianos, aunque todavía no disponían de una movilidad táctica dentro del campo de batalla. Por su parte la caballería abandonó su aspecto medieval individualista. Se integraba ahora en unidades de combate con funciones específicas de empleo y armada con sables, pistolas y mosquetes,
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desechando prácticamente toda su armadura y el uso de la lanza pesada tradicional. La infantería va a marcar el cambio más fundamental en el período y en su historia. Desde la antigüedad hemos observado que la ventaja táctica de batalla estaba unida a un tipo de organización en particular, así las formaciones persas sucumbieron ante la Falange Griega, la Falange Griega tuvo que ceder paso a la Legión Romana. La Legión debilitada estructuralmente fue superada por el empleo de la caballería pesada; ésta perdió protagonismo frente a los cuadros suizos los que a su vez cedieron frente a los tercios, que se vieron desplazados por los batallones holandeses y las brigadas suecas. A partir de la última mitad del siglo XVII vamos a apreciar que la organización tipo batallón conjuntamente con sus ideas de disciplina e instrucción va a ser adoptada por todos los estados europeos. Mientras que Gustavo Adolfo vencerá a las tropas imperiales por el empleo de las capacidades tácticas de sus brigadas que aventajaban a los tercios. Marlborough, Eugenio de Saboya y Villars, combatirán con organizaciones tácticas estructuralmente iguales a las que ellos como comandantes deberán emplear de modo que sus capacidades tácticas resulten más provechosas. Este evento es fundamental pues indica un progreso hacia la estabilidad táctica básica de empleo y abrirá el campo para que pensadores y conductores militares elaboren acciones tácticas, operacionales y estratégicas superiores. Para comprender la importancia de este evento debemos apreciar que en cuanto a la tarea de conducción Alejandro, Cesar, Belisario o Gustavo Adolfo sufrían las mismas limitaciones y gozaban de las mismas ventajas; todos ellos estaban sujetos a la labor del despliegue táctico de cada una de las unidades de sus ejércitos en batalla y la conducción de ésta era de táctica inferior y focalizada al sector inmediato a su mando. Ahora la táctica de batallón y su adiestramiento resuelven los problemas tácticos de despliegue, los comandantes se ocupan del posicionamiento general del ejército atendiendo a la mejor explotación de las capacidades tácticas combinadas de todas las tropas que estaban a su disposición. Después de siglos el comandante podrá dirigir a completo sus fuerzas en batalla, o dicho de otra manera la táctica menor estará a cargo de los coroneles y la táctica superior a cargo de los generales, y en breve tiempo la estrategia será la preocupación principal de los comandantes supremos.
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Será este cambio el producto fundamental de la Revolución Militar y el que marcará el perfil de la guerra hasta nuestros días.
La Guerra en el Siglo de las Luces La doctrina de los ejércitos encuadrados en el esquema logístico de Louvois, eleva al grado de objetivo estratégico cada depósito y con ello las pertinentes líneas de comunicación. Esta calificación de objetivos hace que proliferen las fortificaciones y la consecuente expansión de lo que se ha dado en llamar desde antiguo la “Poliorcética”, o ciencia de la Guerra de Sitio. Para ello el siglo XVII contó con el más brillante de los ingenieros militares, el incomparable Vauban, quien crea un modelo de fortificación y un sistema de sitio que tendrá vigencia hasta la segunda mitad del siglo XIX. Convertidos los depósitos y las líneas de comunicaciones en los primordiales objetivos estratégicos, encuadrados en un científico sistema de fortificación-sitio, se genera la adopción de una estrategia donde todo gira en torno a la defensa, agregando mayor lentitud al desarrollo de la contienda. Los sitios llegaron a ser tan importantes que entre 1700 y 1745 se levantaron no menos de 46 de mayor envergadura, cifra muy alta si calculamos que en el mismo tiempo se libraron unas veinte batallas de importancia. Los generales se concentran en planes estratégicos que combinan amenazas a las líneas de comunicación enemigas y a los depósitos del oponente, con el objeto de poner sitio a éstos y como medio de fijar el punto de batalla. Se utilizan para ello avenidas de aproximación directa que aseguran la manifestación de la amenaza. Este modo de actuar por ambos bandos evita el temido azar del encuentro inesperado, con la consecuente pérdida de costoso e irreemplazable personal entrenado y material. Las campañas se montaban con el objetivo de maniobrar las fuerzas hasta que el enemigo se encontrase en una posición insostenible y aceptase capitular. La conducción de la guerra está encuadrada en principio al cálculo especulativo exacto de ganancias y pérdidas, tomadas sobre la base concreta del sitio o defensa de una posición conocida y se somete además a procedimientos rituales. Todo está rigurosamente enmarcado en normas protocolares, desde el uniforme hasta las complejas maniobras y ningún comandante - en principio - viola tales reglas. Como ejemplo los sitios se interpretaban de la siguiente for-
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ma: una vez fijadas la posiciones de sitiador y sitiado, se tomaba como elemento básico de la victoria el relevo de la fortaleza sitiada; si ello no ocurría dentro de un tiempo razonable el comandante de la plaza debía aceptar capitular, hecho viable en razón que la rendición no era considerada como un acto deshonroso, sino más bien como un resultado natural del oficio. Si algún “imprudente” intentaba resistir más allá de lo protocolarmente aceptado, las tropas sitiadoras tenían derecho al saqueo. Todo ello regido por normas de procedimiento que hacían de la guerra un vistoso espectáculo al que por otra parte asistía mucho publico civil en calidad de mero espectador. Los generales, presionados también por el mantenimiento de un bajo presupuesto de costos de guerra, están más ocupados en no perder que en ganar; más interesados en evadir al enemigo que encontrarlo; todo ello bajo la vigilancia estricta del soberano que dejaba poco lugar a la iniciativa de sus comandantes. Las batallas se producen sólo cuando no queda otro curso de acción o cuando el general tiene claras señales de que puede fácilmente ganar y con pocas pérdidas, dejando fuera de combate al enemigo. Pese a la escasez de batallas, cuando éstas se producen son muy sangrientas; en la batalla de Minden de 1759, seis batallones ingleses victoriosos, sufrieron en conjunto un 30 por ciento de bajas. El arte de batallar se realiza por medio de un “kit” de maniobras destinadas a flanquear la fuerza enemiga, cuyo general había sido instruido para hacer exactamente lo mismo.
Organización y Tácticas Como reflejo de la estructura social de los tiempos la clase de oficiales constituye un campo que puede ser considerado como privilegio exclusivo de la nobleza. Se incorporaban aristócratas locales o extranjeros, siendo comunes las transferencias entre servicios. Los grados superiores estaban reservados a la casa gobernante y a las grandes familias, para los grados inferiores el nacimiento poco contaba; muchos oficiales pertenecían a la pequeña nobleza y se encontraban también algunos miembros de la burguesía en muchos regimientos y principalmente en los cuerpos de especialistas como la artillería y los ingenieros. Estos cuerpos técnicos eran los únicos en impartir un entrenamiento formal para sus oficiales; en las demás armas los oficiales aprendían el oficio “de la boca del cañón” con la
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consecuente falta de uniformidad profesional en el cumplimiento del servicio. Consecuencia de las relaciones sociales y de reclutamiento la disciplina era un serio problema. Tropas integradas por individuos que desconfiaban de sus mandos, rechazados por la sociedad, de patrias distintas y sometidos a una vida miserable -el reducido presupuesto afectaba la alimentación y el alojamiento de las tropas- y finalmente reclutados coercitivamente, eran mantenidos bajo una estricta y feroz disciplina. Los castigos físicos estaban a la orden del día, aún la pena de muerte era un escarmiento regular para cuestiones triviales. El control de la tropa era tan difícil que hasta estaban prohibidas las tareas de forraje, tanto para impedir la huida como para evitar los daños a civiles Sin embargo la deserción que en tiempo de guerra alcanzaba proporciones escalofriantes y la necesidad de mantener una fuerza entrenada obligaba a los comandantes a mitigar las normas disciplinarias a efectos de mantener un buen número de combatientes bajo bandera. Las diferencias entre el cuerpo de oficiales y la tropa eran muy pronunciadas no sólo por la forma del reclutamiento, sino que además los sangrientos abusos cometidos durante la Guerra de los Treinta Años y el aprovechamiento que los reyes habían hecho de ese conflicto, establecían una marcada animosidad entre las clases aristocráticas y la populares, tanto más que los representantes de estas últimas no eran de lo mejor de la sociedad. En cuanto a la organización los regimientos eran permanentes y sus efectivos constituían la fuerza central que el Rey usaba en tiempos de paz para asegurar su poder y en tiempos de guerra como núcleo sobre el cual se incorporaban los nuevos reclutas que no alcanzaban a más de un tercio de cada unidad. Este sistema profesional se debe a que las maniobras de formación y el entrenamiento de fuego eran complicadas y exigían de dos a cinco años de práctica y disciplina para ejecutarse con la precisión que el combate exige. Esto nos lleva a estimar al soldado entrenado como muy valioso y difícil de obtener, lo que explica que los generales de la época prefiriesen evitar los encuentros sangrientos y de dudoso resultado, aceptando el combate sólo en condiciones favorables. Era común la ruptura de la lucha y la retirada inesperada, y aún los comandantes victoriosos no eran muy dados a la persecución por miedo a las bajas que podían ocasionarse y a la pérdida del control de las tropas propias. Por otra parte en ausencia de sentimientos nacionales o ideológicos a ningún
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general se le ocurriría empeñar a sus fuerzas "hasta el último hombre", ni proponer como objetivo la destrucción total del enemigo. Lo complicado de la maniobra táctica hacía que las formalidades se respetaran puntualmente, este ritualismo se extendió a todo el procedimiento de guerra transformando la actividad en un fenómeno rígido y predecible. Formar un ejército en batalla lleva complicadas maniobras y mucho tiempo, téngase en cuenta que se producían frecuentes detenciones durante los cambios de formación a efectos de alinear las filas. Por ello los combates sólo tienen lugar bajo el mutuo consentimiento de ambos comandantes. Todo esto disminuye el ritmo de las operaciones y hace que la guerra sea un negocio lento, formal e incruento. En el campo táctico podemos señalar que la introducción del mosquete puso en primera línea el poder de fuego como factor de combate, sin embargo su incidencia en la lucha depende de la forma que se dé a su uso. Así los Ingleses entrenando a sus tropas en el tiro por grupos obtenían mejores resultados que los países que practicaban el tiro por línea, compañía o batallón completo, como era el caso de Francia y sus aliados. Generalmente con sólo el poder de fuego se podía obtener un resultado favorable, manteniendo al enemigo bajo presión hasta quebrar su resistencia. Rara vez en combate se llega a la lucha cuerpo a cuerpo por lo que la bayoneta tardó un tiempo en asentarse en el campo de batalla, aunque esto de manera muy irregular. La aparición de la bayoneta que permite el tiro desplazará totalmente a la pica. Los Franceses fueron los más reacios a incorporar este armamento y conservaron las picas más tiempo que ninguno, aún cuando la mayoría de los ejércitos occidentales las habían descartado para 1703. Los Suecos y Rusos aún las usaban durante la época de Poltava en 1709 pero los piqueros apenas alcanzaban el 20 por ciento de las tropas de infantería. Esta actitud hacia las picas hizo que los Franceses conservaran por más tiempo las formaciones profundas. La bayoneta libera al mosquetero de la protección del piquero contra la caballería, dando a la infantería mayor movilidad. Las nuevas armas permitieron el desarrollo de nuevas tácticas y formaciones. El estilo profundo y compacto de la falange o el tercio no podían sobrevivir a la potencia de fuego de los mosquetes y a la desaparición de la pica. En su reemplazo comienzan a aparecer formaciones lineales y poco profundas, de entre tres y seis líneas y se desarrolla la táctica del cuadro para contrarrestar a la caballería.
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Los escuadrones combaten por el fuego y por el choque, según la doctrina de cada país. Los jinetes van armados de sable, pistola y carabina y todavía utilizan cierta protección de metal, que con el progreso del siglo se abandonará por obsoleta. En términos generales los ejércitos forman en batalla en dos líneas paralelas separadas entre sí por 150 ó 200 pasos, con sus escuadrones de caballería en los flancos. La artillería principal trata de ser colocada en algún lugar ventajoso, ya que por su peso e poca movilidad raramente se desplaza durante el combate; los cañones regimentales se intercalan entre los batallones. Finalmente aparece una estructura primitiva alrededor del comandante en jefe en la que comienza a dibujarse la figura del Estado Mayor; aunque no hay funciones claramente delimitadas y en muchos casos los oficiales cumplen actividades de soporte del comando superior y retienen sus cargos como comandantes de unidades de combate.
La situación en el Ejército Francés En 1740 regía el Ejército Francés la Ordenanza Real de 1704, modificada varias veces, con y sin la firma del Rey, sometida a las contingencias del momento de aplicación y finalmente adecuada a las opiniones, experiencia y preferencias de cada jefe de tropa. Esas preferencias se dividían en dos escuelas diferentes. Entre las guerras de la Sucesión Española y de la Sucesión Austriaca sobreviene una discusión académica entre dos modelos militares: el Orden Profundo y el Ordre Mince u Orden Delegado. Los sostenedores del Ordre Mince postulaban la formación tradicional de la época: el despliegue de batallones en cuatro rangos en dos líneas paralelas, una a continuación de la otra para desarrollar una ataque a la bayoneta. Por su parte quienes defendían el Orden Profundo, cuyo paladín era el Caballero de Foulard, sostenían que la fuerza de un cuerpo reside en su espesor; proponían intercalar entre las líneas de batalla columnas de unos seis batallones de profundidad. La idea central consistía en que este tipo de formaciones maniobrarían mejor y fácilmente podrían penetrar las delgadas líneas enemigas Mientras estas discusiones que afectaban a las formaciones de infantería no encontraban una doctrina oficial que las acallara, en la
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caballería la doctrina oficial estaba totalmente ausente, sin embargo había una mayor unidad de criterios. A principios de esta etapa del arte de la guerra la caballería desarrolla una formación de combate consistente en tres líneas paralelas separadas por unos 50 pasos que avanzan al trote hacia el enemigo haciendo fuego sobre él, primero la línea del frente, que luego de la descarga se divide en dos y marcha a retaguardia a formarse por detrás de la tercera y así sucesivamente las restantes líneas. Una vez retomada la formación podía: repetirse la maniobra de fuego o recibir o lanzar una carga a espada. La gran mayoría de los jinetes en 1730 estaba convencida del valor de choque de la carga a velocidad y coincidían en que el fuego no tenía utilidad si precediendo la carga, también la contenía. La única controversia consistía en el uso de la espada; unos preferían utilizarla de punta para atravesar al enemigo y otros, los más experimentados, daban mayor importancia al filo y su capacidad de cortar, herir y poner fuera de combate al enemigo, aún cuando esta técnica demandaba una mayor habilidad de esgrima. La caballería carga en tres líneas, salvo la Maison du Roi y Les Carabiniers que lo hacen en dos, en razón de su reducido número. Los franceses confiaban además en que la fuerza de la carga provenía del peso del caballo; lo que no evaluaban era que también traía desorden. Fuera de estas consideraciones no existe ninguna uniformidad entre los regimientos de caballería en cuanto a la maniobra y el comando. La artillería carece también de una regla táctica o de maniobra. Todas las piezas resultan pesadas e incómodas para su traslado. Las de menor calibre se colocan entre los batallones para aumentar el poder de fuego de éstos. Las más pesadas tratan de instalarse en posiciones dominantes desde las cuales poder tomar de enfilada a las tropas enemigas.
Las Ideas de Maurice de Saxe47 Maurice de Saxe se educó en el arte de la guerra bajo las normas que surgieron de la combinación del racionalismo del siglo XVII, las secuelas de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), el mercanti-
47 Se suele traducir como Mauricio de Sajonia
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lismo de Colbert, las innovaciones de Vauban y Louvois apoyadas por Luis XIV y el auge del absolutismo. Las propuestas que surgen principalmente de “Mes Rêveries” proponen un modelo militar diferente, que el propio Maurice califica de ideal sin dejar de repetir que es un modelo posible, de hecho sus ideas provocan cambios en el ejército francés, como más adelante veremos. En primer lugar Maurice descree de la forma de reclutamiento de su tiempo, proponiendo en su lugar la prestación de servicios militares para toda la población en general, sin las excepciones sociales toleradas en la época. Respecto de este punto no se formula ninguna proposición en cuanto a la incidencia económica que ello implica. El servicio propuesto debía extenderse por un período de cinco años. Le asigna a la maniobra la meta de desmoralizar al enemigo antes de llegar a la batalla, que si no puede ser evitada debe ser ejecutada con la mayor astucia y à outrance. Como vemos conserva el estilo operacional evasivo, pero encara francamente la ejecución de la batalla como una prioridad expectable y no como un objeto que debe ser evitado. Este cambio de criterio es un primer paso hacia una estrategia de fondo defensivo, pero con la expectativa de poder explotar cualquier situación ventajosa de carácter ofensivo. El entrenamiento principal del soldado debe recaer sobre la práctica de marcha. Maurice rescata el paso cadenciado del tiempo de los romanos y en desuso a principios del siglo XVIII. Esta ausencia de cadencia provocaba serios inconvenientes y retrasos que podían derivar en un desastre. Las formaciones al cambiar de frente o disposición se alargaban o encogían según el paso libre de los soldados trayendo dos consecuencias: la necesidad de detenerse y reordenar las filas constantemente con la consiguiente complicación y derroche de tiempo y el perjuicio sobre la coordinación de la maniobra y en general de la batalla. Esta propuesta del paso cadenciado parece ser una necesidad notoria en esos tiempos. En 1730 Leopoldo I de Anhalt-Dessau introduce la marcha en cadencia logrando que la infantería maniobre en orden cerrado con cambios de formación columna-línea más rápidos, sin necesidad de abrir y cerrar las filas. No hemos encontrado evidencia de que la idea haya sido obtenida de las propuestas de Maurice; no se conocen tratos personales entre ambos personajes y por otra parte, “Mes Rêveries” fueron publicadas recién en 1757. Sin embargo ello no enerva la fuerza de la razón y el acierto de la propuesta de de Saxe.
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Respecto de sus observaciones sobre el uso del fuego de mosquetería debemos formular algunas aclaraciones. Los franceses efectuaban sus descargas por filas, por descarga general, por filas en la defensa de un obstáculo o individualmente en atrincheramientos. El fuego en los dos últimos casos no merecía ninguna observación, el infante se encontraba protegido mientras recargaba. Sin embargo en los primeros casos después de la descarga el batallón se encontraba sin tiros en razón que las líneas no se intercambiaban, dejando a la primera línea sin protección al recargar, mientras las tres líneas restantes nada hacían. Esto provocó que los batallones de Guardias franceses tuviesen estrictas órdenes de no hacer fuego antes que el enemigo. A raíz de todo ello el fuego de mosquetería no era la forma de ataque preferida en Francia, ni tampoco la de Maurice. De Saxe sostiene que el tiro de infantería se debe reservar para cuando no sea posible entablar la lucha cuerpo a cuerpo, por ejemplo contra tropas atrincheradas y en ese caso debe ser hecho a voluntad, cada soldado dispara sin órdenes. Debido a esta desconfianza en el fuego como elemento de ataque, propone la construcción de reductos cada 300 metros y por delante de la línea del frente, con el objeto de romper el impulso del asalto de la infantería enemiga. Este modelo inspirado en el despliegue ruso durante la batalla de Poltava en 1709, es el que pondrá en práctica en la batalla de Fontenoy en 1745. Para Maurice los planes del general en jefe deben ser trazados antes de la batalla y las órdenes cursadas al principio de ésta. Una vez trabada la lucha el comandante debe desplazarse por el campo de batalla en busca de los puntos críticos del combate, tomando el mando de las tropas a su disposición para corregir, enfrentar o aprovechar la situación. Maurice postulaba organizar a la infantería en Legiones de cuatro regimientos; cada regimiento se componía de cuatro Centurias de infantería, una Media Centuria de infantería ligera, una Media Centuria de caballería de 70 jinetes y de cuatro amusettes. Cada Centuria de infantería estaba compuesta por 184 hombres y los autores postulan dos versiones acerca de como formaban. Una interpretación señala que los 184 hombres formaban en ocho filas las 1ª, 2ª, 5ª y 6ª armadas con mosquetes, las restantes con picas. La otra dice que la formación tenía sólo cuatro filas, las dos primeras con mosquetes y las dos traseras con medias picas.
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La segunda versión tiene asidero en razón de que la profundidad de cuatro filas coincide con las regulaciones del ejército francés de la época y con la escuela del Ordre Mincé que en líneas generales fue usado con más regularidad. El argumento en favor de la primera está dado en que Francia conservó formaciones de seis rangos de profundidad de la época de Turenne, mientras mantuvo la pica como arma regular. Se ha tratado de utilizar la amistad entre de Saxe y de Folard para decir que ello habría influido en Maurice sobre la elección de una formación profunda, sin embrago éste criticaba la idea de Folard. Pese a esa amistad Maurice pensaba que la columna de ataque sería demasiado profunda para que pudiese maniobrar con la facilidad que Folard le asignaba, teniendo en cuenta que las filas tienden a mezclarse durante los movimientos. Sostenía que la fuerza de choque provenía de un número hábil de filas y no de un desmedido amontonamiento de ellas; sólo una cantidad de hombres puede entrar en contacto con el enemigo y también un número determinado puede reemplazarlos. La columna profunda se apoya en la teoría del reemplazo de un hombre caído por el que le sigue ad infinitum. Nos inclinamos por la segunda versión como organización y formación clásica de la Legión. La primera interpretación debe referirse a la formación de marcha donde una Centuria forma detrás de otra, obteniéndose así la alternancia de mosquetes y picas, o a la máxima formación en orden profundo que Maurice toleraba, esto es ocho filas. Por otra parte esa sucesión de filas alternadas pone en desuso a la 5ª y 6ª de mosqueteros que no tendrían un blanco sobre el cual hacer fuego; además recordemos que la poca fe sobre el poder de fuego surge de la falta de protección en la recarga, no del fuego efectivo, por lo que no habría motivo para “esconder” esas filas. Otro argumento estaría dado por el sistema de reductos que necesitarían de una potente línea de fuego detrás para explotar el éxito de la ruptura del asalto enemigo. Más allá de estas consideraciones lo destacable de esta “Legión” es que Maurice crea el modelo de estructura de los Cuerpos de Ejército de Napoleón, donde las armas se reúnen bajo un solo mando para su aplicación integrada en el campo de batalla. Esta persistencia en el uso de la pica, aún para 1732 cuando fue escrita se debe a dos causas: primero la desconfianza hacia el fuego como lo señalamos antes y segundo debido a que Francia fue la última nación en aceptar e incorporar la bayoneta.
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La Media Centuria de infantería ligera se dispersaba en un área entre 60 y 120 metros al frente de la Legión batiendo con fuego a voluntad al enemigo a partir de los 200 metros. Este uso también es un modelo del empleo que se dará en las Guerras Napoleónicas a la infantería ligera. La misión de la caballería es la persecución de enemigo batido por la infantería ligera. Como vemos la prioridad de Maurice es debilitar y quebrar al enemigo antes de comprometer el cuerpo principal de sus fuerzas. En cuanto a las amusettes la innovación es de alta tecnología para su época. Esta arma es una especie de fusil-cañón de retrocarga montado sobre un afuste ligero y atendido por dos sirvientes de pieza. El reclamo por la utilización de armas de retrocarga es constante en Maurice, su requerimiento apuntaba a conseguir que un soldado echado cuerpo a tierra pudiese cargar su arma con facilidad. Esa visión no se haría realidad hasta la Guerra Franco Prusiana. En cuanto a la conducción sostenía que la guerra debe hacerse con seriedad y planearse meticulosamente; no debe dejarse nada al azar, al menos nada que pueda preverse. El comandante debe crear las oportunidades y no esperarlas. Introduce la movilidad como arma fundamental del ejército, “lo principal depende de las piernas, no de los brazos”, un contraste notable con la guerra de su tiempo. Lo mismo que la idea de la búsqueda del punto débil y crítico de quiebre del equilibrio enemigo y la persecución hasta su destrucción. Proponía la explotación de los accidentes del terreno, los que prefería a las fortalezas creadas por el hombre. Este criterio implica abandonar la idea de la predeterminación de movimientos de la guerra limitada y enfrentar al enemigo en terrenos no elegidos de antemano y en lugares inesperados. Lo que coincide con las críticas que formulaba al sistema de convenciones protocolares antes de la lucha. En cuanto al tamaño de los ejércitos entendía que dependía de la movilidad y que debía establecerse un equilibrio entre la fuerza efectiva y la capacidad de desplazamiento. Este equilibrio lo hallaba en el número de 46.000 hombres. “Las batallas no las ganan los ejércitos grandes, sino los buenos”. Para Maurice, Gustavo Adolfo de Suecia fue el último innovador en el arte de la guerra, a partir de él todo había declinado. Tenía un claro conocimiento del factor moral y entendía muy bien el delicado balance entre la voluntad de avanzar y el instinto de huir. Proponía el uso de bandas militares, escudos regimentales, ban-
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deras y que los regimientos tuviesen nombres propios que permaneciesen en el tiempo y que ello no dependiese del coronel al mando. Con igual sentido proponía la promoción estricta por méritos. (“Carrière ouverte aux telents”. Napoleón) Maurice de Saxe fue sin lugar a dudas un valiosísimo pensador militar y un innovador, que aunque no logró que sus contemporáneos aceptaran completamente sus ideas, legó un poderoso arsenal conceptual a Francia que ésta sabría explotar muy bien a partir de la Revolución Francesa. Bien merecido tiene el mote de “Mariscal Prodigioso”.
El Ejército Francés después de Maurice Después de la Guerra de la Sucesión Austriaca es evidente que las tácticas y el entrenamiento utilizado por Francia son inadecuados y obsoletos, por ello se encarga al Ministerio de Guerra el estudio de los métodos prusianos para su eventual adaptación. En 1749 en presencia de Maurice, pelotones extraídos de gran número de diferentes regimientos son entrenados en el Hôtel des Invalides en las prácticas de la marcha en cadencia, el fuego por pelotones y el comando de una fuerza de movimiento acompasado. El 3 de mayo de 1750 estos ejercicios son presentados a su majestad el Rey Luis XV en el campo de Sablons por los Guardias Franceses y los Guardias Suizos. Por decreto del 7 de mayo de 1750 se hacen obligatorias las nuevas maniobras y métodos de instrucción. El fuego se realiza por filas, pelotones o a voluntad. En los años siguientes la influencia de las ideas de de Saxe y Foulard pesan más que la inspiración prusiana. Por reglamento del 6 de mayo de 1755 los batallones forman en tres líneas y hace su aparición una nueva formación: la Columna de Ataque, formada por dos batallones paralelos entre sí y perpendiculares al enemigo, con un pelotón de frente cada uno. Maurice de Saxe siembra las ideas de renovación del arte de la guerra que sólo darán sus frutos con la Revolución Francesa y florecerán bajo Napoleón. Es notable el contraste entre los métodos de guerra de su tiempo y sus propias propuestas. Hay en ellas una rebelión de la razón contra la razón creadora de la “Guerra Limitada”. La velocidad de movimientos, el desgaste previo a la batalla, la búsqueda del punto crítico, la explotación de las debilidades enemigas, el aprovechamiento del terreno y la persecución, son conceptos
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que Maurice ha rescatado y nos ha legado. A su tiempo otorgaron a la guerra el carácter de asunto serio para una nación, abandonando el aspecto protocolar y rígido que por entonces tenía. En las ideas de de Saxe están la organización de Carnot y los triunfos de Napoleón.
F EDERICO EL GRANDE Federico II de Prusia accedió al trono en 1740 después de haber servido 8 años en el ejército, por lo que conocía de los problemas castrenses y había recibido una más que adecuada preparación militar bajo la guía del Príncipe Leopoldo Dessau. La infantería prusiana estaba constituida por regimientos de mosqueteros que integraban 1.700 hombres en dos batallones. Cada batallón comprendía seis compañías y una más de granaderos. En combate se solían crear batallones de granaderos retirando un total de cuatro compañías de ellos de los regimientos regulares. Existía además una Guardia compuesta de tres batallones, el primero de 1.000 hombres y los otros dos de 700 y un cuarto batallón de Guardias Granaderos. La Guardia constituía una reserva y sólo se empleaba para restituir y componer situaciones de peligro o para definir la victoria. La buena calidad de la infantería prusiana se debía al padre de Federico, Federico Guillermo I, el Rey Sargento. Pero la caballería es su obra particular, después de su mediocre rendimiento en la batalla de Mollwitz en 1741, Federico le dedicó una especial atención en cuanto a mejorar su calidad y capacidad. Los regimientos de coraceros y dragones contaban con 870 hombres. Los de húsares podían alcanzar los 1.000 y hasta los 1.500 hombres. Eran muy apreciados por Federico quién había impulsado la creación de cinco de éstas unidades y elevado de tres a seis los escuadrones de Húsares de la Guardia. Para la misión específica del reconocimiento del terreno por donde se cumpliría el itinerario de campaña del ejército se creó el Feldjäger-Corps Zu Pferde. Originalmente en 1740 comprendía seis oficiales y 50 soldados, 112 hombres en 1744, 162 en 1786, pero siempre con seis oficiales al mando. La artillería no constituía un punto débil en el ejército prusiano. Esto se debía a que las armas con mayor tecnología, como la artillería y los ingenieros eran considerados por la aristocracia como de menor importancia, Federico cumplía con este perfil. La única figura remar-
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cable del arma y que se ocupó de su mejora y desarrollo fue el Mayor Georg Friedrich von Tempelhoff. En 1740 el ejército contaba con un batallón de artillería de seis compañías, al año siguiente se había creado otro y poco después se los rebautizaba con el nombre de Regimientos de Artillería de Campaña. En 1759 se creó la primera batería de artillería a caballo en Landeshut. Cada batería comprendía diez piezas y en el caso de las de 12 libras integraba a cinco oficiales, 210 hombres, 180 caballos y 20 carros de municiones. Los ejércitos de la época no habían estandarizado el paso en cadencia lo que dificultaba no tanto la marcha sino la puesta en posición de batalla de las unidades. En el ejército prusiano este paso había sido instaurado por influencia de Dessau, y la primera evidencia documental de ello es una circular del Rey del dos de mayo de 1747. En ella se recomienda un ritmo de 90 a 95 pasos por minuto. Si recordamos que era costumbre en la época que los ejércitos tuviesen una formación de marcha y otra de batalla es comprensible que el paso de una situación a otra, sin ritmo de movimiento se hiciera tan lento y complejo que hacía prácticamente imposible la sorpresa o el forzamiento de una batalla. Una de las innovaciones más importantes que Federico va a introducir es la de solucionar este problema. Sabemos que en los ejércitos de la época rige el criterio de táctica lineal y que por lo general se repite el modelo de Gustavo Adolfo de formación en dos líneas. Federico entonces va a formar sus unidades para la marcha en dos columnas, conforme debían quedar desplegadas en combate. Esto quiere decir que encontrado el enemigo el ejército prusiano sólo necesitará desplazarse para colocarse en la posición en la cual quiere combatir y girar a izquierda o derecha para dar frente al enemigo sin necesidad de realizar ninguna reformación del dispositivo. Prusia tendrá así la ventaja en el campo de batalla y la posibilidad del empleo de la sorpresa contra sus enemigos. Como vemos esto se corresponde con el avance señalado de que la estandarización de la táctica básica habilitó a los comandantes al desarrollo de la táctica superior. Siguiendo esa línea de razonamiento Federico mejoró el dispositivo de dos líneas colocando en los extremos de su centro formado por la infantería y entre las líneas de batalla, un batallón dispuesto en columna y capaz de formar en línea dando frente al flanco del ejército. Se aseguraba así que si las alas de caballería eran dispersadas, el enemigo no podría penetrar fácilmente el flanco y tomar por retaguardia la primera línea.
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Federico es famoso también por el empleo del concepto de orden oblicuo, al que seguramente conoció por sus lecturas acerca de la Grecia antigua. Esta operación consiste en el envolvimiento o desborde del flanco enemigo por un ala propia más poderosa mientras el centro y la otra ala retrazados al sesgo aferran a las fuerzas enemigas. Ciertamente que la operación en sí misma no resulta novedosa, pero lo que si es importante es que en su aplicación Federico devolvió al arte de la guerra la movilidad y maniobra de las tropas dentro de la batalla. Hasta entonces todas las maniobras están directamente vinculadas al ataque inmediato, en este caso hay una operación previa cuyo objetivo es colocar a las tropas una vez iniciada la batalla en la mejor posición que las circunstancias van ofreciendo. Luego desde allí realizar la maniobra de ataque final. Si bien es cierto que esta operación funcionó de manera brillante lo hizo en pocas ocasiones y fue contrarrestada en breve tiempo lo importante sigue siendo no la operación en sí, sino la idea y el concepto de movilidad. En cuanto al empleo de la caballería ésta formaba en las alas del ejército, con los coraceros en primera línea, los dragones en segunda y los húsares como reserva. Al igual que en épocas anteriores su función principal era destruir a la caballería enemiga y en caso de éxito volverse contra la infantería. A principios de su reinado Federico insistía en que la carga de caballería debía realizarse al trote, sin embargo este método nunca fue aceptado y se continuó con el empleo habitual del galope. Los coraceros debían romper la línea enemiga para ser seguidos luego por los dragones a 300 pasos de distancia. La vieja discusión acerca de la forma de empleo del sable le hizo decir a Federico frente a dos generales que sostenían opiniones diferentes “ Caballeros, me resulta perfectamente indiferente como van a matar a su enemigo si atravesándolo o cortándolo. Yo concluyo que la mejor clase de espada es aquella que puede usarse para ambos casos…”48 En cuanto al empleo de la artillería su función principal era la de apoyar el ataque de la infantería para lo cual cada batallón disponía de dos piezas ligeras de seis libras y cada brigada de una batería completa de 12 libras. A partir de la creación de la artillería a caballo con sus sirvientes montados, también llamada artillería volante, la caballería se benefició con un apoyo de artillería propio. Federico también practicó concentraciones de artillería en grupos de hasta 40 piezas.
48 Duffy, C. 1996, “The Army of Frederick The Great”, pg.167, Chicago The Emperor’s Press.
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Para el empleo de la infantería, Federico confiaba en el asalto, al estilo francés más que en el uso del fuego, pero luego comprendió que este último reportaba mejores resultados. El fuego prusiano originalmente estaba organizado al estilo inglés de pelotones, aunque también podía disparar por líneas y contaba con dos ventajas tecnológicamente importantes, por un lado su pólvora era de mejor calidad y en segundo lugar fueron el primer país en estandarizar el uso de la baqueta de hierro y su anillo de guía lo que aceleraba la velocidad de fuego. Además la instrucción de la infantería prusiana aumentaba la potencia de combate por el fuego. Mientras que era generalizada la táctica de iniciar el fuego a unos 200 metros, la infantería prusiana nunca lo hizo antes de los 80 metros. Esto que se conseguía con un durísimo entrenamiento provocaba temor e incluso pánico en el enemigo que veía avanzar a los prusianos imperturbables bajo el fuego. Una vez alcanzada esa corta distancia de disparo las descargas prusianas se demostraban altamente letales merced también a un rígido y metódico procedimiento de fuego aprendido en una muy disciplinada instrucción. La rigidez disciplinaria y la instrucción constante son también un legado federicciano. Es bien recordada la idea de que el soldado debía temer más a sus oficiales que al enemigo y aunque hoy nos suene cruel no debemos olvidar que en la época la mayoría de los soldados eran reclutados entre las clases más despreciables de la sociedad o eran mercenarios, una mezcla que obligaba al rigor para obtener resultado positivos. La elección de soldados de tan baja calaña guarda relación con la idea que expresara oportunamente Richelieu respecto a nutrir de hombres al ejército sin lesionar la mano de obra de la economía.
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E VENTOS DESTACABLES La Guerra de los Treinta Años Este conflicto inició siendo una guerra de religión entre católicos y protestantes en Alemania, pero pronto adquirió un perfil político. Los Ausburgo reinantes en el Sacro Imperio Romano intentaban controlar Europa rivalizando especialmente con los Borbones en Francia, contaban para ello con los Príncipes Católicos Alemanes, Austria y España. En su contra los Príncipes Protestantes Alemanes tenían el apoyo de Dinamarca y Suecia. Por una cuestión estratégica la Francia católica se plegó al mando protestante lo que provocó una reestructuración de alianzas y la multiplicación de conflictos parciales entre los beligerantes. La mayor parte de la guerra se libró en territorio alemán provocando una devastación en tierras y vidas nunca vista desde la época de los mongoles.
Breitenfeld 17 de septiembre de 1631 Gustavo Adolfo contaba con un ejército compuesto por 192 escuadrones de infantería, 131 de caballería, 20 cañones de campaña y 52 cañones ligeros, totalizando 26.000 suecos y 16.000 sajones. Frente a ellos el ejército imperial reunía 21.000 infantes, 11.000 jinetes y 30 cañones al mando del Conde Tilly. El Rey dispuso sus fuerzas suecas en una línea principal colocando al centro infantería y en las alas infantería y caballería con la artillería ligera, la artillería principal se hallaba frente al centro; en la extrema ala izquierda formaron los sajones. Una segunda línea se disponía de manera similar manteniendo además una reserva. Las tropas suecas tenían estructuralmente la ventaja de la flexibilidad y la movilidad, mientras que los sajones al igual que las tropas imperiales empleaban formaciones cerradas y rígidas de complejo movimiento y control. Tilly formó sus tercios de infantería en el centro con la artillería desplegada por delante y hacia la derecha, los cuerpos de caballería en las alas con excepción de una reserva montada.
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La batalla se inició con una cañonada mutua entre las 1200 y las 1400. A esa hora Pappenheim, comandante de la caballería del ala izquierda imperial, se lanza contra el ala derecha sueca repitiendo su ataque siete veces sin éxito, siendo a su vez contraatacado y obligado a retirarse del campo de batalla hacia las 1800. En el otro extremo la caballería de la derecha de Tilly había conseguido poner en fuga a los sajones. La flexibilidad sueca le permitió a Horn, comandante del ala izquierda de Gustavo, reordenar su línea formando un ángulo frente a la brecha dejada por los sajones. Tilly decidió entonces explotar el éxito y concentrar su ataque sobre la derecha sueca, pero reordenar sus tercios le llevó hasta las 1600 por lo que Gustavo Adolfo pudo emplear parte de su reserva para reforzar a Horn. Mientras las tropas imperiales avanzaban lentamente hacia su objetivo siendo las 1800 el centro sueco se movió de manera de poder atacar el flanco del ataque de Tilly. Desde allí la artillería sueca diezmó los tercios imperiales. Como golpe de gracia el Rey de Suecia lanzó todas sus fuerzas en un ataque general. Tilly herido debió retirarse en desorden sufriendo 7.600 bajas y 14.000 prisioneros; los suecos sufrieron 4.000 bajas.
Lützen 16 de noviembre de 1632 El Rey de Suecia contaba con 14.000 infantes, 5.100 jinetes y 60 cañones. Con esta fuerza se puso en marcha hacia Leipzig con la intención de sorprender al ejército católico que se hallaba dividido. El comandante de éste Conde Wallenstein decidió presentarle batalla en el pueblo de Lützen aprovechando un terreno elevado bordeado por un camino deprimido que asemejaba a un foso de defensa. Contaba en ese momento con 8.000 infantes organizados en cinco tercios y 4.000 jinetes. En el centro desplegó a cuatro de los tercios con siete cañones pesados por delante, el quinto tercio con algo de caballería y 14 cañones lo dispuso a su derecha sobre la Loma de los Molinos. A su derecha colocó la mayor parte de la caballería esperando por allí que el Conde Pappenheim arribase con refuerzos en número de 8.000 soldados. El Rey sueco se halló frente a la posición imperial el 15 de noviembre, luego de vencer algunas avanzadas católicas sobre el río Rippach. Esta acción retardante la ejecutó Wallenstein en busca del tiempo necesario para que arribaran sus refuerzos.
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Al día siguiente los suecos se desplegaron en dos líneas en el centro de cada una de las cuales se afirmaban cuatro brigadas a pie, las alas estaban integradas por sendos cuerpos de caballería apoyados por pequeños destacamentos de mosqueteros. Las 20 piezas pesadas de artillería se ubicaron al centro, mientras que 40 cañones ligeros regimentales lucían en las alas. Ambos ejércitos presentaban un frente de unos tres kilómetros de extensión. A las 1100 del 16 Gustavo Adolfo puso en marcha su ejército con la intención de envolver el flanco izquierdo imperial que lucía como el más débil. Luego de una hora de combate los católicos empezaban a ceder, pero el arribo de Pappenheim y su caballería estabilizó la situación, sin embargo la muerte de este comandante debilitó la moral imperial. Los suecos continuaron entonces avanzando y su infantería en el centro atravesó el foso del camino y capturó los siete cañones enemigos. En su ala izquierda Wallenstein resistía el ataque sueco que debido a las condiciones del terreno y al fuego que recibía desde Lützen asumió la forma de un asalto frontal. Para dar impulso a este ataque Gustavo Adolfo tomó un regimiento de caballería bajo su mando y se lanzó a la carga junto con el resto de las tropas, cayendo lamentablemente muerto en esa acción. El ejército sueco quedó consternado, pero el príncipe Bernardo de Saxe-Weimar logró reordenar el ala izquierda protestante y continuar el ataque. En tanto Wallenstein, gracias a sucesivas cargas de caballería pesada logró rescatar los siete cañones perdidos. Sólo habían transcurrido tres horas de batalla. A las 1600 horas los suecos lanzaron un nuevo ataque contra la Colina de los Molinos logrando capturar la batería imperial con fuertes pérdidas; la resistencia de los tercios impidió la ruptura de la posición católica. La infantería de Pappenheim se aproximaba al campo de batalla a las 1700 horas lo que permitió reequilibrar la batalla, que para ese momento había agotado los esfuerzos, reservas y municiones de ambos bandos. Wallenstein, sufriendo además de un ataque de gota, decidió retirarse hacia Halle abandonando su artillería y bagajes y con la pérdida de 10.000 hombres. El ejército imperial había planteado una buena defensa apoyando sus flancos en Lützen y un canal, sin embargo la rigidez e inmovilidad de sus fuerzas de infantería lo privaron de la flexibilidad necesaria para contrarrestar los repetidos ataques suecos. Por su parte éstos
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reafirmaron las ventajas que organizaciones más pequeñas y ágiles brindaban en los comienzos de la expansión de las armas de fuego.
Rocroi 19 de mayo de 1643 Las tropas francesas al mando de Louis de Borbón, Duque d’Enghien, Príncipe de Condé, de 21 años de edad, comprendían 18 batallones, 32 escuadrones y 12 cañones, totalizando 15.000 infantes y 7.000 jinetes. Frente a él las tropas españolas de General Francisco de Melo alcanzaban 18.000 infantes en 20 tercios, 7.000 jinetes y 28 cañones. Ambos ejércitos adoptaron un dispositivo similar en dos líneas con la infantería al centro, la caballería en las alas y la artillería por delante. Condé dispuso además de una reserva de infantería y caballería. Durante el 18 de mayo se sostuvieron pequeños combates de resultado incierto. Al día siguiente Condé lanzó un ataque con su ala derecha con la intención de envolver la línea española, teniendo éxito en rechazar a la caballería de Albuquerque que ocupaba ese sector. En tanto la caballería francesa de la izquierda cargó contra la derecha española, Melo respondió con un contraataque que alcanzó a la línea gala capturando algunos cañones. Condé triunfante atravesó el dispositivo hispano por detrás cayendo sobre la retaguardia de la fuerza de ataque de Melo y obligándolo a retirarse. La infantería peninsular sin caballería y completamente rodeada quedó a merced de la artillería y la fusilería francesa. La infantería española sufrió 8.000 bajas y 7.000 prisioneros, perdiéndose para siempre el prestigio de invencibilidad de los tercios españoles. El ejército de Condé perdió 4.000 soldados.
La Guerra de la Sucesión Española Cuando Carlos II Ausburgo de España muere sin dejar descendencia, dos reyes esgrimen su linaje para acceder al trono; por una parte Luis XIV de Francia y por la otra Leopoldo I Emperador del Sacro Imperio. Conociendo ambos que Inglaterra y Holanda no permitirían la unificación de España ni con Francia ni con Austria, Luis XIV reclama el trono para su nieto Felipe de Anjou y Leopoldo hace lo propio para su segundo hijo el Archiduque Carlos. El primero de
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noviembre de 1700 el Archiduque Carlos muere, mientras el candidato Francés asume la corona de España como Felipe V. Leopoldo reclama los Países Bajos Españoles para Austria lo que iniciará la guerra.
Blenheim 13 de agosto de 1704 Las tropas aliadas al mando de Marlborough y el Príncipe Eugenio de Saboya reunían 52.000 hombres y 60 cañones, las francobávaras del Mariscal Tallard disponían de 56.000 hombres y 90 cañones. Los franceses se afirmaron en la ribera sur del río Nebel apoyando su flanco derecho en el Danubio y el izquierdo en unas colinas arboladas que impedían todo envolvimiento. El frente incluía una serie de villorrios que podían ser fortificados para reforzar la defensa. Tallard planeaba atraer a los aliados hacia el centro de su dispositivo para luego atacarlos por la izquierda y la derecha desde Oberglau y Blenheim y darle un golpe de gracia con un asalto frontal de su caballería. Eugenio y Marlborough comprendían que era imposible rodear la posición francesa pero apreciaban al mismo tiempo que Nebel era fácilmente franqueable. Planearon entonces aferrar la extrema izquierda francesa con un ataque del Príncipe Eugenio, y mientras que dos fuerzas de contención atacaban Blenheim y Oberglau el centro aliado reforzado intentaría atravesar la posición franca entre ambas localidades. La batalla comenzó hacia las 1230 con los franceses a la defensiva esperando la oportunidad de poner en marcha su plan. Hacia las 1530 las tropas en Blenheim y Oberglau se hallaban aferradas por las fuerzas de Marlborough; en Blenheim particularmente se había reforzado el dispositivo retirando 27 batallones del centro francés. En tanto el Príncipe Eugenio combatía contra los bávaros que lo aventajaban dos a uno. Hacia las 1630 Marlborough había logrado establecer su superioridad numérica contra el centro francés, una hora más tarde lanzaba 80 escuadrones y 23 batallones contra los 68 escuadrones y 9 batallones que le quedaban a Tallard. El centro francés cedió sellando el resultado de la batalla, el propio Tallard cayó prisionero junto a 14.000 de sus hombres, 21.000 franceses cayeron en el campo de batalla y otros 5.000 desertaron. Las bajas aliadas alcanzaron a 12.000 hombres.
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Marlborough demostró una brillante habilidad táctica al presumir el plan francés y conseguir con sus ataques que Tallard debilitara su centro.
Ramillies 23 de mayo de 1706 Marlborough contaba con 62.000 hombres distribuidos en 74 batallones, 123 escuadrones y 120 cañones. Los franceses al mando de Villeroi poseían 60.000 hombres en 70 batallones, 132 escuadrones y 70 cañones. El ejército francés estaba dispuesto en media luna entre AutreEglise y Taviers con el pueblo de Ramillies en su centro. Su infantería estaba desplegada en el centro y a la izquierda, donde además se conservaban 50 escuadrones en segunda línea. Los 82 escuadrones restantes, con algunos batallones intercalados formaban el ala derecha. Marlborough había dispuesto sus tropas en una media luna paralela a la francesa, a su derecha había colocado infantería en la primera línea y caballería en la segunda, en el centro sólo infantería y en el ala izquierda principalmente caballería. La batalla se inició con ataques exploratorios ingleses a izquierda y derecha. Villeroi desplazó parte de su centro para reforzar su ala izquierda mientras su caballería rechazaba la caballería aliada en la derecha. Marlborough aprovechando que el terreno ocultaba sus movimientos movió la caballería de su derecha hacia su izquierda consiguiendo estabilizar la situación en el sector. Detrás de este desplazamiento de caballería trasladó también algunos batallones. Con su izquierda reforzada y el centro se lanzó contra los franceses que tenían su atención fijada en la región de Autre-Eglise. El ataque fue exitoso y Marlborough logró envolver la línea francesa provocando 3.000 bajas y tomando 3.600 prisioneros al costo de 2.500 muertos y heridos.
Malplaquet 11 de septiembre de 1709 Después de la toma de Tournai, Marlborough y el Príncipe Eugenio marcharon a poner sitio a Mons. Al sur de esta ciudad se encontraron con las tropas de los Mariscales Villars y Boufflers. Las tropas aliadas contaban con 110.000 hombres y 100 cañones, mientras que los franceses reunían 90.000 hombres y 60 cañones, probablemente
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las dos fuerzas militares más grandes encontradas en Europa hasta ese momento. Durante dos días ambos ejércitos se midieron a través de pequeñas escaramuzas. Los franceses aprovecharon para construir empalizadas, trincheras y abatís al frente y norte de Malplaquet, extendiéndose hasta la Folie donde se apoyaba su flanco izquierdo. Al igual que en Blenheim el comandante inglés comenzó atacando las alas francesas. Después del bombardeo inicial, comenzado a las 0730, hacia las 0900 se trabó un duro combate en el bosque de Taisnieres en la izquierda francesa. En el ala derecha gala se sucedían en tanto, ataques y contraataques sucesivamente contenidos y rechazados. El ala izquierda francesa comenzó a ceder a costa de duras pérdidas, lo que obligó a Villars a retirar tropas del centro y reforzar ese sector. Igualmente la presión del Príncipe Eugenio fue tan fuerte que para las 1200 el centro francés se había desplazado completamente hacia la izquierda para contenerlo. Esta oportunidad fue aprovechada por Marlborough para capturar los reductos franceses del centro de la línea y atravesarla luego con su caballería. En este punto Villars contraatacando la derecha aliada con 50 batallones resultó seriamente herido en una pierna, su Mayor General Puysegur y Boufflers lograron conducir el ejército fuera del campo de batalla en una retirada ordenada. Los aliados estaban tan exhaustos que no pudieron ejecutar ninguna persecución. Las pérdidas francesas alcanzaron los 12.000 y las aliadas los 25.000, lo que le hizo decir a Villars frente a Luis XIV “Si Dios le concede la gracia de perder otra batalla similar, su majestad puede contar con que sus enemigos serán destruidos.”La frase del Mariscal encerraba una verdad, pese a las sucesivas derrotas, el ejército francés seguía en pie. Esa debía ser la estrategia a seguir en el futuro, no destruir al enemigo específicamente, sino hacer que al enemigo le sea imposible destruir a la propia fuerza.
Denain 24 de julio de 1712 En 1711 Marlborough fue separado del comando del ejército aliado y al año siguiente Inglaterra se retiró de la guerra, sin embargo Holanda, Prusia y Austria continuaron luchando bajo el mando del Príncipe Eugenio, quién en 1712 inició una campaña contra las posiciones francesas en los Países Bajos. El Mariscal Villars actuando con rapidez se lanzó sobre Denain a orillas del Escalda para cortar la línea
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de comunicaciones aliada. En el lugar se hallaba atrincherada la mayor parte del ejército de Eugenio bajo el mando del General holandés Arnold van Keppel. En una de las más valerosas y violentas cargas a la bayoneta de la historia, Villars encabezando el ataque derrotó a los aliados provocando la pérdida de 8.000 hombres, sufriendo él solamente 500 bajas. Esta fue la última batalla importante de la guerra que concluyó al año siguiente con el Tratado de Utrecht que reconocía a Felipe V como Rey de España y afirmaba a los Borbones en ese trono que han mantenido hasta el presente.
Poltava 8 de julio de 1709 En su guerra con Rusia Carlos XII de Suecia había penetrado profundamente el territorio de los Zares y en el invierno de 1708-09 se encontraba con menos de 30.000 hombres, habiendo perdido su columna de abastecimientos y sin esperanzas de recibir refuerzos. En mayo continuó avanzando hasta alcanzar y sitiar la ciudad de Poltava al este de Kiev, en la ribera occidental del Vorskla. El Zar Pedro I El Grande reunió entonces un ejército de 60.000 hombres y se dirigió a su encuentro. Al llegar a las proximidades de Poltava cruzó el Vorskla con 50.000 hombres y estableció un campo atrincherado con bastiones de artillería y una avanzada de reductos más cercanos a la ciudad. Carlos no tenía fuerzas suficientes para soportar un contrasitio y decidió entonces atacar a los rusos. Herido en un pie días antes marchó a la batalla en una litera. El ataque sueco consiguió rebasar los reductos rusos y alcanzar el campo atrincherado de Pedro. El Zar desplegó entonces su ejército frente al campamento apoyado por la artillería de sus bastiones. Los suecos formaron en una línea abierta para compensar con su frente la diferencia numérica de las fuerzas. Los asaltos suecos hacen retroceder a los rusos, pero éstos se reagrupan y al atacar desde su ala izquierda separan a la infantería de Carlos de la caballería de apoyo. La reserva de caballería sueca intenta reponer la situación pero choca contra la rusa que pretendía envolver la línea sueca. En tanto la caballería del Zar en la derecha logra penetrar el dispositivo enemigo y atacar a su infantería por la retaguardia. El ejército de Carlos retrocede primero en orden y luego se desbanda ante la presión rusa. Todos los suecos excepto Carlos y 1.500
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hombres que lograron escapar resultaron muertos o capturados. Los rusos sufrieron 4.500 bajas.
Fontenoy 11 de mayo de 1745 Durante la guerra de la Sucesión Austriaca las fuerzas francesas del Rey Luis XV bajo el mando del Mariscal Maurice de Saxe sitiaban la ciudad de Tournai. Los aliados reunieron un ejército de ingleses, holandeses, hannoverianos y austriacos para relevar el sitio. Advertido de ello, Maurice tomó 52.000 hombres, 70 cañones y salió al encuentro de los 53.000 soldados y 80 cañones aliados al mando de William Augustus, Duque de Cumberland, hijo del Rey Jorge II de Inglaterra. Los franceses cruzaron el Escalda en inmediaciones del pueblo de Antoing y establecieron su línea de defensa formando un ángulo recto que partía desde ese pueblo hasta Fontenoy de forma perpendicular al río y de Fontenoy hasta el bosque de Barry paralelo al curso de agua. En este bosque que constituía uno de los extremos de la línea francesa se prepararon dos reductos con cuatro cañones cada uno; entre Antoing y Fontenoy se prepararon otros tres, dos con cuatro cañones y uno con ocho, además ambos pueblos fueron reforzados con cañones y tropas. Del otro lado del Escalda y a la altura de Antoing se dispuso una batería de seis piezas. No se fortificó el kilómetro que va desde Fontenoy al bosque de Barry pues lo recorría un barranco y Maurice de Saxe consideraba que ningún general se aventuraría a lanzar un ataque a través de él. La Guardia Francesa fue colocada en ese lugar. Las fuerzas aliadas se dispusieron contorneando el ángulo francés, en el sector de Antoing a Fontenoy se desplegaron las tropas holandesas cubriendo la línea y ambos pueblos. En la otra porción del frente se desplegaron las fuerzas inglesas y hannoverianas. La batalla se inició a las 0530 al dispersarse la niebla matutina. Los holandeses avanzaron hacia Antoing con una fuerza de dragones sobre su derecha, cuando la batería del otro lado del río abrió fuego las tropas holandesas volvieron a sus líneas y se negaron a pelear durante todo el día. En el otro extremo una brigada escocesa intentó penetrar el bosque de Barry pero fue frenada por una tropa francesa llamada Grassins, que eran soldados de infantería con grandes habilidades tanto para la lucha por el fuego como para el combate cuerpo a
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cuerpo y actuaban en orden disperso como luego lo hará la infantería ligera. En el centro el fuego francés había impedido a la guardia inglesa lanzar cualquier asalto. Luego de tres horas de combate el Duque de Cumberland reorganizó sus fuerzas para intentar decidir la batalla. Avanzó parte de su artillería por a través del barranco y movió detrás de ella un inmenso cuadro hueco de 15.000 infantes. La idea era que esta formación sería capaz de romper la línea francesa. Se produjo aquí un hecho que dio fama a esta batalla, tres oficiales ingleses de los regimientos de Campbell y el Royal Scottish, Lord Albemarle, Robert Churchill y Lord Hay avanzaron por delante del cuadro y saludaron con sus sombreros a los oficiales de la guardia francesa, quienes respondieron de la misma forma. Lord Hay luego de practicar un brindis le dijo al Conde d’Auteroche, Teniente de Granaderos de la Guardia Francesa: dígale a sus hombres que hagan fuego, a lo que el Conde contesto: “no caballeros, nosotros nunca disparamos primero, ese honor es vuestro”. Esto puede tomarse como un gesto de caballerosidad exagerada en una época en donde el protocolo aristocrático regía hasta para las acciones de guerra, sin embargo su causa es estrictamente militar. Durante la batalla de Lens en 1648 la Guardia Francesa abrió fuego demasiado rápido por lo que no tuvo tiempo de recargar sus armas cuando el enemigo comenzó su ataque, lo que hizo que se deshicieran en pánico y huyeran del campo de combate. Desde entonces la Guardia Francesa tenía prohibido disparar primero. Los ingleses dispararon primero sobre las tropas galas formadas en terreno abierto lo que provocó grandes bajas y que la línea francesa comenzara a ceder. Para la 1000 el cuadro inglés estaba penetrando el dispositivo de Maurice. El Mariscal de Noailles sugirió a Luis XV que abandonase el campo de batalla, Maurice de Saxe se opuso e impedido de montar a causa de su hidropesía, desde su carro se dirigió hacia el lugar de la crisis y comenzó a reorganizar sus fuerzas, El Duque de Richelieu con 68 escuadrones de lo mejor de la caballería francesa comenzó a cargar el cuadro aliado repetidas veces para frenar su avance. Esto le dio tiempo a Maurice para preparar el contraataque. A las 1400 parte de la infantería francesa reagrupada cerca del bosque de Barry se lanzó contra el flanco derecho del cuadro inglés. El ataque fue violento y penetrante lo que decidió a Maurice a aprovechar la oportunidad y lanzar un ataque general en el que participaron incluso la artillería e infantería personales del Rey de Francia.
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El cuadro aliado debió retirarse y recruzar el barranco dejando en el campo de batalla 7.000 hombres. Los franceses no pudieron lanzarse en su persecución debido a que las tropas holandesas, aunque inactivas aún estaban presentes en el campo de batalla. El Duque de Cumberland igualmente se vio forzado a retirarse dejando en el terreno la mayor parte de su equipo y un total de 10.000 bajas. Los franceses perdieron 5.000 hombres incluyendo 46 oficiales y siete Generales.
Rossbach 5 de noviembre de 1757 El ejército de Federico contaba con 16.600 infantes en 27 batallones, 5.400 jinetes en 45 escuadrones, 23 piezas de artillería pesadas y 56 ligeras. El ejército aliado al mando del Mariscal Soubise se componía de 30.200 franceses distribuidos en 49 batallones, 40 escuadrones y 32 cañones pesados y 10.900 austriacos, 42 escuadrones y 13 piezas pesadas. Los comandantes aliados confiados en su superioridad numérica planearon envolver la posición prusiana que se desplegaba entre Rossbach y Bedra. Federico observando este movimiento reordenó su dispositivo cambiándolo en su orientación de frente al oeste por otra de cara al sur colocando en su extrema izquierda una batería de 18 cañones pesados sobre la colina de Janus y más allá de ésta hacia el este, 38 escuadrones de caballería al mando de Friedrich von Seydlitz. Los aliados al ver movimientos en las líneas prusianas pensaron que Federico se retiraba por lo que aceleraron el paso. Al llegar a lo que originalmente debía ser la retaguardia prusiana se encontraron batidos por la artillería en Janus y atacados por la caballería de Seydlitz cuando aún se encontraban formados en columna de marcha. En la época esta sola carga hubiese agotado a cualquier fuerza de caballería, sin embargo Seydlitz la retiró y reformó detrás del pueblo de Tagewerbem y practicó una segunda carga que terminó por liquidar la caballería aliada y alcanzó a parte de la infantería. En tanto la infantería prusiana comenzaba a parecer formada en escalón hasta colocarse al sudoeste de Rossbach formando un ángulo que abrazaba la cabeza de las columnas aliadas. Los franceses intentaron lanzar una carga a la bayoneta pero la sorpresa y el fuego prusiano
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hicieron flaquear su moral y el ataque terminó en una huída, esto sucedía mientras Seydlitz realizaba su segunda carga. Los aliados perdieron más de 13.000 hombres y los prusianos sólo 548. Esta batalla no resolvía la situación estratégica prusiana pues en Silesia los austriacos estaban avanzando, esto hizo que Federico marchara inmediatamente a su encuentro en lo que se conoce como una operación por líneas interiores y que lo llevará a librar la batalla de Luthen.
Luthen 5 de diciembre de 1757 Luego de marchar más de 300 kilómetros desde Rossbach, Federico había reunido 21.000 infantes en 45 batallones, 11.000 jinetes en 129 escuadrones y 167 piezas de artillería, con estos 33.000 hombres pensaba enfrentar al ejército austriaco que estimaba en unos 40.000 soldados. Sin embargo los austriacos presentaron una fuerza de 85 batallones, 125 escuadrones y 210 cañones con un total de 65.000 hombres. Las fuerzas austriacas al mando del Príncipe Carlos de Lorena y el Mariscal Daun se hallaban desplegadas entre Nippern y Sagschütz con el pueblo de Luthen en el centro; adelantado a esta posición mantenían una fuerza avanzada en el pueblo de Borna. El ejército de Federico marchando desde el oeste rechazó la posición avanzada austríaca e inició un ataque de diversión contra el ala derecha de Carlos, mientras que el cuerpo principal prusiano se dirigía, oculto por el terreno, hacia el sur en dirección a Lobelnitz para tomar a los austriacos por el flanco derecho. El ataque de diversión prusiano hizo que Daun moviese la caballería de reserva de su ala sur a su ala norte, logrando rechazar con la infantería del General Lucchessi el asalto prusiano. Esto dio tiempo a que el grueso del ejército de Federico se desplegara entre Lobelnitz y Schriegwitz. A la derecha de esta formación la caballería de Ziethen cargó y derrotó a la caballería austriaca en Sagschütz. Entonces Federico formó a su infantería en orden oblicuo con la derecha reforzada y adelantada y comenzó a asaltar el flanco izquierdo austriaco. Carlos intentó reformar su dispositivo para hacer frente al ataque pero su ejército no era tan ágil ni flexible como el prusiano y sólo logró establecer una débil defensa de confusos batallones. Parte de la línea intentó esta acción avanzando y girando hacia
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el sur lo que la expuso a un ataque de la caballería del General Driesen apoyada por artillería, que terminó por poner en fuga el intento de defensa y a todo el ejército austriaco. La persecución prusiana alcanzó el pueblo de Lissa donde se cruzó el puente sobre el Weistritz para evitar que los austriacos intentaran restablecerse en su ribera. Las bajas aliadas alcanzaron a 22.000 hombres y las prusianas a 12.000.
Zorndorf 25 de agosto de 1758 Con un ejército de 25.000 infantes en 38 batallones, 10.500 jinetes en 129 escuadrones y 193 piezas de artillería de las cuales 117 eran pesadas, Federico alcanzó al ejército ruso del General Villim Villimovich Fermor acampado en una región de lomas bajas y valles pantanosos al norte de Zorndorf. Los rusos disponían de 36.300 infantes en 55 batallones, 3.300 jinetes en 21 escuadrones, 3.000 soldados irregulares y 136 piezas de artillería. Federico que se hallaba al norte de la posición rusa y del otro lado del río Mietzel decidió realizar una marcha de rodeo de las tropas enemigas para lanzar un ataque desde el sur. La marcha comprendió un tramo de cuatro kilómetros a través de bosques en una formación que, de oeste a este comprendía: una columna de pantalla de 15 escuadrones de húsares, la columna de vanguardia, la primera y segunda de infantería y la primera y segunda de caballería. En esa formación llegaron a terreno abierto a la altura del pueblo de Batzlow. A partir de allí giraron primero hacia el sur y luego hacia el oeste hasta alcanzar Zorndorf donde las columnas dieron frente al norte para convertirse en líneas de batalla. Quedaron dispuestas de izquierda a derecha: la caballería de Seydlitz, la vanguardia, detrás de ella un cuerpo de infantería al mando de Kanitz, otro cuerpo a pie al mando de Dohna y la caballería de Schorlemer. Los rusos respondieron al movimiento prusiano reordenando su dispositivo para dar cara a la amenaza proveniente del sur. Quedaron formados con su izquierda y centro paralelos a los prusianos y su derecha cerrándose en ángulo hacia las líneas de Federico. Federico dispuso su puesto de mando en una elevación al sur de Zorndorf desde donde dirigió el ataque en formación de orden oblicuo. La vanguardia al mando del Teniente General Gerd Heinrich von Manteuffel lideraba la línea por la izquierda, escalonados a su derecha le seguían Kanitz y Dohna. El avance se inició a las 1100,
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luego de dos horas de bombardeo artillero. La vanguardia se lanzó agresivamente contra los rusos perdiendo contacto con el resto del ejército, en medio de un campo de batalla oscurecido por el humo de los disparos y los pueblos en llamas, éste cuerpo alcanzó las líneas rusas sin ningún apoyo. Luego de sufrir un tercio de bajas en su avance fueron dispersados por una carga de la caballería rusa. Las tropas de Kanitz alcanzaban ahora la posición central de Fermor, lo que no cumplía con el plan en orden oblicuo trazado. A pesar de un triunfo inicial Kanitz tenía ahora su flanco izquierdo al descubierto, por donde los rusos lo atacaron. Los prusianos comenzaban a ceder y se hubiese desbandado todo el ejército si Seydlitz no interviene con su caballería. Se lanzó contra el expuesto flanco derecho del ataque ruso logrando rechazarlo hasta el otro lado del Mietzel. El Tte Grl Dohna en su avance se había desplazado hacia la derecha alejándose de la zona principal de combate. Federico a las 1330 le ordenó retomar el rumbo inicial, lo que implicaba prácticamente recomenzar la batalla. Para que pudiera hacer esto, Seydlitz rechazó varios ataques de la caballería rusa que intentaban caer por el flanco de la infantería prusiana. La lucha cesó junto con la llegada de la oscuridad. Los rusos terriblemente golpeados se retiraron al día siguiente dejando el terreno a los prusianos. Las pérdidas de Fermor alcanzaron los 18.000 hombres y las de Federico los 13.000.
TÁCTICA COMO ARTE La conducción de Marborough introdujo la posibilidad de establecer planes de batalla flexibles y adaptables a las condiciones de la lucha. Hasta entonces los planes se aplicaban de forma rígida, o mejor como única opción: funcionaban o no y no podían ser alterados durante la lucha. Marlborough va avenir a cambiar esa situación como lo demuestran sus batallas donde se manifiesta una primera etapa de acciones que se ejecutan a efectos de generar la situación más favorable para el ataque principal, siendo éste a su vez maleable a las condiciones logradas. Estos prograsos no van a quedar en la acción personal de duque sino que sa afianzarán en la Guerra de los Siete Años que reintroducirá definitivamente la maniobra en el arte de hacer la guerra. Las ideas de Federico el Grande renovaron las prácticas bélicas e incitaron a la producción de cambios en todo el ambiente militar europeo.
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Uno de los elementos que cobró fuerza a partir de este conflicto y especialmente en la guerra de la revolución norteamericana fue la infantería ligera. Aunque nunca había desaparecido del campo de batalla, desde la introducción de la armas de fuego no había hallado una adecuada doctrina de empleo. Los grassins de Maurice de Saxe en Fontenoy, las tropas croatas y húngaras, los intentos de Federico de formar cuerpos ligeros y los ejercicios de Moore en las colonias norteamericanas, empezaron a darle forma a unidades de infantería ligera que formando en orden abierto o en escaramuza marchaban por delante de la línea de batalla con la intención de desgastar por el fuego al enemigo antes de su choque con la fuerza principal. Es decir que la infantería ligera recuperaba sus funciones tradicionales ya reconocidas en los ejércitos más antiguos. El desarrollo de una tropa de este tipo hallaba un obstáculo en el sistema militar de la época. Con ejércitos nutridos de mercenarios y paisanos, uniformados a la fuerza, la única manera de mantener el control era el ejercicio de una estricta y rigurosa disciplina donde los castigos corporales e incluso la ejecución eran moneda corriente. En tal situación, una táctica de formaciones abiertas facilitaba la deserción de estos soldados forzados. Es ésta la causa principal por la cual Federico nunca pudo disponer de una efectiva infantería ligera, más suerte lograron en este campo los austriacos y los franceses. Éstos últimos desarrollaron a partir de las ideas del Caballero Folard el empleo de las columnas. Con el orden oblicuo y con su rápido cambio de formación, Federico había logrado maniobras más ágiles y capaces de concentrar sus fuerzas contra los puntos débiles del enemigo. Los franceses lograron con sus columnas una mayor velocidad para movilizarse y desplegarse, ventaja a la que se sumaba el empleo regular de infantería ligera en escaramuza. En el ejército prusiano las subunidades lograban un rápido cambio de columna (de marcha) a línea (de batalla) mediante el desfile sucesivo de las tropas y giros en ángulo recto. Los franceses desarrollaron para este cambio la marcha en oblicuo, las subunidades se separaban de la columna marchando directamente hacia sus posiciones finales. Esta nueva forma de despliegue presenta la desventaja de provocar brechas entre los batallones lo que hasta la guerra de los siete años era considerado un riesgo mayor, recordemos el despliegue de batallones en el flanco en el ejército de Federico. Pero ahora un mejor manejo y comprensión de las armas de fuego, además de la generalización del mosquete a pedernal, permitía cubrir con disparos esas
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brechas y contener cualquier infiltración del enemigo. Este empleo del fuego y las nuevas disposiciones en la formación facilitaba en mucho la movilidad de los ejércitos en batalla pues la alineación perfecta dejaba de ser esencial, y se hacían mucho menores las diferencias entre las formaciones de marcha y las de combate. Otra mejora en la táctica se completó con la generalización del empleo de la bayoneta. Esta arma permitió la homogeneización del soldado de infantería; desaparecerán los piqueros y alabarderos para dejar solamente en el campo de batalla a fusileros todos de igual categoría. Este hecho hacía que las unidades de infantería fuesen iguales y por ello perfectamente reemplazables, lo que facilitaba grandemente el ordenamiento del despliegue en batalla. El empleo francés de la columna comprendía tanto el avance en este tipo de formación, como su uso en el ataque, aunque aún conservaban la idea de la batalla lineal, la introducción de la fuerza de choque de la columna le dio mayor velocidad de combate a los ejércitos galos. Esta nueva habilidad va a marcar un cambio fundamental, columnas rápidas de infantería podían fácilmente alcanzar el flanco o la retaguardia de ejércitos formados en línea, maniobra ésta reservada hasta ese momento a la caballería. Paralelamente a estas mejoras, en el campo de la artillería se producían también importantes desarrollos.”Cuando las investigaciones revelaron que cargas de pólvora más pequeñas con tubos más cortos y balas más ajustadas [al calibre], podían producir el mismo alcance, las fundiciones de cañones podían hacer tubos más delgados y cortos, reduciendo a la mitad el peso de algunas piezas.”49 Cañones más livianos y el desarrollo de nuevos arreos, permitieron el perfeccionamiento de cureñas y avantrenes más ágiles que le dieron mayor movilidad a la artillería. Además se mejoraron los mecanismos de elevación y puntería y se incrementó la cadencia de fuego. En lo que hace a municiones empezó a emplearse la metralla, lo que incrementaba el efecto del fuego a corta distancia. Estas mejoras unidas a la idea táctica de la concentración del fuego de artillería, le dieron a esta arma un carácter ofensivo que hasta entonces no tenía, sin disminuir sus virtudes defensivas. Nos encontramos ahora conque la caballería especializada en ligera y pesada, conserva su característica maniobrabilidad ofensiva, mientras que la artillería y la infantería incorporan ahora también 49 Jones A., 1987, “The Art Of War in the Western World” pg.311, New York, Oxford , University Press.
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habilidades semejantes para el ataque. La cuestión siguiente es cómo organizarlas para que actúen de forma coordinada. Durante las guerras francesas en los Alpes, Pierre Bourcet había advertido que el terreno obligaba a dividir el ejército en distintas columnas de marcha, dando la imagen de pequeños ejércitos. Esto impulsó la idea de crear una organización que siendo parte integral del ejército en campaña pudiese desplazarse, separada de él y concentrarse luego en el campo de batalla. Se dio así origen a la División, que en principio se trataba de cuerpos integrados por unos 16 batallones y alguna artillería. En 1760 el Mariscal Broglie organizó el ejército a su mando en cuatro divisiones de infantería y dos de caballería. Las divisiones que se crearon con la intención de tener un carácter permanente, facilitaban las relaciones entre los generales, los oficiales y la tropa, precisamente por la continuidad de trabajo en conjunto. Este sistema permitía además el empleo de más caminos con lo que, no sólo se facilitaba la movilidad sino que también, al decir de Bourcet, se lograba desconcertar al enemigo respecto de la línea principal de ataque. Asimismo señalaba que la multiplicidad de avenidas de aproximación proveía al comandante de mayores alternativas para desarrollar su ataque y desplegar a su ejército en el punto más ventajoso. El sistema de divisiones completaba además un mecanismo de control que aseguraba el eficaz empleo de las nuevas formaciones de infantería. Los batallones, no tan sujetos a la rigidez de la formación lineal se encuadraban en regimientos, que a su vez integraban brigadas que componían las divisiones. Se establecía así una cadena de comando que facilitaba las tareas de coordinación y control. Tenemos ahora un ejército integrado por armas de capacidad ofensiva y defensiva en toda circunstancia, con una doctrina táctica de empleo que integra y aprovecha la mejor tecnología de armas de la época y que además cuenta con una estructura táctica que favorece su empleo y que le permite marchar casi en la misma formación en la que combate. Para completar el cuadro el Conde Jacques Antoine Hippolyte de Guibert en 1772 publica el Essai General De Tactique, esta obra considerada como muy adelantada a su época y que pretendía presentar un sistema definitivo de táctica logró establecer una clara guía de acción en ese campo. Se trata de un “…soberbio trabajo doctrinal que influenció grandemente el desarrollo de la guerra futura…Proponía ideas revolucionarias: movilidad, rapidez y audacia en la conducción de las operaciones; la solución de los problemas logísticos a través de
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una masiva dependencia del terreno; movimiento a través de formaciones independientes similares al sistema proto-divisional introducido por el Mariscal Broglie; y maniobras flexibles en columnas abiertas antes de desplegar en la línea de fuego, en lugar de la altamente compleja y rígida maniobra de formación lineal que había sido empleada y perfeccionada por los prusianos.”50 Guibert va a desarrollar su trabajo analizando y proponiendo soluciones en los niveles que define como de táctica elemental y gran táctica, cubriendo así tanto el empleo de las armas como la gestión de los ejércitos en combate. Sus ideas se integrarán en la ordenanza de 1791 que constituirá el reglamento militar básico de Francia y de casi toda Europa hasta mediados del siglo XIX. Un elemento más va a advertir Guibert para el perfeccionamiento de la táctica y el ejército por él imaginado y es la idea de que el soldado debe ser moldeado sobre la imagen ideal de la República Romana. Este es el individuo que invoca Guibert en el prefacio del “Essai General de Tactique” como integrante de su modelo de ejército: el Ciudadano51. Desde la desaparición del Imperio Romano hemos asistido a ejércitos más o menos eficientes pero formados por mercenarios, voluntarios, levas forzadas, o reemplazantes venales, provenientes de distintos estamentos sociales que llevaban sus privilegios de clase al ejército. Esta desigualdad de trato, que afectaba tanto a la tropa como al cuerpo de oficiales, perjudicaba el funcionamiento homogéneo del ejército y distraía energías que en lugar de dirigirse a la destrucción del enemigo debían reservarse para el rígido control disciplinario de la propia tropa.
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Gat. Azar, 1989 “The Oigins of Military Thought from the Englighnment of Clausewitz” pg.52, Oxford, Clarendon Press. 51 Guibert, Jaques de, “Essai General de Tactique”, Ed Nation Armee, París, 1977, pg.51. En la obra de Liddell Hart “El Espectro de napoleón”, Eudeba, Buenos Aires, 1969, se encuantra una transcripción de buena parte de ese prefacio en la páginas 94 y 95
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El ejército necesitaba nutrirse de ciudadanos para que se integrase al concepto de patria y abandonase su carácter de propiedad real. Para ello habrá que esperar a la revolución Francesa.
L AS G UERRAS DE LA R EVOLUCION F RANCESA Y DEL I MPERIO L A F RANCIA R EVOLUCIONARIA Como hemos expresado Francia contaba con el diseño militar más avanzado de su época, modelo que la Revolución Francesa no alteró, sino que al contrario mejoró. Entre esas mejoras se cuenta la creación del Estado Mayor General por ley de la Asamblea Constituyente de 1790 y la institución de Jefe de Estado Mayor General en 1792. Sin embargo el mayor problema que debió enfrentar la revolución fue el de administrar el personal militar. Por un lado gran parte de los oficiales aristocráticos habían emigrado a partir del encarcelamiento de la familia real en agosto de 1792, reduciendo el cuadro de oficiales a menos de la mitad. Las mayores pérdidas se sufrieron en la caballería y las menores en la artillería e ingenieros dominadas por la burguesía. Otro problema que afectaba al cuerpo de oficiales era la dureza con que el gobierno revolucionario trataba a los generales derrotados. En 1793 fueron ejecutados 17 generales y 67 en 1794, lo que hacía difícil encontrar oficiales que aceptasen ser promocionados. Para reemplazar a los oficiales faltantes se recurrió a un sistema que aunque temerario resultó efectivo. Los soldados elegían a quienes debían ser promovidos como oficiales. El método tuvo sus deficiencias, sin embargo la necesidad de contar con líderes confiables y militarmente capaces hizo que los soldados eligiesen cada vez mejor. 175
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El sistema consistía en que uno de cada tres tenientes y capitanes era elegido por la tropa y los otros dos eran promovidos por su antigüedad. Para los mandos superiores el Comité de Salvación Pública tenía poder absoluto pero reconocía que el ejército del pueblo debía tener generales populares. Así gradualmente se desplazó del cuerpo de oficiales a los más viejos y el promedio de edad de los nuevos generales alcanzó los 33 años, mientras que entre los jefes de batallón y regimiento la media era de 42. En poco tiempo la renovación de la oficialidad permitió en abril de 1795 abolir el sistema de elección y establecer la promoción por antigüedad y sobre todo por capacidad. El otro inconveniente fue lograr el número de soldados necesario para enfrentar a los ejércitos enemigos. Se recurrió el 23 de agosto de 1793 a la Levee en Masse. Este reclutamiento tuvo su origen en la Constitución Republicana del año 1, de fecha 24 de junio de 1793, que señalaba que las fuerzas de la República se integraban con todo el pueblo, que todos los franceses eran soldados y debían tomar las armas en defensa de la patria; es éste el concepto y origen de la Nación en Armas. 52 La levee en masse era un sistema de reclutamiento que se asemejaba a un servicio de conscripción, que no se instauraría realmente hasta 1798. La primera levee permitió la movilización de 600.000 hombres cuya “…calidad oscilaba desde la eficacia de los primitivos regimientos de la Guardia Nacional hasta la no instruida y mal equipada gentuza…, cuya principal táctica era acometer impetuosamente, por ser incapaz de realizar la maniobra más simple.”53 La cuestión era como reunir a este personal inexperto con las tropas ya experimentadas sin que éstas se vieran afectadas por la falta de disciplina de los novatos. La solución que se encontró fue la siguiente, el 21 de febrero de 1793 se dictó la Amalgame que comenzó a aplicarse el 8 de enero del año siguiente. Esto consistía en tomar un batallón veterano como núcleo y reunirlo con dos batallones novatos en una organización denominada Demi-Brigade. Esta designación reemplazaba al término regimiento que se había eliminado por razones políticas. Las demi-brigades resultaron exitosas. Los nuevos soldados aportaban un gran entusiasmo y fervor, mientras que los veteranos man52
Rothenberg, Gunther. 1977, “The Art of Warfare in the Age of Napoleón” pg. 100, London B.T. Batsford Ltd. 53 Haythornthwaite Philip, 1983 “Caballería en Infantería Napoleónicas – La infantería de Línea de Napoleón”,pg.49, Madrid, Ediciones del Prado.
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tenían la disciplina y facilitaban el entrenamiento. Desde el punto de vista táctico se planteaba el inconveniente de que la falta de tiempo hacía que estas unidades debieran ser enviadas a la batalla con escaso entrenamiento, por lo que los nuevos batallones no alcanzaban el nivel de instrucción necesario como para combatir en línea, aunque sí aprendían la más fácil formación de columna. Como sabemos la columna ofrece un frente menor y por lo tanto menos bocas de fuego, lo que implica una disminución general de la potencia si todos los batallones estuviesen formados en columna. Para resolver este tema, se adoptó una formación que consistía en que el batallón veterano desplegaba en línea con los batallones novatos en las alas formados en columna. Se combinaba así una buena maniobrabilidad y velocidad de avance con una suficiente y eficaz potencia de fuego. Esta formación se denominó L’ordre mixte y fue tan exitosa que se llegó a emplear hasta el nivel de división. Solucionados todos estos inconvenientes la revolución disfrutó además de un gran número de tropas ligeras que combatían en orden abierto. Las mismas se desarrollaron con mayor libertad y resultaron más eficaces en tanto que ya no era la rígida disciplina lo que daba cohesión al ejército sino los lazos de patriotismo y fraternidad de los ciudadanos. La amalgame alcanzó también a las unidades de caballería, aunque en este caso los nuevos reclutas fueron distribuidos entre los regimientos regulares ya existentes. La caballería francesa era el arma más débil del ejército y sólo empezó a tener presencia a partir de 1796 gracias a comandantes como Murat, Kellermann y Ney. La artillería por el contrario gozaba de prestigio en todo Europa y “…en 1797 le fue acordada la precedencia como el arma decana del ejército, con mayor jerarquía que la infantería y la caballería.”54 Su más interesante innovación fue la introducción de las baterías volantes en 1791 por el General Mathieu Dumas, en esa ocasión utilizando el sistema austriaco de Wurtz que montaba a los artilleros en la cureña. En 1792 Lafayette introdujo la verdadera artillería a caballo con los sirvientes montados. Otro evento importante fue que a instancias de Marmont en 1800 se crearon los batallones de tren de artillería para reemplazar a los conductores y carreros, que hasta ese momento eran civiles. Hasta la revolución las tropas de ingenieros no tenían entidad separada y sólo estaban representadas por pequeñas planas 54
Rothenberg, Gunther. 1977, “The Art of Warfare in the Age of Napoleón” pg. 106, London B.T. Batsford Ltd
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mayores formadas por oficiales especialistas, los pocos zapadores y mineros habían sido convertidos en artilleros, pero el 15 de diciembre de 1792 se crearon 12 batallones de zapadores como parte de un cuerpo autónomo de ingenieros. Los ejércitos de la revolución aprovecharon toda la técnica y teoría militar que desarrollaron los ejércitos reales durante la segunda mitad del siglo XVIII. Así en marzo de 1796 el General Moreau introducirá la idea del Corps d’Armee, integrando de manera provisional algunas divisiones en una sola organización. Podemos observar que aún cuando la expansión del ejército fue grande, como también lo fueron sus cambios estructurales la Revolución Francesa pudo controlar este crecimiento y darle forma de una efectiva fuerza de combate. Este modelo se asemeja al de Roma, en tanto que los soldados son ciudadanos y responden a una decisión política republicana. Además de encontrarse en gran número efectivamente bajo las armas y poder ser concentrados y empleados donde fuera menester. Aunque Luis XIV reunió un número similar de soldados y Gustavo Adolfo llegó a tener cerca de 200.000 bajo su mando, ninguno de ellos poseía ni la estructura política, ni la organización militar, ni el apoyo logístico para lograr reunir y poder mantener todas sus fuerzas listas para la batalla y concentrarlas en un punto o en varios escenarios al mismo tiempo. Aún así las ideas de Bourcet o Guibert no fueron del todo comprendidas en su momento, se necesitará de una mente más abierta y brillante para integrar esos conceptos en un modelo de acción efectivo, esa figura será Napoleón Bonaparte.
L OS EJÉRCITOS DE LA R EVOLUCIÓN Durante las primeras guerras que enfrentó la Revolución Francesa, sus ejércitos aplicaron el Manual de 1791. Según este reglamento las tropas avanzaban en columna para aproximarse al enemigo y cuando se hallaban dentro del alcance de fuego, desplegaban en línea de tres filas de profundidad para combatir con sus mosquetes y asaltar el dispositivo enemigo. La columna se empleaba también para atacar a la bayoneta, posiciones preparadas. Cuando las levas elevaron el número de soldados no experimentados, el Manual comenzó a perder vigencia debido a la falta de tiempo para entrenar a los reclutas. Entre 1793 y 1794 se comenzó a combatir sobre la base de la motivación del soldado, lo que llevó a
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desarrollar una doctrina de hecho basada en lo que Saint Just llamó tácticas de choque. Asimismo Carnot emitió el 2 de febrero de 1794 una orden a sus generales que señalaba ”Las instrucciones generales son siempre maniobrar en masa y ofensivamente; para mantener una estricta, pero no muy meticulosa disciplina…y usar la bayoneta en toda ocasión.”55 Será bueno recordar esta expresión pues se asemeja mucho a las ideas de Foch y la doctrina francesa durante la Primera Guerra Mundial. Estas ideas llevaron a que aunque se mantenía la formación de columna de marcha para aproximarse al enemigo, a distancia de fuego, rompían en formación de escaramuza y aprovechando los accidentes del terreno se aprestaban a disparar sobre las líneas enemigas hasta lograr desmoralizarlas y debilitarlas. En ese punto, se lanzaban al ataque encabezados por sus oficiales, gritando salvajemente y entonando canciones revolucionarias. Esta táctica tuvo éxito frente a las compactas formaciones de estilo prusiano acostumbradas a la estricta disciplina y al silencio. En alguna medida este combate se asemeja al de la antigua infantería ligera contra las formaciones del tipo falange de Grecia y Esparta. La formación de escaramuza, llamada también en debandade, se aplicó para brigadas enteras exitosamente, con la ventaja de que el dispositivo abierto disminuía notablemente el efecto de los fuegos de artillería. Tan generalizado fue su empleo que el General Duhesme señaló que para fines de 1793 el ejército francés estaba compuesto sólo de infantería ligera. La falta de apoyo de caballería y artillería hacía que este tipo de asaltos fuese muy vulnerable al contraataque o reacción enemiga, sin embargo los ejércitos revolucionarios del momento carecían de la suficiente coordinación y control para realizar una operación coordinada. Afortunadamente en 1795 los soldados franceses alcanzaron un nivel de práctica y veteranía junto con sus oficiales, que permitió recomponer la doctrina táctica y multiplicar sus opciones. Aunque se mantenía la distinción entre infantería de línea e infantería ligera ambas recibían una instrucción igual e integral por lo que en los hechos sus capacidades eran idénticas, situación que el Manual de 1791 proyectaba. Siguiendo también las ideas de Guibert se empleó nuevamente l’ordre mixte y las formaciones en escaramuza se combinaron con la línea y la columna. 55
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La caballería en este período sólo prestó un apoyo secundario pues la infantería definía el combate. En tanto la artillería comenzó a practicar mayores concentraciones de fuego y a aprovechar su movilidad en el campo de batalla asumiendo en el curso de la misma distintas posiciones y siempre en un rol ofensivo. Una de las grandes ventajas de que gozó el ejército francés del período fue que el criterio de “vivir del terreno” alcanzó la idea de “vivir en el terreno”. Por lo que se liberó no sólo de los carros de abastecimiento y los almacenes, sino también de las tiendas y demás impedimenta innecesaria, obteniendo así una movilidad muy superior a la de sus enemigos.
E L A RTE DE LA GUERRA DE NAPOLEÓN Durante sus años de formación militar y especialmente el año que pasó en la escuela de artillería de Auxonne, Napoleón estudió intensamente las destrezas de su profesión, las campañas y consejos de los grandes capitanes y teóricos del arte de la guerra. Entre sus mentores literarios se encontraban Guibert y Federico el Grande. Es cierto que el sólo estudio no alcanza para formar un comandante, en el caso de Napoleón se suman una inmensa capacidad de trabajo y una poderosa mente analítica. Esto tal vez explique cómo o por qué el más grande militar de todos los tiempos haya iniciado realmente su carrera desde el puesto de comandante en jefe. Hasta Tolón la vida militar de Napoleón es casi irrelevante, pero a partir de allí, donde siendo jefe de artillería actúa como virtual comandante de las tropas de sitio, su desempeño profesional adquiere una brillantez inusitada. Es cierto que Bonaparte no fue realmente un innovador o un creador en el campo militar, sin embargo ha sido quién mejor ha sintetizado las teorías bélicas de su época dándoles una operatividad que las convirtió en criterios militares de aplicación aún hoy vigentes. Los ejércitos napoleónicos mantuvieron la separación formal de infantería de línea y ligera, pero también conservaron su capacidad de uso dual. Con relación a la infantería el problema que enfrentó Napoleón fue que en su época el poder de fuego adquiría cada vez más relevancia y necesidad en la preparación del asalto, lo que llevó a dos situaciones. Por una parte se experimentó con la introducción de
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cañones regimentales, esto es, piezas de pequeño calibre asignadas a las unidades de infantería; su aplicación fue breve y poco redituable. Más importante fue la cuestión acerca de si la infantería debía formar en dos o tres filas. Tradicionalmente en Francia se empleaban las tres filas, esto tenía la desventaja de disminuir las bocas de fuego en acción, pues la tercera fila nada hacía o como opinara el Mariscal Ney actuaba como reserva. En opinión de otros, la tercer fila era una molestia para el procedimiento de recarga de la primera y segunda; incluso resultaba peligrosa al punto que el Mariscal St Cyr señalaba que un cuarto de las bajas las provocaba la tercera fila, a la primera y segunda. Pese a los estudios y experimentos realizados los ejércitos napoleónicos especialmente a partir de 1813 adoptaron un perfil mixto dependiendo de su comandante inmediato. Esto así porque el 13 de octubre de ese año, Napoleón dio instrucciones al Mariscal Marmont para que dispusiera su infantería en dos filas, aclarando el Emperador que pensaba que la tercera resultaba inútil para hacer fuego y ni siquiera servía para emplear la bayoneta. En cuanto a la caballería, Napoleón la levvó de ser un arma secundaria a una fuerza de choque capaz de lograr la ruptura del dispositivo enemigo y definir la batalla, sin perder sus habilidades de exploración, reconocimiento, explotación y persecución. En primer lugar se encargó de potenciar la caballería pesada representada principalmente por los coraceros a los que organizó en regimientos de 1.000 hombres, los que conservaba como reserva de su ejército. Estos jinetes llegaron a ser considerados como la mejor caballería pesada en la Europa de su época. Le seguían en importancia los dragones que eran empleados en múltiples funciones. Podían actuar como vanguardia, guarda flancos, en conjunto con los coraceros e incluso como infantería montada. Sus regimientos comprendían 1.200 soldados. La caballería ligera estaba representada por húsares, chasseurs a cheval y lanceros. Con regimientos que comprendían 1.800 jinetes su función principal era el reconocimiento, la explotación y brindar seguridad al ejército a través del tendido de una pantalla de caballería. Napoleón organizó su caballería en brigadas y divisiones, según sus especialidades, que además disponían de artillería para el apoyo de sus misiones. Incluso creó un Cuerpo de Ejército de Caballería que conservaba como reserva y que usualmente se hallaba al mando del Mariscal Murat. Son bien conocidas las frases del Emperador respecto de su arma de origen: “es con la artillería con lo que se hace la guerra” o “las
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grandes batallas son ganadas por la artillería.” Así entre 1804 y 1814 la artillería francesa creció y se afirmó más que las otras armas. La artillería se organizaba en regimientos a pie, compuestos de veinte compañías y a caballo con sólo seis. Cada compañía, equivalente a lo que hoy llamamos batería, comprendía seis cañones y dos obuses en las unidades a pie y cuatro y dos respectivamente en las unidades a caballo. Los calibres de las piezas se generalizaron en ocho libras para la artillería a pie y en seis libras para la a caballo, conservándose en reserva las piezas de 12 libras a las que cariñosamente se las conocía como “las hijas del Emperador.”La proporción de piezas en el ejército varió de dos cada 1.000 hombres en 1804, a tres cada 1.000 en 1807 y a un máximo de 3,5 cada 1.000 en 1809. Napoleón nunca pudo alcanzar la proporción que consideraba ideal, que era la de cinco piezas cada 1.000 hombres.56 A partir de 1806 la concentración de artillería se convirtió en lo que se designa con el nombre de Gran Batería que consiste en disponer en conjunto un gran número de piezas que puede alcanzar grandes agrupaciones como las empleadas en Jena, Aspern-Essling, Borodino o Wagram, donde se emplearon 100 cañones en conjunto. Luego de esta batalla Napoleón consideró que el número de piezas efectivo a concentrar era de 36 o más para obtener un resultado decisivo.57 Para ilustrar el empleo ofensivo de la artillería que hacían los franceses debemos señalar la acción del General Senarmont en la batalla de Friedland el 14 de junio de 1807. Este oficial concentró 38 piezas contra las posiciones rusas sobre las que hizo fuego a una distancia de 400 metros, luego de seis disparos las avanzó para ponerse a 200 metros del enemigo desde donde, apoyado por un batallón de infantería y cuatro regimientos de dragones, disparó 20 veces sobre los rusos. Habiendo pasado sólo 30 minutos del inicio de sus acciones, Senarmont volvió a avanzar sus piezas hasta colocarse a 60 metros e iniciar desde allí un poderoso fuego de metralla logrando quebrantar a la infantería rusa. Napoleón dio estabilidad y permanencia a la organización de Cuerpos de Ejército que integraban dos o más divisiones de infantería, una o más brigadas de caballería ligera y varias baterías de artille56
Wise Terence, 1979,”Artillery Equipments of the Napoleonic Wars” pg.35, London, Osprey. 57 Griffith,P.,1976 “French Artillery”, pg.36 London, Almark.
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ría. Estos cuerpos estaban formados sobre la idea de poder enfrentar enemigos superiores y mantener su posición hasta la llegada de otros cuerpos de refuerzo para definir la batalla. Para que esto tuviera operación, el Emperador concibió la formación del Bataillon Carre. Para Napoleón el primer objetivo de cualquier campaña debía ser la destrucción de los ejércitos enemigos, luego de ello nada impediría la ocupación física del territorio y su sumisión. Para lograr tal objetivo buscaba siempre la batalla decisiva aprovechando la sorpresa, la velocidad y su sistema único de cuerpos de ejército. El sistema de “vivir del terreno” favorecía los desplazamientos a velocidad, pero obligaba a los cuerpos a moverse a través de rutas diferentes y a desarrollar la habilidad de poder concentrarlos rápidamente y a tiempo de participar en la batalla principal. Napoleón supervisaba cuidadosamente los movimientos de sus cuerpos lo que le permitía, al conocer la posición del enemigo, concentrarlos a marcha forzada para obtener la superioridad numérica en el punto decisivo. Un cuerpo era una gran unidad compuesta de una equilibrada combinación de todas las armas, lo que le daba la habilidad de plantear una batalla defensiva frente a un enemigo superior y así dar tiempo a la concentración del ejército. Son muchos los ejemplos de comandantes que atacaron a un cuerpo francés pensando que lo hallaban aislado para encontrase luego que la supuesta víctima era reforzada por numerosas fuerzas que terminaban por rodear y aniquilar al atacante. Mientras la localización e intenciones del enemigo no hubieran sido descubiertas, el ejército francés marchaba en “Bataillon Carre” (Cuadro de Batallón). Esta formación aseguraba que los cuerpos se desplazasen dentro de una distancia que les permitía apoyarse mutuamente, moverse y cambiar de dirección sin interrupciones y sin alterar el dispositivo. Tan pronto como se localizaba al adversario, Napoleón comenzaba una maniobra de flanqueo aprovechando el terreno y una pantalla de caballería para ocultar sus movimientos. Generalmente se lanzaba una finta para atraer la atención del enemigo y aferrarlo mientras se completaba el envolvimiento. Esto se conoce como “manoeuvre sur les derrieres” y usualmente resultaba fatal. En la batalla, con las fuerzas plantadas frente a frente, Napoleón lanzaba primero asaltos frontales hasta lograr que el enemigo comprometiese sus reservas. Una vez logrado esto una fuerza no envuelta en la batalla aparecía por el flanco del contrario obligándolo a retirar tropas de algún punto de su frente para contener el nuevo ataque.
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Cuando esto se producía Napoleón lanzaba sus reservas contra el punto debilitado del dispositivo adversario. Junto con esta maniobra Bonaparte practicaba otra conocida como la Posición Central. Cuando enfrentaba fuerzas enemigas superiores movía su cuerpo de vanguardia por entre las concentraciones principales del enemigo para separarlas, luego con una fuerza menor aferraba una de las agrupaciones, empleando el resto de su ejército para destruir a la otra; una vez hecho esto, se volvía contra las huestes aferradas. Una particularidad que presenta el modelo napoleónico es que sus maniobras y formaciones se repiten en distintos niveles pero con una fuerte similitud, así por ejemplo el batallón carree es visible tanto a nivel estratégico como operacional, no siendo siempre fácil distinguir un caso de otro. El empleo clásico del cuadro de infantería para defenderse de la caballería aprovechando su solidez se aprecia también por ésta virtud en el cuadro formado en Wagram por el General Macdonal que se componía de 23 batallones de infantería con 1.200 metros de frente y 750 de profundidad. Finalmente otras de las grandes virtudes del ejército francés fue su capacidad de marcha. Con una velocidad regular de 75 pasos por minuto y una marcha rápida de 120, los ejércitos franceses recorrían un promedio de unos 18 kilómetros por día. Bajo Napoleón y a marchas forzadas esas distancias diarias podían duplicarse y triplicarse empleando incluso las horas de la noche. Esta organización militar tan efectiva presta a heroicos sacrificios y ciclópeas hazañas alcanzaba esa alta calidad especialmente por la preocupación que tanto el Emperador como sus mariscales y generales demostraban hacia la motivación y el bienestar de sus soldados. La disciplina era rígida pero justa, las campañas fueron planeadas teniendo en cuenta que los soldados recibieran el más adecuado abastecimiento disponible; los oficiales compartían la suerte de sus soldados, como en la desgraciada retirada de Moscú donde oficiales de todo grado, incluso generales, sin tropas al mando conformaron una unidad de infantería llamada el Batallón Sagrado bajo el mando del General Grouchy. En el campo de batalla Napoleón influenció poco y de hecho se abstuvo de participar en cuestiones de táctica inferior. Su conducción en el campo de batalla se dirige a conceptos de gran táctica: la idea de identificar claramente el objetivo y sostenerlo, conceptualizándolo en la rápida destrucción del enemigo como clave de la victoria; destacó la influencia de la superioridad local, el punto de la decisión y con ello
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el principio de la masa. Impuso en el campo de batalla la rapidez y la movilidad, asi como la idea del empleo combinado de las armas.
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E VENTOS DESTACABLES Lodi 10 de mayo de 1796 Después de la derrota de Fombio el 8 de mayo de 1796, el General Beaulieu condujo las tropas austriacas mediante una retirada ordenada hacia las riberas del río Adda. Los austriacos establecieron allí una defensa, en la orilla este había unos pequeños bosques y casas aisladas, en la ribera opuesta se encontraba el pueblo de Lodi. Bonaparte arribó al pueblo con sus tropas a las 0900 enviando de inmediato a la caballería para atacar los puestos de avanzada austriacos. Esta fuerza de caballería fue apoyada por cuatro piezas de artillería ligera tiradas por caballos tomados a carros de la aristocracia de la región. El ataque consiguió capturar un cañón austriaco y dispersar los puestos avanzados, motivo por el cual Beaulieu ordenó evacuar Lodi a través del único puente sobre el Adda y bajo la cobertura de dos escuadrones de caballería y un batallón de infantería. El general austriaco estaba decidido a contener a los franceses en el lugar lo que lo llevó a no tomar medidas para destruir el puente. Esto puede ser considerado un error estratégico ya que ese puente era el único cruce inmediato que podía poner en peligro la situación de todo el ejército austriaco. Esta falta no fue corregida ni aún después de retirada la fuerza de cobertura. Para la defensa de la orilla este, el Mayor Malcamp colocó varios cañones austriacos sobre el puente y para proveer de fuego cruzado a su posición emplazó otras piezas a ambos lados del viaducto. En la orilla opuesta Napoleón empleó su artillería de forma similar encargándose personalmente de la instalación de algunas piezas. Aunque no se conoce el número exacto de cañones empeñados es probable que se dispusiera de una treintena de piezas por cada bando, las que se emplearon en un bombardeo por varias horas. Cuando los franceses lograron reunir en Lodi un número importante de tropas, el General Beaumont fue enviado con su caballería y algunos cañones a cruzar un vado a dos kilómetros al norte del pueblo. Esta fuerza debía descender luego contra el flanco de la posición austriaca; lamentablemente el cruce fue más complejo de lo esperado y no pudo participar en la definición de la batalla.
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En Lodi se organizó una fuerza de infantería al mando del Chef de Bataillon Dupas. La componían un batallón compuesto integrado por los carabineros de los cuerpos de infantería ligera y otro de granaderos de las unidades de línea. Ambos batallones formaron una columna que se dirigió directamente hacia el puente para cruzarlo. La artillería austriaca los recibió con un nutrido fuego de metralla. Por tres veces los franceses atacaron y fueron rechazados. Bonaparte sabiendo que podía perder el momentum del ataque organizó un cuarto asalto reforzando la columna y poniéndose él a la cabeza acompañado por los generales Berthier, Massena, Cervoni, Dallemagne, el Chef de Brigade Lannes y Chef de Bataillon Dupas. El continuo fuego de artillería había producido una espesa nube de humo que cubría el puente lo que permitió a los franceses no ser descubiertos en el cruce hasta encontrarse casi encima de los austriacos, los que sorprendidos entraron en pánico y abandonaron sus posiciones. La artillería austriaca operó reglamentariamente al emplear la metralla contra la columna francesa a corta distancia. Sin embargo esta munición sólo provocaba bajas en la primera línea de las tropas de ataque permitiendo a las sucesivas continuar su avance. Si los austriacos hubiesen empleado bala rasa o maciza habrían atravesado la columna de ataque, provocado cuantiosas bajas y seguramente contenido el avance francés. Una vez que la columna francesa alcanzó la ribera opuesta las tropas desbordaron el puente para ocupar un mayor espacio que les permitiera desplegarse contra la segunda línea de defensa austriaca. Los carabineros y granaderos mantuvieron su formación de columna mientras que las tropas venidas de retaguardia comenzaron a combatir por delante de ellos en escaramuza. Los austriacos comenzaron a ceder y la llegada de Beaumont los decidió a retirarse.
Marengo 14 de julio de 1800 La Campaña A su regreso de Egipto, Napoleón encontró que las ganancias territoriales obtenidas sobre el norte de Italia en 1796 se habían perdido. Los austriacos intentaban consolidar esos territorios recuperados, para ello disponían del siguiente plan. El Grl Kray se mantendría a la
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defensiva sobre el Rhin y el norte de Suiza para evitar cualquier penetración francesa en el sector. En Italia el Grl Melas con 85.000 hombres intentaría cruzar los Apeninos, apoderarse de Génova y empujar a los franceses hasta el Var. Contaba para ello con que las nieves de los Apeninos suelen desaparecer seis semanas antes que las de los Alpes, por lo que durante todo ese tiempo podía confiar en que ningún ataque francés provendría desde el norte. Igualmente en ese sector se estimaba realizar operaciones con tropas piamontesas que apoyaran las acciones de Kray en Alemania. Por su lado Bonaparte trazó el siguiente plan: el Grl Moreau al mando del ejército del Rhin debía cruzar este río y concentrarse hacia su derecha amenazando las comunicaciones de Kray, habilitando para los franceses los pasos alpinos de St. Gotthard y Simplon. De este modo Napoleón podría atravesar los Alpes y caer sobre la retaguardia de los austriacos. Este plan hubo de sufrir una modificación y es que debido a las disposiciones de las fuerzas enfrentadas, Moreau no podía asegurar de inmediato los pasos elegidos, por lo que Napoleón hubo de recurrir a atravesar el paso St. Bernard. En Génova se hallaba el Grl Massena con 35.000 hombres al que se le prometió liberarlo de la presión austriaca para principios de junio. La fecha de inicio de las operaciones francesas se fijó para la última semana de abril, los austriacos comenzaron a moverse a principios de ese mismo mes. El avance austriaco que comenzó el 6 de abril logró penetrar las posiciones francesas y poner sitio a Génova el día 19. Para el 11 de mayo los franceses se hallaban a la defensiva sobre la orilla oeste del Var, los austriacos eran dueños de la costa y se desplegaban en un triángulo cuyos vértices eran Génova, Turín y Niza. Napoleón con 60.000 hombres inició el cruce de los Alpes a través del Gran St. Bernard y el Pequeño St. Bernard. El 28 de mayo amenazaba Turín desde el nordeste y el oeste, obligando a Melas a concurrir a su defensa. El 2 de junio ocupaba Milán y Pavía directamente en la retaguardia austriaca. A partir de allí ambos ejércitos comenzaron a buscarse y se encontraron en los campos de Marengo en lo que se conoce como una batalla de vuelta encontrada o frente invertido.
La Batalla Los austriacos presentaron batalla con 31.000 hombres y 100 cañones, Napoleón inició la lucha con 23.000, que se elevaron luego a 28.000 y empleó en total unas 29 piezas de artillería.
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Las fuerzas francesas se hallaban avanzando hacia el oeste en busca de los austriacos los que se encontraban concentrados en la ciudad de Alessandria. Avistadas ambas fuerzas Melas lanzó un ataque contra las vanguardias francesas alrededor de las 0800. Napoleón confundió los movimientos austriacos con lo que creía era una fuerza de cobertura de retaguardia por lo que su ejército no se hallaba concentrado. El ataque austriaco debía cruzar el río Bormida para alcanzar las posiciones francesas. Luego del cruce se hallaba reunido y así inició los combates con amplia superioridad sobre los franceses en el pueblo de Marengo. Napoleón intentó contener a Melas con las fuerzas que tenía a mano, lo que le costó la pérdida de la infantería de la Guardia Consular; ya advertido de su error envió un mensaje al Grl Desaix para que concurriera en su apoyo. Al no poder sostener las posiciones en Marengo, Bonaparte comenzó un movimiento retrógrado seguido de cerca por los austriacos. En este movimiento los austriacos que iniciaron el combate concentrados comienzan a ampliar su frente tratando de cubrir más vías de aproximación hacia las posiciones francesas. Esto hizo que disminuyera la masa de tropas directamente comprometidas en combate con los franceses. Esta masa disminuyó aún más en tanto que los austriacos confiados en que habían ganado la batalla, iniciaron la persecución de manera desordenada. Inversamente las fuerzas napoleónicas, en su retirada de más de cuatro kilómetros, se iban concentrando y logrando así la superioridad numérica en el punto de decisión. Cuando las tropas de Desaix se le unieron, Napoleón tenía una masa de tropas mayor que la de sus inmediatos perseguidores. Frente a la columna de vanguardia austriaca al mando del Grl Zach, Desaix formó sus tropas escalonadas. El escalón avanzado de la izquierda lo constituía el RI Ligera 9 formado en orden mixto, el escalón central con el RI 30 en línea y el RI 59 en orden mixto en el escalón más retrasado a la derecha. En apoyo contaban con 16 cañones del Grl Marmont que tomaban a los austriacos de enfilada y con la caballería del Grl Kellerman que los atacó por su flanco izquierdo. Este ataque combinado le dio a Napoleón la victoria a las 1800 horas en una batalla que a las 1400 se hallaba perdida. En esta batalla los franceses perdieron 7.000 hombres y los austriacos alrededor de 14.000.
L A G UERRA EN EL S IGLO XIX L A GUERRA DESPUÉS DE NAPOLEÓN Las Guerras de la Revolución y el Imperio mantuvieron a Europa bajo las armas durante veinticinco años, después de los cuales sobrevino un período de relativa paz con conflictos fuera del continente y de carácter colonial. Entre ellos se enmarcan las luchas revolucionarias latinoamericanas. Los ejércitos que enfrentaron en América Latina las ideas republicanas y monárquicas muestran, en cuanto al arte militar un ejercicio básico del modelo lineal tradicional con innovaciones provenientes de distintos ámbitos. Por un lado, el levantamiento de guerrillas locales sujetas a estilos de combate profundamente autóctonos y por el otro, innovaciones técnicas que emulan algunos de los avances liderados por el modelo francés. Esto supone la existencia de una táctica híbrida y variada en los ejércitos latinoamericanos lo que les da un perfil propio en sus luchas contra la monarquía española. En los treinta años que van de la desaparición del Imperio Napoleónico hasta la mitad del siglo, los ejércitos europeos mantuvieron con ligeras variantes el modelo alcanzado en 1815. La subsistencia de este modelo se debe por una parte al extenso período de paz consecuencia de las prolongadas guerras y a la tradicional tendencia militar a mantener vigentes las doctrinas reconocidas como exitosas. Aunque la paz obligó a la reducción del número de efectivos en los ejércitos lo que hizo que fueran más eficaces y controlables ejercitándose en una práctica ya conocida y asentada, todas las naciones 191
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retuvieron el sistema de conscripción. Asi Francia reinstaló el sistema de reclutamiento en 1818 con una duración de seis años, pero afectando solamente al diez por ciento de los ciudadanos capaces de tomar las armas. Austria y Rusia practicaron modelos similares, y sólo Gran Bretaña se abstuvo de emplear la conscripción. Que los ejércitos europeos mantuviesen la práctica de la guerra más o menos como en los tiempos de Napoleón, no quiere decir que tal doctrina haya sido completamente comprendida y que mantuviesen la agilidad y destreza de las mejores campañas napoleónicas; por el contrario nos encontramos con buenos ejecutores, pero de escasa imaginación y habilidad, con excepción del Feldmarschall Josef Graf Radetzky. Es probable que la mayoría de los comandantes haya pretendido copiar el arte militar del emperador y ese haya sido su gran error, como señalaba el General Grant refiriéndose al Gran Corso: “ Mi impresión es que su primer éxito se debe a que el hizo la guerra a su propia manera y no en imitación de otros.”58 De todas formas el creciente nacionalismo, los desarrollos económicos en la industria y comercio y la práctica de la era napoleónica donde la movilización del pueblo y sus recursos se aplicaban en conjunto a apoyar la guerra, obligaban a cambios en la manera de enfrentar el fenómeno bélico. Estos cambios comenzaron a manifestarse primero en el campo de la teoría militar donde Jomini y Clausewitz marcaron las ideas rectoras, partiendo del análisis de las guerras dirigidas por Napoleón. Jomini analizó la guerra desde la idea práctica de cómo hacerla. Destacó y fijó la idea de la victoria decisiva y del empleo de la masa en el punto de decisión; elaboró principios a los que consideraba fundamentales para el logro de la victoria en el combate y puso el acento en el empleo de la concentración, la movilidad y las líneas de comunicaciones. Clausewitz por su parte hizo un análisis más filosófico tratando de comprender el fenómeno de la guerra, destacando que no había fórmulas para conducirla pues ello depende la naturaleza, condiciones y motivos del conflicto. Necesariamente estos cambios fomentaban una mutación en la manera de hacer la guerra, las innovaciones en la tecnología indicaban lo mismo, sin embargo habrá que recorrer todo el siglo XIX y entrar en el XX para encontrar una reorganización significativa de la doctrina militar. 58 Doughty,
R. 1996 Warfare in the Western World, Vol I, pg. 327, Massachusetts, D.C. Heath and Company
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L ENTOS CAMBIOS Y RÁPIDAS TECNOLOGÍAS La más notoria variación que sufrió la doctrina tradicional fue con relación al empleo de la infantería. Ya hacia fines de las guerras imperiales el incremento en el poder de fuego de la infantería, proveniente de una mayor práctica, mejor entrenamiento y del empleo de los batallones en dos filas, había obligado en los hechos a que en repetidas ocasiones la infantería recurriese al empleo de formaciones abiertas. Este tipo de combate requería de armamentos más precisos y confiables que los usados hasta el momento. Aunque las armas se producían a gran escala conservaban cierto perfil artesanal lo que hacía engorroso su mantenimiento debido a la individualidad de cada pieza. La introducción del sistema de producción de partes intercam-
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biables desarrollada en Norteamérica abrió el camino a la verdadera producción en masa de armas. Esta tecnología dio impulso a la fabricación de fusiles modernos de retrocarga que pronto comenzaron a remplazar a los viejos mosquetes, con ello y la aparición en 1849 de la bala conoidal o Minie que aumentaba el poder de fuego del infante, hizo que en 1859 la doctrina francesa sufriera un importante cambio. A partir del reconocimiento de que la infantería de línea y la ligera tenían las mismas capacidades, se determinó incrementar el empleo de las formaciones abiertas y en escaramuza. Antes de este cambio, los escaramuzadores marchaban por delante de las formaciones de ataque, ahora todo el asalto se hacía en formación abierta. Esto en alguna medida era volver a las tácticas de la revolución, pero no debemos perder de vista que se trata ahora de soldados entrenados y de mandos con mucha experiencia, lo que elevaba la categoría del ejército a un nivel cuasi profesional en todos sus niveles. En 1860 aparece por primera vez la pólvora sin humo pero no logra su uso regular debido a ser muy inestable y por ello peligrosa. Pero en 1884 el francés Paul Vieille desarrolla un producto más estable que pronto comienza a generalizarse. La pólvora sin humo aportaba una importante serie de ventajas, por un lado era más limpia que la tradicional pólvora negra, lo que facilitaba el mantenimiento y conservación de las armas. Al no producir humo y sólo gases facilitaba el ocultamiento del tirador que no era detectado por su disparo y además no molestaba la visión del campo de combate. Finalmente al producir una combustión más lenta y energéticamente superior otorgaba a los proyectiles mayor alcance y fuerza de impacto. Otro cambio tecnológico muy importante fue la introducción entre 1848 y 1864 de los fusiles de retrocarga. Esto hizo que el soldado de infantería incrementase al doble su cadencia de tiro y mejorase su puntería. Además se producía un efecto completamente nuevo, el infante ya no era más un blanco individual de 1,80m de altura, pues ahora podía recargar su arma permaneciendo cuerpo a tierra. Junto a estas mejoras el alemán Peter Paul Mauser crea el primer cartucho metálico de empleo práctico dando lugar a un efectio fusil a cerrojo. Estas características acrecentaban notablemente su poder defensivo: presentaba un blanco pequeño, tenía un alcance mayor, una alta cadencia de tiro y prácticamente no necesitaba de fortificar el terreno para defenderse. En 1885 la situación del infante mejorará aún más cuando el austríaco Ferdinand Ritter von Mannlicher introduzca el cargador de horquilla en los fusiles, el que podía contener entre cinco y ocho disparos por carga.
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Con estas capacidades la infantería nada tenía que temer de la caballería pues ahora su defensa era el fuego, prescindiendo de formaciones especiales y de la bayoneta. Esto comenzó la declinación de la caballería tradicional. Del mismo modo la artillería se vio afectada por las mejoras de la infantería. Antes podía entrar en batería a 300 metros de los infantes y someterlos desde allí a su poderoso fuego. Ahora el alcance de los fusiles era de 1.000 metros por lo que su despliegue era imposible a menos de esa distancia y con blancos echados cuerpo a tierra la potencia de los cañones disminuía vertiginosamente. Cierto es que existía una munición de fusible que podía hacerse estallar en el aire por encima de la tropa enemiga, pero aún no contaba con el refinamiento técnico necesario. Desde 1850 Alfred Crupp propuso a las autoridades prusianas la introducción de tubos de acero para la artillería consiguiendo en 1859 que trescientos entraran en servicio. Hacia 1860 se introdujo la artillería de retrocarga, lo que mejoró las prestaciones de los cañones. Al no tener sistemas de retroceso, después de cada disparo debían ser repuestos en posición y apuntados, esto llevó a que hacia fin de siglo comenzaran a usarse sistemas de retroceso a resorte o a gas, lo que mantenía la pieza en posición. En 1893 los franceses desarrollaron un sistema de compensación hidrostático y un aparato recuperador que dio origen a la famosa pieza de 75mm adoptada en 1897. Estas piezas podían mantener una cadencia de fuego de seis disparos por minuto, incrementables hasta veinte y con un alcance de siete kilómetros. Como igualmente resultaban vulnerables a la infantería, los cañones comenzaron a portar una coraza detrás de la cual los sirvientes podían operarlos sin peligro. Junto con estas armas comenzó el desarrollo de otra cuyo primer nombre fue mitrailleuse. Desarrollada en Francia bajo la tutela de Napoleón III, aunque estaba disponible para 1870, no contaba con una adecuada doctrina de empleo. Considerada un secreto, pocos sabían de su existencia y los que la conocían no sabían como usarla. Las primeras ametralladoras contaban con una ayuda mecánica para la repetición del disparo, como el caso de las manibelas de las armas Gatling, recién en 1884 Hiram Maxim, un norteamericano trabajando bajo la tutela económica inglesa desarrollará la primera ametralladora verdaderamente efectiva que alcanzará los 600 disparos por minuto. Rusia fue uno de los primeros paises en incorporar ametralladoras a su ejército, adquirió cien en 1865, para 1880 contaba con más de
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cuatrocientas y en la guerra ruso – japonesa cada división tenía al menos una compañía de ametralladoras, mientras que los japoneses sólo las incorporaron después de ver como su enemigo las empleaba en batalla. En la Argentina las ametralladoras fueron introducidas por Domingo Faustino Sarmiento durante su presidencia entre 1868 y 1874. Todos estos cambios tecnológicos ponían como arma determinante del campo de batalla a la infantería y como su método de combate el empleo del fuego y la lucha a distancia. La gran perdedora en estos cambios resulta ser la caballería, presentando un blanco inmenso y con escasa potencia de fuego. Su maniobrabilidad y velocidad resultaban ahora inútiles pues se veían contrarrestadas por la rapidez, potencia y alcance del fuego de fusilería y artillería. La forma de hacer la guerra cambiará también gracias a dos inventos no militares. Por un lado el ferrocarril facilitará la movilización, concentración, despliegue y transporte de tropas. Con el tiempo se aplicará igualmente a la efectiva distribución de abastecimientos. La telegrafía, alámbrica primero e inalámbrica después brindará a los ejércitos un medio de comunicación rápido y a grandes distancias mejorando los sistemas de comando y control. En el campo militar se introducirán otras mejoras, la más importante y fundamental es el establecimiento de un efectivo sistema de Estado Mayor a partir del modelo prusiano. El Estado Mayor perfeccionado por Helmuth von Moltke no sólo estableció los métodos y procedimientos del Estado Mayor moderno para poder conducir grandes ejércitos a largas distancias, sino que además incluyó en su evolución las nuevas tecnologías disponibles. El Estado Mayor Prusiano introdujo de manera evidente y formal el estudio de la historia militar y la estrategia como elemento fundamental para desarrollar una fuerza armada eficiente. El empleo de estas disciplinas como fuente de preparación y perfeccionamiento profesional militar se repetirá en el “Ejército de los 100.000” a partir de 1920. La organización prusiana fue rápidamente copiada en casi todo el mundo. La moderna tecnología en armas favorecía notoriamente el ejercicio de la defensa por sobre las operaciones ofensivas. Moltke señalaba”Está absolutamente más allá de duda que el hombre que dispara sin agitación tiene la ventaja sobre quién dispara mientras avanza, aquel encuentra protección en el terreno, donde el otro halla obstáculos, entonces, si al más animoso arrojo se le opone una serena fir-
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meza esto hace al efecto del fuego, hoy en día tan poderoso, que determinará el resultado.”59 La innegable verdad enunciada por Moltke, no tuvo la misma autenticidad para todos los militares de fines del siglo XIX. Algunos expertos opinaban que el aumento del poder de fuego permitía disminuir el número de efectivos reservados a la defensa y que ese sobrante de personal podía destinarse a engrosar las fuerzas aplicadas a operaciones ofensivas. Esto proveería de suficientes hombres para las siempre exigentes maniobras de envolvimiento. Hubo especialistas que sin despreciar lo dicho, interpretaron que al mayor poder de fuego potenciaba también a las fuerzas atacantes, las que empleadas en mayor número que las defensoras podían arrollarlas fácilmente. Ninguna de las dos teorías avizoraba el hecho de que la defensa contaba con un mayor aplomo para hacer puntería e incluso incrementar la cadencia de fuego, lo que contendría casi cualquier ataque. Y que esas características unidas al mayor alcance podrían fácilmente inmovilizar cualquier maniobra de envolvimiento. Estas ideas contrarias a la realidad se sostuvieron aún a través de la evidencia ofrecida por sucesivas guerras. Es posible admitir con cierta flexibilidad que los ejemplos de la Guerra de las Seis Semanas (1866) o de la Guerra Franco Prusiana (1870-1871), no fueran concluyentes. Más duro de aceptar es el rechazo de las pruebas ofrecidas por la Guerra Civil Norteamericana (1861-1865) bajo el argumento de que se trataba de una guerra de aficionados o de “dos turbas armadas” como dijera Moltke. Lo que sí resulta incomprensible es que se cerrara los ojos a las duras experiencias de las Guerras Anglo-Boer (18991902) y Ruso-Japonesa (1905-1905). Aunque no hay una explicación directa y única acerca del por qué de estas ideas, que fueron expuestas bajo una elaboración académica de relevancia, podemos señalar que la preeminencia que se dio al valor de la moral de la tropa tuvo una gran influencia sobre ellas. Es esta la época en que la obra del Coronel Ardant du Picq “Estudios de Batallas”, cuya primera publicación parcial se hizo en 1868 y su versión completa en 1880, cobra adeptos en el campo militar bajo la idea de la fuerza moral, con la deformación de apoyarse casi con exclusividad en ella. La resultante fue una especie de reminiscencia medieval donde la exaltación moral y los valores de valentía, el “elan” francés y la idea 59
Jones, Archer.,1987 “The Art of War in the Western World”pg.401,New York ,Oxford University Press.
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de ataques incontenibles, sumergieron a la táctica en la solución del ataque frontal para todo problema de batalla. Este pensamiento nutrirá en mayor o menor medida las doctrinas militares europeas con las que sus ejércitos llegarán a la Primera Guerra Mundial. La ya peligrosa concepción del empleo principal del choque y la bayoneta se agravó cuando los comandantes comenzaron a preocuparse por la falta de control que podían ejercer sobre la masa de escaramuzadores, lo que llevará a abandonar su doctrina de empleo para retornar a los ataques en densas líneas y columnas de batallón. Esto agotará la última protección que tenía la infantería en el ataque consistente en su capacidad de Dispersión. Por supuesto que para poder emplear semejantes tácticas se necesitaban muchos hombres, los que dijimos no estaban disponibles porque luego de las Guerras Napoleónicas los ejércitos se redujeron. Los prusianos para solucionar este problema desarrollaron la idea de mantener un ejército profesional que contaba con una masa de conscriptos por períodos de tres años a los que instruía en las prácticas militares, éstos permanecían luego en la reserva durante cinco años; ambas fuerzas constituían el ejército activo en caso de guerra; que además contaba con la Landwehr, que era una milicia regional que también podía movilizarse en apoyo del ejército. El sistema fue aplicado por varias naciones europeas. Aunque el ferrocarril había resuelto el problema del transporte de semejantes fuerzas, quedaba pendiente el del equipamiento y abastecimiento de las mismas. La respuesta la dio la revolución económica europea del siglo XIX que afectó la industria, la agricultura y el comercio. Ella permitió que se pudieran mantener ejércitos equivalentes al diez por ciento de la población nacional, mientras que un siglo antes apenas se alcanzaba el tres por ciento. En otro sentido, sin que resulte una novedad aparece un tipo de guerra que adquiere una personalidad propia dentro de lo que genéricamente podemos llamar guerras coloniales; esta es la guerra de guerrillas. Se manifiesta especialmente en Cuba como reacción a la opresión española y en África del Sur en las primeras reacciones de los Boers en desafío de Inglaterra. Estas guerrillas actuaban efectuando razias y golpes de mano contra objetivos de carácter logístico, como ferrocarriles, depósitos de agua, puentes o establecimientos de carácter económico. La respuesta de las potencias colonialistas la inició España por medio del establecimiento de lo que se conoce con el nombre de la Trocha. Las guerrillas actuaban en pequeños grupos, eran muy móviles y no fáci-
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les de identificar, por lo que los españoles para coartar su libertad de movimiento, dividieron a Cuba en tres segmentos separados por dos trochas guarnecidas de alambradas de púas y casetas con la idea estratégica de ir acorralando a los insurrectos. Algunos intereses internacionales, especialmente con Estados Unidos, impidieron que se completara el plan. Por su parte los ingleses practicaron un sistema similar en África logrando numerosos fraccionamientos del terreno mediante el empleo de 9.000 casetas y 8.000 kilómetros de alambres de púas. Estos procedimientos, si bien tenían éxito en la captura de guerrilleros, generaban problemas logísticos a la población, pues cortaban las líneas de comunicación y transporte, para solucionar esto, se crearon campos donde se reunía a la población amiga para proveerles de elementos de subsistencia y vivienda, aunque no siempre éstos fueron suficientes, provocando hacinamiento y enfermedad. Hay quienes señalan que estos campos también se emplearon para retener prisioneros y éste sería el origen de los tristemente conocidos campos de concentración.
E VENTOS DESTACABLES Colenso 15 de diciembre de 1899 Las batallas sucedidas durante la mayor parte del siglo XIX resultaron en mayor o menor medida una repetición de las de las Guerras Napoleónicas. Pero hacia fines del siglo el aspecto de los combates comenzó a cambiar, planteando la Guerra Anglo-Boer uno de los ejemplos de mayor contraste. Las luchas entre el Imperio Británico y los colonos holandeses de África del Sur datan de 1806. Con intermitencias se habían planteado diversas guerras que culminan con la de 1899. En este conflicto los gobiernos Boer de Transvaal y el estado libre de Orange enfrentaron por última vez a las tropas de la Reina Victoria. Las tropas boer poseían un pequeño núcleo de soldados regulares alrededor de los cuales se reunían organizaciones bajo un sistema militar conocido como el “Comando”. Esta consistía en la obligación de todo hombre entre los 16 y 60 años de prestar servicios al estado, debiendo asumir la provisión de su armamento y equipo. Los Co-
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mandos podían contener entre 200 y 1.000 hombres, se hallaban bajo el mando de un jefe militar electivo y de varios veld-kornets que actuaban como oficiales subalternos. Los jefes y los veld-kornets carecían de poder legal para obligar a sus soldados a obedecerles, por lo que ese acatamiento sólo podía lograrse por medio del prestigio y la personalidad. Es este un curioso caso donde el superior ejerce el mando y la conducción sin disponer de lo que técnicamente llamaríamos comando. Los soldados boer eran excelentes jinetes, magníficos tiradores por su habitual práctica de la cacería y estaban acostumbrados a vivir al aire libre. Esto le daba al Comando una gran movilidad al carecer de una impedimenta logística compleja. Esto se combinaba con la preferencia por el combate a distancia por el fuego y el evitar el combate cuerpo a cuerpo, no sólo para explotar sus habilidades de tiradores, sino porque la lucha cercana elevaba el número de bajas, lo que implicaba de familias de colonos quedarían sin un hombre para ayudarlas a sobrevivir en la dura tierra africana. Este ejército contaba además con artillería que en el Estado Libre de Orange había sido organizada por el Mayor Albrecht, un voluntario alemán. Ambos estados reunían unas 75 piezas de diverso calibre, pero en su mayoría se trataba de Creusot y Krupp de 75mm con 8.000 metros de alcance. En general no eran empleadas en batería, sino que por piezas individuales. Esto hacía que la artillería se hiciera muy móvil pudiendo aprovechar con rápidos cambios diversos campos de tiro y además evitar ser descubierta. A comienzos de la guerra los boer recibieron el fusil alemán Mauser 1896, con cargador de 5 disparos y un alcance de 1.800 metros. Este fusil utilizaba pólvora sin humo, lo que hacía virtualmente imposible detectar al tirador. Los boer no utilizaban uniformes, pero su repetida característica es el empleo de bandoleras donde cargaban unos 60 disparos. El soldado Boer es fuertemente individualista y carecían del concepto glorioso de la guerra que acompaña desde siempre a los ejércitos occidentales, “…para los boers la guerra era algo necesario, que debía ejecutarse con la mayor eficacia posible, a un coste mínimo para ellos mismos.”60 Las tropas inglesas tenían una gran experiencia en la lucha colonial y estaban aferradas al clásico modelo napoleónico de someter al bombardeo de artillería a la posición enemiga para luego avanzar las 60 Knight
I. 1996.”Colenso 1899” pg.14, España, Ediciones del Predo.
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tropas en orden cerrado haciendo altos para realizar disparos en formación. La infantería inglesa empleaba los fusiles Lee-Metford y LeeEnfield, con un alcance de 2.600 metros y una capacidad de diez tiros en el cargador, pero que debían ser introducidos uno a uno y no de a cinco como en el Mauser. La artillería británica se componía de piezas de 12 y 15 libras empleadas en batería y a tiro directo con un alcance de 4.000 metros. Al inicio de las hostilidades los boers avanzaron hacia el sur sitiando la población de Ladysmith donde quedó atrapado el Teniente General White y 13.000 soldados. El comandante de las fuerzas británicas General Redvers Buller inició una operación para levantar el sitio de Ladysmith. Para llegar a los sitiados debía cruzar el río Thukela teniendo para ello la mejor oportunidad capturando la población de Colenso, donde se encuentran los mejores puentes, uno de carretera y uno de ferrocarril. El río describe sucesivas curvas quedando Colenso atrapada por una de ellas cuyo vértice apunta hacia las líneas boer. Estos se desplegaron en la ribera norte estableciendo sus comandos en posiciones atrincheradas, esperando canalizar el ataque inglés a través de los puentes y eliminarlo con su artillería dispuesta en las alturas al norte del río. Contaba para ello con 4.500 hombres. Buller por su parte planeaba tomar los puentes lanzando directamente contra Colenso a la BRI2 del General Hildyard mientras que la BRI5 del General Hart buscaría un paso hacia el oeste de la población. Ambas brigadas serían apoyadas por la artillería y Buller mantendría en reserva a dos brigadas de infantería y una montada. En total contaba con 21.000 hombres. Los ingleses iniciaron el ataque de madrugada. A las 0600 la artillería que debía apoyar a la BRI2 se adelanta, por un retraso de ésta y alcanza a establecerse al este de Colenso y a unos 100 metros del río. Estos artilleros al mando del Coronel Long sufrieron un intenso fuego de fusilería, recordemos que los cañones carecían de escudos, por lo que luego de sufrir muchas bajas debieron retirarse a las 0700 abandonando 10 cañones. Por su parte la brigada de Hart alcanzaba el río a las 0600 formada en orden cerrado. Al intentar encontrar un lugar vadeable fueron recibidos por intenso fuego de fusiles y artillería, iniciando su retirada a las 0700, aunque no pudieron cumplirla hasta las 1000. A las 0630 la brigada Hildyard inicia su avance y ocupa Colenso acercándose en orden cerrado y aprovechando el terreno. Al no recibir
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apoyo de la artillería comienza a retirarse librando combates aislados que durarán todo el día. Transcurrida sólo una hora de combate Buller comprendió que el ataque había fracasado y decidió cancelar su asalto. Estaba particularmente impresionado por la pérdida de las baterías del Coronel Long; aunque esos cañones se perdieron pues los boer los capturaron al anochecer, el fracaso de Long impidió que los ingleses cayeran en la trampa preparada por los boer. Las bajas inglesas alcanzaron a 143 muertos, 756 heridos y 220 prisioneros, poco si se tiene en cuenta que los ingleses desplegaron más de 20.000 hombres. Sin embargo tratándose de un combate de sólo una hora de duración esas 1.100 bajas revelan la potencia de las nuevas armas de fuego empleadas desde posiciones preparadas contra formaciones compactas que presentan un blanco fácil. Este contraste táctico es un avance de lo que sucederá en la Primea Guerra Mundial.
L A P RIMERA G UERRA M UNDIAL L A TÁCTICA A COMIENZOS DEL SIGLO XX Los niveles de conducción a inicios del siglo aplicaron coceptos operacionales propios de la táctica a los niveles estratégicos, por ello en este capítulo se tratarán grandes operaciones que técnicamente corresponden a ese nivel y sin embargo su criterio de planeamiento y ejecución responden a un pensamiento de orden táctico. La Primera Guerra Mundial presenta este aspecto de confusión en que las acciones militares se someten a procesos intelectuales tácticos aunque se trate de cuestiones propias de los niveles operacional o estratégico. Siguiendo ese criterio tomaremos bajo análisis grandes operaciones como si se tratase de hechos de niveles de conducción inferior. Del mismo modo es oportuno señalar que en esta conflagración por primera vez se ven claramente diferenciados los niveles de decisión estratégico y político, tanto en cuanto a sus diferentes criterios como a que se hallan en manos de diferentes personas, ya no aparece la concentración de la decisión político-estratégica concentrada en un solo individuo. Esta nueva situación se resolverá de distinta manera en cada nación beligerante.61 61 para mayor abundamiento se recomienda leer a Gordon Craig “The political Leader as Strategist” en “Makers of Modern Strategy”, 1986, Princeton University Press, Princeton, New Jersey.
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Es muy importante atender a estas consideraciones pues en parte explican la confusión en la calidad de las decisiones. El proceso de esclarecimiento de niveles de conducción y tipo de resolución sólo comenzará a esclarecerse hasta después de la Segunda Guerra Mundial. La segunda mitad del siglo XIX se halla plagada de innovaciones tecnológicas en el campo militar. La aparición del ferrocarril, la pólvora sin humo, las armas de retrocarga, las ametralladoras, los fusiles de cargador, la artillería de tiro rápido, las ojivas de alto explosivo, iban a impactar fuertemente en el campo de batalla y lo cambiarían por completo. Pero ese cambio no sería ni rápido, ni ordenado, y generaría importantes discusiones y dudas acerca de su potencialidad. En el campo táctico la potencia de las armas de fuego y su modo de empleo hacían sentir su influencia desde fines de las guerras napoleónicas. En las últimas batallas de esa era podemos apreciar el comienzo de un fenómeno conocido como el “campo de batalla vacío”. Esto consistía en que, debido a la mejor potencia de fuego, la infantería no podía permanecer expuesta a la vista del enemigo y en formaciones cerradas, como respuesta las tropas se disponen en grupos abiertos que ofrecen un blanco menor y aprovechan el terreno para protegerse; por otra parte los fusiles de retrocarga permitían por primera vez en la historia preparar el arma permaneciendo cuerpo a tierra. Se planteaban ahora dos formas posibles de combate en la batalla, que Clausewitz clasificó como ‘combate por fuego’ y ‘combate cercano’. En esta distinción destacaba que el combate por el fuego buscaba la eliminación física del enemigo, mientras que el combate cercano perseguía su destrucción moral; el primero preparaba la situación para el segundo cuya coronación tradicional era la carga a la bayoneta. Aquí corresponde una aclaración los ataques llevados a cabo de esta última forma pocas veces concluyen en un combate cuerpo a cuerpo. En general lo que sucede es que, si los asaltos no son deshechos por el fuego, el pánico que producen desmorona la defensa haciéndola huir desordenadamente. Esta forma de combate resulta desgastante e incluye ingredientes que si bien habían sido vislumbrados con anterioridad nunca necesitaron de una atención particular. Al tener que combatir en formaciones abiertas o de ‘batidores’, se perdían la cohesión moral y el control que proveen las formaciones cerradas. Además el constante movimiento para evitar el fuego y la búsqueda de terreno adecuado y su
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preparación implican un desgaste físico mayor. El tirador individual debe ahora ser más experto, pues de su puntería depende su vida, y debe ser capaz de tomar sus propias decisiones de tiro por lo que la iniciativa se hace más relevante. Se exige entonces un soldado con adecuada educación académica y gimnástica, con una preparación moral sólida, instrucción militar personalizada y una conciencia social y política fuerte que impida el abandono de su grupo de pertenencia. La preparación de este nuevo soldado se tradujo en la multiplicación de las tropas de cazadores, cuyo primer batallón modelo fue el de Chasseurs a Pied de Francia de 1830. Pronto crecieron y se expandieron por el mundo, sin embargo siempre suscitaron dudas acerca de su control en batalla y su eficacia. Todavía los oficiales más antiguos seguían confiando en que una unidad en orden cerrado era capaz de rechazar al enemigo haciendo fuego bajo órdenes de sus oficiales. Se estaba abriendo una discusión no sólo acerca de un modelo táctico, sino también acerca de la influencia de la moral, el espíritu de cuerpo y la necesidad de un liderazgo diferente. Entre los que privilegiaban el valor moral estaba el Cnl Bugead, quien en 1854 sostenía que se podía mantener la cohesión moral, sin perder la dirección de las tropas, ni aumentar los riesgos de bajas. Su fórmula consistía en mantener las formaciones cerradas pero en línea y no en columna, de este modo el poder de fuego de la unidad se multiplicaba permitiendo un disparo a corta distancia antes del asalto. Esta idea tuvo cierto predicamento en la Guerra de Crimea donde los franceses se enfrentaron a densas columnas de rusos equipados con antiguos fusiles. Sin embargo, cuando se encontraron con tropas de igual calidad como los austriacos en Italia en 1859 la situación se hizo diferente. Hubo de recurrirse entonces a la línea abierta de batidores con la preocupación de que los soldados se contentaran con un improductivo cruce de fuegos, sin llegar al ataque. Para compensar ello se creó una fórmula artificial en las instrucciones tácticas de Napoleón III de 1859: “Las nuevas armas son peligrosas sólo a larga distancia; no son capaces de evitar que la bayoneta, como en el pasado, sea la terrible arma de la infantería francesa”62. Curiosamente esta falsa promesa funcionó a la perfección. La campaña de Italia fue ganada por Francia al filo de la bayoneta y no por el uso del fuego. Esta actitud se vio favorecida por una situación particular que se la suele denominar “fuga hacia el frente”. La permanencia de una 62 Griffith,
P., 1992 “Forward into Battle” pg 64. California, Presidio Press.
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unidad bajo fuego a distancia provoca un desgaste nervioso y una tensión que motiva al soldado a lanzarse contra el enemigo lo más pronto y rápido posible, actuando bajo el supuesto de que esa celeridad disminuiría el número de bajas que sufrirían actuando como blancos fijos. Estos criterios respecto de la eficacia de las armas, el uso de la bayoneta y la rapidez en el ataque serán los núcleos centrales de la doctrina francesa a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Ardant du Picq profundizó la apreciación de la moral de las tropas en su libro “Estudios de Batalla”. Comprendía que las formaciones cerradas eran inadecuadas frente a la potencia de las modernas armas, pero también entendía que sólo el orden aseguraba el ataque imponiendo el terror de la firmeza frente al enemigo. “Nuestra infantería no tiene más ninguna táctica de batalla; la iniciativa del soldado gobierna…”63 debido a ello la cohesión moral y la unión interna entre los soldados debía ser mayor que en otros tiempos; el orden debía provenir de un mejor adoctrinamiento y de la suficiente flexibilidad del comando. La discusión táctica central, fuego versus bayoneta, continuó durante el final del siglo XIX con diferente suerte. Después de la Guerra Franco Prusiana se afirmó en Francia la prerrogativa del fuego, al igual que en Inglaterra hacia los primeros años del siglo XX. En ambos casos poco después se volvió a la carga a la bayoneta. Una cuestión esencial pero que resultó derivada del diferendo anterior fue la opción de maniobra donde el fuego o la bayoneta debían emplearse. Prusia en la guerra con Francia, Inglaterra en la Guerra Anglo Bóer y Japón en la lucha contra Rusia, se inclinaron hacia el envolvimiento como maniobra táctica preferente. Esta operación exige de superioridad de tropas, de una cuidadosa seguridad y de un procedimiento metódico, características que no satisfacían las ideas francesas por lo que este país se inclinó hacia el ataque frontal, insistiendo en compensar la potencia de fuego con una moral alta y el espíritu agresivo. En Rusia mientras tanto el Grl Dragomirov impulsaba los ataques directos a la bayoneta. La quintaesencia de las ideas militares francesas la representan las conferencias del Cnl de Grandmaison de 1911. Este oficial sostenía que toda fuerza cuenta con una vanguardia, que provee seguridad en el frente para permitir el despliegue del plan, y guarda flancos para prevenir envolvimientos. De Grandmaison concluía que esas tropas 63
Ardant du Piq, 1987, “Battle Studies”, pg 177, en “Roots of Strategy”, Book 2, Harrisburg, Stackpole Books.
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sólo servían para iniciar combates retrógrados, que lentamente absorbían tropas del cuerpo principal terminado por consumir toda la potencia ofensiva de la fuerza. Su propuesta consistía en concentrar las tropas en el frente evitando su escalonamiento, para poder lanzar rápidamente un ataque en profundidad. Pretendía compensar la seguridad física de las tropas adelantadas con la que proveía la dinámica del ataque. Su criterio se adecuaba a la doctrina alemana que, gracias al empleo de fuertes vanguardias lograba obtener la iniciativa en el encuentro con las débiles avanzadas tradicionales francesas. La estructura binaria francesa reforzaba los criterios de Grandmaison, obligando al comandante a tener una exagerada reserva del 50% de sus tropas o actuar sin ninguna. Una nota particular dentro de la euforia por la superación siempre descartada de la potencia de las modernas armas, la presentan el Cnl Feyler del ejército suizo e I.S. Bloch, un banquero de Varsovia. Ambos escribieron hacia fines del siglo XIX profetizando que el poder destructivo de las armas modernas haría que los ejércitos acabaran inmóviles y enterrados, y que cada movimiento sería al costo de grandes bajas. A comienzos del siglo XX se presentaban básicamente las siguientes posturas tácticas frente al “campo de batalla vacío”. Había acuerdo en que la respuesta elemental era la de emplear formaciones abiertas de tiradores apoyadas por pequeños grupos a retaguardia que proveían de más soldados para alcanzar la superioridad de fuego antes del asalto. A partir de allí los franceses consideraban que la definición del combate se alcanzaba por medio de un ataque frontal y rápido empleando la bayoneta como arma principal. En Alemania se prefería el ataque envolvente y una mayor presencia del fuego en todo momento. Aunque se había reforzado la preparación moral y la educación de las tropas, subsistían ciertos criterios de diferencia social entre oficiales y soldados que se haría sentir durante la Gran Guerra especialmente en las huelgas de soldados de 1917. Estas diferencias sociales serán el obstáculo que impedirá un adecuado desarrollo del liderazgo militar a comienzos de la última centuria.
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La Doctrina Francesa La idea estratégica prevaleciente era la de alcanzar la definición de la guerra a través de una batalla decisiva que llevara a la destrucción de las fuerzas del enemigo. Este concepto surge del reglamento francés para la Conducción de Grandes Unidades del 28 de octubre de 1913. Se señala allí que el volumen de las tropas a emplearse, sus requerimientos logísticos complejos y la alteración de la vida nacional son causales suficientes para buscar la decisión en el plazo más breve. Continúa diciendo el reglamento: “ la batalla decisiva, explotada a fondo, es el único medio de plegar la voluntad del adversario por la destrucción de sus ejércitos. Ella constituye el acto esencial de la guerra…Para vencer es necesario romper por la fuerza el dispositivo de combate del adversario”64 Esta idea acerca de la batalla decisiva por supuesto que no era nueva pero estaba acompañada de una concepción de acción particular. Las ideas militares francesas predominantes concebían como único medio válido para actuar y hallar resultados exitosos a la ofensiva. Todo debía supeditarse a ella, al extremo de erradicar prácticamente la idea de la defensa. Este es el espíritu estratégico de la offensive a outrance, que teñirá por completo la doctrina francesa de combate. Desde el punto de vista de la conducción superior la defensa sólo era concebible como un recurso para economizar fuerzas destinadas a un futuro ataque. Este papel secundario asignado a la defensa hizo que en todo estudio, ejercicio, maniobra o instrucción, ésta se hallara totalmente ausente, en perjuicio de su aprendizaje técnico y profesional. La ignorancia parcial en la que se sumió el cuerpo de oficiales franceses quedó oculta por la exultante obsesión que la ofensiva despertaba, a punto tal que era mal vista la sola mención del término defensa. Si bien los reglamentos tácticos comprendían capítulos referidos a la defensa, la falta de ejercitación sobre ellos los transformaba en letra muerta. De todas formas la defensa aún en su concepción teórica seguía sometida en el nivel táctico a la idea del contraataque, concibiéndose a éste como el fin principal. 64
Teniente Coronel Lucas, 1925 “La evolución de las ideas tácticas en Francia y Alemania durante la guerra 1914-1918”, pg 18. Buenos Aires, Biblioteca del Oficial Vol. 84. Círculo Militar.
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El empleo de las tropas en ofensiva implicaba una decisión técnica que consistía en dar preeminencia al combate por el fuego o a la maniobra que favoreciese el empleo de la bayoneta. El reglamento de 1914 es terminante en su elección cuando dice “ La bayoneta es el arma suprema del infante ella juega un rol decisivo en el asalto, que es hacia donde todos los ataques deberían apuntar, y el cual por sí solo es capaz de poner definitivamente fuera de acción al adversario”.65 Igualmente el reglamento prescribía que ese asalto sólo debía lanzarse una vez alcanzada la superioridad de fuego sobre el enemigo. Sin embargo las consideraciones teóricas acerca de esta superioridad le daban un perfil particular. La innovación técnica en las armas de fuego de la infantería les había otorgado mayor alcance, mejor precisión y una alta cadencia de tiro, aptitudes todas estas que obligaban al atacante a aprovechar el terreno, actuar en formaciones muy abiertas y ofrecer así un menor blanco presentando el campo de batalla vacío. Si las ideas francesas pretendían resolver la batalla por medio de una ofensiva coronada por una carga a la bayoneta se debía hallar un medio, recurso o procedimiento que permitiese superar la potencia de fuego de la defensa. Quien planteó una respuesta a este tema fue el entonces coronel Ferdinand Foch. En su libro “Los Principios de la Guerra“ Foch sostiene que los adelantos tecnológicos se incluyen en los factores tangibles de análisis de combate pero que el factor moral es un intangible que potencia las cuestiones mesurables hasta desequilibrar cualquier ecuación meramente matemática. Sin embargo aún cuando este factor moral deba ser cultivado, para Foch la moral es esencial pero no gana batallas por sí sola. Cree que el análisis teórico del combate debe ser racional y que los reglamentos y regulaciones son importantes para la instrucción y la preparación, pero que el militar debe aprender a pensar. Es así como introduce el siguiente razonamiento “A cada perfeccionamiento sufrido por las armas debe responderse retornando a la ofensiva… ( pero)… las mimas cuestiones estudiadas con el libro de historia en la mano reclaman la respuesta inversa …el perfeccionamiento de las armas de fuego es un incremento aportado a la ofensiva … si la táctica racional de la ofensiva ha consistido siempre en presentar en un punto un mayor número de fusiles y cañones que el adversario, es indiscutible que ella presenta, hoy día mejores fusiles y
65 Griffith,
P., 1992 “Forward into Battle” pg 87. California, Presidio Press.
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mejores cañones; por consiguiente sus ventajas aumentan. Si se quiere una demostración práctica esta es bien fácil de ofrecer:
Se lanzan 2 batallones contra Se lanzan 2.000 hombres contra Tirando un tiro por minuto, 1.000 defensores tiran Con el mismo fusil, 2.000 atacantes tiran Ventaja en beneficio del atacante Con un fusil, tirando 10 disparos por minuto, 1.000 defensores tiran Con el mismo fusil, 2.000 atacantes tiran Ventaja
1 1.000 1.000 proyectiles 2.000 proyectiles 1.000 proyectiles 10.0000 proyectiles 20.000 proyectiles 10.000
Como se ve, la superioridad material del fuego crece rápidamente, en provecho del ataque, con el perfeccionamiento de las armas; tanto más rápidamente crecen, todavía, el ascendiente, la superioridad moral del atacante sobre el defensor”.66 Esta exposición, sin ser la única, es una de las fundadoras de las ideas ofensivas francesas y de su desprecio por la defensa. El espíritu francés ofensivo y su élan nutrían el carácter moral del ataque y eran de un valor tal que se les daba una preeminencia absoluta en el combate. Sobre esta base se estimaba que la rapidez en el ataque constituía un significativo ahorro en hombres, pues la velocidad y el ímpetu disminuirían el espacio de campo abierto a recorrer para el asalto final a corta distancia, donde, se sostenía, las armas de fuego perdían eficacia. Los reglamentos preveían que los ataques de infantería debían realizarse con la cooperación de la artillería, y asimismo se recomendaba una actitud metódica en la ejecución de las operaciones. En los hechos las cosas resultaban diferentes. Se carecía de medios de comunicación y procedimientos adecuados para el enlace con los apoyos de fuego. En la hoguera de la rapidez ofensiva se consumieron ataques lanzados sin método; para mantener el control de los reclutas se los lanzó al combate en formaciones densas; finalmente la 66
Foch, F., 1943, “Los Principios de la Guerra”, pg 58 y 59, Buenos Aires, Biblioteca del Oficial Vol. 300. Círculo Militar.
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repugnancia por la defensa se tradujo en un desprecio por el aprovechamiento del terreno y su fortificación; todo ello a un precio de bajas nunca antes visto. Esta exacerbación por la ofensiva que, admitamos transmite cierto perfume a gloria y heroicidad, estaba prendida también en la sociedad francesa especialmente sobre la vieja herida de la pérdida de Alsacia y Lorena en 1870. Una muestra de ello es el incidente de los uniformes sucedido en 1912. Para la primera década del siglo los ingleses ya habían establecido el color ocre para sus uniformes, lo prusianos el verde-gris y el resto de Europa siguió la tendencia de vestir a sus soldados con colores discretos que los confundieran con el terreno. Francia sin embargo, conservaba la chaqueta azul, y el pantalón y kepí rojos, lo que transformaba al soldado en un blanco fácil de las modernas armas de fuego. Para cambiar esto el ministro de guerra Messimy proyectó un uniforme azul-gris o verde-gris. La propuesta levantó protestas no sólo en el ámbito militar sino también en el civil al punto que un ex ministro de guerra exclamó en el parlamento “…Le pantalón rouge c’est la France”
La Doctrina Alemana Los alemanes coincidían con los franceses en la importancia de la batalla decisiva y en la prerrogativa de la ofensiva. También como los galos privilegiaban el factor moral empleando con asiduidad en sus reglamentos el término ‘espíritu ofensivo’. En esos mismos reglamentos y como es habitual en la doctrina alemana desde la época de las Guerras Napoleónicas también se le da un muy importante lugar a la iniciativa, la cual, “ … ejercida dentro de justos límites es la base de los grandes éxitos en la guerra”67. El medio principal para aplicar estos criterios es uno de los puntos que diferencia a germanos y galos. Mientras que los franceses privilegian la ofensiva ocupándose esencialmente del asalto directo de la posición enemiga, los alemanes reparan más en el empleo de la maniobra, especialmente del envolvimiento. Del mismo modo aprecian en mayor grado el empleo del fuego, de hecho, para ellos “ atacar es llevar el fuego hacia delante … la ofensiva consiste en llevar el 67 Teniente Coronel Lucas, 1925 “La evolución de las ideas tácticas en Francia y Alemania durante la guerra 1914-1918”, pg 42. Buenos Aires, Biblioteca del Oficial vol 84. Círculo Militar
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fuego hasta el enemigo, en caso necesario, hasta la proximidad inmediata; el asalto a la bayoneta confirma la victoria”. Como vemos los criterios francés y alemán son bastante similares, sin embargo mientras que en Francia el ataque bajo cualquier circunstancia llevado impetuosamente y resuelto a la bayoneta era la fórmula ideal, en Alemania el ataque debía ser producto de una maniobra que lo favoreciera y es el fuego el que define el resultado mientras que la bayoneta es sólo un aseguramiento del mismo. En la concepción alemana la defensa era considerada una importante herramienta para contrarrestar la potencia de fuego de las modernas armas. De allí que en su instrucción el ejército alemán tuviera una adecuada combinación de ejercicios ofensivos y defensivos. Esta inclusión de la maniobra hizo que los alemanes fuesen más metódicos en sus operaciones y que ello en conjunto produjera una mejor coordinación entre las armas y un más adecuado empleo del fuego lo que les dio la ventaja en las primeras semanas de la guerra. El mayor menoscabo que presentaba la doctrina alemana era su reticencia al empleo de formaciones abiertas de tiradores. Ello se debía a la preocupación por la eventual pérdida de control sobre las tropas. Así el Reglamento de Ejercicio para la Infantería del 29 de mayo de 1906 señala que “ … a menudo será necesario recurrir al fraccionamiento en pequeñas unidades y al empleo de las formaciones en orden abierto. Pero debe pensarse que el abandono de las formaciones en orden cerrado es un mal que se debe evitar todas las veces que ello sea posible”. La consecuencia de esta recomendación fue que densas columnas alemanas se ofrecieron como excelentes blancos para la artillería francesa, especialmente para las ametralladoras inglesas en la batalla de Mons.
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E VENTOS DESTACABLES Las Operaciones en el Frente Occidental en 1914 Los Planes Enfrentados Alemania A partir del tratado Franco-Ruso de 1894 la situación estratégica de Alemania quedaba determinada por la necesidad de tener que luchar con sus enemigos en dos frentes. Los planes alemanes para el caso de guerra preveían, como solución a ese problema, un rápido ataque en el oeste con la intención de eliminar a Francia de la contienda para luego volcar todo el esfuerzo bélico contra Rusia. Las acciones sobre suelo francés integraban el llamado Plan Schlieffen, concebido en 1899 por el Conde Alfred von Schlieffen en su calidad de Jefe del Estado Mayor General del Imperio Alemán. La versión última del plan fue completada en 1906, año en que Schlieffen sería pasado a retiro por el Káiser Wilhelm II aprovechando un accidente de equitación del conde; en su lugar fue designado el Grl Helmuth von Moltke, sobrino del famoso mariscal y conocido como “Moltke el Joven”. Antes de 1899 los planes estratégicos alemanes determinaban un planteo inverso, es decir actuar defensivamente en el oeste y concentrarse primero en la derrota del ejército ruso. Schlieffen estimó que ese planteo podía fracasar en función de la clásica estrategia rusa de ceder terreno para evitar la derrota y desgastar al enemigo llevándolo al interior del imperio zarista. Por otra parte el conde calculaba que el ritmo de movilización del ejército ruso era de seis semanas, más lento que el de Francia y Alemania de sólo 15 días. Estimó entonces que esa diferencia le daría alguna libertad de acción antes de que el ejército ruso pudiera representar un peligro inmediato; Schlieffen concluyó que ese mes y medio podía emplearse en derrotar primero a las fuerzas francesas. Acometer este plan implicaba dejas una tenue línea de fuerzas en Prusia Oriental vigilando al ejército ruso; esto implicaba un riesgo muy alto pero como señaló Federico el Grande “Es mejor
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perder una provincia que dividir la fuerzas con las que se puede lograr la victoria” 68. Este cambio estratégico fundamental obligó a un replanteo de las operaciones en el oeste. El principal obstáculo para lograr una rápida victoria era que la frontera común entre Francia y Alemania resultaba muy estrecha para una operación de envergadura y potencia. A demás en esa misma frontera entre Verdún y Belfort se concentraba el núcleo de las fortificaciones defensivas francesas. Esas defensas comprendían a demás una brecha al sur de Nancy, conocida como la Trouée des Charmes, creada deliberadamente para canalizar cualquier ataque alemán y volverlo vulnerable a contraataques franceses desde el norte y el sur. Según Schlieffen la región era casi inexpugnable. La alternativa militarmente obvia consistía en evitar las fortalezas rodeándolas, sin embargo ello planteaba un inconveniente. El camino del rodeo implicaba desplazar el centro de gravedad de la operación hacia el norte y, lo que resultaba más grave, atravesar Bélgica y Holanda violando la neutralidad de estos países. Satisfecho con la solución militar Schlieffen estimaba que el despliegue del ejército alemán en la frontera de los Países Bajos llevaría a Francia a lanzar una invasión preventiva sobre Bélgica liberando así a Alemania del problema diplomático de no respetar a vecinos neutrales. El plan Schlieffen proponía un despliegue del ejército Alemán desde el norte de Colonia hasta Colmar. El ala izquierda entre Colmar y Metz era la más débil y su función consistía en atraer a las fuerzas francesas hacia la región de Alsacia y Lorena y retener allí a la mayor cantidad de fuerzas enemigas. En tanto el centro entraría en Francia entre Longwy y Sedan para doblar inmediatamente hacia el sur constituyendo el pivot del ala derecha. Ésta luego de atravesar Bélgica y el sur de Holanda entraría en Francia entre Lille y Givet, penetrando el territorio galo en profundidad suficiente como para luego girar hacia el sur, rodear Paris por el oeste y atacar la retaguardia de los ejércitos franceses para aplastarlos contra las fortalezas del Mosela, las montañas Jura y la frontera Suiza. El plan tenía como objetivo derrotar a Francia a través de la destrucción de sus ejércitos, por ello en ningún momento Schlieffen pensó en tomar Paris. El diseño de esta estrategia era el básico y elemental modelo del yunque, el ala izquierda alemana, y el martillo, su ala derecha que realiza68
Tuchman, B.1962, “The Guns of August”, pg. 35, New York, Bantam Books
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ría un gigantesco giro para concluir en una Kesselschlacht o batalla de envolvimiento. Esta operación exigía de un escrupuloso respeto del principio de economía de fuerzas, pues debía hallarse un balance casi perfecto entre las fuerzas de aferramiento y las tropas de rodeo. Sin embargo no era sólo este el único inconveniente que el número de tropas presentaba pues en Alemania no había suficientes soldados regulares para cubrir las necesidades del plan. Para zanjar este último problema Schlieffen decidió incluir a las divisiones de la reserva, integradas por hombres de entre 24 y 32 años, doctrinariamente inadecuados para una acción ofensiva. Con esta idea revolucionaria casi llegó a alcanzarse el número de soldados necesarios. En cuanto a la proporción de fuerzas Schlieffen estableció que entre las tropas de aferramiento y las de rodeo debía existir una proporción de 7 a 1 a favor de estas últimas. Conceptualmente brillante, el plan adolecía de un defecto principal. Debido a que una de las cuestiones centrales era el aprovechamiento de las seis semanas de la movilización rusa, los tiempos de puesta en marcha y operación debían seguir un ajustadísimo cronograma. Si para derrotar a Francia se disponía de sólo 42 días, era necesario iniciar el ataque inmediatamente de conocido el comienzo de la movilización del ejército ruso. La misma rigidez, marcada por el escaso tiempo, era de aplicación forzosa para cada etapa del plan; cualquier retraso constituía una pérdida de tiempo irrecuperable.
Francia Los franceses preveían atacar Alemania y destruir sus ejércitos rápidamente, contando con que sus aliados rusos atacarían al mismo tiempo obligando a los germanos a dividir sus fuerzas. Esta concepción estratégica preveía que ambos ataques se realizaran al decimoquinto día de la movilización ruso-francesa; aunque resultaba obvio que el oso ruso no alcanzaría su pleno alistamiento en tan breve plazo, los franceses estimaban que ellos si, y que ese tiempo sería menor que el de la movilización alemana, lo que les daría la ventaja. La cuestión central de la decisión militar era cómo emplear esas fuerzas para alcanzar la victoria. La doctrina francesa, tanto en el nivel estratégico como en el táctico, privilegiaba la acción ofensiva en todo momento, sintetizada en la frase offensive a outrance. Se sostenía que el ataque era superior a la defensa, que la ofensiva proporcionaba resultados positivos y que la
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defensa pasiva sólo llevaba a la derrota. Este criterio afirmaba que las bajas sufridas en un ataque nunca iban a ser de consideración en razón de la velocidad y el ímpetu del mismo. A demás se concebía a estas ideas como las más adecuadas al espíritu del soldado francés, a su coraje y a su elán. Uno de los principales promotores de esta doctrina era el Grl Ferdinand Foch, director de la Ecole Supérieure de la Guerre. Este brillante oficial sostenía entre otras cosas que “la voluntad de conquista es la primera condición de la victoria”, que la “Victoire c’est la volonté”, y que “una batalla ganada es una batalla en la cual uno no se confiesa a sí mismo derrotado”. Otro impulsor era el profesor de la misma escuela Cnl Louise de Grandmaison quien explicaba en sus conferencias para los jóvenes oficiales que debían cultivarse apasionadamente todas aquellas actitudes y acciones que llevaran la marca del espíritu ofensivo. Este espíritu ofensivo había impregnado profundamente no sólo al cuerpo de oficiales sino también a los soldados y al pueblo francés. La conciencia ofensiva era tan fuerte que prácticamente no se realizaban instrucciones teóricas ni prácticas que comprendieran acciones defensivas ni atrincheramientos o preparaciones de fortificación del terreno. Pese a estas ideas que inflamaban la pasión del ejército francés igualmente había oficiales que pensaban que la defensa podía resultar una alternativa de utilidad. Así en 1911 el Grl Michel, comandante del ejército presentó ante el ministro de guerra un plan que pretendía contrarrestar el movimiento alemán a través de Bélgica y su ataque por el norte de Francia. Lo que Michel proponía era enfrentar a los germanos en la línea Verdún – Namur – Amberes y contenerlos allí. Este plan presentaba tres obstáculos, por una parte se requería de más tropas que las regulares; para solucionarlo Michel preveía la incorporación de tropas de reserva amalgamadas junto con las regulares. Esta idea fue rechazada, por los militares porque consideraban que la mezcla de tropas era para ejércitos decadentes. Los políticos, sobre todo los de izquierda se oponían porque el crecimiento del ejército era asociado con un golpe de estado, y porque no estaban dispuestos a apoyar una ley que aumentara el tiempo del servicio militar para poder incorporar las reservas. El segundo inconveniente era su carácter defensivo, lo que chocaba con el espíritu ofensivo reinante en Francia. El impedimento final era que no todos los responsables de la estrategia francesa creían que los alemanes iban a atacar a través de
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Bélgica. Las líneas generales del plan Schlieffen eran conocidas por la inteligencia francesa, pero el análisis que de él se hizo concluyó que el ejército alemán no poseía suficientes soldados como para ejecutarlo, y que los germanos jamás pensarían en incorporar reservas para alcanzar el numero de tropas suficientes. Como es de comprender el Grl Michel fue considerado un insano y un peligro nacional, consecuentemente fue removido del cargo de comandante en jefe. En su reemplazo se designó a Joseph Jacques Cesaire Joffre, un general de cincuenta y nueve años que había sido jefe del Cuerpo de Ingenieros, se desempeñaba como jefe de los Servicios de Retaguardia, y carecía de experiencia en trabajo de estado mayor. Para compensar esa debilidad se le asignó al Grl Castelnau como segundo, un oficial con experiencia que sería comandante de un ejército durante la guerra. En los dos años siguientes a su designación Joffre trabajó en un plan ofensivo cuyo centro de acción era la región de Alsacia y Lorena, perdidas por Francia durante la guerra franco prusiana de 1870. Este plan, conocido como Plan XVII, consistía en un ataque sobre Lorena entre Metz y Estrasburgo, la ocupación de Alsacia y un ataque en dirección al bosque de las Ardenas para amenazar por el flanco cualquier avance alemán hacia el sur de Namur; el plan contaba además con una reserva para emplearse en una eventual batalla decisiva. En caso que los alemanes intentasen el envolvimiento por el norte, allí se dirigirían los franceses entrando a Bélgica por el sur, es decir a través de las Ardenas, pero esta operación sólo se ejecutaría por orden del Comandante en Jefe. Este plan carecía de objetivos estratégicos claros por lo que podemos suponer que, aparentemente, los franceses pensaban que un ataque victorioso en cualquier lugar terminaría la guerra. El plan se completó en abril de 1913 y se distribuyó entre los mandos de los ejércitos implicados en febrero de 1914, pero sólo se les entregó la parte del plan que es afectaba específicamente. El plan en sí no contenía objetivos ni una agenda de operaciones, sólo trataba del despliegue de fuerzas y algunas directivas sobre eventuales líneas de ataque en respuesta de una invasión alemana. La implementación del plan requería de un reordenamiento de las defensas de Francia, lo que llevó entre otras cosas al abandono de la fortificación de la ciudad de Lille. El gobernador militar de la ciudad Grl Lebas se presentó ante el Grl Castelnau, jefe del Estado Mayor General, para reclamar la permanencia de la defensa de la ciudad en razón de que ésta se encontraba en medio del avance ale-
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mán por el norte. Castelnau le respondió que tal defensa no sería necesaria, pues los alemanes no tenían tropas suficientes para semejante ataque, por lo cual si lo realizaban “los cortaremos por la mitad…si ellos llegan tan lejos como Lille, mucho mejor para nosotros.”69 Este aparente exceso de confianza era realmente una temeridad. El Deuxieme Bureau o Jefatura de Inteligencia de Estado Mayor Francés tenía información que confirmaba la maniobra a través de Bélgica que fue confirmada en 1904 por un oficial traidor alemán que vendió documentos del plan a Francia. Por otra parte en 1909 Schliefen publicó un artículo anónimo en la Deutsche Revue en que criticaba, sin dar detalles, las reformas que Moltke había hecho a su plan. En 1913 esta misma oficina pudo confirmar el empleo de las tropas de reserva alemana en el frente de combate. Ninguna de estas informaciones fueron consideradas por el alto mando francés.
El Plan Moltke Como antes dijimos Schlieffen dejó el Estado Mayor en 1906 fecha en que fue reemplazado por el Grl Moltke. Así como el conde había concebido la posibilidad de una rápida victoria en el oeste a través de una batalla decisiva, Moltke pensaba que eso no era posible y que la guerra podía resultar prolongada; aunque algunos oficiales de estado mayor pensaban igual dentro y fuera de Alemania, ningún ejército desarrolló planes para enfrentar una guerra de largo plazo. Con este planteo se presentó Moltke al Káiser al proponer la modificar del plan original. En primer lugar redujo la amplitud del rodeo renunciando a la invasión de Holanda; ello le obligaba a tomar la fortaleza de Lieja integrada por seis fuertes mayores, seis menores y 400 cañones, para lo cual constituyó un destacamento especial de 60.000 hombres, integrados en seis Br I y tres DC, bajo el mando del Grl Otto von Emmick. Moltke suponía que los franceses atacarían la región de Lorena por lo que la decisión de la batalla se produciría en el centro del dispositivo alemán. Por ello decidió reforzar esa región disminuyendo la potencia del ala derecha llevando ahora la proporción entre alas a 3 a 1, abandonando la de 7 a 1 como Schlieffen pretendía. Apreciando 69
Tuchman, B.1962, “The Guns of August”, pg. 45, New York, Bantam Books.
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como seguro el ataque francés a Lorena previó atacar él también para aferrar a los galos y facilitar la maniobra de rodeo. De esta forma dejaba abierta la posibilidad de transformar el envolvimiento de Schlieffen en un doble envolvimiento, con un brazo partiendo de la zona de Alsacia y Lorena y el otro a través de Bélgica y el norte de Francia. Para asegurar esta alternativa restringió la amplitud de este último movimiento obligando al ala derecha a mantenerse en contacto con el eje de conversión en Metz. De todas formas, pese a la debilitación del ala derecha aún se mantenía su misión de envolvimiento por el oeste de París. Estas alteraciones no cambiaron en nada la rigidez horaria del plan original por lo que esta debilidad continuaba vigente. La inflexibilidad del plan era tal que se habían calculado los tiempos sobre la base de no enfrentar ningún revés militar. Los caminos más allá de Lieja debían estar despejados para “…el duodécimo día de movilización, Bruselas sería tomada para el M-19, la frontera francesa se cruzaría en M-22, la línea Thionville-St. Quentin se alcanzaría en M-31, París y la victoria decisiva en M-39.”70 Esta rigidez encerró también a la decisión política del gobierno alemán. El plan era también único y sólo se presentó al Canciller y al Ministro de Guerra en 1912 lo que no ofrecía ninguna alternativa al ataque inmediato en caso de movilización. Cuando por informaciones erróneas acerca de la neutralidad francesa en las primeras horas de la guerra el Káiser solicitó que se atacase primero en el este, el ejército no tuvo ninguna respuesta que ofrecerle. Otro problema que presentaba el plan era que, al parecer no se habían tomado a conciencia las posibilidades de su viabilidad logística, tema que aún hoy plantea numerosos interrogantes. Nunca antes se había intentado una maniobra de envolvimiento que implicara a cinco ejércitos y un millón de hombres.
La situación de Inglaterra La preocupación central inglesa la constituía Bélgica, la porción de territorio continental europeo que apunta directamente a las costas británicas. Aunque existían conversaciones desde 1905 entre Francia e Inglaterra acerca de una acción militar conjunta en caso de guerra, no se 70
Tuchman, B.1962, “The Guns of August”, pg. 43, New York, Bantam Books
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había formalizado ningún acuerdo. En 1909 el director del Colegio de Estado Mayor inglés Grl Henry Wilson decidió hacer una visita a su par de la Ecole Superieure de la Guerre, Grl Foch. Ambos se hicieron amigos personales.
El Ataque Bélgica El sábado primero de agosto de 1914 a las 1700, el Káiser Wilhelm II decretó la movilización general de Alemania poniendo en marcha con ello el plan Schlieffen – Moltke, cuatro días después las tropas alemanas cruzaban la frontera belga. Los primeros ataques contra la fortaleza de Lieja, defendida por 40.000 hombres al mando del Grl Gérard Mathieu Leman, fueron rechazados, al igual que los asaltos realizados el 5 de agosto. Moltke había enviado como observador del Estado Mayor en esa operación al Grl Erich Ludendorff quien se hizo cargo de la Br I 14, por muerte de su comandante. En un ataque lanzado en horas de oscuridad Ludendorff logró penetrar entre dos fuertes y alcanzar los suburbios de la ciudad, aunque quedó aislado del resto de las fuerzas de ataque. Pese a ello el Grl Leman no supo sacar ventaja de la situación y, preocupado de que la DI 3 belga se perdiera junto con la ciudad el 6 de agosto la envió a reunirse con el resto del ejército en Bruselas. Finalmente el 7 de agosto rindió la ciudad. No obstante la rendición los fuertes que rodeaban la ciudad continuaban combatiendo por lo que el camino de avance del Primero y Segundo ejércitos alemanes se encontraba bloqueado. Esto implicaba un retraso en razón de que estas dos grandes unidades constituían el ala exterior del rodeo; eran las que debían recorrer más distancia y las que llevaban el paso de la operación. Para el 12 de agosto los alemanes sólo habían capturado uno de los fuertes de Lieja, entonces decidieron emplear contra los restantes fuertes 2 cañones Krupp de sitio de 420mm, que pesaban 98 toneladas y requerían de 200 sirvientes, los famosos “Gran Berta”; junto con ello se emplearon varios morteros Skoda de 305mm. Los fuertes belgas habían sido construidos para resistir impactos de piezas de hasta 210mm por lo que bajo este fuego infernal, el 16 de agosto cayó la última posición. El plan alemán llevaba ahora un retraso de 96 horas.
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Ante esta demora Moltke se hallaba ansioso y el 14 de agosto retiró seis divisiones de reemplazo del ala derecha para emplearlas en Lorena, esperando allí encontrar una más rápida oportunidad. Con el camino abierto el Ej I alemán el 20 de agosto entró en Bruselas, los belgas se retiraron al puerto fortificado de Amberes, lo que obligó al comandante alemán, Grl Alexander von Kluck, a destinar un cuerpo de ejército para vigilarlo. Esta distracción de tropas se debió a que esa función la iban a cumplir las divisiones recientemente retiradas por Moltke. Aunque el ejército alemán había forzado el paso por Bélgica estaba lejos de resultarle fácil el avance. Al renunciar a la invasión de Holanda, Moltke obligaba a sus Iro, IIdo y IIIer Ej a atravesar al mismo tiempo el estrecho corredor de 80km entre Holanda y las Ardenas. Esto trajo aparejados retrasos y superposiciones en el uso de caminos, vías férreas y bases logísticas. Como coordinar todo ello resultaba casi imposible desde Coblenza, donde se había instalado el cuartel general alemán, Moltke colocó a los tres ejércitos bajo el mando operacional del Grl Bülow, comandante del Ej II. Éste se ocupó más de su ejército que de la coordinación de los tres y además prácticamente no se dirigía la palabra con Von Kluck, por lo que la operación en conjunto se hacía sumamente dificultosa.
Alsacia y Lorena En tanto en Francia la movilización había comenzado unas horas antes que en Alemania. El 4 de agosto Joffre estableció el Grand Quartier General ( GQG ) en Vitry le Francois; tres días después, el Cpo Ej 7 francés entraba en Lorena alcanzando Mulhouse el 8 de agosto. Los alemanes contraatacaron esta penetración el 9 de agosto, el comandante francés Grl Bonneau pensando que había caído en una trampa decidió replegarse hacia Francia. Ante este hecho el ministro de guerra le remitió a Joffre un telegrama que decía “cualquier oficial general que no cumpla con sus deberes con la requerida firmeza deberá ser fusilado dentro de las 24 horas“. Aunque menos drástico, Joffre se comportó igualmente severo e inflexible relevándolo a Bonneau y a dos comandantes de división, iniciando una purga que arrastraría incluso a dos jefes de ejército. Joffre reunió a siete divisiones bajo la denominación de Ejército de Alsacia al mando del Grl Paul Pau, que empujó a los alemanes contra el Rhin; sin embargo para el 20 de agosto los franceses se vieron obligados a retroceder nuevamente. Más al norte, en Lorena los
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Grls Dubail y Castelnau habían atacado al Ej VI alemán del Príncipe Rupprecht de Bavaria, quien en el plan original debía retroceder atrayendo a los franceses; en lugar de eso el 17 de agosto se atrincheró entre Morhange y Sarrebourg. Siguiendo la doctrina de la ofensiva, los franceses atacando sin adecuado reconocimiento ni artillería de apoyo se estrellaron contra las defensas alemanas. Alentado por este éxito Rupprecht y su jefe de estado mayor Grl Krafft von Dellmensingen, solicitaron al Oberst Heeresleitung ( OHL )71 autorización para contraatacar, aprovechando las seis divisiones enviadas por Moltke desde el ala derecha. Este dudaba en comenzar la operación de doble envolvimiento que había vislumbrado originalmente, sin embargo ante el requerimiento de Rupprecht de que intentaría el ataque a menos que el OHL se lo prohibiera específicamente, le mandó decir por su adjunto el Grl Hermann von Stein que no lo obligaría a atacar prohibiendo la operación, “usted debe tomar la responsabilidad. Tome su decisión según se lo dicte su conciencia”. Esto significó una abdicación del comando supremo y el abandono del concepto de Schlieffen. La punta de lanza del ejército del Grl Castelnau era el Cpo Ej 20 al mando del Grl Foch, quien el 20 de agosto se lanzó al ataque de Morhrange. De la forma más cruel Foch comprendió que sus teorías eran incompletas y sólo producían grandes pérdidas. En estos ataques una división francesa integrada con tropas regulares de la legión extranjera “ … perdió 11.000 mil de sus 17.000 hombres … “72 El contraataque alemán precedido de una fuerte barrera de artillería penetró profundamente el ala izquierda francesa obligando a Castelnau a retirarse hacia Nancy para evitar ser envuelto. Este movimiento arrastró al Grl Dubail quien se retiró hacia Epinal. El éxito hizo que el OHL decidiera intentar el doble envolvimiento, aunque para ello le ordenase a Rupprecht atacar la línea de fortificaciones francesas cuya inexpugnabilidad había dado origen al plan Schlieffen. El 24 de agosto los alemanes, con veinticinco divisiones atacaron frontalmente al cuerpo de Foch en la fortificación de Grand Courone. Los cañones de 75mm de esta posición haciendo fuego directo barrieron con los asaltos germanos dirigiéndolos hacia la brecha de Trouée des Charmes, donde fueron contraatacados por ambos flancos el 29 de agosto, siendo obligados a retirarse. 71 Supremo
Cuartel General del Ejército Jones A. 1987, “ The Art of War in the Western World, 435, Oxford, Oxford University Press.
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Las Ardenas Sin perturbarse por los desastres de Lorena y convencido por la inteligencia francesa de que los alemanes no usarían sus unidades de reserva en el frente, Joffre continuaba pensando que poseía la superioridad numérica sobre los alemanes y que en algún momento éstos iban a mostrar un punto débil que pudiera explotarse. El 20 de agosto, después de la retirada de Castelnau, Joffre ordenó que el IIIro y IVto ejércitos atacasen el centro alemán en la región de las Ardenas, mientras el Ej V y la British Expeditionary Force ( BEF ) atacarían el ala derecha alemana en Namur, con el apoyo del ejército belga. Para asegurar el sur se creó el Ejército de Lorena como reserva entre Toul y Verdun. Este plan era absolutamente teórico; los alemanes estaban aún en Bruselas, los belgas permanecían encerrados en Amberes y los IIIro y IVto ejércitos eran inferiores en número a los IVto y Vto ejércitos alemanes a los que debían atacar. La penetración en la Ardenas resultó terrible. El terreno quebrado cubierto de bosques y surcado de cursos de agua facilitó a los alemanes la defensa a través de puntos defensivos pertrechados con ametralladoras. El 22 de agosto los IIIer y IVto Ej franceses estaban desmoralizados y el Grl Ruffey, jefe del IIIro, que se vio obligado a retirarse, casi huir, le señaló a un observador enviado por Joffre “dígale al generalísimo que sus operaciones son peores que las de 1870”. El 30 de agosto era reemplazado por el Grl Maurice Sarrail. El Ej IV del Grl L’angle de Cary atacó desde Sedán hacia Neufchatel. Chocó contra el Ej IV alemán, su CE 17 y el CE Colonial fueron batidos sufriendo severas bajas. Para el anochecer los ataques cesaron y ambos ejércitos franceses habían sido duramente derrotados. Joffre culpó de la derrota a la falta de energía de los comandantes locales y ordenó reiniciar de inmediato los ataques. La retirada continuó inevitablemente y Joffre tuvo que admitir que su ofensiva había sido “momentáneamente contenida”.
El Norte de Francia Mientras sucedían los eventos de las Ardenas y Alsacia la situación en el norte se hacía más compleja, los alemanes avanzaban por el norte del Mosa y el Sambre, sin embargo el GQG suponía que la masa germana se hallaba al sur del primero de estos ríos y hacia allí dirigió al Ej V del Grl Lanrezac y a la BEF del Mariscal John French. Mientras los ingleses concentran sus cinco divisiones en Mons, el Ej
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V francés luego de derrotar a los alemanes en Charleroi se disponía a avanzar hacia el sudeste para apoyar la ofensiva de las Ardenas. Lanrezac no tenía confianza en Joffre y su plan, ni tampoco en la cooperación de los ingleses, por lo que su relación con French era de mutuo rechazo. El 20 de agosto el Ej II alemán del Grl Bülow se dirigía a atacar a Lanrezac desde el norte mientras el Ej III del Grl Hausen avanzaba hacia él desde el este por la ribera sur del Mosa. Lanrezac no tenía alternativa si elegía atacar a uno de ellos el otro lo flanquearía y rodearía. Más al norte el Ej I alemán amenazaba con envolver el flanco izquierdo inglés y arrollar todo el frente aliado. Los alemanes tenían una ventaja de 2 a 1 en el sector, pero carecían de adecuada coordinación. El OHL instalado en Coblenza el 16 de agosto tenía un solo receptor inalámbrico para monitorear toda la operación; los mensajes del ala derecha sufrían un retraso de hasta 8 horas. A demás no se habían previsto formaciones de grupo de ejércitos y las que se aplicaron fueron producto de la improvisación del momento. El 21 de agosto Bülow y Lanrezac se encontraron en el Sambre. El comandante alemán en lugar de aferrar a los franceses para que el Ej III de Hausen lo atacase por el flanco el día 23, se impacientó y lo atacó de inmediato. Como resultado de este combate consiguió dos cruces sobre el Sambre al oeste de Namur pero dejó escapar hacia el sur al ejército francés. Namur en tanto, una fortaleza similar a Lieja resistió hasta el 25 de agosto reteniendo a 100.000 soldados alemanes y 500 piezas de artillería. Hausen tenía planeado atacar a través de Givet en dirección sudoeste para colocarse sobre la línea de retirada de Lanrezac. Sin embargo Bülow le ordenó atacar en dirección oeste lo que lo llevó directamente contra el Cpo 1 del Grl Franchet d’Esperey. Este general había decidido atrincherar sus tropas, lo que le permitió resistir varios asaltos alemanes e incluso lanzar un contraataque liderado por el Grl Charles Mangin, que logró eliminar la cabeza de puente alemana en Dinant. A pesar de estos éxitos la situación estratégica aliada empeoraba. El Ej V se hallaba separado de la BEF por una brecha de unos 20 kilómetros, la caída de Namur dejaba disponibles más fuerzas alemanas y la retirada del Ej IV francés de las Ardenas exponía el flanco derecho de Lanrezac. Sin embargo Joffre no reconocía el fracaso y consecuentemente no envió órdenes de retirada al Ej V. Aún así y aunque algunos de sus subordinados insistían en atacar, Lanrezac
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decidió retirarse hacia el sur para evitar exponerse a una derrota que dejaría libre el camino de avance a las tropas enemigas. Al decidir esta retirada no se lo informó al Grl French quién se enteró del evento a través del teniente Spears, su oficial de enlace. En tanto la BEF se encontraba bajo ataque del Ej I alemán en Mons. Este ataque significó una fuerte derrota para los alemanes quienes se encontraron bajo el fuego de numerosas ametralladoras. Anoticiado de la retirada francesa French inició también la suya de Mons, despreocupándose de la suerte de los galos e incluso pensando en embarcar en St. Nazaire y regresar a Inglaterra estimando la guerra como perdida. Lo que French no sabía era que el ejército de Kluck había sido obligado por Bülow a girar hacia el sur en dirección a Mons para proteger el flanco derecho del Ej II alemán. Esta maniobra terminó por arruinar lo poco que quedaba del plan Schlieffen, pues el giro debía hacerse el oeste de Lille; al torcer el rumbo antes el Ej I caería frente a París por el este y no por el oeste como se había previsto originalmente.
La Situación Logística Alemana Para fines de agosto los alemanes comenzaron a sentir la presión logística del plan. Durante la primera etapa habían aprovechado la red ferroviaria nacional que les sirvió para facilitar tanto el despliegue como el aprovisionamiento de las tropas. Pero una vez iniciado el avance sobre Bélgica y Francia, pronto descubrieron que sólo una pequeña proporción de vías y medios ferroviarios capturados se hallaban en condiciones de uso. Los alemanes debían destinar seis trenes diarios de efectos para cada ejército en el frente, y éstos se alejaban diariamente de las bases de abastecimiento principales. Para agravar la situación no había suficientes terminales de ferrocarril por lo que ejércitos y cuerpos debían compartirlas con los consecuentes conflictos y confusiones. Estas complicaciones se deben atribuir especialmente a un evento no calculado. En toda la historia militar la provisión de municiones nunca había planteado un serio inconveniente; los ejércitos combatían con la provisión de proyectiles con que marchaban y sólo en contadísimas situaciones podemos encontrar casos en que esta resultara insuficiente. En la primera guerra mundial esta situación cambió, comparada con la guerra Franco–Prusiana de 1870 el consumo de municiones de
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artillería se multiplicó por cuatro y el de armas livianas por doce.73 Los ferrocarriles transportaban la munición hasta los puntos en que las vías férreas de Francia y Bélgica estaban en estado de uso, desde allí debían ser descargada y llevada hasta las tropas por medio de carros tirados por caballos o camiones. Para el tiempo de la batalla del Marne el sesenta por ciento de los camiones alemanes estaban fuera de servicio y las caballos habían alcanzado el límite de su utilidad, entre otras cosas debido a que las tierras de Francia no tenían capacidad para alimentar a la inmensa cantidad de equinos en uso. Estas consideraciones hacen suponer que el ejército alemán no hubiese podido completar el plan Schlieffen como fue planeado, sin embargo esta es una idea meramente especulativa.
París El Plan XVII había fracasado, la offensive a outrance estaba muerta, todos los ataques franceses habían sido rechazados sangrientamente. Joffre finalmente admitiendo la gravedad de la situación le comunicó al Ministro de Guerra Messimy, que se veía obligado a tomar la defensiva para poder mantener sus posiciones el mayor tiempo posible y contener a enemigo, hasta poder reasumir la ofensiva. Como se puede observar Joffre mantienen la posición doctrinaria francesa respecto de la utilidad de la defensa. Joffre de inmediato comenzó a planear su contraataque mientras reordenaba su línea defensiva. Para ello necesitaba crear un nuevo ejército en el ala izquierda de la línea aliada, es decir más allá de la posición de la BEF, en la región de Amiens. En principio esa zona estaba cubierta por el CE D’Amade insuficiente para cumplir con esa misión. El GQG tomó entonces al Ej de Lorena del Grl Michel – Joseph Maunoury, lo renombró Ej VI y lo envió por tren a Amiens donde llegó el 26 de agosto. Se retiraron de Paris tres divisiones de reserva dejando la capital con sólo tres divisiones territoriales insuficientes para proteger la capital. El ministro Messimy nombró al Grl Joseph Gallieni gobernador militar de Paris, quién aceptó el cargo bajo la condición de que le fueran provistas tropas suficientes. El ministro le ordenó a Joffre remitir a la ciudad luz tres cuerpos de ejército regulares. La orden jamás fue cumplida pues no había tropas disponibles. 73
Jones A. 1987, “ The Art of War in the Western World, 439, Oxford, Oxford University Press.
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Todas estas medidas apuntaban a fortalecer el ala izquierda aliada. Moltke, contrariamente a la idea original de Schlieffen continuaba debilitando su ala derecha. A demás del cuerpo de ejército destinado a Amberes otro, del Ej II debió enviarse a sitiar Maubeuge, y un tercero del Ej III a hacer lo mismo en Givet. Para agravar la situación y en contra de lo previsto los rusos atacaron en el oeste a los 15 días de iniciada la movilización. Este ataque provocó la decisión apresurada de retirar el Cuerpo de la Guardia de Reserva del Ej II, el CE 11 del Ej III juntamente con una división de caballería para enviarlas a Prusia oriental. Estas fuerzas de todas formas llegaron tarde para tener efecto en la inminente batalla de Tannenberg. El 26 de agosto el Ej I alemán volvía a atacar, esta vez con éxito a los ingleses en Le Cateau, los aliados continuaban retrocediendo y los germanos avanzando. En el OHL sólo se recibían partes de victoria, aunque con una dilación de 24 horas. Pese a ello Moltke vivía atormentado por el fantasma de la derrota. Tal vez esta mezcla de euforia exterior y temores internos hizo que en lugar de reordenar sus fuerzas para enmendar el plan de envolvimiento original, se decidiera a lanzar una ofensiva general en todo el frente. Esta operación preveía que el Ej I alcanzase el Sena al oeste de Paris, el Ej II al este de la ciudad, el Ej III en Chateau Thierry, el Ej IV en Epernay y el Ej V en Vitry; los Ej VI y Ej VII entrarían en Francia el sur de Toul para enlazar con el Ej V al sudoeste de Verdun. En busca de retomar la ofensiva Joffre ordenó al Ej V atacar a los alemanes en St. Quentin de inmediato, sin preocuparse de lo que hicieran en tanto los ingleses a su izquierda. Esta falta de coordinación entre ingleses y franceses no era sólo responsabilidad de Joffre, quien luego de dos reuniones no pudo convencer al Grl French de que apoyara el ataque francés. Por su parte Lanrezac se resistía a atacar, pero Joffre el 28 de agosto le indicó que si no atacaba lo relevaría; con tan persuasivo argumento Lanrezac acató la orden consiguiendo 24 horas más para preparase. El mismo 29 de agosto Bülow inició un asalto hacia Guise contra el flanco de Lanrezac; este debió suspender su ataque para contenerlo y gracias a que el CE de D’esperey logró tomar de enfilada al Cuerpo Prusiano de la Guardia, se logró rechazar el ataque con fuertes pérdidas alemanas.
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Esta victoria sirvió de poco, el recién creado Ej VI acababa de ser batido por Kluck cerca de Amiens; ello obligó a Joffre a ordenar la retirada dirigiendo al Ej VI hacia Paris y al Ej V al Marne. Mientras tanto el Grl French continuaba sin plegarse al plan de operaciones francés. Le envió al Ministro de Guerra inglés Lord Kitchener el siguiente mensaje “si los franceses continúan con la presente táctica, que es prácticamente retirarse de mi derecha y abandonarme, usualmente sin avisar … por supuesto que la brecha en la línea francesa se mantendrá y las consecuencias deberán ser pagadas por ellos”. El 1de septiembre Kitchener viajó a Francia y le ordenó a French adaptarse al plan de Joffre tanto como le fuera posible. Ese mismo día Joffre mediante la Instrucción General Nro. 4 fijaba la línea de retirada entre Verdun – Bar le Duc – Vitry- Noguent; la línea final de resistencia se fijaba en los ríos Aube y Sena. Intentando retomar la ofensiva la orden proponía que tan pronto el Ej V escapara de sus perseguidores, este junto con el Ej III y Ej IV Ej atacarían a los alemanes entre Verdun y Paris, contando con el apoyo de las fuerzas de esta ciudad. Lo que Joffre estaba haciendo era cambiar espacio por tiempo debido al fracaso del Plan XVII. En este punto de la campaña el Ej I alemán de Von Kluck cruzaba el Aisne quedando a menos de 100 kilómetros de la última vía de ferrocarril que unía a Paris con la Francia oriental. Cortar esta línea de comunicación no sólo dividía al país en dos sino que hubiera hecho imposible aprovisionar a los ejércitos franceses con los medios necesarios para continuar combatiendo. Esta magnífica oportunidad se echó a perder cuando Bülow, en su persecución del Ej V francés le requirió a Kluck que lo apoyara. Kluck no tenía obligación de cumplir pues había dejado de estar bajo el mando de Bülow tres días antes, sin embargo aceptó la orden y dirigió su ejército hacia Compigne, lo que lo llevaría al este de Paris. De este movimiento no es Kluck el único responsable. De continuar avanzando hubiese podido aislar Paris por el oeste pero no tenía fuerzas suficientes como para sitiar la ciudad; esta debilidad se debe esencialmente al continuo drenaje de fuerzas del ala derecha perpetrado por Moltke. Es decir si Kluck continuaba avanzando hacia el sudoeste, sólo hubiese conseguido quedar aislado. Sin embargo cumplir el pedido de Bülow también constituyó un error. Al dirigirse hacia el sudeste exponía su flanco derecho al Ej VI francés en Paris. Kluck calculaba que estas fuerzas no se atreverían a salir de las fortificaciones de la ciudad, y por otra parte la BEF se estaba retirando rápidamente hacia el sur lo que facilitaba su avance.
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Sí preocupaba a Kluck que su continua persecución desde el 18 de agosto se había cumplido a marcha forzada por lo que sus tropas se hallaban exhaustas. Eso le dejaba solamente al CE 4 de Reserva para el caso de un ataque desde Paris. El giro de Kluck fue aprobado por Moltke 12 horas después de que comenzó a efectuarse. Pese a la apariencia de éxito había datos perturbadores para los alemanes. En Bélgica los ingleses desembarcaron una brigada de marina en Ostende, los rusos habían actuado antes de lo esperado, el Ej VI alemán fracasó en el intento de tomar Nancy y sufrió severas bajas en los contraataques. A pesar de que los informes hablaban del desastre francés el número de prisioneros y cañones capturados era alarmantemente bajo; como admitió Moltke “… hemos hecho retroceder a los franceses pero aún no están derrotados”. Basado en exagerados reportes de éxito en la zona del IVto y Vto Ej, Moltke decidió realizar su mayor esfuerzo en ese sector. Estas fuerzas junto con el Ej III atacarían entre Vitry y Verdun, mientras el Ier y IIdo Ej protegerían su flanco derecho. En este sentido se ordenó al Ej I continuar su avance escalonándose detrás del Ej II. Para este momento el OHL había perdido el control y dirección de la campaña. Cuando Kluck recibió esas órdenes su ejército estaba a dos días de marcha por delante del Ej II, y no detrás como Moltke suponía, por lo que ignoró el requerimiento. En su lugar Kluck continuó intentando envolver y destruir al Ej V francés para lo cual cruzó el Marne hacia el sureste. Moltke se enteró de esto con cuarenta horas de atraso. Lanrezac había cruzado el Marne el 3 de septiembre sin impedir que el Ej I alemán, a medio día de marcha detrás de él, asegurase una cabeza de puente al sur del río. Joffre relevó a Lanrezac y designó en su lugar a Franchet D’Esperey. El Ej V estaba exhausto y desmoralizado luego de tan larga retirada; su perseguidor, el Ej I se hallaba igualmente agotado y hambriento luego de cubrir marchas de 35 kilómetros diarios a paso forzado. El 4 de septiembre Moltke envió a sus fuerzas un mensaje que reconocía que los aliados habían evadido el envolvimiento y advertía que los franceses estaban creando nuevas formaciones para proteger Paris, amenazando así la derecha alemana. Recomendaba entonces que el Ier y IIdo Ej tomaran posiciones defensivas con frente a la capital francesa. Cuando estas órdenes alcanzaron al Ej I al día siguiente fueron desoídas, Kluck continuó avanzando hacia el sur más allá de Montmirail.
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El Marne El 2 de septiembre el gobierno francés se mudó a Bordeaux, dejando a Gallieni quien declaró “he recibido el mandato de defender Paris contra el invasor. Ese mandato lo cumpliré hasta el final”. Esa misma tarde el GQG le informaba que el Ej I alemán había cambiado de dirección, por lo que comenzó a pensar en cambiar la defensa por un ataque. El flanco derecho alemán estaba en el aire, si Joffre podía aferrarlo por el frente, el Ej VI desde París estaría en posición de atacar y arrollar la línea alemana por completo. En la mañana del 4 de septiembre Gallieni le comunicó a Joffre esta idea. Al principio se plantearon dudas pero luego de dos llamados telefónicos más Gallieni convenció a Joffre para una ofensiva a lanzarse el 7 de septiembre. Sin embargo Gallieni que había previsto convencer a Joffre ya había comenzado el avance del Ej VI, lo que forzó a Joffre a adelantar la operación en 24 horas. El fracaso alemán en Nancy le permitió a Joffre reforzar el centro y la derecha, llevando más trompas a Paris y creando el Ej IX bajo el mando de Foch. La ofensiva necesitaba de la cooperación británica para cubrir la brecha entre Paris y el Ej V; sin embargo French continuaba pensando en una retirada. Joffre mantuvo una reunión con el inglés el 5 de septiembre donde le dijo que planeaba comprometer hasta el último hombre en la ofensiva y que no podía creer que el ejército inglés se rehusara a participar en la crisis agregando que el honor de Inglaterra estaba en juego. French le contestó, a través del traductor, “maldito sea … dígale que lo que los hombres puedan hacer los nuestros lo harán”. Para ese momento la batalla del Marne ya había comenzado con el avance del Ej VI contra el CE 4 de reserva alemán del Grl Gronau al que rechazó en Monthyon. La ofensiva general se inició con ataques simultáneos del Vto y VIto Ej y la BEF, aunque para el 6 de septiembre aún se encontraban entre 8 y 30 kilómetros detrás de la línea de partida trazada en el plan. Frustrado por las desobediencias Moltke envió al frente a su jefe de inteligencia Tcnl Richard Hentsch. Este oficial le dijo a Kluck que su posición era inestable y debería retirarse al norte del Marne. En ese momento en el cuartel general del Ej I se recibían las noticias de la retirada de Gronau hacia Meaux; Kluck, no dispuesto a retirarse envió hacia allí al CE 2 del Grl Alexander von Linsingen para estabilizar la situación y mantener sus posiciones.
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El ataque del Ej VI francés fue una maniobra frontal que no intentó envolver el flanco derecho alemán, sin embargo consiguió atraer también el CE 4 del Grl Sixt von Arnim. Mientras estos ataques alcanzaban el flanco derecho del Ej I alemán al norte del Marne, el Ej V francés asaltaba su izquierda 60 kilómetros al sudeste. Las tropas de ambos contendientes se hallaban fatigadas y de los cuatro cuerpos franceses que atacaron sin coordinación, solamente la DI 6 del Grl Herni Philippe Petain alcanzó su objetivo. La BEF avanzaba con extrema cautela aunque por delante y en el centro de su avance el Ej I alemán sólo se encontraban tropas de caballería. En la izquierda y el centro ingleses el 3er y 4to CE no encontraron oposición; en la derecha el CE 1 del Grl Sir Douglas Haig chocó contra el Cuerpo de Caballería del Grl Georg von der Marwitz. Un ataque lanzado con determinación hubiese podido partir en dos el ejército de Kluck, sin embargo French ordenó un alto a sus tropas. En compensación la caballería de Marwitz fracasó en su función de proveer inteligencia a Kluck, por lo que éste creyó que los ingleses continuaban retirándose al oeste del Sena. La batalla del Marne comprende varios episodios separados, aunque vinculados entre sí. Por una parte el combate entre el Ej VI francés y el Ej I alemán al norte del Marne, donde el CE 9 de Ferdinand von Quast y el CE 3 de Luchow estaban siendo rechazados. Esto provocó la concentración del Ej I, lo que dio la idea a Kluck de contraatacar y destruir a Maunoury frente a Paris. Este contraataque fue contenido gracias al refuerzo de dos regimientos frescos llegados desde Paris en taxi. Kluck se movió entonces hacia el norte del Marne dejando una brecha entre él y el Ej II cubierta sólo por una pantalla de caballería. A través de esta brecha y muy lentamente iba penetrando la BEF, aunque sin aprovechar la ventaja de esta posición. Por otra parte el IIdo, IIIer y IVto Ej alemanes combatían contra el Vto, IXno y IVto Ej franceses intentando separarlos de su flanco en Verdun. Entre el 6 y el 9 de septiembre los alemanes estuvieron varias veces a punto de lograrlo siendo siempre contenidos por contraataques franceses. Mientras los ingleses desperdiciaban la oportunidad de quebrar la línea alemana, el Ej V francés conseguía atacar el flanco expuesto del Ej II alemán en Montmirail; aunque la operación fracasó, quebró el espíritu del Grl Bülow quién el 8 de septiembre planeó su retirada recruzando el Marne.
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El 9 de septiembre el CE 1 británico alcanzó el Marne encontrando sus puentes intactos, nuevamente en lugar de aprovechar la oportunidad, French ordenó un nuevo alto, para esperar que las tropas de D’esperey lo alcanzaran para cubrir su flanco derecho. Esto le dio la última oportunidad a Kluck de evitar ser atrapado entre la BEF y el Ej VI francés. En esos momentos en el Cuartel General del Ej I alemán se recibía la noticia de que el Ej II se estaba retirando hacia el nordeste. Kluck se hallaba en el frente por lo que su jefe de Estado Mayor Grl von Kuhll pasó el informe al Tcnl Hentsch. Este oficial había recibido de Moltke el 8 de septiembre la autorización para emitir las órdenes necesarias que evitasen el desastre de las fuerzas alemanas. Nunca en la historia un oficial de tan baja graduación fue investido de tanta autoridad. Luego de recibido el mensaje de Bülow, Hentsch le preguntó a Kuhll si derrotado el Ej VI francés en el día de hoy, el Ej I estaba en condiciones de apoyar con todas sus fuerzas a Bülow al día siguiente; Kuhll respondió que no. Hentsch en consecuencia ordenó la retirada del Ej I a la línea Soissons-Fismes para lograr una mayor cooperación con el Ej II. A su regreso Kluck estuvo de acuerdo. Finalmente el 11 de septiembre el OHL se vio forzado a ordenar la retirada de los ejércitos IIIer, IVto y Vto para adecuarse al movimiento retrógrado del Iero y IIdo. Con esta decisión finalizaba la batalla del Marne. Moltke se presentó ante el Káiser con esta frase: “ Su majestad, la guerra esta perdida”.
La Carrera al Mar La retirada alemana en ningún sentido era una huída y la persecución aliada tampoco fue tan vigorosa como debía serlo. Para el 14 de septiembre el Ej I alemán se hallaba atrincherado al norte del Aisne; a fin de ese mes fue atacado por la BEF y el Ej VI francés a lo largo de Chemin des Dames. Este ataque intentó rodear el flanco derecho alemán, aunque por cierto el Ej I tenía ambos flancos en el aire, pues la brecha con el Ej II, abierta en el Marne permanecía sin cerrar. Para solucionar este problema se creó un Ej VII que alcanzó a contrarrestar los ataques aliados, concluyendo lo que se conoce como la batalla del Aisne. El 14 de septiembre el abatido Motke fue reemplazado por el Grl Erich von Falkenhayn. Este general planeó flanquear la línea aliada y
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continuar el avance hacia el oeste. Para ello trasladó tropas de la región de Alsacia y Lorena hacia el flanco derecho y retiró un CE de cada ejército. El movimiento de estas tropas se prolongó durante casi un mes. Joffre por su parte hizo lo mismo retirando tropas de su derecha para llevarlas hacia el norte. Esta concentración de fuerzas por ambos lados inició lo que se conoce como la carrera al mar y que realmente consistió en intentos de envolvimiento de una y otra fuerza que al final fueron rechazados mutuamente. El resultado de esta carrera fue una extensión del frente que concluyó en las costas del Canal de la Mancha. Se estableció así un frente desde allí hasta Suiza con una extensión de 600 kilómetros que terminó con la etapa de la guerra de maniobras para iniciar una horrenda guerra de trincheras. El resultado de esta etapa de la guerra no es fácil de acreditar a ninguno de sus responsables, ni por sus aciertos ni por sus errores. Sin embargo podemos destacar que Joffre tuvo la habilidad de reordenar su estrategia abandonando el Plan XVII original e improvisando nuevas operaciones a medida que cambiaban los acontecimientos. Por su parte Moltke no fue capaz ni de aferrarse a su plan original, ni de aplicar cambios acertados. Por el contrario todas las alteraciones resultaron inadecuadas producto de su constante hesitación y de su terror por la derrota, lo que lo llevó a prácticamente perder la conducción de las operaciones.
Las Operaciones en el Frente Oriental en 1914 Los Imperios se preparan Austria Es probable que el principal responsable del desencadenamiento de la primera guerra mundial haya sido el Imperio Austro – Húngaro, y aún así, esta multiétnica unidad política era la peor preparada para enfrentar el conflicto. Con tropas de una docena de nacionalidades distintas que se manejaban sin un idioma común, con la excepción de un elemental alemán que se empleaba para dar órdenes, las expectativas de una acción coordinada resultaban poco halagüeñas. Austria – Hungría basaba su estrategia militar en la expectativa de tener que luchar en tres frentes. Por una parte los dos mayores
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peligros los representaban Italia y Rusia, el tercer frente era la frontera con Serbia y Montenegro. Bajo esta concepción el ejército de los Ausburgo se organizó en tres fuerzas una principal para ser empleada contra los Rusos o los Italianos, una secundaria a empeñarse contra Serbia y otra de reserva para apoyar cualquiera de estas dos situaciones. El Jefe del Estado Mayor General austriaco era el Mariscal Franz Conrad von Hötzendorf. Con una brillante imaginación estratégica, realmente nunca llegó a trazar planes detallados de operación ni a concebir cuales eran las capacidades reales de las tropas a su mando. Por otra parte tampoco pudo establecer planes coordinados con los alemanes, pues éstos le confiaron los suyos de atacar primero a Francia y seis semanas después a Rusia recién en mayo de 1914. Para el comienzo de la guerra Austria podía movilizar de inmediato medio millón de hombres organizados en 49 divisiones; en 30 días ese número se elevaría a más de 1.000.0000, con 2.000.000 más en reserva. Sin embargo estos hombres nunca tendrían el equipo suficiente debido a falta de dinero, a la corrupción administrativa del imperio y a la ineficiencia de los servicios de abastecimiento. Por su parte los alemanes contaban con un ejército mejor entrenado y equipado, aunque en razón de que la mayoría de sus fuerzas se encontraban empeñadas en la ejecución del Plan Schlieffen, sólo disponían al comienzo de la guerra en la Prusia Oriental de un ejército, el VIIIvo bajo el mando del Grl Maximilian von Prittwitz. Esta fuerza debía esperar que el ejército ruso actuara a la defensiva según la errónea información de inteligencia disponible, pese a ello su comandante estaba atento a un ataque ruso.
Rusia Los ejércitos del Zar contaban con dos planes alternativos. Uno de ellos era defensivo y partía del supuesto de que los alemanes atacarían primero en el este, en ese caso el Gpo Ej Norte desplegaría sus tres ejércitos del siguiente modo, el Ej IV al sur de Riga, el 1ero en Kovno y el Ej II en Bialystok; el Gpo Ej Sur dispondría del Ej V en Kholm, el Ej III al sur de Rovno y el Ej VIII al norte de Mogilev. Este plan conocido como “A” especificaba que ante un ataque ambos grupos de ejército se replegarían al interior de Rusia hasta tener la oportunidad de lanzar una contraofensiva. El otro plan llamado “G” estimaba que el primer ataque alemán sería contra Francia por lo que se aprovecharía esa oportunidad para lanzar una operación ofensiva que se ejecutaría en dos sectores. Por
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una parte el Gpo Ej Sur atacaría la Galitzia, como preparativo a la invasión de Silesia. El Gpo Ej Norte invadiría Prusia Oriental para lo cual trasladaría al Ej IV hasta Brest-Litovsk. Según el acuerdo entre los rusos y los franceses esta ofensiva debía lanzarse a los 15 días de iniciada la movilización; aunque ello implicaba que el ejército Ruso atacaría mucho antes de las seis semanas que necesitaba para completar su alistamiento, igualmente se accedió al pedido galo. Los rusos eran capaces de movilizar más de 5.000.000 de hombres con los que se preveía formar 114 divisiones. Aunque estos números son impresionantes se trataba de tropas mal entrenadas y peor preparadas. La décima parte de los soldados eran Opolchenia ( Guardias Nacionales ) de escaso valor combativo y equipados con rifles de un solo tiro. El resto del ejército igualmente estaba falto de fusiles en más de un veinte por ciento, lo mismo que de cartuchos, uniformes y botas. Como referencia en toda Rusia sólo había dos ambulancias motorizadas. La artillería rusa no estaba mejor. Aunque contaba con depósitos de 7.000.000 de ojivas, en el término de un año solamente se recibieron 650.000 más, por lo que pronto la mayoría de las baterías se vieron limitadas a realizar no más de cuatro disparos al día. Como agravante las municiones y piezas instaladas en las fortalezas rusas nunca fueron remitidas al frente para compensar estas fallas, debido a la falta de transporte y a la prevención de tal medida. El sistema de comando ruso era igualmente desastroso. El mando supremo era teóricamente ejercido por el Gran Duque Nicolai Nicolaievich, un hombre capaz y competente, sin embargo el estilo de operación ruso hizo que interviniera poco en las decisiones de los comandantes de los grupos de ejército quienes realmente dirigían la campaña. Por demás el cuartel general o Stavka se veía vulnerado por la intervención del Zar Nicolai II un hombre egoísta, cobarde y estúpido. En este escenario no era raro encontrar que los generales discutieran las órdenes, se opusieran a cumplirlas, no cooperasen entre sí y actuasen dirigiendo sus propias guerras. Finalmente la relación del cuerpo de oficiales con la tropa era de absoluto desprecio lo que implicaba un insalvable quiebre moral en el espíritu del ejército.
La campaña de Tannenberg En cumplimiento de su palabra y en contra de lo esperado por los alemanes el 15 de agosto de 1914 el Ej I ruso del Grl Pavel Rennen-
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kampf invadió la Prusia Oriental. Esta provincia alemana presentaba un saliente sobre la Rusia Polaca por lo que el comandante del Frente del Noroeste74 , Grl Iakov Zhilinski preveía eliminarlo con un ataque combinado del Ej I desde Kovno por el este y otro desde el sur partiendo desde el río Narew ejecutado por el Ej II del Grl Alexander Samsonov. El plan aunque conceptualmente correcto exigía de una cuidadosa coordinación de ambos ejércitos y de la cooperación de sus comandantes. La coordinación aunque compleja hubiera podido ejecutarse, pero la cooperación resultaba virtualmente imposible. Samsonov y Rennenkampf sostenían una rivalidad y un odio personal que ya habían manifestado durante la guerra Ruso – Japonesa de 1904-1905, y para agravar la situación Rennenkampf no se hablaba con Zhilinski. Teóricamente las fuerzas rusas debían superar a los alemanes por 3 a 1, sin embargo el ataque lanzado antes de completar la movilización y la necesidad de asignar tropas para guarnecer las fortalezas rusas del sector reducía la ventaja a 2 a 1. La situación del Ej VIII alemán en el saliente hacía obvia la maniobra rusa por lo que debía hallarse una respuesta a ello. El Grl Prittwitz deseaba abandonar Prusia y establecer una línea defensiva detrás del río Vístula. Consiente de que esta alternativa no sería aceptada por Moltke y que a demás sería ruinosa para su carrera, decidió seguir el consejo de su Jefe de Operaciones Cnl Carl Adolf Maximilian Hoffmann. Este oficial planeaba atraer al Ej I ruso a una emboscada en el oeste de Gumbinnen, una vez derrotada esta fuerza el Ej VIII alemán se movería al sudoeste para caer sobre el Ej II ruso. Si este plan no funcionaba aún podrían retirarse al Vistula. Esta operación exigía de rapidez, Rennenkampf debía caer en la trampa antes de que Samsonov tuviera tiempo de penetrar el flanco sur alemán. El ataque del Ej I ruso el 15 de agosto puso en marcha el plan de Hoffmann, que operó según lo establecido durante las primeras cuarenta y ocho horas. El 17 de agosto un evento puso en peligro la maniobra alemana. El comandante del CE 1 alemán Grl Hermann von Francois lanzó un ataque contra el avance ruso en Stalluponen, 40 kilómetros al este de Gumbinnen obteniendo la victoria. Algunos consideran que este ataque fue un acto de insubordinación, sin embargo von Francois actuó dentro del sistema alemán de comando que privilegiaba la ini74
En la nomenclatura militar Rusa “ Frente “ equivale a lo que los occidentales denominan Grupo de Ejercito
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ciativa de los oficiales en el frente y el aprovechamiento de las oportunidades que se le presentasen. Lo cierto es que este ataque arruinó el elemento sorpresa e hizo que Rennenkampf redujese su ritmo de marcha y se detuviese al este de Gumbinnen, lo que evitó que cayese en la trampa germana. Esta detención obligó a Prittwitz a atacar las posiciones del Ej I ruso el 20 de agosto, resultando en una derrota alemana. Mientras tanto Samsonov avanzaba en un frente amplio a 100 kilómetros al sudoeste del flanco alemán, protegido solamente por el CE 20. Esta noticia perturbó tanto a Prittwitz que de inmediato se comunicó con Moltke para informarle que iniciaba la retirada del Ej VIII hacia el Vístula. Moltke agitado por los sucesos en Francia resolvió retirar de allí dos CE y una DC para enviarlos como refuerzo a Prusia. La situación del Ej VIII alemán se complicaba y exigía de una decisión. Hoffmann sostenía que la retirada se había vuelto imposible pues el Ej II ruso estaba más cerca del Vistula que el Ej VIII alemán, y en poco tiempo podría hallarse atravesado en la línea de retirada germana. Las alternativas del Ej VIII eran atacar a uno u otro ejército ruso. Prittwitz afectado por el fracaso del ataque en Gumbinnen prefirió lanzarse sobre el Ej II ruso. Para ello el CE 1 de ejército se movería por tren para apoyar al CE 20 en un ataque al frente de Samsonov, mientras que el CE 17 y el CE 1 de reserva marcharían hacia el sudoeste para atacar el flanco derecho del Ej II ruso. Moltke no fue informado de estos movimientos y el 22 de agosto relevó a Prittwitz para reemplazarlo con el Grl Paul von Hindenburg quien fue llamado desde su retiro y contaba en su historial el haber participado en la guerra Franco- Prusiana de 1870. El nombramiento de este general respondía no sólo a su capacidad profesional sino a su prestigio personal, sin embargo su avanzada edad recomendaba otro nombramiento en su apoyo. Por ello se designó como su Jefe de Estado Mayor al Grl Erich Ludendorff, el héroe de Lieja. Ambos generales arribaron al frente el 23 de agosto donde el Cnl Hoffmann les informó acerca de los últimos movimientos y del planeado ataque al Ej II ruso; ambos aprobaron de inmediato la operación. La única duda o riesgo que presentaba el plan era que el Ej I ruso reanudara su avance hacia el oeste, pero pronto esas preocupaciones se disiparon. Las escuchas de radio alemanas interceptaron varios mensajes de Rennenkampf que exponían que su plan era avanzar hacia el noroeste para sitiar la fortaleza alemana de Konigsberg en
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lugar de dirigirse al sudoeste para reunirse con Samsonov. Se debe tener en cuenta que los rusos se comunicaban por medio de mensajes no cifrados por lo que las escuchas alemanas pudieron prever casi todos los movimientos rusos a lo largo de la contienda. Otro hecho fortuito favoreció el despliegue alemán. El 24 de agosto Samsonov se hallaba combatiendo con las fuerzas alemanas en Falkenau; la dura batalla se prolongó durante todo el día y, pensando que los alemanes se retiraban Samsonov comunicó por radio a sus tropas que el 25 de agosto sería un día de descanso, esa información fue captada también por los alemanes. El 26 de agosto el CE 17 y el CE 1 de reserva atacaron el flanco derecho de Samsonov, en Bischofsburg poniendo en fuga a su CE 6. Al día siguiente en el otro flanco sucedía lo mismo al atacar von Francois, en Seeben al CE 1 ruso. El centro de Samsonov constituido por el CE 13 y CE 15 se encontraba a punto de ser rodeado, sin embargo el comandante ruso esperó en vano hasta el 29 de septiembre la llegada de Rennenkampf. Al intentar retirarse las unidades rusas se deshicieron y Samsonov decidió suicidarse. La batalla de Tannenberg dejó en manos de los alemanes a 92.000 prisioneros rusos y 500 cañones, al precio de 15.000 bajas, los rusos sufrieron más de 50.000. Quedaba ahora la tarea de eliminar al Ej I ruso.
La Batalla de los Lagos Masurianos El 30 de agosto Rennenkampf se enteró del desastre del Ej II por lo que decidió retirarse y establecer una línea defensiva entre Lobiau en el mar Báltico y Lotzen en la región de los Lagos Masurianos disponiendo como protección a su izquierda del CE 22 en Lyck. Zhilinski creyendo que los alemanes avanzarían sobre Varsovia reforzó allí los restos del diezmado Ej II. Aunque es cierto que los austriacos reclamaban a los alemanes un ataque a esa ciudad, Hindenburg comprendía que primero debía eliminar a Rennenkampf. Entre el 9 y el 10 de septiembre los alemanes capturaron Lyck y Augustow amenazando el flanco sur del Ej I ruso. Atacaron también el desfiladero de Lotzen pero fueron rechazados, aunque le costó a Rennenkampf el empleo de todas sus reservas. Esto facilitó la penetración del CE 1 alemán por el flanco izquierdo ruso, lo que obligó al CE 2 eslavo a retroceder dejando libre el camino hacia Gumbinnen. Temiendo ser envuelto el comandante ruso ordenó la retirada cubriéndola con un contraataque entre Nordenburg y Angenburg. Estos
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ataques de cobertura lograron detener el envolvimiento alemán y permitieron la retirada del Ej I ruso al precio de 145.000 hombres, mientras que los alemanes perdieron unos 10.000. Con esta batalla y la de Tannenberg, Prusia Oriental estaba a salvo y dos ejércitos rusos habían quedado prácticamente destruidos.
Las Operaciones en el Medio Oriente El Imperio Turco Turquía se hallaba gobernada desde 1909 por el Sultán Mohammed V, quien a su vez respondía al Comité de Unión y Progreso, más conocido como Partido de los Jóvenes Turcos. El cual estaba dirigido por el poderoso Ministro del Interior Taalat Bey, el Ministro de Marina Ahmed Cemal y el Ministro de Guerra Enver Pasha. Los Jóvenes Turcos a pesar de la misión militar alemana dirigida por el Grl Liman von Sanders no entraron en alianza con las Potencias Centrales. De hecho hasta comienzos de 1914 intentaron establecer un tratado defensivo con Rusia y eventualmente una alianza con Rusia y Francia. Afortunadamente para los alemanes las ambiciones francesas sobre Siria impidieron cualquier acuerdo. Esto abrió el camino para que Enver Pasha impulsara una alianza con Alemania cuyo primer paso formal se tomó el 2 de agosto de 1914 ( al día siguiente de la declaración de guerra germana a Rusia ) cuando el Baron Hans von Wangenheim, en su calidad de embajador alemán celebró un tratado secreto con los líderes del Partido de los Jóvenes Turcos y que terminaría el 5 de noviembre de ese año cuando el Imperio Otomano le declarase la guerra a Rusia, Francia e Inglaterra.
EL Ejército del Sultan Al comienzo de las hostilidades el ejército turco poseía treinta y seis DI y aunque la expectativa de la movilización preveía la incorporación de otras treinta y cuatro, para septiembre de 1918 el número máximo de divisiones en campaña fue de cuarenta y ocho. Las divisiones turcas se clasificaban en activas y de reserva bajo los criterios doctrinarios europeos. Su efectivo teórico debía alcanzar entre los 9.000 y los 10.000 hombres organizados en tres regimientos de infantería y uno de artillería; este comprendía entre 24 y 36 cañones. Debido a un ineficiente sistema de movilización sólo se alcanzó a
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poner bajo las armas unos 2.850.000 hombres. Los índices de deserción eran muy elevados, alcanzando a los 500.000 hombres en 1918; ello hizo que la mayoría de las divisiones apenas tuvieran un efectivo de 5.000 soldados. La mejor arma de que disponían los turcos era la artillería, equipada con cañones Krupp de 75mm, servida por personal entrenado y perteneciente solamente a unidades activas. El mayor problema que sufrió la artillería se debió a inconvenientes en la provisión de municiones, agravado esto por una mezcla de cañones modernos y antiguos que incluían hasta piezas de avancarga. En el otro extremo la peor arma disponible era la caballería. Nutrida de grupos minoritarios, como los Arabes, que toleraban mal el creciente nacionalismo turco, siempre generó desconfianza y por demás se demostró ineficiente. De allí que existiera solamente una división de caballería en toda la guerra y el resto de los jinetes participara en brigadas cuyo efectivo rara vez superaba los mil hombres. El Partido de los Jóvenes Turcos había alcanzado el poder por medio de un golpe de estado militar. Para evitar una repetición el nuevo gobierno seleccionó a sus generales por su lealtad política y no por su capacidad profesional. Con estas medidas generaron una cúpula militar incapaz, que nunca fue plenamente compensada por el empleo de cerca de 800 oficiales alemanes en los estados mayores turcos, ni por la participación activa de los generales von Sanders y Erich von Falkenhayn. Para agravar la situación el peor comandante turco era el mismísimo ministro de guerra Enver Pasha, que aunque bravo era un absoluto ignorante en cuestiones de estrategia y táctica.
Las Acciones Militares El Cáucaso Hacia diciembre de 1914 Enver Pasha decidió iniciar las acciones bélicas contra los rusos. El plan consistía en introducir a su Ej III de 90.000 hombres ente el CE 1 de Cáucauso y el CE 2 del Turquestan rusos que contaban con 60.000 hombres y luego desde esa posición central separarlos de sus bases y destruirlos. Esta operación tenía oportunidades de éxito entre otras cosas en razón de la superioridad numérica turca que podía acrecentarse debido a que los rusos retiraban tropas del Cáucaso para llevarlas al frente principal Austro – Germano. Sin embargo el plan exigía de un clima favorable y no de-
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bió montarse en pleno invierno como se hizo. En esa estación las tropas debían abastecerse del terreno pues los trenes no podían llegar a la zona de operaciones a causa de la nieve. Con temperaturas que alcanzaban los 30° bajo cero y fortísimos vientos encontrar recursos de supervivencia locales era casi imposible. Los rusos respondieron a los movimientos turcos con un contraataque que destruyó al CE 9 otomano, esto hizo que “El Pequeño Napoleón”, como llamaban a Enver Pasha, decidiera retirarse hacia Erzerum, retirada que en las condiciones meteorológicas descriptas se convirtió en una huída lastimosa donde los soldados turcos morían de hambre o de frío, reduciendo el efectivo del Ej III a apenas 15.000 hombres. Los rusos intentaron penetrar el territorio turco pero fueron contenidos por refuerzos otomanos. Las condiciones climáticas y del terreno infringieron un castigo tan duro a ambos ejércitos enfrentados que no se realizaron grandes operaciones exitosas hasta enero de 1916.
Gallipoli Las operaciones en el Cáucaso tuvieron una consecuencia inesperada. El 2 de enero de 1915 el Gran Duque Nicolai le solicitó a Inglaterra que realizara alguna operación de distracción contra Turquía para que retirara tropas del frente del Cáucaso y facilitara así las operaciones rusas. Una vez que los rusos derrotaron a los turcos, suprimieron la petición; sin embargo esta idea sumada al fallido ataque Turco en dirección al Canal de Suez en febrero de 1915 alimentó un proyecto del Primer Lord del Almirantazgo Inglés, Winston Churchill. Antes de la guerra Churchill y el Secretario de Guerra, Lord Horace Kitchener discutieron la posibilidad de una expedición que permitiera apoderarse de los Dardanelos. Consultado el Primer Lord del Mar Almte Fisher se consideró la posibilidad de un desembarco de tropas griegas en la península de Gallipoli para asegurar la entrada al mar de Mármara, atacar Constantinopla y abrir la comunicación con el Mar Negro; incluso se pensó en lanzar un desembarco Franco – Británico sobre las costas asiáticas. Se esperaba a demás, como consecuencia estratégica que Bulgaria y Rumania intervinieran en al guerra a favor de los aliados.
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Este plan ha sido considerado “… como el único concepto estratégico realmente innovador de toda la guerra…”75. Se estimaba que la sola presencia de la flota podría sacar a Turquía de la guerra, a demás como las dos únicas fábricas de munición turcas quedaban al alcance de los cañones navales su destrucción reforzaba la expectativa de un rápido y fácil triunfo. El plan original se basaba en la idea de forzar el estrecho con barcos de segunda línea que no estaban en condiciones de presentar batalla contra buques modernos, pero que serían lo suficientemente poderosos como para acallar las baterías navales turcas a las que se consideraba como obsoletas. La maniobra contaba con un antecedente negativo, en 1807 el Almte Ducksworth la había intentado sin ningún éxito; a más de un siglo de distancia los aliados tampoco hallarían el triunfo. En primer lugar el 1 de marzo de 1915, el gobierno griego que había ofrecido tres DI para la operación fue derrocado al conocerse este compromiso con los aliados y fue reemplazado por un gobierno pro alemán. Esto planteó una complicación pues Kitchener no pensaba tener que comprometer tropas británicas en la operación. Otro inconveniente apareció en el campo naval, a medida que se sumaban barcos a la expedición empezaban a implicarse unidades modernas como el acorazado Queen Elizabeth. Esto hizo que el Almte Fisher pusiera objeciones a la operación aunque luego terminaría apoyándola. La flota aliada bajo el mando del Almte John de Robeck inició su ataque el 18 de marzo de 1915 intentando forzar el paso que le permitiría atravesar los Dardanelos. El bombardeo naval se dirigió sobre los fuertes de Kilid Bahr, en la costa occidental y Chanak Kale en la costa oriental, ambos distantes unos 25 kilómetros de la boca sur del estrecho. Estos fuertes no eran los más poderosos pero respondieron el fuego acompañados de varias baterías de costa y artillería móvil que impactaron en la obra muerta de los buques. Sin embargo el peligro mayor lo constituían las minas que cerraban el paso del estrecho; estaban dispuestas en diez campos, cinco a la altura de los fuertes cerraban el punto más angosto del estrecho de un kilómetro de longitud, llamado “The Narrows“, concentrando 190 minas. El otro más al sur en Kephez disponía de 180 minas. Otro campo, no conocido por
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Haythornthwaite, P., 1994 “Gallipoli 1915”, pg 9, España Ediciones el Prado.
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los aliados había sido tendido sobre la costa asiática y cerca de la boca sur del estrecho. El bombardeo naval se organizó en tres oleadas combinando buques Ingleses y Franceses, hacia las cuatro de la tarde se habían acallado las baterías turcas y se dio paso a una flotilla de seis dragaminas. Para ese momento el acorazado francés Bouvet chocó contra una mina y se hundió en menos de dos minutos. Poco después los cruceros de batalla ingleses Inflexible e Irresistible sufrieron un inconveniente similar; al intentar rescatarlos el acorazado Ocean embistió una mina hundiéndose junto al Irresistible. Aunque Churchill desde Londres y el comodoro Roger Keyes, jefe de estado mayor de la flota en operaciones, instaron a de Robeck a lanzar un nuevo ataque que podría haber abierto el camino a Constantinopla, este almirante comunicó que la flota sin ayuda del ejército no podría atravesar los Dardanelos. En tanto el 12 de marzo Kitchener había autorizado finalmente la expedición. Esta estaría bajo el mando del Grl Ian Hamilton e integrada por la DI 29 inglesa, el Cuerpo de Ejército de Australia y Nueva Zelanda (ANZAC), y la 1ra y 2da Divisiones Metropolitanas francesas, y la División Naval Real 63. La inmediatez de la constitución de la fuerza expedicionaria la privó de un debido equipamiento y aprovisionamiento lo que obligó a Hamilton a realizar esfuerzos de improvisación que no siempre fueron exitosos. La premura estaba justificada en razón de que los turcos se hallaban ahora advertidos del ataque y reforzarían las defensas de la península. En efecto el Grl von Sanders fue designado comandante del Ej V que defendería Gallipoli; contaba con seis DI que alcanzaba los 84.000 hombres. Sanders esperaba que los aliados desembarcasen en las costas asiáticas de los Dardanelos o lo más próximo a The Narrows, por lo que concentró en estos dos sectores a cuatro de sus divisiones. Las restantes las dispuso en el norte de la península como reserva. El plan del desembarco comprendía una operación de engaño por la cual los franceses simularían un asalto sobre la costa asiática en Kunkale, mientras que otra división inglesa haría lo mismo frente a Bolayir. Las fuerzas principales de desembarco lo harían en Ari Burnu el ANZAC, y en la zona de Cabo Helles el resto de las fuerzas. Las operaciones se iniciaron el 25 de abril a las 0730 horas, y las acciones de decepción estuvieron a punto de tener éxito pues atrajeron la atención de von Sanders a la región de Bolayir durante los primeros dos días del desembarco.
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Las fuerzas del ANZAC, por un error de navegación fueron desembarcadas a 2 kilómetros al norte del lugar planeado donde se encontraron con un terreno dificultoso, aunque no hallaron resistencia y pudieron avanzar hacia el interior. El desvío resultó favorable en razón que alejó a las tropas aliadas de las principales baterías turcas en el sur de Gaba Tepe. La DI 29 debía alcanzar tierra en cinco playas “Y”, ”W”, “X”, “V”, y “S”. El concepto de la operación era el siguiente, las playas “X”, “W” y “V” debían tomar el extremo sur de la península mientras que las que las playas “Y” y “S” debían aislar las defensas turcas de la zona y atacarlas por su retaguardia. En “V” la invasión fue sangrientamente contenida. La falta de medios anfibios hizo que se convirtiera al buque carbonero River Clyde en una especie de lanchón blindado que debía encallar en la playa y desembarcar a los 2.000 soldados que transportaba. El buque se encontró sometido a un fuego brutal lo que provocó una carnicería, suerte que también siguieron los botes que lo acompañaban. El desembarco en “Y” debió abandonarse a causa de la confusión y el desorden general que se sucitói en la playa entre las tropas y sus mandos. En “W” y en “X” la suerte fue dispar; mientras que en “X” sólo se encontraron 12 defensores turcos que ofrecieron escasa resistencia, en “W” las defensas provocaron bajas fueron elevadas entre los ingleses. Finalmente en la playa “S” en dos horas y media de combate se consiguió dominar las defensas turcas. El fracaso en la playa “Y” impidió la posesión de las alturas de Krithia y Achi Baba, lo que arruinó el valor estratégico de la operación. La otra parte importante del desembarco representada por el ANZAC y que debía apoderarse del terreno elevado de la cordillera de Sari Bair y el monte Chunuk Bair también se vio frustrada por la rápida acción del comandante de la DI 19 turca del Grl Mustafa Kemal, quien contraatacó a los australianos y neozelandeses reteniendo las alturas. Aunque al finalizar el primer día las operaciones aliadas tenían aún posibilidades de remontar la situación, Hamilton esperó hasta el 28 de abril para avanzar tierra adentro, encontrándose entonces con que un día antes von Sanders había reforzado las defensas de la península y se preparaba para contraatacarlo entre el 1 y el 3 de mayo. Esto inició al igual que en Europa una etapa de guerra de trincheras donde ningún ataque alcanzó a provocar cambios sensibles en las posiciones de ambos ejércitos.
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En agosto el mando aliado había comprometido en la campaña 120.000 hombres, lo que le permitió intentar un nuevo desembarco para alcanzar la victoria. El asalto en Bahía Suvla se inició el 6 de agosto con 25.000 hombres. Esta operación que debió ser un ataque de ruptura a través de la península que cortara en dos las defensas turcas terminó siendo una simple operación de apoyo al ANZAC debido a la inactividad del Grl Stopford a cargo de la acción, quien se contentó con llevar sus tropas a la playa. Cuando el 9 de agosto se decidió a lanzar un ataque general, los efectivos de la defensa turca que originalmente sólo eran 1.500 hombres habían sido ya elevados lo suficiente como para contener las operaciones inglesas y provocarles 18.000 bajas. Finalmente y luego de una visita a la península, Kitchener recomendó la evacuación aliada de la región. Las fuerzas del ANZAC fueron retiradas en diciembre de 1915. Las tropas de la zona de cabo Helles concluyeron la evacuación el 9 de enero de 1916. La campaña de Gallipoli comprometió medio millón de hombres aliados y provocó bajas que alcanzaron la mitad de esa cifra en ambos bandos. Este equilibrio cuantitativo en los resultados muestra que esta campaña no sólo fue tácticamente un desastre para los aliados sino que ni siquiera alcanzó el efecto estratégico de retener fuerzas turcas.
El Camino a Jerusalem y Damasco Durante 1915 el ejército británico en Egipto había permanecido a la defensiva, pero al año siguiente su comandante el Grl Archibald Murray comenzó a avanzar a través de la península del Sinai alcanzando El Arish en diciembre de ese año. Los británicos se encontraban ahora ante Gaza donde los turcos resistieron dos ataques en marzo y abril de 1917 que costaron a los ingleses 10.000 hombres. Esto provocó el relevo de Murray por el Grl Edmund Allenby, que venía de comandar un cuerpo de caballería y el Ej III en Francia. En octubre el ejército inglés reunía a 88.000 efectivos en siete DI y tres DC. Los turcos bajo el mando del Grl alemán Erich Falkenhayn reunían dos ejércitos, el VIImo y el VIIIvo que superaban en número a las tropas británicas. Para evitar otro sangriento ataque contra Gaza el jefe de inteligencia de Allenby, Cnl Richard Meinertzhagen ideó una trampa. El 10 de octubre avanzó sobre la tierra de nadie, se dejó capturar por los
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turcos y luego escapó dejando en manos de sus captores el plan de un nuevo ataque contra Gaza. Falkenhayn creyó en el engaño y concentró sus fuerzas sobre la costa, por lo que no pudo evitar el sorpresivo ataque de la caballería inglesa contra Beersheba donde capturaron sus valiosos pozos de agua. Este ataque debilitó la posición turca, que se agravó cuando el 6 de noviembre Allenby obligó al Ej VII turco a retirarse al norte de Hebron. Con el flanco derecho tan profundamente penetrado los turcos decidieron abandonar Gaza perseguidos firmemente por Allenby que al ver la oportunidad cambió el eje del esfuerzo principal de su ejército. Los turcos intentaron resistir estableciendo una línea defensiva en la zona de El Ramla con el Ej VIII, manteniendo a su izquierda al Ej VII en Jerusalem. El 14 de noviembre Allenby atacó esas posiciones obligando a los otomanos a retirarse y establecer su Ej VIII entre Jaffa y Ras el Ain, perdiendo contacto con Jerusalem. Días después los ingleses también tomaban el puerto de Jaffa y obligaban a los turcos a retirarse nuevamente. Ahora Allenby cambiaba nuevamente de dirección, pero de una manera menos sorpresiva pues se dirigía a Jerusalem. Falkenhayn reforzó al Ej VII y las defensas de la ciudad, lanzando a demás algunos ataques contra los británicos que consiguieron detener la ofensiva de Allenby. Falkenhayn no pudo prolongar la defensa debido a que la moral turca había caído luego de dos meses de retiradas. Así cuando Allenby reanudó su ofensiva el 8 de diciembre la ciudad cayó en sus manos casi de inmediato. Allenby entró en Jerusalem el 11 de diciembre entregando la ciudad como un regalo de navidad al pueblo británico, cosa que le había sido ordenada al tomar el mando del ejército inglés de la región. Debido a la salida de Rusia de la guerra, los aliados, previendo que Alemania concentraría sus esfuerzos en Francia, retiraron de Medio Oriente tres divisiones veteranas del ejército de Allenby y restringieron sus suministros, aunque en compensación le fueron entregadas dos DC y dos Divisiones Indias transferidas de Irak. Con estas fuerzas más una división francesa Allenby disponía de 57.000 infantes, 12.000 jinetes, 550 cañones y el Ejército Arabe del Norte del rey Feisal, además de la completa superioridad aérea. Los turcos reunían apenas 32.000 infantes, entre los que se contaba una brigada alemana, 2.000 jinetes y 400 cañones al mando ahora del Grl Leman von Sanders.
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Esta vez Allenby planeaba invertir la maniobra de Gaza, esperaba distraer a los turcos por la derecha mientras su ala izquierda avanzaba por la costa. Las fuerzas turcas mantenían su línea de abastecimientos a través del ferrocarril que llegaba a Damasco. Esa vía de comunicación al alcanzar la ciudad de Deraa se bifurcaba, un ramal corría paralelo al frente y abastecía al Ej VII y Ej VIII turco, mientras que el otro se dirigía al sur para proveer al Ej IV en el norte del Mar Muerto. Esto hacía que la ciudad de Deraa fuera un punto altamente sensible para el comandante alemán, lo que Allenby aprovechó para lograr su plan. El 16 de septiembre el general británico envió a los 8.000 hombres del Ejército Arabe del Norte, junto con el Cnl T.E. Lawrence para que cortaran las líneas férreas en la región de Deraa. Esto obligó a von Sanders a enviar sus escasas reservas a defender su línea de comunicaciones. El 19 de septiembre Allenby lanzó su ofensiva abriéndose paso por la costa logrando una brecha de 40 kilómetros de profundidad por 20 de ancho, barriendo a los turcos hacia el interior. En tres días las fuerzas británicas habían envuelto la línea otomana cortando el ferrocarril, y ocupando el Valle de Jezreel bloqueando la vía de retirada del Ej VII y Ej VIII Ej turco; sobre la costa tomaron Haifa y Acre. Esta acción cuyo centro es la batalla de Megiddo, constituye una de las acciones más móviles de la guerra. En esta operación se hizo uso del poder aéreo para desorganizar el comando y las comunicaciones turcas bombardeando su cuartel general y el centro de telégrafos y teléfonos de Afule. También se usaron los aviones para atacar las columnas de retirada otomanas y evitar su huída lo que produjo más de 25.000 prisioneros. En tanto el Ej IV al intentar retirarse hacia Damasco fue constantemente atacado y debilitado por las tropas árabes de Lawrence. Esa ciudad y sus 20.000 defensores cayó el 1 de octubre luego de una mínima resistencia.
Las Fuerzas Irregulares En el teatro de medio oriente participaron tropas que no estaban enmarcadas en los lineamientos doctrinarios de los beligerantes. Estas fuerzas constituidas por las tribus árabes sojuzgadas por los turcos lucharon con una combinación de tácticas antiguas y modernos criterios de acción tras las líneas enemigas.
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El 5 de junio de 1916 el Sherif y Emir de la Mecca Ali ibn Hussein declaró la revuelta árabe contra los turcos. Con un ejército de 50.000 hombres, pero sólo 10.000 rifles, Hussein intentó capturar Jeddah y Medina fracasando en ambos intentos. Estos iniciales fracasos impidieron que la revuelta se convirtiese en una Jihad contra los otomanos, lo que constituyó una desilusión para el British Arab Bureau. En esa oficina inglesa se encontraba destinado un teniente de veintiocho años que pensaba que organizar a los árabes bajo doctrinas occidentales sólo haría que los turcos los derrotasen más fácilmente; entendía que el verdadero potencial árabe estaba en su habilidad para la guerra de guerrillas. Sobre esta idea Thomas Edward Lawrence trabajó para conseguir que las tropas árabes se convirtiesen en una efectiva fuerza de combate. Con Medina en manos de los turcos el ejército árabe al mando de Feisal, hijo de Hussein se hallaba encerrado en el sur de la península arábiga y limitado a realizar algunos raids sobre el ferrocarril de Hejaz. Estas actividades poco servían para ayudar al avance británico hacia palestina; era necesario que las tropas árabes pudiesen acercarse hacia el Sinai para poyar las operaciones aliadas. El mayor inconveniente para este avance lo presentaba el puerto de Aqaba ubicado sobre el Mar Rojo en la costa oriental del Sinai. Este puerto contaba con pesados cañones en prevención de un posible asalto anfibio, sin embargo las defensas hacia tierra eran menos relevantes. Aprovechando esta debilidad, los árabes liderados por Auda abu Tayi y Lawrence atravesaron el desierto de Nafud acercándose a Aqaba por tierra y capturando el puerto el 6 de julio de 1917. Con Aqaba como base las tropas de Feisal, lideradas por Lawrence iniciaron una serie de ataques al ferrocarril que unía Medina con Damasco obligando a los turcos a distraer tropas en su defensa. Esta actuación de sabotaje a las líneas de comunicación turcas fue la táctica de empleo constante de lo que se llamó el Ejército Árabe del Norte. Así apoyaron, aunque con limitado éxito el avance de Allenby sobre Jerusalem, pero con absoluta efectividad la campaña de Megiddo y el avance a Damasco. Aunque no existió una doctrina táctica específica, sí se reconoció la utilidad de disponer de tropas que con métodos de combate especiales pudiesen actuar en la profundidad del terreno enemigo debilitando su potencial de lucha.
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E L R EGRESO A LA GUERRA DE MOVIMIENTO La Guerra de Trincheras Como ya vimos al comienzo de la guerra el comando francés fue sorprendido por el empleo que hicieron los alemanes de sus tropas de reserva como si se tratara de soldados regulares. Esto le dio a los germanos una ventaja inicial que no pudo evitar que la guerra se convirtiera en un verdadero desastre para ambos bandos. Para fines de 1914 los sueños de grandes maniobras como las de Sedan y Metz de 1870 se habían esfumado, ahora ambos bandos se encontraban enterrados uno frente a otro sin esperanza de movimiento alguno. La guerra de trincheras no conformaba a nadie y de hecho en ningún mando superior fue dócilmente aceptada. Tan temprano como noviembre de 1914 los alemanes intentaron romper el frente en Ypres para abrir una ruta hacia el Canal de la Mancha. Esta acción fracasó y es conocida como “La masacre de los Inocentes“ por los miles de jóvenes estudiantes alemanes que cayeron bajo el fuego de los soldados ingleses. Un mes después Joffre lanzó su propio ataque con iguales resultados. Todos los intentos ofensivos aliados y alemanes realizados entre fines de 1914 y principios de 1917 terminaron en duros reveses para quienes se lanzaron al asalto; así resultaron las batallas de Ypres de febrero y marzo de 1915 y la de Verdun de febrero a diciembre de 1916. Fracaso tras fracaso los generales se vieron obligados a comprender que los modelos tácticos empleados producían un número excesivo de bajas y ningún resultado. En el Frente Oriental y en el Cáucaso el estancamiento era similar; luego de las primeras ofensivas que desplegaron algunas maniobras exitosas, la concentración de tropas y armas acabó con la movilidad de los ejércitos.
Los Tanques En Inglaterra y Francia de forma separada pero simultáneamente se comenzó a pensar en la idea de introducir un arma blindada que
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protegiera a los soldados del fuego de las ametralladoras mientras atravesaban por la tierra de nadie. En Tcnl Swinton propuso la idea de un vehículo de cadenas capaz de cruzar las trincheras al Ejército Británico en tanto que el Almirantazgo inglés impulsaba un proyecto similar. En Francia hacia fines de 1914 el Crl de artillería Estienne comenzó a trabajar sobre la idea de que la artillería fuese capaz de seguir a la infantería en el ataque. Ambas potencias aliadas guardaron el secreto para que los alemanes no estuvieran alerta, pero también lo guardaron entre sí, por lo que los primeros tanques y su doctrina de empleo y se formularon por separado privándose de las ventajas de un desarrollo conjunto. El producto de estas ideas fue el tanque empleado por primera vez en septiembre de 1916 durante la batalla del Somme por el Grl Haig. El debut del tanque no fue brillante pues empleado bajo las tácticas convencionales, en escaso número y sin una doctrina que respondiera a sus capacidades era poco lo que esta nueva arma podía hacer. Estos vehículos blindados eran tecnológicamente limitados, muy pesados, lentos, ruidosos, y tan poco blindados que el fuego enemigo alcanzaba en ocasiones a incendiar sus depósitos de combustible. El Grl Nivelle, sucesor de Joffre en el GQG, lanzó también una ofensiva con tanques el 16 de abril de 1917. El encuentro fue altamente costoso en vidas humanas y la mayoría de los tanques fueron destruidos, sin embargo el asalto alcanzó la tercera línea defensiva alemana. Esta fue la primera vez que se emplearon masivamente los tanques, comprometiéndose en la operación 128 vehículos Schnider, de los 208 disponibles, el 16 de abril de 1917 en Chemin des Dames. Las tropas que servían en los tanques provenían de todas las armas y eran enteramente voluntarias. La agrupación de combate del My Louis Bossut contaba con 80 tanques organizados en los Groupes d’ Artillerie Speciale (AS) 2, 6, 5, 9, y 4 y la agrupación del Cap Chaubes con 48, formados en los AS 8, 7 y 3. La primera agrupación estaba apoyada por la DI 69 y la segunda por la DI 42.El objetivo era emplear los tanques después de la captura de la primera línea alemana para explotar el éxito y lograr una penetración completa del frente. Se preveía que la infantería debía acompañar la penetración blindada para lo cual se fijó el empleo de cinco compañías para Bossut y de tres para Chaubes. Cada Ca I había destacado cuatro hombres para acompañar a cada tanque, el grueso de la subunidad marchaba detrás de este grupo de ataque.
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La infantería regular asaltó la primera línea defensiva alemana y a partir de allí los tanques ocuparon sus posiciones de partida. La operación se hizo difícil desde el comienzo, la barrera de artillería enemiga resultó tan violenta que la infantería no pudo seguir a los tanques, todo ello con un elevado número de bajas en vehículos y hombres. El asalto quedó prácticamente agotado al alcanzar sus objetivos en la tercera línea defensiva, sometido al fuego de artillería y sin tener potencia para explotar ninguna brecha a través de las trincheras alemanas. Esta incapacidad de explotación generó una falsa idea de las capacidades de los tanque que influenciará nocivamente a la doctrina blindada francesa.76 Bossut perdió 44 de sus ochenta tanques, del total de 720 hombres empeñados, 180 causaron baja, entre ellos el propio Bossut. El desastre del 16 de abril le costó la cabeza a Nivelle, quien fue sucedido por el Grl Petain. El 23 de octubre de 1917 en La Malmaison se montó un nuevo asalto blindado esta vez con 38 Schneider y 30 Saint–Chamond. La infantería de acompañamiento fue concentrada previamente en el campo de Champlieu para ser instruida en el combate junto a los tanques. El ataque realizado en la zona del Ej 6 resultó un éxito alcanzando sus objetivos y perdiendo sólo dos tanques. Este combate fue el resultado del aprendizaje logrado por los aliados en sus fracasos anteriores y sirvió de molde para las batallas ofensivas libradas en junio y julio de 1918. Los grupos de tanques se empleaban acompañados de equipos de infantería instruidos con ellos lo que aseguraba la mutua fiabilidad táctica. De esta forma el terreno conquistado por los tanques podía ser ocupado y mantenido. Debido a las pérdidas de tropas después de años de guerra, los cuerpos de ejército y las divisiones de infantería actuaban prácticamente sin reservas, lo que obligó al empleo de los tanques y sus tropas de acompañamiento para sostener la línea del frente. Estas fuerzas se empleaban en reducidas fracciones para apoyar de inmediato los sectores del frente sometidos a ataque. Pronto los franceses se dieron cuenta que si bien este expediente proveía una efectiva defensa, el costo en bajas y fatiga de las fuerzas blindadas era elevado; se provocaba particularmente la pérdida de valiosos soldados de infantería entenados para combatir con los tan76 Compagnon,
J., 1984, “La Chevauchée héroïque de Berry-au-Bac. Le Chef d’Escadrons Bossut”, en “L’Arme Blindé Cavalerie”, Revue Historique des Armées, Numéro Spécial 2/1984, pg 61, Chateau de Vincennes, RHA
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ques. El resultado era que el efecto alcanzado con el entrenamiento y el trabajo conjunto de hombres y máquinas se desperdiciaba, debiéndose reiniciar el proceso de entrenamiento con nuevos reclutas junto a los tanques. Como efecto colateral las tropas regulares se acostumbraron en exceso a la presencia de los tanques lo que produjo que en ausencia de los mismos la infantería cediera sus posiciones con excesiva facilidad. Apreciando esta situación el comando francés abandonó esta práctica y retomó el empleo de los equipos tanque-infantería en operaciones ofensivas. Con vehículos y tácticas mejoradas los aliados continuaron el empleo del tanque, así en la batalla de Cambrai iniciada el 20 de noviembre de 1917, 374 tanques británicos atacaron la línea Hindenburg, apoyados por 14 escuadrones del Royal Flying Corps. El asalto fue exitoso aún teniendo en cuenta que esa línea defensiva era muy poderosa; se penetraron sus defensas en profundidad pero debido al desgaste de las fuerzas británicas a comienzos del año en Ypres y Arras, se carecía de reservas para explotar el éxito. Aunque momentáneamente sorprendidos, los alemanes lograron montar una violenta contraofensiva que les permitió recuperar el terreno perdido. Frente al desarrollo aliado para el empleo de tanques los alemanes respondieron con una mejor combinación de empleo de la infantería y la artillería. Aunque los germanos desarrollaron su propio tanque el A7V, era un vehículo muy lento y pesado, y nunca dispusieron de él en número suficiente. En noviembre de 1916 se tomaron las primeras medidas para la defensa contra los tanques. En diversas órdenes del día de regimientos y divisiones alemanas se recordaba a las tropas de infantería que frente a un ataque de tanques debían conservar sus posiciones en la confianza de que la artillería destruiría los vehículos atacantes. Estas medidas de orden moral iban acompañadas también con instrucciones para las unidades de artillería recomendando el reglaje de tiro sobre las avenidas de aproximación más aptas para el empleo de blindados. Para 1917 las tropas alemanas ya estaban habituadas a preparar sus posiciones defensivas con obstáculos contra los tanques, que incluían fosos y campos minados; asimismo se habían desarrollado baterías antitanque. Estas últimas unidades conocidas como Nahkampfbatterien fueron creadas en enero de 1917 y numeradas a partir del 200. Cada batería estaba compuesta de seis piezas de 77mm dividida en tres secciones de a dos. La munición que contaba con percutores retardantes tenía una camisa de acero llamada Panzerkape que le daba poder de penetración. Comandada por un teniente con
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seis suboficiales y cincuenta hombres estas baterías dependían directamente de los mandos de los ejércitos y eran asignadas por éstos según la necesidad. Como complemento de la defensa antitanque en cada Ca I un grupo de cuatro hombres elegidos había sido sometido a un entrenamiento de tres semanas en el uso de granadas contra las orugas de los vehículos blindados. Las granadas se empleaban en racimos de a cuatro para alcanzar una masa explosiva con poder suficiente para poder dañar las cadenas de tracción. Avanzado el año 17 se incluyeron en las baterías cañones de trinchera antitanques de 37mm y cañones de 50mm montados sobre afustes acorazados. Los primeros se empleaban dentro del alcance de 600 a 800 metros, mientras que los segundos entre los 1000 y 1200. A pesar de que la principal responsabilidad de la defensa antitanque correspondía a la artillería, para que esa defensa resultase efectiva era necesario que la infantería permaneciese en sus posiciones y contase con algún elemento de combate inmediato contra los tanques. Estos elementos consistían en munición perforante para las ametralladoras, fusiles antitanque de 13mm y morteros de trinchera de 76mm.
Tácticas de Infiltración y Defensa Las nuevas armas en uno y otro bando obligaron al desarrollo de adecuadas doctrinas de empleo, en este sentido fueron los alemanes los que primero consolidaron sus ideas. La ofensiva del Somme el 21 de marzo de 1918 fue planeada bajo las tácticas diseñadas por el Cnl Georg Bruchmüller, bajo el padrinazgo de Ludendorff. La intención era conservar el efecto sorpresa, pues la costumbre de prolongados bombardeos de artillería que podían durar un día o más alertaban a los defensores quienes reforzaban el sector comprometido. Para salvar este inconveniente se decidió reducir el tiempo de bombardeo a cinco horas empleando 6.473 cañones y 3.522 morteros, con los que lograron descargar sobre las defensas francesas 1.160.000 obuses; una cifra sorprendente si se considera que los británicos en su ofensiva del Somme emplearon siete días de preparación y 1.500.000 obuses. Como complemento a este innovador empleo de la artillería se utilizó un gas mezcla de fósforo y lacrimógeno en una escala muy amplia. Esta combinación de gases complicaba la defensa pues las
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máscaras, efectivas contra el fósforo eran inútiles contra el gas lacrimógeno; se esperaba que los soldados al quitarse las máscaras para frotarse los ojos fueran muertos por el otro gas. Contra la artillería aliada se emplearon 4 obuses de gas por cada obús explosivo. Este criterio de un bombardeo de artillería breve y de gran intensidad combinando gas y munición explosiva tiene su origen en los procedimientos empleados por el Grl Oskar von Hutier en el frente ruso, asimismo en esas acciones se encuentran los principios de la táctica de infiltración.. Para completar el plan de fuegos, a diferencia de otras oportunidades, en las que la concentración se aplicaba a la primera línea defensiva, se seleccionaron blancos a retaguardia de ésta que incluían las posiciones de artillería y los puestos de mando. Una cuestión importante la planteaba la conducción de las operaciones. El comando ejercido desde la retaguardia a través del teléfono resultaba inútil, pues el jefe de la unidad no podía apreciar la realidad del combate. Para resolver este inconveniente Ludendorff ordenó a todos los comandantes de división conducir sus tropas desde la silla del caballo y en el frente, aprovechando no sólo el rápido golpe de vista de la situación, sino también el ejemplo personal y la motivación sobre las tropas. Más innovadora aún fue la táctica de la infantería alemana. Hasta ese momento la infantería avanzaba en ataque por detrás de la barrera rodante de artillería y protegiendo los flancos de su penetración, asegurando cada metro de terreno con la destrucción de las posiciones enemigas que ese oponían a su paso. En esta ocasión se ordenó a la infantería germana conservar su dirección de ataque sin preocuparse por lo que sucediera en sus flancos, y sólo atendiendo a mantener el ritmo de la penetración. La primer ola de asalto la integraban tropas de choque conocidas como Stosstruppen entenadas en tácticas de infiltración. Estas unidades en lugar de concentrarse en reducir los puntos fuertes que encontraban en su camino, los evitaban penetrando la profundidad del dispositivo en busca de puntos débiles del mismo, destruyendo puestos de mando, centros de comunicación y alcanzando la línea de artillería enemiga, logrando así desorganizar la defensa. En apoyo de su avance contaban con una barrera de artillería rodante bautizada como “Feurwalz” que avanzaba 200 metros cada cuatro minutos. Detrás de las Stosstruppen avanzaban las tropas regulares encargadas de destruir las bolsas de resistencia y puntos fuertes que para ese momento se encontraban aislados.
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Las unidades de Stosstruppen se crearon en 1916. Se trataba de tropas selectas por su coraje, competencia e iniciativa, facultades estas que se potenciaban por medio de un entrenamiento especial. En el año de su creación se alcanzó a disponer de una sola compañía de 120 hombres, pero a medida que estos soldados se involucraron en operaciones ofensivas de envergadura se crearon batallones a razón de uno por cada ejército del frente occidental. Estas unidades comprendía cuatro compañías de infantería de asalto, una batería de artillería, un destacamento Minewerfer, un destacamento de lanzallamas, una compañía de ametralladoras y una compañía logística. Los batallones sólo operaban en acciones ofensivas especiales, el resto del tiempo permanecían a retaguardia recibiendo instrucción. Como decíamos las tropas de asalto alemanas aparecieron en 1916 en acciones de infiltración aprovechando formaciones muy abiertas y dispersas y explotando la capacidad personal e iniciativa de cada combatiente individual. Curiosamente no fueron los alemanes quienes crearon este tipo de combate. El 9 de mayo de 1915 en el asalto del cerro Vimy, el Cap Andre Laffargue empleó la táctica de infiltración por pequeños grupos para tomar a los alemanes por el flanco. Los inconvenientes que apreció Laffargue en esa oportunidad se debieron principalmente a la falta de flexibilidad de la artillería para responder al apoyo de la infantería. Laffargue escribió un informe sobre su experiencia en este ataque que fue impreso por el cuartel general francés, aunque sin adoptar el método. Una copia de este documento cayó en manos alemanas en 1916. Esta innovación táctica en el ataque tuvo también su influencia en el desarrollo de la defensa. Mientras que el ataque se manifestaba ahora como una penetración en profundidad que buscaba rodear los puntos fuertes para alcanzar los centros de comunicación, comando y artillería, aprovechando una rápida, violenta y concentrada barrera de artillería y de una alta descentralización de las tropas de ataque; la defensa alemana se estructuró para dar respuesta a este modelo ofensivo. En primer lugar los alemanes abandonaron el criterio de línea continua reemplazándolo por una red de puestos defensivos. Estas posiciones se estructuraban de la siguiente manera, en la primera línea se asentaban los puestos avanzados cuya función principal era la de mantenerse durante la mayor parte del tiempo y servir de alerta en caso de ataque. Detrás de estos se disponían puntos fuertes equipados con ametralladoras, armas pesadas y reservas para resistir el asalto; su función era la de obligar al atacante a distribuir sus fuegos primero,
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y luego dividir sus fuerzas de manera que el asalto perdiera potencia. Una vez canalizado de este modo el avance enemigo las reservas alemanas contraatacaban destruyendo la ofensiva en progreso. Como complemento, para minimizar la preparación de artillería enemiga, los germanos desarrollaron la práctica de retirarse de las posiciones de primera línea y cobijarse en puestos especialmente preparados para resistir el bombardeo. De esta forma la mayoría de los obuses caían sobre blancos vacíos. Las tropas regresaban a sus posiciones para recibir a los atacantes.
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L A DOCTRINA AL FINAL DE LA GUERRA Estas tácticas de ofensiva y defensiva, que lentamente fueron adoptadas por todos los beligerantes plantean algunas cuestiones que debemos destacar. Por una parte las ideas acerca del valor moral del soldado y el espíritu de cuerpo prevalecientes aún antes del conflicto no sólo conservan su vigencia sino que se han hecho más necesarias. Ello así porque el combate en orden disperso, que tantas dudas planteó a comienzos del siglo es ahora la mejor respuesta para resolver la inmovilidad de la guerra de trincheras. Ambas tácticas giran alrededor de un mismo problema. El atacante debe hacer que sus soldados atraviesen un terreno difícil cargados con equipo pesado; retrasados por los primeros signos de resistencia enemiga y por la interdicción de la artillería. Sin contar con adecuados sistemas de comunicación la posibilidad de reducir la pérdida de cohesión y conservar alguna dirección y potencia del asalto disminuye en proporción al tiempo en combate. Esto provocó que durante la guerra aunque se lograran penetrar los cinturones defensivos, las fuerzas de ataque no estuvieran en condiciones de explotar esas brechas. Del lado de la defensa el contar con medios de comunicación telegráfica y ferrocarriles le facilitaba la concentración de fuerzas para contener y contraatacar a las tropas asaltantes. Por ello la función principal de la defensa se basaba en contener el ataque, retrasándolo el tiempo suficiente para poder reunir tropas y contraatacar. Como vemos el factor central reside en la rapidez del atacante para destruir las posiciones clave enemigas antes de ser contraatacado y para el defensor en su capacidad para ganar el tiempo suficiente que le permita lanzar un contraataque. Los años subsiguientes a la primera guerra mundial enfocaron este problema desde distintas ópticas no siempre con éxito. Será la Segunda Guerra Mundial la que permita formular una solución posible Las nuevas tácticas de infantería afirmaban el combate en formación dispersa y la importancia del combatiente individual. La organización de las unidades debió adaptarse a estos criterios adquiriendo los niveles de pelotón, grupo y sección relevancia táctica y no mayormente administrativa como hasta antes de la guerra. En esta nueva
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estructura las subunidades se convertían en las unidades tácticas de operación ocupando el lugar que hasta entonces correspondía al batallón. Este criterio reducía el control directo de la batalla por los comandantes superiores y exigía, en compensación, de una mayor competencia, iniciativa y responsabilidad de los oficiales subalternos y de los suboficiales. En cuanto al armamento las ametralladoras pesadas y livianas comenzaron a formar parte del equipamiento regular de la infantería. Del mismo modo ocurrió las granadas, morteros y lanzallamas, un invento francés. Igualmente ocurrió con el casco de acero introducido como respuesta a los proyectiles de metralla. Las tareas de fortificación quedaron definitivamente incorporadas a las actividades de las tropas tanto en defensa como en ataque; el alambrado de púas se integró como pieza fundamental de las posiciones fijas en reemplazo de los antiguos fosos y chevaux-de-frise. El incremento de la potencia de fuego y de la concentración de tropas en frentes estrechos desplegadas en profundidad con una densidad de 2.4 hombres por metro, daba a la defensa una potencia excepcional. Es a partir de esta situación que se comienza a hablar de fórmulas de relación ataque-defensa, estableciéndose una relación de tres a uno en hombres, seis a uno en artillería y dieciocho a uno en municiones77 En cuanto a los adelantos tecnológicos el ferrocarril y el automóvil se integraron definitivamente a los problemas logísticos. En el ejército francés se disponía de casi 90.000 vehículos automotores en 1918. El tanque y el avión aún no tenían un perfil táctico definido y en las próximas décadas su empleo será objeto de discusión y análisis.
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Jones A. 1987, “ The Art of War in the Western World, 484, Oxford, Oxford University Press.
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L A TRAGEDIA DE ENTRE GUERRAS E UROPA ENTRE DOS GUERRAS La victoria aliada de 1918 en el campo de batalla se debe atribuir principalmente a Francia y a su ejército. Con un millón y medio de muertos y habiendo soportado sobre su suelo cuatro años de la guerra más devastadora de la historia, Francia surgió del conflicto como el garante de la seguridad europea y el instrumento político de ejecución del Tratado de Versailles. El Ejército Francés era ahora el Gendarme de Europa. La débil paz surgida de la Primera Guerra Mundial necesitaba de una presencia militar para sostenerse. El temor que despertaba Alemania, aún con su ejército reducido y con una zona de su territorio desmilitarizada justificaba que esa región estuviese bajo el control directo francés que ocupaba toda la ribera izquierda de Rhin y una banda de 50 kilómetros de profundidad sobre la ribera derecha. Esta ocupación se corporizaba mediante el Armée Francaise du Rhin ( AFR ), cuya verdadera misión era prevenir un ataque por sorpresa. Estas prevenciones se justificaban en razón que las apreciaciones de inteligencia sobre Alemania eran ambiguas. Por una parte los germanos se hallaban privados de materiales estratégicos para una guerra prolongada; pero por otro lado manifestaban un potencial económico y militar que obligaba a una atención constante. Después de la guerra, el ejército francés bien podía considerarse el mejor y más moderno del mundo. El GQG comenzó a trabajar sobre futuros planes de guerra que incluían el aprovechamiento de la 261
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motorización y la mecanización para impulsar nuevos criterios de movilidad táctica y estratégica. La manifestación más clara de esto la presentan la inclusión del tanque y el avión en estos planes. El ejército francés se transformó en un modelo a imitar y sus oficiales fueron llamados por naciones extranjeras como asesores militares. Así el Grl Berthelot actuó en Rumania, el Grl Mittelhauser en Checoslovaquia, y el Grl Gamelin en Brasil. Del mismo modo los materiales de guerra galos se exportaban al mundo. Pronto la presencia militar francesa se multiplicó. A demás de la guardia del Rhin, participó en la vigilancia de Constantinopla, el restablecimiento del orden en Marruecos contra Abd el Krim, apoyando la presencia francesa en el Levante y Siria, y asegurando el orden en Indochina. Esta manifestación internacional no hizo perder de vista a su vecino enemigo. En 1920 Francia celebró con Bélgica un acuerdo militar que le permitió concentrar su problema defensivo sobre la frontera natural con Alemania, representada por las recuperadas provincias de Alsacia y Lorena. A comienzos de los años 20 la cohesión de los aliados comenzó a debilitarse, particularmente porque mientras Alemania parecía inmóvil los ingleses juzgaban que la presencia francesa se hacía excesiva. En la Conferencia de Londres de 1924 comenzó a deshacerse el Tratado de Versailles de 1919. El sistema de seguridad que planteaba este tratado fue desapareciendo debido a conflictos entre sus signatarios principales, particularmente por la cuestión de la deuda de guerra Alemana y la obligación para Francia de evacuar militarmente la Renania el 30 de julio de 1930, lo que significó levantar la última reja de la jaula de contención de Alemania. De todas formas Francia había tejido una red de tratados con Polonia, Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia que pretendía encerrar a Alemania nuevamente en el dilema de la lucha en dos frentes. Esta actitud no era más que una pálida copia del acuerdo Franco – Ruso de 1894. La Europa de esos tiempos sufría además de una fuerte presencia ideológica, las democracias convivían con regímenes fascistas, comunistas y nazis que hacían compleja la cooperación militar. Pese a ello cuando el 16 de marzo de 1935 Alemania repuso el servicio militar obligatorio, dos meses después Francia firmó con la Unión Soviética un tratado de asistencia. Del mismo modo aunque la Italia de Mussolini era percibida como un enemigo, los galos querían asegurar su neutralidad evitando un acercamiento Germano – Italiano, de allí que
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finalmente participaran en el levantamiento de las sanciones impuestas a Italia por la Sociedad de Naciones en razón de los eventos de Abisinia. Los Estados Unidos no participaron de la política mundial de entre guerras. El congreso norteamericano no ratificó el Tratado de Versailles por lo que esa nación permaneció virtualmente aislado de la política mundial. Las relaciones franco – británicas de esos años no fueron las mejores. Sucesivos desacuerdos, el abandono del concepto de seguridad colectiva y acercamientos de una y otra parte hacia Alemania e Italia hicieron que muchos pensaran en los años 30 que, de estallar una guerra, los enemigos principales serían Francia e Inglaterra. Sin embargo estas dos naciones se necesitaban mutuamente para contener la política Alemana de Hitler. El Grl Gamelin insistió repetidamente en la necesidad de un acercamiento, pero no fue hasta el 18 de marzo de 1939 que el Primer Ministro Chamberlain se decidió a acceder a un contacto. El tiempo perdido y los años de paz hacían que Inglaterra no estuviese en condiciones de colaborar en una ofensiva aliada en menos de doce meses desde el inicio de las hostilidades. Así ingleses y franceses se pusieron de acuerdo en el bosquejo de un plan estratégico que inicialmente comprendía una etapa defensiva, para revertir en ofensiva recién en 1941. Los periódicos acuerdos planteados por Francia si bien presentaban una impresionante fuerza militar, realmente adolecían de serias debilidades. El acuerdo con Bélgica de 1920 había sido firmado con el rey Alberto I que murió en 1934, y que consideraba la alianza con Francia una cuestión sagrada en razón de las acciones vividas en la Primera Guerra Mundial. Su sucesor Leopoldo III no tenía este concepto tan honorable y en 1936 deshizo la alianza y la reemplazó por un simple acuerdo de que en caso de ataque Alemán recién iniciaría acciones conjuntamente con Francia. En mayo de 1940 esto generaría un retardo estratégicamente irrecuperable. Los sucesivos fracasos diplomáticos franceses desdibujaron la presencia lograda después de la guerra e hicieron que sus aliados menores dudasen de su capacidad protectora. El 26 de enero de 1934 Polonia firmaba con Alemania un tratado de no agresión. Del mismo modo la supuesta reunión de fuerzas de Polonia, Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia, que eran una pieza principal de la estrategia francesa; realmente eran sólo una ilusión. Polonia disputaba a los checos el territorio silesiano de Teschen. Además Checoslovaquia,
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Rumania y Yugoslavia tenían una animosidad mayor hacia Hungría que hacia Alemania. Cuando en septiembre de 1938 Checoslovaquia se vio obligada a ceder lo Sudetes a Alemania la estrategia Francesa terminó por derrumbarse. Los checos abandonados por occidente en la Conferencia de Munich terminaron por ser liquidados el 15 de marzo de 1939, con ellos desaparecían 40 divisiones, las fábricas Skoda y bases estratégicas para la aviación. Asimismo Rumania y Yugoslavia perdieron cohesión, restando sus veinticinco y dieciocho divisiones respectivas de la estrategia francesa. Francia intentó reconstruir su estrategia de Europa oriental por medio de su industria de armamentos, así logró restablecer las posiciones de Polonia, Yugoslavia y Rumania. Sin embargo se necesitaba un aliado más poderoso para jaquear a Alemania y el único disponible era la Unión Soviética. Franceses e ingleses intentaron lograr un acercamiento con los soviéticos, pero polacos y rumanos se oponían a la presencia del ejército rojo en sus territorios. Las discusiones terminaron cuando el 23 de agosto de 1939 se firmó el pacto germano – soviético, que dejó a Polonia como el único aliado de occidente y en la misma situación en la que se pretendía poner a Alemania, en una guerra de dos frentes, por un lado los germanos y por el otro los rusos. En el frente interno Francia también sufrirá la presión de una política antibélica que convertirá al ejército francés de una fuerza ofensiva a una defensiva. La muestra material más clara de este cambio es la llamada Línea Maginot, un complejo defensivo construido por Paul Painleve bajo la guía del Ministro de Guerra Andre Maginot. De acuerdo con esto la ley de organización general del ejército del 13 de julio de 1927 define su rol de la siguiente manera “ El objeto de nuestra organización militar es el de asegurar la protección de las fronteras y la defensa de los territorios de ultramar “. Esta política defensiva y particularmente la Línea Maginot también atendía un serio problema de efectivos. El 31 de marzo de 1938 se sancionó una ley que reducía el servicio militar a doce meses lo que agravaba la capacidad del ejército para cumplir su misión, situación que se venía complicando desde abril de 1923 en que el servicio militar se fijó en dieciocho meses. Estas disminuciones dañaron seriamente la calidad de las fuerzas militares por la disminución de los tiempos de entrenamiento. El problema cualitativo no pudo ser reparado cuando el 15 de marzo de 1935 se estableció el servicio militar obligatorio de dos años como respuesta al rearme alemán.
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La línea Maginot creada por la ley del 14 de enero de 1930 influyó fuertemente en el diseño de la estrategia francesa. A pesar de la tendencia ofensiva surgida de la Primera Guerra Mundial, sostenida aún contra los reveses diplomáticos, fue declinando especialmente a partir de la protección que la Línea Maginot ofrecía. Los cinco planes de movilización preparados entre 1931 y 1939 tenían un diseño centralmente defensivo ocupándose de la organización del transporte y despliegue de tropas en las fronteras sin ninguna orientación estratégica ofensiva. El ministro de guerra, Grl Maurin, sintetizará en una frase, pronunciada en marzo de 1935 la inclinación hacia la defensa de la república francesa “ Cómo se puede creer que nosotros soñamos todavía con la ofensiva, cuando hemos gastado tantos miles para establecer una barrera fortificada?”. Paralelamente a esta disposición estratégica Francia inició en los años 20 un proceso de rearme nunca visto antes. Se completaron programas de marina, fortificaciones, aviación y equipamiento terrestre en gran volumen. Estos planes se llevaron adelante sin una economía nacional estable ni una política financiera que los apoyara, sin embargo pudieron desarrollarse e incluso a partir de 1938 comenzaban a cumplir una función de apoyo a la dañada hacienda francesa. Esta situación de Francia con una estrategia cambiante y poco sólida, que nunca se pudo adelantar a los acontecimientos y con un soporte financiero débil nos muestra que el Gendarme de Europa no pudo ejercer su papel, volviéndose incapaz política y militarmente, y estableciendo la inacción como sistema. Con Alemania en pleno rearme apoyado en una racional economía de guerra, Italia con gestos amenazadores en el Mediterráneo y España salida de la Guerra Civil con apoyo de estas dos naciones fascistas, Francia se encontraba virtualmente rodeada; y su situación agravada por la política contemporizadora de Inglaterra y el cambio de su relación con Bélgica. La postración de Francia podría considerarse transitoria. Aunque la opinión pública era pacifista y se carecía de una doctrina estratégica coherente y una fuerza de intervención capaz de ejecutarla, los planes de rearme estaban dando resultados y el acercamiento con Inglaterra, después de Munich, también. Lamentablemente esta era la situación de Francia en septiembre de 1939 cuando el tiempo de la paz europea se agotaba rápidamente.
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L A E VOLUCIÓN DE LA DOCTRINA MILITAR En el campo de las operaciones de combate terrestre se pueden distinguir ciertos elementos que sin estar siempre presentes, se manifiestan en las operaciones más exitosas y en las acciones ejecutadas por los grandes capitanes de la historia. Identificar estos elementos es importante para poder comprender la evolución táctica del combate desde comienzos del siglo XX y particularmente para captar en profundidad el valor del elemento blindado. En casi todas las batallas decisivas de la historia se destacan tres elementos básicos. En primer lugar, una parte de las tropas disponibles actúa como ‘fuerza de fijación’, es decir con la misión de aferrar al enemigo y mantenerlo en posición en un lugar determinado. En segundo término se distingue un ‘elemento de maniobra’, generalmente integrado por fuerzas muy móviles cuya misión será la de atraer y entretener a las reservas enemigas. Y en tercer lugar una ‘masa de ruptura’ formada por elementos móviles pero a la vez fuertes cuya misión es penetrar el dispositivo enemigo en un punto débil y alcanzar su flanco o retaguardia para desarticularlo completamente. Estos tres elementos combinan su actuación de diferentes formas y generan la oportunidad de éxito cuando conservan su identidad de rol. Cuando esto no es así, ya sea porque su actividad no está claramente definida o porque los comandantes han fallado en considerarlo así, las batallas resultan indecisas o una absoluta derrota. En la Primera Guerra Mundial la fuerza de fijación la constituía la masa de la infantería que cumplía perfectamente su función aprovechando el uso de las ametralladoras. La fuerza de maniobra representada por la caballería fue incapaz de actuar por la presencia de las armas automáticas y la moderna artillería de tiro rápido. Estas mismas condiciones son las que impidieron el desarrollo de la masa de ruptura, que recién comenzará a perfilarse con la introducción del tanque y el aprovechamiento del avión. En los ambientes militares de los años de entre guerra el debate real, aunque tal vez no declarado, era el de cómo devolver a la masa de ruptura su capacidad de acción. Las soluciones propuestas fueron diversas y no siempre exitosas.
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Francia La Creación de Estienne Los tanques nacieron a instancias del coronel, general de división en 1918, Estienne a quien podemos considerar su verdadero padre. Aparecieron a cobijo el arma de artillería y así permanecieron hasta 1920 en que fueron puestas bajo la dirección del Inspector General de Infantería. Este cambio mereció el reproche de Estienne que reclamaba la independencia del arma blindada señalando que difería “…esencialmente (de la infantería) en la paz como en la guerra, en reposo como en marcha, por sus procedimientos de combate, su armamento y su organización que necesita de un potente servicio de reaprovisionamiento y mantenimiento a retaguardia”. Estas diferencias, que no fueron atendidas, resultaron fatalmente proféticas veinte años más tarde cuando el empleo de blindados a la velocidad del paso de la infantería resultó desastroso. En el curso de una conferencia en Bruselas en 1921 Estienne bosquejó un ataque blindado en el que los tanques irrumpían en el terreno enemigo, arrasando todo obstáculo, apoyados por unidades de infantería blindada y artillería de acompañamiento, bajo el apoyo de la artillería pesada dirigida por observadores aéreos que batían la retaguardia enemiga, “…las primeras líneas enemigas sorprendidas son prontamente rotas y entonces aparecen los carros rápidos de explotación, ‘comme jadis la cavalerie pour achever la victorie’. Perseguido por los tanques hasta el riñón (sic) el enemigo no puede reestablecerse y es derrotado sin remedio como en la tarde de Cannas o Jena”. Pese a lo criterioso y certero de su pensamiento, sus ideas no fueron atendidas por la conducción del ejército, sin embargo un joven oficial llamado Charles De Gaulle atesoraría esos pensamientos y las repotenciaría años más tarde. Estienne ocupó hasta 1923 el cargo de Inspector de Carros, fecha en la que se retiró debido a haber alcanzado la edad límite, permaneció sin embargo como asesor y oficiosamente “jefe” de la sección técnica de tanques sin volver a intervenir en cuestiones de doctrina. Falleció en 1936.
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Los desarrollos franceses Durante el período de entre guerras la tendencia de las grandes naciones sobre los tanques fue la de buscar mayor velocidad en desmedro del blindaje. En Francia este criterio se invirtió y se buscó el desarrollo de tanques fuertemente blindados, perdiendo no sólo velocidad sino que disminuyendo también el radio de acción de los vehículos; vemos aquí una primera consecuencia de la incorrecta asignación de los tanques a la dirección de un arma con doctrina y requerimientos totalmente diferentes a los necesarios para la evolución de los blindados. Aunque tal vez resulte exagerado se llamó a este privilegio hacia el blindaje la “solución francesa”. En 1921 los tanques fueron categorizados en tres niveles: los Tanques Pesados, de Ruptura o de Fortaleza, destinados al combate en terrenos fortificados; los Tanques Ligeros para el acompañamiento de la infantería, de dimensiones reducidas; estos dos tipos surgieron del empleo durante la Primera Guerra, el tercero resultaba una innovación teórica y se ubicaba entre ellos: el Tanque de Batalla, que luego se combinará con la clase de Tanques potentes en 1933 y Tanques medios en 1935. Los Tanques de Batalla fueron la última creación de Estienne, originalmente se trataba de un carro ligero al que se le habían incluido aptitudes antitanques, convirtiéndose en un caza Tanques en 1926, de unas 20 toneladas, un cañón de 75mm y radio. En combate acompañaban a los Tanques ligeros hasta la aparición de los tanques enemigos, momento en que se desprendían en el intento de flanquear y destruir la amenaza blindada. A esta categoría pertenece el Char B, tal vez el más famoso blindado francés posteriormente en la Segunda Guerra. Como vemos el empleo de los blindados estaba fuertemente influido por los criterios de la infantería que somete a los blindados al papel de simple acompañamiento y apoyo, negándoles toda posibilidad de empleo independiente. Sin embargo el resultado obtenido con la serie B abrió camino a la idea del empleo de estos tanques como elemento principal en operaciones de ruptura y ofensiva. Esto presuponía que los tanques modelo B2 alcanzasen una velocidad de 40 km por hora, sin embargo para 1940 sólo se había desarrollado el modelo B1 Bis con una velocidad de 29 km por hora, un blindaje de 60mm y un armamento compuesto por un cañón de 37mm en la torreta y otro de 75mm en casamata.
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También en 1926 se hicieron programas de mejoras en los Tanques ligeros lográndose el Renault D1 armado con un cañón de 47mm y radio. Sin embargo no se impulsó ningún cambio en su doctrina de empleo y finalmente tanto el modelo D como los B terminaron constituyendo una reserva general a disponibilidad de la infantería. Paralelamente a estos programas guiados por la infantería, el arma de caballería inició sus propios proyectos con vehículos blindados hacia 1920, comenzando a trabajar sobre el diseño de “auto ametralladoras” para las unidades de exploración de la caballería. Estos vehículos se apartaron de la “solución francesa” poniendo el énfasis en la velocidad. Las primeras unidades logradas eran más parecidas a un tanque ligero que a un automóvil armado, pero tuvieron éxito al imponer el criterio de la velocidad al menos dentro del arma. Los proyectos derivaron en los tanques de la serie Hotchkiss H35 y H39 y de la serie Somua S35 con los que se equiparon las unidades dependientes de la caballería conocidas como División Legere Mecanique (DLM), sobre las que volveremos más adelante. En 1932 se realizaron en el campo de Maully ejercicios combinados en busca de apreciar las ideas acerca de disponer de fuerzas enteramente motorizadas. Se presentó allí un Destacamento Mecanizado de Combate compuesto de: Un Grupo de Reconocimiento Motorizado. Equipado con Motociclos y Auto Ametralladoras Un Grupo de Artillería de tracción todo terreno Una Brigada Acorazada compuesta de dos batallones de tanques equipados con los modelos D y B. Las maniobras resultaron exitosas, salvo para los modelos D que mostraron ser un fracaso. A partir de allí se intentó asignar una mayor libertad a las unidades blindadas; el 23 de abril de 1933 una instrucción provisoria admitía la posibilidad del aprovechamiento de la motorización y los tanques para la realización de ataques en profundidad y sin someterse al ritmo de avance de los escalones posteriores en miras de acelerar el ritmo de las operaciones. Sin embargo desde el “dogma” doctrinario, regido por la infantería, para operaciones contra líneas enemigas preparadas, la instrucción señalaba la necesidad de que cada escalón apoyase al anterior y que la organización de cada uno de ellos era el resultado de la combinación de las armas. Como la infantería no podía alcanzar la velocidad de los tanques, al menos hasta que tuviese vehículos de transporte de combate, se mantuvo el criterio de los escalones vinculados y en consecuencia la idea de la
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fijación de objetivos sucesivos. El uso de unidades blindadas para ataques autónomos se dejó limitado a zonas endebles, que permitiesen envolvimientos, y para la explotación; aún en este caso se sometía el uso de los tanques a su disponibilidad en un número importante. Para la caballería este criterio era desacertado por lo que produjo una oposición de ideas que derivaría en la creación de las DLM en 1933, buscando la explotación de velocidad por sobre la potencia. No debe llamarnos la atención que para resolver un tema de doctrina se haya optado por generar una estructura divisionaria que contuviese una de las ideas en pugna y que se mantuviese otra para la idea más tradicional. De hecho aún los que sostenían la visión del tanque como fuerza auxiliar de la infantería no podían ponerse de acuerdo en la estructura divisionaria ideal, como lo demuestra el hecho de que siete proyectos de divisiones blindadas fueron presentados y discutidos en los seis años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. La instrucción de 1933 contenía además una descripción del combate muy demostrativa del criterio para el uso de los tanques: “La banda de terreno de unos mil metros de profundidad desde la que pueden partir los fuegos de armas automáticas susceptibles de clavar al suelo a nuestra infantería, será invadida simultáneamente por las secciones de Tanques escalonadas en profundidad que la atravesarán y neutralizarán. La infantería a pecho descubierto se infiltrará entre las mallas de esta red de acero para ocupar su primer objetivo; la conquista de los objetivos ulteriores será luego perseguida siguiendo el mismo procedimiento”. Del texto surge naturalmente la imagen del combate con Tanques durante la Primera Guerra, parece que nada ha cambiado y que el resultado del combate proviene exclusivamente de la acción de la infantería cumpliendo el resto de las armas y servicios sólo el papel de apoyo. El argumento central que para la Dirección de Infantería sostiene el planteo, es que la proliferación y mejora de las armas antitanque y tanques enemigos indican que el primer escalón deberá estar constituido por tanques más potentes que los de los otros escalones para obtener la ventaja en el contacto inicial y abrir paso a la infantería de inmediato. En este modelo el combate prevé el progreso de la infantería con el apoyo de los Tanques ligeros para eliminar las armas automáticas enemigas, mientras los Tanques pesados y medios se encargan de la lucha contra los tanques y armas antitanques adversas protegiendo a las unidades ligeras y la infantería.
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Vers l’armee de metier En 1934 el entonces Tte Cnl Charles De Gaulle publica su famosa obra “Vers l’armee de metier” donde reafirma su idea del “motor combatiente”. Entre otras cosas proponía la creación de un Cuerpo de Batalla Mecanizado y Acorazado compuesto de seis Divisiones de Línea (de Tanques), una División Ligera (en realidad una DLM), dos Brigadas de Artillería, un Regimiento de ADA, uno de Ingenieros y uno de Comunicaciones. La idea central reside en su apreciación de un arma mecanizada y no de una simple estructura divisional blindada. “Este instrumento de elite devendrá, en manos del comando, un elemento de maniobra y de sorpresa capaz de alcanzar la victoria en una batalla general. Se trata de un ejército susceptible de una profundidad, de una articulación que le permite operar en cualquier clase de aislamiento”. (CDG) Las vanguardistas ideas de De Gaulle chocaron con dos obstáculos políticos. Por una parte era impensable en 1934 que una República crease un ejército totalmente profesional, por la otra crear un ejército tal cuya aptitud principal es ofensiva era contraria a la posición política francesa del momento. Pese a ello las ideas de De Gaulle pesaron mucho en la intención de los sucesivos proyectos de divisiones blindadas aunque no así en su doctrina de empleo. Se admitieron sí algunas nociones, en primer lugar se aceptó, como desprendimiento de la doctrina tradicional que las Divisiones Acorazadas (DCR) eran una fuerza esencialmente de ruptura o de contraataque, en razón de que concentrarían a los tanques medios y pesados; también se decidió que su disposición como reserva estratégica sujetaba su traslado a la disponibilidad de vías férreas. Este impulso movió los primeros proyectos que, como todos los otros tenían dos deficiencias, las DCR carecían de suficientes elementos de exploración y reconocimiento, por lo que actuaban a tientas, y nunca tuvieron un componente propio importante de infantería por lo que la explotación aislada se veía muy reducida por falta de acompañamiento. En 1938 una nueva instrucción reiteraba que las DCR tenían por función prolongar con su apoyo la acción de las DI y penetrar el dispositivo enemigo a favor del avance de “le fantassin”. Para una eventual explotación estratégica las DCR debían reunirse con las DLM o las DC y ser reforzadas por los grupos de reconocimiento motorizados de los CE y DI, más tropas de infantería transportada y artillería a tracción, todo ello al paso de la infantería.
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La versión de la Caballería Mientras la infantería se erigía en única rectora en el uso de los tanques, la caballería no se quedaba quieta y buscaba una solución más adecuada para el encuadre de los blindados. Con el apoyo del Grl Weygand en 1930 comenzaron los trabajos de motorización de las cinco DC existentes. Cuatro de ellas, las 1ra, 2da, 3ra y 5ta resultaron en un tipo mixto que familiarmente se conoce bajo el nombre de divisiones “PetrolPicotin” haciendo alusión al problema de abastecer a los vehículos motorizados y a los caballos. La 4ta división se transformó en la primera división en el mundo en ser totalmente motorizada y parcialmente blindada. En 1922 las DC estaban designadas como D Ligeras y contenían elementos de caballería, ciclistas y autos blindados, diez años después redesignadas como DC comprendían dos brigadas de caballería de a dos regimientos, un grupo de auto ametralladoras (GAM) un batallón de dragones transportados (BDP), un regimiento de artillería, y un batallón de ingenieros con una compañía de puentes. El problema de estas DC es obvio: cómo maniobrar una gran unidad cuya velocidad se encuentra en el rango que va desde los 8 km/h a los 30 km/h. Esta deficiencia hacía imposible el uso efectivo de la motorización pues obligaba a los vehículos motorizados a sujetarse a la velocidad de las unidades hipomóviles. Como respuesta en 1935 la 4°DC fue transformada en la 1°DLM (División Legere Mecanique), un año más tarde se hizo lo propio con la 5°DC, convirtiéndola en la 2°DLM; para mayo de 1940 otra división había dado nacimiento a la 3°DLM, y en plena guerra se creó la 4°DLM que fue refundida en la 4°DCR. Las DLM eran verdaderas divisiones blindadas, estaban compuestas por un grupo de reconocimiento con 47 auto ametralladoras Panhard, una Primera Brigada Ligera Mecanizada de combate compuesta por dos regimientos blindados, cada uno con un batallón de Tanques medios (47 Somua S35) y un batallón de Tanques ligeros (47 Hotchkiss H-35), una Segunda Brigada Ligera Mecanizada de Dragones compuesta de tres batallones de infantería transportada y tres escuadrones con 23 AMR cada uno, dos grupos de artillería de 75mm y uno de 105mm, una batería antiaérea y una antitanque, se preveía la inclusión de un batallón de ingenieros, uno de comunicaciones y un grupo de observación aérea pero nunca fueron incluidos en la orgánica. Aunque fuertes en 250 vehículos blindados estas divi-
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siones carecían de tanques potentes para acciones de ruptura, como los de la serie B; esta falencia pudo haber sido resuelta si no hubiese subsistido el desacuerdo doctrinario sobre el uso de los tanques y no se hubiese traducido ello en la creación de dos modelos de unidades blindadas las DCR y las DLM. Las DC que no sufrieron la metamorfosis en DLM, quedaron sometidas no sólo a la controversia doctrinaria sino también a la hostilidad del gabinete militar dirigido por el Grl Gamelin, que detestaba la caballería, al punto que pretendió suprimir todo vehículo blindado de ellas y remitirlos a la disposición de la Dirección de Infantería. Los jinetes franceses fueron afortunados al compartir con los de otras naciones el problema de qué hacer con las unidades de caballería, pues ello trajo la solución. Las tendencias europeas coincidieron con las locales en la creación de unidades rápidas que recibieron el mote de “ligeras”, se buscaba la creación de unidades de cierta potencia que fuesen capaces de actuar en terrenos accidentados. En Alemania se constituyeron las Leichte Divisionen y en Italia las Divisione Celere. La “moda de las divisiones ligeras” tuvo su manifestación institucional en Francia un poco tarde, cuando esa nación era la que más unidades de caballería clásica tenía, con excepción de la Unión Soviética. Es así que el 11 de julio de 1939 después de recibir y analizar varios proyectos el Conseil Superieur de la Guerre aprobó el modelo que convertiría las DC en divisiones ligeras. Debido a que la guerra estalló el 1 de septiembre de 1939 las DC fueron movilizadas según su orgánica original, afortunadamente la “drole de guerra” permitió que en marzo de 1940 se completara su conversión y se las rebautizara como División Legeres de Cavalerie (DLC). La DLC estaba estructurada bajo un modelo binario de brigadas, una de caballería (BC) y una ligera motorizada (BLM); esta última contaba con un estado mayor propio que le permitía comandar la brigada de forma autónoma. La BC estaba compuesta por dos regimientos de caballería de a cuatro escuadrones y un escuadrón de apoyo cada uno. Cada escuadrón de apoyo contaba con 8 ametralladoras, 4 morteros de 60mm y 4 cañones antitanque de 25mm. Por su parte la BLM estaba integrada por un regimiento de auto ametralladoras, un regimiento de dragones transportados y una batería antitanque con 12 cañones de 25mm. El regimiento de auto ametralladoras se integraba con un batallón con 13 AMD y otro batallón con 13 H35; ambos batallones tenían un escuadrón de motociclistas.
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El Regimiento de dragones estaba formado por dos batallones reducidos de infantería cada uno con una compañía de infantería reforzada, una compañía de apoyo y un escuadrón con 11 AMD. El apoyo divisionario de artillería se componía de un grupo de 12 cañones de 75mm, otro con 12 obuses de 105mm y una batería antitanque de 8 cañones de 47mm. La división contaba con una compañía de ingenieros, y aunque se preveía la asignación de una compañía aérea de reconocimiento y una batería antiaérea, de las cinco DLC sólo dos llegaron a disponer de la primera y ninguna de la segunda. Estas divisiones eran poco potentes y continuaban con la promiscua e imposible mezcla de caballos y vehículos motorizados. Estos defectos fueron señalados por el Grl Petiet, comandante de la 3°DLC desde enero de 1940 cuando aún no estaban completadas las cinco divisiones de la clase, pero sus críticas aunque fuertes no fueron oídas.
Inglaterra Los pioneros ingleses en el campo de las fuerzas blindadas fueron el Grl J. F.C. Fuller y el Cap B. H. Liddell Hart. Fuller privilegiaba el empleo de los tanques, los que consideraba debían ser conducidos exclusivamente por soldados profesionales; en su criterio las fuerzas blindadas debían ser integradas sólo por tanques pues opinaba que la función principal a cumplir era la de penetrar profundamente el dispositivo enemigo empleando una gran velocidad, ello obligaba a hacer a un lado a la infantería. Para Fuller las tropas mecanizadas debían integrarse con fuerzas de tanques y fuerzas antitanques móviles. La infantería quedaba relegada a combatir en terrenos donde los tanques no tenían acceso como áreas montañosas o de bosques. “En batallas entre máquinas acorazadas la infantería puede no tener un lugar debido al riesgo...”78 Atravesar el campo de batalla vacío sometido a intenso fuego era trabajo de los tanques. Las modernas armas de fuego impiden el acercamiento de la infantería, matienen a la artillería a retaguardia y descartan el poder de choque de la caballería. “El blindaje puede derrotar a las balas; por lo tanto el tanque puede reemplazar a la in78
Fuller, J.F.C., 1932, “Armoured Warfare”, pg. 18, Pennsylvania, The Military Service Publishing Company
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fantería en el ataque, porque puede ignorar el poder de fuego de la infantería en defensa.Aunque los tanques no pueden ser atacados por la infantería, la infantería puede fácilmente atacada por los tanques en todo terreno donde las armas mecanizadas se puedan mover, a menos que la infantería está ampliamante provista con armas y defensas que los tanques no puedan enfrentar. Esto significa que, cuando confronta con tanques, la infantería es despojada de su movilidad, cesa de se tropa de combate y entonces debe ser usada como tropa de fortaleza”.79 Es interesante seguir el razonamiento de Fuller acerca de los cambios e influencia del tanque en el campo de batalla: “Aunque el blindaje puede derrotar a las balas, puede ser derrotado por la minición de artillería. Esto no quiere decir que el blindaje pierda su valor, pero si que ese valor es relativo al poder del proyectil empleado. Según esto se puede descuidar del proyectil menor pero no de los mayores, lo que significa que la artillería será más y más preponderante sobre la infantería, y como la artillería deberá protegerse de las balas, los cañones deberán ser blindados. Entonces, la respuesta al tanque es el tanque; por tanto las actuales (1932) batallas de infantería serán reemplazadas por batallas de artillería móvil, y aunque en ese caso los blindados empleados tal vez no tengan protección contra los proyectiles pesados, deberán actuar en consecuencia para prevenirse del fuego que reciban”80 La batalla debe buscar la sumisión mental y moral del enemigo, no necesariamente su destrucción física. Fuller fija el objetivo en ganar, señalando que la “manía destructiva” debe desterrarse progresando del combate físico a la lucha intelectual y moral. Este enfoque moral de la táctica es primordial para comprender la marcha de la doctrina moderna. Los procedimientos tácticos son multiplicadores de potencia para impactar en la mente del soldado y el comando enemigo en busca de su quiebre espiritual y no para acabarlo físicamente. En ese sentido planteaba el empleo de los blindados para desequilibrar al ejército enemigo. Fuller sostenía que la guerra moderna debía se móvil y que su centro era la maniobra, sostenida por la iniciativa, flexibilidad de la
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Fuller, J.F.C., 1932, “Armoured Warfare”, pg. 45-46, Pennsylvania, The Military Service Publishing Company 80 Fuller, J.F.C., 1932, “Armoured Warfare”, pg. 46, Pennsylvania, The Military Service Publishing Company
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organización táctica y el empleo de la sorpresa. Señaló cinco aspectos del arte militar: • •
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Desde el punto de vista militar, 1 hora no es 60 minutos, sino lo que se ha de lograr en 60 minutos. La forma de defensa más eficaz es la defensa móvil, que permite al defensor proteger su potencia combativo y sus instalaciones sin sacrificar la iniciativa. Tanto en la ofensiva como en la defensiva en la guerra de maniobra, el objetivo principal debe ser la dislocación del mando y organización enemigos; no sólo la destrucción de sus tropas de combate, aunque ésta no debe desatenderse. Todos los planes deben basarse en la defensiva-ofensiva, la forma más poderosa de guerra. Aun los avances relámpagos de la ofensiva deben fundarse en una base segura; ésta es el pilar principal de todo movimiento hacia adelante. La persecución es la acción más importante de la batalla porque, con tal que sea correctamente organizada y llevada a cabo, garantiza la aniquilación del enemigo y el logro del objetivo político de la guerra.81
Liddell Hart por su parte consideraba que las fuerzas blindadas debían aprovechar su movilidad para lograr una penetración profunda a través del punto de menor expectativa del enemigo acción que denominó en el campo táctico “torrente en expansión “ y en el estratégico“ aproximación indirecta “. Esta última implicaba el ataque a las poblaciones civiles enemigas, por aire, tierra y mar. Al enfocar la cuestión desde el nivel estratégico Liddell Hart proyectó e impacto moral hacia la profundidad del dispositivo enemigo en una propuesta que permitía una mejor combinación de las armas, apartámdose del excluyente criterio de Fuller sobre los tanques. Aunque ambas visiones no eran del todo opuestas no se llegó a una adecuada combinación de ellas en Inglaterra. Sin perjuicio de esto el gobierno inglés creó en 1931 una brigada experimental de
81 Reid, B.H., 1990, “J.F.C. Fuller y B.H. Liddell Hart. Una Comparación”, pg. 32, en Military Review, septiembre-octubre 1990, Fort Leavenworth, Escuela de Comando y Estado Mayor, Ejército norteamericano
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tanques al mando del Cnl Groad, la que adquirió carácter permanente en 1934 bajo la dirección del Grl Hobart. El criterio del empleo de solamente tanques no resultó del todo exitoso, aunque los ingleses tardaron mucho en reconocerlo. Los tanques actuando en soledad se volvían presa fácil de las armas antitanque de la infantería, de la artillería o de los tanques enemigos. Por otra parte al carecer de doctrina para actuar con la infantería, cuando esto sucedía los tanques se volvían simples auxiliares de ésta perdiendo su movilidad y su capacidad de penetración. Esto llevó a los ingleses a alejarse en parte de las ideas de Fuller y de Liddell Hart y a caer en el tradicional conflicto acerca de si el tanque era un arma autónoma o simplemente una auxiliar de las restantes. Poco antes del comienzo de la guerra los ingleses hallaron una solución de compromiso. Por una parte desarrollaron tanques pesados para apoyar a la infantería y por la otra tanques más livianos y rápidos para utilizar en ruptura y penetración. Estas ideas se vieron limitadas por la limitada capacidad industrial británica, lo que que llevó a que principalmente se fabricasen tanques para infantería y no hubo hasta el fin de la guerra un verdadero tanque principal de batalla. El precio pagado por no apreciar o comprender parcialmente las ideas de Fuller y liddell Hart fue alto como lo atestigua el Grl Henry Wilson en su poaso por la DBl 7 en Egipto entre 1939 y 1940: “...Puse énfasis en la necesidad de la total cooperación de todas la armas en batalla. Tuve que contrarrestar la perniciosa doctrina que imperaba en esos días, ayudada por ciertos escritores civiles, acerca de que las unidades de tanques eran capaces de triunfar en una acción sin la asistencia de las otras armas...”82
Alemania La derrota alemana de la Primera Guerra Mundial no se atribuyó públicamente al fracaso de sus fuerzas militares, se atribuyó a otros factores no menos importantes pero que ocultaron el fracaso de las armas. Este ocultación favoreció en tiempos de postguerra al crecimiento de falsas ideas en el campo político, sin embargo en el campo militar no todos se dejaron convencer. La fuerte derrota hizo que oficiales de valía se ocupasen en desentrañar los errores y acierto 82
Wilson, H. “Eight Years Overseas 1939-47”, citado en von Mellethin, F.W., 1956, “Panzer Battles”, pg XV, New York, Ballantine Books
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cometidos en la guerra para transformarlos en aplicaciones doctrinarias. El General Hans von Seeckt se hizo cargo de la jefatura del ejército alemán en junio de 1920. Veterano del frente oriental el von Seeckt estaba horrorizado por la guerra de trincheras y estaba dispuesto a hacer lo necesario para salir de ella y recuperar la movilidad de los ejércitos. El Tratado de Versailles prohibía a las fuerzas armadas alemanas la posesión de tanques, artillería pesada, acorazados, submarino y aviones. Sin estas armas era imposible lograr alguna evolución en la doctrina, von Seeckt halló la forma de procurarse sino el arma específica, al menos la información y la experimentación con ella. Logró establecer una relación de cooperación con el Ejército Rojo que se tradujo en el establecimiento de campos de instrucción para tanques, aviones y gases, que resultaron muy provechosos para ambos ejércitos. Von Seeckt estaba convencido de que una fuerza operacional de nivel ejército, con gran movilidad y armas modernas sería la protagonista central de la batalla. Ella sería capaz de alcanzar la victoria decisiva, mientras que la masa de ejército ocupaba roles secundarios. Esto equivale a revivir el concepto maniobra móvil en el arte de la guerra, idea descartada por muchos a raíz de las experiencias de la Gran Guerra. Para ello necesitaba no sólo las armas sino una serie de elementos que no estaban del todo disponibles: industria, motivación ciudadana y una doctrina completamente nueva. Aunque Alemania era con mucho la nación más y mejor industrializada de Europa su débil economía no permitía un crecimiento inmediato. La ciudadanía se hallaba en una crisis absoluta producto de la derrota, la agitación política y la violencia. El camino de la reconstrucción doctrinaria era entonces el de mejores perspectivas. Empezó por abandonar toda posición dogmática respecto de la práctica militar y a pensar y hacer pensar al cuerpo de oficiales en el concepto de movilidad. A partir de las ideas de la maniobrabilidad de la caballeria se incorporaron la motorización, el blindaje y los análisis de transporte y combate sobre la marcha. Se descartó la idea del ataque frontal de caballería y se empezó a desarrollar la idea de una fuerza capaz de cruzar el “campo de batalla vacío” y alcanzar al enemigo con potencia suficiente como para derrotarlo. Para alcanzar estos niveles von Seeckt alentó las discusiones académicas y técnicas y fomentó la presentación de ideas nuevas en todo el cuerpo de oficiales.
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El centro de su actividad parace haber sido la mente del cuerpo de oficiales. Además de ordenar la revisión minuciosa de los registros de los combates de la guerra, obligó al cuerpo de generales a participar de los ejercicios de instrucción de manera regular y como una de sus obligaciones principales. Esta presión puesta en el estudio y práctica teórica de la guerra es la que dio a Alemania la formidable máquina militar de la Segunda Guerra Mundial. Es interesante ver cómo se hizo centro en la mente del militar y no en los recursos materiales. Se consideró acertadamente que primero se necesitaba el conocimiento sobre el emp´leo de los medios y recién c´n él los medios en sí mismos. Una práctica similar la habían realizado ya Scharnhorst, Gneisenau y Massenbach durante las guerras napoleónicas al formar la idea del Ejército Prusiano que se materializó en 1813-14. Creo una enseñanza fundamental este aspecto de la vida militar: no son las armas ni la tecnología lo que define a un buen ejército, son sus hombres y su capacidad intelectual lo que hacen del ejército una fuerza eficaz y eficiente. Entre los oficiales que participaron fervorosamente en este desarrollo estaba el Hauptmann Heinz Guderian, un oficial de infantería transeferido al arma de comunicaciones. El 1ro de abril de 1922, fue destinado como de Oficial de Estado Mayor al Departamento de Transporte Motorizado. Su jefe, el inspector de Transporte, General von Tschischwitz, estaba dedicado al estudio del problema de mover tropas en vehículos motorizados e involucró y alentó a Guderian a que participase de la investigación. Durante estos trabajos Guderian comprendió que si Alemania entraba en guerra necesitaría una fuerza de combate con alta movilidad que le permitiese compensar su reducido número, y así poder concurrir a cada punto decisivo y golpear al enemigo. Si esta fuerza cobraba cuerpo debía necesariamente ser blindada para asegurar su supervivencia y efectividad. Dentro del desarrollo intelectual del ejército se creó la Wehrgedanken des Auslands, una revista pública especializada en temas militares que incorporaba colaboraciones de toda fuente. Esta publicación aportó el espacio de incorporación de ideas provenientes tanto del campo militar como civil, nacional y extranjero, así llegaron a la mente de Guderian las ideas de Fuller, Liddell Hart y Martel. Con su conocimiento de tranportes, tecnología de blindaje e ideas acerca del empleo del tanque, Guderian descartó el empleo de este vehículo como simple apoyo de ingfantería o reemplazo de la caballería. Sus ideas se publicaron el la Militdr-Wochenblatt.
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Las ideas de Guderian le valieron el reconocimiento de ser nombrado instructor de los oficiales de Estado mayor en Táctica e Historia Militar. La total libertad de cátedra le ofrecióa a Guderian la oprtunidad de acelerar sus ideas a lo largo de la línea que lo conducía hacia la Blitzkrieg. Entre tanto el comando en jefe del ejército publicó un manual unificado de táctica y conducción que permitió unificar procedimientos y criterios. En 1925 se realizaron las primeras grandes maniobras y en 1927 se repitieron con el empleo de criterios de movilidad y tanques simulados, esto terminó de convencer a Seeckt sobre el empleo de blindados. Esto llevó a dar un nuevo impulso a las relaciones militares con los soviéticos que dio por resultado el campo de ejercitación de Kazán en 1929. En esta campo se probaron los primeros prototipos de tanques alemanes y algunos modelos comprados vía la unión Soviética a otras naciones. Guderian, Lutz, Halm y Pirner participaron de esta experiencia provechosamente. Alrededor de 1930 las ideas de Fuller y Liddel Hart habían alcanzado la madurez y Guderian la absorvía fervientemente, llevándolas un paso hacia el futuro. Entendió que los tanques solos no podían resolver el problema y que se requería de una acción conjunta que incluyese a todas las armas, las que debían adecuarse en cuanto a la necesidad de movilidad y protección, esto dio origen a la idea de la División Panzer. “En ese año 1929, me convencí que los tanques trabajando por su cuenta o en conjunción con la infantería nunca podrían alcanzar un aimportancia decisiva.. Mis estudios históricos, los ejercicios llevados a cabo en Inglaterra y nuestra propia experiencia con equipos simulados, me persuadieron de que los tanques nunca podrían ser hábiles para producir su efecto plenamente hasta que las otras armas, en cuyo apoyo ellos debían sostenerse, alcanzasen los niveles de velocidad y capacidad a campo traviesa. En esas formaciones de todas la armas, los tanques podrían cumplir su rol primario, las otras armasestarían subordinadas a los requerimientos de los blindados. Sería un error incluir tanques en divisiones de infantería: lo que necesitábamos eran divisiones blindadas en las que incluir a todas las armas en apoyo para permitir a los tanques combatir con plena capacidad.”83
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Guderian, H., 1952, “Panzer Leader”, pg. 24, Washington, Zenger Publishing
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Las nuevas divisiones blindadas en esta teoría se integraban con todas la armas. Su empleo consistía en un ataque en profundidad, por ello guderian planteaba que debían constituir la reserva del ataque y la ruptura, para ser empleadas en la explotación del quiebre de las defensas enemigas. Junto con Guderian otros oficiales impulsaban ideas de cambio en el ejército. El General Beck desarrollaba el manual “Truppenführung”; von Blomberg y von Reichenau introducían y difundía las ideas más modernas sobre teroría militar de lengua inglesa; Heinrici comenzó a elaborar la teoría de relación espacio-fuerza. En el ejército se mejoró la instrucción y se logró un alto nivel de calidad en el entrenamiento de voluntarios. Finalmente en 1931 se creó la primera unidad motorizada, lo que permitió a Guderian y Lutz desarrollar los planes para la s Divisiones Panzer. Estas poderosas formaciones comenzaron en 1931 con un modesto batallón compuesto tropas de reconocimiento y tanques y armas antitanque simuladas puestas bajo el mando de Guderian. El y Lutz a partir de esta unidad de juguete trabajaron en maniobras en Kazan y proyectos no sólo de organización sino de diseño de nuevos vehículos blindados. Los “panzers” alemanes comenzaron con el modesto Panzer I, un vehículo de entrenamiento armado con dos ametralladoras y un blindaje de 15 milímetros. Poco después le siguió el Pz II armado con un cañón de 20 milímetros y una protección similar. Nadie pensó en ese momento que esas máquinas se emplearían en combate. En estos primeros modelos se aprecia el interés por la velocidad y maniobrabilidad por encima del blindaje. Los progresos en el desarrollo de un arma blindada tuvieron en Alemania una mayor constancia que en el resto del mundo lo que dio a este país la ventaja militar al comienzo de la guerra. El mayor impulso en ese sentido se produjo con el acceso al poder de Adolfo Hitler. Después de presenciar una demostración ejecutada con Pazers I, motocicletas y armas antitanques dirigida por Guedrian se dice que hitler dijo “Eso es lo que quiero!”. Bajo la conducción ministerial de los generales Blomberg y von Reichenau los tanques recibieron una atención especial viéndose afectados por la triplicación del ejército. Aunque se cerraron los campos de experimentación y prueba en Rusia debido al nuevo régimen nazi, se realizaron grandes maniobras en 1933 y 1934 que permitieron afianzar y mejorar la técnica en el uso de tanques. Ciertamente no todos los oficiales superiores confiaban en el empleo de un “arma blindada”, muchos generales estaban todavía suje-
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tos a la concepción del empleo tradicional del ejército donde, como en el resto de los países, el tanque sólo era un apoyo de la infantería y la caballería aún tenía un lugar en el campo de batalla. Además el tanque debía competir por los recursos de las fuerzas armadas contra los fuertes requerimientos de las armas tradicionales en un momento de expansión volumétrica del factor militar alemán. Aún bajo fuertes críticas Blomber como Ministro de Guerra y von Fritsch como Comandante en Jefe del Ejército hicieron mucho para apoyar a Guderian y aplicar la teoría blindada. En mayo de 1935 en Bad Elster se realizó un ejercicio del Estado Mayor que estudiaba el uso de un Cuerpo Panzer completo y cinco meses después se crearon las primeras Divisiones Panzer. Las maniobras de 1936 en Bad Nauhaim, incluyeron operaciones con ejércitos Panzer. La Primera Brigada Panzer se creó en 1934 con la asignación de tres regimientos de a dos batallones cada uno y se la equipo con Panzer I. Al mismo tiempo en Inglaterra el Grl Hobart ejercitaba la Primera brigada de Tanques bajo las teorías de Liddell Hart; el resultado publicado de las mismas fue empleado por Guderian en la instrucción de sus hombres y en las maniobras de julio de 1935 donde se empleó a la Primera División Panzer a la órdenes del Grl von Weichs. El éxito de estas prácticas llevó a la constitución de otras dos divisiones panzer en octubre de ese mismo año. Para ese tiempo la ventaja alemana en el concepto, aplicación y organización de fuerzas blindadas estaba muy por delante del resto del mundo. El criterio de empleo profundo, velicidad y maniobra estaban asentados y se manifestaban en la estructura de las divisiones panzer que contaban con una brigada panzer que contaba con 561 tanques y una de granaderos panzer (infantería mecanizada) como núcleo y unidades de reconocimiento, ingenieros, artillería y comunicaciones en apoyo. Aunque se preveía que todos los componentes de la división, incluso el estado mayor, contasen con vehículos motorizados y blindados, la industria no podía cumplir completamente con ello por lo que sólo se alcanzó en un principio a cumplir con un treinta por ciento de esa exigencia. Como comandante de la 2da PzDv, Guderian continuó desarrollando la instrucción práctica y teórica de las fuerzas blindadas. Implementó procedimeientos para el empleo del “desborde” sostenido por Liddell Hart, la utilización del equipo tqnque-infantería, la infantería de asalto, el ataque nocturno y el uso de la aviación táctica de apoyo. Se aplicó también al estudio del empleo de la masa blindada en operaciones estratégicas de envergadura. Toda esta evolución
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chocó contra la resistencia de las ideas tradicionales de la infantería y la artillería. Las grandes maniobras de 1936 donde se emplearon más de 80.000 soldados resultaron contrarias a las fuerzas blindadas. Se empleó en ellas una brigada de tanques pero bajo el concepto de apoyo a la infantería, situación que sólo sirvió para exponer a los vehículos innecesasriamente al fuego de las armas antitanques más modernas. De todas formas mientras que los más reaccionarios se apoyaban en los ejercicios para criticar al tanque, los hombres del arma blindada los tomaban como ejemplo de lo que no se debía hacer. Una muestra de la lucha de ideas sobre el empleo de tanques la da el Fall Grün, el plan para un ataque por sorpresa a Checoslovaquia de 1937, donde se preveía el empleo de un ejército panzer, que aún ni existía. La granprueba de los tanque salemanes fue la Guerra Civil Española.Allí se envió al Cnl von Thoma con 180 vehículos para apoyar a los nacionalistas. Von Thoma tuvo que pelear contra la superioridad de los vehículos rusos al mando del Grl Konev y contra la tozudez del Generalísimo Fransico Fanco que pretendía el emple de los tanques repartidos en apoyo de la infantería. Se aprendió mucho del empleo táctico inferior, pero no hubo oportunidad de practicar grandes operaciones blindadas. Para esta época el ejército alemán se vió asaltado por la moda militar de la época: las divisiones ligeras. Se crearon tres que demostraron muy poca capacidad y utilidad en la campaña de Polonia de 1939 por lo que terminaron transformándose en PsDv entre 1940 y 1941. El 20 de noviembre de 1938 Hitler creó el puesto de Comandante De Tropas Móviles y designó para ocuparlo a Guderian. Una muestra del interés de Hitler en los tanques la ofrece el hecho de que le otorgase a Guderian derecho de acceso directo al Fürher desplazando así los controles del OKH y del OKW. Desde este cargo Guderian completó la edición de manuales de instrucción, trató lo problemas de abastecimientos e impulsó las ideas blindadas contra la mayoría de los oficiales superiores del ejército alemán.
Blitzkrieg Se denomina así al cuerpo de doctrina desarrollado por los alemanes entre 1918 y 1939 destinado a evitar la repetición del combate estático de la Primera Guerra Mundial. Soldados como Hans von Seeckt y Heinz Guderian percibieron mucho más claramente que el resto de sus colegas europeos el potencial militar de los motores de
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combustión interna combinados con la moderna tecnología de comunicaciones de la época. Grandes formaciones movidas sobre orugas y ruedas, dirigidas por radio podían lanzarse contra el frente enemigo, romperlo y alcanzar su retaguardia desorganizando todo a su paso e impidiendo cualquier contramedida. Su primer empleo fue en la campaña de Polonia de 1939 y su punto de maduración fue la campaña de Francia de 1940 donde en menos de seis semanas los ejércitos alemanes derrotaron a las fuerzas combinadas de Holanda, Bélgica, Francia y Gran Bretaña. Un año después el método de la Blitzkrieg llevaba a los ejércitos del III Reich a las puertas de Moscú en seis meses de lucha. Curiosamente el término Blitzkrieg no es de cuño alemán y no figura en los manuales o reglamentos y tampoco en las memorias o correspondencia de generales alemanes. Guderian señala en Panzer Leader que fue creada por los enemigos de Alemania. EL primer uso conocido de la palabra es una edición de la revista Time del 25 de septiembre de 1939 acerca de la campaña en Polonia. El origen de esta doctrina es complejo. Por una parte surgió del profuso elenco de soluciones improvisadas que los alemanes debieron generar para superar las limitaciones del Tratado de Versailles. EL Alto mando alemán buscó solucionar su futuro inspirándose en el pasado, especialmente en las ideas de Helmuth von Moltke y Alfred von Schlieffen. Así tanques, aviones, transporte automotor y modernas comunicaciones fueron vistas como multiplicadores que facilitarían el empleo del enfoque operacional tradicional. Tanto durante la República de Weimar como durante el III Reich los planes alemanes apuntaron a alcanzar la victoria por medio del envolvimiento del enemigo, la amenaza a sus comunicaciones y líneas de abastecimiento, y forzándolo a combatir en una inesperada dirección. Estos métodos aseguraban el logro de un resultado exitoso y rápido por medio de batallas decisivas, lo que se acomodaba espléndidamente en una nación que desde los días de Federico el Grande estaba convencida de su inhabilidad para ganar una guerra de desgaste. Sin embargo el concepto de Blitzkrieg sólo alcanzó niveles tácticos y operacionales, en lo estratégico las acciones de Hitler no respondían a esa metodología.
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L A S EGUNDA G UERRA M UNDIAL PERFIL TÁCTICO DE LOS PRINCIPALES B ELIGERANTES A C OMIENZOS DEL C ONFLICTO Alemania El ejército alemán presentaba ya desde comienzos del conflicto un perfil operativo de fuerza combinada. Esto es que las acciones de tanques se realizaban en conjunto con la infantería y la artillería, y eventualmente con apoyo aéreo, situación esta muy diferente a la Primera Guerra Mundial y a la actitud de los aliados. La unidad táctica básica era el Schutzengruppe, equivalente a un grupo de diez hombres. Esta subunidad operaba bajo un liderazgo con un alto grado de responsabilidad y autoridad, que puede ser comparado con los que en Inglaterra y Francia se asignaban a los jefes de compañía y superiores. Este modelo de mando, inscripto en el sistema de directivas alemán o de órdenes tipo misión permitía a un jefe de grupo explotar una oportunidad táctica en cuanto se le presentase, sin necesidad de pedir autorización a sus superiores aunque sí informándoles para poder recibir apoyo adecuado. En combate esto dio a los alemanes una gran flexibilidad y agilidad para explotar los 287
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errores y debilidades aliados a través de la iniciativa de los jefes de subunidades. El Schutzengruppe se organizaba alrededor de la ametralladora multipropósito MG34, lo que proveía una potente base de fuego. El grupo estaba comandado por un sargento, que para 1940 contaba con seis años de servicio. Se integraba con el ametralladorista, dos cargadores y siete fusileros. La función principal de los fusileros era la de apoyar al ametralladorista para que este proyectara su potencia de fuego de la mejor manera posible. Esto le permitía a los grupos mantener un más prolongado y efectivo fuego sobre sus oponentes, de un volumen tal que lograba aferrarlos de inmediato, obteniendo de este modo la iniciativa táctica y con ello la libertad de acción y maniobra. Esta concepción táctica se repetía en toda la organización militar alemana. El Schutzenzug o sección se integraba con cuatro grupos y uno de comando, totalizando cincuenta hombres. Tres secciones y una o más de apoyo conformaban una compañía o Schutzenkompanie. Las secciones de apoyo que estructuralmente dependen de jefes de compañía, en la práctica se asignaban y eventualmente fraccionaban a los jefes de pelotón haciendo óptimo su empleo. Los batallones de infantería alemana se integraban con cuatro compañías, tres de combate y una de apoyo. Al completarse el regimiento con tres batallones, las compañías del primero se numeraban de uno a cuatro, las del segundo de cinco a ocho y las del tercero de nueve a doce; correspondiéndole los números cuatro, ocho y doce a las compañías de apoyo. Éstas contaban con morteros y una versión pesada de la MG34 y, del mismo modo que en el nivel de compañía, la unidad de apoyo se fraccionaba para asignarse a los jefes de compañía en combate. De allí que los jefes de las compañías de apoyo fueran los oficiales más modernos del batallón. Durante la campaña de 1940 también fue usual asignar a los comandantes de batallón una sección de ingenieros, la que actuaba como potenciadora del batallón tanto en ataque como en defensa. En este modelo táctico, es la iniciativa de los líderes de subunidades y la acción de los jefes de compañía y batallón las que determinan la eficiencia de los regimientos y divisiones. Tal concepción se aplicaba tanto a las unidades de infantería como a las tropas panzer. Esto es así en razón que unas y otras habían sido entrenadas para actuar en conjunto, en especial para el caso de la infantería motorizada. El accionar combinado explica la agilidad que tuvieron los jefes de fuerzas blindadas alemanas para recurrir a los cañones antiaéreos de 88mm cuando tuvieron que combatir contra los pesados tanques
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Matilda y Char B, cuyo grueso blindaje no podían perforar los cañones de los tanques alemanes. En el uso combinado de infantería y tanques el criterio táctico era que la infantería debía abrir la brecha en el frente enemigo para permitir que los panzers lo atravesaran y atacaran la retaguardia del dispositivo enemigo generando terror y desorganización. Así se actuó en la campaña de 1940 con absoluto éxito aprovechando la velocidad, sorpresa y maniobra, pero no necesariamente el poder de fuego de los tanques. Las divisiones panzer estaban concebidas para lanzar ataques rápidos, de flanqueo y explotación. En 1940 comprendían una brigada panzer con 2 regimientos de tanques; una brigada de tiradores con 4 batallones, 1 batallón motociclista y 1 batería de artillería; 1 batallón antitanque con 40 piezas; un batallón de reconocimiento blindado; un regimiento de artillería, un batallón antiaéreo, uno de comunicaciones y otro de ingenieros.84 Estas unidades tenían un alto grado de mecanización y motorización lo que les daba una potente movilidad como clave de su acción. Además del apoyo de artillería propio actuaban en estrecho enlace con los aviones de ataque a tierra de la Luftwaffe, lo que facilitaba la neutralización de objetivos que ofrecían resistencia o que eran dejados atrás en el veloz ataque de los panzers. Los tanques alemanes portaban doble munición, llevaban tanto perforante para combatir con otros tanques, como de alto explosivo para blancos no blindados.
Francia El ejército polaco duramente vencido en la breve campaña de septiembre de 1939, había sido moldeado sobre el diseño del ejército francés. Sin embargo los galos, que dispusieron de casi ocho meses para analizar y aprender de esa derrota, nada hicieron al respecto y conservaron la doctrina militar emergida de las enseñanzas de la Primera Guerra. Pese a los planes de renovación y modernización de armamentos, nunca se ejecutaron proyectos de actualización doctrinaria. La organización francesa no era muy diferente de la alemana, pero contrastaba en su doctrina. Contrariamente a lo que dijimos sobre los alemanes, en Francia los equipos, subunidades y unidades de 84
Guderian H. 1979, “Panzer Leader” pg. 517 a 523, Washington Zenger Publishing.
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apoyo realizaban esa función sin fraccionarse, conservando sus jefes el mando operacional. Esto hacía prevalecer el criterio de que las fuerzas de apoyo jugaban un papel secundario frente a las unidades principales, lo que les permitía colaborar en el combate pero no siempre aprovechando el máximo de su eficacia. Tal proceder se aplicaba también al empleo de los blindados, que resultaban meros auxiliares de la infantería. La diferencia final y más importante que debemos destacar es que en la doctrina francesa la iniciativa se hallaba restringida, especialmente en los niveles inferiores a batallón. Las oportunidades descubiertas en combate por jefes de equipo, sección e incluso compañía, debían ser informadas a través de la cadena de mando antes de ser aprovechadas, lo que significaba virtualmente la pérdida de la ocasión, en función del tiempo transcurrido entre la comunicación de la novedad y la autorización para explotarla. El ejército francés comprendía unidades de distinta calidad. El núcleo lo constituían las llamadas tropas normales integradas por los soldados que cumplían con el servicio militar regular. Esta categoría la completaban 20 RI, 20 RI motorizados, 8 RI Alpinos, 12 RI de Fortaleza, que prestaban servicio en la Línea Maginot y 7 batallones Alpinos de Fortaleza integrados en 3 demi-brigades estacionados en la frontera italiana. Se incluían además 11 batallones de Chasseurs a Pied, y otros 12 de Chasseurs Alpins; de éstos los numerados 4, 5, 16 y 17 fueron convertidos en batallones motorizados para formar el componente de infantería de las divisiones blindadas.85 Iniciada la movilización se reclutaban 85 regimientos Tipo A, integrados por reservistas menores de treinta años y 61 regimientos Tipo B formados por reservistas de hasta cuarenta años. Junto a estas fuerzas Francia disponía de tropas coloniales que le proveían de 14 regimientos de zuavos, 42 regimientos de Tirailleurs Argelinos, Tunecinos y Marroquíes, 59 regimientos coloniales de Senegal, Madagascar e Indochina, y 12 regimientos y demi-brigades de la Legión Extranjera. Cada compañía de infantería contaba con 4 oficiales y 190 hombres divididos en cuatro secciones y equipados con morteros de 60mm. Tres compañías y una de armas pesadas integraban un batallón de infantería de 20 oficiales y 850 hombres. La compañía de 85
Sumner I.; Vauvillier F y Chappell M. 1998, “The French Army” 1939-45 (I), pg. 6 a 10, London Osprey. Los datos de organización de las fuerzas francesas han sido tomados de esta obra salvo que se indique lo contrario.
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armas pesadas se dividía en cuatro secciones de 4 ametralladoras cada una y una sección con 2 cañones antitanque de 25mm y 2 morteros de 81mm. Tres batallones integraban un regimiento que contaba además con una compañía de comando, subunidades de servicios y una compañía de armas pesadas con 6 cañones antitanque de 25mm y 2 morteros de 81mm. Como lo expresáramos en su oportunidad las unidades blindadas francesas se integraban en dos categorías, las dirigidas por la infantería y las gobernadas por la caballería. Las primeras hasta enero de 1940 solamente la formaban la 1era y 2da División Cuirassée (DCR), la 3ra se constituyó en marzo y la 4ta durante los combates de mayo de ese año bajo el mando de Charles de Gaulle. Si bien los tanques franceses estaban mejor armados y blindados que sus contrarios alemanes adolecían de serias deficiencias. Las torretas, en todos los modelos eran pequeñas y sólo admitían un hombre por lo que el jefe de tanque era también el operador del cañón. En general carecían de radios y los reglamentos preveían que los jefes de sección de autoametralladoras de reconocimiento tenían prohibido su empleo en presencia del enemigo por seguridad, debiendo comunicarse por escrito a través de estafetas. La autonomía de los blindados era muy reducida, en el caso de Char B sólo de una hora en combate. Aún así las DCR eran poderosas contaban con 2 batallones de 68 Char B y otros 2 de Hotchkiss H39 con 90 tanques. Esta poderosa fuerza blindada vio reducida su potencia debido a la doctrina francesa que fraccionaba los tanques entre la infantería en vez de emplearlos en masa. Además los ataques se seguían haciendo al paso de la barrera rodante de artillería como en la Primera Guerra por lo que los tanques debían moverse a un ritmo lento. Los blindados de la caballería estaban constituidos por las 1era, 2da y 3ra División Legere Mecanique (DLM). Contaban con cerca de 300 vehículos blindados lo que las convertía en las verdaderas divisiones acorazadas francesas, pero tampoco fueron empleadas en masa. Existían además 5 divisiones ligeras de caballería que contaban con animales y vehículos blindados lo que las hacía totalmente inadecuadas. La artillería francesa poseía más de 10.000 piezas tiradas por caballos y tractores pesados lo que limitaba su movilidad. En las divisiones de infantería todavía se empleaban los cañones de 75mm modelo 1897 a razón de 36 piezas por cada una de ellas. Además contaban con 24 cañones de 155mm.
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Los ingenieros estaban formados en compañías distribuidas a razón de 2 por cuerpo de ejército, 2 por división de infantería, 1 por cada DLC y DCR, y 3 por cada DLM. En cada cuerpo de ejército y cada DLM se incluía una compañía de puentes. El arma de comunicaciones prestó servicios dentro del cuerpo de ingenieros hasta 1942. Cada gran unidad de combate contaba con una unidad de telégrafo y una de radio. En su conjunto el ejército francés resulta impresionante, pero el equipamiento era muchas veces sólo en papel. La munición antiaérea era escasa y las piezas de defensa contra aviones se dispersaban en pequeños grupos de cuatro elementos perdiendo así todo poder. Asimismo los cañones antitanque de 25mm no alcanzaron a todas las divisiones; en las DCR prácticamente no existían y aún la 1ra DI Marroquí, una unidad de élite, carecía de ellos. Sin embargo su doctrina de empleo lo haría impotente ante el poderoso asalto alemán.
Inglaterra El ejército inglés conservaba su perfil de profesionalidad pero alineaba su doctrina táctica con las ideas francesas, entonces lo dicho sobre los galos se ajusta también a los sajones, tal vez con mayor rigidez debido a su tradicional apego al reglamento. Dentro de la British Expeditionary Force (BEF) de 1940 los ingleses remitieron a Francia la 1ra brigada de tanques integrada por el 7mo Royal Tank Regiment (RTR) y el 4to RTR. Entre ambos reunían 77 tanques Matilda A11 débiles y pequeños, armados con ametralladoras de 12,7mm y 23 Matilda A12 más robustos y sólidos con un buen cañón de 2 libras. Los dos modelos de tanque eran muy lentos, estaban diseñados para apoyar a la infantería, contaban con un poderoso blindaje de entre 60 y 80mm, sin embargo resultaban inadecuados para la lucha blindada y eran fácil blanco hasta para los cañones más pesados. De los 100 tanques de la primera brigada ninguno regresó a Inglaterra.
Unión Soviética La doctrina soviética tiene a su teórico más reconocido en el Mariscal Mikhail Nikolaevich Tukhachevsky, quién desarrolló sus ideas
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entre 1920 y 1930; las mismas constituyen probablemente el primer cuerpo doctrinario sobre operaciones mecanizadas, y conceptualmente se la conoce como la Batalla en Profundidad. Tukhachevsky era un oficial de caballería que había actuado en la Primera Guerra Mundial, en la Guerra Civil Rusa y comandado el Ejército Rojo en Polonia en 1920. Se cree que su experiencia se consolidó cuando en la década del 20 la Unión Soviética le proveyó a la República de Weimar, lugares secretos de entrenamiento para su ejército, lo que le permitió trabajar estrechamente con el Grl Hans von Seeckt. De esta experiencia Tukhachevsky emergió como devoto promotor de la guerra móvil. Conceptualmente estructuraba la ofensiva en cuatro escalones. El primero a cargo de la fuerza aérea debía ganar la superioridad en el aire y bombardear las posiciones enemigas. El segundo escalón tenía como misión lograr una brecha en el frente enemigo contando para ello con grupos de choque integrados por infantería, tanques y artillería. El tercero, la “piece de resistance” de la batalla en profundidad, estaba completamente mecanizado y debía lanzarse a través de la brecha, penetrar profundamente el dispositivo enemigo, desorganizar sus comunicaciones y rodearlo. El cuarto escalón, integrado por las reservas debía consolidar los progresos del tercero. En 1936 escribió las Regulaciones de Campo donde señalaba que operativamente la batalla implicaba la paralización del enemigo en toda la profundidad de su dispositivo, su cerco y su destrucción. Poco después estas ideas se transformaron en la doctrina táctica oficial del ejército soviético. Para explotar estos conceptos doctrinarios se crearon cuatro tipos de grandes unidades móviles. La primera fue el cuerpo motomecanizado integrado por alrededor de 500 tanques rápidos y unos 8.000 hombres destinado a actuar como tercer escalón. El núcleo de la fuerza de ruptura del segundo escalón la constituían las brigadas de tanques que llevaban 128 vehículos de tipo medio y pesado. Las otras dos grandes unidades eran las brigadas mecanizadas y motomecanizadas que podían actuar con las fuerzas de ruptura o con el tercer escalón. La constitución de estas unidades fue absolutamente realizada a partir de la teoría y su primer test fue la Guerra Civil Española. Lamentablemente el análisis de esa actuación no pudo ser efectuado por Tukhachevsky pues fue víctima de la purga de oficiales de 1937. En el conflicto español los soviéticos comprometieron 700 tanques T26 y BT, participando en las operaciones el Grl Koniev y el
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Grl D. G. Pavlov. En su empleo los tanques soviéticos no respetaron estrictamente la doctrina de la batalla en profundidad y aunque en los combates de Esquivas y Jarama lograron grandes penetraciones la falta de infantería motorizada, les impidió consolidarlas. Aún así estas experiencias sirvieron para que Pavlov concluyera que no había lugar para el combate independiente de tanques por lo que afirmó que los mismos debían actuar como apoyo de la infantería, por ello su recomendación fue la de desarmar los cuerpos motomecanizados y distribuir sus vehículos entre las divisiones de infantería. Otro evento importante puso a prueba el empleo de los blindados soviéticos el 20 de agosto de 1939. Los rusos se encontraban disputando con Japón el territorio de la República Popular de Mongolia. Se envió allí al Grl Georgi Zhukov con un efectivo de 75.000 hombres, cerca de 500 tanques y otros tantos aviones. Con estas fuerzas se lanzó al ataque, envió primero a 150 de sus bombarderos sobre las posiciones japonesas, ordenó al mismo tiempo abrir fuego a su artillería y finalmente lanzó a sus tropas al asalto. Aunque la mayoría de sus tanques estaban mezclados con la infantería se reservó una brigada blindada entera con la cual logró envolver y destruir a la DI 23 y DI 7 japonesas. Zhukov aunque tampoco había empleado los criterios de la batalla en profundidad apreció la importancia que los tanques tenían para las operaciones de explotación y persecución. Las diferentes ideas acerca del empleo de tanques fueron sometidas a una comisión especial. Un tercer evento influyó en las decisiones de esta comisión cuando el 17 de septiembre de 1939 los soviéticos invadieron Polonia. Los cuerpos motomecanizados 15 y 25 actuaron desastrosamente. Aunque aparentemente se debió a que sus comandantes eran nuevos y no tenían experiencia ni en tanques ni en organizaciones mecanizadas, el fracaso llevó a que la comisión desbandara los cuerpos y creara en su lugar cuatro divisiones mecanizadas con 275 tanques; los blindados sobrantes se enviaron a las divisiones de infantería. Doctrinariamente las nuevas divisiones se emplearían no en masa sino fraccionando sus unidades en apoyo de la infantería. Entre noviembre 1939 y marzo de 1940 los soviéticos sostuvieron la llamada Guerra de Invierno contra Finlandia. En este conflicto los tanques fueron empleados estrictamente como apoyo de la infantería, dejando totalmente en el olvido el criterio de la batalla en profundidad. Pero no todo estaba perdido en el comando supremo del Ejército Rojo se suscitó una nueva discusión alrededor del empleo de los tan-
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ques cuando se comparó la utilización de los propios en Finlandia y el resultado obtenido por los Panzers Alemanes en Polonia y Francia. El debate se resolvió con el nombramiento de Pavel Rotmistrov como Mariscal de las Tropas Blindadas, quién pensaba que los tanques debían ser utilizados en masa y que su función principal era la ofensiva. En apoyo de estas ideas el Ministro de Defensa Semen Timoshenko ordenó el 9 de julio de 1940 la nueva constitución de cuerpos mecanizados. Estos nuevos cuerpos contaban con 36.000 hombres, 1.000 tanques y 250 autos blindados. Se crearon nueve de ellos en 1940 y otros 20 antes de junio de 1941. Las nuevas formaciones eran demasiado grandes para permitir un control efectivo de sus comandantes particularmente debido a la escasez de radios; su otra debilidad la presentaban la poca experiencia con tanques de los oficiales subalternos y suboficiales El otro problema que se presentó es que no había suficientes tanques para equipar a los cuerpos por lo que estos debieron obtenerse de los entregados a las divisiones de infantería, esto llevó a que se perdiera toda idea de cooperación entre los tanques y los infantes. De todas formas y aunque había cerca de 24.000 tanques en el Ejército Rojo en junio de 1941 sólo cuatro cuerpos se hallaban completamente equipados algunos no alcanzaban el diez por ciento de su dotación de blindados y otros no poseían ni un tanque.
E VENTOS DESTACABLES Khalkhin – Gol Después de la ocupación de Manchuria por los japoneses en 1931, la frontera entre esta región y Mongolia se convirtió en un área de constantes incidentes. Entre 1932 y 1938 ocurrieron al menos 500 encuentros y en 1936 la Unión Soviética y el gobierno de Mongolia firmaron un pacto de ayuda mutua que llevó al enfrentamiento bélico entre nipones y rusos en esa región. En 1938 ambos países se enfrentaron en la batalla del lago Khasan que se definió por medio de un asalto frontal. Esta costosa operación táctica fue impuesta desde Moscú al comandante del sector, General Shtern, bajo el ambiente de la purga de oficiales del Ejército
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Rojo impuesta por Stalin. El combate favoreció a los soviéticos y llevó a un acuerdo de cese de fuego en agosto de ese año. El 14 de enero de 1939 los japoneses invadieron Mongolia en Nomonhan–Burd–Obo, en la región al este del río Khalkin – Gol. Se eligió esta área debido a que la fuerza soviética de apoyo más cercana se hallaba a 500 kilómetros de distancia. Los combates continuaron durante todo el año estableciéndose la línea del frente siguiendo las riberas del Khalkhin – Gol, dentro de territorio mongol. El 5 de junio de 1939 fue designado Comandante de 1er. Grupo de Ejércitos Soviético–Mongol el General Georgi Zhukov. El mayor problema que encontró al tomar el mando fue la dificultad logística de unir las fuerzas en el frente con su base de apoyo en Borziya a 650 kilómetros a retaguardia. Para ello montó una operación de suministro compuesta de 1.400 camiones tanque y 3.500 de carga común, para obtener las 50.000 toneladas de municiones, combustible, lubricantes y demás recursos necesarios para mantener a las fuerzas en pie de combate. Éstas comprendían en ese tiempo 12.500 hombres defendiendo un frente de 75 kilómetros; frente a ellos los japoneses mantenían un ejército de 38.000 hombres. La zona de combate penetraba en la frontera mongol con una profundidad de unos 8 kilómetros. Dominando el ala izquierda soviética se encontraba el monte Bain Tsagan, y en el centro las alturas de Khamar–Daba, hacia la derecha el terreno descendía sin mayores accidentes. En la orilla este de Khalkin – Gol los japoneses contaban a su derecha con el monte Fui y hacia el centro la colina de Remisova y las alturas de Peschanaya y Zelenaya; estos dos últimos puntos estaban separados del anterior por el río Khailastyn–Gol que dividía en dos el frente nipón. El 2 de julio los japoneses atacaron cruzando el Khalkin–Gol y ocupando Bain Tsagan a la izquierda del dispositivo soviético amenazando con envolverlo. Zhukov no fue sorprendido por esta maniobra y lanzó un planeado contraataque con tres ejes. El central de infantería contuvo el avance japonés mientras que por el norte y el sur fuerzas mecanizadas obligaban a los japoneses a abandonar sus posiciones y recruzar el río. Para agosto los japoneses constituyeron el 6to. Ejército al mando del General Ogisu Rippo, compuesto por cinco divisiones de infantería, 200 tanques y 500 aviones. Rippo planeaba retomar la ofensiva en el verano. Para ese mismo mes Zhukov había logrado reunir 3 divisiones de infantería y 5 regimientos mecanizados con un total de 500 tanques.
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La operación de abastecimiento le había provisto además de 18.000 toneladas de munición de artillería y 6.500 de bombas de aviación. Con estos recursos Zhukov montó de inmediato una ofensiva. Para ello contó con una operación de inteligencia integrada por las operaciones del famoso Richard Sorge en Tokio, vuelos de reconocimiento intensos y patrullas de exploración que día y noche recorrían el territorio japonés. Hizo repartir entre las tropas un instructivo sobre acciones defensivas para engañar al enemigio y asimismo, hizo quitar los silenciadores de algunos vehículos a los que mantuvo en constante movimiento a lo largo del frente para “adormecer” la atención y medidas de seguridad japonesas; esto haría que al momento de iniciarse la ofensiva el ruido de la misma no causara alerta. Esto en alguna medida recuerda las maniobras de distracción de Alejandro en Haydaspes. La operación de ataque consistía básicamente en un doble envolvimiento, con una fuerza de aferramiento en el centro y las pinzas en el norte y en el sur del dispositivo. Zhukov previó una reserva móvil compuesta de una brigada aerotrasportada, una motorizada y un batallón de tanques, que situó detrás del centro de su dispositivo. Aplicando las ideas tácticas de Tukhachevsky el ataque se inició el 20 de agosto de 1939 con un bombardeo de artillería de tres horas, mientras que la fuerza aérea táctica soviética concentraba sus ataques en los puestos mando y nudos de comunicaciones en la profundidad del dispositivo japonés. En los dos primeros días del ataque la pinza sur había logrado eliminar el flanco izquierdo nipón desbaratando las bases de fuego de artillería y consumiendo las reservas japonesas. La pinza norte en tanto encontró una resistencia mayor particularmente en el monte Fui, lo que llevó a Zhukov a comprometer allí sus reservas, logrando capturar ese punto el 23 de agosto. El frente japonés estaba reducido ahora a las posiciones de Remisova, Peschanaya y Zelenaya desde donde los nipones intentaron contraatacar sin éxito. El 27 de agosto la pinza sur atacó Pschanaya y Zelenaya mientras que la norte se lanzaba sobre Remisova. Nuevamente las fuerzas del sur tuvieron éxito y las del norte fueron contenidas. Los japoneses en Remisova contaban con que el pantanoso río Khailastyn–Gol impediría todo ataque desde el sur. Sin embargo Zhukov envió a sus ingenieros que en una operación nocturna consiguieron establecer pasos en la vía de agua que permitieron lanzar un ataque en ese sector con
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tanques. Esto hizo que el 6to. Ejército japonés virtualmente desapareciera después de sufrir 50.000 bajas; los rusos tuvieron 10.000. Esta operación puso a prueba exitosamente la teoría de la batalla en profundidad, pero sin embargo el Stavka no supo ver esta lección y el Ejército Rojo enfrentó la invasión alemana de 1941 con una doctrina mecanizada inadecuada.
La Campaña de Francia de 1940 Los Planes Aliados Después de la caída de Polonia, Dinamarca y Noruega bajo los ataques de Hitler, franceses y británicos comenzaron a preparar un plan básicamente defensivo apoyado en tres supuestos estratégicos: Alemania podía ser sometida nuevamente por medio de un bloqueo naval como en 1918; el régimen nazi debía estar expuesto a un golpe de estado interno y finalmente los Estados Unidos de Norteamérica podían intervenir en la guerra. Estos supuestos estratégicos requerían de tiempo para acontecer, por lo que los planes de guerra debían proveerlo, de allí su perfil defensivo. Por otra parte la doctrina aliada no ofrecía ningún resultado decisivo a corto plazo. Partiendo de estos conceptos la base de los planes aliados la constituyó la Línea Maginot y su ficticio poder defensivo. Contando con que los alemanes repetirían la maniobra de Schlieffen, los aliados determinaron que el campo de batalla principal se extendería entre la Maginot y el Canal de la Mancha. Así primordialmente su idea era anclar la derecha en los fuertes de la Maginot y sobre este pívot mover el ala izquierda hacia el este para enfrentar y contener la ofensiva alemana. Este plan se lo conoce como Plan D, o más corrientemente Plan Dyle, pues pretendía avanzar a través de Bélgica hasta el río de ese nombre y establecer allí la línea de defensa y freno del avance germano. La principal deficiencia de este plan consistía en que mermaba poderosamente las reservas aliadas, comprometiendo el grueso de las fuerzas en el sector norte. El giro aliado apoyando su derecha en Sedan, protegida por el 2do Ej, comprendía el movimiento de los ejércitos 9no, 1ro y 7mo franceses y la BEF. Esta maniobra exigía a los aliados recorrer a partir de la frontera francesa distancias que iban desde los 60 kilómetros que la separaban de Namur, hasta los 230 que
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la distanciaban de Tillbourg. La región ofrecía una de las redes férreas más densas del mundo, con más de 100 kilómetros por cada 100 kilómetros cuadrados86; por lo que la rapidez de desplazamiento estaba asegurada. Todo ello requería de una gran coordinación y agilidad, virtudes que el comando supremo aliado no podía ofrecer. El comandante del GQG era el Grl Maurice Gamelin, por debajo de él se desplegaban dos teatros de operaciones sobre territorio francés, el del nordeste conocido como TONE, bajo el mando del Grl Alphonse Georges y el del sudeste o TOSE del Grl Olry. Fuera de Francia se desplegaban los teatros de África del norte (TOAFN) del Grl Nogues, y el del Mediterráneo oriental (TOMO) del Grl Weygand. El TONE comprendía tres grupos de ejércitos. El primero del Grl Billotte que ocupaba desde Dunquerque hasta Verdun , estaba integrado por el 7mo Ej del Grl Giraud, el 1ro de Blanchard, el 9no de Corap, el 2do de Huntziger y la BEF. Este grupo de ejército era la pieza central de la maniobra francesa pero tenía desde las divisiones hasta el comando supremo una cadena de mandos que integraba 6 generalatos y sus estados mayores, lo que limitaba la agilidad y flexibilidad que el movimiento estratégico exigía. El segundo grupo de ejércitos del Grl Pretelat estaba desplegado tras la Línea Maginot entre Verdun y Colmar comprendiendo el 3er Ej de Condé, el 4to de Réquin y el 5to de Bouret. El tercer grupo de ejércitos del Grl Beson alcanzaba la frontera Suiza con el 8vo Ej del Grl Garchery y el 6to de Touchon. Además de la complejidad estructural de este comando, su instalación física fue equivocada. Gamelin dispuso su puesto de mando en el Chateau de Vincennes en las afueras de París, totalmente alejado del frente y con un muy mal equipamiento de comunicaciones. El cuartel general del TONE se situó a 70 kilómetros de allí en La Ferte-sous-Jouarre. Durante los primeros meses de la guerra el Grl Georges y su jefe de estado mayor Grl Bineau establecieron desde su comando una relación muy directa con los ejércitos a su mando, lo que en alguna medida opacó la conducción de Gamelin. Esta situación desembocó en una disposición que agravó aún más el sistema de comando francés. Gamelin relevó a Bineau y le impuso a Georges al Grl Doumenc 86
Villate R, 1953 “L’entrée des francais en Belgique et en Ollande en May 1940” en “La champagne de France (may –juin 1940)”pg.71 París, Presses Universitaires de France.
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como su segundo al mando. Como si no fuera suficiente con desmantelar el buen equipo que hacían Georges y Bineau, Gamelin ordenó establecer bajo la dirección de Doumenc un cuartel general de las fuerzas de tierra en Montry87, tomando elementos del estado mayor del TONE. Con ello privó a Georges de las oficinas de personal, operaciones, inteligencia y transportes, dañando así su eficacia para conducir la campaña. La orientación general del plan era defensiva, pese al necesario movimiento de avance sobre el territorio belga, esto hizo que durante el período de la llamada “drole de guerre” el ejército francés se mantuviera prácticamente inmóvil sin efectuar más que superfluos y aislados patrullajes en la frontera. “Esta actitud negativa debió afectar la moral combativa de sus tropas y se estima que hizo más daño que…” la propaganda alemana.88. Por otra parte el plan era demasiado ambicioso. Aún cuando no se contaba con la autorización belga para entrar en su territorio antes de la invasión alemana, se pretendía que el 7mo Ej enlazara con las fuerzas holandesas del Grl Winkelmann; una pretensión por demás absurda. La actitud defensiva, con un dejo de indolencia, una doctrina antigua que pretendía luchar en 1940 como si fuera en 1918 y un sistema de comando complejo y tecnológicamente antiguo, son tal vez los componentes del plan aliado que más colaboraron para el triunfo alemán. Como muestra de ello el Gpo Ej 1 de Billotte carecía de medios de comunicación para ejercer la dirección de las operaciones, llegando a emplear intensivamente palomas mensajeras. Esto hizo que durante la campaña grandes unidades como la BEF o el Ejército Belga esperasen inútilmente órdenes que nunca llegaron.89
Los Planes Alemanes Hitler comenzó a pensar en las operaciones contra Francia apenas concluida la campaña sobre Polonia dictando las directivas del 9 y 19 de octubre de 1939 que fijaban el plan de operaciones a seguir en el oeste, denominado Fall Gelb (Plan Amarillo). 87
Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg. 132, Barcelona, Editorial Bruguera 88 Von Mellenthin F., 1971, “ Panzer Battles”, pg. 11 New York, Ballantine Books. 89 Besida J., 2000 “Le Aut. Commandement Francais”, pg.25 en Vae Victis, N° 30, París, Histoire & Collections.
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Según estas directivas el plan consistía en el empleo de cuatro grupos de ejércitos; el N debía neutralizar Holanda, a su izquierda el B entraría en Bélgica con la misión de enfrentar allí al núcleo de las fuerzas Franco-Británicas. Más al sur el grupo de ejércitos A avanzaría sobre Luxemburgo y Sedan para proteger las operaciones al norte, mientras que el grupo de ejércitos C actuaría defensivamente detrás de la Línea Sigfrido frente a la Línea Maginot. Este plan sufrió algunas alteraciones por medio de directivas de los días 29, 30 y 31 de octubre, pero ninguna contenía un cambio sustancial. La idea general era una operación que comprometiera al grueso principal de las fuerzas aliadas al norte del Somme donde debían ser aniquiladas mientras que las fuerzas alemanas se establecían sobre Bélgica entre Luxemburgo y el Canal de la Mancha, logrado lo cual se decidiría qué hacer. Básicamente se puede decir que se trataba de una maniobra que comprendía la primera parte del plan Schlieffen pero que no pretendía alcanzar ningún resultado decisivo. Entre los generales alemanes se encontraba uno que durante la campaña de Polonia había actuado como jefe de estado mayor del Cnl Grl von Rundstedt, el Tte Grl Erich von Manstein. Este brillante general planteó a su superior una serie de objeciones que este giró al OKH. Esas objeciones señalaban lo siguiente: “El objetivo de la ofensiva en el oeste debe ser la obtención de la decisión en tierra.…La potencia del ejército alemán es para nosotros en última instancia el factor decisivo en el continente; emplearla en objetivos parciales no conviene,… El centro de gravedad de nuestra operación debe ser colocado en el grupo de ejércitos A y no en el B. El golpe planeado con el grupo de ejércitos B chocará más o menos frontalmente contra un enemigo preparado para él. Quizá lleve a lo mejor a un éxito inicial, pero terminará por agotarse, según las circunstancias, en el Somme. La verdadera probabilidad de éxito está en el grupo de ejércitos A, mediante un avance sorpresivo a través de las Ardenas (donde seguramente no se espera un avance de los blindados debido al terreno) en dirección al Somme inferior cortando con ello las fuerzas enemigas que penetraron en Bélgica. Sólo así se puede esperar un aniquilamiento de todo el ala norte enemiga en ese país, como condición previa para el logro de una decisión definitiva en Francia. Así como la probabilidad principal de la ofensiva se encuentra en el grupo de ejércitos A, así también se encuentra en éste el peligro principal para la misma.…el adversario… tratará de sustraerse a una decisión desfavorable en Bélgica, retrocediendo…detrás del Somme.
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A la vez aprestará todas las fuerzas disponibles para una contraofensiva de gran envergadura contra nuestro flanco sur, con el objetivo de encerrar la masa del ejército alemán en Bélgica,…Para evitar esto, interesa que una concentración enemiga sobre nuestro flanco sur,…a ambos lados del Mosa o entre el Mosa y el Oise, sea desecha ya durante su formación. La cohesión del frente enemigo debe ser rota en esta parte desde un principio, para tener más tarde la posibilidad de rodear la Línea Maginot. El grupo de ejércitos A…debe recibir tres ejércitos…Un ejército debe avanzar,…por el sur de Bélgica y a través del Mosa, pero después en dirección al Somme inferior, para atacar la espalda del enemigo en lucha contra el grupo de ejércitos B. Otro ejército debe ser empeñado más al suroeste, con la misión de destruir ofensivamente toda reunión de fuerzas enemigas…en la zona al oeste del Mosa con miras a un contraataque contra nuestro flanco sur. Un tercer ejército debe cubrir defensivamente el flanco de toda la operación.…En cuanto al traslado del centro de gravedad…se pidió…fuertes unidades blindadas.”90 Estas observaciones eran un plan en sí mismas. Invertía el envolvimiento de Schlieffen, irrumpiendo a través de las Ardenas y en dirección al Canal encerrando a la parte principal de las fuerzas aliadas para aniquilarlas. Pese a ser brillante despertó más resistencia que aceptación. Aunque tenía el apoyo de von Rundstedt, Manstein se reunió en noviembre de 1939 con el My Grl Heinz Guderian, el mayor conocedor de fuerzas blindadas en Alemania, y le expuso sus ideas; Guderian las apoyó de inmediato con la condición de que se dispusiera de suficientes divisiones blindadas y motorizadas “…si es posible todas ellas”.91 Con el apoyo de estos dos altos oficiales se remitió un memorandum al OKH el 4 de diciembre de 1939. La repercusión de estas objeciones e ideas en el OKH fue negativa. Tanto Brauchitsch, como Halder no lo creían viable, opinión que sustentaba casi todo el comando en jefe del ejército. Un evento particular impulsó la aceptación de una alternativa al plan original. El My Hellmuth Reinberger de los paracaidistas fue citado a una conferencia en el cuartel general de la 2° Luftfloten en Colonia. Aunque regían estrictas prohibiciones de vuelo para oficiales 90 Von Manstein E. , 1956 “Victorias Perdidas “ Tomo I, Biblioteca del Oficial Vol.449, pg.156 a 158. Buenos Aires, Círculo Militar. 91 Guderian H. 1979, “Panzer Leader” pg.89, Washington Zenger Publishing.
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de estado mayor, el 10 de enero Reinberger embarcó junto a un mayor amigo en un Me-198 llevando consigo una copia del plan original de invasión de Holanda y Bélgica. Debido al mal clima y una falla en el motor debieron realizar un aterrizaje forzoso en Mechelen, cerca de Maastricht. Aunque intentaron destruir la documentación fueron detenidos por la policía belga y los documentos remitidos al alto mando flamenco primero y luego a Francia y Holanda. Este desgraciado incidente tuvo importantes repercusiones. Para los aliados significó una confirmación de que los alemanes repetirían la maniobra de 1914 y que el Plan D era completamente adecuado. Para los alemanes la situación era más compleja. Ese mismo 10 de enero Hitler había dado la orden de desplegar las tropas para iniciar el ataque en el oeste el día 17; el incidente de Mechelen obligó a cancelar la operación. En tanto el 12 de enero Rundstedt firmaba el sexto memorandum con las ideas de Manstein y lo enviaba al cuartel general del Führer La insistencia de Manstein provocó que fuera removido del cargo de jefe de estado mayor de Rundstedt y destinado a la comandancia de un cuerpo de ejército de infantería. Aún así continuó reiterando su propuesta. El 7 de febrero de 1940 se realizó dentro del comando del Grupo de Ejércitos A un juego de guerra en Coblenza que resultó propicio a sus ideas, y que impresionó favorablemente al jefe del estado mayor general Grl Halder. Sin embargo subsistían las dudas y el 14 se realizó otro con la presencia de Halder, Rundstedt y Guderian entre otros, en donde se puso de manifiesto que pocos generales alemanes sabían cómo emplear a los tanques. El cambio de destino llevaba a Manstein a cumplir una formalidad. Todos los oficiales generales en su misma situación eran recibidos por Hitler personalmente en un desayuno para ser puestos en posesión de sus cargos. El Canciller sabía de las ideas de Manstein, probablemente por su ayudante Grl Schmundt, aprovechó entonces la ocasión del 17 de febrero de 1940 y le pidió a Manstein que le expusiera su plan. “Al día siguiente fueron llamados a la cancillería Brauchitsch y Halder. Hitler les comunicó el Plan Manstein como si fuese obra suya, sin mencionar para nada a su autor.”92 El 24 de febrero se emitía la directiva del nuevo plan conteniendo las ideas de Manstein. 92
Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg. 165, Barcelona, Editorial Bruguera
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Aunque el nuevo plan era original, audaz y brillante todavía despertaba resquemores y dudas, pero no era sólo el plan, sino más concretamente la cuestión era acerca de la capacidad y empleo de las tropas blindadas. En una reunión celebrada en la cancillería donde concurrieron todos los comandantes de ejército y grupo de ejército para exponer ante Hitler las misiones a cada uno encomendadas, sucedió un evento que muestra que no todos confiaban en el empleo de los blindados. Durante la exposición de Guderian, que estaba al mando del Panzer Korps XIX, este expresó que en la tarde del quinto día del ataque establecería una cabeza de puente en el Mosa. Hitler le pregunto qué haría entonces, pues en el plan original no había instrucciones más allá de ese punto, Guderian le contestó que a menos que recibiera órdenes en contrario avanzaría hacia el oeste esperando que el comando supremo decidiera el objetivo, Amiens o París, además dijo que para él la dirección correcta era la costa del Canal. Hitler asintió con la cabeza y no dijo una palabra, pero el Grl Busch, en desacuerdo, le espetó a Guderian “Bueno, en primer lugar yo no pienso que usted llegue a cruzar el río!”; Hitler con la cara en tensión lo miró a Guderian quien contestó “De cualquier modo esa no será su decisión”93. Estos desacuerdos de criterio se repetirían durante la campaña.
Las operaciones Las acciones alemanas en occidente comenzaron con la puesta en alerta de las fuerzas en la tarde del 9 de mayo de 1940. A pesar de la preparación de meses y el planeamiento, muchos de los hombres se encontraban de franco, en razón de que la seguridad alemana no había dejado traslucir, al menos internamente la fecha del comienzo de las operaciones. La Campaña de Francia de 1940 presenta una serie de episodios clave, tanto para el evento mismo como para su análisis militar. Nos centraremos entonces alrededor de esos hechos, más que en el relato pormenorizado de la campaña. En la mañana del 10 de mayo las tripulaciones de la Luftwaffe abandonaron sus bases poco antes del amanecer para cumplir diversas misiones de bombardeo entre las que se destaca la de obtener la su93
Guderian H. 1979, “Panzer Leader” pg.91 y 92, Washington Zenger Publishing.
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perioridad aérea. Por ejemplo en el aeródromo de Conde-Vraux los bombarderos alemanes destruyeron seis Blenheim y pusieron fuera de servicio, otros 12 pertenecientes a la RAF. Cincuenta campos de aviación aliados recibieron visitas similares con diversa suerte.94 El esfuerzo principal de la aviación alemana se desplegó contra Holanda para asegurar el desembarco aéreo de los 4.000 paracaidistas de la DI Aerotransportada 22. Junto con estas operaciones preparatorias se realizaron otras cuatro muy particulares. Días antes un número inusitado de “turistas” había cruzado la frontera entre Alemania y Luxemburgo sin despertar sospechas. Se trataba de personal de la Abwehr cuya misión era la de destruir las comunicaciones luxemburguesas y evitar así que se intentara bloquear o dañar los cruces carreteros locales. Otra operación menos conspicua fue encargada al Tte Hedderich y a 125 voluntarios, que transportados en 25 Fieseler Storchs descendieron y se apoderaron del centro de comunicaciones de Esch-surAlzette asegurando el paso de la Panzerdivisionem 1 (PzD 1)95 . Por delante del Panzerkorps XIX (PzK XIX), al que pertenecía la PzD 1, se lanzó la Operación Niwi. Esta acción consistía en el desembarco aéreo de un batallón de 400 hombres del regimiento Grossdeutschland detrás de Witry en el centro del triángulo formado por las ciudades de Martelange, Bastogne y Neufchateau. Su misión consistía en asegurar el paso del cuerpo blindado y causar alarma y desorganización en las defensas fronterizas. Las tropas fueron enviadas en 98 Fieseler Storchs bajo el mando del Tte Cnl Garski, en tierra enfrentaron una fuerte resistencia de las tropas belgas que defendían Witry, pero poco después del medio día ocuparon el pueblo y por la tarde enlazaron con los blindados alemanes. La cuarta operación la constituyen una serie de acciones emprendidas por la Bau-und-Lehr-Kompanie Brandenburg, más conocida como los Brandenburguers. Estas tropas se infiltraron en las líneas aliadas vistiendo uniformes de las fuerzas locales para no ser descubiertos, actitud ésta poco ética que reprobó el Almte Canaris jefe del Abwher. Las misiones en general consistieron en el aserguramiento de puentes en Holanda y las Ardenas, obteniendo resultados dispares. En Arhem fueron descubiertos y capturados, y en Maastricht hubie94 Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg.211, Barcelona, Editorial Bruguera 95 Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg. 214, Barcelona, Editorial Bruguera
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ron de combatir contra las tropas holandesas y no pudieron desmontar los dispositivos de destrucción colocados en los tres puentes, que volaron poco antes de la llegada de las unidades blindadas. En la ciudad de Gennep lograron tomar el puente lo que permitió su cruce a la PzD 9 que pudo así impedir el enlace entre el ejército holandés y el Ej 7 francés del Grl Giraud. Asimismo este puente sirvió para que las tropas del Ej 6 alemán, bloqueadas en Maastricht, pudieran continuar su avance. Más al sur los Brandenburguers lograron capturar intactos tres puentes en la ciudad de St. Vith, en el paso de la PzD 7 del Grl Erwin Rommel. Con estas acciones se inició la invasión de Holanda, Bélgica y Francia en ejecución del Plan Amarillo alemán.
El Cruce del Mosa La 7° Panzerdivisionen Esta división comandada por el famoso Grl Rommel integraba junto con la PzD 5, el PzK XV del Grl Hoth. Como dijimos en su avance atravesó la ciudad de St. Vith y aunque encontró algunos bloqueos y caminos destrozados pudo mantener un buen ritmo de avance, gracias a la muy buena coordinación del control de tráfico del comando de cuerpo que proveyó rápidamente de caminos alternativos. Rommel cruzó la frontera Germano-Belga desde el Eifel el 10 de mayo de 1940, día en que alcanzó St. Vith y Vielsalm. Al día siguiente enfrentaba a las avanzadas de la DLC 4 en los alrededores de Hotton, para ganar el cruce del río Ourthe. Veinticuatro horas más tarde llegaba a Ciney y Leignon a 100 kilómetros de su punto de partida. De los primeros encuentros con las tropas aliadas Rommel concluyó que era de fundamental importancia abrir fuego rápidamente pues “…la victoria se inclina del lado de quien haya inmovilizado primero al adversario con sus armas”96. Observó que el disparar contra el enemigo primero, aunque éste no fuera visible, le permitía obtener la iniciativa en el combate e imponer su voluntad. Estas experiencias obtenidas por Rommel y que aún hoy en día tienen validez, tuvieron efectos devastadores sobre las tropas francesas que, 96
Rommel E., 1954”Memorias(Los años de victoria)”, Biblioteca del Oficial Vol.436, pg.52. Buenos Aires, Círculo Militar.
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como dijéramos anteriormente no disponían de la mejor moral de combate. La PzD 7 llevaba la delantera del cuerpo blindado. Como, a diferencia del resto de las divisiones blindadas alemanas, poseía un solo regimiento panzer, el 25 con 218 tanques, el Grl Hoth decidió enviarle en apoyo al PzR 31 del Cnl Werner, desprendiéndolo temporalmente de la PzD 5. Este refuerzo ampliaba el frente de avance de Rommel mejorando sus posibilidades de hallar un punto de penetración en las líneas aliadas. Rommel alcanzó el Mosa el 12 de mayo, entre Dinant y Houx encontrando que los puentes sobre el río habían sido volados por los belgas ante su avance. Frente a él se encontraban las tropas del Ej 9 del Grl Corap quién frente el avance alemán había ordenado ese mismo día el repliegue de sus fuerzas detrás del Mosa. Al tiempo en que las avanzadas germanas llegaban a Dinant las defensas francesas reunían a los restos de la maltrecha DLC 1 y más al norte en Yvor la DLC 4. Para cuando las fuerzas alemanas se concentraron sobre el río para preparar el cruce la defensa enemiga contaba frente a Givet con parte de la DI 22, a la que le faltaban algunos batallones que estaban en maniobras de práctica, y la DI 18 tipo A que había tenido que recorrer 90 kilómetros de territorio belga para alcanzar el Mosa frente a Dinant. Las defensas fijas belgas en el sector ofrecían algunos bunkers que en su mayoría carecían de planchas blindadas de protección por lo que resultaban vulnerables al fuego de los tanques. Como se puede observar los defensores llegaron al río al mismo tiempo que la división de Rommel por lo que, pese a sus valientes esfuerzos no podían ofrecer una defensa firme. Esta es una de las consecuencias de la posición del gobierno belga de no permitir el avance francés hasta iniciado el ataque alemán. Ese mismo día tropas del B Motociclista 7 encontraron frente al pueblo de Houx una pequeña isla en medio del río, que como descubrieron luego se hallaba conectada a ambas orillas por una vieja presa de piedra, que permitía el paso en fila de a uno a los soldados. Las presas sobre el Mosa no habían sido voladas debido a la sequía, pues se temía que pudiera bajar el caudal del río y multiplicarse así los lugares de vadeo. El batallón alemán aprovechó esta oportunidad y logró poner varias compañías en la ribera occidental el mismo día de su llegada y al día siguiente alcanzar el pueblo de Grange a dos kilómetros al oeste del Mosa. El día 13 de mayo las tropas alemanas comenzaron a intentar cruzar el río en botes de asalto bajo un nutrido fuego de armas livianas y
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artillería francesa. El mismo Rommel se encontraba entre las tropas de vanguardia recorriendo los distintos puntos de cruce y en su relato señala que el fuego recibido era poderoso, pero que no se veía ningún enemigo. Observamos aquí que el criterio del campo de batalla vacío continúa vigente. Señala asimismo Rommel que el cruce se podría haber facilitado por medio de una cortina de humo pero admite que carecía de ese recurso, por lo que ordenó en su lugar, que se incendiaran algunas casas en la ribera. Aún con este medio la resistencia que se presentaba era fuerte pero se manifestaba mayor al sur de Dinant que en el norte de allí. En esa zona se hallaba un pueblo llamado Leffe donde Rommel decidió intentar el cruce concentrando el fuego de protección de un grupo de tanques y dos obuses de campaña contra las posiciones francesas de la orilla opuesta. El método dio resultado acercando los tanques hasta unos 50 metros de la orilla donde marchaban paralelos al río con sus torres giradas 90 grados. Bajo esa protección se logró el tendido de un cable que permitió el remolque de pontones y el paso de botes de goma. Rommel se puso entonces a la cabeza del R de Fusileros 7 ( RFus 7)y cruzó el río en un bote. Al llegar a la otra orilla hubo de enfrentar un ataque de tanques franceses. La compañía de infantería que había logrado cruzar hasta el momento no poseía armas antitanque, pero igualmente fiel a su aprendizaje Rommel ordenó abrir fuego de inmediato sobre los blindados, los que retrocedieron a más de un kilómetro de las posiciones alemanas. Como consecuencia de ello los soldados franceses ocultos en los alrededores se entregaron como prisioneros. Los mandos franceses estaban recibiendo, producto de sus malos sistemas y medios de comunicación, información poco clara y tardía; así el Grl Boucher comandante de la DIMot 5 se enteró a la una de la mañana del 13 de mayo del cruce alemán, mientras que el Grl Martin, comandante del CE 11 responsable del sector, lo hizo recién a las cuatro de la mañana; como no pudo comunicarse con el Grl Corap tuvo que planear por su cuenta un contraataque. Esta operación consistía en retomar Grange por medio de un ataque del RIMot 39 y de un escuadrón de taques, la hora fijada para el ataque eran las 0730. El regimiento de infantería informó sucesivamente a las 0630 y a las 0745 que su unidad no estaba lista para el ataque, el cual ya había sido pospuesto para las 0800 horas. Sin embargo el escuadrón de tanques no fue informado de esto por lo que avanzó en solitario y arrasó las posiciones alemanas que encontró, capturando ocho prisioneros,
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pero faltos de infantería para asegurar el terreno, los tanques se vieron obligados a replegarse. Algo más al norte el Grl Boucher planeó su propio contraataque en la intención de tomar el pueblo de Aut.-le-Wastia al noroeste de Grange. Pensaba hacerlo en la madrugada del 13 de mayo con un batallón del RI 129que no pudo preparase hasta una hora después de lo previsto cuando fue dispersado en su zona de reunión por la Luftwaffe. Boucher decidió emplear entonces un regimiento de dragones motorizados, que no estuvo disponible hasta 24 horas después en que alcanzó con éxito el objetivo fijado. En tanto esto sucedía Rommel había logrado hacer cruzar con éxito a buena parte del RFus 7 por Leffe en dirección a Onhaye, mientras que al norte la cabeza de puente de Grange estaba siendo reforzada por el RFus 6 y el batallón antitanque de la división. El 14 de mayo la situación de la PzD 7 era aún precaria pero auspiciosa. El RFus 7 del Cnel Bismarck estaba muy cerca de Onhaye y Rommel había logrado cruzar 30 tanques vía Leffe, en tanto en el norte la cabeza de Grange continuaba reforzándose. Sin embargo estas posiciones habían dejado bolsas de resistencia en su retaguardia que debían ser eliminadas. La maniobra prevista para asegurar el cruce había sido estudiada por la división en los ejercicios y prácticas realizados en Godesberg. Se trataba de avanzar y asegurar Onhaye para luego torcer hacia el norte y atacar por la retaguardia a las tropas que defendían el Mosa. En la mañana del 14 Rommel recibió un súbito mensaje de Bismarck comunicándole que estaba rodeado, de inmediato ordenó enviar hacia Onhaye los 30 tanques disponibles en la orilla occidental. Este avance blindado al que se sumó Rommel no encontró resistencia alguna por lo que parece que Bismarck comunicó que había “llegado” (eingetroffen), en vez de estar “rodeado”(eingeschlossen)97. Reunido con Bismarck, Rommel le proveyó cinco tanques para que rodeara Onhaye y comenzara luego su marcha hacia el norte, mientras que él y el Cnl Rothenburg con el resto de los blindados bordeaba el bosque al norte de esa localidad. Mientras realizaban esta operación las columnas comenzaron a recibir fuego antitanque y de artillería debiendo refugiarse en el interior del bosque. El fuego era muy preciso y Rommel pidió el apoyo de la aviación para que con sus Stukas silen97 Horne A., 1974, “La Batalla de Francia”, pg.306, Barcelona, Editorial Bruguera; Rommel E., 1954”Memorias(Los años de victoria)”, Biblioteca del Oficial Vol.436, pg.61. Buenos Aires, Círculo Militar.
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ciaran las baterías francesas. Poco después las tropas alemanas capturaban en una de las casas de la ciudad a un capitán francés de artillería que valientemente había reglado el fuego de los cañones galos. Por la tarde el pueblo caía en manos alemanas. Las tropas que intentaron contener a Rommel pertenecían a la DI Norteafricana 4 (DINA 4), una de las mejores divisiones del ejército y que hasta el momento había estado en reserva. Esta unidad debía operar en conjunto con la DCR 1, pero sucedieron algunos eventos que hicieron fracasar esa acción. La DCR 1 pertenecía a la reserva del GQG y Gamelin la había destinado originalmente a apoyar el Plan D. Para ello el 11 de mayo fue enviada a Charleroi a donde llegó la noche del 12, durante el día 13 permaneció inmóvil mientras los Grls Georges, Billotte y Corap se disputaban su empleo. A la media noche se decidió empeñarla en apoyo del CE 11 del Grl Martin, pero no fue hasta las 1300 horas del día 14 que se emitieron las órdenes. De allí que sólo estuviera disponible para el combate en la región el día 15. Estos eventos son los que condujeron al empleo solitario de la DINA 4 contra Onhaye. Contrariamente a lo que podría suponerse se dio a esta división un papel defensivo lo que facilitó la afirmación de la cabeza de puente de Rommel sobre el Mosa. Mientras esto ocurría la situación empeoraba para los franceses. Una división de infantería alemana estaba cruzando el Mosa en Yvoir, en tanto que otra presionaba a la DI 22 (tipoA) en Givet, la que retrocede súbitamente debido a que su Jefe de Estado Mayor ordenó un desatinado repliegue. Preocupado por la inseguridad de la posición de sus DI 18 y DI 22 a las 1900 horas del día 14, el Grl Martin ordenó su repliegue tras la línea Florennes-Vodecee. Tras los franceses Rommel avanzaba a paso firme alcanzando su penetración una profundidad de 12 kilómetros. Mientras Martin intentaba armar una nueva línea de defensa, su jefe el Grl Corap a las 1400 horas del día 15 informaba al Grl Billotte que deseaba retirar al Ej 9 a sus líneas originales en la frontera Francesa. Billotte lo autorizó pero le ordenó detenerse en la línea Walcourt-Rocroi. El resultado de este repliegue fue desastroso y marcó el comienzo del fin del Ej 9. Nuevamente las malas comunicaciones francesas hicieron estragos en la conducción de la batalla, algunas unidades recibieron las órdenes originales, otras fueron informadas del repliegue pero a la línea del Grl Martin, y algunas no recibieron ninguna orden. Hubo unidades que no pudieron siquiera moverse y muchas se desbandaron y huyeron hacia el oeste. Como muestra de
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este desorden Corap solicitó apoyo aéreo para proteger la retirada pero no pudo informar dónde se encontraba la línea del frente de su ejército. En tanto Rommel ordenaba al Cnl Rothenburg avanzar el 15 hasta Cerfontaine a 13 kilómetros más allá de Philippeville, en su flanco derecho avanzarían los tanques del Cnl Werner. Estas acciones contarían con el apoyo de los Stukas de la Luftwaffe. La columna de Rothenburg, en la que viajaba Rommel se encontró con la DCR 1 del Grl Bruneau atrincherada en Flavion. La división blindada francesa había llegado al lugar el día anterior y como su columna de aprovisionamiento de combustible se encontraba a retaguardia, su comandante se preparó para repostar el día 15 y operar después del medio día. Conforme a ello ordenó a su artillería replegarse y sólo dejó una batería de seis piezas para apoyar a los tanques inmovilizados por falta de carburante. Cuando Rommel se encontró con los blindados franceses alrededor de las 0830 horas, éstos ya habían sido atacados por los Stukas. Los tanques alemanes atraparon a los franceses mientras cargaban combustible. La refriega fue terrible y aunque los cañones alemanes no podían penetrar el blindaje de los Char B, los artilleros pronto aprendieron que sí podían dañar sus cadenas. Rommel decidió flanquear a la división de Bruneau y dirigirse hacia el sudoeste sabiendo que los tanques del Cnl Werner avanzaban directamente contra la DCR 1. Bruneau intentó evitar esta trampa y a las 1400 horas ordenó el repliegue al norte de Florennes, pero ya era tarde. Las pérdidas en tanques franceses fueron terribles, incluyendo en ello los que fueron incendiados por sus propias tripulaciones al quedar inmovilizados. Del BTan 37 sólo quedaron cuatro tanques, del 28 dos vehículos, el 26 perdió muchos de sus tanques ligeros y sólo el 25 estaba regularmente completo debido a que llegó tarde a la batalla por haberse perdido la noche anterior. A partir de aquí la DCR 1 había virtualmente dejado de existir, esa misma noche emprendió la retirada hacia la frontera francesa llegando allí con sólo 17 tanques de los 150 de su dotación original. Para las 1200 horas Rommel había ocupado Philippeville y avanzaba hacia Cerfontaine, en el camino había capturado 450 prisioneros y destruido 75 tanques. Esta veloz penetración había conseguido en tres días desbaratar al Ej 9. La DI 18 se disolvió y la DI 22 corrió la misma suerte, con ellas desaparecía el CE 11 del Grl Martin. La DINA 4 no tuvo mejor destino, barrida por el asalto de tanques e infantería alemana, que llega-
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ron a capturar su puesto de mando en Neuville, se fragmentó y dejó de ser una fuerza efectiva de combate. En las operaciones cumplidas alrededor del cruce del Mosa en Dinant se observa el contraste entre las doctrinas francesa y alemana. Los galos marchando a ritmo de la infantería y supeditando a esa velocidad el resto de las armas carecieron de reflejos para poder responder a los ágiles movimientos alemanes. Una prueba de ello lo da el repliegue de la artillería de la DCR 1 motivado por el supuesto de que no iba a ser empleada de inmediato y que para cuando ese momento llegara habría tiempo para su despliegue. Ese tiempo sólo existía en los reglamentos franceses que interpretaban la guerra como si aún estuvieran en 1918. Del mismo modo los sistemas de comunicaciones y comando respondían a una época perimida. Aunque los soldados franceses pelearon valientemente su doctrina, que fraccionaba las funciones de las armas, no planteaba su actuar combinado y necesitaba de una estabilidad en el frente para poder tener tiempo de lanzar un contraataque, les impidió empeñarse exitosamente contra los germanos. Por su parte éstos operaban con sus armas combinadas sobre un frente completamente móvil y persiguiendo más la desestabilización del enemigo que la propia estabilidad. Para apoyar esta fluidez operacional contaban con los equipos de comunicaciones, procedimientos y sistemas de comando necesarios. Así Rommel nos señala que su éxito en el Mosa estuvo ligado a su movimiento constante dentro del área de su división y acompañado del equipo de trasmisiones necesario para emitir órdenes directamente a los jefes en la primera línea de combate. Señala además que su presencia en estas unidades facilitó la cursación de las órdenes pues ”…La utilización exclusiva de la radio desde el puesto de mando no hubiese dado resultado, porque debido a la necesidad de usar el código se hubiese tardado demasiado en mandar los partes a la división y en recibir las órdenes de ésta. Sin embargo se mantuvo constante contacto radiofónico con la sección de operaciones divisionaria, que se encontraba más atrás y cada mañana, a primera hora, así como por las tardes, tenía lugar un detallado cambio de impresiones entre el comandante divisionario y su jefe de operaciones. Este método demostró resultar sumamente eficaz.”98.
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Rommel E., 1954”Memorias(Los años de victoria)”, Biblioteca del Oficial Vol.436, pg.64. Buenos Aires, Círculo Militar
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Operaciones Mecanizadas en el Desierto: La Batalla de Ain-el-Gazala El comandante en jefe británico para Medio Oriente Mscal Claude Auchinleck se vio presionado por el primer ministro Churchill para lanzar una ofensiva en el norte de África a comienzos de 1942. Sin embargo consideró que era imposible hacerlo antes de junio cuando las unidades enviadas a Siria, Irán e Irak volviesen a África. Para la misma época, marzo, Rommel discutía con Hitler las futuras operaciones en el teatro. En esas reuniones se le informó a Rommel que no debía esperar refuerzos pues la campaña rusa consumiría los disponibles en su próxima ofensiva, asimismo la inteligencia alemana le comunicó que en los Estados Unidos de Norteamérica el My Grl George S. Patton acababa de completar el entrenamiento para combate en el desierto de un cuerpo de ejército completo. Entre las operaciones que se planteaban una era la captura de Malta por medio de un asalto aéreo, ejercicio cuyo nombre en clave era Hércules. Otra acción llamada Teseo consistía en una ofensiva limitada en la región de Ain-el-Gazala con el objetivo de destruir las unidades blindadas inglesas y tomar Tobruk. La preparación de Hércules implicaba someter a Malta a fuertes bombardeos aéreos para reducir sus defensas. Los bombardeos obligaron a los ingleses a retirar sus buques y submarinos de la isla y a gran parte de su fuerza aérea. Esto le permitía a Rommel asegurar sus líneas de abastecimiento a través del Mediterráneo lo que facilitaba el lanzamiento de la operación Teseo.
Las Fuerzas Enfrentadas Los Ingleses El octavo ejército Inglés bajo el mando del Tte Grl Ritchie era una fuerza experimentada en el teatro africano y con un muy buen nivel de instrucción, aunque las derrotas sufridas a manos de Rommel habían deteriorado su moral. La infantería británica estaba mejor equipada que su contraparte italiana, pero carecía de la movilidad de las tropas alemanas. Aún así sus divisiones eran superiores en número y poder de fuego. En cuanto a la artillería los ingleses desplegaban una superioridad de ocho a cinco con relación a las piezas dispuestas por el eje.
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Respecto a tanques los ingleses alineaban 167 Grant, 149 Stuart, 257 Crusader, 166 Valentine y 110 Matilda, es decir un total de 849 vehículos contra los 560 que disponía su enemigo. Estos tanques estaban repartidos de la siguiente forma los Grant, Stuart y Crusader equipaban a las divisiones blindadas 1 y 7 pertenecientes al CE XXX del Tte Grl Norrie; los Valentine y Matilda constituían las brigadas de tanques 1 y 32 dentro del CE XIII del Tte Grl Gott. Los Matilda y Valentine habían sido diseñados para combatir en apoyo de la infantería por lo que eran lentos e incapaces de participar en un combate blindado móvil. La doctrina táctica británica continuaba siendo la misma que a principios de la guerra, los tanques estaban diseñados principalmente para apoyar a la infantería, y los modelos ligeros cumplían las funciones tradicionales de la caballería. Después de tres años de guerra los ingleses no habían variado su doctrina y continuaban desconociendo el empleo de armas combinadas. Esta actitud, de por sí inadecuada se agravaba en el terreno africano debido a que las amplias planicies y la baja densidad de tropas hacían de esta región un campo ideal para el empleo de formaciones móviles, combinadas y con alta capacidad de maniobra. La inhabilidad para enfrentar una guerra móvil disminuía la aptitud ofensiva del ejército británico, aunque favorecía su potencia en la defensa. La tendencia que marcan estos criterios afectaba asimismo a los mandos cuya tendencia hacia la conducción lenta, metódica y rígida de las operaciones los ponía en franca desventaja contra sus pares germanos. Del mismo modo la doctrina británica no favorecía la preparación de mandos de brigada y de división y de hecho no contemplaba instrucción al nivel de cuerpo de ejército.
Los Italianos Aunque las tropas italianas de la Segunda Guerra Mundial tienen mala fama, realmente no eran tan ineficientes como se cree. En esencia el ejército italiano era una fuerza de infantería. Las divisiones no motorizadas prácticamente sólo podían ser empleadas para defensas estáticas; el equipo en general estaba pasado de época y nunca estuvieron bien aprovisionadas; contaban además con insuficientes unidades de apoyo y un pobre equipo de transmisiones. Las divisiones motorizadas aunque mejores, igualmente nunca dispusieron de suficientes camiones.
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En cuanto a artillería la mayoría de las piezas databan de la Primera Guerra Mundial y su alcance no superaba los diez kilómetros. Los cañones antitanque, entre los que se contaban algunos 88mm provistos por los alemanes, se concentraban en las divisiones blindadas y motorizadas por lo que las divisiones de infantería carecían de ellos. Los tanques italianos en África del Norte eran alrededor de 230. El modelo principal era el M13/40 que al igual que los otros tanques italianos se basaban en diseños de los años 30 y se hallaban completamente superados en potencia y blindaje de fuego. Entre las unidades italianas probablemente la mejor era la división blindada Ariete debido a que muchos de sus oficiales habían sido entrenados en Alemania. El resto de los oficiales del ejército ofrecían un pobre cuadro de conducción debido a que los mandos superiores habían alcanzado esa posición en razón de sus conexiones políticas y no de sus habilidades profesionales. El resto del cuerpo de oficiales veía dificultada su labor a causa de la discriminación social que se planteaba frente al personal de tropa.
Los Alemanes Las fuerzas alemanas al mando de Rommel habían recibido la designación de Panzerarmee Afrika; dentro de él se integraba Panzergruppe Afrika bajo el mando del Grl Cruewell y el tradicional Deutsches Afrikakorps del Grl Nehring. Este último cuerpo comprendía la PzD 15 del Grl von Vaerst, la PzD 21 del Grl von Bismarck, que había acompañado a Rommel junto a la PzD 7 en Francia en 1940, y la División Ligera 90 del Grl Kleeman. El Panzerarmee Afrika tenía frente al Ej8 inglés la ventaja de una mejor doctrina, que se veía reforzada por la introducción de la nueva ametralladora MG 42, pero por lo demás su número y nivel de equipamiento era menor. Las tropas del eje reunían 90.000 soldados frente a los 100.000 ingleses. En tanques además de los italianos contaban con 50 Pz Mk II, 223 Pz Mk III, 19 Pz Mk III especiales y 40 Pz Mk IV. Aunque estos tanques eran alrededor del 30 por ciento de los que podían reunir los ingleses contaban con una mejor velocidad y maniobrabilidad. En armas antitanque disponían del poderoso cañón de 88mm capaz de detener a cualquier tanque aliado a 3.000 metros de distancia, también utilizaban el excelente cañón de 76.2mm capturado a los soviéticos.
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Al igual que en la campaña de Francia la Luftwaffe contaba con oficiales de enlace en las tropas de vanguardia para proveer de un inmediato apoyo aéreo táctico. La mejor cualidad que desplegaba el Panzerarmee Afrika era la calidad de su liderazgo. Los ascensos se regían por un sistema estricto de aptitud y talento profesionales. Los oficiales tenían como regla apoyar, consultar y mantener una excelente relación con la tropa a su cargo lo que se veía facilitado porque los reemplazos provenían de las regiones de origen de cada unidad. Además los oficiales en África desplegaban una gran aptitud para “pelear con lo que hay”, una vieja costumbre de la Reichwher. Una muestra de esto es el empleo de los camiones de abastecimiento para transportar a las unidades de infantería, lo que les permitía una gran movilidad para concentrar tropas frente a un enemigo numéricamente superior. Una de las críticas que siempre suelen hacerse sobre Rommel es que su costumbre de dirigir desde el frente lo hacía ausentarse de su puesto de mando para desesperación de su estado mayor. Esta aparente desprolijidad estaba basada en una estricta preparación y selección de sus oficiales. Rommel había eliminado de sus fuerzas a todos aquellos mandos cuyo estilo de liderazgo o conocimiento no se aplicaban a los principios de la guerra móvil, del mismo modo había promocionado y apoyado a aquellos que sí tenían esa característica. Esto hacía que las fuerzas a su mando tuvieran no sólo los mejores oficiales sino que le otorgaban también un perfecto control y conducción de las mismas, y la confianza de que sus planes y órdenes se cumplirían aún en su ausencia.
Los Planes Alemanes La costa del norte de África presentaban para los combates de las Segunda Guerra Mundial dos alternativas operacionales, la ruptura o el envolvimiento. Ambos contendientes disponían sus fuerzas apoyando un flanco en las costas del mar Mediterráneo y el otro en el desierto donde rara vez se encontraban obstáculos naturales en que apoyarse, como sucederá en El Alamein. Este dispositivo plantea entonces el empleo de algunas de las dos maniobras mencionadas. La posición de Ain-el-Gazala apoyaba su flanco derecho en la costa y se extendía hasta 80 kilómetros hacia el sur donde se encontraba la posición fortificada de Bir Hakeim. La línea comprendía extensos campos minados detrás de los cuales los ingleses habían construido puntos fuertes rodeados de alambradas de púas y campos
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minados adicionales. Las posiciones inglesas contaban con emplazamientos de cemento para las armas más pesadas y provisiones para resistir varios días aún estando cercadas. Cada brigada de infantería ocupaba un complejo de fortificaciones que se asemejaba a las de la Primera Guerra Mundial. Estas brigadas operaban además con dos posiciones defensivas a retaguardia disponibles en caso de tener que replegarse. Detrás de la línea principal de defensa se encontraban puntos fuertes como el cruce de caminos de Knightsbridge, el aeródromo de El-Adem, y el puerto de Tobruk. La principal debilidad de esta formidable zona de defensa era que más allá de Bir Hakeim sólo se extendía el desierto, por allí pensaba entrar Rommel. El plan consistía en emplear a los cuerpos X y XXI italianos y a la Br 15 alemana en un asalto frontal contra la DI 1 sudafricana y la DI 50 inglesa en la zona norte de la línea defensiva. Esta fuerza tendría la misión de aferrar y atraer a las reservas inglesas. En tanto Rommel guiaría al Deutsches Afrikakorps y al CE XX italiano hacia el sur para rodear la línea en una marcha nocturna y alcanzar el pueblo de Acroma atacando a los ingleses por su retaguardia. Se preveía además realizar un asalto anfibio al mando del Tte Hecker que aislase a las divisiones aliadas al norte de la línea y enlazase con las tropas blindadas. La DILig 90 tendría como misión apoderarse de El-Adem y cortar la línea de abastecimientos inglesa. Era este un plan audaz y peligroso especialmente porque la inteligencia alemana no había podido penetrar la seguridad inglesa y la información acerca de las fuerzas aliadas y la calidad de las defensas era incompleta. De todas formas se fijó el inicio de la operación para el 26 de mayo de 1942.
La Situación Aliada Los aliados habían obtenido la famosa máquina Ultra que utilizaban los alemanes para cifrar sus comunicaciones, gracias a ella pudieron interceptar el 20 de mayo de 1942 una serie de mensajes que denunciaban el ataque a la línea de Gazala en la las próximas semanas. Esta información le sirvió a Auchinleck y a Ritchie para evadir las presiones de Churchill acerca de la necesidad de lanzar una ofensiva en África del Norte. Ambos estaban convencidos de que el Ej 8 no estaba en condiciones de tal acción y vieron con agrado que Rommel tomara la iniciativa y atacara primero. El plan defensivo consistía en resistir el ataque con la infantería en al línea principal de defensa y en los puntos fuertes y reservar las
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fuerzas blindadas para contraatacar cualquier penetración que pudieran lograr los alemanes. La línea de Ain-el-Gazala presentaba, pese a su impresionante despliegue algunas debilidades. En el frente de la DI 50 se abría una brecha de diez kilómetros sólo cubierta por minas entre la BrI 69 y la 150. Al sur de esta última se presentaba otro hueco de 25 kilómetros hasta Bir Hakeim donde se encontraba la Br 1 de la Francia Libre. Aunque estas brechas se patrullaban regularmente, lo cierto es que los obstáculos estáticos sin tropas de cobertura resultan absolutamente inútiles. En el resto del frente muchos campos minados no estaban en zonas que pudiera batir la artillería inglesa por lo que tampoco resultaban útiles. Otra debilidad la planteaban los depósitos de munición de artillería para los cañones de 25 libras. Aunque los emplazamientos de estas piezas eran buenos y sus guarniciones contaban con abundantes víveres y agua, los depósitos de proyectiles en los reductos resultaban bastante reducidos lo que disminuía el volumen de fuego de estos cañones. Pero el defecto principal lo constituía el hecho de haber sido construida para cumplir ”…tres funciones distintas: constituir una base segura y un trampolín de lanzamiento para la inminente ofensiva del Ejército 8; proteger a Tobruk de cualquier posible ataque y proteger, por lo menos así se esperaba, las posiciones de la frontera egipcia más al este. Esta multiplicidad de objetivos condujo a una serie de conflictos de prioridad, a confusiones y compromisos varios: por ejemplo, para conseguir la enorme cantidad de minas y de alambre de espino necesarios para el campo minado situado al oeste, fue preciso desmantelar otros campos minados y otras alambradas que rodeaban Tobruk”.99 El comando británico pensaba compensar las debilidades de esta línea por medio del empleo de sus unidades blindadas, pero para ello éstas debían estar emplazadas en lugares que permitieran su rápido desplazamiento y concentración. La fijación de estos sitios dependía de la apreciación que hicieran los ingleses acerca del punto de esfuerzo principal del ataque alemán. Auchinleck y Ritchie creían que el ataque sería lanzado contra el centro de sus posiciones, conforme a ello ubicaron a la DBl 1 entre Knightsbridge y Bir Lefa. La DBl 7 fue colocada más al sur en Bir Buid detrás de Bir Hakeim en previsión de 99
Chandler, D, 1972, “La Batalla de Ain El-Gazala “ en “ Asi fue la Segunda Guerra Mundial”Vol.3 Pg.112, Milán, Noguer.
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un eventual envolvimiento, con esta misma intención la BrIMot 3 india fue colocada al sur de esta última posición para formar una pantalla de alerta. Ambas divisiones fueron desplegadas de manera fraccionada por lo que cuando se inició la batalla no pudieron concentrarse para actuar en masa. Al separar las unidades integrantes de las divisiones blindadas se impidió además que actuaran unas en apoyo de las otras, y por otra parte como se le asignaron posiciones fijas de defensa limitaron su aptitud de desplegarse para un contraataque. Para agravar la situación las relaciones de comando británicas no fueron las mejores. Aunque Ritchie era el comandante efectivo del Ej 8, su superior Auchinleck intervenía en las decisiones operativas de su subordinado lo que hacía que los jefes de unidades muchas veces no supieran desde donde se generaba la orden, y como dice un viejo adagio militar “orden, contraorden, desorden”.
Las Acciones El 26 de mayo de 1942 las tropas al mando del Grl Crüwell avanzaban hacia el sector norte de la línea de Gazala bajo el apoyo de un fuerte bombardeo de artillería en busca de puntos de penetración del dispositivo. Mientas tanto el Deutsches Afrikakorps y el CE XX italiano se reunían alrededor de Rotonda Cegnali para comenzar luego de la caída del sol la Operación Venecia. Esta consistía en una marcha nocturna de más de 50 kilómetros ejecutada por 10.000 vehículos con el objetivo de rodear las posiciones inglesas. Para asegurar el éxito de la operación se habían establecido por anticipado puntos para el reabastecimiento de combustible. A las 0600 del día siguiente las tropas se encontraban al sur de Bir Hakeim listas para completar la segunda etapa del envolvimiento, ya dentro del dispositivo inglés. Sólo se hallaba ausente la División Trieste que al perder el rumbo en la noche había tropezado con los campos minados que protegían la zona de la Br 150 al sudoeste de Rotonda Ualeb. Aunque Rommel pensaba haber tomado completamente por sorpresa a los ingleses, éstos estaban siguiendo sus movimientos, aunque en nada variaron su dispositivo ni se prepararon para contrarrestar el avance alemán. Esta inactividad es sumamente grave debido a que la presencia de Rommel en el sur determinaba que el ataque principal se realizaría por allí y no por el centro como esperaban los ingleses. A las 0630 la PzD 21 y la Ariete dispersaron a la BrIMot 3 india, poco tiempo después Rommel se enfrentó con la dispersa DBl 7, la
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DILig 90 puso en fuga a la BrIMot 7 y capturó a su paso el puesto de mando de la división inglesa; las PzD 15 y PzD 21 trabaron combate con la BrBl 4 rechazándola aunque con severas pérdidas. La DBl 7 había sufrido una dura derrota y sus restos sólo pudieron reunirse alrededor de El Adem perseguidos por la DILig 90. Acudiendo en ayuda de la DBl 7, a las 0845 la DBl 1 envió hacia el sur a la BrBl 22 que fue batida por un ataque concéntrico de las dos divisiones blindadas alemanas. Esta victoria resultó costosa debido a que los tanques Grant se mostraron como una dura competencia para los blindados alemanes; para compensar Rommel ordenó que los batallones pesados Flak 18 y 35 actuaran en conjunto con los tanques de manera ofensiva. Rommel tuvo aquí un error de percepción de la batalla, consecuencia de la deficiente inteligencia con que inició el combate. Creyendo que la ofensiva estaba decidida ordenó a sus tropas continuar adelante, como para liquidar el asunto. Sin embargo todavía debía enfrentar muchas desagradables sorpresas por parte de los ingleses. Hacia el medio día fue atacado por ambos flancos por la BrBl 2 y la BrBl 1 al sur de Knightsbridge. El asalto inglés fue descoordinado aunque logró perturbar el avance alemán. Para la noche del 27 las dos divisiones panzer se encontraban alrededor de Bir Lefa habiendo sufrido grandes pérdidas y escasas en combustible y municiones. La división Ariete había sido rechazada duramente en su ataque a Bir Hakeim y la DILig 90 fue atacada en Retima por la BrBl 4. Todo esto terminó por convencer a Rommel de que la batalla iba a ser más complicada que lo esperado. Comprendió también que haber dejado atrás Bir Hakeim sin capturarlo dejaba expuesta su línea de abastecimientos por lo que debía someterla o hallar otra salida. Los ingleses, pese a los reveses iniciales confiaban en poder ganar la batalla, sin embargo poco hicieron en ese sentido. La BrBl 22 permaneció inmóvil durante todo el día 28 vigilando a la PzD 15, y sólo la BrBl 4 logró provocar algunas bajas en la Ariete, aunque fue contenida por el fuego antitanque de la DILig 90. Prácticamente sin combustible ni municiones Rommel solicitó urgente ayuda a Crüwell. Este lanzó nuevos ataques para penetrar la línea Gazala y alcanzar al cercado DAK, sin embargo sus ataques no lograron ninguna entrada aunque sí sufrieron duras pérdidas. En esa situación desesperada la capacidad profesional y el liderazgo de Rommel salvaron el momento. Partiendo hacia el oeste comenzó a buscar un camino entre los campos minados, no para sacar a las cercadas tropas alemanas sino para dar paso a las columnas de
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abastecimiento. Así fue que en la noche del 28 halló la brecha buscada y personalmente guió la columna de camiones de suministro. Con esto reaprovisionó completamente a sus tropas y reinició las acciones. Ese mismo día fue informado de que el Grl Crüwell había sido capturado al ser derribado su avión de reconocimiento, su reemplazo fue el Mscal Albert Kesselring, comandante del teatro de operaciones que se hallaba en visita de inspección. El día 29 las divisiones Brescia y Pavia estaban logrando lentos avances en los campos minados de la brecha entre la BrI 150 y la BrI 69. Durante el día las cercadas fuerzas de Rommel se trabaron en un prolongado combate con las BrBl 2 y 22 que cesó al caer la tarde con un resultado inconcluso y grandes pérdidas para ambos bandos. Rommel decidió reagrupar sus fuerzas retirándose ligeramente hacia el oeste en la zona de Sidi Muftha en la esperanza de enlazar con las tropas de Hecker, no fueron empleadas en la operación anfibia, y cuyos ingenieros trataban de estabilizar un paso entre los campos minados ingleses. Para poder reagruparse Rommel tendió una pantalla de cañones de 88mm que efectivamente pudieron contener los asaltos blindados ingleses del día 30 mientras las fuerzas del DAK intentaban apoderarse de Sidi Muftha y desalojar a la BrI 150 que defendía la zona. El primero de junio Rommel, liderando personalmente una sección de granaderos panzer tenía éxito en su empresa, capturando 3.000 prisioneros y 124 cañones en la batalla que se conoce como la del Hexenkessel, el “Caldero”. Esto le permitió al general alemán establecer contacto con las fuerzas alemanas del otro lado de la línea de Gazala. La caída de la BrI 150 cambió la situación de la batalla. Rommel gracias a su iniciativa y liderazgo logró restablecer el equilibrio perdido luego de haberse encontrado con fuerzas superiores a las esperadas. Para los ingleses la victoria comenzaba a escapárseles. Auchinleck presionó a Ritchie para que lanzara un contraataque dirigido contra Bir Temrad que constituía el núcleo central de las líneas de abastecimiento alemanas. Se había planeado empeñar en esta misión a la DI 5 india perteneciente a la reserva inglesa, pero el comandante del Ej 8 decidió que el ataque hacia el oeste se realizaría empeñando cada brigada de la línea de defensa una compañía reforzada. Toda la operación se disolvió en ataques aislados que no llegaron a constituir ninguna amenaza para las tropas del eje. Ritchie decidió entonces lanzar un ataque contra el Caldero. La idea era buena pero exigía de una fuerte concentración de tropas y
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una muy buena coordinación, elementos que no se aportaron. El mando del ataque se dividió entre el CE XIII, a cargo del sector norte y el CE XXX que atacaría desde el este. El control operacional lo tendría la DI 5 india hasta la apertura de alguna brecha en que pasaría a la DBl 7. Ritchie además retrasó el ataque en busca de mejores avenidas de aproximación. Esto le dio a los alemanes las 24 horas que necesitaban para prepararse. A las 0250 del 5 de junio comenzó el ataque inglés bajo la protección de una barrera de artillería en el sector sudeste del Caldero defendido por la Ariete. El fuego preparatorio de artillería cayó en una porción vacía de desierto, aún así la BrI 9 india y la BrBl 22 lograron penetrar el Caldero. Rommel respondió empeñando todos los cañones de 88mm disponibles lo que obligó a los atacantes a retroceder. El Zorro del Desierto aprovechó esta oportunidad para contraatacar con los blindados de la PzD 15 y la Ariete. Los tanques ingleses se retiraron dejando sola a la infantería que fue arrasada por el ataque alemán que en una hora dio cuenta de cuatro regimientos de infantería. Mientras tanto el CE XIII atacaba con 100 tanques pesados a la PzD 21. Este ataque se realizó sin el apoyo de la infantería por lo que las baterías antitanque alemanas pronto pusieron fuera de combate a 70 vehículos ingleses. Estabilizada la situación, por la tarde la PzD 21 comenzó a avanzar hacia el oeste en dirección a Knightsbridge mientas la PzD 15 se dirigía hacia el sur para alcanzar Bir-el-Harmat y atacar desde allí el flanco sur de las posiciones británicas. En una maniobra perfecta de movilidad y coordinación ambas divisiones panzer cayeron sobre las BrI 10 y 9 y la BrBl 22. Durante el día 6 las fuerzas inglesas esperaban un contraataque que nunca llegó, para el anochecer las brigadas de infantería habían sido destruidas junto con otros 100 tanques y cuatro regimientos de artillería ingleses. Llegado a este punto Rommel decidió tomar Bir Hakeim la que fue evacuada por los franceses la noche del 10 al 11 de junio. Los tremendos combates librados habían provocado terribles pérdidas, al punto que la DILig 90 contaba solamente con 1.000 hombres, los ingleses aún tenían 330 tanques mientras que el eje sólo disponía de 130. El 11 de junio Rommel decidió conservar la iniciativa y lanzó sus fuerzas hacia el este. Mientras la PzD 21 realizaba un ataque de diversión hacia el norte, la PzD 15, la DILig 90 y la Trieste se movían hacia el este alcanzando esa noche Naduret y El Adem.
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El día 12 los ingleses planearon un ataque contra la PzD 15 que fue descubierto por las escuchas alemanas. Rommel planeó esperar el golpe y luego tomar a los ingleses por detrás con la PzD 21. El ataque inglés se retrasó por una discusión entre los comandantes de la BrBl 2 y 4, lo que provocó que el jefe de la PzD 15 los atacara en vez de esperar ser atacado. Al medio día se empeñó la PzD 21 contra el flanco de la DBl 7, provocando el retroceso de las fuerzas inglesas. En su ayuda concurrió la BrBl 22 sin que mejorase la situación. Las pérdidas inglesas alcanzaron los 120 vehículos. El 14 de junio después de discusiones en el comando inglés, Ritchie decidió abandonar la línea Gazala y retirarse hacia el este. El terrible desgaste y cansancio sufrido en los días anteriores impidieron a los alemanes realizar una efectiva persecución que evitase la retirada de la mayoría de las tropas inglesas. El 21 de junio Rommel tomaba Tobruk En este combate los ingleses demostraron que nada habían aprendido de la campaña de Francia de 1940.
L A TÁCTICA A FINES DE LA S EGUNDA GUERRA MUNDIAL Alemania Después de más de cuatro años de guerra el ejército alemán era sólo un reflejo de las legiones de las épocas de victoria. Ya no estaba integrado sólo por germanos sino que en sus filas se mezclaban las ciudadanías de casi toda Europa. Voluntarios auxiliares, ex prisioneros de guerra soviéticos, etnias germanos parlantes integraban ahora la máquina militar de Hitler. En las playas de Normandía muchos defensores de primera línea integraban los batallones voluntarios del este. Pero no sólo los soldados que vestían el uniforme alemán se diferenciaban por su lugar de nacimiento de las tropas de 1940, también su edad era diferente. Hacia septiembre de 1944 se crearon las Volksgrenadierdivisionen, las divisiones de granaderos del pueblo integradas básicamente con jóvenes de 16 y 17 años y personal de la Luftwaffe y de Kriegsmarine que carecían de aviones y barcos. Aun-
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que en combate las nuevas y viejas divisiones se demostraron capaces y combativas, esto se debió no sólo a un necesario endurecimiento de la disciplina sino principalmente a la presencia de una alta moral aún en las peores circunstancias. El estilo alemán de conducción de fuerte interacción entre alemanes y soldados ayudó a mantener firme el espíritu de cuerpo y la camaradería, con el resultado colateral de tener un nivel de deserción menor al 0,8%. El entrenamiento de los soldados alemanes tenía una fuerte carga de tiempo de instrucción sobre el terreno privilegiando estas prácticas sobre las de orden cerrado, criterio este inverso al practicado por ingleses y canadienses. En aliento de la mejora profesional constante los soldados que demostraban mayor valor y competencia recibían el reconocimiento de sus pares y del ejército a través de una variada gama de insignias y condecoraciones, que además reforzaban la moral de las tropas. Cada integrante de la Wehrmacht recibía un entrenamiento básico de infantería lo que le permitía, sin importar su lugar de servicio participar de inmediato en el combate. Esto le daba al ejército alemán una gran flexibilidad que apoyada por el siempre presente aliento a la iniciativa permitía incluso a los cuadros reemplazar de inmediato a los superiores caídos en combate. Esta versatilidad le permitía al ejército alemán el continuo empleo de tácticas de infiltración en pequeños grupos que operaban en la retaguardia del adversario. La disponibilidad de tropas de infantería era mayor que en los ejércitos aliados. Mientras que las divisiones blindadas americanas o inglesas contaban con 3.000 infantes, sus pares alemanas disponían de 5.000 y las de la Waffen SS poseían 7.000. La infantería alemana conservaba el estilo de operar sobre la base de la maniobra. Esta forma particular de operar consiste en realizar todas las actividades necesarias para colocar a la propia fuerza en la posición más ventajosa. Durante el asalto las tropas alemanas estaban entrenadas para ejecutarlo gritando durante toda su realización a efectos de desconcertar a enemigo en cuanto al volumen de la fuerza atacante y además servía para embravecer a la tropa. De sus luchas en Rusia los alemanes incorporaron el uso de francotiradores, los que se convirtieron en el terror de las tripulaciones de tanques y de los oficiales aliados, al punto que en mucho documentos se los menciona como soldados enemigos aislados y no como francotiradores. Aprovechando sus armas pesadas, ametralladoras y morteros, la infantería alemana tuvo un gran éxito en la contención de los ejércitos
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aliados hasta 1945. Debido a la escasez de vehículos y combustible los Volksgrenadier se volvieron una fuerza móvil cargando sobre sí todos los equipos necesarios, básicamente el fusil de asalto y las armas antitanque. Asimismo resultaban potentes adversarios en la defensa, como lo muestra el combate del 19 de septiembre de 1944 en que una compañía del RIParac 505 norteamericana, apoyada por taques ingleses, no pudo tomar el puente ferroviario de Nimega defendido solamente por personal de la Luftwaffe, soldados convalecientes, los guardabarreras y algunos infantes. Del mismo modo las unidades calificadas como integradas por soldados enfermos con problemas gástricos en muchos casos ofrecían una resistencia mucho más que simbólica y combatían efectivamente. La infantería alemana recibió una nueva organización en 1944 que aunque no alcanzó a todas las unidades de alguna manera fue aprovechada. Las compañías debían integrarse con dos secciones de asalto o Sturmzüge y una tercera regular. Cada sección de asalto se componía de dos grupos de 14 hombres equipados con el fusil de asalto Sturmgewehr 44 y un grupo de apoyo con dos MG42. La compañía integrada por 112 soldados contaba además con 5 francotiradores. Esta estructura pretendía hacer más ágiles y móviles a las compañías e incrementar su potencia de fuego. Los batallones de infantería contaban orgánicamente con cañones de 74mm como apoyo artillero. Las tropas volksgrenadier contaban a nivel de regimiento con una compañía de asalto integrada por soldados seleccionados por su experiencia y capacidad. En todos los regimientos de infantería se desplegaba una compañía antitanque con 36 Panzerschreck. En las tropas panzaergrenadier la dotación teórica de estas armas era de a tres por sección. Las fuerzas blindadas alemanas debieron adaptarse a los combates de 1944 en los que la superioridad aliada en medios resultaba abrumadora. Especialmente dominio aliado del espacio aéreo resintió las operaciones panzer. Los desplazamientos de unidades blindadas se debieron restringir a las horas sin luz pero esto no siempre resultaba posible; durante la campaña de Normandía las noches eran cortas y el movimiento sin luz era más lento por lo que se hicieron igualmente traslados de día soportando graves pérdidas.100 En ambos casos sí se mantenía la precaución de ejecutar los movimientos en pequeños 100
Liddell Hart B., 1974, “Los Generales Alemanes hablan”, pg. 342, Buenos Aires, Ed Rioplatense
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grupos y manteniendo distancias de seguridad entre ellos. Asimismo se tomaban otros reparos, no se permitía vivaquear a las tropas blindadas en los pueblos que ofrecían una referencia a los ataques aéreos; también se restringía el uso de la radio sólo al combate para evitar las escuchas aliadas que pudieran detectar la posición de las tropas panzer. En combate los blindados alemanes, siempre acompañados de sus panzergrenadier, actuaban en pequeños grupos combinados aprovechando el camuflaje y las oportunidades del terreno para emboscar a sus enemigos. Estas tácticas dieron buenos resultados frente a la inmensa superioridad aliada, registrándose diferencias de un tanque germano contra cuatro aliados en las pérdidas de combate. Sin embargo el costo era aún muy elevado, las divisiones blindadas teutonas salieron de Normandía casi deshechas. Entre los problemas mayores de los tanques se encontraba el del combustible. En la lucha no sólo se perdían vehículos de combate sino que también irremplazables camiones de abastecimiento lo que dificultaba mantener en servicio a los blindados, registrándose casos en que debieron combatir inmóviles contra los aliados o destruir unidades nuevas por falta de carburante. Para fines de 1944 se llegó a emplear vehículos hipomóviles en las columnas de abastecimiento para ahorrar combustible. La fricción de la guerra deterioró a todo el ejército alemán. Aunque conservaba una moral alta y una táctica refinada, las bajas de personal experimentado eran irreparables. En un vano intento por compensar esta debilidad entre las tropas blindadas se entregaron los mejores y más nuevos vehículos Panther a las tropas bisoñas, mientras que los veteranos debían combatir en los viejos PzKpfw IV. El apoyo de fuego alemán tenía la ventaja en sus equipos livianos. Cada batallón contaba con seis morteros de 81mm y cuatro de 120mm. Por encima de estas piezas se encontraban los cañones de 75mm y los de 150mm ambos de poca maniobrabilidad y movilidad en el terreno. Junto a ellos se disponían los lanza cohetes Nebelwefers, que actuaban por tiro de saturación y eran muy efectivos, pero resultaban fácilmente detectables. Para 1944 la mayoría de estas piezas tenían aptitud para ser motorizadas y en las divisiones mecanizadas se empleaban modelos autopropulsados, sin embargo en Normandía la mitad de las baterías eran hipomóviles y, al avanzar las hostilidades, ese porcentaje aumentaría.
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Inglaterra Pese a los años de guerra transcurridos y la experiencia adquirida las tropas inglesas seguían utilizando el manual de infantería de 1937. Esto resultaba particularmente dañino para la eficacia de la fuerza en especial debido a la costumbre británica de apegarse rígidamente a las normas reglamentarias, aún en combate. Esta inflexibilidad poseía sus virtudes. Al aplicarse metódicamente las prescripciones reglamentarias los soldados obedecían casi por reflejo a sus superiores sin hesitar, logrando focalizar el esfuerzo exclusivamente en vencer al enemigo. Esta forma de actuar donde lo que se le pide a los hombres es alcanzar un objetivo determinando al mismo tiempo los medios y modos de hacerlo, excluye la iniciativa del sistema de mando inglés y privilegia entonces el empleo de la fuerza bruta para la obtención de un resultado a través de un método prescriptivo. Esas órdenes pretendían la ejecución de operaciones surgidas como recetas del manual, lo que restaba toda capacidad de flexibilidad y adaptación a la situación real de combate. En correspondencia con esta manera de actuar las operaciones inglesas aparecen exitosas en tanto disponen de suficiente volumen de medios para alcanzar el resultado. Esta reunión de medios y métodos rígidos se hace muy notable especialmente en la conducción del Mscal Bernard Montgomery quien reunía ambos perfiles bajo un mando estrictamente centralizado. Tal vez la mayor virtud de Montgomery haya estado precisamente en la preparación de sus batallas donde la determinación de los métodos y la acumulación de material resultan cruciales. El empleo de una táctica antigua hizo subsistir en el ejército inglés la ausencia de cooperación entre la infantería y los blindados. La falta de acción conjunta era paleada y reemplazada por un poderoso apoyo de fuego artillero, el que igualmente no alcanzaba a impedir que la mayoría de las acciones emprendidas por los ingleses fuesen operaciones de asalto frontal sostenidas por la superioridad material contra el enemigo. En el ejército inglés la pertenencia a un regimiento y sus tradiciones es muy fuerte, la mayoría de los integrantes de un cuerpo desarrollan toda su carrera sirviendo en él. Aunque debemos asignar a esta idiosincrasia un importante aporte a la moral y espíritu de cuerpo, no podemos desconocer que también ha generado competencias y
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actitudes gregarias que no facilitaron la realización de acciones conjuntas. Cuando el ejército inglés entró en el Segunda Guerra Mundial se trataba de una fuerza profesional que debió incrementar prontamente su número para actuar en los diversos teatros de guerra. Esto hizo que se introdujeran muchos oficiales jóvenes que carecían de experiencia militar, situación que persistió hasta el final de la guerra empujada por la pérdida de oficiales en combate. Esta falta de experiencia en los oficiales jóvenes no podía ser paleada con la presencia de suboficiales expertos debido a que en el ejército inglés la relación entre ellos y los oficiales no era buena y ocupaban la misma posición que el soldado. Es probablemente debido a esta pobre relación a que la unidad táctica inglesa sea la sección y no el grupo de combate. Las tropas blindadas inglesas estaban divididas en dos categorías los tanques de infantería reunidos en las Brigadas de Tanques del Ejército y los tanques de combate reunidos en las divisiones blindadas; esta división en la práctica no funcionaba estrictamente y las unidades blindadas terminaron cumpliendo propósitos múltiples. La mala cooperación entre tanques e infantería debido a la falta de una doctrina adecuada y a los malos equipos de transmisión provocaron grandes pérdidas en los encuentros blindados con los alemanes especialmente en las operaciones en Normandía. Hacia fines de 1944 los ingleses decidieron mejorar esta situación constituyendo grupos de batalla integrados por un regimiento de tanques y un batallón de infantería, lo que ciertamente produjo mejores resultados. La mejor arma de que disponía el ejército inglés era la Royal Artillery cada división de infantería contaba con tres regimientos de a tres baterías totalizando 72 piezas de 25 libras, las divisiones blindadas poseían 48 cañones en su mayoría autopropulsados. Pero la mayor virtud de la artillería inglesa era su agilidad y adaptabilidad. Los oficiales superiores de artillería actuaban como observadores adelantados junto a las tropas del frente y podían solicitar el apoyo de fuego de toda la artillería de un cuerpo de ejército en caso de ser necesario. Las 24 piezas de un regimiento de artillería podían entrar en acción al minuto de ser solicitado, y toda la artillería divisionaria en tres minutos, gracias a un excelente sistema de comunicaciones. Esto daba a los ingleses una gran ventaja sobre la infantería alemana que como apoyo de fuego inmediato sólo podía contar con sus morteros. El único punto débil de la artillería inglesa era el fuego de contrabatería, que siempre resultó mediocre en razón a la falta de medios adecuados de localización.
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Las debilidades tácticas inglesas se pagaban con un alto precio en bajas. En la campaña europea la infantería representaba el 76 por ciento de las bajas sufridas, aún cuando sólo constituía el 14 por ciento de los efectivos del ejército. Esta situación sumado a lo dicho anteriormente resintió la moral inglesa elevando el porcentaje de deserciones al cuatro por ciento y llegando los soldados a preferir la prisión por insubordinación al combate.
Estados Unidos de Norteamérica El ejército norteamericano contaba al inicio de la guerra con unos 200.000 soldados, que incrementó a partir de la aplicación de la conscripción el 16 de septiembre de 1940 alcanzando a crear 68 divisiones de infantería. El mayor problema lo constituía la preparación de los oficiales, pues los surgidos de los institutos de formación no eran suficientes. Se establecieron entonces cursos para instruir a civiles como oficiales en el término de 90 días. Estos jefes constituyeron la masa de los conductores de las fuerzas norteamericanas durante la guerra. Los soldados por su parte recibían un muy buen entrenamiento que incluía un cuidadoso servicio de mantenimiento de las armas. Junto con los oficiales sufrieron un duro aprendizaje a través de los combates en África, Sicilia e Italia alcanzando los mejores niveles durante la campaña del norte de Europa. En general las fuerzas americanas no eran buenas en combates prolongados ni en acciones de contraataque, pero sí disponían de un poderoso volumen de fuego sostenido por una logística inagotable. Uno de los elementos que conspiraba contra el pronto aprendizaje de combate era el sistema centralizado de reemplazos. Éstos eran reservados a nivel del ejército entrenados y asignados luego directamente a las unidades, lo que restaba cohesión táctica. Al no tener un tiempo de entrenamiento y práctica dentro de la unidad estos reemplazos, si sobrevivían no completaban un circuito de pertenencia con el cuerpo en el que combatían. Este sistema guardaba relación con el método de mantener a las divisiones permanentemente en el frente limitando al máximo su rotación, pues para ello debía haberse triplicado el número de efectivos. Indudablemente el soldado americano estaba mejor vestido, equipado, alimentado y transportado que el resto de las tropas de la Segunda Guerra Mundial. Combatía en un ejército totalmente moto-
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rizado, tecnológicamente moderno en comunicaciones, sistemas, medios de combate y servicios de apoyo. Las fuerzas de infantería norteamericana se organizaban en grupos de 12 hombres equipados con fusiles Garand M1 y un fusil automático Browning. Tres grupos, más uno de apoyo con dos ametralladoras calibre 0.30, tres morteros de 60mm y una ametralladora de 12,7mm integraban una compañía. Los morteros generalmente se reunían en una especie de compañía de artillería del batallón empleándose en conjunto. La defensa antitanque la proveían principalmente el Bazooka, disponiéndose 29 en los batallones de infantería a pie y 74 en los batallones mecanizados. Para contar con una gran flexibilidad táctica los norteamericanos organizaban sus tropas de forma permanente bajo grupos de combate cuya estructura se superponía a la organización de la división o el regimiento. En la infantería se los llamaba Regimental Combat Team (RCT) y en las divisiones blindadas Combat Command (CC). Los primeros se formaban sobre la base de un regimiento de infantería al que se adjuntaba un batallón de artillería y una compañía de ingenieros. Los segundos estaban constituidos por un batallón blindado, un batallón de infantería mecanizada, uno de artillería y unidades de ingenieros y otros elementos de apoyo Los CC se subdividían en Teams compuestos de una compañía de tanques, una de infantería y unidades de reconocimiento. Todas estas organizaciones adicionalmente y según la necesidad podían contar con unidades de destructores de tanques, antiaéreas, de tropas especiales, etc. La doctrina americana impulsaba la cooperación constante entre infantería y tanques, adoptando generalmente la actuación conjunta de una sección de infantería y un grupo de tanques. La ayuda mutua se veía favorecida por el hecho de que los tanques tenían instalado un teléfono en la parte posterior del casco y porque cada pequeño cambio táctico se difundía rápidamente a través de reportes y folletos entre la tropa. El mayor problema que sufrían los norteamericanos era su inferioridad en el combate antitanque. Originalmente los tanques Sherman debían ser empleados junto a la infantería mientras que los destructores de tanques se reservaban para el combate blindado, sin embargo esta teoría no resultó de aplicación debido a la superioridad táctica y técnica de los tanques alemanes; se calcula que un Tiger alemán sólo podía ser derrotado por al menos cinco Sherman.
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El apoyo aéreo se desarrolló grandemente entrenándose, a partir de 1943, a los soldados en los procedimientos para la guía de los aviones de ataque a tierra. La artillería norteamericana contaba con un sistema de empleo conocido como Time On Target (TOT). A través de un muy buen sistema de comunicaciones se podían concentrar una gran cantidad de piezas sobre el mismo blanco y en el momento preciso lo que producía efectos devastadores. La fuerza principal del ejército norteamericano residía en el empleo combinado de sus armas de combate y particularmente de su sistema logístico sostenido por una poderosa maquinaria industrial.
L ORENA 5-8 DE SEPTIEMBRE DE 1944 Para principios de septiembre de 1944 los ejércitos aliados que habían desembarcado en Normandía el 6 de junio, se hallaban ahora a las puertas de Bélgica y de la frontera Alemana. Por su parte el 7mo Ej desembarcado en la región de Tolón avanzaba más allá de Grenoble y amenazaba Lyon. Las fuerzas alemanas que venían retrocediendo rápidamente trataban de estabilizar el frente pese a las fuertes pérdidas sufridas en los últimos meses. Para los aliados la alternativa que se planteaba era la de concentrar todo el esfuerzo en un solo eje de avance - como pretendía Montgomery - o avanzar en más de un eje buscando la ruptura del frente y explotarla luego. Si bien Eisenhower apoyó el plan de “Monty”, el 4 de septiembre autorizó a que el 3er Ej del Grl Patton a reiniciar su avance en la región de Lorena. Hitler por su parte pretendía lanzar un ataque blindado que pudiera contener el avance aliado y dar espacio a la reorganización del frente. Pensaba que ese ataque debía lanzarse contra Patton en dirección a Reins, con lo cual detendría la principal amenaza e impediría que las tropas desembarcadas en Normandía enlazaran con las que tocaron tierra al sur de Francia. El 3 de septiembre instruyó al Comandante del frente oeste, Mariscal von Rundstedt para que comenzara el planeamiento de tal operación. Ésta inicialmente comprendía las Divisiones de Granaderos Panzer, 3, 15 y 17; la Divisiones Panzer Lehr, 11 y 21era y las Brigadas Panzer 111, 112 113, 106, 107 y 108. Para dirigir el asalto blindado se trajo del frente oriental al General Hasso von Manteuffel y a otros oficiales veteranos del frente ruso.
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Entre el 5 y el 7 de septiembre la DBl 7 norteamericana logró establecer una cabeza de puente sobre el Mosela al sur de Metz, mientras que al norte de esa ciudad la DI 90 avanzaba hacia el río a través de Thionville. Pese a estos ataques el 1er Ej alemán continuaba sosteniéndose sobre el río, pero su comandante General Otto von Knobelsdorff deseaba lanzar un ataque para estabilizar el frente. Pidió para ello que se le permitiera emplear a la PzBr 106, que se mantenía en reserva para el futuro ataque, por lo cual debía solicitarse autorización de Hitler. Dicha autorización fue concedida el 7 de septiembre con la obligación de devolver la unidad en el término de 48 horas. La PzBr 106 se había constituido sobre los restos de una división de granaderos panzer destruida en Bielorrusia en julio de 1944. Su comandante era el Cnl Dr. Franz Bake, un brillante comandante de blindados condecorado con la Cruz de Hierro con Espadas. La unidad había recibido sus tanques en agosto y la falta de combustible redujo al mínimo el entrenamiento. Contaba con 36 Panthers, 11 cazatanques Jagdpanzer IV y 119 semiorugas SdKfz 250 y 251. La mayoría del personal provenía del frente ruso y carecía de experiencia de combate con los aliados occidentales. Frente al ataque germano se encontraba la DI 90 al mando del Grl Raymond McLain, quién la había transformado en una eficiente y veterana unidad de combate. En la noche del 7 de septiembre la PzBr 106 alcanzó el pueblo de Audun-le-Roman donde se dividió en dos columnas: el Stossgruppe 1 que se dirigió hacia Mont Bonvilliers y el Stossgruppe 2 que se lanzó sobre Trieus. Los ataques progresaron con muy escaso reconocimiento, una práctica que podía ser corriente contra los rusos, pero resultaría muy peligrosa contra los norteamericanos. Hacia las 0200 el Stossgruppe 1 atravesó Mont Bonvilliers y se dividió en dos columnas alrededor de los bosques al este de Landres. En ese bosque se encontraba el cuartel general de la DI 90, sin embargo no fue hasta las 0300 en que la tripulación de un tanque Sherman descubrió la penetración alemana y comenzó a disparar. Hizo impacto en el semioruga germano que encabezaba la marcha, lamanetablemente su explosión iluminó las posiciones americanas facilitando el tiro de los blindados germanos. Bake continuó su avance pero más cautelosamente. El BBl 712 intentó atacar a la columna alemana pero fue dispersado, entre otras cosas porque los tanquistas se resistían a disparar por temor de causar bajas propias. Sin embargo pusieron en alerta a la infantería cercana.
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Los alemanes esperaban que el sorpresivo ataque nocturno provocaría la retirada norteamericana, no obstante éstos se estaban reuniendo para cerrarse sobre el ataque teutón. A las 0700 los alemanes se encontraron en Mairy con un batallón del RI 358 apoyado por cañones antitanque del BAtan 607. En un intento de rodear la posición aliada 11 SdKfz 251 se lanzaron a las 0800 sobre el flanco sur enemigo. Dos fueron contenidos por la infantería y el fuego de obuses de 105mm, otros dos resultaron destruidos por fuego de bazooka, cuatro por cañones antitanque y los tres restantes se retiraron. A las 0850 una columna de tanques Panther intentó penetrar la villa por el camino principal. El tanque en cabeza fue destruido por infantes norteamericanos lo que detuvo la marcha de la columna, eso dio tiempo a que un observador adelantado del RA 949 solicitara apoyo de artillería. Los alemanes sufrieron una lluvia de 300 proyectiles de 155mm que destruyeron cinco tanques y 20 semiorugas. Mientras esto ocurría el segundo batallón del RI 359 se posicionaba a retaguardia de los alemanes cerrando sus rutas de escape. Para las 0935 el comandante del Stossgruppe 1 solicitaba y obtenía la autorización para retirarse. Partió entonces hacia el norte sólo para ser destruido por ataques de infantería y artillería norteamericanos. El Stossgruppe 2 había alcanzado la localidad de Avril a sólo cinco kilómetros al este de Mairy, donde fue contenido por un batallón del RI 357 apoyado por cañones antitanque. Afortunadamente logró desengancharse del combate y retirarse. La PzBr 106 había perdido 21 de sus tanques y cazatanques, 60 semiorugas y más de 100 vehículos de apoyo; 764 hombres incluidos los comandantes del regimiento de Panthers y de los batallones de granaderos panzer habían sido capturados y muchos más muertos. Las tácticas exitosas del frente oriental demostraban ser inadefuadas para encarar al diferente terreno occidental y la doctrina de armas combinadas del ejército norteamericano.
L A G UERRA Y LA T ECNOLOGIA EN LA SEGUNDA MITAD DEL
S IGLO
XX L A POST GUERRA El fin de la Segunda Guerra Mundial marcó el inicio de una nueva era en el mundo. La introducción de las armas nucleares prometía el desarrollo de un nuevo arte de la guerra nunca antes conocido, el establecimiento de la política de bloques y la aparición de la Guerra Fría también seguían ese camino; asimismo lo insinuaban los fuertes contenidos ideológicos de las guerras de descolonización. Sin embargo en el nivel táctico esos cambios no resultaron tan mayúsculos como prometían. De esa época el rasgo más persistente es tal vez un exceso de fe sobre las soluciones tecnológicas. Estados Unidos de Norteamérica gozó del monopolio nuclear desde 1945 hasta 1949 en que la Unión Soviética detona su primer arma atómica. El Bloqueo de Berlín en 1948 puso en juego la eficacia de ese monopolio y cuando éste hubo desaparecido se hizo evidente que la inmensa potencia de las armas nucleares excedía la idea tradicional de la guerra pues la destrucción mundial no podía ser en ningún sentido “la continuación de la política por otros medios.” La Guerra Fría estableció como norma la exclusión de la guerra entre sus principales protagonistas y en sus propios territorios, lo que llevó a los conflictos bélicos hacia territorios de otros países periféri335
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cos a la regiones centrales. Es en estas guerras periféricas en donde el rastro táctico se hace más vivo. La Guerra de Corea iniciada en 1950 se libró bajo lo que se caracteriza como guerra convencional manteniendo los perfiles tácticos de la Segunda Guerra. En situación similar actuaron las tropas francesas en Indochina. Secuela de esta última guerra, Vietnam planteará algunas cuestiones que analizaremos a continuación.
L A GUERRA DE VIETNAM Esta guerra plantea aún hoy interrogantes, situaciones poco claras y posiciones encontradas debido a que su componente ideológico es muy fuerte y en lo que atañe a esta obra hay una mezcla de táctica tradicional, combate irregular e innovación tecnológica.
El Teatro de Operaciones Cuatro características principales de Vietnam tienen consecuencias determinantes sobre las operaciones militares. La topografía es escabrosa, más de la mitad del territorio está cubierto de montañas y montes boscosos, con pasos altos y tapados por una vegetación de jungla casi infranqueable. En un ámbito semejante el tránsito por caminos y senderos está expuesto a abundantes emboscadas. Las operaciones militares a gran escala se ven disminuidas por lo estrecho de las líneas de avance y el difícil desarrollo y mantenimiento de líneas de comunicación convencionales. En el norte y el sur del país los deltas del Río Rojo y del Mekong obligan al empleo de medios fluviales adecuados para el desarrollo de operaciones militares. El clima marcadamente subtropical, con humedad alta y sostenida tampoco favorece la guerra. En Vietnam hay tres tipos básicos de clima; en el norte y sobre todo en el interior, las temperaturas son de tipo subtropical y la acción de vientos estacionales produce inviernos secos y veranos húmedos; los sectores central y suroriental se caracterizan por un clima de monzón tropical, con altas temperaturas y fuertes precipitaciones; y en el suroeste se pueden distinguir perfectamente las épocas secas y húmedas, aunque las temperaturas son superiores a las del norte. Se suceden dos monzones a lo largo del año, de mediados de mayo a mediados de octubre el del suroeste, y
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de septiembre a diciembre el del noreste. Durante la época de monzones las operaciones aéreas se ven muy reducidas y las aerotransportadas son imposibles de realizar. Los norvietnamitas preferían suspender las operaciones durante el monzón del suroeste. La vegetación es de jungla cerrada o moderadamente abierta en un 80% favoreciendo las tareas de enmascaramiento de instalaciones y los movimientos encubiertos. El sistema de vías de comunicación era muy primitivo. Los caminos eran mayormente pistas de difícil tránsito para medios motorizados, ello y el peligro de las emboscadas haría que los occidentales recurrieran con cada vez mayor regularidad al abastecimiento y transporte aéreo. En líneas generales Vietnam es un país con características que favorecen las operaciones defensivas; con marcada ventaja para el uso de la infantería a pie y en grupos de reducido tamaño y con altas limitaciones para el empleo de medios mecanizados o blindados, forzando el uso de medios aéreos para el desarrollo de operaciones convencionales.
El Ejército de Vietnam del Norte La organización de las fuerzas armadas se basaba en tres grupos especializados: las Unidades Regulares, las Fuerzas Regionales y las Fuerzas Populares o Guerrillas. Las Unidades Regulares concentraban a las tropas mejor entrenadas, preparadas y equipadas del ejército. Dependían directamente del Grl Giap y poseían una alta moral y una notable capacidad profesional. Las Fuerzas Regionales las componían tropas de segunda línea reclutadas dentro del distrito en el que actuaban. Se dividían en dos componentes. La Fuerza Provincial del tamaño de un batallón y que actuaba en cualquier parte de su provincia de origen y la Fuerza Local de menor tamaño y de actuación en el distrito de la leva. Las Fuerzas Populares se reclutaban en cada villa o pueblo. Dos ramas componían la guerrilla, una que reclutaba a personas sin distinción de sexo o edad, su valor militar era casi nulo pero su mayor éxito lo constituía el adoctrinamiento y la provisión de información; y otra que incorporaba sólo hombres de entre 18 y 45 años y los entrenaba como una milicia; tenía un valor militar propio, actuaba como tropa de apoyo, portadores de abastecimientos y equipos, y aún como unidad
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de combate. Es de destacar que su mimetización con la población civil hacía casi imposible detectar a estos milicianos cuya especialidad eran los atraques nocturnos a puesto avanzados y patrullas aislados. Estas unidades alcanzaban entonces el nivel máximo de dispersión logrando mezclarse con el enemigo sin poder ser identificadas. La carrera militar comenzaba en la guerrilla, de donde se extraían los mejores elementos para formar las Fuerzas Regionales. Una nueva selección escogía a las tropas que integrarían las Unidades Regionales. Este sistema trataba de asegurar que las fuerzas regulares contasen con personal capacitado y veterano ; sin embargo la falta de personal entrenado siempre afectó al ejército en todos sus niveles. Después de todo Giap no era más que un miliciano. El Ejército de Vietnam del Norte al principio carecía de medios mecanizados o blindados, ni tampoco tenía aviación, ni un sistema de comunicaciones apropiado. De allí que mayormente sus operaciones fuesen limitadas, y que la unidad estable más grande en uso fuese el batallón. Las ventajas de estas fuerzas residían en importantes factores morales. Luchaban en y por su propio país, perseguían la independencia que era una idea soportada por la mayor parte de la población. Sobre esta base el adoctrinamiento constante lograba mantener altísimos niveles morales. Por otra parte el conocimiento del terreno y las posibilidades que el país proveía para la guerra de guerrillas eran ventajas incuestionables. El tamaño del teatro de operaciones contaba también a favor de la guerrilla. Quien quisiera controlar todo el país debía dispersar sus fuerzas al grado de transformarlas en pequeños destacamentos altamente vulnerables; si por el contrario el plan era concentrarse en las áreas más pobladas, la guerrilla quedaba dueña de las zonas rurales. Finalmente la situación logística favorecía a los norvietnamitas. Con sus bases, los Viet Bac, ocultos en el interior y próximos a la frontera china, al principio y en Laos y Camboya después, tenían asegurada la provisión de alimento, armas y equipo.
Las Tácticas de Combate Se suele dividir a las operaciones militares en Vietnam en cinco categorías: el manejo internacional del conflicto; el bombardeo estratégico; la zona de interdicción sobre Laos y Camboya; el área de
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combate de las fuerzas militares principales y por último la Guerra de las Aldeas. La táctica tradicional se desarrolló en la región de las fuerzas principales que afectaba la zona entre Quang Tri y Qui Nhon el área del delta al sur y al oeste de Saigón En esa región las unidades regulares occidentales debieron enfrentar el problema de contar con efectivos suficientes. Las tropas norteamericanas apoyadas por un sistema logístico poderoso y tradicional requerían de tiempo para el despliegue de tropas, entre las que debían incluirse no sólo a tropas combatientes sino también a las no combatientes. El mantenimiento del número necesario de soldados se vio complicado además por la decisión política de limitar el tiempo en que debían permanecer en campaña. Así se determinó que el plazo máximo a cumplir tenía que ser de un año, lo que además de complicar el trámite de relevos y reemplazos disminuía el nivel de experiencia y eficacia combativa de las fuerzas. Sin dejar de reconocer la importancia de esta decisión en la política social en la población norteamericana, desde el punto de vista táctico tuvo un efecto similar al de las prestaciones limitadas de la Edad Media donde la falta de práctica bélica hacía imposible encontrar soldados con conocimiento y experiencia. En enero de 1965 se habían empeñado 23.000 hombres en Vietnam, para 1968 ese número se había elevado a 549.000. Las tropas de Vietnam del Norte, con requisitos logísticos mucho menores lograron comprometer un número de efectivos que se mantuvo equiparado al de las fuerzas de occidente, pero con una permanencia continua que les permitía adquirir cierta experiencia, no siempre pareja en razón del empleo de tropas regulares e irregulares. De todas formas las fuerzas norteamericanas disponían de amplias ventajas sobre sus oponentes. A un intenso poder de fuego y una amplia movilidad se sumaban un gran adelanto tecnológico y la situación básica de enfrentar fuerzas mecanizadas a las más simples tropas de infantería. Se emplearon en Vietnam cerca de 5.000 helicópteros, una muy importante cantidad de vehículos blindados y tres veces el tonelaje de bombas empleadas en la Segunda Guerra Mundial. Estos recursos le permitieron a los norteamericanos establecer una relación de bajas de entre seis a diez norvietnamitas por cada baja propia. La pregunta que surge de inmediato es cómo se emplearon estos recursos en atención al resultado de la guerra. Para el combate, el terreno de Vietnam presenta especialmente un serio problema de Detectabilidad. La jungla es tan densa que favorece el ocultamiento de los movimientos aún a muy cortas distan-
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cias. Ese denso follaje aumenta la oscuridad en las horas nocturnas lo que facilitaba aún más el desplazamiento y el control del terreno por parte de los norvietnamitas, especialmente a sus fuerzas irregulares. Para enfrentar este problema se practicaron diversos métodos. Por un lado se desarrolló un proyecto conocido como “El Muro de McNamara”, que consistía de un sistema de vigilancia electrónica integrado por una gran cantidad de sensores automáticos desplegados en amplias zonas del terreno. En 1967 los sensores fueron lanzados desde aviones. El efecto que producían era el de presentar blancos al fuego propio como si la jungla estuviera despejada. El más famoso caso es el de la Base de Apoyo de Fuego Crook, que entre el 5 y el 7 de junio de 1969 lograron provocar 400 bajas al enemigo al precio de una sola propia. Pese a que mejoró la alerta, este tipo de vigilancia electrónica nunca dejó de ser un elemento secundario pues su confiabilidad era irregular y en ocasiones no alcanzaron a prevenir acciones masivas de asalto. Otro método fue el de la defoliación química cuya peligrosidad de manejo y secuelas hizo que se empleara limitadamente y fuese reemplazada por equipos de topadoras empleados principalmente en la apertura de caminos y despeje de zonas de tiro. Se desarrolló también el avión OV-1 Mohawk cuya función era recoger información terrestre mediante el uso del radar y de escaners infrarrojos. Aunque el proyecto era interesante la necesidad táctica de recibir, procesar y enviar rápidamente la información, era una destreza que este avión nunca pudo cumplir por lo que se lo relegó a funciones estratégicas. Con la intención de aprovechar el dominio del espacio aéreo, se decidió el empleo en función de vigilancia, de aviones a los que se equipó con armamento para atacar las posiciones enemigas. Los aviones elegidos para esta misión fueron aeronaves de transporte que pudieran soportar el peso de las armas y que aportaban una velocidad adecuada para la observación del terreno. Así apareció el (Spooky) que era un C-47 equipado con ametralladoras laterales y algunas pesadas en su puerta trasera o un cañón Gatling; se equiparon de manera similar aviones C-130 que en 1972 alcanzaron a portar un obús de 105mm. Aunque contaban con equipos electrónicos de detección y reflectores para iluminar la superficie de noche, realmente su función fue más de apoyo de fuego que de detección y alerta.
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El más efectivo elemento de vigilancia del campo de batalla resultó ser el helicóptero liviano cuya maniobrabilidad permitía acercamientos al terreno privados a los otros medios. Esta guerra es esencialmente una guerra de infantería donde los grupos y secciones son los protagonistas del combate, sin importar cuántos batallones o regimientos estén comprometidos en la batalla. Entre octubre y noviembre de 1965 se desarrolló la campaña de Plaiku donde la primera división de caballería norteamericana empleó sus cuatro batallones de infantería aeromóvil contra una división norvietnamita compuesta de tres regimientos de infantería, un batallón de morteros de 120 y dos de apoyo de fuego. Como resultado los americanos sufrieron 800 bajas, perdiendo cuatro helicópteros y sufriendo daños en otros 56, mientras que el vietcong soportó 4.900 bajas, perdiendo 1.000 armas de todo calibre y un hospital de campaña. Después de esta campaña el General Westmoreland adoptó la táctica de Búsqueda y Destrucción basada en la movilidad aérea y actuando bajo la idea de que no existe una línea de frente. Como toda táctica móvil su mayor dificultad consistía en la ubicación y fijación del enemigo, se empleaba para ello el método conocido como “reconocimiento por fuego”. Esto consistía en solicitar a la artillería batir zonas frente a las unidades esperando así detectar posiciones enemigas, también se empleaba por medio de las armas de los helicópteros batiendo la zona de descenso a ciegas antes de aterrizar. Esta táctica que a veces resultaba productiva era buena para la moral de la tropa pues reforzaba su confianza, sin embargo también actuaba como alerta para el enemigo pues indicaba las áreas de acción y le ahorraba sus propias misiones de reconocimiento. Así esta alerta del fuego podía volverse en contra de las tropas americanas pues permitía al vietcong prepararse para emboscarlos, cuando esto ocurría las tropas occidentales emboscadas debían reunir todo el apoyo de fuego posible para sostenerse y salir airosos de la trampa. Para ello contaban los infantes con fusiles M16, lanzagranadas M79 y ametralladoras M60, sus contrapartes disponían del fusil de asalto Kalashnikov AK-47, ametralladoras RPD y lanzacohetes RPG-2 y 7. La distancia promedio del combate de infantería en la jungla oscilaba entre los 30 y los 10 metros, sin importar el volumen de las tropas comprometidas resultaban virtualmente invisibles en la jungla por lo que mayormente, el fuego debía hacerse sin apuntar. Trabado el combate iniciaba su gestión el apoyo de fuego de morteros y artille-
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ría, que era solicitado por radio y no siempre recibido rápidamente. Se debe tener en cuenta que las condiciones de la jungla afecta las comunicaciones radiales y que solicitar apoyo de fuego sobre blancos que no se ven es un trabajo complejo. Se podía llegar a tardar 20 minutos para establecer las referencias de fuego, sin que ello asegurase un buen resultado. En el caso de la artillería se sumaba el hecho de que antes de disparar se debían identificar las posiciones de la propia tropa y cumplir con las reglas de empeñamiento que identificaban áreas protegidas. Ocasionalmente se sumaban limitaciones políticas respecto del empleo del fuego en determinadas áreas. Morteros y cañones enfrentaban también una limitación reglamentaria y era que no debían emplearse a menos de 100 metros de unidades propias, con combates a distancias como las que señalamos, este apoyo sólo podía emplearse en la retaguardia enemiga o sobre algunos de sus flancos pero no en el frente de contacto. A esto se suma que los morteros que acompañaban a la infantería debían hallar posiciones donde el techo del follaje estuviese abierto lo que no siempre era fácil de encontrar y disminuía su efectividad. Finalmente la munición de hasta 105mm podía no surtir efecto por explotar sobre el techo de la jungla, sólo los escasos cañones de 155mm lograban una penetración completa. A continuación el apoyo aéreo se iniciaba con los helicópteros. Estos elementos sufrían una limitación debido a que necesitaban diez horas de mantenimiento por cada hora de vuelo, lo que significaba que el número de aeronaves disponibles se hallaba limitado y se traducía en retrasos de una hora para proveer el apoyo solicitado. El otro problema que encontraban era el de la identificación de los blancos. El uso de humo de colores podía encontrarse con la contención del techo de la jungla y no poder ser observado desde el aire o por el empleo de humo del mismo color por parte del enemigo. Finalmente procedía el apoyo de los aviones bombarderos que pese a tener un mayor poder de fuego, tardaban más en actuar, debían contemplar áreas de seguridad mayores y la identificación de blancos se hacía más difícil dada su velocidad, por lo que también su empleo en la línea del frente era limitado. Se debe tener en cuenta que los soldados de Vietnam del Norte eran muy hábiles para atrincherarse y fortificar sus posiciones, lo que disminuía la efectividad del fuego. Bajo estas circunstancias el combate requería del empleo de fuego directo en una potencia superior al de las armas de infantería y que contase con la protección suficiente
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para acercarse al enemigo: lo que se necesitaba era el empleo de blindados. Aunque no lo parezca el territorio de Vietnam ofrece áreas donde los blindados podían operar, aunque más restrictivas para tanques que para vehículos acorazados de menor porte. En su empleo se prefirió comprometerlos en la seguridad de caminos o posiciones estáticas, lo que llevó a una excesiva dispersión, del mismo modo que se dispersaron los blindados aliados durante la Campaña de Francia de 1940. Para cuando se advirtió este error y se comprendió que podían emplearse en batalla, los americanos ya habían comenzado a retirarse de Vietnam. También la doctrina táctica de la infantería sufrió cambios. Pasando del empleo de “fuego y maniobra” al empleo de “maniobra y fuego”. El primer procedimiento consistía en tomar contacto con el enemigo, generar una base de fuego para aferrarlo y luego maniobrar por pequeñas unidades en escaramuza para asaltarlo y aniquilarlo. El segundo procedimiento tuvo su origen en dos elementos, por un lado el voluminoso apoyo de fuego de que podían disponer hasta las unidades más pequeñas y en segundo lugar el requerimiento político de actuar con el menos número de bajas propias. Esto dio la idea de emplear a la infantería para hallar al enemigo y luego reemplazar la fase del choque por el sometimiento por el fuego. Esta nueva táctica establecida en 1967 le asigna a la infantería un rol esencialmente defensivo. Las unidades de esta arma una vez tomado contacto con el enemigo, establecían un perímetro de 360 grados y, sin importar si la operación era móvil o no, dejaban la carga de la maniobra a su oponente. Cuando las tropas del vietcong aceptaban esta invitación, generalmente eran rechazadas con fuertes bajas. Las tropas de Vietnam del Norte en consecuencia prefirieron siempre rodear a la infantería americana lo que no sólo les permitía mantener la iniciativa, sino que además obligaba a los norteamericanos a realizar costosas operaciones de rescate. Aún cuando los norteamericanos provocaban un número mayor de bajas a su enemigo, nunca lograron un verdadero combate de aniquilamiento, pues el vietcong rompía el contacto y abandonaba el campo antes de que ello ocurriera, esto se debía a que consideraban más importante mantener estructuralmente una unidad de combate, aunque muy debilitada por las bajas, que perderla completamente. Bajo un concepto político donde la organización a todo nivel era más importante que el individuo, las bajas eran un elemento contingente que se estaba dispuesto a tolerar, mientras la estructura se mantuvie-
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se en funcionamiento. Paradójicamente los norteamericanos consideraban estas retiradas como un éxito, sin embargo el “…Éxito, como la victoria, la derrota y perder están culturalmente condicionados, y es peligroso asumir una definición … de estos conceptos…”para interpretar eventos donde idiosincrasias distintas se enfrentan.101 Considerando estas retiradas como victorias, los norteamericanos, sin embargo rara vez ejecutaron una persecución del enemigo, por lo general se dedicaron a tareas de evacuación de bajas y de patrullaje y aseguramiento del terreno. Este tipo de combates no deja de resultar frustrante en tanto que nunca se alcanza la percepción de una victoria de magnitud sobre el oponente. Lograr el aniquilamiento del enemigo en batalla requiere de su completo cerco, lo que en la jungla no resulta tan sencillo. El comando estadounidense concurrió a Vietnam con la intención de practicar el criterio de batalla decisiva o de aniquilamiento, pero pronto descubrió que la teoría clásica del yunque y el martillo no era fácil de aplicar en una guerra móvil donde la localización del enemigo no resulta precisa ni permanente. Una vez entrado en contacto, los occidentales aferraban al enemigo y de hecho recurrían para ello a un fuerte a apoyo de fuego. A partir de allí se iniciaba el procedimiento de ubicar las tropas que debían completar el cerco del oponente. El tiempo resulta en ese caso esencial, tanto como la disponibilidad de reservas para la operación. Si éstas estaban disponibles, su traslado en Vietnam era esencialmente a través de helicópteros. Para llevarlas a destino se requiere de zonas de aterrizaje despejadas de vegetación y de enemigo y que además estén cercanas al área de combate. Afianzar estas zonas requiere de tropas adicionales, lo que disminuye las reservas. El empleo de aeronaves resulta también en un alerta para el enemigo que puede decidir tomar contramedidas. Las condiciones del terreno selvático no facilitan el acordonamiento, la espesura del follaje y la consecuente limitada Detectabilidad obligan al empleo de grandes cantidades de tropas en una alta densidad. Por demás las limitaciones relatadas respecto del fuego de artillería impedían confiar plenamente en él para completar el cerco. Todas estas limitaciones hacen que las pocas batallas de cerco, ganadas por los norteamericanos, sean verdadero motivo de orgullo profesional. 101
Black, Jeremy.1999,”War in the 1815”,pg.1,London, Westview Press.
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El ejército de los Estados Unidos marchó a la guerra bajo la idea que la tecnología multiplicaría el poder de fuego de las tropas, y les proveería de una amplia movilidad. Su enemigo pretendía alcanzar esas ventajas a través de los procedimientos de combate. El ejército de Vietnam del Norte “Es un ejército regular que usa muchos métodos tácticos de la guerrilla…Está en constante movimiento y se halla dispuesto a aceptar grandes bajas cuando toma la iniciativa, combinando el uso del terreno, el camuflaje, la dispersión y el atrincheramiento para minimizar las bajas en otras ocasiones.”102 La táctica norvietnamita era conocida como “uno lento, cuatro rápidos” haciendo referencia a sus etapas. La primera consistía en un cuidadoso planeamiento y preparación del ataque, en esta etapa se concentraban armas, equipos, suministros médicos y alimentos necesarios para el asalto, los que eran almacenados cercanos al punto de la acción. A partir de allí se iniciaba un rápido avance en grupos dispersos hacia el área de batalla. Procedía luego una fulminante concentración y un violento ataque sobre el punto de la decisión protegiendo sus flancos con partidas de emboscada, las que se empleaban también para impedir el socorro del enemigo. Lograda la victoria, se rastrillaba el terreno de manera expedita recogiendo armas y bajas. Finalmente las tropas se retiraban hacia puntos de concentración previamente establecidos, desapareciendo tan rápidamente como habían aparecido. El procedimiento le aseguraba a los norvietnamitas mantener la iniciativa, emplear la sorpresa y evitar el desorden y el pánico en sus acciones. También obligaba a los norteamericanos a comprometer al límite sus reservas y recursos tecnológicos que no siempre alcanzaban para responder a esta táctica. Nos encontramos aquí con un renovado empleo de la dispersión, donde cada hombre sostiene por sí mismo el frente. Este enfoque desde ya que no resultaba nuevo en Vietnam, pero es uno de los hitos que mantiene viva la controversia respecto de la combinación de tácticas de lucha regular e irregular. Por otra parte a lo largo de los siglos el criterio de la dispersión ha sido uno de los mecanismos centrales en la definición de la táctica Esta dispersión alcanza también al empleo de las bases de fuego, las que actuaban de manera autónoma generando islas defensivas dentro del teatro de operaciones.
102
Griffith, Paddy.1990,” Forward into Battle”,pg.160-161, Estados Unidos de Norteamérica, Presidio.
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Vietnam mostró que el papel de la tecnología en la guerra es importante, pero es riesgoso sobre valorarlo. El exceso de confianza demostrado por los norteamericanos en su tecnología militar fue defraudado por el hecho de que problemas como la falta de vigilancia, las limitaciones del poder de fuego y las que alcanzaban a la movilidad no tuvieron solución. Más grave aún fue que la doctrina táctica no incorporaba las incompetencias tecnológicas, de allí su debilidad. Del mismo modo en que la aparición de la pólvora requirió de tiempo para hallar una doctrina adecuada, deberíamos comprender que la velocidad de la innovación tecnológica no es igual a la de los desarrollos tácticos y que aquella sin éstos puede resultar peligrosa.
L AS GUERRAS ÁRABE -ISRAELÍES Mientras los conflictos de Corea y Vietnam integraban el fenómeno de la Guerra Fría, las luchas de Medio Oriente tenían una identidad propia e independiente de la disputa entre los dos grandes bloques mundiales. Las fuerzas de los países árabes, que contaban con una impronta militar esencialmente inglesa y francesa, a partir de la descolonización
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adoptaron equipos y doctrinas provenientes de la Unión Soviética. Es así como se observa el empleo de tropas blindadas en ataques en escalón, un procedimiento típico del ejército rojo. Por su parte los israelíes incorporaron equipo occidental de Inglaterra, Francia y Estados Unidos, pero desarrollaron una doctrina basada en las ideas originales del empleo de armas blindadas. Así en 1967 durante la Guerra de los Seis Días, la Campaña del Sinai se realizó mediante el empleo de columnas blindadas esencialmente integradas por tanques y con poco empleo de infantería. Este modelo táctico recuerda la idea del General Fuller del empleo de “sólo tanques”. Las luchas entre árabes e israelíes traen a la memoria los combates de la Segunda Guerra Mundial, aún cuando incluyen tecnología muy moderna. Por ejemplo las tres acciones más exitosas de la Guerra de Yom Kippur: el ataque egipcio a la línea Bar Lev, el ataque blindado israelí al Golan y el contraataque judío en el Canal de Suez presentan el típico aprovechamiento de puntos débiles no preparados especialmente para la defensa. Confirmando esto, las fortificaciones bien emplazadas y preparadas de esa guerra, siempre se mantuvieron victoriosas. Esta última guerra presenta el empleo de armas de alta tecnología a las que en principio se les asignó un valor de impacto contra la movilidad tan fuerte como el que tuvieron las ametralladoras en la Primera Guerra Mundial. Los ataques sirios en el Golan y el asalto egipcio al Canal de Suez fueron acompañados de una sombrilla de mísiles antiaéreos y una pantalla de mísiles antitanques. El empleo de estas armas en volumen causó un fuerte impacto en los círculos militares llegando a pensarse que la era de los tanques había desaparecido. Sin embargo estas armas resultaron ser menos maravillosas de lo que se creía. Uno de los fuertes teóricos de los sistemas de mísiles era su capacidad para eliminar al blanco de un disparo, sin embargo se conoce el caso de mísiles antiaéreos que lanzados en cantidad de 5.000 sólo lograron derribar a cuatro aviones. En el caso de los mísiles antitanque muchos blindados salieron indemnes de sus ataques, aún cuando arrastraban en sus torretas manojos de los cables de guía de los proyectiles. La estadística de bajas indica que la mayor parte de los aviones habían sido derribados por sistemas múltiples de ametralladoras o cañones antiaéreos; en el caso de los tanques, los cañones de los vehí-
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culos y la tradicional bazooka tuvieron una mejor perfomance que todos los mísiles juntos.103 Pese a que no resultaron decisivos, los mísiles, sí obligaron a una revisión de la doctrina israelí pues era ahora imposible el empleo de “sólo tanques”, debiéndose formular una táctica de armas combinadas que incluyera la artillería y la infantería, volviendo al mejor modelo de la Segunda Guerra Mundial. Así en la Operación “Paz para Galilea” de 1982 los israelíes emplearon junto con sus tanques a la infantería para eliminar los núcleos de armas antitanque, contra los cuales se practicó también la técnica de fuego profiláctico. En su ataque al Líbano gracias a esta doctrina y al empleo de helicópteros antitanque, tanques con blindaje reactivo y elementos de detección que incluían vehículos piloteados a control remoto (RPV), los israelíes eliminaron 86 aviones, 350 tanques y todas las defensas antiaéreas que les opusieron los sirios y palestinos, al precio de dos helicópteros y 50 blindados. En su lucha en la ciudad de Beirut los israelíes, principalmente debido a la escasez de infantería y a la falta de experiencia en el combate en localidades, decidieron no entrar a batallar en la ciudad sino someterla por medio de la artillería. Este procedimiento sólo le sirvió a Israel para recibir serias críticas en el ámbito internacional, pues se había producido un cambio entre las fuerzas enfrentadas. La ciudad bombardeada no contenía un ejército regular como en Stalingrado, sino que se trataba de insurgentes y terroristas de la Organización para la Liberación de Palestina que se hallaban mezclados con la población local. Esta metamorfosis del combate será en tiempos modernos una constante que la táctica deberá atender especialmente y a la que nosotros nos referiremos más adelante. El conflicto árabe-israelí ha puesto de manifiesto dos circunstancias de guerra que la presentan como un fenómeno distinto al conocido hasta ahora. Por una parte ha refinado la doctrina de armas combinadas de la Segunda Guerra Mundial incorporando la nueva tecnología en ella, es decir que en el campo de la guerra convencional ha presentado una continuidad evolutiva con relación a la solución del problema de la movilidad en el campo de batalla. Por otra parte presenta una etapa posterior a la guerra convencional. En ésta al menos en un bando los ejércitos regulares desaparecen, para ser reemplazados por fuerzas irregulares que aprovechan no sólo la movilidad que su reducido volumen les da, sino que además aplican la disper103 Griffith P.,1981 “Forward into Battle” pg.174-175, California Presidio.
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sión en el más alto grado, confundiéndose entre la población civil tanto propia como enemiga. La distinción entre guerra convencional y no convencional no es ya una calificación que defina a tal o cual conflicto, sino que es un continuo en la guerra como si se tratara de dos etapas sucesivas o entrelazadas. El combate no convencional está además hoy presente en la paz.. El problema táctico más serio es el de resolver el combate contra fuerzas irregulares pues aunque la guerra pase de lo convencional a lo no convencional rápidamente, el soldado regular no está instruido para enfrentar ambos tipos de lucha que exigen de diferentes capacidades y aptitudes.
E VENTOS DESTACABLES Blindados en el Golán La línea de cese de fuego de 1967 entre Siria e Israel era conocida como la Línea Púrpura y se desplegaba sobre las alturas del Golán. Esta posición domina todo el norte de Israel exponiéndolo a eventuales bombardeos de artillería. La Línea Púrpura recorría desde la frontera en el Líbano, en la región del monte Hermón hasta unos sesenta y cinco kilómetros al sur siguiendo un curso paralelo al río Jodán y el lago Tiberiades a una distancia de unos treinta kilómetros hacia el este de esos cursos de agua. Del lado de Israel las avenidas de acceso se fijaban en las ciudades de Bañas al norte, de Kuneitra y Rafid en el centro y el El Al al sur, todas ellas separadas por unos veinte kilómetros entre si. Del lado sirio las avenidas de aproximación se anclaban al sur en Nawa, que se comunicaba directamente con Rafid, y de Sassa al norte conectada con Banias y Kuneitra. Hacia el nordeste Sassa se conectaba con Damasco teniendo como puntos intermedios Katana y Kiswe que trazaban una transversal en la ruta de camino a la capital siria. Para Israel esta línea operaba como alerta y su función consistía en resistir cualquier ataque sirio hasta que se pudieran movilizar las reservas. Para ello comprendía una serie de puntos fuertes y puestos de observación guarnecidos por unos 3.000 soldados y 50 piezas de artillería. Estos efectivos se integraban en dos brigadas blindadas, la
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7ma. desplegada entre Kuneitra y el frente de Banias con 105 tanques y la 188va (Barak) desde el sur de Kuneitra hasta el norte de El Al con su centro en Rafid con 100 tanques. Los sirios, cuya doctrina emulaba a la soviética, disponían de tres cinturones defensivos. El primero a dos kilómetros de la Línea Púrpura, el segundo frente a las alturas de Sassa y el tercero entre Katana y Kiswe. Estos cinturones escalonados tenían como objetivo la defensa de Damasco y esta preocupación resultaría decisiva en el curso de las acciones. Conforme los planes trazados por las fuerzas árabes para la guerra del Yom Kippur. Los sirios prepararon una ofensiva a lo largo de la Línea Púrpura buscando un punto de penetración para luego explotarlo con sus reservas. La primera línea del asalto la comprendían una Brigada Marroquí al pie del monte Hermon, la 7ma. DIMec entre Banias y Kuneitra, la 9na. DIMec entre Kuneitra y Rafid, la 5ta. DIMec entre Rafid y El Al, cada una de estas divisiones estaban reforzadas por una brigada blindada. La reserva operacional del ataque la constituían la 3ra. y la 1ra. DBL en Katana y Kiswe respectivamente. El ejército sirio disponía además de dos brigadas de infantería y una mecanizada. En el curso de las acciones llegaron a emplearse además la 3ra DBl iraquí, una BrBl de Arabia Saudita, la 40ma Br Bl jordana y una brigada de comandos del ejército del Ejército de Liberación Palestina. Las fuerzas sirias llegaron a alcanzar 60.000 soldados, 1.200 tanques, 600 piezas de artillería y 900 cañones y misiles antiaéreos.104 El plan sirio pretendía alcanzar las riberas de Jordán y en una segunda etapa invadir Galilea. Para ello emplearía su infantería en la apertura de una brecha en las defensas antitanques israelíes y luego explotarla rápidamente con el empleo masivo de blindados e infantería mecanizada; esta primera parte de la operación debería cumplirse en treinta y seis horas y contar con el empleo de la sorpresa para evitar la reacción israelí. Para la explotación los sirios contaban con las dos divisiones de reserva antes mencionadas, sin embargo en su preocupación por defender Damasco sólo se preveía el uso de una de ellas. Esto quiere decir que sin importar cuantas brechas atravesaran el frente israelí, los sirios estaban en condiciones de explotar sólo una de ellas. Esta limitación del plan se agravaba por el diseño del asalto principal. La 9na. 104
Knapp G. 1992 “Antiarmor Operations” en “ Convined Arms in Battle Since 1939” pag.30 Fort Leavenworth, Kansas U.S. Army Command and General Staff College Press.
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DIMec en el centro tenía como objetivos cortar las comunicaciones del frente israelí ocupando Kuneitra y Rafid, mientras que la 7ma. DIMec debía penetrar el frente y alcanzar el Jordán en la región de Gonen. En tanto la 5ta. DIMec debería tomar el puente Arik sobre ese río inmediatamente al norte del lago Tiberiades. Como vemos el plan de asalto sirio comprendía dos penetraciones profundas, pero reservas para explotar sólo una de ellas. El ataque árabe se inició exitosamente el 6 de octubre de 1973 logrando la sorpresa y presionando las desesperadas defensas israelíes. Asimismo se aprovechó una brecha en Rafid para comprometer una de sus divisiones de reserva. Sin embargo en la zona de Kuneitra la penetración no pudo realizarse debido a un excesivo empleo de tanques sin el debido apoyo de artillería e infantería. En muchos sitios las tropas sirias sobrepasaron puestos defensivos israelíes que no fueron luego debidamente aniquilados, estas posiciones permitieron a los israelíes cortar las columnas de suministro de las avanzadas sirias. Otro error cometido por los sirios fue el de no acompañar las columnas de penetración con suficiente defensa aérea, ello significó que cuanto más avanzaban más vulnerables se volvían a los ataques de la fuerza aérea israelí. Los combates resultaron feroces. Mientras los sirios se lanzaban masivamente sobre las defensas, los escasos blindados israelíes con sus jefes de tanque dirigiendo las acciones expuestos al fuego asomados desde las torretas, cambiaban constantemente de posición buscando los mejores tiros de enfilada. En la primera noche se registraron combates blindados a distancias menores a los 100 metros. En el combate blindado los israelíes contaban con la ventaja de un mejor adiestramiento y de tanques que podían disparar ocultos tras alturas debido a que sus cañones alcanzaban un ángulo de depresión de diez grados mientras que los tanques enemigos sólo alcanzaban cuatro grados. Sin embargo la profusión de misiles antitanque y lanza cohetes proveyó algún equilibrio en el combate blindado para los sirios; esto se vio favorecido también por la tendencia israelí de emplear sus tanques sin adecuado apoyo de infantería. Un error destacable de la táctica siria es que a pesar de contar con infantería suficiente para barrer con las posiciones fijas israelíes, la misma fue empleada montada en sus vehículos blindados de transporte lo que disminuía su efectividad en los asaltos a los puestos judíos y la hacía fácil blanco de las armas antitanque. Las escasas fuerzas israelíes resistieron el esfuerzo sirio durante treinta y cinco horas, pero para el 7 de octubre los sirios dominaban la
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región de Galilea. Las fuerzas de Damasco decidieron sostener el frente norte y explotar la penetración en el sur, aunque siempre sin comprometer la división blindada que protegía Damasco. Las reservas israelíes se movilizaron rápidamente y fueron enviadas al frente con eficacia. El responsable de ello fue el Grl Dan Laner, que desde su puesto de mando en el puente Arik envió a las Br Bl 79na, 14ta, 17ma y 19na escuadrón por escuadron a taponar las brechas que se producían, especialmente en el frente sur. Para el 9 de octrubre la 7ma BrBl israelí seguía resistiendo en el norte auque sólo le quedaban siete tanques, después de haber destruido 460 vehículos blindados enemigos. El 8 de octubre los israelíes iniciaron su contraataque. Las reservas israelíes dirigieron su contraataque no hacia el frente de la penetración siria, sino a sus escalones de retaguardia lo que hizo perder rápidamente fuerza al asalto árabe.Para el 10 de octubre las 7ma y 188va BrBl atacaban al norte de Kuneitra, mientras que 19na, 20ma y 79na lo hacían por el sur de esa localidad. En su asalto empujaron la línea del frente hasta colocarse a tiro de artillería de Damasco. En esta ocasión los israelíes no pudieron combatir como era su costumbre, empleando grandes masas de tanques, sino que debieron recurrir a una táctica más conservadora y efectiva. Recurrieron al empleo de artillería y bombardeoa aéreo, especialmente con Napalm, para ablandar las posiciones sirias y luego avanzaron con infanter´´ia y tanques asegurando cada posición conquistada. El 13 de octubre los israelíes rechazaron el ataque de la 3ra DBl iraquí que se lanzó al combate sin conocimiento cabal de la situación , sin emplear la radio para coordinar y transmitir órdenes; esta incompetencia sólo prudujo una desastrosa derrota. El 16 de octubre la 40ma BrBl jordana lanzó un ataque contra el flanco sur israelí. Los jordanos basaban su doctrina en la británica así que recurrieron al empleo de tanques en un frente estrecho, buscando la formación de una brecha para asegurarla y explotarla por la infantería; asimismo los tanquistas conducían asomados por las torteas. Con 150 tanques, y perdiendo sólo 14 lograron penetrar el frente judío en treinta minutos de combate. Lamentablemente la artillería iraquí que debió realizar un bombardeo de apoyo y preparación treinta minutos antes del ataque, inició el fuego en el momento de la ruptura y sobre los jordanos. Para agravar la situación los aviones sirios enviados a apoyar el asalto comenzaron a disparar sobre la infantería iraquí que debía continuar la explotación jordana. Sobrevino una anarquía tal que la operación debió ser completamente suspendida.
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Los combates continuaron hasta el 21 de octubre. Aunque los israelíes rechazaron el ataque árabe, no lograron destruir su ejército, pero para ese momento ninguna de las dos fuerzas estaba en codiciones de realizar ningún esfuerzo que pudiese cambiar las posiciones alcanzadas. El 24 de octubre se impuso el cese de las hostilidades
An Loc En la mañana del 8 de junio de 1966, la Tropa A del Primer Escuadrón del 4to. Regimiento de Caballería, perteneciente a la 1ra. División de Infantería (1 DI) al mando del My Grl William DePuy inició una marcha entre Phu y Loi y An Loc. La fuerza al mando del Capitán Ralph Sturgis comprendía 135 soldados, 9 tanques M48, 22 vehículos de combate para transporte de personal M113, 2 blindados lanzallamas, 2 portando radares, 2 tipo “Dozer” y 1 de recuperación. La columna de marcha escalonaba en primer lugar al Tercer Pelotón, en el centro con los tanques al Segundo y al Primero cerrando la retaguardia. Como apoyo de rutina para una marcha de ese tipo, en el campo de Lai Khe se encontraba el 2do. Batallón de Infantería del 18vo Regimiento de Infantería (2/18) que actuaría helitransportado a requerimiento del jefe de columna. Iniciada la marcha la columna abandonó la ruta provincial Nro 13 que la llevaba directamente a su destino, sospechando que se hallaba minada; tomó entonces el sendero dejado por un antiguo ferrocarril francés que corría paralelo a la ruta. A las 1100 horas se alcanzó Lai Khe donde las tropas racionaron y los vehículos recibieron combustible y mantenimiento. Luego de este breve alto continuaron su marcha por la ruta paralela que venían siguiendo hasta alcanzar Chon Thanh; arribados a este punto el 2/18 fue transportado por aire hasta el aeropuerto de Hon Quan en An Loc. El camino transcurría ahora a través de una jungla cerrada lo que obligó por seguridad a retomar la ruta 13. Hallándose a menos de 6 kilómetros de su objetivo, siendo las 1430 el tanque que lideraba la columna fue alcanzado por el disparo de un cañón sin retroceso (cñ s/r), aunque los relatos de la acción señalan que pudo haber sido una mina o ambas cosas a la vez. La fuerza del Capitan Sturgis había caído en una emboscada montada por el Regimiento de Infantería 272 de la 9na División de Infantería del Viet Cong.
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Empleando la táctica de “uno lento y cuatro rápidos” el Viet Cong había instalado sin ser detectado una emboscada sobre la ruta 13. Los batallones 1, 2 y 3 del citado regimiento se desplegaron ordenados de norte a sur y del lado oeste de la ruta; formando una ele con este dispositivo en su extremo sur se hallaba la compañía de reconocimiento del regimiento atravesando el camino. Como complemento pequeños grupos de guerrillas se hallaban apostados al este de la ruta. Siguiendo la doctrina táctica del Viet Cong esta emboscada se encontraba al límite, o algo más del máximo del alcance de la artillería americana, el comandante oriental había logrado una notable superioridad numérica y desplegaba un frente de fuego de 3 kilómetros para machacar a las tropas norteamericanas. La Tropa A se vio sometida a un intenso fuego de armas portátiles, morteros y cañones sin retroceso, sin embargo el volumen de fuego retornado al enemigo impidió que este se lanzara al asalto. Esta circunstancia debió obligar al comandante del Viet Cong a reordenar su plan de combate, sin embargo teniendo en cuenta que su doctrina táctica no buscaba una batalla decisiva, el efecto de desgaste aunque menor redituaría como un resultado positivo de la emboscada. El Capitán Sturgis movió su vehículo de comando del centro de la columna hacia el 3er. Pelotón donde se hallaba lo más fuerte del combate. Fue alcanzado por un impacto de un cñ s/r desde su izquierda pudiendo continuar sin mayores daños; pero pronto recibió igual fuego desde su derecha, siendo rescatado por un M132 lanzallamas que eliminó la posición de guerrillas que intentaba destruir el vehículo de comando. Al comienzo del combate el nutrido fuego hizo que norteamericanos no distinguieran claramente de donde provenía el ataque mayor, por lo que el 3er Pelotón dispuso sus vehículos en forma de espinazo de pescado para cubrir ambos lados del camino. Mientras el 2do y el 1er Pelotón se acercaban se pudo identificar que el ataque principal provenía del oeste a menos de 100 metros del camino, entonces Sturgis ordenó establecer sus vehículos en un perímetro circular sobre el este de la ruta. Allí pudo pedir apoyo aéreo el que arribó 11 minutos después. Formar el perímetro defensivo no fue sencillo con las tropas extendidas a lo largo de 3 metros y bajo fuego. El 1er pelotón en su avance hacia el perímetro detectó que el 2do. Batallón del 272 se movía en paralelo a su curso por lo que aprovechó la oportunidad y abrió fuego sobre él. Inmediatamente recibió fuego de respuesta
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perdiendo 2 vehículos a unos 500 metros del perímetro defensivo que logró alcanzar poco después. La formación defensiva de la Tropa A permitió concentrar el fuego enemigo, aunque a su vez restringió toda maniobra posible. Esto significaba que el comandante del Viet Cong debía permanecer batiendo por el fuego a su enemigo o retirarse, lo que indica que conservaba su libertad de acción y la iniciativa de la batalla. Del lado americano la decisión fue la de resistir en el terreno lo que confirma que la iniciativa la conservaba el Viet Cong. A mayor abundamiento las otras dos opciones, atacar o retirarse no fueron intentadas. La primera aparentemente ni siquiera fue considerada y recibió una crítica en el reporte posterior de la acción. La segunda no se consideró viable en razón de que la superioridad del enemigo podía compensarse por medio del apoyo aéreo y el acercamiento del 2/18 y de la 5ta. DI del ejército de Vietnam del sur. Sin embargo estos argumentos no resultan consistentes. La 5ta DI se hallaba en An Loc, a sólo 3 kilómetros del combate pero cuando llegó todo había terminado. Lo mismo le hubiese ocurrido al 2/18 cuya única zona de aterrizaje se encontraba a más de 6 kilómetros del sitio de la emboscada. Según estas condiciones al comandante americano sólo le quedaba resistir pues cualquier movimiento hubiese llevado a la completa destrucción de la Tropa A. En refuerzo de este argumento se debe tener en cuenta que sólo el 1er y 2do batallones del viet cong estaban empeñados en el combate mientras que el 3ro se conservó en reserva, y sólo sostuvo un breve combate con una partida norteamericana hacia el fin de la lucha. Para el 9 de junio las fuerzas del Viet Cong habían abandonado el campo de batalla lo que permitió a la Tropa A moverse dentro del radio de acción de su artillería en Hon Quan. El saldo del combate fue de 14 norteamericanos muertos y 40 heridos, mientras que el Viet Cong dejó 100 muertos en el campo de batalla. Se desconoce el número de heridos pero debió ser alto. Aunque los números indicarían una victoria americana, la completa libertad de acción del Viet Cong señala lo contrario. Por demás no hay relatos de empleo de artillería por parte del Viet Cong, mientras que los norteamericanos tuvieron un escaso empleo de la misma, pero dispusieron de 17 bombardeos aéreos que emplearon: 27 toneladas de alto explosivo y napalm, 6 toneladas de bombas de fragmentación y 24 clusters de metralla, Aún con esta diferencia en la potencia de fuego la doctrina táctica del Viet Cong consiguió determinar la batalla.
L AS N UEVAS D OCTRINAS TECNOGUERRA : DEL PURGATORIO A L A TIERRA PROMETIDA Vietnam trajo la falsa promesa de que la tecnología podía ganar guerras por sí sola. Esa ilusión llevó al fracaso de la operación militar norteamericana y abrió la puerta a terribles males morales que dañaron seriamente el espíritu de cuerpo del ejército de los Estados Unidos de Norteamérica. Paralelamente a ello mostró que la tecnología sólo puede ser operada con éxito bajo el dominio de una táctica eficaz ejecutada por tropas de alta calidad moral e intelectual. La apreciación y análisis de estos cambios no fueron por cierto inmediatos. Sus efectos nocivos se observan, por ejemplo en el mal manejo del incidente del aeropuerto de Beirut del 23 de octubre de 1983. En esa ocasión un camión cargado de explosivos atravesó la garita de guardia para impactar y explotar en los cuarteles de un batallón de infantería de marina norteamericana que se hallaba estacionado en el lugar. El incidente causó la muerte de 231 soldados y obligó al gobierno norteamericano a retirarse de la operación de mantenimiento de la paz en el Líbano. Una comisión de investigación del Departamento de Defensa señaló que el ataque terrorista tuvo éxito debido a las siguientes cuestiones: la fuerza de Marines tenía un pobre entendimiento acerca de cual era su misión, el batallón estaba ubicado en una posición errónea, la estructura de comando era inadecuada para el escenario de una guerra civil, las distintas fuerzas norteamericanas actuaron sin cooperación entre ellas y el exceso de
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volumen de inteligencia privó al comando del batallón de la posibilidad de identificar la información que hubiese evitado el atentado.105 De igual modo la operación de Grenada mostró las deficiencias del sistema militar americano. Para reducir un grupo de enemigos de entre 50 y 200 efectivos, cuyo armamento consistía en fusiles y ametralladoras, los norteamericanos emplearon siete batallones produciendo 400 bajas entre los civiles y 80 en la propia tropa. Se perdieron además seis helicópteros Blackhawks y 12 de otras categorías alcanzando el 20 por ciento del total de aeronaves empleadas. En esta operación seguía vigente la doctrina de maniobra primero y fuego después. Esa doctrina, acuñada en Vietnam, le daba preeminencia al desgaste del enemigo y al empleo del fuego como solución táctica permanente, la persecución no formaba parte del concepto del combate. El reglamento de operaciones FM100-5 de 1976 planteaba para el teatro de guerra europeo una defensa activa consistente en ataque de flancos limitados como único agregado al modelo original. Estos asaltos restringidos son consistentes con el empleo blindado que hicieran los norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial contra el ejército alemán, los que sin dejar de ser exitosos no alcanzaban grandes decisiones aún cuando enfrentaban un ejército en pobres condiciones. El decaimiento del espíritu de cuerpo y este laberinto táctico que ofrecía resultados costosos hizo que muchos oficiales norteamericanos comenzaran a preocuparse por hallar una salida que restaurase tanto la impronta moral del ejército como su eficiencia combativa. En este último sentido el General Donn Starry, tal vez el más brillante comandante de blindados de Vietnam, fue responsable desde la conducción del TRADOC de establecer la nueva doctrina táctica. Esta doctrina se desarrolló a partir del estudio de la operación de las fuerzas israelíes en el Golan en 1973. En esa batalla la VII Brigada israelí resistió con 100 tanques el ataque de más de 500 vehículos sirios, perdiendo 93 blindados. Esa resistencia permitió la reunión de refuerzos, que el comando israelita planeó emplear en una de dos alternativas. Una posibilidad era reforzar los puntos débiles y resistir futuros ataques, la otra consistía en pasar a la ofensiva atacando los sucesivos escalones de avance de los sirios. Los israelíes tomaron esta última alternativa y la ejecutaron brillantemente eliminando una amenaza de 1.400 tanques enemigos. 105
Shy J. Y Collier T., 1986 “Revolutionary War” en Paret P. y “Makers of Modern Strategy “pg.820-821Princeton, Princeton University Press.
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Sin desmerecer la brillantez de la operación ni la inteligencia del General Starry, no podemos dejar de señalar que el ataque israelí no era novedoso, repetidas veces en la historia se habían dado situaciones similares, como por ejemplo en Poitiers en 1356 durante la Guerra de los Cien Años o en Bautzen en 1813 durante la guerra napoleónica. La sorpresa que despierta en Starry la acción del Golan guarda relación con un error en la política educativa militar norteamericana. El fin de la Segunda Guerra Mundial y la introducción de las armas atómicas hizo suponer a los norteamericanos que la nueva guerra nuclear carecía de antecedentes y por ello era inútil estudiar historia militar. El desconocimiento histórico mantuvo al ejército estadounidense en la ignorancia de numerosos modelos y ejemplos que pudieron haber mejorado la doctrina mucho antes que las acciones del Golan. Es sorprendente y triste a la vez descubrir que la estrategia del General Giap de permanecer en el terreno hasta desgastar y obligar al enemigo a retirarse de su país, es en esencia la misma estrategia que George Washington empleó contra los ingleses durante la guerra de la Revolución Norteamericana. Superando estas limitaciones Starry y los oficiales del TRADOC realizaron un elogiable esfuerzo que logró reunir los elementos conceptuales necesarios para establecer una doctrina eficiente y ofensiva que comprendiese además los adelantos tecnológicos.
L A B ATALLA A EROTERRESTRE : R EGRESO AL GÉNESIS La doctrina de la batalla aeroterrestre reconoce como antecedentes a las ideas acerca del empleo de blindados desarrolladas en Europa en los años 20. Se tomó el empleo de armas combinadas en las que tanto las armas de combate como las de apoyo y los servicios logísticos operan en conjunto. Se incluyó también la idea del torrente expansivo de Liddell Hart y especialmente el concepto de la batalla profunda de Tuchachevsky. Estas teorías se perfeccionaron mediante el estudio del empleo que de ellas hicieron los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, revisándose particularmente las campañas de Polonia de 1939, Francia de 1940, Rusia de 1941 y los envolvimientos de Rommel en
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el norte de África en 1941 y 1942. Asimismo se analizaron las operaciones del Tercer Ejército del General Patton. De la guerra moderna se tomaron las acciones israelíes de 1956, 1967 y 1973. El empleo de la fuerza aérea táctica y el desarrollo de la Primera División de Caballería Norteamericana como unidad aeromóvil, le dieron al campo de batalla una tercera dimensión. La aplicación de estas ideas debía responder al incremento de la letalidad del campo de batalla que amenazaba nuevamente a la movilidad. La solución se encaminó primariamente a darle a las unidades móviles un alto poder de fuego propio, incrementándose para ello sus capacidades antiaéreas, su aptitud para emplear el fuego en la profundidad del dispositivo enemigo y su facultad de poder soportar cierto nivel de bajas sin perder potencia de combate. Asimismo se pensó en procurarles la habilidad de mantener un nivel propio de abastecimiento, incluyendo munición y combustible. La Doctrina de la Batalla Aeroterrestre (DBA) se basa entonces en el desarrollo de unidades con esas características y que sean capaces de contener el asalto enemigo y al mismo tiempo atacar en profundidad los sucesivos escalones del dispositivo contrario, lo que tiene su fuente original en el bataillon carre napoleónico. Para ello se requiere el desarrollo de unidades con capacidades de fuego cercano y en profundidad, desde plataformas aéreas y terrestres, con la habilidad de maniobrar desplazándose por el campo de batalla rápidamente, pudiendo presentarse donde el enemigo no lo espera y ocupar cualquier terreno clave que sea necesario. Aunque los conceptos no son nuevos la DBA los presenta dentro de un cuadro más dinámico, integrador y ágil. La necesidad de actuar con rapidez en la contención y ataque en el frente y además, en la profundidad del dispositivo enemigo requieren de un preciso manejo del tiempo y del espacio, y la coordinación de diversos combates o batallas dentro de una misma acción estratégica. De allí que se incluya en la DBA el criterio de arte operacional. Esto facilita la conducción especialmente porque la unidad de táctica superior de la DBA es el cuerpo de ejército. Estas grandes unidades de batalla constituyen el medio principal de destrucción de las fuerzas enemigas. Están integradas por entre dos y cinco divisiones blindadas o mecanizadas más ocho o diez unidades de diverso tipo como regimientos de caballería blindada o aeromóvil; pueden contener entre dos y cuatro brigadas de artillería, una de aviación, una de comunicaciones, una de ingenieros y una de
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defensa aérea. Su constitución definitiva dependerá del teatro de operaciones y de la misión específica a cumplir. Uno de los elementos esenciales de la DBA es la profundidad del campo de batalla. Considerarla resultaba esencial para integrar una tecnología de armas que las había hecho más precisas y con mayor alcance. Mayor profundidad significa asimismo mayores espacios y la posibilidad de tener que atender simultáneamente a más de un combate al mismo tiempo. Para ello el comandante superior debe pensar sus operaciones en una profundidad de 150 a 200 kilómetros y con alcance de dos a tres días de anticipación. Esto implica el desarrollo de una forma particular de ver las operaciones en la que se incluyen no sólo el tradicional golpe de vista del terreno, sino también el empleo de la perspicacia y la intelección para poder integrar operaciones de tan largo alcance incluyendo, por supuesto, sus requerimientos logísticos. Uno de los puntos más interesantes de la DBA lo constituye su mecanismo de planeamiento y conducción conocido como “órdenes y propósito”. El “propósito” consiste en la visión que tiene el comandante acerca de cómo debe desarrollarse la operación. Es una proyección íntima y personal que lleva su impronta, por lo que generalmente la desarrolla por escrito y por sí mismo. Pretende establecer los lineamientos fundamentales de la operación para que su comprensión sirva de guía a todos los involucrados especialmente para aquellos casos en que se planteen situaciones inesperadas. Las “órdenes” convierten el propósito en un conjunto de instrucciones detalladas para la completa ejecución de la operación. Comprenden el análisis de la situación del enemigo y de la propia tropa, la misión, la operación de la maniobra y el fuego, así como las actividades de las diversas unidades y sus puntos de coordinación, la logística y los requerimientos de comunicaciones. Cuenta con detalles anexos respecto a inteligencia, ingenieros, defensa aérea, fuerzas especiales, operaciones psicológicas y acciones de decepción. En los niveles de brigada, división y cuerpo incluye una matriz de sincronización que permite armonizar las principales actividades de la batalla. Las órdenes de un cuerpo de ejército pueden comprender unas 200 páginas incluyendo gráficos y esquemas, tardando aproximadamente 72 horas para pasar del comandante superior a la tripulación de un tanque. Este sistema pretende evitar errores en la comunicación y asegurar a través de la comprensión de la misión la unidad de esfuerzos de la organización militar implicada en la operación. En la misma inten-
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ción la doctrina del ejército norteamericano impulsa el empleo de la iniciativa en todos sus escalones, sujeta a las condiciones locales en que se actúa. En este último punto este sistema es un poco más limitado que el tradicional sistema de directivas prusiano. La promoción de la libertad de acción y el empleo de la iniciativa es una muy inteligente medida, pues de otra manera la DBA no podría ser operada. La DBA es la coronación del empleo de armas combinadas, doctrinas blindadas, teorías de maniobra y penetración, y tecnología disponible a lo largo del siglo XX. Es en algún sentido el resumen de los conocimientos de occidente acerca del arte de la guerra, al menos en su concepto tradicional. En la actualidad las acciones de la Guerra del Golfo II han levantado críticas contra la DBA al punto de considerarla fracasada. Esto resulta apresurado e injusto. La DBA no se ha probado con un contrincante a su medida, empleada con capacidades restringidas puede resultar a primera vista defectuosa. Por otro lado y más importante, es más atendible el hecho de que la guerra como fenómeno esté cambiando hacia una nueva forma no definida aún, será entonces que no sólo la DBA, sino toda práctica de guerra actual deba ser revisada y adaptada.
UN NUEVO MODELO DE GUERRA…? En la edición de octubre de 1989 de la Marine Corps Gazette, William S. Lind y un equipo de oficiales desarrolló la idea de que la evolución de la guerra en los últimos 300 años comprendía tres generaciones y que en la actualidad estaba tomando forma una cuarta. La Guerra de la Primera Generación se refiere a la época de los ejércitos de masas, armados con mosquetes y cuya táctica esencial consiste en un rígido entrenamiento para alcanzar una alta cadencia de disparo; el uso de la línea para maximizar el fuego y la columna para resolver el empleo de las nuevas milicias de ciudadanos. Es el tiempo de las Guerras Napoleónicas, lo que prima aún es la definición de la batalla y la táctica inferior, sólo Bonaparte practica conceptos operacionales. Esta generación ha dejado su impronta en la idea de la identificación de la línea del frente en el campo de batalla. La Guerra de la Segunda Generación emplea el fuego masivo aprovechando las innovaciones tecnológicas de fines del siglo XIX. Aunque conserva la linearidad, su criterio táctico se basa en el fuego y el movimiento. El primero desarrollando especialmente el empleo de
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ametralladoras y el fuego indirecto, el segundo a través de cierta dispersión en la formación y de desplazamientos laterales en el campo de batalla. La necesidad de la suficiente potencia de fuego exigirá de una economía industrial indispensable para la provisión de armas y el desarrollo tecnológico. La maniobra obligará a incluir los conceptos operacionales dentro de las acciones de responsabilidad del comandante. La Guerra de la Tercera Generación se basa en el uso de la maniobra abandonando la linearidad y buscando la infiltración para penetrar el dispositivo enemigo, dislocarlo y destruirlo. No es ya el desgaste por el fuego lo que se busca en el empleo táctico, sino el hacer colapsar a las fuerzas enemigas aún antes de que ese desgaste se haya producido. La idea principal que surge como causa de los cambios en las generaciones es la innovación tecnológica. Sin embargo este solo elemento no alcanza para explicar plenamente los cambios. En la edición de septiembre de 1994 de la revista antes citada, el Teniente Coronel Thomas X. Hammes practica esta misma observación señalando que los sesgos dependen de los giros de la política, las condiciones sociales y los factores económicos que a su vez influyen sobre la tecnología. Afirma asimismo que existe una correlación entre cada generación de guerra y la sociedad en la que se desarrolla. Esta última explicación que coincide con las ideas de Maquiavello acerca de que los ejércitos reproducen las estructuras de las sociedades a las que pertenecen es más amplia y correcta que la pretensión de sujetar la teoría bélica a la tecnología y a unas pocas ideas nacidas de su empleo. A partir de aquí ambos artículos se aventuran en la descripción de una Cuarta Generación de Guerra de la que hablaremos un poco más adelante, pero antes es conveniente analizar las tres primeras generaciones. Las mencionadas generaciones constituyen etapas evolutivas de la guerra y de las sociedades en las que esos modelos bélicos surgieron. La Guerra de la Primera Generación no nace del empleo de mosquetes y cañones de avancarga cuya existencia data del año 1500. Es el resultado de esas armas, de las ideas tácticas alrededor de ellas, de la evolución política de los estados, los avances culturales de la civilización y la reintroducción del ciudadano-soldado a través de la Revolución Francesa. Aún antes de todo esto la guerra ha pasado desde el comienzo de la humanidad por sucesivas generaciones planteando un continuo evolutivo.
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Del mismo modo el avance a la Segunda Generación necesitará de la impulsión económica de la revolución industrial, de las revoluciones liberales del siglo XIX y de la expansión imperial de los estados europeos. El paso a la Tercera Generación fue estimulado por la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial, pero la necesidad de resolver el drama social, político, económico y militar de una época agotada y en crisis fue el motor principal de la transformación. Cambios de este tipo pueden reconocerse con facilidad a lo largo de la historia militar. Un rasgo repetido en todos ellos es que la guerra ha asumido una situación claramente identificable y distinguible de la paz. Esa diferencia se ha manifestado en la alteración del ritmo de vida regular de los pueblos y en la identificación visible entre combatientes y no combatientes, con excepción de los estadíos más primitivos de la civilización humana. La última etapa de la clasificación de Lindt se orienta hacia una mutación en este aspecto. La teoría de la Cuarta Generación señala cuatro ideas centrales acerca del empleo de la dispersión, la logística, la maniobra y el medio de imponerse al enemigo. La dispersión alcanza en esta etapa su grado máximo pues el oponente no sólo actúa en grupos muy pequeños sino que además es capaz de mezclarse entre la población civil propia y enemiga. Este crecimiento del nivel de dispersión viene ampliándose desde la introducción de la pólvora. El grado máximo que alcanza es semejante al de las guerras tribales producidas debajo del horizonte militar en las que el hombre primitivo combatía sin rasgos visibles que lo distinguiera de entre otros guerreros, ni de la población misma, a excepción de la circunstancia de portar armas y esto, en sociedades de cazadores tampoco es un rasgo diferenciador. Gracias a la dispersión y a la posibilidad de mezclarse con el enemigo sin ser detectado el problema logístico se reduce y en alguna medida vuelve al procedimiento de “vivir del terreno”. Aún la provisión de armamento es posible bajo este sistema teniendo en cuenta que los guerreros de la Cuarta Generación han demostrado la capacidad de convertir casi cualquier cosa en un arma. Por otro lado en esta teoría los medios de comunicación, incluida la Internet constituyen un recurso válido para dañar al enemigo. Con un alto grado de dispersión, flexibles recursos logísticos y una organización pequeña y maleable, la maniobra resulta sumamente importante en el nivel táctico pues todo está dado para que ella potencie y dirija el ataque hacia el punto débil enemigo.
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La táctica tradicionalmente tiene un alto contenido de acciones que buscan la destrucción física del enemigo y algunas destinadas a su agotamiento psicológico. Así por ejemplo el fuego de artillería es físicamente destructivo, pero cuenta con un poderoso efecto psicológico al aislar al soldado por medio de un ruido ensordecedor y grandes nubes cegadoras de polvo y humo. En la Cuarta Generación son los efectos no físicos y psicológicos los que cobran mayor valor pues la clave es el colapso interno del enemigo, por ejemplo atacando su cultura o el apoyo de la población. En este sentido la inmediatez de las rápidas comunicaciones del siglo XXI ha reducido el espacio de tiempo disponible para la estrategia, haciendo cada vez más complejo el límite entre ésta y la táctica. Se insiste en que la Guerra de la Cuarta Generación no es sólo el terrorismo. Aunque no podemos descartar que lo que hoy llamamos así y tomamos como un evento cuasi militar, cuasi policial y con ribetes políticos, étnicos o religiosos, constituya mañana la estructura central de un nuevo modelo de guerra. Si la Guerra de la Cuarta Generación alcanza a constituirse efectivamente en una nueva etapa evolutiva de la guerra, o mantiene un perfil de conflicto mixto es algo aún no definido ni proyectable. Lo que sí debemos afirmar es que plantea una forma de lucha para la cual todavía las fuerzas militares occidentales no están preparadas, técnica, política, social y espiritualmente. Para alcanzar esas capacidades será necesario en primer lugar estudiar profundamente el fenómeno y comprenderlo. Desarrollar modelos teóricos, estratégicos y tácticos para enfrentarlo; probar esos modelos tanto técnicamente como desde el punto de vista político y social para asegurar que el soldado occidental pueda practicarlos con éxito. Es decir tener en cuenta la idea de Maquiavello de que las estructuras militares reflejan a las civiles. Pensar como Guibert que desarrolló un modelo de táctica enfatizando que se necesitaba un hombre nuevo para ejecutarlo; actuar finalmente como el ejército prusiano después de 1806, o el alemán después de 1918, estudiando profundamente los errores y aciertos practicados, para, a partir de ese conocimiento crear una fuerza militar eficiente en un nuevo modo de hacer la guerra.
A MODO DE C ONCLUSIÓN Desde los comienzos de la guerra el hombre ha buscado consistentemente el establecimiento de procedimientos de combate que le permitieran emplear su fuerza de lucha de forma óptima y que al mismo tiempo pudieran ser estandarizados para su instrucción y para simplificar la conducción general de las tropas. El establecimiento de los procedimientos de combate se desarrolló de forma evolutiva, aunque no necesariamente respetando una prolija continuidad cronológica. Hemos observado que desde la horda hasta el establecimiento de la legión romana existe un encadenamiento de soluciones tácticas que se basan en el empleo de la infantería. En ese desarrollo la infantería asumió dos variedades, pesada y ligera y se combinó con las dos especies similares de caballería y con otros equipos como carros, elefantes y primitiva artillería. Aún así sea cual fuere la solución circunstancial dada, tanto el modelo de armas combinadas de Alejandro como el ejército de infantería romano, durante este período el núcleo del ejército estuvo basado en el soldado de a pie. Eso le dio consistencia al desarrollo táctico y nos permite afirmar que en este período se desarrolló un primer modelo militar integrado esencialmente por infantería, arma sobre la cual todo el diseño táctico se desarrolló y creció. La desaparición de este modelo no implicó necesariamente una involución, sino que al colocarse en el centro ahora a la caballería debió desarrollarse un modelo completamente nuevo, cuyas primeras etapas podrían resultar comparativamente primitivas vistas a través del modelo anterior. Sin embargo este segundo modelo basado en el soldado montado también progresó y se desarrolló generando variedades de caballería e incluso presentando la modalidad de guerreros capaces de pelear tanto a pie como a caballo. Esta segunda instancia de la táctica también reconoció exitosas ocasiones en las que se em367
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pleó el criterio de armas combinadas, como el caso de Ricardo Corazón de León en la Tercera Cruzada. Para cuando fue eclipsado por la reintroducción de la infantería y las armas de fuego, este modelo alcanzaba sofisticadas organizaciones como las Compañías de Ordenanza de Carlos el Temerario. La aparición de la pólvora va a generar un tercer modelo en el cual aún hoy nos encontramos inmersos donde ya no prima un arma en particular sino que el criterio de combinación de ellas es el núcleo central del sistema. Del mismo modo que en los otros modelos las formas de combinación han sido variadas pero también evolutivas. En los tres modelos los que llamamos elementos del combate se encuentran siempre presentes, pero adquieren distinta relevancia. En el primer modelo el empleo de la maniobra en todas sus formas ha resultado más importante que el fuego. La concentración fue el elemento central de las formaciones y el multiplicador básico de la fuerza; esto por supuesto se vio favorecido por el escaso poder de fuego disponible. La Detectabilidad no presentaba un problema serio pues el despliegue del dispositivo de combate exigía de un tiempo tal que hacía virtualmente imposible y hasta innecesario buscar ocultarse. De allí también que se empleasen colores vivos para identificar a unidades y fuerzas propias. En el segundo modelo la maniobra se ve reducida al ataque frontal y a ese solo efecto se concibe la concentración de esfuerzos, pues no existen mayormente formaciones estables. El fuego adquiere cierta relevancia hacia el final del período pero no alcanzará un gran desarrollo. El problema de la visibilidad y la detección permanecen en el mismo nivel que el primer modelo. El tercer modelo ha registrado una fuerte evolución en el criterio de la maniobra, marcada por una creciente dispersión de tropas merced al incremento de la potencia de fuego. Es aquí donde los criterios de maniobra, fuego y dispersión tienen aplicación plena y deben establecer entonces una dosificación equilibrada para alcanzar resultados exitosos, pues la existencia de cada uno de ellos plantea restricciones a los otros. La visibilidad y detección resultan también ahora elementos primordiales ya que de ellas depende la supervivencia propia y la posibilidad de eliminar al enemigo rápidamente. En todos los modelos y las subespecies de cada uno de ellos, la relación evolutiva se produce por una mejora del estadío anterior y por el reconocimiento del fracaso o ineficacia del paradigma táctico en uso. Esto último es fundamental pues hasta no alcanzar ese reconocimiento ningún cambio es posible, muy especialmente dentro del
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ambiente conservador de las organizaciones castrenses. Así cuando la horda resultó costosa e insegura se recurrió a la falange, cuando ésta resultó inadecuada en terrenos complejos se desarrolló la legión, cuando el área de operaciones se hizo muy grande la caballería se presentó como el elemento óptimo en velocidad y alcance, al reducirse esa área y resultar muy costosa la caballería, la infantería se le unió para que, actuando en conjunto, se pudieran explotar las mejores capacidades necesarias a la obtención de la victoria. El reconocimiento de esta genética evolutiva de la táctica es en sí misma una de las armas escenciales de los ejércitos. Un buen ejército no es definido así por su tecnología de armas, su simple volumen, la mera sofisticación de procedimientos o la complejidad científica de su potencia de destrucción. Teniendo en cuenta que ningúnsistema es mejor que su operador, un buen ejército es definido por la capacidad intelectual, ética y moral de sus integrantes. El conocimiento es el arma esencial para desarrollar un buen ejército, con estudio y preparación un ejército escaso de recursos puede no sólo optimizar los pobres medios con los que cuenta, sino que en caso de poder adquirir elementos mejores tendrá la capacidad para poder emplearlos con éxito. La falange, la legión, el caballero, los tercios, los aracabuces, el cañón, el tanque, el avión y los misiles no producen victorias por sí mismos, son los hombres que los emplean con inteligencia los que las obtienen. Conocer la evolución de la táctica es uno de los componentes de ese conocimiento militar esencial. A partir de ello se llega a comprender y desarrollar una doctrina adecuada a la propia realidad, incluyendo en ella su proyección para situaciones futuras. No existe una solución táctica ideal a todas las situaciones, sólo hay soluciones tácticas específicas a la acción a realizar. Por ello el conocimiento de las soluciones tácticas del pasado resulta primordial para formular la solución adecuada al problema presente, ya sea para repetir una formula pasada, crear una nueva o combinar procedimientos. Desarrollar esa capacidad constituye la creación de la fuerza principal de los ejércitos. Clausewitz enseña que no hay reglas ni receta para las acciones militares, que hay principios generales que conforman una teoría del fenómeno militar. Esa “...teoría no puede equipar la mente con fórmulas para resolver problemas...pero puede darle a la mente la visión de la masa del fenómeno y sus interrelaciones, otorgándole libertad
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para elevarse al reino de la acción...”106. El conocimiento de la teoría sirve entonces para preparar la mente crítica, analítica y práctica dándole la capacidad de resolver problemas reales circunstanciados. Esa capacidad sólo puede obtenerse con el estudio y la preparación intelectual. La táctica efectiva reposa en la mente del conductor, que deberá cultivar y profundizar sus conocimientos si quiere alcanzar la victoria. Esta simple verdad está hoy casi oculta, sepultada bajo la fascinación de la tecnología. Pero no se le escapó a un brillante hombre de armas, el Grl Luis María Campos quien al fundar la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino en 1901, aconsejó “Estudiar es progresar”. Él sabía lo que todo hombre de armas debe saber: no es el sable el que ganas las batallas, sino el conocimiento el que alcanza la victoria.
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Í NDICE FUEGO Y MANIOBRA ............................................................... 9 Introducción ................................................................................... 9 Los Elementos del Combate.................................................. 11 Estrategia............................................................................ 12 Operacional ........................................................................ 12 Táctica ................................................................................ 13 Logística ............................................................................. 14 Inteligencia......................................................................... 14 Mando ................................................................................. 14 Comando............................................................................. 14 Conducción ........................................................................ 15 Principios de la Conducción............................................. 15 Otras consideraciones acerca del Combate........................... 17 La Táctica Evolutiva................................................................... 18 LA CONCENTRACION DE FUEGO Y MANIOBRA ................. 23 La Guerra Primitiva..................................................................... 23 La Evolución de la Doctrina en la Antigüedad ....................... 25 El Nacimiento del Arte de la Guerra ........................................ 29 La Guerra Helénica ................................................................. 30 Filipo y Alejandro..................................................................... 32 Roma.......................................................................................... 36
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Eventos destacables.....................................................................43 Meggido 1479 a. C....................................................................43 Qadesh 1300 a. C. .....................................................................44 Marathon 490 a. C.....................................................................45 Platea 479 a. C...........................................................................47 Issus 333 a.C..............................................................................49 Gaugamela – Arbelas 331 a.C..................................................50 Hydaspes 326 a.C. ....................................................................53 Heraclea 280 a. C. y Ascullum 279 a. C. ................................55 Bagradas 255 a. C. .....................................................................56 Telamon 225 a. C. ....................................................................56 Cannas 2 de agosto de 216 a. C...............................................57 Metauro 207 a. C.......................................................................59 Zama 202 a. C............................................................................59 Cynoscéfalos 197 a. C...............................................................60 Farsalia 48 a. C. .........................................................................60 La Táctica en la Antigüedad ......................................................62 GUERRA DE LA EDAD MEDIA ............................................. 65 Estancamiento y Retroceso ........................................................65 Bizancio .........................................................................................70 Los Reinos Germanos y Francos ...............................................72 Los Otros Bárbaros.......................................................................75 La Guerra en los Siglos XI y XII................................................77 Eventos destacables.....................................................................80 Atila y Roma..............................................................................80 Daras 530 ...................................................................................81 Taginae 552...............................................................................82 Casilinum 554 ...........................................................................83 Tours Octubre 732 ...................................................................83 Las Cruzadas .............................................................................84 Hattin 1187................................................................................86 Arsouf 1191................................................................................87 Táctica Medieval .........................................................................87
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EL RENACER DEL ARTE DE LA GUERRA ............................ 89 El Cenit y Nadir de la Caballería Medieval............................. 89 La Revolución Militar................................................................. 95 La Artillería............................................................................... 97 Las Armas y la Infantería......................................................... 97 Las Fortalezas ......................................................................... 101 Los Condottieri ...................................................................... 102 Eventos destacables .................................................................. 105 Bannockburn 24 de junio de 1314 ....................................... 105 Un Siglo de Guerra ................................................................ 106 Crécy 26 de agosto de 1346............................................ 107 Poitiers 19 de septiembre de 1356 ................................ 108 Azincourt 25 de octubre de 1415 ................................... 109 Formigny 15 de abril de 1450 ........................................ 110 Castillon 17 de julio de 1453.......................................... 111 Las Guerras en Italia.............................................................. 111 Fornovo 6 de julio de 1495............................................. 112 Cerignola 28 de abril de 1503 ........................................ 112 Garigliano 28 de diciembre de 1503 ............................. 113 Ravenna 11 de abril de 1512 .......................................... 114 Novara 6 de junio de 1513.............................................. 115 Marignano 15 de septiembre de 1515........................... 115 La Bicocca 27de abril de 1522 ....................................... 116 Pavia 24 de febrero de 1525 ........................................... 116 La Evolución del Modelo Militar............................................ 118 Infantería ................................................................................. 118 Caballería................................................................................. 121 Táctica en los comienzos de la pólvora................................... 122 EL DESPERTAR DE LA GUERRA MODERNA...................... 125 La Sociedad y la Guerra............................................................ 125 Gustavo Adolfo de Suecia......................................................... 128 Luis XIV ..................................................................................... 130 La Guerra a Principios del Siglo XVIII .................................. 133
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Los inicios de la Táctica Moderna...........................................137 La Guerra en el Siglo de las Luces ......................................139 Organización y Tácticas.........................................................140 La situación en el Ejército Francés......................................143 Las Ideas de Maurice de Saxe........................................144 El Ejército Francés después de Maurice......................149 Federico el Grande ....................................................................150 Eventos destacables...................................................................155 La Guerra de los Treinta Años .............................................155 Breitenfeld 17 de septiembre de 1631 ..........................155 Lützen 16 de noviembre de 1632..................................156 Rocroi 19 de mayo de 1643.............................................158 La Guerra de la Sucesión Española......................................158 Blenheim 13 de agosto de 1704 .....................................159 Ramillies 23 de mayo de 1706........................................160 Malplaquet 11 de septiembre de 1709..........................160 Denain 24 de julio de 1712.............................................161 Poltava 8 de julio de 1709......................................................162 Fontenoy 11 de mayo de 1745..............................................163 Rossbach 5 de noviembre de 1757 .......................................165 Luthen 5 de diciembre de 1757 ...........................................166 Zorndorf 25 de agosto de 1758..............................................167 Táctica como Arte ......................................................................168 LAS GUERRAS DE LA REVOLUCION FRANCESA Y DEL IMPERIO .............................................................................. 175 La Francia Revolucionaria........................................................175 Los Ejércitos de la Revolución ................................................178 El Arte de la Guerra de Napoleón ...........................................180 Eventos destacables...................................................................186 Lodi 10 de mayo de 1796 ......................................................186 Marengo 14 de julio de 1800.................................................187 La Campaña......................................................................187 La Batalla ..........................................................................188
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LA GUERRA EN EL SIGLO XIX.......................................... 191 La Guerra después de Napoleón............................................. 191 Lentos cambios y rápidas tecnologías ..................................... 193 Eventos destacables .................................................................. 199 Colenso 15 de diciembre de 1899 ........................................ 199 LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL ...................................... 203 La Táctica a comienzos del siglo XX...................................... 203 La Doctrina Francesa ............................................................ 208 La Doctrina Alemana............................................................. 211 Eventos destacables .................................................................. 213 Las Operaciones en el Frente Occidental en 1914............ 213 Los Planes Enfrentados.................................................. 213 El Ataque.......................................................................... 220 Las Operaciones en el Frente Oriental en 1914 ................ 233 Los Imperios se preparan ............................................... 233 La campaña de Tannenberg .......................................... 235 La Batalla de los Lagos Masurianos.............................. 238 Las Operaciones en el Medio Oriente ................................ 239 El Imperio Turco............................................................. 239 Las Acciones Militares.................................................... 240 El Regreso a la Guerra de Movimiento .................................. 249 La Guerra de Trincheras....................................................... 249 Los Tanques........................................................................... 249 Tácticas de Infiltración y Defensa....................................... 253 La Doctrina al final de la guerra .............................................. 257 LA TRAGEDIA DE ENTRE GUERRAS .................................. 261 Europa entre dos Guerras ......................................................... 261 La Evolución de la Doctrina Militar ....................................... 266 Francia ..................................................................................... 267 La Creación de Estienne................................................ 267 Los desarrollos franceses ................................................ 268 Vers l’armee de metier.................................................... 271 La versión de la Caballería............................................. 272
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Inglaterra..................................................................................274 Alemania ..................................................................................277 Blitzkrieg...........................................................................283 LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ..................................... 287 Perfil Táctico de los Principales Beligerantes a Comienzos del Conflicto......................................................................................287 Alemania ..................................................................................287 Francia......................................................................................289 Inglaterra..................................................................................292 Unión Soviética.......................................................................292 Eventos destacables...................................................................295 Khalkhin – Gol........................................................................295 La Campaña de Francia de 1940 ..........................................298 Los Planes Aliados...........................................................298 Los Planes Alemanes ......................................................300 Las operaciones ......................................................................304 El Cruce del Mosa ...........................................................306 Operaciones Mecanizadas en el Desierto: La Batalla de Ain-el-Gazala ..............................................................................313 Las Fuerzas Enfrentadas ................................................313 Los Planes Alemanes ......................................................316 La Situación Aliada..........................................................317 Las Acciones.....................................................................319 La Táctica a fines de la Segunda Guerra mundial.................323 Alemania ..................................................................................323 Inglaterra..................................................................................327 Estados Unidos de Norteamérica.........................................329 Lorena 5-8 de septiembre de 1944 ..........................................331 LA GUERRA Y LA TECNOLOGIA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX............................................................................ 335 La Post Guerra ...........................................................................335 La Guerra de Vietnam...............................................................336 El Teatro de Operaciones .....................................................336 El Ejército de Vietnam del Norte ........................................337 Las Tácticas de Combate ......................................................338
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Las Guerras Árabe-Israelíes ..................................................... 346 Eventos destacables .................................................................. 349 Blindados en el Golán............................................................ 349 An Loc ..................................................................................... 353 LAS NUEVAS DOCTRINAS .................................................. 357 Tecnoguerra: Del Purgatorio a La Tierra Prometida ........... 357 La Batalla Aeroterrestre: Regreso al Génesis......................... 359 Un Nuevo Modelo de Guerra…? ............................................ 362 A MODO DE CONCLUSIÓN ................................................. 367 BIBLIOGRAFÍA .................................................................... 371 ÍNDICE ................................................................................ 377