Guía de estilo para el hombre
Agradecimientos Doy las gracias a mi esposa, Bettina, por su apoyo, a Erill Fritz por su paciencia y a todos los empleados de h.f.ullmann por su amabilidad a pesar de lo apretado del tiempo en la fase final. Asimismo, me gustaría expresar mi agradecimiento a todas las empresas que han puesto fotografías a nuestra disposición de forma gratuita, en particular a Belvest, Cove & Co., Eduard Meier, Scabal y Timberland. Y quisiera agradecer especialmente al Schuh Konzept de Berlín su generoso préstamo de calzado. © h.f.ullmann publishing GmbH Título original: Mode Guide für Männer ISBN original: 978-3-8480-0027-2 Coordinación del proyecto: Lars Pietzschmann Fotografía: erill.fritz.fotografien. Diseño, composición y coordinación: e.fritz, berlin06 Supervisión: Petra Ahke E-Book: Satzweiss.com Print Web Software GmbH Producción: Sabine Vogt Fotografía: © mauritius images / age © de la edición española: h.f.ullmann publishing GmbH Traducción del alemán: Almudena Sasiain para Equipo de Edición, S. L., Barcelona Redacción: Equipo de Edición, S. L., Barcelona
Producción completa: h.f.ullmann publishing, Potsdam, Alemania
Printed in China ISBN 978-3-8480-0064-7 www.ullmann-publishing.com
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Bernhard Roetzel
Guía de estilo para el hombre
Prólogo ¿Qué no cambia con el tiempo? ¿Qué son negocios? La base: el traje | Donde fueres... haz lo que vieres El traje de negocios de verano | Test de calidad de un traje El viaje de negocios | Confección a medida | Camisas de negocios Cuellos | Los mejores cuellos de un vistazo | La camisería de la A a la Z Camisas a medida para la oficina | La corbata Qué transmite una corbata | Todo sobre la seda | El nudo simple El nudo doble | El nudo pequeño | Corbatas: tres tipos de confección El pañuelo de bolsillo | Conjuntos básicos Abrigos y chaquetas | Cómo conseguir la caída perfecta
Ocasiones especiales Formalidad y código indumentario | El chaqué | El esmoquin | El frac La pajarita | El lugar del esmoquin | Trajes para bodas
Imagen informal Vaqueros | Chinos | Pantalones cortos | La camiseta | El polo La sudadera | Conjuntos de verano | Chaquetas deportivas | Chaquetas de cuero Cuestión de cabeza | El punto | Fibras funcionales
Qué necesitamos Correcta elección de la ropa para el trabajo | Estilo de negocios: indumentaria básica Estilo informal cuidado: indumentaria básica | Abrigos | «Casual»
Tener buen aspecto Figura y número áureo | Tipos de figura Cómo combinar colores y dibujos | Principales mundos cromáticos Cómo combinar la corbata | Fisonomía y colores
Calzado Los principales modelos | Mocasines | Zapatos de negocios Botas de vaquero | Zapatos: tipos de manufactura | ¿Superga o Converse? ¿Superchic o rock and roll? Deportivas | Tipos duros | Chanclas Historia ilustrada: zapatos a medida | Pequeño glosario del calzado
Saber comprar Los tejidos | Paños para trajes | Hilado y tejido Bajo la lupa: controles de calidad | Acabado: el proceso final ¿Qué significa «hecho a mano»? | Quien no ahorra, se equivoca
Accesorios Sobre cinturones | Calcetines | Del hilo con que se tejen los calcetines Mírame a los ojos | Carteras de caballero Lo que indica un reloj | Gemelos | Cuello elegante
Limpieza y cuidados Cuidados básicos para los trajes | El ABC de la limpieza de manchas Cómo lavar las camisas | Brillante Cómo limpiar los zapatos | Cómo cuidar las corbatas
Apéndice Glosario | Índice analítico | Créditos fotográficos
Prólogo Desde la publicación de mi primer libro sobre moda para caballero han pasado más de diez años. En este tiempo, el mundo habrá evolucionado para cada uno en mayor o menor medida según su experiencia y vivencias. A primera vista, en la moda los cambios han sido enormes. Los hombres son ahora más audaces con el color. La indumentaria se ha vuelto, en general, más informal, y pantalones cortos, camisetas y chanclas son hoy prendas veraniegas habituales. Si bien la corbata no ha desaparecido, no se ven tantas, aunque por otro lado el traje ha reafirmado su posición y la americana experimenta un renacimiento. La mayoría de los hombres siguen sin interesarse demasiado por su aspecto. La comodidad es prioritaria, y la ropa debe ser práctica aunque no resulte especialmente bonita. Sin embargo, una parte de la juventud está más interesada que antes por el estilo y la moda. Y las grandes firmas la descubren como grupo destinatario de trajes, camisas y zapatos elegantes. Las deportivas siguen dominando, pero el zapato de piel ha regresado. En estos últimos diez años he aprendido mucho sobre ropa, estilo, moda y códigos de indumentaria. Mi pasión por el tema no ha disminuido, y me he reafirmado en mi convicción de que no se puede imponer a nadie un determinado estilo: las personas y sus gustos son demasiado diferentes. Lo que escribo es a lo sumo una propuesta, una respuesta a cuestiones repetidamente planteadas. Si bien muchos hombres no se preocupan demasiado por la ropa, hay una minoría que sí lo hace. Suelo ver mayor interés en hombres muy jóvenes. Algunos, aún universitarios o incluso estudiantes de instituto, se esfuerzan más por ofrecer un aspecto elegante y correcto que muchos cargos directivos. Esos jóvenes cuidan su estilo también en las
actividades del tiempo libre. Y es que la elegancia no comienza al ponerse un traje ni termina al quitárselo. El gusto por la buena ropa es sinónimo de gusto por la vida, porque la moda y los accesorios son nuestros acompañantes más fieles. Sin duda hay muchos temas de mayor trascendencia, pero no se me ocurre ninguna otra cosa más importante, ni tan estrechamente unida a nosotros. Artículos de consumo como coches, televisores, lectores de DVD, relojes o incluso casas pueden ejercer una gran fascinación, pero ninguno de esos objetos se pega a la piel como la indumentaria. Por esa razón, piense siempre bien qué se va a poner. Bernhard Roetzel
¿Qué no cambia con el tiempo? Teniendo en cuenta la realidad de la moda de la calle, las discusiones en determinados círculos sobre las trabillas para sujetar el tallo de la flor del ojal en el reverso de la solapa de un traje a medida resultan, cuando menos, insólitas. Y las acaloradas discusiones a favor o en contra de la idoneidad de los zapatos negros o marrones después de las seis de la tarde parecen muy alejadas de la vida cotidiana en un mundo en que, en verano, el 50% de los hombres se ponen chanclas y el resto, zapatillas deportivas. ¿Necesitamos normas sobre la indumentaria? ¿Tiene sentido reflexionar sobre la confección a medida cuando el 99% de la población compra ropa de serie, a ser posible barata? Yo creo que sí. Aunque no interese a la mayoría, la cuestión es apasionante. Y es que aún hay gente que lee libros mientras otros solo ven la televisión. Y gente que sigue poniendo la mesa mientras otros comen sentados en el sofá (delante de la televisión). Hay cosas que se justifican por sí mismas al margen de su sentido práctico, y una de ellas es la cultura de la indumentaria, de cuya decadencia se suele hablar ahora que mucha gente va en vaqueros a la ópera, cena sin corbata en restaurantes finos y ni siquiera sabe cómo anudar una. ¿Pero fue todo pasado mejor? Sin duda, hace cien años la gente se vestía de manera más formal. Al menos eso parece por las fotos que se tomaban en ocasiones especiales. El día a día era diferente. Hasta la década de 1950 fue habitual gastar todo lo posible en el ropero, y la gente procuraba que no faltase un botón o que los zapatos estuviesen siempre relucientes. Pero también estaba la otra cara de la moneda: muchos no podían permitirse comprar ropa y llevaban trajes y abrigos raídos. El concepto de «segunda mano» no tenía en aquellos tiempos ninguna connotación chic u original.
A la cultura de la indumentaria es inherente también el respeto por los artesanos de la moda. Y quizá incluso el deseo de vestir prendas hechas a mano. Pero no todo el mundo puede permitírselo. Muchos ni siquiera lo pretenden. A veces se intenta justificar ese deseo con argumentos racionales: las prendas duran más y uno se siente mejor en ellas. La primera razón no es del todo cierta. Incluso el traje a medida más caro se estropea enseguida si se lleva mucho y de forma descuidada, y una pieza más económica puede durar mucho tiempo si se cuida como es debido. Sin embargo, en lo que respecta a la sensación de bienestar, la afirmación es correcta siempre que la costosa prenda esté bien hecha. Por lo demás, no es necesario justificarse: simplemente, la ropa debe darnos placer. En el trabajo la indumentaria puede ser un factor de éxito, aunque, por supuesto, solo uno entre muchos otros. Sin duda lo primero es la capacitación; luego se valora la habilidad para la comunicación. Pero, cuando se reúnen esas cualidades, la apariencia adecuada es como la guinda del pastel. En otras palabras: por qué voy a perder la baza de una buena imagen por culpa de una ropa mal escogida. Desde luego, es una jugada poco hábil llamar la atención por un traje que sienta mal o que no tiene el color o el dibujo adecuado.
A principios del siglo XX era habitual ponerse muy elegante con ocasión de fiestas familiares, e incluso la vestimenta de los días de labor era más seria que ahora.
EL TRAJE ES EL UNIFORME DE MUCHOS TRABAJOS, Y REVELA EL RANGO Y LA POSICIÓN DE SU PORTADOR.
¿Qué son negocios? Se habla mucho de ropa de negocios, y numerosos expertos en textiles comparten en webs y seminarios unos conocimientos sobre códigos de indumentaria que solo se aplican a unos pocos sectores: bancos, seguros, bufetes de abogados, consultorías. Las normas del presente capítulo son las que rigen en esos ámbitos. En otros sectores profesionales hay que aplicar patrones distintos. Por ejemplo, el investigador, el educador, el especialista informático o el ingeniero de sonido se pueden vestir como quieran. El traje y la corbata serían en esos sectores una elección personal, nunca una obligación. ¿Ha estado alguna vez al mediodía en una zona de bancos y oficinas de una ciudad cualquiera? En los restaurantes de menú se reconoce a los empleados del sector de los negocios por su vestimenta: traje gris oscuro, camisa blanca, corbata, zapatos negros... Pero lo que en principio se puede describir en pocas palabras resulta mucho más complejo tras una observación detenida. Según lo expuesto más arriba, la ropa de oficina o de negocios no sería más que un uniforme. Y los uniformes, como su nombre indica, dan uniformidad y posibilitan una adscripción inmediata a una entidad. Sin embargo, tras esa aparente igualdad, un uniforme también marca claras diferencias jerárquicas. Los militares, por ejemplo, lucen insignias de rango. ¿Y en el mundo de los negocios? ¿Cómo se distingue a un sargento de un oficial o un general? Pues también por ciertos distintivos, quizás no tan llamativos como las barras o las estrellas en las hombreras, pero no por ello menos claros. Dominar con clase el estilo de la ropa de negocios significa llevar el uniforme de forma adecuada y saber situarse en el escalón correcto del
escalafón. Además, el uniforme tiene que indicar claramente de dónde se viene y adónde se desea llegar. Y eso se reconoce en detalles como el corte y el paño del traje, la corbata, la camisa, los zapatos o los calcetines.
El traje es uno de los grandes objetos de diseño del siglo XX. En su forma básica no ha cambiado mucho desde la década de 1920, y hoy en día sigue
siendo actual.
La base: el traje
La mayoría de los hombres solo se visten con traje para ir a la oficina o en ocasiones especiales. Es una pena, porque es muy elegante.
El traje es el atuendo básico para los negocios. Ningún sastre o diseñador puede reclamar la autoría del conjunto, que fue evolucionando desde finales del siglo XVII hasta la década de 1930. Desde entonces no ha cambiado en lo fundamental. Las innovaciones se limitan a los métodos de confección industrial y a los tejidos. Si bien los trajes se han ido haciendo cada vez más livianos, en los últimos años se han alcanzado los límites de lo aceptable. Y es que para el día a día de la oficina no son adecuados los paños demasiado ligeros, sino las variantes medias. En la actualidad, dos modelos básicos son los habituales: los de chaqueta recta con dos o tres botones y los de chaqueta cruzada. Y si antiguamente el chaleco era parte integrante de cualquier traje, hoy es más bien la excepción. El traje es la norma para hombres de entre 25 y 45 años, pero las generaciones más maduras prefieren llevar un blazer, o bien una americana, con un pantalón que contraste, por ejemplo, de paño de lana gris o de algodón claro. Esta combinación no es una
alternativa seria para el traje, pero en muchas empresas medianas, sobre todo fuera de las grandes ciudades, determina la imagen diaria. En ese entorno no se le pueden poner demasiadas pegas al conjunto, pero hay que ser consciente de que tiene un cierto aire provinciano. El código de vestimenta para la oficina viene marcado por el estilo británico, ya que el Reino Unido es la cuna de la moda de caballero. Fieles al lema «no brown in town», los trajes de negocios suelen confeccionarse en tonos grises o azules. Esta norma tenía un fundamento práctico, porque esa paleta de colores era más sufrida ante el hollín de la ciudad, mientras que los tonos pardos y verdosos se integraban mejor en el campo. Hace tiempo que los modistos se han liberado del corsé de esa regla; hoy en día el marrón es uno de los colores preferidos para trajes, aunque en el contexto internacional ese color sigue sin ser «comme il faut» en la oficina. El traje se completa fundamentalmente con camisa de manga larga. Millones de hombres no pueden opinar igual, pero la preferencia de un sector por llevar los brazos desnudos no cambia el código de vestimenta. Está por ver si esa moda logra imponerse. Es verdad que, a excepción de los altos directivos, la mayoría de los hombres llevan manga corta en verano, pero tal tendencia tiene muy poco que ver con la imagen básica del traje. Los puños blancos que originalmente sobresalían impolutos de las mangas de la chaqueta eran, junto con el níveo cuello, la seña de identidad del oficinista. No en vano los anglosajones hablan de «white collar worker».
Reglas de la imagen formal para la oficina El traje oscuro de paño fino de lana es el clásico para la oficina.
Colores: azul oscuro o gris oscuro. El marrón y el negro son tabú. El traje se completa con una camisa de manga larga de puño de botón para diario y de puño doble o francés para las ocasiones especiales (o para cada día si se desea). El cuello abotonado o cuello blanco cuyas puntas se abotonan a la camisa nació para los trajes de negocios, aunque estilistas y vendedores afirmen otras cosas; en Europa esa variante se suele considerar demasiado deportiva. Finalmente, un par de palabras sobre la prenda favorita de muchos: las camisas de manga corta están bien para conductores de autobús y para policías, pero no para la oficina. La combinación de americana y pantalón no es adecuada para la oficina; a lo sumo serviría para la transición del viernes al fin de semana. La excepción la constituyen el personal de empresas pequeñas, los autónomos o los empleados sin contacto con los clientes. El blazer azul marino tampoco está pensado para los negocios, al menos según su propio inventor. La corbata sigue siendo imprescindible. Tal vez algún día le llegue su hora, pero de momento es a un traje de negocios lo que la servilleta de tela a una comida fina. Otra cosa es si hablamos de sectores en los que la ropa informal es de buen tono. Pero esa no es la cuestión. Los zapatos deben ser de color negro. Los más formales son los de cordones con pocos adornos o punteados. Los Brogue de suela gruesa resultan demasiado bastos con un paño fino. Los puristas consideran los mocasines en exceso deportivos y los zapatos de hebillas ciertamente extravagantes. Aun así, lo principal es el color.
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Donde fueres...haz lo que vieres
ITALIA Al sur de los Alpes un mánager puede ser un icono del estilo. Por ejemplo, el empresario italiano Luca di Montezemolo se viste de forma llamativamente clásica, con traje cruzado azul oscuro, camisa azul claro y corbata azul oscuro. Nota: un buen reloj suizo es casi obligado. Comunicación: en el norte del país son efectivos y puntuales; en el sur, algo más relajados. Cuidado con las comidas de negocios. Rechace la segunda copa de vino o beba agua.
ESTADOS UNIDOS A pesar de lo informales que parecen los estadounidenses en sus vacaciones por Europa, en los negocios son muy correctos, incluida la vestimenta. El traje y la corbata son obligatorios, también en ciertos bares exclusivos y templos de sibaritas. Si hace una reserva, infórmese del código de indumentaria. Nota: es normal que los hombres de negocios se hagan la manicura. Antes de una reunión importante, acuda a un salón de belleza masculino. Comunicación: no adopte nunca una actitud quejica; sea siempre positivo. Enseguida se usan los nombres de pila, que afloran mucho en la conversación.
GRAN BRETAÑA Imagen de negocios clásica también en verano, por ejemplo, traje azul oscuro y zapatos negros de cordones. Nota: deje las corbatas de rayas en casa, porque la combinación de colores podría ser la de algún college o club exclusivo, y quien no es miembro se pone en evidencia (por ejemplo, las rayas finas de color azul claro sobre negro son las de los graduados de Eton). Comunicación: la discreción y la autoironía son un triunfo. Incluso las conversaciones de negocios pueden estar salpicadas de un humor sutil.
FRANCIA Traje gris oscuro, camisa azul claro, corbata discreta. En el día a día están permitidos los zapatos marrones más o menos claros, incluso de ante. Comunicación: el inglés es hoy estándar, pero con un francés excelente se siguen ganando muchos puntos.
EUROPA ORIENTAL En los niveles superiores domina la elegancia: traje oscuro, camisa blanca, corbata oscura. Por lo demás, sucede como en tantos otros países con las mangas cortas. El rojo, por ejemplo en la corbata, suele tener un efecto más bien negativo. Comunicación: tenga cuidado porque en países como Polonia y la República Checa se consideran centroeuropeos. Para ellos, el Este empieza en Rusia.
ASIA Clásicos y discretos. En Japón hay normas especiales. En los restaurantes hay que quitarse los zapatos. Los hombres de negocios suelen guardar calcetines de repuesto en el maletín. No se lleve para el viaje calcetines muy usados. Comunicación: nunca exprese abiertamente ningún sentimiento, no sea ruidoso y muéstrese respetuoso. Muy importante: en Japón, el tiempo se mide en segundos.
MUNDO ISLÁMICO La imagen de negocios occidental es
estándar. Por lo general, la chaqueta se lleva abrochada y no se enseña piel desnuda ni en el tiempo libre, aunque haga mucho calor. Cuando el anfitrión se quite los zapatos en un espacio interior, haga lo mismo. Comunicación: vaya sin prisas. Allí el tiempo transcurre más despacio. No hace falta charlar durante las pausas. Las mujeres no se mencionan, así que evite preguntas de cortesía sobre la esposa o la hija.
El traje de negocios de verano El traje de verano es todo fachada: hacia fuera debe guardar las apariencias; en el interior tiene que garantizar un fresco bienestar a pesar del calor. Ello se consigue, en primer lugar, con un paño del peso adecuado. El peso se mide por metro de tejido. En Inglaterra se considera «summer weight» un peso de 280 a 320 gramos; en Italia, en cambio, un paño se llama «leggero» solo si no supera los 230 gramos. Los talleres de confección a medida y los sastres indican en sus muestrarios el peso del género en gramos. En el caso de las prendas prêt à porter, el peso solo se puede calcular de forma aproximada. Las indicaciones «Super 100 S» o «Super 180 S» no tienen nada que ver con el peso del tejido: se refieren a la resistencia o, mejor dicho, al calibre de las hebras con las que está elaborado el hilo. Cuanto mayor el número, menor el grosor. El mínimo para los trajes de negocios es el Super 150 S. Los entendidos prestan asimismo atención a la estructura del género: cuanto más flojo esté tejido el hilo, mayor será la ventilación. Las telas finas hechas con hilo torcido de muchas hebras suelen tener una estructura muy densa, lo que hace que se arruguen menos, pero también que transpiren menos. Es decir, un tejido relativamente grueso puede resultar fresco en plena canícula, como sucede con los polos, cuyo piqué de algodón es mucho más pesado que ciertas telas camiseras y, sin embargo, más agradable de llevar con el calor. Si tiene la oportunidad, antes de encargar un traje observe bien el tejido a contraluz para comprobar su densidad. Las indicaciones sobre el peso se refieren a géneros de fibra animal como la lana y el cachemir; el algodón y el lino suelen ser más pesados y, en cambio, más frescos, aunque, como se arrugan mucho, no son demasiado prácticos. Aun así, el código de indumentaria permite el
algodón en el mundo de los negocios. En cuanto al color, se hace una excepción a la regla de «no brown in town» y los tonos como tabaco, café con leche, caqui, aceituna o gris tostado son clásicos. Para reuniones importantes es más adecuada la lana, a ser posible azul o gris. Los trajes blancos son tabú a menos que se lleven los negocios desde una mansión en Capri. En Estados Unidos los corredores de Bolsa y los banqueros se pueden dejar ver en trajes de algodón seersucker, pero en un parqué europeo ese material resultaría grotesco. Si bien el lino es muy bonito, es más adecuado para el tiempo libre. Cuanto más ligera es una tela, más delicada resulta. La legendaria resistencia de los trajes a medida de antaño tiene mucho que ver con el tipo de paño con que se hacían, que hoy en día resultaría demasiado pesado. Hace cuarenta años no eran raros los géneros de 600 gramos para traje. Hoy en día con ese «plomo» de sastrería se confeccionaría un abrigo. Los actuales tejidos con mezclas sintéticas son ligeros y resistentes. Los más tradicionalistas arrugan la nariz ante tal posibilidad, pero en regiones de clima cálido y húmedo son habituales las prendas para los negocios de cachemir con mezcla de fibras artificiales. La industria textil dispone de un amplio surtido de tejidos para esos mercados; en Europa, por el contrario, siguen siendo difíciles de vender. Quien desee únicamente materiales naturales deberá limitarse al moer, tejido elástico de pelo de cabra que hace aguas y fue muy apreciado en la década de 1960. Después su uso se limitó a la confección de esmóquines. Hoy en día los diseñadores vuelven a apreciar el brillo de esa fibra. Perdura la creencia de que los británicos no saben fabricar trajes ligeros. Durante mucho tiempo fue cierto: la culpa la tenían los pesados refuerzos de cerdas que daban forma a la pechera de las chaquetas. Al sur de los Alpes los tejidos de las americanas llevan entretelas de lino fino, por lo que casi se tiene la sensación de ir en camisa. Además, el
forro se reduce al mínimo para que el traje sea aún más fresco. En Estados Unidos la americana con medio forro es tan apreciada como en Italia. En Centroeuropa no tanto, quizás porque esta prenda parece mal acabada sin el forro completo. Die La ligereza del traje marca las pautas del resto del atuendo. Con un traje gris plateado de una fresca mezcla de lana y moer, lo que mejor combina son una camisa blanca de voile suizo y una corbata estrecha negra de fino punto de algodón. Las mangas largas se dan por supuestas; la versión corta es simplemente inadecuada. E incluso con temperaturas tropicales, los calcetines hasta la rodilla son obligatorios. Los más agradables son los de un género de punto de lana y seda, lo más fino posible. Los pesados zapatos Brogue se quedan en el armario, y su lugar lo toman unos mocasines algo abiertos.
Test de calidad de un traje A la hora de comprar un traje rige la relación calidad-precio. Poco dinero es sinónimo de poca calidad y mucho dinero, de mucha calidad. Las excepciones son ciertas prendas de diseño (demasiado caras) y las rebajas (calidad máxima a precios muy asequibles, sobre todo en el caso de ofertas de boutiques que vacían sus almacenes). Pero ¿qué se puede esperar y por cuánto dinero? Por 150 euros podrá encontrar un traje de confección en serie. Menos dinero solo se puede desembolsar en H&M, donde por muy poco al menos se ofrece un diseño moderno, aunque el paño y la confección no son tan buenos. Si tiene suerte, por 500 podrá hacerse con un traje aceptable. Una confección excelente y paños de calidad ya no se encuentran por menos de 1000 o 1500 euros.
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SUGERENCIA Cómprese un traje de los más baratos o uno caro. Los de precios intermedios son los que ofrecen la peor relación calidadprecio. ¿Qué indica la etiqueta? Merece la pena leerla, ya que ofrece valiosa información sobre el origen de la prenda. Si en ella aparece el nombre de la tienda, es buena señal: aunque no sea de una casa tan prestigiosa como una firma de diseño, si estampa su nombre es que ofrece una buena relación calidadprecio (aquí siguen vigentes las categorías de precios del punto 1). Si en la etiqueta aparece el logotipo de un diseñador de renombre, tendrá que pagar al menos el doble. Sobre todo si el diseñador no tiene nada que ver con trajes o moda de caballero. También puede tratarse de la etiqueta de una empresa de confección. En ese caso, el traje vendría directamente del fabricante. SUGERENCIA Por lo general, la mejor solución es comprar directamente la prenda al fabricante, porque de esta forma el precio no
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estará hinchado (a veces a un mismo traje se le pone la etiqueta de otra marca, lo que lo encarece). Además, así, si surge algún problema se sabe dónde reclamar. ¿De qué tipo de tejido es el traje? La mejor confección se queda en nada cuando el paño no está a la altura. Para comprobar la calidad de la tela suele bastar con palparla con los dedos. Los buenos géneros tienen un buen tacto: suave, fino, liso, agradable. Los paños baratos son ásperos y rígidos. Tome dos trajes de diferente calidad y compare el tacto. Enseguida notará la diferencia.
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También merece la pena fijarse en la letra pequeña. En el bolsillo interior del traje encontrará datos relevantes: talla, número de modelo, corte y número del código del tejido, si bien este último solo le servirá en caso de que tenga que hacer una reclamación. En cuanto a la calidad, son relevantes datos como «100% lana virgen» o «80% lana virgen, 10% seda, 10% cachemir». Es esencial evitar comprar trajes de materiales sintéticos. Ni siquiera el forro debe ser de nailon o similares. La única excepción sería la de un mínimo porcentaje de fibra sintética en los paños ligeros, lo que reduce las arrugas.
SUGERENCIA Lo mínimo que se puede pedir es «pura lana virgen», es decir, lana de hebras trasquiladas hiladas y tejidas por primera vez. «Pura lana» significa, por el contrario, que el hilo que conforma el tejido es reciclado de prendas viejas y restos de fibras.
Confección: primero dele la vuelta al pantalón. Cuanto mejor sea el traje, mejor y más preciso será su acabado. Compruebe cómo es el forro. En ocasiones, los de los trajes baratos son de nailon. Si ese fuera el caso, devuélvalo a la percha o sudará a mares. En cuanto a la chaqueta, compruebe que las rayas continúen sin interrupción sobre el bolsillo de la pechera. Los cuadros deben seguir en horizontal desde el pecho hasta las mangas. Cuanto mejor encaje el estampado, mejor será la calidad de la pieza. A partir de 1500 euros podrá exigir ojales cosidos a mano, botones de materiales naturales (cuerno o corozo) y entretelas picadas (es decir, los refuerzos de lino de la chaqueta cosidos, no solo pegados).
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SUGERENCIA Para reconocer los refuerzos picados, fíjese en lo siguiente. Primero: a la altura del talle la entretela deberá constituir una tercera capa suelta entre el forro y el paño. Segundo: en el caso de los tejidos menos gruesos, debajo de las solapas apreciará las finas puntadas de picado con las que está cosida la entretela en el interior.
El viaje de negocios El viaje de negocios viene a suponer continuar con la rutina diaria, pero en condiciones difíciles. Las posibilidades de elección de la ropa decrecen en igual medida que el volumen del armario, que queda reducido al formato de la maleta. El hombre que en el día a día de su casa pueda escoger entre cinco y cincuenta trajes, en el hotel dispondrá de solo dos o tres. Por lo tanto, antes de salir deberá elegirlos bien para evitar cualquier riesgo. Si decide pasar dos días con el mismo traje y cambiar solo de camisa y de corbata, puede encontrarse en dificultades, y eso sin llegar al extremo de que una azafata le tire el zumo de tomate por encima. Basta con que una paloma le arroje al sobrevolarle una bomba biológica: sería todo un contratiempo si no hubiera una tintorería a mano. Por eso es mejor prevenir y llevarse un traje de reserva. Aunque los minutos que se ahorran llevando solo el equipaje de mano no sean desdeñables, porque se evita la espera ante la cinta transportadora, suele merecer siempre la pena llevar una maleta con ropa suficiente. En caso de apuro, se puede llegar a perder mucho más tiempo buscando una tintorería o de compras.
La corbata en los viajes DOBLE BIEN LA CORBATA PARA QUE NO SE ARRUGUE.
El primer método consiste en enrollar la corbata alrededor de la mano y colocarla en una esquina de la maleta para que no se aplaste. En el segundo se recomienda enrollar la corbata sobre sí misma y meterla en el cuello de una camisa. Según el tercero, la corbata se dobla por la mitad y se coloca encima de la ropa o en el fondo de la maleta para que quede plana y no se arrugue. El cuarto método consiste en meterla en una funda especial. En cualquier caso, siempre es aconsejable llevar varias corbatas, para poder ampliar un poco el repertorio, por si se presentara una ocasión especial o para podérsela cambiar en caso de que una se manchara. Mucha gente lleva a los viajes corbatas oscuras porque disimulan mejor las manchas pequeñas. Prácticas resultan también las corbatas de seda jacquard gruesa, en las que la suciedad se puede raspar con el dorso de un cuchillo.
Confección a medida
Solo los trajes hechos a mano se cortan a tijera, como en esta sastrería londinense.
La ropa hecha a medida y la de negocios no tienen porqué ir de la mano. Sin embargo, la mayoría de los hombres que encargan trajes lo hacen, sobre todo, para la oficina. Y, desde luego, es una buena idea, porque, si la ropa no puede sustituir la competencia personal, sí que puede subrayarla. Quien tenga mucha idea de su negocio pero no sepa
nada de ropa dará una impresión en general menos competente que el maestro de su negocio que sepa vestirse. Existen distintos tipos de confección de ropa por encargo. El más sencillo, aunque el menos individual de todos, consiste en encargar una talla estándar en una tela escogida. Es decir, el cliente va a la tienda y pide un traje con un diseño que le guste en la que sabe que es su talla y, por ejemplo, franela azul oscuro. El dependiente no le tomará medidas ni el sastre modificará detalles como la pretina o el largo de mangas. Esta opción resulta ideal e infalible cuando una talla estándar sienta bien. Por eso, aunque muy pocas casas ofrezcan este servicio, merece la pena informarse. Una variante mucho más individualizada, pero también más arriesgada, es un intermedio entre el caso anterior y la confección a medida propiamente dicha. Aquí también se parte de una talla estándar, pero se optimiza el corte para adaptarlo a la figura del cliente. Por ejemplo, partiendo de una talla 52, se le toman las medidas y se ajustan el contorno de pecho, el ancho y el largo de espalda, el talle, la base, el largo de mangas y la pretina, el largo de la pernera y la entrepierna, el contorno de rodilla y la línea de bota. Por lo general, las medidas tomadas al cliente se trasladan al traje con ayuda de un maniquí y no directamente sobre el cuerpo. Eso ayuda a evitar errores. Este método tiene la ventaja de permitir otro tipo de arreglos en el patrón estándar, por ejemplo, entallar más o menos la chaqueta. La modalidad más individual corresponde finalmente a la confección a medida totalmente hecha a mano. Pero esta opción es también la más arriesgada. El sastre corta unos patrones especiales para el cuerpo del cliente, en los que tiene en cuenta tanto sus medidas como sus gustos estilísticos. Pero a lo largo del proceso de confección el sastre puede variar según sus preferencias las medidas y el sistema de corte, alejándose así más o menos del gusto del cliente. Supongamos que el
cliente pide un traje de chaqueta cruzada con tres pares de botones y dos bolsillos laterales rectos con tapa, así como pantalones con dos pinzas y vuelta. El sastre toma la medidas y hace el modelo. En la primera prueba, y en el peor de los casos, puede pasar, por ejemplo, que la chaqueta cruzada no sea en absoluto del estilo que se imaginaba el cliente. Dicho de otra forma: encargando el boceto de un traje a diez sastres diferentes se obtendrán diez prendas básicamente distintas. Por eso la confección a medida artesana se recomienda solo para quien sea capaz de describir perfectamente lo que le gusta —con palabras o, mejor aún, con un dibujo— y en el caso de sastres con gusto y pericia profesional suficientes como para entender al cliente y lograr confeccionarle la ropa según sus deseos. Los buenos saben hacerlo, los malos ignoran la visión de portador del traje. Es un hecho que la confección industrial se inventó para fabricar ropa de forma más barata y rápida. Y, en principio, eso no tiene nada de malo. Es mejor un traje hecho en serie que siente bien y tenga un buen acabado industrial que una catástrofe carísima de un mal sastre artesano. La búsqueda del sastre que nos entienda y además trabaje bien es casi tan ardua como la de la pareja. Pero a veces funciona y, en ese caso, efectivamente, uno se siente feliz. Lo malo de tal gusto es su exorbitante precio. Un sastre con prestigio no echa mano de la cinta métrica por menos de 2000 euros, y con frecuencia hay trajes de entre 3000 y 6000. Por supuesto, no son para cualquiera. Pero es que hay que tener en cuenta que el importe debe dividirse entre las sesenta horas que lleva la confección a mano. Sin embargo, es legítimo preguntarse si un traje de 3000 euros es de verdad diez veces mejor que uno de 300. Cuando se dispone del dinero, esa es una cuestión personal. Sobre el Rolls Royce existía la leyenda de que la franja de pintura lateral estaba pintada a mano. A unos les hacía gracia; otros compraban Mercedes. Lo mismo ocurre con los trajes a medida: la persona a quien haya que explicarle la belleza de un ojal hecho a mano más vale que se decante por la confección industrial.
Un lujoso paño para un traje hace más agradable el día a día en la ofi cina de los entendidos.
Camisas de negocios La camisa blanca se considera símbolo de actividades en las que uno no se mancha las manos. En ciertos países, para combinar con traje se prefieren las camisas de un azul claro, que sienta mejor al tono del cutis de la mayoría de los hombres. El rosa también está admitido para la oficina, aunque, en general, en Europa la camisa blanca sigue siendo la más habitual tanto en el aeropuerto como en los barrios financieros o al volante de coches familiares (la chaqueta bien colgada en una percha en la parte trasera). Por supuesto, rayas y cuadros son también apropiados, pero, cuanto más pequeños, más finos. Los preferidos suelen ser los que de lejos se difuminan y parecen un azul claro liso. La mayoría de los europeos no comparten la pasión británica por las rayas extremadamente anchas y los cuadros tamaño XXL para la oficina, porque consideran los dibujos grandes poco apropiados para los negocios. Las camisas de rayas o cuadros con el cuello blanco son un buen compromiso intermedio. Ahora bien, no dejan de tener ciertas connotaciones negativas, puesto que confieren un aire a yuppie ochentero. De manera que quien quiera evitar cualquier crítica a su indumentaria deberá prescindir de los cuellos contrastados. En cuanto a la forma, las más habituales son las que llevan cualquier tipo de cuello tiburón. Finalmente, recordar otra vez que el americano cuello abotonado resulta perfectamente adecuado para la oficina. No en vano lo llevan directivos de talla internacional como, por ejemplo, Luca di Montezemolo. Los puños pueden abrocharse con botones, pero tenga en cuenta que, si hay más de uno, deben de estar alineados en vertical, no en horizontal. La distancia a la que deben coserse los botones entre sí es
una de las típicas concesiones a la confección. Salvo en el caso de las camisas hechas a medida, los botones se deberán correr para que se ajusten al puño justo a la medida de la muñeca. Los puños dobles o vueltos que se abrochan con gemelos son más formales y siempre causan una buena impresión. Pero, eso sí: si se va de viaje no se olvide los gemelos. Los más tradicionalistas prefieren las camisas sin bolsillo en la pechera, porque en un principio esta prenda no lo llevaba. Y es que no era necesario: como antaño los trajes se completaban con un chaleco, ya se disponía de suficientes bolsillos para guardar cosas. El bolsillo de la camisa asumiría hoy esa función. Hoy día, quien carezca de ese bolsillo no podrá caer en la tentación de guardar en él el móvil o el bolígrafo. Aunque es habitual que las camisas luzcan monogramas en la pechera, muchos consideran un exceso de vanidad llevar las propias iniciales bordadas tan a la vista. Quien quiera individualizar sus camisas con discreción deberá esconder las iniciales bajo la chaqueta. A un palmo a la izquierda del ombligo pasarán más desapercibidas. Esa posición es en mi opinión la mejor. En la pechera recuerdan demasiado a los monogramas o logotipos de los diseñadores y en los puños también resultan poco discretas.
Telas para los negocios Los reyes entre los tejidos de algodón son los de hilo retorcido de hebras de algodón egipcio. Se dice que un tejido está fabricado con «hilo retorcido» cuando tanto la urdimbre como la trama están hechas de hilo compuesto por varias hebras torcidas bajo presión para formar un único cabo.
En los géneros de buena calidad, el color siempre viene dado por el hilo. Es decir, una camisa azul claro siempre estará confeccionada con un tejido de hilo de ese color, y las de rayas o dibujos, con hilos de diferentes tonos. Eso les da colorido a las prendas, incluso en las zonas que más se estropean. Las telas baratas, por el contrario, están estampadas después de tejidas y se destiñen enseguida por los bordes de la prenda. Además de tener un tacto sedoso y un elegante brillo, los buenos tejidos de camisería apenas encogen y duran mucho. La calidad de la fibra y el hilo responde a criterios objetivos del material; el tacto del tejido, por el contrario, tiene que ver con el proceso de acabado. El tejido, que al salir del telar es áspero como un estropajo, adquiere en ese momento la textura deseada. Por ejemplo, la popelina debe ser sedosa; la batista o el voile, muy ligeros y vaporosos; y el oxford, granulado y rígido. Primero se lava el tejido en una especie de lavadora gigante, luego se centrifuga y se plancha con unos enormes rollos calientes. Finalmente se alisa y se lustra para darle el elegante brillo final. Hay hombres que son fervientes partidarios de los tejidos que no necesitan planchado. Sin embargo, para que el género efectivamente no se arrugue hay que observar las instrucciones del fabricante.
Cuellos Se podría decir que el cuello es la parte principal de la camisa, puesto que su forma determina el efecto de todo el conjunto. Por desgracia, la mayoría de los hombres lo suelen descuidar. Y eso en parte por las ideas erróneas que imperan sobre cómo tiene que caer una camisa. Muchos vendedores opinan que el cuello sienta bien cuando permite introducir dos o tres dedos entre él y la piel, pero en ese caso es probable que sea demasiado grande. Lo más correcto es que el cuello se ajuste a la garganta sin apretar. Un cuello de camisa demasiado ancho hace que su portador parezca famélico o enfermo, como si hubiera adelgazado mucho de golpe. Además, un cuello muy amplio deja ver demasiada piel, lo que atenta contra la formalidad necesaria en los negocios. Y, por último, cuando el cuello es demasiado ancho, al anudar la corbata se forman ondas. Las modas varían de una temporada a otra la forma del cuello, tanto en cuanto a la altura de la tira como al corte de las líneas que determinan las puntas. Por lo demás, los patrones básicos son invariables. Cuanto más hacia atrás están cortadas las líneas de las alas del cuello, más elegante resulta la camisa, y cuanto más alta la tira del contorno, más formal. Por eso un cuello tiburón alto es la elección ideal para el traje. Por otro lado, el cuello más informal es el abotonado, aquel cuyas puntas se abrochan con botones a la pechera. La idea surgió para evitar el aleteo de los cuellos al jugar a polo. La empresa Brooks Brothers de Nueva York reivindica para sí el invento, pero se supone que se inspiró en los jugadores de polo ingleses. Por eso la firma lo sigue llamando «polo collar». En Estados Unidos las camisas con este tipo de cuello se llevan también con traje de negocios. En los países europeos los vendedores y estilistas los siguen
recomendando solo para el tiempo libre. Los entendidos ignoran ese y otros consejos de parecida índole, como que el cuello tiburón no queda bonito sin corbata y por eso solo debe llevarse con ella. También esa recomendación es sin lugar a dudas desacertada. Tanto es así que se recomienda a quien no desee complicarse la vida que se compre camisas de cuello tiburón, ideales para cualquier ocasión. Y quien quiera marcar la diferencia entre la oficina y el tiempo libre, que se ponga cuello tiburón con traje y cuello abotonado para las actividades más informales.
(Izquierda) El cuello tiburón es elegante con traje, pero también luce mucho sin corbata. (Derecha) El cuello Ken es muy versátil y el más apreciado.
(Izquierda) La camisa blanca con cuello Kent es la camisa de negocios por excelencia. (Derecha) El cuello abotonado debe ser blando para poder ondularse.
Los mejores cuellos de un vistazo
Cuello Kent inglés (al igual que el resto de los modelos, de Emanuel Berg).
Un cuello Kent con las puntas algo más abiertas deja ver más del nudo de la corbata.
Un Kent algo más pequeño y de puntas abiertas es ideal para corbatas voluminosas.
Un cuello tiburón no demasiado bajo y de puntas muy abiertas es el más elegante.
Grande y blando: un cuello abotonado de gusto italiano.
El cuello con trabilla resulta muy correcto porque abraza estrechamente el nudo de la corbata.
En la década de 1940 las puntas se acercaron. Este modelo luce mucho con pajarita.
Los hombres de cuello largo deberían llevar un cuello alto con dos botones.
Un cuello de tiburón grande hace que un rostro amplio parezca más pequeño.
Las puntas redondeadas otorgan siempre un aire de dandi.
Un cuello de puntas redondeadas con trabilla y pasador no es para hombres grises.
Hoy en día el cuello de paloma se suele usar solo de noche; antaño, también con chaqué.
La camisería de la A a la Z acabado Proceso de perfeccionamiento en la fabricación de tejidos para darles un aspecto lustroso y un tacto más agradable. algodón Fibra obtenida a partir de la borra de la semilla de la planta del algodón, que se cultiva en regiones tropicales y subtropicales. algodón Sea Island El algodón más fino del Caribe. Las mejores plantas de algodón egipcio se empezaron a cultivar en el siglo XIX a partir de, entre otras, semillas de algodón Sea Island. batista Tejido muy ligero con ligamento de tafetán elaborado con hilos muy finos y de gran calidad. céfiro Tela fina, tejida de forma compacta, pero sin embargo muy ligera, por lo general en colores pastel. cuadro gingham Cuadro camisero fino, por lo general en azul claro y blanco, o en rosa y blanco. cuadro Tattersall Cuadro en rejilla de varios colores sobre fondo claro, tradicionalmente reservado para las camisas sport. cuadro Vichy Cuadro pequeño en tejido con ligamento de tafetán o de sarga, por ejemplo, en azul claro y blanco. end-on-end (véase Fil-à-fil). fil-à-fil Tipo de tejido para la confección de camisas con dos hilos de urdimbre de distinto color, con lo que se obtiene un efecto cromático característico (también llamado end-on-end). franela de algodón Tejido suave de algodón con ligamento de tafetán o de sarga; se usa para confeccionar camisas sport. hilo El hilo se elabora retorciendo haces de fibra. Según su número,
el hilo se llama «doble», «cuádruple», etc.
hilo retorcido El que se fabrica con varias hebras torcidas. ligamento Norma, ley o manera de entrecruzarse los hilos de la urdimbre y la trama. Existen tres tipos básicos de ligamento: de tafetán, de sarga y de raso. lino Tejido ligero y fresco fabricado con hebras planas. No es habitual en las camisas de oficina porque se arruga mucho. mako Algodón egipcio que produce un hilo de gran calidad, por ejemplo, para tejido de batista. no encoge Indicación que aparece en tejidos que no encogen con el lavado, o apenas. Las mejores manufacturas garantizan un encogimiento máximo de un 1,5%. no necesita planchado Indicación que aparece en tejidos que no hace falta planchar después del lavado. Eso sí, para el cuidado de las prendas es necesario seguir las recomendaciones del fabricante. oxford Género algo granulado tejido con hilos de urdimbre y trama de distinto color, lo que le confiere reflejos cromáticos. pinpoint Género tejido con hilos de urdimbre y trama de distinto color, parecido al oxford pero algo más fino. piqué Tejido con estructura, también llamado «marsella» y «punto imperial», tradicionalmente destinado a la confección de la pechera, el cuello y los puños de la camisa de esmoquin. popelina Tejido con ligamento de tafetán, con muchos más hilos de urdimbre que de trama. La hay de varios tipos, en función de si se teje con hilo sencillo o torcido doble, triple, etc.
raya romana Raya ancha para camisas de oficina, por ejemplo, en azul oscuro sobre fondo blanco. semilino Tejido de una mezcla de lino y algodón. Es práctico porque se arruga menos que el lino puro. tejido de hilo retorcido Tejido en el que tanto los hilos de la urdimbre como los de la trama son torcidos. Estas telas se consideran las más adecuadas para las camisas de vestir. tejido llano con urdimbre vista Tejido con hilo torcido solo en la urdimbre. No se considera de muy buena calidad, aunque se arruga poco y tiene un tacto agradable. trama Conjunto de hilos que se entrecruzan con los de la urdimbre, por encima y por debajo, para tejer una tela (véase Ligamento). twill Tejido de ligamento de sarga reconocible por sus finos entramados diagonales. Es muy resistente y apreciado para camisas deportivas. twill de algodón Material resistente de ligamento de sarga con el que se suelen confeccionar camisas sport. urdimbre Conjunto de hilos que se tienden paralelos, perpendiculares al telar, para entrecruzar longitudinalmente con ellos los de la trama (véase Ligamento). voile Tela muy fi na, casi transparente, para camisas de esmoquin y de verano.
Camisas a medida para la oficina Las casas que hacen camisas a media suelen sugerir en su publicidad que una prenda única, hecha expresamente para el cliente, garantiza una sensación inigualable de individualidad y lujo, y que además resulta mucho más favorecedora por su forma. Por supuesto, las camisas a medida deben sentar bien, pero en qué medida mejor que las camisas de confección depende, sobre todo, de la figura del cliente. La calidad del género de una camisa a medida no tiene por qué ser mejor que la de una comprada hecha. Como es lógico, un camisero barato trabajará con tejidos baratos, con toda probabilidad de peor calidad que los de las camisas de confección de una buena marca, puesto que los fabricantes compran las telas en grandes cantidades y pueden vender luego el producto a precio competitivo. También en el caso de prendas hechas a medida, la calidad se paga. Un sastre camisero artesano toma, en principio, las mismas medidas que se toman para una americana (contorno de pecho, largo de espalda, largo de mangas, contorno de cintura y cadera, largo de espalda...) y hace los patrones. Pero no los corta en el tejido elegido, sino en un lino blanco con el que coserá un prototipo de camisa con cuello y puños de papel. Solo una vez que el cliente se haya probado el prototipo y se hayan hecho los retoques pertinentes cortará el sastre los patrones en la tela de la camisa. La ventaja de este proceso es que, si el cliente no se muestra conforme con el corte, se puede tirar el prototipo sin problemas y volver a empezar porque la tela no es cara. El inconveniente es que todo ello lleva más tiempo y dinero. Las tiendas que trabajan con sastrerías y los talleres de producción
propia siguen otros métodos. Disponen de camisas de prueba en todas las tallas, a veces incluso de varios cortes básicos en cada una, por ejemplo, más bien holgadas o más entalladas, según el gusto italiano. También ofrecen una selección más o menos amplia de variantes de cuellos y puños. El cliente se prueba una camisa de su talla y el vendedor toma las medidas para adaptarla al cuerpo del cliente como él lo indique. A partir de ahí el proceso es similar al de un traje de confección a medida. El cliente escoge el cuello y los puños, y determina también el resto de los detalles, como el tipo y el número de pliegues en las mangas y el canesú, si desea faldones rectos o redondeados, si quiere un bolsillo en la pechera o no —en caso afirmativo, su forma y posición—, y naturalmente, el tipo de tela. Si la primera camisa le sienta bien al cliente y le gusta, la camisería la guardará como modelo básico para ulteriores encargos. Al contrario que en el caso de los trajes, que, a pesar de estar cortados a partir de unas medidas idénticas, pueden quedar muy distintos una vez puestos según el género con el que se hayan hecho, las camisas sientan todas más o menos igual: la diferencia de peso entre las telas de camisería son tan pequeñas que no se notan en la caída. Este sistema presupone, eso sí, que el sastre respete los patrones.
La corbata La corbata es el símbolo de los negocios y, al mismo tiempo, un accesorio exclusivamente masculino. En ocasiones los diseñadores han intentado extender el uso de esta prenda entre las mujeres, pero en una dama suele resultar tan ajena como resultaría un vestido en un hombre. Desde hace años se observa la tendencia a dejar de lado esta prenda, pero siempre acaba completando la imagen del traje de negocios. Así, tenga en cuenta: La regla básica es que las corbatas deben ser de pura seda, nunca sintéticas. Claro que también se admiten otros materiales naturales, como el cachemir, la lana, el algodón, el lino o las mezclas de seda y lino. Pero para el día a día de los negocios tales alternativas no son recomendables, ya que, por ejemplo, si una corbata de lana le parece exquisitamente italiana, un colega suyo la puede considerar más bien extravagante. El mejor nudo es el llamado «simple». Todas las variantes del Windsor producen un nudo demasiado voluminoso cuya forma en V no combina bien con el cuello de ninguna camisa. La gran variedad de nudos existente es innecesaria, salvo por los «nudos pequeños», que constituyen una buena solución para los hombres muy altos porque requieren poca tela.
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La corbata es un adorno pensado ante todo para lucir con traje. En efecto, el hueco que queda entre las solapas de la chaqueta y el cuello de la camisa parece estar llamando una corbata. La tendencia a llevar la camisa sin corbata quizás sea moderna, pero el efecto puede resultar tan incompleto como el de una mesa puesta sin servilletas.
Qué transmite una corbata CORBATA LISA Las hay de todos los colores y en numerosos tejidos, y siempre son más fáciles de combinar que cualquier otra. La discreta y sobria corbata azul oscura lisa de seda jacquard estaba entre las preferidas del icono del estilo Gianni Agnelli. Código indumentario Oficina: sí, por ejemplo, en azul marino o rojo burdeos. Comida elegante: sí, también en tonos claros. Evento formal diurno: sí, por ejemplo en tonos discretos azules o rojos. Imagen cuidada de fin de semana: sí, en tostado o verde. CORBATA DE RAYAS Indica que su portador tiene una cultura de la indumentaria anglosajona; al mismo tiempo, permite al hombre vestido de manera conservadora subrayar su perfil por medio de combinaciones cromáticas audaces. Código indumentario Oficina: sí. En reuniones importantes, con una combinación cromática discreta. Comida elegante: sí, en todos los colores. Eventos formales diurnos: sí, pero en tonos discretos. Imagen cuidada de fin de semana: sí, en colores naturales como verde, burdeos, marrón o amarillo. CORBATA CON MOTAS Un megaclásico. En general se puede decir que, cuanto más grandes las motas, más osada la corbata. Las combinaciones cromáticas clásicas son motas blancas sobre azul oscuro o rojo vivo; en verano, motitas blancas sobre rosa o amarillo claro. Código indumentario Oficina: sí, por ejemplo, fondo azul oscuro o negro con motas blancas. Comida elegante: sí; según la estación, también con fondo claro. Evento formal diurno: sí, pero con motas pequeñas y fondo oscuro. Imagen cuidada de fin de semana: no. CORBATA PAI SLEY El estampado paisley se considera
típicamente británico, aunque en realidad procede de Oriente. Se trata de un motivo sinuoso, antiguo símbolo de fertilidad, y luce de forma óptima sobre seda mate. En la oficina, lo mejor es una variante sobria en tonos adecuados para los negocios, como el burdeos o el azul oscuro. Con una americana deportiva combina el paisley en vivos tonos de marrón, verde o amarillo. Código indumentario Oficina: únicamente en variantes de diseños sobrios y discretos. Comida elegante: sí, también en tonos intensos de rojo y amarillo. Eventos formales diurnos: sí, pero en colores austeros. Imagen cuidada de fin de semana: sí, es el auténtico dominio de este estampado.
DIBUJOS GEOMÉTRICOS Algunas corbatas tienen unos dibujos tejidos de forma tan refinada que dan la impresión de ser relieves. Otras brillan tanto que llegan a marear. Esos efectos ópticos llaman sin duda la atención, pero hay que evitar a toda costa los motivos hipnóticos en la mesa de negociaciones. Código indumentario Oficina: sí, pero con dibujos discretos. Comida elegante: sí, pero escogiendo opciones poco llamativas, que no distraigan a los otros comensales. Evento formal diurno: sí, por ejemplo, con un fondo que haga aguas. Imagen cuidada de fin de semana: no. CORBATA CON UN MOTIVO Las hay para todos los gustos, desde más bien horteras hasta artísticas. Si le gustan, debe elegirlas con extremada precaución. Un cactus gigante en verde fosforito puede ser muy divertido, pero en los negocios solo logrará provocar miradas escépticas. Código indumentario Oficina: mejor no. Comida elegante: sí, pero procurando que el motivo no sea demasiado chillón. Eventos formales diurnos: no. Imagen cuidada de fin de semana: no.
ESTAMPADOS DE FANTASÍA Florales, orgánicos, fluidos, pequeños o enormes: los diseñadores de este tipo de estampados dejan volar su imaginación. Por eso el concepto de «corbata de diseño» tiene connotaciones negativas para los amigos de la vestimenta clásica. Y es que muchos diseñadores solo pretenden una cosa: llamar la atención. Por tanto, los conservadores harán bien en evitarlas. Código indumentario Oficina: no en sectores conservadores. Comida elegante: sí, al gusto de cada uno. Evento formal diurno:no. Imagen cuidada de fin de semana: no. CUADROS ESCOCESES Este es concepto amplio, ya que existen cientos de tipos. Los italianos los llevan también con trajes de negocios en tonos oscuros. Más allá del canal de la Mancha serían un patinazo, porque allí están reservados a la vida campestre. En otros países son un signo de individualidad. Código indumentario Oficina: sí, pero solo tartanes discretos como el blackwatch. Comida elegante: sí, también en diseños más coloridos. Evento formal diurno: no. Imagen cuidada de fin de semana: sí, a ser posible en tonos tierra naturales. PRÍNCIPE DE GALES, PATA DE GALLO, ETC. Muchos diseños típicos de los géneros para chaqueta se ven ahora en corbatas, por lo general de seda jacquard. Como son muy «intranquilos», se recomienda combinarlos con camisas lisas y trajes con dibujos amplios. Un ejemplo clásico: corbata príncipe de Gales gris con alfiler, camisa blanca y traje de raya diplomática en gris marengo oscuro. Código indumentario Oficina: con fondo azul, burdeos o plateado y dibujos pequeños. Comida elegante: sí, en colores parecidos a los de la oficina. Eventos formales diurnos: sí, por ejemplo, príncipe de Gales o cuadros Pepita con aguas. Imagen cuidada de fin de semana:
sí, pero con fondo en tonos marrones o verdes y dibujos más grandes.
Todo sobre la seda En China ya se producía seda hacia el año 2640 a. C. Desde allí, aproximadamente en el año 400 a. C. pasó a Persia, y unos dos siglos más tarde a Asia Menor y Egipto. Hubo que esperar al siglo i a. C. para que el preciado tejido llegara a Europa, donde los romanos lo pasaron a considerar enseguida un artículo de lujo muy apreciado. El carácter exclusivo de la seda no cambió, tampoco cuando, en el siglo viii, los árabes emprendieron su propia producción de seda en la Península Ibérica y, a lo largo del siglo x, la técnica se fue extendiendo a través de Sicilia hasta la Península Itálica. En la Edad Media la producción, el comercio y la posterior manufactura de la seda estaban ya muy extendidos, si bien hasta el siglo XVII fueron los florentinos quienes dominaron ese sector de la industria textil. Con el tiempo los franceses ocuparon el primer lugar, haciendo del suave tejido el favorito del mundo elegante y una obligación en la Corte. Solo a finales del siglo XVIII se fue imponiendo poco a poco la tendencia inglesa a la preferencia por la lana y el algodón en la moda masculina. La seda fue desapareciendo, pero no del todo: se reservó a chalecos, albornoces y medias, así como a tejidos para ornamentos y forros. Las artísticamente anudadas corbatas de los dandis del siglo XIX no eran de seda, sino de lino blanco como la nieve o de fino encaje. Solo a finales de la década de 1880 se empezó a recurrir a la seda para ornamentar el cuello. Ello se debió al desarrollo de la industrialización y las consiguientes posibilidades de producción masiva del antaño tan raro material. Los hombres enseguida se entusiasmaron con los dibujos geométricos omnipresentes y los paisley de aire oriental de la localidad escocesa de Macclesfield, donde en el siglo XVIII se empezaron a hilar las hebras de seda traídas de las colonias británicas,
las mismas con las que hasta nuestros días se han entretejido exóticos estampados indios. El principio básico de la obtención de la seda no ha cambiado fundamentalmente desde sus orígenes: sigue siendo un proceso muy costoso tanto en tipo de trabajo como tiempo requerido. En cuanto los gusanos de la seda terminan de hacer el capullo que los recubre, las llamadas «crisálidas» se matan con vapor de agua o aire caliente. Los capullos se remojan entonces en agua para eliminar la sericina, la proteína adherente con la que la oruga va pegando la hebra que forma el capullo. Esas hebras, que se devanan con cepillos, forman bobinas de unos 3000 metros, de los que solo entre 300 y 800 tienen la calidad necesaria para su procesamiento posterior. Además, antes de hilar y tejer las hebras, hay que eliminar de ellas cualquier resto de sericina y detergente, lo que se lleva a cabo en un proceso de cocción llamado «descrudado» o «desgomado». A día de hoy China sigue siendo el principal productor de seda en rama de calidad. El centro mundial de la elaboración de tejidos de seda para corbatas está, sin embargo, en la ciudad de Como, al norte de Italia. Las casas de la región ofrecen la manufactura completa, desde el diseño de los dibujos hasta la confección. La seda simplemente se estampa o se entreteje con hebras de diferentes colores formando el llamado «tejido jacquard». Los estampados en seda son especialmente adecuados para los motivos florales, ya que con esa técnica se puede reproducir en la tela casi cualquier ornamento con todo detalle. Por el contrario, la seda entretejida es más adecuada para motivos geométricos y rítmicos, ya que estos son los que mejor se realizan con la urdimbre y la trama. Determinar la calidad de un tejido de seda resulta difícil incluso para entendidos con mucha experiencia. A simple vista, apenas se puede diferenciar entre la seda natural y la sintética, de manera que hay
que ayudarse sobre todo del sentido del tacto. La diferencia más marcada es que la seda de imitación, salida de laboratorio, es de un hilo mucho más liso, lo que da lugar a un tejido más suave. Por eso hay que pasar los dedos por la corbata para palpar las diferencias. La seda natural resulta más áspera y tiene irregularidades con las que tropiezan la piel o las uñas, mientras que por la de imitación se deslizan con total suavidad. Otra prueba de calidad que se recomienda llevar a cabo es presionar y arrugar la seda: el género de calidad no se arruga fácilmente. Eso sí, tenga cuidado con aquellas corbatas que aún sean propiedad del comerciante. No hace falta decir que al definitivo propietario le resultará imposible la aplicación de otros métodos, como el de chamuscar el tejido. Por eso tendrá que fiarse de lo que le prometa el vendedor. Pero, por lo general, se puede afirmar que un buen nombre es garantía de buena calidad. Y el precio también es orientativo. Por debajo de un nivel mínimo no encontrará una corbata buena.
El nudo simple
Existen infinidad de nudos de corbata, pero en realidad solo acaban siendo prácticos tres. El más socorrido de todos es el nudo simple o four-in-hand, adecuado para cualquier tipo de corbata, tipo de ocasión, cuello o estilo. Se trata de un nudo más bien alargado cuyo volumen viene determinado por la anchura de la corbata en su parte central. Para hacerlo, colóquese la corbata alrededor del cuello con la parte ancha a la derecha y bastante más baja que el otro extremo. Coja la parte ancha con la mano derecha y pásela por encima de la parte estrecha, que no dejará de sujetar con la mano izquierda. Dé una vuelta con la parte ancha alrededor de la parte estrecha, de modo que quede colgando por la izquierda. Ya tiene una idea del aspecto que acabará teniendo el nudo.
Pase luego la parte ancha de la corbata por debajo del nudo a medio hacer, levantándolo un poco. Con la mano izquierda, pase la parte ancha de abajo hacia arriba, hasta sacarla totalmente por encima del nudo a medio hacer. Meta entonces la parte ancha con la mano derecha por medio del nudo y sáquela totalmente por el otro lado. Agarre la parte estrecha con la mano izquierda y estire de ella hasta cerrar el nudo. Presionando con los dedos, forme a continuación un pequeño pliegue justo debajo del nudo. Importante: una vez tenga hecho el nudo, ambos extremos de la corbata deberán quedar a la misma altura y llegar al cinturón o la pretina del pantalón. Tratándose de hombres altos, eso no será siempre posible. Para ellos, la corbata estándar de 1,45 metros es demasiado corta. A lo sumo, la parte ancha les quedará colgando sobre el tiro y la parte estrecha, mucho más arriba.
El nudo doble
Los hombres bajitos suelen tener dificultades con las corbatas demasiado largas, pero pueden contrarrestar su longitud enrollando el lado ancho varias veces a la hora de hacer el nudo. Esta variante se llama también «Albert» o «príncipe Albert». Quien desee un nudo especialmente grande, pero alargado —como es del gusto, por cierto, de los italianos—, deberá aprender a hacer este nudo. En su mayor parte, el proceso es idéntico al del nudo simple. Colóquese la corbata alrededor del cuello con la parte ancha a la derecha y aún más baja que el otro extremo que en el nudo simple. Agarre la parte ancha con la mano derecha y pásela sobre la parte estrecha, que sujetará con la mano izquierda. Dé una vuelta con la parte ancha alrededor de la parte estrecha, hasta que quede colgando por la izquierda. Repita este paso, es decir, vuelva a pasar la parte ancha hacia la izquierda alrededor del extremo estrecho. Si desea un nudo especialmente voluminoso, vuelva a repetir el paso. El final del nudo Albert es idéntico al del nudo sencillo: pase luego la parte ancha por debajo del nudo a medio hacer mientras lo levanta un
poco. Con la mano izquierda, pase la parte ancha desde abajo hacia arriba, hasta sacarla totalmente por encima del nudo a medio hacer. Meta entonces la parte ancha con la mano derecha por el medio del nudo y sáquela totalmente por el otro lado. Agarre la parte estrecha con la mano izquierda y estire de ella hasta cerrar el nudo. Presionando con los dedos, forme luego un pequeño pliegue justo debajo del nudo. Puede ser que no le salga a la primera y las diversas capas del nudo se corran. Si le ocurriera, vuelva a empezar desde el principio. En el paso final, agarre el extremo fino de la corbata y apriete el nudo con cuidado.
El nudo pequeño
El nudo pequeño se hace con menos vueltas, por lo que requiere menos tejido. Es decir, la corbata queda al final algo más larga. Por eso esta variante es la más adecuada para hombres muy altos o corbatas algo más cortas de lo normal. El nudo pequeño es también muy útil para corbatas de tejido grueso, por ejemplo, de lana o cachemir, ya que el hecho de necesitar menos vueltas evita que el nudo quede demasiado grande.
El nudo pequeño se diferencia de los anteriores en los primeros
pasos. En este caso, colóquese la corbata alrededor del cuello de manera que cuelgue con la parte interior hacia fuera, y de tal modo que el extremo más ancho quede del lado izquierdo y el estrecho, del derecho y más corto. Sujete el lado ancho y coloque el otro, el extremo estrecho de la corbata, por encima. Primero, dé una vuelta a la parte ancha hacia la izquierda sobre el extremo estrecho. A continuación, pase el lado ancho por debajo del extremo estrecho otra vez hacia la derecha. En el siguiente paso, coloque el extremo ancho sobre el extremo estrecho por encima del lazo que se forma, páselo por el medio del nudo a medio hacer y estírelo hacia abajo. El final de este nudo es idéntico al de los otros dos. Es decir, forme un bonito pliegue justo por debajo del nudo en la parte ancha de la corbata y apriételo. Al igual que en los otros dos casos anteriores, el nudo pequeño también se puede modificar dándole varias vueltas a la parte ancha de la corbata.
Corbatas: tres tipos de confección Existen tres tipos de confección de corbatas. En el caso del más sencillo, el género se cose con una máquina de coser corriente. El inconveniente de este sistema es que la costura normal de hilo doble es poco flexible, y la corbata no se deja anudar bien. El segundo método es el de la máquina Liba, que cose con una única hebra, lo que implica que hay que volver la corbata del revés (y luego otra vez del derecho). En tercer lugar está la manufactura artesana en todo el proceso: la corbata se corta a mano, se le da la forma, se sujeta con alfileres y se cose a mano con aguja e hilo. Las corbatas de calidad solo se elaboran según los dos últimos métodos, aunque las confeccionadas totalmente a mano son las reinas indiscutibles.
CORTE En primer lugar, la pieza de tela de seda se extiende sobre una mesa y se corta. En el caso de tejidos lisos se suele cortar una pila de varias capas a la vez con ayuda de una máquina; en el caso de tejidos con dibujos o estampados, las piezas se cortan una a una a mano para que el dibujo tenga un aspecto similar en todas las corbatas. El largo y el ancho de la corbata se determinan con ayuda de patrones que por lo general son de plástico transparente, lo que permite ver el dibujo mientras se va cortando. Por tanto, el trabajo de calidad se reconoce a simple vista: el dibujo se ve derecho y centrado en toda la longitud de la corbata. ENTRETELA Y FORRO Además del corte del tejido de seda para la parte exterior de la corbata, hay que preparar también la entretela y el forro de la parte posterior. La entretela suele ser de algodón o de lana, mientras que la punta se refuerza con seda pura, de Bemberg o del mismo género que la corbata. Esta última variante, llamada «selftipping», es la más apreciada en Italia. La facilidad con que se
puede anudar una corbata se debe, sobre todo, a la exactitud con que está cortada la entretela, que se debe ajustar al tejido externo hasta los bordes de la corbata: si la entretela es más ancha, se verán arrugas; si es demasiado estrecha, la corbata se deformará.
COSIDO Una vez que están cortados el tejido exterior, la entretela y el refuerzo de la punta, la corbata se cose por la parte trasera. En caso de confeccionarse con máquina Liba de una única hebra, se cose la corbata del revés y luego, una vez acabada la operación, se vuelve del derecho. En cuanto a las corbatas hechas a mano, se montan, se sujetan con alfileres y se cosen con la llamada «puntada invisible». Este tipo de puntada produce unas costuras que se reconocen en el reverso de las corbatas terminadas, en la reserva del hilo, que queda a la vista en la parte interna del extremo ancho. Nunca se debe cortar esa hebra, porque la corbata se desharía. A continuación se cosen la trabilla que abraza la parte estrecha y la etiqueta, y finalmente la corbata se plancha con cuidado al vapor para eliminar cualquier arruga o marca.
En la manufactura de corbatas Ascot de Krefeld se cosen pajaritas y corbatas de seda y de punto desde 1908. 1 Patrones, 2 Corte, 3 Entretela y forro, 4 Hilvanado, 5 Cosido, 6 Pegado de la etiqueta, 7 Planchado, acabado
El pañuelo de bolsillo Un traje o una americana solo están completos con un pañuelo. Sin él, el bolsillo de la pechera parece vacío y abandonado. Sin embargo, la mayoría de los hombres prescinden de ese adorno porque lo consideran demasiado formal: pocos quieren pasar por un dandi y casi nadie sabe cómo se dobla.
TEJIDOS Los pañuelos de bolsillo suelen ser de lino, seda, cachemir o lana, aunque los dos primeros son, con mucho, los más habituales. El algodón no es lo más apropiado, pero se va extendiendo. Cuidado con los pañuelos de género de camisa: no denotan buen estilo. Sobre todo cuando el pañuelo y la camisa son de la misma tela, dan la impresión de que el portador carece de fantasía. Además, de lejos parece que la chaqueta tuviera en la pechera un agujero por el que se viera la camisa. Los pañuelos de lino suelen ser blancos, pero también los hay de otros colores. Ahora bien: no hay duda de que el lino blanco es la opción más versátil y elegante. Va bien con cualquier traje, y también con un blazer azul oscuro. CONFECCIÓN Y FORMATOS Los pañuelos de bolsillo, sean del tejido que sean, al igual que los pañuelos de las damas, deben tener los bordes enrollados a mano, y por una razón poderosa: los hechos a máquina tienen un aspecto barato y descuidado. El tamaño es importante para que el pañuelo no se pierda dentro del bolsillo. Como mínimo debe medir 43 x 43 cm, y mejor aún si mide 47 x 47 cm. La mayoría de los pañuelos sencillos que se suelen vender en las tiendas son demasiado pequeños. Cuando se doblan, simplemente «no dan la talla», sobre todo en los espaciosos bolsillos de hombre. DOBLADO La mayor parte de las dudas asaltan a la hora de doblar el pañuelo. Y sin embargo es algo muy simple. Hacer pajaritas de papel resulta mucho más complicado. La opción más sencilla es la siguiente:
forme con el pañuelo un rectángulo alargado e introdúzcalo en el bolsillo. Para regular la parte que tiene que sobresalir, dóblelo un poco por abajo. La esquina que sobresalga tendrá que apuntar al hombro izquierdo. Ese pliegue es el mejor para pañuelos de lino blanco en eventos formales. Como alternativa, sostenga el pañuelo por la mitad, dóblelo de forma suelta hasta que se junten las puntas y drapéelo en el bolsillo de forma que asomen un poco. Los pañuelos de seda, lana y cachemir se deben doblar hasta juntar las puntas con la parte de abajo ligeramente abolsada e introducirse en el bolsillo con las puntas hacia abajo. Al final debe verse solo la parte abolsada. Cualquier otro tipo de pliegue más complicado solo es recomendable para las servilletas.
CÓMO COMBINAR EL PAÑUELO Circulan las más pintorescas ideas acerca de cómo combinar el traje, la camisa y la corbata. Pero en el fondo es una cosa sencilla y lógica. El pañuelo de lino blanco se puede llevar con cualquier tipo de traje diurno (incluso un chaqué, esmoquin o frac), y combina con todos los colores de camisa y corbata. Los pañuelos de colores deben combinar bien con las otras prendas, y reproducir siempre los tonos de la corbata. Los dibujos tampoco deben quedar mal. Las corbatas con dibujos pequeños deben combinarse con pañuelos de dibujos grandes, y al revés. La camisa constituye siempre un fondo neutro para ambos. Por ejemplo: traje azul oscuro, camisa azul claro y corbata regimiento (con rayas anchas) burdeos y azul oscuro. Pañuelo: paisley en burdeos y azul, o también otros colores, por ejemplo, naranja.
Doblado del pañuelo QUIEN DOMINE LOS PLIEGUES ESTARÁ PREPARADO PARA CUALQUIER EVENTO.
DOBLADO INFORMAL (Izquierda) La seriedad del lino blanco se suaviza un poco con este pliegue informal. Es una opción que se ve mucho en Italia en trajes de negocios de géneros de color marino o antracita. El inconveniente es que con este pliegue el bolsillo queda ligeramente abultado. DOBLADO FORMAL (Centro) Para ocasiones formales, así como con trajes oscuros, es más adecuado un pliegue sobrio y tranquilo. Es la mejor opción para no distraer la atención de nuestro interlocutor. Así pues, este es el pliegue más recomendable para ponentes y conferenciantes. DOBLADO ABOLSADO (Derecha) Esta es la opción de plegado con la que mejor lucen el brillo y la estructura de los pañuelos de seda o cachemir en el bolsillo de las americanas de sport. El doblado abolsado admite la disposición de los pliegues de uno en uno para lograr un toque muy personal.
Conjuntos básicos
(Izquierda) El traje azul oscuro con chaleco (Cove & Co.) es el más formal para la oficina. Según el sector de negocios y el rango, se puede llevar todos
los días o bien solo para reuniones importantes o tareas representativas. (Derecha) El traje oscuro de chaqueta recta (aquí, un modelo confeccionado a medida de Cove & Co.) no puede faltar en ningún armario. Es imprescindible tanto en los negocios como en la vida privada. Los modelos de corte clásico son los de más larga vida.
(Izquierda)Los trajes de chaqueta cruzada (este, de Cove & Co.) siempre son algo más formales y visten más. Pero, al contrario de lo que se suele oír, resultan muy favorecedores con cualquier figura y son adecuados también para hombres jóvenes. (Derecha) Y a quien le gusten los trajes cruzados debería probar la variante con abotonadura de dos botones (Cove & Co.). La solapa, algo más
alargada, estiliza el cuerpo y muestra un poco más de la pechera y la corbata.
(Izquierda) El traje príncipe de Gales (Cove & Co.) era antaño muy
apreciado por los británicos por su aire deportivo, pero de ninguna manera para la oficina. En Estados Unidos y en la Europa continental se considera adecuado para cualquier actividad. (Derecha) Este traje de algodón claro (Cove & Co.) no sigue las reglas cromáticas habituales, pero en las estaciones cálidas se puede hacer una excepción. En Estados Unidos es ya un clásico del verano. En Europa solo se permite en días de mucho calor.
(Izquierda) En verano y en situaciones poco formales (nunca por la noche), los trajes pueden ser algo más claros. También para un viaje resultaría adecuado un modelo gris claro (Cove & Co.), incluso con algún dibujo (por ejemplo, una raya fina). (Derecha) Los trajes azul oscuro de rayas (Cove & Co.) siguen siendo el
uniforme británico en los bancos y la bolsa. En otros países las rayas se consideran demasiado llamativas.
Abrigos y chaquetas ¿De qué sirve el mejor de los trajes si acaba desapareciendo bajo un abrigo sin estilo? Muchos hombres no se atreven a escoger estas prendas externas con los mismos criterios de calidad que el traje, pero ¿qué ocurriría si se encontrara con su colega de negocios en el ascensor llevando usted sobre el impecable traje azul de hilo un impermeable, tan práctico como inapropiado? Si fuera el otro quien llevara algo así, no sería grave. Siendo usted mismo, le resultaría bastante embarazoso.
(Izquierda) En un principio, la liviana chaqueta acolchada inglesa fue diseñada para los deportes de la monta y el tiro. Por eso en la ciudad, al
igual que la chaqueta encerada, se suele considerar expresión de un estilo de vida «campestre». (Derecha) El abrigo favorito de los anglófilos es el covert-coat con cuello de terciopelo tostado o marrón oscuro. Solo es auténtico cuando está hecho de paño de calidad excelente, como, por ejemplo, los de la firma John G. Hardy.
(Izquierda) El Chesterfield (Cove & Co.) es de color claro, pero aun así adecuado para los negocios. Sus características distintivas son los dibujos de espiga y el cuello de terciopelo negro. Combina muy bien con el pantalón de negocios de color oscuro que sobresale por debajo. (Derecha) El tradicional abrigo para la oficina es de paño oscuro, pero, al contrario de lo que ocurre con los trajes, la norma permite la variante color camello (Cove & Co.). El pelo de camello auténtico es especialmente caliente y ligero. También hay modelos de cachemir en ese tono.
(Izquierda) Los abrigos no se reservan solo para la vida profesional. El hombre de estilo clásico llevará abrigo también con los trajes informales del tiempo libre o como complemento del businesscasual. Los forros llamativos son en este caso excelentes para redondear el conjunto (Cove & Co.). (Derecha) Los abrigos claros son los más delicados; por eso ofrecen una imagen especialmente lujosa. Entre los tejidos más apropiados para ellos se cuentan la lana y el pelo de camello, el cachemir e incluso el algodón. La parte superior del cuello puede contrastar con paño de otro color (Cove & Co.).
(Izquierda) La gabardina de algodón con cinturón es el abrigo para el día a día y los viajes de negocios. El tejido permite la transpiración y protege bien de la lluvia. Los abrigos cortos quizás estén más de moda, pero uno largo complementa mejor un traje. (centro izquierda) A quien no le guste la gabardina clásica podrá lucir el llamado «slipon» con mangas raglán. Tiene la misma función, pero resulta menos militar y quizás algo más elegante. Los fabricantes más conocidos suelen trabajar ambos modelos. (centro derecha) El austríaco verde tiene fama de ser típicamente centroeuropeo, y sin embargo también es muy apreciado, entre otros, por franceses, italianos, británicos y americanos. Su género es ligero y resistente a la humedad.
(Derecha) La chaqueta de tweed con forro interior impermeable ha reemplazado a la chaqueta encerada. Su tejido externo es más agradable de llevar y protege de la lluvia sin necesidad de tantos cuidados.
Cómo conseguir la caída perfecta Que un traje quede bastante bien o quede perfecto suele ser cuestión de milímetros. Y quien no desee dejar su aspecto en manos de la casualidad deberá tomarse esos milímetros muy en serio. Demasiado largo, estrecho, corto o ancho: no es solo cuestión de estética, sino de confort. Un pantalón cinco milímetros demasiado ancho en la cintura empieza a caerse con solo meter las llaves en el bolsillo. Por el contrario, cinco milímetros de menos se notan enseguida después de comer. Y aunque esas diferencias no se perciban conscientemente, son las responsables de que a veces un traje se quede en el armario más a menudo que otro, lo cual es una pena, porque con un par de arreglos podría convertirse en favorito. Usted es la única persona que está en disposición de decidir si es necesario hacer cambios en su traje y cuáles. Los dependientes no suelen ser buenos consejeros, porque lo que les interesa es ante todo vender. En primer lugar, asegúrese de partir de la talla adecuada. Tal vez sepa ya cuál es, pero de lo contrario la puede saber midiéndose: la talla de confección es igual al contorno de pecho dividido entre dos; por ejemplo, 108:2 = talla 54. Lo primero que se prueba de un traje es el pantalón. La pretina debe tener tal medida que el pantalón no se caiga sin necesidad de cinturón, pero sin que apriete. (Así que mejor no vaya de compras con la barriga llena). Y recuerde que un arreglo del pantalón no debe modificarlo nunca en más de una talla, porque en caso de hacerlo los bolsillos quedarían desplazados.
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Muy importante para el conjunto de la imagen es la anchura de la pernera, pero no se suele caer en que se puede retocar. Las medidas se toman abajo, en el dobladillo, y por eso en los arreglos se habla muchas veces de la «línea de bota». En el caso de perneras estrechas sin pinzas (y de una talla 50), la anchura de la línea de bota debe ser de 20 centímetros; con pinzas, de 22 a 25 centímetros. Eso, considerando solo un lado. Si se mide el contorno entero, lógicamente se doblará la medida. Los hombres corpulentos y no muy altos deben evitar los pantalones demasiado anchos porque achatan la figura. La línea de bota debe armonizar asimismo con el largo total. Los pantalones de calidad se venden con el dobladillo descosido para poder ajustar el largo de la pernera a las necesidades del cliente. Quien no esté seguro de si el pantalón va a parecerle más bonito con vuelta o sin ella, debe pedirla, porque si no le gusta siempre podrá quitarla, mientras que el dobladillo metido no alcanza para hacer una vuelta. La cinta talonera que se cose a veces por la parte interior del dobladillo no es necesaria
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en caso de paños fuertes. Además, existen modelos de plástico que pueden llegar incluso a rayar los zapatos. El largo de las perneras depende del corte del pantalón. Los modelos amplios se llevan más largos; los de pernera estrecha, algo más cortos. Los pantalones amplios deben arrugarse ligeramente en el empeine. Por la parte trasera, el dobladillo acabará entre la mitad del contrafuerte y el principio del tacón. No haga caso de los vendedores que afirmen que los pantalones deben llegar hasta la mitad del tacón; uno así le estaría demasiado largo. Los de corte más estrecho se llevan incluso más cortos. Por la parte delantera solo se deben apoyar en el empeine y, por detrás, llegar al borde del zapato o, como mucho, a la mitad del contrafuerte. A veces conviene cortar la línea de bota en diagonal, es decir, por delante más alta que por detrás.
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Solo merece la pena arreglar una americana en caso de que el largo total sea el adecuado, es decir, solo si tapa el trasero, y de que el botón de abotonadura quede ligeramente por encima del ombligo,
que es el punto medio óptico del cuerpo. La posición de los bolsillos y los ojales se determina de acuerdo con la longitud total. Si esa proporción se cambiara, los bolsillos y los botones quedarían demasiado altos o demasiado bajos. Primero se comprueba cómo sientan el cuello, la espalda y los hombros. El cuello debe ajustarse bien. Si no fuera el caso, será mejor que escoja otro traje más estrecho en esa parte, ya que los arreglos de este tipo son bastante complicados. Por el contrario, la famosa arruga de la nuca, que se forma cuando el tejido de debajo del cuello se levanta y forma un pliegue horizontal, se puede corregir sin dificultad. Además, la chaqueta debe caer bien en la espalda y detrás de los brazos dejar visible una pequeña reserva de tela. Sin ella no se podrían mover los brazos hacia delante (por eso se llama «arruga del movimiento»). Para ver si la chaqueta sienta bien en el talle hay que abrocharla y estirar del botón hacia fuera. Si se puede desplazar dos o tres centímetros hacia delante, la anchura es la adecuada. Si el margen fuera mayor, la chaqueta sería demasiado holgada. Para arreglarla, se puede meter un poco de tela en las costuras laterales. El ancho del talle depende también del estilo de cada uno. A mí me gusta poder abotonarme la chaqueta sin esfuerzo, pero notar que la llevo abrochada. Muchos hombres confunden erróneamente el corte a medida con una chaqueta demasiado entallada. Cuando la chaqueta queda tirante en el vientre o si los cortes —en caso de tenerlos— se abren, es que es demasiado estrecha.
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El largo de mangas adecuado es fundamental para la impresión general que causa un traje. Si las mangas llegan hasta la mitad de la mano, la chaqueta parece demasiado grande. Si son demasiado cortas, parece muy pequeña. El largo correcto es el
que permite que los puños de la camisa asomen un poco por las mangas. Según el gusto personal y la constitución física del portador, se permiten de medio a varios centímetros. Las mangas de los trajes hechos en serie se suelen poder arreglar. Para ello se quitan los botones, se cortan o alargan las mangas, y se vuelven a pegar. En el caso de trajes con mangas que se abrochan tal arreglo no es posible porque los ojales no se pueden correr. Por eso solo los trajes hechos a medida deberían tener ojales en las mangas.
Entre las posibles adaptaciones de las mangas se cuenta también el arreglo de las sisas. Se trata de la única corrección que no se ve desde el exterior, pero que se nota mucho como portador del traje. Se debe hacer cuando la chaqueta tira en la zona de las axilas, aunque por lo demás quede perfecta y no merezca la pena probarse otra talla. Eso sí, tenga cuidado: la operación no es sencilla. Primero se deben descoser las mangas y agrandar las sisas. Luego hay que arreglar las mangas para que se ajusten a las sisas y volver a coserlas. Y eso solo lo sabe hacer un buen sastre, que se hará recompensar bien por su pericia.
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UN TRAJE ELEGANTE DENOTA LA PERSONALIDAD Y EL ESTILO DE SU PORTADOR.
Ocasiones especiales En mi niñez aún se hablaba de «los pantalones buenos». Por lo general eran de paño de lana gris y estaban reservados para las ocasiones especiales. Por tanto, se usaban poco, y siempre combinados con una camisa blanca y un chaleco de punto. Muchos hombres tienen aún un «pantalón bueno» en el armario, o quizás no estrictamente esa prenda. A veces se trata de un traje negro o una americana de un color considerado «formal». Por el contrario, los menos tienen un esmoquin, un frac o un chaqué. La idea de intentar vestirse de forma más cuidada en determinadas ocasiones es inherente al ser humano. Incluso los alérgicos a la moda tienen claro que, por ejemplo, una boda es una buena ocasión para ponerse de traje, aunque en general cada vez hay menos interés por la indumentaria formal. Sin embargo, quien posee estilo y sentido de la moda se alegra de que se le presenten oportunidades de ponerse de tiros largos. Sobre todo cuando no es una persona que vaya siempre de traje a la oficina. Pero también el oficinista que lleva a diario corbata puede disfrutar de lucir un esmoquin o un chaqué de vez en cuando, porque no hay otra indumentaria más elegante. El frac y el chaqué son dinosaurios de la moda, ya que tienen su origen en el siglo XVIII. Su forma se debe a que se llevaban para montar a caballo, de modo que los faldones abiertos caían a derecha e izquierda sobre el lomo del animal. La parte delantera, abierta hacia atrás, estaba concebida asimismo para permitir al jinete libertad de movimientos. A mediados del siglo XIX el frac era un atuendo corriente durante el día, como lo eran también la levita y el chaqué. A principios del siglo XX se fue imponiendo el actual traje, mientras que
el frac sobrevivió en el ropero de noche, el chaqué se reservó para eventos formales diurnos y la levita desapareció del mapa. El único recién llegado fue el esmoquin, que se consideró una especie de actualización del traje de noche.
Jan-Henrik Scheper-Stuke, jefe del taller de manufactura de corbatas berlinés Edsor, conserva en terciopelo y seda la elegancia de la vieja
escuela.
Formalidad y código indumentario DRESS CODE Término en inglés que significa «código indumentario». Cuando en una convocatoria en Estados Unidos se exige simplemente «dress code», significa que los caballeros deberán llevar corbata y americana. A veces en las invitaciones se especifica más el tipo concreto de indumentaria; pueden aparecer, por ejemplo, las indicaciones «ropa de noche» o «cravate noire». También los casinos establecen estrictas normas con respecto a la indumentaria, ya que suelen exigir a los hombres que lleven corbata. CRAVATE NOIRE / BLACK TIE La traducción de estos términos, en francés e inglés respectivamente, sería «corbata negra», pero con ello se suele hacer mención a la pajarita negra del esmoquin y, por tanto, al esmoquin mismo. La denominación de esta prenda puede variar dependiendo del país. Por ejemplo, en México un esmoquin es un «tuxedo» o, en su forma apocopada, un «tux». ACTOS DE ESMOQUIN Por ejemplo, bailes en los que no es preceptivo el frac o también algunas cenas de gala. Más raramente, funciones de teatro o conciertos (nunca queda mal, aunque en muchos países se suele reservar para los estrenos). El único acontecimiento diurno en el que se lleva esmoquin a plena luz del día es el Festival de Ópera de Glyndebourne, Sussex (Inglaterra), que se celebra entre mayo y agosto. Como en esos meses anochece muy tarde, es típica la imagen de los invitados vestidos con ropa de noche disfrutando de un picnic en la hierba. CRAVATE BLANCHE / WHITE TIE Cuando se exige corbata blanca lo que se está indicando es que para la ocasión es obligatorio el frac. Los militares pueden asistir con su uniforme de gala. En algunos países también se puede llevar el traje o atuendo regional. Hombres y mujeres tienen la oportunidad de lucir órdenes y
condecoraciones.
ACTOS DE FRAC Bailes de la ópera, entrega de los premios Nobel, banquetes y cenas de Estado, bailes de bodas aristocráticas. CHAQUÉ O TERNO También llamado «frac diurno». Se trata del traje de etiqueta o más formal para el día. Los británicos denominan esta indumentaria «morning coat», en referencia a su uso exclusivamente diurno. El chaqué deriva en principio de otra prenda, la levita. La parte delantera de la chaqueta se cortó de forma curvada hacia atrás para ofrecer al portador más libertad de movimientos. Por eso el chaqué se llama en inglés «cut», de cortar. ACTOS DE CHAQUÉ Bodas de la aristocracia, funerales o recepciones de Estado, las fiestas al aire libre que da la reina de Inglaterra, concesión de órdenes. TRAJE OSCURO Es el traje versátil por excelencia, adecuado para casi cualquier ocasión formal, de día o de noche. Puede llevarse siempre que no se dé una indicación más estricta en la invitación. El traje oscuro estándar es el formado por una chaqueta, recta o cruzada, de color gris o azul oscuro (nunca negro); si se desea, también un chaleco del mismo género; una camisa blanca (durante el día, también azul o rosa); una corbata de motivos discretos, y zapatos negros. COME AS YOU ARE Esta indicación está muy extendida en los países de habla inglesa. Literalmente traducida significa «venga usted tal y como es». Eso no quiere decir que uno pueda ir a una fiesta o un vernissage con la ropa de estar por casa. Más bien significa que puede ir directamente con la ropa de la oficina sin
necesidad de ponerse una indumentaria de noche. Los hombres deben lucir traje y corbata, las mujeres, un traje sastre, un vestido o ropa de sport cuidada.
ACTOS COME AS YOU ARE Inauguraciones, presentaciones de libros, pases de moda, lecturas de poesía, conferencias, veladas en clubes, fiestas.
En los actos con esmoquin y frac, los zapatos negros de charol son obligatorios.
El chaqué Existen chaqués en una infinidad de colores y géneros, pero el más habitual y clásico es la versión con chaqueta negra, chaleco gris claro, pantalón de rayas, zapatos negros en estilo Oxford, camisa blanca de cuello de paloma y puños dobles, corbata y, como guinda del pastel, una chistera negra. La alternativa más frecuente a la versión básica es el chaqué gris claro (es decir, una combinación de las tres piezas de ese color), que en las bodas solo pueden llevar el novio y el testigo, y que también es típico de las carreras de caballos de Ascot. Sin embargo, se trata en este caso de una tradición anglosajona que en otros países no siempre está bien vista. Los chaqués también se confeccionan en color antracita, variante especialmente versátil aunque no se tiene costumbre de recurrir a ella. En este caso la chaqueta, el pantalón y el chaleco deben ser del mismo color. El pantalón del chaqué suele ser de rayas, pero también puede ser de príncipe de Gales o Pepita. El chaleco, por su parte, ofrece muchas posibilidades de variación. En los entierros es frecuente que sea negro; en otras ceremonias de naturaleza más alegre se prefieren los tonos claros. A los ingleses les gustan los chalecos en el llamado «buff», un tono crema o beis, en verano incluso de lino. Por lo demás, para el chaleco también son muy apreciados los motivos de fantasía. En este punto el abanico de gustos es amplísimo, pero en moda de caballero es tradicional escoger los paños más lujosos o primorosamente bordados. A veces el llamado «traje Stresemann» se equipara con el chaqué, pero eso no es del todo correcto. El traje Stresemann es una invención que surgió terminada la Primera Guerra Mundial y sirvió en sus orígenes para ir a la oficina. En esta variante, la característica chaqueta
del chaqué se sustituye por una americana negra, aunque el resto queda igual. Como las ceremonias en las que es preceptivo el chaqué se celebran en círculos que guardan celosamente el protocolo, el Stresemann no sería siempre aceptable. Cabe apuntar, además, que este conjunto es popular sobre todo en los países de habla germánica, donde también se suele llamar «traje de Bonn». En otros países es desconocido y no forma parte del código indumentario.
(Izquierda) El chaqué clásico con chaleco gris y pantalón de rayas (todo de Cove & Co.). (Centro) En verano, el chaqué con chaleco de lino en tono pastel es una buena elección.
(Derecha) Británicos y anglófilos gustan de los chalecos de color «buff», un beis gamuza, que siempre constituye una buena alternativa al gris. Solo en los entierros es obligado el chaleco negro.
El esmoquin El esmoquin de rigor es un traje negro de noche con solapas de seda y un galón sencillo —una tira estrecha también de seda que recorre toda la costura externa del pantalón—, que se lleva con camisa blanca de esmoquin, pajarita negra y pañuelo —de lino blanco o de seda en algún color—, calcetines de seda (o de lana fina) hasta la rodilla de color negro y zapatos de noche de cordones o escarpines con ligero tacón y lazo. Aunque muchos consideran el esmoquin una prenda demasiado formal, entre finales del siglo XIX y los años anteriores a la Primera Guerra Mundial se fue estableciendo como una cómoda alternativa al frac, del que adoptó el color y, en su forma originaria, también el chaleco (pero en negro), aunque en general está más estrechamente emparentado con el traje corriente. Existen esmóquines de distintos tipos: de chaqueta recta, con o sin chaleco; de chaqueta cruzada; y con solapas redondas o en pico. Quien se haga un esmoquin a medida podrá diseñarse un modelo individualizado, pero los de confección solo suelen ofrecer la elección entre dos tipos de solapas y chaqueta recta o cruzada. En cuanto a los colores, solo hay una alternativa al negro, el llamado «azul medianoche». Al parecer, lo inventó el príncipe de Gales (luego duque de Windsor), quien consideraba que con iluminación artificial el habitual color negro adquiría un brillo verde. Yo nunca lo he visto, pero reconozco que el tono de azul profundo es una bella alternativa. Las solapas y el galón de las perneras deben ser siempre negros. Son detalles muy bonitos el cuello de terciopelo y los puños ribeteados en seda, que los esmóquines de confección en serie raramente ofrecen. La pajarita negra es inevitable; otros colores, tabú. Solo quien tenga un estilo extraordinario podrá atreverse a romper con esa tradición
(quizás en su caso el resultado convenza). La corbata, que en los últimos años se ha visto mucho con el esmoquin, no es lo más adecuado. Quien no desee llevar pajarita por la noche deberá ponerse un traje negro con corbata negra.
La chaqueta del traje de noche también puede ser blanca (a la derecha).
Esta opción se suele llevar en alta mar o a cielo abierto, pero en cualquier caso solo por la noche.
Chaqueta de terciopelo LOS AFICIONADOS A LOS PUROS Y OTROS SIBARITAS NO VISTEN ESTA PRENDA SOLO EN EL CAMPO. Los británicos llaman al esmoquin «dinner jacket» y reservan el término «smoking» a una chaqueta de noche de terciopelo que se inventó para disfrutar del placer del tabaco. A finales del siglo XIX, después de cenar con las damas, los caballeros se retiraban a fumar a una sala reservada al efecto. Y al volver no querían que su ropa oliera a tabaco para no ofender el olfato de las señoras. Quizás ahora que los fumadores vuelven a tener que retirarse de los espacios comunes experimente esta prenda un renacimiento con su función primigenia. Pero, mientras no llegue ese momento, puede seguir siendo una alternativa al traje corriente para las cenas. Lo único que cambia respecto al esmoquin es la chaqueta: el pantalón, la camisa y la pajarita son los mismos. También el calzado debe ser diferente: lo más adecuado son zapatos slipper o unos escarpines bordados de terciopelo a juego con la chaqueta.
El frac El frac es la prenda masculina de más raigambre: existe casi en idéntica forma desde el siglo XVIII. Los pantalones largos con que se combina son más actuales, ya que antaño se llevaba con calzones hasta la rodilla. Como en un principio el frac se destinaba a montar a caballo, por delante está cortado hacia atrás; así el jinete disfrutaba de mayor libertad de movimiento. El frac se completa con pajarita blanca de piqué de algodón; camisa de frac con cuello diplomático, puño simple de doble ojal y pecherín con sobrepuestos del mismo género; pantalón de frac con galón doble, y zapatos de frac, con un ligero tacón y lazo. Con este atuendo el cuello diplomático alzado es obligatorio. Se trata de un cuello de puntas dobladas que también se llama «cuello de paloma» o «de foque» y debe ser muy rígido y cubrir gran parte del cuello. La flexibilidad queda reservada a los cuellos abotonados a la pechera; quien desee lucir un frac tendrá que soportar ciertas incomodidades. Como compensación, el cuello rígido y alto le ayudará a adoptar una postura erguida y orgullosa. Con el frac no se puede llevar la primera camisa de esmoquin que se encuentre en el armario, ya que sus puños no son adecuados. La camisa de frac es de puños simples, que se abrochan superpuestos con gemelos. Los puños de la camisa de esmoquin son dobles, como los de las camisas de traje que se llevan con gemelos. A la hora de cortar un frac, los sastres vienen discutiendo desde los días de Fred Astaire si el chaleco puede sobresalir por debajo de la chaqueta o no. Con respecto a esta cuestión, conviene aclarar que en los años treinta la pretina del pantalón llegaba a la altura del talle. Por esa razón el chaleco podía llevarse alto. Hoy en día es de buen estilo
seguir cortando así el conjunto, pero muchos hombres prefieren un pantalón de tiro más bajo. En ese caso, el chaleco también se baja, y casi obligatoriamente asoma por debajo del borde, lo cual distorsiona la figura y desplaza de forma desfavorecedora el centro óptico del cuerpo hacia abajo.
(Izquierda) Quien desee una imagen más teatral podrá ponerse una capa por encima del frac.
(Derecha) El frac y la chistera son inseparables, si bien el sombrero solo se lleva en el exterior. En cuanto se entra en un edificio, hay que descubrirse.
La pajarita
El adorno más formal para el cuello es la pajarita. Con el frac debe ser siempre de piqué de algodón de color blanco y con el esmoquin, de seda negra. En el caso del frac, desde luego, la afirmación es categórica. El esmoquin permite excepciones. Así, últimamente hay quien recurre a corbatas con diversos motivos; sería discreta, por ejemplo, una de motas blancas sobre fondo negro. Otras combinaciones de colores resultarían quizás ya demasiado atrevidas. En los años setenta se puso de moda llevar con el esmoquin pajarita de terciopelo, por ejemplo, de color burdeos o violeta. También un verde botella es aceptable. De cualquier modo, en caso de duda, la mejor alternativa es el negro. Pero nunca, nunca una pajarita blanca, por favor. Eso sí, tanto si uno se decanta por la corbata como por la pajarita, deben ser de las de anudar. Cuando hablamos de corbatas, hasta los más reacios a la moda aceptan este dogma. Por suerte, los modelos con el nudo hecho casi han desaparecido. En el caso de la pajarita, en cambio, a veces incluso hombres con estilo y sentido de la calidad ceden a la tentación de comprar una alternativa tan cómoda como
horrible. Y eso que anudarse una pajarita es un juego de niños. O, por lo menos, de niños que saben atarse los zapatos, ya que en el fondo la forma de hacer el lazo es la misma, aunque en el cuello en lugar de en los pies. Quizás no lo consiga al primer intento, pero si se toma tiempo y lo intenta con calma seguro que lo acaba logrando.
El lugar del esmoquin Sin duda el esmoquin es el traje con mayor «efecto James Bond»: quien se lo pone se siente de inmediato elegante, soberano, imponente. Y, sin embargo, pocos hombres se deciden a comprarse uno, y ello por distintas razones, entre las cuales tiene bastante peso la económica. Al fin y al cabo, ¿cuándo se tiene oportunidad de lucir un esmoquin? Según mi experiencia, no dejan de ser bastantes las ocasiones que permiten llevar esmoquin. Pero a quien no le entusiasme la idea tiene en cualquier caso otras alternativas para vestirse bien por la noche.
EL TRAJE NEGRO Hace sesenta años todos los hombres tenían un traje negro. Pero, atención, no un esmoquin, sino un traje normal y corriente de color negro. Se lo solían poner para bautizos, bodas y naturalmente, entierros. Y por la noche era el atuendo adecuado para acudir a un restaurante, a un cóctel o al teatro. Entre las décadas de 1970 y 1980 el traje negro desapareció del mapa, hasta finales de los años noventa, cuando, de la mano de los diseñadores, se volvió a proclamar chic. Eso sí, como traje de día, lo cual desde el punto de vista del código de la indumentaria es un despropósito, ya que el negro en los hombres está reservado para la noche o para entierros. En los negocios ese color, excepto en los zapatos, es inadecuado. Pero el renacer de los trajes negros ha traído consigo una nueva cultura de la indumentaria nocturna. Cada vez se ven más hombres vestidos a la moda con un traje negro y camisa con el cuello abierto o, a veces, con corbata negra. Se podría hablar de «imagen Tom Ford»: chic, moderna y al mismo tiempo elegante. De ahí al esmoquin el paso no es tan grande. TERCIOPELO Y PANA En el siglo XVIII el terciopelo y la seda eran los tejidos característicos de la moda de caballero. En el siglo XIX se
vieron desplazados por la práctica lana, y en nuestros días ya han quedado relegados a la manufactura de corbatas, chalecos y pañuelos, y siempre para la indumentaria nocturna. Por eso los diseñadores crean cada vez más americanas o trajes completos con aspecto de dandi que puedan estar a la altura en noches glamurosas. En ese caso, el negro sigue siendo la primera opción, aunque también el violeta, el azul o el burdeos son adecuados. La nobleza del terciopelo depende del tipo de fibra con el que está hecho. El mejor es el de seda, pero por lo general suele ser de algodón. Parientes cercanos son los tejidos de pana, que, con un tacto de suavidad similar, a pesar de su humilde origen resultan adecuados para la noche. Un traje negro o azul oscuro de pana fina sería una buena elección para la noche de un joven caballero a la moda.
TRAJE Y BLAZER El traje azul es en realidad un atuendo de día, pero tampoco deja de ser una buena elección para la noche. Combinado con camisa blanca y corbata azul oscuro, este traje resulta casi tan formal como un esmoquin, aunque en general tiene un aire más de uniforme de gala. Una buena alternativa es llevarlo con una corbata negra, por ejemplo, de punto de seda. El sastre de la corte y diseñador inglés Hardy Amies popularizó gracias a su libro The Englishman’s Suit la variante de blazer azul oscuro con pantalón de la misma tela y corbata negra. En el legado del duque de Windsor se encontró asimismo esa combinación; los botones de latón en la chaqueta acentuaban el carácter de uniforme del conjunto.
Trajes para bodas Las bodas están para muchos hombres entre las pocas ocasiones en las que se animan a ponerse un traje u otro atuendo formal. Por lo general no es lo mismo tener algún tipo de protagonismo —ser el novio, el padre de la novia o un testigo— que ser un invitado más, aunque el código indumentario establece idénticos principios para todos. El traído y llevado principio de que los invitados no pueden estar más elegantes que la pareja de novios sigue vigente. Pero si la pareja se viste de forma especialmente excéntrica y rompe con toda norma al uso (por ejemplo, dos fans del heavy metal que lo quieren demostrar en su boda), el invitado se encontrará ante un conflicto. ¿Deberá adaptarse o no? En un caso así lo mejor es preguntarles a los anfitriones cómo prefieren que vaya la gente. Si esa pareja heavy metal considera formal su imagen con camiseta de su grupo favorito y chaleco de cuero, el invitado no está obligado a disfrazarse, sino que puede ponerse la ropa que él considere formal. Si la pareja pasa olímpicamente de formalidades y etiquetas, una imagen informal tampoco sería un error. De todas formas, aunque adaptarse a los estándares de los anfitriones sea importante, nadie debe sentirse forzado. En caso de sentírselo, quizás fuera mejor no aceptar la invitación.
BODAS CIVILES Las bodas por lo civil son en realidad un acto administrativo, y por eso, en un principio, se llevaban a cabo con indumentaria ordinaria o formal de día. Los caballeros (novio o invitados) llevaban pues un traje oscuro, que en verano podía ser de un tono más claro. La costumbre de reservar la ropa más formal para la iglesia rige hasta nuestros días. Pero como en la actualidad mucha gente prescinde de la ceremonia religiosa, las bodas civiles han pasado a celebrarse a veces como antaño las de la iglesia, incluidas palabras
grandilocuentes del oficiante, novia de blanco y niños con las arras. En un caso así se recomendarían las mismas prendas para la iglesia, aunque hay que decir que no fue la intención de su inventor.
BODAS RELIGIOSAS Como las bodas en la iglesia suelen celebrarse de día, el novio y los invitados llevan un traje formal de día. Lo más formal es el chaqué, y una buena alternativa es el traje oscuro. En algunos países es costumbre llevar esmoquin en las ceremonias religiosas, pero no es correcto. El esmoquin solo se debe llevar de noche. En el caso de bodas en verano o en el campo, se puede sustituir el traje oscuro por uno más claro, o incluso uno de aire deportivo, pero esa indumentaria nunca resulta del todo formal. Las levitas de satén y los chalecos bordados con motivos de fantasía (a juego con el vestido de la novia) son muy populares, pero no denotan precisamente buen gusto. Hoy en día algunas parejas de novios se empeñan en dar su nota personal a su boda o poner en ella de manifiesto su afición por algo, y deciden ir vestidos de vaqueros, de góticos, de Superman y Supergirl o con trajes de época. Desde luego, puede ser un espectáculo divertido de ver, pero en ocasiones solo resulta penoso. De todas formas, debemos ser tolerantes y ceñirnos al principio de que sobre gustos no hay nada escrito, aunque eso no sea cierto en absoluto. RECEPCIÓN TRAS LA BODA Como la recepción suele tener lugar directamente después de celebrada la boda, no suele haber demasiado tiempo para cambiarse, así que se conserva la ropa que se llevó en la ceremonia. BANQUETE DE BODA NOCTURNO El grado de formalidad de un banquete de boda celebrado por la noche depende del anfitrión. Y por supuesto de lo que uno haya llevado durante el día y de si hay suficiente tiempo para cambiarse. Por ejemplo, quien haya acudido de invitado a
una ceremonia religiosa diurna en chaqué, deberá cambiarse por la noche. En ese caso la elección correcta sería un esmoquin o incluso un frac. El chaqué nunca se lleva por la noche. Si se ha pasado el día con un traje azul, podrá dejárselo. Pero recuerde, con zapatos negros.
La flor del ojal DICE MÁS DEL ESTILO DEL CABALLERO ELEGANTE QUE CUALQUIER OTRO ACCESORIO. Cuando la novia encarga el ramo de flores, por lo general suele pedir también una flor para el ojal del novio. Aunque desde luego no hay nada que objetar a esa costumbre, muchos hombres se encuentran luego con el problema de que no tienen ningún ojal en la solapa adecuado para ese menester. ¿Dónde colocar entonces la flor? Los floristas recomiendan una especie de bolsita como soporte para un ramito minúsculo, que se puede prender al traje por medio de un alfiler. A más tardar en este momento, el hombre que cuida su estilo siente cómo un sudor frío le recorre la espalda: la flor que adorna el traje debe ir metida en un ojal punteado a mano y nunca prendida en la solapa con una bolsita. Pero no hay que asustarse: para ser fieles a la tradición no será necesario comprarse un traje hecho a medida y cosido a mano con un ojal y una presilla especial bajo el reverso de la solapa para sujetar el tallo de la flor. Bastará con encargarle a un sastre que abra con primor un ojal en la solapa. Costará algo de dinero, pero sin duda merecerá la
pena.
EL SECRETO DE UNA BUENA IMAGEN PARA EL TIEMPO LIBRE: NO DEMASIADO CUIDADA, TAMPOCO DESCUIDADA.
Imagen informal La mayoría de las mujeres opinan que los hombres tienen mejor aspecto en traje que con una camiseta vieja. Pero eso no significa que solo se pueda lograr una imagen atractiva con americana y pantalón de vestir. Una cuidada indumentaria de sport puede darnos un aspecto sexy y, al mismo tiempo, soberano. Pero tal efecto no se logra con una superposición desordenada de prendas informales, sino con un conjunto bien elegido de piezas que se complementen y realcen entre sí. Hay que determinar el significado de ropa informal o su equivalente inglés, casual, pues, al contrario de lo que se cree, de ninguna forma se puede dejar su elección a la casualidad. Y eso es precisamente lo que hacen muchos hombres. Piensan que da igual lo que se pongan en el tiempo libre, en su casa o durante el fin de semana. Que lo importante es que sea práctico y cómodo. Pero, por desgracia, esas dos características suelen excluir que la ropa ofrezca un aspecto cuidado y, mucho menos, atractivo, interesante o soberano. Por eso, por favor, demuestre un poco de gusto en la indumentaria que lleva en el ámbito privado. Deberá estar de acuerdo con el papel que desempeñe en la vida. Resulta ridículo que un empresario, un profesional responsable de miles de personas, tenga fuera de la oficina el mismo aspecto que cuando era universitario o incluso un crío de colegio. La ropa informal tiene que adecuarse a la edad. Por otro lado, está bien que mamá escoja la ropa de su niño de ocho años, pero que lo
haga con un hombre de 38 es penoso. Hoy en día la oferta de ropa de sport es más amplia que nunca en cualquier categoría de precios, así que todo el mundo puede convertirse en su tiempo libre en aquello que no puede ser con traje y corbata. Con la ropa adecuada, tendrá la oportunidad de resaltar su verdadero yo, el que esconde en el trabajo bajo el traje de hilo gris. Chaqueta de cuero, vaqueros y botas; polo, pantalones cortos y náuticos; jersey de cachemir y pantalón de pana; o camiseta de rugby y chinos.
La americana ha estado mucho tiempo fuera de juego en lo que a moda de masas se refiere, pero hoy en día recupera su lugar como centro
irrenunciable de un buen guardarropa para el tiempo libre.
Vaqueros Los cambios de mentalidad se reflejan enseguida en la indumentaria. Por ejemplo, los vaqueros: a finales del siglo XIX eran el uniforme de buscadores de oro y granjeros, y hoy son una prenda barata para el día a día de hombres, mujeres y niños, y deseados objetos de diseño para locos de la moda. A continuación se resume tal evolución. A principios de la década de 1920 el vaquero se convirtió en Estados Unidos en el pantalón de sport de toda la familia. En los años sesenta fue una prenda protesta, y en los setenta los diseñadores lo dotaron de un aura noble. En los ochenta entró en sociedad y en los noventa sufrió una decadencia, para vivir después un renacimiento de igual intensidad. No sabemos qué es lo que le deparará el futuro. En inglés el tejido vaquero se llama «denim». Según la leyenda, el nombre deriva de la expresión francesa serge de Nîmes, «sarga de Nimes». La sarga, como su nombre indica, es un tejido que se hace con ese tipo de ligamento, reconocible incluso para los legos por su estructura diagonal. Otra conocida tela con ligamento de sarga es la de la gabardina. La estructura del tejido se aprecia bien en la parte interior del pantalón, de color algo más claro. Esa diferencia cromática de la tela vaquera se debe a que las hebras de trama y urdimbre son de dos colores diferentes: el hilo de la urdimbre es azul oscuro y el de la trama, blanco. Juntos ofrecen el típico aspecto del vaquero. También es interesante la evolución del valor del propio tejido: si en un principio los pantalones vaqueros eran baratos y asequibles para todo el mundo, hoy en día los más caros son paradójicamente los que más se asemejan a los modelos de antaño. De hecho, hay una especie de culto a los vaqueros lo más auténticos posible, tejidos en telares
originales. Y los coleccionistas pagan precios exorbitantes por pantalones antiguos que han sobrevivido en almacenes o en el fondo de un armario durante decenios y que al final han acabado en una subasta.
(Izquierda) El tejano por excelencia: azul oscuro. (Derecha) Vaquero informal: algo deslavado.
(Izquierda) Solo para el tiempo libre: azul muy deslavado. (Derecha) Informal, pero cuidado: azul oscuro deslavado.
SABER CONJUNTAR LOS VAQUEROS A finales de la década de 1970 abrieron sus puertas en Europa las primeras tiendas de vaqueros. En lugar de los clásicos dependientes profesionales de las casas de moda, trabajaban en ellas chicas jóvenes que parecían bailarinas de televisión. Hoy día hay vaqueros en todas las tiendas, e incluso en los supermercados se ven de vez en cuando ofertas de estos pantalones azules entre los detergentes y las patatas. El grupo de clientes
potenciales al que van dirigidos los tejanos es hoy tan amplio que sale a cuenta venderlos en cualquier tienda. El vaquero clásico es el más popular de los modelos tradicionales americanos. Con pernera recta, un tiro no demasiado corto y de un color azul oscuro, queda estupendamente combinado tanto con un estilo clásico o una estética preppy como con un conjunto básico de chaqueta de aviador, gorra de tweed y botas de trabajador. Para lograr una imagen de sport elegante o cierto aire informal en el trabajo, este tipo de vaqueros se conjuntan desde los ochenta con americana, camisa (sin corbata) y zapatos de cordones con vira cosida. Es fundamental que el cinturón no sea demasiado ancho. Resultan ideales los cinturones ingleses de cuero fino de silla de montar con hebilla de latón. Los fans de los caballos podrán decantarse por un cinturón de cordobán. Quien se suela vestir de forma clásica pero también desee ir a la moda podrá escoger un vaquero que marque tendencias. La tela oscura (siempre azul, nunca negra) es obligatoria, pero el corte puede ser más o menos holgado, según marque la moda. Por ejemplo, los pantalones pueden ser algo más amplios y de cintura baja. En combinación con una camisa, jersey o americana, el conjunto tiene un aire atemporal sin resultar rancio. Los vaqueros diseñados con un aire a las décadas de entre 1930 y 1950 o copiados de los originales hasta en los mínimos detalles no son demasiado apreciados entre los amantes de una imagen clásica. Y es que recuerdan demasiado a la ropa de trabajo o a la imagen de los pandilleros motorizados y los beatniks. Por esa misma razón, esos tejanos americanos de aire vintage suelen ser los elegidos por personas que desean inspirarse en esos estilos, bien fans del rockabilly o de las prendas básicas varoniles de procedencia estadounidense, como las camisas de franela de cuadros, las cazadoras de cuero, las botas de trabajador y las camisetas blancas. Los vaqueros muy modernos, como los pitillos, pueden favorecer en el contexto, por
ejemplo, de una imagen de nerd irónico o un estilo preppy, pero siempre a jovencitos delgados, nunca a hombres adultos. Una prenda especial, aunque no estrictamente un vaquero, es el modelo blanco. Si decidimos incluirla en este apartado es porque en el corte es idéntica a su pariente azul. Este tipo de pantalones se pueden combinar de forma parecida a los chinos, pero como son de cintura algo más baja y tienen bolsillos cruzados resultan más deportivos y hacen las piernas más delgadas.
(Izquierda)La combinación de americana clásica, preferiblemente de paño tweed, y vaquero azul oscuro es un clásico en la Europa continental. Hasta hoy, ese estilo es más típico de París, Milán o Múnich que de Londres o Nueva York. (Derecha) En su búsqueda de prendas auténticas, los diseñadores y fans de la moda han redescubierto las chaquetas de aire tirolés. Combinándolas con vaqueros se obtiene una estupenda imagen informal, en la que se aúnan
tradición y desenfado.
Chinos ¿Qué sería de la moda masculina sin los chinos? Hablamos de unos pantalones de algodón de color claro cuyo nombre deriva, al parecer, del hecho de estar fabricados en China, aunque ese punto parece cuando menos dudoso porque los chinos se popularizaron en Estados Unidos a finales de la Segunda Guerra Mundial. Además, China no es el único país asiático que exporta al gigantesco mercado estadounidense. En ese país los chinos dominan el ropero porque el pantalón de algodón claro de corte informal clásico se adapta perfectamente al código indumentario nacional. En Europa, en cambio, los chinos no llegaron a popularizarse hasta la década de 1980, aunque la historia de este tipo de pantalones está profundamente enraizada en la del viejo continente: ya en el siglo XVIII era corriente llevar pantalones de lino claro que se pudieran lavar con lejía y dejar secar al sol sin problemas. Cuando en el siglo XIX, en el curso de la industrialización, los tejidos de algodón desbancaron al lino y se hicieron asequibles tanto en cantidad como en precio, se generalizó el uso de los pantalones claros de algodón. Todos los predecesores del chino estadounidense de la década de 1940 tienen en común en primer lugar el color, que armoniza especialmente bien con el azul oscuro, en una combinación que en la Europa del siglo XVIII era habitual y que hoy en día sigue siendo muy apreciada. El hogar estilístico del chino es el estilo college. En un ámbito formal, el chino se lleva con blazer o americana deportiva; para una cuidada imagen de sport, con camisa y jersey o cazadora; y si se desea un aire informal el chino casa bien con un polo o una camiseta de rugby. Naturalmente, esos conjuntos deben adaptarse bien a la estación del año y combinarse con los zapatos, chaquetas y abrigos, así como con otros accesorios adecuados. En los últimos tiempos el chino se está
integrando en la imagen del gentleman británico y en el estilo informal italiano. La cuestión de cómo combinar los diversos tipos de pantalón con cada estilo depende sobre todo del corte de la prenda. Los italianos suelen elegir una forma ajustada al cuerpo. Británicos y estadounidenses, por el contrario, prefieren un corte holgado, a menudo incluso con raya y vuelta. Algo excéntricos pero no totalmente descabellados resultan los chinos con trabillas laterales ajustables, cintura alta o botones para unos tirantes.
(Izquierda) Un polo de manga larga con camisa de rayas ofrece una buena imagen informal, pero combinada con chinos sigue resultando poco «urbana». (Derecha) El clásico atemporal de Estados Unidos: camisa de cuello abotonado, blazer marinero y chinos. Con zapatos, corbata y un chaleco de punto se logra una imagen totalmente distinta.
Pantalones cortos Algunos expertos en estilo no dudarían en hacer desaparecer los pantalones cortos del paisaje urbano y desterrarlos a la playa. Y tienen razón. Cuesta tomar en serio a un hombre adulto en pantalones cortos. Y es que esta prenda fue de uso exclusivo de los niños durante mucho tiempo. Además, muestra más de la pierna de lo que uno suele querer ver. Los pantalones cortos dirigen la mirada a los calcetines y los zapatos, que cobran excesivo protagonismo al final de la pierna. Y el código indumentario no deja de repetir año tras año que esta prenda no es adecuada para la ciudad. Si bien todo ello es correcto, también se pueden ver las cosas de otra manera. Las prendas en sí no tienen por qué ser feas o carecer de estilo. El problema radica más bien en que las lleva quien no debe, en momentos poco adecuados y en el lugar menos indicado. Las chanclas resultan ideales para andar por el recinto de la piscina, pero no como calzado de a diario. De igual modo, se pueden llevar pantalones cortos cuando el tiempo, el entorno, la ocasión, la edad y la figura así lo permiten. En ese sentido, lo más difícil de definir es la edad y la figura adecuadas. Algunos septuagenarios deportistas se ven estupendos en shorts montando en bicicleta, y hay treintañeros blancos como la nieve que deberían mirarse al espejo antes de salir a la calle con ellos. En cuanto al entorno, la sociedad es cada vez más tolerante. Para tomar una copa informal en un local urbano por la tarde, los pantalones cortos están bien; para ir de museos, no tanto. Los pantalones cortos también se denominan a veces shorts. Existen malentendidos habituales, como el que afirma que los pantalones cortos pueden ser casi de cualquier largo. Eso es falso: deben llegar por lo menos hasta la mitad del muslo, y eso solo en el caso de caballeros de baja estatura, porque esa es la longitud que más favorece a su figura. En el caso de los hombres altos, deberán llegarles al menos hasta cerca de
la rodilla. Eso sí, no deben taparla, y en ningún caso llegar hasta la pantorrilla.
(Izquierda) Shorts de cuadros para golf y deportes con tabla. (Derecha) Pantalón corto caqui: el clásico.
(Izquierda) Shorts cargo verde oliva para aventureros. (Derecha) Imprescindible en verano: el azul oscuro.
No te olvides el bañador
LO QUE LLEVAMOS EN EL AGUA DICE MUCHO MÁS DE NOSOTROS DE LO QUE CREEMOS. La moda de baño es una de las más descuidadas de los guardarropas. Sin embargo, las prendas que escogemos para ponernos cuando vamos a la playa o a la piscina revelan mucho de nuestra personalidad. La principal cuestión que se plantea es la elección entre un bañador de slip o en forma de short. En el segundo caso, el largo y el tiro dirán mucho de la edad, real o deseada, de quien lo lleve. El slip es la versión más pequeña del bañador, aunque el exponente mínimo y de peor gusto es el tanga. Los bañadores en forma de pantalón de boxeo son los más favorecedores. Cuando se va de viaje hay que tener en cuenta que en algunos países el slip no se considera suficiente como prenda de baño. Por eso, antes de hacer las maletas, es conveniente informarse de las costumbres locales. También hay que tener en cuenta que los slips quizá puedan ser aceptables para nadar, pero nunca lo serán para ir a dar una vuelta por el paseo marítimo. Los shorts de baño que llegan justo hasta por encima de la rodilla suelen ser tolerados en todas partes, por lo que siempre son la apuesta más segura para ir tanto a la piscina como a la playa.
La camiseta
Para unos, la camiseta es una prenda de ropa interior. Para otros, la pieza más versátil de la historia y un mito de la moda moderna. Desde un punto de vista objetivo, hay que decir que la camiseta nació con vocación de muda, pero en la década de 1960 mutó de inocente prenda interior de algodón en el complemento más significativo del uniforme de protesta de los hippies, expresión de libertad e individualidad. Hoy en día muchos hombres se siguen sirviendo de ella como ropa interior, pero en verano la consideran otra prenda imprescindible de su vestuario. Debido a sus orígenes como ropa interior, la camiseta no existe para el código indumentario. Por tanto, no se puede contestar a la pregunta de si con un traje estaría permitido llevar camiseta en lugar de camisa. Dicho de otra manera: para trabajar en un banco no se puede combinar una camiseta con un traje; para salir por la noche, sí. Cuestión aparte es la valoración que merece tal conjunto. La moda a veces permite esta combinación, a veces no. Por tanto, no hay una respuesta objetiva. Un hombre estilizado de tórax musculoso seguramente tendrá un buen
aspecto en camiseta y traje, y a quien tenga barriga le favorecerá más una camisa. Pero hay que plantearse otra cuestión. ¿Puede asomar una camiseta blanca por el escote de la camisa algo desabrochada? Si se considera que la prenda es parte de la ropa interior, no. Los fans de la camiseta tendrán que escoger una con cuello en V.
El polo
La moda masculina, a pesar de la gran cantidad de tendencias que van y vienen, dispone de un limitado repertorio de formas y colores, que aun así permite cierta variedad de posibilidades de expresión. En el ámbito formal y como complemento del traje, existe la camisa con diversas variantes en ciertos detalles, pero ninguna auténtica alternativa. Con un traje oscuro únicamente se puede llevar camisa. En el ámbito de la ropa informal el espectro de posibilidades es casi igual de reducido, ya que, además de la camisa de sport, solo existen el polo y su prima de manga larga, la camiseta de rugby. Como la camiseta sencilla no tiene cuello, se suele incluir en otras secciones diferentes del vestuario, bien con la ropa de deporte, bien con la indumentaria de determinados ambientes o tribus urbanas. El cuello es lo que marca la diferencia. Eso ya hace tiempo que lo saben los jugadores de golf. En el césped y las instalaciones del club, el código indumentario de ese deporte establece que hay que llevar camisa. Es decir, las camisetas no se admiten, pero sí los polos, de
manga corta o larga. Esa regla se puede aplicar también a la vida diaria lejos del campo de golf. Las prendas sin cuello se asemejan a la ropa interior y no enmarcan el rostro del portador. Bien es cierto que el «marco» solo resalta la cara desde abajo, pero en general el cuello se ve más favorecido y vestido. Y esa afirmación es más válida cuanto mayor es la edad del portador. Por tanto, la importancia de las camisetas de polo y de rugby como alternativa a la camisa masculina se debe solo de forma indirecta al carácter exclusivo de los deportes para los que fueron diseñadas en su tiempo.
La sudadera
Como la mayor parte de los clásicos de la moda de sport, también la sudadera procede de Estados Unidos. El nombre le viene de su función originaria, ya que la llevaban los deportistas durante los entrenamientos. El término inglés de «sweatshirt» se popularizó en la década de 1920, cuando nació la prenda. Hasta ese momento los deportistas habían llevado ropa de deporte de lana. Entonces surgió la idea de usar algodón Jersey, que siempre se había reservado a la manufactura de la ropa interior. Primero se equipó con sudaderas a los jugadores de béisbol, luego les siguieron otros deportes. Por su parte, los colleges adoptaron las sudaderas como ropa de deporte para sus equipos y, naturalmente, las ornaron con sus escudos y emblemas. A partir de la década de 1950 esta prenda se fue convirtiendo en moda para el tiempo libre generalmente aceptada. En Europa no se
popularizó hasta los ochenta. La camiseta con capucha es una pariente muy cercana de la sudadera y surgió pocos años después. La capucha y los bolsillos eran un práctico complemento para los deportistas; por lo demás, el género y el corte básico eran similares en las dos variantes de la moda. La imagen del hoody, según el término inglés, no es sin embargo demasiado positiva: muchos llevan la capucha no para evitar enfriarse después de correr, sino para no ser reconocidos mientras se dedican a actividades delictivas. En muchos países ha habido incluso discusiones sobre la conveniencia de prohibir esta prenda. Pero, por otro lado, la sudadera con capucha forma parte integrante de caras colecciones de moda de ropa deportiva, y muchos compradores la usan de forma natural en su tiempo libre.
Conjuntos de verano Sandalias con calcetines, piernas blancas como la leche con pantalón corto, chanclas en el teatro: el verano es una fuente de despropósitos estilísticos. En cuanto suben las temperaturas, desaparecen las inhibiciones y las vestiduras. En el sur los periódicos se llenan de artículos que se mofan del sentido del estilo de los turistas teutones. Pero ¿cómo se puede reír nadie si se ven desfilar por las pasarelas modelos con calcetines de lana y sandalias de apóstol? ¿Qué se les puede objetar a las sandalias ecológicas Birkenstock cuando las estrellas de Hollywood y los iconos sexuales de ambos sexos se dejan fotografiar tan tranquilos con ese calzado? ¿Está hoy en día todo permitido? La regla principal para los meses cálidos es: solo hay que enseñar lo que es digno de ser enseñado. Lo cual, por supuesto, implica la rara virtud de la autocrítica. Aquel a quien no le gusten los michelines, los pies descuidados o las piernas impresentables no debería enseñar al prójimo su propia barriga cervecera o unos pies con durezas en los talones. Regla número dos: vale todo, pero no siempre. Por ejemplo, está aceptado ir en pantalón corto a una barbacoa o de compras al centro, pero de ninguna manera a las bodas de oro de los abuelos o a un restaurante fino. Lo mismo se puede decir de las sandalias o las chanclas: nadie arruga la nariz si alguien lleva los pies al aire, pero en el ámbito profesional siguen sin estar permitidas. Y en cuanto a la combinación de calcetines y sandalias: los calcetines solo se suelen llevar con pantalones largos, y las sandalias solo con pantalones cortos. Así que no olvide que el género de punto y los descapotables para los pies no congenian. Quien no aguante las sandalias con los pies desnudos tendrá que renunciar a los pantalones cortos.
Los apasionados de las sandalias no suelen apreciar los mocasines ligeros, pero son más elegantes. Asimismo, para ir de compras a la ciudad una camisa de cuadros fresca es mejor que una camiseta.
Es un gran error pensar que para estar más fresco cuando hace mucho calor hay que quitarse ropa, y, además, la ciudad no es la playa. Por eso en
verano la mejor imagen la da quien lleva ropa de sport cuidada.
Chaquetas deportivas Quien va todos los días a la oficina con americana o traje suele querer llevar algo diferente durante el tiempo libre. Por eso existen muchos y diversos tipos de chaquetas deportivas y cazadoras. En los últimos años ha conocido un auge espectacular la parka con relleno de plumas. Teniendo en cuenta el calentamiento global, es bastante sorprendente. A lo mejor la razón para comprarla es la misma que mueve a los urbanitas a comprarse un todoterreno. La clásica entre las chaquetas cortas es la cazadora. Ciertamente menospreciadas pero no por ello menos atractivas son todas las variantes de chaqueta de safari. No solo visten más —por el hecho de ser largas—, sino que dotan de cierta autoridad por su ligera similitud con un uniforme. Y, sobre todo, tienen muchos bolsillos.
(Izquierda) Desde la década de 1920 las cazadoras son una prenda básica masculina aceptada; su forma no deja de oscilar entre las líneas abombadas y las pegadas al cuerpo. (Centro) La ligera chaqueta acolchada es imprescindible para una estética sloane ranger. Los modelos 100% sintéticos son los más prácticos porque se
pueden lavar. (Derecha) Los chalecos de plumas no sientan bien a todo el mundo, pero son una buena solución de entretiempo. Además, dejan más libertad de movimiento a los brazos que las chaquetas. Por eso resultan estupendos para trabajar al aire libre.
(Izquierda) La chaqueta de safari, más larga que la cazadora, más informal que la americana y con muchos bolsillos, es ideal como prenda deportiva de caballero. (Centro) La chaqueta de campo es pariente cercana de la safari, pero en color azul presenta un aire más urbano. (Derecha) Los anoraks con cremallera no son adecuados para los negocios, pero sí ideales para el tiempo libre.
(Izquierda) A pesar del calentamiento global, el plumífero está entre los preferidos como chaqueta básica abrigada y símbolo de estatus. (Centro) La versión larga del plumífero protege del frío hasta las rodillas. En los días gélidos es muy agradable. (Derecha) La chaqueta de aviador estadounidense combinada con chinos, polo y náuticos o mocasines Penny ofrece la clásica imagen de sport americana.
Chaquetas de cuero Con las chaquetas de cuero sucede un poco como con fumar en pipa o dejarse barba: casi todos los hombres lo han probado o al menos han soñado con hacerlo alguna vez. Los que se atreven pueden no engancharse, pero quien le toma gusto hace de ello su seña de identidad. Sin embargo, el caballero de tendencias clásicas no suele saber cómo integrar esta prenda en su ropero. En un principio parece que la chaqueta de cuero no se cuenta entre las prendas básicas de alguien que más bien prefiere la americana y el jersey, la chaqueta encerada, la gabardina o la trenca. Pero si nos fijamos un poco más constataremos que el cuero es capaz de encontrar su lugar en ambientes finos. Solo hay que pensar en la cazadora de ante italiana con cintura y puños elásticos, todo un clásico de la ropa de sport cuidada. Exactamente igual que la zamarra de piel de borrego. El cuero y el estilo clásico no son excluyentes. El cuero aún evoca viajes, aventuras, velocidad, y emana un aire varonil. Ese carácter tiene que ver con que la indumentaria de jinetes y cocheros, y posteriormente la de sus sucesores, motoristas y aviadores, se hacía de cuero. Y es que, antes de que existieran los tejidos impermeables, el cuero era el único material que protegía un poco de la lluvia. Pero precisamente el espíritu aventurero asociado con la piel dificulta su entrada en determinados círculos; blazer y chaqueta de tweed siguen dando una imagen más seria, pero ni de lejos tan atractiva y dura. Las posibilidades de conjuntarla son muy variadas; la elección depende del estilo. La cazadora de napa negra con pantalones cargo y botas de trabajador es adecuada tanto para salir por la noche como para desayunar el domingo en un café. También hay posibilidades para
los que no se preocupan de estar siempre a la última. El conjunto de cazadora de aviador marrón con cuello de piel, chinos y mocasines Penny de fino cuero de caballo ofrece una genuina imagen estilo Ivy League, aceptada incluso en algunos sectores profesionales. Asimismo, la chaqueta camisera de ante que se puede llevar sobre una camisa con corbata y un chaleco de punto constituye una buena alternativa a la americana.
La chaqueta de cuero liso hasta la cadera tiene un encantador aire setentero.
La combinación de chaqueta de cuero y vaqueros es la preferida de muchos hombres que no son de americana o traje. Asimismo, el fin de semana
muchos oficinistas se refugian en este estilo.
Cuestión de cabeza Sombreros y gorras han experimentado un renovado auge en los últimos años, aunque no tanto en el ámbito formal; es más bien la gente joven y moderna la que se vuelve a cubrir la cabeza. Apenas hay un sombrero clásico de fieltro que, aunque brevemente, no haya vivido un renacimiento; por ejemplo, el Fedora, el Homburg, el Porkpie, el sombrero de tweed o el bombín. La tendencia más duradera parece ser la del redescubrimiento del Trilby. Pero la forma más extendida hoy de ese sombrero de caballero de ala más bien estrecha está emparentada solo de manera lejana con el Trilby tostado de marcas tradicionales londinenses como Lock & Co. o Christy’s. El Trilby de última moda viene en diversos tonos, a menudo con una contrastada banda, y se usa menos como complemento al traje y el abrigo que para lograr una imagen informal cuidada. Los sombreros en todas sus variantes abrigan la cabeza en invierno y protegen tanto de la lluvia como del sol. Eso sí, tienen el inconveniente de que ocupan mucho espacio en el armario. Quizás por esa razón las gorras estén incluso ganándoles terreno.
(Izquierda) En la década de 1970 el sombrero de sport plegable fue un clásico unisex. Hoy en día la gente joven lo vuelve a llevar.
(Derecha) Quien ya es mayor para usar gorra de béisbol la prefiere de paño. Es ideal para chicos crecidos y da estilo.
(Izquierda) La gorra de piel de aviador calienta hoy las orejas de muchos jóvenes europeos a la moda. (Derecha) El béisbol no es un deporte global, pero la típica gorra se lleva en todo el planeta.
(Izquierda) Antaño llevaban Trilby marrón hombres con cierta autoridad. Hoy en día los jóvenes lo combinan con vaqueros y chaquetas de punto. (Derecha) La boina vasca ha pasado de ser característica de artistas, intelectuales y profesores a complementar una imagen de nerd.
(Izquierda) La gorra de punto resulta a un tiempo moderna y rústica. Es deportiva, varonil y práctica, pero jamás demasiado burguesa. (Derecha) El sombrero de lana arrugado abriga mucho en invierno y es más elegante que una gorra de punto, y se guarda igual de bien en el armario.
El punto EL GÉNERO También para el punto rige la regla dorada de escoger solo tejidos naturales, es decir, lana, cachemir o algodón. Se puede hacer una excepción cuando la proporción de fibra sintética es reducida. Por ejemplo, un 20% de licra suele evitar que los jerséis se den de sí, pero por lo demás para nada se nota el tejido artificial, a no ser que se sea uno de esos maniáticos a los que solo con pensar en el nailon se les pone la piel de gallina. Pero en ese caso se trata más de una sensación personal que de una percepción objetiva, ya que incluso profesionales de la industria textil son incapaces de notar la diferencia.
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SUGERENCIA En el punto aparecen bolitas cuando de la hebra principal salen cabos cortos (es decir, cuando el género es barato), que acaban formando nódulos afieltrados. Cuando una prenda está tejida con varias hebras largas torcidas ese problema no aparece. Pero ese tipo de tejido es más caro, así que para tener menos bolitas hay que pagar más. CORTE Y FORMA Existen muchísimos modelos de prendas de punto. Los que se pueden poner con una camisa o un polo resultan, en general, algo más formales. Por ejemplo, el jersey de cuello en V es el clásico para dar una imagen informal cuidada. Los jerséis que no combinan con camisas o que no las dejan ver son tradicionalmente las variantes más deportivas e informales. El ejemplo más típico es el jersey de cuello alto, el que antaño se ponían pescadores y marineros para trabajar. Entre los diversos géneros, el más deportivo es el algodón, y la lana y el
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cachemir, los más finos.
SUGERENCIA Los jerséis entallados suelen ser del gusto de los jóvenes. Los modelos anchos, por el contrario, resultan algo pasados de moda y poco atractivos. El aspecto de un jersey depende sobre todo de la delgadez de quien lo lleva. Si se tiene barriga o michelines no conviene ponerse modelos ajustados. CALIDAD-PRECIO La compra de prendas de punto es siempre delicada: a pesar de la regla general, incluso al mejor jersey de cachemir le pueden salir bolitas al cabo de un par de semanas. Y por el contrario, algunos jerséis baratos se conservan muy bien a pesar del tiempo. También puede suceder que una prenda de punto económica enseguida se dé de sí, se deforme y quede inservible. ¿Qué hacer entonces? Especialmente en una prenda como el jersey es importante considerar la relación calidad-precio. Si un jersey de 20 euros aguanta un año en buen estado, entonces, con la misma frecuencia de puestas, uno de 200 debería durarnos diez años. Por supuesto, eso es mucho pedir, porque incluso el punto de mejor calidad se estropea tras un período de entre tres y cinco años. Por tanto, desde una perspectiva estrictamente económica sería más rentable escoger prendas de la categoría de precios más baja, teniendo en cuenta además que muchos jerséis se dejan de poner antes de tiempo por causa de manchas o agujeros de quemaduras o polillas. Las piezas caras solo merecen la pena cuando se cuidan un poco. Pero ni siquiera los mejores cuidados protegen la ropa de un vaso de vino tinto que se derrama o de la chispa ardiente de un cigarro.
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SUGERENCIA Como sucede con los trajes, hay que comprar prendas
económicas (eso sí, más a menudo), o bien de la mejor calidad. En este último caso, si una pieza sale mala, un comerciante serio reclamará a sus proveedores.
(Izquierda)Cuello alto, cuello caliente. (Derecha) El favorito de los hombres: troyer con cremallera.
(Izquierda) Cuello cruzado: ideal con bufanda. (Derecha) Cuello en V: abierto a combinaciones.
Fibras funcionales Es increíble, pero cuando un hombre se compra calcetines mira con ojo crítico hasta la mínima proporción de fibra sintética. Sorprende lo enraizado que está el miedo a notar alguna sensación desagradable debida a los materiales artificiales al ponerse la prenda. Tal temor tiene que ver con las primeras y desde luego no demasiado satisfactorias experiencias, en las décadas de 1960 y 1970: la ropa de tejidos sintéticos hacía sudar mucho, picaba o bien tenía un tacto desagradable. Quien no haya vivido esa época la conocerá de haber oído comentarios en casa. La fibra sintética se asocia a la ropa mal hecha y a los colores de mal gusto. Por el contrario, en las secciones de moda para el aire libre y de ropa deportiva las fibras sintéticas tienen muy buena acogida. En ellas se venden con la denominación de «fibras funcionales», lo que suena más atractivo que «fibras químicas». Propiedades típicas de esas telas, que no siempre están tejidas, son por ejemplo la impermeabilidad, la capacidad de secarse enseguida o la elasticidad. Sin duda esos géneros modernos tienen muy poco que ver con las prendas sintéticas del pasado. Las prestaciones que ofrecen para aplicaciones especiales, por ejemplo, deportes al aire libre o de agua, superan a las de los materiales de fibras naturales. Pero hay que decir que la naturaleza tiene materiales que no se han podido mejorar en ningún laboratorio. Además, se puede objetar que las fibras sintéticas se fabrican en su mayoría con materias primas no renovables. Por eso, al deportista aficionado se le puede recomendar tranquilamente salir a correr con camiseta y chándal de algodón. No obstante, la industria sigue desarrollando nuevos materiales que a veces trascienden su función especializada en el mundo de los deportes o las condiciones climáticas extremas y llegan a la moda. A continuación se ofrece un resumen de las principales fibras y tejidos y
sus propiedades.
La ropa moderna para ir a correr expulsa la humedad hacia fuera y protege de la lluvia.
antimicrobiano Aplicado a un género, que impide el crecimiento de hongos y bacterias y evita el mal olor. Con estos tejidos se suelen hacer calcetines y ropa interior. elastán Material que otorga elasticidad a la ropa, lo que la hace agradable para el deporte. En Europa se usa solo para la moda femenina. En Estados Unidos los pantalones elásticos también son muy apreciados por los hombres. fibras huecas Que contienen aire: los tejidos de esas fibras son ligeros y aislantes. material no tejido Término que engloba los géneros cuyas hebras están pegadas.
membrana Capa finísima de tela sintética impermeable que se coloca entre el tejido exterior y el forro. microencapsulación Técnica mediante la cual se integran líquidos en un tejido, por ejemplo, aromas. microfibras Fibras sintéticas muy finas (hasta cien veces más que el cabello humano), suaves y ligeras, que repelen la humedad. neopreno Caucho sintético de cloropreno para ropa para deportes acuáticos. poliacrílicos Géneros con pelo, elásticos y suaves, como la piel y el vellón artificiales. poliamidas Fibras que dan firmeza a otras. Lo son el nailon, el perlón y el nyltest. poliéster Se mezcla con otras fibras, como algodón, trevira, dacrón o diolen, para darles firmeza. poliuretano Fibras que aportan elasticidad, por ejemplo, la licra. Ripstop Evita que los desgarros de la ropa se agranden. Stretch «Estirar» en inglés. El término engloba ciertas fibras elásticas que se mezclan a veces con tejidos naturales. tecno-naturales Mezclas en que las propiedades de los géneros naturales se mejoran añadiendo fibras sintéticas. transpirable El tejido que lo es permite la salida de la humedad, es decir, el sudor.
OFRECER UN BUEN ASPECTO EN EL TRABAJO Y EL OCIO NO CUESTA MUCHO.
Qué necesitamos Imagínese que toda su ropa desapareciera de repente. Para muchos esa sería una visión espantosa; para las personas que lo pierden todo como consecuencia de una guerra o una catástrofe natural, la triste realidad. El caso es que quien vive en la abundancia bien puede imaginarse por una vez cómo sería el hecho de no poder recurrir a un armario lleno a rebosar. Lo que yo considero un equipamiento básico son esas prendas que nos compraríamos enseguida en caso de perderlo todo. Es decir, la ropa que según nuestra experiencia necesitamos de verdad. En muchos casos el armario contiene trajes, americanas, pantalones y camisas que nunca nos ponemos y que no hacen más que ocupar sitio. El ropero básico depende mucho de la profesión de cada cual. Un instructor que se dedique a impartir cursos de formación para directivos vestirá sobre todo de traje. Pero si está de viaje, en busca de clientes o manteniendo entrevistas previas, quizás se decantará más bien por una combinación de blazer y pantalón de vestir. En un caso así, además de varios trajes también tendrá que tener un par de blazers en el armario. En principio conviene diferenciar entre la ropa para el trabajo y para la vida privada. Según la profesión, se necesitarán de tres a cinco trajes, y para el ocio, tres vaqueros, tres chinos y quizás dos pantalones de pana. Y quien no necesite ir «muy vestido» al trabajo se apañará con un traje en el armario reservado para las ocasiones especiales. De
modo que, antes de proceder a la planificación del vestuario, hay que atender a las necesidades propias. En el caso de ir normalmente de traje, compre en lo posible conjuntos de calidad: no solo pasará mucho tiempo vestido con ellos, sino que además serán para usted una especie de tarjeta de presentación.
Las camisas son parte fundamental del vestuario básico, ya que suelen ser la prenda que más se cambia. Con ellas no debemos renunciar a la calidad.
Correcta elección de la ropa para el trabajo Merece la pena planificar y ordenar el ropero. Quien clasifica la ropa a menudo y compra con sistema reduce las prendas a lo imprescindible, lo que ahorra espacio y simplifica la elección de la indumentaria a la hora de vestirse. Con el tiempo no tendrá que desechar ni retirar nada, porque cada prenda tendrá su función. Quien acude a la oficina en traje, por lo general guarda la indumentaria para el trabajo aparte o, al menos, separada de la del tiempo libre. Tal costumbre tiene sentido, ya que la ropa apropiada para ir, por ejemplo, a un banco o a una empresa de seguros se escoge según criterios diferentes a los que se aplican a la de la vida privada. El atuendo que llevamos en el trabajo revela de dónde venimos y también hacia dónde queremos ir. Por supuesto, la indumentaria también se puede elegir para interpretar hasta cierto punto un papel. Pero lo mejor es intentar ser uno mismo. Eso sí, apuntando siempre al futuro. El traje, la corbata y los zapatos deben transmitir que su portador se ha ganado la posición que disfruta. O que, al menos, lo desea. Es además recomendable que la ropa del trabajo transmita que su portador es competente y tiene soberanía y mundo. En caso contrario, colegas y clientes podrían sacar conclusiones negativas de una corbata mal escogida, extrapolando que, quien ni siquiera es capaz de elegir la corbata adecuada para una camisa, quizás tampoco sea competente en su trabajo. Los que disfrutan llevando traje cada día seguramente ya en sus años de juventud sabían apreciar el placer de acudir a la oficina con un traje de chaqueta recta o cruzada de buen paño. Por desgracia, tarde o
temprano el entusiasmo suele decrecer. En ese caso, un ropero bien surtido ahorra tener que romperse la cabeza para escoger la combinación adecuada, e incluso ayuda a recuperar el gusto por cultivar una buena imagen.
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fase. Establecer las bases. Concentrarse en lo esencial. Lo mejor es lo que está probado que es bueno. Eso significa también que no hay que dejarse tentar por compras espontáneas en las rebajas, sino seguir siempre el plan. fase. Ampliar y completar. Una vez establecidas las bases, se debe empezar a rellenar huecos. Ahora se pueden adquirir prendas más atrevidas que determinarán el estilo de cada cual.
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fase. Complementos puntuales. Es el momento de dar un respiro al presupuesto. Las inversiones ya se han hecho, solo queda conservar, cuidar y completar. Raras veces serán necesarias grandes compras. Por lo general se cambian piezas menores.
(Izquierda) Básico en la oficina y de noche: el traje azul oscuro. (Derecha) Azul con rayas finas: obligado en la segunda fase.
(Izquierda) Traje con chaleco: adecuado también para jóvenes. (Derecha) Informal de negocios: la americana (todos: Scabal).
Estilo de negocios: indumentaria básica
Para empezar en la vida profesional no hacen falta muchas prendas. Sobre todo cuando el presupuesto es limitado, hay que atender a la calidad. Al principio basta con disponer de dos trajes, unas cuantas camisas y corbatas, un par de zapatos negros de cordones (a ser posible con cosido Goodyear) y uno o dos abrigos. Si se cuidan bien, esas piezas durarán mucho.
(Izquierda) Un traje de líneas suaves en un tono medio de gris es ideal para la oficina. La combinación de camisa azul claro, corbata de seda azul
oscuro y zapatos marrones de ante delata un estilo marcadamente italiano. Con unos zapatos negros, este conjunto se puede llevar incluso por la noche. (Derecha) El traje azul con camisa blanca y corbata discreta es la elección perfecta para acudir a reuniones de negocios durante el día o lograr un aspecto formal por la noche. Se debe combinar con zapatos negros. Un modelo con doble hebilla sería la opción más osada.
(Izquierda) Imagen de negocios en Estados Unidos: traje de chaqueta recta con abotonadura doble en paño de lana torcida de alta calidad, camisa de
rayas clásica y corbata en un tono claro, por ejemplo, rojo. Como nota deportiva y expresión de informalidad estadounidense, se pueden calzar mocasines Penny cosidos a mano, naturalmente, made in USA. (Derecha) Los banqueros londinenses siguen llevando trajes azul oscuro con llamativas rayas, a menudo de chaqueta cruzada, que combinan con corbata azul marino de motas (en caso de no poder lucir la corbata de un regimiento o un club). Los zapatos suelen ser unos sencillos Oxford.
(Izquierda) El blazer recto o cruzado es idóneo para reuniones de negocios no demasiado formales. Una americana azul combinada con pantalón de algodón, camisa discreta, corbata sobria y mocasines Penny es un típico atuendo informal para la oficina.
(Derecha) La variante otoñal de la combinación blazer-chino podría ser: blazer sin forro de paño de lana algo pesado, pantalón de tela cruzada recia, camisa de cuadros y corbata de lana gruesa. Cuando la ocasión lo permita, se podrán llevar mocasines de color marrón. No son los más idóneos para los negocios, pero sí los que mejor quedan.
(Izquierda) El blazer no puede sustituir al traje y, sin embargo, está permitido para eventos formales o por la noche. Debe combinarse con
camisa blanca, pantalón gris de paño de lana (en verano, de estambre; en invierno, de franela), corbata sobria y zapatos negros. (Derecha) Estilo para una reunión sin formalidades o para la oficina en verano si no hay citas importantes: americana fresca de cuadros de fino estambre, pantalones claros de algodón, camisa de rayas, corbata burdeos de punto de seda y, como contrapeso a lo deportivo del estilo, clásicos zapatos de cordones Oxford.
Estilo informal cuidado: indumentaria básica
(Izquierda) Americana de tweed: prenda básica imprescindible, más importante que el traje. (Derecha) Blazer o americana azul: característicos del estilo preppy.
(Izquierda) Lana gris: imprescindible para una estética cuidada. (Centro) Pantalón de pana: el clásico informal por excelencia. (Derecha) Pantalón de molesquina: un chino de invierno.
(Izquierda) Mocasines Penny negros: informales para el domingo y la oficina. (Derecha) Penny Loafer: los mocasines con un encanto juvenil.
(Izquierda) Una camisa siempre es más elegante que cualquier camiseta fina. (Derecha) Una chaqueta ligera acolchada es ideal para entretiempo.
(Izquierda) Elegante y funcional: la chaqueta de campo impermeable. (Centro) Botines de ante Chukka: robustos y con clase. (Derecha) Zapatos de ante con cordones: muy versátiles para estilos informales con clase.
Abrigos
(Izquierda) El austríaco verde se lleva tanto en Milán y París como en Múnich o Viena. (Derecha)El abrigo covert-coat es la prenda favorita de los anglófilos.
(Izquierda) El slipon recto con manga raglán de algodón es la alternativa civil a la gabardina. (Derecha) La chaqueta de campo se incluye entre los abrigos por su línea
larga. Es más impermeable y caliente que su pariente encerada de algodón. Además, el paño de tweed tiene una elegancia más urbana.
«Casual»
QUIEN SABE ESCOGER LOS COLORES Y ENTIENDE DE PROPORCIONES SACA MÁS PARTIDO DE SÍ MISMO.
Tener buen aspecto Los colores de la ropa determinan nuestra imagen. Por ejemplo, un hombre rubio y pálido puede verse poco favorecido con un traje de verano de color beis y camisa blanca. También es fundamental combinar bien los colores y elegir los dibujos más adecuados para cada ocasión. Pero eso no es nada nuevo. Lo que no es tan sabido es que, asimismo, las proporciones deciden sobre la impresión que ofrecemos con nuestra indumentaria. La imagen que damos (si tenemos un aspecto achaparrado, gordo, delgado, joven, viejo, elegante o sin gracia) depende en gran medida de nuestro arte de saber subrayar nuestras virtudes y disimular nuestros defectos mediante la indumentaria. Un traje de confección en serie puede tener unas proporciones perfectas, pero una vez puesto puede no favorecer las líneas de la figura de quien lo lleva. Los sastres son maestros del arte de las proporciones. También los diseñadores suelen entender de la cuestión, pero solo optimizan las tallas de confección estándar, sin atender a las medidas de una persona en particular. El sastre que trabaja a medida no hace otra cosa que adaptar más o menos los mismos modelos a la forma corporal de cada cliente para lograr los mejores resultados posibles. Una chaqueta cruzada de la talla 48 debe sentar bien a hombres de mediana estatura con un contorno de pecho de 96 centímetros, tengan los brazos más o menos largos, mucha o poca cadera y la espalda curvada hacia delante o arqueada hacia atrás. Un buen sastre adapta la chaqueta cruzada a todas esas particularidades.
Pero no por dominar las proporciones se pueden hacer milagros. Ni el mejor sastre del mundo puede convertir a un hombre pequeño y chaparro en uno esbelto y alto. Lo que sí logrará un maestro de las proporciones será dar la impresión de que un hombre regordete tiene algo de talle, el pecho ancho y unas piernas relativamente delgadas. Quien conozca las leyes básicas de la proporción podrá evitar muchos errores a la hora de comprar prendas de confección en serie.
Hablar de colores es casi tan difícil como hablar de sentimientos, ya que cada cual los percibe de forma distinta. Por eso son imprescindibles las
muestras de color.
Figura y número áureo El número áureo es una división ideal de una recta en dos segmentos que ya en la Antigüedad se consideraba en la construcción de edificios y en las artes aplicadas. Los templos griegos le deben su arquitectura considerada perfecta. Dos segmentos mantienen entre ellos la proporción del número áureo cuando el más corto tiene la misma relación con el grande que el grande con la suma de ambos. Esa relación puede aplicarse también de forma simplificada a la figura humana. Para cada estatura hay unas líneas individuales óptimas de división (vertical y horizontal). En general, todos los cuerpos se pueden dividir de forma armónica según esas líneas, que nos orientan sobre cómo sientan las prendas. Para encontrar tales líneas divisorias, el cuerpo masculino se secciona en vertical en 8 partes iguales. La cabeza debe medir 1/8 de la longitud total del cuerpo. Según el número áureo, el centro armónico del cuerpo se encontraría a 5/8 de su altura total. Ejemplo concreto: longitud del cuerpo = 176 cm. 176 cm : 8 = 22 cm. La división armónica según el número áureo sería la de la relación 5/8 a 3/8 (5/8 = 110 cm, 3/8 = 66 cm). La mitad armónica del cuerpo estaría por tanto a 5/8 = 110 cm. Las líneas divisorias calculadas se fijan a veces en relación con determinadas partes del cuerpo, por ejemplo, los pezones, el cóccix o las rodillas. Las americanas clásicas, las chaquetas de traje o los blazers deben abotonarse en el centro óptico del cuerpo. Los largos armónicos de las diversas prendas se deducen de las líneas divisorias horizontales. Muchos sastres y diseñadores aplican estos conocimientos en su trabajo.
Tipos de figura La confección en serie suele sentar muy bien cuando las medidas de la persona se ajustan a las de las prendas. Por desgracia, eso ocurre pocas veces. Lo más normal son las desviaciones de la norma, que pueden causar problemas de diversa índole. Pero para solucionarlos no es necesario acudir directamente al sastre a medida: acostumbra a ser suficiente con aprovechar un par de trucos ópticos.
ACENTUAR Y SUBRAYAR LAS LÍNEAS Las líneas horizontales achatan; las verticales, alargan. Por eso la raya diplomática favorece a los caballeros fuertes. Superficie igual a volumen igual a peso: una barriga pronunciada parece más pequeña cuando la corbata parte en dos la pechera de la camisa. HOMBRES PEQUEÑOS La ropa puede pecar un poco de estrecha y corta para acentuar así la verticalidad. Las perneras deben separarse ópticamente. La abotonadura y el cran de la solapa se suben ligeramente. Los hombros y el talle se acentúan. HOMBRES GRANDES La ropa puede ser más holgada. Se deben acentuar las líneas horizontales. Hay que interrumpir las superficies grandes. ADEMÁS
Hay que considerar la relación de la cabeza con la anchura de los hombros y adaptar a la forma de la barriga el corte del pantalón. Se debe jugar con el «peso» de los colores claros y oscuros para compensar unas piernas cortas o un tórax largo.
(Izquierda) Barriga prominente: la americana debe ser más larga por delante. (centro izquierda) Figura muy erguida: la americana debe ser más larga por delante que por detrás. (centro derecha) Hombros caídos: chaqueta más larga por la espalda para que no cuelgue por delante. (Derecha) Figura atlética: es problemática porque la anchura de hombros no se corresponde con la de las caderas.
Cómo combinar colores y dibujos Los alemanes adoran las reglas. Puede que sea un cliché, pero es cierto. En mis conferencias, por ejemplo, me preguntan siempre lo que está permitido y lo que no, también en lo referente a colores y dibujos. En particular los hombres buscan respuestas claras a cuestiones difíciles como, por ejemplo, si se puede llevar una corbata verde botella con un traje azul oscuro. Otros desean saber si este o aquel color combinan en general con otro. Lo que les interesa son instrucciones unívocas. En otros países la actitud es diferente. Por ejemplo, después de una conferencia que di en los Países Bajos sobre las principales reglas de la imagen del caballero solo recibí un educado aplauso. En Alemania, por el contrario, tuve mucho más éxito, y al finalizar hubo una ronda de preguntas. También a los británicos y los italianos les interesan otros temas. Consideran las reglas aburridas. Y, sin embargo, hay que decir que las normas ayudan al hombre poco interesado por la moda que se ve obligado a apañárselas en un mundo que le resulta ajeno.
CÍRCULO CROMÁTICO Y COMBINACIONES DE COLORES Quizás la mayoría de los adultos se acuerden del círculo cromático que había en la clase de dibujo de la escuela. Aquí también vamos a hablar de él, porque a pocos hombres se les ocurre que les puede ser muy útil a la hora de combinar colores. Sobre todo a aquellos que se sienten inseguros en cuestiones de moda. Si miramos con atención el círculo cromático, nos daremos cuenta de dos cosas. La primera es que entre los tres colores básicos (rojo, amarillo y azul) hay unas zonas de transición fluida en las que los tonos se diluyen con los más cercanos. La segunda, que hay un número infinito de parejas de colores complementarios, todas ellas bellas, que nos pueden ayudar a escoger combinaciones cromáticas adecuadas.
COMBINACIONES CROMÁTICAS ARMÓNICAS La opción menos osada, pero sin duda la más segura, es optar por las combinaciones de colores emparentados. Por ejemplo, con el traje oscuro se pueden combinar siempre los tonos azules más próximos. En la práctica ello significa que con un traje azul oscuro se pueden llevar perfectamente una camisa azul claro y una corbata violeta. Y que con una americana de pana marrón quedan estupendos unos pantalones de color beis. COMBINACIONES DE COLORES COMPLEMENTARIOS Quien observe los colores opuestos del círculo cromático descubrirá gran cantidad de combinaciones habituales en los armarios, por ejemplo, en las rayas de las corbatas, camisas o bufandas, o en las grecas de muchos jerséis. En todas partes verá combinaciones armónicas de colores y comprenderá por qué los diseñadores crean corbatas azules y naranjas, o verdes y rojas. ¿QUÉ SUCEDE CON EL GRIS Y EL MARRÓN? En el círculo cromático no hay marrón ni gris; en la moda, sí. Y quien
desee combinarlos tendrá que fijarse en los colores que los componen. Por ejemplo, el marrón está formado por rojo, naranja y violeta; el gris tiene azul y, a veces, lila. Esos colores dan pie a su vez a otras combinaciones cromáticas. Por lo demás, el marrón y el gris armonizan estupendamente con el azul marino y el verde botella.
Principales mundos cromáticos ESTILO CAMPESTRE Deben dominar los tonos tierra y vegetales, es decir, marrón, óxido y todos los tonos de verde, como musgo, pino o hierba. Pero también son tonos vegetales el amarillo trigo, el lila, el rojo amapola y el amarillo girasol. Es un error habitual evitar los colores «de verdad» y limitarse al marrón y el verde. Quien hace eso acaba pareciendo un cazador. No hay nada que objetar a la indumentaria de los cazadores, pero lo cierto es que en realidad tiene una razón de ser muy clara. El urbanita que va al campo no tiene por qué vestirse así. En el estilo campero son tabú el gris y el negro; el azul oscuro se puede llevar con discreción y solo combinado con los otros colores, por ejemplo, blazer azul marino con pantalones mostaza y zapatos tostados. (fotografía inferior izquierda) ESTILO DE LOS NEGOCIOS Los colores de los negocios son el gris, el negro y el azul oscuro. Grises deben ser los trajes, nunca las camisas. El azul oscuro se reserva también para los paños de los trajes y las corbatas. Las camisas solo pueden ser de un azul claro. El negro es para los zapatos y los calcetines, jamás para el traje ni la camisa. Aunque los diseñadores adoran los trajes negros, no se les ha perdido nada en la oficina (a menos que se trate de la oficina de una funeraria). El marrón es tabú en todas sus variantes, y ello incluso al sur de los Alpes, a pesar de que está muy extendida la creencia de que los zapatos marrones con traje oscuro son algo típicamente italiano. Las corbatas pueden presentar un colorido más vivo, pero, cuanto más alto el puesto del portador en la compañía, más discretas tendrán que ser. (fotografía inferior derecha)
ESTILO PREPPY Hasta hace poco el estilo preppy era más bien marginal, pero hoy en día se ha extendido mucho. Se trata de la estética de los colleges americanos, que desde 1930 ofrecen invariable firmas estadounidenses como Brooks Brothers. Típicos del mundo preppy son los colores claros y luminosos combinados con otros más discretos como el caqui, el gris tostado, el arena o el blanco. También son característicos todos los tonos de azul, desde el claro de las camisas oxford y los trajes seerzucker hasta el azul marino de los blazers, así como el marrón en todas sus variantes. El estilo preppy mezcla los colores con audacia. Combinaciones características son las de amarillo y verde, rojo y azul, y naranja y azul claro. (fotografía inferior derecha) POR LA NOCHE Desde que en el siglo XIX el legendario dandi Beau Brummel instaurara el negro como color nocturno para los caballeros para que las tonalidades de los vestidos de las damas brillasen aún más, el guardarropa vespertino masculino vive del contraste del blanco y el
negro. Eso se puede decir tanto del frac como del esmoquin. Todos los intentos de introducir pajaritas o camisas coloridas han fracasado. El color se luce en pequeñas dosis, por ejemplo, en los forros, en los calcetines o en el pañuelo de la solapa. Los alérgicos al esmoquin acuden al traje negro y lo combinan con una camisa blanca. Ese conjunto se puede llevar con la camisa abierta o con corbata negra. Los puristas echarán de menos el azul media noche, considerado el auténtico color del esmoquin. Pero se trata de un tono que debe parecer más negro que el negro y confirma la máxima de que es el color de la elegancia nocturna. (fotografía inferior izquierda)
Cómo combinar la corbata Muchos hombres tienen dificultades a la hora de escoger la corbata más adecuada al resto de la vestimenta, es decir, al traje y la camisa. Y, sin embargo, existen un par de normas muy simples que permitirán a cualquiera combinar colores y dibujos. Quien las conozca nunca más se verá desorientado con cuatro corbatas en la mano ante el armario ropero, sino que seguro de sí mismo elegirá la que mejor les vaya al traje y la camisa. De más a menos. Cuanto más grande y cara es una prenda, menos unidades se tienen en el armario. Por eso, por donde hay que empezar siempre es por escoger el traje. Supongamos que se decanta, por ejemplo, por uno gris oscuro. Extiéndalo en la cama. Lo siguiente será la camisa. ¿Qué le va a ese traje? Una camisa azul claro, blanca, rosa, de rayas azules o de cuadros sobre fondo blanco. Se decide por la camisa azul claro. Colóquela encima del traje.
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Ahora la corbata (o la pajarita). ¿Qué combina bien con gris oscuro (traje) y azul claro (camisa)? Pues casi todo: burdeos, rosa, amarillo, verde rana, casi cualquier tipo de raya y también los dibujos pequeños. Elija lo que más le apetezca y coloque la corbata junto al traje y la camisa. Sin grandes complicaciones, ya tiene una combinación perfectamente conjuntada de traje, camisa y corbata. Dibujos con prendas lisas, dibujos pequeños con dibujos grandes. En el escaparate de la tienda todo tiene siempre un aspecto perfecto: traje de cuadros, camisa rayada, corbata de rombos. Pero cuando uno
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compra una pieza del conjunto y la intenta combinar con lo que tiene en casa, es otra cuestión. Sin embargo, para lograr la armonía solo hay que tener en cuenta dos principios:
PRENDAS CON DIBUJOS CON PRENDAS LISAS Pongamos un sencillo ejemplo para explicar este principio. Usted ha escogido un traje de raya diplomática azul, es decir, una prenda con dibujo. Por eso después tendrá que dar prioridad a una prenda lisa, en este caso una camisa de color azul claro. Como el traje domina el conjunto, escogerá también una corbata lisa, por ejemplo, en un tono claro de rojo. Seguro que ha visto esta combinación miles de veces. Ahora ya sabe a qué criterios responde y, sobre todo, por qué queda tan bien. DIBUJOS PEQUEÑOS CON DIBUJOS GRANDES Observamos las rayas de un traje y constatamos que la distancia entre ellas es de alrededor de un centímetro. Es decir, el dibujo es relativamente pequeño. Por tanto, nos lo podremos poner con una camisa de dibujos de grandes dimensiones, bien rayas (en ese caso de tres centímetros de ancho) o, mejor aún, cuadros de color azul oscuro sobre fondo blanco o azul claro. Ahora bien, a continuación, y según la primera regla, escogeremos una corbata lisa, comprobando que pegue con el traje y con la camisa. ¿Y de qué color? Pues al gusto. Con un traje paño de azul y una camisa de cuadros azul y blanca quedaría tan bien una corbata rosa como una de un amarillo claro. Armonía y contraste. ¿Ratón o papagayo? La combinación cromática idónea está en algún lugar a medio camino. La mezcla ideal es decisiva. Los contrastes reavivan la armonía y, al contrario, los colores
equilibrados suavizan los contrarios. Pongamos otro ejemplo que ilustre esta cuestión. Traje azul oscuro y camisa azul claro: una combinación armónica. Una corbata azul oscuro se integraría perfectamente, pero el conjunto sería poco llamativo, mientras que un toque de refrescante naranja le daría el contraste necesario. Desde el punto de vista de la intensidad cromática, la combinación de traje azul oscuro y camisa blanca supone un fuerte contraste. Si además se añade una corbata de un rojo vivo, el conjunto tendrá un aire a uniforme de banda de música. Más agradables para el ojo serían un rosa pastel, un azul claro o un verde hierba. El color que mejor sienta depende del tono de la piel. El tipo nórdico escogerá un azul claro; el de piel rosada, un verde; y el tipo mediterráneo moreno, el que prefiera.
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Fisonomía y colores Los colores tienen un gran efecto, aunque los expertos no se pongan de acuerdo en cuál. Tampoco está claro quién sabe más de cuestiones cromáticas. ¿Psicólogos, médicos, peluqueros, artistas, diseñadores, estudiosos de la conducta, vendedores de moda o asesores de imagen? ¿Y qué ocurre con los físicos? ¿No son en definitiva los que más saben del tema? Desde luego, existen conocimientos empíricos fundados en el efecto de los colores, pero muchos de los postulados de los expertos en cromatismo no se sostienen tras una observación más detallada. Pero no es necesario meterse en detalles. Pintores, arquitectos, sastres y creadores de moda han acumulado durante siglos valiosas experiencias que nos aportan los datos más fiables. Desde luego, es obvio que las personas se pueden clasificar en grupos según el color de la piel y el pelo. Así, por ejemplo, existen el tipo rubio escandinavo, el meridional de piel y ojos oscuros y el africano de piel negra. Todos los métodos de asesoría en cuanto a los colores se basan en estos prototipos. Hay que decir aquí que en el caso de las mujeres suele presentarse el problema de que no se pueden clasificar según su color de piel y pelo, porque a menudo no llevan su tono natural. Maquillaje, solario o autobronceadores falsean el tipo de piel. Y el cabello se puede teñir, totalmente o a mechas, decolorar, rizar, moldear o alisar. Así, de pronto, una nórdica rubia de piel y ojos claros se puede teñir el cabello y broncear hasta parecer una italiana meridional. En un caso como ese, si se adoptan los criterios cromáticos habituales para los rasgos de ese tipo en concreto, el efecto suele ser un poco extraño. Si bien hoy en día los hombres se retocan las cejas o se depilan y
van al solario, en comparación con las mujeres son aún bastante discretos. Por ejemplo, la mayoría de ellos jamás se cambiarían el color del pelo ni se maquillarían como para variar el tono de la tez. Eso hace que los hombres sean un objeto de estudio más fiable en cuestión de colores. Siempre resultará mucho más fácil y natural vestir al tipo pelirrojo de piel clara, pecas y ojos marrones con los colores que le sientan bien que si se tiñe el pelo de negro y hay que determinar su vestimenta a partir de ese color. Y es que el tono natural del cabello es el que mejor sienta al rostro; por eso las morenas teñidas de rubio tienen un aspecto muy poco natural, igual que las rubias teñidas de castaño.
(Izquierda) Pelo y piel oscuros: el músico de jazz estadounidense Wynton Marsalis. (centro izquierda) Cabello y piel claros: el príncipe Bernardo de Baden. (centro derecha) Tez rosada y pelo con un tono pelirrojo: el empresario y diseñador Lapo Elkann. (Derecha) Pelo oscuro y piel blanca que se broncea con facilidad: el príncipe Felipe.
Cada vez que doy una conferencia, muchos hombres me preguntan cuáles son los colores que les quedan bien y cuáles no. Y es que se dan
cuenta de que hay prendas con las que se sienten a gusto y se ven un buen aspecto, y otras con las que no. Si yo fuera asesor especializado haría un estudio exhaustivo personalizado de cada uno para determinar su tipo y darles las oportunas recomendaciones cromáticas. Pero como no soy asesor, sino alguien que se ocupa desde distintos puntos de vista de la ropa y sus efectos, simplemente ofrezco dos consejos básicos muy fáciles de seguir.
CONTRASTE Mírese en el espejo. ¿Ve mucho contraste entre su pelo y su cutis? La piel clara y el cabello negro suponen el máximo grado de contraste, mientras que el pelo oscuro y la piel oscura contrastan muy poco, al igual que la tez de alguien muy pálido con un pelo rubio platino. El contraste entre la piel y el pelo se debe reflejar en la vestimenta. Con un cutis claro y cabello negro, lo mejor es llevar en los negocios un traje oscuro con camisa blanca. También la corbata tiene que resaltar claramente. Cuando entre el cabello y el cutis no haya tanta diferencia, lo mismo deberá suceder con la ropa; por ejemplo, se llevará una camisa azul claro con un traje gris de tono medio. ¿Por qué? Rostro y cabello tienen que mantener cierta consonancia con la ropa. Un contraste mínimo entre la piel y el pelo combinados con una ropa muy contrastada harán que la cara pierda protagonismo y parezca aún más pálida. En el otro extremo, el contraste entre el rostro y el pelo se apaga demasiado mediante colores muy discretos en la ropa.
Este abrigo de tweed de Henry Poole & Co., Londres, favorecería a un hombre rubio de piel rosada, es decir, con poco contraste entre cabello y cutis.
COLORES Hay tipos con piel y pelo de intensa tonalidad y otros con menos color. Cuando la fisionomía presente un color destacado, habrá que trabajar con él, bien haciendo que se refleje en la ropa, sobre todo cerca del rostro, bien mediante el contraste con tonos complementarios. Por ejemplo, el azul de los ojos se puede reproducir en la corbata; el rojo del pelo, en los cuadros de la chaqueta. Pero, en lugar de reproducir los colores del cutis, también se puede recurrir a los complementarios. Esos contrastes se forman entre los colores opuestos del círculo cromático. Las combinaciones clásicas son violeta y amarillo, azul y naranja, y verde y rojo.
El resultado de combinar colores complementarios da lugar siempre a un contraste agradable, puesto que se resaltan mutuamente. Sin embargo, nos topamos con la dificultad de que muy pocas veces podemos jugar con colores puros. Por eso, para buscar contrastes de colores complementarios merece la pena tener en cuenta el círculo cromático completo. Por ejemplo, a los pelirrojos les sentarán estupendamente los tonos de verde. Lo único que tendrán que averiguar es qué matiz de verde les es más adecuado. En el caso de un tono pelirrojo oscuro resultarían ideales, por ejemplo, las tonalidades oliva.
El paño príncipe de Gales, con su mezcla de blanco y negro, es la elección ideal para el tipo mediterráneo con canas, ya que armoniza con el contraste suavizado de cutis y pelo.
OBJETO DE CULTO Y DESEO, ES LA CLAVE DE UNA IMAGEN PERFECTA.
Calzado Los zapatos se suelen considerar la base de una buena presencia. En el guardarropa formal y de los negocios, los de vira cosida son la tarjeta de presentación del caballero con estilo. Pero también en los demás universos estilísticos el calzado se considera una parte fundamental de la imagen completa. Un roquero en sandalias no sería un roquero. Y la llamada young fashion (antaño, moda juvenil) no se concibe sin zapatillas de deporte. Estas, por su parte, pueden tener tanto que ver con el deporte como un Porsche Cayenne con el barro y los terrenos difíciles. Hay que diferenciar entre el calzado deportivo propiamente dicho y las zapatillas de moda, que solo tienen en común el lenguaje formal y los materiales, en general sintéticos, con los que se fabrican; y, por supuesto, la sensación al llevarlas. Este calzado, bien envuelve el pie entre algodones, o bien no ofrece amortiguación de ningún tipo. Además, en invierno no abriga como el calzado de cuero, y en verano da demasiado calor y provoca sudoración. Sin embargo, muchos hombres llevan casi siempre deportivas, y no solo en su juventud. Este grupo de usuarios suele dar sus primeros pasos hacia el «calzado de verdad» con las botas. Sobre todo los modelos americanos de rudas botas de trabajador de marcas con solera despiertan en los fans de las deportivas el gusto por el calzado que sujeta y protege el pie, y que ofrece un buen clima. Así, en algún momento de su vida llegan por fin a la clase reina, los zapatos de vira cosida, que cuando están bien hechos resultan tan ligeros y cómodos como las zapatillas de deporte, pero son mejores para los pies y más duraderos.
El zapatero debe contener calzado adecuado para cada ocasión. Para eventos informales estivales unos mocasines, por ejemplo, de Gucci
(izquierda); con americana o traje, unos buenos zapatos de cordones.
Los principales modelos Denominación: Derby. Color/material de la pala: cuero de ternera marrón y negro, o cordobán. Ante, solo en tonos tostados. Historia/origen: con su cierre abierto de cordones, el Derby resulta relativamente deportivo, de ahí su nombre. Debe su forma a las botas de cordones de los soldados del general Von Blücher, por lo que en Estados Unidos también se llama Blucher. Carácter: zapato de cordones de aire ligeramente deportivo. Uso/ocasión: según el color y el modelo, para negocios y actos formales (negro con suela de cuero fina) o para el ocio (marrón). Peculiaridades: los cordones se deben entrecruzar.(fotografía inferior izquierda) Denominación: Brogue. Su otro nombre, Budapest, lleva a confusión, porque el modelo no procede de esa ciudad, aunque sí es muy popular entre los zapateros húngaros. Color/material de la pala: cuero de ternera negro o marrón; en Estados Unidos, a menudo también cordobán. El ante marrón es asimismo típico. Historia/origen: el Brogue era un zapato escocés para el campo que a principios del siglo XX se generalizó como calzado deportivo. Carácter: solidez británica. Uso/ocasión: en marrón tiene un estilo campestre británico; en negro, adecuado para los negocios. Peculiaridad: por su punteado, ni siquiera el negro es adecuado para actividades nocturnas formales. (fotografía inferior derecha)
Denominación: Oxford. Color/material de la pala: cuero de ternera negro o marrón, más raramente de caballo (cordobán). Variantes de ante solo en marrón. Historia/origen: el Oxford, originario de Inglaterra, derivó a finales del siglo XIX de un tipo de botín. Se desconoce de dónde procede su nombre. Carácter: es el zapato que más viste con traje. Uso: negocios, eventos formales. Peculiaridades: el Oxford negro (con o sin puntera) se puede llevar con chaqué. El modelo más elegante es el de suela fina de cuero. (fotografía inferior izquierda)
Denominación: Monkstrap (en inglés, «hebilla de monje»). Color/material de la pala: véanse Oxford y Derby. Historia/origen: al parecer, deriva de las sandalias que calzaban los monjes; en su forma actual es conocido desde principios del siglo XX. Carácter: clásico, pero para la noche demasiado deportivo. Uso: negocios (negro) u ocio cuidado. Peculiaridades: para llevarlos correctamente hay que conjuntar el color de las hebillas del calzado y del cinturón (o sea, hebillas de zapatos de latón con hebilla de cinturón dorada). (fotografía inferior centro) Denominación: mocasín o Loafer. Color/material de la pala: véanse Oxford y Derby. Historia/origen: hasta la década de 1920 el calzado sin cierre solo se llevaba en casa. Desde Estados Unidos se fue extendiendo su uso como calzado deportivo. Carácter: de deportivo a elegante ligero. Uso/ocasión: negocios y ocio. Peculiaridades: en círculos conservadores, el Loafer negro se considera demasiado informal en los negocios o con traje oscuro. (fotografía inferior derecha)
Nombre: botas Chukka. Color/material de la pala: cuero de ternera marrón (por lo general, ante) o cordobán; raramente cuero negro liso. Historia/origen: botines de ocio de los jugadores de polo ingleses. Carácter: un calzado como un Range Rover, perfecto para tweed, pana y chaqueta encerada. Uso/ocasión: estilo campestre de ocio. Peculiaridades: los italianos más chic las llevan también en los negocios con traje gris de franela. (fotografía inferior izquierda) Denominación: náuticos. Color/material de la pala: marrón, azul oscuro, blanco o combinaciones de blanco y marrón o blanco y azul. Historia/origen: se crearon para navegar a vela (suela antideslizante). La hechura del cuero de la pala está copiada de los mocasines indios. Carácter: deportivo. Uso/ocasión: ocio. Peculiaridad: en verano se suelen llevar sin calcetines. Los modelos más recios para el otoño, con calcetines de dibujos de colores. (fotografía inferior centro) Denominación: deportivas. Colores/material de la pala: cuero, textil, sintético. Historia/origen: descendientes de las auténticas zapatillas de deporte. Las deportivas de moda están pensadas para la vida diaria. Carácter: deportivo, moderno. Uso/ocasión: ropa juvenil moderna diurna e indumentaria de tiempo libre. Peculiaridades: son tabú en los negocios. (fotografía inferior derecha)
Nombre: zapatos de charol de cordones. Color/material de la pala: charol negro. Historia/origen: es la versión nocturna de los zapatos formales diarios. Se llevaban a principio del siglo XX con el recientemente inventado esmoquin. Carácter: formal. Uso/ocasión: con atuendo nocturno. Peculiaridades: los cordones se pueden sustituir por lazos de satén. (fotografía inferior izquierda) NameNombre: escarpín (ital. scarpino, zapatito). Color/material de la pala: cuero de ternera o charol negro con un lazo de seda. Historia/origen: el zapato masculino más antiguo (antecesor de los zapatos de tacón femeninos). Se inventó en el siglo XVI. Carácter: muy formal. Uso/ocasión: el verdadero zapato del frac, también adecuado para esmoquin. Peculiaridades: se consideran especialmente refinados los escarpines de cuero fino de vaca acharolados. (fotografía inferior centro) Nombre: zapatillas slipper de terciopelo. Color/material de la pala: terciopelo de distintos colores, por ejemplo, rojo, verde botella,
negro, violeta o azul, con iniciales o motivos diversos (animales, escudos, etc.) bordados. Historia/origen: véase Escarpín. Es una variante con acabado en tela (terciopelo o seda). Carácter: excéntrico. Uso/ocasión: se combina con chaquetas de esmoquin de terciopelo del mismo color, en ocasiones también con esmoquin negro. Quien desee tener un toque especial podrá llevar estas zapatillas con vaqueros. (fotografía inferior derecha)
Mocasines Las opiniones sobre los mocasines difieren mucho de un país a otro. Así, por ejemplo, en Gran Bretaña y Estados Unidos el Loafer elegante con vira cosida se ha ganado una muy fiel clientela que lo lleva como parte de la imagen clásica para los negocios. En tierras europeas continentales, sin embargo, el mocasín se sigue considerando el hermano ligero del calzado con vira cosida. En especial en los países centroeuropeos, cuando los hombres deciden comprarse unos zapatos buenos, no dudan en escoger entre modelos con cordones. Esto tiene que ver con un gusto tendente a lo sólido y lo sensato. Pero también a la forma de gastar el dinero: «Si me compro un zapato caro, quiero que me ofrezca la máxima calidad posible».
La inseguridad con respecto a los mocasines se refleja claramente en la opinión de mucha gente sobre los modelos Tassel: mientras que en Estados Unidos están considerados expresión del estilo ultraconservador de la costa este y en Gran Bretaña los miembros de la familia real se los ponen los domingos para ir a la iglesia, los centroeuropeos los ven como una desviación de mal gusto. Por
ejemplo, en Alemania se conocen también, un poco despectivamente, como «zapatos de borlas». Esa aversión a los mocasines en general y los Tassel en concreto quizá se deba a que para los centroeuropeos es corriente llevar zapatos de cordones incluso en las actividades del tiempo libre. Por ejemplo, la apreciada combinación continental de Europa Central de vaqueros o chinos y Brogue marrones es muy rara en Gran Bretaña, Estados Unidos o los países mediterráneos, donde durante el fin de semana y a última hora de la tarde son habituales los mocasines, y los zapatos de cordones se reservan solo para los atuendos más formales.
El calzado informal BOTAS PARA EL OCIO: INFORMALES, MASCULINAS Y CÓMODAS. Se considera que los italianos son los que mejor se visten. Eso se debe en gran parte a que dan mucha importancia al estilo en cualquier ocasión, incluso en sus actividades del tiempo libre. Mientras que fuera de la oficina otros europeos se visten con prendas prácticas, económicas y cómodas, los italianos invierten mucho en ropa de sport y, claro, también en el calzado adecuado. Los zapatos de sport con estilo suelen venir de Estados Unidos, país creador por excelencia de indumentaria para el ocio. Incluso los británicos, inventores de casi todo en lo que a moda masculina se refiere, se guían por los americanos en este ámbito. El más clásico entre ellos es el mocasín estilo Penny, seguido muy de cerca por los náuticos. Quien tenga un par de cada estará bien equipado para cualquier ocasión informal. Estados Unidos ofrece también calzado adecuado de invierno. Tanto los fans del estilo clásico como los jóvenes a la moda gustan
de las rudas botas de trabajador o de cazador, que, si se cuidan bien, duran tanto como unos zapatos de vira cosida para la oficina.
Zapatos de negocios Para los negocios se necesitan un mínimo de dos o tres pares de zapatos, ya que conviene alternar el calzado. La cuestión es la elección del color. Para los ingleses rigen como siempre los lemas «no brown in town» y «no brown after six»; italianos y franceses se saltan la norma desde la década de 1980 conjuntando zapatos marrones con trajes oscuros. El marrón es muy versátil: entre los tonos claros arena y el óxido más oscuro hay cientos de matices. Y con el betún adecuado se puede dar otro tono a unos zapatos marrones, por ejemplo, aplicando una crema para calzado de color burdeos a unos zapatos tostados. Sin embargo, quien desee ir sobre seguro que se compre zapatos negros. Sobre todo la gente de la banca que deba acudir a reuniones en Londres o Nueva York: con Oxford marrones se pondría en evidencia. En cuanto a la forma del zapato, existen infinidad de posibilidades: Oxford, wingtip Brogue, Derby, Monk y Loafer… la cantidad de términos ingleses puede llegar a resultar abrumadora. Sin embargo, la clasificación es muy sencilla: los zapatos con perforaciones se llaman Brogue, y los modelos sin ellas son, o bien Oxford, o bien Derby. Oxford son todos los que tienen una costura en la puntera, y Derby, los abiertos con cordones. Los Monk presentan hebillas, y los Loafer engloban todas las variedades posibles de mocasín. Quien no desee aprenderse todas esas denominaciones, que señale simplemente con el dedo en la zapatería el par que más le guste.
RESUMEN DEL CÓDIGO DE CALZADO 1. En los negocios y por la noche, en general solo negro («no brown
after six»). 2. El más formal es el Oxford negro. 3. Los mocasines son más bien informales. 4. El mocasín Tassell surgió como calzado para los negocios. 5. En los entierros, siempre zapatos negros. 6. Zapatos de charol solo por la noche.
Modelo liso tipo Oxford: el zapato de cordones más formal, ideal con traje oscuro.
El Oxford: más clásico y serio, imposible.
El Monkstrap: las hebillas no son para todo el mundo.
El Derby: deportivo y cómodo con su empeine alto.
El Brogue: el punteado le resta algo de refinamiento.
El Semibrogue: combina mejor que el Oxford con paños gruesos.
Botas de vaquero No existe ningún otro calzado que despierte tantas emociones como las botas de cowboy. Para unos son sinónimo de libertad, aventura, masculinidad, del sueño americano, mientras que para otros tienen un aire provinciano y de mal gusto. Sería cuando menos curioso ver a un jefe de Estado europeo dando una rueda de prensa desde su residencia de fin de semana con estas botas puestas. Que un presidente estadounidense reciba a la prensa así calzado es normal. Al menos, en opinión de muchos de sus compatriotas. Desde un punto de vista objetivo, estas botas son un clásico con una larga historia. Nacieron a finales del siglo XIX en el taller de algún zapatero de Texas o Kansas. De forma parecida a los vaqueros, el diseño de las botas se hizo con criterios prácticos. Son altas para proteger al jinete de la maleza y el alambre de espino, así como del roce continuo con los estribos. Además, se hicieron más anchas que las botas de montar de la tradición europea para que los vaqueros se las pudiesen quitar fácilmente en caso de necesidad. El tacón se debe a la técnica de monta característica de Norteamérica, ya que ancla el pie en el estribo. Además, a la hora de echar el lazo a las reses permitía una mejor sujeción en el suelo. En un principio los bordados laterales eran refuerzos, pero con el tiempo se convirtieron en elementos decorativos. En el mercado europeo se venden muchas botas de vaquero de manufactura española, aunque el paraíso para los fans de los diseños más auténticos es Estados Unidos. En ese país hay una cantidad enorme de productores que ofrecen desde modelos muy baratos (con suela de cuero artificial encolada) hasta los más exclusivos pares hechos a medida. Asimismo, hay un amplio mercado de botas de cowboy
antiguas, que se pueden comprar no solo en tiendas especializadas, sino también por Internet. Solo por la experiencia de comprar en esas tiendas merece ya la pena el viaje a Estados Unidos en busca de este tipo de calzado.
Una selección del muestrario del fabricante estadounidense Tony Lama.
Materiales para botas LOS DIFERENTES TIPOS DE PIEL SON
FUNCIONALES ADEMÁS DE DECORATIVOS.
Las botas de cowboy que se usan, por ejemplo, para trabajar son de recio cuero de vaca. Si además deben ser decorativas, lo mejor es un repujado a imitación de la piel de caimán, por ejemplo. El cuero de avestruz (1) es excelente para elaborar botas de cowboy para el ocio, ya que resulta ligero y transpirable. Dependiendo de la parte del animal de donde se haya sacado, el cuero presenta más o menos marcada la típica rugosidad. Se emplea incluso la piel de las patas. La piel de serpiente (2) es también un material típico para la fabricación de botas de cowboy, sobre todo las de pitón y de serpiente de cascabel. La piel de serpiente es especialmente ligera. El dibujo depende del corte, según de si la piel es del lomo o del vientre. Otras pieles típicas para la fabricación de botas de vaquero son las de lagartija, caimán, anguila, búfalo, cocodrilo (3) y cabra. El cuero de oso hormiguero es de los más caros. Puede ser que a un europeo le dé reparo la idea de arrancarles la piel a unos animales tan graciosos para fabricar botas, pero un cowboy no entiende de tales sentimentalismos.
Zapatos: tipos de manufactura Se dice que un zapato es de vira cosida cuando la pala y la palmilla o suela intermedia están unidas por medio de una costura, que es invisible. Luego, a la pala y la palmilla se les cose la vira, una tira fina de cuero que sí que se aprecia por fuera. Finalmente, a esa tira se le cose la suela, con una costura visible por fuera. En contra de lo que afirman muchos vendedores, la suela no solo está sujeta por la costura, sino además por una cola especial. Por eso no se corre el riesgo de perder la suela aun si la costura se acabara desgastando a fuerza de andar. Los zapatos de vira cosida están considerados como del gusto de los entendidos y la gente de vida refinada. Son caros —para muchos usuarios incluso prohibitivos—, ofrecen una gran durabilidad y son excelentes para los pies, aunque requieren muchos cuidados. En definitiva, son objeto de culto y de fetichismo. Sin embargo, no podemos olvidar que no son más que zapatos. Para los zapatos de vira cosida parece que rijan unas reglas especiales. Sus fans aceptan muchas veces sin pestañear que les hagan daño durante semanas, que la suela de cuero absorba el agua y que sobre un suelo pedregoso no ofrezcan la debida protección. También admiten que su compra implique la adquisición adicional de accesorios caros, como un extensor de zapatos, y que las composturas sean bastante más caras que las de otros zapatos. En cierta forma, este calzado recuerda a los deportivos de lujo, a los que se perdonan cosas que en utilitarios de categoría media serían inaceptables. Estrictamente hablando, los zapatos de vira cosida no están cosidos a mano. Por esa razón no es del todo exacto que los fabricantes de esos
zapatos se autodenominen «manufacturas artesanales». Con el término «manufactura» a secas estaríamos de acuerdo, porque, si bien los operarios manipulan en ocasiones los zapatos con las manos, el cosido se hace a máquina. De modo artesanal, entendiendo por ello a mano con aguja e hilo, solo cosen ya los zapateros de calzado a medida. Por lo demás, en los talleres, muy pocas costuras son totalmente artesanales.
¿Superga o Converse? ¿Superchic o rock and roll? La moda masculina del siglo XXI está sometida a una continua alternancia de tendencias más o menos significativas que suelen cambiar el corte y la silueta de las prendas: a veces es todo muy holgado; otras, más pegado al cuerpo. En general, se trata de resucitar épocas pasadas, con las consiguientes reminiscencias y reinterpretaciones. En estrecha relación con las épocas de la moda que sirven de fuente de inspiración a los creadores de tendencias están los países a los que se asocia cada corriente. Los cincuenta estuvieron marcados por Estados Unidos, con los vaqueros, el rock and roll, las cazadoras de cuero, la moda juvenil y, en el ámbito cultural, la imagen beatnik. En la década de 1960 la pauta la marcaba Gran Bretaña, y la Carnaby Street de Londres se convirtió en lugar de peregrinación para todos los locos de la moda. En los años setenta empezó a destacar Italia, con estilistas y diseñadores que eran una especie de arqueólogos de la moda. Nadie como ellos ha sabido descubrir, promocionar y dotar de una nota italiana a los tesoros de otras naciones para luego comercializarlos como propios. Nadie es más británico que los italianos, y ningún americano supo reconocer antes que ellos el potencial que se esconde en las viejas marcas y los clásicos nacionales. Como ejemplo se podrían mencionar las parcas de Woolrich, que en Estados Unidos no eran más que una prenda funcional, pero que en Europa, gracias al arte mercadotécnico italiano, se convirtieron en objeto de culto. Sin embargo, la búsqueda de inspiración de los italianos en Estados Unidos y Gran Bretaña no es de ninguna manera expresión de carencia de ideas, sino el reflejo de la nostalgia por el ancho mundo que nació en muchos países europeos después de la Segunda Guerra Mundial.
Con su moda, Estados Unidos ofrecía sobre todo un aire informal y juvenil y una elegancia relajada. La ropa de los soldados americanos de paisano en Italia inspiró tanto a la gente como las películas de Hollywood de los cines. Así, no solo los vaqueros y las camisas de sport se volvieron parte de la indumentaria cotidiana europea; también las zapatillas de lona ganaron un nuevo estatus. Las zapatillas tobilleras con suela de goma, inventadas a mediados del siglo XIX para diferentes actividades deportivas, se popularizaron en un principio en Estados Unidos como calzado para el ocio de niños y jóvenes, y para el fin de semana para los adultos. De allí pasaron a Europa, donde la juventud europea de posguerra las asimiló sin tardanza.
Desde los años ochenta la influencia italiana ha aumentado en muchos ámbitos de la moda, pero en lo que a prendas deportivas se refiere los estadounidenses no dejan de ir en cabeza. La estética streetwear influye incluso en el estilo de la indumentaria cuidada para el ocio. El modelo Chuck Taylor All Star de Converse, simplemente «Converse» en su forma abreviada, se ha llegado a convertir en objeto de culto entre los jóvenes con preferencias por marcas más bien elitistas, como Polo Ralph Lauren o Timberland. Sus competidoras en
el mundo de la moda son sin duda las bambas de lona Superga. En la década yuppie de los ochenta estaban muy bien vistas por quienes marcaban tendencias y por los jóvenes italianos con estética chic en el ocio, y se codeaban en igualdad de condiciones con los ya apreciados náuticos, mientras que las Converse estaban reservadas a la moda urbana más informal. Las Superga eran pijas; las Converse, roqueras. Hoy en día esa línea se ha difuminado, e incluso se han intercambiado los papeles. Las Converse son hoy para chicos buenos, y los más gamberros se dejan ver con Superga.
Deportivas
Las zapatillas deportivas son la camiseta del calzado. Quien las lleva se siente moderno, joven y a la moda, se viste según el principio de la comodidad y se evita tanto el planchar la ropa como el limpiar zapatos. En otro orden de cosas, no se peina el pelo, sino que a lo sumo se lo «estiliza». Las deportivas simbolizan un estilo de vida, pero objetivamente apenas ofrecen ventajas. Con ellas los pies o sudan o se congelan, y los modelos vintage no tienen amortiguación ni relleno. Aunque las deportivas se han convertido en un símbolo de la modernidad y la sociedad sin clases, su historia se remonta nada menos que al siglo XIX. Los modelos de esa época tenían una suela plana de caucho natural y una ligera caña de tela, por ejemplo, de lona. Ese tipo de calzado se usaba para la práctica de ciertos deportes de hierba, como el croquet. A principios del siglo XX surgieron las primeras zapatillas de tenis. Por lo demás, las deportivas eran sobre todo calzado infantil barato. El auge que experimentaron arrancó tímidamente en los años cincuenta como parte de la moda juvenil, aunque por aquel entonces era muy apreciado el calzado de piel, por ejemplo, los mocasines Penny y las botas de cowboy o de motorista.
Fue entre las décadas de 1970 y 1980 cuando las deportivas se popularizaron como el calzado característico de la antimoda. La variedad de deportivas es hoy inconmensurable, aunque se pueden clasificar en diversos grupos. Por ejemplo, tenemos el calzado deportivo propiamente dicho, específicamente diseñado para la práctica de cierto tipo de deportes, al menos en teoría. Por ejemplo, las tobilleras de caña alta fueron concebidas para el baloncesto o el béisbol; y para jugar a los bolos se crearon las típicas zapatillas de suela fina. La pala de este tipo de calzado suele ser de lino, fibra sintética, cuero artificial o, a veces, cuero natural. Pero hoy en día también tenemos las deportivas de vestir, por lo general fabricadas con materiales lujosos, en ocasiones incluso hechas a mano. Sus formas se inspiran en el calzado deportivo de principios del siglo XX, por ejemplo, las zapatillas de ciclista, aunque la mayoría de sus creadores no tienen nada que ver con el deporte.
Tipos duros
En Estados Unidos las botas Redwing suelen formar parte de la indumentaria de trabajo de granjeros, mensajeros, mozos de establo o carpinteros. Por razón de su manufactura con vira cosida y de la sólida calidad de su cuero, este calzado tiene también mucho éxito en Europa entre gente que no realiza trabajos físicos.
En el guardarropa clásico de caballero, las botas llevan ya desde hace largo tiempo una existencia de segunda categoría; o por lo menos no se mencionan ni mucho menos tanto como cualquier otro tipo de calzado, ya sean los zapatos de vira cosida o los mocasines. Y, sin embargo, las botas han formado parte del ropero masculino desde principios del siglo XVIII. Estrictamente hablando, las botas fueron en un principio los únicos zapatos verdaderos de caballero. Este tipo de calzado era el más adecuado para el gentleman, y no solo a la hora de montar a caballo. Pero, mientras la burguesía imitaba el estilo de la aristocracia, en la ciudad se iban imponiendo los transportes para los que no se hacían necesarias las botas de caña alta. Así fue como las botas se fueron restringiendo al ámbito rural.
Las botas de cordones pueden presumir de una larga historia. Su versión más conocida se remonta a las que llevaban las tropas de Von Blücher. El general prusiano nacido en 1742 ha dado su nombre a este tipo de calzado abierto de cordones sobre todo en los países anglosajones. Desde un punto de vista estricto, esta denominación solo se puede referir a las botas con cordones. Su ventaja con respecto a las de caña alta es seguramente su inferior precio, ya que se fabrican con trozos de cuero más pequeños. Los cazadores británicos son típicos usuarios de botas de este tipo, que vienen recogidas en los muestrarios de la mayoría de los distribuidores de Northampton. En comparación con esos modelos, que, por razón de su uso cinegético, presentan un perfil claramente inglés, las botas de cordones estadounidenses disfrutan de una presencia más bien modesta. Originalmente estaban pensadas para vestir los pies de los trabajadores y campesinos, aunque también existe una versión americana para la caza. Pero en vastas regiones de Norteamérica esa es una actividad que carece de cualquier connotación elitista.
Chanclas
Las sandalias despiertan emociones contradictorias. Esta suela sujeta al pie con tiras o correas tiene una tradición mucho más larga que el zapato de cordones europeo de la Edad Moderna, y sin embargo en Occidente jamás se ha ganado la consideración de vestimenta completa para los pies. Incluso en los países en los que las sandalias son habituales en la vida cotidiana, los hombres de negocios se las quitan para calzarse zapatos cerrados en cuanto tienen trato con americanos o europeos. Las sandalias ofrecen poca protección para los pies, y quizás por eso simbolicen indefensión o renuncia deliberada a la violencia. La versión mínima de las sandalias son las chanclas. En ellas se reducen al máximo los materiales y los costes. Por eso las chanclas son el calzado habitual del día a día de los países de clima tropical, donde apenas cuestan nada. En Europa, por el contrario, por unas chanclas de marca se paga casi tanto como por unos zapatos. Una tontería suprema. Los expertos arrugan la nariz ante las chanclas: para ellos este calzado es sinónimo de falta de cultura. Pero las chanclas pueden estar justificadas, por ejemplo, en el vestuario del gimnasio, en la playa o en el río, en un picnic en un prado, en el jardín o incluso para ir de compras en verano. Al igual que la camiseta o los pantalones cortos, no
se puede demonizar sin más su uso en general.
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Pero hay un requisito terminante: es fundamental cuidarse y arreglarse los pies antes de pensar siquiera en ponerse chanclas. Siempre que uno se pregunta si las chanclas son demasiado informales, es que son demasiado informales. Solo son perfectas para la playa, la piscina, el río, el jardín o el gimnasio. Las chanclas se pueden equiparar con las camisetas de tirantes: cuando esa camiseta sea adecuada, las chancas también; es decir, casi nunca. Las chanclas no deben llevarse en ninguna ocasión que tenga el más mínimo carácter de evento social. Y para muchos eso incluye el ir de compras. Cuidado en Italia. Algunas fashion victims extranjeras llevan siempre chanclas en verano, incluso en elegantes actos de moda. En Italia este calzado despierta miradas de reprobación incluso en el paseo marítimo.
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Historia ilustrada: zapatos a medida
Primero se mide el pie y se toma una impresión de la planta. Luego se elabora una horma particularizada. Los zapatos hechos en serie se fabrican con una horma estándar. (Fotografías: Eduard Meier).
La caña está formada por varias piezas que primero se cortan y luego se cosen entre sí.
La pala y la vira se cosen de una vez a la parte inferior de la suela intermedia o palmilla.
Algunos zapateros fijan el tacón a la suela con una especie de clavos de madera.
La vira, es decir, la tira de cuero que rodea el zapato, se repuja con un motivo.
Asimismo, con un hierro caliente se imprime un motivo en el reborde de la suela.
La suela intermedia o palmilla se ahueca por dentro hasta que sobresale un reborde, la pestaña del hendido, al que se cosen la vira y la caña.
La pala de cuero se extiende alrededor de la caña y se fija de forma provisional con clavos a la horma.
La suela se cose a la vira con hilo de lino a través de unos agujeros anteriormente perforados.
El reborde de la suela se recorta o se lija para darle forma, se sella con pintura o con crema y se pule.
El zapato se frota con la bisagra de asentar de hueso para darle brillo y alisar las posibles i rregularidades.
Finalmente, el zapato se pule con agua y una pasta especial para darle brillo.
Pequeño glosario del calzado Blucher En Estados Unidos, zapato abierto con cordones. boxcalf Cuero de terneras muy jóvenes. Brogue Se dice de los zapatos ornados con pequeñas perforaciones. Budapest La versión húngara del zapato Brogue. confección a medida Se dice de la fabricación de calzado a partir de un pedido en el que el cliente escoge un modelo predeterminado y el cuero con el que desea que se le haga. cordobán Cuero de caballo. Antaño se producía en grandes cantidades, pero desde que los vehículos de motor sustituyeron al caballo se ha vuelto cada vez más raro y caro. cosidas a mano Se dice de las costuras ornamentales del calzado de manufactura artesanal; en el resto de los casos esas costuras se hacen a máquina. Derby Zapato de cordones abierto, ideal para empeines altos porque se adapta bien al pie. No es un modelo muy formal. gamuza Piel muy parecida al ante. Goodyear Apellido del inventor de la máquina que permite coser con rapidez la pala y la vira. En la suela de zapatos de fabricación británica y americana la inscripción es garantía de calidad. horma Molde del pie a partir del cual se fabrica el zapato. Loafer Denominación inglesa del mocasín. manufactura Fábrica donde se producen zapatos de vira cosida y las piezas se manipulan con frecuencia a mano. mocasín Calzado moderno a imitación del que llevaban los indios
americanos.
mocasines Penny Se llaman así los mocasines en los que se puede meter una monedita debajo del talón. Se supone que trae suerte. mocasines Tassel Los que tienen un adorno en forma de lazo con dos borlas. Monkstrap Zapatos con hebillas. Los anglófonos y anglófilos también los llaman simplemente «Monk». Oxford Zapato cerrado de cordones con puntera lisa. pala lisa Pala del zapato hecha de una sola pieza, es decir, sin puntera aparte. Es la alternativa más formal al Oxford. palmilla Véase Suela intermedia. perforado a mano Indicación que aparece en el zapato cuyas pala y vira están cosidas a mano. Los expertos suelen discutir si son mejores los zapatos Goodyear cosidos a máquina o los cosidos a mano. Se considera que los zapatos de fabricación mecánica son más fáciles de arreglar porque la pestaña del hendido está pegada (véase la entrada correspondiente). pestaña del hendido Tira de cuero fijada con una banda adhesiva a la parte inferior de la palmilla, a la que se cosen la vira y la pala. En el calzado hecho a medida, esta pestaña se forma con ayuda de un cuchillo a partir del hendido de la palmilla. puntera larga La que se extiende a lo largo de la pala, prácticamente hasta el contrafuerte del talón. puntera vega Elegante puntera de línea ondulada. suela intermedia Parte del zapato que une la suela con el resto del zapato.
vira cosida Tipo de vira que hace que los zapatos ofrezcan tres ventajas: sujetan el pie, pero son flexibles; permiten renovar la suela; el relleno de corcho y la palmilla se adaptan a la forma de la planta del pie. wingtip Puntera vega. zapato hecho a medida Se dice del zapato fabricado a partir de una horma individual.
(Abajo) En el taller de Eduard Meier todos los zapatos se pulen a mano.
LOS ENTENDIDOS DISFRUTAN MÁS COMPRANDO Y EVITAN ERRORES.
Saber comprar ¿A quién le gusta comprar a ciegas? Pues eso es lo que suelen hacer la mayoría de los hombres cuando necesitan ropa, zapatos o accesorios, que además, todo sea dicho, se venden a precios no desdeñables. En el caso de la ropa de sport, tal costumbre podría casi disculparse: después de todo, el cliente mal informado solo perjudica a su cartera. Pero, si se compra un traje inadecuado para el trabajo, el error puede tener consecuencias más drásticas. Un paño demasiado lujoso en un color inadecuado, que para colmo ni siquiera favorece, puede dañar de forma irreversible la imagen de su portador. A lo que se suman los daños meramente materiales. A la hora de comprar otro tipo de productos, los hombres suelen seguir una cuidadosa estrategia: se informan bien sobre precios, calidades y marcas, y, si es necesario, sobre los servicios fundamentales para el objeto o aparato en cuestión. Y solo se deciden una vez que conocen el mercado y la oferta. Ese es el sensato proceso que suelen seguir incluso cuando adquieren aparatos no demasiado caros. Pero a la hora de comprar ropa proceden de forma totalmente distinta. En ese caso se pueden gastar por un traje quizás 500 euros o más de forma espontánea, sin informarse y a veces incluso con prisas. Lo mismo se puede decir de las corbatas, los zapatos o las camisas. La razón es que los hombres no conceden demasiada importancia a su aspecto. La mayoría se interesan más por los aparatos electrónicos o eléctricos, las herramientas, el equipamiento para los deportes o los relojes. Quien se informe un poco sobre paños, telas, confección, procedimientos de costura, precios y características de calidad
disfrutará más a la hora de comprar sus prendas y, sobre todo, a la de lucirlas. Muchos hombres se van aficionando a la ropa a medida que aprenden de todas esas cosas y, al final, cuidar de su indumentaria termina siendo para ellos casi un hobby. El placer, desde luego, está garantizado.
Los que entienden de ropa tienen a veces ideas muy peculiares, por ejemplo, encargar en la casa de paños belga Scabal un tejido de rayas formadas por
el propio nombre.
Los tejidos Cuando aún se hilaba, se tejía, se cortaban patrones y se cosía, o se hacían labores de punto y ganchillo en casa, los niños aprendían de forma natural conceptos sobre esas labores textiles. Hoy en día muy raras veces se confeccionan prendas en el hogar, y la gente se limita a «consumir» la ropa, sin entenderla. A continuación se ofrece un breve resumen de unos conceptos básicos. DerLos tejidos se elaboran con hebras de origen animal o vegetal. De las hebras animales, la más conocida es la lana de oveja; de las de origen vegetal, en la actualidad, el algodón. Como nos debemos limitar a unos pocos conceptos fundamentales, nos centraremos en la fibra por excelencia, la lana de oveja. En primer lugar, para obtener la lana se esquilan las ovejas. A mano se eliminan los restos de suciedad más evidentes y se desechan los vellones más estropeados. Luego la lana se lava y finalmente se peina en una capa fina y continua que se estira para obtener fibras largas. Con ellas se hila una hebra que se retuerce hasta formar un hilo fino. Los hilos se tienden en paralelo, tensos, en el armazón cuadrado del telar formando la llamada «urdimbre». A continuación, con esas hebras verticales se cruzan otras en sentido horizontal, en lo que compone la trama. Para lograr una trabazón estable, los hilos horizontales de la trama se entretejen pasándolos de forma alterna por encima y por debajo de los hilos de la urdimbre. De esa manera se va elaborando el tejido. Parece lógico pensar que un paño es tan fuerte como las hebras que lo forman. Por eso, cuando se requiere un tejido resistente, tanto la
trama como la urdimbre están conformadas por hilo retorcido, es decir, compuesto por varias hebras torcidas. En caso de que solo la trama o solo la urdimbre estén compuestas de hilo torcido, se obtiene un tejido llano con trama vista o llano con urdimbre vista. Una vez tejida, la lana se lava con agua y detergente, y se seca. A continuación, con una máquina especial se queman los pelillos que sobresalen. El tejido se alisa luego con ayuda de una enorme plancha industrial. El resultado es un tejido de estambre formado únicamente por las hebras más largas. Las cortas separadas en el proceso de peinado se hilan aparte. El hilo resultante no es tan liso como el anterior, porque sobresalen por todos los lados. Ese tipo de hebras se aprovechan para hacer tejidos cardados, como el tweed. La lana es la mejor elección como paño para trajes, americanas y abrigos. Para la confección de pantalones son apreciadas las telas de algodón —que ofrecen un agradable tacto en la piel—, sobre todo la pana, el molesquín, la sarga y, para el tiempo libre, el vaquero. Aunque hay que decir que durante mucho tiempo el lino fue el tejido más extendido en Europa de entre los de origen vegetal, ya que el algodón no apareció hasta los tiempos de las colonias. Finalmente, la seda es un género que en la ropa masculina se relega a los accesorios.
Todos los paños son de Cove & Co.
Paños para trajes algodón Sobre todo en verano es muy agradable de llevar, pero por otro lado se deforma y se arruga enseguida. A quien no le molesten esos inconvenientes, irá muy cómodo. algodón y fibra sintética Los amantes de la ropa hecha a mano suelen condenar las fibras sintéticas, pero en realidad una mínima proporción mezclada con el algodón mejora sobremanera su calidad, sobre todo la propiedad de conservar su forma también en climas cálidos y húmedos. cachemir Es el tejido de lujo por excelencia. Los mejores provienen de Mongolia. A diferencia de la lana de oveja, la suave pelusa de la capa más inferior de la piel de cabra de Cachemira no se carda, sino que se superpone o se peina cuidadosamente.
Gregor y Peter Thissen, dueños de Scabal, presentaron en 2008 el primer estambre de lana de vicuña.
lana Durante siglos fue sinónimo de paño para trajes, y de hecho hasta la fecha no existe ningún otro género para trajes, pantalones o abrigos que le haga la competencia en lo que a estabilidad de forma, elasticidad y durabilidad se refiere.
lana y fibra sintética Una proporción mínima de fibra sintética hace que los tejidos de lana ligeros se deformen menos, aunque eso solo es estrictamente necesario en climas cálidos y húmedos. En otras regiones esta mezcla se usa muy poco. lana y seda La lana se mezcla con seda con distintos objetivos: unas veces la proporción de seda se reduce a un ornamento, por ejemplo, la raya de un cuadro, mientras que otras determina el carácter del paño. lino Se elabora con hebras de la planta del mismo nombre. Como es sabido, se arruga mucho, aunque en los géneros de mejor calidad el problema va a menos con el tiempo. Una vez superado el inconveniente de las arrugas, el aspecto del lino es inconfundible. seda Este tejido no volvió al ropero masculino hasta después de la Segunda Guerra Mundial, primero para las ocasiones formales nocturnas, luego también como género para trajes y chaquetas de sport. vicuña Se elabora con el pelo del camélido sudamericano de ese nombre. El número de vicuñas es reducido y la lana de trabajosa obtención, por lo que el paño es muy raro y su precio, elevadísimo.
Lujo puro: cachemir y cía. PURA DISCRECIÓN. SOLO EL SASTRE Y EL CLIENTE SABEN CUÁL ES EL VALOR DEL PAÑO.
El cachemir y la vicuña (arriba) son los géneros más exclusivos. El primero se hace con el pelo de la cabra de Cachemira; el otro, con el del camélido enano andino del mismo nombre. En ambos casos la textura de la tela es extraordinariamente fina. La lana de la cabra de Cachemira se obtiene del peinado de los vellones del animal. Las vicuñas requieren un proceso más laborioso: los pastores recogen las guedejas prendidas en los matorrales y rocas. Y es que no está permitido esquilarlas porque morirían de frío. Con las vicuñas, en el pasado se tenía mucha menos consideración: hasta la década de 1950 eran abatidas a tiros, lo que casi llevó a su extinción. A mediados de 1970 se prohibió la comercialización de lana de vicuña para los siguientes veinte años. Hacia la mitad de la década de 1990 volvió a ser legal. Quien desee algo de verdad especial, que se haga cortar a medida por su sastre un abrigo de paño de vicuña. Eso sí, que prepare entre 15 000 y 18 000 euros.
Hilado y tejido El hilo es, por así decirlo, el teclado sobre el que el diseñador textil compone sus telas; los tipos de tejidos son las armonías; y el papel milimetrado sobre el que se sujeta el ligamento, el pentagrama. Y es que el trabajo en el departamento de diseño de una tejeduría se parece mucho a la tarea de un compositor, ya que, al igual que los músicos van entretejiendo los tonos según un terminado compás, los diseñadores textiles combinan hilos de colores que van cruzando en vertical y horizontal a un ritmo determinado. El primer paso a la hora de preparar el proceso de tejido es tensar en una especie de bastidor cuadrangular las hebras de la urdimbre, es decir, los hilos verticales. Para obtener una tela tejida a partir de esa serie de hebras que corren paralelas de arriba abajo, hay que entrecruzar otras en horizontal; esos son los hilos de la trama. De modo que el tejido se hace entrecruzando en una vuelta los hilos de la trama por encima y por debajo de los de la urdimbre, y en la siguiente pasada, a la inversa, por debajo y por encima. Así, los hilos de la trama se verán de forma alternativa por encima y por debajo de los de la urdimbre. Aparecen dibujos cuando esa alternancia continua sigue un determinado patrón repetitivo. Ese patrón es el tipo de ligamento. El diseñador determina el aspecto del tejido con la elección del tipo de ligamento y el color de los hilos. El ligamento se diseña sobre papel o en la pantalla del ordenador. Por lo general, primero se desarrolla en blanco y negro y luego, en fases posteriores, se va coloreando. Para elegir la combinación cromática más satisfactoria se recurre a los muestrarios de hilos que las hilanderías crean especialmente para este propósito en una variedad infinita de tonos.
Los diseñadores de casas como Zegna determinan la moda con sus colecciones de tejidos.
Al igual que a la hora de elaborar un hilo determinado se mezclan diferentes tonos, los tejidos también se suelen componer de hilos de distintos colores, incluso los lisos. Por ejemplo, una tela de color azul oscuro nunca suele estar compuesta de hilos de urdimbre y trama monocromos. Por el contrario, con mezclas de diversos tonos se consigue que ciertos tejidos en apariencia monocolores tengan en determinadas circunstancias bellos brillos rojizos, verdes o violáceos. Eso da lugar a interesantes efectos que no presentan las telas teñidas después de tejidas. Otras veces también se mezclan distintos tipos de hilo. Así, puede suceder que un hilo de la trama que acabará formando una raya sea de seda mientras que las demás hebras son de lana. Para poder ver de antemano el resultado final del proceso, se suelen tejer varias pequeñas muestras de cada tejido de nuevo diseño. Después de estudiar detenidamente las pruebas, se escogen los mejores
fragmentos. Esos retales se pegan o se fijan de otra forma en pequeñas fichas de cartulina que conforman el muestrario con el que se podrá presentar la nueva colección al cliente. Solo cuando se reciben los suficientes pedidos de un diseño u otro se procede a producir el tejido en grandes cantidades.
La base de muchos tejido es el hilo que se obtiene del pelo de algunos animales.
Bajo la lupa: controles de calidad Lo que al final del proceso de producción acaba en los almacenes de las tiendas de los proveedores de textiles y sobre las mesas de corte de los sastres como noble y sedoso tejido de bellos brillos, al salir del telar se asemejaba tanto por su aspecto como por su tacto a un áspero trapo de cocina. Y con la misma falta de respeto se trata el tejido en esa fase: el cachemir Super 200, ligero como una pluma, se apila por los rincones de desnudas salas a la espera de que una especialista lo inspeccione en busca de posibles defectos de tejido.
Los tejidos están compuestos por los hilos de la urdimbre y la trama entrecruzados según un patrón.
Después de la primera inspección, la pieza pasa al siguiente departamento de control, donde se descubrirán hasta las más pequeñas faltas, apenas apreciables a simple vista, para ser solucionadas. En
esas salas reinan el silencio y la concentración. Equipadas con gafas de aumento especiales, mujeres con una formación específica y largos años de experiencia —según parece, los hombres no son adecuados para ese trabajo de tanta precisión— inspeccionan despacio la tela centímetro a centímetro, y marcan hasta los mínimos fallos, como hebras rasgadas o nudos diminutos. Si descubrir esas minúsculas irregularidades es todo un arte, la capacidad de repararlas raya en la magia. Con ayuda de unas agujas especialmente finas, se sustituyen las hebras defectuosas o, lo que es lo mismo, se vuelven a tejer. La denominación inglesa de invisible mending, «reparación invisible», describe a la perfección la tarea que se lleva a cabo en este departamento. También los sastres recurren en ocasiones a esta capacidad casi mágica de hacer desaparecer los posibles fallos cuando un cliente se ha hecho por accidente una quemadura en el traje. Por lo general las sastrerías aceptan esas composturas solo cuando las malogradas prendas son surgidas de sus talleres. Si ese es el caso, la zona se vuelve a tejer con los hilos de la urdimbre y la trama del tejido original. Las agujas con las que se llevan a cabo esta y otras tareas milagrosas, finas como cabellos, las reparte personalmente entre las tejedoras al inicio de la jornada laboral la directora del taller, que al final del día vuelve a recoger las preciadas herramientas y las cuenta uidadosamente. Y es que, si una aguja desaparece, hay que asegurarse por todos los medios de que no acabe en la bala del tejido que se esté tratando, porque ese cuerpo extraño podría causar daños y pérdidas incalculables en los siguientes procesos de producción.
Los excelentes paños de Zegna se inspeccionan con minucia para detectar cualquier fallo.
Acabado: el proceso final Una vez que en la tejeduría se ha hecho ya todo lo posible por solventar hasta el más mínimo fallo, el tejido se transporta a la fábrica encargada del proceso de acabado o lustrado. En un primer paso, el tejido se lava en enormes tambores con agua y un detergente especial. Ese procedimiento sirve, en primer lugar, para eliminar todas las partículas de suciedad que haya podido acumular el género durante los anteriores procesos, de hilado, tejido e inspección y mejora; en segundo lugar, sirve para suavizarlo. El cliente, es decir, la tejeduría, es siempre quien debe decidir el grado de suavidad que quiere, pero como la suavidad es un concepto subjetivo e impreciso el resultado final acaba dependiendo sobre todo de la experiencia del responsable del acabado. Él tendrá que ser capaz de controlar de forma exacta el efecto deseado a través de la duración del proceso de lavado; es decir, deberá saber si un tejido de cachemir Super 120 necesita 10, 12 o más bien 20 minutos por cada 230 gramos de peso. En la mayoría de los casos la decisión tiene que tomarla una persona, no un ordenador. Los pocos especialistas en este campo son colaboradores imprescindibles de las tejedurías. Y es que una decisión equivocada puede hacer que un tejido quede arruinado. Y, al contrario, tomar la determinación correcta en el momento justo puede convertir un buen género en otro de calidad excepcional.
Después del tratamiento en mojado, la superficie del tejido se carda con cabezas de cardencha.
Una vez lavadas, las balas de tejido se introducen en enormes centrifugadoras y se secan cuidadosamente en una especie de calandrias. En ellas se pasan por rollos calientes que tensan el paño de manera uniforme. En el paso siguiente se queman los cabos de hebras que sobresalen. El corte se lleva a cabo en una especie de tambores rotantes provistos de cuchillas que funcionan de forma parecida a un cortacésped giratorio. Luego, en el llamado proceso de decatización, el lustre generado por el proceso de planchado se vuelve a eliminar, y el tejido se alisa otra vez. Entre las diversas fases, el tejido se trata una y otra vez con vapor, se estira y se prensa. Finalmente las balas de tela al completo se colocan a mano entre unas mil láminas de cartón de las que una de cada diez está caliente. Sobre esa pila se ejerce una presión de unos 150 bar por centímetro cuadrado de tejido. Este costoso procedimiento sirve sobre todo para volver a otorgarle al tejido un
bello lustre que lo haga agradable al sastre y sus clientes y asegure su venta. Tras el acabado y lustrado, el tejido regresa a la tejeduría, donde, tras un proceso de producción que dura unas cinco semanas, llega al departamento de expedición para su envío a los distribuidores y a las sastrerías de corte a medida o talleres de confección. Si tanto trabajo ha merecido la pena, se verá una vez confeccionada la prenda.
El proceso de acabado le da al paño un tacto agradable y un bello lustre.
¿Qué significa «hecho a mano»? Desde el siglo XVIII la industria de la moda es inconcebible sin maquinaria y técnica. Sin ellas habría que retroceder unos doscientos años. A pesar de todo, las etiquetas donde consta «cosido a mano», «hand made» o «fatto a mano» en trajes, camisas, corbatas y zapatos se siguen considerando una alta distinción y la carta de entrada en la VIP lounge de las marcas de ropa. ¿Es merecido tal honor? ¿O no se trata más que de nostalgia? ¿Son los trajes de sastre mejores que los de fábrica? ¿Duran más los zapatos cosidos a mano? ¿Y qué quiere decir exactamente «hecho a mano»? La respuesta solo se puede obtener comparando el trabajo manual con el mecánico.
TRAJE ¿Qué quiere decir la indicación «hand tailored» en la etiqueta de un traje? ¿Significa que lo ha confeccionado un sastre con aguja e hilo? Sí y no; ya nadie prescinde del todo de las máquinas. La expresión «hecho a mano» indica que los patrones se dibujaron en la tela a mano (y no con un plotter, un trazador gráfico); que luego las diversas piezas se cortaron a tijera (y no con una cuchilla electrónica controlada por ordenador o con láser); que se sujetaron e hilvanaron con alfileres e hilo y se cosieron a máquina o a mano; y que, de vez en cuando, se fue pasando la plancha para alisar y dar forma al traje. El sastre solo está obligado a coger la aguja en tres supuestos. Primero: cuando se requiere una costura muy flexible, que dé de sí, por ejemplo, en los hombros o en la trasera del pantalón (las costuras de máquina se rompen con el exceso de presión). Segundo: para adornar la prenda con puntadas artesanales, por ejemplo, en el borde de la solapa, el bolsillo de la pechera o las costuras laterales. Tercero: cuando la máquina no emula bien la labor manual, por ejemplo, en el caso de los ojales, que no hay como los punteados a mano.
En un traje hecho a mano, el sastre invierte más de 60 horas de trabajo. En la fotografía, el sastre londinense John Coggin cosiendo un forro.
Ventajas del trabajo manual: el tejido se puede cortar de tal manera que los dibujos de la prenda queden perfectamente continuos entre un lado y otro de una costura. La prenda se adapta mejor al cuerpo cuando ciertas partes están cosidas a mano. Con el planchado manual, la pieza puede conformarse con mayor precisión y se ajusta mejor a la figura del portador. El punteado de los ojales es mucho más fino. Gracias a la irregularidad de las puntadas artesanales, la prenda tiene un carácter único e individual. Ventajas de la máquina: las medidas del cliente se reflejan en los patrones en unos segundos con ayuda del ordenador y el plotter. Las telas lisas se cortan de forma más rápida y precisa. La máquina puede trabajar mejor en menos tiempo, por ejemplo, en tareas como el costoso y lento picado de las entretelas. En las costuras rectas, la máquina logra resultados más exactos, por ejemplo, en los laterales de las perneras de los pantalones. Algunos procesos de planchado para dar forma a la prenda se hacen mejor con la prensa automática que con la plancha del sastre.
¿Qué traje es mejor? El traje hecho a mano, siempre que esté bien hecho, tiene una puesta más agradable y sienta mejor. Por lo demás, las ventajas son más bien estéticas y de índole emocional.
CAMISAS La producción al por mayor de camisas hechas a mano ya ha quedado reducida al ámbito de Italia. Todas esas prendas llevan la etiqueta «cucito a mano» o «fatto a mano». La tela se corta de forma manual, y las mangas se cosen al canesú también a mano. También son artesanales las puntadas del cuello, la tira de la abotonadura, las sisas, los ojales y la nesga. Por el contrario, es muy raro que los botones se cosan enteramente a mano; lo más normal es que la máquina haga el trabajo principal y la modista solo termine de rematar.
En la camisería artesana de Emanuel Berg cortan a mano las camisas que hacen a medida.
Ventajas del trabajo manual: el corte es más exacto, ya que las rayas y los cuadros siguen sin interrupción de un lado a otro de las costuras, el bolsillo de la pechera y las sisas. Las costuras artesanas hacen la camisa más flexible, porque algo dan de sí, y por tanto se adaptan mejor al cuerpo. Los ojales hechos a mano tienen un aspecto inconfundible y no se deshilachan. Ventajas de la máquina: cuando quien maneja la máquina es un
experto, se logran costuras muy resistentes, se ahorra tiempo en la producción y, por tanto, se pueden ofrecer mejores precios. Los ojales hechos a máquina son más suaves y fáciles de abrochar. ¿Qué camisa es mejor? Toda camisa de buen género acabada con cuidado es buena, independientemente de que esté hecha a mano o a máquina. En el caso de la labor artesanal, el fan se deja seducir por el aspecto de las puntadas y la forma especialmente adaptada de las mangas. Si eso son ventajas o no, es cuestión personal.
CORBATA Se hacen de distintas formas. En la opción más sencilla, la corbata se confecciona con una máquina de coser corriente, pero la costura con hilo del derecho y del revés es poco flexible y la corbata es difícil de anudar. En el segundo método se usa la máquina de coser Liba. Con ella se hace una costura de un solo hilo, para lo que se le debe volver la corbata del revés (y luego del derecho). Tercero: el cosido a mano. La corbata se corta, se compone, se sujeta con alfileres y se cose con aguja e hilo.
La costura de una corbata hecha a mano (Ascot) es más elástica y flexible.
Ventajas del trabajo manual: al cortar el género, el dibujo (por ejemplo, rombos o motas) se coloca de forma simétrica con respecto a la punta; las rayas terminan en los bordes. El relleno queda perfectamente adaptado por dentro del tubo, ya que, al coser la corbata
del derecho, no se corre. Al final del proceso se deja que cuelgue una reserva de hilo. Al anudar la corbata, la tela puede deslizar un poco alrededor del hilo, lo que protege el tejido y permite anudarla mejor. Ventajas de la máquina: se ahorra tiempo, ya que a máquina una corbata se cose en tan solo unos segundos. Y tampoco hay fluctuaciones en la calidad, porque, a diferencia del operario, la máquina siempre cose igual. ¿Cuál de los dos tipos de corbata es mejor? La técnica de manufactura es en este caso decisiva, casi tanto como la calidad de la tela, que puede ser de seda, cachemir, lana, lino… Por eso las mejores corbatas son las hechas primorosamente a mano con telas escogidas.
ZAPATOS El calzado hecho a mano en todo su proceso de elaboración es muy raro, ya que incluso en los mejores talleres zapateros las diversas partes se cosen a máquina después de cortarlas a mano. La única excepción son los mocasines con caña y costuras ornamentales en la pala hechas de forma artesanal. El resto de las tareas deben llevarse a cabo de forma artesanal solo con la lezna (con la que se realizan previamente las perforaciones en el cuero), agujas, hilo, cuchillos, lijas y otras herramientas especiales. En caso contrario, no se trataría de verdadero trabajo a mano, sino de confección industrial.
En los zapatos a medida de Eduard Meier el reborde de la suela se sella con un hierro caliente.
Ventajas del trabajo manual: los zapatos perforados a mano son más sólidos, ya que la costura que lo une todo pasa directamente por la pala, la palmilla y la vira. Una breve descripción del proceso de hechura de vira cosida ayuda a entenderlo. Para poder coser la pala y la vira a la palmilla (la suela interna), en el caso de los zapatos hechos a máquina se usa una tira de cuero llamada «pestaña de hendido», que se pega con una cinta adhesiva a la palmilla. A través de la pestaña del hendido pasa una costura (invisible una vez que el zapato está acabado) que sujeta todas las piezas. En el calzado hecho a mano, el zapatero no pega la pestaña del hendido, sino que la forma el reborde que obtiene ahuecando la palmilla desde abajo. A ese reborde se cosen la pala y la vira. La costura de la suela se hace por el estrecho hendido de la palmilla, lo que la hace invisible y la protege. En el caso del trabajo manual, es más fácil hacer las composturas, ya que, al coser la nueva suela, la aguja se pasa exactamente por las mismas perforaciones del reborde de hendido y la vira. Ventajas de la fabricación a máquina: se ahorra tiempo, por ejemplo, a la hora de manufacturar zapatos de vira cosida. A máquina, la pala se tensa y se conforma sobre la horma en cuestión de segundos. También la caña, la suela interior y la vira, o la suela exterior y la vira se cosen mucho más rápidamente con una máquina Goodyear. ¿Qué tipo de zapatos son mejores? Si encargásemos dos pares de zapatos de vira cosida de un cuero idéntico, con la misma horma y la misma forma, pero uno hecho a mano y el otro a máquina, el efecto óptico y la comodidad serían casi idénticos. Y si se cuidaran de la forma adecuada ambos durarían más o menos lo mismo. Datos generales objetivos: el trabajo artesano produce por lo general unas prendas de vestir más bellas, y a veces incluso objetivamente de mejor calidad, pero solo cuando la confección es perfecta y el diseño
responde a las más altas exigencias. Si el artesano adolece de falta de gusto, estilo o virtuosismo técnico, el resultado no es bueno. Además, no es fácil delimitar lo que es el trabajo artesano, ya que todas las máquinas que se emplean en la industria de la moda las manejan operarios muy especializados.
Quien no ahorra, se equivoca Los políticos especulan muchas veces con cuál podría ser la mejor forma de fomentar el consumo, pero los comerciantes conocen hace ya mucho tiempo una receta infalible: la reducción de precios. Las rebajas atraen al público a las tiendas como un imán y proporcionan la deseada afluencia de clientes, es decir, la casa llena en todo momento. Incluso los más mirados pierden cualquier reticencia a comprar y se rinden a los descuentos. Y cuanto mayor la disminución de los precios de prestigiosas marcas, mayor el impulso del comprador. Comprar un jersey de 20 euros a la mitad de precio no provoca ni de lejos la misma satisfacción que hacerse con una bolsa de 2000 euros con un 50% de descuento. Y con razón, porque los artículos baratos no se vuelven mejores en las rebajas, mientras que las prendas de calidad no se vuelven peores, sino simplemente más asequibles. Los compradores inteligentes lo saben y se reservan para las compras de finales de temporada. ¿Por qué gastarse 1500 euros en octubre en un traje que dos meses después cuesta poco más de la mitad? En muchos países las rebajas son ya objeto de culto, e incluso la gente con más recursos las tiene en cuenta en la planificación del presupuesto. Por ejemplo, el gentleman inglés adquiere trajes de confección a medida, pero prefiere comprar en las rebajas las corbatas y los jerséis. Aún hoy día la sociedad más fina de Londres habla con nostalgia del one day sales de la camisería y tienda de moda masculina en general Turnbull & Asser de la Jermyn Street, aunque la última jornada de este tipo se celebró en 1980. El periodista del corazón y biógrafo de la princesa Margarita Nigel Dempster decía que era esa una cita obligada en el calendario social, equiparable a Ascot o Wimbledon, solo que más rentable. También legendarias son las rebajas de la tienda de Eduard Meier en Múnich, la zapatería más antigua de Alemania. No sin orgullo, Peter Eduard Meier, que lleva el
negocio con su hermana Brigitte en la decimotercera generación, aclara que incluso prestigiosas guías de viaje hablan de sus rebajas. Sin embargo, los antiguos proveedores de la corte bávara no pretenden colgar el cartel de «Agotado» cuando dos veces al año ponen calzado y vestimenta a precios más asequibles. «Transformamos la tienda y reducimos el servicio de asesoría a la mera información sobre el número adecuado. Así proporcionamos a la gente la oportunidad de probar nuestra calidad. Muchos le toman el gusto y vienen a comprar luego durante la temporada». Hacerse con todo un guardarropa completo en las rebajas requiere mucha paciencia, puesto que precisamente los clásicos, como las americanas azules oscuras, los trajes grises o los Oxford negros, raras veces están rebajados o, a lo sumo, se trata de prendas únicas, por lo que es mucha casualidad que sean de la talla o el número adecuados. Si bien es verdad que con la ayuda de una buena sastrería las posibilidades de tener éxito aumentan, los costes de un posible arreglo tienen que estar en proporción con el ahorro del descuento. Una regla aproximada dice que el arreglo no debe costar más del 20% del precio de adquisición regular. Pongamos el ejemplo de un traje que en temporada costara 1500 euros y que estuviera rebajado a 999. Considerando el 20% del precio sin rebajar, la inversión del arreglo no debería superar los 300 euros. Es decir, por un total de 1299 euros tendrá una prenda que le quedará estupenda y por la que habrá pagado 201 euros menos que el precio normal. Así que hacer cuentas merece la pena.
De compras Los precios rebajados tienen una gran fuerza de convicción. Pero siempre se debe reflexionar. ¿Lo atractivo es el descuento o el
producto en sí? ¿Le gustaría lo mismo la prenda al precio original? Con grandes descuentos resulta difícil actuar de forma racional, pero antes de comprar hay que preguntarse siempre si la pieza combina con el resto del guardarropa, así como comprobar con ojo crítico que cumpla ciertos criterios de calidad. Hay que tener mucho cuidado con dejarse convencer o presionar por el vendedor. Tal vez sea verdad que de cierto modelo solo quede uno de su talla en toda la tienda, pero aun así tómese el tiempo necesario para pensar. Salga de la tienda y dese un respiro para reflexionar con tranquilidad. Cuando vea un descuento que le parezca significativo, no pierda de vista el precio original. Por ejemplo, compruebe si un precio muy rebajado no sigue siendo aún caro, como unos zapatos de vira cosida que ahora «solo» cuestan 399 euros en lugar de 799. Suele ser aconsejable no ir solo. Un amigo crítico le ayudará a no caer en la tentación de un consumo compulsivo. Puede ser que al principio no le gusten nada sus comentarios negativos, pero si acaba evitando una compra irreflexiva no tardará en agradecérselos. Muchas veces, en los últimos días de las rebajas las tiendas ya no admiten cambios. Además, cada vez van quedando menos modelos y tallas. Así pues, es difícil remediar una compra desdichada, y la reventa en Ebay no suele reportar mucho dinero. Quien se conozca y sepa que en las rebajas es incapaz de resistirse a las tentaciones, tendrá que prescindir de salir de compras. Hace falta mucha fuerza de voluntad para no comprar algo que se tiene entre las
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manos. Quedarse en casa es bastante más sencillo.
UN ACCESORIO PUEDE PRODUCIR AÚN MÁS EFECTO QUE TODO EL RESTO DE LA VESTIMENTA: ESCÓJALOS BIEN.
Accesorios ¿Qué sucedería si un buen día un jefe o una jefa de Gobierno cualquiera compareciera ante la prensa con un piercing en la nariz? Los medios de comunicación no dejarían de comentar tan minúsculo accesorio. Y es que, en el aspecto de una persona, los pequeños detalles tienen a menudo un gran efecto. Y eso aunque solo se trate de un motivo de la corbata apenas reconocible ni de cerca, unos gemelos, un discreto tatuaje en el tobillo o un simple anillo. En la moda, los pequeños ingredientes de la receta de la vestimenta son los accesorios, si bien es cierto que algunos, como un bolso o un cinturón, tampoco son tan pequeños. La combinación produce el efecto decisivo del conjunto de la imagen de una persona. Una correa de cuero amarillo que sujete un reloj clásico llamará sin duda la atención. Y es que no es necesario mucho para obtener resultados efectistas, pero sí saber bien qué se hace, como un cocinero que dosifica con exactitud sus especias. También las joyas se incluyen entre este tipo de ingredientes menores. Desde ya hace unos años muchos hombres se dan el gusto de adornarse con pulseras, pendientes, anillos, cadenas e incluso horquillas de pelo. Pero en el ámbito profesional, así como en actos formales, tales accesorios deben usarse con muchísima moderación. Lo que quizás pueda gustar en una estrella del fútbol o en un músico suele merecer una peor valoración en una persona corriente. Por tanto, para ir sobre seguro, es mejor limitarse a llevar un reloj, la alianza, un segundo anillo y los gemelos. Cualquier otro adorno puede resultar excesivo. Por lo menos para ir a la oficina, donde se
considera que las joyas pueden distraer la atención. Tampoco son recomendables los accesorios demasiado modernos. Por eso, es mejor dejar en su funda unas gafas de sol muy punteras.
En los últimos años los accesorios han ganado terreno. Por eso manufacturas de trajes como Belvet ponen en escena sus colecciones
completas.
Sobre cinturones COLOR El cinturón debe escogerse a juego con los zapatos. Es decir, el calzado negro requiere un cinturón negro; y los zapatos marrones, uno marrón. Los tonos marrones, por su parte, también tienen que conjuntarse entre ellos (chocolate, caoba, burdeos, coñac...), así como en la intensidad del tono (marrón claro con marrón claro, medio con medio). En el caso de cinturones de sport de cuero combinado con tela (véase a continuación Material) el que rige es el color de los componentes de cuero. MATERIAL Con traje de negocios, o con blazer o chaqueta de tweed con pantalón de franela, conjuntan cinturones solo de cuero (con trajes de sport o veraniegos, también trenzado); con pantalones deportivos (chinos o vaqueros) valen los cinturones de tela (como lona de rayas). Cuidado: la indicación de «piel auténtica» se coloca a veces a piezas baratas de cuero desdoblado e incluso de lefa (cuero de imitación hecho de restos molidos, equivalente al contrachapado de madera), si bien las tiendas serias no ofrecen tales productos. LONGITUD, ANCHURA Y GROSOR Los cinturones suelen tener cinco agujeros. En el caso ideal (y antes de comer) la hebilla se ajusta en el agujero central, el tercero. Con respecto a anchura y grosor, cabe decir que un cinturón estrecho y plano es más bien formal, mientras que uno ancho y grueso es deportivo. Los cinturones para traje oscuro miden entre 2,5 y 3,5 cm; los de sport, unos 4 cm. HEBILLA La hebilla del cinturón (de latón macizo o plata de ley) tiene que armonizar con el color del metal del reloj y las joyas u otros accesorios. Una hebilla de latón dorado se lleva con gemelos y reloj de oro; una plateada, con reloj de acero y gemelos de oro blanco o platino. Importante: la hebilla del cinturón también tiene que conjuntar con las
del calzado en su caso. En cuanto al diseño y el tamaño, cabe decir que, cuanto más discreta y afiligranada, más formal. Con logotipos y otros motivos conviene ser muy prudente. ¿Cuándo lo puedo llevar y cuándo no? Con todos los trajes (aunque con los trajes cruzados con chaleco los puristas prefieren los tirantes). El cinturón es tabú con frac y con chaqué (con ellos, un caballero lleva tirantes). Con esmoquin está aceptado.
Ejemplos del muestrario de la manufactura Kreis de Obertshausen, cerca de Fráncfort.
Calcetines Con traje oscuro, la mejor opción son los calcetines hasta la rodilla, ya que aseguran una continuidad entre el pantalón y los zapatos. Con las perneras estrechas están permitidos los calcetines hasta media pantorrilla, porque no se suben tanto. Pero, sean más o menos altos, el color oscuro (negro, gris o azul marino) es siempre obligado para los calcetines. Al menos en muchos países europeos, los de colores vivos no son adecuados para la oficina; la excepción son los británicos, que tienen afición por los tobillos en tonos llamativos. Rojo, rosa, amarillo o verde hierba son en Londres típicos colores de calcetín con traje oscuro de raya diplomática. Quien desee imitarles en el continente necesitará audacia y, desde luego, no tener miedo a comentarios mordaces. En Estados Unidos los calcetines de diseños discretos son el non plus ultra en lo que a esta cuestión se refiere. Los brókers de Wall Street gustan de motivos como la pata de gallo o el príncipe de Gales en blanco y negro. También las rayas verticales con efecto bicolor se consideran refinadas. ¡Sería muy recomendable imitarlos!
Del hilo con que se tejen los calcetines LANA, LA CLÁSICA Los calcetines clásicos de lana de oveja ofrecen un clima óptimo para el pie. Las fibras de lana lo calientan y lo desodorizan de forma natural. Por eso se pueden llevar calcetines de lana todo el año, en los días de frío, más gruesos, y en verano, finos. Para que sienten mejor y no se deformen, se les añade una pequeña proporción de fibra sintética, que objetivamente no altera las propiedades de la lana. ALGODÓN, EL FRESCO El algodón es el material preferido para los calcetines de muchos hombres, que lo conocen de los calcetines de deporte. Efectivamente, el algodón se siente fresco en la piel; por eso las prendas de verano se suelen fabricar con él. Sin embargo, en invierno resulta algo frío para los pies. SEDA, LA NOBLE Los calcetines de seda siempre han sido el paradigma del lujo y la exclusividad. Hoy en día se suelen reservar casi siempre para el guardarropa nocturno. La seda se mezcla a menudo con lana, en cuyo caso también es adecuada para los negocios. CACHEMIR, EL LUJO El cachemir es, junto con la seda, el material lujoso por excelencia. Como a simple vista no se puede diferenciar de la lana o el algodón, es la expresión de la mayor discreción. Aunque a los hombres no les gusta que les regalen calcetines, si son de este género se suelen alegrar. De hecho, el punto más noble acostumbra a conocer una gran demanda por Navidad.
Cómo lavar los calcetines CUANTO MÁS FINOS, MÁS SUAVES LOS CUIDADOS.
CALCETINES DE FIBRA NATURAL Hay que seguir las instrucciones de lavado, en las que se indica la temperatura adecuada. Por razones higiénicas, es recomendable darles la vuelta antes de lavarlos. En caso de duda se debe optar siempre por el programa y el detergente más suaves. Por lo general, la secadora no suele estropearlos, aunque más seguro es siempre dejarlos secar al aire. Tal cosa tarda más tiempo y ocupa lugar, pero evita accidentes. Los calcetines lujosos de seda o cachemir deben lavarse a mano, y por lo general no se les ha perdido nada en la secadora. Es mejor tenderlos. CALCETINES DE DEPORTE Y SINTÉTICOS Lave los calcetines de deporte de algodón o de mezclas sintéticas a 40 ºC. Los materiales sintéticos deben tratarse con un detergente especial que permita conservar las propiedades del género. Observe siempre las indicaciones de lavado. Los calcetines de deporte suelen admitir bien la secadora.
Mírame a los ojos Hubo un tiempo en el que las gafas de sol se llevaban para protegerse los ojos. Era el caso, por ejemplo, de los pilotos, los montañeros o los conductores. Hoy en día son, ante todo, un accesorio. Por supuesto que siguen protegiendo los ojos de la luz demasiado intensa, pero su función principal es subrayar el estilo. Eso queda de manifiesto en el hecho de que muchas veces no hay ni rastro de proporcionalidad entre la radiación solar y la abundancia de gafas de sol. ¿Que exagero? Quizás, pero no mucho. La gente interesada por la moda escoge sus gafas oscuras guiándose sobre todo por criterios estilísticos y las consume como la ropa u otros accesorios. Unos se compran siempre el modelo más novedoso que en ese momento se esté publicitando; otros prefieren las gafas clásicas. Estas últimas proceden sobre todo de Estados Unidos, el país de nacimiento de las gafas de sol. Con sus cristales oscuros, las gafas de sol protegen de la claridad y de la radiación solar nociva, pero también de miradas curiosas. Las de anchas patillas apantallan los ojos por los lados, y los modelos planos cubren las cejas y parte de la nariz. Las gafas en formato XXL son las más prácticas cuando lo que se pretende es ocultarse o disimular las propias reacciones. Para pasar desapercibidas, también las estrellas recurren a las gafas de sol, aunque a veces lo único que consiguen es llamar más la atención, sobre todo en espacios interiores donde nadie más las lleva: la recepción de un hotel, una zapatería o el mostrador de facturación del aeropuerto, por ejemplo. También suelen hacer falta gafas oscuras tras una larga noche. Por eso los domingos por la mañana las lleva mucha más gente de lo habitual, aunque esté nublado. Las gafas de sol nos dan seguramente una imagen muy interesante, pero una persona educada debe quitárselas para hablar con otras.
Las gafas estrechas y ligeramente curvadas protegen bien los ojos de la luz molesta.
Las ochenteras gafas de sol de piloto con patillas deportivas tienen unos cristales resistentes.
Las clásicas gafas de piloto existen desde hace años con los cristales más pequeños.
Muchas veces a los modelos con montura de pasta se les ponen cristales graduados.
Carteras de caballero Tiempo atrás los únicos que llevaban una bolsa colgada del hombro eran los carteros; hoy en día lo hace toda una generación. En ciertas zonas de las grandes ciudades solo se ven hombres con sus pertenencias colgadas del hombro; la cartera de mano ha desaparecido del mapa. Pero lo revolucionario no es tanto que ahora los hombres prefieran soportar el peso de su ordenador portátil en el hombro y tener las dos manos libres, sino el hecho de que carguen en todo momento con la cartera. Antes solo se llevaba cartera al trabajo, aunque la razón tampoco está muy clara, puesto que los objetos que contenía (la tartera con la comida, el plátano y el periódico) bien podrían haberse guardado en los bolsillos del abrigo. Pero seguramente aquellas carteras de piel de cerdo eran el símbolo de la participación en el mundo laboral. Por eso los desempleados, para esconder su humillante situación y guardar las apariencias, también salían a diario de casa cartera en mano. Los bolsos de caballero los usaba una minoría, de la que la gente se burlaba. Finalmente, durante el tiempo libre los hombres se limitaban a los bolsillos de la ropa para guardar lo que necesitaban: cigarrillos, llaves o chicles. Hoy en día muchos hombres (en especial, los pertenecientes a una generación ya inmortalizada por la literatura moderna) hacen como han hecho siempre las mujeres: llevan en todo momento una bolsa a cuestas, que con bastante probabilidad contiene aparatos de comunicación digital y otros objetos varios, quizás una botella de agua mineral o revistas, tal vez una bufanda para el cuello o un moderno estuche de gafas de tamaño considerable.
En la manufactura Kreis se fabrican carteras de mano también a medida. La distribución interior se hace a gusto del cliente.
Cómo combinar la cartera LA AUTÉNTICA CARTERA DEL HOMBRE ES LA DE LOS NEGOCIOS.
A la hora de comprar una cartera, la cuestión principal, por lo menos para aquellos hombres que deseen cuidar su aspecto al detalle, será decidir si debe ser de color negro o marrón. De todos es sabido que el cinturón siempre debe conjuntar con los zapatos. Pero ¿ocurre lo mismo con la cartera? En principio, sí, ya que una cartera de color marrón claro contrasta demasiado con unos zapatos negros y, por el contrario, el negro de un maletín resultaría muy duro con un conjunto veraniego claro y zapatos de cordones de ante beis. ¿Es, por tanto, la única solución disponer de dos carteras, una negra y otra marrón? Solo en el caso de que también se lleven a la oficina zapatos marrones. Si no, la negra siempre será la mejor opción. Los más audaces también se atreverán con una cartera de cuero rojo, verde, amarillo o incluso violeta. Quizá pueda parecer excéntrico, pero esos tonos se pueden combinar perfectamente tanto con negro como con marrón.
Lo que indica un reloj Según un diseñador de relojes italianos, un hombre solo necesita tres joyas: su coche, su mujer y su reloj. Lo interesante de la afirmación es que precisamente ese hombre que vive de vender relojes ni siquiera menciona la función verdadera del objeto en cuestión: la de medir el tiempo. La razón es sin duda que incluso el reloj de cuarzo más barato ofrece esa prestación de manera casi idéntica a un cronógrafo de lujo. Por tanto, el precio que se paga por un reloj apenas tiene que ver con su exactitud. El marketing de este producto se concentra más bien en la imagen, porque la imagen de un reloj determina la de su portador. A menudo surge la cuestión de si se puede acudir a una entrevista de trabajo con un reloj caro, por ejemplo, un Rolex. La respuesta no es fácil. Si, por ejemplo, un jurista que acaba de obtener el doctorado se presenta en un bufete tradicional para hacer una entrevista y optar a un puesto bien pagado, no cometerá ningún error si lleva un discreto Rolex de acero inoxidable. Es probable que quien lo reciba sea también un amante de los relojes que aprecie la pieza del candidato y la juzgue positivamente. Si el mismo candidato se presenta a un puesto para colaborar con una fundación cercana a un sindicato, el Rolex quizás tenga connotaciones peyorativas. Pero, de todos modos, solo se fijará en él alguien a quien le llame la atención. Aquí también se puede aplicar la máxima de Goethe: «Solo se ve lo que se conoce». Es decir, únicamente los que saben de relojes, y estos son por general fans, reconocen un determinado modelo. Los demás ni lo verán, siempre, claro está, que no sea muy llamativo. En general se puede constatar que en países como Alemania solo llevan relojes caros las personas relativamente adineradas, y solo ellas
suelen saber apreciar los modelos lujosos. En otros países, entre ellos Italia, es mucho más habitual comprar un reloj muy caro para lucirlo como una joya, y eso aunque la situación financiera de su propietario no esté a la altura. No pocas veces se ven hombres con oficios corrientes, como taxistas, camareros o dependientes de tiendas de moda, con un caro cronómetro suizo. En contraprestación, en Alemania hay coches de lujo aparcados en barrios de clase media. Quien no desee gastarse demasiado dinero en un reloj pero sí mostrar estilo con él, bajo ningún concepto se comprará una imitación, por ejemplo, una copia de un original suizo. Eso es señal de pésimo gusto. Es más recomendable llevar un reloj económico, pero asimismo con clase. Un clásico de este género sería un sencillo Swatch negro. Los suelen llevar los italianos, quienes se permiten la broma de alternarlos con modelos de Rolex, IWC o TAG Heuer. Un reloj así resulta una excelente opción para una entrevista de trabajo, ya que es una pieza con estilo, pero muy asequible. Algo así jamás se valora de forma negativa.
(Izquierda) Lange 1: el buque insignia de Sajonia. (Derecha) Lange Richard: sencillamente bueno.
(Izquierda) Lange Zeitwerk: con personalidad. (Derecha) Datograph Perpetual: exacto hasta 2100.
Gemelos Los gemelos se cuentan entre los accesorios que han perdido su función inicial y hoy en día solo tienen una justificación meramente estética. Estas piezas se inventaron para cerrar los puños reforzados de finales del siglo XIX, tan rígidos que no se hubieran podido abrochar sin grandes dificultades. Los puños de las camisas actuales, por el contrario, suelen ser blandos y en todos los casos se podrían cerrar con botones sin problemas. Pero, para los amantes de estas joyas que siempre van en pareja, no es esa la cuestión. Para ellos, una camisa sin este adorno en el puño resulta del todo aburrida. Los gemelos son obligados solo en ocasiones solemnes, pero siempre resultan recomendables con traje oscuro. Incluso el hombre que guste de un estilo ligeramente informal puede darse un aire muy personal con gemelos, porque no hay nada en contra de integrarlos en una imagen más bien deportiva, por ejemplo, con chinos o pantalones de pana y jersey. Sin embargo, muchos hombres se ven con ellos demasiado vestidos, incluso emperifollados. Como regla orientativa para su elección, se puede decir que los gemelos son adecuados siempre que se lleve americana o blazer, con corbata o sin. En teoría, cualquier objeto que se tenga por duplicado y que sea lo bastante pequeño se puede transformar en un par de gemelos. Son habituales los motivos en forma de bola, de óvalo o de alubia. También son apreciados los dados o las réplicas en miniatura de objetos como, por ejemplo, pelotas de golf, llaves de grifo (izquierda: hot, derecha: cold), coches, animales o herramientas de todo tipo. Aquellos hombres que hereden, por ejemplo, unos pendientes, los podrán llevar al joyero
para que los transforme en gemelos. La variante más económica son las borlitas de cordón, que se venden en un sinfín de colores. Se pueden usar como simples sustitutos de unos gemelos más caros, pero asimismo para reproducir los colores que aparecen en otras prendas. Por ejemplo, quien lleve calcetines rojos podrá recurrir a borlas de ese mismo color para adornar los puños.
(Izquierda) Los motivos relacionados con la caza son tradicionales. Aquí, un modelo de la manufactura Roensber. (Derecha) Existen muchas variantes del modelo en forma de estribo, que sujeta los puños por fuera.
(Izquierda) La flor de lis engastada en plata da un toque distinguido al ciudadano medio (manufactura Roensber).
(Derecha) La plata de ley brillante sigue siendo, junto con el oro, el metal noble más apreciado (manufactura Roensberg).
Las borlitas de colores son más que económicos sucedáneos de los gemelos de lujo.
Cuello elegante Las bufandas y pañuelos son accesorios casi arcaicos. Desde que el ser humano es capaz de tejer o fabricar telas, se sirve de ellas para abrigarse y adornarse el cuello. En la moda masculina se admiten varias prendas: la bufanda de lana o cachemir, para los días fríos; el fular de seda con un abrigo elegante; el pañuelo de cuello con camisa, americana, jersey o chaqueta de punto; y también fulares de tejidos ligeros con una función más bien ornamental. Estos últimos han ganado adeptos en los últimos años. El hecho de que se usen a veces como sustitutos del plastrón no deja de ser curioso desde un punto de vista histórico, ya que el elemento derivado del plastrón es la corbata. En los últimos veinte años los centroeuropeos han mirado a Italia, y no solo en lo que a la cocina se refiere (ahora adoran la pasta y el aceite de oliva, y han dejado de tomar café de filtro para pasarse al espresso y el cappuccino). Asimismo, en la moda se impone la estética italiana: llevan el jersey con elegancia por encima de los hombros y no se enrollan la bufanda sin más alrededor del cuello, sino que se la anudan con mimo y estilo. Antes los hombres solo llevaban bufanda cuando hacia frío o les dolía la garganta. Hoy en día, junto con fulares y pañuelos, la bufanda se lleva todo el año. A decir verdad, es un accesorio muy útil cuando hace frío o hay corrientes de aire. Por eso en las estaciones de entretiempo, cuando por la mañana o por la noche refresca pero en general basta con ir en chaqueta o jersey, el fular de fina lana, cachemir, algodón, lino, seda o mezclilla presta buenos servicios. A pesar del estrecho parentesco del fular con el plastrón, no son intercambiables desde el punto de vista de las normas de la
indumentaria. Con traje para la oficina y camisa no se puede combinar un fular, al menos en un estilo de negocios clásico. En ocasiones más formales, por el contrario, está permitido llevar bufanda o fular con la americana o el traje. En cualquier caso, abusar de la experimentación puede causar la impresión de que se está demasiado preocupado por la moda.
Bufandas y pañuelos son de los accesorios más habituales, no solo en invierno. En las fotografías, modelos de lana y de cachemir de la colección de Dante.
ES MEJOR LLEVAR UNOS ZAPATOS BRILLANTES Y LA ROPA INMACULADA QUE MARCAS CARAS Y LOGOS LLAMATIVOS.
Limpieza y cuidados A muchas personas ni siquiera se les pasaría por la cabeza ponerse a remendar un agujero en unos calcetines. En nuestros días, los estropeados se tiran sin más a la basura y se compran otros nuevos. Para las tiendas, mejor, pero si nos paramos a pensar con detenimiento esa mentalidad de usar y tirar es un problema. Y es que, por lo general, la gente se retrae cada vez más de comprar productos caros. La mayoría de las personas piensan que es mejor comprar más veces a precio de ganga, y no están dispuestas a pagar precios normales. Desde el punto de vista económico quizás incluso tengan razón, pero por muchos motivos a veces sería mejor pagar un poco más por ciertos productos. No todo era mejor en el pasado, muy al contrario. Lo que ocurría es que antes la gente tenía muchísimo más cuidado con sus cosas, y eso no porque estuviera en especial empeñada en conservarlas, sino porque era una necesidad: la ropa era muy cara y tenía que durar. De modo que se cuidaba bien. Muchos de aquellos que ahora tengan más de cuarenta años se acordarán de los pantalones «buenos». Eran de lana y se reservaban para las ocasiones especiales. Esa costumbre puede resultar un poco antigua, pero en cierta forma hoy en día se sigue haciendo lo mismo: todos tenemos un traje que reservamos para los compromisos más formales. Al igual que muchos solo sacan un coche del garaje los domingos. Lo bueno se trata bien y se cuida. Quien cuide bien sus cosas, por lo general podrá disfrutar más tiempo de ellas. Incluso las prendas caras solo duran solo si se tratan de la forma adecuada. Para ello no hace falta mucho esfuerzo: basta con
contemplar un par de reglas básicas. Lo principal es la regularidad. Quien se acostumbre a cepillar los trajes después de cada puesta y a dejarlos airear (a ser posible en el balcón o la terraza, o como alternativa junto a una ventana abierta), ya tendrá casi todo el trabajo hecho. Los zapatos no se deben cepillar y pulir hasta que deslumbren: con limpiarlos de vez en cuando con un poco de betún o cera es más que suficiente.
Una noche al fresco es la mejor cura para un traje después de una puesta. Hay que intentar llevarlos lo menos posible a la tintorería.
Cuidados básicos para los trajes La velocidad es un triunfo: intente limpiar las manchas lo antes posible. Para evitar que al secarse la mancha aparezcan cercos de suciedad, el mejor método es trabajar de fuera hacia dentro. Pruebe siempre el quitamanchas en una esquina interior del paño de la americana. Cuando los remedios caseros no funcionan, hay que recurrir a la tintorería. Pero escójala bien porque muchas no dan un trato cuidadoso a las prendas. Un botón perdido o estropeado es un mal menor, pero no lo son las consecuencias de un planchado inadecuado. Por eso hay que confiar los trajes a auténticos especialistas. No solo la yema de huevo y la salsa de tomate amenazan su guardarropa. También el polvo estropea los finos paños de hilo retorcido. Millones de partículas se van depositando en el tejido hasta que lo «ahogan». Por eso es recomendable sacudir y cepillar bien el traje tras cada puesta. Los cepillos de fibras naturales son los más suaves con el tejido. Para los paños de lana recios, las cerdas de cerdo son la mejor cura. Por el contrario, calidades finas como el estambre y el cachemir se deben cuidar con un cepillo de pelo de cabra. Una vez cepillado el traje, doble bien el pantalón por la raya y cuélguelo con la chaqueta en una percha de madera. Con una de esas perchas finas de plástico, a la larga, los hombros pierden su suave curvatura. Si la tela está muy arrugada, tendrá que darle un baño de vapor: llene la bañera de agua muy caliente hasta que en el cuarto de baño todo sea espesa niebla. Cuelgue el traje y déjelo media hora al vapor. Las arrugas desaparecerán y las fibras podrán impregnarse de humedad, lo que les prestará elasticidad. También el aire húmedo de la noche le sentará bien a su traje. Esa es, por cierto, la mejor solución para el olor
a tabaco. Por eso un clavo o gancho en la pared del balcón le resultará imprescindible si tiene contacto habitual con fumadores. Cuando la raya del pantalón se desdibuje, nunca planche las perneras directamente con la plancha. Ponga siempre un paño de algodón húmedo encima (de tela de color claro que haya sido lavado muchas veces). En caso contrario, la pernera adquirirá feos brillos al plancharla. La suciedad seca y no grasa, como la arena, el serrín, el polvo o las migas, se elimina bien con un cepillo. Al contrario que la mayoría de las manchas, el barro deberá dejarse secar primero. Si no, al cepillarlo penetraría aún más en el tejido. Quien quiera evitarse los sustos con las manchas deberá renunciar a los trajes muy claros o de paños finos. Este tipo de trajes no perdonan las salpicaduras ni los tratamientos antimanchas incorrectos. Las telas de colores apagados o con dibujos de más de 300 g son las más sufridas.
Un cepillo grande para ropa es imprescindible en todo hogar. Un par de
pasadas enérgicas se llevan el polvo y las pelusas.
El cepillo para sombreros tiene una línea algo curvada para adaptarse a las formas redondeadas. Por supuesto, también es adecuado para gorras de todo tipo.
(superior izquierda) El cepillo para cachemir está provisto de suaves cerdas de cabra.
(superior derecha) Los cepillos pequeños sin mango son ideales para llevar en la maleta. (abajo) Los cepillos para tweed, con sus fuertes cerdas, eliminan el polvo de los tejidos.
El ABC de la limpieza de manchas BEBIDAS ALCOHÓLICAS, VINO Seque el vino blanco o bebidas alcohólicas con un paño seco. Si fuera necesario, después de secar la mancha trate los bordes con agua caliente y jabón. Si la mancha de vino está seca, primero humedézcala con alcohol diluido en agua y luego frótela con vinagre blanco. Sobre las manchas de vino tinto recientes, esparza una generosa capa de sal para que absorba la humedad. CAFÉ Y TÉ Se mezclan alcohol y agua a partes iguales y se humedece la mancha. Luego la tela se trata con vinagre blanco. Atención: nunca trate con vinagre tejidos de lino. CERA Retire lo más gordo raspándolo con una cuchara, el resto con aguarrás o benceno. También da buenos resultados planchar la mancha colocando encima papel secante o cualquier otro material absorbente (pañuelos de papel). CHOCOLATE Lave el tejido manchado con agua fría. Si la mancha no saliera, trátela con alcohol de 90º. GRASA Las telas de algodón con manchas de aceite se deben frotar en seco con jabón y lavar luego con agua fría. También se puede usar lavavajillas y aclararlo después de haberlo dejado actuar un rato. El lavavajillas se debe probar primero en una esquina oculta para ver si destiñe los colores. En el caso de la seda, se echan polvos talco sobre la mancha y luego se cepilla. HUEVO Hay que dejar secar el huevo y luego rascarlo con cuidado. Finalmente se lava con jabón duro en agua fría. Si eso no funciona, se puede humedecer la mancha con agua oxigenada, pero solo sobre tejidos blancos.
LUBRICANTES, BREA Son muy difíciles de quitar. Algunos expertos recomiendan frotar la mancha con un poco de mantequilla. Una vez seca, rasque lo más gordo con un cuchillo y frote lo que quede con aguarrás. MAQUILLAJE Y LÁPIZ DE LABIOS Las telas de algodón se humedecen con alcohol de 90º. Sobre tejidos delicados es mejor recurrir a un quitamanchas. NICOTINA Impregne una bola de algodón con alcohol de 90º y humedezca y frote el tejido con cuidado. QUEMADURAS DE PUROS Y CIGARRILLOS Los agujeros por quemadura deben zurcirse. Las zonas quemadas en telas de algodón blanco se tratan con agua oxigenada diluida, y luego con blanqueador. Para acabar, hay que lavar la zona con agua templada. Con géneros de lana o seda es mejor frotar con un jabón duro en seco y aclarar al cabo de un rato. SANGRE En principio, las manchas de sangre se pueden eliminar con agua fría. Si no fuera el caso, trate las telas de algodón y los tejidos de colores no teñidos con una solución de amoniaco, pero haga primero una prueba en una esquina. Los colores delicados y la lana se pueden humedecer con un poco de agua con una aspirina diluida. Déjelo actuar un par de minutos y luego aclárelo con agua. TINTA DE BOLÍGRAFO Ponga la prenda en remojo en agua fría para que la mancha se ablande y luego lávela en la lavadora. Si fuera necesario, podrá volver a tratar la mancha con alcohol de 90º o con blanqueador concentrado, pero solo en tejidos blancos o no teñidos. Con lana y seda ayuda una mezcla de un tercio de alcohol y dos de agua.
Cómo lavar las camisas Para obtener resultados de lavado óptimos y, por tanto, conservar bien las camisas, lo primero que se recomienda es separarlas antes de meterlas en la lavadora. Un criterio es la temperatura a la que deben lavarse, otro es el color. Quien suela utilizar detergente especial para ropa blanca deberá lavar las camisas de color aparte con un detergente a propósito. Por si acaso, la primera vez lave las camisas de colores subidos aparte, o bien con prendas de tonos parecidos. Si desea cuidar sus camisas con especial mimo, métalas en la lavadora dentro de una funda de almohada o una red de lavado. Muchos expertos recomiendan no centrifugar estas prendas, sino tenderlas mojadas. Y también hay que prescindir de la secadora, para no correr el riesgo de que encojan. Se centrifuguen o no, las camisas se planchan mejor si están aún húmedas, aunque esta sugerencia casi nunca se aprovecha porque, cuando la ropa alcanza el nivel de humedad adecuado, o bien no se tiene tiempo o no se tienen ganas de planchar. Si las camisas se planchan cuando están secas, no está de más recurrir a un vaporizador de agua. Como medida adicional, se pueden dejar un rato dentro de una bolsa de plástico para que se humedezcan de manera uniforme. O, como alternativa, se pueden planchar con plancha de vapor. Este aparato no ofrece los mismos resultados que planchar la ropa húmeda, pero sigue siendo satisfactorio. Si una camisa está muy arrugada, se puede planchar por ambos lados, es decir, primero por dentro y luego por fuera. Este truco vale también para camisas de esmoquin con pechera de lorzas. Quien tenga sitio de sobra deberá guardar las camisas colgadas de perchas; quien no, plegadas con cuidado unas encima de otras.
Y quien no tenga tiempo para lavar y cuidar las camisas las podrá confiar a una lavandería. Cuando haya encontrado una de confianza, solo tendrá que entregar las camisas puestas y, a los pocos días, ir a recogerlas lavadas y cuidadosamente colgadas de una percha o envueltas en papel o celofán. En muchas grandes ciudades la competencia entre el gran número de lavanderías que ofrecen ese servicio ha hecho que los precios sean bastante asequibles. En provincias por lo general hay que pagar demasiado. Las camisas que no necesitan planchado merecen un capítulo aparte. Son muy apreciadas, pero muy pocos fabricantes garantizan tal propiedad en todos los casos, ni aun ateniéndose el usuario a las instrucciones de lavado. Estas camisas no se deben centrifugar, o solo un instante. Algunos fabricantes recomiendan meterlas en la secadora a temperatura moderada. Aunque después la camisa aún no se viera lisa del todo, lo que hay que hacer es ponérsela, porque el calor del cuerpo se encarga del resto. Debido a su tratamiento especial, este tipo de camisas no son tan transpirables como las normales, e incluso en ciertos casos pueden desprender mal olor. Las ventajas y desventajas tendrá que sopesarlas cada cual por sí mismo.
Brillante Parece ser que para los ejecutivos estresados la limpieza de sus caros zapatos es una actividad casi meditativa, e invierten en cremas, cepillos y pastas importes equivalentes al gasto en calzado de todo el año del hombre medio. Los hay incluso que comparten su placer con otros aficionados, por ejemplo, en el Club Swann de París, llamado así en honor de la conocida obra de Marcel Proust. El club fue fundado en 1992 por los clientes de un zapatero de lujo parisino. El encuentro inaugural se celebró en el albergue de lujo Crillon y solo se podía ser miembro por invitación. Intelectuales, artistas y empresarios se reúnen desde entonces una vez al año, se arremangan las mangas de sus camisas a medida y pulen sus nobles zapatos hasta dejarlos relucientes mientras mantienen conversaciones elevadas, por lo visto regadas con champán. Encuentros parecidos se celebran también en otros países, por ejemplo, en la tienda de Eduard Meier de Múnich, la zapatería más antigua de Alemania. Los participantes en esos «seminarios de limpieza de zapatos» suelen estar en general bien calzados y también bien situados, aunque el curso está abierto a quien esté dispuesto a pagar la matrícula. Pero el resto de los hombres no podrán escapar a unos cuidados mínimos de su calzado si desean que brille y les dure.
Cómo limpiar los zapatos
Limpieza previa Con un cepillo se eliminan primero la suciedad y el polvo. El barro se raspa cuidadosamente con el dorso de un cuchillo.
Leche para cueros Los zapatos no se deben lavar a menudo. Para limpiar la piel antes de aplicar el betún se extiende una leche especial para cueros.
Hormas Después del lavado, en los zapatos se introduce una horma. Esta es la principal medida de cuidado del calzado.
Aplicación de cremas Aplique una pasta de cera con un paño suave o un cepillito, en poca cantidad. Extienda la pasta aunque el zapato esté mojado de la lluvia o de lavarlo.
Secado Después del pulido con agua, los zapatos deben secarse bien para que la capa de brillo obtenida se endurezca.
Pulido Para el pulido final, lo mejor es usar un cepillo de cerdas suaves. También se puede cubrir con un calcetín de nailon.
Lavado Si después de la limpieza previa el zapato estuviera aún sucio, se podría lavar. Asimismo, una vez pasado el invierno es muy conveniente lavar las suelas.
Lavado Al lavar el zapato, la piel se limpia a fondo. Ayúdese de un cepillo suave, también para calzado de ante.
Aplicación de crema a la suela No se debe olvidar la suela, sobre todo la parte de bajo el arco del pie. La crema la impermeabiliza y le da flexibilidad.
Pulido con agua Moje el paño en la pasta y luego en un poco de agua, y aplique la mezcla en círculos. Repita el proceso varias veces, hasta que el zapato brille.
Cuidado del ante Los zapatos de ante dan poco trabajo. La suciedad y el polvo se pueden eliminar con facilidad con un cepillo.
Cuidado del ante Los primeros días conviene impregnar bien el calzado de ante con un producto protector especial. Luego bastarán pequeñas pulverizaciones.
Cómo cuidar las corbatas Imagínese que tuviera que anudar las perneras de sus pantalones varias veces por semana. Ni siquiera plancharlas con regularidad podría impedir que la tela quedase arruinada en poco tiempo. Una corbata de seda, por el contrario, resiste sin problemas día sí día también nudos Windsor o simples, y eso durante años. Pues unos mínimos cuidados alargarán aún más la vida de sus corbatas. Lo primordial es soltar la corbata después de cada puesta. La mejor forma de hacerlo es aflojar un poco el nudo, sacar la corbata por encima de la cabeza y desanudarla solo una vez quitada. Después envuélvase la mano con la corbata y déjela así enrollada al menos una noche. Por lo general desaparecerán del todo las arrugas y dobleces. Si no, bastará con rociarla con un par de chorros de vapor de la plancha. Para planchar una corbata, coloque un paño de algodón o de lino limpio interpuesto. Nunca planche los bordes para marcarlos bien: esta prenda debe conservar siempre una forma tubular, no plana. Por lo demás, es recomendable comprobar de vez en cuando si la etiqueta sigue bien cosida, porque es una pena que se pierda, sin mencionar que la corbata presentará un aspecto muy descuidado si la etiqueta queda colgando de un hilo o empieza a asomar por una esquina. Las corbatas de seda jacquard deben examinarse con regularidad para ver si los bordes del lado ancho están estropeados. Se da una mala imagen si se empiezan a deshilachar por la punta.
CÓMO GUARDAR LAS CORBATAS Cuando solo se tienen una o dos, no es necesario romperse mucho la cabeza para guardarlas, pero cuando nos empezamos a aproximar más a
toda una colección hay que plantearse qué manera de hacerlo será la más conveniente. En principio las corbatas se pueden guardar de dos formas: colgadas o plegadas. La excepción son las corbatas de punto, que siempre se deben colocar en el armario en posición horizontal para que no se estropeen. El método más económico es si duda la percha, en la que las corbatas se cuelgan alineadas. Tres o cuatro perchas de corbatas no ocupan mucho sitio, pero existe el inconveniente de que a veces las corbatas muy lisas resbalan. Es muy recomendable clasificar las corbatas por grupos. Por ejemplo, se puede dedicar una percha a las de rayas y otra quizás a las de motivos geométricos. Como alternativa, también se pueden comprar perchas especiales para corbatas, con un colgadero individual para cada una. Es muy importante comprobar que esas perchitas no tengan topes afilados que pudieran estropear la seda. Pero, si quiere tener las corbatas bien visibles, guárdelas en un cajón. Para ello podrá doblarlas por la mitad (según el tamaño y la profundidad del cajón) o enrollarlas. El último método le proporcionará una visión más completa del conjunto y es perfecto para las corbatas porque, al enrollarlas, se alisan.
Glosario A acabado Proceso de pulido y lustrado del tejido que sale del telar, en el que se lava y peina. Le da lustre y un tacto agradable. algodón Género más extendido incluso que la lana, que en el siglo XVIII desbancó al por entonces predominante lino. Típicas prendas de algodón son la ropa interior, las camisas, los vaqueros, los chinos y las gabardinas. algodón Sea Island Por lo general, tela de algodón para camisas de hombre de calidad superior. Se teje con una cantidad de hebras mayor que la popelina, por lo que tiene un tacto sedoso. Con algodón Sea Island también se tejen los más finos calcetines de caballero. americana Chaqueta surgida en el siglo XIX que, en comparación con el frac, tenía una silueta más redondeada e informal. Hoy en día el término incluye todo tipo de chaquetas de traje o de sport con solapas, botones y líneas rectas, excepto el blazer (véase la entrada correspondiente).
B batista Tejido ligero de ligamento de tafetán hecho con hilo muy fino y de gran calidad. beefroll Mocasín americano también denominado «zapato castellano». Debe su nombre a la forma de rollito de los adornos del empeine. bespoke tailor Denominación británica del sastre a medida. La expresión americana es «custom tailoring».
blazer Chaqueta cruzada con dos cortes laterales y botones de latón dorado, inspirada en los uniformes marineros. También se llaman así las chaquetas de club rectas de tono liso con bolsillos de parche superpuestos y botones de latón; en ocasiones también tienen rayas de los colores de un club. Blucher Denominación estadounidense del zapato de cordones de hechura abierta también llamado Derby. Los laterales de la pala se sobreponen cosidos a la puntera. El copete (la parte que cubre el empeine y los dedos) forma la lengüeta. bolsillo billetero Bolsillito situado sobre el bolsillo derecho de la chaqueta. Suelen llevarlo las americanas de sport. Se utiliza para guardar monedas.
C cachemir Hilo o tejido de la fina pelusa interior de la piel de la cabra de Cachemira. calzado El zapato masculino más formal es cerrado, de puntera lisa y con cordones. El negro es el tradicional para los trajes de raya diplomática. También con chaqué en recepciones oficiales, bodas y entierros. El marrón, con trajes de sport. camisa de cuadros Tattersall Camisa de sport con cuadros formados por rayas de color marrón oscuro, verde, burdeos, azul o negro sobre fondo crudo o beis claro. El nombre se debe a la feria de caballos de Richard Tattersall, en la que los animales iban cubiertos con mantas con este tipo de cuadros. Este diseño se encuentra también en chalecos, forros y mantas. camisa de cuello abotonado Camisa en la que las puntas del cuello se abrochan a la pechera. El modelo original es el llamado «soft roll collar», de la casa Brooks Brothers de Nueva York. Con corbata se
puede llevar también para los negocios.
camiseta de polo Camiseta de sport de manga corta de algodón piqué con cuello blando y puños elásticos. Es un clásico de la imagen informal cuidada. chaleco Parte de la vestimenta masculina desde el siglo XVII. A finales del siglo XIX se incluía aún en el traje formal, pero desde la Segunda Guerra Mundial ya no es pieza obligada. chaqué Especie de frac con faldones de corte redondeado, llamado también «cola de golondrina». Se lleva en actos formales diurnos. chaqueta cruzada Chaqueta con los botones repartidos en dos hileras, por lo general seis. Los dos botones superiores son ciegos, solo sirven de adorno. Una variante de chaqueta cruzada es la que tiene dos pares de botones, de los que solo se abrocha el inferior. chaqueta de montar En inglés llamada «hacking jacket». Tiene una forma muy característica, con el talle alto, un corte largo en la espalda y bolsillos diagonales con solapa. Es la antecesora de la actual americana deportiva. chaqueta de sport Americana recta que no forma parte de un traje, pero que tampoco es un blazer. Tiene su origen en las chaquetas de montar y las Norfolk inglesas. Suele ser de tweed, pero en su versión urbana también de cachemir y otros paños de lana, por lo general de cuadros. No debe confundirse con el blazer (véase también esa entrada). chaqueta Norfolk Chaqueta de tweed con tres o cuatro botones, cinturón, un plisado en la espalda, pliegues para facilitar el movimiento y grandes bolsillos de fuelle que servían para guardar cartuchos y provisiones. Se considera la antecesora de la americana de sport. Se empezó a vestir en las tierras del duque de Norfolk en el siglo XIX.
chaqueta recta Chaqueta con abotonadura simple de dos o tres botones. En caso de tener dos, solo se abrocha el superior. Si son tres, se abrocha el del centro, los dos de arriba o los tres. Chesterfield Abrigo de negocios con abotonadura oculta. Por lo general es de corte recto, de paño gris con dibujo de espiga y con el cuello de terciopelo negro. También se ve en azul, negro o beis. cheviot Tejido de estambre muy resistente y algo áspero que se fabrica con lana de la oveja Cheviot. Es un paño típico para trajes de sport y chaquetas ingleses. chino Pantalón de algodón de color claro de origen militar. Los colores clásicos son el caqui, el beis y el café con leche. cinturón Correa, por lo general de cuero, que se pasa por las presillas de la pretina del pantalón para sujetarlo. Su color debe armonizar con el de los zapatos. confección Prendas que no se elaboran según las medidas específicas de una persona, sino según una figura media. La ventaja de la confección es la disponibilidad inmediata de las prendas en diversas tallas. El inconveniente es que su forma no se ajusta a la figura de la persona. Abarca todo el abanico de precios. confección a medida Alternativa moderna a los antiguos trajes de sastre a medida. Gracias a las técnicas industriales y de división del trabajo, este método es mucho más económico y rápido. Para mejorar la forma de los trajes de fabricación en serie, las medidas de la talla estándar se adaptan a las del cliente. La sastrería a medida tradicional es mucho más cara, pero las prendas se cosen a mano y por lo general sientan mejor. corbata Junto con el traje, la camisa y los zapatos, una de las principales prendas de la indumentaria formal y símbolo del atuendo de negocios del mundo occidental. Deriva de la palabra «croata».
corbata club Corbata con los colores de un determinado club inglés que solo portaban sus miembros. Hoy la expresión se suele aplicar a cualquier corbata de rayas. corbata de escuela Corbata con los colores de una determinada escuela, también de enseñanza superior, reservada para discípulos y ex discípulos. Véanse también Corbata club y Corbata regimiento. corbata regimiento Corbata con los colores de un regimiento inglés que se lleva con traje de civil. Hoy la expresión suele hacer referencia a cualquier corbata rayada (véase Corbata club). cordobán Cuero de caballo. Es una materia prima rara y cara para zapatos, ya que procede solo de la parte de los cuartos traseros del caballo, dos piezas de forma redondeada que alcanzan para dos o tres pares. Los mejores zapatos de piel de caballo son los del fabricante estadounidense Alden. cortador En las sastrerías de confección a media, encargado de dibujar los patrones de acuerdo con las medidas del cliente, pasarlos a la tela y cortar las diversas piezas de la prenda. corte horizontal en pico Forma delantera de los faldones de un frac, con la cintura alta cortada en dos picos laterales. cortes de la chaqueta Dos laterales o uno central, sirven para que no se arruguen las faldas de la chaqueta o levita al sentarse. Derivan del antiguo atuendo de los jinetes. Los trajes sin cortes fueron norma entre las décadas de 1930 y 1950 en los negocios y las actividades sociales nocturnos. covert-coat Abrigo como máximo hasta la rodilla, de corte recto, en tela covert, una sarga de peso medio. Las características típicas de esta prenda son la abotonadura oculta, las cuatro costuras simples paralelas de adorno a la altura de los puños y en el dobladillo, y el cuello de terciopelo.
cuadro de Madrás Cuadro originario de la India, apreciado para tejidos de algodón ligeros con los que se fabrican camisas y chaquetas de sport, y pantalones del golf. cuadros gingham Cuadros de camisa pequeños, por lo general en azul y blanco o rosa y blanco. cuello Kent Cuello estrecho con alas relativamente cercanas entre sí. Es un modelo estándar para el traje. cuello tiburón En inglés, «spread collar». Cuello con las puntas bastantes separadas entre sí. Después del cuello Kent (véase la entrada correspondiente) es el más clásico de entre los cuellos de camisa. cuerno de búfalo Material para la fabricación de botones para trajes y chaquetas de sport de calidad. Las prendas más económicas llevan botones de plástico. cuero de avestruz Se obtiene de la piel del ave y tiene una estructura rugosa característica. Es muy apreciado para productos de marroquinería pequeños, como carteras o correas de reloj, pero también para zapatos.
D denim En inglés, el tejido vaquero de algodón azul. El nombre deriva de la expresión serge de Nîmes (sarga de Nimes). Derby Zapatos de cordones de hechura abierta (véase Blucher). A veces también se denomina así un tipo de sombrero rígido. dibujo de espiga Tipo de ligamento de sarga en el que las hebras se tejen formando una estructura diagonal. Para obtener el dibujo típico en espiga se cambia a intervalos regulares la dirección de tejido, con lo que surge un motivo en zigzag. Hay dibujos de espiga más o menos
intrincados. Típicos son los de los trajes de negocios en paño gris y los tweeds de espiga para americanas y abrigos.
dinner jacket Expresión inglesa para la prenda conocida en España como «esmoquin» y en América como «tuxedo». En algunos países europeos la dinner jacket es una chaqueta blanca o de color marfil que solo se lleva al aire libre o en alta mar. dusty madder Técnica tradicional de teñido de la seda que también da nombre a un típico estampado de corbata. Es característica la impresión general discreta que se logra con esta técnica al difuminar colores más bien chillones. Las corbatas dusty madder o heavy dusty madder suelen tener estampados paisley o foulard. La técnica procede de Gran Bretaña.
E entretela Lienzo que se coloca entre el paño y el forro de la americana con objeto de darle forma a la pechera. Para ahorrar tiempo se suele pegar en algunos puntos al paño externo. La entretela da cuerpo a la prenda y una mejor caída a la tela. Es típica de los trajes de confección industrial. entretela suelta Entretela que se cose al paño por detrás de las solapas, en las costuras de los hombros y en el bolsillo de la pechera por medio de un picado invisible. Es típica de la confección a medida de sastre artesano. escarpines Zapatos de hombre con ligero tacón, por lo general adornados con lazos negros de seda. Es tradicional llevarlos con frac y en ocasiones se ven con esmoquin. estilo de negocios informal Línea menos seria para la indumentaria de negocios, por ejemplo, combinación de americana de sport y pantalón. Se suele llevar sin corbata. En muchos sectores
profesionales es más habitual que el traje oscuro.
estilo informal cuidado Estilo de la indumentaria para el ocio, informal pero con un toque elegante. Parecido al estilo de negocios informal (véase también esa entrada).
F forro Tejido que recubre la parte interior de una prenda de algodón, seda o viscosa. El forro oculta los rellenos y entretelas, evita que se manche de sudor el paño exterior y ayuda a que la pieza tenga una caída elegante sobre otras prendas. Las chaquetas de verano tienen al menos un semiforro en los hombros para que sienten mejor. Los pantalones suelen llevar forro hasta las rodillas y, si son de paño áspero, a veces hasta las pantorrillas. En ocasiones se cambia el forro a los trajes cortados a medida bien conservados, ya que con los años se estropea. four-in-hand Así es como se llama en inglés el nudo simple de corbata, el más extendido de todos. El nombre procede de un club inglés del mismo nombre de principios del siglo XIX. frac El negro con pajarita blanca es el traje nocturno más formal y solemne. Se viste cuando en la invitación se especifica white tie o cravate blanche, «corbata blanca». El frac se compone de chaqueta con faldones, chaleco blanco de piqué de algodón, pantalón con vuelta y doble galón y camisa con cuello de paloma, pecherín rígido y puños simples de ojal doble, así como pajarita blanca, sombrero de copa y escarpines. franela Tejido suave, de semipesado a pesado. El carácter mimoso de la franela se consigue con un proceso de fabricación especial por el que la lana se abatana hasta que se afieltra. Con franela gris se confeccionan trajes y pantalones de vestir.
franela de algodón Tejido suave de ligamento de tafetán o de sarga usado, sobre todo, para ropa de sport.
G gabán Abrigo cruzado, por lo general de color azul oscuro. gabardina1 Abrigo cruzado de la tela del mismo nombre que protege de la lluvia. También se llama «trinchera» porque la llevaron por primera vez entre 1895 y 1902 las tropas británicas durante los conflictos previos y la guerra de los bóeres. Las piezas de los hombros y los aros de metal en forma de D del cinturón, que servían para llevar diversos utensilios, recuerdan hasta hoy el origen militar de la prenda. A veces tiene un forro de la lana abotonado de quita y pon para el invierno. gabardina2 Tela de ligamento de sarga. Con tela de gabardina impregnada se confecciona el abrigo del mismo nombre. El paño de gabardina de lana es muy apreciado para pantalones y trajes. galocha Funda de goma para proteger los zapatos de la humedad y el frío, así como para evitar resbalones. galón Tira de seda que recorre la costura exterior de las perneras del pantalón, derivada de las tiras similares de los uniformes. El pantalón de esmoquin lleva galones simples y el de frac, dobles. gemelos Joya y accesorio que sirve para abrochar los puños de las camisas. Habituales en trajes de negocios; obligados con esmoquin, chaqué y frac. gilet «Chaleco» en francés.
H hilado de crin Relleno de lino entretejido con cerdas de caballo. Se
utiliza para reforzar y dar forma a la pechera y las solapas de las chaquetas de traje y americanas. Los trajes más sencillos llevan los mínimos o carecen de ellos (véase también Entretela).
hilo Hebra larga que se obtiene retorciendo juntas varias hebras más delgadas. Según su número, el hilo será doble, triple… hilo retorcido Hilo tenso que se obtiene torciendo varias hebras, destinado al tejido de paños que se arrugan menos. A veces es sinónimo de buen paño. Homburg Sombrero rígido acanalado en el centro, descubierto por el rey Eduardo VII en la ciudad balnearia de Homburgo. En la actualidad, después de la chistera, el Homburg en colores como negro, azul, gris o marrón es el sombrero más formal. horma Molde del pie humano. Los zapatos de confección se hacen a partir de hormas de medidas estándar; para los zapatos hechos a medida se hace una horma según las medidas del pie del cliente. Esas hormas son de madera y sobre ellas se construye el zapato. horma tensora Horma de madera en dos piezas que conserva la forma del zapato cuando está guardado y permite la hidratación del cuero. Muchos expertos recomiendan encarecidamente la horma tensora para el cuidado del calzado. house check Cuadro determinado de una marca o casa de moda que le sirve como seña de identidad, por ejemplo, en las telas de los forros. El house check más conocido es el cuadro de Burberry.
J Jermyn Street Calle londinense cercana a Piccadilly Circus donde tienen su sede muchas camiserías de hombre tradicionales. Por extensión, ha pasado a denominarse así la camisa tradicional inglesa que, en comparación con su equivalente italiana, tiene unos dibujos
más llamativos y un corte más holgado.
L lana merino Lana muy rizada de la oveja Merina, la más fina del mundo. La mayoría de los paños para trajes se tejen con ella. El mayor productor es Australia. lana Shetland Lana de las islas Shetland, muy apreciada para la elaboración de jerséis rústicos, a menudo con ochos. También se teje con ella un paño jaspeado para trajes, chaquetas y abrigos de sport. ligamento Patrón de entrecruzado de los hilos de la trama y la urdimbre. Existen tres ligamentos principales: el de tafetán, el de sarga y el de raso. limpieza en seco Por lo general, limpieza con productos químicos que disuelven y eliminan la grasa y las manchas en prendas que no se pueden mojar. La ropa que se lava así a menudo en la tintorería se suele estropear muy pronto, porque los tejidos pierden su grasa natural. El planchado mecánico también la estropea. Por eso es mejor cepillar y airear las prendas con frecuencia. loden Tejido de lana abatanado y frisado, algo impermeable y que protege contra el viento. Se suele usar para atuendos regionales y moda cinegética. El loden verde es muy típico de Alemania y Austria. lustrado Proceso final del tratamiento de una tela después de salir de la tejeduría (véase Acabado).
M Macintosh Denominación inglesa de una gabardina de algodón engomado, también llamada «Mac». Hoy en días se lleva más bien
por motivos estéticos, porque los materiales modernos son más ligeros y eficaces.
mako Variedad de algodón egipcio que ofrece hebras de gran calidad para la producción, por ejemplo, de batista. manga raglán Tipo de manga cortada de modo que forma también los hombros y llega hasta el cuello. Se llama así por Lord Raglan. La manga raglán es muy típica de las gabardinas. Existen dos tipos: manga raglán de una pieza, que se extiende lisa sobre los hombros, y manga raglán doble. Son menos habituales que las mangas pegadas. marinera Chaqueta cruzada de estilo náutico en azul oscuro (véase Gabán). marsella Tejido con una estructura en forma de retícula para la pechera, el cuello y los puños de las camisas de esmoquin tradicionales. mocasín Denominación de un calzado en el que la pieza de la pala se pasa por debajo de la horma y forma tanto la suela interior como la caña. Un mocasín típico es el náutico. mocasín Penny Zapato deportivo originario de Estados Unidos, antaño parte de la indumentaria estudiantil e informal. El nombre procede de la moneda que se metía como talismán bajo el talón. mocasines Tassel Mocasines con cordones de cuero que pasan por una serie de perforaciones o un «túnel» alrededor del talón y luego se atan por delante en un lazo. Los extremos están adornados con una especie de borlas, en inglés llamadas «Tassel». moer Tejido brillante y extremadamente resistente a las arrugas que se obtiene del pelo de la cabra de Angora. Es ideal para esmóquines y trajes de verano. molesquina Tejido suave y caliente de algodón con ligamento de raso,
muy apreciado para pantalones de sport, americanas, trajes y abrigos. La molesquina para pantalones suele ser de colores vivos.
Monkstrap Zapato que no se abrocha con cordones, sino con hebillas.
N náuticos Mocasines con cordones de cuero y suela de goma antideslizante, creados para andar por la cubierta de los barcos. no encoge Se dice de los tejidos que no encogen o lo hacen solo un mínimo. Las mejores tejedurías garantizan un encogimiento de solo el 1,5%. nudo Albert Nudo de corbata que en principio se hace igual que el simple, con la única diferencia de que al final el extremo largo se enrolla varias veces antes de terminar de anudar. Se obtiene un nudo asimismo alargado, pero algo más grueso. nudo Windsor Al parecer, era el nudo de corbata del duque de Windsor, aunque los entendidos siempre intentan demostrar que el rey que abdicó por amor solía llevar un nudo simple que se veía voluminoso solo gracias a un grueso relleno. El nudo Windsor es adecuado para cuellos cutaway, pero el simple o four-in-hand, ligeramente asimétrico, suele ser más bonito. El nudo semi-Windsor resulta algo menos voluminoso.
O overdressed Estar vestido de forma demasiado formal o solemne para una ocasión determinada. Resulta embarazoso, sobre todo, en actos a los que se acude a título particular. oxford (tejido) paño suave pero resistente para camisas de caballero. Se compone de hebras de algodón teñidas y sin teñir. Los tejidos
oxford siempre resultan algo menos finos y formales que la batista o la popelina.
P paisley Motivo oriental que simboliza la fertilidad. Se suele ver en fulares, pañuelos, corbatas y batas. pajarita Tipo de corbata que se anuda por delante en forma de lazo sin caídas. pata de gallo Dibujo bicolor de aire deportivo para paños de lana. Es muy usual en trajes, chaquetas de sport y abrigos. pecarí Cuero de una textura rugosa natural obtenido de la piel del pecarí. Se usa, sobre todo, para hacer guantes. Pepita Dibujo pequeño, por lo general en blanco y negro, muy similar a la pata de gallo. Es muy típico en paños para trajes. pijama Vestido para dormir de pantalones amplios. El nombre deriva del persa pae jamah («prenda de pie o pierna»). Suelen ser de algodón. Los de verano tienen mangas y perneras cortas. pinpoint Parecido al tejido oxford, hecho con hebras de trama y urdimbre de colores diferentes, pero algo más fino. pinzas Lorzas o pliegues que le dan al pantalón forma y volumen y disimulan el contenido de los bolsillos. Los pantalones clásicos llevan dos pinzas a cada lado, una que forma la raya de la pernera, y la otra entre la primera y el bolsillo. plaid Especie de capa que es parte del atuendo regional escocés, tejida en los colores de cada clan. En inglés ha pasado a llamarse así cualquier cuadro escocés. También da nombre a algunos tipos de mantas, por ejemplo, de viaje.
plastrón Corbata ancha de forma arcaica que antaño se llevaba con chaqué o levita. Hoy solo se ve con trajes de novio. plus fours Pantalón o calzón hasta la rodilla muy abombachado. Se llama así porque las perneras eran un poco más largas (four inches) de lo habitual precisamente para obtener ese efecto. pochette Pañuelo de bolsillo. popelina Tela para camisas de ligamento de tafetán con bastantes más hilos de urdimbre que de trama. Según las hebras del hilo, se llama popelina de hilo sencillo, torcido doble, triple, etc. pretina alta con picos Cinturilla especial para los pantalones que se llevan con tirantes. En la parte de atrás tiene un corte rematado en dos picos. La pretina habitual es la redonda. pretina elástica A veces la cintura de los pantalones es elástica. La anchura se regula por medio de hebillas. También la suelen llevar los pantalones que se sujetan con tirantes. pretina regulable Pretina del pantalón que se ajusta para hacerla más o menos ancha. De esa forma se puede prescindir del cinturón. Por lo general, la llevan los pantalones que se sujetan con tirantes (véase también Pretina elástica). príncipe de Gales Cuadro de diferentes colores, por lo general azul o rojo, sobre tartán escocés Glen-Urquhart. Las variantes de este motivo fueron diseñadas para los terratenientes ingleses que se establecían en Escocia y no tenían ningún tartán propio de clan. Sus empleados llevaban estos cuadros de fantasía llamados «district checks». El cuadro Glen-Urquhart pertenecía a las tierras de la condesa de Seafield. El sufrido príncipe de Gales es ideal para «school, work and travel», como dice un dicho americano. En Inglaterra es usual en trajes de sport; en Estados Unidos también para los negocios.
prueba Los sastres a medida prueban la ropa medio terminada al cliente para comprobar cómo le sienta. En el caso de clientes nuevos se suelen hacer tres pruebas. En los trajes de confección, las pruebas no son habituales, aunque sí teóricamente posibles. pulido con agua Método tradicional de limpieza de zapatos por el que primero se impregnan con pasta de trementina y luego se frotan con un paño húmedo. La acción conjunta de la grasa y el agua impide que el paño se lleve la capa de cera. Se obtiene un precioso brillo. puntera vega Puntera de líneas onduladas de ciertos zapatos masculinos, llamada wingtip en inglés. Llevan este tipo de puntera los zapatos Brogue y los Budapest (véanse las entradas correspondientes). puño doble Puño tradicional de las camisas de caballero que se cierra con gemelos. Los puños dobles son un detalle perfecto sobre todo en camisas con traje o con americana de sport. También se llama «puño francés».
R raya diplomática Rayado fino blanco del tejido de lana que parece formado por diminutas puntadas. En los trajes de negocios es típica la raya diplomática sobre paño azul. raya romana raya ancha para camisas de traje, por ejemplo, en azul oscuro sobre blanco. raya tiza Dibujo clásico de paños para trajes, en general cruzados. Es una raya blanca sobre gris o azul. El nombre se deriva de su aspecto, porque las rayas parecen trazadas a tiza. refuerzo de lino En la sastrería tradicional, entretela que se usa para dar forma a las chaquetas y que suele ir cosida; en los trajes de confección industrial simplemente se pega.
S sarga Tejido con ese ligamento, reconocible por su fina estructura de líneas diagonales. La sarga es muy sufrida y se usa para la confección de camisas de sport. sarga de algodón Género muy sufrido de ligamento de sarga con el que sobre todo se confeccionan camisas de sport. sarga de caballería Tejido de lana muy resistente y caliente con una característica estructura diagonal. Suele presentar tonos beises y marrones, por lo general, en pantalones de vestir que se combinan con chaquetas de sport y blazers. sastrería a medida Confección de ropa a mano por un sastre. Es la forma más tradicional y cara de hacer un traje. Savile Row Calle del barrio londinense de Mayfair, sede de los sastres más prestigiosos del mundo y sinónimo del traje inglés. El incremento del precio de los alquileres ha provocado que en los últimos años muchas sastrerías hayan abandonado la calle, donde ahora se establecen firmas internacionales de moda. se da Género tradicional muy fino para corbatas, camisas, trajes y pijamas, pero también forros y otros tejidos para sastrería masculina. Se obtiene de los capullos de algunas especies de insectos Bombyx mori, como el gusano de seda. Suele proceder de criaderos; la producción de seda salvaje es residual. La seda se teje siguiendo diferentes técnicas. seda de Bemberg Marca de una tela de algodón especial para forros de trajes, abrigos y americanas, similar a la seda. slipon Abrigo de manga raglán con abotonadura oculta y solapas estrechas, por lo general de tela de gabardina de algodón. El término deriva de la expresión «to slip on».
sombrero de copa El más formal de todos los sombreros. Solo se lleva en ocasiones diurnas con chaqué o por la noche con frac en forma de chistera de seda. También hay un modelo plegable, el chapeau claque, muy cómodo para guardar y llevar de viaje. Super 100 Tejido de pura lana virgen, muy ligero y resistente a las arrugas, apreciado para prendas de verano.
T tartán Motivos de cuadros muy variados, seña de identidad de los diferentes clanes escoceses. Hoy en día se denomina así cualquier tipo de cuadro escocés. El tartán se encuentra en cualquier prenda del guardarropa, pero es típico en forros, corbatas, chalecos y pantalones. tela de camisa fil-à-fil Tejido para camisas en el que se alternan dos colores de hilo de urdimbre para obtener un efecto cromático característico, también llamado end-on-end. tirantes Cintas o tiras de piel o tela, por lo general con elásticos, que se pasan por los hombros para sujetar el pantalón. Los clásicos se abrochan a la pretina, los modernos se fijan con clips. Son característicos de la imagen de gentleman inglés. traje Conjunto de chaqueta, pantalón y chaleco del mismo paño. Después de la Primera Guerra Mundial el traje se impuso como indumentaria masculina habitual para la oficina y las ocasiones señaladas. La forma básica del traje apenas se ha modificado desde entonces. traje de sport Expresión algo pasada de moda que se aplica a trajes de paños rústicos con diseños de cuadros, pata de gallo o espiga. Antes se llevaban en las actividades del tiempo libre y los viajes. El equivalente formal era el traje de negocios de paño oscuro. Hoy en
día forma parte de los estilos informal de negocios y de sport cuidado.
trenca Abrigo muy recto y corto con capucha y abotonadura de cuerno. Trilby Sombrero de fieltro de ala estrecha con una fina banda. En un principio era parte de la indumentaria del gentleman clásico (sobre todo en marrón), pero hoy está muy de moda en diversos colores y variantes. tuxedo O simplemente «tux». Denominación en español americano de lo que en Europa continental se conoce como «esmoquin». En Estados Unidos es tradicional también para el traje de novio. tweed Paño de lana sufrido y caliente procedente de las islas Británicas, por lo general de Escocia, que se suele tejer con varias hebras de lana de diferentes tintes. El nombre procede seguramente de la palabra escocesa tweel (sarga). Es muy apreciado para americanas, trajes, abrigos y gorras. tweed de Donegal Tweed jaspeado irlandés de textura algo rugosa. tweed Harris Uno de los tipos de tweed más conocidos. Solo los tweeds tejidos en las islas Hébridas Exteriores pueden llevar esta prestigiosa etiqueta. Se fabrican en muchos tonos intensos y resultan ideales para recias americanas deportivas de sport.
U ulster Gabán largo de caballero con cinturón en la espalda. underdressed No estar vestido de forma lo bastante formal o elegante para una ocasión concreta. Resulta muy embarazoso sobre todo en el ámbito de los negocios. urdimbre y trama Un tejido se va formando al entrecruzar hebras horizontales y verticales (véase Ligamento). Las hebras horizontales,
las de la trama, se van alternando con las hebras verticales, las de la urdimbre.
V vicuña Pelo muy caro de un camélido sudamericano sin jorobas del mismo nombre. Su obtención es muy costosa porque solo se aprovechan pelusas de lana prendidas en los arbustos, que se recolectan a mano. Para muchos, un traje o un abrigo de vicuña es el paradigma del lujo. vintage Denominación de moda para la ropa y accesorios usados. Viyella Tela camisera muy caliente inventada en 1890 por Henry Ernest Hollins. Está compuesta por un 55% de lana merina y un 45% de algodón de hebra larga. voile Tela extremadamente fina, casi transparente, para camisas de esmoquin o frescas de verano. vuelta del pantalón Invento moderno, puesto que existe solo desde mediados del siglo XIX, que consiste en una especie de dobladillo exterior. Antes los pantalones simplemente se arremangaban para evitar que el dobladillo se manchase o se mojase. Suelen tener vuelta los pantalones de trajes formales como el chaqué, el esmoquin o el frac.
W Whipcord Paño de lana jaspeado para trajes de sport sufridos y pantalones de vestir que se llevan con americana informal.
Z
zapato Budapest Zapato con puntera decorada con perforaciones. Es la versión húngara del Brogue británico original. Teniendo en cuenta que este tipo de zapatos se inventaron en Escocia, el término Budapest resulta equívoco. z apato saddle Zapato tradicional estadounidense cerrado y con cordones, con una tira de cuero, por lo general de otro color, que lo cruza por encima del empeine. Son los típicos de jugar al golf.
Índice analítico A A. Lange & Söhne (firma) 200-201 abrigos 54-61, 116, 124-125 acabado 25, 30, 180, 181, 221 accesorios 188-205 algodón 16, 30, 34, 48, 57, 106, 127, 172, 173, 174, 192, 194, 205, 221 - algodón Sea Island 30, 221 alianza 189 Amies, Hardy 77 anchura de la pernera 61 anoraks 100, 127 ante 118, 123, 146, 168 antiarrugas 30, 227 antimicrobiano 110 arruga de la nuca 62 Ascot (firma) 47, 184 Asia 15 Asia Menor 38 Astaire, Fred 72
azul medianoche 71
B bañador 89 batista 25, 30, 221 béisbol, gorra de, véase Gorras Belvest (firma) 137 Berg, Emanuel (firma) 28, 183 Bernardo de Baden, príncipe 140 black tie, véase Cravate noire blazer 13, 48, 77, 113, 120, 121, 122, 137, 190, 203, 221 Blucher 146, 163, 168, 221 bodas 68, 78-79 bodas civiles 78 boina vasca, véase Gorras bolitas 106, 107 bolsas 198 bolsillo de la pechera 25, 33, 48 bombín 104 borlitas de cordón 203 botas 151, 162-163 botas Chukka 123, 148 botas de vaquero 154-155 botones 12, 51, 62, 130-131, 133
boxcalf 168 Brogue 13, 17, 146, 153, 168 bufandas 204-205
C cabeza 104-105 cachemir 16, 17, 34, 48, 56, 57, 81, 106, 174, 175, 178, 180, 184, 192, 195, 204, 205, 221 cachemir, cepillo de, véase Cepillos caída de la ropa 26, 60-63, 128133 calcetines 192-195 - limpieza 195 calzado para el ocio 150, 151 calzador 215 camisa, telas de 24-25 camisas 13, 116, 123, 183 - limpieza 212-213 camisas a medida 32-33, 183 camisas de manga corta 13 camisas de negocios 24, 32-33 camisetas 90-91, 109, 126 camisetas de tirantes 165 capuchas 95
carteras 198-199 céfiro 30 cepillos 208-209 - para cachemir 209 - de pelo de cabra 209 - para la ropa 20, 208 - para sombreros 208 - para tweed 209 chaleco de punto 87, 108 chalecos 12, 25, 50, 68, 69, 71, 72, 99, 108, 115, 222 chanclas 164-165 chaqué 29, 49, 65, 66, 68-69, 78, 147, 191, 222 chaqueta 54-63, 98-103 81, 115, 121, 122, 222, 230 - larga 131 chaqueta acolchada 55, 99, 123 chaqueta cruzada 12, 51, 67, 119, 129, 222 chaqueta de aviador 101, 102 chaqueta de campo 100, 123, 125 chaqueta de punto 109 chaqueta de safari 98, 100 chaqueta de tweed 122, 190 chaqueta encerada 55 chaqueta recta 12, 50, 67, 119, 222
chaquetas de cuero 102-103 chaquetas deportivas 98-99 Chesterfield 56, 223 China 38, 39 chinos 81, 86-87, 120, 126, 190, 202, 223 chistera, véase Sombrero Chuck Taylor All Star, Converse (marca) 158-159 cinta talonera 61 cinturones 190-191, 223 círculo cromático 134 código indumentario 36-37, 66-67 Coggin, John 182 colores 92, 129, 134-143 combinación 13, 189, 190, 193 combinaciones cromáticas 134-135 Come as you are 67 comme il faut 13 Como 39 confección 23, 223 confección a medida 22, 168, 223 contorno de pecho 22, 32, 60, 129 contraste 142 contraste suavizado 143
Converse (marca) 158-159 corbatas 13, 21, 27, 34-37, 116, 118, 119, 138-139, 184, 223 - confección 46-47 - corbata regimiento 49, 223 - cuadros escoceses 37 - cuidados 218-219 - estampados 37 - lisas 35, 37 - Marinella 35 - motas 34, 36 - paisley 36, 229 - pata de gallo 37, 229 - Pepita 37 - príncipe de Gales 37, 230 - punto 34 - rayas 14, 34, 36 cordobán 146, 147, 148, 168, 223 corte 22 -camisas 32-33 -pantalones 61 Cove & Co. (firma) 50-53, 173 covert-coat 55, 124, 223 cravate blanche 66
cravate noire 66 cronógrafo 200 cuadros gingham 30 cuello alto 106 cuello cruzado 107 cuello diplomático 72 cuellos camiseros 13, 26-29 - cuello abotonado 13, 24, 27, 222 - cuello con trabilla 28, 29 - cuello contrastado 24 - cuello de paloma 29, 72 - cuello Kent 26, 27, 28, 224 - cuello tiburón 24, 26, 27, 28, 29, 224 cuero de caballo 84, 102, 147, 168 cuero de ternera 146, 147, 148, 168 cuidados 206-219
D Dante (firma) 205 decatización 181 deportivas 127, 145, 148, 160-161 Derby 146, 147, 153, 168, 224
dinner jacket 71, 224 dress code 66
E Edsor (firma) 65 Egipto 38 elastán 110 Elkann, Lapo 141 end-on-end 30, 232 entretela 17, 19, 47, 183, 225, 231 escarpines 149, 225 escarpines de terciopelo 71, 149 esmoquin 65, 66, 70-71, 76-77, 78, 79, 137, 149, 191, 232 Estados Unidos 14 estambre 173, 174 estilo campestre 136, 146, 148 estilo college 86 estilo del tiempo libre 81, 83, 95, 100, 101, 123, 126, 148, 151 estilo informal cuidado 86, 122-123, 225 estilo informal de negocios 57, 115, 121, 225, 232 estilo preppy 137 etiqueta 18
Europa oriental 15
F Fedora 104 fibra sintética 17, 19, 39, 110, 161, 174 fibras funcionales 110-111 fibras huecas 110 fibras naturales 34, 106, 195 fibras tecno-naturales 111 fil-à-fil 30, 232 forro 17, 19, 38, 47, 57, 182, 225 frac 49, 65, 66, 72-73, 79, 137, 149, 191, 225 Francia 15 franela de algodón 30, 226 Fullstrap, mocasín 150
G gabardina 58, 125, 226 gafas de piloto 196-197 gafas de sol 196-197 galón 70, 71, 72, 226
gamuza 168 gemelos 25, 189, 191, 202-203, 226 Goodyear 168 gorras 104-105 - boina vasca 105 - cuidados 208 - gorra de béisbol 104 - gorra de paño 104 - gorra de piel 104 - gorra de punto 105 Gran Bretaña 14
H Hardy, John G. (firma) 55 hebilla del cinturón 191 hebras 16, 19, 24, 30, 106, 172-173, 177 hecho a mano 182 hilado y tejido 176-177 hilo 19, 24, 25, 30, 39, 83, 173, 176, 226 hilo de la urdimbre 30, 173, 177 hilo retorcido 24, 30, 31, 173, 226 Homburg 104, 226
horma 168, 227 horma tensora 216, 227 hueso de pulido 215
I Iglesia 78 indumentaria de negocios 11, 116-121, 136 indumentaria formal 64-79 iniciales 25 Italia 14 IWC (firma) 201
J Japón 15 jersey 81, 84, 86, 94, 106, 107, 108, 109
K Kreis (Firma) 191, 198
L
Lama, Tony (firma) 154 lana 16, 17, 34, 48, 57, 105, 106, 120, 122, 174, 175, 184, 192, 194, 227, 229, 231 -«pura lana» 19 -«pura lana virgen» 19 lana de oveja (proceso) 172 largo de la pernera 22, 61 largo de manga 63, 131 largo del pantalón 61, 131 lavandería 213 lezna 184 ligamento 30, 176, 227 - de raso 30 - de sarga 30, 31, 83 - de tafetán 30, 31 limpieza 206-219, 227 limpieza de manchas 210-211 lino 16, 30, 34, 38, 48, 68, 70, 161, 173, 174, 184, 205 Loafer 168, véase también Mocasines loden 227
M mako 30, 228
maletas 20 - maleta rígida 20 maletín 15, 199 manchas 208 manufactura 168 máquina Goodyear 185 Marsalis, Wynton 140 marsella 31, 228 material elástico 110, 111 material no tejido 111 materiales 170-187 Meier, Eduard (firma) 185, 186, 214, 215 membrana 110 microencapsulación 110 microfibras 110 mocasines 17, 145, 147, 148, 150-151, 153, 168, 228 - mocasines Penny 119, 122, 150, 168, 228 - mocasines Tassell 150, 151, 153, 168, 228 moda de negocios 10-63 moda informal 80-111, 126-127, 151 Moer 17, 228 molesquina 228 Monkstrap 147, 152, 153, 168, 228
morning coat 66 mundo islámico 15
N náuticos 81, 126, 127, 148, 151, 159, 228 neopreno 110 no brown after six 152, 153 no brown in town 12, 16, 152 nudos de corbata - nudo Albert 42-43, 228 - nudo pequeño 35, 44-45 - nudo simple 35, 40-41, 224 - nudo Windsor 35, 228 número áureo 130-131
O ópera 8, 66 oxford (tela para camisas) 25, 30, 229 Oxford (zapatos) 68, 119, 121, 147, 152, 153, 168
P
paisley 36, 38, 49, 229 pajarita 70, 71, 72, 74-75, 229 pajarita de terciopelo 74 pala lisa 168 palmilla 156, 166, 167, 168 pana 77, 81 173 pantalón de algodón 86 pantalón de molesquina 122 pantalón de pana 113, 122 pantalones cortos 81, 88-89, 126 paño de hilo retorcido 24, 31, 173 paño, gorra de, véase Gorras pañuelo de bolsillo 48-49, 70 - doblado abolsado 49 - doblado formal 49 - doblado informal 49 parka 98, 158 patrones 11, 26, 32, 46, 47, 172, 183 pelo de cabra, cepillo de, véase Cepillos pelo de camello 56 Penny, mocasín, véase Mocasines Pepita 37, 68, 229 Persia 38 pestaña del hendido 167, 169, 185 piel de avestruz 155, 231 piel de cocodrilo 155
piel de serpiente 155 piel, gorra de, véase Gorras pinpoint 31, 229 plancha de vapor 213 plumífero 101 poliacrílicos 111 poliamidas 111 poliéster 111 poliuretano 111 Polonia 15 polos 16, 92-93, 106, 108, 126, 222 polos de manga larga 87, 108, 126 popelina 25, 31, 230 Porkpie 104 prendas básicas 112-127 príncipe de Gales 37, 52, 68, 143, 193, 230 príncipe Felipe 141 proceso de acabado (tejido) 30, 180, 221 proporciones 129 puntera larga 169 puntera vega 169, 230 punto 106-109 punto, gorra de, véase Gorras puños 13, 25, 202 - abotonados 13
- dobles 13, 25, 72, 230 - vueltos 25
R raya del pantalón 209 raya diplomática 230 raya romana 31, 230 reborde de la palmilla 185 Redwing (firma) 163 relación calidad-precio 18, 107 relleno 184, 224, 225, 226, 229 reloj de cuarzo 200 reloj de pulsera 189, 200-201 República Checa 15 reserva de hilo 184 Ripstop 111 Roensberg (firma) 202 Rolex (marca) 200, 201 ropa, cepillo para la, véase Cepillos ropa a medida 22 ropa de noche 66, 77, 137, 149, 195 ropa deportiva 95, 110 ropa para los negocios 114-115, 120
S sandalias 164 sarga 31, 173, 226, 231 sarga de algodón 30, 231 sastrería a medida 22, 129, 231 Scabal (firma) 114-115, 171, 174 Scheper-Stuke, Jan-Henrik 65 Schuh Konzept Berlin —(firma) 157 seda 34, 38-39, 48,173, 174, 175, 184, 195, 231 Semibrogue 153 semilino 31 sistema de corte 23 slipon 59, 125, 231 slipper 71, 149 solapas en pico 71 sombreros, cepillo para, véase Cepillos sombreros 104-105 - bombín 104 - chistera 68, 73, 226, 231 - Homburg 104, 226 - sombrero de lana 105 - sombrero de sport 104
- sombrero de tweed 104 - Trilby 105, 232 Streetwear 159 Stresemann 68 sudadera 94-95 Super 100S 16, 231 Super 150S 16 Super 180S 16 Superga (marca) 158-159 Swatch (marca) 201
T tacos, mocasín de 126, 150 TAG Heuer (marca) 201 talla 60, 129 talla estándar 22 talle 62 Tattersall 30, 222 Tassell, mocasín, véase Mocasines tejido 176-177 tejido cardado 173 tejido llano 31, 173 tejidos 172-173, 176-177
tejidos que no necesitan planchado 25, 30, 213 tejidos sintéticos 99, 110, 148, 174 tela vaquera 82-85, 103, 126, 190 telas camiseras 30-31 terciopelo 65, 71, 77 Thissen, Gregor 174 Thissen, Peter 174 tipos de figura 132-133 tirantes 191, 232 traje 11, 12, 13, 16, 17, 22, 23, 50, 51, 52, 53, 54, 67, 76-77, 116-119, 182, 232 - compra 18, 19 - cuidados 208-209 - paños 174 traje de noche 65, 70 traje de raya diplomática 138, 193 trama y urdimbre 31, 172-173, 233 transpirabilidad 111 Trilby, véase Sombreros trinchera 127 troyer 106 tweed 59, 84, 85, 125, 142, 173, 222, 232 tweed, cepillo para, véase Cepillos
V vaqueros 82, 83, 158, 173, 224 verano 16, 96-97 viajes de negocios 20 Vichy 30 vicuña 175, 233 voile 25, 31, 233
W white collar worker 13 white tie, véase Cravate blanche wingtip 153, 169 Woolrich (firma) 158
Z zapatillas de deporte, véase Deportivas zapato a medida 166-167, 169 zapatos 13, 144-169, 184 - cosido a mano 157, 169, 184 - cuidados 214-217 - fabricación 156-157 - perforado a mano 169, 185 - vira cosida 145, 150, 151, 156-157, 169, 185
zapatos Budapest 146, 168, 230, 233 zapatos de charol 153 zapatos de cordones 116, 121, 123, 145, 146, 151, 152 zapatos de frac 72 zapatos de negocios 152-153 zapatos de noche 70 Zegna (firma) 176, 179
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