A.Hamman
El bautismo
y la,. ., con 1rmac1on
EL MISTERIO CRISTIANO Esta colección, en la que se pretende exponer, con la precisión y las justificaciones necesarias, todo lo esencial de la teología cristiana, va dirigida a cuantos (clérigos o laicos) sienten la necesidad de ser guiados en la comprensión de la fe por maestros que estén familiarizados con la tradición de la Iglesia y las corrientes ideológicas de cada época. Los nombres de los colaboradores son por sí solos una garantía. Tomos publicados: 1.
C. Chopin, EL VERBO ENCARNADO Y REDENTOR, tercera edición, 280 páginas.
2.
F.M. Genuyt, EL MISTERIO DE DIOS, segunda edición, 288 páginas.
3.
P. Grelot, BIBLIA Y TEOLOGIA, segunda edición, 228 páginas.
4.
P. Adnes, EL MATRIMONIO, tercera edición, 272 páginas.
5.
J.M. Aubert, LEY DE DIOS Y LEYES DE LOS HOMBRES, segunda edición, 306 páginas.
6.
J. de Baciocchi, LA EUCARISTIA. tercera edición, 184 páginas.
7.
Ch. Baumgartner, LA GRACIA DE CRISTO, tercera edición, 408 páginas.
8.
Ph. Delhaye, LA CONCIENCIA MORAL DEL CRISTIANO, segunda edición, 344 páginas.
9.
R. Guelluy, LA CRECiúN, segunda edición, 224 páginas.
10.
V.M.J. Congar, LA FE V LA TEOLOGIA. tercera edición, 366 páginas.
11.
A. Hamman, EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACiúN, cuarta edición, 328 páginas.
12.
R. Coste, LAS COMUNIDADES POLITICAS, 388 páginas.
13.
Ch. Baumgartner, EL PECADO ORIGINAL, segunda páginas.
14.
J.M. Aubert, MORAL SOCIAL PARA NUESTRO TIEMPO, segunda edición, 208 páginas.
edición, 240
15. y 16. P. Faynel, LA IGLESIA, 1 y 11, segunda edición, 380 y 308 páginas.
EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN
EL MISTERIO CRISTIANO TEOLOGÍA SACRAMENTAL
11
EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN Por A. HAMMAN
BARCELONA
EDITORIAL HERDER 1982
Ex Bibliotheca Lordavas
A. HAMMAN
EL BAUTISMO
y LA CONFIRMACIÓN
Ex Bibliotheca Lordavas
BARCELONA
• EDITORIAL HERDER 1982
Versión castellana de ENRIQUE MOLJNA, de la obra de A. H.u!MAN, O.F.M., Le Baptlme el la Confirrnation, Descl6e & Cie., Parlo
Cuarta edici6n /9112
IMPRIMASE :
t
Barcelona, 13 de febrero de 1970
JosÉ CAPMANY, obispo auxiliar y vicario general
@ Desclü el Cie. , Paris @ Edilorio/ Herder S. A., Pro venza J88, Barcdona (Epaña) 1970
ISBN 84·254-0513 -0 Es
PROPIEDAD
DEPÓSITO LEGAL: GRAFESA -
B. 37.499-1981
PRINlED IN SPAIN
Nápoles, 249 • Barcelona
Ex Bibliotheca Lordavas
A todos mis antiguos alumnos de teología y especialmente a CLAUDE ScHAHL, YVES BECKER,
t
t 1958 1962 t 1963
AMBROISE ANDRÉ,
que se durmieron en el Señor, marcados con el sello de la fe
1NDICE
PRINCIPALES
13
ABREVIATURAS
l. EL BAUTISMO PRÓLOGO
17
LA FE DE LA IGLESIA
19
ANÁLISIS DE LA REVELACióN
PARTE PRIMERA :
l.
LA ESCRITURA
Capitulo 1: La preparación del Anliguo Ttoruullento l . Ilustraciones judías . II. Circuncisión, rito de incorporación .
23 24 25
Capítulo 11 : El bautismo de Juan . Digresión : origen del bautismo de Juan Juan anuncia el bautismo «en el espíritu y el fuego:t
27 30 31
Capítulo III: El bautismo de Jesús por Juan Bautista l . La solidaridad de Jesús 11. La entronización mesiánica . 111. La efusión del Espíritu . IV. El mandato de bautizar después de la resurrección de Jesús .
33 36 37 37
7
39
índice Capítulo IV: Los hechos de los apóstoles l. El bautismo de agua . 11. El bautismo en nombre de Jesús 111. El bautismo en el Espíritu .
37
42 43
47
Capitulo V: La teología paulina . l. El bautismo en Cristo Jesús II. El bautismo en el Espíritu Santo TII. Bautizados para formar un solo cuerpo
47
Capitulo VI:
SS
La primera carta de san Pedro .
Capítulo VII: La doctrina del cuarto Evangelio l. El bautismo de Juan y el bautismo de Jesús Il. La entrevista con Nicodemo . III. Síntesis de la enseñanza de Juan Evangelista Il.
48
51 52
59 60 62 66
LA T RADIC/6N
Capítulo I: La época antenicena . § l. Las comunidades judeocristia11as J. La Didakhe . 11. Las odas de Salomón . III. La epístola de Bernabé . Bernabé 6, 8-'19 . Bernabé 11 . IV. El «Pastor» de Hermas . § Il. La Iglesia de la misión § III. Justino y los apologistas . § IV. lreneo de Lyón . La catequesis de la «Demostración apostólica» Teología bautismal . § V. El siglo 111: Oriente . l. Clemente de Alejandría . 11. Orígenes . Testigo de la catequesis bautismal La teología de Orígenes . § VI. El siglo 111: Occidente . l. El «De baptismo» de Tertuliano l. El sacramento del agua . 2. Ritos del bautismo . 3. Tipología bíblica del bautismo
8
71 71 72 73
75 76 77
79 80 81 84 84 86 88 88 91 91
95 98 98 99 100 103
lndice
4. Cuestiones teológicas 5. Cuestiones disciplinarias . Controversia sobre el bautismo de los herejes El bautismo según la «Tradición apostólica:.
103 105
Capitulo II: La edad de 01:0 patristica § J. La catequesis bautismal . l. La preparación . Il. Los ritos del bautismo El baptisterio La unción prebautismal . El rito bautismal Segunda unción . Las vestiduras blancas La «sphragis» o la signación La crismación . § 11. La catequesis escrituraría . El ciclo del Génesis . El ciclo del Éxodo . § III. Temar de la predicación bautismal El baño o el bautismo La iluminación «Sphragis» del espíritu Balance del pensamiento griego §'IV. Agustín: Controversiar y problemar teológicos l. Controversia donatista . 11. El pelagianismo y el bautismo de los niños 111. Esbozo de una teología del bautismo El bautismo hace la Iglesia .
112 113 113 115 115 116 117
II. 111.
Capitulo III: La Edad media § l. Línear esenciales de la teología del bautismo l. El signo bautismal . 11. La doctrina del carácter . 111. Eficacia del bautismo y fe del sujeto § II. Enseñanza sistemática de san Buenaventura y santo Tomás . l. San Buenaventura Fe y bautismo Eficacia . 11. Santo Tomás Naturaleza ·. Ministro del bautismo
9
107 110
120 121 122 123 124 125 127
130 131 134 137
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154 155
156 156 157 158
158 158 159
160 160 161
lndice Los sujetos del bautismo Los efectos del bautismo Capítulo IV: Reforma y concilio de Trento l. Lutero Fe y bautismo . Frente a la crisis anabaptista Los catecismos de 1529 . 11. Calvino . La soberanía de la palabra de Dios Significado del bautismo La eficacia del bautismo El bautismo de los niños 111. El concilio de Trento Eficacia . Ministro y sujeto Rito. PARTE
SEGUNDA:
161 162 164 165 165 166 167 168 169 169 170 171 172 172 173 173
ENSAYO DE SISTEMATIZACióN
Capítulo 1: l. Il. 111. IV. V.
El bautismo en el misterio cristiano . El bautismo en la economía de la salvación El misterio de Cristo y el bautismo . El bautismo y la Iglesia . El bautismo y la economía sacramental El bautismo y la fe . 1. Posición de Karl Barth . 2. Interpretación de Bultmann . 3. La doctrina católica . Capítulo 11: El bautismo como sacramento . l. La institución del bautismo por Cristo . l. Cristo es el sacramento por excelencia 2. La Iglesia. sacramento de Cristo glorificado 3. Los sacramentos, actos de Cristo . 11. Los elementos constitutivos del bautismo l. Sacramento y palabra 2. El agua bautismal . 3. La palabra o la forma 111. Los efectos del bautismo l. El enunciado 2. Descripción . IV. Necesidad del bautismo .
10
179 179 183 187 190
193 194 195 196 199 20!1
200
201 201 203 203 203
205 207 207
207 209
in dice L 2. 3.
V.
Ca.pítulo 111: J.
11.
Datos de la fe . Sentido y alcance del precepto bautismal El bautismo de sangre y el bautismo de deseo El martirio . El bautismo de deseo . Ministro y sujeto del bautismo l. El ministro 2. El sujeto El bautismo de los niiíos, y los niños muertos sin bautismo . El bautismo de los niños l. Análisis bíblico . 2. Análisis histórico 3. Cuestión teológica 4. Problema pastoral Los niños muertos sin bautismo l. Datos de la Escritura . 2. Historia de la cuestión . Conclusión teológica y pastoral: Principios de solución
210 211 212 212 214 215 216 216
218 218 219 220 221 224 224 225 226 229
Capítulo IV: El bautismo, fundamento del ecumenismo l. Resumen histórico . 11. El concilio Vaticano IT Conclusión .
231 232 235 238
Capítulo V: El bautismo y la pastoral de hoy l. Estado de la cuestión . Il. Principios de solución . III. Pedagogía del bautismo . l. La preparación 2. La celebración .
240 240 242 244 245 247
11.
LA CONFIRMACióN
INTRODUCCIÓN .
253
L\ FE DE LA IGLESIA
255
Capítulo 1: El problema histórico l. Historia antigua . Oriente .
257 259
260
11
índice
II.
Occidente Hacia la separación del bautismo y la confirmación La Edad M e di a . Los tiempos modernos .
Capítulo 11: El problema teológico . Observaciones preliminares § l. Los fundamentos de una teología de la confirmación l. Espíritu e Iglesia . II. Espíritu y bautismo . 111. Bautismo y confirmación IV. Bautismo, confirmación y eucaristía § 11. La sacramentalidad de la confirmación l. La institución por Cristo 11. El ministro . 111. Efectos de la confirmación l. Estado de la cuestión 2. Ensayo de explicación teológica a) El vínculo eclesial . b) Profundizamiento de la gracia bautismal e) Testigos que defienden la fe con la palabra y la acción
264 267 269 271 273 274 274 274 277 280 282 283 284 284 286 286
287 288 289 291
Capítulo 111: El problema pastoral l. La edad de la confirmación l. Resumen histórico . 2. Consideraciones teológica y canónica II. El ministro de la confirmación III. Los padrinos IV. Celebración
293 294 295 297 298 300 301
CONCLUSIÓN GENERAL ,
303 íNDICES
CITAS BÍBLICAS .
309
CONCILIOS Y DOCUMENTOS
315 317 319 320 324
fSCRITOS APÓCRIFOS Y LITERATURA ANTIGUA Al'TORES
MEDIEVALES
AUTORES MODERNOS ÍNDICE ANALÍTICO .
12
PRINCIPALES ABREVIATURAS
AAS CC
Dz DTC FC
lctys
PG PL PLS
PO RHPR
se
Acta Apostolicae Sedis, Roma, y después Ciudad del Vaticano, 1909 y siguientes. Corpus Christianorum collectum a monachis O.S.B. Series latina, Brepols, Tumhout 1954 y siguientes. DENZINGER- Scu6NMETZER, Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum, Herder, Barcelona s•1967. Dictionnaire de théologie catholique, bajo la dirección de A. VACANT, E· MANGENOT y E. AMANN, París 1903-1950. La foi catholique, Textos ... presentados por G. DUMEIGE, París 1%1. Colección lctys, Cartas cristianas, París 1957 y siguientes. Van aparecidos 12 volúmenes. J.P. MIGNE, Patrologiae cursus completus, Series graeca, París 1857-1866. J.P. MIGNE, Patrologiae cursus completus, Series latina, París 1844-1864. Patrologiae latinae Supplementum. acc. A. HAMMAN, París 1958 y siguientes. Patrologia orielllalis, bajo la dirección de R. GRAFFIN y F. NAu, París 1903 y siguientes· Revue d'histoire et de philosophie religieuse, Estrasburgo 1921 y siguientes. Sources chrétiennes, París 1942 y siguientes.
13
Principales abreviaturas St. B.
ThWNT W.A.
H.L. STRACK y P. BILLERBECK, Kommentar zum Neue11 Testament aus Talmud und Midrasch, 1-IV, Munich 1922-1928. Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament, ed. Kittel y G. Friedrich, Stuttgart 193,3 y siguientes. MARTIN LUTHER, W erke, Kritische Gesammtausgabe, edición de Weimar, 1883 y siguientes.
14
EL BAUTISMO
PRóLOGO Tanto el bautismo como la eucaristía se sitúan en el corazón mismo de la Iglesia. Ahora bien, si el misterio eucarístico ha retenido la atención y la reflexión de los teólogos y de los pastores de almas desde tiempo inmemorial, no ha sucedido otro tanto con el bautismo. No existen, principalmente entre los católicos, más que unos pocos estudios relativos a la iniciación cristiana. ¿Será porque es administrado a los niños por lo que el bautismo parece comprometer menos la vida misma de la fe? En 1943, en plena guerra, una conferencia de Karl Barth sobre «la doctrina eclesiástica del bautismo» provocó discusiones y revuelos en los medios protestantes. Desde entonces, las monografías principalmente escriturarías se han multiplicado en Alemania, en Suiza y en Inglaterra. En los medios católicos, la renovación litúrgica se ha esforzado, en el curso de los últimos decenios, en devolver al bautismo su importancia original. Las investigaciones históricas, bíblicas, litúrgicas, patrísticas, han enriquecido singularmente la enseñanza relativa al bautismo, pero al mismo tiempo han impuesto al teólogo una utilización juiciosa de las fuentes y al pastor de almas un enraizamiento de su acción en la Tradición de la Iglesia. Nos era forzoso brindar en primer lugar los résultados de 17 Hamman. Bautismo 2
Prólogo
todos estos esfuerzos. Nuestra primera parte analiza el dato bíblico, patrístico y escolástico, en el que se expresa la experiencia cris· tiana. Después estudiamos el pensamiento de Lutero y el de Calvino, que explican en parte las decisiones del concilio de Trento. Esta investigación histórica permite elaborar, con conocimiento de causa, un ensayo de síntesis, que sitúa el bautismo en el misterio de la salvación y de la fe y muestra lo que el gran Agustín quería decir cuando afirmaba que es Cristo quien bautiza - Christus est qui baptizat -, cualquiera que sea el ministro. No hemos esquivado los problemas teológicos, ecuménicos, pastorales, que el bautismo y la confirmación plantean a nuestros contemporáneos. Nuestros últimos capítulos están consagrados al · bautismo de los niños, en las familias cristianas y en las menos cristianas, a la suerte de los niños que mueren sin bautismo, al Jugar que la iniciación cristiana ocupa en el ecumenismo. Nuestro trabajo se termina con el estudio histórico, teológico y pastoral de la confirmación. Este libro se dirige a los estudiantes de teología y de catequesis, pero también a todas aquellas personas que, para su enseñanza o para su gobierno personal, se preocupan de profundizar en la fe. ·Los principiantes o los lectores con prisas podrán empezar por la segunda parte, a reserva de volver después a la primera, . que les brindará la demostración histórica y la experiencia de la Iglesia. Nuestra única ambición ha sido ayudar a todos los cristianos a comprender mejor el sacramento de la fe que los constituye en pueblo regio y sacerdotal de Dios. 23 de abril de 1968
18
LA FE DE LA IGLESIA
El símbolo de Constantinopla afirma: Confieso un único 1 bautismo para la remisión de los pecados
2.
Esta confesión bautismal, verosímilmente más antigua que el Concilio, parece formar parte del símbolo primitivo, tal como las versiones copta y etíope lo han conservado 3 • Y se halla de nuevo en la tradición oriental del símbolo de la fe, como atestiguan Cirilo de Jerusalén i y Epifanio 3 • l. El padre Bagatti piensa que la insistencia en el único bautismo es una reacción contra Jos tres bautismos (fuego, agua, Espíritu) de los judeocristianos, que se mantuvieron hasta Jos tiempos de san Juan Crisóstomo: L'Eglise de la Circoncision, Jerusal~n 1965, p. 199-200. 2. Dz 150 (86). La primera c1fra remite a Ja antigua numeración del Enchiridion symbo/orurn; la segunda , entre paréntesis , a la nueva numeración de la edición A . ScHt>N~ METZER . FC = La foi catholique, textos traducidos y presentados por G . Dumeiae, París 1961. n ." 4. La traducción oficial crecono7cO» es inexacta, porque ignora el sentido a la vez público y litúrgico de la confesión de la fe. Sólo Ja traducción «confieso» respeta eJ sentido. 3. Dz (3, 4) . 4. «(Creemos) en un solo bautismo de conversión (metanoia), para la remisión de lm pe<:ados.» Catequesis, 5. PG 33, 533 . Dz 9 (41). 5. «(Creemos) en un solo bautismo, para la remisión de lo~ pecados.• A.ncoratus, 118. 9-13. PG 43, 232. Dz (42).
19
La fe de la Iglesia
La misma afirmación se encuentra en el símbolo del XI concilio de Toledo 6 (675), y la profesión de fe del IV concilio de Letrán (1215) afirma 7 : El sacramento del bautismo, que se efectúa en el agua, invocando a Dios y a la indivisible Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sirve tanto para la salvación de los niños como para la de los adultos, cuando es· conferido dentro de las reglas, según la manera de la Iglesia, por quienquiera que sea.
Finalmente, el concilio de Trento 8 puso en cabeza de su profesión de fe el texto mismo del símbolo de Nicea-Constantinopla, citado anteriormente, el cual se ha mantenido en el actual Código de derecho canónico con el titulo de «Profesión de fe católica».
6. 7. 8.
Dz 287 (540), FC 28. Dz 430 (802), FC 31. Dz 994 (1862). FC 42.
20
PARTE PRIMERA
ANÁLISIS DE LA REVELACIÓN
1 LA ESCRITURA
9
CAPÍTULO 1
LA PREPARACióN DEL ANTIGUO 1ESTAMENTO 10 '!''
,.,
La tendencia de la teología liberal consistía en buscar el origen del bautismo cristiano en las religiones mistéricas paganas. De hecho hallamos baños sagrados en el culto de Eleusis, de Baco, en los juegos de Apolo y de Peleo, en el culto de Mitra. Existen lustraciones en Egipto, en Babilonia, en Persia, del Ganges al 9. Estudios de conjunto sobre el Nuevo Testamento: G. R. Busnv-MuRRAY. Baplism in lhe New Testamenl, Londres 1962; J. COPPENS, art. Baptime, Dictionnalre de la Blble, Supl. 1, 852-924; O. CULLMANN, Le baplime des enfants et la doctrine bibliqul! du baptime, Neuchatel-Parls 1948; G. DEUING, Die Taufe lm Neuen Testament, Bcrlin 1963; W.F. FLE· MINGTON, The New Testament Doctrine of Bapllsm, Londres 1964; F. LEENHARDT, L• baptéme chrélien, Neuchatel-París 1946; H.G. MARSH, The Origln and Slgnlflcance of the New Testament Beptlsm, Manchester 1941; A. OEPKE, art. ~Tw, ThWNT 1, 527-544; J. ScHNEIDER, Die Taufe im Neuen Testament, Stuttaart 19S2. 10. Bibliografia: W. BRA..,'DT, Die jüdischen. Bapllsmen, Giessen 1910; N. DAHL, The ongin of Baplism, Festschrift Mowinckel, Oslo 1955, p. 36-52; ]. DELORME, La pral/que du baptéme dans le judaisme contemporain des origines chrétlennes, en cLumi~re et Vio 26 (1956) 21-60: excelente enfoque; J. LEJPOLDT, Die urchrlst/lche Taufe lm Lichte der Religionsgeschichte, Leipzia 1928; H. RAHNER, Mythes gr«:s et mystere chrillen, trad. francesa de H. Voirin, París 1954. Estudio comparativo católico: 1. THOMAS, Le mouvemenl bapliste en Pa/ntine el en Syrle, Gembloux 1935. (Ya antiauo, todavía l1til.)
23
La preparación del Antiguo Testamento
Eufrates, del Orontes al Jordán, que se derivan de la simbólica religiosa de todos los tiempos. Las comparaciones, motivadas por las exigencias de la tesis, llevan a sus defensores a deducir de las semejanzas una dependencia que, lejos de estar probada, no tiene suficientemente en cuenta los hechos, los textos ni los autores. El cristianismo hunde esencialmente sus rafees en la tierra bíblica, la cual permite, mejor que las religiones mistéricas, explicar el gran número de trasuntos, sin !isimular por ello las diferencias de plano que existen entre institudones semejantes. Israel practicaba las lustraciones rituales y utilizaba el rito de la circuncisión para efectuar la incorporación al pueblo elegido.
l.
LUSTRACIONES JUDfAS.
La religión israelita conocía baños y lustraciones, encaminados a obtener o recobrar la pureza legal. Las nociones de puro e impuro ocupan, en efecto, un lugar importante en el judaísmo 11 • La impureza mancha al hombre y lo hace incapaz de acercarse a Dios. La purificación le permite participar en un acto sagrado. La legislación sacerdotal distinguió entre animales puros e impuros, y enumeró los actos y los contactos que ocasionaban contaminación 12 • Dicha legislación conocía los ritos de purificación, en los cuales casi siempre intervenía el agua, tanto para las personas como para los objetos. Era obligado lavar unas veces las vestiduras antes de servirse de ellas 13 , y otras el cuerpo entero 14 • El Levítico precisa los casos en que había que lavarse en agua corriente 15 • Judit, en campo enemigo y pagano, se baña todas las mañanas en una fuente antes de orar a Yahveh 16 • 11.
Acerca de toda esta cuestión, véase P.
VAN IMSCHOOT,
Théologie de 1' Anclen Testa·
m
12. 14. 15. 16.
Lev Lev Lev Jdt
11-15; 22, 1-8. 13. Lev 11, 32. 40. 14, 8; 15, 3-13. 18. 15, 13. 12, 6-9. Los Setenta emplean el vocablo baptlzeln. Las demás utilizaciones
24
Circuncisión, rito de incorporación
A estas prescripciones, los rabinos habían añadido otras. En el libro de los Jubileos, Abraharn pide en su testamento a Isaac que se lave las manos y los pies, antes y después de la ofrenda del sacrificio 17 • Ningún sacerdote debe hacerse cargo de su servicio sin haber tornado previamente un baño 18 • Los esenios desarrollaron estas prescripciones y las ampliaron a toda la comunidad 19 . Nada prueba que toda esta legislación vaya más allá de la pureza legal. Las purificaciones no tenían eficacia moral. Podían, sobre todo en los profetas, simbolizar la pureza de corazón, pero no operarla. Sin embargo, ya el profetismo anuncia para los tiempos mesiánicos «Una aspersión de aguas puras» 20 , una era de purificación total y de renovación. En esta perspectiva se sitúa la misión y la predicación de Juan el Bautista.
11.
CIRCUNCISIÓN, RITO DE INCORPORACIÓN
21
•
La circuncisión, rito común a numerosas tribus primitivas, verosímilmente fue tornada por Israel de los egipcios, y practicada desde tiempo inrnernorial 22 • Muy pronto fue el signo de la alianza y expresó la pertenencia a Yahveh 23 o al pueblo elegido 2 \ hasta el punto de que, para san Pablo, circunciso es sinónimo de pueblo de Israel 23 o de judío 26 • La institución de la misma es atribuida por el Código Sacerdotal a Abraharn 27 , el padre de los creyentes o de los circuncisos 28 • del mismo verbo en los Setenta: 2 Re 5, 14 (Naamán), Eclo 34, 25; Is 21, 4, que no traduce exactamente el hebreo. 11. Jubilem 21, 26. 18. Yoma 3, 3. 19. Véase J. DELORME, l. C., p. 27-43. 20. Ez 36, 25; Zac 13, 1; ls 4, 4. 21. Sl. B. IV, 23-40; P. VAN lMSCHOOT, Théo/ogie ... , 2, 161-166; 0. CULLMANN, Le bapo teme des en/ants et la doctrine du baptime, París-Neuchatel 1948. Lo citaremos abreviado: Le baptime. Volveremos a hallar este significado en los Padres y en la escolástica. 23. Ex 4, 25. 22. Ex 4,· 25; Jos 5, 2. 24. Ex 12, 48; Núm 9, 14. 25. Rom 4, 9-12; Gál 2, 7-9; Ef 2, 11. 26. Rom 3, 30; Col 3, 11. 27. Gén 17, 9-14. 28. Rom 4, 12.
25
La preparación del Antiguo Testamento
La obligación de circuncidar no existe en la legislación antigua ni aparece todavía en el Decálogo. Es absoluta después del exilio, cuando los judíos vivieron en medio de los incircuncisos de Babilonia. El rito, que se celebraba el octavo día, incorporaba al niño varón al pueblo de Dios y le hacía participar en las promesas mesiánicas. Era uno de los deberes esenciales, que incluso se anteponía al del descanso sabático 29 • El profetismo subrayó la necesidad de comprender el significado del rito y de resolverse a las obligaciones de fidelidad y de obediencia que de ello se derivan. Los profetas ponen el acento en la circuncisión del corazón 30, más importante que la de la carne 31 • Aquélla es el signo de la verdadera fidelidad al pacto de alianza, a la vez sumisión a la palabra de Dios y transformación interior. San Pablo enseña que la circuncisión tiene carácter provisional y que la fe es superior al rito. Los verdaderos hijos de Abraham reciben la circuncisión de Cristo 32 , que en él es sinónimo de justificación. Los cristianos son circuncisos de corazón, en el Espíritu 33 • Por eso los judeocristianos se esforzaron vanamente en mantener la circuncisión junto al bautismo cristiano, que realizaba el significado profético de aquélla u.
29. 30. 31. 32. 33. 34.
Jn 7, 22-23. Jer 4, 4; Dt 10, 16; Ez 44, 7; cf. Act 7, 51. Jer 9, 2S. Flp 3, 2-3. Rom 2, 28-29; Ef 2, 11. Act 15. Véase también "B. BAGATI'I, L'Egllse de la Circonclsion, p. 54-55 y ¡:assim.
26
CAPÍTULO 11
EL BAUTISMO DE JUAN 1
El bautismo de Juan ocupa un lugar preciso en la catequesis apostólica". La tradición sinóptica se abre con él 3 • El cuarto Evangelio lo relata de una manera que le es propia 4 • El rito caracteriza a Juan hasta el punto de que éste es mencionado en los sinópticos con el sobrenombre de Bautista o Bautizador 5 , que Josefo atestigua a su vez 6 • Tal insistencia proviene del hecho de que un vínculo orgánico une el bautismo de Juan a la predicación y a la misión de Cristo. Marcos empieza su Evangelio escribiendo de entrada:
l.
Además
de
los
estudios
relativos al
bautismo t:n
el NT.
se podrán consultar
J. DELORME, J. c., p. 43 (54); M. GOGUEL, Au seuil de /'évangile: Jean-Baptiste, París 1928; J. STEINMANN, Saint Jean·Baptiste, París 1956 (ensayo histórico, más que teológico); J. THOMAS, Le mouvement baptiste en Pa/estine et en Syrie, Gembloux 1935 (Bibl.). 2. Act l. 22; 10, 37. 3. Mt 3, 1-12; Me 1, 1-8; Le 3, 1·18. 4. Jn 1, 19-28. 5. El sobrenombre parece provenir más del bautismo que Juan predica que de lu parte activa que él pudiese tomar en el mismo, vertiendo aaua. Verosímilmente, se trataba de un bautismo colectivo, y por tanto, de un movimiento de ma~as, seaún H. SAHLIN, Studien zum dritten Kapitel des Lukasevangelium, Upsala 1949, p. 111. 6. Antiq., 18, 5, 2.
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El bautismv de Juan Principio de la buena nueva de Jesucristo, Hijo de Dios. Conforme está escrito en el profeta lsaías: He aquí que yo envío ante ti mi mensajero, el cual preparará tu camino; voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Seiior, haced rectas sus sendas.
Se presentó Juan el Bautista en el desierto predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. Y acudían a él de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y él los bautizaba en el río Jordán, al confesar ellos sus pecados '.
l. La misión de Juan está condicionada por la inminencia de la venida mesiánica y es función de ella. Juan prepara el camino de «aquel que ha de venir», anunciado por los profetas; es el último anunciador de éste. El cometido de Juan se expresa en un rito que traduce su kerygrna y su misión. Juan tiene conciencia de ser el profeta escatológico: proclama mediante «su evangelio» y su bautismo que están prontos a abrirse los últimos tiempos, en los que van a efectuarse las intervenciones definitivas de Dios. He ahí por qué Cristo mismo se apoyará en su testimonio 8 •
2. La intervención de Juan Bautista obedece a una prescripción divina. La ablución que él preconiza quiere expresar, ante todo, que Dios interviene para operar la conversión y la remisión de los pecados. «El baño dice lo que es la parte de Dios, el sentido de su intervención, el efecto de su gracia soberana» 0 • 3. Juan mismo caracteriza su bautismo corno «un bautismo de conversión para perdón de los pecados» 10, unido a una confesión de las culpas, ya conocida por el judaísmo 11 • En Marcos y en 7. Me 1, 1·5. 8. Me 11, 30-33; Mt 21, 25; 11, 18. 9. F. LEENHARDT, Le bapteme chrétien, p. 19. 10. Me 1, 4; cf. Le 3, 3. Mateo utiliza el verbo, si bien con un giro pero emplea el imperativo: cConverúo.s ... Yo os bautizo con agua, para (Mt 3, 2·11). 11. Me 1, S; Mt 3, 6. Compárese con 1 Re 8, 47; 2 Cró 6, 37; Sal 106, Neb 1, 5-11; Dan 9, 4-19. Filón no supone una enumeración de las culpas, de fórmulas estereotipadas, De som., 2, 292.
28
algo diferente; la conversión» 6; Esd 9, 6-15; sino el empleo
El bautismo de Juan
Lucas nos encontramos por primera vez con el vocablo bautismo 12 , que tiene un sentido cultual y técnico: inmersión en agua del hombre entero. El baño expresa la conversión y la metanoia. Se trata de un cambio de rumbo de todo el hombre, que rompe las amarras dd pecado y de los ídolos, se vuelve hacia el Dios que viene, y empieza una vida renovada. Esta renovación significa «la remisión de los pecados», prometida por los profetas 13 , que asegura una existencia nueva. Tal es el don que el bautismo de Juan ofrece. 4. El bautismo de Juan no tiene un carácter puramente individual. Verosímilmente se presenta como un «acto colectivo» 14 • Marcos y Mateo lo describen como una conmoción nacional que alcanza la Judea y la capital 15 • Lucas afirma que está abierto a todos -hombres y mujeres, incluidos los niños-, a los fariseos y a los pecadores. Ni siquiera los paganos son excluidos de él 18 • No es del mismo orden que la circuncisión, pues es necesario incluso a los hijos circuncisos de Abraham para formar parte del pueblo mesiánico. El bautismo de Juan es el rito de inicia~ión que reúne al pueblo mesiánico.
5. Este rito bautismal es a la vez provisional y profético. Está centrado en la inminente venida del Mesías, que le otorga la ejecución histórica y realiza su significado. El cometido de Juan es preparar al Señor un pueblo bien dispuesto 17 y manifestar el Mesías a Israel. Aun cuando la materialidad del rito subsiste más allá de la misión de Juan, el Mesías le dará un significado nuevo «en el Espíritu». 12. Para el estudio del vocablo, véase art. P:X=oo del ThWNT; J. YSEBAERT, Grcek &ptlsmal Termlno/ogy. lts orlglns and early deve/opment, Nimeaa 1962 (abundante bibliografía). 13. ls 33, 24; Jer 31, 34; ls 53, 5; Ez 18, 31; 36, 25-27; Zac 13, l. Hay que advertir cuidadosamente que se trata de una purificación colectiva de Israel o de Jerusalén. 14. Puesto en evidencia por H. SAHLIN, Studíen, p. 111-114. 15. Me 1, 5; Mt 3, 5. 16. Le 3, 12-14. 17. Le 1, 17, que no emplea el mismo vocablo laos que para el bautismo de Jeoús, l.c 3, 21.
29
DIGRESIÓN:
ORIGEN DEL BAUTISMO DE JUAN
La crítica ha querido explicar el origen del bautismo de Juan por el sincretismo helenístico o el mandeísmo, por el bautismo de los prosélitos o los baños rituales de los esenios. Los mandeos, en particular, formaban una secta bautista judía que se había asentado, como Juan. a orillas del Jordán. Sabemos que en la época de Juan el movimiento bautista estaba desarrollado en Palestina y en Siria 18 • La novedad del Bautista no consiste en el bautismo que él preconiza, sino en el significado que, como hemos visto, él le da. Ahora bien, el bautismo de Juan no depende, como se ha pretendido, del bautismo de los prosélitos 19 , que incorporaba a los paganos al pueblo de Dios. Éste no se remonta más allá del año 80 después de Cristo. No hay posibilidad de afirmar que fuese anterior al cristianismo. Y cabe dudar de que haya tenido en su origen el carácter de integración en el pueblo judío, y menos aún de rito con valor casi sacramental de remisión de los pecados o de preparación mesiánica o escatológica. Estamos informados acerca de los baños rituales de los esenios por la descripción de J osefo, el Documento de Damasco y los escritos del mar Muerto. Éstos atribuyen una gran importancia a la purificación de los pecados por el Espíritu y a las abluciones rituales. Es posible que Juan Baustista hubiese tenido contactos con una comunidad esenia y hubiese sufrido la influencia de la misma 20 • Pero Qumrán no consideraba el baño como un rito de iniciación. Las semejanzas se explican por la meditación de los 18. Acerca de esta cuestión, véase J. THOMAS, Le mouvement baptiste en Palestine et en Syrie. Para los mandeos, K. RuooLF, Die Mandiier, 1, Gotinga 1960. 19. Tesis de J. JEREMIAS, Le bapteme des en/ants pendant les quatre premiers siecles, trad. francesa, Le Puy 1967, p. 31·51. G. DELLJNG, Die Tau/e ... , ofrece una lista de los autores que han tomado posición contra esta dependencia, p. 51, n. 155. Véase también P. LUNDBERG, La typo/ogie baptismo/e dans l'ancienne Eglise, Upsala 1942, p. 221·222. 20. J. ScHMtlT, Simples remarqu~s sur le fragment Jo., XX, 22-23, en Mélanges Andrieu, Estrasburso 1956, p. 415-423.
30
Juan anuncia el bautismo «en el Espíritu y el fuego»
mismos textos proféticos, pero no permiten deducir una dependencia 21 • El origen del bautismo de Juan Bautista, considerado en toda la densidad de su contenido, hay que buscarlo principalmente en las profecías escatológicas del Antiguo Testamento y en la conciencia personal que el Bautista tiene de la inminencia de las realizaciones mesiánicas que él viene a proclamar 22 •
JUAN ANUNCIA EL BAUTISMO «EN EL ESPÍRITU Y EL FUEGO»
28
Juan distingue el bautismo provisional de agua que él administra, de un bautismo próximo «en el Espíritu y el fuego» 2 f. «El más fuerte» del que él habla y al que él anuncia es aquel que efectuará «el bautismo en el Espíritu». La oposición no está entre el agua y el Espíritu, ni entre un signo y otro, sino entre un bautizador y otro, entre una misión y otra. Entre los dos existe una diferencia de planos. El cometido de Juan y su bautismo reciben del Mesías y de su misión todo su significado. De hecho, los profetas habían situado los acontecimientos mesiánicos dentro del marco de un nuevo éxodo, en un Edén recobrado en el que los setenta ancianos del banquete de la alianza representasen a todas las naciones de la tierra. 1uan Bautista invita al 21. Cf. J. DELORME, l. c., p. 50-54. Asimismo los artículos de O. Betz y de J. Gnilka, en cRevue de Qumrán» 1 (1958) 213-234; 3 (1961) 185-207. 22. Así G.W.H. LAMPE, The Sea/ of the Spirit, 1956, p. 25-32. 23. Bibliografía: C.M. EosMAN, Le baptéme de feu, Lund 1940; A. HAMMAN, Le baptéme par le feu, en c~élanges de sciences religieuses• 8 (1951) 285-292; P. VAN lMSCHOOT, Baptéme de feu et baptéme d'eau, E.Th.L., 13 (1936) 653-666; J. THOMAS, Le mouvement baptiste, p. 69ss. El bautismo de fuego fue tomado a la letra por los judeocristianos (B. BAGATTl, L' E:g/ise de la Circoncision, p. 197) y por las sectas. Véase el estudio citado de Edsman. 24. Mt 3, 11: cen el Espíritu y el fuegoo; Me 1, 8: ccon Espíritu Santoo; Le 3, 16: cen el Espíritu Santo y el fuegoo. En modo al¡uno debe tomarse cel fuego• por simple doblete del cEspíritu Santo•. La imaa;en bíblica y escatológica del fuego expresa la misión de Cristo, quien, en la ofrenda última del calvario, lleva a cabo la redención universal, de la ~ue nacen la huma· nidad y el culto nuevo cen espíritu y en verdad». El Espíritu consuma en la Iglesia la obra efectuada por Cristo. Véase A. HAMMAN, o. c., p. 285-292.
31
El bautismo de Juari
pueblo al desierto, con miras a ese nuevo Éxodo conducido por el Mesías en persona 25 • Perdón de los pecados y efusión del Espíritu corren parejas en los textos proféticos, y más especialmente en Ezequiel 26 • Dichos textos describen la acción mesiánica como un crisol del que sale una creación nueva, un pueblo renovado. El libro de Joel, que desempeña un papel preponderante en la comunidad apostólica, describe la era mesiánica como un tiempo paradisíaco precedido por una efusiónt del Espíritu, una transformación universal, la reunión de todas las naciones 27 • «El bautismo en el Espíritu y el fuego» de que habla Juan Bautista describe la misión futura del Mesías. La imagen bíblica y escatológica del fuego, que en modo alguno debe tomarse por un duplicado del «Espíritu», expresa la obra de Cristo: él depura y transforma en el crisol redentor. En la ofrenda del calvario, la víctima libremente devorada por el fuego lleva a cabo la redención universal, de la que nace el pueblo nuevo y «el culto en espíritu y en verdad». Cristo mismo comparará su tarea, que le lleva al calvario, con un bautismo que él debe recibir 28 , con una prueba en la que va a ser sumido 29 • El Espíritu consuma en la Iglesia la obra efectuada por el Mesías.
25. Así M. DuTHEIL, Le baptéme de Jésus, en cLiber annuuso Jerusalón, 6 (1956) 86-89. Vóase también St. 8., ll, 86-87. 26. Er 18, 31; 36, 25-27 (LXX traduce el agua de la remisión); 39, 29. Véase tambión Is 32, 15; 44, 3; Zac 12, 10; JI 3, 1·2, en quien el tema del Espíritu está unido al de un retorno al Edén (JI 4, 18-21); Jubileos 1, 21, 23. 27. JI 3, 1-3: «Derramaré mi espíritu sobre toda carne.. Produciré signos ... sangre, fuego»; sigue la convocatoria de los pueblos para el cDía de Yahvehl) y la restauración de Israel en una era paradisíaca (4, 9-21). Compárese con Act 2, 17-21. 28. Me 10, 38; Le 12, 49-50. 29. Me 10, 39.
32
CAPÍTUW Ili
EL BAUTISMO DE JESúS POR JUAN BAUTISTA 1
El encuentro de Jesús y Juan a orillas del Jordán, y el bautismo recibido del Bautizador, señalan a la vez el resultado y el final de la misión de este último. La importancia del acontecimiento no escapó a la comunidad apostólica 2 • El hecho mismo hizo época y afe<::.ó a la catequesis primitiva 3 • Los tres sinópticos relatan el bautismo de Jesús por Juan 4 ; el cuarto Evangelio hace alusión, y presenta al Bautista como al principal testigo de la misión de Cristo ~. Lo hallamos de nuevo en los Hechos de los apóstoles o y en la literatura apócrifa 7 • He aquí los textos: l. Además de los estudios acerca del bautismo en el N.T. que comentan el bautismo de Jesús, el tema ha sido analizado por J. KossETTER, Die Taufe Jesu, Viena 1936 (abundante bibliografía); M. DuTHEIL, Le bapléme de Jésus, cLiber annuus» 6 (1956) 85-124, y despu
33 Hamman, Bautismo
~
El bautismo de Jesús por Juan Bautista ~arcos
Mateo (3, 13-17)
(1, 9-11)
Por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea.
Y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Entonces Jesús llega de Galilea al Jordán, y se presenta a Juan para que lo bautice a. Pero Juan quería impedírselo diciendo: Soy yo quien debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mi? Pero Jesús le contestó : Permítelo por ahora, porque es conveniente que así cumplamos toda disposición divina 9. Apenas bautizado Jesús,
Lucas (3, 21-22)
~ientras se bautizaba todo el pueblo
y Jesús, ya bautizado,
estaba . en oración,
Y en el momento de salir del agua 1 o, vio los cielos abiertos
u
y al Espíritu 12 que descendía sobre él
como
una
paloma 1a
salió en seguida del agua 10 y en esto se abrieron los cielos n y vio al Espíritu de Dios 12 descender y venir sobre él como
una
paloma 13,
se abrió el cielo
11
y el Espíritu Santo 12 descendió sobre él corporal forma en como una paloma 13,
8. El cuarto Evangelio, siempre bien documentado (Juan es discíoulo del Bautista) localiza el bautismo en Betania, en la orilla derecha del Jordán, a tres días de la otra Betania, patria de Lázaro y de sus hermanas. Se trata de una localidad situada rio arriba, a la altura de la Galilea. Orísenes hizo de Betania· Betabara, sin fundamento. La localización cerca del mar Muerto está inspirada por el paralelismo de los dos éxodos. Jesús hace de nuevo las etapas del pueblo de Israel. 9. Acerca del cparéntesis• de Mateo, 3, 14-15, y su origen, véase M. DUTHEIL, l. c., p. 109-112. 10. En Marcos y Mateo, la manifestación del cielo va unida a la salida de Jesús del aaua, es como la explicación del doble movimiento que compone el bautismo de Jesús. JI. Véase Is 63, 19, símbolo de la era de aracia escatológica. ThWNT, v, 529, vn, 962. 12. El descenso del Espíritu es un signo escatolóaico (Th WNT, VI, 397 -399) unido a la misión del Siervo, Is 11, 2 (= In 1, 32-33). El judaísmo ve al Mesías lleno del Espíritu: Hm eth 49, 3; 62, 2; Test Lev 18, 7; Test Jud 24, 2; cf. ThWNT, \'1, 382. 13. El símbolo de la paloma para el Espíritu es tardío, pero bastante frecuente. ThWNT, VI, 67-69.
34
El bautismo de Jesús por Juan Bautista y una voz de los cielos: Tú eres mi Hijo amado; en ti me he complacido 14
mientras de los cielos salió una voz: Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido
y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo,
yo mismo te he engendrado hoy 1~.
La historicidad del acontecimiento es indiscutible. El bautismo de Jesús por Juan pertenece a la tradición mejor atestiguada, aunque su transmisión sinóptica plantea problemas al exegeta. Comparando los relatos de Marcos y de Mateo, es visible que éste ha retocado el texto para justificar el bautismo de arrepentimiento que Jesús ha recibido y sacar en claro, de la situación subalterna de Jesús frente a Juan, la superioridad de Jesús, debida a su misión mesiánica. El relato de Lucas hay que reinstalarlo en el contexto de su Evangelio y de los Hechos, donde se repiten y se aclaran determinadas alusiones que le son propias 10 • El acontecimiento referido se compone de tres elementos que forman un todo: la solidaridad de Jesús con los bautizados, las palabras declarativas venidas del cielo, la manifestación del Espíritu. La escenificación recuerda las de las misiones proféticas, y está centrada sobre la realización definitiva y escatológica de todas las promesas en el Mesías presente.
14. Marcos y lucas parecen ref..:rir la forma pnmUiva, que se dirige a Cristo. A!usión a Is 42, 1 (= Mt 12, 18). el primer canto del Siervo. Estas palabras expresan la elección: «Yo te he elegido como el Siervo»; ThWNT, 11, 738; O. CuLLMANN, Le baptiml' .. , p. 14, supone que el substrato semítico sería ebed. 1~. Lección D. que se halla de ntiC\o'O en Justino, Clemente. Evangelio de los ebionitas, Orígenes. y atestigua la divinidad do Jesucristo, véase Act 13, 33; Heb 1, S; S, S. M. Dutheil le da preferencia y la razona, l. c., p. 100-102. Esta lección D es aceptada g~neralmemc y retenida por la Sinopsis de Jos cuatro Evangelios de P. Benoit- M.E. Boismard. 16. Véase M. DuTHEIL, l. c., p. 112·118. Hemos utilizado ampliamente este trabajo.
35
l.
LA SOLIDARIDAD DE JESÚS.
Lucas es el único en poner de relieve el carácter colectivo del bautismo de Jesús: «Mientras se bautizaba todo el pueblo, y Jesús, ya bautizado ... » Antes hemos visto que el bautismo de Juan representaba un movimiento de masas. Lucas lo afirma explícitamente. Jesús no se separa de los pecadores a los que viene a salvar, sino que forma cuerpo con ellos. Se agrega a la comunidad reunida por el Bautista, la cual debe componer el nuevo Israel. Esta solidaridad da a su investidura mesiánica su verdadera dimensión. Es posible que algunos interpretasen el bautismo de Jesús como una confesión de culpabilidad o como una inferioridad frente al Bautista. Estas objeciones pudieron provocar el diálogo relatado por Mateo, y sólo por él, para disipar todo equívoco. En dicho diálogo, Juan confiesa su inferioridad. Jesús le responde: «Permítelo por ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia» 17 • Juan y Jesús están, uno y otro, tomados dentro de una misma economía, en la cual, en ·planos diversos, pero en continuidad, se inscriben sus misiones respectivas, hasta que las disposiciones divinas hayan alcanzado su perfección. Este texto oscuro podría ser una alusión a la misión del Servidor en la pasión, en la que se realiza lo que la solidaridad con el pecado del mundo había significado en el bautismo: Jesús tiene que ejecutar la justicia universal o la justificación de todos. Su bautismo en los comienzos de su vida pública preludia el acontecimiento que señala la consumación de la misma: el bautismo que él ha de recibir, en el que «se realiza» la misión recibida.
17. Para la interpretación de este difícil Les justes et la justice, Lovaina 1950, p. justice: la rencontre de Jésus PI du Baptiste, ve en este pasaje una alusión a la obra del
pasaje, habrá que remitirse a A. DESCA.MPS, 112-118; A. FRIDRICHSEN, Accom¡;lir toute en RHPR, 7 (1927) 245-252. Osear Cullmann calvario: Le baptlme, p. 1!1.
36
JI.
LA ENTRONIZACIÓN MESIÁNICA.
La intervención del cielo («los cielos se abrieron», la voz, el Espíritu) está unida al bautismo de Cristo. Distingue a Jesús en medio de los demás bautizados, proclama e inaugura su misión mesiánica. La escena se presenta como la consagración pública y solemne de su misión profética, regia y mesiánica ~ 8 • Los profetas se beneficiaron de visiones, pero Jesús es EL profeta, es el término y el cumplimiento de todas las promesas, es el servidor prometido por los cantos de Isaías al oprobio y a la gloria. Lucas le aplica, con la comunidad apostólica, la profecía regia de David. El Padre afirma la filiación del Mesías: «Yo mismo te he engendrado hoy» 19 • Venida del cielo, la voz proclama solemnemente la condición y la misión de Jesús. Estas palabras contienen el núcleo del mensaje que él va a predicar.
111.
LA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU.
Los tres evangelistas describen el Espíritu, que desciende, en forma de paloma, sobre Cristo, cuando éste sale del Jordán. Juan lo menciona a su vez, y añade: «permanece sobre él» 20 , con el fin de precisar la permanencia de la condición mesiánica y del orden inaugurado por Cristo. Para todos, Jesús recibe en el bautismo el Espíritu en plenitud, lo cual consuma y expresa su consagración mesiánica. Los tres sinópticos explotaron este último rasgo de dos maneras complementarias. La primera es común a los tres relatos: la venida del Espíritu sobre Jesús manifiesta el poder salvífico y 18. El libro de los Hechos parece reflejar la tradición primitiva. en la que el bautismo de Jesús es concebido como una unción: Act 10, 38-40. 19. Compárese Le 3, 23 D y Act 13, 33, que utilizan Sal 2. 7. Véase también J. DUPONT, Études sur les Acres des Apótres, París 1967, p. 294-297. 20. Acerca de la importancia de esta noción, véase M. DuTHEIL, l. c .. 99·100. Jn 1, 33. en quien la expresión significa inmanencia y reciprocidad. Véase ThWNT, JV, 58.
37
El bautismo de Jesús por Juan Bautista
creador de Dios. Lleno del Espíritu, el Siervo de Yahveh realiza el programa de salvación anunciado por «los cantos», arranca a la humanidad de la servidumbre 21 de satanás y restaura la soberanía de Dios. Esta obra, inaugurada y significada en el bautismo, se efectuará, a través de la prueba de la _pasión y la muerte, en la condición gloriosa que Cristo revestirá en su exaltación. El simbolismo de la paloma que planea sobre las aguas del Jordán pone en evidencia la acción creadora de Jesús 22 • El Espíritu que planeaba sobre las aguas del caos primitivo anuncia la creación renovada y la nueva criatura de la que él es a la vez el tipo y el mediador. La humanidad de los tiempos nuevos inaugura los tiempos de la paz y de la reconciliación universales 28 • En Lucas, el relato del bautismo va seguido de la genealogía de Jesús, que se enraíza en David y en Abraham, y, más allá de estos dos antepasados, en Adán y en Dios 24 • Fiel a los temas, familiares a san Pablo, del Cristo nuevo Adán y último hombre del mundo nuevo, Lucas «quiere hacernos palpar en Jesús la réplica de Adán, salido como él directamente de las manos del Creador e investido de una vocación semejante» 2 ~. La obra mesiánica reanuda y consuma la creación primera; su acción se extiende al cosmos entero. La eficacia de esta obra mesiánica, conducida por el Espíritu de Dios y comenzada en el bautismo, aparece en la victoria pascual de Jesús 26 • El bautismo de Cristo (como la transfiguración) preludia ya la gloria de Dios que compartió el Elegido de Yahveh. «Bautismo y resurrección-exaltación se corresponden: cada uno 21. Es de advertir que inmediatamente después del bautismo, Jesús se va a enfrentar con el demonio en el desierto. Véase nuestro Mystere du salut, París 1954, p. 77. 22. Gén 1, 2. Véase también 7, 21 - 8, 12. 23. En los Padres volveremos a ver, desarrollado, este tema. 24. Le 3, 23-38, especialmente 38. 25. M. DuTHEIL, l. c., p. 96. en la apócrifa Vida de Adán y Eva (6), Adán pasa cuarenta días en el Jordán para reconquistar su condición edénica. 26. No habría que perder de vista la unidad indisoluble de la muerte y la resurrección. La victoria corona la lucha, pero la pasión misma lleva a Cristo a su glorificación, como explica el evangelio de Juan. El tema del bautismo está en relación, a la vez, con el sufrimiento y con la entronización de Cristo. Véase H. RIESENFELD, Jésus transfiguré. Copenhague 1947, p. 272.
38
El mandato de bautizar
llama al otro y contiene en germen todos los efectos del otro» 2 ~ Para la comunidad apostólica, el Espíritu que invadió a Cristo, cabeza del nuevo Israel, prolonga su acción en la comunidad reunida en torno al Resucitado, núcleo de la comunidad escato· lógica, que e·s la Iglesia. En la comunidad, el Espíritu se manifiesta como un poder de regeneración y de vida renovada. Los Hechos 28 ponen de relieve esta maravillosa continuidad, desde las promesas hasta las realizaciones 29 •
IV.
EL MANDATO DE BAUTIZAR DESPUÉS DE LA RESURRECClÓN DE JESÚS.
El cuarto Evangelio es el único en referir que Jesús, o más exactamente sus discípulos, habían bautizado en un momento determinado 3 (). Observación que quizá responda a una preocupación< apologética. La prolongación del bautismo de Jesús hay que buscarla en el cumplimiento de su misión mesiánica, en la remisión de los pecados, en la instauración de la soberanía de su Padre. Toda esta actividad está cada vez más intensamente orientada hacia la «hora» decisiva y el «bautismo de sangre», en que se realizará en la muerte su obra redentora y mesiánica 31 • Después de su resurrección, será mediante el bautismo como los hombres podrán recibir la remisión de los pecados y la renovación en el Espíritu. Marcos y Mateo rooeren que el Resucitado (en Marcos, el día mismo de su resurrección) confió a los Once la misión de evan· 27. M. DUTHEIL, l. c., p. 94. 28. Act 2, 17-21; JI 3, 1-5; Act 3, 1-13. 29. Como veremos, la tradición primitiva ve en el bautismo de Jesús la fiaura de su descenso a la muerte y de su subida salvífica: cf. Ignacio, Ep., 18, 2; Melitón, fragm. VIII, ed. o. Perler, se 123, p. 320-322. Para el tema del descensus a las aguas, véase P. LUND· BERG, La typo/ogie baptisma/e tlans /'ancienne Eglise, Upsala 1947., p. 168-178. 30. Jn 3, 22-23; 4, 1-3. Acerca de la exégesis de este texto, véase A. FRJDRJCHSEN, Eg/ise et sacrement dans le Nouveau Testament, RHPR, 17 (1937} 352, y sobre todo H.G., MAIISH, The Origin and Signiflcance ot the New Testament Baptism, Manchester 1941, p. 109-126. 31. Le 12. 50; Me 10, 38.
39
El bautismo de Jesús por Juan Bautista
gelizar el mundo. De una y otra parte, la extensión universal de esta misión es corroborada vigorosamente: «
32. Me 16, 16. Acerca de la autenticidad, véase la nota crítica de J. Huav, L'évanglle selon S
40
CAPÍTULO IV
LOS HECHOS DE LOS APóSTOLES 1
Nunca se ha de perder de vista la continuidad entre el tercer Evangelio y los Hechos de los Apóstoles, que formaban originariamente una misma obra, dirigida A Teófilo. La historia de la Iglesia empieza como la vida pública de Jesús e incluso su simple vida humana tal como la relata Lucas; en todo ello opera el Espíritu Santo 2 • Los Hechos anotan la continuidad que existe entre el bautismo que recibe Jesús del Bauti~a y el Pentecostés: «Porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo dentro de pocos días» 3 • La efusión del Espíritu Santo es, pues, un bautismo: los apóstoles serán inmersos en el Espíritu. La imagen pone más de relieve la acción santificadora que la acción purificadora. De otra parte, los dos elementos unidos por Jesús en el 1ordán - descenso al agua y efusión del Espíritu l. En cuanto a la bibliografía, importa consultar lo~ estudios del bautismo en el Nuevo Testamento, todos los cuales se extienden en esta cuestión. Numerosas sugerencias en J. DuPO!'
41
Los Hechos de los apóstoles
están desunidos para los apóstoles y para todos aquellos que han reCibido el bautismo de Juan y «el bautismo para el perdón de los pecados». Lucas se preocupa incesantemente de señalar esta distinción. Tres elementos componen el bautismo cristiano en los Hechos, parcialmente en continuidad con el bautismo de Juan: la remisión de los pecados, el acontecimiento de Jesús rechazado por los judíos, crucificado bajo el gobierno de Poncio Pilato, resucitado por el Padre, convertido en Señor en la gloria divina, de una parte, y de otra, el acontecimiento del Pentecostés, que, para lo sucesivo, liga el Espíritu a la Iglesia y a sus instituciones. Las tres componentes se sitúan en el interior de una misma economía, dentro del desarrollo de la historia de la salvación. Las tres se anudan en la unidad de la iniciación cristiana. Todo análisis debe tener en cuenta, a la vez, la unidad y la distinción de dichas componentes.
EL BAUTISMO DE AGUA.
l.
Para Cristo, hubo simultaneidad entre el bautismo de agua y la efusión del Espíritu. Los discípulos. los apóstoles, que todos habían recibido el bautismo de Juan «para el. perdón de los pecados», recibieron el Espíritu en el Pentecostés 4 • En la comunidad apostólica, por el contrario, el bautismo comprende generalmente en primer lugar el rito de la inmersión «para el perdón de los pecados». Pero no hay que perder de vista que el Espíritu remite los pecados (Jn 20, 22). Si, de las orillas del Jordán a Jerusalén, el rito sigue siendo el mismo, su significado ha cambiado: la profecía se ha hecho realidad, gracias a la obra de Jesús; el bautismo, cristiano en lo sucesivo, es una participación en la salvación de Cristo y en la acción de su Espíritu. El caso de los discípulos de Juan Bautista, 4.
Act 2, 1-4. Véase también W.F. FUMINGTON, o. c., p. 42.
42
El bautismo en nombre de Jesús
de Éfeso, con los que se encontró el Apóstol, muestra la suces10n y la progresión del bautismo de Juan al don del Espíritu 5 • Más oscura es la historia de Apolo, quien parece no haber recibido más que el bautismo de Juan para el perdón de los pecados. En el fervor del Espíritu G, «enseñaba con exactitud lo concerniente a Jesús» 7 • Queda el hecho de los cristianos que mantienen la confesión de los pecados y el bautismo de agua que expresa la ablución de los mismos.
11.
EL BAUTISMO EN NOMBRE DE JESÚS.
El bautismo de agua es administrado en la comunidad apostólica «en nombre de Jesús» 8 , lo cual expresa y afirma el paso de la profecía a la realidad. Cristo ha venido y nos ha traído la salvación. Y consuma su obra con el envío del Espíritu, el día del Pentecostés. El libro de los Hechos describe el desarrollo de la evangelización. Ésta empieza con la proclamación de la venida del Mesías; la predicación se termina con la invitación al bautismo. Los Hechos refieren casos en que este proceso es reducido al mínimo. Por ejemplo, el del eunuco de la reina Candace 9 • El diácono Felipe le anuncia a Jesús. Llegado a un lugar en que había agua, el eunuco dice: «Aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?» Juntos bajan al agua 10 • Y el diácono lo bautizó. Lo cual significa, verosímilmente, que pronunció una fórmula bautismal. El relato es aquí verdaderamente elíptico, y en 5.
Act 19, 1·6. Alusión verosímil al Espíritu Santo. Cf. Rom 12, 11. 7. Act 18, 25. ~Act 2, 38; 10. 4~; 1'1. 5; 22. 16; cf. 1 Cor 1, l. 15; 6. 11; Gá1 3, 27; Rom 6. 3. La fórmula no refrenda necesariamente la fórmula bautismal. En los Hechos no se habla por ninguna parte de una fórmula trinitaria. Por otra parte. la profesión de fe en Cristo i:1cluye una confesión trinitaria. 9. Act 8, 26-39. JO. No parece que se tratase de una inmersión total. Por otra parte. no hay agua profunda en todo el recorrido. Este es el úni::o relato que proporciona algunos detalles relativos a la administración dd sacramento. ó.
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l
Los Hechos de los apóstoles
él no se habla de una confesión explicita, ni tampoco de la efusión del Espíritu. Los Hechos nos ofrecen en otros pasajes extractos 11 de la catequesis bautismal e incluso el bosquejo completo 12 • En este libro, la salvación ocupa un lugar considerable, siempre en referencia a Jesucristo, a su persona más aún que a su doctrina. Jesucristo es presentado como viviente. Los prodigios en la comunidad son el signo de su presencia y de su acción victoriosa 13 • Él está en la cumbre de la historia profética a, en el centro del destino del mundo 15 • Él es la salvación y el autor de la vida para todos los hombres 16 • El cristianismo no es tanto una religión nueva como una persona en acción. La respuesta de los oyentes a la palabra que reciben es la fe. Ésta consiste en acoger el mensaje traído por Jesús. Puesto que Cristo es el objeto central del mensaje, él es el objeto exclusivo de la fe. Creer es adherirse a Cristo como Señor, por una conversión de todo el ser. En todos los testimonios de los Hechos, la fe es mencionada como la disposición inmediata para recibir el bautismo: hay que creer para ser bautizado 17 • Aquellos que abrazan la fe reciben el bautismo de agua. El rito es a la vez público y litúrgico: expresa la fe y concreta los frutos de la misma. Aquellos que son bautizados se unen a los apóstoles 18 y vienen a engrosar la comunidad reunida por ellos, según la palabra del Señor y bajo la acción del Espíritu. El bautismo efectúa la incorporación al pueblo mesiánico. Significa y sella públicamente el compromiso personal del candidato, que por la fe da testimonio, con todos los creyentes, del señorío del Resucitado.
11. 12. 19. 2-5. 13. 14. 15. 16. 17. 18.
Act 2, 14-39; 3, 12-26; 8, 31-38. Act 10, 37-43. Véanse también las predicaciones de Pablo: Act 16, 31-32; 17, 22-31; Act Act Act Act Act Act
2, 14-29. 3, 18. 21. 24. 25. 3, 20-21. 3, 15. 2, 41; 8, 12. 37; 16, 15; 16, 33; 18. 8. 5, 13; cf. 14; 17, 34; 9, 26.
44
111.
EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU.
Los Hechos afirman vigorosamente que el Espíritu Santo es dado a la Iglesia y que él la conduce. Esta donación es la consumación de la misión de Jesús. Así pues. el bautismo cristiano está tan ligado a la venida del Espíritu como a la venida de Jesús. El Pentecostés consuma la realización de las promesas proféticas -como dice Pedro a Jerusalén 19 - , inaugura el bautismo en el Espíritu. El mismo Apóstol describe los elementos constitutivos de la iniciación cristiana: «Convertíos, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de Jesucristo para remisión de sus pecados, y entonces recibiréis el don del Espíritu Santo» 20 • El don del Espíritu está, pues, íntimamente ligado al bautismo. Normalmente, el bautismo «en nombre de Jesús» da el Espíritu Santo. No obstante, los Hechos subrayan la libertad de Dios y del Espíritu 21 • Éste, si prescribe unos ritos, no está sometido a ellos ni obligado a pasar por ellos. El don del Espíritu no está necesariamente ligado al bautismo: puede precederlo, como en el caso de Cornelio 22 , o seguirlo a alguna distancia, como en el caso de los samaritanos 23 • Por otra parte, no está claro en qué medida coinciden el don del Espíritu y el don de los carismas. En varios casos z\ el Espíritu es dado mediante la imposición de manos, unida a una oración. Este rito, tomado del Antiguo Testamento, es polivalente en los Hechos. Puede significar una misión en la Iglesia. Más a menudo, acompaña - tanto en los Hechos como en la epístola a los Hebreos- a la administración del bautismo. Sin embargo, resulta sorprendente que el apóstol Pablo no haga mención alguna de la imposición de manos postbautismal, y, además, una el don del Espíritu al bautismo mismo. No habría que forzar en exceso los dos ejemplos en los que 19. 21. 22. 23. 24.
Act 2, 16-28. 20. Act 2, 38. E. SCHWEIZER. n.wNT, "'· 411. Véase más adelante, la Confirmaci6n, p. 209. Act 10, 44. Act 8, 15. Act 8, 5-25; 19, 1·6; cf. Heb 6, 1-2.
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Los Hechos de los apóstoles
los Hechos distinguen la imposición de manos del bautismo. Posiblemente se trataría de hechos excepcionales, que señalarían una etapa en la evangelización de la Samaría o de Éfeso. Bautismo y don del Espíritu no parecen primitivamente disociados, sobre todo cuando los carismas daban testimonio de la presencia del Espíritu 25 • Como se ve en la epístola a los Hebreos, se abría paso una tendencia a distinguir bautismo e imposición de manos, tendencia que fue contenida, al parecer, por la teología paulina 26 • En conclusión: la comunidad apostólica practica el bautismo de agua, «en nombre de Jesucristo» o «en nombre del Señor Jesús», mediante el cual son perdonados los pecados y es dado el Espíritu, ya sea directamente, ya sea con la imposición de manos unida a una oración. De este modo, el candidato, en ocasiones una familia entera 27 , forma parte de la comunidad mesiánica, en la cual el Señor reúne a los miembros de la nueva alianza, bajo la acción del Espíritu.
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25. H. Schlier, por ejemplo, quisiera ver en la imposición de manos relatada en los Hechos, no el don del Espíritu, sino el Espíritu de los carismas, Die Zeit der Kirche, Friburgo 1956, p. 116. Véase, más adelante, la Confirmación. 26. Resumimos el artículo Handau/legung de J. COPPENS, en Hiblisch-Historisches HandwOrterbuch. 2, 635, en el que el autor ha matizado mucho las posiciones de su tesis: L'imposition des mains et les rites connexes dans le N.T. et dans L'ancienne J;glise, Gem· bloux 1925. 27. Tal es el caso de la casa de Comelio, Act 10, 44; de Lidia, Act 16, 15; del carcelero, Act 16, 31. 34; de Crispo, jefe de la sinagoga, Act 18, 8.
46
CAPÍTULO V
LA TEOLOGíA PAULINA 1
Si los evangelios sinópticos y los Hechos presentan ante todo unos testimonios históricos de la liturgia primitiva, las epístolas de san Pablo proporcionan la primera elaboración de una teología del bautismo. Las controversias que suscitó su enseñanza 2 muestran la densidad del problema y el lugar que el bautismo ocupa en la teología paulina 3 • l. Bibliografía: L. CERFAUX, Le chrétien dans la théologie paulinienne, París 1962, p. 303-306, en nota bibliográfica detallada; G. DELLING, Die Zueignung des Heiles in der Taufe, Berlín 1961; W.T. HAHN, Das Mitsterben und Mitauferstehen mit Christus bei Pau/us, Gütersloh 1937; D. MoLLAT, Symbolismes baptismaux chez sainr Paul, en «Lumiere ct Vie», 26; R. ScHNACKENBllRG, Das Heilsgeschehen bei der Taufe nach dem Apostel Paulus, Munich 1950; Id., Todes- und Lebensgemeinschaft mit Christus, en «Münchener Theologische Zeitschrift» 6 (1955) 32-65 (que matiza algunas posiciones de su tesis); J. ScHNE.IDER, Die Passionsmystik des Paulu.s, ihr Wesen, ihr Hintergrund und ihr Nachwirkung, Leipzig 1929; E. TOBAC, Le probli!me de la justification dans saint Paul, Lovaina 1941; L. VILLE:ITE, Foi et sacrement, París 1, 1959, p. 32-76. 2. Se hallan resumidas en L. VILLETTE, Foi et sacrement, 1, p. 32-35. 3. He aquí el inventario de los textos que ciertamente tienen relación con el bautismo: Rom 6, 1-11; cf. 10, 9 1 Cor 1, 13-17; 6, 11; 10, 2; 12, 13; 15, 29; 2 Cor 1, 21-22. Gál 3, 27; cf. 2, 19-20; 5, 24; 6, 14-15. Ef 1, 13; 4, 5; 4, 30; 5, 26; cf. 2, 4-8. Col 2, 11-13. 20; 3, 1-4. Tit 3, 5. Heb 6, 1-5; 10, 19-20.
47
La teología paulina
La reflexión del Apóstol se sitúa en el interior de una enseñanza recibida de la comunidad apostólica, en la que su apostolado prolonga, como relatan los Hechos, el de Pedro. Lejos de oponer su «bautismo en Cristo» al «bautismo en nombre de Cristo», importa considerarlo en conexión con él, como un esfuerzo de profundizamiento. La teología paulina se beneficia de la experiencia espiritual del Apóstol. A las puertas de Damasco, Pablo fue repentinamente asido por Cristo \ arrancado a un mundo religioso y lanzado bruscamente a una vida nueva, que representaba una inversión total de los valores 5 , una nueva creación 6 , operada en él, como en todo cristiano, por Cristo Jesús 7 • Para describir esta transfiguración que se opera por la fe y el bautismo, Pablo recurre preferentemente a las imágenes antitéticas, a veces espaciales 8 , más a menudo temporales: las dos esferas, los dos eones, antaño-ahora, cada una de las cuales quiere abarcar la totalidad de la humanidad, del universo y de la historia: los dos Adanes, tinieblas-luz. vida-muerte, carne-espíritu. «El bautismo constituye la frontera entre esas dos edades» o entre esos dos mundos que se enfrentan y se oponen 9 • La simbólica paulina traduce esta dialéctica espiritual por la imagen del baño que purifica, de la sepultura mística, muerte al hombre viejo y regeneración del hombre nuevo, arrancamiento a las tinieblas e iluminación en el Señor.
4. parido 5. 6. 7.
1 Cor 15, 8. Habría que traducir, no ca mí, como a un aborto», sino ca mí, antes de tiempo», y por tanto violentado. Cf. 1 Cor 9, 1; Flp 3, 12. Flp 3, 7-8. Ef. 5, 9; 2 Cor 5, 17. Ef 2, 10; Gál 6, 15. X. Col 1, 13. 9. Cuestión bien analizada por G. Thils en un notable opúsculo, Pour mieux comprendre saint Paul, París 1942, p. 17-28.
48
EL BAUTISMO EN CRISTO JESÚS.
Pablo proporciona la enseñanza sobre las relaciones entre el bautismo y el misterio de Cristo en un texto capital: Rom 6, 3-7. ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo Jesús 10 , fue en su muerte donde fuimos sumergidos? Pues por medio del bautismo fuimos juntamente con él sepultados en su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos n en una vida nueva. Porque, si estamos injertados en él12, por muerte semejante a la suya u, también lo estaremos en su resurrección. Comprendamos bien esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado junto con Cristo, a fin de que fuera destruido el cuerpo del pecado, para que no seamos esclavos del pecado nunca más. Pues el que una vez murió, ha quedado definitivamente liberado del pecado 14 •
En este texto, en el que Pablo evoca la enseñanza recibida, se percibe, junto con la catequesis, el eco de su propia experiencia. El Apóstol utiliza la expresión que le es tan grata: «bautizados en Cristo», para describir la acción sacramental 15 • 10. Igual expresión. Gál 3, 27. Pablo conoce la expresión de los Hechos, 1 Cor 1, 13. Véase R. SCHNACKI.:.NHURG, o. c., p. 15-25. Hay que advertir que Ja preposición dr; sefiala un movimiento, una acción. Se trata de la acción sacramental. 11. Verbo que significa a la vel vivir y progresar. 12. Expresión paulina difícil de traducir: «animados del mismo pnnc1p10 vital», «injertados en t.!l» (F. Prat). en la que se adivina la imagen del injerto, Rom 11, 17-24. 13. El término original hay que tomarlo en este sentido concreto. Ver en él una idea platónica es c:un anauonismo», dice R. Schnackenburg, o. c., p. 48. O. Casd ha querido montar su teoría del misterio sobre esta expresión. 14. Es ilustrativo comparar con este texto Col 2, 11-13: c:En él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por mano de hombre, sino con el despojo de vuestro cuerpo carnal: la circuncisión de Cristo. Sepultados juntamente con él por el bautismo, sois también resucitados por él mediante la fe en el poder de Dios, que lo ha resucitado de t:ntre los muertos.» 15. Se plantea una cuestión que ya ha sido abordada: ¿Pablo apunta no solamente al misterio, sino al rilO bautismal. y mús precisamente al rito de inmersión. en Rom 6, 4: cHemo-; ~ido sepul:ados con él, por medio del bautismo, en la muerte»? La respuesta fue comúnmente afirmativa en el siglo IV, pero la realidad es muy otra. Ninguna alusión a todo lo largo del siglo u. como ha demostrado A. BENOJT, Le baptime au 11 siecle. l'arís 1953 La teología paulina no depende en modo alauno de la religión mistt!rica, sino del pensamiento judaico y del kerygma de Cristo muerto y resucitado. Así pues, y pese a todo
49 -famman. Bautismo ·1
El bautismo en Cristo ]¿sús
Él explica el bautismo como una participación en la muerte, en la sepultura y en la resurrección de Cristo 16 , participación no solamente moral, sino real, no solamente espiritual, sino ontológica. Pablo opone las dos cabezas religiosas de la humanidad: Adán, que tr~.e el pecado y la muerte, el nuevo Adán, que trae la gracia y la vida. La nueva economía se anuda, como la antigua. por la inclusión de la humanidad [pecadora] en Cristo, traducida por el o-uv paulino. Solidaria de Cristo, porque éste es solidario de los hombres, la humanidad en él y por él ha sido crucificada y enterrada y ha resucitado. Muerte y resurrección son las fases de una misma acción histórica. Lo que se efectuó una vez 17 , en beneficio de la humanidad entera, se efectúa para nosotros en y por Cristo. El sacramento hace presente y activa para el catecúmeno la obra de la redención. En un mismo movimiento, una misma acción, un drama único, muere «el cuerpo de pecado», es enterrado el cuerpo heredado de Adán, y resucita el hombre nuevo en una existencia nueva. La obra salvífica es la repetición del Génesis, cuyo relato es subyacente al paralelismo paulino, aquí y en otros textos. Los bautizados ya no viven para lo sucesivo en Adán, pues el cuerpo de pecado ha sido destruido en la cruz, sino que están incorporados a Cristo, el Adán nuevo, como criaturas nuevas. El bautismo es, pues, con la fe, la causa eficiente de la salvalo que se haya dicho al respecto, en Pablo no hay que buscar alusión al rito de inmersión. Tanto más cuanto que no está probado que el bautismo se administrase por inmersión total. La inmersión total es rara y secundaria; por tanto, no puede dar luaar a un simbolismo fundamental. La efusión del agua, practicada al ~arecer por el Bautista, y atestiguada por la Didakhc, no da motivo apenas para ese simboJismo. Como veremos, los baptisterios eran construidos en el sialo JJI de manera que permitiesen una travesia. Véase el sugestivo artículo de E. STOMMEL, Chri.
AStEY-MURRAY. Baptlsm in the New Testament, p. 127-216. R. Schnackenburg, que en su tesis se muestra todavfa vacilante, en el artículo antes citado niega netamente toda alusión, en Rom 6, 4, al rito bautismaL Esta es justamente nuestra opinión. Véase también, en el mismo sentido. W.H. DAVJES, Paul and Rabbinlc Judalsm, Londres 1947, p. 88. 16. Una lectura atenta del texto muestra que Pablo rebasa cualquier paralelismo entre el bautismo y el misterio de Cristo, pues este último corresponde n tres tiempos y se descompone en tres movimientos: R. SCHNACKENDURG, o. c., p. 30. 17. Pablo emplea el aoristo. que es ei tiempo narrativo de un acontecimiento histórico.
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El bautismo en el Espíritu Santo
c1on. Lo primordial en él no es la experiencia del hombre sino el acontecimiento que se efectúa en el bautizado, por el sacramento, de una manera real, objetiva. El Apóstol no habla aquí de la fe, de la que ha tratado anteriormente 18 (Rom 3-6). En su teología. fe y bautismo están inextricablemente unidos. El bautismo es el rito en el que los fieles confiesan a Cristo como Señor 19 • Sólo por su relación interna con el bautismo se hace eficaz la fe. Ésta conduce al bautismo, y conserva todo su significado más allá del rito otorgado de una vez para siempre ~ 0 . Pues la vida del cristiano es una vida en la fe. Por ella, Cristo permanece en los corazones de los cristianos. «En efecto, todos los que fuisteis bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo» ~ 1 •
ll.
EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO.
Pablo, en otra línea de su pensamiento. complementaria cíe la precedente, habla del bautismo en el Espíritu Santo 22 , junto al bautismo en Cristo Jesús. En el bautismo, el neófito recibe el Espíritu Santo y un espíritu nuevo, que es «un espíritu de vida» ~". «Un espíritu de fe» 24 • ¿Qué relación existe de uno a otro tema? Nadie duda de que el Espíritu es dado en el bautismo. Vivir en Cristo y vivir en el Espíritu son expresiones, para Pablo, sinónimas, hasta el punto de que él emplea indiferentemente y como equivalentes las expresiones el Espíritu de Dios 25 y el Espíritu de Cristo 26 • Así pues, en el bautismo, el neófito recibe el Espíritu Santo, que no es otro que el Espíritu de Cristo. El Espíritu Santo es el 18. Véase R. SCHNACKENBURG, l. c., p. 45. Otros textos paulinos: Rom 5, 10. 21; 1 Coi' 15, 21-49; Ef 5, 31; 2. 14-18; Col 3, 9-10. Véase acerca de la cuestión: L. CERFAUX, Le Christ dans la théo/ogie de saint Pau/, París 1951, p. 176-188; A. FEUILLET, Le Christ, Sagesse de Dieu, París 1966, p. 223-224; 327-332; 333-339; 345-346. 19. Rom 10, 9. 20. R. ScHNACKENBURG, o. c .• ¡>. 120. 21. Gál 3, 27. Cf. Gál 2, 20; Ef 3, 17. 22. 1 Cor 12,' 13; 2 Cor 1, 21; Ef 4, 4; cf. Ef 1, 13; Tit 3. 5. 24. 2 Cor 4. 13. 23. Rom 6, 2. 25. Rom 8, 9. 10. 11. 14. 26. Rom 8, 9; 2 Cor 3, 18; Gál 4, 4; cf. Flp 1, 19.
51
La teología pa¡¡/ina
primer don recibido. La vida en Cristo es idéntica a la vida en el Espíritu 27 • Pablo utiliza gustosamente ·la imagen del sello para traducir el don del Espíritu en el bautismo y el rito entero 28 , que constituye al fiel en su condición nueva de hijo, de heredero de la promesa 29 • La presencia activa del Espíritu posee un significado a la vez personal y comunitario. Ella imprime al bautizado su carácter de santidad y de pertenencia al pueblo de Dios. El Espíritu aporta al mismo tiempo las arras, que anuncian y garantizan la posesión definitiva de la herencia escatológica.
III.
BAUTIZADOS PARA FORMAR UN SOLO CUERPO.
El bautismo en el Espíritu nos descubre a la vez la dimensión colectiva y escatológica de la fe. «Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu para que formásemos un solo cuerpo, y a todos se nos dio a beber un solo Espíritu» 30• Pablo recurre a la tipología del pueblo del Éxodo y de la circuncisión, utilizando un acontecimiento y una institución. Él ve, en la travesía del mar Rojo y en los elementos que la componen, la profecía del bautismo y de la eucaristía, los dos sacramentos de la iniciación cristiana. «No quiero, hermanos, que ignoréis esto; nuestros padres estuvieron todos bajo la nube; todos atravesaron el mar; y todos, en la nube y en el mar. fueron bautizados en 31 Moisés» 32 • La figura bíblica se presenta como un acontecimiento colectivo: la comunidad del desierto y del Éxodo (todos, repetido tres veces) 27. Rom 8, 2. 28. 2 Cor 1, 21; Ef 1, 13; 4, 30. Véase l. DE LA POTI'ERIE, La vie selon l'Esprit, París 1965, p. 110·126. 29. «Habéis sido sellados con el Espíritu de la promesa.» Ef 1, 13. 30. 1 Cor 12, 13. 31. Preposición d;, que señala el movimiento hacia, la misma que Pablo utiliza simétricamente para el bautismo en Cristo. 32. 1 Cor 10, 1-2. Un doble elemento parece hacer alusión al bautismo: el agua y la nube del Espírítu.
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Bautizados para formar un solo cuerpo
efectúa el paso de la muerte a la vida. Estos rasgos deben realizarse en la comunidad mesiánica, que también es constituida por los dos sacramentos del bautismo y de la eucaristía. Al hacer que la humanidad pecadora pase de la muerte a la vida, Cristo salva y reúne a «la Iglesia del desierto», que es su cuerpo, cuya unidad describe más adelante el Apóstol, partiendo de elementos religiosos y sociales diversos. La imagen del Éxodo se aplica perfectamente al acontecimiento de la salvación; permite a Pablo presentar el- bautismo como un salvamento y a Cristo como un nuevo Moisés. Mediante su propia muerte, el Salvador arranca de la muerte a los bautizados, los salva y los lleva a su término, enseñándoles a proseguir su camino adelante. La exposición del Apóstol arremete contra una concepción mágica del sacramento, apelando a las exigencias éticas que del mismo se desprenden para los bautizados. En la epístola a los Colosenses, Pablo establece un paralelo entre la acción bautismal y la circuncisión judía. «Habéis sido circuncidados con una circuncisión no hecha por mano de hombre, sino con el entero despojo de vuestro cuerpo carnal: tal es la circuncisión de Cristo. Con él habéis sido sepultados en el bautismo, y también con él habéis sido resucitados por medio de la fe en el poder de Dios que lo resucitó» 113 • El Apóstol no se contenta con resumir la enseñanza dada ya en Romanos, con explicar la importancia de la fe para el bautismo, sino que ve en el rito la ejecución cristiana de la circuncisión judía. Si aquí no especifica la circuncisión como rito de incorporación al pueblo de Dios, esta consecuencia le es familiar y aparece en otros textos 34 • Por su incorporación a Cristo, los cristianos se han convertido en hijos de Abraham, en herederos de las promesas. El bautismo opera a la vez la unión de los cristianos a Cristo y la inserción de los mismos en la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo. De este cuerpo, Cristo es la Cabeza, que anima al cuerpo en la diversidad 33. 34.
Col 2, 11-12. Por ejemplo, Ef 2. 11-22.
53
La teología paulina
de sus miembros y lo desarrolla para llevarlo a su plena estatura, como enseñan las grandes epístolas de la cautividad. Cristo es a la vez el principio vital que se difunde en sus miembros por todas las junturas del organismo, dando a cada uno su crecimiento para la construcción del cuerpo entero, y el jefe que concede a cada uno su función especial 35 , pero siempre al servicio del conjunto. Pablo atribuye indistintamente el crecimiento a Cristo o al Espíritu, que concede los carismas. En esta visión grandiosa, la vida cristiana entera se desarrolla bajo el signo del bautismo y extrae de éste todas las virtualidades, como lo muestra la epístola a los Romanos más particularmente.
35.
Ef 4, 4-16.
54
CAPÍTULO VI
LA PRIMERA CARTA DE SAN· PEDR0 1
La primera carta de san Pedro, testigo privilegiado del pensamiento de la Iglesia primitiva, se presenta, por su gran número de alusiones a la liturgia y a la doctrina del bautismo, como una catequesis bautismal. R. Perdelwitz pretendía discernir en ella (l, 3 - 4, 11) un sermón pronunciado con ocasión de un bautismo 2 • Sea lo que fuere de esta hipótesis, las relaciones de la carta con el bautismo son indiscutibles. La epístola se presenta en su mayor parte como una catequesis mistagógica (1, 3 - 4, 11), dirigida a neófitos, en plena asamblea eclesial (4, 12 - 5, 14). Los consejos van dirigidos a principiantes en la vida cristiana y se refieren a un cambio sobrevenido recientemente. Diversas alusiones 3 , y más ~n particular la referencia a la figura de Noé salvado de las aguas, permiten obtener la convicción de que nos hallamos ante llna mistagogia para neófitos. l. Bibliografía: M.E. BoiSMARD, Une liturgie baptümale dans la 1.(' Petri, cRevuc Biblique» 63 (1956) 182-208; J. DANIÉLOtJ, Sacramentum futuri, París 1950; A. HAMMAN, La 'Jraci6n, p. 234-248; P. LuNDB~RG. La typo/ogie baptismo/e dans l'ancienne Egllse, LJpsala 1942; R. PERDELWITZ, Die Mysterienrellgion und das Ptoblem des ersten Petrus-· )rieles, Giessen 1911; Bo REICKE, The desobedlent Spirits and Christian Baptlsm, Copenha¡ue 1946. 2. o. c.. p. 16-26. 3. 1 Pe 3, 23; 2, 2; 3, 6.
SS
La primera carta de san Pedro
Su texto más importante 4 es al mismo tiempo uno de los más difíciles, un «locus vexatissimus» para los exegetas. Cristo murió de una vez para siempre ·por los pecados, justo por injustos, para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte según la carne, fue vivificado según el espíritu. Y por él fue a predicar a los espíritus encarcelados, a los que en otro tiempo rehusaron creer, cuando la paciencia de Dios daba largas, mientras en los días de Noé se preparaba el arca, en la que pocos, o sea, ocho personas, se salvaron a través del agua. Con ella se simboliza el bautismo, que ahora os salva, el cual no consiste en quitar una impureza corporal, sino en pedir ~ a Dios una conciencia buena; y todo, por la resurrección de Jesucristo. ti está a la diestra de Dios, después de subir al cielo, sometidos ya ángeles, potestades y virtudes.
Verosímilmente, nos hallamos ante dos trozos originariamente distintos: un himno a Cristo resucitado, en forma de confesión de fe cristológica 8 • y un fragmento de catequesis bautismal, en el que se habla de la bajada a los infiernos 7 • El paradigma del diluvio, que forma parte de la catequesis bautismal de los orígenes, se sitúa en el interior de una confesión de fe, que, en forma antitética, desarrolla las etapas de la historia de la salvación.· El autor quiere poner ante los ojos de los cristianos, que renuncian a Satanás en el bautismo, el ejemplo de Cristo -quien, al bajar a los infiernos, proclamó allí la derrota del demonio y de los ángeles caídos para animarlos a luchar contra el mundo pagano y sus demonios. La epístola, eco de la catequesis primitiva, presenta el diluvio como la figura del bautismo. Esta interpretación tipológica no es nueva. Ya el relato del Génesis relativo al diluvio fue advertido 4. 1 Pe 3, 18·22. '· Alaunos excaetas traducen «compromiso•. Acerca de la cuestión, véase L. VILLETI'E, Fol ~t sacrem~nt, 1, p. 7'J. 6. 1 Pe 3, 18, 22. 7. 1 Pe 3, 19·21.
56
La primera carta de san Pedro
como la figura de una realidad espiritual futura. Así como Dios a la vez destruyó el pecado y salvó a Noé en el diluvio, así un nuevo diluvio manüestará a los hombres el juicio de Dios 8 ; algunos serán exceptuados gratuitamente 9 • El mismo tema se halla de nuevo eri los Salmos y en la literatura apocalíptica, y más especialmente el apocalipsis de Noé, en el libro de Henoch. El libro de Henoch explica, junto al juicio por el agua, el juicio por el fuego 10 • Entre los dos, Dios deja un plazo para el arrepentimiento 11 • Noé se sitúa en la linde de dos mundos: el antiguo, que es aniquilado, y el nuevo, del que él viene a ser el predecesor. Como tal, Noé es la figura de Cristo, primogénito de la nueva creación y del Resto de Israel, salvado por Dios. ¿En qué se basa la correspondencia entre Noé, el diluvio y el bautismo? En tres elementos: el agua, el arca y las ocho personas salvadas. El agua, de una y otra parte, es el lugar del enfrentamiento de las potencias infernales. El arca, como la Iglesia, es el instrumento de la salvación. A las ocho personas salvadas corresponden en la economía cristiana Jos bautizados. salvados bajo el signo del octavo día, que es el día pascual 12 • Figura y sacramentos convergen hacia el advenimiento de Cristo, que les da consistencia. Su victoria sobre Satanás, proclamada hasta en Jos infiernos, sede de las fuerzas demoníacas, hace de él el nuevo Noé. Como tal conoció la invasión de las grandes aguas de la muerte y del castigo. Fue librado de ellas por Dios para convertirse en el primogénito de la creación nueva. (Eso es lo que confiesa el himno de Pedro.) Por el misterio de su muerte y de su resurrección, él se convierte en el principio de la ogdoada de la salvación 13 , establecida sobre su victoria pascual. 8. Is 28, 17-19. 9. 1s 54, 9. 10. Hen 91, 9; 102, 1; cf. ls 10, 16. 11. Cf. Mt 24, 37-39. Véase también 2 Pe 3, 3-11. 12. Este simbolismo de la cifra ocho se halla ya en Justino, Diálogo, 138, 1-2; PG 6. 792. 13. Acerca de la utilización pagana del tema de la ogdoada, véase H. R.AHNER, Mythes paiens et mysteres chrétiens. p. 82-92.
51
La primera carta de san Pedro
Los cnstlanos, sepultados mediante el bautismo en las aguas expiatorias de la muerte, son salvados por la resurrección de Cristo. En lo sucesivo, pertenecen a la economía del octavo día y constituyen el universo nuevo, en el que el porvenir ya está presente como misterio. La resurrección de Cristo pone el fundamento de la regeneración bautismal 14 • El bautismo cristiano anticipa, en el sacramento, el juicio escatológico, en el que el mundo pecador será aniquilado por el fuego. y la bienaventurada ogdoada será establecida definitivamente en la gloria de Dios. La resurrección de Cristo abrió a los cristianos una nueva dimensión: la ogdoada de la salvación vive en el misterio la realidad de su espera. La carta de Pedro se esfuerza en liberar el bautismo cristiano de una concepción ritualista o mágica para desarrollar la acción interior y espiritual del mismo, el cual es el instrumento de la salvación traído por el Resucitado y permite al cristiano dar testimonio públicamente, con lo que gana un significado misional frente al mundo pagano 15 • La enseñanza de la prima Petri, en una forma a veces desconcertante por el arcaísmo de las expresiones, completa los temas que ya habíamos encontrado en las epístolas paulinas 16 •
14. 1 Pe 1, 3. Es posible que el verbo regenerar utilizado por Pedro, proveniente del juda1smo btblico y rabínico y apenas del heh:nismo, esté todavía cargado de signifiicado escatológico, por estar ligado a la renovación de la creación por el Mesías. 15. La traducción ccompromiso», si fuese segura, confirmaría esto. !6. Afíadamos que 1 Pe 4, 12 es quizás una alusión a la quemadura indeleble de la cruz, marcada a hierro. B. BAGATTI, L'J!glise de la Circoncision, p. 197.
58
CAPÍTULO VIl
LA DOCTRINA DEL CUARTO EVANGELIO
1
Algunos teólogos se contentan con extraer de algunos textos privilegiados, como la entrevista con Nicodemo, la enseñanza de Juan Evangelista acerca del bautismo. Nunca se ha de perder de vista que el cuarto Eva9gelio se presenta todo él como una catequesis, centrada a la vez en el I]listerio pascual de la Iglesia y en la mistagogia sacramental. Uno y otro elementos presentan vínculos con el bautismo. El evangelista, que escribe después de un lapso de tierr.po en que la Iglesia ha podido experimentar los ritos, parte de una institución vivida en el culto y los sacramentos " de la iniciación cristiana. Relaciona bautismo y eucaristía con los gestos y los acontecimientos de Cristo, vividos en el curso de su vida mortal y anunciados tipológicamente por el Antiguo Testamento. Osear l. Bibliografía: F.M. BRAUN, Le baptéme dans le quatrieme évangi/e, en «Revue Thomiste» 48 (1948) 347-393; 49 (1949) 5-30; O. CULLMANN. Les sacrement• dans /'évangile johannique, la vie de Jésus et le culte de I'EgUse primitive, París 1951 (cuya tesis suscitó una larga controversia; véase más adelante, n. 3); J. GUILLET, Baptéme et Esprit, en cLumiere et Vi e» n.o 26; H. RtESENfELD, La signi/lcation du baptéme johannique, en oDieu vívant» 13 (1949) 22-37. 2. W.F. FLEMINGTON, The new Testament Doctrine o/ Baptisme, p. 92.
59
La doctrina del cuarto Evangelio
Cullmann se ha afanado en reconocer en todo el Evangelio el tríptico profecía-acontecimiento-sacramento, partiendo de los sacramentos del bautismo y de la eucaristía, que unen el Cristo de la Iglesia al Cristo de la historia 3 • Es fácil, sin forzar el texto, reconocer el bautismo, aparte del capítulo 3, que está dedicado a él por excelencia, en numerosos pasajes, aunque no siempre sea hacedero determinar la alusión, muchas veces difusa. Los Padres y los exegetas modernos disciernen una alusión, además del bautismo de Juan Bautista y del bautismo de Jesús, en los pozos de Jacob \ la curación del paralítico 5 , el episodio del ciego de nacimiento 6 , la lanzada que hace manar agua y sangre 7 •
I.
EL BAUTISMO DE JUAN Y EL BAUTISMO DE JESÚS
8
•
Nunca se ha de perder de vista que Juan evangelista fue discípulo del Bautista. Por tanto, conoció en primer lugar el bautismo de Juan, otorgado todavía en vida del Mesías, y que continuaba haciendo adeptos, en conflicto a veces con los discípulos de Cristo, hasta el punto de erigirse en secta rival 9 • El relato del cuarto Evangelio, comparado con el de los sinópticos, se esfuerza visiblemente en subrayar el papel subordinado 3. O. CuLLMANN, Les sacrements ... , p. 29-83. Suscribimos la intuición fundamental de O. Cullmann, aunque su esquematización parezca en algunos puntos más ingeniosa que convincente. Véase la crítica de W. MICHAELIS, Die Sakramente im Johannesevangelium. Berna 1956. 4. JUSTINO, Diá/., 14, 1; PG 6, 504; IRENEO, Adv. haer., III, 17, 1; PG 7, 929. 5. TERTULIANO, D• bapt., 5; PL 1, 1205; entre los modernos, A. SCHWEITZER, Die Mystik des Apostels Paulus, Tubinga 1930, p. 346; H. RJESENFELD, Jésus transfiguré, p. 329-330. 6. IRENEO, Adv. haer., V, 15, 3; PG 7, 1166; AGUSTÍN, Serm. 136, 1; PL 38, 750. Entre los modernos, M.J. LAGRANGE, L'Évangile selon saint lean, 1948, p. 257; E.C. HosKYNS, The Fourth Gospel, Londres 1947, p. 363. 7. Tradicional en los Padres, por ejemplo JUAN CRISÓSTOMO, Sermon aux néophytes, en Le baptt!me d'apres les Peres de l'Église, París 1962, p. 205; para Tertuliano, véas~ más adelante, p. 72. 8. Jn 1, 19-34; 3, 22-30; 4, 1-3. 9. Cf. Act 19, 1-7; 18, 25.
60
El bautismo de Juan y el bautismo de Jesús
de Juan en relación a Jesús, poniendo la confesión en los labios mismos del Bautista 10 • Juan no interpreta el bautismo como un bautismo de penitencia, sino como un bautismo profético 11 • Él halla su cumplimiento en la persona y la misión de Cristo, el elegido de Dios 12, lleno del Espíritu, en quien habita toda la plenitud del Espíritu 13 y que bautinrá en el Fspíritu. Esta expresión quiere significar la misión esencial del Mesías, que es regenerar a la humanidad en el Espíritu Santo 14 • En contraste con esta consagración mesiánica es afirmada la misión expiatoria del Cordero de Dios, que lleva sobre sí (y quita) los pecados del mundo 15 . Juan funde en una sola fórmula dos realidades: la del siervo de Isaías 16 , que lleva sobre sí los pecados de los hombres y se ofrece como cordero del ~acrificio 1 ' , y el rito del cordero pascual, que simboliza la redención de Israel18. La alusión al bautismo, si bien no es elucidada, gana en relieve una vez que se la sitúa de nuevo dentro del contexto de todo el Evangelio. El final del capítulo 3, que pone netamente en oposición el bautismo de Juan y el bautismo de Jesús, se resiente de conflictos que debieron de existir entre los dos grupos de discípulos. El evangelista - o un redactor - se aprovecha de ellos para precisar que Jesús no bautizaba él mismo. pues en realidad «ha bautizado a la humanidad en su muerte» 1 ~. El bautismo cristiano se refiere no a un gesto de Jesús, y menos aún de sus discípulos, sino a su obra redentora 20 , que por la muerte lo lleva a la glorificación y provoca la efusión del Espíritu en la Iglesia 21 • JI. Jn 1, 27. 10. Jn 1, 26, 27. 12. Jn 1, 34: «Yo testifico que éste es el Hijo de Dios.» C.H. Doon, The interpretation of the Fourth Gospel, Cambridge 1953, p. 228, prefiere la variante atestiguada por diversos manuscritos: «mi elegido». Igualmente W. ZIMMERLI- J. JEREMIAS, The Servant o/ God, p. 148-149. Véase A. ÜILMORE, Christian Baptism, Londres 1960, p. 154, n. l. 13.
Jn 3, 34.
14. Véase Ez 36, 25-28; Zac 13. l. El tema se repite incesantemente en el cuarto Evangelio: 3, 5; 7, 37-39; 19, 33, 34; 20, 22. 15. Jn 1, 30. 16. Is 53. 17. Lev 14. 18. Jn 19, 36; Ap 5, 6. Véase también 1 Cor 5, 7; 1 Pe 1, 18-20. 19 G.W.H. LAMPE, The Sea/ of the Spirit, p. 41. 20. Jn 7, 39; 16, 7. 21. Jn 7, 39; véase tantbién 14, 26; 19, 50; 20, 22; Act 2, 33. Queda el hecho de que la Iglesia primitiva se esfuerza en relacionar el bauti!mo con un gesto de Jesús. Juan vio la dificultad, y de ahí su reserva.
61
11.
LA EÑTREVISTA CON NICODEMO
(3, 1-21)
2
".
En Juan, la entrevista con Nicodemo se sitúa en el interior del testimonio dado por el Bautista a la mesianidad de Jesús. El capítulo 3 adquiere todo su relieve en el Evangelio de Juan. unido a los temas que componen la contextura del mismo y dentro del contexto inmediato que lo rodea. Hay que considerarlo, con la tradición unánime, como la enseñanza capital sobre el bautismo, pese a las reticencias que parecen estar inspiradas más por el prejuicio que por una «lectura concienzuda del texto» 23 • La objeción se basa en el versículo principal: «Quien no nace de agua y de Espíritu» 2 \ que algunos quieren considerar como una glosa inauténtica, añadida para dar un sentido sacramental al pasaje. Pero además de que el texto está atestiguado por todos los manuscritos, sin sombra de vacilación, la alusión al agua se halla de nuevo en otros pasajes, como ya hemos visto 25 • La vinculación entre «el agua y el Espíritu» se repite en Juan 2 ". El tema del agua para expresar la obra redentora y salvífica de Jesús es muy propio del cuarto Evangelio 2 ' y se repite con frecuencia en el Apocalipsis. En el relato se destacan dos partes: la entrevista propiamente dicha (1-15) y el comentario del evangelista (16-21). l. La entrevista de Jesús con Nicodemo nos presenta el pri- . mer candidato a la fe. Jesús mismo desarrolla la enseñanza del nuevo nacimiento, que abre el reino de Dios. Para beneficiarse de él hay que dar fe a la palabra del Hijo del Hombre (11-13) y a la obra de su redención (v. 14). La fe es, pues, la condición 22. l. DE LA P
62
La entrevista con Nicodemo
para llegar al nuevo nacimiento y a la vida eterna. Al paso, el evangelista menciona, para que lo recojan sus fieles, que el bautismo del agua y del Espíritu es el medio de esa regeneración. Jesús le respondió: «De verdad te aseguro que quien no nace 2 8 de lo alto, no puede ver el reino de Dios.» Dí cele Nicodemo: «¿Cómo puede un hombre nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre, y volver a nacer?» Jesús le respondió: «De verdad te aseguro que quien nace de agua y de Espíritu no puede entrar en el refno de Dios» 2 9.
La solemnidad del tono expresa que Jesús quiere decir algo esencial. Hay no solamente simetría sino equivalencia entre el nacimiento de lo alto y el nacimiento «de agua y de Espíritu». El primero afirma el objeto de la salvación; el segundo, el medio de lograrla. El bautismo de agua y de Espíritu hace, a la vez, nacer de lo alto y entrar en el reino de Dios. El nuevo nacimiento es sinónimo de entrada en el reino. El Evangelio de Juan coincide en esto con los evangelios sinópticos. Juan utiliza gustosamente para el bautismo la imagen del nacimiento de lo alto 30 , del nacimiento de Dios 31 , del nacimiento je la esperma de Dios 32 , familiar a la comunidad primitiva 33 • No hay ninguna necesidad de buscar laboriosamente el origen je} vocablo y del tema en el helenismo, pues se halla en el Antiguo Testamento 34 , en el que los profetas anunciaron un renuevo. llna transformación radical provocada por el Espíritu de Dios, ~n
28. Demasiados traductores, siguiendo a la Vulgata. traducen 1c-nacer. Ahora bien. Juan nunca se habla de regeneración, sino de generación. El evangelista emplea el
tcrbo simple, sin el prefijo utiJizado por el helenismo.
Pcr tanto, no habla de renac..:r.
:ino de nacer de una nueva manera, que no suprime el primer nacimiento sino que lbre una nueva dimensión. W.F. FLEMJNGTON, o. c., p. 93. 29. Jn 3. 3·5. 30. Jn 3, 3·5. 31. Jn 1, 13. 32. 1 Jn 2. 29; 3, 9; 4. 7; 5, 1; 4, 18. 33. Rom 6, 3-4; 8, 15; Gá1 4, 6; 1 Tes 2, 11; Tit 3, 5. Véase también 1 Pe 1, 3, 23; iant. l. 18. De ahí, la imagen pasa a la tradición; véase JusnNO, 1 Apo/., 61, 3; PG 6. 421. ~1 agua bautismal es comparada al seno materno en Clemente de Alejandría. Exc. t'X Tltrofoto, 80, l.
34.
ls 66, 8; 54, 1; Núm 11, 26; Jer 2, 27. Véase
63
YSEBAERT.
o. c .. p. 125-129.
La doctrina del cuarto Evangelio
vista ya por los Evangelios sinópticos, cuando hablan del bautismo escatológico 35 • En Juan, el verbo nacer quiere expre&ar un origen. Habitualmente va acompañado de la preposició~ de 86 • Este nacimiento de Dios es ante todo un misterio, que exige fe, y se apoya esencialmente en el nacimiento de Cristo 37 , atribuido al Espíritu. La aplicación a los fieles está ligada al eón nuevo, al cumplimiento de la Escritura, a la participación del Espíritu y a la vida eterna de quienes a través de la muerte han llegado a la vida 38 • Este nacimiento de Dios hace de los fieles TÉxvoc 0e:ou, hijos de Dios, expresión por la que Juan siente una gran predilección 39 , y que quiere expresar la filiación divina de aquéllos, operada por la acción milagrosa del bautismo. El sacramento efectúa en el cristiano lo que se manifestó en el bautismo de Jesús: proclamación de la filiación, bajada del Espíritu. La venida de Jesús desencadena un trastorno total del mundo, al introducir en él un principio vital nuevo. Al hombre le es imposible alcanzarlo: «Lo que ha nacido de la carne (hombre) sigue siendo carne, lo que ha nacido del Espíritu (de Dios) es divino.» Un foso infranqueable separa carne y Espíritu. Jesús compara la acción del Espíritu con el viento, que para el israelita es un fenómeno misterioso y expresa la omnipotencia creadora de Dios 40 • Se trata justamente de una nueva creación, de un nuevo nacimiento. Jesús viene a operar este nuevo Génesis, fundando el reino de Dios. Es de notar que Juan no utiliza más que aquí la imagen sinóptica del reino, porque el acontecimiento ha cedido el paso a la persona de Jesús, que lo desencadena 41 • La comunidad 35. Véanse los textos ya citados de Isaías, Jeremías, Ezequiel y Joel. 36. «Nacido de Dios» 1 Jn 2, 29; 3, 9; 4, 7; 5, 1, 4. 18; Jn 1, 13; «nacido del Espí· ritu», Jn 3, 5. 5. 8; cnacido del agua», Jn 3, 5; «nacido de la carne». Jn 3, 6. 37. Jn 1, 13; cf. l Jn 5, 18. Compárese con Le 3, 22 la lectura «hoy yo te he engendrado». 38. 1 Jn 3, 14; Jn 5, 24. 39. Literalmente, de los engendrados de Dios: Jn 1, 12; 11, 52; 1 Jn 3, 1·2; Jn 5, 2 Se enraíza en Jos sinópticos: Mt 5, 9; cf. 5, 44; Le 6, 35; en Pablo, Rom 8, 16, 21; 9, 8; Flp 2, 15. 40. Prov 30, 4; Ecl 11, 5. 41. H. VAN DEN BussCHE, Jean, Parls 1967, p. 162.
64
La entrevista con Nicodemo
apostólica ya ha experimentado los valores espirituales e interiores de vida divina que Jesús y el reino reportan. La entrevista de Jesús con Nicodemo pone en evidencia dos hechos complementarios: Cristo opera la salvación y trae el nuevo nacimiento a los hombres mediante su muerte y su resurrección ••. El individuo participa en la vida nueva por medio de la generación bautismal: fe y bautismo son las condiciones para participar en la salvación de la cruz. En la perspectiva del cuarto Evangelio, Juan parte de la experiencia eclesial del bautismo para elevarse hasta la otra redentora que lo provoca. «El bautismo es un sacramento realmente eficaz que debe su poder a la presencia inmediata del Espíritu regenerador» •3 • 2. La conversación se prolonga con las consideraciones personales del evangelista (3, 16-21), basadas en el ofrecimiento de la salvación al mundo y en el papel que desempeña la fe en la apropiación de la misma. La salvación quiere dar la vida a los hombres, la fe es el medio de llegar a ella. Por gratuita que sea la gracia de la salvación, su eficacia depende de la fe. Quien cree recibe el mensaje y se adhiere a la persona de Jesús. La fe permite la irrupción del Espíritu por la acción sacramental del bautismo. El objetivo de la venida de Jesús no es, pues. como imaginaba el mesianismo judío, el juicio. Éste no es provocado por Dios, sino por la incredulidad de los hombres, que pactan con las tinieblas y rechazan la visita de Dios. Lejos de invalidar la doctrina del bautismo, Juan se halla visiblemente obligado, en la entrevista de Jesús con Nicodemo, a armonizar el relato con fa fe de la Iglesia y la práctica que tiene ante sus ojos. Lo que en la visión histórica se presenta como una prospectiva, para Juan, que relata la entrevista y conoce la realización de la promesa, es una retrospectiva. La conciliación de las dos <.2. La vinculación entre muerte de csalió sangre y agua». No la eucaTistía sino la redención y el bautismo. Véase 43. L. Vn.LmE, Foi el sacrement, 1,
Cristo y bautismo es elucidada por Jn 19, 34-35: e) bautismo como afirma la tradición patrística, W.F. FLEMtNGTON, o. c., p. 88-89. p. 89. y
65 Hamman, Bautismo S
La doctrina del cuartu Evangelio
perspectivas pone en algunos apuros al narrador, lo cual, en vez de debilitar la enseñanza, muestra, muy al contrario, que ésta expresa la fe y la práctica de la Iglesia apostólica.
III.
SÍNTESIS DE LA ENSEÑANZA DE JUAN EVANGELISTA.
La doctrina bautismal de Juan no es inteligible sino por referencia a la del Espíritu Santo. Jesús es bautizado en el Espíritu. «El nacimiento de lo alto», animado por un principio rigurosamente sobrenatural, no es otro que el de la Iglesia. El germen de que se habla en 1 Jn 3, 9 parece ser justamente el Espíritu 44 • La renovación que opera el Espíritu no está al alcance de los sentidos. Es esencialmente misterio, cercado por la fe en la palabra de Dios 45 , que toma su raíz en el nacimiento mismo de Cristo 48 • El nacimiento milagroso de Cristo y su resurrección inauguran los tiempos nuevos y últimos, en los que la Iglesia se puebla de hombres, nacidos de Dios; éstos nacen del mismo poder de Dios, que se afirmó en la resurrección de Jesús y en la efusión del Espíritu 47 • Por el bautismo, el cristiano participa en el Espíritu de Cristo mismo. El agua, para Juan, no se refiere al mar Rojo o al Jordán, a los que su Evangelio no hace alusión alguna, sino a la inmersión en el Espíritu Santo 48 • El evangelista lo aclara en 7, 39: «Quieh cree en mi, ríos de agua viva correrán de su seno. Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él; pues todavía no había Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado todavía.» La referencia escrituraría evoca el agua de la roca golpeada por Moisés 49 • Jesús da lo que él posee: el Espíritu, la gracia, la verdad. 44. ThWNT, 1, 670. 4S. Jn 3, 11-12. La iluminación, que vendrá a ser una imaaen tradicional del bautismo, tiene sua ralees en Jn 9, 7. 46. In 1, 13; 1 Jn S, 18. 47. En Pablo, Cristo es presentado como el primoa~nito, el mayor de muchos hermanos, Rom 8, 17, 29. 48. In 7, 39. 49. ls 55, l. 3.
66
Síntesis de la enseñanza de Juan Evangelista
Si el agua no es puesta en relación con la purificación, ésta aparece en el sacrificio redentor. El autor del bautismo es el Cordero que lleva sobre sí y quita los pecados del mundo 50 , el siervo de Yahveh en quien descansa el Espíritu, aquel que realiza la misteriosa figura de la ferpiente de bronce, erigida en signo de salvación 51 • El bautismo mana del corazón traspasado, y por tanto de la muerte de Jesús 52 • Cristo mismo hace alusión a ello 58 . Para Juan, como para Pablo, la muerte y la glorificación de Cristo realizada por el Espíritu son generadoras del bautismo cristiano y de la comunidad 54 • El Espíritu es el principio de la creación nueva 55 • Purifica y hace penetrar en la intimidad divina 56 • El bautismo, por su enraizamiento en Dios, es el fundamento de toda la vida cristiana, desde la ruptura con el pecado hasta la consumación de la santidad.
50. Jn 1, 29. SI. Jn 3, 14-16. 52. Jn 19. 34; cf. 1 Jn 5. 6, 8. 53. Jn 7. 38-39. 54. Jn 10, 16; 12, 24. 55. Léa~c el muy sugestivo artículo de J. SCHMJTT. en cMélanges Andrieu» Estrasburgo 1956, p. 415-423 56. 1 Jn 4, 13.
67
Simp/~s r~marque:.
sur lo X X, 22-23,
11 LA TRADICióN
El estudio de la Tradición no sirve para enriquecer el dato revelado - ello sería como si el rio enriqueciese el manantialsino para analizar cómo éste ha sido acogido, profundizado y entendido por las generaciones cristianas. El bautismo dependía demasiado estrechamente de la vida de las comunidades, de la incorporación de miembros nuevos, de las opciones que la misma implicaba, para que no fuera comprendido ante todo como un sacramento vivido y asimilado por la experiencia espiritual. La reflexión de la Iglesia sobre el bautismo es estimulada: -por la catequesis bautismal, en la que se trata de explicar sumariamente el significado del sacramento a los catecúmenos; - por la enseñanza teológica, que profundiza para los cristianos los primeros rudimentos dados en el momento de la preparación para el bautismo; - por la controversia, en la que las cuestiones discutidas, impugnadas, obligan a la Iglesia a precisar los puntos de doctrina, como, por ejemplo, el bautismo de los herejes. Para el bautismo, al igual que para las demás verdades reveladas, las fuentes van amplificándose. Raras en los comienzos, se ensanchan en el siglo m. El siglo IV nos brinda una teología bautismal sólidamente estructurada.
69
CAPÍTULO 1
LA 'ÉPOCA ANTENICENA ~
§ l.
Las comunidades judeocristianas 2
La Iglesia, en el sentir de los primeros adheridos, realiza las promesas de Israel y viene a ser la heredera de todos los valores judíos. Aun reconociendo al Cristo-Mesías, el judeocristianismo permanece fiel a su patrimonio espiritual, a la cultura semítica y a sus costumbres litúrgicas. Ello se manifiesta particularmente en el ritual y la doctrina del bautismo, los cuales son documentos de la mayor importancia para comprender la transición de la edad apostólica a la estructuración de la Iglesia y descubrir la enseñanza arcaica, que va a dejar su impronta en la catequesis y la teologfa de los Padres, sobre todo los orientales.
l. Un estudio de conjunto para los textos del siglo 11, A. BENorr, Le baptlme au 11• si•· ele, París 1953. Para la Tradición, hay que remitirse a B. NEUNHEUSEa, Baptlme et Con· firmation, trad. francesa, París 1966. 2. Todos los textos discutidos se hallan rn Naissance des lettres chrltlmnes, eCo!. lctys» l. París 1957.
71
LA DIDAKHE.
l.
La parte litúrgica de la Didakhe empieza con el bautismo 3 • La catequesis preparatoria se ha basado en las dos vías. El culto -oración, bautismo, eucaristía- es el dominio en el que los orígenes judíos han perdurado más. Ello es manifiesto en cuanto al bautismo --acerca del cual la Didakhe nos ofrece la descripción verosímilmente más antigua-, próximo al.de los prosélitos 4 • Respecto al bautismo, bautizad de la manera siguiente: (después de haber enseñado todo lo que precede), bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, en el agua viva. Si no hay agua viva, bautícese en otra agua y, a falta de agua fría, en el agua caliente. Si no tienes bastante ni de la una ni de .la otra, derrama tres veces sobre la cabeza «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» 5.
En esta corta exposición, se pone el acento, no sobre el agua, sino sobre la fórmula que ha de ser utilizada. Nada se indica sobre la calidad del bautizador. El ayuno preparatorio 6 tiene quizás valor de exorcismo. La preferencia por el agua viva tiene su raíz en los medios judíos, en los que el agua de las corrientes o de los manantiales poseía las mejores cualidades para las abluciones. A falta de agua viva para la inmersión, se puede bautizar con otra agua, caliente o fría, por infusión. Esta concesión puede provenir de una redacción posterior. De una y otra parte, la fórmula bautismal es trinitaria, como la que relata Mateo 7 , sin que sea posible establecer una dependencia. Una y otra dan testimonio de un uso establecido, antes de que la fórmula y la enseñanza de los evangelios fuesen puestas por escrito. Ello se desprende tanto de la tradición de los sinópticos como de las cartas paulinas 8 • La formulación trinitaria es 3. 4. S. 7. 8.
Dld., 7, 1-4. A. BENOIT, Le baptéme, p. 12-30, lo demuestra convincentemente. Did., 7, 1-3. 6. Did., 7, 4.
Mt 28, 19. Compárese con 1 Cor 8, 6; Ef 4, 4.
72
Las Odas de Salomón
significada además por la triple inmersión, alusión inequívoca a la triple invocación que precede. El bautismo cristiano aparece en la Didakhe como el rito por el cual el candidato se convierte en miembro de la Iglesia y de la comunidad local y se compromete a seguir «el camino de la vida». Ejerce una acción purificadora y permite participar en la eucaristía 9 • El perdón de los pecados, si bien no es netamente afirmado, está implicado en ello, puesto que el hombre no puede participar en el culto sino con el alma purificada 10 • En la acción purificadora no se profundiza mucho. La regeneración y la transformación operadas por el Espíritu en el bautismo ni siquiera son enunciadas. La Didakhe parece reflejar la doctrina bautismal de unos medios próximos a los usos judíos y que permanecieron apartados de la corriente paulina.
11.
LAS ODAS DE SALOMÓN.
El segundo documento que nos llega de las comunidades judeacristianas es el que nos ofrecen las Odas de Salomón. Tras el lirismo de las Odas se descubre la catequesis bautismal. Algunos poemas, como las Odas 4, 25 y 36, parecen ser una descripción de los ritos bautismales. Para explicar el bautismo, el autor recurre a los temas bíblicos, tales como la travesía del mar Rojo 11 , el templo 12 , la circuncisión 13 , para espiritualizados. El ritual del bautismo sugiere una catequesis mistagógica. El bautismo por inmersión implica el hecho de que el candidato se despoje de sus vestiduras y después se vista con ellas de nuevo. Este rito toma, desde esa época, un significado espiritual. Me he vestido de nuevo con las vestiduras de tu Espíritu, y tú me quitas las vestiduras de piel H. 9. Did., 9, 5. 10. Did., 4, 4. 11. Od., 39, 9·10. La traducción se halla en Nai.
73
La época antenicena
Las alusiones a las aguas bautismales son numerosas. Éstas son descritas unas veces como las aguas vivas 1 5 , otras veces como el lugar en que Cristo venció al dragón de las aguas l ol . La inmersión bautismal en las aguas es concebida como una bajada a los infiernos y una liberación de la muerte, máscara de Satanás, y del reino de los infiernos 17 • Las Odas hablan en varias ocasiones del sello ( crcppo:y[c;), que puede designar el bautismo, pero puede también referirse a un rito particular: «Yo he puesto mi sello sobre su rostro» u. Lampe deduce de ello el uso del signo de la cruz sobre la frente de los neófitos, en el momento del bautismo u. De hecho, el simbolismo de la cruz resume la epopeya de Cristo, evoca el itinerario del bautizado, y le traza el camino, a través de las aguas de la muerte, gracias a la fe de Cristo resucitado 20 • Por otra parte, los rituales sirios, griegos y coptos antiguos conservaron, en el día de la Epifanía, un rito por el cual se sumergía una cruz en las aguas para consagrar éstas 21 • Lampe 2 ~ piensa que el neófito era ceñido de una corona que simbolizaba a Cristo, corona en la cabeza del creyente 23 • Este rito puede provenir de una costumbre judía de la fiesta de los Tabernáculos y significar los bienes escatológicos cuyo disfrute poseen los cristianos. Posiblemente desapareció en los medios paganocristianos, en los que corría el riesgo de ser interpretado de manera idolátrica 2 •. Tras estos ritos se esboza una teologia bautismal. El bautismo hace participar al cristiano en la epopeya de Cristo, que se anuda en su propio «bautismo», al que los cristianos están íntimamente 16. 15. Od., 30 , 1 17 . Od., ll. 18. Od., 8, 16. 19. G.W.H . LAMPE, The 20. Od., 39. 21. Véase P. LUNOHEJlG , p. 134. 22. G .W .H. LAMPE , The de la Circoncision, p . 199. 23 . Od., 1, 1·2. 24 . Cf. T ERTULIANO, De
Od. , ll.
sea/ ot the Splrlt, Londrco 1956, p . 113. La ty po/ogie baptismo/e dans l'ancienne Egllse, Upsala 1942,
sea/ of the Spirlt, p . 112. Véase también
corona, PL 2, 73·102..
74
B . BAGA1TI,
L ' Eglise
La epístola de Bernabé
asociados 25 • La fe primitiva une a la muerte redentora de Jesús su descenso a los infiernos para rescatar a los que estaban allí prisioneros. El sacramento los arranca a la muerte y al «camino del error», les da parte en la resurrección de Cristo, sacramentalmente efectuada a la salida de las aguas bautismales. Esto parece confirmarlo por la doble escala que se halla grabada en las lámparas bautismales de la época 26 • El bautismo es descrito como un retorno al paraíso. Este tema, evocado en las Odas por el árbol de la vida, el rito de la leche y de la miel, seguirá siendo grato a la teología siria, y más especialmente a san Efrén. El paraíso es una imagen de la Iglesia y del alma del fiel, habitada por el Espíritu. Las Odas sitúan la acción bautismal en una perspectiva escatológica, fuertemente apoyada en la literatura judeocristiana. El bautismo reporta «el conocimiento». y con él los secretos del reino, la inmortalidad, la incorruptibilidad: «Una vida inmortal ha subido a la tierra de Dios» 27 •
III.
LA EPÍSTOLA DE BERNABÉ.
Es posible comparar las Odas de Salomón con la carta de Bernabé 28 • Esta última, si bien no es una instrucción acerca del bautismo, hace alusión al mismo en varias ocasiones. El vocablo bautismo no es empleado en ella más que una vez 2 n, pero la realidad permanece subyacente. Toda alusión al agua en la Escritura es interpretada como una figura del bautismo. La importancia que el escrito concede al bautismo prueba el lugar central que éste ocupa en la enseñanza de la Iglesia. 25. Od., 24, 1, 3; 22; 29, 42. 26. B. BAGATII, L'Ég/ise de la Corcincision, p. 204-205. 27. Od., 15, 10; cf. ll, 7; 6, 18. 28. Tomando posición contra el oriaen alejandrino comúnmente admitido, P. Priaent sitúa la carta de Bernabé en Siria y en la primera mitad del siglo 11, y pone en evidencia, más particularmente a propósito de la catequesis bautismal, los puntos de contacto con las Odas de Salomón. Véase Les Testimonia dans le christianisme primUi/. París 1961. p. 86, 95, 96. 29. BERN., 11. 1: cRespecto al aaua. está escrito, refiriéndose a Israel. que Jos ju· díos no recibían bautismo que procura la remisión de los pecados.»
75
La época antenicena
La epístola ofrece dos explicaciones de tipología bautismal, apoyándose en los Testimonia o posiblemente en tradiciones midrásicas 30 : el paraíso y la tierra prometida (Bern. 6, 8-19), de una parte, y la cruz y el agua (Bern. 11 ), de otra.
Bernabé. 6, 8-19 31 • La epístola desarrolla una catequesis del bautismo, apoyada por una tradición escrituraria atestiguada en otros textos y ya presente en las Odas de Salomón. Describe las etapas y las componentes del sacramento. El bautismo, al perdonar los pecados, es una renovación y como una nueva creación. Al renovarnos mediante la remisión de los pecados, el Señor nos ha moldeado, hasta el punto de que tenemos alma de niño~ pequeños, como si él nos hubiese creado de nuevo 3 2 , pues es de nosotros de quien habla la Escritura cuando (Dios) dice a su Hijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (1, 26).
Así pues, el bautismo es presentado como una nueva creac1on que pone otra vez al hombre en el estado primitivo del paraíso, o, según otra imagen bíblica, el hombre penetra en la nueva creación como en una tierra prometida en la que manan la leche y la miel 33 • El bautismo hace que el cristiano reviva y realice, por su cuenta personal, la historia de Israel. Una nueva cita precisa en qué consiste la nueva creación: ésta es la transformación del corazón del hombre 34 • Dios viene a haP. PRIGENT, o. c., p. 84. Jl. Varios comentaristas, como A. Benoit y Lundberg, no se han preocupado de analizar el desarrollo bautismal de la perícopa como tal. El mérito de P. Prigent es haber puesto en claro la unidad y el significado de la mi~ma. 32. Cf. BERN., 5, 1; 11, 1; 8, 3; 16, ·8: cHabiendo recibido el perdón de los pecados y confiado en el Nombre, hemos nacido de nuevo, desde el principio.» Vemos el paralelismo de las dos creaciones. 33. «Esta tierra -interpreta BERN. 6. 9 - es Cristo, el nuevo Adán, a quien el bautizado recibe en la comunión pascual, pan y vino, con la leche y Ja miel mezcladas.» Véas< la prolongación del tema, BERN. 6, 17, 18, 19. 34. BERN., 6, 14-15. 30.
76
Bernabé 11
bitar en esta morada renovada. «La habitación de nuestros corazones es un templo santo para el Señor», lo cual vale tanto para el individuo como para la comunidad. La cita de Sal 22, 23 3 ·' y el plural pueden aplicarse a la Iglesia, la asamblea de los santos que acoge a los recién nacidos.
Banabé 11.
El capítulo 11 conjuga los dos temas de la cruz y del agua. Aquí la comparación con las Odas es nuevamente ilustrativa. La perícopa presenta una nueva catequesis bautismal, utilizando los Testimonia del Antiguo Testamento, para describir el itinerario de los catecúmenos. La primera cita aplica la crítica de Jeremías a los judíos que rechazan a Cristo y se sustraen al bautismo. Las siguientes ofrecen una doctrina coherente de la iniciación cristiana. Con ayuda de un texto de Isaías (45, 2), el autor presenta el bautismo como una bajada a las aguas de la muerte. Lejos de ser arrebatado por ellas, el catecúmeno halla en las mismas, gracias a la cruz, la salvación, el afianzamiento sobre una roca inquebrantable. A la bajada corporal corresponde una ascensión hasta el encuentro con Cristo en gloria (11, 4-5). El tercer testimonio se apoya en la imagen sálmica del árbol (Sal 1) plantado cerca de las aguas, en la que se hallan asociadas la cruz y el agua. Los que bajan a las aguas (los bautizados) darán frutos «en toda estación», lo cual es una alusión a las obras de la fe y de la caridad y al valor escatológico del bautismo. Una cita incierta, proporcionada por el cuarto testimonio es interpretada así: «Dios glorifica el vaso que contiene al Espíritu.» Lo cual podría aplicarse a Cristo 30 , pero más verosímilmente al neófito que recibe el don del Espíritu y se convierte en el templo en el que Dios mismo habita 87 • 35. 36. 37.
Véase ORÍGENES, De oralione. 15, 4. La cita podía formar parte de una cadena. BERN .• 7, 3. BERN., 6, 15; 16, 8.
77
La época antenicena
Esta interpretación se ve confirmada por la cita siguiente, tomada de Ezequiel. la cual describe el río que sale del templo y baña los árboles frutales maravillosos (Ez 47, 1-2). Éstos evocan. como en las Odas, a la Iglesia, comparada al paraíso terrenal. La explicación de Bernabé 11 coincide con la precedente; ambas se apoyan en una catequesis bautismal, construida sobre textos bíblicos y próxima a la de las Odas. El autor excluye el valor tipológico de la circuncisión. a propósito de la cual utiliza el término sphragis. En suma: el bautismo procura ante todo la remisión de los pecados. Este efecto es obtenido por la cruz. concebida como un sacrificio de expiación 38 • La purificación del templo, infestado de ídolos, verosímilmente hace alusión al exorcismo, que expulsa los demonios del alma del catecúmeno. El descensus de Cristo fue la victoria sobre las potencias demoníacas; en consecuencia, cada bautizado es una afirmación viviente de aquella victoria 39 • La carta describe la acción del bautismo como una nueva creación, una renovación de arriba abajo, un retorno al estado primitivo del paraíso, que implica la desaparición de Jos pecados, incluso en su origen. La nueva creación provoca la venida que habita mediante su Espíritu 40 tanto al individuo como a la comunidad 41 • Toda la enseñanza bautismal de Bernabé se baña en una atmósfera escatológica. El nuevo estado de cosas creado por la obra de Cristo no es otro que la restauración de la creación en el estado paradisíaco, y la prenda de la participación en el reino escatológico. Esta paradójica tensión de la creación nueva, que posee y espera los bienes de la herencia, constituye la ética cristiana y exige la incesante metanoia •• de los fieles y de la Iglesia.
38. 39. 40. 41. 42.
BERN., BERN., BERN., BERN., BERN.,
7, 3. 16, 7; 7, S. 4, 11; 6, 15; 16, 8-10. 6, 16. 16, 8-9.
78
IV.
EL «PASTOR» DE HERMAS.
Sin duda, el Pastor no es obra de una sola mano, sino de varias 43 • El bautismo era precedido de una penitencia a cuyo término el sacramento del agua perdonaba todos los pecados. La torre que simboliza a la Iglesia está construida sobre las aguas; lo cual podría referirse al Génesis, pero es una alusión evidente al bautismo: «Vuestra vida ha sido y será salvada por el agua» 41 • He aquí cómo describe el libro los ritos bautismales: A los demás hombres que habían traído sus ramos reverdecientes y llenos de retoños, pero sin frutos, el ángel los enviaba también a la torre, después de haberlos marcado con una señal. Los que iban a la torre llevaban todos las mismas vestiduras, blancas como la nieve. En cuanto a los hombres que habían devuelto sus ramos verdes y como los habían recibido, también los hizo entrar en la torre, después de haberles dado vestiduras y una señal •~.
El Pastor de Hermas, como las Odas de Salomón, retiene, del ritual bautismal, la corona •n, las vestiduras blancas •; y el sello •~. De la corona ya hemos hablado. Las vestiduras blancas significan, al decir del propio Hermas, el Espíritu Santo, que fue dado en el bautismo y ha de ser guardado intacto. La sphragis o el sello designa el bautismo. Probablemente, la sphragis se expresa por una señal trazada en la frente del neófito, para indicar que Dios toma posesión de él. La expresión llevar el nombre debe ser una alusión a este rito, que hacía del elegido una posesión de Dios. Esta consignación debió de hacerse mediante una invocación, pues Hermás habla de los que «se sonrojan del nombre invocado sobre ellos» 49 • 43. La tesis de S. Giet que ve tres autores es plausible. Este problema critico apenas tiene repercusión sobre la ensefíanza relativa al bautismo, a la que hace varias alusiones la obra. Véase S. GIET, Hermas et les Pasteurs. París 1963. 44. Vis., 3, 3. 45. Vis., 3, 3, 3-5. 46. Sim., 8, 2, 1-4. 47. Sim., 8, 2, 3-4. 48. Sim., 8, 2, 2; 6, 3; Sim., 9, 16, 3, 4, 7; 17, 5. 49. Sim., 8, 6, 4; cf. Vis., 3, 3, 5.
79
La época antenicena
El bautismo abroga la muerte e instaura la vida 50 , asegura al neófito la presencia de Dios en el alma. Hermas habla indistintamente de la presencia de Dios o del Espíritu "1 • Este aposentamiento crea una condición nueva que compromete al hombre entero. El cristiano ya no se pertenece a sí mismo, sino que pertenece a Dios. La fe profesada en el bautismo impone una fidelidad indefel·tible. Hermas conoce incluso un bautismo de los muertos, a los cuales «los apóstoles y los doctores les proclaman el nombre del Señor y les dan el sello del kerygma» 52 •
§ 11.
La Iglesia de la misión.
Los escritos de los Padres apostólicos no ignoran los ritos de la iniciación cristiana, pero no hablan del bautismo sino por medio de alusiones. En la carta de Clemente ni siquiera se encuentra el vocablo, pero él sabe que el sacramento perdona los pecados 53 , gracias a la muerte de Cristo 54 , abre la comunidad al neófito, y le comunica la gnosis inmortal 55 y la iluminación 56 , sin duda el Espíritu Santo 57 • Ignacio de Antioquía utiliza los términos «bautismo» y «bautizar» sólo cuatro veces: dos para el bautismo de Jesús 58 y dos para el sacramento de iniciación 59 ; muy poco, si se considera el lugar que la eucaristía ocupa en sus cartas. Las dos alusiones al bautismo de Jesús se encuentran en el mismo contexto de confesión de la fe. Es muy posible que el bautismo de Jesús hubiese formado parte de la confesión de fe bautismal, que se esforzaba en relacionar el rito con la vida del Señor. De las otras dos alusiones, Efesios 18, 2 parece concebir la pasión de Cristo como una victoria sobre los demonios y atribuir 50. 52.
54. 56. 58. 59.
Sim .• 9, 16, 3-4. 51. Mand .. 5, 1, 2-3; 10, 2, 6. Sim., 9, 16, 5. 53. Clem., 8, 2, 4; 51, l. Clem., 7, 4. 55. Clem., 36, 2. Clem., 36, 2; 59, 2. 57. Clem., 46, 6; cf. 2, 2 Efes., 18, 2; Smyrn., 11. Smyrn., 8, 2; Poi., 6, 2.
80
Justino y los apologistas
a las aguas un poder purificador para lavar los pecados, prefigurado por el bautismo de Jesús: «Él nació y fue bautizado para purificar el agua por medio de su pasión.» Así pues, hallamos una relación entre el bautismo y la cruz. Este tema, que ya hemos visto en la teología siria, no sorprende en el obispo de Antioquía. En la carta a los Magnesios 5, 2 -carta que habla del carácter marcado por la impronta del bautismo-, se podría ver el sello, la sphragis, vocablo ya utilizado para el bautismo. No es imposible que los ungüentos de que habla Ignacio a los efesios aludan a un rito de la administración bautismal del que se hace referencia en el versículo siguiente 60 • Por el contrario, la Homilía del siglo 11, frecuentemente llamada Segunda carta de Clemente, señala una etapa en el desarrollo de la teología bautismal. En ella, si bien las alusiones directas al sacramento son raras 61 , encontramos explícitamente el término sphragis para significar el bautismo 02 • «Guardar el sello» quiere decir guardar el bautismo. El autor desea inculcar a los cristianos el deber de vivir una existencia cristiana sin pecado, consecuente con el bautismo, y de expiar eventuales pecados subsiguientes mediante la oración, el ayuno y la limosna. Toda la carta es una exhortación a la perseverancia dirigida a los neófitos.
Justino y los apologistas.
§ 111.
Justino, en la primera Apología 63 , nos ofrece, no sin alguna renuncia, la descripción del rito bautismal. En ésta expone, no su pensamiento personal, sino la práctica y la doctrina de la comunidad cristiana cuya fe él comparte 64 • El bautismo es administrado por inmersión, con la invocación trinitaria. 60. 61. 62. 63. 64.
Efes., 17, 1·2. 2 C/em., 6, 2; 7, 6; 8, 6. 2 C/em., 7, 6; 8, 6. Para la iluminación, véase 2 Clem., 1, 4. Apo/., 61·62. PG 6, 420-421. Descripción, en W. RoRDORF, Sunday, Filadelfia 1967, p. 255-288.
81 Hamman.
Bauti~mn
6
La época antenicena Aquellos que creen en la verdad de nuestra enseñanza y de nuestra doctrina prometen primeramente vivir conforme a esta ley. Entonces les enseñamos a orar y a pedir a Dios, en ayuno, el perdón de sus pecados, y nosotros mismos oramos y ayunamos juntamente con ellos. Después Jos llevamos a un lugar en el que haya agua, y allí, de la misma manera que nosotros mismos hemos sido regenerados, ellos son regenerados a su vez. En el nombre de Dios, padre y señor de todas las cosas, y de Jesucristo, nuestro Sadvador, y del Espíritu Santo, son lavados entonces en el agua ... Esta ablución se llama iluminación, -porque quienes reciben esta doctrina tienen el espíritu lleno de luz. Y por eso en nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato, y en el nombre del Espíritu Santo, que predijo por medio de los profetas toda la historia de Jesús, es lavado aquel que es iluminado os.
Para Justino, como para los demás apologistas 06 , el primer efecto del bautismo es perdonar los pecados 07 • El sacramento toma de la muerte de Cristo en la cruz esta eficacia. Tal afirmación se repite frecuentemente en el Diálogo 68 • El perdón de los pecados supone un cambio de vida o metanoia- término que Justino utiliza a menudo- 00 , pero también la fe en Cristo 70 • A propósito del diluvio, dice en el Diálogo: «Aquellos que se han preparado mediante el agua, el fuego y el leño, y se han arrepentido de sus pecados, escaparán al juicio de Dios que ha de venir» 71 • La Apología no limita el bautismo a su acción negativa, sino que afirma de él que es regeneración e iluminación 72 • Incluso parece que en esto reside la acción profunda del sacramento, y que el perdón de los pecados no es sino un preliminar o una consecuencia de la transformación bautismal, que llega hasta la consagración total a Dios ' 3 • 65. Apo/., 61, 2, 3, 10-13. PG 6, 419-421. 66. Por ejemplo, ARfSTIDES, Apo/., 17, 4; TEÓFILO, Ad. Auto/., 11, 16. PG 6, 1077. 67. Apo/., 61, 3. JO; 66, 1; PG 6, 421; 428. Los mismos puntos de contacto en Dial., 14. 1; 44. 4; 54, 1; 86. 6; 116, 3; 141, 2. PG 6, 504; 512; 593; 681; 744; 797. 68. Dial .. 13. 1; 14, l; 86, 6; 88, 2; 114, 4; 116, 3; 138, 2-3. PG 6, 501; 503; 681; 685; 740; 745; 793. 69. Dial., 30, 1; 83, 4; 88, 7 (er. un contexto bautismal), 121, 3; 139, 4. PG 6, 537; 673; 688; 757; 796. 70. Dial., 13, l. PG 6, 501. 71. Dial., 138, 2. PG 6, 793. 72. Apol., 61, 3. PG 6, 421. 73. Apol., 25, 2; 61, l. PG 6, 365; 420.
82
Justino y los apologistas
Justino utiliza una sola vez el término «re-creación» para el bautismo ", y parece referirse a la creación primera, sin desarrollar el paralelismo, como hacía la epístola de Bernabé. Más frecuentemente utiliza el vocablo «regeneración», refiriéndose explícitamente al Evangelio de Juan". Y tampoco lo desarrolla; lo cual permite deducir que estos vocablos. hallados en la comunidad. presentan la enseñanza clásica de la misma, hasta el punto de que Justino puede utilizarlos sin explicarlos. La Apología emplea por vez primera el vocablo photismos, iluminación, para designar el bautismo 76 : «Esta ablución se llama iluminación porque quienes reciben esta doctrina tienen el espíritu lleno de luz» ; 7 • La expresión no es peculiar de Justino, pero traduce su itinerario espiritual. El término expresa más particularmente para él la doctrina cristiana, la fe en Cristo que ilumina al creyente. Para explicar el vocablo no es necesario recurrir a las religiones mistéricas: la imagen está profundamente enraizada en la Escritura, en san Juan y en san Pablo. Es posible que la iluminación bautismal esté en relación con el don del Espíritu Santo en el bautismo, pero Justino no lo dice explícitamente. Él conoce dones carismáticos del Espíritu 78 , y la presencia de Cristo mediante el Espíritu en las almas de los creyentes 79 , bautizados por el Espíritu Santo 80 • El bautismo abre al neófito la comunidad de los hermanos y le permite compartir el misterio eucarístico 81 • En lo sucesivo, el neófito tiene que «dar testimonio a la verdad, caminar en las buenas obras y observar los 74. Apol., 61, l. PG 6, 420. único uso del vocablo. Atanasio emplea el sustantivo en De incarnatione, 2, 3. PG 26, 1140. 75. Apol., 61. 3, 10; PG 6, 420; Dial., 138, 2. PG 6, 794. Véase también Apol., 61. 3; 66, l. PG 6, 421; 428. Justino dice regeneración donde Juan había dicho generación (Jn 3, 3, 4). 76. B. BAGA'ITI (L'l':gli.•e de la Circoncislon, p. 203, 204) piensa que el término hace alusión a un ritual judeocristiano, e:t el que el bautismo empezaba en un recinto o una gruta oscura y acababa en la luz. 77. Apol., 6!, 12, cf. 13, PG 6, 421; 345. 78. Dial., 82, 1; 88, l. PG 609; 685. 79. Dial., 54, 1; cf. 86, 6. PG 6, 593; 681. 80. Dial., 29, !, 2. PG 6, 537. 81. Apol., 65. PG 6, 428.
83
La época antenicena
mandamientos, con el fin de ganar la salvación eterna» 82 • Para explicar el bautismo, Justino recurre a la tipología de Noé, salvado de las aguas 83 , y a la circuncisión 84•
§ IV.
Ireneo de Lyón.
En la teología de Ireneo, el bautismo desempeña un papel de rango inferior aún al de la eucaristía. Si la Demostración apostólica, en virtud de su objeto mismo, es más explícita, el Adversus haereses sólo habla del bautismo mediante alusiones. La primera nos ofrece los rudimentos de la catequesis; el segundo aporta algunos elementos para una teología bautismal.
I..J catequesis de la «.Demostración apostólica».
La Demostración ofrece en primer lugar la regla de fe, trans· mitida por los presbíteros, discípulos de los apóstoles: Lo primero de todo, recomienda que nos acordemos de que hemos recibido el bautismo para el perdón de los pecados en el nombre del Padre y en el nombre de Jesucristo, el hijo de Dios encarnado, muerto y resucitado, y en el Espíritu Santo de Dios (que nos acordemos), también de que este bautismo es el sello de la nueva alianza y el nuevo nacimiento de Dios, de modo que ya no seamos hijos de hombres mortales, sino del Dios eternos~.
El presente texto evoca ante todo la liturgia bautismal, con la invocación trinitaria, que resume la fe cristiana, próxima a las confesiones, y la enseñanza tradicional del perdón de los pecados. Después explica el significado del sacramento: sello 86 (sin duda, sphragis) de la vida eterna y nuevo nacimiento de Dios. El neófito 82. 83. 84. 85. 86.
Apol., 65, l. PG 6, 428. Dial., 19, 2; 29, 1, 2; 43, 2. l'G 6, 516; 537; !68. Dial., 138, 2. PG 6, 793. Dem., 3. Cf. la traducción francesa de L.M. Froidevaux en SC Dem., 3; cf. 100.
84
lreneo de Lyón
es marcado con la impronta trinitaria, como Ireneo especifica: lle,va en sí al Espíritu, es conducido por el Verbo y recibe del Padre la incorruptibilidad 87 • Recogiendo la profecía grata a Justino, lreneo aplica a la pasión de Cristo lo que se dice en el Génesis: «Lavará en el vino su vestido y en la sangre de un racimo su manto.» El vestido y el manto son «los que creen en él, aquellos a quienes él ha purificado, salvándonos por medio de su sangre» 88 • Esto parece una alusión tradicional al bautismo, tal como lo explica el texto de Justino. Finalmente, lreneo relaciona el bautismo cristiano con el testimonio de Juan Bautista 89 • Los discípulos de Cristo, a su vez, testigos de todas sus buenas obras, de su pasión, de su vida entera, fueron sus mensajeros por toda la tierra, «purificando las almas y los cuerpos, por medio del bautismo del agua y del Espíritu Santo». Este Espíritu Santo lo habían recibido ellos del Señor, y «repartiéndolo y distribuyéndolo a los creyentes instituyeron y fundaron la Iglesia» 90 • La Iglesia posee el Espíritu, pero cada creyente, al recibir el Espíritu en el bautismo, halla en él un huésped para la vida y para la eternidad. En efecto, tal es el estado de los creyentes por el hecho de que en ellos mora constantemente el Espíritu Santo, que ha sido dado por él en el bautismo y que es guardado por quien lo recibe, a condición de vivir en la verdad, la santidad, la justicia y la paciencia, pues la resurrección es también obra del Espíritu Santo, ya que el cuerpo recibe de nuevo el alma, y, con ella, por la fuerza del Espíritu Santo, resucita y es introducido en el reino de Dios s1.
La misma doctrina la hallaremos desarrollada en el Adversus haereses. 87. Dem., 7; cf. Adv. haer., IV, 34, 5. PG 7, 1086. 88. Dem., 51; cf. Adv. haer., IV, 20, 2. PG 7, 1033. Véase Justino, Apol., 32, 3; Dial., 54, l. PG 6, 380; 593. 89. Dem., 41. 90. Dem., 41. 91. Dem., 42.
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Teología bautisma/ 92 • Si Ireneo no elaboró una teología del bautismo, al menos ofrece en el Adversus haereses las piezas del armazón de la misma, que necesitamos reunir. Hace suya la doctrina tradicional del perdón de los pecados 93 por el bautismo, sin que por lo mismo conceda a ésta la importancia que él concede a los efectos positivos: le preocupa mucho más mostrar la divinización del cristiano y la recapitulación universal operada por el nuevo Adán, que lleva a su consumación el designio de salvación obstaculizado por el pecado original. Ireneo presenta el bautismo como el «lavacrum regenerationis», la piscina del nuevo nacimiento 9 \ y arremete contra los gnósticns por negar que el nuevo nacimiento esté ligado al bautismo 95 • Como en san Pablo, hallamos, subyacente, el paralelismo de los dos Adanes, pero no como de dos bloques erráticos, irreductibles, que se oponen, sino en el interior de una misma economía, en la que Dios lleva al hombre y la creación, pese a los tropiezos y a la caída, a la meta final que les es propia 96 • Cristo, asumiendo en sí la creación, pone, con su nacimiento virginal, con su encarnación de María virgen, el fundamento del nuevo nacimiento para la humanidad entera, y devuelve a ésta la imagen y la semejanza de la primera creación, perdida por la desobediencia de Adán. Cuando se encarnó y se hizo hombre, recapituló en sí mismo la larga serie de los hombres y nos procuró la salvación, en bloque en su carne, de modo que lo que habíamos perdido en Adárc -es decir, el hecho de ser a imagen y semejanza de Dios- pudiéramos recobrarlo en Cristo Jesús 07 92. Además del libro de A. BENOIT, Le baptéme au ue siecle. ya citado, véase tambi~n J. GRoss, La divinisation du chrétien d'apres les Peres grecs, París 1938, p. 144-159. 93. Adv. haer., 111, 12, 7; IV, 27, 1; 22, l. PG 7, 900; 1046; 1056. Dem., 3, 41. 94. Adv. haer., 111, 17, !. PG 7, 929. Dem., 3; 7. 95. Adv. haer., 1, 21, l. PG 7, 657. 96. I. DANIÉLOU, Sacramentum /uturi, París 1950, p. 25·30. 97. Adv. haer., 111, 18, 1; 22, 1; 23, 1, 2; IV, 38, 3-4; V, 1, 3; 15, 3. PG 7, 932; 956; 960; 1107·1109; 1122-1123; 1165-1166.
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Teología bautismal
Es evidente que Cristo se solidarizó con una humanidad pecadora, muriendo por ella, con el fin de condenar el pecado y ponerla bajo la obediencia paternal de Dios "8 • Lo que se realizó en Cristo, sobre quien descendió y en quien habitó el Espíritu, se realiza para todo el género humano, que el mismo Espíritu renueva, de su vetustez. en la novedad de Cristo 99 • Esta renovación del hombre se opera por medio del bautismo en el Espíritu, que hace espiritual y perfecto al hombre. «Aquellos que son bautizados reciben el Espíritu de Dios, que habita en ellos» 100 , dice la Demostración. «Cuando el Espíritu de Dios mezclado al alma se une a la carne, entonces, a causa de la efusión del Espíritu, el hombre llega a ser espiritual y perfecto. Y entonces es a imagen y semejanza de Dios» 101 • El Adversus haereses vincula en varias ocasiones el bautismo y el don del Espíritu. El Espíritu no solamente restituye «la imagen y la semejanza» - en otros términos, el estado primitivo del hombre, de Adán- sino que es una fuerza que actúa en el hombre entero -cuerpo y alma- y lo conduce hasta la divinización progresiva 102 • Ahora recibimos una parte del Espíritu para perfeccionarnos y prepararnos a la incorruptibilidad, acostumbrándonos poco a poco a recibir y a llevar en nosotros a Dios» 108 • El bautismo sitúa al hombre en la economía de la salvación y prepara la reunión universal; le hace progresar, como a la Iglesia entera, hacia la consumación. Es, a la vez, prenda de incorruptibilidad 10 * y promesa de la visión de Dios 105 •
98. Adv. haer., 111, 20, 2; v, 23; 11, 20, 3. PO 7, 944; 1184-1186; 777. 99. Adv. haer., 111, 17, 1; véase también v, 12, 2. PO 7, 929; 1152-1153. 100. Dem., 7. 101. Adv. haer., v, 6, J. PO 7, 1137. 102. Adv. haer., 111, 24, 1; v, 1, 1; 9, 2. PO 7, 966; 1121; 1144. 103. Adv. haer., v, 8, l. PO 7, 1141. i04. Adv. haer., v, 6, l. PO 7, 1137. 105. Adv. haer., v, 36, 3. PO 7, 1224.
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§ V.
El siglo DI: Oriente
En el siglo m se produce una estructuración de la liturgia bauti8mal y una elaboración de su teología. La organización de un catecumenado exige una catequesis, que va precisándose y alcanzará su estatura propia en el siglo siguiente. Las controversias directamente basadas en el bautismo permiten clarificar los puntos oscuros. La Didascalia de los doce apóstoles nos ofrece la más antigua descripción del bautismo. Éste se abre con una unción prebautismal, iniciada por el obispo con una imposición de manos. El obispo efectúa la unción de la cabeza, y los ministros la continúan por todo el cuerpo. Sigue la inmersión con la invocación divina, que da fin a la ceremonia 106 • l.
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA.
Clemente de Alejandría nos ha conservado el tema del bautismo a la vez tumba y seno materno 107 • El Pedagogo se dirige a cristianos ya bautizados que han abrazado la fe y entrado en la Iglesia, a los que él educa para la vida cristiana. Su exposición está inspirada por una intención polémica: combatir la falsa gnosis. Los gnósticos distinguían dos clases de hombres: los psíquicos y los pneumáticos; los primeros son cristianos de segunda categoría, los primeros están llamados a la perfección. Para Clemente no existe grado superior al bautismo; éste reporta al fiel todo lo que él puede recibir. «Cuando hemos sido regenerados, hemos recibido inmediatamente lo que es perfecto y lo que era el objeto de nuestro afán. Hemos sido iluminados, lo cual significa que hemos conocido a Dios. Pues bien, es imposible que sea imperfecto quien ha conocido lo perfecto» 108 • 106. 107. chrétien, 108.
Didascalla. XVI, 12. 1-3. Excerpta ex Thcod .• 80. l. Véase también H. RAHNER, Mytes paiens et mystére trad. francesa H. Voirin, París 1954, p. 90. Paed., 1, 6, 25, l. PG 8, 281. Trad. francesa M. Harl, SC, 70.
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Clemente de Alejandría
El Pedagogo argumenta partiendo de los datos tradicionales de la catequesis, que explicará un poco más adelante. El catequista de Alejandría conoce por experiencia el desarrollo de la misma, que esboza en el curso de la discusión. «La instrucción de la catequesis conduce progresivamente a la fe; la fe, en el momento del santo hautismo, recibe la instrucción del Espíritu» 109 . Clemente nunca separa fe y sacramento. En el mismo texto, el autor cita el bautismo de Jesús, profecía del bautismo cristiano 110 , aunque forzando la asimilación, como . si Cristo hubiese recibido en el bautismo la perfección y la efusión del Espíritu. Su preocupación es mostrar que Cristo es el modelo que los recién bautizados deben imitar. Pues bien, lo mismo sucede con nosotros, cuyo modelo fue el Señor. Al ser bautizados, se nos ilumina; al ser iluminados, se nos hace hijos; al convertirnos en hijos, se nos torna perfectos; una vez hechos perfectos, recibimos la inmortalidad. Está escrito: Y o lo he dicho: sois dioses e hijos del Altísimo (Sal 81, 6). Esta operación recibe múltiples nombres: carisma, iluminación, perfección, baño. Baño por el cual somos purificados de nuestros pecados, carisma 111 por el cual los castigos merecidos por nuestros pecados nos son levantados; iluminación en la cual contemplamos la bella y santa luz de la salvación, es decir, de la cual penetramos con la mirada en lo divino; perfP.cción, porque, en efecto, nada le falta a quien ha conocido a Dios. Pues sería absurdo dar el nombre de carisma de Dios a un don incompleto. Además, la liberación del mal es principio de salvación 112.
Todo este pasaje no aporta nada que no sea la catequesis recibida en la comunidad, y hallamos de nuevo los términos ya conocidos, salvo el de carisma. La continuación ofrece una explicación de las denominaciones dadas al bautismo. El sacramento de regeneración produce ante todo la vida, al liberar de la muerte. Y esta 109. Paed., 1, 6, 30, 1·2. PG 8, 285. 110. Paed .. 1, 6, 25, 3: «1~1 recibió una regeneración perfecta para dar una prefigura· ción según la economía de Dios.» PG 8, 280. 111. Carisma o don espiritual, y no gracia, como traduce M. Harl en Sources chré· tiennes. Tal vez una alusión al don del Espíritu. Cf. Rom 1, 11; JusTINO, Dial., 81; dones. del Espíritu. PG 6. 112. Paed., 1, 6, 26, 3. PG 8, 280·281.
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La época antenicena
vida reside esencialmente en la fe recibida. La palabra acogida produce la vida eterna y libera de la muerte. Hace de los cristianos los recién nacidos de Dios -tema grato entre todos al Pedagogo - 113 • Clemente añade - para que lo recoja el gnóstico que la enseñanza de Dios que produce la salvación eterna no puede ser considerada como imperfecta. Después, el autor argumenta partiendo de la iluminación bautismal, con la que parece fusionar el carisma. El bautismo descarga el alma de las culpas que la privan de la vista y trae la luz, al dar entrada al Espíritu Santo, que desde el cielo se derrama en nosotros. Clemente compara la efusión del Espíritu iluminador a un ungüento que cura los ojos y les permite ver la luz eterna. Así pues, el bautismo da el Espíritu, quizás por medio de una crismación (ungüento de claridad eterna). Finalmente, el texto de Clemente describe el bauttismo como una acción, una epopeya que se termina con la victoria. Las necesidades de la tesis le hacen incrustar el carácter progresivo del bautismo. El texto termina mostrando el carácter escatológico del mismo: «La consumación está reservada para la resurrección de los creyentes» 1H. Se trata de dos momentos de una misma acción, de dos etapas de una obra única 115 • De la consumación, poseemos las arras. «El bien futuro, del que tenemos una primera prenda por la fe, después de la resurrección lo tomamos como bien realizado: así se cumple la palabra: Que os suceda según vuestra fe. Donde está la fe, está la promesa; y el cumplimiento es el descanso final. De modo que el conocimiento se halla en la iluminación (del bautismo), pero el término del conocimiento es el descanso, meta final de nuestro deseo» 116 •
113. 114. 115. 116.
Paed .. 1. 6. 32. 4. PG 8. Paed .. '· 6. 28. 4. PG 8. l'aed .• 1. 6. 28. 5. PG 8. Paed .• 1. 6. 29. J. PG
289. 304. 304·306. 8. ibid.
90
11.
ORÍGENES
117
•
Orígenes no elaboró una teología del bautismo, pero, como maestro de Alejandría. preparó a muchos candidatos al bautismo y les impartió la enseñanza de la Iglesia. En su época empieza a organizarse el catecumenado. Después de un tiempo indeterminado en el que el simpatizante observa y se interroga. empieza a consti· tuirse «un grupo particular de aquellos que han entrado recientemente y todavía no han recibido el sacramento de purificación» us. Cuando Orígenes comenta la Escritura tiene presentes en el espíritu a los catecúmenos que asisten a la asamblea litúrgica; éstos le escuchan y se preparan para el bautismo. La primera preocupación del maestro es, por tanto, ser ante todo el testigo de la enseñanza tradicional ya firmemente formulada en la Iglesia. En un segundo estadio que trataremos de analizar, Orígenes descubre en el bautismo el fundamento de la vida espiritual. Su exposición es a la vez un aviso contra una concepción mágica de los sacramentos y contra una recepción del bautismo que no captara el misterio del mismo.
Testigo de la catequesis bautismal. Catequista él mismo, Orígenes conoce perfectamente «las fórmulas, los gestos, los ritos, las preguntas y las respuestas» 119 que componen la administración del bautismo, cuyo significado doctrinal él explicó. Según Orígenes, el catecumenado incluye dos aspectos complementarios: «
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La época antenicena
la simple fe» 120 • Los primeros elementos están resumidos en un compendio o símbolo de la fe, en el cual era comunicada en fórmulas breves la suma de todo el misterio cristiano 121 • Este símbolo era la base del programa catequético. Podemos hacernos una idea de él por algunas alusiones de Orígenes 122 • Esta instrucción prepara la confesión bautismal: «Así pues, cuando venimos a la gracia del bautismo, renunciando a todos los demás dioses y señores, confesamos al único Padre, Hijo y Espíritu Santo» 123 • La formación del espíritu corre pareja con la conversión moral. Orígenes insiste tanto más en este hecho cuanto que los misterios paganos no exigían ninguna transformación interior. Frecuentemente, el maestro de Alejandría se dirige en sus homilías a los catecúmenos de su auditorio para exhortarles a hacer penitencia, y en ocasiones para describir los progresos ya realizados: «Vosotros, que deseáis recibir el santo bautismo, tenéis ante todo que purificaros mediante la fe, tenéis ante todo, mediante la audición de la palabra de Dios, que arrancar las raíces de los vicios y templar vuestras bárbaras costumbres, para que, revestidos de humildad y mansedumbre, podáis recibir la gracia del Espíritu Santo» 124 • Aun juzgando indispensables las disposiciones morales, Orígenes enseña la eficacia propia del sacramento. Compara aquéllas con las curaciones milagrosas de Cristo, y muestra que el bautismo reporta del mismo modo la fe y la gracia: «Asimismo, el baño del nuevo nacimiento mediante el agua es el sjmbolo de la purificación del alma, que es lavada de toda mancha y de toda maldad (aunque acontecimiento físico); se convierte por la virtud de la invocación trinitaria en principio y fuente de los dones divinos de la gracia para aquellos que se ofrecen a la acción salutífera de la Trinidad 120. In Iud., hom. 5, '6. PG 12, 973. 121. In Rom., VII, 19. PG 14, 1154. 122. In loan., 32, 16; In Matth., com. ser. 33; Contra Cels., 1, 7. PG 11, 668; De princ., 1, praef. PG 11. 113·114; In Jerem, hom. 5, 13. PG 13, 312-313; In I Cor., hom. 4 (JTS 9, 1908, p. 234). 123. In Ex., hom 8, 4. PG 12, 354. 124. In Lev., hom. 6, 2. PG 12, 468. Cf. In Luc., hom. 21. PG 13, 1855. In Ezech .• 6, 7. PG 13, 715.
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Testigo de la catequesis bautismal
invocada sobre ellos» 125 • La consagración es lo que comunica al agua esa eficacia espiritual' 26 • El rito bautismal mismo comprende una renuncia a los demonios y un comprometimiento a Cristo, que consisten sin duda en la recitación del símbolo o confesión de la fe. Orígenes alude a ello en la Exhortación al martirio: «Y en todos los convenios relativos a la piedad, habéis respondido poco antes a los catequistas: Serviremos al Señor porque es nuestro Dios. Por tanto, si quien viola los convenios hechos entre los hombres carece de fe y es extraño a la salvación, ¿qué hay que decir de quienes reniegan violentamente de los convenios que han hecho con Dios y vuelven corriendo a Satanás, a quien han renunciado por el bautismo?» 12 ;. El bautismo mismo parece ser administrado por medio de una triple inmersión -cada una acompañada de la invocación de una persona de la Trinidad - que sigue a una triple interrogación. El bautismo va seguido de una unción con óleo. Pero el don del Espíritu, pese a algunos textos, parece ser atribuido al bautismo mismo 128 • Finalmente, Orígenes preconiza el bautismo de los niños, remitiéndose a una tradición apostólica. «La Iglesia ha recibido de los apóstoles la tradición de bautizar a los niños. Aquellos a quienes les fueron confiados los misterios de los sacramentos sabían, en efecto, que la mancha del pecado existía en todos» 120 • La introducción al misterio bautismal o mistagogia no era dada, en los tiempos de Orígenes y según él, hasta después del bautismo ""', para no comunicar a los profanos los ritos reservados a los fieles. Aquí volvemos a hallar en el maestro alejandrino la tipología tradicional. en relación a la cual Orígenes se toma algunas libertades. 125. 111 Joa11 , com. 6, 23. PG 14, 268. 126. 111 Jomr., com. 6, 33. PG 14, 292. 127. Lx/r. mart., 17. PG 11, 584-585. Véase también 111 Ex. hom. 5, 1, 5. PG 12, 325: 330. 128. Cf. G.W.H. LAMPE. Tlle sea/ ... , p. 162-170. 129. 111 Rom., 5, 9. PG 14, 1043-1045. Véase también In Luc., hom. 14. PG 13, 1833· 1837; llr Le•··· húm. 8, 3. PG 12, 495-496. En J.C. DIDIER, Le baptéme des enfants dans la Tradition de /'Eglise, París 1960, p. 19-21. 130. In Rom., com. 5, 8. PG 14, 1037-1043.
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La épvca antenicena
Orígenes desarrolla las figuras visto, como el retorno al paraíso 131 • Rojo. Esta última la comenta con ria de Israel figura la vida espiritual
tradicionales que ya hemos el diluvio, la travesía del mar predilección, porque la histode los fieles.
Pablo llama a eso «Un bautismo efectuado en Moisés en la nube y en el mar», con el fin de que vosotros, que sois bautizados en Cristo en el agua y en el Espíritu Santo, sepáis que los egipcios siguen vuestros pasos, que quieren conduciros de nuevo a vuestra antigua servidumbre, es decir, junto a los «príncipes de este mundo» y los «espíritus malos» cuyos esclavos fuisteis. Ellos tratan de alcanzaros, pero vosotros bajáis al agua y salís de ella sanos y salvos; habéis lavado las manchas de los pecados, y por eso salís de las aguas convertidos en «hombres nuevos», dispuestos a cantar el «cántico nuevo:. 132.
Lo mismo sucede con las figuras ya analizadas del baño de Naamán en el Jordán 133 y del hacha de Elíseo que flota sobre las aguas. Por el contrario, Orígenes es el primero en desarrollar la tipología de la travesía del Jordán por Josué. y más tarde por Elías, antes de su ascensión m. Asimismo, da un sentido bautismal a los pozos cavados en el desierto, en los que se encuentran los dos testamentos y se anudan los esponsales de Cristo con la Iglesia y cada uno de sus miembros. Por primera vez, el bautismo es consideradocomo un baño nupcial. «En el baño del agua, la Iglesia se une a. Cristo» ~. Como Justino, Orígenes ve finalmente en la Circuncisión una figura del bautismo: de una y otra parte, el rito efectúa la incorporación al pueblo de Dios. «Los fieles son circuncisos por el bautismo» 136 • 13
131. cAquellos a quienes el divino bautismo ha hecho renacer son puestos en el paraíso, es decir, en la Ialesia, para que en ella realicen obras espirituales.» In Gen., fragm. PG 12. ·100. 132. In Ex., hom. 5, 4. Trad. francesa P. FORTI~R. en se. PG 12, 329. 133. ln Luc., hom. 33. PG 13, 1884-1885. Véase GREGORIO DE NtSA, Para la fiesta de las luces, en Le baptime, p. 163. 134. Jn Jos. Nav., hom. 5, l. PG 12, 846-847. 135. ln Gen., hom. 10, 5. PG 12, 22!1. Aplicación a todo fiel: In Ex., hom. 8, 5 .. PG 12, 356-358. 136. In Num., com. 11, 13; cf. Se/. in Ps. 118. PG 12, 1588.
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La teología de Orígenes. El catequista de Alejandría no se contenta con transm1t1r el depósito de la fe, sino que se esfuerza en penetrar el misterio de la misma y elabora una teología bautismal. Para él, las figuras históricas del bautismo hallan su cumplimiento y su significado en la Encarnación. Cristo las ha hecho suyas: por eso encierran un significado espiritual permanente. Así pues, Cristo es el sacramento de Dios, que se prolonga en el sacramento de la Iglesia. Él es «el agua verdadera que da la salvación» 137 • Del bautismo, él es a la vez el agente, el contenido y la eficacia. En el sacramento, como en la Escritura, hay que buscar. bajo el signo visible o la letra, la verdad oculta e interior; en el rito bautismal, «el bautismo espiritual invisible» 138 • El baño del nuevo nacimiento introduce a la Iglesia y a sus hijos en la economía o la historia de la salvación; es a la vez realidad y figura, realidad en relación a las promesas y figura de la realidad futura. «El pensamiento de Orígenes, lejos de oponer definitivamente TÚ1to~ y &"A~6eLoc, es, pues, el de un análisis múltiple cuyos grados no están rigurosamente separados» 139 • De los escritos de Orígenes se desprende una teología del bautismo, aun cuando el maestro alejandrino nunca hubiera elaborado un estudio sistemático de la misma. Su pensamiento se esfuerza en hallar, bajo el rito visible, la realidad espiritual y la profecía escatológica. «El agua bautismal, sobre la que ha sido invocada la Trinidad es para Orígenes principio y fuente de todas las gracias divinas» uo, y por tanto de toda la vida espiritual. Ésta no es más que el desarrollo de la gracia bautismal. Para demostrarlo. Orígenes recurre a los libros del Éxodo y de los Números, los cuales le proporcionan 137. 138. 139. 140.
In Luc., hom .• 21. PB 13, 1854. In Joan., ;:om. fragm. 76. URS VON BALTHASAR, l. c .. p. 56-57. H. RAHNER, l. c., p. 208.
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La época antenicena
el tema de la partida y del tránsito, de la marcha y del viaje que llevan de la cautividad egipcia hasta la tierra prometida 1 ú. Esta marcha corresponde a la bajada del Logos hasta la kenosis de la cruz. La purificación no se termina en el bautismo; es la condición cristiana permanente 142 , que es un tiempo de tentación y de purificación. La vida espiritual es un perpetuo tránsito de la ley a la gracia, del pecado a Cristo; es un devenir, un venir del Señor. En el bautismo hemos recibido «una vida nueva». pero ésta debe renovarse de día en día 143 • La gracia bautismal debe crecer, si no quiere morir. El Espíritu recibido en el bautismo transforma al cristiano hasta su resurrección, de la cual él es prenda 144 • Él lo conduce y le enseña a leer la ley de lo interior, a mortificar la carne, a vivir bajo el régimen del espíritu, a hallar al Padre en la oración. La gracia bautismal provoca toda la ascensión espiritual, puesto que transforma a los fieles en la imagen gloriosa del Salvador. Orígenes la compara a los pozos del desierto, en los cuales bebemos de la fuente de Dios, que nos hace entonar el cántico por la salvación w. El misterio de la cruz ritma la ascensión espiritual. El camino cristiano, que para Orígenes es Cristo 146 , atraviesa el desierto u 7 • La homilía 27 sobre los Números describe las asperezas. las pruebas, las purificaciones de esta travesía 148 • El hombre interior es asediado en el interior y en el exterior. Las miríadas de enemigos quisieran hacerle caer de nuevo en el pecado. Sólo la herida del amor purificador rehace la unidad espiritual mediante el despertar de los sentidos interiores a la venida de Dios. El Cantar de los Can141. In Ex. llom. 3, 3. PG 12, 313-316. In Jos., hom. 5, l. Ibid., 847. In Cant., com. 3. !bid., 13, 168-169. In Num., hom. 26, 4. PG 12, 776-777. 142. In loan., com. 6, 33. PG 14, 289-292. 143. H. RAHNER, l. C., p. 215-216. 144. In Ezcch., hom. 2, 5. 145. In Num., hom. 12, l. PG 12, 656-659; cf. 20, 3. PG 12, 731-734. 146. In Joan., com. 1, 26. PG 14, 73. 147. Véanse los textos en URS VON BALTHASAR, Esprit et feu, l, París !959, p. !43-159. Para el tema del viaje, véase H. RAHNER, Mythes grecs et mystere chrétien, trad. francesa, p. 100. 148. Traducción francesa en Chemins vers Dieu, ceo!. Ictys» 11, p. 76-100.
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La teulogía de Orígenes
tares, que describe la vida cristiana bajo la imagen de los espontraza, para Orígenes, el itinerario que es a la vez encuentro y búsqueda. La ascesis bautismal de Orígenes es esencialmente escatológica. Si bien distingue un triple bautismo - el bautismo figurativo, el hautismo cristiano y el bautismo de fuego a la entrada de la gloria- 149 , ve en la economía sacramental la figura de la transformación última. En uno de sus textos, Orígenes aplica al bautismo la distinción paulina del «espejo» y del «cara a cara», y muestra que la purificación bautismal no es más que la sombra de la purificación total, que la prolonga y la consuma. ~ales,
Aquellos que han seguido al Salvador estarán sentados en doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel, y recibirán este poder en la resu" rrección de los muertos; y eso es la regeneración que es el nuevo nacimiento, cuando la tierra nueva y los cielos nuevos sean creados para aquellos que se han renovado, cuando la nueva alianza sea dada y su cáliz. De esta regeneración, el preámbulo es lo que Pablo llama el baño de la regeneración y lo que de esta novedad sigue al baño de la regeneración del espíritu. En la regeneración por medio del agua, todo hombre que ha sido engendrado de lo alto en el agua y en el Espíritu estará puro de pecado y, si me atrevo a decirlo, puro «en espejo y en enigma» 1' 0 .
Orígenes recurre a imágenes bíblicas para describir el carácter escatológico del bautismo. Pinta a Cristo con la espada de fuego a la entrada del paraíso, al borde del río que los elegidos atraviesan para una última purificación. En las homilías sobre el Éxodo 151 halla de nuevo el tema escatológico en el mar Rojo que destruye a los pecadores y deja pasar a los justos. Para Orígenes, el triduum sanctum que resume el misterio de Cristo y el misterio pascual simboliza perfectamente el bautismo, que conduce al bautizado a la resurrección con Cristo, en el Espíritu 152 •
149. In 150. In 151. In 152. In
Luc., hom. 14. PG 13, 1833-1838. Math., com. 15, 2.3. PG 13, 1320-1321. Ex., hom. 6, 3. PG 12, 333-334. Ex., hom. S, 2. PG 12, 326-327; In Gen., hom. 8, 4. PG 12, 205-206.
97 Hamman, Bautismo 7
§ VI. El siglo
m: Occidente.
En el siglo 111, el Occidente se manifiesta. África nos ofrece dos hombres de primera magnitud: Tertuliano y Cipriano. Uno y otro enriquecen nuestro acervo. Tertuliano, en la _primera obra sobre el tema, ofrece una catequesis bautismal; Cipriano abre una controversia relativa al bautismo de los herejes.
l.
EL «DE BAPTISMO» DE TERTULIANO
153
•
El tratado de Tertuliano es más una «defensa» que una catequesis. Tiene por objeto defender el sacramento del bautismo contra una secta gnóstica que profesaba el dualismo maniqueo: dado que la materia es mala, el agua del bautismo ha de ser rechazada, y sólo la fe es necesaria para la salvación. Come Ireneo, en quien se inspira, Tertuliano muestra la unidad del designio de la salvación a través de la historia, del mundo materia1 y del mundo espiritual, de la creación a la redención. La primera parte del tratado sobre el bautismo responde a los gnósticos. Explica el simbolismo del agua (3-6). comenta el ritual bautismal (7-8), desarrolla la tipología bíblica del sacramento (9). La segunda parte vuelve sobre diversas cuestiones teológicas (1 0-16) y disciplinares (17-20). Al analizar el tratado nos esforzaremo~ en extraer los elementos nuevos que Tertuliano aporta a la teología bautismal.
153. Texto y traducción francesa en Sollrces chrétiennts. Traducción íntegra en el volumen Le bapteme, ceo!. Ictyn 6, p. 31-54. Sería necesario completar el tratado de Tertuliano con ayuda de sus demás escritos: Adv. Marcionem, 1, 14, 28. PL 2, 261; 279; De corona, 3. PL 2, 79; De carnis re.
98
1•
El sacramento del agua.
Tertuliano esboza el bautismo en tres palabras: agua, purifica;ión, escatología (1, 1). Para desarrollar la doctrina correspondiente, parte de una lección de cosas: el simbolismo del agua. La simplicidad de medios deja al descubierto la potencia de Dios. Para describir la continuidad y la correspondencia entre la creación y la gracia, Tertuliano analiza la acción creadora del agua, la vinculación entre el agua y el Espíritu. «Si Dios ha utilizado esta materia en toda su obra, también la ha hecho fecunda cuando se trata de sus sacramentos; si el agua preside la vida de la tierra, la procura también para el cielo» (3, 6). El agua debe esta eficacia al Espíritu divino que la habita desde los comienzos (3, 2), que la anima, la santifica para hacerla santificante (4, 1). Esta prerrogativa original y profética del Espíritu se consuma en el bautismo. Cuando se hace la invocación (a Dios o al Espíritu), «el Espíritu sobreviene del cielo, se detiene sobre las aguas, las santifica con su presencia, y éstas se impregnan del poder de santificar a su vez» (4, 4). La consagración da al agua una verdadera eficacia en el orden espiritual: por ella, el espíritu es lavado y el cuerpo purificado, en tanto que los baños paganos están «vacíos» (5, 1) y son inoperantes 15 \ porque están habitados «por el ángel impuro del Maligno» (5, 5). El ángel de la piscina de Betsaida ofrece a Tertuliano la transición de las realidades carnales a las realidades espirituales, de los símbolos y las figuras a su cumplimiento, de la primera a la segunda creación (5, 5-6). En el bautismo, el agua es curación, vida eterna, retorno a la similitud primitiva, perdida por causa del pecado (5, 6-7).
154.
Para las alusiones de Tertuliano, véase G.
99
DELUNG,
Die Taufe im N.T., p. 20-21.
2.
Ritos del bautismo.
La lección de cosas continúa, pero partiendo de los ritos, esbozados aquí, que introducen a la doctrina bautismal. Hay que leer el capítulo 6 superponiendo los dos ritos esenciales. inextricablemente ligados, la inmersión y la confesión de fe, que en su unidad constituyen la acción bautismal propiamente dicha, llamada «sacramentum, pactio fidei 155 , testatio fidei» 150 • Tertuliano mismo describe el rito bautismal: «Después (de la renuncia a Satanás), somos sumergidos eri el agua, respondiendo además lo que el Señor ha precisado en el Evangelio» 151 , esto es, la confesión trinitaria. A cada inmersión corresponde una interrogación: - ¿Crees en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra? - ¿Crees en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació y padeció por nosotros? - ¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
A las tres preguntas, el candidato responde: Creo. Gesto y palabra constituyen «el sacramento de la fe»: Tertuliano es el primer testigo directo de la confesión bautismal, en la cual se expresa la regla o el símbolo de la fe trinitaria 158 • Este ritual esclarece el capítulo 6. El agua de la inmersión lava los pecados; la invocación trinitaria y la confesión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo constituyen el sello de la fe. El compromiso del neófito responde a la promesa de Dios (sponsio fidei), en la que las tres personas divinas son los garantes de la salvación y de la esperanza, Tertuliano juega con el vocablo sacra155. 156. 157. 158. 1933, p.
De pud., 9, 16. PL 2, 998-999 De bapt., G. PL 1, 1206. De corona, 3. PL 2, 71. Véase D. VAN DEN EYNDE, Les normes de l' enseigr ment chrétien~ Gembloux-París 296; F. KATTENBUSCH, Das aposto/ische Symbo/, Darmstadt 1962, u, 60-61
100
Ritos del hautismo
mentum. que expresa a la vez la idea jurídica del juramento militar y la idea griega de misterio. Esta garantía celestial halla su atestiguación terrenal en la Iglesia, llamada por Tertuliano «el cuerpo de los Tres» o el instrumento de la acción trinitaria. Gracias a la Iglesia, el neófito entra en comunicación con la Trinidad santa. «Nombrar al Padre y al Hijo es proclamar a la Madre, sin la cual no hay Hijo ni Padre» 159 • Un último punto presenta dificultades y confunde visiblemente a Tertuliano. Se debe a la enseñanza tradicional de que el bautismo con el perdón de los pecados da el Espíritu Santo 160 • De otra parte, el don del Espíritu tiende a ser relacionado, desde esa época, con un rito particular, la imposición de manos, pero dentro de una celebración única. ¿Cómo conciliar los dos puntos de vista? Tertuliano se esfuerza en separar el don del Espíritu del tinctus bautismal, para no atribuir a éste más que el perdón de los pecados, que prepara el camino al descenso del Espíritu, en un segundo movimiento 101 • Al salir de la piscina bautismal, el bautizado recibe primeramente la unción por todo el cuerpo. Los dos ritos corren parejos y forman un todo. El cuerpo húmedo es frotado con aceite, según el uso antiguo para que entre en calor. Ello explica la prohibición de tomar baños durante toda la octava pascual 162 • En la tradición bíblica, la unción, traspuesta al plano espiritual, expresa el sacerdocio y la realeza. Tertuliano compara la unción bautismal con la de Aarón por Moisés y la de Cristo por el Padre y el Espíritu. Hecha con el óleo santo, conforma al neófito a Cristo y gana para él el nombre de cristiano (7, 1-2) 163 • En nin159. De oral., 2. PL 1, 1154. 160. Tertuliano dice en el De pudicitia: cDespués da haber recibido --de Dios, su Padre- su patrimonio, esto es, el bautismo o el Espíritu Santo» 9, 9. PL 2, 997. Cf. Adv. Marc., r, 28. PL 2, 280. 161. En Tertuliano, el hombre pecador está en poder de los demonios. En el bautismo, los ángeles lo toman a su cargo. Al ángel le es atribuido el cometido purificador del agua, lo cual explica que él prepare los caminos al Espíritu Santo en el alma purificada. 162. De corona, 3. PL 2, 79. 163. En la fórmula conservada por la Tradición Apostólica, 21, la unción es dada
101
La época antenicena
guna parte la unción es puesta en relación con el Espíritu Santo. Por eso es general la tendencia a negarse a ver en ella la confirmación. La fórmula que relata la Tradición Apostólica hace la unción «en el nombre de Jesucristo». La unción hace explícitas las gracias del bautismo. Tertuliano no menciona en el De baptismo la signación, que, por otra parte, él conocía. La marca de la Tau, el signo escatológico de Ezequiel, expresaba la pertenencia del bautizado a Cristo y su alistamiento en el ejército de Dios 16' . Si omite mencionar el rito es porque no le parece expresar el don del Espíritu 165 • Finalmente, la imposición de manos viene en tercer lugar. Tertuliano la desarrolla lo más largamente, relacionándola explícitamente con el don del Espíritu, porque la oración que la acompaña menciona a éste con toda nitidez (8, 1). Relaciona el rito, no con la imposición de manos a los samaritanos, sino con la bendición de Jacob. La imagen del órgano hidráulico pone de manifiesto la unidad entre el baño y la venida del Espíritu, entre la purificación y la iluminación wo. La venida del Espíritu, el cual toma de nuevo posesión de «su antiguo trono» (8, 3) -la carne lavada de sus antiguos pecados por el baño (8, 4)- lleva el bautismo a su consumación. Nuevo paralelismo entre las dos creaciones, entre el bautismo y el diluvio, entre el bautismo de Jesús y el de la Iglesia (8, 1, 3, 4-5). Si Tertuliano distingue el bautismo, que lava los pecados y prepara la venida del Espíritu, de la imposición de manos, que lo hace descender, los dos ritos forman parte de una acción sacramental única, que constituye un todo. Cipriano ' 0 ' , remitiéndose a los Hechos de los Apóstoles, señalará de manera más neta la diferencia entre el bautismo y el don del Espíritu. cen el nombre de Jesucristo». La unción hace explícitas las gracias del bautismo. Cf. P. GALTIER, La consignation il Carthage, cRecherches de science religieuse» 2 (1911) 350-383. 164. Cf. Adv. Marc., m. 22. PL 2, 553. 165. A menos que, en el De baptismo, 8, 2. PL 1, 1208, las manos cruzadas de Jacob no sean una alusión a la signatio. 166. Véase también De carn. resurr., 8. PL 2, 806. Véase anteriormente p. 70. 167. CIPRIANO, ep. 72, 1 y 73, 9. PL 3, 1083; 1114-1115.
102
3.
Tipología bíblica del bautismo.
Tertuliano busca en la Escritura una explicación para el agua. El ciclo del ~xodo le proporciona tres hechos: la liberación de Egipto, mediante la travesía de las aguas, que salvan a unos y se tragan a los otros; el agua de Mará, que el leño tornó dulce, gracias a Moisés, y ahora por la gracia de Cristo; el agua de la roca, que simboliza a Cristo traspasado (9). En el Nuevo Testamento, Cristo no aparece sin el agua. Aquí el sacerdote de Cartago ofrece en tropel los ejemplos a la vez tradicionales y personales: el bautismo de Jesús, las bodas de Caná, la promesa del agua viva, pero también el vaso de agua dado al prójimo, los pozos de Jacob, la marcha sobre las aguas, el lavatorio de pies. El relato de la pasión proporciona dos alusiones complementarias: el lavatorio de manos de Pilato y el agua que mana del costado traspasado (9; l-4). La influencia de Juan evangelista es dominante. Aquí termina la primera parte.
4.
Cuestiones teológicas.
La primera cuestión concierne a la relación que existe entre el bautismo de Juan y el de Jesús. El primero tiene un valor profético y pedagógico: dispone a los sujetos a la conversión. El segundo realiza lo que el primero promete. Es un sacramento. Perdona los pecados y da el Espíritu Santo, que es del cielo (1 O, 1-7). ¿Por qué Cristo no bautizó? Para Tertuliano, Cristo no bautizó personalmente. El bautismo que administran los apóstoles es de igual naturaleza que el de Juan Bautista, pues - argumenta él el bautismo de la Iglesia, que perdona los pecados, está ligado a la pasión y a la resurrección de Cristo. «Nuestra muerte no podía ser destruida sin la pasión del Señor, ni nuestra vida df!vuelta sin su resurrección» (11, 1-4). Tercera cuestión: ¿Fueron bautizados los apóstoles? A esta 103
La época antenicena
interrogación embarazosa, Tertuliano responde con un dilema. O bien los apóstoles recibieron el bautismo, y el problema está resuelto, o bien no lo recibieron; en este último caso, su elección y la frecuentación íntima del Señor podían «hacer las veces de bautismo» (12, 8). De cualquier manera, más importante que el rito era la fe. Pero, entonces, ¿no basta la fe, como en el caso de Abraham? ¿Es indispensable el bautismo? No hay que confundir el orden de las preparaciones y de las figuras con el de su realización en la pasión y la resurrección de Cristo. En el orden nuevo, «el sello del sacramento» se añade como una vestidura a la fe desnuda (13, 1-2). De este modo, fe y sacramento, lejos de excluirse, «se organizan en una sola economía de la salvación» 1 " 8 • Lo que es cronológicamente primero es la predicación; lejos de excluir el bautismo, dispone a él y halla en él su consumación. Una nueva cuestión concierne al bautismo de los herejes (15). Esta cuestión apunta sin duda a las sectas gnósticas. Tertuliano afirma el carácter único del bautismo, enseñado por los Evangelios y san Pablo: «No hay más que un Dios, un bautismo, una Iglesia en el cielo.» El bautismo de los herejes no es válido, puesto que ellos no confiesan al mismo Dios ni al mismo Cristo (15, 2). El autor hace suya la práctica africana que bautizaba de nuevo a todos los herejes 169 • De las mismas premisas, Tertuliano saca una misma conclusión. El sacramento no es reiterable: «Una sola vez entramos en la piscina bautismal, una sola vez son borrados en ella nuestros pecados» (15, 3). La última cuestión concierne al bautismo de sangre. ¿Cuáles son su cometido y su eficacia? Tertuliano distingue dos situaciones diferentes. La primera concierne a los bautizados. ¿Qué les reporta el bautismo? Los conforma a Cristo crucificado y glorificado. Hace participar en el bautismo de sangre que el Salvador recibió y en la gloria que con ello mereció. Lo cual añade un aspecto escatológico, subrayado además por la creencia común de que sólo los 168.
R.F. REFOULÉ, Tertu/lien, Traité du baptéme, Introducción S.C. 35, París 1952,
p. 48.
169.
Concilio de Cartago, 220 y 256; cf. CrPRIANO, ep. 70 y 71.
104
Cuestiones disciplinarias
mártires entran inmediatamente en posesión de la felicidad eterna. De ello se sigue que el martirio lava de todos los pecados contraído~ después del primer bautismo. Para aquellos que no han recibido el bautismo de agua, el martirio hace las veces de éste 170 • Tertuliano no dice que el martirio sea una suplencia del bautismo de agua, pues, para él, es no solamente un bautismo real sino un bautismo más glorioso, más noble que el de agua, superior a éste 171 y que lo incluye hasta el punto de dispensar del mismo al confesor de la fe: implica la esencia del bautismo, la fe 172 •
5. Cuestiones disciplinarias. El tratado se termina con unas directrices sobre la manera de administrar y de recibir el bautismo. El ministro del sacramento es en primer lugar el obispo, después los presbíteros y los diáconos, si han recibido autorización episcopaL y los laicos mismos, pero solamente en caso de necesidad. Tertuliano quisiera excluir del ministerio a las mujeres (17, 1-4). En todo caso, es indispensable otorgar el sacramento con discernimiento y nunca a la ligera (18, 1). Tertuliano reconoce el uso recibido de bautizar a los niños, pero él es opuesto al mismo. Las razones que adelanta no son teológicas, sino de oportunidad. Él quisiera que el compromiso fuese contraído con conocimiento de causa, preferentemente cuando la edad de las pasiones haya pasado, para asegurarse de que el sacramento sea seguido de una vida sin pecado. La idea del pecado original no parece venirle a las mentes. Al bautismo de los niños, él asocia el de las vírgenes y las viudas, las primeras por falta de madurez, las otras a causa de su inestabilidad: «Si se comprende 170. La traducción creemplaz.ada» no parece exacta, pues este bautismo e~ mucho m~ls 171. Véase IRENEO, Adv. haer., 111, 16, 4. PG 7. 923; CIPRIANO. ep. 73, 22. PL 3. 1124·1125, que le llama «este bautismo gloriosísimo y nobilísimo». tn. Véase el significado doctrinal de las actas de los mártires. «Nouvelle Revue théol.» 75 (1953) 742-743.
105
La época antenicena
cuál es el peso del bautismo, se temerá más recibirlo que diferirlo. La fe íntegra proporciona una certidumbre suficiente para la salvación» (18, 6). Si bien está permitido bautizar en todo tiempo, el día más indicado y más solemne para el bautismo es por excelencia el día de Pascua, en el sentido etimológico de día de la pasión del Señor 173 • El bautismo se sitúa al final del gran ayuno, que se termina con la vigilia pascual. La razón de ello es patente: es justamente en la pasión del Señor en lo que somos bautizados (19, 1). Se pueden añadir los cincuenta días que siguen a la fiesta de la Resurrección (19, 2). Tertuliano ve en ello dos razones: el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles, y la espera escatológica de aquellos que confían en el retorno del Señor (19, 2). El tratado se termina tras una exhortación a los catecúmenos a preparar el bautismo «mediante oraciones fervientes, ayunos, propiciaciones, vigilias» y la confesión de los pecados (20, 1). Aun después del bautismo hay que continuar velando y ayunando (20, 3), para prepararse mejor que Israel a entrar en la tierra prometida. Una vez más, el autor esboza el carácter escatológico del bautismo, en el que «la necesidad de la alegría y el júbilo de la salvación» no deben engañar ni disimular las exigencias dé la espera. Por última vez, Tertuliano recuerda y resume a los candidatos et. qué consiste la gracia del bautismo: baño del nuevo nacimiento (empleado por primera vez), oración en comunión con los hermanos, «junto a su madre (Iglesia)». La entrada de los candidatos permite a éstos realizar la figura del Antiguo Testamento: paso liberador del mar Rojo y nutrición por el Señor. De hecho, después del bautismo, los neófitos gustan la leche y la miel - sabor anticipado de las delicias celestiales-, que tienen por consiguiente un sabor y un significado escatológicos. En conclusión, el tratado del bautismo desarrolla sobre todo el sacramento como purificación de los pecados; de los temas de la vida nueva, de la luz, apenas si saca partido. Tertuliano tiende 173.
De cor., 3. Cf. Adv. Marc.,
1,
14. PL 2, 79; 261-262.
106
Controversia sobre el bautismo de los herejes
peligrosamente a atribuir al agua los efectos negativos, y a la imposición de manos la venida del Espíritu. como si el Espíritu no liberase de los pecados ni fuese dado en el bautismo. Por último subraya de manera enteramente personal el carácter escatológico, que se resiente, quizás, de la perspectiva del martirio.
JI.
CONTROVERSIA SOBRE EL BAUTISMO DE LOS HEREJES
ta.
La primera controversia a propósito del bautismo de los herejes afecta a la teología porque clarifica un punto doctrinal. En el siglo m, la Iglesia se halla ante dos prácticas diferentes, cuando los cristianos bautizados en el cisma o la herejía vuelven a ella. En África m y el Oriente, la costumbre es bautizarlos nuevamente; Roma y Egipto se contentaban con reconciliarlos mediante la imposición de manos. Dos sínodos reunidos en Cartago bajo la presidencia de Cipriano, en 251 y 256, mantienen el uso africano, ya ratificado por los sínodos de 218 y 222 176 , contra Esteban I, que quiere imponerles la práctica romana 177 • Cipriano y Firmiliano de Cesarea se oponen a ello alegando los argumentos siguientes: ,,~
.~
.
l. Los herejes no tienen ni el Espíritu Santo ni la gracia, porque son pecadores y enemigos de Dios. Por tanto, no pueden dar lo que no tienen 178 • 2. Puesto que «fuera de la Iglesia no hay salvación» y puesto que Cristo confió únicamente a los apóstoles y a sus sucesores los sacramentos, el bautismo no sólo de los herejes sino incluso de 174. Las fuentes las proporciona Cipriano, cartas, 69-75; el anónimo, De rebaptismate. Para el problema, véase G. BAREILLE, Baptéme des hérétiques, en DTC, 11, 219-233; L. VILLETTE, Foi et sacrament, 1, p. 105-160 (bibl.). 175. Cf. TERTULIANO, De bapt., 15. PL 1, 1216. 176. CIPRIANO, ep. 73, 3. PL 3, 1112. 177. CIPRIANO, ep. 74, l. PL 3, 1129. 178. Ep. 70, 2. PL 3, 1081.
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La época antenicena
los cismáticos es inválido, pues la Iglesia es una e indivisible. «Nadie puede tener a Dios por padre si no tiene a la Iglesia por madre» 179• 3. Los herejes ·no confiesan la fe íntegra en la Trinidad, no pueden actuar según las intenciones del Señor, ni siquiera cuando emplean la fórmula bautismal 180 • La argumentación de Cipriano une validez y eficacia del bautismo y no concibe que pueda existir un sacramento válidamente administrado que no dé sus frutos. Roma, por el contrario, no hace depender la validez del ministro, sino de la fe del bautizado y más aún de la acción divina, que opera por medio de los nombres invocados. Esta tesis se apoya en la consuetudo: Nihil innovetur nisi quod traditum est, ut manus illis imponatur in poenitentiam. «No se innove nada, sino sígase la tradición, imponiéndoles las manos para la penitencia.» Esta frase célebre nos es conservada por una carta de Cipriano 181 • Desgraciadamente ya no poseemos las cartas del papa Esteban. Pero la tesis romana es desarrollada por el autor anónimo del De rehaptismate 182 , quien, en África, toma posición contra Cipriano. Este tratado empieza por distinguir validez y eficacia del rito bautismal, las cuales no van necesariamente unidas. La invocación de los nombres divinos, incluso en boca de un hereje, inicia la obra de regeneración; por tanto, no necesita ser renovada. Se enfrentan dos concepciones: una da preeminencia al carácter personal y ético, la otra al punto de vista sacramental y funcional. El mérito de Roma está en haber subrayado el carácter objetivo y sacramental del bautismo contra una sobrevaloración de la santidad del ministro. Entre el sucesor de Esteban. Sixto 11, y los obispos Cipriano y Firmiliano se hizo una tregua, y, tras la muerte de los principales 179. 180. IRI. 182.
Ep. E p. 74. En
6'1. 1; 74, 7. PL 3, 1138; 1132. 73, S. PL 3, 1113.
1-2. PL 3, 1129. PL 3, ,1183-1204.
108
Controversia sobre el bautismo de los herejes
antagonistas, la querella se apaciguó. El problema de fondo es recogido por el concilio de Aries del año 314. en el que están presentes un cierto número de obispos africanos. El canon 8 ratifica la adhesión definitiva del África cristiana a la tradición romana: A propósitu de los africanos, que usan de su propia ley y rebautizan, ha parecido bien que, si alguno viene de la herejía a la Iglesia, se le interrogue acerca del símbolo; si es manifiesto así que ha sido bautizado en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, solamente se le impondrán las manos para que reciba el Espíritu Santo; pero si no puede responder acerca de la Trinidad, será bautizado 183.
El concilio provenzal aporta dos elementos nuevos, que señalan un ensanchamiento en relación al antiguo conflicto: la imposición de manos ya no es administrada «para la penitencia~, sino para el Espíritu Santo; la validez del bautismo es afirmada con matices y condiciones: depende más especialmente de la fórmula y de la fe trinitaria 184 • Once años más tarde, el concilio de Nicea toma una posición neutra en la cuestión, y ratifica los usos recibidos 185 • En Occidente, Optato de Milevi repite la tesis romana: Nomen est quod sanctificat, non opus 186 • «El nombre invocado es lo que santifica, y no ]a obra ejecutada.» San Agustín 187 , como veremos, hará adoptar la posición romana, añadiendo a ésta las precisiones necesarias. Oriente, en cambio, fue más lento en tomar posición. El conciJio in TruHo 11 (del año 691), en el canon 95, niega simplemente la validez del bautismo de aqueHos que profesan una doctrina falsa acerca de Dios; éstos deben, a su conversión, recibir el sacramento bautismal ~ 88 •
183. 184. 185. 186. 187. 188. concilio (802) y
Dz 53 (123). L. VILI.ETI'E, Fol et sacrement, 1, p. 138 (bibl.). Dz 55, 56 (127, 128). Contra Parmen/anum, v, 7. PL 11, 1058. Véase más adelante, p. 147. Para la continuación de la controversia, véase sínodo de Aries, del 314, Dz 53 (123); de Nicea, Dz 55-56 (127, 128); Trullo, del 692, can. 95. Véase también Dz 430 860 (1617).
109
III.
EL BAUTISMO SEGÚN LA «TRADICIÓN APOSTÓLICA».
Es difícil contar con la Tradición Apostólica, cuyo texto original está perdido. El único testigo, fragmentario, que poseemos en Occidente es el palimpsesto de Verona, que ofrece una traducción latina. La Tradición Apostólica, ¿refleja la liturgia real de una Iglesia o las concepciones personales de su autor? ¿En qué medida la Tradición tiene su pauta en la liturgia contemporánea? Sin duda es imposible responder a estas preguntas. Tal como está, el texto latino nos ha conservado la confesión de fe trinitaria, en forma de interrogación ternaria, seguida inmediatamente de una unción, hecha por un presbítero y después la imposición de manos y la unción del obispo.
CONFESIÓN DE LA FE E INMERSIÓN
189
•
El candidato bajará después al agua y el bautizante le impondrá las manos sobre la cabeza, diciendo: ¿Crees en Dios Padre todopoderoso? Y el que es bautizado responde: Creo. Bautícesele entonces una vez, con las manos puestas sobre la cabeza de él. Después, dígasele: ¿Crees en Jesucristo, Hijo de Dios, que nació por obra del Espíritu Santo de la virgen María, fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato, murió, fue sepultado, resucitó vivo de entre los muertos al tercer día, subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos? Él dirá: Creo. Y se le bautiza por segunda vez. Dígasele de nuevo: 189. Seguimos la traducción latina de Verona. La traducción copta lleva una rúbrica que precisa el orden: primeramente los niños pequeños, ya puedan responder por sí mismos o no, después los hombres, y finalmente las mujeres. Ed. de F. FUNK, n, 97.
110
Confesión de la fe e inmersión ¿Crees en el Espíritu Santo y en la santa Iglesia para la resurrección de la carne? Y el bautizado dirá: Creo. Y se le bautiza por tercera vez. Una vez subido del agua, un sacerdote le dará la unción cotz el óleo de acción de gracias, diciendo: Yo te unjo del óleo santo, en el nombre de Jesucristo.
El ritual de la Tradición Apostólica suscita más cuestiones de las que resuelve. Si la primera unción del sacerdote pertenece al rito bautismal propiamente dicho, ¿cómo entender el doble rito de la imposición de manos para la gracia, y de la unción que sigue con la signación sobre la frente? Elfers piensa con mucha verosimilitud que Hipólito mantiene a la vez la unción posbautismal ¡..ropia de Occidente y une a ella la crismación oriental de la confirmación, propia de Alejandría 190• Ni una ni otra oración de la Tradición que acompañan al rito parece pedir el don del Espíritu Santo 191 • La única alusión al Espíritu Santo en el ritual bautismal concierne al perdón de los pecados. El rito de la leche y la miel ya no se sitúa entre el bautismo y la eucaristía, como en Tertuliano, sino que se halla integrado en la misa misma, sin duda después de la comunión.
190. Die Kirchenordnung Hippo/yts von Rom, Paderborn 1938. 191. En las traducciones bohaírica, árabe y etíope del texto, el Espíritu Santo es pedido explícitamente. Ed. de FUNK, 11, p. 97. Parece difícil ver en este rito la confirmación, como ha pretendido J. QUASTEN, Initiation aux Peres de l'Eglise, t. n, traducción francesa, París 1958, p. 229. Igual reserva en G.W.H. LAMPE, The seo/..., p. 136-142. Véase más adelante Confirmación, p. 265·266.
111
CAPÍTULO 11
LA EDAD DE ORO PATRíSTICA 1
El siglo IV es de capital importancia, a la vez por la calidad de los Padres que en él se suceden, tanto en Oriente como en Occidente, y por la organización de la catequesis y de la liturgia, que será normativa para varios siglos. El bautismo de los adultos, que se generaliza, representa un cambio de vida y la gran decisión que modifica toda la existencia. Por esta razón son muchos los que demoran la recepción del mismo, lo cual representa una regresión en relación a los siglos pasados. A los candidatos, que se preparan para el bautismo durante la cuaresma, el obispo les presenta una catequesis que es una instrucción sumaria, pero completa, de las verdades de la fe y que se termina con la catequesis mistagógica, basada en los tres sacramentos de iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía. Tenemos la suerte de poseer las homilías catequéticas de Cirilo de Jerusalén, de Teodoro de Mopsuestia, de Juan Crisóstomo, de Ambrosio y de Agustín 2 , que son documentos de capital importancia para la explil. La lista de textos más cómoda se halla en los dos volúmenes, Le baptéme d'apres les Peres de /'l?:g/ise, ceo!. lctys» 5, París 1962, y L'initiation chrétienne, ceo!. lctyso 7, París 1963. 2. Están reunidas en L'initiation chrétienne, ya citado.
112
La catequesis bautismal
cación de los ritos y la tipología bautismal y al mismo tiempo muestran el lugar central que la formación de los nuevos cristianos ocupa en la vida de la Iglesia. La predicación de los pastores prolonga esa formación mediante un profundizamiento espiritual y especulativo, partiendo de la Escritura y de la liturgia. Los Padres se preocupan de perfeccionar la iniciación primaria.
§ l. l.
La catequesis bautismal
3
•
LA PREPARACIÓN.
Desde el siglo m la Iglesia instituye un tiempo de preparación o catecumenado, que en Roma dura tres años. En el siglo IV, los Padres reaccionan contra la tendencia a prolongar indefinidamente el tiempo de probación. Los catecúmenos podían, además de recibir su instrucción, asistir a la liturgia de la palabra. El catecumenado propiamente dicho o la preparación inmediata duraba todo el tiempo de la cuaresma, para fortificar la fe y purificar el alma. Comportaba tres elementos complementarios: doctrinal, moral y ritual. El obispo comentaba la Escritura. Y después, el IV domingo, entregaba solemnemente el símbolo de la fe, que él mismo explicaba en seguida a los catecúmenos. · La enseñanza debía correr parejas con un cambio de vida. Las homilías catequéticas de Cirilo de Jerusalén empiezan con una llamada a la conversión. La cuaresma era un tiempo de retiro, consagrado a la penitencia y a la oración. Teodoro de Mopsuestia refiere que los catecúmenos se mantienen en una actitud de penitencia, vestidos solamente con la túnica, «con los pies desnudos sobre una alfombra de pelo ... » 4 • 3. Véase la excelente descripción de R.F. REFOULÉ. lntroduction au Traité sur le bapteme de Tertullien, SC 35, 1952, p. 7-62. Véase también 1. DANIÉLOU, Blb/e et /iturgle, París 1951. 4. lnitiation chrétienne, p. 105.
113 Hamman. Bautismo 8
La edad de uro patrística
La probación comportaba un cierto número de ritos: desde el primer catecumenado, que sólo de manera remota comprometía al bautismo, la sphragis sobre la frente, la imposición de la sal, la imposición de manos. El catecumenado propiamente dicho estaba pautado por los exorcismos. que expresaban, según la catequesis primitiva que hemos hallado en la Didakhe y en la epístola de Bernabé ", el conflicto entre Cristo y Satanás en el alma del candidato y la liberación progresiva del hombre del influjo demoníaco. El bautismo hace participar al catecúmeno en la epopeya victoriosa de Cristo. El último rito preparatorio consiste en la renuncia solemne a Satanás, que se pronuncia mirando hacia Occidente, la región de las tinieblas, y en una profesión de fe en Cristo, con las manos extendidas hacia Oriente, que significa a la vez el lugar del paraíso primitivo y el retorno de Cristo en gloria. Este rito abre en Cirilo de Jerusalén las catequesis mistagógicas: «Así pues, cuando tú renuncias a Satanás, rompiendo todo pacto con él y denunciando la antigua alianza con el infierno, he aquí que se abre para ti el paraíso que Dios plantó hacia Oriente y del que fue arrojado nuestro primer padre por haber desobedecido. Para simbolizar eso se te ha hecho volver de Occidente hacia Oriente, el lugar de la luz. Y se te ha hecho decir: Creo en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y en un solo bautismo de penitencia» 6 • Ha terminado la preparación. El catecúmeno ha expresado sus disposiciones interiores, su adhesión a Cristo, que resume la fe cristiana. Y es admitido a recibir el rito bautismal. La catequesis del bautismo se basa en la explicación de los ritos sacramentales a aquellos que los habían recibido en la noche pascual, seguida de la tipología bautismal.
5. 6.
Véase anteriormente, p. 77-78. Cat., 19, 9. PG 32, 1073. lnjtiation chrétienne, p. 39.
114
11.
LOS RITOS DEL BAUTISMO.
La mistagogia es ante todo una lección de cosas. Extrae el simbolil'>mo sacramental, elaborado por la Iglesia, de analogías más o menos fantásticas, con el fin de descubrir bajo los signos la enseñanza de la pedagogía divina.
El baptisterio. Un hecho nuevo: el ritual del bautismo propiamente dicho tiene lugar, en lo sucesivo, en el interior del baptisterio, que en el siglo IV es una edificación cuadrangular u octogonal aparte, con una piscina bautismal. La decoración representaba preferentemente a Cristo en figura del buen Pastor sobre un fondo paradisíaco, o el ciervo saciando su sed tras haber vencido a la serpiente. La forma octogonal grata a Occidente simbolizaba en la cifra 8 la resurrección 7 • La piscina, construida de manera que era forzoso al bautizado atravesarla, bajando al agua hacia Occidente y subiendo de ella hacia Oriente, expresaba la travesía del mar Rojo o del Jordán'. En otros lugares, en Ravena por ejemplo, el Jordán estaba representado en la iconografía, con un rostro humano. Introducidos en el baptisterio, los catecúmenos eran despojados enteramente de sus vestidos. Esta desnudez completa simboliza. para los Padres, el despojo del hombre viejo, con su naturaleza corruptible y sus obras de pecado. Cristo, el primero de todos. «con su desnudez despojó los principados y las potestades y triunfó resueltamente en la cruz» 9 • Al hacer participar en el despojo victorioso de Cristo. el bautismo libera del influjo de las potencias malas, heredadas del pecado, y hace recobrar el estado primitivo de Adán en el paraíso: 7. 8. 9.
Véase 1 Pe 3. 20, JusTtNO, Dial., 138, 2-3. Véase E. STOMMEL, «lahrbuch für Antike und Christentum» 2 (1959) 13. Cat., 20, 2. PG 33, 1077. lnitiation chrétiennc, p. 40-41.
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La edad de oro patrística
«¡Oh maravilla! Estabais desnudos a la vista de todos y no os avergonzabais. Y era porque en verdad ofrecíais la imagen de nuestro primer padre, Adán, que estaba desnudo en el paraíso terrenal y no se sonrojaba» 10 • La desnudez bautismal significa, pues, a la vez, el despojo de la corruptibilidad y de la vergüenza del pecado, v el retorno a la inocencia primitiva y a la familiaridad del estado paradisíaco. «En lo sucesivo, Adán, cuando tú lo llames, ya no sentirá vergüenza, ni, bajo los reproches de su conducta, se esconderá bajo los árboles del paraíso. Al recobrar la seguridad (parrhesia) aparecerá a la luz del día» ". Tras la correspondencia de los dos Adanes, hallamos la caída del primero, bajo la servidumbre de Satanás, y el rescate en el Calvario por la victoria del nuevo Adán, en la cual hace participar el bautismo, que abre de nuevo el paraíso perdido.
.¡,
La unción prebautisma/.
Cirilo y Teodoro atestiguan una unción prebautismal de aceite sobre todo el cuerpo. «El aceite es bendecido por el sacerdote», dicen las Constituciones apostólicas 12 , para el perdón de los pecados y la preparación del bautismo. Los antiguos conocían el uso de la unción antes o después del baño para proteger el cuerpo aterido. En los Padres, el aceite simboliza el carácter medicinal de la unción, que cura las secuelas del pecado. El aceite fortifica al atleta para el combate. Por tanto, la unción quiere curtir al catecúmeno para el enfrentamiento decisivo con el adversario, al que se supone habitante de las aguas de la muerte que el bautizado debe atravesar. Por tanto, tiene valor de exorcismo. Cirilo la llama «el aceite del exorcismo» 13 • JO. 11.
12. 13.
Ibid. Véase también TEODORO, Hom., 14, 8. lnitlation chrétienne p. 125. GREGORIO DE NISA, In Sancta Pascha, l, l. PG 46, 600. Const. ap., vn, 42. Cat., 20, 3. PG 33, 1080. lnitlatlon chrétlenne, p. 41.
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El rito bautismal. A juzgar por los baptisterios occidentales y por la iconografía, el bautizado entraba en el agua (piscina) a medio cuerpo; recibía un chorro de agua o bien el bautizante derramaba agua sobre él 14 • En el bautismo por infusión, el bautizado no se está en el agua. No parece que la inmersión total fuese un uso generalizado. El rito ternario (por inmersión, infusión o aspersión) no era exigido en el Nuevo Testamento. Sin embargo, lo vemos, desde la Didakhe (7, 1), sólo para el bautismo por infusión. El significado parece ser en el origen una confesión trinitaria. Esto es evidente en Tertuliano e Hipólito. Con Orígenes, y sobre todo en el siglo IV, el rito ternario se desvía en explicaciones cristológicas. Cirilo de Jerusalén ve en el mismo «un símbolo de los tres días que Cristo pasó en la tumba» 15 , explicación tanto más comprensible cuanto que Cirilo se halla en los lugares del acontecimiento sagrado. Teodoro proporciona la fórmula bautismal: «Entonces tú bajas al agua consagrada por la bendición del pontífice. De pie. el pontífice pone la mano sobre tu cabeza y dice: Fulano es bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» 10 • Existe, pues, en Siria y en esa época, una fórmula. pero la estructura gramatical de la misma, todavía impersonal, pone el acento en el papel primordial de Cristo en el sacramento. Para la explicación del rito. parece que haya que distinguir dos cosas: el signo esencial y el simbolismo secundario. Que el bautismo sea asimilación al misterio de Cristo, nadie lo duda. La entrada 14. Así TH. KLAUSSER. Pisciculi, Paderborn 1939, p. 159-160. 15. Cat., 20, 4. PG 33, 1080. lnitiation chrétienne, p. 42. Véase también san JuAN CR!SÓSTOMO, In Jo. hom. 25, 2. PG 59, !51; san BASILIO, ep. 236, 5. PG 32, 884; JuAN DAMASCENO, ep. ad Sen., 6. Cf. K.H. SCHELKLE, Taufe und Tod, en Vom christ. Mysterium, Paderborn 1959, p. 9-20. 16. Hom. 14, 16. lnitiation chrétienne, p. 131. Véase también la observación de Juan Crisóstomo, Cat. 2, 26. lnitiantion chrétienne, p. 99 D. Van den Eynde (cAntonianum• 33 [1958] 415-422) ha mostrado que el más antiguo testimonio de la fórmula declarativa: Yo te bautizo ... , se halla en Eusebio de Verceil, De trinitate, VII, 16. PL 62, 284.
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La edad de oro patrística
y la salida del agua pueden expresar la purificación del pecado y la gracia de la adopción. Este movimiento bautismal, precisa Cirilo, es <., u, 7. PG 3, 304. 20. Cirilo de Jerusalén se ve evidentemente en apuros para armonilar el simbolismc ternario del triduum con el movimiento binario de muerte y resurrección: «:Pues, par• aquel que emergió de la noche a la luz, ¿por qué volver a hundirse en las tinieblas po segunda vez?» Cat. 20, 4. PG 33, 1080. lnitiation chrétienne, p. 42. Su preocupación esencial es mostrar la unidad del bautismo y de sus efectos. tal ve contra Jos judeocristianos, que practicaban tres bautismos, atribuyendo un efecto particula a cada uno de ellos. Véase B. BAGAITI, L'tg/ise de la Circoncision, p. 197-200
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El rito bautismal
. Inmersión y emersión componen, como advierten los Padres, una misma acción. El agua salvífica es a la vez tumba y seno materno, dice Cirilo 21 • La comparación con la matriz quiere expresar la fecundidad de las aguas. Este tema se relaciona directamente con la maternidad de la Iglesia, ya expresa en Tertuliano, y pone en claro los vínculos que unen bauti~mo e Iglesia n. En el bautismo, la Iglesia da a luz a los hijos de Dios. Este tema se repite en casi todas las invitaciones bautismales de Zenón de Verona 23 • Volvemos a hallarlo en las inscripciones de los baptisterios H. Cipriano se apoya en él para recusar el bautismo de los herejes. ¿Qué es lo que da fecundidad a las aguas? La bendición del obispo, que hace descender sobre ellas al Espíritu. «El agua del nuevo nacimiento no puede llegar a serlo sino por la venida del Espíritu» 23 • Los Padres gustan de discernir en ello el paralelismo no sólo con las aguas de la primera creación sino con el Espíritu de la anunciación, que provoca la maternidad de María. La piscina es el órgano de la Trinidad para la salvación de todos los hombres. Viene a ser la madre de todos, por el Espíritu Santo, aun permaneciendo virgen. Tal es el ~entido del salmo: Mi padre y mi madre me Ílall aba11do11adu (Adán y Eva no supieron seguir siendo inmortales), pero el Señor me ha tomado para sí. Y me ha dado por madre la piscina, por padre el Altísimo. por hermano el Señor bautizado a causa de nosotros 20.
Teodoro de Mopsuestia, que omite la configuración a la muerte, desarrolla en cambio el tema de la fecundidad de las aguas. «El agua es un seno para el que nace, pero la gracia del Espíritu en ella es Jo que engendra al bautizado con vistas a un nacimiento nuevo. cambiándolo de todo en todo ... El bautizado se hace entera21. Car. 20, 4. PG 33, 1080. Am of the Bapti.l'mal Font, Washinaton 1951. 22. La maternidaJ de la Iglesia en la antigüedad cristiana ha sido analizada por J.C. PLUMPE. Matrr l:cclc·.\ia, Washington 1943, y K. DELAHAYE, J::cclr~ia Mater, trad. fran~e!'a. col. Unam .\'mrrtam. París 1964. 23. Tradu~.:idas en Le hapthne. p. 75-79. 24. Algunos t!jemplos en Prier,s d,.\. pr~miers chrétiens. n. 296. 297. 25. TEnooRo m. Mors .. Hom. 14, 9. lnitiatiOII clrrétienne, p. 130. 26. DÍDIMO H. C'IHoO, Suhr~ la Trinidad, 11. IJ. PG 39. 692.
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La edad de oro patrística
mente otro. De naturaleza mortal, corruptible y mudable, se hace inmortal, incorruptible e inmutable. Es absolutamente otro por obra del poder de aquel que le da forma» 2 t. El baño sacramental produce, pues, la transformación total y el nacimiento nuevo en el Espíritu, y el estado de resurrección futura. Para Teodoro, el sacramento del nuevo nacimiento nos constituye en «un solo cuerpo por la operación del Espíritu Santo, en el momento del bautismo. Por esta acción del Espíritu, somos hijos de Dios y formamos el único cuerpo de Cristo, nuestro Señor, a quien designamos como cabeza nuestra, puesto que él comparte nuestra naturaleza y es el primero en resucitar de entre los muertos, para hacernos participar en esos bienes» 28 • La acción del bautismo es, pues, simétricamente, personal y colectiva. Une y congrega, como dice Zenón, a través de todas las razas y todas naciones para formar después un solo cuerpo 29 • Mediante esta incorporación se forja la unidad de la Iglesia universal. Por tanto, el bautismo forma el cuerpo de Cristo. Juan Crisóstomo prolonga el paralelismo de los dos Adanes en el de las dos Evas. Del costado abierto nace la Iglesia 30 • Teodoro 31 subraya, según su costumbre, el aspecto escatológico del sacramento: lo relaciona, como la epístola a los Romanos, con la resurrección· de Cristo, prenda y promesa de la nuestra.
Segunda unción. La unción posbautismal correspondía, como ya hemos visto, al baño antiguo, para el cuidado de la piel y para prevenir el enfriamiento. En Siria no la encontramos hasta el siglo VII 32 • Allí donde existe -en Tertuliano, Hipólito, Agustín- forma parte del 27. 28. 29.
30. .11. 32.
Hom. 14, 9. l11itiation chl'étien11e, p. 127. Hom. 14, 21. Initíation chrétienne, p. 136. lnl'itación, 4. Le baptéme, p. 78. A /vs 11eófitos, 3. Le baptéme, p. 206 . Hom 14, 28. lnitiatio11 chl'étimlle, p. 141-142. Yoóase más adelante ... , A. SHNZEI.. Die Taufe, Innsbrück 1958, p. 128, nota 180.
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Las vestiduras blancas
ritual bautismal propiamente dicho. En la se da con el aceite de la acción de gracias, dice: «Yo te unjo del óleo santo en nombre textos latinos anteriores a san Agustín no los orígenes de la confirmación 34 •
Tradición Apostólica por un sacerdote que de Jesucristo» 33 • Los permiten ver en ella
Las vestiduras blancas. En este momento se sitúa el revestimiento de la túnica blanca, el cual no parece existir en Hipólito de Roma pero está generalizado en el siglo IV, en Jerusalén, en Milán, en Verona, en Antioquía y en Hipona. Cirilo lo menciona, sin describir el desenvolvimiento litúrgico del mismo. «Después, has recibido las vestiduras blancas, como prueba de que te habías despojado de la tosca túnica del pecado y te habías revestido de los puros hábitos de la inocencia» 35 • Las vestiduras blancas expresan la pureza del alma y la incorruptibilidad del cuerpo. Este último simbolismo es particularmente grato a Teodoro de Mopsuestia 36 • El rito expresa la gracia bautismal, la configuración a Cristo, según la frase de Pablo que recuerda Juan Crisóstomo: «Todos los que fuisteis bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo (Gál 3, 27): He ahí vuestras vestiduras» 37 • Más particularmente, los Padres ven en él una alusión a la transfiguración de Cristo, en cuyo relato se dice: Sus vestidos eran blancos como la nieve, o, según los manuscritos griegos, blancos como la luz. Del mismo modo que la transfiguración 33. Trad. ap., 21, 19. 34. Cuestión largamente disputada, en la que la tesis de Galtier, a la cual nos adherimos, se opone a la de B. Welte, L. Saltet, J. Coppens (quien ha vuelto de sus primeras afirmaciones; véase Handau/legung, en Biblisch-historisches HandwOrterhuch, Gotinga 1964, 11, 635). l!sta es también la conclusión de la tesis de A. BANNWARTH, Le baptéme e hez saint Augustin, Estrasburgo 1950. p. 73-74. Véase más adelante. La Confirmación, p. 264-266. 35. Cat. 22, 8. PG 33, 1104. lnitiation chrétienne, p. 51. Véase también AGUSTÍN, serm. 223, l. PL 38, 1092. 36. Hom. 14, 26. lnitiation chrétienne, p. 140. 37. Cat. 2, 2. Le bapteme, p. 188.
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La edad de oro patrística
profetiza la gloria de la resurrección de Jesús, las vestiduras bautismales presentan un significado escatológico, anuncian nuestra gloria futura: «Son el signo del mundo radiante y espléndido y de sus costumbres, donde ya te introducen las figuras. Cuando resucites, te revestirás de inmortalidad y dé incorruptibilidad» 38 • Los Padres establecen el paralelismo no solamente entre las túnicas de piel del pecado y las vestiduras de la inocencia, sino entre los hábitos blancos y la integridad primitiva de la que Adán y Eva fueron despojados por la caída 39 • Una vez más, el simbolismo de las vestiduras blancas establece la correspondencia entre el bautismo y el estado paradisíaco. Pero la primera creación es ella misma figura de la escatología, de la gloria a la que el cristiano, y más especialmente el mártir, está llamado. El Apocalipsis muestra 40 a los mártires y a los fieles que han triunfado del demonio, vestidos de hábitos blancos. ;," .. : /;
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La «sphrugis» o la signación.
La imposición del signo de la cruz en la frente del candidato es, según Basilio, de origen apostólico 4·1 • El rito sigue siendo móvil en el siglo IV. A veces va unido a la inscripción, al comienzo del catecumenado 42 , con una imposición de manos 43 • Teodoro de Mopsuestia lo sitúa entre la renuncia al demonio y el rito bautismal 44 • Este mismo autor conoce una segunda signación, con aceite, al final del bautismo 45 • En Ambrosio 46 y Agustín '", la signación 38. 39. tieune, 40. 41.
hom. 14, 26. lnitiation chrétienne, p. 140. Por ejemplo. AMBROSIO, Tratado de los misterio.,, 34. PL 16, 3~9-400. Initiation clrrép. 74; GREGORIO Dl NISA, In Pasclra, 1, l. Ap 3, 5. 18; 7, 9. Tratado del Espíritu Santo, XXVII, 66. PG 32, 188 ~2. PsEUDO-DIONI~IO, La jerartJuía ecle.L, JI, 2, 5. PG 3, 393. 43. Eus., Vira Constan/., IV. 61. PG 20, 1213; MARC. DIAL, Vira Porplryrii, IV, 31. PG 65, 1226; cf. CRISÓST., In Cor, hom. 12, 7. PG 61. 105-106. 44. Hom. 14, l. lnitiation chrétienne, p. 120. 45. lbid .. 8. lnitiation chrétienne, p. 125-126. 46. Trmado de los misterios, 42. PL 16, 403. lnitiation chrétienne, p. 77. 47. Serm. 324. PL 3M. 1467-1469. TEODORO,
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La crismación
parece estar situada después de la crismación y la imposición, y cerrar la iniciación bautismal. La sphragis es interpretada por los Padres unas veces como la pertenencia a la nueva alianza, la circuncisión cristiana 4 ", otras como la configuración a Cristo, por el signo de la cruz 4 ". y otras como el don del Espíritu 50 , porque tiene un carácter irrevocable e indeleble que se basa en el irrefragable comprometimiento a Dios.
La crismación.
Queda el rito de la crismación o de la unc1on con el óleo santo de la que habla Cirilo de Jerusalén 5 \ en el nombre del Espíritu o de la Trinidad 52 (en Teodoro de Mopsuestia), rito que consuma la acción sacramental. La crismación plantea el problema de la confirmación y de su rito. Ambrosio 53 menciona también, después del «baño de agua en el Espíritu», la signación del Espíritu, que lleva a su consumación la acción sacramental. Es imposible apoyarse en el vocabulario, sobre todo en el vocablo sphragis, para distinguir el bautismo de la confirmación. Los términos sphragis, sigillum, consignatio designan toda la iniciación. Hasta el siglo IV, bautismo y Espíritu Santo son dados con dependencia de una misma liturgia. sin que ninguno de los dos se distinga con nitidez 54 • Agustín incluso explica a los catecúmenos 48. «La circuncisjón que se daba en el octavo día era una especie de figura de la sphragis.» GREúORIO DE NACIANZO, serm. 40, 28. PB 36, 400. 49. «El catecúmeno tiene fe en la cruz del Sefior con la que ha sido marcado.» AMBROSIO, Tratado de los misterios, 20 PL 16, 394. lnitiation chrétienne, p. 69. 50. Cirilo de Jerusalén habla del csello de la comunión del Espíritu Santo». Cat. 18, 33; cf. l. 17. PG 33, 1056; 364. 51. «Es un don de Cristo y del Espíritu Santo, que obr¡t por la presencia misma de su divinidad.» Cat. 21, 3. PG 33, 1089. lnitiation chrétienne, p. 46. 52. Hom. 14, 27. lnitiation chrétienne, p. 140. 53. Tratado de los sacramentos, III, 2, 8, 15. PL 16, 431; 434; 436. Tratado de los mi>terios, 42. PL 16, 402-403. lnitiation chrétienne, p. 77. 54. Cipriano ve el problema, pero lo escamotea distinguiendo, hasta separarlos, los efectos negativos (bautismo) y los efectos positivos (confirmación). Véase más adelante Confirmación, p. 200.
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La edad de uru patrística
que toda la acc1on bautismal es obra del Espíritu, y llega a precisarles que el Espíritu es dado en el bautismo ". Y ello no. deja de ser cierto ni siquiera cuando se relaciona el don del Espíritu con un rito particular.
§ 11.
La catequesis escrituraria.
La catequesis había desarrollado toda la historia sagrada. desde la creación del mundo hasta los tiempos actuales de la Iglesia. No era cuestión de perderse en el detalle. sino de poner en claro las grandes articulaciones de la historia de la salvación, y, entre los mirabilia de Dios, elegir los mirabiliora 30 • Los sacramentos continúan en la era cristiana la acción de los mirabilia en la historia de Israel, como ya lo muestra el cuarto Evangelio. La catequesis escrituraria de los sacramentos es ante todo tipológica '". Consiste en mostrar la analogía profética de las acciones de Dios en el Antiguo Testamento, que figuran y anuncian los sacramentos, para mostrar la continuidad de una misma economía y explicar el significado espiritual del bautismo. Las lecturas bíblicas de la cuaresma y de la vigilia pascual eran elegidas en función de esa tipología. El simbolismo del bautismo que se enraíza en el país de Israel halla su explicación en los medios bíblico y judío. La tipología bautismal hunde sus raíces en los escritos del Nuevo Testamento 58 • Es común a toda la catequesis del siglo IV 59 • SS. Agustín precisa que el bautismo da el Espíritu Santo con anterioridad a la imposición de manos. De bapt., v, 20, 28. PL 43, 190. Ep. 187, 8, 26. PL 33, 841; Serm. 71, 12. 19; 227. PL 38, 454; 1100; Serm Denis, 6, l. PL 46, 835. Véase más adelante, p.
151-153 ..
Véase AGUSTÍN, De catechizandis rudibus. 5. PL 40, 313. Acerca de la tipología bautismal. véase J. DANIÉLOU, Bible et Liturgie, París 1951, Sacramentum futuri, París 1950; P. LUNDBE.RG, La typo/ogie baptismale dans l'anciennl' l!f(lise. Upsala 1942. 58. Véase 1 Cor 10, 1-5; 1 Pe 3, 19-21; todo el cuarto Evangelio. Véase anteriormente. p. 59-60. 59. CIRILO, Cat. 21, 6. PG 33. 1093. lnitiation chrétienne, p. 47. AMBROSIO. De /os sacramentos, 1. 11-24. PL 16, 420-424 De los misterios, 9, 33. Ibid., 391-399. lnitiation chrétienne, p. 65-74.
56.
57.
124
El ciclo del Génesis
Se halla de nuevo incluso en la iglesia siria de Juan Crisóstomo y de Teodoro de Mopsuestia, aun cuando éstos den preferencia a
la exégesis literal 60 • Las figuras bíblicas del bautismo beben en dos fuentes principales: el ciclo del Éxodo es el primero en importancia, y le sigue el ciclo del Génesis. Aquél es más simbólico, éste más teológico. El primero parte del simbolismo del agua del Jordán -en el que toma forma-. réplica del mar Rojo y última etapa del pueblo de Israel antes de la entrada en la tierra prometida. El segundo, prcpio de la catequesis antioquena, describe el bautismo dentro de la economía de los dos Adanes y concibe el bautismo como un retorno al paraíso.
EL CICI.O DEL GÉNESIS.
San Hilario resumió la tradición litúrgica y catequética del Génesis al comienzo de su tratado de los misterios 61 : «Cristo, durante todo el tiempo de este mundo, mediante verdaderas y auténticas prefiguraciones, engendra la Iglesia, la lava, la santifica, la llama, la escoge, la rescata: en el sueño de Adán, en el diluvio de Noé, en la bendición de Melquisedec, en la justificación de Abraham. Así, desde la creación del mundo ha estado prefigurado lo que se habrá cumplido en Cristo.» Del Génesis, la literatura bíblica y judía retiene sobre todo dos temas: el paraíso y Adán 62 • Los tiempos mesiánicos son descritos como la restauración del estado paradisíaco, y el Salvador como un nuevo Adán. Los Evangelios y el Apocalipsis insisten más en el primer tema (la tipología escatológica); las epístolas paulinas. en el paralelismo de los dos Adanes (la tipología cristológica). que será elaborado por !renco 63 • La vida de Cristo repite la existen60. PG 59, 61. 62. 63.
Juan Crisóstomo conoce bien la tipología del A.T. Véa~c ifl loan .. hom. 26. 1. 155-156. Le baptéme, p. 222-223. De myst., 1. 1, PLS 1. c47. Véase nuestro análisis cs¡;rilurario en las püginas 3X y 411-50 Véo.~l.! página X7.
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La edad de oro patrística
cia de Adán en el paraíso. En la cruz, como en el sueño de Adán, la nueva Eva nace del costado traspasado, por el sacramento del agua y de la sangre 64 • El bautismo es el signo eficaz de una nueva creación y del retorno al paraíso. El agua bautismal evoca: - las aguas creadoras, vivificadas por el Espíritu, símbolo de vida y de fecundidad 65 ; - el agua del diluvio, instrumento del castigo de Dios 66 ; -el agua purificadora, agua del baño, que lava las inmundicias. Del paralelismo de las dos creaciones, los Padres extraen tres temas, que se hallan de nuevo en su teología del bautismo: - el tema de los dos Adanes, en el que el nuevo Adán establece la economía de Dios, a viva fuerza, en pugna con el demonio, que había encadenado al primero 67 ; -tema de la /mago, la imagen y la semejanza, que traduce en los Padres griegos el estado nuevo y espiritual de la humanidad regenerada 68 ; -el tema de la Iglesia-paraíso, grato a la teología slfla, que caracteriza a la vez al bautismo y a la vida mística "9 , la recompensa de los mártires y la felicidad futura ' 0 • ó4. Véase, por ejemplo, JuAN CRJSÓSTOMO. Ad neophytos, 3. Le baptémc, p. 206. Tema familiar a Agustín. Cont. Furw. man. 12. 16 PI. 42, 263; I'.nn. in P.1·. 126. 7. PL 37. 1672; /11 Joa11., 15. 8. PL 35. 1513; De civ. Dei, 22, 17. PL 41, 778-779. A todo ello hay que añadir la promesa al buen ladrón: e Hoy estarás conmigo en el -ParaÍJO.» Le. 23, 43. Véase J. DANJÉLOU, Sacramentum futuri, p. 8. 65. AGUSTÍN, serm. 258, 2; 226. PL 38, 1195; 1099. 66. AGUSTÍN. De cat. rudibus, 20, 34. PL 40, 335. 67. «¡,Quién no so.be que nuestro Señor, cuando fue colgado en el leño de la cruz, no solamente vertió la sangre por ia herida de su costado, sino también los raudales de agua \ iva, que muestran que su esposa. la Iglesia, a imagen de los primeros padres. está formada de su costado. c0mo Eva fu: formada de Ad<'m?» GRUiORJO DE ELYIRA, Tratado de los libro.\· de la.\ Sm:rada.\· 1:.\critura.\, 15 PLS L 447. 6X. cEI bautismo J¿¡va no solamente vuestro cuerpo sino la Imagen que lleváis.» GR(·
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EL CICLO DEL ÉXODO.
La milagrosa liberación de Egipto y la maravillosa travesía del mar Rojo son figuras privilegiadas del bautismo. Ya Jo judíos habían ritualizado este acontecimiento capital de 'iU historia en la pascua anual. El Éxodo, con Moisés. aparece como la figura y la profecía de la salvación mesiánica. El Evangelio (Mateo, Juan) y el Apocalipsis presentan la vida y la misión de Cristo dentro del marco de un nuevo éxodo. San Pablo ve en la travesía del mar Rojo una figura del bautismo. Toda la tradición patrística, desde Orígenes, le hace coro 71 • Para Gregorio de N isa '". la liberación de Egipto «predice el misterio del bautismo. Aún hoy el pueblo que huye de Egipto, es decir, del pecado halla en el agua del nuevo nacimiento la libertad y la salvación». Los cristianos conmemoran en la celebración pascual la victoria . de Cristo, su propia liberación y su salvación: bautizan a sus catecúmenos la noche pascual para asociar los dos misterios. Biblia y liturgia se juntan para establecer el paralelismo entre el pueblo judío y la Iglesia, poner de manifiesto el bautismo y la muerte de Cristo y describir la maravillosa liberación del nuevo Israel. Por el bautismo, la victoria de Cristo sobre el demonio se aplica a cada uno, y opera en cada uno la liberación espiritual en el sacramento del agua. Por eso los ritos bautismales son puestos en relación con el Éxodo 73 : GREGORIO DE NJsA, Del bautismo. PG 46, 420. cEn lo sucesivo -Adán ya no tendrá que rajarse si tú lo llamas.» Para la fiesta de las luces. Le baptéme, p. 167.
son~
71. Por ejemplo, 0RfGENES, In Ex., hom. 5, 5. PG 12, 330-331; In lib. Iesu N., hom. 26, 2. PG 12, 945-946; CRISÓSTOMO, In ap. dict. No/o vos ignorare. PG 51, 241; AMBROSIO, ep. 19, 2. PL 16, Y83; AGUSTfN, >erm. 213, 8; 352. PL 38, 1064; 39, 1551; serm. Morin Guel/., 1, 9. PLS 11, 542. 72. Para la fiesta de las luces. PG 46, 584. Le baptéme, p. 161; AMBROSIO, De los misterios, 13. PL 16, 393. 73. Así Orígenes: cCuando alguien es conducido de las tinieblas del error al descubrimiento de la luz, de la vida de la tierra a la institución del Espíritu, parece abandonar Egipto y venir a la soledad, a ese género de vida en que, en el silencio y la tranquilidad, se ejercita en las leyes divinas y se inicia en las palabras celestiales. Así regulado y diri-
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La edad de oro patrística
-la unción con la sangre que preserva las casas 74 ; ., los exorcismos y la signación ponen en fuga al demonio 75 ; -la travesía del a:gua y el paso a la piscina bautismal hacen que el candidato recorra el mismo camino de Israel, de la servidumbre a la liberación 76 ; !,,~ -la manducación de los panes ázimos es puesta en relación con la existencia cristiana, que la vida bautismal hace realidad 77 (Pablo). 1
~
1
Añadamos que el ciclo del Éxodo, con la manducación del cordero las primicias de la cosecha, los panes ázimos, el manantial de la roca que da de beber a Israel, ponen en evidencia el vínculo que existe en la iniciación cristiana entre el bautismo y la eucaristía 78 • gido, pasa el Jordán para alcanzar la tierra de la promesa, es decir, para llegar, por la gracia del bautismo, hasta la vida evangélica.» In Num., hom. 26, 4. PG 12, 776. Dice asimismo Orígenes: «Por tanto, cuando venimos a la gracia del bautismo, renunciando a todos los demás dioses y señores, confesamos al único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero por el hecho de esta confesión, si no amamos al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma, si no nos adherimos a él con todas nues· tras fuerzas, no somos todavía la parte del Señor, sino que nos quedamos en una especie de línea fronteriza ... » In Ex., hom. 8, 4. PG 12, 351-352. Trad. francesa P. FoRTIER; cf. AMBROSIO, In H~xaem., 1, 4. PL 14, 127-130. 74. JuAN CRISÓSTOMO, Sermón a los neófitos, 3. Le bapteme, p. 205. Esto corresponde a la traducción de pascua por cacción de saltar por encima»: el ángel «salta» las casas exceptuadas. Verdadera traducción de pascua. 75. Los exorcismo'\ bautismales expresan la expubión del demonio y la liberación. CIRILO, Cat. 19, 2. PG 33, 1067. lnitiation chrétienne, p. 36. Otro tanto en Afraates y Efrén; textos en P. LUNDBERG, La typologie baptisma/e ... , p. 121-124. 76. Esta interpretación se basa en la traducción de pascua por «travesía», desde Filón y en la mayoría de los Padres. Este tema es fundamental en la catequesis patrística y litúrgica. Véase F. DoELGER, Der Durchzug durch das rote Meer, cAntike und Christentum» 2 (1930) 68. Un papiro de Oxirrincos dice: «Yo soy puro, me he lavado en la piscina de David, he bajado por una escalera y subido por otra y me he puesto unos hábitos blancos e inmaculados.» En CH. WESSELEY, PO 18, p. 490. 77. Véanse 1 Cor 5, 7-8 y los comentarios de los Padres. Tertuliano cita otro episodio de la vida de Moisés que él pone en paralelo con el bautismo: la rama que cambia las aguas amargas en aguas dulces. Las aguas ya salutíferas son las aguas del bautismo. San Ambrosio ve en ello la figura de las aguas bautis· males, transformadas por la consagración «:para dar la gracia». De los misterios, 14. PL 16, 396. lnitiation chrétienne, p. 67; GREGORIO DE ELVIRA, tract., XV, 164. PLS, 1, 446; DIDIMO, De Trinitate, 11, 14. PG 39, 697. 78. Véase CRISÓTOMO, A los neófitos, 3. Le bapteme, p. 204-205.
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El cicla del Éxodo
Al ciclo de Moisés y al mar Rojo, Gregorio de Nisa asocia el Jordán ' 9 • Orígenes, deslizándose del paso del mar Rojo al del Jordán, trata aun de hallar en la travesía del Jordán una nueva figura del bautismo 80 • Una cosa es cierta: el Jordán, a causa de su importancia en la vida de Josué, de Elías, de Elíseo, de Naamán, y finalmente en el bautismo de Juan y de Jesús, se convierte en el tipo del bautismo cristiano (Bernabé, Justino). El Jordán aparece en la antigua liturgia etíope y copta de la consagración de las aguas bautismales 81 • Pero, como explica Ambrosio, es Cristo, y no el Jordán, quien da su valor al agua. «Dondequiera que se halle Cristo, está el Jordán» 82 • Las Padres establecen la tipología del Jordán 83 primeramente sobre el personaje de Josué, figura de Cristo incluso en su nombre, que introduce al pueblo nuevo en la tierra prometida; después. sobre los profetas Elías y Elíseo, a causa de tres episodios: el sacrificio de Ellas, el paso del río antes de la ascensión y la curación de Naamán. Esta tipología del Jordán era tanto más obvia cuanto que el Antiguo Testamento mismo veía en ella una réplica de la travesía del mar Rojo, ritualizada por una nueva pascua. Toda esta tipología se consuma y se cumple en el Verbo de Dios, que baja al Jordán, se identifica de algún modo con él y le comunica, por su contacto, su virtud santificadora. La consagración que el río ha recibido es comunicada por él «a todas las aguas de la tierra». El Jordán fue bendecido y consagrado el primero como la fuente que reporta al universo entero la gracia del bautismo 84 • Esta tipología está aún reforzada por el hecho de que los Padres juntaban el Jordán a los cuatro ríos que regaban el paraíso, o se lo representaban como el río cósmico que rodeaba toda la tierra. 79. Para la fiesta de las luces, Le bapteme, p. 162-163. PG 46, 592-593. 80. In l. Iesu JYave, hom. 4. PG 12, 842-846. En P. Lt:NDBERG, La typologie ... p. 147. 81. En P. LUNDDERG, La rypologie .... p. 229-232. 82. Serm. 38, 2. PL 17, 679. 83. Véase F. DtiL
129 Hamman, Bautismo 9
La edad de oro patrística
De cualquier modo, el Jordán bordeaba la tierra prometida: atravesarlo era entrar con el nuevo Josué en el Paraíso. A los diversos hechos que prefiguran el bautismo, Gregorio de Nisa añade unas cadenas de citas bíblicas que lo profetizan, de David a Isaías, de Ezequiel a Zacarías 8 ~. Estas cadenas de testimonia formaban parte de la catequesis bautismal. Y todos los testimonia subrayan el cambio operado: el corazón nuevo, el espíritu renovado, iluminado por el Señor. El Nuevo Testamento, a su vez, proporciona a los Padres del siglo IV, como ya lo había hecho a Tertuliano, unas figuras bautismales que la escuela de Antioquía, más literalista que tipológica, explota con predilección: el Jordán de Juan Bautista, las bodas de Caná, que se hallan en Cirilo de Jerusalén 86 , la'marcha de Jesús sobre las aguas 87 , el lavatorio de pies, que se efectúa en Milán después de la unción 88 , el agua del costado abierto de Jesús, comentada por Juan Crisóstomo 89 •
§ 111. Temas de la predicación bautismal.
Una vez que la catequesis terminaba para los neófitos, era cuestión de vivir el bautismo en lo cotidiano. Los Padres se preocupan de prologar la catequesis mediante la predicación. Incluso en el curso de la mistagogia, se dirigen a los nuevos cristianos para vivificar y desarrollar en ellos el significado existencial de su bautismo 90 • La predicación ofrece ocasiones diversas para desarrollar la doctrina del bautismo. El comentario continuado de los libros santos les permite exponer las figuras bíblicas o las perícopas que 85. NtSA,
86. 87. R8. H9.
90.
Se trata de ls 1, 16; Sal 33, 6; Ez 36. 25-27; Sal 41, 3; 142, 6. En GREGORIO DE Para la /le.
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El baño o el bautismo
se relacionan con el bautismo. Juan Crisóstomo y Agustín se extienden acerca de la entrevista con Nicodemo 91 • Oriente conmemora, el día de la Epifanía, el bautismo de Jesús. En esta ocasión, los capadocios, en su predicación, presentan un verdadero tratado del bautismo, que sitúa al sacramento en la vida cristiana 92 • Gregorio de Nacianzo reconoce que el bautismo recibe nombres diversos, que descubren la multiplicidad de sus aspectos benéficos. «Se le llama: don, carisma, baño, unción, iluminación, vestidura de inmortalidad, aguas de la regeneración, sello de Dios» 93 • La explicación de las diversas denominaciones permite a los Padres exponer los diferentes aspectos de la teología bautismal. Los reduciremos a tres: baño, iluminación y sello.
EL BAÑO O EL BAUTISMO.
El nombre más corriente que se ha impuesto es bautismo o baño, «puesto que lava», explica Gregorio de Nisa 94 • Pero el hombre no es lavado superficialmente, como en un baño ordinario que no dispensa de acudir de nuevo a él mañana o pasado. Aquí se trata de una renovación total y definitiva que «purifica la fuente». Los Padres del siglo IV, después de Orígenes, recurren a la imagen de la muerte y del enterramiento, sugerida por la inmersión y el misterio pascual 9 '', del nuevo nacimiento, que ellos comparan al trabajo del alfarero (Juan Crisóstomo 9 n, Teodoro de Mopsuestia 97 ). En esta purificación, los latinos - Paciano y, sobre todo, Agustín- insisten más en el pecado de Adán, y los griegos más en los · pecados personales: «Comprended, pues, queridísimos hijos, la 91. JuAN CRI~ÓSTOMO. /11 Joa11., hom. 25 y 26. PG 59, 146-158. Le haptéme, p. 210224; AGUSTÍN, In Joan., tr. 12. PL 35, 1485-1492. Le haptéme, p. 227-248. 92. Véase por ejemplo GREGORIO DE NtsA. Para la fie.<~a de las luces. PG 46. 577-600. Le haptéme, p. 153-16!!. 93. Sermón sobre el santo bautismo, 4. PG 36, 361-362. Le hapthrw, p. 112. ~4. Para la fiesta de las luus, l. Le hapth11e, p. 155. 158. PG 46. 580-581. 95. Véase anteriormente p. 118. 96. 1.• Instrucción a los catecúmenos, 4. I'G 49, 227-228. Le hapti'me, p. 178-179. 97. Hom. 14. 11. lnitlation chrétienne, p. 128-129.
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La edad de oro patrística
muerte en que se halla el hombre antes del bautismo. Ciertamente no ignoráis la vieja historia del retorno de Adán a su origen. Y después, todos sus descendientes, sometidos a la misma ley, han estado esclavizados a esta misma muerte. que ha reinado sobre toda la raza humana, desde Adán hasta Moisés» 98 • Tras esta purificación se descubre d valor recapitulativo del bautismo. Éste, no solamente restaura la obra de la creación, sino que es una nueva creación. Lo cual demuestra que la realidad va más allá de la imagen del baño. La lectura del Génesis permite a Agustín nn desarrollar frecuentemente el paralelismo de las dos creaciones, en las que se consuma la obra de Dios. El agua es signo de fecundidad y de vida en la primera creación, y a fortiori en la segunda. La primera es el fruto de la tierra y del agua; la segunda, del agua y del Espíritu, añade Juan Crisóstomo 100 • ¿Qué es lo que da la eficacia al agua? Los Padres lo explican unas veces por la consagración que le reportó Cristo, cuando bajó al Jordán: él santificó, por su contacto, todas las aguas de la tierra, y llevó de nuevo a Dios la creación entera, a la que se había unido 101 ; otras veces, y de manera más próxima, lo atribuyen a la invocación o epiclesis, que hace que el Espíritu descienda a las aguas para comunicarles su valor santificador ' 02 • Esta bajada de Cristo, que simboliza su venida y su misión, toma en los Padres un significado a la vez nupcial y dramático. Nupcial, en tanto en cuanto se anudan los esponsales de Cristo, con la humanidad en la Iglesia. Juan Crisóstomo recuerda la creación de la primera pareja, porque el bautismo celebra los esponsales de 98. PACIANO DE BARCELONA, Sermón sobre el bautismo, l. PL 13, 1089. Le bapteme, p. 83-84. 99. Por ejemplo, Sermón Denis, 2. PL 46, 821-826. En Le mystere de Páques, p. 202-210. ' 100. In Joa. hom. 25, 2. PG 59, 155-156. Le bapteme, p. 213. 101. CROMACIO, In Ev. S. Matth., tract. 1, 1 y 3. PL 20, 329. Otros textos en M. DE LA TAILLE, Mysterium fidei, París 1921. p. 567-568. 102. «El Espíritu Santo desciende y, deteniéndose sobre las aguas, las santifica con su presencia; estas aguas así santificadas vienen a estar, por así decirlo, marcadas ellas mismas de una virtud santificadora.» BASILIO, De Spir. S., xv, 35. PG 32, 128-129; GREüORIO DE NACIANZO, Oral., 40, 8. PG 36, 341-342. Véase también B. NEUNHEUSER, De benedictione aquae boptismalis, en «Ephemerides lit.» 44 (1930) 374-376.
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El baño o el bautismo
los neófitos con Cristo. «El maestro, en su amor a los hombres, oyendo solamente el misterio de su ternura, apremiado por la solicitud de que rodea a su esposa, ha condescendido a este grande y extraordinario sacrificio, con el fin de santificar a esta esposa, con su propia sangre, y erigirla ante él toda gloriosa en la purificacióú del baño bautismal» ~ 03 • Dramático, porque el agua evoca no solamente el diluvio sino la victoria, alcanzada a viva fuerza, en las aguas, sobre las fuerzas demoníacas, victoria figurada por la travesía milagrosa del mar Rojo. La acción del sacramento es, pues, a la vez, liberación del demonio y del pecado, pero también nacimiento del seno de la encarnación redentora. Toda la existencia del bautizado está marcada por el doble carácter nupcial y dramático. El bautizado vive la existencia nueva, la que el sacramento ha alumbrado, pero prolongando la lucha vigilante, pues el enemigo continúa amenazando 104 • El agua bautismal expresa finalmente el carácter cósmico y escatológico de la redención y del sacramento. No solamente el hombre entero es llamado incluso en su cuerpo a la resurrección futura, sino que arrastra consigo la creación entera, en la economía del nuevo Génesis. «En el bautismo, Cristo sale de las aguas, levanta con él el universo, y ve abrirse los cielos que Adán había cerrado para él y para su estirpe» 105 • Por el nacimiento nuevo, en la creación nueva, el bautismo es el signo eficaz de una reasunción que se extiende no solamente a la creación entera sino a toda la dimensión del tiempo y que no se consumará sino en la parusía ~ 06 •
1.• Catequesis, 17. Edición WEl
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I.A ILUMINACIÓN
107
•
El término más grato a los Padres griegos para el bautismo es el de iluminación. En san Pablo, expresa la .luz que el Evangelio
trae 10 ' . Es éste un tema grato a san Juan que verosímilmente hunde sus raíces en el mantillo bíblico 109 • Justino lo aplica ya, explícitamente, al bautismo, explicando su simbolismo: «Esta ablución se llama photismos (iluminación), porque quienes reciben esta doctrina tienen el espíritu iluminado. Y por eso, en el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo el poder de Pondo Pilato, y en el nombre del Espíritu Santo, que predijo por medio de los profetas toda la historia de Jesús, es lavado aquel que es iluminado» 110 • Justino precisa en su Diálogo que Jesucristo vino a traer su luz a sus prosélitos y a las naciones, en la alianza nueva, la ley nueva, la doctrina nueva l l l . En otro pasaje pone la luz bautismal en relación con los dones del Espíritu 112 • Estas dos concepciones, lejos de excluirse, pueden, por el contrario, esclarecerse mutuamente. También Clemente de Alejandría había utilizado la expresión y la imagen para el bautismo, refiriéndose a Ef 5, 8. El Espíritu Santo se derrama en el bautizado como un ungüento que permite a éste ver la luz eterna, después de la purificación. «El que acaba de ser regenerado, ése, como su nombre indica, ha sido iluminado, 107. Acerca de la cuestión, véase P.TH. CAMELOT, Splrltua/ité du bapteme, París 1960. p. 85-103; trad. española, Espiritualidad del bautismo, Marova, Madrid. L. VJLLETIE, Foi et sacrement, p. 176-184. 108. 2 Cor 4, 4. 6; Ef 1, 18; 2 Tim l. 10; cf. Heb 6. 4 y 10, 32. El himno bautismal ¡:;rimitin). conservado por la epístola a los Efesios. 5. 14. cuya continuación nos ofrece Clemente de Alejandría, Protréptico, VIII, 84, 1-2, prueba que el término y la imagen son aplicados al bautismo por la generación apostólica. 109. Es inútil recurrir a las religiones mistéricas, como ha hecho la Rdigionsg~schlchte. Cf. 1. DUPONT, Gnosis, París 1949, p. 37-38. l10. Apo/. 61, 13; 65, l. PG 6, 421, 428. Dial., 39, 2. lbid., 560. Véa•e anteriormente, p. 83-85. 11l. DID/., 122, 4-5. PG 6, 760. 112. DID/., 39, 2. PG 6, 560.
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La iluminación
e inmediatamente ha sido liberado de la oscuridad, y por ello mismo ha recibido la luz» 113 • El mismo Clemente explica el término: «Tan pronto como habéis creído y habéis sido bautizados, una gran luz ha brillado sobre vosotros» 114 • El contexto precisa que la luz es Cristo. Subsidiariamente, el tema de la luz se ensancha por medio del tema del fuego. El Evangelio ~ los hebreos 115 y el de los ebionitas 116 hablan de una luz que se difunde como un gran fuego en el bautismo de Jesús. Y Clemente explica que la luz purifica a los santos 11 '. Las sectas gnósticas y las Iglesias orientales utilizan ritos de fuego para expresar que el bautismo es a la vez purificador y vivificador: purifica y crea al hombre celestial 118 • El tema del bautismo como iluminación llega a su plenitud en los Padres griegos del siglo IV. Para Gregorio de Nacianzo el día del bautismo «es la fiesta de las luces», y el vocablo photismos parece resumir todos los demás apelativos y expresar toda la doctrina bautismal 119 • El bautismo es esplendor de las almas, transformación del curso de la vida, que pone a la conciencia a la busca de Dios 120 . El tema de la luz permite a la teología oriental mostrar más especialmente cómo el bautismo es fuente y punto de partida de la fe y de la ascensión espiritual que se consuma en la contemplación de Dios. Lo cual equivale a desarrollar la doble aportación, objetiva y subjetiva, del sacramento a la fe recibida y vivida. El bautismo es iluminación porque anuncia al neófito todo el depósito de la revelación y de la fe. Como recuerda Gregario de 113. Paed., 1. 6, 2~. 1-2; 27. 3. PG 8. 284; 2M3. 114. Paed .• 1, 6, 28, l. PG ibid. 115. En Jerónimo, Ccnnm. ls, IV, ad 11, 2. PL 24, 145. 116. En Epifanio, Haer., 30, 13, 7. PG 41. 421. 117. Paed., 1, 6, 38, 2. PG 8, 284. 11M. La cuestión ha sido estudiada de modo exhaustivo por C.M. Edsman. Le ba¡J· ten.- de feu, L
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La edad de oro patrística
Nacianzo 121 , la revelación es el desencubrimiento de la naturaleza luminosa de Dios, en el curso de la historia bíblica, que se consuma en la manifestación de Cristo. Los catecúmenos han recibido comunicación de las verdades esenciales. Una vez bautizados, los puntos más sagrados les serán comunicados en la mistagogia. Los ritos mismos, el marco de la celebración bautismal, son una verdadera iluminación que ~arece los datos del sacramento y resume la teología trinitaria y la economía pascual. Recibir el bautismo es acoger y conservar la fe que nos ha sido dada. «Necesitamos creer como bautizados y rendir gloria como creyentes», observa san Basilio 122 • El bautismo se presenta a los Padres, no como un rito mágico (aun cuando ellos empleen el lenguaje misterioso desde Clemente), sino como una gracia que apela a los recursos del hombre para el desarrollo interno y existencial de la fe, hasta el conocimiento perfecto de Dios en la plenitud mística. El carácter dramático, de la lucha entre las tinieblas y la luz -tema a la vez de Juan y de Pablo, frecuentemente comentado en el curso de la noche pascual 123 , que lo ponía en escena de una manera sensible con la renuncia al demonio y la purificación bautismal- caracteriza a la condición cristiana, pero con la certidumbre de que el bautizado puede apoyarse en la victoria de Cristo sobre el príncipe de las tinieblas, para vencerlo a su vez. Toda la existencia cristiana es purificación y afrontamiento. El bautismo da la seguridad de vencer. Por otra parte, ésta es la razón que da Gregorio de Nacianzo para estimular a los catecúmenos a recibir sin demora la gracia bautismal 124 • Confiados en vuestro carácter bautismal, decid! e: «También yo soy imagen de Dios; pero, al contrario de ti, el orgullo no me ha valido ser rechazado de la gloria divina. Yo estoy revestido de Cristo; la nueva creación del bautismo hace de mí un Cristo; a ti te toca prosternarte ante mí» 12 '. 121. 122. 123. 124. 125.
Sermón .\Ohrr el .mnto bautismo, 5. PG 36. 364. Le baptbne, p. 113. Tratado del Espíritu Santo, XII, 28; XVII, 42-44. PG 32, 117; 144-148. Véase. por ejemplo, AGUSTÍN, serm. 222. PL 38, ll07-lll2. S,.món .whre el santo bautismo, 16-17. PG 36, 377-380. Le baptéme, p. 121-224 !bid .. 10. PG 36. :69-370. Le bapti'lne, p. 117.
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«Sphragis» del Espíritu
Por tanto, hay que guardarse de dar a la iluminación un carácter puramente intelectual o doctrinal: la fe es un compromiso que transforma todos los estados de vida, el estado de virginidad y de matrimonio, la vida interior lo mismo que la vida cívica y política 126 • Siendo toda la existencia una progresión en la fe, la iluminacion bautismal supone una purificación progresiva de la vida entera. El cristiano no puede acercarse a Dios sin renunciar a todo lo que es incompatible con él. Como dice Agustín 127 : Purifica tu corazón lo mejor que puedas. Hazlo con ardor. Y para que Dios purifique· tu morada, rézale, suplí cale, humíllate ...
Esto da a la iluminación un carácter escatológico 128 • «Por la gracia del bautismo y de la iluminación del Espíritu se obtienen la plena participación del Vcrbo y la gnosis perfecta y verdadera de Dios» 129 • Transformación interior y encaminamiento de la fe son obra del Espíritu. Los Padres explanan la acción del Espíritu explicando por qué el bautismo es llamado sello o sphrúgis del Espíritu. No se trata de otra realidad, sino de un aspecto nuevo de la misma realidad bautismal. ,. ' . .' ¡·,¡
«SPHRAGIS» DEL ESPÍRITU.
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La sphragis es en el siglo IV, indiscutiblemente, un nombre tradicional dado al bautismo 130, que se remonta a los orígenes cristianos 131 • La expresión «sello del Espíritu» no debe engañar 126. !bid., 16-17. PG 36, 377-380. Le bapteme, p. 121-124. 127. Serm. 261, 6. PL 38, 1205. En Les chemins vers Dieu, ceo!. Ictys» 11, p. 218. 128. Netamente afirmado en nuestro ritual para la vestidura blanca y el cirio. 129. CIRILO DE ALEJANDR(A, In Joa, 3, 5. PG 73, 243. Véase también AGUSTÍN, In Joa. 44, 1-6. PL 35, 1713. Véase también Enn. in Ps. 41. PL 36, 464-476, traducción francesa en Les chemins vers Dieu, p. 241. Se podría citar a HILARlO, in Ps. 122. PL 9, 668-674. Les chemins vers Dieu. p. 195. 130. Véase F. DéiLGER, Sphragis, Paderborn 1911, p. 80. 131. Para san Pablo véase 2 Cor 1, 21; Ef 1, 13; 4, 30; HERMAS, Sim., IX, 16, 4. Véase nuestro artículo, La significa/ion de la sphragls dans le Pasteur d'Hermas, en eStudia Patristica. Berlín 1961, IV, 2. p. 286-290.
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La edad de oro patrística
a este respecto 132 , sino que ha de ser interpretada dentro del marco de la administración bautismal. Aquí, el problema no es saber si el vocablo sphragis designa un rito particular y qué es ese rito, sino por qué los Padres llaman al bautismo sphragis. ¿Qué aporta este vocablo a la doctrina bautismal? El vocablo pone el acento primeramente sobre la unidad de la acción bautismal, cuyo alcance no es simplemente negativo (baño, purificación) sino esencialmente positivo: transformación interior, y adopción divina, sellada por Dios mismo. El sello tiene un valor en cierto modo recapitulativo. Se sitúa al final de un largo proceso al que él pone el punto final. Pablo (Ef 1, 13) describe las etapas dél mismo: oir, creer, sellar. La iniciativa de Dios está en el origen y en el término de ese proceso. Basilio lo ha puesto netamente en evidencia en su célebre texto: Id, dice el Señor, enseñad a las naciones, bautizadlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. En efecto, el bautismo es el sello de la fe, y la fe es una adhesión a la divinidad. Por tanto, primeramente hay que creer, y después ser marcado por el bautismo 1 33, '1
:
l.
La expresión signaculum fidei («sello de la fe») para el bautismo, se halla en Tertuliano 134 • Los Padres griegos del siglo IV hablan preferentemente del «sello del Espíritu» 185 • Gregorio de Nadanzo justifica la expresión: «Es un sello que protege y significa la soberana propiedad de Dios» 136 • Gregorio ratifica un largo uso que enriquece el vocablo con armónicos cada vez más numerosos, tomados del caudal bíblico y del caudal helenístico. Esta polivalencia es el motivo de la elección de una expresión tan rica. Incluso cuando el vocablo se aplica a un rito particular, la signación, la crismación, expresa ante todo la realidad global del bautismo. 132. ·Lampe ha demostrado contra G. Dix que el sello no expresa la confirmaciór•. sino el bautismo. The sea! of the Spirit, p. 235-246. 133. Contra Eunom., m, 5. PG 29, 665. 134. TERTULIANO, De Spectaculis, 24. PL 1, 656. 135. Por ejemplo, CIRILO DE JERUSALÉN, Procat., 16. PG 33, 360. 136. GREGORIO DE NACIANZO, Serm6n sobre el santo bautismo, 4. PG 36. 361-364. Le baptéme, p. 113.
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«Sphragis» del Espíritu
Es probable que los judeocristianos hubiesen quemado efectivamente a los candidatos, en un bautismo de fuego, con una cruz indeleble, como todavía lo practican numerosos cristianos orientales para señalar la toma de posesión de Dios a través de la prueba del fuego 13 ' : el fuego es el signo imborrable de la accion de Dios en el bautizado. Aun sin llegar a eso, el sello bautismal evoc.a en primer lugar el signo que el propietario pone sobre aquello que le pertenece: marca a hierro candente sobre las ovejas de un I:ebaño, tatuaje con el nombre del general, en la mano o en el brazo de los soldados, señal del propietario sobre un esclavo, hecha por el amo que lo ha comprado. Esta marca de Dios sobre el bautizado renueva en el alma regenerada la imagen divina perdida por el pecado y recuperada en el bautismo. El tema de la imagen, tomado del Génesis, es particularmente grato a la teología griega. La oración del eucologio de Serapión 138 , para la consagración de las aguas, lo dice explícitamente: «Da a todos los que van a renacer el ser formados a imagen de tu divina e inefable belleza, que sean salvados.» El sello bautismal está acuñado a imagen de Dios. Los Padres ven en él la impronta en el alma, unas veces de la Trinidad, otras de Cristo, a causa de la signación con la cruz, y otras del Espíritu, en cuanto que éste es el principio de la transformación interior 139 • San Atanasia lo explica: Como no existe más una sola santificación, ésta debe venir «del Padre por el Hijo en el Espíritu». Ahora bien, «el Espíritu es crisma y sello; en él, el Logos unge y sella todas las cosas. Y el crisma contiene el perfume de quien unge ... , el sello, la forma de quien sella. Conviene, pues, que, así señalados, nos hagamos igualmente partícipes. de la naturaleza divina, como dijo Pedro (2 Pe 1, 4) y que de este modo la creación entera participe del Logos en el Espíritu» 140 • 137. Véase B. BAGATTI, L'Eglise de la Circoncision, p. 197-198, que la explica como signo de protección. 138. Euco/ogio, 19 (7). Priéres des premiers chrétiens, n. 197. 139. DIDIMO, De Trinitate, 11, 15. PG 39, 717·720. 14C. ATANASIO, Ad Serap., 1, 23. PG 26, 585.
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La edad de uro patrística
Fiel a la tradición de los capadocios, Juan Damasceno dice aún más, comentando Ef 1, 13: «Vosotros estáis también, dice el Apóstol, entre esos predestinados, vosotros, que estáis unidos a Cristo por la obediencia, por la fe de su mensaje, y por el sello que sobrepone la fe, el cual es la semejanza a Cristo por la participación del Espíritu» ' 41 • Esta marca de pertenencia la interpretan los Padres en dos direcciones: ya sea la enajenación en las manos de Dios, ya sea además el alistamiento en el servicio de Cristo. O, si se quiere, esto: el sello afecta, a la vez, al ser y al obrar. Es una desapropiación en las manos de Dios y el comprometimiento de todos los recursos al servicio de la economía nueva, para asumir el afrontamiento cotidiano del que ya hemos hablado. Este aspecto, sugerido por el tatuaje del soldado, adquiere toda su densidad en su motivación bíblica. El sello es a la vez el signo de la alianza entre Dios y el neófito y la incorporación al pueblo de Dios. Como tal, corresponde a la circuncisión judía. De una a otra circuncisión interviene la mediación de Cristo. La circuncisión que era efectuada el octavo día, dice Gregorio de Nacianzo 142 , era una especie de figura de la sphragis. Las diligencias bautismales corresponden a las diligencias de Abraham. Esta concepción, que ya hemos encontrado en san Pablo 143 , se desarrolla en el siglo 1v. Cirilo de Jerusalén explica 144 : Así pues, asemejándonos a él en la fe, entramos en la familia adoptiva de Abraham. Y entonces, junto con la fe, recibimos como él el sello espiritual, circuncidados en el bautismo por el Espíritu Santo.
El bautismo realiza el anticipo de la circuncisión, en cuanto que es la expresión a la vez irrefragable y eterna de la alianza y de la fidelidad de Dios. Como tal, el sello de la circuncisión pone en evidencia un triple aspecto del bautismo: personal, colectivo, escatológico. 141. 142. 143.
In Eph., 1, 13. PG 95, 825. Sermón sobre el santo bautismo, 26. PG 36. 396. Le baptbne, p. 133. 144. Cat., 5. 6. PG 33, 512 Véase anteriormente, p. 53-54.
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«Sphragis» del Espíritu
Sí Tertuliano 145 veía en el «sello de la fe» sobre todo la adhesión definitiva, el juramento del alistamiento en el servicio de Cristo, los Padres del siglo IV, menos sensibles a la imagen jurídica y militar, lo interpretan como el contrasello de Dios sobre el compromiso previo del fiel. En este sentido es como habla Pablo del sello de Dios sobre la fe de Abraham. «Recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia por la fe que tenía aun antes de circuncidarse» Ha. Por tanto, hay paralelismo entre la circuncisión y el bautismo. a través del término medio de la fe. Al reconocer la fe y el compromiso del catecúmeno, Dios se compromete a su vez a llevarlo a su consumación. San Basilio lo expone en su tratado del Espíritu Santo 147 : La fe y el bautismo, esos dos medios de salvación, están ligados uno al otro y son indisociables. Pues si la fe halla su consumación por el bautismo, el bautismo a su vez se funda en la fe. Ambos deben a los mismos nombres (divinos) su perfección. La profesión de fe que conduce a la salvación viene primeramente, y el bautismo que sella nuestra adhesión la sigue de cerca.
Por personal que sea la fe, cobra una dimensión colectiva. De la alianza con Abraham nace el pueblo de Israel. El sello de la alianza nueva es incorporación al pueblo de Dios. «Acercaos -dice Cirilo de Jerusalén a los candidatos-· y recibid el sello del misterio, para que el maestro os reconozca. Incorporaos al santo y razonable rebaño de Cristo, para que algún día seáis de los elegidos de su diestra y recibáis la herencia que os ha sido preparada»''". Este texto expone ya el aspecto escatológico de la alianza. El tema de la circuncisión es reforzado por el del signo de EzequieL que marca a aquellos que formarán parte del Israel futuro y se hallarán de nuevo entre los elegidos del Apocalipsis. Éste es uno 145. 146. 147. 148.
Véase antes. p. 100-101. Rom 4. 11. Tratado del 1-..•píritu Santo. Cat., l. 2. PG 33. 372.
XII.
2K. PG 32. 116-117.
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de los argumentos anticipados por Gregorio de Nisa 149 para no diferir el bautismo: El alma que no ha sido iluminada ni adornada con la gracia de la regeneración, yo no sé si los ángeles la reciben después de su separación del cuerpo En efecto, ¿cómo podrían hacerlo. si ella no tiene marca ni lleva ninguna señal de propiedad? Lo más verosímil es que el aire la arrastre. errante y vagabunda, sin que nadie emprenda su búsqueda, puesto que ella no tiene propietario. Y ella busca el descanso y no lo halla, llorando en vano y arrepintiéndose ineficazmente.
Gregorio de Nacianzo 150 ve en el sello, también, un signo de protección. Este aspecto del bautismo, que en cierto modo deriva de la pertenencia divina, está ligado a la signación con el signo de la cruz. Tiene su justificación bíblica en el relato de la liberación de Egipto, según el cual los dinteles señalados por el ángel fueron exceptuados. El sello es al mismo tiempo un signo de protección contra los demonios y una garantía de salvación. Hasta tal punto, que Juan Crisóstomo excluye de la gloria celestial a los catecúmenos muertos sin bautismo, y por tanto sin el signo 151 • Este tema se repite en varias ocasiones en el sermón de Gregorio de Nacianzo relativo al bautismo 152 : «He ahí la mejor garantía de seguridad para toda tu vida. ·Difícilmente se saltea un rebaño marcado; en cambio, el que no lleva ninguna señal es presa fácil para los ladrones.» Esta protección es atribuida algunas veces a la cruz de Cristo. pero más frecuentemente a la acción del Espíritu Santo, agente y guía de la vida espiritual, que toma posesión del bautizado. Los Padres hablan preferentemente del sello del Espíritu Santo para mostrar la continuidad de una misma economía desde el Antiguo Testamento a Cristo y a la Iglesia: «Aquel que anunció a Cristo por medio de los profetas, aquel que ejerció su poder en los após149. De baptismo. PG 46, 424. 150. Sermón sobre el santo bautismo, 15. PG 36, 377. Le baptéme, p. 121. 151. In Phi/., hom. 3, 4. PG 62, 203-204. 152. Sermón sobre el santo bautismo, 15. PG 36, 377. Le baptémP, p. 121. AMHK'"'"·· De los misterios, 55. PL 16, 407. lnitiation chrétienne, p. 83.
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«Sphragis» del Espíritu
toles, ahora señala las almas en el bautismo» 153 • De una parte y otra, el vínculo es el Espíritu. Él es quien transforma todo bautismo en Pentecostés para cada neófito. Él lleva la acción bautismal a su consumación y a su plenitud. La obra de regeneración y de renovación, de transformación y de santificación, a la vez personal y colectiva, que tiene su fuente en el bautismo, es la acción del Espíritu. He ahí por qué los Padres la llaman «el sello del Espíritu». El Espíritu es quien comunica al agua su poder sacramental, quien opera lo que el sacramento significa. Juan Damasceno lo dice en una fórmula plena hasta más no poder: «Por el bautismo hemos recibido el Espíritu Santo, que permanece en nosotros. Es un sello regio con el que el Padre marca a fuego su propio rebaño» 154 • Para afirmar el carácter indeleble de esta presencia del Espíritu en el bautizado, Basilio 155 explica que la misma perdura más allá del pecado, incluso en el cristiano indigno: Aunque el Espíritu Santo no se mezcle con los indignos, parece, sin embargo, que se queda presente de cierta manera en aquellos que han sido marcados una vez con el sello, esperando su salvación de su conversión; solamente con la muerte será por completo arrancado del alma que haya profanado su gracia.
Ambrosio 156, por su parte, recurre, para explicar la misma realidad, al hábito y al anillo del hijo pródigo: «Quien tiene el anillo tiene al Padre y al Hijo y al Espíritu, pues Dios nos ha señalado, su imagen es Cristo, y nos ha dado como arras el Espíritu en nuestros corazones, para que sepamos que el anillo es el sello de aquel que nos es dado, con el que son señalados los secretos de nuestro corazón y los servicios de nuestras acciones, como está escrito: Por la fe habéis sido sellados con el Espiritu Santo» (Ef 1, 13). 153. 154. 155. 156.
Cat., 16, 24. PG 33, 952. Confess., 3. PG 95, 285. De Spiritu Sancto, XVI, 40. PG 32. 141-144. In Luc., 7, 231. PL 15, 1761.
CIRILO DE JERUSALÉN,
143
:1¡·
La edad de uro patrhtica r:
Es el Espíritu quien lleva al bautizado a su consumación. Él ' es el alma de su progresión hasta el encuentro divino. En cambio, aquel que no recibe la sphragis del bautismo, aun cuando sea catecúmeno, dice Gregorio de Nacianzo 157 , no entra en el reino de Jos cielos. El tema del sello viene, pues, a consumar y enriquecer el de la iluminación. Permite elaborar toda una teología del bautismo.
BALANCE DEL PENSAMIENTO GRIEGO.
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Al término de nuestro análisis, es posible establecer el balance de la teología griega, que habitualmente se expresa en las homilías y la predicación. Es indiscutible que los Padres griegos de los siglos IV y v enseñan la eficacia real de Jos ritos sacramentales. El agua consagrada por la epiclesis opera la muerte del pecado, la regeneración, la iluminación y la justicia por el poder del Espíritu Santo. Esta eficacia de los ritos sacramentales actúa independientemente de las cualidades o de la dignidad de los ministros. Gregorio de Nacianzo ironiza acerca de aquellos que quieren ser bautizados por un metropolita. San Juan Crisóstomo m defiende la acción estrictamente objetiva de la operación sacramental. La eficacia sacramental no es mágica, sino que es obra de la presencia y del poder divinos. Ya sea atribuida a Cristo o al Espíritu, siempre es Dios quien actúa en y mediante la Iglesia y quien opera la regeneración de los creyentes. Pero esta acción objetiva está ligada tanto ~ la ortodoxia de los catecúmenos como a la calidad de la conversión. La ortodoxia es particularmente afirmada en ocasión de la controversia sobre el Espíritu Santo, que implicaba la fe en el Espíritu, sin el cual el alma no puede ser ni purificada ni santificada. Pero la fe no se limita a la ortodoxia objetiva de un credo. Es también comprometimiento 1S7. 158.
Sermón sobre el santo bautismo. 24. PG 36, 392. Le bap:eme, p. 131. In Joa., hom. 87, 4; In Cor., hom. 7, l. PG 59, 477-478; 61, 53-56.
144
.,_
Agustín: Controversias y problemas teológicos
de todo el ser en el proceso bautismal y disponibilidad hacia el Espíritu. «Éste lo llena todo de su poder, sólo se comunica a quienes son dignos de ello, pero no según una medida única sino distribuyendo su operación en proporción a la fe» m. Existe, pues, una simultaneidad y una coordinación indispensables entre la acción del Espíritu y la acción de la fe, que cooperan, aunque a títulos diferentes, en la eficacia sacramental. Por esta razón, los Padres pueden llamar al bautismo unas veces «sello del Espíritu» y otras veces «sello de la fe», habida cuenta de que tanto el despertar de la fe como su desarrollo son efecto de la gracia. La acción del Espíritu y las diligencias de la fe traban en el bautismo una colaboración que se extiende a todo el ser y a la existencia entera. Por eso los Padres, en sus homilías, apelan incesantemente al ejercicio concreto de la fe, a la perseverancia, a la traducción de la fe en frutos de salvación. La economía cristiana y la eficacia sacramental. en los Padres griegos, son en cierto modo producidas por el Espíritu Santo. Él es quien, presente en la Iglesia, hace eficaz la epiclesis del ministro sobre las aguas; él es quien comunica a la materia sacramental su poder vivificador y santificador; él es, finalmente, en el bautizado, «la fuente de la operación eficaz de la fe» 100 , desde el nacimiento hasta la plenitud de ésta, a condición de que el bautizado empeñe todos los recursos de su ser en el proceso de la gracia bautismal.
§ IV.
Agustín: Controversias y problemas teológicos 161 •
Si catequesis y doctrina del bautismo son muy semejantes de Oriente a Occidente, las controversias teológicas, casi inexistentes 159. BASILIO, Tratado del Espíritu Santo, IX, 22. PG 32, 108-109. 160. L. VILLE'ITE, Fol et sacrement, 1, p. 216. 161. Fuentes: Contra epistolam Parmeniani; De baptismo; Contra Donatistas; De unlco baptismo contra Petilianum; Contra litteras Petillani; carta 98. Sermones a los catecúmenos: 56·59; 212·215; De symbolo ad catechumenos; Sermones a los neófitos: 223-229; 260; 272; 353; Dcnis 6 y 8; Mai 89, 94; Guclf. 7 y 9. De catechizandis rudlbus; De /lde et operibus.
145 Hamman, Bautismo 10
La edad de oro patrística
en Oriente, ya iniciadas en África en tiempos de Cipriano, s desarrollan en Occidente durante los siglos IV y v. Los donatista recusan el bautismo de los ministros indignos y rebautizan a lo católicos que se pasan a sus filas 162 • A esta cuestión se añade l; de la validez de los sacramentos administrados fuera de la Iglesü católica y la del nuevo bautismo de los cismáticos y herejes. Optato de Milevi abre el camino a Agustín al afirmar, en e año 370, que la santidad de la Iglesia no depende de sus ministro: o de sus miembros, sino de los sacramentos. Los ministros n< son los dueños sino los servidores del bautismo. En éste cooperar tres elementos: la Santísima Trinidad, el ministro y el sujeto. St acción dista mucho de ser igual; la función principal la cumplt la Trinidad 163 • El bautismo no es renovable, a consecuencia de las palabras de Jesús en ocasión del lavatorio de pies (Jn 13, 10) w 4 Optato distingue finalmente el bautismo de los cismáticos del de los herejes, y solamente reconoce validez al primero. 1y1 Agustín es tributario, a la vez, de la catequesis ambrosiana ) de la teología africana, en especial de la eclesiología de Cipriano. No elaboró una teología sistemática del bautismo. Las dos obras que consagra a este sacramento se limitan a la controversia donatista 165 • En ellas, se remite a la consuetudo y a la autoridad de la Iglesia, que se han expresado en las decisiones conciliares. Las necesidades de la controversia brindan al obispo de Hipona la ocasión de desarrollar la teología sacramental con una seguridad y una amplitud que lo impondrán a Occidente. La controversia donatista permite a Agustín clarificar las condiciones de validez y de eficacia de los sacramentos; el pelagianisTrabajos: A. BANNWARTH, Le baptéme chez salnt A.ugustln, Tesi• mecanografiada, Estrasburgo 1950; R. BuscH, S. Augustlnl doctrina de inltlatione chrlstlana, en cEphemerides lit.,. 52 (1938) 158·178; 385-483; W. ROETZER, Des hl. A.ugustinus Schrlften als llteraturgeschlcht/lche Que/le, Munich 1930. 162. Hay que precisar que el donatista Ticonio recusa el re-bautismo, por(!ue el sacramento es ante todo una acción de la Iglesia, lo cual prepara el camino a Agustín. Vúse P. MONCEAUX, Hlsl. 1111. de l'Afrique chrétlenne, S, París, p. 165-219. 163. Contra ep. Parm., v, 4. PL JI, 1051. 164. Ibid., v, 3. PL JI, JI51-JI52. q:; 165. Véase la nota 161.
146
Controversia donatista
mo es la ocasión de enseñar de nuevo la necesidad del bautismo, incluso para los niños. El pensamiento de Agustín, vacilante al principio, se afirma y se precisa luego.
l.
CONTROVERSIA DONATISTA
168
•
l. Agustín 167 distingue entre validez y eficacia en el bautismo, distinción que faltó a san Cipriano, cuya autoridad invocaban los donatistas. Una puede existir sin la otra. Para la validez no se requieren ni la fe ni la santidad del ministro. El bautismo puede ser conferido válidamente fuera de la comunidad católica 168 • La Iglesia lo reconoce y no lo reitera, ni tampoco bautiza de nuevo a aquellos que de la Iglesia se han pasado al cisma. La validez del sacramento, independientemente del ministro, se deriva también del carácter, al que Agustín presta una nueva claridad en el curso de la controversia 1a9 • El carácter incorpora al cuerpo de Cristo y dispone al miembro a recibir la gracia sacramental que le viene de la cabeza. La Iglesia no reitera el bautismo porque éste imprime un carácter indeleble, el cual confiere una cierta consagración y es un efecto directo del signum. que Agustín distingue de la res o fruto. Siguiendo a la Tradición, Agustín recurre a la comparación con la impronta de la moneda y con la marca del propietario sobre el rebaño 170 o el tatuaje de los soldados171. La razón última de la validez de los sacramentos conferidos por los pecadores y los herejes es que aquéllos son propiedad de Dios y de la Iglesia, no del ministro. «Hay que distinguir cuidadosamente entre no tener algo y tenerlo sin derecho o usurparlo J
lb6. Buena exposición en P. PoL:RRAT. Th~oloflie ~acramemaire, París 190i, p. 123-130; TIXFROST, Hi.1toire des dogmes, 2, París 1931. p. 401-405. 167. J)c hapri.11110, \l. J. PL 43. 197. 16~. Co11trn cp. Parm., 11. 14. PL 43, 58-59. De haptiJmo, J. J. lbid., 109.
ló''· 170. 171.
B.
~~-
Comra ep. Parm., 11, 28. PL 43, 70-71; cf. ep. 173. 3; 185. 23. PL 33. 754; 803. /Je hapt., \1, J. 10. PL 43, 197; 202; ep. 98. 5; 173. 3. PL 33, 361-362; 754. [)e hapt., 1. 4. 5; 111, 19, 25. PL 43, 110-112; 151-152; Comra ep. Pan1r., 11.
PL 43. 71-72.
147
La edad de oro patrística
ilegalmente. Los sacramentos no dejan de ser propiedad de Dios y de la Iglesia porque sean mal utilizados por los herejes y los impÍOS» 1 ' 2 • El ministro indigno no es el ministro principal del sacramento; no es más que el instrumento de Cristo. En realidad, es Jesucristo quien bautiza con las manos de Pedro, de Pahlo y de Judas m. Por tanto, no hay más que un bautismo: el de Cristo, consagrado por el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo 174 • Agustín añade: «Cuando decimos: Cristo bautiza, no hablamos del ministro visible, sino de la gracia oculta, el poder oculto en el Espíritu Santo, como decía Juan Bautista: Éste bautizará en el Espíritu Santo» 17 ~. La indignidad del instrumento no puede afectar a su acción ni paralizar la validez. La única cosa que se exige de todo ministro es que respete la regula ecclesiastica 176 • 2. ¿Qué sucede con la eficacia del bautismo administrado por un ministro indigno o hereje? Agustín distingue netamente entre el sacramento administrado dentro de la verdadera Iglesia y fuera de ella. En la comunidad católica, todo bautismo administrado a un sujeto bien dispuesto produce su efecto sacramental, cualquiera que sea el estado moral del ministro que lo confiere, porque la eficacia se deriva del ministro principal: Cristo 177 • Ni la santidad ni la indignidad del ministro influyen en la gracia recibida. Las disposiciones del sujeto no son, por lo mismo, la causa sino la condición sine qua non de la eficacia. Recibido en la fe, el bautismo ejerce su efecto en proporción a esa fe us. Más delicada es la cuestión de la eficacia del bautismo conferido por un ministro cismático o hereje. En caso de peligro de 172. 173. 174. 175. 176. 177. 178.
De bapt., In, 10, 13; cf. 1, 14, 21. PL 43, 144; 48-50. In loa., V, 7, 15, 18; VI, 7. PL 35, 1417; 1422; 1423-1424; 1428. De bapt., 111, 15, 20; VI, 36, 70. PL 43, 147; 220. Contra lltt. Pet., 111, 59. PL 43, 379. De un. bapt contra Pet., 11, 19. PL 43, 605. In loa., VI, 8; cp. 89, 5. PL 35, 1428-1429; 33, 311-312. L. VlLLETrE, Foi et sacrement, l. p. 280-288.
148
El pelegianismo y el bautismo de los niños
muerte, aun el bautismo de un hereje perdona los pecados a un moribundo bien dispuesto u 9 • Fuera de este caso de peligro, el obispo de Hipona, influido por la doctrina de san Cipriano sobre la Iglesia como único órgano de salvación, tiende a creer que la administración del sacramento es ilícita y perniciosa, tanto para el ministro como para d bautizado 160 • «No es solamente en su seno donde se halla el bautismo único, pero es únicamente en su seno donde produce frutos de salvación y de paz» 181 • Aun de buena fe, el candidato bautizado en el cisma «queda gravemente herido por el cisma» 182 • 3. Finalmente, la cuestión de la intención en el ministro y en el sujeto. Hay que ra:onocer, honradamente, que Agustín no se planteó con claridad la cuestión. Se contentó con enunciar el principio de que el ministro del sacramento actúa siempre en nombre de Cristo, quien da al sacramento su eficacia. «Los autores de la Edad Media dedujeron de eso que el ministro debe tener la intención, la voluntad de conformarse a las intenciones de la Iglesia. San Agustín no se propuso sacar tal conclusión, pero la vivía»'"'~. El hecho es que Agustín no relacionó suficientemente los efectos del bautismo con la acción salvífica de Cristo. ni distinguió lo bastante «la eficacia del rito de la acción de la Iglesia en la dispensasión de la gracia» 184 •
Il.
EL PELAGIANISMO Y EL BAUTISMO DE LOS NIÑOS,,_-,
Agustín no esperó a la controversia pelagiana para estudiar el bautismo de los niños. Él nunca puso en duda la validez y la legi179. 180. 181. 182. 183. en Bibl. 184. 185.
De bapt., VI. 7; Vil. 100. PL 43, 200; 241-242. Contra ep. Parm .• 11, 28. 29. PL 43, 70-71; De bapt., 1, 2. !bid., 109-110. Contra Cresco11., 1, 34. PL 43, 463-464. De bapt., 1, 6. PL 43, 113. P. PouRRAT, La théologie sacramentaire, p. 324. V~ase también Ecril.\ amidonatistt''• augustinienne, p. 626. P. PouRRAT, La théo/ogie sacrammtaire, p. 136. Toda la cuestión se halla tratada t:n L. VH.tlrrE. Foi ct .wcrrnwnt, l, p. 300-):!4.
149
La edad de oro patrística
timidad de este bautismo, pero se planteó la cuestión de la eficacia, a falta de la fe personal. En el De libero arbitrio, la fe de los padres le parece hacer las veces de sustituto 186 • En el De baptismo 187 , piensa que la gracia de Dios suple las disposiciones personales del niño, habida cuenta de que la fides aliena sólo desempeña una función de perfeccionamiento. En la carta 98, la gracia bautismal es concedida en virtud del don del Espíritu Santo que vive y actúa en los santos de la madre Iglesia. «Operando interiormente el Espíritu, el beneficio de la gracia rompe las ataduras de la culpa, restablece el bien de naturaleza, regenera en Cristo a aquel que había sido engendrado en Adán» 188 • El problema reaparece con la querella pelagiana. Los discípulos de Pelagio enseñaban el bautismo de los niños, pero no por una razón medicinal o purificadora, puesto que los niños son inocentes, sino para que éstos perciban los efectos positivos y santificadores del sacramento, con vistas al reino de los cielos. Frente a estas teorías, Agustín afirma la universalidad del pecado original y la necesidad del bautismo para todos los hombres, so pena de condenación eterna, incluso para los niños 189 • El bautismo de los niños le parece una ilustración de esta verdad. Él explica la eficacia del mismo mediante tres argumentos que ya conocemos: acción de la fe de los padres y profesión de los offerentes, eficacia maternal de la Iglesia y poder del bautismo como sacramento de la fe, con predominio del primero de los tres argumentos. No hay otro medio que el bautismo para los niños, para que éstos logren la salvación y la vida eterna. Inversamente, 186. De lib. arb., 111, 23, 67. PL 32, 1304. 187. De bapt., IV. 31, 32. PL 43, 174-176. 188. Ep. 98, 2. PL 33, 623. 189. Agustin sometia a los nilios muertos sin bautismo á un estado intermedio entre la recompensa y el castigo (cf. De lib. arb., 111, 66-68. PL 32, 1303-1304, escrito entre los alios 388 y 395); después endurece su posición, ante las afirmaciones pelagianas, y condena a Jos nifios al fuego eterno, aun afirmando que éstos sufren la pena «omnium mitissimn. Contra Julian., op. imperf., 111, 199; Contra Julian., v, 44; VI, 3. PL 44, 809; 822; serm. 294, 2-4. PL 38, 1336-1337. De pec. merit., 1, 21, 55. PL 44, 120; 140-141; Enchiridion, 93. PL 40, 275.
150
El bautismo hace la Iglesia
una vez bautizado, el niño recibe los frutos del sacramento, «y el Espíritu habita en él» 190 • Agustín reconoce, sin embargo, que el martirio hace las veces del bautismo. El deseo del bautismo, la fe y la conversión del corazón, pueden también suplir, si las circunstancias impiden absolutamente recibirlo 191 • En el caso del buen ladrón, que deja un tanto perplejo al maestro de Hipona, intención y conversión a Cristo reemplazaron al bautismo 192 • Después de la controversia pelagiana, Agustín pasa en silencio el bautismo de deseo y supone que un buen catecúmeno puede atraerse la condenación eterna 193 •
III.
ESBOZO DE UNA TEOLOGÍA DEL BAUTISMO.
El bautismo se relaciona en Agustín con la eclesiología. Iglesia y sacramento son para él indisolubles. Para Agustín, el bautismo es el sacramento por excelencia 19 f. La Iglesia hace el bautismo y el bautismo hace la Iglesia. La eficacia de la Iglesia proviene de que ella es el único cuerpo de Cristo. Los sacramentos operan porque, cualquiera que sea la mano que bautiza, es Cristo quien siempre opera en ellos 195 •
El bautismo hace la Iglesia.
El efecto principal es la incorporación al cuerpo místico de Cristo 19 a. Si la controversia antipelagiana hace insistir más en la curación del mal contraído mediante el nacimiento carnal, la regeneración se le presenta a Agustín como una vida nueva y el don 190. 191. 192. 637-638. 193. PL 44, 194. 195. 196.
Ep. 187, 26. PL 39, 841-842.
De bapt., IV, 22. PL 43, 168. Véase AMBROSIO, De obitu Va/entiniani, 51. lbid. Aaustín prefiere admitir que fue bautizado antes. Retractat., 11, 18. PL 32, De quaesl., LXXXIII, 62. PL 40, 53-54. Serm. 27. PL 38, 178. Ya no habla del deseo en De anima et eius orig., 1, 9, 10. 480. W. lETTER, Die Taufe beim jungen Luther, Tubinaa 1954, p. 2. In loa., VI, 15; In Ps. 95. PL 35, 1432; 37, 1227-1237. De pece. merit., 1. 26, 39; s.;th. 224, l. PL 44, 123-124; 131; 38, 1093-1094.
151
La edad de oro patrística
del Espíritu Santo. Parece que él vea en la unción posbautismal el sacramento del Espíritu, que reúne a los bautizados en el cuerpo de Cristo y hace de cada uno un ungido, al hacerlo participar en la unción sacerdotal y regia de la Iglesia 197 • Sólo el bautismo permite participar en el misterio eucarístico 198 • Esta regeneración es una renovación del hombre entero. El cuerpo mismo es santificado y llamado a la incorruptibilidad futura 199 , sin que por ello la concupiscencia sea destruida por completo antes de la resurrección 200 • Así se explican las luchas y las pruebas de la vida. A la acción del sacramento deben unirse la conversión del corazón y la fe personal: «Aliud est sacramentum baptismi, aliud conversionem cordis, sed salutem hominis ex utroque compleri.» «El sacramento del bautismo es una cosa y la conversión del corazón es otra, pero la salvación del hombre se realiza por la unión de ambas» 201 • La gracia de iluminación del bautismo, en Agustín como en los Padres griegos, es un despertar de los sentidos interiores, una transformación total, por la fe, la esperanza y la caridad "0 ". La gracia del bautismo es la fe que «opera la caridad» 203 • La vida en la gracia implica una lucha en todo momento 204 , una espera que desarrolla la esperanza en la consumación dentro de la invulnerabilidad total ~. Agustín gusta de las imágenes del camino, del viaje, de la navegación, de la carrera 206 • 20
197. Serm. 227; 351, 5, 12; serm. Dionisia, 6. PL 38, 1099-1101; 39, 1548-1549; 46. 834-836. 198. De pece. merit. et rem., 1, 26; De bapt., JJ, 19. PL 44, 123; 43, 138. 199. Contra Jullan., VI, 40. PL 44, 843-844; De dono persev., 21, 55. PL 45, 1027-102~. 200. De nupt. el conc., 1, 29. PL 44, 430; Contra duas ep. pel., 111, 5. PL 44, 590591. El discípulo de A11ustín, Diosdado, afirma que el cuerpo es devuelto a su estado de antes del pecado. De cataclysmo. PL 40, 693-700. 201. De bapt., IV, 25, 32. PL 43, 176. 202. In Jou., 124, 5. PL 35, 1972-1975; >erm 158, 8. PL 38, 866-867; In P; . .1/, u, 6. PL 36, 261-262; Serm. Denis 6, 2. PL 46, 835. 203. De fide et oper., 27, 49. PL 40, 228-230; De fide, spe et caritate, 61. PL 40, 263-264; serm. 222. PL 38, 1090-1091. 204. Contra Jul. Pel., JJ, 8; VI, 56. PL 44, 678-679; 855-856; sern1. 224, 2-3. PL 38, 1094. 205. C. duas ep/st., 111, 5. PL 44, 590-591. 206. Por ej:, Enn. in Ps, 69, 8, 9. PL 36, 872-873; serm. 56, 7, 11; 169, 15. PL 38. 381-3~2; 913, 926.
152
El bautismo hace la Iglesia
Esta vivificación de la fe por la caridad se realiza día tras día "0 ' , por obra del Espíritu o la Trinidad que habita en el alma desde el bautismo, incluso antes de la imposición de manos, a condición de seguir unido a la Iglesia de Cristo. «La paloma (Espíritu) no halla en todas partes un nido donde dejar sus pequeños; es en la fe verdadera, la fe católica, en la sociedad de la tmidad de la Iglesia, donde produce sus obras» 208 • Y su primera obra es la unidad y la caridad 209 • «El bautismo rige toda la vida del cristiano ... y le imprime la dirección así como las líneas esenciales de todo su desarrollo ulterior>> 210 • Es, pues, el sacramento fundamental de la vida cristiana, el sacramento de la vida teologal, el sacramento del apostolado 211 , que prepara la glorificación y la reunión final 212 •
207. De perf, iust., 5. PL 44, 297. 208. In Ps. 83, 7. PL 37, 1060-1061. 209. In loa., VI, 14-15. PL 35, 1432-1433; cf. De unico bapt., 210. A. BANNWARTH, o. c., p. 182. 211. Serm. Denis, 25, 8. PL 46, 938-940. 212. A. BANNWARTH, o. c., p. 182.
153
1,
11. PL 43, 600-601.
CAPÍTULO 111
LA EDAD MEDIA 1
Ocho siglos separan la muerte de Agustín de los primeros maestros de la escolástica. Si los seis primeros no enriquecen apenas la teología del bautismo, no sucede lo mismo con los dos siguientes. Éstos perfeccionan el vocabulario técnico 2 (forma-virtus, sacramentum-res. materia-forma. opus operatum y opus operantis) y preparan los moldes de pensamiento dentro de los cuales se verterá la teología escolástica. Aquí es indispensable hacer mención del tratado De sacramentis fidei christianae, de Hugo de San Víctor (t 1141 ). que se esfuerza en situar el bautismo dentro del marco de una teología sistemática; dicho tratado influyó especialmente en san Buenaventura. Pedro Lombardo (t 1164), formado en él, proporcionó en el libro de las Sentencias el manual común a todos los maestros de la Edad l. El estudio fundamental es el Je A.M. LANlXiRAF, Dogmengeschichte der Frühscholastik, Ratisbona, 111, 1, 1954. 2. Las distinciones entre forma y virtus, entre signum y res, están recogidas de san Agustín; la dualidad materia-forma es de Guillermo de Auxerre (t 1231), la de opus ope· ratum y opus operantis proviene de la Giosa del Pseudo-Pedro de Poitiers y fue introducida por el mismo Guillermo, el cllaracter Jominicus fue tomado de san Agustín y aplicada al bautismo y a la confirmación por Huguccio (t 1210).
154
Líneas esenciales de la teología del bautismo
Media. De Pedro es la definición del bautismo que se hizo clásica: ·«Baptismus dicitur intinctio i. e. ablutio -corporis exterior, facta sub forma praescripta verborum» 3 • «El bautismo es una inmersión, es decir, una ablución exterior del cuerpo, efectuada con la forma de palabras prescritas.» Los tratados De sacramentis in genere que aparecen en la Edad Media favorecen una sistematización de la teología sacramental y tratan algunas cuestiones concernientes al bautismo. La teoría del hilemorfismo aristotélico, que distingue materia y forma como para los cuerpos físicos, aplicada a los sacramentos \ luminosa en lo que respecta al bautismo, hizo que los autores del siglo xm identificasen la institución del sacramento y la determinación de su materia y su forma. Un mejor conocimiento de la historia de los sacramentos, la comparación de Oriente y Occidente, hubiesen permitido percibir mejor los limites y los peligros de la concepción hilemórfica. Alejandro de Hales es el primero en apartarse de ésta a propósito de la confirmación.
§ l.
Líneas esenciales de la teología del bautismo.
La excesiva importancia que se ha dado a las discusiones medievales relativas a puntos de detalle enmascara la fidelidad de esta enseñanza a las auctoritates de la Tradición. especialmente a san Agustín, la amplitud y la riqueza teológica de su exposición, la unanimidad acerca de las tesis esenciales. Precisar éstas es nuestro cometido .
.~. Sent., 1\', d. 3. 4. D. Van den Eynde ha m.:>strado que la primera utilización de la teoría «materia forma» en los sacramentos se remonta a Hugo de Saim-Chair. The th~or)· o/ the compo.\llion of tll~ !lacrnment in early _,cho/astici.\m, en ecFran~.:iS\:'an Studies» 12. San Buenaventura, ]4~~- p. 12-22.
155
I.
EL SIGNO BAUTISMAL.
Para Pedro Lombardo y todos los maestros de la Edad Media, el sacramento consiste en el baño de agua y la invocación trinitaria que lo acompaña. El efecto, la res de este sacramento, es la justificación del alma. Duns Escoto distingue dos clases de materia: la materia remota, el agua considerada en sí misma, y la materia próxima, que es la aplicación de aquélla al sujeto. Los escolásticos exponen las razones de conveniencia que hicieron elegir el agua: é5ta es signo de purificación y de fecundidad, purificación y principio de crecimiento para el alma regeneradas.
U.
LA DOCTRINA DEL CARÁCTER.
El interés que se pone en la eficacia del sacramento pone en evidencia la cuestión del carácter. He aquí cómo propone Alejandro de Hales la teología del carácter. Tres cosas componen el bautismo: la primera, únicamente el signo, esto es, el lavado exterior; otra, la cosa significada, esto es, la gracia; finalmente, lo que es signo y significado, a saber, el carácter, significado por el lavado exterior y signo para la gracia. Para Alejandro, el carácter es una realidad ontológica que se adhiere intrínsecamente al alma y marca para siempre a quienes forman parte del rebaño de Cristo, los configura en Cristo y los dispone a recibir la gracia 6 • Santo Tomás define el carácter como una cierta potencia que dispone a los bautizados a recibir los demás sacramentos y conforma el alma al sacerdocio de Cristo. Esta enseñanza pone en evidencia el significado cristológico y eclesiológico del carácter para el bautismo 7 • 5. S. Teol., m, 66. 6. S. Teol., IV, 8. 7. IV Sen/., 4, 1; S. Teol., m, 63. Tomás depende aquí del Pseudo-Dionisio, De eccl. hier., 2, 4.
156
lll.
F.HCACIA DEL BAUTISMO Y FE DEL SUJETO.
Dios es el agente principal en la eficacia del b-autismo, ya se trate del carácter o de la gracia. Todas las demás causas, e incluso la pasión de Cristo, están subordinadas a esa acción principal, dice santo Tomás 8 • Fiel a su teología, san Buenaventura enseña que la obra de salvación es cosa de toda la Trinidad. Un gran valor, aunque secundario, es atribuido a la fe del bautizado, sin la cual éste no puede recibir fructuosamente el sacramento. La gracia bautismal es proporcionada a la fe con la que el candidato se une a la acción salvífica de Cristo y al arrepentimiento de los pecados que la acompaña". En el caso de los niños, la fe de la Iglesia sirve de fiadora. Incluso el bautismo de los adultos obtiene su eficacia de la fides ecclesiae, que se sitúa entre el principio puramente objetivo (Dios) y el principio puramente subjetivo (el catecúmeno). En cambio, la escolástica afirma unánimemente que todo hombre puede ser ministro del bautismo, pues el verdadero ministro es Jesucristo. Acerca de la cuestión de la causalidad de los sacramentos, las escuelas teológicas divergen. Todos reconocen que los sacramentos son eficaces ex opere operato 10 , pero se dividen cuando se trata de precisar la manera de entender esta causalidad : causalidad ocasional, per concomitantiam (en la que el sacramento es conditio sine qua non), en Buenaventura y Duns Escoto y la escuela franciscana; causalidad dispositiva para la gracia y no para el carácter. según Alejandro de Hales; causalidad instrumental eficiente. en ~-anto Tomás y el tomismo 11 •
H. S. Teo/., 111, 64. 9. San Buenaventura, Breviloquium, VI, 7. 10. Acerca del origen y el significado de la expresión, véase LANDGRAF, o. c., ur, l. p. 147-158. 11. Acerca de una variación en santo Tomás, que va de la causalidad dispositiva a la ..:ausalidad instrumental eficiente, véase A. MJCHEL, art. Sacrement, en el DTC, 14, 581-586; L. Vll.l.l1TE, 2. p. 34-35.
157
§ 11. Enseñanza sistemática de san Buenaventura y santo Tomás.
J.
SAN BUENA VENTURA.
Además del Comentario de las Sentencias, san Buenaventura ofrece una enseñanza sucinta del bautismo en el Breviloquium, que resume al primero 12 •
Fe y bautismo. Si la fe es necesaria a todos los sacramentos, lo es más especialmente en cuanto al bautismo, pues éste es el primero y la puerta de los demás sacramentos; es el sacramento de la fe, no de una persona singular sino de toda la Iglesia, primariamente. Además, en él, la profesión de fe es más explicita en la fórmula y en el rito. El gesto de la inmersión es una profesión de fe en la pasión de Cristo; la fórmula es una confesión de fe en la Trinidad. El principio eficiente del sacramento es a la vez trinitario y soteriológico, en una unidad indisoluble. La pasión de Cristo 13 ha producido la Iglesia. El papel irreemplazable de la Iglesia en el organismo sacramental proviene del hecho de que ella es a la vez la madre universal y la esposa única de Cristo a. El bautismo obtiene primeramente su eficacia de la fe de la Iglesia, de la unión·enlre la esposa y la paloma: el Espíritu y la Iglesia. En los sacramentos del Antiguo Testamento, los niños eran justificados por la fe de los padres; en los del Nuevo, por la fe de la Iglesia. Los primeros obtienen su eficacia únicamente de la fe; los segundos, de la fe de la Iglesia y de la promesa de Dios, que dispone el opus operatum a la gracia. 12. IV Sen/., 3-7; Breviloquiwu, \1, 7. Traducción francesa de L. Mathieu, París 1968. 13. El nombre y la pasión de Cristo implican, por otra parte, el misterio trinitario, autor de la salvación por mediación de Cristo. He ahí por qué la Iglesia primitiva pudo bautizar durante algún tiempo cen el nombre de Jesús». Brev., VI, 7, 3. 14. Br""·• VI, 5, que cita a san Aaustín, De baptismo, IV, 1. 2.
158
Eficacia
Para los adultos, el poder de la pasión actúa en la medida en que ésta es traída de algún modo a los signos sacramentales. Ello se efectúa por la fe en el Dios trino y en Cristo, por la cual la gracia de la Cabeza se difunde en los miembros y los introduce en la comunidad de la Iglesia y del Espíritu. El poder del sacramento depende, pues, de la fe de la Iglesia; pero su dispensación, de la acción del ministro, y por tanto de su intención. La Iglesia de que habla san Buenaventura no incluye solamente a los fieles de la tierra sino también a los santos del cielo n. Con san Agustín, Buenaventura precisa que la verdadera fe de la Iglesia está siempre configurada por la caridad.
Eficacia.
El bautismo está constituido según lo exigen «su fuerza, nuestra salvación y nuestro estado de enfermedad». Ya hemos visto que la fuerza reparadora nos viene de la Trinidad y de la pasión de Cristo; nuestra salvación consiste «en el nuevo nacimiento o la renovación del ser con una sola gracia que confiere el ser espiritual». La gracia bautismal implica la purificación, la iluminación y el refrenamiento de la concupiscencia, y borra las consecuencias universales de la caída de Adán 16 • El neófito recobra el estado de. inocencia primera en lo que corresponde al alma 17 • Al estado de enfermedad del hombre, provocado por el pecado original y sus consecuencias, el bautismo le reporta la gracia que devuelve la vida, que rectifica por medio de la virtud septiforme (tres virtudes teologales y cuatro virtudes cardinales) y que purifica de toda culpa, de toda pena y de toda inclinación al desorden 18 • ¿La eficacia es la misma para todos? Sí, en lo que corresponde al carácter y al retorno a la inocencia primera. En cuanto a la JS. 16. 17. 18.
IV Sent., Brev., VI, IV Sen/., Brev., VI,
dist. 4, p. 1, dub. 2. Edición Quaracchi, IV, p. 104. 7, 4. d. 4, a. 1, q. J. Edición Quaracchi, IV, p. 93. 7, 5 y IV Sent., art. J.
159
La Edad Media
gracia, ésta depende, en los adultos, de sus disposiciones, a saber, la fe y la penitencia. De ello se derivan los exorcismos que liberan del influjo de las potencias hostiles, y la enseñanza religiosa que profundiza la fe 19 •
JI.
SANTO TOMÁS.
Santo Tomás consagra al bautismo, en la Summa Theologica. seis cuestiones 20 • En ellas desarrolla cuatro puntos: la naturaleza. el ministro, los sujetos y los efectos del bautismo.
Naturaleza. Tomás aplica al bautismo el esquema agustiniano: sacramentum tantum, res et sacramentum, res tantum. El sacramentum es la ablución de agua; el sacramentum et res, el carácter bautismal indeleble; la res tantum, la justificación interior, la realidad bajo el signo. El carácter es llamado sello y guarda; la realidad, regeneración, iluminación, y como primer don, sacramento de la fe 21 • El bautismo fue instituido, verosímilmente, en el bautismo de Cristo, pero no fue impuesto hasta después de la pasión y la resurrección. Tomás aplica al rito las categorías aristotélicas de la materia y la forma. La fórmula bautismal expresa que la Trinidad es la causa principal del sacramento. La Suma distingue dos causas instrumentales: una, la principal, la pasión de Cristo; la otra, la acción del ministro, fórmula y ablución 22 • Para santo Tomás, el bautismo en nombre de Cristo fue una excepción en la comunidad primitiva, debida a una revelación especial 28 • 19. Brev., VI, 7, 6. 20. S. Teol., 111, 66-71. Véase traducción y comentario de P. Th. Camelot, París 1956. Véase también IV Sent. 21. S. Teol., 66, art. l. 22. S. Teol., 66, art 6. 23. S. Teol., 66, art. 6. Depende de Alejandro de Hales, Summa, IV, q. 13, m. 4, a. l.
160
Los sujetos del bautismo
¿Y qué hay de la distinción de los tres bautismos: de agua, de sangre y de Espíritu? El Espíritu es la causa principal en el bautismo de agua. Puede actuar incluso sin signo en el martirio o «el bautismo de la penitencia». Estas dos formas, que tienen la misma causa que el bautismo de agua sin ser sacramentos, pueden, por tanto. producir el mismo efecto. El bautismo de sangre debe su superioridad a la conformación con la pasión de Cristo, y a la acción del Espíritu Santo y a la caridad que expresa. El bautismo de penitencia vale en la medida en que el corazón es movido por el Espíritu Santo hacia la fe y el amor de Dios y hacia la contrición de los pecados 24
Ministro del bautismo. Todo hombre, incluso un laico, hombre o mujer, puede conferir un bautismo válido, «para que nadie quede privado de salvación a falta de haber llegado al bautismo» 25 • La razón es que la causa principal es siempre Cristo 26 • El bautizante no aporta más que su ministerio exterior; es Cristo quien bautiza interiormente. Así pues, Tomás responde afirmativamente a la pregunta que dejaba perplejo a san Agustín: Cualquier hombre, incluso un no bautizado, tiene el poder de administrar el bautismo 27 • Cualquiera puede cumplir las funciones de padrino, cuando la educación cristiana está asegurada. Pero si la fe del neófito estuviese en peligro. el padrino habría de estar instruido «acerca de las cosas divinas» 28 •
Los sujetos del bautismo. Todos los hombres están obligados a recibir el bautismo, porque sólo el bautismo los regenera y los incorpora a Cristo, en 24. 26. 28.
S. Teol., 66, 11. S. Teol., 61. 4. S. Teol., 61, 8.
25. 27.
S. Teol., 61, 3. S. Teol., 61, S
161 Hamman, Bautismo ll
La Edad Media
calidad de miembros, y les reporta la salvación 20 • Pero santo Tomás reconoce el bautismo de deseo. Tal es el caso del catecúmeno «sorprendido por la muerte, que no ha sido bautizado de hecho; su deseo puede salvarlo, pues procede de la fe que florece en caridad» 30 • En este caso hay que purgar las penas antes de entrar en la vida eterna. Y nuestro autor concluye: «Afirmamos que el sacramento del bautismo es necesario para la salvación, porque el hombre no puede salvarse si no tiene, por lo menos, la voluntad de ello» 31 • Para que el sacramento sea fructuoso, hace falta la penitencia interior, la fe, pues el bautismo es el sacramento de la fe 3 ". La fe ha sido necesaria en todos los períodos de la historia de la salvación. Los signos han podido cambiar. La circuncisión judía, también llamada sacramento 3 \ obtenía su eficacia de su carácter de figura de la Pasión 8 *. Hay que bautizar necesariamente a los niños, porque así ellos, sin hacer un acto propio de fe, son llevados por la fe 'de la Iglesia y de las demás personas n. Santo Tomás, como los demás maestros de la escolástica, no considera el bautismo del niño en el seno de la madre. De cualquier modo, «no está permitido matar a la madre para bautizar al niño» 38 •
Los efectos del bautismo. La descripción de los efectos pone en evidencia el carácter cristocéntrico de la teología sacramental de santo Tomás. El sacramento perdona al catecúmeno todos los pecados, la culpa de Adán y las culpas personales «desde el momento del deseo del bautis29. S. T•ol., 68, 1. 30. S. Teol., 68, 2. 31. S. Tcol., 68, 2. 32. S. T110/., 68, 4, 6. 33. S. T110l., 70, 1. 34. Acerca de la historia de la circuncisión en Ja teoloaía medieval, véase A.M. GRAF, Dogm~tng•schlchte ... , 111, 1, p .. 61·108. J:S. S. T~tol., 68, 9. 36. T•ol., 68, 11.
s:
162
LAND-
Los efectos del bautismo
mo, y más perfectamente aún a su recepción», por la virtud de la pasión de Cristo 37 • Asimismo, perdona todas las penas debidas al pecado 38 , sin liberarnos de las penas de la vida, tales como la muerte, el hambre, la sed, ni de la concupiscencia, para que ejercitemos nuestra vida espiritual 3 "; pero la concupiscencia queda atenuada 40 • El bautismo reporta a todos, incluso a los niños, positivamente, la gracia y las virtudes que el doctor va a especificar 41 • El bautismo es el memorial de la muerte de Jesús 42 • Fe y bautismo realizan nuestra incorporación a Cristo y hacen de nosotros miembros de él. De la Cabeza deriva a los miembros un sentido espiritual, el conocimiento de la verdad, y un movimiento espiritual, la impulsión de la gracia. Santo Tomás precisa la relación de la fe y el sacramento: «Por la fe que precede a su bautismo, los adultos son incorporados a Cristo interiormente, pero cuando son· bautizados, lo son de un cierto modo en su cuerpo, por el sacramento visible.» El bautismo da capacidad para recibir los demás sacramentos 43 • Abre la puerta del cielo, no en realidad sino en esperanza H. ¿La gracia es la misma para todos? Los niños reciben la gracia en el mismo grado. Los adultos, según las disposiciones que presenten: la fe propia, el fervor de su participación en la gracia de renovación 4 ~. Como el Breviloquium, la Suma describe la función de los exorcismos y de la catequesis. Es posible sacar una conclusión. La elaboración de los materiales recibidos de la tradición patrística permitió a los maestros de la escolástica reunir en una síntesis provisional el tesoro de la fe de la Iglesia, síntesis que, pese a la limitación medieval de ciertos elementos puramente formales, presenta «la enseñanza que ha Ílegado a ser clásica y válida hasta nuestros días» 46 • 37. 39. 41.
S. Teo/., 69, l. S. Teol., 69, 3. S. Teol., 69, 4.
38. 40. 42. 44
S. Teo/., 69. ::. S. Teo/., 69, 3 S. Teol., 66, 9. S. Teol., 69, l.
43. S. Teol., 63, 6. 4S. S. Teol., 69, 8. 46. Citamos a B. NEUNHEUSER, Baptéme et con/irmation, trad. francesa, París 1966. p. 207.
163
CAPÍTULO IV
REFORMA Y CONCILIO DE TRENTO 1
Es difícil comprender la enseñanza del concilio de Trento sin conocer las afirmaciones de los reformadores que en muchos casos las provocaron. El análisis de la Reforma tropieza con la diversidad de las posiciones: Lutero. Melanchton y Calvino, de una parte, y los anabaptistas, de otra. En rasgos generales, la teología de la Reforma se caracteriza por una doble línea: retorno al Evangelio, trascendencia de Dios, gratuidad de la salvación, justificación por la fe, protesta contra las desviaciones «romanas», impugna más especialmente el opus operatum, el obex, y la concepción mágica de los sacramentos. La teología de los reformadores condiciona la enseñanza de éstos acerca del bautismo. La teología de Lutero -más cristocéntrica -, basada en la experiencia cristiana, percibe el bautismo partiendo de la fe, la cual. otorgada por Dios, le confiere su eficacia. Calvino lo aborda desde el ángulo opuesto - teocéntrico -, el de la trascendencia divina, que opera soberanamente en el hombre 2 • Para la historia del conflicto, véase E. DE MOREAU, P. JouaoA, P. religieuse du XVI• sii!c/e, en Histoire de l'Eglise, t. 16, París 1950. 2. Cf. L. VILLETrE, Foi el sacrement, 2, p. 157. l.
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LUTERO
3
•
Lutero no sistematizó en ninguna parte de su obra su doctrina del bautismo. Por tanto, sería peligroso atenerse a unas pocas declaraciones a veces cambiantes, provocadas casi siempre por la polémica. Su pensamiento se esclarece a la luz del de Melanchton, quien se esforzó en sistematizar la doctrina de su maestro. Además, hay que tener en cuenta un aspecto histórico. La polémica obligó a Lutero a batirse en dos frentes: de 1517 a 1523, valoriza, contra Roma, la eficacia de la fe en los sacramentos. Desbordado por las consecuencias extremas de los anabaptistas, se ve obligado, desde 1523, a precisar y matizar sus primeras afirmaciones, elaborando una nueva concepción de los sacramentos y del bautismo. ·f t,",i;'
Fe y bautismo.
De una manera general, Lutero aplica al bautismo el principio central de la fe justificante, entendida en el sentido de fe-confianza. El sacramento -y el bautismo en primer lugar- es el signo sensible en el que se efectúa, dentro de una experiencia subjetiva e incomunicable, la promesa objetiva de Dios. La fe permite al sujeto acoger, y por tanto percibir, la promesa de Dios. En un sermón sobre el bautismo, de 1519, Lutero distingue tres elementos en el bautismo: el signo, el significado y la fe 4 • La posición, la intención o la fe del ministro no tienen ninguna importancia.
3. Un estudio sobre las primeras afirmaciones de Lutero, W. JETTER, Die Taufe beim jungen Luther, Tubinga 1954. Más general, L. GRONVIK, Die Taufe in der Theologie Martin Luthers, Gotinga 1968. 4. Ed. de Weimar, 11, 727, 23-25.
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Frente a la crisis anabaptista. De la tesis luterana de que sólo la fe justifica, los anabaptistas sacaron esta conclusión: Quien ha recibido el bautismo sin la fe debe ser rebautizado. Este principio se aplica particularmente a los niños, incapaces de conciencia, y por tanto de fe. A esta posición extrema, Lutero se opone en dos obras 5 , en las que precisa su pensamiento afirmando sin equívocos el realismo sacramental. El libro A dos pastores distingue netamente en el bautismo «la sustancia» o el fundamento. y «el uso» o la eficacia. La sustancia es la palabra de Dios. Ésta basta para conferir un bautismo válido en sí, que por tanto no hay que renovar. El uso, por el contrario, depende de la fe o de la incredulidad. :.f)
Para mí, sería algo asombroso pensar que la palabra de Dios, que permanece eternamente, hubiese de ser transformada y renovada tantas veces como los hombres cambian y se renuevan. Antes bien, ella permanece inquebrantable y única, para que aquellos que no están colgados de ella o se desatan de ella puedan tener una roca sólida a la que agarrarse r..
La acción de la palabra de Dios no está sometida, pues, a las vicisitudes humanas. Hacerla depender de la fe de los catecúmenos, como pretenden los anabaptistas, sería ponerla por debajo de la palabra de Dios 7 • Por esta razón, Lutero mantiene la validez y la práctica del bautismo de los niños, porque ellas «salvaguardan de la mejor y más expresiva manera la absoluta gratuidad de la salvación, la independencia de la gracia divina. en relación a todo comportamiento humano, y la noción más pura del sacramentopromesa» 8 •
5. Contra los profetas celestiales (Weimar, xvm, 37-414) y A dos pastores, contra la rebautización (Weimar, XXVI, 41). 6. Von der Wiedertau/e, ed. Weimar, XXVI, 160, 29-34. Trad. francesa en L. VILLETrE, o. c .. 2, p. 103. 7. Predigt über etz/iche Capitel, Mt 15, 37, Weimar, XLVII, 332, 23·25. 8. R. Coaaov, Unité de la conception lwhérienne, Tesis, París 1947, p. 94.
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Los catecismos de 1529 9 •
Los dos catecismos de 1529 señalan una inflexión más acusada aún hacia el realismo sacramental. Uno y otro se apoyan en Me 16, 16 y Mt 28, 19, para afirmar que el bautismo es una institución divina. El catecismo menor aporta una enseñanza elemental. El catecismo mayor es más polémico respecto a los anabaptistas. El catecismo mayor 10 dice: El bautismo no es simplemente agua, sino que es una agua comprendida en la palabra y el mandamiento de Dios, y, por lo mismo, santificada, de tal suerte que es una agua divina, no porque el agua bautismal sea, en sí misma, más noble que el agua ordinaria, sino porque la palabra y el mandamiento de Dios vienen a unirse a ella ... Por tanto, no es una agua ordinaria, sino una agua divina, celestial, santa y salvadora, a la que no es posible exaltar lo bastante, y ello a causa de la palabra divina, celestial, santa, que está unida a ella y que nadie podría glorificar lo bastante, pues la palabra posee todos los atributos y todo el poder de Dios u.
Y, citando la enseñanza de Agustín, Lutero afirma que «el bautismo es un ·sacramento». No solamente Dios lo ha instituido, sino que él nos ha mandado recibirlo, si queremos ser salvados 12 • El bautismo procura lo que él mismo opera, a saber, la salvación, «la victoria sobre el diablo y la muerte, la remisión de los pecados, ·la gracia de Dios, Cristo entero y el Espíritu Santo con sus dones» 13 • Más explícitamente, el catecismo menor a responde a la pre-' gunta: ¿Cómo puede el agua operar tan grandes cosas? No es el agua la que las opera, sino la palabra de Dios que está con el agua y la fe que se funda en la palabra divina, que está en el agua ... 9. Traducción li>·re• symbo/lque•. 10. L~s livres 12. Ibid., 19~. 14. Catecl•mo
francesa y edición cómoda en L~s o~uvr~s de Maltre Luther, l, Les Ed. de serD, Paris 1947, que citaremos. symb., p. 196. 11. Ibid., 197. 13. Ibid., 202. menor, ibid., 34.
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Reforma y concilio de Trento Si la palabra está unida al agua, el bautismo es un verdadero bautismo, aun sin la fe, pues la fe no hace el bautismo sino que lo recibe 15 •
Ello permite a LUtero defender la costumbre de bautizar a los niños y condenar el re-bautismo 18• El reformador resume el significado del bautismo que el catecismo mayor ~ 7 había desarrollado partiendo del rito de la inmersión: ., [Este último] significa que el hombre VIeJO que hay en nosotros debe ser ahogado en un arrepentimiento y una conversión de todos los días, que debe morir con todos sus pecados y sus concupiscencias, y que, todos los días también, debe emergir y resucitar un hombre nuevo que viva eternamente en justicia y pureza ante Dios. 1,
·. •IH
De esto puede deducirse que Lutero puso en claro «la nece-
sidad primordial, para el sujeto, de unirse mediante la fe a la acción divina, operada para él por el sacramento» 18 • Esta idea ya era corriente en los Padres y en los escolásticos, como hemos visto. La insistencia en la fe-confianza acentúa el carácter personal del bautizado. Queda por decir que la acción personal no es sinónimo del individual, y de cualquier modo no excluye la comunidad. Además, la relación entre la eficacia sacramental y la eficacia de la fe no está esclarecida en Lutero.
11.
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19 •
La enseñanza de Calvino está jalonada por su doctrina de la soberanía de Dios y de la predestinación. Él sólo reconoce dos 15. Catecismo mayor, p. 204. 16. lbid., 204. 17. Catecismo menor, p. 34. 18. L. VILLE'ITE, Foi et sacrement, 2, 6. ISO. 19. Fuentes principales, lnstitution chrltienne, ed. labor et Fides, Ginebra 1955 a 1958, 4 vol.; Le catéchisme de Geneve, París 1934 (edición cómoda en la colección les oeuvres de Calvin). Estudios: J.M. BENOIT, lea11 Calvin, sa vie, l'homme, la pensée; Id., Calvin et le baptéme des en/ants, en cRevue d'histoire et de philosophie religieuse• 17 (1937) 457-473; G. CASALIS, Exposl critique de la doctrine du boptéme des en/ants d'apres Luther et Calvin, tesis, París 1939; E. DotiMERGUE, lean Calvin, Hommes et chous de son temps,
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Significado del bautismo
sacramentos: el bautismo y la santa cena. Uno y otro tienen un papel muy definido en la Iglesia, que para Calvino es una sociedad bien organizada. «El bautismo es para nosotros como una entrada en la Iglesia de Dios, pues nos asegura que Dios, en vez de que fuésemos extraños a él, nos recibe como a sus domésticos» 20 • Y añade: para que, estando incorporados a Cristo, seamos contados en el número de los hijos de Dios 21 •
La soberanía de la palabra de Dios.
La teología del bautismo está gobernada por la trascendencia de Dios: «Dios lo hace todo. y nosotros solamente recibimos» 22 • De lo cual deduce Cal vino: «El bautismo no es de hombre, sino de Dios, sea quien fuere el que lo haya administrado» 23 • Por tanto, toma su valor no del ministro, sino de la palabra de Dios, en la cual es invocada la Trinidad. Poco importa la fe o la santidad de los ministros; éstbs no nos han bautizado en la comunión de su ignorancia e impiedad, sino en la fe de Jesucristo. Dios, que utiliza el bautismo, no está en modo alguno ligado a él. Calvino recusa la necesidad del bautismo para la salvación, pues la soberanía de Dios no está ligada a un rito cualquiera. Por eso no reconoce más que a los ministros el derecho de administrarlo.
Significado del bautismo. Para Calvino, el bautismo es un signo o una señal, una patente de Dios, que él asimila a la circuncisión del Antiguo Testamento. En sí mismo, el bautismo no tiene ningún valor de salvación: «El t. 5; La penlée ecclé.\ia.\'lique el la pen.\ée politique de Calvin, Lausana 1917. p. 328-342; A. LECERF, Etudes calvinistes, París 1949; F. WENDEL, Calvin, Sources et évoluUon de .\a
pensée reUgieuse. París 1950. 21. 20. Catéchisme, 48, p. 114. 22. I11Stitution chrétienne, IV, 14, 26.
lnstitution <·hrétienne, 23. lbid., IV, 74.
169
IV,
15, l.
Reforma y concilio de Trento
bautismo nos es propuesto por Dios para sernos signo o muestra de nuestra depuración. Nos es enviado por Dios como una patente firmada y sellada, por la cual él nos comunica, confirma y asegura que nuestros pecados son de tal modo perdonados, exculpados, abolidos, borrados, que nunca volverán a ser considerados por él» 24 • El pesimismo de Calvino acerca de la ~.:aida del hombre e:- tal que el bautismo mismo no puede liberar de ella: «Cuán falso es lo que algunos han enseñado de que por el bautismo somos desligados y liberados del pecado original y de la corrupción de Adán que ha descendido sobre toda la posteridad» 25 •
La eficacia del bautismo.
El principal agente de la eficacia bautismal es el Espíritu Santo. El sacramento es el signo de que «Dios trabaja en nosotros por la virtud del Espíritu Santo». Éste es quien viene a sellar en el bautizado la alianza divina, quien perdona los pecados: «Por su virtud somos limpiados, y no por el agua» 26 • A la pregunta: ¿cómo nos es aplicada esta gracia en el bautismo?, Calvino responde 27 : En él, somos revestidos de Jesucristo y recibimos su Espíritu, siempre que no nos hagamos indignos de las promesas que nos son hechas.
Y esta eficacia del bautismo no se limita al pasado y al presente, sino que se extiende al porvenir: Somos lavados y purificados una vez para todo el tiempo de nuestra vida. Sin embargo, todas las veces que volvamos a caer en pecado, nos es necesario recurrir a la memona del bautismo, y por ésta confirmarnos en la fe de que siempre estamos ciertos y seguros de la remisión de nuestros pecados 28. 24. 26. 28.
lbid., IV, 15. 25. lbid., n. 10. Comm. Tite, 111, 5. 27. Catéchisme de Geneve, p. 116. lnstltutlon chrétienne, IV, 15.
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El bautismo de los niños
El agente secundario es la fe; inmediata y enteramente movida por el Espíritu Santo; la fe no obra en modo alguno mediante las facultades del hombre, por entero viciadas, sino en una desapropiación total, bajo el influjo de la acción soberana, libre y gratuita del Espíritu Santo. La fe no aporta nada, síno que recibe, metafísicamente pasiva: «Recibe del Espíritu Santo el poder de llegar a la verdad del sacramento, es elevada por él hasta la comunión espiritual con Jesucristo, y finalmente, al término de la acción sacramental, es aún por él alimentada y confirmada» 29 • El bautismo es, pues. prenda, promesa y signo. Aporta tres cosas, tres seguridades: la seguridad del perdón, la seguridad de nuestra muerte en Cristo y de nuestra vida nueva, y la seguridad de participar en todos sus bienes 30 •
El bautismo de los niños 31 • · Como Lutero, pero con argumentos diferentes, Calvino se opone a los anabaptistas y defiende el bautismo de los niños hijos de padres creyentes en quienes presume la elección. No trata, en modo alguno, de mostrar que estos niños tienen la fe. Por el contrario, afirma que no la tienen ni pueden tenerla. La validez no depende de la fe, sino de la palabra de Dios y de las promesas hechas a la Iglesia, que el sacramento no hace más que significar: Se les debe administrar el bautismo como un signo y un testimonio de que ellos son herederos de la bendición que Dios ha prometido a la posteridad de los fieles, con el fin de que, llegados a la edad del discernimiento. reconozcan la verdad de su bautismo para que se aprovechen de ella 32.
La acción trascendente de Dios, «la preocupación de la soberanía incondicional y total del Señor» 33 actúa en la teología de Calvino 29. L. VILLETIE, Foi et sacrement, 2, p. 190. 31. lbid .. p. 337-342. 30. E. DOUMERGUE, o. c., 5, p. 329-331. 32. Catéchisme de Geneve, p. 119; cf. también Confession de la Rochelle, Ed. «le sers», Paris 1934, p. 171. 33. La expresión es de A. GREINER, La doctrine des sacrements chez Luther et Calvin, en «Foi et vie» 46 (1948) 33.
171
Reforma y cunciliu de Trentu
sin utilizar ni asociar las cosas materiales. asociándose menos aún el concurso de la libre volición y del acto personal del hombre. Concepción vertical de la grandeza de Dios, de la predestinación, que, lejos de asociar a título subordinado la actividad humana, la reduce a una pura pasividad. Concepción que no carece de grandeza pero que ::.acrifica una gran parte de la tradición paulina y patrística.
El. CONCILIO DE TRENTO
111.
34
•
El concilio de Trento promulga la enseñanza de la Iglesia católica, primeramente acerca de dos dogmas que conciernen al baumismo: el pecado original (sesión v) y la justificación (sesión VI). La sesión vn define lo que concierne a los sacramentos en general, sin proporcionar exposición doctrinal: el carácter sacramental de los siete sacramentos, y por tanto del bautismo (can. 1), el carácter de los tres sacramentos del bautismo, la confirmación y el orden (can. 9), y después consagra catorce cánones al bautismo y tres a la confirmación. No está precisado a quién apuntan las definiciones conciliares: éstas se refieren a errores, no a hombres. El concilio no quiere tampoco proporcionar una teología bautismal exhaustiva, sino poner in tuto los puntos impugnados por los reformadores. Las definiciones y las afirmaciones dogmáticas del concilio de Trento pueden reducirse a catorce tesis que conciernen a eficacia, ministro y sujeto, y rito del bautismo: Eficacia.
1.
El bautismo es un sacramento de la nueva alianza.
2.
De fe (Dz 844). Perdona el pecado original en los niños y en los adultos. De fe (Dz 790-792). 34.
Excelente exposición de Ch. RucH, art. Bapteme, DTC, u, 296-328.
172
Rito
3. Perdona todos los pecados actuales. Cierto (Dz 792). 4. Perdona todas las penas debidas al pecado. Probable (Dz 807). 5. El bautismo da al alma la justificación interior. Cierto (Dz 792-799). 6. El bautismo imprime un carácter indeleble. De fe (Dz 852). 7. El bautismo introduce al hombre en la Iglesia. Cierto (D7 895). 8. El bautismo confiere el derecho condicional a la recompensa del cielo. Cierto (Dz 792). 9. El bautismo de Cristo supera al de Juan Bautista. Cierto (Dz 857). Ministro y sujeto. l.
2. 3.
4.
El hereje bautiza válidamente, si pronuncia la verdadera fórmula y con la intención de hacer lo que hace la Iglesia. De fe (Dz 860). El bautismo no es libre, sino necesario para la salvación. De fe (Dz 861). Todos aquellos que aún no han recibido el bautismo, incluso los niños, pueden recibirlo válida y lícitamente. Cierto (Dz 869-870). De fe (Dz 869). Es necesario bautizar a los niños.
Rito.
El agua verdadera y natural es indispensable para la validez del De fe (Dz 858). sacramento. El concilio de Trento no hizo otra cosa que ratificar la enseñanza tradicional acerca del bautismo. Pero sus definiciones provocaron un endurecimiento de las posiciones, un estrechamiento del campo visual, en los puntos impugnados y después definidos. Los tiempos modernos permiten aportar a las afirmaciones dogmáticas el beneficio de las investigaciones de la historia comparada de las religiones, y más aún, las riquezas que nos han proporcionado los estudios bíblicos, patrísticos y litúrgicos. 173
PARTE SEGUNDA
ENSAYO DE SISTEMATIZACIÓN
El análisis histórico proporciona una percepción más existencial que teórica del bautismo. El testimonio de la Escritura, la reflexión de la tradición acerca de los datos de la fe, la elaboración de una catequesis, de una liturgia y, después, de una pastoral bautismal, nos ofrecen el patrimonio de la Iglesia. Nuestro ensayo de síntesis se esforzará en interpretar el sacramento partiendo, no de una definición , que lo fija, sino de una percepción que lo sitúa en el interior del misterio cristiano, sobre el cual él se articula vitalmente. En vez de elaborar una teología del bautismo 1 partiendo del mínimo requerido para su validez en un niño inconsciente, más valdría considerarlo en la plenitud normal de un catecúmeno adulto, consciente y responsable, que penetra por medio de él en el mundo de Dios y de la fe, dentro de una comunidad eclesial, utilizando el encaminamiento catequético y litúrgico, que le sirve de iniciación cristiana. Así pues, empezaremos por situar el bautismo en el interior del misterio cristiano (1). Ello permitirá despejar mejor, después, su carácter sacramental, su motivación, su eficacia y sus frutos (n). Luego habremos de arrojar alguna luz sobre dos cuestiones siempre debatidas: el bautismo de los niños, y los niños muertos sin bautismo (111). La problemática ecuménica de los tiempos postconciliares impone que reflexionemos sobre el bautismo como fundamento de todo ecumenismo (IV). Un capítulo final tratará de las cuestiones que el bautismo plantea a la pastoral de hoy (V)·
l. Pocos estudios sistemáticos, después de A. o'ALts, De bapli.
Hamman. Bautismo 12
CAPÍTULO
EL BAUTISMO EN EL MISTERIO CRISTIANO
El bautismo forma parte de las antiguas confesiones de la fe. ¿Por qué figura entre las verdades del credo? ¿Cuál es su lugar en la revelación y en la economía cristiana? ¿Cuál es su relación con Cristo, h Iglesia, la red sacramental y la fe? Todas estas preguntas preliminares vienen justamente a esclarecer el estudio de su sacramentalidad.
l.
EL BAUTISMO EN LA ECONOMÍA DE LA SALVACIÓN
2
l. Lejos de presentarse como un hecho aislado y autosuficiente, en cierto modo extratemporal, el bautismo, en la catequesis y la tradición de la Iglesia, constituye ' un episodio de la historia de la salvación. Agustín pedía a Deogracias que empezase por presentar a los catecúmenos la larga historia. de la salvación, desde la creación del mundo hasta la Iglesia de hoy: la historia de un pueblo en .el que van a tomar asiento los nuevos bautizados. El bautismo 2. Nos hemos servido del artículo de J. LÉCUYER, Théologie de l'initiation chrétienne chez les Péres, en «La Maison·Dieu» 58, p. 5-16.
179
El bautismo en el misterio cristiano
integra a la familia eclesial y constituye a los jóvenes bautizados en herederos legítimos del Israel nuevo, de su patrimonio y de sus promesas. La fe se presenta primeramente como la gesta del Dios que se expresa y se desencubre a través de una historia. Los mirabilia, y a fortiori los mirahilia de Dios, que empiezan con la creación y se manifiestan en el curso de los acontecimientos que los Padres griegos llaman «la economía», permiten a Dios expresarse y expresar su designio de salvación. Yahveh se desencubre - su ser y sus designios: una sola cosa en él- en el desenvolvimiento de lo que Pablo llama 'el misterio. Dios, en su ser y en su obrar, es Amor. Dios es amor en su misterio trinitario, Dios es amor en sus designios. Obra por amor y sólo puede obrar por amor. Crea el universo, y al hombre en su centro, por amor. En el principio, y en el secreto de todos los mirabilia, se expresa un Dios que es Amor, que ama al hombre que él mismo ha creado, como a una obra de su ternura. La Escritura y la tradición hablan de «la filantropía» 3 divina, término más particularmente grato a Juan Crisóstomo, que la descubre en todas las páginas del Génesis. Severiano de Gabala, amigo de Crisóstomo, empieza una homilía en estos términos: «la misericordia y la bondad de Dios esplende en la creación entera, pero sobre todo en el misterio de la economía»~. El designio de la salvación se presenta, pues, en sí mismo, y cualquiera que sea la respuesta del hombre, como una obra del amor divino. Agustín insiste para que la catequesis de Deogracias ponga bien en claro que la narratio, la historia entera, aparece como una obra de amor. «El objetivo esencial de la venida de Cristo fue enseñar a los hombres hasta qué punto los amaba Dios» ~. Por tanto, la catequesis debe descubrir el secreto de la 3. El término aparece en Tit 3, 4. Vuelve a hallarse frecuentemente en la lituraia oriental. Los Padres desarrollan el sentido del mismo en sus catequesis mistagógicas. Véase, por ejemplo, JUAN eatSÓSTOMO, Hult catécheses baptismo/es, se 50, I• cat. 8, p. 112. Para el término, véase H. PÉTRÉ, Caritas, Lovaina 1948. 4. En A. WENGER, Se 50, p. 110. 5. De cal. md., 7. PL 40, 294.
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El bautismo en la economía de la salvación
salva<.:ión inspirada por el amor de Dios, para tocar el corazón. La respuesta del catecúmeno no puede ser otra que la acogida a un amor enteramente gratuito, que le hace nacer de Dios sin ningún mérito humano. El bautismo es el sacramento en el que la ternura divina da nacimiento a los hijos y a las hijas que ella procrea. , La historia de la salvación es una obra contrarrestada. Es un drama en el que se enfrentan dos adversarios: Dios y Satanás 6 • El adversario da un semblante a la antítesis que arremete contra el plan de Dios. El hombre, desde los orígenes - y todo hombre: el propio Cristo pasó por el mismo camino -, es solicitado por las dos fuerzas que se oponen. El hombre, asediado desde el principio, cayó bajo el dominio del adversario. La historia de la salvación es, pues, la historia de un salvamento, de un rescate, como lo muestran los episodios de la Escritura: Noé, Abraham, el pueblo del éxodo, que figuran y profetizan el gran rescate operado por Cristo. El Evangelio atestigua que Cristo no se contenta con anunciar e instaurar el reino de Dios, sino que viene a luchar contra el usurpador que había instalado su reino tiránico. «La venida del reino de Dios, que implica la destrucción del reino de satanás, se manifiesta por las victorias que Jesús consigue sobre satanás expulsando los demonios de los hombres que habían caído en poder de éstos. La misión de Jesús se presenta así como un combate contra Satanás, combate que permite comprobar que el príncipe es vencido por uno más fuerte que él» 7 • Por tanto, no hay duda de que la existencia y la actuación de Satanás forman parte del contenido de la fe. Los esfuerzos por mantenerse al margen de ellas son el producto de un racionalismo que sirve al adversario. La acción del tentador no respeta tampoco a la Iglesia, como lo enseña la parábola de la cizaña. La iniciación cristiana es, pues, una iniciación a la lucha que prosigue en ·el pueblo de Dios y a 6. 7.
Recuérdese el tema de las dos Ciudades en san Aaustín. 1. DuPONr, Les tentations de Jésus au désert, París 1968, p. 125.
181
El bautismo en el misterio cristiano
la que están sometidos todos los fieles, los cuales participan activamente, mediante el ayuno, en un combate a la vez colectivo y personal. Todo catecúmeno está implicado en este enfrentamiento. Su empresa es un combate contra «el ángel negro» que le asedia y del que el bautismo viene a rescatarlo a viva fuerza. La enseñanza de las «dos vías» 8 ponía ya de relieve esta opción fundamental. La renuncia, las unciones, los exorcismos en el curso de la cuaresma o de la preparación para el bautismo, pretenden que se cobre conciencia de esta lucha inexorable «contra los que gobiernan ese mundo de las tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan los espacios celestiales». Los candidatos no son puramente pasivos en la acción bautismal: si bien son incapaces de salvarse solos, la gracia no puede rescatarlos sin el consentimiento de ellos. La fe es una contersión, una metanoia, un apartarse de los ídolos y sus seducciones. He ahí por qué Cirilo empieza su catequesis con una llamada a la conversión 9 • Los ritos no tienen nada de mágico: sostienen, pero suponen la acción y el esfuerzo personales. Todo catecúmeno debe participar en el combate que conmueve cielos y tierra. El ayuno, exigido para antes del bautismo por la Didakhe y por san Justino, no tiene otro objetivo que enseñar existencialmente a los catecúmenos su condición de asediados e incesantemente amenazados, e inculcarles que han de luchar brazo a brazo «mediante el ayuno y la plegaria». 3. El bautismo, como victoria de Cristo, no pondrá fin a esa , lucha. Es una victoria, pero una victoria incesantemente amenazada, . porque el combate continúa a todo lo largo de la existencia y de , la historia de la salvación. Es una victoria decisiva de Cristo, . pero provisional en sus efectos. Exige la vigilancia en todo momento. El bautizado, como la Iglesia, necesita ser lavado constante- JI 8. 9.
Anteriormente, p. 72. 3.• catequesis. PG 33, 381-408.
182
El misterio de Cristo y el bautismo
mente en la sangre de Cristo para ser la esposa digna del Esposo. «Con harta frecuencia vemos que los cristianos· son lavados en el agua del nuevo nacimiento sin que den dignos frutos de penitencia, sin que manifiesten el sacramento del bautismo con su progreso en el temor de Dios, mayor que en el tiempo de su catecumenado, con su avance en la caridad, más ferviente que cuando eran tan sólo oyentes de la palabra, con la conversión de sus costumbres, más santas que poco antes» 10 • La historia de la salvación es, para la Iglesia como para cada uno de sus miembros, la ofrenda de un amor inagotable y sin quiebra, que llama y exige la misma fidelidad por parte de quienes él ha elegido, y cuya elección ha sido ratificada por el bautismo. La vigilancia, la expectativa cristiana, son en definitiva la expresión de la fidelidad y de la reciprocidad.
11.
EL MISTERIO DE CRISTO Y EL BAUTISMO.
l. El bautismo es una participación en el misterio de Cristo. Lo que se cumple una sola vez en el bautismo se repite en cada celebración eucarística. Pero el efecto sacramental, de una y otra parte, es el cumplimiento de un mismo misterio. ¿Qué quiere esto decir? Los maestros de la escolástica se hicieron esta pregunta: ¿Cuándo instituyó Cristo el bautismo? Pregunta perfectamente secundaria en relación a la que sigue siendo fundamental y primaria: ¿De qué, en la vida y la misión de Cristo, es signo y sacramento el bautismo? De toda la misión, de toda la enseñanza, de toda la obra de Cristo, desde su bautismo (incluso desde su nacimiento) hasta su resurrección. De la obra mesiánica, la muerte y la resurrección son la consumación, la expresión última, en la que se descubre toda la misión, toda la acción de Cristo. Aun el advenimiento y el acontecimiento de Cristo no son más que el desencu10.
ORÍGENES,
In Ez., hom. 6. PG 13, 715
183
En Esprit et feu, 2, p. 209-210.
El bautismo en el misterio cristiano
brimiento final, después de las etapas del Antiguo Testamento, de la inagotable ternura de Dios, «quien de tal modo ha amado al mundo que le ha dado, le ha entregado su Hijo único» 11 • Juan contempla en el Verbo hecho carne, exaltado sobre la cruz, en la epopeya de su venida y de su retorno a su Padre, la manifestación última y exhaustiva de que Dios es. amor y ama a los hombres para la salvación de éstos. El origen y el fundamento del bautismo cristiano hay que buscarlos, pues, en la muerte y la resurrección, en tanto en cuanto ellos expresan «la hora» decisiva para toda la historia de la sal-. vación, la que da su sentido y su alcance no solamente al desenvolvimiento del tiempo, sino a todos los signos de la salvación, a los de los profetas, que la anuncian, y a los sacramentos, que la expresan. En virtud de la inclusión de la humanidad entera en el nuevo Adán, el bautismo de Cristo en la cruz concierne a todos los hombres. Es, en cierto modo, un bautismo colectivo. Nos omnes portabat, dice Cipriano. «En el fondo, todos los hombres han recibido el bautismo desde hace mucho tiempo en el Gólgota, en los días del Viernes Santo y de Pascua. Así, el verdadero acto bautismal ya ha sido realizado, sin nuestro concurso, y también sin nuestra fe» 12 • En el misterio pascual se opera objetivamente la salvación universal. 2. Esta historia del amor de Dios se actualiza para el catecúmeno en el bautismo. Éste es el signo de una doble elección, la de Dios y la del bautizado: el primero ofrece, el segundo acoge. Los Padres ilustraron perfectamente esta verdad al subrayar el carácter nupcial del bautismo, al que Pablo fue el primero en aludir y que prolonga, en la Iglesia, los esponsales del Verbo con la humanidad 13 • Lo que es cierto de la Iglesia es cierto de cada uno de sus miembros. La pedagogía de la catequesis antigua iniciaba a los catecú-, 11.
In 3, 16.
12. 0. CULLMANN, Le baptéme, p. 28·29. 13. O. CASEL, Le bain nuptial de l'Eglise, en cDieu vivanl» 4, p. 43-49.
184
El misterio de Cristo y el bautismo
menos en esta verdad, transmitiéndoles solemnemente «la plegaria del Señor». Ellos podían ya balbucir el vocablo que resume su nueva condición de hijos: Abba, Padre. Esta filiación se efectúa por la mediación única y necesaria de Cristo, por quien y en quien es realizada para el hombre Jesucristo, el hijo mismo de Dios. Ahora bien, recapitulando éste su humanidad, la humanidad entera desde el primer hombre hasta el último, todos y cada uno, gracias a él, gracias a su obra - su ser y su acción expresan la misma economía- pueden, en lo sucesivo, llamar Padre a Dios y constituirse en una familia de hermanos en torno a su Hermano mayor: «En él y solamente en él, la Trinidad y la humanidad han anudado un lazo indisoluble y personal que rebasa infinitamente la más pura expectativa de la antigua Alianza» a. De esta misión, recibida públicamente en su bautismo, es de lo que habla Jesús cuando anuncia 15 «el bautismo que ha de recibir», el grano que muere en la tierra 16 • La obra de su muerte debe cumplir y llevar a su fin el misterio de la salvación «para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» 17 • Tal es la explicación del vínculo entre el misterio pascual y el bautismo, así como de la antigua costumbre de bautizar en el curso de la vigilia pascual. Se trataba, más que de una escenificación o una lección de cosas, de la percepción de que, para los bautizados, el misterio de Cristo muerto y resucitado se hacía realidad presente. La historia de la salvación se actualiza en el momento del sacramento. Por el bautismo, el catecúmeno muere al pecado con Cristo y vive en lo sucesivo para Dios. El bautismo sella solemnemente su entrada en el pueblo de Dios, consagra en definitiva su condición de hijo del «Padre que está en los cielos». El Padre nuestro expresa para él la fe de su nuevo nacimiento. El bautismo es, pues, participación en la muerte y en la re14. A. CHAVASSE, Du peup/e de Dieu (1952\ 47. 15. Me 10. 38; Le 12, 50. 16. Jn 12. 24. 17. Jn 11. 52.
a l'Eglise
185
du Christ, en cla Maison-Dieu» 32
El bautismo en el misterio cristiano
surrección de Cristo, realización en el bautizado del misterio de la purificación y del nacimiento de lo alto, participación en el sacerdocio regio y profético, dentro de la efusión de un mismo Espíritu. La insistencia de la Iglesia apostólica en el bautismo de Jesús provenía de la conciencia de su carácter normativo para «todo el pueblo». 3. Trinitaria o cristológica, la fórmula bautismal expresaba el mismo contenido de la revelación cuya iniciativa primera corresponde al Padre y cuya ejecución corresponde a Cristo Jesús. Santo Tomás distinguió muy bien esta jerarquía de las causas. San Buenaventura puso oportunamente el acento sobre el misterio trinitario que está el origen y en el término de toda la revelación. El Dios que se manifiesta en la economía cristiana es el Dios trino. En Cristo, el hombre es situado «ante Dios mismo, que le ha confiado todo el misterio de su ser y que se ha hecho personalmente presente a él para inaugurar un trato personal» J.s e introducir a la humanidad en el misterio mismo del Dios Trinidad. Por la obra de Cristo, cada nuevo miembro del pueblo de Dios es realmente el hijo del Padre que está en los cielos, y el cuerpo de Cristo, el templo de Dios en el que la Trinidad ha establecido su morada. Además, no habría que concebir el misterio trinitario de manera estática o en sí mismo, sino en su energia y en funcionamiento, con la imbricación de las tres personas. Ireneo describe la iniciación del Padre realizada por las dos manos del Hijo y del Espíritu. La acción del Espíritu corre, desde los orígenes, a todo lo largo de la historia de la salvación: «Habló por medio de los profetas.» Esta acción se manifiesta en el Hijo y hasta su consumación. La Iglesia es la realización conjunta, por el Hijo y por el Espíritu, de la obra del Padre. Lo cual es traducido por Cipriano en una densa definición: «De unitate Patris et Filii et Spiritus Sancti plebs adunata» '". La unidad del pueblo en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
en
18. A. CHAVASSE, l. c., p. 47. 19. De dominica oratione, 23. PL 4, 536. Véase el texto de Atanasio ya citado ante· riormente, p. 139.
186
111.
EL BAUTISMO Y LA IGLESIA
20
•
Toda la tradición ve en el bautismo el rito que realiza la incorporación a la Iglesia, como la circuncisión realizaba la incorporación al pueblo de Israel. No hay Iglesia sin bautismo, ni bautismo sin Iglesia. El bautismo es, pues, el sacramento que incorpora al cuerpo de Cristo 21 • Para delimitar lo que esta afirmación contiene hay que analizar el bautismo en relación a la historia de Israel y a la Iglesia de Dios, y poner de manifiesto su aprehensión existencial por la pedagogía litúrgica. l. El bautismo y asimismo la Iglesia tienen una prehistoria en el pueblo de Israel. Por ellos continúa, en el curso de la historia, la obra de la benevolencia divina. Con Cristo, la prehistoria se acaba; al pueblo de la expectativa sucede la Iglesia del cumplimiento. Esta mutación se realizó por medio de Cristo, en quien y por quien el Dios invisible se hizo visible, presente y operante. Cuando decimos que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, decimos ante todo que es sacramento en el sentido de signo eficiente: «En la unidad de su ser, la Iglesia visible e invisible es el sacramento de la presencia de Dios en los hombres y de la unión de éstos» 22 • En la unidad de una misma institución de doble dimensión -interior y sociológica-, lo visible cobra una dimensión invisible y trascendente que en Cristo une a la Trinidad entera, y lo invisible cobra una dimensión en el organismo visible de su institución 20. Tema frecuentemente analizado. Baste con remitir a H. Dl LUBAC, Catholid.\mr, p. 51-55; trad. española, Catolicismo, Estela. Barcelona. el artículo ya citado de J. LfCUYER. en «La Maison-Dieu» 5H, p. 16-21; A. CHAVASSE, [)u peup/C' de /)ieu U /'f:g/ise du Christ, en «La Maison-Dieu» 32. p. 40-52; H. KÜNG, La l!lle.\ia, Herder. Barcelona '1969. p. 246-254. Véase también O. Cutt_MANN. L(' haptéme, p. 19-J9. Textos conciliares: D1 324 (632). 696 (1314). 864 (1621), ~70 (1627). 21. La finalidad del bautismo es, pues. ante todo e~.:lesial y no escatológica. lo cual explica el bautismo de los niños. No se bautila al niño primordialmente para salvarlo de la condenación eterna. sino para integrarlo en la comllnidad cristiana. El significado del bautismo administrado in extremis es más limitado. 22. A. CH.\\'ASSE, )_ c., P- 48-49.
187
El bautismo en el misterio cristiano
religiosa. El misterio de la salvación se hace institución en Pentecostés, y esta institución es el propio y verdadero cuerpo de Cristo. Este cambio mide todo el camino recorrido desde el pueblo de Dios anterior a Cristo. Cuerpo de Cristo, la Iglesia es la familia de Dios en el sentido de que en ella la Trinidad reúne a los hombres, porque ella anuda un lazo indisoluble con la humanidad en Cristo, y porque «Cristo reúne en él a sus hermanos y los restituye así al Padre en la posesión y la unidad del Espíritu Santo» 23 • Dios es, pues, el principio organizador de la Iglesia de Cristo. La incorporación a la Iglesia, que concreta la obra de la salvación y continúa esta última, es un acto, a la vez soberano e independiente, de Dios, que actúa; es, como la obra de la cruz, ante todo una empresa totalmente gratuita, en la que la respuesta del hombre no hace más que seguir y aceptar el acto de Dios. Estos preliminares esclarecen el sentido que se ha de dar al bautismo como sacramento de la incorporación a la Iglesia de Cristo. El bautismo construye la Iglesia, Dios hace la Iglesia por medio del bautismo. El Dios trino· reúne a los hijos dispersos, en un solo cuerpo, bajo la acción de un solo Espíritu. San Pablo afirmó muchas veces esta acción bautismal en sus epístolas, como ya hemos visto: «Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres,_;fuimos bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos dio a beber un solo Espíritu» 24 • El sacramento ~e la regeneración no concierne, pues, a un ser aislado, sino que pone fin a esa soledad, a toda separación, para integrar en la familia de Dios; forja la comunidad mesiánica que es siempre la Iglesia de Pentecostés. Se trata de una obra que no es de la carne, sino del Espíritu: la comunidad es libre de toda sumisión nacional, racial, social (lo que la distingue también de Israel).· Perder este carácter de universalidad es no solamente volver a Israel según la carne, sino dislocar el Cuerpo de Cristo, traicionar su sacramentalidad. 13. 24.
A.- CHAVASSL L c., p, 48. 1 Cor 12. 13.
188
El bautismo y la Iglesia
El bautismo hace participar en la doble dimensión del Cuerpo de Cristo: adopción filial, ya que la Iglesia es. como cada uno de sus miembros, y al mismo tiempo «concorporación» de todos los miembros en una indisoluble unidad. Agustín describe los ritos del bautismo como trabajo de panadero que hiñe la masa para hacer de ella el único pan de Dios 25 • Y añade: «Sed lo que veis. y recibid lo que sois.» 2. El bautismo ha sido visto desde los orígenes y en el curso de la historia como un acontecimiento de la Iglesia concerniente a toda la comunidad. La Didakhe y J ustino repararon en la participación de los hermanos en su preparación. Justino describe la administración, en presencia de la asamblea 2 G. El catecúmeno es sostenido por todos aquellos que lo acogen. La preparación para el bautismo, en el curso de la cuaresma, se lleva a cabo en una emulación de toda la comunidad, que juntamente edifica el cuerpo de Cristo. La comunidad entera está presente para acoger a los nuevos miembros, consciente de que no se trata de un reclutamiento por cooptación, sino por elección divina y bajo la acción del Espíritu: «No hay incorporación a la Iglesia sin acción del Espíritu, y no hay acción del Espíritu sin incorporación a Cristo» 27 • La Iglesia es un cuerpo vivo cuya unidad orgánica describe el apóstol Pablo. Cada nuevo miembro incorporado por el bautismo participa activamente en su vida y en su desarrollo. Este crecimiento debe efectuarse en la unidad y la caridad que presidieron su nacimiento. San Juan Crisóstomo comenta a los jóvenes bautizados la frase del Apóstol: Edificaos uno a otro, explicándoles que, una vez incorporados, deben tener la preocupación del cuerpo entero. «Por consiguiente, no consideres tan sólo que tú te portas bien y que estás a salvo de ese mal, sino ten cuidado y preocúpate de liberar a aquel que es del mismo cuerpo que tú, para que 25.
Serm. 272. PL 38, 1246-1248. Trad. fr. La messe, clctys» n.• 9, p. 224. Véase
in/ra, n. 30. 26. 27.
Apol., 65. PG 6, 428.
0.
CULLMANN,
Le baptéme, p. 34.
189
El bautismo en el misterio cristiano
evite los estragos del mal. En efecto, nosotros somos miembros unos de otros» 28 • La santidad de cada miembro, no solamente desarrolla la integración en el cuerpo de Cristo, sino que colabora a la santidad de la Iglesia. El bautizado que se eleva, levanta a la Iglesia con él.
IV.
EL BAUTISMO Y LA ECONOMÍA SACRAMENTAL
29
•
l. Los demás sacramentos, y en primer lugar la Eucaristía, profundizan progresivamente la incorporación a Cristo operada de una vez para siempre por el bautismo. La tradición patrística acentuó más la unidad que la distinción entre bautismo y confirmación, viendo más el movimiento que la composición de una misma acción bautismal, sellada por el Espíritu Santo. No discernir la vinculación de la confirmación con el bautismo sería disminuir en gran medida el alcance de aquélla. Primitivamente, para respetar la dinámica de la iniciación cristiana, bautismo y confirmación eran administrados en una misma celebración 80 • San Agustín, al comentar los ritos, mostró la unidad que los liga y los hace desembocar en la eucaristía, término de la Iniciación 31 • Ya hemos visto que esta trabazón entre el bautismo y la eucaristía existía desde los orígenes, puesto que la hallamos también en Pablo y en Juan. Sobre este binomio sacramental está construido el cuarto Evangelio, como bien ha señalado Cullmann 32 • Catécheses baptisma/es, v, 14, ed. Wenger, p. 190. O. CuLLMANN, Le bapteme; L. BEAUDUIN, en cLa MaisonDieu» 6, p. 56-75; M. DE LA TAILLE, Mysterium fidei, París 1921, p. 557-571. 30. Esta práctica duró hasta el siglo XII. Véase L. BEAUDUIN, en cLa Maison-Dieu» 6. p. 59-63. 31. e Un solo pan: ¿quién es este pan único? Aunque muchos. un solo cuerpo. Recordad que el pan no está formado de un solo grano, sino de muchos. En el momento de los exorcismos, estabais como mo1idos. En el momento del bautismo. habéis estado como empapados de agua. Y cuando habéis recibido el fuego del Espíritu Santo, habéis estado como metidos en cochura. Sed lo que veis, y recibid lo que sois.» Serm. 272. PL 38, 1247. En el vol. La messe, «col. Ictys» p. 226. 32. O. CuLLMANN, Les sacrements dans L'Evangíle johannique. Véase anteriormente. p. 59-60. 2H.
29.
Para la bibliografía:
190
El bautismo y la economía sacramental
Existe, pues, entre los sacramentos, un vínculo orgánico, intrínseco, que se debe a su naturaleza misma, hasta el punto de que los Padres, como los maestros de la escolástica, están concordes en afirmar que el bautismo implica necesariamente el deseo de la eucaristía. Santo Tomás dice incluso: «Eucharistia posterior in re. prior in intentione.» 2. La razón teológica de esta unidad orgamca está primeramente en el hecho de que uno y otro son participación en el mismo misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo. Uno y otro son sacramento de la redención y misterio de la fe. Para convencerse de ello, basta con comparar la confesión de fe bautismal y las anáforas antiguas, sobre todo orientales, encaminadas a reconocer de una y otra parte la economía de la salvación en forma trinitaria 33 • Uno y otro sacramento son, pues. iniciación al mismo misterio de la salvación en el que nos ha introducido Cristo. Uno y otro forman el Cuerpo de Cristo. La diferencia estriba en el hecho de que el bautismo es la incorporación que se efectúa una sola vez y de una vez para siempre 34 , en tanto que la eucaristía es la vida y la actividad de este cuerpo; el primero es una gestión individual, el nacimier.-to de un nuevo miembro a la comunidad, en tanto que la segunda es la comunidad como tal que participa en el' misterio de la muerte y la resurrec.fión, que la hace vivir 35 • El bautismo es sacramento de un proceso en el que el hombre recibe; como Cristo mismo en el Jordán, es investido. La eucaristía es sacrificio. En ella, el bautizado se torna activo; como Cristo en la cena, ofrece a Dios y se ofrece, participando en el sacramento del sacrificio.
33. Véase nut:stra demostración, en Mysterium salutiJ, 2. Einsiedeln, p. 132-134. 34. Hay que observar que san Pablo emplea el aoristo de los verbos cuando habla del bautismo. para describir el carácter histórico no reiterable de este sacramento. 35. O. CULLMANN, Agrégation au corps du Christ, tn «Dieu ViYant)) 11, p. 51-52, en Le baptéme, p. 19-39.
191
El bautismo en el misterio cristiano
3. El bautismo hace del neófito, mediante la incorporación, un miembro del pueblo profético, sacerdotal y regio, para que ofrezca al Dios vivo un culto perfecto. Pues bien, en la cena eucarística, el nuevo miembro se une a todo el cuerpo sacerdotal para celebrar los santos misterios en los que él ofrece y se ofrece. He ahí por qué «el bautismo introduce al culto», según la frase de santo Tomás, y halla en el culto su expresión. San Agustín lo expresó de manera inolvidable en La Ciudad de Dios 36 : «Toda la ciudad rescatada, es decir, la asamblea y la sociedad de los santos, es ofrecida como un sacrificio universal por el sumo sacerdote que se ha ofrecido a sí mismo por nosotros en la pasión, para que seamos el cuerpo de tal cabeza, según su forma de esclava. En efecto, es ella lo que él ha ofrecido, pues según ella él es mediador, sacerdote, sacrificio ... Ése es el sacrificio de los cristianos: que nosotros, que somos muchos, formemos un solo cuerpo en Cristo. Y esto es lo que la Iglesia realiza en el sacramento del altar, bien conocido de los fieles; en él, se le manifiesta que, en lo que ella ofrece, es ella misma lo ofrecido.» El bautismo, como la circuncisión judía, es el sacramento que introduce en el pueblo de la alianza; y la eucaristía es el sacrificio de la alianza nueva, que la renueva y la celebra de día en día hasta su consumación, bajo la acción unificadora y santificadora del Espíritu. La liturgia, como acción sacrificial de Cristo, reúne los dos movimientos, ascendente y descendente, descubiertos en el misterio de la salvación, en el que la Iglesia y cada uno de sus.J miembros participa en el «opus redemptionis».
36.
De civ. Dei, x, 6. PL 41, 283-284.
192
Y.
EL BAUTSIMO Y LA FE
37
•
«El bautizado es incorporado a Cristo por la fe», dice san Agustín ~ 8 • Los Hechos, san Pablo, san Juan y toda la tradición afirmaron netamente el vínculo indisoluble que une fe y bautismo 39 • Tertuliano, y tras él Ambrosio y Agustín, llaman al bautismo «el sacramento de la fe» 40 • Y, en una carta a Bonifacio, el maestro de Hipona añade: «sacramentum fidei fides est» 41 • Los maestros de la escolástica subrayan insistentemente la necesidad de la fe para el bautismo. Pero, ¿de qué fe se trata? ¿De la del bautizado o de la de la Iglesia? ¿De una fe que precede, acompaña o sigue al sacramento? ¿Qué relación de causalidad hay entre fe y bautismo? Todas estas preguntas han suscitado y suscitan la más apasionada controversia entre teólogos católicos y reformadores 42 • Ya hemos visto cuán injusto fue acusar a la Iglesia de haber minimizado la importancia de la fe, cualesquiera que sean las desviaciones que un diagnóstico pudiera descubrir en determinados fieles. El concilio de Trente definió su posición: «La justificación tiene por causa instrumental el bautismo, que es el sacramento de la fe, de esa fe sin la que nadie puede ser salvo» 43 • Si, en definitiva, todos los teólogos católicos y protestantes asocian bautismo y fe, sus explicaciones divergen. Dentro del protestantismo, las posiciones del teólogo luterano Cullmann se oponen a las de Barth, y con más motivo a las de Bultmann. 37. Problema muy estudiado hoy. Por ejemplo, O. CuLLMANS, Le hapth11e de\ ''11/mll.\; H.F. DoNDAINE, Le baptéme est-il encore le sacrement de la foi?, en cLa Maison-Dicu» 6, p. 76-87; P. TH. CAMÉLar, Baptéme sacrement de la foi, en cLa Vie spirituelle» 76 (1947) 820-834; Spiritualité du baptb11e, p. 15-113; J. HAMER, Le baptéme .t la foi. drenikon» 22 (1950) 387-406; A.M. HENRY, Lerons sw· le bapth11e, curso mecanografiado, lnstitut catholique, p. 75-92; H. KüsG, I.a Iglesia, p. 246-254; H. MANDERS, Diaplraneitas, cConcilium• 22, p. 11-19 (bibliografía). 38. In loan., 29, 6. PL 35, 1630-1631. 39. Véase anteriormente. p. 41-67. 40. Véase L. VILLEITE. Foi et sacrement, tomo l. p. 217-264. 41. Carta 98, 9. PL 33. 364: cEI sacramento de la fe es la fe.» 42. Véase L. VtLLETIE, Foi et Sacrement, t. 2, p. 82-251. 43. Dz 799 (1529), véase también 800, 801, 802 (1520-15331.
193 Hamman, Bautismo 13
El bautismo en el misterio cristiano
Vamos a presentar brevemente las tesis contrapuestas, parjor poner en claro la posición común de la Iglesia católica.
l.
Posición de Karl Barth H.
Preocupado, como Calvino, por poner in tuto el misterio de la soberanía de Dios, trascendente a toda realidad humana, en la que se encuentra subyacente una oposición dialéctica entre todo hombre y Dios, entre la naturaleza y la creación, Barth, aun cuando afirma el realismo sacramental más estricto, niega todo concurso humano, ya se trate de la Iglesia o de la fe del sujeto. En el signo y la figura del bautismo, Jesucristo habla de sí mismo y de su acción en favor del bautizado. Dice que él ha muerto también por el bautizado, y que, por tanto, éste también ha muerto y resucitado con él, convertido en miembro de su Alianza. En el bautismo, Jesucristo llama y obliga a ser el hombre que se es en él. En el bautismo, Jesucristo sella la carta que él ha escrito en su persona ... •~ ',\
Así pues, el bautismo está producido exclusivamente por el acontecimiento de la palabra de Dios y la actividad libre de Dios en Jesucristo. Bautismo y fe no son ni generativos ni constitutivos, sino puramente cognitivos. «El bautismo anuncia que el hombre es puesto bajo el imperio de Cristo, antes de toda experiencia y de toda decisión por su parte» 4 u. Barth lo compara a una carta de naturalización que declara que el bautizado forma parte de la alianza de la gracia 47 • La fe se limita a reconocer en el signo bautismal la proclamación de la salvación, a experimentar la certidumbre de ésta, pero no entra como un elemento activo o siquiera necesario en la 44. Véase Paro/e de Dieu paro/e humaine, trad. francesa P. Maury y A. Lavanchy, París 1933; Credo, París 1936: La doctrine ecc/ésiastique du baptéme, en cFoi et vie» París 1949; Dogmatique, traducción ·francesa en preparación, Ginebra 1953 y sigs. 45. Doctrine ecc/ésia.flique du baptime, p. 19. 46. Dogmatique, J, 1, fase. 1, p 149. 47. Doctr. ecc/. du baptime, p. 19-20.
194
Interpretación de Bultmann
acción del bautismo. De estas premisas, Barth saca como conclusión (que no se desprende de aquéllas) la negación del bautismo de los niños, como propio de una Iglesia «multitudinista» 48 •
2.
biterpretación de Bultmann 49 • R. Bultmann, para salvar la integridad de la palabra de Dios
y la trascendencia divina, se aleja del cristianismo tradicional hasta
el punto de excluir Iglesia y sacramentos. La fe se convierte en una gestión a la vez individual e interior a una interpelación divina percibida como presente: La aceptación del mensaje constituye la fe, la cual implica una interpelación existencial del yo. En la fe, el hombre se aprehende a sí mismo en su estado de criatura y en su pecado ... Por la fe cristiana, el hombre es liberado y alcanza su yo verdadero, porque es liberado de sí mismo ~ 0 •
El subjetivismo de Bultmann excluye los acontecimientos externos de la salvación, como la Encarnación o la cruz de Cristo, en cuanto objetos de fe, para reducir todo el acontecimiento de la salvación a una acción subjetiva e interior del hombre. Los sacramentos ~ así el bautismo - desaparecen como inútiles o incluso falaces, ya que son una creación de la comunidad primitiva, «para superar su decepción», cuando de escatológica se convierte en institución de la salvación 51 • Esta institucionalización, que se expresa mediante signos eficaces, llamados sacramentos, como el bautismo y la eucaristía, deriva del pensamiento místico, dado que mitológica es toda «concepción en la que lo trascendente aparece como inmanente» 02 • Esta in ter48. Doctr. eccl. du baptéme, p. 25-28; 40-41. 49. Baste con remitir a La notion de la Paro/e de Dieu dans le Nouveau TeJtamt>nt, en Caltiers Bibliques, «Foi et vie» n. 1; L•imerprétation du Nou\•eau TeJtament. París 1955; Histoire et eschato/ogie, Neuchiitel-París 1959. Para los trabajos acerca de Bultmann, véase L. VtLlETIE, 2, p. 357-358. 50. Le christianisme primitif dans le cadre des re/lgions antiques, París 1950, p. 165-166. Véase también Histoire et eschato/ogie. Neuchiitel, p. 130. 51. Véase también L. VtLLETTE, 2, p. 310. 52. Traducido en R. Marlé, Bultmann et l'interprétatlon du N.T., París 1956, p. 48.
195
El bautismo en el misterio cristiano
pretación, inspirada por el postulado de un agnosticismo, no liga ya el bautismo a Jesucristo, sino que excluye de la fe el mensaje objetivo de la Revelación, reduciéndola a un «puro fenómeno de la conciencia existencial» 53 • El radicalismo de esta desmitización desemboca definitivamente «en una desencarnación de la Palabra, en una desacramentalización del cristianismo» 54 , Incluso dentro del protestantismo se han manifestado algunas reacciones contrarias a estas posiciones, como lo prueba la obra de Osear Cullmann 55 • Éste llega a minimizar la fe hasta el punto de no situarla ya en el interior de la acción sacramental. La fe ya no es ni preveniente ni causativa, sino consecutiva. La eficacia bautismal no depende ni de nuestro comportamiento ni de nuestra fe. La acción soberana y absoluta de Dios no está ligada a ninguna condición humana; la gracia bautismal es necesariamente una gracia causativa y preveniente. Por tanto, se adelanta necesariamente al hombre. La fe, respuesta del bautizado, tiene que ser consecutiva 56 • Por estas razones, Cullmann deduce la perfecta legitimidad del bautismo de los niños.
3.
La doctrina católica.
La interpretación del bautismo como sacramento de la fe, de los vínculos que unen sacramento y fe, se esclarece a la luz de los datos históricos ya analizados y de las conclusiones teológicas que podemos extraer de ellos. Ahora vamos a establecer este balance y describir la enseñanza teológica. En los sinópticos y en los Hechos, fe y bautismo aparecen a la vez asociados y juntamente indispensables para la salvación. La práctica de la Iglesia primitiva muestra cuán inextricablemente ligados están kerygma, fe y bautismo. Flemington llama al bautismo 53. L. VILLEITE, Foi et sacrement, 2, p, 316, 54. Ibid., p. 317. SS. Véase más especialmente Le bapteme des en/ants et la doctrine blb/ique du baptime. 56. Análisis y biblio¡rafía en L. VJLLETTE, o. c., 2, p. 328-362
196
La doctrina católica
«una incorporación del kerygma» 57 • El bautismo aparece como el término sacramental del Evangelio anunciado y aceptado. Para Pablo, «la fe es el medio en que se sitúa el bautismo»: éste no es eficaz independientemente de la fe que dispone a él y que en él halla su eficacia. «Bautismo y fe son el exterior y el interior de una misma realidad» 58 • Si el bautismo es un acto único de Dios, la fe lo acoge y lo prolonga en la unión total a Cristo. Fe y sacramentos constituyen el centro del cuarto Evangelio; la primera como acogida al Verbo encarnado, los segundos como los signos eficaces de la acción ~ivina. La fe se presenta como necesaria para la recepción del bautismo y para su eficacia. Fe y bautismo son las condiciones para participar en la salvación de la cruz y nacer del Espíritu. En la línea de la teología de Pablo y Juan, los Padres griegos ponen en evidencia el papel irreemplazable de la fe personal para una recepción fructuosa del bautismo. San Basilio resume la enseñanza de la Iglesia en el tratado del Espíritu Santo: , La fe y el bautismo, estos dos medios de salvación, están ligados uno al otro y son indisociables. Pues si lá fe halla su consumación mediante el bautismo, el bautismo a su vez se funda en la fe. Ambos deben a los mismos nombres su perfección. La profesión de fe que lleva a la salvación viene primeramente, y el bautismo que sella nuestra adhesión la sigU.e de cerca 59,
Las controversias occidentales a propósito del bautismo de los herejes permitieron poner en claro la dimensión eclesial de la fe. Los sacramentos dependen de la Iglesia, que los ha recibido y los transmite con la fe. La fe de la Iglesia mantiene en ella el poder y la acción de Cristo, que provocan la eficacia sacramental, incluso en los recién nacidos 60 • Santo Tomás y san Buenaventura, herederos de la teología agus57. W.F. FLEMINGTON, The New Testament Doctrine of baptism, Londres 19S7, p. 51. 58. A.M. HENRY, Le¡;ons sur le bapteme, p. 85. 59. Tratado del Espíritu Santo, xn, 28. PG 32, 116-117, trad. francesa en P. Henry. 60. Cf. H.F. DoNDAINE, l. c., p. 82-83.
197
El bautismo en el misterio cristiano
tiniana, establecen también el vínculo constitutivo entre la fe - tanto de la Iglesia como del bautizado- y la eficacia sacramental. A esta fe le debe el bautismo su acción, y esta acción está en proporción a la fe del candidato. Siempre es requerida para percibir la gracia del sacramento. Teológicamente, el bautismo, como todo sacramento, es un signo que sólo habla a la fe. Lo que él significa sólo puede ser percibido por la fe, en la fe, en proporción de la fe, que se une al objeto del sacramento como acto de Cristo. Fuera de esta perspectiva, el sacramento se desvirtúa en magia. Esta fe forma parte de su esencia, no en cuanto que ella cause la eficacia del sacramento sino para percibir la gracia del mismo y aceptarla. El descubrimiento de la fe debe llegar a ser una experiencia de la vida; de lo contrario, la verdad no es ya un alimento ni el pan que da vida. Esta experiencia debe ser a la vez horizontal y vertical, teologal y social: introduce en una historia, en una comunidad, reunida por Dios, en camino hacia él. La acción de la fe, en el bautismo, debe respetar la absoluta y libre soberanía de Dios, que actúa, justifica y provoca el libre compromiso de la fe en el bautizado, desde su conversión hasta la estatura perfecta. Pero este opus operatum, lejos de oponerse a la acción del sujeto, opus operantis, la provoca y, en el bautismo, la solicita. La cuestión de la fe permite percibir el aspecto eclesial del bautismo. Lo que se requiere, ante todo, es que la comunidad cristiana reconozca el valor del signo y confiese el misterio significado. Este mínimo siempre es exigido, y sólo él legitima el bautismo de los niños. Lo cual da también una dimensión eclesial a la confesión de fe del candidato, quien pública y cultualmente, expresa su aquiescencia a Dios, en comunión con toda la familia de Dios.
198
CAPÍTULO 11
EL BAUTISMO COMO SACRAMENTO 1
El bautismo es el sacramento fundamental de la nueva alianza; instituido por Jesucristo, produce el nuevo nacimiento del hombre mediante el agua y la invocación de las personas divinas. El catecismo romano lo define más brevemente aún: «sacramentum regenerationis per aquam in verbo», sacramento del nuevo nacimiento mediante el agua y la palabra. De las diversas denominaciones, de las cuales las principales son baño, iluminación, sello, la primera se ha impuesto como la más próxima al rito del agua. Todas quieren expresar que el sacramento significa una ruptura, una transformación, una novedad, que hacen del hombre pecador el hijo de Dios, por la acción de Cristo y del Espíritu.
l. Bibliografía sumaria: E.H. SCHILLEBEECKX. Le Chrüt, sacrcment de la rencoutte avec Dieu, París 1960; trad. española, Cristo, Sacramento del encuentro con Dios, Dinor, San Scbastián '1966. M.A. CoRSELJS, De la Bib/e aux sacremems, Parí• 1962.
199
LA INSTITUCIÓN DEL BAUTISMO POR CRISTO.
l.
¿Qué quiere decir la afirmación fundamen~al claramente formulada en el concilio de Trento 2 : Cristo mismo instituyó el bautismo? Jesús agregó al rito bautismal su eficacia sacramental. Sólo él podía agregar a un rito polivalente una gracia determinada. San Buenaventura 3 ya se aplicó a ligar el bautismo a los hechos y gestos sucesivos de Cristo, desde el bautismo en el Jordán hasta la resurrección y la promulgación solemne, antes de su ascensión. Habría podido unirle el Pentecostés mismo. De ello se desprende que el bautismo debe ser relacionado con la persona misma de Cristo, con su mensaje tanto como con su acción.
l. . Cristo es el sacramento por excelencia.
Cristo es el encuentro de Dios y el hombre y el misterio de una persona. Como tal, encarna la confluencia del doble movimiento, de la doble historia del descenso de Dios y del ascenso del hombre. Los Evangelios lo presentan a la vez como la intervención suprema, el sacramento de Dios (en el bautismo de Jesús, se dice: «Oídle»). como la respuesta perfecta del hombre al designio de salvación, el sacrificio del culto perfecto («el siervo de Yahveh» ). Los Hechos lo describen como el verdadero Israel, realizador de los altos hechos de Dios; la historia de su pueblo se cumple en él. Él da consistencia y realidad a toda la historia de Israel, a los acontecimientos proféticos que jalonan su historia tanto como a las instituciones y a los ritos que expresan la fe y la esperanza. Todo se consuma, y por tanto desaparece, en él, porque todo es caduco, ya que él mismo es EL sacramento, EL sacrificio perfecto. LA pascua del Éxodo y de la Alianza del pueblo nuevo. Él es sacramento de Dios, a la vez ontológica e históricamente; 2. 3.
Dz 844 (1601). Véase anteriormente, p. 158·160.
200
Los sacramentos, actos de Cristo
en otros términos: en la estructura de su persona y en la actividad de su misión. Todo acto, toda palabra de Jesucristo expresa su ser y su misión. Es así como el bautismo recibido en el umbral de su vida pública expresa su misión de siervo paciente y «el bautismo» que él ha de recibir en el calvario. así como el misterio de la reconciliación que él viene a traer a la humanidad. Él es el sacramento y el sacrificio de la salvación universal.
La Iglesia, sacramento de Cristo glorificado.
2.
«Lo que era visible en Cristo ha pasado a los sacramentos de la lglesia» •. dice san León. La sacramentalidad de Cristo resucitado se expresa como a dos niveles: en una institución global. la comunidad eclesial, y en sus gestos, que son los sacramentos. Un aspecto esencial de la encarnación se perdería sin la prolongación eclesial, como cuerpo, prueba y signo de su presencia permanente en medio de los suyos. Por la Iglesia, la Encarnación continúa, a causa del vínculo indisoluble que liga a Cristo glorificado a su «cuerpo» místico, del que él es el «espíritu vivificante» y por tanto unifican te 3 • Su acción transforma progresiva y orgánicamente a la humanidad rescatada para llevarla a toda ella a su resurrección.
Los sacramentos, actos de Cristo.
3.
Como la Iglesia, que no está reunida sino «en nombre del Señor», Jos sacramentos no toman su significado sino de la acción de Cristo. En este sentido es en el que los Hechos hablan del bautismo «en nombre de Jesús». El bautismo no tiene eficacia en sí mismo, continúa siendo la acción del salvador que con su persona y su obra le ha dado valor y eficacia. El cuarto Evangelio ha 4. 5.
Serm. 74, 2. PL 54. 39M. Véase nuestra obra Mptere du sa/ut, p. 168·189.
201
El bautismo como sacramento
puesto en evidencia este significado sacramental, al mostrar que los ritos de la Iglesia prolongan los gestos y los milagros de Jesús. La promulgación del bautismo, después de la resurrección, está ligada, pues, a las palabras y a las obras de Jesús, que él prolonga y concreta. El opus operatum es ante todo la obra de la salvación universal, la única que da su valor objetivo al bautismo tanto como a los demás sacramentos. Sólo la institución por Cristo podía agregar a tal gesto una eficacia salutífera. Fuera de su acción personal, el bautismo queda vacío de su realidad sacramental, de su res; pero, como prolongación y aplicación de la acción de la cruz. es a la vez palabra y signo. Sólo Cristo pudo instituir el bautismo como sacramento, es decir, no solamente decretar la existencia del mismo, sino agregar su gracia redentora al agua que es derramada. Él no se contentó con instituirlo de una vez para siempre. sino que en virtud de su presencia activa en su Cuerpo, sigue haciendo existir el bautismo como sacramento, es decir, asumiéndolo como operado por él mismo. Es, pues, Cristo quien bautiza, o sea, en el momento sacramental, integra al catecúmeno en la obra salvifica de Dios. En esta perspectiva, comprendemos mejor que el bautismo es a la vez verbum y res, como Cristo mismo. Es Palabra que expresa el mensaje de la salvación y provoca la fe; realiza en los ritos el objeto de la predicación. Al igual que la eucaristia, el bautismo no renueva la obra de Cristo, sino que la hace presente y activa. Pone el bautizado en una relación personal con su salvador, en una percepción de fe.
202
11.
l.
LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL BAUTISMO.
Sacramenl? y palabra.
Como ya hemos visto 6 , desde la Edad Media se habla de materia y de forma como de los elementos constitutivos del sacramento. Esta terminología, que en un principio era una comparación cómoda para expresar la estructura sacramental, corría el riesgo de endurecer y estrechar el contenido de la enseñanza tradicional. Para Agustín, fiel a san Pablo, el sacramento, y más especialmente el bautismo, está compuesto de materia y palabra: «Accedit verbum ad elementum et _fit sacramentum» ': «Una palabra se une a un elemento y así tenemos un sacramento.» La palabra de la fe expresa la acción y precisa el significado sacramental de una materia ambivalente. El agua y el baño son símbolos que pertenecen a la simbólica religiosa de la humanidad entera. Su significado en la economía sacramental, en la que son los actos de Cristo, está determinada por la palabra que los explica y que expresa el misterio revelado por Cristo y la fe de la Iglesia.
El agua bautismal.
2.
Los textos escriturarios, así como la practica de la Iglesia, ya atestiguada por los Hechos y por la Didakhe, afirman con toda la nitidez deseable que el agua es la materia del bautismo. El concilio de Trento precisó: «el agua verdadera y natural» 8 • Efectuado en un principio a la intemperie, preferentemente c::n una corriente natural de agua, en un río, el bautismo se trasladó más tarde a una construcción ad hoc: el baptisterio. 6. 7. 8.
Véase antes, p. 154. In Joa., tr. 80, 3. PL 35, 1840. Dz 858 (1615), véase tambi~n Dz 696 (1314).
203
El bautismo como sacramento
Es usual distinguir, para la aplicación del agua bautismal, tres modos posibles y más o menos utilizados en el curso de la historia: la inmersión, la infusión y la aspersión, el primero de los cuales fue el más común hasta la Edad Media. Estas afirmaciones deben matizarse con algunas precisiones: l. El bautizado se mantiene pasivo en el agua, en la disponibilidad de la fe, en el «lugar» del sacramento. Ningún texto dice que el bautizado se lave. Las formas verbales son pasivas, principalmente en san Pablo y en los Hechos. Es bautizado, es lavado". El actor principal es Dios, a través de su ministro. 2. La inmersión total, de la que se ha querido extraer aplicaciones místicas, fue rara y raramente practicable 10 ; de cualquier modo, no aparecerá como esencial en la Didak:he. El agua derramada simbolizaba mejor el agua viva que una agua estancada 11 • Incluso allí donde se practicaba, la inmersión tenía un significado pasivo: el catecúmeno era sumergido, no se sumergía él mismo, ,, , como solía ser la práctica de ciertos baños rituales. 3. La iconografía, la arqueología y la arquitectura atestiguan que la acción bautismal era doble: sobr~ el catecúmeno, sumergido hasta medio cuerpo, el bautizante derramaba el agua, o bien directamente, o bien poniendo al candidato bajo una boca de agua, de la que surtían unos chorros, como aún es visible en el baptisterio de Letrán. Esta doble acción coordinada quería significar la doble operación bautismal de purificación de agua y de efusión del Espíritu, que se efectúa en un mismo movimiento. No hay que perder de vista aquí el valor profético y ejemplar del bautismo de Juan -por tanto, del bautismo recibido por Jesús-. que, a través del río, lleva a «todo el pueblo» al reino de Dios. Ya hemos visto que 9. Cf. Rom 6, 3; 1 Cor 1, 13. 15; 10, 2; 12, 13; 15, 29; Gál 3, 27; cf. también Ef 5, 26; Act 2, 38, 41, etc. 10. Parece generalmente excluida por el vocabulario, que habla de baño (1 Cor 6, 11; Ef 5, 26; Tit 3, 5). Los alemanes precisan que se 'trata de Bad y no de Vollbad. 11. A. STENZEL, Die Taufe, p. 20-21.
204
La palabra o la forma
la construcción de los antiguos baptisterios se esforzaba en expresar este movimiento de liberación 12 • La triple inmersión (o la triple infusión) no está atestiguada por el Nuevo Testamento. La Didakhe no habla de un triple gesto sino respecto al bautismo por infusión. Sin embargo, la triple inmersión, sugerida por la fórmula trinitaria y promulgada por ella, pasa, en tiempos de Jerónimo 13 , por ser de institución apostólica, y los Cánones apostólicos hacen de ella una obligación para el ministro, bajo pena de deposición 14 • Las controversias trinitarias hallan en ella una afirmación nueva contra arrianos y eunomianos n. A la consagración de las aguas, mediante la epiclesis, se atribuye su eficacia sacramental. Esta consagración, ya conocida por Ireneo 16 y Cipriano 17 , está atestiguada por los Padres 18 y las liturgias 19•
3.
La palabra o la forma.
La cuestión de la «palabra de vida» que acompaña al baño de agua, ya difícil en el plano de la historia y de la liturgia, ha estado singularmente hipotecada por la teoría hilemórfica. Por tanto, nos es necesario analizar los hechos partiendo de la práctica litúrgica y de los datos de la historia. antes de formular una teoría o de elaborar una explicación teológica, si queremos apartarnos de todo a priori dogmático. 12. Véase anteriormente, p. 115. 13. Dial. c. Luciferos, 8. PL 23, 163-164. Otras referencias en A. o'ALE:s, De baptismo, p. 40-41. 14. Can. 50. 15. DfDIMO, De Trlnit., 11, 12, 15. PG 39, 567-587. La interpretación cristológica, como símbolo del triduo, es posterior, como ya hemos visto. 16. Adv. haer., 1, 21, 4. PG 7, 664-665. 17. Ep 70, l. PL 3, 1081. 18. BASILIO, De Spir S., XV, 35. PG 32, 428-432; GREGORIO NACIANCENO, Or. 40, 8. PG 36, 341-344; GREGORIO NtSENO, Or. cal. magna, 33. PG 45, 84. 19. Euco/ogio de Serapi6n, 19, 7, en Prii!res des premiers chrétiens, n. 197; AMBROSIO, De mysteriis, 23. PL 16, 395; Const. ap., vn, 43, 5. Véase B. NEUNHEUSER, De benedictlone aquae baptismalis, en oEphemerides lit.» 44 (1930) 194-207; 258-281; 396-412; 455-492.
205
El bautismo como sacramento
Es difícil deducir una fórmula bautismal, sea trinitaria o cristológica, partiendo de la orden de bautizar o del bautismo «en nombre de Jesús»: de una y otra parte, el contenido de la fe y la voluntad de expresarlo parecen afirmados. La palabra que «acompaña al baño de agua» parece ser esencialmente una confesión de la fe, como lo sugiere Act 8, 37, donde se refleja una práctica bautismal muy antigua, sin duda la más antigua que conocemos 20 • Cómo esta confesión (cristológica o trinitaria) se convirtió en la fórmula bautismal trinitaria, es imposible precisarlo. Un hecho es cierto: en Tertuliano y en la Tradición Apostólica, no existe aún más que una triple interrogación seguida de una triple inmersión. Una fórmula bautismal del ministro, acompañando al rito, se encuentra en el siglo IV, en forma indicativa, impersonal en Oriente: «Es bautizado uno», y personal en Occidente: «Yo te bautizo ... » 21 • Las dos fórmulas son aceptadas por la Iglesia 22 • Una concepción demasiado estrecha o demasiado casuística de la fórmula bautismal está expuesta a perder de vista lo esencial. Acto y palabra quieren expresar el significado sacramental del rito, manifestando la fe en Cristo, quien opera la obra de la salvación 23 , ya sea la fórmula impetrativa, deprecativa o declarativa. La fides ecclesiae, tanto en el ministro como en el sujeto, confiesa fundamentalmente que el bautismo es un acto personal de Cristo, quien actúa en el sacramento y produce el nuevo nacimiento. A esta luz, la fórmula bautismal, ya sea «en el nombre de Jesús» o «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», confiesa una misma fe, una misma economía, a saber: que el Kyrios es salvación para el bautizado, por el poder y la benevolencia de Dios. Este significado es expresado en la acción bautismal, de manera doble y convergente, por el rito y la palabra de fe 20. O. CuLLMANN, «Revue d'hist. et de phi!. rel.o 17 (1937) 424-434. 21. Primera aparición en EuSEBIO DE VERCEIL, De Trinitate. VII, 16, por tanto en el afio 350; véase D. VAN DEN · EYNDE, Note sur les riles latins de l'initiation et de la réconci/iation, «Antonianumo 33 (1958) 415-422. 22. Dz 696 (1314); véase también 398 (757), 430 (802), 482 (903). , 23. Véase H. KüNG, La Iglesia, p. 250-252.
:~
206
Descripción
sacramental, que representan los elementos constitutivos o la esencia del bautismo como «sacramento de la fe de la Iglesia» 24 •
III.
1.
LOS EFECTOS DEL BAUTISMO.
El enunciado.
Como acto de Cristo, el bautismo aplica al candidato la obra redentora; le hace participar en el misterio mismo de la salvación. Este encuentro personal con el Kyrios nos introduce al mismo tiempo en el misterio trinitario y en el Cuerpo de Cristo. Filiación divina e incorporación a la Iglesia son simétricas y complementarias, como ya hemos visto 25 : la gracia nos es dada con vistas a la edificación de su Cuerpo. La liturgia bautismal y la teología de la Iglesia han mostrado que la acción sacramental hace participar al catecúmeno en el éxodo pascual, arrancándolo de la servidumbre del pecado y del demonio para restablecerlo en el reino de la gracia divina. Eso es participar en el misterio de Cristo salvador que culmina en su muerte y su resurrección.
2.
Descripción.
Para traducir y medir la densidad de esta gracia bautismal, los Padres recurrían gustosamente a las imágenes complementarias del baño, de la iluminación, del sello 26 • Los teólogos, desde la 24. Véase E.H. SCHILLEBEECKX, Le Christ, sacrement de la recontre de Die11, !'· 126-129. El ''erbwn es la expre~ión de la fe de la Iglesia; ya se exprese en el kerygma, en la epiclesis o plegaria consagratoria, que da al agua su eficacia, en la confesión bautismal o en la formulación en nombre de las tres personas, el denominador es común. P. PouRRAT,
o. c., 54-58. 25. Véase anteriormente, p. 187-190. 26. Cf. antes, p. 131-144.
207
El bautismo como sacramento
escolástica, detallan como efectos del bautismo: la justificación, el nacimiento a la vida nueva, el don del Espíritu y el carácter sacramental. La obra de Cristo se presenta como la de una nueva creación, operada por el Adán nuevo. La humanidad concreta e histórica es una humanidad pecadora, cargada con la caída hereditaria y los pecados actuales. Así, pues, la redención es ante todo justificación o perdón de todos los pecados y de todas las penas correspondientes a ellos. El apóstol Pablo se complació en describir esta transformación total que borra «toda mancha, toda arruga». Los Padres latinos, en quienes la teología del pecado original estaba más elaborada, pusieron el acento sobre esta gracia de curación 27 • El baño del nuevo nacimiento se presenta positivamente como una participación en el misterio divino-humano de Cristo, que hace hijo de Dios y hermano de Jesús: «Sois hijos de Dios porque habéis sido bautizados» 28 • Lo que los teólogos llaman el estado de gracia: Filii in filio 29 • El concilio de Trento lo describe en términos paulinos: «Veterem hominem exeuntes et novum, qui secundum Deum creatus est, induentes, innocentes, immaculati, puri, innoxii ac Deo dilecti effecti sunt, heredes quidem Dei, coheredes autem Christi» 30 • El misterio santificante del hombre celestial, Jesús, opera en la fuerza del Espíritu de filiación, para que el Padre de Jesús venga a ser también nuestro Padre. «Encontrar a Cristo es encontrar a Dios», en la participación personal «en la naturaleza divina» 31 • Los Padres griegos describen gustosamente la gracia bautismal como una gracia de divinización 32 ; la teología siria la describe como un retorno al paraíso adánico 33 • Sin prejuzgar el problema de la confirmación, esta gracia onto27. Véase, para la concupiscencia, p. 131 y 152: 28. Gál 3, 26. 29. Véase el artículo de E. MERSCH, Filii in Filio, en cNouvelle Revue ThéologiqueJt 65 (1938) 3-78. 30. Dz 792 (1515). 31. 2 Pe 1, 4. 32. Véase J. Gaoss, La divinisation du chrétien d'apres les Peres grecs, París 1938. 33. Véase anteriormente, p. 125-126.
208
Necesidad del bautismo
lógica comporta una vida interior, una energía vital atribuida al don y a la acción del Espíritu, que prosigue la transformación espiritual desarrollando las relaciones teologales con el Padre en la plegaria, el culto y el ejercicio de la caridad, profundizando la unidad con el Cuerpo entero, hasta que éste tenga su estructura perfecta. El concilio de Trento definió finalmente que el bautismo (con la confirmación y el orden) imprime un carácter en el alma 3 \ pero no se pronunció acerca de la naturaleza de ese carácter. Agustín había analizado el sacramentum, que es el equivalente del carácter bautismal, como signo de pertenencia a Cristo y a la Iglesia 85 • La teología medieval, para precisar el carácter, parte del elemento duradero, indeleble, no reiterable 30 del sacramento, cualquiera que sea su eficacia. Santo Tomás concibe el carácter como una potencia espiritual que consagra a los hombres al culto: deputatio ad cultum 37 • Para él, es una participación en el sacerdocio de Cristo. Los demás maestros ponen de relieve otros aspectos como «la consagración y la apropiación por parte de Dios» 3 \ «la disposición a la gracia» 89 y «la configuración a la Trinidad y a Cristo redentor» 40 • El carácter es un signo que no solamente caracteriza a un miembro de la Iglesia, sino que expresa su relación orgánica y vital con la comunidad eclesial visible 41 •
IV.
NECESIDAD DEL BAUTISMO.
Los efectos del bautismo son de tal modo fundamentales que ocupan un lugar indispensable en la economía de la salvación. 34. Dl 852 (1609). 35. Ver pagina 147. 36. Guv o'ORCHHLES, De JacramentiJ, ed. Van der Eynde, Nueva York 1953, p. 168. 37. S. Teo/., 111, 63. 38. AGUSTÍN, Carta 98, S. PL 33, 361-362. Véase también P. POURRAT, La théo/ogie •ac•·amentaire, París 1908, p. 205-212. 39. Escuela franciscana. Por ejemplo, BUENAVENTURA, In IV Sent., d. 6, art. 1, q. 1 y 2 40. Véase en particular la cdetinición maaistral• do Alejandro de Hales. 41. Véase E.H. SCHILLUEECKX, Le ChriJt, Jacrement de la .rmcontre de Dieu, p. 191.
209 Hamman, Bautismo 14
El bautismo como sacramento
Siendo la unión a Cristo la condición necesaria de la salvación, se impone la necesidad del bautismo, que es el medio de aquélla.
l.
Datos de La fe.
Los pelagianos, con su negacmn del pecado original, habían minimizado la necesidad del bautismo; Wiclef y los reformadores, sobre todo Zwinglio, Calvino y los socinianos, aun cuando conservaron el rito, negaron, en virtud de su enseñanza acerca de la sola fides, la necesidad del sacramento. Algunas sectas de tendencia racionalista lo suprimieron por completo. El concilio de Milevi (año 417) pide, contra los pelagianos. que sean bautizados los niños, lo cual implica la necesidad del sacramento. El concilio de Trento definió formalmente que «el bautismo no es facultativo sino necesario para la salvación» desde la promulgación del Evangelio, ya sea recibido in re o in voto 42 • El cuarto Evangelio afirma de una manera universal esta necesidad: «Quien no nace de agua y de espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» 43 , y la fundamenta precisando que sólo el nuevo nacimiento hace participar en la salvación. Igual afirmación en Act 2, 38; 22, 16; Ef 5, 26; Tit 3, 5; 1 Pe 3, 21. El precepto está incluido en Mt 28, 19; Me 16, 16. Tal es también la práctica y la enseñanza de la Iglesia en lo que concierne al deber de bautizar a aquellos que están en peligro de muerte u así como a los niños ~. 4
42. Dz 861 (1618, cf. 791 (1514), 796 (1525). 43. Jn 3, 6. 44. Concilio de Elvira, can. 3R, 39; Tert. De baptismo, 19. PL l. 1222; LEÓN MAGNC>, cp. 16, 5. PL 54, 700-701. 45. TERTULIANO, De bapt., 12. PL 1, 1213·1214; CIRILO DE JER., Cat., 3, 4 y 10. PG 33, 429. 440; AMBROSIO, De Abraham, 11, 11, 79. PL 14, 414; De myst., 20. PL 16, 394; BASILIO, hom. 13, 2; AGUSTIN, De anima et elus origine, 111, 12. PL 44, 516-517; cpist. 166, 21. Ibid., 33, 729-1!0.
210
~.
Sentido y alcance del precepto bautismal.
La necesidad del bautismo es matizada en el concilio de Trento por varias cláusulas: promulgación del Evangelio, recepción de ~echo o de deseo. En otros términos: la necesidad de medio es llna cosa, y la fuerza obligatoria de esa necesidad es otra. Los teólogos distinguen la necesidad de medio y la necesidad de pre~pto. .,., :·,·:·. La necesidad de medio es del orden estrictamente objetivo. Nin~una consideración de tiempo o de lugar puede invalidarla. Pero el carácter de ley obligatoria debe matizarse con otras consideraciones. Así es como «la promulgación del Evangelio» exige que sean tenidas en cuenta las realidades históricas, psicológicas. ¿Qué espíritu avisado podrá afirmar que esa promulgación, que pudo parecer universal en determinadas épocas, es realizada hoy -cuando la Iglesia de Cristo se presenta como minoritaria- en países de mayoría budista, islámica o hindú? •a A eso hay que añadir las consideraciones psicológicas, que no pierden de vista las reacciones diversas y el encaminamiento de las mentalidades y de los hombres que están situados frente al Evangelio. ¡Cuántas comunidades y cuántos cristianos hay que empañan más que irradian el mensaje evangélico! Lo cual puede explicar la poca solicitud de muchos en recibir el bautismo. Finalmente, no hay que confundir la necesidad del bautismo con la realidad de la salvación. Todos los hombres han sido rescatados por y en Cristo. El bautismo no funciona por un automatismo ritual, como una concepción demasiado jurídica de su necesidad podría hacer creer, sino por la conversión a Cristo Salvador y la fe en él, más difíciles de delimitar. A este propósito, la teología habla de bautismo de deseo o de sustitución.
46.
Véase ya Pío
IX.
Dz 1647 (2865<>). Cf. HANS KONG. La Iglesia. p. 375.
211
3.
El bautismo de sangre y el bautismo de deseo.
La yuxtaposición de las dos clases de bautismo señala su diferencia y su relación real al bautismo de agua. Lo cual aparece más claramente, cuando se considera el deseo y el martirio mismo como una sustitución, un sucedáneo 4 ;. Estas consideraciones denotan una visión muy cosificada, muy extrinsccista, del misterio de la salvación. El único punto de semejanza es negativo: no son un bautismo de agua. Positivamente, derivan de datos diferentes.
El martirio 48 • El martirio es un bautismo real, más glorioso y más noble que el del agua, que incluye a este último hasta el punto de dispensar de él al confesor de la fe. San Cipriano afirma incluso la superioridad del bautismo de sangre sobre el bautismo de agua: «in gratia maius, in potestate sublimius» 49 , porque expresa una confesión de fe más pura. más verdadera, más total. Todos los Padres, desde san Ireneo, son unánimes en considerar el martirio como un bautismo real 50 • Consultado sobre la cuestión, Cipriano, en su carta a Jubayano 5 \ es categórico: Algunos nos preguntan si un catecúmeno al que, antes de ser bautizado en la Iglesia, se le hubiera encarcelado por haber confesado el nombre de Cristo y dado muerte, habría de renunciar a la esperanza de la salvación, porque no había renacido anteriormente en el agua. Pues bien, que sepan esos partidarios y favorecedores de herejía, que los catecúmenos 47. cErsatzmittel•, dice L. Atzenberger, Dogmatlk de ScHEEBEN, tv, p. 535. 48. Véase nuestro artículo Slgnlflcation doctrina/e des actes des martyres, cNouvelle Revue Théologique. 85 (1953) 742-743. 49. Ad Fortunatum, praef.; ep. 73, 21. PL 4, 651. 50. IRENEO, Adv. haer., III, 16, 4. PG 7, 924; GREOORIO NACIANCENO, Or., 39, 17. PG 36, 353-356; EusEBIO, Hlst. ecc/., VI, 4; ]UAN CRISÓSTOMO, Hom, in s. Luclanum, 2. PG 50, 522. Otras referencias en A. n'ALts, De bautismo et de con/lrmatlone, París 1927. p. 144-146. 51. Ep 73, 22. PL 4, 795-796.
212
El martirio en cuestión primeramente poseen la fe entera y la verdad de la Iglesia, abandonan el campo de Dios para combatir al diablo con un conocimiento entero y puro de Dios Padre, de Cristo y del Espíritu Santo; después, ni siquiera quedan privados del sacramento del bautismo, por el hecho de que son bautizados con ese bautismo muy glorioso y muy noble, refiriéndose al cual decía el Señor que él tenía que recibir otro bautismo.
La razón teológica que fundamenta el valor y la superioridad del martirio es que éste implica la esencia del bautismo: la fe. El martirio es incluso la profesión de fe más personal, más total, que se expresa no solamente con la boca, sino mediante el comprometimiento de la existencia misma. Asimila al mártir al misterio de Cristo muerto y resucitado, en quien «todo martirio tiene su fuente» 52 • Por esta razón santo Tomás afirma que el martirio es el más privilegiado de todos los bautismos: Si la pasión de Cristo actúa en el bautismo de agua per quamdam figuralem repraesenta-. tionem, el martirio es la imitación de la obra salvífica misma, per imitationem operis 53 • Hay que añadir que el martirio es un acto de Iglesia. El confesor de la fe no padece solamente por Cristo, sino en cuanto miembro de su cuerpo. Su pasión prolonga en la tierra la presencia de su cabeza, y en su cuerpo expresa el sacramento y el sacrificio del Salvador. Los Hechos y las Pasiones presentan el martirio como una liturgia "1 : «Soy trigo de Dios; que me muelan los dientes de las bestias para que me convierta en el pan puro de Cristo.» Lejos de ser un «sucedáneo», el martirio realiza en su plenitud y su perfección el misterio de la salvación, desde sus orígenes hasta su cumplimiento, en la esperanza de la resurrección 55 • Es decir, que encierra la riqueza del misterio traído por Cristo.
52. 53.
Lit. ronr. Secrtta, jueves de la 111 semana de cuaresma. S. Teo/., ltl, 66, 12. 54. Véase nuestro estudio La oración, Herder, Barcelona 1967. 596·601. 55. Véase A. HAMMAN, La signification doctrina/e ... , p. 744-745; M. VtLLER, Martyre el Perfection, cRevue d'ascétique et de mystique» 6 (1925) 8.
213
El bautismo de deseo. La dispo~ibilidad al bautismo oor la convers1on y la caridad no queda suprimida por la promulgación del bautismo sino que, por el contrario, permite percibir mejor el significado y la necesidad de este sacramento. El bautismo de deseo no está yuxtapuesto al bautismo de agua, sino que está ordenado y subordinado a éste, en la medida en que debe implicar necesariamente la voluntad de someterse al rito bautismal. La enseñanza de los Padres y del magisterio ha reconocido el valor de este bautismo de deseo, cuando está animado por una disponibilidad interior, que remite los pecados 56 • El De rebaptismate 57 habla ya de un bautismo del Espíritu Santo. Juan Crisóstomo incluso pone la caridad por encima del martirio 58 • Los Cánones de Hipólito piden que no se bautice a un esclavo cuando su amo se opone a ello 59 • Ambrosio evoca, en la oración fúnebre de Valentiniano, su deseo del bautismo, y lo cuenta entre los elegidos 60 • Ya hemos expuesto la posición agustiniana. Varios Padres ponen como ejemplo al buen ladrón 61 • Los documentos eclesiásticos se escalonan desde Inocencio 11 (Dz 388) (741) e Inocencio m (Dz 413) hasta el concilio de Trento (Dz 796) (1524), 847 (1604) y 898 (1677) y la condena del radicalismo de Bayo (Dz 1031-1033, 1931-1933), que no admitía que la contrición y la caridad perfecta pudiesen remitir los pecados en los catecúmenos. La razón teológica de esta equivalencia proviene del hecho de que Dios no solamente ha significado su voluntad de salv~r a todos los hombres, sino que la ha operado mediante la obra de la re56. 1 Jn 4, 57. 58. 59. 60. 61.
Textos más citados: Prov 8, 17; Ez 18, 2, 30; Le 7, 47; 10. 28, 27; Jn 14. 21; 7, 8; Act 10, 40-48; Rom 2, 29. De rebapt., 5, 6. PL 3, 1189-1192. In Rom. mart., hom. 1, l. PG 50, 607. Can., 63, 64. De obitu Val., 51-53. PL 16, 1374-1375. Así Efrén, Cirilo de Jerusalén, Crisóstomo; para Agustín. véase p. 151.
214
Ministro y sujeto del bautismo
dención. Todo ser es, pues, interpelado de manera misteriosa pero indiscutible por Cristo, para que ratifique subjetivamente la salvación objetiva. Esta ratificación, implícita o explícita, se expresa en la disposición de conversión y de participación activa y existencial en la gracia ofrecida, disposición de la que sólo Dios sigue siendo juez 62 • El bautismo de deseo es, pues, a decir verdad, no un encaminamiento extraordinario de la gracia, sino esencialmente, por su naturaleza, una etapa inacabada de la gracia ordinaria, que en condiciones extraordinarias basta para la salvación oa. Si no confiere carácter ni incorporación verdadera y plenaria al cuerpo eclesial, la experiencia religiosa en algunos casos de bautismo de deseo puede ser existencialmente más profunda que en el bautismo de agua of.
V.
MINISTRO Y SUJETO DEL BAUTISMO.
Hay que respetar dos datos inversos pero complementarios: el derecho y la jurisdicción de la Iglesia sobre los ritos sacramentales como medios de salvación, que parece· reservar el bautismo únicamente a los ministros, y la necesidad del sacramento, que debe hacerlo accesible a todos. La historia del bautismo ha divulgado las diversas controversias occidentales provocadas por el bautismo de los cismáticos y de los herejes 05 •
62. Lumen gentium, 16 63. Indispensable releer el admirable estudio de J. MoRoux. L'incroyanr n la >alut par la foi, en A travers le monde de la foi, París 1968. p. 209-248. 64. E.H. ScHJLLEUECKX. art. Begierdetaufe, en Lexikon für T/oeol und Kirclae, 11, ¡,. 114. La cuestión suscita. en lo que concierne a los adultos, el problema de la salvación de· los infieles, para el cual remitimos a la clásica exposición de L. CAPÉKAN, Le problime du salut des infideles, Toulouse 1934; 1. B. BoRo, Justlflcation sacramentt!lle et extra·.•acra· mente/le, cNouvelle Revue Théolosique• 52 (1925) 213·227; 292-297; H. BoutLLÁRD, Con· v~r.dón et gráce che¡: S. Thomas d•Aquin. París 1944. 65. Aquí no trataremos esta cuestión. para la cual remitimos a nueslra anterior ex.po~ •ición, p. 107-109.
215
l.
El ministro.
El ministro ordinario del bautismo solemne es el obispo, en virtud de su cargo pastoral en la comunidad; el sacerdote, su asociado, es delegado ordinario en virtud de su jurisdicción ordinaria. Desde los orígenes apostólicos 66 , el diácono tiene la potestad de bautizar, como lo atestigua todavía hoy el Pontifical, en razón y dentro del marco de su función delegada, dependiente del obispo o del sacerdote. Fuera de la administración solemne, y particularmente en caso de necesidad, todo ser humano, clérigo o laico, hombre o mujer 67 , bautizado o no, puede conferir válida y lícitamente el bautismo us. Pero nadie se puede bautizar a sí mismo. La única condición es respetar la materia y la forma prescritas, y tener, por Jo menos de una manera vaga, la intención de hacer lo que hace la Iglesia. ·Esta amplitud responde, a la vez, a la voluntad salvífica de Dios hacia todos los hombres y a la necesidad del bautismo para la salvación. Cristo eligió no solamente la materia más común sino las disposiciones más amplias para la administración del bautismo.
2.
,{)
El sujeto.
:,•
En principio, todos los seres humanos vivos 69 , y sólo éstos, son susceptibles de recibir el bautismo. No existe ninguna limitación 66. Act 8, 12·16; 38. 67. Tertuliano (De bapt., 17, PL 1, 1219) y Epifanio (Haer., 79, 3. PG 42, 742; 744745; 751) se oponen, al parecer, únicamente al bautismo solemne por una mujer. La validez de éste es afirmada en el sínodo de Compieane, afio 7S7, can. 12; URBANO u, tpist., 271; Decreto a los armenios, Dz 696 (1314). 68. Las vacilaciones antiauas fueron resueltas, en el afio 867, por Nicolás r quien declaró . válido el bautismo administrado por un judío o un paaano. Véase también el rv concilio de Letrán, Dz 430 (802). 69. El bautismo en favor de lo• muertos, del que se habla en 1 Cor !S, 29 parece ser el caso de los paaano• que recibían el bauti~mo en favor de sus padres cristianos difuntos, con el fin de estar unidos a ellos en la resurrección. Véase B.M. FoscurNr, Those wo are
216
El sujeto
de edad: no hay ninguna necesidad de que el sujeto sea adulto o dotado efectivamente de razón. Ni la fe ni la pureza de corazón son requeridas para la validez del bautismo. Sólo se exige la intención actual, virtual o habitual del candidato, en sentido de que éste debe presentarse libremente, con conocimiento de causa, en la medida de sus posibilidades. Para una recepción fructuosa, se requieren en los adultos 70 las disposiciones morales 71 : la fe y la conversión siquiera imperfecta. Con este fin, la Iglesia había organizado el catecumenado, como ya hemos visto 72 , para que la preparación corra parejas con la iniciación a los misterios. La razón se desprende del significado del bautismo como apartarse de los ídolos, el pecado y las seducciones del adversario. y conversión a Cristo, nuestro Salvador.
baptized for the Dead, Worchester Mass. 1951; M. RISSI, Die Taufe für die Toten, Zurich 1962; K. STAAB, 1 Cor 15, 29 im Lichte der I::xegese der griech. Kirche, en Stud. Paul. Congr. int. cat., 1, Roma 1963, p. 443-450; K.C. THOMI•SON, 1 Cor 15, 29 and Baptism for the Dead, en Stud. Evang., 11, Berlín 1964, p. 647-659. 70. Cf. Inocencio 111, Dz 411 (781). 71. Para los niños, véase el capítulo siguiente. 72. Véase p. 88.
217
CAPÍTULO 111
EL BAUTISMO DE LOS NIÑOS, Y LOS NIÑOS MUERTOS SIN BAUTISMO
Los niños plantean a la teología bautismal dos casos que deben esclarecerse a la luz de las premisas desarrolladas hasta ahora: el bautismo de los niños, corolario de la cuestión del sujeto, y los niño!; muertos sin bautismo, corolario de la necesidad universal del bautismo. Uno y otro problema han experimentado en nuestra época una efervescencia singular.
l.
EL BAUTISMO DE LOS NIÑOS
1
Karl Barth, en una célebre conferencia pronunciada en 1943 2 , puso nuevamente en tela de juicio el bautismo de los niños, al l. La bibliografía acerca de la cuestión es abundante. Citemos: A. BENOIT, Le pro1>/éme du pédobaptisme, cRev. d'hist. et de phi!. re!.• 27 (1948-1947) 132-141; O. CULL"-'""· Le baptéme des enfants et la .doctrine bib/ique du baptéme; J.C. DIDIER, Le hapti!me des enfants dans la tradition de I'E:glise, París-Touroai 1959 (bibl.); Id., Faut-il hapli'lt!r les enfants?, París 1967; J. JEREMIAS, Le baptéme des en/ants ¡;endant le.\ quatre premiers siéc/es, Le Puy 1967, con una excelente bibliografía de B. Hubsch; G.R. BEASLEYMvRRAY, Baptism in the New Te.>tament, Londres 1963, p. 307; J.N. .WALTY, Contro•·•·ne>· au sujet du bapteme des enfants, cRev. des sciences phil. et théol.» 36 (1952) 52-70. 2. La doctrine ecc/ésiastique du baptéme, en cFoi et vie» 47, 1949.
218
Análisis bíblico
que él llama «una herida en el costado de la Iglesia». De esto se siguió una abundante literatura, principalmente en la Iglesia luterana y calvinista. Razones pastorales más aún...que teológicas han dado actualidad al problema en la Iglesia católica. La cuestión del bautismo de los niños exige un análisis bíblico, histórico, teológico y pastoral.
Análisis bíblico.
l.
El Nuevo Testamento no ofrece ningún texto claro que permita afirmar la práctica del bautismo de los niños, y menos aún que inculque la obligación del mismo. Cullmann, que lo admite por razones de teología bíblica, reconoce el balance negativo 3 • Todo lo más, es posible reunir algunos indicios convergentes. como la afirmación de que Pablo bautiza a Estéfanas «y a toda su casa» 4 • Lo mismo sucede con lo que se dice de Lidia «y de los ~uyos» 5 , del carcelero de Filipos y «de todos los suyos» 6 , así como de Crispo '. Es posible que hubiese habido niños entre los bautizados, pero no se dice explícitamente. Cullmann ha querido reconocer el vestigio de un antiguo ritual bautismal comparando el «No impidáis» de Act 8, 36, con Le 18, 16, donde se habla de los niños pequeños. Hipótesis ingeniosa. pero en modo alguno decisiva 8 •
3.. Le bapteme de.f mfants, p. 61-62. 1 Cor l. 16. Act 16, l. 6. Act 16, 33.
4. 5.
1 Cor l. 14. O. CULLMANN, Le bapthne des enfants, p. 63-69. Otros textos alegados: Mt 18. 10; Le 9, 37-43; Jn 3. 5; Act 18, 8; 1 Cor 7. 14. Véase 1ambién el paralelismo con la circuncisión. Col 2. 11; Ef 2. 11. J. Jeremia~ da mucha 7. ~.
importancJa al bautismo de los prosélitos. en el que los niños eran bautizados con su~ raJres, pero la influencia de este bautismo sobre el bautismo cristiano es discutible y dis..:utida; véase anteriorm.:nce. p. 30. J. JEREMIAS. o. c .. 3R-51.
219
2.
Análisis histórico 9 •
Las indicaciones se precisan desde el siglo u. En el año 155 ó 156, Policarpo dice, en el momento de su martirio, que él sirve a Cristo desde hace ochenta y seis años, lo cual deja suponer que fue bautizado durante su infancia 10 • Justino habla de las personas que, según el precepto de Mt 28, 19, se han hecho cristianas «desde su infancia» 11 • En las actas de los mártires, Rusticus, un compañero de J ustino, afirma: «Hemos recibido de nuestros padres esta misma confesión» 12 • Más claro aún es el Adversus haereses n: «En efecto, Jesús vino a salvar por sí mismo a todos los hombres~ a todos aquellos, digo yo, que por él han renacido en Dios: niños de pecho (infantes), chiquillos, jóvenes y personas de edad.» Es difícil no ver aquí una alusión al bautismo. En el siglo m, los textos son tan claros y tan numerosos en Alejandría, en Cartago y en Roma, que el bautismo de los niños ya no ofrece ninguna duda 14 • Cipriano y Orígenes son los más explícitos a este respecto. Orígenes afirma incluso que la institución es de origen apostólico 1J. Cipriano critica a quienes, so pretexto de imitar la circuncisión judía, esperan al octavo día para bautizar 1 ". Las inscripciones funerarias del siglo m, y tal vez del u, aportan una confirmación suplementaria 17 • La Tradición Apostólica'", que atestigua el bautismo de los niños, ofrece una precisión respecto a la edad: «Si pueden responder por sí mismos, que respondan; si no pueden, que sus padres o 9 El informe má!) manejable y más completo es el reunido por J.C. Dma:R, Le bapl¡;me des en.fants, París 1959. 10. Martyre de Pol}·carpe, en L'Empire et la croix. p. 161. 11. Apología, 15, 6. PG 6, 350. La phi/o.wphie passe au Christ, p. 44. 12. En L'Empire et la croix, p. 173. 13. Adv. lwer., 11. 22, 4. PG 7, 783-784. 14. Textos reunidos en J.C. DJDJER, o. c., p. 16-17. 15. l11 Rom, v, 9. PG 14, 1047. Otros textos en DIDJER, o. c., p. 22-26. 16. Ep. 59 (64), 4. PL 4, 1017. Véase también De /apsis, 9. Ibid., 473, Tesrimo11ia, 111. 25. !bid., 781. En DIDilR. o. c .. p. 45-53. 17. TexJos en J.C. DIDJER, o. c., p. 45-53. 18. Trad. ap., 16, 4.
220
Cuestión teoltígica
alguien de su familia responda por ellos.» En este último caso, se trata de niños pequeños. El siglo IV presenta la paradójica situación del reconocimiento del bautismo de los niños al mismo tiempo que la tendencia, por un entibiamiento del fervor, a retardar el bautismo hasta la hora de la muerte. Los capadocios protestaron frecuentemente contra esta práctica 19 • Agustín 20 , cuyo testimonio domina en lo sucesivo a todo Occidente, toma argumento en el bautismo de los niños para afirmar la universalidad del pecado original. Lo cual implica la necesidad y la urgencia del bautismo de los niños, que la escolástica se esforzó en motivar teológicamente 21 y que el magisterio ha enseñado indefectiblemente 22 •
,
.
3.
Cuestión teológica
23
•
El fundamento teológico, desde Agustín, del bautismo de los niños se basa comúnmente en la universalidad del pecado original. El paralelismo juega de una y otra parte tanto para la transmisión del pecado ajeno 24 como para la gracia, transmitida por la fe de los padres o de la Iglesia. Agustín pone de relieve en el bautismo la primacía de la acción del Espíritu y de la Ecclesia Mater. Por válida y tradicional que sea esta argumentación, al menos 19. Algunos ejemplos en Le bapteme. p. 95, 99 (Basilio), 117-128 (Gregorio de Nacianzo), 172-173 (Juan Crisóstomo) 20. Además de lo que hemos dicho antes, véanse otros textos en J.C. DIDIER, o. c., p. 55-115. Del mismo autor. Saint Augustin et le bapteme des enfants, en cMémoire Bardy, Revue des études augustiennes» 1956, p. 109-120. 21. Véase A. LANOORAF, Kindertaufe und Glaube in der Frühscho/astik, cGregorianum• 9 (1928\ 337-372; 497-543. 22. ll concilio de Milevi, can. 5, Dz (219). Concilios de Gerunda en el año 517, can. 5; de Braga. en el 572, can. 7. Véanse también IV concilio de Letrán, Dz 430 (802); concilio de Trento, Dz 868 (1625), 869 (1626). Véase la respuesta del Santo Oficio a Mons. Weber, cLa Maison-Dieu» 56 (1958) 162-163. Acerca de la interpretación del quamprimum. DC 770; véase P.M. Gv, Note sur le bapteme des enfants, cLa Maison-Dieu» 32 (1952) 124-128. 23. Véase J.C. DIDIER, Le baptéme des enfants. Considlrations thlologiques, cL'Ami du clergé» 76 (1966) 157-159; 193-200; 326-333; 497-506. 24. Serm., 294, 12. PL 38, 1342
221
El bautismo de los nitios
en Occidente. la doctrina del pecado original parece haber ocultado a Agustín, sobre todo desde la controversia antipelagiana, toda la dimensión de la cuestión, y más particularmente 25 el significado positivo de la salvación y del bautismo. Para respetar la perspectiva del designio de Dios, esbozada por la recapitulación de lreneo, y poner a Cristo, y no al pecado, en el centro de la historia, hay que partir de la salvación para explicar el pecado y no invertir el · problema""· , Importa, pues, establecer el bautismo de los niños sobre una base más amplia y darle su pleno significado en la economía de la salvación. l. La Revelación afirma incesantemente la primacía y la anterio- , ridad del Dios que llama, frente al hombre que, mediante la fe, , le responde. La llamada de Dios es siempre anterior; es el fundamento que provoca y trae la fe. Dios llama a todo hombre a la salvación, y su llamada no está en modo alguno condicionada por la confesión del hombre. El niño, creado a imagen y semejanza divina, es llamado a la salvación y llevado por la gracia de Dios, desde su nacimiento, cualquiera que sea su respuesta. Su existencia se inscribe en una economía en la que el orden de la creación es. figura y profecía del orden de la salvación, en la unidad del mismo designio de Dios. Por tanto, depende de la jurisdicción del nuevo Adán. 2. Además, el niño no es un ser aislado: se sitúa en el interior de una comunidad, es esencialmente un ser social, desde su nacimiento. Nace en una familia, que por el sacramento del matrimonio no solamente está integrada en el pueblo de Dios sino que recibe una misión de la Iglesia, para el servicio de la Iglesia en el mundo. Incorporado al pueblo de Dios, el hogar cristiano le prepara nuevos miembros. El dinamismo de la fe de los padres, la toma de con25. Bien es verdad que Agustín, desde 410, defiende su tesis: Ep. 98. PL 33, 360-364. en l.C, DIDIER, Le bapteme d~s enfants, p. 61-69. 26. A, HAMMAN, Le mystere du salut, p. 124.
222
Cuestión teológica
ciencia de su mision, deben disponerles a recibir al nmo como venido de Dios para ser conducido hacia él. En esta perspectiva, el bautismo del niño expresa esa misión y esa responsabilidad, y dispone desde el umbral al niño a descubrir y a compartir la fe en una confesión personal, término de toda la educación cristiana. 3. Para los padres, como para la Iglesia, el niño tiene desde su nacimiento su lugar señalado en la obra de la salvación, pertenece a la humanidad que Cristo ha llevado al calvario para hacerla nacer a la vida de Dios. El bautismo es ratificación de esta gracia ya realizada. Bautizar a un niño, para la Iglesia como para unos padres cristianos, es en primer lugar confesar esta verdad fundamental, que no es ante todo respuesta, sino gracia, descubrimiento y participación de una misma fe. Bautizar a un niño es situarlo concretamente en la comunidad cristiana. rodearlo y sostenerlo con la fides Ecclesiae, la comunión de los santos, en la que la fe de los miembros se apoya en la fidelidad colectiva. Karl Barth mismo ha bautizado a sus propios hijos, . aunque haya escrito lo que quiera que sea acerca de la cuestión. 4. Bautismo y fe están ligados, pero la fe sigue y supone la gracia de filiación que es dada. El camino que conduce a la fe adulta es largo, porque la andadura no depende únicamente del desarrollo del espiritu sino de la conversión del corazón. La fe vivida y compartida de los padres debe facilitar este despertar y sostener la andadura, que es obra de larga duración pero que no puede ser aplazada. El comprometimiento del bautizado es una empresa peligrosa, incesantemente renaciendo, una conversión no hecha de una vez para siempre, sino constantemente por reanudar. San Francisco oró en su lecho de muerte para empezar una verdadera conversión. Algunas concepciones demasiado ideológicas conseguirían esclarecerse a la luz de la experiencia espiritual de la Iglesia y de sus santos.
223
El bautismo de los niños
Por tanto, se puede concluir que, teológicamente, el bautismo de los niños de familias cristianas no debería constituir ningún problema para la Iglesia ni para los padres. Si hay problema, éste proviene de una antropología mal integrada en la economía cristiana de la creación y de la salvación.
4.
Problema pastoral.
El problema pastoral se plantea en función, no de la gracia ontológica, sino de la gracia concebida como «una vida, una simiente que debe crecer» en un medio favorable. Si este medio falta, la formación cristiana corre grave riesgo de presentarse como una tarea desesperadamente irrealizable. Y habrá que preguntarse si, en esas condiciones, no convendría más, salvo el caso de peligro de muerte, esperar a la aparición de la personalidad en el niño para admitir a éste en el bautismo.
II.
LOS NIÑOS MUERTOS SIN BAUTISMO z·;.
Caso particular derivado de premisas más generales, la salvación de los niños muertos sin bautismo sigue siendo una de las cuestiones más oscuras, en virtud de las incógnitas que la componen 27. La cuestión ha sido muy estudiada: J. BELLAMY, art. Sort de\· enjant.\ morts .sanY baptéme, DTC, 11, 364·378; E. BouoEs, Ré/lexions sur la solidarité des hommes avec le Christ, o:Nouv. Rev. Théol.» 71 (1949) 599-605; P.B. CARRA DE VAux-SAINT-CYR. Enfant.< morts sans bapteme, cLumiere et Vie» 18 (1954) 73-100 (bibl. p. 98-99); P. GUMPEL, Unbaptized lnfants: may they be saved?, cDownside Review» 72 (1954) 342-358; C.V. HÉRI~. Le sa/ut de.< m/ants morts mns baptem~. «La Maison-Dieu» lO (1947) 86-105; CH. JouRNET, La vo/onté divine salvi/ique. sur les petits en/ants. París 1958; M. LABOURDE1TE. Probli-mes d'eschatologie, cRevue Thomiste» 54 (1954) 662-675; H DE LAVALETn:. Autour de la que.•tion des en/ants morts sans bapteme, cNouv. Rev. Théol.o 82 (1960) 56-69; L. LAURANc•. Esquisse d'une étude sur le .~ort des enlants mo,.ts sans baptéme. cAnnés théologique» 12 (1954) 145-186; A. MICHEL. En/ants morts sans /Japteme, París 1954; L. RENWART, Le baptéme dl?s enlants et les limbes. A propos d'un document pontifical récent, cNouv. Rev. Théol.» 80 (1958) 449-467 (bibliografía analizada); W.A. VAN Roo, lnfants d}·ing wilhout Baptism, cGregorianum» 35 (1954) 406-456. Véase también la bibliografía cDownside Review» 72 (1954) 359-390 y 73 (1955) 317-346; cNouvelle Revue Théologique» 71 (1949) p. 589.
224
Datu de la L:.lcnrura
y de las sobrevaloraciones de que ha sido objeto. Conviene, para mayor claridad, ofrecer un resumen histórico del problema teológico, antes de sacar prudentemente unas conclusiones.
Dato de la Escritura.
l.
Un primer texto lo proporciona la primera epístola a los Corin· tíos (7, 14c), donde san Pablo trata de los niños nacidos de un matrimonio mixto (pagano con cristiana o viceversa). El Apóstol aplica aquí el principio de que «si la raíz es santa, las ramas lo son también». De la santidad de los hijos nacidos de un cónyuge cristiano, incorporados como él y por él al cuerpo de Cristo, santidad reconocida como evidente. deduce la santificación del cónyuge no ;¡¡ ·¡F, ;1: !·· ,1,' cristiano. ·¡
Pues el marido pagano queda santificado por su mujer; y la mujer pagana, por el marido creyente; de otra manera, vuestros hijos serían impuros, cuando en realidad son santos 2 B.
Este texto parece afirmar la integración, de derecho, en el pueblo de Dios, de los hijos nacidos siquiera de un cónyuge ere· yente, sin que se haga mención del bautismo. Esta exégesis, admi· tida por muchos exegetas modernos, es la de numerosos Padres latinos y griegos, particularmente de aquellos que se han aplicado al sentido literal, como Jerónimo y la escuela de Antioquía 29 • Ya se ha hecho mención de otro texto de la misma carta (15, 2), más oscuro aún, que relata la costumbre de recibir el bautismo en provecho de los muertos. Pero parece que esos muertos son cristianos 30 • Más tarde; el m concilio de Cartago (397) prohíbe admi· nistrar el bautismo a los muertos. Otro argumento a pari deriva también de la Escritura. Si los 28. 29.
1 Cor 7, 14.
De anima, 39, 4. PL 2, 718; JERÓNIMO, ep. 8S, 2. PL 22, 754; In 1 Cor, hom. 19, 3. PG 61, 1S4-1S6. Véase p. 216, n. 67.
TERTULIANO,
CRISÓSTOMO,
30.
225 Hamman, Bautismo 15
JUAN
El bautismo de los niños
hijos de padres cristianos no estuvieran santificados por la fe de los padres, la situación de la nueva alianza, en vez de universalizar la salvación, sería más restrictiva que el Antiguo Testamento, en el que los hijos eran integrados en el pueblo de Dios por la fe de los padres. Finalmente, en contra del argumento a fortiori de la epístola a los Romanos (Rom 5, 20), la caída del primer hombre sería más universal que la salvación del nuevo Adán, y el paralelismo operaría en favor de la economía del pecado, y no de la gracia.
2. Historia de la cuestión. · La cuestión fue suscitada por la controversia pelagiana. Los pelagianos, que negaban la caída original, basaban el bautismo de los niños, no en la desaparición del pecado original, sino en el don de la felicidad de Dios. En cuanto a los niños muertos sin bautismo, distinguen un estadio intermedio entre el reino de Dios, cuyas puertas abre el bautismo, y la vida eterna, a la que esos niños pueden aspirar. Agustín, antes de la controversia pelagiana se inclinaba también por un estadio intermedio 31 • Frente a los pelagianos, cambia de opinión, rechaza toda forma intermedia y condena a los niños muertos sin bautismo al fuego eterno del infierno 32 • Una parte de la enseñanza agustiniana se ve confirmada por el concilio de Cartago del año 418, aprobado por el papa Zósimo, quien condena, con pena de anatema, la afirmación de un lugar intermedio entre el cielo y el infierno. «El que no esté a la derecha, estará inevitablemente a la izquierda» 33 • Este canon incómodo, cuya autenticidad está fuera de duda, parece al mismo tiempo, por anticipación, destruir la teoría de los limbos. La tesis agustiniana 31. De libero arbitrio, 111, 66. PL 32, 1303, anterior a su episcopado. 32. De pec. merit., 1, 21. PL 44, 12Q; Contra Ju/ian., IV, 26; v, 44. PL 44, 7S1; 809; Enchlrldlon, 93. PL 40, 27S; epist. 166, 10. 16, 21, 2S PL 33, 72S-731; C. duas t'pist. Pe/., u. 6. PL 44, S78; Opus imp., I, SO, 130. PL 45, 1072; 1129; De civ. Dei, XXI, 25, l. PL 41, 741. 33. Dz 120 (224).
226
Historia de la cuestión
pesa gravemente sobre la ideología occidental 34 , en tanto que la teología griega siempre había formulado unas alegaciones más reservadas 33 • Los teólogos de la escolástica se esforzaron en suavizar en este punto, así como en la doctrina de la caída humana, las tesis agustinianas. Tomás ~ 6 y Buenaventura 37 descartan de la suerte de los niños muertos sin bautismo todo sufrimiento y toda pena. Inocencio m toma posición y responde al arzobispo de Aries: «La pena del pecado original es la carencia de la visión de Dios, y la pena del pecado actual los sufrimientos de la eterna gehenna» 38 • Lo cual se convirtió en la posición común en la enseñanza. Los maestros de la escolástica evocan prudentemente como posibilidad de salvación, además del bautismo de agua y de sangre, una disposición especial de Dios. Cayetano hizo resaltar la cuestión al tomar posiciones nuevas. Antes de él, Gabriel Biel había emitido la opinión de que no es imposible que Dios «haya constituido algunos remedios que permanecen en su solo poder y de los que hace uso para santificar sin remedio exterior a aquellos a quienes quiere salvar» 39 • Cayetano pulió esta posición y le dio un esplendor nuevo. Su mérito es, ante todo, haber puesto de relieve la fe dentro de la salvación; en el caso de los niños, se trata de la fe de los padres. Ésta fue el remedio propio para la salvación en la antigua ley. ¿Y por qué no habría de serlo, y a fortiori, hoy? «Por eso ahora, cuando al niño le falta el medio propio de la salvación, es decir, el bautismo, la sola fe de los padres basta para asegurar la salvación del niño» 40 • 34. FULGENCIO DE R., De fide ad Pet., 27, 68. PL 65, 705; JERÓNIMO, Dial. adv. Pe/ag., 111, 17. PL 23, 586-587. 35. Gregario Nacianceno dice: «Las almas de los nifios que mueren antes del bautismo sin pecado no serán ni recompensadas ni castigadas.» Orat. 40, 23. PB 36, 389. Gregorio Niseno va más allá: afirma que los nifios empezarán a gozar en la meJida de su poder de participación en Dios. De in/antibus qui praemature moriuntur. PG 46, 161-192. 36. De malo, 5, 1-5; S. Theo/., 111, 1, 4. 37. Brevil, 111, 5. 38. Dz 410 (780). 39. IV sent., d. 4, q. 2, dub. 2. En HÉRIS, cLa Maison-Dieu» p. 90. Véase también P.TH. CAMELOT, Le baptéme et la con/irmation, en Somme Théo/., París 1956, p. 382-388. 40. In S. Theol., 111, q. 63, art. 2 y 11.
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El bautismo de los niíios
Considerando el caso de los niños que mueren en el seno de su madre, Cayetano dice más adelante: Los niños que mueren en el seno materno pueden, sin embargo, ser salvos, como hemos dicho anteriormente acerca de los niños a los que es imposible administrarles el bautismo. Pueden ser salvados, digo, por el sacramento del bautismo, recibido no realmente, sino en el deseo de sus padres, con una bendición del niño, y la ofrenda de ese niño a Dios, con la invocación de la Trinidad.
El razonamiento de Cayetano está lleno de sensatez. Es razonable que Dios provea en su misericordia a la salvación del niño «en cualquier estado natural». Denunciado al concilio de Trento, Cayetano fue defendido por Seripando, cuya argumentación se basó en la comparación con la antigua alianza. La economía cristiana no puede hallarse en postura menos favorables que la judía. El asunto fue archivado 41 • Desde entonces, teólogos y autores piadosos se han orientado hacia otra solución: la existencia del limbo, que sería un lugar intermedio entre el cielo y el infierno. Las objeciones formuladas contra el limbo pueden reducirse a tres: carencia de todo fundamento escriturario, decisión dogmática del concilio de Cartago que descarta todo lugar intermedio, y dificultad de integrar una felicidad «natural» en una economía de la salvación que, por definición, se extiende a toda la creación histórica. Ante estas dificultades, una vía llamada «liberal» busca una solución que tiene en cuenta, a la vez, la voluntad salvífica universal de Dios y la necesidad obligatoria del bautismo. Una hipótesis varias veces emitida consiste en admitir para los niños mismos una elección final, situada en el momento «que inaugura el nuevo estado y cierra el estado anterior», dado que nadie admite que, en la eternidad, los niños estén privados del uso de la facultad espiritual 42 • 41. Véase el discurso de Plo xu a las comadronas, cDocumentation catholiquC» 2 de febrero de 1951, p. 1480. 42. Exposición matizada y enfoque benevolente de los diversos ensayos por L. REWART, Le baptemc des enfants et les Umbes, cNouv. Rcv. Th¿ol.» (1958) 449-467.
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CONCLUSIÓN TEOLÓGICA Y PASTORAL.
Principios de solución. l. En primer lugar hay que distinguir netamente el problema de los niños nacidos de padres cristianos. Es difícil no admitir el valor in voto de la fe de sus padres; de lo contrario, la alianza del amor estaría en inferioridad respecto a la de la Ley. La doctrina paulina del matrimonio, participación en el misterio de Cristo muerto y resucitado, parece integrar de derecho al cónyuge infiel y a los hijos en el pueblo de Dios •a. En el plano de la fe, que es el que nos interesa aquí, los hijos de un matrimonio cristiano, ¿acaso no son los hijos de la gracia al mismo tiempo que de la carne? 2. En cuanto al caso de los niños de familias infieles, el dilema consiste en conciliar la voluntad salvífica de Dios, el valor universal de la redención y la necesidad universal del bautismo. Por justas que sean estas dos tesis, no son del mismo orden: una concierne a Dios y a la revelación que él nos ha hecho del designio de salvación, y la otra al hombre y a la pedagogía de su salvación. Siempre existe desproporción entre la primacía de la llamada gratuita de Dios y la respuesta del hombre. Querer limitar la salvación universal del hombre, apoyándose en los deberes de éste, parece una grave inversión de las perspectivas bíblicas y una negativa a reconocer que Dios instituye el orden sacramental para el hombre, sin estar ligado a él. 3. Toda solución acerca de los nmos muertos sin bautismo debe respetar diversas certidumbres dogmáticas: a) La economía cristiana no puede ser concebida como res43. «Ciertamente existen fundamentos para testimoniar esta esperanza ante los fieles que nos prq¡untan a este respecto», observa F. Haarsma, Heilsmoge/likheden voor het ongedoopte Kind?, cNederlandse Katholieke Stemmen• S4 (19S8) p. 43.
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Principios de solución
trictiva, respecto a la antigua alianza, ni en los medios ofrecidos ni en las exigencias impuestas. Basta con remitirse a la teologia paulina. b) La voluntad salvífica de Dios, la universalidad de la redención, serían una añagaza si Dios ofreciese el fin sin los medios, siquiera fuese a una sola persona, y a fortiori cuando se trata de toda una categoría de seres. e) La economía cristiana hace participar a todo hombre -en virtud de la solidaridad que liga a Cristo a toda la humanidad concreta, y a toda la humanidad histórica a Cristo - en la gracia de la salvación. Por tanto, la exclusión no puede provenir sino de un acto libre y deliberado del hombre. El modo de esta aplicación, particularmente en el caso de los niños muertos sin bautismo, escapa a nuestro entendimiento. Esto no es una razón para negar su salvación, y menos aún para urdir 1 unas hipótesis incompatibles con el misterio de la ternura divina y por lo mismo fautoras de escándalo.
230
CAPÍTULO IV
EL BAUTISMO, FUNDAMENTO DEL ECUMENISMO 1
La historia teológica del bautismo ha mostrado que frecuentemente se ha planteado la cuestión del sacramento recibido fuera de la Iglesia católica. El donatismo. sobre todo, obligó a san Agustín a precisar la validez, la legitimidad y la eficacia de los sacramentos administrados por los disidentes ~. El cometido y la importancia del bautismo, como incorporación a Cristo, no ha escapado a nadie que haya participado en el trabajo ecuménico. Un largo esfuerzo de reflexión ha permitido una maduración teológica 3 que ha hallado su expresión en los textos conciliares del Vaticano II. En ellos encontramos una voluntad no solamente de expresar de manera positiva la importancia del l. C. DAvts, La foi et les /reres séparés, en lntroduction au mystere chrétlen, cLu· mierc ct foi», 17, París 1965; C.J., Les voles de l'unltl chrétienne, US, 26, Parls 1954; J. LAFONT, L'appartenance fondamentale d /'Eg/ise catiJo/lque, en L'Eglise en marche, Puís 1964; E. LAMJRANDE, dstina• JO (1964) 25-58; K. RAHNER, Escritos de Teologla, JI, La incorpo•·ación a la Iglesia según la Enclclica de Plo XJI cMystici corporis Christi», Taurus, !\fadrid '1967, p. 9-97; L. RICHARD, Une these fondamentale de /'oecumenisme: le baptime, incorpora/ion visible d /' Eg/ise, cNouvclle Revue Théoloaique» 74 (1952) 485-492, recoaido en Dieu est amour, Le Puy 1962, p. 157-166. 2. Anteriormente, p. 147-149. 3. Para convencerse de ello basta con recurrir al articulo, en cieno modo profético del Vaticano JI, publicado por L. Richard y citado en la nota J.
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El bautismo, fundamento del ecumenismv
bautismo para todos los cristianos, sino también de considerar la situación, tanto de los individuos como de las comunidades cris· tianas, en la Una sancta.
l.
RESlTMEN HISTÓRICO.
Los textos escriturarios nos han mostrado que «bautismo cristiano e incorporación a la Iglesia son indisociables» •. El bautismo es desde su origen el bautismo que incorpora a Cristo y por el que se constituye el Israel nuevo, la Iglesia 5 • Los textos paulinos, ya analizados, son daros y formales. El Apóstol escribe a los fieles de Corinto: «Pues todos nosotros... fuimos bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo... Ahora bien, vos· otros sois el cuerpo de Cristo» 6 • La epístola a los Romanos liga de modo indisoluble bautismo e incorporación a Cristo: «¿No sabéis que cuantos fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo ... ?» Y añade: «Por medio del bautismo fuimos juntamente con él sepultados en su muerte... » 7 • Por tanto, es justo deducir de la teología paulina que, pese a las diversidades y divisiones de las Iglesias, en Cristo la unidad está ya dada y realizada 8 • En el bautismo, Cristo aparece como el centro animador, el único principio de vida de todo~ aquellos que han renacido en el bautismo de regeneración. Para todos, el rito bautismal es el sacramento de inserción en el cuerpo de Cristo. La unión al Cristo personal es, pues, lo primero y la condición de la unidad comunitaria. Aquí se plantea una cuestión que ya se planteó y fue discutida en el curso de los siglos cristianos: ¿La incorporación a Cristo significa incorporación a la Iglesia visible? Más particularmente: ¿el bautismo administrado en las Iglesias ortodoxas, en el anglica.C. '· 6. 7. 8.
L. RICHAJlD, J. c., p. 1'9 (citamos Di~u est amour). Cf. Act 2, 36-41. 1 Cor 12, 13, 27. Rom 6, 1·11. H .. KONG, lA Irleslll, Barcelona 1969, p. 341.
232
Resumen histórico
nismo, en las comunidades surgidas de la Reforma, incorpora verdaderamente a la Iglesia, una, santa, católica y apostólica? Acerca de esta cuestión, la posición de la Iglesia se ha clarificado, gracias al trabajo ecuménico. Ya hemos visto cómo la antigüedad cristiana fue abandonando progresivamente la rígida posición de Cipriano, quien declaraba nulo, y por tanto sin efecto. el bautismo recibido o dado en un grupo disidente 9 • La concepción que el obispo de Cartago se hacía de la Iglesia y de los sacramentos era demasiado jurídica y demasiado estrecha. Roma, por fidelidad a una concepción tradicional más amplia, no la siguió en este punto. San Agustín mostró que la gracia venía de Cristo, por mediación de la Iglesia: Christus est qui baptizat w. Los sacramentos, y más especialmente el bautismo, incluso dentro de los grupos disidentes. siguen siendo los sacramentos de la Iglesia: «Una es la Iglesia,. la única que es llamada católica. Y todo lo que se halla en las "comuniones" de las diversas comunidades separadas de ella, ella Jo produce y no las otras» 11 • La Edad Media permaneció fiel a la enseñanza de Agustín. San Alberto Magno repite tras él la frase del salmista, Sal 84, 4: El pajarillo encuentra una morada, y un nido la golondrina para sus polluelos, para aplicarla a los sacramentos practicados en las comunidades disidentes: «El nido de la Iglesia son los sacramentos, y tales nidos no son cosa de los herejes; por eso, cuando los herejes ponen en ellos a sus pequeñuelos, los ponen en la Iglesia, y no fuera de ella» 12 • Esta enseñanza se halla de nuevo, en el curso de la historia, primeramente frente a las Iglesias orientales, que se separaron en bloque, y con matices ante las comunidades surgidas de la Reforma. El decreto de Eugenio IV Pro Armenis, de 1439, dice: «Por Vóanse las p. 107-108. 10. Ver p. 148. 11. De baptümo contra Donati.\la.\, 1, 14. PL 43, 117. 12. 111 Senl. d. 6, c. l. 11, ed. Borgnet, 29, 119. Citado por Y. CoNtiAk, Chrétiens dé.wnis, París 1930, p. 288. Trad. esp. Cristiano., dt!sunidos, Verbo Divino. Estella 1967. Afiádanse a las 1 eferencias del padre Cangar otras que él ha tenido a bien comunicarnos: ALGER DE LIHA. PL 180, 842; LoMBARDO, PL 191, 789; Bui·NAVI.NTUNA. IV S
233
El bautismo, fundamento del ecumenismo
el bautismo, puerta de la vida espiritual, nos convertimos en miembros de Cristo y del cuerpo de la Iglesia» 13 • El concilio de Trento es más explícito aún: «Si alguno dijere que el bautismo otorgado por los herejes, con intención de hacer lo que hace la Iglesia. no es un verdadero bautismo, sea anatema» 14 • El sentido de «hacer lo que hace la Iglesia» ha dado origen a discusiones 15 • Los teólogos han dado a esta cláusula una interpretación amplia y generosa, concediendo a todo bautismo un juicio previo favorable. En el debate se ha citado frecuentemente una toma de posición de Benedicto XIV, en el breve Singulari nobis, de 1749: «Aquel que recibe de un hereje el bautismo según las normas, se convierte por ello mismo en miembro de la Iglesia» 10 • Igual afirmación en León XIII, encíclica Annum sacrum del 25 de mayo de 1899 1 '. Y el Derecho canónico dice otro tanto: «Baptísmate horno constituitur in Ecclesia Christi persona» 18 • Más próxima a nosotros, la encíclica Mysticí corporis vuelve sobre la cuestión. Sus afirmaciones han sido viva y diversamente interpretadas. He aquí el texto esencial: «sólo son contados entre los verdaderos miembros de la Iglesia quienes han recibido el bautismo, profesan la fe verdadera y no se han separado ellos mismos desgraciadamente del conjunto o están separados de la autoridad legítima por la desgracia de los acontecimientos» 19 • La encíclica niega, pues, el nombre de «miembros» a los cristianos no católicos. Karl Rahner, en un largo estudio relativo a la encíclica, deduce de ella la no pertenencia a la Iglesia visible de las comunidades disidentes, pese a su bautismo 20 • El cardenal Bea, ligado a la génesis del texto pontificio y de los decretos conciliares, toma posición por una interpretación más amplia: se niega, de conformidad con «el lenguaje de la Iglesia, desde los santos padres hasta el derecho canónico», a poner en la misma situación eclesial a «herejes» y cismáticos, simplemente materiales y formales. 13. 15. 16. 18. 20.
14. Dz 860 (1617). Dz 696 (1314). Acerca de la expresión, véase cParole et mission» 22 (1963) 421425. Dz 1470 (2567). 17. Dz (3350). Can. 87. 19. Dz 2286 (3802). Art. cit. (nota 19), Escritos de Teología, 11, p. 22·23.
234
El concilio Vaticano JI
El cardenal Bea afirma rotundamente ya en 1963, antes de los documentos conciliares, que los hermanos de las comunidades separadas «son en virtud del bautismo, súbditos y miembros de la iglesia; y este efecto del bautismo no es suprimido por la herejía o el cisma. Esta pertenencia es el mínimo requerido para que el lenguaje que la Iglesia emplea respecto a ellos sea verdadero: pues, ¿cómo podría llamarlos "hermanos", incitarlos a "volver" a ella, si ellos nunca han pertenecido visiblemente a la Iglesia? ¿Cómo podría decir que no es para ellos una casa extraña, sino su casa. considerando así que ellos no escapan a su amor maternal?» 21 • Antes del Vaticano 11, al abrir los trabajos preparatorios, Juan xxm reafirmaba el mismo punto de doctrina: «Todo bautizado debe mantener firmemente este punto capital: que la Iglesia sigue siendo por siempre el cuerpo místico cuya cabeza es Cristo y al que cada uno de nosotros los creyentes se remite, al que todos pertenecemos» 22 • Esta insistencia del papa en todos los bautizados, lo mismo que en el texto del cardenal Bea, se dirige precisamente a los hermanos separados, y es una preparación y un anuncio del concilio Vaticano 11.
IJ.
EL CONCILIO VATICANO 11
23
•
La orientación ecuménica del Concilio había de conferir a la cuestión una importancia nueva y, a la vez, hallarle una respuesta constructiva que precisase y clarificase la posición doctrinal de la Iglesia católica. Dos textos estudian el lugar de los no católicos en la Iglesia: la constitución dogmática Lumen gentium y el decreto Unitatis redintegratio. Los decretos conciliares. que rebasan las categorías clásicas de «cismáticos y herejes de buena fe», tienen el doble mérito de 21.
Le catlw/ique face au probli>me de l'unité de,· chrétiens, en Pour l'rmité tll'.'i chréParís· 1963, p. 26. 22. cOsservatore Romano» 14-15 de noviembre de 1~60. p. 2. en A. Be:~; l. c. 23. Véanse además los comentarios de los textos con~ilares, mi loe., J. RAUM. La realidad t'Ciesial de la.> otra.\ Iglesias. cConcilium» 4. p. 66-X9. IÍe!IS,
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El bautismo, fundamento del ecumenismo
abordar con realismo las confesiones cristianas no católicas, en su entidad, como comunidades, incluso como Iglesias («christianae communiones» 2 \ «Ecclesiae vel communitates ecclesiasticae») 25 , y definir el estatuto de las mismas en la Iglesia, no en función de lo que no son, sino de lo que son por su bautismo. El primer esbozo se encuentra en la Lumen gentium. Esta constitución inserta, entre los catecúmenos y los no cristianos, un parágrafo consagrado a los cristianos bautizados «que no profesan la fe íntegra o no conservan la unidad de la comunión que preside el sucesor de Pedro» 26 • Por medio del bautismo se nos dan tres elementos que constituyen la incorporación a la Iglesia: el Espíritu Santo, la unión a Cristo y la salvación. La constitución pone particularmente en evidencia la situación privilegiada del bautismo y la unión con Cristo que el sacramento realiza. El decreto sobre el ecumenismo recoge la misma cuestión para elaborar teológicamente el lugar de los no católicos en la Una sancta. De entrada, explica el cometido constructivo del bautismo para todos los cristianos: ',;.· ··t
Aquellos que creen en Cristo y han recibido válidamente el bautismo hallan en una cierta comunión, si bien imperfecta, con la Iglesia católica. Justificados por la fe recibida en el bautismo, incorporados a Cristo, llevan con todo derecho el nombre de cristianos, y los hijos de la Iglesia católica los reconocen con razón como hermanos en el Señor 27. ~e
El decreto reconoce, pues, que existen, entre quienes están «plenamente incorporados al único cuerpo de Cristo», unos grados de comunión. Y afirma entre las diversas comunidades una «comunión menos total pero, sin embargo, real e importante» 28 • Ésta 24. Unitatis redinregratio, l. 25. Lwnen Gentium. 15; Uuitalis redintef{ratio, 3, que re<:uerda la Jaraa tradición que da a los ortodoxos el nombre de Iglesia: IV, concilio de Letrán. 11. concilio dt: Lyón. ccnci lio de Florencia. 26. Lumen gentium, 15. 27. Unitatis redintegfatio, 3. El decreto remite al concilio de Florenda, H." sesión (1439). decreto Exultare D•o, Dz 696 (1314). Véase también. A<;usTIN. Enn. in P.l". 32. tt. 29. PL 36, 299. 28. Comtnentaire in Lumtn Genlium. por dom Butler, Unam .'>anctam. 51. p. 659.
236
El concilio Vaticano 11
constituye no solamente, entre todos los bautizados, una real fraternidad, sino, de hecho, con las mismas palabras del decreto. «Unos hijos que pertenecen a la Iglesia por el bautismo». Lo cual hace decir a Hans Küng: «Y si esas Iglesias -cosa que nadie impugna- bautizan válidamente en su nombre, ¿en qué ekk/esia se incorporarán los bautizados, sino en la suya, la ekklesi11 una, en qué cuerpo, sino en el suyo, en el cuerpo uno de Cristo?» 29 • De ello deduce dom Butler lo siguiente: «Por tanto. cuando nos encontramos con un bautizado no católico, no solamente nos encontramos con nuestro hermano, no sólo con un hijo de la Iglesia, sino, en cierto modo, con la Iglesia presente y activa, más allá de los límites visibles de la "comunión perfecta"» 30 • Desarrollando más los valores comunes, el mismo decreto sobre el ecumenismo define las dos dimensiones del bautismo: nuevo nacimiento para participar en la vida de Dios y «vínculo sacramental entre todos aquellos que son regenerados por él» 31 • Y reconoce que el bautismo no es más que el umbral de una nueva existencia, tanto para el individuo como para las comunidades. El bautismo no es más que «el comienzo y el punto de partida, pues tiende íntegramente a la adquisición de la plenitud de la vida en Cristo»; por tanto, está destinado a la profesión completa de la fe, a la incorporación integral en la institución de la salvación, tal .como Cristo la ha querido, y finalmente a la «plena inserción en la comunión eucarística» 32 • Si ningún texto conciliar emplea la palabra «miembro» para los cristianos no católicos, es para no contradecir la encíclica Mystici corporis. Hay que advertir que ésta y el decreto se mueven en aires diferentes. Ambos textos identifican el cuerpo místico de Cristo con la institución visible de la Iglesia, pero el decreto muestra, a nivel teológico, que, en la unidad de Cristo, los dos aspectos, espiritual e institucional, «se encuentran de modos diversos, en 29. 30. 31. 32.
H. KONG, La Iglesia, p. 342. L. c.. p. 662. Unitatis rt>dintegratio, 22. lbid.
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El bautismo, fundamento del ccumenismu
situaciones también diversas, según el grado de mayor perfección de nuestra incorporación a Cristo» 33 • Todo esto permite a doro Butler 34 concluir que la pertenencia a la Iglesia por el bautismo es una afirmación conciliar que no puede ser rechazada sin caer en un error grave.
CONCLUSIÓN.
La unidad entre todos los bautizados aparece al término de este análisis en una situación de tensión entre su enraizamiento en Dios y en Cristo y su realización temporal, entre los hombres y las comunidades que, por encima del pecado que fracciona, tratan de realizar su nueva unión. En cierto modo, es dentro de esta situación donde se presenta el movimiento ecuménico. En el plano teológico, es cierto, pues, que todo bautismo cristiano, aun conferido en una Iglesia o comunidad no católica, incorpora visiblemente al cuerpo de Cristo y a la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, aporta la gracia del nuevo nacimiento e imprime un carácter indeleble. El Espíritu de Dios y la gracia de Jesucristo operan en las comunidades (y en sus miembros) no católicas y se manifiestan en ellas (y en sus individuos) por medio de las virtudes teologales y de otros dones interiores 35 • «La fe en Cristo produce allí frutos de alabanza y de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios» 36 • Todo esfuerzo y todo diálogo ecuménico deben partir de este fundamento común, constituido por la fe y el bautismo. · En el plano ecuménico y pastoral, la unión a Cristo y la acción del Espíritu deben despertar y desarrollar en todo bautizado y en toda comunidad cristiana la aspiración a una comunión plenaria, que se expresa en la fe, la oración y la caridad, pero debe hallar su expresión sacramental en el único pan. La gracia bautismal 33. 35. 36.
ibid., p. 663. Unitatis redintegratio, 3. lbid.. 23. BUTLER,
34.
lbid.. p. 662.
238
Conclusión
debe afirmarse en amor fraterno, realizado en la unidad de todos. En definitiva, para repetir la expresión y el leitmotiv gratos a san Agustín, citados por la Lumen gentium, el católico sin caridad y sin la angustia de la unidad, que se contentara con el farisaico comportamiento del primogénito de la parábola del hijo pródigo, permanecería en la Iglesia «de cuerpo», pero no «de corazón» 3 '. La gracia bautismal es una provocación a la acción ecuménica, vivida en la fe y en la caridad, para la búsqueda de la unidad.
37. De bapt. c. donatistas, v, 28 . 39. PL 43 . 196; ibid ., 61 , 2. PL 35, 1799-1800.
239
111.
19, 28; 1b;d .. 172. In Joan .•
CAPÍTULO V
EL BAUTISMO Y LA PASTORAL DE HOY 1
l.
ESTADO DE LA CUESTIÓN.
El bautismo se sitúa en el centro mismo de la pastoral de hoy, porque condiciona los demás gestos sacramentales: confirmación. comunión, profesión de fe, matrimonio, y la edificación de la parroquia, así como de la Iglesia en cuanto comunidad de creyentes. Por tanto, siempre supone la fe, la de la Iglesia que acoge y la del candidato o sus garantes. que piden el sacramento y dan su significado a la gestión sacramental. Fuera de esta perspectiva, todo bautismo se hace equívoco y provoca el equívoco o lo que ha sido llamado «el estar en falso» 2 • 1. Bibliografía. Documentos oficiales: Directoire pour la pastorale des sacremenrs. 3 de abril de 1951. Documento episcopal: La pastora/e des petits enfants, cLa Maison-Dieu• 88 (1966) 43-52. Revistas: cCahiers du clergé rural» núms. 252, 254, 255, 256, 258, 261, 266; «Paroisse et liturgieo abril de 1%3. julio de 1963: Reflexión acerca de la pastoral del bautismo; ju1io de 1964: número consagrado en gran parte a la pastoral del bautismo (boletín bibliográfico sobre efe y •acramentos»); cParole et Mission• núms. 18. 22, 25, 28 (con bibliografía de los estudios, por M. Peuchmaurd); cLa Maison·Dieu» 89 (1967): El bautismo de los niños pequeños; cConcilium» 22. Obra colectiva: lis demandent le bap· téme pour /eur enfant, París 1966 (con bibliografía). 2. Véase A.M. HENRY, Le baptéme des enfants d'incroyants, cParolc et Mission• 22 (1963) p. 398; cCahiers du clergé rural» 252, p. 780; 261, p. 475; 266, p. 160.
240
Estado de la cuestión
Para el bautismo de los adultos, restaurado el catecumenado según la inspiración que le dio nacimiento, el riesgo de equívoco puede ser reducido, a condición de rebasar las motivaciones sociológicas y descubrir el significado interior del sacramento, como arrancamiento a los ídolos y anexión a Cristo resucitado, en la comunidad cristiana. Aquí la fe y el cometido de los garantes, que con el sacerdote significan la Iglesia que acoge, son esenciales. Una pastoral «misionera» reconoce y hace suya, con toda naturalidad, la experiencia y la pedagogía de la antigüedad cristiana, en la que la paciencia de las dilaciones, la prueba de la vida moral y el apoyo vital de la comunidad conservan todo su valor. El bautismo de los niños plantea un problema diferente. En este caso, la familia que pide el bautismo se hace garante en nombre del niño. Cuando los padres son creyentes y piden el bautismo para su hijo o su hija, apoyados en su propia fe, no existe ninguna razón doctrinal válida, dígase lo que quiera, para abandonar la tradición secular del bautismo de los niños, como la Iglesia ha recordado muchas veces. «La teología bautismal del Nuevo Testamento es perfectamente compatible con el bautismo de los niños» 3 • Ahora bien, la administración del bautismo a los niños ganaría en significado si se respetasen las etapas de una progresión. El bautismo de los niños constituye problema - y ésta es la cruz de los pastores de hoy - cuando es pedido por padres poco creyentes, indiferentes, sin motivación de fe, en nombre de consideraciones sociológicas o de presiones familiares o sociales •. Lejos de favorecer la vida de la Iglesia, de expresar y de dar la fe, está expuesto, paradójicamente, a acelerar el proceso de descristianización. Un historiador de las instituciones litúrgicas, poco sospechoso en la materia, escribia ya en 1906: «Podría suceder que, a consecuencia de la apostasía, en nuestros días tan frecuente en los cristianos de determinados países, especialmente del nuestro, la 3. J. HAMER, Le baptéme et la foi, «irenikon» 23 (1950) p. 403. 4. Buen análisis de estas motivaciones en lis demandent le baptéme pour leur enfant, p. 38-63
241 Hamman. Bautismo 16
El bautismo y la pastoral de hoy
Iglesia llegase a reservar el bautismo tan sólo a aquellos nmos cuya familia verdaderamente cristiana presentara serias posibilidades de una educación religiosa, en tanto que reanudaría, para los demás, el bautismo de los adultos, con lo que devolvería a este sacramento, para quienes lo recibiesen en la edad de la razón, todo su significado, haciendo una ceremonia impresionante en la que el adulto se daría cuenta de que contrae. a los ojos de la Iglesia, un compromiso definitivo. Pero todo esto debe ser dejado a la prudencia de quienes son los jueces naturales de la fe» 5 • La pastoral, preocupada de no deshonrar los sacramentos, exige reconsiderar la manera de administrar el bautismo y las garantías necesarias, con el fin de que el sacramento sea generador de la fe susceptible de desarrollars·e. Es necesario, pues, que examinemos en qué condiciones puede ser administrado el bautismo a los niños de padres poco cristianos o incluso no creyentes.
11.
PRINCIPIOS DE SOLUCIÓN.
a) Toda solución pastoral debe enraizarse en una motivación de fe, para que el bautismo sea un signo legible de la Iglesia, consciente de que trae la salvación de Cristo al mundo y a todo ser. Si un pastor de almas renunciase a motivar teológicamente su ministerio, renunciaría a su misión evangelizadora 6 • La pastoral del bautismo supone una teología coherente y global, respetuosa del concurso complementario de los diversos aspectos de la fe para esclarecer la cuestión. No ver en el bautismo más que un medio de salvar a un niño es hacer correr a la fe un riesgo más grave aún: el de la infidelidad. «¿Acaso todas nuestras desgracias no provienen de que hemos planteado el problema del acceso a los sacramentos en la perspectiva inmediata de la salvación, sin S. F. CABROL, Les o•·igi11es liturgiques, París 1906, p. 168. Citado por P. LttGÉ, «Parole et Mission» 25, p. 191. 6. cNo hay peor teólogo que un teólogo que se ignora», dice 1/s demanden: le bap· téme pour leur en/ant, p. 224.
242
Principios de solución
tener en cuenta el primer efecto de éstos (efecto inmediato), que es dibujar el rostro humano de la Iglesia?»'. b) La distinción que frecuentemente se establece entre Iglesia sacramental e Iglesia misionera plantea malla cuestión del bautismo. Fs necesario situar el ministerio sacramental en el interior de una comunidad misionera, como signo visible de una Iglesia enviada a todos los hombres, encargada de «bautizar a los que creen» en Cristo. Toda la Iglesia ha recibido esta misión y, por tanto, es responsable de ella. Esta misión concierne, pues, a pastores y a fieles. participantes todos en la función maternal de la Iglesia, que engendra en y por la fe nuevos miembros. Este principio debe incitar a los padres cristianos a pedir el bautismo para sus hijos con el fin de compartir la fe del mismo modo que han dado la vida. El cometido evangelizador de la Iglesia, que anuncia la fe, debe exigirla de aquellos que la acogen. «Cuando se trata de adultos -dice el documento episcopal- 8 [la Iglesia] no debe admitir al bautismo sino a aquellos que creen en Cristo, Dios y Salvador. y que se comprometen a seguir el camino de Cristo. Cuando se trata de niños pequeños, no puede conferir el bautismo más que si está moralmente segura de que ellos recibirán una educación cristiana. En efecto, la gracia del bautismo no hay que considerarla solamente como un tesoro recibido que no ha de ser dilapidado, sino también como una vida, una simiente que debe crecer.» e) Una vision misionera de la Iglesia no puede contentarse con una concepción estática del bautismo, sino que exige la andadura de la fe, más allá de los ritos y de las prácticas, más allá de una concepción sociológica o mágica del rito, donde el descubrí7. E. MARCUS, · Qui doit~on laisser accéder a u bapteme?, cParoisse et Liturgie» julio de 1964, p. 513. Acerca de las desviaciones implicadas en una cierta pastoral, véase ibid., p. 499-506. 8. Documento episcopal, cLa Maison-Dieu» 88 (1966) p. 47.
243
El bautismo y la pastoral de hoy
miento de Cristo transforma toda la existencia n. Este principio es aplicable tanto a los padres que piden el bautismo como al niño que es el beneficiario del mismo. Así pues, cada bautismo pone en cuestión la función evangelizadora de la Iglesia y hace participar a los padres, frente a sus hijos, en la responsabilidad educadora de la misma Iglesia. El bautismo debe brindar a la Iglesia la ocasión de abrir el espíritu de los padres a este nuevo descubrimiento de Dios y de la fe. «Una sacramentalización sin evangelización previa -se ha dicho- contribuye a descristianizar» 10 • En caso de deficiencia de los padres, la Iglesia y sus pastores asumen una pesada responsabilidad, cada vez que administran el bautismo a un niño. Deben rodearse de garantías no solamente jurídicas sino reales - comunidad viva, padrino, madrina - para que la fe del bautizado no solamente esté protegida sino que pueda desarrollarse y llegar a su plenitud normalmente 11 • A falta de esta prudencia pastoral, la fe es entregada al perjurio, el sacramento a la degradación y la Iglesia a la descristianización. d)
IJI.
PEDAGOGÍA DEL BAUTISMO.
La acción evangelizadora del bautismo debe caracterizar toda la catequesis, desde la recepción de los padres hasta la liturgia sacramental, de manera que se favorezca el progreso de la fe.
9. Este itinerario está bien descrito por P.A. LIÉGÉ, Une question de pastora/e: Les sacrements livrés a l"incroyance, cParole et Mission» 25, p. 194-204. Véase también J. MASSAUT, Ni chrétienne ni déchristianisée, ma paroisse, «Paroisse et Liturgie» 1963, p. 422-445; J. PoTEL, Que signifie pour «eux» le bapteme?, ibid., p. 465-475. 10. P. GERBÉ, en lis demanden/ le bapteme pour /eur enfant, p. 187. 11. c:La prudencia pastoral requiere no bautizarlos más que con un mínimo, si no de garantías, por lo menos de esperanza de vida cristiana», escribe A.M. HENRY, cParote et Mission» 22, p. 416.
244
l.
La preparación.
La preparación para el bautismo empieza por la inscripción previa del niño. La aceptación de los padres, que vienen a hacer la gestión, es de suma importancia, sobre todo cuando son indiferentes o incluso no creyentes 12 • La aceptación no puede limitarse a un acto administrativo, sino que debe establecer un contacto existencial con los padres, para descubrir su situación religiosa, las motivaciones de su gestión 18 • Con los padres no practicantes o no creyentes hay que evitar dos actitudes: el exceso de severidad y la debilidad que llega hasta la transacción 14 • «A ejemplo del Evangelio, que "no apaga la mecha que todavía humea" 15 , es necesario conceder "un primer juicio favorable" a todos los que se presentan, incluidos mayormente los "pequeños" y los "pobres" según el Evangelio 16 • La severidad sería en el fondo una forma de dimisión, pues la Iglesia se negaría a priori a acoger a algunos de los que se presentan a ella, siendo así que su misión es primeramente encaminar a todos los hombres hacia la fe de Cristo» 17 • Bajo el rostro del sacerdote, la Iglesia debe, de todas maneras, presentarse tal como es: «abierta por fuera, exigente por dentro. Entre estas dos actitudes se halla una tercera, la de acogida, que necesitamos restaurar» 18 • 12. Realizaciones descritas en lis demandent le baptéme ... , p. 110-114; 179~180. Véase también «Parole et Mission» 25, p. 242-244. 13. Acerca de la importancia de distinguir y separar la acogida de la decisión pastoral, véase E. MARCUs, cParoisse et Liturgie» 1964, p. 510. 14. «Dos vías se revelan como igualmente condenadas: el statu quo, es decir, la prolongación pura y simple de un proceso de sacramentalización de la Edad Media, y la instauración de una política de severidad imposible de justificar y totalmente desorienta· dora para aquellos a cuyas expensas se hace.» lis demandent le baptéme ... , p. 219. 15. Véanse las reservas acerca de una utilización abusiva de este principio, en c:Cahiers du clergé rural» 255, p. 116. 16. Cuestión suscitada frecuentemente: lis demandent le bftptéme ... , p. 163-164; A.M. Ro· GUET, Sévérité ou vérité dans l'administration des sacrements, c:La Maison-Diem> 6 (1946) 92-108; M. PEUCHMAURD, Qui faut-il baptiser?, cParole et Mission» 28, p. 119. 17. Documento episcopal, en cLa Maison-Dieu» p. 49. 18. A. LAURENTIN, cParoisse et Liturgie» 1964, p. 496.
245
El bautismo y la pastoral de hoy
Una promesa de enviar al niño al catecismo no puede bastar, sobre todo si, en la experiencia de bautismos precedentes, se ha revelado ineficaz. La gestión de los padres debe ser, si no un profundizamiento de la fe, por lo menos un encaminamiento hacia la fe. Unas reuniones preparatorias deben hacerles cobrar conciencia del significado y de las responsabilidades del bautismo: reflexión acerca del cometido educativo de los padres, contactos con la Iglesia, elección cautelosa de los padrinos 19 • «Tal es, pues, el objetivo: organizar el bautismo de los niños de modo que cada uno de los participantes pueda situarse sinceramente: los padres, creyentes o no, los ministros, y más ampliamente la comunidad cristiana que acoge a un miembro nuevo» 20 • La pedagogía del pastor debe esforzarse en descubrir en la gestión de toda familia el aspecto que él pueda hacer evolucionar hasta el descubrimiento del misterio cristiano 21 • La actitud y la respuesta de los padres permite al pastor juzgar, discriminar, admitir al bautismo o aconsejar un aplazamiento. De todas maneras, hay que evitar poner a los padres ante la forma abrupta del «todo o nada» 22 , y plantear el problema pastoral «en términos de aceptación o de repulsa; la repulsa sólo podría ser una excepción e incluso un accidente por evitar» 23 • La catequesis de las reuniones preparatorias debe basarse en lo esencial del mensaje cristiano: fe y bautismo, bautismo y palabra de Dios, bautismo e Iglesia 24 • Se trata de hacer descubrir que la eficacia del sacramento se debe a la fe de la Iglesia y del bautizado de sus garantes. El niño es bautizado en nombre del medio eclesial -padres, padrinos, comunidad-, es integrado por el sacramento en una comunidad concreta y viva 25 • 19.
Temas de encuentros, en Ils demandent le baptéme . .. , p. 114-119; documento 5,
p. 140-150.
20. lis demandent le baptéme ... , p. 220. 21. Véase 1/s demandent le bapteme ... , p. 97-102; 164-170; A. LAURENTIN, en «Paroisse et Liturgie» 1964, p. 490-493. 22. Véase «Parole et Mission» 25, p. 222. 23. A. LAURCNTIN, en cParoisse et Liturgie» 1964, p. 496. 24. lis demandent le baptéme ... , p. 72-91. 25. «Un padre de familia nos decía: Se entra en la Iglesia, pero no se entra en nada ... »,
246
La celebración
Todo ello exige, por consecuencia, una transformación de la comunidad parroquial, que, de practicante, debe tornarse en misionera; de lo contrario, el recién bautizado y su familia se sentirán extraños en ella 26 • Se trata, siempre, de hacer legible el signo de la Iglesia, para que ésta dé testimonio de la fe en el Resucitado que la reúne.
2.
La celebración.
El bautismo empezará, como en la antigüedad cristiana, desde la inscripción del niño por bautizar en un registro parroquial. Esta diligencia compromete, en cierto modo, a la familia y al niño. En caso de fallecimiento antes de la recepción del bautismo - precisa el Documento episcopal -, «se concederían las plegarias de la Iglesia, en el curso de una ceremonia religiosa, a petición de la familia que hubiese inscrito al niño con intención de que fuera bautizado» 27 • En el caso de padres poco practicantes o indiferentes, el padrinazgo recobra su significado original, para suplir la carencia de la familia, para garantizar y promover la educación cristiana del niño 28 • Lo ideal sería ligar esta garantía no solamente a una persona sino a la comunidad que acoge al miembro nuevo, por mediación de hogares de acogida, de catequistas, conscientes de su responsabilidad. Aquí el laicado puede desempeñar un cometido irreemplazable que, por otra parte, como ya hemos mostrado, es el origen de la institución del padrinazgo 29 • La liturgia bautismal es y debe ser una catequesis: debe recapitular toda la iniciación mistagógica 30 • No basta con explicar los en cCahiers du clergé rural• 266, p. 159; vt!ase también, 256, p. 186; 262, p. 475; ePa· role et Mission» 22, p. 406. 26. lis demandent le bapter11e ... , p. 103. 27. Documento episcopal. en e La Maison·Dieu» p. 54. 28. En cParole et Mission• 25, p. 245. 29. M. DUJARRIER. Le parrainage eles adulus aux troü premiers .\iecles, col. cParole et Mission» París 1962. 30. v¿ase l.ettre d'wl pretre ¡, SOIJ éveque, en cParoisse et Liturgie» 1963, p. 202.
247
El bautismo y la pastoral de hoy
gestos: hay que introducir en la realidad significada. Todo debe hablar, todo debe evangelizar: el baptisterio 31 , la fuente bautismal, los ministros, las lecturas, los cantos, los ritos. La liturgia bautismal de un niño debe hablar no al niño, incapaz de comprender, sino a aquellos a quienes va dirigida: familia, padrinos, amigos, comunidad; y explicarles el significado de la fe que todo sacramento reviste. Fuera de esta perspectiva, el gesto degenera en superstición y magia y en el mantenimiento de los interesados en una actitud de individualismo únicamente preocupado de la seguridad o de apropiarse lo sagrado para hacerlo servir en vez de servirlo en la fe 32 • «Podríamos decir sin paradoja que el bautismo de un niño, en tanto en cuanto constituye una ceremonia, es más útil a los padres, padrinos y asistentes que al niño mismo. Para ellos es inteligible el bautismo» 33 • En el caso de padres indiferentes e incluso no creyentes, pero de buena disposición, la liturgia bautismal de la Iglesia, significada de manera legible, por la presencia de la comunidad de acogida, puede venir a ser un elemento espiritual 34 , o por lo menos mostrar visiblemente dónde entra el recién bautizado 3 ' . La administración de varios bautismos a la vez, sobre todo si sigue a una preparación común, puede derribar los prejuicios, atenuar el individualismo y descubrir la dimensión eclesial del sacramento 80 • En la medida en que la liturgia bautismal se dirige a los adultos - como, de cierta manera, sucede incluso en el bautismo de los niños-, debe señalar las etapas de la conversión y, por tanto, 31. Acerca de la disposición de los baptisterios, véase .o:cL'art sacré» noviembre de 1962. enero de 1963. 32. Le bapteme des infants d'incroyants, en cParole et Mission» 22, p. 403. El nuevo ritual del bautismo, por otra parte, hace justicia a esta exigencia. 33. cParole et Mission» 22, p. 413. 34. Léanse las excelentes orientaciones pastorales de J. LoEw y M. COTTIER, Dynamisme de la foi et incroyance. París 1963. p. 97-111; trad. española, Dinamismo de la fe y ateísmo, Nova Terra, Barcelona 1965. 35. Véase cCahiers du clergé rural» 261. p. 475; Lettre d'un pritre Q son évéque, en oParoisse et Liturgie» 1963, p. 206·207; J. FRISQUE, Le baptéme est-il au seuil de la vie ecclésiale.', en cParoisse et Liturgie» 1964. p. 517-529. 36. Véanse las experiencias en cCahiers du clergé rural» 255, p. 114.
248
La celebración
desplegarse en el tiempo. Así se practicaba en la antigüedad cristiana, puesto que Mónica había inscrito a Agustín - como los padres, cristianos, de Basilio y de Gregario a sus hijos-. siendo niño, entre los catecúmenos. Ambrosio era todavía catecúmeno cuando fue elegido para la sede de Milán. Estas etapas, que divers0s medi0s solicitan ahora 37 • podrían formar parte de una liturgia renovada, más flexible, mejor adaptada al bautismo de los niños, más inteligible para los padres. más eficaz en el plano de la evangelización. La pastoral del bautismo debe ser completada de dos maneras. De una parte, exige el cuidado de los no admitidos aR. La Iglesia no puede desinteresarse de los padres que vienen a retirar su petición. En el curso de su historia, siempre ha hecho lugar a quienes no participan sino imperfectamente en su vida, a las diversas categorías de catecúmenos inveterados o de pecadores arrepentidos. Finalmente, en el plano de los nuevos bautizados, la Iglesia debe favorecer su encaminamiento y su educación cristiana, desarrollando en ellos, no solamente la devoción al bautismo ~o sino la toma de conciencia de la fe bautismal, que los encamina, en el estado actual de la Iglesia occidental, a la confirmación y al compromiso personal en su profesión de fe.
37. Por ejemplo, J. LoEw y M. ÜJ1TIER, Dynamisme de la foi et incroyance, p. 109; A.M. H>NRY. cParole ct Mission» 25, p. 245-246; Lettre d'Ún pretre á son éveque, cParoisse et Liturgie» 1963, p 204; A. LAURI::NTIN, Attitudes et tendences pastorales. cParoisse et Liturgie» 1964, p. 493. 38. M. PEUCHMAURD, cParole C! Mission» 28, p. 219. 39. Acerca de las formas de la devoción al bautismo, será provechosa la lectura de H. BREMOND. Histoire littéraire du sentiment religieux en France, t. IX; P. DoNCOEUR, Retours en chrétienté, París 1933. Excelente re~umen de B. FISCHER, en «La Maison-Dieu• 58 (1959) 111-134 (bibliografía).
249
II
LA CONFIRMACIÓN
INTRODUCCióN
La confirmación presenta una de las cuestiones más complejas de la antigüedad cristiana. Lejos de clarificar el problema, la esquematización de la teología sacramental ha hecho más difícil una elaboración doctrinal que tenga en cuenta todos los elementos implicados en la historia de la liturgia y de la teología patrística. Las dificultades provienen: -
del rito: ¿es la imposición de las manos (o de la mano) o la unción con el santo crisma?; del efecto: ¿cómo puede la confirmación dar el Espíritu Santo, ya recibido por medio del bautismo?; del hecho, sobre todo, de haber sido la confirmación separada del bautismo, siendo así que inicialmente ambos sacramentos estaban unidos. Ahí está el nudo de la cuestión que finalmente domina a todas las demás. ¿Qué relaciones existen entre el bautismo y la confirmación?
De todos modos, hay que guardarse de extrapolar una teología elaborada ulteriormente, y no sólo de proyectar nuestras preocupaciones sobre la antigüedad sino de buscar en ella la solución de cuestiones que ella no se planteó o, por lo menos, no se planteó de la misma manera que nosotros las planteamos. 253
Introducción
Tras el enunciado de las decisiones del magisterio, una encuesta histórica (cap. I) es indispensable para asentar una teología de la confirmación (cap. II) sobre los datos de la Tradición. Esta teología esclarecerá con su experiencia el problema que plantea la confirmación a la pastoral de hoy (cap. m).
254
LA FE DE LA IGLESIA
El primer texto conciliar que distingue netamente la imposición de manos del obispo y el bautismo, administrado por el sacerdote, pertenece al concilio de Elvira 1 • Y al de Aries, del año 314, el primero relativo al bautismo de los herejes 2 • En Oriente, el concilio de Laodicea (hacia el 363), en el canon 48, afirma: «Es necesario que quienes han sido bautizados, sean, después del bautismo, ungidos con el crisma celestial y hechos partícipes del reino de Cristo» 3 • Inocencio m establece una especie de equivalencia entre la crismación y la imposición de manos. Y explica el término «confirmación» por el hecho de que ésta concede el Espíritu Santo 4 • El concilio de Lyón, en 1274, afirma que la confirmación es uno de los siete sacramentos de la Iglesia 0 ; afirmación recogida por el Decreto a los Armenios u, el cual precisa que la materia es el crisma bendecido por el obispo '. El concilio de Trento define que: -
la confirmación es uno de los siete sacramentos 8 ; l.
4. 7.
Dz 52 d (120). Dz 419 (785). Dz 697 (1317).
2. 5.
Dz 53 <123). 3. Mansi. 11. 571. Dz 465 (860). ó. Dt 695 (1310). 8. D1 M4 (1601). 871 (162~>.
255
La fe de la Iglesia
-
es dada por medio del crisma 9 ; el obispo es el ministro ordinario de la misma
10
•
Finalmente, el concilio Vaticano n afirma: «El sacramento de la confirmación hace más perfecta la vinculación con la Iglesia, y quienes lo reciben son enriquecidos con la fuerza especial del Espíritu Santo y obligados así más estrictamente a difundir y a defender la fe, con la palabra y con la acción, como verdaderos testigos de Cristo» 11 •
9. D z 872 (1629). JO. D z 873 (1630). 11. Lumen gentium , 11.
256
CAPÍTULO 1
EL PROBLEMA HISTóRICO 12
El libro de Jos Hechos muestra, como ya hemos visto, que la iniciación cristiana comprendía dos elementos o dos grados: bautismo e imposición de las manos. agua y Espíritu, otorgados habitualmente en una misma celebración, nunca separados por san Pablo o san Juan. El caso de Samaría. citado frecuentemente para afirmar la distinción, prueba ante todo que es anormal e insólito separar dos elementos constitutivos del «bautismo en el agua y en el Espíritu». Otro tanto sucede con los fieles de Éfeso. De otra parte, Jos Hechos presentan la total libertad del Espíritu. que no está ligado a un rito: es dado a los Apóstoles en Pentecostés 13 , sin bautismo ni imposición de manos, y a Cornelio y su familia antes del rito bautismal 14 • Él guía el apostolado de Pablo y el desarrollo de la Iglesia ~-.. 12. Los estudios de conjunto son .antiguos. Los principales son F.J. DüLGER, Da.r Sakramrm tJe,· FirmtmK, hi!itorijch-dogmatisch dargestellt, Viena 1906; L. JANSSI:.NS, La cm1firmation. rxpo.\é dogmatique, historit¡ue et litm·Kique, Lille 18~8; J.B. UMBERG, Die SchriftldJrc• ,·om .\'akrament cler Firmwrg, Friburgo 1920. Véase tambit!n el art. Con/irmation, l!n el DTC. Acaba de apare...:cr J.P. BouHOT, La confirmation, sacrement de la commwrion ecdé\·ia/e, Lyón 1968. IJ. Act 2, 1-4. 14. Act JO, 44. 15. Act 13. 4, 9; 20, 23.
257 Hamman. Bautismo 17
El problema histórico
El texto esencial, siempre citado por la Tradición occidental, en favor de la confirmación, es el episodio de los fieles de Samaría, que han recibido el bautismo de manos del diácono Felipe y a los que Pedro y Juan imponen las manos. «Desde su llegada, oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo, porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que sólo habían sido bautizados en nombre del Señor .Jesús. Entonces los apóstoles les impusieron las manos y ellos recibieron el Espíritu Santo» 16 • Primeramente, conviene hacer la exégesis de este texto. Está situado dentro de una perícopa consagrada a Simón el Mago, cuya gestión para comprar el poder apostólico se explica por las manifestaciones carismáticas provocadas por la imposición de manos en los samaritanos 1 '. Para un cierto número de exegetas modernos 18 , Lucas no tiene en consideración el bautismo o siquiera el don del Espíritu, sino la Iglesia en su unidad, constituida por la única comunidad apostólica de Jerusalén. Se trata en esta ocasión de integrar a todos los individuos o grupos flotantes en la Una Sancta. La visita apostólica incorpora los discípulos bautizados por Felipe, venidos de la disidente Samaría, a la comunidad de Jerusalén, que ha recibido el Espíritu y la misión de darlo. Lucas parece desviar el relato en el sentido de su eclesiología: describe una Iglesia idealizada en la que no hay sitio para las comunidades no integradas, en la que Dios mismo dirige la misión hacia los paganos y la inaugura, pero siempre en conexión con Jerusalén. El autor muestra, frente a las resistencias judías, que Dios sanciona la manera de obrar de la Iglesia. La separación entre el bautismo y la imposición de manos puede explicarse, en consecuencia, por las preocupaciones de Lucas, que son mostrar la libertad soberana del Espíritu y la apostolicidad 16. Act 8, 15-16. 17. Act 8, 13. 18. Citemos H. CONZELMANN, Die Mitte der Zeit, Tubinga 1954; E. KAESEMANN, Exegetische Versuche und Besinmmgen, 1965, p. 165-168.
258
Historia antigua
de la Iglesia de Jerusalén: de Jerusalén vienen los profetas, de Jerusalén viene la salvación. Así pues, parece difícil apoyarse en los Hechos para afirmar un sacramento del Espíritu separado del bautismo. Si no, ¿cómo explicar el silencio de Pablo y de Juan, el silencio de los tres primeros siglos, la ausencia de una denominación propia y la tradición de la unidad, que se ha mantenido en Oriente? En vez de apoyarse en un texto aislado y separado de su contexto, ¿no habría motivo para buscar el vínculo· que existe entre el Espíritu y la Iglesia, entre el papel del Espíritu y el misterio de la salvación? La teología de la confirmación habrá de gestarse partiendo de esta reflexión, enraizada en el cuarto Evangelio y en el conjunto de los escritos de Lucas y de Pablo. En esta perspectiva, no habrá que limitar la reflexión a las relaciones entre confirmación y bautismo, sino estudiar su común relación a la eucaristía, común desembocadura e inserción definitiva en el cuerpo de Cristo, como sugiere la epístola a los Hebreos 19 •
I.
HISTORIA ANTIGUA.
En los orígenes cristianos, el rito de iniciación, cualquiera que sea su nombre 20 , abarca el baño de agua y la comunicación del Espíritu. Si el rito del baño es materialmente invariable, no sucede lo mismo con el don del Espíritu; aquí el rito no está precisado con igual nitidez. Para el don del Espíritu, no hay que poner en el mismo plano el efecto y el rito. El efecto es primordial y constante, el rito es secundario y mutable. Desde el siglo m, la multiplicación de las conversiones, el crecimiento del número de bautismos, la mortalidad infantil, colocan a la Iglesia ante un dilema: -
o delegar el poder ordinario del obispo en los sacerdotes, que hasta entonces bautizaban con el obispo, incluido el rito que sella
!Y. Heb 6, 1-6. 20. Hay que guardarse de sacar conclusiones apresuradas de las diversas apelaciones como bautismo, sello, iluminación, que son metonimias y no definiciones.
259
El problema histórico
el bautismo, a riesgo de expresar menos claramente la unidad visible de la comunidad eclesial; o reservar la consumación (unción o imposición de manos) al obispo, jefe de la Iglesia local, a riesgo de romper la unidad sacramental. '"'~ La primera solución fue adoptada por Oriente y España; la segunda por Roma. Estas opciones diferentes son más importantes que el rito que las expresa, sometido a cambios.
Oriente
21
•
En Oriente, los textos canomcos, litúrgicos y mistagógicos atestiguan a la vez la unidad de la iniciación bautismal y una cierta fluidez de los elementos que la componen (unciones, signación, imposición de manos). Además, es difícil apoyarse en los textos litúrgicos de los siglos m y IV: son muy raros; y cuando existen, sólo tienen un valor normativo y han sufrido serias modificaciones. La Didascalia de los doce apóstoles nos proporciona el documento más antiguo 22 • En ella, el bautismo comprende una unción iniciada por el obispo sobre la cabeza, con la imposición de manos, y terminada por el diácono o la diaconisa. Sigue a la inmers10n bautismal con invocación trinitaria. No se hace mención de ningún rito posbautismal 23 • 21. Estudio'i accesibles: B. BorrE, Le baptime dans rÉglise syrienne, tcL'Orient syrien:. 1 (1956) 137-155; Id., Le vocahulaire ancien de la con/irmation, «La Maison-Dieu» 54 (1958) 5-22; R.H. CoNNOLLY, The Liturgical Homi/les o! Narsdi, Cambridge 1909, p. XLII-XLIX; F.I. DoLGER, Sphragls, Paderborn 1911; LOTT-BORODINE, Un maitre de la spiritualité byzantine, au XIV• siecle, Nicolas Cabasilas, París 1958, p. 89-101; A. RAEs, Ou se trouve la conflrmatlon dans le rile syro-oriental?, «L'Orient syriem• 1 (1956) 239-254; D. VAN DEN EYNDE, Baptime et confirmation d'apres les Const. apost., VII, 44, 3, en «Recherches de science religieuse» 27 (1937) 196-212. 22. Didasc., XV, 12, 2-3. Algunos alegan IRF.NEO, Adv. haer., 1, 21, 3-5. PL 7, 661-669; IV, 38, 3. PL 7, 1107-1108. Para Justino, véase P. TH. CAMELOT, Sur la théologie de la confirmation, «Revue des Sciences phi!. et théol.» 38 (1954) 638, n. 3 (bibliografía), p. 651, n. 31. 23. Véase el canon 48 del concilio de Laodicea. Para esta cuestión habrá que remitirse a B. BOTIE, L~onction post-baptismale dans l,ancien patriarcal d~Antioche, en cMisceJlanea Liturgica» Roma u (1967) 795-808.
260
Oriente
Encontramos de nuevo el mismo ritual en las ocho catequesis de Juan Crisóstomo 24 • Las Constituciones apostólicas, compuestas hacia el 380 en Siria, ofrecen varios textos relativos a la iniciación cristiana. El primero, que depende de la Didascalia, modifica su propia fuente; habla generosamente de la unción prebautisrnal, en la que el obispo unge la cabeza solamente, «en señal del bautismo espiritual (o del Espíritu)». Asimila esa unción a la de los sacerdotes y los reyes de antaño. Al final del bautismo, y sin comentario, la descripción termina con estas palabras: Después, que el obispo unja con el myron a quienes han sido bautizados 25 • Tras esta descripción, las Constituciones ofrecen un comentario. «El aceite representa al Espíritu Santo... El myron es la confirmación de la confesión (de fe).» Se hace mención del Padre como principio y remitente, se convoca al Espíritu como testigo 26 • Es sorprendente que el Espíritu Santo del que aquí se hace mención esté ligado no al myron sino a la unción prebautismal. La segunda evocación del Espíritu, con la del Padre, hace alusión a la invocación trinitaria y a las relaciones del Padre y del Espíritu con el misterio de la muerte de Cristo. Por otra parte, esta explicación se halla explícitamente en un segundo pasaje, del libro VII, que depende de la Didakhe 27 • Allí se vuelve a decir: Primeramente ungirás con óleo santo, después bautizarás con agua, y terminarás sellando con myron, para que la unción sea participación del Espíritu Santo, el agua símbolo de la muerte, el myron sello de los compromisos.
Una vez más el Espíritu Santo es puesto en relación con la unción prebautismal; el myron que sella el bautismo expresa los 24. Véase la edición del padre WENGER, Huit catéchese• baptisma/es inidites, SC 50, París 1957. 25. Const. ap., Ill, 16, 2-4. Selección cómoda en lütuels sacramentaires, trad. francesa GAUVREAU, Montreal 1966. 26. Const. ap., m, 17, 1-2. 27. Const. ap., vn, 20
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El problema histórico
compromisos personales del neófito. Tampoco aquí el crisma es puesto en relación con el Espíritu. Un tercer pasaje nos ofrece un ritual bautismal zs. En él, la unción prebautismal está menos desarrollada, pero no se hace mención alguna del Espíritu, a propósito del myron. La eficacia de los ritos es subordinada cada vez a la invocación del celebrante. La imposición de manos acompaña a los tres ritos principales. Además, el myron inspira el tema del perfume que el recién bautizado debe exhalar. Las catequesis bautismales de Teodoro de Mopsuestia, verosímilmente contemporáneas, hablan de una doble unción prebautismal: la primera con signación de la frente, la segunda, iniciada también por el obispo, es proseguida por sus asistentes. El obispo impone la mano durante el bautismo de agua. La ceremonia termina con la consignación final: «El pontífice se adelanta y te signa en la frente diciendo: N. N. es signado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» 29 • No se dice que esta consignación final vaya acompañada de una unción; no se habla de myron o de buen olor por exhalar. El comentario de Teodoro sólo hace alusión al bautismo de Jesús, y recuerda que éste fue ungido por el Espíritu 30 • Círilo nos ofrece, hacia la misma época, la liturgia de Jerusalén, en las catequesis mistagógicas. En éstas no se hace mención de la imposición de manos. El bautismo es precedido por una unción total con el aceite del exorcismo 31 • Después de la inmersión viene la unción postbautismal, con el myron o el crisma, en la frente, los oídos, las ventanas de la nariz y el pecho. Círilo esboza un significado «apostólico» del aceite perfumado. Comenta así: No se hace alusión a una imposición de la mano. Al salir de la piscina de las aguas sagradas, habéis recibido la unción que simboliza la que 28. Const, ap., VIl, 40-45. Véase el comentario de D. VAN DEN EYNDE, l. c., cRecherches de se. re!.» 27 (1937) 196-212. 29. Hom. 14, 1, 9. En lnitlation chrétlenne, p. 119, 126. 30. Hom. 14, 23. lbid., p. 138. 31. Cat. 21, 3. PG 33, 1080. Ibid., p. 41.
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Oriente recibió Cristo; es el Espíritu Santo, del que el bienaventurado !salas, profetizando acerca de sí mismo, dijo en nombre del Señor: El Espíritu del Señor está sobre mí 32.
El esquema del rito es, en lo esencial, semejante eri el PseudoDionisio. El bautismo se termina por la unción, la sphragis, con el myron. La consagración por medio del aceite perfuma al iniciado con un suave olor, pues la santa perfección del nacimiento de Dios en ellos une a los iniciados al Espíritu teárquico. Pero esta efusión sigue siendo indecible, pues su acción perfumante y perfeccionante permanece en el plano inteligible 33 .
Así pues, en Oriente no existe acuerdo acerca de la unción postbautismal. Ésta es ignorada no solamente por la Didascalia sino también por las Homilías atribuidas a Narsay, que reflejan la tradición siria oriental del siglo v. La unción post bautismal con el myron pudo introducirse parcialmente en la Iglesia siria a finales del siglo IV o a comienzos del v 34 • Se halla allí donde se manifestó la influencia de la Tradición Apostólica. En Oriente encontramos por primera vez la fórmula: «Sello del don del EsPíritu Santo», a mediados del siglo V, en una carta de Constantinopla a Martirios de Antioquía; dicha fórmula acompaña a la unción postbautismal 35 • Hoy sirve todavía en el rito bizantino. La bendición del myron está habitualmente reservada al patriarca 36 o por lo menos al obispo. De este resumen histórico se desprenden algunas conclusiones: l.
Oriente se reparte en dos grupos: en uno, la imposición del
myron tiende a significar el don del Espíritu Santo, al final del bau32. Cat. 22, l. PG 33, 1088. lbid., p. 45. 33. De hier, ecc/., 11, 8. PG 3, 404. Trad •. francesa H. DE GANDJLLAC, Oeuvres completes du Ps.-Denys, París 1943, p. 261-262. 34. Referencias en B. Bom, Le bapteme dans l'Eglise syrienne, p. 146. 35. F.J. DiiLGER, Sphragis, p. 185, n. 4. El texto es atribuido frecuentemente al primer concilio de Constantinopla. 36. Así en la Ialesia bizantina.
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El problema histórico
tismo. En el otro, representado aún hoy por la Iglesia siria oriental, la epiclesis con la imposición de la mano individual «parece, por sí sola, poder cumplir con las condiciones requeridas para la colación del sacramento» 3 '. 2. Hay que guardarse de transferir sobre el ritual oriental nuestra necesidad de distinguir y localizar la confirmación. Oriente se preocupa de subrayar la unidad de toda la iniciación y de la acción continua del Espíritu Santo, a todo lo largo de la celebración. Ello explica que en 1552, Juan Sulapa, el primer patriarca católico sirio, pudiese declarar que su Iglesia no poseia el sacramento de la confirmación 38 , evidentemente en el sentido latino.
Occidente 39 •
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El primer testimonio nos llega no de Roma, sino de África. Tertuliano nos ofrece una descripción de la iniciación cristiana. La inmersión bautismal va seguida de una unción con el santo crisma, que expresa la identificación del bautizado con Cristo, ungido por su Padre 40 • La celebración se termina con la imposición de la mano 41 • Ésta comprende, además de una plegaria, la imposición de la mano del obispo, con una bendición, en forma de señal de la cruz, sobre la frente. Lo propio de esta ceremonia, que no comprende crismación, es hacer que el Espíritu Santo descienda y tome 37. A. RAES, l. c., p. 2S2. 38. Referido por Assemani, Bibliotheca orientalis, m, 2, p. 276. 39. Bibliografía: E. LLOPART, Les fórmules de la confirmació en el Pontifical roma, en cLitúrgia:o 2, Montserrat 1958; D. VAN DEN EYNDE, Notes sur les riles postbaptismaux dans les Eg/ises d'Occident, en «Antonionum» 33 (1958) 4~5-422; el mismo, Les rites liturgiques latins de la confirmation, en cLa Maison-Dieu» 54 (1958) 53-78. 40. Para la confirmación, véase más adelante, p. 267. La cuestión de unir la unción postbautismal a la confirmación (De Puniet, B. Welte) o al bautismo (P. Galtier, H. Elfers) parece hoy resuelta en favor de l~ segunda concepción. 41. D. Van den Eynde hace observar (1. c., cLa Maison-Dieu» 54, p. 57) que todos los documentos latinos anteriores al Pontifical de Durand hablan invariablemente de la imposición de la mano, nunca de las manos.
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Occidente
posesión del bautizado, reconquistando la sede de su posesión primitiva 42 • Cipriano cubre una etapa más. Distinguiendo el baño de agua, que hace renacer en la Iglesia, de la imposición de la mano, que da el Espíritu, habla de «uno y otro sacramento», lo cual puede significar, simplemente, uno y otro rito 43 • Pero tiende a distinguir el baño, cuyo efecto es negativo -la remisión de los pecados-, de la imposición de la mano, que da el Espíritu 44 • Cipriano aun cuando mantiene la unidad de la acción bautismal, atribuye un efecto particular a uno y a otro rito 45 • De la misma época data la Tradición Apostólica, que parece ofrecernos el eco de Roma o de Alejandría. Hipólito pudo sufrir o llevar a Roma influencias egipcias. Es dificil precisar la autoridad de este texto. ¿Refleja las ideas y las concepciones personales de Hipólito o la práctica con que él se encontró en Roma? He aquí cómo describe la liturgia bautismal •G: El obispo inicia la acción bautismal con la bendición de los dos aceites: el del exorcismo y el de la acción de gracias. Hay que anotar que la Tradición presenta el bautismo como una concelebración del obispo con presbíteros y diáconos. Al salir del baño, los bautizados reciben una unción del aceite de acción de gracias, de manos de un sacerdote. Una vez que se han vestido, los neófitos son conducidos al interior de la iglesia, donde se halla el obispo. Éste les impone la mano, primero colectivamente haciendo la invocación: Señor Dios, tú has hecho a tus servidores dignos de recibir la remisión de los pecados por el baño de regeneración del Espíritu Santo 47 • Envíales tu gracia, para que te sirvan según tu voluntad. Pues tuya es la gloria, 42. De baptismo, 8. PL l. 1207; Le bapteme, p. 39. Véase también De ('{lm. res., 8. PL 2, 806; De praesc., 36. PL 2. 50. 43. Ep 73, 21. PL 3, 1124. 44. Ep 74, 4. PL 3, 1131. 45. A. STENZEL, Die Taufe, p. 126, ad\'ierte que para Cipriano el bautismo continúa designando toda la iniciación. 46. Trad. ap., 21·22. Véase p. 110, texto en L'initation chrétienne, p. 25·26 . 47. Las versiones orienta le~ (sahídica, árabe. etíope) precisan:- «HaceJlos dignos de ser llenados del Espíritu Santo.» B. Botte corrige el texto original en el mismo sentido, contra la traducción Jatina, con argumentos qut"" no logran convencer.
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El problema histórico Padre, Hijo, con el Espíritu Santo en la Santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
Sigue una segunda unc1on sobre la cabeza, con imposición de la mano, y con la fórmula: «Yo te unjo con el óleo santo en el Señor, Padre todopoderoso, Cristo Jesús y el Espíritu Santo.» Terminada la unción, el obispo da el beso de paz. La iniciación no está acabada hasta ese momento, observa el texto, y los neófitos no participan en la plegaria del pueblo hasta que «han recibido todo eso». Hipólito, si bien señala unas etapas, subraya la unidad irrompible de la acción bautismal. La Tradición introduce una segunda unción postbautismal, propia, sin duda, de la liturgia romana, dada por el obispo con imposición de la mano. Es posible que se tratase de la introducción de un rito oriental. En todo caso Hipólito no hace escuela, y la segunda crismación no se encuentra ya hasta el papa Inocencia 1 48 • El Liber Pontificalis quiere hacerla remontar hasta el papa Silvestre 49 • El sacramentario gregoriano no conoce todavía más que una sola unción 50 • En el siglo IV, el rito milanés del bautismo comprende como ritos posbautismales: la unción de la cabeza, el lavatorio de pies, la invocación del Espíritu por consignación 51 • El África de Agustín parece fiel al ritual atestiguado por Tertuliano y Cipriano, con unción posbautismal e imposición de la mano, unida a una plegaria al Espíritu 52 • En España, Paciano atribuye formalmente el don del Espíritu a la crismación 53 • En Isidoro de Sevilla, la imposición de manos va acompañada de una unción 54 • 48. Dz 98 (215). 49. Liber Ponti/icalis, ed. Duchesne, 1, p. 171. Es sabido cuán sospechosas son las atribuciones a Silvestre. Recuérdese la famosa Donación de Constantino a Silvestre. 50. Las dos unciones postbautismales empieLan a hacer su aparición en el sacramentario gela5iano y en el Ordo Romanus, XI. Véase A. CHAVASSE. Le sacramenraire .'!élcuien, París-Tournai 1958, p. 169. Texto en A. ÜAU\'REAU, J. c .. p. 38-56. 51. AMBROSIO, Tratado de los misterios, 29-42. PL 16, 398-403, en Initiation chréJienne, p. 72-77. Véase D. VAN DEN EYNDE, en «La Maison-Dieu» 54 (1958) 68-71. 52. Serm. 324. PL 38, 1447. 53. Ep. 3, 3. PL 13, 1065. Véase D. VAN DEN EYNDE, J. c., en «La Maison-Dieu» 54. p. 65. 54. De ecc/. of., 11, 27, 3-4. En D. VAN DEN EYNDE, l. c., p. 65.
266
Hacia la separación del bautismo y la confirmación. Al contrario de Oriente, la Iglesia de Roma reserva el sello del Espíritu al obispo, jefe de la Iglesia local. Pero las Iglesias occidentales estuvieron lejos de adoptar uniformemente esta práctica, ni siquiera en Italia 55 • En la Galia, el concilio de Riez, del año 439, autoriza al sacerdote que bautiza a confirmar 56 • En España, desde el siglo IV y hasta finales del XI, Jos documentos atestiguan que los presbíteros administraban la confirmación cuando bautizaban en ausencia del obispo, o incluso en presencia de éste, con su mandato 57 • Más que de diferir el bautismo, se introduce el uso de bautizar a los niños, sin esperar a la imposición de manos del obispo. Las razones son múltiples: mortalidad infantil, bautismo de los clínicos, multiplicación de las parroquias rurales, sin pilas bautismales. Este uso es, primeramente, más un caso especial que una regia. Pero constituye problema. El De rebaptismate 3 ", del que no habría que exagerar la autoridad ni olvidar el espíritu tendencioso, plantea la cuestión del neófito que muere antes de haber recibido el sello del obispo: ¿será salvo? Y responde afirmativamente 39 • Jerónimo llega más lejos: Puesto que no es posible salvarse sin haber recibido el Espíritu, el bautismo confiere el Espíritu Santo "0 , lo cual es difícilmente impugnable. Jerónimo no quiere ver en el rito reservado al obispo más que una simple ceremonia honorífica, destinada a señalar su autoridad. Esto es precipitarse demasiado. 55. Inocendu 1 escribe en el 416 al obispo de Gubbio. donde los sacerdotes confirma· han. para reservar la unción a los obispos. Primera decretal que afirma «ilícita» la administración del sacramento por sacerdotes. D7 98 (215). Véase también Gregario Magno. PL 77. 677 y 696. 56. Can. 10. ed. M~"IU<. CC 14M. p. 68. 57. Textos en A. MosTA.lA RoDRÍGUEZ, 1:.1 problema ele/ ministro extraordinario de la confirmaciún, Salamanca 1952, p. 24-39. 58. El libro. escrito hacia 256 ó 258, toma posición contra Cipriano en la querella bautismal y contra el uso de rebautiz.ar a Jos herejes. 59. /k n•hapt .. 4-6. PL 3. IIM7-1191. 60. Dial. mil-. Luci/el'., 6-9. PL 23. 164-165.
267
El problema histórico
Lo cierto es que la separación entre bautismo y confirmación aparece como una «evolución secundaria» 6 \ limitada geográfic-amente; no se introduce en la Iglesia occidental sin dificultades ni vacilaciones, debidas, a la vez, a la distribución de los ritos de una y otra parte (¿dónde empieza uno y acaba el otro?) 62 y a la voluntad de explicar la intervención episcopal. Estas dificultades se reflejan en el concilio de Orange, del año 442, que descarta la doble crismación, practicada en Roma y su área, para limitarse a la crismación bautismal efectuada por el sacerdote con el crisma bendecido por el obispo 63 • Los términos confirmar, confirmación 6 \ que empiezan a imponerse en la .Galia, en los concilios de Riez y de Orange, no expresan un rito caracterizado sino la intervención terminal del obispo. Expresa menos un gesto que un elemento personal; se sitúa en el plano de las personas y no del ritual, que permanece intacto en el desarrollo de los ritos. Por encima de las cuestiones litúrgicas y canónicas, si se consulta la historia de la Iglesia merovingia y carolingia, hasta la Edad Media, se ve que el contragolpe de la separación entre bautismo y confirmación fue muchas veces despreocuparse de recibir el sacramento de manos del obispo 65 • Ello aclara la enseñanza de la escolástica y la importancia relativa que se dio a la confirmación.
61. Véase W. BREUNING, l. c., en oConcilium» 22. p. 91. 62. La larga querella acerca de la unción postbautismal es significativa. 63. El estudio más reciente y más exhaustivo es el de L.A. VAN BuCHEM, L'homéUe pseudo-ew,ébienne de Pentec-óte, Nimega 1967. p. 102-134. Véase! también D. VAN DEN EYSDI:, Le 2e canon conci/e d'Orange de 441 .HII' la rhri:imation, cRecherches de théol. anc. et rned.» 11 (1939) 97-109. 64. Primera utilización del verbo confirmare en el concilio de RieL, del 439, a propósito del obispo de Embrun. Armentario, que fue consagrado ilícilamente. Se le deja el derecho de «confirmare neophytOS». en la edición MUNII:.R, ce 148. pp. 67. óX. 110. 120. Para el canon 2 de Orange. en el que es empleada la palabra confirmatio, en el 441, ed. MUNilR, ce 14X. p. 78. Para su exégesis. véase A. CHAVASSE. Le deuxihne canon du Concile d'Oran.ge, e.\Jai d'exégi-se, en Mélanges E. Podechard, Lyón 1Y45, p. 103-120; J. FISCHI:.R, Chri.Hian lnitiatiOIJ, Baptism in lhe Medieval West, Londres 1965. 65. Numerosas quejas en la historia de la época. que permiten for1.1an:e una opinión más objetiva que por medio de unos textos canónicos poco aplicados. Ejemplos en P.M. GY. Histoire liturgique de la confirma/ion, «La Maison-Dieu» 58 (1958) 139-140.
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La Edad Media""·
La separac10n progresiva de la confirmación respecto del bautismo obliga a dotar a aquélla de una estructura litúrgica autónoma, cuando no es dada durante la vigilia pascual o pentecostal. El obispo la utiliza en su iglesia, en el curso de la semana pascual o durante sus visitas pastorales, que empiezan a multiplicarse a tal efecto. En la época carolingia, la imposición de la mano aparece junto con la consignación de la frente. El sacramentario gelasiano acreditó el doble rito de la imposición de la mano con la unción del santo crisma 67 , lo cual es atestiguado por Rabano Mauro 68 • Santo Tomás no menciona ya la imposición de manos 69 • Inocencio vm (1485), al adoptar el pontifical de Durando de Mende (t 1296), el Rationale divinorum officiorum (por obra del cual se implanta la «bofetada» en la mejilla) 70 , hace desaparecer la imposición de manos, como lo atestiguan los concilios de Florencia 71 y de Trento 72 • Ésta vuelve con Benedicto XIV 73 , León XIII 74 66. Véase A. ADAM, Das Sakrament der Firmung nach 1"homas von Aquin, Friburgo 1958; R. CHOQUETTE, Les effets du sacrement de la con/írmation, depuis le haut moyen áge jusqu'au milieu du XIII~ siecle, tesis mecanografiada, lnst. cat., París 1955; K.F. LYNCH, The Sacrament of Confirma/ion, in the Eear/y Middle Scho/. Period .• J, San Buenaventura, 1957. 67. A. CHAVASSE, Le sacramentaire gélasien, p. 169. Texto en Rituels sacramentaires, ed. ÜAUVREAU, p. 38-56. 68. De tinclione baptismi rt unctione chrismatis, en De institutione clericorum, I, 28. Véanse la complejidad de la cuestión y los testimonios en el art. Conjirmation, DTC ur, 1061-1064. 69. Santo Tomás afirma que la crismación ha reemplazado a 12 imposición de manos. Opusculum de articulis fidei et ecclesiae sacramenti. Lo cual ha pasado al Decreto a los .armenios. 70. Texto en P.M. Gv. l. c., p. 140. Gesto diversamente interpretado. Unos ven en él una forma atenuada del beso de paz, otros un gesto de origen germánico que pretende grabar en la memoria el recuerdo de acontecimientos importantes. Es de desear que el nuevo ritual suprima esta ceremonia adventicia, que distrae de lo esencial y que es tan poco expresiva que los autores son incapaces de ponerse de acuerdo respecto a su sig~ nificado. 71. Dz 697 (1317). 72. Cf. Dz 872 (1629). 73. Dz 1458 (2522). Véase ya Clemente VIII, Dz (1990). 74. Según P. FRANSEN, art. Firmung, en Lexikon für Theo/ogie und Kirche, IV, p. 148.
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El problema histórico
y el actual Derecho canónico 75 , e incluso tiende a constituirse nuevamente hoy en el rito esencial 76 • Si las fluctuaciones y las mutaciones en el rito no parecen inquietar a los maestros de la escolástica, la institución y la eficacia de la confirmación los ponen visiblemente en aprieto. Alejandro de Hales y Buenaventura hacen remontarse la institución al concilio de Meaux (845), en tanto que santo Tomás busca el origen en las Escrituras. La enseñanza relativa a los efectos del sacramento descubre nuevas dificultades. Si la enseñanza sobre el carácter sacramental es universalmente atestiguada desde Guillermo de Auvernia y Pedro Lombardo, no sucede lo mismo cuando se trata de delimitar los efectos. Amalario de Metz (t 850), cuyo Liber officialis ejerce una influencia duradera, había afirmado que la confirmación confería después de la muerte una mayor gloria en el cielo 77 • La primera escolástica, tributaria de las compilaciones de derecho eclesiástico y del decreto de Graciano, se apoya principalmente en un texto del Pseudo-Eusebio que provenía de la Collectio Gallicana, reunida en el siglo v, y ve en la confirmación sobre todo el aumento de la gracia (augmentum gratiae) y la fuerza para luchar (robur ad pugnandum) 78 • Este tema es repetido por toda la teología medieval, que insiste en el hecho de que el sacramento da aptitud para confesar valerosamente la fe y hace de ello un deber. Para san Buenaventura. 75. Can. 780. 76. AAS, 27 (1935) 16. 77. Liber off., 1, 27, 7. Véase ed. J.M. HANSSENS, Amalirii episcopi opera liturgica omnia, 1948, 2, p. 140. Recogido por el decreto Spiritus sancti munera, del 14 de septiembre de1946. 78. Texto omitido en la PL, publicado por PLS m, 615-617. Se hallará una nueva edición y la historia del texto en L.A. VAN BucHEM, L'homélie pseudo-eusébienne de Pentecóte, Nimega 1967. La homilía del obispo galo pasó, en gran parte, al siglo IX, en las Falsas Decretales del Pseudo-Isidoro Mercator, que atribuyó la paternidad de la misma, parte al papa Melquía-· des, que nunca ha existido, y que quizá fue confundido }X>r Milcíades, y parte a Urbano 1. De las Decretales, las citas fueron introducidas en el Decreto de .Graciano, de donde las tomaron los maestros de la Edad Media. Santo Tomás, al reproducir entre las Auctoritates las famosas citas, ignoraba su origen y su autoridad aprócrifa. Para el sentido exacto del texto, véase más adelante, p. 289, n. 66.
270
Los tiempos modernos
el confirmado es «Un combatiente de primera línea que proclama audaz y abiertamente su fe» 79 • Santo Tomás ve en la confirmación, principalmente, el sacramento que lleva al bautizado a la edad adulta de la vida cristiana 80 • Confrontadas con el desapego al sacramento, estas afirmaciones doctrinales reflejan más un ejercicio de escuela que una reflexión comparable a la de los Padres, que parte de la experiencia eclesial. La enseñanza de los maestros medievales no parece, en ningún caso, haber puesto remedio a la despreocupación por el sacramento de la confirmación.
11.
LOS TIEMPOS MODERNOS
81 •
Los reformadores rechazaron la confirmación en términos enérgicos. Todos están de acuerdo en reconocer que no puede tratarse de un sacramento. Lutero escribe: Buscamos los sacramentos instituidos por Dios y no hallamos ningún motivo para contar la confirmación entre los sacramentos. Para fundamentar un sacramento, es necesario, ante todo, tener una promesa divina por la cual la fe esté sometida a una obligación. Pero en ninguna parte Icemos que Cristo haya formulado una promesa relativa a la confirmación, aunque él mismo impusiese !as manos a muchas personas s2.
Este texto de Lutero muestra, por lo menos, que él conservó como rito característico de la confirmación la imposición de manos. Calvino, a su vez, rechaza la confirmación: La cual ni siquiera puede nombrarse sin ultrajar el bautismo; pero [él reconoce] una instrucción cristiana por la cual los niños, o aquellos 79. ~0.
Breviloquium. VI, 8. S. Theol., m, 72, 5.
81. Presentación protestante en L. VISCHER. La confirmation au cours des .siecles, Neuchatel 1959. Buen resumen de la Reforma y del concilio de Trento, art. Con/irmation en DTC, 111, 1082-1093. X2. De capt. babylonica, ed. de Weimar 6, 550.
271
El problema histórico que hubiesen pasado la niñez, viniesen a exponer la razón de su fe ante la Iglesia .ss.
Frente a estas alegaciones de la Reforma, el concilio de Trento se contentó con recordar y definir que la confirmación es un verdadero sacramento. que imprime carácter y cuyo ministro ordinario es el obispo '84 • Por otra parte, enseña que no es necesaria con necesidad de salvación, pero tampoco se pronuncia acerca de su estructura o de sus efectos. El concilio Vaticano 11 no habla ya del obispo como ministro ordinarius, sino originarius 85 , para tener en cuenta a las Iglesias orientales, según dijo la comisión preparatoria 86 • También aquí una toma en consideración realista de la Iglesia universal ha permitido un enfoque que clarificará la discusión teológica que necesitamos abordar.
83. 84. 85. 86.
Inst. chrét., ed. Belles Lettres, !936, IV, p. 84-85. Dz 871-873 (1628-1630), cf. 852 (1009). Lumen gentium, 11. Esquema 99.
272
CAPÍTULO 11
EL PROBLEMA TEOLóGICO 1
En varias ocasiones, liturgistas y teólogos contemporáneos se han quejado de la carencia de una teología de la confirmación, de la falta de interés que contrasta con el resurgir de la confirmación entre los anglicanos 2 • De entrada, hay que reconocer que esa carencia se debe, ante todo, a la complejidad de los problemas históricos que ya hemos analizado aquí. Rara vez se ha planteado la cuestión del porqué de la separación de los dos ritos, cuestión que podría esclarecer el significado propio de la confirmación.
l.
Se hallará una excelente presentación del problema teológico en P. TH. CAMELOT.
Sur la théologie de la con!irmation, en «Revue des Se. Phi!. et Théol.» 38 (1954) 637-657; Id., La théologie de la confirmation a la lumiere des controverses ,-écentes, en «La MaisonDieu» 54 (1954) 79-91 (con bibliografía); véase también una visión de conjunto en P. DE VoOGHT, Discussions récentes sur la confirmation, en cParoisse et Liturgie» 36 (1954) 409-413. 2. En particular L. BOUYER, La signification de la con/irmation, en «SupplSment a la Vie spirituelle» 29 (1954) 162-179, que ha suscitado vivas reacciones.
273 Hamman, Bautismo 18
Oh.\enaciones preliminares. Toda teología de la confirmación debe tener en cuenta la realidad histórica y ecuménica, y, por tanto, aplicarse a la doble práctica hoy existente de una confirmación que cronológicamente remata el bautismo en la unidad de una misma celebración, y de una confirmación separada, cual se practica en la Iglesia occidental, más especialmente para los niños bautizados en su primera edad. Partiendo de una explicación que tenga en cuenta a la vez la unidad y la bipolaridad, la experiencia de la Iglesia oriental y occidental, será posible elaborar una teología digna de tal nombre. :Ésta debe, de todas las maneras, evitar el error de método que consistiría en aplicar a unas realidades complejas, arrancadas de su contexto y de su significado, una definición sacramental enteramente hecha, que violente sus estructuras en vez de explicarlas, planificando todos los sacramentos al reducirlos a un mismo denominador común. Santo Tomás ya hizo observar la diferencia que existe entre bautismo y confirmación en lo que concierne a su necesidad 3 •
§ l.
Los fundamentos de una teología de la confinnación.
Para elaborar una teología de la confirmación necesitamos te· ner en cuenta tres problemas: Espíritu Santo e Iglesia, Espíritu Santo y bautismo, bautismo y confirmación. El fuego cruzado de estas tres cuestiones iluminará el esfuerzo de reflexión.
ESPÍRITU E IGLESIA
l.
4•
Toda teología de la confirmación supone a la vez una pneumatología y una eclesiología, no yuxtapuestas sino coordinadas, in3. 4.
S. Theol., 111, 72, 8. Baste citar H. KONG, La Iglesia, p. 196-230 (excelente biblioarafia); P. NAUTJN.
274
Espíritu e Iglesia
extricablemente ligadas, pues para la fe, la Iglesia es la Iglesia del Espíritu, y el Espíritu el Espíritu de la Iglesia, no un Espíritu sometido a la Iglesia o condicionado por ella, sino que le da existencia y que se expresa en ella 5 • El Espíritu Santo no es concebible fuera de la Iglesia, ni la Iglesia fuera del Espíritu. Lo cual hizo decir a san Ireneo: «Donde está la Iglesia, allí está el Espíritu; y donde está el Espíritu, alli está la Iglesia» 6 • «La Iglesia es el pueblo de Dios, al que la operación constante del Espíritu ha conformado a Cristo crucificado y resucitado. La Iglesia es transformada de día en día por él a imagen de Cristo» 7 • La Iglesia es, pues, creación y don del Espíritu. En ella, el Espíritu da y se da, en la Palabra y en los sacramentos. Y no da ni se da al individuo sino en la medida en que da y se da a la Iglesia, por cuya mediación da y se da a los nuevos miembros. El Espíritu da y se da libremente. Es «soberanamente libre», según la expresión de Gregorio Nacianceno 8 • Se sujeta a los sacramentos, pero la Iglesia no puede sujetarlo sin caer en el pecado de magia 9 • El pecado de Simón el Mago fue precisamente querer disponer del Espíritu e imaginar que los apóstoles disponían del Espíritu en vez de lo contrario. El Espíritu habita en la Iglesia y en cada uno de sus miembros libremente, sin identificarse ni a la una ni a los otros, sino construyéndolos juntamente como un templo de piedras vivas que él viene a habitar 10• La Iglesia es, pues, el edificio del Espíritu, da testimonio, por fuera, del Espíritu que la habita por dentro. Y esto, tanto la Iglesia local como la Iglesia universal. Así, el templo del Espíritu se edifica mediante el concurso de todos sus miembros. Je cr-ois a l'Esr>rit-Saint dans la sainte Eglise, París 1947; R. PRENTER, Le Saint-Esprit et le reno u vea u de /' Ég/ise, Neuchatel - París 1949; K. RAHNER, Lo dinámico en la Iglesia, Herder, Barcelona '1968. S. TROMP, Corpus Christi quod est Ecc/esia, 1-111, Roma 1957; A. DE VILLALMONTE, TeoloKía de la conjirmació11, Herder, Barcelona 1963. 5, H. KONG, La Iglesia, p, 182, 6. Adv. hae.·., 111, 24, l. PG 7, 966, 7, R. PRENTER, Le Saint-Eprit et le renouveau de l'Eglise, p, SO. 8, Orat,, 41, 9, in Pentecosten, muy utilizado por la liturgia griega, PG 36, 441. Véase V, LosSKY, Essai sur la théologie mystique de l'Eg/ise d'Orient, París 1944, p, 166, 9. H. KONG, La Iglesia, p, 214. 10, Jn 20, 22
275
El problema teológico
En Pablo y en Juan 11 , la Iglesia nace a raíz de la resurrección de Cristo, y el Espíritu es dado el día de Pascua, pues él se da en el misterio pascual, que es manifestación del Espíritu. En la Pascua, el Espíritu es comunicado al colegio de los apóstoles, en común; en Pentecostés, a cada uno de los miembros presentes. La efusión del Espíritu, prometida por el profeta Joel, atestigua que la comunidad de Jerusalén es la comunidad escatológica. El Espíritu le concede «cualificación, autoridad y legitimidad» 12 • La misión de la Iglesia es en lo sucesivo la misión conjunta del Kyrios y del Espíritu, y su acción, acción del Espíritu. En el apóstol Pablo, el Espíritu es dado no para unas acciones excepcionales, sino para transformar la existencia misma de los fieles. Sin el Espíritu no hay vida nueva, sin el Espíritu no hay comunidad escatológica, sin el Espíritu no hay Iglesia misionera, porque sin él no existe ni Iglesia ni misión 13 • Al resucitar a Cristo, el Espíritu pone los cimientos de una nueva creación, de la que Cristo es el primogénito y los cristianos hermanos suyos. El Espíritu realiza la profecía de la primera creación, constantemente evocada por los padres de la Iglesia. Él es a la vez presencia y acción, principio, crecimiento y consumación del cuerpo y de cada uno de sus miembros. Como dice Lumen gentium: «Por la virtud del Evangelio, él rejuvenece a la Iglesia, la renueva perpetuamente y la conduce hasta la unión perfecta con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: "Ven"» 14 • Y el Concilio recuerda la frase 11. t::sta es también Ja enseñanza de Pedro: c.También vosotros servid de piedras vivas para edificar una casa espiritual ordenada a un sacerdocio santo que ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.» 1 Pe 2, 5-6; cf. 1 Cor 3, 16; Ef 2, 17-22. Véase un estudio sobre este texto de Pedro en A. HAMMAN, La oración. Herder. Barcelona 1967, p. 241-242. Véase también LOT-BORODINE, Un maitre de la espiritua/ité b}·zantine au XIV• siecle: Nicolas Cabasilas, París 1958, p. 101. 12. H. KüNG, La Iglesia, p. 200·201. 13. H. KÜNG, !bid. 14. Lumen gentium, 4. El texto conciliar hubiera podido citar la autoridad de Ireneo: «La fe recibida de la Iglesia y que nosotros guardamos, que siempre, bajo la acción del Espíri~u de Dios, como un perfume costoso conservado en una ánfora de calidad. rejuvenece y hace que se rejuvenezca el vaso que lo contiene.. La Iglesia se ha visto ofrecer. el Espíritu Santo, prenda de incorruptibilidad, consolidación de nuestra fe, escala de nuestra ascensión hacia Dios.» Adv. haer., III, 24, l. PG 7, 966.
276
Espíritu y bautismo
de Cipriano ya citada: «Así, la Iglesia entera aparece como el pueblo unido con la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» u.
11.
ESPÍRITU Y BAUTISMO.
La controversia anglicana a propósito de la confirmación ha querido, como observa Botte 16 , reducir la cuestión al dilema siguiente: «El Espíritu Santo interviene en el bautismo o no interviene. En el primer caso, la confirmación es inútil; en el segundo, es necesaria» 17 • Dilema que no solamente linda con el sofisma sino que denota una singular inadvertencia a la acción del Espíritu a través de toda la red sacramental. Y, desde luego. toda la iniciación bautismal, desde su preparación hasta su consumación, es obra del Espíritu. Nada se opera fuera de él: olvidar esto sería caer en una concepción mágica del sacramento is. Un recurso a las fuentes bíblicas permite descubrir en el cuarto Evangelio que el Espíritu da, en el bautismo de agua, remisión de los pecados, nueva creación, vida eterna. La teología patrística no perdió nunca de vista este principio, fundamental, puesto vigorosamente en evidencia después del concilio de Nicea 19 • Lo que distingue el bautismo cristiano del bautismo de Juan Bautista no es que en él el don del Espíritu se añada a la inmersión, como podría hacerlo creer cierta presentación, sino que él opera toda la obra de la justificación y de la creación nueva, ya se trate de la Iglesia o de cada uno de sus miembros. «Sobreviniendo 15. CIPRJANO, De eral. donr., 23. PL 4, 536; cf. AGUSTÍN, serm. 71, 20, 33. PL 38. 463; 341, 9, 11. PL 39, 1499-1500; JUAN DAMASCENO, Adv, /con., 12. PG 96, 1358. 16. En cBulletin de théol. anc. et mediév.» 6 (1952) 1630. 17. ~sta es la posición de Dix, The Theology o/ Confirmation in re/ation to Baptism, Westminster 1946, y de lAMPE, The Sea/, 1956. 18. Se hallará una demostración sólidamente montada sobre el papel del Espíritu, en P. GALTIER. art. lmpositioll des mains, DTC, VII, 1349-1360. 19. Baste citar a Basilio el Grande: «El Espíritu es el Espíritu de verdad, don de filiación, promesa de bienes futuros, primicias de bienaventuranza eterna, fuerza vivificante, fuente de ~antificación.» Tratado del Espíritu Santo, >."'VI, 37. PG 32, 133. Véase también JuAN DAMASCENO, De fide orth., 1, 8. PG 94, 833.
277
El prublema teológico
a la fuente bautismal -escribe Ambrosio- o sobre los que se presentan al sacramento, opera en éstos verdaderamente la obra del nuevo nacimiento» 20 • Operando la obra salvífica, la acción del Espíritu señala la unidad y la progresión de las profecías a la realidad, de los acontecimientos evangélicos a su prolongación sacramental. Es interesante anotar que el propio Pseudo-Eusebio, cuya homilía ha desempeñado un papel excepcional en la historia de la confirmación 2 \ empieza por atribuir la regeneración al Espíritu Santo 22 • En vez de oponer las diversas unciones del ritual bautismal, de querer localizar la intervención del Espíritu, los textos litúrgicos como las Constituciones apostólicas 23 tratan de hacer captar la unidad y la progresión de aquéllas, desde la prefiguración a la realización y hasta el sello final. Las sucesivas invocaciones, que imploran a Dios o al Espíritu en cada rito, son una confesión de la fe que discierne al Espíritu que da y se da. Lo que es cierto de toda la iniciación cristiana, de todo sacramento - y explica sin duda la epiclesis eucarística- se expresa de manera privilegiada en la crismación. Sería fácil multiplicar los testimonios autorizados, desde Agustín hasta Isidoro de Sevilla, en apoyo de esta tesis 24 • Isidoro, recogiendo la herencia patrística, pudo escribir: «La eficacia de los sacramentos en la Iglesia se debe al Espíritu Santo, que la habita y secretamente opera la eficacia de los sacramentos» 2 ~. Y aplica esto al bautismo y a la unción que le sigue 26 : «El bautismo comunica la vida al hombre, por la efusión del Espíritu Santo.» 20. Tratado de los misterios, 59. PL 16, 409410. L'initiation chrétienne, p. 85. Los Pa· dres griegos gustan de describir esta presencia como un perfume, imagen del Espíritu. Véase el texto de Ireneo, anteriormente citado, p. 276, n. 14. La misma idea se halla subyacente bajo la crismación con el santo crisma. Para Cabasilas, véase LOT-BORODINE, Un maitre de la spiritualité byr.antine, p. 94. 21. Véase p. 270, n. 78. 22. cErgo Spiritus Sanctus qui super aquas baptismi salutifero descendit in lapsu, in fonte plenitudinem tribuit ad innocentiam ... », PLS, 111, 615. 23. Ver p. 261. 24. Textos en P. GALTIER, lmposition des mains, l. c., 1355. 25. Etym., VI, 19, 41. PL 82, 255. De /ide catholica, 11, 24, 2. 26. De /ide catho/ica, 11, 24, 2. PL 83, 531.
278
Espíritu y bautismo
San Ireneo presentó ya la Encarnación como obra del Espíritu y como «la primera unción de la humanidad por la divinidad» "'.
Esta primera unción, «oculta por el velo de la carne en el nacimiento del Salvador», fue con solemnidad confirmada, públicamente manifestada, en ocasión del bautismo de Jesús en el Jordán, epifanía de la economía divina 28 , que anuncia e inaugura el bautismo. Jesús mismo, al comienzo de su predicación evangélica, en su discurso inaugural a la sinagoga de Nazaret, se aplica el versículo de lsaías y se presenta como lleno de la unción del Espíritu: «El Espíritu está sobre mí, porque me ungió» 29 • Pedro le hace eco y afirma a su vez: «Dios lo ungió con Espíritu Santo» 30 • En la persona de Cristo, el Espíritu, que había abandonado a los hombres cuando pecaron, es devuelto en el nuevo Adán a toda la raza adánica. Incorporados al cuerpo de Cristo por el bautismo, los cristianos son ungidos a su vez -de ahí su nombre de cristianos- y «marcados en el corazón con el sello del Espíritu, que nos es dado como arras» 31 • Para los Padres griegos, se trata de la infusión directa de la vida divina increada: el Espíritu se da. Esta consagración es la obra conjunta de la Trinidad entera: el Padre es el Unctor (el que unge), el Hijo, el Unctus (el Ungido), y el Espíritu, la Unctio (la Unción) 32 • Ante esta concepción grandiosa, ciertas querellas teológicas parecen mezquinas. Para los Padres griegos sobre todo, poco importa que la crismación haya relevado a la imposición de manos (después de haberla acompañado, sin duda), pues los santos óleos, que introducen a Jesucristo, suplen a la mano cuando la crismación releva a la imposición de manos, dice el Pseudo-Dionisia 38 •
27. 28. 29. 30. 31.
En LOT-BORODINE, o. c., p. 91. !bid. Ello explica el Jugar del bautismo en la liturgia oriental de la Epifanía. Le 4, 18. Act 10, 38. 2 Cor 1, 21-22. Véase también 1 Jn 2, 20, 27. cr. l. DE LA PurrERIE, La vie se/on /'Esprit, p. 110. 32. Adv. haer., 111. 18, 3. PG 7, 934. 33. En LoT-BORODINE, o. c., p. 100.
279
III.
BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN.
La historia de la confirmación ha hecho surgir vacilaciones, incertidumbres, cambios, que denotan una conciencia de la complejidad del problema y la dificultad de reducir la iniciación a un denominador común. Todas las soluciones deben respetar la tensión interna entre dos polos que, lejos de oponerse, se complementan. La verdad cristiana - como el misterio de Cristo, «la suprema paradoja» 34 - exige constantemente tener en cuenta elementos complementarios (Cristo: hombre y Dios; la Iglesia: Iglesia del Espíritu y cuerpo de Cristo), si no se quiere desembocar en un nestorianismo o en un monofisismo sacramental. A la teología bautismal, como a la cristología, le acecha la amenaza de sacrificar la unidad o la dualidad, de fundir toda la iniciación en una unidad que disuelve a sus componentes, hasta el punto de suprimir su bipolaridad o de separarlos hasta la desintegración, hasta el punto de hacer desaparecer la unidad fundamental de aquellos componentes. En el plano de los principios teológicos. al que nos limitamos aquí, la cuestión que plantean bautismo y confirmación está subtendida por la de las relaciones entre Cristo y el Espíritu, no como correspondiente a las dos fases sucesivas de la misma iniciación 35 , sino como esclarecedora de la dualidad personal de acción de Cristo y del Espíritu en la unidad de una misma economía. íntimamente ligadas, la obra del Hijo y la del Espíritu corresponden a sus personas distintas. y no se confunden. El Evangelio muestra que la acción redentora de Cristo confiere a la creación aptitud para recibir el Espíritu 36 • Esto se realiza en dos tiempos: Cristo quita el obstáculo, y en lo sucesivo se efectúa la efusión 34. ~5.
La expre~ión es de Gregario Niseno. Crítica de la concepción de bautismo y confirmación como correspondientes al
misterio de Pascua y de Plntecostés, en v.,·. BRI-.UNINt •. cConcilium» 22. p.
1.12-~13.
36. La teología ¡riega aphca al Espíritu la imaeen del fuego que Cristo ha venido a traer a la tierra (le 12, 49); cf. Jn 7. 39. Véase V. LoSSKY. t:nai sur la tlréoluKie m}'S· IÍ(/111!, p. ·!56.
280
Bautismo y confirmación
del Espíritu sobre toda carne ". El Pentecostés no es la prolongación sino la consecuencia de la Encamación. Justamente es de la formación de la Iglesia de lo que se trata en los Hechos, de esa formación no más allá de la Pascua - el más allá de la Pascua no ocasiona nada más desde el punto de vista de la calidad de la consumación- sino a partir de la Pascua""·
No es Cristo quien envía el Espíritu, como para que lo reemplace; Cristo pide a su Padre 39 , a quien debe su misión, que lo envíe «en su nombre», en cumplimiento de un mismo designio de salvación. Es necesario que aquellos que han de recibirlo «lleven el nombre» de Cristo, sean bautizados en su nombre, renovados en el misterio de su muerte y de su gloria, que sean incorporados a su cuerpo para recibir el Espíritu. La obra y la misión de Cristo, recibidas de su Padre, conciernen a toda la raza humana, que él recapitula en su encarnación; la obra del Espíritu, por el contrario, consumando la de Cristo, sella la comunidad, uniéndola, a toda ella como a cada uno de sus miembros, a las tres personas divinas. «Cristo viene a ser la imagen única apropiada a la naturaleza común de la humanidad; el Espíritu Santo confiere a cada persona creada a imagen de Dios la posibilidad de realizar la semejanza en la naturaleza común. Uno presta su hipóstasis a la naturaleza; el Otro da su divinidad a las personas» 40 • Las dos manos de que habla san Ireneo obran, pues, de manera conjunta e inseparable, para llevar a cabo la única economía divina. Cristo opera la unidad de su cuerpo, en y por medio del Espíritu, y el Espíritu se comunica a todos los miembros de aquél en y por medio de Cristo. Esta obra conjunta se expresa en la iniciación cristiana, en el 37. Cf. el estudio de R. CABIÉ, La Pentecóte, Tournai-París 196S. 38. W. BREUNING, «Conciliurn» 22, p. 93. 39. El emisor del E•píritu es el Padre, y no Cristo, corno afirma E.H. SCHIL'-EBEECKX, Le Chrüt, sacrement de la rencontre de Dieu, p. 200; trad. españ.oJa, Cristo, sacramento del encuentro con Dio11, Dinor, San Sebastián ~1966. 4(). V. LOSSKY. o. c .• 163.
281
El problema teológica
bautismo y la confirmación. «El Espíritu Santo opera los dos sacramentos: crea de nuevo la naturaleza purificándola, uniéndola al cuerpo de Cristo, comunica también a la persona humana la divinidad. la energía común de la santa Trinidad; es decir, la gracia» 41 • El vínculo íntimo de estos dos sacramentos -bautismo y confirmación- es la razón por la cual el don increado y deifican te, que la bajada del Espíritu Santo confiere a los miembros de la Iglesia, es llamado frecuentemente «la gracia bautismal». El Espíritu se confunde con el reino de Dios predicado por Jesús: con ~u presencia lo realiza en nosotros, dentro de nosotros, hasta el punto de que algunas lecturas del Padrenuestro en san Lucas han podido reemplazar la petición del reino por la petición del Espíritu 42 • Unidos en una misma celebración, bautismo y confirmación deben poner de manifiesto - y el cristiano catequizado debe descubrirlo - el desarrollo histórico incluido en la plenitud ontológica de la iniciación. Este desarrollo no puede ser dado; es factor del tiempo, acción progresiva del Espíritu. Separados cronológicamente, bautismo y confirmación deben manifestar su unidad fundamental, y el cristiano debe descubrir que son teológicamente inseparables. La dualidad no está en Dios sino en la percepción del hombre, que es lento para descubrir en el análisis de los componentes la unidad del misterio cristiano.
IV.
BAUTISMO, CONFIRMACIÓN Y EUCARISTÍA.
También sería necesario descubrir que el término de la iniciación cristiana es la eucaristía. La práctica antigua de la Iglesia y el uso actual en la Iglesia oriental manifiestan la unidad de los tres sacramentos administrándolos en la misma celebración. En la cena eucarística está expresado todo el misterio de la fe, el cual será, en lo sucesivo, la vida del neófito. Las anáforas orientales, sobre todo, desarrollan la progresión 41. 42.
lbid., p. 167. Véase nuestro libro La oración, p. 140.
282
La sacramentalidad de la confirmación
je la revelación: iniciativa del Padre, envio del Hijo, que trae la ;alvación, misión conjunta del Espíritu, que consuma la obra de la salvación. El Espíritu sella el misterio eucarístico corno sella a ~ada uno de los miembros, consagra, bendice y santifica los dones - dice la anáfora de san Basilio-, «para que todos nosotros, que participamos en el único pan y en el único cáliz, estemos unidos Linos a otros, en la comunión del único Espíritu Santo» 43 • El Espíritu, invocado sobre la materia del bautismo y de la ~nfirrnación para que le dé su eficacia, es invocado en la epiclesis ~ucarística para que realice el misterio de la misma operando el :uerpo de Cristo. Lo cual permite descubrir la maravillosa contirmidad sacramental, que halla en la eucaristía su centro y su plerJ.itud. El Espíritu hace la eucaristía como hace la Iglesia y porque la hace; de una y otra parte, lleva a cabo la opus redemptionis.
~
11. La sacramentalidad de la confinnación.
La confirmación plantea especialmente tres problemas a la teología sacramental: la institución por Cristo, el ministro, los efectos. Es inútil volver sobre la cuestión de la materia y la forma, ya ventilada por el estudio histórico. Baste deducir de este análisis la libertad que le ha sido dejada a la Iglesia en aquello en lo que Cristo no precisó netamente gestos y palabras, portadores de gracia sacramental.
43. Pri€res des premiers Lhrétiens~ n. 0 306. Hemos demostrado que las anáforas son r:onstruidas sobre el mismo modelo que las confesiones de fe bautismales: quieren expresar d mismo misterio de la salvación. Mysterium ,\alutis, Einsiedeln 1957, u, p. 136-138.
283
l.
LA INSTITUCIÓN POR CRISTO.
En ningún lugar de la Escritura se dice que Cristo instituyó el sacramento de la confirmación. Ningún testimonio de los Hechos ni de las cartas apostólicas se refiere a una institución de la imposición de la mano que da el Espíritu. La Tradición no lo afirma tampoco, hasta el siglo III. Desde el siglo IV, los Padres, para dar un origen apostólico a la confirmación, invocan los Hechos de los Apóstoles, y más especialmente el episodio de los samaritanos 44 y el de los efesios 43 • La exégesis moderna, como hemos visto 4 \ impugna el valor del argumento basado en los Hechos. La única manera de explicar la institución divina es reconocer dos hechos: -
-
la institución global por Cristo de un rito bautismal de agua y de Espíritu, traducido en el origen por el baño y la imposición de la mano; el poder de la Iglesia de aislar, por razones que nos quedan por explicar, un elemento del tronco común. Esto no se ha hecho sino paulatina y tardíamente, puesto que Buenaventura y Alejandro de Hales hacían remontarse la promulgación al concilio de Meaux, del año 845.
11.
EL MINISTRO.
Hemos visto que los apóstoles imponían las manos a los samaritanos bautizados por el diácono Felipe. Durante los tres primeros siglos, el obispo, jefe de la Iglesia local, bautiza, impone las manos o da la unción, asistido de sus presbíteros y de sus diáconos, en 44. 45. 46.
Act 8, 14-18. Primer texto oficial: Inocencio Act 19, 1-7. Véase anteriormente, p._ 257-259.
284
1,
Dz 98 (215).
El ministerio
una verdadera con celebración 47 • Hasta en la administración sacramental, la jerarquía obra colegialmente. En el siglo IV, con la extensión de la Iglesia, asistimos a un estallido. Era dificil conservar a la vez la unidad sacramental y la unidad eclesial. Oriente, en el momento en que se constituyen las parroquias, delega de manera permanente toda la acción bautismal, incluida la unción, en el sacerdote 48 • Para mantener la unidad y el carácter episcopal, el sacerdote utiliza para la unción el santo crisma consagrado por el patriarca o al menos por el obispo. Occidente pone el acento sobre la unidad eclesial y reserva en principio al obispo la unción crismal o la imposición de la mano. Cornelio 49 reprocha a Novaciano el haber violado esta regla, que regía en África 50 • en Roma 51 y en España 52 • El concilio ele Toledo, aun cuando prohibía al sacerdote la bendición del santo crisma, le autoriza a hacer la unción en ausencia del obispo 53 • En la Galia, los sacerdotes, al parecer, daban la unción después del bautismo 54 • Las Falsas Decretales de Isidoro y el Decreto de Graciano reservan la confirmación al obispo, lo cual ha prevalecido en la legislación latina. El concilio Vaticano 11, queriendo tener en cuenta el derecho oriental tanto como el occidental, se contenta con afirmar que el obispo es el minister originarius de la confirmación 5 ' .
47. Basta remitirse a la Didascalia de los doce apóstoles o a la Tradición Apostólica, p. 88 y 110-111. 48. Textos en A. o' Aüs. De baptismo et confirmatione, p. 213-217. 49. En EusEBIO, Hist. ecc/., VI, 43, 15. PG 20. 624. 50. CIPRIANO. ep. 73, 9. PL 4, 1114-1115; De rebaptismate, 10. PL 3, 1195. 51. Véase la carta de Inocencia 1 al obispo de Gubbio, Dz 98 (215, cf. 329). 52. Concilio de Elvira, can. 77, Dz 52 d (120); PACIANO, ep. 1, 6. PL 13, 1057. 53. Dz (187). 54. Se hallará la documentación en L.A. VAN BuCHEM, L'homélie pseudo-eusébienne, p. 87-90.
55.
Lumen gentium, 26.
285
EFECTOS DE LA CONFIRMACIÓN ~ 6 •
III.
La cuestión más espinosa es la relativa al significado o a los efectos del sacramento de la confirmación. El concilio de Trento no se pronunció a este respecto. Nosotros empezaremos por establecer el estado de la cuestión, antes de ofrecer un ensayo de explicación teológica.
Estado de la cuestión.
l.
Las variaciones de la administración y del signo de la confirmación (unción crismal, imposición de la mano) repercuten en la interpretación de los efectos, principalmente en Occidente. A decir verdad, para la Iglesia oriental, que conserva la unidad original, la unción crismal sella el bautismo con el don del Espíritu, como dice la fórmula ritual. Cuando Occidente separó el rito terminal, empezaron las dificultades para darle un significado autónomo. Esquemáticamente. dos concepciones se han abierto paso: -
una que mantiene una unidad moral o ideal con el bautismo y ve en la confirmación el remate, el sello del Espíritu, puesto sobre el sacramento de la iniciación cristiana; otra, que reconoce la distancia que separa confirmación y bautismo y ve en aquélla una gracia, una fuerza, y una ordenación a una misión de testimonio, de acción evangelizadora 57 •
Ambas concepciones se encuentran en los textos del magisterio, el cual deja muy amplio espacio a la interpretación teológica. J::ste es en realidad el obje~o principal de las controversias actuales que analiza l. c. 51. Véase M. THURIAN. La confirmation, Neuchatel !957, p. !15 (buena hibliografía de la cuestión, p. !15·119).
56.
P.TH.
CAMELOT,
286
Ensayo de explicación teológica
Las tomas de posición oficiales no son uniformes. En ellas hallamos como efecto de la confirmación: -
el don del Espíritu Santo: Inocencio 1, Dz 98 (615); Inocencio IV, Dz 451 (831); el aumento del Espíritu Santo y la fuerza: Inocencio m, Dz 41 q (785), Decreto a los armenios, Dz 697 (1319).
El Decreto a los armenios parece haber percibido el problema. Primeramente afirma que la confirmación es aumento de la gracia y consolidación de la fe: Dz 695 (1311). Más adelante explica: «El efecto de este sacramento es permitir al cristiano confesar valerosamente el nombre de Cristo, puesto que en él el Espíritu es dado para hacer frente, como fue dado a los Apóstoles el día de Pentecostés.» Dz 697 (1319). FC, 718. El concilio de Trento no aporta ninguna precisión. El Vaticano 11, por el contrario, expone un aspecto nuevo en los textos: «Por el sacramento de la confirmación [los confirmados] son ligados más perfectamente a la Iglesia, son dotados de una fuerza especial del Espíritu Santo, y así obligados más estrechamente, como verdaderos testigos de Cristo, a difundir y defender la fe con la palabra y la acción» 58 • El texto se refiere a Círilo de Jerusalén, a Cabasilas y a santo Tomás ~ 9 • Hay un punto que, desde el concilio de Trento, es afirmado sin vacilación: la confirmación imprime carácter.
2.
Ensayo de explicación teológica.
Todo esfuerzo de reflexión sobre la confirmación debe tener en cuenta diversos factores: a) la unidad. fundamental de la iniciación cristiana en los primeros siglos, que expresaba una sola realidad coherente; 58. L11men gentium, 11. 59. CJRJLO DE JERUSALÉN, Cal., 17. PG 33, 1009. NICOLÁS CABASILAS, De vita In Chr., 3. PG 150, 569-580; SANTO TOMÁS, S. Teo/., lll, 65, 3 y 72, 1 y 5.
287
El problema teológico
la existencia y la legitimidad de un doble mo~o de administración, unificado y diversificado, en Oriente y en Occidente; e) la razón teológica que ha hecho mantener el uso oriental, de una parte, y ha provocado la rotura en Occidente, de la otra. El concilio Vaticano II no se ha contentado con desear que la administración ponga de manifiesto «más claramente el vínculo íntimo de este sacramento con toda la iniciación cristiana» 60 , sino que, en la línea de una teología ecuménica, ha presentado el sacramento de manera que se tenga en cuenta la práctica oriental y occidental. Vamos a desarrollar los elementos de un texto ya citado, perteneciente a la constitución Lumen gentium 01 : b)
Por el sacramento de la confirmación, los confirmados son ligados más perfectamente a la Iglesia, son dotados de una fuerza especial del Espíritu Santo, y así obligados más estrechamente, como verdaderos testigos de Cristo a difundir y defender la fe con la palabra y la acción. ''(:,
El vínculo eclesial.
a)
El aspecto eclesial es una dominante en Oriente y en Occidente. Al ponerlo en evidencia, la Lumen gentium vuelve en cierto modo al aspecto original de la imposición de manos, tal como los exegetas más rigurosos entienden la visita de los apóstoles a los samaritanos bautizados por Felipe 62 • Al delegar en el sacerdote toda la iniciación cristiana, Oriente quiso poner in tuto el vínculo con el jefe de la Iglesia, reservando la bendición del santo crisma al patriarca. En Occidente, sobre todo con la multiplicación de los bautismos de niños, más particularmente en la Galia, el sello final, con la imposición de manos, fue reservado al obispo, que ejerce en la Iglesia «el poder soberano» 63 • El valor comunitario del sacramento, ya significado por 60. 62. 63.
Sacrosanctum concilíum, 71. 61. Lumen gentium, 11. Véase p. 194. L. BouYER, La signi/icatlon de la con/irmation.
288
Profundizamiento de la gracia bautismal
la comunidad en el bautismo, se afirma así con la presencia del jefe de la comunidad, para que éste dé a la iniciación cristiana su significado pleno 6 •. El encuentro personal del bautizado y el obispo pone en evidencia y subraya el compromiso personal del confirmado, dentro de una comunidad eclesial concreta y representativa. La ambivalencia de la imposición de manos para la confirmación y la reconciliación de los herejes 65 pone de manifiesto su significado esencialmente eclesial. Así pues, la confirmación expresa que, como ya hemos visto, el Espíritu hace la Iglesia.
b)
Profundizamiento de la gracia bautismal.
La Lumen gentium presenta después la confirmación como una intensificación de la gracia bautismal 66 y como una fuerza especial del Espíritu 67 , con miras al testimonio y a la evangelización. Aquí es necesario disipar un doble equivoco. La teología escolástica hablaba corrientemente del augmentum gratiae baptismalis. Esta concepción resiste difícilmente a la crítica. Si la gracia bautismal lleva en sí misma su fuerza vital para toda la existencia, 64. SÓlo el obispo residencial da plenamente este significado. La tendencia actual de delegar este poder en un vicario episcopal es mejor solución que recurrir a algún obispo cesante, el cual, lejos de dar el sentido eclesial, tiene el peligro de afiadir una nota de folklore. Sobre el significado del obispo como ministro de la confirmación, vbse J. NEU· MANN, Dcr Spender der Flrmung in der Klrche des Abendlandes bis zum Ende des ·klrchl. Altertums, Meitingen 1963. 65. Solamente podemos remitir a la tesis de P. DE SAINT-PALAJS o'AusSAc, La rlconclliatlon des hérétlques dans 1'1!:glise latine, París 1943 y a la de L.A. VAN BuCHEM, L'homélie ps.-eusébienne, p. 169-191. 66. Cf. Dz 697 (1319). Sería necesario a este respecto, evitar las expresiones cnuevo don del Espíritu», cnueva efusión», cotro don», como si no se tratase del mismo don increado del Espíritu, que opera a todo lo largo de la acción bautismal. Hay que tener siempre presente que la confimtación occidental no puede tener distinto efecto que la oriental. 67. Numerosos autores se niegan a ver en la confirmación una gracia especial de fuerza. cOpinión aberrante, introducida a finales de la Edad Media., dice BOUYER, l. c., p. 179, n. 17. En el mismo sentido, L.A. Van Buchem. P. De Vooght escribe: cLa fórmula Splritus Sanctus ad robur es la expresión de una teologla mal informada de los datos litúrgicos y patrísticos, y, hasta más amplia información, no me parece muy conciliable con la concepción de la confirmación como complemento del bautismo.» cParoisse et Liturgie» 36 (1954) 413.
289 Hamman, Bautismo 19
El problema teológico
es difícil presentar la maduración o la madurez como un estado nuevo, ligado a otro acontecimiento sacramental. «Hacer consistir la madurez misma a su vez en un acontecimiento es, en el fondo, negar la analogía de la que se ha partido: el crecimiento que se opera en virtud de una fuerza inicial» 08 • Ese desarrollo, esa alimentación del crecimiento. ¿acaso no es la acción de la gracia eucarística? ¿Por qué, entonces esta nueva intervención de la confirmación «con trazas de acontecimiento»? ¿Cómo justificar esta representación cuando bautismo y confirmación son administrados en una celebración única?. Sin duda hay que ligar esta gracia renovada del Espíritu al aspecto eclesial de la confirmación, como integración en la Iglesia que el Espíritu de Pentecostés construye. Por la confirmación nos hacemos miembros completos de la Iglesia, somos incorporados al misterio entero de la Iglesia: filii Dei in virtute 69 • La confirmación es el sacramento de esta dimensión a la vez pneumática y eclesial. La confirmación no provoca sino que descubre y apoya una acción espiritual en curso: la acción operante del Espíritu, que intercede, santifica, desarrolla y unifica simétricamente a la Iglesia y a cada uno de sus miembros. La confirmación nunca puede ser la desintegración del bautismo, sino el descubrimiento del don y de las virtualidades incluidas en el mismo como el niño en el seno de su madre. Expresa la afirmación y la consolidación de una obra única, iniciada con la fe dada en el bautismo - en el que el Espíritu «constituido en potencia» es incesante renovación-, en el seno de la comunidad y de cada uno de sus miembros: Ecce nova facio omnia 10 • El bautismo y la confirmación corresponden a las dos fórmulas paulinas: «en Cristo» y «en el Espíritu». Éstas son concéntricas, pero no intercambiables. La primera «designa la esfera objetiva de la salvación en la que el hombre entra por la fe y el bautismo (en efecto, es por la fe y el bautismo como el hombre es ligado 68. 69. 70.
W. BREUNJNG, l. c., p. 88. Cf. E.H. ScHJLLEBEECKX, Le Christ sacrement ... , p. 19S. Ap 21, S.
290
T estigvs que defienden la fe con la palabra y la accián
al acto soteriológico de Cristo, su muerte y su resurrección. y al orden nuevo que ha sido la consecuencia del mismo); la segunda fórmula expresa el aspecto interior y subjetivo de la vida cristiana. la energía divina presente en cada cristiano, que permite a éste ... permanecer apegado a Cristo, al cual se ha dado, y reproducir en él su imagen» ' 1 • Aquí opera el Espíritu Santo -el Espíritu de la confirmación - presente en los corazones de los cristianos.
e)
Te.1tigos que defienden la fe con la palabra y la acción'".
No se trata, como en ocasiones se ha pretendido, de una misión nueva, puesto que tal es ya la misión del bautizado, y una misión nueva no tendría ningún sentido dentro de una celebración única. La confirmación pone el acento sobre el cometido activo, personal, de la fe, sobre la parte que el confirmado debe tomar en la defensa y la prop-ctgación de la fe, en la manifestación y la extensión del servicio de Dios hasta el servicio de los hombres. Eso es vivir el misterio de la Iglesia, en su docilidad al Espíritu, en comunión con todos los hermanos. La confirmación subraya también que la misión profética, sacerdotal y regia, dada en el bautismo en el plano del ser, condición :.iempre fundamental y supuesta, debe afirmarse en el plano de la acción, de la energía, como dicen los Padres griegos, indispensable para la puesta en acción de las potencias nuevamente infusas. Nicolás Cabasilas, a quien se refiere el texto conciliar, explica que si la primera acción de Dios confiere al hombre nacido del agua un inicio de existencia real, el don del Espíritu, que sigue, «le comunica fuerza y movimiento». Y esta energía propulsiva 71. A. FEUILLET, Le Christ, sagesse de Dieu, París 1966, p. 147. 72. Se trata de la profesión pública de la fe ante el tribunal del mundo, la cual puede llegar hasta el martirio, y de la irradiación del Espíritu Santo, que nos embalsama, según los Padres griegos. La óptica es muy diferente de cierta concepción de apostolado o de acción católica. cHay que confesar que esta idea (de la acción católica) no es en modo alguno tradicional y apenas si puede apelar a los textos pontificios», ni siquiera de Pío XI, dice P. TH. CAMELOT, La spiritualité d" bapteme, p. 255, n. l. Véase también Y. CONGAR, Jalones para una teología del /aicado, Estela, Barcelona 1961, p. 451, n. 66 y 67.
291
El problema teológico
permite al ser nuevamente formado o reformado la plena realización de sus potencias. Lo que hace falta poner de relieve es qu~ no se trata de un simple progreso, de un augmentum de gracia, sino del perfeccionamiento por el Espíritu de la imagen de Cristo realmente viva y operante. El myron es la plenitud carismática de todas las promesas del Espíritu; no es otra cosa que la perfección de nuestras facultades pneumáticas puestas en movimiento por el Donador en persona 78 • Aquí hay que añadir, sin prejuzgar cuestiones pastorales, que, en el caso del bautismo dado a los niños, la confirmación puede servirle de ·correctivo al poner en evidencia que el bautismo no es meramente dado sino que es una llamada a la parte personal de la fe y de la existencia cristiana 74 • La unción recibida debe esparcirse en irradiación y en acción, en perfume de agradable olor. La confirmación del Espíritu es el antitipo de ese perfeccionamiento personal, eelesial y escatológico que lleva la obra de la salvación a su consumación. Tampoco hay que perder de vista que desde el bautismo el fiel está marcado con el sello escatológico de que hablan Ezequiel y san Pablo 7 G. No puede tratarse de renovar sino simplemente" de intensificar, o mejor de «confirmar», el sello recibido de una vez para siempre, que dura por toda la línea del tiempo y anuncia la bienaventuranza y la reunión de la eternidad.
73. Lor·BoRODINE, Un maíu·e de la spiriwalité byzanti11e, p. 96. 74. Observación de L.A. VAN BuCHFM, o. c., p. 199-200. Los teólogos que han repetido la fórmula del Pseudo-Eusebio augmentum gratiae y robur ad pugnandum han desatendido el contexto. El autor quería mantenerse equidistante del pelagianismo y del agustinismo. Su tesis era: «Todo. en efecto, viene de Dios; todo, como la vida, es puro don del creador, en el que no interviene el compromiso. Pero aquellos que han dejado atrás Ja juventud puramente receptiva tienen que responder de este don; han de hacerlo verdadero en su vida de adultos, en medio de Jos peligros y de las tentaciones.» VAN BucHEM. o. c., p. 200. 75. Ez 9, 4; 2 Cor l. 22; Ef !, 13.
292
CAPÍTULO III
EL PROBLEMA PASTORAL 1
Toda pastoral debe tener una raíz teológica y armonizarse con la práctica tradicional de la Iglesia. De lo contrario, en vez de servir a la economía sacramental -lo cual es un cometido-, se expone a servirse de ella, en función de «elucubraciones humanas» cambiantes y frágiles. «No se trata, pues, de preguntarnos cómo concebir la confirmación para que sirva lo mejor posible, sino de interrogar a la Iglesia y hallar, en la concepción que ella nos dé, la ocas10n de revisar determinadas prácticas de nuestra pastoral» 2 • Hay que reconocer honradamente que las dificultades y las l. Bibliografía: A. ADAM, La confirmaci6n y la cura de almas, Herder, Barcelona !962 (muy al corriente de todos los problemas); B. B01TE, A propos de la confirmation, cNouvelle Revue Théologique• 88 (1966) 848-852; A. CHANSON, Pour mieux administrer Baptéme, Confirma/ion, Eucharistie, Extrime-Onction, Arras 1953; G. DELCUVE, Une nécessité pour /'e/ficaciré norma/e de la forma/Ion rellgieuse, cLumen vitae» 5 (1950) 322· 350; Directoire pour la pastora/e des sacrements a /'usage du c/ergé, adoptado por la Asam· blea plenaria del Episcopado para todas las diócesis de Francia, París 1952; H. DUPONI', Pastora/e de la Confirma/ion, cParoisse et Liturgie. 35 (1935) 303-312; Id., Pastora/e de la Confirmation, ensayos relativos a la administración del sacramento. cLum~n vitae• JO (1955) 399-402; J. M. HuM, Réflexions pastorales sur la Confirmation, «La Maison·Dieu» 54 (1958) 160-Jn; P. RANwEz, La confirma/ion, constirutive d'une persollnaliré au •ervice du Corps mystique du Chri•t, «Lumen vitae» 9 (1954) 17-36; M. THOMAS, Prob/emes pastoraux posés par la Con/irmation, «Lumiere et Vio. 51 (1961) 8().90. 2. J.M. Huw, R.l/lnians pastorales, p. 161.
293
El problema pastoral
aproximaciones teológicas con que nos hemos encontrado en el estudio de la confirmación pesan gravemente sobre su pastoral. La separación de la confirmación respecto del bautismo no sólo ha tenido ventajas. Frecuentemente pone .en peligro de perder el sentido de la cohesión interna de la iniciación cristiana, que forma un todo, y de alejarse del significado tradicional de la confirmación para buscar explicaciones adventicias con un pretexto pastoral. La cuestión que domina en pastoral es la de la edad de la confirmación. Esta cuestión condiciona parcialmente los demás problemas: el ministro, los padrinos y la administración del sacramento.
I.
LA EDAD DE LA CONFIRMACIÓN 3 •
Se impone una observación preliminar: la cuestión de la edad de la confirmación sólo se plantea en función del bautismo de los niños. No existe razón alguna para plantearla respecto al bautismo de los adultos, en el que el orden tradicional bautismo-confirmación-eucaristía debe ser respetado y unido en una misma celebración •. La cuestión de la edad de la confirmación se ha planteado allí donde · los dos sacramentos fueron separados. Lo cual provoca nuevos problemas. 3. Biblioarafía: A. ADAM, La con/irmacl6n y lo cura de almas, p. 97-153, Herder, Barcelona 1962; CH. BouzERAND, L'áge de lo con/irmation, cLa Maisson-Dieu JO (1947) 129-133; M. CAMBIAGHI, L'éta del/a cruima, Milán 1957; L. DURAND, De /a con/lrmatlon el de l'áge auquel il convient d'y admettre, ctltudes. 54 (1891) 421-452; P. GALTIER, L'áge de lo con/irmatlon a propos d'un document récent, cNouvelle Revue Théologique. 60 (1933) 675-686; M. GuJ!RET, cRevue du diocese de Tournai» 12 (1957) 139147; R. LEVET, L'áge de lo con/lrmatlon dans lo /égislotion des dioceses de France, cLa Maison-Dieu» 54 (1958) 118-142; A.G. MARTIMORT, La con/lrmatlon, en Communion so/enne/le et professlon de foi, París 1952, p. 188-201; A. MOSTAZA RooR{GUEZ, en cAnthologica annua» 4 (1956) 341-384; P. PATISSIER, De lo con/lrmation et de l'áge auquel il convient d'y admettre, París 1900, 3.• ed.; E. RuFFINI, L'áge de la con/lrmatlon, cConcil,ium» 38 (1968) 39-44. Biblioarafía complementaria, en eScuela cattolicu 95 (1967) 34-61; 66-79; 27().174. 4. El Directorio ad e:cperlmentum de Paris lo pide e:cplicitamente.
294
l.
Resumen histórico.
Con la excepción de España y América del Sur, en Occidente ha prevalecido, desde el siglo xm 5 , la costumbre de esperar para la confirmación a la edad del discernimiento. Hasta entonces, los niños, en Occidente, recibían juntamente bautismo-confirmacióneucaristía, cuando bautizaba un obispo; si no, la confirmación era dada tan pronto como era posible presentar el niño al obispo. Es probable que la costumbre de esperar a la edad del discernimiento sea consecuencia de un sincronismo con la edad de la comunión, que fue fijada por el concilio de Letrán en los siete años aproximadamente 6 • Esto es aconsejado más tarde por el Catecismo del concilio de Trento 7 y supuesto por la Instrucción Etsi pastoralis, de Benedicto XIV 11 • En Francia 9 , durante el siglo XIX, prevaleció la costumbre de dar la confirmación hacia los once o doce años, en muchos casos después de la primera comunión, lo cual no era tradicional un siglo antes 1.o. Ésta era también la práctica de Bélgica y de AustriaHungría. Roma, aun cuando toleró la costumbre, se esforzó en hacer admitir la práctica tradicional. Testimonio de ello, el texto de León xm, de 1897, al obispo de Marsella. Dicho texto afirmaba S. Es dificil sefialar una fecha. En 1287, un sínodo admite un plazo de tres allos, para los nillos pequellos. Pasado este plazo, estaba ordenado el ayuno a pan y aaua todos los viernes, hasta que los nillos fuesen bautizados. En C. BouZERAND, L'áre de la con· firmation, l. c., p. 131. 6. El t~rmino es empleado en el concilio de Letrán, 1215, para la obliaación de la comunión. Dz 437 (812). 7. cSi no parece oportuno esperar a los doce aftas, conviene en aran manera, sin cmbarao, retardarlo hasta los siete allon, dice el Catecismo. 8. Dz 1458 (2522). 9. Remitimos a dos estudios: G. BACCRABlRE, Con/lrmatlon et vlsltll pastora/e dans le diocese de Tou/ouse aux XVI•-XVll• slecles; R. LEVEI', L'áre de la con/lrmation dans la le· rislation des dioceses de France depuis le concite de Trente, uno y otro en cLa MaisonDieu» 54 (1958) 92-117; 118-142. 10. Las razones parecen s~r: el crecimiento de las dióce!is despu& de la Revolución, el número de los confirmandos a raiz de los allos revolucionarios, la influencia de lu Instrucciones sobre el ritual de Toulon, de 1748, y de las Lanares, de 1788. Vúse R. l.EVET' l. c .• p. 128-129.
295
El problema pastoral
que la costumbre francesa «no se avenía ni con la antigua y constante disciplina de la Iglesia ni con el bien de los fieles». Y añadía: «Confirmados pronto, los niños... pueden prepararse mejor para recibir más tarde el sacramento de la eucaristía, y cuando lo reciben, obtienen de él frutos más abundantes» 11 • El decreto Quam singu/ari de Pío x, relativo a la comunión precoz, no provocó en Francia en reciprocidad la confirmación precoz, sino una «comunión solemne» que hizo más difícil aún situar la confirmación en relación a la una o a la otra 12 • El nuevo derecho canónico, que recordó la costumbre latina de retardar la confirmación hasta «alrededor de los siete años» 13 , no cambió tampoco los hábitos establecidos en Francia. Diversas instrucciones romanas, sobre todo la de la Congregación de Sacramentos de 1932 a, que por otra parte apuntaba a España, provocaron una evolución en las legislaciones diocesanas de Francia 10 • Finalmente, el Directorio para la pastoral de los sacramentos, de 1951, tomó posición respecto a la edad de la confirmación. Este directorio ponía en evidencia dos puntos: l. La edad de la confirmación se sitúa aproximadamente en la edad de la razón, esto es, hacia los siete años. 2. El orden por respetar - o por restablecer- es: bautismoconfirmación-eucaristía. Esta directriz toma posición contra la costumbre de hacer que la primera comunión preceda a la confirmación u. 11. Traducción francesa de R. LEVET, l. c.. p. 133. 12. Ibid., p. 135-136. . 13. Can. 788. 14. Del 30 de junio de 1932, en AAS, 24 (1932) 271. A ésta hay que afladir la del 20 de mayo \le 1934, en AAS, 27 (1934) 16; la del 14 de septiembre de 1946, en AAS, 38 (1946) 350. Un artículo del P. Oalticr se esforzó en justificar la edad tardía de la confirmación en práctica en Francia. No parece haber ejercido influencia sobre la evolución. En cNouvelle Revue Théoloaiques 60 (1933) 675-686. 15. Acerca de las tendencias en Alemania, véase A. ADAM, La confirmación y la cura de almas, p. 129-140. En cuanto a la Ialesia de Inglaterra, véase W.A. ScOT, The Meaning of Conflrmation in the Church of England, tesis mecanografiada, Inst. cat., París 1963. 16. Directorio, n. 31-33. Para el orden de los sacramentos véase la Instrucción citada del 30 de junio de 1932.
296
Consideraciones teológica y canónica
Los textos conciliares no abordan el problema de la edad de la confirmación. Sin embargo, la cuestión fue estudiada por la comisión central del Concilio, el 16 de enero de 1962. El informe deja. constancia del enfrentamiento de dos tendencias, una de las cuales, «por motivos sobre todo pastorales, quisiera diferir la confirmación hasta la edad de doce o quince años», y la otra, que parece tener las preferencias de la autoridad, «mejor apoyada en motivos teológicos, históricos, jurídicos, insiste en que se mantenga la edad de siete años como la más indicada para recibir la confirmación, aun cuando recomienda que este sacramento vaya precedido de la eucaristía» 17 • Es por lo menos sorprendente invocar los motivos de la teología y de la historia, de una parte, y, de otra, preconizar, en contra de la Tradición, la comunión anterior a la confirmación. Pero esta forma de posición respecto a la edad mantiene la prescripción del derecho canónico. . !
2.
Consideraciones teológica y canónica.
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Como ya hemos visto 18 , la tradición antigua y universal, hoy todavía en vigor en Oriente, consistía en unir bautismo y confirmación en una misma celebración, puesto que el rito bautismal no se consumaba sino con y por la confirmación. El código de derecho canónico, aun cuando reconoce esta praxis de la antigüedad cristiana, autoriza, por razones de conveniencia, a retardar la confirmación hasta la edad de la razón, en la que el niño tiene un conocimiento suficiente del sacramento, así como de la eucaristía 19 • Por esta razón, se ha podido llamar a la confirmación «el sacramento de la vida consciente» ~w. La óptica canónica no es consagrar 17. En H. DE LAVALETTE, L'áge de la confirmation, en «~luden marzo de 1968, p. 425. 18. En las p. 260-264. 19. Bien "isto por B. Botte, quien anota que la edad de siete aflos es no un terminus a quo sino ad quem~ y en cierto modo una derogación ratificada de la costumbre antigua. A pro pos de la con/irmation, l. c., p. 839. 20. C. BoUZERAND, l. c., p. 131. El principio está ya establecido en la carta de León xm al obispo de Marsella.
297
El problema pastoral
sino poner fin a la desviación que separa la confirmación del bautismo; en otros términos, consumar el sacramento de la iniciación cristiana en el albor de la vida consciente, lo más tarde hacia los siete años. A lo cual hace Mons. Dupont el siguiente comentario: «¿Se llama al arquitecto cuando la casa está terminada?» 21 • En contra de la disciplina tradicional, la tendencia a retardar la confirmación por razones pastorales parece querer dar al sacramento un contenido y un significado que se alejan de los que la Iglesia ha pretendido en el curso de los siglos y que todavía hoy están en uso entre los hermanos de Oriente 22 • Para medir el peligro de semejante aventura basta con recordar ciertas interpretaciones modernas de la confirmación 23 • Esta tendencia parece concebir un sacramento dado a la edad de siete años como una vacuna que pierde su eficacia pasado un cierto plazo. El pastor debe cuidar de mostrar la unidad que liga todos los sacramentos y hace de ellos los gestos de Cristo, que actúa en su Iglesia por medio del Espíritu. ¿Acaso lo esencial de la pastoral no es hacer descubrir a tra~;és de todos los sacramentos ese encuentro con Cristo-sacramento? Como ya se ha dicho, «la confirmación no es un instrumento de la pastoral. La confirmación es, y la Tradición nos dice lo que es» 24 • A la pastoral le corresponde leer y comprender la experiencia de la Iglesia.
11.
EL MINISTRO DE LA CONFIRMACIÓN
25
•
La cuestión de la edad de la confirmación está ligada a-la del ministro. Occidente ha mantenido la costumbre primitiva, según 21. H. DuPONT, Pastora/e de la conji,-mation. en cLurnen vitae» JO, p. 3~-J. 22. Baste advertir Ja frecuente confusión entre la madurez espiritual y la madurez psicológica, entre choque e!..piritual y choque psicológico, entre la eficacia sacramental y la crisis de Ja adolescencia o de la pubertad, de orden más psicológico y moral Qlh! espiritual. 23. Así las motivaciones de Mons. Fuhon Sheen para retardar la confirmación in\·ocan unas razones teológicas confusas y muy discutibles, sin fundamento en Ja Tradkión de la Iglesia. 24. J.M. HuM, J. c., p. 161. 25. A. MosTA7A RooRÜiUEZ, Le minütre de la con/irmation, cC'oncilium» J~ ( 1'168) 31-37.
298
El ministerio de la confirmación
la cual el obispo presidía toda la iniciación cristiana, como ya hemos visto 26 , reservando al obispo, jefe de la Iglesia, la consumación del bautismo mediante la confirmación. Por legítima que sea esta consideración, la dimensión moderna de las diócesis la hace cada vez más difícil. ¿Acaso no exist~ hoy desproporción entre el medio y el fin? Para que el aspecto eclesial sea percibido realmente, es necesario que la administración del sacramento conserve a la vez un carácter comunitario y solemne, pero a escala y de experiencia ·humanas 27 • Sustituir el obispo residencial, primer interesado, por un obispo «auxiliar» o retirado, es una simple solución de recambio. ¿Es normal multiplicar los obispos auxiliares con el único fin de que den un sacramento que un sacerdote puede dar? ¿En qué medida los fieles, ante un obispo que no es el jefe de la Iglesia, disciernen ese significado eclesial? En la hora de la colegialidad, hay derecho a preguntarse si la precocidad y el lugar de la confirmación en la iniciación cristiana no serían mejor servidas delegando el poder «original» en aquellos que en la estructura diocesana participan en la jurisdicción episcopal. Ello descargaría al mismo tiempo al obispo residencial. reservándolo para las tareas mayores de su cargo pastoral 28 • Por otra parte, diversos pastores piden que la confirmación y la visita pastoral sean disociadas, con el fin de dar tanto a una como a otra su verdadero significado 29 • También en esto, unos hábitos heredados de otro contexto histórico ya no tienen apenas justificación.
26. Véase p. 260. 27. Mons. Dupont, con otros pastores, se alza contra las confirmaciones en masa. «Lumen vitae» 10. p. 401. 28. cCabe preguntarse si, al mantener tan estrictamente el derecho del obispo, la Iglesia occidental no se ha metido por un camino sin salida», escribe B. Botte, l. c., p. 852. Véase también la sugerencia de M. Thomas, cLumiC:re et vie» 51, p. 89. 29. Véase, por ejemplo, THOMAS, cLumiere et vie» 51, p. 89; J.M. HuM, cLa Maison· Dieu» 54, p, 165.
299
lll.
LOS PADRINOS.
El padrinazgo está ligado ongmariamente a las relaciones que unen bautismo y confirmación 30 • Por otra parte, las prescripciones del derecho canónico rigen los dos padrinazgos por consideraciones análogas. «Es una costumbre muy antigua de la Iglesia dar, en la medida de lo posible, un padrino a cada confirmado como a cada bautizado» 31 • El Código recomienda asimismo que no haya más de uno o dos confirmandos por padrino 32 • Como el origen, el significado es idéntico. El Directorio para la pastoral de los sacramentos toma posición contra los padrinazgos colectivos, costumbre de muchos lugares: «Es deseable que no se dé un padrino o una madrina común a todos los confirmandos, sino que se elija un padrino o una madrina para cada uno, que pueda seguir a su ahijado y ayudarle a perseverar» 33 • Por tanto, es aconsejable que el padrino - o la madrina-, debidamente instruido de su cometido, sea elegido por el confirmando mismo, ayudado de sus padres, de los catequistas o del sacerdote, según los casos. En cualquier caso, se ha de dar preferencia a aquellos que representan una auténtica élite cristiana: perseverantes sólidamente formados, responsables de movimientos de juventud, catequistas, cristianos comprometidos, que viven cerca del confirmando y son capaces de mantener contactos con él y de ejercer sobre él una influencia cristiana, sobre todo en caso de carencia de familia. Hay que insistir también en el significado espiritual del padrino o de la madrina y en su cometido de delegados de toda la parroquia 84 • 3(;. La disposición del OC que exige que los dos padrinos sean diferentes, dificil de comprender, parece basarse en un contrasentido y contrarresta más que favorece el vínculo entre los dos sacramentos. Véase J. FRANSEN, La discipline canonique, cLa Maison·Dieu» 54. p. 151-153. 32. Can. 794. 31. Can. 793. 33. Directorio. n. 35. 34. Aquí habría que respetar el paralelismo con el bautismo. Véase M. THOMA.s. cLumiere et vie» 51, p. 86-88.
300
IV.
CELEBRACIÓN.
La celebración de la confirmación, para permanecer a escala humana, aun conservando su carácter festivo, debería ser organizada anualmente, en las parroquias urbanas, y por sectores al menos, en el campo. Esta descentralización, solicitada repetida· mente 35 , permitiría dar a la confirmación su significado de acontecimiento eclesial, al permitir a toda la comunidad participar en ella. Lo ideal sería que su administración se situase en el curso de la misa; allí la confirmación encaminaría directamente a la eucaristía dada en una misma celebración 36 • Ello pondría en evidencia la unidad de la iniciación cristiana. Si esta comunión fuese la primera comunión, sería fácil unir las dos preparaciones. De todas maneras, catequesis y liturgia deben poner de relieve el vínculo que une los sacramentos de la iniciación cristiana, pues la confirmación lleva al bautismo a su término y ambos sacramentos conducen a la eucaristía, corazón de la red sacramental. Tanto para el confirmado como para la comunidad, la celebración de la confirmación debe proporcionar la mejor ocasión de cobrar conciencia de la presencia y de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. Ello exige dar prueba, a la vez, de información y de solidez doctrinal para el fondo, de imaginación creadora para la disposición de la liturgia. La ocasión es única para descubrir en la plegaria y por las instrucciones las dimensiones de la Una sancta. El ritual mismo, en curso de revisión, deberá concentrar gestos y palabras en lo esencial. Sería conveniente suprimir los elementos adventicios, en particular «la bofetada», que perjudica más que sirve al sacramento. Sería conveniente, también, poner de manifiesto el vínculo orgánico que liga la confirmación al bautismo, y el común encaminamiento de ambos sacramentos hacia la eucaristía.
35. 36.
Por ejemplo, M. THOMAS, l. c .. p. 89. J.M. HUM, l. c., p. 169.
301
CONCLUSióN GENERAL
La exposición del bautismo y de la confirmación ha permitido descubrir la fe inalterable de la Iglesia a través de las vicisitudes de los siglos. Las confesiones de la fe, ya hablen explícitamente del bautismo ·-como la de Nicea, por ejemplo- o no, presiden la administración del bautismo y ligan la iniciación cristiana al mensaje evangélico y a la economía de la salvación. En la teología sacramental, bautismo y confirmación descubren un triple aspecto: bíblico, eclesial y escatológico. : , , El cristiano es bautizado «en nombre de Cristo» o en nombre de las tres personas divinas. Una u otra fórmula expresa la fe bautismal, cristológica o trinitaria. Así se abren paso dos perspectivas complementarias. En la primera, Cristo es el centro focal , partiendo del cual es posible descubrir al Padre que lo envía y al Espíritu que prolonga la acción del Padre. Esta perspectiva no se opone a la fórmula trinitaria, sino que conduce a ella y la revela. La gracia de Cristo permite descubrir «la ternura del Padre» y «la comunión del Espíritu» 1 • Hay que añadir que la fe bautismal se apoya en Cristo resucitado, en el Señor. El cristiano es bautizado en este misterio, pues l.
2 Cor 13, 13.
303
e unclusión
general
este misterio pascual revela la acción del Padre «que resucitó a Jesús de entre los muertos y lo sentó a la derecha de Dios» 2 , desde donde él envía su Espíritu para que realice el reino mesiánico. He ahí lo que el cristiano descubre y confiesa en «el baño de regeneración» 3 • Este carácter erístico de toda la revelación no lo encontramos solamente en el bautismo. Lo volvemos a ver en las anáforas eucarísticas. Lo cual pone de relieve la unidad y la continuidad entre bautismo y eucaristía. Unidad que la tradición antigua y la liturgia oriental expresan administrando bautismo-confirmación-eucaristía en una misma celebración. Ello permite percibir la unidad y la consumación de los tres sacramentos en el mysterium fidei, corazón de toda la vida sacramental. Liturgia y pensamiento orientales inician asi a los fieles en el misterio de Dios presentándolo en la unidad de las personas, preferentemente a la unidad de naturaleza. La ventaja de esta presentación de la economía de la salvación es expresar la sinergia divina en acción, en la que todo nos viene del Padre, por medio de Cristo, gracias al Espíritu, que actúa en nosotros y conduce toda la creación a su término. Del estudio sacramental en general, y del bautismo y de la confirmación en particular, se desprende una segunda conclusión: el carácter eclesial de ambos sacramentos. Por la iniciación cristiana, el neófito forma parte del pueblo de Dios, de la nación santa, del sacerdocio regio. Esto se cumple de una vez para siempre en el bautismo, y en lo sucesivo se prolonga y se consolida en el sacramento eucarístico, tanto para el cuerpo entero como para cada uno de sus .miembros. «Sed lo que veis, y recibid lo que sois», dice san Agustín 4 a los neófitos de Hipona. La integración en la Iglesia pone en evidencia la acción del Espíritu, que construye la Iglesia. A él le está confiada, «en el curso de los últimos tiempos», la consumación de la economía sal2. 3. 4.
Por ejemplo, Gál 1, 1; Col 2, 12; 1 Pe 1, 21. Tit 3, 5. AouSTfN, Serm. 2n. PL 38, 1248. La messe, p. 226.
304
Conclusión general
vífica. Su misión empieza con la resurrección de Jesús: el Resucitado llama al Espíritu y le confía a los suyos y a aquellos que se reunirán en torno al colegio apostólico. Esta acción del Espíritu se expresa a través de toda la red sacramental. Él da su eficacia a la «materia» del sacramento. Por eso la liturgia no opera ninguna acción sacramental sin invocación o epiclesis al Espíritu. Éste es invocado no solamente sobre el agua y el crisma, sino sobre el pan y el vino. Su acción realiza el cuerpo de Cristo, en su unidad y su catolicidad, como afirman y expresan las anáforas eucarísticas. Es patente que el apóstol Pablo aplica a la acción del Espíritu el mismo término koinonía ~, comunión, · como para expresar la perfecta simetría de acción entre la eucaristía y el Espíritu Santo. La Iglesia es obra del Espíritu, y no es Iglesia sino en la medida en que es obra del Espíritu. Y cada fiel no realiza en plenitud el misterio de su fe bautismal sino en la medida en que en él se cumple la obra del Espíritu que intercede, opera, santifica y realiza. San Pablo presenta el Espíritu, infundido en el momento del bautismo, como una presencia, un don, un principio inmanente y constructivo U., El Espíritu es el principio y el agente de la creación nueva, que se desarrolla a imagen de Cristo resucitado, primicias del mundo nuevo. Desde Tertuliano, los Padres se complacen en establecer el paralelo entre las dos creaciones, la del universo y la del bautismo 7 • El Espíritu que se cierne sobre las aguas es la profecía de la obra vivificadora y santificadora del Espíritu, que lleva la creación entera y a cada uno de los bautizados a su transformación y a su transfiguración. Pablo aplica al Espíritu la imagen de la consignación o la sphragis, que expresa, a la vez, que el Espíritu viene a tomar posesión del neófito y que, en éste, lleva el plan salvífico a su consumación. Tal es el tercer aspecto. Las imágenes paulinas de 5. 2 Cor 13, 13. 6. Véase la exposición de L. CERFAUX, Le chrétien dans la théo/ogie paulinienne, París 1962, p. 273-286. 7. Véase anteriormente, p 99 y 126.
305 Hamman, Bautismo 20
Conclusión general
«arras» y de «primicias» ponen en evidencia el carácter escatológico de su acción '/ de la economía de la salvación 8 • La gracia bautismal se presenta como un anticipado depositado, por el cual Dios se compromete a realizar plenamente sus promesas, hasta la consumación de las mismas. La teología siria describe el bautismo como el retorno al paraíso 9 • Vivido en la fe y la espera, el estado edénico se realizará plenamente al término del camino. La resurrección de Cristo, en quien somos bautizados, es el punto de partida y el término de este proceso, pascual y escatológico a la vez. La acción del Espíritu transforma al neófito en imagen del Resucitado. Largo y doloroso parto del hombre regenerado - y del cosmos a su imagen - a la vida del Espíritu, que transforma, unifica y reúne. El hombre entero, hasta en la resurrección de su carno - y la humanidad en su totalidad - es llamado a participar en la gloria de Cristo. Bautismo y confirmación emprenden este itinerario escatológico. La gracia bautismal comunica la vida de Cristo glorificado. Pero ésta permanece invisible, «oculta con Cristo en Dios» 10 • Por eso «nosotros mismos, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos igualmente en nuestro propio interior, aguardando con ansiedad una adopción filial: la redención de nuestro cuerpo. Pues con esta esperanza fuimos salvados» 11 , y por tanto regenerados. Pero en la parusía, «cuando se manifieste Cristo, también nosotros nos manifestaremos juntamente con él, en gloria» 12 •
8. Véase A. FEUILLET, Le Chrilt, saresse de Dieu, p. 12A, n. 2. 9. Cf. en la p. 126. 10. Col 3, 3-4. 11. Rom 8, 23·2A. 12. Col 3, 4.
306
ÍNDICES
CITAS BíBLICAS *
1, 2 1, 26 7, 21 - 8, 12 17, 9-14
&id
Núm
Gén , 38
76 38 2S
2S 63
9, 14 11, 26
9, 6-1S
28 N eh
Dt 1, S-11
28
26
10, 16
ÉX
Jdt
-4, 2S 12 12, 48
Jos
2S 127-130 2S
24
12, 6-9
2S
S, 2
Sal Lev 11-1S 11, 32 11, 40 14 14, 8 1S, 3-13 1S, 18 22, 1-8
.
1 Re 24
24 24 61 24
28
8, 47 2 Re
2S
S, 14
24 24 24
2 Cró
2, 7 22, 23 33, 6 41 , 3 81, 6 84, 4 106, 6 '142, 6
28
6,37
Las remisiones cen nearitas• se refieren a citas importantes .
309
77 37 77 130 130 89 233 28 130
Citas bíblicas
Prov 8, 17 30, 4
Ez 214 64
Ecl 11, 5
9, 4 18, 2 18, 30 18, 31
64
36, 25 36, 25-27
25
36, 39, 44, 47,
Eelo 34, 25
Is 1, 16 4, 4 10, 16 11, 2 21, 4 28, 17-19 32, 15 33 , 24 42, 1 44, 3 45, 2 53 53, 5 54, 1 54, 9 55, 1 55, 3 63, 19 66, 8
130 25 57 34 25 57 32 29 35 32 77 61 29 63 57 66 66 34 63
25-28 29 7 1-2
Me 9,4-19
28 JI
3, 3, 3, 4, 4,
1-2 1-3 1-5 9-21 18-21
32 32 39 32 32
12, 10 13, 1
3, 3, 3, 3, 3,
1, 1' 1, 1,
1-5 1-8 4 5
1, 8 1, 9-11 10, 38
32 25 29 61
1-12 2-11 5 6 11
27 28 29 28 31
310
28 27 28 28 29 31 33-39 32 39 185 32 28 40 167 210
10, 39 1'1' 30-33 16, 16
Zae
Mt 63 26 26 29
33-39 34 64 64 28 35 219 28 57 40 72 167 210 220
Dan
Jer 2, 27 4, 4 9, 25 31, 34
3, 13-17 3, 14-15 292 5, 9 214 5, 44 214 11, 18 29 12, 18 32 18, 10 25 21, 25 29 24, 37-39 28, 18-19 32 1 130 28, 19 61 . 32 1 26 78
Le 1, 3, 3, 3, 3, 3, 3,
17 1-18 3 12-14 16 21 21-22
29 27 28 29 31 29 33-39
Citas bíblicas 64 37 38 279 64 214 219 214 214 280 32 39 185 219 126 32
3, 22 3, 23 D 3, 23-38 4, 18 6, 35 7, 47 9, 37-43 10, 27 10, 28 12, 49 12, 49-SO 12,
so
18, 16 23, 43 39, 29
Jn 1, 12 1, 13
1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 2, 3, 3, 3, 3,
19-28 19-34 26 27 29 30 31-33 32-33 32-34 33 34 7-9 1-15 1-21 3-5 S
64 63 64 66 27 60 61 6'1 67 61 62 34 33 37· 61 62 62 62-66 63 61 62 64 219
3, 3, 3, 3, 3, 3, 3,
6 8 11-12 11-13 14-16 16 16-21
3, 3, 3, 3, 4,
22 22-23 22-30 34 1-3
4, 4, 4, S, S, S, 7, 7,
2 10 14 2 7 24 22-23 37-39
64 64 66 62 67 184 62 6S 62 39 60 61 39 60 62 62 62 64 62 64 26 61 62 67 61 66 280 62 66 67 64 185 67 }1!15 146 62 214 61 61 61 60 61
7, 38-39 7, 39
9, 7 10, 16 11, 52 12, 24 13, 14 14, 14, 16, 19, 19,
10 21 26 7 33 34
311
67 62 6S 61 61 42 61 27S
3, S 19, 34-3S 19, 36 19, 20, 22
so
Act 1, S 1, 22 2, 1-4 2, 2, 2, 2,
14-29 ll$-39 16-28 17-21
2, 33 2, 36-41 2, 38
2, 41 3, 3, 3, 3, 3, 3, 3, 3, S,
1-13 12-26 15 18 20-21 21 24 25 13 14 7, 51 8, S-2S
s.
33 41 27 33 42 257 44 44 4S 32 39 61 232 43 4S 204 210 44 204 39 44 44 44 44 44 44 44 44 44 26 4S
Citas bíblicas 8, 12 8, 12-16 8, 13 8, 14-18 8, 15 8, 15-16 8, 26-39 8, 31-38 -8, 36 8, 37 9, 26 10, 37 10, 10, 10, 10, 10,
37-43 38 38-40 40-48 44
10, 11, 13, 13, 13, 13,
48 16 4 9 24-25 33
15 16, 1 16, 15 16, 31 16, 31-32 16, 33 16, 17, 17, 18,
34 22-31 34 8
18, 25
44 216 258 284 45 258 43 44 219 44 44 27 33 44 279 37 2i4 4.5 46 257 43 33 257 257 33 35 37 26 219 44 46 46 44 44 219 46 44 44 44 46 219 33
43 60 43 45 60 284 44 33 43 257 43 210
18, 25 19, 1-6 19, 1-7 19, 19, 19, 20, 22,
2-5 3-4 5
23 16
Ro m 1, 2, 2, 3,
4. 4, 4, 5,
5, 5, 6,
89 26 214 25 25 141 25 51 226 51 47 232 51 43 204 63 48-51 49 52 51 51 51 51 63 64 66 64
11 28-29 29 30 9-12 11 12 10 20 21 1-ll
6, 2 6, 3 6, 6, 6, 8, 8, 8, 8, 8, 8, 8, 8, 8,
3-4 3-7 4 2 9 10 11 14 15 16 17 21
312
8, 23-24 8, 29 9, 8 10, 9 11, 17-24 12, 11
306 66 64 47 51 49 43
1 Cor 1, 13
1, 13-17 1, 14 1, 15 1, 3, 5, 5, 6,
16 16 7 7-8 11
7, 14 8, 6 9, 1 10, 1-2 10, 1-5 10, 2 12, 13
12, 15, 15, 15.
27 8 21-49 29
43 49 204 47 219 43 204 219 276 61 128 43 47 204 219 225 72
48 52 124 47 204 47 51 52 188 204 232 232 48 51 47
Citas bíblicas 204 216
15, 29
2 Cor 51 52 47 279 292 51 134 134 51 48 303 305
1, 21 1, 21-22 1, 22 3, 18 4, 4 4, 6 4, 13 5, 17 13, 13
Gál 304 25 47 51 208 43 47 49 51 121 204 51 63 47 47 48
1, 1 2, 7-9
2, 2, 3, 3,
4, 4, 5, 6, 6,
19-20 20 26 27
4 6 24 14-15 15
1, 13
1, 2, 2, 2,
18 4-8 10 11
2, 2, 2, 3, 4,
11-22 14-18 17-22 17 4
138 140 Z92 134 47 48 25 H9 53 51 Z76 51 51
2, 2, 2, 3, 3, 3, 3, 3,
1 Tes
5, 5, 5, 5,
8 9 14 26
5, 31 17, 1-2 18, 2
63
2, 11 2 Tim
72
54 47 47 52 134 48 134 47 Z04 ZlO 51 81 80
4, 4-16 4, 5 4, 30
49 304 47 47 306 306 51 25
11-13 12 20 1-4 3-4 4 9-10 11
134
1, 10 Tit
180 47 51 63 204 210 304
3, 4 3, 5
Heb
Flp 1, 2, 3, 3, 3,
51 64 26 48 48
19 15 2-3 7-8 12 Col
35 35 45 47 259 134 47 134
1, 5 5, 5 6, 1-2 6, 1-5 6, 1-6 6, 4 10, 19-20 10, 32
Ef 1' 13
47 51 52
1, 2, 2, 2,
48 219 53 47
13 11 11-12 11-13
313
Sant 1, 18
63
Citar bíblicas 1 Pe 1, 3
1, 1, 1, 1, 1,
3-4 11 18-20 21 23
2, 2. 3, 3, 3,
2 5-6 6 18-22 19-21
2 Pe
55
1, 4
58 63
3, 3-11
55 55 61 304
55 63
3, 21 4, 12 4, 12- 5, 14
139 208 57
279 279 63 64 64 63 64 66 64 63 64 214
55 276
55 56 56 124 210 58
3, 1-2 3, 9
3, 14 4, 7
55
3l4
214 67 63 63 64 64 62 67 64 66
5, 4 5, 6-8
1 Jn 2, 20 2, 27 2, 29
4, 8 4, 13 4, 18 5, 1
5, 18
Ap 3, 5 3, 18 5, 6 7, 9 21, 5
122 122 61 122 290
CONCILIOS Y DOCUMENTOS
Alejandro m, ad Pontium 206 Aries, concilio de 314: 109 255
Gerunda, concilio de S17: 221 G regorio Magno 267
Singulari 110bis 234 Etsi pastoralis 269 295 , .1• Braga, concilio de 572: 221 BENEDICI'O XIV,
Inocencio 1, Si instituto, a Decencio 266 267 284 285 Inocencio 11, Apostolicam Sedem 214 Inocencio 111, Debitum pastoralis 214
Cartago, concilio de 220, 256: 104 concilio de 397: 225 concilio de 418: 226 Clemente vm, Presbyteri Graeci, 269 Compiegne, sínodo de 757: 216 Decreto a los armenios 206 216 233234 255 269 287 Derecho canónico 20 205 234 270 300 Directorio para la pastoral de los sacramentos 240 296 300 Documento episcopal 240 243 245 247
Laodicea, concilio de 363: 255 León XIII, Annum sacrum 234 269 295 Letrán IV, concilio de 1215: 20 109 2
Elvira, concilio de 210 255 285
Nicea-Constantinopla 20 109 Nicolás 1 216
Florencia, concilio de 1439: 206 269
Orange, concilio de 441: 268
315
Concilios y documentos Pío Pío Pío Pío
Singulari quadam 211 Quam singulari 296 XI 291 XII , Mystici corpvris 234 237
Trento, concilio de 109 172-173 193 200 203 208 209 210 214 221 234 255-256 269 Trullo, concilio de 691 : 109
IX,
X,
Riez, concilio de 439 : 267 268
Urbano
Santo Oficio a monseñor Weber 221
Vaticano 11 215 231 235-239 256 272 276 285 287-292 Vienne, concilio de 1312: 206
Toledo, concilio de 400: 285 concilio de 675 : 20
316
11
216
ESCRITOS APóCRIFOS Y LITERATURA ANTIGUA
Agustín 60 122 123 126 127 133 136 137 145-153 158 190 192 193 203 209 210 222 226 233 239 266 278 Ambrosio 122 123 124 127 130 142 143 205 210 214 Antiquitates ludaicae 27 Arístides 82 Atanasio 83 139 186
131 180 214 304 128 266
132 189 221
eonstituciones
129 278
Basilio 117 122 132 136 138 141 143 145 197 205 210 221 277 Bernabé, epístola a 75-78
Cánones de Hipólito 214 Cipriano 102 104 107-108 123 186 205 212 220 265 277 285 Cirilo de Alejandría 137 Cirilo de Jerusalén 19 113 116 118119 121 123 124 128 130 138 140 143 182 210 214 262 287 Clemente de Alejandría 63 88-90 134-135 Clemente de Roma 80 Clemente, segunda carta de 81
apostólicas 116 205
261-262 Cromacio 132
De rebaptismate 107 214 267 Didakhe 40 72-73 Didascalia de los doce apóstoles 88 260-261 Dídimo el Ciego 119 128 139 205 Efrén 214 Epifanio 19 135 216 Eusebio de Cesarea 122 212 285 Eusebio de Verceil 117 2ü6 Eusebio el Galicano 270 292 Evangelio de los ebionitas 33 35 Evangelio según los hebreos 33 Filón 28 128 Fulgencio de Ruspe 227 Gregorio de Elvira 126 128 Gegorio de Nacianzo 123 126 131 132 133 135 136 138 140 142 144 205 212 221 227 275
317
Escritos apócrifos y literatura antigua Gregorio de Nisa 116 122 127 129 130 131 142 205 227 280
Hcnoch 34 57 Hermas, Pastor de 79-80 137 Hilario de Poitiers 125 137 Hi pólito de Roma JI 0-111 121 265266 Ignacio de 1rene o 60 260 275 Isidoro de
Antioquía 39 80 81 84-87 105 205 212 220 276 278 279 Sevilla 266 278
Jerónimo 135 225 227 267 Josefo 27 Juan Crisóstomo 117 122 125 127 128 130 131 132 142 144 180 189 212 214 221 225 Juan Damasceno 117 140 143 277 Jubileos, libro de 25 32 Justino 40 57 60 63 81-84 85 89 115 134 189 220
Odas de Salomón 73-75 Optato de ~ilevi 109 146 Orígenes 77 91-97 127 128 129 llB 220 Paciano de Barcelona 131 266 285 Policarpo 80 220 Pseudo-Dionisio 118 122 156 205 263 Serapión 139 205 Teodoro de ~opsue sti a 116 119-120 121 122 123 125 131 133 262 Teófilo de Antioquía 82 Tertuliano 60 98-167 128 130 138 141 210 216 225 264 Testamento de los XI/ patriarcas 34 Tradición apostólica, véase Hipólito de Roma
Vida de Adán y Eva 38 Yoma 25
León
~agno
201 210 Zenón de Verona 119
~arcos
el Diácono 122 Melitón de Sardes 39
318
AUTORES MEDIEVALES
Alberto Magno 233 Alejandro de Hales 156 160 209 270 Alger de Lieja 233 Amalario de Metz 270
Hugo de Saint-Chair 155 Hugo de San Victor 154 Huguccio 154 Nicolás Cabasilas 278 287
Buenaventura 157-160 209 227 270 271 Duns Escoto 156 Durando de Mende 269 Guillermo de Auvemia 270 Guillermo de Auxerre 154 Guy d'Orchelles 209
Pedro Lombardo 154 156 233 270 Pseudo-Pedro de_Poitiers 154 Rabano Mauro 269 Tomás de Aquino 156 157 160-163 209 213 270 271 287
319
AUTORES MODERNOS
Adam, A. 269 293 294 296 Ales, A. d' 177 205 212 285 Baccrabere, G. 295 Baer, H. von 41 Bagatti, B. 19 26 31 58 74 75 83 118 139 Balthasar, H. Urs von 91 95 % Bannwarth, A. 121 146 153 Bareille, G. 107 Barth, K. 194-195 218 Baum, J. 235 Bea, A. 236 Beasley-Murray, G.R. 23 50 177 218 Beauduin, L. 190 Bedart, W.M. 119 Rellamy, J. 224 Benoit, A. 49 71 72 86 218 Benoit, J.M. 168 Benoit, P.- Boismard, M.E. 35 Retz, O. 31 Biel, G. 227 Billerbeck, P. 25 32 Boismard, M.E. 55 Bord, J.B. ·215
Rotte, B. 260 263 265 277 293 297 299 Boudes, E. 224 Houhot, J.P. 257 Bouillard, H. 215 Rouyer, L. 273 288 Bouzerand, Ch. 294 295 297 Brandt, W. 23 Braun, F.M. 59 Bremond, H. 249 Breuning, W. 268 280 290 Bultmann, R. 195 Busch, R. 146 Butler, B.C. 236 237 238 Cabié, R. 281 Cabro!, F. 242 Calvino J. 168-172 271 Cambiaghi, M. 294 Camelot, P.Th. 134 160 193 227 260 273 286 291 Caperán, L. 215 Carra de Vaux-Saint-Cyr, P.B. 224 Casalis, G. 168 Case!, O. 184
320
Autores modernos Cayetano, T 227-228 Cerfaux, L. 47 51 305 Congar, Y. 233 291 Connolly, R.H. 260 Conzclman, H. 258 Coppens, J. 23 46 121 Corroy, R. 166 Corselis, M.A. 199 Cotticr, M. 248 249 Cullmann, O. 23 25 35 36 59 60 184 187 189 190 191 193 196 206 218 219
Edsman, S.M. 31 135 Elfers, H. 111 264 Feuillet, A. 51 291 306 Fischer, B. 249 Fischer, J. 268 Flemington, W.F. 23 42 59 63 65 197 Portier, P. 94 128 Foschini, B.M. 216 Franscn, P. 269 300 Fridrichscn, A. 36 39 Frisque, J. 248 Froidevaux, L.M. 84
Chanson, A. 293 Chavasse, A. 185 186 187 188 266 268 269 Choquette, R. 269 Dahl, N. 23 Dana, H.E. 41 Daniélou, J. 55 86 91 113 124 126 Davies, W.H. 50 Davis, C. 231 Delahaye, K. 119 Delcuve, G. 293 Delling, G. 23 30 47 99 Delorme, J. 23 25 27 31 Descamps, A. 36 De Vooght, P. 273 Didier, J.C. 93 218 220 221 222 Dix, G. 138 277 Dodd, C.H. 61 Dolger, F. 128 129 135 137 257 260 263 Doncoeur, P. 249 Dondaine, H.F. 193 197 Doumergue, E. 168 171 Dujarrier, M. 247 Dupont, H. 293 298 299 Dupont, J. 37 41 134 181 Durand, L. 294 Dutheil, M. 32 33 34 35 37 38 39
Galtier, P. 102 121 264 277 278 294 296 Gandillac, H. de 263 Gauvreau, A. 261 266 Gerbé, P. 244 Giet, S. 79 Gilmore, A. 61 Gnilka, J. 31 Goguel, M. 27 Greiner, A. 171 Gronvik, L. 165 Gross, J. 86 208 Guéret, M. 294 Guillet, J. 59 Gumpel, P. 224 Gy, P.M. 221 268 269 Haarsma, F. 229 Hahn, W.F. 47 Hamer, J. 193 241 Hamman, A. 31 55 191 201 212 213 222 276 282 283 Hanssens, J.M. 270 Harl, M. 89 Henneke, E. 33 Henry, A.M. 193 197 240 244 249 Héris, Ch.V. 224 227
321 Hamman, Bautismo 21
Autores modernos Hoskyns, F.C. 60 Hubsch, B. 218 Huby, J. 40 Hum, J.M. 293 298 299 301
Lynch, F. 269 Llopart. E. 264 Manders, H. 193 Marcus, E. 243 245 Marlé, R. 195 Marsh, H.G. 23 39 Martimort, A.G. 294 Massaut, J. 240 Mathieu, L. 158 Mersch, E. 208 Michaelis, W. 60 Michel, A. 157 224 Mollat, D. 47 Monceaux, P. 146 Moreau, E. de 164 Mostaza Rodríguez, A. 267 294 2'18 Mouroux, J. 215 Munier, Ch. 267 268
J anelle, P. 164 Janssens, L. 257 Jeremías, J. 30 61 218 219 Jetter, W. 151 165 Jourda, P. 164 J ournet, Ch. 224 Kaesemann, E. 258 Kattenbusch, F. 100 Klauser,Th. 117 Kosnetter, J. 33 Küng, H. 187 !93 206 211 232 237 274 275 276 Labourdette, M. 224 Lafont, J. 231 Lagrange, M.J. 60 Lamirande, E. 231 Lampe, G.W.H. 31 41 61 74 93 111 138 277 Landgraf, A.M. 154 157 162 221 Laurence, L. 224 Laurentin, A. 245 246 249 Lavalette, H. de 224 297 Lecerf, A. 169 Lécuyer, J. 179 187 Leenhardt, F. 23 28 Leipoldt, J. 23 Levet, R. 294 295 296 Liégé, P.A. 242 244 Loew, J. 248 249 Lossky, V. 275 280 281 Lot-Borodine, M. 276 278 279 292 Lubac, H. de 187 Lundberg, P. 30 39 55 74 124 128 129 Lutero, M. 165-168 271
Nautin, P. 274 Neumann, J. 289 Neunheuser, B. 71 132 163 205 Oepke, A. 23 Patissier, P. 294 Perdelwitz, R. 55 Pétré, H. 180 Peuchmaurd, M. 245 249 Plumpe, J.C. 119 Pote!, J. 244 Potterie, l. de la 52 62 279 Pourrat, P. 147 149 207 209 Prenter, R. 275 Prigent, P. 75 76 Puniet, P. de 264 Quasten, J. 111 Raes, A. 260 264
322
Autores modernos Rahner, H. 23 57 88 91 95 % Rahner, K. 231 234 275 Ranwez, P. 293 Refoulé, R.F. 104 113 Reicke, B. 55 Renwart, L. 224 228 Richard, L. 231 Riesenfeld, H. 38 59 Rissi, M. 217 Roetzer, W. 146 Roguet, A.M. 245 Rordorf, W. 81 Ruch, Ch. 172 Rudolf, K. 30 Ruffini, E. 294
Taille, M. de la 132 190 Thils, G. 49 Thomas, J. 23 27 30 Thomas, M. 293 299 300 301 Thompson, K.C. 217 Thurian, M. 286 Tixeront, J. 147 Tobac, E. 47 Tromp, S. 275 Umberg, J.B. 257
Sahlin, H. 27 29 Saint-Palais d'Aussac, P. de 289 Saltet, L. 121 Scheeben, M. 212 Schelkle, K.H. 117 Schillebeeckx, E.H. 199 207 209 215 281 290 Schlier, H. 46 Schmitt, J. 30 67 Schnackenburg, R. 47 49 50 51 Schneemelcher, W. 33 Schneider, J. 23 47 Schónmetzer, A. 19 Schweizer, E. 45 60 Scot, W.A. 2% Staab, K. 217 Steinmann, J. 27 Stenzel, A. 120 204 265 Stolz, A. 126 Stommel, E. 50 115 Strack, H. 25 32
Van Buchem, LA. 268 270 285 292 Van den Bussche, H. 64 Van den Eynde, D. 100 117 206 209 260 262 264 266 268 Van lmschoot, P. 24 25 31 Van Roo, W.A. 224 Villalmonte, A. de 275 Viller, M. 213 Villette, L. 47 56 62 65 107 109 148 149 157 164 166 168 171 195 196 Vischer, L. 271 Vogtle, A. 33 Walty, J.N. 218 Weltc, B. 121 264 Wendel, F. 169 Wenger, A. 133 180 261 Wesseley, Ch. 128 Ysebaert, J. 29 63 Zimmerli, W. 61
323
289
155
145 193
íNDICE ANALíTICO
Bautismo de los prosélitos 30 72 Bautismo de sangre 104 151 161 212-213 v. Martirio Bautismo en el Espíritu 31 v. Espíritu Bautismo en el fuego 31-32 v. Fuego Bautismo en favor de los muertos 216 Bendición del agua 119 132 283
Abraham 25 53 104 125 140-141 Adán 38 48 50 86 115-116 125-126 159 279 Agua 66 74-76 79 97 132 173 203205 v. también Baño Amor de Dios 180-181 184 Ángel 99 Antiguo Testamento 23-26 63 Apostolado 153 287-288 291 Arca de Noé 56-57 84 Ayuno 72 81-82 106 182 Baño 131-}313 207 v. también Agua Baptisterio 115-117 Bautismo 15-249 Bautismo de deseo 151 214-215 Bautismo de Jesús 33-41 80-81 Bautismo de Juan 27-32 v. Juan Bautista Bautismo de los apóstoles 42-43 103 Bautismo de lvs herejes 104 107-109 146 197 Bautismo de los niños 93 105 150152 157 218-230 241-242
Camino 152 Carácter 147 156 173 209 272 Caridad 153 Carisma 89-90 123-124 266 26!!-269 285 288 Catecumenado 91 113-114 182 Catequesis bautismal 44 49 56 76 84 89 91-94 98 113-124 146 Catequesis mistagógica 55 Circuncisión 25-26 30 53 73 84 94 14().:141 162 192 Cismáticos 146 Comunidad 188 Comunidad litúrgica 46 55
324
Jndice analítico Concupiscencia 152 159 Confesión de fe v. Profesión de fe Confirmación 123 190 251-301 Confirmación separada del bautismo 267-268 Conversión 28 78 R2 91-92 113 144 152 162 182 Cordero pascual 61 67 128 v. también Pascua, pascual Corona 74 Costado de Cristo 60 103 120 126 Creación 48 67 76 78 83 99 1.32-133 179-180 Crismación 123-124 Cristo 48-51 56 95 183-188 279-2!W Cruz 76-77 81 96 115 123 142 Cuerpo 50 Cuerpo de Cristo 52-54 120 151-152 188-190 236 279-280 v. también Iglesia Demonio 57 74 93 114 127-128 133 181-182 Diácono 105 265 284 Diluvio 56-57 82 94 126 v. Arca de Noé Donatismo 147-149 Economía de la salvación 56 86-87 98 136 179-183 Ecumenismo 231-239 Edad de la confirmación 294-298 Eficacia de los sacramentos 92 108 157-160 170-171 283 Epifanía 74 131 135 279 Escatología 28 34 52 74-75 77-78 90 97 102 106 120 140 163 276 292 306 Esenios 25 30 Espíritu Santo 31-32 34 37-39 41 45-46 51-52 61-62 65-66 78-79 83
85 87 92 too 111 t19 123-124 134 143 148 161 274-279 290 Eucaristía 17 59-60 73 80 83 190191 282-283 297 Éxodo 32 52-53 103 123 127-130 Exorcismo 116 128 Fe de la Iglesia 19-20 255-256 Fe y bautismo 40 51 62-63 65-66 lOO 104 140 144-145 157-160 162163 165-168 193-198 Filiación 64 185 207 Frutos de la confirmación 286-292 Frutos del bautismo 143-145 150 162-163 207-209 Fuego 57 135-139 v. Bautismo en el fuego Historia de la salvación v. Economía de la salvación Iglesia 53 57 61 78 85 107 150-153 173 187-190 201 232-233 274-277 288-289 304 v. también Cuerpo de Cristo Iluminación 80 82-83 88-90 131 134-137 !52 159 207 Imagen de Dios 76 87 126 139 Imposición de manos 45-46 102 108109 111 114 266 269 285 Incorruptibilidad 75 85 152 276 Indignidad del ministro 148 Inmersión 43 72-75 81 93 117-119 204 277 Institución divina 200-202 283-284 Intención del ministro 149 159 1nterrogación 100 110-111 Jordán 94 115 125 129 Juan Bautista 27-32 60-66 85 173 Justicia. justificación 35 36 Leche y miel 75-76 106 111
325
Jndice analítico Limbo 228 Lustraciones judías 24-25 Luz 48 \'. Iluminación Madrina 246-247 300 Magisterio de la Iglesia 255-256 Marcha por el desierto 96 María 86 119 Mar Rojo 66 73 94 106 115 125 127 Martirio 104-105 151 161 v. Bautismo de sangre Materia y forma 154-156 Maternidad de la Iglesia 88 119 150 Mesianismo 28-29 31-32 37 62 65 Ministro de la confirmación 272 284-285 298-299 Ministro del bautismo 105 147-148 158 159 161 173 215-216 Misterios paganos 23 49 92 Muerte de Cristo 75 118 162 183-184 v. Pasión Mujer 105 Necesidad del bautismo 209-215 Nicodemo 62-66 Niños muertos sin bautismo 224-230 Nombre de Jesús, bautismo en 43-46 49 160 Nombres del bautismo 89 131 Nupcias espirituales 94 132 182-183 276 Obispo 110 116 265-268 284-285 288-289 299 Ocho 57-58 115 Oración 81-82 113 182 Padrino 246-247 300 Paloma 34 37-38 153 Paraíso 31 75 78 94 97 116 125-126 129
Pascua, pascual 57 97 106 118 127 184-185 191 Pasión de Cristo 80-81 85 103 158159 162 163 184 Pastoral de la confirmación 293-301 Pastoral del bautismo 240-249 Pecado v. Perdón de los pecados Pelagianismo 151-152 Pentecostés 41-42 106 188 281 Perdón de los pecados 29 32 42 73 76 78-79 82 86 lOO 111 172-173 208 Predicación bautismal 130-145 Preparación para el bautismo 91 ll3-ll4 245-247 Presbítero 105 110 265 267 284-285 Profesión de fe 44 80 84 93 110-111 113 158 206 Purificación 24-25 41 67 73 81 92 96 126 131 134 159 170 Recapitulación 86 132 281 Regeneración 62-65 82-83 86 88 131 142 160 Regla de la fe 84 91-92 95 v. también Profesión de fe, Magisterio de la Iglesia Religiones paganas 23 Renovación en el Espíritu 32 39 66 87 120 138 Renuncia a Satanás 93 114 v. también Demonio Resurrección 39-40 65-66 103 106 115 183-184 303-304 Retraso en recibir el bautismo 113 Ritos bautismales 71-73 79 88 91 100-102 110-111 115-124 136 156 202 247-248 Sacramento 59-60 100 103 190-192 200-202
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Jndice analítico Sello (sphragis) 52 74 78-79 81 122-123 131 137-144 160 207 305 Seno materno 119 Signación 102 111 122-123 Solidaridad 29 87 Sphragis (sello) 52 74 78 79 81 122-123 131 137-144 160 207 305 Sujeto del bautismo 161-162 168 216-217
114 292
114 292 173
Templo 73 Tentador v. Demonio Trinidad 40 72 84 92 100-101 108
110 117 146 153 158-159 186 277 279 281 Unción posbautismal 101-102 111 120 266 268 Unción prebautismal 111 116 Unciones 81 Universalismo 40 Validez del bautismo 108-109 147 Vestiduras blancas 121-122 131 Viaje 152 Vida cristiana 80 91-92 96 134 137 153 271 291 Vigilancia 105-106 v. Escatología Virginidad 105 137
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Otras obras de A. Hamman publicadas por Editorial Herder LA ORACióN
l. 11.
El Nuevo Testamento Los tres primeros siglos
Un tomo de Biblioteca Herder, de 864 páginas, tamaño 14.4 X 22,2 cm. En tela o en rústica
Fiel a la Escritura, el libro se refiere a la oración personal y la oración litúrgica, puesto que ambas brotan de una misma experiencia eclesial. Con el análisis minucioso de los textos, sitúa el autor la oración en el terreno de la fe y de este modo nos da la primera teología de la oración antigua que poseemos. LITURGIA Y APOSTOLADO Un tomo de 168 páginas, tamaño 11.4 X 17,8 cm. En rústica
«Hamman nos devuelve siempre a la frescura de los orígenes, a las fuentes de la tradición. Enfoca esta vez el problema desde el punto donde la misión y el apostolado nacen del culto y la acción litúrgica, como de su raíz única y necesaria. Conviene que ambas realidades vayan bien unidas. Hamman convence. Descubre unas exigencias concretas que dimanan de la tradición viva ... («Incunable .. , Salamanca.)
El bautismo y la confirmación, los dos primeros ritos sacramentales de la iniciación cristiana, no son sacramentos que hayan sido ·con demasiada frecuencia tratados y expuestos a un mismo tiempo con profundidad teológica y en su dimensión pastoral. A. Hamman, buen conocedor de la teología positiva y notable difusor de las doctrinas conciliares, nos ofrece en esta obra un tratado completo del bautismo y de la confirmación, con tales características. En la exposición de cada sacramento nos ofrece la vida de la Iglesia y la reflexión teológica, con estricta y actual sistematización, no descuidando los aspectos ecuménicos y pastorales. Así aparecen estos dos sacramentos no como meros instrumentos de un ministerio pastoral, ni siquiera tan sólo como las primeras realidades sacramentales, sino, en todo su sentido pleno, como las primeras actitudes de salvación de Cristo y del Espíritu en el hombre concreto y en la Iglesia. El libro está dirigido a los estudiantes de teología y catequesis, y también a toda persona que por razón de la enseñanza o por su bien personal, intenta profundizar en la fe. En especial, al pastor de almas que quiera motivar teológicamente su ministerio.