Historia de Himnos Adventistas : Yo cantaré de mi Jesucristo. El famoso músico Philip Bliss viajaba en ferrocarril hacia Chicago con su esposa en el frío invierno de 1876. De repente, al pasar sobre un puente, éste se desplomó y arrojó a los pasajeros al abismo. Bliss logró escaparse por una ventana, pero retornó al carro que ya se consumía por el fuego, para rescatar a su señora. Ambos perecieron, junto con otras 100 personas. En el viaje él había escrito el himno “Yo cantaré de mi Jesucristo” y fue hallado entre los escombros. A los 38 años escribió este último himno, muy usado en las campañas evangelistas de ese entonces; pero su mensaje ha tocado miles de corazones durante más de un siglo.
Cuán grande es Él. Un soleado día en 1885 el pastor y senador sueco, Carl Boberg, regresaba de una reunión. Se encontraba caminando por el campo cuando súbitamente fue alcanzado por una t ormenta veraniega. Al refugiarse entre unos árboles mientras escampara. Boberg, reflexionó en la grandeza de Dios, y así nació “Cuán grande es Él”. Fue traducido al alemán en 1907 y luego llevado a Rusia en 1912, 5 años antes de la Revolución. Un misionero inglés, Stuart K. Hine, lo aprendió en ruso y lo tradujo, agregando la cuarta estrofa en 1948, y luego fue traducido al español en 1958, por un argentino. La primera y tercera estrofas se basan en el himno original de Boberg, la 2ª nació es Rusia, y la 4ª en Inglaterra. A través de 70 años y 5 idiomas nos ha llegado este majestuoso himno que une los corazones del pueblo de Dios, sin fronteras, para alabar al Creador Omnipotente. Hay un Canto Nuevo en mi Ser. Sin sospechar que estaban en víspera de una tragedia, tr agedia, el joven predicador llegó con su familia a la casa de sus suegros, pues iba a predicar en una campaña evangelística en ese pueblo. La reunión familiar fue gozosa y sus hijos jugaron felices con sus abuelos. En la noche todos sea acostaron cansados. Más tarde un vecino se despertó y vio la casa envuelta en llamas. Corrió al rescate, pero sólo salieron con vida el padre con los abuelos. Pese a los esfuerzos, la madre con sus tres hijos murieron asfixiados. El viudo Luther Bridgers, no pudo comprender tan terrible pena, pero se afianzó en las promesas de Dios en la Biblia. El Señor le dio un cántico en la noche oscura de su duelo y la verdad del salmo 42 se refleja en el himno “Hay un canto nuevo en mi ser.” Además de escribir escribir varios himnos, Bridgers también le sirvió al Señor como misionero en Bélgica, B élgica, Checoslovaquia y Rusia. Oh, pueblecito de Belén. En la Navidad de 1865, un joven ministro se encontraba en los cerros de Israel donde se cree que
los ángeles dieron la grata noticia a los pastores. La experiencia conmovedora de esa noche inspiró a Phillips Brooks a escribir “Oh, pueblecito de Belén” para los niños de su congregación. El organista de su iglesia compuso la música para este himno, el cual ha llegado a ser uno de los predilectos para la época navideña
Tú dejaste tu trono Se aproximaba la Nochebuena y el pastor buscaba algo especial para las festividades en la iglesia. ¿Cuál no sería su gozo al saber que su hija, Emily, había escrito una poesía para la ocasión? basada en Lucas 2:7 “...no había lugar para ellos en el mesón” , la poesía llegó a ser el himno, “Tú dejaste tu trono”. Al tomar la pluma y el papel, Emily no se imaginaba que algún día sus versos serían “especiales” también en la celebración navideña en docenas de países. Así como ella, hoy día nosotros podemos escribir versos a Jesús.
Noche de paz. Todo comenzó una tarde de Nochebuena en Austria. José Mohr había pasado horas escribiendo en el pequeño despacho de su iglesia desde que el organista le había avisado que el órgano se encontraba fuera de servicio. Por fin llevó el papel al músico, Franz Grüber, quien exclamó, ¡Pastor Mohr, son las palabras perfectas! En poco tiempo Grüber les agregó una sencilla melodía y juntos pudieron entregar su“ regalo Navidad ” a la pequeña congregación; cantando el nuevo villancico acompañados con la guitarra de Grüber. Los años pasaron con la partitura guardada en el asiento del órgano, hasta que un día lo descubrió un técnico que afinaba el órgano de Oberndorf. Él quedó encantado con el villancico y lo llevó a otros pueblos. Por fin el emperador Federico Wilhelm IV lo escuchó, y tanto se entusiasmó que ordenó que se cantara en todas las iglesias del imperio ese año. Desde entonces, no ha sido necesario ningún edicto para que “Noche de Paz ” sea cantado en el mundo entero. Grato es decir la historia. La autora de este conocido himno es Catherin Hankey, hija de un acaudalado banquero inglés. Desde temprana edad ella demostró un celo por compartir las Buenas Nuevas. Llegó a organizar clases de escuela dominical en varios barrios de Londres, tanto para gente obrera como para personas de alta posición social. Un viaje al continente africano despertó en ella un gran amor por la obra misionera. A los 30 años de edad se enfermó gravemente, y durante su recuperación escribió un largo poema sobre la vida de Cristo. Su profundo amor por el mensaje de la Biblia se refleja en el himno que surgió de dicho poema: “Grato es decir la historia”.
Que mi vida entera esté. Hija de una distinguida familia inglesa, Frances Harvergal usó sus talentos como lingüista, poetisa y compositora para la gloria del Señor. Se deleitaba en la oración, la adoración a Dios y la lectura de la Biblia. A temprana edad sabía de memoria los salmos, los libros de los profetas menores, Isaías y casi todo el Nuevo Testamento. Compuso varios bellos himnos como “Mi vida di” y “Que mi vida”. Este último fue escrito durante una velada de oración y alabanza cuando se regocijaba por la conversión de unos amigos. Más tarde añadió otra estrofa, expresando el amor que sentía por el Señor al ofrendar 50 de sus 52 atesoradas joyas para llenar una necesidad en la obra misionera. La estrofa dice: “Toma tú mi amor que hoy a tus pies vengo a poner; toma todo lo que soy”. Para Frances, el dar su corazón a Dios incluida la entrega gozosa de sus pies, manos, voz, tiempo y voluntad de su vida entera. Santo, Santo, Santo. Se ha dicho que es el himno más hermoso y majestuoso de todos los tiempos y que hasta en el cielo se seguirá cantando. Por cierto, los cuatro seres descritos en Apocalipsis 4:8 permanentemente pronuncian: “Santo, Santo, Santo”. El nombre de la tonada viene del Concilio de Nicea, donde 318 delegados se reunieron en el año 325 para afirmar la sublime verdad revelada en la Biblia, que Dios existe en tres personas. Los delegados en su mayoría habían sido torturados por su fe en Cristo. El credo que redactaron permanece como un baluarte de esta doctrina fundamental. El autor del himno, Reginaldo Heber, misionero inglés, murió sirviendo al Señor en la India. A las voces de estos hombres convencidos y valientes, unamos las nuestras cantando “¡Santo!, ¡Santo!, ¡ Santo!"
A solas al huerto yo voy. El fotógrafo, Agustín Miles, relató: La Biblia se abrió a mi pasaje favorito, Juan 20: el encuentro de Jesús y María Magdalena. Allí en el huerto, aquel domingo de la resurrección, ella cayó de rodillas ante el Señor. Mientras yo leía sentí como si hubiese estado presente en aquel jardín. La porción le hizo tal impacto a Miles, que pronto comenzó a escribir una poesía. Luego le agregó música con la misma facilidad. La experiencia de adoración y comunión se repite a diario en la vida de toda persona que conoce al Cristo resucitado. También podemos “oír su voz” diciéndonos que somos suyos. Esa comunicación nos llega por medio de la Palabra escrita de Dios, la cual nos llena de paz. Del santo amor de Cristo. El hijo de la señora Lelia N. de Morris se preocupó al darse cuenta de que su madre se estaba quedando ciega. Mientras atendía su hogar, ella siempre tenía papel y lápiz en la cocina para anotar las palabras de nuevos himnos. Como la vista ya le fallaba, su hijo le construyó un pizarrón
de 9 metros de largo en el cual ella podía trazar notas y letras muy grandes.En 1914 Lelia quedó completamente ciega, pero esa difícil circunstancia no le apagó su gozo en el Señor, ni se deseo de servirle. Siguió colaborando en la obra de su iglesia y fue una esposa y madre ejemplar. Le gustaba hablar acerca del santo amor de Cristo, y esto llegó a ser el título de uno de sus himnos más apreciados “Del santo amor de Cristo”. El coro dice “Rico e inefable, nada es comparable al amor de mi Jesús”. Aún cuando empezó a escribir hasta los treinta años de edad, nos dejó más de mil himnos que nos animan a seguir a Cristo con valor, sin desmayar en medio de los conflictos y contratiempos como el himno “¡A combatir!” que también fue escrito por ella. Sublime Gracia El autor “Sublime Gracia” sabia de qué escribía. Solo la gracia divina lo pudo cambiar de un hombre duro y degenerado a un siervo útil de Dios. John Newton perdió a su madre piadosa cuando era niño y no siguió su ejemplo de fe. Comenzó una vida de marinero a los once años, y con el tiempo, se dedicó a transportar esclavos del Africa. Cayó en una situación desesperante debido a los vicios, y en varias ocasiones Dios le libró milagrosamente de peligros. A pesar de ello, Newton seguía resistiendo el llamado del Señor. Por fin, después de casi naufragar en una tempestad, se convirtió y su vida cambió radicalmente. Llegó a ser pastor, y escribió este himno como testimonio de la asombrosa gracia de Dios demostrada en su vida.
Loores dad a Cristo el Rey En la India un pastor viajaba en cierta ocasión para predicar por primera vez a una tribu indígena. ¡Cuál no sería su asombro al encontrarse de repente rodeado por guerreros que le apuntaban con sus flechas y lanzas! No sabiendo más qué hacer, abrió el estuche de su violín y comenzó a tocar y cantar “Loores dad a Cristo el Rey”. Al cantar la cuarta estrofa, Robert Scott se dio cuenta que los guerreros habían bajado sus peligrosas armas y se acercaban amistosamente. Le recibieron en la tribu donde pronto aceptaron también el mensaje de salvación. Tienen así derecho de estar un día“ con los que estarán del trono en derredor”, de todas naciones , tribus, pueblos, y lenguas, cantando por la eternidad a Cristo el Salvador.
En el monte calvario No cabe la posibilidad de exista algún cristiano que no haya sido bendecido por este tremendo himno que fue escrito en 1913 por George Bennard. Este hombre, nacido en 1873 en Columbus, en el estado Americano de Ohio, primero compuso el tema musical basándose en la cruz de Cristo. Al parecer leyó todos los pasajes de la Biblia que hablaban de la cruz cuando compuso la música, pero la letra vino un par de semanas después, tras experimentar una crisis en su vida Un conocido cantante evangelista, George Beverly She, en la introducción que hizo en una de sus grabaciones, dijo lo siguiente:”Yo era solo un niño en Winchester, Ontario. Un día, dos cantores de USA vinieron a mi casa y pidieron a mi madre que tocase el piano para ellos mientras cantaban un cántico que, dijeron, era nuevo; ”En el Monte Calvario”. Yo estaba perplejo escuchando junto al piano y observando sus caras tal como describían, en este precioso himno, los sufrimientos del Señor. Más tarde yo conocí la maravilla del perdón de Dios.” La mejor forma de saber cual fue el proceso de esta composición es leyendo al propio autor, quien en sus propias palabras lo describía así:” La inspiración vino a mi un día de 1913 cuando estaba en Albion, Michigan. Comencé a escribir “The Old Rugget Cross,” (su titulo o riginal). Compuse la melodía primero. Las palabras que escribí al principio eran imperfectas. Las palabras del himno completo vinieron a mi corazón en respuesta a mi propia necesidad. Poco después fue introducido en unas reuniones especiales en Pokagon, Michigan, el 7 de junio 1913. La primera ocasión en la escucha que se escucho fura de la Iglesia de Pokagon fue en el Instituto Evangelístico Chicago. Allí se presento frente a una gran audiencia, y poco después llego ser extremadamente popular a través de todo el país.” Siguieron a este himno cuarenta y cinco años de ministerio en la vida de Bennard. Durante los mismos compuso muchos otros himnos. Pero ninguno de ellos consiguió llegar a ser tan favorito de los creyentes como éste. Bennard fallecía el 9 de Octubre de 1958 a al edad de 85 años. Como bien dice el libro de Kennth Osbeck:”101 Hymn Stories,” Bennard cambió ese día “la cruz por la corona,” como dice el coro original en inglés. Sus últimos años los vivió cerca de su ciudad natal, en Reed City, Michigan. Allí existe una gran cruz con las palabras grabadas:”The Old Rugged Cross”- Hogar de George Bennard, compositor de este amado himno
Jesús es mi luz Un empleado de correo, un organista ciego y un colportor nos legaron el himno Nº 241. “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Sal. 27:1). Este texto inspiró a James Nicholson, un humilde empleado de correo, a escribir un poema sencillo pero cargado de confianza y seguridad en el Señor. Parafraseando al salmista, expresó: “El Señor es mi luz, entonces ¿porqué yo habría de temer? De día y de noche su presencia está conmigo. Él es mi salvación de la tristeza y del pecado; el Espíritu me da esta bendita seguridad”. Nicholson nació en 1828, en Irlanda, y emigró a los Estados Unidos alrededor de 1850. Se radicó en Filadelfia, y posteriormente en Washington, DC. Fue un laico metodista muy activo, que participó en actividades misioneras, en la escuela dominical, y dirigió grupos musicales. Le gustaba mucho el libro de los Salmos, pues además de este himno escribió la letra del himno “Anhelo ser limpio” (Himnario Adventista, Nº 270) basándose en el Salmo 51, particularmente el versículo 7. Por su dedicación a la obra de la iglesia, llegó a ser ministro de la Iglesia Metodista Episcopal. Falleció el 6 de noviembre de 1876. La música para este himno fue compuesta por John W. Bischoff (1849-1909), que fue organista y director del coro de la Iglesia Metodista Episcopal de Washington, DC, por 35 años. El hecho de que Bischoff era ciego realza el significado del himno. Jesús es nuestra luz de día y de noche, incluso para los que no tienen el don de la vista. Debemos la traducción al español a Alejandro Cecotto (1885-1960), que había aceptado el mensaje adventista en Formosa, Rep. Argentina, por el año 1914. Mientras fue alumno del Colegio Adventista del Plata, entre los años 1918 y 1922, escribió en un cuaderno la traducción de este y otros himnos tomados del himnario Christ in Song (Review and Herald, 1908). Dotado de talento literario y musical, escribió la letra y la música de varios himnos y canciones. Luego de graduarse del curso ministerial, se casó con Irma Mangold, y comenzó a trabajar como colportor. Cuando el colportaje se vio afectado por la gran recesión de la década de 1930, Alejandro continuó confiando en Jesús como su luz, su todo y su bien. En 1932 regresó a Formosa para apoyar, como colportor e instructor bíblico voluntario, el crecimiento y la consolidación de la iglesia que él m ismo había iniciado años antes. Quienes lo conocieron, todavía recuerdan cuánto le gustaba sentarse al anochecer en la galería de su casa para cantar este y otros himnos acompañándose con la cítara, su instrumento predilecto. El mensaje del Salmo 27 es tan cierto hoy como cuando lo escribió David o cuando lo entonaron James Nicholson, John Bischoff y Alejandro Cecotto. No importa qué circunstancias nos toque vivir, cantemos con fe y confianza: “Jesús es mi luz, jamás temeré; de día y de noche en luz andaré.
En horas de llanto, de luto y dolor, consuelo y gozo me infunde el Señor”.
historia de los himnos OH Q AMIGO NO ES CRISTO ¡
El texto de este himno fue escrito por Joseph Scriven quien nació en Dublín, Irlanda en 1819. Fue maestro, tutor y predicador laico, recordado por sus contemporáneos por su labor filantrópica a favor de los pobres y por su devoción religiosa. En 1845 estaba a punto de contraer matrimonio, pero la noche anterior de la celebración su novia sufrió un accidente fatal. Cruzaba a caballo un puente sobre un río caudaloso, y el animal la arrojó a las aguas ahogándose a la vista de su novio. Sacudido por la tragedia, Scriven emigró a Canadá, afincándose primero en Toronto y luego en Port Hope donde trabajó como tutor de numerosas familias. Allí se enamoró de Eliza Roche y en 1854 estaban a punto de casarse cuando la novia cayó enferma de un resfriado, que comprometió su salud y luego de 3 años de convalecencia, falleció. Scriven escribió en 1857 su famoso himno con la intención de consolar a su madre, desesperada por la infelicidad de su hijo. El título original del himno fue “Pray without ceasing” (Ora sin cesar) y no fue conocido hasta el año de su muerte en 1886. Una copia fue descubierta casualmente por su médico de cabecera quien lo cuidaba en su lecho. Al preguntarle como había escrito algo tan bello, Scriven respondió: “El Señor y yo lo hicimos juntos”. El 10 de agosto de ese año, en circunstancias que no fueron aclaradas, Scriven, enfermo y deprimido salió de su casa. A la medianoche su cuerpo fue descubierto sin vida en un arroyo cercano. Posteriormente el músico y abogado norteamericano Charles C. Converse (1832-1918), le puso música en 1868 y lo renombró, transformándose en el himno que todos conocemos y amamos “What a Friend We Have in Jesús” What a friend we have in Jesus, All our sins and griefs to bear! What a privilege to carry Everything to God in prayer! Oh, what peace we often forfeit, Oh, what needless pain we bearAll because we do not carry Everything to God in prayer!
Cantad Alegres al Señor AUTOR Isaac Watts 1674 - 1748 Inspirado en el Salmo 72 Topico: El culto: Adoración y Alabanza. Quiero empezar citando las palabras de una revista llamada Fundamentos Bíblicos: -No comprendemos la inquieta necesidad que algunos tienen por las músicas y letras nuevas. Estas historias de himnos son solamente la punta del iceberg de un profundo e inmenso mar de himnos que son preciosos y que nunca dejarán de serlo.Este hermoso y profundo himno que adorna nuestro Himnario Adventista, (Nº 1) viene precedido de una bellísima historia, y se sitúa en el año 1862 en las Islas del Mar del Sur, mientras el Rey leía la nueva constitución que cambiaba de una pagana a una cristiana. Al acabar la lectura, 5 mil personas cantaron este himno, cuya música corresponde a un hermano inglés cuyo nombre es John Hetton, la letra en una de sus ocho estrofas dice: -y naciones paganas, a Su Palabra, se sometan e inclinen y reciban a su Señor- Hoy podemos entender a aquellas gentes en su expresión por haberse convertido de sus ídolos al Dios Vivo. Hay dos cosas que nos deben llamar la atención en sus versos, -Servidle siempre con fervor-Obedecedle con placerServir y Obedecer es una manera de adorarle. Es decir, la adoración no debe significar una hor a en un culto, sino que la adoración debe ser una actitud en la vida del creyente. Cantad alegres al Señor Mortales todos por doquier Servidle siempre con fervor Obedecedle con placer Que así sea.
PREFIERO MI CRISTO
Título en Inglés: I'd Rather have Jesus Letra: Rhea F. Miller Música: George Beverly Shea Año: 1929 aprox La música del himno Prefiero a mi Cristo fue compuesta por George Beverly Shea. George nació en una familia cristiana en Winchester, Ontario, Canadá el primero de Febrero de 1909. Su padre era ministro de la iglesia metodista y su madre ejerció una fuerte influencia en su vida de joven. Empezó a cantar desde joven en la iglesia que su padre dirigía al igual que en servicios para otras iglesias locales. Inició sus estudios en la universidad de Houghton en Nueva York, pero debido a los escasos recursos de su familia se vio obligado a retirarse un año después y trabajar como conserje de una oficina de seguros de la ciudad.
Durante este tiempo continuó su entrenamiento vocal y cantaba para emisoras radiales cristianas. Una única oportunidad se le presentó cuando fue convocado para cantar con los Lynn Murray Singers. George pasó las audiciones y recibió una propuesta laboral bastante generosa. Sin embargo no quería aceptar un trabajo secular y finalmente a pesar de su difícil situación económica decidió que quería dedicar su vida al servicio de Dios y respondió que no.
Su madre, quien tenía la costumbre de dejarle poemas de periódicos, revistas y libros en el piano, dejó un domingo una copia del poema Prefiero mi Cristo escrito por Rhea F. Miller, y ese mismo día George le compuso la música para convertirlo en el inolvidable himno que todos conocemos hoy en día.
El 16 de Junio, contrajo matrimonio con Eram Scharfe de quien había estado enamorado desde su adolescencia. Juntos tuvieron dos hijos. La familia se mudó a chicago donde George consiguió una posición en el personal de la estación radial WMBI. El 14 de Junio de 1944 George logró su sueño de cantar en el programa radial de música Gospel Club Time, y condujo su propio programa radial con miles de oyentes cada semana.
Al Contemplarte Mi Salvador
CUBRE CON SU VIDA*
En el himnario adventista en español este himno es titulado: “Al Contemplarte Mi Salvador” (N° 278).
De lejos el más prolífico escritor de himnos adventistas del séptimo día del siglo diecinueve fue Franklin E. Belden, quien fuera el hijo de Sarah la hermana mayor de Elena de White. Frank nació en 1858, y a sus veinte años de edad ya comenzaba a escribir himnos. Escribió varios cientos de himnos durante su tiempo de vida.
Para dar una idea de cuán talentoso era Belden, se informa que él podía escribir un himno en un tiempo tan corto como una hora. Su hija recordaba que su padre iba a Colorado a ayudar en una labor evangelizadora. Mientras estaba allá, él escuchaba conforme el ministro leía un texto para comenzar su sermón. Belden entonces salía sigilosamente y escribía un nuevo himno basado en el texto del sermón.
En 1888, Frank Belden fue a la sesión de la Asociación General en Minneapolis. Desafortunadamente, él no aceptó la doctrina de la justificación por la fe allí. Más tarde su tía Elena de White le escribió varias cartas desde Australia, donde ella vivió desde 1891 a 1900. Una de esas cartas tenía 15 páginas de extensión. En su carta, ella apelaba a Frank para que mejorara su relación con Dios. Por un tiempo pareció que él estaba progresando, pero luego pareció recaer en sus antiguas costumbres, especialmente después de sentir que había sido perjudicado en algunos tratos de negocios con la iglesia. Aunque su tía Elena estuvo de acuerdo con que algunas de sus quejas eran justificadas, aun así le urgió que no permitiera que eso afectase su experiencia cristiana. Este supuesto agravio guardado, fue el motivo par a dar un curso de acción que determinó su separación de la iglesia alrededor de 1907. Los últimos años de su vida él fue antagonista hacia la iglesia de su juventud.
Durante su carrera en la denominación. Belden compiló o ayudó a compilar varios himnarios. Entre esos estuvieron Hymns and Tunes (1886), Joyful Greetings for the Sabbath School (1886), Songs of Freedom (1891), y Gospel Song Sheaf (1894).Probablemente el himnario más popular jamás usado en la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue su Christ in Song (Cristo en el Canto). Este fue publicado por primera vez en 1900, revisado y ampliado en 1908. En la mayoría de iglesias este himnario reemplazó a Hymns and Tunes (Himnos y Melodías) , el himnario oficial de la
iglesia en ese tiempo. Por más de treinta años una generación completa de adventistas usó Christ in Song y apreciaron sus himnos.
“Cubre con su Vida” suena una advertencia para cada uno de nosotros. A partir de estas palabras es aparente que Frank Belden comprendía la teoría de la justificación por la fe cuando escribió este himno. Lamentablemente, aunque él conoció los principios, tal parece que nunca aceptó la justicia de Cristo en su propia vida. Uno podría preguntarse cómo esto pudo ser posible, pero la experiencia de Frank Belden sirve como una advertencia para todos. Es enteramente posible que la religión venga a ser meramente un hábito - podemos saber todas las respuestas correctas a las preguntas, pero eso no va más de allí.
Tanto la letra como la melodía para “Cubre con su Vida” fueron escritas en 1899. F.E. Belden incluyó el himno tanto en la edición de 1900 de Christ in Song como en la edición ampliada y revisada que él publicó en 1908.
* Tomado de James R. Nix, Early Advent Singing (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 2000), 159-160.
ROCA DE LA ETERNIDAD*
Jaime White incluyó este himno primeramente en su Hymns for Those Who Keep the Commandments of God and the Faith of Jesus (Himnos para Quienes Guardan los Mandamientos y la Fe de Jesús), publicado en 1861. Sólo dos estrofas fueron incluidas, acompañadas de la misma
melodía que se usa aún. A través de los años Elena de White se refirió ocasionalmente a este himno en sus escritos, algunas veces incluso citando unas pocas líneas.
En la sesión de la Asociación General sostenida del 27 marzo al 13 de abril de 1903, en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Oakland, California, Elena de White habló en repetidas ocasiones. Varios asuntos importantes estuvieron siendo considerados por los que asistieron. Entre los asuntos más controvertidos estuvieron la posesión y control del Sanatorio de Battle Creek, y la discusión sobre si los delegados de la Asociación General deberían o no elegir al presidente directamente. Desde la reorganización de 1901, siempre la junta de la Asociación General había elegido un presidente que hiciera la voluntad de ellos. Durante los dos años transcurridos, este arreglo ya había demostrado ser insatisfactorio.
También, a la luz de los desastres del incendio en Battle Creek en 1902, los cuales resultaron en la destrucción tanto del sanatorio de Battle Creek como de la Casa Editora Review and Herald, otro asunto que estaba siendo discutido era el de trasladar o no la oficina central de la Asociación General de Battle Creek “a algún lugar favorable para su labor en los estados atlánticos.”
En su presentación, Elena de White se refirió a esos asuntos. Luego de referirse a los desastrosos incendios de 1902, ella urgió que se llevara a cabo una reforma en nuestras instituciones. Ella urgió solidaridad con el Dr. John Harvey Kellogg, y habló de los largos años de apoyo que ella había dado al Sanatorio de Battle Creek. Pero también advirtió contra las “falsas teorías científicas” (panteísmo) que estaban siendo enseñadas a los estudiantes de medicina allí. En cuanto al posible traslado de la Asociación General, ella lo aprobaba, aunque diciendo que no sabía donde deberían mudarse. “Pero esto diré, nunca coloquen una piedra o ladrillo en Battle Creek para reconstruir la oficina de la Review allí. Dios tiene un mejor lugar para ella”.
Considerando las fuertes opiniones y sentimientos de algunos de los delegados, es tal vez comprensible que en ambas reuniones del martes y miércoles, 31 de marzo y 1 de abril, y nuevamente en su sermón del sábado, Elena de White hablase sobre la tendencia a hallar faltas en los otros, a criticar y murmurar. Que ella sintiera poderosamente la necesidad de que su mensaje del sábado fuese escuchado por los delegados, resulta obvio porque habló durante hora y cuarto, a pesar de estar fuertemente resfriada.
En parte, Elena de White dijo durante su sermón:
“Cuando estás tentado a decir palabras ofensivas, ora pidiendo gracia para resistir la tentación. Recuerda que tus hijos hablarán como te oyen hablar. Con tu ejemplo tú estás educándolos. Recuerda que si tú dices palabras ofensivas a tus compañeros miembros de iglesia, tú hablarías la misma clase de palabras en el cielo, si se te permitiera entrar allí. Pero nunca estarás a menos que cambies.
“Este es nuestro tiempo de lavar y planchar -- es el tiempo cuando debemos limpiar nuestras vestiduras de carácter en la sangre del Cordero...
“Hay iglesias en las cuales la espiritualidad ha sido casi eliminada, porque se ha permitido que el espíritu de murmuración ingrese... Mis hermanos, ustedes jamás entrarán al cielo con un espíritu de buscar faltas en los demás. Les pido que se deshagan de este espíritu antes que salgan de esta reunión. No lo lleven de vuelta consigo a sus iglesias locales...
“Cuando la misericordia y el amor de Dios sean atesorados en nuestros corazones, no manifestaremos un espíritu de frialdad y dureza en el hogar y en la iglesia hacia aquellos que no concuerdan con nosotros en toda idea que tengamos. Todos nosotros creemos que la Palabra de Dios es verdadera. Entonces, mediante el estudio cuidadoso de esta Palabra, descubramos cómo resolver estas diferencias existentes entre nosotros. Dios nos hablará a través de su Palabra, y nos revelará su salvación.
“Dios nos ayude a no ser tropiezo en su iglesia. Él nunca nos ha ordenado llevar a cabo una obra de desorden. Hermanos, les imploro que no salgan de Oakland para ir a sus iglesias locales hasta que puedan dejar atrás toda su dureza de corazón, todas sus quejas, toda sus críticas. Estas actúan como levadura del mal. Un hombre en una institución con un espíritu no amigable causa cont ienda que deja a toda la institución con el mismo espíritu. Es el deseo de Dios que en todas nuestras instituciones haya perfecta armonía y acuerdo, que a través de ellas la luz del cielo pueda ser reflejada. Abran las ventanas del alma hacia el cielo y ciérrenlas hacia la tierra, que los brillantes rayos de la gloria de Dios puedan resplandecer en sus corazones.”
Al final de su sermón, Elena de White invitó a que se pusieran en pie aquellos en la congregación que reconocían que habían errado y que deseaban triunfar mediante el poder del Señor. Todos se pararon. Mientras ellos permanecían en pie, “la hermana White ofreció entonces una ferviente oración”. Luego de concluir su oración, ella invitó a la congregación a cantar “Roca de la Eternidad”*.
Unos pocos días más tarde, escribiendo a sus amigos acerca del servicio del sábado anterior, Elena de White recordaba: “Algunos que durante 40 años me han escuchado hablar frecuentemente, dijeron que nunca antes me habían oído dar un discurso tan poderoso. Ninguno podía dudar de que el poder de Dios descansó sobre mí”.
Después de describir el llamado que había hecho a la gente para ponerse en pie, ella continuó su descripción de lo que había sucedido:
“Entonces nos arrodillamos, y conforme mi alma era arrebatada en ferviente oración, la congregación notó que el poder de Dios se había posado sobre mí. Yo tenía mucha razón para estar agradecida de que el Señor me hubiera sostenido de manera tan evidente. Pedí a la congregación que cantara ‘Roca de la eternidad, sé mi escondedero fiel’*. Este himno fue una oración a Dios en la cual todos pudieron unirse, y sé que los ángeles de Dios se unieron a la petición que se elevó de tantos corazones y voces.” ( Ellen G. White Manuscript Releases , vol. 17, p. 290).
“Roca de la Eternidad”* fue escrito en 1776 por Augustus Montague Toplady (1740 - 1778) mientras vivía en Londres, Inglaterra. La melodía TOPLADY fue escrita en 1830 por Thomas Hastings (1784 - 1872) de New York para conmemorar al autor de las palabras del himno.
La letra en inglés dice literalmente: “Roca de la eternidad, hendida para mí, permíteme esconderme en ti”.
* Tomado de James R. Nix, Early Advent Singing (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 2000), 124-126.