LOS METODOS EN LA CATEQUESIS I.
PEDAGOGIA DIVINA Y CATEQUESIS
(143) La catequesis se inspira en la pedagogía de Dios tal como se realiza en Cristo y en la Iglesia, toma de ella sus líneas constitutivas y, bajo la guía del Espíritu Santo, desar desarrol rolla la una una sabia sabia síntes síntesis is de esa pedago pedagogía gía,, favore favorecie ciendo ndo así así una ver verdad dadera era experiencia de fe y un encuentro filial con Dios. De este modo la catequesis:
Es una pedagogía que sirve al “diálogo de la salvación” entre Dios y la persona poniendo de relieve el destino universal de esa salvación en lo que concierne a Dios, subraya la iniciativa divina, la motivación amorosa, la gratuidad, el respeto a la libertad; en lo que se refiere al hombre, pone en evidencia la dignidad del don recibido y la exigencia de crecer constantemente en El.
Acepta el principio del carácter progresivo de la Revelación, de la trascendencia y carácter misterioso de la Palabra de Dios, así como su adaptación a las diversas personas y culturas.
Reconoce la centralidad de Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne.
Reconoce el valor de la experiencia comunitaria de la fe, como propia del Pueblo de Dios, de la Iglesia.
Tiene sus raíces en la relación interpersonal y hace suyo el proceso del diálogo.
Se hace hace peda pedago gogí gía a de sign signos os,, en la que que se entr entrec ecru ruza zan n hech hechos os y pala palabr bras as,, enseñanza y experiencia.
Encuentra Encuentra tanto su fuerza fuerza de verdad verdad como su compromis compromiso o permanente permanente de dar testimonio en el inagotable amor divino, que es el Espíritu Santo, ya que ese amor de Dios es la razón última de su revelación.
La catequesis se configura de este modo como proceso, o itinerario, o camino del seguimiento del Cristo del Evangelio en el Espíritu hacia el Padre, emprendido con vistas a alcanzar la madurez en la fe “según la medida del don de Cristo” y las posibilidades y necesidades de cada uno.
I.
LA “CON “CONDE DESC SCEN ENDE DENC NCIA IA”” DE DE DIO DIOS, S, ES ESCU CUEL ELA A PAR PARA A LA LA PER PERSO SONA NA
(146) (146) Querie Queriendo ndo hablar hablar a los hombres hombres como como a amigos amigos,, Dios Dios manif manifies iesta ta de modo modo partic particula ularr su pedago pedagogía gía adapta adaptando ndo con solíci solícita ta provid providenc encia ia su modo modo de habla hablarr a nuestra condición terrena. Esto implica para la catequesis la tarea nunca acabada de encontrar un lenguaje capaz de comunicar la palabra de Dios y el Credo de la Iglesia, que es el desarrollo de esa Palabra, a las distintas condiciones de los oyentes, y a la vez manteniendo la certeza de que, por la gracia de Dios, esto es posible, y de que el Espíritu Santo otorga el gozo de llevarlo a cabo.
II.
METODO
La palabra “M E T O D O” procede del griego: “M E T A” (HACIA) y “O D O S” (CAMINO), o sea CAMINO HACIA, CAMINO PARA LLEGAR A UN FIN
III.
LA DIVERSIDAD DE METODOS DE LA CATEQUESIS
(148) En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio ni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época, asume con libertad de espíritu todos los elementos metodológicos que no son contrarios al Evangelio y los pone a su servicio. De este modo “la variedad en los métodos es un signo de vida y una riqueza”, y a la vez una muestra de respeto a los destinatarios. Tal variedad viene pedida por la “edad y el desarrollo intelectual de los cristianos, su grado de madurez eclesial y espiritual y muchas otras circunstancias personales”. La metodología de la catequesis tiene por objeto unitario la educación de la fe, se sirve de las ciencias pedagógicas y de la comunicación aplicadas a la catequesis; tiene en cuenta las muchas y notables adquisiciones de la catequética contemporánea.
IV.
LA RELACION CONTENIDO-METODO EN LA CATEQUESIS
(149) El principio de la “fidelidad a Dios y fidelidad al hombre” lleva a evitar toda contraposición, afirmando más bien su necesaria correlación e interacción. El catequista reconoce que el método está al servicio de la revelación y de la conversión, y por eso ha de servirse de él. Por otra parte, el catequista sabe que el contenido de la catequesis no es indiferente a cualquier método, sino que exige un proceso de transmisión adecuado a la naturaleza del mensaje, a sus fuentes y lenguajes, a las circunstancias concretas de la comunidad eclesial, a la condición de cada uno de los fieles a los que se dirige la catequesis.
V.
METODO INDUCTIVO Y DEDUCTIVO
(150) La comunicación de la fe en la catequesis es un acontecimiento de gracia, realizado por el encuentro de la Palabra de Dios con la experiencia de la persona, que se expresa a través de signos sensibles y finalmente abre el misterio. Prácticamente todos nuestros conocimientos, tanto científicos, como prácticos y religiosos están basados en la INDUCCION que es un método de razonamiento lógico que parte de un sinnúmero de hechos verdaderos para derivar una conclusión general. En nuestro caso, el método inductivo consiste en la presentación de hechos (acontecimientos bíblicos, actos litúrgicos, hechos de la vida de la Iglesia y de la vida cotidiana…) a fin de descubrir en ellos el significado que pueden tener en la revelación divina.
Va de lo general a lo particular. Es una vía que ofrece grandes ventajas, ya que es conforme a la economía de la revelación; corresponde a una instancia profunda del espíritu humano, la de llegar al conocimiento de las cosas inteligibles a través de las cosas visibles; y es también conforme a las características propias del conocimiento de fe, que consiste en conocer a través de signos. Existe también el método deductivo, que está basado en supuestos lógicos, de donde se deriva una conclusión, cuya veracidad dependerá de lo correctos que sean los supuestos en los que se basó. Va de lo particular a lo general. El método inductivo exige el método deductivo, que explica y describe los hechos procediendo desde sus causas. La síntesis deductiva tendrá pleno valor sólo cuando se ha hecho el proceso inductivo. (151) Por otra parte, cuando se habla de itinerarios operativos, se habla del método “kerigmático” (o descendente) que parte del anuncio del mensaje, expresado en los principales documentos de la fe (Biblia, liturgia, doctrina…) y los aplica a la vida. El método “existencial” (o ascendente), que arranca de problemas y situaciones humanas y los ilumina con la luz de la Palabra de Dios.
VI.
LA EXPERIENCIA HUMANA EN LA CATEQUESIS
(152) La experiencia ejerce diversas funciones en la catequesis, a la luz de las cuales la existencia misma debe ser siempre debidamente valorada.
Es tarea de la catequesis procurar que las personas estén atentas a sus experiencias más importantes, ayudarlas a juzgar a la luz del Evangelio las preguntas y necesidades que brotan de estas experiencias, educar al hombre a vivir la vida de un modo nuevo. De esta forma, la persona será capaz de comportarse de modo activo y responsable ante el don de Dios.
La experiencia ayuda a hacer inteligible el mensaje cristiano. Esto se ajusta al modo de obrar de Jesús, que se sirvió de experiencias y situaciones humanas para anunciar realidades escatológicas y trascendentes e indicar a la vez la actitud ante ellas.
El catequista debe ayudar a la persona a leer de este modo lo que está viviendo, para descubrir la invitación del Espíritu Santo a la conversión, al compromiso, a la esperanza, y así descubrir cada vez más el proyecto de Dios en su propia vida
(153) La iluminación y la interpretación de la experiencia a la luz de la fe se convierte en una tarea permanente de la pedagogía catequética, no exenta de dificultades, pero que no puede descuidarse. Esta tarea hace posible una correcta aplicación de la correlación o interacción entre las experiencias humanas profundas y el mensaje revelado.
VII.
LA MEMORIZACION EN LA CATEQUESIS
(154) La catequesis está vinculada a la “MEMORIA” de la Iglesia que mantiene viva entre nosotros la presencia del Señor. El ejercicio de la memoria es, por tanto, un elemento constitutivo de la pedagogía de la fe, desde los comienzos del cristianismo. Para superar los riesgos de una memorización mecánica, el ejercicio de la memoria ha de integrarse armónicamente entre las diversas funciones del aprendizaje, tales como la espontaneidad y la reflexión, los momentos de diálogo y de silencio, la relación oral y el trabajo escrito. En particular, se han de considerar oportunamente como objeto de memoria las principales fórmulas de la fe, ya que aseguran una exposición más precisa de la misma y garantizan un rico patrimonio común doctrinal, cultural y lingüístico. El conocimiento y asimilación de los lenguajes de la fe es condición indispensable para vivir esa misma fe. LO ESENCIAL ES QUE ESTOS TEXTOS MEMORIZADOS SEAN INTERIORIZADOS Y ENTENDIDOS PROGRESIVAMENTE EN SU PROFUNDIDAD, PARA QUE SEAN FUENTES DE VIDA CRISTIANA PERSONAL Y COMUNITARIA.
VIII. FUNCION DEL CATEQUISTA (156) Ningún método, por experimentado que sea, exime al catequista del trabajo personal en ninguna de las fases del proceso de la catequesis. El carisma recibido del Espíritu, una sólida espiritualidad, y un testimonio transparente de vida cristiana en el catequista constituyen el alma de todo método; y sus cualidades humanas y cristianas son indispensables para garantizar el uso correcto de los textos y de otros instrumentos de trabajo. El catequista es intrínsecamente un mediador que facilita la comunicación entre las personas y el misterio de Dios, así como la de los hombres entre sí y con la comunidad. Por ello ha de esforzarse para que su formación cultural, su condición social y su estilo de vida no sean obstáculos al camino de la fe, aún más, ha de ser capaz de crear condiciones favorables para que el mensaje cristiano sea buscado, acogido y profundizado. El catequista no debe de olvidar que la adhesión de fe de los catequizandos es fruto de la gracia y de la libertad, y por eso procura que su actividad catequética esté siempre sostenida por la fe en el Espíritu Santo y por la oración. Finalmente, tiene una importancia esencial la relación personal del catequista con el catecúmeno y el catequizando. Esa relación se nutre de ardor educativo, de aguda creatividad, de adaptación, así como de respeto máximo a la libertad y a la maduración de las personas.
IX.
LA ACTIVIDAD Y LA CREATIVIDAD DE LOS CATEQUIZADOS
La participación activa en el proceso formativo de los catequizandos está en plena conformidad con una comunicación humana verdadera y con la economía de la revelación y la salvación. De hecho, en la vida ordinaria, los creyentes están llamados a dar respuesta activa, personalmente y en grupo, al don de Dios por medio de la oración, la participación en los sacramentos y en las demás acciones litúrgicas, el compromiso eclesial y social, el ejercicio de la caridad, la promoción de los grandes valores humanos, como la libertad, la justicia, la paz, y la salvaguardia de la creación. En la catequesis, por tanto, los catequizandos asumen el compromiso de ejercitarse en la actividad de la fe, de la esperanza y de la caridad, de adquirir la capacidad y la rectitud de juicio, de fortalecer su decisión personal de conversión y de práctica de la vida cristiana.
X.
COMUNIDAD, PERSONA Y CATEQUESIS
(158) La comunidad debe concebirse como fuente, lugar y meta de la catequesis. En concreto, la comunidad viene a ser un lugar visible del testimonio de la fe, cuida la formación de sus miembros, les acoge como familia de Dios, constituyéndose en ambiente vital y permanente del crecimiento de la fe. Junto al anuncio del Evangelio de forma pública y colectiva, será siempre indispensable la relación de persona a persona, a ejemplo de Jesús y de los Apóstoles. De este modo la conciencia personal se implica más fácilmente, el don de la fe, como es propio de la acción del Espíritu Santo, llega de viviente a viviente, y la fuerza de persuasión se hace más incisiva.
XI.
LA IMPORTANCIA DEL GRUPO
El grupo tiene una función importante en los procesos de desarrollo de la persona. Esto vale también para la catequesis, en la de los pequeños porque favorece una buena socialización, en la de los jóvenes para quienes el grupo es casi una necesidad vital en la formación de su personalidad; y en la de los adultos porque promueve un estilo de diálogo, de cooperación y de corresponsabilidad cristiana. El catequista, que participa en el grupo reconoce su compromiso de ser, en nombre de la Iglesia, testigo del Evangelio, capaz de comunicar a los demás los frutos de su fe madura y de alentar con inteligencia la búsqueda común. Además de ser un elemento de aprendizaje, el grupo cristiano está llamado a ser una experiencia de comunidad y una forma de participación en la vida eclesial, encontrando en la más amplia comunidad eucarística su plena manifestación y su meta. Dice Jesús: “Donde estén dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos”.
XII.
LA COMUNICACION SOCIAL
(160) El mundo de la comunicación, está unificando a la humanidad. Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales.
Por eso, junto a los numerosos medios tradicionales en vigor, la utilización de la comunicación masiva ha llegado a ser esencial para la evangelización y la catequesis. (161) La utilización correcta de estos medios exige en los catequistas un serio esfuerzo de conocimiento, de competencia y de actualización calificada Pero sobre todo, dada la gran influencia que esos medios ejercen en la cultura, no se debe olvidar que “no basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación moderna…con nuevos lenguajes, nuevas técnicas y nuevos comportamientos psicológicos”. Sólo así, con la gracia de Dios, el mensaje evangélico tiene la capacidad de penetrar en la conciencia de cada uno y de obtener “en favor suyo una adhesión y un compromiso verdaderamente personales”. (162) Hay que recordar, esos sí, que “en el uso y recepción de los instrumentos de comunicación urge tanto una labor educativa del sentido crítico, animado por la pasión por la verdad, como una labor de defensa de la libertad, del respeto a la dignidad de la persona, de la elevación de la auténtica cultura de los pueblos”.
XIII. LOS RECURSOS EN LA CATEQUESIS La acción catequística debe de contar con los medios e instrumentos necesarios para que la comunidad pueda cumplir con la misión fundamental de la Iglesia. Es necesario que cada comunidad diocesana, parroquial, eclesial de base, tenga los fondos necesarios para disponer de recursos y medios adecuados. La edificación constante de la Iglesia, como comunidad de creyentes, es obra de la catequesis. Por lo tanto, cuanto más capaz sea a escala local o universal de dar prioridad a la catequesis, tanto más encontrará en esta una consolidación de su vida interna como comunidad de creyentes y de su actividad externa como misionera. Entre los recursos necesarios se pueden mencionar:
Locales adecuados para albergar los diferentes grupos, en donde la palabra de Dios pueda ser proclamada con el respeto que se merece y los destinatarios atendidos con los detalles, al menos ínfimos que la pedagogía sugiere.
Biblioteca, que contenga al menos lo básico y fundamental para la formación del catequista y para su debida preparación metodológica y de contenido.
Material audiovisual adecuado, clasificado y facilitado en su momento oportuno al catequista que lo necesite.
XIV. CONCLUSION El catequista habla al hombre, pero habla de Dios y con Dios. Cristo habló a los hombres, pero para presentar a su Padre y abrir el camino del encuentro. Una catequesis técnicamente válida puede resultar espiritualmente vacía, si el lenguaje no está impregnado, como de su fuente, del mismo lenguaje propio del diálogo de Dios con nosotros.