Pintura Barroca en España: El siglo de oro Sin duda el XVII el el siglo de oro de las artes en España como consecuencia de un momento dulce cultural. En el campo de la pintura, este siglo va a dar algunas de las más importantes artistas de todos los tiempos, no sólo de España, sino del arte occidental. La pintura barroca del Siglo de Oro en España tiene una serie de características más o menos comunes:
Predominan los temas religiosos porque es el momento de la Contrarreforma. Los pintores españoles reciben la influencia del tenebrismo de Caravaggio en el tratamiento de la luz, aunque luego lo abandonan. Existe una deliberada ausencia de sensualidad en la pintura como consecuencia del periodo histórico que se vive, muy influido por el miedo a la Inquisición. El principal cliente de los pintores es la poderosa Iglesia de la la época. (Excepto en el caso de Diego Velázquez Velá zquez y otros pocos pintores de la Corte).
Pintura Barroca Española de la Escuela Valenciana Ribalta
Las características más acusadas de Ribalta son el tenebrismo, la sobriedad del gesto de los personajes y representación de los valores táctiles (diferencia en las telas, en los colores., Etc.). Sus principales obras son: El abrazo de Cristo a San Bernardo . En este cuadro se aprecia un fuerte tenebrismo. Ribalta emplea aquí una
composición diagonal y logra reforzar los valores plásticos (los personajes parecen esculturas). La Santa Cena. La composición se establece en una mesa circular. Se trata de una obra colorista con gran peso en
las arquitecturas que rodean la escena. José de Ribera
José de Ribera es uno de los grandes artistas de la pintura barroca española. Se formó en Valencia, pero joven marcha a Italia y se empapa de las influencias del tenebrismo de Caravaggio. Ribera sintió predilección por pintar cuadros que mostraban las gentes sencillas de la época. Ribera destacó por su impecable y realista tratamiento de la piel y de las arrugas.
Como otros pintores españoles de la época, sufrirá una evolución en la abandonando poco a poco el tenebrismo, que ya desaparece en su célebre obra Martirio de San Bartolomé. Este abandono del tenebrismo se produce por el contacto e influencia de Rubens y Velázquez. Otras obras importantes de José de Ribera son San Jerónimo penitente, San Andrés, Santísima Trinidad, El sueño de Jacob, La Magdalena , etc.
Pintura Barroca Española de la Escuela Andaluza (Sevilla) Zurbarán
Zurbarán es el llamado "pintor de frailes", porque recurrió mucho a las representaciones de frailes y de temas religiosos. También realizó bodegones. Casi toda la obra de Zurbarán es tenebrista. En ella no importa la perspectiva y se aprecia una falta de habilidad en la composición. Zurbarán emplea una pincelada fina que hace acusar visualmente el volumen y el peso. Sus principales obra son la Serie de la Sacristía del Monasterio de Guadalupe,Misa del Padre Cabañuelas, La visión del Padre Salmerón, Tentación de San Jerónimo, San Hugo en el refectorio Fray Pedro Machado,Inmaculada .
También son importantes en la obra de Zurbarán los Bodegones casi ascéticos donde se aprecia su virtuosismo en la representación de calidades, volumen y texturas Murillo
Murillo se centró también en la temática prácticamente religiosa. A diferencia de Leal, Murillo representa la cara dulce de la Contrarreforma. Fue muy popular y querido. Sus clientes fueron las órdenes religiosas y algunos párrocos. Se produce una evolución en sus trayectoria como pintor, ya que al principio se adhiere al tenebrismo y pinta escenas de cámara, cuyos protagonistas son los niños. Si embargo, en sus últimas años su pintura se hace más colorista. De la primera etapa es la Sagrada Familia del Pajarito. Es un cuadro tenebrista y de gran realismo y de una cotidianidad muy cercana al pueblo. Su composición se basa en líneas diagonales.
Otras obras importantes de Murillo son Niños comiendo fruta,Niño mirando por la ventana, El Niño Jesús del cordero, El Buen Pastor, La Anunciación, etc. Otra de las obras maestras de Murillo es su Inmaculada Concepción. Es una pintura colorista con una escena idealizada donde la Virgen tiene una mirada de éxtasis místico.
Valdés Leal
Valdés Leal fue un pintor que se recreó en reflejar la parte más cruda de la vida. Leal simboliza la visión dura de la contrarreforma. Son famosas sus "Alegorías de la muerte". En la obra El fin de la Gloria del mundo. (Finis gloriae mundi). Valdes Leal hace todo un alarde de crudo realismo, incluyendo la figura del esqueleto de un cadáver. En esta célebre pintura expresó que la muerte es igual para todos. De similar temática e intención es otra de sus obras más duras.In ictu oculi (En este lugar) .
Pintura Barroca Española de la Escuela de Madrid Carreño y Claudio Coello
En la Escuela de Madrid de la Pintura Barroca española destacan dos artistas: Claudio Coello y Carreño, ambos pintores de cámara de Carlos II.
Quizás la mejor obra de Claudio Coello es Adoración de la Sagrada Forma. El cuadro representa una Misa en un templo mostrado con gran profundidad. En ella aparece el propio monarca. Otra gran obra de Claudio Coello es El Triunfo de San Agustín. Juan Carreño, por su parte pintó, en otras muchas obras elRetrato de Carlos II y el Retrato de la Reina Doña Mariana de Austria. Diego Velázquez
Velázquez es el pintor barroco español más importante y una de las máximas figuras de la pintura universal porque aplica su genio con fortuna en todos los temas: religiosos, mitológicos, retratos, históricos, paisajes, bodegones, etc. Velázquez nace en 1599 en Sevilla y muere en Madrid en 1660, por tanto realiza sus obras en la primera mitad del siglo XVII, en la corte española que está regida todavía por los Austrias. Velázquez será el pintor de cámara de Felipe IV.
Tiene características muy peculiares, pero las más representativas son: Perspectiva aérea. Profundidad.
Velázquez desarrolla primero su obra en Sevilla y luego en Madrid. Como otros pintores de la etapa barroca en España, comienza apegado al tenebrismo, pero a partir de conocer la obra de Rubens y de su viaje a Italia, lo abandona y es cuando consigue sus más afamadas obras geniales.
Bartolomé Esteban Murillo. Biografía y obra Introducción a la vida y obra del pintor Bartolomé Estaban Murillo (1617-1682)
Formando parte del foco sevillano de finales del Barroco del s.XVII, coexisten dos personalidades pictóricas fortísimas y enfrentadas: Valdés Leal y Bartolomé Esteban Murillo, este último retratista de lo cotidiano pero muy alejado ya del cruento hiperrealismo extremo, tan del gusto de ciertos autores, y punto y final del capítulo del naturalismo tenebrista, que heredará pero no mantendrá. Conocido como pintor de redondeces y dulzuras, si a una imagen se asocia el nombre de Murillo es a la de sus vírgenes, siempre puras y delicadas, sencillas en la comprensión y exquisitas, envueltas por una gracia que hoy día quizá para algunos gustos pueda pecar de sentimental en exceso.
Su estilo se divide para un mejor análisis en tres fases o periodos (denominados por Ceán Bermúdez): el estilo frío (hasta 1652), el cálido (1652-1656), y el vaporoso (aproximadamente de 1667 a 1682). Biografía de Murillo
Bartolomé Esteban Murillo nace en Sevilla en 1617, en el seno de una familia compuesta por numerosos hermanos que pronto quedarán sin padres (en un espacio muy breve de tiempo morirá el padre seguido de la madre). De esta manera, Esteban será criado por una hermana y su marido, con el cual mantendrá hasta el final cordiales relaciones. Será en esta ciudad también donde comience a desarrollar su profesión de pintor, primero realizando obras de temática religiosa para exportar a América y, tras un supuesto "paseo" por Madrid conociendo de la mano de Velázquez las colecciones del Escorial y el Alcázar, asentándose y recogiendo laureles hasta su muerte en 1682. Al igual que sucede en tantos otros casos se desconoce cuándo exactamente debió comenzar el aprendizaje del joven Esteban, aunque se cree que se inició alrededor de 1633 al lado del maestro pintor Juan del Castillo, en cuyo taller habría permanecido hasta la fecha de la marcha de éste a otras capitales andaluzas unos cinco años después. Una vez aprendida la base del oficio, la siguiente influencia en la vida pictórica de Murillo vendrá determinada por Pedro Moya, quien, de paso por Sevilla en 1642, y después de estar en Londres, le hará partícipe de lo que en esta ciudad se estaba llevando a cabo (habría conocido a Van Dyck poco antes de su muerte), suscitando en Murillo por medio de copias e impresiones comentadas el deseo de partir de viaje para visionar este tipo de arte también. No irá tan lejos sin embargo, llegando hasta Madrid (según la teoría de Céan Bermúdez) para regresar poco después a su ciudad de origen.
Lo cierto es que hasta la fecha de febrero de 1644, en que es seguro que se encuentra en Sevilla, los pasos de Murillo han sufrido más de un seguimiento arropados por conjeturas (al parecer, de joven, tuvo la intención de emigrar al Nuevo Continente, viaje finalmente fallido, al igual que uno planeado a Italia durante su residencia madrileña, la cual también ha generado hipótesis de veracidad). Sí es seguro que en el año ya citado se halla de nuevo en su ciudad natal porque existe constancia de que es admitido en la Cofradía del Rosario de la Iglesia de la Magdalena. Así, poco después, se encuentra totalmente establecido, con taller propio, recibiendo encargos de im portancia cuya buena resolución contribuirá al aumento de su fama, como la serie para un claustro del Convento de San Francisco en Sevilla (1645), y a punto de formar una familia (diezmada más tarde por la peste del 49). Para la iglesia de los Franciscanos también va a realizar unos años más tarde (1650) una famosísima Inmaculada Concepción, que preludia en esbozo el tipo de virgen a desarrollar en años posteriores (comienza ahora una serie con este tema, que continuará hasta casi su muerte). De esta fecha es también su archiconocida Sagrada Familia del pajarito.
Hacia 1660 el reconocimiento de Murillo es grande, los encargos se suceden (provenientes principalmente de clientes religiosos), e incluso llega a intervenir en la fundación de la Academia de pintura de Sevilla, cuya presidencia ostentará hasta el año de 1663. En años siguientes va a llevar a cabo algunas de sus principales obras, como los dos lienzos del sueño del Patricio (para Santa María La Blanca), y muchas de sus inmaculadas, niños y anunciaciones, llegando su fama a tal extremo que, al parecer, el propio monarca Carlos II le habría instado a trasladar su residencia a Madrid, declinando el pintor la invitación. Al final de su vida (1681 u 82) inicia la serie que no llegará a ver terminada de la iglesia de los Capuchinos de Cádiz, durante cuya ejecución sufrirá un accidente, al caer desde un andamio, que le conducirá a la muerte, finalizando así su vida en el año de 1682. Principales Obras de Murillo
Aunque pueda parecer lo contrario, en parte debido a la fama con la que Murillo ha pasado a la posteridad, no es éste un pintor tan sólo de idealizadas y edulcoradas vírgenes. Bien es verdad que es fácilmente reconocible en el uso de colores brillantes, de vaporosas superposiciones y de fantasías elegantes y contenidas, pero no es el único tipo de pintura al que se dedicó. De hecho su obra sufrirá una evolución desde los primeros temas de corte tenebrista de su juventud, con los que recoge el vivir en los barrios pobres sevillanos, hasta las bellísimas y serenas inmaculadas de sus últimos años. Así, ejemplos de costumbrismo realista se pueden considerar lienzos como el titulado Niños comiendo melón y uvas, oVieja espulgando a un niño , en los cuales además aparece uno de los temas recurrentes de Murillo: la infancia, que aparece representada de forma anecdótica, copartícipe en las obras marianas, e incluso con una carga dramática. Famosos son sus cuadros religiosos, en los que representa lo extraordinario de una forma sencilla, muchas veces según imágenes de lo cotidiano, como sucede en la ya mencionada Sagrada Familia del pajarito, e innumerables son sus Inmaculadas, perfectas, preciosas, delicadas y armoniosas (del Escorial, de la Media Luna, Concepción, etc), al igual que sucede con aquéllas composiciones de vírgenes con niño.
Francisco de Zurbarán. Biografía y obra Introducción a la vida y obra del pintor Francisco de Zurbarán
Sevilla se va a constituir a lo largo del XVII en principal foco pictórico de la época, alumbrando durante el primer tercio del siglo a tres de las figuras más importantes del Barroco español, junto con Velázquez: Zurbarán, Alonso Cano y Murillo. De todos ellos, será el extremeño Francisco de Zurbarán el primero en iniciar esta nueva andadura, siendo recordado a día de hoy principalmente como el "pintor de los monjes".
Zurbarán se hace grande en el retrato y en la sencilla representación de la realidad, encontrándose sin embargo en apuros cuando tenga que lidiar con perspectivas y composiciones, que procurará siempre que sean simples. Así, es posible observar en sus pinturas seriadas toda una galería individualizada de rostros y expresiones, pertenecientes a, en ocasiones, figuras monolíticas de perfiles casi geométricos que se recortan contra fondos poco elaborados pero que destacan por la luz que las envuelve, realzando ese característico blanco empleado por este artífice en los hábitos. Biografía de Francisco de Zurbarán 1598-1664
Francisco de Zurbarán nace en el año de 1598 en el pueblo pacense de Fuente de Cantos, hijo de un mercero que le enviará antes de cumplir veinte años a Sevilla, a estudiar con el pintor Pedro Díaz de Villanueva. Una vez completado su aprendizaje, que no durará mucho, Zurbarán regresará a su Extremadura natal, a la localidad de Llerena, donde contraerá matrimonio por dos veces y se establecerá, hasta la fecha de 1626 en que es reclamado a Sevilla para llevar a cabo la ejecución de un importante encargo. La orden de los Dominicos deseaba una serie de cuadros acerca de la vida monástica para su convento de San Pablo, convirtiéndose la buena realización de los mismos en el detonante para la consecución de otro encargo más, proveniente en este caso del convento de la Merced en 1628, transmitiendo el Ayuntamiento de Sevilla al pintor, un año más tarde, su deseo de que se instalara de forma definitiva en la ciudad, siendo aceptada la propuesta por éste. Lo cierto es que Zurbarán gozó de fama en su época, algo que propició que nunca le faltaran los encargos, en mayor o menor medida, los cuales se sucedieron a lo largo de los años en forma de peticiones de grandes series pictóricas por parte de diversas órdenes religiosas (Jerónimos, Cartujos…), aunque también llegará a enfrentarse al tema
mitológico durante la breve estancia que pase en Madrid participando en la decoración del Palacio del Buen Retiro, no saliendo demasiado airoso de esta prueba, y al género del bodegón, del que se revelará maestro. Hacia la mitad de su vida la desgracia le alcanzó en la forma de la defunción de su segunda esposa (tras lo que se volvió a casar), una disminución de trabajo y el sufrimiento de la peste de 1649, que se llevará a uno de sus hijos, Juan el pintor. Además, con el paso de los años Francisco habrá de ser testigo de cómo el nuevo estilo de un cada vez más apreciado Murillo se va imponiendo poco a poco, en detrimento de su propia elección. Finalmente decidirá partir de nuevo a Madrid a la vera de su amigo Velázquez, instalándose de forma definitiva hasta su muerte en esta ciudad, casi una década después y rodeado de estrecheces económicas, en el año de 1664. Principales obras de Zurbarán
Zurbarán, como ya se ha señalado, va a representar con una gran claridad la religiosidad que impregnará la vida española del s.XVII (es ésta la época de la Contrarreforma y las órdenes religiosas habrán de salir beneficiadas de dicha circunstancia, adquiriendo un mayor relieve), componiéndose la mayor parte de su obra de series dedicadas a mostrar la vida monástica: San Hugo en el refectorio, La misa de fray Pedro de Cabañuelas , El adiós de fray Juan de Carrión a sus hermanos , etc. La Cartuja de Jerez, San Pablo el Real, el Monasterio de los Jerónimos de Guadalupe o la Merced de Sevilla fueron algunos de los sitios para los que llevó a cabo sus principales series.
Su obra adeuda los contrastes tenebristas de Ribera, protagonizados por una tendencia naturalista típica de la época, algo que se aprecia excepcionalmente bien en sus sencillas y táctiles naturalezas muertas (en la actualidad Zurbarán ha sido redescubierto como bodegonista). Sin embargo, lo más característico de este pintor son sus representaciones de religiosos y santas, a las que viste a la manera de la época, desplegando todas sus cualidades como retratista y ejerciendo un dominio absoluto en rostros y telas (a pesar de la aparente sencillez de su pintura, Zurbarán disfruta con la suntuosidad de las telas). Uno de sus mejores cuadros, La visión de San Pedro Nolasco (1628), procedente del sevillano Convento de la Merced, ejemplifica a la perfección el lenguaje de este pintor, de una sencillez a la búsqueda de la realidad concreta de las cosas. Formas dibujadas, distintos tonos de blanco, contrastes entre sombras y luces, cabezas expresivas…en
un marco muy sencillo que acoge la representación de un milagro protagonizado por el fundador de la orden.
A esta misma serie pertenece también uno de sus cuadros más perturbadores, la Aparición de San Pedro Apóstol a San Pedro Nolasco, donde el el apóstol aparece representado en una violenta posición en escorzo, boca abajo y envuelto por un halo de luz anaranjada. Destacable asimismo es su representación de Santa Catalina(1640), una de las obras más hermosas de este artista, en la que efectúa un espléndido ejercicio de maestría en la ejecución de los paños, las pinturas de vírgenes niñas, caso de La Virgen niña durmiendo (1635), su temprano Cristo en la Cruz, que tanta fama le dará, o el San Serapio ejecutado para la Merced.
Francisco Ribalta. Biografía y obra Introducción a la vida y obra del pintor Francisco Ribalta Francisco Ribalta nació en Solsona (Lérida) en 1565. Pasó su niñez y su juventud en Barcelona, donde su padre
trabajaba como sastre. Comenzó sus estudios artísticos cuando se trasladó a Madrid, en 1581, formándose en El Escorial dentro del último manierismo. Se relacionó con los pintores italianos que habían venido para trabajar en la decoración del monasterio y en especial con Navarrete. Allí realizó su primera obra conocida, Preparativos para la Crucifixión (1582), de clara impronta veneciana.
Hacia 1590 se trasladó a Madrid y se cree que también visitó Italia. En Madrid, conoció a Lope de Vega, con quien mantuvo una estrecha amistad hasta el fin de sus días. Seguramente, a través de Lope de Vega se enteró de que el
arzobispo Ribera buscaba artistas para varios encargos, por lo que en 1599 fue a Valencia, donde se afincó hasta su muerte en 1628. La influencia del naturalismo de Caravaggio, con el que probablemente entró en contacto durante su estancia en Italia y de José de Ribera, le llevó a evolucionar desde el lenguaje manierista de sus inicios hacia el naturalismo tenebrista del Barroco. El cambio definitivo se produjo hacia 1620 y fue el primer español en destacarse por el tenebrismo de su obra. Se caracterizó por un fuerte realismo y un gran interés en el uso de la luz y la sombra para subrayar los volúmenes. Sus primeros encargos en Valencia fueron retratos y obras religiosas, como el retablo de Santiago de Algemesí , donde se observan las influencias de El Escorial y de de Navarrete. Poco después, realizó la Santa Cena para el retablo mayor de la capilla del Colegio del Corpus Christi , por encargo del arzobispo Ribera. A partir de este momento, alcanzó gran éxito, siendo considerado el pintor más importante de la escuela valenciana del siglo XVII. Entre sus trabajos más importantes de los últimos años destacan San Francisco confortado por un ángel místico, Cristo abrazado a San Bernardo y su famoso San Bruno, cuya imagen monumental y austera anuncia el arte de Zurbarán. Obra de Francisco Ribalta Santa Cena (1606)
Ribalta ofrece un punto de vista muy alto para poder plasmar a todos los personajes. Representa a los Apóstoles reunidos con Cristo para celebrar la Última Cena. Mientras Cristo bendice el pan y eleva sus ojos al cielo, todos los Apóstoles están pendientes de Él. Sin embargo, uno de ellos atrae la mirada del espectador, ya que da la espalda a la reunión y nos mira frontalmente. Se trata de Judas, a quien se identifica por estar acariciando una bolsita con dinero colgada de su cinturón. Cristo abrazado a San Bernardo
De las obras que realizó para la Cartuja de Portaceli entre 1625-1627 sobresalen Cristo abrazado a San Bernardo y San Bruno. En Cristo abrazado a San Bernardo muestra un milagro de la vida de San Bernardo, el momento en que una efigie de Cristo, a la cual el santo rezaba desconsolado, se desclava de la cruz para abrazarlo y consolarlo. El cuadro está realizado dentro del naturalismo tenebrista, como se aprecia en la calidad de las telas, en los detalles del cuerpo de Cristo y en la anatomía realista de las figuras. Ribalta utiliza una paleta de acusados contrastes para crear una estancia muy oscura, en la que apenas se aprecia el fondo y un potente foco de luz artificial que centra el punto de atención en el cuerpo desnudo de Cristo y en el rostro del santo. Ribalta fue una figura clave para generaciones posteriores. Apoyó a otros artistas de la ciudad para formar el Colegio de Pintores que los agrupase. Su uso de la luz influyó indirectamente a numerosos pintores españoles, como su hijo Juan Ribalta, Zurbarán y Vicente Castelló.
José de Ribera "El Españoleto". Biografía y obra Introducción a la biografía y obra de José de Ribera "El Españoleto"
Pintor barroco perteneciente a la Escuela valenciana de la primera mitad del s.XVII, José de Ribera ha sido considerado como el punto de arranque del movimiento naturalista en España, aunque la mayor parte de su vida la pasó en Italia.
Influida por Caravaggio, su pintura presenta unos marcadísimos contrastes tenebristas, con abundancia de negras sombras, suavizados en su madurez por la inclusión de un colorido y una luz estudiados de los maestros venecianos. Poseedora, además, de unas calidades tan cercanas al realismo que se hacen táctiles en telas y pieles, su obra se caracteriza por una fuerza sorprendente y un verismo que no omite ningún aspecto de la realidad, por más cruel o desagradable que sea. Biografía de José de Ribera (1591-1652)
Setabense de nacimiento, Ribera se debió sentir muy orgulloso durante toda su vida, que fue por lo demás extraordinaria, de su procedencia española, como lo demuestra el hecho de que en Italia se hiciera conocer por "El Español", sobrenombre que derivará, debido a su pequeña estatura, en "El Españoleto".
Nacido en esta localidad valenciana de Játiva en el año de 1591, no se sabe con exactitud cuáles fueron los motivos que determinaron su cambio de residencia dado que es escaso lo que se puede afirmar de su vida sin faltar a la verdad puesto que buena parte de la información que sobre su biografía existe aparece rodeada de leyenda (se le ha llegado a vincular incluso con la mafia napolitana de la época). Sea como fuere, el caso es que, tras un breve periodo en la infancia de permanencia en Valencia (donde se ha especulado con la posibilidad de un aprendizaje al lado de Ribalta), en 1611 ya aparece documentado por primera vez en Italia, concretamente en Parma. Será en Nápoles sin embargo, y tras un breve paso por la Academia de San Lucas de Roma, donde desarrolle la mayor parte de su producción artística y disfrute de buena parte de su vida, falleciendo en dicha ciudad en 1652. El hecho de aparecer a la temprana edad de 20 años como pintor nominal, y se supone que ejecutor, de un encargo tan importante como un cuadro para una iglesia de Parma, en concreto un hoy día perdido San Martín para la parroquia de San Próspero, hace suponer la enorme fama de la que debió disfrutar desde los mismísimos comienzos de su andadura pictórica.
En Roma, ciudad culpable de la aprehensión por parte del joven Spagnoletto de la influencia naturalista, realizaría una serie denominada los Cinco Sentidos. Se sabe que habría recibido una serie de encargos importantes en esta
ciudad de igual modo, aunque un estilo de vida que le acabará procurando serias estrecheces económicas será al final determinante para que acepte un trabajo en Nápoles. Es esta ciudad, donde el caravaggismo está en pleno auge, la siguiente etapa y la más importante de su producción y en su producción. Ronda el año de 1616 y Ribera entra a formar parte por un corto periodo de tiempo del taller de Gian Bernardo Azzolino, con cuya hija acabará desposándose en ese mismo año, para establecerse a continuación en su propio taller. Ribera comienza a recibir encargos importantes, algunos de los cuales provendrán de España, como el de la Colegiata de Osuna, para la que llevará a cabo su famosísimo óleo El Calvario (1618?1625?). Su consideración no deja de crecer y, en 1624, a la muerte del duque de Osuna, con quien mantenía una estrecha relación, su sucesor el duque de Alcalá nombrará a Ribera con el título de Pintor de Corte, en función de la potestad que su investidura como virrey de Nápoles le otorga. Por estas fechas trabaja para iglesia della Trinità delle Monache en un San Jerónimo, realiza el lienzo del Martirio de San Andrés (1628) y lleva a cabo una gran cantidad de encargos, entre los que destacan algunos de sus famosos martirios de San Bartolomé y, ya en la década de los años 30 (punto de inflexión en su pintura), la serie realizada para el Convento de las Agustinas Recoletas de Monterrey en Salamanca, para cuyo retablo mayor ejecutó una magnífica y colorista Inmaculada Concepción.
Los años siguientes verán igualmente un incremento frenético en la actividad del taller de Ribera, sucediéndose los importantes encargos, y de su popularidad, llegando incluso a ser nombrado por el Papa Inocencio X Caballero de la Orden de Cristo. Pero los encargos se espaciarán en el tiempo previo a la muerte del pintor, el cual sufrirá una enfermedad que se agravará a la par que sus penurias económicas (tan sólo aliviadas por algunos trabajos), además de vivir los diversos enfrentamientos que se producirán en la ciudad de Nápoles resultado de un movimiento antiespañol. Enfrentamientos que serán el detonante del deterioro de la salud del pintor, teniéndose el final de su vida por tan increíble como esta misma e, igualmente, distorsionado por la bruma de la leyenda: al parecer, don Juan José de Austria, enviado para sofocar la revuelta, se habría enamorado de la hija (según la versión, la sobrina) del pintor, raptándola para llevarla a un convento en Palermo, conduciendo dicha circunstancia a Ribera hacia la locura, desapareciendo éste poco después (sin embargo, su partida de defunción apareció en Nápoles fechada en 1652) Principales obras de José de Ribera
Principalmente reconocido por sus cuadros de carácter religioso martirial, como los de San Jerónimo o San Bartolomé, donde su tenebrismo encuentra un amplio campo de actuación en la representación de cruentas imágenes, Ribera compondrá también obras de carácter mitológico y profano, algunas de ellas excepcionales, siempre guiado de la mano de la verdad que la naturaleza impone. Tenebristas, completamente herederos de Caravaggio (junto con Velázquez, Ribera fue el único caravaggista verdadero en España) son sus cuadros de la Colegiata de Osuna (el Calvario), los Cinco Sentidos o el Sileno ebrio, claro recuerdo de las imágenes monstruosas de la Antigüedad. Lo deforme aparece de forma repetida en su producción, tal y como se aprecia en el Niño cojo o en su Mujer barbuda, emparentado con lo marginal, como su "simbólico"Arquímedes.
Su conocimiento de la Antigüedad queda asimismo demostrado en obras como Venus y Adonis, en la que además se percibe un ligero protagonismo del paisaje, el Triunfo de Baco, Ticio eIxión (que recuerdan a Miguel Ángel) o su Cristo de la Piedad, entre otros. Otros cuadros importantes de Ribera son El sueño de Jacob, el Martirio de San Felipe, la Comunión de los Apóstoles, o un muy representativo de su estilo San Andrés.
Alonso Cano. Biografía y obra Introducción a la vida y obra del pintor alonso Cano (1601-1667)
Completando la tríada de pintores formados en la Sevilla del s.XVII e introductores en la misma del naturalismo deudor de Ribera, se encuentra, al lado de Pacheco y Velázquez, Alonso Cano; pintor, escultor, arquitecto, diseñador…un hombre en la línea de lo s grandes humanistas del pasado Renacimiento, interesado en muy diversas áreas del saber y enamorado en su madurez de una idealización y un clasicismo extraños en tiempos del Barroco tenebrista.
Alonso Cano puede ser considerado asimismo como uno de los más importantes componentes del foco artístico escultórico granadino del s.XVII, e iniciador, junto con Pedro de Mena, de la segunda etapa dentro de la escultura española. Biografía de Alonso Cano
Alonso Cano nace en 1601 en Granada, de padre retablista que decidirá la mudanza de la familia a Sevilla cuando el hijo cuente alrededor de doce años. Será en esta ciudad donde este versátil artista, pintor y autor de diseños para arquitectura, realice su formación como escultor, aprendiendo al lado de Martínez Montañés, y como pintor, durante un breve periodo, de la mano de Pacheco, cuya condición de maestro de Velázquez convertirá a ambos muchachos en condiscípulos. De esta inicial etapa andaluza data su primera obra fechada, un cuadro que representa a San Francisco de Borja (1624), además de una temprana e importante colaboracion en la Iglesia de Santa María de Lebrija (1629), diseñando y esculpiendo las piezas para el retablo de su altar mayor. Alonso va a residir en Sevilla hasta el año de 1638 en que se traslade a Madrid, donde realizará un descubrimiento que resultará clave en su producción posterior: las grandes colecciones de grabados y dibujos del rey. Su fama en la Corte será tal que, además de trabajar como pintor de cámara del Conde-Duque de Olivares, recibirá el encargo, junto a Velázquez, de seleccionar nuevas obras para el incendiado Palacio del Retiro y restaurar algunas de las dañadas. Lo cierto es que su vida fue bastante inquieta (aunque en su serena obra no se aprecie dicha circunstancia), llegando incluso a verse obligado a abandonar la Corte acusado de haber intervenido en el asesinato de su segunda esposa. Cano optará por retirarse a un exilio forzoso, Valencia en estos momentos (1644), donde permanecerá durante un corto periodo de tiempo antes de regresar a Madrid. Es fInalmente en esta ciudad donde se decanta por la pintura y
se puede apreciar un cambio en su estilo, ahora mucho más delicado, que ya en su etapa sevillana había iniciado un viaje por la senda del clasicismo.
Hacia 1652 regresará a su ciudad natal, donde permanecerá hasta su muerte en 1667, recibirá el cargo de racionero de la Catedral de Granada y llevará a cabo parte importante de su producción en la capilla mayor de la misma con una obra mariana seriada. Principales obras de Alonso Cano
Lo cierto es que fue la pintura la técnica que más consiguió atraer la atención de Alonso Cano durante su vida, siendo igualmente con la que mayor cantidad de obras produjo, en detrimento de una prolificidad escultórica o arquitectónica. Pero, aunque su labor como escultor fue muy escasa, resulta muy representativa de la segunda mitad del s.XVII. Alonso Cano buscaba en las obras que realizaba, por encima de cualquier otra consideración, la belleza, algo que se puede apreciar en sus imágenes esbeltas, las cuales adoptan formas de huso y poseen rostros ovales, ropajes que se pliegan y la capacidad de transmitir una gran tranquilidad.
En su arte, Cano, consiguió alcanzar un difícil equilibrio entre un ideal manifesto en su canon estético de belleza, y un realismo hijo del Barroco. Una de las piezas más representativas de dichas cara cterísticas es su famosísima escultura, que sentó las bases para una nueva tipología, de la Inmaculada Concepción(1654) encargada por el cabildo de la Catedral de Granada para ubicarla en lo alto de un facistol. Responde al modelo defendido por Pacheco y anticipa el Rococó. No es su única obra de importancia sin embargo, la mayoría de ellas en muy estrecha relación con su labor como retablista, siendo sus dos etapas andaluzas, sevillana y granadina, las que mayores frutos dieron en este terreno; así, realizó piezas excelentes, muchas de ellas vírgenes, en el retablo mayor de Lebrija, en la Catedral de Sevilla o en la de Granada.
Será también en esta última donde lleve a cabo su labor más importante como arquitecto, diseñando la fachada (aprobada por el cabildo poco antes de su muerte), aunque no fue su único trabajo: una hoy día desparecida Iglesia del Convento del Ángel fue producto de su esfuerzo, al igual que se cree partes del Hospital Real de Granada. En lo que respecta a su producción pictórica, es imposible no sentir envidia por el conocimiento directo que tuvo de aquéllos cuyas influencias se aprecian en la misma, Velázquez el primero, seguido por un sinnúmero de maestros venecianos alojados en la colección real. Esto es importante porque contribuyó a definir su estilo, aún ligeramente tenebrista, aportando a su paleta esa suavidad tan característica de su obra posterior. En Madrid realizará algunos de sus mejores lienzos, como el conocido Milagro del Pozo, o el Descenso al limbo, junto con composiciones de vírgenes de una delicadeza cada vez mayor.
Vírgenes serán asimismo las protagonistas del gran trabajo que cerrará su producción: el ciclo de la vida de la Virgen de la Catedral de Granada . De enormes dimesiones, y conformado por siete episodios, supone la culminación del clasicismo y el lirismo en la obra de Cano.
Juan de Valdés Leal. Biografía y obra Introducción a la biografía y obra de Juan de Valdés Leal
Juan de Valdés Leal es, junto a Murillo, uno de los máximos representantes de la pintura barroca en España. Nació en 1622 en Sevilla. Era hijo del portugués Fernando de Nisa y de la sevillana Antonia de Valdés Leal. Se formó en Córdoba como discípulo de Antonio del Castillo y allí se casó, en 1647, con Isabel Martín de Morales. Dispuso de un taller en su casa, donde realizó sus primeras obras. En 1649 Córdoba sufrió una epidemia de peste y Valdés Leal y su familia se trasladaron a Sevilla. En este momento realiza un ciclo de pinturas para el convento de Santa Clara en Carmona entre las que destaca la Retirada de los sarracenos. Tras una estancia en Madrid, decide instalarse definitivamente en Sevilla, donde tendrá que hacer frente a la competencia de Murillo, que ocupaba el puesto de primer pintor. Sin embargo, no le faltarán numerosos encargos, como una serie de 6 obras que realiza para el monasterio de San Jerónimo sobre la vida del santo, entre las que destacan Las tentaciones de San Jerónimo y La flagelación de San Jerónimo en los que se aprecia ya en su plenitud el personal estilo del artista. En Las tentaciones de San Jerónimo, el santo se dirige a su oratorio de manera fervorosa para rezar al crucificado, a la Biblia. La calavera está presente para que no olvide que como ser humano es mortal y efímero, y unas damas le provocan mostrándole las riquezas, la sensualidad, el lujo y los placeres, tentaciones que él no quiere ni contemplar. Juan de Valdés Leal posee un estilo absolutamente barroco, de tendencia tenebrista. Le gusta lo dramático, decantándose por una temática macabra o grotesca. Su estilo es de gran expresividad, se interesa más por la expresión que por la belleza. Posee un vivo sentido del movimiento, un dibujo contundente, un colorido brillante y una dramática iluminación. En su producción destacan los dos cuadros que pintó entre 1671 y 1672 para la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla, por encargo de su fundador don Miguel de Mañara. Fue éste fue quien diseñó el programa iconográfico, que estaba destinado a los hermanos de la Caridad, proclamando la salvación del alma a través de la caridad. Encargó las pinturas que aluden a las obras de caridad a Murillo y a Valdés Leal las que suponen una reflexión sobre la brevedad de la vida y el triunfo de la muerte. Se tratan de los Jeroglíficos de las postrimerías: In ictu oculi (En un abrir y cerrar de ojos) y Finis gloriae mundi (Final de las glorias terrenales). Son obras sobre la fugacidad de la vida terrenal y a la inevitabilidad de la muerte. El realismo es truculento, tétrico. Hacen referencia al dilema de conseguir la salvación o la condenación eterna y sólo aquellos que hayan practicado obras de caridad conseguirán la salvación eterna. En In ictu oculi aparece la muerte con su guadaña indicando la rapidez con la que llega la muerte y apaga la vida humana. Y lo simboliza a través de una vela. Los objetos de la parte inferior, representan la vanidad de los placeres y las glorias terrenales, que tampoco escapan a la muerte. El fondo que está en penumbra, contrasta con la viveza del colorido de los objetos, consiguiendo un efecto dramático de gran teatralidad. En Finis gloriae mundi presenta los cuerpos de un caballero y de un obispo muertos, a los que su fama y su gloria de nada les ha servido. La mano de la justicia divina pesa las buenas y malas obras que en la tierra se han realizado.
En 1682, cuando muere Murillo, Valdés Leal se convierte en el pintor más importante de Sevilla. Trabajará en la decoración de diferentes edificios religiosos sevillanos como el Hospital de la Caridad , la iglesia del Monasterio de San Clemente o laiglesia del Hospital de los Venerables , hasta que en 1690 fallece. Otra faceta importante del artista es la de grabador. Algunos ejemplos son su Autorretrato, La custodia de Arfe y las láminas del libro de Fernando de la Torre Farfán sobre las fiestas celebradas en Sevilla en 1671 con motivo de la canonización de San Fernando.
Luis Meléndez. Biografía y obra Introducción a la biografía y obra de Luis Meléndez
Luís Meléndez (1716-1780) es uno de los principales pintores españoles del siglo XVIII dedicados al género del bodegón. Nació en Nápoles, en una familia de artistas españoles. Su padre, Francisco Antonio Meléndez, pintor de cámara del rey Felipe V, se había trasladado a la ciudad italiana en 1699 y allí permaneció con su familia hasta que su hijo cumplió un año de edad. Cuando regresan a España, se instalan en Madrid y Luís inicia sus estudios de pintura, primero junto a su padre y más tarde asistiendo a las clases de la Junta Preparatoria de la Real Academia de Bellas Artes. En estos momentos, la Academia de Bellas Artes aún no existía, se estaba formando y Francisco, fue uno de los responsables de su creación. Pero las continuas desavenencias con sus compañeros hace que poco a poco se retire del proyecto, lo que afecta al joven artista, que acaba siendo expulsado.
Trabajó como ayudante de su padre realizando miniaturas para joyas y fue discípulo del francés Louis-Michel van Loo, quien le instruyó en el retrato y en la pintura de historia. Y al quedar interrumpida su formación decide marchar a Italia por su cuenta, visitando Roma y Nápoles. A su vuelta a Madrid en 1753, trabajará primero como miniaturista por encargo de Fernando VI, pintando be llas escenas y pequeños paisajes en los libros del coro de la Real Capilla. Después, durante el reinado de Carlos III, realizó una serie de pinturas dedicadas al Príncipe de Asturias, hijo del rey y futuro Carlos VI, pero nunca consiguió un cargo en la corte. Se inclinó por la pintura de naturaleza muerta, especializándose en los bodegones, género al que dedicó la mayor parte de su producción.
Sus bodegones, ejecutados con una técnica minuciosa, presentan unas composiciones sobrias, ordenadas con pocos elementos, con gran precisión en los detalles y gran realismo. Elige sus motivos buscando diferentes formas y texturas. Se caracteriza por el predominio de la luz, la expresividad del color y la firmeza del dibujo. El punto de vista es bajo, como si Meléndez hubiera pintado sus bodegones sentado delante, con los objetos dispuestos a la altura de sus ojos. Obras de Luis Meléndez Bodegón de frutas y utensilios de cocina
En esta obra se decanta por las frutas de formas esféricas, de aspecto brillante y sin defectos. En primer término, sitúa un grupo de pequeñas peras junto a un limón y unas cerezas, que parecen haber rodado hasta el borde de la mesa. Imita la textura, contrastando la apariencia áspera del barro con la suavidad de la piel de las frutas. Las piezas están ordenadas por tamaños e iluminadas por una fuerte luz, que proviene del lado izquierdo. Bodegón con tomates, berenjenas, cebollas y cuenco
Meléndez representó con extraordinaria precisión las formas y superficies de las hortalizas. Los tomates, mediante una gama de matices rojos, aplicando cuidadosamente los toques de luz y la piel de las berenjenas, con audaces toques de pintura verde-azul, amarilla y su característico color vino, que va aumentando a medida que van madurando. Bodegón con plato de ciruelas, brevas y rosca de pan
Aparece un plato colmado de ciruelas y a un lado, sobre una servilleta doblada, una rosca de pan. A otro lado, tres higos rellenan el vacío de la izquierda procurando equilibrar la composición. Bodegón con naranjas, plato de nueces, melón, cajas de dulces y recipientes
En este bodegón de 1772, vemos un retrato del rey Carlos III escondido tras las frutas. El busto fue ocultado por Meléndez, haciendo desaparecer una de sus pocas obras con figura humana.
Otras obras son Bodegón con calabaza; Bodegón con cerezas, ciruelas, queso y jarra; Bodegón con granadas, manzanas, acerolas y uvas en un paisaje; Bodegón con membrillos, melocotones, uvas y melón; Bodegón con limas, caja de jalea, mariposa y recipientes; Bodegón con sandías y manzanas en un paisaje; Bodegón con plato de
acerolas, queso y recipientes; Bodegón con pepinos y tomates; Bodegón con frutas y un jarro; Bodegón con caja de dulce, roscas y otros objetos; Frutero con uvas, peras, melocotones y ciruelas; Bodegón con ciruelas, brevas, pan, barrilete, jarra y otros recipientes o Bodegón con manzanas, nueces, tarro y cajas de dulce.
Juan Carreño de Miranda. Biografía y obra Introducción a la biografía y obra de Juan Carreño de Miranda Juan Carreño de Miranda es un pintor asturiano del barroco español. Nacido en Avilés en 1614, en el seno de una
familia noble. En 1625 se trasladó con su padre, ya viudo, a Madrid y comenzó su formación en el taller de Pedro de las Cuevas, un pintor madrileño. Su estilo se encuadra dentro del barroco. Se observa la influencia de Velázquez en los estudios lumínicos y de Rubens. A lo largo de su trayectoria artística abarcó casi todos los campos, prestando especial interés a lo religioso y al retrato. Durante los primeros años de su carrera recibió importantes encargos para iglesias y particulares y a partir de 1669, cuando es nombrado pintor del rey, se dedicó al retrato. Fue uno de los mayores retratistas de la Corte española, coincidiendo con Velázquez, de quien era buen amigo. Practica un tipo de retrato solemne, austero, de colores apagados y fondo neutro, sin detalles ni recreaciones en adornos o joyas. Supo captar con elegancia y psicología a los personajes de la Corte madrileña. Dentro de los retratos que realizó en el ámbito cortesano sobresalen El Duque de Pastrana y el de Pedro Potemkin. En sus pinturas murales recalcó el gusto por los efectos escenográficos. Destacan los frescos religiosos de la Catedral de Toledo y la decoración mural del Salón de los Espejos del Alcázar, supervisada por Velázquez. Obra de Juan Carreño de Miranda Bufón Francisco Bazán
El personaje está de pie, vestido de negro y se sitúa sobre un fondo neutro, sin ninguna referencia espacial, de manera que se integra con el fondo, creando un mayor efecto teatral. Aparece con actitud digna, como corresponde a un funcionario de la corte. Carlos II
Carlos II es representado como un niño enfermizo, retraído, frágil. Va vestido de terciopelo negro con calzas blancas, a la moda del siglo XVII, su tez es blanquísima y sus cabellos rubios. Está solo en una sala llena de lujo, envuelto por un grueso cortinaje de color rojo. Carreño sigue aquí los modelos venecianos en el empleo del color y del movimiento. Doña Mariana de Austria viuda
Es uno de los primeros retratos que lleva a cabo cuando es nombrado pintor del Rey. La protagonista es doña Mariana de Austria, que es la segunda esposa de Felipe IV y la madre de Carlos II. Desde 1665 es viuda, por eso aparece vestida con toca, siguiendo la costumbre española. Está sentada ante una mesa con gesto de preocupación. En la composición predominan los blancos y negros.
Duque de Pastrana
Es un retrato majestuoso, que trasmite cierto aire de melancólico misterio. Eugenia Martínez Vallejo
Eugenia Martínez Vallejo era una de las personas con defectos físicos o psíquicos que formaban una pequeña corte alrededor de los infantes de España. Se la conocía como La Monstrua.
Festín de Herodes
El lienzo se inspira en la vida de san Juan Bautista. Carreño eligie el momento de la presentación de la cabeza del Bautista por parte de Salomé a su madre, Herodías, y al rey Herodes. Dispone las figuras en torno a una mesa para dar sensación de profundidad sobre un fondo de arquitecturas renacentistas. Fundación de la Orden de los Trinitarios
Fue realizada en el año 1666 para la iglesia del convento de los Trinitarios de Pamplona. La obra recoge el momento en el que a San Juan, durante la misa, se le aparece un ángel cuyas manos se apoyan en las cabezas de dos prisioneros, uno musulmán y otro cristiano. Entonces comprendió que tenía que fundar una orden dedicada a la redención de los prisioneros cristianos. San Juan está acompañado por varios sacerdotes vestidos con casullas bordadas de oro y plata. Son rostros muy expresivos. Consigue la sensación de perspectiva y emplea una luz intensa mientras que la zona de la izquierda está en penumbra para crear efectos lumínicos sensacionales. San Sebastián
Carreño lo sitúa en primer plano, con pose retorcida, sobre un fondo indefinido de paisaje de tonos azulados contribuyen a resaltar su cuerpo, sensual y proporcionado. Santa Ana enseñando a leer a la Virgen
La composición se organiza de forma piramidal y utiliza una perspectiva alta. Las figuras son amplias y escultóricas, y están iluminadas por la luz que penetra por la izquierda, deteniéndose en los rostros y en las manos. Juega con el colorido, logrando magníficos contrastes entre los ocres, blancos y azules con el rojo de la alfombra de primer plano.
Claudio Coello. Biografía y obra Introducción a la biografía y obra de Claudio Coello Claudio Coello es uno de los principales representantes de laescuela barroca madrileña. Nació en Madrid en
1642, en una familia de origen portugués. Su padre, que era broncista, lo llevó al taller de Francisco Rizi, pintor de la escuela madrileña, para que le enseñara la técnica del dibujo y poder usarlo luego en su trabajo como broncista. Pero sus cualidades para la pintura hicieron que continuara su aprendizaje como pintor.
Con él aprendió el lenguaje del barroco decorativo, basado en una concepción dinámica y escenográfica, con gran riqueza de color y una ejecución suelta y vibrante. Más tarde viajó a Italia, recibiendo el influjo de los pintores italianos de la época, como se percibe en su primer lienzo conocido, Jesús a la puerta del Templo. La pintura de Coello presenta un espléndido colorismo, aprendido durante su estancia en Italia y a través del estudio de los venecianos. Recibió, además, la influencia de Rubens y de Velázquez, a quien debe su especial habilidad para captar la atmósfera y la perspectiva espacial. Sus composiciones se caracterizan por la presencia de un gran número de personajes. En su producción destaca la pintura religiosa y las decoraciones murales y, a partir de 1683, cuando es nombrado pintor del Rey, realizará numerosos retratos, en especial de Carlos II. Obra de Claudio Coello La Sagrada Forma
La obra fue realizada para conmemorar el acto de arrepentimiento de Carlos II y su junta de gobierno ante la Sagrada Forma de Gorkum, en el altar de la sacristía de El Escorial en 1684. Se trata de un magnífico ejemplo de solución espacial, utilizando el lenguaje teatral e ilusionista del barroco. Es una escena religiosa y a la vez cortesana. Supone un magnífico conjunto de retratos, estando representados los principales personajes de la corte: Carlos II arrodillado en oración ante la Sagrada Forma, el Duque de Medinaceli, el Duque de Pastrana, el Conde de Baños o el Marqués de Puebla. Los rostros y toda la escena están tratados con gran realismo, a ello también contribuyen los accesorios que introduce: candelabros, las telas, los bordados, las alfombras, etc. Retrato Carlos II
Se aprecia la influencia de Velázquez. La pincelada es rápida y empastada, destacando los toques de luz que aplica en la armadura. Resulta significativa la expresividad del rostro de don Carlos. Padre Cabanillas
El padre Cabanillas, amigo del pintor, aparece en un primer plano, con una sonrisa muy leve y mirada franca. El esquema compositivo es simple, basado en el triángulo formado por la figura del modelo, con el horizonte tras él y una masa arbórea a su izquierda para dar solidez a la estructura. No hay ningún efecto de luz, la gama cromática es sencilla, con variaciones de marrones y verdes. Sagrada Familia
Es una escena de gran dinamismo. Están presentes la Virgen, San José, el Niño y la familia de San Juan Bautista, acompañados por el cordero que simboliza la Pasión. También hay un coro de ángeles adultos con instrumentos musicales. El rey francés, con gesto de arrodillarse ante el Niño, abandonada su corona y su cetro y ofrece su espada. El protagonista de la escena es el Niño Jesús, ya que todos los personajes forman un círculo alrededor de él y aparece destacado por un foco de luz propio. San Antonio de Papua
Claudio Coello muestra el momento en el que se le aparece la Virgen al santo, en su habitación, para entregarle al Niño Jesús. El santo está semiarrodillado sobre un escalón y sobre un libro que sostiene en sus manos se posa el Niño Jesús. La iluminación incide sobre ambas figuras, dejando el resto en penumbra. Los pliegues del hábito están perfectamente trazados, con un estilo minucioso y preciso, siguiendo a Rubens y la escuela veneciana. San Francisco de Asís
El santo, con el hábito franciscano, sostiene un crucifijo sobre el que apoya la cabeza. A sus pies hay un libro cerrado y sobre él, una calavera. La figura del santo está tratada con gran monumentalidad escultórica y sus manos, el rostro y los pliegues de su vestimenta con naturalismo. La pincelada detallista demuestra la influencia de Rubens y de la escuela veneciana, que son una constante a lo largo de su trayectoria. Triunfo de San Agustín
Es un cuadro de gran tamaño. En él se aprecian las características típicas del artista: un eje diagonal para ordenar las figuras y una escenografía teatral de arquitectura clásica que actúa como fondo en el cual tiene lugar la acción. En las decoraciones murales trabajó con dos artistas que se habían formado en Italia. Uno es Sebastián Muñoz, que le ayudó en la decoración de la iglesia de la Mantería de Zaragoza y el otro, es José Jiménez Donoso, que colabora en las decoraciones de la capilla del Sagrario de la catedral de Toledo. En los últimos años de su vida, fue desplazado del gran proyecto decorativo para El Escorial por el italiano Lucas Jordán, ya que durante el siglo XVIII, era habitual que los reyes encargaran estos trabajos a artistas extranjeros. Finalmente, murió en 1693.
Antonio de Pereda y Salgado. Biografía y obra Introducción a la biografía y obra de Antonio de Pereda Antonio de Pereda y Salgado es un pintor del Barroco español. Nació en Valladolid en 1611, era hijo de un pintor y
tras la muerte de su padre, fue a Madrid. Allí estudió en el taller de Pedro de las Cuevas, teniendo por compañeros a Juan Carreño de Miranda, Francisco Camilo y Jusepe Leonardo entre otros.
Gracias a su protector, Juan Bautista Crescenzi, consiguió trabajar al servicio de la corte. Sus obras juveniles reciben la influencia de Carducho y en las escenas religiosas que realizó a partir de la muerte de Crescenzi, en 1635, se percibe el influjo de la pintura veneciana. Su estilo combina la precisión de los maestros flamencos con el rico colorido de la escuela veneciana. Fue, además, un excelente pintor de bodegones. Algunos ejemplos son El desengaño de la vida o Bodegón con ángel. Entre sus obras religiosas destacan La Santísima Trinidad, El fraticidio de Caín, San Bartolomé y Los desposorios de la Virgen. Obra de Antonio de Pereda Socorro de Génova
Pereda ejecutó esta obra siendo muy joven. Estaba destinada al Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, ya que Felipe IV quería colocar allí imágenes de las batallas más célebres de su reinado y entre ellas, se encontraba Socorro
de Génova. Muestra una excelente técnica, colorido cálido, dinamismo en la composición y perspectiva atmosférica. Se observa la influencia de Velázquez y de los maestros venecianos.
Anunciación
María y el Arcángel aparecen iluminados y sus figuras se recortan sobre el fondo dorado para crear efecto de sobrenaturalidad. La idealización de las figuras, el colorido y el tratamiento de los ropajes están próximos a la escuela veneciana, sin embargo, aún se aprecia el recuerdo de los pintores de la generación anterior, especialmente Vicente Carducho. Cristo Varón de Dolores
Representa a Cristo antes de la Crucifixión, con la corona de espinas y atado a la cruz, antes de hacer el camino del Calvario. Pereda se sirve de los recursos expresivos de la pintura flamenca para contrastar la piel del hombre con la áspera corteza del tronco que será su cruz. Destaca la iluminación barroca y el intenso color rojo del manto, de influencia veneciana. San Jerónimo
Pereda dibuja con detalle, al estilo flamenco, el cuerpo flácido y arrugado del anciano y la calavera. San Jerónimo aparece con sus atributos, el manto rojo de cardenal, la calavera humana sobre la cual reflexiona acerca de la condición del hombre y una tosca cruz hecha con ramas. Está apoyado en los textos sagrados y mira hacia arriba, ya que la trompeta de su izquierda nos indica que los ángeles están a punto de aparecérsele en una visión. San Pedro liberado
La obra recoge el momento en que el santo, apresado por ser discípulo de Cristo, es liberado milagrosamente de sus cadenas por un ángel, que le indica el camino de huida. San Pedro, que es un anciano, ha sido representado de forma realista, con evidente influencia del naturalismo de Caravaggio. Sin embargo, la paleta es clara y luminosa, característica de la escuela veneciana. San Alberto de Sicilia
Se conoce a San Alberto de Sicilia por haber proporcionado a la sitiada ciudad de Mesina tres naves llenas de víveres con las que se pudo combatir el hambre que padecían sus habitantes. Lleva el hábito blanco y marrón oscuro que característico de la orden y en su mano derecha sujeta un crucifijo. La figura se recorta sobre un fondo neutro y es iluminada por un potente foco que procede de la izquierda. La cabeza y las manos del santo están perfectamente captadas, al igual que las calidades de las telas. Sueño del caballero
Este lienzo se conoce también como el Desengaño del mundo. La obra trata la vanidad del mundo, que nos llena de bienes efímeros, de amor, belleza, dinero, placer… de todo aquello que se desvanece tras la muerte. Solo la esencia
del ser humano permanece.
El protagonista es un joven y apuesto caballero, ataviado ricamente, que se ha quedado dormido y sueña con las glorias y miserias, que se presentan sobre la mesa. La calavera simboliza la muerte; la máscara de teatro, la hipocresía; las joyas y el dinero son las riquezas que no podemos llevar al otro mundo; la baraja y las armas son el juego y los placeres de la caza; el reloj indica el paso del tiempo y la vela apagada, la expiración de la vida.
Vicente Carducho. Biografía y obra Introducción a la biografía y obra de Vicente Carducho
Vicente Carducho es un pintor del barroco madrileño. Nació en Florencia en 1576 y aunque su origen es italiano, desarrolló su actividad profesional en España. Llegó a los nueve años, con su hermano Bartolomé Carducho, también pintor, quien había sido requerido por Felipe II para decorar El Escorial.
Inició su formación como ayudante de su hermano, en el ambiente de la corte madrileña. Después, trabajó en Valladolid para el duque de Lerma y en 1609, cunado regresó a Madrid, sucedió a su hermano en el cargo de Pintor del Rey. Desde entonces, desarrolló su carrera en la corte, coincidiendo con Velázquez, entre los que surgirán rivalidades. Plasmó sus ideas artísticas en un tratado Diálogos de la pintura (1633) y a lo largo de su producción predominan los temas religiosos, realizados al óleo y al fresco. Principales obras de Vicente Carducho
Pintó numerosas obras, como el altar mayor del Monasterio de Guadalupe, en Cáceres; las obras para la cartuja del Paular, La predicación de San Juan Bautista o La visión de San Antonio. Para el Salón de Reinos, del Palacio del Buen Retiro (Madrid), ejecutó en 1634 tres lienzos de grandes dimensiones de las batallas en conmemoración a la monarquía hispánica: La victoria de Fleurus, La expugnación de Rheinfelden y El socorro de la plaza de Constanza. La victoria de Fleurus
La victoria de Fleurus conmemora la victoria de don Gonzalo de Córdoba durante la guerra de los Treinta Años. Su ejército derrotó, cerca de Fleurus (Bélgica), a las tropas protestantes alemanas.
Es un cuadro de gran teatralidad y detallismo. En primer plano, representa al militar español sobre un caballo al galope y al fondo, las tropas luchando entre sí. La expugnación de Rheinfelden
La expugnación de Rheinfelden conmemora la liberación de esta ciudad suiza por las tropas españolas al mando del duque de Feria, en 1633, durante la guerra de los Treinta Años.
En primer plano aparece duque de Feria y al fondo, el combate. La escena también está tratada con gran teatralidad y artificiosidad. Sagrada Familia, (1631)
Aparece la Virgen con el Niño en su regazo, los padres de María, Santa Ana y San Joaquín, y San José, al fondo. Carducho presenta la Sagrada Familia empleando las características propias del naturalismo tenebrista. Los personajes sobresalen del fondo oscuro mediante el uso de diferentes focos de luz que inciden directamente sobre ellos. Anunciación
Esta obra se encuentra en el retablo del Monasterio de la Encarnación. Representa la Anunciación del Ángel a María y está dividida en dos partes, la terrenal y la celeste. En la parte terrenal María recibe al ángel y en la parte celeste se sitúa Dios Padre rodeado de angelotes. El Espíritu Santo, que en forma de paloma se dirige hacia María sirve de nexo de unión entre ambas partes. Monasterio de Santa María del Paular
Vicente Carducho realizó entre 1629 y 1632 por encargo del prior Juan Baeza, un ciclo de 56 cuadros, conocidos como la serie cartujana, para decorar el gran claustro de la cartuja del Monasterio de Santa María del Paular, en el valle de Lozoya, Madrid. La serie narra la vida de San Bruno de Colonia y la historia de la orden cartujana. Abundan los temas de martirio, pero no se centra en el carácter trágico. Carducho recompone la historia consiguiendo un conjunto monumental y equilibrado, donde los personajes adoptan las actitudes adecuadas. Algunos de los cuadros más destacados son: Entrevista del Papa y San Bruno; Muerte del Venerable Odón de Novora; San Bruno renunciando a la mitra de Regio; La virgen de los Cartujos; La humildad de San Hugo; Martirio de monjes y conversos de la cartuja de Londres; San Hugo toma el hábito de cartujo o El milagro de las aguas, etc. El Venerable Odón de Novarra, (1632)
Aquí se representa la muerte del fundador, Odón de Novarra. Está tendido sobre un lecho de paja, tapado con un manta mientras recibe la visión de Cristo en gloria. Contrasta la pobreza de la celda con el esplendor de la visión divina.