usado en el sentido de «tener por», cf. Le 14,18; Flp 2,29; Blass, 231. Blass explica este giro como latinismo, pero la misma construcción aparece en los papiros; véase VGT, 270; Bauer, 519; Lagrange, 303. Las variantes ííOEíaav 9 , atestiguada por D W G 565 a b e ff i k arm, y oí&aai, leída por 700, son probablemente secundarias. Swete, 264, opina que ovxoq* ha de unirse con ELXOV, «todos creían realmente», perotf 1 ' B C L V fam. 13 (excepto 124) 543 892 lo incluyen en la oración principal para darle mayor énfasis, pero ha de relacionarse 9. Turner: JTS 29, 7, lee fjSeioav e indica que Marcos no usa el verbo ¿Xa e n e s t e sentido, aunque Mateo lo emplea dos veces. oc9á 7,34 éx9pó<; 12,36(LXX) £X<¿ 1,22.32.34.38; 2,10.17.19.25; 3,1. 3.10.15.22.26.29.30; 4,5.6.9.17.23.25 bisAQ; 5,3.15.23; 6,18.34.38.55; 7,16. 25; 8,1.2.5.7.14.16.17tó.l8tó; 9,17. 43.45.47.50; 10,21.22.23; 11,3.13.22. 25.32; 12,6.23.44; 13,17; 14,3.7¿w. 8.63; 16,8.18 Ecoq con). 6,10.45; 9,1; 12,36; 14,32; prep. 6,23; 9 , 1 9 t e ; 13,19.27; 14,25. 34.54; 15,33.38 ZEP£5OCÍOC; ya 5,29; 14,8.22; 15,43 acoíppovEÍv 5,15
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11,33-12,1
con la frase subordinada con oxi. «Juan había sido un verdadero profeta»; así lo entienden A D (áXnGcoc,) W et al. 33 1071 al. pler. a b f ff i 1 q vg sy1*111 sa bo geo; cf. Klostermann, 134; Lagrange, 303; cf. Moffatt, Torrey, RSV I0. fjv tiene aquí sentido de pluscuamperfecto; cf. Blass 192. X * fam. 1 28 124 565 579 700 et al. c k sys omiten óVrcoc,. El participio áit0Kpi9évreq del v. 33, que no es redundante, recoge la pregunta del v. 30. Los sacerdotes, incapaces de dar una respuesta, dicen que no saben; entonces Jesús, aludiendo acertadamente a su respuesta, dice: Oó5é áycb Xéyco ü^iív év itoíoc ác^ouaía xaGxa uoico. Pero los sacerdotes ya no dudaban sobre cuál era el pensamiento de Jesús, porque éste ya lo había manifestado veladamente en su pregunta. Para -rtotoc; véase 11,28 y para ácpuaíoc, 1,22. Mateo y Lucas siguen de cerca a Marcos, pero introducen cambios estilísticos. Mateo y Lucas escriben o'i 5é antes del verbo del v. 31 (Lucas: auvEXoyíaavTo), sustituyen áXXá del v. 32 por éáv 5é y suavizan el anacoluto del v. 32 de Marcos añadiendo una apódosis, Mateo (po|3oún£0a TÓV 6xXov y Lucas ó Xoccx; cenote; KOCTOcXiBáom í ^ a q ; además refunden la dura explicación de Marcos sobre Juan, al escribir respectivamente, TTÓCVTEC; y á p ebe, Ttpo
76. Me 12,1-12
PARÁBOLA
DE LOS VIÑADORES
HOMICIDAS Cf. Mt 21,33-46 Le 20,9-19
Esta parábola tiene tono de controversia; a tal respecto se asemeja a la de los dos hijos, que la precede en el evangelio de Mateo (21,28-32). Desde que Jülicher publicó su Gleichnisreden Jesu, 2 1910 (II, 385-406) se difundió la idea de que la parábola era una alegoría compuesta en la Iglesia primitiva y alusiva a la muerte de Jesús. Cf. Bousset, 42s; Bultmann, 191; Klostermann* 135; Branscomb, 209-211; Loisy, II, 306-319; Montefiore, I, 273-275. Algunos de los exegetas que admiten esta opinión, entre los que se cuenta el mismo Jülicher, creen que puede remontarse a Jesús el núcleo de la parábola, es decir, 12,1.9; cf. Ed. Meyer, I, 167. Indudablemente la parábola es en parte alegórica; Lagrange dice que es una «parábola alegórica». El dueño es Dios, el hijo Jesús, la viña Israel, los viñadores son los líderes del pueblo judío o quizá todo el pueblo, y los criados son, al parecer, los profetas del AT. Sin embargo, la tapia, el foso, el lagar, la torre, el resto del terreno, el fruto y el terreno que rodea a la viña carecen de significado alegórico; en pocas palabras, esta parábola no es, pues, pura alegoría. Los detalles son elementos meramente parabólicos. Esta observación nos pone el problema 10. Para el uso semítico del hipérbaton véase Wellhausen, Einl.1, 12; Black, 36; Introducción, p. 79.
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de si han de identificarse con toda precisión la viña misma y los criados; las únicas figuras indudablemente simbólicas son el dueño, los colonos y el hijo. En tal caso, de aquí no puede deducirse ninguna objeción fuerte en contra de la parábola, a no ser que opinemos que Jesús siempre se sirvió de las parábolas como medios de explicar verdades generales y no como armas incisivas. Otras objeciones se fundan en los detalles inverosímiles del relato, y sobre todo, en el hecho de que Jesús se presente tácitamente como el Hijo de Dios y aluda a su muerte. Algunos autores afirman que, si el dueño es Dios, su actuación es extraña: planta la viña, la arrienda y se marcha con la idea de cobrar el precio del arriendo en especie. A pesar de los malos tratos que reciben los criados, el dueño no actúa ni, al parecer, prevé la suerte de su hijo; por otra parte, los campesinos suponen que, si matan al heredero, la herencia será suya, lo que no tiene sentido. A los profetas se les presenta deficientemente como criados encargados de cobrar los derechos; además es extraño que a los líderes judíos se les presente como arrendatarios y no como tutores. Estas objeciones, en las que insistieron Loisy y otros autores, suponen que los detalles de la parábola han de ser consecuentes y precisos, porque con ellos se quiere explicar la maravillosa paciencia de Dios para con el pueblo de Israel y sus líderes y el dolor que le causa el comportamiento de éstos. Menor importancia tienen otros detalles raros, que aparecen, por ejemplo, en las parábolas del juez injusto, del amigo que llega a medianoche y de los trabajadores de la viña. La alusión de Jesús a su filiación y a su muerte no nos hace pensar necesariamente en la teología de la comunidad cristiana, si prestamos atención a otros pasajes como 8,31; 10,45; 14,24s y a otros anuncios de la pasión. Todo lo contrario, presentar la muerte del hijo al mismo nivel que la de los criados, con la única diferencia de que la perversidad y la afrenta son más grandes, y no mencionar la resurrección ', es el reverso de lo que cabría esperar en el caso de que la parábola fuese un producto formado por la comunidad. Lohmeyer, 249, tiene razón al decir que la idea fundamental de la parábola no contradice en nada la enseñanza de Jesús, ni en especial a Le 11,49 y 13,34. Sólo podemos hacer conjeturas sobre si la parábola sufrió alguna ampliación; Dodd, 127. 129, cree que los vv. 4(5?) y 9b son adiciones; pero con la eliminación de tales versículos no se pierde nada. El método literario que el evangelista sigue en otros pasajes (cf. 2,21s.27s; 11,23-25), confirma la idea de que Marcos añadió la cita sobre la piedra (v. lOs) y la alusión a los sacerdotes (v. 12), y concuerda además con el hecho probable de que el evangelista, al hacer dichas adiciones, se funde en una buena tradición. Para un estudio ulterior de los problemas críticos véase Lagrange, 305-312; Rawlinson, 161-164; Turner, 57; Bartlet, 325-329; Wood, 695.
l-¿ Ka! TÍp£,
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T O K c a p S 5OUA.OV, i v a T r a p a xcov yscopycov Aáprj dcixó xcov KapTTCOv TOG CXLLTCEACÚVOC;- 3 K a i Á.af3óvx£c; a ó x ó v E o s t p a v Kai áTtáaxEiAav KEVÓV. 4 K a i TtáÁ.iv áTiéaxEiÁEV rcpóc; a ó x o ú q ccÁAov 5OÜÁ,OV KCXKEIVOV áKEcpaÁicoaav K a i r | x í u : a a a v . 5 Kai áXAov áiréaTEi^EV KCCKELVOV aTcÉKXEivav, K a i TTOÁAOUC; áÁAouq,
o ü q u;év 5épovTsq oüc; 5 E áTcoKXEWÚvxEc;. 6 EXI s v a £ÍX e v , ulóv dyarcTjTÓV áTcÉaxEiÁEv a ó x ó v s a x a x o v -rrpóq aóxoóc, A.éycov oxi
'Evxpamíaovxai
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7 EKEIVCH 5 E O Í y s c o p y o i
Tcpóq éauxouc; EiTtav 6xt O ü x ó q éaxiv ó KATipovÓLioc;' 5EGXE áiroKTELVco^Ev a ó x ó v , K a i -f][iG>v E a x a i f) KAiipovouúa. 8 K a i Xa(3óvx£q aTiÉKXEivav a ó x ó v , K a i éc;£[3aÁ.ov a ú x ó v EC;CO XOG áLiTCEAcovoq. 9 xí Tcotr|0"£i ó KÚpioq xoG ápiTCEAcovoc;; ÉA.£Úa£xai Kai áTtoXÉasi xoóq yscopyoúc;, K a i OCÓOEI XÓV áu-TtEAcova áXAoiq. 10 O Ó O E xiqv ypacpfjv x a ú x r | v ávÉyvcoxs AíGov ov áTt£5oKÍ^iaaav o í oÍKo8op:oGvx£c;, OGXOC; éy£vr]8r] EÍC; KE^aXrjv ycovíac;" 11 T t a p d Kupíou éyévExo auxr), Kai s a x t v 9 a u p : a a x r | év óc|>6aAu.oí<; r|HC0V; 12 K a i £¿^r|Xouv a ó x ó v K p a x q a a i , K a i éc|>o(3r|0r]aav xóv oxXov, Myvcoaav y á p o x i Tcpóq a ó x o ó q xr]v Tcapa|3oXr]v EITCEV. K a i ácpÉvxEc; a ó x ó v áTrf|X9av. 12 Entonces se puso a hablarles en parábolas: — U n hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó al extranjero. 2 A su tiempo envió un criado para percibir de los labradores su tanto de la cosecha de uva. 3 Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. 4 Entonces les envió otro criado; a éste lo descalabraron y lo insultaron. ° Envió a otro, y a éste lo mataron; y a otros muchos o los apalearon o los mataron. e Todavía le quedaba uno, su hijo querido, y se lo envió el último, pensando: «A mi hijo lo respetarán». 7
Pero los labradores aquellos se dijeron: «Este es el heredero; venga, lo matamos y será nuestra la herencia». S Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Irá a acabar con esos labradores y dará la viña a otros. 10 ¿Es que no habéis leído este texto?: «ha piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. 11 Esto lo ha hecho el Señor: ¡qué maravilla para nosotros!». 12
Estaban deseando echarle mano, porque se dieron cuenta de que la parábola iba por ellos; pero tuvieron miedo de la gente y, dejándolo allí, se marcharon.
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1. Los detalles están tomados del texto griego de Is 5,ls, donde también aparecen las palabras duiteAcóv, (JIUTEÚCO*, Tt£prrí9r|u.i, (ppocyu.óc/"> ópúooco* CmoÁr|viov,v (Is: TtpoÁx)viov), OÍKOSOUÍCO y itópyocj*. Para fjpfjaxo con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 86; ¿v itapoc|3oXcüc,, 3,23. Marcos no se refiere a una serie de parábolas, sino a la manera de enseñar. Mateo y Lucas emplean el singular; el primero de estos sustituye ócvQpcoitot; por oÍKo5£cmÓTr)<;. La palabra áu/neXtóv, ll,2.8.9(bis)*, que pertenece al griego tardío, es frecuente en los papiros (VGT, 27s) y en los LXX. La vg sustituye el verbo Écpúxeuaev, usado en griego clásico, en los LXX y en los papiros, por pastinauit, «cavó», xtepiTÍOnuí, 15,17.36*. El ÓTCOXÚVIOV** (Is 16,10; Jl 3(4),13, según el texto de los LXX) era una vasija o cuba a la que caía el mosto después de estrujarse las uvas en el itpoXr|Vi.ov, colocado encima. El (ppocyuóc, protegía de los animales salvajes y el Ttópyoc; constituía un lugar de vigilancia y de abrigo para los campesinos. La descripción responde fielmente a los métodos empleados en Palestina para el cultivo de los viñedos, que han sobrevivido hasta nuestros días; cf. Billerbeck, I, 867s; Lagrange, 305; Smith, HG, 82s. Hasta aquí la parábola reproduce fielmente la imagen tradicional de Isaías, donde la viña representa a Israel, con la única diferencia de que Marcos escribe ávSpco-rtoc; en lugar de qyaTtnu.évocj. Los diversos detalles son propios de la imagen descrita, pero carecen de importancia alegórica (para las interpretaciones patrísticas véase Swete, 266). A partir de este momento la parábola se aparta de Is 5,ls, y nada dice de la decepcionante cosecha de agrazones, sino del dueño que emprende un viaje después de arrendar la viña a los campesinos. £K5L5OU.O:I.*, Mt 21,33.41; Le 20,9**; Herodoto I, 68 y el NT usan este verbo en la voz media en el sentido de «arrendar», «ceder el aprovechamiento de»; cf. el significado «estar de aprendiz con» de los papiros (VGT 192). Para la forma ¿^áSsxo véase Moulton, II 212. B 2 D W A V et al. fam. 1 fam. 13 (excepto 346) 28 33 565 700 892 1071 al. pler. sustituyen esta forma coloquial por É£,£OOTO. El verbo cnto5r|u.éco*, usado en Mt 21,33; 15,14s; Le 15,13; 20,9**, en griego clásico, en los LXX (Ez 19,3*) y en los papiros, significa «marcharse» o «estar fuera». Las circunstancias exigen que se aluda al viaje del dueño, que por tanto no ha de interpretarse alegóricamente, como hace, por ejemplo, Orígenes, In Matthaeum, XVII, 6; el viaje del dueño simboliza, a juicio de Orígenes, la retirada de la presencia divina después de que Dios había guiado a los israelitas por el desierto mediante la nube por el día y la columna de fuego durante la noche. Jerónimo ve en el viaje del dueño un designio generoso, pero no es preciso ver tal simbolismo; cf. Swete, 267. Lucas añade que el viaje fue largo, y^póvouc, ÍKOCVOÚC;. yECopyóq, 12,2(bis).7.9*, se aplica en este pasaje a los miembros del Sanedrín. Mateo sigue de cerca a Marcos, pero sustituye ÓTuoXr|Viov por Xqvóc; y cambia las palabras introductorias del relato de Marcos por estas otras: áXXnv TrapccpoAfjv ótKOÚaaxE. Según Lucas, que omite los detalles tomados de Is 5,ls, la parábola se dirigía al pueblo, Ttpóc, xóv Xocóv. 2-5. Tres criados son enviados por turno para cobrar el arriendo de la viña, xcp K capeo (1,15) significa «a su debido tiempo», «cuando llegó la hora», es decir, al quinto año (cf. Lv 19,23-25). Para ditoaxéXXo véase 1,2. El título SouXoq Kupíou se aplicó a Moisés (Jos 14,7; Sal
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104(105),26), a Josué (Jos 25,29), a David (2 Re [ = 2 Sm] 3,18) y después de forma regular a los profetas (Am 3,7; Zac 1,6; Jr 7,25, etc.). Por ello, es natural pensar que la parábola alude a los profetas en cuanto precursores de Jesús, pero no es preciso llegar a dicha conclusión, sobre todo porque la función de los profetas consistía en anunciar la voluntad de Dios y no en cobrar lo que a él se le debía. Por ello es posible que los criados sólo sean un dato del relato. En la suerte de los criados se observa una gradación bien señalada. Al primero lo apalearon y lo despedieron con las manos vacías; en cambio, al tercero lo mataron. Esta perversidad progresiva puede ayudar a resolver algunos problemas relacionados con la suerte del segundo criado; véase infra. oépco, 12,5; 13,9*, adquirió en el período helenístico un significado más suave; véase el comentario a (pi^ióco de 1,25. Sépco, que originalmente significaba «despellejar» o «desollar» (este es su significado en los LXX), aparece en Aristófanes, Vespae, 485, donde significa «golpear», como en el NT y en los papiros (VGT, 142). KEVÓC;*. Al parecer, al segundo criado (iráXiv, 2,1) lo abofetearon y ultrajaron. Por desgracia, el texto es dudoso. La mayoría de los manuscritos (A C D A 0 et al. fam. 13 22 33 157 543 1071 al. pler.) leen éKEcpocXccícooocv, pero KEepocXocióco, que deriva de KECpáXcuov, significa «recapitular» y además no conocemos ningún texto en el que este verbo tenga el significado de «descalabrar». El hecho de que, en muchos manuscritos que leen ÉKEcpaXcucDaocv, este verbo vaya precedido del participio A.i6o(3oÁr|crocv,T£c;, «apedreando» (véase Legg), manifiesta, al parecer, que este verbo se consideró inadecuado. Se trata de un acto de violencia, como indican Mateo (¿Xi9o|3óXr]aav), Lucas (TpauLicrríaccvTEcJ y las versiones latinas (vg y muchos manuscritos antiguos latinos: in capite uulnerauerunt; sa bo traducen de forma semejante). Una de dos: o Marcos usó el verbo KEcpocXcuÓQ en un sentido que nosotros no conocemos, o el texto está corrompido. EKEcpccXícoaav está bien atestiguado por fr$ B L H' 579 892, pero estos testimonios son exclusivamente alejandrinos y, lo que es más serio, no conocemos el verbo K£(paXióco, aunque se supuso que derivaba de KE(f>áXiov, por analogía con yvocGócü, «golpear en la mandíbula» (Lobeck, Phrynichi écloga nominum et verborum Atticorum, 95; cf. Swete, 268). Estando así las cosas y a no ser que «lo haya sugerido alguna palabra del original arameo» (Alien, 148), parece aceptable la opinión de Burkitt: ATT (1911) 173ss, que cree que por error paleográfico áKEfaXícoaocv sustituyó a £KoXá(j>iaav, «abofetearon» (cf. 14,65*). Lagrange, 307, rechaza esta conjetura, que ya antes había propuesto Baljon, por considerarla «trivial» y sin confirmación textual, pero tiene sentido y explica las variantes textuales. No obstante, hemos de admitir que la traducción de Moffatt: «le descalabraron» expresaría el sentido que exige el texto, si pudiese confirmarse adecuadamente. Véase además Moulton, II, 395; VGT, 342; Field, 35s; Swete, 268; Lohmeyer, 245s. Al criado no sólo le golpearon, sino que lo ultrajaron severamente. Para cmu.á¿[co*, «deshonrar», «insultar», usado en griego clásico, en los LXX y en los papiros, véase 2 Re ( = 2 Sm) 10,5; Hch 5,41. A la breve alusión a la muerte del tercer criado sigue la observación general Kod TcoXXoúq ócXXouc;, oüc; \xkv SépovxEq ouq oé CVTCOKTEVVÚVTEC;. La construcción u.év... oé, poco frecuente en Marcos (14,21.38*) y la forma variante CVTTOKTEVVÚVTEC;* corroboran la opinión de Dodd, 129, quien cree que el v. 5 es adición; pero la alusión a los tres cria-
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dos (y no a dos y al hijo) es más característica de un cuento popular, mientras que en el v. 5b aumenta la tensión, CCTTOKTEWÚVTEC;, leído por B 892 y algunos leccionarios, tiene más probabilidades de ser original que la variante á-rroKTÉvvovTEq, atestiguada por mayor número de manuscritos. Cf. Hort, 169; Moulton, II, 245. Para las alusiones veterotestamentarias a la suerte de los mensajeros divinos véase 1 Re 18,13; 22,27; 2 Cr 24,20ss; 36,15s; Neh 9,26; Jr 44(37),15; cf. también Le 6,23; 13,34; Hch 7,52; 1 Tes 2,15; Heb ll,36ss; Ap 16,6. 6-8. El dueño de la viña, al enviar a su único hijo, pone a prueba decisiva a los colonos. Probablemente ha de ponerse una coma después de EIXEV, «Tenía todavía un hijo, un hijo único»; este hijo único contrasta con los numerosos criados. Para áycm:r|TÓ(; = ^ovoy£vr|c;, véase el comentario a 1,11. Cf. Gn 22,2: AápE TÓV uióv aou TÓV áyaTtr)TÓv; Jue 11,34 (A): ^ovoyEvfie; áyaitnTr|; Tob 3,10 («): n í a aoi úitfjpxEV euyaxrip áycmr|Tií. Cf. Turner: JTS 27, 120; Creed 58. En el^ NT y en los escritores cristianos tardíos ó f|yontr](aévoc; (Ef 1,6) y ó ocyaTtnTÓc; se convirtieron en títulos mesiánicos, aunque no sabemos si á y a itr)TÓq tiene este significado en el pasaje que comentamos; tal vez lo tenga en Le 20,13: TTÉp^o TÓV UÍÓV p.ou TÓV áyorn-qTÓv. Mateo escribe TÓV uíóv OCÜTOU (21,37). Marcos recalca que el dueño de la viña envió a su hijo en último término (gervocroc;, 9,35) 2 . Para «querido» como título mesiánico véase J. A. Robinson, St. Paul's Epistle to the Ephesians, 229-233. En el evangelio de Marcos (y en el de Mateo) las palabras del dueño de la viña expresan una convicción: évTponrí|aovTOU xóv uíóv \xou-, en el de Lucas, una esperanza: tacoq TOOTOV £VTpaiir|aoVTo:i. évTpÉTtQ* significa «avergonzar» y en la voz media o pasiva «reverenciar»; este verbo aparece en el griego clásico, donde se construye con genitivo de persona, en los LXX y en los papiros. Cf. Moulton, I, 65. En 2 Tes 3,14 y Tit 2,8 significa «avergonzarse» (VGT, 219). En la realidad todo sucede de forma distinta a como se había imaginado. Los colonos traman la muerte del heredero (ó KXrjpovó^oc;*) para obtener la herencia (f) KXr)povo^ía*). En EKELVOL, omitido por Mateo y Lucas, resuena en tono de ironía. Para Tcpóc, éauTOÚq véase 11,31; 5EUTE, 1,17. Cf. las palabras de los hermanos de José en Gn 37,20: vOv o5v 5EGTE CCTIOKTELVCOUEV OCÚTÓV. El plan parece absurdo, pero como el período de arrendamiento era largo, se creía que los arrendatarios podrían algún día hacerse con la herencia, si moría el heredero; cf. Billerbeck, I, 871. La explicación de Dodd, 125, parece más convincente. Dodd opina que esta parábola refleja los disturbios, motivados en parte por razones económicas, que tuvieron lugar en Palestina durante los 50 años que precedieron a la revuelta del año 66 d. C. Cf. F. C. Grant, The Economic Background of the Gospels, segunda parte The Economic Data. El evangelista afirma que los labradores arrojaron al heredero fuera de la viña (éK|3áXXco, 1,12; EC^CD, 1,45), lo que implica que su cadáver no fue enterrado. Lucas, aunque no probablemente Mateo (según la lectura d e D G a b c d e ff), menciona en primer lugar la expulsión. Esta inversión del orden puede reflejar el deseo de adaptar en parte el relato a la tradición según la cual Cristo «padeció fuera de la puerta» (Heb 13,12). 2. Turner: TTS 29, 7, omitiría irpóc; CCÜTOÚC. después de EOXOÍTOV con D 1071 a ff i k.
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9. La parábola culmina en la pregunta de Jesús tí iroir|0"£i ó KÚpioq TOG CC^ITCEXQVOC;. Para KÚpioq, que aquí significa el dueño de la viña, véase 1,3. Lucas añade o5v y OCÜTOLC;, mientras que en el evangelio de Mateo, que añade tole; yecopyoíc; EKEÍVOLC;, las palabras OTOCV o5v '¿KQr\ preceden a la pregunta de Jesús. Una vez más el relato de Marcos es mas sencillo. En el evangelio de Marcos, Jesús mismo es quien da la respuesta: el dueño acabará con los labradores y dará la viña a otros. La idea de la venida de Dios para juzgar es fundamentalmente judía (cf. Sal 95[96],13; Am 5,17; 1 Henoc 1,9, etc.); el único problema sin resolver es si la respuesta de Jesús es una adición posterior; cf. Dodd, 126s. El tenor de las palabras de Jesús apoya la idea de la adición posterior, sobre todo si tenemos en cuenta que en situaciones semejantes las preguntas de Jesús quedan sin respuesta; cf. Le 17,9: «¿Acaso se le dan las gracias al criado por haber hecho lo que se le mandó?». En el evangelio de Mateo los oyentes de Jesús son los que responden, y «los otros colonos» a los que «arrendará» la viña son «los que le darán los frutos a su tiempo» (21,41). Quizá piense Mateo en los apóstoles o en la Iglesia (cf. 21,43: «un pueblo que dé los frutos» del reino), pero no sabemos si en el evangelio de Marcos áXXoic, se refiere a algunas personas determinadas. Cf. Rawlinson, 164. Lucas sigue de cerca a Marcos, pero añade que, cuando los circunstantes oyeron las palabras de Jesús, replicaron: [ir\ yévotTo. El problema de si el versículo 9b pertenece a la parábola sólo tiene una importancia secundaria, porque sus ideas aparecen en la enseñanza de Jesús en Mt 8,11 = Le 13,28s y Mt 22,13 y no subsiguientemente en Rom ll,17s. lOs. La cita está tomada del Sal 117(118),22s, y suscita el problema de si la añadió Jesús o el evangelista (Bultmann, 191; Klostermann, 137). Una parábola no excluye, por su forma, este problema, porque a veces al final de las parábolas rabínicas se citan pasajes de la Escritura; cf. P. Fiebig, Die Gleichnisreden Jesu, 78. Para OÚOE tr]v ypocc(>f]v xaúxrjv ávéyVCOTE cf. 2,25. oó5é, «es que no», implica que la profecía era muy conocida. Sólo en este texto del evangelio de Marcos el singular f] ypoccpr| designa un pasaje de la Escritura; cf. Le 4,21; Hch 1,16; Jn 7,38.42; 19,37; 2 Tim 3,16; Sant 2,8.23. Me 15,28 es una adición de los copistas, y en 12,24; 14,49* se usa el plural. Marcos tiene la costumbre de escribir yéypcniTai antes de* las citas y KCCI IXeyEv CÍÜTOLC; antes de las sentencias. Por ello difícilmente podemos afirmar que Marcos escribió la pregunta que precede a la cita. La cita concuerda literalmente con el texto de los LXX. En el casus pendens XÍ8ov, reasumido en OGTCK;, tiene lugar la atracción al caso del pronombre relativo, pero este fenómeno no se debe al influjo de la lengua hebrea. Cf. Howard, II, 423. El uso de EÍq K£cpo;Xr|v en lugar del predicado nominal corresponde al hebreo 7, pero no es contrario a la lengua griega; cf. 10,8 y véase Moulton, I', 71s; Howard, I I , 462s. En el versículo 11 el femenino a ü t n , que se usa en lugar del neutro, es una traducción excesivamente literal del hebreo n ^ í . Obsérvese que todos estos problemas sintácticos se refieren a los LXX, y no al estilo del evangelista. Para áTto5oKi^iá^co véase 8,31; O'IKO5OLÍ£C0, 12,1. La piedra rechazada se convierte en «piedra angular» (K£(j>aXr¡ ycovíac/-), es decir, en la piedra angular que une las paredes de un edificio o en la clave
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del arco o de la puerta de entrada. Cf. dcKpoycovicuoc; en 1 Pe 2,6; Ef 2,20**, y véase VGT, 19; J. Jeremías, KThW, I, 792s; J. A. Robinson, St. Paul's Epistle to the Ephesians, 163s; E. G. Selwyn, The First Epistle of St. Peter, 163. En la segunda parte de la cita (12,11) se afirma que esta transformación es una obra admirable a los ojos de los hombres y realizada por Dios, eauLtocaxóc;*; KÚpioq, 1,3. La literatura rabínica identificó la piedra con Abrahán, David y quizá también con el Mesías; cf. Billerbeck, I, 875s; Cadbury, BC, 374; Schniewind, 154s; en el cristianismo primitivo, «piedra» se convirtió en un término con el que se designaba constantemente a Jesús. En Hch 4,11 y en 1 Pe 2,7 se cita el Sal 117(118),22. En 1 Pe 2,6.8, y también en Rom 9,33, se citan otras dos «profecías de la piedra», Is 28,16: «He aquí que he puesto en Sión...», e Is 8,14: «piedra de escándalo...». Encontramos grupos semejantes de profecías en la Carta de Bernabé, VI, 2-4; en Cipriano, Testimonia, II, 16s, bajo el título «Quod Ídem et lapis dictus est», y en Afraates, Homilia, I, 6s; Justino Mártir, Diálogo con Trifón, XXXIV, 2; XXXVI, 1, llama dos veces a Cristo XíBoc,. Cf. Le 20,18. Todos estos testimonios indican que existió una primitiva colección de textos elegidos para probar la condición mesiánica de Jesús, que contenía pasajes como los que hemos citado antes (J. R. Harris, Testimonies, I, 30s) y que tal vez se usasen también en los primitivos himnos cristianos (Selwyn, op. cit., 273-277). Sobre la base de los hechos que acabamos de exponer hemos de considerar el problema que nos poníamos al principio. Es posible que Marcos añadiese los vv. lOs, pero los argumentos que podrían confirmar este punto de vista no son decisivos. En conjunto es más probable que el interés que mostró el cristianismo primitivo por la idea de Cristo como «piedra rechazada por los hombres, pero convertida por Dios en piedra angular» se base en que el cristianismo primitivo recordó que Jesús se había servido del Sal 118,22s para dirigir un ataque devastador contra la jerarquía judía. Mateo, que reproduce literalmente la cita, antepone a ésta la frase XéyEi aúxoíc; ó 'IrjaoGc;, cambia oúSé por OÚ5ÉTCOT£ y sustituye f\ ypatpr] por év TOCÍC, ypacpaíq. Más importantes son las palabras, peculiares de Mateo, que añade este evangelista: «Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de los cielos y se entregará a un pueblo que dé sus frutos» (21,43). Lucas, que introduce la cita con las palabras TÍ o5v éotiv TÓ yeyooc^Hiévov TOGTO, afirma que Jesús, antes de hablar, se les quedó mirando (.£Lt|3X£t|xxc;); este evangelista omite la segunda parte de la cita (Me 12,11) y añade una sentencia que también aparece en muchos manuscritos del evangelio de Mateo: itaq ó TtEaov ^-K EKEÍVOV xóv XÍ9ov auvSXaaBiíaETai - Écp' ov 5' ocv ttÉcrn XiK^riaEL aÓTÓv (20,18). 12. Marcos alude por segunda vez a la hostilidad del Sanedrín con palabras familiares: ¿^TECO (1,37), construido aquí con infinitivo como complemento; Kpcrcíiaai (1,31); cpopéoLica (4,41); oxXoq (2,4); yivwaKQ OTI seguido de indicativo (13,28s; 15,10); TtccpafioXií (3,23); á$'u\\x\. (1,18). Para el participio redundante seguido de un verbo de movimiento cf. 4,36; 8,13; 14,50; Howard, I I , 453. Tcpóc, significa «por», como en Le 12,41; Heb l,7s; 11,18. Mateo refunde la frase y añade que la gente lo tenía por profeta (21,46). Lucas expresa el sujeto de la oración, añade
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una indicación temporal y sustituye aüxóv Kpaxíjocu por éTti|3aXetv ETC' ocúxóv x á q XEipaq (20,19). Mateo y Lucas omiten la alusión a la marcha de los sacerdotes.
77.
EL TRIBUTO
AL CESAR
Me 12,13-17
Cf. Mt 22,15-22 Le 20,20-26
El segundo de los cinco relatos de controversia de esta sección es declaratorio, como 11,27-33; cf. Bultmann, 25; Dibelius, 43; Albertz, 23s. Todo se subordina a la respuesta que da Jesús al problema candente de si es lícito pagar tributo al César, un problema que tuvo la mayor importancia religiosa y práctica en tiempo de Jesús y en las décadas que precedieron a la caída de Jerusalén. El elemento narrativo se redujo casi a lo más imprescindible, es decir, a una alusión a los que preguntan a Jesús y a sus intenciones hostiles, a que Jesús se dio cuenta de su hipocresía y pidió un denario, y al asombro producido por su respuesta. Todo el énfasis recae en las palabras de Jesús. La sentencia de Jesús «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios» influyó notablemente en todos los debates posteriores sobre las complejas relaciones entre Iglesia y Estado, y aunque no resuelve el problema, ni siquiera lo plantea expresamente, enuncia el principio decisivo que ha de regir dicho debate. Es indiscutible la autenticidad de esta sentencia de Jesús. Bultmann, 25, opina que no hay motivos para pensar que la haya creado la comunidad primitiva. 13 K a í áTtoaxéXXouaiv Ttpóq a ú x ó v x i v a q xcov O a p i a a í c o v KCCÍ. xcov 'HpcpSiavcov i v a a ú x ó v á y p £ Ú o c o a i v Xóycp. 14 KOCÍ áX9óvx£c; Á é y o u a i v a ú x o AiSáaKocXe, o í S a ^ e v o x i aXr)9r|c; el Kod o ó ^láXei a o i i r s p i o ó 5 s v ó q , o ó y á p f3XéTC£iq £Íq itpóocoTcov áv9pcÓTtcov, áXX' en' áXr)9£Íaq xf]V Ó5óv x o ü 9eoG 5i5áo"K£iq' ec^soTiv
5oGvai
Kfjvaov
Kaíaapi
f\
ou;
5
\xr\ 5GOLJ.£V;
15 ó 5 á ElScaq aúxcov tfjv CmÓKpiat.v EITCEV a ó x o l q T Í LIE Tcsipá^£T£; epépexé ^ioi Sr)vápiov i v a í&co. 16 o í 5 E f\vsyKav. Kaí X é y s i a ó x o i q Tívoq f\ EÍK&V aüxr) KCCÍ r] émypacfir]; o í S E EiTtav aúxcp K a í a a p o q . 17 ó S E °Ir]aoüq EITCEV T á K a í a a p o q órrtó5oxs K a í a a p i
Kaí
rá
TOU 9 E O Ü TCO 9 E < 5 . K a í £¿J£9aú[iac]ov éxc1
aóxcp. 13
Le enviaron unos fariseos y partidarios de Herodes para cazarlo con una pregunta. u Se acercaron y le dijeron: —Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie, porque tú no miras lo que la gente sea. N o , tú enseñas el camino de Dios de verdad. ¿Está permitido pagar tributo al César o n o ? ¿Pagamos o no pagamos? 15 Jesús, notando su fingimiento, les dijo:
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— ¿ P o r qué intentáis comprometerme? Traedme acá una moneda, que la vea. I 0 Se la llevaron, y él les preguntó: — ¿ D e quién son esta efigie y esta leyenda? Le contestaron: —Del César. 17 Jesús les replicó: — L o que es del César devolvédselo al César, y lo que es Dios, a Dios. Y los dejó atónitos.
13. Se inicia el relato de un modo brusco, sin alusión al tiempo o al lugar en que sucedió el episodio, sino sólo al grupo de fariseos y herodianos enviados para atrapar a Jesús en alguna palabra. Es probable que el plural impersonal ccrtoaxéXXouaiv sustituya a la voz pasiva, pero también es posible que el evangelista quiera decir que los envió el Sanedrín; cf. Swete, 273; Lagrange, 312; Klostermann, 138. Para oí (Docpiaocloi y oi 'Hpcpbiavoí véanse 2,16 y 3,6*, respectivamente. Es extraño que en este contexto se haga referencia al partido de Herodes Antipas, lo que puede ser un indicio de que el relato pertenece al período del ministerio de Jesús en Galilea 3 . El verbo cc/psúco**, que significa «cazar» o «pescar», es clásico (Eurípides, Las Bacantes, 434; Jenofonte, Ciropedia, 12,6) y se usa en los LXX (Job 10,16; Prov 5,22; 6,25s; Os 5,2*) y en los papiros. Mateo y Lucas escriben TtocyiSEÚco y éiTiXau|3ávo(iai, respectivamente. Xóyco es un dativo instrumental o de modo. Mateo y Lucas, además del cambio antes citado, retocan la frase inicial de Marcos. Mateo narra cómo los fariseos celebraron consejo y enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, adonde estaba Jesús (22,15s). Lucas, que relaciona el relato con el complot de los sacerdotes, narra cómo éstos enviaron espías que fingían ser justos, para «entregarle (a Jesús) al poder y a la autoridad del gobernador» (20,20). Es evidente que el relato de Marcos es el más primitivo. 14s. Un cumplido hipócrita precede a la pregunta sobre el tributo al César; los enviados dicen que Jesús es una persona sincera (dXn9r|!;*), no le importa de nadie, no mira la personalidad de los hombres (TtpóacoTCOV, 1,2), sino que enseña de verdad el camino de Dios. Para 5i5áoKOCXE véase 4,38; oíoocusv
oxi, 2,10;
oó
UÉXEI OOL, 4,38, y para
el
paralelismo semítico véase Black, 117 y 11,28; 13,4; 15,29. Aunque itpóocoitov se empleó en la koiné en el sentido de «persona» (VGT, 553), es probable que oü... [ÍXÉTIEIC; EÍC; itpóocottov d v 9 p ó Ttcov y oó XaupávEiq TtpóacoTtov (Le 20,21) reflejen giros hebreos. Los verbos ópáco y X a u p á v o , pero no pXéitco, se usan en este sentido en los LXX: 1 Re ( = 1 Sm) 16,7: Sxi avOpconoc; óipExai síq irpóocoitov; Sal 81(82),2:
ECOC, ITÓTE... Tipóocoita
áuapxcoXcov
Xau|3áv£X£, cf.
Lv
19,15: oó&é Sauuáaeic; itpóocoitov &uváaxou etc. Véase también u p o acoitoXnuipía (Rom 2,11; Ef 6,9; Col 3,25), TtpoacoTcoXií|UTixr]c; (Hch 3. Al mismo tiempo la referencia a los herodianos concuerda con la tradición de Lucas de que Antipas estuvo en Jerusalén los días de la Pascua (Le 23,7).
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12,14-16
10,34) y irpoawitoXnjrrtxéco (Sant 2,9). La frase ak\' íti' áXnGEtac; ir\v óSóv TOG 9EOG oiSáoKEic; expresa la actitud contraria. Para áXií0Eia véase 5,33; áir' áAnGsíac;, 12,32*, significa «en verdad», «según verdad». f\ óoóc, xoü 9EO0, que designa la forma de vida querida por Dios, es una expresión hebrea, cf. BDB, 204; Gn 6,12; Sal 1,1; Jr 21 8Hch 18,25s y f) óoóc; de Hch 9,2; 19,9.23; 24,14.22. Al cumplido sigue el desafío: e£,£cmv SoOvcr. Kfjvoov K a í o a p i fi o(3. Para EC>OXIV véase 2,24; K a i a a p , 12,16s*. La palabra Kf|Vooc;*, Mt 17,25; 22,17.19**, es una transcripción de census; «capitación»; VGT, 343. El impuesto en cuestión, que se pagaba directamente al fisco imperial, era muy odioso para los judíos, porque simbolizaba el sometimiento y porque la moneda (&r)vápiov) llevaba impresos el nombre y la efigie del emperador. Por ello los fariseos eligieron con habilidad la pregunta SCO^IEV f] ^r| OCO^IEV, cuyos subjuntivos son deliberativos. La respuesta de Jesús lo desacreditaría o lo pondría en peligro: si respondía afirmativamente, la gente se molestaría; si daba una respuesta negativa, se enfrentaría con las autoridades romanas. La lectura £"rtiK£cf>áXai.ov, atestiguada por G 124 565 1071 k sys i,e, es probablemente una tentativa de sustituir la palabra Kfjvoov; pero véase Turner: JTS 29, 7s. Los cambios que introducen Mateo y Lucas tienen menor importancia. Mateo refunde el versículo 14 de Marcos, añade EÍTtóv o5v f|[iív, TL aoi 8OKEÍ y omite (lo mismo que Lucas) Swpxv fj \xf\ &co(.i£V. Lucas resume su fuente, sustituye áÁ.r|9f|c; por ÓpGcoc; Á.éy£ic; Kal oibccoKEiq y omite oó [ÍÉXEI ooi itEpl OÚ5EVÓ<;. Para oú Aa[J.|3áv£ic; irpóocoitov de Lucas véase supra. Marcos afirma que Jesús conoció (EÍ&CÓC,; Mt: yvoúc;; Le: Kaxavof)c a c j su hipocresía (ÚTcÓKpioLc;*; Mt: Ttovnpía; Le: Ttavoupyía) y que preguntó: TÍ [ÍE TtEipá^ETE; (véase 1,13). La orden epépEXÉ \xo\. 5r|vápiov ívcx í5co implica que ni Jesús ni sus adversarios tenían monedas, detalle que se pierde en la frase Seí^axé \xov bnváptov (Mt: ÉTU5EÍc^axE) de Lucas. Es posible que iva ÍOCÚ tenga sentido imperativo. Para 5r]vápiov véase 6,37. Mateo (22,19) escribe xó v ó ^ i a ^ a xoO Kf|voou. Después de Tí p.E TtEipá^EXE F G N W 0 Z P 4 5 fam. 1 fam. 13 28 33 543 565 579 q syhl sa geo arm leen ímoKpixaí, lectura que concuerda con el estilo del evangelista (ilmÓKpiaiv... ÚTtOKpLxaí, cf. 7,13.35; 15,4) y que probablemente ha de aceptarse. Cf. Couchoud: JTS 35, 19s. 16s. Cuando le trajeron el denario, Jesús preguntó de quién era la imagen y la inscripción. Cuando le dieron la única respuesta posible: «del César», Jesús enunció un principio de la máxima importancia para el problema de los derechos de Dios y del Estado y que ha dado origen a muchos debates. Cf. P. S. Watson, The State as a Servant of God, 33s. EIKÚV*, Mt 22,20; Le 20,24; Pablo (9); Heb 10,1; Ap (10)**, significa «imagen», «efigie», y en griego clásico, en los LXX y en los papiros «descripción», «retrato», «estatua» (VGT, 183). Para el uso doctrinal de ELKÓV véase Lightfoot, Saint Paul's Epistles to the Colossians and to Philemon, 142s. éitiypacpr|, 15,26*, Mt 22,20; Le 20,24; 23,38**, significa «inscripción», y en griego clásico y en los papiros «inserción», «impuesto», «gravamen» (VGT, 237). El emperador era Tiberio (año 14-37 d. C ) ; la inscripción de las monedas de entonces debió de ser ésta: «Ti(berius) Caesar Divi Aug(usti) F(ílius) Augustus». Cf. Madden, Jew-
12,16-18
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EN JERUSALEN
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ish Coinage, 247; HDB, I I I , 424s. Como hace notar Swete, 276, el verbo dciro5í5co^ii* implica que el tributo era una deuda; cf. Rom 13,7; Mt 5,26. Para x a Kaíoapoq véase Rom 14,19: xóc xfjc, £Ípf|vnc;; Le 24,19 (etc.): xa itepl MnaoO; Flp 1,12: x a Kax' ÉU-é. Cf. Blass, 157. ÉKGau^á^o**, un verbo compuesto tardío que aparece en Aristeas, 312; Eclo 27,23 (con ÉTTL y genitivo); 43,18 (con acusativo); 4 Mac 17,17 (con acusativo); Filón, De Somniis, I I , 70, expresa el asombro producido por la respuesta de Jesús. Cf. Meecham, The Letter of Aristeas, 307. Para otros compuestos semejantes usados en el evangelio de Marcos véase ¿K9a^|3Éonai, ÉKTCpioococ;, £Kcpo|3oc;. La respuesta de Jesús no significa que los mundos de la política y de la religión sean dos esferas separadas que se rigen por sus propios principios. Jesús defiende que las demandas de Dios lo abarcan todo (cf. Me 12,29s), pero reconoce que las obligaciones para con el Estado forman parte del orden establecido por Dios. En concreto, la aceptación v el uso de las monedas que llevan la efigie del emperador suponen implícitamente el reconocimiento de su autoridad y, en consecuencia, la obligación de pagar los impuestos; cf. Mt 17,27. Esta obligación no contradice, ni tampoco es paralela, al deber de dar a Dios lo que a él se le debe. La actitud de Judas de Galilea (año 6 d. C.) fue completamente diferente. Judas de Galilea dijo que el alistamiento que ordenó Quirinio «no era mejor que el camino que conducía a la esclavitud» y exhortó a la nación a que afirmase su libertad; cf. Josefo, Ant. XVIII, 1. 1. En Rom 13,7 y 1 Pe 2,13s se expone la actitud que adoptó el cristianismo primitivo ante el Estado, actitud que concuerda con la enseñanza de Jesús y que está justificada por la paz, la justicia y la tolerancia que disfrutó el mundo en los mejores días del Imperio. Cuando se escribió el Apocalipsis de San Juan, ya habían cambiado las circunstancias; cf. Ap 18,lss. Véase el comentario importante de Turner, 58s, y también Cadoux, 172s. 273. El relato de Marcos termina haciendo alusión al gran asombro de los adversarios de Jesús. Como tienen por costumbre, los otros dos sinópticos amplían el relato. Mateo afirma que, al oír la respuesta de Jesús, sus adversarios quedaron asombrados (É9aú|aaaav) y que, dejándole, se fueron (22,22). Lucas dice que no pudieron cogerle en lo que había dicho ante la gente y que, admirados (OauuáaavTsc;) de su respuesta, se callaron (20,26).
78. Me 12,18-27
LA
RESURRECCIÓN Cf. Mt 22,23-33 Le 20,27-40
La introducción del tercer relato declaratorio es aún más breve. De los saduceos sólo se dice lo necesario para presentar su pregunta; al final del relato no existe elemento narrativo alguno. Cf. Bultmann,^ 25; Dibelius, 43.56; Albertz, 24s. 30s. Carece de fundamento la opinión de Bultmann, que halla eco en Sundwall, 74, de que los versículos 26s son una adición posterior. El nuevo comienzo es necesario, porque la pregunta original exige dos respuestas, una sobre el hecho y otra sobre el modo en que se resucitará. No existen argumentos que nos permitan 37
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12,18-27
atribuir esta sentencia a los debates surgidos en el seno de la comunidad cristiana, porque, como observa Lohmeyer, 257, las ideas, puramente judías, no sufrieron el influjo de las creencias del cristianismo posterior. Todo lo contrario, el relato conserva, como 11,27-33 y 12,13-17, una auténtica tradición del tipo más primitivo. El método de discusión, que se sirve de la Escritura, del relato ilustrativo y de las respuestas en forma de nueva pregunta que culminan en una afirmación positiva, y el tipo de exégesis practicada son típicamente rabínicos; por su parte, la fuerza del debate, la grandiosidad de la afirmación sobre Dios (v. 27) y el golpe de gracia final son naturales. Este relato revela con discreción, aunque con toda claridad, la superioridad moral de Jesús, la espiritualidad de su actitud y la fuerza de su personalidad.
18 Kcci EpxovTcu Z a 5 5 o u K o c í o i Ttpóc, ocúxóv, OÍXIVEC, XéyouOLV á v á a x a o t v [ir\ s l v a í , KCCI £TU]pcóxcov a ó x ó v XáyovTsq 19 A i 5 á a K a Á £ , MCOUGT}C; sypaipEV f¡yTiv c m á á v xivoq á6£Á.cpóc, á-n:o9ávT] KCCÍ KcrtccÁLTrr] y u v a i K a Kai iar] á(\>?\ xáKvov, i v a \ a | 3 f l ó á5£.Xcj>óc; aóxoG xí|v yuvoÚKa KOU ¿£,avaoTr|OTÍ o-nép^ia T<3 áSEktycb a ú x o u . 20 é i r r á ábekyoi f)aaV K a i ó Ttpóoxoc. £Á.a[3£v y u v a Í K a , Kai á-n:o0vr]aKCDV OÚK ácprÍKEV oirépiia" 21 K a i ó SEÚxspoc; £Xa(3sv a ú x r | v , K a i aTt£0av£v [ir] KaxaXiTrav oirépLia- Kai ó xpíxoc, ó a a ú x o c / 22 Kai oí ÉTtuá OÜK á(pr)Kav o T i é p ^ a . saxonrov Ttávxcov K a i f] yuvr] á-rié0av£v. 23 áv xí^ á v a o x á o s i , o x a v á v a a x c o a i v , xívoq aóxcov Maxat yuvr|; oí y á p 87txá s a / o v aóxf)v y u v a Í K a . 24 ecpr) a u x o i q ó M r | a o u q O ú 5 i á xoOxo TtXorvao0E \xi\ £Í5ÓXEC, xác; y p a cpác, ^rjSá xr\v 5 ú v a ^ u v xou 0 E O U ; 25 o x a v y á p EK vEKpcov ávaoxcoaLV, OUXE y a ^ o G a i v o ü x e y a ^ o v x a i , áKk' EÍOÍV cbc, r á y y s X o i T év xoíq o ú p a v o í q . 28-iiEpi 5á XGOV vEKpov c m ¿ y E Í p o v x a i OÚK ávéyvcoxE év xrj pMf3Á.o Mwuaécoq áitl xou |3áxou TOSCJ ETTTEV aóxcp ó 0£Óq Xáycov 'Eycb ó 0EÓq ' A | 3 p a á ^ i Kai 0 s ó q M a a á K Kai OEÓC. MaKcó(3; 27 OÓK s a x i v T e e ó q vEKpcov á X X á ¿^óvxcov" TOXU irAo(vaa0£. 25 oí áyyEXot oí.
27 ó.
18 Se le acercaron unos saduceos, los que decían que no hay resurrección, y le propusieron este caso: 19 —Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, cásese con la viuda y dé des20 cendencia a su hermano». Había siete hermanos: el primero se casó y murió sin dejar hijos; 21 el segundo se casó con la viuda y murió sin tener hijos, lo mismo el tercero, 22 y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió también la mujer. 23 Cuando llegue la resurrección y éstos resuciten, ¿de cuál de ellos va a ser mujer, si ha sido de los siete?
12,18-19
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24
Jesús les dijo: — ¿ P o r qué estáis equivocados más que por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? 25 Porque cuando resuciten, ni los Ihombres ni las mujeres se casarán, serán como ángeles del cielo. 20 Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios?: «Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». 27 No hay un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.
18. Según Marcos, los saduceos (2a55oUKCUOi*) eran los que (OÍTLveq, véase 4,20) defendían que no había resurrección. Los saduceos formaban un partido sacerdotal, pertenecían a las principales familias de Jerusalén y de entre sus miembros se elegía el sumo sacerdote. El nombre «saduceos» suele derivarse de Sadoq (p'ttf), nombre de un sacerdote que vivió en tiempos de David y de Salomón (2 Sm 8,17; 15,24; 1 Re 1,8, etc.); a los saduceos se les identificó con «los hijos de Sadoq» (Ez 40,46). Otros opinan que el fundador o principal representante de los saduceos fue un tal Sadoq, que vivió en el período griego y del que nada más sabemos; cf. Ed. Meyer, II, 291. Todas estas explicaciones están expuestas a serias objeciones, no menos que la doble «dalet» del original hebreo o arameo que presupone el nombre ZaoSouKOCioi. T. W. Manson: «Bulletin of the John Rylands Library» 22 (1938) 147, propuso la derivación a partir de iOpID, que es, al parecer, una transcripción aramea del griego aúvSiKOi, quienes a partir del siglo iv a. de C. se opusieron en Atenas a toda innovación o corrección de las leyes. Sea lo que fuere, los saduceos eran conservadores que, sin negar necesariamente la validez de los demás libros del AT, se aferraban al Pentateuco y negaban la inmortalidad, la existencia de ángeles y de espíritus, y^ la predeterminación. Cf. Hch 23,8: Xéyouoiv \ir\ slvaí áváotaoiv \J.T\IE ccyyEXov HT)TE irv£Ü[ia; Josefo, Ant. XVIII, 1.4; BJ, I I , 8. 14. Véase además Schürer II, II, 29ss; Moore, I, 68-70. 251ss; Branscomb, Jesús and the Law of Moses, 12ss; Lightley, Jewish Sects and Parties, 1-178. La pregunta (éTcepcoxáco, 5,9) versa naturalmente sobre la resurrección y pretende desacreditar a Jesús como maestro. Es poco frecuente que áváoTOCOic,, 12,23", se aplique en griego clásico a la resurrección de los muertos (Esquilo, Las Euménides, 648; Luciano, Salt., 45); los LXX usan este verbo en 2 Mac 7,14; 12,43; Sal 65 (título); el NT hace amplio uso de él; cf. VGT, 37s. Los otros dos sinópticos siguen de cerca a Marcos, pero Mateo añade una indicación temporal, év ÉKEÍvn xrj f]u.époc, y sustituye Epxovrcci por irpoafiXOov (cf. Le: TtpoaeXGóvTec;). Lucas escribe XIVEQ xcov Zoc&SOUKCCÍCDV.
19. A Jesús se le llama «maestro» (para 5i5áaKaXE véase 4,38), como en el relato anterior, pero ahora falta el cumplido que antes le hicieron los fariseos. Lohmeyer, 255, observa que éstos presentan a Jesús un problema político, y los saduceos una cuestión legal. La pregunta de los saduceos, formulada por vez primera en el versículo 23, va precedida, según la costumbre rabínica, de una cita tomada de la Ley
580
MINISTERIO
EN JERUSALEN
12,19-23
y presentada con la fórmula Mcouorjc, eypocijjEV r\\M.v. Para Mcouofic; véase 1,44 y para la fórmula yé-ypcorrca, usada con más frecuencia, cf. 7,6. La cita es una traducción muy libre de Dt 25,5s, a excepción de la cláusula restrictiva éáv KaxoiKcoaLV á8£Á.cpoi ÉTÍÍ XÓ aüxó y la alusión a la descendencia (entapia), lo que indica que la principal finalidad del precepto es impedir que los bienes salgan de la familia. Para ÓTTOKXEÍVCD véase 3,4; KaxaAEÍTtco, 10,7; ácpínuí, 1,18; éí;avíaxr)(ai*, Le 20,18; Hch 15,5**, verbo empleado en griego clásico, en los LXX y los papiros, significa, cuando es transitivo, «levantar», y cuando es intransitivo «levantarse». Para e n t a p i a véase 4,31; para toda la frase véase Gn 38,8. La mejor explicación de la construcción oxi... iva es considerarla como combinación de dos construcciones: sypaiJjEV o í r éáv... CCTTOBÓ;VT)... Xií^itpETcu y eypaipev iva éáv á-rtoSávr]... Xá^n. Cf. Swete, 278; Lohmeyer, 255 nota. Mateo y Lucas omiten oxi. Mateo omite también iva y suaviza la frase de Marcos escribiendo éáv TIC, áitoGávi] \sr\ E^COV TÉKva éitiya|a|3pEÚaEi ó áSEAcpÓQ auxou... También Lucas simplifica la frase de Marcos, sustituyendo KaxaAÍTn] yuvaiKa por £)(cov yuvaÍKa y Kai [ir] cxcpf) xÉKVov por Kai ouxoc, CXTCKVOC, fj. 20-23. El uso de relatos como el que sigue a continuación es muy propio de los métodos rabínicos; cf. Fiebig, 77-130. El relato que comentamos es un ejemplo de cómo el cumplimiento literal de la ley desemboca en una pregunta comprometedora sobre la resurrección (v. 23). Siete hermanos se casan sucesivamente con la misma mujer, pero ninguno de ellos tiene descendencia. En la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Con esta pregunta se quiere demostrar que creer en la resurrección conduce al absurdo. Como suele suceder en los cuentos populares, mediante repeticiones se describe la suerte de los tres primeros hermanos (irpÓToc,, 6,21; oeÚTEpoq, 12,31; 14,72*; xpíxoc,, 15,25*) y por último ( i a x a t o v TOCVTCOV; cf. 1 Cor 15,8) se dice que murió la mujer. Mateo y quizá Lucas sustituyen esta última expresión de Marcos por Oaxspov. 'Obsérvense los cambios estilísticos de áTto0vr|O"KCDV OÓK ácpfiKEV (versículo 20) y áirÉOaVEV \ÍT] KaxaXiTtcóv (versículo 21). El primer participio significa «a su muerte»; á(f>ír|jj.i v naxa/VEÍ-rrco son sinónimos, eberaú•rcoc;, 14,31*. En la frase tautológica év xrj á v a a x á o s i , oxav ávacrrwaiv se refleja un modismo semítico. » B C D L W á V 33 579 892 c k r1 sy^ sa bo omiten la segunda cláusula, pero concuerda con el estilo del evangelista (cf. 13,19s) y es, probablemente, original 4 . La construcción asindética tiene también sabor semítico: Mateo y Lucas añaden o6v, partícula que A C 2 D G W 6 £ fam. 1 565 et al. a b ff et al. vg sys ?e h l sa arm leen también en el evangelio de Marcos. Para otras adiciones de c y k véase Hort, 26. Para EXCO seguido de un segundo acusativo cf. Mt 3,9; Hch 13,5; Flp 3,17. La pregunta es confidencial. Se explica la incredulidad de los saduceos porque el AT sólo habla de la vida después de la muerte en pasajes tardíos, postexílicos (Dn 12,2; Is 25,8; 26,19; Sal 73,24s), y quizá también en Job 19,25-27, escritos probablemente bajo influjo persa; se creía tradicionalmente que después de la muerte el alma gozaba de una exis4. Turner: JTS 29, 8, acepta esta lectura con A 0 fam. 1 fam. 13 565 al. pler. a b ff i vg sys arm.
12,24-25
MINISTERIO
EN JERUSALEN
581
tencia oscura, que apenas podía llamarse vida, en la oscuridad y desolación del Seol; cf. Is 14,10; Job 7,9s; Sal 6,5; 115,17; Eclo 17,27, etc. Los saduceos, doctrinalmente conservadores, seguían aferrados a las ideas antiguas; en cambio los fariseos creían, como Jesús, en la resurrección futura. Cf. Schniewind, 158; Abrahams, I, 168-170; Barrett, 74s. Mateo y Lucas repiten el relato, pero lo abrevian. 24s. Para el asíndeton Écfm véase 9,38. Jesús, al responder a los saduceos, les dice que están equivocados, porque no comprenden ni las Escrituras ni el poder de Dios. itXaváco, 12,27; 13,5s*, usado también en griego clásico, en los LXX y en los papiros, significa en voz activa «llevar por mal camino», «engañar», y en pasiva «extraviarse», «equivocarse». (J.f| Eibóxsq, «porque no conocéis», expresa una circunstancia presente. Para el uso de la expresión a i ypatpaí, con relación a la Escritura, véase el comentario a 12,10; para búva^iiq véase 5,30. No sólo Jesús, sino todo el NT en general insisten en los efectos desgraciados que produce la ignorancia; cf. 1,21; Jn 5,37s; 1 Cor 15,34; Gal 4,8, etc. Sin embargo, no se trata de un conocimiento puramente intelectual, sino. moral y experimental, búva^iic, es el poder de Dios de vencer a la muerte y de dar vida. La pregunta oü 5 i á xoGxo...; que Mateo sustituye por una afirmación, es característica de sentencias como ésta; cf. 2,25; 12,10.26. &iá xoGxo se refiere probablemente a lo que sigue: «¿No es ésta la razón de que os engañéis, de que no comprendáis...?»; cf. Swete, 280; Gould, 229. Mateo y Lucas omiten esta expresión. El texto de Lucas, que difiere mucho del de Marcos, lo estudiaremos más adelante. Jesús afirma que los saduceos están equivocados en lo que se refiere a la naturaleza de la vida después de la resurrección; los saduceos suponen que en esa vida persistirán las actuales relaciones humanas; Jesús,. en cambio, afirma que entonces ni se tomará mujer ni se tomará marido,, sino que los hombres serán como ángeles del cielo. Para éK vEKpov véase 6,14; yauéco, 6,17. El verbo y a ^ c o * , Mt 22,30; 24,38; Le 17,27; 20,35(?); 1 Cor 7,38(bis)**, significa «dar en matrimonio», pertenece al griego tardío y corresponde al clásico ya(-iéo^ai. Este verbo también puede significar «casarse» (cf. 1 Cor 7,38; VGT, 121, aunque es evidente que en este pasaje no tiene tal sentido, év xolc, oüpavoíc; debe unirse con áyyeAoi. Es claro que Jesús sólo piensa en la resurrección de los justos. Esta concepción de una vida después de la resurrección, semejante a la de los ángeles, presenta afinidades con la doctrina que Pablo expone en 1 Cor 15,34ss, y corresponde a las creencias judías del tiempo de Jesús y de épocas posteriores. Cf. 1 Henoc 104,4: «Os alegraréis sobremanera como los ángeles del cielo». El Apocalipsis de Baruc 51,10, afirma que los justos «se asemejarán a los ángeles y se equipararán a las estrellas»; Berakoth, 17a, refiere una sentencia de Rab, maestro babilónico del siglo n i d. C , según la cual en la vida futura ni se comerá, ni se beberá, ni se engendrarán hijos, ni habrá convenios, celos, odios ni discusiones, sino que los justos se sentarán, con coronas sobre sus cabezas, y la gloria de Dios colmará sus deseos. Cf. Abrahams, I, 168s; Billerbeck, I, 888; Montefiore, I, 283; Klausner, 318s. Mateo (22,30) concuerda fundamentalmente con Marcos, pero al principio del versículo escribe év y á p xfj ávaaxáaEi. La versión de Lucas.
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MINISTERIO EN JERUSALEN
12,26-27
contiene expresiones muy distintas; cf. Le 20,34-36: «Los hijos de esta vida toman mujer o marido, pero los que sean tenidos por dignos de participar en la otra vida, en la resurrección de entre los muertos, no tomarán mujer ni marido». El evangelista explica después que «no pueden morir» y que «son hijos de Dios al ser hijos de la resurrección». Lucas afirma después que los hijos de la resurrección son iaáyyskoi. Al parecer, Lucas sigue una versión paralela; cf. V. Taylor, BTG, 100. 26s. Jesús no habla ya del modo, sino del hecho de la resurrección de entre los muertos. éyEÍpovxcu (cf. 6,14) es un presente gnómico, como en 1 Cor 15,16; cf. Burton, § 12; Swete, 281. Jesús basa su argumento en Ex 3,6 (LXX). Para OÚK ctvéyvcoxe cf. 2,25; 12,10. pípXoc;*, que connota las ideas de santidad y veneración (VGT, 111), designa aquí a la Ley; cf. 2 Cr 25,12 (R); 1 Esd 5,48, etc.; Le 3,4; Hch 7,42. áiti TOG pórrou, «en 'la zarza'», es una expresión usual para referirse a la narración de la zarza ardiente; cf. Rom 11,2: év 'HXeía. Para el género de páxoc,* véase Moulton, II, 123. Es posible que TCQC; sTitev ccüxcp ó SEÓC, Xéycov no sea sino una referencia a lo que se dice en el relato de la zarza, aunque Marcos, y el mismo Jesús, consideraron la Ley como autoridad divina. El cambio que introduce Mateo, xó pr)9év úirív ÜTTÓ "toG 9EOG, no deja lugar a dudas sobre este punto; cf. Le 20,37: cbc; Aéyst KÚpiov TÓV 9SÓV ' A p p . . . Para Xéyov véase la Introducción, pp. 85s. El argumento empleado por Jesús, 'Eycb ó Gsóc; 'Appocáji Kca ó Bsóc; "IaaáK KCU ó 9EÓC; 'IaKÓp significa que Dios es un Dios de vivos e ilustra los métodos que empleó la exégesis contemporánea. Cf. Klostermann, 141; Schniewind, 159, que cita las interpretaciones rabínicas de Dt 11,9 y Nm 18,28. En sentido estricto, Ex 3,6 sólo se refiere al Dios que entró en relación con los patriarcas, pero el lenguaje empleado en este pasaje no implica necesariamente que éstos vivan todavía. Sin embargo, por muy extraño que parezca, este pasaje expresa una idea que confirma más que ninguna otra la fe de los modernos cristianos en la vida después de la muerte; un cristiano moderno no basa su esperanza en argumentos platónicos sobre la naturaleza del alma, sino en la experiencia de la comunión con Dios. Cuando el AT se acerca más a la doctrina de la inmortalidad, recalca la idea de la amistad con Dios; cf. Sal 16,8-11; 49,15; 73,23s. Para las concepciones judías posteriores véase 4 Mac 7,19; 16,25. Jesús expresa cabalmente esta idea cuando dice: OÓK Ecmv SEÓC; VEKpcov*áXXá ^cbvxcov. El asíndeton da mayor fuerza a la frase. El relato termina cuando Jesús echa en cara a los saduceos su error: TtoXü itXavccaSs. Mateo y Lucas, que omiten esta frase, prefieren expresar de otro modo el efecto producido por las palabras de Jesús. Mateo alude a que la multitud se admiraba de la enseñanza de Jesús, observación que omitió al narrar la purificación del templo (cf. Me 11,18b). Lucas toma parte de su material del relato siguiente de Marcos, es decir, •del relato sobre el primer mandamiento, pero omite esta narración porque en 10,25-28 ofrece una versión paralela del mismo. Según Lucas, algunos escribas respondieron: «Maestro, has hablado bien» (20,39; cf. Me 12,32). Y añade: «Y ya no se atrevían a preguntarle nada» (20,40; cf. Me 12,34). La conclusión del relato de Marcos: «Mucho os engañáis» (RSV) nos impresiona por su brevedad, tanto más que al principio del versículo 26 el evangelista había escrito una frase redundante: «Y en
12.28-34
MINISTERIO EN JERUSALEN
583
cuanto a los muertos, es decir, en cuanto a que resucitan». Cf. Mateo: «Y sobre la resurrección de los muertos»; Lucas: «Y en cuanto a que resuciten los muertos».
79. Me 12,28-34
EL PRIMER
MANDAMIENTO Cf. Mt 22,34-40 (Le 10,25-28)
El cuarto relato declaratorio expone la respuesta de Jesús a esta pregunta: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Tiene la forma de una «disputa escolar» (Bultmann, 21): es una narración que refiere la discusión entre maestro y discípulo, y no un relato de controversia (Albertz, 25s. 32s). Es interesante observar que la narración paralela de Q, conservada en Le 10,25-28, y que influyó en Mt 34-40, es un relato de controversia: un escriba, a quien Lucas llama VO^UKÓC;, quiere poner a prueba a Jesús; el escriba es quien da la respuesta que Marcos pone en boca de Jesús. El relato que estudiamos, pudo fácilmente cambiar de forma durante el período oral, aunque dicho cambio no tiene gran importancia, porque incluso en el evangelio de Lucas Jesús aprueba la respuesta del escriba (10,28). Bultmann y Albertz opinan con razón que la forma del relato de Marcos es más primitiva. Easton, 169, y Branscomb, 220, defienden la opinión contraria, basándose en el argumento de que es natural que la tradición tendiese a convertir una aprobación de Jesús en una verdadera declaración. Esta opinión no nos convence por dos razones: porque es posible que el doctor de la ley adapte en el evangelio de Lucas la cita de Lv 19,18 con el fin de preparar la parábola del buen samaritano (cf. Lagrange, 322), y porque un telato de controversia es más convencional que otro que refleje la actitud amistosa del escriba. Confirma esta opinión la multitud de detalles que ofrece Marcos y, en especial, la sentencia «no estás lejos del reino de Dios», que se aparta de la concepción escatológica del reino que predomina en su evangelio. El evangelista ordenó el contexto actual del relato siguiendo un criterio temático; el recopilador creyó conveniente poner primero un relato sobre los fariseos, luego otro sobre los saduceos, y por último un tercero sobre un escriba, no sin cierta artificialidad, porque los escribas no constituían ningún partido, a diferencia de los dos primeros. El contenido del relato parece indicar que el episodio tuvo lugar en Galilea. Si la escena se desarrolló en los atrios del templo, encajaría muy bien la alusión a los «holocaustos y sacrificios», pero, por otra parte, no hay por qué relacionar el relato con Jerusalén. Lohmeyer, 261, opina que la tradición que subyace a este relato debe atribuirse a la comunidad que se formó en un principio en Galilea, y defiende que es más difícil comprender la pregunta directa del doctor de la ley y la respuesta, también directa, de Jesús, si las situamos en el trasfondo del judaismo farisaico.
28 K a ! Tcpoa&X.9á>v Eiq xcov ypaij.[j.on:£av áKoúaaq aúxcov auv£/|xoúvxcov, rlbcbv 1 o t i KaXcoq áxc£K.pí9r] aúxcnc;, ETcripcÓTr|GEV aÓTÓv Floía éaxlv évxoXf] Tcpcóxr] -rcávxcov; 29 áTC£Kpí9r| ó 'Ir]aoGq oxi üpcÓTr) éaxív " A K O U E , '\opccr\K, KÚpioq ó 9EÓC;
584 r
MINISTERIO EN JERUSALEN
f|(j.ov KÚptoc.1
EIC EOTIV,
12,28-34
30 KOCÍ áya-nriosiq KÚptov
TÓV GEÓV
oou sí; oÁ.r)c. T KapStac, oou Kal s¿; 6ÁJ}C TÍ)C; tpux^c; aou Kai
éc; o^nq tfjc; oiavotac oou Kai ác; oÁx|c xfjq ioxúoq oou. 31 SEUr é p a auxr] 'Ayanr|a£ic, TÓV TtÁ.r|aíov oou ¿>c. oEauTÓv. ^EÍ¿¡CÚV TOUTCOV ák\r\ EVTOXÍ] OÓK EOTLV. 32rEÍTT£V1 aÚTCO Ó YP«^" ^taTEÚq KaÁioc;, SiSáoKaXs, ETC' áÁ.r)9£Íac; SLTIEC; OTI eiq EOTIV Kai OUK EOTIV áXAoc, -nXrjv aÚTou'
33 Kal TÓ áya-rrav auTÓv
é§ oA.r|c; T Kap5íaq Kai éc; oÁ.r|c, TT]C OUVÉOECOC; Kai éc; oXnc Tfjc; iaxúoq Kai TÓ á y a i r a v TÓV TcÁ.r)oíov cbc, ¿auTÓv -riEpiooóTspóv SOTLV -rrávTcov TGOV óXoKauTconáTcov Kal Guoicov.
34 Kal
ó 'Ir]oouq i5cbv aÚTÓv OTI VOUVE)(CÚC. áTt£Kpt6r| EITIEV auTco Oó ^ a K p á v [EL] airó TTJC, p'aaiÁ.Etac TOU 6EOU. Kai OÜSEÍC OÚKÉTI STÓA.^ia aÓTÓv ETiEpcoTriaai. 28 £L8ÜC;.
29 r|pcov, KÓpioc,. 32 K a l EITTEV. 33 Tfjc,.
30 Tfjc;.
28
Un letrado, que había oído la discusión y había notado lo bien que respondía, se acercó y le preguntó: — ¿ Q u é mandamiento es el primero de todos? 29 Respondió Jesús: — E l primero es: «Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único 30 Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda 31 tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay otro mandamiento mayor que éstos. 32 El letrado replicó: — M u y bien, Maestro, tienes razón en decir que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; 3 3 y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. 34
Jesús, viendo que había respondido inteligentemente, le dijo: — N o estás lejos del Reino de Dios. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
28. Una frase que contiene tres participios, Ttpoa£A0cóv... OCKOÚocxq... iocóv, sirve de introducción al relato, lo une con las narraciones precedentes y anticipa el versículo 32. La multiplicación de participios es una de las características del estilo del evangelista (cf. Swete, XLVIII); el v. 28a es probablemente una adaptación redaccional de un relato que comenzaba así: Kai TtpoaEABcbv ele;... é-n:r|pÓTr|a£v aüxóv. Cf. Lohmeyer, 257. Para oi ypaujaaTEic; véase 1,22; auv^nxéco, 1,27; KaXcoq, 7,6. La actitud amistosa del escriba, más visible aún en el v. 32, es característica del relato de Marcos. La actitud del VOUIKÓC, en la versión paralela de Q (Le 10,25-28) es hostil: quiere poner a prueba a Jesús: ÉKitEip á c > v CCÜTÓV; cf. Mt 22,35. Esta actitud cuadraría bien en el contexto
12,28-29
MINISTERIO EN JERUSALEN
585
de Marcos, por lo que cabe suponer que el evangelista sigue otra tradición. iScóv, leído por fcí* C D L W 9 et al. fam. 1 fam. 13 (excepto 124) 28 543 565 700 1342 et al. a c ff syi,e h l geo 1 et arm, debe preferirse, probablemente, a eiocbc;, porque, como indica Turner, 60, está bien atestiguado y tiene más sentido. Lo mismo opinan AV y RSV. En el evangelio de Marcos la pregunta (éttEpcoTáco, 5,9) se formula así: rio toe EOTIV EVTOAÍ] irpáTT] irávTCDV; y en Q así: Tí itoir]aa(; £cor|V
cdcbviov KAnpovo¡ar|aco (Le 10,25). Nuevamente debe preferirse el relato de Marcos, porque la versión de Lucas sufrió, al parecer, el influjo del relato del rico y la vida eterna (Me 10,17-22). Trota (11,28) puede significar «¿qué clase de?», pero, como indica Swete, 284, es difícil creer que el escriba pidiese a Jesús que especificara una clase de mandamientos o que dijese cuál era el más representativo; es más probable que en este pasaje Ttoía equivalga a TIC,; cf. VGT, 524; Moulton, I, 95; Blass, 176. Para évToXr) véase 7,8. La lectura irpcÓTn TTCXVTCOV (Mateo: uEyáAn), en la que cabría esperar la forma itaacov, es sin duda alguna original 5 . Alford la explica como expresión compuesta que significa «el primero de todos» (cf. Swete, 284), y Blass, 108, como uso estereotipado del neutro para intensificar el superlativo; cf. WM, 222. En Tucídides IV, 52, hallamos un paralelo de esta expresión: TTÓÁEIC;... Kal -rtávxcov (táXiara xr]V "Avxavopov. Véase además Field, 36. Es posible que la frase sea un ejemplo de griego de traducción, que represente el uso semítico del positivo en lugar del superlativo, traducido en Mateo más a la letra por pEyáXn. Cf. Wellhausen, Einl.2, 2 1 ; Black, 86; Howard, I I , 442. Los rabinos discutían con relativa frecuencia sobre cuál era el primer mandamiento o cuál era más suave y fácil de cumplir; sus respuestas eran diversas; véase el comentario a los vv. 29-31. La respuesta más famosa es la que dio Hillel a un prosélito que quería instruirse en la ley y ser independiente: «Lo que no quieras para ti, no lo hagas para los demás: en esto se resume la ley, el resto sólo es un comentario; ve y aprende» (Sabbat, 31a). Cf. Abrahams, I, 21s; Billerbeck, I, 357. 29s. Jesús responde citando la primera parte dei sema' en Dt 6,4s,. que todo judío piadoso debía recitar todos los días y que, como observa Kittel, KThW, I, 41, desempeñó un gran papel en la piedad judía y en la exégesis y teología rabínicas posteriores. Para la doctrina judía sobre la obligación de obedecer a Dios y de amarle con reverencia véase, además del artículo de Kittel, antes citado, Montefiore, I, 284-286; Rabbinic Literature and Gospel Teachings, 312-316; A. Büchler, Studies in Sin and Atonement, 1-119; Snaith, Distinctive Ideas of the ÓT, 141s. Marcos es el único que cita las palabras iniciales: "AKOUE, Mapa-qA, Kúpioc, ó 6EÓ<; f]ucov KÚpiOQ ele, éaxtv. La conexión de estas palabras con las siguientes reviste capital importancia, porque el precepto de amar a Dios no es sólo un deber, sino una obligación que surge de que Dios es uno, de que comparados con él los dioses paganos son ídolos y de 5. La omisión de iróvrcov en D W 6 565 et al. it sy* sa arm geo, y la lectura iraaSv (M* 1278 al. pauc.) del TR son correcciones gramaticales. Cf. Lagrange, 321; Lohmeyer, 258 nota. Blass, 312, señala que en el versículo29 Eusebio y algunos manuscritos minúsculos atestiguan la lectura irávxcov irpcoTov' "AKOOE 'lapcaí^.
586
MINISTERIO EN JERUSALEN
12,29-31
que eligió a Israel para pactar con él una alianza de amor (KÚpioq ó QEÓC, T]\JLS>V). Cf.
Lohmeyer,
258.
La cita concuerda con el texto de los LXX, si leemos Kapbíaq (con A; B a : &LOCVoCaq) y ({IUX^, pero el evangelista sustituye 6uvá(ji&coc; por oiavoíocc, y añade KCU é£ 6\r¡q TÍ]q ic¡xúoc; oou. Lucas emplea también los mismos cuatro nombres que Marcos, pero invierte el orden de los dos últimos; en cambio, Mateo sólo cita tres: Kapoíoc, ijiux^, oiávoia. Mateo emplea la construcción év con dativo, que representa la preposición hebrea 3 ; Marcos y Lucas, por su parte, siguen el texto de los LXX y usan ÉK con genitivo, que es una construcción más griega. El texto hebreo dice así: «con todo tu corazón ( 2 ^ 7 ), con toda tu alma ( t^SJ ) y con todo tu poder ( l ^ ü ) » . En cierto modo, pues, el texto de Marcos es una combinación y refleja el deseo de dar plena expresión a la respuesta. El amor nace del centro de la personalidad, del corazón y del alma, pero también, y no en menor grado, de la inteligencia y de las fuerzas del ser humano. Sin embargo, no es preciso distinguir claramente, como hicieron algunos autores posteriores, entre estos aspectos de la personalidad humana; cf. Santo Tomás de Aquino, Summa II, II c. 44 art. 5. La intención del evangelista no es distinguir entre facultades y potencias, sino insistir en la plenitud de la respuesta. Para npá>vr\ véase el comentario al versículo 28; Kúpioc;, 1,3; áycciráco, 10,21; Kapoía, 2,6; ijjuxr], 3,4; 'lopar\k, 15,32*. otávoia*, que significa «inteligencia» o «mente», es una palabra usada en griego clásico, en los LXX y en los papiros. VGT, 152, afirma que es «un buen equivalente del término latino animus». laypc,, usado en 12,33*, en griego clásico, en los LXX y en los papiros, significa «fuerza», «vigor» «poder». Me 12,30 y Le 11,42 son los únicos pasajes sinópticos que hablan del amor del nombre a Dios. De igual modo Pablo sólo toca este tema en cinco pasajes, Rom 8,28; 1 Cor 2,9; 8,3; 16,22; Ef 6,24). Moffatt, Love in the NT, 154-163, atribuye esta moderación a la reserva con la que los escritores neotestamentarios emplean el vocabulario del amor refiriéndolo a Dios. Cf. J. Weiss, HPC, 509. El NT insiste con razón en el amor de Dios hacia los hombres, porque este amor es la fuente del amor del hombre hacia Dios y lo caracteriza. El amor del hombre hacia Dios es, como tal, áycrrtn,, pura entrega de sí mismo, y no busca recompensa ni satisfacción. Cf. A. Nygren, Ágape and Eros I, II, passim. Pero sería un error creer que no se puede cumplir el precepto de amar a Dios hasta que el amor no cumpla a la perfección estas condiciones. El amor del hombre hacia Dios quizá no sea en un principio sino
12,29-31
MINISTERIO EN JERUSALEN
587
La cita concuerda literalmente con el texto griego de Lv 19,18: 'Ayccitr|a£iq TÓV TtXr|aíov aou ebe, oeautóv. Para áyccrtáco véase el comentario a 10,21 y 12,30. El adverbio itXr|cúov (12,33*), precedido del artículo (como en griego clásico y en los LXX), traduce el hebreo JH , «amigo», «compatriota», «prójimo» y a la luz de la cláusula que le precede en Le 19,18: «No te vengues y no guardes rencor contra los hijos de tu pueblo», se refiere, en sentido estricto, a los compatriotas judíos. Pero sería erróneo pensar que en épocas posteriores el mandamiento se entendió en un sentido tan restringido. La misma traducción de los LXX debió de alentar un sentido más amplio del precepto, como lo pone de manifiesto el entusiasmo con que lo citan los rabinos y otros autores judíos. Véase el comentario de Montefiore, I, 285; Rabbinic Literature and Cospel Teachings, 319s. Cf. el famoso dicho de Akiba: «'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'; éste es el principio general más grande de la Tora» (Sifra, Lv 19,18), y las palabras de Simón el Justo: «El mundo se apoya en tres cosas: en la ley, en el culto y en las obras de amor» (Aboth, I, 2). Cf. también Filón, De Specialibus Legibus, I I , 63. 282. Los judíos debieron de pensar que el mandamiento abarcaba por lo menos a «los extranjeros que vivían en el país», pero naturalmente no podemos saber si pensaron en su amplitud universal. Véase, sin embargo, Abrahams, I, 24, y en especial la sentencia de Ben Azzai, citada por este autor; según Ben Azzai, la creación del hombre es un principio más amplio que el que citaba Akiba (véase supra): «'Este es el libro de las generaciones del hombre' es un principio más grande que aquél». Clemente de Alejandría, Agustín, Tomás de Aquino, Lutero y otros grandes escritores cristianos estudiaron ampliamente el problema del amor al prójimo como a uno mismo y propusieron explicaciones diversas. Se creyó a veces que el amor al prójimo no era sino otra forma de amar a Dios, o una forma más elevada de amor a sí mismo o el amor de Dios hacia el hombre, que éste recibe y dirige a su vez hacia el prójimo. Cf. Nygren, Ágape and Eros, II, 149-152. 331-335. 425-427. 516-519. Es inevitable que surjan problemas como éstos, pero, al estudiarlos, es preciso comenzar por la exégesis histórica. El paralelismo de 19,18 determina en el Levítico el significado del precepto. El amor al prójimo contrasta (en el Levítico) con vengarse del prójimo, guardarle rencor u odiarle; por tanto, el amor al prójimo debe consistir en verle con buenos ojos y en promover activamente todo lo que contribuye a su bien, como haríamos si se tratase de nosotros. Cf. Butler, Sermons, XI. XII. Probablemente Jesús interpretó el precepto en este sentido, aunque introdujo en él un cambio importante: según Jesús, el samaritano era también prójimo (Le 10,29-37). Como enseña la parábola, amar al prójimo significa desinterés, compasión y ayuda. La enseñanza de Jesús sobre este ^ tema dejó su impronta en la mente de los cristianos primitivos, como indica Gal 5,14, donde se afirma que Lv 19,18 resume «toda la ley»; cf. Rom 13,9, que recapitula en este precepto la segunda parte del Decálogo, y Sant 2,8, que califica el amor al prójimo de «ley regia», vóuov poccnXiKÓV. No menos profundo fue el influjo creador que ejerció el precepto de amar al prójimo en la conciencia social de la Iglesia a lo largo de los siglos. Es característico de este relato el modo en que Jesús lineados mandamientos independientes; (así^cov TOÚTCOV áXXr) ÉvroXí] OÓK EOTIV. Los rabinos admitieron ardientemente cada uno de estos mandamientos; pero, por lo que nosotros sabemos, Jesús fue la única persona que los convir-
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EN JERUSALEN
12,31-32
tió en principios reguladores que recapitulan las obligaciones humanas. Incluso en las cartas a los Gálatas, a los Romanos y en la de Santiago el segundo mandamiento es independiente, pero Jesús los presentó como unidad indisoluble: el amor al prójimo nace del amor a Dios. Cf. Abrahams, 28: «No creemos que exista ningún texto rabínico, a excepción del Testamento de los Doce Patriarcas, que asocie el sema' y el amor al prójimo». Cf. Testamento de Dan, V, 3; Testamento de Isacar, V, 2; VII, 6; Montefiore, Rabbinic Literature and Gospels Teachings, 316, señala la presencia de tal combinación en la Didajé y opina que tiene bastante fuerza el argumento que propone Kohler para demostrar que se conocía dicha combinación desde la época de Jesús, y que en un manual judío para la instrucción de los prosélitos, que se ha perdido, aparece la misma combinación que en la Didajé. Cf. JE IV, 585s; NT in the Apostolic Fathers, 26. 32s. En los versículos 32-34, característicos de Marcos, interviene el escriba para aprobar la respuesta de Jesús y para ampliarla, afirmando la superioridad del amor a Dios y al prójimo sobre los holocaustos y sacrificios. Para ypoc^LiaxEÚq véase 1,22; KOCACOQ, 7,6; 5i5áaKaXe, 4,38; en' áÁ,r|9£Ía<;, 12,14; y para el vocabulario del versículo 33 véase el 30s. TtXr|v*. La RV une KCCÁÜC; con ETTTEC;, como en el versículo 28, y considera
la expresión éit' áXneeíac; como confirmación ulterior: «Muy bien, Maestro, tienes razón...»; cf. Swete, 286; Plummer, 285; Klostermann, 143; Lohmeyer, 259, pero como la posición de KOCXCOC; hace difícil esta interpretación, es preferible considerarlo como exclamación (cf. Eurípides, Orestes, 1216): «Bien, Maestro, con razón dices...»; Cf. Wellhausen, 96 («Es cierto, Maestro...»); Gould, 233; Turner, 60. La omisión del nombre divino en slc, EOTÍV concuerda con la costumbre semítica. E F H W 1071 al leen 8EÓC; y D G 9 fam. 13 28 565 700 it vg sys sa bo geo2 arm Eus Hil, ó 8EÓC;, pero estas lecturas son secundarias. El escriba repite, según la costumbre semítica, lo que Jesús acaba de decir, pero no al pie de la letra, pues sustituye CHávoioc por aúveatc, y omite í\>v)(f}. oúveaic;*, palabra usada en Le 2,47; Pablo (4); 2 Tim 2,7**, en griego clásico, en los LXX y en los papiros, significa «inteligencia», «sagacidad». Cf. Abbott, The Epistle to the Colossians, 202. El uso de esta palabra concuerda con lo que sabemos de la disposición del escriba. Para irspioaÓTEpov véase 7,36. ÓAOKaúxco^ia*, Heb 10,6.8**, es un término tomado de los LXX, que significa «ofrenda quemada totalmente» ( n t y ) ; cf. Kennedy, 113s; Bengel: «nobilissima species sacrificiorum». 6uaíca* (usado en los LXX; en hebreo • , JT2'!) son los sacrificios veterotestamentarios en general. Sería erróneo suponer que el escriba quiere repudiar el sistema sacrificial, pues no dice sino lo que se afirmó en 1 Re ( = 1 Sm), 15,22: íooü dcKOÍ] ilmép Guaíocv áya9f|v, y Os 6,6: 5IÓTI EÁ-Eoc; 9éÁ.
12,34
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alguna, el significado de las palabras del escriba depende del tono con que se pronunciaron, difícil de apreciar en un relato escrito; pero conviene afirmar que la respuesta de Jesús: «no estás lejos del reino de Dios» implica que el escriba dijo algo muy atrevido. ¿Trascienden, pues, los versículos 32s la doctrina judía? Montefiore, Rabbinic Literature and Gospel Teachings, 315, afirma que los evangelios no enseñan nada sobre el amor a Dios a quien estudie la literatura rabínica. Nos parece exagerada la opinión de Montefiore, a pesar de los pasajes 6 que cita. Las palabras del escriba serían mucho más judías si hubiese colocado el amor junto a ila Tora y a los sacrificios; cf. Aboth, I, 2, citado en el comentario al versículo 31. 34. La observación IScbv cxóxóv oxi VOUVEXÜC; catEKpíGr] precede a la respuesta de Jesús. Cf. el versículo 28. VOUVEX«C;**, que significa «con sensatez», «con discreción», es un término usado en griego clásico (Aristóteles, Reth. ad Alex., 1436b 33; Polibio, I, 83. 3, etc.), pero no en los LXX; cf. VGT, 430s. Para el uso de ocüxóv, que anticipa el sujeto de la oración subordinada, cf. 7,2; 11,32; Le 9,31 (D); 24,7, y también 8,24. La lengua aramea emplea también esta construcción (cf. Wellhausen, Einl.2, 12; Black, 36), pero no es necesariamente un «semitismo». Cf. WM, 781. No es extraño que algunos manuscritos, entre los que cabe citar X D L W A 0 fam. 1 28 33 565 579 892 it (excepto a) vg Sys hi g e o e t a r r r i ) omitan el pronombre, que sin duda alguna ha de leerse, como hacen A B e í al. fam. 13 543 700 al pler. a syPe bo. La respuesta de Jesús, por sencilla que pueda parecer, crea problemas difíciles. (KXKpccv*, que aparece en griego clásico, en los LXX y en los papiros, es el acusativo femenino de nocKpóc;, que se usa como adverbio, «lejos»; cf. oi ^.ctKpccv, aplicado a los judíos del exilio en Is 57,19, y a los gentiles en Ef 2,13. Para r] BaaiAEÍa xoG 9eoG véase el comentario a 1,15. ¿Se concibe el reino de Dios como realidad presente o futura? La imagen es espacial y expresa la idea de un lugar en el que se cumple la voluntad de Dios y su mandamiento supremo. Algunos comentaristas se inclinan a pensar, aunque con clara reserva, que la idea es escatológica; cf. Rawlinson, 172; Montefiore, I, 287; Blunt, 233; pero pensar que este pasaje significa que, cuando llegue el reino, el escriba estará preparado, es hacerle violencia o considerarlo de una forma artificial (cf. Schniewind, 162); es más probable que la Basileia esté «al alcance» (Dodd, 44). Es posible acceder al reino: el escriba está a sus puertas (cf. Bartlet, 340), está cerca de él, en el sentido de que reconoce la soberanía de Dios y de que tiene la disposición moral y espiritual que exige el Sermón de la Montaña; cf. Mt 5,7.23s.41.48; 7,12. Reviste especial importancia el hecho de que Jesús pronuncie estas palabras con autoridad. El que habla no es sólo el maestro, sino el Señor; cf. Lohmeyer, 260: «Estas son palabras de uno que sabe perfectamente quién está cerca y quién lejos del reino de Dios». Cf. también Schniewind, 162: «No estar lejos del reino de Dios significa no estar lejos del mismo Dios». Schniewind ve en el trasfondo del relato la idea del secreto mesiánico. 6. Lohmeyer, 259 nota, cita Aboth R. Nathan, 4: «Desde el principio el mundo fue creado sólo mediante el amor: 'Yo afirmo: el amor hizo el mundo', Sal 89,3». Cf. también Billerbeck, I, 409; W. D. Davies, Paul and Rabbinic Jitdaism, 258.
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12,35-37
En la conclusión del relato (v. 34b) puede verse, como en el v. 28, la mano del evangelista: KCCÍ oúSeic; OÜKEXI éxóApxx ocüxóv éitEpcoTF)ooa. Para la doble negación véase el comentario a 1,44; ¿itepcoxáco, 5,9; TO\(ÍÓCCO, 15,43*. Esta conclusión une los cuatro relatos precedentes y hace una pausa antes de pasar al ultimo miembro del grupo, en el que Jesús toma la iniciativa. Mateo traslada esta conclusión al final del relato sobre el Hijo de Dvid (22,46); por el contrario, Lucas la pone, como ya indicamos, después del relato sobre la pregunta de los saduceos (20,40).
80.
EL HIJO DE
Me 12,35-37a
DAVID Cf. Mt 22,41-46 Le 20,41-44
Este relato revela, aunque de forma oscura, el pensamiento de Jesús sobre el problema mesiánico. Según Albertz, 26, 34, es un «diálogo de controversia» pero Bultmann, 54, observa que este género literario se da de hecho únicamente en Mt 22,41-46. En el evangelio de Marcos el relato es poco más que una sentencia precedida por esta breve observación: «Y tomando Jesús la palabra, decía enseñando en el templo». En el evangelio de Mateo Jesús pregunta: «¿Qué pensáis del Mesías? ¿De quién es hijo?», y cuando los fariseos responden: «De David», Jesús formula la pregunta con la que comienza el relato de Marcos. Es probable que al afirmar que la gente le oía con gusto (versículo 37b), Marcos quiera presentar el relato siguiente, es decir, la invectiva contra los escribas; cf. Swete, 289; Wellhausen, 97; Klostermann, 145. En tal caso, el relato que estudiamos terminaría de forma impresionante en la pregunta: «¿cómo es, pues, su hijo?». Marcos pudo hallar en la tradición la alusión al templo, porque ya en 11,27 mencionó Jerusalén y el templo; cf. Schmidt, 289. En cualquier caso, tanto el contenido del relato como sus características lingüísticas indican que procede de la tradición palestina; es mucho menos probable la opinión de los que piensan que procede de la comunidad helenística (cf. Bousset, 78 nota). Esta sentencia de Jesús tiene gran importancia porque repercute en el problema de la verdadera naturaleza del «secreto mesiánico».
35 Kai áiroKptBElq ó 'Ir|aoGc; MÁsysv oi&áoKcov év x£> ispeo Ilcoq Xéyouaiv oí ypcc^jaocxETc; oxi ó xpioxóq ulóq A a u s í o áaxiv; 36 aóxóq ACCUEÍ5 EITIEV EV T<3 TCVEÚ^CXXI T Q áyícp 1 ETTCEV KÓpioq xcp Kupícp ^.ou ""KáBou ÉK &E6,ICOV \IOV EGX; av 9ó3 xouq éxQpoúc; aou óxtoKáxco xcov TCOOCDV aou' 37 aÚTÓq AccuslS Á.éy£i CCÚTÓV KÚpiov, KCCÍ TCÓ0EV aóxou EOTÍV uíóq; 36 KáOiaov. 35 Mientras enseñaba en el templo, abordó Jesús la cuestión preguntando: — ¿ C ó m o dicen los letrados que el Mesías es sucesor de David? 36 David mismo, movido por el Espíritu Santo, dice:
12,35
MINISTERIO EN JERUSALEN
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«Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, que voy a hacer de tus enemigos estrado de tus pies». 37 David mismo lo llama Señor; entonces ¿de dónde sale que es hijo suyo?
35. Es evidente que el participio de la frase Kai dntoKpiSeíc;... .eXeysv es redundante; véase la Introducción, p. 85. Esta frase y el uso de aÓTÓQ en los versículos 36 y 37 (véase infra) pone el problema de si el relato refleja la tradición palestina. Para 5i6áaKCO véase 1,21; oí ypa¡J.uaxeíq, 1,22; ó Xpiaxóc,, 1,1; AaueíS, 2,25; uíóc; Aaueí5, 10,47s*. Como indica el vocabulario y las ideas del v. 35a, la frase es redaccional; Marcos la añadió basándose en la tradición más que en su imaginación, porque el evangelista no pretende determinar ni el tiempo ni las circunstancias en que tuvo lugar el episodio, ni relacionar el relato con los vv. 28-34; Mateo, por el contrarío, cuenta cómo Jesús preguntaba a los fariseos que se habían reunido a su alrededor (22,41). Ni Marcos ni Lucas dicen a quiénes iban dirigidas las preguntas de Jesús. El problema surgió mientras Jesús enseñaba en el templo (para év xco LEDO véase 11,11); es de suponer que se pidiese a la gente que «prestase atención a alguna de las sentencias de los escribas» (Swete, 287), es decir, a que el Mesías era descendiente de David. Muchos exegetas han pensado que Jesús quería impugnar la ascendencia davídica del Mesías y que su pregunta implica que él no creía que era del linaje de David; sin embargo, ninguno de estos puntos de vista son aceptables. La descendencia davídica del Mesías está bien atestiguada en el AT: Is 9,2-7; 11,1-9; Jr 23,5s; 33,14-18; Ez 34,23s; 37,24; Sal 89,20ss; cf. Salmos de Salomón 17,4ss.21ss; Jn 7,42. A la luz de este testimonio, y a falta de pruebas positivas al respecto, es imposible creer que Jesús quisiese impugnar esta creencia. Cf. Lohmeyer, 262¿ Schniewind, 162s. Si Jesús la hubiese negado, sus adversarios habrían tenido más motivos para atacarle, pero en sus controversias con los escribas no hay indicios de que este tema diese lugar a objeciones contra su enseñanza. Por tanto, es improbable que Jesús impugnase alguna vez la descendencia davídica del Mesías. Ahora bien, si esto es así, desaparecen las razones que nos harían suponer que Jesús no creía que descendiese de David, porque la única razón para pensar así era el supuesto ataque de Jesús a la fe en la ascendencia davídica del Mesías. Si Jesús hubiese sabido que no era del linaje de David, al declarar que era el Mesías, hubiese tenido que denunciar la enseñanza de los escribas y rechazar el testimonio del AT, antes citado. Es de suponer, pues, que Jesús creyó que pertenecía a la casa de David. La fe de la Iglesia primitiva en la filiación davídica (cf. Rom 1,3; 2 Tim 2,8; Mt 1,1-17; Le 3,23-38) y el uso que hacen los evangelios del título «Hijo de David» (Me 10,47s; Mt 9,27; 12,23; 15,22; 20,30s; 21,9.15; Le 18,38s; 20,41) confirman esta opinión. Es posible que en algunos casos se supusiese que Jesús era descendiente de David, pero es improbable que dicha suposición careciese de fundamento. Véase además Lagrange, 325-327; Rawlinson, 173s; Bartlet, 341s; Turner, 60s; Alien, 153s; Menzies, 228. Para el problema de si el pasaje refleja las creencias de la comunidad cristiana véase el comentario al versículo 37.
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EN
JERUSALEN
12,36
36. La alusión a lo que dijo David por inspiración del Espíritu Santo sigue inmediatamente, y sin partícula alguna que sirva de nexo, a la pregunta de Jesús, aüxóq puede ser un pronombre proléptico que anticipa el nombre, de acuerdo con el modismo arameo; cf. Black, 71. En tal caso la traducción sería ésta: «El, David», o «David»; así opinan Lohmeyer, 262 nota; Klostermann, 144; Torrey, 98. Cf. Wellhausen, Einl.2, 19, donde comenta Mt 3,4 y Me 4,17; Moulton, I, 91; Howard, II, 431. Pero la conclusión a la que llegan estos autores, que no citan Me 12,36s, no es cierta, porque el pronombre puede emplearse para aumentar el énfasis, como sucede con frecuencia en griego clásico: «David en persona» (RV, RSV, Moffatt). No obstante, la construcción asindética de los versículos 36s, el uso de cntoKpi0EÍc; en el versículo 35 y el carácter del relato indican que se usó una tradición semítica y quizá una fuente aramea. Para év xcp Ttveú^cru tco áyíep véase 1,8.10.12; 3,29. La alusión al Espíritu Santo demuestra que se creía que David había hablado como profeta. El Sal 110, del que está tomada la cita, no fue escrito por David, sino por un salmista desconocido unos 800 años después de David, probablemente en la época de los Macabeos; el salmo se refiere probablemente a Simón Macabeo, «sumo sacerdote y amigo de los reyes» (1 Mac 13,36; 14,41), cuyo nombre aparece acrósticamente en las letras iniciales de algunas líneas de los versículos XA1. Cf. R. H. Pfeiffer, Introduction to the OT, 630. En tiempos de Jesús se aceptaba universalmente la paternidad davídica del salmo, y a este respecto Jesús aceptó las ideas de su época. No es convincente la opinión de quienes piensan que David es mencionado como supuesto autor (cf. Swete, 228) pues el argumento basado en la cita falla si el que habla no es David. No por ello se destruye el valor de la cita, porque su principal importancia radica en la luz que arroja sobre el modo en que Jesús interpretó la condición mesiánica; véase infra. Mateo también alude al Espíritu (év TiV£Úij.a:Ti), pero Lucas escribe áv |3í|3Xcp M'ocXu.wv; cf. Le 3,4. Esta es la única .sentencia en la que se atribuye a la inspiración del Espíritu Santo la autoridad del AT, idea exigida por la naturaleza misma del argumento. Cf. C. K. Barrett, 107-112. La cita sigue la versión griega de Sal 109(110),1, pero Marcos omite el artículo antes de Kúpioc, (ésta es la lectura de B D V 472 579) y sustituye ímOTtó5iov pqr ÓTTOKCXTCO, leído por B D W V 28 s f sa bo. Como indica Swete, 288, es posible que la cita proceda de una colección de testimonia; cf. Sal 8,7. Para KCX9OU, que suplantó a KáSnao en el NT, véase Moulton, II, 207; áv 5sc;icov 10,37; ecoc, ócv con subjuntivo, 6,10; é)(9póc;*; ÜTTOKcrrco, 6,11*. La cita demuestra que Jesús y los rabinos de su tiempo interpretaron el salmo en sentido mesiánico, aunque es cierto que esta interpretación no hace acto de presencia en la literatura rabínica hasta mucho después 8, hasta la segunda mitad del siglo n i , según Billerbeck, IV, I, 4527. Así opinan Duhm, Bickell, etc. Algunos exegetas opinan que el salmo data de la época predeuteronómica y que el rey en cuestión es David. Cf. A. Briggs, Psalms, en ICC, II, 374; W. E. Barnes, The Psalms, 534s. 8. Cf. Bereshith Rabba, 85 (Warsh (ed.), 153a), donde se dice que la prenda que Tamar recibió de Judá (Gn 38,18) es el rey Mesías y se alude a Is 11 y Sal 110,2; Edersheim, II, 721.
12,37
MINISTERIO
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465. Por ejemplo, Justino, Diálogo con Trifón, 32s. 56. 83, afirma que los judíos interpretaron el salmo refiriéndolo a Ezequías. Cf. Lohmeyer, 262s. Billerbeck defiende que el silencio se debió a la polémica anticristiana suscitada por la libertad con que la Iglesia primitiva citaba este salmo; cf., además de Me 12,36 y textos paralelos, Hch 2,34; Heb 1,13; 5,6; 7,17.21, y otras alusiones al mismo salmo en Me 14,62 y textos paralelos; 16,(19); Hch 7,56; Rom 8,34; 1 Cor 15,25; Ef 1,20; Col 3,1; Heb 1,3; 8,1; 10,12s; 1 Pe 3,22; Ap 3,21. Véase también Clemente, Primera Carta a los Corintios, 36; Justino Mártir, Apología, I, 45. 37a. Para CXÚTÓC; véase el v. 36, y para Xéyei = KOCAEÍ cf. 10,18. TCÓ0EV (6,2; 8,4*) se usa aquí en el sentido de Ttóoc,, ¿«cómo»?; cf. Mateo y Lucas. La pregunta es irónica y con ella no se quiere negar la ascendencia davídica del Mesías, sino sugerir que es preciso considerar su origen desde un punto de vista más elevado, puesto que David le llama «Señor». Lohmeyer, 263, opina que Jesús se apoya en las expectativas apocalípticas del Hijo del nombre y que descubre su fundamento escriturístico, pero que no habla de sí mismo, sino de Otro, de naturaleza y origen oscuros. Schniewind, 163, admite que el Mesías se concibe como ser sobrenatural, como Hijo del hombre que gobierna el mundo, y opina que no es inconcebible que se suponga la preexistencia, como en el cuarto evangelio. Podría pensarse que esta observación nos lleva demasiado lejos, pero sin duda alguna este versículo implica algún secreto de Jesús sobre su misma persona. La opinión que Jesús tiene sobre la condición mesiánica hecha carne en su misma persona configura la pregunta. Sin embargo, Jesús no pretende revelar tal secreto, que es y será siempre algo suyo, sino poner de manifiesto la inutilidad de unas esperanzas mesiánicas que no se elevan por encima de los planes terrenos y humanos. Esta interpretación rechaza decididamente la opinión de muchos autores, y quizá de la mayoría de ellos, según la cual la sentencia es un producto de la comunidad. Así lo creen Bultmann, 145s; Bousset, 43; J. Weiss, Die Schr.*, I, 189; Klostermann, 144; Branscomb, 224s, y otros. Bultmann opina que la sentencia expone el pensar de un círculo de la comunidad primitiva que defendía que el Mesías era el Hijo del hombre y no el Hijo de David (quizá para esquivar la objeción de que no podía probarse el origen davídico de Jesús), o que procede de la comunidad helenística en la que se originó por el deseo de probar que Jesús era más que Hijo de David, es decir, Hijo de Dios. Ya hemos refutado suficientemente que 12,35-37 pretenda negar el origen davídico del Mesías. Por ello conviene considerar aquí el problema de si la afirmación de que Jesús era más que Hijo de David debe atribuirse necesariamente a la comunidad y no a Jesús mismo. El carácter alusivo de la sentencia parece confirmar la opinión de que es una declaración original, que revela y oculta al mismo tiempo el «secreto mesiánico». La sentencia sugiere, pero no declara, que la dignidad y el origen de Jesús son sobrenaturales _ y que su filiación no es sólo cuestión de descendencia humana. Es difícil pensar que las creencias doctrinales de la comunidad pudiesen expresarse de una forma alusiva. El propósito de una afirmación doctrinal es que la entienda la gente, mientras que la finalidad de la sentencia es lanzar un reto al pensamiento y a la decisión. Como puede demostrarse, no es este el tono ni el método de la comunidad primitiva, sino la forma característica con la que se expresa Jesús, como revela su mensaje 38
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12,37b-40
dirigido al Bautista (Le 7,22s). Ni la predicación ni la enseñanza más primitivas son tentativas, exasperantes o alusivas. La convicción de que Jesús es el Hijo de Dios exaltado a la derecha del Padre resuena, como un repique de campanas, en pasajes como Hch 2,34-36; 5,31; 10,42s; Rom l,3s, etc. La única persona a la que puede atribuirse con credibilidad Me 12,35-37 es Jesús mismo. Sus palabras condujeron a la comunidad primitiva a hacer amplio uso del Sal 110,1, cf. Albertz, 26; Lohmeyer, 263 9 . Bultmann tiene razón al rechazar la idea de que Jesús habla de sí mismo como Hijo del hombre designatus. Bultmann aprecia la opinión de Reitzenstein de que Jesús es consciente de ser el enviado divino que camina humildemente por la tierra, que conduce a los descaminados a Dios y que espera su exaltación, pero opina que esta interpretación es inadmisible, porque la sentencia implica una conciencia de la preexistencia, idea característica de Juan. Podría replicarse que en Me 12,35-37 resuena un tono joánico o unas ideas paralelas a las de Juan, aunque sin las expresiones precisas que encontramos en el cuarto evangelio, y que el reto que nos lanza la sentencia sinóptica es si hay motivos para interpretar así a Juan.
81. Me 12,37b-40
INVECTIVA
CONTRA
LOS
ESCRIBAS
Cf. (Mt 23) Le 20,45-47 (11,37-53)
Este relato consta de una sentencia y de una breve introducción redaccional. La sentencia parece ser un extracto o un extracto duplicado (véase el comentario al versículo 40), sacado de una colección más extensa, comparable a Mt 23 (M y Q) y Le 11,37-53 (Q). El evangelista introduce la sentencia en esta parte de su esquema por razones temáticas; después de atacar en 12,35-37a la enseñanza de los escribas, aquí se denuncian sus costumbres. Sólo se reproduce esta sentencia porque el propósito del evangelista es polémico. Marcos, o su predecesor, quiso poner de manifiesto la ruptura completa de Jesús con los rabinos. La selección de las invectivas revela el talante antijudío de la Iglesia de Roma, porque el mismo evangelista indica que las relaciones de Jesús con los escribas no siempre fueron hostiles (cf. 12,28-34). Pero no debe insistirse tanto en este argumento que lleguemos a rechazar la sentencia porque indica el choque final de Jesús con los escribas. De forma independiente, y con mayor vigor, los discursos antifarisaicos de Mt 23 y Le 11, más amplios que esta sentencia de Marcos, dan fe de la ruptura de Jesús con sus adversarios. No podemos determinar cuándo se pronunció esta sentencia, pero el tono decisivo y la gran oposición que revela, sugieren una época avanzada del ministerio de Jesús, que muy bien podría asociarse con Jerusalén. 9. «La comunidad primitiva aplicó a Cristo la frase del salmo, eliminando así la oscuridad. Ahora bien, si aquí persiste la oscuridad, la argumentación escriturística no puede ser obra de la comunidad, sino que debe remontarse a Jesús».
12,37b-40
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595
Kcci ó TroXuq oxXoq f]KOU£v OCÚTOU r)5écoq. 38 Kcci év T Í ] biSocxí] OCÜTOU sXeysv BXéirsTa airó TCOV ypociiLÍCCTÉCOV TCOV OEXÓVTCOV év oroXcüq rapuTCCTEÍv KCCI ácmoco-Laoúq
év Tocíq á y o p c u q 39 KCCÍ TTpcoTOKCcBsSpíccq áv Tcctq auvocycoyocíq KCCÍ TrpcoTOKXiaíaq áv ToTq r S£Íirvoiq 40 oí KocTáaGovTsq TÓcq oÍKÍaq TCOV x ^ p w v KCCÍ Tipocpáasi ^ccKpá Ttpoa£uxóii£voi"i O 5 T O I Xr| IIIJJOVTCU TiepiaaÓTEpov
Kpítia.
39s 6eÍTrvoLc;' oí... TTPOOEUXÓUEVOI,
La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo. 38 Entre lo que enseñaba, dijo: —¡Cuidado con los letrados! Esos que gustan de pasearse con sus hopalandas y de las reverencias en la calle, 39 de los asientos de honor en las sinagogas y de los primeros puestos en los banquetes, 40 esos que se comen los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos tales recibirán una sentencia severísima.
37b.38s. Nos parece preferible unir el v. 37b con el relato que estudiamos. Si lo uniésemos con el relato precedente, indicaría que la gente advirtió con gusto el desconcierto de los escribas, pero parece más probable que sea el evangelista el que hace una afirmación general. La expresión ó TtoXúq 6xXoc, era rara; significa «la masa del pueblo» (cf. Moffatt; Swete, 289). Cf. Jn 12,9.12. Field, 37, confirma la versión de la AV («la gente ordinaria») con Lv 4,27 y algunos ejemplos tomados de los escritores griegos tardíos. Para TÍKOUEV OCÚTOU r^écoc, cf. 6,20*: r)5éco<; OCÜTOU TÍKOUEV.
Kcri év ir\ &L&axfÍ OCÜTOU eXeysv es la única frase que sirve de introducción a las sentencias siguientes. Cf. 4,2. Mateo y Lucas añaden xotq Lioc&nTocTc;. La primera frase de Marcos tiene un paralelo con Mt 23,6s, que deriva de M y que carece de la alusión de Marcos al paseo áv OTOXOCÍQ, pero por otra parte ambas sentencias concuerdan, si prescindimos de pXércexe airó, expresión omitida por Mateo. En Le 11,43 hallamos un paralelo tomado de Q, en el que la concordancia es casi literal, aunque se sustituye |3XérceTe por TcpooéxeTe. Cf. Manson, SJ, 98s. 229. Para PÍXÉTCETE cató véase 8,15: oí ypa^iiaTEÍc,, 1,22; TCEpiitocTÉco, 2,9; á y o p á , 6,56; axoXií, 16,5*; áa-rcocauóc;*. En TCOV 9EXÓVTCOV év oroXcac; TtEpiTraTEiv KOCL dcoTcaajioúq, 9éXco se usa en el sentido de gustar. Los papiros emplean con frecuencia este verbo para expresar un deseo personal (VGT, 286) y lo construyen no sólo con infinitivo, que es la construcción normal, sino también con acusativo. Lucas mejora la construcción añadiendo qnXoúvTcov antes de áaitccaLioúc; (20,46). Lohmeyer, 263, nota, prefiere la lectura év axocuq 10, «in pórticos» (sys), porque corresponde a év TOCÍC, ceyo poete;, pero es más probable que se trate de un error de los copistas: cf. Swete, 290; Wellhausen, 98; Rawlinson, 175; Klostermann, 145; Lagrange, 328. Como expresión que sugiere ostentación év crroXccIc, concuerda más con la advertencia inicial y con 10.
Así lee sy" en Le 20,46; cf. Herodoto, III, 52. Cf. Pallis, 43.
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12,38-40
Mt 23,5: ^eyaAúvoucnv xa Rpácmeba. axoAr¡, que significa «avíos», llegó a tener en griego tardío el significado de «traje», «túnica»; cf. Ex 31,10; Jon 3,6; Est 8,15; 1 Mac 6,15, según el texto griego; VGT, 591. La advertencia contra los escribas ((JÁÉTCEXE dotó) es peculiar de la versión de Marcos; parece más original la forma de Le 11,43: oüeri ú\xiv xoíq Oapiaaíotc,..., donde la sentencia se dirige a éstos. irpcoTOKOceEbpía*, Mt 23,6; Le 11,43; 20,46**, significa el banco situado delante del arca que contenía los rollos sagrados de la Ley y los Profetas; colocado frente al pueblo, era el lugar honorífico de la sinagoga (auvocywyri, i» 2 1 ); cf. Edersheim, I, 436. TcpcoxoKXiaía*, Mt 23,6; Le 14,7s; 20,46**. La primera vez que aparecen estas dos palabras es en los^ evangelios. Para la primera véase Hermas, Mandatos, XI, 12. Para OEÍTCVOV véase 6,21*. El evangelista describe aquí el cuadro que ofrecen unas personas en espera de que a ellos se les tribute mayor honor. Marcos no especifica, como tampoco Mt 23 y Le 11, pero sería erróneo pensar que esta censura se aplicó a todos los rabinos; cf. 12,28-34. 40. La advertencia va seguida de una acusación: los escribas devoran los bienes de las viudas y fingen rezar mucho. Para KaxEoBíco véase 4,4*; X*)Pa> 12,42*; irpcxpaaic;*; TLpoaEÚxo^ai, 1,35. Si, como opinan la mayoría de los exegetas, en este versículo se amplía la descripción de los escribas, el nominativo oí KOCTEOGÍOVXEC; (B: KOCXéaOovXEc;) sería un anacoluto (cf. Hawkins, 136) que concordaría ad sensum con BEAÓVXQV; Alien, 154, opina que se trata de la traducción poco cuidada de un participio arameo. Lucas corrige la frase de Marcos, empleando un relativo seguido de indicativo: oí KCCXEOGÍOUOIV (20,47). D fam. 1 91 299 it vg leen también el indicativo en el evangelio de Marcos, y D it (excepto e) vg sys pe arm omiten KOCÍ, pero estas lecturas, igual que la de Lucas, sólo son correcciones gramaticales. Quizá el nominativo sea un •casus pendens seguido del pronombre reasuntivo oBtoi (cf. 7,20; Le 13,4; 23,50-52; etc.). En tal caso no existiría ningún corte después de TtpoaEU)(óu,Evoi, y el v. 40 sería un extracto independiente de la fuente de las sentencias y unido a 38s por motivos temáticos (cf. 3,27-29; 4,21-25; 8,34-9,1; 9,37-50). Lohmeyer, 263, sospecha que varios motivos dieron lugar a la unión de las dos frases: el cambio de construcción en el v. 40, la asociación de la avaricia ilimitada del v. 40 con la pura vanidad de 38s, la tosquedad de la expresión oBxoi Ar|[ii|}ovxai... y la falta de un paralelo del v. 40 en Le 11,"43. Lohmeyer conjetura también que la forma original del v. 40 era ésta: oüocí (újrív) tole, ypcc^ocTEÜcnv oxi KOCXEcOíoucnv (-ETE). Estas conjeturas están expuestas a objeciones lingüísticas, porque los anacolutos son frecuentes en el evangelio de Marcos, pero su valor es grande desde el punto de vista del tema tratado. Grotius, Bengel, Tischendorf y otros opinan que en oí KaxéoOovxEC, comienza un nuevo período. Cf. Gould, 238. A los escribas se les acusa de exacción y de hipocresía. El AT condenó frecuentemente (cf. Ex 22,22; Is 1,17.23; 10,2), y en general cuando se refería a los ricos y poderosos, la exacción, en especial, la de las -viudas y de los huérfanos (D W fam. 13 28 565 it [excepto e k] sy hier •añaden Kcd ópcjKXVcov). Cf. Ascensión de Moisés, 7,6, y Salmos de Salomón 4,11.13.15.23; 12,2-4. Josefo, Ant, XVII, 2.4, afirma que los fariseos hicieron creer a la gente que eran personas muy favorecidas por Dios y que engañaban a las viudas. Los rabinos, lo mismo que Jesús
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(14,3-9; 15,40s; Le 8,2s; 10,38-42), buscaron ayuda en las mujeres, cuya generosidad con frecuencia se prestó al abuso. Cabe pensar, pues, que la acusación no carecía de fundamento por lo que se refiere a algunos rabinos, aunque no a todos; cf. Branscomb, 226; Montefiore, I, 292; Abrahams, I, 79-81. Mt 23 da particular realce a la acusación de hipocresía, peligro que continuamente acecha a la jerarquía religiosa, y más en especial a la de una religión basada en el legalismo. Desde un punto de vista crítico podría objetarse a los versículos 38-40 que las acusaciones son generales y que no especifican. En la elección y uso de esta sentencia se refleja una actitud hostil frente al judaismo y a los rabinos, a pesar de que es probable que representen declaraciones reales de Jesús. uccKpá*, Le 20,47**, es un acusativo neutro plural del adjetivo usado como adverbio. Para TtEpiaoóxspoc; véase 7,36; Kpíjia*. Es muy característica de los judíos la idea de que Dios condena tales pecados; cf. Rom 3,8; Gal 5,10; 1 Tim 5,12, etc.
82. Me 12,41-44
LA OFRENDA
DE LA
VIUDA Cf. Le 21,1-4
Este relato declaratorio es similar al del verdadero parentesco de Jesús (3,31-35) y al de la bendición de los niños (10,13-16). Se narra el episodio no por sí mismo, sino porque desemboca en una sentencia importante de Jesús sobre la limosna. A juicio de Bultmann, 32s, este relato es un apotegma biográfico, y en la opinión de Redlich, 102, un apotegma. Dibelius, 261, prefiere considerarlo como narración compuesta por Marcos sobre la base de una sentencia de Jesús y en especial sobre la base de una parábola. El lugar que ocupa este relato se debe a motivos temáticos. La alusión de 12,40 a las viudas y su conexión con el templo explican el lugar que ocupa en el esquema del evangelio. Se ha discutido frecuentemente la autenticidad del relato, en parte porque no es claro cómo Jesús supo que la mujer había dado todo lo que tenía (cf. Bultmann, 60; Lohmeyer, 265) y en parte porque en la tradición judía y en la literatura india y budista encontramos paralelos de esta narración. Por ejemplo, Lohmeyer, 266, cita la narración judía en la que a un sacerdote que había rechazado los alimentos que ofrecía una pobre, se le ordenó en sueños: «no la desprecies; es como si hubiese ofrecido su vida» (Leviticus Rabba, I I I , 107a). Para otros ejemplos véase Billerbeck, I I , 46; Abrahams, I, 81s. Desde luego es posible que una narración contada por Jesús se haya transformado en un relato sobre él, pero los argumentos sacados de los paralelos sólo confirman esta posibilidad de una forma dudosa. El relato no es tan característico que a otros maestros no les pudiesen suceder cosas semejantes, aunque con algunas diferencias. También sería absurdo pensar que entre todos estos relatos existe necesariamente una conexión lineal. Además, el relato concuerda con lo que Jesús enseñó en otras ocasiones (cf. 9,41; Le 12,15) y el uso de la fórmnla á\ir\v Xéyco óuív es característico del evangelista.
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rKcrrávcam1
41 K a ! KocBíaaq
12,41-44
xoG ya¿/)(f>uXcxKÍou
áGEcópeí
Ttcoq ó oxXoq páXXsi XCXXKÓV £iq xó y a ^ o c p u X á K i o v ' KOCÍ TCOXXOI
TtXoúaioi E[3OCXXOV TCOXXCV 42 x a i á X G o u a a \xía xAP0- TtTü>yj\ EpcxXsv XETCTCX S Ú O , O EOTIV KoSpávTijq. 43 Kal TtpoaKaXEaátiEvoq Touq ^ a 8 r | T á q a ó t o u EÍTCEV a ú x o i q 'A^r]v XÉyco ó[uv OTL
f] yj]Pa
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TCTCOX1! TTXELOV TtávTcov
[PE|3XEKEV]
TCÚV
|3aXXóvTcov £tq TÓ y a ^ o ^ u X á K L o V 14 TtávTEq y á p EK TOU TcspioaEÚovToq aüxoTq £[3aXov, ocÜTr) 5 E EK xfjq úaT£pr|a£coq aÚTr)q Tcávxa o a a ELXEV spaXEV, oXov TÓV (3ÍOV aÚTfjq. 41 áirévavri. 41
Se sentó enfrente de la sala del Tesoro, y observaba cómo la gente iba echando dinero en el cepillo; muchos ricos echaban en cantidad. 42 Se acercó una viuda pobre y echó unos cuartos. 4 3 Llamando a sus discípulos, les dijo: —Esa viuda, que es pobre, ha echado e n el cepillo más que nadie, os lo aseguro. 44 Porque todos han echado de lo que les sobra, mientras que ella ha echado de lo que le hace falta, todo lo que tenía para vivir.
41. El evangelista narra cómo Jesús observaba a la gente que echaba sus ofrendas en el tesoro del templo, pero describe de forma un tanto imprecisa con la frase KocOíaccc; Kaxévavri t o u ya^ocpuXaKÍou el lugar que ocupaba Jesús. Para KoeOíaac; cf. 9,35; KOCXÉVOCVXI, 11,2; 13,3*. ya£o(puXáKiov (bis); 12,43*; Le 21,1; Jn 8,20**, que significa «tesoro», deriva de y á ^ a y de (puXaKií y pertenece al griego tardío: Estrabón V I I , 6.1; 4 Re 23,11 (LXX) e inscripciones (VGT, 120). Algunos exegetas opinan que Jesús estaba frente a las trece arcas en forma de trompeta, situadas en las paredes del atrio de las mujeres, en las que la gente depositaba sus ofrendas; cf. Swete, 292; DCG, I I , 748s; Edersheim, I I , 387. Billerbeck, I I , 37-45, opina que el evangelista se refiere al tesoro; los donantes tenían que declarar al sacerdote de turno la cantidad a la que ascendían sus ofrendas y ls finalidad a la que se destinaban, y los mirones podían ver y oír todo a través de la puerta abierta. Del relato, que sólo habla de ver (¿9eópei), no se puede deducir todo esto, pero tal vez a base de repetir el relato se perdiesen los detalles originales, porque el principal interés radica en lo que Jesús dijo. D y q leen KOCOEC^ÓUEVOC; Ó 'InaoGc; después de yac]ocf>uXaKÍou, y W 9 fam. 1 (excepto 118) fam. 13 (excepto 124) 28 565 et al. S y s W m s h i e r arm geo Or, ÉOToq ó 'InooGc;. Otros manuscritos añaden también ó 'InaoGc;; véase Legg. Al omitir (3áXXei... itXoúcuoi D atestigua una lectura más sencilla, pero el texto prolijo de W H es característico del evangelista. Para X^XKÓC; véase 6,8*; del versículo 44 se deduce que esta palabra significa «dinero», como en los papiros (VGT, 683). Para la idea principal del relato es necesaria la alusión a los ricos (itXoúaioc;, 10,25*), que sigue a continuación. En la versión, más elegante, de Lucas desaparece la rudeza del relato de Marcos, lo que constituye un fuerte argumen-
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to para rechazar la opinión de quienes piensan que este evangelista tomó el relato de Lucas y lo introdujo aquí. Cf. Le 21,1: dcva|3Xéi|jc«; SE EISEV xoot; páXXovrac; ele; TÓ ya^oepuXÓKiov x a Scopoc aúxcov itXouaíouc;. Para [lía = xiq véase la Introducción, p. 82, y para el uso «redundante» del participio ÉXOoGaoc, cf. la Introducción, p. 85. Uno siente la tentación de afirmar la presencia de dos semitismos que serían una prueba de que el relato se basa en un original semítico, pero el uso del cardinal en lugar de Tic, está bien atestiguado en griego popular y además éX0oGacc introduce una idea distinta (la viuda se acercó y echó). Más aún, el uso del presente, del imperfecto y del aoristo de pócXXco en los versículos 41 s, seguidos del perfecto en el 43, indican que los tiempos se emplearon con cuidado; por otra parte, xó TtepiaaeGov y f) úaxépr|aiq del versículo 44 son un tanto literarios. Para irxcoxóq (omitido por D) véase 10,21; Lucas escribe Ttevixpóc;. XETTXÓV*, Le 12,59; 21,2**, que significa a la letra «pelado» (Xéira), ¡designaba en el griego tardío la moneda más pequeña en circulación (VGT, 374); AV y RV traducen por «óbolo». Marcos explica a sus lectores de Roma que las dos monedas de la viuda equivalían a una moneda tomana, o ÉOTIV KoSpávxnq. Kobpávrr\c, es la transcripción del quadrans latino, que valía un cuarto de as; cf. Mt 5,26**. Para la viva polémica entre W. M. Ramsay y F. Blass, resulta a favor del primero, que defendía que el quadrans no estuvo en circulación en Oriente y que, por tanto, Zahn tenía razón al pensar que la alusión remitía a los lectores romanos, cf. ET 10, 185-187. 232. 286s. 336. El hecho de que se mencionen monedas griegas y romanas no repercute en modo alguno en la credibilidad del relato (cf. Lohmeyer, 266). La frase de Marcos sólo implica que el relato se compuso lejos de Jerusalén. Para la construcción o áoxiv en el evangelio de Marcos véase el comentario a 3,17. Lucas omite la explicación. 43s. Para el uso que Marcos hace de TTpoaKccXEactu^vcx; cuando Jesús se dirige a sus discípulos véase 3,13.23; oí ixa9nxal auxou, 2,15; áur)v Xéyco ÚULV, 3,28. El uso de la fórmula ctuf]V, etc., indica el tono de seriedad en que se expresó Jesús al declarar que aquella mujer pobre había echado más que todos los demás. TtXeíov*. El aoristo E|3aXev (WH) está muy atestiguado ( S c A B D L A 9 I 13 33 565 579 892 al. mu. Or), pero el perfecto |3épXr]K£v (W et al. fam. 1 fam. 13 [excepto 13] 28 700 1071 al. pler.) quizá tenga más probabilidades de ser original; así lo creen Ti y von Soden. Lucas lo omite, al parecer por considerarlo prolijo; Turner, 62, opina que el significado de la frase es éste: «más que todos ellos juntos». El v. 44 expresa la razón: a diferencia de los otros, que habían echado de lo que les sobraba, la viuda echó lo que tenía para vivir en su necesidad y hasta su propia vida xó itepiaaEGov*; Marcos usa TiEpíaOEU[j.a* en 8,8. úaxépr|aiq*, Flp 4,11**, significa «carencia», «necesidad»; LS no ilustra esta palabra con ejemplos tomados del período clásico, pero la califica de equivalente de üaxépr][J.a, término más frecuente en Lucas (21,4). CioxépTiua se encuentra varias veces en los LXX (Jue 18,10; 19,19s; Sal 33(34),10; Ecl 1,15; 2 Esd 6,9), pero óaTépr)Oic; sólo aparece en la versión de Aquila de Job 30,3; tampoco VGT ilustra este término. En el NT úaxépr|pxí se emplea en Le (1) y en Pablo (8)**. Klostermann, 147, compara estos términos con GéXnaic, - 9éXn^a y KOCÚ-
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'/ncuc; - Kaúxr|Lia, que identificaron su significado; sin embargo, este ejemplo ilustrativo no convence, porque la única vez que aparece 9éX.r|aic; en el NT se usa en sentido distintivo (cf. Heb 2,4; Moffatt, ICC, 20) y porque Kaúxr|[j.a significa muchas veces, aunque no siempre, «motivo de gloria» (cf. Rom 4,2; 1 Cor 9,15s; 2 Cor 1,14; Gal 6,4; cf. Burton, ICC, 333; Flp 1,26; 2,16). A la luz del contraste entre ÉK TOU itepiaaeúovTOc; aúxotq y EK Tf|c; C)OT£pr)aecoq aütf|c;, hemos de suponer que con esta última expresión el evangelista quiere significar «de su necesidad». Para TtávTOC o a a cf. 6,30; 11,24. |3ío<;*; para el significado corriente de esta palabra, «medios de vida», véase VGT, 111. La sys omite o\ov TÓV |3íov aúxfjc;, pero la refundición de Lucas implica esta frase, que concuerda con el estilo del evangelista y describe vigorosamente el grado de generosidad de la viuda. El hecho de que nosotros ignoremos cómo supo Jesús la cantidad que la viuda había echado en el tesoro del templo no constituye una objeción válida contra el valor histórico del relato, que no pretende hacer una descripción completa, sino que centra su principal interés en las palabras de Jesús. Es fácil imaginar cómo pudo conocer Jesús lo que había becho la viuda; véase el comentario al versículo 41; pero tales explicaciones son sólo conjeturas. Es posible que los primeros cristianos pensasen que Jesús conoció de forma sobrenatural o extraordinaria lo que había hecho la viuda, pero el relato no se presta a tales interpretaciones; todo lo contrario, no manifiesta ningún interés por este problema.
C)
EL DISCURSO
APOCALÍPTICO
(13,1-37)
Desde los tiempos de T. Colani ' y de W. Weiffenbach 2 se difundió tanto la hipótesis de que la base de Me 13 era un pequeño apocalipsis, que Moffatt, 209, la califica de «opción común en la crítica sinóptica». Moffatt presenta una amplia lista de exegetas que aceptaron esta opinión, a la que hemos de añadir los nombres de McNeile, 343s; Rawlinson, 180-182; Bultmann, 129; Ed. Meyer, I, 129s; Branscomb, 231-233. Se ha sugerido que, anticipándose a los horrores del sitio de Jerusalén, un cristiano anónimo redactó,, un pequeño apocalipsis judío o judeocristiano, una especie de opúsculo en el que introdujo algunas sentencias escatológicas de Jesús, para dar ánimo y esperanza a los cristianos de su tiempo. Los autores antes citados defienden que Marcos compuso el discurso del capítulo 13, usando dicho documento primitivo y añadiendo otras sentencias. Como es natural, las reconstrucciones del primitivo apocalipsis varían en sus detalles. Como ejemplos, citaremos las de los siguientes autores: Wendt: 7-9a.14-20.24-27.30s; Weiffenbach y Pfleiderer: 7-9a.14-20. 24-27.30; Wellhausen: 7s.l2.14-22.24-27; Holtzmann: 5-9.14-20.24-27 3. Según Klostermann, 147, los versículos que pertenecen al apocalipsis primitivo son los siguientes: 7s.12.13b.14-22.24-27.30-32 (?). Se observará 1. Jésus-Christ et les croyances messianiques de son tenrps (1864) 20ls. 2. Der Wiederkunftsgedanke jesu (1873) 69s. 135s. 3. Moffatt, 207 nota. '
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que en todas estas hipótesis los vv. 7s.14-20.24-27 constituyen el elemento más constante. Si es posible reconstruir el núcleo primitivo, éste ha de hallarse en dichos versículos. No nos es posible exponer aquí las diversas modificaciones que después se introdujeron en esta hipótesis. Rawlinson, 181, hace una puntualización importante al afirmar que el autor del documento fue un profeta cristiano que se creyó enviado por el Espíritu para anunciar a la Iglesia en nombre del Señor resucitado un mensaje apocalíptico. La tendencia general ha sido ésta: pensar menos en el «opúsculo» pintoresco y acentuar más la influencia de los intereses doctrinales y catequéticos de la Iglesia de los tiempos de Marcos. Schniewind, 166, duda incluso de que sea posible o necesario extraer el apocalipsis judío, que sería la base de la tradición. Véase la Introducción, p. 38, nota. Lohmeyer, 285, defiende la misma opinión y cree que el discurso consta de sentencias aisladas o de grupos de sentencias, que tenían una forma literaria fija ya antes de que Marcos compusiese su evangelio. En estas importantes opiniones observamos una oscilación del péndulo, aunque J. Weiss, 281s, que antes había aceptado la hipótesis del pequeño apocalipsis judío, renunció a ella en 1903, y atribuyó el discurso a la fuente de sentencias, a excepción de las adiciones de Marcos en los w . 5b.6b.l0.15s.28s.32.34-37. Para un estudio completo de las opiniones críticas véase Beasley-Murray, 1-18. Montefiore, I, 296, se apresuró a sacar la conclusión de que el discurso como tal no es auténtico, que ofrece poquísimo interés para los cristianos modernos y que tiene poco valor religioso, o ninguno. Muchos se sentirán inclinados a simpatizar con esta opinión, que en 1927 no pareció absurda; pero tal actitud está menos justificada en la actualidad. Debemos admitir que la exégesis ha progresado. Hoy día están muy difundidas las ideas siguientes: 1) el capítulo es heterogéneo, y con una certeza razonable podemos determinar las modificaciones que introdujo Marcos; 2) los intereses doctrinales y catequéticos influyeron en el material que usó el evangelista, y 3) en el capítulo 13 se introdujeron algunas sentencias auténticas de Jesús, que se adaptaron a las circunstancias posteriores. 4) No se ve con la misma claridad la importancia que pueda tener el estudio de las repercusiones de Le 21 en la composición de Me 13. Nuestro problema sigue siendo saber cuánta madeja podemos devanar. El problema es sin género de dudas mucho más que un mero rompecabezas crítico. Tienen gran importancia estos problemas relativos al discurso: ¿Por qué va precedido el discurso apocalíptico de una profecía de la destrucción de Jerusalén? ¿Por qué se habla de embusteros en dos pasajes, 5s y 21-23? ¿Forma parte del todo la perícopa sobre la persecución, 9-13? ¿Debe preceder la referencia al «execrable devastador» de 13,14 a la alusión a Jerusalén en Le 21,20? ¿Qué relación existe entre los discursos de Lucas y de Marcos, y entre éstos y una fuente quizá más primitiva? ¿Por qué no se hace referencia a la caída de Satanás, al juicio final y a la destrucción del mal, alusiones que aparecen por regla general en los apocalipsis? ¿Hasta qué punto concuerda la imagen del Hijo del hombre que viene entre las nubes, con la doctrina de Jesús? ¿Por qué se menciona la ignorancia sobre el día en un discurso que insiste en que signos bien claros precederán al fin? ¿Qué significa la importancia que se concede a la idea de vigilancia? Estos problemas no son pequeños y, con perdón de Montefiore, su importancia religiosa e histórica es grande. En el excurso V (en las páginas 763-769) proponemos la hipótesis si-
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13,1-2
guíente: el evangelista introdujo en el grupo A, que comprende los vv. 5-8 + 24-27, los grupos B y C, es decir, los vv. 9-13 y 14-23, respectivamente, con las consiguientes, aunque pequeñas, adiciones redaccionales; al final añadió el grupo D, formado por los vv. 28-37, e introdujo al principio los vv. l s y 3s, con lo que se formó el discurso que tenemos actualmente. El discurso apocalíptico consta de los temas siguientes: 83 : 13,ls: 84 : 13,2s: 85 : 13,5-8: 86 : 13,9-13: 87 : 13,14-20: 88 : 13,21-23: 89 : 13,24-27: 90 : 13,28-37: 83.
La destrucción del templo. Pregunta de cuatro discípulos. Advertencias contra los embaucadores; guerras, etc. Sentencias sobre la persecución. El execrable devastador y la gran angustia. Advertencia contra los falsos mesías y los falsos profetas. Venida del Hijo del hombre. Sentencias y parábolas sobre la vigilancia. LA DESTRUCCIÓN
DEL TEMPLO
Me 13,ls
Cf. Mt 24,ls Le 21,5s Este relato culmina en la profecía de que del templo no quedará piedra sobre piedra; la breve alusión a las circunstancias constituye la introducción necesaria a esta sentencia. El pasaje es un relato declaratorio. Bultmann, 36, opina que la introducción es secundaria y se trata de un apotegma biográfico. Dibelius y Albertz no estudian este pasaje que, según Redlich, 102, es también un apotegma. Quizá pueda verse la mano del evangelista en la frase £KitopEUOu.évou aóxou ÉK xoO lepou, pero la observación de los discípulos, cuyo nombre no se indica, suena bien en la visita de un galileo a la ciudad. El relato de Mateo es una versión posterior. Quizá la narración de Lucas sea independiente, porque si tenemos en cuenta que palabras como íepóv y XÍ0oi han de aparecer necesariamente, es poca la concordancia con el relato de Marcos. Por otra parte, la narración de Lucas ya no es autónoma, y la pregunta: «¿cuándo será esto?» tal vez indique dependencia. El relato ilustra el conocimiento que tuvo Jesús de las condiciones religiosas y políticas de su tiempo. Cf. C. J. Cadoux, 276. 1J K a i éKiropEUo^ávou a ó x o G EK TOU íspoG XÉysi aóxcp slq xcov [ia0r]T<5v aóxoG A i o á a K a X s , í 5 e Ttoxaxcoi XÍ9oi K a i -rroxa-rtai oÍKo5o(aaí. 2 K a i ó 'IrjaoGq EITTEV aóxcp BXÉTtEiq x a ó x a q x á q fj.eyaA.aq oiKoSo^iáq; o ó [ir\ dccpeGfj CO5E' Xí9oq éirl XÍ9ov o q o ó [ir\ KaxaÁ.u6rj. 13 Al salir del templo u n o de sus discípulos le dijo: —Maestro, ¡mira qué sillares y qué edificios! 2 Jesús le repuso: —¿Ves esos magníficos edificios? Los derribarán hasta que no quede piedra sobre piedra.
13,1-2
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ls. Para áKTtopsúop-oa (HS 2 , 12) véase 1,5; íepóv, 11,11. Como otras veces, el genitivo absoluto se usa con libertad; véase 5,2. La frase es un nexo con el que Marcos vincula este relato a 11,27-12,44. Mateo y Lucas sustituyen la alusión al discípulo anónimo por el convencional oí u.cc8r]Tal a ü t o u y por xivcov XEyóvxcov, respectivamente. Para 5i5áaKCCAE véase 4,38; Í 5 E , 2,24; Ttoxaitót;*, Mt 8,27; Le 1,29;
7,39; 2 Pe
3,11; 1 Jn 3,1**, «¿de qué clase?», es la forma helenística de TtooaTtóc;, «¿de qué país?», y en este pasaje se usa en el sentido de TTOLOC;; cf. Moulton, I, 95; I I , 375. Esta palabra, de uso popular, no aparece en el AT griego, excepto en Dn (LXX) y Sus 54; VGT, 530. El tamaño de las piedras y la magnificencia del edificio sorprendió al discípulo galileo, como puede deducirse fácilmente de sus palabras. Cf. Josefo, Artt., XV, 11.3, donde describe la dimensión de las piedras blancas del templo: 25 codos de largo por 8 de alto y 12 de ancho, y BJ, V. 5.1-8, donde describe con todo detalle el templo; cf. también Edersheim, Temple, 20ss. oÍKo5opr|, 13,2'", es la palabra del griego tardío que sustituyó a OÍKOSÓfjnatc; y a oÍKo5óu,r|[ja; aparece en los LXX y en los papiros (VGT, 442). La respuesta de Jesús PXÉTTELC; xccúxac; xáq uEyáXaq oiKoSouáq; es la contestación a la sorpresa expresada en la exclamación del discípulo. La forma en que Mateo construye la respuesta de Jesús oó PXETCXE xauxa Ttávxa pierde lo distintivo del relato de Marcos. Merece atención la versión de Lucas xaüxa a Gecopeíxe, éXsúaovxai ruJÉpai..., que emplea un casus pendens y en la que resuena el tono semítico de éXEÚaovxai r)(jépai (cf. Me 2,20); tal vez esta versión de Lucas proceda de una fuente distinta; cf. Easton, 306s. El doble uso de oú p:r| con subjuntivo (véase 9,1), en el que Lagrange escucha un eco del arameo que habló Jesús, expresa el tono decisivo de la profecía. El paralelismo de oó \n\ &§S.QT\ y oó uf] KaxaXuBJi, y la repetición del sustantivo en XÍ6oq é m XÍ6ov confirman la opinión de Lagrange. Swete, 296, explica el acusativo por la idea de movimiento débilmente presente en oó \xr\ CKpeOfj, pero Lagrange, 332, sólo ve en él un ejemplo de la decadencia del dativo en la koiné. Lucas emplea el dativo y concuerda con Mateo al escribir oq oó KaxaXu8r|a£xai. (cf. Robertson, 960s). A et al. 22 69 157 al. plur. ff i 1 r1-2 vg (y también Lucas) omiten £>&£, pero está muy bien atestiguado; añade viveza a la sentencia y casi sugiere un gesto. Todos los detalles indican el carácter primitivo de la versión de Marcos. No sería exacto ver en la sentencia un vaticinium ex eventu. Al anunciar la destrucción del templo, Jesús sigue la tradición de los profetas; cf. Miq 3,12 y Jr 26,6.18. Véase también Lagrange, 332s; Rawlinson, 182; Branscomb, 228-230; Lohmeyer, 268; Schniewind, 166. El templo fue destruido por las llamas (Josefo, BJ, VI. 4.5ss), pero la sentencia no alude a este detalle; existe, pues, una diferencia que no debe pasarse por alto a la ligera (como hace Montefiore, I, 297). Josefo, al comentar la destrucción de la ciudad, afirma que «no quedó nada que permitiese creer a los que llegaban a ella que había estado habitada alguna vez», BJ, VIL 1.1. D W i t (excepto 1 q r 2 ) Cip añaden Kai 5 i á xpiwv rJi-iEpcov aXXoq á v a a n í a s x a i CCVEU x E l P « v - Cf. 14,58; Hort, 26, descubre en este pasaje (y en Jn 2,19) el origen de tal adición. Así opinan también Alien, 155; Plummer 293; Lagrange, 333; y casi todos los exegetas. Turner, 72, hace notar que si los adversarios de Jesús hubiesen oído por casualidad sus palabras,
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13,3-4
éstas explicarían la acusación de 14,58; pero la lectura es probablemente una interpolación occidental, como admite el mismo Turner en: JTS 29, 9. Cf. Burkitf. JTS 17, 18.
84. Me 13,3s
PREGUNTA
DE CUATRO
DISCÍPULOS Cf. Mt 24,3 Le 21,7
A diferencia del pasaje anterior, los vv. 3s no son una narración autónoma, sino una introducción a los vv. 5-37, o quizá originalmente a los vv. 14-20, compuesta por el evangelista, que se basó en la tradición. Para otros pasajes del mismo tipo véase 4,10-13; 7,17-23; 9,ll-13.28s; 10,10-12. Pedro, Santiago, Juan y Andrés preguntaron a solas a Jesús, que estaba sentado en el monte de los Olivos, desde donde podía contemplarse todo el templo, cuándo sucedería «eso» y cuál sería la señal de que se cumpliría «eso». Lo característico de la pregunta, que contrasta a este respecto con la forma en que la escribe Mateo, consiste en que, al parecer, se refiere exclusivamente a la destrucción del templo y no a todo el discurso apocalíptico. Este hecho indica que la fraseología quizá se deba a una fuente o a un grupo de sentencias anterior al discurso que nosotros conocemos. En tal caso, la pregunta de los discípulos forma parte de los datos relativos al problema del origen de Me 13.
3 Kai Kcc9r][iévou aÚTOu EÍQ TÓ "Opoq xcov 'EXaicov Kaxévavxi TOU íspoO ¿TCT] porra OOJTÓV K a f í5íav néxpoq Kai 'IáKco|3oq Kai 'Icoávrjq Kai 'Av5péaq 4 ELTTÓV ITJIJ.LV TTÓTE r a u t a Eaxai, Kai. TÍ TÓ OIILÍEIOV oTav LtéXXr] t a u T a auvTsXsíaGat iiávTa. 3
Estando él sentado en el monte de los Olivos, enfrente del temPedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte: 4 Dinos cuándo va a ocurrir eso y cuál será la señal de que esto está para acabarse todo. *
plo,
3s. El genitivo absoluto Ka0r)p.évou aóxoG... aÓTÓv se usa con libertad, como en el versículo I b (véase 5,2); slc, significa aquí «en». Las palabras del v. 3 pertenecen sin duda alguna al vocabulario del evangelista; para KáBrjuai véase 2,6; TÓ "Opoc, TCDV 'EXaicov, 11,1; KcrréVOCVTI, 11,2; iepóv, 11,11; éitepcoTáco, 5,9; KOCT' ibíav, 4,34. Igualmente la única palabra nueva del versículo 4 es ouvTeXeioGai; para onLteíov véase 8,11; 6TOCV con subjuntivo, 2,20; LtéXXco, 10,32. CTUVTEXÉGO*, Le 4,2.13; Hch 21,27; Rom 9,28; Heb 8,8*-, es el «perfectivo» de T&XÉQ, y significa «completar», «llevar a término»; este verbo se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros (VGT, 613s). Como indica el vocabulario de 3s, fue Marcos quien compuso estos versículos, aunque no con la única finalidad de encuadrar literariamente
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5-37; es más probable que el evangelista se sirva de la tradición oral o escrita. Los cuatro discípulos son los llamados en 1,16-20; Andrés se menciona en último lugar porque el evangelista asocia íntimamente los nombres de Pedro, Santiago y Juan en 5,37; 9,2 y 14,33. Cf. Bultmann, 370. Tauro: remite al anuncio de la destrucción del templo; el mismo significado tiene TOCUTO: TCCCVTO:, considerado en sí mismo. Pero, en la forma actual del capítulo, TCCGTO: TCÓCVTO: parece remitir a lo que sigue a continuación; así lo interpretan la mayoría de los exegetas. Cf. Lagrange, 334; Klostermann, 148; B. Weiss, 197; Gould, 242, etc. Como este uso de la expresión es raro, desde épocas pretéritas se discutió este punto, según indican las palabras de Víctor, Catenae Graecorum Patrum (J. A. Cramer, I, 408): oí p.év y á p rapi ifjt; auvTeXeíac; TOU aícovoc, eíprja6ai TauTa óitoXaLt(3ávouoiv, oí 5é Tcspl Tr|q ápnuóoecoq Trjc, ' l e p o u o a Xr)Lf Kai Tfjq taév -rcpoTÉpac. oóc,nc, 'AiroXivápioc, Kai 0EÓ5copoc, ó MoijjoueoTÍac;, TTJC, 5 E bsuiÉpac,
TÍTOC, Kai ó év áyíoic, 'Icoavvnq
ó
Tfjq fkxaiXíooc; ámaKO-rtoc,. La ampliación de Mateo TÍ TÓ crnLtEiov Trjc, eme, "nxxpoucúac, Kai ernvTeXEÍaq TOG aiovoc, (24,3) expresa el sentido que exige el texto, pero hace más difícil el problema de por qué Marcos (cf. Lucas) no escribió sino raGTa TtávTa. Bartlet, 347, y otros autores opinan que Jesús se había referido previamente a otros temas; pero tal opinión no es sino una conjetura; es preferible deducir que Marcos sigue una tradición que trataba inmediatamente después de la destrucción del templo. Cf. Alien, 156. Esta hipótesis es menos rara de lo que podría parecer, si recordamos que 5-37 es un pasaje heterogéneo, cuyo material procede de fuentes distintas. El principal punto de interés de la afirmación de Marcos es que la pregunta de los cuatro discípulos, puesta, al parecer, en boca de Pedro, es privada. Mateo conserva la expresión KaT' íbíav, pero atribuye la pregunta a los discípulos en general. En el relato de Lucas nada nos hace pensar en una conversación en privado: Lucas no menciona a los cuatro discípulos, y Tivwv (v. 5) es muy impreciso. Lucas, lo mismo que Marcos, escribe TauTa, sin añadir nada más. Según Manson, SJ, 324, sería natural pensar que originalmente Le 21,20-24 seguía inmediatamente a Le 21,5-7, y que el pasaje intermedio fue añadido probablemente en una época anterior a la composición del evangelio de Lucas. Esta observación se aplica igualmente a Me 13,1-4 y 13,14-20.
85. ADVERTENCIA CONTRA LOS EMBAUCADORES. GUERRAS, RUMORES DE GUERRAS, TERREMOTOS Y HAMBRE Me 13,5-8
Cf. Mt 24,4-8 Le 21,8-11
La frase ó Sé 'Inoouc, rjp£aTO Xéysiv ocÚTotc, sirve de introducción a las sentencias que forman este relato. La primera parte, los w . 5s, es, al parecer, un duplicado de 21-23; los vv. 7s son paralelos a 24s, que aluden a los cataclismos cósmicos del sol, de la luna, de las estrellas y de las potencias del cielo. Los paralelismos entre los versículos citados son los siguientes:
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5s
21-23
Los embaucadores que vienen diciendo: «soy yo».
Falsos cristos y falsos profetas.
7s Guerra y rumores de guerras. Conflictos de pueblos y reinos. Terremotos. Hambre.
24s Oscurecimiento del sol y de la luna. Caída de las estrellas. Conmoción de las potencias del cielo*
Los problemas que habría que estudiar son los siguientes: si los vv. 21-23 están relacionados con 14,20 y, en caso positivo, si en una fuente o en un grupo de sentencias anterior los vv. 24-27 seguían a 7s. Es evidente la repercusión que tienen estos problemas en el origen y composición del discurso apocalíptico.
5 cO 5á 'Ir]aouq f\p^axo Xéyst CCÚTOÍC; BAéTOTE [ir\ TIC; ó^iaq TtÁ.avr|ary 6 TIOAAOÍ éÁ.£ÓaovTcu áiti TOO ÓVÓ^CCTÍ ^.OU XéyovTsq, OTI 'Eycó £Í^u, KOC! TTOÁAOÚC; TTÁ.avr]0"ouo"iv. 7 OTCCV 5é r CXKOÚOT|T£ "" TOAé^ouc; KCCÍ OCKOCXC; TroXé[icov, [íf\ 8po£Ía0£' bsl y£váa9ai, áXk' OUTIGO TÓ TÉXOQ,. 8 éy£p6fía£Tai [ y á p ] £0voq ÉTI:' EGVOC; Kai f3aoiA.£Ía é m paaiÁ-EÍav, EOOVTCCI asia^ioi KaTcc TÓirouq, MaovTai Xi^oí' ápx?} cbSívcov TOCÜTO:. 7 CCKOÚT|TS. 5
Jesús empezó: —Cuidado con que nadie os extravíe. 6 Van a venir muchos en mi nombre, diciendo «ése soy yo», y extraviarán a mucha gente. 7 Y cuando oigáis estruendo de batallas y noticias de guerra, no os alarméis; eso tiene que suceder, pero no es todavía el final. 8 Porque se alzará nación contra nación y reino contra reino, habrá terremotos en diversos lugares, habrá hambre; ésos son los primeros dolores.
5s. Para í] puerro con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 86. El tono de esta frase de Marcos es más formal que el de Mateo (KOU COTIO'Kpt8eíq... eiTtev) y el de Lucas (ó be ETTIEV). |3\éTteiv iir|* es un giro familiar que encontramos en los papiros (VGT, 113) y en Mt 24,4; Le '21,8; Hch 13,40; 1 Cor 8,9; 10,12; Gal 5,15; Col 2,8 (con futuro); H e b 3,12 (con futuro); 12,25; 2 Jn 8 (iva [rf\)**. Cf. ópav [if\ (LS, 1245). El peligro consiste en poder ser engañados o inducidos a error (para itXccváco véase 12,24; Lucas escribe Tt\crvr]9í}T£); el abrupto asíndeton del versículo 6 recalca la advertencia de Jesús. Mateo y Lucas añaden y á p , que es la lectura de A D 0 et al, minúsculos omn. versiones omn. Para ém T Ó ÓVÓU.OCTÍ U.OU, «en mi nombre», véase 9,37.39. El significado de XéyovTec, OTI ' E y ó si^u es oscuro. ¿Son esos «muchos» de que habla el evangelista, falsos mesías o falsos maestros, o afir-
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man ser Jesús en persona? Mt 24,5: ' E y ó eípu ó Ypicrróc, parece indicar que se trata de falsos mesías. Cf. Swete, 298; Gould, 243; La arange, 336. Sin embargo, contradice esta idea el hecho de que el primer seudomesías conocido es Bar-Kokba (año 132 d. C ) , puesto que Judas Galileo fue un revolucionario, Teudas afirmaba ser profeta (Josefo, Ant., XX, 5. ls) y «el egipcio» mencionado en Hch 21,38 era un rebelde (BJ, II, 13. 5; cf. Lake, IV, 276s). No obstante, es cierto que durante el siglo i d. C. se esperaba que en cualquier momento surgiesen falsos mesías; cf. Sanday, Life of Christ in Recent Research, 81. La objeción más fuerte consiste en que áirl T Ó ÓVÓ^OTL \ÍOU no puede significar «afirmando ser el Mesías», sino «con mi autoridad» o «en mi nombre» (9,39). Si el texto que comentamos alude a los falsos mesías, sería preciso explicar esta frase como adición secundaria que sirvió para adaptar la fuente original a las circunstancias presupuestas en Me 13. No puede ignorarse dicha posibilidad, pero pierde su valor ante otra interpretación mejor de la profecía. La opinión de que los «muchos» son falsos maestros que afirman hablar en nombre de Cristo, encuentra un fuerte argumento a su favor en ÉTti T 5 ÓVÓ^ICXTÍ UX3U, pero no logra dar una explicación satisfactoria de ' E y ó EL^LI. ¿Qué es lo que enseñarán, según esta opinión, los embaucadores? A esta pregunta puede darse una respuesta doble: afirmarán que el Mesías ha venido o que su parusía es inminente. En efecto, según la primera explicación ' E y ó eíu.i significa «El Mesías ha venido; la parusía ha llegado»; cf. W. Manson; JTS 48, 139. A esta observación sugestiva se objeta que en los evangelios y en los Hechos 'Eycó EÍ^U es casi siempre una afirmación relativa a la persona que habla: «soy yo» o «lo soy» (por ejemplo, 6,50; 14,62, y con mucha frecuencia en Juan, aun cuando cambie el sujeto, como en 8,24.28). J. H. Bernard, St. Jn., CXVII-CXXI, defiende que en el evangelio de Juan hay muchas sentencias de Jesús en las que la frase que estudiamos pertenece al «estilo de la divinidad», pero en todos los casos dicha expresión es una autodesignación, y no una afirmación sobre otra persona. Suponemos que los falsos maestros afirmarán algo acerca de sí mismos. Las mismas objeciones podrían formularse contra la segunda explicación del mensaje de los embaucadores, es decir, que la parusía es inminente. ¿Puede significar esto la expresión 'Eycó E'IUA? La versión de Lucas repercute en las dos explicaciones antes citadas. En Le 21,8 los embaucadores afirman 'Eycó EIUA, pero también se dice que 'O Koapóc, f)yyiK£V, frase a la que se añade, como en Q (Le 17,23 = Mt 24,26) esta advertencia: [ÍT] TtopEo8r)T£ ÓTtíaco aÓTéov. Si pudiésemos traducir f]yyiK£v por «ha llegado» (cf. Dodd, 44, que comenta Me 1,15), quedaría confirmada la interpretación de W. Manson (véase supra), pero probablemente con dicho verbo se predice la inminencia de la parusía. Además subsiste la dificultad que entraña 'Eycó EIUA, e incluso aumenta, porque es probable que en el evangelio de Lucas se hayan combinado dos versiones diferentes (Marcos y Q o L). La opinión de que los embaucadores son falsos profetas que afirman ser Jesús en persona que vuelve del cielo (cf. Turner, 63; Bartlet, 352; véase Rawlinson, 184) hace justicia a é m T Ó óvó^aTÍ ^ou y a ' E y ó EIJÍI, pero otros testimonios no dan fe de la existencia de tales maestros, si prescindimos de que algunos pensaron que Jesús era Elias o Juan Bautista resucitado de entre los muertos (6,14s; 8,28). Cf. Wellhausen, 101; W. Manson, op. cit., 139.
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La anterior exposición pone de manifiesto que ninguna explicación de la profecía carece de dificultades; no obstante, la balanza se inclina hacia quienes interpretan ' E y ó EÍpi como pretensión mesiánica o cuasimesiánica. Cf. Schniewind, 167, y Lohmeyer, 270. Schniewind, que cita Ex 3,14; Is 43,10s; 52,6s, donde la expresión se refiere a Yahvé, opina que 'Eyco el^ii se aplica a la venida del Mesías; Lohmeyer la explica como fórmula tradicional para designar al Liberador (Vollender) escatológico esperado. ' E y á elpii es una expresión misteriosa y altisonante, comparable, aunque diferente, a las que se aplicaba el mago Simón (Hch 8,9: Xéycov EIVOCÍ TIVOC ÉauTÓv ¡aéyav). Pero en tal caso volvemos (véase supra) a la opinión de que ÉTCI T Ó ÓVÓ^IOCTÍ pou es la expresión que añadió «un cristiano» a la fuente judía o judeocristiana usada en la recopilación del discurso apocalíptico. Esta conclusión tiene implicaciones tan amplias que hemos de dejarla en suspenso hasta ver si otros argumentos apuntan en tal sentido. Véase el excurso V, pp. 763-769. En cualquier caso, los versículos 5s no forman parte de la respuesta original que Jesús dio a la pregunta que le habían formulado los discípulos en los versículos 3s, sino que pertenecen a un grupo de sentencias relativas a la parusía y no a la destrucción del templo. 7s. Además de la venida de embaucadores, Jesús predice guerras (TCOXéj-iouc;*), rumores de guerras (dKOctc; [véase 1,28] TtoXéuxov), sublevaciones de pueblos contra pueblos (EOVOC,, 10,33) y de reinos contra reinos (|3aaiA.£Ía, 1,15), terremotos (oEiapoí*) y hambres (Xi^oí*). A W A 0 et al. minúsculos pler. q sys pe hl geo Or i n t añaden t a p a / a í , «tumultos». Mateo y Lucas concuerdan mucho con Marcos, pero Lucas escribe dKaTaaTorcúac;, «revoluciones», y, al final, Xoip.oí, «pestes», y c}>ó|3rjTpá TE Kai car' oúpotvou ari^EÍa ^EyáXoc Eaxai, «y también habrá terrores y grandes signos del cielo» (21,11). Para OTCCV dKOÚcrnxE cf. los vv. 11 y 14. Los sucesos y portentos descritos son los que aparecen por regla general en los textos que hablan de las expectaciones apocalípticas. Cf. Oráculos sibilinos, 3,635: «Y los reyes harán prisioneros a los reyes... y los pueblos asolarán a los pueblos»; 4 Esd 13,31: «Et in alios alii cogitabunt bellare, ciuitates ciuitatem et locus locum et gens ad gentem et regnum aduersus regnum»; 1 Henoc 99,4: «En aquellos días se rebelarán los pueblos»; Apocalipsis de Baruch, 27,7; 70,3.8; Ap 6,8; 11,13; 16,18 (terremotos); 18,8 (hambre, fuego, etc.). Cf. también las predicciones veterotestamentarias: Is 8,21 (hambre); 13,13 (terremotos); 14,30 (hambre); 19,2 (guerras, «ciudad contra ciudad, reino contra reino»); Jr 23,19; Ez 5,12; Ág 2,6; Zac 14,4. Quizá viniesen a la memoria hechos históricos como la sublevación de Palestina, la invasión de los partos, el hambre de la época de Claudio (Hch 11,28), los terremotos de Laodicea (año 61) y de Pompeya (año 62); pero, como ponen de manifiesto las pruebas antes citadas, las predicciones son muy generales. Jesús afirma que ni siquiera en medio de tales cataclismos hay que tener miedo. Todo se realiza según el designio de Dios: \d\ BpoEiaBs' 5EI y£véa6ca. 9poéco, «chillar», es un verbo clásico que se usa en los LXX (Cant 5,4) y en el NT (Mt 24,6; Le 24,37(?); 2 Tes 2,2**) en el sentido de «alarmarse», «perturbarse». Cf. Kennedy, 126. Lucas escribe \±r\ TtxonBfjxE (VGT, 558). Para 5EL véase 8,31. Esta insistencia en la calma, porque todo sucede conforme al designio de Dios, es también ca-
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609
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racterística de las predicciones escatológicas; quizá sea significativo que el único pasaje neotestamentario en el que aparece el verbo 9poéopcu es 2 Tes 2,2 (si prescindimos del texto paralelo de Mt 24,6). Cf. Bacon, 88-98. También en la segunda carta a los Tesalonicenses se advierte a los cristianos £lq xó urj TCC/ÉCOC, aaX£u9f¡vcu up.Sc, dito xoo voóq p.r|5É 0pOEÍo0cci, y se les aconseja que «nadie les engañe (écjaTcaTf^OT]) de ningún modo»; sigue a continuación (2 Tes 2,3-10) el pasaje sobre el «Hijo del hombre»; cf. Me 13,14. Todo esto nos pone claramente el problema de si el apocalipsis paulino influyó en el orden de Me 13 y de si ambos pasajes están relacionados de algún modo. En su forma actual, el relato concluye afirmando que las calamidades anunciadas son «el principio de los dolores», dpxr] ¿>5ívcov xaüxoc. ¿boív*, Mt 24,8; Hch 2,24; 1 Tes 5,3**, es la forma helenística de cbbíc,, y significa «dolor», «congoja»; en plural designa particularmente los dolores del parto; esta palabra nos recuerda el uso rabínico posterior de la expresión «los dolores del parto del Mesías», que a juicio de Billerbeck, I, 950, fue una expresión técnica corriente en tiempos de Cristo. Cf. Is 26,17; Jr 22,23; Os 13,13; Miq 4,9s. Mateo repite esta frase, reforzada con Ttávxa, pero Lucas la omite. En los vv. 7b y 8b encontramos otros dos ejemplos de asíndeton, y hasta un tercero, si en 8a omitimos y á p (con W 245 247 sa geo1, y con b i k 1 q, que leen autem en vez de enim). Estas construcciones asindéticas, unidas al claro paralelismo del v. 8 (cf. Burney, 66), indican que en los vv. 5-8 se usó una fuente aramea; cf. Black, 42.
86.
SENTENCIAS
SOBRE LA
Me 13,9-13
PERSECUCIÓN Cf. Mt 24,9.13s (10,17-22) Le 21,12-19; (12,lls)
Esta perícopa, introducida por la frase «pero vosotros andaos con cuidado», se compone en su totalidad de sentencias que tratan de la denuncia ante las asambleas, sinagogas, jefes y reyes (v. 9); del Espíritu, que inspirará la defensa (v. 11); de la división de las familias (v. 12); del odio de que serán objeto a causa del Nombre (v. 13a) y de la perseverancia hasta el fin (v. 13b). El evangelista ordenó estas sentencias siguiendo un criterio temático; está difundida la opinión de que el v. 10 (la predicación del evangelio a todas las naciones) fue introducido por Marcos (véase el comentario). Lohmeyer, 270, ve las huellas de una disposición poética que consta de tres estrofas de cuatro líneas cada una, a las que, a su juicio, se añadieron frases en prosa en los vv. 10.11b y 13. Ha de ser objeto de estudio el problema de si la forma de las sentencias indica un ambiente judío o gentil y también cuál es el puesto que ocupa esta perícopa en la estructura del discurso.
9
BXETCETE
5á ó|aEÍq éauxoúq - T c a p a b c b a o u G i v ^ a q slq ou-
véopia Kal siq auvaycoyáq bapr\aeaQs
PaoiXácov axa9r|O£a0£
EVEKEV
Kal ETCI iqye^óvcDV Kal
á^ioO slq ^taptópiov
auxoiq.
10 Kal síq Ttávxa x a E8VT) Ttpóxov 5ET Kr]pux9rivai xó EÚay39
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13,9-13
yéXioy. 11 K a l OTCCV ¿rycoaiv ó^iaq Tcapaoi5óvT£c;, \jir\ Ttpo[U£piyvaTE T Í XaXf¡ax]XB, áXX' o é á v 5o9fi úp.ív ev EKeívr] xf\ o p a TOGTO
ACCÁEÍTE, o ü
yáp
SOTE
6¡aeTq "oí
XaXouvxEq
'áXXá
TÓ
TiyeG^ia TÓ a y i o v . 12 KCCÍ T c a p a S ó a s i á5sA.c|)óq á5£Á.cf>óv sic, BávocTov K a i TcaTf)p TÉKVOV, K a í ÉTtavaaTTÍoovTai TÉKva éitl •yoyeíq K a l eavocTcáaouaiv aÚTOúq - 13 K a i fosada [X\.OOV\ÍZVOI ÚTCÓ TOCVTQV 5 i á T Ó o v o ^ á [xov. ó o é ÓTco[ieívaq s í q xéXoq, OSTOC;
aco9r|08Tai. 9 Vosotros andaos con cuidado: os llevarán a los tribunales y a las sinagogas, os apalearán y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por causa mía; así daréis testimonio ante ellos. 10 Además, primero tiene que pregonarse la buena noticia a todos los pueblos! 11 Y cuando os conduzcan para entregaros, no os preocupéis de antemano por lo que vais a decir, decid lo que se os inspire en aquel momento; pues no seréis vosotros los que habléis, será el Espíritu Santo. 12 Un hermano entregará a su hermano a la muerte y un padre a su hijo; los hijos denunciarán a sus padres y los harán morir. 13 Todos os odiarán por causa mía, pero quien resista hasta el final se salvará.
9. Jesús advierte que se tenga cuidado, como en los vv. 5.23 y 33, aunque sólo aquí se usa pAÉTtexE con acusativo; cf. 2 Jn 8, donde sigue iva \xf\ con subjuntivo. Mateo (10,17) escribe itpooÉXEXE 5é airó TOV áv6pámcov. Para itapabíbcoui véase 1,14. Al parecer, no está suficientemente confirmada la opinión de los que creen que Trapccocóaouaiv se usa aquí en sentido absoluto, como en 1,14 (cf. Turner: JTS 26, 19): «os acusarán, en los sanedrines y en las sinagogas os azotarán...»; porque en 9,31; 13,12 y 14,41 se construye con ele;. Tampoco conviene unir elq ouvéSpia y ele, auvaycoyáq con TtapaScóaouaiv (cf. Plummer, 296; Rawlinson, 185). En conjunto ha de preferirse el paralelismo conservado en la RV: «os entregarán a las asambleas; y os azotarán en las sinagogas; y compareceréis ante jefeS y reyes...», ele, auvaycoyáq oapf|0£a9£ es una frase que sin género de dudas suena mal, por lo que no es extraño que Mateo la suprima por áv TCCLC, auvaycoycúc, aúxñv (10,17). Muchos exegetas han explicado la frase de Marcos como una construcción pregnante: «y os llevarán a las sinagogas y os azotarán»; cf. Swete, 300; Plummer, 296; pero quizá se deba a armonización con síq auváSpia (Lagrange, 338); en cualquier caso, en la koiné se usó con libertad eíq en vez de év. Los ouvá&pia (auvéopiov, 14,55; 15,1*) son las asambleas judías locales, y no las sesiones del gran Sanedrín de Jerusalén; de tales asambleas debió emanar la orden de azotar a Pablo cinco veces, «dándole cuarenta azotes_ menos uno» (2 Cor 11,24). Cf. Lake, IV, 44.57s; Moore, I, 260s. En griego tardío ouvÉ5pi.ov significó un consejo o asamblea de cualquier tipo (VGT, 604), pero al usar la palabra en este pasaje en íntima relación con ouvaycoyác; el evangelista parece referirse a las asambleas ju-
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días disciplinares. Para ouvccyayf\ véase 1,21; 5épco, 12,3. Los f|y£uóvec;*, Mt (10); Le (2); Hch (6); 1 Pe 2,14**, son los gobernadores provinciales romanos, los procuradores como Félix y Festo (Hch 23,24; 24,27) y quizá también los procónsules como Sergio Pablo y Galión, aunque Lucas a éstos los llama ávOÚTtaxoi (Hch 13,7s.l2; 18,12; 19,38**). Marcos usa el término pocaiAsúc; con libertad, y lo aplica a Herodes Antipas (6,14); quizá con la frase ÉTTÍ... |3ocaiAécov el evangelista se refiera a Antipas y a Agripa I (Hch 25,13), y no al emperador Nerón. También es posible que ETCÍ f|y£^ióvcov Kai |3aaiXécov tenga un sentido muy general, como en Sal 118(119),46: Kai áXáXouv év xotc; ^apxupíoK; aoo évavTÍov ¡BaaiÁécov. Así, pues, no existen argumentos que nos impongan la conclusión de que el horizonte histórico de la sentencia supera las fronteras de Palestina; Wellhausen, 102, así lo afirma explícitamente: «Estas instancias no traspasaron las límites de Palestina». Así opina también Ed. Meyer, I, 130; Burkitt, CB, 147; Turner, 63; Alien, 157. Bacon, BGS, 184; Streeter, Oxford Studies, 181; Bultmann, 129; Lohmeyer, 272; Bartlet, 353s y otros exegetas defienden que el pasaje refleja la misión entre los gentiles, y en particular las experiencias de Pablo. La sutil diferencia entre ambas opiniones indica que esta interpretación es posible, pero no que sea totalmente cierta. Los intereses contemporáneos al evangelista explican la selección de sentencias, en especial el versículo 13, y pueden haber influido en su forma. Los anuncios de la pasión (10,33s) podrían ofrecer un ejemplo paralelo a este caso. Pero las predicciones de las persecuciones son sustancialmente históricas. El sufrimiento personal anticipado en la persona de Jesús, su conocimiento de la suerte de Juan y de muchos de los antiguos profetas y su predicción del destino de Jerusalén, para no hablar de la oposición de la jerarquía judía, le convencieron de que sus discípulos tendrían que sufrir una persecución cruel, de que tales sufrimientos serían por causa de su nombre y de que sobrevendrían inmediatamente después de su desaparición. Así opina C. K. Barrett: ET 67, 143; en cambio, G. R. Beasky-Murray, 12ss, considera las persecuciones como participación en la misión mesiánica de Jesús. Para EVEKEV éuoO cf. 8,35 y 10,29. Para E'K; uapxúpiov aÓToTq véase 1,44; 6,11. Según las diversas interpretaciones de la frase, ésta podría significar «tendréis oportunidad de dar testimonio» (cf. Rawlinson, 185) y «un testimonio contra ellos», es decir, contra los judíos (cf. Turner, 64). Algunos manuscritos importantes unen esta frase con las palabras siguientes Kai elq i t á v r a t á s&vrp «de esta forma seréis un testimonio para los judíos y para los gentiles» (Burkitt, CB, 147). Esta es la lectura de W 9 108 124 127 131 157, y al parecer de c d ff g2 i r 1 vg (1 manuscrito) sys bo geo arm; la mayoría de estos manuscritos atestiguan oé después de Ttpóbxov en el versículo 10, Burkitt se inclina a aceptar esta lectura 4 , y también G. D. Kilpatrick, SG, 155, que defiende que el evangelista no alude a la misión de los gentiles en el versículo 10 y que el universalismo es una idea ausente del evangelio de Marcos. TOTE Ttapaocóaouoiv úuac; E'IQ 6Xíipiv de Mt 24,9a es mero resumen de Me 13,9, pero Mt 10,17s sigue de cerca a este evangelista. Le 21,12s procede probablemente de una fuente independiente; cf. Taylor, BTG, 104; 4. Couchoud: JTS 34, 126s pondría también punto después de j a eGvn. y. entonces, basándose en k y b, leería á\\á OapOELTE, Ttpóxov bel...
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Manson, SJ, 327. cVrcopr]aerea úy.iv ele; p.apTÚpiov de Le 21,13 significa «tendréis oportunidad de dar testimonio». 10. Está muy difundida la opinión de que Marcos (o, lo que es menos probable, un redactor) introdujo este versículo en su fuente; cf. J. Weiss, 276s; Die Schr.*, 193; Burney, PL, 118s; Lohmeyer, 272; Blunt, 239. Los argumentos en pro de esta opinión son fuertes, y si se separasen del problema del carácter histórico de la sentencia, probablemente los aceptarían más autores aún. Los argumentos son los siguientes: 1) El vocabulario es totalmente característico del evangelista: para xa sévr] véase 10,33; irpÚTOv, 3,37; SEÍ, 8,31; Krjpúaaco, 1,4; eúayyéXiov, 1,1; K. TO EÓayyéÁLOv, 1,14; 14,9; 16(15)*; 2) los versículos 9 y 11 están muy íntimamente unidos en el terreno de las ideas y vinculados mediante la palabra clave TtapccoíScotu; 3) la frase en prosa del v. 10 interrumpe la disposición poética visible en los vv. 9.11-13; cf. Lohmeyer, 269s; Burney, PL, 118s 5 ; 4) el tema de los w . 9 y 11 sugirió, al parecer, la inserción del v. 10. Por estos motivos cabe suponer que el evangelista añadió el v. 10 a su fuente. Otro problema es la apreciación exacta del v. 10. Parece una sentencia, pero se asemeja más a un comentario en el que se expresa lo que a juicio de Marcos pensaba Jesús. El problema en cuestión es la actitud de Jesús ante la misión entre los gentiles. Cualquier juicio que nos formemos sobre esta cuestión, ha de tener en cuenta dos consideraciones, al parecer contradictorias. Por una parte, si advertimos el problema de la evangelización de los gentiles con el que se enfrentó la Iglesia primitiva, es difícil creer que ésta tuviese conocimiento de una sentencia tan explícita como Me 13,10. Cf. Cadoux, 142. Por otra parte, y a pesar de Me 10,5.23; 15,24, resulta difícil creer que la concepción de Jesús fuese más estrecha que la de los profetas (cf. Is 49,6.12; 52,10; 60,6). Defienden esta opinión R. N. Flew, JHC, 85, y Schniewind, 169, que cita a Is 52,7; 61,1; 60,6; Sal 96,2s. Esta antítesis se resuelve opinando que Marcos reproduce con exactitud lo que pensaba Jesús (cf. 7,27a), pero que no TÍOS transmite sus ipsissima verba; el motivo más profundo de la reserva de Jesús hemos de hallarlo en su preocupación por la acción, es decir, por la realización de su ministerio mesiánico de sufrimiento, muerte y resurrección. La reserva de Jesús es otra consecuencia de su «secreto mesiánico». Lucas omite la sentencia. Mateo también la omite en 10,17-22, pero la refunde en 24,14. «Del reino» es el complemento con el que Mateo califica al evangelio. Este evangelista une Tcccaiv TOÍQ EOVECTIV con ele; Liapxúpiov y añade a la sentencia Red TOTE TJ^EL TÓ TÉAOC;.
11. Cuando sean arrestados, los discípulos no deben preocuparse por su defensa; el Espíritu Santo les inspirará las palabras apropiadas. Para OTOCV ayeoenv cf. los versículos 7 y 14; ttapa&L&co^i, versículo 9; itpoLX£piu.váco**, «sentir ansiedad de antemano», quizá sea un verbo inventado por Marcos; no aparece en griego clásico, ni en los LXX ni en los papiros, sino sólo en los escritores eclesiásticos posteriores. Mateo usa Lt£pLU.váco, y Lucas el verbo clásico -npopiEXETáco, «ejercitarse de antemano». Lo que prohibe Jesús no es pensar, sino la ansiedad; cf. Bengel 5. Según Burney, cabe suponer la originalidad de eiq LtccpTÚpiov CCÓTOIC; (v. 9) y de KCÜ TOxrrjp TÉKVOV (V. 12) suponiendo que son hemistiquios, mientras que no existe ningún estico paralelo de KCÜ eic, Trávroc TÓ eOvn (v. 10).
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(comentando a Mt 10,19): «Non omnis praeparatio ex eo nobis prohibetur». Los discípulos no deben preguntarse: «¿Qué voy a decir?». El subjuntivo Á.ocAr|or|TE implica el subjuntivo deliberativo del estilo directo. La idea de testimonio como algo dado se remonta hasta el AT; cf. Ex 4,lss; Nm 22,35; Jr 1,9: M5oü OEOCOKOC TOÜC, Xóyouq
^iou EIQ TÓ
OTÓLta oou. En la sentencia que estudiamos, o éccv 5o6fj óu.ív, que constituye una especie de casus pendens recogido después en TOUTO, realza esta idea. Cf. 1,34 (D); 6,16; 7,20; véase Lagrange, XCVI; Howard, II, 424; Black, 36. Para áv EKEÍvr) -rf| copa, cf. év O.ÚTT\ xr\ copa de la versión Q de esta sentencia en Le 12,12. Es posible que las dos frases íean traducciones diferentes de la misma expresión aramea; para ello véase Black, 78-81. La posición inicial del verbo en oú y á p EOTE ÚU.EIC oí XaXouvTEq nos indica también que nos hallamos ante un griego de traducción (cf. Mt 10,20: oú y á p ÚU.EÍ<; EQTE OÍ AOCAOUVTEC;). Las ideas
semíticas y la sintaxis indican con todo vigor que a la versión de Marcos subyace una sentencia original pronunciada en arameo. Esta conclusión es válida, sea cual fuere la explicación que se dé a las dificultades que presenta la expresión TÓ TtVEÜLtct TÓ ctyiov. Para las alusiones de Marcos al Espíritu Santo véanse los comentarios a 1,8.10. La forma TÓ TTVEÜ[KX TÓ dyiov se encuentra en 3,29 y 12,36-v. El problema en cuestión es si la referencia al Espíritu Santo pertenece a la forma original de la sentencia o si es secundaria y refleja los puntos de vista de la comunidad posterior. A este respecto son importantes las variantes sinópticas. Mateo (10,20) escribe TÓ TtVEop:a TOD TOrcpóc; úuóbv TÓ ActAouv i v ÚLÜV. En la forma de Q Lucas escribe TÓ a y i o v TtVEÜLia (12,12) y en la forma paralela a Me 13,11 éycb y á p oáaco úu.ív crcáua KCÜ aocpíav (21,15), frase que deriva probablemente de L. A primera vista Le 21,15 merece confianza; procede de una fuente aramea primitiva, y si tenemos en cuenta el interés especial que muestra Lucas por la doctrina del Espíritu, resulta difícil creer que haya sustituido una alusión al Espíritu por éyeo 5cóaco 6U.LV... (véase 12,12). Cf. C. K. Barrett, 131s. Así, pues, la sentencia se difundió en una época muy primitiva (en Cesárea) sin aludir al Espíritu. Sin embargo, es difícil aceptar como original esta forma, que tiene un tono característico de Juan y que parece reflejar la doctrina de Cristo Exaltado. Pero también la forma de Marcos presenta dificultades. La edad mesiánica sería una época en la que el Espíritu de Dios sería derramado con generosidad (Is 11,ls; 42,1; 61,1; Jl 2,28s. etc.). Cf. Schniewind, 169s. Además, los primeros cristianos fueron conscientes de que hablaban y actuaban bajo el poder del Espíritu. No obstante, este hecho puede interpretarse de dos formas: podría explicar la inserción subsiguiente de la alusión al Espíritu en la sentencia o confirmar la originalidad de ésta. El punto decisivo es éste: ¿cuándo comenzaría, a juicio de Jesús, para los discípulos la edad mesiánica? Es verdad que la edad mesiánica había tenido sus comienzos, en los que participaron de forma privilegiada los discípulos (cf. Le 10,23s = Mt 13,16s), en los exorcismos y en las curaciones de Jesús; pero como Jesús aludió pocas veces al Espíritu Santo 6 y concentró su atención en su obra y destino mesiánicos, es de suponer que creyese que la edad nueva dependía de su muerte y de su resurrección. Cf. Jn 7,39. Los tiempos del su6. Cf. E. F. Scott, The Holy Spirit in the NT, 77-80; V. Taylor, The Holy Spirit (1937) 53-5; Flew, JHC, 70s; Barrett, 153-162.
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frimiento y de la persecución pertenecen a los «dolores de parto» de la edad nueva. Cf. Me 13,8. No quiere esto decir que Jesús no pudiese hablar a sus discípulos del don del Espíritu antes de la plenitud de la edad mesiáníca, sino que indica que el don sería totalmente excepcional. Me 13,11 nos causa la misma impresión; no se promete en este pasaje una efusión universal del Espíritu, sino un don para una situación especial (év ÉKELVT] TPJ &pa), un don para dar testimonio. Los términos que emplea Marcos tienen más probabilidades de ser originales. Las expresiones xó itVEu^a xó a y i o v y xó TIVEG^OC recuerdan más las cartas de Pablo y los Hechos; TÓ TtveO(KX xoO -jiccxpóc, ÓLACOV es una expresión más judeocristiana y, de hecho, única en el NT; cf. McNeile, 140. Mateo sigue tan de cerca a Marcos en 10,19s que hemos de suponer que la sustitución de la expresión de Marcos por xó TTVEUJIOC TOU TOXtpóc, ÚLIGV xó XocXoüv év ÓLÜV se debe a que conoció otra versión, probablemente la de Q, que conservaba la expresión original 7 .
te, 303). No cabe duda de que estos testimonios pertenecen a una época posterior, cuando los cristianos sufrían «por el nombre», pero la idea ya hace acto de presencia en Me 13,13a; el problema que hemos de resolver es si las palabras de Jesús se traspusieron a otra clave. Los w . 9 y 11 revelan que Jesús anunció la persecución de los discípulos, y en sí no es increíble que Jesús profetizase que el odio sería parte de la herencia que habrían de recibir los discípulos. Lo que indica interpretación posterior no son las palabras que pronunció Jesús, sino la predicción del odio universal a causa de su nombre. En otros pasajes, cuando Jesús habla de su nombre, piensa en las obras realizadas por amor a su persona (9,37), en la dependencia de su autoridad (9,39) o en la lealtad hacia él (9,41). En Me 13,13a se trata de la actividad hostil de los enemigos, provocada por su persona (5ua xó óvoLtá [100) y dirigida contra sus discípulos; en este pasaje se expresa el punto de vista del evangelista que, al explicar el interés hostil de Antipas, dice: (pccvspóv y á p éyé-
12s. Difícilmente puede ser accidental el hecho de que Ttapccoíbco^u aparezca por tercera vez en el versículo 12 (cf. los vv. 9 y 11). La sentencia, que habla de una lucha entre familias que desemboca en la traición y en la muerte, se basa en Miq 7,6: Sióxi uióq óríi\xá^si itccxépoc, Guyátr¡p éraxvaaxiíaExai ETTÍ xfiv pr|xépa aúxf¡c;, vóp.
VEXO xó OVOLKX aúxoO (6,14).
dos por todos (EOEOGE LtiaoÚLtEvoi ÚTIÓ TTÓCVTCÚV) por su lealtad al nom-
bre de Cristo (oióc xó OVOLIÓ: LIOU, cf. 6,14; 9,37, etc.). Cf. Tácito, Anales, XV, 44: «quos per flagitia invisos vulgus Christianos appellabat»; Justino, Apología I, 4: £<)>' r\\xG>v xó ovopct ÚK; EXsyxov Xa^pávEXE; Tertuliano, Apología 2: «Id solum expectatur quod odio publico necessarium est, confessio nominis», y los comentarios de Polícrates y Teofilacto
El tenor del versículo 13b es idéntico. Se ha dicho a veces, y así opina Swete, 303, y Plummer, 297, que Lucas parafrasea a Marcos al escribir év xf] Cmoiiovfj ÜLICOV KX^OEOGE xáq (JJUXCCC, ijLtcov (21,19). Parece
más exacto afirmar que Lucas nos transmite las palabras originales y que Marcos nos ofrece una forma adaptada a la apocalíptica contemporánea. Cf. 4 Esd 6,25: «Et erit omnis qui derelictus fuerit ex ómnibus istis quibus praedixi tibi, ipse saluabitur et uidebit salutare meum et finem saeculi mei». El resultado de nuestro estudio es, pues, que en los versículos 9 y 11 estamos cerca de las palabras pronunciadas por Jesús, mientras que en los versículos 12s nos hallamos más lejos de ellas. Para el futuro perifrástico véase Blass, 203s; WM, 438-440; cf. 13,25; (iiaáco*; ÚTTOLJ.ÉVCO*. Para acoc/a véase 3,4. El verbo se usa aquí en sentido escatológico; cf. 10,26. Sin embargo, no es probable que EIC, xéXoq signifique aquí «el fin», como en el v. 7, sino que se use en sentido adverbial, «finalmente», «hasta el fin», y que sirva para expresar una perseverancia completa. Cf. 1 Cr 28,9; 2 Cr 31,1; Sal 48(49),10; Job 20,7; Le 18,5; Jn 13,1; 1 Tes 2,16. Mateo reproduce casi literalmente los vv. 12s y 13 en 10,21s y 24,9b.13, respectivamente, pero su adición de xcov éGvcov a Ttávxcov en 24,9b ilustra el desarrollo posterior de la tradición. Lucas introduce los vv. 12 y 13a de Marcos en su fuente (que no es Marcos), es decir, en Le 21,12-15.18s, con lo que cambia su tono, porque mientras que en Me 13,9-13 domina una atmósfera de presagio, sólo aliviada por la promesa de la salvación escatológica, Le 21,12-15.18s presupone una defensa afortunada. Ni un solo cabello de sus cabezas perecerá; su constancia salvará sus vidas. Cf. V. Taylor, BTG, 105s; Manson, SJ, 327s. Esta diferencia confirma que las expectativas apocalípticas influyeron progresivamente en Me 13,9-13, que había comenzado refiriendo dichos auténticos de Jesús (versículos 9 y 11) 8 .
a 1 Pe 4,14: EL ÓVEISÍ^EOGE év ÓVÓLTOCXL Xpiaxoo, pccKÓpioi... (cf. Swe-
7. Probablemente xó ayiov uveOpa de Le 12,12 es una variante de este (evangelista.
8. Para esta sección véase el artículo de G. D. Kilpatrick, The Gentile Mission in Mark and Mark XIII, 9-11, en D. E. Nineham (ed.), Studies in the Gospels (1955) 145-158.
13,14
87.
EL EXECRABLE
DEVASTADOR
Me 13,14-20
Y LA GRAN
ANGUSTIA Cf. Mt 24,15-22 (Le 21,20-24)
En esta perícopa se presenta un nuevo tema de la serie de dolores apocalípticos, es decir, la aparición de «el execrable devastador» con las consecuencias que trae, a saber, la necesidad de huir rápidamente, horrores sin precedentes para mujeres y niños y la tribulación acortada por la misericordia de Dios para con sus elegidos. En el comentario estudiaremos qué significa «el execrable devastador» y si esta expresión perteneció originariamente a la profecía. También debemos estudiar hasta qué punto se usaron auténticas sentencias de Jesús, si fueron reinterpretadas y sobre todo si el colorido apocalíptico de los versículos 19s procede de una época posterior. La versión de Mateo es claramente secundaria. Le 21,20-24 se basa probablemente en una fuente independiente de Marcos y en su forma actual contiene extractos de este evangelista en los versículos 21a y 23a.
14 KÓTCC
be í5r]T£ TÓ fJoéÁuyLia xfjq ápripóoscoq oTtou oó SEL, Ó ávayivcóaKcov VOEÍXCÚ, TOTE OÍ
"OTOCV
'Iou5aíoc cpeuyéTcoaav siq x a ópri,
éaxr]xrj
EV
15 ó T ¿TCI XOU 5cb^axoq
iar| Kaxafkxxco siq xf]v OÍKÍCCV [ir]bé EÍasXGáxco xí <3pai £K xí]q oiKÍac; aúxou, 16 KCU Ó £Íq xóv á y p ó v [ir\ émaxpEiljáTco £Íq x a ÓTCÍOCO apoa xó ipiáxiov aúxou. 17 oúal Sé xaíq év y a o x p l ÉXoúaaiq Kai xaíq 9r)\a£¡oúaai<; év éKEÍvatq xaíq r|(iÉpaiq. 18 Tcpoo£ÚX£o8£ Sé iva [ir\ yévr]xai XEi^iñvoq" 19 Eoovxai y á p a i r)pÉpai EKElvaí BXTiJnq o í a oú yéyovEv xoiaúxr) dai' «PX^Q KxíoEcoq i^jv EKXIOEV ó Gsóq Ecoq XOU vuv Kai oó \ir\ yévrjxai. 20 Kai EL Lif] £Ko\ópoa£v KÚpioq xáq rj^épaq, OÚK á v áacóBr] Tiaaa a á p £ . áÁAá Siá xoúq éKA.£Kxoúq oüq á^EXÉ^axo ¿KOXÓ|3COOEV xáq r)LAÉpaq. k
15 5é. 14
Cuando veáis que el execrable devastador está donde no se debe (entiéndelo, lector), entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra, 15 quien esté en la azotea, que no baje ni entre en casa a coger nada; 16 quien esté en el campo, que no vuelva por la capa. 1| Y ¡ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! 15 Pedid que no caiga en invierno, 19 porque aquellos días serán una angustia como no la ha habido igual hasta ahora desde que empezó este mundo que Dios creó, ni la habrá nunca más. 2 0 Si el Señor no acortara aquellos días, nadie escaparía con vida, pero por sus elegidos los acortará.
MINISTERIO EN JERUSALEN
617
14. Para OTCCV í6r)T£ véanse los w . 7.11 y 29. La expresión TÓ |35éAuy^cc xi]C, épnu.cóo£Qc; procede de Dn 9,27; 11,31; 12,11, donde el profeta alude al altar pagano que mandó levantar Antíoco Epífanes sobre el altar de los holocaustos en el año 168 a. C ; cf. 1 Mac 1,54: ¿>Ko5ó[ar|aav poéXuyfia £pr)u.áa£Qc; éitl TÓ 9uaiaaTr|piov; 1,59; 6,7. La expresión aludía originalmente a la profanación del templo, y no a su destrucción. Algunos exegetas opinan que, en la fuente que usó el evangelista, esta expresión aludía a la tentativa del emperador Calígula de colocar su estatua en el templo (año 40). El procónsul Petronio retrasó la profanación, que no pudo llevarse a cabo porque en enero del año 41 el emperador moría asesinado. Así opinan Bacon, 93.99; Torrey, 262; Manson, SJ, 329s. Cf. Josefo, Ant., XVIII, 8. Se objeta a esta opinión que la amenaza no llegó a madurar (cf. Goguel, 427s, en respuesta a A. Piganiol) y que el participio masculino áoTnKÓTa: indica una persona, y no una estatua. Según eso, la mayoría de los exegetas ven en el versículo 14a una alusión al anticristo; véase, por ejemplo, Klostermann, 151; Loisy, I I , 420; Lohmeyer, 276; McNeile, 348; Streeter, 492; Branscomb, 237. Creemos que esta opinión es sustancialmente correcta, pero los términos misteriosos empleados y las características paralelas de 2 Tes 2,3-10 indican que el evangelista ve una manifestación del anticristo en los acontecimientos históricos esperados. Debemos tomar en consideración el cambio intencionado del neutro TÓ póéAoyu.o: al masculino áarnKÓTa, la imprecisa indicación local STCOU oó ÓEÍ, la advertencia ó dcvccyivcóaKCDV VOEÍTO y la atmósfera general de reserva que caracteriza al pasaje. Es posible que se acepte con agrado la unión de éprnióaecoQ* con la expresión tomada de Daniel, porque sugiere mucho más que una profanación del templo. También hemos de reconsiderar el texto paralelo de Le 21,20, que habla claramente del sitio de Jerusalén. La expresión crucial es ó dcvayivóaKCOV VOSLTO. A partir de la época de Colani se pensó con frecuencia que esta frase era una advertencia tomada del opúsculo apocalíptico que usó el evangelista; cf. Klostermann, 151; Ed. Meyer, I, 129, etc. También puede interpretarse, quizá con mayor probabilidad, como una velada alusión al libro de Daniel, explicitada en Mt 24,15: TÓ ór]0év o t a AavLf]X TO0 Tcpoq>r|Tou. Cf. McNeile, 348; Rawlinson, 188. No es cierto, sin embargo, que esta explicación sea completa. El paréntesis se parece mucho a una insinuación enigmática, que sería una pista para los cristianos, pero un enigma para los demás, para las autoridades imperiales, como es de suponer. La situación, aunque aquí es más tensa, se asemeja a la de 2 Tes 2,6s y Ap 13,18 (la cifra de la bestia). En 2 Tes 2,4 podía citarse el templo, pero aquí sólo podía indicarse mediante la frase misteriosa ÓTtou oü óst (Mt 24,15: év TÓTTCO áyícp). Quizá la explicación de todo esto sea que en Roma, y durante la época de persecución, cuando los cristianos eran crucificados y echados al fuego (Tácita, Anales, XV, 44), era políticamente peligroso emplear un lenguaje más preciso. Por tanto, no es improbable que TÓ |3&éAuyu.a xfjc; épn[acba£Coq y OTCOU OÓ 5 E Í hayan sustituido la alusión original al ejército que cercó Jerusalén y amenazó el templo, alusión semejante a la de Le 21,20.24, o que Mt 13,14 y Le 21,20 sean versiones independientes de la misma predicción; cf. Manson, SJ, 330. Confirman esta interpretación la referencia a la huida de la gente de Judea a las colinas, TOTE OÍ év Tf| Iou&aía cf>£uyéTcooav £Íc; Tá opr| (versículo 14b), las adverten-
618
MINISTERIO
EN JERUSALEN
13,14-15
•cias sobre el que esté en la azotea (versículo 15) y sobre los trabajadores del campo (versículo 16). Estas sentencias revelan condiciones reinantes en tiempo de guerra y no son incompatibles con la venida del anticristo, •con tal de que su parusía se manifieste en la historia (como en 2 Tes y en el Apocalipsis). Para f] ' I o u S a í a véase 1,5; ele, TÓC opn, 3,13; 6,46, •etc. (singular); 5,5 (plural); cpEÚyco, 5,14. Se aceptaría con mayor facilidad esta explicación si no estuviese tan •difundida la interpretación de que Le 21,20 es una refundición posterior de Me 13,14. Pero dos motivos nos obligan a reconsiderar dicha exégesis: 1) Le 21,20 pertenece a una fuente independiente de Marcos, 21,20-36 {completada con las adiciones, tomadas de Marcos, de los versículos 21a. 23a.26b-27.29-33), y anterior a Me 13 (cf. A. M. Perry, The Sources of Luke's Passion Narrative (1920) 38; V. Taylor, BTG, 109-125; Manson 5J, 328-337; Dodd: «Journal of Román Studies» 37, 47-54); 2) hoy día los exegetas están más dispuestos a aceptar que Jesús predijo la destrucción de Jerusalén y del templo (cf. C. J. Cadoux, 266-279; M. Goguel, 428). Eusebio, HE, I I I , 5. 3, afirma que a los cristianos de Jerusalén se les advirtió mediante una revelación profética y antes de la guerra que abandonasen la ciudad y que se refugiasen en Pella, en Perea. Esta tradición puede ser histórica, pero la «revelación» no puede identificarse con el v. 14b. 15s. Estas sentencias describen gráficamente la crisis. Es preciso huir al instante. El que esté en la azotea debe marchar sin entrar en su casa para recoger sus bienes (Le 17,31: x a EKEÚT] aüxou); el que esté trabajando en el campo ni siquiera debe volver a buscar el manto que se había quitado. S ñ ^ a * es la azotea a la que se sube a dormir (1 Re 9,25), a orar (Jr 19,13; Hch 10,9), a vigilar (Is 22,1) o a anunciar las buenas noticias (Mt 10,27). [if] Kaxa|3áxco parece sugerir que no se debe descender en modo alguno. Torrey, 303, omite Kaxa[Jáxo... ur|5é por considerar esta lectura como armonización con Mt 24,17. Pero probablemente hemos de leer elq xrjv olxíav, que es una redundancia del evangelista, con A D W 9 et al. fam. 1 fam. 13 28 565 579 700 1071 al pler. a ff i 1 n q r1-2 aur vg sys h l et arm; cf. Turner: JTS 29, 9. Lagrange, 341, opina que el u.r)Sé siguiente equivale a KOÚ con sentido consecutivo, y que la construcción sabe a semitismo, aunque no es desconocida en griego mágico. Confirma esta opinión el asíndeton del versículo 15a, si omitimos 5é con B F H 1342 c sa bo (D 0 565 700 et al. a ff i k sys Pe et arm Ag leen KOCL), y el paralelismo de los versículos 15s. ó EIC, TÓV á y p ó v es el trabajador del campo. Mateo y Lucas escriben év con dativo, áypóc, (véase 5,14) parece haber sido una palabra favorita de los traductores del hebreo o del arameo; cf. VGT, 7. Igualmente elq TÓC ómoco, Le 9,62; 17,31; Jn 6,66; 18,6; 20,14**, se usó con frecuencia en los LXX para traducir 'HnK, «detrás». Todos estos detalles, pequeños en sí mismos, al combinarse, indican que los versículos 15s no están muy lejos de un original semítico. Para éiuaxpéqxa véase 4,12; í^áxiov, 2,21. Como observamos al comentar el versículo 14, las sentencias parecen reflejar las condiciones reinantes en tiempo de guerra y, según parece, fueron pronunciadas desde el punto de vista de los habitantes de la campiña, porque en Jerusalén hubiese sido más natural hablar del hombre de la ciudad o del artesano, y no del labriego. Así, pues, o un recopilador introdujo en este contexto sentencias aisladas (como opina Lohmeyer, 276)
13,17-18
MINISTERIO
EN JERUSALEN
619
o el discurso pertenece a un período anterior. El lugar que ocupa el v. 15s en el evangelio de Lucas (17,31) concuerda con ambas hipótesis. Me 13,3 habla del monte de los Olivos, pero no se excluye que sentencias procedentes de otras circunstancias se hayan incluido en el discurso, y el v. 14b («los que estén en Judea...») índica una localidad situada fuera de Jerusalén. Le 21,20-24 omite las sentencias porque ya las había referido antes, pero también, probablemente, porque la tradición L no las relacionaba con Jerusalén. Otra sentencia que se añade a ellas en Le 17,32, (IVT][ÍOVEÚET£ xr]c; yuvcuKÓc, Acóx, refuerza la indicación de huida apresurada. Cf. Manson, SJ, 145; Cadoux, 274. 17s. oóaí, 14,21* significa «¡ay!» D y sa omiten 5é, como en Le 21,23; véase el comentario al v. 15. La expresión év y a a x p i gxouaa se encuentra en Herodoto, I I I , 32, y en los escritores médicos a partir de Hipócrates. También aparece en los LXX y en el NT en Mt 1,18.23; 24,19; Le 21,23; 1 Tes 5,3; Ap 12,2**; los papiros hacen amplio uso de dicha expresión (VGT, 121). 6r)Xá^co*, usado en Mt 21,16; 24,19; Le 11,27; 21,23**, en griego clásico, en los LXX y en los papiros (VGT, 291), significa «amamantar» o «mamar» y puede aplicarse tanto a la madre como al hijo. El olvido de este hecho explica la lectura 9nA.a¿]ouévaiq de D y 28. Para la expresión év éKELvaic; xaíq rjuépau;, usada en los versículos 17 y 24, véase 1,9. De acuerdo con este grito de dolor, Jesús aconseja pedir que la 0XU|JIC; (v. 18) no sea (yévnxai) en invierno. El subjuntivo quizá sea final, pero es más probable que la cláusula exprese el núcleo de la petición, como en 14,35.38. Cf. la construcción EITTEV i v a con subjuntivo de 3,9.
^[Í&VOC,*
es un genitivo de tiempo; cf. Mt 2,14; Jn 3,2; Hch 9,24. Esta palabra, usada en griego clásico, en los LXX y en los papiros, puede significar «invierno» o «tiempo borrascoso». Mateo cree, quizá correctamente, que el sujeto de yévnxai es r|
620
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13,19-20
19s. Las palabras iniciales s'aovxai y á p se asemejan a un comentario homilético de las sentencias precedentes. Cf. el uso de y á p en 1,22b; 5,8; 6,52; 7,3; 16,8, etc. Para el evangelista, que se refiere directamente al versículo 17, cci ripÉpai ÉKEivaí son GXtipic; (véase 4,17); cf. el versículo 24. Dn 12,1 sugirió tal interpretación: ÉKEÍvr] f] r]pépa OXÍifjECDc; o í a OÓK áyevr|9r| (Teodoción: yéyovEv) á(f>' o5 áy£vf|9r|aav ECDC, xfjq f\\j.épccq ÉKeívqq. El término describe con propiedad las tribulaciones esperadas antes del fin, como demuestra su uso en el Apocalipsis (1,9; 7,14). La angustia de la OXüpic; no admite comparación. El lugar de xoiaúxr) (véase 4,33; HS 2 , 13) es raro. Swete, 308, afirma que el lugar de TOiaútT|V es quizá único y que los paralelos citados por Grimm-Thayer, 1 Cor 15,48 y 2 Cor 10,11, no son exactos. Tal vez la palabra sea una especie de adición tardía después de haber usado las palabras o í a oó yéyovev, sugeridas por Daniel. Hawkins, HS 2 , 134, remite a Gn 41,19; Ex 9,24; 11,6, donde la palabra se halla en un orden semejante, y a o í a . . . ouTeoq de los mejores textos de Me 9,3. Por ello, no es preciso ver en xoiaÓTT], como hace Torrey, 303, un indicio de un original arameo (cf. Howard, I I , 435; Grant, EG, 118), aunque es inconfundible el color semítico del versículo. La tautología de órc' áp/rje; KTÍaecoq r]v EKXIOEV ó BEÓC; es semíti-
ca (cf. el v. 20). Cf. también 7,13; 12,23, y para otros ejemplos de tautología véase 2,19; 4,30; 11,28; 12,14. Mateo, siguiendo su costumbre, simplifica su fuente, escribiendo BXújnq psyáXr), o í a OÓK éyévsxo den:' ápxfjt; KÓajiou (24,21). Para á i t ' ápxfjq KTÍaecoq, cf. 10,6; KTL^OD*; ECDC, TOU vGv*. Cf. airó TOÜ VUV, que aparece 6 veces en Lucas y Hechos y 1 en Pablo, y ctypi t o 0 vuv, expresión usada 2 veces por Pablo. No sólo se insiste en que nunca hubo una 6XTi|jiq semejante, sino en que nunca habrá otra igual (Ka! oó pf] yévnxai; véase 13,2). Esta afirmación es excesivamente enfática para expresar el sitio de una ciudad, por lo que es claro que el versículo 19 expresa una idea escatológica. Lo mismo cabe decir sin género de dudas del v. 20, que expresa vigorosamente una idea que se repite en muchos escritos apocalípticos, a saber, que Dios acorta el período de tribulación de la humanidad (itaoa aápí;) por su misericordia y por amor a los elegidos. Cf. Dn 12,7; 1 Henoc 80,2; 4 Esd 4,26; Apocalipsis de Baruc 20,1; Carta de Bernabé 4,3. Cf. Billerbeck, I, 953. KOXO|3ÓCD (bis)*, que aparece en Mt 24,22(bis)**, en griego clásico, en los LXX y en los papiros, significa «acortar», «amputar». Para creólo, usado aquí en sentido escatológico, como en 13,13, véase 3,4; oápt,, 10,8; éKA.éyopai*. «Los elegidos» (oí ¿KXEKXOÍ, 13,22.27*) son los miembros de la comunidad cristiana. La idea está enraizada en la concepción veterotestamentaria del Dios que elige a Israel para que sea el pueblo de su alianza (Sal 104[105],6; Is 43,20; cf. Is 42,1; 65,9). Este término se aplica en 1 Henoc (1,1; 38,2-4) a «los justos», que heredarán el reino, y en el NT designa los miembros de la comunidad cristiana (Le 18,7; Rom 8,33; Col 3,12; 2 Tim 2,10; 1 Pe 1,1; 2,9) y se aplica en el singular a Cristo (Le 23,35; Jn 1,34 [^* e sy e ]). Para xoüc, ÉKXEKxoóc, ouc, éc^EXÉ^axo cf. dor' ápXTJc, KXÍOECOC, r)v MKXIOEV Ó 6EÓC, del
v. 19. Mateo, como ya hiciera antes, evita la redundancia, y también sustituye la voz activa (EKoXóp'coaEv) por la pasiva. La versión de Lucas es totalmente diferente. Este evangelista habla de cíváyKn pxyáXr] ETÜ xfjq yfjq Kal ópyf) xco Xaw xoúxcp, de matan-
13,21-23
MINISTERIO EN JERUSALEN
621
zas y de cautividad, y de que Jerusalén será pisoteada ócxpi oó TTXr|pco9c5aiv Kaipol ¿9vcov (21,23b.24; cf. Rom 11,25). Las ideas y los giros estilísticos revelan de forma inconfundible el carácter semítico del v. 20. Como ya indicábamos, el acortamiento de los días y la idea de los elegidos son concepciones fundamentalmente judías; además el empleo de Kúpioq sin complemento alguno es característico de las citas veterotestamentarias (cf. 1,3; 11,9; 12,11.29s. 36s) y Lucas lo emplea con libertad en 1,5-2,52 (8 veces) 9 . Además, en OÓK a v éacóBr) •naaa a á p £ se combinan dos modismos hebreos: OÓK... i t a a a tiene el valor de ? 3 - t O , «ninguno», y Ttaoa aáp£,, que equivale a"lt?2~73> sl8~ nifica «todos los hombres». Cf. Blass, 162, 178. En griego encontramos algunas construcciones análogas a la última expresión citada (cf. Moulton, I I , 22. 433s), pero la coincidencia con otros puntos antes indicados es tan sorprendente que no puede ignorarse. Cf. Jr 12,12. Sin embargo, el v. 20, aunque sea de origen judío, no es necesariamente una sentencia auténtica. Más bien parece ser secundaria, lo mismo que el v. 19 (véase supra), porque aunque Jesús se sirve de ideas escatológicas, no recurre a las especulaciones apocalípticas. Cf. Bultmann, JW, 39. Por otra parte, la idea de que Dios acortará la tribulación por amor a los elegidos no se encuentra en su enseñanza y representa probablemente el punto de vista del evangelista o de un recopilador anterior. Confirma esta deducción el uso del término oi EKXETIXOÍ para designar a los miembros de la comunidad cristiana. Por tanto, parece probable que los vv. 19s sean una primitiva ampliación homilética de los dichos auténticos que aparecen en los vv. 15-18. Las palabras de Jesús se interpretaron según la apocalíptica contemporánea.
88. ADVERTENCIA CONTRA LOS FALSOS MESÍAS Y LOS FALSOS PROFETAS Me 13,21-23'
Cf. Mt 24,23-25; (24,26) (Le 17,23)
En la nota introductoria al número 85 indicábamos que los vv. 5s y 21-23 son un duplicado. Suponemos que el evangelista tomó ambos pasajes de dos fuentes o de dos grupos diferentes. El pasaje que estudiamos es más amplio que 5s, pero probablemente menos original. La alusión a «los elegidos» indica que este pasaje pertenece a la fuente de la que proceden los versículos 14-20 (cf. también el v. 27). El texto paralelo de Q (Le 17,23 = Mt 24,26) indica que una sentencia como ésta se remonta a Jesús; sin embargo, las mismas ideas apocalípticas que aparecen en los versículos 19s influyeron en esta sentencia del evangelio de Marcos (y más aún Mt 24,23s). Hemos de estudiar el problema de si el v. 23 fue añadido por un recopilador, porque en él Jesús se dirige directamente a sus discípulos (cf. 5.9.33) y emplea la primera persona en itpoEÍpnKa. Hoy día es claro que Me 13 es una recopilación formada a base de diferentes grupos de sentencias. 9. El uso de los tiempos pasados también indica una finalidad ya determinada por el designio de Dios.
622
MINISTERIO EN JERUSALEN
13,21
21 Kai TÓT£ éáv xiq úiaiv eÍTcr] "\be S>be ó xpiaxóc, "\&E éK£i, farj XCIOXEÚEXE' 22 éy£p6r|aovTai y á p [i[)£u5óxptcrTOL Kal] HJ£u5oTrpo
23 ú^isíq S E (3XÉ-
TCSXE' I t p O E Í p i ^ K a ÓpHV TOCVXa. 21
Si alguno os dice entonces: «¡Mira, aquí está el Mesías, míralo, allí está!», no os lo creáis. 2 2 Porque saldrán mesías falsos y profetas falsos, y realizarán señales y prodigios que extraviarían, si fuera posible, a los elegidos. 2S Vosotros estad sobre aviso, os he prevenido de todo.
21s. El carácter y, probablemente, el origen de las dos sentencias, unidas con y á p (con 5é en X y C), son completamente diferentes: el v. 21 es una sentencia auténtica de Jesús atestiguada por la versión paralela de Q (Le 17,23 = Mt 24,26); el v. 22 se asemeja mucho a 19s y, al igual que este pasaje apocalíptico, es secundario y homilético. XÓXE (cf. los vv. 14.26s) une la sentencia a su contexto actual. Para Í5s véase 2,24; ááv con subjuntivo 1,40; ó Xpiaxóq, 1,1; TUOXEÚCD, 1,15. Q manifiesta el significado original de la sentencia, que, a juicio de Manson, SJ, 142, es «una orden de guardar estricta neutralidad» ante los rumores mesiánicos contradictorios, porque la venida del Hijo del hombre será tan rápida como un relámpago (Le 17,24 = Mt 24,27). Marcos conserva en parte este significado, porque atribuye a los (JJEUooirpoíp^Tca de los que habla Jesús en Mt 7,15 y Le 6,26, las exclamaciones «mirad, aquí está», «mirad, allí está». Pero el resto del v. 22 manifiesta un punto de vista posterior. En el vocabulario resuenan ecos de períodos posteriores. Los i[>£oSoTcpo(f>f)tai, personajes familiares a las predicciones apocalípticas (Ap 16,13; 19,20; 20,10), fueron una fuente de peligros para las comunidades cristianas primitivas (cf. Hch 13,6; 2 Pe 2,1; 1 Jn 4,1; Didajé X I , 5). AI parecer, tpEUbóxpLaxoc;*, Mt 24,24**, es un término inventado por los cristianos (cf. Swete, 309), que quizá no sea original en Marcos (D 124 i k lo omiten). Cf. Turnen JTS 29, 10. Marcos sólo habla en este pasaje de TÉporta, «prodigios», "«portentos», aunque o n u e í a Koa r e p a r a es una expresión corriente en los Hechos (cf. 2,19.22,43; 4,30; 5,12; 6,8; 7,36; 14,3; 15,12) y no infrecuente en las cartas (2 Tes 2,9; Rom 15,19; 2 Cor 12,12; Heb 2,4) ni en los libros posteriores del NT (Mt 24,24; Jn 4,48**). El uso de 5cóaouai.v en el sentido del verbo ]fi3 también indica trasfondo veterotestamentario (cf. Dt 13,2); no es sorprendente que algunos manuscritos importantes (D G fam. 13, etc.) hayan sustituido este verbo por Ttouíaouoiv. El verbo áTtOTtXavácú, «extraviar», sólo aparece en el NT en este pasaje y en 1 Tim 6,10, y la construcción Trpóc, TÓ con infinitivo para expresar una «finalidad subjetiva» no se encuentra en ningún otro pasaje del evangelio de Marcos. Para oí EKAEKXOÍ véase 13,20; EL Suvaxóv, 14,35*; Mt 24,24; 26,39; Hch 20,16; Rom 12,18; Gal 4,15**. El carácter distintivo del v. 22 supera los límites del vocabulario, porque expresa las ideas del cristianismo primitivo. Reviste particular im-
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MINISTERIO EN JERUSALEN
13,22-24
portancia la semejanza de ideas entre este versículo y 2 Tes 2,9: o5 éoxiv fj i t a p o u a í a KCCX' évépysiav xoC S a x a v a év itácrn Suváust Kai cmuEÍoiq Kai xÉpaotv i)>EÚ5ouq. Este último pasaje influyó directamente en el v. 22 (cf. Bacon, 129-134), o ilustra la situación doctrinal y religiosa de la que ambos pasajes surgieron de forma independiente. Ambos revelan una perspectiva apocalíptica extraña al pensamiento de Jesús. El v. 22 sigue de forma natural e impresionante al 20. El acortamiento de los días revela la misericordia de Dios, porque los elegidos están expuestos a las mentiras y a las obras espectaculares de los falsos profetas. Creemos que éste fue el orden original de los versículos en la fuente en la que Marcos, o un recopilador anterior, introdujo la sentencia deJesús en el v. 2 1 . Nos parece preferible el segundo miembro de la alternativa, porque es improbable que Marcos introdujese el v. 21 después de referir las sentencias relativas a los que engañan a los hombres diciendo' «yo soy» (vv. 5s), pero muy bien pudo referir dicha sentencia si la encontró en su fuente. Suponemos que el evangelista usa aquí la obra de un recopilador anterior. 23. Este versículo difiere claramente de los que le preceden (14-22), porque en él Jesús se dirige directamente a los cuatro discípulos mencionados en el v. 3. ÓLÍEÍC, y úutv son enfáticos. Se emplea la segunda persona en los vv. 14 (ÍOTJXE) y 21 (ÓUAV), pero, a excepción de estas sentencias, en 14-21 se emplea la tercera. El significado exacto del v. 23 eséste: «¿Os dais cuenta de lo dicho sobre los elegidos?». Para pXÉTCEXE cf. los vv. 5.9.33. TtpoEÍpnKa*, «os he prevenido», formado de un antiguo presente, se aplica regularmente a los anuncios proféticos (cf. Hch 1,16; Rom 9,29) y a la enseñanza impartida previamente (cf. 2 Cor 7,3; 13,2; Jds 17, etc.). Cf. 3 Mac 6,35; VGT, 539. Ttávxa abarca muchomás que los temas mencionados en 13,4: incluye todo lo que hasta ahora se ha dicho en el discurso apocalíptico. Es claro que el v. 23 es redaccional y, como ápxñ. ¿OSÍVÍÚV x a ü x a (v. 9) es una de las conexiones que unen el discurso. Wellhausen, 104, l a califica de «cristiano» y afirma que procede de un tiempo anterior a la. destrucción de Jerusalén. Rawlinson, 189, atribuye este pasaje al evangelista, que en él se dirige a la comunidad cristiana.
89. Me 13,24-27
VENIDA
DEL HIJO DEL
HOMBRE Cf. Mt 24,29-31 (Le 21,25-28)
Tal vez los vv. 5-8 y 24-27 formasen originalmente una sola unidad, que fue dividida por la inserción de los vv. 9-13 y 14-23. Véase la nota introductoria al número 85. Si esta opinión es válida, el v. 24a debe ser redaccional, aunque tal hipótesis depende de la interpretación de los vv. 24b-27. Esta perícopa describe los portentos en el cielo ( w . 24b.25), la venida del Hijo del hombre (v. 26) y la reunión de los elegidos (v. 27); pero suscita muchos problemas, en particular si la forma y el coloridoapocalíptico de este pasaje reflejan una tradición auténtica y si los vv. 5-8 + 24-27 proceden de una fuente judía o judeocristiana y la tradición primitiva los atribuyó erróneamente a Jesús. En Le 21,25-28 los;
624
MINISTERIO EN JERUSALEN
13,24-25
vv. 26b-27 parecen ser una adición tomada de este pasaje de Marcos e introducida en una versión independíente. 24 'AXXóc év EKEÍvaiq Toúq T r é p a t e ; U.ETÓ: TT|V GXÍIJHV
EKEÍ-
vr)v ó rjXioc; OKOTia6río£TaL, K a i r| a£Xr]vr| oú Scóaei TÓ cpéyyoc, aúTfjq, 25 K a i oí á a T é p s q E a o v T a i ¿ K TOU o ú p a v o ü •nÍTiTovTeq, K a i a i 5 u v á [ i 8 i q a i év TOIC, o ó p a v o t c , a a X £ u 6 r | a o v T a i . 26 K a i TOTE otpovTai TÓV u i ó v TOU ávSpcÓTiou ápxói^EVov év vecpéXaic; u.£Tá 5uváu.£coc; iroXXric; K a i Sóc^rjq" 27 K a i TOTE OCTCOOTEXET TOÚC, á y y é X o u c , K a i £Tuauvá¿;£i TOÚC; EKXEKTOuq [aÚToG] ¿ K T O V T s a a á p c o v ávéu.cov erre' á K p o u yfjc, ECÚC; a K p o u o ó p a v o G . 24 Pero en aquellos días, después de aquella angustia, 25 el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. 2G Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes, con gran fuerza y majestad, 27 y enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
24s. El v. 24a forma parte del prólogo escénico del drama apocalíptico. Para ¿v ÉKEÍVOCLQ Tale, f|uépait; cf. el v. 17 y las referencias frecuentes a los «días» del capítulo 13 (vv. 17.19.20[bis].32). El contexto {cf. el v. 19) impone también la frase LIETA xf)v OXIipiv EKEÍvnv, que no sólo es extraña, sino también, probablemente, artificial. ¿Por qué habrían de preceder a la OXTipic; los apuros terrenos, es decir, guerras, rumores de guerras, terremotos y hambres, y por qué habrían de seguirla las señales en el cielo, el sol, la luna y las estrellas? La explicación de este hecho sería, al parecer, que las señales celestes se describían al mismo tiempo que la aparición del Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; al recopilarse el discurso, esta aparición siguió siendo, por voluntad del recopilador, el climax de todo el discurso. Esto indicaría que el extracto 14-22(23) y el pasaje 9-13 habrían sido introducidos en otra fuente, en la que los vv. 24b-26(27) seguían inmediatamente al versículo 8. Confirma esta opinión el hecho de que en los versículos 24ss ya no se habla del «execrable devastador», que sigue estando «donde no se debe». Suponemos que los vv. 24ss pertenecen a una fuente que nada sabía del anticristo, de su amenaza, de su caída y de su destrucción, sino •que describía la venida del Hijo del hombre después de un período de rumores violentos, de guerras, disturbios sociales y prodigios en la tierra y en el cielo, que constituían el escenario de su venida. La descripción es totalmente pictórica. No hay lugar para los hombres ni sabemos cómo pueden congregarse los elegidos (versículo 27) de «los cuatro vientos». Si la expresión u£xá xrjv 9A.t<|>LV no es redaccional, podría afirmarse que la amenaza del anticristo ya pasó. No obstante, es extraño que en ningún pasaje del discurso se hable de la destrucción del mal o del juicio «definitivo. Los portentos celestes son una de las características comunes de los escritos apocalípticos. Tales portentos derivan en primer lugar del AT
13.25-26
MINISTERIO EN JERUSALEN
625
en el que aparecen en descripciones simbólicas del juicio de Dios sobre Babilonia, Edom y Egipto; pero la apocalíptica los interpretó de una forma más realista como signos de la actividad de Dios. Cf. Is 13,10: oí y á p doTÉpec; TOG oüpocvoü Kai ó 'Qpsícov... TÓ epeoq oú Sáaouaiv, Kai OKOTia9r)OETai TOU r|Xíou ávaTéXXovroq, Kai f| a£Xf|Vn oú ocbaEi TÓ cbñc; aÚTfJQ; 34,4; Ez 32,7s; Am 8,9; Jl 2,10, y entre la literatura apocalíptica 1 Henoc 80,4-7: «Y la luna alterará su orden y no saldrá a su debido tiempo...»; 4 Esd 5,4; Ascensión de Moisés 10,5; Ap 6,12-14. Cf. también 2 Pe 3,12. Véase además Billerbeck, I, 955. Es difícil determinar hasta qué punto Me 13,24s ha de interpretarse simbólicamente (cf. Gould, 250; Plummer, 302; Bartlet, 362). Teniendo en cuenta los vv. 5s (guerras, terremotos, hambres) y 26 (la venida del Hijo del hombre sobre las nubes) parece probable que el pasaje que comentamos se refiera a fenómenos objetivos. Como este pasaje no tiene paralelo en el evangelio de Marcos, no es extraño que el vocabulario contenga palabras que no se encuentran en otros pasajes; para fjXioc; véase 1,32; QKOTÍ^ouai*; asXf|vq*; cpéyyoc/'; á a t r | p * ; aaXsúco*. El futuro perifrástico (cf. el versículo 13) eaovTai... Tcí-rtTOVTEc; quizá sea un aramaísmo (cf. Lagrange, 346), pero es más probable que se trate de una variante popular que Mateo (itsaoGvxai) corrigió (cf. Howard, I I , 451). La expresión a l ouváuEic, a i áv TOIC; oópaVOIQ denota o los cuerpos celestes (en conjunto) o los espíritus elementales que, según se creía, habitaban en las estrellas y las regían (cf. Gal 4,3; Col 2,8.20; 2 Pe 3,10.12). El uso de aaXeúco (que en los LXX se refiere a los terremotos; cf. Sal 17[18],8, etc.) apoya el primer miembro de la alternativa. La versión de Mateo, precedida de eú8écoq, sigue de cerca a Marcos, pero el texto paralelo de Le 21,25s (a excepción del v. 26b, que equivale a Me 13,25b) procede de una fuente independiente. El relato de Lucas, después de hacer una breve alusión a las señales en el sol, la luna y las estrellas, concentra su atención en la angustia de las naciones de la tierra. 26s. El drama celeste alcanza su punto culminante. Se ve venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria. Para Kai TOTE véanse los vv. 21.27; ó uióc; t o u ávSpÓTtou, 2,10; vEcpéXr], 9,7; Súvauic;, 5,30; Sóc^a, 8,38. Para el uso impersonal de oipoVTai en vez de la pasiva véase la Introdución, pp. 70, 84. Mateo intensifica la impresión producida añadiendo antes del versículo 26 de Marcos Kai TOTE cbavf|a£Tai. TÓ OT|U£ÍOV xoO uioG TOG ávOpccntou Év oüpavcp Kai KÓijjovxai TcaaaL a i cbuXal Tr]q yfjq (24,30a). El pasaje que estudiamos se basa en Dn 7,13: éSsópouv év ópcqtaTi Trjc; vuKTÓq, Kai l5oú ÉTTÍ t ñ v VEtpEXcov TOG oüpavou Ó Q ULÓQ áv9pcb•nou rjpxeTO. Mientras que Daniel describe la visión de un personaje simbólico que se asemeja a un hombre, Marcos describe un ser sobrehumano investido con autoridad divina (LISTÓ: SUVCÍUECOC; TTOXXÍJO y ro-
deado de luz celeste (oó£ncJ. La expresión év vecpéXaic; indica su origen divino, porque, según el AT, las nubes son el vehículo en el que se aparece Dios (véase el comentario a 9,7). Cf. Dalman, 242. El v. 27 implica que los ángeles están a las órdenes del Hijo del hombre y que son enviados para congregar a los elegidos «de los cuatro vientos». Para áyyeXoc; véase 1,2; émouváyco, 1,33; ol éKXeKTOÍ, 13,20; ávELioc;, 4,37. La expresión éK TCOV Tsaaápcov dvépicov procede de Zac 40
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MINISTERIO EN JERUSALEN
13,27-28
2,6(10): éx TOV Teaaápcov ávépicDv TOG oúpocvou auvá^Q úpac,. En Ap 7,1 los cuatro vientos llevan a cabo la venganza de Dios (cf. Charles, 193), pero en el evangelio de Marcos, lo mismo que en Zacarías, la expresión significa los cuatro puntos cardinales. En el AT la idea de que el pueblo elegido de Dios está disperso por toda la tierra y será congregado por Dios constituye una esperanza familiar (Dt 30,4; Is 11,11.16; 27,12; Ez 39,27; Zac 2,6-11; Sal 105[106],47; 146[147],2); esta idea, también prominente en los apócrifos (Tob 13,13; 14,7 [&?]; Bar 5,5-9; 2 Mac 2,7) y en los pseudoepígrafos (1 Henoc 57; Salmos de Salomón, 11,3; 17,26), pasó al NT (1 Tes 5,15-17 y 2 Tes 2,1: rJLtcov éTtiauvocycoyfjc; érc' aüxóv). La frase crn' á x p o u yfjc, ecoc; órxpou oópavou es peculiar de Marcos; existe un paralelo de la misma en una lectura variante de 1 Henoc 57,2: «el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo», y Lohmeyer, 279, cita a Filón, Cherub., 99: oír' oúpccvoG irepátcov ^éxpi yn<; ioyáxcov. Las expresiones más corrientes son cor' ccxpou Tfjq yfjc; ecoc; ócxpou xrjc; yíjc; (Dt 13,7; Jr 12,12) y án' ócxpou TOG oüporvoG ecoc; ócxpou TOU OÓOCCVOG (Dt 30,4; Sal 18(19),7). Es posible que Marcos se refiera al espacio comprendido entre la tierra del este y el mar, situado al oeste; cf. Holtzmann, 169; Menzies, 240; Rawlinson, 190s. En estas expresiones subyace la idea de que la tierra es un disco plano, cuya bóveda es el cielo, áxpov*. Las interpretaciones del versículo 26 son necesariamente subjetivas, pero el carácter de la perícopa 24-27 ( + 5 - 8 ) y las sentencias similares de 8,38 y 14,62 nos permiten hacer consideraciones más objetivas. Esta perícopa, fundamentalmente judía (Wellhausen, 105), ha de considerarse como escrito apocalíptico más que como un discurso pronunciado alguna vez. Por eso, es muy poco probable que el v. 26 sea una sentencia pronunciada por Jesús. Apoyan esta opinión el hecho de que 8,38 (véase) tiene un tono apocalíptico que falta en la sentencia paralela de Q (Le 12,8s = Mt 10,32s) y, en parte, la ausencia de xeci épxócxevov p.£Tcc TCOV vecpeAcov TOG oúpocvoG (14,62) de Le 22,69. Puede defenderse tal opinión sin prejuzgar la posibilidad de que Jesús usase Dn 7,13 en su enseñanza sobre el Hijo del hombre. En resumen, 13,26 puede ser un eco deformado de las palabras de Jesús. La misma interpretación explica también los versículos 24s y 27. Entre 13,27 y la sentencia de Jesús sobre los que vienen del norte, del sur, del este y del oeste a sentarse en el reino de Dios (Le 13,28s = Mt 8,lis) sólo existe un parecido superficial; la última sentencia es auténtica, la primera es una formulación tradicional. Suponemos que algún maestro cristiano primitivo creyó que entre los versículos 24-27 y la enseñanza de Jesús existía un parecido suficiente para aceptar la perícopa como tradición auténtica, cuando, en realidad, es secundaria y derivada.
90.
SENTENCIAS
Me 13,28-37
Y PARÁBOLAS
SOBRE LA
VIGILANCIA
Cf. Mt 24,32-36. (42; 25,13-15) Le 21,29-33 (34-36) El discurso concluye con una serie de sentencias y parábolas, recopiladas de forma un tanto artificial mediante palabras de engarce; tratan del tema general de la vigilancia ante la proximidad de la parusía. Se cuen-
13,28-37
MINISTERIO EN JERUSALEN
627
ta, en primer lugar, la parábola de la higuera en primavera (vv. 28s); después, dos sentencias sobre la certeza de la consumación (vv. 30s); en tercer lugar, se refiere una sentencia sobre el desconocimiento del día y de la hora (v. 32); viene después una exhortación a la vigilancia (v. 33), a la que sigue la parábola de los siervos del hombre que se fue de viaje y su aplicación (vv. 34-36), y, por último, la aseveración de que lo dicho a los discípulos se dice para todos, y el mandato ypnyopeÍTe (v. 37). Las palabras de engarce son visibles en TOCUTOC yivópevoc (v. 29) y TOCGTOC HCO/TCC yévr|Toa (v. 30), irocpéAOn (v. 30) y TTOCp£Á.£ÚaovTai (v. 31), áypuTtVELTE (v. 33) y ypnyopeiTe (vv. 35s), y á-rcl 6úpocic; (v. 29) y GupcopG (v. 34). El escritor muestra intereses catequéticos y prácticos; utiliza el material tomado de la tradición auténtica y lo adopta por exigencias de un motivo dominante, a saber, el deseo de recomendar la vigilancia, finalidad a cuya luz se interpretaron las dos parábolas. En el comentario estudiaremos hasta qué punto se modificó inconscientemente su significado. Otro problema es la repercusión que tuvo esta perícopa en la composición de todo el discurso. 28 ' A i r ó 5 á xfjq ouKÍ]q LIÓBETE xf]v Tcocpccp,oÁ.r|V OTCCV fí5r| ó KÁ.á5oq ocÚTÍjc; áTtccAÓq yévr]Tcci KOCI EKcpúr] x a cpúAAcc, yivcooKETE
OTI é y y u q
T Ó Bépoq
EOTÍV
29 oírreoq
KCCÍ ÚListq, OTCCV
í&r)T£ TCCUTCC yivÓLiEva, yivcooKETE OTI é y y ú q EOTIV ETCI S ú p c a q . 30 á\my AÉyco ÚLUV OTI OÚ [ir\ TcapÉAOrj f] y s v s á aÜTr] Liéxpiq o 5 T a u T a TcávTa yévr]Tai. 31 ó oupocvóq KOCÍ f| yfj TcccpEÁEÚoovTca, o í 5 E A ó y o i LIOU OÚ T TcccpEAEÚoovTca. 32 r i s p i 5 E Trjq f)(jépaq £K£Ívr)q f\ Trjq copceq o u S s i q OISEV, OÓOE r o í á y yEAoi"1 év oupoevo o ü 5 é Ó uíóq, E ! \¿r\ ó TCOCTT]p. 3 3 (SAETCETE áypuTivEÍTE,
OÓK OÍSOCTE y á p
TCÓTE ó
xoapóq
[EOTIV]"
34 ú q
ávÓpcoTcoq áTcó5r]Lioq depsiq TT]V OLKLOCV aÚTou KOCÍ Soóq ToTq SoÚAoiq aÜToO xr\v ECÍ.OUOLOCV, ÉXÓCOTCO TÓ E p y o v OCÓTOU, KOCÍ TG>
Q u p c o p o EVETEÍACCTO i v a ypiqyoprj. 35 ypr]yop£ÍT£ o 5 v , OÓK OL5CCT£ y á p TCÓTE Ó KÚpioq Trjq oÍKÍocq s p x E T a i , f\ óipé f\ LIEOOVÚKTLOV f] áXEKTopocficovíaq f\ Tcpcoí, 36 [ir\ EAGCJV á£,£c[)vr|q lEÜpr] ó^ócq Kcc6£Ú5ovTccq. 37 ó OE Ó¡J.ÍV AÉyco TCÓCOIV Aéyco, yprjyopEÍTE. 31 [ir\. 32 aYyeXoq. 28
Aprended de esta comparación con la higuera: Cuando ya la rama se pone tierna y brotan las yemas deducís que el verano está cerca; 20 pues lo mismo: cuando veáis que suceden estas cosas sabed que está cerca, a la puerta. 30 Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso sucederá. 81 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras n o pasarán. 32 E n cuanto al día y la hora, nadie los sabe, ni siquiera los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre. 3 3 Cuidado con dormiros, que no sabéis cuándo llegará el momento. 34 Es como u n hombre que se iba al extranjero: Dejó su casa, se la encargó a sus criados señalándole a cada uno su tarea, y al portero
628
MINISTERIO EN JERUSALEN
13,28-29
le mandó estar en vela. S5 Por eso estad en vela, que no sabéis cuándo llegará el dueño de la casa, si al anochecer, a medianoche, al canto del gallo o al amanecer; 36 no vaya a presentarse de pronto y os encuentre dormidos. 37 Y lo que os digo a vosotros se lo digo a todos: ¡Estad en vela! 28s. La frase ornó 5É xfjc; auKÍjq uá0£T£ xf]V TOXpo:|3oXf]v adapta la parábola a la situación que presupone el discurso. Lucas escribe KCCL EÍTCEV itapa|3oXr)v ocóxoíc;. Lohmeyer, 280, conjetura que la parábola comenzaba originalmente así: óu.oíoc áoriv f) |3aaiXsía TOO BEOG SÉVopca. La conjetura de Lohmeyer adquiere mayor fuerza si pensamos que •se pronunció en una época anterior y en circunstancias distintas. El artículo es genérico, como en muchas parábolas; cf. ó OTceípcov de 4,3. No parece justificada la observación de Ed. Schwartz, que cree que se alude aquí a una higuera famosa; cf. el comentario a 11,12-14 y véase Wellhausen, 106. Lo mismo opina Ed. Meyer, I, 127 nota. Para OÜKX] véase 11,13; TtapapoXr|, 3,23; p.o:v9á:vco*. Al parecer, Tcapoc[3oXr] se usa en el sentido de «lección»: «Aprended su lección» (RSV), «atended a la lección de la higuera» (Torrey, 100). Se habla de la higuera porque en Palestina, donde la mayoría de los •árboles son de hoja perenne, el despertar de la savia y el brote de las hojas es un signo seguro de que el invierno ya ha pasado. Cf. Lagrange, 347. Por tanto, la adición de Lucas Kcd Tcávxct xa oévopcc es innecesaria y no expresa el sentido exacto. Para oxeo/ con subjuntivo véase 2,20; KÁá&oc,, 4,32*. ÓTtaXóq, Mt 24,32"*, significa «tierno», «blando»; también aparece en griego clásico y en los LXX (cf. Le 2,14 [Aquila]); EKcpúío, Mt 24,32**, es un verbo que significa «engendrar», «producir», «brotar», ,y que se encuentra en griego clásico y en Sal 103(104),14 (Símmaco). Es difícil determinar si ha de leerse la forma acentuada ¿Kepót], que fes ~un presente de subjuntivo activo, o ¿Kcpurj, que es un aoristo segundo pasivo de subjuntivo. Moulton, II, 60. 264, prefiere la segunda lectura y hace notar que no puede ser un aoristo segundo activo de subjuntivo, porque écpúnv ocupó el lugar de fe'cpuv, que era una forma caída en desuso. Así opina también Field, 38. Swete, 314, prefiere la lectura áKcpón, fundándose en que no hay motivos suficientes para suponer un cambio de sujeto. yivcbaKEXE es*indicativo; 8épo<;* no significa «cosecha», sino «verano». La comparación se aplica a las circunstancias en las que se hallan los discípulos en oüxcoq KOU ÓUEÍC; y también en xocüxcc yivóuEva. La última frase es dura y probablemente secundaria, porque parece referirse a las señales precursoras del fin y no a la parusía ni a la reunión de los elegidos (vv. 26s). También es oscura la referencia a ém Oúpcuc, porque no sabemos si se alude a una persona, a un acontecimiento o a una serie de ellos. Todas estas ambigüedades indican claramente que el recopilador utilizó la parábola para un fin distinto del que tuvo originalmente. Cf. B. T. D. Smith, 90s; Dodd, 137 nota. Siempre será objeto de conjetura el significado original de la parábola; no obstante, podemos suponer ¡razonablemente que Jesús la propuso refiriéndose a una situación anter i o r y relativa al reino de Dios (así opinan Smith y Dodd; véase Lohme•yer, supra), y quizá durante los primeros tiempos del ministerio en Galilea (cf. 1,15).
13,30-31
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YLVeóoKexe (v. 29) es probablemente imperativo, a diferencia del indicativo del versículo 28. No obstante, quizá deba preferirse la lectura yivcóo-Kexcu, (atestiguada por B 2 D L W A 0 13 28 et al.)10; cf. Klostermann, 154; Turner, 65. yivwaKEXcu es impersonal, «se sabe», «la gente sabe». Tal vez sea esta lectura un ejemplo de itacismo (Swete, 314), pero el argumento también podría aducirse en favor de ytvóoKExai, que, por ser impersonal, quizá sea la lectura más difícil. Field, 37s, la rechaza porque no existe ningún paralelo de la misma en el NT ni en el AT. Para ouxcoc; véase 2,7; áyyúq* (véase Dalman, 106). La versión de Mateo concuerda casi literalmente con la de Marcos, a excepción de que el primero añade en 24,33 Tcávxoc a xocuxoc. Lucas resume al escribir oxocv TtpopáXtóaiv fl,5r) y, al igual que Mateo, emplea dos veces la forma yivcóaKEXs, añade |3XÉTcovx£q ácf>' áauxcov en 21,30 y omite ÉTti Sópate; en el v. 31. Es más de notar el sujeto r\ |3aaiX£Ía TOG 9EOU que pone a la frase éyyúq écmv. 30s. Las dos sentencias siguientes declaran que los acontecimientos profetizados se cumplirán antes de que pase una generación y constituyen la respuesta a la pregunta «¿cuándo sucederá eso?» (13,4). Para á\xf\v Xéyco Ú^ILV véase 3,28; oó \xr\ con subjuntivo, 9,1; Ttocpépxouou, 6,48; yEVEÓc, 8,12. Mateo y Lucas sustituyen ^¿xpic; o5 con subjuntivo* por Ecoq a v (cf. Me 6,10; 9,1; 12,36*). xocGxcc itávxa son todos los acontecimientos descritos en los vv. 5-27, a saber, los dolores mesiánicos, las persecuciones, los portentos en el cielo, la parusía y la reunión de los elegidos; según eso, algunos exegetas ven en la expresión citada el final original del discurso, en el que se introdujeron los versículos 28s; cf. Bultmann, 132. En cualquier caso, la forma de la sentencia es secundaria; xocGxoc Tcávxoc sustituyó a una alusión a algún hecho concreto, probablemente a la destrucción del templo y a la caída de Jerusalén; cf. Manson, SJ, 333. Se adaptó una sentencia auténtica según los intereses de la apocalíptica contemporánea. Lo mismo cabe decir del v. 31, pero aquí el proceso de adaptación fue mayor. En su contexto actual, oí Xóyoi \xov se refieren a las profecías precedentes; no sabemos cuál fue el significado original de este versículo. ¿Expresó una reivindicación que hizo Jesús para toda su enseñanza? En tal caso, el versículo se hace eco de una autoridad sobrehumana y puede compararse con las sentencias del evangelio de Juan; cf. Lohmeyer, 282. La sentencia de Mt 5,17s sobre la permanencia de la Tora Ecoq a v TcapéA6r| ó oópavóc, m i f\ yfj es en cierto modo similar; pero Marcos afirma que las palabras de Jesús permanecerán aunque llegue a su fin el orden presente, afirmación que constituye una declaración más absoluta. En el problema de la autenticidad de la sentencia el punto decisivo no es la validez de esta declaración, sino si hemos de interpretar sus palabras como adaptación doctrinal de Mt 5,17s, considerando la tradición de las sentencias como un todo. Así lo creen Bultmann, 130, y Bartlet, 365. Ni siquiera 13,32 y Le 10,22 = Mt 11,27 se hallan en un plano totalmente idéntico; para encontrar sentencias semejantes tenemos que acudir más bien a Mt 28,18-20 y a las sentencias de Juan que hablan de las palabras (xa p r ^ a x a ) de Jesús (5,47; 6,63.68; 14,10; 15,7; 17,8). La probabilidad está del lado de quienes opinan que la sentencia de Marcos 10.
En el v. 29 leen yivóoKETca A D L A 28.
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es interpretativa, pero en este problema es tan difícil llegar a una conclusión decisiva que no nos sorprende que haya muchos exegetas que dejen el problema abierto. La expresión similar de 8,38, Toúq ÉLIOÚC; Xóyouc; no es paralela si omitimos Xóyouc; con W y k. Como ponen de manifiesto TtccpéX9r] (v. 30) y irapEÁEÚaovTca (v. 31), la presencia de la sentencia en su contexto actual se debe al recopilador y refleja, por tanto, intereses didácticos. No existe en el evangelio de Marcos ningún paralelo del uso enfático de oú \xf\ con futuro. Por tanto, está probablemente justificada la omisión de (ir| (con B y D, y como en el texto de WH), que es un ejemplo de armonización con Mateo y Lucas. Cf. Moulton, I, 190s. Mateo y Lucas concuerdan con Marcos, si exceptuamos los cambios ya indicados. 32. oé une la tercera sentencia con los versículos 30s; pero no debemos suponer que esta sentencia se pronunció originalmente en este contexto y con referencia a los acontecimientos profetizados en los versículos 5-37, sino que el lugar que ocupa se lo debe al recopilador. En tales circunstancias el significado de la sentencia sólo puede deducirse de su contenido. Es claro que la sentencia es escatológica: una afirmación tan solemne y una negación tan completa difícilmente pueden referirse a un hecho como la destrucción de Jerusalén, sino que debieron referirse al juicio final y a la parusía. Cf. Lohmeyer, 283: «'Aquel día' es evidentemente el día del juicio final»; Swete, 316; Lagrange, 350. Para la expresión f\ q u i p a IK£ÍVT) véase también 14,25; Le 21,34; 2 Tes 1,10; 2 Tim 1,12.18; 4,8. Cf. también f] f|jiépa: de Mt 25,13; 1 Tes 5,4; f] Éaxá-rr) f]yép
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científica» (EB, II, 1881). No existe duda alguna razonable sobre la autenticidad de la sentencia. Es totalmente improbable la hipótesis de que un redactor cristiano añadió EÍ \xr\ ó TtaTf|p a una sentencia judía (Bultmann, 130; Dalman, 194; cf. Bartlet, 366). A esta hipótesis puede formularse una objeción decisiva: «¿Qué cristianos habrían creado la sentencia?». Cf. Plummer, 306; Lagrange, 350; Blunt, 242; McNeile, 356; Smith, 188; Schniewind, 175; Lohmeyer, 283; Cadoux, 33, etc. El escándalo que origina esta sentencia es el sello de su autenticidad. La frase creó dificultades grandísimas en épocas posteriores, con motivo de la controversia amana. Entonces se explicó la expresión oó5é ó uíóq como interpolación arriana (Ambrosio, De Fide, V, 16), se atribuyó la ignorancia del Hijo a la economía divina (Cirilo de Alejandría, Adversas Anthr. XIV OKryaTETai XP 7 ! 0 ^ 0 3 ? T O ¡af) El5évat, «Pretendió convenientemente no saberlo») o se recalcó la dependencia del Hijo de la voluntad del Padre (Basilio, Epistulae CCXXXVI, 2: oüS' ccv ó uíóc; syveo, EL ur] Ó TOrrr|p [citado por Swete]). Véase además Gore, Dissertations, l l l s s ; Bruce, The Humiliation of Christ, 65-75. 412-418. Hoy día está muy difundida la opinión de que Jesús, a causa de la encamación, aceptó los límites cognoscitivos que son inseparables de una verdadera humanidad. Las implicaciones de la sentencia difieren según se la interprete en sí misma o en su contexto actual. Interpretada en el sentido en que la usa Marcos, significa que aunque la parusía es inminente, no se conoce el momento preciso en el que tendrá lugar; pero si la interpretamos en sí misma y con referencia, como es justo, a f] r | u é p a EKELVT], es decir, al día del juicio divino, refleja una actitud ajena a las especulaciones apocalípticas y recalca la sucesión ordenada de acontecimientos que preceden al fin. Por tanto, no sigue la dirección de los vv. 5-31. Es preferible la opinión de Manson, que cree que los w . 32-37 son la respuesta original a la pregunta del v. 4 (TJ, 262 nota), pero es aún más probable que elversículo 32 sea la respuesta a la pregunta sobre el juicio. Mateo añade [lóvoq 3 ó Tccrtrip. 33-37. Sigue a continuación una exhortación, que sirve de introducción a la parábola del hombre que se fue de viaje (vv. 34-36). Los oyentes de Jesús deben estar alerta porque no saben cuándo es el momento. En la exhortación, con su alusión al momento (Kaipóq, 1,15), resuenan las ideas del v. 32; también anticipa el v. 35, que quizá la sugiriese. Para pXÉTtETE véanse los vv. 5.9.23; cf. Lagrange, 351: «Es la moraleja del discurso», áypuirvéco*, Le 21,36; Ef 6,18; Heb 13,17**, significa «vigilar»; este verbo, que se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros, expresa la idea de ahuyentar el sueño ( < áypoc, uirvoq). Cf. Moulton, II, 290. El asíndeton del versículo 33 y los dos imperativos añaden énfasis n . Esta parábola comienza de una forma abrupta con c&c^y sin cláusula correspondiente, como sucede a veces en las parábolas rabínicas; cf. Smith, 34. Nos sorprende el Kaí que precede a ÉVETEÍXaTo (cf. 10,3); esperaríamos tres participios, o EOCOKEV en vez de Kal ooóc; o EVETEÍXOTO sin Kaí. Estas características, unidas al asíndeton del versículo 34, nos hacen pensar en un original semítico (para ác, véase Wellhausen, 107; Plum11. La mayoría de los manuscritos y de las versiones añaden Kcd TcpoosúXEOOE, pero lo omite con razón B D 122 a c k.
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mer, 307); hemos de admitir, sin embargo, que en el evangelio de Marcos no son infrecuentes las construcciones de sucesivos participios e imperfecto (cf. Swete, XLVI). úc; equivale a «es como cuando» (RV) o a «se asemeja a» (Moffatt, RSV). Pallis, 44, propone la traducción «si». El dueño se fue de viaje (áTcó5r]u,oc;** aparece en griego clásico, pero no en los LXX ni en las inscripciones), después de dar a sus criados la misión que habían de realizar (ÉKáaxw TÓ epyov auxoG) y encargar al portero que velara. GupcopÓQ*, Jn 10,3; 18,16s*, también se encuentra en los LXX y en los papiros; ypnyopéco (formado del perfecto de áyeípco), 13,35.37; 14,34.37s**. Para iva con subjuntivo después de un verbo de mandar véase 3,9. La descripción recuerda el comienzo de la parábola de los talentos; cf. Mt 25,14: cooitep y á p avOpcoTOc; crn:oor)[j.wv sK&ksasv TOÓC, íbíouq SoúXouc; KOCÍ TtapébcoKsv CCÚTOLC; x a óirápxovxa aüxoG. La diferencia consiste en que en el evangelio de Marcos a los criados se les encomienda una misión y se hace una referencia especial al portero. £ n la aplicación de la parábola (v. 35), el cambio de ocvQpcoTuoc, a ó KÚpioc; xfjc; OIKÍOCC; (es decir a Cristo) revela el punto de vista de la época de Marcos. La Iglesia espera día tras día el retorno de su Señor; cf. 1 Tes 5,6; 1 Cor 16,22; Rom 13,11; Ap 22,20. Cf. también Mt 24,42; Le 12,40 (parábola del ladrón). La alusión a las cuatro vigilias de la noche, según el cómputo romano (cf. 6,48) y que recuerda las tres vigilias judías de la parábola de los criados vigilantes (Le 12,38), refuerza la exhortación. Las expresiones temporales de Marcos son populares. Para óipé véase 11,11; itpcoí, 1,35. UEOOVÚKXIOV*, Le 11,5; Hch 16,25; 20,7**, es un adjetivo usado como sustantivo neutro (en acusativo) con sentido adverbial, «a medianoche». B y W leen ^eacrvÚKXLOV (que es la lectura de D en Le 11,5) y A D 0 Or, etc., leen el genitivo. áXeKTopocpCDVÍct* u es «el canto del gallo», es decir, la tercera vigilia. Cf. Moulton, II, 271. Es preferible explicar la cláusula precedida de (J.r| (versículo 36) como final (RV, RSV), y no como aviso («en caso de que...», Moffatt). á£,aícpvnc/', «inesperadamente», Le 2,13; 9,39; Hch 9,3; 22,6**, véase el comentario a é^cnnva de 9,8*. Para KCtOeúoo véase 4,27. Cf. Mt 25,5: Xpoví^ovxoq Sé TOU vuucpíou ÉVÚCTTOCC/XV i t a a a i KOH ¿KCCSEUOOV (parábola de las diez muchachas). A B c í al. fam. 1 22 69 700 1071 al. pler. leen é^cúcpvric pero ¡ { C D L W A 0 fam. 13 (excepto 69) 28 543 565 579 (WH) atestiguan la lectura éc^étpvnc;. Cf. Hort, 151. Los vv. 34-36 serían un eco homilético de diversas parábolas. Esta opinión explica muy bien la referencia al portero, que es el personaje central, sugerido quizá por la expresión éiri Súpouc; del versículo 29. Los otros criados son de relleno. En todo momento la atención del evangelista se centra en el mandato final: ypr|yop£ÍX£. En el v. 37 el evangelista piensa en los lectores de su evangelio: lo que Jesús dijo a los cuatro discípulos (13,4), vale para todos. Couchoud: JTS 34, 127s, hace una conjetura interesante. Siguiendo a k, que lee «lo que dije a uno, os lo digo a todos vosotros» (sin «vigilad»), y sustituyendo «dije» por «dijo», propone que debe leerse o Sé évi eXsyev Tcacuv óuív Xéyco antes del v. 35 y en el v. 37 sólo ypnyopeíxe. 12. G. Zuntz: JTS 50, 182, defiende que irplv áXsKxopoqxavíac, es la lectura original de Mt 26,34.75.
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Me 14,1-16,8.(9-20) El relato de la pasión y de la resurrección forma la última parte del evangelio y es, al mismo tiempo, la mejor articulada. Según la opinión general, esta circunstancia se debe al hecho de que la pasión y la resurrección fueron la primera parte de la tradición evangélica que se contó como relato seguido, puesto que fue preciso narrar toda la serie de acontecimientos para resolver la paradoja de la cruz. Cf. Dibelius, 178-217; Bultmann, 282-316; Schmidt, 303-306. Sin embargo, no debemos suponer que lo único que hace Marcos es reproducir la narración más primitiva; por el contrario, es probable que la haya modificado e introducido en ella material complementario; uno de los problemas con los que se enfrenta la exégesis es la determinación, en la medida de lo posible, de lo que añadió el evangelista y la valoración de la importancia e historicidad del conjunto. Es natural que difieran las opiniones críticas sobre la amplitud del núcleo original, aunque coinciden de forma sorprendente; las diferencias de opinión exigen un estudio más amplio del problema. Sin estudiar detalladamente la narración base, Dibelius incluye entre las adiciones de Marcos los siguientes pasajes: la unción (14,3-9), la preparación de la Pascua (14,12-16), algunos trozos del relato de Getsemaní (14,39ss) y del juicio ante los sacerdotes (14,59ss), y el relato del sepulcro vacío (16,1-8). Bultmann hace un análisis mucho más detallado. Según Bultmann, el relato primitivo narraba de forma muy concisa la detención de Jesús, su condena por parte del Sanedrín y de Pilato, el camino del Calvario, y la crucifixión y la muerte. Marcos añadió a este relato un grupo de narraciones relacionadas con Pedro, a saber, la conducción de Jesús ante el sumo sacerdote, la negación de Pedro y, como introducción a esta última, el anuncio de la negación. El evangelista utilizó también un conjunto de relatos relacionados con la Ultima Cena, que incluía la preparación de la Pascua (14,12-16), el anuncio de la traición de Judas (14,17-21) y la salida de Jesús hacia Getsemaní con las profecías que entonces pronunció (14,27-31). Bultmann opina que en este conjunto se intercaló la institución de la eucaristía (14,22-25) y que los relatos del complot de los sacerdotes
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(14,ls) y el de la traición de Judas (14,1 Os) precedieron a dicho conjunto de narraciones. También se intercalaron otros relatos, como la unción (14,3-9), Getsemaní (14,32-42), el juicio ante los sacerdotes (14,55-64), la burla de los soldados (15,16-20a), los mujeres al pie de la cruz (15,40s) y el entierro de Jesús (15,42-47). Bultmann explica también muchos detalles de los relatos como formaciones secundarias originadas por el deseo de resolver el problema de la crucifixión del Mesías con ayuda de las profecías del AT y como respuesta a motivos apologéticos, parenéticos y legendarios '. Bultmann ve el influjo del culto en el relato de la institución de la eucaristía; sin embargo, quien estudia con mayor amplitud este problema es Bertram, que ve reflejada en todo el relato de la pasión la influencia de la liturgia cristiana. La crítica radical de Bertram se basa en una interpretación limitada del tema del culto porque, según su definición, dicho tema es «la relación interna del creyente con su héroe cúltico, relación que se expresa espontáneamente en su fe y en su vida, y no sólo en la liturgia divina» (p. 5). Lo que en realidad estudia este autor es la influencia de la primitiva religión cristiana en el relato de la pasión, suponiendo al mismo tiempo que dicha influencia ha de ser deformadora. En efecto, Bertram opina que nunca existió una tradición fija y que el tema del culto operó desde el principio. Al leer estos estudios tenemos la impresión de que son un esfuerzo por alcanzar resultados positivos sobre una base de desesperación crítica, haciendo adobes con un mínimo de paja y a veces sin paja alguna. Sin embargo, el crítico histórico debe a estos escritores muchas observaciones audaces y penetrantes que lanzan un desafío a las soluciones fáciles y son un estímulo para la reflexión. En K. L. Schmidt resuena una nota más moderada, aunque por desgracia su estudio de la estructura de Marcos es aquí breve e incompleto. Schmidt señala que las narraciones individuales no satisficieron al narrador, al contemplativo ni al apologeta (p. 304). A su juicio, muchas de estas narraciones no tenían valor litúrgico ni apologético, valor que sólo la sucesión de tales narraciones puso de manifiesto (p. 305). Según Schmidt, la narración de la pasión fue el documento más antiguo y notable de las Actas de los mártires. De ahí la gran coincidencia de los sinópticos, que llega incluso hasta el cuarto evangelio. Esto explica también el silencio casi completo que guarda Jesús en estos relatos; los hechos, tal como sucedieron, fueron una defensa suficiente para la comunidad más primitiva. Schmidt señala las suturas del evangelio de Marcos y sus adiciones, tales como el complot de los sacerdotes (14,ls), la traición de Judas (14,10s) y la unción (14,3-9), pero concentra fundamentalmente su atención 1. Posteriormente, J. Jeremías, 54s, propuso una opinión muy similar, al distinguir entre 1) el kerigma original arameo (1 Cor 15,3-5); 2) una narración breve de la pasión, que comenzaba con el arresto de Jesús; 3) la «narración amplia», que se iniciaba con la entrada en Terusalén y que incluía narraciones petrinas (14,26-42.53s.66-72) y 4) la forma canónica.
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en los cortes que permitieron a los demás evangelistas intercalar material nuevo: Lucas añadió el diálogo después de la cena y el relato de Herodes, y refundió la escena del juicio; Mateo añadió el relato de la muerte de Judas y otro material característico de su evangelio. Ed. Meyer, I, 161-211, escribió, desde el punto de vista del historiador, un capítulo valioso sobre la narración de la pasión, haciendo especial referencia a la traición de Judas, a la cena, al juicio y a la crucifixión, a Caifas y Pilato, pero ya antes había estudiado los relatos de la negación y de Getsemaní. De ellos dice que producen una clara impresión de autenticidad y deben remontarse a Pedro, en quien dejaron una huella indeleble (pp. 149s). En cambio, Schmidt explica la institución de la eucaristía como justificación etiológica de la comida de amistad del cristianismo primitivo. También tiene gran interés e importancia el estudio crítico de Goguel, al que nos referiremos en el comentario. En el estudio de Marcos son iluminadoras en grado sumo las versiones paralelas de Mateo, Lucas y Juan. El evangelio de Mateo revela cómo se entendió a Marcos aproximadamente una década después de que se escribiese este evangelio en respuesta a necesidades litúrgicas, doctrinales y apologéticas. Cf. G. D. Kilpatrick, passim. El cuarto evangelio revela la fidelidad con que en Efeso se conservaban los sucesos de la pasión y, al mismo tiempo, el genio interpretativo y dramático del cuarto evangelista. La narración de la pasión según Lucas ofrece un interés especial, porque podemos creer con razón que, a excepción de algunos pasajes tomados de Marcos, el resto se basa en una narración independiente. Cf. Perry, The Sources of Luke's Passion-Narrative; Streeter, 202s; V. Taylor, 33-75; Bultmann, 290. 292s; defiende la opinión contraria Creed, 259ss; ET 46, lOlss. 236ss. 378s. Cf. A. Barr: ET 55, 227-231. Como indica este resumen de las opiniones críticas, la narración de Marcos, aunque constituye una unidad relativa, contiene material de diferentes clases y orígenes, cuya delimitación y descripción sólo puede ser objeto de tanteos. Por razones de conveniencia, distinguiremos las siguientes secciones: A) B) C)
14,1-52: Hechos que culminan en la detención de Jesús. 14,53-15,47: Juicio, crucifixión y entierro. 16,1-8 (9,20): Resurrección de Jesús.
A) HECHOS QUE CULMINAN EN LA DETENCIÓN DE JESÚS (14,1-52) Los hechos importantes de la narración de la pasión, incluidos en esta sección, son el complot de los sacerdotes, la Ultima Cena y la detención de Jesús; en torno a estos episodios tiene lugar una cierta agrupación del material. A continuación enumeramos los distintos relatos de esta sección:
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91 92 93 94 95 96 97 98 99
14,ls: 14,3-9: 14,10s: 14,12-16 14,17-21 14,22-25 14,26-31 14,32-42 14,43-52
91. Me 14,ls
14,1
Complot de los sacerdotes. Unción en Betania. Traición de Judas. Preparativos para la Pascua. Anuncio de la traición. La Ultima Cena. Anuncio de la negación de Pedro. Getsemaní. Detención de Jesús.
COMPLOT
DE LOS
T
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14 Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los letrados andaban buscando una manera de darle muerte prendiéndolo a traición, - porque decían: —Durante las fiestas no, no vaya a haber un tumulto en el pueblo.
SACERDOTES Cf. Mt 26,1-5 Le 22,ls
Este pequeño relato se compuso para introducir la narración de la pasión. Revisten particular interés la indicación temporal «faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos» y la observación «no en la fiesta». Debemos considerar el problema de si la fecha se basa en una tradición histórica o si pertenece al esquema artificial, ilustrado a partir de 11,1 y elaborado con el fin de englobar los acontecimientos de la pasión en un período de siete días. Este problema implica otra fecha, la del versículo 12: «El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual», y otro problema, a saber, si Marcos coloca en su justo lugar la unción (versículos 3-9), que Jn 12,1 pone «seis días antes de la Pascua». La observación «no en la fiesta» está íntimamente unida al problema de si la Ultima Cena fue una comida pascual o si, por el contrario, se celebró un día antes, como indica el evangelio de Juan. La lectura variante de D y de la Vetus Latina «no sea que haya tumulto entre el pueblo durante la fiesta» y el énfasis que ha de concederse a la expresión «a traición» de 14,1 complican el problema en el evangelio de Marcos. La versión de Lucas, más concisa, elimina estas dificultades. El relato más elaborado de Mateo se abre con la fórmula que redondea cada uno de los cinco grupos principales de discursos: «Y cuando Jesús acabó todas estas palabras, ocurrió qufe». Mateo pasa la afirmación de Marcos al estilo directo: «Sabéis que dentro de dos días llega la Pascua, y el Hijo del hombre es entregado para ser crucificado» (26,2). Mateo amplía la alusión de Marcos a los sumos sacerdotes y a los escribas hasta convertirla en una descripción de una reunión formal del Sanedrín celebrada «en el palacio del Sumo Sacerdote, que se llamaba Caifas», y hace más decisiva la observación «no en la fiesta» empleando la construcción i v a \ir\ con subjuntivo. Es manifiesto el carácter secundario e interpretativo de la versión de Mateo. 14
14,1-2
Hv Sá TÓ "náaxoc KCXÍ XCC á^uiaa tasxá 5úo rmépaq. K a i
s^rjTouv oí ápxispeiq n a l oí ypccia^iocxElq ircoq aóxóv áv OÓA.CÚ KpaTrjoavTsc; áiroKXEÍvcoaiv 2 £Á.syov y á p Mr) év TT] Eopxrf, \xr\ TCOTE EOTOCI 9ópu[3oq xou Xaou.
1. La frase rjv Sé evoca los acontecimientos narrados, TÓ izáaya. (en arameo tíllDS; en hebreo i"!DS) es la forma usada en el NT y en Filón; también la emplean de ordinario los LXX, aunque en la biblia griega también encontramos las formas cpáaex y cpáaex- Josefo emplea las formas T t á a / a y cpáaKOC. El término designó tanto el cordero pascual (14,12[bis].14) como el día de Pascua (14,1.16) o todos los días que duraban las fiestas de Pascua (cf. Le 22,1: f] Éopxf] xwv á^úucov f) Aeyouévr| Ttáaxa). La fiesta de Pascua sólo podía celebrarse en Jerusalén. A media tarde del 14 de Nisán se sacrificaban los corderos y se ofrecían en el templo; seguía después la cena celebrada ese mismo día al atardecer, entre el ocaso y media noche, según nuestro cómputo, pero ya el día 15 de Nisán según el calendario judío, porque el día judío empezaba con el ocaso del sol. x a á ^ u u a , 14,12*, la fiesta de los ázimos {massotb) o f] éopxf] XQV C^Ú^GDV (Ex 34,18), como dice Lucas, fue originalmente la fiesta de la recolección de la cebada en la que se comía pan sin levadura. Cf. N. H. Snaith, 23s. Más tarde la fiesta se celebró del 15 al 21 (22) de Nisán (Ex 12,1-20; cf. Josefo, Ant., I I I , 10. 5). El término que comentamos designó ocasionalmente el día de la Pascua. 2 Cr 35,17 menciona juntas las dos fiestas, pero Josefo {Ant., II, 15,1; XIV, 2,1; BJ, V, 3.1) fecha a veces la fiesta de los ázimos a partir del 14 de Nisán. Para el testimonio rabínico véase Billerbeck, I I , 812-815, y el comentario a 14,12. En este pasaje de Marcos, igual que en 2 Cr 35,17, las dos expresiones significan los ocho días que duraba la fiesta. Mateo omite KOA x a á£uu.a, mientras que Lucas (22,1; véase supra) combina las dos expresiones. Para el empleo del plural neutro para designar las fiestas véase 6,21; Jn 10,22: x a ÉvKaívia. La expresión uexá 5úo r|uépaq es ambigua. Algunos comentaristas opinan que indica un período de dos días (Klostermann, 156; Lagrange, 364; McNeile, 372; Smith, 192), pero otros defienden que, según el cómputo judío, significa el día siguiente (Holtzmann, 171; Swete, 319; Turner, 66; Bartlet, 370), es decir, el miércoles 13 de Nisán. La primera opinión es más sencilla, pero la segunda es más probable, porque en 8,31 p:sxá xpeíc, rjuipaq equivale a xrj xpíxn f](j.époc. Para oi ápxiepetr; véase 2,26; ^8,31; oí ypap.uax£tc,, 1,22; Kpaxéco, 1,31; áTTOKXEÍvco, 3,4; bóXoc,, 7,22". Las palabras del evangelista no suponen una decisión formal del Sanedrín, sino que indican la finalidad que se propusieron durante algún tiempo (cf. el imperfecto ÉL/]TOUV) muchos de sus miembros principales; cf. 3,6; 11,18; 12,12. Los miembros del Sanedrín querían obrar «con astucia» (áv 5ó\cp). Esta expresión falta en D A Z fam. 1 fam. 13 (excepto 124) 28 543 al. pauc, pero es probablemente original (cf. Mateo: oóXcp), sobre todo si leemos eXeyov y á p en el versículo 2 (véase). Para el subjuntivo cf. 11,18; 14,11. 2. sAeyov y á p nos crea dos problemas, a saber, la lectura que debe aceptarse y la identidad de los que hablan. &é, que está bien atestiguado
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN 2
14,2 hl
(A C W 0 et al. minúsculos [excepto 892 1342] vg | > % . ] sy sa arm) es probablemente una armonización con Mateo; parece preferible y á p , leído por S B C* D L W 892 1342 ít vg (pler.) sys w m« bo, que explica por qué la detención debe llevarse a cabo «con astucia». Turner, 66; JTS 25, 384s, distingue los que hablan ahora de las personas que antes mencionó el evangelista, y considera e\eyov como forma impersonal: «se decía». Los sumos sacerdotes «temieron de tal manera la oposición que se propusieron llevar a cabo la detención en secreto». Al parecer, esta interpretación ve demasiadas cosas en eXayov, pero la apoya el hecho de que una detención en secreto exige astucia y el que los sumos sacerdotes no quieren exponerse al peligro que supone una detención pública («No durante la fiesta, no sea que haya tumulto entre el pueblo»). Sin embargo, la situación no cambia si los que hablan son los sumos sacerdotes; por ello la sugerencia de Turner no es realmente necesaria. Mf| év xf) Éop-crj. Para ¡ar| en sentido elíptico véase Blass, 294; se sobreentiende KpaTf)ao(iev ocütóv. El indicativo de la frase ^ir| TCOTE (en 4,12* con subjuntivo) fenecí expresa el peligro «como algo real e inminente» (Swete, 320). éopxr|, 15,6*; para Gópufkx; véase 5,38*. Se simplifica la observación «no durante la fiesta» si leemos Mr¡ TTOTS é'v "tfj ¿opTr| Morca 9ópufk)c; K T \ , atestiguado por D a (c) ff (k) i q. Esta lectura, que no determina en modo alguno la fecha de la detención, explica la finalidad que se proponían los sacerdotes, por el deseo de evitar el tumulto del pueblo. Pero podría argüirse que aun en tal caso la lectura sugiere una detención llevada a cabo antes de la fiesta. En cualquier caso, esta variante, exclusivamente occidental, es una modificación de Mr] év Tfj ÉopTfj, introducida posiblemente con el fin de evitar que se piense en una detención llevada a cabo después de la fiesta, porque Mr] áv xrj Éopxrj es una expresión ambigua. ¿Qué significa esta expresión: que la detención se realizaría antes, o después de la fiesta? La mayoría de los autores, entre los que cabe mencionar a Wellhausen, 108; Klostermann, 157; Montefiore, I, 309s; Goguel, 436s; J. Jeremías, 40-42, que cita a Spitta, Bornhauser, O. Holtzmann, Dibelius, Finegan; Rawlinson, 195 y Wood, 697, creen que significa antes de la fiesta, pero Holtzmann, 171; Zahn (refiriéndose a Mt 26,5); Dalman, SJ, 98, y A. Schlatter, Der Evangelist Matthaus, 701, defienden la opinión contraria. A la primera opinión puede objetarse que el intervalo es muy breve y que los peregrinos comenzaban a reunirse ajates de la fiesta, y a la segunda que Marcos no alude a ningún plan fallido (cf. Bultmann, 282). Algunos exegetas opinan que a los ojos de los sacerdotes cabían las dos posibilidades (Swete, 320; Plummer, 311; Bartlet, 371) y que el ofrecimiento de Judas precipitó su actuación; esta solución tentadora está expuesta a las dos objeciones antes citadas. Es igualmente vulnerable la opinión de los que creen que los sumos sacerdotes querían detener a Jesús antes de la fiesta y matarlo después de ella (véase Schniewind, 177). Jeremías, 41s, defiende que desaparecen todas las dificultades si entendemos éopTf| en el sentido de multitud que se reúne en la fiesta; en tal caso la expresión concordaría con ócrep ox^-ou de Le 22,6. Comparten esta opinión Cranfield, 414 y Bertram, 13, que cita a Jn 2,23; 7,11 y que reivindica el apoyo de Loisy, II, 491. Jeremías defiende que según esta interpretación Me 14,2 no contiene ninguna indicación temporal. Uno siente la tentación de concluir que el problema es insoluble. La hipótesis más probable es ésta: aunque quizá Marcos pensase que los
14,3-9
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
63?
sacerdotes querían ejecutar a Jesús antes de la fiesta, éstos proyectaban actuar después de la fiesta, aunque, debido a la traición de Judas, pudieron actuar «a traición» casi inmediatamente. En esta interpretación pierden su fuerza las objeciones fundadas en la brevedad del intervalo y en que Marcos no indica que los sacerdotes cambiaron sus planes. La hipótesis menos admisible es la que defiende que los versículos ls no son históricos, sino una deducción de los hechos (Bultmann, 282; Bertram, 13s; Sundwall, 79). Este pasaje es demasiado oscuro para haber sido inventado.
92. Me 14,3-9
UNCIÓN EN
BETANIA Cf. Mt 26,6-13 (Le 7,36-50) Jn 12,1-8
El relato gráfico de la unción, que Marcos intercaló entre los vv. ls y lOs, contrasta con la simple referencia al complot de los sacerdotes. El episodio se sitúa en Betania, en casa de Simón el leproso. No se indica el nombre de la mujer ni de los que (xiveq) preguntaron indignados: «
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14,3-9
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
ma que «los que se indignaron» fueron los discípulos (26,8); Juan menciona a Judas (12,4) y dice que la mujer innominada de Me 14,3 era María (12,3), que tomando una «libra» de perfume precioso, ungió los pies de Jesús y se los secó con el pelo (12,3; cf. Le 7,38). Es más difícil determinar las relaciones entre el relato de Marcos y el de «la pecadora de la ciudad» (Le 7,36-50), sobre todo si no se acepta la solución fácil de que se trata de episodios diferentes. La versión de Mateo es claramente secundaria. Mateo omite TuaTiKÍjc, (Me 14,3), el frasco roto, el precio del perfume, la expresión difícil Kcd éveppipcovxo aÓTfj y las frases «y cuando queráis podéis socorrerles» y «ella ha hecho lo que podía»; Mateo refunde además la frase de Marcos «se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura» escribiendo «y ella, al echar ese perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho para prepararme para la sepultura» (26,12). Todas estas modificaciones ponen de relieve la mayor originalidad de Marcos.
3 K a l ovxoq aóxou sv Br)6avía év xfj o'iKÍa Zíjacovoq xoG Á.£Tcpou KaxaKEiLiévou aúxoü fjXCtev yuvrj s x o u a a áA.á|3aaxpov (aúpou vápoou TcioxiKfjq
r
TUOXUXEXOÜC;-I a u v x p u p a a a xr\v áXá-
|3aaxpov Kaxé)(££v aúxou xfjc; K£(f>aXr]c;. 4 fjaav 5é XIVEC; áyavccKxouvxEc; itpóq éauxoóq T Eíq xí f] árabXEia auxr) xoG taúpov yéyovEV; 5 f|56vaxo y á p xoüxo xó pxipov TTpaÓfjvaí éxcáveo r 5r)vapícov xpiaKoaícov 1 Kai 5o0fjvai xotq TCXCOX0^' Kai £V£|3pi^covxo aóxí}.
6 ó 5 E 'Ir)ao0c; ETTTEV "AcpEXE aüxrjV
xí
auxf] KÓirouq TtapÉXEXE; KCCXÓV i p y o v f | p y á o a x o év átaoí' 7 TrávxoxE y á p xouq TCXCOXOÜ £X £T£ ^ £ ^ ' ¿auxcov, Kal oxav 6áÁ.r)X£ 5úvaa9£ aúxoiq [uávxoxE] E 5 Troifjaai, é.\xé 5é oó TCaVXOXE EX£T£.
8 O EO)(£V
ETlOÍl^OEV, TCpO£A.a(3£V
a o p i á ^iou EÍC; XÓV évxacpiaapióv.
( J . U p í a a i XO
9 á\ir\v bs. Xáyco ú^Tv, OTIOU
éáv Kt]pux9fi xó EÓayyé/Viov ELQ OXOV XÓV KÓO^IOV, Kal o OEV aüxr] XaXr)6r|0£xaL EÍC; p:vr] ^lóauvov aóxi]q.
ETUOÍT]-
3 TtoXuxeAoúc,,— 4 Kai XéyovxEc,. 5 xpLocKoaícov onvexpícov. 3 Estando Jesús en Betania, reclinado a la mesa en casa de Simón el leproso, llegó una mujer llevando un frasco de perfume de nardo auténtico muy caro; quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza. 4 Algunos comentaban indignados: — ¿ A qué viene ese derroche de perfume? 5 Podía haberse vendido por un dineral y habérselo dado a los pobres. Y la reñían, 6 p e r o Jesús replicó: —Dejadla, ¿por qué la molestáis? Está muy bien lo que ha hecho conmigo. 7 Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerles cuando queráis; en cambio, a mí no me vais a tener siempre. 8 Ella ha hecho lo que podía: ha embalsamado de antemano mi cuerpo para la sepultura. 9 Os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se pregone la buena noticia, se recordará también en su honor lo que ha hecho ella.
14,3-4
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
641
3. Para |3r]9avía véase 11,1. Es de notar la localización exacta, cosa rara en el evangelista, así como la alusión a la casa de «Simón el leproso», que debió de ser un personaje conocido en el círculo del que procede el relato. Torrey, TG, 96, hace una observación pintoresca, a saber, que «Simón el leproso» es una traducción errónea del arameo garabha, «botijero»; pero Black, 9, la rechaza decididamente basándose en que en los léxicos no aparece ningún nombre con este significado. Es raro el uso de dos genitivos absolutos, ovxoc, ccúxoO y KccTocKEipévou ocuxoü, con el mismo sujeto repetido y sin nexo alguno. Lohmeyer, 292, propone la atractiva idea de que Marcos intercaló el primer genitivo absoluto en un relato que comenzaba originalmente así: (Kai) KaxaKELpévou aúxou. Para KaxócKEqjai véase 1,30 (HS 2 , 12). No se indica el nombre de la mujer (yuvr)) y nada sugiere que fuese pecadora (cf. Le 7,37). Juan (12,3) dice que era María, la hermana de Marta y de Lázaro. Es corriente que falten los nombres en un relato que recalca las palabras de Jesús, pero esto resulta raro si pensamos en la profecía de que su obra será recordada. Para la tendencia de la tradición a añadir nombres véase Bultmann, 72. dXá|3aaxpoq, Mt 26,7; Le 1,37**, es «un frasco redondo sin asas para guardar perfumes y hecho muchas veces de alabastro» (LS); Herodoto, I I I , 20. Para el género de este término (femenino en 8 ' B C L A V 579 1342; masculino en S * A D 565 892; neutro en G M W 6 fam. 1 fam. 13) véase Moulton, I I , 122. uúpov, 14,4s*, significa «ungüento», «perfume», y vápSoq, Jn 12,3**, «nardo», Nardostacbys Jatamansi, que es la planta india de la que se obtiene; Cant 1,12; 4,13s; Horacio, Odas I I , 11; IV, 12. TioAuxeXr|c,*, 1 Tim 2,9; 1 Pe 3,4**. Mateo escribe ITOA.UXI.UOC,.
No conocemos el significado ni el origen de TTIOXIKÓC, (Jn 12,3**). Quizá derive esta palabra de maxóc, (
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14,5-6
es la lectura variante de D 9 565 a b ff i r 1 , y xcov (J.a9nxwv la de W fam. 13 543 sype. Jn 12,4 sólo menciona a Judas. Para áyavaKxéa> véase 10,14; Tipóc; áauxoúc,, 1,27; 9,10; 11,31. Black, 77, indica que itpóq éauxoÚQ representa el uso del dativo ético arameo: «de hecho algunos se indignaron»; cf. 10,26. Cf. Torrey, TG, 79. Se cree de ordinario que la frase implica intercambio de miradas o comentarios (cf. Swete, 323), pero hemos de admitir que, al faltar un verbo de decir, en el mejor de los casos esta idea se expresa de forma oscura. Muchísimos manuscritos añaden Kai XéyovTec; o Xéyovreq, pero la ausencia de estas palabras en 8 B C* L ¥ 892* 1342 no es decisiva. Para el imperfecto perifrástico fjaccv... áyavaKXoGvxsc; véase la Introducción, pp. 68, 85 siq, TÍ; 15,34*; Mt 14,31; 26,8; Hch 19,3 (cf. Eclo 39,17[26]), que significa «¿para qué?», aunque es una expresión clásica, también corresponde a además el asíndeton de la pregunta, que la hace un tanto dura, es característico del arameo. Cada uno de estos puntos, tomados en sí mismos, podrían explicarse como modismos griegos, pero al unirlos tenemos la impresión de que un relato contado originalmente en arameo constituye el sustrato no lejano de la narración de Marcos. No sólo Polibio VI, 59. 5 (en oposición a vr\pr]aic,), sino los papiros (VGT, 73) ilustran el sentido más debilitado de dcTtóÁEioc*, «derroche». Para yéyovsv cf. 5,33; 9,21. D fam. 1 63 64 a 1 sys geo 1 omiten xoü Liúpou y «quizá con razón», a juicio de Klostermann, 159. Cf. Mt 26,8. En el versículo 5 se alega la razón de que el perfume podría haberse vendido a un precio elevado para darlo a los pobres. Para el aumento de r|5úvaxo véase Moulton, II, 188. irnTpáaKCO*. 5r|vapícov xpiocKOoícov es genitivo de precio; cf. Jn 12,5. Swete, 323, opina que ¿Ttávco no hace al caso; cf. WM, 313; Robertson, 511. Lagrange, 368, duda, pero cf. 1 Cor 15,6. G. D. Kilpatrick: JTS 42, 181, opina que ETCÓCVCO* (omitido por 517 954 1675 c k sys geo1) es una interpolación del siglo n , que refleja la desvalorización de la moneda después del reinado de Nerón. Para nray^óq véase 10,21. Este interés por los pobres es característico de los judíos piadosos. Es digna de notarse la posibilidad de que los interlocutores de Jesús no sean los discípulos, sino otros huéspedes, porque Marcos no tiende a «perdonar a los Doce» y porque en 2,6 fjaocv oé TIVEC; se refiere a los escribas. Para é^^pL^áo^ai vEase 1,43. Esta frase implica, al parecer, dura desaprobación expresada con palabras y gestos. Cf. vg: fremebant in eam. Para la forma del verbo véase Moulton, II, 198. 6s. Para OCÍETE aóxf]v cf. 10,14; la expresión significa aquí «dejadla» (RV, RSV). Los papiros ilustran la construcción KÓTCOUC; irapéyco con dativo (VGT, 355), Mt 26,10; Le 11,7; 18,5 (KÓTCOV); Gal 6,17**; en griego clásico es más frecuente el uso de irpáy^ccTcc o de TCÓVOV. KOCXÓV Epyov es una obra buena, é p y á ^ o ^ a i * . Es de notar el asíndeton del versículo 6c (Mateo: y á p ) comparado con 6a y 6b, donde la ausencia de partículas confiere al pasaje un tono decisivo, év é\ioi, «sobre mí» (Mateo: EÍC) corresponde a''S (cf. Swete, 324); pero cf. Gal 1,24. La forma del versículo 7 refleja su tono más suave. Este versículo no pretende declarar que la pobreza es un factor social permanente (cf. Dt 15,11), aunque éste es el trasfondo de é\LE Sé oú itávxoxE £X £T£ - ^ a r a
14,8
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esta última expresión cf. Jn 16,16: «Dentro de poco, ya no me veréis». No obstante, el aspecto humano y la idea de oportunidad efímera para prestar atención personal a Jesús son características que sólo aparecen en la sentencia de Marcos. Mateo reproduce la primera y tercera cláusulas, pero el versículo 7b: Kai oxav 6éÁ.r]T£ 5úvaa9s aúxoíc; TCCXVTOTE E 5 ttoif|aai es peculiar de Marcos. No es preciso considerar este versículo como glosa (cf. Klostermann, 159). La mayoría de los manuscritos omiten el segundo itávxoxE, leído por X c B L 892 1071 1342 sa bo; no obstante, está bien atestiguado y tal vez su repetición sea intencionada. EC TCHECO** (LXX: Ex 1,20; Eclo 12,1). X * omite aüxoíq y A 9 et al. 28 700 892 1071 al. pler. leen aúxoOq (como en griego clásico). Cf. Blass, 89. 8. En o éo"X£V ÉTCoínoEV, que significa «ha hecho lo que podía», se sobreentiende xcoif^aaL, como en Le 12,4 (cf. Mt 18,25; Le 7,42; 14,14; Jn 8,6^ Hch 4,14; Heb 6,13). La situación es diferente de la de 12,44; o a a EIXEV £|3aAEV. Aquí no se trata de que la mujer dé todo lo que tiene, sino de prestar el único servicio que está a su alcance. Kypke (cf. Swete, 325) cita a Dionisio de Halicarnaso, Ant. VII, página 467: OUK EIXOV 5 E oxi ócv áXko Ttoicóaiv. Véase LS sub voce '¿Xa> A I I I ; Field, 14. No obstante, en la frase de Marcos esperaríamos f|5úvaxo (cf. 10,38) o Í0"X<-)0£V, que es la forma que conjetura Pallis, 46. La dificultad que entraña la frase de Marcos se sintió desde un principio, como se ve por la refundición de Mateo: |5aXouoa yocp aüxr) TÓ tiúpov xoGxo ETTÍ xoG acópiaxóc; ¡j.ou itpóq xó évxacpiáaaL ^IE áiroínaEV (26,12) y las variantes textuales. A C D et al. 118 124 700 892 1071 al. pler. it [pler.) vg lee aüxr], y k, que omite ETtoírjaEV, lee quod habuit haec praesumpsít et unguentavit meum corpus (o EOXEV auxn itpoÉ(3aÁ.£V Kai ELtúpiaév (ÍOU xó ocoLaa). Couchoud: JTS 34, 128s, opina que esta lectura es original y que significa «ésta se ha gastado sus ahorros para poder ungir mi cuerpo», pero contra esta interpretación pueden formularse diversas objeciones que la hacen insostenible: decir que la mujer gastó todos sus bienes en la compra del perfume implica leer o EOXEV a la luz de 12,44, interpretar TtpoÁ.aLtp'ávEí de 1 Cor 11,21 en un sentido imposible y explicar de forma muy hipotética la aparición de étroínoEV como error de los copistas. Es preferible leer el texto comúnmente aceptado e interpretarlo en el sentido que antes indicábamos 2 . El carácter peculiar de este pasaje y la presencia del asíndeton, por no referirnos a la expresión TtpoéXa|3EV [iupíoai, indican que nos hallamos ante «un griego de traducción». -irpoXaLi(3ávco*, 1 Cor 11,21; Gal 6,1**, que significa «tomar de antemano», «anticiparse», «adelantarse», aparece en griego clásico, en los LXX (Sab 17,11 [»™].17) y en los papiros (VGT, 542). Este uso de irpoXaii paveo con infinitivo en el sentido de anticiparse es paralelo al de cpBávco con infinitivo. Cf. Lagrange, 369, que cita a Josefo, Ant., XVIII, 9. 7: cf.8áaaq ÓTtavxiá^Eiv; Blass, 227; Robertson, 1120. Pero Lagrange observa que es sorprendente la semejanza de esta construcción con otra aramea, y cita a sys: ffl!2D2 f l f i l p . Alien, 169, afirma que la construcción no es clásica y defiende que Josefo, Ant., VI, 13.7; XVIII, 5. 2; 2. Wensinck lo compara con Hagiga II, 2: «haz lo que puedas ( ¡"112 DK -n¡> -p n-K ). Cf. Black: JTS 49, 161).
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,8-9
BJ, I, 20. 1: e Ignacio, Carta a los Efesios I I I , 2 no son propiamente paralelos. Alien, que admite que esta construcción no es imposible en griego, opina que es probablemente una traducción de la raíz aramea ülp Cf. Wellhausen, Einl.2, 21; Souter, 217; Klostermann, 160. Quizá lo único que pueda decirse es que tal vez esta construcción constituye un «aramaísmo», porque su uso en Josefo indica que podía emplearse en griego tardío 3 . En cualquier caso, el significado sigue siendo el mismo: la mujer anticipó la unción del cuerpo de Jesús. [j.upí£co** se encuentra en griego clásico y en los papiros. £VToccpi.o:o"p:óc;*, Jn 12,7**, significa, a juicio de Field, 98, «mortaja» o «preparación para la sepultura» (VGT, 217) y no «entierro», aunque el relato de Marcos parece exigir este último sentido. No es preciso interpretar la palabra en el sentido de «embalsamar», aunque en los papiros egipcios el IVTa(piao"rf|CJ es un embalsamador profesional (Deissmann, BS, 120s). La obra de la mujer no tiene la finalidad de ungir a Jesús para la 'sepultura, aunque él lo interpreta en este sentido. Es insostenible la objeción de que los judíos no ungían los cadáveres. Cf. Shabbath, XXIII, 5: «(El sábado) puede prepararse lo necesario para los difuntos, y ungirlos y lavarlos, con tal de que no se mueva ninguno de sus miembros» (Danby, 120). Tampoco es preciso explicar la sentencia como interpolación llevada a efecto para afirmar que al menos se anticipó la unción, omitida en el entierro de Jesús y frustrada a causa de la resurrección. Todo lo contrario, si el episodio tuvo lugar, como es probable, poco antes de la pasión, es natural que Jesús interpretase la obra de la mujer como unción de su cuerpo. Cf. Lohmeyer, 295. La ausencia de una referencia a la pasión en Le 7,36-50 no compromete la autenticidad de Me 14,8, sino que puede ilustrar las formas diferentes que puede asumir una tradición común bajo el influjo catequético y literario. 9. Para á ^ v AÉyco úiilv véase 3,28; OTIOU éáv, 6,10.56; EÚcxyYÉXiov, 1,1; KÓauoc,, 8,36; \xvr\[ióouvov*, usado en Mt 26,13; Hch 10,4**, en griego clásico y en los LXX, significa «recuerdo», «memoria». Para EÍC; oXov TÓV KÓau.ov cf. 13,10: eiq TTÓCVTOC TCC e9vr|. Está muy difundida la opinión de que la sentencia es una adición al relato basada en que Jesús esperaba la inmediata venida del reino y de que la referencia a una predicación del evangelio a todas las gentes representa un punto de vista posterior (cf. Loisy, II, 497; Klostermann, 158; Bultmann, 37; Bertram, IV; McNeile, 375s, etc.). Según otros autores, la frase OTCOU áócv KT|pux9TJ TÓ EuocyyéAiov EÍC; OXOV TÓV KÓO[J.OV ilustra el vocabulario misionero de la Iglesia cristiana gentil en una sentencia tradicional de Jesús (cf. Bartlet, 375; Rawlinson, 198; Blunt, 247). Es preferible la segunda hipótesis, si tenemos en cuenta la expresión á.\xr\y AéycD úpúV y lo adecuado de la declaración de que la obra de la mujer 3. El sentido del giro en Josefo no es claro. Whiston traduce así la frase TcpoAocpcbv ££,£Taa8iía£a9ai -rtoTocitóc; cpíAoc;, oú TÍVOC,, áyEvóu.nv de BJ, I, 20.1: «deseo que consideres en primer lugar...», pero a la letra podría traducirse de esta forma: «(vine)... anticipando que el problema sería...», lo que confirmaría la opinión de Alien (véase supra). Por otra parte TtpciéA.a|3ec; KCCTOC(j.£iXÍ£,aa8aí u.ou TÓV 6ouóv de Ant. VI, 13. 7 significa «tú (Abigail) apaciguaste oportunamente mi ira», lo que anula la intención de David de destruir a Nabal. Además TtpoXa|3á)v ávcapslv {Ant., XVIII, 5. 2) parece significar «matándolo (al Bautista) a tiempo», lo que excluiría la posibilidad de rebelión. En todos los ejemplos citados algo sucede antes.
14,10-11
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sería recordada, declaración que constituye el punto culminante de la narración. El hecho de que no se indique el nombre de la mujer (cf. Wellhausen, 109; Montefiore, I, 318s) es un argumento en favor de la autenticidad de la sentencia, porque la tradición tiende a suprimir nombres (cf. Jn 12,3); por otra parte, quienes objetan que ninguno de los asistentes se sorprendió ante la alusión a la sepultura (cf. Wellhausen) piden demasiadas cosas al relato.
93. Me 14,10s
TRAICIÓN
DE JUDAS Cf. Mt 26,14-16 Le 22,3-6
Este relato escueto e incoloro pertenece a la narración interrumpida por la inserción de los versículos 3-9, y está unido de la forma más estrecha posible con ls, al explicar cómo los sumos sacerdotes pudieron detener a Jesús «con engaño» ( = « a traición»). El evangelista no ofrece ninguna explicación de la traición. Lo único que narra es que Judas fue a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús, que ellos se alegraron y prometieron darle dinero, y que Judas buscaba una buena ocasión para llevar a cabo su propósito. Mateo sigue de cerca su fuente, pero expresa en estilo directo el propósito del traidor: Tí OEÁETÉ ^.OI ooüvcu Káycb ú[iív TTapaScúCTCú aÚTÓv e indica el precio pagado. Lucas afirma que Satanás entró en Judas (cf. Jn 13,27); además de los sumos sacerdotes, Lucas menciona a los jefes de la guardia del templo (los OTpaTnyo'i) y señala que Judas aceptó su oferta y buscaba una oportunidad de entregarles a Jesús ócTEp ox^ou, es decir, sin que lo supiera la gente. El sobrio relato de Marcos es claramente primario. Es indiscutible el valor histórico del relato de Marcos. La tradición más primitiva nunca hubiese atribuido la traición de que fue objeto Jesús a «uno de los Doce», a no ser que así hubiese sucedido en realidad. En Lucas, y más aún en Mateo y Juan, son evidentes los apuros del evangelista al intentar explicar la acción de Judas por la avaricia y por la instigación de Satanás. Sólo podemos deducir los motivos que impulsaron a Judas a perpetrar su acción. Carece de fundamento la hipótesis de que Judas quiso obligar a Jesús a hacer algo; es más probable que Judas fuese víctima de la desilusión, de la duda y de la desesperación. 10 K a í ' I o ú b a q MaKapicbG ó síq xcov 5có&£Ka áTcf]A.8£v Tipóq XOÜQ ápXL£p£L<; i v a a ú x ó v T c a p a 5 o i aóxolc,. 11 O Í 5á á K o ú a a v T E q é)(ápr]oav Kaí £Tur]yy£ÍÁ.avxo aúxcp á p y ú p i o v S o ü v a i . Kaí é¿/iT£i Tccoq a u x ó v EUKaípcoc; T t a p a S o i . 10
Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. n Al oírlo se alegraron y le prometieron dinero. El andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. 10. Para la forma 'IoKorpicóO véase 3,19. Moulton y Milligan han demostrado por la expresión ó EIC; tiene paralelos en los papiros primi-.
646
14,10-16
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,12-16
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647
tiyos_ (VGT, 187). Cf. Papiro Par. XV, 50 (año 120 a. C ) : TÓV evo: a ú x ñ v TQpov; 54: TOU évóc, xwv ¿yKaXouiaévcov NEXOUGOU y otros ejemplos citados. Estos testimonios demuestran que la expresión era de uso popular, pero no explican por qué el artículo sólo se encuentra en este pasaje de Marcos y no en 14,20.43, a no ser que hubiese perdido todo su significado. Lagrange, 370, opina que el artículo no reviste importancia especial y lo compara con el uso de «Pun» en francés. No es probable que el artículo remita a la lista de 3,16-19, porque las referencias son bastante raras en el evangelio de Marcos. Tampoco es probable que el artículo sirva para distinguir a Judas de otro Judas, el hermano de Jesús (6,3), porque ya antes se le llamaba 'IOKOCpiáO. Swete, 327, sugiere que el significado podría ser éste: «uno, el único de los Doce que demostró ser traidor»; A. Wright: JTS 18,32s, defiende que la expresión significa «el primero» o «el jefe» de los Doce (cf. Jn 12,6). Mejor que estas dos explicaciones es otra sugerencia de Swete, a saber, que el artículo alude a la designación frecuente etq xcov SCÓOEKOC (14, 20,43; Mt 26,47; Le 22,47), «uno de los Doce», porque esta expresión pudo ser corriente si se recordaron con horror las palabras de Jesús (14,20): Ele, xcov ocb5&Ka, ó ép:(3aTrxóp:£Voc; pxx' á^iou ele, xó l v -rpú|3Xiov.
la noche del 15 de Nisán; por ello, es particularmente importante el carácter histórico del relato, que implica dos problemas: 1) la semejanza con la señal dada a Saúl (1 Sm 10,lss) de los tres hombres que suben a Betel, uno de los cuales lleva una bota de vino; y 2) el estrecho paralelismo verbal con el relato de los preparativos de la entrada en Jerusalén (11,1-6). En estos problemas las opiniones críticas están divididas: algunos autores opinan que el relato es una leyenda (cf. Wellhausen, llOs; Bultmann, 283s. 308; Bertram, 22-25; Ed. Meyer, I, 176, etc.), mientras que otros defienden que reproduce una tradición auténtica (cf. Lagrange, 371-375; Plummer, 316-319; Bartlet, 378-380; Turner, 67, etc.). Otra cuestión importante, que puede ayudarnos a resolver los problemas, es saber si las precisas instrucciones de los vv. 13-15 implican previo conocimiento o previo acuerdo con el dueño de la casa (14,14). Otro problema es saber por qué se presta atención sólo a la gran sala del piso superior y no se dice nada de los otros preparativos necesarios para la cena pascual. ¿Indica el contenido del relato, en cuanto que se distingue de 14,12, que la cena fue realmente la cena pascual? El relato no pudo difundirse como perícopa aislada de la tradición; su continuación debió ser la narración de la cena. ¿Es original la secuencia de los versículos 17-21 ó 22-25?
Para itccpocSíocoui, usado sin excepción en lugar de itpoSíbconi, véase 1,14; para la forma Ttapaboi cf. 4,29; oí SCÓSEKO:, 3,14. Ed. Meyer, I, 146. 172, atribuye los versículos lOs con ls y 17-24 a su «fuente de los Doce».
En el comentario estudiaremos todos estos problemas; pero antes examinemos el paralelismo existente entre este relato y 11,1-6:
11. XV-Í-PW' 15,18*; ÉTcayyéXXojaai.*; áypúpLOV*, EÚKaípcoq*, 2 Tim 4,2**, significa «a su tiempo», «oportunamente» y aparece en griego clásico, en los LXX (Eclo 18,22*) y en los papiros. Cf. 6,21. Para Ttapa5cH véase 14,10. Marcos dice solamente que los sacerdotes prometieron dinero a Judas, pero Mateo (26,15) supone que se hizo un pacto sórdido y afirma que los sacerdotes pagaron a Judas en el acto, oí 5é eo-xnaav aúxco TpiaKOVxa á y p ú p t a (cf. Zac 11,12), una suma bastante ridicula. Cf. Le 22,5: auvéGevxo, «acordaron». Juan no habla de ningún pacto, pero ya antes había llamado ladrón a Judas (12,6). Estos desarrollos legendarios constituyen un débil fundamento para la hipótesis de Swete, 328, a saber, que Judas volvió «llevando en su manto el precio de la sangre». Como Judas tenía que encontrar todavía una ocasión propicia, el relato de Marcos no menciona el auxilio armado, aunque 14,43 implica que en el intervalo se hicieron algunos preparativos. El carácter imparcial y objetivo de ls.lOs, reflejado en el vocabulario y en el estilo, contrastan con la gráfica descripción de los versículos 3-9 y 12-16.
1.
94. Me 14,12-16
PREPARATIVOS
PARA
LA PASCUA Cf. Mt 26,17-19 Le 22,7-13
Dos indicaciones temporales, muy discutidas, introducen este relato pintoresco. Los discípulos preguntan dónde han de preparar la Pascua, pregunta que indica que la Ultima Cena fue la cena pascual celebrada
14,13-16
11,1-6
2.
3. 4. 6.
...dtTtoaxéXXei Súo XCOV pccOnxcov aüxoO Kal Xéyei aüxoíq' ÓTcáyexe EIC; xf|V Kcóp.r)V... Kal... £Úpr|0"£XE... eÍTtaxe" Ó KÚplOC,... Kal catfjXOov Kal £Cpov... Ka9á><; EÍTTEV Ó 'Ir]aoGc/
13.
...áTtoaxéXXEi oúo xcov ua9nxcóv aúxoü Kai Xéy£i aúxoic; üitáyEXE £iq xr\v TOXIV
14. 16.
Kal cntavxrjOEi óu-tv... EÍiraxE" ó 6i5áaKaXoq... Kal É£,fjX9ov... Kai Eupov Ka9cbc; EÍTXEV aúxoíq*
Kai.. La concordancia entre ambos relatos demuestra que los compuso el mismo autor, pero no indica que sean duplicados. El paralelismo se asemeja al de los relatos del sordomudo (7,31-37) y del ciego de Betsaida (8,22-26), estudiado más arriba, e ilustra la tendencia del evangelista a repetirse a sí mismo. Además, las diferencias temáticas son tan grandes que excluyen la hipótesis del duplicado. En un relato está preparado un pollino en un lugar determinado; en otro, se encontrará una sala en las circunstancias descritas. El hombre con el cántaro que guía a los discípulos a la casa difiere completamente de los que presencian la escena del pollino y quieren saber por qué lo desatan. Quizá no esté presente el dueño del pollino (véase el comentario a 11,3), mientras que el dueño de la casa recibe el mensaje y permite que los discípulos obren conforme
648
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,12-16
a lo que en él se indica. En ambos casos los detalles comunes son perfectamente naturales (los discípulos enviados y, al parecer, el previo acuerdo existente). Estos argumentos indican que Marcos compuso ambos relatos basándose en la tradición. 12 Kocl xf] irpcÓTÍ] n ^ é p a rav ác^ú^cov, OTE TÓ T c á a x a EGUOV, A é y o u a i v a u r a o í |aa6r]Tai aÚToC flou 6£Á.£i<; áTCEÁ.9óvT£c, £Toi^áaco[i£v i v a «páyrjq T Ó T c á a x a ; 13 Kcd áTcoaT£Á.Á.£i 5 ú o TCOV [^aGrjrav aÚTou K a i Á é y s i aÚTOic; ' Y i r á y e T s s i q xr)v iroA.iv, Kal áiravTrjaEi ó^iiv ávGpcoTcoq Kepá^iiov ü 5 a x o q (SaoTá^coV dKoXouGr]aaT£ aÚTcp, 14 K a i oirou eccv eiaéÁBr] EÍTtaxe T Q OIKOSEOTTÓTT] Ó T I ' O bibáoKoÁoq,
X é y £ i IloO EOTÍV TÓ K a x á X u ^ i á
^iou oirou TÓ i r á a x a : ( a s í a TCOV [j.a0r]T(5v p:ou cpáyco; 15 K a i aÓTÓq ú|aív Ó£Íc^£i á v á y a i o v [^áya éaTpcopxvov ETOLJIOV K a i £K£i £TOL(-iáaaT£ f\\xív. 16 K a i é^Jr\KQov o i (aaGrjTaí K a i f|XGov EÍC,
Tf]v TTOA.LV K a i £ 5 p o v
KaGcbc; EITCEV aÓTotq, K a i
r]TOÍ[iaaav
TÓ Ttáaxcc. 12 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: •—¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? 13 El envió a dos discípulos diciéndoles: — I d a la ciudad, os encontraréis con un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidlo, 14 y en la casa donde entre decidle al dueño: «El maestro pregunta dónde está su habitación, donde va a comer el cordero pascual con sus discípulos». l u O s mostrará una sala grande arreglada con divanes en el piso de arriba. Preparádnosla allí. lu Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
14,12-13
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
649
fiesta de los ázimos»; cf. Alien, ibíd.; St. Mt., 272-274; Black, 100 nota; Jeremías, 12. Otro problema es saber si, según la tradición anterior a Marcos, los preparativos se hicieron antes, sobre todo porque, según el relato de Marcos, el intervalo es muy breve. En tal caso sería posible que se hubiese traducido erróneamente una expresión original aramea. El imperfecto EGUOV indica repetición de la acción y TÓ i t á o x a designa el cordero pascual: «cuando, según la costumbre, se sacrificaba el cordero pascual». Lucas escribe f\ EÓEI 9Ú£cr6ca xó Ttáo/a (22,7). 9úco*, Mt 22,4; Le 15,23.27.30; 22,7; Jn 10,10; Hch 10,13; 11,7; 14,13.18; 1 Cor 5,7; 10,20**, significa «sacrificar», «matar» y aparece en griego clásico, en los LXX y en los papiros. En muchos de estos pasajes el verbo significa «matar», pero en Hch 14,13.18 y 1 Cor 10,20 denota los sacrificios paganos y en 1 Cor 5,7 el sacrificio de Cristo. La expresión 9úeiv TÓ itáoxoc está tomada de los LXX; en Ex 12,21 traduce íDílí^, «sacrificar», y en Dt 16,2 ¡"QT, «inmolar». Es difícil determinar la asociación de las ideas sacrificiales con la Pascua en tiempos de Cristo. La ofrenda del cordero pascual se consideraba sin duda alguna como sacrificio, y la cena que seguía como cena sacrificial; más tarde se tendió a subestimar el elemento sacrificial de la cena y a considerarla primordialmente como conmemoración de la obra redentora de Dios cuando sacó al pueblo de Egipto. Cf. G. B. Gray, Sacrifice in the OT, 376-382; R. H . Kennett, The Church of Israel, 135. Esta tendencia no quiere decir que las ideas sacrificiales estuviesen ausentes de la mente de Jesús cuando celebró la Ultima Cena; las palabras de la institución de la eucaristía (véase 14,22.24) indican lo contrario. Según el relato, los que toman la iniciativa son los discípulos, que preguntan a Jesús dónde quiere que preparen la cena pascual. Para 8éXo> con subjuntivo véase el comentario a 6,25; ÉTOi^á¿]co, 1,3; TÓ i r á o x a , 14,1. Mateo emplea el infinitivo en lugar de la frase i v a cpáync;, omitida por Lucas.
12. Es de notar la frecuencia del KOCL paratáctico en los versículos 12-16 (11 veces). La expresión xfj Ttpórn í|u.épa TÜV dc£]úu.CDV es ambigua, porque de ordinario denota el 15 de Nisán, pero OTE TÓ TIÓCOXOC E9I>OV demuestra que se refiere al 14 del mismo mes. Cf. los numerosos ejemplos del evangelio de Marcos en los que la segunda de las expresiones temporales define a la primera: 1,32.35; 4,35; 13,24; 14,30; 15,42; 16,2. Billerbeck, I I , 813s, cita Mekilta Ex 12,15; b. Pes. 36a; b. Pes. 5a; j . Pes. 1,27a. 27c, en favor de este uso de la expresión «el primer día de los ázimos». Jeremías, 11 nota, discute los dos primeros pasajes; pero si admitimos los demás, no puede afirmarse, como hace Bultmann, 284, que Me 14,12 sea «absolutamente imposible» a causa de las costumbres judías. Por eso, no parece necesario explicar n-pÚTn como corrupción de itpó (Alien, 172) o como confusión de una frase aramea que debiera haberse traducido por tupo UACCC; TQV dc¿]úucov4, «el día antes de la
13s. Lucas da el nombre de los dos discípulos, Pedro y Juan (22,8), enviados eíq TT)V TtóÁiv, porque, según lo prescrito en Dt 16,7, se creía que la Pascua debía celebrarse en Jerusalén. Cf., por ejemplo, Sifré de Nm 9,10 (citado por Jeremías, 19 nota): «¿Cuál es el lugar en el que debe comerse (el cordero pascual)? Dentro de las puertas de Jerusalén». Cf. también Dalman, JJ, 106. Mateo añade Ttpóq TÓV SEÍVCX, «a casa de fulano» (26,18). Jesús les da la señal de que encontrarán un hombre con un cántaro de agua. dTtocvTáo*, Le 17,12**, significa «encontrar» y aparece en griego clásico, en los LXX y en los papiros. Kepáuiov*, Le 22,10**, es un cántaro o jarro. El hecho de que el hombre llevase un cántaro servirá para identificarle, porque, según Lagrange, 373, los aguadores llevan odres y las aguadoras cántaros, paenrá^co*. El hombre, que sólo hace de guía, no parece tener conciencia de su misión, a no ser que cnravTácD implique un saludo. Los discípulos deben seguirle hasta la casa en que entre y anunciar al dueño de la misma (oiKOÓEaTOTnc;*) el mensaje. Para oitou éáv con subjuntivo véase 6,10. Cf. Moulton, I, 151, que propone la
4. El Evangelio de Pedro (edición de J. A. Robinson, 17) pone estas palabras en boca de Pedro: «está escrito en la ley: el sol no se pone sobre el
Trjc, éopTrjc, OCÓTCOV).
que matan el día anterior a los ázimos, que es su fiesta» (itpó uiac, TCÚV á^óucov
650
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,13-15
traducción «adondequiera que entre». El hecho de que en el mensaje Jesús se designe a sí mismo como ó 5i5áaKaXoq (véase 4,38) indica un acuerdo previo. Lo mismo cabe decir de la pregunta, por lo demás extraña: rioü éoxiv xó KaxáÁ.u¡j.á fiou OTTOU TÓ -Káoya: ¡JETÓ: T<5V (j.aOnxcov ^ou (payo. Es posible que para Marcos el episodio fuese un caso de presciencia profética, aunque en su relato no lo indica en modo alguno. De todas formas es improbable que debamos interpretar así el episodio, porque dicha interpretación no responde al problema de por qué el dueño de la casa reaccionó ante el mensaje de la forma indicada; por el contrario, si suponemos un acuerdo previo, es completamente natural el comportamiento del dueño de la casa. Cf. Bartlet, 379s. Lohmeyer, 299, ve un matiz de realeza en la pregunta e incluso descubre ideas joánicas en la base del relato; no obstante, esta aguda percepción no hace plena justicia al elemento histórico del relato. KaxáAu^a*, Le 2,7; 22,11**, significa «la habitación de los huéspedes», como en 1 Re ( = 1 Sm) 1,18, y no «lugar de alojamiento», como en Le 2,7, y pertenece a la koiné (VGT, 329). Blass, 217, explica la construcción OTTOU... (pócyco como ejemplo de asimilación a las oraciones construidas con iva. Cf. Robertson y Davies, 322. Lucas sigue de cerca a Marcos, aunque introduce ligeros retoques. Mateo omite la referencia al aguador y refunde el mensaje escribiendo 'O Kcapóc; LÍOU áyyúc, éaxiv" Ttpóc, aé TTOICO TÓ náoya uexá XCOV u.a6r)xwv
LXOU (26,18).
15. Para KCU OCÚTÓC; cf. 4,38; pero la expresión carece de énfasis en este pasaje, lo mismo que en 8,29; quizá sea un «semitismo secundario» (cf. Klostermann, 68) que refleja el uso proléptico del pronombre hebreo Xin pero Lagrange, 215, rechaza esta idea por lo que se refiere a este pasaje y a 8,29. áváycuov*, Le 22,12**, es una «habitación del piso de arriba» ( = ÚTtepSov de Hch 1,13, etc.). Esta forma, que pertenece a la koiné (VGT, 30), está bien atestiguada ( X A B* C D, etc.), aunque en los manuscritos aparecen numerosas variantes (véase Legg). Cf. Moulton, II, 70. 76. Ofrece especial interés la lectura de D: áváycuov OTKOV... (iéyav, que, según Black, 180, surgió probablemente de la confusión de fc^rQ") , «grande», con W l \ 3 , «casa». Lagrange, 374, describe una amplia habitación de huéspedes confortablemente amueblada; cf. Swete, 330: «provista tal vez de divanes tapizados»; Bartlet, 380; Montefiore, I, 323; Rawlinson, 201; Lohmeyer, 299, etc. Confirma esta interpretación el hecho de que se usa axpcovvúco para describir el revestimiento de divanes con fundas o paños. Cf. Ez 23,41: ¿KáGou ern KXÍvrjc; éaxpcouévr]<;; Jenofonte, Ciropedia, VIII, 2. 6: KÁivr|v axpcóvvuai., xpáits^av Koa^ieí y Aristófanes, Los acarnianos, 1089 (citado por Field, 39): x a 5' áXka Ttávx' éaxlv TtapecrKEuaa^Éva, KXÍVCCI, xpáire^ai, TtpoaK£(páXaia, axpcb^iaxa. Es cierto que axpcovvúco puede usarse en este sentido, pero también significa equipar un barco, ensillar un caballo (VGT, 594) y en Me 11,8 alfombrar el camino con mantos y ramas. Por eso es posible que la habitación del piso de arriba fuese menos suntuosa de lo que suelen creer los exegetas. ¿Se trataba simplemente del ático de la casa? En cierto sentido ya se habían hecho algunos preparativos: éaxpcouévov exoipiov*; los dos discípulos deben completarlos: KCU ÍKEÍ éToiiiáaocxe f|uiv. Para este plural, por lo demás raro, véase 10,40; éxoi(j.á^co, 1,3.
14,16-21
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
651
16. El relato termina de forma abrupta diciendo que los discípulos fueron a la ciudad, encontraron todo como les había dicho Jesús y prepararon la cena pascual (para xó Tiáa)(a véase 14,1). Si la cena fue realmente el banquete pascual, los preparativos comprenderían degollar y asar el cordero, procurar panes ázimos {Magqoth), vino, agua, hierbas amargas, salsa (Haroseth), lámparas y divanes. Sin embargo, el evangelista no dice nada de estos detalles, por lo que la naturaleza exacta de los preparativos depende de la clase de cena que se celebrase. Si ésta tuvo lugar 24 horas antes, es posible que tuviese algunas de las características de la cena pascual, aunque su naturaleza exacta sólo puede ser objeto de especulación. Para el problema de la fecha véase el excurso XI en páginas 786-789. Es importante la repercusión que tiene este problema en el relato. Si la cena no fue la cena pascual, el relato narraría lo que se pretendió en un principio y se interrumpiría el esquema cronológico de Marcos; habría que adelantar la fecha de los acontecimientos narrados: preparativos, complot de Judas, la hora de la cena, y deducir que se había cambiado el plan. También sería preciso concluir que la tradición de Marcos no estaba en lo cierto al suponer que aquella cena había sido la cena pascual. Observemos que sólo en 14,ls.12-16 es claro que Marcos se refiere a la cena pascual. Los vv. 17-21 y 22-25 en sí mismos dejan abierto el problema, e incluso sólo los vv. 12 y 16b de la perícopa 12-16 implican que se trataba de la cena pascual. Mateo y Lucas abrevian el v. 16, pero por lo demás reproducen la referencia a la cena pascual. Este pasaje y 11,1-6 indican que Jesús tenía amigos en Jerusalén y en sus alrededores, lo que nos hace pensar que su ministerio en Jerusalén fue más largo de lo que permite suponer el evangelio de Marcos.
95. Me 14,17-21
ANUNCIO
DE LA
TRAICIÓN Cf. Mt 26,20-25 (Le 22,14.21-23) (Jn 13,21-30)
Este relato es prácticamente una profecía en contexto narrativo. Sólo menciona las circunstancias en que habló Jesús y el hecho de que los discípulos empezaron a entristecerse y a preguntarse uno tras otro: «¿Soy yo?» (v. 19). Tal vez sea demasiado estrecha la opinión de que el relato pertenece a una tradición que no conocía los preparativos narrados en los vv. 12-16, y que se basa en el hecho de que no se refiere a la vuelta de los dos discípulos (Lohmeyer, 300); conviene observar, sin embargo, que después de los versículos 12-16 cabría esperar una narración más amplia de la Ultima Cena. Tampoco puede afirmarse que la verdadera continuación de los versículos 17-21 sea 22-25, de forma que 17-25 constituirían una unidad, porque es claro que las frases KCU ávaKEi^évcov aúxwv KCU áoOióvxcov y m i éoGióvxcov aúxcov de los versículos 18 y 22, respectivamente, unen dos unidades separadas. Bultmann, 285, afirma con razón que originalmente los versículos 17-21 y 22-25 no estaban juntos. Bultmann está igualmente convencido de que 22-25 no es la continuación original de 12-16, y defiende contra Dalman, Billerbeck y Jeremías que 22-25 no describen una cena pascual. Así, pues, Bultmann llega a la con-
652
14,17-21
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
clusión de que 22-25 sustituyó a un relato que narraba dicha cena como continuación natural de 12-16. Esta observación tiene mucha fuerza, y muy bien pudo suceder que después del v. 17 se omitiese alguna perícopa procedente de una narración anterior, con el fin de hacer sitio a la interpolación de los vv. 22-25. Véase además la nota introductoria al pasaje número 96. Las sentencias de 17-21 demuestran su valor histórico. Es comprensible que Jesús leyese los pensamientos de Judas y que anunciase su traición. Las palabras alusivas de Jesús, y sobre todo la solemne advertencia del v. 21, dieron al traidor una última oportunidad de reflexionar. Es de notar que a Judas no se le menciona y menos aún se le denuncia; el relato de Marcos no manifiesta siquiera si los demás discípulos conocían lo que se proponía Judas. Lo mismo sucede en la tradición L, en la que el relato concluye observando que los discípulos empezaron a preguntarse unos a otros «quién de ellos sería el que iba a hacer eso» (Le 22,23). Sin embargo, en el evangelio de Mateo ya es manifiesto el desarrollo legendario en la pregunta de Judas: «¿Soy yo, Rabí?», a la que Jesús respondió: «Tú lo has dicho» (26,25), a no ser que se confirme la observación de McNeile, 381, de que tanto la pregunta como la respuesta se pronunciaron en voz baja. En el evangelio de Juan, al discípulo amado se le dice en secreto quién es el traidor, y Jesús dice a Judas: «Lo que has de hacer, hazlo pronto» (13,27), pero el evangelista afirma expresamente que ninguno de los comensales entendió por qué Jesús hablaba así. La mesura del relato de Marcos puede verse al compararlo con el de los evangelistas posteriores; además el interés de Marcos por Judas concuerda con lo expresado en los vv. lOs. Podemos concluir, pues, que este relato pertenece al mismo ciclo que l s . lOs. 12-16 y comparte con lOs las referencias a los Doce (v. 17s). Montefiore, I, 325, observa que, sea cual fuere el carácter histórico de la escena, «no puede negarse ni su solemnidad ni la profunda huella que deja en nosotros».
17 Koci óipíaq Y£VO^iévT]q £px£Tai ^i£xá xcov
OCÓSEKO:.
18 KCCL
ávocKEiLaávcov aóxcov KOCI éaOióvxcov ó 'IiqaoGq £ixc£v 'A^ir]V Xéyco ÚLMV OTi £iq é£, v\xcbv -rcapaSáaEi ^i£ r ó éaGícov1 ^i£x'
£[iou. 19 í]p£,avTo XimsIoBaí Kai ÁéyEiv OCÓTCO £Íq Kaxá £iq Mr)Ti éyeó; 20 ó be SITCEV aóxoíq Elq xcov 5CÓO£KOC, Ó £u.f3an:TÓ^EVOq ^l£X' £[ioG £Íq TÓ [£V] TpÚfSXlOV 21 OTl Ó ^l£V UÍÓq TOO ávGpcÓTcou úuáyEi Ka6cbq yéypoarccci -rrepl aüxou, o ó a i 5é xcp ávGpcÓTTcp ¿KEIVCO 5i' o5 ó uíóq TOG áv9pcÓTcou irapa5í5ox a f KaXóv ocüxcp £Í OÜK £y£vvr|9r| ó avGpcdTtoq £K£Ívoq. 18 TÓ3V É001ÓVTCOV. 17
Al caer la tarde fue él con los Doce.
18
Estando a la mesa
comiendo, dijo Jesús: — O s aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. 19 Ellos, apenados, empezaron a replicarle uno tras otro: — ¡ N o seré yo!
14,17-19
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
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20
Respondió él: — E s uno de los Doce que yo. 2 1 Porque el Hijo él, pero ¡ay de ese que va valdría a ese individuo no
y ése está mojando en la misma fuente del hombre se va, como está escrito de a entregar al Hijo del hombre!, ¡más le haber nacido!
17s. Para ótjjíccc, yEvouÉvnq cf. 1,32. Como el evangelista piensa en la cena pascual, se refiere al anochecer, es decir, al comienzo del 15 de Nisán. Cf. Ex 12,8: KOCI cpáyovxca TÓ; Kpéoc TTJ VUKTI Tocóir]. Para oí 5CÓ5£KOC véase el comentario a 3,14.16. El término se usa convencionalmente, a no ser que Marcos crea que han vuelto los discípulos mencionados en el versículo 13. En la narración de la pasión sólo se alude a los Doce en 14,10.17.20.43, y siempre, excepto en el pasaje que comentamos, con la expresión EU; XCOV 5CÓ5EKO:.
Para el genitivo absoluto del v. 18 cf. el 22 y para ctvctKEiucu véase 6,26. Aunque el cordero pascual se comió originariamente de pie (Ex 12,11), después se impuso la costumbre de celebrar la fiesta recostados, como señal de que el pueblo ya no era esclavo, sino libre. Cf. Dalman, JJ, 108. Sin embargo, y basándose en el empleo de este verbo, no puede argüirse que se tratase de la cena pascual (cf. Jeremías, 22s), porque los comensales solían recostarse también en las comidas ofrecidas a los huéspedes (12,39; 14,3), en las fiestas (2,15; Le 5,29), en los banquetes reales (6,26) y en los banquetes de bodas (Mt 22,10s; cf. Le 14,8.10). Para á\xf]v Xéyco úuTv véase 3,28; itapa5í5coui, 1,14. La frase ó éo9í;cov ^ E T ' á^iou es peculiar de Marcos y se basa, al parecer, en Sal 40(41),10: ó éaGícov cípxouc; uou, pasaje citado en Jn 13,18. El hecho de que esta frase falte en el evangelio de Mateo y en las lecturas variantes de Marcos 5 indica que puede ser una glosa. Cf. McNeile, 380; Lohmeyer, 301. Sin embargo, no sabemos si la frase es una cita (cf. Lagrange, 376), y quizá Mateo no la considerase como tal; la frase que estudiamos no indica que Judas sea el traidor, sino que evoca el horror que produce la idea de traición cuando ésta se asocia a una comida entre amigos. El texto paralelo de Lucas deriva de la fuente especial usada por este evangelista. Lucas cuenta cómo Jesús, al llegar la hora, se puso a la mesa (ávéireoev) con sus discípulos, y expresa de una forma completamente distinta de la de Marcos el anuncio de la traición: TtXr)v iboü f) )(EÍp TOU napabioóvxoc; UE UET' EUOG ÉTTÍ xr\q xpa-rté^nc; (22,21). Jn 13,21 concuerda casi literalmente con Marcos, pero omite ó ÉaGícov ^ET' ép.oG. 19s. La consternación y el dolor de los discípulos se refleja en el asíndeton y en el vocabulario del versículo 19. Para f|p£avxo con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 85; Xuitéouai, 10,22*. Lagrange, XCIII, opina que en este pasaje t^pc/xvTo conserva su valor propio. En la expresión slq KCCTÓ: EÍC,, KOCTÓ; se usa como adverbio y en sentido distributivo; cf. Moulton, I, 105; Howard, I I , 439. Deissmann, BS, 138, que cita Lv 25,10: EIC; KOC9' EKCCO-TOC; (A), defiende a este giro de la 5. sy5 pe sa bo lo leen antes de TOxpccocóoei ¡J.E, y B sa bo lo sustituyen por T
654
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,19-21
acusación de ser semitismo; y es cierto que en las listas de los papiros (VGT, 187) se usa la frase análoga xó K.a9' EV («detalladamente»). También podría explicarse la expresión slc; Kocxá EÍC, diciendo que representa una confusión entre la frase aramea 1H "in y la expresión KCCSEÍC; del griego popular (LXX: 3 Mac 5,34). En casos como éste, en el que los argumentos a favor de ambas explicaciones se nivelan de una forma tan perfecta, no podemos ignorar la curiosa coincidencia de tres posibles semitismos en una misma frase, lo que nos permite concluir que el griego duro de Marcos refleja la tradición aramea. Mateo conserva la construcción con f)p^avxo, pero añade KOCL y participio, y escribe sTq EKOCOTOC, (26,22). La respuesta Mr|TL ¿ycb significa «seguro que no seré yo» (cf. 4,21). Cada uno de los discípulos, que se han quedado tan pasmados que no piensan en acusar a los demás, refuta la acusación por lo que se refiere a sí mismo. D © et al. fam. 1 565 700 al. pler. it sy M m g geo arm Or añaden KCU ócXXoc; uí|Ti á y ó . A lee pa[3|3EÍ y 517 y 892 KÚpiE, como en Mateo. Pero sin duda alguna ha de preferirse el texto más breve y abrupto, que, además de ser natural, es demasiado sutil para considerarlo producto artístico. La réplica de Jesús repite que el traidor es uno de los Doce, ó t\xP>CCTCTÓ[J.£VOC; [ÍET' EJ^OU EÍC; TÓ EV xpúpXiov no especifica de quién se trata, sino que acentúa la monstruosidad de la acción. E^(5Ó:TÍTCO*, Mt 26,23*", es un verbo clásico, pero no aparece en los LXX ni lo cita VGT. No es preciso explicar el participio, como hace Swete, 333, con valor de presente usado para indicar un acontecimiento futuro, como si Jesús estuviese dando una señal; cf. Lagrange, 376. En este sentido entiende Mateo las palabras de Jesús: ó áu|3cu|>ac; U.ET' é^iou xfjv yzlpa áv T Ó TpupVúw OSTÓC; U.E TtapococóaEL (26,23), pero este pasaje es un desarrollo ulterior del relato, que se hace más explícito aún en Jn 13,26: 'EKEÍVOC, EOTIV <5 £yco f$óci|>CD TÓ tpco^íov KCU bcóaco carra, aunque estas palabras son todavía una confidencia de Jesús al discípulo amado. El relato de Marcos no individualiza a Judas. El tpúpXiov*, término usado en Mt 26,23**, en griego clásico, en los LXX y en los papiros (VGT, 643), es una fuente y no un plato, EÍC; TÓ EV TpúpXiov acentúa aún más el carácter vil de la acción; el traidor es uno de los que mojan en la fuente común. Fue mérito de B C* Q 565 dar fe de este detalle,, que se pierde en la infinidad de manuscritos que omiten EV. Cf. Rut 2,14: Km páipEiQ TÓV ipconóv aou (áv) TQ 6£EI. Algunos exegetas (por ejemplo, Swete, 333) opinan que la fuente contenía Haroseth, una salsa hecha con dátiles, uvas y vinagre, que se comía en la cena pascual; pero esta opinión depende del punto de vista que se adopte en el problema del carácter de la cena. 21. El relato termina con una sentencia sobre el Hijo del hombre que «se va», y con un «¡ay!» por el traidor, que culmina con la declaración de que más le valdría no haber nacido. Para ó uíóc; TOU dcv9pcÓTiOU véase 2,10; (Imáyco, 1,44; Ka9¿><; yÉypaTCTca, 1,2; oóaí, 13,17; Ttapoc&í6co(ji, 1,14; yEwáco*. Ofrecen especial interés dos puntos: uév... 5é, que se encuentra muy raras veces en Marcos (véase 12,5; 14,38; 16,(19)*), y la conjunción 8TI del principio (véase más adelante). La sentencia establece un contraste entre el «irse» del Hijo del hombre y la acción del traidor (¡JEV... oé), contraste que indica que Judas es
14,21
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
655
responsable, aun cuando la muerte del Hijo del hombre se realice según el designio de Dios (Kcc9cbc; yáypomTca). Además de los problemas moral y religioso, surge aquí el problema filosófico de la relación entre la causalidad divina y la actividad humana, pero la sentencia presenta de forma más inmediata el problema moral. Se afirma la responsabilidad de Judas porque lo que va a suceder a Jesús no es fruto de un hado fatal, sino del designio de Dios, libremente elegido y aceptado por Jesús, que en cuanto tal se expresa en el curso de los acontecimientos históricos, a los que se une la acción de Judas, de la que él es responsable según su conciencia. La sentencia parece implicar que Judas no es un instrumento ciego del destino. El ¡ay! que Jesús pronuncia no es una maldición, sino un lamento y un grito angustiado: «¡ay del hombre!...»; la sentencia «más le valdría...» no es una amenaza, sino la triste constatación de los hechos. El uso de ÓTtáyEt, «sigue su camino», reviste particular interés. El aspecto histórico no compromete el valor de esta expresión, por ser típicamente joánica (cf. 8,14.21s; 13,3.33; 14,4.28). Todo lo contrario, apreciaremos mejor su sentido si la consideramos como locución característica de Jesús, que se pierde parcialmente en el verbo más prosaico empleado por Lucas (itopEÓETai) y que increíblemente se ha considerado como una «creación de la comunidad» («Gemeindebildung»; cf. Bultmann, 163). ÚTiáyet expresa el «retorno» voluntario del Hijo del hombre en cumplimiento de «lo que está escrito de él» 6 . A excepción de Dn 7,21, .ningún pasaje veterotestamentario afirma el destino doloroso del Hijo del hombre. La sentencia sólo es inteligible en la mente del que identificó al Hijo del hombre con el Siervo de Yahvé; pero si es original es aún más inteligible que si es secundaria. Lohmeyer, 302, afirma que en un sentido más profundo el contenido del relato es histórico, aun cuando su forma sea legendaria; a nuestro juicio, el único elemento dudoso en la opinión de Lohmeyer es la salvedad que hace. La sentencia no sólo expresa ideas judías, sino que en ella se escucha un tono semítico. En el v. 21b KOCAÓV tiene sentido de comparativo, como en 9,43.45.47, y según el modismo arameo. Cf. Black, 86, y el comentario al pasaje antes citado. Mateo reproduce a Marcos con gran fidelidad, pero añade fjv después de KOCXÓV. Ninguno de estos dos evangelistas construye EyEW'i!)9r) con ócv o con la negación \ri\; estas omisiones incrementan el patetismo de la sentencia. Para la omisión de áv y para EÍ OÚ en «oraciones condicionales irreales» véase Moulton, I, 171. 200. La versión de Lucas: KccTá TÓ cbpia^évov TtopEÓExai, TcXrjV... es claramente secundaria (22,22). Es de notar el uso de OTL al principio de la sentencia (lo usan Marcos y Lucas, pero Mateo lo omite). No es extraño que muchos manuscritos lo omitan (A C D W A 0 et al. minúsculos omn. excepto 579 892 a) o que lo sustituyan por KCXÍ (291 544 1241 1342 it (excepto a f) vg sys Pe h l et; f arm: ueruntamen); no obstante, el testimonio de S B L f 579 892 sa bo, aunque es exclusivamente alejandrino, es decisivo, porque estos manuscritos leen un texto difícil. Debemos suponer que se perdió KCU EITCEV O que se añadió el pasaje, tomándolo de una fuente de sentencias. 6. Black: JTS 49, 163, defiende el influjo del arameo '"zal.
14,22-25
96. Me 14,22-25
LA ULTIMA
CENA Cf. Mt 26,26-29 (Le 22,14-20) (1 Cor 11,23-25)
Quizá sea este relato la continuación original de 14,12-16, aunque no existen argumentos decisivos que lo demuestren; es más probable, sin embargo, que sea una unidad aislada de la tradición y que proceda de una liturgia cristiana primitiva. Cf. 1 Cor 11,23-25. Es improbable que este relato sea una «leyenda cultual etiológica» (Eichhorn, Heitmüller, Bultmann, Bertram) compuesta en círculos paulinos helenísticos. Lohmeyer, 309, afirma con razón que calificar así el relato carece de fundamento y que no explica casi nada. Como indicaremos en el comentario, el vocabulario, el estilo y las ideas son judías, y hay fuertes argumentos para creer que el relato es de origen palestino. Además, es muy incierto el supuesto influjo de las religiones mistéricas en la tradición, en parte porque dicho influjo tuvo lugar más tarde y en parte porque en los textos de que disponemos son muy escasas las referencias a los banquetes sagrados. Cf. C. Ciernen, Primitive Christianity, 266; H. A. A. Kennedy, St. Paul and the Mystery Religions, 69. 279; T. Wilson, St. Paul and Paganism, 183; N. P. Williams, Essays Cath. and Crit., 389; Rawlinson, The NT Doctrine of the Christ, 279; Goguel, 187. Para el paralelismo 7 existente entre la fraseología del papiro Qxyrynchus, I, 110.2, y la de 1 Cor 10,21 véase VGT, 365. Si prescindimos de las breves referencias a las circunstancias y a las acciones significativas de Jesús, el relato consta de tres sentencias. La sentencia escatológica del versículo 25 se une débilmente con el resto del relato, y como difícilmente pudo difundirse como logion aislado, quizá sea el residuo de una narración independiente. Lo mismo cabría decir del v. 24, porque la frase ETUOV é£, OCÚTOÜ TtávTEc; del 23 se asemeja a la conclusión de un fragmento. El objeto de los vv. 22-25 no es narrar todos los hechos, sino referir lo que Jesús dijo e hizo, en interés de la fe y de la liturgia. No debemos suponer que los intereses doctrinales y litúrgicos comprometan el valor histórico de la tradición; por el contrario, éste es un problema abierto. El origen palestino de la tradición realza su valor, pero una decisión final sobre este problema depende de lo que nos enseñen otros pasajes .sobre la idea que Jesús tenía de su muerte y de toda su enseñanza en general. El relato de Mateo es una versión de Marcos ampliada; el de Lucas es probablemente independiente, lo mismo que el de Pablo. Todos los relatos coinciden en que Jesús dijo «esto es mi cuerpo» y en que tenía presente la perfecta comunión que se realizaría en el reino de Dios; Marcos, Mateo y Pablo dan testimonio de que Jesús llamó a su sangre sangre de la alianza. Sería un error metodológico contentarse con el denominador común más bajo de los distintos relatos; cada uno de ellos representa una tradición original, cuyo valor debe apreciarse en relación con los de7. «Queremón os invita a la mesa del señor Serapis en el Serapeo mañana, día 15, a las nueve».
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657
más. Al compararlo con ellos, Marcos se presenta como el más antiguo de los relatos que revelan la forma singularmente original en la que Jesús concibió la naturaleza de su muerte redentora y cómo relacionó con ella la eucaristía. Si Jesús ordenó que la eucaristía se celebrase continuamente es algo que depende de la interpretación de 1 Cor ll,24s, pero este problema, aun dentro de su importancia, es secundario con relación al significado que Jesús dio a la Cena y al hecho de que sus discípulos continuaron celebrándola desde un principio. Para el problema de si la Cena fue una cena pascual véase el excurso XI en las páginas 786-789.
22 Kod éaGióvTcov ocúxcov Á.af3cbv dpxov £ÚA.oyr)oac.
EKXCC-
OEV KCU £5C0K£V OCÓTOLC, KOcl ElTrEV AÓJETE, TOUTÓ EOTIV TO acomia \xov. 23 K.CXÍ Xaf3cov -rroTiípiov £ÚxocpiaTr|aaq EOCOKEV auxoíq,
Kcxi
emov
kt,
ccútoG
TTCÍVTEC;.
24 KCCL EITTEV
CCÚTOÍC;
T o u x ó ¿OTIV x ó ocluía \xoo Tfjc, Sia0r|Kr]q TÓ EKXUVVÓIÍEVOV ú-ruáp noXXcov' 25 á.\xr\v XÉyco ói^ív O T I oÚRáxi oü \xz meo EK TOU Y£vr)(jaToq rr\q, á^iiréXou ECOC. TÍJC, r)(aápaq £K£Ívr]c; oxocv CCÚTÓ •niveo Kcavóv év "tfj fkxaiXEÍcc TOU 0EOU. 22 Mientras comían, Jesús cogió un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: —Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Y cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la pasó y todos bebieron. 2i Y les dijo: — E s t a es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos. 2B Os aseguro que ya no beberé más del fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beba, pero nuevo, en el Reino de Dios.
22. Para Kod EOGLÓVTOV OCÚTCÚV cf. el v. 18a. Parece razonable y claro que una de estas expresiones se asimiló a la otra, y que, por tanto, los w . 18-21 y 22-25 son fragmentos separados de la tradición. 1 Cor 11,23-26 prueba que un relato de la Ultima Cena podía circular aislado; pero incluso en este pasaje hay un nexo, a saber, las palabras év Trj VUKTÍ fj TtccpebíbETO. El uso frecuente de KOCÍ y la exclusión total de Sé y de y á p en el relato de Marcos es uno de los muchos indicios de que la tradición es de origen palestino. Jeremías, 88s, defiende que Xoc[3cov es un aramaísmo (cf. Le 13,19.21), pero el participio no es redundante, sino que indica una acción independiente, la acción de tomar el pan. Como indica Jeremías, 34-37, aproe; puede significar igualmente el pan con levadura que el pan ázimo (cf. 2,26). Por tanto, el empleo de esta palabra deja abierto el problema de si la Cena fue una cena pascual. Para £ÓXoyr|0"o;c, véase 6,41. La bendición era una acción de gracias a Dios que, según los ritos judíos, podía tener esta forma: «Bendito seas, Señor, Dios nuestro, rey del universo, que haces que la tierra produzca pan», o, como indica Dalman, JJ, 135, esta otra: «Bendito seas, Padre nuestro celestial, que nos das hoy el pan que necesitamos». Lucas y Pablo escriben EÓ/ocpicmíoac; (cf. Me 8,6). También se usa el verbo xXáco, 42
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14,22
como en 8,6.19*. A diferencia de lo que hiciera en 6,41 y 8,6, Jesús mismo reparte los trozos de pan entre los participantes (Mateo: TOLC; [Kx9r|TOÍC;). Al mandato ÁápETE Mateo añade cpáyexe, que los manuscritos unciales posteriores fam. 13 28 118 543 1071 al. pler. ff bo (1 manuscrito) añaden en el evangelio de Marcos por armonización con el texto de Mateo, k añade et manducaverunt ex tilo omnes (cf. 14,23); cf. Turner, 68; JTS 29, 10. Marcos y Mateo reproducen en la forma más concisa las «palabras de la institución» TOOTÓ ÉOTIV TÓ a ñ ( i á \xov. Pablo añade TÓ úitép ú^iñv (1 Cor 11,24), y Lucas, que depende de 1 Cor, escribe SiSó^evov (según el texto occidental). Estas adiciones son interpretativas y paralelas a la cláusula explicativa, relativa al vino, en Me 14,24: TÓ ¿K)(UVvóyíEVOv ímép TtoAAov. E S claro que TOUTO se refiere a los trozos de pan, y TÓ aób(iá ^iou al cuerpo de Cristo entregado a la muerte por los hombres. Se usa el término «cuerpo» como correlativo de «sangre» (en el v. 24), pero también porque Jesús concibe su muerte como sacrificio, como oblación por los hombres. Según eso, aunque TÓ úuép ó[acov (Pablo y Lucas) sea una adición, interpreta correctamente lo que implica TÓ oco^á [ioo. No es fácil traducir écmv de una forma satisfactoria. En arameo no había cópula alguna, aunque desde luego haya que suponerla. Si traducimos écmv por «es», sugerimos fácilmente una relación de identidad, que no debe suponerse; en cambio, si lo traducimos por «representan», podemos hacer pensar en un sentido puramente figurativo. En ¡conjunto, la traducción de Moffatt: «Tomad esto; significa mi cuerpo», es la menos insatisfactoria, porque sugiere una cierta valoración que Jesús dio al pan con sus palabras y con la acción profética de partir el pan. Cf. Is 20,2; Jr 19,10; 28,10; Ez 4,3; 1 Re 22,11; Hch 21,11 y véase Otto, 299-309; Taylor, JHS, 118-125. Dalman, JJ, 141, opina que la frase griega corresponde a la aramea den hu guphi, que podría significar «Esto soy yo mismo», pero que a la luz del uso cristiano primitivo y de la referencia a la «sangre» en el v. 24, exige la traducción «mi cuerpo». El hecho de que el pan deba tomarse y comerse (cf. Mateo: (páyeTe), confirma que la frase implica ideas sacrificiales, porque una de las prácticas religiosas más antiguas es comerse lo que se ha ofrecido a Dios. Se comía regularmente parte de todos los sacrificios veterotestamentarios, a excepción de las ofrendas por el pecado y la culpa. De esta forma los fieles participaban y recibían las bendiciones del sacrificio ofrecido en su nombre, aunque el gradS de participación en él podía variar desde una simple celebración inconsciente hasta la devoción más sublime. Estas consideraciones indican que, cuando Jesús tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, quería decir que con ello los discípulos podían participar en el poder de la entrega de su vida y en la virtud de su muerte inminente. La sustancia del pan no cambió, pero por voluntad de Jesús recibió un valor nuevo y se convirtió en vehículo de la fe. La ausencia de la frase TOUTO TEOIEÍTE eic; xf|v t\xr\v dcvánvncuv U Cor ll,24s; Le 22,19b; cf. Justino Mártir, Apología I, 66, 3) deja abierto el problema de su autenticidad. Marcos pudo conocer este mandato y darlo por supuesto, aunque también es posible que tales palabras expresasen en estilo directo una convicción de la que los cristianos fueron conscientes desde el principio (cf. Hch 2,42.46, etc.). Jeremias, 115, cita a P. Benoit: RB 48 (1939) 386: «Una rúbrica no se recita, sino que se ejecuta». Jeremias opina que las palabras que estudiamos significan «para
14,23-24
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que Dios se acuerde de mí»; el recuerdo de Dios sería el establecimiento •del reino en la parusía. 23. Para el uso de Xapcóv véase 14,22; £ÓxocpioTr|oac;, 8,6*. No debe identificarse la copa (iroTr)piov, 7,4) con la tercera copa conocida con el nombre de «copa de bendición» que se bebía en el banquete festivo (cf. Swete, 335), a no ser que la Cena fuese una cena pascual; tampoco presupone necesariamente esta identificación la frase de Pablo TÓ TtOTT|piov Tfjc; EÜÁoyíccc; (1 Cor 10,16; cf. Robertson y Plummer, ICC, 1 Cor., 21 ls). Se ha afirmado que, como Marcos parece hablar de una sola copa, la cena no pudo ser la Pascua, sino que debió de ser el Kiddúsh del sábado (F. Spitta, G. H. Box, R. Otto) o de la Pascua (W. O. E. Oesterley, G. H. C. Macgregor, F. Gavin, T. H. W. Maxfield); pero el testimonio del siglo i d. C. sobre los ritos pascuales por lo que se refiere a las copas (cf. Dalmann, JJ, 153-155; Jeremias, AJ, 32s; Lagrange, 379) es demasiado inseguro para defender cualquiera de las dos explicaciones. La frase KOU ETUOV EÍ; OCÜTOG TtávTEc; indica que Jesús pasó a sus discípulos una sola copa; sin embargo, reviste mayor importancia el problema de por qué se escribieron tales palabras. Cf. Mateo: TÚETE ií, aÚToG TtávTEc; (26,27). O se recordaba vivamente la solemnidad de la escena o, como se habían difundido diversas prácticas, la declaración es (posiblemente) polémica. Por ejemplo, Harnack, «Texte und Untersuchungen», VII, 2. 115ss, defiende que en algunos círculos judeocristianos se usaba agua en vez de vino. Cf. Klostermann, 164; Otto, 280. Es más probable el primer miembro de la alternativa, porque es muy dudoso que en el evangelio de Marcos haga acto de presencia un motivo polémico; cf. el comentario a 9,37.39. No tiene un significado especial el hecho de que esta declaración preceda a la sentencia sobre el vino. ETUOV kt, aÚToG no es necesariamente un semitismo (|D), porque aunque mveo se construye con acusativo o con genitivo, la fuente o el vaso (como aquí) de donde se bebe se expresa con coró o EK con genitivo. Cf. Homero, litada, IX, 469: ÉK KEpcx^iav; Herodoto i y , 172: EK TÍ¡C; X £ 1 P Ó Q ; Platón, República, 417 A: á¿, dcpyúpou f] y^puaoo. Compárese con 14,25: EK TOG y£vr)^aTO<; Tfjq á^méXou. 24. Para la expresión TÓ cu^iá uou T?\C, oia8r)Kr)C, cf. J i x 24,8: Mooü TÓ a í ^ a Tfjc; 5ia9r|Kri<; fjq ÓLÉBETO Kúpioq Ttpóc; ú^iccq, y Zac 9,11: Kcti ai) ¿v a í ^ c r u 5ia9TÍTnc; aou é£,aTt£aT£iXac; BEO^íouq aou ¿K XÓKKOU OÓK EXOVTOC; ü ó a p . En Ez 24,8 la aspersión con la sangre significa que el pueblo participa ya en las bendiciones de la alianza pactada en el Sinaí. La frase, que indica que Jesús tuvo presente el pasaje del Éxodo antes citado, refleja la idea de que «como la antigua sangre bendijo al pueblo de Israel, así ahora la vida de Jesús, entregada a Dios y aceptada por él, se ofrece y beneficia a los hombres» (V. Taylor, JHS, 138). Cf. Le 22,29s; 1 Cor 11,25. El vino es el símbolo de esta vida y a la vez el medio por el que se la apropian los hombres, de acuerdo con las palabras de Ex 24,11: «le vieron, y comieron y bebieron». Para el posible influjo de Zac 9,11 véase Jeremias, 107 nota. El Targum a este pasaje relaciona la sangre de la alianza con la del cordero pascual de la salida de Egipto, pero la exégesis judía también la relacionaba con la sangre de la circuncisión. Dalman, JJ, 167, opina que, cuando Jesús distribuyó la copa de vino, no pensó en este pasaje, pero defiende que son
660
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,23-24
valiosas las ideas judías que se unieron a él, porque muestran qué se entendía por «sangre de la alianza». Siaef)Kr¡*, Mt 26,28; Le 1,72; 22,20; Hch (2); Pablo (9); Heb (17); Ap. 11,19**, «alianza», se usa con frecuencia en los LXX, casi siempre para traducir ÍTH3. En griego clásico significa «testamento» o «voluntad», como en todos los pasajes de los papiros y de las inscripciones, en Joseío y en Heb 9,15ss; pero en los demás pasajes del NT, como en los LXX, se usó en el sentido de «alianza», probablemente porque se creyó que el clásico auv6r|Kr| implicaba la idea de un «pacto» entre iguales, significado que difiere completamente del del hebreo berith. Cf. VGT, 148s; Milligan, The NT Documents, 75; J. Behm, KThW, II, 132-137, en contra de Deissmann, 337s, que opina que en todos los pasajes significa «testamento». Behm afirma con razón que la «nueva alianza» es una idea correlativa a la del «reino de Dios», y que Sioc6r|Kr| debe su significado al AT. La «alianza» es la relación de señorío y obediencia que Dios establece entre él y los hombres; la «sangre de la alianza» es la señal de la existencia de una alianza y el medio por el que se pacta. Con las palabras de la institución Jesús da al vino ese valor y significado, no en sentido material y mecánico, sino en cuanto que ofrece la oportunidad y asegura los medios para que el hombre entre en relación de alianza con Dios. La unión de uou con al\ia («mi sangre de la alianza») implica una relación consciente con las antiguas alianzas de Israel. El significado expiatorio de la sangre se explica ulteriormente en la frase TÓ EKXUWÓ^EVOV ó-rtép TtoXXcov, que se basa, como 10,45, en Is 53,12: á v 9 ' cov TtapEOÓBn eiq Bávaxov f) ^>oyr\ ocüxoG, KOCI év xoíq ávójaoic, éXoyíoOn, KCCÍ aüxóc; ájiapTÍaq TTOXXCOV áviíveyKEV, KCU o t a Tac; ávo^íac; aóxcov TtapE&óOr). ÉKXÚwoi.iai*, Mt 23,35; 26,28; Le 5,37; 11,50; 22,20; Hch 1,18; 10,45; 22,20; Rom 5,5; Jds 11**, que dignifica «derramar», es una forma tardía de ÉK/ÉCO. El participio tiene 'sentido de futuro, como en hebreo y arameo; cf. Jeremías, 9 1 ; Lohmeyer, 308. El uso de TtoXXcov también es semítico; este adjetivo no significa «algunos, pero no todos», sino «todos en contraposición a uno solo». Mateo añade etc; óapeaiv ápxxpTicóv (26,28) 8 , frase que es una interpretación, pero una interpretación válida, porque la unión del perdón de los pecados con la idea de nueva alianza es distintiva de Jr 31,31-34: OTI ÍXECOC; EOOIIOCI Tocic; OCOIKÍCUC; aÚTcov KCÜ TCOV áiiapxicov aüTcov
oü
[ir\ [xvr\oB& ETI. La frase que estudiamos es uno de los indicios más claros de que Jesús concibió su muerte como sacrificio por los hombres, y además de ser peculiar de Marcos y Mateo, armoniza con TÓ óiuáp ú^icov de 1 Cor 11,24, donde se aplica al cuerpo, y con xó ÓTtép óiiov SISÓ^EVOV de Le 22,19b.
1 Cor 11,25, un pasaje paulino semejante al de Marcos, menciona la copa: Touxo xó Tcoxr|piov f\ Katvf] Sia8r|Kr] éafiv áv TCO áia.cp a í ^ o m . Las opiniones están divididas en cuanto a la mayor originalidad de la forma paulina (cf. Behm, op. cit., II, 136; Flew, JHC, 99s) o de la de Marcos (Jeremías, op. cit., 83-86; Lohmeyer, 306). Si hemos de elegir, yo creo que la forma más original es la de Marcos, que es la más difícil 8. Así leen en Marcos W 9 fom. 13 18 472 543 1071 a g2 vg (1 manuscrito) bo, por armonización con Mateo. Ttepí (A et al. fam. 1 22 28 700 1071 • al. pler.) en lugar de úitep es otra armonización con Mateo.
14,25
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
661
(JHS, 203-206), pero fundamentalmente el significado es el mismo, porque TOUXO TÓ TCOTqpiov significa el contenido de la copa. «Marcos y Mateo, lo mismo que Pablo y Lucas, comparan el vino con la sangre cuyo derramamiento establece la nueva alianza» (Jeremías, op. cit., 84). La característica distintiva de la forma paulina es la palabra Kaivq, que recuerda a Jr 31,31. En el evangelio de Marcos A A et al. fam. 1 fam. 13 al. pler. it (excepto k) vg sys pe hI geo2 et arm leen Kaivfiq por armonización con 1 Cor 11,24. G. D. Kilpatrick, L'Eucharistie dans le Nouveau Testament: RTP (1964) presenta un fuerte argumento en pro de la mayor antigüedad del griego de 1 Cor 11,23-25. 25. Esta sentencia escatológica se une débilmente al resto del relato. En Mateo y Lucas hallamos paralelos de la misma, y en Pablo aparece idéntico interés escatológico en la frase xóv Bávaxov xoG Kupíou KaTayyéXXETE, a p x i o5 eXOn de 1 Cor 11,26. En el relato independiente de Lucas hay también una' sentencia paralela al principio: Xéyco y á p ÚLMV OTI oú ¡af) epáyeo aÚTÓ Ecoq oxou TcXr)pco6r¡ év xrj paaiXsta TOO 0EOO (22,16), que aquí se refiere a comer la pascua. Para á\xr\v Xéyco ú^uv véase 3,28. Las ideas de la frase son típicamente judías, y su vocabulario semítico. Para el ideal del banquete mesiánico en el reino de Dios véase Is 25,6; 1 Henoc 62,14; 2 Bar 29,5ss; 4 Esd 6,51ss; Pirqé Aboth 3,20. Cf. también Mt 8,11; Le 14,15; 22,29s; Ap 19,9, y véase Billerbeck, I, 992; IV, 1154-1165. Cf. también el uso de á\LT)v, posiblemente el de ÉK,_ la expresión TÓ yévr)(ia* TOO á^TiéXou para designar el «vino» y ECOC, Tfjq qLiépac; éKEÍvnc;. Si preferimos la lectura de D 9 : oü \ir\ TtpooGco itEÍv (véase infra), existe un semitismo claro, porque en los LXX se usa con libertad TtpoaÉ6£TO con infinitivo para traducir ^"DIH (con infinitivo) = TtáXiv. Cf. Thackeray, A Grammar of the OT in Greek, 52s; Howard, I I , 445. También existe otra posibilidad, a saber, que xaivóv ( ni)"!) sea una traducción errónea de un original arameo: «hasta que yo sea renovado ( D T n n n X ) en el reino de Dios» (cf. Black, 171s). Ante tales argumentos sería un tanto temerario afirmar que la frase se compuso en círculos helenísticos; no hay duda de que pertenece a la tradición palestina. Para la forma popular yévr|Lia*, Mt 26,29; Le 12,18; 22,18; 2 Cor 9,10**, es decir, los «frutos de la tierra», véase VGT, 123s. Esta palabra, que no es clásica, aparece en los LXX (Gn 40,17, etc.) y en los papiros, y se distingue de yévvn^a, «vastago». Para Kaivót; véase 1,27; TCÍVCO, 2,16; f| paoiXeía xoG 9EOÜ,
1,15.
En Mateo la frase es más amplia. Mateo escribe oú \xr\ TUCO y den' ápTi (cf. ÓTCÓ xou vuv en Le 22,18), habla de «este» (xoúxou) fruto de la vid, añade \xz9' Ú[i5>v a mveo y emplea la expresión áv TÍj paaiXsía TOU TtaTpóc; (ÍOU (26,29). La versión más concisa de Lucas concluye con 9. Las lecturas variantes son las siguientes: A B A (0) et al. minúsculos pler. b ff i1 q r2 vg sy s "' hl sa geo (arm) leen OÚKÉTL oó [ir] (TCÍCÚ)^ K C (D) L W 471 892 1342 (a) c (f) k vg (1 manuscrito) bo et atestiguan oó [ir\ meo, y D © 565 a f arm leen oü [ir] TtpooOco (-couev, 0 ) meív (TCSÍV, D). Creemos que la primera variante interpreta (correctamente) la tercera, y que la segunda confunde el sentido de la última. Jesús dijo que no volvería a beber del fruto de la vid hasta la consumación del reino.
662
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,26-31
las palabras ecoq OTOU f\ paaiXsía TOU 0EOU É'XGn (22,18). La expresión muestra que Jesús, trascendiendo la muerte, contempló anticipadamente la perfecta amistad consumada en el reino. Beber de la copa es participar ya, en cuanto es posible aquí y ahora, en esa amistad. Cf. Lohmeyer, 304; Jeremías, JW, 75; Dalman, JJ, 182-184. En este sentido no hay por qué pensar que Jesús no participó de la copa; aunque no es posible llegar a una conclusión cierta, el texto probablemente lo supone. Cf. Ed. Meyer, I, 179 nota. Wellhausen, 118, tiene razón al afirmar la autenticidad de la frase, pero no cuando observa que Jesús asistió a la cena sólo como huésped; la conciencia mesiánica de Jesús es manifiesta. Véase el interesante estudio de Montefiore, I, 335. Esta sentencia escatológica no debió separarse de las demás sentencias eucarísticas. Rawlinson, Mysterium Christi, 241, observa con razón que lo que constituye el sacrificio del Señor fue la muerte en el Calvario «tal como la interpreta la Ultima Cena, que es la clave de su significado».
97.
M e 14,26-31
ANUNCIO
DE LA NEGACIÓN
DE PEDRO
Cf. M t 26,30-35 (Le 22,31-34.39) (Jn 13,36-38)
Este relato, introducido por la frase «cantaron el himno y salieron para el monte de los Olivos», se compone casi en su totalidad de sentencias: el anuncio de que todos van a fallar y la cita de Zac 13,7, la promesa de ir por delante de los discípulos a Galilea (v. 28), la réplica de Pedro y la predicción de la negación (versículos 29-3la). El relato concluye con las palabras «Y todos decían lo mismo» (v. 31b). Este relato, igual que 17-21, es una «composición de Marcos» (véase la Introducción, p. 103), que conserva la tradición de las circunstancias trágicas en las que habló Jesús. La narración constituye una unidad, a excepción quizá del v. 28. El anuncio general de la defección de los discípulos provoca una réplica característica de Pedro, a la que sigue, después de la contestación de Jesús, una contrarréplica vehemente, en la que concuerdan todos los discípulos. Los nexos psicológicos dan continuidad al relato, y aunque tales conexiones pueden ser fruto de la imaginación, es más probable que dependan en último término del testimonio de Pedro. Apoya esta idea la estrecha unión entre el contenido de este relato y el de la negación de Pedro (14,54.66-72). Según la interpretación general, v[Lvr\aocvtsc; implica que la Cena fue la cena pascual, pero esta interpretación depende de la unión entre 26-31 y 12-16.17-21. El evangelista quiere referir lo que dijo Jesús camino del monte de los Olivos, después de haber celebrado la Cena. Esta presentación de los hechos difiere de las de Lucas y Juan, que refieren el anuncio de la negación durante la conversación tenida en la sala del piso superior (cf. Le 22,31-34; Jn 13,36-38). A este respecto el relato de Marcos es preferible al de los demás evangelistas. Le 22,34 está unido débilmente a 31-33, y Jn 13,36-38 también debe el lugar que ocupa a una recopilación redaccional. • .'
14,26-31
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
663
26 K a ! ú[ivr|aavTEc; áf,f]Á.8ov £iq TÓ " O p o q TCOV 'EXcacov. 27 Kccl Á é y s i aÚToiq ó ' I n a o ü q 6 T I IlávTEq a K a v 5 a X i a 9 r | CJECTQE, OTI yéypcCTrtcu riaTá£,co TÓV -noiiaáva, KOÜ. TÓC T c p ó p c a a 5 i a a K o p m a 8 n i a o v T c a " 28 á A X á ^IETCC TÓ áyepQrivcá [ie Tcpoáí;cú ó ^ a q s í q xrjv rccTuXcácxv. 29 ó be íléxpoc; sept] auxep E i KOU TtávxEq GKav5aXia6TÍaovTca, áXX' OÚK éycó. 30 KCCÍ X é y s i aú-rep ó ' I n a o O q 'h\xf\v Aéyco o o t OTI OU af)p.spov TCXÚTY) Trj VUKTÍ Ttpiv f] 5!q dXÉKTopa cpcovfjaca Tpíq ^ s á i t a p v r i a r ] . 3 1 ó Sé éKTTspiaacoc, E M Á E I ' E á v 5 é n
o s ánapvr]oo{Jiai.
\IE a u v o m o G a v e í v o o i , o ú
^r|
oboaÚToq [ 5 é ] KCCÍ TiávTEq E^Eyov.
2,1
Cantaron los salmos y salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo: —Todos vais a fallar, como está escrito: «Heriré al pastor y se 28 dispersarán las ovejas». Pero cuando resucite iré por delante de vosotros a Galilea. 2Í> Pedro le declaró: —Aunque todos fallen, yo no. ;i0 Y le dijo Jesús: — T e aseguro que tú hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, me negarás tres. 31 Pero él insistía con vehemencia: — A u n q u e tenga que morir contigo, jamás te negaré. Y los demás decían igual. 27
26s. óuvéo*, Mt 26,30; Hch 16,25; Heb 2,12**; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. Está muy difundida la opinión de que el evangelista se refiere a los salmos que se cantaban al final del banquete pascual, es decir, a la segunda parte del Hallel (Sal 115-118). Para la opinión de que ác/jXOov representa el uso de la primera persona plural véase Turner: JTS 26, 225s. 231. TÓ "Opoc, TÓV 'EXcaSv, 11,1. En la cita del v. 27, tomada de Zac 13,7, los textos hebreo y griego del AT leen el imperativo «herid». El uso del futuro en el evangelio de Marcos quizá se deba a los Testimonia primitivos (cf. Swete, 338; McNeile, 387; Smith, 199; Blunt, 252) o a Jesús mismo (cf. Lagrange, 383), y tal vez sea original en el texto hebreo (cf. R. H. Kennett, Peake's Commentary, 583). No es necesario atribuir la cita a la reflexión cristiana posterior (cf. Bertram, 42; Branscomb, 265; Montefiore, I, 340), porque Jesús se sirvió con frecuencia de imágenes relacionadas con rebaños y pastores; cf. 6,34; Mt 15,24; 25,31-46; Le 12,32; 15,3-7; Jn 10,11. Cf. J. Jeremías, J W , 32s. La sentencia revela que Jesús había reflexionado sobre el efecto que produciría su muerte en sus discípulos, en aquel pequeño rebaño o comunidad que le pertenecía. Cf. Flew, JHC, 80. Los discípulos «caerían» (RSV) o «fallarían». Para OKavbaXí^co véase 4,17; yéypairtocí, 1,2; TtaTáaoco*; Ttoi^f]v, 6,34*. SiocaKopTÚÍco*, «dispersarse», es un verbo que pertenece al griego tardío y se encuentra en los LXX y en los papiros (VGT, 153).
664
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,28-29
28. Para [lexá xó con infinitivo véase 1,14; áyeípco, 6,14; irpoáyco, 6,45; TccXiXaía, 1,9, y para otras referencias a la resurrección véase 8,31; 9,9.31; 10,34, 16,6s. Mateo reproduce la sentencia casi literalmente, usando 5é en vez de áXká. Lucas la omite, tal vez porque sigue la tradición jerosolimitana de las apariciones del resucitado. La sentencia falta también en el antiguo fragmento del papiro Rainer (I, 53ss), aunque tal vez su omisión se deba a la dificultad que entraña; no puede aceptarse el testimonio de este fragmento en contra del de los manuscritos y las versiones. Para el texto del fragmento véase Lake, V, 12. Quizá Marcos intercalase la sentencia para preparar 16,7 (cf. 13,10). Apoya esta opinión el hecho de que entre los versículos 27 y 29 hay una unión excelente; cf. Holtzmann, 174; Lohmeyer, 311. Sin embargo, podría argüirse que la unión de los versículos 27 y 28 es buena, a condición de que -irpoá^co se traduzca por «llevaré» (cf. infra). ¿Quiere decir la sentencia que, aunque el pequeño rebaño se haya dispersado a consecuencia de la herida del pastor, éste, después de su resurrección, reconstruirá su comunidad y la llevará a Galilea? Cf. Jn 10,4: einrpoaBEV aóxwv TtopsÚEToa, KCCÍ x a itpópcrra a ú x o ÓCKOXOUBEÍ. Por desgracia, -rcpoáyco es ambiguo; en 6,45 significa «ir delante», pero en 10,32 significa «caminar a la cabeza» (cf. RSV) o «tomar la delantera». Como es lógico, el problema exegético es primordial. La sentencia se ha interpretado de tres maneras. 1) Se cree comúnmente que preanuncia las apariciones del Señor resucitado en Galilea: cf. Swete, 339; Lagrange, 384; Plummer, 324. 2) J. Weiss, Die Schr.2, I, 208, opina que la sentencia significa que Jesús llevará a sus discípulos a Galilea: «Me pondré a la cabeza de vosotros y os llevaré a Galilea»; cf. también HPC, 18. Weiss defiende que la sentencia, en cuanto predicción no realizada, presenta fuertes argumentos en favor de su autenticidad I0. Cf. Klostermann, 166. 3) Lohmeyer, 312, opina que la sentencia ha de explicarse doctrinalmente, en cuanto que refleja el punto de vista de la tradición de Marcos de que Galilea habría de ser el escenario de la parusía esperada: «Galilea es la tierra prometida del evangelio y de la comunidad escatológica, en la cual va a consumarse la obra de la resurrección». Es difícil creer que la interpretación de Lohmeyer se base en un fundamento más sólido que el predominio de la tradición galilea en el evangelio de Marcos. La explicación de Weiss es muy atractiva, pero queda excluida por el hecho de*que en 16,7 i t p o á y s i no puede traducirse por «llevo», sino sólo por «voy delante». Hemos de concluir, pues, que la sentencia anticipa las apariciones del Resucitado. Esta opinión es también pertinente aun cuando se crea que la sentencia es una interpolación posterior; cf. Bartlet, 391; Blunt, 252; McNeile, 387; Cadoux, 294. 29s. Para ó néxpoq véase 3,16; £(¡>r], 9,12; csKavSaÁíc/D, 4,17. La respuesta de Pedro fija su atención en el reproche de que todos los discípulos fallarán. Pedro no se eventura a rechazarlo, pero afirma que hay una excepción: áXK' OÓK éycó. El KOÚ introduce una suposición realizada o que se realizará probablemente, mientras que en Kod EL la suposición se considera improbable; véase Burton, § 281; Robertson, 1026, y cf. Le 18,4; 2 Cor 4,3.16; 7,8; Flp 2,17; Col 2,5, etc., y para Kai EL, 10. Según la cuarta edición de Die Schr., 206, revisada por Bousset, esta sentencia fue formada por la comunidad, que suponía las apariciones de Galilea.
14,29-31
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
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1 Cor 8,5: Kai ááv; Gal 1,8. A A et al. 28 157 al. pler. leen Kai EL en el evangelio de Marcos, pero el testimonio en favor de E'L Kai es decisivo ( » B C L W V fam. 1 fam. 13 (excepto 346) 22 543 579 892 1071 1342 arm). Mateo aumenta el énfasis al escribir áy¿> OÚOETTOXE aKav5aXia9r| aoiiai. La respuesta de Jesús anuncia explícitamente y en términos solemnes la negación de Pedro: a\xr\v Aéyeo COL (véase 3,28). X C D A
666
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,32-42
(Klostermann, 167). Mateo escribe KGCV. NO es preciso suponer que auvaTtoSaveív* refleje el influjo de Pablo (2 Cor 7,3; 2 Tim 2,11**), sino que expresa participación en el destino trágico de Jesús, en el sentido de Jn 11,16: "AycouEV xcd f]\iEic, iva cntoBávcouEv UET' OCÚTOÜ. Cf. Eclo 19,10: áKr|Koac; Á.óyov; auvccTtoBavéxco aoi. Para oó ur| con aoristo de subjuntivo para expresar una negación enfática véase 9,1. La ruda afirmación de Pedro contagia a los demás discípulos: cbaaúxcoc; < 12,21*) 5é KOCL itávTEc; eXsyov. Mateo emplea ópioíoc; y añade ol p:a9r|xcu a irávxEc;. Hemos de leer probablemente 6é, aunque lo omiten B fam. 1 251 253 330 579 a c ff k sa geo arm.
14,32-42
ximamos a la roca viva de la tradición primitiva y en parte porque somos reacios a admitir que Jesús tuvo ideas profundas y creadoras sobre su pasión. 32 Kcd 'épypvxon elq x Q P ^ o v ° ^ T O ó v o [ i a r £ 9 o r | ^ . a v £ Í , K a í X á y s i xoíq i J ta9r]xaíc; a ó x o u KccOíaate S 5 s ECOC; Tcpoosúc/o^iai. 33 Kcd TcapaA.a[i(3áv£L xóv ü é x p o v KCCÍ r x ó v 'IáKcofiov K a í TÓvi 'Icoávr)v [IET' aÓToG, Kcd r\pt,axo £K9a[-i|3£Ía9cu KOCL á S r | L^OVEÍV, 34 KCU Á.éy£i aóxotc; ri£píÁ.UTcóc; é c n v f\ tyvyr] ¡aou É'coq 9 a v á x o u "
98. Me 14,32-42
GETSEMANI Cf. Mt 26,36-46 (Le 22,40-46)
Tenemos fuertes argumentos para considerar petrino este relato, que es uno de los más vivos de toda la pasión. Un relato que deja tan mal a Pedro y a todos los demás discípulos sólo es concebible si depende del testimonio del mismo Pedro. Muchos exegetas comparten la opinión de Rawlinson, 210, de que la base del relato es «sin duda alguna histórica y está fuera de los límites de toda invención». Es cierto que Bultmann, 288, habla del «carácter totalmente legendario» del relato, y Goguel, 495, lo califica de «alegoría admirable que expresa lo que sucedió en el ánimo de Jesús», pero estas opiniones se oponen a la interpretación unánime de los críticos tanto radicales como conservadores. Véase el juicio emitido por Ed. Meyer, que hemos expuesto en la página 635. Monteíiore, I, 342, aunque es consciente del peligro que supone insistir en los detalles del relato, afirma que «lo único que podemos hacer es maravillarnos de la admirable sublimidad y de la exquisita discreción del relato». Klausner, 332, afirma que lleva «el sello de la verdad humana» y que sólo algunos de sus detalles son dudosos. «La pena y el sufrimiento del Hijo del hombre solitario, por lo profundos que son, dejan una impresión que quizá nunca pueda borrarse en todo corazón compasivo, creyente o incrédulo» {ibíd.). Un estudio atento del, relato confirma esta opinión. Tanto el elemento descriptivo como las palabras de Jesús nos producen la impresión de hallarnos muy cerca de los hechos originales, porque implican algo que trasciende el relato mismo. ¿Por qué se dice que Jesús, a diferencia de los mártires, que aceptaron la muerte con serenidad, r|p£axo EK&aupEiaGoa KOC! á5r|u.oveLV? ¿Por qué Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan? ¿Por qué dice: «Mi alma está enormemente triste hasta morir»? ¿Qué es «el cáliz» que debe ser apartado, según pide Jesús? ¿Por qué manda Jesús a los tres discípulos que estén en vela? ¿Cuál es el Tceipocouóq y por qué deben orar para no ceder en la prueba? ¿Qué significa CCTTEXEI y cuál es el significado de «la hora»? Estos son algunos de los problemas que suscita este relato sorprendente, que dista mucho de reflejar intereses doctrinales posteriores; podríamos preguntarnos más bien si en el tiempo en que escribió Marcos no se habían oscurecido ya muchos de sus elementos. Si la investigación crítica moderna no nos permite explicar todos los elementos del relato, es porque en él nos apro-
667
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
LJ.£ÍVCCT£ ¿ 5 5 E
KCCÍ y p r ] y o p £ Í X £ .
35 KOCÍ
r
Ttpo£Á.-
9¿>vn LJAKpóv ETCITCXEV £Tcí xfjq yfjc;, KCCÍ Ttpoor)úx£To i v a EL 5 o vccTÓv éoTtv TtapéXBr] á i t ' aÓToO f] copa, 36 KOCÍ £Á.£y£v ' A f i p á , ó Tcoctrip, Tcávxa S u v a x á o o i ' Ttapév£yK£ TÓ Tcoxrjpiov xoGxo CCTC' é^iou' áKk' o u T Í áy¿> 9éÁ.co á \ Á . á T Í O Ú . 37 KCCÍ £ p x £ T c a KOCÍ £ÓpíaK£i aÓTouq KCC9£Ú5OVTCCC;, KCCÍ Á.éy£i TO Fléxpcp Zípxov,
Ka9£Ú5£iq; OÓK t a y u D a q \xíav
cópecv y p r ] y o p f j a c a ;
38 y p r j y o -
p £ Í T £ KCCÍ T C p o a £ Ú X £ 0 9 £ , LVCC [IX] £ A . 9 T ] T £ £IQ TC£ipCCO"LJ.ÓV' TO [LEV TCV£Ü[ICC Tcpó9u[iov, f) bk aápcí, á a 0 £ v r ) q . 39 KOCÍ TCÓXIV CXTCEX-
9¿>v Tcpoar)óc;aTO [TÓV a u x ó v X ó y o v EÍTCCÓV]. 40 KOCÍ TcáÁ.iv £A.9cbv £5p£v a u T o u q KOC9£ÚSOVTCCC;, fjaav y á p auxcov o í ócf>9aA^ioí KaTa(3apuvóia£voi, K a í OÓK fíbEtaav T Í áTcoKpiBcooiv a Ó T o . 41 K a í £ p x £ T a i TÓ TpÍTov K a í Xéy£i aÓToíq Ka9£Ú&£T£ [TÓ]
AOITCÓV K a í ávaTcaÚEaÓE' aTt£X£i' TJAG'EV f) o p a ,
íSoú Tta-
p a 5 í 5 o T a i ó uíóq x o ü dv9pÚTcou £Íq x d q x £ ^P a < ? T " v á^iapTcoXGv. 42 á y £ Í p £ a 9 £ áyco^iEV í 5 o u ó T c a p a 5 i 5 o ú q \±E fíyyiKEv. 33 'láKopov Kai. 32
35 itpoaEXOóv.
Llegaron a una finca que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: —Sentaos aquí mientras yo voy a orar. 33 Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir horror y angustia, 34 y les dijo: — M e muero de tristeza: quedaos aquí y estad en vela. 35 Adelantándose un poco, cayó a tierra, pidiendo que si era posible se alejase de él aquella hora; 3 8 decía: —¡Abba! ¡Padre!: todo es posible para ti, aparta de mí este cáliz, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. 37 Se acercó, los encontró adormilados y dijo a Pedro: —¿Estás dormido, Simón? ¿No has podido velar ni una hora? 38 Estad en vela y pedid no ceder en la prueba: el espíritu es animoso, pero la carne es débil. 39 Se apartó de nuevo y oró repitiendo las mismas palabras. 40 Al volver los encontró otra vez adormilados, porque se morían de sueño, y no sabían qué contestarle. 41 Volvió por tercera vez, y les dijo:
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PASIÓN Y
RESURRECCIÓN
14,32-33
—Ahora podéis dormir y descansar. ¡Basta ya, ha llegado la hora! Mirad, el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 42 ¡Levantaos, vamos!, ya está ahí el que me entrega.
32s. Para Epxovxai véase Turner: JTS 26, 225s. /copíov*, Mt 26,36; Jn 4,5; Hch l,18s; 4,34; 5,3.8; 28,7**, «solar», campo», aparece en griego clásico, en los LXX y en los papiros (VGT, 696). TeBcmuaveí*, Mt 26,36**, Gethsemane, deriva del hebreo gat shemanim, «trujal» (Dalman, SSW, 321s). La escueta descripción hace pensar más bien en una (antigua) alquería o finca plantada de olivos. Jn 18,ls habla de un huerto (KfJTtocJ situado al otro lado del torrente Cedrón, y explica que Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Al parecer, Getsemaní estaba situado al pie o en la falda del monte de los Olivos. Jerónimo, que sigue la lectura r n a a p a v E Í de D, habla de uallis pinguissima (lectura variante: pinguedinum), «valle de la fertilidad» (cf. Is 28,1.4; ge' shcmanim). Lu. Gautier, EB, 1713, afirma que la localización tradicional de este lugar «no es demostrable, aunque tampoco completamente imposible». Desde tiempos primitivos se celebró allí culto, como lo indican las palabras de Jerónimo y Eusebío (véase Swete, 341). Para una descripción detallada del lugar véase Dalman, SSW, 326. A la entrada (como cabe suponer) Jesús manda a sus discípulos que se sienten mientras él reza (EOC, TtpoaEÚ^opai); entonces lleva consigo a Pedro, Santiago y Juan (cf. 5,37; 9,2). Para TtapaAau(3ávo véase 4,36; KOC9L¿;CO, 9,35; TtpooEÚxopai, 1,35. Para ecoq con subjuntivo véase 6,10; 5,1; 12,36* (en estos pasajes con dv). Cf. Gn 22,5 (Abrahán); Ex 24,14 (Moisés). No se indica por qué Jesús lleva consigo a los tres discípulos; únicamente les ordena que estén en vela (v. 34) y oren (v. 38). Debemos deducir que Jesús sintió una necesidad superior a la de la compañía humana. ¿Se esperaba de los discípulos que participasen, en su medida, en el sufrimiento mesiánico? Cf. las sentencias sobre la necesidad de llevar la cruz (8,34) y de beber el cáliz ,10,39). La frase KOCÍ f|p£,ccTO éK6aup,£La8cu KCÜ áSnpovsiv es una de las afirmaciones más importantes del evangelio de Marcos. Para rjpc/xro con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 85. Lagrange, XCIII, opina que í|pc/rro conserva en este pasaje su valor propio. Ambos infinitivos expresan los sentimientos más fuertes y profundos. Cf. Lohmeyer, 314: «Las palabras griegas expresan el grado sumo de un intenso horror y sufrimiento». Para 9ap|3ÉOLKXi véase 1,27 y el comentario a 9,15. El verbo «sugiere terror estremecedor» (Rawlinson, 211). «El primer sentimiento de Jesús fue el de sorpresa aterradora» (Swete, 342). Es manifiesta la dificultad que entraña la traducción de la frase que estudiamos. á5r|povéo*, Mt 26,37; Flp 2,26**, «estar muy apenado», «estar angustiado»; se encuentra en griego clásico, en Aquila (Job 18,20), en Símmaco (Sal 60[61],3, etc.), y en los papiros (VGT, 9) n . Swete, 342, afirma que el verbo «ex11. El origen de áSnuovéw no es claro. Según Bultmann, hemos de derivarlo de aSnpoc,, «lejos de casa»; pero para Lightfoot la forma de la palabra constituye un serio obstáculo a esta opinión. T. W. Alien: CR 20, 5 opina que deriva de á5f|pcov (que a su vez derivaría de la supuesta forma 5fjpcDV, «prudente», «conocedor»), pero LS opina que «el origen de este adjetivo es dudoso».
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presa la angustia que sigue a una profunda conmoción». Cf. Lightfoot, Phil., 123: «Expresa el estado confuso, desasosegado y semiperplejo producido por el trastorno físico o por la angustia mental, como pena, vergüenza, inquietud, etc.». Cf. Platón, Fedro, 251 D: áSnpoveT TE TTJ á t o TCÍOC TOC TtáBour; Kod caropoOaa Xuita. La dureza es la garantía de esta frase, que omite Lucas y suaviza Mateo al escribir r\pE,axo XuiteíaScci KCU ábnpovsLV (26,37). Con el mejor deseo de evitar las interpretaciones psicológicas injustificadas, es imposible hacer justicia a las palabras de Marcos sin ver en ellas parte del asombro del Hijo del hombre, que es consciente también de ser el Siervo de Is 53. Se ha prestado poca atención al hecho de que la descripción y las palabras siguientes llenan ese breve intervalo que precede al momento en que Jesús se aleja de los tres discípulos. La angustia es tan intensa que le hace separarse de los suyos para buscar paz ante su Padre. 34s. Para TtEpÍAUTtor; véase 6,26*; i|jUYr], 2,4; 9ávaxoq 7,10. La sentencia refleja el lenguaje de Sal 41(42).6.12; 42(43),5: iva TÍ itepÍAUTtoc; ET, f] i|>uxr|, KOCÍ iva TÍ auvTapáaaeic; p.£; pero mientras que el salmista ora a Dios, Jesús se dirige a los tres discípulos; por ello, sus palabras son un eco personal, no una cita. La adición EOC; 9aváTou denota una pena que amenaza a la vida misma. Cf. Swete, 342: «una pena que casi mata». Cf. Jon 4,9: acf>ó8pa AEAÚTtnpai ¿ y o Ecoq 9CCVCCTOU. Menos satisfactoria es otra opinión, según la cual la muerte es un amigo esperado que libra al alma de la pena inefable (Lohmeyer, 314). Cf. Klostermann, 168, que cita Jue 16,16; 3 Re ( = 1 Re) 19,4; Eclo 37,2. La frase tiene un paralelo en Jn 12,27: vGv f) ipoxn pou TETápaKTai, n a l TÍ EÍitcú; y quizá la recuerde Heb 4,15; 5,7s. Los tiempos de pEÍvaTE (6,10*) y ypnyopEiTE (13,34) distinguen entre la acción puntual y la actitud permanente. Para la idea de vigilancia véase el comentario al versículo 33. No es aventurado suponer que, al referir esta acusación, el narrador piensa en los cristianos de su tiempo; cf. 13,33-37. Mateo añade p£T5 épou. Jesús se aleja ahora de los tres discípulos, aunque no mucho (itpoEA6 o v piKpóv). piKpóv se usa aquí como adverbio de distancia; en 14,70 como adverbio de tiempo. Para la postración en la oración y súplica véase Gn 17,3.17; Le 5,12; 17,16; en todos estos pasajes se construye con ETCÍ ixpóacoitov, como en Mateo. Según el texto paralelo de Lucas, Jesús cayó de rodillas (BEÍC, TCÍ yóvaTa, 22,41). Swete, 343, opina que el imperfecto ETUTITEV expresa una acción que se realiza ante los ojos del narrador; cf. Lagrange, 387. Es difícil estar seguros de la verdad de esta opinión, pero la apoyan WM, 336s, y Robertson, 883; cf. Le 10,18; Hch 16,22. Para Ttpoasóxopai véase 1,35. En la versión de Lucas, Jesús se aleja de sus discípulos como un tiro de piedra (á-it£aTtáa9r| áit' a ú x o v óa£Í XÍ9ou f3oXr|v; 22,41), idea que concuerda con TtposXBóv piKpóv (Marcos y Mateo). Es peculiar del relato de Marcos el hecho de que el evangelista expresa en primer lugar el núcleo de la oración en estilo indirecto (cf. 8,31) y después (v. 36) en estilo directo, con lo que se asegura la atención del lector. Para TtpooEÚxopai iva... cf. 13,18; si 5uvaTÓv, 13,22; irapépxopat, 6,48; 13,30, etc. Reviste particular interés la idea del momento señalado, de «la hora» (f) o p a , 14,41*); cf. 1,15; 13,32. Jesús recoge esta idea, de origen escatológico (cf. o p a (TÍjcJ auvTEÁEÍac; en Dn 11,
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14,36
14,37-38
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40.45), por ser apropiada para expresar el cumplimiento de su destino mesiánico. Cf. Jn 2,4; 7,30; 8,20; 12,23.27(bis); 13,1; 17,1. Cf. también Le 22,14.53.
lidad de la voluntad humana de Cristo, en la historia de la teología véase H. R. Mackintosh, The Person of Jesús Christ, 220-222. 399, y para las referencias patrísticas véase Swete, 345.
36. 'A|3|3á,*, Rom 8,15; Gal 4,6**, es la palabra aramea que significa «padre». Cf. Dalman, 191s; Kittel, KThW, I, 4-6; Black, 217s. Mateo y Lucas escriben, respectivamente, -Ttáxep ^.ou y tiáxEp. La adición de ó TTOCTr)p en el evangelio de Marcos difícilmente puede considerarse un comentario explicativo del evangelista, porque también aparece en las cartas a los Romanos y a los Gálatas; esta expresión debió de ser una primitiva fórmula litúrgica de una iglesia bilingüe (cf. Lightfoot, St. Paul's Epistle to the Galatians, 169) o una expresión usada por Jesús (cf. SH. Rom., 203). Afirmar que los tres pasajes son emocionales y que en una oración no hay lugar para interpretaciones (SH) es prácticamente negar que la frase proceda del evangelista; las palabras pierden mucha fuerza si la frase es litúrgica; en conjunto, es preferible esta última explicación porque 'Af3|3á ó itaxr|p sólo aparece en el evangelio de Marcos y no en Q, L o M. La expresión que infunde confianza Ttávxoc BuvaTá aoi tiene un tono original, si la comparamos con las versiones más débiles de Mateo (el 5uvaxóv écmv) y de Lucas (el |3OÚXEL). Cf. 10,27. El problema que suscitaba la naturaleza del cáliz en 10,38s, es más apremiante en 14,36, porque Jesús pide que se aparte de él. Para TtapéveyKE* en el sentido de «apartar», «hacer que pase» véase Field, 39. Cf. Le 22,42; Heb 13,9; Jds 12**; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros (VGT, 491). La metáfora describe en el AT tanto el castigo como el premio divino (cf. C. E. B. Cranfield: ET 59, 137s), y es natural que se quiera restringir su significado en 14,36 al sufrimiento y a la muerte (cf. M. Black: ET 59, 195). Pero la intensidad de la oración indica que se refiere a algo más, y no hay por qué excluir la idea del castigo divino del pecado, a condición de que se admita que Jesús no es objeto personal de ira. El sufrimiento de Jesús es mesiánico. Jesús sufre como Hijo del hombre (8,31; 10,45, etc.) y, por tanto, se expone voluntariamente al juicio que recae sobre sus hermanos. Sería ajeno al espíritu de Jesús pedir que se apartase de él aquel cáliz si éste no fuese más que un cáliz de sufrimiento y muerte personal; además, el aturdimiento y la angustia expresados en Gcqj.fMoGcu KCQ áor|u.ov£Ív indican que se trata de algo más que eso. La oración sugiere que Jesús tuvo que aprender que llevar el pecado implicaba la necesidad del sufrimiento redentor. El saludable temor a cargar de teología las palabras de Jesús puede ocultarnos su verdadero significado e impedirnos descubrir en ellas una «teología» muy original, que no es la teología cristiana primitiva expuesta retrospectivamente en su enseñanza.
37s. Contrasta con la imagen de Jesús en oración el cuadro que ofrecen los discípulos dormidos. Para KOC9£Ú5CO véase 4,27. Lucas da la razón: airó Trjq X.úm-)<;. Es natural que Jesús se dirija a Pedro, que había dado muestras de orgullo y presunción (vv. 29.31). Si prescindimos de 3.16, sólo en este pasaje del evangelio de Marcos y con plena naturalidad se usa el nombre X íftcúv. «Por aquel entonces no era sino 'Pedro'» (Swete, 345); cf. Jn 21,15ss. Para ioyúo véase 2,17. Los papiros ilustran dos significados de este verbo: «poder» y «ser capaz de» (VGT, 308), pero el primero de ellos parece más apropiado para este contexto: «¿No has podido?» (cf. Plummer, 328). Al que estaba dispuesto a morir con Jesús le faltaba la fuerza de voluntad para mantenerse en vela siquiera una hora. El motivo parenético obvio no compromete en modo alguno la tradición; todo lo contrario, podía citarse el ejemplo sólo porque los hechos eran conocidos. Para ypnyopéco véase 13,34, y para TtpoaeúXO[KXI iva cf. 13,18; 14,35. Quizá sea final la clásula con iva (Moffatt), aunque es más probable que exprese el tenor de la oración (Meecham: JTS 43, 180); es menos probable que iva con subjuntivo se emplee con sentido imperativo (Cadoux: JTS 43, 172). TTEipao^óc;* expresa con frecuencia la prueba a la que la aflicción somete a los hombres; cf. Eclo 2,1: ÉToí^iaaov Tf|v 4>uxr|v aou EÍC; iteipaajióv; Le 22,28; Hch 20,19; Gal 4,14; Sant 1,2; 1 Pe 1,6. itEipác/D expresa también la incitación al mal procedente del placer (Sant 1,13-15) o de Satanás (Me 1,13). Ninguno de estos significados conviene al pasaje que comentamos. Orar para huir del peligro es el extremo opuesto de lo que se pretende, y la idea de incitación satánica al mal es demasiado general. Al parecer, se piensa en un peligro concreto en el que podrían sucumbir los discípulos, peligro mayor que el del sueño o de la detención inminente. El origen del presagio quizá sea escatológico; cf. Ap 3,10: KÓcycó ae xr|pr|aco EK Tfjc; copaq TOU itEipaajiou Tfjc; HEXXoóanc; epX£o9ai... TtEipáaai Toüq KaToiKoüvrac; é m Tf¡<; yfjq. Cf. R. H. Charles, Revelation, I, 90; Schweitzer, 387. 390; Lohmeyer, 317. Tal interpretación parece fuera de lugar en el contexto que estudiamos, pero el problema cambia completamente si la «escatología realizada» desempeña algún papel en la experiencia de Jesús. Cf. Dodd, 166 nota. Las referencias a «la hora» (vv. 35 y 41), la descripción de la agonía (v. 33) y las frases de los vv. 34.36; 15,34; Le 22,53b indican que la experiencia de Jesús se concibió como conflicto con los poderes satánicos; si esta conclusión es válida, es probable que Jesús creyese que los tres discípulos estaban expuestos a peligros semejantes; de ahí la necesidad de mandarles: «velad y orad». Estas ideas son extrañas para los hombres modernos, pero nc para los antiguos. Es posible incluso que la oración fuese algo extraño para los primitivos narradores. En tal caso, su presencia en el relato es un signo de tradición primitiva. Cf. Schniewind, 187. Las frecuentes alusiones de los comentaristas al Padrenuestro sólo son pertinentes si las ideas en él contenidas son también escatológicas.
En la frase oú TÍ éyw GéAco el interrogativo TÍ se usa en lugar del relativo 6 TI, como en los papiros e inscripciones (VGT, 636). Cf. Moulton, I, 93-95; Blass, 175; Robertson, 737. Sin embargo, quizá tenga razón Swete, 344, al parafrasear así la cláusula: «Sin embargo, el problema no es lo que yo quiero», etc. Cf. Lagrange, 389. La negación oó indica que no debe suplirse 7EVT]9T)TCJO. Lucas, 22,42 introduce este cambio al escribir \xr\ TÓ 9 é \ r | ^ á pvou áXKá TÓ OÓV yivéo9co, con lo que la oración de Jesús concuerda más con el Padrenuestro. La forma de Marcos es claramente más original. Mateo y Lucas convierten áXká... aXA.cc en irXr|v... dcXAá. Para la importancia de esta frase, que manifiesta la rea-
La cláusula explicativa TÓ u l v uVEG^a TtpóBujaov, f\ be. a á p í ; áo9£vr|q concuerda con la interpretación antes indicada. No es preciso calificar de «paulinas» estas palabras, como admiten muchos comentaristas,
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,39-41
entre los que cabe citar a Wellhausen, 120; Menzies, 259, y Lohmeyer, 317. El contraste expresado por [iév... 5é (véase 14,21) es la frecuente distinción veterotestamentaria entre TCVEO^OC y oápE,, es decir, entre el hombre en cuanto ser dependiente del Espíritu de Dios y en cuanto criatura frágil sujeta a las limitaciones de su naturaleza terrena; cf. Nm 27,16; Is 31,3; Jn 3,6. Cf. Swete, 346s; Davidson, The Theology of tbe OT, 188-199. upóeunoq*, Mt 26,41; Rom 1,15**, significa «dispuesto», <'ávido», y aparece en griego clásico, en los LXX y en los papiros; TTVEÜ[ÍCX, 1,8; aápt,, 10,8. Mateo reproduce fielmente los dos versículos con pequeñas adiciones. La versión de Lucas es sustancialmente independiente, a excepción quizá de lo que se refiere a 22,46b. No existe ningún paralelo de Me 14,37b.38b. 39s. Jesús se retira de nuevo a orar. Para iráXiv véase 2,1; cntépXpn
XOIITÓV* (o XOITTÓV), Mt
26,45; Hch
27,20;
1 Cor
1,16;
4,2;
7,29; 2 Cor 13,11; Flp 3,1; 4,8; 1 Tes 4,1; 2 Tes 3,1; 2 Tim 4,8; Heb 10,13**, se usa en diversos sentidos: «por lo demás», «en adelante», «pues», «finalmente», «por tanto», «así, pues». Cf. VGT, 380; Lightfoot, Notes, 51; H. G. Meecham: ET 48, 331s. Para ávcnrcajof.ica véase 6,31. No parece que debamos considerar KOCBEÚOEXE XÓ XOITTÓV KOCÍ ávcnraÚEa-
0£ como pregunta: «¿Todavía durmiendo? ¿Todavía descansando?»; cf. Moffatt, RSV y Klostermann, 168: «¿Dormís y descansáis ahora?». Como observa Torrey, TG, 58, la dificultad está en el adverbio. El problema que suscita ánéys.1 es aún mayor. De ordinario se le traduce por «basta» (RV, RSV, vg: sufficit), refiriéndose al sueño (Klostermann, 169; Rawlinson, 213) o al reproche irónico (Swete, 348). Esta interpretación es posible, pero los argumentos en favor del uso impersonal de CCTIÉXEI. son
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escasos; cf. Pseudoanacreonte, Od., XXVIII, 33: 'ATTÉXEL' pXéirco y á p aúxr|V, y también Cirilo, Hag., I I , 9; cf. Field, 39. En ambos casos la lectura es dudosa; cf. Pallis, 47. J. de Zwaan: Exp. VI, X I I , 452ss, interpreta el término en el sentido comercial ilustrado en los papiros y en los óstraca, es decir, como expresión técnica de un recibo (VGT, 58): «El (Judas) recibió (el dinero prometido)». Esta sugerencia se apoya en el versículo 41b, pero ve demasiado en áTtéxEi. Uno siente la tentación de suponer que la frase griega es una tradición errónea del original arameo, opinión que defiende Torrey, TG, 58s, quien opina que a kaddu se le dio el significado siríaco satis, «Ya ha llegado la hora». Black, 161, objeta a esta opinión que tanto en el arameo de Palestina como en el siríaco kaddu significa iam, y propone otra hipótesis, a saber, que ditéxEi surgió porque un traductor confundió una daleth con una resh, es decir, leyó reheq, «está lejos», en vez de deheq, «es apremiante». D lee cotéxei. xó xéXoq KOCÍ f\ copa, y el original decía probablemente así: «El fin y la hora apremian» o «El fin apremia, (y) la hora ha llegado». J. T. Hudson: ET 46, 382, que acepta la lectura xó TEXOC;, propone leer <3cxté)(£L xó xéXoq como pregunta: «¿Está lejos el fin? ¡La hora ha llegado!» Cf. Boobyer: NTS 2, 44-48; Wilson, 816; Grant, 884. El problema textual es, sin duda alguna, importante. Hay buenos motivos para creer que xó xéXoc;, leído por D W © O fam. 13 565 1071 et al. a c d f ff q r 1 sys pe hl , es original; está atestiguado por importantes manuscritos occidentales, cesarienses y orientales, y, como término escatológico, concuerda con las ideas que, según parece, subyacen al relato (véase 14,38). cntéxsi plantea un problema más difícil; W 50 k bo lo omiten, y mientras que vg d q atestiguan sufficit, c f ff r 1 leen adest (cf. consummatus est finís de a) y sys pe h l parecen atestiguar f^yyiKEV. Couchoud: JTS 34, 129-131, que sigue a k, explica dméxei xó xéXoq como nota marginal, y Pallis, 47-49, conjetura la variante éiréaxr). Todas estas variantes y conjeturas parecen ser simplificaciones. El texto de D también parece secundario por omitir fjX0EV. En resumen, pues, lo mejor es leer dcTtéxei xó xéXoq, f}X0£V f\ copa e interpretar cbréxEL como proponen Black o Hudson (véase supra). A pesar de las dificultades que ofrece la interpretación, es posible seguir el hilo de la sentencia, cuyos detalles se estudian mejor a la luz del contexto. Sin duda alguna sería una operación demasiado drástica pasar de ccrcéxei. a áyEÍpeaOE, ayco[i£V... del v. 42 y considerar el 41b como secundario. Así Wellhausen, 120s. La referencia a «la hora» es el corazón de la sentencia, e íóou TuapaSíboxai ó uíóc, xoO ávGpcóttou EÍC; xáq yeipax; TQV á(j.apxcoXcov explica rectamente lo que significa «la hora». Para f] copa véase 14,35; l5oú, 1,2; Ttapabíóco^ii, 1,14; ó uíóc; xoG dvBpcÓTtou, 2,10; áLrapxcoXóc;, 2,15. Sería totalmente inadecuado explicar la hora simplemente como el momento de la detención o de la negación; es la hora en la que alcanza su culmen el ministerio mesiánico de Jesús y en la que es entregado en manos de los pecadores. Jesús, fortalecido con la oración, acepta su destino. La venida de Judas (l5ou ó irapaóiSoÚQ ^i£ fíyyiKEV) es la señal humana de que se ha cumplido la hora. Es significativo que, aun después del fracaso de los tres discípulos, Jesús les diga: ÉyEÍpsaBE, áyco^iEV, «levantaos, vamos». A la luz del vigoroso climax de esta frase, se puede poner en duda que Jesús hubiese dicho «dormid ahora y descansad», añadiendo tristemente «basta». Ante esta interpretación uno se siente tentado a aprobar 43
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,43-52
el uso que Wellhausen hace de su afilada crítica. Mucho más realista es esta traducción: «¿Todavía durmiendo? ¿Todavía descansando? ¿Está lejos el fin? Ha sonado la hora. Mirad, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos. Mirad, se acerca el que me entrega».
TcpEofJuTÉpcov. 44 SESCÓKEI' S E Ó TtapaSiSouc, aÜTÓv oúoar)p:ov a ó x o i q Xéyoov " O v acv c¡>iXr]aco OCÓTÓC; EOTIV' KpaTrjaaxE a u t ó v Kai cVrcáysTE áacpaXcoc;. 45 K a i éXGcbv EÜGóq Tcpoa£X9cbv a u t o X á y s i e Pa(5f3£Í, K a i KaT£cpíXr|0£v a ú x á v . 46 o i S é ETCÉf3aXav x á q x £ ^ P a Q OCÚTCO K a i EKpáxrjaav a ü x ó v . 47 s l q S É [TIC;] TCOV Tcap£GTr)KÓTCov a T c a a á ^ E v o q
99.
DETENCIÓN
TÓV SouXov TOU á p x i s p é c o q
DE JESÚS
Me 14,43-52
48 K a i
Cf. Mt 26,47-56 (Le 22,47-53) (Jn 18,2-11)
Este relato es muy distinto de la viva narración de Getsemaní. El relato, sobrio y moderado, no contiene sentencias, a excepción de los versículos 48s. En sentido estricto, la narración concluye en el versículo 46, cuando dice que detuvieron a Jesús. Los vv. 47 (herida del criado del sumo sacerdote), 48-50 (réplica de Jesús) y 51s (el extraño fugitivo) son trozos sueltos de tradición que Marcos añadió al final. No se nombra a nadie, a excepción de Jesús. Tampoco se identifica la muchedumbre. No se dice nada del audaz simpatizante que quiere vengar la detención indigna; y tampoco se menciona el nombre del desconocido que sigue a Jesús cuando todos le abandonan. Todo el interés se centra en la acción de Judas y en la detención. No obstante, no podemos afirmar que el relato sea vago o difuso; la escena, pintada con unas cuantas pinceladas enérgicas, es clara e impresionante. No es sorprendente que los evangelistas posteriores quisiesen embellecer el sobrio relato de Marcos para servir a fines litúrgicos y catequéticos. Así, se añaden sentencias (en Mateo, Lucas y Juan), se presenta un ¡diálogo, se dice que la oreja del criado era la oreja derecha (Lucas y Juan), se nombra a éste y a los circunstantes (Juan) y por fin se suprime el episodio del desconocido seguidor. Estas versiones posteriores dan pie a Bertram, 50-55, para proponer su tesis de que el relato es una narración cultual. Es difícil encontrar datos que apoyen esta opinión en los vv. 43-46 y en las referencias al beso del traidor y al cumplimiento de las Escrituras, que pueden ser históricas, aunque se hayan relatado con finalidad edificante. No es necesario en modo alguno cuestionar el relato porque presente a los lettores el cuadro de «los sufrimientos de Cristo». El relato y lo que a él se añadió contienen buena tradición, que quizá sea petrina en último término. Es atractiva la sugerencia de Bultmann, 289, a saber, que originalmente los vv. 43-52 seguían a 27-31, porque el relato refiere el cumplimiento de la primera parte de la profecía «todos fallarán». Tal vez los vv. ls. lOs. 12-16. 17-21. 26-31. 43-52 perteneciesen al entramado narrativo sobre el que se compuso el relato de la pasión. La preeminencia de la figura de Judas en varios de estos pasajes es un indicio de que son primitivos, porque refleja el horror que su acción produjo en la mente de los primeros narradores. 43 Kod eü6üq ETI a ú x o ü XaXoüvxoc, T c a p a y í v E x a i [ ó ] MoOSac; EIC,
TCOV 5CÓ5£KOC K a i
\IBT'
OCUTOÜ ¿>XXOC; \j.£xá
^.axaipcov
Kai
£,úXcov -rcapá xcóv ápxiEpÉcov K a i T O V ypau.pxcxÉGov K a i xcóv
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,43-52
áTXOKpi0£Íq
ó
xf\v
pxcxaipav
ETOUOEV
K a i ácpEiXEV aúxoO T Ó cbxápiov.
Mrjaouq
ETTCEV aÓTotq
c
Qq
ETCÍ
Xr]axr)v
¿c;r|X9ax£ ^IETÓC ^laxaipcóv K a i £,úXcov cnAÁaf3£lv [i£; 49 Ka9* r | [ i é p a v r\\xr\v -repóq ú^iac, év t ñ ispeo SioáaKcov K a i OUK r É K p a x r i a a T é 1 \XE' áXX' 'iva TtXr|pcú9coaiv a i y p a c p a í . 50 K a i ácf>ÉvXEC, a u x ó v l'cpuyov rcávTEq. 51 K a i VEavíaKoq TIC, auvr]KoXoú0£i a ó x o ii£pi|3£|3Xr][JiÉvo(; o i v 5 ó v a T K a i K p a x o u a i v aÜTÓv^ 52 ó Sé KaTaXiTcov TT\V o t v S ó v a yujivóc, Ecpuysv. 49 ÉKpaTELxé. 51 éiri yuu.vou. 4S
Aún estaba hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de una turba con machetes y palos, de parte de los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores. 4 4 El traidor había quedado en darles una señal, diciéndoles: — E l que yo bese, ése es: detenedlo y conducidlo con cautela. 45 En cuanto llegó, se acercó y le dijo: —¡Maestro! Y lo besó con insistencia. 4 6 Los otros le echaron mano y lo detuvieron, 47 pero uno de los presentes sacó el machete y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. 4 8 Jesús intervino diciéndoles: —¡Con machetes y palos habéis salido a prenderme como si fuera un bandido! 4!) A diario me teníais en el templo enseñando y no me detuvisteis. Pero que se cumpla la Escritura. 50 Todos le abandonaron y huyeron. 51 Lo iba siguiendo un joven envuelto sólo en una sábana, y le echaron mano. r'2 Pero él, soltando la sábana se escapó desnudo. 43. Es visible la mano del evangelista en eóOúc, (véase 1,10) y en ETI ocírtou X.aXoüvToc; (véase 5,35), expresiones por las que este relato se une con el de Getsemaní. Quizá indique TtocpayíVETai* el uso de una fuente; cf. también ' I o u S a q (ó en A B solamente) y ele, TCOV SCÓOEKO:
como en 14,10.20. El evangelista narra los hechos en síntesis, por lo que no es sorprendente que en la tradición manuscrita se hiciesen algunas interpolaciones: ó 'IoKapicÓTnc, después de Moúoac., ¿óv después de ETC, TtoXÚQ después de ox^oq y CCTtEoxaXuávoi antes de i t a p á (véase Legg). El segundo UETÓ: después de pex' aÜToG es duro, aunque Mateo lo conserva. Este pasaje se parece a los sumarios de 14,ls y lOs y contrasta con los relatos más detallados de Getsemaní y de la negación. Al parecer, una chusma mercenaria llevó a cabo la detención. No se menciona la guardia del templo (cf. Le 22,52) ni los soldados romanos
676
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,44-45
(cf. Jn 18,3.12). El v. 47 habla de un criado del sumo sacerdote; quizá estuviesen presentes otros criados, pero la descripción corresponde sustancialmente a la de una chusma armada con lo que tenía a su alcance. Las [iá/cupou (14,47s*) son espadas cortas, o quizá cuchillos largos o machetes (cf. Field, 76s) y los £,úXa (14,18*) son palos. í,ükov, que significó originalmente «madera», se aplicó luego a objetos de madera, por ejemplo, «palo» (como aquí), «bastón» (Hch 16,24), «patíbulo» (Moffatt; Hch 5,30; 10,39; 13,29; Gal 3,13; 1 Pe 2,24) y más tarde «tronco verde» (Le 23,31); cf. VGT, 434s. La precisión con la que se mencionan los tres grupos, a saber, ápxiepEÍc, (véase 2,26), ypo;|Ap:aT£u; (véase 1,22) y Ttp£0(3ÚT£poi (véase 8,31) recuerda 14,1 (dos grupos), y, al parecer con ella se quiere recalcar la culpa común. Mateo omite ypct^pxi:TEIC;, y Lucas lo sustituye por aTpccrnyotJc; TOU ÍEpoü en un versículo (22,52) que indica erróneamente que estaban presentes los miembros de la jerarquía. 44. Este pasaje explicativo describe los preparativos que había hecho Judas para identificar a Jesús en el huerto. Cf. 5,8. Para la pérdida del aumento en el pluscuamperfecto véase Moulton, II, 190. A Judas se le califica, como en el v. 42, de ó TtapaSiboüq aúxóv. Esto muestra que en el período más primitivo se concentraba la atención en el horror y magnitud de su acción, y no en los motivos o en el carácter de Judas (en contra de Jn 12,6; Mt 26,15; 27,3-10). aóoar|(iov**, «un signo» o «una señal», es un término griego tardío condenado por Frínico; se encuentra en los LXX (Jue 20,40; Is 5,26, etc.) y en los papiros (VGT, 617). Mateo escribe cmLXEiov. cpiAéco* aparece aquí y en Mt 26,48 y Le 22,47 en el sentido de «besar»; este verbo se encuentra en griego clásico, en los papiros (VGT, 670) y en los LXX (Gn 27,26, etc); los rabinos y sus discípulos tenían la costumbre de besarse; cf. Billerbeck, I, 996; Swete, 350. Véase también Le 7,45; 22,48 (tptA.n^a), y para la costumbre de la Iglesia primitiva véase Rom 16,16; 1 Cor 16,20; 2 Cor 13,12; 1 Tes 5,26; 1 Pe 5,14. Para oq ocv con subjuntivo véase 3,29, y para CCÚTÓC, ecmv, «ese es», véase Blass, 164; Robertson, 679. Para Kpatéco en el sentido de «coger», «detener», véase 3,21 y para cotáyeo (14,53; 15,16*) en el sentido de «llevar», véase LS y VGT, 51. ácnpaXcoq*, Hch 16,23 (2,36: «de seguro»)**, «con seguridad» (griego clásico y LXX), significa que no debe haber errores; no se pueden correr riesgos. Mateo omite las tres últimas palabras, y Lucas no ofrece ningún paralelo a este versículo. 45s. Para EÚBúc, véase 1,10, y para el participio redundante de éXQav irpoa£X8óv véase Howard, II, 452; Lagrange, XCII. Mateo lo omite. Para 'PocfifM véase 9,5. KaxafiXéco*, Mt 26,49; Le 7,38.45; 15,20; Hch 20,37**, «besar», «acariciar», se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. Cf. 2 Re ( = 2 Sm) 20,9. En los estudios recientes se observa una clara tendencia a cuestionar el significado «besar cariñosamente» del griego helenístico; cf. VGT, 334; Sharp, 104; Turner, 7 1 ; véase también RV, RSV, Moffatt y Torrey. No obstante, el cambio de (ptAéco en el versículo 44, la fuerza de la preposición de KarecpíXqKEV y Le 7,38.45; 15,20; Hch 20,37 apoyan vigorosamente la idea de que se ha aumentado el énfasis; cf. Swete, 351, que cita a Jenofonte, Mem., II, 6. 33; Lagrange, 394; Gould, 274; Bartlet, 399; Blunt, 254; Lohmeyer, 322. Un beso cariñoso fingido concuerda con la intención manifies-
14,47
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
677
ta de llevar a cabo la detención por sorpresa y de la forma más rápida posible. El relato de Marcos no refiere ninguna palabra de Jesús, y la detención sigue inmediatamente al beso de Judas. En Mt 26,50 Jesús responde con el saludo familiar 'EToctpE, écp' o itápEí (cf. Deissmann, 125-131), y en Le 22,8 pregunta: 'Iou5oc, cpiXrnaaxi TÓV UÍÓV TOU áv0pcÓTtou Ttapa5í6coq. La frase oí 5é ¿TtépaÁccv TCCC, Y ^ P 0 ^ corresponde al uso de shalah yad (Gn 22,12; etc.; cf. Swete, 351), pero no tiene por qué ser un semitismo (cf. Lagrange, 394). En el evangelio de Marcos sólo aparece en este pasaje; cf. Hch 4,3, etc. Para la terminación de STtépaXav véase Blass, 45, y para Kpocxéa, 3,21. El relato termina propiamente en el v. 46, porque 47-50 y 51s son versículos añadidos. El carácter sobrio y moderado de este relato contrasta visiblemente con los de la unción, Getsemaní y la negación. 47. La descripción de cómo uno de los presentes hirió al criado del sumo sacerdote se une débilmente al relato. Marcos hace diversas alusiones a la gente que «estaba allí» (14,69s; 15,35.39; véase 4,29*). La ausencia de nombres es característica del evangelista. En una época posterior, en Jn 18,10, se identifica el circunstante como Simón Pedro y se dice que el nombre del criado era MáX^oc;. Si el agresor fue Pedro, es difícil explicar por qué no lo detuvieron inmediatamente. Bernard, 589, indica que en el barullo no se advirtió quién había sido el que había golpeado al criado. Es posible que el golpe fuese obra de un simpatizante desconocido (McNeile, 394), pero también lo es que el nombre no se revelase por razones de prudencia. Lagrange, 394, opina que EIC, TIC, indica que el narrador conoce el nombre del agresor, y cita a Sófocles, Oed. Tyr., 118. Si con tí A L M V 579 692 700 et al. f suPe sa bo et omitimos tic,, podría explicarse como nota marginal o como armonización con Le 22,50. En tal caso EÍC; sería otro ejemplo del uso de ETC, en lugar de Tic,, como en el versículo 22 (véase). Pero Etc, TIC, está bien atestiguado por B C A 9 et al. fam. 13 22 28 118 157 543 565 892 1071 al. pler. a 1 vg sy hl y, caso de leerlo, refuerza la observación de Lagrange antes indicada («una persona cuyo nombre conozco»). Sólo en este pasaje del evangelio encontramos esta expresión, porque en 14,51 eíc, está mucho menos atestiguado y además lo omite W H . Mateo escribe slq TOV ^IETCC Mir]aou (26,51), y Lucas (véase supra) ETC, TIC;. En resumen, es probable que Marcos supiese que quien había golpeado al criado era Pedro, y que a este respecto la observación de Jn 18,10 sea correcta, a pesar de la tendencia posterior a añadir nombres. La acción de uno de los presentes es impulsiva; no se trata de impedir la detención, sino de vengar el ultraje de que ha sido objeto Jesús. La versión de Lucas, en la que se pierde este detalle, expresa el deseo de llevar a cabo una acción concertada: «Señor, ¿herimos con la espada?» (22,49). Lohmeyer, 322, aprueba la opinión de Rostovtzeff: ZNTW (1934) 196-199, a saber, que herir al criado fue un acto simbólico que ponía de manifiesto que el adversario era una persona despreciable. Es extraño que Marcos use cbxápiov que, igual que CÓTÍOV, es un diminutivo de o5q, porque en otros pasajes emplea este último término (4,9.23; 7,33; 8,18*). Es improbable que el evangelista quiera decir una «oreja pequeña». Parece más probable que Marcos se refiera a una herida grave y a la excisión del lóbulo de la oreja 12. Este punto de vista con, 12.
En los papiros wxápiov designa el asa de una vasija; VGT, 704..
678
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,48-50
cuerda con la afirmación independiente de Lucas de que Jesús tocó la creja (TÓ cbxíov) y curó al criado (íáaocTO ca!rróv; 22,51). Juan menciona explícitamente la excisión: cntéKOtyEV aóToG TÓ cbxápiov, y, al igual que Lucas, afirma que se trataba de la oreja derecha (TÓ 5e£,ióv). A este respecto parece probable que se recargara la tradición primaria. El relato contiene términos que sólo se encuentran en este pasaje del evangelio de Marcos: cntáco, Ttaíco (Mateo y Lucas: itccróaaco), ácpaipéeo y ¿ycápiov (Jn 18,10**). Como en griego clásico, Marcos emplea la voz media en aTiaaá^evoq TT]V jaáxaipav, expresión que Mateo sustituye por cntéo'JICCOEV Tf|v [iáxcupav aírroG. Cf. Blass, 184. 48-50. Loe vv. 48-50, lo mismo que 47 y 51s, son una perícopa aislada de la tradición que Marcos añadió al relato de la detención. En confirmación de esta opinión no puede argüirse que áitoKpi9eíq implica una pregunta anterior, porque el participio es redundante; véase la Introducción, p. 85. Tal opinión se apoya más bien en la naturaleza de la léplica de Jesús en los vv. 48s, que implican, al parecer, la presencia de los sacerdotes; cf. Klostermann, 169. Lohmeyer, 323, defiende que este argumento exige algo demasiado moderno a la técnica de un escritor antiguo, pero dudamos de que esta defensa sea válida. No cabe duda de que los sinópticos posteriores sintieron la necesidad de hacer reajustes redaccionales. Mateo afirma que la frase de Jesús, precedida de la expresión «en aquella ocasión», se dirigió «a la gente» (26,55), mientras que Lucas dice que se dirigió «a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos» (22,52). No es probable que todas estas personas estuviesen presentes en el momento de detener a Jesús, pero es manifiesto que las palabras se adaptan perfectamente a tal auditorio; en conscuencia, o se pronunciaron más tarde o pertenecen a la refundición imaginativa de la escena. Lo que desaprueba Jesús es la forma de llevar a cabo la detención: se le trata como a un bandido (XnaTr|q; véase 11,17). Jesús no protesta en ningún otro pasaje del evangelio contra los ultrajes que se le hacen. Para jo.áxoupa y £,úXov véase 14,43. Para auXXa|j.|3ávco*, «detener», cf. Jr 43(36),26; 44(37),13; Jn 18,12; Hch 1,16; 12,3. Para Si.5áaKCo véase 1,21; íepóv, 11,11; Kpcctéco, 1,31. La alusión a la enseñanza diaria (K.CC9' í]p.épav*) en el templo implica que el ministerio de Jesús en Jerusalén duró más de los tres días indicados por el evangelista y, en consecuencia, concuerda con el cuarto evangelio; cf. también las implicaciones de 11,3 y 14,14. El vocabulario del relato indica su origen palestino; cf. cntoKpiSeú; y el imperfecto perifrástico fj^nv oLoáaKcov (véase la Introducción, pp. 68, 85). Mateo sustituye esta última expresión por EKO:9SL]Ó(JT)V 5i5áaKCOV, y Lucas escribe OVTOC; px>u (J.E9' 'UJJ.GOV. También se ha defendido que itpóq con acusativo = «con» era •un semitismo, pero G. R. Driver considera la construcción como «combinación de múltiples giros clásicos»; cf. Howard, II, 467. La conjunción KOÚ de la frase Kod OÚK £KpaTr¡aaTé \XE parece tener un sentido casi adversativo («pero»); cf. 7,24. La frase áXX' iva TtXr|pco9cocHV a i ypacpaí es difícil y no responde al estilo del evangelista (compárese con Mt 26,25: TOGTO &E OXOV yéyo"VEV iva KTX.). Quizá sea una nota de los copistas, aunque también puede 'explicarse en sentido imperativo («¡que se cumplan las Escrituras!»). l Cf. Holtzmann, 176. C. J. Cadoux: JTS 42, 168. Es más probable que *deba sobreentenderse yéyovEV. Tal vez piense el evangelista en Is 53,3.12
14,51-52
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
679
o quizá haga una alusión muy general, como en 9,13 y 14,21. Para a l ypacpaí véase 12,24. Mateo añade TCOV itpocpnTcov. La afirmación de que todos le abandonaron y huyeron se refiere a los discípulos. ácpévTEc; no es pleonástico (véase la Introducción, p. 85), sino que tiene el sentido pleno de abandonar. Marcos no quiere decir que los discípulos huyeran a Galilea (cf. 14,54; 16,7), como afirma el evangelio de Pedro (cf. M. R. James, 94). Lucas añade afjTn écrriv ó[í(¿v f] copa Kai f| á^ouaía xoO CTKÓTOUC; (22,53b), tomado de su fuente especial. 51s. Es obvio que este breve apunte es una adición. Es arriesgadísimo (cf. Lagrange, 397; Goguel, 500s; Bultmann, 290 nota) opinar que Gn 39,12 o Am 2,16 (Klostermann, 171; Montefiore, I, 350) inspiraron estos versículos. Por el contrario, el único motivo serio que se puede aducir para comprender la presencia de este episodio es que se trata de un recuerdo auténtico. El pasaje parece fuera de sitio, después de haber afirmado que «todos le abandonaron», por lo que no es extraño que Mateo y Lucas lo omitan. La lectura vEavíaKoq 5é TIC, de D it (excepto a) vg Ag es un esfuerzo por establecer una conexión más estrecha, y la variante Kai EIC; TIC; vsavíaKoq de A W A 0 et al. fam. 1 fam. 13 22 28 157 565 579 700 1071 al. pler. sylü geo es también una modificación de los copistas influenciada por 14,47. Es posible que auvriKoXoú9£i (véase 5,37*) indique que el joven había seguido a Jesús desde la sala de la cena, aunque es más lógico pensar que se trata de un seguimiento después de que los discípulos han huido. Al parecer, el desconocido se había levantado con el tiempo justo para arroparse con una sábana. Cf. Field, 40. Para TtEpip,E|3Xr|HÉvoq cf. 16,5, donde también se habla de un vsavíaKOc; vestido con un traje blanco, oiv&úv, 14,52; 15,46*; Mt 27,59; Le 23,53**, es una tela de lino fino o un vestido hecho del mismo género; aparece en griego clásico, en los LXX y en los papiros (VGT, 575). Indica que el joven pertenecía a una familia acomodada. Cf. Bengel: «Locuples igitur erat». En áiti yujavoG suele sobreentenderse TOG acbjaaToc;, «sobre su cuerpo desnudo», pero no se cita ningún paralelo ni de la elipsis ni del pleonasmo; cf. Lohmeyer, 323. W fam. 1 c k sys sa omiten la expresión, omisión que es probablemente correcta. Aunque ¿TUL yuu,voG está bien atestiguado (B D al. pie. 22 28 124 157 579 700 892 1071 al pler. it vg sy hl bo arm), quizá sea una corrección de la lectura rara yujo.vó<; ( 0 fam. 13 [excepto 124] 543 565 sype et), que un copista primitivo, confundido por ouvSóva yujivóc; del versículo 52, introdujo, al parecer, por descuido, en el versículo 51. Cf. Couchoud: JTS 34, 131; Goguel, 500; Lohmeyer, 323. Esta opinión no es probable en sí misma, pero la apoya el hecho de que la expresión normal griega para decir «sobre su cuerpo desnudo» es éiti xpcoTÓc, o ¿ v XP9- El significado no cambia, aunque omitamos éiti yu^ivoG. El significado frecuente de yu^vóq es «desnudo», aunque también puede significar «con poca ropa» o «sólo con xLTC0V (prenda interior)»; véase VGT, 133. En esta interpretación aiv&cóv sustituye a iuórtiov. Para KpaTáco véase 1,31; KaTaXsÍTtco, 10,7; cpEÓyco, 5,14. La lectura oi VEavLOKOi (AV; véase Legg) es una adición de los copistas que ponen así un sujeto al plural impersonal KpaToGaiv. Sólo podemos hacer conjeturas sobre la identidad del desconocido. Los antiguos opinaron que se trataba de san Juan (Ambrosio, Crisósto-
680
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,53
mo, Beda) o de Santiago, el hermano del Señor (Epifanio). Cf. Swete, 354; Lagrange, 397. Muchos comentaristas modernos defienden que el desconocido era Marcos. Cf. Zahn, II, 494: «Pinta un pequeño retrato de sí mismo en un rincón de su obra»; Holtzmann, 176. Se ha conjeturado que la Ultima Cena se celebró en casa de la madre de Marcos y que el joven acompañó a Jesús y a sus discípulos a Getsemaní. Para las diversas formas que ha adquirido esta hipótesis véase Zahn, op. cit., 490-492; Burkitt: JTS 17, 296; Plummer, 334; Rawlinson, 216; AUen, 178; Turner, 71; Bartlet, 401. J. M. C. Crum, Roadmending on the Sacred Way, 42s, sugiere además que Marcos se había levantado cuando llegó Judas con la chusma armada, y corrió a advertir a Jesús, pero llegó tarde. Estas reconstrucciones exageran el contenido de un relato tan simple. Lagrange, 397, se pregunta acertadamente por qué el joven siguió a Jesús vestido de esta forma y por qué se expuso durante tanto tiempo al frío intenso que hacía en Jerusalén por la noche en esta época del año. Este autor opina que sólo puede tratarse de una persona que vivía en la finca de Getsemaní o en una casa próxima, y que quizá esa persona sea Marcos o algún otro. Cualquiera de las dos hipótesis explica por qué se refiere el episodio, pero dos consideraciones apoyan la opinión de que Marcos reproduce el relato de un testigo ocular conocido: 1) los vv. 43-52 son casi con toda seguridad una recopilación, y 2) si Marcos hablase de sí mismo, esperaríamos que nos diese más detalles. Cf. Branscomb, 270; Ed. Meyer, I, 151 nota: «Se trata indudablemente del relato de un testigo ocular, pero de ninguna manera se puede pensar en el propio autor del evangelio»; Bultmann, 290; F. C. Grant, 632, 886.
B)
JUICIO, CRUCIFIXIÓN
Y ENTIERRO
(14,53-15,47)
Como indicábamos antes (p. 635) sólo razones de conveniencia nos permiten delimitar esta sección. En 14,52 no hay un verdadero corte, a pesar de que los vv. 51s marcan una cierta pausa en la que el evangelista parece referirse a una persona de cuyo testimonio depende, y 53s sirven de introducción (quizá redaccional) a los relatos que siguen inmediatamente después. Esta» sección contiene los siguientes relatos: 100 : 14,53-65: 14,66-72: 101 102 15,1-5: 15,16-20: 103 104 15,21-41: 15,42-47: 105
Juicio ante los sacerdotes. Negación de Pedro. Juicio ante Pilato. Burla de los soldados Crucifixión. Entierro de Jesús.
En esta sección se pueden apreciar indicios de recopilación, que consiste en la adición de pequeños episodios a los relatos principales, y en algunas intercalaciones. Entre los primeros incluimos la burla de los sacerdotes (o de los criados) en 14,65, añadida al relato del juicio; el episodio de Barrabás (15,6-15), que se funde con el relato del juicio ante Pilato, y algunas de las diversas escenas que componen el relato de la crucifixión,
14,53-65
681
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
formado en gran parte por una cadena de episodios diversos. Uno de los problemas que se plantean es si una narración original y relativamente concisa pudo constituir el núcleo de la recopilación tanto de este relato como del juicio ante los sacerdotes. Los casos de intercalación son más visibles, porque van precedidos y seguidos de afirmaciones que parecen duplicados. Tal parece ser, en especial, el juicio ante los sacerdotes (cf. 14,54 y 67) y el entierro (cf. 15,40 y 47). Merece atención un punto importante. De lo que hemos dicho no se deduce que la distinción entre un relato primitivo y las adiciones del evangelista pueda definirse en síntesis como diferencia entre una tradición primaria y otra secundaria de carácter más dudoso. Algunas adiciones pueden ser tradición primaria. En cada caso hemos de estudiar el carácter propio de las adiciones, teniendo en cuenta los motivos litúrgicos,. catequéticos y doctrinales que, al parecer, influyeron en su formación y uso.
100. Me 14,53-65
JUICIO ANTE LOS
SACERDOTES Cf. Mt 26,57-68 (Le 22,54s.67-71.63-65> (Jn 18,19-24)
Este relato, débilmente articulado, incluye lo siguiente: los esfuerzos de los sacerdotes por encontrar testimonios contra Jesús (vv. 55s), el testimonio de los testigos que citan la sentencia de Jesús sobre la destrucción del templo (vv. 57-59), la conminación del sumo sacerdote y la respuesta de Jesús (vv. 60-62), y el veredicto de culpabilidad (vv. 63s). El v. 54 pertenece al relato de la negación, y el 65, burla de los criados, se añadió al conjunto. El relato es del tipo que cabría esperar en tales circunstancias. Los discípulos no asistieron al juicio; la información del evangelista depende de rumores. Este hecho no desacredita necesariamente la narración, porque pudo tenerse conocimiento de lo sucedido aun cuando admitamos la falta de interés biográfico, sino que explica la ausencia de los detalles naturales característicos de la narración de un testigo ocular. El único dato que encaja en una narración de este tipo es la descripción del sumo sacerdote rasgando sus vestiduras y exclamando: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?». El relato se compone casi en su totalidad de sentencias, preguntas y respuestas. Es claro que su origen no es petrino, aunque se basa en la tradición. Un relato tan pobremente articulado se presta mucho a hipótesis para descomponerlo en partes. Bultmann, 291, considera los vv. 57-59 comosecundarios en relación con el 56, y para Wellhausen, 124s, los vv. 61b-62 son una interpolación. En el comentario estudiaremos estas opiniones. Digamos aquí que las diversas partes de la tradición no carecen en modo alguno de la relación mutua. La sentencia sobre la reconstrucción del templo implica una reivindicación mesiánica y de esta forma da pie a la pregunta del sumo sacerdote, mientras que la pregunta de éste introduce la reivindicación explícita de Jesús de ser el Mesías, reivindicación que se expresa con el lenguaje del Sal 110,1 y Dn 7,13. El relato es fundamentalmente histórico, y no es preciso explicarlo como ampliación
682
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,53-65
secundaria de 15,1 (Bultmann, 290). La mayoría de las dificultades a las que alude Montefiore, I, 352, se deben al tiempo (por la noche) en que Marcos sitúa la narración y al hecho de que el evangelista parece considerar el episodio como un juicio formal que culmina en un veredicto de culpabilidad. En el excurso VI (pp. 770-771) estudiaremos si el juicio tenía este carácter formal y si el procedimiento seguido correspondía a las costumbres judías. Plantea un problema especial el hecho de que Marcos ponga en boca de los falsos testigos la sentencia sobre el nuevo templo, que muchos comentaristas y en particular Goguel, 507-511, consideran auténtica. Las sentencias de ios vv. 58 y 62 forman la espina dorsal del relato, cuyo objetivo es insistir en que la reivindicación de Jesús de ser el Mesías fue la causa real de su condena y de su muerte. Este énfasis y los detalles que recuerdan el destino del Siervo n , ponen de manifiesto un interés doctrinal; pero no se deduce de eso que el interés quede disfrazado bajo forma de leyenda ni que, a falta de información precisa, la teología de la Iglesia diese origen a este relato (cf. Lohmeyer, 330s; R. H. Lightfoot, 142), porque Jesús fue consciente del paralelismo existente entre su situación y la del Siervo en el Deuteroisaías. Véase la Introducción, pp. 135s, 449s.
53 K a í d m r | y a y o v TÓV ' I n a o G v irpóq TÓV á p / i s p é a , KCCL a u v é p x o v T o a T TtávTEC oí á p x i e p e l c ; Kaí OÍ TTpsap'ÚTepoi Kcd oí y p a ^ a T E Í c ; , 54 KCCÍ Ó riéxpoc, a i r ó ^iccxpóOsv í|KoÁ.oú6r]0£v aÓTcp scoc. saco EÍC; xr)v aúArjv TOU á p x i e p é c o c , KOU fjv c u y K a 9r¡^svo<; [lExá TCOV ÚTtnpETCov x a i BEppiaivó^evoc Ttpóc. TÓ cpcoq. 55 oí 5 ¿ á p x i £ p £ Í q KOCÍ bXov TÓ a u v é S p i o v ác/|Touv K a r a TOU 'IrjaoG [iccpTupíav EÍC TÓ B a v c r r a a c a aÓTÓv, KOCÍ OL>X íjupioKOV' 56 TTOXXOÍ y á p á i p £ u 5 o ^ a p T Ú p o u v x a i ' aÚToG, Kaí í a a i a i [^apTupíoa OÓK f^oav, 57 K a í TIVEC, ávaaTávTEC átjJEubopiapr ú p o u v K O T ' aÓTou A.éyovTeq 58 ÓTI c H[i£tq r ] K o ú a a ^ £ v aÓToG AáyovToc OTL 'Eycb K a r a X ú o c o TÓV v a ó v TOGTOV TÓV x^LpoTcoír]TOV Kal 5 i d xpioov r ^ s p c o v áXkov áx£LpOTCoír]Tov oÍKo5o^r|aco 59 Kaí O Ú 5 E OÜTCOQ lor\ fjv f\ i i a p T u p í a aÓTcov. 60 Kaí á v a o T á c , ó ápxLEpsuc; £Íc piéoov £Tcr]pcÓTr]0£v TÓV ' I r | a o G v Xéycov O Ú K diroKpívr] o ú 5 é v ; r T [ i OGTOÍ o o u K a T a ^ a p T u p o G a i V ; 61 ó 5 é áaLÓTTa Kaí OÓK áTCEKpívaTo oóSév. TTÓXIV ó á p x t £ p £ u q £TcinpcÓTa aÚTÓv Kaí X é y s i auT<3 Z ü el ó XpiaTÓc. ó u í ó c xoG £ÓÁx>yr|ToG; 62 6 5 E ' I r j a o u q ETTTEV r ' E y c ó e í ^ u 1 , Kaí ÓIJJEOGE TÓV uíóv TOU ávGpcÓTcou EK SECJICOV Ka9r|(i£vov Tfjq 5uvá^i£coc¡ Kaí ápXÓ(j£vov [ÍETÓC TCOV vEcpEÁSv TOU o ó p a v o G . 63 ó o s á p x i £ p s ú q 5 i a p r | £ a c TOÜC, ^n&vaq, aÚToG XÉysi Tí ETI x p £ Í « v EXO\xev ^apTÚpcov; 6 4 f | K o ú a a T £ xfjq pXaacpn^iíac; T Í V\JLÍV cf>aív£Tai; oí 5 E irávTEq KaTÉKpivav auTÓv EVOXOV s l v a í GavctTou. 65 K a í f]pc^avTó TIVEC; EIÍTCTÚELV rT<5 TcpoacÓTtcp a ú x o G 1 Kaí 13. Para p á m o u a del v. 65 cf. Is 50,6, y para la alusión al silencio de Jesús del v. 60s cf. Is 53,7. Véase el comentario.
14,53-65
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
KoXacpíc^Eiv aÚTÓv Kaí A é y s i v aÚTcp óitripÉTat p a m a i a a a i v auTÓv £Áa|3ov.
ripccpr|T£uaov,
683 Kaí
oí
53 carteo. 60 oti. 62 Z 6 etirac; 6TL éyú EIUA. 65 aÚTcp Kal TTEpiKaAú'rrTEiv aóxou TÓ irpóacúTtov. 53
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes, los senadores y los letrados. 54 Pedro lo siguió de lejos hasta el interior del palacio del sumo sacerdote y se quedó sentado con los guardias calentándose a la lumbre. 55 Los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno buscaban un testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte, y no lo encontraban, •'8 pues, aunque muchos testimoniaban en falso contra él, los testimonios no concordaban. ;'T Algunos, levantándose, testimoniaban falsamente diciendo: 58 —Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré el santuario este edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres». 59 Pero ni en esto concordaban sus testimonios. 60 El sumo sacerdote se puso en pie en el centro e interrogó a Jesús: — ¿ N o tienes nada que responder? ¿Qué significan estos cargos en contra tuya? B1 Pero él seguía callado y no respondía nada. El sumo sacerdote reanudó el interrogatorio preguntándole: — ¿ T ú eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito? 62 Jesús contestó: — Y o soy. Y vais a ver cómo el Hijo del hombre toma asiento a la derecha del Todopoderoso y cómo viene entre las nubes del cielo. B3 El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo: — ¿ Q u é falta hacen más testigos? 6* Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? Todos sin excepción pronunciaron sentencia de muerte. 65 Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, le daban golpes diciendo: —Adivina, profeta. También los guardias lo recibieron a bofetadas. 53s. Este sumario, que prepara el juicio ante los sacerdotes (versículos 55-65) y la negación de Pedro (vv. 66-72), es una excelente continuación del v. 46, y confirma la opinión de que Marcos añadió los vv. 47. 48-50.51s. Jesús, apresado por los acompañantes de Judas (v. 46), es llevado ante el sumo sacerdote (v. 53). áTciqyocyov recuerda la orden ccuáyexe áa(f>aXcoq del v. 44. El sumo sacerdote, cuyo nombre no se indica, era Caifas (cf. Mt 26,57), que ocupó el cargo desde el año 18 hasta el 36 d. C. Marcos no dice nada de Anas, ante el que, según Jn 18,13, llevaron primero a Jesús. Para ouvépxo^at véase 3,20*. Parece extraña
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14,53-55
la observación de que los sacerdotes, ancianos y escribas (cf. 14,43) se reunieron ante el sumo sacerdote, en especial si se alude a una reunión plenaria del Sanedrín (cf. Field, 40); es comprensible la omisión de aúxw en X D L W A 0 fam. 13 (excepto 124"«) 64 543 565 700 892 1342 it vg geo y en Mateo. Sin embargo, probablemente ha de leerse el pronombre, siguiendo a A B et al. 28 118 124 mg 209 579 al pler. sys Pe M sa geo 1 arm (C: Ttpóc; ocúxóv). En tal caso quizá no se alude a una reunión formal; miembros de los tres grupos fueron a casa de Caifas. Cf. 14,1. El v. 54 puede ser el comienzo del relato de la negación, separado de 66-72 por la narración del juicio. Pedro siguió a Jesús desde lejos, hasta que entró en el patio del palacio del sumo sacerdote. Para ó néxpoc, véase 3,16; ornó ^laKpóBav, 5,6; áK.oXou9éco, 1,18. ccüXr] es un patio abierto, alrededor del cual estaban las habitaciones del palacio y al que se accedía por el -ripoccúAiov (14,68). aó\r\, 14,66; 15,16* véase VGT, 91s. La expresión ecoc, foco ELC; xqv aúXr|v, peculiar de Marcos, no se explica adecuadamente apelando al estilo prolijo del evangelista. ¿Es una traducción excesivamente literal de un original arameo? Según parece, la idea que se quiere expresar es «precisamente dentro»; cf. Moffatt: «hasta que llegó al interior del patio». Si puede traducirse así, es un detalle bien gráfico. Para f]v c¡uvKcr9r|^.£voc;... KCU Oepjicuvó^EVoc; véase la Introducción, pp. 68, 85. Jn 18,15s explica cómo logró Pedro entrar en el patio; en cambio, Marcos no lo explica, como tampoco dirá después cómo logró salir de él. Los ÚTrr)péxca (14,65*) son los criados del sumo sacerdote, entre los que quizá haya que incluir a la guardia del templo. Esta palabra, que designaba originalmente «remero de categoría infierior», llegó a aplicarse a cualquier clase de criados o de asistentes, incluso a los que desempeñaban cargos religiosos; cf. VGT, 655; Plummer, St. Lk., 123. Pedro estaba sentado con ellos, calentándose en el fuego. ouvKá8iq[ica*, Hch 26,30**, «sentarse con»; se encuentra en griego clásico, en los LXX (Sal 100 (101)6*) y en los papiros. 9£p|_icúvco, 14,67*; Jn 18,18(bis); Sant 2,16**, «calentarse); se encuentra en griego clásico y en los LXX. Moulton y Milligan (VGT, 680) aprueban la opinión de Turner, 72, de que Ttpóc; xó q>Sq debe traducirse por «al fuego», como en AV; así traducen también Moffatt y RSV; cf. Rawlinson, 221. Pero aunque cpwc; se usa en griego tardío en el sentido de TtGp (Jenofonte, Ciropedia, VII, 5. 27; 1 Mac 12,28s), connota la*idea de iluminación. Cf. 1 Mac 12,29: e|3\£Ttov y á p xá cpcoTOC Kcaó[i£va. Alien, 178, traduce «en la fogata». Cf. Swete, 355; Lagrange, 398. En aquella estación era preciso calentarse al fuego. Mateo sigue a Marcos, pero introduce algunos cambios casi puramente verbales. Simplifica su fuente en ECOC, xfjq cxúXfjc;, e introduce EOCO después de eiaeXQáíV saco ÉKá9r]TO, con lo que sustituye también los imperfectos perifrásticos de Marcos. Mateo omite Ttpóc, xó cjjcoc; y explica el propósito de Pedro con la frase ISsív xó xÉXoq (26,58). La versión de Lucas (22,54s) deriva probablemente de una fuente distinta; cf. Bultmann, 290. 55s. En el v. 55 comienza el relato del juicio. Oí 5é ápx'.EpEÍc, KCU oXov xó ouvéupiov (véase 13,9) quizá sea reasuntivo (versículo 53), aunque con mayor probabilidad es el comienzo de una narración independiente intercalada entre los vv. 54 y 66. Para la historia y composición
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685
del Sanedrín véase Schürer, II, I, 163-195. El Sanedrín, compuesto por 72 miembros y presidido por el sumo sacerdote, estaba formado por los cabezas de las grandes familias sacerdotales (oí ápxispsTQ), los escribas (oí ypccu^ocxELC,) y los ancianos laicos (oí Ttpea|3úx£poi). Se discute si el tratado Sanedrín de la Misná es un relato idealizado de las funciones del Sanedrín antes de la caída de Jerusalén y si el tribunal tenía competencia en procesos capitales. Véase el excurso VI en las páginas 770-771. Al parecer, Marcos, creyó que esta reunión era una sesión plenaria del consejo, pero no sabemos si tuvo este carácter, en especial, si dicho sesión se celebró por la noche. Según Lucas, el juicio tuvo lugar a la mañana siguiente (22,66-71), lo que en sí mismo es más probable (cf. Burkitt, 136). Por el hecho de que ninguno de los discípulos asistiese al juicio no pueden formularse objeciones válidas en contra del carácter histórico del relato. Pudo conocerse lo sucedido a través de alguno de los miembros del Sanedrín (José de Arimatea o Nicodemo) o medíante las discusiones entre judíos y cristianos. En el relato de Marcos el consejo muestra una actitud hostil. Los sacerdotes buscaban un testimonio en contra de Jesús para condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Es manifiesta la ilegalidad de tal procedimiento, pero la acción de los sacerdotes concuerda con lo que Marcos relata en 14,ls.l0s, y la historia cuenta muchos casos semejantes, \xapxupía, 14,56.59*, «testimonio», «prueba»; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. Para 9avccxóco véase 13,12*; eGpíaKco, 1,37. EÍq xó con infinitivo, que en el NT es una construcción casi exclusivamente paulina, expresa una finalidad remota o última, y se encuentra sólo en este pasaje del evangelio de Marcos y en Mt (3); Le (1); Hch (1). Cf. Moulton, I, 218-220. Mateo escribe oTtcoc; ocüxóv 9avaxúacoaiv. La explicación que da Marcos es que, aunque muchos testimoniaron en falso en contra de Jesús, sus testimonios no coincidían. Para I|>EU5O(ioepxupécD véase 10,19. D añade KCU (omitido en D*) IXEyov. Según Dt 19,15, se requería el testimonio conjunto de dos testigos. Cf. Susana, 48-64. íooq, 14,59*, significa «igual», «idéntico», y no «adecuado» (Erasmo, Grocio); cf. Swete, 356. KOCÍ es casi adversativo; cf. 14,49. Mateo (26,60a) retoca su fuente: KCU OL>X £5pov TTOXXCOV itpoae\0óvTOv tpsuoonapxúpcov. 57-59. La repetición de Éi|jEu5o^apxúpouv KCCX' ctüxoü en el v. 57 (cf. 56a) y la afirmación paralela del 59: «pero tampoco en esto coincidían (íar)) sus testimonios (|aapxupía)» (cf. 56b), indican que los versículos 55s y 57-59 pueden representar una misma tradición con dos versiones diferentes, una más general y otra más particularizada. Esta_ distinción desaparece en Mt 26,60b: uaxEpov 5é Ttpoa£X9óvx£c; 6úo EÍTIOCV, que ofrece una forma narrativa mejor, aunque claramente _ secundaria. Marcos, según su costumbre, no indica el nombre de los testigos (TIVEQ). Para ávacrtávxEc; véase 1,35 y la Introducción, p. 85. Los testigos refieren la sentencia de Jesús a propósito de la destrucción del santuario (xóv vocóv xouxov) y de que él lo reconstruiría después de tres días, vetóc,, 15,29.38*, es el santuario, que se distingue del ÍEpóv (11 11), es decir el recinto del templo. Está muy difundida la opinión de que x^poTtoínxov* (Hech 7,48; 17,24; Ef 2,11; Heb 9,11,24**) y áx£LpOTOÍr|Xov* (2 Cor 5,1; Col 2,11**) son adiciones interpretativas. El primer término es clásico y se usa también en los LXX (con referen-
686
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14,59-60
cia a los ídolos) y en los papiros; el segundo término es «probablemente una palabra que la fuente más primitiva inventó para esta ocasión» (VGT, 99). Esta distinción es válida sólo en parte, porque aunque la sentencia habla con razón de la creación de un sistema o de una comunidad nueva y espiritual (dcxELpoitoínTov), no se refiere sólo a la destrucción de un edificio (x£LpOT°ír]TOv), sino también al antiguo orden, cuyo símbolo y centro era el templo. Para KOCTaAúco véase 13,2; 15,29*, y para 5 i á con una indicación temporal en genitivo véase el comentario a 2,1. La expresión 5 i á Tpióv f|[j.epcov significa «en el menor tiempo posible». Esta expresión no se refiere necesariamente y en sí misma a la resurrección, aunque tal interpretación está al alcance de la mano y es la que propone Jn 2,2ls. Para oÍKo5o^r|ao (véase 12,1) cf. Mt 16,18. D a c d ff k atestiguan ávaaTX]oa, y 579 sys Or l u t Ttoir|aco. Cf. Jn 2,19. No sabemos por qué Marcos presenta el testimonio como falso. No nos satisface la sugerencia de que el desacuerdo giraba en torno al tiempo v a la ocasión. Es más probable que Marcos refleje las dificultades del cristianismo primitivo, al considerar la sentencia desde el punto de vista de los que continuaron observando la liturgia del templo (cf. Hch 2,46; 3,1-10; 5,20s.42). Tal vez la forma de Mateo «puedo destruir el templo de Dios» (26,61) y la ausencia de estas palabras en el evangelio de Lucas apunten en el mismo sentido, así como la interpretación de Jn 2,21, a saber, que Jesús hablaba del templo de su cuerpo, aunque esta última, si significa «la 'casa espiritual' de los cristianos» (Bernard, 97), es una interpretación válida. Sin género de dudas, la sentencia es auténtica; cf. Goguel, 509; Lohmeyer, 327; Wellhausen, 125; Rawlinson, 221, etc. 13,2 y 15,29; Jn 2,19 y Hch 6,14 apoyan de varias formas su testimonio. Menos cierta es la forma original de la sentencia. Montefiore, I, 357, opina que sería parecida a 13,2, pero la estrecha concordancia con 15,29 y Jn 2,19 indica más bien que era una sentencia independiente en la que Jesús hizo la reivindicación mesiánica de que establecería el nuevo templo (cf. 1 Henoc 90,29; 4 Esd 9,38-10,27, y el Targum de ls 53,5. Cf. J. Jeremías, 37-40; Rawlinson, 221; Bartlet, 406; Billerbeck, 1004s. Si se acepta esta opinión, enseguida se entiende por qué el sumo sacerdote exige a Jesús una respuesta. 60s. El sumo sacerdote se levanta ahora en medio de la asamblea e intenta provocar a Jesús para que hable, haciéndole una pregunta doble. Para dcvaorác; véase 1,35; EÍQ piéaov, 3,3; áitspcoTá&J, 5,9; ccitOKpívo[iai, 3,33. Para la doble negación véase la Introducción, p. 69. K a t a ^ a p Tupéco*, Mt 26,62; 27,13**, «dar testimonio contra»; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. La vulgata (non respondes quicquam ad ea quae tibi obiciuntur ab bis?) y muchos antiguos manuscritos latinos (a b c ff k 1 q r 2 ), con bo y geo, traducen las dos preguntas como si fuesen una sola, pero Blass, 331, objeta a esta lectura que cntOKpívo^cu exigiría Tcpóc, (cf. Mt 27,14). Cf. Robertson, 738; Swete, 357; Lagrange, 400s; Klostermann, 173; Plummer, 336. La doble pregunta concuerda más con el estilo del evangelista (cf. 8,17s) y es de un efecto gráfico: en primer lugar, se formula una interrogación indignada: «¿No tienes nada que replicar?», y después una pregunta: «¿Qué es lo que éstos testifican contra ti?», TÍ equivale aquí a xí. ácmv 6.
14,60-62
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Sin embargo, Jesús calla. De nuevo la doble afirmación (para oicoitáco véase 3,4) es característica e impresionante, y Kori OÚK áTCEKpívccro oó5áv corresponde a OÚK áTtOKpívr) oú5év. La forma media ccrtEKpívocTo se encuentra con frecuencia en griego clásico y en los papiros, pero es rara en el NT, donde predominan las formas pasivas. La distribución del aoristo medio es como sigue: LXX (5); Mt (1); Me (1); Le (2); Jn (2); Hch (1); cf. Swete, 358; Moulton, I, 39. En un pasaje similar, 15,4s, Marcos emplea como en otros pasajes dcTt£Kpí9r|; quizá la diferencia se deba al hecho de que 14,55-64 procede de una fuente diferente. VGT, 64, explica la forma del aoristo medio en sentido legal («replicó en una corte de justicia»), como en los papiros. En estas circunstancias y a despecho de la justicia el sumo sacerdote formula a Jesús la pregunta acusadora «¿Eres tú el Mesías?». Este es uno de los casos en los que rráXiv (vaése el comentario a 2,1) bien podría significar «por ello». Para ó xP l0 " T °c; véase 1,1 y 8,29. El pronombre oú es enfático y despectivo. La expresión ó uióc; TOÜ EÚXoyrjToG ilustra la tendencia judía a evitar las referencias directas a Dios. Dalman, 200, señala que de ordinario el adjetivo aparece como apéndice de la fórmula «el Santo, Bendito sea», y afirma que «el Bendito» (Ber. VII, 3) constituye una excepción. Cf. Billerbeck, I I , 51. Mateo refunde la frase en la forma «el Hijo de Dios» (cf. Me 3,11). Una cuestión discutida es hasta qué punto el siglo i consideró al Mesías como Hijo de Dios; véase el comentario a 3,11. En cualquier caso, no pudo usarse en el sentido metafísico posterior, ni con el sentido profundo que los evangelistas vieron en la frase. Swete, 358, opina que quizá la filiación mesiánica no se considerase como algo específicamente diferente de la filiación de Israel, y se refiere a Schürer, I I , I I , 158s; véase HDB, IV, 570s. Es muy posible que en la mente del sumo sacerdote resonasen ecos de la enseñanza de Jesús (cf. Mt 11,27 = Le 10,22) o las implicaciones de la reivindicación de ser el constructor del nuevo templo. Naturalmente, tanto aquí como en 15,39, Marcos ve en el título un significado mucho más profundo. £ÚXoyr|TÓ<;*, Le 1,68; Rom 1,25; 9,5; 2 Cor 1,3; 11,31; Ef 1,3; 1 Pe 1,3**, se aplica en el NT exclusivamente a Dios; véase H. W. Beyer, KThW, I I , 761s. Mateo presenta la pregunta del sumo sacerdote como fórmula de juramento: «Te conjuro por el Dios vivo: dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios» (26,63). Cf. Le 22,67.70: «¿Eres tú el Mesías?» «¿Eres tú el Hijo de Dios?». 62. Ante la demanda formal, Jesús replica que él es el Mesías y, usando el lenguaje del Sal 110,1 y Dn 7,13, afirma que verán al Hijo del hombre sentado a la derecha de Dios («el Poder») y viniendo sobre las nubes del cielo. Para QiheaQs cf. 13,26; 16,7; Le 13,28; Jn 1,51; 16,16-19; Ap 1,7; 22,4. Para o utóc, TOU áv9pÓTtou véase 2,10; ÉK 8E£ICDV, 10,3/; Káénuca, 2,6; 5úvcxuic;, 5,30; vetpéXr), 9,7; oúpavóc,, 1,10. En vez de áycb EÍUA Mt 26,64 escribe oú eltrac,, y Le 22,70 ÚU.EÍC; XÉYETE oxi éycb E'UXI. Cf. Me 15,2 = Mt 27,11 = Le 23,3: au XÉyEic,
(en respuesta a Pilato). Es lógico pensar que en 14,62 Marcos escribió au EÍitaq OTI é y ó EIJII, porque no sólo está bien atestiguada esta lectura ( 0 fam. 13 472 543 565 700 1071 geo arm Or), sino que también explicaría el texto de Mateo y Lucas, e ilustra la nota de reserva sobre el carácter mesiánico que aparece con tanta frecuencia en el evangelio de Marcos. Cf. Streeter, 322; Lohmeyer, 328; Cranfield, 444; J. A. T. Ro-
¿88
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
14,62
oinson, 49. Glasson 66, opina que «desde ahora» (sys sa [1 manuscrito]) puede ser original en el evangelio de Marcos. Véase Streeter, OS, 430 nota. La respuesta registra una diferencia de interpretación: «Tú lo has dicho», como para indicar que el que habla tiene ideas propias sobre la condición mesiánica. Cf. Moulton, I, 86; Blass, 260. La frase oipeaGs KTX. indica que los sacerdotes verán hechos y circunstancias que mostrarán que en la persona y obra de Jesús se realizan el Sal 110,1 y Dn 7,13. Nuevamente nos sorprende la concordancia de Mateo, que escribe cVir' ócpxi, y el coró TOD VDV de Lucas, sin frase correspondiente en el evangelio de Marcos. Debrunner: CN 11, 45-49, conjetura que aquí, como en 14,25, Mateo pudo haber usado una fuente más primitiva que Marcos que leía dirapTÍ («con seguridad») en vez de ócu.r)v en la frase á\xr]v AÉyco f][ilv otyEoBe. Cf. Jn 1,51. El carácter histórico de la sentencia ha sido objeto de la más viva discusión. Wellhausen, 124, aun admitiendo que Pilato crucificó a Jesús como Mesías, opina que la condena por parte del Sanedrín tuvo que tener otra base, especialmente porque la reivindicación de ser el Mesías no -era blasfemia (véase el versículo 63s). El fundamento real de esta acusasión fue la reivindicación de Jesús de que destruiría el templo, implicada en el testimonio de los «falsos» testigos, que Jesús confirmó con su silencio. Así, los vv. 61b (desde TTCCAIV en adelante) y 62 son una interpolación cristiana subsiguiente, y el v. 63 es la continuación original de 61a. Meyer, I, 192, está de acuerdo en que la sentencia sobre el templo •da origen a la reivindicación de ser el Mesías, pero rechaza decididamente la opinión de Wellhausen sobre el origen de 61b.62. Meyer opina que Jesús confesó realmente y sin género de dudas ante el Sanedrín que era el Mesías, en respuesta a la pregunta del sumo sacerdote («No cabe la menor duda de que, en respuesta a la pregunta del sumo sacerdote, Jesús confesó realmente su mesianidad ante el Sanedrín», op. cit., 194), aunque opina que las palabras tomadas de Dn 7,13 son una ampliación posterior como en 13,26 y 8,38. Montefiore, I, 357, disiente también de la opinión de Wellhausen: «Hemos de creer con toda seguridad que al menos se discutió aquella pretensión de Jesús de que era el Mesías, y que se decidió denunciarlo ante Pilato por este motivo». Cf. Klausner, 342s, que afirma que «la respuesta concordaba perfectamente con el espíritu y la forma de expresarse de Jesús». Es un tanto forzado sugerir que el silencio de Jesús dio origen a» la acción del sumo sacerdote que, rasgando sus vestiduras, dijo: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?». Por el contrario, aceptar que ya no se necesitaban más testigos implica necesariamente que Jesús reivindicó con sus propias palabras ser el Mesías sentado a la derecha de Dios y que viene entre las nubes. Sería arriesgado argüir que la lectura «viniendo entre las nubes» es secundaria porque falta en Le 22,69. Sólo si el evangelista alude a una venida visible podemos aplicar a 14,62 las objeciones a las que están expuestos 8,38 y 13,26. Sin referirnos a que Dn 7,13 no describe una bajada, sino una presentación ante el Anciano de Días (cf. Glasson, 17,64), la unión del Sal 110,1 y Dn 7,13 indica que no se piensa en una bajada espectacular. Lo que Jesús afirma es que su destino será el destino glorioso que pertenece al Mesías y que el salmista y el profeta describen de formas diferentes. El énfasis recae sobre la entronización como símbolo de triunfo. Cf. Lagrange, 403, y también Sí. Mí., in locum. De forma semejante Glasson, 63-75, y J. A. T. Robinson, 43-51, ven en 14,62
14,63-64
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una referencia a la venganza de Dios, y no a la parusía. Para la opinión contraria cf. Beasley-Murray, 90s. Es posible que, igual que 8,38 y 13,26, también 14,62 refleje las esperanzas apocalípticas de la Iglesia, pero es muy probable que Jesús hablase de su triunfo sustancialmente como lo refiere Marcos. 63s. Marcos narra ahora la respuesta del sumo sacerdote. No podemos determinar si la escena se describe imaginativamente. Lo único que cabe decir es que se describe en forma gráfica y que reproduce lo que muy bien pudo haber sucedido. La única dificultad seria es la afirmación final, a saber, que todos le «condenaron» como reo de muerte, porque aquí se plantea el problema de si la reunión fue una reunión formal del Sanedrín, si éste tenía los poderes que aquí se suponen y si se tomó «la decisión» o se pronunció «la sentencia» por la noche. 5iccpr|crcrco*, Mt 26,65; Le 5,6; 8,29; Hch 14,14**, que significa «romper en pedazos», «rasgar», es una forma tardía de 5iocppr|yvu[j.i y se encuentra en los LXX y en los papiros. Para X'-'ráv véase 6,9. Rasgar los vestidos, que originalmente era un signo de dolor apasionado (Gn 37,29; 4 Re [ = 2 Re] 18,37; Jdt 14,19; Ep. Jr 31; 2 Mac 4,38), fue en el caso : del sumo sacerdote un acto jurídico formal, regulado minuciosamente en el Talmud. Cf. Billerbeck, I, 1007s. Para el testimonio de la Misná véase Sanh. 7,5 (Danby, 392): «Y los jueces se ponen de pie y rasgan sus vestiduras, y no las remiendan de nuevo». Para XPEl
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14,64-65
dicial y no una sentencia (en contra de 10,33: KcxTaKpivoGcuv auxóv Servara), probablemente porque Marcos es consciente de que el Sanedrín no podía entonces imponer la pena de muerte por lapidación (Lv 24,16; 1 Re [ = 1 Sm] 21,10). No obstante, hay sentencia formal, lo que confirma la opinión de que Marcos considera la reunión como tribunal judicial. En este caso, el relato de Marcos está en desacuerdo con Le 22,66-71, donde el «juicio» tiene lugar a la mañana siguiente. Ningún relato concuerda con la norma expuesta en Sanh. 4,1, según la cual en los casos capitales no debía llegarse a un veredicto de culpabilidad hasta el día siguiente (cf. Danby, 387). La mayoría de las dificultades desaparecen si la reunión fue informal (cf. Jn 18,13) y tuvo carácter de diligencia del Sanedrín. Tal pudo ser la naturaleza de la reunión, aunque el relato de Marcos no sugiere una reunión de este estilo. Rawlinson, 220, observa justamente que Marcos dio la versión cristiana popular de lo que había sucedido, «una versión que, aunque legalmente imprecisa, representa suficientemente la verdad esencial, es decir, que la causa real de la muerte de Cristo fue la actitud de los líderes del pueblo judío, y que en el curso de las diligencias ante el Sanedrín se había inventado ya a propósito la acusación por la que Jesús fue llevado ante Pilato». Mateo hace diversos cambios además de los antes citados. El sumo sacerdote dice explícitamente é|3Xaocpr|ur|0£V, r|KOÚaocT£ va precedido de Í5E VGV y áirOKpiBévxec; EÍTKXV introduce la respuesta. En el evangelio de Lucas no se menciona el gesto de rasgar las vestiduras, y el sumo sacerdote no apela a los miembros del Sanedrín, que son los que preguntan TÍ É"TL exou.£v uocpTuptocc, apelan/, añadiendo a ú t o i y á p f|KOÚaa^EV cató xoG crxóu.on:oq CCÚTOG (22,71). 65. Esta breve narración de los malos tratos infligidos a Jesús se añadió posteriormente al relato del juicio; se trata claramente de un retazo suelto de la tradición. En el relato de Marcos parece referirse a los miembros del Sanedrín, pero esta idea es improbable en sí misma y no concuerda con Le 22,63-65, donde se burlan de Jesús los que llevaron a cabo su detención: oí ócv5pEc; oí OUVEXOVTEC; CCÚTÓV. Es difícil aceptar la idea de un cambio de sujeto en Me 14,65 (Rawlinson, 223) a la luz del hecho de que en el mismo versículo se distingue más tarde TIVEC, de óirnpÉTcu. Para f|p^avTO con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 85; áu/irrúco, 10,34; Ttpóawirov, 1,2; Tcpo
14,65-66
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691
Le 22,64. Cf. Turner, 73; JTS 29, lOs; Streeter, 325-328. «En Marcos los que se burlan de Jesús le escupen en la cara, le abofetean y gritan: 'haz ahora de profeta'. En Lucas le tapan los ojos y después, golpeándole, dicen: 'usa tu don profético de adivinar para decir quién te pega'» (Streeter, 327). Pero cf. Grant, 891. El v. 65b es difícil. Cabe suponer que los ÓTtnpéxat (14,54*) son los criados del sumo sacerdote, p á x i o u o r , Jn 18,22; 19,3**, es un golpe en la mejilla con la mano abierta y no un golpe con una vara. Cf. Field, 105s, y véase Is 50,6*, y para paiú^co Os 11,4; Mt 5,39; 26,67**. Swete, 362, que lee pamop.aaiv OCÓTÓV ÉXa|3ov, traduce así: «le cogieron con golpes»; cf. Plummer, 339. Blass, 118, califica la frase griega de «vulgarismo» y cita KOV&ÓXOIC, EXOC(3EV de un papiro del siglo i. Muchos comentaristas citan a Cicerón, Tuse, II, 14: «Spartae vero pueri ad aram sic verberibus accipiuntur, ut multus e visceribus sanguis exeat». Ninguna de las traducciones es completamente satisfactoria, y, en consecuencia, Field, 40s, prefiere la variante £|3ocXov o gpocXXov. Ambas lecturas tienen sentido, pero están menos atestiguadas 14 , y aunque |3Ó:XXEIV pairíauxxai pudo parecer extraño a un copista, es más probable que se interpretase EXctpov por EfiaXov. Así, pues, la probabilidad y el fuerte testimonio textual favorecen sXapov. Según eso, nos vemos obligados a explicar esa lectura como una traducción dura tomada de una fuente, bajo el posible influjo del latín; cf. B. Weiss, 227; Klostermann, 175 15 . La diferencia de detalles en el relato de Lucas (véase Streeter, supra) puede deberse a la sentencia profética de la escena del juicio (cf. 14,56-59) y, posiblemente, al influjo de Is 50,6: Tac, &E oiáyovác; ¡aou (ibcoKa) eíq paTÚa(j.aTa. La base del relato está asegurada por las dos narraciones independientes, de las que la de Lucas se aproxima más a los hechos reales. La narración de Mateo es una versión secundaria de Marcos. Turner y Streeter opinan que TÍC, éaTiv KTX. en Mateo es una interpolación tomada de Lucas. Cf. Streeter, 327.
101. Me 14,66-72
LA
NEGACIÓN Cf. Mt 26,69-75 (Le 22,54b-61) (Jn 18,15-18.25-27)
El relato de la negación forma una unidad en la que el interés va creciendo progresivamente hasta un final particularmente dramático. Montefiore, I, 368, dice de él: «Toda la escena se ha grabado indeleblemente en la conciencia del mundo occidental. La escena está llena de belleza, aunque también inspira temor. Nos cuenta su propia enseñanza, y no es preciso sacarle moraleja». Montefiore cita también la opinión de Loisy, que descubre elementos redaccionales I6 en la narración, aunque no obs14. E M U X 0116 33 118 700 892 et al. it vg sys pe geo: gpccXov; H Z 28 124 575 1071 et al: gpocXXov; s A B C L Ahl et al. 1342 et al: eXafiov; D G W 9 1 fam. 13 (excepto 124) 22 543 565 sy : ÉXáp|3avov. 15. H. Pernot: ET 38, 105, afirma que es una expresión frecuente y coloquial del griego moderno, que significa «golpearle». 16. El versículo 68b, ISoGaa OCÓTÓV y iráXiv del 69, \isiá uiKpóv y iráXiv del 70, y las alusiones al anuncio y a la aflicción de Pedro en el 72.
692
14,66-72
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tante escribe: «Si hay algún recuerdo auténtico de Pedro en algún pasaje del segundo evangelio, se halla con toda certeza en el relato de la negación en la forma en que lo encontramos en Marcos». A este propósito compárese la opinión de Ed. Meyer, I, 149, citada en la página 635, y también los puntos de vista, desde perspectivas tan diferentes, de J. Weiss, 306-308; J. Schniewind 193 (véase el comentario al versículo 71), y G. Bertram, 61s, quien estima al mismo tiempo que en el relato han influido intereses religiosos. Las características que justifican estos juicios son el candor total con que se refiere la negación de Pedro, la propiedad psicológica de sus respuestas a acusaciones cada vez más directas, y los semitismos frecuentes (véase el comentario). Naturalmente es más difícil determinar los intereses religiosos y profanos que configuraron el relato. La preocupación por tales intereses puede explicar la opinión de Bultmann, 290, a saber, que la narración es legendaria y literaria, opinión que en cualquier caso es demasiado sintética para ser instructiva. Más sorprendente es la opinión similar de Goguel, 490-492, que acepta la autenticidad de la profecía en 14,30, pero opina que el relato nació de ella. La creencia de que la narración joánica es más coherente y natural influyó en parte en esta opinión. Cf. también J. Weiss, 308. Dibelius, 214, defiende que el relato se contaba como ejemplo especial de la defección de los discípulos según la Escritura, es decir, según la voluntad de Dios. Toda la composición, narrada de forma llana y lógica, es artística y refleja el interés de la Iglesia por el acontecimiento como una cierta presuposición de las apariciones pascuales. El fundamento de tales deducciones es débil. El deseo de advertir a la comunidad primitiva de los peligros de apostasía y la intención de presentar con toda viveza una tradición auténtica explican adecuadamente la narración. 66 Kai ovroq TOU FlÉTpou KÓTCO év xf\ auAi] sp)(£Tai u.ía TCOV ITCXI5IGKCOV TOU áp/iEpécoc;, 67 Kai iSouaa TÓV IléTpov
9£pu.aivóu.£vov £[if3XÉipaaa Nac/xprjvoü f\oQa
aÚTcp Xéysi
TOU Mnaou"
Kai aü [isxá TOU
68 ó be f\pvf\oa.To
Aéycov OÜTE
oTSa OÜTE r¿TÚOTau.ai oü TÍ XáyEiq 1 , Kai á£,r|Á.8£v E¿,CO siq TÓ TcpoaÚAiov. Kai áXÉKTcop écpcóvr]0£V. 69 Kai r| TraiSíaKT] iSoGa a aÓTÓv rf)pc;aTo TCÓAIV XáyEiv 1 TOU; TcapEOTcooiv OTL OBTOC; á£, aÓTCOV EOTÍV. 70 O 0£ TCCtAlV f]pV£ÍTO. Kai U.ETCX U.lKpÓV TuáÁiv oí TcapsoTcoTEq sAEyov TCO néTpcp 'AAr]9coq kt, auxcov EL, Kai y á p raA.iÁatoq ET, [Kai f\ AaAiá aou ó^ioiá^Ei]. 71 ó 5é f]pc;aTO áva9£u.aTÍ¿¡£iv Kai óu.vúvai OTL OÚK oT5a TÓV ávBpcoTCOV TOUTOV OV ÁÉyETE. 72 Kai £Ó9Óq £K ÓEUTÉpOU áÁ.£KTCOp ácpcóvr|0£v' Kai áv£u.vr]G9r] ó üsTpoq TÓ pfju.a cbq ETTCEV aÚTcp ó Mrjooüq OTI Ilpiv áÁÉKTopa Siq cpcovfjaai Tpíq u.£ áirapvrjor], Kai ETii.f3aA.cbv £KÁ.ai£v. 68 áiríoTapai.' aü TÍ Á.éy£ic,; 06
69 ETTCEV.
Mientras Pedro estaba abajo en el patio llegó una criada del s u m o sacerdote y, 67 al ver a Pedro calentándose, se le quedó mirando y le dijo:
14,66-67
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; —También tú andabas con el Nazareno, ese Jesús. lif! El lo negó diciendo: — ¡ N i sé ni entiendo de qué hablas tú! Salió fuera, al zaguán, y un gallo cantó. "" Pero la criada lo vio y volvió a decir a los allí presentes: — E s t e es uno de ellos. 70 El lo volvió a negar. Al poco rato, también los allí presentes empezaron a decirle: — T ú eres de ellos, seguro, pues eres galileo. 71 Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: — ¡ N o conozco a ese hombre que decís! 72 Y en seguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras de Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres», y se echó a llorar.
66s.
Si el v. 54 pertenece al relato, Kai OVTOC; TOU llÉTpou KCCTCO
év xfj aúAfj es un ajuste redaccional de Marcos, después de haber intercalado el relato del juicio. Cf. el uso del genitivo absoluto en el pasaje reasuntivo 5,35. La expresión KÓTCO (15,38*) áv if\ aüAf] (véase 14,54) sugiere que el juicio tuvo lugar en una de las dependencias del piso superior. Para el uso de EpxeTcu véase el comentario a 1,40 y para púa = Tic; véase 5,22. Su presencia en la narración puede ser significativa, aunque no es necesariamente un semitismo (VGT, 187). Ttai&íaKr] 14,69*, diminutivo de itaíc;, llegó a significar en griego tardío «una criada»; cf. VGT, 474; Kennedy, 40s; Deissmann, 201 nota. La criada pudo ser la «portera» (OupcopócJ mencionada en Jn 18,16. Después de ver a Pedro calentándose (Oepuaivópxvov, 14,54) y mirarle fijamente (lv(3Aó|jac a ) le acusa de haber estado con el Nazareno, con Jesús. Para áu-PAéTca véase 8,25; Na^apnvóc;, 1,24. Son de notar la viveza de la descripción, la distinción cuidada entre Ibouoa y ÉU-fiAéipaaa, el enfático «tu también» (cf. Jn 18,15s) y el uso despectivo de TOU Naí/xpnvoü antes de TOU lnaou. Sin duda alguna estamos ante una escena tomada de la vida. Cf. Swete, 362s: «El orden de TOO Na¿¡apnvoG... TOC ' l n a o u es propio de una afirmación nerviosa y precipitada; 'ese Nazareno... Jesús'». Así opina también Lagrange, 406. Comparadas con ésta, las variantes que invierten el orden ( K sys i'e y D A it vg syhl et arm) son claramente secundarias. fjo9a es una antigua forma de perfecto usada en griego ático en lugar del imperfecto genuino fjc; de algunos otros dialectos. Moulton, I I , 203, dice que, aunque ambas formas sobreviven en la koiné, la última es más común en el NT; fjoGa sólo se encuentra aquí y en el pasaje paralelo de Mt 26,69, mientras que f\q aparece siete veces. En el evangelio de Marcos leen f](; 1 13 209 543 565 700 Eus. Moulton se pregunta: «¿Es posible que este f|o8a comenzase en Mateo por influjo de los LXX, y que se armonizase el texto de Marcos?». En Mateo se pierde la viveza de Marcos; en Lucas se reduce. Mateo afirma que Pedro se sentó (ÉKáOnxo) fuera (ec,co) en el patio y que una criada (iraL5íaKr|) se le acercó (TtpoofjA6£v). Lucas retiene ISoOoa, pero sustituye ép:|3Aéi|>aaa por cVrevíaaaa, término favorito del evangelista,
694
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14,68
y [lío: por TIC;. En Mateo la acusación dice así: KOCI OÜ f\oQa. [izzá Mnaou TOG rctXiXocíou (26,69), y en Lucas: KCU o5xoq aüv aura fjv (22,56). 68. Con f]pVT\aaro (14,70*) Marcos quiere decir que la respuesta de Pedro fue en esencia negativa, aunque en realidad se trata de la afirmación confusa de quien de repente no sabe qué hacer. ápvéou.eu, que se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros, significa «decir 'no'», «negar», «negar el interés de alguien en algo». Véase el estudio detallado de H. Riesenfield: CN 11, 207-219. Mayor, Jude, 72, afirma que el uso del verbo con acusativo de persona («negar») no es clásico y parece limitarse a la literatura cristiana (VGT, 78). Para cntocpvéopxxi, usado en el mismo sentido, véase 8,34. Todos los sinópticos escriben ó 5é r|pvr|craTO... Xéycov, pero Mateo añade e^iTcpooSev Tcávxov. La respuesta de Pedro: OÜTE OISCC OÜTE ETC ierra: [J. CU aú TÍ XéyEic; puede leerse de varias formas. Cf. RV: «Ni sé ni entiendo lo que dices» (RSV: «lo que significas»); RV mB : «¿pero qué es lo que dices?» (cf. WH m »); Turner, 74: «Ni le conozco ni tengo idea de lo que quieres decir». Blass, 265, cree que el uso de oüte... OÜTE con «los dos términos perfectamente sinónimos» es inadmisible, y prefiere la lectura OÚK... OU5É (A K M; véase Legg); cf. Klostermann, 175. Pero los mejores manuscritos están en contra de esta lectura, que parece una corrección gramatical; además es discutible que oíboc y ETCÍOTOC^OCI* sean sinónimos. Lagrange, 406, opina que en este pasaje es difícil distinguir entre los dos verbos; Swete, 363, opina que entre ellos existe la misma diferencia que entre novi y scio, aunque la Vulgata invierta la distinción. Al considerar la respuesta espontánea de una persona desconcertada, quizá no haga al caso insistir en tales distinciones u objetar que los verbos son sinónimos. Alien, 180, nos recuerda que la expresión doble es característica del estilo de Marcos. La discusión tomó un nuevo rumbo desde que Torrey, 303; TJ, 16s, afirmó que el griego «carece en absoluto de sentido»; yada1 subyace a oIScc y hakam a ETCÍOTOcjaoci., y de se ha traducido erróneamente por «lo que» en vez de «aquél de quien»; deberíamos leer «ni soy su compañero, ni conozco en absoluto a la persona de quien me hablas». Todas estas conjeturas son atractivas, pero es menos convincente el argumento de que Pedro estaría contemporizando, sin negar. Hay una contemporización que tiene el efecto de una negación, si bien no categórica. Black, 61, acepta la sugerencia de Torrey por lo que se refiere al ambiguo de, aunque da su propia traducción: «Ni le conozco ni estoy familiarizado con la persona de quien me hablas», y añade que «es curioso afirmar de Pedro que ni conocía ni entendía lo que decía la criada». Es posible tal sugerencia, aunque en conjunto y en esta fase del relato una evasiva parece psicológicamente más probable que una mentira. Y de puede significar «lo que». En resumen, parece probable que sea correcta la traducción de RV o RV nlg (cf. Grant, EG, 120: «¡No lo sé ni lo entiendo! ¿Qué es lo que estás diciendo?»). Los sinópticos posteriores encontraron difícil la sentencia y la abrevian; Mateo: OÚK oíboc TÍ XéyEic;; Lucas: OÓK oíboc OCÓTÓV, yúvat.
Concuerda coi: la explicación anterior la afirmación de que Pedro salió del zaguán. Pedro, ansioso por ponerse a salvo, no puede dejar la escena todavía. Para E£,CD véase 1,45. TtpoocúXiov** (griego tardío) es el «vestíbulo» que va desde la puerta (TOJXCÓV; Mt 26,71) al patio interior
14,68-70
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(aüXrp; véase VGT, 537. Muchos manuscritos añaden Kod áXÉKTCop écpcbvnaEV (A C D A 0 et al. fam. 1 fam. 13 28 33 565 700 1071 al. pler. it [excepto c] vg sype h l geo2 et arm Eus). Pero es muy fuerte el testimonio de los manuscritos ( X B L W Y 579 892 c sys sa bo geo1) que omiten la frase, y la rechazan los textos de W H y Nestle, RSV, Torrey, y muchísimos exegetas modernos (Swete, Plummer, Alien, Bartlet). Turner, 74 (con RV y Moffatt), la acepta argumentando que es necesaria para el relato de Marcos, y explica su ausencia en manuscritos muy buenos por influjo de Mateo en Marcos. Es lógico aceptar esta opinión, porque tanto aquí como por lo que respecta a bíc, en los vv. 30 y 72 y a EK beuTÉpou en el v. 72, los testimonios en favor de la omisión son primordialmente alejandrinos, con confirmación parcial occidental 17 , y parecen reflejar el deseo de cancelar las alusiones de Marcos a los dos cantos del gallo en favor del único canto mencionado en Mateo, Lucas y Juan. También es posible que los correctores se preguntasen por qué Pedro, si oyó un canto del gallo, no se arrepintió enseguida. Si leemos la cláusula, esta pregunta tiene dos respuestas posibles. La primera es fáctica: Pedro no se dio cuenta del canto del gallo, o pensó que todavía no había negado formalmente a su Señor; cf. Lagrange, 407. La otra respuesta es críticoliteraria: la cláusula es un rasgo legendario en un relato por lo demás histórico, introducido para recalcar el cumplimiento literal de la profecía de 14,30. La determinación de este problema repercute en el punto de vista aceptado en general sobre la narración de Marcos y en particular sobre su referencia al doble canto del gallo. Véanse además los comentarios a ÉK oEUTÉpou y a Síq en el versículo 72. 69-70a. En el evangelio de Marcos la criada, que ya antes se había acercado a Pedro, está ahora en el TtpoaúXiov, lo que indica que era la portera. Al ver a Pedro (I5o0aa OCÓTÓV) comienza a decir de nuevo ante los circunstantes, aunque de forma más clara, ODTOC, E£, OCÜTCOV EOTÍV.
Para fÍp£,ocTo con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 85; itáXiv, 2,1; •racibíaKT], 14,66; TcapíoTT|^i, 4,29. El fuerte participio TcocpEcrtcóc; sólo aparece en este pasaje y en el v. 70, frente a TKXp£0"Tr|KGÓ(; que encontramos en 14,47; 15,35(?).39; pero sería arriesgado basar un argumento literario en este uso. Cf. Moulton, I I , 222. Mateo (áXXr|), Lucas (ETspoc;) y Juan (eTitov) atribuyen la segunda acusación a otra persona o personas. Este detalle carece de importancia, pero hemos de preferir el relato más sencillo de Marcos. Cf. los comentarios de Víctor:
oü y á p
éc>|K.p[(3coTai
TOUTO TTJ UA>T)UJI TCÚV
ypa-
cpávTCOV, y Teofilacto: oúbév 6E r|püv TOUTO itpÓQ TT)V áXf)6£iocv TO0 EuayysXíou, citados por Lagrange, 407, y Swete, 364. Le 22,58: ^ETÓC ppocxú sugiere un corto intervalo de tiempo y pone la acusación en segunda persona. Cf. Mt 26,71: OÜTOC, fjv ¡aÉTa T n a o ü TOU Nocc/opcáou. 17. En los cuatro pasajes en cuestión apoyan la omisión los manuscritos siguientes: 14,30: 6Í<;: S C* D W 238 it (excepto f 1 q r!) vg (3 manuscritos) et arm. 14,68: KCCÍ áXÉKTWp écpcóvnoev: s B L W Y 579 892 c sys sa bo geo1. 14,72: EK o£UTépou: x L 579 c vg (1 manuscrito). 14,72: ote,: a C* W A Z 251 579 c ff g1 1 q geo et. /
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14,70b-71
El uso que el evangelista hace de TtócXiv en el versículo 70a muestra que considera ambas respuestas como negaciones, y su cambio de tiempo en r)pvsÍTo implica negaciones repetidas. Los sinópticos posteriores explicitan la respuesta de Pedro: Mateo, que añade [ÍETCC opKOU, escribe OÜK oISoc TÓV áv9pwTTov y Lucas "AvépcoTcs, OÚK eí^ií (cf. Jn 18,17. 25:
OÜK
EÍUÍ).
70b-71. Después de un breve intervalo ([iiKpóv, cf. 14,35) sigue la tercera acusación y la negación más explícita. Para TtócXiv véase 2,1; oi TcapEaT&JTsq, 14,69. Lucas escribe Statáonc; cbaei «pac; (aiaq. Esta vez los que comienzan a dirigirse (É'XEyov) a Pedro son los circunstantes. Cf. Mt 26,73: Tipoo-£\8óvT£c, oí ÉOTCOTEC; ETTTOV. En Le 22,59 «otro» (ócXXoc; TicJ «afirma con seguridad» (5uaxupí¿¡£To) su acusación, y Jn 18,26 identifica a esta persona con un criado del sumo sacerdote pariente de Marco. Los circunstantes recogen las palabras de la criada y se las aplican directamente a Pedro: áXnBcoc; (15,39*) ií, OCÜTCOV et, y añaden la explicación KOCÍ. y á p raXiAcáoq EÍ, que Mateo interpreta con las palabras KOCÍ y á p rj XaXíoc aou 8uXóv OE TOXEL. Lucas concuerda en esencia con Marcos, pero formula la acusación en tercera persona. Es muy natural la referencia al dialecto de Pedro, KOU f\ XocXiá aou ó[aoiá¿]£i aparece también en el evangelio de Marcos en A A 0 eí al. fam. 13 28 543 579 892 1071 al. pler. q sy'>c hl bo (3 manuscritos) et arm (cf. 5r|XoT de N Z ; 6fjXóv OE TTOIEÍ de 579). Suele explicarse esta lectura como un ejemplo de armonización con Mateo, pero al observar que D a b c ff h n r 1 sys leen también ó^ioitíc^ei en el evangelio de Mateo, surge el problema de si no es original en Marcos; también es posible que SfjXóv c¡£ TÜOIEÍ y Ó(J.OIÓCC]EI sean traducciones diferentes del mismo original arameo. En cualquier caso la cláusula se asemeja a un comentario primitivo, porque rocXtXaíoc; se refiere a una peculiaridad del dialecto de Pedro. Parece muy improbable que la cláusula tenga un contenido doctrinal y que revele el punto de vista de Marcos de que Galilea es la tierra de la realización escatológica (cf. Lohmeyer, 333; véase 1,35; 14,28; 16,7). La tercera negación, que corresponde a la acusación es más explícita. Pedro invoca sobre sí la ira de Dios si lo que dice no es verdad. áva8e[KXTí^co*, con acusativo Hch 23,12.14.21, «llamarse a sí mismo o a otra persona 'anatema' (ává9£[ia, herem)»; se encuentra en los LXX (Nm 21,2; 1 Re [ = 1 Sm] 15,3, etc.) y en los papiros. Aunque aparece en una tablilla de los siglos I / I I d. C. (Deissmann, 95s), pasajes como 1 Re ( = 1 Sm) 20,13: TCCSE TCOII^CKXI Ó BEÓC, T
BEÍI]; 2 Re ( = 2 Sm) 3,9, etc., ilustran muy bien el verbo. Véase además VGT, 33; SH, Rom., 228; Behm, KThW, I, 356s. Para ónvúco véase 6,23. Lohmeyer, 333, opina que los dos verbos forman una hendíadis, aunque es más probable que sean distintos; el contenido de ójivúvcu se encuentra en la afirmación «no conozco la persona de la que hablas». ov XéyETE puede representar el arameo de; cf. Black, 61. De forma semejante en Jn 6,71; 8,27 y 1 Cor 10,29 se usa el acusativo con el verbo Xéyco. Es de notar que Pedro evita todavía el nombre de Jesús. Mateo usa TOTE y KotTocGEpiocTÍ^co y omite TOUTOV OV XéyETE. Lucas omite la referencia a la maldición y al juramento y escribe "AvOpcoitE, OÚK ot&oc 8 XéyEic; (22,60). La dureza del relato, más notable en este punto, justifica el comentario de Schniewind, 193, a saber, que es completamente increíble que la comunidad haya creado una leyenda sobre un jefe tan
14,72
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
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bien conocido y que cayó tan bajo, a no ser que los hechos tuviesen lugar como se refieren. 72. En seguida (EÜGÚC,, 1,10), por segunda vez cantó un gallo. Para las dificultades textuales de ÉK 5£UTépou, que equivale al clásico TÓ SEÚTEpov, y oíc; véase el comentario a 14,68. Pedro recuerda la profecía de Jesús (14,30). Para áva^ip:vr|aKCo véase 11,21; pr¡(J.a, 9,32. El verbo se construye con acusativo como en 1 Cor 4,17; 2 Cor 7,15; Heb 10,32. Cf. Blass, 104. La frase ebe; EÍTCEV OCÜTGJ Ó 'InaoGc; suena mal y se sustituye por o EITCEV en D © 565 it vg sys hl geo et al. (véase Legg) y en Mateo por el uso del participio. Se repite la profecía de 14,30 con ligeros cambios de orden. Aunque es exacto afirmar que la profecía domina la narración (Lohmeyer, 333), no lo es hasta el punto de excluir otros intereses. El tema es la negación misma y se narra con una tensión que alcanza su culmen en el versículo final. Desde un principio se vio la dificultad que entraña la frase KCti ÉTCLpocXcbv EKXCC.EV. Lucas la omite (véase Streeter, 323; Creed, 277; Easton, 334s) y Mateo escribe Kcd E££X6G>V E£CO áKXccuaEV TCiKpGc,. Entre los exegetas prevalecen las opiniones más variadas. Las traducciones de AV y RV (texto) dicen: «Y cuando pensó en ello» (es decir, TTJV Siávoiav). Teofilacto sugiere, como alternativa, la traducción «y cubriendo su cabeza» (se suple xf\v K£(f>ccXr|v), opinión que defiende vigorosamente Field, 41-43. Pallix, 53s, modifica esta hipótesis sobreentendiendo TÓ i^icmov, «y habiendo tirado su manto»; cf. Rawlinson, 224. Turner, 74, favorece la traducción «se tiró al suelo y lloró». Swete, 366, opina que el término «es uno de los enigmas insolubles del vocabulario de Marcos» y duda entre la idea mencionada en primer lugar y la de que Pedro contestó llorando. Plummer, 342, llega a decir que «debemos contentarnos con compartir la ignorancia de todos los tiempos por lo que se refiere a lo que Marcos quiso decir con ETcifkxXóv». En un fundamento más sólido se basa la hipótesis de Moulton, I, 131s, de que £TU|3OCXÓV significa «dedicándose a», como en P. Tebt., I. 50. 12: ÉTtipccXóv ouvéxcoaEv TÓ: év TFJI EOCUTOÜ yf¡i p.épn TOU árnicavop:£vou u b p a y a y o ü , «se dedicó a maldecir» (la parte de la corriente de agua en cuestión). El aoristo coincide con el primer punto del lineal EKXCUEV, y la frase compuesta «expresa con particular viveza el paroxismo inicial y su larga duración, que no logra expresar la palabra más fácil e incolora de los demás evangelistas». Cf. la glosa de Eutiquo ápc^ápiEvoc; y KOCÍ. íÍpc/XTo KXOCÍEIV de D 0 565 it vg sys i'e hl sa bo geo arm Ag. Alien, 181, explica ETtipaXcbv como un término debido a la confusión entre "Htí^, «comenzar», y 'Htí' , «echar», pero Black, 178s, rechaza esta explicación y prefiere vincular el participio a 'aqla1 usado como intransitivo en el sentido de «salir con prisa» (cf. ECJJXÓEV de Mateo). Para la opinión de Moulton cf. Bengel: «prorrumpió en llanto»; Moffatt: «rompió a llorar»; RSV: «se echó a llorar» ,8 . Cf. también Bartlet, 413; Lohmeyer, 332; Schniewind, 190; Klostermann, 176. No parece necesaria la conjetura de Couchoud: JTS 34, 131s, de que un copista intercaló la nota marginal £Tn(3áX£ («añade») en un texto que decía Kal rjpc/xTO KXCCÍEIV. 18. G. M. Lee: ET 61, 160, cita a Diógenes Laercio VI, 27 en confirmación de la versión de Moulton, pero en la cita no hallamos el participio, sino el infinitivo.
•698
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,1-15
Considerados todos los datos, volvamos al problema de los dos cantos del gallo. La persistencia de este detalle, a pesar de los esfuerzos de los copistas por armonizar a Marcos con los demás evangelios, muestra que es original. La precisión puede explicarse por predicción y coincidencia, pero es más probable que 5íq y éx bEUxápou se deban a la mala comprensión popular de la alusión presente; véase el comentario a 14,30. A la objeción (Brandt, Die evangelische Geschichte, 32-35) de que los rabinos prohibían en Jerusalén la cría de gallos (cf. Billerbeck, I, 992s) J . Weiss, 306 nota, y Bultmann, 290 nota, dan una respuesta válida. Cf. también Dalman, SSW, 283 nota: «No es probable que los saduceos y la gente se preocupase mucho por tales prescripciones».
102. Me 15,1-15
JUICIO ANTE
PILATO Cf. Mt 27,1-26 (Le 23,1-25) (Jn 18,28-19,16)
La narración de Marcos, aunque está débilmente articulada, tiene una cierta unidad y es algo más que una mera recopilación de trozos sueltos de tradición. El versículo 1, que refiere una segunda reunión del Sanedrín (cf. 14,55-64), se puede separar del resto y sirve de introducción a la escena del juicio. Defendieron que los vv. 2 y 3-5 forman un duplicado Loisy, que opina que el v. 2 (con el 26) es secundario, y Norden, que dice lo mismo acerca de los vv. 3-5. Cf. Bultmann, 293; Klostermann, 177. Ninguna de estas opiniones es decisiva, aunque es posible que Marcos use diferentes relatos (cf. 5,6s). Es improbable que el relato de Barrabás existiese como pieza suelta en la tradición, porque se integra íntimamente en el relato del juicio tal como lo refiere Marcos. Las mismas ideas dominan el relato desde el v. 2 hasta el 15: el énfasis en el silencio de Jesús, la clara intención de los sacerdotes de conseguir la muerte de Jesús, la repugnancia de Pilato a confirmar la sentencia, porque no cree que el prisionero sea peligroso políticamente, y su adaptación a las circunstancias. Se han defendido opiniones muy diferentes sobre el carácter histórico del relato de Barrabás. Bultmann, 293, defiende que es claramente un desarrollo legendario. Montefiore, I, 373, dice que «su carácter histórico es muy dudoso», pero al mismo tiempo indica que sus afirmaciones precisas «sugieren que en el fondo de la narración hay algún recuerdo histórico». Bertram, 67, afirma que la figura de Barrabás no puede separarse del relato evangélico, y escribe: «El relato se pinta con colores más bien turbios, pero tiene que tener un núcleo histórico». Cf. Branscomb, 289. Los evangelios posteriores desarrollan y amplían el relato del juicio. Mateo, entre otras modificaciones, intercala los relatos del sueño de la mujer de Pilato (27,19) y el del lavatorio de las manos (27,24s). Lucas añade la narración del interrogatorio ante Herodes Antipas (23,6-12). Juan encuadra el episodio en un contexto dramático. Pilato conversa con los sacerdotes fuera del pretorio y, dentro de él, discute con Jesús la cuestión de la realeza. Pilato presenta a Jesús con la corona de espinas y la túnica de púrpura diciendo: «Ahí tenéis al hombre»; y finalmente, después de muchas dudas, cede al argumento cínico: «Si sueltas a éste, no
15,1-15
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
699
eres amigo del César» (19,12). Estos desarrollos revelan la importancia creciente que se concedió al relato, y el deseo de recalcar tanto la inocencia de Jesús como la culpa de los judíos. Comparada con las demás, la narración de Marcos tiene mayor sencillez y realismo. Aunque no es el relato de un testigo ocular, se basa probablemente en el testimonio primitivo. 1 J Kcci EÓBuq irpcol oufi|3oóXiov r, rtoi.r]0avx£q"' o í á p x i £ p £ Í q ^Excc xcov -npEofkixépcov Kcd ypan^LaxécDv KCCL OXOV XÓ a u v é Spiov SrjaavxEq xóv ' I r ] a o ü v áTtr|V£yKav K a l -TiapáScoKav I I E I Xáxcp. 2 Kcd £Ttr]póxT]a£v a ó x ó v ó riEiXaxoq Z ó £t ó [3aaiA.£Úc; xcov 'Iou&aícov; ó Sé á7toKpi0£lq aóxcp X£y£i Z u r X é y £ i q i 3 x a í K a x r ] y ó p o u v a ú x o u o í ó p x i E p s i q TtoXXá. 4 ó 5 é n £ i X a x o q •rcáXiv £Tcr]póxa a ó x ó v [Xáycov] O Ó K datoKpívr] OÓSEV; Í S E Tióaa
aou
Kaxr]yopoOaiv.
5 ó Sé ' I r j a o u q
OÓKÉXI o ó S é v COTTE-
KpíGr), COOXE 9au^iá¿¡£iv xóv riEiXaxov. 6 K a x á Sé áopxfjv áiréA-UEv a ó x o í q é'va Séo^uov ov Ttapr]Xoüvxo. 7 f\v Sé ó X E yó^iEVoq
Bapa(3(3aq
\JLETCL xcov a x a o i a a x c ó v
SESE^IEVOQ OÍXIVEC,
EV xrj o x á o E t cpóvov 7i:£TTOir|K£iaav. 8 K a l á v a | 3 á q ó óxXoq f]pc;axo a í x E Í a G a i KaBcbq ETTOÍEI a ó x o í q . 9 ó Sé n s i X á x o q áTCEKpíGr] a ó x o í q Xáycov GÉXEXE áTioXúaco ó ^ i v xóv | 3 a a i X é a xcov ' l o u S a í c o v ; 10 éyívcooKEV y á p oxi S i á cpBóvov i r a p a & £ ScÓK£iaav a ó x ó v o í á p x t £ p £ t q . 11 o í Sé ápy^ispslc, ocvéoEioav xóv 6xA.ov i v a \xaXKov xóv B a p a ( 3 | 3 á v CXTIOXÓOI] a ó x o í q . 12 ó Sé r i £ i X a x o q TtáXiv óVn:oKpi.8£Íq EXEYEV a ó x o í q T í o 5 v xcotr|0co [ o v X é y s x E ] xóv | 3 a a i X é a xcov ' l o u S a í c o v ; 13 o í Sé TtáXiv £Kpac;av Z x a ú p c o a o v a ó x ó v . 14 ó Sé IlEiXaxoq EXEYEV a ó x o í q T í y d p £Tioír|0£v KaKÓV; o í Sé irEpioocoq E K p a ^ a v Z x a ó p c o a o v a ó x ó v . 15 ó S é IlEiXaxoq |3ouXó^.£voq xcp óxXcp x ó ÍKavóv TTOií^aai áiiÉXuoEV a ó x o í q xóv B a p a p p ó c v , K a l iiapéScoKEv xóv Mrjaouv cppaysXXcóoaq i v a axaupcoÓTJ. 1 £Toiu.á0avTEc;.
2 Xéyeic,;
15 Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los senadores, los letrados y el Consejo en pleno, deliberaron y, atándolo, lo condujeron a Pilato y se lo entregaron. 2 Pilato lo interrogó: •—¿Tú eres el rey de los judíos? Le contestó: — T ú lo estás diciendo. 3 Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas; 4 Pilato reanudó el interrogatorio: — ¿ N o tienes nada que responder? Mira de cuántas cosas te acusan. 5 Jesús no contestó nada más, de suerte que Pilato estaba muy extrañado.
700
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,1-15
n
Por la fiesta solía soltarles un preso, el que le pidieran. 7 Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los sediciosos que habían matado a uno en la revuelta. 8 La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. 9 Pilato les contestó: —¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? 10 Es que sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia; n pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que les soltara mejor a Barrabás. 12 Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: — Y ¿qué hago con ese que llamáis rey de los judíos? 13 A eso gritaron ellos: — ¡ A la cruz con él! 14 Pilato les replicó: — P e r o , ¿qué ha hecho de malo? Ellos gritaron más y más: — ¡ A la cruz con él! ln Pilato, queriendo dar satisfacción a la gente, les soltó a Barrabás, y a Jesús lo entregó para que lo azotaran y lo crucificaran.
1. Este pasaje es probablemente todo lo que queda de la referencia original que la fuente de Marcos hacía a la acción de los sacerdotes, y en la que el evangelista intercaló 14,55-65. Por esta razón el pasaje parece un «segundo juicio»; a este motivo se debe además la dificultad de OULJ|3OÚXIOV iroir|aa:vT£c; (lectura variante: ÉToi^áaavTee;). Para auu|3oÚAiov véase el comentario a 3,6. Esta palabra significa normalmente «consejo» y cuando va con el verbo itoiécov es difícil dar una traducción que no sea «celebrar un consejo» o «una consulta». Si prescindimos de 14,55-65, no surge ningún problema. Pero cuando leemos 15,1 a la luz de 14,55-65 somos conscientes de que nuestra atención se detiene, porque ya se había celebrado un consejo y se había tomado una decisión, y porque 15,1 no sugiere aplazamiento de la reunión ni indica lo que sucedió. Mateo se dio cuenta de esta dificultad. Según eso, omite KCCTÉKpivocv de Me 14,64 y en 27,1 sustituye itoir|aavT£(; de Me 15,1 por E\a(3ov; además al usar* en otros pasajes (12,14; 22,15; 27,7; 28,12) au^ipoúXiov Aa|3EÍv es claro que quiere decir «tomó consejo». Desde luego, esto indica lo que sucedió (cf. 15,2), pero no lo que afirma Marcos. Lo mismo sucede con la variante áToi¡iáaocvT£<; ( X C L 892 1342), «habiendo preparado (una decisión)», que tiene toda la apariencia de ser una modificación de la lectura más dura y más original itOLr|c;avT£c; (A B W A E H* minúsculos pler. 1 r 2 vg arm Ag)'. Sigue en pie la sugerencia de J. Weiss, 312, a saber, que 15,1 refiere una tradición que no contenía nada sobre la sesión nocturna del Sanedrín ni conocía lo que sucedió por la mañana. Quizá apunte en la misma dirección la elaboración de la frase oí ápxi£p£lc; [isxá TCÚV TtpeapuTÉpwv Ka! ypap.^aT£cov Kai SAov TÓ auvéÓpiov, aun en el caso de un escritor cuyo estilo contiene muchas redundancias. Para anvéopiov véase 13,9.55**. 1.
Leen ÉTioínaocv D 0 245 565 a c ff k q sys pe hl sa bo geo et Or.
15,1-5
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
701
Si se acepta la opinión antes esbozada, se ilustra de forma sorprendente la fidelidad de Marcos a sus fuentes. Como en 8,1-10, refiere lo que ha recibido, sin adaptarlo apenas. Para itpcoí véase 1,35. EÜGÚC;, «enseguida», marca el comienzo de este período, a saber, de 5 a 6 de la mañana (cf. 1,10.21). La expresión temporal se refiere probablemente a todos los acontecimientos narrados. Por vez primera en la narración de la pasión según Marcos se menciona aquí la acción de atar a Jesús (para béco véase 3,27). Compárese con Jn 18,12. drrtoefiÉpcD* designa, como en P. Lille, I, 7.17 (VGT, 39), el traslado a otro tribunal. Ttocpabíoco^i (véase 1,14), usado 10 veces en la narración de la pasión, puede representar el punto de vista de quien por encima de las acciones humanas ve el cumplimiento del destino del Siervo. riEÍXaToc;, 15,2.4.5.9.12.14.15.43.44*, que Marcos llama sólo por su apellido, es Poncio Pilato, procurator (ámTpOTtocJ provinciae ]udaeae desde 25/26 d. C. al 36 bajo el legatus imperial pro praetore Syriae. Cf. Tácito, Anales XV, 44: «Christus Tiberio imperitante per procuratorem Pontium Pilatum supplicio adfectus erat». Mateo añade el término general iíy£¡ióv. Josefo, Ant., XVIII, 2. 2, 3. ls. 4. ls; BJ, II, 9. 2-4, describe su crueldad y opresión, y Filón, Leg. ad Gaium, 38, cita una carta de Agripa I a Calígula en la que se le califica de «inflexible, impío y obstinado» y se enumera un catálogo de sus terribles crímenes y excesos. Cf. Le 13,1. No cabe duda de que, en cierto modo, el pasaje es retórico y de que se han cargado las tintas. Cf. Swete, 368; Rawlinson, 226; Lagrange, 411; Souter, DCG, II, 364. Los evangelios tienen de él un concepto menos desfavorable. En los evangelios de Lucas y Juan declara por tres veces inocente a Jesús, pero al fin cede ante el clamor popular y las conveniencias políticas. Al presentar así a Pilato, se pretende cargar sobre los judíos la responsabilidad de la muerte de Jesús. Marcos presenta un relato más objetivo, que no oculta la debilidad de Pilato, pero que muestra claramente que para el procurador la acusación de los sacerdotes no era válida. La ausencia de cualquier descripción de Pilato o del lugar del juicio muestra que Marcos escribía para lectores familiarizados con los hechos. Josefo, BJ, II, 14. 8, refiere que Floro se acuarteló en el palacio de Herodes el Grande, y tal vez fuese ésta la residencia de Pilato cuando se trasladó desde Cesárea a Jerusalén con motivo de la fiesta. Muchos exegetas prefieren la opinión de que residió en la fortaleza Antonia, al norte del templo; cf. Westcott en su comentario a Jn 18,28; Dalman SSW, 335. Para la primera opinión véase Schürer, I, II, 48; Sanday, SSG, 53; Turner, 76. Es imposible identificar con certeza el lugar de residencia. Antes mencionábamos las principales modificaciones de Mateo. El relato independiente de Lucas afirma simplemente que toda la asamblea, levantándose, llevó a Jesús ante Pilato (23,1). Cf. Jn 18,28: «Luego llevaron a Jesús de casa de Caifas al pretorio». 2-5. Sin describir con mayor detalle las circunstancias _Marcos refiere que Pilato preguntó (para éitr|pcÓTr|0£V véase 5,9): l ú a ó [JOCCIXEÜC; T S V Moubocícov. Esta pregunta pone de manifiesto que la jerarquía judía había decidido basar su acusación en el aspecto político de la reivindicación de Jesús de que era el Mesías. Probablemente la frase que se usó fue ó paaiAsüc; Mopar)X (cf. 15,32). En tal caso, puede haber un tono de ironía en Mouooáov. El pronombre enfático Z ú quizá exprese tam-
702
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,2-5
bien sorpresa. Todos los evangelistas, incluso Juan, refieren de esta forma la pregunta de Pilato. Para cotOKpiGEÍc;... AéyEt véase la Introducción, p. 85. La pregunta no admitía un claro «sí» o «no», y l ú AÉyeic; significa, al parecer, «tú lo dices». Cf. Moulton, I, 86; Blass, 260; Swete, 368; Klostermann, 177. Esta afirmación implica que el que habla se expresaría de forma diferente; cf. S u EITOXC; (Mt 26,64; véase el comentario a Me 14,62). Parece innecesariamente sutil la sugerencia de Lohmeyer, 335, a saber, que la respuesta es un sí a medias, inteligible para el creyente que sabe que Jesús es el Mesías, pero misterioso para el que no cree. En el v. 3 se introduce bruscamente la referencia a las acusaciones de los sumos sacerdotes. TtoXXá puede ser un acusativo adverbial (HS 2 , 35; véase 1,45), pero con mayor probabilidad es el objeto directo de Kaxr]yópouv (RV, RSV: «muchas cosas»; Moffatt: «muchas acusaciones»). Para Kaxnyopéco véase 3,2. W H , Nestle y muchos exegetas rechazan la variante aúxóc, 5é oü5év onrEKpívaxo por considerarla armonización con Mateo, pero la adición de W 0 565 579 geo a los testimonios citados de ordinario en pro del pasaje 2 nos hace pensar que, después de todo, puede ser original, tanto más cuanto que Mt 27,12 es, al parecer, una refundición de una frase de Marcos débilmente articulada, mientras que la pregunta de Pilato en el versículo 4 implica el silencio de Jesús. La omisión, ampliamente atestiguada, quizá se deba a la segunda referencia al silencio en el versículo 5, repetición que no es infrecuente en el estilo de Marcos. El imperfecto áTrnpcóxa del versículo 4 hace juego con KOCTr]yópouv del 3. Los tiempos indican reiteración. Pero véase Meecham, LA, l l l s . Para íSe véase 2,24; iróaoc;, 6,38. Pilato no se explica el silencio continuado. Marcos declara con énfasis que Jesús ya no respondió más, de forma que Pilato se quedó maravillado. Para el uso de Marcos de cóaxe con infinitivo véase 1,27; 9auu.á¿¡co, 5,20. De nuevo es imposible no pensar en Is 53,7 (cf. 14,61), pero no es preciso suponer aquí una falta de historicidad. Es manifiesta la débil estructura de los vv. 2-5. Mateo pretendió mejorar su fuente prolongando el relato con las palabras 'O bi 'Ir)O"o0c; éoxáOr] enirpooOsv xoü f)ye¡aóvoc; y con otras pequeñas adiciones gramaticales y lingüísticas. Para Mt 27,12 véase supra. Se refunde la segunda pregunta de Pilato en„la forma OÚK áKOÚstc; Ttóaa aou KaxajaapxupoOaiv. Se insiste en que Jesús no contestó oó5é EV pfju.a y al añadir Xíav se expresa con mayor vigor la sorpresa del gobernador. Le 23,2-5 es un relato independiente en el que se insertó el versículo 3 ( = Me 15,2). Las palabras xouxov süpapxv Siacn:pÉc¡>ovxa TÓ EOVOQ f|[i¿ov KOCÍ KCOAÚOVTCX cpópouc; K a í a a p i SiSóvaí KCU Áéyovxa éauxóv Xpioxóv [3aaiÁéoc etvcu (23,2) contienen una espléndida afirmación histórica de la acusación formulada contra Jesús. Pilato declara que no encuentra ningún delito en Jesús, pero los sacerdotes «apremian», alegando que Jesús ha sublevado al pueblo desde Galilea a Jerusalén. El relato de Juan (18, 28-40) es mucho más dramático. Los sacerdotes se negaron a entrar en 2. Véase Legg. La variante que comentamos está atestiguada por N U W A 0 2 Y fam. 13 33 543 565 579 1071 et al. a c vg (2 manuscritos) sys-h' geo et arm, y omitida por 8 A B C D et al. fam. 1 28 700 892 al. pler. it (excepto a c) vg sy"' sa bo.
15,6-7
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
70}
el pretorio «para no contaminarse». Pilato formula la pregunta decisiva: «¿Eres tú el rey de los judíos?», pero Jesús, que ya no se calla, explica que su reino no es de este mundo; a continuación sigue un diálogo entre Jesús y Pilato. Pilato declara de nuevo que no encuentra culpa en Jesús y ofrece la alternativa «Jesús o Barrabás». Las ampliaciones de la tradición ponen de relieve el carácter primitivo del relato de Marcos. 6s. Marcos introduce ahora la historia de Barrabás refiriendo la costumbre de Pilato de soltar un preso por la fiesta. A pesar de la ausencia del artículo, Kaxá éopxr|V significa «por la fiesta de la Pascua». Para cbtoXúcD véase 6,36; oéa[jioc/\ Ttapaixéou.ai*, que se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros, significa, como aquí, «pedir a otro», pero en otros pasajes significa «rehusar», «evitar» (1 Tim 4,7; 5,11; 2 Tim 2,23; Tit 3,10; Heb 12,25), con negación «rogar que no» (Heb 12,19), y también «excusarse», «pedir excusas» (Le 14,18s; Hch 21,11)**. Field, 43, defiende la lectura cVrrep frroGvxo ( ü e B 2 C N X Y et ai. minúsculos pler.), pero ocmep no se encuentra en ningún otro pasaje del NT y ovirsp puede ser una corrupción de ov n a p a . . . (i$* A B),. mientras que ovitep av ( 0 ) y ov av (D G fam. 13 543 565 it [excepto k] vg) son probablemente correcciones gramaticales, aunque Blass, 36, prefiere la última. Cf. Lagrange, 413; Plummer, 343; VGT, 484. Mateo dice ov i^GsXov, y en vez de cntéAuEV aóxotc, escribe E'ICÓGEI ó f|ye^cbv cntoAúeiv... xco oyXa. Lucas no menciona la costumbre, pero Juan se refiere a ella en las palabras de Pilato £cmv 5e auvr)0Ei.a Gulv iva evee áTtoÁúaco 6\xív év x<5 t t á a x a (18,39). Los testimonios en pro de esta costumbre se limitan a los evangelios, pero hay analogías en el relato de Livio sobre el lectisternium, la fiesta de los dioses en la que se soltaban las cadenas de los pies a los prisioneros («vinctis quoque demta in eos dies vincula»; V, 13), y en P. Flor. 61. 59ss (año 85 d. C ) , citado por Deissmann, 269, en el que el gobernador de Egipto, G. Septimus Vegetus, dice a un tal Fibión: «Has merecido los azotes... pero yo te entregaré al pueblo». Más aún, la abolitio, o suspensión de un juicio, aunque normalmente la ejercían los gobernantes, en algunas ocasiones la aplicaron, al parecer, los procónsules y legados. Cf. Lagrange, 414, y Lohmeyer, 337, que cita a Plinio el Joven: «Erant tamen qui dicerent, deprecantes iussu proconsulum legatorumve dimissos», Ep. X, 40. (31). El v. 7 es un paréntesis que podía seguir al v. 8 o al 10. Cf. Lagrange, 414. fjv 5á ó XEYÓIJ.EVOQ |3apa[3pac, es una frase rara. Normalmente ó AEyóiaevoc, va precedido de un nombre personal y seguido de un título descriptivo cf. Mt 1,16; 4,18; 10,2; 27,17.22), pero también puede introducir un nombre propio (cf. Mt 9,9; Le 22,47; Jn 9,11). papa(3p5<;, Bar Abba, «hijo del padre», es un epíteto secundario. Así se les llama a los rabinos en el Talmud, por ejemplo, R. Samuel Bar Abba y R. Nathan Bar Abba. Cf. Swete, 370; Billerbeck, I, 1031. 0 fam. 1, 241* 299* (1582) SysMer a r m g eo 2 i e e n «jesús Barrabás» en Mt 27,16s. Además, Orígenes, que formuló a esta lectura objeciones teológicas, afirma que la encontró en manuscritos antiquísimos. Es lógico, pues, pensar que es original en el evangelio de Mateo; cf. Burkitt, Evangelion da-Mepharreshe, II, 277s; McNeile, 411; Streeter, 87, 91 nota, 101; Rawlinson, 228;.
704
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,8-10
Smith, 206 3 , y para la conjetura de que se leyó en Marcos cf. Klostermann, hit., 220; Deissmann, Mysterium Christi, 22. Deissmann observa: «Este texto, como después se vio en él un escándalo insoportable y se alteró, se burla de cualquier hipótesis sobre la no historicidad de Jesús de Nazaret», op. cit., 21. No es probable la otra derivación de Barrabás, a saber, Barrabás Bar Rabban (cf. Jerónimo: «Iste in euangelio quod scribitur iuxta Hebraeos filius magistri eorum interpretatur»). Barrabás está en la cárcel con los revolucionarios. axaaiaaxr|c,** (Josefo, Ant., XIV, 1. 3) es un término griego tardío, que corresponde a oTaaicóxr)q, «partisano» o «revolucionario», axácnc;*, Le 23,19.25; Hch 15,2; 19,40; 28,7.10; 24,5; Heb 9,8**, «situación», «facción» (griego clásico, LXX y papiros), designa concretamente una «disensión» o «revuelta». De los rebeldes se dice que eran personas que (OÍXIVECJ habían cometido un asesinato, tal vez con ocasión de una revuelta política. Para el pluscuamperfecto sin aumento (4,44; 15,10) véase Moulton, I I , 190. Marcos habla de las circunstancias como de algo bien conocido («la insurrección»), y aunque el incidente no se menciona fuera de los evangelios, no es en modo alguno increíble; cf. Le 13,1; Hch 21,38). Cf. Le 23,19: bióc crráoiv Tivá y£vo^Évr|v áv x?\ ITÓXEI KCU (póvov |5XT]9£ÍC; év xfj (puXccKrj. Mateo no menciona el episodio, califica simplemente a Barrabás de &éauioc; émcrnpioc; (27,16). 8-10. La multitud (S)(Xoc;; véase 2,4), que ahora se menciona por primera vez, sube (ávapaívco, 1,10) a pedir a Pilato el indulto acostumbrado. dcvocpác; sugiere la idea de una subida a un punto más elevado, posiblemente subir las escaleras, idea que hace al caso si Pilato residía en la Torre Antonia. La mayoría de los manuscritos leen dcvapoqaac;*, pero el fuerte testimonio de X * B D 892 it vg sa bo en favor de ávafiác, (9 veces en Marcos) es decisivo. Ed. Meyer, I, 195, opina que quien va a dar testimonio en el juicio no es la gente, sino los partidarios de Barrabás, que simpatizan con el agitador político y no con Jesús, que aparece ahora como blasfemo convicto. En esta opinión debe explicarse el sorprendente cambio de actitud ante Jesús; pero, como afirma Rawlmson, 227, no es lógico pensar que la turba de 15,8 hubiese simpatizado en algún momento con Jesús. Los que le saludaron cuando entró en Jerusalén eran peregrinos galileos. Este argumento no es plenamente satisfactorio, porque 12^37 sugiere que la masa del pueblo oía a Jesús con agrado. Por tanto, es probable un cambio de actitud. Montefiore, I, 377, piensa que la opinión de Meyer no es muy convincente, idea que queda confirmada por el hecho de que Marcos emplea con frecuencia oxXoc en un sentido muy general. Lo que sobresale es que el principal interés de la multitud se centra en la liberación de Barrabás. Para f|p£;axo con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 85. Lagrange, XCIII, opina que en este pasaje r]puerro conserva su valor propio. Para la premura expresada con la forma media OCÍTEÍOOCU véase 6,24s. ETCOÍEI es un imperfecto de acción repetida. Black, 92 nota, propone la posibilidad de que sea impersonal: «como era costumbre hacer con ellos». Couchoud: JTS 34, 132, conjetura que vecd áva|3ác; ó oxXoq es una corrupción de KOCÍ xcaq ó 6)(Xoc; (cf. k: et tota turba rogabat illum), pero tal conjetura apenas es convincente. 3.
15,10-11
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
705
Pilato, al responder, propone una alternativa: BÉXETE dcrtoXúaco ú[itv TÓV pocaiXéa x£¡>v 'Iou&aícov. Para áTCEKpí9r)... Xéycov véase la Introducción, p. 85. Para este ejemplo de átiEKp'íQr] con participio en Marcos cf. 7,28. Para 8éXco con subjuntivo sin iva véase el comentario a 6,25 y 10,36. Como en 15,2, la frase pkxcnXéa xüv 'Iou&aícov es despectiva. Marcos añade la explicación de que Pilato sabía que los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia ((pOóvoc;*). Para el pluscuamperfecto sin aumento véase 15,7 y para rcapabíoco^i 1,14. No es preciso ver en el v. 10 una adición brusca (Lohmeyer, 337), porque en Marcos aparecen con frecuencia comentarios explicativos semejantes. Es verdad que 5iá (pBóvov indica un motivo diferente del miedo de la gente mencionado en 14,1, pero la idea de «envidia» puede representar el punto de vista de Pilato. «La pretensión de lealtad al emperador era demasiado débil como para engañar a un hombre de mundo» (Swete, 371). La omisión de oi dpXLEpEÍc; en B I sys bo (cf. véase el versículo 11) es probablemente estilística. Mateo añade aquí el relato del sueño de la mujer de Pilato (27,19). Es de notar la viveza de todo el pasaje 8-10, que falta en Lucas y que Mateo abrevia notablemente usando el genitivo absoluto auvnypiévcov aÚT&Jv, aunque expresa de forma más plena la alternativa Jesús o Barrabás. En Jn 18,39 es el mismo Pilato quien menciona la costumbre y ofrece la posibilidad de elegir. lis. Los sacerdotes incitan ahora al pueblo a que elija a Barrabás. ávaaEÍco*, Le 23,5**, «excitar», «incitar», pertenece al griego clásico tardío y se usa en Aq. y Symm. (pero no en los LXX) y en los papiros (VGT, 37). Barrabás fue quizá popular por razones políticas, mientras que Jesús, por no querer recurrir a la fuerza, perdió el favor popular. D 565 a c d ff k r 1 aus sys sa arm atestiguan ETtEíaav (cf. Mt 27,20). iva áxcoXúcrn indica el propósito final: «para liberarlo» (Moffatt; cf. RSV). Mateo simplifica su fuente usando aixr|acovxai y añadiendo xóv 5é 'IncroGv áxcoXéacoaiv (27,20). Para áxcoXúco véase 6,36. Por segunda vez Pilato quiere influir en el pueblo. Es probable que TtáXiv4 (véase 2,1) tenga este significado, aunque también puede traducirse por «por ello» (cf. v. 13). Para óxcoKpi9EÍc; EXEYEV véase la Introducción, p. 85; cf. 12,35. La pregunta de Pilato es muy débil: «Entonces, ¿qué queréis que haga con ese que llamáis rey de los judíos?», y más aún en la forma variante: «Entonces, ¿qué tengo que hacer con el rey de los judíos?». Los testimonios textuales son contradictorios. X B C W A ¥
1 13 33 69 543 892
1342 sa bo geo omiten BÉXEXE, y A D W
9
fam. 1 13 69 543 565 700 it vg sys sa geo arm ov (omitido por B) XéyEXE. En general, parece preferible explicar OÉXEXE como armonización con 15,9 (cf. W H , RV RSV y Moffatt), y 6v XéyEXE como una modificación que carga la responsabilidad del uso del título sobre los judíos. Por el contrario, Turner, 76, opina que sería mucho más natural que Pilato formulase la pregunta: «Entonces, ¿qué queréis que haga?». Así opina Lagrange, 417. Para 9éXco con subjuntivo véase 6,25; 10,36.51; 14,12; 15,9, y paira la construcción TCOIEÍV xivá xi, «hacer algo con», Blass, 91. D c ff k aur vg Ag leen el dativo más usual (FJaaiXEÍ). 4.
Cuando Hort, 20, rechazó esta lectura, no se conocían sys ni 0 . 45
Omitido por D W f 13 et al. ff k vg (2 manuscritos) bo.
706
PASIÓN
Y RESURRECCIÓN
15,12-15
Surge la dificultad de si es probable que Pilato se dirigiese a la multitud en la forma descrita. Montefiore, I, 375, afirma que su réplica «es casi ridiculamente inapropiada para un gobernador romano». Nos parece precipitada una opinión tan global como ésta. Pilato pregunta al pueblo que le pide indulto; es posible que se trate de un grupo de parlamentarios, aunque no hay pruebas de ello. Pilato les ha ofrecido una alternativa, Jesús o Barrabás. Por tanto, si eligen a Barrabás, no parece ilógico pensar que no pudiese decir sarcásticamente: «Entonces, ¿qué he de hacer con el rey de los judíos?». Sin duda alguna la respuesta es bien pobre, porque legalmente podía haber dejado a Jesús en libertad (cf. Lohmeyer, 338); pero al hallarse ante un expediente dudoso, se muestra reacio a abandonarlo. Además, si el cristianismo primitivo deseaba ansiosamente descargar la responsabilidad de la muerte de Jesús sobre los judíos, la actitud de Pilato ofrecía una buena oportunidad. La versión de Mateo expresa con mayor claridad la alternativa: xíva SÉXEXE áitó xcov 5úo áiroAúao) ó^ív. La gente escoge a Barrabás, y la réplica de Pilato se reproduce como en el evangelio de Marcos, excepto que se pierde su punto irónico en la frase convencional «Jesús, al que llaman el Mesías». Lucas sólo afirma el deseo de Pilato de soltar a Jesús (23,20), y Juan insiste en la perversidad de la elección (18,40). 13s. La multitud, excitada por la referencia de Pilato al «rey de los judíos», grita: «Crucifícale». Está bien marcado el cambio de r^pc^aTo atxEÍaÓai en el versículo 8 a EKpa^av en el 13. Para Kpác]co véase 3,11. TTÓCÁIV significa claramente «en seguida»; véase 2,1 y cf. Wellhausen, 129; Black, 82. axaupóco, 15,14s.20.24s; 16,6*, que significó originalmente «cercar con estacas», en Polibio I, 86. 4 y en el NT significa «crucificar». Cf. Est 7,9, donde traduce talah, «ahorcar». La pretensión de Montefiore, I, 376, a saber, que el grito es probablemente no histórico, carece de justificación, porque la conducción de Jesús ante Pilato y el rechazo de la alternativa del procurador suponían la crucifixión. De hecho, ese grito ha sido la causa de «la infinita miseria judía ocasionada por los cristianos»; pero no cabe duda de que fue un grito auténtico. Mateo escribe axaupco8r|xco y Lucas oxaúpou axaúpou (23,21), pero en el versículo 18 caps xoGxov. Cf. Jn 19,15: apov apov, axaúpcoaov aóxóv. La réplica de Pilato es lamentablemente débil, pero concuerda con el espíritu vacilante qu? demuestra desde un principio. Todos los sinópticos refieren la pregunta: «¿Por qué? ¿qué mal ha hecho?», y Lucas añade: «No he encontrado en él culpa que merezca la muerte» (23,22). Cf. Jn 18,38; 19,4. Es claro que la tradición cristiana puso énfasis creciente en la inocencia de Jesús. El efecto de la pregunta de Pilato es provocar un grito más fuerte todavía; gritaron «aún más»: «Crucifícale». Para itEpioacoc; véase 10,26*. Cf. Le 23,23: oí 5á ÉIT£K£I.VXO tpcovouc, [aeyáXaic;... KOCI KOCXÍOXUOV a l (pcovai aóxcov. Mateo añade aquí el relato del lavatorio de las manos de Pilato (27,24s). 15. Pilato, ansioso por pacificar a la multitud, suelta a Barrabás, y entrega a Jesús para que le azoten y le crucifiquen. |3oúXo^iai*, que es más fuerte que OéXco, expresa el ejercicio de la voluntad; cf. Swete, 373. xó ÍKavóv iroifjaai, «satisfacer», es un latinismo {satis faceré) que se encuentra en Apiano, Polibio y Diógenes Laercio; cf. Jr 31(48),30: o ú / i xó ÍKavóv aüxG oúx oOxcoc, ETtoír|a£V; y Hch 17,9: Kaí XaftóvxEC, xó
15,16-20
PASIÓN Y
RESURRECCIÓN
707
ÍKavóv. Véase Moulton, I, 20s; VGT, 302; Robertson, 1365; AUen, 183; Turner, 76. Aparece un segundo latinismo en cppayEAÁóaac;* (Mt 27,26"*) que corresponde a flagello. Swete, 374, cita Ev. Nicod. 9,16 y Test. Benj. I I , 3. El aoristo es de acción antecedente. El castigo precedía normalmente a la crucifixión; cf. Josefo, BJ, II, 14.9; V, 11,1; Livio XXXIII, 36: «alios verberatos crucibus adfixit». Este castigo cruel se infligía con látigos de cuero (flagella) provistos de huesecillos o trozos de metal, mientras que a la víctima se la ataba a veces a una columna. Una característica significativa de los relatos evangélicos es que se describe (Marcos, Mateo) con una sola palabra. Lucas y Juan no lo mencionan aquí. En Le 23,16.22 Pilato lo propone como alternativa de la crucifixión; en Jn 19,1 tiene lugar antes de la condena final. Todos los evangelistas usan napé&coKEV y sólo Lucas afirma expresamente que Pilato condenó a muerte a Jesús (éiréKpLVEV, 23,24). Este hecho se explica sólo parcialmente por la convicción cristiana de que la responsabilidad recaía primordialmente sobre los judíos (cf. 1 Tes 2,15; Hch 2,23; Me 10,34); la mejor explicación, basada en el uso consistente de Ttapaoí5cop:i, reside en la convicción de que Jesús, igual que el Siervo en Is 53, «fue entregado según el plan establecido y la previsión de Dios» (2,23).
103. Me 15,16-20
LA BURLA DE LOS
SOLDADOS Cf. Mt 27,27-31 Jn 19,2s
La narración sigue inmediatamente a la afirmación de que, una vez azotado Jesús, Pilato lo entregó para que lo crucificaran. Wendling, 182, defendió que era una inserción, porque el v. 20 se remonta al punto alcanzado ya en el 15. Lohmeyer, 340 nota, objeta a esta opinión que el v. 15 sólo reproduce la orden de crucificar a Jesús mientras que el 20 se refiere al cumplimiento de la orden. Dada la forma actual del evangelio, esta afirmación es justa, pero el notable paralelismo entre iva axaupóacoaiv del versículo 20 e iva axpaupüBfi del 15 permite opinar que Marcos amplía un relato anterior de la pasión. Bultmann, 293s, explica la narración como elaboración secundaria de (ppay£ÁA.cóaac; (14,15); pero basta replicar a esta opinión que no se describe la flagelación y que, por tanto, no sabemos en qué sentido es una elaboración y por qué es secundario. Cf. Lohmeyer, ibíd. En realidad, los vv. 16-20 refieren un episodio muy diferente. La narración tiene paralelo en Jn 19,2s, que contiene frases que recuerdan Me 14,16-20; pero en Juan la burla precede a la condena y es secundaria si se compara con el relato más detallado de Marcos. Más importantes son los paralelos con el relato de Lucas sobre el interrogatorio de Jesús por Herodes Antipas (Le 23,11) y con el relato del mismo Marcos acerca de los malos tratos infligidos por los criados del sumo sacerdote, especialmente las alusiones a los salivazos y golpes (Me 14,65). Posiblemente los detalles de la tradición primitiva pasaron de un relato al otro; véase el comentario a 15,19a. En cualquier caso, el relato vivo y detallado de Marcos debe considerarse primario y como reflejo de un testimonio histórico; además esta opinión no se ve afectada en modo algu-
708
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,16-20
no por la posibilidad de que el evangelista complete por su cuenta una narración más primitiva de la pasión. Esta conclusión depende de la actitud que se adopte ante los relatos análogos de J. G. Frazer, Golden Bough, I I I , 138-200. Estos relatos pueden mostrar que la acción de los soldados tiene tras de sí una historia de la que ellos apenas eran conscientes, a no ser que pensasen en los excesos de los Saturnalia; pero en ningún caso existen pruebas de que la tradición sea invención. Véase además el excurso VII, pp. 771-773. 16 O í 5 é o x p a x i c o x a i d a t r | y a y o v a ó x ó v saco ele, xr|v aóXr|v, o é a x i v irpaiTcópiov, Kai a u y K a X o O a i v oXr)v xn,v o-nstpav. 17 KCCÍ év5t5úaKouoLV OCÚTÓV -rcopcpúpav K a i xcEpmGéaaiv aóxcp TíXé£;avx£c. á K á v S i v o v oxéepavov 18 Kai í]pc;avxo á c m á ^ E o G a i a ó x ó v X a í p s , |3aaiÁ£Ü xc5v ' I o u S a í c o v 19 Kai exuxcxov aóxoG xr]v K£(paA.riv KaXá^icp Kai ávÉTrxuov aóxcp, Kai xiGévxEc; x a y ó y a x a -rrpoaEKÓvouv aóxcp. 20 Kai ÓXE' £V£Ttaic;av aóxcp, I c ; é 5 u a a v a ú x ó v xfjv iiopcpúpav K a i á v é S u a a v a ó x ó v x a ípxtxia a ó x o u . K a i á£;áyouaiv aóxóv i v a axaupcóacoaiv aóxóv. u> Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —es decir, a_ la residencia del gobernador— y convocaron a toda la compañía; 1 ' lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espino, que habían trenzado, 3 8 y comenzaron a hacerle el saludo: —¡Salud, rey de los judíos! Le golpeaban la cabeza con una caña y le escupían, y, arrodillándose, le rendían homenaje. 2 0 Terminada la burla, le quitaron la púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.
16s. Los axpaxicoxai*, de los que Marcos no había hablado hasta ahora, son provincianos, reclutados en Palestina o en otras partes del Imperio, bajo el mando de Pilato. Para dnráyeo véase 14,44.53*; eaco, 14,54*; aúXr|, 14,54.66*; o ecmv, 3,17. upaiTCÓpiov*, Mt 27,27; Jn 18,28(bis).33; 19,9; Hch 23,35; Flp 1,13**, es una palabra tardía (no aparece en griego clásico ni en los LXX) que corresponde al latín praetorium. En el NT designa, como con frecuencia en los papiros, el «palacio» o «residencia oficial» de un gobernador, incluso probablemente en Flp 1,13 (a pesar del comentario de Lightfoot, Saint Paul's Episíle to the Philippians, 99-102). Aquí designa el palacio de Herodes o la torre Antonia; véase el comentario a 15,1. En cualquier caso, la frase explicativa crea una dificultad, porque, al parecer, aquí se identifica un patio con un edificio. Swete, 374, sugiere que la parte más pública del praetorium pudo conocerse con el nombre latino que designaba todo el edificio; cf. Lagrange, 419; pero, por lo demás, esta distinción nos es desconocida. Una solución demasiado fácil es explicar o eaxiv ir. como glosa. Blass: ET 10, 186, que cita la lectura de c ff 1 vg: in atrium praetorü, piensa que la lectura original era eaco TX\Q,
15,16-20
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tesis propuesta por Blass de que el original arameo fue la fuente de la confusión. D P 0 fam 1 22 fam. 13 (excepto 124) 59 506 543 565 679 700 1228 b vg (plur.) geo arm Ag leen, como en 14,54, loco ele; rfjv ocüAr|V. Este testimonio es fuerte, pero es posible que 6 eaxiv ir. sea una tentativa de explicar el griego de traducción, especialmente porque en algunas ocasiones aúXr| se usa en el sentido de «palacio» (cf. 1 Mac 11,46). eiq TÓ Ttpaixcbpiov de Mateo es una expresión más sencilla y mejor. Los soldados convocan (auVKOcAoGorv*) a toda la cohorte. aireípa*, Mt 27,27; Jn 18,3.12; Hch 10,1; 21,31; 27,1**, significó originalmente «barahúnda», pero llegó a significar «manípulo» o «cohorte» de soldados (VGT, 582), formada por 200 a 600 hombres. Cf. T. R. S. Broughton, Beginnings of Christianity, V, 427-455. La expresión se emplea en sentido amplio para designar a los hombres de que se disponía entonces. Turner, 76, sugiere el significado de «compañía» o «pelotón». Los soldados visten a Jesús con una túnica de púrpura y le ponen una corona tejida con espinas. Los presentes históricos de este pasaje, como en el versículo 16, añaden viveza a la escena. ávSi&úaKco* es un término del griego tardío que sustituyó a évoúco; LXX (2 Re [ = 2 Sm] 1,24); Le 16,19**; Josefo, BJ, VII, 2. 2. Cf. Deissmann, 82. Como verbo de vestir, va seguido de dos acusativos: externo (aúxóv) e interno (itopcpúpav). itopcpúpa, 15,20*, Le 16,19; Ap 18,12**, molusco y su tinte, o túnica de púrpura; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros (VGT, 529). Swete, 375, sugiere que tal vez se aluda a una capa descolorida de los soldados que se asemejaba a la púrpura real. Cf. Souter, Lex., 211: «una capa de color rojo como la que usaban los soldados rasos». Mt 27,28: yXayíúba. KOKKÍvr|v. Para TCpixí9r|u.i véase 12,1; TTAÉKCÚ*, Mt 27,29; Jn 19,2**; dcKccvOivoc;*, Jn 19,5 (Mt 27,29: é£, aKocvOov)**; axécbavoc;*. Algunos autores han sugerido que se trataba de la planta Zizyphus spina Christi o nubk, o de la Calycotome villosa. Pudo pensarse en la corona de laurel del emperador (Swete, 376), pero Klostermann, 181, prefiere la opinión de que la corona simboliza la dignidad real; cf. 1 Mac 10,20; 2 Mac 14,4. Por lo demás, la última se expresa con la S i á b n ^ a (Is 62,3, etc.) que Marcos no menciona. Cf. Mt 27,29: Kai KáXau-Ov év rfj Semieje aütoD. Alien, 183s, conjetura que se perdió una línea del evangelio de Marcos que mencionaba una caña como Mateo (cf. Me 15,19). H. St. J. Hart: JTS 3, 66-75 sugirió que se trataba de una corona radiada burlesca. 18-20. Los soldados comienzan ahora a saludar a Jesús tributándole honores reales burlescos. Para r)p£,ato con infinitivo véase la Introducción, pp. 70, 85; áoTtái;op.ai, 9,15*. X°^P£> PcccuAeO corresponde al saludo latino Aue Caesar, uictor, imperator. El vocativo, que admite el derecho real (cf. Hch 26,7), es «una nota de la sensibilidad imperfecta del escritor ante los matices más delicados del modismo griego», Moulton, I, 71. Mt 27,29 utiliza el nominativo ó |3aaiXeúc;, «tú que eres rey» en X A L W et al. minúsculos pler. Eus. El evangelio de Pedro 3: Kai ¿Ká0iaav aóxóv ém Ka0é5pav Kpíaecoc; Xéyovxeq AiKaícoc; KpTve, E5aaiXe0 xoD 'Iapar|X, y Justino, Apología, I, 35: ÉKáOiaocv Ém piíuaxoq Kai elirov KpTvov TT)IJ.IV presentan a Jesús sentado para administrar justicia. En el primero TOU 'Iapar)X es más judío; xcov 'Ioubaícov expresa desprecio. En el versículo 19b Marcos afirma que los soldados rendían homenaje
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15,21-41
a Jesús postrándose de rodillas ante él. Quizá no se aluda más que a este tributo de homenaje. Sin embargo, en otros pasajes del NT la expresión Ti6(évT£c;) TÓC y ó v a x a se vincula a la oración (cf. Le 22,41; Hch 7,60; 9,40; 20,36; 21,5**); es probable además que se aluda a una burla remedando el culto al César o según las ideas orientales de realeza. En esta descripción Marcos introdujo las referencias a los golpes y salivazos que recuerdan el mal trato que los criados del sumo sacerdote infligieron a Jesús en 14,65. Para ájrrcxúco véase 10,34; 14,65*; TÚTCTCD*; KÓCAOCJÍOC;, 15,36*. Mateo presenta la escena de forma que aparecen en primer lugar (27,29) todos los signos de burla (la túnica escarlata, la corona, la caña, las postraciones y el homenaje) y siguen después (27,30) las alusiones a la violencia (los salivazos y los golpes). Esta disposición parece secundaria. Hemos de concluir que se combinaron la farsa y los abusos, tal como lo refiere Marcos, o que el relato sufrió la influencia de 14,65. Para la tendencia de los detalles a pasar de un relato a otro véase V. Taylor, FGT, 154s. El relato termina diciendo que le quitaron la túnica de púrpura, que le pusieron sus vestidos y que salió hacia la cruz. EKSÓCO*; ávoúo, 1,6; 6,9*; [(ióriov, 2,21. B C A V 1342 sype sa bo leen xóc icario: OCÜTOG. Muchos manuscritos añaden íbioc (AV, Moffatt, RSV: «sus propios vestidos»; cf. Torrey); pero los testimonios textuales 5 están demasiado divididos como para corregir con seguridad el texto griego. ét,áyco*, Le 24,50; Jn 10,3; Hch (8); Heb 8,9**; se encuentra en griego clásico (generalmente con genitivo loci), en los LXX y en los papiros (VGT, 220). Para i v a oTaupóacoatv 6 cf. iva axaupcD6f¡ del versículo 15b y véase la nota introductoria al relato.
104. Me 15,21-41
LA
CRUCIFIXIÓN Cf. Mt 27,32-56 (Le 28,26-49) (Jn 19,17-37)
La narración consta de breves escenas sueltas ordenadas en rápida sucesión. Da la impresión de que la base narrativa fue un relato bastante breve, que atrajo hacia sí diversas piezas de la tradición, unas históricas y otras legendarias; con todo ese material se recopiló una especie de drama de la crucifixión, para satisfacer las necesidades religiosas de una Iglesia gentil. Indican esta idea la disposición del conjunto en períodos de tres horas, en los que se recalca la importancia de las horas tercera, sexta y novena, y el relato en tres actos sucesivos de ultrajes. Al parecer, se insertaron las referencias a la oscuridad y al velo del templo, y se añadió el relato de las mujeres para preparar la escena de la resurrección. Hay dos referencias a la crucifixión en los vv. 24 y 25, dos insultos en los vv. 29s y 31s, y dos alusiones al fuerte grito de Jesús en los vv. 34 5. .s 0 115 282 472 leen xa Í8icc íu.óruoc ccoxoG ( 0 115 282 omiten aúxoO); D, Tá luáxia; A Ns hlP X H1 Z et al. fam. 1 fam. 13 22 28 33 (565) 579 700 1071 al. pler. it vg sy geo , xóc [pernee xá "5ioc. 6. Atestiguan oxaupúaouoiv A C D L N P A 0 Z 3 3 69 122** 245 253 569. Cf. Moulton, II, 75.
15,21-41
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
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y 37. Además, el relato sobre Simón de Cirene, que quizá refleje conocimiento local, no entra realmente en la estructura de la narración. Simón sólo aparece para desaparecer inmediatamente; de él ya no se dice nada más. Todo el interés se centra en la persona de Jesús. En algunos puntos caben diversas opiniones; pero muchos detalles abogan por la conclusión de que el relato muestra signos claros de estratificación literaria. Las tentativas para distinguir las etapas del proceso de recopilación serán necesariamente conjeturas, porque su historia se remonta hasta el período oral y es imposible determinar cuándo se incorporó a la narración base un detalle concreto de la tradición. En tales circunstancias uno siente la fuerte tentación de renunciar a los esfuerzos por distinguir los elementos primarios de los secundarios, pero para progresar hemos de resistir a esta tentación. Hemos de recalcar que los términos «primario» y «secundario» se refieren a temas estructurales y que no denotan respectivamente material «histórico» y «legendario». El valor de los elementos añadidos es diverso. Algunos pertenecen a la mejor tradición; otros son inferiores e incluso legendarios y, en consecuencia, cada elemento debe considerarse separadamente. En el excurso VIII, pp. 773-776, nos proponemos avanzar por este arriesgado camino. Dejamos este excurso para el final porque se trata de una hipótesis y porque lo más esencial es comentar detalladamente la narración. Aquí, como mera referencia, diremos que nos acercamos más a la narración base en los vv. 21-24.26.29s.34-37.39 y que los elementos posteriores del relato de Marcos son los vv. 25.27.31s. 33.38.40s. 21 K a l á y y a p £ Ú o u a i v Ttapáyovxá xiva Zí^icova Kupr]vcaov ápxófiEvov con' á y p o u , TÓV Ttaxépa 'A^£¿;ávopou Kal 'Poúcpou, iva ápr] TÓV axaupóv aúxoü. 22 Kal (pépouatv aúxóv ETCI t ó v roA.'yo8áv XÓTCOV, O áoxiv rpx9£p|rir|V£UÓ^£vo<;"1 Kpavíou TÓTCoq. 23 Kal áSÍSouv aúxcp éa|aupvLa^£Vov olvov, oq Sá OUK £Áa|3£V. 24 Kal a x a u p o u a i v aúxóv Kal oia^£pí£pvx a i x á í^iáxia auxou, páÁAovxsq KAí^pov ETC' a ó x d x'iq xí ápr]. 25 f\v 5é copa xpíxr] Kal áaxaúpcoaav aúxóv. 26 Kal T\v f\ áTCiypacpf) xfjq a í x í a q auxou é m y E y p a ^ é v r ] 'O (3aaiX£Úq xcov MouSaícov. 27 K a l oúv aúxcp oxaupouotv oúo Xrjoxáq, £va EK OE£,(.COV Kal Eva é£, EÚCOVÚ^COV aúxou. 29 K a l oí TtapaTtop£UÓ^i£voi £(3A.aacpr)[iouv auxóv KIVOGVXEQ xáq KEcpaXáq a ú x ó v Kal Xéyovx£q O ú á ó KaxaÁúcov xóv vaóv Kal OLKOSO\xcbv [áv] xpiolv f]^épaiq, 30 ocóoov osauxóv Kaxa(3áq áTcó xou oxaupou. 31 ó^ioícoq Kal oí á p x i e p s í q £[iTtaí£ovx£q Tcpóq áXkr\kovc, [i£xá xcov ypajajaaxécov £Á.£yov "AÁAouq EGCOOEV, éauxóv oú 5 ú v a x a i ocoaaf 32 ó xpicxóq ó (3aoiX£Úq 'Iapaf]X Kaxa(3áxco vuv áTcó xou oxaupou, i v a ÍOCO^EV Kal maxEÚaco^i£v. Kal oí auvEaxaupcopiévoi oúv aúxcp cbv£Í5ic¡ov aúxóv. 33 Kal ysvopiávr|q copaq £Kxr]q OKÓxoq éyévsxo £ $ ' 6Kr]v xr]v yfjv £coq cópaq éváxrjq. 34 Kal xf] éváxr] copa éfiór\a£v ó Mr]oouq cpcovfj [i£yáA.r] r°EA.coí 'EXcol \a\ia aa^axOavEÍ" 1 ; o EOXLV ^i£9£p[ir|V£uó^£vov 'O 0£oq ^iou [ó 9£Óq t-iou], £iq xí éyKaxéXiTcéq \XE-, 35 Kal xiv£q xcov ^'^:ap£axr]KÓxcov", ÓKOÚ-
712
PASIÓN Y
RESURRECCIÓN
15,21-41
o a v T s q £Á.£yov " I 5 E 'HXEÍCCV (J>CÚVEI. 36 5pau.cbv Sé xiq y s p ú a a q GTtóyyov ó £ o u q TCEpiGslq KaÁ.á^icp ¿TTÓTI^EV CXÚTÓV, Aéycov "AcpETE ÍScopisv s i £px £TOC L 'HÁ.£Íaq KaGsXsiv aÓTÓv. 37 ó S E ' I r | a o u q áqÍElq cpcovr|v ^isyáA.T]v áé.éiTVEuaEV. 38 K a i TÓ K a T a i i é T a a ^ i a TOU v a o u éaxíaGr] síq Súo CXTC' ávcoGsv Ecoq Káxco. 3 9 ' I S c b v Sé ó KEVxupícov ó Tcap£aTr]Kcbq é£, E v a v x í a q aÓTou OTI o í r r a q K p á ^ a q E^ETTVEUOEV EÍTCEV 'AÁ.r]Gcoq o 5 r o q ó avGpcoTtoq uíóq GEOU f\v. 40 ^Hoccv S E Kal y u v a i K s q dató HaKpóGsv G s c o p o u a a i , év a i q K a l M a p i á ^ f\ MaySaA.r|vr) K a l M a p í a f] ' I a K Ú | 3 o u TOU puKpoG Kal 'IcoofiToq pÍTr]p K a l ZaÁ.có[ir\, 41 al! OTE rjv év xfj r a A . i X a í a f|KOÁx>ú6ouv aÓTcp Kal Sir)KÓVOUV aÓTcp, Kal á X X a i -rcoÁAal a i a u v a v a ( 3 a a a i ' aÚTcp EÍq 'lEpooóXu^ia. 22 uEGEppnvEuóuEvov. 34 ' H \ E ! 'HXEÍ A.ap.á ^cctpeavEÍ; 35 écrrnKÓxcov. 21
Pasaba por allí d e vuelta del campo u n tal Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, y lo forzaron a llevar la cruz. 22 Condujeron a Jesús al Gólgota (que significa «La Calavera») 23 y le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. 24 Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echándola a suertes para ver lo que se llevaba cada uno. ° Era media mañana cuando lo crucificaron. 26 En el letrero estaba escrita la causa de su condena: E L REY DE LOS JUDÍOS. 27 Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y el otro a la izquierda. 29 Los que pasaban lo injuriaban, y decían meneando la cabeza: —¡Vaya! Tú que destruías el santuario y lo reconstruías en tres días: 30 baja de la cruz y sálvate. 31 Así también los sumos sacerdotes, en compañía de los letrados, bromeaban entre ellos: — H a salvado a otros y él no se puede salvar. 32 ¡El Mesías, el rey de Israel! ¡Que baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos! También los que estaban crucificados con él lo insultaban. 33 Al llegar el mediodía toda aquella tierra quedó en tinieblas hasta media tarde. 3 4 A media tarde gritó Jesús muy fuerte: —Eloí, Eloí, lema sabaktani (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»). 35 Algunos de los presentes, al oírlo, decían: —Mira, está llamando a Elias. 30 Uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le dio de beber diciendo: —Dejadlo, a ver si viene Elias a descolgarlo. 37 Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró, 3 8 y la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
15,21
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
713
39 El capitán, que estaba frente a él, al ver que había expirado dando aquel grito, dijo: —Verdaderamente este hombre era hijo de Dios. 40 Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, 4 1 que cuando él estaba en Galilea lo seguían y lo atendían; y además otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
21. Era costumbre que los condenados llevasen su cruz {patibulum). Cf. Plutarco, De ser. num. vind. 2. 554 A: xcov KOÁoc£op.évcov eacccrtoc. TGJv KOCKOüpycov ÉKcpépEí xóv aÜToG aTOCupóv. Así, pues, no fue normal que a Simón de Cirene se le «obligase» a prestar este servicio. Juan omite el episodio, quizá porque no le decía nada (cf. Goguel, 532), quizá porque los gnósticos afirmaban que quien había sido crucificado era Simón y no Jesús; cf. Ireneo, Adv. Haer., I, 24. 4. Es posible que Jesús llevase la cruz por algún tiempo y que no pudiese continuar, aunque Marcos no lo dice. áyyocp£üco*, Mt 5,41; 27,32*-, «reclutar» para hacer un servicio público. Se dice que la palabra, que se encuentra en los papiros y en griego mágico, es de origen persa. Cf. VGT, 2s; Deissmann, BS, 86s. X* B* leen eyyapEÚouoiv. «Simón» es uno de los pocos nombres propios que aparecen en el evangelio de Marcos, si prescindimos de los de los discípulos; cf. 5,22; 10,46. El adjetivo «cireneo» (Kupnvoaoc,*, Mt 27,32; Le 23,26; Hch 6,9; 11,20; 13,1**) no implica necesariamente que fuese gentil, como tampoco lo implican las referencias a Alejandro y Rufo. Pudo ser un gentil, pero también un judío que volvía a Jerusalén para celebrar la Pascua, procedente de algún pueblo o de una granja cerca de la ciudad. Para áypóc; véase 5,14; Tiapáyco 1,16. Es muy especulativa la conjetura de Torrey, TG, 129, a saber, «Simón, un granjero»; cf. Grant, EG, 120; además es incierta la repercusión de ¿pxopxvov ocre5 á y p o u para fijar la hora de la crucifixión. Nada demuestra que en aquel entonces Simón fuese un discípulo o simpatizante de Jesús; probablemente era un extranjero. El hecho de que, sin más explicaciones, se diga que Simón era el padre de Alejandro y Rufo revela que los tres, o al menos los hijos, eran conocidos de Marcos y de sus lectores. En Rom 16,13 se menciona un tal Rufo; cf. SH, Rom. 426. Tal vez sea el Rufo al que se refiere Marcos, porque el evangelio se escribió casi con toda seguridad en Roma. No es probable que el Alejandro citado fuese uno de los antagonistas de Pablo a los que se refiere Hch 19,33; 1 Tim 1,20 y 2 Tim 4,14. De Simón sólo se recuerda que llevó la cruz de Jesús. Marcos usa el lenguaje de 8,34 en la cláusula iva api] TÓV o r a u p ó v aóxoG. Cf. Lohmeyer, 342: «Simón es el primero que lleva la cruz siguiendo a Jesús». El episodio es indudablemente histórico. Goguel, 530s, ofrece una réplica eficaz a las objeciones de S. Reinach de que la acción habría sido ilegal y de que el episodio es sólo una ilustración de 8,34: «Ninguna obligación moral puede vencer una imposibilidad física»; y además señala que en 8,34 se hace un llamamiento a llevar la cruz propia voluntariamente, y no por imposición. Mateo refunde la sentencia y omite la alusión a Alejandro y Rufo (27,32). También lo hace Lucas, que afirma que pusieron (áiré9r|Kav) la cruz sobre Simón cpépsiv OTTIOSEV TOU ' I n a o ü (23,26).
714
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,22-24
22s. El uso del presente histórico es una característica sorprendente del relato de la crucifixión según Marcos. En los vv. 21-27 hay cinco ejemplos. Prescindiendo de fjv, hay tres imperfectos en los vv. 23-32. De hecho sólo hay dos aoristos, ekafiev en el v. 23, para indicar una repulsa, decidida, y éaTaupcoaocv en el v. 25, exigido por la indicación temporal precisa. Este empleo de los tiempos da gran viveza a la escena, que se hace presente ante nuestros ojos. Para cpépouoiv véase la Introducción, p. 69. roXyo9á(v)*, Mt 27,33; Jn 19,17**, que es aquí acusativo, aunque en otros pasajes es indeclinable, es una transcripción del arameo golgotha (hebreo: gulgoleth), «una calavera», nombre que se dio a la colina por su forma o uso. La leyenda la relaciona con el lugar donde se enterró la calavera de Adán. Como otros muchos antiguos lugares de ejecución, estaba fuera de las puertas de la ciudad (cf. éc^áyouaiv del v. 20; Jn 19,20; Heb 13,12); desde épocas primitivas se localizó en el lugar que ocupa actualmente la iglesia del Santo Sepulcro. Cf. Sanday, SSG, 67ss; Dalman, SSW, 346-356; Jeremías, Golgatha, 28ss. Marcos explica roXyo9ocv TÓTTOV como Kpocvíou Tóiroq. Para su uso de 6 éoxiv véase 1,17; [i£6£p[ir|VEÚOLica, 5,41; 15,34**. Cf. Le 23,33 (que omite roXyoBá): TÓV TÓTTOV TÓV KaXoújaevov Kpavíov. El nombre familiar Calvario procede de la traducción de la Vulgata: quod est interpretatum Calvariae locus. Según una antigua costumbre judía basada en Prov 24,74 (31,6), a Jesús se le ofreció vino mezclado con mirra, pero él lo rehusó, porque quería morir con la mente despejada. Cf. Sanh. 43r y otros testimonios rabínicos citados por Billerbeck, I, 1037s. ébíbouv es probablemente un imperfecto de conato: «querían darle»; cf. Swete, 379; Klostermann, 182. c¡¡j.upví£a>*, «mezclar con mirra» intransitivo: «ser parecido a la mirra», Diosc. I, 66) es hapax legomenon. Mateo, influenciado por Sal 68(69),22: KCXÍ e&coKocv slq xó |3pcoiaá p;ou x ° M v (c^- Lam 3,15), escribe olvov ¡j.£Tá X 0 ^ ^ H£tuynévov. Mateo amplía también la frase abrupta de Marcos oq 5é OÓK £ÁCC|3£V en KOC! yEuaáu,EVoq OÜK rj8éÁ.r)o-£v -rtieiv. A C L A 0 et al. fam. 13 22 28 157 543 565 700 892 2 1071 al. pler. Sype hi s a D 0 g eo 2 s u s tituyen oq oé por ó oé. Para oq 6á sin oq \xkv véase Jn 5,11; cf. Blass, 146. 331. 24. KOCÍ axaupouaiv a ó t ó v . Así, con una expresión lo más sencilla posible, se describe el acto tremendo. No se pretende describir los detalles espeluznantes cofl los que el mundo antiguo estaba tan familiarizado. Para erraupóco véase 15,13. A partir de las guerras púnicas los romanos emplearon la crucifixión, que tenía origen oriental, como castigo infligido a los esclavos. La forma de la cruz variaba. A veces consistía en un solo palo al que se ataba o empalaba la víctima. A veces constaba de dos palos dispuestos en diagonal o de un palo vertical y otro horizontal (patibulum) que podía colocarse en la parte superior (crux commissa) en forma de T, o un poco más abajo {crux immissa). Se ha creído tradicionalmente que la cruz de Jesús fue del tipo mencionado en último término, aunque esta opinión no es cierta, porque la inscripción también pudo colocarse sobre la crux commissa. Los brazos de los condenados se sujetaban al travesano de la cruz con cuerdas o clavos; a veces se sujetaban también los pies de la misma forma, mientras que el cuerpo descansaba sobre un saliente (sedile). Por lo que se refiere a Jesús, Juan menciona los clavos en 20,25 (cf. v. 20), pero no los sinópticos. Albert
15,24-25
715
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
Réville, Jésus de Nazareth, I I , 405s, califica la crucifixión de una de las formas más abominables de tortura jamás inventadas, y muchos comentaristas citan la frase de Cicerón «crudelissimum taeterrimumque supplicium», In Verrem, V, 64. La víctima, desnuda y sin poder moverse, quedaba expuesta al dolor, a los insultos, a pasar sed y, por fin, a morir exhausta, a no ser que una lanzada o un golpe mortal pusiese fin a su dolor. Cf. D. Smith, DCG, I, 397-399; Goguel, 534-536; Klostermann, 183. Los vestidos del condenado constituían la paga de los soldados que hacían guardia al pie de la cruz. Es natural que se los dividiesen echando suertes con los dados que tenían para pasar el tiempo, y no es preciso ver aquí un detalle sugerido por Sal 21(22),19: oieu.£p[acrVTO TCC ¡.Laceria LIOU EOCUTOU;,
Kca ETTÍ TÓV ÍLtaTiau.óv
LTOU E|3OC\OV
KAfjpov.
El len-
guaje del evangelista revela que piensa en el pasaje citado. Jn 19,24, que lo cita más tarde, distingue entre las vestiduras, que se dividen los soldados en cuatro partes, y la túnica que echan a suertes. Aquí, lo mismo que en el relato de la crucifixión según Marcos, surge el problema de si los hechos trajeron a la memoria los pasajes veterotestamentarios y en qué medida estos últimos influyeron en los relatos. Sioctiepí^co*, «distribuir»; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. Marcos emplea la voz media, «dividir entre sí», como en los LXX (aoristo, véase supra), pero omite el redundante éccuToTq (Juan). Para iktcmov véase 2,21. KArjpoq*, «suertes»; cf. LXX: M|3aXov KÁxjpov, también con é m y acusativo. TÍq TÍ a p i ] , «lo que cogería cada uno», a la letra «quién tomaría qué»; cf. Le 19,15 (A A 0 ) . La combinación de dos interrogativos es clásica; véanse los ejemplos tomados de Platón, Jenofonte, etc., citados por Field, 43s; también Blass, 177. 25s. Una característica de la narración de la crucifixión son las indicaciones temporales precisas; cf. el v. 33s, y también el 42 y 16,1. o p a TpÍTT] corresponde a las nueve de la mañana. Se han propuesto varias teorías para explicar el desacuerdo con Jn 19,14 (¿Spot fjv cbq eKTn), por ejemplo, que Juan siguió el cómputo romano (Westcott), que F se confundió con T (Pseudojerónimo; cf. Swete, 381), o que los judíos crucificaron en realidad a Jesús cuando gritaron «Crucifícale» (Agustín). Es preferible reconocer que las dos indicaciones temporales pertenecen a tradiciones diferentes, y que Jn 19,14 pretende ser una corrección; cf. Bernard, St. }n., 624. La lectura £KTn de G 478** syhl m« et Jer Act. Vil. Catt.mosq- et °xon- en el evangelio de Marcos se debe a armonización. Suele explicarse Kcd como ejemplo de coordinación en vez de subordinación con el sentido de «en la que» o «cuando» (Blass, 262; véase RSV), giro que a veces aparece en griego clásico (Blass cita a Platón, Banquete, 220 C). Wellhausen afirmó en un principio que el giro era un semitismo, pero se retracta en Einl.2, 13; véase Howard, I I , 421. Black, 48, tampoco está dispuesto a excluir el posible influjo semítico. D ff k n r 1 sa leen ácpúAaaoov, y Turner, 77; JTS 29, 11; Alien, 185, y Couchoud, JTS 34, 133 apoyan vigorosamente esta variante que, al parecer, está implícita en Mt 27,36: KCU Ka9r|(i£VOi £Tr)pouv OCÚTÓV EKEÍ, y que si se acepta, evita una repetición abrupta (cf. aTaupoGaiv del v. 24). Estos argumentos no son plenamente satisfactorios, porque la lectura occidental puede considerarse como corrección de la repetición de Marcos. Según Bultmann, 295, la indicación temporal es obra del redactor
716
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,27-29
y KCXÍ áaTaópcoaocv aóxóv un duplicado del versículo 24; cf. J. Weiss, 335, que la atribuye al redactor que deseó completar el claro esquema temporal de 1.33.35.42. Esta sugerencia es interesante, pero no hay por qué suponer que no la añadió Marcos. Los períodos de tres horas 6, 9, 12 de la mañana, 3 y 6 de la tarde, pueden reflejar los intereses catequéticos y litúrgicos de la iglesia de Roma. La referencia a la inscripción concuerda con la costumbre romana. Cf. Seutonio, Calig., 32: «praecedente titulo qui causam poenae indicaret»; Eusebio, Hist. Eccl. V, 1 (cf. Swete, 381). Para éiuypacpTÍ véase 12,16*. émypóccpco* (griego clásico, LXX y papiros), aixía* «causa», se usa en el sentido forense de «acusación» (griego clásico, LXX y papiros). Todos los evangelistas emplean la expresión ó [3aaiXEÚc; xov 'IouSaícov (véase 15,2), que refleja el desprecio de Pilato. Le 23,8 añade oOxoq y Mt 27,37 añade al principio oGxóq écmv, mientras que Jn 19,19 escribe ' I . ó N. ó p\ x. 'loubocícov seguido de la anotación de que el xíxXoc; estaba escrito en hebreo, latín y griego. Para el tiempo perifrástico véase la Introducción, pp. 68, 85. Es peculiar de Juan la afirmación de que, en respuesta a la protesta de los sacerdotes, Pilato replicó "O yéypacpa, yéypacpa (19,21). 27s. Después de mencionar la inscripción, Marcos refiere que crucificaron a dos bandidos con Jesús. Lucas los había llamado antes KOCKoGpyoi (23,32). Al parecer, Marcos los menciona como anticipación al relato de los insultos y las burlas siguientes (vv. 29-32). Para Anaxr|c; véase 11,17; 14,48*; ¿K OE^LCOV, 10,37; éf, £ÓQvúp.cov, 10,40*. El empleo de evoc... Eva para expresar la idea de alter... alter puede ser semítico (cf. 10,37 y Mt 24,40s), especialmente porque en el mismo versículo se usa el plural oxaupoGcnv como impersonal en vez de la voz pasiva (cf. Mt 27,38: axaupoüvxca), como en 6,14; 10,13; 13,26. Cf. Introducción, pp. 69, 85. Muchos manuscritos y versiones añaden en el versículo 28 Kod éitXr|pcóBr] f) ypacpi] f) Xéyouaa Kal p:Exá ávójiQv £Xoyía6r|, pero la omisión del pasaje en S A B C D X Y ¥ 27 71* 127* 157 471 474 476 478** 692 al. mu. k sys sa bo, así como la forma de citar, revelan que se tomó de Le 22,37. Cf. Swete, 382; Lagrange, 429; Hort, 27, etc. La tradición posterior indicó el nombre de los bandidos; según c, Zoathan y Chammatha; según los» Hechos de Pilato, Dysmas y Gestas; según el Evangelio árabe de la infancia, Titus y Dumachus, y según 1, Iothas y Maggatras. Juan afirma que a Jesús lo crucificaron en medio de dos bandidos: éaxocúpQoxxv... áXXour; 5úo ÉVXEGOEV Kod EVXEUOEV, ^léaov 6é xóv MnooGv (19,18). 29s. La sección 29-32, que describe los insultos y la burla de los curiosos, los sacerdotes y los dos bandidos, crea agudos problemas históricos. ¿En qué medida influyeron en el relato Lam 2,15 y Sal 21(22),8s, y quizá también Sab 2,17s? ¿Es histórica, o parcial o totalmente obra de la imaginación, producto de la reflexión cristiana? Para irapaiTopEÚOjj.ai véase 2,23; |3Aao-(f>r|(j.£o, 2,7; KIVECO*. Los que pasan por allí son judíos que vienen de la ciudad, y no necesariamente miembros de una multitud. Esperaríamos una frase semejante a XIVEC; tcov -nxxpEaxÓTUv (15,35). Sólo cabe una explicación: que Marcos esté influenciado por Lam 2,15: TtávxEq oí TtapctTropEUÓjiEvoi óoóv...
15,29-31
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
717
£KÍvr|oav xr)v K£(f>aXr|v aóxñv, y Sal 21(22),8: itávxEc; oi Oecopoüvxéq UE ££,£[iUKxr]piaáv ^ie, éXáXr]aav év yE'ihzoiv, £KÍvr|aocv KEcpaXiív. No se deduce de aquí que estos pasajes expliquen el origen de la tradición. Puede ser que, como sucede a menudo, los hechos se refieran con el lenguaje bíblico apropiado. Todo depende de la opinión que se adopte con respecto a los vv. 29b.30. La primera parte del insulto (v. 29b) encarna la sentencia sobre la destrucción y renovación del templo, que a todas luces hemos de considerar como plenamente auténtica (véase el comentario a 14,58). No es sorprendente que se repitiese con sorna mientras que estaba colgado de una cruz el que la había pronunciado, oóá** es una interjección «¡Vaya!», que indica un asombro real o fingido: Cf. Epicteto, III, 23s: énaíVEaóv (ÍE... EITTÉ ^IOI ' o ó á ' Kal 'Bau^acnroc/ (VGT, 464). Para ó KaxaXúcov véase 14,58. Después de a ú o o v OEOCUXÓV Mateo añade el insulto E! uíóq E! TOU 9EOU. La segunda parte de la invectiva procede de la primera. Si Jesús es el restaurador mesiánico del templo, ¡que baje de la cruz y se salve! acoceo, 3,4; Kaxa|3a[vcD, 1,10; axaupóc,, 8,34. Para los burlones la lógica del desafío es irrefutable. Todo esto se expresa con realismo, y no es lógico pensar que el relato no sea histórico. El único problema —de menor importancia— es si los pasajes veterotestamentarios citados afectaron a la descripción de los que se burlan de Jesús. Para un maestro cristiano, empapado en las ideas del AT, era un lugar común la frase sobre menear la cabeza; véase además 4 Re ( = 2 Re) 19,21; Job 16,5; Eclo 13,7. 31s. Los insultos de los sacerdotes y de los escribas crean dificultades. Aunque no es imposible, nos sorprende su presencia junto a la cruz, que parece una tentativa de hacer lugar a los adversarios tradicionales de Jesús. Para oí ápxi£pEÍ<; véase 2,26; oí ypaujiaxEÍc,, 1,22; ÓJIOÍCDC;, 4,16; £U/ITO:ÍL]CO, 10,34; Tipóc, áXXiíXouc,, 4,41. Como se verá, el vocabulario se compone de palabras frecuentes en Marcos. Al mismo tiempo en el relato se ve un cierto arte. Los curiosos se burlan de Jesús; los sacerdotes y los escribas se mofan de él y recogen y transmiten lo que acaban de oír. Cf. Lagrange, 430; Rawlinson, 234. El insulto "AXXouq EOCOGEV, éauxóv oó oóvaxai a G a a i es una de las mayores ironías de la historia. Con palabras despectivas se aprueba el deseo popular «que baje ahora de la cruz el Mesías, el rey de Israel», a las que se añade la excusa escéptica ívoc ÍOCDUEV Kcd Tuax£ÚacD[i£v (cf. Jn 6,30). En otros pasajes el realismo de Marcos se basa en el testimonio; es, pues, difícil creer que su lenguaje sea obra de la imaginación creadora; en él no resuena ninguna nota falsa. En el aspecto religioso se supone lo mismo que en Sab 2,17s: t&co^EV EÍ OÍ Xóyoi aóxoG dcXr|9£Íc;, Kal itEipáaco|a£V x a év ÉK|3áa£i aóxou. EÍ y á p écmv ó oÍKaioq uióq BEOG OCVXLX^HipExai aóxoG, Kai púaExai aóxóv EK X £ L P ° ^ ctv6£cnT)KÓXQV. Pero pocos afirmarían que Marcos depende de este pasaje. Tampoco hay otros pasajes que puedan explicar la génesis de la sentencia en Marcos 7 . No sucede lo mismo con Mt 27,43, pasaje cuyo modelo indudable fue Sal 21(22),9: 7. Véase la crítica que hace Lagrange, 430, a Aytoun: JTS 21,^245ss, en el sentido de que la sentencia es una reminiscencia de Sal 22,29 (LXX: 21,30).
718
15,31-33
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
Mt 27,43
Sal 21(22),9
Tué-n:oi6ev é m xóv 9eóv, puaáa9co vOv
ríXiuerev ETIÍ KÚpiov, puaáa9co aÚTÓv acoe/cao aüxóv,
EL 9ÉXEL aÓTÓV.
OT'. 9ÉXEI aÓTÓV.
A Marcos, sin embargo, no hemos de leerlo a través de Mateo; en Marcos éauTÓv... ercoaai es el único punto de contacto con el salmo y a lo sumo una reminiscencia. En efecto, Brandt ha llegado a sugerir que las palabras de Marcos son una especie de eco de los insultos que con frecuencia dirigieron a Jesús sus adversarios durante los últimos días de su ministerio terreno; cf. Montefiore, I, 382. El relato de los tres insultos sucesivos puede ser catequético, sobre todo porque no se atribuye ninguna palabra a los rebeldes crucificados; pero es sustancialmente fidedigno. Según algunos exegetas, los vv. 29s y 31s son duplicados; a juicio de Wendling, 199s, y de Weiss, 336, son secundarios 29s; en cambio, a juicio de Loisy, I I , 670, Wellhausen, 131, y Bultmann, 295, son secundarios 31s. Es manifiesto que auvaTox>poO[iai* no se usa en el sentido paulino (Rom 6,6; Gal 2,20) de estar crucificado con Cristo; en Marcos, como en Mt 27,44 y Jn 19,32**, designa a los que fueron crucificados al mismo tiempo. Al parecer, el verbo no se encuentra fuera del NT y de los escritores eclesiásticos. ÓVEISÍC/O, 16,(14)*, «reprochar», «injuriar»; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. Según Lucas (23,39), sólo uno de los malhechores insulta a Jesús. EXE-J/OV (versículo 31) ofrece un punto de interés lingüístico. En Marcos k, y en Mateo D 273 569 ff g1-2 vg (plur.) syhl sa bo et leen XÉyovTEC,. Si esta lectura es original, podría ser un semitismo, porque el uso del participio solo, aunque se encuentra en griego helenístico, es frecuente en arameo. Cf. Black, 95: « W H leen EXEyov, pero al considerarlo verbo principal y subordinar éLiitaí^ovxec;, se pierde el énfasis natural: los sacerdotes y los fariseos no decían, burlándose; se burlaban, diciendo». 33s. Las tinieblas (CTKÓTOC;*) se describen con términos sencillos y precisos; comienzan a la hora sexta (y£VOLiÉVT]c; cópete; EK.TT]C;), es decir, a mediodía, y se extienden por todo el país éty, 6Xr|v tr)v yf¡v) hasta las nueve (eroc, copete; éváTncJ es decir, las tres de la tarde. Con 6Xnv xf)V yfiv se describe probablemente Judea y no toda la tierra; cf. Ex 10,22. Puede aludirse a un fenómeno natural; cf. Lagrange, 432, que menciona la posibilidad de un «siroco negro», y la nota de A. Parrot citado por Goguel, 542 nota. Como señalaba Orígenes, en época de luna llena es imposible un eclipse, que no está implícito necesariamente en la frase de Le 23,45 TOG f|Xíou EKXEÍTIOVTOC;. Es probable que Marcos viese en las tinieblas algo sobrenatural, y en este caso es uno de los desarrollos legendarios comúnmente asociados con la muerte de las grandes personalidades. Cf. Rawlinson, 235; Goguel, 541s; Lohmeyer, 345, etc. Cf. Virgilio, Geórgicas, I, 463ss: «Solem quis dicere falsum Audeat?... Ule etiam exstincto miseratus Caesare Romam Cum caput obscura nitidum ferrugine texit Impiaque aeternam timuerunt saecula noctem;
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Diógenes Laercio, IV, 64; Plutarco, Pelop., 295 A. Véase también Am 8,9; Jr 15,9; Me 13,24; para los paralelos rabínicos véase Billerbeck, I, 1040-1042, y para las interpretaciones patrísticas Swete, 384s. Al parecer, el versículo es una adición a un relato anterior de la pasión, vinculado con el esquema de las tres horas en el que se coloca el relato de Marcos. Sólo Marcos y Mateo refieren las palabras siguientes (xfi évátn copa). Para f$oáco véase 1,3*; cpcoví} L-iEyáXr], 1,26; cf. 15,37. El grito 'EXcol éXcoi XctLict aaf5axSaVEÍ es una transcripción del original arameo hebraizado 'UflDlítf ílEib \ " 6 K \ " 6 N . La frase es una cita tomada de Sal 22,1, que lee "UrDÍS? T]fcb ''bu *6fc$ • En el evangelio de Marcos, el arameo refleja ya el hebreo enTO^ (arameo KD^>)8 y N " ! ^ (arameo
Tito),
influencia que es más evidente aún en la lectura íctc^avEÍ de D k 9 . Si Marcos usa una tradición palestina, es natural que reproduzca la forma aramea, pero es más probable que la frase se pronunciase en hebreo, porque el comentario de los presentes " I 5 E 'HXEÍOCV cpcovEÍ (15,35) es comprensible si Jesús gritó f|Xeí f)Xsí o f|XÍ r|XÍ y no áXcoí. En Mt 27,46 sólo X B 33 vg (mu.) sa bo et leen la última forma; los demás manuscritos leen fiXeí o r)XÍ, formas que fácilmente podrían confundirse con íiT/tJ o ¡"P7K , Elias. Muchos investigadores defienden que Jesús usó la forma hebrea; cf. A. Resch, Paralleltexte, 357ss; Dalman, JJ, 21.204s (cf. WJ, 53s); Wellhausen, 132; Alien, 186; Turner, 78s; JTS, 26, 154 nota; Bartlet, 426; Kilpatrick, 105; otros opinan que usó la forma aramea; cf. Lagrange, 433; McNeile, 421; C. J. Cadoux, 258; C. S. C. Williams, 3840. Todo depende del carácter histórico de los versículos 35. 36b. Como suele hacer con frecuencia, Marcos traduce el arameo en beneficio de sus lectores. Para o EOTIV véase 3,17; ii£9£ptir|VEÚOLiai, 5,41. EyKctTCtXEÍTTCO* (griego clásico, LXX y papiro?). La versión de Marcos es la de los LXX, omitiendo itpóaxeq ^oi y sustituyendo i v a TÍ por EÍQ TÍ. La forma del Evangelio de Pedro 5,19 es f| búvapúc, iiou, f] 5úva^iiq, KaTéXELipáQ LÍE. La lectura cbvEÍ&LaáQ \i£ de D (cf. c: exprobasti me; i: me in opprobrium dedisti; k: maledixisti), «te^ has mofado de mí», puede deberse a un copista que se escandalizó de ÉyKCCTÉXiTtéc; [ÍE, y entendió ¿¡acpOavEt como transcripción de ''JflSyT (arameo t^¡\ , «asaltar») 10 . Se ha explicado la frase como interpretación secundaria del grito de agonía mencionado en el versículo 37, según la profecía del AT; cf. Loisy, I I , 683; Bacon, BGS, 223; Bultmann, 295; Bertram, 83. En contra de esta opinión cabe afirmar que es muy improbable que la tradición hubiese asignado a Jesús tal expresión a no ser que la garantizase el mejor testimonio. El escándalo que produce es manifiesto en el silencio de 8. En Marcos leen Xsuá » C L A f 72 517 1342 c g2 1 bo, y XLUÓ A K M e í al. fam. 13 33 118 700 al. mu. syhI. 9. Véanse los artículos de Kbnig y Nestle: ET 11, 237s. 287s. 334-336. 10. Cf. Dalman, 54 nota; Nestle: ET 11, 335s; Lagrange, 433; Harnack, Studien (1931) 98-103. Harnack defiende en el artículo citado, que yo no he consultado, que la lectura occidental es la original. Cf. Cadoux, 258. Cf. también Turner: JTS 29, 12, que prefiere elq TÍ cbvELOLaccc, LXE; y Burkitt: JTS 1, 278s.
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15,34-37
Lucas, y Juan y en la tradición textual. Schmiedel, EB, 1881, la incluye entre sus nueve «columnas fundamentales», y Arno Neumann dice que lleva inconfundiblemente «el sello de la autenticidad» (Jesús, 162). Cf. también Klausner, 354; Goguel, 541, etc. Su significado se ha interpretado de diversas formas. La opinión mantenida por los teólogos luteranos y reformados, y defendida por Dale (The Atonement, 61,360), a saber, que el Padre perdonó a Jesús, como sustituto de los pecadores, es inconsistente con el amor de Dios y con la unidad de propósito con el Padre manifestada en el ministerio de expiación de Jesús. La interpretación que ve en el grito una proclamación final de fe, a la luz de todo el Sal 22 (M'Leod Campbell, The Nature of the Atonement, 240s; Carpenter, The First Three Gospels, 393; Menzies, 280s; A. T. Cadoux, SSG, 113, etc.), es una reacción procedente de la opinión tradicional que no logra tomar en serio la expresión. La profundidad de la frase es tan grande que no puede escudriñarse, pero las interpretaciones menos inadecuadas son las que ven en ella un sentido de desolación en el que Jesús sintió un horror tan profundo por el pecado que por algún tiempo se oscureció la intimidad de su comunión con el Padre. Glover escribe: «He llegado a pensar que nunca ha existido una afirmación que revele tan asombrosamente la distancia existente entre los sentimientos y los hechos», The Jesús of History, 192. 35s. Este pequeño episodio es más complejo de lo que podría parecer a primera vista. Los TIVEC; TCOV itapEarnKÓTcov n que dicen Í5e 'HXEÍOCV cpcovEÍ son, sin duda alguna, judíos, pero el que corre a empapar una esponja en vinagre e intenta que Jesús beba puede ser un soldado (cf. Jn 19,29). ¿Cómo, pues, puede decir OCÍETE Í5CO|ÍEV eí EpXETca 'HXEÍOCC; KOCGEXEÍV CCÚTÓV?
Para Ttapí
en Jn
19,29:
QKEÜOC; EKEITO
6<;OUC;
^IEOTÓV
aTTÓyyov oúv piEcrróv TOG 6c;ouq úaacÓTtcp itEpiGévTEc; Ttpoor|VEyKav aÓToO TÓ 0"TÓ(ÍO:TI, especialmente si leemos üoacp, «con una jabalina» (Bernard,'640). Para Tpé/co véase 5,6 (cf. 6,33; 9,15.25; 10,17); yEuíc/o, 4,37*; btpo,*, Mt 27,48; Le 23,36; Jn 19,29s**; TtEpiTÍ9r|p:i, 12,1; 15,17*; KáXgcu.o<;, 15,19*. cmóyyoc;*, Mt 27,48; Jn 19,29**, «una esponja»; se encuentra en griego clásico y en los papiros (VGT, 584). Para TCOTÍ¿¡CO 11. C L N P n Z H ' minúsculos pler. leen TtapsaTr]KÓTcov; s D U © 33 68 517 565 569, itccpsoTcóxcov; B, áarr|KÓTCov; A sa et, ÉK£Í é
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véase 9,41*. éitÓTt^EV es un imperfecto de conato, como áoíSouv en el versículo 23. La expresión compuesta óccpETE í5co^ev significa «veamos». Cf. acpEc; con subjuntivo en Mt 7,4 = Le 6,42 y ácf>ET£ con infinitivo en Me 10,14. El imperativo no es auxiliar, pero se halla en camino de serlo. Véase el estudio de Moulton, I, 175s, y también VGT, 97. El significado no es «dejadle solo» (cf. 14,6); «Esperad, veamos» (RSV) y «Vamos, veamos» (Moffatt) son tal vez demasiado precisos. Es muy dudoso que exista diferencia de significado en la frase de Mateo acpEc; ÍScopxv, como indica Swete, 387, porque no es preciso ver un reproche en ÓCHETE. La cláusula condicional EÍ sp/ETai 'HXEÍOCC; KOCGEXELV OCÜTÓV expresa una expecta-
ción dudosa. Mateo sustituye el infinitivo por el participio de futuro acóacov. KocScapéco, 15,46*, es el término técnico para designar el descendimiento de un crucificado; cf. Polibio, I, 86. 6; Filón, In Flacc, 83; Josefo, BJ, IV, 5, 2; LXX y papiros. Véase Field, 44. ¿Quién pronuncia estas palabras? Las diferencias existentes entre Marcos y Mateo son extrañas. En Marcos el que habla es el que ofrece vino (cf. Xáycov). En Mt, éste es uno de los presentes (EIC; á£, OCÚTGOV) y, sin embargo, los que hablan son los demás (oí 5é XOITCOÍ). NO puede afirmarse que un soldado no confundiría v N con 7v?V\, o que no estaría familiarizado en modo alguno con las expectaciones judías, porque pudo haber sido reclutado en Sebaste (cf. Schürer, I I , I, 65. 126); sin embargo, es mucho más probable que fuesen judíos los que dijeron óccpETE íScopiEV EÍ epxsTocí 'HXEÍCXC; KOCBEXEIV OCÚTÓV. En tal caso, o Marcos se equivo-
có al atribuir la expresión al soldado compasivo o la lectura Xáycov no es original. Podría argüirse en favor del segundo miembro de la alternativa que Mateo escribe explícitamente oí Sé Xonto! gXeyov. ¿Pudo Mateo haber leído Xáycov en Marcos? El hecho de que en el evangelio de Marcos sys y sype lean, respectivamente, «ellos dicen» y «ellos decían» aumenta esta duda. Cf. Wellhausen, 132. Sin embargo, debilitan el argumento el hecho de que estas lecturas se apartan de la tradición textual y la posibilidad de que sean una armonización con el texto de Mateo. Más aún, el texto de Mateo parece ser una corrección consciente de Marcos. ¿Qué necesidad tenía Mateo de asignar la expresión a los demás, si el que dio vino a Jesús era uno de ellos? La respuesta debe ser ésta: Mateo creyó que los que hablaban eran judíos, pero dejó como estaba el Xáycov de Marcos. Por tanto, llegamos a la conclusión de que Xáycov en Marcos es primario e incorrecto. Si aceptamos esta opinión, debemos recurrir a la conjetura, y la conjetura que más justicia hace a los hechos es que en los vv. 35s Marcos combina dos tradiciones separadas: en los vv. 35.36b un relato de los circunstantes que dijeron: «veamos si viene Elias a bajarle», y en el v. 36a el relato de un soldado compasivo que ofreció vino a Jesús a punto de morir. Wellhausen, 132; Klostermann, 186, y otros (cf. Bultmann, 295) han sugerido que el v. 36a proviene de una tradición diferente de 35.36b; esta opinión es paralela a la sugerencia de Turner (cf. Rawlinson, 237), a saber, que 36a es un paréntesis de Marcos. Estas opiniones no nos llevan necesariamente a la conclusión de que una tradición es primaria y la otra secundaria. Ambas pueden ser históricas. En particular, la opinión de que el v. 36a se inspira en Sal 68(69),22: xeci EÍC; TT)V Süpccv p:ou ETCÓTiaáv (i£ ofjoc; no pasa de ser una suposición; es más probable la 4S
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hipótesis contraria, es decir, que el episodio dirigió la atención de los cristianos al salmo, que a su vez influyó en el vocabulario de 36a. En cualquier caso, si los w . 35s son una fusión de dos tradiciones, los vv. 35.36b no dependen del salmo. Jn 19,28 dice que la frase «tengo sed» cumple la Escritura, y muchos exegetas sospechan que el Sal 68(69),22 influyó creadoramente; pero a Marcos no hemos de medirlo con la medida de Juan. La acción del soldado es totalmente verosímil; Le 23,36: ócjoq TipoacfiépovTEc; OCÜTQ conserva un eco independiente de ella, aunque aquí la acción se concibe como burla. No menos creíble es la mofa relativa a Elias. Es innecesario rechazar el episodio por considerarlo apócrifo (Wellhausen, 132) o improbable (J. Weiss, 338); además es posible que Weiss, que encuentra una dificultad real en los sujetos imprecisos TLVEC; TCOV TcocpEOTT]KÓTcov y 5pau,cbv 5é TLC;, no hubiese llegado a esta conclusión si hubiese considerado los vv. 35.36b y 36a como tradiciones separadas. Goguel, 543s, cita pruebas en favor de la creencia de que se aceleraba la muerte de un crucificado dándole de beber. 37s. «Y Jesús, dando un gran grito, expiró». Para cttpek;
\f|V TcocpéScoKEV TÓ TtV£G(icx describen un acto voluntario. El fuerte realismo del relato de Marcos no sugiere esto ni refiere ninguna palabra después 15,34. Lucas refiere la sentencia nócTep, EÍq xEÍpaq aou irapaTÍ8EU.CU TÓ irvEGLxá [iou (cf. Sal 30(31 ),6, y Juan el mayestático TETEAEOTCU. El intenso sufrimiento espiritual debió de producir una embolia, si ésta fue la causa inmediata de la muerte. De ordinario los crucificados se consumían en medio de los tormentos hasta que al fin morían por agotamiento. Pilato y el centurión se sorprendieron de que Jesús hubiese muerto tan pronto, y el centurión en particular sintió miedo al oír el último grito de Jesús. * La alusión al velo del templo rasgado parece ser una adición legendaria de origen doctrinal. KaTcntáTaa^o:*, Mt 27,51; Le 23,45; Heb 6,19; 9,3; 10,20**, «velo»; se encuentra en los LXX, en los papiros (LS) y en la inscripción de un tapete que contiene una lista de ajuar del templo (Deissmann, 102s). En los LXX TÓ KaTaTtÉTaaita hebreo paroketh, masok) es el velo puesto entre el «santo» y el «sancta sanctorum» (Ex 26,31-37, etc.), pero el término designa a veces el velo que cubría la entrada al lugar santo, llamado generalmente TÓ KctA.u[jiLj.a: (Ex 27,16, etc.). Véase también Carta de Aristeas, 86 (Meecham, 55); Filón, De Vit Mos., II, 148; De Gig., I, 270: TÓ EOCÓTOCTOV KctTCCTtéTaa^oc; también Heb 6,19; 9,3 (Westcott, Heb., 163) y las interpolaciones cristianas en Test. Levi 10,3s; Test. Benj. 9,3s. Muchos comentaristas opinan que Marcos se refiere al velo interior (B. Weiss, 238; Gould, 295; Swete, 388; Billerbeck, I, 1045; Turner, 79; Plummer, 360; Rawlinson, 238; Blunt, 263,
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etc.), pero otros creen que se trata del velo exterior (Jerónimo y Tomás de Aquino [cf. Lagrange, 436]; Dalman, 56; SSW, 306; Klostermann, 186; McNeile, 423; Smith, 209; Lohmeyer, 347, etc.). No es cierto que se trate de un velo material, y en conjunto es preferible la primera interpretación. El velo rasgado simboliza la apertura del camino que lleva a Dios efectuada por la muerte de Cristo o también, y quizá al mismo tiempo, el fin del sistema del templo, y menos probablemente la destrucción del mismo templo (Goguel, 544; Schniewind, 201). G. Lindeskog: CN 11, 132-137, sugiere que la idea teológica de la apertura del camino que lleva al cielo se ha revestido con un modelo cúltico que la carta a los Hebreos y Marcos interpretan, respectivamente, de forma simbólica y realista. Es dudoso el apoyo histórico que ofrecen diversas narraciones de prodigios. Josefo, BJ, VI, 5, 3, habla de una gran luz y de que, extrañamente, la puerta oriental del templo se abrió por sí sola, apertura que /. Y orna, VI, 43c, asignó a un período anterior en cuarenta años a su destrucción (cf. Billerbeck, I, 1045); la tradición del Evangelio según los Hebreos dice que «el dintel del templo, de proporciones maravillosas, se rompió en pedazos» («legimus, non velum templi scissum, sed superliminare templi mirae magnitudinis corruisse». Jerónimo, Ep. CXX, 8. 1); cf. los prodigia narrados por Tácito, Hist., V, 13. Mateo añade otros desarrollos legendarios: se partieron las piedras, se abrieron las tumbas y resucitaron muchos santos (27,51b-53). Para oxi^Q véase 1,10*. En ELC, 5ÚO se sobreentiende u.épr|. La preposición de OCTC' ÓCVCOOEV* ECOQ KÓCTCO (14,66*) es redundante, como en
á-rcó LKXKPÓQEV (5,6). Cf. Blass, 59. 39. KEVTupícov 15,44s**, es un latinismo {centurio) que también aparece en el Evangelio de Pedro 8ss y en los papiros (VGT, 340s). Mateo y Lucas escriben EKOCTÓVTocpxoQ (-X^)) que aparece en griego tardío, en los LXX y en los papiros (VGT, 191), pero no en el evangelio de Marcos. Se describe con exactitud la posición del centurión junto a la cruz; el centurión está delante de Jesús. Para ó mxpEaTnKCÓc; véase 4,29; 14,47. 69s; 15,35*; EVOCVTÍOC;, 6,48*. La expresión EE, EVOCVTÍOCC; se usa en Tucídides IV, 33 y en Herodoto V I I , 225, y es frecuente en los LXX; vg: ex adverso. «Al estar cumpliendo su deber, estaba frente a las cruces, y nada se le pasó por alto» (Swete, 389). Mateo añade KCU OÍ LÍET" CCÚTOG y describe cómo observaban a Jesús y cómo se aterraron cuando advirtieron el terremoto y lo que le siguió (27,54). Lucas afirma que el centurión alabó a Dios cuando vio lo que había sucedido (23,47). El relato de Marcos es mucho más sencillo. El v. 39 se une naturalmente con ££,ém:v£Ua£V del 37 (así Lucas); lo que movió al centurión a hablar fue el espectáculo de la muerte y el fuerte grito de Jesús. Quizá no implique esto que el v. 38, donde se dice que el velo se desgarró en dos, sea una adición posterior de los copistas, sino que sugiera que es un suplemento que Marcos añadió a la narración base. Esta situación repercute en OUTCOC; É£,£TCV£UC¡£V ( X B L 892 sa), a lo que A C A et al. minúsculos pler. it vg syPe l ü et Ag añaden Kpá£,ac;, y sin OÜTCOC; W 0 565 sys geo arm 0'r int . El 0112 y k atestiguan EKpa£,£v y D lee CCÓTÓV Kpá£,aVTo: KOCÍ. Un testimonio tan fuerte y amplio indica que el texto original contenía una referencia al fuerte grito. Couchoud: JTS 34, 133s, arguye que el texto de D, que él califica de
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15,39-40
«monstruoso», da la clave del error inicial, y que la lectura original era OTI OÜTCOC; EKpac^ev (cf. k: quid sic exclamavit). Cf. Lohmeyer, 346, nota; Cranfield, 460; Turner, 80, que afirma que la traducción de AV y RV mg : «gritó y entregó el espíritu» tiene un sentido más natural. La declaración del centurión: 'AÁnOGc, oSxoq ó ócvGpcDTtoc, uíóc, 9EOU f\v puede ser un reconocimiento espontáneo de la divinidad de una persona de extraordinaria grandeza (cf. RVm£, RSV, NEB: «un hijo de un dios»), pero Marcos exagera el significado de las palabras del centurión, al considerar estas palabras finales de su evangelio como un paralelo de la expresión uíóc; 0EOO del principio, es decir, como confesión de la divinidad de Jesús en sentido plenamente cristiano. Cf. J. Weiss, 46; Rawlinson, 238; Bartlet, 430; Nineham, 430. Este punto de vista es posible, pero quizá sea más probable que la versión de Lucas "Ovxcoq ó v1
ávOpcoTtoq OOTOC, OÍKCCIOC; r\v (23,47) sea la más primitiva. Cf.
Easton,
353. Plummer, St. Lk., 539, opina que no hay gran diferencia entre ambas expresiones. McNeile, 424, por el contrario, sugiere que Lucas pretende evitar la idea de «semidiós» con sus asociaciones paganas. Según la tradición posterior el centurión se llamaba Longinos {Hechos de Pilato [edición de Tisch], 288) o Petronio {Evangelio de Pedro, 8). Para áXn9Gc; véase 14,70*. Lohmeyer, 347, observa que en el evangelio de Marcos la declaración del centurión supera a la de Pedro y afirma que al sumo sacerdote le pareció una blasfemia. El evangelista, por tanto, la considera de importancia grandísima. 40s. Estos vv. son un apéndice que prepara los relatos del entierro y de la resurrección. La narración de la crucifixión alcanza su culmen en la declaración del centurión. Para fjaocv 5é, que marca una nueva etapa, cf. 5,11. Obsérvese también el uso más frecuente de Sé en los versículos 36.37.39. Para cató Lj.aKpó0£v véase 5,6; Secopéco, 3,11. Se mencionan probablemente tres mujeres, pero son cuatro si con B V 131 leemos f] antes de 'Icocrnxoc; ur|Tr|p. Mocpiáu. f\ May5aXnvf| se menciona nuevamente en el v. 47 y en 16,1 (Mt 27,56.61; 28,1; Le 8,2; 24,10; Jn 19,25; 20,1.[11].[16]. 18**); en Le 8,2 y también en Me 16,(9) se dice que de ella habían salido siete demonios. El adjetivo nos indica que provenía de Magdala {el-Mejdel), al oeste del lago. El v. 47 se refiere a Mccpía f\ MOCKCÓ|3OU TOU uiKpou Kod MCOOTÍTOC; ur|TT]p
(Mateo: Mcoor|c|)) como f] 'Icoofjxoc; (Mateo: f) ccXXr) Mccpíoc) y 16,1 como f] 'IocKá|3ou (Mateo: r) áXXr| M.). Juan la llama M. f\ xou KXCDTTCC (19,25). Al parecer, es la madre de Santiago y José, porque no es probable que sys tenga razón al decir que era la hija de Santiago (syP eM dicen «madre»). Lagrange, 439, observa que según la costumbre árabe es frecuente conocer a una mujer por el nombre de su hijo, y que en la expresión de Marcos puede sospecharse la existencia de influjo semítico (compárese con ó uíóc; TÍ)c; Mocpíccc; de 6,3). Es de suponer que Santiago y José fuesen muy conocidos en la comunidad primitiva (cf. la referencia a Simón, Alejandro y Rufo de 15,21), aunque es difícil identificarlos. Sin duda alguna, no son los hermanos de Jesús (6,3), porque no es probable que Marcos designase a la Virgen María con una circunlocución. Es más probable la opinión de que Santiago es «el hijo de Alfeo» (3,18). Para el problema de si Alfeo se identifica con Cleofás véase el comentario a 3,18 y cf. Swete, 389; Bernard, 631s. El calificativo TOU LUKpoO lo distingue de algún otro Santiago (quizá el hijo de Zebedeo) por la esta-
15,41-47
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725
tura o por la edad (cf. Deissmann, BS, 144s). Nada sabemos de José ('lcocrf|
105. Me 15,42-47
EL ENTIERRO
DE JESÚS Cf. Mt 27,57-61 Le 23,50-56 Jn 19,38-42
El relato pertenece a la mejor tradición. Bultmann, 296, lo califica de narración histórica que, si prescindimos de los vv. 47 y 44s, «no nos causa la impresión de ser legendaria»; sin embargo, por lo que se refiere a una narración que asigna los últimos servicios a un judío piadoso que no era discípulo de Jesús, este juicio implica una reticencia notable. La narración es detallada y movida. Hay razones para creer que la narración se recopiló en un ambiente gentil. Podría defenderse que el imperfecto perifrástico del v. 43 refleja una tradición palestina, pero la construcción 9ocujjiác¡CD EL, la distinción de tiempos en xé9vr|K£V y dcité9avev, el uso de las palabras KEVTupícov, 5copéoLicu, itTñua, Ka9capéco y ÉVEiAécD, y posiblemente la referencia a la compra de la sábana en el v. 46, favorecen la hipótesis de la composición en Roma. La opinión de que el relato termina en el v. 46 es probablemente cierta, porque la referencia a las mujeres en el v. 47 parece añadida. Un problema mucho más discutible es la hipótesis de que los vv. 44s son una inserción. Son fácilmente creíbles la sorpresa de Pilato por la rápida muerte de Jesús y su pregunta al centurión; además es comprensible que Lucas y, en parte, Mateo omitan estos detalles. Comparada con los relatos posteriores, la narración de Marcos es, sin duda alguna, primitiva, y todavía más si la comparamos con la versión del Evangelio de Pedro (J. A. Robinson [ed.], 2. 6. 8). José es en esta obra «el amigo de Pilato y del Señor». Antes de la crucifixión pide el cuerpo de Jesús para enterrarlo, y se funda en la advertencia que Herodes hizo a Pilato: «Aunque nadie lo hubiese pedido, lo habríamos enterrado, porque se acerca el sábado». Cuando la tierra tiembla, quitan los clavos del cuerpo de Jesús, los judíos entregan el cadáver a José, que lo lava, lo envuelve en una sábana (KOCI EÍXnaE cuv-
726
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,42-47
5óvt) y lo lleva a su propio sepulcro, «el jardín de José». Por último, los ancianos y los escribas ruedan una piedra grande sobre la puerta del sepulcro, la sellan con siete sellos y levantan una tienda en la que montan guardia. Este relato se basa en Marcos, Mateo y Juan, y amplía el desarrollo legendario de la tradición que ya había comenzado en el relato de Mateo sobre la guardia ante el sepulcro (27,62-66). 42 K a i r\br] óipíac, y£vo¡dévr]c„ é-rreí. fjv i r a p a a K £ u r | , o á c m v TtpoaápfkxTov, 43 éXBcbv 'Icoor)(p T OCTTÓ ' A p i j i a G a í a c ; s ú a x q (J.OV p,ouÁ,£UTr|c;, oq Kai aÚTÓc, fjv irpooSEXÓ^isvoc; xf\v fkxaiX.síav TOU 9eou, ToXp;r]oa<; £Lof¡X0£v itpóq TÓV r k i A ó r r o v Kai f\vr¡oaTo TÓ rriTco^aT TOU ' I r ¡ a o ü . 44 Ó 5é n£iA.aToc; éGaúpiaa £ v s í rj5r| TÉ9VT]K£V, Kai TtpoaKaXEaá^Evoc; t ó v KEVxupícova é-n:r|pcÓTr|a£v a ú x ó v £Í r r¡5r)i á-néGavEv' 45 Kai y v o ü q a i r ó TOU KEVTupícovoq é5copr|oaTO TÓ i r r o g a T<5 Mcoaríq). 46 K a i á y o p á a a c , oivbóva KaGsXcbv aÓTÓv £V£ÍXr)a£v Tfj cnvbóvt Kai £0r]K£v aÚTÓv áv [j.vr|^aTL o fjv X£XaTop:r|^évov S K i r é x p a q , Kai TipoaEKÚXioEv X[0ov é m TT]V 0 ú p a v xou ^ivr¡^i£Íou. 47 í] o é M a p í a r\ M a y S a X q v r ] Kai M a p í a f\ McoofJToc; £ 0 £ Ó p o u v TODU TÉGsiTai. 43 ó ! acocee.
44 iráXai.
42
Ya había caído la tarde (es que era día de preparativos, es decir, víspera de sábado), 4S cuando José de Arímatea, distinguido consejero que aguardaba él también el reinado de Dios, armándose
42s. Para rj5r| véase 4,37; oipíaq y£Vouévr]<;, 4,35; o éaxiv, 3,17. Era al comenzar la tarde, sobre las cuatro. Marcos explica que era la víspera del sábado, es decir, el viernes, que terminaba con la puesta del sol. éneí*. irapaaKEurj*, Mt 27,62; Le 23,54; Jn 19,14.31.42**, «preparación», se usa aquí en el sentido técnico del día de preparación del sábado o de la Pascua; cf. Josefo, Ant., XVI, 6. 2; Didajé, VIII, 1. En o EOTIV itpoaáp|3ocTov Marcos explica el término en beneficio de sus lectores, itpoaáppocxov**; LXX, Jdt 8,6; Sal 91(92), título (»); 92(93), título (K B). Mateo omite la expresión, pero Lucas escribe Kai rjpépa fjv irapaaKEofjc,, Kai aá|3|3aT0V ÉTtécpcúaKEV (23,54). El versículo explica la rápida intervención de José ante Pilato; no había tiempo que perder. Cf. Jn 19,31.
15,42-44
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
727
Esta explicación, unida a la descripción de José y de su acción, recarga la larga frase de los vv. 42s, y según eso Mateo y Lucas la simplifican y refunden. Para Mcooí)(f> ó dotó 'ApiuaOaíac; cf. EópUKXrjc, ornó AaKeoaíuoVOQ, Josefo, Ant., XVI, 10. 1, y también Mt 21,11; Jn 1,44.45; Hch 10,38, etc. B D W** 0112 13 28 579 et al. it vg sys bo et Ag omiten ó. A José no se le describe como procedente de Arimatea (véase Blass, 125), sino que el artículo, ampliamente atestiguado, le caracteriza como nativo de aquel lugar. Desconocemos su localización precisa. Eusebio, Onomat., 32, identifica Arimatea con Ramathain-zophim de 1 Sm 1,1, hoy Rentis, unos kilómetros al norte de Jerusalén (cf. Dalmann, SSW, 226), pero la sitúa cerca de Dióspolis (Lida). José era también £Óaxr)uov pouXeuxric,, «consejero de buena posición» (Moffatt). EÓoxripüV significa «gracioso» o «digno» en 1 Cor 7,35; 12,24, pero aquí y en Hch 13,50,17,12** tiene el significado de «noble», «influyente», «rico». Cf. Mateo: irXoúaioc,. Josefo, Vit, 9 y los papiros (VGT, 266) ilustran este significado, condenado por Frínico (Lobeck ed.), 333). Cf. el latín honestus. |3OX£UTT]C;*, Le 23,50**, «consejero», «senador», aunque se encuentra en Josefo, BJ, II, 17. 1, no era una expresión técnica corriente entre los judíos, y según parece, Marcos y Lucas la usaron en beneficio de sus lectores gentiles para designar un miembro del Sanedrín. En la cláusula OQ Kai aÓToq rjv Ttpoabéxópevoc, Tf|v paatXEÍav TOU 9EOU (cf. Le 2,25.38), que quizá sea lo que Marcos añadió a su fuente, se dice de él que era uno de los que esperaban el cumplimiento de la esperanza mesiánica de Israel. Según el relato de Marcos, José no es discípulo de Jesús. La acción de José estuvo motivada por simpatía hacia Jesús o por compasión hacia el crucificado y preocupación por la pureza ritual (cf. Lohmeyer, 350). Mateo deduce que es discípulo (27,57). Cf. Jn 19,38. Lucas dice que era áya9óc, Kai oÍKaioc, y que mostró su disconformidad con la determinación y actuación del Sanedrín (23,50s). Una vez más es manifiesto el carácter primitivo del relato de Marcos. Para fjv irpoao£X° U £ ' v o c ; véase la Introducción, pp. 68, 85; rj (SaaiAsía xo0 9eou, 1,15; irpoaoéxouai*, Le (5); Hch (2); Pablo (2); Tit 2,13; Heb_(2); Jds 2 1 * * ; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. TC?qj.r|aac, (12,34)*, usado adverbialmente, recalca la valentía de la actuación de José. Cf. Turner, 81: «espoleó su valentía»; RSV: «cobró ánimo». Para a i x é o p a i véase 6,24s; riEiXaxoc;, 15,1; acopa, 5,29. Era costumbre dejar que los cadáveres de los crucificados se corrompiesen colgados de la cruz, pero también solían entregarse a los amigos y parientes para que los enterrasen, si lo pedían. El hecho de que José se atreviese a acercarse a Pilato revela que pedía un favor (cf. también é6copr|a a x o del v. 45), pero formula su petición apremiante (f)xriaaxo) confiando sin duda en su posición influyente y movido por la ley de Dt 21,23: «su cadáver no quedará en el madero durante la noche, no dejarás de enterrarle el mismo día». En el v. 43 D k sys geo2 leen Ttxcopa, lectura que acepta Turner: TTS 29, 13, pero aunque está bien atestiguada, quizá sea una corrección sugerida por el v. 45. 44s. La pregunta dirigida al centurión es peculiar del relato de Marcos. Mateo afirma simplemente que «entonces Pilato mandó que se lo dieran». Para BaouctL/D véase 5,20: omo9vf|aKco, 5,35; irpoaKaX-éouai,
728
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
15,45-46
3,13; KEVTupíov, 15,39; áitepcoxáco, 5,9. Sólo aquí y en 1 Jn 3,13 de todo el NT se encuentra el clásico eocuuá^Q el. Es de notar también la distinción cuidadosa de tiempos; el perfecto Té9vr)Ksv implica una condición real; el aoristo cntéGocvev, usado rectamente en la pregunta dirigida al centurión, expresa un hecho observado. Cf. Swete, 392; Lagrange, 441. Son naturales tanto la sorpresa como la pregunta, porque los crucificados solían durar dos o tres días sufriendo tormentos. El versículo «lleva la marca de autenticidad» (Lagrange). Las sys »e hl sa omiten el segundo fí5r) (B D W 0 472 1342 it vg sy1""' bo geo), y K A C L r t a í , minúsculos rell. it vg lo sustituyen por uáXai, «hace mucho» (cf. 6,47), probablemente para evitar la repetición. SopEÓficu'", 2 Pe l,3s**, «presentar», «conceder»; se encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros. El verbo indica una acción benévola, como en Gn 30,20; 1 Esd 1,7; 8,55; Est 8,1. irr<5[ia (6,29*), «cadáver» se sustituye por acomia en A C W et al., pero es claramente original ( S B D L 0 565 sys geo2 et). El griego representa tal vez la terminología oficial de los permisos del gobernador — «donavit cadáver». Cf. Swete, 392; Rawlinson, 241; Nineham, 435. 46s. Una vez obtenido el permiso para enterrar a Jesús, José compra una sábana. Después de bajar el cadáver de la cruz y de envolverlo en la sábana, lo pone en un sepulcro cavado en la roca y rueda una piedra ante la puerta. Para áyopá^co véase 6,36; cuvScóv, 14,51. Sólo Marcos menciona el entierro. Se ha afirmado que la compra muestra que el día de la Pascua no había comenzado todavía; cf. Bruce, I, 452; Menzies, 284; Bartlet, 433; Rawlinson, 242. 263s. Las objeciones contra esta opinión parecen muy fuertes. Así, Dalman, JJ, 104s, sugiere que Marcos tal vez no se dio cuenta de que esta obra estaba prohibida el primer día de la fiesta o que no estaba completamente seguro de cuándo terminaba el día. Billerbeck, II, 833, sugiere la posibilidad de una traducción errónea («compró» en vez de «tomó»), y Jeremías, 43s; JTS 50, 5s, apela a las decisiones rabínicas que suavizaban el rigor de la ley para satisfacer las necesidades cotidianas, siempre y cuando el objeto comprado se pagase después del día de fiesta; véase Shab. XXIII, 1 (Danby, 119s). Como afirma Lohmeyer, 351, quizá Marcos no se diese cuenta de la dificultad o creyese que merecía la pena explicar circunstancias anormales en conexión con esta muerte; pero es difícil estar de acuerdo con que áyopáoaq no es una confirmación de la cronología de Juan. Véase además Burkitt: JTS 17, 291ss. cnv5(áv es un trozo de tela nueva, no un vestido; cf. Mateo: aivSóvi KaOapa. Juan afirma que el cadáver estaba envuelto en vendas, Kcri £&r|accv CCÜTÓ óBovíoic; (19,40). Para el término técnico KocGcupécD véase ¿1 comentario a 15,36. ávEiXéco**, «envolver», es un verbo tardío, que, sin embargo, se encuentra en Dioscórides V, 72 y Aristóteles, Mu., 396 a 14, y en los LXX (1 Re [ = 1 Sm] 21,9) se aplica a la espada de Goliat (KOÜ. aóxf) évEiXn^évri fjv áv íncetícp). Abbott, johartnine Vocabulary, 346, sugiere en una nota importante que Mateo y Lucas habrían puesto objeción a évEÍXnaEV por ser un verbo indecoroso, ya que expresa la acción de encadenar a los prisioneros, de vendar las manos y pies de los niños, de sujetar a la gente en una trampa, de embrollarla en el mal o en deudas, generalmente en sentido peyorativo. En los papiros se usa en estos sentidos, pero también de forma neutra (VGT, 213). KaTaTÍünuA* se
15,47-16,1
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
729
encuentra en griego clásico, en los LXX y en los papiros; Mateo y Lucas escriben EBTJKEV.
Para u v í ^ a véase 5,3; ^vn^ieíov, 5,2. El evangelista afirma que el sepulcro estaba cavado en la roca. XOCTO^ÉCD*, Mt 27,60**, «explotar una cantera», < Xaq, TÉ^VCO. El verbo es tardío: aparece en Diodoro de Sicilia V, 39; en los LXX (9 veces) para traducir 2X0 y ¡"H3 y en los papiros (VGT, 371). Era frecuente encontrar en los alrededores de Jerusalén sepulcros cavados en las rocas, que unas veces tenían varias cámaras y otras una sola con un banco o escalón sobre el que se colocaba el cadáver; la entrada se cerraba con una gran piedra plana que se rodaba o empujaba ante la puerta. Cf. Dalman, SSW, 373s; Lagrange, 442. 445. Es probable que Lucas (áv ^ v r ^ o m XOC^EUTCO) piense en un sepulcro hecho con piedras picadas; cf. "Wellhausen, Lk., in locum; Lake, HER, 49s; Easton, 353s; defienden la opinión contraria Creed, 292; Lagrange, S. Luc, 596. Mateo afirma que el sepulcro era nuevo (KcnvócJ; Lucas indica lo mismo al escribir oO OÓK f|v oúSelc; OÜTICÚ KEÍ^EVOC;, mientras que Juan combina ambas afirmaciones y dice que el lugar era un huerto (K^itoq). Marcos afirma simplemente que José rodó una piedra ante la puerta. Cf. Mateo: XÍ9ov ^éyocv; Me 16,4: f|V y á p ^ é y a q acpóSpa. TtpoaKÚXíco*, Mt 27,60**, «rodar a» o «hacia arriba»; es un término tardío (pero véase Aristófanes, Vespae, 202), que no aparece en los LXX ni lo cita VGT. Como el trabajo era excesivo para que lo realizase José solo, debieron de ayudarle sus criados. Al entierro no asistió ningún discípulo; tampoco participaron en él las mujeres. No se menciona la unción y, a juicio de Marcos, no se llevó a cabo (cf. 16,1; cf. también 14,8 y Le 23,55s). Según Jn 19,39s Nicodemo trajo una mezcla de mirra y áloe, que se colocó en los pliegues de las vendas «según es costumbre enterrar entre los judíos». Cf. Billerbeck, II, 53. Así, pues, hay dos tradiciones sobre la unción: la de Marcos, según la cual el entierro se realizó sin gran prisa y sin tener en cuenta las costumbres judías, a excepción del uso de una sábana;_ y la de Juan, según la cual el entierro se hizo según las prácticas familiares a los judíos. Se ha añadido la referencia a las mujeres que observaban dónde habían puesto a Jesús (15,47) y no pertenece a la narración propiamente dicha; incluso puede ser la introducción original al relato del sepulcro vacío (véase 16,1). En el v. 47 hay muchas variantes textuales: S c B L A ¥ 0112 fam 1 (excepto 118) fam. 13 (excepto 124) 543 565 k bo geo2 leen 'lcooryToc;; C W et al. 22 28 33 118 157 579 700 892 1071 al. pler. sy pehi s a e t atestiguan 'Icoofj; D 472 1342 ff n q vg (2 manuscritos) sy* arm leen MOCKCÓ|3OU, 9 atestigua 'IaKÓfkiu KOCÍ Mcoofjtoc;; cf. c: iacobi et ioseph; y A Z 1 aur. vg (pler.) Ag leen Mcoar¡cp. W fam. 13 543 añaden ^íítnp, y 472 añade KOÜ ZOCXCÓLITI. sys escribe el equivalente de filia iacobi, y g2 vg (2 manuscritos) maria iacobi et maria ioseph.
C)
LA RESURRECCIÓN
(16,l-8.[9-20])
Aunque sólo 1-8 pertenece a la forma original del evangelio, esta sección debe considerarse separadamente por razón de 16,1 que constituye claramente un nuevo comienzo. La detallada referencia a las muje-
730
PASIÓN
16,1-8
Y RESURRECCIÓN
res en este versículo, después de los pasajes similares 15,40.47, muestra que 16,1-8 no forma parte de la narración de la pasión propiamente dicha y que representa un ciclo diferente de tradición, opinión corroborada plenamente por el carácter y contenido de 16,1-8. También requiere consideración la repercusión de la adición espúrea de 16,9-20 en la composición del evangelio, así como la breve adición en varios manuscritos y versiones y el logion Freer, que encontramos en el códice W de Washington.
106. Me 16,1-8
VISITA
AL SEPULCRO
áva(3Á.éipaaai Gscopouaiv oxi ávaKEKÚXiaxai ó XíGoq, f\v y á p j i é y a c , ac¡>ó5pa. 5 K a l r £Ía£Á.0oüaai" 1 £Íq xó ^ W I ^ E T O V ET5OV VEaVÍOKOV
K a 6 r í | J . £ V O V £V XOÍC; 5 E £ , I O Í Q Tr£pif3£|3Xr|U.£VOV
Cf. Mt 28,1-10 Le 24,1-11 Jn 20,1-10
El mismo Marcos compuso este relato basándose en una tradición que no depende directamente de un testigo ocular. En la medida en que podemos juzgarla, la tradición se compone de poco más que la creencia primitiva de que las mujeres visitaron el sepulcro y lo encontraron vacío, y de la parte del kerigma que afirmaba que Cristo fue sepultado y que resucitó al tercer día. El vocabulario y el contenido de la narración confirman este juicio. Casi todo su vocabulario se compone de palabras frecuentes en el evangelio de Marcos; no hay indicios de que se usase una fuente^ semítica, si prescindimos de la expresión cuasitécnica f| p í a x u v actppáTCDV. En el comentario estudiamos diversas dificultades: el propósito de las mujeres de ungir a Jesús, la pregunta sobre la piedra, siendo así que dos de ellas habían asistido ya al entierro, la forma y apariencia del VEOCVÍaKoq a la derecha del sepulcro, el mensaje comunicado a las mujeres, especialmente el encargo que se les da en el versículo 7, y por fin la afirmación de que no dijeron nada a nadie porque tenían miedo. Por otra parte debemos notar la dignidad y sobriedad de la narración, la ausencia de toda tentativa de describir la resurrección misma o de describir una aparición de Cristo resucitado, características que quedan de relieve cuando comparamos la narración con los relatos posteriores de los evangelios y del Evangelio de Pedro. Merece especial consideración el problema de si el relato de Marcos es una representación dramática debida a la imaginación histórica; a este respecto el relato de Marcos se parece más a los de Juan que a los que conocemos por el mismo evangelio de Marcos. Constituyen problemas especiales la relación del v. 7 con el resto del relato y las palabras finales á(J)o(3o0v-to y á p ; habrá que preguntarse además si Marcos quiso terminar así el evangelio.
16 K a l 5 i a y £ v o u . é v o u xoG aa|3(3áxou [f]] M a p í a f\ M a y & a Xr|vf] K a l M a p í a f| [ x o G ] MaKcófk>u K a l Z a X á u . r ] í | y ó p a a a v a p a r a t a i v a éXGoGaai áXEÍipcocuv a ó x ó v . 2 K a l Xíav xcpcol [xf]] u.icx T O V aa|3(3áxcov s p x o v x a i étil xó u.vr] u. £Íbv r á v a x s í Xavxoq 1 xou r]Á.íou. 3 K a l EXeyov iipóq é a u x á q Tic; áxtoKUXÍOEI f)[itv xóv XíGov £K xfjc; G ú p a q xou u.vr¡u.£Íou; 4 K a l
OToXíjV
XEUKTÍV, K a l é c U e a ^ p i í o r i a a v . 6 ó o é XéyEi a ú x a t q Mí] ÉK0au.fteíoGE' 'ITJGOGV c>]X£ÍX£ xóv N a ^ a p r j v ó v xóv á a x a u p c o u . é v o v r|yép6r],
OÓK EOXIV
<55E"
Í O E Ó xóxtoq
OTCOU
£0r)Kav
aóxóv
7 á X X á ' ó x t á y £ X £ EÍ-rcaxE xou; u.aGrixatc; auxoG K a l xcp ITéxpcp oxi F I p o á y E i óu.ac. EIQ TT)V T a X i X a í a V EKET a ó x ó v ótyEoQz, KaGcbc; EITCEV úu.ív. 8 K a l é£,£X9oGaai Eepuyov OTÓ XOU U.VT]U.EÍOU, ETXSV y á p a ó x á q xpóu.oq OÓ5ÉV EITCOV, E(po(3oGvxo y á p . . .
VACIO
731
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
16,1-8
2 ávccréXXovToq.
Kal
EKaxacuc/
Kal
OÓ5EVI
5 éX6o0aai.
16 Terminado el descanso del sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. 2 El primer día de la semana, muy de mañana, recién salido el sol, fueron al sepulcro. s Se decían unas a otras: — ¿ Q u i é n nos correrá la losa de la entrada del sepulcro? 4 Al levantar la vista, observaron que la losa estaba corrida; y era muy grande. . 5 Entraron en el sepulcro, vieron a un joven vestido de blanco sentado a la derecha y se espantaron. ^El les dijo: — N o os espantéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. H a resucitado, no está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. 7 Y ahora, marchaos, decid a sus discípulos y a Pedro que va delante de ellos a Galilea; allí lo verán, como les dijo. 8 Salieron huyendo del sepulcro, del temblor y el desconcierto que les entró, y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenían.
1. Marcos refiere que las mujeres compraron perfumes cuando terminó el sábado, oiccyevouévou TOO aa|3f3áxou, es decir, después de las seis de la tarde. Siayívopai*, Hch 25,13; 27,9**, «trancurrir» «intervenir», «pasar»; aparece en griego clásico, en los LXX (2 Mac 11,26*) y en los papiros (VGT, 147). Para ayopá^co véase 6,36. Los ápcóuaxa* son probablemente aceites perfumados (cf. áXsícpQ, 6,13*) y no hierbas aromáticas. Lucas añade KCÍÍ uúpoc (23,56). Las tres mujeres son las nombradas en 15,40, dos de las cuales se mencionan también en 15,47. En 16,1 la segunda María es M a p í a í] (xou) 'laKÓpou, mientras que en 15,40 es M a p í a f\ 'IaKÓjJou xou uiKpou Kai MGDOTJXOC; urruip y en 15,47 M a p í a f) MOOÍÍTOC;. Según 15,40 es la madre de Santiago, pero es extraño que en el versículo precedente (15,47) se la llame «de Jesús». Se simplifican estas formas sororendentes de nombrarla si omitimos con D d n desde Kal oíayevouévou hasta ZaXcbpn en 16,1a, porque en tal caso las que compran los a p o p a r a son las dos mujeres mencionadas en 15,47. Cf. k, que omite desde f] M a p í a hasta ZaXcóur), y q, que lee et abeuntes emerunt aromata ut eum unguerent. Turner, 81s; JTS 29, 13s, y Bartlet, 434, aceptan la omi-
732
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
16,1-2
sión y vinculan 15,47 con 16,1b. Pero el deseo de simplificación pudo hacer que se introdujesen estos cambios, y dado el fuerte testimonio de X A B C W A 0 (con variantes menores), ha de preferirse el texto de WH. Todos los relatos mencionan a María Magdalena, que es la única mujer nombrada por Juan. Mateo añade r\ áXkr] Mapíoc. Lucas habla de Juana en vez de Salomé y añade Kcri a l XoiTtal aóv aúxaíc; (24,10). Para estas variantes y las de Me 15,40.47 y 16,1 véase el excurso IX, p. 776. Según Marcos, el motivo es ungir el cadáver, iva ¿XGouaai áXsíijjcocnv aúxóv. Cf. Le 24,1: cpépouaai a r|xoíp:aaav a p e o n a r a . Según Mateo, las mujeres van a visitar el sepulcro, Sscopfjaai xóv xácpov; este cambio se debe a la introducción del relato acerca de la guardia; con todo, constituye un punto en el que Mateo se aparta de su fuente. Juan no menciona motivo alguno. Es de suponer que, según Juan y Mateo, María Magdalena va a visitar el sepulcro, porque según 19,40, en los pliegues de las vendas se habían puesto ya perfumes. Puede argüirse que las mujeres querían completar los últimos ritos añadiendo aceites perfumados. Por otra parte, no debemos deducir de Juan que envolver a Jesús en vendas, con perfumes, fue sólo un acto provisional, y el relato de Marcos, al hablar sólo de una sábana, sugiere que las mujeres fueron a realizar las diligencias que se habían omitido y que ahora podían llevarse a cabo. Además, el relato de Marcos concuerda estrechamente con la sentencia «se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura» (14,8). Así, pues, es difícil conciliar la diferencia entre las narraciones, y como el relato de Marcos contradice a lo que cabría esperar, es lógico preferirlo. Pero, en cualquier caso, tanto si el relato de Juan es histórico como si no lo es, es difícil atribuir a las mujeres la intención de ir a ungir el cadáver un día y dos noches después de la muerte de Jesús. Cf. Lohmeyer, 353; Montefiore, I, 401. Nadie pretende expresarse con excesiva seguridad allí donde los testimonios se contradicen. Cf. Branscomb, 306. Pero, en líneas generales, es más probable que las mujeres fuesen a visitar el sepulcro (Mateo y Juan) que a ungir el cadáver (Marcos y Lucas). Para las costumbres judías en lo referente a la unción véanse los comentarios a 14,8 y 15,46. Cf. también Ez 16,9; 2 Cr 16,14, y véase Billerbeck, I I , 53. 2. Es difícil la indicación temporal, que define la hora en la que las mujeres llegaron al sepulcro. Xíav irpcoí sugiere la primera parte del período entre las 3 y las 6 de la mañana (cf. itpcoi evvuxa Xíav, 1,35), mientras que dcvaxeíXavxoc; TOO f|Xíou designa la salida del sol. Para ávaxéXXco véase 4,6. Le 24,1 dice opGpou |3a8écDc;, «al despuntar el día), y Jn 20,1 itpcoi OKOxíac; exi OUOT|C;, «temprano, cuando todavía estaba oscuro». Mt 28,1: óipá 6é a a ^ á x c o v , xfj ¿TtLcpcoaKoúar] EÍC, jiíav oa|3|3áxcov es una expresión ambigua. Es probable que cupé signifique «después de» * y que xfj émcfiQCTKOúa'n describa el principio del primer día de la semana 2 , o la tarde de nuestro sábado 3 , digamos, de 6 a 9 de 1. óipé significa «tarde» (Moulton, I, 72; VGT, 470) o «después de» (Blass, 97, 312); pero como le sigue xfj éitKpcúOKOúan el último sentido parece más apropiado. Cf. Billerbeck, I, 1051. 2. Cf. Turner: JTS 14, 188-190; Burkitt: JTS 14, 538-546; 16, 79; Black, 99. El verbo arameo n'gah (hebreo 'or) puede ser un modismo para designar el principio del día judío en el ocaso. 3. Cf. McNeile, 429; Alien, 189; St. Mt, 301; Smith, 211.
16,2-3
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
733
la tarde (si se sigue el cómputo judío) o la mañana siguiente, de las 3 a las 6 de la mañana (si está implícito el cómputo romano). Si émcpúaKCú expresa el amanecer real (griego clásico y papiros), serían sobre las 6 de la mañana. Así, pues, Lucas y Juan concuerdan con Marcos, y también posiblemente Mateo. ¿Pero qué decir de ávoxEÍXavxoc; TOU f|Á.íou, que contradice lo que refieren Lucas y Juan y que no concuerda con Xíav itpcoí de Marcos? La tradición textual demuestra que desde una época temprana se sintió esta dificultad. D c ff n q Ag leen ávaxéXXovxoq, c omite Xíav Ttpcot, D W k n sys i>c llier arm Xíav, y q Ttpcoí. Todas estas lecturas pretenden eliminar la disparidad del texto de Marcos y no son originales. No obstante, es difícil creer que Marcos escribiese dcvaxEÍXavxoc, xoü r]Xíou después de Xíav irpcoí. Swete, 395, explica que las mujeres salieron antes del amanecer y que llegaron después de salir el sol, pero esta explicación no satisface (cf. Klostermann, 190; Rawlinson, 244); la distancia desde Jerusalén es muy corta. Burkitt: JTS 14, 544, no ve incongruencia entre las dos expresiones griegas y duda de si Xíav Ttpcoí significa algo más que «tan temprano como pudieron». Aun así, Plummer, 366, arguye que la expresión «no concuerda con 'el amanecer'». Turner, 82, cree que es tentador suponer que el texto perdió las palabras «todavía no», y Torrey, TG, 70s, pone una pausa después de HVT][ÍEÍOV, vincula el genitivo absoluto con el v. 3: «Cuando había amanecido, se decían...», y suprime Kaí en el v. 4 como traducción errónea de un ) redundante. Quizá convenga considerar ávatEÍXavxoq xou f)Xíou como una corrupción primitiva, presente en la tradición anterior a Marcos y debida a confusión del arameo ncgah. Cf. Black, 100. También es posible que la expresión sea una glosa muy primitiva de los copistas originada por el mismo motivo, pero aunque no encuentra paralelo en Mateo y Lucas, no hay pruebas textuales que apoyen esta hipótesis, que por eso no pasa de ser una conjetura. Debemos considerar aún xfj púa xcov aa|3|3áxcov. Se afirma frecuentemente que el uso del cardinal en lugar del ordinal (en contra de xf| •rrpóxrj -qplepa x u v á^ú¡j.cov de 14,12) es semítico; cf. Blass, 144; Black, 90, y véase Kautsch, Gr., 122; Dalman, Gr., 131. Para los argumentos en contra véase Moulton, I, 95s. 237. II, 174; véase también Howard, I I , 439. Quizá sea cuasitécnica esta expresión (Mt 28,1; Le 24,1; Jn 20,1.19; Hch 20,7; 1 Cor 16,2**). Si es así, su presencia no caracteriza la narración, que por lo demás no está marcada con semitismos. Véase además, Swete, 395; Lagrange, 445; Klostermann, 190; Lohmeyer, 353. 3s. Mateo introduce aquí una referencia al gran terremoto y un relato de la bajada del ángel del Señor que remueve la piedra y se sienta encima. Su aspecto era como de relámpago, y su manto blanco como la nieve; los centinelas se llenaron de miedo y quedaron como muertos. Marcos no sabe nada de esta leyenda, y el relato, peculiar de su evangegelio, de la pregunta de las mujeres: «¿quién nos correrá la piedra del sepulcro?» demuestra que tampoco conoció la acción de sellar la piedra ni de poner guardia. sXeyov expresa una acción continua, «decían». Para Ttpóc; éauxác; véase 9,10; 11,31; 12,7; 14,4. Igual que irpoaKuXíco, áiTOKuXíco*, Mt 28,2; Le 24,2**, «remover», pertenece al griego tardío (LXX: Gn 29,3.8.10; Jdt 13,9*). Lo mismo sucede con ávaKuXío del
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16,4-5
v. 4**, «apartar», «retirar», que no se encuentra en los LXX, pero que aparece en los escritores griegos de los siglos i y n. VGT no ilustra ninguno de estos verbos. Si defendemos que la pregunta de las mujeres, que nace de su propósito, es improbable (véase el comentario a 16,1), el v. 3 tiene que ser dramático e imaginativo y no histórico. Quizá en la década de los sesenta, cuando escribió Marcos, no fue posible otro tipo de narraciones, porque una generación había concentrado su atención en las apariciones del Señor resucitado (cf. 1 Cor 15,4-8) y en el hecho de la resurrección misma (Hch 2,24; Rom 1,4, etc.). Marcos no intenta explicar cómo se removió la piedra; quizá creyese que la había retirado el ángel, aunque es más probable que pensase que su remoción había sido obra de Dios o de Cristo resucitado. Marcos afirma que las mujeres, al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y añade con gran sencillez que era muy grande. Para ávccpXéTcco véase 6,41; Secopéo, 3,11; ó XíQoq, 15,46. Para el uso gráfico del perfecto dcvocKEKÚAiaxou cf. 15,44.47. Según el Evangelio de Pedro 9, la piedra se corre por sí misma, dccp' ÉccuxoG KuXia6el<; éitexcbpr)aE n a p a Liépoq, después de oírse una gran voz del cielo y de que descendiesen dos hombres con gran luz. En k encontramos una glosa digna de atención que habla de una repentina oscuridad sobre toda la tierra y de que los ángeles bajaron del cielo y, subiendo 4 en la gloria del Dios vivo, ascendieron con él; y de repente se hizo luz. «Súbito autem ad horam tertiam diei tenebrae factae sunt per totum orbem terrae, et descenderunt de caelis angeli et surgentes in claritate uiui dei simul ascenderunt cum eo, et continuo lux facta est». Se ha sugerido muchas veces que f|V yócp M^Y0^ ocpóopa* debería trasladarse al final del versículo 3, donde lo leen D 0 565 c d ff n sys h t e r Eus, pero las cláusulas explicativas con y á p concuerdan con el estilo del evangelista (véase 5,8). A Le 23,53 D 0124 1071 c añaden 6v UÓyit; e'ÍKoai EKÚXIOV. Es sorprendente la sobriedad de la narración de Marcos: implica, pero no afirma, que el sepulcro estaba vacío. El anuncio dramático se reserva hasta que el ángel dice en el versículo 6: r|yép9r|, OÚK écrnv o 5 e ' Í 5 E ó TÓTtoq OTTOU e8r|Kav aüxóv. 5. Marcos refiere ahora que las mujeres entraron al sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha y vestido con un traje blanco. Describe el susto de las rrmjeres con la palabra Éc;£9tt¡j.pV|9r|0'av, término fuerte que sólo Marcos usa en el NT (véase 9,15). Para pvvr|^Elov véase 5,2; veocvLCTKOc;, 14,51*; KáOrj^icu, 2,6; áv xotq 5e£,iotc;, 10,37; itepipáXXco, 14,51; axoXr|, 12,38*; XEUKÓC;, 9,3*. Al parecer, Marcos escribe con libertad, porque todas las palabras pertenecen a su vocabulario. B y 127 leen éXOouoa:., y Lake, HER, 62-65, está dispuesto a aceptar esta lectura en el sentido de «cuando llegaron al sepulcro», a causa de la probabilidad de transcripción y porque, según el evangelio de Mateo, el ángel se sienta sobre la piedra corrida, es decir, fuera del sepulcro. Sin embargo, es muy improbable que el argumento tomado de la probabilidad de transcripción resista el aplastante testimonio de los manuscritos en favor de eloeXeoGaai; además la diferencia de Mateo se debe al hecho de que este evangelista omite los vv. 3-5 en favor de otra tradición. El 4. Creemos que «y el Señor resucitado» es una corrección. Cf. Rawlinson, 244.
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relato de Marcos plantea el problema del sepulcro vacío en su forma más aguda, pero al juzgar la narración conviene distinguir los problemas más. amplios. A la luz de la íntima unión existente en el pensamiento judío entre cuerpo y alma o espíritu no cabe duda de que, cuando la predicación más primitiva afirmó que Dios había resucitado a Jesús (Hch 2,24.31s; 3,15, etc.), implicaba el sepulcro vacío y que lo mismo implican las palabras de Pablo en 1 Cor 15,3-5: «Cristo murió... fue sepultado... resucitó... se apareció». También es verdad que Pablo consideraba el cuerpo resucitado como aco^a Ttveu^axtKÓv (1 Cor 15,44) y que, por tanto, debió de creer que el cuerpo sepultado en el sepulcro se transformó de alguna manera. Sin embargo, dando por supuesto que atestigua la creencia primitiva en el sepulcro vacío, el problema relevante de la narración de Marcos es si el relato se basa en un testimonio directo o sí se compuso a base de imaginación. La descripción del joven sugiere lo último. Lake, HER, 190. 251s_ afirma que se alude a un joven, y no a un ángel, pero tal afirmación es inadmisible porque en narraciones similares términos como VEOCVLOKOC, designan a seres angélicos. Cf. Le 24,4: ¿cv&pEq oúo; Evangelio dePedro 9: oúo áv5p£C; 2 Mac 3,26; MxEpoi be oúo ¿(pávnaav aúxw VEcevím; 3,33: oí aúxol VEOCVÍCU; Josefo, Ant., V. 8. 2 (de la mujer de Manóaj): cpávxaoua é-jucpaíVEXai, ayyEXoq xoG GEOG, V£avíg K.aX£> TOxpcrn:Xr|cn.ov KOCL ¡j.EyáXcp. Además, Tt£pi|3E(3Xr|^évoc; axoXf)v XeuKr|V es el lenguaje convencional que describe tales seres; cf. Ap 7,9.13, donde se dice que los elegidos estaban TTEpipE[3Xr|ii£VOi axoXác, XEUKCÍC;; 10,1: áXXov áyyEXov... it£pip>£|3Xr]^£vov VEcpéXnv, cf. también la descripción de Cristo transfigurado en Me 9,3. Sin embargo, en tal caso, aun sin poner en tela de juicio la existencia de seres sobrenaturales, es probable que la descripción de Marcos sea obra de la imaginación: Marcos describe de forma gráfica lo que él cree que sucedió. Los vv. 6s, en los que el ángel emplea un lenguaje humano, subrayan esta impresión. Mateohabla explícitamente de un áyyEXoc; Kupíou y dice que tenía la forma <£><; áaxpcnrr| y que sus vestidos eran XEUKÓV ó q yíú>v. Cf. Lucas: áv éaSfjxi áaxpcntxoúoT]. Para it£pi|3áXXo¡aai con acusativo interno véase el comentario a 1,6. 6. El ángel ordena a las mujeres que no teman, declara que Jesús. ha resucitado y señala el lugar donde le habían puesto. Una vez más el vocabulario es de Marcos: para c]r]X£co véase 1,37; Nocc/xprivcx;, 1,24;. axaupóco, 15,13; éyEÍpco, 1,31; xó-itoc;, 1,35; y para OTEOU E9T]KCXV ocüxóv cf. 15,46: KCCÍ EBrjKEV ccüxóv y 15,47: TTOG xé9£ixcu. El uso de ÉcrrccupCD^évov corresponde al empleo que de él hace Pablo en 1 Cor 1,23; 2,2; Gal 3,1. «El crucificado» es una expresión un tanto formal unida a 'Inaouv xóv Nac/xpnvóv; cf. Turner, 82. cjqXElxE. KXX. tal vez sea interrogativo (así en Lucas); cf. Klostermann, 190; Turner, 82. Pero, en conjunto, es más probable que se quiera hacer una afirmación (así en Mateo); cf. Lagrange, 447); Lohmeyer, 354; Schniewind, 204. El cambio rápido del aoristo r|yép9r| caracteriza el acontecimiento como algo que acaba de suceder; cf. Moulton, I, 135-137. Compárese con áyr|y£pxaL de 1 Cor 15,4.20. ó xóitoc; es el banco en el que descansaba el cadáver y no el sepulcro mismo. El lenguaje, en especial la construcción asindética, nos da la impresión de hallarnos ante una afirmación rápida y vigorosa.
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN
16,6-7
La interesante sugerencia de Lake, HER, 68s. 250-252, de que las mujeres se acercaron a otro sepulcro y que el joven las dirigió al de Jesús, se basa, aunque de forma insuficiente, en la lectura de D W 0 565 que intercalan ¿KEÍ antes de ó TÓitoq. Aunque leamos EKEÍ, no hay por qué suponer que se refiera a un sepulcro adyacente. La interpretación de Lake procede de la suposición de que el que habla es un extranjero desconocido. Por tanto, al rechazar su opinión nos encontramos ante el problema de si el relato es un drama o una narración de lo oído. La probabilidad del hecho, la descripción del locutor y el vocabulario de Marcos, en especial la frase 'Inaoüv... TÓV Naí¡apr|vóv TÓV écrraupco[lévov, apoyan decididamente el primer miembro de la alternativa. Según Mateo, la prohibición es más enfática: \ir] (pofisloBe. Ú^EÍC;. Omite la^ frase TÓV Noc^ocpnvóv de Marcos y antepone a la afirmación del propósito de las mujeres la certeza de oí5oc yocp OTI, que se convierte en la razón del mandato. Invierte las frases r|yép9s y OÚK EOTIV COÓE y añade Ka9cb<; EITCV. Invita a las mujeres con mayor énfasis (5EUTE ÍSETE) a que vean el lugar y sustituye la forma activa £6r|Kav por EKEITO. El texto paralelo de Lucas puede ser una tradición independiente. Mientras que las mujeres aterradas bajan la cabeza hacia el suelo, los dos ángeles preguntan: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?», y anuncian: «No está aquí; ha resucitado». Sin embargo, D a b e ff 1 r omiten el mensaje, probablemente con razón. 7. Se interrumpe el anuncio {áXká; cf. 9,22; 14,36) y se da paso a un mensaje que las mujeres han de comunicar a los discípulos. Para ÚTtáyo véase 1,44; oí ^aBnTal aÚTOu, 2,15; ÜExpóc;, 3,16. Se recalca KCCÍ x ñ riÉxpo y no cabe duda de que se piensa en la negación. Cf. Hch 1,14: aúv yuvaic^lv KCU Mapiáp.; 1 Cor 15,5: cócp9r] Kncpa, EITOC TCHC; 5CÓ5EKO:. No hay por qué pensar que los discípulos se hayan
marchado ya a Galilea (Ed. Meyer, I, 18s); es más probable que estén todavía en los alrededores de Jerusalén (Lohmeyer, 355). OTL es recitativum. El mensaje recoge la profecía de 14,28, pero cambia el futuro Ttpoá^co por el presente itpoáyEi, y añade la promesa de que, como les dijo Jesús, lo verán en Galilea. El presente no es un futuro virtual, sino que da la certeza de que Jesús está ya en camino a Galilea; cuando lleguen allí, le verán. Como Jesús no h#bía dicho a sus discípulos que le verían en Galilea, Turner, JTS 26, 155s, considera EKEÍ OCÜTÓV oipEaSs como paréntesis. Sin embargo, parece dudoso que Marcos quisiese que una declaración tan importante se interpretase así, y es preferible admitir que se usa con libertad la frase KOcOcbc; ETTCEV Ó^LV. Si TtpoáyEi es un auténtico presente, itpoác^co de 14,28 no puede significar «os conduciré», sino que en ambos casos el verbo debe significar «preceder». La mayoría de los comentaristas opinan que la sentencia se refiere a las apariciones de Cristo resucitado a sus discípulos y a Pedro, pero Lohmeyer, 355s, opina que trata de la parusía; cf. también R. H. Lightfoot, LDG, 52-65. 73-77. Lohmeyer afirma que si se tratase sólo de las apariciones del Resucitado, no se comprendería por qué han de vincularse con Galilea. El anuncio habla de algo que sólo podía tener lugar en Galilea, tierra en la que se completa lo que comienza con la resurrección. «Galilea es la tierra de la consumación escatológica». Los evangelios y los Hechos, al hablar de las apariciones, no emplean la ex-
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN
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presión «verle», sino ¿ocpBr). Es verdad que Pablo emplea ópáco en 1 Cor 9,1 ( o ó / i 'Ir|aoGv TÓV KÚpiov f]^Gv éópaKa) y Juan tres veces en 20,18 ('EcbpccKCX TÓV KÚptov). 25.29. Pero también es cierto que en los escritos joánicos (aunque no en Pablo) «le veréis» es la expresión fija para designar la parusía; cf. Jn 16,16s.l9; 1 Jn 3,2; Ap 1,7; 22,4. Cf. en concreto Me 14,62: OIJJEOBE TÓV UÍÓV TOU ávépcóixou..., y 13,26. La exégesis es atractiva, pero de débil fundamento. A la parusía puede aplicarse también la pregunta de por qué deben vincularse con Galilea las apariciones del Resucitado. En efecto, según Test. Zab. IX, 8, que para Lohmeyer es un texto importante (cf. Lightfoot, op. cit., 73), la parusía tendrá lugar en Jerusalén: KCU ÓUEÍC; oi)j£a9E OCÜTÓV év 'iEpouaaXiíp;. La referencia a Galilea se explica adecuadamente por la opinión, comúnmente aceptada, de que Marcos y Mateo (a diferencia de Le 24 y Jn 20) sólo conocen las apariciones de Galilea; por otra parte, la preeminencia de Galilea en el evangelio de Marcos es el único punto de apoyo de la afirmación de que Galilea es la tierra de la plenitud escatológica. Además, no es exacto afirmar que 6i(J£a9£ es un término técnico que designa la parusía, porque el verbo es muy corriente y, como ha demostrado Lohmeyer, se aplica también a la resurrección y en 9,1 al reino (LOCOCUV). En la versión de Mateo, las mujeres deben ir de prisa (TOCXÓ), no se menciona a Pedro, se refunde el mensaje en la forma 'Hyép9r| airó TÜV VEKpGv, KCU í5oü itpoáyEi KTX., se elimina la dificultad de Koc9cbq EITIEV Ú[ÍLV y se añade al final í&ou ETTUOV ójatv. En Lucas la referencia a la enseñanza en Galilea sobre el sufrimiento, la crucifixión y resurrección del Hijo del hombre se sustituye, al parecer, por otra tradición. Bastantes exegetas opinan que el v. 7 es una adición secundaria hecha al Proto-Marcos (Wellhausen, 136) o por el mismo Marcos (Ed. Meyer, I, 20; Bultmann, 309; Klostermann, 191; Creed: JTS 31, 180), en beneficio de las apariciones en Galilea. Parece preferible la segunda hipótesis, aunque es necesariamente una conjetura. Su ventaja consiste en que si el versículo 7 es posterior, el 8 se refiere al anuncio de la resurrección en el versículo 6. Entonces no habría necesidad de preguntarse por qué no se comunicó el mensaje a los discípulos y a Pedro, mientras que es apologética la referencia al silencio de las mujeres. Marcos pretende explicar por qué no se conoció antes el relato (cf. Bousset, 65). Sin embargo, esta sugerencia nos obliga a concluir que Marcos no logró comprender la dificultad creada por el v. 8. Es más discutible la opinión de que se intercalaron los vv. 5-7 porque mientras que el sepulcro vacío puede evocar una creencia (Jn 20,8), la presencia y palabras del ángel explican de forma más natural el temblor y miedo de las mujeres. Cf. Lohmeyer, 357 nota. S. El mensaje asusta a las mujeres, xpó^ioq*, 1 Cor 2,3; 2 Cor 7,15; Ef 6,5; Flp 2,12** «temblor» (de miedo); aparece en griego clásico, en los LXX y en los papiros. Para EKOTaaLc; véase 5,42*. Swete, 398, comenta: «se volvieron y abandonaron el sepulcro, asustadas y sin poder concentrarse o controlarse por el momento». Cf. Deissmann, BS, 293. Field, 44s, afirma que ELXEV casi significa lo mismo que gXoc|3E, «fueron presa de» (cf. Le 5,26; 7,16) y en este sentido lo usan los mejores escritores griegos desde Homero y Herodoto hasta Plutarco. Para á£,Épxo^ai véase 1,25; cpEÚyco, 5,14; IIVI^ETO-V, 5,2. 47
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16,7-8
Marcos añade que las mujeres no dijeron nada a nadie porque tenían miedo. Para la doble negación véase el comentario a 1,44 y para (popéo¡aai véase 4,41. Como es sabido, el evangelio concluye con esta afirmación abrupta. Los evangelistas posteriores consideraron intolerable este final: Mateo afirma que las mujeres, llenas de miedo y al mismo tiempo de alegría, corrieron a contárselo a los discípulos; Lucas dice que contaron todo a los Once y a los demás. Bastantes exegetas defienden que é(f>o[3o0vxo y á p es el final original del evangelio. Cf. Wellhausen, 137; Ed. Meyer, I, 13-18; Creed, 314-318; JTS 31, 175-180; R. R. Ottley: JTS 27, 407-409; W. K. L. Clarke: Theol. 29, 106s; Lohmeyer, 356-360; R. H. Lightfoot, LDG, 1-48; GM, 80-97. 106-116; J. Knox, 63 nota; W. C. Alien: JTS 47, 46-49; L. J. D. Richardson: JTS 49, 144s. Lightfoot ofrece muchos ejemplos de oraciones que terminan con y á p , tomados de Homero, Esquilo, Eurípides, Platón, Aristóteles, los LXX (Gn 18,15; 45,3[?]; Is 16,10[?]; 29,11), Justino Mártir y los escritos herméticos, y ejemplos tomados de los papiros citados por H. J. Cadbury: JBL (1927). Sin embargo, ninguno de estos ejemplos está al final de un libro, y es increíble que Marcos quisiese concluir su obra de esta manera. W. L. Knox: HThR 35, 13-23, argumenta con razón que no hay paralelo alguno ni al principio del evangelio de Marcos, ni en la conclusión de cualquiera otra perícopa del evangelio, ni en Juan —a pesar del empleo de las «interrupciones dramáticas» del cuarto evangelio— ni en general en las literaturas judía y helénica. La hipótesis implica que por pura casualidad Marcos inventó una conclusión que «concuerda con la técnica de un tipo altamente sofisticado de literatura moderna», y que le confiere «un grado de originalidad que podría invalidar todo el método de historia de las formas» (pp. 22s). A estas consideraciones cabe añadir que el v. 8 no excluye una continuación y que el argumento no cambia si á(J)of5o0vTO implica temor religioso (cf. Alien: JTS 47, 48; 48; 201-203), como en 4,41 y 9,6. Es muy dudoso que el final equivalga a Kcri Siá (póf3ov oóoEvi oúoev EÍTOXV o a Kal (f>o|3r|9EÍaca oüSsvi oúoáv EITTOCV. Por el contrario, Étpopouvro y á p es la explicación de oüSevi oúoáv Eiitccv. Cf. Bultmann, 309 nota. Conserva su validez la opinión de que á(po|3o0vTO y á p no es el final con el que se quiso tefminar el evangelio. Cf. Hort, 46; Swete, CIIICXIII; Moffatt, 238s; Burkitt, Two Lectures on tbe Gospels, 28; Bultmann, 309 nota; Turner, 82s; Streeter, 337; Branscomb, 310; Schniewind, 205s. No sabemos cómo terminaba el evangelio. La continuación natural de á(po|3oGvTO y á p sería una cláusula con [ir] («no fuera que») relativa a los judíos o a la acusación de que estaban locas (Streeter, 337; Rawlinson, 268), seguida de las apariciones a Pedro y a todos los discípulos. Tampoco sabemos cómo llegó a desaparecer la conclusión original del evangelio. Se ha conjeturado que se mutiló el papiro original, que Marcos murió prematuramente o que se suprimió deliberadamente la conclusión original del evangelio. Cf. C. S. C. Williams, 40-45.
EL FINAL
LARGO
Me 16,9-20 Después de los estudios de Hort, 28-51; Swete, CIII-CXIII, y Lagrange, 456-468 5 , no es preciso examinar detalladamente la conclusión, aceptada casi universalmente, de que 16,9-20 no perteneció originalmente al evangelio de Marcos. Los argumentos externos e internos son decisivos, X B k sys omiten el pasaje, e importantes manuscritos de las versiones geórgica, armenia y etiópica, lo mismo que Eusebio y Jerónimo dan fe de que faltaba en casi todos los manuscritos griegos que ellos conocieron. También es significativo que en L y V y en los manuscritos sahídicos, siríacos y etiópicos se combine con el «final breve». W intercala un tercer pasaje, el «llamado final Freer», después de 16,14, y un manuscrito armenio del siglo x contiene la rúbrica Apioxcovoc, t o u itpEafk)T£pou que según se admite comúnmente, atribuye 16,9-20 al Aristión que menciona Papías 6 en la famosa cita de Eusebio, Historia Ecclesiastica, I I I , 39. 15. «En toda la literatura griega prenicena, escribe Hort, 37, sólo hay a lo sumo dos huellas de los vv. 9-20, y éstos faltan completamente en los escritos de Clemente Alejandrino y Orígenes que han llegado hasta nosotros». Las dos excepciones son una posible alusión de Justino Mártir, Apología, I, 45: oi áitócnroAoi CCÚTOÜ ÉC^EXOÓVTEC; Ttavxaxou ÉKTÍpuc/xv,
y la cita expresa de Ireneo I I I , 10. 6: «In fine autem euangelii ait Marcus: Et quidem Dominus Iesus, postquam locutus est eis, receptus est in cáelos, et sedet (lectura variante: sedit) ad dextram patris». Como veremos en el comentario, los datos internos, basados en el vocabulario, estilo y contenido de la sección, concuerdan plenamente con los datos externos. La RSV tiene razón al poner el pasaje al margen y no en el texto después de un amplio espacio en blanco, como hace la RV. El pasaje se compone de los relatos siguientes: 16,9-11: 16,12s: 16,14-18: 16,19s:
Aparición Aparición Aparición Ascensión
a a a y
María Magdalena; dos discípulos que iban de camino; los Once; exaltación.
|| 9 'Avaoxáq 5 E itpcol irpcÓTr] aa(3(3áTou écpávr) Tcpotov M a p í a T[¡ May5aA.r]vfj, -rrap' Tjq £Kp,£|3Á.TÍK£i éirrá hav\xbv\.a. 10 £K£ÍVTI1 -rtopEuGEiaa' aTníyy£iÁ.£v xolq \xsx aÚToG yEVo^évoiq TÜEVGOUOI Kal KÁ.aíouaiV 11 KCCKEIVOI áKoúaavTEc; OTI £fj KCXÍ éGEÓGr] ÚTC' aóxfjq f|TÚcn:r|aav.
12 METCX OS x a u x a ouoiv
á£, CXÜTCOV iTEpmaTouaiv áq>av£pcóGr| EV ETÉpa nopcpí] Ttopsuo[iévoiq síq á y p ó v 13 KCXKELVOI áTCE^GóvTEC, áTcrjyy£iÁ.av jolq Áomoiq" OÜOE EKEÍVOIC; ámoTEuaav. 14 "YaxEpov [ 5 é ] á v a KEi^iévoiq aÓToíq xoíq EV5£KCX écpavEpcóGrí, Kal OVEÍSIOEV^ xr]V dnuGTÍav aúxcov Kal oKXr)poKap5[av OTI Toíq G£aoa[iÉvoiq 5. Cf. también Plummer, XLII-XLVIII; Turner, 83-85; Streeter, 335-351. Lagrange afirma la canonicidad de 16,9-20, pero reconoce que es un apéndice tardío. 6. Pero véase Streeter, 127; Turner, 84.
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16,9-20
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
aÚTÓv áyrjyEp^iévov [EK VEKpcov] OÓK émaxEuaav. 15 Kai ETTTEV aúxoíc, nopeu0ávTeq £Íq TÓV KÓO^IOV axcavxa Kr|púc;ax£ TÓ EÚayyÉXiov iráar] xr) KTÍGEI. 16 ó TuaxEÚaac, Kai |3cnrnaBEÍC; aa>6r|G£xai, ó 5s áTuaxr|aac; KaxaKpiBríaExai.
17 ar|^£Ta
5é xotq Tciaxsúoaaiv r aKoXouBr|a£i xaGxa n , év T U óvó^iaxi ^iou 5ai^ióvia £K(3aA.ouaiv yXcóaoaic; Xákr\oovaiv T ;L 18 [Kai áv xaíc; x^poiv] ocpsiq ápoGcnv, KCCV Bavácu^óv TI TCÍCOOIV OÚ \ir\ aúxouq pXátpr], ém áppcóaxouq X £ ^P ac í é.mBf¡oouoiv Kai KaXcoc; £c;ouaiv.
19 'O \xé.v o5v KÚpioq ['IriooGcJ (JETO TÓ XaXfjaai
aÜToíq ávsXfnicpÓr) ele, TÓV oúpavóv Kai SKÓBLOSV EK 5E£,ICÜV TOU 9sou. 20 EKETVOL 5 E á^EXBóvTsq £Kr)pu£,av TiavTaxoG, TOG Kupíou auv£pyoGvToq
Kai TÓV Xóyov |3£(3aioGvToc; 5 i á TCOV
éixaKoXouBoúvTcov ar)^£Ícov T ||, 17 TOCUTO: TrapaKo\ou6f|aeL [ Kcavcac,.
20 Auf|v.
9 Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. 10 Ella fue a decírselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando, " pero ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, se negaron a creer. 12 Después se apareció por el camino, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban a un cortijo. 13 También éstos fueron a anunciárselo a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron. 14 Por último se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado. 15 Y añadió: — I d por el mundo entero pregonando la buena noticia a toda la humanidad. 16 El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. 17 A los que crean, los acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18 cogerán las serpientes y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a ]ps enfermos y quedarán sanos. 19 Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 2 0 Ellos se fueron a pregonar el mensaje por todas partes y el Señor cooperaba confirmándolo con las señales que los acompañaban.
16,9-11: Aparición a María Magdalena. El vocabulario y el estilo de este relato muestran claramente que no lo escribió Marcos, sino que se basa en un conocimiento de las tradiciones que encontramos en Lucas y Juan. El relato comienza de forma abrupta, sin sujeto, como si previamente hubiese sido mencionado Jesús (pero no María). Etyávr\ (cficávexocí, 14,64), que no se encuentra en ningún otro pasaje de Marcos, describe la aparición a María, caracterizada por la expresión Ttctp' f\c, éKp£[3Xr|KEi £TTTCX
16,12-18
PASIÓN Y RESURRECCIÓN
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b a i ^ ó v i a (cf. Le 8,2). Se indica la hora con Ttpcoí, frecuente en el evangelio de Marcos (véase 1,35), pero se añade tipcüTn oafipáxoü, que difiere de xfj u.ia TCOV aappóVttóv de 16,2 (cf. también 14,12). irpcoTov (16,9) es una palabra corriente en Marcos (véase 3,27), pero éK|3áXX£iv Trapa (16,9) no aparece en ningún otro pasaje del NT. El relato de lo que hace María en 16,10 recuerda a Jn 20,18: EpXEXcu... áyyéXkouoa xoic, u.a9nxoüc„ pero es incoloro, mientras que la referencia a los discípulos xoic, [ÍEX' aÓToG y£VOU.évoic, no es de Marcos. Para KAodco véase 5,38s; 14,72*; TIEVBÉCO*. Trop£Úou.ai (16,10.12.15) aparece una vez en Marcos (9,30*), y KÓKELVOC; (16,11.13), aunque se encuentra en 12,4s*, no se aplica a los discípulos. El evangelista rara vez (10,23; 12,27*) emplea £áco (16,11), y nunca 9£CCOU,cu (16,11.14), que se encuentra con frecuencia en Juan. El evangelista tampoco emplea áiricrTÉco (16,11.16*), aunque el verbo es corriente en griego clásico y aparece en Le 24,11.14; Hch 28,24; Rom 3,3; 2 Tim 2,13 y 1 Pe 2,7**. Por último, la afirmación de que los discípulos no creyeron el mensaje concuerda con Le 24,11 y Mt 28,17b. 16,12s: Aparición a dos discípulos que iban de camino. La narración es un simple resumen que afirma que Jesús se manifestó ((pavEpóco; 4,22; 16,12.14*) «en otra forma» a dos (discípulos) que iban al campo. Es obvio que el relato es un eco lejano de la narración de los dos discípulos camino de Emaús (Le 24,13-35). Tampoco son de Marcos el vocabulario y el estilo de este relato, ^IETÓC xauxa es una expresión corriente en el evangelio de Juan, pero nunca la usa Marcos. Lo mismo cabe decir de ETEpoc;* y \±opipr\* del versículo 12, pero para TtEprnaxéco véase 2,9 y para cYypóq 5,14. Para TtopEÚou.ca (v. 12) y KOCKELVOC; (V. 13) véase 16,9-11, pero para ccrtépxoum, 1,20; dtitaXXÉXXco, 5,14; AOITCÓC,, 4,19. La expresión áv áxépa [iop
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PASIÓN Y RESURRECCIÓN
16,15-17
cede a la resurrección un escritor que piensa según las condiciones de su tiempo. Para 8£áou,ca véase el v. 11* y para áynyEpuévov cf. 16,6 y 2 Tim 2,8. Jerónimo, c. Pelag., I I , 15, encontró aquí en algunos manuscritos una defensa de los discípulos: «Et illi satísfaciebant dicentes saeculum istud iniquitatis et incredulitatis substantia (variante: sub satana) est quae non sinit per immundos spiritus ueram Dei apprehendi uirtutem. idcirco iam nunc reuela iustitiam tuam». Véase el «Logion Freer»
infra, p. 744. 15s. Después del duro reproche resulta muy abrupta la introducción de las sentencias. El encargo de predicar el evangelio a toda la humanidad es una versión independiente de Mt 28,18s. Su universalismo muestra que era corriente en una Iglesia gentil. La sentencia amplía las ideas que contiene en germen 7,27 y con mayor precisión 13,10. Igual que Mt 28,18s, la sentencia, que expresa admirablemente el espíritu del cristianismo, es una sentencia pronunciada por Jesús; de lo contrario, no hubiese sido posible la controversia que culminó en el Concilio de Jerusalén (Hch 15). Knpúaoco (véase 1,4) y EÜctyyÉAiov (véase 1,1) son palabras frecuentes en el evangelio de Marcos, pero KÓa^ot; sólo aparece dos veces (8,36; 14,9), mientras que KXÍCHC;, usado en 10,6 y 13,19 en la expresión CCTT' ápxfjc, KTÍaecoq, designa aquí la humanidad (cf. Col 1,23; también Jdt 9,12; 16,14; 3 Mac 2,2.7; 6,2). Aunque no se indica el contenido del evangelio, parece aludirse al mensaje cristiano. Apoya esta opinión el v. 16, cuyo lenguaje pertenece a una época tardía. Cf. Jn 3,17s. Sin embargo, Juan emplea ó TTLCÍXEÚCDV y la fe en cuestión es la unión con Cristo por ia fe. ó TuaxEÚoocc; apunta aquí a un acto, y probablemente, como sugiere Kod pccrtxic^EÍc;, a una profesión de fe hecha en el bautismo, mientras que el bautismo mismo es un rito que forma parte de un orden eclesiástico establecido. Cf. 1 Pe 3,21; Tit 3,5. En efecto, no estamos lejos de la idea de bautismo como sello que garantiza la salvación escatológica (o"co9r|a£xca). En tal caso, los verbos TUOTEÚCO {véase 1,15) y |3airríc]co (véase 1,4) están cargados de un significado posterior a Marcos. Para OTIOTEÚCO véase el v. 1 1 " . KOCXCtKpívcD (10,33; 14,64*) designa aquí el juicio final. 17s. Es joánica la idea de que algunas señales (anpxlov; véase 8,11) seguirán (extraño uso de GCKOAou9éco; véase 1,18) a los creyentes; cf. Jn 14,12: ó TCIOXEÚQV EÍC^ E.\IÍ x a Mpya a iycb TCOIW HÓCKEIVOC; xtoif)-
0£i. Pero también aquí falta la nota joánica. Estas señales aparecen en los evangelios sinópticos y en los Hechos: echar demonios en nombre de Cristo (para év x<5 óvó¡aaxí uou véase 9,37; ocu[ióvia EK^ÓCXAEIV, 3,15), hablar en lenguas (Hch 2,3s; 10,46; 19,6; 1 Cor 12,28), coger serpientes con la mano (cf. Le 10,19; Hch 28,3s; cf. Is 11,8) y curar a los enfermos (Me 6,13). Pero una vez más el punto de vista es posterior. Por ejemplo, hablar en lenguas no se menciona en los evangelios, y si leemos Ka i vale; (A C 2 D W minúsculos omn. it vg syc Pe M h i e r geo Ambr Ag), nos aproximamos a expresiones como Kcaví] 5ia9r)Kr| y Koavóq ávSpcoTcoc; (cf. Swete, 406). En 6,13 se menciona la unción con aceite, pero aquí se habla específicamente de la imposición de las manos, y mientras que en Le 10,19 se habla de pisar serpientes, aquí se trata de cogerlas, y si leemos KCCI év xaíq x^penv (C L Mm« A W 33 565 579 892 et al. sye h l sa bo geo 2 ), de cogerlas con las manos. Además, beber venemos mortales sin que hagan daño no se menciona en ningún pasaje del
16,16-19
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NT, pero Papías (Eusebio, H E , I I I , 39) lo cuenta de Bársabas y se narra también en una famosa leyenda sobre san Juan (Hechos de Juan; cf. M. R. James, 263) y en muchos relatos de Teofilacto (véase Swete, 406). Sin asomo de duda, la atmósfera de este pasaje es la de los años 100-140 d. C. 9aváai[aoq es un término clásico que no se encuentra en griego bíblico, oú \±r\ aóxoüc, |3Xái)jr| recuerda a Le 4,35. ccppcoaxoq se usa en Me 6,5.13*, pero la expresión clásica xaXcoc, 'éya sólo aparece en este pasaje del NT. 16,19s: Ascensión y exaltación. Este relato final no indica ni el tiempo ni el lugar, pero [ÍEXÓ: xó XaXf]oai aúxolc, sugiere de forma natural la comida a la que se refiere el v. 14 más bien que el final de la serie de apariciones (Swete, 407). ó uév oQv... 5é es reasuntivo, pero C* L W 90* sy° i>e h i e r sa arm et geo2 omiten oSv, usado raras veces en Marcos (véase la página 500 nota). Para ¡lev... oé véase 12,5; 14,21.38*. Con esta expresión se distingue la acción de Jesús de la de los Once, que, no obstante, reciben su ayuda y confirmación mediante las señales que les acompañan. No cabe duda de que este relato es un sumario, cuyo vocabulario e ideas son posteriores a Marcos. El título ó KÚptoq 'Inaouc; aparece varias veces en los Hechos y ocasionalmente en Pablo, pero nunca en los evangelios. Aun omitiendo 'Inaout; (con A C:í D Q Hr fam. 13 28 al. plur. geo 2 ), ó KÚpioc;, muy frecuente en Lucas, no se encuentra en Marcos, si prescindimos de 11,3 (véase). áv£\r)p(f>9r)* designa la ascensión, como en Hch 1,2.11.22 y 1 Tim 3,16; cf. 4 Re ( = 2 Re) 2,11 (traslación de Elias). Swete, 407, señala que los credos empleaban generalmente el término áva[3aív£iv o ávépXEoBocí, tal vez porque áv£Ar|p;(j>9n podría admitir una interpretación docetista, aunque de hecho para la Iglesia griega la ascensión era r\ ávaAT]i|nc; o f\ éopxf] xfjc, ávaAr|i|j£Cú<;. Después de la ascensión se menciona la exaltación, que en la fe del cristianismo primitivo ocupó un lugar tan importante (Hch 7,55s; Rom 8,34; Ef 1,20; Col 3,1; Heb 1,3; 8,1; 10,12; 12,2; 1 Pe 3,22; Ap 3,21). Swete, 407, y Lohmeyer, 363, opinan que el lenguaje de este pasaje es propio de las profesiones de fe. Para Kal ÉKá9iOEV EK 6E£;ICÚV xoO 8EOG cf. Sal 110,1, citado en Me 12,36. Los Once se marchan (E^EAOÓVXECJ, como es de suponer, de Jerusalén. En tal caso y a diferencia de Marcos (cf. 14,28; 16,7), el escritor sigue la tradición jerosolimitana de las apariciones. Como observa Swete, 408, «es claro que éKr|pu£av Ttocvxccxoü (1,28*) no pertenece a la forma más primitiva de la tradición evangélica». Para afirmaciones semejantes sobre los apóstoles, tomadas de Clemente Romano, Hermas y Justino Mártir, véanse los pasajes citados por Swete. Los tres verbos del genitivo absoluto con el que termina el pasaje sólo se encuentran en las cartas: auvEpyéo (Rom 8,28; 1 Cor 16,16; 2 Cor 6,1; Sant 2,22**); pE^aióco (Rom 15,8; 1 Cor 1,6.8; 2 Cor 1,21; Col 2,7; Heb 2,3; 13,9**); STOCKOÁoueéco (1 Tim 5,10.24; 1 Pe 2,21**). Existe un paralelo de la idea de la cooperación de Cristo exaltado con los discípulos en Heb 2,3s: (ocoxr)píce) ÚTTÓ TÜV ctKouaóvxcov ele; q ^ a q á|3£f5cacb8r|, auvETtipiapxupoGvTOC; xou BEOU OT)(J.£[OIC;... Pablo opina más bien que el creyente coopera con los demás (Rom 16,3.9.21) o con Dios (1 Cor 3,9). Pero si en Rom 8,28 leemos ó 9sóq, Pablo habla de Dios que coopera en todo para el bien de los que le aman; cf. Dodd, Rom., 138. Refiriéndose a las señales que siguen, Swete concluye su comentario con las nobles palabras de Beda:
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EL LOGION FREER
EL LOGION FREER
«sancta quippe ecclesia quotidie spiritaliter facit quod tune per apostólos corporaliter faciebat... miracula tanto maiora sunt quanto magis spiritalia».
Eiq xr|v aXr]9£iav Kai p:r)K£xi ap;apxr|0coaiV iva xr]v EV xco oupaveo Tcv£Up:axiKr]v Kai acpGapxov xr]q 5iKaioauvr|q 6o£,av KAr)povo^ir]ocoaiv.
EL FINAL BREVE
«Ellos replicaron 7: 'Esta era de injusticia e incredulidad está bajo el dominio de Satanás, quien por medio de los espíritus malos no permite que sea comprendido 8 el verdadero poder de Dios; por eso revela ahora tu justicia'. Ellos se dirigían a Cristo, y él les replicó: 'Han terminado los años del poder de Satanás, pero se aproximan cosas terribles, aun para los pecadores por los que fui entregado a la muerte, para que vuelvan a la verdad y no pequen más, y para que hereden la gloria espiritual e incorruptible de la justicia que está en los cielos'».
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El final breve se encuentra en L ¥ 099 0112 274m« 579 k syw m s y en algunos manuscritos de sa bo et. El texto, con muchas variantes dice así: návToc 5 E Ttapr|yy£X^éva xoiq TtEpi xóv üéxpov auvxóp:coq* éc;r|yyeiXav*. p:£xá S E x a u x a Kai aóxóq ó 'Ir)aouq écpávr] aúxoíq, Kal airó ávaxoXfjq* Kal á / p i * oúaEcoq* ác,aTcéaxsi^£v* 5i° aóxcov xó Ispóv* Kai acpBapxov* Kr|puypxx* xf|q altovíou acoxr)píaq*. «Comunicaron en pocas palabras a los que estaban junto a Pedro todo lo que se les había ordenado. Después se les apareció Jesús, y de Oriente a Occidente difundió a través de ellos el mensaje sagrado e incorruptible de la salvación eterna». Ninguna de las palabras señaladas con asterisco se encuentra en el evangelio de Marcos; lo mismo cabe decir de las expresiones oí itepi TÓV néxpov, UETCÍ TocOra, TÓ íepóv Kai ctcpSccpxov Kfjpuypa y T] aicóvioc, ocoTT|pía. Este pasaje no procede de Marcos. Lo mismo que el «final largo», este final da fe de que algún escritor primitivo creyó que é(po(5o0vTO yáp no era el final original de Marcos. Swete, CVIII, sugiere que la inequívoca referencia a la difusión de la predicación apostólica en Occidente es un signo del origen romano del evangelio; cf. Rawlinson, 248. Inevitablemente, ya en una época primitiva este final dio lugar al «final largo», de mejor calidad y más detallado. Véase además Hort, 38.
"EL LOGION FREER El llamado «Logion Freer» es en realidad una glosa del códice W añadida a 16,14 y cuyo comienzo cita Jerónimo (véase el comentario a este versículo). El texto de W reza así: KaKEivoi aiiEXoyouvxa XEyovxsq oxi o aicov ouxoq xqq avopuaq Kai xiqq a m a x i a q UTO XOV a a x a v a v £cmv o \xr\ £cov x a UTO xcov irvEU^axcov a K a 9 a p x a xinv aAx|6Eiav xou 0£ou KaxaXapeaQay Suva^iv 5 i a xouxo anoKaXuipov aou xr)v 5iKaioauvr|V r\br\ EKEIVOI e^syov xco XPLOTCO Kai o x P l O T ° ^ EKEivoiq TcpoasXsyEV OXL TCETcXrjpcoxai o opoq xcov EXCOV xrjq £¿;ouaiaq xou o a x a v a cxXka £yyic¡£i aXXa Siva Kai u-rtEp cov syeo a^iapxrjoavxcov -rcapEooOrrv eiq Bavaxov iva uitooxpsijjcooiv
Al parecer, algún copista primitivo quiso suavizar el duro reproche dirigido a los Once en 16,14 y, teniendo en cuenta la situación religiosa de su tiempo, añadió una sentencia de Jesús que se había difundido de forma oral. Bartlet, 450, opina que la adición se tomó de algún escrito cristiano del siglo n, pero es preferible suponer, con Rawlinson, 249, que se compuso ad hoc. No podemos determinar su fecha; se ha propuesto el final del siglo n o el principio del ni. 7. Leyendo áTrsXoyoGvTo. 8. Según Jerónimo, quae non sinit per immundos spiritus ueram Dei apprehendi uirtutem.
EXCURSOS I EL BAUTISMO
DE JESÚS
En la nota introductoria a este relato (página 170) indicábamos que deben estudiarse separadamente el relato de Marcos y la experiencia de Jesús. Aunque toda explicación ha de ser necesariamente un ensayo, parece preferible explicar la experiencia de Jesús como algo interno y espiritual. Quizá quisiese el evangelista describir los fenómenos objetivos que vio Jesús, porque no hay indicaciones de que pretenda contar una visión; tampoco se excluye que para Jesús la experiencia incluyese elementos auditivos y visuales. La narración de Marcos también puede reflejar su idea de que la condición mesiánica de Jesús fue un secreto oculto para la multitud. No obstante, estas posibilidades no nos impiden trascender el relato del evangelista para ofrecer una explicación fundada en la vida íntima de Jesús. Le 10,18: «¡Ya veía yo que caería Satanás de lo alto como un rayo!» y la experiencia narrada en el relato de la transfiguración (Me 9,2-8) indican que a veces Jesús contemplaba en éxtasis la verdad en forma de visión y que, como san Pablo, oyó «unas palabras inefables, que no puede pronunciar ningún hombre» (2 Cor 12,4)'. Tal posibilidad conserva su validez aun cuando la génesis del relato se remonte a las creencias de la comunidad primitiva; existía la convicción de que la consagración a la misión mesiánica suponía el don del Espíritu y que el bautismo confería el Espíritu 2. Tampoco repercute en dicha posibilidad el que Marcos, como cristiano paulino, haga uso del término «el Espíritu» (véase en p. 172) ni la incertidumbre sobre si Q contenía un relato del bautismo 3. El AT afirma repetidas veces que los líderes del pueblo, los guerreros, los profetas, los reyes y los artesanos estaban dotados del ruah-adonai"' para cumplir mi1. Para la idea de que Jesús fue una persona «pneumática» véase Otto, 334s. 379-381. 2. Cf. Bultmann, 267s; Bousset, 55s; Branscomb, 19s. Bultmann cree que el relato debe atribuirse a la comunidad helenística. Bousset duda entre esta idea y la del origen palestino, inclinándose tal vez por esta última. Branscomb opina que la narración indica lo que los cristianos llegaron a pensar sobre Jesús. 3. Cf. Bultmann, 268. 4. Otoniel (Jue 3,10), Gedeón (Jue 6,34), Jefté (Jue 11,29). Sansón (Jue 13,25), Besalel (Ex 31,3; 35,31); Balaam (Nm 24,2), Saúl (1 Sm 10,6.10), tam-
748
EL BAUTISMO DE JESÚS
siones especiales; por eso es natural que Jesús desease una efusión del Espíritu en vísperas de iniciar su ministerio. En ella tuvieron que darse todas las condiciones de una visión que pudiese significar que Dios le llamaba a una misión y le cualificaba para llevarla a cabo. Es más verosímil explicar la idea de que el bautismo confiere el Espíritu como una deducción del relato del bautismo de Jesús que, viceversa, como una creencia que dio lugar a la composición de este relato. El bautismo fue la ocasión en la que Jesús «se dio cuenta de que había llegado su hora» 5 y recibió el don del Espíritu para cumplir su misión. Decir que el bautismo fue el momento en el que Jesús fue constituido Mesías 6 es una afirmación demasiado radical, a no ser que la condición mesiánica, tal como él la interpretó, naciese de la conciencia de su filiación divina, una filiación plena e irrepetible 7. El sentido de su filiación y la conciencia de su destino mesiánico preceden a la experiencia decisiva del bautismo 8, y explican por qué Jesús se sometió al bautismo administrado por Juan. La ausencia total de una conciencia personal de pecado, según aparece en los evangelios, excluye que Jesús aceptase el bautismo como uno de tantos penitentes. Por eso, hemos de concluir que el bautismo de Jesús fue un acto de total aceptación de su misión y quizá también un acto de identificación personal con el Israel pecador, cumpliendo de esta manera el plan de Dios 9. Jesús recibió en el bautismo la seguridad de que él era realmente el Hijo y el Siervo de Dios. Así lo indican las ideas relativas al Siervo y al Mesías, que se combinan de forma irrepetible en las palabras de la voz celeste, y la visión de la venida del Espíritu. Del relato de Marcos no se deduce con claridad si Jesús ya en este momento fue consciente de ser el Siervo del Señor 10, porque las palabras citadas están tomadas de Is 42, y no de Is 53; sin embargo, cabe suponer que su conciencia de un destino de sufrimiento está unida de forma directa con la experiencia inicial del bautismo. Cf. Le 12,50. bien Is ll,2ss; 42,1. Véase Lagrange, 12; N. H. Snaith, The Doctrine of tbe Holy Spirit, 11-37. 5. Rawlinson, 253. 6. Wellhausen, 5. 7. Cf. Holtzmann, Theol, I, 339. 352s. 413-415; C. J. Cadoux, 35. 8. Lagrange, 12: «Jesús no fue constituido Hijo de Dios en el bautismo,. como tampoco lo fue en la transfiguración (9,7)». H. G. Marsh, 104s. 9. Cf. Flemington, 27: «Para Jesús aceptar el bautismo de Juan no implicó necesariamente conciencia de pecado, a no ser en un sentido corporativo; pero su identificación con el pueblo de Dios estaba implícita en la concepción. del carácter mesiánico que, según sabemos, nuestro Señor descubrió en el Deuteroisaías». Flemington cita a A. Oepke, KThW, I, 536. 10. Pero véase J. W. Bowman, 42s; O. Cullmann, Baptism in tbe NT, 16s;_ Urchristentum und Gottesdienst, 64-67.
II LOS DOCE Y LOS
APOSTÓLES
La relación entre los Doce y los Apóstoles es uno de los problemas capitales del cristianismo primitivo y reviste una importancia decisiva a la hora de estudiar cuestiones como la Iglesia y el ministerio cristiano. En este excurso estudiamos el problema en cuanto afecta al evangelio de Marcos, aunque de hecho es imposible excluir repercusiones más amplias. Los puntos que merecen nuestra atención son los siguientes: funciones y significado de los Doce en el evangelio de Marcos; el testimonio ulterior de los demás evangelios y de los Hechos; el lugar que ocuparon los Doce en la Iglesia primitiva y, por fin, la relación de éstos con los Apóstoles. 1. Según el testimonio de Marcos, los Doce fueron elegidos para ser enviados a predicar y a expulsar demonios (3,14s), después de gozar durante algún tiempo de la compañía de Jesús; Marcos da fe también de que los Doce fueron enviados después de dos en dos con autoridad sobre los espíritus inmundos y encargados de predicar la conversión (6,7.12), posiblemente porque la llegada del reino de Dios se consideraba inminente. En el evangelio de Marcos los Doce pierden relieve después de la misión, pero vuelven a primer plano durante el viaje a Jerusalén (10,32), en relación con la enseñanza de Jesús y durante la Ultima Cena (14,17). Pedro, Santiago y Juan son testigos oculares de importantes acontecimientos, como la resurrección de la hija de Jairo (5,37), la transfiguración (9,2) y Getsemaní (14,33), y junto con Andrés están presentes en el monte de los Olivos (13,3). Por lo demás, se tiende a incluir a los Doce en el círculo más amplio de «los discípulos», aunque es posible que a veces esta expresión, o también la denominación «sus discípulos», designe a los Doce. Nunca aparece en el evangelio de Marcos que los Doce fueran designados para ejercer funciones de dirección y gobierno en la comunidad primitiva. La impresión general que recibimos es que, aunque la existencia de los Doce y la naturaleza de su elección estaban firmemente enraizadas en la tradición, si prescindimos de Pedro, Santiago y Juan, la mayoría de ellos se convirtieron en un recuerdo un tanto lejano. Dos observaciones ahondan dicha impresión. Primera: de las nueve referencias que el evangelista hace a los Doce, siete, al menos, aparecen en las «composiciones de Marcos», es decir, en las narraciones recopiladas de una tradición fragmentaria (4,10; 6,7; 9,35; 10,32; 14,10.17.20). Sólo 11,11 («con los Doce») y 14,43 («uno de los Doce») pertenecen a narraciones autónomas, e incluso en estos casos se trata de simples expresiones, como en 4,10; 14,10.17.20. Segunda: 3,16-19a no es más que un catálogo. Al parecer, el evan-
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gelista no sabe nada de Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón el cananeo. A falta de otras informaciones, podría deducirse del evangelio de Marcos que la misión original confiada a los Doce se refería sólo a la misión de Galilea, narrada en 6,6b-13, y que después de su fracaso los Doce se distinguieron del resto de los discípulos sobre todo por su carácter y capacidad. 2. Dado el estado de cosas que, al parecer, implica el evangelio de Marcos, será necesario extender nuestra investigación a los datos ulteriores que ofrecen los demás evangelios, los Hechos, las Cartas y el resto del NT. Estudiaremos los términos con que se designa a los Doce; los relatos o tradiciones adicionales de Mateo, Lucas y de los Hechos; y, lo que es más importante, las sentencias de Jesús que explican las funciones de los Doce. Los títulos empleados son «los Doce», «los doce discípulos», «los doce Apóstoles», «los doce Apóstoles del Cordero» y «los Once». El uso posterior de estos títulos no modifica la impresión que hemos sacado del evangelio de Marcos. La proporción en que aparecen toldos estos títulos es la siguiente: Me (9); Mt (9); Le (8); Jn (4); Hch (3); Pablo (1); Ap (l) 1 1 . Es de notar que las alusiones directas a los Doce no son más frecuentes en los Hechos, en las cartas paulinas y en los escritos joánicos, y que faltan completamente en las cartas católicas y en las pastorales. Las tres alusiones de los Hechos se explican probablemente porque Lucas identifica a los Doce con los Apóstoles 12, pero tal afirmación no explica el uso que el cuarto evangelio y el único pasaje paulino (1 Cor 15,5) hacen de tales títulos. Nuevamente sacamos la impresión de que los Doce, en cuanto cuerpo, son figuras tradicionales del pasado. Las listas de Mt 10,2-4; Le 6,14-16 y Hch 1,13 no arrojan mayor luz. Mt 10,2-4 no es sino una segunda edición de la lista de Marcos, en la que se caracteriza a Mateo como «el recaudador». Las dos listas de Lucas sustituyen a Tadeo por Judas de Santiago, pero nada sabemos de ninguno de ellos. De hecho, a no ser que Le 6,12-16 proceda de una fuente distinta del evangelio de Marcos, opinión que no está muy difundida, no hay sino una lista fundamental, a saber, la de Marcos. El cuarto evangelio utiliza además tradiciones relativas a Andrés (1,40-42.44; 6,8; 12,22), a Felipe (1,43-45.48; 6,5-7; 12,21s; 14,8s) y a Tomás (11,16; 14,5; 20,24s.26-29); pero, si prescindimos del problema de su carácter histórico, estas alusiones no hacen más que definir la personalidad de estos discípulos y relacionar a Tomás y a sus compañeros con el Señor resucitado, pero no iluminan el pro11. La expresión «los doce Apóstoles» sólo aparece —en los evangelios— en Mt 10,2; cf. Le 6,13: «Doce... a los que nombró Apóstoles». 12. Se menciona a «los Apóstoles» 28 veces en los Hechos de los Apóstoles y 12 veces en las cartas paulinas. En el resto del NT la expresión aparece en esta proporción: Me (1); Mt (1); Le (4); Jn (0); Heb (0); Cartas pastorales (0); Cartas católicas (2); Ap (2).
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blema relativo a los Doce. Hch 1,15-26 refiere la reconstitución del colegio de los Doce, pero es difícil aceptar con seguridad el carácter histórico de este relato. De Matías no sabemos nada más. Cf. Lake, Beginnings, V, 41-46. Mucho más importantes son las sentencias relativas a los Doce. Mt 10,40: «El que os recibe a mí me recibe, y el que me recibe recibe al que me ha enviado» (cf. Le 10,16; Me 9,37; Jn 12,4s; 13,20) es ciertamente una sentencia auténtica que amplía lo que Me 6,8-11 nos dice sobre la misión. Dicha sentencia encarna el principio rabínico de que el enviado se equipara con el que lo envía; véase el comentario a Me 9,37. La sentencia que estudiamos da a los Doce un carácter que es importante para las circunstancias de la misión (cf. Jn 13,20), aunque no tiene por qué agotarse en ellas. Será difícil defender que esta sentencia describa exclusivamente a los Doce, y es imposible probar que, en cuanto seluhim, poseen una autoridad que pueden transmitir 13 . La sentencia subraya la gran importancia que Jesús concedió a la misión de Galilea. Le 22,30: «Os sentaréis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel» es también una sentencia auténtica dirigida a los Doce, aun cuando la expresión «doce tronos» pertenezca a la forma menos auténtica de la sentencia en Mt 19,28. No es fácil que dicha sentencia se dirija a un círculo más amplio, porque habla de las funciones de juzgar o gobernar, ni que sea una composición cristiana posterior a la traición de Judas. Por desgracia, su significado es oscuro. La sentencia es escatológica, y de ordinario se cree que se refiere a la parusía. En tal caso, no expresa el poder ejercido por los Doce en el curso de la historia, sino el gobierno de los santos que pertenece al final de los tiempos. No obstante, es posible que la escatología sea una «escatología realizada»; en tal caso, son posibles dos interpretaciones. La sentencia pudo referirse a los Doce cuando Jesús los envió a cumplir su misión histórica por las ciudades de Galilea (Me 6,6b-13), es decir, la sentencia explica el gobierno que los Doce habrían de ejercer en la comunidad futura del Hijo del hombre. También se dirigió esta sentencia a los Doce más tarde, en el ministerio de Jesús (cf. Le 22,28-30), con referencia al intervalo que precede a la parusía. Las objeciones formuladas en contra de este último punto de vista son extraordinarias. Nada más sabemos acerca de tal encargo; además el lugar que ocuparon los Doce en la Iglesia primitiva hace improbable esta interpretación, a no ser que los Doce sean los Apóstoles (véase infra). Es preferible la primera interpretación. El lugar que la sentencia ocupa en Mateo y Lucas no representa una objeción decisiva, porque probablemente su colocación en estos evangelios es puramente redaccional. Con todo, no pasa de ser 13. Para el significado de saliah véase K. H. Rengstorf, KThW, I, 413-444; T. W. Manson, The Church's Ministry, 31-52, y los artículos de J. W. Hunkin, G. Dix y H. St. J. Hart: «Theology» 51, 166-170. 249-256. 341-343; 52, 385s.
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una mera conjetura el atribuir la profecía al período de la misión de Galilea. No obstante, podría observarse que la conjetura no es abstracta y que es preferible a la opinión de que ese gobierno pertenece a un mundo que supera el tiempo y el espacio. Las sentencias restantes (Mt 16,17-19; 18,18; 28,18-20; Le 24,46-49; Jn 20,23; 21,15-23) no sólo son oscuras, sino que según una opinión muy difundida, están influidas por las creencias cristianas posteriores. En particular, Mt 16,17-19, cuya autenticidad tanto se discute, refleja un interés polémico por Pedro M . En cualquier caso el papel que desempeñó Pedro después de Pentecostés en la edificación de la comunidad primitiva de Jerusalén ilustra adecuadamente la inequívoca referencia a él. La expresión «las llaves del reino de los cielos» no significa el poder de admitir a los hombres en la Iglesia o de excluirlos de ella, sino la comunicación de un conocimiento espiritual, única vía por la que los hombres pueden entrar en el reino; además el poder de «atar» y «desatar» se refiere a cuestiones de disciplina práctica y pertenece a la comunidad cristiana como tal (cf. Mt 18,18) '5. Jn 20,23 es, casi con toda seguridad, una ampliación posterior y doctrinal de esta sentencia. Me 28,18-20 1
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3. Nuestra capacidad para determinar el lugar que ocuparon los Doce en la Iglesia primitiva está condicionada en gran parte por la respuesta que demos al problema de la relación de los Doce con los Apóstoles. No obstante, en cierta medida los dos problemas pueden separarse, porque sabemos que por lo menos Pedro, Santiago y Juan fueron apóstoles, y, a no ser que veamos en Le 6,13 un anacronismo, sabemos que Jesús llama «apóstoles» a los Doce, es decir, personas a las que había encomendado una misión y enviado a cumplirla. Además, en los primeros capítulos de los Hechos hay pasajes en los que a los Doce se les llama «los Apóstoles». En el problema repercuten también consideraciones generales. Es muy improbable que aquellos a los que Jesús durante su ministerio llamó «los Doce», y a quienes se apareció el Señor resucitado, hayan podido desaparecer como grupo antes de Pentecostés o incluso inmediatamente después de este acontecimiento. En igualdad de condiciones es natural suponer que en los días que siguieron a la resurrección la comunidad cristiana, compuesta por unos 120 miembros, considerase a los Doce como líderes y jefes. Si pudiésemos demostrar que Lucas identificó demasiado simplemente a los Doce con los Apóstoles, tendría que haber alguna justificación real de ello. Los pasajes de los Hechos en los que «los Apóstoles» son «los Doce» no pueden identificarse con precisión, aunque es muy probable que haya que encontrarlos en Hch 1-5. A partir del capítulo 5 se hace cada vez más difícil identificar a los dos grupos; es imposible identificarlos en 14,4, que se refiere a Bernabé y a Pablo, y en los capítulos 15 y 16, donde se incluye a Santiago, el hermano del Señor, en el grupo de los Apóstoles, que se mencionan junto con los ancianos. Hch 1-5 es una narración gráfica y sugestiva de dedicación apostólica, de valentía y de autoridad, quizá en parte idealizada; pero, si prescindimos de la lista de 1,13, sólo se menciona expresamente a Pedro y Juan. En estos capítulos se hace referencia a las apariciones del Señor resucitado a los Once, durante 40 días, y al mandato de esperar en Jerusalén el don del Espíritu Santo. En estos capítulos se narra la ascensión, la elección de Matías, Pentecostés, la predicación valiente de Pedro, la curación de un cojo realizada por Pedro y Juan, la prisión de éstos, su procesamiento y liberación, el episodio de Ananías y Safira, el juicio de Pedro y de Juan, el discurso de Gamaliel y la puesta en libertad de los acusados, después de haberlos azotado y conminado a que no siguiesen predicando en nombre de Jesús. Hch 6,2 es la última referencia explícita a «los Doce», pero es importante, porque indica que hasta la elección de los Siete la responsabilidad del cuidado de los pobres, además de la predicación, recaía sobre los Doce, idea implicada también en 4,36 y 5,2. La función directiva que ocuparon los Doce en la comunidad primitiva se puede apreciar también cuando se afirma que los primeros creyentes eran constantes en escuchar la doctrina de los Apóstoles y en la comunidad de vida, en la fracción del pan y en la oración (2,42), y en el hecho de que los Doce impusiesen las manos sobre los 48
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Siete (6,6). Por otra parte, nada indica que tuviesen algo que ver con la supremacía ejercida por Santiago, el hermano del Señor, en la Iglesia de Jerusalén, y según parece, nada se hizo para ocupar el puesto que quedó vacante después del martirio de Santiago, el hijo del Zebedeo (Hch 12,2). Cabe suponer que en un proceso en el que la muerte desempeñó su papel los miembros de los Doce fueron desapareciendo de la comunidad primitiva y la jefatura pasó a un círculo más amplio que incluía a Pedro, Juan, Santiago, el hermano del Señor, y a otros.
encargados de la supervisión de las iglesias gentiles; 3) los apóstoles Andrónico y Junías, que desempeñaron funciones locales entre los gentiles; 4) Timoteo y Tito, que ejercieron un ministerio semejante ". Estos cuatro grupos prefiguran la evolución posterior que tuvo lugar en la Iglesia. Los apóstoles de Jerusalén que pertenecían a los Doce gozaron del prestigio propio de las personas a las que Cristo había encomendado la misión de Galilea y a quienes se les habían prometido tronos de autoridad en la comunidad elegida del Hijo del hombre. Ningún otro podía reivindicar tal prerrogativa. Los apóstoles de Jerusalén vieron al Señor resucitado, pero a excepción de Pablo, a quien se concedió una revelación especial, por lo que nosotros sabemos, los demás no le vieron, sino que fueron testigos de la resurrección como parte del kerigma. No obstante, se reconoció espontáneamente la autoridad de estos apóstoles y, a excepción de la de Pablo, parece que nunca se puso en tela de juicio. Sólo podemos deducir en qué se fundaba su autoridad. Sin género de duda tuvieron que ser conscientes de la llamada interior de Cristo, de la que el Espíritu Santo dio un testimonio inequívoco, y cabe suponer que su llamada fuese reconocida y aprobada por la Iglesia. El autor de las cartas pastorales habla «del don espiritual» impartido a Timoteo por indicación de una profecía con la imposición de las manos de los responsables (1 Tim 4,14), y refiere cómo Pablo le recuerda que reavive «el don de Dios» recibido «mediante la imposición de mis manos» (2 Tim 1,6); aunque este testimonio es tardío, remite a una práctica primitiva, aunque no necesariamente invariable. En Hch 14,23 se refiere cómo Pablo y Bernabé «eligieron» o «designaron» «ancianos», con oración y ayuno, para las Iglesias de Galacia; pero este testimonio dista mucho de corroborar la idea de una sucesión ininterrumpida desde los primeros apóstoles. Tanto los Hechos como las cartas indican que los apóstoles de Jerusalén y Pablo se distinguían de todos los demás apóstoles en dignidad y autoridad por el hecho de «haber visto al Señor» y porque la mayoría de ellos eran miembros del grupo de los Doce. Como tales no tuvieron, ni podían tener, sucesores semejantes a ellos. Sin embargo, la apostolicidad se convirtió progresivamente en el distintivo de la Iglesia misma, que había reconocido el carácter apostólico de algunos que no pertenecían a los Doce en la obra de evangelización, en la liturgia y en el gobierno de la Iglesia. Con el correr del tiempo los Apóstoles dejaron de existir, pero es probable que la Iglesia reconociese también a los que eran conscientes de haber recibido una llamada semejante para cumplir los mismos deberes que los Apóstoles.
4. Si al testimonio de los Hechos añadimos el de las cartas paulinas, veremos que no podemos identificar a los Doce con los Apóstoles. A lo largo del tiempo, los Apóstoles incluyeron también, además de otras personas ya mencionadas, a Pablo (Gal 1,1; 1 Cor 1,1; 4,9; 9,1; 2 Cor 1,1; Rom 1,1), a Bernabé (Hch 14,4.14), a Andrónico y a Junías (Rom 16,7), quizá a Silvano (1 Tes 2,6s) y a otros cuyos nombres no conocemos. No hay indicios de que alguno de éstos recibiese una misión de parte de los Doce. No conocemos con exactitud el papel real que desempeñaron estos apóstoles en la Iglesia primitiva. Pablo y Bernabé nada tuvieron que ver con el orden y gobierno de la Iglesia de Jerusalén. Por lo que se nos dice, ellos representaban a la Iglesia de Antioquía. Durante una celebración litúrgica en Antioquía, el Espíritu Santo manda a los profetas y maestros de aquella Iglesia que los pongan aparte para enviarlos en misión a los gentiles; sus colegas les impusieron las manos y los despidieron (Hch 13,1-3); y a la Iglesia de Antioquía vuelven para informar del resultado de la misión (Hch 14,26-28). La misma comunidad de Antioquía los elige para que vayan a Jerusalén a consultar con los Apóstoles y los ancianos, después de que algunos han llegado de Judea exigiendo la circuncisión (Hch 15,ls). Es natural concluir que los Apóstoles de Jerusalén y Antioquía eran grupos distintos, opinión que confirma la frase oí áv 'IspoooXú^ioiq áiróoToAoi (8,14) y las alusiones a los «apóstoles y ancianos» en Hch 15,2.46.22s. Estas frases distinguen de los demás a Bernabé y a Pablo, que, no obstante, son llamados «los apóstoles» en Hch 14,14. Más oscura aún es la situación relativa a Silvano, Andrónico y Junías. Se les llama «apóstoles», pero no se dice que vieron al Señor resucitado ni estuvieron relacionados con la Iglesia de Jerusalén; son apóstoles entre los gentiles y encargados de la obra de evangelización. Igualmente Timoteo y Tito, que no son apóstoles, tienen deberes especiales relativos a la predicación, a la enseñanza y la supervisión de las Iglesias. Combinando estas conclusiones, tenemos la impresión de que existen cuatro grupos: 1) los apóstoles de Jerusalén, que incluían a Santiago, el hermano del Señor, a Pedro, Santiago y Juan, y a otros miembros de los Doce; 2) los apóstoles de Antioquía, Bernabé, Pablo y, como es de suponer, Silvano, que son apóstoles misioneros,
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No es objeto de este excurso estudiar con mayor amplitud los orígenes del ministerio cristiano y la sucesión de los obispos y presbíteros en la Iglesia. Ninguna concepción de dicho ministerio será 17. Cf. también 2 Cor 8,23, donde se mencionan los áSeXcpoí, que son ccTTÓaToAoi éKKXnaicov.
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RELACIÓN ENTRE MC 6,30-7,37 Y 8,1-26
RELACIÓN ENTRE MC 6,30-7,37 Y 8,1-26
adecuada si no lo considera como continuación del ministerio esencial de Jesús mismo, inspirada por el Espíritu Santo y autorizada por la Iglesia mediante los representantes que encarnan su tradición y participan de su vida.
3.
4. III 5. RELACIÓN
ENTRE
Me 6,30-7,37
y
8,1-26
Desde hace mucho tiempo se observó el paralelismo entre estas
Primera multiplicación de los panes. Travesía y desembarco. Controversia con los fariseos sobre la impureza. La mujer sirofenicia (el pan de los hijos). Curación del sordomudo.
1. 2. 3. 4. 5.
Segunda multiplicación de los panes. Travesía y desembarco. Controversia con los fariseos sobre las señales. Misterio de los panes (la lévadura de los fariseos). Curación del ciego.
A u n en un resumen como éste se observa con claridad que el "paralelismo no es completo. En los números 1, 2 y 5 la concordancia es casi exacta; sólo los incidentes del número 5 son diferentes. Las controversias del número 3 no versan sobre el mismo tema, y los relatos del número,, 4 tienen en común únicamente las referencias ;al pan. Además, este esquema no manifiesta el hecho de que los números 4 y 5 de la primera serie están relacionados con el viaje fuera de los confines de Galilea, grupo introducido por el número 3 y al que pertenece toda la sección 8,1-26. Es claro que se requiere un esquema más detallado. La relación de 6,30-7,37 con 8,1-26, expuesta con mayor detalle, es la siguiente: A 1. .2.
Vuelta de los Doce y partida a un lugar solitario. Primera multiplicación de los panes.
B
2.
Segunda multiplicación panes.
de los
6.
7.
Travesía, tormenta y declaración de que los discípulos no entendieron lo de los panes por la ceguera de su corazón. Desembarco en Genesaret con un resumen sobre el ministerio curativo. Controversia con los fariseos sobre la impureza, incluida como introducción al viaje a la región de Tiro. Viaje a la región de Tiro y relato de la sirofenicia (el pan de los hijos). Continuación del viaje y curación del sordomudo.
757
3. > „, , , , „ , \ T r a v e s l a ? desembarco en Dal\ manu a. 4. ] 5.
Controversia con sobre las señales.
6.
Nueva travesía del lago (hacia Betsaida) y relato de la incapacidad para entender el misterio de los panes y la levadura de los fariseos. Curación del ciego.
7.
los
fariseos
Este esquema muestra los numerosos detalles de la primera serie (A), que incluye la introducción a la primera multiplicación de los panes, un relato más amplio de la travesía y del desembarco, el viaje a la región de Tiro con la narración de la sirofenicia y en A3 la referencia a la estupidez de los discípulos. El paralelismo es manifiesto, pero no lo son menos las diferencias importantes, en especial las existentes entre A5 y B5, A6 y B6, y A7 y B7. Multiplicación
de los panes,
travesía
y
desembarco
Sin duda alguna A2-4 y B2-4 forman un duplicado literario. 1. Las dos secciones contienen relatos muy semejantes de la multiplicación de los panes. En ambos casos la escena tiene lugar en el desierto (6,35; 8,4), se hace la misma pregunta: «¿Cuántos panes tenéis?» (6,38; 8,5) y se da la misma orden de sentarse (6,39; 8,6). Al hablar de los panes se emplean las mismas palabras: «tomó», «dio gracias» (EÚ\óyr\o£v en 6,41; eóxapiOTrjaac; en 8,6), «partió», '«dio», «presentar»; después se hace la misma observación: «ellos («todos» en 6,42) comieron y se hartaron» (6,42; 8,8). Ambos relatos refieren la recogida de lo sobrante y el número de asistentes (6,43s; 8,8s); en ambos sigue la despedida de la multitud y una travesía del lago (6,45-52; 8,9s). Esta convergencia indica claramente que los relatos son duplicados; además el hecho de que, a pesar de lo que se refiere en 6,35-44, los discípulos queden en 8,4 totalmente perplejos, eleva a certeza virtual la conclusión; véase el comentario. La armonización redaccional, el influjo común de los intereses litúrgicos y catequéticos y la interpretación milagrosa de ambos relatos
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RELACIÓN ENTRE MC 6,30-7,37 Y 8,1-26
VIAJE DE JESÚS A LA REGIÓN DE TIRO
explican en parte la coincidencia lingüística, pero la semejanza es tan grande que no puede explicarse de esa forma.
Esta sección, que Weiss elimina, con razón, de su reconstrucción, está débilmente unida a su contexto actual y fue recopilada probablemente de forma independiente; véase la Introducción, p. 144. El lugar que ocupa el relato de la petición de una señal en la sección B pudo haber sugerido la introducción de dicha sección en A como prólogo a la actuación entre los gentiles; difícilmente puede ser casual que una controversia con los fariseos, aunque sea diferente en cada serie, ocupe relativamente el mismo lugar. Sin prejuzgar el carácter histórico de las sentencias de 7,1-23, Weiss tiene razón al dar preferencia a 8,11-13 en la sucesión original de los acontecimientos. Aun reconociendo que las reconstrucciones históricas son conjeturas, podemos afirmar que el orden original de los acontecimientos en 6,30-8,26 es 6,30-56; 8,ll-22a; 7,24-37; 8,22b-26, o, refiriéndonos al esquema anterior, Al-4, B5-6, A6-7, B7; no estamos seguros aún del orden original de 7,24-37 y 8,ll-22a, es decir, de A6-7 y B5-6, que todavía habrá de investigarse. Nuestro estudio llega a la conclusión de que 6,30-7,37 y 8,1-26 contienen duplicados de los mismos episodios, pero esto no quiere decir que toda una sección sea duplicado de la otra. Una hipótesis tan sencilla no puede abarcar un estado de cosas tan complejo. La liturgia y la enseñanza de la comunidad primitiva de Roma, así como la actividad redaccional de Marcos, dejaron su huella en estas dos secciones, en mayor grado en 8,1-26, pero también en 6,30-7,37, que es una sección más gráfica. Por fortuna, podemos descubrir con suficiente claridad huellas que nos ofrecen motivos razonables para rastrear el curso de los acontecimientos en un período decisivo de la vida de Jesús. El hecho de que dos secciones diferentes de Marcos, y en parte Jn 6 19, arrojen luz, aunque refractada, sobre las circunstancias en las que terminó el ministerio en Galilea, confirma en cierto modo que la reconstrucción no carece de objetividad.
2. Las diferencias entre ambos relatos no excluyen la hipótesis del duplicado. El carácter gráfico de 6,35-44 y la forma menos colorista de 8,1-10, las diferencias en el número de comensales, el hecho de que la multitud haya estado en 8,1-9 tres días con Jesús (compárese 6,35-44) y la impresión que recibimos de hallarnos en una localidad más remota (compárese con 6,36) son modificaciones que sufrió la tradición en el curso de su transmisión. Frente a todas estas diferencias, la característica que remite más que ningún otro detalle a la existencia de una serie común de hechos que subyacen a ambas secciones es el orden —la comida, la travesía y el desembarco— que también se encuentra en Jn 6,1-21. Los grupos A5-7 y B5-7 Estos grupos suscitan problemas más difíciles. Las controversias (A5 y B5) y las curaciones (A7 y B7) son completamente diferentes, y A6 y B6 nada tienen en común, a no ser las referencias al pan. Los intereses catequéticos que dieron forma a 8,1-26 oscurecieron el movimiento básico de los acontecimientos que subyacen a las dos series. En tales circunstancias sólo es posible hacer conjeturas. La mejor hipótesis es la de J. Weiss, 204-226; Die Schr.", 140s; J. Weiss señala que, si incluimos la declaración de Pedro (8,27-33), en Jn 6 encontramos básicamente la misma sucesión de acontecimientos. Cf. C. H. Dodd, op. cit., 284-291. Defiende Weiss que la controversia que siguió al desembarco en Genesaret (Me 6,53-56) giró en torno a la petición de una señal (8,11-13). Después de su negativa, Jesús cruza a Betsaida (8,22), como cabría esperar después del desembarco forzoso en la orilla occidental, porque su primera intención, frustrada por el viento contrario, había sido la de ir a esta ciudad (6,45). Weiss simplifica excesivamente esta hipótesis que no deja de ser atractiva, al ^tribuir las dos curaciones, 7,32-37 y 8,22-26, al redactor; la hipótesis de J. Weiss no considera suficientemente las dos indicaciones geográficas, 7,24 y 7,31, que cuentan la retirada de Jesús a la región de Tiro y el retorno al lago de Galilea y a Decápolis. El punto fuerte de esta reconstrucción de Weiss es su afirmación de que el ministerio en Galilea se da por terminado 18. La eliminación de 7,32-37 y de 8,26 simplifica su hipótesis, que no queda garantizada por el carácter primitivo de estos relatos. La marcha, atravesando la frontera de Galilea (7,24) constituye en sí misma un problema especial, que estudiaremos en el excurso IV. Aquí nos interesa sólo por lo que se refiere a la sección introductoria 7,1-23. 18. Die Schr.*, 142: «Con este relato (8,11-13) se rompe el último vínculo que une a Jesús con la población de Galilea: ahora le vuelve la espalda definitivamente. Galilea es para él una región perdida». Cf. Dodd, op. cit., 278.
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IV VIAJE DE JESÚS A LA REGIÓN
DE TIRO
Las indicaciones geográficas, 7,24 y 7,31, y el contenido de 7,24-8,26 nos dan pie para pensar que para Marcos toda esta sección constituía el ministerio de Jesús fuera de Galilea. En 7,24-30 conversa con la mujer sirofenicia; en 7,32-37 cura a un sordomudo en la Decápolis; en 8,1-9 realiza la segunda multiplicación de los panes en 19. Jn 6 no refleja la tradición del viaje al territorio de los gentiles, pero es curioso, como hace notar C. H. Dodd, que en Jn 7,35 los judíos especulen con la posibilidad de que Jesús deje Palestina para ir «a la diáspora entre los griegos». «¿Delata esta observación el conocimiento del autor de que Jesús entró de hecho, aunque poco y de forma indecisa, en territorio no judío, como implica el relato de Marcos?», op. cit., 287.
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VIAJE DE JESÚS A LA REGIÓN DE TIRO
VIAJE DE JESÚS A LA REGIÓN DE TIRO
la misma región, como es de suponer, y en 8,22-26 cura a un ciego cerca de Betsaida, dentro también, probablemente, de territorio pagano. Sólo en 8,10.11-13, y por un período muy breve, Jesús vuelve a Galilea, donde se le pide una señal. A excepción de este pasaje, en toda la sección Jesús está en contacto con gente pagana o medio judía. En 8,27-9,29, en que Jesús se halla en el territorio de Herodes Filipo, se nos presenta una situación semejante, pero aquí aparecen nuevos intereses y Jesús se ocupa primordialmente de instruir a sus discípulos sobre el sufrimiento y la muerte del Mesías. En 7,24-8,26 surgen cuatro problemas: 1) ¿Narra este pasaje un ministerio entre los gentiles? 2) ¿Cuál es la base histórica del relato? 3) El viaje ¿hay que situarlo antes o después de 8,11-13? 4) ¿Cuál fue la finalidad de la retirada de Jesús?
2. El segundo problema se refiere al carácter histórico de la sección. En el estudio de este problema 7,24.31 merecen seria atención porque Marcos no tiene por costumbre inventar indicaciones geográficas de este tipo. Debemos deducir que Jesús, saliendo de una ciudad cuyo nombre no podemos indicar con certeza, «se marchó a la región de Tiro», y que después volvió cruzando Sidón (o Betsaida) al lago de Galilea y a la Decápolis. El único punto incierto es la extraña frase «cruzando la parte central de la Decápolis» (7,31), que quizá se añadiese para hacer lugar a 7,32-37 y 8,22-26, tradicionalmente relacionados con esta región. El núcleo sólido de la sección es el relato de la retirada a la región de Tiro, más allá de los límites de Galilea, con la intención de poder pasar algún tiempo en solitario: «entró en una casa sin querer que nadie se enterase» (7,24). Jesús no quería emprender una misión, sino retirarse durante algún tiempo a un lugar solitario, apartado de la gente e incluso de sus discípulos.
1. Podemos deducir con seguridad que se proyectó 7,24-8,26 con el fin de satisfacer las necesidades de los lectores gentiles. El evangelista quiso mostrar cómo el interés de Jesús no se había limitado a los judíos, sino que también se había dirigido a gente no judía más allá de las fronteras de Galilea. El relato del endemoniado de Gerasa (5,1-20) había revelado ya el interés por dicho tema, pero aquí, al pedir los gerasenos a Jesús que se marche de su territorio, se indica que todavía no había llegado la hora de la misión entre los gentiles. La sección 7,24-8,26 implica que dicha hora ya había llegado o que por lo menos estaba prefigurada; la sección que precede a este pasaje revela cómo Jesús había roto de forma decisiva con las costumbres judías relativas a la impureza y cómo había declarado que nada que viniese de fuera podía contaminar al hombre (7,15). El mismo evangelista había dicho que «declaraba puros todos los alimentos» (7,19). La frase «deja primero saciarse a los hijos» en el relato de la mujer sirofenicia presagia el lugar que ocuparon los gentiles en la misión de Jesús. La segunda multiplicación de los panes, que es un signo para los gentiles, contrasta con la primera, que es una señal para los judíos. Las curaciones se realizan en la Decápolis o cerca de ella. Al narrar todos estos detalles, se piensa de forma inequívoca en una misión entre los gentiles. Sin embargo, los límites que impuso la tradición no son menos manifiestos. No se refirió la predicación o la enseñanza a los gentiles porque la tradición no las conocía; en la región de Tiro Jesús está solo, aunque en 8,1-21 reaparecen súbitamente los discípulos. No se narra ninguna misión entre los gentiles, sino que sólo se insinúa tal ministerio. La sección es un esfuerzo desesperado por representar lo que se hubiese aceptado si la tradición hubiese dado testimonio de ello. Marcos adivinó el universalismo realmente implícito en la enseñanza de Jesús, pero encontró pocos indicios de que la misión de Jesús se había extendido más allá de las fronteras de Israel; es mérito de Marcos, como evangelista, no haber forzado la tradición para escribir más de lo que ésta permitía.
3. ¿Cuándo emprendió Jesús este viaje? A esta pregunta pueden darse dos respuestas. En el excurso III hemos afirmado que la secuencia histórica de los acontecimientos es A1-4 seguido de B5; con otras palabras, que la controversia con los fariseos, que siguió al desembarco en Genesaret, versó sobre la petición de una señal. ¿Precedió o siguió a esta controversia la retirada a la región de Tiro? a) Si precedió a la petición de una señal, tuvo lugar en el punto en que Marcos la coloca, es decir, inmediatamente después del desembarco y estancia en Genesaret (6,53-56). Nos encontramos entonces con la dificultad de la referencia a la Decápolis de 7,31, porque dicha referencia exige que se vuelva a cruzar a la orilla occidental (a Dalmanuta), donde los fariseos pidieron a Jesús una señal. b) Si el viaje siguió a la petición, se hace innecesaria la doble travesía del lago, porque la controversia tiene lugar al final de la estancia en Genesaret. Con otras palabras, 6,53-56 y 8,11-13 narran diferentes episodios acaecidos durante una visita a la orilla occidental. En tal caso, el viaje a la región de Tiro siguió al retorno a Betsaida (8,22a) y Jesús volvió aproximadamente al mismo lugar desde donde pasa a la Decápolis (7,31). Los dos miembros de esta alternativa implican una refundición parcial de la narración de Marcos, a la que en principio nada puede objetarse, si es cierto lo que afirmábamos en el excurso III, a saber, que 6,30-56 y 8,1-10 son un duplicado. Si aceptamos la primera hipótesis, la frase «cruzando la parte central de la Decápolis» debe considerarse como redaccional y errónea. En la segunda hipótesis no es preciso hacer esto, pero la expresión «desde allí» (SKELOEV) en 7,24 crea una dificultad. Dado el lugar que esta expresión ocupa en el evangelio de Marcos se refiere a Genesaret. Sin embargo, el contexto es lo único que indica dicho significado; además el adverbio puede pertenecer al relato de 7,24-30, en cuyo caso perteneció originalmente a otro contexto; véase el comentario.
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En conjunto es preferible pensar que 7,24-37 debe seguir a 8,22a. Después de la petición de una señal están presentes todos los elementos que indican una retirada de Galilea: el resultado de la misión de Galilea y el deseo de Jesús de retirarse a un lugar solitario (6,30-34); la tensión mesiánica creada por la multiplicación de los panes (6,35-44); el desembarco forzoso en Genesaret (6,45-52); el interés popular por las curaciones de Jesús (6,53-56) y la petición de los fariseos de una señal decisiva (8,11-13). Es natural que Jesús cruzase el lago hacia Betsaida (8,22a), localidad de la que una tormenta había desviado a la barca (6,45), y que desde esta ciudad Jesús se retirase solo hacia el norte. Al volver, Jesús pudo encontrar otra vez a sus discípulos aquí y penetrar con ellos en la Decápolis (7,31-37; 8,22-26). Por tanto, hemos de concluir que, ateniéndonos a lo indicado en el esquema del excurso III, el orden de los acontecimientos es Al-4, B5-6, A6-7 con B7, considerando Bl-4 como duplicado de Al-4 y omitiendo A5 por considerarlo una inserción del evangelista.
no debemos ignorar los indicios que apuntan hacia esta conclusión. Por la importancia que revistió para Jesús, la retirada a la región de Tiro puede compararse con su marcha al desierto de Judea, al principio de su ministerio, y a su estancia en TransJordania, cerca de la ciudad de Efraín, al final del mismo (Jn 10,40-42; 11,54; cf. Goguel, 405-425).
4. El último problema que hemos de estudiar es la finalidad de la retirada de Jesús. Según mucho exegetas, el viaje fue una «huida», para librarse de la hostilidad de Herodes Antipas. Debemos admitir que en el evangelio de Marcos existen pocos indicios que confirmen esta hipótesis. Es cierto que en 3,6 los herodianos se unieron con los fariseos para dar muerte a Jesús; en 6,14-16 el mismo Herodes manifiesta un interés hostil por Jesús, e incluso llega a amenazarle, como revela el relato de la muerte de Juan (6,17-29); y en 8,15 Jesús advierte a sus discípulos sobre la «levadura» demoledora «de Herodes». La hostilidad de Herodes, pues, no puede discutirse, y es razonable conjeturar que Jesús quizá se diese cuenta de que su ministerio podía implicar un choque con el tetrarca y provocar una revuelta popular armada. Sin embargo, otro problema es afirmar que Jesús huyó. No sólo es poco fundado afirmar que Jesús se marchó sigilosamente a la región de Tiro y que recorrió la Decápolis y las aldeas de Cesárea de Filipo para escapar a la atención de Antipas, sino que no concuerda can la valentía de quien llamó a Herodes «ese zorro» y se negó a desistir de los planes establecidos hasta consumar su destino en Jerusalén (cf. Le 13,31-33). Sin embargo, si rechazamos la hipótesis de la huida, sólo queda una explicación. Jesús se retiró porque había fracasado la misión en Galilea; el reino de Dios no había llegado ni se había establecido la comunidad del Hijo del hombre. Ni siquiera sus discípulos habían logrado entender ei significado eucarístico de los panes en el desierto. La multitud abrigaba ideales mesiánicos materialistas y se contentaba con que Jesús curase a sus enfermos. Los fariseos buscaban una señal que refrendase la misión de Jesús. En tales circunstancias Jesús creyó necesario tener el tiempo y la oportunidad de reflexionar sobre la naturaleza de su obra y sobre el destino trágico que al parecer le esperaba. Por temor a la acusación de «psicologizar» o de leer la historia con ojos dogmáticos,
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V RECOPILACIÓN
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En este excurso estudiamos la hipótesis sobre la composición del discurso apocalíptico que propusimos en el comentario al final de la introducción a toda la sección. Allí afirmábamos que el evangelista había combinado diversos grupos de sentencias, algunas de las cuales contenían elementos apocalípticos, y que no se había limitado a reelaborar un apocalipsis judeocristiano, detectable aún en 13,7s. 14-20.24-27.30s. 1. A las formas que presenta la hipótesis de Colano pueden formularse al menos dos objeciones. Primera: la base del discurso es un apocalipsis muy fragmentario, que difícilmente puede llamarse apocalipsis porque carece de ideas tan características como la expulsión de Satanás, el juicio final, el castigo de los pecadores y la bendición de los justos. Segunda: las sentencias que a juicio de la mayoría de los exegetas pertenecen a dicho apocalipsis, parecen derivar de diferentes colecciones de sentencias. Parece preferible suponer que Marcos, o un recopilador anterior, transformó los grupos de sentencias existentes en discurso apocalíptico, añadiendo frases redaccionales y extractos tomados de su propia fuente de sentencias. Las opiniones sobre la posibilidad de describir el proceso de recopilación tienen que ser variadas; para hacerlo, disponemos de los siguientes datos: las ideas predominantes del capítulo, nuestro conocimiento de los métodos literarios de Marcos y las características lingüísticas de las sentencias. 2. Son manifiestas las ideas determinantes de Me 13. Marcos, y la Iglesia para la que él escribió, esperaban ansiosamente la venida de Cristo, que antes de que pasase una generación volvería entre las nubes, investido con gloria divina, para congregar a sus elegidos de los cuatro vientos (versículos 26s.30s). Esta situación explica las continuas exhortaciones «mirad» (vv. 5.9.23.33), «vigilad» (v. 33) y «velad» (vv. 35.37). Se ha afirmado muchas veces que Marcos escribe para revisar la esperanza en la venida de Cristo y para demostrar que ésta no tendrá lugar hasta que no sucedan ciertos acontecimien-. tos. Guerras, rumores de guerras, terremotos, hambres, persecuciones, la amenaza del anticristo y los prodigios en el cielo tendrán lugar antes de que llegue el día en que venga el Hijo del hombre con
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gran poder y gloria. Todo esto es cierto, pero no hay por qué suponer que Marcos crea que tiene que pasar un largo intervalo de tiempo. Las sentencias que suelen citarse, no confirman esta opinión. El evangelio ha de predicarse primero «a todas las naciones» (v. 10), pero Marcos no piensa en siglos de evangelización, sino en el mundo de su tiempo. Además cuando cita la sentencia de Jesús de que ni los hombres, ni los ángeles, ni siquiera el Hijo conocen «el Día», sino sólo el Padre (v. 32), lo que dirige su pensamiento no es el significado histórico de la sentencia con su desaprobación de las predicciones apocalípticas; de lo contrario, no hubiese recopilado el capítulo 13. Según Marcos, la sentencia significa que el fin vendrá dentro de un corto espacio de tiempo; pero cuándo precisamente, sólo Dios lo sabe. Marcos comparte fervientemente la esperanza del cristianismo primitivo en la venida del Mesías. Los métodos del evangelista indican que usa su material con relativa fidelidad. Todo el evangelio, y en particular Me 13, dan fe de este hecho. Si Marcos hubiese escrito con libertad, habría eliminado las incoherencias y las inconsecuencias del capítulo. Sólo el uso de tradiciones dispares explica las referencias a un anticristo que sólo aparece para desaparecer, y a un Hijo del hombre que no hace sino enviar a sus ángeles para reunir a sus elegidos; sólo así podemos explicar el uso de la sentencia «pero el día y la hora, nadie lo sabe», que amenaza todo el edificio apocalíptico, y la presencia de parábolas que conservan huellas de su significado original muy diferente. Esta fidelidad de Marcos a sus fuentes da ánimos al investigador. Si el evangelista hubiese escrito con maestría, nada sabríamos de las etapas anteriores de la tradición y sería imposible juzgar el valor histórico de ésta. Es difícil valorar los datos lingüísticos. No obstante, existe una diferencia entre el vocabulario y el estilo normales de Marcos y las palabras y expresiones características de la segunda generación cristiana. Además, la presencia de «semitismos» en algunas sentencias y su distribución en el capítulo 13 pueden orientar una distinción entre sentencias y grupo*s de sentencias. En algunos casos no harán sino remitir al trasfondo arameo de las sentencias auténticas de Jesús, pero en otros pondrán de manifiesto la influencia del ambiente judeocristiano en el que se interpretó la enseñanza de Jesús. Distinguir entre las diferentes agrupaciones de material y los pasajes redaccionales es una operación delicada, aunque puede controlarse mediante la historia de la interpretación y los cánones exegéticos comúnmente aceptados. La tarea primordial consiste en distinguir los grupos independientes de sentencias en el capítulo 13. Una vez hecho esto, ha de estudiarse cuál fue la forma primitiva del material y el uso que el evangelista hizo de él. 3. El discurso consta de cuatro grupos de sentencias: (A) señales que preceden a la parusía (versículos 5-8.24-27); (B) sentencias
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sobre la persecución (versículos 9-13); (C) el exterminador y la angustia (versículos 14-23); (D) sentencias y parábolas sobre la vigilancia (versículos 28-37). A) Señales que preceden a la parusía (vv. 5-8.24-27). Este grupo presenta rasgos característicos de la apocalíptica; describe las señales y portentos que desembocan en la parusía. El grupo, en su forma actual, está dividido en dos partes, vv. 5-8 y 24-27, por la inserción de B) y C); al parecer, también se añadieron pasajes redaccionales: «Jesús se puso a decir» (5a), quizá la frase «en mi nombre» (v. 6), «eso será el principio de los dolores (de parto)» (8c) y «en esos días después de esa tribulación» (24a). Creemos que A decía originalmente así: 5. 6. 7.
8.
24. 25. 26. 27.
«Mirad que nadie os engañe». Saldrán muchos (en mi nombre), diciendo «yo soy»; y engañarán a muchos. Sin embargo, cuando oigáis hablar de guerras y rumores de guerras, no os alarméis: tiene que pasar eso, pero no es todavía el fin. Pues se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino; habrá terremotos por algunos sitios, habrá hambres. El sol se oscurecerá y la luna no dará su fulgor, y las estrellas empezarán a caer del cielo. y las potencias que hay en el cielo se tambalearán. Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes, con mucho poder y gloria. Entonces él mandará a los ángeles y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo».
A excepción de la expresión «en mi nombre» y posiblemente de la sentencia del Hijo del hombre en el versículo 26 (cf. 14,62), este grupo no contiene nada que no pudiese pertenecer a un apocalipsis judeocristiano, a un poema litúrgico o a un sermón de la Iglesia primitiva. Además, como indicábamos en el comentario a 13,5s, la expresión «en mi nombre» parece una adición. Al parecer, es un esfuerzo por explicar el grupo A como profecía de Jesús, grupo que, como indican sus incoherencias, tuvo en un principio otro origen. Si el carácter de A es éste, es posible dar una explicación verosímil de la recopilación de todo el discurso. Marcos se enfrentó a la difícil tarea
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de combinar diversas corrientes de tradición, que podían servir de base a la exhortación: «¡Estad alerta! ¡Vigilad!». B) Sentencias sobre la persecución (versículos 9-13). No cabe duda de que el versículo 10 de este grupo de sentencias fue añadido por el evangelista (véase el comentario) y de que la unidad primitiva consta de los versículos 9.11-13. Según parece, este grupo se recopiló en la Iglesia de Roma en una época en que cada día se aproximaba más el peligro de un choque con las autoridades imperiales. Las sentencias tienen finalidad de alentar a los cristianos, asegurándoles que Dios previo los peligros en los que se hallan y prometiéndoles la salvación escatológica. En este grupo es manifiesta una cierta estructura poética, que quizá se remonte a Jesús mismo. Tal vez la exhortación inicial «pero vosotros andad con cuidado» (v. 9a) sea redaccional y quizá la unidad básica fuese así: w
«y no perderéis ni un pelo de vuestra cabeza. Con vuestra constancia salvaréis la vida» (vv. 18s). B refleja naturalmente las condiciones reinantes en la época de Nerón. C) El devastador y la angustia (versículos 14-23). Este grupo es completamente distinto de B por su forma y tema; parece ser una coleción palestina de sentencias relacionadas con Jerusalén; al menos, eso es lo que opinaríamos después de considerar el versículo 14 y el carácter semítico de 19s y 22. El v. 23 quizá sea redaccional, porque repite la advertencia «mirad», característica del discurso, mientras que la sentencia del v. 21 «mirad, aquí está el Mesías» o «miradlo allí» quizá se introdujese para puntuliazar la profecía relativa a los falsos profetas en el versículo 22. Este grupo dice así:
9.
11.
12.
13.
«Os entregarán a las asambleas, os azotarán en las sinagogas; ante jefes y reyes compareceréis por mí (para testimonio para ellos). Y cuando os arresten y os entreguen, no os preocupéis de antemano de qué diréis. Sino que lo que se os ofrezca en ese momento, decidlo, porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Y un hermano entregará a la muerte a su hermano (y un padre a su hijo); y los hijos se levantarán contra los padres y los matarán. Y seréis odiados por todos, por mi nombíe: pero el que persevere hasta el fin ése se salvará».
Como se puede observar, este grupo constituye una unidad. Las sentencias de los versículos 9 y 11 se conservaron con relativa fidelidad, mientras que las de los versículos 12s parecen reflejar «días de muerte». Estas sentencias, de tono severo, se armonizaron con la situación posterior, como indica el pasaje paralelo en Le 21,12-19; si prescindimos de la inserción de Marcos del v. 16s, el pasaje rúcano tiene mayor resonancia y es más seguro, aunque con una forma menos rítmica, en especial en la sentencia peculiar de esta versión 20. Cf. C. F. Burney, PL, 118s. Burney explica los textos entre paréntesis y el versículo 10 como modificaciones posteriores.
14.
«Pero cuando veáis que el execrable devastador está donde no se debe —el que lo lea, que entienda—, entonces, los que estén en Judea huyan a las montañas, 15. el que esté en la azotea no baje ni entre a sacar nada de su casa, 16. y el que esté en el campo, no vuelva atrás a buscar su manto. 17. ¡Ay de las que estén encinta o las que críen en esos días! 18. Pedid que no sea invierno, 19. pues serán días de tribulación, como no ha habido otra desde el principio del mundo que Dios creó hasta ahora, ni la habrá. 20. Y si el Señor no hubiese acortado los días, no se salvaría ningún ser vivo. Pero por los elegidos, por los que él eligió, él acortará esos días. 21. (Y si os dice alguien: 'mirad, aquí está el Mesías' o 'miradlo allí', no creáis): 22. porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, a los elegidos 23. (pero vosotros mirad: os he prevenido de todo de antemano)». Si el v. 21 perteneciese a este grupo, sería un indicio de que C es distinto de A, porque los versículos 5s de este último grupo contienen una sentencia muy similar. Otra diferencia es que C trata de un solo acontecimiento y de sus consecuencias, mientras que A enumera una serie de señales. Además a C le falta la forma poética de A y B, y, al igual que B, quizá no tuviese originalmente un carácter apocalíptico. El tema original parece haber sido el sitio de Jerusalén (cf. Le 21,20-24). La expresión «el execrable devastador» tal vez sea una descripción de Roma, semejante a «Babilonia» de 1 Pe 5,13 y Ap 18,2, y al «hombre del pecado» de 2 Pe 2,3, con la que quizá se indicase que los romanos encarnaban los poderes satánicos y que eran:
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el anticristo. Las sentencias sobre los que estén en las azoteas (v. 15) o en el campo (v. 16) describen la huida apresurada propia de los tiempos de guerra. El consejo de huir a las colinas (v. 14b), la referencia a las embarazadas y a los niños (v. 17) y la esperanza de que la tribulación no caiga en invierno (v. 18) concuerdan con esta interpretación y pierden fuerza si el «devastador» no es el poder satánico desencadenado en la guerra. Ni siquiera la referencia al acortamiento de los días está en desacuerdo con dicha situación. No obstante, esta alusión a los días, la referencia a la tribulación en el v. 19 y la profecía de que surgirán falsos profetas que, haciendo señales y prodigios, podrán engañar a la comunidad elegida, indican que a la tradición se le impuso una interpretación apocalíptica. Las palabras de Jesús se ven a través de una óptica apocalíptica. En tal caso, Le 21,20-24, o la fuente que subyace a este pasaje, y Me 13,14-23 serían la respuesta de Jesús a la pregunta formulada en Me 13,4 21. D) Sentencias y parábolas sobre la vigilancia (versículos 28-37). Como indicábamos en la nota introductoria al comentario, este cuarto grupo, que consta de sentencias y parábolas, fue recopilado por Marcos para exhortar y enseñar a adoptar una actitud de vigilancia ante la venida esperada. La idea fundamental resuena en el v. 33: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo llegará el momento». 4. El último problema que vamos a considerar es si podemos ofrecer una explicación convincente de la génesis de Me 13, suponiendo la previa existencia de A, B y C, y la adición de D. Si las fuentes que utilizó Marcos son las que hemos indicado, el evangelista llevó a cabo sin duda alguna una tarea redaccional difícil, pero con no poca habilidad y dentro de un espíritu relativamente conservador. El evangelista se sintió claramente atraído por A, que expresaba sus propias convicciones y que él consideraba como profecía auténtica, y que bien puede serlo en sus líneas fundamentales. Según eso, ¿qué procedimiento mejor que ampliar A de acuerdo con su carácter apocalíptico, introducir en los puntos adecuados los grupos B y C, en provecho de*la creencia predominante de que determinadas señales precederían al fin, y añadir las sentencias y parábolas escatológicas de D? La división de A en dos partes, vv. 5-8 y 24-27, es bien clara. El grupo A habla de signos que desembocan en la parusía, ¿pero es que no existía también la señal de la persecución unida tradicionalmente al período de los «dolores mesiánicos?». Según eso, el evangelista introdujo B después del versículo 8, donde A hablaba de guerras, terremotos y hambres, y antes de que se refiriese a los prodigios en el cielo, que preceden a la parusía (vv. 24-27). También era natural insertar C en el mismo punto, pero después de B. Tanto si la expresión «el execrable devastador» es una alusión intenciona-
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da y velada a Roma como si no lo es, sin género de dudas describe el poder satánico desencadenado en la guerra, y es así una forma de la concepción del anticristo n . Por tanto, su presencia en C y las referencias siguientes a la «tribulación», al acortamiento de los días y a la venida de falsos profetas que realizan señales engañosas dieron al conjunto un carácter apocalíptico muy apropiado para introducirlo en el lugar que ahora ocupa. ¿No se creía que primero había de venir la apostasía y que debía aparecer el hombre del pecado, «el hijo de la perdición, el que se opone y se levanta contra todo lo que se llame Dios u objeto de culto, hasta sentarse en el trono de Dios, presentándose como si fuera Dios» (2 Tes 2,3s)? Era preciso unir el material mediante conexiones redaccionales; había que unir la afirmación que precede a B, «eso será el principio de los dolores» (v. 8c), con la advertencia «pero vosotros andad con cuidado» (v. 9a) y, después de C, «pero en esos días, después de esa tribulación» (v. 24a). También era necesario aplicar el discurso no sólo a los cuatro discípulos, Pedro, Santiago, Juan y Andrés, sino a todos los cristianos contemporáneos de Roma. La fuente de sentencias satisfizo esta necesidad con D. El evangelista disponía de sentencias y parábolas que trataban de la llegada de la parusía antes de que pasase una generación (v. 30), aunque afirmaba que no se conocía el momento preciso (v. 32), y de parábolas que ya habían recibido una interpretación escatológica (vv. 28s.34-36), de tal forma que en la segunda el portero ocupa el centro de la imagen. De esta manera, la enseñanza catequética de la Iglesia de Roma había preparado el mandato reiterado de vigilar y la certeza de que lo que Jesús dijo a los discípulos, lo dijo a todos (v. 37). Es ineludible en cualquier interpretación válida del capítulo la idea de que no pocas cosas de Me 13 son tradición secundaria. No se explican plenamente las sentencias auténticas, pero se reconocen allí donde existen y donde se descubren sus huellas bajo la superficie; además la tradición se libera de la maleza que encubre el pensamiento y la enseñanza de Jesús. Obtenemos también un cuadro revelador de lo que pensaba la Iglesia de Roma por el año 65 d. C. Estamos lejos de despojar a la enseñanza de Jesús de su contenido esencialmente escatológico, que aparece de forma inequívoca en muchas sentencias, pero que en su mayor parte describe las esperanzas cumplidas en la persona de Jesús y en los hechos de su ministerio histórico. De lo que despojamos a Jesús es del rutilante manto apocalíptico con el que le vistió el cristianismo primitivo y con el que todavía le adorna la expectación cristiana popular.
21. Cf. T. W. Manson, SJ, 329s. La idea de que Me 13,14 se compuso a la luz de la intención de Calígula de colocar su estatua en el templo (año 40 d. C.) me parece menos probable que la explicación que hemos dado antes.
22. Véase el comentario in locum. 49
LA BURLA DE LOS SOLDADOS
VI EL JUICIO ANTE LOS
SACERDOTES
Los problemas históricos y jurídicos que lleva consigo este episodio han dado lugar a una gran controversiaM. Según el evangelio de Marcos, el juicio tiene lugar por la noche, y a la mañana siguiente se celebra una segunda sesión (así Mateo); según Lucas, la sesión se celebra por la mañana (22,66-71); Juan no indica el tiempo, pero es de suponer que la sesión tuviese lugar por la noche (18,19-23). Al parecer, Marcos describe una reunión formal del Sanedrín (14,55); hemos de notar, sin embargo, que aunque condenan a Jesús (KOCTÉKpivccv, 14,64) y el veredicto es «pena de muerte» (svo/ov ELVOCI Gocvcrrou), no se trata de una sentencia formalmente judicial. En estas circunstancias llevan a Jesús ante Pilato. Las narraciones evangélicas difieren de varias reglas expuestas en la Misná, tratado Sanh. IV-VII. Cf. Danby, 368-393. Este tratado afirma que en los casos capitales la sentencia debe dictarse por un quorum de veintitrés jueces. El caso debe iniciarse con los testimonios de descargo y el fallo condenatorio debe decidirse por mayoría de al menos dos; el juicio debe celebrarse de día, aunque no debe llegarse a un veredicto de convicción hasta el día siguiente. Por tanto, no podía celebrarse ningún juicio la víspera del sábado o de un día de fiesta (Sanh. IV, 1). Se declara que a los testigos se les debe amonestar y advertir que se abstengan de suposiciones y de meros rumores (Sanh. IV, 5), y se insiste en que un juez cuanto mejor verifica las pruebas, tanto es más digno de alabanza (Sanh. V, 2). La pena por blasfemia era la lapidación, pero el blasfemo no era culpable a no ser que hubiese pronunciado el Nombre (Sanh. VII, 4s.). Se discute si estas prescripciones estaban en vigor en el siglo i d. C , y también la afirmación de Juster y Lietzmann de que los judíos tenían el derecho de condenar a muerte por motivos religiosos. Los problemas planteados se han resuelto de varias formas. 1) A. Taylor Innes, 58s, defendió con poderosos argumentos que el juicio «no tuvo ni la forma ni los requisitos de un proceso judicial». Como observa Moffatt, DCG, II, 749, «esta (opinión) debe matizarse, pero sustancialmente parece exacta». Montefiore, I, 351, afirma que, aunque el juicio viola la ley judía en muchos puntos im23. Cf. A. Taylor Innes, The Trial of jesús Christ (1899); J. Weiss, 308322; Moffatt, DCG, II, 749-759; J. Juster, Les Juifs dans l'empire romain (1914), II, 132-142; R. W. Husband, The Pmsecution of Jesús (1916); S. Liberty, The Political Relations of Christ's Ministry (1916) 141-157; Ed. Meyer, I, 187-194; Rawlinson, 217-223; Montefiore, I, 350-366; Lagrange, 399. 404s; H. Danby: JTS 21, 51-76; Billerbeck, I, 1020-1025; Abrahams, II, 129-137; Dalman, JJ, 98-100; Lietzmann, Der Prozess Jesu (1931); Goguel, 502-512; R. H. Lightfoot, 142-151. Goguel cita los artículos de Dibelius, Büchsel, Lietzmann y los suyos propios: ZNTW 30, 193-201. 202-210. 211-215; 31, 74-84. 289-301.
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portantes, no se sigue de ahí que el relato no sea verdadero, y añade: «En todas las épocas ha habido juicios ilegales, incluso las formas legales más apañadas han bastado para deshacerse de un enemigo». 2) Según una segunda explicación, ampliamente aceptada y defendida por Husband y Danby, las provisiones del tratado Sanhedrin son teóricas e «ideales», y el llamado «juicio» tuvo más bien el carácter de «acción de un tribunal encargado de determinar si hay motivo para el enjuiciamiento». Aunque Abrahams critica en ciertos aspectos las afirmaciones de Danby, admite que el cuadro de la Misná está «idealizado en algunos puntos». Rawlinson, 219, opina que los miembros del Sanedrín tenían ciertos poderes de iniciativa en casos criminales, entre los que se incluían el derecho de detención, la deposición de los testigos y una vista preliminar para preparar el juicio formal ante el procurador romano. Es probable que las regulaciones rabínicas posteriores se basasen en causas anteriores que habían sentado precedentes, pero sabemos muy poco de las condiciones que reinaban en el siglo i para hablar con seguridad de este punto. 3) No puede decirse que se haya corroborado la opinión mantenida por Juster y Lietzmann, y apoyada por Lightfoot, 147s, a saber, que en este período el Sanedrín tenía facultad de condenar a muerte por razones religiosas, a pesar de la historia de Esteban, la famosa inscripción del templo hallada en 1871 (cf. Robinson, St. Paul's Epistle to the Ephesians, 59s. 160), y los actos de violencia descritos por Josefo (Ant., XX, 9. 1); especialmente hay que tener en cuenta la afirmación de Jn 18,31s: «No nos es lícito matar a nadie». 4) Para la opinión de que el juicio se celebró a la mañana siguiente véase el comentario a 14,55. Marcos pudo haber situado el juicio durante la noche porque distinguía este relato del mencionado en 15,1 (iipcoí), ya que tiende a interpretar los duplicados como episodios separados (cf. 5,35-44 y 8,1-9). También es posible que conociese la tradición sobre un escrutinio privado que siguió inmediatamente a la detención; cf. Jn 18,13: «primero a Anas». Hemos de notar que sólo el contexto de 14,55-64 sugiere una sesión celebrada por la noche; la narración no contiene afirmación temporal alguna. Aunque pudo haber un escrutinio anterior, ha de preferirse en todo caso la hora consignada por Lucas; cf. J. Weiss, 320s; Burkitt, 138-148. VII PARALELOS AL RELATO DE LA BURLA DE LOS SOLDADOS Ya en tiempos de Hugo Grocio (muerto el año 1645) se llamó la atención sobre un paralelo interesante en Filón, In Place. VI (36-39); se trata de una «pantomima» representada para burlarse de Agripa I
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con ocasión de su entrada en Alejandría, a su regreso de Roma, después de recibir de Calígula el reino de Judea. La gente coronó a un imbécil llamado Carabas, le vistió con un andrajo en lugar de túnica y le puso una caña de papiro en la mano. Los jóvenes formaron una guardia personal, y cuando Carabas se sentó en un lugar público, algunos le saludaron como rey y otros le hablaban de cuestiones de estado, mientras el populacho le aclamaba como marín o «señor». Basándose en este pasaje, S. Reinach, Orpheus (trad. inglesa) 229s, y J. G. Frazer, The Golden Bough2, III, 192s, propusieron que Carabas era una corrupción de Barrabás, un personaje de un drama ritual análogo a los ritos vinculados con los Saturndia romanos o el festival babilónico de los Sacaea, y algunos defendieron (por ejemplo, Loisy, II, 653s) que Jesús fue crucificado «en el personaje de» o «en lugar de» Barrabás. Montefiore, I, 379, dice de esta opinión que es «improbable e innecesariamente escéptica». Los Saturndia antes mencionados ofrecen un paralelo más estrecho. Estas fiestas, celebradas en la antigua Roma desde el 17 al 23 de diciembre, eran días de alegría y desenfreno, presididos por un rey burlesco, durante los cuales los esclavos gozaban de gran libertad. El relato del martirio de San Dasio, publicado por el profesor F. Cumont, de Gante: «Analecta Bollandiana» 16 (1897) 5-16, muestra cómo celebraban las fiestas los soldados romanos acampados junto al Danubio en el siglo n i d. C. Como era costumbre, se eligió por suerte al soldado cristiano Dasio para que desempeñase el papel de Saturno y se le permitió pasar treinta días en medio del desenfreno y de los placeres, a lo que se unía la obligación de suicidarse en el altar del dios después de un reinado breve pero dichoso. Cuando Daüio no quiso aceptar, lo decapitaron. Frazer, op. cit., III, 142, opina que la narración hagiográfica de la costumbre de matar a un rey burlesco como representante de un dios remite a una práctica universal de la antigua Italia, y P. Wendland: «Hermes» 33, 175ss, ve en Me 15,16-20 un esfuerzo por considerar a Jesús como rey saturnal. Contradicen esta hipótesis las notables diferencias del relato de Marcos, así como la diversidad de la fecha (diciembre), que Frazer pretende superar recurriendo a varias conjeturas (op. cit., 144-146).
<5v poúXexca. (JExd 5é xauxa cnto5úaavx£q KOCÍ ^ a o x i y o a a v XEQ ¿Kpé^iaaav. Si hacemos caso omiso de las referencias a las concubinas y al desenfreno, el paralelismo consiste en características externas: el papel de rey asignado al condenado y las vestiduras reales, seguido de un cambio completo de suertes visible en el despojo, escarnio y muerte. Sin embargo, ni en éste ni en ninguno de los paralelos citados hace la víctima reivindicaciones personales ni se la condena por un delito de lesa majestad; tampoco hay en estos paralelos indicio alguno de la dignidad moral y espiritual visible incluso en el silencio de Jesús. Lo mismo cabe decir de la opinión de Frazer que identifica la fiesta de los Purim con los Sacaea y de su hipótesis de que Jesús fue el Aman del año, mientras que Barrabás habría desempeñado el papel de Mardoqueo; en esta opinión se suman conjeturas tras conjeturas; el mismo Frazer admite que tal vez se haya dejado llevar por el interés y la importancia del tema «algo más lejos de lo que permiten los datos» (op. cit., III, 195). El valor de los resultados obtenidos no compensa el tesón con el que se han reunido los paralelos. Sugerimos que la acción de los soldados, sus burlas y bufonería, al igual que muchos juegos, tienen tras sí una larga historia, de la que también dependen otros relatos, por ejemplo,, la narración a la que se refiere Field, 21s, en la que Plutarco (Pomp. XXIV) narra cómo unos piratas del Mediterráneo se divirtieron con un ciudadano romano capturado, al que al final tiraron por la borda para que se ahogara. Si fuese necesario, podríamos argumentar, partiendo de los «paralelos», que la broma pesada de los soldados no es ni extraña ni inconcebible; pero el relato no necesita que se le defienda. Ed. Meyer, I, 187, llega a decir que una erudición delirante que apela a los Saturnalia y a los Sacaea no hace sino estropear la escena. Véase además J. Moffatt, DCG, II, 756s; Lagrange, 421423; Rawlinson, 229s, y las obras citadas por Klostermann, 180, y Bultmann, 294 nota.
También se ha querido ver un paralelo en las fiestas babilónicas, los Sacaea, celebrados en Asia occidental en relación con el culto de la diosa persa Anaitis, en los que a un condenado en prisión se le vestía con atuendos reales y se le ofrecían las concubinas del rey; después de toda clase de orgías y libertinaje, finalmente era despojado de sus vestiduras, escarnecido y ahorcado (o crucificado). Cf. el texto de Dión Crisóstomo, De Regno, IV, 66, citado por Lagrange, 421s: Aaf3óvT£q, e'cpr], xcov SEO^ICOTOV gva xóv éirl BOVÓTCÚ K.cx0íc>uaiv eiq xóv 0póvov TÓV XOU pocaiXécoq KCCL xíiv^£a9f¡xa SiSócccuv ccúxo xr\v f3acuXiKr|V, KCÜ. 7tpoaxáxx£iv éocu KOC! Ttívsiv Kod xpucpav Kod xcáq -rtaXXaKcác; X P ^ 0 0 0 1 T ¿ c 5 M^épac; ÉKEÍvaq xcttq pacuXéwc;, KOU oóbslq oúSsv auxóv KCDXÚEI TTCHEÍV
ESTRUCTURA LITERARIA DEL RELATO DE LA CRUCIFIXIÓN
VIII
Este excurso recoge los problemas suscitados en la introducción al relato de la crucifixión y estudiados en el comentario. Pretendemos averiguar hasta qué punto pueden distinguirse etapas en la composición del relato de 15,21-41. Por razones de estudio, será preferible comenzar con el análisis que hace Bultmann, 294-302, aunque algunos de los elementos que este autor acepta como básicos los discuten otros autores. Según Bultmann, la narración original la forman 20b-24a (desde KOCÍ é£,áyoucuv a KOC! oxaupouoiv auxóv) y quizá los versículos 27 (?)
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EL
EL RELATO DE LA CRUCIFIXIÓN
y 37. Así, según su opinión, la narración original cuenta cómo llevaron a Jesús para crucificarlo, obligaron a Simón de Cirene a llevar la cruz y llevaron a Jesús al Gólgota, le ofrecieron vino mezclado con mirra que él rechazó, lo crucificaron junto con dos bandidos y expiró al fin dando un gran grito. Todo lo demás es tradición secundaria: el reparto de los vestidos, las palabras injuriosas y la exclamación «Eloí» los atribuye Bultmann al influjo de pasajes veterotestamentarios; las indicaciones temporales son obra del redactor; las tinieblas, el velo rasgado y la declaración del centurión son legendarios. Se añadió el material de los vv. 24b.25.26 (que es un paralelo del v. 2). 29-32.33.34-36.38-41, aunque tal vez 36a (la referencia al soldado compasivo) sea original. Es sorprendente que no se discuta el v. 23 (el vino mezclado), porque este detalle suele atribuirle al Sal 69,21 y así lo explica J. Weiss, 334-339. Según Weiss, el núcleo original lo constituyen 15b.20b-22.24a.27.31s.37.39.40-41a. El núcleo aceptado por Bultmann, a saber, los vv. 20b-24a.(27).37, es un mínimo estable; pero, según Bultmann, demasiadas cosas son secundarias. Para comenzar, se le puede formular la objeción de que la transición de las circunstancias de la crucifixión al grito final es abrupta. Desaparecen todas las palabras injuriosas de los espectadores, abriendo un corte que sólo se llena parcialmente con la referencia a la acción del soldado (36a), cuya originalidad sigue siendo un problema. Es lógico argumentar que cualquier reconstrucción que aisle el grito de muerte es frágil. Las referencias a las tinieblas (v. 33) y al velo del templo rasgado (versículo 38) se califican con razón de legendarias, opinión que está muy difundida (véase el comentario). Las tinieblas se relacionan con el esquema secundario («la hora tercera», «la hora sexta», «hasta la hora novena») y la alusión al velo del templo interrumpe la excelente conexión de los versículos 37 y 39. El relato del centurión (versículo 39) no es legendario, porque se refiere de forma natural sin sobrecarga alguna de detalles sospechosos, y si bien es cierto que Marcos interpreta su declaración en un sentido demasiado profundo, la expresión «un hijo de un dios» o (como en Lucas) «verdaderamente, este hombre era justo» es fácilmente comprensible. El esquema temporal (vv. 25.33.34) probablemente se añadió, pero tal vez sea original la referencia a «la hora novena», porque fácilmente pudo recordarse, por su proximidad a la muerte de Jesús, la hora en que Jesús gritó «Eloí», y tal vez sugiriese la extensión del •esquema de tres horas a toda la narración. Jn 19,14: «A eso de la rsexta hora» corrige deliberadamente este esquema. La relación de la inscripción (v. 36) con 15,2: «¿Eres tú el rey de los judíos?» no es motivo suficiente para defender que es una adición, y el hecho de que Lucas la introduzca más tarde (23,38) no prueba que faltase originalmente en Marcos. La afirmación sobre los dos bandidos (v. 27) •debemos considerarla un tanto incierta, porque pudo añadirse para preparar el relato de las burlas en los vv. 29-32.
RELATO
DE
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CRUCIFIXIÓN
Se repite persistentemente en los estudios críticos, y no carece de fundamento, la afirmación de que los vv. 29s y 31s son duplicados; cf. el v. 30: oaaov OECCUTÓV Kaxa|3áq cercó TOU crtctupoG, y 31b-32: "AÁ.Á.OUC; socooev, ÉCXUTÓV OÓ bóvccTcu acoacci... KCXTOC|3áxco vuv cVrró xoG crtaupoG. La presencia de los sacerdotes y de los escribas junto a la cruz constituye una segunda dificultad. Esta escena, aunque no es imposible, parece ser obra de la imaginación. Al parecer, se quiere obtener una serie de tres clases de ofensores, aunque el evangelista no pone palabra alguna en boca de los bandidos (v. 32b). Además, el relato de los ladrones difiere de Le 23,39-43. Si tuviésemos que elegir entre los vv. 29s y 31s, defenderíamos la mayor originalidad de 29s, que repite la cínica acusación sobre la destrucción del templo (cf. 14,58). El problema más importante es la presencia de la exclamación «Eloí» (v. 34) en la narración base. Aun en el caso de que se haya añadido, los argumentos expuestos en el comentario apuntan a su autenticidad; sin embargo, pertenece probablemente al fundamento de la narración. Esta opinión implica la originalidad de 36s (el comentario de los presentes), en el que Marcos o un recopilador anterior había fusionado ya 36a. F. C. Grant, EG, 179, observa con razón que los versículos 34-37 son «demasiado naturales», demasiado no helenísticos y que ponen tantos problemas a los exegetas cristianos que no pueden ser sino originales». No requiere estudio la originalidad del v. 37 (el grito de muerte), pero hemos de tener muy presente la afirmación de que los vv. 34 y 37 constituyen un duplicado. Dudamos mucho de que esta opinión pueda defenderse. El v. 37 se refiere a un grito fuerte, pero inarticulado; el 34 a una sentencia pronunciada en voz baja, que no es lo mismo. Si es original la exclamación «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», el uso de cf>covr¡ Lj.£yáÁ.r] (versículo 34) y <¡)G0VÍ]v p:eyáXr)v (v. 37), que se suceden rápidamente, es sólo la forma de expresarse de un escritor poco experto. La narración básica debió concluir con la declaración del centurión, a la que se añadieron los versículos 40s (la referencia a las mujeres), de acuerdo con el método del evangelista. Parece probable, a la luz del estudio anterior, que la narración primaria se componía de 21-24.26.29s.34-37.39, y que los pasajes (estructuralmente) secundarios son 25.(27).31s.33.38.40s. Si este resultado parece indebidamente hipotético, lo confirma el hecho de que los pasajes «secundarios» contienen posibles semitismos, y de que la narración «primaria» contiene pocos o ninguno. Véase el comentario. Exponemos los hechos en el esquema que sigue a continuación, en el que figuran en cursiva los versículos que contienen semitismos: A. B.
21-24
26 25
29s (27)
34-37 31s.33
39 38
40s.
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AL PIE DE LA CRUZ Y EN EL SEPULCRO VACIO
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
Esta coincidencia de consideraciones literarias, históricas y lingüísticas es demasiado sorprendente para ser accidental.
27,62-66, vuelve a seguir a Marcos en 28,1 y repite los nombres de las mujeres; por esto se añadieron después los nombres en Me 16,1. Las dificultades a que está expuesta esta opinión son considerables. Primera, textualmente sigue a D d k n (q), que total o parcialmente omiten los nombres en 16,1, pero en contra del resto de la tradición textual. Segunda, Mt 28,1 no menciona a Salomé. Tercera, según la explicación propuesta, «la otra María» de Mt 28,1 se sustituye por «María de Santiago» en Me 16,1, a pesar de que el versículo anterior, Me 15,47 dice «María de José», donde el versículo paralelo de Mt 27,61 también dice «la otra María». Cuarta, no se propone ningún argumento por el que deba alterarse el texto de Marcos, si decía originalmente lo que propone Turner. Bartlet, 434, conjetura que los nombres pudieron intercalarse cuando se dividió el texto de Marcos en pasajes de lectura para uso en el culto; pero, si los nombres hubiesen faltado en 16,1, la lectura hubiese comenzado en 15,47. Quinta, si, como es probable, Me 16,1-8 es parte de una tradición autónoma, no es sorprendente que se reproduzcan los nombres en 16,1. Por último, la otra explicación antes propuesta es más sencilla. Por todas estas razones es preferible la opinión de que Marcos fusionó 15,47 y 16,1 en 15,40. Corrobora esta explicación la conclusión, a la que hemos llegado por otro camino, de que 15,40s fue añadido por Marcos al relato del entierro; véase el comentario, in locum,
IX LAS MUJERES AL PIE DE LA CRUZ Y EN EL SEPULCRO VACIO Las referencias a las mujeres de 15,40s.47 y 16,1 reflejan el deseo de relacionar la muerte, el entierro y la resurrección de Jesús con testigos acreditados. Sin embargo, no pueden considerarse fruto de la invención, porque en tal caso concordarían de forma más estrecha. Los cambios y puntos oscuros existentes surgieron de las tradiciones primitivas que identificaron los testigos con las mujeres galileas que sirvieron a Jesús y a sus discípulos y les acompañaron a Jerusalén (cf. Le 8,3; 23,49.55; Me 15,41). Al parecer, el grupo estaba formado por algunas mujeres, quizá seis o incluso más. Naturalmente, diferirían las listas de los distintos centros del cristianismo palestino. Todas las listas concuerdan en que María Magdalena formaba parte del grupo, pero en un lugar se recordarían los nombres de determinadas mujeres locales y en otro los de otras. La tradición de Lucas (cesariense) conservó los nombres de Juana y Susana; la tradición de Marcos (Jerusalén), los de una segunda María y Salomé. En estas circunstancias no es sorprendente que Salomé falte en la lista de Lucas, y Juana y Susana en la de Marcos. El mayor problema es por qué Salomé se menciona en 15,40 y 16,1, pero no en 15,47, y por qué a la segunda María se la llama «de Santiago» en 16,1, «de José» en 15,47 y «la madre de Santiago el menor y José» en 15,40. La explicación más natural es que Marcos estuvo familiarizado con dos tradiciones diferentes (15,47 y 16,1), que armonizó en 15,40. La tradición seguida en 15,47 mencionaba a María Magdalena y a «María de José», mientras que la de 16,1 mencionaba a María Magdalena, «María de Santiago» y Salomé. Como Marcos sabía que las distintas mujeres habían estado presentes en la crucifixión, no sintió reparo alguno en combinar las dos listas. El evangelista sabía, o supuso, que «María de José» y «María de Santiago» eran la misma persona y por tanto usó la pesada descripción que encontramos en 15,40: «María la madre de Santiago el menor y José», añadiendo después los nombres de María Magdalena (15,47; 16,1) y Salomé (16,1). C. H. Turner, 81s, defiende otra opinión. Turner sugiere que originalmente Me 16,1 no mencionaba ningún nombre y que 15,47-16,1 decía así: «Y María Magdalena y María la madre de José vieron dónde le habían puesto, y cuando pasó el sábado compraron ungüentos para ir a ungirle». Turner sugiere que Mateo, que reproduce 15,47 en 27,61, después de intercalar el episodio de sellar la tumba en
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X COMPOSICIÓN DEL RELATO DE LA Y DE LA RESURRECCIÓN
PASIÓN
Como los estudios recientes sugieren con frecuencia que 14,1-16,8 se basa en una narración más breve y sintética (véanse las páginas 63 3 s), conviene examinar los argumentos en los que se basa esta hipótesis y hasta qué punto puede defenderse. 1. Sin ningún género de duda, hay varios pasajes que se intercalaron en el cuerpo del relato, como ya sucedió en 3,20-30 y 5,25-34. La unción (14,3-9) es el ejemplo más claro. Otros ejemplos parecidos son el relato de Getsemaní (14,32-42), el juicio ante los sacerdotes (14,55-64), la negación (14,54.66-72) y la burla de los soldados (15,16-20). 2. Además, como ya sucedió en pasajes anteriores del evangelio (2,21s.27; 4,21-25; 9,28s; 10,10-12), se añadieron a las narraciones o se intercalaron pasajes breves, por ejemplo, 14,28(?).47.48.50. 51s.65; 15,25.33.38.40s.47. 3. Además, junto con narraciones más gráficas y detalladas, hay breves sumarios, escritos en griego más correcto, que tienen una cier-
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RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
ta continuidad y dan a la narración un contorno, aunque interrumpido e incompleto, por ejemplo, 14,ls.l0s.26.43b-46.53a; 15,1.15.22-24. 37.39. Si hay motivos para suponer la existencia de una fuente base, estos pasajes pertenecen probablemente a ella.
3.
779
Traición de judas (14,10s). No tiene semitismos.
4. Preparativos para la Pascua (14,12-16). KCÍ! paratáctico se usa con frecuencia; además hay un posible semitismo en KCti aóxóq (15), pero por lo demás el estilo no es semítico. Compárese Trj TrpcoTT]
4. Por último, de las narraciones intercaladas antes mencionadas, la unción, Getsemaní, la negación, la burla, junto con el anuncio de la tradición (14,17-21), la Ultima Cena (14,22-25) y otros muchos pasajes breves que, al parecer, se añadieron al final de las narraciones o se introdujeron en ellas, contienen semitismos o, si se prefiere la expresión, aparentes semitismos; por el contrario, éstos no se dan, o no se dan apenas, en el complot de los sacerdotes (14,ls), la traición de Judas (14,10s), los preparativos para la Pascua (14,12-16), anuncio de la negación (14,26-31), detención de Jesús (14,43-46), el juicio ante los sacerdotes (14,53.55-64), el juicio ante Pilato (15,1-15, a excepción de 2.8.12), la crucifixión (15,21-24.26.29s.34-37.39), el entierro (15,42-46) y el sepulcro vacío (16,1-8). Hay también semitismos en todos los pasajes «añadidos», a excepción de 14,28; 15,33.38. Estos hechos merecen tanta atención que no podemos considerarlos fantásticos y por ello rechazarlos. A primera vista constituyen un fuerte argumento para considerar la narración de la pasión como una sección heterogénea, en la que pueden distinguirse elementos «primarios» y «secundarios» (usando estos términos en sentido puramente estructural y sin prejuzgar las consideraciones históricas). Es probable que una distinción sencilla entre los dos grupos sea tarea demasiado fácil; probablemente la composición de la narración sea mucho más compleja; sin embargo, creemos que sólo se progresa comenzando por aislar dos etapas, A y B. También es preciso considerar si puede exponerse de forma verosímil el proceso por el que se formó la narración de que disponemos. No es preciso poder explicar todo, no dejar «cabos sueltos» y evitar alternativas de tanteo; bastará con exponer una hipótesis global que cubra los datos disponibles, a pesar de los puntos en los que son oscuros los hechos literarios e históricos.
fi^ápoc TCOV á^u^icov (12) y xfj (iia T<2>V aa|3(3átQV (16,2).
Los detalles lingüísticas los resumimos más abajo. Admitimos con toda franqueza que algunos de los supuestos «semitismos» están todavía sub judice, pero creemos que un «semitismo» no tiene por qué ser imposible en griego, y que es significativo que dos o más ejemplos posibles puedan citarse en cada versículo, y varios, o ninguno, en una narración particular.
10. Juicio ante los sacerdotes (14,53-65). No hay semitismos en la narración propiamente dicha, 53a.55-64. El griego es fácil y fluido. oé se emplea cinco veces, y el único ejemplo en el que Marcos usa el aoristo medio dcTCKpívcrco está en 61. TtócXiv (61) puede significar «en seguida», pero dudamos a la hora de atribuirlo al arameo tubh en este contexto. La impresión que nos produce 53b.54 y 65 es completamente diferente. En 53b el verbo precede al sujeto, y en 54 Mcoq loco EÍq se asemeja a una traducción excesivamente literal
1.
Complot de los sacerdotes (14,ls). No tiene semitismos.
2. La unción (14,3-9). Los semitismos son fjacxv áyavaKTOÜvxsq (4) y Tipos éauxoúq (4); quizá también mcmKfjc; (3) y £V é^ioí (6); en o SO)(EV ánoínoev (8) y TtpoÉÁ.a|3£V ^lupíacxi (8). Obsérvese también KCCÁ.ÓV apyov (6) en el sentido rabínico técnico de «obra buena»; cf. D. Daube: ATR 32, 3. 188. Hay asíndeton en 3b.6c y 8.
5. Anuncio de la traición (14,17-21). Los semitismos son: rjp^acon infinitivo (19); £Íq KOCTÓC EÍc; (19); KOCAÓV (21); hay_ asíndeton en el versículo 19. Véase el comentario de Black a ímáyEiv (AA, 237s). TO
6. La Ultima Cena (14,22-25). Los semitismos son: EKXOWÓ]J.evov con sentido futuro (24); úirép TIOÁACOV (24); á[ir\v Xéya v\ñv (25); ou [ir\ TtpoaGco TIEIV (25), si se lee. Cf. también Black, 171s, sobre Kcavóv (25); y Jeremías, 88-94. Kcd. áa9ióvTC0V CXÜTCOV (22) repite 18a. Para TTÍVCO £K (23.25) véase el "comentario. La construcción no es necesariamente semítica, pero puede serlo en este contexto. Las sentencias están llenas de ideas veterotestamentarias: «sangre» «alianza», «el fruto de la vid» y «aquel día». 7. Anuncio de la negación (14,26-31). No tiene semitismos, a excepción de 'A[if]v Aáyco aoi de la sentencia del versículo 30. oé se usa dos veces y probablemente tres. 8. Getsemaní (14,32-42). Los semitismos son: £ p x o V T a i usado al principio y sin sujeto (32); el nombre r£9or)^av£Í (32); np^axo con infinitivo (33); 'A|3(3á (36); itáXiv (39s); naav Kaxapapuvó(ÍEVOL (40) y quizá crnéxEi (41); Cf. Black, 161s. 9. Detención de Jesús (14,43-52). No hay semitismos en 43-46, porque £Á.6cóv (45) no es totalmente redundante. K a ! £Ó6Óq ETI Á.aÁ.cuvToq aÓTOü es una frase redaccional (cf. 5,35). En los pasajes añadidos de 47-52 hay varios semitismos: £Tq (47); dmoKpiGelc; EITIEV (48); i ^ ^ v OIOÓCCKOV (49); KpcxTouaiv (51).
de un original arameo. Cf. también nv CTUVKCXGIÍ ^Evoq... KCCÍ Gspucxi-
vó^svoq (54); f)p£,aTO con infinitivo (65). El v. 54 se recoge nuevamente en el 67 con la repetición de SEp^aivó^iEVOV, y 53b y 15,1 pueden ser un duplicado. 11. La negación (14,66-72). Es de notar la presencia de varios posibles semitismos en esta narración, a diferencia de lo que ocurre
780
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
en 55-64. Cf. púa (66); rípc/rro con infinitivo dos veces en los versículos 69 y 71; OÜTE ou5a ouxs éTcíoxa^ai ou TÍ Á.éy£iq en el 68 (Torrey, TG, 16s; Black, 61); ov Á.éy£T£ (que representa a d") del 71, y £Tti|3aA.cúV del 72, a no ser que se acepte la excelente traducción de Moulton «se puso a». Obsérvese también la posibilidad de que 5f]A.óv oe TTOLEL de Mateo y (si lo leemos) ó^ioiá^Ei de Marcos (70) sean variantes de traducción, y la frecuencia notable de Kcxí paratáctico.
vocabulario y las construcciones sugieren que el relato se compuso en un ambiente gentil; véase el comentario.
12. Juicio ante Pilato (15,1-15). Son peculiares las características lingüísticas. Por una parte, Sé aparece no menos de 12 veces y hay «latinismos» en TÓ LKCXVÓV Tcoií]aou y cbpay£Á.Acdc¡ac; del versículo 15. Por otra parte, hay posibles semitismos en cxTCOKpiQstq Aáysi (2), rípc/rro con infinitivo (8) y cxiroKpiQeiq 'éXeyev (12). TCCCA.IV significa «en seguida» posiblemente en ei versículo 12 y probablemente en el 13. Cf. también Black, 86. 92 nota, que sugiere que el problema del «Ttpóc; intrusivo» de Mt 27,14 puede resolverse traduciendo el versículo 5 al arameo, y que ETtoísi (8) puede ser impersonal. Aunque no es posible formarse una opinión que merezca plena confianza, no puede ignorarse la posibilidad de que los versículos 2 y 6-14 se introdujesen entre 1.3-5.15 (menos la referencia a Barrabás). 13. La burla de los soldados (15,16-20). Cf. (sí se lee) saco síq (16); f)puerto con infinitivo (18); también el uso poco técnico del vocativo en f3aaiÁ.£u (18) y la frase TIOÉVTEC; x a yóverta (19), que no se encuentra en los LXX y de la que hay algunos paralelos clásicos 24. Se ha sugerido muchas veces que iva aTaupcoBr] (15) e 'iva ataupcóacoaiv (20) indican una inserción de los vv. 16-20. 14. La crucifixión (15,21-41). Véase el excurso VIII. La narración ilustra las características que aparecen en la narración de la pasión considerada en conjunto. En los versículos que parecen pertenecer a la narración base (21-24.26.29s.34-37.39) no hay semitismos, a excepción de la cita dal versículo 34, mientras que por el contrario en muchas de las «inserciones» (25.27.31s.33.38.40s) encontramos posibles semitismos. Cf. KCXÍ (25); £va... evoc (27); la lectura Aéyovxsq (k en el v. 31); f]oav GECopoGocxi (40); el griego de traducción de 41a. 15. Entierro de Jesús (15,42-47). El único posible semitismo es f\v Tcpoa5£XÓp:£Voq (43), que tal vez sea adición. Por lo demás, el 24. Muchos exegetas explican la expresión griega diciendo que es un latinismo; cf. W. Bauer, 1305; H. Schlier, KThW, I, 739; Bl. Debrunner, § 5. 3b; Plummer, St. Lk., 508. Schlier cita la expresión genua poneré (Curtius, VIII, 7. 13; Quintiliano, IX, 4. 11); también cita genua submittere (Ovidio, Los fastos, IV, 317; Plinio, Historia Natural, VIII, 1. 3) y genua inclinare (PseudoVirgilio, Antología, 172. 10b; etc.). Creemos que las pruebas son demasiado débiles para explicar la expresión griega. Cf. Eurípides, Las troyanas, 1307.
781
16. El sepulcro vacío (16,1-8). Las únicas características de las que tal vez pudiese decirse que son semíticas son tí] púa TCOV oa(3(3áTCOV (2), que quizá sea cuasitécnica, y el asíndeton del v. 6. Suponemos que la narración no es semítica. Si, como hicimos en el excurso VIII, combinamos las conjeturas literarias e históricas con las pruebas facilitadas por los posibles semitismos, los resultados merecen nuestra atención. En el cuadro que sigue a continuación A contiene los relatos que tienen una cierta continuidad y en las que casi no hay semitismos, aunque no son infrecuentes las palabras clásicas y los «latinismos». Cf. aup;f3oúAiov en el sentido de consilium (15,1), TÓ ixavóv Tioir)aai (15,15), (ppay£AAóco (15,15), £KTCvéco (15,37), K£VTUpícov (15,39.44s), É£, évavTÍaq (15,39), T£0vr|K£V en cuanto que se distingue de cxTtéOavEV (15,44), ocopéopxa y Ttrcopia (15,45). Pueden mencionarse además la costumbre expresada en cxyyapEÚouoiv (15,21), la alusión a Alejandro y Rufo (15,21) y las traducciones de las expresiones técnicas arameas y judías (15,22.34.42), que quizá indiquen origen romano. B contiene las narraciones y pasajes breves que, al parecer, se intercalaron o añadieron al final, y que al mismo tiempo están llenos de posibles semitismos {en cursiva). A.
14,ls
B. A.
10s.(12-16).( 17-21) 22-25
14,3-9 43-46
26-31 15,1.3-5.15
(53.55-64) 54
65.66-72
B.
47-52
A.
21-24..26.29s. 34-37.39
42-46
B.
25. 27.
40s.
31s.33. 38
32-42 15,2.6-14 16-20 (16,1-8) 47
Nota. Podríamos haber colocado 14,12-16 en A, pero su detalle y el uso que hace del término «discípulos» indican que es una adición posterior hecha a A. Tal vez 14,17-21 pertenezca a B, pero su interés por la traición lo inclina a A. Si es B, no podemos restablecer la conexión de los versículos 11 y 26. Los semitismos del v. 21, como también de 15,34, aparecen en una sentencia, y 15,34a es una cita del AT. Los datos indican que la narración de la pasión según Marcos nació al menos en dos etapas principales, representadas por A y B. A no era semítica, pero sí sintética. Era una narración sencilla y directa que muy bien pudo recopilarse para satisfacer las necesidades de la comunidad cristiana de Roma. Su unidad, continuidad y fuerte
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
realismo indican que es un conjunto primitivo. Por el contrario, B tenía un fuerte sabor semítico y se componía de narraciones autónomas vivas y de sorprendentes detalles complementarios derivados de los recuerdos de Pedro. Contenía una tradición más rica que fácilmente podía intercalarse en la narración básica existente. La hipótesis que proponemos es ésta: Marcos encontró en Roma un relato de la pasión y lo amplió con ayuda de la tradición petrina. Esta hipótesis es el reverso de lo que cabría esperar a priori. Una explicación puramente teórica propondría que la narración básica contenía reminiscencias petrinas y que, si se amplió, las adiciones no serían semíticas y sí menos históricas. El hecho de que las pruebas nos impongan el reverso de esta expectativa natural nos hace pensar que la hipótesis expuesta es objetiva. Es posible que A fuese un relato heterogéneo. Recordemos que Bultmann, con quien concuerda plenamente Jeremías (véase p. 634), halla el núcleo de la narración de la pasión en un antiguo relato de' la detención, la condena, el camino al Calvario y la crucifixión. A estenúcleo Marcos añadió un conjunto de narraciones relacionadas con la Ultima Cena, el juicio ante los sacerdotes y el entierro, y antepuso1 al conjunto el complot de los sacerdotes y la traición de Judas. También añadió otras narraciones que antes hemos asignado a B. Sin embargo, no sabemos si A era un relato tan conciso. El complot de los sacerdotes y la traición de Judas concuerdan con el relato de la detención, y la conexión de la Cena con la traición pertenece a la tradición más primitiva (cf. 1 Cor 11,23). Sea lo que fuere de 14,22-25, es posible que 14,17-21 formase parte de A, porque aunque no describe el banquete pascual que nos hace esperar 14,12-16, es comprensible su preocupación por el anuncio de la traición en una narración de la pasión que refleja un interés tan grande por este tema. También es probable que A incluyese el relato del entierro, porque la afirmación de que Jesús «fue sepultado» se incluía intencionadamente en el kerygma primitivo (cf. 1 Cor 15,4). Por el mismo motivo el relato básico debió concluir coa la resurrección (cf. 1 Cor 15,4-7). Esta narración pudo haber sido 16,1-8, pero este pasaje es tan tardío y legendario que es más probable que sea una posterior adición a A, y pudo ir precedida de alguna afirmación sobre la resurrección y la aparición de Jesús a Pedro, a los Doce y a otros testigos.
Como ensayo y para referencia reproducimos a continuación el texto de A, que podría decir así:
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En cierto modo, el elemento más problemático de A es el juicio ante los sacerdotes. Es concebible que originalmente el relato siguiese a 15,1a y que se trasladase al lugar que ocupa ahora cuando se combinaron A y B. Pero si 14,53b y 15,1a forman un duplicado, es más probable que se considerase como relato de un juicio separado, aunque 14,55-64 es una exposición más plena del resumen en 15,1, y que según eso ocupase su posición actual en A. Véanse las pp. 684s, 771. A causa de esta inseguridad ponemos entre paréntesis, en el cuadro, 14,53.55-64, así como 16,1-8.
14,ls
14,10s
14,17-21
14,26-31
14,43-46
14,53a 15,1.3-5.15
783
Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los letrados andaban buscando una manera de darle muerte prendiéndole a traición, porque decían: «Durante las fiestas no, no vaya a haber un tumulto en el pueblo». Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírle se alegraron y le prometieron dinero. El andaba buscando una ocasión propicia para entregarlo. Y (el primer día de los Ázimos)25, al caer la tarde, fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo, dijo Jesús: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar; uno que está comiendo conmigo». Ellos apenados, empezaron a replicarle uno tras otro: «¡No seré yo!». Respondió él: «Es uno de los Doce y ése está mojando en la misma fuente que yo. Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de ése que va a entregar al Hijo del hombre!: más le valdría a ese individuo no haber nacido». Cantaron los salmos y salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo: «Todos vais a fallar, como está escrito: 'Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas'. Pero cuando resucite iré por delante de vosotros a Galilea». Pedro le declaró: «Aunque todos fallen, yo no». Y le dijo Jesús: «Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres». Pero él insistía con vehemencia: «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré». Y los demás decían igual. Y en ese momento 26 se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de una turba con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos. El traidor había quedado en darles una señal, diciéndoles: «El que yo bese, ése es: detenedlo y conducidlo con cautela». En cuanto llegó, se acercó y le dijo: «¡Maestro!» Y lo besó con insistencia. Los otros le echaron mano y lo detuvieron. Y condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote27. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los letrados y el Consejo en pleno, pre-
25. La inclusión de esta expresión aquí es pura conjetura. Es correcta en este contexto, pero no en 14,12. 26. Omitiendo la frase redaccional «cuando todavía hablaba». Cf. 5,35. 27. Quizá se añadiese aquí a A el relato del juicio ante los sacerdotes.
784
15,21-24.26. 29s.34-37.39
15,42-46
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
pararon su plan y, atando a Jesús, lo condujeron a Pila to y se lo entregaron. Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Y Pilato le preguntó 28 : «¿No tienes nada que responder? Mira de cuántas cosas te acusan». Pero Jesús no contestó nada, de suerte que Pilato estaba muy extrañado. Y Pilato, queriendo dar satisfacción a la gente2>, entregó a Jesús para que lo azotaran y lo crucificaran. A uno que pasaba, un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Condujeron a Jesús al Gólgota, que significa «lugar de la calavera», y le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo tomó. Lo crucificaron y se repartieron su ropa, echándola a suertes para ver lo que se llevaba cada uno. En el letrero estaba escrita la causa de su condena: «el rey de los judíos». Los que pasaban lo injuriaban, y decían meneando la cabeza: «¡Vaya! Tú que destruías el templo y lo construías en tres días; baja de la cruz y sálvate». A media tarde, gritó Jesús muy fuerte: «Eloí, Elot, lama sabakhtam» que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, está llamando a Elias». Uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le dio de beber. Y decían **: «Dejadlo, a ver si viene Elias a descolgarlo». Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró. Y el centurión, que estaba frente a él, al ver que había expirado dando aquel grito 31 , dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Ya había caído la tarde —es que era el día de preparativos, es decir, víspera del sábado—, cuando José de Arimatea, distinguido consejero que aguardaba él también el reino de Dios, armándose de valor se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana, y, descolgando a Jesús, lo envolvió en la sábana, lo puso en un sepulcro excavado en la roca y rodó una losa contra la puerta del sepulcro.
28. Omitiendo TOCÁIV, que sículo 5), que 15,2 pertenece a 29. Omitiendo «les soltó a 30. Marcos escribe \éycov. 31. Véase el comentario.
puede indicar, juntamente A. Barrabás». Véase el comentario.
con OÚKÉTL (ver-
RELATO DE LA PASIÓN Y LA RESURRECCIÓN
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Así decía A, el relato de la pasión de la comunidad romana, en cuanto podemos reconstruirlo. Tiene A sin género de dudas una unidad y un carácter peculiar. Además de las características lingüísticas ya citadas, destacan: el énfasis que pone en la culpa de la jerarquía, en lo vergonzoso de la traición, en la divinidad de Jesús, en la realidad de la muerte, en el entierro y en la resurrección; el uso frecuente de 7Tcr.pa5íoco^.i (I4 ; l0s.44; 15,1.15); y sus alusiones a los Doce (14,10,17.20.43). Como sugiere Jeremías, 54, el relato se construye sobre el esquema ilustrado en los anuncios de la pasión (8,31; 9,31; 10,33s) y el primitivo credo cristiano de 1 Cor 15,3-5, y tal vez circulase antes en una forma más concisa; no obstante, cuando escribió Marcos, había obtenido ya, al parecer, una fijeza relativa. A diferencia de A, el grupo B no tenía continuidad, sino que se componía de narraciones y tradiciones sueltas. Es preciso preguntarse si, suponiendo la estructura facilitada por A, puede explicarse de forma verosímil la disposición del material B en la narración de la pasión. La conexión del relato de la unción (14,3-9), en la forma con la que Marcos estuvo familiarizado, con la pasión determinó la inserción de aquél. En particular, la afirmación de que una mujer había anticipado la unción del cuerpo de Jesús preparó el relato de un entierro en el que no se practicaron ni la unción ni las últimas diligencias, a excepción de la sábana. Si no se había introducido ya en A, la narración de los preparativos de la Pascua (14,12-16) se introdujo para narrar con mayor detalle el relato de la Cena, y las deficiencias de 14,17-21 se compensaron introduciendo la narración de la institución de la eucaristía (14,22-25), que parece ser un relato litúrgico derivado de una primitiva fuente palestina. El relato de Getsemaní (14,32-42), que representa la mejor tradición, se colocó de forma natural inmediatamente antes de la detención; así se precisaba la referencia a la salida hacia el monte de los Olivos (14,26), porque Getsemaní estaba situado probablemente en la parte inferior de la ladera de la colina. Este relato, de patetismo incomparable, pone de manifiesto que la tradición B no es «secundaria» en sentido histórico. Los pasajes añadidos al final, a saber, los vv. 47 (el incidente de la espada), 48-50 (la sentencia sobre la enseñanza diaria en el templo) y 51s (el relato del joven desnudo), enriquecieron el relato de la detención con tradiciones auxiliares. La negación (14,54.66-72), vinculada en todos los relatos a la noche de la detención, se ensambló en la narración del juicio (14,53.55-64), a la que se añadió al final la burla de los criados del sumo sacerdote (14,65). La narración del juicio ante Pilato (15,1-15) se amplió quizá con el versículo 2, que en cierto sentido es un duplicado de 3-5, y con la historia de Barrabás (6,14), y después de la sentencia se añadió el relato de la burla de los soldados (15,16-20). Los suplementos añadidos a la narración de la crucifixión se deben a varios motivos: el deseo de extender a «la hora novena» (15,25.33) el esquema temporal sugerido por la 50
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F E C H A DE LA ULTIMA CENA
F E C H A DE LA ULTIMA CENA
referencia de 15,34, y la tendencia a incluir desarrollos legendarios y doctrinales de la tradición primitiva (15,33.38). Por último, las alusiones a las mujeres de 15,40s.47 se insertaron para preparar el relato del sepulcro vacío en 16,1-8. Suponemos que de esta forma se amplió el relato romano de la crucifixión mediante la tradición petrina y los suplementos redaccionales necesarios. Si la reconstrucción fantástica fuese el único camino disponible, la hipótesis sería altamente especulativa y precaria; pero el hecho de basarse en ejemplos visibles de adición e intercalación de carácter semítico, en una narración continua y no semítica, sellada con intereses particulares teológicos e históricos, sirve para concederle un carácter objetivo. Reconociendo la inseguridad relativa de algunos detalles, podemos afirmar que la narración de la pasión en Marcos es la última etapa de un proceso que no difiere del de la construcción de una iglesia o catedral antigua. Esta deducción no tiene sólo importancia crítica y literaria. Implica que casi inmediatamente después de los hechos el cristianismo primitivo comenzó a narrar el relato de la cruz en beneficio del culto, de la enseñanza, de la apologética y de la instrucción, y que antes de Marcos el relato había obtenido ya una forma escrita. El evangelista continuó un proceso que ya había comenzado, sirviéndose de su tradición especial. Este proceso constituye la mejor ilustración de la inmensa importancia que el cristianismo primitivo concedió a la pasión. San Pablo no fue el primero en afirmar: «Porque no he alardeado de saber entre vosotros nada más que a Cristo, y a éste, crucificado» (1 Cor 2,2).
pascuales se difería de cuatro a seis horas, pero no veinticuatro, y que no es probable que los saduceos dejasen pasar un día antes de comer la cena pascual. Como alternativa, Billerbeck, II, 847-853, defiende que los fariseos y los saduceos no estaban de acuerdo en qué día comenzaba el mes de Nisán, y que los sinópticos concuerdan con los fariseos y Juan con los saduceos. Jeremías, 15, objeta que, aunque esta opinión es posible, es una explicación puramente teórica y que no hay pruebas de que los corderos pascuales se sacrificasen en dos días distintos. Son muy interesantes las tentativas de demostrar que la Ultima Cena fue el kiddúsh del sábado (F. Spitta, G. H. Box, y otros) o el kiddüsh de la Pascua (W. O. E. Oesterley, G. H. Macgregor, F. Gavin, T. H. W. Maxfield), pero P. C. Burkitt: JTS 17, 294, señala que el «kiddüsh precede inmediatamente a la celebración real del día; por ejemplo, el kiddüsh del sábado se celebra en lo que llamaríamos la tarde del viernes, y no veinticuatro horas antes». Más recientemente se ha sugerido que la Ultima Cena no fue la cena pascual, sino una reunión de amigos que celebraban un banquete religioso,. como las Haburot de los fariseos (H. Lietzmann, R. Otto, y otros); pero se objeta a esta opinión que estos banquetes se asociaban con las leyes del matrimonio, de la circuncisión, de los funerables y con otras prescripciones legales. Cf. R. T. Herford, The Pharisees, 31; S. Mendelsohn, JE, VI, 123s; C. W. Dugmore: JTS 47, 108s. G. Dalman, JJ, 86-184, y J. Jeremias, op. cit., 18-46, han realizado esfuerzos importantes para demostrar que la Cena fue la cena pascual. Jeremias basa su afirmación en diez puntos: 1) el hecho de que la cena se celebrase en Jerusalén; 2) por la noche; 3) con los Doce; 4) recostados; 5) comiendo pan en el banquete; 6) bebiendo vino tinto; 7) recordando a los pobres; 8) y con acción de gracias; 9) a la cena siguió un paseo sin salir de los límites de la ciudad, y 10) se pronunciaron palabras interpretativas sobre el pan y el vino. Estos hechos demuestran que la Cena tuvo los rasgos característicos de la cena pascual; pero dejan abierto el problema vital del día en que se celebró. La Cena pudo ser la cena pascual, aun cuando se creyese necesario celebrarla un día antes, especialmente si la habitación del piso superior se había preparado para celebrar la Pascua (14,12-16). Se han propuesto dos consideraciones para demostrar que la Cena se celebró antes: 1) la afimación explícita de Jn 18,28b (cf. 19,31) de que los sacerdotes no entraron en el pretorio «para no contaminarse y poder comer la pascua», y 2) se cree que algunos hechos de la narración de la pasión según los sinópticos no concuerdan con la fecha del 15 de Nisán. Puede destruirse la primera objeción con sólo afirmar que el relato de Juan está determinado por ideas doctrinales. Pero aunque se diga que Jesús es el cordero pascual al que no se ha quebrantado hueso alguno, no puede afirmarse, como hace Jeremias: JTS 50, 6s, que la comparación con el cordero pascual es «de gran importancia en el cuarto evangelio». Por ejemplo, Jn 1,29,
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XI FECHA DE LA ULTIMA
CENA
Aunque 14,12-25 suscita esta cuestión, hemos diferido hasta aquí su estudio porque muchos de los problemas pertinentes nacen de la narración de la pasión considerada en conjunto. Se discute todavía si la Ultima Cena coincidió con la cena pascual, como demuestra la enorme lista de autores, de opiniones diversas, que ofrece J. Jeremías en su obra Die Abendmahlsworte ]esu (1949; La Ultima Cena. Palabras de Jesús. Ed. Cristiandad, Madrid 1979). Los investigadores se han interesado mucho por demostrar, aunque no han llegado a un acuerdo importante, que tanto los sinópticos como Juan están en lo cierto. D. Chwolson, Das letzte Passamahl Christi und der Tag seines Todes (21908) defiende que, como en el año de la crucifixión el 15 de Nisán cayó en sábado, Jesús, coincidiendo con los fariseos, celebró la Pascua el 14, mientras que los saduceos la celebraron el día acostumbrado, es decir, el 15. Se objeta a esta hipótesis que en el caso indicado el sacrificio de los corderos
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FECHA
DE LA U L T I M A
CENA
que habla de Jesús como «el Cordero que quita el pecado del mundo», no puede interpretarse como una simple referencia al cordero pascual. Por el contrario, la sentencia representa probablemente una síntesis de las ideas sacrificiales veterotestamentarias, entre las que se incluye la del Siervo de Yahvé. Merece respeto la tradición joánica sobre la fecha de la Cena. Jeremías reúne diez de las supuestas inconsistencias de los evangelios sinópticos: 1) la ida a Getsemaní; 2) llevar armas; 3) la reunión del Sanedrín y la condena a muerte; 4) el desgarrón de las vestiduras del sumo sacerdote; 5) la participación de los judíos en el juicio romano; 6) la venida de Simón de Cirene cxTt' ccypoü; 7) la ejecución; 8) la compra de la sábana; 9) el descendimiento del cadáver, el entierro y la colocación de una piedra en la puerta del sepulcro; 10) la preparación de los perfumes y ungüentos. Nadie formuló nunca todas estas objeciones, algunas de las cuales no convencen. Jeremías afirma con razón que el número 1 es erróneo, que el 6 se basa en suposiciones arbitrarias, y que 5 y 7 se refieren a ordenanzas romanas; pero no sabemos si puede decirse algo más. Los números 2, 4, 9 y 10 están a salvo por ser circunstancias excepcionales y exigencias de la vida incluidas en las decisiones rabínicas. Es desde luego discutible qué validez conservaban estas decisiones posteriores en tiempos de Cristo; la misma duda surge cuando se afirma que el testimonio rabínico soluciona el problema de los números 3 y 8. No se dice que la sábana se obtuviese mediante una compra ficticia y, como exponíamos en la página 689, no sabemos sí el juicio ante los sacerdotes fue una sesión oficial en la que se llegó a un veredicto que equivalía a una condena. Por ello, quizá no sean pertinentes las decisiones rabínicas posteriores sobre el juicio de un «falso profeta» en un día festivo, en presencia de «todo el pueblo». Pero hay una objeción más pertinente aún. Defender tal o cual «irregularidad» apelando a las decisiones rabínicas posteriores quizá sea en cierto modo válido, pero se corre un gran peligro cuando el argumento se repite más de seis veces. Que el populacho y los discípulos llevasen armas el día de* Pascua, que ese día el Sanedrín celebrase una sesión a la que siguió la condena y en la que el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, que el entierro encajase dentro de unas normas que, aunque permitían hacer los preparativos necesarios, prohibían mover los miembros del cadáver (Shab., XXIII, 5; Danby, 120) —para no referirnos a la tradición incierta sobre los perfumes y ungüentos (Me 16,1; Jn 19,39s)— constituyen una colección tan grande de cosas sin explicación que es más sencillo creer que la Cena precedió a la Pascua. Jeremías, 34-37, responde a la objeción de Wellhausen que apToq se usa en 14,22; también puede prestarse atención al hecho de que no se menciona el cordero ni las hierbas amargas, pero es difícil admitir que tiene razón al interpretar Mr} áv tí] éopTÍ] en 14,2 en el sentido de «no en presencia de la multi.tud reunida para la fiesta»; esta traducción de áopxr) es posible,
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pero es dudoso que la apoyen Jn 2,23 y 7,11. Por tanto, aunque se puede decir que el problema no se ha resuelto de forma definitiva 32 , probablemente la mayoría de los investigadores (británicos) defienden con razón que la Ultima Cena y la crucifixión precedieron a la Pascua. XII ESTUDIOS
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1. La última década no ha prestado al problema de los milagros la atención que merece. Son una excepción los que han criticado mi estudio de los milagros por una supuesta incongruencia con la tendencia conservadora de todo mi comentario. Casi no debo replicar que en esta materia adopté las opiniones expresadas porque me pareció que las exigían los datos suministrados por los mismos evangelios, como he resumido en las páginas 153-157. Además, desde hace algunos años me estoy dando cuenta de que no pocos escritores tienden a rechazar opiniones más liberales sin enfrentarse con los argumentos en los que éstas se basan. A mi juicio, no puede afirmarse que los milagros son signos de la actividad efectiva de Dios, porque tal afirmación supone que tuvieron lugar, que es el punto en cuestión. Lo cierto es que en el problema de los milagros operan dos cristologías diferentes, una de tendencia docetista, y otra que admite los límites inherentes a la encarnación. 2. A raíz de los escritos33 de Austen Farrer, se ha estudiado con bastante detenimiento el tema de la tipología. Farrer estudia la estructura numérica de Marcos, y señala que el evangelista comienza con el símbolo «Doce Apóstoles para las doce tribus» y lo convierte en estructura de un evangelio añadiendo dos doces equivalentes —«doce panes para los doce mil» y «doce curaciones de individuos (doce hijos de Israel)». En realidad hay trece curaciones en el evangelio de Marcos, pero la hija de la mujer sirofenicia es gentil. Las doce distribuciones de pan muestran que a Israel no le falta una provisión divina. «Un nuevo pan (8,11-21), incontaminado por la levadura de los fariseos y de Herodes, el propio cuerpo de Jesucristo, partido y distribuido a los Doce para su propio bien, les basta y proporciona los doce panes de la proposición de Israel y de la humanidad» (JTS 4,6). Para hacer una exposición más completa del estudio de Farrer debemos hacer referencia a sus obras. Como señala este autor, el simbolismo numérico se presta fácilmente a los desatinos rabínicos y a la extravagancia gnóstica. Observemos que la tipología de Farrer es una forma muy restringida de tipología neotestamentaria. Esta 32. Cf. G. Dix, The Shape of Liturgy, 50 nota. 33. A Study in Sí. Mark (1951); St. Matthew and St. Mark (1954); Loaves and Thousands: JTS, número especial, 1-14; The Triple Victory (1965).
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última se refiere en su mayor parte a personas, mientras que la tipología de Farrer, a pesar de ocuparse de los Doce, es primordialmente cuestión de números. 3. En los últimos años se ha prestado mucha atención al problema de la parusía. En este problema las opiniones están divididas. No cabe duda de que Marcos, influido por la Iglesia de su tiempo, esperaba un futuro retorno visible de Jesús, pero se discute si Jesús compartía esta expectación. J. A. T. Robinson, Jesús and His Corning (1957), y T. F. Glasson, The Second Advent (1945), defendieron que las sentencias de Me 8,38; 13,26 y 14,62 implican la creencia de Jesús de que en un futuro próximo entraría en su gloria, pero no la idea de una segunda venida a la tierra. «No hay sino una venida, escribió Robinson, que comenzó en Navidad, se completó en la cruz y continúa hasta que en ella se incluyan todas las cosas» (op. cit., 185). Yo creo que el problema sigue abierto. Es cierto que las sentencias de Marcos implican entronización, pero no por ello se excluye una futura venida de un tipo u otro. Dando por supuesto que las parábolas implican situaciones en las que Jesús se encontró en su ministerio terreno, ¿puede eliminarse de ellas totalmente la idea de la parusía? ¿Puede explicarse adecuadamente la creencia de la Iglesia de que Jesús volvería, si él nunca habló de eso? No podemos decir cuándo ni en qué forma se revelará a los suyos, pero la espera de su retorno no está necesariamente trasnochada. 4. Entre los estudios que tratan del evangelio de Marcos citaremos a I. Henderson, Myth in the New Testament (1952), y J. M. Robinson, The Problem of History in Mark (1957). Robinson defiende •que la norma de la piedad de Marcos no es el temor, sino la fe, actitud que Jesús exige y alaba. La fe, afirma Robinson, está unida estrechamente con la acción y comprensión escatológicas, pero su objeto no es una sola persona o hecho ni su contenido una profesión de fe específica. Los discípulos de Jesús constituyen la comunidad escatológica que nace de una comunidad de mesa en la eucaristía y que remite tanto a la muerte de Jesús como a la parusía. Entre los libros que tratan temas especiales de Marcos incluiremos los de M. Black, The Scrolls and Christian Origins (1961), y los ya citados de J. A. T. Robinson y T. F. Glasson. En su obra The Scrolls, Black defiende que a pesar de las muchas diferencias existentes, el movimiento cristianó nació del lado no conformista del judaismo, cuyo centro principal era Qumrán, y que los «hebreos» de Hch 6,1 constituían el ala izquierda. Black sugiere que el banquete sagrado de Qumrán, que se componía sólo de pan y vino, subyace, al parecer, a la cotidiana «fracción del pan» de la comunidad cristiana primitiva (op. cit., 169). D. E. Nineham (ed.), Studies in the Gospels (1955), incluye importantes ensayos sobre problemas del evangelio de Marcos. C. H. Dodd, The Appearances of the Risen Christ, defiende que algunas de las narraciones de resurrección se parecen a los apotegmas de las
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representantes de la historia de las formas y que otras se asemejan a los «cuentos» (por ejemplo, el relato de Emaús) descritos por Dibelius. Un segundo ensayo, The Order of Events in St. Mark's Gospel, de D. E. Nineham, examina con detalle el famoso artículo de Dodd, The Framework of the Gospel Narrative: «Expository Times» (op. cit., XLIII, 396-400) y discute sus hallazgos históricos. Un tercer ensayo, The Gen tile Mission in Mark and Mk XIII. 9-11, de G. D. Kilpatrick, examina el significado de eic. TtávTCC x a e9vr] y la puntuación de Me 13,10. Kilpatrick nos recuerda que los intérpretes antiguos no defendían la misma opinión. Muchos unieron la expresión a la cláusula £tc, ^lapxúpiov aÚTOíq, otros pensaron que significaba «entre todos los pueblos» y otros «a todas las gentes». Después de examinar el uso de Kr)púa0£iv en el NT y en los Padres Apostólicos, Kilpatrick señala que la construcción regular emplea el dativo (10 ejemplos). No hay ejemplos claros del verbo seguido de sic. y acusativo con el sentido de «predicar a», pero sí hay ejemplos en los que significa «predicar en» (Me 1,39, etc.). El orden de las palabras de Marcos apoya este uso. El hecho de que en Me 13 los verbos estén al principio apoya la interpretación de Burkitt: «Así seréis testimonio para judíos y gentiles». Kilpatrick escribe: «Si son válidos los resultados de nuestro estudio, el universalismo está ausente del evangelio de Marcos. No se predica el Evangelio a los gentiles en este mundo ni hay interés por su suerte en el mundo futuro. El Evangelio ha de predicarse fuera de Palestina y tanto los gentiles como los judíos deben interpretar las señales de los tiempos, pero Marcos no dice nada más» (op. cit., 157). Jeremías, The Gentile World in the Thought of Jesús, en SNTS III, 18-28, defiende una opinión similar. Dos importantes artículos de Ivor Buse, de Bangor, St. John and the Marcan Passion Narrative y St. John and the Passion Ñarratives of St. Matthew and St. Luke: NST 4, 215-219; 7, 65-76, apoyan la hipótesis de las dos fuentes, A y B, en la narración de la pasión de de Me 14-16. Mr. Buse concluye que la explicación más probable del material común a Marcos, Juan y Lucas es que todos ellos conocieron la misma narración de la pasión. Buse escribe: «El punto muerto del estudio del relato de la pasión en Lucas puede solucionarse al descubrir que parte del material llamado de Marcos en el evangelio de Lucas llegó a Marcos por una fuente de la pasión que Lucas conocía antes de manejar el evangelio según Marcos». Véase además F. Rehkopf, Die lukanische Sonderquelle (1959).
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799"
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO Un asterisco indica que el término no aparece en ningún otro lugar del Nuevo Testamento
áfflá 16,36 •'Apicceáp 2,26 'Appaáp. 12, 26 (LXX) óryaGoTcoiEÍv 3,4. dryaeóc; 10,17.18 bis cxyorvaKTeív 10,14.41; 14,4 áyonr&v 10,21; 12,30-31 bis (LXX). 33 bis áyoornTcx; 1,11; 9,7; 12,6 áyyapEÚEiv 15,21 ócyyEXoc, 1,2(LXX).13; 8,38; 12,25; 13,27.32 óryEiv 1,38; 13,11; 14,42 áyéXr| 5,11.13 ayioq 1,8.24; 3,29; 6,20; 8,38; 12,36; 13,11 áyvacpo<; 2,21 ccyvoEÍv 9,32 ccyopá 6,56; 7,4; 12,38 áyopá^Eiv 6,36.37; 11,15; 15,46; 16,1 *dcyp£6eiv 12,13 órypioc; 1,6 áypóq 5,14; 6,36.56; 10,29.30; 11,8; 13,16; 15,21; 16,2 áypuTtVEÍv 13,33 ábeXqr] 3,35; 6,3; 10,29.30 áSEXtpóc, 1,16.19; 3,17.31.32.33.34.35; 5,37; 6,3.17.18; 10,29.30; 12,19 ter. 20; 13,12 bis á5r||!ov£!v 14,33 cc8úvccTO<; 10,27 a c ^ o c ; 14,1.12 áeETEÍv 6,26; 7,9 altia 5,25.29; 14,24 atpEiv 2,3.9.11.12.21; 4,15.25; 6,8.29. 43; 8,8.19.20.34; 11,23; 13,15.16; 15,21.24; 16,18 51
OCÍTSÍV 6,22.23.24.25; 10,35.38; 11,24; 15,8.43 aixía 15,26 aicóv 3,29; 4,19; 10,30; 11,14 aíóvioq 3,29; 10,17.30 áKáGapToc; 1,23.26.27; 3,11.30; 5,2. 8.13; 6,7; 7,25; 9,25 ócKocvBa 4,7 bisAS áKáv9ivoc, 15,17 ótKapTcoc; 4,19 áKOií 1,28; 7,35; 13,7 áKoXouestv 1,18; 2,14te.l5; 5,24; 6,1; 8,34 bis; 9,38 bis; 10,21.28.32. 52; 11,9; 14,13.54; 15,41; 16,17 CCKOÚEIV 2,1.17; 3,8.21; 4,3.9.12.15.16. 18.20.23.24.33; 5,27; 6,2.11.14.16. 20te.29.55; 7,,14.16 bis.25.37; 8,18; 9,7; 10,41.47; 11,14.18; 12, 28.29 (LXX).37; 13,7; 14,11.58.64; 15,35; 16,11 ctKpíc, 1,6 áKpov 13,27 bis ccKupoüv 7,13 áXápacrtpoc;, f\ 14,3 bis áXaXá^Eiv 5,38 *ccXaXoc; 7,37; 9,17.25 aXacc; 9,50 ter ÓXEEÍK; 1,16.17
áXEÍcpELV 6,13; 16,1 áXeKTOpo«pcúvía 13,35 áXÉKTup 14,30.68.72 bis 'A\éE,avbpoc, 15,21 áX)íe£Lct 5,33; 12,14.32 áXtiSiíq 12,14 áXrieSc, 14,70; 15,39 áXí^EaSaL 9,49 áXXá 1,44.45; 2,17 bis.22; 3,26.27.29;
802
TÉRMINOS
GRIEGOS
EMPLEADOS
4,17.22; 5,19.26.39; 6,9.52; 7,5.15. 19.25; 8,33; 9,13.22.37; 10,8.27.40. 43.45; 11,23.32; 12,14.25.27; 12,7. l l t e . 2 0 . 2 4 ; 14,28.29.36.49; 16,7 *áXk(X)(pu 1,38 dcXXr|Xov 4,41; 8,16; 9,34.50; 15,31 ócXXoc; 4,5.7.8.18.36; 6,15; 7,4; 8,28; 10,11.12; 11,8; 12,4.5.9.31.32; 14,58; 15,31.41 ócXuaic; 5,3.4 bis 'AXcpaioc; 2,14; 3,18 ánápxritioc 3,28.29 á ^ a p t í a 1,4.5; 2,5.7.9.10 á[iapxcoXóc; 2,15.16 bis.17; 8,38; 14,41 á\a)V 3,28; 8,12; 9,1.41; 10,15,29; 11,23; 12,43; 13,30; 14,9.18.25.30 d^tieXoc; 14,25 á^irsXwv 12,1.2.8.9 bis *á\xq>ifiáXkeiv 1,16 *ócn(¡)o6ov 11,4 ócv 3,29.35; 5,28; 6,10.11.56 bis; 8,35; 9,1.37 tó.41.42; 10,11.15.43.44; 11,23; 12,36 (LXX); 13,20; 14,44; 16,18 á v á (¡léaov) 7,31 á v a p a í v s i v 1,10; 3,13; 4,7.8.32; 6,51; 10,32.33; 15,8 ávapXéireiv 6,41; 7,34; 8,24; 10,51. 52; 16,4 á v á y a i o v 16,15 dcvayiváaKEiv 2,25; 12,10.26; 13,14 ávcxyKáígeiv 6,45 ÓVOCÓEHOCTÍ^EIV
14,71
dcvccKEiaeoa 6,26; 14,18; 16,14 dcvaKAÍvEiv 6,39 ávocKpa^eiv 1,23; 6,-!9 *ávaKi>XÍ£iv 16,4 ávaXa(i|3ávEo9ai 16,19 *¿ÉvaXoq 9,50 * dva(i.L[ivrioKei.v 9,21; 14,72 ávamraÚEiv 6,31; 14,41 *ávcrrcr]5Sv 10,50 ávaTtÍTrreiv 6,40; 8,6 ávocoEÍEiv 15,11 áváaxaaLc; 12,18.23 *ávaaT£vá^eiv 8,12 dtvaarf)vai 1,35; 2,14; 3,26; 5,42; 7,24; 8,31; 9,9.10.27.31; 10,1.34; 12,23.25; 14,57.60; 16,9 ávaxÉXXEiv 4,6; 16,2 dcvoc()>épEiv 9,2 ávocx«p£Ív 3,7 •Av8péoc<; 1,16.29; 3,18; 13,3
EN
EL
EVANGELIO
ÓCVEUOC; 4,37.39 bis.41; 6,48.51; 13,27 á v é x £ c 9 a i 9,19 dcWjp 6,20.44; 10,2.12 ávepcúTOx; 1,17.23; 2,10.27 tó.28; 3,1.3.5.28; 4,26; 5,2.8; 7,7.8.11.15 bis. 18.20.21.23; 8,24.27.31.33.36.37.38; 9,9.12.31 bis; 10,7.9.27.33.45; 11,2. 30.32; 12,1.14; 13,26,34; 14,13.21 ?«/«\41.62.71; 15,39 aviTtTcx; 7,2 dcvoLY£a9at 7,35 dcvxáXXay[j.a 8,37 ávxí 10,45 ÓCVQ9EV 15,38 áirayyÉXXEiv 5,14.19; 6,30; 16,10.13 áiráyEiv 14,44.53; 15,16 óraaípEoQai 2,20 ' "• dciiceXóc; 13,28 '•' áiravxSv 14,13 c3ntapvEÍa6ai 8,34; 14,30.31.72 ocreas 1,27; 8,25; 11,32; 16,15 áttáxt] 4,19 á7iépxEo9ai 1,20.35.42; 3,13; 5,17. 20.24; 6,28.32.36.37.46; 7,24.30; 8,13; 9,43; 10,22; 11,4; 12,12; 14,10.12. 39; 16,13 dcTtÉXEiv 7,6; 14,41 áitiaTEÍv 16,11.16 a m a r í a 6,6; 9,24; 16,14 • • ámcrrcx; 9,19 erró 1,9.42; 2,20.21; 5 J bis.8bis .22; 4,25; 5,6.17.20.34.35; 6,33.43; 7,1.4. 6.17.28.33; 8,3.11.15; 10,6.12.46; 11, 12.13; 12,2.34.38; 13,19.27.28; 14,35. 36.54; 15,21.30.32.38.40.43.45; 16,8 áiropáAAEtv 10,50 óntaSruiEÍv 12,1 *
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO áiTOKTewúvm 12,5(2.") COTOKUXÍEIV 16,3
cciroXauPávEiv 7,33 dmoXXúvaí 1,24; 2,22; 3,6; 4,38; 8,35 bis; 9,22.41; 11,18; 12,9 árroXÚEiv 6,36.45; 8,3.9; 10,2.4.11.12; 15,6.9.11.15 crrcoTTA,ovSv 13,22 ánopEÍv 6,20 á i t o o x á o i o v 10,4 (LXX) *áTtoax£yá^£iv 2,4 dmooxéXXEiv 1,2; 3,14.31; 4,29; 5,10; 6,7.17.27; 8,26; 9,37; 11,1.3; 12,2. 3.4.5.6.13; 13,27; 14,13
ápa\xa 16,1 CCCTPEOXOC;
9,43
áoÉXyEía 7,22 áa9EV£iv 6,56 áa9£vr|c; 14,38 áaKÓc; 2,22 quater á a t r á ^ E o e a i 9,15; 15,18 ácmaatióc; 12,38 á a r r i p 13,25
803
áaúvExoc; 7,18 -. i • áacpaXax; 14,44 drti[j.á^£i.v 12,4 crrinoc; 6,4 ' • ' • ' : ' aóXr) 14,54.66; 15,16 ' •'. • a ú f ; á v £ a 9 a i 4,8 ' .'' aÓTÓnaxoq 4,28 aútóc; passim; nom. 1,8; 2,25; 3,13; 4,27.38; 5,40; 6,17.45.47; 8 2 9 ; 10,12; 12,36.37; 14,15.44; 15,43 ácpaLpELV 14,47 ácpE&póv 7,19 dcpsaii; 1,4; 3,29 ácpÍEiv 1,34; 11,16 ácpiévaí 1,18.20.31; 2,5.7.9.10 bis; 3,28; 4,12 (LXX).36; 5,19.37; 7,8.12. 27; 8,13; 10,14.28.29; 11,6.25 bis; 12,12.19.20.22; 13,2.34; 14,6.50; 15,36.37. *ácppí¿;£LV 9,18.20 dcppooúvri 7,22 • á x £ i-pcmo íri-ucx; 14,58 |3á9oc; 4,5 páXXEiv 2,22; 4,26; 7,27.30.33; 9,22. 42.45.47; 11,23; 12,41 bis.42.43 bis. 44 bis; 15,24 pairxí^Eiv 1,4.5.8 bis.9; 6,14.24; 10, 38 bis. 39 bis; 16,16 p á t m o ^ a 1,4; 10,38.39; 11,30 .';>.•• paima^iác; 7,4 PaimoTiíc; 6,25; 8,28 B a p a p p S q 17,7.11.15 :\- ' Bap9oXo(aaíoc; 3,18 *BapxLnatoc; 10,46 paaaví^Eiv 5,7; 6,48 |3aai\EÍa 1,15; 3,24 bis; 4,11.26.30; 6,23; 9,1.47; 10,14.15.23.24.25; 11,10; 12,34; 13,8; 14,25; 15,43 paaiXEÚc; 6,14.22.25.26.27; 13,9; 15,2. 9.12.18.26.32 (iaoxá^Eiv 14,13 páxoc; (ó) 12,26 |S5ÉXuy[ia 13,14 (LXX, Th.) PepaioGv 16,20 BEEXÍ;EP,O6X
3,22
Br)9avía 11,1.11.12; 14,3 B r ] 9 a i 8 á [ v ] 6,45; 8,22 Br|9cf>o:yií 11,1 Pi|3Xíov 10,4 (LXX) |3í|3Xoc; 12,26 Píoq 12,44
,;
•
804
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL
EVANGELIO TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
j3XÓ7rr£<.v 16,18 pXaarávEiv 6,27 pXocaqyrinEiv 2,7; 3,28.29; 15,29 p X a o q ^ í a : 3,28; 7,22; 14,64 pXÉireiv 4,12 bis (LXX),24; 5,31; 8,15. 18.23.24; 12,14.38; 13,2.5.9.23.33 |3oav 1,3; 15,34 *BoavTipYéc; 3,17 |3or)9eív 9,22.24 PÓOKEIV 5,11.14 (3oúX£a9oa 15,15 pouXeuxr|(; 15,43 |Jpovtr¡ 3,17 |3pS[ia 7,19 ya^cxpuXáKiov 12,41 te.43 rocXiXocícc 1,9.14.16.28.39; 3,7; 6,21; 7,31; 9,30; 14,28; 15,41; 16,7 rccXiXoáoc; 14,70 yaAiívri 4,39 ycqieív 6,17; 10,11.12; 12,25 y o c ^ e a G a i 1 2 , 25 y á p 1,16.22.38; 2,15; 3,10.21; 4,22.25; 5,8.28.42; 6,14.17.18.20.31.48.50.52; 7,3.10.21.27; 8,35.36.37.38; 9 , 6 t e . 3 1 . 34.39.40.41.49; 10,14.22.27.45; 11,13. 1 8 t e . 3 2 ; 12,12.14.23.25.44; 13,8.11. 19.22.33.35; 16,2.5.7.40.56.70; 15,10. 14; 16,4.8 bis "yoccm'ip 13,17 y é e w a 9,43.45.47 'r£0ar]nocv£Í 14,32 'yEHÍ^Eiv 4,37; 15,36 7 E v e á 8,12 te.38; 9,19; 13,30 y E v é a i a 6,21 y é v r i n a 14,25 y E w a a O o a 14,21 r"EVOT]aapéT 6,53 * yévoc; 7,26; 9,29 r£pccar|vóc; 5,1 yEÚEoOai 9,1 yEcopycx; 12,1.2 bis.7.9 y ñ 2,10; 4,1.5 te.8.20.26.28.31 bis; 6,47. 53; 8,6; 9,3.20; 13,27.31; 14,35; 15,33 yív£a6oa 1,4.9.11.17.32; 2,15.21.23.27; 4,4.10.11.17.19.22.32.35.37.39; 5,14.16. 33; 6,2te.l4.21.26.35.47; 9,3.6.7.21. 26.33.50; 10,43; 11,19.23; 12,10 (LXX).ll (LXX); 13,7.18.19 te.28.29. 30; 14,4.17; 15,33.42; 16,10 yivcóoKELv 4,13; 5,29.43; 6,38; 7,24;
8,17; 9,30; 12,12; 13,28.29; 15, 10.45 yXñaooc 7,33.35; 16,17 *yva$EÚc; 9,3 '•./.. r"oXyo0á[v] 15,22 yovEÚc; 13,12 yóvu 15,19 yovuTTET&iv 1,40; 10,17 ypccnHOTEÚt; 1,22; 2,6.16; 3,22; 7,1.5; 8,31; 9,11.14; 10,33; 11,18.27; 12,28.32.35.38; 14,1.43.53; 15,1.31 ypóupEiv 1,2; 7,6; 9,12.13; 10,4.5; 11,17; 12,19; 14,21.27 ypa
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14,15
&Eiv trans. 3,27; 5,3.4; 6,17; 11,2.4; 15,1.7 SEITTVOV 6,21;
12,39
&ÉKOC 10,41 AsKáiroXic; 5,20 (f) A); 8,31 &év&pov 8,24 , • 5E^LÓq 10,37.40; 12,36; 14,62; 15,27; 16,5.19 5épELV 12,3.5; 13,9 8£pnócTLvoq 1,6 5éanio<; 15,6 5Ea(ióq 7,35 &EGpo, 8EGTE 1,17; 6,31; 10,21; 12,7 5EÚTEPO<; 12,21.31;
16,72
5éx£a9aL 6,11; 9,37 quater; 10,15 5T]vápiov 6,37; 12,15; 14,5 5 i á c. gen. 2,1.33; 5,5; 6,2; 7,31; 9,30; 10,25; 11,16; 14,21.58; 16,20; c. ac. 2,4.18.27 bis; 3,9; 4,5.6.17; 5,4; 6,6.14.17.26; 7,5.29; 11,24.31; 12,24; 13,13.20; 15,10 &ioc|3XéTt£i.v 8,25 &iccyívEa9oa 16,1 &ia9r|KTi 14,24 5L«KOVEIV 1,13.31; 10,45 bis; &LCCKOVO<; 9,35;
15,41
10,43
&iccKÓaioi 6,37 5iaKpívEa0oci 11,23 &taXÉy£a9ai 9,34 5 i a X o y í Í £ a 9 a i 2,6.8 te; 8,16.17; 9,33; 11,31 5iaA,oyianó<; 7,21 8ianEpíC£a9ai 15,24 (LXX) S i á v o i a 12,30 (LXX) 5iocvoíy£a6ai 7,34 Siaropócv 5,21; 6,53 8uxrcop£Óa0ai 2,23 8iapf|aa£iv 14,63 8 i a p i t á ^ £ i v 3,27 bis 8iaoKOpiríC£iv 14,27 (LXX) SicccmñaOm 5,4 8iacaéXA£a9ai 5,43; 7,36 bis; 8,15; 9,9 8iacrrpé(pEiv 9,19 &ia
5,13
Siwyiió^ 4,17; 10,30
5OKEIV 6,49;
10,42
80$ '
;
8óXo<; 7,22; 14,1 8 ó £ a 8,38; 10,37; 13,26 8o£,á^£LV 2,12 SoCXoq 10,44; 12,2.4; 13,34; 14,47 8péixavov 4,29 (LXX) Súva^ic; 5,30; 6,2.5.14; 9,1.39; 12,24; 13,25.26; 14,62 &úvaa9ca 1,40.45; 2,4.7.19 bis; 3,20. 23.24.25.26.27; 4,32.33; 5,3; 6,5.19; 7,15.18.24; 8,4; 9,3.22.23.28.29.39; 10,26.38.39; 14,5.7; 15,31 8uvocTÓc; 9,23; 10,27; 13, 22; 14,35.36 SÚVEIV
1,32
8úo 6,7te.9.38.41 bis; 9,43.45.47; 10,8.35; 11,1; 12,42; 14,1.13; 15, 27.38; 16,12 *8ÚOKOXO<;
10,24
SuaKÓXcoq 10,23 SÓ&EKOC 3,14.16; 4,10; 5,25.42; 6,7. 43; 8,19; 9,35; 10,32; 11,11; 13,10. 17.20.43 §£>li
806
TÉRMINOS
GRIEGOS EMPLEADOS
Eurstv 1,17.44; 2,9¿¿r.l9; 3,9; 4,39. 40; 5,33.34.43; 6,22.24 bisM; 7,6.10. 11.29; 8,5.7.26.28.34; 9,18.21.23.29. 36.39; 10,3.4.5.14.18.21.36.37.38.39. 49.51 tó.52; 11,3.6.14.23.29.31 tó.32; 12,7.12.15.16.17.26.32.34.36.43; 13,2. 4.21; 14,6.14.16.18.20.22.24.39.48.62. 72; 15,39; 16,7 ¿w.8.15 stpr|VEÚ£iv 9,50 sípt'ivT) 5,34 EÍq passim EÍQ 2,7; 4,8 (er.20 ter; 5,22; 6,15; 8,14.28; 9,5.17.37.42; 10,8.17.18.21. 37; 11,29; 12,6.28.29 (LXX).32.42; 13,1; 14,10.18.19.20.37.43.47.66; 15, 6.27; 16,2 EioépXEaBm 1,21,45; 2,1.26; 3,1.27; 5,12.13.39; 6,10.22.25; 7,17.24.25; 9,25.28.43.45.47; 10,15.23.24.25; 11, 15; 13,15; 14,14; 15,43; 16,5 EÍOTTopEÓeaOocí, 1,21; 4,19; 5,40; 6,56; 7,15.18.19; 11,2 EITOC 4,17; 8,25 *EITEV 4,28 bis
eÍGo&a 10,1 ÉK, é£ 1,10.11.25.26.29; 5,2 bis.8.30; 6,14.54; 7,11.15.20.21.26.29.31; 9,7. 9 bis.10.11.21.25; 10,20.37 bis.40 bis; 11,8.14.20.30 fas.31.32; 12,25.30 quater.33 ter.í6A4 bis; 13,1.15.25.27; 14, 18.23.25.62.69.70.72; 15,27 te.39.46; 16,3.12.14.19 ^'ÉKaaxoc, 13,34 ÍKCCTÓV 4,8.20; 6,40
ÉKccTOVTaTiAaaícov 10,30 :EK|3áX.X£U/ 1,12.34.39.43; 3,15.22.23; 5,40; 6,13; 7,26; 9J.8.28.38.47; 11,15; 12,8; 16,9.17 £K5í5oaeoa 12,1 ¿K5ÓELV 15,20 EKEÍ 1,35.38; 2,6; 3,1; 5,11; 6,5.10. 33; 11,5; 13,21; 14,15; 16,7 éK£Í9EV 6,1.10.11; 7,24; 9,30; 10,1 éKEÍvoc; 1,9; 2,20; 3,24.25; 4,11.20. 35; 6,55; 7,20; 8,1; 12,4.5.7; 13,11. 17.19.24.32; 14,21 tó.25 16,10.11. 13 bis.20 *éK0aii|3EiaeaL 9,15; 14,33; 16,5.6 *éK9ai)Lic<£iv 12,17 :£KXéy£aeoa 13,20 IÉKÁEKTÓC; 13,20.22.27
;EKAÚ£a9ai 8,3
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS
EN EL EVANGELIO
*£ ierre piaacoc; 14,31 ÉKTTAiíaoEoeaa 1,22; 6,2; 7,37; 10,26; 11,18 ¿KirvEiv 15,37.39 £KitopEÓEa6ai 1,5; 6,11; 7,15.19.20. 21.23; 10,17.46; 11,19; 13,1 É'KaTaaic; 5,42; 16,8 é KTE i'VE LV 1,41; 3,5 bis ÉKTiváaaEiv 6,11 É'KTOC; 15,33
áKcpépEiv 8,23 £K(f>opoc; 9,6 ÉK(pÚ£lV 13,28 éKXÚvvEaOaL 14,24 •..:.. ÉXaícc 1,1; 13,3; 14,26 .... é'Xcaov 6,13 ¿XaúvELV 6,48 •' .. EXEEIV 5,19; 10,47.48 . '.. :.;.,: 'EXX17VÍ1; 7,26 .-.,..., áXcoí 15,34 bis .; : ¿UpaívEiv 4 , 1 ; 5,18; 6,45; 8,10.13 • É^páuTEoeaL 14,20 É|ipXÉTrELV 8,25; 10,21.27; 14,67 .-.'*! £LippiLiaa9ai 1,43; 14,5 , ., ÉLIÓC; 8,38; 10,40
'\.':^:
¿uiraí^Eiv 10,34; 15,20.31 CLIUPOOGEV 2,12; 9,2
ELÍITTÚEIV 10,34; 14,65; 15,19 lv passim :: £vayKaXíí¡£o6ai 9,36; 10,16 ávavríoc; 6,48; 15,39
..'.:
... : . ,•
EVOCTOC; 15,33.34
Ev5£KOC 16,14 áv8i5úaKEiv 15,17 év&ÚEiv 1,6; 6,9; 15,20 *£V£lA£ÍV 15,46 IÍVEKEV 7,35; 10,7 (LXX).29; 13,9 ¿VEPYEIV 6,14
ivéx£LV 6,19 "É'vvuxa 1,35 EVOXOC; 3,29; 14,64 EVTOCXLKJ: 7,7 (LXX)
ávrccípiaaLióc; 14,8 ávréXXEaGca 10,3;13,34 EVTOXIÍ 7,8.9; 10,5.19; 12,28.31 évTpéiTEaBaí 12,6 E£, 9,2 {para á£, véase ÉK) é £ á y £ i v 15,20 é£,ccícpvri<; 13,36 ££,OCVOCTÉXX£LV 4,5 é^ocvioxávca 12,19 *lE,ámva 9,8
é^auTfjc; 6,25 é^épxEaOaL 1,25.26.28.29.35.38.45; 2, 12.13; 3,6.21; 4,3; 5,2.8.13.30; 6,1. 10.12.24.34.54; 7,29.30.31; 8,1.27; 9,25.26.29.30; 10,12; 11,2.12; 14,16. 26.48.68; 16,8.20 I^Ecrxiv 2,24.26; 3,4; 6,18; 10,2; 12,14 é£,f|KOVTcc 4,8.20 ¿£,íaraaeaL 2,12; 3,21; 5,42; 6,51 á£oLioXoy£Ía9ou 1,5 á^opúaoELV 2,4 *á^ou6£VEÍo9ai 9,12 é^ouaía 1,22.27; 2,10; 3,15; 6,7; 11,28.29.33; 13,34 E^w 1,45; 3,31.32; 4,11; 5,10; 8,23; 11,4.19; 12,8; 14,68 ££,co0£V 7,15.18 éoptrí 14,2; 15,6 •;: : áTrocyyÉXXEaBou 14,11 éiraLaxávEoGai 8,38 bis áuaKoXouOEÍv 16,20 éTravioraaOai 13,12 . éirávco 14,5 áiraúpiov 11,12 áraí 15,42 árapcoTav 5,9; 7,5.17; 8,23.27.29; 9,11.16.21.28.32.33; 10,2.10.17; 11,29; 12,18.28.34; 13,3; 14,60.61; 15,2.4. 44 ¿TTÍ (1) c. gen. 2,10.26; 4,1.26.31 bis; 6,47.48.49; 8,4.6; 9,3.20; 11,4; 12,14. 26.32; 13,9.15; 14,35.51; (2) c. dat. 1,22.45; 3,5; 6,25.28.39.52.55; 9,37. 39; 10,22.24; 11,18; 12,17; 13,6.29; (3) c. ac. 2,14.21; 3,24.25.26; 4,5. 16.18.20.21.38; 5,21; 6,34.53; 7,30; 8,2.25; 9,12.13.22; 10,11.16; 11,2.7. 13; 13,2.8.12; 14,48; 15,22.24.33. 46; 16,2.18 ém|3áAAEiv 4,37; 11,7; 14,46.72 £Tcí|3Xr|[j.a 2,21 £iuyivcóaKEi.v 2,8; 5,30; 6,33.54 émypácpeiv 15,26 Eiuypacpri 12,16; 15,26 áiuQuLiía 4,19 EmXa(ipáv£a9oa 8,23 ETuXccvéávsaBoa 8,14 ETUXÚEI.V 4,34
ETUTCrnTElV 3,10 *£mpáTrr£iv 2,21 émaKiá^Eiv 9,7
EN EL EVANGELIO
807
ETTÍoraaGai 14,68 ÉmarpécpEiv 4,12(LXX); 5,30; 8,33; 13,16 ámauváyEiv 1,33; 13,27 *£iuauvTpéx£LV 9,25 EiuTáaasiv 1,27; 6,27.39; 9,25 £iim9évoa 3,16.17; 5,23; 6,5; 7,32; 8,23.25; 16,18 ÉTUTILICCV 1,25; 3,12; 4,39; 8,30.32.33;
9,25; 10,13.48 ámTpéuEiv 5,13; 10,4 Éirrá 8,5.6.8.20 bis; 12,20.22.23; 16,9 Epyá^EoBcu 16,6 É'pyov 13,34; 14,6 ápEiv 11,29.31 ápr|¡j.ía 8,4 Epr^oc; 1,3(LXX).4.12.13.35.45; 6,31. 32.35 épií^cooiq 13,14(LXX, Th.) EpX£o9aL 1,7.9.14.24.29.40.45; 2,3.13. 17.18.20; 3,8.20.31; 4,4.15.21.22; 5,1.14.15.22.23.26.27.33.35.38; 6,1.29. 31.48.53; 7,1.25.31; 8,10.22.34.38; 9,1.11.12.13.14.33; 10,1.14.30.45.46. 50; 11,9.10.13.15.27 bis; 12, 9.14.18. 42; 13,6.26.35.36; 14,3.16.17.32.37. 38.40.41 tó.45.62.66; 15,21.36.43; 16, 1.2 épuTÓcv 4,10; 7,26; 8,5 éa9Í£LV, goQeiv 1,6; 2,16 bis.26 bis; 3,20; 5,43; 6,31.36.37 te.42.44; 7,2. 3.4.5.28; 8,1.2.8; 11,14; 14,12.14. 18 bis.22 EOXCXTOC; 9,35; 10,21; 12,6.22 *¿axárcoc; 5,23 ECHO 14,54; 15,16 ECJCOBEV 7,21.23
ETEpoc; 16,12 £Ti 5,35 bis; 12,6; 14,43.63 ÉTOL^á^ELV 1,3; 10,40; 14,12.15.16 E'TOILUX; 14,15
ÍÍTCX; 5,25.42
EL) 14,7 EÜayyéXiov, 1,1.14.15; 8,35; 10,29; 13,10; 14,9; 16,15 EÚ&OKEÍV 1,11 £Ü9úc; í,Xadj.). 10.12.18.20.21.23.28.29. 30.42.43; 2,8.12; 3,6; 4,5.15.16.17. 29; 5,2.29.30.42; 6,25.27.45.50.54; 7,25; 8,10; 9,15.20.24; 10,52; 11,2. 3; 14,43.45.72; 15,1 EÚKcapEÍv 6,31
808
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
EÜKoapoc; 6,21 EÓKOCÍptoc; 14,11 EÓKOTTÓxspov 2,9; 10,25 eüXoyEiv 6,41; 8,7; 11,9(LXX).10; 14,22 £Ó\oyT]TÓ(; 14,61 EÚpíaKeiv 1,37; 7,30; 11,2.4.13 bis; 13,36; 14,16.37.40.55 Eóaxñucov 15,43 EÓxapioTEÍv 8,6; 14,23 EÓCÓVU^OÍ; 10,40; 15,27
*á
1,19.20;
3,17;
10,35
ÍTmiouv 8,36 Cfiv 10,23; 12,27; 16,11 íiytEÍv 1,37; 3,32; 8,11.12; 11,18; 12,12; 14,1.11.55; 16,6 &m 8,15
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
' H o a í a c ; 1,2; 7,6 ea&5aío<; 3,18 O á X a a a a l,16fó; 2,13; 3,7; 4,l/er.39. 41; 5,\.Ubis.21; 6,47.48.49; 7,31; 9,42; 11,23 *6ati|3EÍaeai 1,27; 10,24.32 *9aváainoc; 16,18 Gávaroc; 7,10(LXX); 9,1; 10,33; 13,12; 14,34.64 6otvocToCv 13,12; 14,55 GapoEÍv 6,50; 10,49 O a u n á ^ s i v 5,20; 6,6; 15,5.44 e a u ^ a a r ó c ; 12,11 OeaaQai 16,11.14 GéXEiv 1,40.41; 3,13; 6,19.22.25.26.48; 7,24; 8,34.35; 9,5.13.30.35; 10,35.36. 43.44.51; 12,38; 14,7.12.36; 15,9 9éÁ.Tina 3,35 GEÓQ 1,1.14.15.24; 2,7.12.26; 3,11.35; 4,11.26.30; 5,7bis; 7,8.9.13; 8,33; 9,1.47; 10,9.14.15.18.23.24.25.27¿«; 11,22; 12,14.17.24.26.27.29(LXX).30. 34; 13,19; 14,25; 1 5 , 3 4 « J ( L X X ) . 39.43; 16,19 GEpaiiEÚELV 1,34; 3,2.10; 6,5.13 9£pianó<; 4,29 9£pna(vEa9ou 14,54.67 9épo<; 13,28 9£copELV 3,11; 5,15.38; 12,41; 15,40.47; 16,4 9trXá^£LV 13,17 BtiXuq 10,6(LXX) 9t|píov 1,13 Otjaaupóc; 10,21
19.20; 3,17tó; 5,37tóv 9,2; 10,35. 41; 13,3; 14,33; (2) ó á&sAqjóc; xoO Kupíou 6,3; (3) ó TOO ' A \ (pccíou 3,18; (4) ó niKpóc; 15,40; 16,1 lSa9oa 5,29 l a r p ó q 2,17; 5,26 Í6E 2,24; 3,34; 11,21; 13,1.21; 15,4.35; 16,6 f&£ív 1,10.16.19; 2,5.12.14.16; 4,12 (LXX); 5,6.14.16.22.32; 6,33.34.38.48. 49.50; 7,2; 8,33; 9,1.8.9.14.15.20.25. 38; 10,14; 11,13.20; 12,15.28.34; 13,14.29; 14,67.69; 15,32.36.39; 16,5 í6io<; 4,34; 6,31.32; 7,33; 9,2.28; 13,3; 15,20 i&oú 1,2; 3,32; 4,3; 10,28.33; 14,41.42 * ' I 5 o u n a í a 3,8 ' l E p E i x ó 10,46¿¿r ÍEpEÚt; 1,44; 2,26 lepóv, TÓ ll,11.15fó\16.27; 12,35; 13,1.3; 14,49 MEpoaóX.una 3,8.22; 7,1; 10,32.33; 11,1.11.15.27; 15,41 * I EpoaoA.u|j£ÍToa 1,5 'ItiaoCc; 1,1.9.14.17.24.25; 2,5.8.15.17. 19; 3,7; 5,6.7.15,20.21.27.30.36; 6,4. 30; 8,27; 9,2.4.5.8.23.25.27.39; 10,5. 14.18.21.23.24.27.29.32.38.39.42.47W*. 49.50.51.52; 11,6.7.22.29.33tó; 12,17. 24.29.34.35; 13,2.5; 14,6.18.27.30.48. 53.55.60.62.67.72; 15,1.5.15.34.37.43; 16,6.19
9XÍ|3ELV 3,9
ÍKOCVÓ<; 1,7; 10,46; 15,15
9Xíi|u<; 4,17; 13,19.24 9vr|aKELV 15,44 9opup£lo9cu 5,39 9ópu|io<; 5,38 9pí£ 1,6 9poEia9ai 13,7 9uyáTtip 5,34.35; 6,22; 7,26.29 * 9 u y á r p i o v 5,23; 7,25
í\xác. 1,7 í^iccTÍ^Ectáoa 5,15 irxcmvo 2,21; 5,27.28.30; 6,56; 9,3; 10,50; 11,7.8; 13,16; 15,20.24 i v a 1,38; 2,10; 3,2.9¿>M.10.12.14tó; 4,12(LXX).21te.22te; 5,10.12.18.23 ¿ii.43; 16,8.12.25.36.41.56; 7,9.26. 32.36; 8,6.22.30; 9,9.12.18.22.30; 10,13.17.35.37.48.51; 11,16.25.28; 12, 2.13.15.19; 13,18.34; 14,10.12.35. 38.49; 15,11.15.20.21.32; 16,1 'Iop8ávt)c; 1,5.9; 3,8; 10,1 ' I o u 8 c á a 1,5 (t) ' I . X " P ° 0 ; 3,7; 10,1; 13,14 Oí ' I . ) Moo5aío<; 7,3; 15,2.9.12.18.26 ' IOÚBOK; (1) ó áb¿kq>6c, TOG Kupíoo 6,3; (2) 'IaKocpi¿>9 3,19; 14,10.43
9Ú£LV
14,12
9ópoc 1,33; 2,2; 11,4; 13,29; 15,46; 16,3 9upcopóc; 13,34 9 u a í a 12,33 Gco^ac; 3,18 ' I á E i p o q 5,22 ' I a x ó p 12,26(LXX)
'ICCKCOPOC; (1)
ó
TOÓ ZE^sBaíou
1,
809
' I a a á K 12,26(LXX) •IaKapicü9 3,19; 14,10 íaot; 14,56.59 'IapooíX 12,29(LXX); 15,32 íaxávoa 3,24.25.26; 7,9; 9,1.36; 10, 49; 11,5; 13,9.14 ioxÚEiv 2,17; 5,4; 9,18; 14,37 laxupóc; 1,7; 3,27tó iaxúq 12,30(LXX).33(¿¿>.) ÍX9ó6iov 8,7 IX&ÚC, 6,38AlbisA3 Mcoávt|<; (1) ó poortí^cov 1,4.6.9.14; 2 , 1 8 t e ; 6,14.16.17.18.20.24.25; 8,28; 11,30.32; (2) ó TOÓ ZE^ESOCÍOU
1,
19.29; 3,17; 5,37; 9,2.38; 10,35.41; 13,3; 14,33 'Iwo^c; (1) ó á&£X<|>ó<; TOU Kupíou 6,5; (2) ó ábe\q>ó<; 'IccKÓpou xoO ^iKpoO 15,40.47 '\aof\
21;
4,33; 9,13;
11,6;
14,16.
15,8; 16,7
KOCÍ passim KOCLVÓC; 1,27; 2,21.22; 14,25
xaipóc; 1,15; 10,30; 11,13; 13,33 K a T a a p 12,14.16.17 Kociaapíoc, f\
12,2;
KOCKOITOIEÍV 3,4 KOCKÓC; 7,21; 15,14
KOCKCOC; 1,32.34; 2,17; 6,55
Ká\a\±
15,19.36
KOCXEÍV 1,20;
2,17;
3,31;
11,17
KOKÓC, 4,8.20; 7,27; 9,5.42.43.45.47.50; 14,6.21 KaXñq 7,6.9.37; 12,28.32; 16,18 KÓHTIXOC; 1,6;
10,25
Kocvocvatoq 3,18
'810
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
Kocp8ícc 2,6.8; 3,5; 6,52; 7,6(LXX).19. 21; 8,17; 9,23; 12,30(LXX).33 Kccpitóc; 4,7.8.20; 11,14; 12,2 KocpTtcxpopeív 4,20.28 KCCTÓ (1) c. gen. 3,6; 5,13; 9,40; 11,25;
5,20; 6,12; 7,36; 13,10; 14,9; 16,15. 20 XIVELV
15,29
KXOTOÍ 7,22
KOCTOCKASV
Ko8pávn-|c; 12,42
*KCCTaKÓ1TT6lV 5,5 KcrcaKpívsiv 10,33; 14,64; 16,16 KOTTCCKUplEÚElV 10,42 K0CTaXa[i|3ávEiv 9,18 KCXTOCAELTCIV 10,7(LXX); 12,19(LXX). 21; 14,52 KOTCCAÚEiv 13,2; 14,58; 15,29 KcrráXu^cc 14,14 Koaa^apTupELV 14,60 KoaaTTÉTao^ta 15,38 KaTapSaSoa 11,21 KortapTÍ^Eiv 1,19 KocraaKEuá^Eiv 1,2(LXX) KocraaKT|vouv 4,32 KarraaTpÉcp:Ei.v 11,15 KorrcmOévaí 15,46 KacxacpiXEÍv 14,45 KaxocxEÍv 14,3
KXÓCV 8,6.19; 14,22
K A á a ^ a 6,43; 8,8.19.20 KXÉTTTEIV 10,19(LXX)
KAripovo^istv 10,17 KAripovo^tía 12,7 xATipovótxoc; 12,7 KXfjpoc; 15,24(LXX) KXIVT] 4,21; 7,4.30
KOIXÍOC
. . .
7,19
KOLVÓÍ; 7,2.5
;
.•
KOIVOGV 7,15fe. 18.20.23 KÓKKOC;
4,31
KoAatpí^ELV 14,65 KoX\u|3iaxr)<; 11,15 KOXO|3OUV 13,20te
Kotrá^ELV 4,39; 6,51 KÓTTOC; 14,6
XETTTÓV
KOpáaiov 5,41.42; 6,22.28tó *Kop|3áv 7,11 Kóa^oc; 8,36; 14,9; 16,15
AEUEÍq 2,14 XEUKaívsiv 9,3
*KOÚ^
\ n a r r | c ; 11,17; 14,48; 15,27 Xtav 1,35; 6,51; 9,3; 16,2 :\í9oq 5,5; 12,10(LXX); 13,1.2; 15, 46; 16,3.4 XiM-óc; 13,8 Xóyoq 1,45; 2,2; 4,14.15tó.l6.17.18. 19.20.33; 5,36; 7,13.29; 8,32.38; 9,10; 10,22.24; 11,29; 12,13; 13,31; 14,39; 16,20 Xoiiróq 4,19; 14,41; 16,13
5,41
KTÍau; 10,6; 13,19; 16,15
KEVCX;
12,3
*KEVTuptcov 15,39.44.45 Kspá(ii.ov 14,13 KEpSaívsiv 8,36 KeqxxAií 6,24.25.27.28; 12,10(LXX); 14, 3; 15,19.29 *K£(paX.LoGv 12,4 Kfjvooc; 12,14 KTipúaaEiv 1,4.7.14.38.39.45; 3,14;
15,46
X á / a v o v 4,32 XéyEiv passim XEyíóv 5,9.15 AÉTcpa 1,42 X£-rrpó<; 1,40; 14,3
KÓTTTEIV 1 1 , 8
Kau^iocTÍ^EaBca 4,6 K a q i a p v a o ú n 1.21; 2,1; 9,33
%
XccTXaiJ; 4,37 XaXiEiv 1,34; 2,2.7; 4,33.34; 5,35.36; 6,50; 7,35.37; 8,32; 9,23; 12,1; 13,11/er; 14,9.31.43; 16,17.19. XocXiá 14,70 Xafiá 15,34 Xan|3áv£iv 4,16; 6,41; 7,27; 8,6.14; 9,36; 10,30; 11,24; 12,2.3.8.19.20.21. 40; 14,22tó.23.65; 15,23 Xav9áv£tv 7,24 Xaót; 7,6; 14,2 XOCTO^LELV
..
KÓTCO 14,66; 15,38
KOCTÉVOCVTI 11,2; 12,41; 13,3
13,20.
K ó p i 6,6.36.56; 8,23.26.27; 11,2 "KCOti.ÓTtoXic; 1,38 KCúípóc; 7,32.37; 9,25
KÓcpivoq 6,43; 8,19 KpápotTTOc; 2,4.9.11.12; 6,55 Kpá^ELV 3,11; 5,5.7; 9,24.26; 10,47. 48; 11,9; 15,13.14.39 Kpavíov 15,22 KpáOTTESoV 6,56 KpaxEiv 1,31; 3,21; 5,41; 6,17; 7,3. 4.8; 9,10.27; 12,12; 14,1.44.46.49.51 KpryuvÓQ 5,13 Kpí[ia 12,40 Kpuirrót; 4,22 KTfjtxa 10,22
KOCTE^OUaLá^ELV 10,42 KOTEa9Í£Lv 4,4; 12,40 *Korr£uXoy£Ív 10,16 KocTTiyopEÍv 3,2; 15,3.4 *KcrroÍKrioic; 5,3
30(LXX).36(LXX).37(LXX); 35; 16,19.20 KCOXÚELV 9,38.39; 10,14
K \ á 6 o q 4,32; 13,28 KAaÍELV 5,38.39; 14,72; 16,10
14,55.56.57; (2) c. ac. 1,27; 4,10.34; 6,31.32.40; 7,5.33; 9,2.28; 13,3.8; 14,19.49; 15,6 K
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS
KTÍ^EIV
13,19
12,42
VEUKÓQ 9,3;
16,5
XÚEIV 1,7; 7,35; 11,2.4.5
XuTt£ta9ai 10,22; 14,19 Xúxpov 10,45 X u / v í a 4,21 Xú/vcx; 4,21
KÚKXCO 3,34; 6,6.36
*KuXÍ£o9ai 9,20 KUXXÓC;
9,43
KÜ^ia 4,37 Kuvápiov 7,27.28 KÓTTTEIV 1,7
Kupr|vccío<; 15,21 Kúpioq 1,3(LXX); 2,28; 5,19; 7,28; 11.3.9(LXX); 12,9.11(LXX).29(LXX).
May5aXTivií, f| 15,40.47; 16,1.9 Ha9riTf|c; 2,15.16.18?««íer.23; 3,7.9; 4,34; 5,31; 6,1.29.35.41.45; 7,2.5.17; 8,1.4.6.10.27te.33.34; 9,14.18.28.31; 10,10.13.23.24.46; 11,1.14; 12,43; 13,1; 14,12.13.14.16.32; 16,7 Mcc99afoc; 3,18 Hoocpáv 12,34
EN EL EVANGELIO
811
HOCKpó9ev, airó 5,6; 8,3; 11,13; 14, 54; 15,40 |j.aKpóc; 12,40 [j.5XXov 5,26; 7,36; 9,42; 10,48; 15,11 ^ocv9áv£iv 13,28 M a p í a , Mapiájj. (1) f] (ir|Tr)p TOG Mr|aoG 6,3; (2) f\ Mocy6aXr)vr| 15,40.47; 16,1.9; (3) rj 'IccKcópou, fl 'Icootyrcx; 15,40.47; 16,1 H a p x u p í a 14,55.56.59 Hap-rúpLOv 1,44; 6,11; 13,9 [lápTuc, 14,63 (iocariyoüv 10,34 [xáoxii 3,10; 5,29.34 \x&vr]v 7,7(LXX) Háxocipa 14,43.47.48 Héyac; 1,26; 4,32.37.39.41; 5,7.11.42; 10,42.43; 13,2; 14,15; 15,34.37; 16,4 HEyíoxáv 6,21 u£9£pi¿rivEÚ£a9ai 5,41; 15,22.34 aeí^cov 4,32; 9,34; 13,31 [IÉXSL 4,38;
12,14
1-iéXi 1,6 HéXXELV 10,32; 13,4 tiév 4,4; 9,12; 12,5; 14,21.38; 16,1? HÉVEiv 6,10; 14,34 HEpí^Eiv 3,24.25.26; 6,41 laépiuva 4,19 Hépoc; 8,10 UsaovÚKxiov 13,35 liéaoc; 3,3; 6,47; 7,31; 9,36; 14,60 HETá (1) c. gen. 1,13.20.29.36; 2,16te. 19tó.25; 3,5.6.7.14; 4,16.36; 5,18.24. 37.40; 6,25.50; 8,10.14.38; 9,8; 10, 30; 11,11; 13,26; 14,7.14.17.18.20. 33.43.48.54.62.67; 15,1.7.31; 16,10; (2) c. ac. 1,14; 8,31; 9,2.31; 10,34; 13,24; 14,1.28.70; 16,12.19 H£Tanop
6,12
¡iExávoioc 1,4 UETpELV 4,24
[j.ETpov 4,24 |j.éxpi<; 13,30 [ir] 2,4.7.19.21.22.26; 3,20; 4,5.6; 5,7. 36.37; 6,4.5.8quater.9.11.34.50; 8,1.14; 9,1.8.9.39.41; 10,9.14.15tó.l8.19(«z'»quiens: LXX); 11,13.23; 12,14.18.19. 21.24; 13,2.5.7.11.15.16.19.20.21.30.32. 36; 14,2.25.31; 16,6.18 [ir\ TTOTE 4,12(LXX); 14,2
ur)8É 2,2; 3,20; 6,11; 12,24; 13,15
812
TÉRMINOS
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
Ht]5eíc; 1,44; 5,26.43; 6,8; 7,36; 8,26. 30; 9,9; 11,14 ^ K é - u 1,45; 2,2; 9,25; 11,14 *^r|KÚVEa9ca 4,27 Hrprrip 3,31.32.33.34.35; 5,40; 6,24.28; 7,10tó(LXX).11.12; 10,7(LXX).19. (LXX).29.30; 15,40 [ÍX\TI 4,21; 14,19
HiKpóc; 4,31; 9,42; 14,35.70; 15,40 HIOEÍOOOCI. 13,13
[liaQ&c, 9,41 (iicrfkoTÓc; 1,20 l í v i d a 5,3.5; 15,46 (ivnnEÍov 5,2; 6,29; 15,46; 16,2.3.5.8 tIVT)(iOV£ÚELV 8,18
Hvr|[i.óauvov 14,9 *\jx>yi\akoc, 7,32
*£éarr|<; 7,4 ^TipaíVEaGai 3,1; 4,6; 5,29; 9,18; 11,20.21 ^ripóc; 3,3 £6X.ov 14,43.48 ó passim ó&óc; 1,2(LXX).3(LXX); 2 2 3 ; 4,4.15; 6,8; 8,3.27; 9,33.34; 10,17.32.46.52; 11,8; 12,14 ó&oúc; 9,18 o l i d a 1,29; 2,15; 3,25.27tó; 6,4.10; 7,24; 9,33; 10,10.29.30; 12,40; 13, 15te.34.35; 14,3 oÍKo5EcmÓTric; 14,14 OÍKO&OUEÍV 12,1.10(LXX); 14,58; 15, 29 OÍKOSOUT) 13,1.2
HÓSLOC; 6,21
OÍKOC; 2,1.11.26; 3,20; 5,19.38; 7, 17.30; 8,3.26; 9,28; 11,17 olvoc; 2?2quater; 1 5 2 3 olot; 9,3; 13,19 ÓXíyc*; 1,19; 6,5.31; 8,7 ó\oKaúxco(ia 12,33 8\o<; 1,28.33.39; 6,55; 8,36; 12,30 quater(lXX.),33ter{lXK)A4; 16,9.55; 15,1.16.33 ©nuce 8 2 3
(ioLxa\í(; 8,38 HOLx5a0ai 10,11.12 ^loiXEÍa 7,21 HOIXEÚELV 10,19(LXX)
^lóvov adv. 5,36; 6,8 Hóvoq 4,10; 6,47; 9,2.8 {¿ovó
Ó^VÚEIV 6,23; 14,71 ÓUOIÓ^EIV 14,70
10,3.4;
ónoioOv 4,30 ó[ioícoc, 4,16; 15,31 ÓVEL&Í^ELV 15,32; 16,14 ÓVIKCX; 9,42
N a ^ a p é x 1,9 N a ^ a p r i v ó q 1,24; 10,47; 14,67; 16,6 vaót; 14,58; 1529.38 vápSoc; 14,3 »
o v o ^ a 3,16.17; 5,9tó.22; 6,14; 9,37. 38.39.41; 11,9; 13,6.13; 14,32; 16,17 ovxcoc; 11,32 6£oc; 15,36
VEOCVÍOKOC; 14,51; 16,5
OTTIOGEV 5 2 7
VEKpóc; 6,14; 9,9.1026; 16,14 véoq 2,22bis
12252627;
órnaco 1,7.17.20; 8,33.34; 13,16 OTOU 2,4bis; 4,5.15; 5,40; 6,10.55.56; 9,18.48; 13,14; 14,9.14bis; 16,6
VEÓTTIC; 10,20
OTICÚC; 3,6
V£
ó p a v 1,44; 8,15.24; 9,4; 13,26; 14,62; 16,7 ó p y r | 3,5 ópY^EaGaL 1,41 ópBcoc; 7,35 opiov 5,17; 7,24.31tó; 10,1
víiTTEaGaL 7,3 VOELV 7,18; 8,17;13,14
vóaoc; 1,34 *vouv£X¿o<; 12,34 vu(J.
ÓpKL^ElV 5,7
opKoe; 6,26 óp^iav 5,13 Spoq 3,13; 5,5.11; 6,46; 9,2.9; 1 1 , 1 2 3 ; 13,3.14; 14,26
GRIEGOS
EMPLEADOS
ÓpÚOOElV 11,1
ópxsiaOat 6,22 oq passim óaoc, 2,19; 3,8.10.28; 5,19.20; 6,30.56; 7,36; 9,13; 10,21; 11,24; 12,44 OOTIC;
4,20;
623;
8,34;
9,1;
12,18;
15,7 óacpúc, 1,6 6 t a v 2 2 0 ; 3,11; 4,15.16.29.31.32; 8,38; 9,9.10; 11,19.25; 12,25; 13,4.7.11.14. 28.29; 14,7.25 6-re 1,32; 2,25; 4,6.10; 6,21; 7,17; 8,19.20; 11,1; 14,12; 15,20.41 OTI passim oó (OÜK, oúx) passim * o ó á 15,29 oúaí 13,17; 14,21 oú5é 4,22; 5,3; 6,31; 8,17; 11,33; 12, 10; 13,32; 14,59; 16,13 OÓSEÍC; 2,21.22; 3,27; 5,3.4.37; 6,5; 7,12.15.24; 9,8.29.39; 10,18.29; 11, 2.13; 12,14.34; 13,32; 14,60.61; 15, 4.5; 16,8 oóSÉTioTE 2,12.25 OÓKÉTI
5,3;
7,12;
9,8;
10,8;
12,34;
EN
EL
EVANGELIO
813
iráXai 6,47 •jraAaióc; 2,21tó.22 náXiv 2,1.13; 3,1.20; 4,1; 5 2 1 ; 7,31; 8,1.13.25; 1 0 , l t ó . 1024.32; 11,3.27; 12,4; 14,39.40.61.69.70to; 15,4.12.13 Trocvraxou 1,28; 1620 UCCVTOBEV 1,45
TrávroTE 14,7bis i r a p á (1) c. gen. 3,21; 5,26; 8,11; 12, 2.11; 14,32; 16,9; (2) c. dat. 1 0 2 7 ; (3) c. ac. 1,16; 2,13; 4,1.4.15; 5 2 1 ; 10,46 TTorpapoÁTÍ 3,23; 42.10.11.13.30.33.34; 7,17; 12,1.12; 13,28 •nxxpayyeXKs.iv 6,8; 8,6 i t a p á y E i v 1,16; 2,14; 1521 ixapayívEoQai 14,43 irccpaSÉXEaGoa 4,20 irccpack5óvca 1,14; 3,19; 4,29; 7,13; 9,31; 10,33te; 13,9.11.12; 14;Í0.11. 18.21.41.42.44; 15,1.10.15 napábooic, 7,3.5.8.9.13 itccpociTEÍa6oa 15,6 iiapaKaXeTv 1,40; 5,10.12.17,1823; 6,56; 7,32; 8,22
••'••Ü,
TtocpaKoúeiv 5,36 1425; 15,5 •napaXaupávELV 4,36; 5,40; 7,4; 9,2; o5v 11,31; 13,35; 15,12; 16,19 10,32; 14,33 o5u&3 4,40; 8,17.21; 1 1 2 ; 13,7 oópavóc; 1,10.11; 4,32; 6,41; 7,34; •n:apaÁ.UTiKÓc; 2,3.4.5.9.10 8,11; 10,21; 11,25.30.31; 12,25; 13, irocpcnTopEÚEcreai 2 ¿ 3 ; 9,30; 1 1 2 0 ; 15,29 , , ., 25 bis. 27.31.32; 14,62, 16,19 •rcapáirrco^a 11,25 oOc; 4,9.23; 7,16.33; 8,18 irapccoKEUTÍ 15,42 OÜTE 1 2 , 2 5 6 ¿ Í ; \6,68bis Trapocxripslv 3,2 oGxoc; passim o5xcoq 2,7.8.12; 426.41; 7,18; 9,3; 10, TtapcméévaL 6,41; 8,6.7 TrapoccpépEiv 14,36 43; 13,29; 14,59; 15,39 ótpeaX^ót; 7,22; 8,18.25; 9,47¿>¿Í; 12, TrapépxEo9ai 6,48; 13,30.3lbis; 14,35 itapéxEiv 14,6 11; 14,40 itapíaTocaeai 4,29; 14,47.49.70; 15, 5cpic; 16,18 35.39 oxXoc; 2,4.13; 3,9.20.32; 4,12>ZÍ.36; *iiapónoLO<; 7,13 521.24.27.30.31; 6,34.45; 7,14.17.33; T r a p p n a í a 8,32 8,1.2.6te.34; 9,14.15.17.25; 10,1.46; 11,18.32; 12,12.37.41; 14,43; 15,8. TTÓCC; passim Ttáaxa Í4,l.l2bis.l4.16 11.15 ttáaxEiv 5,26; 8,31; 9,12 óipé 11,11.19; 13,35 i r a p á a a s i v 14,27(LXX) 6t|KO<; 1,32; 4,35; 6,47; 14,17; 15,42 •nortiíp 1,20; 5,40; 7,10tó(LXX).ll. 12; 8,38; 9,21.24; 10,7(LXX).19 *TOa5ió9£v 9,21 Ttoa5íov 5,39.40tó.41; 7,28.30; 9,24. (LXX).29; 11,10,25; 13,12,32; 14,36; 36.37; 10,13.14.15 15,21 irai&íaKTj 14,66.69 mrrpíc; 6,1.4 •nocís iv 14,47 ité6r| 5,4bis
814 TTf^fj
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL 6,33
neiXcrroc; 15,1.2.4.5.9.12.14.15.43.44 TtoavSv 2,25; 11,12 TCipá&iv 1,13; 8,11; 10,2; 12,15 it£Lpaa(ióc; 14,38 •nréi-iTtEiv 5,12 TtEveElv 16,10 •ItEV0£pá 1,30 UEvraKioxíXioi. 6,44; 8,19 itévTE 6,38.41; 8,19 Tt£vrr|KovTa 6,40 Ttépav 3,8; 4,35; 5,1.21; 8,13; 10,1 itepí (1) c. gen. 1,30.44; 5,16.27; 7,6.25; 8,30; 10,10.41; 12,14.26; 13,32; 14,21; (2) c. ac. 1,6; 3,8.32. 34; 4,10.19; 6,48; 7,17; 9,14.42 TTEpiáyeiv 6,6 iT£pip\3CAAEO0ai 14,51; 16,5 •nepipAÉTOaeai 3,5.34; 5,32; 9,8; 10,23; 11,11 TKpiKELaGai 9,42 TtEpÍAUTroc; 6,26; 14,34 TtEpmaxeív 2,9; 5,42; 6,48.49; 7,5; 8,24; 9,27; 12,38; 16,12 rapiaoEÚEiv 12,44 TtEpíooEUna 8,8 iTEpiaaóq 7,36; 12,33.40 TtEpioawc; 10,26; 15,14 TtEpLOTEpá 1,10; 11,15 itEpiTieávou 12,1; 15,17.36 *it£piTpéxEi.v 6,55 ••-••• •respiípépEiv 6,55 itEpíxcopoc; 1,28 TtETElVÓV 4,4.32 irÉTpa 15,46 n é x p o c 3,16; 5,37; 8,29.32.33; 9,2.5; 10,28; 11,21; 13,3; 14,29.33.37.54. 66.67.70.71; 16,7 * u£Tpó6r]c; 4,5.16 TTTiyri 5,29 irripa 6,8 TIÍVOCC; 6,25.28
uíveiv 2,16; 10,38.39; 14,23.25; 16,18 TtntpáaKEiv 14,5 TTÍTITEIV 4,4.5.7.8; 5,22; 9,20; 13,25; 14,35 marcÚEiv 1,15; 5,36; 9,23.24.42; 11,23.24.31; 13,21; 15,32; 16,13.14. 16.17 TtlOTLKÓC; 14,3 m a n e ; 2,5; 4,40; 5,34; 10,52; 11,22 TtXccvav 12,24.27; 13,5.6
EVANGELIO
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
TTACXTEÍCX 6,56 TTAELOTOC; 4 , 1 TTXEÍCOV 12,43
TTOTÍ^EIV 9,41;
TtXéKElV 15,17 TTAEOVE^Ía 7,22 TrXr¡9oc; 3,8 1TA1ÍV 12,32
TiAiÍpri-; 4,28; 8,19 TiAtjpoOaeai 1,15; 14,49; 15,28 UAiípcona 2,21;6,43; 8,20
:
HXTIOLOV 12,31(LXX).33
uXoiápiov 3,9 TtXoíov 1,19.20; 4,1.362>!s.37f>is; 5,2. 18; 6,32.45.47.51.54; 8,10.14 - ; . • TTXOÚCHCK; 10,25; UXOOTOC;
12,41
4,19
iTVEOna 1,8.10.12.23.26.27; 2,8; 3,11. 29.30; 5,2.8.13; 6,7; 7,25; 8,12; 9,17¿ 20.25¿«; 12,36; 13,11; 14,38 itvíyEaGca 5,13 TtóeEV 6,2; 8,4; 12,37 KOIEIV 1,3(LXX).17; 2,23.24.25; 3,8.12. 14.35; 4,32; 5,19.20.32; 6,5.21.30; 7,12.13.37tóv 9,5.13.39; 10,6.17.35.36. 51; ll,3.5.17.28tó.29.33; 12,9; 13, 22; 14,7.8.9; 15,1.7.8.12.14.15 TTOIKÍXOC;
1,34
•rcoiniív 6,34; 14,27 TTOLOC; 11,28.29.33;
12,28
TtÓAEJIOq 13,7¿z'í TCÓXIC; 1,33.45; 5,14; 6,33.56; 11,19; 14,13.16 TtoXXccKic; 5,4; 9,22 TTOAÓC; l,34bis.45; 2,215bis; 3,7.8.10. 12; 4,2.5.33; 5,9.10.21.23.24.26.38.43; 6, 2.13.20.23.31.33.34tó.35¿>«; 7,4.13; 8,1.31; 9,12.14.26tó; 10,22.31.45.48; 11,8; 12,5.27.37.41fc¿í; 13,6W*.26; 14, 24.56; 15,3.41 TtoXuTEÁ.r|c; 14,3 Tiovripía 7,22 Ttovripót; 7,22.23 uopEÓEoGai 9,30; 16,10.12.15 iropvEÍa 7,21 TTOpVEÚElV 10,19(LXX) Ttóppco 7,6(LXX) Ttopcpúpoc 15,17.20 Ttóoor 6,38; 8,5.19.20; 9,21; 15,4 TTOTOCHÓC; TTOTCCTTÓC;
1,5 13,1
TTÓTE 9,19tó; 13,4.33.35 itOTiípiov 7,4; 9,41; 10,38.39; 14,23.36
15,36
-rtoO 14,12.14; 15,47 Ttoúc; 5,22; 6,11; 7,25; 9,45bis; 12,36 Ttpoaxcópiov 15,16 *Ttpaaiá 6,40bis TTpEapÚTEpoc; 7,3.5; 8,31; 11,27; 14,43. 53; 15,1 Tipív 14,30.72 irpó 1,2(LXX) irpoáyEiv 6,45; 10,32; 11,9; 14,28; 16,7 *Trpoaú>aov 14,68 TtpofkxívEiv 1,19 i r p ó p a r o v 6,34; 14,27 TtpoEipTiKévaí 13,23 -1Ttpoépx£o9ai 6,33; 14,35 TtpóeEaiq 2,26(LXX) TtpóGu^ioc; 14,38 •npOAanpócvEiv 14,8 *TrponEpinvótv 13,11 Ttpóq (1) c. dat. 5,11; (2) c. ac. passim *Ttpooáp , |3orrov 15,42 TtpoaaÍTT]<; 10,46 TrpoooéxEoGai 15,43 TtpoaépxEaeat 1,31; 6,35; 10,2; 12,28; 14,45 Ttpoa£ÓXEo9oci 1,35; 6,46; 11,24.25; 12,40; 13,18; 14,32.35.38.39 TtpEOEUxñ 9,29; 11,17(LXX) TtpóaKaipoc; 4,17 TipooKaAEÍoOoa 3,13.23; 6,7; 7,14; 8,1,34; 10,42; 12,43; 15,44 TrpoaKccpTEpEtv 3,9 *TrpoaKEC|>áA.caov 4,38 TtpoaKuXÍEiv 15,46 TrpoaKUVEÍv 5,6 TtpooXauPávEaBaí 8,32 TtpoajiévEiv 8,2 *Trpoaop(j.í^£o9ai 6,53 TtpoaTtíiTTEiv 3,11; 5,33; 7,25 "vTrpooTTop£Ú£a9ai 10,35 irpoaráoaELV 1,44 TtpooTiBévaa 4,24 TtpooTpéxEiv 9,15; 10,17 TtpoacpépEiv 1,44; 2,4; 10,13bis TtpóaoTtov 1,2(LXX); 12,14; 14,65 Ttpócpaatc; 12,40 TtpC«pT|T£Ú£lV 7,6; 14,65 TtpotpriTnc; 1,2; 6,4.15; 8,28; 11,32 Ttpúnva 4,38 Ttpcoí 1,35; 11,20; 13,35; 15,1; 16,2.9
815
TtpcoxoKo9E6pla 12,39 TrpojxoKXiaía 12,39 TtpcoTOV adv. 3,16.27; 4,28; 7,27; 9,11. 12; 13,10; 16,9 TtpSxoc; 6,21; 9,35; 10,31.44; 12,20.. 28.29; 14,12; 16,9 irrÚEiv 7,33; 8,23 T r r ñ n a 6,29; 15,45 Trccoxóq 10,21; 12,42.43; 14,5.7 *Ttuynf) 7,3 vvp 9,22.43.48(LXX).49 Ttúpyoc; 12,1 uupÉoaEW 1,30 TtupEtóc; 1,31 TTCOXEIV 10,21; l l , 1 5 t ó TtcoXoc; 11,2.4.5.7 itwpoücrfkxt 6,52; 8,17 •rcópcoaic; 3,5 náq 3,23; 4,13.30.40; 5,16; 9,-12; 10, 23.24; 11,18; 12,26.35.41; 14,1.11 pótppeí 9,5; 11,21; 14,45 pappouvEÍ 10,51 pá|35o<; 6,8 páKOc; 2,21 pavrí¿¡£a9oa 7,4 p á m a ^ a 14,65 • pacpíc; 10,25 pr\[ia 9,32; 14,72 piíaoEiv 2,22; 9,18 pí^cc 4,6.17 'PoOcpoc; 15,21 póoic; 5,25
•••'••
aoc|iax9av£Í 15,34 aápporrov, o á p ^ a x a 1,29; 2,23.24.27 bis.28; 3,2.4; 6,2; 16,1.2.9 Z aooouKaioc; 12,18 OOCXEÚEIV
13,25
*ZaXá>tiTi 15,40; 16,1 aocvSáXiov 6,9 aápc; 10,8; 13,20; 14,38 Zarca/Se;, ó aorrocvac; 1,13; 3,23.26;. 4,15; 8,33 o[3Éwua0ca 9,48(LXX) aEOcuTOÜ 1,44; 12,31; 15,30 a é p £ o 9 a i 7,7(LXX) a£ia¡j.ó<; 13,8 OEXr|vr| 13,24 OTIUEÍOV 8,11.Ubis; 13,4.22; 16,17.2» aritiEpov 14,30 Z i 5 w v 3,8; 7,31
816
Zíticov (1) íléxpoc; 1,16.29.30.36; 3,16; 14,37; (2) ó Kccvocvoctoc; 3,18; (3) ó ábekqóc, xou KUpíou 6,3; (4) ó Aeirpóc; 14,3; (5) ó Kupr|VCCLOC; 15^21
oívaTti 4,31 oiv&óv 14,51.52; 15,46 OITCX; 4,28
aiconav 3,4; 4,39; 9,34; 10,48; 14,61 OKOv5aXÍ
11,16
aKrjvi'i 9,5 OKLÓ: 4,32
axXr]poKocp5ía 10,5; 16,14 axotí^EoGoa 13,24 OKÓTOC;
15,33
OKÚXXEIV
5,35
*OK<áXr|£, 9,48(LXX) * a n u p v í ^ £ a 9 a i 15,23 aó<; 2,18; 5,19 aocpía 6,2 cnrapccoaEiv 1,26; 9,26 cmótaSai 14,47 oiTEtpa 15,16 aitsípELV 4,3.4.14tó.l6.18.20.31.32 *aTt£KOUA.árcop 6,27 aTtépua 4,31; 12,19.20.21.22 0-mÍA.oaov ll,17(LXX) aTTAayxvt^Eoeai 1,41; 6,34; 8,2; 9,22 oiróyyoc; 15,36 cmópiyia, t á 2,23 oiiópoc; 4,26.27 OTIOUBIÍ
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
TÉRMINOS GRIEGOS EMPLEADOS EN EL EVANGELIO
6,25
*oraoiacn:r|c; 15,7 crráaic; 15,7 a x a u p ó q 8,34; 15,21.30.32 » a x a u p o ü v 15,13.14.15.20.24.25.27; 16,6 oráxvc, 2,23; 4,28bis
oréyn 2,4 OTEVá^ELV 7,34 axéepavoc; 15,17 atr|K£iv 3,31; 11,25 *axi|3ác; 11,8 *OTÍA|3ELV
auKfi 11,13.20.21; 13,28 OOKOV
11,13
auXXaupávEiv 14,48 oouPaívEiv 10,32 ouuPoúXtov 3,6; 15,1 *aunitóoiov 6 , 3 9 t e a ó v 2,26; 4,10; 8,34; 9,4; 15,27.32 auvdyEiv 2,2; 4 , 1 ; 5,21; 6,30; 7,1 o u v a y o y i í 1,21.23.39; 3,1; 6,2; 12,39; 13,9 auvaKoXou0Etv 5,37; 14,51 auvocva|3ocív£iv 15,41 auvccvocKEÍoOoa 2,15; 6,22 auvaito9vr|aKEiv 14,31 auvé5piov 13,9; 14,55 auVEpyEÍv 16,20 auvépx£a8ou 3,20; 14,53 aúvEaiq 12,33(LXX) auv^Euyvúvoa 10,9 auvCntEÍv 1,27; 8,11; 9,10.14.16; 12,28 *OUV9XÍ|3ELV 5,24.31
auvÍEiv, auviévca 4,12(LXX); 6,52; 7,14; 8,17.21 auvKoc6f¡a8ai 14,54 OUVKCCXEÍV 15,16 OUVXCXXEIV 9,4
*auvXuTT£ia9ai. 3,5 auvTtvíyEtv 4,7.19 auvTTopEÚEO&ca 10,1 .•'•'' auvcmocpáaaEiv 9,20 auvaraupouaOocí 15,32 auvTEXEÍaOai 13,4 auvrrjpEÍv 6,20 ouvxpéxEiv 6,33 auvrpípEiv 5,4; 14,3 ZupocpoivÍKiaooc 7,26 *oúoar\\iov 14,44 o
9,3
axoXf) 12,38; 16,5 oTpacrtÚTqq 15,16 orpcowÚEiv 11,8; 14,15 axuyvá^ELV 10,22 a ú , uniste; passim ouyy£vr|<; 6,4
*xaXEi9á 5,41 ccpáaa£a9ca 6,50 xocxú 9,39 TéKvov 2,5; 7,27; 10,24.29.30; 12,19; 13,122>w xéKTiav 6,3
XEXEUXSV 7,10(LXX); 9,48(LXX) réXoc; 3,26; 13,7.13 TEXÚVTI<; 2,15.16te TEXÓVIOV
2,14
xépac; 13,22 xéaoocpEí; 2,3; 13,27 TEaoEpáKovra 1,13 TÉtapToc; 6,48 TETpaKioxíXioi 8,9.20 *xr)Xauy
*Tín«ioq 10,46 x i n a v 7,6(LXX).10(LXX); 10,19(LXX) TÚ;, TIC; passim xoioüxoc; 4,33; 6,2; 7,13; 9,37; 10,14; 13,19 T O X ^ S V 12,34; 15,43
6,11.31.32.35;
13,8;
TOTE 2,20; 3,27; 13,14.21.26.27
Tpc3nt£i;a 7,28; 11,15 Tpáxr]Xo(; 9,42 xp£Í<; 8,2.31; 9,5.31; 15,29 xpé^iEiv 5,33 rpéxEiv 5,6; 15,36 xpiáKovxa 4,8.20 xpiocKÓaioi 14,5 xpí|3o<; 1,3(LXX) *Tpí^ElV 9,18 xpíc; 14,30.72 Tpíxov adv. 14,41 xpíxoc; 12,21; 15,25 xpó^ioc; 16,8 TpúpXtov 14,20 * x p u n a X i á 10,25 TÚTTTCIV
10,34;
14,58;
15,19
Túpoq 3,8; 7,24.31 TutpXót; 8,22.23; 10,46.49.51 óyii](; 5,34 5 5 w p 1,8.10; 9,22.41; 14,13 uióq 1,1.11; 2,10.19.28; 3,11.17.28; 5,7; 6,3; 8,31.38; 9,7.9.12.17.31; 10,33. 35.45.46.47.48; 12,6tó.35.37. 13,26 (LXX).32; 14,21tó.41.61.62(LXX); 15,39 ú \iVE iv 14,26 úiráyEiv 1,44; 2,11; 5,19.34; 6,31. 52
33.38; 7,29; 8,33; 10,21.52; 11,2; 14,13.21; 16,7 ímocKOÚEiv 1,27; 4,41 ómxvxav 5,2 óirép c. gen. 9,40; 14,24 *üiT£pr]
2,23
TÓTTOC; 1,35.45; 15,22; 16,6
817
ÓTTOKCtrco 6,11; 7,28 ÓTiÓKpiaic; 12,15 úiTOKpiTr|<; 7,6 *ÓTToXr|vi.ov 12,1 ÓTTOHEVELV 13,13 úiroitábLov 12,36(LXX) óaxEpEiv 10,21 úarépriaK; 12,44 ücrrspov 16,14 üiprjXóq 9,2 uipiaxcx; 5,7; 11,10 (paív£a9ai 14,64; 16,9 (pávat 9,12.38; 10,20.29; 12,24; 14,29 (pavEpóc; 3,12; 4,22; 6,14 tpav£poGa9oa 4,22; 16,12.14 (pccvEpñc; 1,45 ( p á v r a a t i a 6,49 (Dapiaaioc; 2,16.18tó.24; 3,6; 7,1.3.5; 8,11.15; 9,11; 10,2; 12,13 (péyyoc; 13,24 (pépsiv 1,32; 2,3; 4,8; 6,27.28; 7,32; 8,22; 9,17.19.20; 11,2.7; 12,15.16; 15,22 (pEÚyELV 5,14; 13,14; 14,50.52; 16,8
818
TÉRMINOS
GRIEGOS EMPLEADOS
EN EL
EVANGELIO
quXáooEoBm 10,20
Xpóvoc; 2,19; 9,21
¡puxeÚEiv 12,1
Xcópa 1,5; 5,1.10; 6,55 Xcopstv 2,2 Xcopíc^Eiv 10,9 Xcopíov 14,32 Xcopic; 4,34
XCOAÓC; 9,45
(pwvsiv 1,26; 9,35; 10,49ter; 14,30.68. 72fe; 15,35
Xapá 4,16 XeiAoc; 7,6(LXX) XeiM-wv 13,18 XEÍP 1,31.41; 3,1.3.5tó; 5,23.41;' 6,2.5; 7,2.3.5.32; 8,23fóí.25; 9,27.31.43fe; 10,16; 14,41.46; 16,18fe XEtpoiroíriToc; 14,58 XEÍpcov 2,21; 5,26 XñP« 12,40.42.43 XiAÍapxoc; 6,21 XiTóov 6,9; 14,63 XACopóq 6,39 XoTpoc; 5,11.12.13.16 XPpxát^Eiv 6,42; 7,27; 8,4.8 Xópxoc; 4,28; 6,39 XoOc; 6,11 Xp£ía 2,17.25; 11,3; 14,63 XPñ^a 10,23 Xpioxóq, ó XPLOTCX; 1,1;
8,29;
12,35; 13,21; 14,61; 15,32
9,41;
ÍNDICE i|;£uooiaapTup£Ív 10,19(LXX); 14,56.57 i|j£uSoitpo(fir|Tr|c; 13,22 ijjEu6óxpiaTo<; 13,22 tpiXÍov 7,28 ip'JXn 3,4; 8,35¿>/.r.36.37; 10,45; 12,30 (LXX); 14,34 & 9,19 abe 6,3; 8,4; 9,1.5; 11,3; 13,2.21; 14,32.34; 16,6 ¿>5LV 13,8
copa 6,35¿>w; 11,11; 13,11.32; 14,35. 37.41; 15,25.33tó.34 cbc; (1) adv. 1,10.22; 4,26.27.31.36; 5, 13; 6,15.34; 7,6; 8,9.24; 10,1,15; 12,25.31(LXX).33(LXX); 13,34; 14, 48; (2) con). 9,21; 16,72 cbaaavvá 11,9.10 cbaaÚTcoc, 12,21; 14,31 coaEÍ 9,26 COOTE 1,27.45; 2,2.12.28; 3,10.20; 4,1.32.37; 9,26; 10,8; 15,5 cbxápiov 14,47 cbcpEXEtv 5,26; 7,11; 8,36
Abbott, E. A.: 588, 728 Abbott, T. K.: 52, 85, 182, 209 Abel, F. M.: 47 Abrahams, I.: 46, 166, 169, 173s, 189, 245, 432, 498, 504, 581 Afraates: 59 Agustín: 35, 59, 261, 426, 587, 715 Albertz, M.: 35, 43s, HOs, 118, 247, 391, 495, 561 Alien, W. C : 32, 38, 74, 81, 8386, 174, 264, 300, 347, 424, 440, 501, 510, 546, 591, 603, 649, 672, 694 y passim Ambrosio de Milán: 59, 281, 509, 631, 679 Apiano: 706 Aristófanes: 546, 570, 729 Aristóteles: 406, 589, 665, 738 Arriano: 360 Ayuso, T.: 60 Bacon, B. W.: 30, 37s, 41s, 54, 95, 140, 143, 240, 321, 361, 368, 393, 396, 416, 424, 432, 564, 609, 611, 719 y passim Banks, J.: 248 Barrett, C. K.: 169, 172s, 189, 326, 581, 592 Bartlet, J. V.: 45, 54, 173, 182s, 185, 205, 208, 249 251, 405, 408, 414, 449, 493, 650, 664, 695, 777 y passim Basilio de Cesárea: 59, 631 Bauer, W.: 195, 227, 305, 512 Bauerfeind, O.: 323, 326
ONOMÁSTICO
Beasley-Murray, G. R.: 611, 689 Beda el Venerable: 35, 680 Beare, F. W.: 53 Behm, J.: 660, 696 Bell, H. I.: 47 Bengel, J. A.: 248, 305, 365, 588, 596, 697 Bernard, J. H.: 165, 182, 388, 426, 528 y passim Benoit, P.: 658 Bertram, G.: 44, 460, 634, 647v 692, 719 Bevan, E.: 208 Beyer, H. W.: 275 Beyschlag, W.: 37 Bigg, C : 311 Billerbeck, P.: 24, 46, 165-167, 173s, 216, 352, 404, 413, 453, 585, 597, 697, 714, 723, 787 y passim Bishop, E. F. F.: 217, 509 Black, J. S.: 47 Black, M.: 23, 47, 71s, 77-88, 135, 184s, 259, 309, 317, 341, 368, 405, 428, 439, 485, 493, 589, 641, 704, 779, 790 y passim Blake, R. P.: 60 Blass, F.: 47, 76, 82, 85, 177, 184, 190, 225, 298, 352, 401 480, 566, 585, 599, 638, 643, 694, 702 y passim Blunt, A. W. F.: 44, 54, 194, 408, 413, 431, 510, 564, 589, 664 y passim Bonoso: 282 Boobyer, G. H.: 283, 460
820
ÍNDICE
ONOMÁSTICO ÍNDICE
Bornhauser, K.: 638 Bousset, W.: 38, 45, 135, 186, 192, 460, 532, 590, 593, 737 y passim Bowman, J. W.: 135, 450 Brandt, W.: 689, 697, 718 Branscomb, B. H.: 46, 54, 180, 182, 185, 208, 222, 280, 345, 362, 368, 382, 408, 424, 493, 510, 579, 663, 738 y passim Bright, W.: 197 Brooke, A. E.: 191, 553 Broughton, T. R. S.: 709 Bruce, A. B.: 37 283, 337, 366, 501, 631 Brun, L.: 44 Bruyne, D. de: 30 . Büchler, A.: 397s, 585 Büchsel, F.: 531 Buda: 175 Buhl, F.: 264 Bultmann, R.: 24, 43s, 48, 99, 122s, 132, 138, 147, 158, 161, 169s, 187, 211s, 221, 223, 226, 230, 231, 246s, 266, 272, 277, 304, 311-313, 318, 345, 348s, 375, 391s, 412, 414, 420, 428, 431, 486, 503, 506, 577, 590, 634, 698, 719, 773 y passim Bunyan, J.: 407 Burkitt, F. C : 36, 44, 54, 60-63, 76, 134, 137, 159, 195, 252, 264, 358, 366, 384, 389s, 416, 426, 491, 611, 703, 733, ,771, 787 y passim Burnaby, J.: 586 Burney, C. F.: 79s, 246, 301, 402 Burton, E. de W.: 37, 197, 213, 260, 560, 600 Buse, I.: 791 Bussmann, W.: 45, 89, 91-93, 98, 362, 391, 412, 470 Butler, B. C : 37, 48 Butler, J.: 587 Cadbury, H. J.: 331, 573, 738
37,
75, 281,
Cadoux, A. T.: 45, 47, 96s, 283 Cadoux, C. J.: 175, 181, 208, 218, 307, 407, 449, 478, 505, 602, 612, 678 y passim Cairns, D. S.: 157 Campbell, J. M'Leod: 720 Campbell, J. Y.: 182, 219, 457 Carpenter, J. E.: 528, 720 Carr, A.: 297 Carrington, P.: 48 Celso: 347 Cicerón, M. T.: 691, 715 Cipriano: 59, 573 Cirilo de Alejandría: 59, 281, 631 Cirilo de Jerusalén: 59 Clark, A. C : 260 Clarke, W. K. L.: 505, 738 Clemens, J. S.: 331, 528, 656 Clemente de Alejandría: 29, 32s, 55, 59, 63, 197, 281, 546, 587, 739 Clemente Romano: 531, 743 Colani, T.: 600 Coleman, N. D.: 493 Colwell, E. C : 78 Conybeare, F. C : 510 Cook, S. A.: 215 Cornuto: 207 Couchoud, P.-L.: 62, 75, 194, 209, 306, 314, 327, 330, 412, 426, 431, 476, 641, 697 y passim Cowley, A.: 501 Cramer, J. A.: 605 Cranfield, C. E. B.: 54, 197, 206, 240, 348, 405, 464, 468, 476, 546, 638, 670 y passim Creed, J. M.: 40, 169, 173, 182, 210, 215, 335, 350, 360, 428, 457, 498 y passim Creighton, C : 206 Crum, J. M. C : 45, 97, 680 Cumont, F.: 772 Chapman, J.: 32, 281, 528 Charles, R. H.: 177, 306, 375, 414, 469, 498, 528, 671 Chase, F. H.: 390
Cheyne, T. K.: 47, 331, 426 Chwolson, D.: 786 Dale, R. W.: 720 Dalman, G.: 46, 83, 85s, 172, 188, 261s, 321, 374, 385, 416, 426, 631, 638, 658, 668, 698, 701,. 724, 787 y passim Danby, H.: 46, 248, 690, 770s, 788 Daube, D.: 85, 274 Davey, N.: 48 Davidson, A. B.: 672 Davies, W. D.: 135, 172, 650 Debrunner, A.: 47 Deissmann, A.: 71, 83, 133, 171, 189, 206, 243, 330, 352, 395, 419, 434, 644, 653, 660, 693, 696, 702 Delitzsch, F.: 397 Demóstenes: 351, 499, 722 Dibelius, M.: 36, 42-44, 75, 90, 99, 103, 110, 122, 170, 183, 187, 226, 230, 247, 266, 277s, 311, 319, 345, 375, 382, 392, 409, 414, 420, 429, 475, 503, 506, 577, 692, 791 y passim Dillmann, A.: 397 Diodoro de Sicilia: 729 Diógenes Laercio: 706, 719 Dión Crisóstomo: 772 Dionisio de Halicarnaso: 643 Dittenberger, W.: 439 Dix, G.: 425 Dobschütz, E. von: 541 Dodd, C. H.: 42, 45, 105, 108, 130s, 147, 157, 159, 181s, 189, 191, .283, 304, 307, 380, 457, 497, 528, 567, 571, 671, 743, 756, 790s y passim Driver, G. R.: 678 Driver, S. R.: 219, 498 Drumttiond, J.: 219, 528 Dugmore, C. W.: 787 Dúhm, B ; : 397 Duncan, G. S.: 53
ONOMÁSTICO
821
Easton, B. S.: 43, 45, 210, 274, 307, 335, 480, 498, 603 Edersheim, A.: 215, 603, 720 Efrén: 465 Eichhorn, J. G.: 35 Eisler, R.: 169 Eliezer ben Hircanos: 402 Eliot, G.: 204 Elworthy, F. T.: 407 :•'...... Empédocles: 287 Enslin, M. S.: 75 Epifanio: 33, 59, 281, 351, 680 Esquilo: 257, 428, 579, 722, 738 Estrabón: 203, 215 Eurípides: 573, 588, 722, 738 Eusebio de Cesárea: 29, 32s, 55, 59, 281, 426, 529, 668, 716, 724, 739, 743 Eutimio: 385, 458, 515 Farrer, A.: 48, 789s Fascher, E.: 44, 122, 193 ' , Feine, P.: 92 Fiebig, P.: 44, 193, 232, 242, 283, 308, 404, 572 Field, F.: 47, 257, 290, 340, 346, 365s, 406, 414, 431, 469, 512, 585, 697, 737, 773 y passim Filón: 173, 424, 577, 587, 626, 701, 722, 771 Filóstrato: 193 Finegan, J.: 638 Findlay, G. G.: 86, 262 Flavio Josefo: 165, 169-171, 193, 210, 229, 251, 256, 262, 266, 355, 361, 364s, 367, 377, 384s, 390, 395, 400, 424, 428, 446, 453, 490, 500, 535, 544, 577, 596, 603, 617, 643, 701, 707, 723, 771 Flemington, W. F.: 165s, 169 Flew, R. N.: 130, 182, 612, 660 Foakes Jackson, F. J.: 448 Foerster, W.: 171, 177, 190 Forster, A. H.: 40 Frazer, J. G.: 772 Friedrich, G.: 47
822
ÍNDICE
Friedrichsen, A.: 211 Frínico: 305 Fritzsche, K. F. A: 347 Gautier, L.: 668 Gavin, F.: 659, 787 George, A. R.: 219 Gieseler, J. L.: 35 Glasson, T. F.: 62, 482, 688, 790 Gloege, G.: 46, 130, 304 Glover, T. R.: 413, 720 Goetz, K. G.: 460 Goguel, M.: 37, 44, 169s, 195, 358s, 361, 389, 460, 519, 553, 635, 656, 756 y passim Goodspeed, E. J.: 257, 401, 433 439 Goodwin, W. W.: 213 Gore, C : 45 Gould, E. P.: 37, 54, 163, 166s, 180, 194, 208, 401, 413, 424, 433, 492, 510 Grant, F. C : 30, 37, 40s, 44, 45, 181, 571, 694, 713, 775 Gray, G. B.: 243, 649 Gregorio de Nisa: 60 Gregorio Nacianceno: 59 Gregorio Taumaturgo: 406 Gressmann, H.: 173 Grocio, H.: 245, 596, 771 Gmndmann, W.: 168, 273, 336, 508 Guignebert, C : 195 * Gunkel, H.: 173 Harnack, A.: 30, 32, 54, 175, 199, 409, 459, 528 Harris, C : 281 Harris, J. R.: 426, 494, 573 Harrison, P. N.: 29 Hart, H. St. J.: 709 Hastings, J.: 47 Hauck, F.: 191 Hawkins, J. C : 36, 67, 69, 71s, 94, 163, 166, 176, 210, 213, 323, 404, 486 y passim
ONOMÁSTICO
Hegermann, H.: 135 Heitmüller, W.: 186, 192, 486 Helvidio: 28 ls Henderson, I.: 790 Herford, R. T.: 229, 787 Hermas: 29, 244, 524, 596, 743 Herodoto: 228, 266, 272, 306, 316, 353, 365, 367, 384, 428, 431, 451, 490, 619, 737 Herodas: 228 Higgins, A. J. B.: 135 Hilario: 60, 281, 348 Hipócrates: 305 : Hipólito: 60 '' Hogg, H. W.: 262 ' :';Holdsworth, W. W.: 92 ; ; • •" HoII, K.: 444 ';i Holtzmann, H. J.: 36s, 92, Í63s, 206, 209, 361, 368, 412, 482, 600, 664 y passim Homero: 255, 257, 387, 463, 491, 737s Horacio: 641 Hort, F. J. A.: 18, 60, 161, 207, 347, 440, 571, 603, 738 : Hoskyns, E.: 48, 388 Howard, W. F.: 23, 31, 47, 68, 77, 79-87, 97, 159, 165, 169, 172, 182, 215, 416, 428, 490, 528, 585, 661, 733 y passim Huck, A.: 431 Hudson, J. T.: 81 Hunkin, J. W.: 71, 86, 291 Hunter, A. M.: 152 ••"• Huntress, E.: 44 Husband, R. W.: 771 Ignacio de Antioquía: 239, 644 Ireneo: 29, 31s, 60, 529, 713, 739 Jack, J. W.: 195 James, M. R.: 170, 263, 743 Jenkins, L. H.: 371 Jenofonte: 272, 288. 575, 684, 715
ÍNDICE
Jeremías, J.: 46, 48, 199, 227, 234, 283, 478, 573, 638, 658, 662, 686, 714, 786s, 791 Terónimo: 29, 33s, 60, 281, 321, 426, 520, 536, 668, 704, 723 Johnson, S. E.: 40 Jorge Hamartolus: 529 Joviniano: 282 Juan Crisóstomo: 55, 59, 406, 458, 679 Jülicher A.: 45, 137, 234, 283, 293, 566 Juster, J.: 771 Justino Mártir: 31, 60, 348, 367, 395, 469, 546, 573, 593, 614, 658, 709, 738, 743 Juvenal: 412 Kahler, M.: 123 Kautsch, E.: 733 Kennedy, H. A. A.: 291, 302, 342s, 380, 451, 490, 588, 608, 656, 693 Kennett, R. H.: 556, 649, 663 Kenyon, F. G.: 47, 59s, 63, 630 Kilpatrick, G. D.: 47, 611, 635, 660, 791 Kissane, E. J.: 397 Kittel, G.: 24, 47, 176, 220, 456, 585, 670 Klausner, J.: 46, 386, 581, 666, 688 Klostermann, E.: 112, 163, 176, 181s, 191, 209s, 227, 241, 295, 401, 404, 406, 424, 429, 468, 493, 590, 637, 672, 697, 702, 721, 756, 773 y passim Knabenbauer, J.: 551 Knox, W. L.: 251s, 424, 738 Koehler, L.: 44 Kosnetter, J.: 182 Kramer, P. S.: 40 Kundsin, K.: 44 Lagrange, M.-J.: 23, 31s, 34, 45, 71-73, 75, 77, 79, 84s, 90, 113,
823
ONOMÁSTICO
135, 140-142, 164-167, 172s, 180, 182, 188, 191, 214, 222, 234, 265, 275s, 298, 305, 314, 335, 352, 401, 414, 420, 431, 466, 476, 499, 509, 583, 591, 603, 637, 643, 665, 693, 701, 723, 772 y passim Lake, K.: 60, 62, 219, 324, 406, 448, 543, 610, 733, 751 y passim Lauterbach, J. Z.: 229 Lean, M.: 287 Legg, S. C. E.: 24, 56, 194, 213, 220, 369, 419, 651, 694 y passim Leisegang, H.: 173 Leszynski, R.: 229 Lewis, A. S.: 537 Lidzbarski, M.: 263 Lietzmann, H.: 64, 219,771,787 Lightfoot, R. H.: 39s, 44, 46, 48, 138, 161, 180, 185, 207, 237, 260, 281, 301, 360, 467, 670, 708, 771 y passim Lightley, J. W.: 190, 229 Lille, P.: 701 Lobeck, C. A.: 570 Lock, W.: 237 Lohmeyer, E.: 23, 46, 133, 138, 162, 164, 167, 172s, 181, 194, 198, 240, 250, 252, 338, 362, 408, 413, 460, 494, 578, 596, 662, 697, 702, 733 y passim Loisy, F. A.: 37s, 41, 116, 140, 195, 250, 268, 389, 434, 468, 486, 638, 698, 719 y passim Loofs, F.: 528 Luce, H. K.: 210 Luciano: 228, 412, 579 Lutero, M.: 587 Macgregor, G. H. 552, 659, 787 McNeile, A. H.: 219, 317, 348, 498, 510, 600,
C:
388, 528,
54, 1 8 5 , 195, 353, 402, 411, 617
824
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Mackinnon, J.: 450 Mackintosh, H. R.: 510, 671 Madden, F. W.: 576 Major, J. M.: 281, 694 Manson, T. W.: 24, 45, 47, 81, 91, 112, 130, 132, 135, 148, 164, 169, 229, 244s, 271, 292, 307, 331, 353s, 409, 486, 560, 605 y passim Margoliouth, G.: 397 Marsh, H. G.: 166, 169 Marshall, L. H.: 498 Marshall, J. T.: 276 Martin, H. V.: 181 Masterman, E. W.: 206 Mateos, J.: 20 Maxfield, T. H. W.: 659, 787 Maxwell, W. D.: 425 Mayo, C. H.: 665 Meecham, H. G.: 219, 249, 325, 386, 396, 407, 538, 577, 672, 702 Mendelsohn, S.: 787 Menzies, A.: 37, 54, 381, 591, 626, 665 Merx, A.: 332, 347, 368, 641 Metzger, B. M.: 66 Meyer, A.: 392 Meyer, Ed.: 95, 98, 104, 183, 258, 260, 265, 352, 460, 493, 501, 510, 635, 688, 756, 773 y passim Meyer, H . A. W.: 37, 45 Micklem, E. R.: 191, 193, 806, 216, 248, 251, 324, 333, 418, 474, 537 Müligan, G.: 47, 167, 255, 290, 486, 536, 538, 645, 660 Moffatt, J.: 30, 37, 84, 89-91, 174, 190, 196, 201, 220, 251, 401, 407, 419, 433, 490, 586, 592, 672, 697, 702, 770, 773 y passim Montefiore, C. G.: 46, 54, 207, 241, 245, 398, 402, 413, 481, 501, 505, 581, 588s, 666, 770, 772 y passim
Montgomery, W.: 39 Moore, G. F.: 46, 167, 195, 498, 577 Moschus Bucolicus: 287 Moule, F. D.: 157, 305 Moulton, J. H.: 47, 68s, 74, 76s, 80-86, 167s, 172, 176, 184, 195, 216, 240, 255s, 270, 387, 401, 423, 457, 469, 603, 630, 642, 697, 702, 733, 780 y passim Muratori, L. A.: 32 Nestle, E.: 60, 77, 165, 173, 199, 240, 256, 366, 374, 423, 440, 450, 472, 516, 549, 695 y passim Neumann, A.: 720 New, S.: 485 Nineham, D. E.: 108, 546, 790, 791 Nolloth, C. F.: 528 Norden, E.: 698 Nygren, A.: 586s Oepke, A.: 166, 528 Oesterley, W. O. E.: 181, 229, 659, 787 Orígenes: 29, 33, 55, 60, 63, 188, 224, 263, 321, 347, 390, 406, 413, 459, 465, 469, 505, 510, 569, 718, 739 Ottley, R. R.: 738 Otto, R.: 45, 92, 130, 307, 450, 491, 541, 659, 787 Ovidio: 490 Owen, E. C. E.: 199 Pallis, A.: 62, 209, 314, 391, 405, 428, 552, 641, 697 Papías: 29s, 32s, 50, 105, 184 Patton, C. S.: 37, 90 Pausanias: 230 Payne, E. A.: 371 Peake, A. S.: 37, 54, 77, 137, 397, 528 Perles, F.: 493 Pernot, H.: 292
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Perry, A. M.: 618, 635 Petronio: 724 Pfeiffer, R. H.: 592 Platón: 228, 255, 314, 317, 337, 367, 536, 659, 669, 689, 715, 738 Plauto: 720 Plinio: 328, 614, 641 Plummer, A.: 38, 54, 163, 165, 191, 203, 208, 302, 305, 401, 413, 424, 510, 647, 659, 664, 733 Plutarco: 230, 251, 324, 331, 482, 512, 559, 713, 719, 720, 737, 773 Polibio: 206, 255, 306, 323, 332, 377, 546, 589, 642, 706 Pollera tes: 614 Posídipo: 225 Preisker, H.: 181 Procksch, O.: 192 Radermacher, L.: 47 Rad, G. von: 630 Ramsey, A. M.: 461 Ramsay, W. M.: 199, 314, 330, 336, 599 Rashdall, H.: 532 Rawlinson, A. E. J.: 23, 32, 38, 45, 54, 137, 140, 163s, 175, 180, 182, 191, 211, 238, 242, 246, 331, 362, 400, 405, 424, 456, 486, 510, 589, 644, 662, 721, 756, 771, 773 y passim Redlich, E. B.: 268, 344, 495, 503, 552 Rehkopf, F.: 791 Reinach, S.: 713, 772 Reitzenstein, R.: 189 Reland, H.: 384 Rendel Harris, J.: 262, 286 Rengstorf, K. FL: 228, 233 Resch, A.: 719 Revine, A.: 89, 715 Richardson, A.: 152, 156 Richardson, L. J. D.: 738 Riesenfield, H.: 694
825
Robertson, A. T.: 47, 69, 76, 180, 213, 439, 480, 603, 650, 659 y passim Robinson, J. A.: 218, 237, 250, 291, 360, 387, 433, 528, 571, 688, 725, 771, 790 Rohde, E.: 192, 316 Ropes, J. H.: 281 Rowley, H. H.: 166 Ryle, R. J.: 248 Salmón, G.: 36 Sanday, W.: 31, 36, 38s, 46, 137, 188, 380, 553, 701, 714 Sasse, H.: 519 Schenkel, D.: 89 Schlatter, A.: 123, 221, 638 Schleiermacher, F. D.: 35 Schlier, H.: 274 Schmidt, K. L.: 42-44, 110, 114s, 122s, 130, 157, 159, 161, 170, 179s, 182, 195, 239, 244, 247, 258, 266, 330, 373, 411, 416, 429, 478, 505, 590, 634 y passim. Schmiedel, P. W.: 281, 501, 510, 630 Schneider, J.: 505 Schniewind, J.: 38, 46, 92, 138, 147, 459, 573, 581, 603, 671, 697 y passim Schofield, J. N.: 172, 184, 188 Schrenk, G.: 498 Schulthess, F.: 215, 262 Schürer, E.: 229, 248, 579, 685, 701 Schwartz, E.: 528, 550 Schweitzer, A.: 38-40, 42, 137, 140, 158, 304, 376, 541, 671 Sedgwick, W. B.: 407 Selwyn, E. G.: 30, 297, 336, 406, 573 Sharp, D. S.: 219, 413 Simeón ben Menasia, Rabbi: 244s Skeat, T. C : 47 Smith, B. T. D.: 45, 181, 406, 426 y passim
826
ÍNDICE
Smith, B. W.: 195 Smith, G. A.: 46, 172, 177, 184, 188, 221, 307, 314, 384, 426, 447 Smith, L. P.: 44 Snaith, N. H.: 23, 397, 585 Spitta, F.: 638, 659, 787 Soden, H. von: 60, 89-91, 170, 423 Sófocles: 202, 367, 722 Souter, A.: 32, 59, 173s, 199, 214, 332, 439, 440, 644, 701 Stahlin, G.: 166 Stanley, A. P.: 384, 446 Stanton, V. H.: 31, 36, 54, 94, 424 Stauffer, E.: 234, 511 Stewart, R. L.: 384 Strack, H. L.: 24, 46 Strachan, R. H.: 388 Strauss, D. F.: 36, 204, 312, 386 Streeter, B. H.: 30, 37, 47, 50, 54, 60, 62s, 93, 107, 172, 207, 237s, 303, 409, 424, 463, 497, 611, 635, 703, 738 y passim Suetonio: 418, 440, 490, 716 Stumpff, A.: 264 Sundwall, ].: 44, 201, 470, 577, 639 Swete, H. B.: 22s, 30-33, 37s, 52, 54, 67, 69, 163, 172, 184, 196, 233, 261, 298, 346, 404, 414, 419, 431, 489, 509, 581, 637, 671, 701, 733 y passim Taciano: 395, 450, 478 Tácito: 418, 440, 614, 617, 723 Tarelli, C. G.: 63 Tasker, R. V. G.: 63 Taylor, V.: 17-21, 44, 210, 426, 445, 480, 529, 536, 582, 618, 635, 710 Tebt, P.: 697 Temple, W.: 381 Teódoto: 458 Teofilacto: 230, 428, 458, 515, 695, 697, 743 Teofrasto: 288
"WH,
347, 553,
614,
ONOMÁSTICO
Tertuliano: 60, 282, 614 Thackeray, H. St. J.: 47, 83s, 86, 661 Tischendorf, C : 596 Tito Livio: 707 Tomás de Aquino: 586s, 723 Torrey, C. C : 45, 54, 77, 193s, 209, 250, 262, 309, 315, 360, 394, 396, 405, 414, 433, 469, 592, 641, 673, 733, 780 Tregelles, S. P.: 31 Tristram, H. B.: 384 Trench, R. C : 387 Tucídides: 202, 257, 290, 387, 585 Turner, C. H.: 44, 60s, 67s, 7072, 80, 95, 97, 163s, 166-168, 172s, 181, 188, 191, 206, 243, 249, 255, 316, 341, 413, 420, 431, 469, 493, 523, 591, 665, 701, 721, 776s y passim Underhill, E.: 459 Víctor de Antioquía: 60, 551, 605 Virgilio: 312, 315s, 718 Volter, D.: 211 ;: Volkmar, G.: 140, 509 -' Wagner, W.: 510 Warfield, B. B.: 509, 510 Watson, P. S.: 576, 586 Weiffenbach, W.: 600 Weinel, H.: 283 Weiss, B.: 36s, 40s, 385, 412, 501, 605, 691, 722 Weiss, J.: 23, 38, 40, 50, 54, 94, l l l s , 163, 166, 174s, 180, 182, 187s, 205, 258, 303, 319, 325, 380, 389, 404, 412, 423, 444, 470, 480, 501, 532, 541, 586, 664, 698, 722, 756, 771 y passim Weisse, C. H.: 36, 89 Weizsacker, C : 94 Wellhausen, J.: 38, 40s, 54, 74, 77, 79-84, 112, 169, 180, 182,
ÍNDICE
200, 224, 234, 241, 244s, 316, 349s, 364, 371s, 405, 423, 431, 469, 480, 493, 532, 585, 638, 644, 671, 788 y passim Wendland, P.: 772 Wendling, E.: 89, 90-92, 98, 188, 434 Wenham, J. W.: 242 Wendt, H. H.: 600 Wensinck, A. J.: 47, 78, 83 Wernle, P.: 140 Werner, M.: 140, 143 Westcott, B. F.: 18, 36, 60, 440, 701, 722 Wetstein, J. J.: 348, 641 Weymouth, R. F.: 257 Whitehouse, O. C : 448 Wilke, G. G.: 36
258, 413, 501, 721,
170,
161,
ONOMÁSTICO
827
Williams, C. S. C : 62 Williams, N. P.: 90, 92, 97, 424, 656, 719, 738 Wilson, C. W.: 54, 160, 321 Wilson, T.: 411, 480, 656 Windisch, FL: 44, 355, 368, 412 Wohlenberg, G.: 200 Wood, H. G.: 181, 208, 261, 307, 416, 460, 498 Wrede, W.: 38s, 41s, 91, 137s, 158, 187, 200, 328, 448 Wright, A.: 36, 646 Woolf, B. L.: 42 Wycliffe, J.: 323, 462 Wynne, G. R.; 185 Zahn, Th.: 54, 163, 196, 201, 528, 599, 638, 680 Zwaan, J. de: 673
ÍNDICE ANALÍTICO
Abba, 670 Abnegación, 453 Abominación de la desolación, cf. Execrable devastador Acción profética, 658 Aceite, 355 Adulterio, 495-503 Agonía, 523, 540-548 Alegoría, 566 Alianza, 660 Alma, 454 Amado, el, 174, 571 Amor: a Dios, 585s al prójimo, 586 Ancianos, 394, 449, 563 Angeles, 455, 464, 581 Anticristo, 617, 768 Anuncios de la pasión, 235s, 448451, 479, 521-524 Apariciones de Jesús, 664, 736s, 739-744 Apocalíptica, tendencia, 172, 323, 456, 608s, 614s, 619-632 Apologética, 145 Apóstoles y los Doce, 224s, 259264, 280, 290s, 351s, 373, 481, 522s, 548, 646, 653, 749-756 Arrepentimiento, 166, 182, 231, 355 Autoridad, 189s, 193s, 562-566 Autosugestión, 333, 338 Ayuno, 231-236 Ázimos, fiesta, 636, 649 Banquete mesiánico, 376, 380, 661 Barrabás, 698, 702-707
Bath qol, 174 Bautismo: de Jesús, 170-175, 747-748 de Juan, 165s, 565 de prosélitos, 166 figura del, 527 Beelzebú, 269s Betania, 543s, 549, 639s Betfagé, 543 Betsaida, 384, 416 Blasfemia, 217, 257s, 689 Boanerges, 261s Burlas en la pasión, 707-710, 771-773, 780 Cafarnaún, 188s, 485 Cáliz, 524-528, 670 Canto del gallo, 665, 694s, 697s Carne y espíritu, 672 Casa de Dios, 242 Catálogos, 406 Ceguera: física, 534-538, 688-694 moral, 250, 387s, 433 Centurión, 724, 728 Cesárea de Filipo, 416, 444-448 Citas del AT, 164s, 174, 292s, 309, 396, 399, 491, 498, 511, 547, 569, 572, 579, 586, 591s, 620, 625, 653, 662, 668, 714, 716, 719 Comunidad elegida, 458, 768 Comunión: banquete de, 425 con Dios, 582 Corazón, 217 Corona de espinas, 709
830
ÍNDICE ANALÍTICO
Cristo, 133, 447s Crucifixión, 710-725, 773-776, 780 como castigo, 714s Cruz, 714, 786 tomar la, 453 Curaciones por contacto, 208, 335, 391 Chester Beatty, papiros, 63-65 Dalmanuta, 425s, 432 Decápolis, 328, 416, 421 Delatores, 614 Denario, 378, 576, 642 Desierto de Judá, 165 Discípulos: de Jesús, 182-186, 228s, 453 de Juan, 232s, 370s de los fariseos, 232s Discurso apocalíptico, 456, 600632 composición, 763-769 crítica, 600s Divorcio, 495-502 Dolor mesiánico, 135, 446, 448, 453, 466, 469, 480, 527, 612, 655, 668, 670 Dos fuentes, teoría de las, 36 Duplicados, 424, 434-437, 605s, 647, 756-759 Duración del ministerio, 241 Edad mesiánica, 191, 613 Elegidos, los, 616, 620, 623, £25, 629 Elias redivivus, 162, 167, 359, 464, 469, 720 Emociones de Jesús, 249, 419, 427, 503s Encarnación, 528, 631 Enfermedad, 257 Entierro de Jesús, 725-729, 780 Entrada mesiánica, 540-549 Escatología: de Marcos, 132s, 181 futurista, 39, 286, 305, 307,
508, 516, 519, 615, 620, 630, 661, 763s realizada, 148, 181s, 284, 304, 307, 457, 671, 751 Escribas, 190, 229s, 473, 563s, 585, 594-597 Esenios, 395 Espinas, 287s Espíritu Santo, 196, 172s, 176, 218, 592, 613 Espíritus de los elementos, 625 Estado, 576s Eucaristía, 379s, 413, 424, 527, 656-662, 779 Evangelio, 163, 182, 454, 518, 644 Execrable devastador, 601 , 616621, 624, 767 Exorcismo, 484-487 Expiación, fiesta, 233 Falsos mesías, profetas y maestros, 607, 621-623 Familia de Jesús, 265-268, 277-280 Fariseos, 229, 233, 252, 394, 405, 427, 498, 574, 596 Fe, 182, 215, 317, 338, 349, 476, 538, 560, 586 Fiebre, 197 Fieras, 174 Final de Me: breve, 744 largo, 740-744 Filiación de Jesús, 175, 4.66, 748 Flagelación, 707 Fórmulas en Marcos, 243, 256, 290, 298s, 301, 353s, 398, 456 Freer, logion, 744s Fuerte, el, 168 Gadara, 321 Galilea, 287, 664, 679, 692, 736 Gehenna, 490, 492 Genesaret, 389 Geografía en Marcos, 194, 321s„ 346, 384, 416, 478 Gerasa, 321
ÍNDICE ANALÍTICO
Gergesa, 321 Getsemaní, 668, 779 Gloria, 456, 463, 526 Glosas, 164, 287 Gólgota, 714 Guerra, 617-620 Haburot, 787 Hermanos de Jesús, 280-282, 348 Hermón, 462 Herodianos, 251, 575 Herodías, 364-369 Higuera, 549-552, 559, 628 Hijo de David, 133, 536, 590-594 Hijo de Dios, 135-137, 163, 174, 257, 323, 466, 593, 630, 687 Hijo de María, 133, 347 Hijo del hombre, 134s, 148, 216, 219-222, 244-246, 448s, 455, 467-470, 531, 624-626, 655, 670, 687 Hijos de los hombres, 274 Hipérbole, 166, 199, 276 Hipótesis de los cuatro documentos, 37 Historia de las formas, 42-44, 170, 200, 211 Holocaustos y sacrificios, 588s Hombre de pecado, 608s, 769 Hora, 669, 673 Hosanna, 547 Idumea, 256 Impureza, 402-408 Indignación, 504 Intereses: homiléticos, 420 paganos, 215, 309, 394, 412, 416, 421, 490, 555, 599, 611 Ira, 208s, 250 Jericó, 535 Jerusalén, 256, 522, 539 y passim Jesús: conocimiento, 218, 337, 410, 433, 600, 630s, 665 descendiente de David, 591
831
el nombre, 133, 171 el término «bueno», 509 mesianidad, 446, 450-451, 522s, 540s, 556, 687-689 su actitud ante la naturaleza, 316 Jordán, 374 Joven de la tumba vacía, 734s Judea, 256, 496 Justificación por la fe, 505 Kiddúsh, 659, 787 L, fuente, 350, 354, 431, 553, 613 Langostas y miel silvestre, 167 Latinismos, 67s, 250s, 354, 706, 781 Lavarse las manos, 391-398 Lepra, 204s Levadura de los fariseos y de Herodes, 432 Ley: de Moisés: 210, 229, 399s, 404. 498, 510 oral: 397 Lino, ropas de, 728 M, fuente, 302, 349s, 354, 405, 409, 482, 493 Maestro, 134, 315, 339 Mandamientos, 584s Maqueronte, 169, 361, 364, 367, 370 Mar de Galilea, 184, 314 Marcos (evangelio): autor, 50-54 argumento externo, 29-34 crítica moderna, 35-49 elemento milagroso, 153-157 esquema, 157-160 fecha, 54 frases explicativas, 324, 335, 365 fuentes, 89-98 lugar de composición, 55 métodos, 128s paulinismo, 140-143 teología, 130-143 Ur-Markus, 90-93
832
ÍNDICE
valor histórico, 144-160 vocabulario y estilo, 67-76 cf. además Semitismos, Sintaxis, Texto de Me Matrimonio, 502 cf. además Divorcio Messias absconditus, 136, 222 Misión de los Doce, 349-355 Misterio del reino, 290, 300 Moisés, 463s Monte de los Olivos, 543, 550, 604 Motivos: catequéticos, 146, 185, 405, 427431, 520, 558 doctrinales, 147s, 293, 629, 643, 655, 670 joánicos, 507, 515, 594 litúrgicos, 146, 429, 674 mistéricos, 460 Mujeres al pie de la cruz, en la sepultura y en la tumba vacía, 724, 729-738, 776-777 Muratori, canon, 32 Nacimiento virginal, 279, 347 Nazareno, 191, 195, 693 Nazaret, 171, 346 Negaciones, 684, 691-698, 779s Niños, 483, 503-506 Nombre de Jesús, 359, 485, 607, 614 Novio, el, 234s Obra buena, 642 Obras poderosas, 336, 346, 360 Ojo malo, 407 Oración, 202, 419, 477, 560s Padrenuestro, 560, 671 Palabra, 210, 214, 296, 310 Palabras de engarce, 487-491, 626 Paloma, 173 Panes de la presencia, 243 Papías: testimonio, 23, 29s, 34, 145, 184 tradición sobre Santiago y Juan, 528
ANALÍTICO
Parábolas, 106-108, 270-272, 284298, 303-311, 566-574, 628s, 631s rabínicas, 631 Parálisis, 214-216, 248 Parusía, 132, 455, 461, 464, 526, 606, 628, 631, 664, 737, 764769, 790 Pascua, 636, 649s, 653, 786-789 Pasión, relato de la, 633-635, 674, 777s en Lucas, 529, 635 Paulinismo, 41, 140-143, 408, 412, 451, 463, 483, 486, 516, 532, 609-612, 622, 671 Pecado, 166, 216, 228, 230s, 670 contra el Espíritu Santo, 275-277 Perdón, 166, 171s, 219s, 222s, 275, 660 Perea, 497 Persecución, 609-615 de Nerón, 298, 490, 614 Piedra, 573 Poder, 336, 582 Portentos, 622s Posesión diabólica, 187, 190-193, 200, 257, 318-328 Preparación (Parasceve), 726 Píimer mandamiento, 587-590 Prioridad de Me, 36 Problemas textuales, 65, 163, 165, 167, 173, 180, 188-197, 201-203, 206-209, 214-217, 224, 227, 230, 232s, 235, 238, 240, 243, 248, 251, 255, 259s, 276, 280, 286291, 305, 308-311, 314, 317, 320s, 326, 330s, 337, 342s, 347, 353, 359, 364-368, 374, 377-380, 384-386, 389s, 395, 399, 405, 411, 413,418, 422, 425-428, 431, 433, 438-441, 450, 454, 456s, 462s, 466-469, 472-478, 485s, 489, 492, 496-504, 511, 515-520, 522, 526-528, 536, 544, 548, 559-561, 563-566, 569, 576, 580, 585, 588, 596, 599, 603, 611s, 618, 629, 632, 638, 640-643,
ÍNDICE
650, 655, 660, 664s, 671-674, 677, 678s, 684, 685-688, 690, 693-697, 700-706, 709, 717-720, 724, 727-736, 739, 744 Proceso de Jesús: ante los sacerdotes, 680-690, 770771, 777, 779, 782, 783s ante Pilato, 698-707, 780 Prodigios, 622 Profeta, 134, 348 Prólogo antimarcionita, 30s Psicoterapia, 216, 248, 333, 410, 418 Purificación del templo, 548, 552558, 562 Q, fuente, 164, 169, 175, 268s, 271s, 274, 293, 296, 303, 309, 349-355, 428s, 454_457; 483, 490, 493, 559s, 613, 621, 626 Qorbán, 398-402
249, 298432, 520,
Rabbí, 134, 465, 559, 564 Rabinos: enseñanza, 585-589 métodos, 580 relatos, 232 Rabboní, 134, 537s Rango y precedencia, 529-533 Recaudadores, 225-228 Recompensa, 517-520 Reino de Dios, 130s, 181, 283s, 291, 302, 350, 355, 457, 491, 504, 513, 524, 589, 628 Relatos sobre Jesús, 101-103 declaratorios, 99s, 211 petrinos, 183, 205, 214, 223, 278, 517 Religiones mistéricas, 656 Rescate, 531-533 Resurrección: de Jesús, 449, 467-470, 579583, 729-738 de muertos, 329, 341 Rey de los judíos, 703, 705 Ricos, 503-516 53
ANALÍTICO
833
Rostro de Jesús, 463 Sábado, 239-252 Sacaea, 772 Sacramentos escatológicos, 39, 376 Sacrificio, 658s Saduceos, 579-582 Sal, 494 Samaría, 497 Sanedrín, 554, 564, 684s, 689, 700s Satán, 176s, 268-272, 451 ataduras de, 273s poder, 671s, 767 Saturnalia, 708, 772 Secreto mesiánico, 38s, 137s, 192, 200, 205, 209, 328, 344, 419, 428s, 441, 448, 468, 562, 590, 592s Seguimiento de Jesús, 184s, 512, 518, 538 Semitismos, 23, 77-88, 167, 169, 171, 190, 199, 202, 210, 217, 228s, 258, 274, 280, 284-289, 292, 298, 300, 305-308, 310, 318, 324, 330, 332, 338, 343s, 348, 352, 364, 378, 381, 395, 405, 412, 414, 418s, 428, 439, 466, 477, 482s, 485, 490, 493, 502, 523, 585, 588, 592, 596, 613, 620, 642, 643, 650, 654, 658-662, 673, 684, 693-698, 708, 715, 718, 733, 778-782 Sentencias en Me, 106-108, 243-246, 272-276, 298-303, 352, 452-458, 487-494, 500-502, 531, 559, 594597, 605-632, 764-769 Señor, 134, 165, 207, 328, 546 Seol, 581 Sepulcro vacío, 734, 781 Shdiah, 483, 750-753 Shekinah, 465 Sidón, 415s Siervo de Yahvé, 174, 450, 669, 682, 686, 701, 703 Signos, 427s Sinagoga, 189, 252 Sintaxis de las partes de la oración: adverbios, 84
834
ÍNDICE
artículo, 81s conjunciones y partículas, 87 distributivos, 83s, 351, 378 doble negación, 69, 209, 551, 591 oó [ir\, 457 grados de comparación, 83 partículas interrogativas, 83, 216, 230 preposiciones, 86s siq y év, 172, 184 pronombres: indefinidos (stc, =
TIC;), 82,
330, 473, 599 y passim prolépticos, 82, 364, 368 reflexivos, 82 relativos, 82, 169, 411 verbos: futuro perifrástico, 615, 625 imperfecto perifrástico, 68, 85, 176, 189, 463 infinitivo articular, 180 év reo con infinitivo, 85 aoristo, ^86, 168s, 174, 364 r)p£,cn:o con infinitivo, 70, 86 participios redundantes, 85s, 202, 410, 447, 464, 537, 551, 591 presente histórico, 69, 176, 188 y passim plural impersonal, 70, 84, 189, 233 y passim infinitivo después de sj/rrev, 84s uso de la pasiva, 84 Sintaxis de oraciones: ócv con indicativo, 69 anacoluto, 72s, 213, 399, 596 y passim asíndeton, 72, 209, 378, 485, 504, 518, 581, 609, 641s y passim casus pendens, 80, 360, 406, 572, 596, 613 eí en interrogaciones directas, 438s
ANALÍTICO
iva como introducción de oraciones nominales, 256, 327, 352, 418, 478 y passim Kod éyévETO, 171, 227, 240, 286 nominativo parentético, 423 optativo, 551 oraciones circunstanciales, 81, 185 orden de las palabras, 79 paralelismo, 79, 531, 575 parataxis, 71, 79s pleonasmo, 73s, 79, 198, 400, 440, 564, 580, 620, 665 subjuntivo como imperativo, 219, 324, 332, 678 uso de los tiempos, 197s, 209, 224, 286s, 310, 327s, 343, 551, 559, 599 Soteriología, 139s cf. además Dolor mesiánico Sueño, 341 Sumarios, 105 Sumos sacerdotes, 449. 563, 637 Tabernáculos, 464 Tabor, 462 Tartamudeo, 418 Templo, 548, 552-557, 591 destrucción del, 602, 677, 683, 685-688, 717 Tesoro, 598, 600 Testimonia, 164, 573 Texto de Me, 24, 47, 56-66 cesariense, 62s occidental, 61 s WH, 60, 65s cf. además Problemas textuales Tiberíades, 361, 373, 432 Tinieblas milagrosas, 718 Tipología, 789 Tiro y Sidón, 256, 41 ls, 416s, 447, 759-763 Título de la cruz, 716 Torre Antonia, 555, 701, 704, 708 Transfiguración, 459-467 Tributo al César, 574-577
ÍNDICE
Ultima Cena, 636, 786-789 Unción, 633-645, 729-732, 778, 785 de los enfermos, 355 Unicidad de Dios, 191s
ANALÍTICO
Velo del templo, 722 Vida eterna, 507s, 519 Vigilancia, 626-632, 656-658 Vigilias nocturnas, 386, 632 Voz divina, 174, 466 Zelotas, 264
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Nuevo horizonte en la exégesis bíblica Entre 1963-1975 se hizo en el Instituto Bíblico de Roma la traducción de «Nueva Biblia Española». Fue un trabajo en equipo, dirigido por los profesores L. Alonso Schokel (AT) y J. Mateos (NT). Toda versión lleva consigo una hermenéutica y una exégesis de los textos, de ahí que ésta exigiese profundos estudios de las ciencias del lenguaje: lingüística comparada, semántica y estilística, recientes disciplinas apenas utilizadas hasta ahora en el campo bíblico. Dos libros importantes, que señalan un nuevo rumbo en la exégesis de la Biblia, manifiestan ya el fruto de esos estudios:
L. ALONSO S C H O K E L / J . L. SICRE
PROFETAS 1381 págs. en 2 vols. Ene. en tela: 3.000 ptas.
J. MATEOS / J. BARRETO
EL EVANGELIO
DE JUAN
Análisis lingüístico y comentario exegético 1095 págs. Ene. en tela: 1.800 ptas. La Biblia es palabra «inspirada», pero también es palabra «literaria», escrita, more humano, utilizando todos los recursos de gramática, léxico e inspiración poética. Y sólo será completa y auténtica la exégesis de un texto si se tiene en cuenta ese aspecto formal, es decir, el texto mismo como lenguaje.
EDICIONES CRISTIANDAD
Cuatro grandes libros sobre el Evangelio de }uan Cada uno de ellos lo estudia bajo perspectiva diversa y entre los cuatro se ha conseguido la más clara y precisa visión de su contenido Lo que representa en el conjunto de los evangelios, fecha y lugar de composición, entorno cultural en que se escribió, su estilo literario, su estructura y doctrina, y su peculiar imagen del Mesías Jesús. Análisis lingüístico y comentario exegético a todo el evangelio
C. H.
INTERPRETACIÓN
DODD
DEL CUARTO
EVANGELIO
475 págs. Ene. en tela: 1.100 ptas. LA TRADICIÓN EN EL CUARTO
HISTÓRICA EVANGELIO
450 págs. Ene. en tela: 1.100 ptas.
R. E.
BROWN
EL EVANGELIO
SEGÚN JUAN
2 vols. 1562 págs. Ene. en tela: 3.500 ptas.
J. MATEOS
EL EVANGELIO
DE JUAN
Análisis lingüístico y comentario exegético 1085 págs. Ene. en tela: 1.800 ptas.
EDICIONES CRISTIANDAD