Un amor para toda la vida
La mayoría no estaba de acuerdo conmigo. Para ellos Lisa no era la chica más linda del pueblo. Tenía Tenía 13 años y no tenía tetas, tetas, así que le decíamos Lisa, pero era capaz de pasar arias horas con nosotros y de estar a nuestra altura. !so era algo que nadie notaba, quizá porque era el lugar en el que Lisa parecía haber estado desde siempre. Tenía el pelo negro y los o"os erdes y los m#sculos del abdomen marcados como una tabla de laar. !ra tan en$rgica que a su lado uno se sentía est#pido. % cuando uno se sentía est#pido decía una estupidez, en general dirigida a ella. !n esas ocasiones Lisa podía golpearte o mirarte con desprecio, desprecio, seg#n su humor. Pre&eríamos ser golpeados' el desprecio de Lisa era una de esas cosas que se recuerdan al otro día. Por lo demás, todos estábamos enamorados enamorados de ella. (ncluso los que decían que había un mont)n de chicas más lindas. *uizá he transmitido una primera imagen &alsa de Lisa. +alsa o incompleta. La erdad es que Lisa era la chica más suae que conocíamos. u oz, sus gestos, hasta el modo que tenía de dar un paso adelante y uno atrás cuando algo la molestaba, sus risotadas, todo en Lisa hacía pensar en algo nueo y tan desconocido como ella. !ra capaz de ganarte una pulseada, pero tambi$n de de"arse ganar si eía que el asunto te importaba. iempre &ue la más inteligente, la más... madura. % le gustaba estar con nosotros. e aburría con las chicas de su edad. Todo lo que decía sobre ellas era absolutamente cierto- eran pacatas, romanticonas y cobardes. osotros $ramos muy parecidos a ellas, pero no lo supimos hasta que los padres de Lisa /y Lisa, milagrosamente0 inieron a iir al pueblo. !n 12 amallo era un pueblo de calles de tierra con cunetas en las que crecían pastos de la altura de un hombre. !l padre de Lisa era ingeniero y traba"aba para una empresa alemana que solía trasladarlo cada tres o cuatro años. 4sí que Lisa tuo de entrada para nosotros un aire de amiga proisoria que le daba cierto encanto e5tra.
!n la medida en que estimulaba nuestra compasi)n compasi)n por alguien que 6no haría nunca amigos erdaderos en ninguna parte7, nos desmentía con su des&achatez. des&achatez. La primera ez que la imos &ue en el colegio. !ra su primer día de clases en amallo, y lleg) tarde. Traía un e"emplar de la reista Vogue en la mano. !ra la clase de literatura castellana. !l pro&esor se qued) mudo, porque Lisa entr) sin saludar /con una gran sonrisa dirigida al aula en general0 y &ue a ocupar un banco sin preguntarle preguntarle a nadie cuál. !l pro&esor se llamaba ossini y era un hombre duro y muy resentido que en su "uentud había leído un libro, quizá uno y medio. !stoy seguro de que dis&rut) el desplante de Lisa s)lo porque pens) que la chica le daba por primera ez en años la oportunidad de destrozar a alguien con motio. ossini se pas) la lengua por los labios y le di"o89uenos días, :no; 89uenos días 8respondi) Lisa. 8:
ngi$ndose con&undido y, sin de"ar de mirar al suelo /como si la chica le diera erg?enza a"ena0, le pregunt)8:% entonces para qu$ la ten$s; 8Para que los boludos como os pregunten qu$ leo 8&ue la respuesta de Lisa. !l silencio que se hizo en ese momento es algo que a#n hoy, casi 3@ años despu$s, sigo oyendo con toda nitidez. La echaron. La reincorporaron al otro día. osotros habíamos quedado tan &ascinados con Lisa que lo #nico que pudimos hacer a partir de ese momento y
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
durante algunas semanas &ue odiarla. Pero mientras ella, a su ez, odiaba desinteresadamente a las chicas, nos conquistaba con su indi&erencia y su osadía. Aaba la impresi)n de bastarse a sí misma de una manera que ninguno de nosotros había sentido nunca /la habíamos isto, pero no la habíamos sentido0. Lalo era nuestro líder 8era el más &uerte8 y enseguida estuo de noio con Lisa. iempre creí que Lalo se puso de noio con Lisa para neutralizarla, al menos al principio, pero estoy seguro de que ella lo am) desde el primer minuto en que lo io. !l hecho es que Lisa lleg) un B de septiembre y el 3@ ya estaba de noia con Lalo. Los eintid)s días entre el B y el 3@ la pasaron midiendo sus &uerzas. o se en&rentaron nunca directamente- se limitaban al arreo y recuento de adeptos' en los recreos o en la calle el que se acercaba a Lisa era de la banda de Lisa y el que seguía con Lalo era de la banda de Lalo. 4sí de simple. Lalo permiti) durante dos o tres días que sus amigos olieran con $l luego de hablar con Lisa' a partir de entonces, si Lalo hubiera sido un asesino, habría estimulado el regreso de los que se habían atreido a acercarse a Lisa s)lo para matarlos despu$s. %o era del bando de Lalo. os reuníamos cada noche en la cuneta de la esquina de casa despu$s de cenar. Cablábamos de nada, $ramos e5pertos en eso. % una de esas noches cay) Lisa.
8:Teleisor; 8di"o Aante con un cantito ir)nico. Aante nunca sabía cuándo burlarse y cuándo sacarse el sombrero. !n ese momento en la cuneta $ramos cinco, y de los cinco yo era el #nico que tenía un teleisor. Lalo y los muchachos enían a casa todas las tardes despu$s del colegio a mirar Batman. Lalo era el que más tiempo se quedaba, porque le gustaba la m#sica y nosotros teníamos en el liing un combinado Den 9roEn. =i ie"o, además, compraba un disco todos los meses /en casa estaban todos los discos de los 9eatles, un doble de los 9ee Fees, uno de P$rez Prado, uno de Tom Gones...0. Lalo mir) a Aante por encima de un hombro, como si Aante acabara de decir una idiotez. 8:o oíste que di"o 6teleisor7; 8le pregunt). Los otros estaban tan embobados con la aparici)n de Lisa que no se dieron cuenta de que era un buen momento para reír. Aante ba") la ista. Lisa code) a Lalo y le pregunt)8:H)mo se llama 6$ste7; 8Aante 8di"o Lalo. Lisa le di"o a Aante8Aante, :quer$s enir mañana a mi casa a mirar teleisi)n; Lalo enderez) la espalda. unca nadie lo había desa>ado así. La chica se burlaba de nosotros o realmente quería robarse a uno de los nuestros en nuestra propia cuneta. e hizo un silencio. Aespu$s Lalo sali) del agu"ero donde creíamos pasarla bien y le orden) a Lisa que lo siguiera. Lisa se ale") con $l unos quince o einte metros. Todos la seguimos con la mirada. Huando por >n se detuieron, Lisa empez) a darle golpecitos en el pecho a Lalo con la punta de los dedos. =ientras tanto, hablaba. Cablaba mucho. % lo hacía no como si estuiera discutiendo sino como si estuiera contándole algo. Ae pronto Lalo la agarr) de la muñeca y le dobl) el brazo. Lisa apoy) una
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
rodilla en el suelo, ri$ndose. u risa &ue lo #nico que oímos. e reía con soltura, con Iuidez, como si hubiera pasado años preparándose para ser humillada así. /=ucho tiempo despu$s Lalo me cont) que, mientras $l sostenía a Lisa de la muñeca, ella le di"o por lo ba"o y sin de"ar de reírse6Boludo, me vas a hacer mear...” 0. Lalo tenía su ideíta sobre el amor... u padre había abandonado a su madre cuando Lalo tenía J años. Le di"o que amaba a otra mu"er y que se iba a iir con ella a la Hapital pero que endría a erlo cada quince días. unca oli). Tiempo despu$s la madre de Lalo oli) a casarse. Le di"o a Lalo que se había enamorado de ese hombre tan bueno al que $l solía llear la bicicleta para que le inIara las gomas. Huando Lalo tenía K años, la madre abandon) a su nueo esposo. e &ue y de") a Lalo con el hombre bueno. !l hombre era tan bueno que, para atenuar el su&rimiento de Lalo, le di"o que su madre se había enamorado de otro hombre, cuando en realidad había enloquecido, algo que Lalo no supo hasta muchos años despu$s. !n esa ocasi)n crey) en lo que le decía el hombre bueno- su madre se había enamorado de alguno de aquellos señores de tra"e erde que pasaron a buscarla en ambulancia. 4sí que Lalo qued) solo y al cuidado del hombre bueno, quien dos o tres meses despu$s lo de") para oler con su e5 esposa. Lalo termin) iiendo en la casa de una tía a la que apenas había isto alguna ez, porque sus padres la odiaban. % todo por amor. =ás que una ideíta lo suyo era un ta"o. Huando sinti) /cuando supo0 que estaba enamorado de Lisa, lo primero que hizo &ue preguntarse a qui$n debería de"ar $l para irse con ella. % nos de") a nosotros. Aesde que se puso de noio con Lisa no lo imos más. Pasaba, sí, nos saludaba, a eces nos hablaba. !n los recreos del colegio no de") de "untarse con nosotros, como siempre, pero ya no ocupaba el centro y se encogía de hombros cuando alguien lo miraba en busca de autoridad. !staba todo el día con Lisa, incluso cuando ella no estaba presente. % a Lisa le pasaba lo mismo.
na tarde, Lisa ino a casa. %o tenía la impresi)n de que Lisa no me había mirado ni siquiera una ez desde su llegada al pueblo, así que me sorprendí cuando la i entrar a mi cuarto. !ntr) como si conociera el lugar y me habl) como si continuara una conersaci)n interrumpida un minuto atrás8:Podes decirle a Lalo que no sea pelotudo; Le pregunt$ a qu$ se re&ería y me di"o sin ueltas8o quiere acostarse conmigo. =e qued$ helado. Lo pr)5imo que recuerdo es que me encontr$ con Lalo y le cont$ lo que me había dicho Lisa. Lalo me escuch) en silencio. Huando termin$ de hablar, se qued) mirándome >"o durante unos segundos. Aespu$s ba") la ista. 8=e quiero casar con ella 8murmur). !ra ins)lito. Lalo era el #nico de la banda que había tenido relaciones se5uales. % no con una chica sino con dos. Lo enidiábamos por su noiazgo con Lisa, pero lo admirábamos por su e5periencia se5ual. %o tenía ya preparada una batería de razones para conencerlo de que se acostara con Lisa /todas me las había dictado ella0, pero no pensaba usarlas- eran tan conincentes que Lalo hubiera terminado acostándose con Lisa y eso no era lo que yo quería. (gual me sorprendi) saber que no tendría que usarlas, "ustamente por lo que acababa de oír. unca nada me había sorprendido tanto. orprendido y alegrado. Lalo quería que Lisa llegara irgen al matrimonio. !ra una conicci)n, pero tambi$n una prueba de su adoraci)n por ella, aunque a Lisa le parecía una idiotez. !lla quería que Lalo &uera el primer hombre de su ida ahora. Ml quería lo mismo, pero después. o hubo arreglo. !n los meses que siguieron me conertí en una especie de mediador sentimental. !mpec$ a salir con ellos. 4 eces estaba con Lisa, a eces con Lalo, y a eces con los dos. Lalo oli) a pasar cada tanto por casa para escuchar alg#n disco, y siempre terminábamos hablando de Lisa. Ml hablaba de Lisa. %o escuchaba. !staba loco- hacía planes. o eran los planes de una decisi)n
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
consciente sino los planes de un ensueño más liiano que el aire de cualquier situaci)n y cuyas burbu"as salían a la super>cie de pronto, en todo momento y en todo lugar, al menos cuando estaba conmigo- iban a tener tres hi"os... iban a ia"ar a la ciudad de los 9eatles... unca escuch$ en boca de Lisa nada por el estilo. Todo lo contrario- Lisa iía en el aquí y ahora, como todos nosotros, con la di&erencia de que su aquí y ahora, por el s)lo hecho de estar al lado de alguien como Lalo, podía resultar apabullante. na tarde &uimos los tres al balneario. 4l 6río7, le decíamos. +ue a principios de diciembre. Cacía un año que Lisa estaba en amallo y aunque había ido en otras oportunidades al río $sta era la primera ez que lo hacía en tra"e de baño. 6=alla7, le decíamos. !n&undada en una malla entera color ciruela con un mill)n de Pequeñísimas Lul# estampadas en blanco, estaba /y no e5agero0 diina. %o la miraba con una mezcla de erg?enza por mi cuerpo y de admiraci)n por el suyo tan eidente que Lalo y Lisa se me acercaron uno despu$s del otro y me di"eron8Ten$s que tomar un poco de sol de ez en cuando... 8 Lalo. 8:Te gusto; 8Lisa. *ued$monos con Lisa. 8:Por qu$ me preguntas eso; 8Porque me mirás con una carita que... Ndi"o. e qued) un momento mirándose en mis o"os con un gesto de Hhica =ala (nteligente, que sin duda era el mismo gesto con que se miraba al espe"o, y agreg)8- Te besaría. =e qued$ helado. Ae"arme helado era uno de los trucos de magia que me"or le salían a Lisa conmigo. Tambi$n podía quemarme y hacer que me retorciera y que mi coraz)n hiciera entre un latido y otro una pausa más larga de lo habitual. !n ese momento no le di"e nada. Lo que di"e lo di"e un momento despu$s8í, b$same... por &aor...
Pero tard$ mucho- Lisa ya estaba abrazada a Lalo, los dos de costado en la arena a einte metros de distancia de mí. Tengo que reconocer que yo reaccionaba mucho peor todaía cuando Lisa ni me miraba- en esos casos me desenolía con bastante naturalidad Oy hasta >ngía ser aliente !stoy seguro de que su indi&erencia me hizo me"or persona. =i personalidad no estaba hecha para ser moldeada por su amor sino por su desprecio. !n casos como esos, que eran mayoría / a 10, yo solía incluso hasta resultar interesante, al menos para mí. % ahora estaba allí de pie en la orilla del río pateando el agua y obserando embobado la espalda de Lisa en la arena /y en brazos de Lalo0. Ae pronto Lisa alz) la cabeza y le di"o algo que no pude oír, aunque sonaba eno"ada. e arranc) los brazos de Lalo de la cintura y ino caminando rápido hacia mí. Le pregunt$ qu$ le pasaba. 8ada, :sabes qu$; 8me di"o de un tir)n8. O!stoy harta Ae nueo le pregunt$ qu$ le pasaba. 84 mí nada. 4 $l. :o iste lo que pas) reci$n; egu$ con la cabeza. Lisa me mir) un instante como si yo &uera un mentiroso /aunque había estado de espaldas a mí sabía que yo la había estado obserando0 y me di"o8Lo mismo de siempre, pero cada ez peor. Le metí una mano en la malla y le agarr$ la pi"a. :% $l; La semana pasada no quería. 4hora quiere. La semana pasada a la semana pasada me chup) las tetas, y la semana antes no quería. La semana antes de chuparme las tetas me bes) de lengua y la semana antes no quería. !l boludo quiere. OPero le llea tiempo :Ai"e que Lisa era brillante; !ra brillante. !so lo s$ ahora. !n aquella $poca, cuando ella decía cosas como $sas yo me limitaba a mirarla como si entendiera lo que había dicho. 4quel día le di"e que entonces podía quedarse tranquila, porque tarde o temprano iba a acostarse con Lalo... Lisa se ri).
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
8*uería er si me habías estado espiando... 8di"o8. OGa, "a, "a :Te creíste que le iba a meter la mano en la malla a Lalo; Oi no se de"a ni tocar el culo 8:!l culo; 8di"e yo8. :% qu$ tiene que er una cosa con la otra; 8Lalo me tiene las pelotas llenas 8di"o Lisa, seria de pronto8. =e tiene las bolas llenas, y yo... 8lo pens) un segundo8- sí, me oy a mi casa. La detue. +ue la primera ez que agarr$ a una chica del brazo. % una ez más le pregunt$ qu$ pasaba. 8
ingl$s, algunos temas eran instrumentales, y el resultado general, obiando el sonido de la $poca, era alucinante. Tengo discos del grupo argentino Hone5i)n ro J, de los alemanes gh, de los ingleses edention 8en el que un "oencísimo Gohn 9orham tocaba la batería antes de unirse para siempre a Led Reppelin8, pero el disco de Los Pilines es mi mayor tesoro, quizá porque &ue un regalo de Lisa.0 Puse el disco y me sent$ en la cama, con la espalda apoyada en la pared. Lisa se acost) en el suelo, en medio del cuarto, con las manos en asa ba"o la nuca y una pierna cruzada sobre la otra. Tenía puestas unas zapatillas Pampero Tennis blancas, sin medias, un Lee con rodilleras de corderoy negro y una camiseta ro"a sin mangas. !n el antebrazo izquierdo había escrito con birome su nombre y el de Lalo sobre una serpiente e5cesiamente ondulada. Qímos el primer tema del disco sin moernos. Pero con el comienzo del segundo tema /SCo ho hoS0, que era el tema por el que Lisa le había pedido al padre que le comprara el disco, se leant), me di"o 6!ste quería que escucharas7 y se puso a bailar sola en medio del cuarto con un estilo que combinaba giros de lo más sensuales con golpes de arateca y de peleador calle"ero. !n mitad del tema entraron mis padres. Lisa no solamente no de") de bailar sino que además les pregunt)8:Huando ustedes eran ")enes no bailaban nunca; =i padre enía de buen humor. Le guiñ) un o"o a mi madre /no bailaban nunca0 y le di"o a Lisa que ellos 6no hacían otra cosa que bailar7. 8:% entonces 8di"o Lisa señalándome con el ment)n8 a qui$n sale $ste; OCace como dos minutos que estoy acá bailando sola 8:
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
como un espástico al ritmo de un roc mental que no coincidía con lo que sonaba en ese momento. Lisa aplaudi) cuando el tema termin). =i padre agradeci) el aplauso con una inclinaci)n y luego pas) una mano por la cintura de mi madre y se la lle) hacia otro lugar de la casa. (ban los dos ri$ndose, re"uenecidos. Lisa se sent) a mi lado en la cama. %o estaba muerto de erg?enza por el bailecito de mi padre. 8:*uer$s que te recite algo que escribí; 8me di"o. % recit) un poema de odio al sol, a las Iores, a las abe"as, a todos los elementos de la primaera. !n aquel momento me result) encantador. !ra insolente, era diertido, y lo recuerdo palabra por palabra, pero transcribirlo ahora, UB años despu$s, sería una ruindad. 8!stá bueno 8le di"e cuando termin). 8:o te gusta ninguna chica; :o hay alguna chica que guste de os; 4sí era Lisa. Llegaba de golpe, se ponía a bailar, te recitaba un poema y, sin esperar que di"eras nada, te preguntaba si eras &eliz, una cosa detrás de la otra y casi sin pausa, como si estuiera siempre sola. =i sensaci)n al hablar con Lisa era la de que en cualquier momento sería interrumpido. =e parecía que no tenía mucho sentido hablar en serio porque al >nal ella diría cosas como 6:Por qu$ las chicas caminan siempre con los brazos cruzados;7, o algo por el estilo. Lisa daba la impresi)n de estar pensando todo el tiempo en otra cosa. Pero ese día estaba atenta, quizá porque yo no hice más que titubear. 4l >nal Lisa di"o8
ella y ten$s hi"os, siempre as a ser mi amigo. =e lo ten$s que prometer. :n y al cabo. 84hora tenemos un secreto 8di"o. *u$ astuta era. La e5cusa que usaba para olerme loco era poner a prueba mi amistad. =i padre, que en ese momento salía otra ez de casa, al pasar delante de nosotros le dirigi) a Lisa un pasito de baile ridículo, como si hubiera tropezado a mitad de camino. Lisa coment)8!s simpático... !sa noche no dormí. o di una sola uelta en la cama' todo lo contrario- me acost$ boca arriba y mir$ el techo hasta el amanecer. eci$n entonces el beso que me había dado Lisa se oli) real. Lamentablemente, al otro día todo se oli) real- Lisa estaba de noia con Lalo. e había comprado un aerosol y desplegaba su ingenio en las paredes de amallo. Por esa $poca Lisa andaba siempre con el Diario del Che en Bolivia /lo leía0 y sus pintadas tenían un sentido entre risueño y &unesto. Por e"emplo- en una esquina en la que había un gran cartel de la >rma Paladini que decía “Fiambres embutidos”, Lisa había pintado deba"o /con su aerosol mágico0 6 !am"s ser"n vencidos” . n monaguillo había escrito en una pared “Viene el Papa, viene Cristo” , y Lisa había pintado por deba"o “#e va el papa, se va Cristo” . !ra porteña, pero había captado inmediatamente el espíritu de amallo, y tambi$n en eso nos superaba a todos. Aecía cosas como “la se$u%a era tanta $ue los "rboles segu%an a los perros” , o 6a$uél es tan sucio $ue
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
riega los cal&oncillos para $ue cuando se tire un pedo no levante polvo” . Lalo, siempre con un brazo sobre el
hombro de Lisa, &este"aba orgulloso sus ocurrencias. !n cada uno de los días de ese año, y tambi$n del año siguiente, i a Lisa y no hubo una sola ez que no me llamara la atenci)n la ausencia absoluta de consecuencias que había tenido para ella aquel beso. i una palabra, ni una mirada de complicidad, ninguna alteraci)n en la &orma de tratarme, nada- sencillamente no le había importado, se lo había olidado, no había ocurrido. %o me consolaba pensando que lo que me pasaba a mí era lo mismo que les pasaba a otros, pero no llegaba al grado de inconsciencia de ellos, que corrían atrás de 4na conencidos de que 4na era más linda. %o me encerraba en mi cuarto y /a eces incluso con la puerta abierta0 lloraba y odiaba mi altura y mi cara. Aespu$s, aliiado ya del peso de una angustia concreta, sentía esa rabia siempre tan simple de que las cosas &ueran así. !n el &ondo, lo que no entendía era por qu$ Lisa había elegido a Lalo. !n mi a&án por degradarlo, descart$ el hecho de que Lisa se enamor) de, al menos en aquel momento, un líder, y me inclin$ a pensar que Lisa se había apenas enamorado de su belleza. =e indignaba, pero tambi$n me hacía más cruel. La noche de carnaal en que Lalo y yo decidimos dis&razarnos de Pi!a y Concha, cuando Lalo agarr) el dis&raz de Pi!a 8algo que hizo con la naturalidad de un líder retirado8 yo le di"e8Lalo, os ten$s noia, yo no. i las chicas se enteran de que yo era Concha, no oy a tener nunca noia en este pueblo... % Lalo me cedi) el dis&raz de Pi!a. Lo engañ$. Lo que ocurri) entonces, ocurri) cuando yo había apagado ya hasta la más mínima ilusi)n de que Lisa se >"ara alguna ez en mí como en algo distinto de un amigo. 4parecimos de pronto /Lalo con su dis&raz de Concha y yo con mi dis&raz de Pi!a0 en la 4enida principal y empezamos a corrernos por entre la gente y las carrozas.
Pi!a corría a Concha /todaía no $ramos sinceros0. e hizo
un silencio y enseguida oímos carca"adas y alg#n aplauso. La policía empez) a corrernos, tambi$n a pie. Horrimos todos en zig zag. +ue un suceso, al menos un suceso a la medida de nuestra edad. uestros padres &ueron a buscarnos a la comisaría y nos dieron una cachetada a cada uno, pero al otro día $ramos ídolos allí en el pueblo. Todo el mundo hablaba de nosotros. 4unque no había clases, el director del colegio al que íbamos irrumpi) indignado en mi casa /ya había ido a la de Lalo0 a primera hora de la mañana siguiente para adertirme que $l en persona se encargaría de echarme el año pr)5imo a la menor oportunidad. Pero e5cepto el director y el comisario todos parecían diertidos con lo que habíamos hecho. :% qu$ importa; :(mporta; 4hí no empezaron los problemas. !mpezaron una tarde en que Aante /el que nunca sabía cuándo burlarse y cuándo sacarse el sombrero0 di"o, seg#n me contaron, de puro aburrido, sin malicia, que Concha era Lalo. =alicia hubo en la rapidez con que se propag). 4sí que, desde su punto de ista, Lalo no tuo más remedio que hacer algo razonable- ya no era un líder y deb%a traicionarme. Ai"o que Concha había sido yo. e lo di"o s)lo a uno, para que lo supieran todos, y rogándole que no di"era nada, para que no hubiera dudas de que decía la erdad. !n menos de una semana todo el mundo me decía Honcha. Pero e5cepto mi hermano, que me llam) Concha en una discusi)n /6callate, Honcha7, me di"o0, nadie me decía Honcha en la cara. 4quí hay que tener en cuenta que mi hermano se había enterado no hacía mucho de que era adoptado... 4delante de mí seguían llamándome Pollo, un sobrenombre abominable que ahora adoraba. 4ntes que llamarme Honcha pre&ería llamarme Pollo toda la ida. La #nica persona aparte de mis padres que me llamaba por mi nombre /9runo0 era Lisa. % con el tiempo tambi$n Lalo,
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
sin duda porque se sentía culpable de los estragos que había causado en mi ida cotidiana. na tarde le pregunt$8Lalo, :os di"iste que yo era Honcha; 8Te "uro por Aios que no 8me di"o. Lo di"o demasiado rápido, como si hubiera estado esperando la pregunta. % se bes) los dedos en cruz. =e di cuenta de que había sido $l. !ntendí que esperaba que yo le hiciera una pregunta como $sa, aunque no creí que lo "urara. Lo perdon$. =i intenci)n al pedirle que el dis&raz de Concha lo lleara $l había sido bastante oscura tambi$n, aunque en ning#n momento se me había ocurrido traicionarlo 8lo mío era más bien un 6por las dudas78, así que no lo perdon$ por eso sino porque a partir de entonces Lisa se acerc) a mí mucho más de lo que yo había soñado. *ue me di"eran Honcha no solamente no le molestaba sino que además la hizo interesarse por mí. Ae pronto estaba allí en mi casa pidi$ndome más de dos eces seguidas que le mostrara lo que acababa de escribir, o me preguntaba cosas como qu$ iba a hacer cuando terminara el colegio /ella quería ia"ar por el mundo0, o /increíble0 :te acordás del beso que te di; 8í... 8e lo cont$ a Lalo. 8Oo te creo :Huándo; 8*u$ s$ yo. 8:Huándo; 8!l año pasado. 8Lisa... 8:o &ue hace un año ya; 8+ue hace nuee meses y medio. 8Cará nuee meses y medio entonces. 8:% Lalo qu$ di"o; 8e ri). o me crey). !ra horrible. Oi mi me"or amigo me creía capaz de besar a Lisa % Lisa, por lo isto, no había insistido. Aespu$s de todo, :por qu$ iba Lisa a pensar que le daría
celos a Lalo dici$ndole que se había besado conmigoV; :% por qu$ querría darle celos a Lalo; !staba a punto de creer que se habían con&abulado en mi contra /Lalo para traicionarme y Lisa para humillarme0, cuando de pronto Lisa di"o que se iba de amallo. Trasladaban a su padre. Lo trasladaban antes de lo preisto. Cacía poco más de dos años que habían llegado. =e di"o que el mes pr)5imo ya no estaría allí. =e di"o eso y me pidi) que la acompañara a la casa abandonada. La llamábamos así, 6la casa abandonada7, pero en realidad era una construcci)n interrumpida meses atrás, una serie de paredes sin techo y sin piso por la que habíamos de"ado la cuneta como lugar de reuni)n, más que nada porque habíamos empezado a &umar, algo que allí podíamos hacer sin temor a ser istos. /na noche Lisa &um) siete cigarrillos seguidos y despu$s no oli) a tocar uno.0 !n el &ondo Lisa era una romántica. 4lguna ez me di"o que le gustaría perder la irginidad con Lalo en la casa abandonada, echada sobre una manta en los pastos del liing a la luz de la luna. !ra el atardecer. %o estaba de lo más tranquilo, no había nada e5traño en la initaci)n de Lisa a ir con ella a la casa abandonada- lo habíamos hecho mil eces en el #ltimo tiempo. os sentamos en el suelo uno &rente al otro y hablamos de cualquier cosa hasta que se hizo de noche y de"amos de ernos. !ntonces Lisa e5tendi) una mano y me acarici) una me"illa. Aespu$s se acerc) y me bes). %o di"e su nombre. 6Lisa7, di"e. !lla se apart) un momento de mí, sac) algo del bolsillo y, mientras yo palpaba con la punta de los dedos la ca"ita de cart)n satinado que acababa de darme, se quit) los pantalones, los e5tendi) en el suelo y se acost) boca arriba sobre ellos. 8:=e quer$s; 8pregunt). 4quella noche, despu$s de hacer el amor, caminamos "untos hasta mi casa. !lla iía tres cuadras más adelante. Haminamos callados, a la par, pero a cierta distancia uno del otro, como si hubi$ramos peleado.
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
!n la puerta de casa le pedí que no le contara a nadie lo que habíamos hecho. 8o seas boludo 8me contest) ri$ndose. =e dio un beso rápido en la me"illa y sigui) caminando. %o me qued$ un momento allí parado. Lisa aanz) unos metros con las manos en los bolsillos y de pronto ech) a correr. Aurante la cena mis padres me con>rmaron que Lisa se iba de amallo. 8:ab$s que los =ariátegui se an; 8le di"o mi padre a mi madre con el tenedor todaía en la boca. 8Oo me digas :Huándo; 8pregunt) mi madre. 84 >n de mes. 8O*u$ raro que ita no me haya dicho nada 8coment) mi madre, e5trañada de que los demás no la pusieran inmediatamente al tanto de sus asuntos. 8!stue ayer con ella... 8e enteraron hoy. +ue un mes terrible. Lisa se iba a iir a 9rasil, a ío de Ganeiro, donde pasaría los pr)5imos tres o cuatro años de su ida. Lalo estaba destrozado. =i madre me cont) que la tía de Lalo se reuni) un par eces con los padres de Lisa para transmitirles su inquietud- llear su inquietud de un lado a otro era lo #nico que podía hacer. Lalo se pasaba el día literalmente pegado a Lisa /de la mano, abrazados, siempre en contacto0 y en los pocos momentos a solas lloraba como un chico. Tenía 12 años. Lisa cumpli) 12 una semana despu$s de irse. Lalo nunca supo que Lisa y yo habíamos hecho el amor. Aesde aquella noche en la casa abandonada, Lalo sigui) siendo conmigo el mismo de siempre. i hubiera sabido algo no se hubiera reído cuando Lisa le cont) que me había dado un beso- me hubiera matado. 4quella noche, mientras nos poníamos los pantalones, Lisa me di"o8!stoy enamorada de Lalo. % de os tambi$n. Pero Lalo es mi noio. %o hubiera pre&erido que Lalo me matara. Cubiera pre&erido que me matara Lalo, no Lisa. Porque yo, si era
Lalo el que me mataba, despu$s de muerto podría al menos haber dicho alguna cosa, podría haber escrito abiertamente sobre ella, sobre nosotros tres, podría haber encontrado alg#n consuelo en los motios de mi traici)n /podría haberles dicho la erdad a mis padres en cada una de las muchas ocasiones en que me sorprendieron llorando, por e"emplo0, pero la muerte que me daba Lisa era íntima, un abismo secreto de dolor... i siquiera pude ir a despedirla. La i por #ltima ez un día antes de su partida, cuando ino a casa a regalarme el disco de Los Pilines. Tenía que ir a alguna otra parte todaía y estaba apurada. =e dio el disco sin ninguna solemnidad, todo lo contrario8Tomá, te lo regalo, a mí me tiene las bolas por el suelo 8&ue lo que di"o. =e record) que se iba al día siguiente despu$s del almuerzo y me pregunt) si iba a pasar por su casa a despedirla. *uería darme su direcci)n en 9rasil para que nos escribi$ramos. Le di"e que iría, pero no lo hice. Todaía antes de salir alcanz) a decirme que me odiaría siempre si mañana no la despedía con una sonrisa. Lalo me cont) despu$s que Lisa, >el a su estilo, quiso bo5ear con $l antes de subirse al auto. Lalo tenía la cara hinchada de tanto llorar' aun así, Lisa le peg) un puñetazo en la nariz. 4l otro día, mientras Lisa se despedía de Lalo, yo estaba sentado en la puerta de mi casa. !ra un domingo de principios de enero y hacía mucho calor. o había nadie en la calle. =e qued$ un rato largo allí sentado sin saber qu$ hacer ni ad)nde ir. !l perro del ecino se acerc) lentamente con la cola entre las patas. o estaba seguro de que yo tuiera ganas de acariciarle la cabeza, como había hecho un mill)n de eces desde que los dos $ramos cachorros. 4lgo le decía que $ste no era el día. % tenía raz)n. e llamaba Hhingo. =e ol&ate) una mano y un pie y se ech) a mi lado. !l calor hacía ondular la base de los árboles al &ondo de la calle... Pens$ que si alg#n día me conertía en un escritor &amoso y un periodista me preguntaba qu$ era el in>erno yo le diría que el in>erno
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
era eso. Todaía hoy creo que el in>erno es un domingo de erano a las tres de la tarde en amallo. =e lle) un tiempo caer en la cuenta de que Lisa se había ido. Airía que lo entendí reci$n cuando Lalo recibi) su primera carta desde 9rasil, siete días despu$s. Lalo se me acerc) en el primer recreo del colegio, sac) del bolsillo unas ho"as de papel de arroz y me las apoy) en el pecho con cierta iolencia, como si el hecho de no hab$rmelas alcanzado durante la clase lo hubiera irritado. 8!s de Lisa 8di"o. 4lc$ una mano y agarr$ la carta. !ran cinco ho"as escritas con letra pequeña en tinta azul. Lo primero que hice &ue buscar su >rma en la #ltima ho"a, como si no creyera que tenía una carta de Lisa en las manos. Aespu$s leí. La ansiedad me contraía la cara de un modo tan eidente que hasta yo, que estaba absorto en lo que leía, lo not$. Pero Lisa no decía gran cosa... hasta el >nal. 4cababa de llegar a ío de Ganeiro y las cuatro primeras páginas no eran más que una descripci)n obsesia y muy aburrida del periplo que la había lleado desde amallo hasta ío, con algunas pinceladas pintorescas sobre un chino doEn que iba sentado a su lado en el ai)n, o melanc)licas y diertidas- pincharon una goma a siete cuadras de la casa de amallo... su padre sac) la rueda y la lle) a la gomería de nsen, que estaba cerrada porque era domingo, así que tuo que... esultado- Lisa, estuo en amallo unas tres horas más sin que nosotros lo supi$ramos. Tres horas más, cuando cada minuto desde su partida era una tortura, y nosotros no sabíamos que seguía allí. O!staba tan cerca de la casa de Lalo, tan cerca de la mía % ella 8increíble8 decía que no había ido a ernos 6porque la despedida estuo muy bien y no quería arruinarla7. 4l >nal, sin embargo, le hablaba a Lalo del amor que sentía por $l diciendo cosas como 6yo tambi$n te oy a querer toda la ida7, o 6sí, estoy de acuerdo con os7, como si continuara una conersaci)n interrumpida. Postdata- 6n beso para 9runo7.
8:nalmente había hecho el amor con ella. 8í 8di"o $l. 8:í; Pero c)mo, :no era que os no...; 8nos días antes de que se &uera. 8:Huántos días; 8*u$ se yo. 8O=ás o menos... 8o s$, cinco... seis... 8:!n la casa abandonada; Lalo me mir). 8:% qu$ mierda te importa a os; 8di"o. :o había sido yo el primer hombre que hizo el amor con Lisa, entonces; :Q sí; :Lisa había hecho el amor con los dos el mismo día; :% cuál de los dos había sido el primero; !stas son las cosas que me pregunt$ despu$s de sentirme engañado. Porque lo primero que sentí &ue esoque Lisa me había engañado. !ra ridículo, porque Lisa no era mía. *ue no era mía lo sabía. Pero que nunca sería mía
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
lo con>rm$ cuando yo mismo recibí una carta suya. o tenía cinco ho"as sino apenas una y, aunque no hablaba de nada aparte de mí 8de ella y de mí8, no decía una sola palabra sobre su nueo barrio, sobre sus nueos amigos, sobre las cosas que le gustaban o no, como hacía cuando le escribía a Lalo. OLos detalles de su ida cotidiana no debían de importarme en absoluto Lo que Lisa y Lalo se habían dicho 8“... aun$ue salga con () tipos...”, y “...te vo a $uerer aun$ue $uiera a otra...” 8 era absolutamente cierto. Lalo recibi) una carta de Lisa cada semana durante los dos primeros meses. !ran cartas largas y minuciosas y estaban tan sencillamente escritas que uno podía er a Lisa en las playas de ío, de espaldas al mar con los brazos cruzados, o metiendo la mano abierta en el pelo ensorti"ado de un carioca /su nueo amigo Fil, endedor de helados y dealer 0. !n los meses siguientes las cartas se &ueron espaciando y haciendo más brees, y poco menos de un año despu$s de su partida no lleg) ninguna hasta el pr)5imo erano. !ntre ese erano y el siguiente, cuando me &ui de amallo, Lalo recibi) apenas dos cartas más /la #ltima, en realidad, era una postal0. 4 mí no oli) a escribirme, quizá porque yo nunca contest$ aquella primera y #nica carta suya. !n 1KJ ine a 9uenos 4ires a estudiar Letras. nes de semana o cada quince días y me encontraba con algunos de los chicos, cuyos padres habían elegido que estudiaran en osario. Lalo había repetido el #ltimo año del secundario, pero aun a pesar de su enta"a con la edad no había recuperado su rol de líder ni siquiera con los que enían atrás. implemente no le interesaba. 4ndaba con muchachos un poco mayores que $l, incluso estuo un tiempo de noio con una chica de UJ, y un día que pasamos "unto a un tapial en el que alguien había pintado con aerosol ro"o *a compa+%a de monte am-n
osa iméne& vencer" / 0P , me con>) que lo había hecho
$l.
!n 1KB &uimos "untos a ío de Ganeiro. Teníamos UU o U3 años y nos quedamos diez días en un hotelucho de Hopacabana. unca habíamos estado "untos y solos &uera de amallo y notamos ciertas di&erencias irreconciliables entre nosotros. o nos gustaban las mismas cosas, muy pocas eces coincidíamos en lo que teníamos ganas de hacer. 4 Lalo le gustaba caminar arriba y aba"o por la playa mirando a la gente. 4 mí no se me escapaba que Lalo tenía la esperanza de er a Lisa. na tarde se estaba bañando en el mar y de pronto not) que había perdido el collar que lleaba al cuello, un cord)n negro del que colgaba el anillo de casamiento de su padre. Lo busc) un rato en el agua in#tilmente, pero no se dio por encido- se sent) en la orilla con los brazos cruzados sobre las rodillas a esperar que una ola se lo deoliera. %o tenía ganas de ir a tomar una cereza a uno de los bares sobre la playa, pero Lalo no quiso moerse de allí. !staba conencido de que el mar se lo iba a deoler. =e &ui solo. Hamin$ un rato por la ua Hopacabana, tom$ una lata de cereza parado en una esquina... Huando olí a la playa atardecía. % Lalo seguía en el mismo lugar. =e sent$ a su lado en silencio. Aurante unos minutos mir$ el rosa del cielo, nacarado como el interior de una alme"a. 8:!stará muy distinta; 8me pregunt) Lalo de pronto. 8:*ui$n; 8Lisa. !ra la primera ez que la nombrábamos en mucho tiempo. %o sabía que $l había insistido en enir de acaciones a ío porque tenía la esperanza de un encuentro casual con Lisa, y quizá $l tambi$n sabía que yo me había entusiasmado con la idea por la misma raz)n, pero nunca lo habíamos dicho. Todo lo contrario- >ngíamos haberla olidado proli"amente. Cacía mucho que no teníamos noticias de ella. Lalo le había escrito arias
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
cartas más despu$s de recibir la #ltima de Lisa, pero ella había de"ado de escribirle por completo. 84 lo me"or ie por acá cerca... 8di"e yo. Lalo se ri)8*u$ raro sería que ella ia ahí nomás 8di"o señalando con el pulgar sobre su hombro hacia los edi>cios a nuestra espalda8, y que nosotros estemos acá, y que al >nal nos ayamos de uelta sin habernos isto, :no; 8:% si amos a buscarla; !ra la pregunta que no nos animábamos a hacer. o nos animábamos a ir a buscarla, en realidad. Podíamos haber hecho esa pregunta cien eces, y de hecho, al menos yo, la había hecho mentalmente una y otra ez desde el primer día en ío, pero Lalo se neg) y me con>) por qu$di"o 8con otras palabras8 que no le gustaría encontrarse con Lisa y descubrir que ella apenas se acordaba de $l. Pre&ería iir con la promesa de 6amor para siempre7 que se habían "urado. Ae pronto me pareci) el tipo más d$bil del mundo, el más temeroso, incluso un poco est#pido. O% pensar que durante años había sido nuestro líder 8
8n choque 8di"o Lalo8. Aos colectios. +ui hasta la entana. n colectio se había incrustado en la parte trasera de otro colectio. Aesde todos lados enía gente a mirar. 8+ui a buscarla 8di"o entonces Lalo. % me cont). e había leantado temprano y había tomado un ta5i hasta la casa de Lisa. o era le"os de donde estábamos- unas einte o treinta cuadras, en el barrio de Lebl)n. =e di"o que tenía el coraz)n en la boca mientras iba hacia allá' mientras lo contaba, se retorcía los dedos. Lleg) a una casa pequeña y amurallada y se di"o que si dudaba un solo instante se iría de allí sin haber llamado, así que &ue directamente al port)n de hierro negro y toc) el timbre dos eces.
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
=is padres endieron la casa de amallo en 1BU y mi hermano y ellos se inieron a iir a 9uenos 4ires. =i hermano hizo arios intentos de instalarse conmigo, pero no tuo más remedio que seguir con ellos en el departamento que habían comprado a dos cuadras del mío. 4sí que yo de"$ de ir a amallo por completo. =ás tarde abandon$ la carrera de Letras para estudiar +iloso&ía, que tambi$n abandon$ para dedicarme a escribir guiones de teleisi)n. 4hora io de eso. !scribo unos programas espantosos y muy e5itosos y he ganado bastante dinero. Holecciono discos raros, e"emplares inhallables. !stoy seguro de que la mía es una colecci)n importante. nitiamente a 9uenos 4ires. =e cas$. Tengo dos hi"os, de J y K años. *uiero a mi mu"er y ella me quiere. =e cuesta decirlo, porque no coincide con lo que imagin$, pero esa es mi ida. Cace muchos años que no eo a ninguno de los amigos de amallo. Perdí todo contacto con ellos desde que de"$ de ir y con e5cusas totalmente banales eit$ encontrarlos cada ez que alguno me llamaba. La mayoría de ellos no se ha moido nunca de amallo. La #ltima ez que estue allí, iba, en realidad, a osario, cuando de pronto decidí desiarme y entrar un momento al pueblo para echar un istazo a la casa en la que había nacido. !staba igual, e5cepto por el hecho de que sus nueos dueños habían cortado los árboles del &rente y la habían pintado de gris con las aberturas en blanco. n chico de J o 2 años lloraba subido a una bicicleta amarilla con rueditas. o había nadie con $l. n minuto despu$s toqu$ el timbre en la casa de Lalo. !ra la una del mediodía de un lunes. !sper$ un momento y olí a llamar y como nadie salía olí al auto. 8:9runo; =e di uelta y i a Lalo en la puerta. Tenía un cigarrillo apagado en los labios y un o"o entrecerrado, como si el cigarrillo estuiera encendido y el humo le molestara. os dimos la mano, nos palmeamos un poco los hombros, y >nalmente nos abrazamos. Qlía a alcohol. Le
di"e que estaba de paso, pero insisti) para que me quedara a comer con $l. !staba cocinando. =e sent$ a la mesa. !ra la misma mesa de siempre, la misma silla. ada había cambiado, e5cepto por la degradaci)n. i siquiera el color de las paredes. !l retrato de la tía ara seguía en su marquito de mármol al pie de la misma lámpara sobre el mismo aparador. Lalo sali) de la cocina y de") sobre la mesa una olla con un guiso de lente"as y una botella de ino. iri) dos asos hasta el borde, agarr) el suyo, lo alz) ante sus o"os con el meñique separado del aso y di"o8Oalud 8y bebi) la mitad del aso. Luego lo apoy) sobre la mesa con cuidado, sin un solo ruido8. Hontame 8 di"o. Le cont$ algunas cosas, haciendo especial hincapi$ en mi ida en =adrid, como si hubiera querido ale"arme todo lo posible de $l. Lalo hizo lo mismo, cuando lleg) su turno de hablar. =e di"o que había abierto una gomería, que una ez había chocado y había estado una semana internado, que miraba mucha teleisi)n, que se reía cada ez que eía mi nombre 6impreso7 en los cr$ditos de alguna telenoela... o hizo en ning#n momento la más mínima alusi)n a nada que nos hiciera retroceder en el tiempo un s)lo minuto más allá de los #ltimos einticinco años. Pero los e&ectos de aquella $poca 8de aquel amor8 eran lo #nico que se eía. !n cada pausa de la conersaci)n, cada ez que Lalo alzaba los o"os y me miraba, yo me daba cuenta de que se moría de ganas de hablar de Lisa. Pero no la mencion).
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
Le di mi n#mero de tel$&ono sabiendo que nunca me llamaría y prometimos oler a ernos sabiendo que no era erdad. n momento antes de irme se atrei) a hacer algo que me da la raz)n acerca de lo que he dicho sobre $l- &ue a su cuarto y regres) con las &otos que nos habíamos sacado en 9rasil y que yo no había uelto a er. 4hí estábamos en malla parados &rente a la cámara, serios los dos, $l con un brazo sobre mi hombro, en alguna playa de ío... 4hí estaba yo dormido en la cama del hotel, con los labios apretados, como si estuiera despierto y >ngiera dormir... =ostrarme las &otos &ue lo más que se atrei) a acercarse a Lisa. Llegu$ a osario en cuarenta minutos. unca había mane"ado tan rápido. na noche, tres o cuatro años despu$s, estoy cocinando y oyendo *iving in the past , de Gethro Tull 8mis hi"os miraban dibu"itos animados en el cuarto8, cuando escucho que la puerta de entrada se abre y oigo la oz de mi mu"er llamándome. !l tono de sorpresa de su oz me hizo salir de la cocina por primera ez en mucho tiempo al oírla llegar. ora estaba de pie en medio del liing con una sonrisa de ore"a a ore"a y me miraba neriosamente... a mí y a la mu"er que estaba a su lado. La reconocí en el acto. 8OHoncha 8di"o Lisa ri$ndose. 4l oír SHonchaS la cara sonriente de mi mu"er se inirti) hasta el &runcimiento, como si algo en el interior de su cabeza le hubiera dado de pronto una chupada, succionándola. 4 los WJ años Lisa seguía lleando el mismo corte de pelo que a los 12. o importa, eso no importa. Tenía todaía aquellos o"os que sonreían hasta cuando estaba eno"ada. Cacía mucho &río a&uera y lleaba encima tanta ropa que cuando nos abrazamos lo #nico que sentí de ella &ue la punta helada de su nariz sobre mi sien izquierda. 8o sab$s c)mo te e5trañ$... 8me di"o al oído. Cablamos. Cablamos, hablamos.
ora estaba encantada con Lisa. Ai"o que Lisa había llamado a casa hoy a la mañana 8Lisa había buscado mi apellido en la guía tele&)nica porque 6estaba segura de que iías en 9uenos 4ires78, di"o que ella había atendido y que Lisa le había dicho qui$n era y que le había pedido encontrarse con ella en la esquina a determinada hora para darme una sorpresa. o quería hablar por tel$&ono conmigo ni ser atendida por el portero el$ctrico. *uería estar ahí de golpe. 8:% si era un ladr)n... una ladrona; 8di"e yo. =i mu"er se congel) en un gesto de sorpresa- no se le había ocurrido. Pero Lisa la sac) del apuro haciendo un chiste erdadero8Le di"e que había hecho el amor con os. =i mu"er se descomprimi) y solt) una carca"ada. í, estaba encantada con Lisa. % tambi$n los chicos, que durante la cena casi no la de"aron probar bocado. 4 la medianoche ora acost) a los chicos y no oli) /se había quedado dormida' reapareci) a la una de la mañana, se disculp) y no oli) a molestar0. Lisa y yo habíamos &umado un cigarrillo de marihuana y nos interrumpíamos a cada rato no para hablar sino para escuchar al otro. %o no quería que Lisa de"ara de contarme las cosas que me contaba, y Lisa hacía lo mismo conmigo, aunque sospecho que en su caso aproechaba mis largas peroratas para descansar. =e pregunt) por Lalo. Le di"e que hacía mucho tiempo que no sabía nada de $l. o lo había isto bien la #ltima ez. e había casado, se había separado enseguida y tenía un hi"o de dos o tres años. !l chico era autista... Lisa se lle) una mano a la boca. Aespu$s me di"o que tenía muchas ganas de erlo y me pregunt) si podía llamarlo. 8OHlaro 8di"e yo. Le di el n#mero de Lalo. Lisa marc) el n#mero y, mientras el tel$&ono sonaba en la casa de Lalo, di"o-
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
8on las dos de la mañana. !l hi"o de puta tiene que estar sí o sí... 8!l tel$&ono son) unas cuantas eces más8. :A)nde puede haber ido a esta hora; =e result) increíble que Lisa, despu$s de casi treinta años de no er a Lalo, se preguntara d)nde podía haber ido un lunes a las dos de la mañana. +inalmente Lalo atendi). 8Lalo... oy Lisa 8di"o ella. e hizo una pausa. 6Lisa7, repiti). Qtra pausa. 8:!stabas durmiendo; !ra una pregunta est#pida, pero i que Lisa tenía los o"os llenos de lágrimas- en ese momento no era capaz de hacer ninguna pregunta que no &uera est#pida. 4hora que lo escribo me doy cuenta de cuánto me hubiera gustado que, en lugar de con&abularse con mi esposa para darme una sorpresa, me hubiera hecho esa pregunta a mí. =e leant$ para de"arla hablar a solas y &ui al cuarto de los chicos a er c)mo estaban. Los tap$ bien, hasta el cuello, le di un beso en la &rente a cada uno, y cuando me inclin$ para apagar el teleisor i que en la pantalla un actor hacía lo mismo con sus hi"os actores en el comercial de un 9anco priado. =e sent$ en una de las camas hasta que Lisa de") de hablar. 8Le pedí que iniera mañana 8me di"o despu$s, cuando olí al liing. % agreg)8- =añana iene. Lisa se qued) a dormir en casa. 4 la mañana siguiente muy temprano &ue a la estaci)n de )mnibus a buscar a Lalo. o s$ c)mo &ue ese encuentro, ninguno de los dos me lo cont).
intent) llenar siempre sin $5ito. Pero eso dur) s)lo un momento. !nseguida Lisa empez) a contarnos algunos episodios de su ida /los mismos que me había contado la noche anterior, pero ahora llenos de nueos detalles dirigidos a Lalo0. Hont) que a los UJ años ol) desde Haracas, donde iía, a 9uenos 4ires, para reproducir desde aquí el trayecto en moto que había hecho el Hhe Fueara. 8!l Hhe y su amigo Franados a la moto le llamaban La Poderosa, :te acordás; 8le pregunt) a Lalo. Lalo no lo recordaba o no lo sabía8. La mía era poderosa de erdaduna 9=X. 9a"$ hasta la Patagonia, hice la uta de los Faleses y subí por Hhile. Cice una parte en barco... 8:iempre sola; 8pregunt) mi mu"er. 8iempre 8respondi) Lisa8. Per#, toda centroam$rica, el 4mazonas... emont$ el 4mazonas en un lanch)n. !scuchen esto. na mañana encontramos en la orilla a tres pigmeos de una tribu del interior... na piedra les había despanzurrado la canoa y estaban asustados porque estaban le"os de la aldea y no podían oler sin la canoa. Los lleamos. Pero el riesgo de comunicarse por señas es que puede haber malentendidos, :no; 9ueno, nosotros no nos entendimos. Aos días despu$s llegamos a un claro en la bi&urcaci)n del río. Los pigmeos se dieron cuenta del error- los habíamos lleado en otra direcci)n. 4hora estaban más perdidos que nunca. e ba"aron y me llam) mucho la atenci)n que los tres anduieran de aquí para allá en >la india. !l dueño del lanch)n me e5plic) que eran pigmeos de una zona del interior donde la sela era tan espesa que, habituados a caminar por senderos estrechos, no sabían que podían hacerlo uno al lado del otro. e apiad), los hizo embarcar de nueo y les prometi) que apenas me de"ara a mí, olería para llearlos al lugar correcto. :o es increíble; !staban en un lugar abierto y seguían caminando en >la india... 8:% nunca tuiste miedo; 8insisti) mi mu"er. 8o 8di"o Lisa8. Tenía UJ años. 8:Huánto dur) ese ia"e;
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
8!l del Hhe casi un año. !l mío la mitad. (ba rápido. La pas$ muy bien, pero no había día que no pensara que lo que estaba haciendo no tenía sentido. Q a lo me"or tendría que decirlo al re$s- todos los días pensaba que lo que estaba haciendo no tenía sentido, pero la pas$ muy bien. e había recibido de soci)loga... Cabía traba"ado como periodista... u padre había muerto... u madre seguía en rm) Lalo, ahora en serio8, pero de bueno. i amallo &uera el #nico lugar del mundo y $l no hubiera tenido adonde irse nosotros seguiríamos siendo como hermanos. =i mu"er me mir) y se sonri). Le di"e, e5plicándole8Lalo siempre me de&endía... 8O%o tambi$n 8di"o Lisa y nos reímos los tres. ora era una buena mu"er, y era inteligente tambi$n. us preguntas y comentarios sonaban desa&ortunados porque entre Lisa, Lalo y yo había algo que, a pesar del tiempo transcurrido, la e5pulsaba, por más amable y atenta que ella &uera. Ae hecho, en determinado momento
la mir$ y tue la sensaci)n de que era una e5traña, y hasta me pregunt$ qu$ hacía allí con nosotros. !n el preciso momento en que sentí esa tristeza ella se leant) para hacer un llamado. 4sí que de pronto ahí estábamos a solas de nueo los tres. OMramos tan distintos... nos habíamos separado tanto... o había rastro en nosotros de aquellos adolescentes que se reunían cada noche en una cuneta para hablar de nada y para desa>arse con la energía de la edad, de nuestra potencia &utura. 4hora Lisa usaba t$rminos que a Lalo se le escapaban... Cabía iido una ida que me llenaba de desconsuelo, porque no se parecía en nada a la ida que yo había imaginado que iiría- no se había casado, no tenía hi"os... !ra una mu"er libre, chispeante, culta, y estaba como aureolada por una elegancia que contrastaba &uertemente con mi 6normalidad7 de clase media y con la rusticidad pueblerina de Lalo. Aespu$s del ia"e guearista había hecho un master de sociología en Carard, había traba"ado arios años en una editorial de uea %or, había sido amiga de obert =apletorphe y de Dira olanis, la chica que dispar) contra Polloc, y a >nes de los B@ había regresado a Haracas, donde iía todaía y donde dirigía una publicaci)n especializada. Tenía una mini plantaci)n de marihuana en el "ardín de su casa y &umaba siempre con su madre, de KJ años de edad. Lisa apoy) una mano sobre la mano de Lalo, que había ba"ado la ista, y la retir) cuando Lalo oli) a mirarla. 8Tengo todas tus cartas 8le di"o ella en un susurro. 8:!n serio; 8% las leo, tambi$n. Ae ez en cuando tambi$n las leo. 8o me escribiste más... 8%a no sabía qu$ decirte. Lalo ba") la ista y enseguida la leant) de nueo, como si Lisa le hubiera tocado otra ez la mano. 8:Puedo hablar adelante de $l; 8le pregunt) Lisa a Lalo, señalándome. %o hice ademán de de"arlos solos, pero Lisa solt) una carca"ada y me detuo pisándome un pie y diciendo-
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
8O*uieto ahí !ra un chiste. :*ui$n hacía los chistes malos en amallo; 8Lalo 8di"e yo. 8OLalo "amás hacía chistes 8di"o Lisa ri$ndose. 8:*u$ ibas a decirme; 8pregunt) Lalo, serio. !n ese momento ora oli) alarmada a la mesa diciendo que habían asaltado a un matrimonio amigo nuestro 8más amigos de ora que de mí8 y que a su amiga le habían pegado un culatazo en la nariz. !l esposo estaba en shoc. 8Tengo que ir a erlos 8di"o agarrando su cartera y su abrigo8. o les di"e que estabas conmigo, pero sería bueno que más tarde si te hac$s un minuto ayas a erlos, :no; e disculp) con Lisa y Lalo, me hizo prometer adelante de ellos que esa noche comerían en casa y corri) a er a sus amigos. Pedimos otra botella de ino cuando ora se &ue. 8:Casta cuándo te quedas; 8le pregunt) Lalo. !n toda una noche de conersaci)n con Lisa yo no le había hecho esa pregunta, ni hubiera esperado su respuesta8=e oy esta noche 8di"o Lisa8. Tengo que estar en antiago de Hhile mañana a la mañana. 8:
Lalo no enderez) la espalda. Todo lo contrario- se encor) lentamente, casi de"ándose caer, como si algo lo hubiera golpeado en el est)mago. Lisa di"o8%o puedo cubrir tus gastos... o tendrías que preocuparte por nada. iempre pens$ que te gustaría conocer mi casa. La semana que iene hay una >esta bastante secreta en las a&ueras de Haracas por la llegada del año U@@@, estoy initada y podríamos ir y... Te gustaría. !stoy segura de... Lalo la interrumpi)8Lisa... 8le di"o8. Aesde que te &uiste no pas$ un solo día sin pensar en os. Toda mi ida te di ueltas... di ueltas alrededor tuyo toda mi ida. Huando me cas$, pens$ que si alg#n día olías y me seguías queriendo yo podría de"ar a mi mu"er. Huando mi mu"er me di"o que estaba embarazada, lo primero que hice &ue lamentarme, porque pens$ que si olías yo no iba a poder de"ar a mi hi"o. Todo lo que hice, lo hice siempre pensando en os. % ahora... La oz se le quebr). 8!stá bien, no importa 8di"o Lisa8. +ue algo que se me ocurri)... e hizo un silencio. %o estaba asombrado de que Lalo le hubiera dicho eso a Lisa delante de mí. Pero :tenía sentido que Lalo, que había esperado treinta años para decirle a Lisa que la seguía amando, esperara tambi$n que yo me leantara; 8:n postre; 8pregunt$. adie me respondi). 8:Te acordás de lo que nos di"imos cuando te &uiste; 8le pregunt) Lalo. 8Per&ectamente 8di"o Lisa8. % no me equioqu$- nunca me olid$ de os. O% eso que tue mucho más de W@ amantes 8brome). Aespu$s apoy) una mano sobre la mano de Lalo y le di"o8- Te quiero. 84poy) la otra mano sobre mi hombro y agreg)8- Los quiero a los dos. os quedamos un momento callados.
Ñusleter – http://niusleter.com.ar
Lalo, con los o"os llenos de lágrimas, moi) el pulgar y le acarici) lentamente la mano. +ue una caricia apenas perceptible y al mismo tiempo enorme. %o inclin$ un poco la cabeza sobre la mano que Lisa mantenía en mi hombro, pero no alcanc$ a rozarla. Ae pronto Lisa se leant) y di"o8!nseguida uelo... Pero en lugar de dirigirse al baño &ue directamente hacia la salida del restaurante. upimos que no olería a entrar. Lisa había resistido hasta ahí, "usto hasta el momento en que todo lo que había que decir ya había sido dicho. 4un así, nos quedamos esperando un rato. Le pregunt$ a Lalo por su hi"o y me cont) que estaba bien y que había empezado un tratamiento. 8!l otro día le cont$ una paada y me sonri)... 8di"o. Hon>eso que en arias ocasiones /durante la noche anterior, en casa0 estue tentado de preguntarle a Lisa si había sido yo el primer hombre que se acost) con ella. Pero no lo hice. (magino ahora que se hubiera reído al oír mi pregunta y que hubiera dicho “0staba segura de $ue te hab%as pasado la vida pensando en eso” . Pagu$ la cuenta y lle$ a Lalo a la estaci)n. Tuimos suerte- en media hora salía un )mnibus para amallo. =e disculp$ por no quedarme a hacerle compañía hasta su partida, pero al menos no iba a tener que esperar demasiado. Le di"e que tenía algunos compromisos por delante todaía, nos dimos la mano y camin$ rápido hasta el auto. +ui a er c)mo estaba la amiga de mi mu"er.
Sergio Bizzio /1220