L a P rim e ra G u e r r a M u n d ia l La Gran Guerra José Emilio Castelló
ANAYA
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BASICA
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1.a guerra que se extendió entre 1914 y 1918 fue conocida hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial como la “Gran Guerra’’, porque sorprendió a todos por su magnitud. Comenzó siendo un conflicto europeo, pero con el tiempo se convirtió en una guerra mundial.
Las consecuencias fueron tan importantes que todavía se dejan sentir hoy. De los tratados de paz firmados a su conclu sión, arrancan algunos de los enfrentamientos vividos recien temente: la independencia de los países bálticos o la desmem bración de Yugoslavia. Pero el gran significado geoestratégico de la Primera Guerra Mundial fue la perdida de la hegemonía mundial de Europa y su sustitución por la de Estados Unidos.
1580014 I S B N 978-84-667-9410-7
Duró cuatro largos años en un enfrentamiento como la humanidad no había presenciado hasta entonces. Los países participantes se contaron por decenas, los ejércitos sumaron millones de soldados, las batallas acabaron con centenares de miles de bajas, los gastos fueron incalculables...
José Emilio Castelló
La Primera Guerra Mundial La Gran Guerra
ANAYA
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BASICA
Colección: Biblioteca Básica de Historia Director: Joaquim Prats i Cuevas, catedrático de Didáctica de la Historia, Universidad de Barcelona
Coordinación editorial: Jesús Navas y Enrique Posse Edición: Paula López Diseño: Miguel Ángel Pacheco y Javier Serrano Edición gráfica: Estefanía de Régil Maquetación: David Gómez Corrección: Miguel Ángel Alonso Créditos fotográficos: Aisa; Ashok, B./Anaya; Cordón Press /Corbis/Roger Viollet/TopFoto/Ullstein) , Getty Images.
© José Emilio Castelló © Grupo Anaya, S.A., Madrid, 2010 Juan Ignacio Lúea de Tena, 15 - 28027 Madrid Depósito Legal: M-34738-2010 ISBN: 978-84-667-9410-7 Printcd in Spain - Imprime: Gráficas Muriel www.anayainfantilyjuvenil.com e-mail:
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índice P ró lo g o .....................................................................
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1. LAS CAUSAS DE LA GUERRA 1. Europa antes de la g u e rra .................................................................... 11 Las potencias europeas ........................................................................ 11 Los enfrentamientos y las alianzas..................................................... 14 2. La guerra inevitable................................................................................ 16 El auge de los nacionalismos............................................................... 16 La carrera armamcntística.......................................................................17 Las fuerzas en presencia..........................................................................20 3. El estallido de la guerra...........................................................................22 El atentado de Sarajevo..........................................................................22 Julio de 1914: un mes calamitoso.........................................................25 La previsión de una guerra corta y triunfal...................................... 27 2. 1914. T O D O S FRACASAN 1. El plan de ataque alemán para una guerra c o rta ............................. 29 El Plan Schlicffen ................................................................................ 29 La batalla de las fronteras ................................................................... 31 El fin de una victoria rápida .................................................................33 Rusia acude en ayuda de sus aliados ................................................. 35 2. El gran error de los m ilitares.............................................................. 37 Una guerra inesperada............................................................................37 El balance de la campaña de 1914...................................................... 40 3. 1915-16. 1A VICTORIA SE DESVANECE 1. 1915. Todos lo intentan y todos fracasan ....................................... 43 El frente occidental: Alemania a la defensiva.................................... 44 Alemania ataca en el este....................................................................... 48 Nuevos contendientes, nuevos frentes................................................. 50 2. 1916. Las grandes batallas...................................................................... 55 Los contendientes se desangran en Francia: La batalla de Verdón ......55 Los rusos dan la sorpresa: la ofensiva de Brusilov ........................... 58 U n nuevo intento en el oeste: la batalla del Som m e........................59 El combate en la guerra de trincheras.................................................63
3.
El frente interno...................................................................................65 El Estado interviene en la eco n o m ía...................................................65 El nuevo papel de la m u je r...................................................................67 Escasez y racionamiento........................................................................ 68
4. 1917. GRANDES NOVEDADES 1. Planteamientos de los contendientes................................................... 71 Tensiones internas a comienzos de 1917............................................ 71 Actuaciones diplomáticas ....................................................................73 La guerra subm arina..............................................................................74 2. Nuevas situaciones, viejas estrategias...................................................77 Estados Unidos entra en la guerra....................................................... 77 Revolución en R usia.......... ........................ .........................................79 Nuevos fracasos en el o e ste ...................................................................81 5. 1918. EL AÑO DECISIVO 1. Las últimas grandes batallas...................................................................85 La paz de Brest-Litovsk..........................................................................85 El último intento alem án...................................................................... 87 El arma de la propaganda ....................................................................91 El desmoronamiento de los imperios centrales.................................. 92 2. Las otras guerras...................................................................................... 96 La guerra en el m a r................................................................................ 96 La guerra en el aire................................................................................. 98 Los otros frentes...............................................................................
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Una paz fracasada.................................................................................103 Anexos D ocum entos.............................................................................................. 111 Glosario..................................................................................................... 118 C ronología..................................................................................................120 Bibliografía..................................................................................................122 Filmografía................................................................................................123 índices analítico y onom ástico................................................................. 124
Prólogo El conflicto bélico que se extendió entre 1914 y 1918 fue conocido hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) como la «Gran Guerra». Pero puesto que se libró en todos los mares del mundo y acabó implicando a todos los continentes, está com pletamente justificada la denominación de «Guerra Mundial». Sin embargo, comenzó siendo un conflicto meramente europeo, en el que se enfrentaron las am biciones y los temores de las potencias de nuestro con tinente. Con el tiempo, se convirtió en una contienda mundial en la que participaron también americanos, asiáticos, africanos o australianos y neozelandeses jun to a los europeos. La Primera Guerra Mundial sorprendió a todos los contendientes por su magnitud. Todos los países in volucrados estaban convencidos de que sería corta y se resolvería en una breve campaña de pocos meses. Los militares, los políticos y los pueblos creían firme mente que la ofensiva comenzada en agosto de 1914 acabaría antes de la Navidad de ese año. Pero todos se equivocaron, y la guerra duró cuatro largos años en una confrontación como la humanidad no había presenciado hasta entonces. Las consecuencias de la guerra fueron tan importantes que su influencia todavía se deja sentir hoy en día, casi un siglo después. El mundo que emergió de la Gran Guerra es, en gran medida, el actual, sobre todo en Europa. Las fronteras europeas que surgieron a su tér mino son, en general, las actuales. Problemas recien tes como la independencia de los países bálticos, los conflictos entre minorías en Europa central y oriental, y la desmembración de Yugoslavia o Checoslovaquia arrancan de los tratados de paz con los que concluyó aquella contienda. Pero el gran significado de la Primera Guerra Mundial fue la pérdida para Europa de la hegemonía mundial y su sustitución por la de Estados Unidos.
1 LAS CAUSAS DE LA GUERRA Durante cuatro años — entre 1 9 1 4 y 1 9 18 — , una gran parte de las naciones europeas y algunas de otros continentes se enfrentaron en una guerra total, como no se había conocido desde las guerras napoleónicas de comienzos del siglo XIX. Durante esta centuria, los conflictos europeos habían sido localizados y de alcance limitado en cuanto a número de participantes y a intensidad de la contienda, y casi nadie en Europa tenía conciencia de lo que iba a suponer el nuevo enfrentamiento continental: la Gran Guerra.
1. Europa antes de la guerra El Viejo Continente vivió en los años inmediatos a 1914 grandes tensiones que enfrentaron a las poten cias europeas en una dinámica de alianzas y conflictos, que acabaron desembocando en una guerra inevitable.
Las potencias europeas A comienzos del siglo xx, las llamadas «grandes poten cias» europeas eran las mismas desde hacía dos siglos, pero la posición de cada una de ellas había cambiado radicalmente. Gran Bretaña — conocida también como el Reino Unido o simplemente Inglaterra— seguía siendo la primera potencia del mundo, poseedora del mayor imperio nunca visto y, sin embargo, era más vulnera ble que nunca. Su Marina, la mayor del mundo, de bía garantizar el control de los mares para asegurar el dominio sobre el Imperio, para mantener su actividad económica y para alimentar a su numerosa población.
E l archiduque Francisco Fem ando y su fa m ilia .
A ustria-H ungría era antes de la Primera Guerra M u n d ia l un estado plurinacional en el que convivían nacionalidades m uy diversas, lo que im plicaba graves problem as con los m ovim ientos nacionalistas que aspiraban a la independencia.
El imperio austro-húngaro: nacionalidades en 1910
Francia, después de la derrota de 1870 frente al im perio alemán, se había convertido en una potencia de segundo orden y estaba resentida con Alemania por la pérdida de las provincias de Alsacia y Lorena. En el centro y este de Europa había dos grandes impe rios históricos que ahora pasaban por horas bajas. El enorme imperio ruso tenía un gran potencial, pero se hallaba sumido en un gran atraso y padecía las conse cuencias de la incapacidad de sus gobiernos. Su eco nomía seguía siendo básicamente agraria, y la mayor parte de la población estaba formada por campesinos ignorantes y miserables; además, Rusia continuaba dominada por una monarquía absoluta. En las déca das anteriores a 1914 se había producido un fuerte desarrollo industrial que había creado una incipiente clase obrera. En política exterior, Rusia se había vol cado en los Balcanes para apoyar a los nuevos países de la región (Grecia, Serbia y Bulgaria) y a los eslavos sometidos a Austria-Hungría y a Turquía. Austria-Hungría vivía con el peligro latente del au mento vertiginoso del nacionalismo entre sus minorías nacionales, especialmente entre los eslavos (serbios, croatas, checos, eslovacos, etc.), pero también entre oirás minorías, como rumanos o italianos.
A comienzos del siglo xx, la potencia continental más poderosa era Alemania, surgida del reino de Prusia tras sus victorias en las guerras contra Austria (en 1866) y contra Francia (en 1870). La unificación alemana fue acompañada de un espectacular desarrollo económico que la aproximaba rápidamente a la indiscutible po tencia mundial del siglo xix: el Reino Unido. Pero Alemania estaba dominada por el poder de la monarquía de los Hohenzollern, de una fuerte buro cracia y de un ejército muy influyente. Estaba lejos de los parámetros propios de un régimen parlamentario y conservaba muchas características propias de un ré gimen autoritario. En los años anteriores a la guerra, Alemania era una nación poderosa y ambiciosa que aspiraba a convertirse en una potencia mundial, para lo cual, más pronto o más tarde, tendría que enfrentarse a Gran Bretaña, un proyecto que requería un gran ejército y una gran flota.
El ejército alemán en 1914 El ejército del imperio alemán pasaba en 1914 por ser el mejor del mundo. Lo que no se suele saber es que no existía un ejército, y que no lo hubo hasta después del armisticio de 1918. Hasta ese momento, Alemania tenía cuatro ejércitos: los de los reinos de Prusia, Baviera, Sajonia y Württemberg. Con gran diferencia, el mayor era el prusiano. El ejército gozaba de un gran prestigio social gracias a que el káiser (emperador) era su comandante en jefe. Los militares gozaban de una gran autonomía, y su Estado Mayor tenía prerrogativas más allá de lo estrictamente mi litar. Había propiciado la construcción de seis grandes vías de ferrocarril que atravesaban Alemania de este a oeste y permitían trasladar rápidamente sus tropas de un frente a otro, de Rusia a Francia o viceversa. Antes del comienzo de la guerra, los ejérci tos alemanes tenían en filas unos 8 7 0 0 0 0 hombres, y en agosto de 1914 pudieron des
plegar 1 7 5 0 0 0 0 soldados. En la retaguardia disponían de 1 8 0 0 0 0 0 efectivos, aparte de otros 4 2 5 0 0 0 0 hombres en edad militar sin adiestrar.
E l emperador G uillerm o I I pasa revista a las tropas en elfren te oriental. 13
Los enfrentamientos y las alianzas El estallido de la Gran Guerra vino determinado en gran medida por tres graves problemas en las relacio nes internacionales: el enfrentamiento entre Francia y Alemania, las diferencias entre esta y Gran Bretaña por el dominio de los mares, y la situación en los Bal canes. La enemistad franco-alemana derivaba de la derrota francesa en la guerra franco-prusiana de 1870 y de la pérdida de Alsacia y Lorena, que crearon en la socie dad gala un espíritu colectivo de revancha. Como con secuencia de esta enemistad, los sistemas de alianzas entre las potencias europeas giraban alrededor de estos dos polos antagónicos: Francia y Alemania. Las diferencias entre Gran Bretaña y Alemania eran más sutiles. El dominio económico y colonial británi co se veía amenazado desde finales del siglo xix por las ambiciones germanas de convertirse en una potencia mundial. El control inglés sobre su Imperio se basaba en su flota de guerra, pero la nueva vocación universal de Alemania se plasmó desde 1906 en una política de construcciones de una flota de guerra que con el tiem po podía poner en discusión el control británico sobre los mares. Esta política lanzó a Gran Bretaña en brazos de la principal enemiga de Alemania: Francia. El tercer foco de tensiones entre las potencias euro peas, y el que en última instancia encendió el polvorín de la Primera Guerra Mundial, fue el enfrentamiento por el dominio en los Balcanes, donde confluían inte reses enfrentados: los de Austria-Hungría, por ampliar sus fronteras; los de Rusia, por defender a los eslavos sometidos a austríacos y a turcos y, al mismo tiempo, controlar el paso de los estrechos, lo que permitiría a su flota la navegación libre del mar Negro al Medite rráneo; por último, los enfrentamientos entre los pe queños Estados desgajados del antiguo imperio turco, a la cabeza de los cuales estaba Serbia. En 1908 Austria-Ffungría se incorporó inesperada mente la región balcánica de Bosnia-Herzegovina que,
aunque teóricamente formaba parte de! imperio turco, estaba desde 1878 bajo administración austríaca. Este hecho provocó la ira de Rusia y de las pequeñas nacio nes eslavas de la región, en especial de Serbia. Salvo alguna excepción, los componentes de las alian zas enfrentadas estaban decididos con varios años de anticipación al inicio de la guerra. Por un lado, estaba el sólido bloque formado por los llamados imperios centrales, el imperio alemán y el austro-húngaro que, junto con Italia, formaban la Triple Alianza; si bien, este último país dio muestras de alejamiento de la mis ma. Por el otro lado estaba la Triple Entente, integra da por Francia, enemiga morral de Alemania, Rusia, enemiga de Austria-Hungría, y Gran Bretaña, que veía con aprensión los pasos hacia el dominio europeo y mundial de Alemania.
A ntes del inicio de la guerra, Europa estaba dividida en tres grandes bloques: la Triple E ntente, que reunía a Francia, Reino Unido y Rusia; los imperios centrales, Alem ania, A ustria-H ungría, junto con Italia, que habían firm ado la Triple A lianza; y por últim o, los países neutrales.
G roe nland ia
Países beligerantes y neutrales en 1914
(Dinamarca)
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| Imperios centrales
•
[ Aliados de los im perios centrales
(DÍpámnrca)
Estados do la Entonto ! Aliados y futuros aliados ae la Entente
N O É tttG A ; Estados neutrales
REINO' DE G R A N
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AUSTRIACO
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Gibraltar (Reino Unido)
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Ifni (Eiporvil
Sahara español
IMPERIO OTOM ANO
M arruecos (Francia)
Argelia (Francia)
Libia
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(Italia)
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2. La guerra inevitable La sociedad europea se precipitó paulatinamente hacia una guerra que acabó siendo imparable. Los Gobier nos, los militares, la prensa y los pueblos se sumergie ron en un ambiente belicista que ignoraba la tragedia que se avecinaba y que facilitó el estallido de la guerra.
El auge de los nacionalismos
D ibujo satírico publicado en un periódico alem án en 1914. E l texto traducido dice asi: «La era europea. Abora los vamos a trillar».
Los años anteriores al inicio de la contienda fueron testigos de un aumento desmesurado de las tensiones nacionalistas en Europa. Estas afectaron tanto a las pe queñas nacionalidades sometidas, muy numerosas en Europa central y oriental, como a los grandes Estados. Las nacionalidades sometidas reivindicaban su cultura, su autonomía o su independencia, y eran numerosas en el imperio austro-húngaro (checos, eslovacos, croa tas, eslovenos, polacos, rumanos, rutenos, italianos, etc.), en Rusia (países bálticos, finlandeses, polacos, ucranianos, pueblos del Cáucaso, etc.), y en Turquía (eslavos). El nacionalismo en los grandes Estados se evidenciaba en la exaltación de lo propio frente a lo ajeno, en resaltar las diferencias y los enfrentamientos.
Tal era la actitud alemana frente a Francia o Rusia; la de Rusia contra Austria-Hungría y Alemania; la de Francia o Gran Bretaña contra Alemania, etc. Ambos tipos de nacionalismos crearon una tensión en el con tinente que facilitó el camino hacia la guerra. Los Gobiernos actuaron partiendo de la idea del ca rácter inevitable de la confrontación, lo que conllevó que las hostilidades predominaran sobre las acciones en pro de la paz. Esta misma actitud impulsaba a los militares a ejercer una gran presión sobre la clase polí tica y sobre la población: ante una posible guerra, los mandos de los ejércitos exigían más y mejores arma mentos y el mayor número posible de soldados. Los pueblos europeos, sometidos a la presión naciona lista y a la propaganda de los Gobiernos, los militares y la prensa, acabaron aceptando la guerra como un he cho inevitable. El largo período de paz que había dis frutado el continente desde la guerra franco-prusiana de 1870 había hecho olvidar a todos las consecuencias de un conflicto de la magnitud del que se avecinaba. No obstante, los años anteriores a 1914 hubo partidos políticos contrarios al creciente ambiente belicista, en especial los partidos socialistas, quienes veían los en frentamientos y las tensiones que estaban llevando a la guerra como una consecuencia de las luchas econó micas entre las potencias capitalistas por dominar el mundo. Sin embargo, al estallar la conflagración se produjo un movimiento unánime en todos los países contendientes, incluyendo a los partidos y los sindi catos socialistas, a favor de la guerra. Se denominó la «unión sagrada», y tuvieron que pasar dos años después de iniciada la lucha para que surgieran las primeras ma nifestaciones de envergadura de oposición a la misma.
La carrera armamentística En los primeros años del siglo xx, las potencias euro peas estaban inmersas en un proceso competitivo para aumentar y modernizar sus respectivas Fuerzas Arma das, proceso que ha sido denominado tradicionalmen te como la «carrera armamentística».
BMTOHS
GOD S A V K T H E R IN G
C artel de reclutam iento británico. A ño 1914.
Producción de fusiles en una fábrica de armas (1916-17).
Las armas de fuego habían multiplicado su acción des tructiva, los nuevos fusiles aumentaron el alcance y la precisión hasta el punto de poder abatir con exactitud al enemigo a unos 500 metros de distancia, las ame tralladoras habían demostrado su mortal eficacia y los cañones habían incrementado la distancia de tiro, la exactitud de alcanzar el objetivo y la velocidad de dis paro. La artillería pesada podía ser transportada a larga distancia por medio del ferrocarril y alcanzar objetivos situados a 40 kilómetros. Todos los ejércitos empleaban ya el avión y el automó vil, si bien en 1914 el primero solo se utilizó para el reconocimiento, y el segundo para el traslado de altos oficiales. En cambio, habían adquirido una gran im portancia el ferrocarril y el telégrafo. El tren permitía el rápido traslado de un gran número de soldados y de armamento a cualquier distancia, sobre todo en los países, como los de Europa occidental, que disponían de una densa red ferroviaria. No obstante, más allá de las estaciones de ferrocarril los ejércitos debían mover se a pie o transportando el armamento, las municiones o las vituallas con carros y caballos. El avión permitía que los mandos conociesen la situación de la batalla sin estar presentes.
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En resumen, en los años anteriores al estallido de la guerra, todos los países participantes habían aumen tado sus Fuerzas Armadas, tanto en soldados como en armamento, los presupuestos militares crecieron y ninguno quería quedarse atrás. Casi nadie se opuso a esta carrera alocada hacia el desastre, más aún cuando los Estados Mayores de los ejércitos aseguraban que la victoria sería cuestión de pocas semanas.
La movilización Entre los últimos días de julio y los primeras de agosto de 1914, todas las potencias pusieron en práctica sus planes de movilización, que suponían mover millones de hombres e ingen tes cantidades de armamento y suministro en el menor tiempo posible. La primera potencia en movilizarse fue Austria-Hungría (el 28 de julio), y se convirtió en un caos ferroviario. El 30 de julio, temiendo quedarse atrás, el zar Nicolás II decretó la movilización general, con el fin de conseguir alinear todos sus ejércitos en 18 días. Temerosos de que los rusos pu dieran atacar pronto, los alemanes empezaron el 1 de agosto a poner en práctica su meticu loso plan de movilización, diseñado para tener 3 5 0 0 0 0 0 hombres en los frentes en una se
mana. Los reclutas eran armados y uniforma dos y partían en trenes con horarios precisos a los puntos de concentración próximos al frente. A la acción alemana contestó Francia con la suya que, con menos eficacia que los alema nes, movilizó tres millones de soldados. Gran Bretaña solo disponía de un pequeño ejército de 150000 hombres, si bien en cuestión de semanas logró enrolar 500000 voluntarios. En todos los países, las tropas partían en medio de las aclamaciones de multitudes enfervori zadas que confiaban en que sus muchachos estañan de vuelta en casa por Navidad. O ficina de reclutam iento británica. Agosto de 1914.
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Las fuerzas en presencia En principio, la comparación de las cifras totales de las dos alianzas que se iban a enfrentar parecía beneficiar a la Entente (Francia, Gran Bretaña y Rusia) frente a los imperios centrales (Alemania y Austria-Hungría). La primera contaba con el doble de habitantes (238 millones frente a 120), pero los imperios centrales te nían a su favor el formar un bloque territorial com pacto, frente a la división en tres partes separadas físi camente de sus enemigos. Además, al comienzo de las hostilidades el equilibrio de fuerzas era grande, ya que si bien los ejércitos alemán, austriaco y francés estaban preparados para intervenir inmediatamente, Rusia so lo podía realizar una movilización lenta a causa de la insuficiencia de sus vías de comunicación y del atraso de su burocracia y de la sociedad; por su parte, Gran Bretaña poseía tan solo un pequeño ejército y tardaría en poder reunir unas fuerzas considerables. Rusia, con ayuda francesa, comenzó en 1908 un pro grama de reforma del ejército, al tiempo que ampliaba su red ferroviaria. Esto alarmó considerablemente a Alemania, que inició a su vez en 1912 una expansión Efectivos militares durante la Primera Guerra Mundial ! A l inicio de la guerra
I
I A lo largo de la guerra
Francia Reino
Estados Unidos Rumania
A l com enzar la guerra, los efectivos m ilitares de ¡a E ntente eran m uy superiores a los de la Triple A lianza, si bien esta contaba con ¡a ventaja de form ar un bloque geográfico
Serbia Alemania Austria-Hungría Imperio otomano Bulgaria
Millones de soldados
compacto.
de su fuerza militar, elevando el número de soldados a 864000. Ante este hecho, los franceses respondieron con la prolongación de su servicio militar a tres años, lo que les permitió alcanzar los 700000 soldados en tiempos de paz. De forma paralela, los Parlamentos aprobaron sin demora los aumentos de gastos milita res, convencidos de la inminencia de la guerra. En cambio, el dominio de los mares estaba en manos de la Entente, gracias a la superioridad de la flota bri tánica. Esto permitió aislar por mar a Alemania, por medio de un bloqueo económico contra el que esta re accionó mediante la guerra submarina, aunque tardó más de dos años en contar con un número suficiente de buques sumergibles como para obtener resultados apreciables. Todos los contendientes esperaban una guerra de cor ta duración, por lo que la extensión en el tiempo del conflicto les obligó a plantearse el mantenimiento tan to de la industria bélica como de los ejércitos y de la población civil, en condiciones cada vez más difíciles. En este último aspecto, de nuevo la Entente jugaba con ventaja: el dominio de los mares, que le permi tió continuar la relación comercial con sus imperios coloniales, con los países neutrales y, sobre todo, con Estados Unidos, para abastecerse de armas, alimentos y materias primas.
E l Reino U nido , poseedor de un vasto im perio colonial, puso en p ie de guerra a sus dominios. E n la imagen, nativos de la India a l servicio del ejército británico.
3. El estallido de la guerra Un hecho concreto, el atentado en Sarajevo contra el heredero del imperio austro-húngaro, ha sido consi derado como el causante inmediato de la guerra. Pero fueron otras y más importantes las causas que llevaron al inicio de la Gran Guerra, sobre todo la urgencia de los militares por tomar la delantera ante el enemigo.
El atentado de Sarajevo Sarajevo era la capital de Bosnia-Herzegovina, región de los Balcanes poblada por bosnios musulmanes, croatas y serbios. En 1908 fue anexionada por AustriaHungría, lo que provocó la indignación de Rusia, y más aún la de los eslavos de la región, en especial del reino de Serbia que, de alguna manera, se consideraba el tutor de la región. El 28 de junio de 1914 el archiduque heredero del imperio austro-húngaro, Francisco Fernando, y su es posa iniciaron una visita oficial a la ciudad, a pesar de que había sido desaconsejada por la firme oposición a la misma de los serbios de Bosnia. Ambos manda tarios austríacos murieron víctimas de un atentado cometido por Gavrilo Princip, un joven serbio de 17 años miembro de una asociación terrorista llamada la «Mano Negra». Aunque sin pruebas, los austríacos estaban convenci dos de la participación del reino de Serbia en la prepa ración y ejecución del atentado, y la prensa de AustriaHungría se lanzó a una violenta campaña exigiendo la aplicación de medidas enérgicas contra Serbia. Austria-Hungría creyó que las represalias contra Ser bia, acusada de connivencia en el asesinato, no encon trarían mucha oposición en Europa, salvo quizás en Rusia. Los austro-húngaros sabían que contaban con el seguro apoyo de Alemania, su gran aliado, y que este hecho haría que los rusos se limitaran a protestar por las acciones contra Serbia. Alemania pensaba que Rusia, a la que suponía aún atrasada en su rearme, no provocaría una guerra por Serbia, pero en caso de que
lo hiciera, en Berlín se pensó que Rusia no contaría con el apoyo de sus aliados, Francia y Gran Bretaña, que carecían de intereses en los Balcanes. Por otro lado, llegado el caso, los alemanes preferían ir a la guerra mientras su ejército fuera el más poderoso, en vez de esperar a que el potencial en aumento de sus enemigos se inclinase a favor de estos. Además, se sentían obligados a apoyar a Austria que, a fin de cuentas, era su único aliado, dada la poca fiabilidad de los italianos.
E l atentado de Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando y su esposa, la condesa Sopa, precipitó los acontecimientos que desencadenarían la Prim era Guerra M undial.
En cuanto a los rusos, sentían que no podían aban donar a Serbia, ya que supondría traiejonar la causa eslava y perder la influencia que había ganado en los Balcanes en los últimos años. Para los frañeeses, dejar sola a Rusia frente a Alemania y Austria-Hungría sería aceptar sin lucha la hegemonía germana en Europa y quedar relegada a potencia de segundo orden. 23
Pero ¿qué harían los británicos? Alemania creía que, si se declaraba la guerra, optarían por la neutralidad. A fin de cuentas, sus intereses estaban más bien en el co mercio mundial y en sus colonias, no en el avispero de los Balcanes; además, Gran Bretaña tenía un ejército pequeño, que en caso de guerra habría que trasladar al continente. Aunque Inglaterra veía como una amenaza el creciente poderío naval germano, en 1914 la superioridad de la Royal Navy sobre la Armada alemana era apabullante, como se demostró durante la contienda. La M arina británica continuó dom inando los mares y aisló a los imperios centrales d el exterior por vía m arítim a.
En general, la posición de la clase política inglesa era mayoritaria a favor de la neutralidad, pero el plan de guerra alemán incluía una cláusula — la invasión de la neutral Bélgica— que precipitó la entrada del Reino Unido en el conflicto, junto a Francia y Rusia.
Julio de 1914: un mes calamitoso lil atentado de Sarajevo del 28 de junio difícilmente puede considerarse la causa de la guerra, ya que las declaraciones de guerra no se produjeron hasta los pri meros días de agosto. Durante más de un mes todas las potencias dudaron sobre los pasos a seguir, que no necesariamente conducían al enfrentamiento armado. De hecho, los austríacos tardaron semanas en exigir responsabilidades al reino de Serbia por el atentado. Fue la presión alemana la que los forzó a amenazar a Serbia. Los alemanes veían que era el momento de una guerra que ahora podían ganar con facilidad, lo que poco después sería imposible. El emperador alemán Guillermo II lo dejó claro: «Ahora o nunca». Había que provocar la guerra, y el asesinato del heredero aus tríaco era el pretexto perfecto.
E l subm arino fu e empleado sobre todo por los alemanes, contra las lineas de abastecim iento de Gran Bretaña. 25
Los alemanes forzaron a los austro-húngaros a remitir el 23 de julio un ultimátum a Serbia con una serie de exigencias que en la práctica implicaban la renuncia a su independencia. A pesar de que Serbia aceptó el día 25 la mayor parte de las cláusulas del ultimátum, Austria-Hungría le declaró la guerra el 28 de julio.
E l 2 de agosto de 1914, una gran m u ltitu d se congregó en M unich para celebrar ¡a declaración de Ia guerra de A lem ania a Rusia. E ntre la muchedum bre, se puede distinguir a H itler.
A partir de este momento se precipitaron las accio nes de las dos alianzas contrapuestas. Los cálculos y las prisas de los militares se impusieron en las tomas de decisiones en todos los países. Rusia se vio obligada a apoyar a Serbia, y el día 29 decretó la movilización parcial de sus ejércitos frente a Austria-Hungría. Esta respondió con la movilización general, mientras Ale mania exigió a Rusia que anulara sus medidas milita res. Rusia, sintiéndose amenazada, decretó el día 30 la movilización general. El 31 de julio los alemanes dirigieron un ultimátum a Rusia exigiéndole la des movilización, pero el mismo día Alemania y Francia procedieron a movilizar sus ejércitos. El 1 de agosto Alemania declaró la guerra a Rusia, y al día siguiente exigió a Bélgica — país cuya neutralidad estaba garan tizada por las grandes potencias desde 1831— el paso de sus ejércitos hacia Francia.
1.1 3 de agosto Alemania declaró la guerra a Francia. A la vista de la violación de la neutralidad belga, Gran Bretaña decidió el 4 agosto entrar en la contienda jun to a Francia y Rusia. Un diabólico juego de amenazas y alianzas acabó en el estallido de la Primera Guerra Mundial, pero la responsabilidad inmediata de su ini cio hay que atribuirla a Alemania y a Austria-Hungría.
Caricatura de la voracidad de los países europeos, que derivó en Gran Guerra.
La previsión de una guerra corta y triunfal El inicio de la guerra fue acogido con entusiasmo en las grandes ciudades de los países contendientes por enormes multitudes. Uno de los congregados en Mu nich fue Adolf Hitler, el futuro dictador alemán. Los Gobiernos de todos los países consiguieron el respaldo de la población en medio de un patriotismo general. Además, siempre se había dicho que la guerra sería corta: «Para Navidad, en casa». La manera de vencer en una guerra rápida era atacar el primero, por eso todos se lanzaron contra todos: los alemanes invadie ron Bélgica y Francia; los rusos atacaron Alemania; los ejércitos austríacos invadieron Serbia y Rusia; los franceses atacaron a los alemanes en Alsacia y Lorena; los británicos enviaron una fuerza expedicionaria en ayuda de Francia. La realidad fue todo lo contrario a una guerra breve. Los pueblos y los ejércitos tuvieron que enfrentarse a una guerra larga, cruel y descomunal.
2 1914. TO D O S FRACASAN Los contendientes de la Primera Guerra Mundial llevaban años preparándose para la guerra; sin embargo, cuando comenzó, se hizo evidente que nadie había comprendido las consecuencias de una conflagración general en
Soldados de infantería disparando a un avión enemigo. Frente del este, cerca de Darkehmen (Rusia). N oviem brediciem bre de ¡914.
Europa. En 1 9 1 4 todas las ofensivas lanzadas por los principales implicados —Alemania, Francia, Rusia y A ustria -H ungría — fracasaron. No obstante, aun después de su frir grandes derrotas o de perder centenares de miles de combatientes, los ejércitos se reconstruyeron con nuevas reservas que les permitieron continuar la guerra.
1. El plan de ataque alemán para una guerra corta El plan alemán había sido diseñado quince años antes de 1914 y partía de una idea básica: había que evitar como fuera tener que luchar en dos frentes al mismo tiempo, en el oeste con Francia y en el este con Rusia. Para ello, había que volcarse al inicio de la guerra en uno de los dos enemigos, aplastarlo, y después llevar roda la fuerza contra el otro.
El Plan SchliefFen El plan de ataque germano, que recibía el nombre del general SchliefFen que lo había diseñado, partía de la idea de un ataque definitivo contra Francia aprove chando que Rusia, a causa de su atraso general y de la escasez de sus comunicaciones, tardaría en poder movilizar su ejército. Vencida Francia, el grueso de la 29
fuerza armada alemana se trasladaría al este para ven cer fácilmente a los rusos, cuyo ejército no podía com pararse con el germano. E l P b n Schlieffcn pretendía rodear las defensttsfrancesas y atacarlas p or la retaguardia. La contraofensiva francesa en el río M am e hizo fracasar la invasión. Posteriormente, los alemanes intentaron controlar b s puertos del C ln a l de La M ancha, pero fiteron rechazados por Lis tropas aliadas.
Dado que la frontera común entre Francia y Alemania estaba erizada de fortalezas y de potentes ejércitos, los alemanes habían previsto una gran ofensiva a través de Bélgica; de esta manera, el grueso de las tropas ga las quedaría rodeado y los alemanes se lanzarían sobre un París indefenso. El Estado Mayor alemán había estimado que esta campaña debía durar seis sema nas, a lo largo de las cuales los austro-húngaros y una pequeña parte del ejército alemán contendrían a los rusos, aprovechando la previsible lentitud de su mo vilización. Seguidamente, todas las fuerzas alemanas se lanzarían sobre Rusia, cuya derrota sería inmediata. P A ÍS E S B A J O S
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La guerra rápida. 1914 --------- Fronteros en agosto de 1 9 1 4 I Situación inic ial de los ejércitos franceses
-----Ofensivas alemanas de agosto-septiembre de 1 9 1 4 {batalla de las fronteras) Máxima extensión del avance alemán (sep. 1914) ------Contraofensiva francesa dirigida por el general Joffre en sep. do 1 9 1 4 (batalla del Mame) ^ ___Carrera hacia el mar por el control de los puertos ^ ' en oct.-nov. de 1 9 1 4 (alemanes en rojo y franceses en verde)
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j Estados de la Entente H Imperios centrales Estados neutrales Territorio de la Entonte ocupado por Alemania en otoño de 19 1 4 Estodo noutral ocupado por Alemania ■ Linea de fronto estabilizado a fines de 1 9 1 4 Territorio recuperado por la Entente | Territorios alemanes ocupados por los aliados
En la realidad, el Plan Schlieffen falló a medida que los alemanes penetraban en Francia. Los problemas de comunicación entre los mandos y de abastecimiento se convirtieron en irresolubles, los franceses intercep taban las señales de radio alemanas, con lo que los ejércitos que avanzaban recibían cada vez menos ins trucciones del Alto Mando, mientras que a sus espal das el sistema de abastecimiento de armas, municiones y alimentos se venía abajo. Los alemanes no podían reconstruir las líneas ferroviarias y los puentes y carre teras al ritmo del avance de sus ejércitos, de manera que las formaciones de vanguardia estaban cada vez más alejadas. Hay que tener en cuenta que el camión estaba en sus inicios, y los pocos con los que contaba el ejército alemán se estropearon en su mayoría rápi damente. El avance se tuvo que hacer con el apoyo logístico que les permitían sus caballos, cada vez más agotados y muchos de los cuales murieron. En gran medida, los alemanes se abastecieron de los suministros militares que capturaron a los franceses, y se alimentaban de lo que conseguían del campo y de las granjas por las que pasaban. Las formaciones de infantería ignoraban dónde estaban sus armas pesadas o sus columnas de abastecimiento. Cuando llegaron al río Marne en el interior de Francia en la primera semana.de septiem bre, se encontraban en un grave estado de cansancio, y el Alto Mando francés, tras más de dos semanas de retirada, pudo plantearse la posibilidad de organizar un contraataque.
E l Plan Schlieffen contem plaba la invasión de Rusia (en la imagen), tras la derrota de tos franceses.
La batalla de las fronteras Siguiendo el plan previsto, los alemanes atacaron Bél gica, cuya neutralidad estaba garantizada por acuer dos internacionales firmados por las grandes potencias europeas, incluida Alemania. Este hecho tuvo impor tantes repercusiones: por un lado precipitó la entra da en la guerra de Gran Bretaña al lado de Francia y de Rusia; por otro, permitió a la Entente presentar a Alemania ante la opinión pública mundial como una nación que no respetaba los acuerdos internacionales. 31
Bélgica se había preparado ante una eventual invasión alemana construyendo una importante fortificación en la ciudad de Lieja. Las columnas enemigas entra ron en la ciudad el 4 de agosto, e intentaron avanzar entre los fuertes. Se encontraron con una recia resis tencia por parte de los belgas, aunque no la suficiente como para no poder reducirla con su moderno y po tente armamento. Los alemanes disponían de nuevos cañones pesados, cuyos proyectiles, de elevado poder explosivo, atravesaban el acero y el hormigón de las fortalezas. Lieja solo pudo resistir dos semanas el ata que germano.
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Joseph Jacques Joffre asum ió el m ando de los ejércitos franceses a l inicio de I'a contienda. D irigió el contraataque francés en el M am e, pero su nombre quedó asociado a las masacres de la guerra de trincheras. Fue cesado a fin a les de 1916. 32
A continuación, los alemanes se adentraron fácilmen te en territorio belga, y el 20 de agosto entraban en Bruselas. Parte de la población se lanzó a las carreteras y logró huir del enemigo, pero otros no corrieron la misma suerte. Los invasores actuaron cruelmente con la población civil: unos 5000 civiles belgas fueron fu silados acusados de saboteadores o de francotiradores, y numerosos edificios fueron incendiados. Los países occidentales aprovecharon estos hechos para lanzar una campaña internacional contra la «barbarie del militaris mo alemán», y el respaldo público a favor de la guerra creció espectacularmente en Francia y Gran Bretaña. Entre tanto, el comandante en jefe francés, el general Joseph Joffre, siguiendo el plan previsto, lanzó un ata que contra la frontera germana. Las fuerzas francesas fueron repelidas por la artillería alemana, con grandes pérdidas. El plan francés de ofensiva había fracasado, y se demostró que los militares no sabían cómo iba a desarrollarse esta guerra. Mientras, los alemanes avanzaban rápidamente por el interior de Bélgica, amenazando al grueso de las fuer zas francesas y del ejército expedicionario británico que ya había desembarcado en el continente. Duran te las dos siguientes semanas, los franco-británicos se retiraron y de ese modo evitaron ser atrapados por el movimiento envolvente alemán. La batalla de las fron teras significaba una victoria para los alemanes, pero había sido incompleta, ya que el grueso del ejército enemigo había conseguido replegarse en cierto orden.
El fin de una victoria rápida Moltke, el jefe del Estado Mayor alemán, ordenó un último intento de rodear al grueso del enemigo y el 2 de septiembre lanzó una gran ofensiva cuyo objetivo último era ocupar Parts. Pero la maniobra fue com prendida por Joffre, quien lanzó un ataque contra las tropas avanzadas alemanas en lo que se ha denomina do la «batalla del Mame». Aunque las fuerzas enfrenta das eran similares, el ala derecha alemana estaba debi litada porque parte de sus efectivos se habían desviado a otros frentes. Es aquí donde se llevó a cabo el gran ataque francés el 5 de septiembre. Cuatro días des pués, la victoria francesa era evidente, y los alemanes se vieron obligados a retirarse en todo el frente para no ser derrotados por completo, pero los franceses no pu dieron culminar su éxito con una victoria total debido al agotamiento de sus tropas tras un mes de lucha.
Soldados alemanes muertos en sus trincheras tras la batalla del M am e (octubre de 1914).
Pero en los días consecutivos, los contendientes siguie ron atacándose, en el afán — infructuoso— de conse guir copar al adversario. Los ejércitos se encontraron de pronto ante una situación inesperada: estaban cara a cara desde el Canal de La Mancha a la frontera suiza sin posibilidad de acometer una maniobra envolven te, la única que, de acuerdo con la estrategia clásica, permitiría una victoria definitiva. La esperanza alema na de acabar con Francia en seis semanas o en pocos meses se había desvanecido; todo el plan de guerra alemán había fracasado. Moltke, abrumado por los acontecimientos, sufrió un colapso nervioso y fue sus tituido por el ministro de la Guerra, von Falkenhayn. La defensa de Pa rís en 1914 El mariscal Gallieni destacó en los primeros meses de la guerra por haber organizado la defensa de Paris ante el avance alemán por el norte de Francia. Fue jefe de los ejércitos franceses hasta 1911, año en el que se jubiló. El comienzo de la contienda lo sacó del reti ro, y suya fue la iniciativa de atacar el flanco adelantado del ejército alemán, que supuso el comienzo de la victoriosa batalla del Mame. Esta hizo replegarse a los alemanes y alejar el
peligro que se cernía sobre la capital francesa. Gallieni movilizó en la defensa de París todos los efectivos posibles, incluidos 600 taxis de la capital que llevaron constantemente refuer zos al frente ante el colapso de las líneas de ferrocarril y la escasez de camiones. Aunque la eficacia de esta medida no fue grande, tuvo un efecto psicológico al levantar la moral de la población civil y al visualizar la unión de los franceses ante el enemigo.
Rusia acude en ayuda de sus aliados En contra de todas las previsiones, los rusos lanzaron una temprana ofensiva que obligó a Alemania a retirar cuatro divisiones del frente francés para apuntalar su defensa ante Rusia. La intención de frenar el ataque germano en Francia fue un éxito, aunque a costa de grandes pérdidas. El desarrollo de la campaña de 1914 en el frente orien tal fue para los imperios centrales preocupante. El ata que austro-húngaro contra la pequeña Serbia resultó un fracaso, y en el frente ruso Austria-Hungría mani festó una evidente incapacidad. Alemania tenía en el este un aliado poco de fiar. Por su parte, Rusia lanzó el 15 de agosto una gran ofensiva contra Prusia orien tal, la región más al este de Alemania. Dos ejércitos rusos consiguieron penetrar en territorio alemán apro vechando su clara superioridad y, por un momento, pareció que las defensas germanas se derrumbarían y dejarían Berlín al alcance de los rusos. Los alemanes reemplazaron a sus jefes militares de la zona por dos competentes generales que se hicieron fa mosos durante la contienda: Hindenburg y Ludendorff.
P aul von H indenburg (izquierda) fu e el más destacado m ilita r alem án. O btuvo grandes éxitos en elfren te ruso, pero fracasó en las últim as ofensivas en elfren te occidental. Erich Ludendorff (derecha) cosechó im portantes éxitos m ilitares, especialmente en elfren te oriental.
Juntos, llevaron a cabo audaces maniobras: sabiendo que los dos ejércitos rusos no se coordinaban en absoluto, trasladaron el grueso de todas sus fuerzas en el frente oriental contra el 2o Ejército Ruso, situado al sur, y le infligieron una gran derrota en la batalla de Tannenberg, que se convirtió entonces en un símbolo del orgullo ale mán frente a los pueblos eslavos. Años más tarde, Hindenburg se convirtió en presiden te de la República alemana y jugó un triste papel en el ascenso de Hitler al poder en 1933. A su muerte, fue enterrado en Tannenberg. Después de Tannenberg, los alemanes reagruparon sus fuerzas y las trasladaron rápidamente hacia el norte, donde estaba el 1er Ejército Ruso, al mando de un ge neral de curioso nombre alemán, Rennenkampf. Este, al percatarse de su precaria situación tras la desapa rición del 2o Ejército Ruso, y ante el nuevo triunfo alemán en la batalla de los Lagos Masurianos, optó por la retirada. Al éxito de las fuerzas alemanas contribuyeron, por una parte, su buena red ferroviaria, que les permitió llevar sus fuerzas a los lugares del frente que convenía en cada momento; por otra, su conocimiento previo de los planes rusos, averiguados mediante la lectura de las señales de radio que los rusos no cifraban. Rusia se había enfrentado con éxito a los austrohúngaros, pero había pagado un alto precio ante los alemanes por cumplir con sus compromisos con sus aliados occidentales. Los rusos retrocedieron hasta sus fronteras, lograron frenar el avance alemán y las hostilidades con los ger manos cesaron temporalmente. Con todo, las cosas les habían ido mucho mejor contra Austria-Hungría, que demostró su limitada capacidad de actuación. A finales de 1914, la guerra relámpago para la que se habían preparado los ejércitos europeos había termi nado sin ningún triunfador. Sin embargo, el temor alemán a tener que luchar en dos frentes al mismo tiempo — en el oeste contra franceses y británicos, y en el este contra los rusos— era una realidad.
2. El gran error de los militares En todas las guerras hay héroes y villanos, grandes es trategas y generales mediocres. En la Gran Guerra se puede decir que, salvo honrosas excepciones — como el ruso Brusilov, el francés Pétain o el norteamerica no Pershing— , la gran mayoría de los altos mandos fueron marcadamente incompetentes. No previeron la guerra a la que se iban a enfrentar, improvisaron nuevas formas de lucha y tomaron iniciativas que aca baron en tremendos fracasos que costaron centenares de miles de vidas.
Una guerra inesperada Los cinco meses de la campaña de 1914 demostraron que la guerra iba a ser muy diferente a como la habían previsto los Estados Mayores, y en cuatro años — en tre 1914 y 1918— , el mundo pasó del siglo xix al siglo xx. De hecho, algunos historiadores defienden ia idea de que el siglo xix no acabó en 1900, sino en 1918, al finalizar la Primera Guerra Mundial.
L a artillería fu e un arm a fu n d a m en ta l en la Prim era Guerra M undial. Gracias a l control del retroceso, a la mejora de las cargas de propulsión y a la fabricación de enormes cañones se consiguió una potencia de fuego como nunca se había visto.
La guerra se convirtió en una máquina de matar gra cias a las nuevas armas y las nuevas tácticas. Las for talezas que erizaban las fronteras de Francia y Bélgica con Alemania no pudieron resistir la acción de los cañones pesados, capaces de lanzar bombas de gran poder explosivo; sus defensores hubieran estado más seguros en pequeñas zanjas fuera de los fuertes. La ca ballería pasó de arma de guerra a pieza de museo, un soldado de infantería podía derribar con su fusil a un caballo a kilómetro y medio de distancia, y la artillería ordinaria tenía un alcance de más de cuatro kilóme tros, con lo que la caballería quedó relegada a misiones de observación. La preparación para la contienda fue muy dispar. Los alemanes habían formado mejor a sus soldados y tenían mejor armamento, sobre todo en artillería; además, habían introducido la pala en el equipo del soldado, lo que era una buena defensa salvo contra la artillería. Todos los ejércitos habían adoptado uni37
formes poco llamativos, de color caqui o gris; con la excepción de los franceses, que siguieron fieles a sus colores tradicionales, uniformes de color azul y rojo, muy visibles a distancia. La ametralladora se convir tió en una gran arma defensiva; de hecho, un par de hombres podía diezmar una gran unidad enemiga que atacara al descubierto. Los franceses lo descubrieron en agosto de 1914 cuando atacaron Alsacia y Lorena y sus tropas fueron aniquiladas por fuego de ametralla dora y de artillería. Los medios y vías de transporte se convirtieron en fun damentales cuando había que trasladar centenares de miles de soldados y su armamento, y de un frente a otro en el menor tiempo posible. En el este, los ru sos sufrieron la precariedad de sus líneas férreas, que limitaban sus movimientos. En el oeste, los franceses dispusieron de la ventaja de una densa red ferroviaria que les permitió llevar tropas de un frente a otro.
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Por el contrario, los alemanes tuvieron que desplazarse a pie por Bélgica y el norte de Francia, ya que el ene migo se encargó de destruir las líneas férreas que aban donaba. Los pocos camiones de los que disponían se averiaron en su mayoría, por lo que tuvieron que ser virse de animales para el avituallamiento de las tropas. A todo esto se añadían los problemas causados por las comunicaciones; con frecuencia, el enemigo accedía a las transmisiones del contrario o estas no llegaban. Así, en la decisiva batalla del Marne, el Alto Mando alemán estuvo dos días incomunicado, sin poder reci bir ni enviar órdenes. Al acabar 1914 el frente de Francia se había estabili zado y ambos bandos comenzaron a cavar trincheras, cada vez más complejas. Los soldados de la primera línea se vieron forzados a vivir en barracones bajo tie rra, que construían en las paredes de las trincheras.
La ametralladora fu e un arm a de gran poder destructivo, sobre todo en la guerra de trincheras. Los atacantes eran diezm ados por esta arm a de gran capacidad de disparo. 39
Estas se protegieron con varias filas de alambradas que debían obstaculizar el avance del enemigo y facilitar su ametrallamiento. También había trincheras de comu nicación desde la primera línea a los centros de abaste cimiento o a los hospitales. Además, se construyeron varias líneas de trincheras para tener otras alternativas de defensa en caso de tener que retirarse de la primera. Cuando el tiempo era lluvioso o nevaba, las trincheras se convertían en un barrizal y había que cubrir el piso con tablones. La limitación de la limpieza hacía que los soldados estuviesen sucios y los piojos y las ratas pulularan por las trincheras. Esta precaria situación se estableció en el frente occi dental desde noviembre de 1914 y perduró hasta casi el final de la guerra. Millones de soldados se encontra ron atrapados en unas líneas situadas a escasos metros del enemigo, y de las que salían para ser masacrados.
El balance de la campaña de 1914 A finales de 1914 el balance era contradictorio. Por una parte, el plan alemán de una guerra rápida había fracasado y se abría la perspectiva de una guerra larga en la que la potencialidad económica para soportarla iba a ser muy importante. En este aspecto, Francia y Gran Bretaña tenían una clara ventaja gracias al do minio marítimo que les aseguraba el comercio con sus colonias y con el resto del mundo. Los alemanes, a pesar de la retirada tras la batalla del Mame, tenían un balance positivo: ocupaban casi toda Bélgica, el noreste de Francia y parte de la Polonia rusa, pero las potencias de la Entente habían recuperado la esperan za después de la batalla del Marne. Alemania se vio obligada a llevar la guerra en dos frentes, en Francia y en Rusia, algo que no había querido de ninguna de las maneras. Los recursos económicos iban a jugar en lo sucesivo un importante papel en la capacidad militar y en la resistencia de la población. La previsión de un conflicto de larga duración y la necesidad de aumentar la capacidad de lucha hizo que ambos bandos trataran de conseguir nuevos aliados.
Así, los imperios centrales consiguieron en los prime ros meses del conflicto la incorporación a su bando de Turquía, alarmada por el posible expansionismo ruso en el estrecho de los Dardanelos. El caso más peculiar fue el de Italia. Aunque teórica mente aliada de Alemania y de Austria-Hungría, se declaró neutral al inicio de la guerra, pero dejando de manifiesto el deseo de obtener ganancias territoriales en la zona de habla italiana de Austria-Hungría y en el Adriático. Era evidente que Italia estaba dispuesta a intervenir con el bando que le ofreciera una ampliación territorial, fuera la Entente o los imperios centrales. La tregua de Navidad En la Navidad de 1914 ocurrió algo extraordi nario en el frente occidental. Aquella Noche buena los soldados alemanes colocaron árbo les adornados en sus parapetos, al tiempo que entonaban canciones navideñas. Los aliados no salían de su asombro, pero pronto entona ron ellos también el mismo tipo de canciones. En la mañana del día de Navidad, soldados de ambos bandos se juntaron en tierra de nadie intercambiando tabaco, chocolate, bebidas y fotografías. Enterraron a sus muertos de los
combates de los días anteriores, celebraron ce remonias religiosas e incluso jugaron partidos de fútbol. Los cuarteles generales se alarmaron ante este comportamiento y prohibieron taxativamente que se repitiese. Las cartas y fotos que los sol dados enviaban a sus familias dando cuenta del suceso fueron destruidas. Y los Gobiernos dieron instrucciones a los periódicos para que no informaran sobre la extraña tregua de la Na vidad de 1914.
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3 1915-16. LA VICTORIA SE DESVANECE Durante dos años, 19 15 y 1 9 1 6 , los contendientes buscaron la victoria sin conseguirla. La guerra se enquistó en medio de grandes e inútiles batallas que nadie acababa de ganar y que costaban centenares de miles de bajas por cada bando. Batallas como la de Verdón, larga y sangrienta, han
D urante la guerra, la m ujer se incorporó a un ám bito laboral hasta entonces reservado a los hombres. En adelante, adquirió un nuevo papel en la sociedad, que traspasaba e l entorno doméstico.
pasado a la memoria histórica de los pueblos implicados. La búsqueda de nuevos aliados extendió el conflicto por Europa: Turquía y Bulgaria se alinearon con los imperios centrales, mientras que Italia y Rumania lo hacían con la Entente. Se intensificó la barbarie: la guerra de trincheras en el oeste, el empleo de gases asfixiantes, la aparición del tanque y los ataques suicidas contra alambradas y nidos de ametralladoras redujeron la condición humana de los soldados a simples víctimas.
1. 1915. Todos lo intentan y todos fracasan 1.a campaña de 1915 se caracterizó porque los alemanes adoptaron una estrategia defensiva en el frente occiden tal, dejando la iniciativa a los franco-británicos, para quienes este era el principal marco de operaciones, el escenario donde se decidiría la guerra. La nueva defen sa germana, parapetada tras varias líneas de trincheras, permitía que una fuerza relativamente reducida pudie se mantener el frente y contener el ataque enemigo. Mientras, el grueso del ejército alemán, junto a AustriaHungría, intentó acabar con Rusia, sin lograrlo. 43
El frente occidental: Alemania a la defensiva La llegada del invierno de 1914-1915 supuso una pa ralización de las operaciones, pero la guerra había de cobrar un nuevo impulso en primavera. Para ello, los Gobiernos debían aumentar la producción de armas y municiones, ya que su demanda había sobrepasado a la producción desde los primeros momentos de la guerra, por lo que el poder político tuvo que asumir el control de la industria así como intentar garantizar el bienestar de la población civil. El Gobierno francés se vio obligado a enviar a casa, a finales de 1915 a 500000 soldados, para trabajar en las fábricas mili tarizadas, y Gran Bretaña decretó el servicio militar obligatorio en mayo de 1916. No obstante, el reclu tamiento de voluntarios fue tal éxito que a finales de 1915 disponía de 2 600000 soldados. Al igual que Francia, Gran Bretaña tuvo que hacer retornar a casa a numerosos soldados que eran obreros especializa dos, para poder garantizar la producción industrial y agrícola. Y en conjunto, todos los Estados beligerantes fomentaron la incorporación de la mujer a tareas efec tuadas hasta entonces por hombres. Durante el invierno de 1914-1915, los contendien tes se vieron en la necesidad de reconsiderar sus es trategias militares, al fallarles todas las expectativas de una guerra breve. Alemania podía volver a intentar un nuevo ataque en Francia o lanzar un gran ataque contra Rusia. El nuevo jefe del Estado Mayor alemán, Falkenhayn, veía con preocupación la ofensiva contra Rusia, ya que consideraba que esta siempre podía ce der terreno a cambio de ganar tiempo y obligar a los alemanes a avanzar a través de un país inmenso y con un sistema de comunicaciones muy primitivo. Francia y Gran Bretaña estaban convencidas de que la guerra se resolvería en el frente occidental. Los fran ceses, apoyados por los británicos, deseaban recuperar cuanto antes su territorio nacional, y para ello estaban dispuestos a acometer ofensivas contra un enemigo que, mientras tanto, había desarrollado un poderoso sistema defensivo.
Después de la batalla del Marne, inicialmente constru yeron zanjas bastante rudimentarias, pero al compren der que la victoria no sería rápida, ambos bandos de sarrollaron sistemas más elaborados de trincheras (con varias líneas), cuya posición sufrió escasas variaciones durante los tres años siguientes.
La vida en las trincheras Los soldados vivían en condiciones precarias en las trincheras, pues habían de enfrentarse a la mala alimentación, el insomnio, las miserias de la climatología y de las pésimas condiciones de vida. Normalmente, salvo los que ocupaban puestos de vigilancia, los soldados se apretu jaban en refugios subterráneos horadados en las paredes de las trincheras, donde comían, dormían, hacían sus necesidades, jugaban y, sobre todo, se abum'an. Periódicamente, eran enviados a la retaguardia para despiojarse, la varse y coger ropa limpia, pero al poco tiempo volvían a estar llenos de piojos. Otra pesadilla eran las ratas, que engordaban alimentándose de los cadáveres. Cuando llovía o nevaba, las trincheras se con vertían en cloacas repugnantes en las que era muy fácil contraer enfermedades. La comida era irregular y monótona, y normalmente llega ba tria. La comunicación con las familias solo se podía establecer por correspondencia, que pasaba antes por la censura. Las cartas las leían censores, quienes eliminaban las frases que podían dar pistas de la localización del soldado o que contenían un mensaje crítico o derrotista. La mayor actividad se desarrolla ba por las noches cuando, amparados por la oscuridad, se construían nuevas trincheras, se reparaban las alambradas y salían patrullas a reconocer las posiciones enemigas o a capturar prisioneros.
Soldados en el interior de una trinchera (1914).
Las batallas decisivas que pretendían llevar a cabo los mandos aliados se convirtieron en operaciones en las que decenas de miles, y a veces centenares de miles de hombres morían para avanzar escasos kilómetros. En 1915, los franco-británicos atacaron repetidas veces las regiones de Champagne y de Artois, sin obtener nin gún resultado apreciable. Una de las razones de que se llegara a un punto muer to en el frente de Francia fue la superioridad de la potencia de fuego de las defensas mediante artillería de largo alcance, rifles y ametralladoras. Además, el ferrocarril permitía que cualquier brecha abierta por el enemigo pudiera ser taponada por refuerzos enviados en tren al sector amenazado más deprisa de lo que era capaz de desplazarse el atacante a pie o a caballo a tra vés del campo de batalla bajo el fuego enemigo. En abril de 1915, los alemanes atacaron a los franceses en la zona de Ypres con la ayuda de una nueva arma: los gases tóxicos.
El prim er ataque con gas venenoso Entre los múltiples horrores que tuvieron que sufrir los soldados durante la Primera Guerra destaca el uso de gas venenoso. Lo usaron por primera vez los alemanes el 22 de abril de 1915 en Ypres, en el frente francés. El primer gas utilizado fue el cloro. De las tro pas enemigas, algunos soldados huyeron des pavoridos, otros sufrieron los efectos del cloro y perdieron el conocimiento. Un oficial médico canadiense reaccionó inmediatamente y tuvo la idea de que los soldados protegiesen las vías respiratorias con pañuelos empapados en orina, lo que resultó efectivo. Realmente, si los pañuelos hubiesen estado empapados de agua los habnan protegido igual. De entre las nubes de gas surgieron los solda dos alemanes cubiertos por máscaras protec toras. Aprovechando la confusión que el gas había causado entre los atacados, hicieron dos mil prisioneros. A los tres días llegaron al
frente aliado compresas de algodón tratadas con bicarbonato sódico, y meses más tarde empezaron a emplearse caretas protectoras cada vez más perfeccionadas. Como el cloro se demostró poco eficaz y de fácil detección, los dos bandos emplearon gases más efecti vos y crueles: el fosgeno y, sobre todo, el gas mostaza, empleado por primera vez por los ale manes en julio de 1917. Este último se lanzaba dentro de proyectiles de artillená, se posaba en el suelo y era muy efectivo. A pesar del horror que causaban los gases ve nenosos, su efectividad fue muy escasa, salvo por el pánico que causaba en los atacados. Todos los bandos lo emplearon en el frente oc cidental durante el resto de la contienda. Uno de los ¡ispéelos más terroríficos de lo Primero Guerra M u n d ia lfite el empleo de gases asfixiantes.
El avance germano iba protegido por una nube de cloro asfixiante, y las fuerzas francesas, desprotegidas contra el gas, se retiraron rápidamente; sin embargo, los alemanes, preocupados por la peligrosa exposición al cloro de su propia infantería, fueron incapaces de aprovechar la oportunidad de romper el frente aliado. El empleo del gas fue un escalón más en el recurso a métodos cada vez más crueles. Aunque su uso es taba prohibido por los acuerdos internacionales, los alemanes no dudaron en utilizarlo y, a partir de ese momento, todos los bandos se sirvieron de esta arma. Los gases causaban una muerte lenta y dolorosa por asfixia. El que provocó el mayor número de bajas fue el gas mostaza, que hacía que el cuerpo se fuera pu driendo por dentro y por fuera en medio de una cruel agonía. Los aliados tuvieron que improvisar medidas de protección, como cubrirse con pañuelos y toallas empapadas de agua o de orina; meses más tarde se em pezaron a utilizar máscaras antigás.
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La alianza francobritánica La alianza franco-británi ca funcionó durante to da la guerra: surgida de la Triple Entente, tenía como principal objetivo frenar la expansión ale mana en el continente y en los mares. El en frentamiento de estos dos países con AustriaHungria provenía de los compromisos adquiri dos con el otro miembro de la Entente, Rusia. Las fuerzas francesas y británicas lucharon co do con codo en el frente occidental durante los más de cuatro años de conflicto, si bien ocupa ron frentes diferencia dos cada una de ellas. De ahí que las ofensivas concretas recayeran so bre uno u otro ejército según el sector del fren te en que se localizaran.
Los aliados llevaron a cabo nuevas ofensivas en el vera no y en el otoño con el resultado de decenas de miles de bajas sin ningún provecho. Los alemanes, inmersos en ese momento en un gran ataque contra Rusia, te nían efectivos muy inferiores a los franco-británicos, pero contaban con defensas muy sólidas. A finales de 1915, el frente occidental seguía prácticamente igual que al empezar el año.
Alemania ataca en el este El frente ruso fue testigo de las grandes batallas de la campaña de 1915. En el frente oriental, la guerra de trincheras no era posible por las grandes dimensiones del mismo, lo que permitía romper las líneas contra rias y penetrar en el interior de territorio enemigo. Falkenhayn, el jefe del Estado Mayor alemán, no era partidario de esta estrategia, ya que estaba convencido de que la guerra se decidiría en Francia y no en Rusia, pero la presión ejercida por los héroes de 1914, Flindenburgy Ludendorff, se impuso. Además, la flaqueza que había mostrado Austria-Hungría en la campaña de 1914, donde había sufrido más de dos millones de bajas, hacía preciso apuntalarla para evitar su de rrumbamiento. Alemania invirtió, para la campaña de 1915, los términos del Plan Schlieffen: derrotar a Rusia y forzarla a firmar una paz por separado, para volcar a continuación toda su máquina de guerra so bre el frente occidental. El grueso del ejército alemán fue trasladado al este y puesto a las órdenes de Hindenburg y Lundendorff. Entre mayo y agosto lanzaron tres grandes ofensivas en puntos diferentes del frente, las cuales Rieron tres grandes éxitos. Los alemanes forzaron el frente con fa cilidad, no tanto por la competencia de sus mandos cuanto por la debilidad del enemigo, que acusaba la escasez del armamento y de la aviación, así como las dificultades de las vías de comunicación; además, co mo ya había ocurrido anteriormente, los alemanes y los austríacos sabían en cada momento las intenciones rusas, ya que estas seguían enviándose sin codificar.
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Los rusos, ampliamente derrotados, se vieron forzados a una retirada general de 150 kilómetros. Hay que señalar la brutalidad con que actuaron am bos bandos en esta campaña, en la que la población civil fue la principal víctima. Los rusos arrasaron el territorio que abandonaban, y millones de personas tuvieron que huir del frente mientras los alemanes en traban maltratando a los civiles rusos que quedaban. En muchos aspectos, la actitud de los alemanes en Ru sia en la Primera Guerra Mundial presagiaba deforma siniestra su comportamiento 25 años después, durante la Segunda Guerra Mundial. Rusia pagó su atraso económico frente al poderío mi litar y logístico de los alemanes. El balance germano era espectacular: Rusia había perdido Polonia y había tenido que retroceder en el sur, pero sus ejércitos se retiraron con cierto orden y las victorias austro-alema nas lo fueron a costa de numerosas bajas. La victoria conseguida por los germanos, al igual que ocurrió en Francia en 1914, no fue decisiva, los ejércitos zaristas fueron derrotados pero no destruidos, pudieron reple garse y formar un nuevo frente con nuevos reclutas.
Los nuevos armamentos La intensidad y duración de la guerra movieron a los combatientes a la utilización de todos los medios materiales y téc nicos disponibles. Las innovaciones militares fueron muy numerosas; entre ellas, el empleo de la aviación y de los carros de combate, la bomba de mano, los ga ses asfixiantes, la artilleña de gran alcance, etc. Se emplearon medios hasta entonces desco nocidos en el mundo militar, aprovechando los inventos civiles de los decenios anteriores: la radio, el teléfono, etc.
Prisioneros rusos en un campo de trabajo en Ldtzen (Prusia). A ño 1915■ 49
En otoño de 1915, los austro-alemanes consiguieron otro éxito: la eliminación de Serbia. Esta había recha zado en 1914 la invasión austríaca, causando más de 200000 bajas. Pero un año más tarde era Alemania la que tomaba la dirección de la ofensiva: el 6 de octu bre invadió Serbia y ocupó Belgrado tres días después. El día 11 Bulgaria se sumó a la guerra, al lado de los imperios centrales, e invadió a su vez Serbia. La re sistencia era ya imposible, y a finales de noviembre los restos del ejército serbio huyeron a Albania. Serbia había dejado de existir.
Nuevos contendientes, nuevos frentes En este período entraron en la guerra países europeos inicialmente neutrales: Turquía, Italia, Bulgaria y, más tarde, Rumania y Grecia. Ya antes de la contienda, Alemania había cortejado a Turquía con grandes inversiones económicas y con la modernización de su ejército. El imperio otomano aspiraba tanto a recuperar los territorios cuyo control había perdido en los últimos años en los Balcanes y en el norte de África, como a mantener su autoridad en los restos de su Imperio — desde Arabia a Mesopotamia— , al tiempo que temía que un triunfo ruso significase el control de los Dardanelos, el paso hacia el mar Negro. Aunque el Gobierno turco estaba dividido en cuanto a la decisión de participar o no en la guerra, finalmente se impuso el partido de los germanófilos y Turquía entró en la contienda del lado de Alemania. Sin em bargo, pronto se demostró que su situación era muy difícil: tuvo que luchar con Rusia en el Cáucaso y en el mar Negro, y con Gran Bretaña en Egipto y en Orien te Medio. Con el fin de forzar la rendición de Turquía y de abrir así el paso al mar Negro — vital para Rusia— , los alia dos occidentales diseñaron un plan para apoderarse del estrecho de los Dardanelos. En abril de 1915, un cuerpo expedicionario franco-británico, con presencia de australianos y neozelandeses, desembarcó en la pe nínsula de Gallípoli, cerca de los Dardanelos. La expe-
Los Anzac El Cuerpo del Ejército de Australia y Nueva Ze landa o ANZAC (Australian and New Zealand Army Corps) se formó en apoyo de la antigua metrópoli, Gran Bretaña, al comienzo de la con tienda. Nueva Zelanda envió 124000 hombres y Australia 320000, cifras importantes, ya que entonces la población de ambos países era de unos seis millones de habitantes. Lucharon jun to a británicos y franceses en todos los frentes, pero sobre todo en Gallípoli. Los voluntarios An zac eran descendientes de antiguos emigrantes británicos a aquel continente, y se sentían vin culados a Gran Bretaña a pesar de la distancia por lazos culturales, emocionales y de defensa de la democracia. Fueron soldados muy va lientes que, en general, actuaron en unidades
ron en apoyo del Reino Unido. Hay que resaltar que 25 años más tarde, estos mismos países volvieron a luchar junto a Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial. El imperio británico encuadró también en sus ejércitos a numerosos soldados procedentes de la India. El ejército indio luchó en el frente occidental, en Oriente Medio y en África orien tal. Al final de la guerra, más de 500000 indios estaban enrolados en el ejército. Los franceses también emplearon numerosos soldados pro venientes de sus colonias. Más de 2 00000 soldados naturales del norte de África y nu merosos senegaleses de África occidental se enfrentaron con Alemania.
propias y dirigidos por sus mandos nacionales. Canadienses y sudafricanos también participa
Soldado australiano trasladando a un camarada herido. G allípoli (T urquía), 1915.
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dición fue un desastre, ante la firme resistencia turca y la mala planificación del ataque; y en diciembre, el Gobierno británico ordenó evacuar a los expediciona rios sin haber obtenido ningún objetivo. En los demás frentes, las ofensivas turcas se saldaron con un fracaso: en el Cáucaso frente a Rusia, en Egipto y en Mesopotamia frente a Gran Bretaña.
Soldados aliados en el desierto. M esopotam ia , 1917.
Italia, a pesar de ser teóricamente aliada de Alemania y Austria-Hungría, se declaró neutral al inicio de la guerra. Inmediatamente entabló negociaciones con los dos bandos, para obtener beneficios territoriales a cambio de su neutralidad; en especial, con AustriaHungría, a fin de conseguir la cesión de la zona de habla italiana del Imperio. A pesar de la presión ale mana, Austria-Hungría se mostró reacia a hacer con cesiones, ante el temor de que reivindicaciones pareci das se generalizaran entre las múltiples nacionalidades que formaban la monarquía danubiana. Entonces, Italia entabló negociaciones con la Entente, que pro metió ampliar su territorio a costa de Austria. El 26 de abril de 1915 se firmó el Tratado de Londres entre Italia, Gran Bretaña, Francia y Rusia, por el que la primera se comprometía a entrar en guerra en el plazo de un mes. El 23 de mayo, Italia declaró la guerra a Austria-Hungría, en medio de las reticencias de parte de la población.
A lem ania y A ustria-H ungría tom aron la iniciativa de un cotijlicto a l que cada vez se sum aron más combatientes. A lo largo de la guerra, los frentes más activos se localizaron en las fronteras francesa y rusa, donde lucharon millones de soldados en interm inables y crueles batallas. 53
Los Alpes, frontera natural entre Italia y Austria, faci litó la defensa austríaca, y las numerosas ofensivas ita lianas se estrellaron inútilmente contra el enemigo. A la postre, la participación italiana no resultó de tanta utilidad como esperaban las potencias de la Entente. Grecia optó por la neutralidad, a causa de la división interna entre el rey, progermano, y el primer ministro Venizelos, favorable a entrar en la guerra junto a la Entente. En 1917, el rey fue derrocado, y Venizelos declaró la guerra a los imperios centrales.
En la batallii de Verdún (1916) cayeron centenares de miles de combatientes.
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El balance de la campaña de 1915 volvió a ser favora ble a Alemania y sus aliados. Habían obtenido grandes victorias en Rusia, se habían apoderado de Serbia y habían aguantado las embestidas de franceses y britá nicos. Pero estos éxitos, como los de 1914, no habían sido decisivos, y los aliados de la Entente se mantenían firmemente unidos, con la esperanza puesta en sus im perios y en el dominio de los mares.
2. 1916. Las grandes batallas El año 1916 fue testigo de encarnizados intentos por conseguir una victoria definitiva. En el frente occiden tal se produjeron dos de las mayores batallas de toda la guerra: la de Verdún y la del Somme. En el este, los rusos lanzaron una gran ofensiva contra los austrohúngaros, quienes sufrieron una derrota estrepitosa. Al final del año, la mayor parte de los contendientes daban claras muestras de agotamiento.
Los contendientes se desangran en Francia: la batalla de Verdún En diciembre de 1915, en la Conferencia de Chantilly, los cuatro aliados de la Entente (Francia, Gran Bretaña, Rusia e Italia) decidieron coordinar sus es fuerzos por medio de tres ofensivas simultáneas en Francia, Rusia e Italia, en el año siguiente. De acuerdo con este plan, los imperios centrales se verían imposi bilitados para utilizar el grueso de sus ejércitos en un mismo frente. Francia y Gran Bretaña planearon un ataque en el Somme para el verano de 1916, pero antes, en febrero, los alemanes lanzaron la mayor de sus ofensivas en la ciudad francesa de Verdún. Ambas batallas de desgaste costaron la vida a centenares de miles de soldados a cambio de casi nada. El alemán Falkenhayn sabía que franceses y británi cos intentarían renovar sus ofensivas, por lo que pensó que era el momento de anticiparse y de sorprender al enemigo. La nueva estrategia que emplearon ambos bandos en el frente occidental durante la campaña de 1916 fue la del desgaste: conseguir el agotamiento to tal del enemigo, para obligarle a pedir la paz. La primera de las tres grandes batallas en el oeste fue una de las más famosas de toda la guerra: la de Ver dún. Los alemanes, ante la imposibilidad de romper el frente francés, decidieron atacar esta ciudad, de gran valor estratégico, para enfrentarse a un ejército francés en posición de desventaja. 55
La táctica que se planteó Falkenhayn fue la de alcan zar sus objetivos con relativamente pocas bajas, para después esperar los contraataques galos hasta que estos agotaran sus reservas. Teniendo en cuenta que la po blación de Francia en edad militar era bastante menor que la alemana, creía que, aunque la batalla no fuera decisiva militarmente, Francia no tendría ya capacidad para continuar la guerra y se vería obligada a solicitar la paz. Verdón era una ciudad fortificada, rodeada de fuer tes con una guarnición mínima y sin apenas artillería pesada, ya que los franceses pensaban que no iba a ser atacada. Esto hizo que, al comenzar la batalla, la supe rioridad alemana fuera considerable; además, mientras los alemanes contaban con numerosas líneas de ferro carril en la zona, los franceses solo disponían de una línea de vía estrecha y una carretera para abastecer este frente. El 21 de febrero de 1916, la ofensiva alemana comenzó con el disparo de un cañón de grueso calibre, que impactó en la catedral de Verdón, a 32 kilómetros de distancia. A continuación, la artillería germana ma chacó durante nueve horas las trincheras francesas y, finalmente, a las cuatro de la tarde, 140000 hombres comenzaron a avanzar.
H enri P hilippe Pétain fiue probablem ente el m ejor m ilita r francés de la guerra. Su actuación a p a rtir de la batalbt de Verdón levantó la m oral de su ejército.
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Los alemanes alcanzaron los objetivos iniciales: con quistaron una serie de aldeas, controlaron las líneas de suministro, causaron numerosas bajas... Por ello, los franceses se plantearon retirarse de Verdón, pero el general Pétain, al que se le encargó la defensa de la ciudad, decidió resistir. El ejército francés mandó una gran cantidad de hombres, artillería y aviones. La lucha en los meses siguientes fue encarnizada, y la estrategia alemana fracasó cuando sus ejércitos se vieron enzarzados en constantes ataques, defensas y contraataques. Reflejo de esta situación es el caso de la ciudad de Vaux, que cambió de bando trece veces en un mes. Al llegar el verano, los alemanes detuvieron el ataque y, acosados por la ofensiva rusa en junio y por la britá nica en el Somme en julio, tuvieron que enviar fuerzas de Verdón a los otros frentes.
Hasta el final del año fueron perdiendo el terreno que habían ganado desde el inicio de la batalla, y la sen sación de derrota entre los alemanes se confirmó con la destitución de Falkenhayn el 28 de agosto. Este no había previsto la capacidad de recuperación del ejérci to francés. La batalla de Verdón acabó sin el triunfo de ninguno de los contendientes, pero elevó la moral de los france ses, aunque Ies costó 542000 bajas; de ellas, la mitad aproximadamente fueron víctimas mortales. Pero los alemanes tuvieron 434000 bajas por conseguir avan zar poco más de 8 kilómetros.
La Vía Sagrada Durante la batalla de Verdún -sím bolo de la resistencia aliada frente al ejército alemán-, el heroico comportamiento de las tropas france sas fue decisivo. Los franceses solo contaron con dos vías de comunicación para abastecer de suministros y tropas y para evacuar a los heridos del frente. La más importante fue la carretera que unía Verdún con la ciudad de Bar-le-Duc, por la que a diario, día y noche, pasaban unos 3 500 camiones con hombres, suministros y municiones. Un avituallamiento sin el cual habría sido imposible el avance de las tropas hacia la pri mera línea. Para evitar que se obstruyera, 8500
dios de transporte, era difícil mantener la ca rretera en condiciones, de modo que se hizo necesario reforzarla con vías alternativas. Así, junto a la carretera discuma un pequeño tren de vía estrecha que transportaba cada día 1800 toneladas de suministros, sobre todo co mida, y evacuaba heridos. La cindadela de Verdún constituía, a l comienzo de la guerra, una p laza básica del sistema defensivo francés.
hombres y 300 oficiales se encarga ban de reparar los camiones averia dos apartándolos de la carretera y de acondicionar el firme para que el tráfico no se detuviese. Cada 14 segundos pasaba un ca mión, y a lo largo de toda la batalla, la carretera permaneció abierta. Por el papel tan importante que represen tó durante toda la batalla, se la bau tizó como Voie Sacrée o Vía Sagrada. Con ese constante ir y venir de me 57
Los rusos dan la sorpresa: la ofensiva de Brusilov Después de las derrotas de 1915 y del caos reinante en Rusia, casi nadie apostaba por su capacidad ofensiva. Sin embargo, el Gobierno zarista decidió cumplir con los compromisos adquiridos con sus aliados, y con el fin de apoyar a los franceses en Verdón, en marzo de 1916 iniciaron un ataque en la zona del lago Narotch contra el enemigo más fuerte: el ejército alemán. El resultado fue desastroso para el ejército zarista: mal planificado y mal ejecutado, los rusos perdieron más de 100000 hombres sin ningún resultado.
A
La incompetencia general en el mando ruso tenía una excepción: el general Brusilov, comandante del frente del sudoeste contra los austro-húngaros. A finales de mayo, Italia solicitó a los rusos una maniobra para dis traer a los austríacos, que en ese momento los atacaban por el norte del país. Brusilov se ofreció voluntario para la acción. Las ofensivas que se habían llevado a cabo hasta entonces implicaban una gran acumulación de tropas, un bombardeo inicial masivo y un ataque en un frente relativamente estrecho. Con todos estos ingredientes era imposible sorprender al enemigo, que tenía tiempo para concentrar sus reservas y rechazar el ataque.
A lexei Brusilov. el más brillante general ruso, logró derrotar a l ejército austro-húngaro en 1916. 58
Brusilov decidió modificar el esquema y lanzó cua tro ataques simultáneos sobre un frente amplio y con una breve preparación artillera. Los austro-húngaros no esperaban la maniobra, y fueron sorprendidos por completo y arrollados. La existencia de cuatro frentes hizo que el Alto Mando austríaco no supiese nunca dónde enviar las reservas, y a finales de mes los rusos habían avanzado casi cien kilómetros y habían cap turado 350000 prisioneros. Los rusos continuaron la ofensiva durante julio, y obligaron a los alemanes a retirar cuatro divisiones de Verdón en apoyo de los austríacos. A mediados de agosto, el ejército zarista, agotado, se detuvo. La ofensiva Brusilov no fue tam poco decisiva, pero puso de manifiesto la ineficacia del ejército austríaco que, en adelante, quedó supeditado al mando alemán.
El éxito inicial ruso propició que Rumania, después de largas dudas, y gracias a las promesas que se le hicieron de ampliar su territorio a costa de Hungría, decidiera entrar en la guerra en el bando de la Emente. Sin em bargo, la paralización del ataque ruso permitió a los alemanes, con apoyo de sus aliados turcos y búlgaros, derrotar y ocupar Rumania. El ataque ruso del verano fue una victoria pírrica; su ejército sufrió casi un millón de bajas, y nunca se re cuperó. La catastrófica situación de su economía, la incapacidad de la clase dirigente y el deterioro de las vías de comunicación hacían presagiar la dificultad de mantener un ejército eficaz.
Un nuevo intento en el oeste: la batalla del Soinme En la Conferencia de Chantilly de diciembre de 1915, los aliados decidieron organizar una gran ofensiva en el Somme en agosto de 1916, con 39 divisiones francesas y entre 25 y 30 divisiones británicas. Pero a medida que la batalla de Verdún reclamaba la presencia de un mayor número de tropas francesas, se hizo evidente que el peso de la ofensiva de verano recaería sobre el ejército británico. Además, la situación en Verdún hi zo que el mando francés pidiera a los británicos que adelantaran la fecha de ataque. Los mandos británicos diseñaron una nueva estrate gia: una barrera masiva de artillería disparada durante varios días destruiría las defensas enemigas y echaría a tierra las alambradas, lo que permitiría el avance pos terior de la infantería. La batalla estaría ganada desde el principio por la actuación de la artillería. El bombardeo masivo sobre un frente de 24 km co menzó el 24 de junio y duró más de una semana. Lle garon a disparar más de millón y medio de proyectiles. El 1 de julio, a las 6.25 horas, comenzó el bombardeo final; duró más de una hora y su intensidad fue tal que pudo oírse desde Inglaterra. A este alarde destructivo hay que añadir el de las minas, que los británicos ha bían colocado bajo las defensas enemigas. 59
Soldados británicos en un refugio durante la batalla del Somtne. Septiem bre
[ a infantería británica salió de sus trincheras y avanzó un terreno de aspecto lunar, pero descubrieron e ja m ay 0 r p artc las alambradas alemanas seguían en pie, por lo que tuvieron que colarse por los escasos huecos que los artilleros habían logrado abrir. Mien tras, los alemanes comenzaron a salir a la superficie de sus refugios, situados a 9 metros de profundidad. Antes de que los británicos efectuasen un solo disparo, vieron ya diezmadas sus tropas por el fuego de las ame tralladoras y de la artillería germana; en pocos casos los británicos conquistaron alguna trinchera enemiga.
p Qr
En este ataque participaron 13 divisiones británicas, que sufrieron en este primer día 57 000 bajas, un tercio de las cuales eran muertos. Los hospitales de campaña estaban abarrotados, y al llegar la noche los heridos que podían se arrastraban hacia sus líneas en busca de ayuda. 60
Fracasado el ataque inicial, la batalla del Somme se convirtió, como la de Verdón, en un combate de des gaste con ataques y contraataques que causaron en ambos bandos un gran número de bajas sin que nadie obtuviese un éxito importante. Tras diez días de lu cha, los alemanes solo habían retrocedido uno o dos kilómetros. En esta situación de estancamiento, y con el Gobierno y la opinión pública preocupados por el gran número de bajas y el escaso resultado de la ofensiva, los británi cos emplearon el 15 de septiembre una nueva arma: el tanque, que se reveló como el arma más eficaz contra la ametralladora y contra las trincheras. En 1916 solo había 50 tanques, y se usaron de manera incorrecta, pues actuaban de forma individual para apoyar a la infantería, pero su presencia provocó un efecto demo ledor entre los alemanes, que se sentían impotentes ante estos monstruos que llegaban hasta sus trincheras para acribillarlos. Aunque un tercio de los tanques se averiaron y otros fueron destruidos por la artillería ale mana, consiguieron hacer retroceder algo al enemigo y facilitar así el avance de los británicos. Con todo, un nuevo enemigo surgió en el frente: el maJ tiempo. Las lluvias intensas del otoño y la nieve del invierno pusieron fin a la batalla del Somme, a mediados de noviembre de 1916. Los últimos avances aliados antes de la detención del ataque demostraron el agotamiento de los alemanes, igual que Verdún había mostrado el agotamiento francés. Las bajas de ambos bandos en el Somme fue ron superiores a las de Verdún: 660.000 alemanes y 630.000 aliados. Una vez más, en el Somme se demos tró que la superioridad en hombres y en armamento en un frente limitado no garantizaba su ruptura, dada la facilidad para aportar rápidamente los refuerzos ne cesarios por parte de los defensores. No obstante, esta batalla mostró la mejor dotación en material de los franco-británicos, al tiempo que las elevadas bajas de los alemanes fueron el inicio del declive de su poten cialidad militar.
Aparece el tanque
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Los primeros coches con blindaje se usaron en Bélgica en la campaña de 1914, pero la protección servía básicamente para evitar el fuego enemigo. Con la guerra de trincheras, se comenzó a estudiar un vehículo blindado a prueba de ametralladoras, que además pu diese atravesar las alambradas y las trincheras enemigas. Fueron los británicos quienes lleva ron adelante el proyecto, gracias al trabajo de dos ingenieros: William Tritton y Walter Wilson. En principio, dudaban entre dotar al vehículo blindado de enormes ruedas o de orugas como las empleadas en los tractores, y finalmente se decantaron por esta última opción. El primer prototipo, el Gran Willie o Madre, se probó con éxito a comienzos de 1916, y las autoridades quedaron tan impresionadas que encargaron en seguida 100 unidades. El primer tanque, el Marir /, derivado del Gran Willie, entró en acción en la batalla del Somme a finales de 1916 con gran éxito. Para mantener el secreto sobre esta
tenían una tripulación de ocho hombres y mo
nueva arma, se la denominó tanque, ya que, sin cañones, parecía un vehículo para trans portar agua. Estos primeros canos de combate
La aparición del tanque sembró el caos en las fita s enemigas. Fueron los aliados quienes lo emplearon antes y con m ayor pro fis ió n .
tores que procedían de tractores. Sobre la llegada de los primeros tanques al Somme y el impacto que causó se conserva el testimonio de un cabo británico: «Justo antes de la hora cero oímos aquel maldito jaleo, y re cuerdo haber dicho: “¿Qué demonios es eso?”. Entonces aparecieron aquellos tanques, uno ante nosotros y el otro un poco más apartado. Estábamos totalmente atónitos. No sabíamos qué pensar. No sabíamos qué eran porque na die nos había contado nada sobre ellos. Era una visión increíble (...). Se colocaron justo delante de nosotros, dieron un viraje y fueron directos a por la línea alemana. Las alambra das ya habían sido echadas abajo por nuestra artillería, pero los tanques pasaron por encima de lo que quedaba de ellas y las hicieron añi cos. Los alemanes estaban muertos de miedo. Salieron corriendo como conejos».
El combate en la guerra de trincheras El ataque a las trincheras enemigas iba precedido por la marcha de aproximación hacia la primera línea des de los puntos de concentración. Para engañar al ene migo, la aproximación se debía hacer de noche a través de las trincheras perpendiculares al frente, que podían tener una longitud de 8 a 10 kilómetros. Cargados con las mochilas, el fusil, la bayoneta, el cuchillo y la máscara de gas, los soldados vagaban por la intrincada red; se extraviaban con frecuencia en aquel laberinto de innumerables bifurcaciones, y tenían que volver so bre sus pasos o esperar a que los guías descubriesen la ruta que debían seguir. Al llegar a la primera línea, aspiraban un aire invadido por una mezcla de olor corporal y el que desprendían las deyecciones, los alimentos fermentados o los restos de comida agriados. Un aire pútrido procedente de los refugios excavados en la trinchera donde se hacinaban los que les habían precedido. El estallido de imprecisos obuses enemigos y los disparos aislados los recibían; los cohetes iluminaban la tierra de nadie destrozada por innumerables proyectiles que los dos bandos ha bían lanzado sobre ella. Cuando finalmente habían llegado al punto de ataque, estaban agotados y tenían que cobijarse en los refugios abiertos en los flancos de la trinchera, construidos con materiales de desecho. En ellos podían permanecer varios días antes de que el ataque se iniciase o se aplazase. En los refugios, los hombres se amontonaban y solo salían para hacer sus necesidades. Cualquier obús caí do sobre un refugio significaba la muerte de todos. La fina capa de tierra que los protegía se reforzaba con las mochilas que apilaban para incrementar la protección. El avituallamiento llegaba de forma irregular, por lo que tenían que comerse los víveres de reserva, y algu nos aprovechaban la noche para rebuscar comida en las mochilas de los compañeros fallecidos. Por la noche los despertaban frecuentemente, cogían sus armas y equipos y subían al exterior, donde rei naba el ruido de las detonaciones, mientras millares
de balas impactaban contra los paredones y los obuses estallaban en las inmediaciones, envolviéndolos de restos de metal y de piedras que herían a algunos. Los aullidos de los heridos hacían flaquear las piernas; solo podían entenderse gritando, distinguirse por la luz de los estallidos, avanzar por los ramales atropellándose unos a otros con la angustia de tener que lanzarse a aquella tierra de nadie sembrada de cadáveres de ata ques anteriores. Pronto llegaría su turno de ofrecerse a las ametralladoras. En ese momento, los soldados se encontraban fatiga dos, sucios y silenciosos. En cuanto el batallón que les precedía quedara fuera de combate, se les haría avan zar sobre el mismo terreno cubierto de muertos y heri dos. Estos ponían de manifiesto la inutilidad de su sa crificio. Era absurdo y criminal lanzar a unos hombres contra unas alambradas intactas cubiertas por el tiro de las ametralladoras enemigas. La orden de asalto era la sentencia de muerte para miles de combatientes. Un pesado silencio se apoderaba de la trinchera, un nudo de angustia atenazaba las gargantas. Cada soldado se aislaba en negros pensamientos, en la desesperanza y en el presagio de muerte. El coste económico de la Primera Guerra Mundial Aliados
Imperios centrales
La guerra arruinó las economías de las potencias contendientes. Los gastos supusieron para los aliados una cifra de 5 8 billones de dólares del año 1913, fren te a los 2 4 ,7 billones de los imperios centrales.
Billones de dólares (precios de 1913)
3.3. El frente interno AI comienzo de la guerra se hablaba de semanas o de meses de combate, por lo que ninguno de los conten dientes estaba preparado para una guerra que se pro longaba sin que su fin se vislumbrara. Los Gobiernos y la sociedad en su conjunto tuvieron que asumir nue vos papeles que transformaron radicalmente la estruc tura social y el papel del Estado.
El Estado interviene en la economía A medida que se hizo evidente que la guerra iba a durar mucho más de lo que se pensó en un principio, los Go biernos de los países beligerantes fueron aumentando el control sobre la sociedad. Inicialmente tuvieron que intervenir para asegurar algo tan esencial para la guerra como es el suministro de municiones; de ahí pasaron a controlar las industrias clave para el esfuerzo bélico y, finalmente, tomaron medidas en pro del bienestar de la población civil. Todas estas actividades se plasmaron en nuevas legislaciones que daban al Estado una capa cidad de intervención desconocida hasta entonces. El intervencionismo se dejó notar igualmente en la restricción de las libertades públicas, en especial la li bertad de prensa, sometida a una rígida censura. La urgencia por atender las necesidades militares, hizo que los Gobiernos actuasen al margen de ios Parla mentos. En casi todos los países se implantaron, en la práctica, auténticas dictaduras de guerra. Los enormes gastos generados por una confrontación de tal magnitud obligaron a los Gobiernos a tomar medidas desconocidas hasta ese momento en el terre no económico. La dirección de la economía nacional quedó en sus manos, y los empresarios se vieron some tidos a su autoridad, sobre todo en los sectores básicos para el esfuerzo militar y para la alimentación de la po blación civil. Como se había previsto una guerra corta, la escasez de armamento y municiones se generalizó desde el principio. Para salvar estas dificultades se im pulsó la industria bélica, a la que se dio prioridad. 65
Los organismos responsables tomaron medidas ex traordinarias, como el recurso a la mano de obra fe menina, la utilización de prisioneros de guerra e, in cluso, el retorno del frente de obreros especializados en sectores clave como la minería, la industria pesada, el transporte, etc. De esta forma, el Estado acabó dirigiendo la econo mía, reglamentando la iniciativa privada, fijando pre cios, distribuyendo las materias primas, controlando las importaciones y las exportaciones, regulando el empleo, etc.
Catrtel de propaganda institucional. Traducido del alem án, dice lo siguiente: «La m ejor form a de ahorrar: ¡bonos para la guerra!».
El nuevo papel de la mujer La Primera Guerra Mundial supuso que la mujer pa sara a ejercer un papel totalmente nuevo, ya que esta «guerra total» requirió la participación de mucha más población femenina que cualquier otra guerra ante rior y en muchas otras actividades. Los movimientos a favor de los derechos de las mujeres proporcionaron su acceso a nuevas tareas, en especial a la industria armamentística, cuyo ingente crecimiento requirió una enorme cantidad de mano de obra. Muchas mujeres se incorporaron en todos los países a nuevos traba jos o a aquellos que los soldados movilizados habían abandonado, de manera que al final de la contienda el número de mujeres en la industria era enorme. Así, por ejemplo, en 1915 el Gobierno británico hizo un llamamiento a las mujeres para trabajar en las fábricas, donde realizaban jornadas de 12 horas. En las peque ñas granjas familiares, también las mujeres, junto con los ancianos y los niños, se hicieron cargo del trabajo. El papel social de la mujer traspasó los límites tradi cionales de «la casa, los niños y la iglesia» y entró de lleno en todos los ámbitos laborales. Es evidente que la contienda significó la adquisición de una posición diferente de la mujer en adelante.
Enfermeras sirviendo a soldados franceses t*> una cantina.
Escasez y racionamiento Tradicionalmente se consideraba que el triunfo militar iba unido a una buena alimentación de los ejércitos, pero en la Primera Guerra Mundial se vivió una situa ción nueva: la población civil, alejada del campo de batalla, se vio seriamente afectada por el desabasteci miento y por la incidencia de enfermedades. A medida que la guerra se prolongaba, hubo que in troducir el racionamiento para dotar a la población civil de unos alimentos básicos. Lógicamente, los más afectados por el desabastecimiento y por la subalimen tación Rieron las clases humildes de las ciudades, con escasa capacidad económica y sometidos al raciona miento oficial. Los campesinos, que se autoabastecían, y las clases adineradas, que podían comprar en el mercado negro, afrontaban la precaria situación en mejores condicio nes que el resto de la población. En los últimos años de la guerra, en la mayor parte de las ciudades de uno y otro bando se formaban colas interminables para recibir suministros de productos de primera necesidad (tales como pan, carbón, acei te, carne, azúcar, etc.). Estas colas podían durar largas horas, y durante el invierno ponían a prueba la resis tencia de mujeres, niños o ancianos. En Alemania, el invierno de 1915-1916 se denominó el «invierno del nabo» porque, a causa de una mala cosecha de patatas, el nabo y la remolacha se convirtieron en los alimentos básicos. Las carencias en el abastecimiento fueron en aumento en todos los países, pero sobre todo en aquellos que padecían los efectos del bloqueo naval, como Alema nia, o en los que la guerra deterioró el sistema de co municaciones, como fue el caso de Rusia o de AustriaHungría. El padecimiento de la población civil por el desabastecimiento fue una de las causas del estallido de la Revolución Rusa, y en las grandes ciudades ale manas y austríacas, al final de la contienda, se pasaba auténtica hambre.
En Francia y Gran Bretaña, países con una buena or ganización y con acceso al mercado mundial a través de su control de los mares, la escasez no fue tan acu sada, si bien hubo que establecer también el raciona miento de los productos básicos. La escasez obligó al cambio de costumbres ancestrales; así, en la mayoría de los países se restringió el horario de apertura de los bares para reducir el consumo de al cohol, se limitó el acceso a museos o teatros, se recortó el gasto en transporte público o en la iluminación de las calles. Se priorizó el uso del ferrocarril para usos militares, lo que suponía retrasar el transporte de ali mentos o de combustibles con destino civil. La masiva adhesión inicial a la guerra fue enfriándose a medida que esta se alargaba. Los más de dos años transcurridos, las penalidades de los combatientes, la angustia de las familias y la penuria generaron cambios en la mentalidad. La mayoría de la población exigía acciones más vigorosas para obtener la victoria, y un sector minoritario ponía en duda la justificación de tantos sacrificios humanos y materiales.
Los niños, hambrientos, se agolpan alrededor de un soldado para obtener un poco de sopa caliente. Alem ania, 1918.
4 1917. GRANDES NOVEDADES El estancamiento en que se encontraban los contendientes después de dos años y medio
Subm arino de la Royal N avy (1914).
de guerra se rompió en 1 9 1 7 mediante dos hechos acaecidos entre el 17 de marzo y el 2 de abril: el fin del zarism o en Rusia, con la consiguiente repercusión en el bando de la Entente, y la intervención de Estados Unidos en la guerra. El primero iba a beneficiar a la alianza austro-alemana, el segundo podía hacer g ira r la balanza de forma definitiva a favor de la Entente y en contra de los imperios centrales.
1. Planteamientos de los contendientes A comienzos de 1917, los contendientes se replantea ron la actitud que debían adoptar en el futuro inme diato. Lo cierto es que los únicos planteamientos se rios iban encaminados a obtener la victoria definitiva, lo que suponía la búsqueda de nuevas formas de lucha para conseguirla.
Tensiones internas a comienzos de 1917 La situación en el interior de los países contendientes era muy distinta, si bien en todas partes las condicio nes de la retaguardia eran penosas: había escasez de alimentos, de combustible y de materias primas para la industria, debido tanto a las dificultades derivadas de la guerra como a la prioridad dada al sector militar. Las huelgas y los motines causados por el desabasteci miento Rieron frecuentes en todos los países de Euro pa central y oriental. 71
Rusia y Austria-Hungría estaban ahora más dispues tas a firmar la paz, ya que las penurias y las pérdidas sufridas por sus ejércitos enfriaron los sentimientos patrióticos y las lealtades dinásticas que habían sos tenido los imperios ruso y austro-húngaro durante los dos primeros años de la guerra. Era evidente que ambos imperios se encaminaban a la desintegración. Austria-Hungría tanteó con Francia a finales de 1916 la posibilidad de llegar a un acuerdo de paz, pero la presión alemana cortó estos intentos.
Destrozas en una casa causados p o r un bombardeo. Londres. 1915.
Los aliados occidentales tampoco estaban dispuestos a firmar la paz, ya que su mejor organización social y gubernamental evitaba graves desabastecimientos entre la población civil. Por otra parte, su dominio de los mares les daba acceso a los alimentos y las ma terias primas procedentes de las colonias y de países neutrales, de manera que el descontento se dirigía más bien hacia los resultados de la guerra que hacia su continuación. La sociedad criticaba duramente a los mandos militares, que se habían demostrado incapaces de alcanzar la victoria a pesar de las enormes pérdidas humanas y materiales.
En Alemania, los éxitos militares, sobre todo en el frente oriental, habían reforzado el papel de los mi litares, que se convirtieron en los dirigentes del país. Hindenburg y Ludendorff, que ocuparon el man do de los ejércitos a partir de agosto de 1916, com prendieron que la guerra no se podía ganar solo en el campo de batalla, sino mediante el control sobre la economía. Esta se debía poner a las órdenes de los intereses militares, de forma que los civiles quedasen bajo supervisión del ejército y las decisiones de todo tipo las tomasen los generales. El «programa Von Hin denburg» estipulaba que todos los hombres entre 16 y 60 años podían ser convocados para trabajar para la guerra, una medida con la que esperaba duplicar la producción. Pero entre las clases obreras de las ciu dades comenzó a surgir un malestar que se plasmó en peticiones de paz sin anexiones y en graves disturbios por el desabastecimiento. Además, las terribles pérdi das en las batallas de Verdón y del Somme (1 500 000 entre muertos y heridos) habían acabado minando la moral, tanto de los civiles como de los militares; cada vez resultaba más improbable que el pueblo alemán respaldase la guerra durante otro año más.
Actuaciones diplomáticas El cansancio general hizo que a finales de 1916 se rea lizaran algunas acciones diplomáticas encaminadas a explorar las posibilidades de alcanzar la paz. AustriaHungría urgía a su aliado alemán para que se viese la posibilidad de acabar con una guerra que amenazaba con terminar con el imperio danubiano. A finales de 1916, el presidente norteamericano Wilson invitó a los beligerantes a que expusiesen sus condiciones de paz. Los aliados manifestaron que por encima de todo había que restablecer la independencia de Bélgica y de Serbia con las indemnizaciones correspondientes, devolver Alsacia-Lorena a Francia, desmembrar el imperio austro-húngaro mediante el acceso a la inde pendencia de sus nacionalidades, hacer desaparecer el imperio turco y asegurar la independencia de Polonia, que Rusia ya había aceptado.
Thomas W oodrow Wilson fiie el presidente de Estados Unidos durante la guerra. Opuesto inicialm ente a la intervención, acabó entrando en ella a causa de los ataques de los subm arinos alemanes.
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En cuanto a Alemania, las exigencias de los militares y de la clase industrial eran excesivas. Comunicó a Wilson una versión suavizada, que convertía a Bélgica en un protectorado alemán, exigía cesiones de territorio francés con recursos minerales, Polonia y los países bálticos se convertían en protectorados germanos, y en los Balcanes se había de restaurar el dominio austríaco. Ninguna de las partes se mostró dispuesta a ceder, por lo que la guerra continuó.
La guerra submarina Los mandatarios alemanes, en especial Hindenburg y Lundendorff, habían llegado a la conclusión de que la situación en el frente occidental se había estanca do. Alemania estaba dispuesta a una guerra submarina total para acabar con la resistencia británica, aunque esto significase la entrada en la guerra de Estados Uni dos del lado de los aliados. El comercio entre Estados Unidos y Gran Bretaña había crecido espectacular mente durante la guerra, y era uno de los pilares de la economía norteamericana. Si Alemania atacaba barcos estadounidenses, la respuesta de Estados Unidos no tardaría en producirse.
La Marina alemana, cuyos barcos no podían competir con los británicos, descubrió pronto la efectividad de los submarinos; al principio de la contienda, uno de estos hundió tres acorazados británicos. Si hundían los barcos mercantes que abastecían a Gran Bretaña de alimentos, materias primas y armas, cortarían su línea de suministro y su población se vería sumida en la es casez. Pero esta actuación planteaba dos problemas. El primero era que el Derecho Internacional prohibía el hundimiento sin previo aviso de barcos civiles y que había que permitir que los tripulantes subiesen a los botes salvavidas. Probablemente Estados Unidos de clararía la guerra a Alemania si alguno de sus barcos era hundido. Estos argumentos fueron desechados por los alemanes, por considerarlos «palabrería humanita ria»; además, los germanos pensaban, y no les faltaba razón, que Estados Unidos estaba ayudando claramen te a las economías de los aliados. El segundo problema era que hundir un barco nada más divisarlo se tenía por un acto bárbaro e inhumano. A principios de 1915 los alemanes ya habían aplicado la guerra submarina total alrededor de Gran Bretaña. Uno de los barcos hundidos fue el Lusitania , en el que mu rieron 1 200 pasajeros (de ellos, 128 norteamericanos).
H undim iento del Lusitania por un subm arino alem án. M ayo de ¡915. 75
Estados Unidos protestó airadamente, y Alemania pa ralizó su guerra submarina total. No obstante, durante 1916 construyó 108 submarinos, y a finales de año la Marina estaba preparada para una nueva campaña que terminase con su bloqueo naval y, asimismo, con la economía británica.
E l presidente W ilson en el Congreso, solicitando la intervención de EE. UU. en la guerra.
El 1 de febrero de 1917, Alemania declaró una zona al oeste de Francia y alrededor de Gran Bretaña en la que cualquier barco podía ser hundido. La Marina alemana disponía de más de 100 submarinos, y el tonelaje hun dido creció rápidamente: de 368 000 toneladas en enero, a 881 000 en abril. Los británicos no sabían cómo re accionar, pero con el tiempo aprendieron a defenderse: se inventó el hidrófobo, que permitía detectar cualquier sonido bajo el mar; a continuación, llegaron las cargas de profundidad, y finalmente, la formación de convoyes. A partir de entonces, el número de hundimientos dis minuyó. Alemania se había equivocado con los ataques submarinos indiscriminados, los británicos sobrevivie ron y los norteamericanos les declararon la guerra.
2. Nuevas situaciones, viejas estrategias Dos hechos de gran significado se produjeron al ini cio de 1917. Por un lado, Estados Unidos entró en la guerra de parte de los aliados, a causa de los errores de planteamiento cometidos por Alemania. Por otro, la precaria situación en Rusia cristalizó en un movimien to revolucionario que acabó con el zarismo y puso en duda la capacidad rusa para continuar en la contienda.
Estados Unidos entra en la guerra Al comenzar la Primera Guerra Mundial, la reacción en Estados Unidos fue permanecer al margen. Pero, paulatinamente, la neutralidad fue decantándose en la práctica por los aliados. El interés en fomentar las exportaciones hizo que Estados Unidos concediera enormes créditos a Gran Bretaña y Francia, mientras que Alemania no podía acceder a los productos esta dounidenses a causa del bloqueo naval al que estaba sometida por la Marina británica. La acción de los submarinos alemanes contra cual quier barco en las proximidades de Gran Bretaña des de comienzos de 1915 planteó una situación nueva. En mayo, el hundimiento del transatlántico Lusitania provocó reacciones airadas en Estados Unidos y que su opinión pública se inclinara más aún en contra de Alemania. En 1916, el debate entre intervencionistas y aislacionistas se intensificó, si bien la mayoría de los norteamericanos seguía oponiéndose a la guerra. También el presidente Wilson era contrario a la inter vención, pero al mismo tiempo creía firmemente que la razón estaba de parte de los aliados. Además, los intereses económicos norteamericanos estaban con estos últimos. Wilson volvió a ganar las elecciones presidenciales de 1916 con el eslogan «Nos ha man tenido al margen de la guerra»; sin embargo, cuatro meses después, el 2 de abril de 1917, compareció ante el Congreso para pedir que se declarase la guerra a Alemania.
Los alemanes sabían que la reanudación de la guerra submarina sin restricciones arrastraría a Estados Uni dos a la contienda. En efecto, así fue: el 3 de febrero, el Gobierno norteamericano rompió las relaciones diplomáticas con Alemania, y la opinión pública fue cambiando en las semanas siguientes desde el neutra lismo al intervencionismo. Mientras, el Gobierno ale mán tramaba un plan con el Gobierno de México, al que le proponía una alianza contra Estados Unidos a cambio de los territorios que a México le habían arre batado sus vecinos del norte en 1845. El telegrama alemán al Gobierno mexicano fue interceptado por los aliados, y el 6 de abril Estados Unidos declaró la guerra a Alemania. La principal aportación norteamericana a la causa alia da era su potencial industrial, pues Estados Unidos no estaba, en abril de 1917, preparado militarmente para afrontar una contienda de las dimensiones de la Gran Guerra. Pero la necesidad más urgente de los aliados era de soldados, por lo que inmediatamente, Estados Unidos introdujo el servicio militar obligatorio y pro cedió a realizar un amplio programa de instrucción. En cualquier caso, no estaría preparado hasta 1918.
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PRESIDENT CALES FOR WAR DECLARATION, STRONGER NAVY, NEW ARMY OF 500,000 MEN, FULE CO-OPERATION WITH GERMANTS FOES Tcxt oí thc Prcsident’s Addrcss
Grandes titulares para el discurso de W ilson ante el Congreso, que ocupó la prim era página del periódico The New York
Times.
Revolución en Rusia A finales de 1916, el régimen autocrítico del zar esta ba sumido en plena crisis. Nicolás II había demostra do ser un dirigente incapaz que se negaba a oír a los representantes de la Duma (Parlamento), al tiempo que las masas populares sufrían las consecuencias de la mala gestión del régimen: grandes derrotas que habían causado cuatro millones de bajas, cansancio por la continuidad de la contienda, mala gestión económica que se manifestaba en escasez y mantenimiento de un régimen político autoritario cada vez más impopular. La prioridad dada al avituallamiento del ejército jun to a las deficiencias y limitaciones de los ferrocarriles hacía que el abastecimiento en general, y en especial el de las ciudades, fuese cada vez más deficiente. En medio del gélido invierno ruso, las mujeres tenían que hacer largas e interminables colas para conseguir esca sas cantidades de alimentos y de combustible. Fue en estas colas donde se incubó un ambiente creciente de sedición y de crítica contra el zar.
Nicolás II fu e el últim o za r de Rusia. En 1917 abdicó a la corona y m urió fiisilado con toda su fa m ilia en 1918.
Durante las primeras semanas de 1917, la capital, Petrogrado (antes, San Petersburgo), fue testigo de huel gas en protesta por la situación de los trabajadores, de cierres patronales por la carencia de materias primas, y de grandes colas debidas a la escasez de harina. El 8 de marzo (23 de febrero en el calendario ruso), una ma nifestación de mujeres en conmemoración del Día In ternacional de la Mujer se convirtió espontáneamente en una protesta masiva contra la continuación de la guerra y contra el Gobierno autocrítico del zarismo. La policía intentó reprimir el motín, y al no conse guirlo, echó mano del ejército, pero los soldados se unieron a los manifestantes. La capital cayó en manos de los revolucionarios antizaristas. El 13 de marzo (28 de febrero), los soldados y obre ros de la ciudad eligieron a sus representantes de los soviets (consejos), que con el tiempo se convertirían en piezas esenciales de la revolución. Por su parte, la Duma eligió un Gobierno provisional que proclamó la República democrática. Nicolás II abdicó; era el fin del zarismo. 79
La continuidad de Rusia en la guerra dependía de la actitud de los nuevos gobernantes. En principio, los aliados confiaban que el Gobierno provisional, que había anunciado cambios democráticos, siguiese uni do a sus aliados en el esfuerzo bélico. Así ocurrió, y el nuevo Gobierno republicano ruso mantuvo la alianza con Francia y Gran Bretaña.
indem nizaciones.
Pero entre las fuerzas revolucionarias había divergen cias sobre la continuidad de Rusia en la contienda: los grupos liberales apoyaban al Gobierno en su actitud de proseguir las hostilidades, pero los socialistas, divi didos en varios partidos, solicitaban la paz sin anexio nes. Entre los partidos socialistas comenzó a destacar el partido bolchevique (futuro partido comunista) y su líder Lenin. Este proclamó que lo que necesitaba Ru sia era pan para el pueblo, tierra para los campesinos y paz para todos los pueblos, y sus postulados fueron adquiriendo adhesiones cada vez más numerosas.
Barricada construida en una calle, en los primeros días de la revolución rusa.
Durante los meses posteriores a la revolución de febre ro, el ejército fue debilitándose a causa de las desercio nes y del desabastecimiento, y dejó de ser una fuerza combatiente. Los aliados comenzaron a temer por la capacidad de Rusia para seguir peleando, al tiempo que los imperios centrales acariciaban la esperanza de que Rusia acabara aceptando una paz por separado.
V ladim ir Ilich l.en in lideró la revolución rusa, rechazó la "guerra im perialista ” y propuso una p a z sin anexiones n i
Nuevos fracasos en el oeste Los alemanes habían aprendido del desastre de Verdún, y en 1917 adoptaron una posición defensiva en Francia, mientras confiaban en que la guerra subma rina doblegase a Gran Bretaña. Para mejorar su de fensa, LudendorfF ordenó una retirada general hacia posiciones mejor fortificadas. Las nuevas defensas se establecieron con nuevos principios; las trincheras fue ron sustituidas por fortines de hormigón con emplaza mientos de ametralladoras, defendidos por alambradas y protegidos por la artillería. El grueso de la infantería se mantenía atrás, fuera del alcance de la artillería ene miga, preparada para el contraataque, y detrás de estas posiciones avanzadas había otras líneas defensivas que hacían prácticamente imposible romper el frente. Pero franceses y británicos volvieron a equivocarse. En sendas y fracasadas ofensivas, el general francés Robcrt Nivelle estuvo apunto de acabar con el ejército galo, y el mariscal Douglas Haig, con el británico. Robert Nivelle fue nombrado comandante en jefe francés en sustitución de Joffre. Su experiencia exitosa en la etapa final de la batalla de Verdón le había con vencido de que un ataque masivo de la artillería rom pería las defensas alemanas y permitiría la irrupción de la infantería. La barrera artillera avanzaría 60 metros por delante de la infantería y anularía la capacidad de reacción del enemigo, aunque el problema era que to do esto exigía una exacta planificación y ejecución.
E l general N ivelle fu e com andante en je fe del ejército francés, pero fu e destituido tras su fracaso en la batalla del Chem in des Dames, en la que perecieron más de cien m il soldados franceses.
Con las nuevas tácticas, el Alto Mando aliado esperaba que las ofensivas de 1917 acabasen con la resistencia alemana y no fueran nuevos desastres como Verdón o el Somme. Nivelle prometió el éxito de la nueva ofen siva en la región del río Aisne y que, en caso de que en dos días no se hubiesen conseguido los objetivos propuestos, la detendría. A pesar de que los alemanes conocían los planes franceses, Nivelle ordenó atacar el 16 de abril contra las cimas boscosas del Chemin de Dammes. El ataque fue un rotundo fracaso, y las bajas francesas llegaron a 130000. Nivelle fue destituido y sustituido por Pétain, el héroe de Verdón. 81
En esc momento se produjeron motines de soldados en numerosas unidades francesas que se negaron a lu char, lo que reflejaba la desesperación de unos hom bres enviados al matadero por generales incompeten tes. Pétain restableció el orden y la disciplina con un mínimo de severidad, hubo menos de 50 ejecuciones por insubordinación, una mejora de las condiciones de los soldados y la paralización de cualquier acción ofensiva. Francia pasó a la defensiva aguardando la lle gada de los norteamericanos. A mediados de 1917, los británicos eran conscientes, a la vista de los acontecimientos de Rusia y de la crisis francesa, de que solo ellos podían mantener el esfuerzo ofensivo, y así lo hicieron ese verano en Flandes. Había que actuar antes de que Rusia se hundiese totalmente y de que los alemanes tuviesen una clara superioridad en el frente occidental con las tropas traídas del este. Sir Douglas Haig planteó un ataque a gran escala en la región belga de Flandes, con la esperanza de alcanzar los puertos belgas utilizados por los submarinos ale manes. Pero el frente germano, que constaba de tres líneas con parapetos, estaba preparado para una sólida defensa. El gran ataque se produjo a finales de julio en las proximidades de la ciudad belga de Ypres, y fue pre cedido por el lanzamiento de más de cuatro millones de proyectiles, lo que alertó a los alemanes. Ese mes de agosto fue extraordinariamente lluvioso, y convirtió el campo de batalla en un lodazal impracticable donde se hundían soldados, carros y vehículos. Durante se manas, los británicos lanzaron continuos ataques, que no permitían más que pequeños avances. La batalla culminó con la toma por los canadienses de la cima de Passchendaele, nombre por el que se conoce también esta batalla. A principios de noviembre, la ofensiva se detuvo. Ha bía causado 240 000 bajas británicas y 200 000 alema nas, el precio había sido insostenible y el crédito de Haig había desaparecido. Sin embargo, poco después los británicos obtuvieron un éxito que presagiaba que la guerra estaba cambiando.
En los primeros días de noviembre se lanzaron de nue vo al ataque en la zona de Cambra!, donde emplearon una táctica innovadora: el uso en masa de los tanques, apoyados por la artillería y la aviación. El éxito fue inmediato: el frente alemán se hundió y los británicos tomaron un gran número de prisioneros y de arma mento. Había sido un anticipo de lo que en 1940 los alemanes emplearían con gran éxito: la «guerra relám pago». La ofensiva en Cambrai se detuvo a los diez días por falta de reservas y por los contraataques ale manes, pero estos se habían mostrado alarmantemente vulnerables. Mientras, en el escenario italiano se produjo una de las pocas batallas que culminaron con un sonado triun fo para el atacante. Desde la entrada en la guerra, el frente se había estabilizado en la frontera, a pesar de los numerosos ataques italianos que se habían salda do con pérdidas enormes. Los alemanes, liberados en gran parte del frente ruso, aportaron tropas numerosas al frente alpino, que se vino abajo en Caporetto. Italia había perdido la mitad de su artillería, 275 000 pri sioneros y medio millón de desertores. Solo la llegada de cinco divisiones británicas y de seis francesas logró estabilizar el frente en el río Piave.
Aeroplano británico despegando desde un portaaviones.
5 1918. EL ANO DECISIVO Entre finales de 1 9 1 7 y finales de 19 18 , los
Titulares de los periódicos
acontecimientos se precipitaron y el equilibrio de
The Cincinnaci Times Star y The Post, en los
fuerzas se rompió definitivamente. Dos hechos de signo contrario hicieron oscilar la victoria de un bando a otro. El primero fue el abandono de la guerra por parte de Rusia, lo que daba a los imperios centrales la posibilidad de derrotar a los aliados occidentales antes de que Estados Unidos estuviese en disposición de intervenir de forma decisiva. El segundo fue esta intervención, que acabó con la última y desesperada ofensiva alemana en Francia y precipitó la derrota austro-alemana.
1. Las últimas grandes batallas Entre la primavera y el verano de 1918 se sucedieron en el norte de Francia las últimas ofensivas alemanas y los definitivos contraataques aliados que pusieron al Alto Mando alemán ante el hecho evidente de que no podían ganar la guerra.
La paz de Brest-Litovsk Desde el derrocamiento del zarismo en marzo de 1917, Rusia había estado dirigida por gobiernos débi les que habían permanecido fieles a los compromisos con sus aliados de la Entente. El creciente deseo de la población de firmar la paz de inmediato fue capitali zado por el partido bolchevique (comunista), y el 7 de noviembre de 1917 (25 de octubre en el calendario ruso) los bolcheviques alcanzaron el poder mediante un golpe de Estado.
que se proclam a la firm a del arm isticio y elfin de ¡a guerra. A vondale, Ohio, 1918.
Una de las primeras decisiones del Gobierno presidi do por Lenin fue una declaración a favor de la paz: el 26 de noviembre ofreció a los imperios centrales un armisticio, mientras se abrían las conversaciones para la firma de la paz. La oferta file aceptada en seguida, y entró en vigor el 15 de diciembre. Todas las alarmas saltaron en Francia y Gran Bretaña. Las conversaciones de paz entre Rusia y los imperios centrales se alargaban sin llegar a un acuerdo, lo que provocó la impaciencia de los negociadores austro-ale manes, que deseaban finalizarlas cuanto antes para po der trasladar sus ejércitos desde Rusia a Francia. Por el contrario, los bolcheviques deseaban retrasarlas, con la esperanza de que la triunfante revolución fuera imi tada por los soldados y los obreros de los otros países.
Firm a del Tratado de Brest-Litovsk. (¡lie significó la rendición de Rusia y su retirada deI conflicto.
Ante la falta de acuerdo, los alemanes decidieron reto mar la ofensiva el 13 de febrero de 1918 sin encontrar resistencia a causa de la desintegración del ejército ru so. El Gobierno soviético decidió capitular, y el 3 de marzo firmó el Tratado de Brest-Litovsk — nombre de la ciudad rusa donde se celebraban las conversa ciones— , por el que aceptaba todas las imposiciones austro-alemanas.
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Esto permitió a los imperios centrales acceder a las grandes producciones agrícolas y ganaderas de Ucra nia, Polonia y los países bálticos, pero al mismo tiem po contribuyó a crear dificultades internas en estos imperios: la infiltración de propaganda comunista en Alemania desde Rusia, y las reivindicaciones naciona listas en Austria-Hungría a favor de la independencia de acuerdo con la posición mostrada por los bolchevi ques para las nacionalidades del antiguo imperio ruso. Las consecuencias militares de este tratado fueron im portantes, pero menores de lo que esperaba Alemania. Esta se vio obligada a mantener en Rusia alrededor de un millón de hombres, cuya misión era asegurar la requisa de alimentos para enviar a Alemania y AustriaHungría, garantizar el control de los nuevos Estados que iban a surgir en Polonia y los países bálticos, y mantener una barrera contra la propaganda comunista procedente de Rusia. No obstante, la rendición rusa permitió a Alemania enviar gran parte de sus ejércitos del frente oriental a Francia con el fin de doblegar fi nalmente a los aliados occidentales.
El último intento alemán A partir de la firma del Tratado de Brest-Litovsk, 40 divisiones alemanas se trasladaron del frente oriental al occidental, lo que dio a los alemanes superioridad en efectivos, al menos hasta la llegada de los norte americanos. Para Alemania, la elección estaba clara: o hacían un último esfuerzo para conseguir la victoria final o apostaban por la paz. Fue entonces cuando se produjo el único intento serio de llegar a un acuerdo con Francia y Gran Bretaña: se insinuó a los británicos que Alemania estaba dispuesta a restaurar la indepen dencia de Bélgica siempre que se le garantizara la liber tad de acción en el este, pero los británicos se negaron, y la posibilidad de llegar a un acuerdo se esfumó. Las dos partes apostaron por la victoria final. La situación parecía favorable a Alemania, pues en el frente francés superaba a los aliados en número de di visiones, soldados y caballos para garantizar el avance.
E l m ariscal británico Douglas H aig dirigió lasfuerzas británicas a p a rtir de 1 9 1 6 y basta el fin a l de la contienda.
El cañón del kaiser Guillermo Durante la ofensiva de la primavera de 1918, los alemanes llegaron a una distancia entre 120 y 90 kilómetros de París. Desde allí, pudieron bombardear la capital francesa gracias a un enorme cañón de 210 mm, que medía 36 metros y pesaba 150 toneladas, fabricado por la empresa Krupp, mon tado sobre vagones de ferrocarril. El primer bombardeo se efectuó el 23 de marzo, y lanzó proyectiles de 120 kilos que se eleva ban a una altura de 28 km. Durante los dos me ses siguientes, lanzaron más de 300 proyectiles con escaso efecto, ya que el cañón era más un arma de propagan da que de precisión. El proyectil más efectivo explotó en una iglesia y mató a 88 personas.
Esta superioridad se podía concentrar en cualquier punto con un efecto devastador. Al atacar a dos enemigos, franceses y británicos, el punto ideal del ataque debía ser aquel en el que ambos ejércitos se unían. Los planes alemanes partían de la idea de que, al retroceder, cada enemigo se preocu paría de sí mismo, y emprenderían la retirada en di recciones distintas: los franceses hacia París, y los bri tánicos a los puertos del Canal de La Mancha, desde donde poder pasar a Inglaterra. Ludendorff — conver tido en el estratega alemán por excelencia— consiguió concentrar sus tropas en el punto de ataque sin que los aliados se enterasen, reuniendo 750000 hombres y 6 600 cañones, frente a 300 000 aliados con solo un tercio del número de cañones germanos. El 21 de marzo de 1918, los alemanes bombardearon las líneas británicas con obuses y gases venenosos. El ataque tuvo lugar en la zona de Amiens, durante cinco horas. Consiguieron romper las líneas inglesas en un frente de 65 kilómetros; en una semana, habían avan zado 60 kilómetros, habían causado 300 000 bajas — 100000 de ellas prisioneros— , y habían capturado 1 300 cañones. El éxito germano era extraordinario, ya que Alemania había recuperado la capacidad de maniobra en el frente occidental, lo que no ocurría desde 1914. Pero en ese momento Ludendorff come tió el error de no detenerse para reagrupar sus fuerzas y aproximar su línea de abastecimientos. Mientras, los aliados enviaron sus reservas a la brecha: doce divisio nes francesas y algunas tropas británicas transportadas por los típicos autobuses de dos pisos de Londres. El 9 de abril, Lundendorff asedió Flandes con dos ejércitos y obtuvo otra gran victoria. Los británicos se hallaban al límite de sus fuerzas y el mariscal Haig, su jefe, comunicó a sus hombres que se encontraban entre la espada y la pared. Pero Ludendorff repitió el error de marzo: en vez de consolidar la victoria, con tinuó avanzando, y se tropezó con 12 divisiones de reservistas franceses transportados en tren y autobús mientras las tropas alemanas avanzaban a pie por te rrenos enfangados.
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Fue la batalla de Lys, en la que los aliados perdieron 150 000 hombres por 110 000 alemanes (a estos había que añadir el cuarto de millón de bajas del ataque de marzo). Los aliados, reforzados con la llegada mensual de 200 000 norteamericanos, estaban en condiciones de luchar; los alemanes, no. Después de unas semanas de descanso, Ludendorfif lanzó una nueva ofensiva, con la intención de acabar con las reservas de los aliados en la zona del Aisne. El 27 de mayo sorprendió a los aliados con una lluvia de dos millones de proyectiles, disparados por 5 300 cañones — frente a los 1 400 del ejército aliado— , y de nuevo avanzó considerablemente sobre el rio Marne. Desde aquí, con un gigantesco cañón, el Gran G ui llermo, bombardeó París, situado a 90 kilómetros de distancia.
E l cañón Gran Berta fite un antecesor del gran cañón del kaiser G uillerm o. Fabricado tam bién por la empresa Krupp, tenía un calibre de 4 2 0 rnm, medía casi 6 metros, pesaba 43 toneladas y alcanzaba 12 kilómetros. Fue utilizado en ¡as batallas de Lieja, A ntw erp, N a m u ry Verdón.
Continuaba el ataque. Los alemanes, armados solo con armas ligeras, se encontraron con 30 divisiones galas llegadas por tren con el armamento pesado. A los franceses se habían unido ya soldados norteamerica nos, y el 2 de junio un contraataque franco-americano hizo retroceder a los germanos. Aun así, el 15 de julio Alemania lanzó su última ofen siva, en la que participaron 52 divisiones — con su ar tillería correspondiente— . Presenciada por el propio káiser, se la denominó la «batalla imperial». Pero esta vez el espionaje había funcionado y los alia dos conocían el plan de la ofensiva. El 17 de julio, Pétain contuvo el ataque alemán, e inmediatamente los franceses lanzaron una contraofensiva, en la que inter vinieron al mismo tiempo la infantería, los tanques y la aviación. Trescientos tanques y dieciocho divisiones — dos de ellas norteamericanas— avanzaron por sor presa en la zona del Marne, y obligaron a los alemanes a una retirada que les costó 30000 prisioneros. El general en jefe aliado, el francés Foch, había apren dido tanto de los errores propios como de los del enemigo. Por eso, detuvo el ataque y buscó un nuevo lugar para otra ofensiva, lo que obligó a los alemanes a mover sus reservas de un lugar a otro. El 8 de agos to fueron los británicos los que iniciaron otro ataque en la zona de Amiens; ante un enemigo desprevenido, el asedio se saldó con 50 000 prisioneros germanos. Ludendorff entendió que solo le quedaba defenderse. La moral del ejército alemán comenzó a flaquear, y este hecho se concretó en el creciente número de sol dados que se rendían o que se declaraban enfermos. La sensación de que la derrota era inevitable comen zó a extenderse en el ejército germano; los soldados, agotados y debilitados, descubrían en la retaguardia enemiga abundancia de alimentos y de armamento. Durante el resto del verano, los aliados abordaron con éxito continuas ofensivas en puntos diferentes. Lina de ellas fue la que el 12 de septiembre emprendieron los norteamericanos con 500000 hombres, 1 500 aviones y 270 tanques.
Alemania caminaba hacia la derrota. Desde el comien zo de su ofensiva en marzo de 1918 hasta el final del verano había perdido casi dos millones de soldados. El 28 de septiembre, I.udendorff confesó que había que acabar la guerra. La suerte estaba echada.
El arma de la propaganda Los aliados vieron en la propaganda un nuevo ele mento de presión bélica. Panfletos escritos en todos los idiomas del imperio austro-húngaro eran lanzados desde aviones sobre las trincheras y la retaguardia. En ellos se ponía el acento en la falta de libertades y se exaltaban los antagonismos nacionales. La propaganda lanzada sobre Alemania informaba acerca de hechos que la censura de ese país ocultaba y se incidía en que la paz solo podría lograrse con una Alemania demo crática. Esta propaganda desempeñó un papel impor tante en la desmoralización de la población y en la aceleración de los movimientos revolucionarios en el interior del país.
10W THE riUN riATES!
T h e f lU N S c a p t u r e d s o m e o f o u r fish er m e n IHTHE NORTN SEA ANDTOOKTNEM TO SENNELACER. ÍHEY CHARGED THEM WITHOUTASHRED OF EVIDENCE WITh BEING“MlNE LAYERSVTHEY ORDERED THEM TO BEPUNISHED WITHOUT A TRIAL.
C artel de propaganda de los aliados, en el que los alemanes (los «hunos») son tratados como incívicos p or apresar a pescadores ingleses, acusarlos de colocar m inas y condenarlos sin juicio.
El desmoronamiento de los imperios centrales Las tropas alemanas, contagiadas por las malas noticias de la retaguardia y vulnerables a la creciente propagan da comunista — crítica con los gobernantes y favora ble a la paz inmediata— , comenzaban a descompo nerse. Pero peor era la situación en Austria-Hungría, que había formulado propuestas secretas de paz a los franceses a principios de 1918. Su ejército, desabaste cido y desintegrándose en elementos étnicos, llevó a cabo una ofensiva en el frente italiano el 15 de junio, que fue rechazada con el balance de 143 000 bajas. A partir de entonces, los soldados comenzaron a de sertar en masa. El hambre imperaba en el ejército y en muchas ciudades del Imperio. Así las cosas, el 16 de septiembre el emperador reclamó públicamente la paz al presidente norteamericano Wilson y declaró a su Imperio estado federal, en un intento de evitar su desintegración. Cuando el 24 de octubre el ejército italiano, apoyado por divisiones francesas y británicas, se lanzó a la ofensiva, las fuerzas austríacas se desva necieron. Austria-Hungría solicitó el armisticio, que entró en vigor el 4 de noviembre. El final del imperio austro-húngaro En el verano de 1918 el antiguo imperio aus tro-húngaro desapareció después de siglos de existencia. Corrió la misma suerte que todos los imperios que pervivían a comienzos del siglo XX: Rusia, Turquía y Austria-Hungna. Derrotados en el campo de batalla y asediados por las co rrientes nacionalistas, no pudieron sobrevivir al final de la Primera Guerra Mundial. Carlos de Habsburgo (en la imagen) fue el úl timo emperador que ciñó la corona danubiana de Austria y Hungría. Sus intentos por mantener unidos a los distintos pueblos que formaban el Imperio fracasaron, pues los realizó cuando la evidente derrota permitió a estos pueblos ac ceder a la libertad y la independencia. Así las cosas, renunció a la jefatura del Estado y se exilió en Suiza. 92
Pero no era el primer aliado de Alemania en abando nar la guerra. Bulgaria, objetivo de un ataque conjun to de los aliados (serbios, franceses, griegos y británi cos) acontecido el 15 de septiembre, capituló el 30 de septiembre al carecer del apoyo alemán y austríaco. Los turcos se rindieron un mes más tarde, a manos de los británicos y fuerzas árabes, tras soportar graves derrotas en Siria, Palestina y Arabia. En Alemania transcurrieron seis semanas desde la decisión de Ludendorff el 28 de septiembre de pedir un armisticio antes de que algo comenzase a mover se. Ludendorff y el Alto Mando alemán, que no se consideraban derrotados, deseaban mantener un nú mero elevado de fuerzas para negociar una paz lo más ventajosa posible. Aceptó la independencia de Bélgica y la devolución de Alsacia y Lorena a Francia, pero aspiraba a conservar sus conquistas en el este. Además, consciente de que los aliados no admitirían tratar con el régimen militarista alemán, aceptó nombrar a otro que cargase con la responsabilidad de negociar las con diciones de paz. El 3 de octubre fue nombrado canciller el príncipe Max de Badén, un aristócrata de tendencia liberal que formó un gobierno con ministros de centro y de iz quierda. Al nuevo canciller se le encargó que plantease el camino a la paz al presidente Wilson, al que consi deraba el más asequible de los enemigos de Alemania. Pero Estados Unidos no contemplaba ningún tipo de concesiones al imperio alemán, y como condición pre via para las negociaciones exigía la creación en Alema nia de un Estado constitucional. Al enterarse de estas exigencias, Ludendorff trató de romper las negociaciones, pero sus propios generales se negaron ante el estado de descomposición del ejér cito. Por su parte, el nuevo gobierno veía con creciente temor que la revolución estallase en Alemania. Para intentar apaciguar los ánimos, introdujo un gran nú mero de reformas constitucionales que acababan con el régimen autoritario y militarista alemán; una de es tas medidas fue cesar a Ludendorff.
De poco sirvieron estos cambios. Llegaban demasiado tarde, y ya la población había perdido su fe en el régi men imperial. El pueblo alemán se sentía engañado al saber que, a pesar de todos sus sacrificios, su ejército, teóricamente invencible, estaba al borde del colapso.
E l kaiser G uillerm o 11 fite el últim o emperador de A lem ania y tuvo que abdicar a lfin a l de la guerra.
En esta situación, un acto absurdo de la Marina ale mana precipitó la crisis final. Los mandos navales or denaron el 27 de octubre que la flota zarpara rumbo a Inglaterra para perecer en combate. Esta orden pro vocó el amotinamiento de los marineros, que no esta ban dispuestos a morir al final de una guerra perdida. La insurrección se contagió por diversas ciudades, e imitando el ejemplo de Rusia, soldados y obreros pro cedieron a elegir soviets. El Gobierno supo que había que tomar medidas inmediatas para evitar una revo lución bolchevique, acabar con la guerra y eliminar al káiser. Guillermo II abdicó el 9 de noviembre con la aquiescencia de los generales, y huyó a Holanda, al tiempo que en Berlín se proclamaba la República. En medio de este caos, Alemania solicitó el armisticio, que entró en vigor el 11 de noviembre.
Firm a del arm isticio entre Francia y A lem ania, que puso fin a la Gran Guerra. 94
El amotinamiento de la flota alemana Mientras el Gobierno alemán estaba tratando con el presidente norteamericano Wilson de alcanzar un armisticio lo más favorable po sible, el país se deslizaba hacia el caos y la revolución. Los mandos de la Marina alemana tomaron la decisión de zarpar y enfrentarse con la Armada británica en un gesto tan heroico como inútil, dada su clara inferioridad. De esta manera pretendían hundirse con honor y evi tar que, llegado el fin de la contienda, la flota germana pasara a manos británicas. Ante esta acción, el 29 de octubre de 1918 estalló en el puerto de Kiel un motín de marineros que
se negaban a secundar esta misión suicida. El motín se extendió rápidamente por gran parte de los barcos de la flota, con la participación de 100000 marineros de diez puertos distin tos. Los amotinados se hicieron con el control de los barcos y de las ciudades. La subversión se extendió por gran número de ciudades, en las que surgieron consejos de sol dados y obreros que imitaban el ejemplo de los soviets de la Revolución Rusa. Ante esta situación incontrolable, el Gobierno alemán se aprestó a entablar las negociaciones definitivas para poner fin a la guerra.
95
2. Las otras guerras La Primera Guerra Mundial fue básicamente un con flicto europeo pero, como hemos visto, tuvo otros es cenarios más allá de Europa: la lucha en el mar y en el aire, y los enfrentamientos en África y Asia.
La guerra en el mar Los británicos creyeron desde el comienzo de la gue rra que esta se decidiría en el mar, donde eran muy superiores. Aunque Alemania dominase en el conti nente, era muy probable que la contienda continuase y Alemania acabaría derrotada por el dominio británi co de los océanos. Los mandos navales, tanto alema nes como ingleses, estaban convencidos de que, tras el enfrentamiento naval, el vencedor podría rendir ai oponente estrangulando su comercio y arruinando así su economía. A pesar del gran plan de construcciones navales ale manas anterior al inicio de la guerra, su flota de alta mar no estaba en disposición de desafiar a la gran flota británica. Pero esta era suficientemente prudente, ante el peligro que suponían las minas y los torpedos, como para ir en busca de la flota alemana en sus bases del mar del Norte o para imponer un bloqueo en la costa alemana.
Su precaución quedó justificada cuando el 22 de sep tiembre de 1914 un submarino alemán hundió tres cruceros británicos en el Canal de La Mancha. En consecuencia, la gran flota británica quedó a resguar do en la base escocesa de Scapa Flor, al acecho por si la flota alemana intentaba hacerse a la mar. Esta, a su vez, se refugió en sus puertos del mar del Norte. Durante casi dos años, ambas flotas permanecieron inactivas, pero el 31 de mayo de 1916 el nuevo co mandante alemán, el almirante Scheer, decidió desa fiar a los británicos. Ambas flotas se enfrentaron en la batalla de Jutlandia. Esta acabó con la retirada ger mana a sus puertos, si bien pudieron contentarse con haber hundido más barcos que los británicos (catorce contra once). Sin embargo, el dominio británico sobre los mares de todo el mundo siguió imperturbable y la flota alemana no volvió a salir a alta mar durante el resto de la contienda. Como hemos visto, mejor le fue a Alemania en la gue rra submarina, que alcanzó su apogeo durante la pri mera mitad de 1917- Por un momento, pareció que la Armada germana acabaría con el comercio inglés y, como consecuencia, con la guerra. Pero la reacción bri tánica, con el uso de los convoyes y de nuevas armas, y con la entrada de Estados Unidos en la contienda aca baron con el sueño alemán de una victoria en el mar.
Batalla de Jutlandia. E l buque HMS l.ion. de la Royal N avy, dispara sus prim eros proyectiles.
La guerra en el aire Al estallar la guerra, todos los países combatientes con taban con un reducido número de aviones. Alemania disponía de 250, y Gran Bretaña pudo enviar a Fran cia 60. Su principal función durante toda la guerra fue la de reconocimiento: dirigir el tiro de la artillería y observar los movimientos del enemigo. Naturalmente, al comprobar la eficacia del reconoci miento, se intentó impedir que los aviones enemigos lo pudiesen llevar a cabo, de manera que pronto se los dotó de armamento. Al principio, el mayor número de bajas se produjo por fallos mecánicos y no por fuego enemigo, y los pilotos intercambiaban saludos cuando se cruzaban en el aire, pero muy pronto empezaron a dispararse con fúsiles o pistolas. Cuando los mandos militares comprobaron la gran utilidad del reconocimiento aéreo, se dotó a los avio nes de radios y de cámaras fotográficas. Con el fin de evitar el reconocimiento aéreo enemi go, apareció el caza, un avión con ametralladora cuya principal misión era derribar aviones contrarios. La eficacia del avión hizo que su producción se multi plicase y se diversificase. Luego llegaron los bombar deros; estos se mostraron poco eficaces al principio, por lo que los alemanes se inclinaron por los zepelines, enormes globos que, por razones de seguridad, tenían que volar de noche y sin poder utilizar la radio, de ma nera que sus bombardeos eran imprecisos. Se usaron contra París y otras ciudades francesas y también sobre Londres, pero, a la vista de su vulnerabilidad, dejaron de emplearse a finales de 1916. Desde finales de 1917, comenzaron a emplearse los aviones de ataque a tierra, cuya misión era ametrallar y tirar bombas sobre el enemigo e informar sobre la pro gresión del ataque. Las primeras incursiones de este tipo realizadas por los alemanes fueron muy eficaces, por la sorpresa y el temor que infundieron. Del pro greso de la aviación da una idea el que en 1918 en el frente occidental había 8 000 aviones en acción.
Pero los pilotos pagaron un precio muy aleo. Los índices de bajas fueron enormes — sobre el 50%— , aunque murieron más pilotos por accidentes que en combate. Probablemente, habrían muerto menos si se los hubiese dotado de paracaídas, que sí llevaban en cambio los observadores de globos. Los alemanes em pezaron a emplearlos hacia el final de la guerra, aun que los mandos británicos temían que los paracaídas alentasen a los tripulantes a abandonar el avión antes de tiempo.
Los zepelines eran grandes globos que se usaron, sobre todo, para la observación, aunque también para el bombardeo. Dada su vulnerabilidad decayeron ante el empuje de la aviación.
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Los otros frentes A medida que se hizo evidente que la Gran Guerra se iba a prolongar y que se requeriría una gran cantidad de hombres, las potencias recurrieron a soldados de fuera de Europa. Británicos y franceses reclutaron a centenares de miles de soldados de sus colonias o de sus antiguos dominios: australianos, neozelandeses, canadienses, senegaleses, argelinos, etc.
Soldados australianos embarcan en Melbotirne para luchar en la Primera Guerra M undial.
En 1914, Alemania tenía un pequeño imperio colo nial. Pronto sus islas en el Pacífico central y sus terri torios en China fueron ocupados por Japón, aliado de Gran Bretaña, y las posesiones en el Pacífico sur fueron capturadas por australianos y neozelandeses. Sus colonias del África occidental — Togo, Camerún y Namibia— pronto pasaron a manos de franceses y británicos. En cambio, la colonia alemana de África oriental, Tanzania, resistió durante toda la guerra los intentos británicos de ocuparla. Pero la pérdida del imperio alemán de ultramar no pasó de ser un hecho anecdótico en el conjunto de la guerra. Más importan cia tuvo que, gracias a su dominio de los mares, Gran Bretaña pudo trasladar a los campos de batalla euro peos centenares de miles de combatientes procedentes de Australia, Nueva Zelanda y Canadá.
Aparte de las colonias, el principal escenario extraeu ropeo se desarrolló en el imperio turco. Este se exten día por el sudoeste de Asia (Arabia, Oriente Próximo y Mesopotamia) y mantenía la soberanía teórica sobre la actual Libia, ocupada por los italianos desde 1912, y sobre Egipto, que se había convertido en un protec torado británico. Además, poseía el dominio sobre la llave del mar Negro, el estrecho de los Dardanelos, vi tal para el comercio ruso. Turquía, después de muchas dudas, entró en la guerra como aliada de Alemania, pero sus objetivos eran demasiado ambiciosos: recupe rar los territorios perdidos en Egipto, Libia y en la zo na del Cáucaso, ocupada por los rusos cien años atrás, lo que suponía enfrentarse a Gran Bretaña y Rusia al mismo tiempo. La primera acción turca fue una ofensiva contra el Cáucaso ruso en el invierno de 1914-1915. Confiaban en que los pueblos caucásicos — la mayoría de reli gión musulmana y de reciente incorporación al im perio ruso— se sublevasen en apoyo de Turquía, pero los turcos también desconfiaban de las comunidades armenias cristianas que habitaban dentro de sus fron teras. La campaña del Cáucaso fue un desastre para los turcos, quienes atacaron en pleno invierno en una zona montañosa sin apenas carreteras y ferrocarriles.
En noviembre de 1914, Turquía entra en la guerra del lado de los imperios centrales con el ambicioso objetivo de mantener su posición dom inante en Oriente Próximo y de reaiperar los territorios perdidos en Egipto, Libia y el Cáucaso.
101
Cuando la campaña acabó, en enero de 1915, los tur cos habían perdido 90 000 hombres de un total de 130000; de ellos, se calcula que unos 30000 murie ron por congelación. Alegando que los armenios apo yaban a los rusos, Turquía llevó a cabo un programa de deportaciones y matanzas que acabaron con una parte importante del pueblo armenio.
Thonuts F.dward Lawrence, m ilitar y espía británica representado en la película Lawrence de Arabia, prototipo de aventurero, jugó un destacado papel en el triunfo aliado contra Turquía en el Próximo Oriente.
El segundo frente en el que intervinieron los turcos fue el de Egipto, donde los británicos defendían el Canal de Suez, vital para su comercio con Asia y Oceanía. La ofensiva otomana contra Egipto debía enfrentarse a un difícil obstáculo: el desierto del Sinaí. Un ejército de 19 000 turcos, a los que se in corporaron algunas decenas de miles de voluntarios árabes, llegaron el 3 de febrero de 1915 a las orillas de Suez, donde les esperaban atrincherados los britá nicos. Después de una semana de combates, los tur cos, faltos de suministros, tuvieron que retornar a sus bases, pero obligaron a Gran Bretaña a mantener una fuerte guarnición en Egipto. En Mesopotamia (actual Irak), Gran Bretaña inició la guerra ocupando la zona petrolífera de Basora, para de esta manera asegurarse el control sobre sus refinerías y abastecer a sus nuevos acorazados. Desde Basora, los británicos avanzaron en 1915 por el valle del Tigris con el fin de apoderarse de Bagdad, pero la expedición fue un fracaso. Turquía intentó un segundo ataque contra el Canal de Suez en julio de 1916, que fue rechazado por los ingleses. Estos contraatacaron y llegaron a la frontera de Palestina. Los británicos se demostraron muy há biles en la guerra de movimientos en este escenario. A las órdenes del general sir Edmund Allenby, avanza ron por Palestina, y en la Navidad de 1917 ocuparon Jerusalén. Durante 1918 se apoderaron del resto de Palestina y Siria, con lo que Turquía se vio obligada a solicitar el armisticio en octubre de 1918. En la cam paña de Palestina y de Arabia contra los turcos desta có la acción de un joven arqueólogo británico, T. E. Lawrence, que ha pasado a la historia como Lawrence de Arabia.
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Una paz fracasada La primera consecuencia de la Gran Guerra fue el balance de víctimas: más de 8 millones de soldados muertos y alrededor de 21 millones heridos. De estos, muchos quedaron mutilados o padecieron secuelas per manentes. A estas pérdidas hay que añadir las muertes entre la población civil, víctimas de acciones de guerra y, sobre todo, de sobremortalidad por malnutrición o enfermedades. Las pérdidas materiales fueron enormes, y el norte de Francia y parre de Bélgica quedaron arra sados. Además, los países contendientes, por los gastos para financiar la guerra, terminaron endeudados. Por otra parte, el orden mundial sufrió un cambio espectacular. Cuatro grandes imperios históricos — el imperio alemán, el austro-húngaro, el ruso y el tur co— desaparecieron. Francia y Gran Bretaña estaban agotadas tras cuatro años de guerra, y tan solo Estados Unidos salió reforzado y convertido en la indiscutible potencia mundial. La guerra terminó el 11 de noviembre de 1918, con la firma del armisticio por parte de Alemania.
Las consecuencias demográficas del conflicto afectaron a todos los países contendientes. A los muertos en combate hay que añadir el gran número de inválidos, viudas y huérfanos.
Secuelas demográficas de la Primera Guerra Mundial Mitos do soldados muertos
Miles de porsonas
2000-
1600-
1
8000-
8U S O 1200-
6000-
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4000-
400-
2000-
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En enero de 1919 se reunió en París la conferencia de paz para definir los tratados entre vencedores y ven cidos. La base eran los Catorce Puntos del presidente norteamericano Woodrow Wilson, que debían permi tir que la Europa que surgiera de la guerra se basase en los principios de autodeterminación nacional y de democracia, y que los conflictos internacionales se re solviesen en adelante por vías pacíficas mediante una Sociedad de Naciones. La actitud de las potencias vencedoras no ayudó a construir una Europa en armonía. De entrada, a la conferencia de paz no fueron invitados los vencidos, a quienes se les indicó que deberían limitarse a acep tar las condiciones que se les pusiesen a la firma. Las decisiones importantes las tomaron el norteamerica no Wilson, el francés Clemenceau, el británico Lloyd George y, en menor medida, el italiano Orlando. E l f i n de la guerra f ue celebrado con enorme júbilo en los países vencedores, como se puede observar en esta imagen tomada en Nueva York.
La paz con Alemania se acordó mediante el Tratado de Versalles de julio de 1919. Sus representantes fueron conminados a firmarlo sin haber podido discutir sus cláusulas, y el tratado generó un fuerte resentimiento entre los alemanes.
Alemania perdió todas sus colonias, que pasaron a mandatos de Gran Bretaña y Francia; se limitó su ejér cito a 100 000 soldados, y se le desposeyó de aviación y de tanques; se le obligó a pagar cuantiosas reparacio nes y, lo que resultó más doloroso para gran parte de los alemanes, se consideró a Alemania responsable del estallido de la guerra. Territorialmente, perdió Alsacia y Lorena, que volvieron a integrarse en Francia; algu nas regiones orientales pasaron a manos de la nueva Polonia; se desmilitarizó Renania, región fronteriza con Francia, y perdió algunos pequeños territorios. Alemania se sintió víctima de una gran injusticia, lo que acrecentó el discurso nacionalista y revanchista que acabó alimentando años después al nazismo. El Tratado de Versalles instituyó la Sociedad de Na ciones, para promover el diálogo y mediar en los con flictos internacionales. Creado en Ginebra en 1920, se mostró ineficaz al carecer de medios militares. A pesar de que la idea partió del presidente Wilson, la opinión pública de Estados Unidos, que había retor nado al aislacionismo, no quiso participar en el nuevo organismo, lo que dañó su prestigio desde el inicio.
Conferencia de París. Sentados, los miembros de la delegación americana. D e izquierda a derecha: el coronel Edward M andell House, el secretario de Estado Robert Lansing, el presidente Wilson, el diplomático Henry W b itey el general Tasker H. Bliss.
Tras el Tratado de Versalles con Alemania, se firma ron cuatro tratados más con los restantes países venci dos: el de Saint Germain, con Austria, en septiembre de 1919; el de Neuilly, con Bulgaria, en noviembre; el de Trianon, con Hungría, en junio de 1920; y el de Sévres, con Turquía, en agosto de 1920. La Primera Guerra M undial conllevó importantes cambios sociales. La sociedad aristocrática, que encar naban los antiguos imperios, desapareció y dio paso a la sociedad de masas, en la que las clases populares reclamaban su derecho a participar en el nuevo or den social. Por su parte, la población indígena de las colonias europeas comenzó a reivindicar su derecho a la autodeterminación, como había ocurrido en Eu ropa. Sin embargo, las potencias coloniales no fueron conscientes de este movimiento reivindicativo, que re surgiría con gran efervescencia tras la Segunda Guerra Mundial.
Fábrica de zapatas en Syracuse (Nueva York), 1920.
La mujer, que se había incorporado al mundo laboral para suplir a los hombres en el frente, no estaba dis puesta a retornar al papel secundario y pasivo anterior a la contienda. Sus ansias de progreso encontrarían su reflejo en la sociedad y en la política.
Otra consecuencia destacada fue la modificación de las fronteras en Europa central y oriental, que trans formó el mapa del Viejo Continente. La aplicación del principio de las nacionalidades propició la aparición de nuevos Estados sobre el territorio de los antiguos imperios austro-húngaro y ruso. De este último sur gieron naciones independientes: Finlandia, Polonia y los tres países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania). De la fragmentación del austro-húngaro surgieron Austria, Hungría y Checoslovaquia, así como el reino de serbios, croatas y eslovenos, que más tarde adoptó el nombre de Yugoslavia; además, Austria-Hungría ce dió parte de su territorio a Rumania y Polonia. La aplicación del principio de autodeterminación no satisfizo a todos y tuvo diversas excepciones que, con el tiempo, crearon serios problemas en la convivencia europea. A la nueva República de Austria se le prohi bió, en contra del deseo de su población, incorporarse a Alemania; Checoslovaquia acogió una importante población alemana, y numerosos húngaros quedaron dentro de las fronteras de Checoslovaquia y Rumania. Por su parte, Italia se sintió insatisfecha con las ganan cias territoriales conseguidas a costa de Austria (las re giones de Trentino y el alto Adagio), ya que esperaba expandirse por la costa dálmata, que finalmente fue incluida en el nuevo Estado yugoslavo. En la nueva Hungría era manifiesta la profunda indignación por las grandes pérdidas territoriales que sufrió y porque — como se indicó arriba— un buen número de hún garos quedaron dentro de los límites de otros Estados. Checoslovaquia resultó ser la más sólida de las nuevas naciones, y la única donde se consolidó un régimen democrático. Los tratados no significaron el fin del conflicto inicia do en 1914, sino que, después de dos décadas de ten siones, derivó en la Segunda Guerra Mundial. Algu nas mentes lúcidas, como el primer ministro británico Lloyd George o el economista Keynes, ya predijeron en 1919 que los términos de los acuerdos de paz sem braban la semilla de una nueva confrontación armada, que se desató en 1939.
Las nuevas naciones Resultado de la des membración del imperio raso entre 1918 y 1919: • Azerbaiyán • Georgia • Rnlandia • Estonia. Letonia y Lituania • Polonia Resultado de la des membración del imperio austro-húngaro en 1919: • Austria • Hungria • Checolovaquia (Bohemia, Moravia y Eslovaquia) • Bosnia-Herzegovina Resultado de la unifica ción de Bosnia-Herzego vina, Serbia, Eslovenia, Croacia y Montenegro en 1919: • Yugoslavia
Los tratados de paz que sefirm aron a l acabar ia guerra transformaron profundamente Europa central y orienta!. Los antiguos imperios de Austria-Hungría, Rusia, Turquía y Alemania desaparecieron, y en su lugar surgieron nuevos Estados más pequeños. 108
El monumento al soldado desconocido Al acabar la guerra, una de las tareas que aco metieron los distintos países fue la de locali zar las tumbas de los soldados muertos, pero muchos de ellos eran irreconocibles. Un oficial británico, miembro de la Comisión de Tumbas de la Guerra, se puso al frente de unos 5000 voluntarios, con el fin de encontrar los cuerpos sin enterrar que aún quedaban en los campos de batalla. Como resultaba imposible averiguar la identidad de la mayoría, este oficial decidió que había que erigir algún tipo de tumba que recordase a todos ellos y para que sus familia res tuvieran un lugar en donde poder visitarlos. En 1920, el Gobierno británico decidió elegir por sorteo el cuerpo de un soldado descono cido de entre cinco caídos traídos de Francia y
Bélgica. El escogido fue objeto de un multitudi nario funeral en la abadía de Westminsterel 11 de noviembre de 1920, dos años después del final de la guerra. El ejemplo británico fue imitado un año más tarde por Francia el mismo día, con la sepultura bajo el Arco de Triunfo de París del cueipo de un soldado francés desconocido. Allí se encen dió además la llama eterna, que mantiene la memoria de todos los soldados franceses sin identificar. Monumentos al soldado desconocido fueron erigidos más tarde en muchos otros países participantes en la Gran Guerra. Tum ba del soldado desconocido en Taris.
Los tratados de paz que pusieron fin a la Primera Gue rra Mundial resultaron fallidos. El ansia de venganza de algunos de los vencedores, especialmente Francia, la frustración de los vencidos, sobre todo en Alemania, y los múltiples problemas que generaron los tratados, fueron el germen del desasosiego que imperó en Euro pa en los años siguientes. Y la Segunda Guerra M un dial estaba al acecho.
ANEXOS Documentos Glosario Cronología Bibliografía Filmografía Indices analítico y onomástico Cruces de soldados muertos en la Primera Guerra M undial (Museo de Kobarid, Eslovenia).
1 -
DOCUM ENTOS El camino hacia la guerra Los enfrentamientos entre los bloques de alianzas anteriores al estallido de la conflagración presagiaban una guerra futura. Alemania, un país dominado por el militarismo, se preparó para lo que creía un enfrentamiento inevitable con Francia y sus aliados. Contaba con el apoyo de Austria-Hungría, enfrentada a Rusia (a la sazón, aliada de Francia).
El militarismo alemán El papel de las Fuerzas Armadas era esencial a la hora de llevar a cabo los planes de expansión territorial. Por eso, Alemania se afanó en promover una edu cación castrense de los jóvenes, que los instruía en una férrea disciplina militar, al tiempo que los adoctrinaba en un arrai gado ideal patriótico.
«El ejército alemán no solo dispone de número, sino que también tiene una educación guerrera de la mayor cali dad. Puede decirse que esta educación comenzó para el soldado antes de su llegada al cuerpo que le correspondie ra. En efecto, en todas las regiones del Imperio se han constituido sociedades de preparación militar, que Forman a la juventud en los ejercicios de marcha, de gimnasia, de equitación, de tiro, de maniobras o de campamento. Estas sociedades, cuya dirección corre a car go de una de las máximas autoridades militares de Alemania, el mariscal von der Goltz, disponen de un presupuesto de varios millones y no tienen menos de 800.000 miembros. Los alemanes tie nen, pues, la juventud mejor preparada, física y moralmente para el servicio mi litar. Y, cuando se ha cumplido el ser
vicio activo, prosigue la educación para los reservistas. Los períodos de ejercicios a los que los reservistas están sujetos, no se cumplen —en la mayor parte del tiempo— en los cuarteles, sino en los campos de instrucción militar. Alema nia posee 24 campos de estos (...). L.os reservistas se ejercitan en verdaderos servicios de campaña, en los que ejecu tan maniobras de tiro, efectúan grandes movimientos de masas y se inician en todos los nuevos procedimientos, ofen sivos o defensivos, de la táctica moder na... El oficial alemán desempeña un papel preponderante en el Estado y tiene pre ferencia sobre todos los funcionarios ci viles. Durante mucho tiempo, el cuerpo de oficiales se reclutó únicamente entre la nobleza. A la larga, la plutocracia aca bó por incorporarse a la aristocracia; se ha dejado lugar a los elementos prove nientes de la alta finanza, del alto co mercio y de la alta industria, pero la an tigua nobleza militar resiste como puede esta invasión de advenedizos. Como la entrada de un joven oficial en un regi miento está subordinada a la aceptación del mismo por sus futuros camaradas, pueden verse regimientos exclusivamen te de nobles, regimientos de ricos y regi mientos de pequeñas guarniciones...».
Ultimátum de Austria-Hungría a Serbia tras el atentado de Sarajevo Narodna Odbrana o Mano Negra era una organización secreta, fundada por jóvenes oficiales del ejército serbio en 1911. Su objetivo era la unión de todos los serbios que vivían bajo los imperios turco y austro-húngaro en un solo Estado. Sus métodos incluían el terrorismo de inspiración anarquista.
«La historia de estos últimos anos, y es pecialmente los acontecimientos del 28 de junio, han demostrado la existencia en Serbia de un movimiento subversi vo cuyo fin es separar de la monarquía austro-húngara algunas partes de su te rritorio... El gobierno real serbio debe comprometerse a: 1. Suprimir toda publicación que excite al odio (...) de la monarquía... 2. Eliminar inmediatamente la sociedad llamada Narodna Odbrana y confiscar todos sus medios de propaganda...
3, Eliminar sin demora la instrucción pública en Serbia... todo lo que sirva o pueda servir para fomentar la propagan da contra Austria-Hungría. 4. Separar del servicio militar y de la administración a todos los oficiales y funcionarios culpables de la propagan da contra la monarquía austro-húngara, de los cuales el gobierno imperial y real (Austria-Hungría) se reserva el comuni car los hechos y los nombres al gobierno real (Serbia)... 6. Abrir una encuesta judicial contra los participantes en el complot del 28 de ju nio que se encuentran en territorio ser bio... 8. Impedir el concurso de las autoridades serbias en el tráfico ilegal de armas y ex plosivos a través de la frontera. El gobierno imperial y real espera la res puesta del gobierno real lo más tarde has ta el sábado 25 de este mes, a las cinco de la tarde. (Del gobierno de Austria-Hungría al go bierno de Serbia, 23 de julio de 1914)».
Actitudes ante la contienda Los documentos que siguen presentan distintas actitudes ante la guerra: la oposición del movimiento obrero europeo a partir de 1915, los sufrimientos del soldado, y las ambiciones expansionistas de Alemania en 1917.
Manifiesto de Zimmerwald, septiembre de 1915 A través de este documento, Trotsky - s u redactor- apela a que los socialistas y revolucionarios desarrollen la oposición a la guerra, resultado del afán de las naciones capitalistas por saciar su sed expansionista y su ánimo de lucro.
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«En esta siniación intolerable, nosotros, representantes de partidos socialistas, de sindicatos y de minorías de estas organi zaciones, alemanes, franceses, italianos, rusos, polacos, letones, rumanos, búlga ros, suecos, noruegos, suizos, holandeses, nosotros que no nos situamos en el terre no de la solidaridad nacional con nues tros explotadores, sino que permanece-
mos fieles a la solidaridad internacional del proletariado y a la lucha de clases, nos hemos reunido aquí para reanudar los lazos rotos de las relaciones interna cionales, para ayudar a la clase obrera a recobrar la conciencia de sí misma y lan zarla a la lucha de clases. Esta lucha es la lucha por la libertad, por la fraternidad de los pueblos, por el so cialismo. Hay que emprender esta lucha por la paz, por la paz sin anexiones ni indemnizaciones de guerra (...). El de recho de los pueblos a disponer de ellos mismos debe ser fundamento inquebran table en el orden de las relaciones de na ción a nación».
León Trotsky.
«Esos tres días pasados encogidos en la tierra, sin beber ni comer, los quejidos de los heridos, luego el ataque de los bo ches [alemanes] y nosotros. Después, al fin, paran las quejas; y los obuses, que nos destrozan los nervios y nos apestan, no nos dan tregua alguna, y las terribles horas que se pasan con las máscaras y las gafas en el rostro, ¡los ojos lloran y se es cupe sangre!, después los oficiales que se van para siempre; noticias fúnebres que se transmiten de boca en boca en el agu jero; y las órdenes boches dadas en voz alta a 50 metros de nosotros; todos de pie; luego el trabajo con el pico bajo las terribles balas y el horrible ta-ta-ta de las ametralladoras».
«Viernes, 25 de febrero. El ejército, de 250000 a 300000 hombres, bajo el man do del comandante Kronprinz se precipi ta sobre nuestras trincheras que defienden Verdún. Hasta ahora no aparecemos. Hay que soportar el golpe sin decaer. Nuestras tropas han cedido terreno bajo la avalan cha de hierro de la gran artillería y bajo la impetuosidad del ataque (...) L.as pérdidas son inmensas en ambos la dos. Nosotros habíamos perdido 3000 prisioneros y una gran cantidad de ma terial. Nuestros comunicados, muy so brios, indican que hemos debido ocupar las posiciones de repliegue, pero que nuestro frente no se había hundido. Miércoles, 29 de marzo. La batalla de Verdún, la más larga y la más espanto sa de la historia universal, continúa. Los alemanes, con una tenacidad inaudita, con una violencia sin igual, atacan nues tras líneas, que machacan y roen (...). Nuestros heroicos poilus [sobrenombre del soldado francésl están bien, a pesar del diluvio de acero (...)».
Carta de un soldado. Verdún. marzo de 1916.
Diario de un soldado francés.
Experiencias de la batalla de Verdún Los cientos de testimonios que se con servan de soldados que participaron en la batalla de Verdún comparten un de nominador común: la descripción de la barbarie apocalíptica.
Los amotinamientos en el ejército francés Las inútiles ofensivas de 1917 en las que perecieron centenares de miles de solda dos sin haber alcanzado ningún objetivo significativo se tradujo en un creciente malestar contra los mandos, como refleja este escrito de un soldado de caballena.
«En algunos regimientos del ejército francés, los pobres oficiales de Infantería decían: “Nos prometisteis que se nos re levaría cuando hubiésemos atacado, pe ro seguimos aquí, en las líneas. Siempre somos nosotros los que morimos”... Y nosotros, los soldados de Caballería, que estábamos en primera línea, sabíamos cuándo surgía el resentimiento entre los soldados. Esto no ocurría en todos los regimientos, pero los que habían atacado demasiado a menudo, o los que habían sufrido muchas bajas se sentían un tanto desmotivados. Se negaban a obedecer a sus oficiales».
Testimonio de una enfermera británica en el frente ruso Durante la Gran Guerra, las armas, las enfermedades o la desnutrición mata ron a innumerables soldados. Por ello, empezó a generalizarse la presencia de enfermeras en los frentes de batalla.
«Le retiré las ropas y solo vi una pasta, la masa informe de un cuerpo totalmente destrozado, de costillas abajo (...). Los ojos sin brillo del soldado me seguían mi rando y sus labios se movieron, incapaces de articular palabra. No puedo describir lo que me costó alejarme sin prestarle ayuda. Pero no podíamos perder tiempo ni malgastar material en casos perdidos, y había muchos otros esperando».
La guerra en el barro La ofensiva británica del otoño de 1917 en Passchendaele se realizó en medio del fango producido por las constantes llu vias en Flandes. La situación era tan des moralizadora que aumentó el número de deserciones y de bajas por enfermedad.
«No llegaron a darnos, gracias a Dios, porque nuestra salvación fue el profundo barro, el mismo barro que maldecíamos, en el que nos quedábamos atrapados, tro pezábamos, resbalábamos y caíamos, y de donde teníamos que recuperar nuestras botas a cada nuevo paso que dábamos. Los proyectiles de Jerry nos cubrían de mugre, perturbaban a los cadáveres rotos y acribillados, volvían a cortar la carne putrefacta en mil pedazos. Era muy fácil terminar “desaparecido”; si te daban, lo más probable era que cayeras a uno de los enormes cráteres abiertos por las ex plosiones y llenos de insondable agua gris (...), y que te ahogaras allí».
Testimonios del mar y del aire La guerra llevó a los contendientes a si tuaciones de gran crueldad o pintorescas. De ello dan buena cuenta los siguientes testimonios, de un marino y de un avia dor, respectivamente.
«Hubo una terrible explosión a bordo del barco, los polvorines estallaron. Vi armas volando por los aires como si fueran ceri llas (¡cañones de 12 pulgadas!) junto con los cuerpos y todo lo demás. El barco volvió a quedar de nuevo en calma. En cuestión de segundos, había volcado y se había hundido. Yo me encontraba a una altura de 180 pies. Fui propulsado fue ra del barco; de lo contrario, habría sido arrastrado con él. Estaba semiinconsciente, en realidad cabeza abajo. Por fin, salí
Objetivos del general Ludendorff en septiembre de 1917 Las ambiciones expansionistas de algu nas naciones europeas -tan to en terri torio colonial como en el seno del Viejo Continente- crearon fuertes tensiones entre ellas. Las coaliciones posteriores en dos blo ques -Triple Alianza y Triple Entente- no hicieron sino exacerbar unas diferencias que terminaron en uno de los mayores conflictos armados de la historia: la Gran Guerra.
«Nuestra situación militar es más fa vorable que la de la Entente. Nuestras alianzas son más seguras. L.as dificulta des internas están menos agravadas en nuestro país que en los de la Entente. No obstante, pienso también que es aconse jable conseguir la paz antes del invierno, a condición de que nos conceda las ven
a la superficie del agua. Allí me encontré a un compañero llamado Jimmy Green, y entre los dos cogimos un madero. Él se agarró a un extremo y yo al otro. Un par de minutos después vimos caer unos proyectiles sobre nosotros, que le volaron la cabeza a Jim. Me quedé allí solo». «La primera vez que me encontré con un avión alemán en pleno vuelo, tanto el piloto como yo estábamos totalmen te desarmados (...) No parecía que el observador alemán fuera a dispararnos (...) Le saludamos con la mano y prose guimos con nuestra misión. El enemigo hizo lo mismo. En aquel momento no me pareció un gesto en absoluto ridículo. (...) Pero después, por motivos de segu ridad, siempre llevé una carabina conmi go cuando salía a volar».
tajas indispensables que necesitamos para asegurar el futuro de nuestro desarrollo económico, y que nos pondrán en una si tuación militar y económica que nos per mita encarar sin temor una nueva guerra. En el oeste tenemos dos grandes regiones mineras: Lorena, Luxemburgo y el Sarre, por una parte, y la zona industrial de la Baja Renania y Westfalia por otra, cuya explotación se avanzará siempre más ha cia la frontera con Bélgica y Holanda... Una protección eficaz de estas dos regio nes es algo vital para nosotros. Debemos conseguir en este aspecto todo lo que podamos y lo que nos permita nuestra si tuación. Si no conseguimos nada, nues tra situación será realmente peligrosa: sería preferible en este caso proseguir la guerra y no pensar ya en la paz. Debe mos ver con roda claridad que lo que no obtengamos deberá ser compensado, una vez llegada la paz, por medio de grandes gastos militares (...)
Una vez unida Bélgica a Alemania, Ho landa, consecuentemente, se verá fuerte mente atraída hacia nosotros, dadas las necesidades de su política, especialmente si su territorio colonial se ve garantiza do por un Japón aliado nuestro. Conse guiremos de esta forma llegar a la costa que enfrenta a Inglaterra y llevaremos a
cabo el fin que la Marina persigue por su cuenta, con pleno conocimiento de toda su importancia. Obtendremos ante la nación inglesa una posición que nos permitirá conservar nuestro comercio en una próxima guerra. Este es el tercer gran objetivo que debe ser también objeto de nuestra preocupación».
Las consecuencias El desenlace de la guerra conllevó un cambio radical en Europa. El mapa de nuestro continente se modificó, Alemania se sintió maltratada, y los acuerdos de paz presagiaron una nueva guerra.
Los Catorce Puntos del presidente norteamericano Wilson. 1918 La finalidad de estas propuestas era hacer un llamamiento a las naciones contendientes para el alto el fuego y para conformar un nuevo orden mundial.
«1. Acuerdos de paz (...) después de los cuales no habrá más acuerdos interna cionales privados de cualquier naturaleza que sean; la diplomacia procederá franca y públicamente. 2. Libertad absoluta de navegación sobre los mares (...) fuera de las aguas territo riales (...). 3. Supresión, en tanto en cuanto sea po sible, de todas las barreras económicas, y establecimiento de condiciones comer ciales iguales para todas las naciones. 4. Suficientes garantías (...) para que los armamentos nacionales sean reducidos al límite, extremo compatible con la seguri dad interior de los países. 3. Arreglo libre, en un amplio espíritu y absolutamente imparcial, de todas las rei vindicaciones coloniales, basado sobre el 116
respeto estricto del principio que regula todas las cuestiones de soberanía (...). 6. Evacuación de todos los territorios ru sos y regulación de todas las cuestiones concernientes a Rusia (...) para permitir (...) en plena independencia, su desarro llo político y nacional; para asegurarle una sincera acogida en la Sociedad de Naciones libres bajo el gobierno que ella misma se haya dado (...). 7. El mundo entero estará de acuerdo en que Bélgica debe ser evacuada y restau rada (...). 8. Todo el territorio francés deberá ser li berado, y las partes invadidas deberán ser totalmente restauradas. El agravio hecho a Francia por Prusia en 1871 en lo que concierne a Alsacia y Lorcna (...) deberá ser reparado (...). 10. A los pueblos de Austria-Hungría, a los cuales debemos salvaguardar su sitio entre las naciones, deberá ser dada lo más pronto la posibilidad de un desarrollo autónomo. 13. Debe ser constituido un Estado po laco independiente (...). 14. Deberá formarse una Sociedad Ge neral de las Naciones (...)».
Tratado de Versalles Con este acuerdo se puso fin, oficial mente, a la Primera Guerra Mundial. Aunque el armisticio se había firmado en noviembre de 1918, las conversaciones posteriores en la Conferencia de París se desarrollaron a lo largo de cinco meses, de manera que el Tratado de Versalles no entró en vigor hasta enero de 1920.
«Los Estados Unidos de América, el im perio británico, Francia, Italia y Japón... de una parte y, Alemania, de otra, han convenido las disposiciones siguientes: 42. Se prohíbe a Alemania mantener o construir fortificaciones sobre (...) el Rhin... 45. En compensación de la destrucción de las minas de carbón en el norte de Francia (...) Alemania cede a Francia la propiedad de las minas de carbón situa das en el Sarre... 51. Los territorios que fueron cedidos a Alemania en virtud del Tratado de Paz de 1871 (Alsacia y Lorena) son reintegra dos a la soberanía francesa...
El economista Keynes critica el Tratado de Versalles J. M. Keynes, miembro de la delegación británica en la Conferencia de París, advirtió que los términos del tratado eran injustos y no garantizarían la paz.
«La política de reducir a Alemania a la servidumbre durante una generación, de envilecer la vida de millones de seres hu manos, de privar a toda una nación de felicidad, sería odiosa y detestable aun que fuera posible, aunque nos enrique ciera a nosotros, aunque no sembrara la decadencia de toda la vida (...) de Eu ropa...
80. Alemania reconoce y respetará estric tamente la independencia de Austria... 87. Alemania (...) reconoce la indepen dencia de Polonia (...) 102. La ciudad de Danzig (...) queda constituida como ciudad libre y situada bajo la protección de la Sociedad de Na ciones. .. 119. Alemania renuncia (...) a todos sus derechos y títulos sobre posesiones de Ultramar».
J. M . Keynes.
El tratado no incluye ninguna disposición para lograr la rehabilitación de Europa; nada para levantar a Rusia, ni para promo ver, en forma alguna, una solidaridad eco nómica estrecha entre los aliados mismos. Los caracteres que expresan la situación inmediata se pueden agrupar bajo tres epígrafes: 1) El hundimiento absoluto para el porvenir de la productividad inte rior de Europa; 2) La ruina del transpor te y del cambio que servían para enviar los productos cuando y donde más se ne cesitaban; 3) La incapacidad de Europa para adquirir productos de Ultramar». John Maynard Keynes: Las consecuencias económicas de la paz. 1919
GLOSARIO Bmsilov, Alexei (1853-1926)
Este general ruso, el más exitoso de la Pri mera Guerra Mundial, se enfrentó en va rias ocasiones con los ejércitos austro-hún garos en la región de Galitzia, con suerte desigual. En junio de 1916 dirigió una gran ofensiva contra Austria-Hungría, co nocida como la «ofensiva Brusilov», con la que logró un gran éxito inicial y que sumió al ejército austro-húngaro en una crisis de la que no se recuperó en toda la contienda. La importancia de esta operación queda reflejada en que fue una de las dos únicas batallas de la guerra a las que se les puso el nombre del general que las dirigió. Guillermo II (1859-1941)
Ultimo emperador (kaiser) del imperio ale mán. Accedió al trono en 1888, y defendió la política de convertir a Alemania en una potencia mundial, lo que acabó enfrentán dola a Gran Bretaña, Francia y Rusia. Pro fundamente militarista, acabó en manos de Hindenburg y Ludendorff. Con la derrota, tuvo que exiliarse en Holanda. Haig, Douglas (1861-1928)
Mariscal británico que dirigió la Fuerza Ex pedicionaria Británica de 1915 a 1918. Sus tácticas de desgaste en las campañas de 1916 y 1917 en el Somme y en Flandes supusie ron la pérdida de centenares de miles de hombres con escasos éxitos, lo que no impi dió que continuara contando con el apoyo de los gobernantes de su país. Dirigió la úl tima ofensiva contra los alemanes en agosto de 1918, lo que le valió el nombramiento como comandante en jefe de las tropas en Gran Bretaña hasta su retiro en 1920. lawrence, Thomas Edward (1888-1935)
Lawrence de Arabia, uno de los mitos de la 1 Guerra Mundial. Como arqueólogo, este británico había trabajado en Oriente Me dio antes de la guerra, por lo que conocía el idioma y las costumbres de la zona. Por ese motivo, en 1915 se le nombró oficial de los servicios de información y se le enco
mendó la misión de contactar con los diri gentes árabes para apoyarles en su rebelión contra el dominio turco. Participó en las campañas de Oriente Medio junto a tropas árabes, pero se sintió defraudado porque, al finalizar la contienda, Gran Bretaña no cumplió las promesas que les había hecho a los árabes durante la guerra. Ludendorff, Erich (1865-1937)
General del Estado Mayor alemán, que jugó un papel fundamental durante la gue rra. Formó, junto a Hindenburg, el equi po que dirigió el ejército alemán durante la mayor parte de la contienda. Destacó en 1914 en la toma de la ciudad belga de Lieja e, inmediatamente después, ya al la do de Hindenburg, llevó a cabo la brillantecampaña contra los rusos, que acabó con las derrotas de estos en Tannenberg y en los Lagos Masurianos. En 1915 dirigió una victoriosa campaña contra los rusos en Po lonia y Galitzia. Fue partidario de la guerra submarina a ultranza. Como mano derecha de Hindenburg, a partir de 1917 Luden dorff asumió el control militar, económico y político de Alemania. Planificó y dirigió la gran ofensiva alemana de la primavera de 1918 en el frente occidental — la «ofensiva Ludendorff»— , que pretendía derrotar a los aliados antes de que los norteamerica nos hubiesen podido desplegar su poderío militar en Europa. Desde agosto de esc año, admitió que la guerra no se podía ganar, pero se opuso a las condiciones del armisticio, por lo que fue cesado. Uoyd George, David (1863-1945)
Político británico que al comienzo de la guerra dirigió la economía tic- su país para hacer frente al esfuerzo bélico. Posterior mente, fue ministro de Municiones y de Defensa. En diciembre de 1916, fue nom brado primer ministro, cargo que mantuvo hasta después de la guerra. Criticó el Tra tado de Versallcs, al que consideró, acer tadamente, el origen de una nueva guerra.
Nicolás II (1868-1918)
El último zar ruso. Accedió al trono en 1894, y se caracterizó por un carácter débil y dubitativo. No supo afrontar los graves problemas de Rusia ni modernizar su eco nomía o cambiar el régimen absolutista. Todo ello le concitó la oposición de los partidos democráticos y del movimiento obrero. Las constantes derrotas durante la Primera Guerra Mundial y el agravamiento de la situación en el interior de Rusia cul minaron con la Revolución de febrero, que le obligó a abdicar el 15 de marzo de 1917. Fue asesinado, junto a toda su familia, por los revolucionarios en julio de 1918. Pétain, Henri Philippe (1856-1951)
Probablemente, el mejor militar francés de toda la guerra. Desde el inicio de esta, participó en diversos frentes. Su papel más destacado fue la victoria del ejército francés en la batalla de Verdón, lo que le convir tió en un mito en Francia. En 1917, fue nombrado jefe del Estado Mayor General, y poco después sustituyó a Nivelle como comandante en jeté del ejército. Hizo fren te a los motines de 1917 empleando una mezcla de rigor y de mejoras en las condi ciones de los soldados, con lo que consi guió restablecer el orden en el ejército. Revolución Rusa
En marzo (febrero, según al calendario ruso de entonces) de 1917, Rusia se vio sacudida por una revolución popular que puso fin al zarismo en pocos días. El nuevo régimen instauró un sistema democrático y mantuvo sus compromisos con los aliados. Pero la creciente corriente de opinión fa vorable a la firma de la paz, unida a la falta de decisiones en aspectos cruciales como el reparto de la tierra o el abastecimiento de las ciudades, hizo crecer la impopularidad del Gobierno resultante de la revolución de febrero. Al frente de la oposición más radical se puso el partido bolchevique (co munista), defensor de la salida inmediata de la guerra. En noviembre (octubre en el calendario ruso) de 1917, los bolcheviques dieron un golpe de Estado e iniciaron de inmediato las negociaciones de paz con
los imperios centrales, que concluyeron en marzo de 1918 con el tratado de Brest-Litovsk, con lo que Rusia abandonó la guerra mundial. Tratado de Versalles
Tratado de paz firmado el 28 de junio de 1919 que ponía fin a la guerra entre Ale mania y los aliados. Fue preparado por la conferencia de paz reunida en París desde enero del mismo año. No se le permitió participar a Alemania, y sus cláusulas im plicaron la pérdida de todas las colonias, la devolución de las regiones de Alsacia y l.orena a Francia, la cesión a Polonia de territorios en el este, y otros pequeños te rritorios a Bélgica, Dinamarca y Lituania. Renania fue desmilitarizada y ocupada por 15 años, y el Sarre pasó a control francés. Quedó prohibida la unión con Austria. Alemania debía pagar fuertes indemniza ciones económicas a los aliados, y su ejérci to quedó reducido en número y armamen to. Alemania firmó el tratado, pero no sin condenar su dureza y la falta de negocia ción. Los germanos consideraron injustas y excesivas las condiciones impuestas; ello generó un descontento que sería apro vechado por el nazismo y que, años más tarde, desembocaría en la Segunda Guerra Mundial. Wilson, Thomas Woodrow (1856-1924)
Presidente norteamericano desde 1913. Llevó a cabo una política progresista, al tiempo que intentó mediar en el extranje ro. A pesar de oponerse a la guerra, apo yó económicamente a Gran Bretaña, por su proximidad ideológica en defensa de la democracia. La guerra submarina alemana contra barcos neutrales, que produjo nu merosas víctimas norteamericanas, le im pulsó a pedir al Congreso la intervención de Estados Unidos en la contienda, al lado de los aliados, en abril de 1917. Sus inten tos bienintencionados de alcanzar una paz duradera, reflejados en sus famosos Cator ce Puntos y en la creación de la Sociedad de Naciones, fueron un fracaso ante las reticencias de sus aliados europeos y de la sociedad norteamericana.
C R O N O L O G IA
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1914
junio, 28: Asesinato en Sarajevo del heredero de la corona del imperio austro-húngaro Francisco Fernando de Austria. julio, 23: Ultimátum de Austria-Hungría a Serbia, julio, 28: Austria-Hungría declara la guerra a Serbia, agosto, 1: Alemania declara la guerra a Rusia. Francia moviliza sus ejércitos, agosto, 3: Alemania declara la guerra a Francia e invade a la neutral Bélgi ca. Gran Bretaña la declara a su vez a Alemania, a causa de la invasión de Bélgica. agosto, 26-30: Victoria de los ejércitos alemanes ante Rusia en la batalla de Tannenberg. septiembre, 5-12: Victoria francesa en la batalla del Marnc, que frenó el avance alemán en el frente occidental. septiembre, 9-14: Los alemanes derrotan a los rusos en la batalla de los Iñigos Masurianos. septiembre, 29: Turquía cierra los estrechos, bloqueando así el paso de Rusia al Mediterráneo. noviembre, 12: Turquía declara la guerra a los aliados.
1915
abril, 22: Los alemanes emplean por vez primera los gases asfixiantes, abril, 25: Los aliados desembarcan en la península de Gallípoli, en Turquía, con la intención de forzar su abandono de la contienda. abril, 26: Italia firma el Tratado de Londres, por el que se compromete a entrar en la guerra junto a los aliados. mayo, 23: Italia declara la guerra a Austria-Hungría. julio: Los italianos atacan a los austro-húngaros en la región del Garso. agosto: Los alemanes conquistan la mayor parte de la Polonia rusa con Varsovia. septiembre, 6: Bulgaria se alía a los imperios centrales. noviembre: El ejército serbio, derrotado por los imperios centrales, se retira a Albania.
1916
diciembre, 15 (1915)-enero, 16: Los aliados evacúan sus tropas de Gallí poli tras fracasar en su intento de derrotar a Turquía. febrero, 3: Gran Bretaña decreta el servicio militar obligatorio, febrero, 21: Comienza la batalla de Verdón. mayo, 31-junio, 1: Batalla naval de Jutlandia, entre las flotas alemana y británica, que termina con la retirada alemana a sus puertos, junio: Ofensiva rusa contra los austro-húngaros en Galitzia. «Ofensiva Brusilov». junio, 24: Los alemanes detienen el ataque en Vcrdún. julio-octubre: Ofensiva aliada en el Somme sin resultados apreciablcs. agosto, 28: Rumania entra en la guerra junto a los aliados, diciembre, 6: Los imperios centrales ocupan Rumania.
1917
enero, 9: Alemania declara la guerra submarina a ultranza. marzo, 8: Estalla la revolución en Rusia. En los días siguientes, abdica el zar Nicolás II y se proclama la República. abril, 2: Estados Unidos declara la guerra a Alemania. octubre, 24: Los italianos sufren una gran derrota en Caporetto. Británicos y franceses envían refuerzos para evitar el colapso de Italia. noviembre, 6-7: Triunfó de la revolución bolchevique en Rusia. noviembre, 26: El Gobierno bolchevique ruso solicita el armisticio a los imperios centrales. diciembre, 9: Los británicos conquistan Jerusalén a los turcos, diciembre, 20: Comienzan las negociaciones entre Rusia y los imperios centrales en Brest-Litovsk.
1918
enero, 8: Proclamación de los Catorce Puntos del presidente norteamericano Wilson. marzo, 3: Firma del Tratado de Brest-Litovsk. Rusia abandona la guerra, marzo, 26: Foch es nombrado generalísimo de los ejércitos aliados en Francia, marzo-abril: Lituania, Lctonia y Estonia proclaman su independencia de Rusia. abril, 9: Alemania acomete una gran ofensiva en Flandes. julio: Los alemanes llevan a cabo su última ofensiva en el frente occidental, agosto: Victoriosa ofensiva aliada en Francia. lo s alemanes inician la retirada, septiembre, 29: Bulgaria firma el armisticio y abandona el bando de los imperios centrales. septiembre, 30-octubre, 1: lo s británicos toman Damasco (Siria) a los turcos. octubre, 4: F.l káiser Guillermo II solicita negociaciones al presidente nor teamericano Wilson. octubre: Se proclaman las independencias de Checoslovaquia, Hungría, Croacia y Eslovenia. octubre, 31: Turquía firma el armisticio con los aliados, noviembre, 4: Armisticio de Austria-Hungría. noviembre, 6: Alemania, abandonada por sus aliados y en medio de un ambiente revolucionario, solicita el armisticio, noviembre, 7: Polonia proclama su independencia, noviembre, 9: Guillermo II abdica como emperador de Alemania. Se pro clama la República. noviembre, 11: Alemania firma el armisticio. noviembre, 13: El emperador austro-húngaro Carlos de Austria abandona el poder.
1919
enero, 18: Se inaugura la conferencia de paz de París. mayo, 28: Se firma el Tratado de Vcrsalles, que pone fin a la guerra de Alemania con los aliados.
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BIBLIOGRAFÍA La Primera Guerra Mundial cuenta con una abundante bibliografía permanentemente re novada. Se publican nuevos libros que ofre cen síntesis, desarrollo de batallas, biogra fías..., pero también películas, lo cual denota el permanente interés por una guerra que cambió el devenir del mundo. Igualmente, las obras literarias ambientadas en esta conflagra ción son muy numerosas y de gran interés.
R en o u v in , Pierre: La Primera Guerra M u n dial. Barcelona, Orbis-Fabbri, 1995.
C hevallier , Gabriel: E l miedo. Barcelona,
St o n e , Norman: Breve historia de la Prime ra Guerra M undial. Barcelona, Editorial
Quaderns Crema, SAU, 2009. Novela desarrollada en el frente francés du rante la Primera Guerra Mundial. El autor, combatiente desde 1914 a 1918, aporta un estremecedor relato sobre su experiencia en el frente y sobre la vida en las trincheras. G il b e r t , Martin: Atlas A k a l de la Primera
Ariel, 2008. Reciente publicación de gran utilidad. Analiza, de forma concisa y acertada, un conflicto que aún hoy resulta desconcer tante para los investigadores, debido a las dimensiones que llegó a adquirir lo que inicialmente se había planeado como una «guerra relámpago». Incluye una serie de mapas muy interesantes.
Guerra M undial. Madrid, Ediciones Akal, 2003. Completa obra con más de cien mapas, planos, gráficos, etc. Ofrece una imagen clara y reveladora del sangriento desarrollo del conflicto.
T ari» , Jacques: La guerra de las trincheras. 1914-1918. Barcelona, Norma Editorial, 2010 .
H ern ández , Jesús: Todo lo tjue debe sabe so bre la Primera Guerra M undial. Madrid,
Cómic para adultos que refleja la dureza y la crueldad de la guerra en las trincheras.
Ediciones Nowtilus, 2007. Libro de divulgación en el que se entre mezclan, de forma amena, el desarrollo de la guerra, las campañas, los personajes, anécdotas significativas y una guía de esce narios interesantes para visitar.
T u c h m a n , Barbara: Los cañones de agosto.
H o w ard , Michacl: La primera guerra m u n dial. Barcelona, Editorial Crítica, 2003.
(Hay una edición de bolsillo editada en 2008). Brillante síntesis de los pormenores de la contienda a través de una exposición cro nológica de los acontecimientos. N eiberc:, Michel S.: La Gran Guerra. Una historia global (1 9 1 4 -1 9 1 8 ). Barcelona,
Editorial Paidós, 2006. Este historiador militar norteamericano ofrece una amena disertación sobre el desa rrollo de la contienda, y presta atención a los escenarios periféricos, como Asia o Africa.
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El autor, especialista en relaciones interna cionales, es uno de los grandes historiado res franceses, y esta obra suya, un clásico de la bibliografía sobre el tema. Publicada originalmente en 1972, mantiene todo su rigor en una síntesis de poco más de cien páginas.
Barcelona, Editorial Península, 2004. Magnífico libro a mitad de camino entre el ensayo y la novela, que narra magistralmen te los acontecimientos iniciales de la guerra. F.I título hace referencia a agosto de 1914, y describe los principales acontecimientos, como la toma de decisiones, el ataque ale mán a Bélgica, la campaña inicial rusa y la poco conocida peripecia de dos barcos ale manes en el Mediterráneo que propiciaron la entrada de Turquía en la guerra. WiLLMorr, H. P.: La Primera Guerra M u n dial. Barcelona, Inédita Editores, 2004. Voluminosa obra que destaca por su im presionante aportación de fotografías, ma pas, esquemas, anécdotas y gráficos. Es una buena síntesis de la guerra, con referencias tanto a los frentes periféricos como al ar mamento y equipos.
FILMOGRAFÍA A diós a las armas. Estados Unidos, 1932. Dir.: Frank Borzage Basada en la novela homónima de Ernest Hemingway, narra la historia de un tenien te norteamericano que se enamora de una enfermera en el frente italiano. Una rela ción romántica en medio de los horrores de la guerra. E l batallón perdido. Estados Unidos, 2001. Dir.: Russell Mulcahy Película sobre las penalidades de la vida del soldado. Recrea un hecho real al final de la guerra, cuando un batallón norteamerica no penetra en un bosque ocupado por los alemanes. Aislados y rodeados, los soldados sufren la falta de municiones, de alimentos y de agua, e incluso un bombardeo que, por error, les inflige su propia artillería. C apitán Conan. Francia, 1996. Dir.: Bertrand Tavernier Relata las vicisitudes de un oficial francés en el frente de los Balcanes, con escenas descarnadas de la brutalidad de las acciones de guerrilla, del falso heroísmo y de las di ferencias clasistas entre oficiales y soldados. Feliz N avidad. Francia, 2005. Dir.: Christian Carion Se centra en un hecho real: la tregua del día de Navidad de 1914, cuando soldados franceses, alemanes y británicos confrater nizaron compartiendo regalos, enterrando a sus muertos y hasta jugando partidos de fútbol. Todo acabó cuando los mandos, alarmados por la actitud pacifista de la tro pa, cortaron radicalmente la relación. Gallípoli. Australia, 1981. Dir.: Peter Weir Ambientada en el fracasado ataque a Ga llípoli (Turquía), es la historia de los vo luntarios australianos que participaron en la I Guerra Mundial. Partieron de las an típodas en busca de aventuras y de defensa del imperio británico, y se encontraron en medio de una guerra despiadada. Profitndo alegato antibelicista.
La Gran Guerra. Italia, 1959. Dir.: Mario Monicelli Dos granujas italianos son enviados al fren te y se las apañan para eludir sus responsa bilidades en medio del caos de la guerra, con el fin de asegurarse la supervivencia. Sin embargo, ante una situación extrema no dudan en convertirse en héroes y sacri ficar sus vidas. Otro alegato antibelicista. La g ran ilusión. Francia, Reino Unido, 1937. Dir.:Jean Renoir Oda antibelicista y a favor de la paz, es un clásico del cine antimilitarista y una obra maestra de la cinematografía. Los prota gonistas son varios oficiales franceses que, prisioneros, entablan entre ellos lazos de amistad por encima del rango y de la clase social de cada uno, al tiempo que estable cen también afectuosas relaciones humanas con sus carceleros. Ltiwrence de A rabia. Reino Unido, 1962. Dir.: David Lean Espectacular película que narra las vicisitu des de un oficial británico aliado de los ára bes contra los turcos. Basada en las audaces experiencias del oficial que da nombre al filme. Perfecta ambientación en el desierto. Senderos de gloria. Estados Unidos, 1957. Dir.: Stanley Kubrick Sin duda, una de las mejores películas so bre la Gran Guerra y sobre los conflictos bélicos en general de todos los tiempos. Mandos ineptos y ambiciosos envían a una muerte segura a sus hombres en el frente francés. Ante la retirada, ordenan dar un escarmiento y fusilar a varios soldados. S in novedad en el fre n te . Estados Unidos, 1930. Dir.: Lcwis Milestone Mítica película antibelicista basada en la novela homónima de Erich Mafia Remar que. Narra la historia de un grupo de jóve nes estudiantes alemanes que, enfervoriza dos por las soflamas nacionalistas, acuden entusiasmados al frente, donde descubren los horrores de la guerra. 123
ÍN D IC ES Analítico acuerdo, 31,72, 86, 87, 107 aislacionismo, 105 aislacionista, 77 aliado, 22, 23, 35, 36, 40, 41,43, 46, 48, 52, 54,55, 5 9 ,6 1 ,6 2 , 6 5 .7 2 ,7 3 , 74, 76, 77. 78, 80, 85. 87. 88, 89, 9 0 ,9 1 ,9 3 alianza, 14,15, 26, 48 Alto Mando, 31, 39, 58, 81, 85,93 ametralladora, 18, 38, 39, 43, 4 6 ,6 1 ,6 2 ,6 4 ,8 1 ,9 8 Anzac, 51 archiduque, 22, 23 Armada, 24, 97 armamento, 17, 18, 19, 32, 38, 4 9 ,6 1 ,6 5 , 83,90, 98 armisticio, 13, 85, 86, 92, 93,94, 103 artillería, 18, 32, 37, 38, 46, 49, 56, 5 9 ,6 0 ,8 1 ,8 3 atentado (de Sarajevo), 22, 23, 25 autodeterminación. 104, 106, 107 aviación, 48, 49. 83, 98, 99, 105 avión. 18, 5 6 ,9 0 ,9 1 ,9 8 , 99 bando, 40, 41, 43, 46, 49, 52, 55, 56, 5 9 ,6 1 ,7 1 ,8 5 batalla, 18, 31, 43, 46, 53, 55, 56, 57, 5 9 ,6 1 ,6 8 , 73, 82, 8 3 ,8 5 ,9 2 , 100, 109 de Jutlandia, 97 de Lys, 89 de Verdón, 43, 54, 55, 56, 5 7 .5 9 ,6 1 ,7 3 ,8 1 del Mame, 33, 34, 39, 40,45 del Sommc, 55, 56, 59, 6 0 ,6 1 ,6 2 ,7 3 ,8 1 imperial, 89
bloque, 15, 20 bloqueo, 20, 68, 76,77, 96 bolchevique, 80, 85, 86, 87, 94 caballería, 37 camión, 31, 34, 39 campaña, 22, 30, 32, 37, 40, 43, 48, 49, 54, 62, 76, 101
carrera armamenrística, 17 Catorce Puntos, 104 cloro, 46 colonias, 24, 40, 51, 72, 100, 101, 105, 106 Conferencia de Chantilly, 55, 59 de París, 105 contendientes, 21, 27, 29, 3 4 ,4 3 ,4 4 , 50, 5 4 .6 5 ,7 1 , 103 contraofensiva, 30, 90 declaración (de guerra), 25, 26 defensa, 30, 34, 35, 37, 40, 4 3 ,4 8 , 54, 56, 5 9 ,8 1 ,8 2 dictadura, 65 Duma, 79 economía, 12, 59, 65, 66, 73, 7 4 ,7 5 ,7 6 ,9 6 ejército, 12, 13, 17, 18, 19, 2 0 ,2 1 ,2 3 .2 6 , 2 7 ,2 9 ,3 0 , 31,32, 34, 35, 36, 37, 43, 48. 49, 50, 52, 55, 56, 58, 5 9 ,6 8 ,7 3 ,8 1 ,8 6 , 87, 88, 89, 90, 92, 93, 94 emperador, 12, 13, 25, 92, 94 Estado, 12, 14, 44, 65, 66, 87, 92, 93 Estado Mayor, 13, 30, 33, 37, 44, 48 expansionismo, 41
ferrocarril, 13, 18, 34, 56, 69, 89, 101 flota. 13, 14, 20, 94. 95, 96, 97 frente, 19, 29, 33, 35, 36, 38, 39, 40, 43, 46, 47, 48, 49, 5 0 ,5 1 ,5 2 , 53, 55,56, 57, 5 8 ,6 1 .6 3 , 6 5 ,8 1 ,8 2 , 83, 88,92, 100, 106 occidental, 35, 40, 41, 43, 44, 46, 48, 54, 55, 58, 74, 82, 87, 88, 98 oriental, 35, 36, 48, 73, 87 ruso, 35, 48, 83 frontera, 14, 31. 32, 34, 36, 37, 53, 54, 83, 101, 107 Fuerzas Armadas, 17, 19 gas venenoso, 43. 46, 47, 49, 88
Gobierno, 12, 16, 17, 44, 52, 58, 61, 65. 78, 79, 80, 85, 93, 94, 109 provisional, 79, 80 guerra de trincheras, 43 franco-prusiana, 14, relámpago, 36, 83, submarina, 21, 74, 76, 7 8 ,8 1 ,9 7 guerras napoleónicas, 1 1 hidrófobo, 76 imparcialidad, 76 imperio, 11, 12, 14, 50, 54,87, 92, 100. 106 alemán, 12, 13, 15, 100, 103 austro-húngaro. 15, 22, 72, 73, 91. 103, 107 británico, 51
41, 67, 95,
17 75,
52, 93, 16, 92,
colonial, 21 danubiano, 73 otomano/turco, 14, 15, 50, 73. 101, 103 ruso, 12, 72, 87, 103, 107 imperios centrales, 15, 20, 24, 3 5 ,4 1 ,4 3 , 54,55, 65, 71,80, 86. 87,92 independencia, 12, 17, 26, 73, 87, 92,93 industria armamenrística/bélica, 21,65, 67 Infantería, 31, 37, 47, 59, 6 0 ,8 1 ,9 0 intervencionismo, 65, 78 intervencionista, 77 kaiser, 13, 89, 94 Lusitania, 75. 77 Mano Negra, 22 Marina. II, 24, 75, 76, 77, 94, 95 máscaras antigás, 46, 47 militarismo, 32 minorías, 12 motín, 71, 79, 82, 95 movilización, 13, 19, 20, 26, 30 nacionalidades, 16, 53, 73. 87, 107 nacionalismo, 12,16 negociaciones, 52, 93, 95 neutral, 15, 21, 24, 41, 53, 72 neutralidad, 24, 26, 27, 30, 54, 76, 77 neutralismo, 78 ofensiva, 29, 30, 32, 33, 44, 48, 5 0 ,5 1 ,5 4 , 55, 58, 5 9 ,8 1 ,8 2 , 83, 85, 89, 90, 92 opinión pública, 31, 61, 78, 105
35, 56, 86, 77,
países bálticos, 16, 74, 87,
107 parapeto, 41, 82 Parlamento, 20, 65, 79 partido comunista, 80 socialista, 17 patriotismo, 27 paz, 17. 20, 48, 55, 56, 72, 73, 80. 85, 86, 8 7 .9 1 ,9 2 , 93, 103, 105, 107, 108 de Brcst-Litovsk, 85 Plan Schlieftén, 29, 30, 31, 48 prisioneros, 45, 46, 49, 58, 66, 83, 88 programa von Hindcnburg, 73 propaganda, 66, 87, 89, 91, 92 protectorado, 74, 101 racionamiento, 68, 69 rearme, 23 reclutamiento, 17, 19, 44 régimen, 12, 79, 93, 94, 107 República, 3 6 ,7 9 , 94, 107 retaguardia, 13, 30, 45, 71, 9 0 ,9 1 .9 2 Revolución Rusa, 68, 79, 95 Royal Navy, 24, 71 ,9 7
de Versalles, 104, 105, 106 tregua, 41 tren, 18, 88. 90 trinchera, 32, 33, 39, 40, 43, 45, 56, 60. 61, 62,63, 64, 81,91 Triple Alianza, 15, 20 Triple Entente, 15, 20, 21, 3 1 ,4 0 ,4 1 ,4 8 , 52, 54, 59, 71,85 tropa, 13, 19, 30, 33, 38, 39, 57, 58, 59, 60, 83, 88, 92,
100 ultimátum, 26 unificación, 12 unión sagrada, 17 vanguardia, 31 Vía Sagrada, 57 zar, 19, 79 zarismo, 71, 7 6 ,7 9 , 85 zarista, 58 zepelin, 98, 99
sindicato, 17 Sociedad de Naciones, 104, 105 sóviet, 79, 94 submarino, 25, 71, 73, 75. 76, 77, 82, 97 suministro, 19, 31, 56, 57, 6 5 ,6 8 , 75, 102 tanque, 43, 61, 62, 83, 90, 105 tierra de nadie, 41, 63, 64 tratado de Brcst-Litovsk, 86, 87 de Londres, 52 de Neuilly, 106 de Saint Gcrmain, 106 de Sévres, 106 deTrianon, 106 125
Onomástico Adagio. 107 Adriático (mar), 41 Africa. 50, 51.96, 100 Aisnc (río), 81 Albania, 50 Alemania, 12, 14, 15, 20, 23, 24, 26, 27, 29, 30, 31, 35. 37, 40, 41, 44, 48, 50, 51, 52, 53, 54, 68, 69, 73, 74, 76, 77, 78, 87, 88, 90, 91, 93, 94, 96. 97, 98, 100. 103, 104, 105, 106, 108 Alpes, 54 Alsacia, 12, 27. 38, 73, 93, 105 Amiens, 88, 90 Arabia, 50,93, 101 Artois, 46 Asia, 96, 101, 102 Australia, 51, 100 Austria-H ungría, 12, 14, 15, 19, 20, 22, 23. 26, 29, 35, 36, 41, 43, 48, 52, 68, 72, 73, 87, 92, 107, 108 Badén, Max de, 93 Bagdad, 102 Balcanes, 12, 14, 23, 24, 50 Bar-le-Duc, 57 Basura, 102 Baviera, 13 Bélgica, 24, 27, 30, 32. 37. 39, 40, 62, 73, 74, 87, 93, 103, 109 Belgrado, 50 Berlín, 23, 35, 94 Bosnia-Herzegovina, 14, 22 Bruselas, 32 Brusilov, 37, 58 Bulgaria, 12,43, 50, 106 Cambra!, 83 Camerún, 100 Canadá, 100 Canal de La Mancha, 30, 126
34, 88, 97 Canal de Suez, 102 Caporetto, 83 Cáucaso, 5 1 ,5 2 , 101 Champagne. 46 Checoslovaquia, 107 Chemin de Dammes, 81 China, 100 Clemenceau, 104
Hitler, Adolf, 26, 27, 36 Hohenzollcrn, 13 Holanda, 94 Inglaterra, 24, 59, 88, 94 Italia, 43, 50, 52, 54, 55, 83, 107 Japón, 100 Jerusalén, 102 JofFre, Joseph Jacques, 32, 33,81
Dardanelos, 4 1 ,5 0 , 101 Egipto, 52, 101, 102 Estados Unidos, 21, 71, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 85. 93, 97, 103, 105 Estonia, 107 Falkenhayn, Erich von, 44, 48, 55, 56, 57 Elandes, 82, 88 Foch, Ferdinand, 90 Francia, 13, 14, 19, 20, 24, 26, 27. 29, 30, 32, 34, 35, 37, 39, 44, 46, 49, 52. 55, 57, 69, 72, 73. 76, 80, 82, 85, 86, 87. 98. 103, 105, 109 Francisco Fernando, 22,
34,
23, 31, 40, 56, 77, 93, 23
Gallieni, 34 Gallípoli, 50, 51 George, I.loyd, 104, 107 Ginebra, 105 Gran Bretaña, 11, 14, 15, 19, 20, 23, 24, 25, 31, 32, 40. 44, 50. 51. 52, 53, 55, 69, 74, 75, 76, 77, 78, 80, 81, 86, 98, 100, 101, 102, 103, 105 Grecia, 12, 50, 54 Guillermo II, 25, 89. 94 Habsburgo, Carlos de, 92 Haig, Douglas, 81, 82, 88 Hindenburg, Paul von, 35, 36, 48, 73, 74
Keynes, 107 Kiel, 95 Iñigos Masurianos, 36 I-awrence de Arabia, 102 Lenin, 80, 86 Letonia, 107 Libia, 101 Lieja, 32 Lituania, 107 Londres, 88, 98 Lorena, 12, 27, 38, 73, 93. 105 Ludendorff, Erich, 35, 48, 73, 7 4 ,8 1 ,8 8 , 8 9 .9 1 ,9 3 Luxemburgo, 30 mar del Norte, 96, 97 Mame (río), 30, 31, 32, 89. 90 Mediterráneo (mar), 14 Mesopotamia, 50, 52, 101, 102 México, 78 Moltke, Helmuth von, 33, 34 Munich, 26, 27 Namibia, 100 Narotch (lago), 58 Negro (mar), 14, 50, 101 Nicolás II, 19, 79 Nivellc, Roben, 81 Nueva York, 104 Nueva Zelanda, 51, 100
Oceanía, 102 Oriente Medio, 50, 51 Oriente Próximo, 101, 102 Orlando, 104 Pacífico (océano), 100 Palestina, 93, 102 París, 30, 33, 34, 88, 89, 98, 104, 109 Pershing, 37 Pétain, Philippe, 37, 56, 81, 8 2 ,9 0 Petrogrado, 79 Piave (río), 83 Polonia, 40, 49, 73, 74, 87. 105, 107 Princip, Gavrilo, 22 Prusia. 12, 35, 49 Reino Unido, 11, 13, 15, 2 1 ,2 4 ,5 1
Renania, 105 Rennenkampf, 36 Rumania, 43, 50, 59, 107 Rusia, 12, 14, 15, 20, 22, 23, 26, 27, 29, 30, 35, 36, 40, 43, 44, 48, 49, 52, 53, 54, 55, 58, 68, 71, 72, 73, 77. 79, 80, 82, 85, 86, 87, 92, 94, 101, 108 Sajonia, 13 San Petersburgo (vid. Petro grado) Sarajevo, 2 1 ,2 2 , 23, 25 Scheer, 97 Serbia, 12, 14, 15, 22, 23, 25, 26, 27, 35, 50, 54 Siria, 93. 102 Somme (río), 54, 56, 62
Tannenberg, 36 Tanzania, 100 Tigris, 102 Togo, 100 Trentino, 107 Turquía, 12, 4 1 .4 3 , 50, 51, 92, 101, 102, 106, 108 Ucrania, 87 Vaux, 56 Veni/.elos, F.leuterio, 54 Verdón, 55. 56, 57, 58, 59, 81 Wilson, Woodrow, 73, 74, 76, 77, 78, 92, 93, 95, 104, 105 Wiirttemberg. 13 Ypres, 46, 82 Yugoslavia, 107
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