Como caído del cielo
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El avión se aproximaba a Madrid cerca del mediodía de ese primer día del caluroso mes de agosto. El ambiente era bastante tranquilo, con la mayoría de la gente durmiendo recostada en los asientos a causa del madrugón que les había supuesto coger ese vuelo en el aeropuerto de Orly, en París. Se oía alguna conversación en voz baja y el llanto de alguno de los muchos niños que plagaban el vuelo, procedentes quizá de Eurodisney Situada en la parte delantera del avión y a la derecha del mismo, una atractiva mujer, de grandes ojos marrones y larga melena de color castaño con reflejos rojizos, iba escuchando música en su mp3 con la cabeza apoyada en el asiento y una mirada soñadora y alegre al volver a su país después de algunos meses trabajando al otro lado del Atlántico. A su lado se encontraba durmiendo una pareja de jubilados franceses que iban de visita turística a la capital y alrededores y con los que había entablado una breve charla al principio del viaje Unas filas más atrás y en el lado izquierdo de aquel enorme Airbus, otra mujer de edad similar, con el pelo castaño oscuro ligeramente rizado, miraba por la ventana cómo se aproximaba su ciudad natal. Sus marrones ojos hacían enormes esfuerzos por intentar averiguar el lugar exacto por el que estaban pasando, mientras a su derecha una madre charlaba con su hijo de 11 años sobre el parque temático de Disney en el que habían estado una semana La tranquilidad reinante se vio interrumpida por un brusco movimiento del avión que hizo que los pasajeros se vieran zarandeados de un lado a otro durante unos breves instantes, pero que habían sido suficientes para que la gente se mirara nerviosa y comentara el incidente con las personas cercanas. Minutos después y cuando parecía que había sido una mera turbulencia, el movimiento volvió a repetirse de forma más violenta y duradera. Al instante se oyó la voz de la jefa de cabina intentando tranquilizar a algunos asustados pasajeros que ya empezaban a sentir pánico y gritaban temiendo por sus vidas. Con esa voz de prosodia monótona y carente de emoción, típica de las azafatas, les decía que estaban intentando averiguar las causas de los problemas del avión. Les pedía tranquilidad, que se abrocharan los cinturones de seguridad y les aseguraba que los tendría informados en todo momento. Este mensaje, lejos de tranquilizar al pasaje, hizo que los gritos aumentaran y que algunas personas se removieran inquietas en sus asientos, mientras otras intentaban poner algo de calma a su alrededor. El ambiente se ponía tenso por momentos y las explicaciones no llegaban De repente, el avión descendió rápidamente durante segundos hasta volver a estabilizarse. Esto ocasionó llantos por parte de los niños, que habían notado en sus oídos el brusco cambio de presión, y más gritos histéricos de algunos pasajeros que
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proclamaban a voz en grito que iban a morir. Ante el cariz que estaba tomando la situación, el comandante decidió dirigirse a los pasajeros y les comentó que el avión estaba sufriendo algunos problemas de estabilidad de cierta importancia, pero que la proximidad del aeropuerto de Barajas propiciaba que en breves minutos pudieran realizar un aterrizaje forzoso, pero controlado tanto por toda la tripulación, como por los controladores aéreos, que estaban despejando todas las pistas de despegue y aterrizaje. A continuación, todos pudieron oír a la jefa de cabina dando las instrucciones necesarias para dicho aterrizaje de emergencia, así que pusieron vertical el respaldo del asiento, plegaron las mesas y esperaron hasta que les avisaran de que tenían que colocar la cabeza sobre las piernas Estos últimos anuncios no consiguieron tranquilizar a algunos pasajeros, que seguían empeñados en que cundiera el pánico en el avión. Un señor de unos 50 años, rechoncho y con el rostro enrojecido por el miedo y la ira se pasaba la mano nerviosamente por sus escasos cabellos plateados mientras vociferaba que iba a poner una queja a la compañía aérea si es que conseguía sobrevivir. Seguía lanzando improperios cuando una voz profunda y en tono autoritario le decía que se callara y dejara de alarmar al resto de las personas de alrededor. El airado pasajero calló momentáneamente y dirigió su mirada a la persona que le había hablado, encontrándose con un rostro femenino cuya mirada dura parecía que lo traspasaba. La mujer sostuvo su mirada y en un tono un poco más cordial le dijo que ponerse nervioso no le iba a ayudar en nada, que todos tenían miedo, pero que lo único que podían hacer era obedecer las indicaciones que les habían dado, dejando de lado la histeria. El rechoncho caballero emitió una especie de bufido, pero decidió callarse al sentir el codazo que le daba su mujer, sentada a su izquierda. Algunos miembros de la tripulación caminaban velozmente por los pasillos ayudando a los padres a tranquilizar a sus hijos y calmando a algún que otro pasajero que pasaba por estados de ansiedad crecientes El avión descendía a trompicones, y vacilante se aproximaba cada vez más al aeropuerto, lo que era observado atentamente por algunos de los pasajeros que estaban en las ventanillas. Una de estas pasajeras hablaba con mucha calma a un chaval de 11 años que estaba sentado junto a ella intentando que no perdiera el control, diciéndole (mientras acariciaba dulcemente su brazo izquierdo) lo cerca que se encontraban de su destino y que no iba a pasar nada si conseguía no ponerse nervioso. Cuando ya podía divisarse la pista de aterrizaje volvió a escucharse la voz de la azafata diciéndoles que pusieran la cabeza sobre las rodillas y que no se movieran de esa posición hasta que el avión estuviera completamente parado. Les pidió que mantuvieran la calma y agradeciéndoles su colaboración cortó la comunicación Los instantes que siguieron, si bien sucedieron de forma muy rápida, fueron vividos con una lentitud exasperante por todas las personas que viajaban en aquel avión. La tensión se materializaba en el ambiente de forma que casi se podía visualizar y el silencio reinaba, aunque de vez en cuando se podía oír algún suspiro o diálogo breve en voz muy baja. Todos estaban en la posición que les habían indicado con los sentidos bien alerta para intentar adivinar lo que estaba pasando. De repente notaron un choque brusco contra el suelo que les hizo dar un pequeño bote en sus asientos y que ocasionó que algunos compartimentos del equipaje de mano se abrieran dejando caer su contenido sobre algunos pasajeros y el pasillo
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Tras ese primer choque proveniente de la parte delantera del avión, se sucedió otro que se percibió más claramente por los pasajeros de los asientos traseros, lo que indicaba que el avión había tomado tierra bruscamente. Los objetos seguían cayendo y los gritos histéricos volvieron a surgir acompañados de otros de dolor. El avión seguía a toda velocidad su curso por la pista dando tumbos y deslizándose sobre su carcasa, puesto que el tren de aterrizaje no había funcionado. Al cabo de unos minutos consiguió frenarse gracias a una barrera que habían colocado y se quedó parado a las afueras de la pista de aterrizaje La tranquilidad de esa habitación oscura se vio interrumpida por el grito de una mujer que despertaba violentamente de sus sueños y se quedaba sentada en la cama con el pulso y la respiración agitados mientras abandonaba el mundo onírico y volvía a la realidad lentamente “Uf, ¡qué susto! ¡Menos mal que ha sido un sueño...! (Pensaba reconfortada Esther) Mira que ha pasado tiempo desde aquel accidente y todavía sigue apareciendo cuando estoy tensa o nerviosa” Se volvió a recostar en la cama mientras su mente seguía vagando por el pasado que le había hecho revivir ese sueño. “Fueron momentos muy tensos y complicados los del accidente y todo lo que vino después, pero hizo que de forma inesperada mi vida diera un giro importantísimo” siguió pensando la enfermera mientras se frotaba los ojos y miraba el despertador que marcaba las cinco de la mañana “Y mira tú por donde, (se decía a sí misma a la vez que se pasaba las manos por la cara) se me viene a repetir ahora que estoy a punto de que mi vida vuelva a cambiar, aunque no sé si en este caso será para bien o para mal... Todo lo sucedido en el hospital me desbordó, me asustó y no tuve otro remedio que pedir la excedencia a Dávila y salir corriendo de allí sin casi tiempo de despedirme de mis compañeros de tantos años y sin fuerzas para llamarla a ella y contarle lo que me estaba pasando... El miedo me atenazó” (sus ojos se iban llenando poco a poco de lágrimas al volver a sentir el daño que le había hecho a su chica y al hecho de no saber absolutamente nada de ella desde hacía unos cuantos días. El llanto continuó durante un rato más y la llevó de nuevo al mundo de los sueños) A unos cientos de kilómetros de allí, otra mujer intentaba conciliar el sueño que tanto se le resistía desde que unos días atrás su niña hubiera desaparecido sin dar señales. Maca, que así se llamaba esta bella mujer de penetrantes ojos marrones y pelo castaño con reflejos rojizos, había llamado al hospital para saber si allí le podrían dar una pista del paradero de su novia, que por aquel entonces sólo llevaba dos días sin dar señales, ni encender el móvil. La persona que le atendió fue Teresa que, por otra parte, era la más adecuada para obtener la información que deseaba - Hospital Central, dígame (decía Teresa de forma rutinaria) - Hola Teresa, soy Maca. ¿Está Esther por ahí? (Preguntó intentando no dar demasiada gravedad a su pregunta) - ¡Hola Maca, qué alegría volver a oírte! (Respondió Teresa con sinceridad, porque le había cogido mucho cariño a aquella persona que pasaba con frecuencia por el hospital a recoger a su novia) Pues Esther no está aquí y no creo que lo esté en un tiempo. ¿No te
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ha contado que pidió la excedencia y se marchó? (El semblante de Maca empezó a ensombrecerse a medida que iba oyendo lo que la recepcionista le contaba) Mira que me ha dado pena que se fuera tan de repente, con el cariño que yo le tenía, que era como una hija para mí... (siguió contando Teresa como si le hubieran dado cuerda) Pero como tú sabes lo cabezota que es, no hubo forma de convencerla y eso que todos sus compañeros lo intentamos, sobre todo Laura, Vilches y yo. Si es que... - Pero ¿por qué se ha ido? (Preguntó Maca cortando el interminable monólogo de Teresa) ¿Le ha pasado algo con alguien? - Bueno, supongo que sabrás que desde que llegó Marta ella no era la misma y el día que decidió irse después de leer una carta que había llegado a su nombre su rostro se puso serio y asustado, su expresión se ensombreció, su mirada se volvió triste y sólo me dijo con ese carácter suyo cuando se enfadaba: “¡Esto es la gota que colma el vaso! ¡Hasta aquí podríamos llegar!” Y se fue a toda velocidad directa al despacho de Dávila a solicitar la excedencia, dejándome con la palabra en la boca. Después de eso recogió sus cosas sin apenas hablar con nadie, hasta que se fue con una gran tristeza en la mirada y conteniendo las lágrimas (terminó de relatar Teresa con un deje de pena en su voz) Lo curioso es que no se fue por la salida de urgencias, sino que se dirigió a la puerta principal del hospital... - ¿Por la puerta principal? ¡Qué raro Esther nunca ha salido por ahí! (Exclamó Maca muy sorprendida). Y supongo que no diría a dónde se iba, ¿verdad? (Volvió a preguntar Maca con la esperanza de poder tener una mínima pista de su paradero) - Pues no, no dijo nada. Ni dónde se iba, ni por qué lo hacía, ni cuándo volvería. ¿Pero es que tampoco ha hablado contigo desde que se fue? (Inquirió Teresa muy extrañada) - No Teresa, (respondió tristemente Maca) no tengo noticias suyas desde hace dos días. No coge el teléfono de casa y tiene siempre el móvil apagado. Yo me estoy volviendo loca pensando lo que puede haberle pasado, pero por más vueltas que le doy no consigo entender nada (dijo Maca entre sollozos). Ya no sé qué hacer, aunque supongo que pediré unos días en el trabajo e iré a Madrid a su casa y a casa de su madre a ver si averiguo algo o puedo verla - Lo siento mucho, Maca. Siento no poder serte de más ayuda, pero es que ha sido todo muy rápido y misterioso y estamos todos como tú. Si necesitas algo cuando estés aquí no dudes en llamarme, que yo estaré encantada de ayudarte (dijo Teresa casi llorando también) - Gracias, no dudes que te llamaré si averiguo algo y te agradecería que tú también lo hicieras si se pone en contacto contigo o sabes algo de ella, por mínimo que sea, ¿vale? - De acuerdo, así lo haré - Gracias por todo. ¡Cuídate! ¡Un beso! Adiós (dijo Maca ya sin poder reprimir el llanto que le sobrepasaba) - Un beso, mi niña, y ¡mucha suerte! (Teresa colgó el teléfono con lágrimas en los ojos al pensar en que algo grave debía estar sucediendo para que Esther se comportara de esa manera con Maca, que era el gran amor de su vida, como ella misma le había dicho en tantas ocasiones) A las tres horas de haberse quedado dormida, Esther volvió a despertarse con la cara demacrada por la mala noche pasada y una gran tristeza que ensombrecía la belleza de su rostro. Decidió levantarse y darse una ducha para despejarse un poco y tras tomarse sólo un café bien cargado se acomodó en el viejo sofá de la vivienda alquilada en la que llevaba varios días. Con la mirada perdida su mente viajó a aquel mes de agosto con el que había soñado la noche anterior
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Después del aparatoso aterrizaje, cuando el avión se detuvo por fin, los gritos de los pasajeros de ese vuelo procedente de París volvieron a aparecer con una intensidad mayor que hasta entonces. Esther se incorporó para echar un vistazo a la situación y comprobó que salvo un leve dolor de cabeza provocado por los golpes que se había dado contra el sillón delantero y algún rasguño, no tenía ninguna herida importante. Miró a sus compañeros de asiento y vio que el niño estaba ileso como ella, aunque lloraba en silencio tremendamente asustado por lo que acababa de vivir. Su madre tenía algún rasguño y una pequeña brecha en la cabeza, fruto de algunos objetos que se le habían caído encima. Esther, tras intentar tranquilizar al niño haciéndole ver que estaba bien y que todo había pasado ya, le dio un pañuelo a la madre para que presionara su herida hasta que llegaran a rescatarlos Tras esto decidió levantarse para ver si podía ayudar a alguien que estuviera herido. Cuando salió al pasillo recorrió el avión con su mirada y lo que vio le puso los pelos de punta. Los pasillos estaban llenos de objetos desperdigados y maletas abiertas con todo su contenido repartido por el suelo, se veían algunos hierros retorcidos en la parte delantera fruto del impacto del avión contra el suelo y muchos desperfectos en todas partes. Pero lo que más le impresionó fue ver como algunas personas empezaban a levantarse de sus asientos y se dirigían, presas del pánico, a las salidas de emergencia sin importarles a quién se llevaban a su paso Ella decidió dirigirse a la parte delantera del avión y fue atendiendo, como buenamente pudo, a las personas que veía heridas y tranquilizando a las que tenían ataques de ansiedad y de pánico. Con toda la dulzura de su carácter y la templanza que le daba su profesión de enfermera, poco a poco fue logrando que los pasajeros donde se encontraba permanecieran en sus lugares hasta que pudieran sacarlos de allí, aunque alguno, pensando que el avión explotaría, salió corriendo hacia la muchedumbre que se agolpaba en las puertas comportándose como animales en busca de su propia supervivencia nada más A pocos metros de Esther y en la parte opuesta del avión, la mujer que se había enfrentado al hombre rechoncho estaba con él limpiándole una herida que le había hecho un bolso de mano que había aterrizado en su brazo derecho. Los miembros de la tripulación pasaban con botiquines repartiendo gasas a los que estaban heridos y cuando pasaron cerca de ella y del orondo pasajero, Maca les pidió unas cuantas gasas y betadine para poder ir curando a los que podía. Hacía mucho que no atendía a adultos, pero en esos momentos, todo lo que había estudiado volvió a su cabeza, haciendo que su actuación con los pasajeros fuera bastante rápida y eficaz Ambas mujeres seguían su particular ronda de reconocimiento sin percatarse ninguna de la presencia de la otra, hasta que Maca escuchó una voz femenina proveniente de su izquierda y que reclamaba la presencia de un médico. Sin dudarlo y al ver que nadie parecía responder a la llamada de esa mujer, se dirigió hacia allí todo lo rápido que pudo, puesto que a ella también le habían golpeado con contundencia varios objetos del compartimento de equipajes, dejándole varios arañazos y cortes, además de un fuerte dolor en el brazo izquierdo y en la zona del costado Cuando llegó a su destino, se dirigió a Esther diciéndole que era médico. Esther, sin apenas mirarla, le hizo un gesto para que se agachara y pudiera ver lo que ocurría. Allí, tumbada en el suelo estaba una chica de unos veintipocos años que sangraba copiosamente por la cabeza y que tenía alguna dificultad para respirar
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- Parece que al producirse el choque del avión con el suelo, el fuselaje se ha quebrado y a los pasajeros de delante esa amalgama de hierros les ha ocasionado muchas heridas de gravedad (le iba diciendo Esther mientras Maca evaluaba la situación de la joven, que iba recobrando la consciencia poco a poco) - ¿Podrías limpiar un poco la herida de la cabeza para que pueda ver mejor? Tienes que hacerlo con mucho cuidado y... (decía Maca sin quitar la vista de la joven) - No te preocupes, sé cómo hacer estas cosas. Trabajo de enfermera en un hospital y lo he hecho muchas veces (dijo Esther dulcemente e interrumpiendo a Maca, mientras cogía unas gasas, les echaba agua de una botella que tenía cerca y empezaba a limpiar la herida. En ese momento, la chica abría los ojos un tanto asustada y Esther al verla le pedía que se calmara y le preguntaba si sabía dónde estaba) - Sí, estoy en un avión que aterrizó con problemas, ¿no? ¿Qué me pasa? (Preguntó la chica mirando a ambas mujeres alternativamente) - Tienes una herida en la cabeza, que estamos intentando ver bien y parece que también una costilla rota y un trozo del fuselaje clavado en la pierna, así que no te pongas nerviosa, que vamos a intentar curarte mientras vienen las ambulancias (respondió Maca con tono sereno para no asustar a la chica más de lo que estaba) - Esto ya está (dijo Esther mirando a Maca) Parece que es una herida superficial, ¿no? - A ver... (Maca miró la herida con detenimiento y luego a Esther) Sí, afortunadamente parece superficial, así que con unos puntos estará todo arreglado. Ponle una gasa para contener la hemorragia y ayúdame con la herida de la pierna, por favor Ambas estuvieron trabajando codo con codo para estabilizar a la chica y decidieron no tocar el hierro de la pierna para no ocasionar una nueva hemorragia, así que volviendo a tranquilizar a la chica y tras pedirle que no se moviera se levantaron para seguir viendo a las personas de esa zona, que parecían ser las más graves del avión. Cuando estuvieron de pie observaron que empezaban a abrir las puertas y que las azafatas no daban abasto para contener a todas las personas que querían salir de aquel avión como fuera. Al levantarse, Maca esbozó una mueca de dolor, que no pasó desapercibida para Esther - ¿Te encuentras bien? (Preguntó Esther mirando detenidamente el rostro de aquella mujer a la que casi ni había prestado atención) - Sí, sí, no es nada. Me he debido hacer daño en el costado con el apoyabrazos del asiento y me duele un poco el brazo izquierdo, pero no es nada grave, tranquila (respondió Maca mirando a su vez a Esther mientras sonreía levemente) Cuando las miradas de ambas se cruzaron por primera vez, ninguna de las dos pudo evitar sentir cierta turbación, que hizo que ese momento se prolongara durante algunos segundos, hasta que Esther lo interrumpió - Si quieres te lo miro y te curo esas heridas que tienes. Deberías sentarte y esperar a que vengan los del Samur. Las ambulancias ya deben estar aquí, aunque con la que están montando los pasajeros no sé si podrán pasar. Por cierto, me llamo Esther - No, no, de verdad que ya estoy mejor. Ha sido sólo al levantarme. Encantada Esther, yo me llamo Maca. Si quieres podemos seguir juntas viendo a algunos pasajeros hasta que vengan los médicos (respondió Maca sin poder apartar los ojos de aquella mujer que sin saber por qué había captado su atención)
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- De acuerdo, (respondió Esther sonriéndole también y un poco azorada al notar la intensa mirada de Maca sobre ella) pero si te encuentras peor te siento en el primer sitio que encuentre, ¿vale? - Vale, vale, (dijo Maca con tono de resignación y sonriendo más ampliamente como contagiada por la preciosa sonrisa que seguía instalada en los labios de Esther) pero de momento vamos a ver si podemos ayudar a esta gente, que los del Samur tienen mucho trabajo aquí dentro. Mira, allí delante parece que hay más personas heridas. ¡Qué desastre se ha formado en un momento! ¡Espero que no haya habido muchas víctimas mortales...! Y siguieron viendo a heridos de diversa gravedad durante un buen rato. A los que estaban más graves los dejaban en manos de los del Samur, que habían empezado a llegar cuando pudieron despejar las puertas de emergencia de pasajeros nerviosos. Aquello era un hervidero de gente, tanto dentro como fuera del avión. Las personas que habían conseguido salir eran atendidas por otros sanitarios, aunque la mayoría sólo presentaba heridas leves y ataques de pánico. Dentro, el avión se iba despejando poco a poco. Los heridos más graves eran llevados en camilla a las ambulancias y los más leves, una vez curados, salían por su propio pie En uno de los paseos que daban Esther y Maca por los pasillos, vieron como se llevaban a la chica que habían estado curando. Se despidieron de ella, que les daba las gracias efusivamente, mientras el médico del Samur las felicitaba por la rápida y adecuada actuación que habían tenido con ella. Ambas se miraron sonrientes y contentas por haber conseguido ayudar a tantas personas. Estaban cansadas y llenas de sangre ajena, pero muy satisfechas. El que dirigía las operaciones de rescate les indicó que podían irse, porque ya se bastaban ellos para seguir con los heridos que quedaban. Les agradeció su colaboración y desapareció por la parte delantera del avión, que era la que más afectada había resultado Se dirigieron a sus asientos para recobrar sus objetos personales y cuando Esther se agachaba a recoger su bolso, que estaba tirado en el suelo, sintió una voz de un niño que pedía ayuda débilmente. Se paró a escuchar más atentamente y le dijo que se tranquilizara, que enseguida iba en su busca. Se levantó y vio que Maca se dirigía hacia donde ella estaba - ¡Maca, Maca, (gritó Esther) ven, corre! (Y ella aceleró el paso hasta llegar a la altura de la enfermera, que le contó lo que había pasado) Volvió a agacharse y siguió hablando con el niño mientras avanzaba en cuclillas por el pasillo intentando encontrar el lugar del que provenía aquella voz. Maca la seguía mirando a su vez desde arriba todos los asientos por los que pasaban. Al poco tiempo, Esther se paró y se levantó diciéndole a Maca que el niño estaba allí delante, sepultado entre unos asientos que con el impacto se habían desplazado. Uno de ellos estaba totalmente doblado, lo que había impedido que alguien viera al niño desde arriba. Esta vez fue Maca la que se dirigió al niño con voz dulce, mientras Esther salió corriendo en busca de los bomberos para que les ayudaran a quitar todos los objetos que aprisionaban al niño - Hola, ¿me oyes?
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- Sí, sí, te oigo (respondió el niño con dificultad) No puedo salir de aquí y no sé dónde están mis padres. Llevo un rato llamándolos, pero no vienen y nadie me oía (y empezó a llorar, soltando así toda la tensión acumulada) - Hey, tranquilo, tranquilo, no te preocupes, que vamos a sacarte de aquí enseguida y luego buscaremos a tus padres ¿vale? - Vale (dijo el niño gimoteando) - Yo me llamo Maca y la chica con la que has estado hablando se llama Esther. Ella ha ido a buscar a los bomberos y verás que prontito estás con nosotras. ¿Tú cómo te llamas? - Me llamo Daniel, pero todo el mundo me llama Dani (respondió el niño más tranquilo. Las palabras y el tono sereno de Maca estaban consiguiendo que el niño se fuera calmando un poco) - Mira, como yo, que me llamo Macarena, pero me llaman Maca porque es más cortito (comentó en tono jovial) - Me gusta más Maca. (Dijo el niño) Macarena es un poco raro... Aquel comentario hizo reír a la médico, que le dio la razón al niño. Esther que acababa de llegar acompañada por los bomberos también se río y agachándose junto a Maca, que le susurró al oído el nombre del niño, se dirigió a él con voz suave -¡Hola Dani! Yo soy Esther y vengo con los bomberos, que van a quitarte todas esas cosas que tienes encima para que puedas salir. Ahora tienes que escuchar muy atento a lo que te van a decir ellos y no te preocupes, que nosotras vamos a quedarnos aquí contigo ¿vale? Pero antes dinos si te duele algo - ¡Vale Esther! Me duele un poco el brazo izquierdo. No, el derecho. Es que siempre me lío (dijo el niño como disculpándose inocentemente. Aquel comentario provocó las sonrisas de Maca y Esther, cuyas tiernas y emocionadas miradas provocadas por aquel niño coincidieron) No puedo respirar muy bien y tengo las piernas aplastadas - Muy bien chavalote, (intervino uno de los bomberos) ahora nosotros vamos a empezar a quitar todo eso que te está aplastando las piernas. Es muy importante que no te muevas y estés tranquilo. Y dinos si te duele algo cuando nosotros vayamos quitando cosas, ¿de acuerdo? - ¡Sí, sí! No moveré ni un pelo, que es lo que siempre me dice mi madre cuando tengo que estar muy quieto - ¡Perfecto! ¡Eres un niño muy valiente! (Dijo Esther, sonriendo nuevamente ante los comentarios de Dani y a la que los bomberos le decían por señas que siguiera hablándole para que estuviera distraído de lo que ellos hacían) ¿Cuántos años tienes? - Tengo 6 años, pero voy a cumplir 7 después de las vacaciones y de regalo por mi cumple mis padres me llevaron a Eurodisney (comentó Dani muy contento) - ¿Has estado en Eurodisney? ¡Qué suerte! Es un gran regalo de cumple. Yo también he ido unos días y me lo he pasado muy bien (terció Esther ante la atenta y sorprendida mirada de Maca que estaba maravillada de la buena conexión que había entre la enfermera y el niño) ¿Y sabes qué es lo que más me ha gustado? - ¿Qué? (Preguntó Dani, que estaba totalmente pendiente de aquella conversación) - La “Space Mountain”. Esa montaña rusa a oscuras que hay, ¿sabes? Al principio me daba miedo, pero luego me gustó tanto que me monté varias veces. ¿Tú te has subido? (Preguntó Esther mientras miraba atentamente como los bomberos empezaban a intentar mover el asiento que aprisionaba al niño) - ¡¡Sí, sí, claro que me he subido!! Y muchas veces. Todos los días íbamos por la noche porque no había colas. A mí no me dio nada de miedo, pero a mi madre sí. Es un poco miedica la pobre...
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Ese comentario provocó las risas de todos los allí presentes, a los que el valiente y simpático niño había conquistado. Los bomberos siguieron su tarea mientras Esther y Dani continuaban hablando del mágico mundo de Disney, hasta que un grito de dolor del niño hizo que se callaran todos - ¡Dani, Dani! ¿Qué te pasa? (Preguntó Maca un tanto alarmada) - Que me duele mucho la pierna (sollozaba el niño). Cuando se ha movido el asiento me ha hecho mucho daño Maca habló unos segundos con los bomberos y acto seguido volvió a dirigirse al niño - Tranquilo, Dani. Te voy a decir lo que vamos a hacer para que no te duela. Los bomberos van a quitar el otro asiento que está aquí tirado para que yo pueda acercarme a ver lo que te pasa en la pierna y luego te sacaremos sin que te pase nada, pero vas a tener que ayudarnos diciéndonos si te vuelve a doler algo o si ves algo raro, porque nosotros desde aquí no vemos muy bien cómo estás. ¿De acuerdo? ¿Me has entendido bien? - Sí, lo he entendido todo muy bien, pero no quiero que me hagan tanto daño como antes. Tú no vas a dejar que me lo hagan, ¿verdad Maca? (Preguntó el niño, que estaba visiblemente nervioso) - Claro que no, cariño, (respondió la médico intentando que su voz sonara lo más serena y tranquilizadora posible. Su trato diario con niños hacía que le fuera más fácil ayudar a aquel pequeño pasajero) voy a estar vigilando a estos señores para que no te hagan nada de daño y en cuanto pueda me acercaré a ti para curarte, así que no te preocupes por nada Las maniobras de rescate continuaron con mayor cuidado para no lesionar al niño, y pronto consiguieron quitar el asiento cercano al pasillo. Los bomberos inspeccionaron la zona que había quedado al descubierto para saber cómo tenían que quitar el último obstáculo que quedaba. Maca se agachó con cuidado a causa del dolor de su costado, intentando encontrar un resquicio por el que poder ver el estado de Dani, pero todavía no era posible hacerlo, así que tuvo que esperar a que los bomberos movieran un poco el asiento - ¡¡Maca, Esther!! (Comenzó a gritar el niño mientras Maca seguía agachada) - ¿Qué te pasa, Dani? (Preguntó Esther nerviosa) ¿Te vuelve a doler la pierna? - No, ahora no me duele la pierna, es que no puedo respirar bien y me estoy poniendo muy nervioso (comentó el niño con la respiración muy agitada) - Está hiperventilando, Maca (comentó Esther algo alarmada) - A ver, Dani. Tienes que intentar respirar más despacito. No te pasa nada grave. Es sólo que los nervios han hecho que respires muy deprisa y eso hace que parezca que te ahogas (explicó Maca al asustado niño). Venga, coge el aire despacio y échalo lentamente. Como yo, escucha... (y se puso a demostrarle cómo hacerlo respirando ruidosamente para que el niño lo entendiera bien) - ¡No puedo, Maca! Si hago lo que me dices me parece que me ahogo más (decía el niño llorando amargamente y con visibles dificultades para respirar) - Mira Dani, (intervino Esther dispuesta a echar una mano a la médico) te vas a imaginar que tienes una vela delante de ti. Y vas a hacer lo que yo te diga, ¿vale? - Vale (fue la única respuesta del niño, que apenas podía articular palabra)
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- Muy bien (continuó Esther bajo la atenta mirada de todos, que estaban tan asustados como expectantes) Ahora vas a cerrar la boca. Vas a coger aire por la nariz y lo vas a echar por la boca despacito. Tienes que conseguir que esa vela que te has imaginado no se apague. Sólo tiene que moverse la llama, así que si soplas muy fuerte se apagará. Venga, inténtalo varias veces y me dices si te ha salido. Tienes que estar muy concentrado en la llama, no se te olvide. A ver, coge aire por la nariz y mira bien la vela, Dani. Ahora con la boca cerrada y sólo un agujerito para que salga el aire, empieza a echarlo despacito para que se mueva la llamita (Esther dejó pasar unos segundos y volvió a hablar con el niño) ¿Qué tal va eso? ¿Has conseguido que se mueva la llama sin apagarse? (Y se calló de nuevo mientras miraba nerviosa a Maca que estaba maravillada de la estrategia e imaginación de Esther. Al cabo de unos segundos volvió a oírse la voz de Dani) - ¡Sí Esther, (decía emocionado el niño) he conseguido que la llama se mueva despacito y no se apagara! Me ha gustado mucho este juego. ¿Podemos hacerlo de verdad cuando me saquen? Así puedes ver que guay me sale - ¡Claro que sí, mi niño! En cuanto salgas y tengamos una vela a mano me demuestras lo bien que haces ese truco, porque no te creas que a todos los niños les sale... (respondió Esther con lágrimas de emoción en los ojos al ver que al final Dani había recuperado el ritmo respiratorio normal) Tras esos tensos momentos, que fueron seguidos por todos con gran nerviosismo, los bomberos consiguieron abrir un hueco por el que Maca pudo asomarse a ver el estado del niño y así dar pautas a los bomberos de cómo seguir el rescate sin dañar a esa personita que tan valiente estaba siendo. Dani vio la cara de Maca y se alegró mucho de ver a alguien. Maca le sonrió y le pidió que le mostrara dónde le había dolido antes. La médico pudo ver que un hierro del sillón aprisionaba la pantorrilla del niño e impedía que se moviera el asiento. Intentó quitárselo con mucho cuidado, mientras hablaba al niño de lo que estaba haciendo. Al cabo de unos segundos, Maca les dijo a los bomberos que tiraran del asiento y eso hicieron ellos con mucho cuidado. Esta vez Dani no se quejó y pudieron liberarlo sin mayores contratiempos Cuando el niño se vio libre, se abrazó a Maca con gran alegría. Maca lo acogió entre sus brazos y le daba besos en la cabeza mientras le felicitaba por lo bien que se había portado. Acto seguido salió de entre los sillones y el niño lo hizo tras ella. Al ver a Esther su cara se iluminó, se tiró a sus brazos con una gran sonrisa y le dio un beso en la mejilla. Esther lloraba emocionada y besaba a su vez al niño mientras le acariciaba la cabeza. Maca miraba la escena de cerca con lágrimas en los ojos por la tensión y emoción vivida y por el cariño que demostraba ese niño a la enfermera con la que tan bien había congeniado. Los del Samur interrumpieron tan tierna y emotiva escena para llevarse al niño en una camilla a la ambulancia. Ambas mujeres, tras recoger sus pertenencias y recibir la felicitación por parte de todos los que habían presenciado los acontecimientos salieron detrás de Dani para buscar a sus padres, como le habían prometido Maca decidió llamar desde su lugar de trabajo a Encarna, la madre de su novia, para ver si ella tenía noticias de su hija y comunicarle los planes que tenía - Hola Encarna, soy Maca - Hola Maca, ¡qué alegría me da oírte! ¿Sabes algo de Esther? (preguntó Encarna al instante, pues suponía que la llamada de Maca era para eso)
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- No sé nada desde hace tres días, lo siento (comentó Maca con un deje muy triste en la voz) Te llamaba por si tú habías tenido noticias o sabías algo que pudiera ayudarme a encontrarla - Yo tampoco he tenido ninguna noticia suya (dijo Encarna visiblemente preocupada y triste). Hacía tiempo que no la veía, pero la última vez que hablé con ella la noté muy preocupada y sólo me dijo que era por cosas del trabajo. Ya sabes tú que nunca le ha gustado mucho hablar de sus problemas. Estoy muy preocupada. Esther nunca se ha comportado de esta manera. ¿Habéis tenido alguna pelea? - No, ¡qué va! Ni siquiera habíamos discutido. Yo también noté que estaba rara. La notaba cansada, preocupada y triste, pero lo único que me comentó era que tenía muchos problemas con Marta, la nueva auxiliar. Por más que le pregunté lo único que conseguí fue que me dijera que este fin de semana, que yo iría a Madrid, ya me lo explicaría, pero después de esa charla el lunes no he vuelto a saber nada de ella. No entiendo cómo se aleja de mí en estos momentos... (dijo Maca empezando a llorar) - Tranquila, hija (dijo Encarna intentando retener las lágrimas que pugnaban por salir) Ella te quiere mucho y seguro que todo esto tiene una explicación. Igual necesitaba tiempo para estar sola. O por lo menos eso espero. ¡No quiero ni pensar que le haya podido pasar nada malo! (Exclamó sin poder contener el llanto) - Yo tampoco quiero pensar en eso, aunque a veces se me viene a la cabeza. He pensado (siguió diciendo Maca intentando superar la congoja que sentía dentro) que ya que tenía planeado ir a Madrid, podría pasarme por su casa para ver si encuentro algo que nos pueda dar una pista y quería saber si te parecía bien - Claro que me parece bien (respondió Encarna) y no necesitas pedirme permiso para ir a la casa de mi hija. Llámame cuando puedas y así nos vemos y me cuentas - ¡De acuerdo! Mañana cuando termine el trabajo a las 3, cojo el primer avión que vaya a Madrid e iré directamente a casa de Esther. Luego te llamo para contarte si he descubierto algo - Gracias Maca. Necesitaba hablar con alguien de esto, porque estoy realmente preocupada (dijo Encarna visiblemente afectada) - De nada, es lo mínimo que puedo hacer. Esta situación también me tiene muy preocupada a mí. Hablamos mañana, ¿eh? Cuídate y no le des muchas vueltas a la cabeza ¿vale? (Comentó Maca sabiendo que Encarna lo estaba pasando tan mal como ella e intentando darle algo de ánimo) - Lo intentaré, pero no es tan fácil - Ya, ya lo sé. ¿Qué me vas a decir a mí? (Respondió Maca apesadumbrada) Hasta mañana. Un beso - Adiós Maca, hasta mañana (y colgó Encarna exhalando un tremendo suspiro mientras se quedaba con la mirada fija en ese teléfono que deseaba que sonara y le permitiera oír la voz de su hija al otro lado) A las 3 de la tarde del día siguiente Maca salía corriendo del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla donde trabajaba como pediatra y se dirigía al aeropuerto dispuesta a coger el primer vuelo hacia Madrid. No tuvo problemas para encontrar billete, así que a las 6 ya estaba despegando rumbo a la ciudad donde tan buenos momentos había pasado en compañía de Esther. Se dirigió directamente a la casa de su novia y cuando entró allí se quedó paralizada en la puerta Todo lo que veía estaba revuelto, como si alguien hubiera estado buscando algo. Se acercó al salón y el panorama allí no era mucho mejor que lo que había visto en la entrada. Los cajones estaban esparcidos por el suelo con todo su contenido volcado, los
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cojines del sofá levantados y todo lo demás desordenado. Siguió paseando por el resto de la casa y se encontró el mismo desorden en todas las habitaciones. Todo ello le hizo asustarse tremendamente, pues no entendía a qué venía aquel registro brutal y en su mente apareció la idea de que Esther podía estar en un peligro serio, lo que hizo que las lágrimas volvieran a acudir a sus ojos Intentando superar el miedo que la atenazaba se puso a buscar alguna nota o algo que pudiera haberle dejado Esther para informarle de dónde estaba. Después de mirar por todas partes, debajo de un montón de papeles esparcidos por el suelo encontró un papel arrugado en el que se veía la letra de Esther. Con manos temblorosas lo estiró apoyándolo contra el suelo y dando un suspiro se dispuso a leer su contenido “Hola mi amor, siento tener que desaparecer tan de repente, pero necesito salir de esta ciudad lo antes posible. Espero poder contártelo pronto, pero de momento tendrás que tener paciencia. Te voy a echar mucho de menos y me consolaré recordando los buenos momentos que hemos pasado juntas y nuestro primer encuentro en el hospital. ¡Te quiero mucho! Un beso, cariño.” Maca no pudo evitar llorar con todas sus fuerzas al leer aquella nota de su niña. Por lo menos entendía algo más lo que estaba pasando, aunque varias dudas acudieron a su cabeza... ¿Por qué los que hicieron el registro no se llevaron esa nota? ¿Querrían que ella la viera por si los llevaba al paradero de Esther? ¿Por qué decía Esther que su primer encuentro fue en el hospital cuando no había sido así? ¿Estaría dándole una pista? Volvió a releer la nota cuidadosamente y a repasar la primera vez que vio a Esther en el avión que tuvo el accidente Ambas agradecieron salir de aquel avión, porque habían pasado momentos muy duros tanto antes como durante y después del accidente. Se acercaron a la ambulancia donde estaban metiendo a Dani y preguntaron dónde lo llevaban - Al Hospital Central (les dijo el médico de la unidad) - ¿Cuáles son tus apellidos, Dani? (Le preguntó Maca al niño) - Romero Cervantes (respondió el niño) Mi madre se llama Lucía y mi padre Jorge. ¿Vais a buscarlos? - Claro, te lo habíamos prometido (dijo Esther mirando a Maca y sonriendo al niño después). Preguntaremos por aquí y si no, igual les dicen en qué hospital estás y van allí a buscarte - Vale, (dijo Dani un tanto apenado) tengo muchas ganas de verlos y saber si están bien - No te preocupes, que verás como damos con ellos y pronto puedes verlos (Le dijo Maca acariciándole la cara mientras lo introducían en la ambulancia) - Nosotras también iremos al hospital, que tienen que mirar a Maca, así que allí nos veremos (dijo Esther ante la mirada atónita de Maca que negaba con la cabeza) - ¡Qué bien! (Exclamó Dani contento). Entonces nos vemos allí. ¡Hasta luego! - ¡Hasta luego! (Replicaron Maca y Esther al unísono y se dirigieron a otras ambulancias para saber si alguien les podía informar sobre los padres de Dani) - ¿Qué es eso de que vamos al hospital a que me vean? (Preguntó Maca a Esther mientras iban caminando por la pista) - Pues es lo lógico, Maca, (respondió Esther con firmeza) he visto como te duele el costado y el brazo izquierdo cuando haces algún movimiento, así que deberías ir a que te lo miraran y como yo trabajo en ese hospital vamos a ir allí - No tengo otra opción, ¿verdad? (Preguntó Maca poniendo cara de pena)
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- ¡Pues no! (respondió Esther riéndose) Todavía no sabes lo cabezona que puedo llegar a ser... - Está bien, (dijo Maca con resignación) iré al hospital, pero no hace falta que vengas conmigo, que te estará esperando tu familia. Seguro que están preocupados si han sabido lo del accidente - No, yo te acompaño, que al trabajar allí seguro que te atienden antes. Ahora llamaré a mi madre para decirle que estoy bien, no te preocupes. (Dijo Esther zanjando el tema). ¿Y tú no quieres avisar a nadie para que vaya al hospital a buscarte? - Yo no vivo en Madrid, sino en Sevilla y no conozco a nadie aquí, así que mientras tú hablas con tu madre yo lo haré con mi familia para contarles lo ocurrido, pues esperaban que fuera a verlos hoy a Jerez, donde viven A la media hora, ambas se bajaban de un taxi frente a la entrada de urgencias del hospital. Les habían dicho que no tenían noticias de los padres de Dani, así que preguntarían a la recepcionista si estaban allí ingresados. Nada más entrar, una señora de mediana edad, con las gafas en la mano saludó efusivamente a Esther - Esther, ¿qué te ha pasado? (Dijo mirando asustada las ropas ensangrentadas de la enfermera y los rasguños que tenía) ¿No estabas de vacaciones? - ¡Hola Teresa! Sí, estaba de vacaciones, pero el avión en el que venía tuvo un accidente, aunque a mí no me pasó nada. Sólo algunos rasguños, como ves. (Respondió Esther sin ganas de dar más explicaciones). A quien sí que tendrían que mirar es a esta amiga mía. ¿Sabes quién está libre? - Vaya susto el accidente, ¿no? ¡Ay, es que esos cacharros dicen que son muy seguros, pero a mí me dan un miedo...! (Comentó Teresa sin hacer caso de la petición de Esther) -¡Teresa! Mira si hay alguien libre que pueda atender a Maca, por favor (dijo Esther un poco bruscamente) - Que sí, que sí, que ahora lo miro. ¡Qué prisas, madre mía! (Rezongó la recepcionista mientras cogía el teléfono y hablaba con alguien) Enseguida viene Laura. Está ahora atendiendo a un niño y cuando acabe viene para acá - Gracias Teresa (dijo Esther ya más tranquila). Mientras viene Laura ¿puedes mirar si ha ingresado alguien que se llame Jorge Romero o Lucía Cervantes? Es que son los padres de un niño al que ayudamos a salir del avión y que ha debido llegar aquí hace rato Teresa hizo lo que Esther le pidió y no encontró a nadie con esos datos. Al ver la cara de preocupación de Esther le dijo que podría llamar a otros hospitales para saber si estaban allí. Esther le agradeció el detalle dejándole un beso en la mejilla acompañado de un “¡Gracias, eres un sol!” a una sorprendida Teresa. En esos momentos aparecía Laura por recepción y se dirigió directamente a Esther - Hola Esther, ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien? (Preguntó Laura) - Sí, estoy bien. No vengo aquí por mí, sino por esta amiga y colega (respondió Esther mientras señalaba a Maca con la cabeza). Ambas estábamos en el accidente de avión - Muy bien, ahora te exploro (dijo Laura mirando a Maca) Me llamo Laura y soy muy amiga de Esther, así que tranquila, que te trataremos bien (comentó bromeando mientras miraba a Esther de reojo) - Yo soy Maca. No creo que tenga nada grave, pero Esther se empeñó en que viniera y aquí estoy (dijo Maca irónicamente) - Ya, ya sé lo convincente que puede ser Esther (respondió Laura riéndose mientras entraban en la sala de curas) ¿Qué te duele, Maca?
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- Pues tengo ciertas molestas en el costado izquierdo. Supongo que me di un golpe con el apoyabrazos en uno de los vaivenes del avión, aunque no creo que sea una costilla fracturada. Y también debo tener una luxación o un esguince en el codo izquierdo, porque me molesta cuando lo muevo (Respondió Maca a la vez que se señalaba las partes que nombraba) - Muy bien, pues vamos a hacer placas de tórax y de brazo para asegurarnos de lo que hay. ¿Te importa pedirlas, Esther? Ya sé que no estás trabajando, pero andamos un poco desbordados hoy con lo del accidente de avión. Yo mientras voy a explorar a Maca (dijo Laura a la vez que le hacía una seña a Maca para que se tumbara en la camilla) - Claro, yo las pido, tranquila. No te muevas de aquí, ¿eh? Enseguida vuelvo (dijo Esther mirando sonriente a Maca mientras abría la puerta y guiñándole un ojo al salir) -No pensaba irme a ningún lado (respondió Maca sin apartar la vista de Esther y tragando saliva. Aquella sonrisa y aquel guiño de ojos habían vuelto a hacer que sintiera ese vacío en el estómago que sintió cuando sus miradas se cruzaron por primera vez en el avión. La voz de Laura preguntándole dónde le dolía le hizo salir de sus pensamientos y centrarse en aquella exploración) - ¡Laura! (Exclamó Maca en voz alta saliendo de esos recuerdos) ¡Esa debe ser la pista que me ha querido dejar Esther al poner lo del hospital! Tengo que ir a ver a Laura, que seguro que puede contarme algo sobre Esther... Acto seguido Maca llamó al hospital para saber si Laura trabajaba aquel día. Afortunadamente Teresa le cogió el teléfono, porque si no iba a ser muy difícil que le dieran esa información. Teresa le dijo que ese día libraba, pero le dio su número de móvil para que pudiera llamarla. Cosa que hizo Maca nada más colgar Esther decidió salir a dar una vuelta por aquel pueblo de apenas 200 habitantes y enclavado en la Sierra de Guadarrama en el que la primavera empezaba a salpicar el verde paisaje de su extensa pradera con un manto de flores silvestres de diferentes colores. Esa visión consiguió alegrar el semblante de la enfermera, que llevaba demasiados días encerrada en su casa y sumida en sus propios pensamientos. Respiró profundamente y se llenó de ese aire fresco y puro, como si con ese acto fuera a conseguir refrescar y purificar todo aquello que tanto malestar emocional le estaba originando. Era un día soleado y sin una nube en el cielo, lo que invitaba a disfrutar de un tranquilo paseo Siguió caminando lentamente por las calles del pueblo y acabó frente al río. Decidió recorrer su curso, adornado por altos y esbeltos pinos (símbolo de identidad de ese lugar) y de viejos y grandes robles, sin marcarse un itinerario concreto. Sólo quería caminar sin rumbo disfrutando de la belleza del paisaje, llenándose con las sensaciones que todo el entorno le proporcionaba y sin pensar en nada. Así estuvo durante cerca de una hora hasta que sus pasos la llevaron frente a un rápido que formaban las aguas del río Eresma Allí decidió parar y sentarse a disfrutar del maravilloso paisaje que tenía alrededor: la sierra de Navacerrada con nieve en sus cumbres a pesar de estar en primavera, el serpentear del río, el verde tapiz que cubría todo el suelo y la majestuosidad de aquellos ancianos árboles, muchos de los cuales todavía no habían recuperado las hojas perdidas en el otoño y en el invierno
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Apoyada contra uno de aquellos altos pinos y mirando los movimientos y dibujos que formaba el agua en su rápido discurrir se encontró, sin darse cuenta, pensando en Maca, en lo que le gustaría aquel lugar y en los preciosos paseos que podían dar las dos juntas
Sus ojos se nublaron por la sensación de soledad que sentía sin ella y su alma deseó poder estar cerca de ella de nuevo. Seguía estando asustada por si Marta y sus compinches daban con su paradero, pero los días que llevaba sin noticias de su novia pesaban demasiado, así que tomó la determinación de acercarse a La Granja para comprar un móvil con el que ponerse en contacto con ella y poder escuchar su voz por lo menos. Esa idea hizo que una sonrisa se dibujara en sus labios y en sus ojos volviera a brillar una chispa de alegría. Con esa determinación se levantó y volvió a dirigir sus pasos hacia el pequeño pueblo en el que se había instalado Se acercó a la panadería a comprar pan y algo de bollería y de paso preguntar los horarios de los autobuses que iban a La Granja. Su coche lo había dejado en Madrid porque sabía que eso sería una pista para las personas que seguramente estuvieran buscándola. La amable panadera le dio la información que necesitaba y Esther decidió coger el autobús de las 5 para poder comer tranquilamente
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El buen ánimo creado por la decisión de hablar con Maca hizo que por primera vez desde varios días comiera disfrutando de ello. Los días anteriores se había limitado a comer porque tenía que hacerlo y ello había hecho que perdiera algunos kilos, lo que unido a los problemas que tenía para conciliar el sueño le daban a Esther un aspecto demacrado, ojeroso y triste Poco después de las cinco llegaba a La Granja y buscaba una tienda de teléfonos móviles por las principales calles del pueblo. Por fin la encontró y adquirió un modelo barato, puesto que esperaba poder volver a utilizar su móvil de última generación una vez que todo el lío en el que estaba metida hubiera terminado Aprovechando su estancia en aquel pueblo, se dirigió a dar una vuelta por los jardines y las fuentes del Palacio Real, donde la última vez que fue había sido en sus años de facultad con sus amigos de clase. Disfrutó enormemente del paseo por aquel precioso lugar, sumergiéndose en lo que debía haber sido la vida allí en el siglo XVIII, aunque lamentó que en la actualidad la mayoría de las fuentes de preciosas esculturas estuvieran apagadas, pues algunos de los chorros de agua llegaban hasta alturas de cuarenta metros, creando un espectáculo único y de gran atractivo para la vista Terminado su paseo tranquilo y relajante por aquellos parajes, volvió al pueblo, puso el móvil a cargar y esperó con ansia a que se hiciera de noche para llamar a aquella persona que siempre estaba presente en sus pensamientos. Sin poderlo evitar, su mente volvió a dirigirse a los primeros momentos en los que conoció a Maca, porque recordar esos tiempos le ayudaba a evadirse de su situación actual y sentir a Maca cerca de ella Laura con los resultados de las pruebas en la mano puso un vendaje compresivo en el brazo de Maca para inmovilizarle el codo, en el que tenía una luxación de no mucha importancia y le pidió a una enfermera que le pusiera a Maca una crema en el costado para aliviar el dolor, puesto que no había fractura de costillas, pero sí un gran hematoma. Esther aprovechó ese momento para salir con Laura y así poder hablar con ella a solas - ¿Y tú cómo te encuentras, Esther? (Preguntó Laura a su amiga) Porque supongo que lo que habréis vivido en ese accidente ha sido muy desagradable - La verdad es que ahora que hemos salido de ahí me encuentro mejor, pero sí que ha sido muy fuerte lo que hemos visto. He pasado un miedo atroz, pensando que podía morir de repente sin poder hacer nada para evitarlo. Esta experiencia no se la recomiendo a nadie (respondió Esther, cuyo semblante se iba poniendo más triste según revivía todo lo ocurrido) Y luego ver el ambiente que había en ese avión, con los gritos de los heridos pidiendo ayuda, los de otros pasajeros queriendo salir como fuera de ese avión y ese olor a sangre que lo inundaba todo... Ha sido una de las peores situaciones que he vivido hasta ahora - Ya, me lo imagino, pero ahora tienes que intentar que todo eso te afecte lo menos posible. Aunque tú eso lo sabes de sobra, pero es diferente decírselo a los demás que aplicártelo a ti misma ¿verdad? (Comentó Laura acariciando el brazo de Esther para tranquilizarla) Si quieres te doy unos tranquilizantes para que puedas dormir esta noche y le das otro a Maca, que estará como tú, seguramente. Ya sabes que el estrés post traumático puede aparecer en cualquier momento, pero mucho más cuando duermes - Sí, tienes toda la razón, Laura y te agradecería esos tranquilizantes, porque yo en casa no suelo tener ese tipo de medicación y le daré a Maca también, que supongo que andará como yo, aunque curiosamente no hemos hablado de nuestras sensaciones.
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Estábamos demasiado ocupadas atendiendo a los demás como para ocuparnos de nosotras mismas, pero ahora que todo eso pasó es cuando todo lo ocurrido va a volver a nuestras mentes y nos toca cuidarnos - Por cierto, (dijo Laura con una sonrisa pícara en la cara y cambiando de tema para evitar que Esther pensara en esas cosas otra vez) ¿esa Maca de dónde ha salido? - Pues del avión, ¿de dónde va a salir? (Respondió Esther haciéndose la loca aunque sabía por donde iba Laura) - ¡Qué graciosa! Eso ya lo sabía yo (dijo Laura sonriendo ante la respuesta esquiva de Esther), pero sabes muy bien que no te pregunto eso. No es muy lógico que vengas a acompañar personalmente a una persona a la que apenas conoces y te quedes con ella hasta que esté bien - ¡Mira que eres cotilla! (Dijo Esther sonriendo a su vez) - No es cotilleo, es curiosidad sana. Además he visto la forma en que la miras y conozco esa miradita en ti, querida (explicó Laura con una sonrisa irónica y mirando a Esther a los ojos) Así que no te escaquees y cuenta, que no tengo mucho tiempo - Jajaja, ¡eres terrible! Pero creo que no voy a poder saciar tu morbo, porque poco te puedo contar (respondió Esther y viendo como Laura dirigía su mirada hacia ella con desesperación). Vale, no me mires así, que te lo voy a contar. A Maca la he conocido casualmente al estar ambas ayudando a algunos pasajeros. Yo grité pidiendo un médico y apareció ella y a partir de ese momento estuvimos juntas viendo a otras personas. No sé si por la intensidad de lo que estábamos viviendo, por tener todas las emociones a flor de piel, o por qué, pero sentí una gran conexión con ella y por las miradas que me echaba ella, creo que fue algo mutuo. Así que viendo todo el esfuerzo que había hecho ella estando herida creí lógico venir a hacerle compañía mientras la curaban, puesto que no es de aquí y estaba sola - Claro, y de paso así seguías con ella y además le dabas un motivo para estar agradecida contigo, ¿no? (Comentó Laura siguiendo con su tono irónico y bromista) - Eres peor pensada de lo que creía (respondió Esther riéndose). No lo hice por eso, ¡tonta! Me salió espontáneamente, aunque no te lo creas. Pero no te voy a negar que me apetece conocerla un poco más. ¿Por qué voy a desaprovechar la oportunidad de tener otra amiga? - Una amiga o algo más, ¿no? (Dijo Laura que estaba lanzada y se lo estaba pasando muy bien poniendo en apuros a su amiga, que normalmente era muy reservada con su vida privada) - Joder, Laura, me preocupa mucho esa mente calenturienta tuya (dijo Esther poniéndose seria para reforzar sus palabras, aunque ella también se lo estaba pasando bien con esa conversación) Estás pensando en cosas que yo ni me he planteado todavía. Deberías dejar la medicina y montar una agencia matrimonial... - ¡Mira que eres tonta! Pero tendré en cuenta tu sugerencia por si no me renuevan el contrato en este hospital (replicó Laura riéndose abiertamente) Ahora, por suerte para ti me tengo que ir, pero espero que me cuentes como va esa “amistad” con Maca, ¿vale? (Dijo Laura dándole un matiz especial a la palabra amistad y sonriendo) - De acuerdo, serás informada, pero no creas que te va a salir gratis (concluyó Esther sonriendo a su vez, pues ese juego era muy normal entre ambas) Anda, ve a trabajar un poco, que si no te veo montando esa agencia Laura sacudiendo la cabeza de un lado a otro y con una gran sonrisa en la cara se fue a la rotonda a seguir la evolución del resto de sus pacientes, entre los cuales estaba Dani. Esther, sin embargo, se dirigió a recepción a preguntar a Teresa si había averiguado algo de los padres de Dani. Nada más verla aparecer, Teresa la llamó visiblemente nerviosa, y Esther se acercó casi corriendo. La recepcionista le dijo que
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por fin había dado con los padres de Dani, que estaban en el Gregorio Marañón, donde habían atendido a la madre, que tenía una clavícula rota y algunas heridas leves. El padre parecía estar ileso. Estaban esperando el alta de la madre y en cuanto la tuvieran se dirigirían al hospital en busca de su hijo. También le dijo que el padre le había agradecido el esfuerzo por encontrarlos. Esther se alegró mucho y después de darle efusivamente las gracias a Teresa, se encaminó a toda velocidad a la cortina donde estaba Maca para darle la buena noticia - Pensaba que me habías abandonado (dijo Maca con cara de pena nada más ver aparecer a Esther) - No tendrás esa suerte (replicó Esther en broma y sacando a relucir su bonita sonrisa) Estuve hablando un rato con Laura sobre el accidente y luego fui a ver a Teresa, que me dio muy buenas noticias sobre los padres de Dani (y acto seguido le contó todo lo que le había dicho Teresa) - ¡Cuánto me alegro de que hayan aparecido! y además en buen estado (exclamó Maca sonriendo aliviada) ¿Crees que Laura nos dejará ver a Dani para contárselo? - No creo que haya ningún problema, porque además ella es la que está llevando a Dani. En cuanto venga a traerte el alta se lo pregunto. Y tú ¿qué tal estás? (Preguntó a Maca acercándose más a ella) - Bastante mejor (respondió Maca) Desde que me han inmovilizado el brazo me duele mucho menos y con la medicación y la crema que me han puesto, el dolor del costado es más soportable, así que estoy deseando ponerme de pie y salir de aquí - Eres un poco “culo inquieto” tú, ¿no? (Preguntó Esther sonriendo ante la impaciencia de Maca) - ¿Culo inquieto? (Preguntó Maca alzando las cejas y haciéndose la sorprendida por la expresión) Supongo que sí que lo soy. Siempre me ha costado estar parada a la fuerza y no veas la cantidad de problemas que me dio esto en el colegio cuando era pequeña... Siempre andaba en movimiento (comentó riendo Maca) Todo el mundo me decía que parecía que me habían dado cuerda - Pues no has cambiado mucho a la vista de cómo estás ahora (dijo Esther riendo también) Yo suelo ser bastante tranquila, pero a veces me daban, y me siguen dando, ataques de actividad y mi madre me llamaba “culo inquieto” Estaban absortas en su conversación y disfrutando de lo bien que se sentían hablando, cuando apareció Laura con el alta de Maca en la mano. Se acercó a la pediatra y antes de dársela le dijo que tenía que estar en reposo unos días y que en una semana debería ir a su médico a que le quitara el vendaje del brazo - ¿Puedo viajar? (Preguntó Maca a Laura) Es que yo vine a Madrid a hacer escala para Sevilla, que es donde vivo, pero con todo esto, he perdido el vuelo de conexión y tengo que seguir mi viaje lo antes posible - Sí que puedes viajar, siempre que no te dé por hacerlo en coche conduciendo tú (respondió Laura bromeando) Aunque yo que tú lo haría mañana. Hoy te vendrá bien descansar después de todo lo que has pasado y mañana con más calma arreglas todo para poder irte - Creo que tienes razón (comentó Maca pensativa) Supongo que no tendré problemas para que los de Iberia me den un hotel para pasar la noche y mañana seguir mi viaje - También puedes quedarte en mi casa (intervino Esther de forma espontánea, lo que provocó una sonrisa pícara en Laura, que afortunadamente sólo pudo ver Esther, porque Maca sólo miraba a la enfermera con una mezcla de sorpresa y alegría por su ofrecimiento) En mi casa hay sitio de sobra y siempre estarás mejor que en un hotel.
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Además, como mañana no trabajo todavía, te puedo llevar al aeropuerto y ayudarte en las gestiones - Me parece muy buena idea (terció Laura echando un cable a su amiga, que le brindó una mirada de agradecimiento) porque necesitarás ayuda para algunas cosas. Es complicado valerte por ti misma con un solo brazo - Parece que no tengo otra alternativa (dijo Maca bromeando y mirando a ambas amigas) así que tendrás que aguantar a este “culo inquieto” hasta mañana (dijo dirigiéndose exclusivamente a Esther) Muchas gracias por tu ofrecimiento - Bueno, pues todo resuelto (comentó Esther alegremente) Ahora te quería pedir un último favor, Laura - Miedo me das (bromeó Laura) Venga, suéltalo, que hoy me pillas de buenas. Y además después de todo lo que has pasado no podría negarte nada (concluyó en un tono muy cariñoso) - ¿Tan temible soy? (Preguntó de modo retórico Esther mirando agradecida a Laura por sus palabras) Bueno, al grano. Lo que te queríamos pedir es que nos dejes ver a Dani, el niño del avión que tú estás tratando. Nosotras estuvimos con él mientras lo sacaban y nos comprometimos a buscar a sus padres y a verlo cuando estuviéramos aquí. Nos encantaría hacerlo, porque Teresa ha logrado localizar a sus padres y seguro que está deseando saber de ellos - ¿Así que sois vosotras esas dos personas de las que tan bien habla Dani? No sé cómo no se me había pasado por la cabeza que tú tenías algo que ver en eso, conociéndote como te conozco (dijo Laura mirando a Esther con una sonrisa emocionada). Está muy agradecido por todo lo que hicisteis por él y habla de vosotras con un inmenso cariño, así que claro que podéis verlo. Le va a hacer mucha ilusión. ¡Venid conmigo! (Y salió de la cortina seguida de cerca por Esther y Maca, que se miraban emocionadas tras las últimas palabras de la médico) Recorrieron varios pasillos hasta que llegaron a la habitación en la que estaba ingresado Dani, en la planta de pediatría. Laura antes de entrar les dijo a sus acompañantes que esperaran fuera para darle una sorpresa al niño y acto seguido abrió la puerta y saludó a Dani mientras se acercaba a él. Cuando estuvo al lado de su cama le comentó que había unas personas que querían verle. El niño pensaba que se trataba de sus padres y se quedó muy triste y desilusionado al saber que no era así, pero la médico le dijo que esas personas traían noticias de ellos y la sonrisa volvió a aparecer en el rostro del niño mientras le pedía a Laura que les dejara pasar. Aquella sonrisa se transformó en una expresión de sorpresa y gran alegría al ver aparecer por la puerta a Maca seguida de Esther - ¡Maca, Esther! (Exclamó el niño con una alegría que apenas podía contener) Habéis venido a verme, ¡qué bien! Éstas son las dos personas que te conté que me habían ayudado a salir del avión (le dijo el niño a Laura visiblemente emocionado mientras que sus dos amigas se acercaban a su cama) - Claro que hemos venido a verte, Dani. Te lo habíamos prometido, ¿no? (Dijo Maca mientras se acercaba a darle un abrazo y dos besos) Hemos tardado un poco, porque a mí también me ha tenido que curar Laura - ¡Hola enano! (Exclamó Esther acercándose también al niño, que se lanzó a sus brazos cuando la tuvo cerca. Esther besó a aquel niño con el que tanto se había encariñado, mientras seguía abrazándole emocionada). Anda que no tienes suerte, que te ha tocado la médico más guapa del hospital (dijo mirando a Laura y después guiñándole un ojo a Dani)
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- Sí que eres afortunado (intervino Laura visiblemente emocionada también al ver el cariñoso encuentro entre ellos) porque has estado rodeado de mujeres guapas, ¿eh? ¡Verás la envidia que le vas a dar a tus amigos cuando se lo cuentes! - Más envidia le voy a dar a mi padre (comentó Dani provocando la risas de las tres mujeres y riéndose él también con cara de pillo) - Hablando de tu padre (terció Esther), tenemos noticias de ellos y muy pronto vendrán a verte Dani escuchó muy atento lo que Esther le contó sobre sus padres. El niño se alegró muchísimo al saber que estaban bien y que los habían localizado. Estaba deseando verlos y contarle sus aventuras. Laura los dejó solos un rato y prometió llevar a los padres de Dani a esa habitación en cuanto llegaran al hospital. Maca y Esther le estuvieron preguntando por su estado y el niño les contó, como si de una gran aventura se tratara, todas las pruebas y curas que le habían realizado. Afortunadamente no tenía nada grave, sólo una fractura en el brazo derecho, algunas contusiones y diversas heridas en la pierna que había estado aprisionada bajo los asientos, pero por suerte no había llegado a fracturársela Dani les mostró orgulloso su escayola y les pidió que fueran las primeras en firmársela, así que Esther salió a buscar un rotulador mientras Maca le contaba a Dani su “aventura” con los médicos y le mostraba su venda mientras le decía con pena que no había conseguido que le pusieran una escayola como a él. “Bueno, no te preocupes Maca, una venda también está bien, aunque no te la puedan firmar” le dijo a modo de consuelo. Estas palabras tan inocentes de Dani hicieron emocionarse a Maca, que le revolvió el pelo al niño y le dio un gran beso. En ese momento apareció Esther, que no pudo evitar una gran sonrisa al ver aquella tierna imagen - Bueno, ya tengo aquí el rotulador (dijo mostrándoselo a los otros dos) Dani lo cogió y lo observó detenidamente ante la atónita mirada de sus dos amigas. Al final, satisfecho con su inspección, lo tapó y sonriendo miró a Maca y le dijo “Mira, creo que con este “rotu” vamos a poder firmarte también en tu venda. ¿Qué bien, verdad? Así ya no te va a dar tanta pena que no te hayan puesto escayola.” Esther, que no sabía a qué venía todo eso, miró a Maca, que estaba haciendo esfuerzos para contener las lágrimas que amenazaban con salir al ver el gesto tan cariñoso del niño hacia ella. Tragando saliva y respirando hondo, consiguió atenazar esas lágrimas y con una gran sonrisa en su rostro miró a Dani y le dijo la alegría que le daba que pudieran firmarle y le pidió que fuera él el que empezara a hacerlo. Dani aceptó gustoso y puso una expresión pensativa mientras se acariciaba el mentón con su mano izquierda para dar más importancia a aquel gesto. Maca y Esther se miraban riendo al ver el teatro y la solemnidad que le daba Dani a la dedicatoria de Maca. Al cabo de unos segundos Dani dijo que ya sabía lo que iba a poner y cogiendo el rotulador con la mano izquierda se dispuso a escribir en la venda del brazo que Maca le tendía - Menos mal que soy zurdo, porque con esta escayola no iba a poder escribir (dijo Dani a la vez que quitaba la tapa al rotulador y comenzaba a escribir con cara de concentración) ¡No mires, Maca! (le dijo al ver que ésta tenía la miraba fija en la venda) - Vale, vale, es que me intriga lo que vas a poner, pero intentaré aguantar la curiosidad (le dijo Maca riéndose)
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- ¡Qué cotillas sois los mayores! (Dijo todo serio Dani) Mira, para que no cotillees piensa lo que me vas a poner a mí, que seguro que no lo sabes todavía... - ¡A sus órdenes! (Exclamó Maca riéndose abiertamente) Los mayores seremos cotillas, pero tú eres un poquito mandón, ¿no? (Dijo Maca dándole un golpecito en el brazo y sacándole la lengua, gesto que fue correspondido por el niño, que además llevó el dedo índice a su sien y lo giró de arriba a abajo como queriendo decirle que estaba loca, lo que hizo que Maca se lanzara hacia él y empezara a hacerle cosquillas hasta que Dani pidió que se parara y terminó de escribir en la venda) - ¡Ya está! (Exclamó al cabo de unos instantes Dani mientras miraba orgulloso su “obra”) Ya puedes leerlo, Maca - ¡Qué bien! Estaba deseando ver lo que has puesto (y acto seguido empezó a leer en voz alta lo que Dani había puesto) “Gracias por ayudarme a salir del...” - Eso es un dibujo de un avión. Es que en el libro con el que aprendí a leer ponían dibujos y palabras mezclados y quería hacerlo igual (aclaró Dani) - Me gusta mucho que lo hayas hecho así (replicó Maca sonriendo ampliamente al niño). Bueno, sigo leyendo... “Gracias por ayudarme a salir del avión y ser tan cariñosa y simpática. ¡Muchos besitos! DANI” (Maca levantó la vista visiblemente emocionada y se acercó al niño. Le abrazó tiernamente mientras le decía “Te quiero mucho, pequeño, y me alegra un montón haber podido conocerte, porque eres un niño increíble. ¡Gracias a ti!” y le cubrió la cara de besos, que Dani recibió encantado y con una enorme sonrisa) - Jo, ¡qué envidia me das, Maca (dijo Esther con voz de pena y haciendo pucheros), yo también quiero una dedicatoria como ésa...! - ¡Ah, se siente! (Replicó Dani) Esto es sólo para los que estamos heridos, que tú vas a poder bañarte en la piscina y nosotros no, ¿verdad Maca? (Preguntó mirando a la pediatra, quien asintió con la cabeza). Pero no te pongas triste, que yo también te quiero mucho a ti y me caes muy bien. Además me lo pasé muy bien contigo mientras me sacaban de los asientos - ¡Gracias! Con eso que has dicho es suficiente. Ya me has dejado más contenta (dijo Esther muy sonriente y agarrando la cara del niño empezó a darle besos). Tú también has hecho que me lo pasara bien charlando contigo. Por cierto, te prometí una cosa cuando salieras del avión, así que voy a buscarla y ahora vuelvo. Dani y Maca se miraron con cara de no entender nada y esperaron hasta que Esther volvió a aparecer escondiendo algo tras su espalda - Cuando acabemos de firmarte la escayola te enseño lo que te he traído ¿de acuerdo? (Dijo Esther) - ¡De acuerdo! (Replicó Dani) Bueno, ahora os toca a vosotras firmarme a mí. Espero que lo hayáis pensado, que como lleguen mis padres no vamos a poder hacerlo (dijo mirando a ambas mujeres que se hacían las locas mirando al techo). ¡Eh! ¿Qué pasa? ¿Por qué no me hacéis caso? ¿No queréis firmarme la escayola? (Preguntó con un deje de tristeza en la voz) - ¡Claro que no! Pero como eres tan mandón te mereces esto jejeje (dijo Esther y mirando a Maca le hizo un gesto con la cabeza, que dio pie a que ambas se lanzaran sobre Dani haciéndole cosquillas hasta que éste prometió entre risas no volver a mandar) Esta bien, trae acá ese brazo, que empiezo yo a escribir Esther, mientras Maca distraía a Dani para que no mirara, le puso “Eres el niño más especial y valiente que conozco. No te olvidaré. ¡Muchos besos! Tu amiga ESTHER”. Sin dejar que lo leyera, Esther le pasó el rotulador a Maca, quien le escribió “Eres un
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niño magnífico y genial. ¡No cambies nunca! ¡Un besazo! MACA”. Después de leer lo que ambas le habían puesto, Dani se abrazó a ambas dándoles las gracias - ¿Y ahora puedo ver eso que has ido a buscar? (Preguntó Dani mirando a Esther con mucha intriga) - ¡Claro que sí! (Dijo Esther sacando una vela del bolsillo trasero de sus pantalones y poniéndola delante de la asombrada cara del niño) - ¡La vela! (Exclamó Dani emocionado) Te has acordado de ella. ¡Qué maja eres, Esther! - Jajaja, sí en el fondo soy muy maja (comento Esther riéndose ante el halago de aquel entrañable niño). Tienes que hacerme la demostración de lo bien que sabes soplar la vela sin apagarla, así que adelante... Esther encendió la vela y la puso cerca de la cara de Dani, que repitió exactamente todos los movimientos que había realizado en el avión ante la vela imaginaria y consiguió mover la llama suavemente sin apagarla, esbozando una gran sonrisa de triunfo cuando terminó. Maca y Esther le aplaudieron y felicitaron por su habilidad con las velas - Me gustaría mucho que volviéramos a vernos otro día (dijo de repente Dani dirigiéndose a las dos) - A nosotras también (replicó Esther hablando por las dos). Si quieres te apuntamos en un papel nuestros números de móvil y nos llamas siempre que quieras, ¿vale? Maca no vive en Madrid, pero seguro que cuando venga aquí estará encantada de verte ¿verdad, Maca? (Preguntó Esther mirando a Maca quien asintió con la cabeza) Mientras Esther y Maca apuntaban en un papel sus respectivos números, la puerta de la habitación se abrió dando paso a Laura, que iba seguida por los padres de Dani, quien dio un salto en la cama y un grito de alegría al verlos. Maca y Esther se alejaron de la cama y se quedaron, junto con Laura, en un segundo plano observando emocionadas las tiernas escenas de cariño que se sucedían entre Dani y sus padres. Pasados los primeros momentos de euforia, Dani presentó a Maca y a Esther a sus padres y les contó emocionado lo que aquellas mujeres habían hecho por él. Los padres de Dani les agradecieron la ayuda que le habían prestado a su hijo y todo lo que habían hecho para localizarlos - Bueno, creo que ha llegado el momento de que nos vayamos y te dejemos disfrutar de tus padres (dijo Maca acercándose a Dani y dándole el papel con sus teléfonos). Ya sabes cómo puedes localizarnos, así que esperamos oírte pronto, ¿vale? - ¡Claro que sí! (Respondió Dani espontáneamente mientras se abrazaba a Maca y le daba un beso de despedida) - Cuídate mucho, enano (le dijo Esther al tiempo que le daba dos besos y le abrazaba). Nos vemos pronto. Y recuerda que no te olvidaremos (dijo guiñándole un ojo y revolviendo su pelo cariñosamente) Se despidieron también de los padres de Dani y salieron de la habitación seguidas por Laura, que las acompañó hasta el muelle, donde se despidió de ellas. Mientras Maca se despedía de Teresa, que se había acercado a ella, Laura le decía a Esther que aprovechara bien la presencia de Maca en su casa “A ver si consigues su amistad. Parece una tía muy maja y además es muy guapa”, le dijo mientras le guiñaba un ojo a Esther, quien le dio un cariñoso empujón y le dijo que no tenía remedio
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- Por cierto, Esther, tienes que contarme de dónde te sacaste el truco ese de la vela (dijo Maca mientras abandonaban el hospital). Me dejaste muy sorprendida cuando se lo contaste a Dani, porque además de ser muy eficaz, conseguiste que él desviara la atención de su ansiedad y se concentrara en esa vela imaginaria - No sé si contártelo, que es un secreto profesional (respondió Esther riéndose) Está bien, si me pones esa cara de pena te lo cuento... Una amiga mía que es logopeda me contó que ella hacía eso como juego con los niños para enseñarles a soplar lentamente, aunque luego lo utilizaba para que les saliera el sonido “S” y cuando vi a Dani tan angustiado por no poder respirar se me vino a la cabeza y se me ocurrió que podría servir - Tuviste muy buenos reflejos ahí, Esther. La verdad es que ha sido todo un placer ver lo bien que has manejado a Dani. Me serías de gran ayuda con los niños que yo trato. Seguro que formaríamos un buen equipo (dijo Maca mirando a Esther con admiración) - Uf, gracias Maca, (comentó Esther bastante ruborizada ante el halago de Maca) pero no ha sido para tanto. Me encantan los niños y me llevo muy bien con ellos. Además también estoy acostumbrada a tratarlos en este hospital - Ya, todo eso es verdad, pero no te quites méritos. Has estado fantástica con Dani. Parecía que la pediatra eras tú y no yo... ¿Puedo utilizar tu truco de la vela? Aunque lo haré diciendo quien me lo enseñó, por supuesto (dijo Maca de forma bromista para no apabullar más a Esther) - Claro que puedes usar lo de la vela. Te lo cedo con mucho agrado. Además no es mío tampoco. Yo sólo lo adapté a la situación (dijo Esther quitándose importancia una vez más y metiéndose en el taxi que acababa de parar) Mientras Esther revivía los momentos pasados con Dani en el Hospital, Maca se disponía a llamar a Laura por si ésta podía darle algún dato, ya que eso era lo que Esther parecía indicarle en su nota. La relación con Laura había empezado con muy buen pie cuando la atendió el día del accidente y había ido mejorando después de iniciar su relación con Esther. Habían salido juntas varias veces y habían podido conocerse mejor, hasta sentir un gran cariño mutuo. Sin embargo, Maca no pudo evitar sentirse muy nerviosa ante aquella llamada. Exhalando un gran suspiro marcó los números y se dirigió a la ventana del salón de casa de Esther para hablar evadiéndose del espectáculo que ofrecía esa casa - ¿Sí, quién es? (Respondió Laura al primer toque) - ¿Laura? Soy Maca. Teresa me... - ¡Maca! ¡Qué alegría oírte! (dijo Laura interrumpiendo la explicación de Maca) Suponía que me llamarías, pero has tardado más de lo que esperaba. Ya no te acuerdas de los amigos de la capital ¿eh? - Ya, es que hasta hoy no he podido venir a Madrid. Acabo de ver la nota que me dejó Esther y quería saber si tú... - Me encantaría charlar contigo, pero no por teléfono (respondió Laura interrumpiéndola de nuevo y esquivando el tema de la nota y de Esther, hecho que extrañó a Maca, pero que prefirió no comentar) ¿Te apetecería venir a casa a cenar? Esta noche Carlos tiene guardia y voy a estar sola - Claro que me apetece cenar contigo, que hace mucho que no nos vemos, pero antes tengo que llamar a Encarna para decirle que a ella la veré mañana. ¿A qué hora quieres que me pase por allí?
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- Puedes venir sobre las 10, aunque si prefieres hacerlo antes no hay problema, porque yo voy a estar en casa (replicó Laura en tono cordial, porque había notado que Maca se extrañaba por sus interrupciones) - De acuerdo, hago unas cosillas, me ducho y voy a tu casa (dijo Maca evitando dar muchos detalles, puesto que parecía haber percibido que había que hablar así) Supongo que sigues viviendo en el mismo sitio ¿no? - Sí, sigo en el mismo sitio, porque mi sueldo no me da para comprarme el chalet que me gustaría (comentó Laura bromeando). Te espero aquí entonces. Ten cuidado, que Madrid está imposible de obras - Vale, hasta luego, Laura y trataré de esquivar las obras - ¡Hasta luego, guapa! (Se despidió Laura colgando inmediatamente) Maca estaba muy sorprendida por la actitud de Laura. La vio demasiado superficial y esquiva, como si tuviera miedo de ser escuchada. Además esa advertencia de que tuviera cuidado con las obras le pareció una excusa como para prevenirla de algo. Mientras Maca tenía estos pensamientos seguía mirando por la ventana. Afuera había oscurecido y ella seguía con la luz apagada, lo que le permitió ver la calle con más nitidez mientras su mente intentaba descifrar el porqué de tanto misterio. De repente su mirada se detuvo en una persona a la que llevaba un rato viendo en la acera de enfrente y que miraba disimuladamente hacia el edificio donde se encontraba ella. Instintivamente Maca se alejó un poco de la ventana y un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que podían estar vigilándola. Eso unido al estado de la casa de Esther y a la conversación mantenida con Laura hizo que tomara la decisión de alojarse en un hotel, pero no sabía cómo salir de esa casa sin ser vista De pronto su cara se iluminó y sonrió contenta con la idea que acababa de tener. Buscó el mando del garaje y no tardó en encontrarlo. Cogió las Páginas Amarillas, anotó varios números de teléfono en un papel y salió a la calle. Nada más traspasar el portal vio de reojo como el hombre seguía allí y la miraba disimuladamente. Encaminó sus pasos a un supermercado cercano donde se dispuso a hacer algunas compras. Paseó por los pasillos y fue cogiendo diversos alimentos mientras buscaba a su perseguidor con la mirada. Por fin pudo comprobar que se había quedado fuera del supermercado y dirigiéndose al fondo del establecimiento marcó uno de los números que llevaba apuntados. Tras hablar con la agencia de alquiler de coches volvió a seguir comprando intentando dejarse ver desde la calle, hasta que volvió a dirigirse a la parte más alejada de nuevo y realizó otra llamada Esther no pudo evitar sonreír al recordar aquellas pullas iniciales que Laura le lanzaba respecto a Maca. Iban medio en broma, pero en el fondo había captado algo entre ellas de lo que ni ellas mismas se habían percatado todavía - ¡Bienvenida a mi humilde morada! (Dijo Esther abriendo la puerta de su casa y haciendo que Maca pasara delante de ella) No es gran cosa, pero estoy en un buen barrio y es una casa amplia y cómoda. Ven que te la enseño y te digo donde vas a dormir (dijo haciendo una seña para que Maca se dirigiera al pasillo) - El salón es muy amplio y tiene mucha luz. ¡Me gusta! (Exclamó Maca mientras observaba la estancia, que estaba decorada de manera, sencilla, funcional y con un toque bohemio en alguno de los adornos y muebles, como un pequeño arcón artesanal que había en una esquina o algunas telas decoradas con pinturas que colgaban por las paredes)
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- Es que soy muy amante de “El Rastro” y compro las cosas que me llaman la atención, sin pararme a pensar si pegan o no con el estilo de la casa (explicó Esther a Maca viendo a dónde se dirigía su mirada). Soy bastante ecléctica y anárquica (terminó de decir entre risitas) - Pues a mí me gusta esa mezcla de estilos que has puesto. Le da vida a la casa. Quiero decir que la hace cálida y acogedora, no fría y de diseño como se lleva ahora... (replicó Maca mientras miraba algunas fotos de retratos en blanco y negro situadas en otra pared y con marcos muy originales) - ¡Gracias! Me alegro de que te guste (dijo Esther encantada con la opinión de su nueva amiga). Vamos a tu habitación, que a este paso no llegamos nunca... Es la segunda puerta de la izquierda. La primera es el baño y enfrente está mi habitación Tras el recorrido por la casa, Maca dejó sus escasas pertenencias en la habitación, pasó al baño y luego se reunió con Esther, que estaba sentada balanceándose en un silloncito al lado del sofá y que la miraba mientras se aproximaba, fijándose por primera vez en las lamentables pintas que llevaban las dos, puesto que iban con la ropa llena de sangre y otras manchas varias. Maca se sintió un poco violenta con la mirada que le estaba echando Esther y ésta lo notó, así que le dijo: - ¿Te has fijado en las pintas que tenemos? No me extraña que la vecina con la que nos cruzamos nos mirara así; parece que acabamos de descuartizar a alguien (dijo Esther riéndose) Lo malo es que tú no tienes nada de ropa, así que te vas a tener que conformar con algo mío - Estamos realmente guarras (comentó Maca riéndose también y mirando las camisetas y pantalones manchados de las dos). Te agradezco el detalle de prestarme ropa, pero me temo que tus pantalones me quedarían un poco cortos (bromeó Maca). Esta tarde podemos salir a comprar algo para ponerme mañana para el viaje - Supongo que una camiseta mía aceptarás para salir a la calle. ¿O pretendes ir llamando la atención por mi barrio? (Bromeó Esther) - Sí, una camiseta limpia estaría bien, la verdad (replicó Maca riéndose al imaginarse entrando en una boutique con su camiseta llena de sangre) - Luego salimos a dar una vuelta por las tiendas de la zona. Pero creo que antes deberíamos pensar en comer, porque son cerca de las 4 y hace horas que desayunamos (comentó Esther, que empezaba a sentir como su estómago reclamaba alimento) Lo malo es que como acabo de llegar de viaje tengo la casa desabastecida, así que deberíamos llamar a algún sitio. ¿Qué te apetece comer? - Supongo que la oferta está entre chino y pizza ¿no? (Dijo Maca) Pues prefiero chino si a ti no te importa - ¡Me parece muy bien! (Dijo Esther mientras cogía el folleto de un restaurante chino) Eligieron la comida que querían y Esther llamó para encargarla. Después pusieron la mesa entre las dos y se tomaron unos refrescos casi de un tirón, porque estaban sedientas. Al terminar de comer volvieron al sofá a tomar café y Esther le preguntó a Maca cómo iba a regresar a Sevilla. Maca le dijo que no le apetecía nada volver a montarse en un avión, así que decidió que lo mejor era coger el AVE - Yo tampoco me subiría en un avión mañana ni atada. La experiencia de hoy ha sido lo suficientemente desagradable como para olvidarla tan pronto (dijo Esther con el semblante serio al recordar lo vivido aquella mañana). ¿Sabes? Es curioso que ninguna de las dos hayamos comentado nada sobre lo que hemos sentido en esos momentos tensos del accidente y todo lo que vino después...
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- La verdad es que tampoco hemos tenido mucho tiempo de hacerlo, porque estuvimos demasiado ocupadas ayudando a la gente y luego liadas en el hospital y charlando con Dani. ¿Quieres que lo hablemos o prefieres olvidarlo? (Preguntó Maca viendo que Esther seguía con la expresión seria y la mirada un poco perdida) - Olvidarlo va a ser difícil tan pronto. Por lo menos yo no podría y creo que me quedaría mejor soltando lo que llevo dentro y compartiéndolo con alguien que ha vivido lo mismo que yo, si a ti no te importa (respondió Esther mirando a Maca y callándose mientras su mente volvía a los momentos del accidente) - Por supuesto que no me importa. Yo también creo que nos vendría bien comentarlo (replicó Maca con gesto adusto, puesto que sabía que no iban a pasar un buen momento, pero obviarlo tampoco les iba a ayudar) Ambas se quedaron en silencio con el rostro serio y concentrado mientras recordaban todo lo ocurrido y las sensaciones que habían experimentado, hasta que Esther empezó a dejar que sus pensamientos se materializaran y salieran por su boca. Necesitaba decirlo en voz alta como si con eso pudiera exorcizar sus miedos y se liberara de una pesada carga negativa. Sabía que a pesar de todos sus esfuerzos, lo ocurrido volvería a perturbarla de forma recurrente, pero también que eso era un proceso normal en todo ese estrés post-traumático del que ninguna de las personas que había viajado en ese vuelo se iba a poder librar. Con la mirada perdida en el infinito comenzó su monólogo... - Cuando empezaron los movimientos del avión reconozco que me alarmé un poco, pero como veía que estábamos llegando a nuestro destino, pensé que serían las turbulencias típicas de los vuelos, pero cuando la azafata nos contó lo que pasaba realmente me quedé como paralizada. Veía tan cerca la tierra que me parecía increíble que no pudiéramos aterrizar. Reconozco que se me pasó por la cabeza la idea de morir y eso me asustó mucho. Sentí una mezcla de miedo, pena, rabia e impotencia, pero lo que más me agobiaba era el sufrimiento que iba a tener mi familia y amigos, el no poderme despedir de ninguno de mis seres queridos y el que tantas cosas de mi vida se quedaran a medias... Esther cerró los ojos e inspiró profundamente para poder seguir y controlar las lágrimas que empezaban a impregnar sus ojos. En ese momento notó como la mano de Maca se posaba sobre su hombro en un intento de reconfortarla y dirigió sus ojos hacia ella, encontrándose con una mirada comprensiva, emotiva y alentadora. Le dirigió una leve sonrisa de agradecimiento y continuó hablando - Después me vi obligada a salir de mis pensamientos porque el griterío reinante provocó que el chaval que estaba a mi lado se viniera abajo y empezara a gritar que no quería morir. Su madre lloraba amargamente y no sabía cómo consolarlo, así que me tocó a mí sacar fuerzas de flaqueza y decirle, con la mayor seguridad que pude encontrar en mi maltrecho estado de ánimo, que no iba a pasar nada, que volábamos a muy baja altura, que confiara en la experiencia de los pilotos y que no hiciera caso a los gritos de la gente histérica. El pobre muchacho se abrazó a mí y lloró desconsoladamente haciendo que mis defensas se quebraran y le acompañara en ese llanto hasta que nos dieron las instrucciones para el aterrizaje forzoso. Mientras nos separábamos de ese abrazo le dije: “Concéntrate en sobrevivir y verás como lo consigues”. No sé de dónde me salieron esas palabras, pero yo también me aferré a ellas y mientras patinábamos dando tumbos por la pista no paraba de repetirme que no había llegado mi hora todavía y que me iba a salvar
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En ese momento el rostro de Esther estaba surcado por las lágrimas que habían ido saliendo suavemente de sus ojos a medida que avanzaba en su relato. El silencio se instaló en ese salón y ambas mujeres permanecieron inmersas en sus pensamientos los minutos suficientes para que el ambiente se relajara y pudieran articular alguna palabra que terminara de romper la tristeza que se había apoderado de ellas - Me parece admirable la forma que tuviste de vivir todo lo ocurrido (dijo Maca fascinada por lo que Esther acaba de relatar). Esa fuerza que sacaste para sobreponerte y plantarle cara al destino seguro que te ayudó a sobrevivir. Mi experiencia es bastante parecida a la tuya, pero menos sincera. Sí, has oído bien (apostilló Maca viendo la expresión de sorpresa de Esther). Yo también pasé mucho miedo, decir lo contrario sería estúpido, pero no me paré mucho a pensar en las consecuencias de mi muerte, ni me preparé para ello aunque la idea de la muerte también me rondó por la cabeza, pero la deseché de inmediato, porque no podía permitirme dar una imagen de flaqueza. Por la educación que he recibido siempre me han inculcado que hay que ser fuerte, frío y hay que aguantar el tipo hasta el final. La fragilidad, la desesperación, el desaliento y el miedo son signos de debilidad que nos hacen muy vulnerables y por eso es mejor no dejar que nos invadan Maca calló de repente para observar la reacción de Esther ante sus palabras, porque siempre que lograba dejar al descubierto su interior y reconocía su frialdad la gente la miraba extrañada e intentaba que cambiara esa actitud, pero no encontró ningún signo de reproche en la mirada y en la actitud de Esther, lo cual le sorprendió muy gratamente y le animó a seguir hablando con total sinceridad, sin temor a dejar salir sus sentimientos - Estos valores no me gustan y llevo toda mi vida luchando contra ellos, intentando mostrarme más sensible y evitando esconderme detrás de miles de caparazones, pero a veces no puedo evitar que salten como un resorte que no puedo controlar. Por eso en los primeros momentos de pánico me enfrenté a un señor gordo que no paraba de gritar histérico y me dediqué más a los demás que a mí misma para evitar pensar en lo que se nos venía encima. Sin embargo, también tuve un momento de debilidad en el instante previo al aterrizaje y las lágrimas se escaparon de mis ojos desobedeciendo tantos años de aprendizaje en la frialdad. Mi corazón sentía pavor ante la posibilidad de morir, pero mi mente se empeñaba en repetirme que me iba a salvar y como tú, me aferré a esa idea con todas mis fuerzas. Me mantuve con los sentidos alerta y en tensión como si así pudiera anticiparme a lo que iba a pasar y lograra salir ilesa de todo aquello Tímidas lágrimas asomaron por los ojos de Maca y ahora fue Esther la que, acercándose más a ella, pasó un brazo por los hombros de aquella mujer y la atrajo hacia sí para dejar que descargara todo lo que había estado controlando desde el momento del accidente y quién sabe si durante toda su vida. Maca se cobijó en ese abrazo y lloró como hacía tiempo que no hacía. El ambiente que se había creado había conseguido romper su coraza y airear todos los sentimientos que tan ocultos había tenido siempre. Al poco rato su llanto se fue calmando gracias a las caricias de Esther sobre su espalda y con los ojos enrojecidos miró a Esther mientras le decía: “Siento este espectáculo que acabo de dar” y se deshacía del abrazo suspirando por la congoja que la había invadido
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- No tienes que disculparte por nada. Ambas necesitábamos soltar todo lo que el accidente ha removido en nuestro interior (dijo Esther con una voz cálida y tranquilizadora). Me da mucha pena que hayas recibido esa educación tan fría, porque no se puede estar siempre conteniendo las emociones, ya que eso te hace sufrir más todavía. Y te aseguro que la Maca que yo he conocido hoy dista mucho de ser tan fría como pretendes tú demostrar. Es más, creo que todo lo vivido en ese avión ha hecho que cada uno de nosotros se mostrara tal como es, con sus virtudes y sus miserias a flor de piel, porque estábamos luchando por sobrevivir y nuestro carácter, valores y pensamientos han salido al exterior libremente porque ninguno estábamos en situación de controlarlos. Yo he tenido la inmensa suerte de conocerte a ti en ese momento de “espontaneidad emocional” por llamarlo de alguna manera (dijo Esther sonriendo dulcemente a Maca) y la mujer que me he encontrado me ha impresionado por su bondad, su generosidad, su sensibilidad ante el sufrimiento ajeno y su vulnerabilidad ante la magnitud de la desgracia que nos rodeaba. Y ¿sabes? Estoy convencida también de que debido a las circunstancias en las que estábamos me he sentido muy cercana y muy unida a ti, me he compenetrado perfectamente contigo, como si te conociera de toda la vida Maca escuchaba atentamente a Esther sin despegar su vista de ella. Su rostro denotaba cierto asombro al ver como Esther había percibido tantas cosas de su personalidad. Cosas que ella solía esconder y que, como decía Esther, las había reflejado inconscientemente - Quiero decir, (continuó Esther) que todo lo hemos sentido con una gran intensidad y que lo que en otras ocasiones te lleva meses descubrir en los demás, nosotras, o por lo menos yo, lo hemos descubierto en cuestión de minutos o de horas. Fíjate si no ese cariño tan grande que nos tiene Dani. A cualquiera que no haya pasado por lo mismo que nosotras le puede sonar exagerado, pero es un ejemplo más de lo que te estoy diciendo, ¿no crees? (Terminó de decir Esther sorprendida ella misma del discurso que acababa de realizar y de todo lo que le había salido de forma espontánea al dejar hablar a sus sentimientos libremente). ¡Vaya tesis sobre el comportamiento humano que me acabo de marcar! (Dijo riéndose para relajar la seriedad del momento) Maca, que había escuchado a Esther sin interrumpirla, la miraba con una mezcla de fascinación y asentimiento. Estaba realmente sorprendida por las palabras que acaba de escuchar, por el profundo análisis que había hecho Esther de la situación y por la sinceridad con la que había hablado de sus sentimientos hacia ella. A la vez estaba totalmente de acuerdo con todo, puesto que a ella le había pasado exactamente lo mismo con Esther, pero no hubiera sido capaz de explicarlo tan bien. Y así se lo manifestó a ella, que se alegró de ver que ambas habían sentido lo mismo y de comprobar como su hipótesis no era tan descabellada como le había parecido al oírse explicándola. Maca se quedó prendada por la personalidad de aquella mujer tan espontánea y comprensiva, y sintió que ella la entendía como nadie lo había hecho hasta ahora. Aquella trascendental conversación había sido el inicio de una gran amistad y había puesto los cimientos de la intensa relación amorosa que iban a tener, aunque en ese momento ninguna de las protagonistas se lo imaginara Tras hablar con la agencia de alquiler de coches volvió a seguir comprando intentando dejarse ver desde la calle, hasta que volvió a dirigirse a la parte más alejada de nuevo y realizó otra llamada
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- Hola Maca (respondió la voz de Teresa muy contenta). ¿Ya estás en Madrid? - Sí, llegué esta tarde. Teresa, necesito que me hagas un favor enorme. No te puedo dar muchas explicaciones ahora y tienes que confiar en mí - ¡Huy chica, qué misterioso suena todo eso! (Respondió Teresa intentando enterarse de algo más, pero al ver que Maca no respondía siguió hablando) ¿Qué favor es ése? - Necesito que tu marido vaya a recoger un coche que tengo reservado y me lo traiga a casa de Esther. Tiene que dar sus datos, porque no quiero que conste que lo alquilo yo y pagar la fianza - Todo este lío tiene que ver con Esther ¿verdad? (Preguntó Teresa, que estaba tremendamente sorprendida al escuchar las maniobras de Maca) - Algo así (respondió Maca sin querer ser demasiado explícita). ¿Entonces puedes hacerme ese favor? - Sí, no creo que haya ningún problema. Ahora lo hablo con él y si no puede te llamo - Muchas gracias Teresa (dijo Maca). Dile también que tiene que darme un toque al móvil cuando esté a cinco minutos para bajar yo al garaje y otro cuando esté delante de la puerta para abrirle desde dentro. (Después de ultimar algún detalle más, se despidió de Teresa agradeciéndole efusivamente el gran favor que le hacía; pagó la compra y volvió a dirigirse a casa de Esther) Cuando subió encendió la luz de la cocina y fue al salón que estaba oscuro. Con todas las precauciones miró por la ventana y vio que allí seguía su perseguidor. Se alejó de la ventana, fue a la cocina y después al salón, donde encendió una lamparita, se dio una ducha rápida, se cambió de ropa y se dispuso a esperar la llegada del marido de Teresa mientras buscaba un hotel en la guía. Al rato recibió el toque del marido de Teresa, cogió el mando del garaje y bajó hacia allí. Poco después volvió a subir acompañada de Manolo, el marido de Teresa, para hacer tiempo y que su perseguidor no se extrañara de la llegada y salida tan rápida de ese coche. Aprovechó para pagarle la fianza y contarle que pensaba que la seguían y que por eso había tomado tantas precauciones. El marido de Teresa la comprendió perfectamente, le explicó cómo ir al hotel desde su propia casa y se ofreció para ayudarle en todo lo que ella necesitara Pasada una media hora Maca apagó la luz del salón y se acercó a la revuelta habitación de Esther, donde se le encogió el alma al recordar todos los momentos que habían pasado allí las dos. Suspiró, susurró un “Mi niña, espero que estés bien...”, encendió la luz y se acercó a la ventana para bajar la persiana al máximo, procurando que se le viera bien desde el exterior. Salió de la casa con su equipaje guiada por la luz de la entrada y bajó al garaje acompañada por Manolo. Una vez allí se metió en la parte trasera del coche tumbada para que no se la viera desde fuera y se alejó de esa casa a la que no sabía cuándo volvería Manolo condujo hasta su propia casa y allí se despidió de Maca deseándole toda la suerte del mundo. Maca le agradeció todo lo que había hecho por ella y se acomodó en el asiento del conductor. Miró su reloj y vio que quedaban escasos minutos para las 10, así que se dirigió directamente a casa de Laura, porque no le gustaba llegar tarde a sus citas y ya tendría tiempo para ir al hotel Llegó a casa de Laura con unos minutos de retraso. Aparcó el coche y antes de salir echó un vistazo por si su perseguidor rondaba cerca. Al no ver nada extraño cogió una bolsa con algo que había comprado para la cena y tras abrir Laura la puerta se introdujo en el portal. Al llegar al piso de Laura, ésta la esperaba en la puerta. Nada más verla se
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dirigió hacia ella y la abrazó cariñosamente a la vez que le decía lo contenta que estaba de verla. Ambas se introdujeron en la casa y Maca le ofreció la bolsa que llevaba - A la cena le quedan unos minutos (dijo Laura sacando una botella de vino y un bote de helado de chocolate con cookies de la bolsa). Mmm, ¡qué rico helado has traído, Maca! No sabía que te acordabas tan bien de mis gustos. ¡Gracias! - ¡De nada! Con la lata que das siempre con ese helado es imposible olvidarse (replicó Maca bromeando y con una gran sonrisa). Si quieres abrimos el vino mientras se termina de hacer la cena - ¡Buena idea! (Dijo Laura pasándole la botella a Maca) Pero mejor ábrela tú, que a mí siempre se me rompe el corcho (río Laura a la vez que sacaba dos grandes copas y las llevaba al salón) Maca se acomodó en el sofá al lado de Laura y empezó a servir el vino. Luego ofreció una copa a Laura y cogió ella la otra dispuesta a hacer un brindis, pero antes no pudo evitar que una sombra de tristeza enturbiara sus ojos. Se repuso como pudo y mirando a Laura, que la contemplaba con preocupación, dijo “¡Por Esther!” con los ojos brillantes por las lágrimas que pugnaban por salir. “¡Por Esther!” respondió Laura intentando contener la emoción que ese brindis y la actitud de Maca le provocaban. El ruido del horno les hizo salir de sus pensamientos y dirigirse a la mesa dispuestas a degustar la dorada a la sal y la ensalada que había preparado Laura - ¡Está buenísima! (Dijo Maca relamiéndose) No sabía que eras tan buena cocinera - No te creas, que no tiene ninguna ciencia. La receta me la dio mi amiga Pepa, de la facultad, y no veas cómo triunfas cuando la haces. Cada vez que la veo le digo que le debo el haber conseguido quedar bien delante de mis invitados, que siempre vienen con reticencia a cenar a casa (comentó Laura riéndose y distendiendo un poco el ambiente). No sé por qué todo el mundo piensa que cocino mal. Hasta a ti te ha pasado - Es verdad (terció Maca riéndose también). Supongo que algo oiría yo para pensar que no eras tan ducha en la cocina - Ya, ten amigos para esto... (dijo Laura haciéndose la víctima). Pero pregúntale a Carlos y verás como no opina lo mismo que vosotros - ¡No sé yo si la opinión de Carlos es muy objetiva...! (Bromeó Maca) Y así entre bromas y piques transcurrió la cena. Sin haberse puesto de acuerdo, ninguna de las dos quiso sacar el tema de Esther durante la comida. Preferían hacerlo tranquilamente después de cenar. Y así fue. Terminada la cena y el postre, del que Laura dio buena cuenta ante los atónitos ojos de Maca, recogieron la mesa, se prepararon unas copas y se sentaron de medio lado en el sofá para poder verse bien las caras. Laura fue la que empezó a hablar... - Supongo que habrás venido hasta aquí porque querrás saber algo de Esther (dijo Laura yendo al grano directamente) - Pues sí, (replicó Maca un poco sorprendida por el brusco giro de la conversación) vine de Sevilla para ver si conseguía saber algo sobre Esther. Por eso fui directamente a su casa y a través de una nota que encontré vi que tenía que ponerme en contacto contigo y por eso te llamé (y acto seguido comenzó a relatarle todo lo que había hecho y visto en casa de Esther desde que había llegado)
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Laura se quedó un poco perpleja por todo lo que acababa de escuchar y le dijo a Maca que el motivo de que Esther se fuera fue el miedo a que le pasara algo a ella o a Maca y lo que Maca había visto esa tarde le daba la razón en parte - Ya, ¿pero en qué líos anda metida Esther para que estén vigilando su casa y haya tenido que huir? (Preguntó Maca cada vez más preocupada) - Es una larga historia y además yo no lo sé todo, porque ella no quiso contármelo tampoco, así que no voy a poder resolver todas tus dudas a pesar de que me encantaría hacerlo... - Sí, lo entiendo, pero con saber algo ya casi me conformo. No sabes lo duro que es estar lejos de la persona a la que quieres y encima sin tener noticias de ella. Sin saber si está viva, si le ha pasado algo y está herida, si está bien físicamente, pero destrozada emocionalmente... Es muy duro no saber nada y necesito alguna información para poder entender su comportamiento o intentar ayudarla (comentó Maca con los ojos llorosos y un semblante y una voz cada vez más tristona, lo que hizo que Laura se acercara a Maca y le cogiera la mano con intención de aliviarle la pena que estaba sintiendo) - Te entiendo perfectamente, Maca, porque yo también estoy preocupada por Esther y eso que no tengo el mismo vínculo con ella que tú (replicó Laura). Por eso estoy deseando contártelo todo, así que ponte cómoda que empiezo con esta historia desde el principio Laura le dijo que desde que había llegado Marta, la nueva auxiliar, Esther empezó a vigilarla muy de cerca, porque no se fiaba mucho de ella. No es que tuviera nada en contra, pero había algo en ella que le hacía desconfiar, por eso se dedicaba a vigilarla siempre que podía. Lo único que Esther le había contado a Laura era que desaparecía con mucha frecuencia de Urgencias con las excusas más variadas: ir a buscar sábanas, darle recados a algún médico, recoger resultados de pruebas, etc. Y que tardaba bastante en regresar. Hasta que de repente un día le dijo que pensaba que Marta se traía algo sucio entre manos, porque la había visto durante varios días cerca del hospital hablando con algunos grupos de inmigrantes de diferentes nacionalidades. Incluso le había parecido ver que ella les daba dinero. No sabía qué podía traerse entre manos, pero desde ese día el marcaje hacia Marta fue más férreo y Esther estaba bastante obsesionada con el tema. Incluso se enfadó con Laura cuando ésta le dijo que dejara ese asunto, que seguramente era algo que tenía su explicación lógica y que ella le estaba dando tantas vueltas que a lo mejor veía cosas que no eran ciertas y que iba a acabar mal - A raíz de este comentario mío ya no me contaba nada y yo la veía cada vez más obsesionada con Marta, pendiente siempre de dónde estaba y de lo que hacía y más distante de todos nosotros. Tú ya sabes lo cabezona que es Esther y que si se le mete una idea en la cabeza es difícil hacer que cambie de opinión (comentó Laura a Maca, cuya expresión de asombro iba aumentando a medida que avanzaba el relato y que asintió esbozando una leve sonrisa al recordar la de veces que había podido comprobar lo que decía Laura) Laura continuó contándole a Maca que los días pasaban y la obsesión de Esther con Marta lejos de disminuir iba en aumento, pero seguía sin comentarle a nadie sus sospechas, hasta que el día que dejó el hospital la llamó para saber si podía ir a su casa esa tarde y cuando llegó estaba realmente asustada y nerviosa. Sólo le dijo a Laura que tenía que irse, porque había descubierto algo gordo en lo que estaba implicada Marta y que ésta le había mandado varias notas amenazantes, porque había visto a Esther merodeando por donde Marta actuaba y sospechaba que sabía lo que ella estaba
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tramando. Le dijo que pensaba que la seguían y que Laura tenía que ayudarla a salir de la ciudad sin que sus perseguidores se enteraran. También le dijo que había dejado su móvil a buen recaudo, porque en él había fotos y otras cosas que implicaban a Marta. Laura le preguntó por qué no iba a la policía con las pruebas que tenía y Esther le respondió que no podía hacerlo, porque si Marta y sus compinches se enteraban podrían hacerle mucho daño tanto a ella como a Maca, a la que también habían nombrado en las amenazas - Así que, con la ayuda de mi amiga Pepa urdimos un plan para que Esther saliera de su casa en su moto. Pepa me llevó a casa de Esther. Luego ambas cambiamos nuestras vestimentas y Esther salió al rato vestida como yo había llegado y montó en la moto oculta tras el casco (siguió contando Laura ante la atenta mirada de Maca que no perdía detalle del relato y que no quiso interrumpir a Laura, aunque tenía muchos interrogantes). Al rato Carlos vino a buscarme y yo salí con un gorro, unas gafas y la ropa de Esther y me metí corriendo en el coche de Carlos. Vinimos a casa seguidos por otro coche y subimos directamente desde el garaje. Estuvieron varios días vigilando esta casa, pero al ver que Esther no daba señales decidieron subir a la casa a buscarla aprovechando que Carlos y yo estábamos fuera. Forzaron la puerta y al no ver ningún rastro suyo, dejaron de vigilarnos y debieron volver a casa de Esther, puesto que hoy los has visto tú. Y esto es lo que sé. Esther me dijo que te había dejado una nota medio en clave para que te pusieras en contacto conmigo para que te contara lo que sabía, teniendo mucho cuidado con lo que hacía y decía, porque la gente que la perseguía parecía estar muy bien organizada. Por eso esta tarde cuando me llamaste estuve tan cortante, porque tengo miedo hasta de que puedan oír mis conversaciones. No sé si estoy paranoica, pero después de que subieran a casa estuve buscando micrófonos ocultos o algo sospechoso y no encontré nada, pero ando siempre mirando si me sigue alguien y controlando mucho lo que digo - Madre mía, ¿en qué movida se ha metido Esther? ¿Quién le mandará preocuparse tanto por la gente y meterse en estos berenjenales? (Se preguntó Maca a sí misma en voz alta con la mirada fija en el suelo después de haber estado un rato callada para poder asimilar todo lo que había escuchado) - Pues no tengo ni idea, porque ya te digo que Esther no me contaba nada desde que se me ocurrió decirle que dejara hacerse películas con Marta. Y mira que me he reprochado veces no haberla creído ni apoyado, porque ahora he comprendido lo mal que lo debió pasar en esos momentos ella sola. Siento mucho todo eso y no poder serte de más ayuda, de verdad (comentó Laura con gesto abatido) - No te preocupes, que bastante has hecho por Esther arriesgándote al ayudarla a huir y ahora al contarme a mí todo esto (comentó Maca con el semblante triste y preocupado). ¿Y tienes alguna idea de a dónde pudo ir? - A esa pregunta me temo que tampoco puedo responderte, porque cuando se lo pregunté me dijo que era mejor que no supiera nada, por mi propia seguridad, así que no insistí (dijo Laura a la vez que le daba un sobre a Maca haciéndole un gesto con el dedo para que no comentara nada y se lo guardara) - Joder, ¡cuántos misterios y cuántos interrogantes! ¿Y sabes lo que me da más rabia? Tener que estar esperando a que todo esto se aclare o a que Esther se ponga en contacto conmigo sin poder hacer nada. Esta impotencia me atormenta (dijo Maca con desesperación poniendo ambas manos a los lados de su cara y apoyando los codos en sus piernas mientras los ojos empezaban a llenársele de lágrimas) - Pues sí, es una putada que no podamos hacer nada, así que habrá que armarse de paciencia. A mí me pasa como a ti, que me mata no poder hacer nada para solucionar esto, pero no hay que perder la esperanza ni desanimarse ¿de acuerdo? (Dijo Laura
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haciendo que Maca la mirara y abrazándola para darle algo de ánimo, porque sabía lo que estaba sufriendo en esos momentos) Después, ambas se levantaron y Maca decidió irse al hotel, porque estaba deseando estar sola para leer la carta que le había dado Laura y pensar en lo qué podría hacer, aunque por los datos que tenía era todo muy complicado. Quedaron en comunicarse a través de mensajes al móvil si alguna averiguaba algo o tenía noticias de Esther, y dándole dos besos a Laura salió de su casa camino al hotel mirando a los alrededores antes de salir del portal para meterse en su coche Después de aquella conversación en la que ambas analizaron lo sentido en el accidente, se dieron una ducha y salieron de compras para que Maca tuviera algo decente que ponerse hasta que rescataran las maletas del avión siniestrado. Lo pasaron bien callejeando por el barrio de Esther, haciendo comentarios sobre alguna de la ropa que veían y gastándose bromas. Terminaron cenando unas raciones en un bar cercano a la casa de Esther mientras charlaban animadamente sobre lo que hacía cada una en ese avión - Yo venía de pasar unos días de vacaciones en casa de unos amigos en París. Allí he disfrutado de lo lindo conociendo esa preciosa ciudad y también conseguí, después de dar la lata insistentemente, que me llevaran a Eurodisney (dijo Esther riéndose9. Mis amigos siempre me dicen que todavía no he salido del todo de la niñez, porque me encantan ese tipo de cosas y la verdad es que me lo pasé en grande montándome en todo lo que pude. Pero no te creas que sólo disfruté yo, porque mis amigos al final tuvieron que reconocer que se habían divertido mucho. Si es que unos crían la fama y otros cardan la lana... jajaja - Me habría gustado verte en Eurodisney (dijo Maca riéndose también por las palabras de Esther). Sólo viendo como lo comentabas con Dani se nota lo bien que te lo pasaste. Yo en cambio venía de un viaje algo más largo... He estado tres meses como cooperante en Nicaragua y tuve que hacer escala en París, porque no encontré ningún vuelo que viniera directamente a Madrid - ¿Has estado en Nicaragua? ¡Eso sí que debe ser fascinante! (Dijo Esther con los ojos como platos) A mí siempre me ha atraído hacer eso, pero nunca he encontrado el momento - A mí me pasaba como a ti, que quería hacerlo pero no me decidía. Hasta que un día un compañero del hospital comentó que se había afiliado a Médicos del Mundo y que se iría a Nicaragua en unos meses. Estuvo buscando acompañante y dándonos charlas a todos para convencernos y mira tú por donde logró su objetivo; consiguió meterme el gusanillo en el cuerpo y me animé a irme con él. Y no me arrepiento de haberlo hecho, porque ha sido una experiencia única. Muy dura al ver las condiciones de vida que tiene la gente allí, pero a la vez muy gratificante, porque recibes un cariño inmenso de aquellas personas (comentó Maca visiblemente emocionada al recordar todo lo que había vivido). El proyecto consistía en mejorar las condiciones de salud de algunos municipios muy desfavorecidos. Yo me dedicaba más a los niños y no te puedes imaginar lo que reconforta que después de un día duro intentando curarlos con los escasos medios que teníamos a nuestro alcance, se te abracen agradecidos o vayan corriendo a buscarte cuando te ven y se te cuelguen del cuello pidiéndote que juegues con ellos. Mi labor era fundamentalmente la de médico, pero también he jugado con ellos y hasta les ayudaba con los estudios siempre que tenía tiempo. Me llevo un
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recuerdo imborrable de los meses pasados allí y traigo montones de direcciones para escribirles. Y pienso hacerlo cuando tenga un poco de tiempo - ¡No sabes la envidia que me das! Si alguna vez te animas a volver, avísame, que me iré contigo sin pensármelo. Es mi asignatura pendiente y espero poder hacerlo algún día (dijo Esther a quien las palabras de Maca habían hecho mella) - De momento voy a estar algún tiempo en España, pero no descarto volver. De hecho, según me dijeron, muchos cooperantes vuelven, porque ese gusanillo una vez que se te mete en el cuerpo es difícil que salga. Así que no te preocupes, que cuando me vuelvan las ganas te daré la lata para que me acompañes (dijo mirando a Esther con una gran sonrisa) Terminada aquella interesante charla fueron a casa a descansar, pues Maca después de tanto probarse ropa notaba el cuerpo algo dolorido. Se recostó un poco en el sofá y Esther se situó en el sillón de al lado para que estuviera más cómoda Siguieron hablando tranquilamente sobre sus vidas, puesto que apenas sabía nada una de la otra. Maca le contó que, trabajaba como pediatra en Urgencias del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Llevaba allí varios años y le encantaba su trabajo. Además tenía unos compañeros muy agradables, con los que había llegado a tener una gran amistad, puesto que algunos eran compañeros de su época de la facultad, como su gran amiga, Rocío, que era a su vez la jefa de Urgencias. Sus padres y su hermano mayor, Jero, vivían en Jerez, donde trabajaban en el negocio del vino. Ella era la oveja negra de la familia, puesto que no había querido seguir la tradición familiar y se había tenido que enfrentar a sus padres para poder estudiar medicina en Sevilla. Al final sus padres se habían resignado a que Maca se desentendiera de los negocios de la familia, pero tuvo otro encontronazo con ellos cuando fue a trabajar a un hospital público, después de haberlo estado haciendo en uno privado en el que entró gracias a un amigo de su padre - Como verás, soy bastante rebelde y cabezota. Sobre todo cuando se trata de mi vida y de luchar por algo que considero importante, como es mi profesión (dijo Maca sonriendo a Esther, que escuchaba boquiabierta lo que Maca le contaba y que tanto distaba de su vida). No es que me lleve mal con mi familia, porque afortunadamente con el paso de los años las cosas se han ido suavizando bastante, pero sí que es cierto que he tenido épocas en las que había una gran tensión con ellos. No me avergüenzo de mi familia, pero tampoco me gusta ir alardeando de ella; por eso suelo cambiar el orden de mis apellidos y me presento como Macarena Fernández, en lugar de hacerlo como Macarena Wilson - ¿Eres una “Wilson”? (Preguntó Esther, que no salía de su asombro) Jamás lo hubiera adivinado, la verdad. Y mucho menos después de saber que has estado trabajando en Nicaragua y viviendo de una forma tan diferente a la vida cómoda de las grandes ciudades. Quiero decir, que no pareces tan estirada como se supone que es la gente de esas clases sociales. Aunque a lo mejor no lo son, pero es la idea que tenemos de ellos los que no lo somos (comentó Esther un poco nerviosa al darse cuenta de que estaba metiendo la pata y de que sus intentos de arreglarlo conseguían fastidiarlo más) - No te preocupes, que no me ofendes (dijo Maca riéndose al ver el atore que había pillado Esther). Me alegra que no hubieras adivinado nunca mi procedencia, aunque la gente que me conoce lo sabe y me llaman “pija” en broma. Y supongo que en cierto modo soy algo pija, porque nunca he tenido problemas de dinero, pero no me gustan los enchufes ni ese estiramiento que tienen muchos amigos de mis padres y ellos mismos a veces. Ya te conté la educación que he recibido y lo que lucho por huir de esa frialdad y
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de esa vida de aparentar continuamente, aunque a veces no lo consiga del todo. En esencia esta es mi vida muy resumida, pero tampoco es plan de contártelo todo en un ratito, ¿no? Hay que dejar cosas para la próxima vez (dijo riéndose). Y que conste, que has conseguido en un día lo que a mucha gente le cuesta meses, porque no soy muy amiga de hablar de mi vida privada. Soy bastante reservada salvo con la gente que tengo confianza y contigo siento que tengo mucha confianza a pesar de conocerte hace unas horas. Y ambas sabemos por lo que es, puesto que tú lo explicaste antes perfectamente bien - Me siento muy halagada al haber conseguido que una “Wilson” se sincere tanto conmigo (dijo Esther riéndose y ganándose un lanzamiento de cojín por parte de Maca) - Ya sabía yo que lo de mi apellido iba a traer cachondeíto por tu parte... Y mira que dudé si contártelo o no (comentó Maca haciéndose la ofendida) - Reconoce que la historia tiene su miga (replicó Esther bromeando). Pero de verdad que te agradezco que hayas sido tan sincera conmigo y me lo hayas contado. Prometo no hacer demasiadas bromas con ello jajaja - Yo que tú me abstendría mucho de hacer demasiadas bromas, porque además de “pija” soy tremendamente borde cuando quiero. Avisada estás (dijo Maca dando un tono malvado a sus palabras). Y ahora no te escaquees que te toca a ti contarme algo de tu vida - ¡Qué miedo me das! Y no pensaba escaquearme, aunque mi vida no es tan apasionante como la tuya (bromeó Esther). Ya sabes que soy enfermera y que trabajo en el Hospital Central. Llevo allí desde que terminé la carrera y como tú, me encuentro muy a gusto y me encanta mi trabajo. Con mis compañeros también hay muy buena relación y salimos juntos siempre que podemos. Hace poco y tras muchos esfuerzos, conseguí ser la Jefa de Enfermeras de Urgencias y, aunque tengo más trabajo y más quebraderos de cabeza, estoy encantada con mi nuevo cargo - Estoy convencida de que debes ser una gran enfermera y muy buena jefa (comentó Maca esta vez dejando las bromas al margen). Lo digo por todo lo que te he visto hacer hoy en el avión y el cariño con el que has tratado a todos los heridos. Siempre les dedicas una enorme sonrisa y eso se agradece cuando estás enfermo o malherido - Muchas gracias (dijo Esther bajando la cabeza para evitar que se viera su turbación. Gesto que provocó una tierna sonrisa en Maca). Siempre consigues sonrojarme con esos halagos que me sueltas a bocajarro. Supongo que ese trato que doy se debe a lo que me gusta mi trabajo, porque me sale solo. Aunque también tengo mi genio, y cuando tengo un mal día soy temida en todo Urgencias y mi trato con los pacientes no es tan cordial - Bueno, eso nos pasa a todos cuando tenemos un mal día. Tendrías que verme a mí cuando me enfado (dijo Maca riéndose). Supongo que tu familia estará muy orgullosa de tener una hija que ha llegado a ser la Jefa de Enfermeras de un hospital tan importante como el Central - Sí que lo están y mucho. Mi nuevo cargo fue celebrado por todo lo alto. Bueno, lo está mi madre y mi familia más cercana, porque mi padre murió siendo yo pequeña y no tengo hermanos. A mi madre le costó un gran esfuerzo que yo fuera a la Universidad y gracias a algunas becas y a hincar los codos como una posesa para no perderlas, conseguí terminar la carrera. El día que le dije a mi madre que ya era enfermera, creo que fue uno de los más felices de mi vida por la alegría desbordante que vi en ella, que hasta se puso a llorar de la emoción (concluyó Esther con una sonrisa melancólica en su cara) - Tu historia no será tan apasionante como la mía, pero me ha encantado (comentó Maca, a quien Esther había hecho emocionarse con su vida tan dura y tan luchadora).
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Ahora comprendo mucho mejor de donde te viene esa encantadora personalidad que tienes (dijo Maca sin poder evitar de nuevo halagar a Esther, que volvió a sonrojarse) - Yo tendría que conocer a tu padre para saber si te viene de ahí esa capacidad de piropear y quedarte tan ancha (replicó Esther provocando una carcajada por parte de Maca) - Ya te lo presentaré algún día para que tú misma saques tus conclusiones (dijo Maca riéndose todavía por la salida de Esther, que por otra parte era más acertada de lo que ella pudiera imaginar). Y ahora creo que ha llegado la hora de acostarnos, que hemos tenido un largo y duro día Esther, con mucho pudor, ayudó a Maca a ponerse el pijama, puesto que a Maca le costaba hacerlo con el brazo prácticamente inmovilizado. Se tomaron los tranquilizantes que les había dado Laura y gracias a ellos ambas durmieron profundamente durante toda la noche Al día siguiente, Esther se despertó y se fue a la cocina a preparar el desayuno. Cuando estaba haciendo las tostadas apareció Maca con cara soñolienta todavía y dio los buenos días a Esther mostrando una amplia sonrisa - ¡Buenos días! (Respondió Esther sonriendo ampliamente también) ¿Qué tal has dormido? - Como un cesto. No me he despertado en toda la noche y ahora estoy muy descansada (dijo Maca mientras se estiraba ligeramente) - ¡Me alegro! Yo también he dormido de un tirón. Pillé la cama con un gusto que no veas... (comentó Esther riéndose) Necesitaba ponerme horizontal - ¡Y tanto que lo necesitabas! Es que menudo día ajetreado tuvimos ayer... Mmm, ¡qué bien huelen esas tostadas! Tengo un hambre canina (exclamó Maca mientras se agachaba a oler las tostadas que Esther acababa de depositar en un plato) - Pues venga, ¡a desayunar! Y deja de esnifar las tostadas, Maca (Dijo Esther quitándole rápidamente a Maca el plato de delante y llevándoselo a la mesa del comedor mientras se reía por la cara que se le había quedado a Maca, que seguía inclinada sobre la encimera de la cocina). ¿Te importa traer la cafetera? Cuando reacciones, claro jajaja - ¡Vaya humos gastamos por la mañana!, ¿eh? (Replicó Maca enderezándose y haciéndose la ofendida) ¿Así es como tratas a tus invitados siempre? - Bueno, a algunos los trato peor, así que tendrías que sentirte afortunada (dijo Esther sacándole la lengua cuando se cruzó con ella camino de la cocina para coger las tazas y demás cosas del desayuno) Y así entre bromas y piques se pusieron a desayunar dando buena cuenta de todo lo que Esther había preparado. Cuando terminaron se quedaron en la mesa un buen rato - Uf, ¡qué barrigón tengo! (Comentó Esther dándose unos golpecitos en el estómago y apoyando la espalda en la silla) No puedo ni moverme... - Jajaja, no me extraña, Esther, si has terminado con todo lo que había en la mesa... - No te rías tanto, que tú tampoco te has quedado manca a pesar de estarlo (dijo Esther riéndose y mirando el brazo vendado de Maca. Aquel comentario de Esther hizo que Maca se echara a reír y le diera un golpe a Esther en el brazo mientras le decía “¡Qué mala eres con los inválidos!”)
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- Creo que debería ir pensando en ducharme y arreglarme para irme (dijo Maca al cabo de un rato), que a este paso me quedo a vivir en tu casa - ¿Cuándo sale tu tren? (Preguntó Esther) - Pues no tengo ni idea, pero me gustaría irme antes de comer, para no llegar muy tarde a Sevilla, porque a continuación tendré que irme a Jerez a ver a mis padres, que después de tantos meses fuera y encima con todo esto del accidente están deseando verme - Si quieres ve llamando a Atocha mientras yo te preparo un baño, porque tal como estás es mejor que una ducha, que mira ayer la que liamos para cubrirte la venda y aún así se te mojó bastante... Para que veas que cuando quiero también sé mimar a mis invitados, señorita Wilson (dijo Esther bromeando) - Vaya, vaya... ¡Esto sí que es todo un detalle que no me esperaba! Al final voy a tener que agradecer tener este apellido (exclamó en broma Maca también, mientras Esther se dirigía al cuarto de baño) Cuando Maca terminó su conversación telefónica se fue al baño y vio la bañera llena de espuma y todo lo que necesitaba al alcance de su mano. Antes de sumergirse en aquel agua tan apetecible se encaminó sigilosamente a la cocina donde Esther fregaba las cosas del desayuno y colocándose detrás de ella le susurró al oído “Muchas gracias, Esther, eres un encanto”. Esther no pudo evitar dar un respingo por el susto que se había llevado y por el escalofrío que la recorrió al sentir el aliento de Maca en su oído - De nada, (dijo Esther tras sobreponerse del “susto” y girando un poco el cuerpo para ver mejor a Maca) no es para tanto, mujer. Si necesitas ayuda para algo no dudes en llamarme Esther siguió recogiendo la casa hasta que Maca la llamó para que le ayudara a abrocharse el sujetador y a vestirse. Ese acto que tan normal podía resultar teniendo en cuenta el estado de Maca, a Esther, igual que le había sucedido la tarde anterior, le resultaba muy violento, aunque intentaba disimularlo. No sabía por qué el hecho de ver a Maca semi desnuda le provocaba tanto nerviosismo y hacía que intentara no fijarse demasiado en el esbelto cuerpo de la doctora. Maca por su parte también intentaba aparentar normalidad e intentaba disimular las agradables sensaciones que le provocaban las manos de Esther sobre su espalda y sobre su cintura cuando le abrochaba el pantalón. Ninguna de las dos quiso darle importancia ni pensar demasiado sobre ello. Lo achacaron a la poca confianza que tenían y al nerviosismo que eso conllevaba Una vez que estuvieron preparadas las dos, Esther llevó a Maca a la estación de Atocha y la acompañó hasta la terminal de la que salía el AVE. Llegaron con tiempo de sobra y mientras se tomaban un café aprovecharon para intercambiar los números de sus móviles y sus direcciones de correo electrónico. Prometieron llamarse con frecuencia, puesto que ninguna de las dos quería perder el contacto con la otra. Se habían sentido muy unidas durante los momentos que habían pasado juntas. Sentían un gran aprecio la una por la otra y les daba pena tener que separarse Cuando se aproximaba la hora de la partida de Maca, ambas mujeres estaban calladas en el andén frente al vagón en el que tendría que entrar la jerezana. Se miraban con los ojos algo turbios por las lágrimas que amenazaban con salir a causa de la emoción del momento. Esther rompió esa parálisis que tenían las dos y se abrazó a Maca
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deseándole que tuviera un buen viaje y diciéndole que se cuidara el brazo y el golpe del costado. Le dijo que le había encantado conocerla y se vio forzada a callarse porque las lágrimas habían decidido salir a borbotones y le impedían hablar. Maca tomó el relevo visiblemente emocionada también y le dijo a Esther que la iba a echar mucho de menos y que ella también se alegraba mucho de haberla conocido. “Intentaré hacer alguna escapadita a Madrid cuando tenga algunos días libres o haya un puente, pero tú también podrías venirte para Sevilla. Estaré encantada de poder enseñarte algunos sitios de esa preciosa ciudad” - Haré cábalas con los horarios para poder juntar algunos días y verás como cuando menos te lo esperes serás tú la que estarás en la estación esperándome a mí (dijo Esther intentando esbozar una sonrisa y limpiándose las lágrimas de la cara mientras hacía un esfuerzo ímprobo para contener el llanto) - ¡Qué bien! Me encanta verte tan animada. Ya me irás diciendo tus planes (En ese momento sonó el pitido que anunciaba que el tren saldría en breves momentos y que forzó a Maca a terminar la conversación). Me tengo que ir ya. Cuídate y aprovecha esta nueva oportunidad que nos ha dado la vida. Es casi como si hubiéramos vuelto a nacer y eso será por algo... (comentó mientras se agachaba levemente para dar dos besos a una Esther que apretaba la mandíbula para no llorar, pero que al recibir esos dos besos y devolverlos decidió que ya le daba igual, y con los ojos cuajados de lágrimas se abrazó a Maca y se despidió de ella, que también había empezado a llorar levemente) Maca se quedó detrás de la puerta que se cerraba diciéndole adiós con la mano mientras el tren empezaba a moverse. Esther agitaba su mano en señal de despedida hasta que perdió de vista la silueta de Maca. Permaneció un rato más parada en el andén con la vista fija en la trayectoria del tren abandonando la estación y dejando que ese llanto contenido saliera libremente. “Parezco una tonta llorando así por alguien que acabo de conocer, pero esta mujer me ha calado muy hondo. Me he sentido muy a gusto y he sintonizado tan bien con ella, que ahora que no está me quedo un poco desvalida. Hacía tiempo que no me pasaba algo así. Esto ha roto la monotonía de mi vida, centrada sobre todo en mi trabajo y en salir con los compañeros de vez en cuando. Pienso luchar por no perder esta amistad incipiente y por poder ir a verla cuando pueda”. Estos pensamientos le dieron fuerzas suficientes para sobreponerse a la pena que tenía y limpiando las lágrimas de su rostro se dirigió con determinación a su coche. Con la alegría de tener algo por lo que luchar y aprovechar esa oportunidad que les había dado la vida, como le había dicho Maca A unos cien kilómetros de distancia de donde Maca hablaba con Laura, Esther se dispuso a preparase la cena en aquella solitaria casa del pueblo en el que había buscado refugio. Tras tomar algo rápido y dejarlo todo recogido volvió a sentarse en el sofá, cogió su mp3 y empezó a sonar una canción muy especial para ella y que la llevó a rememorar los primeros momentos de su relación con Maca, cuando empezaba a verla como algo más que una amiga y a sentirse atraída por ella [She (Elvis Costello).mp3] PLAY Los primeros acordes del piano sonaban esa noche en la que tras una cena llena de miradas tímidas de una hacia otra, ambas, sentadas en el sofá, intentaban descubrir si los intensos sentimientos que empezaban a sentir eran compartidos por la otra
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She, may be the face I can’t forget The trace of pleasure or regret May be my treasure or the prize I have to pay.
Ella, puede ser la cara que no consigo olvidar La huella del placer o del lamento Puede ser mi tesoro o el precio que tengo que pagar
She, may be the song that summer sings May be the chill that autumn brings May be a hundred different things Within the measure of a day
Ella, puede ser la canción que canta el verano Puede ser el frío que trae el otoño Puede ser cien cosas diferentes En lo que dura un día
Bebían en silencio de sus copas mientras se miraban profundamente a los ojos devorándose y dejándose envolver por la música y las palabras que oían She, may be the beauty or the beast May be the famine or the feast May turn each day into a heaven or a hell
Ella, puede ser la bella o la bestia Puede ser el hambre o el festín Puede convertir cada día en cielo o en infierno
She may be the mirror of my dreams The smile reflected in a stream She may not be what she may seem Inside her shell
Ella puede ser el espejo de mis sueños Una sonrisa reflejada en una corriente Ella puede no ser lo que parece Dentro de su caparazón
Se volvían a mirar a los ojos y esbozaban una sonrisa mientras Maca comentaba lo bien que había estado la cena y Esther le respondía mirándola con una mezcla de ternura y seducción: “La comida estaba exquisita, pero yo disfruté mucho más de la compañía”. Tras estas palabras Maca sonrió y no pudo evitar un ligero escalofrío ante la mirada que Esther dirigía a sus ojos y a su boca alternativamente. Sin ser muy consciente de ello y atraída como un imán por los ojos de Esther se fue acercando un poco más a ella sin dejar de mirarla intensamente. Poco a poco fueron acercando sus rostros y cuando sus bocas estaban próximas, cada una se miró en los ojos de la otra y no viendo más que deseo en ellos, se besaron muy dulcemente al principio para pasar a hacerlo más apasionadamente instantes después, mientras se abrazaban y acariciaban mutuamente al ritmo creciente de sus besos y de la música que sonaba de fondo She, who always seems so happy in a crowd Whose eyes can be so private and so proud No one’s allowed to see them when they cry
Ella, que siempre parece tan feliz en una multitud Cuyos ojos pueden ser tan reservados y tan orgullosos Que a nadie permitió verlos cuando lloran
She, may be the love that cannot hope to last May came to me from shadows of the past That I’ll remember ‘til the day I die
Ella, puede ser el amor que no puedo esperar que termine Puede venir a mí desde las sombras del pasado Que recordaré hasta el día en que muera
Esther cerraba los ojos y se recreaba en aquellos momentos y en la imagen de Maca She, may be de reason I survive The why and wherefore I’m alive The one I’ll care for through the rough In ready years
Ella, puede ser mi razón para sobrevivir El porqué de que yo esté vivo La persona que yo querré durante muchos y duros años
Me, I’ll take her laughter and her tears And make them all my souvenirs For where she goes I’ve got to be The meaning of my life is she, sheeeee Ooh oh, sheeeeee
Yo tomaré su risa y sus lágrimas Y de ellas haré todos mis recuerdos Por donde ella va yo tengo que estar El significado de mi vida es ella Ooh oh, ella
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Esther con las últimas notas de la canción sonando todavía se estremecía al recordar como aquella noche había empezado su relación amorosa con la mujer más maravillosa que el destino le tenía reservada y como tras el inicial intercambio de besos habían pasado a las caricias, de las caricias a los besos más apasionados y de estos a disfrutar del cuerpo de la otra con los cinco sentidos, para terminar demostrándose todo su amor contenido, durante una larga, dulce y apasionada noche en un apartamento de una playa gaditana Seguía con los ojos cerrados pensando en ella y en los sentimientos que experimentaba al oír esa letra que tan bien definía lo que sentía hacia Maca, cuando las lágrimas comenzaron a brotar lenta y espontáneamente de ellos, sin que hiciera nada por evitarlo. “Ella es todo esto y mucho más, se decía Esther. ¡Qué vacío deja la distancia...! Esta separación se me está haciendo terriblemente dura. ¡La extraño tanto...! No puedo soportar más sin llamarla”. Y cogió decididamente el móvil Sin embargo, la decisión se diluyó al pensar en lo que iba a decirle. Ella no sabía que Maca había estado hablando con Laura, quien la había puesto al día de todo lo que había sucedido, porque si lo hubiera sabido no le habría resultado tan difícil dar ese paso. Moviendo el móvil entre sus manos, se dedicó a pensar en la forma de iniciar la conversación. Suponía que Maca estaría muy preocupada por ella al no poder saber nada por medio de nadie, así que decidió que lo primero que haría sería tranquilizarla y luego ya iría viendo lo que la conversación daba de sí Volvió a coger el móvil y empezó a teclear aquel número que se sabía de memoria, pero se paró antes de apretar el botoncito verde que haría que la llamada empezara su curso. Estaba muy nerviosa, así que inspiró y espiró el aire lentamente por la nariz y la boca respectivamente. Cuando soltó todo el aire que había cogido pulsó el temido botón y sintió como su corazón latía fuertemente mientras sonaba la señal de llamada. Casi sin atreverse a respirar seguía escuchando aquellos pitidos, pero nadie atendía su llamada, que se paró sola al agotarse todos los tonos prefijados. Lo primero que se le ocurrió pensar fue que Maca estaba de guardia y no podía coger el móvil, pero luego se dio cuenta que Maca no conocía el número que aparecía en su móvil y decidió mandarle un mensaje por si ésa era la causa de que no respondiera a aquellas horas Por su parte, Maca acababa de registrarse en el hotel y estaba entrando en la habitación cuando su móvil empezó a sonar. Lo buscó dentro de su bolso y cuando lo sacó vio un número desconocido en él. No sabía si cogerlo, porque temía que la llamada pudiera venir de los que buscaban a Esther, aunque no sabía cómo podían conocer su número de teléfono. Se sentía igual de paranoica que Laura y el miedo hizo que decidiera no coger esa llamada, aunque pudiera ser de Esther desde otro móvil, ya que el suyo lo había escondido. Envuelta en ese mar de dudas estaba cuando su móvil volvió a sonar sorprendiéndola e indicando en esta ocasión que acababa de llegarle un mensaje. Presa de los nervios lo abrió y pudo leer un breve pero aclarador mensaje: “Maca, soy Esther. Acabo de llamarte, pero no cogiste la llamada. Voy a volverlo a intentar. Un beso, mi amor” A los pocos segundos de leer el mensaje, el móvil volvió a sonar y vio que la llamada se correspondía con el número del remitente del mensaje, así que esta vez no dudó en responder rápidamente
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- ¿Esther? (Preguntó Maca con la voz temblorosa por la emoción y los nervios que atenazaban su garganta) - ¡Maca, cariño! ¡Qué alegría oír tu voz! Ya pensaba que no iba a poder hablar contigo esta noche (exclamó Esther sin poder disimular lo contenta que estaba por hablar por fin con su chica) - ¡Oh Esther, a mí sí que me alegra oírte! No te puedes imaginar lo mal que lo he pasado estos días sin saber nada de ti... (dijo Maca haciendo esfuerzos por retener el torrente de lágrimas que empezaba a notar en sus ojos). ¿Estás bien, mi amor? - Sí, tranquila, estoy bien. Si se puede llamar estar bien a estar aquí sola alejada de lo que más quiero en este mundo. Sé que he debido tenerte muy preocupada con mi desaparición, pero era lo mejor que podía hacer en mi situación, de verdad (dijo Esther emocionada al oír la llorosa voz de Maca). No pretendía hacerte daño al no darte noticias, pero hasta hoy no he reunido el valor suficiente para salir de mi escondite y comprar un móvil nuevo - Esther, estoy en Madrid y acabo de hablar con Laura, quien me ha contado lo que sabe, así que tranquila, que estoy más o menos al corriente de todo y comprendo que hayas actuado así, aunque desconozco los motivos, pero sé que lo has hecho para protegerte y protegerme - No sabes cuánto me alegra que hayas hablado con Laura, porque así has podido saber algo de mí. Supongo que has estado en mi casa y has visto la nota que te dejé. No sabía cómo decirte que hablaras con Laura, pero veo que has sabido deducirlo y me alegro (dijo Esther algo más tranquila al saber que Maca tenía más información de lo que ella pensaba) - Llegué esta mañana a Madrid y lo primero que hice fue ir a tu casa... (Maca interrumpió la frase, porque no sabía si decirle a Esther el estado en el que había encontrado su casa y la vigilancia a la que estaba siendo sometida) - ¿Qué pasa? ¿Por qué no sigues hablando? (Preguntó Esther visiblemente nerviosa por el silencio de Maca) ¿Te ha pasado algo en mi casa? Por favor, cuéntamelo todo, no me ocultes nada por miedo a asustarme, porque te aseguro que es imposible que me asuste más de lo que ya lo estoy. Además necesito saber cómo están las cosas para pensar bien los pasos que voy a dar, ¿lo entiendes? - Sí, sí, lo entiendo. No quería asustarte, pero tienes razón, necesitas saberlo todo (y emitiendo un fuerte suspiro le explicó el estado en el que había encontrado su casa y la presencia del hombre que la había seguido y al que había visto apostado frente a su edificio) También le contó, sin darle demasiados detalles, que había logrado salir de su casa sin ser vista y había podido llegar sin peligro a casa de Laura y posteriormente al hotel. Mientras Maca hablaba, Esther se iba sintiendo más desmoralizada de lo que estaba, porque abrigaba la leve esperanza de que se hubieran cansado de esperarla y las palabras de Maca le demostraban que la persecución proseguía. Y lo que era peor, que la paciencia se les debía estar terminando y aumentarían los esfuerzos para dar con ella lo antes posible. Pero se guardó estos pensamientos para sí misma, porque no quería alarmar más a Maca - ¡Oh, dios mío! ¡Siguen allí! (Exclamó Esther con un deje de preocupación y cansancio que Maca notó en el acto). ¿Cuándo demonios va a terminar esto y van a dejarme en paz? (Preguntó Esther desesperada) - Cariño, no te hundas ahora, por favor (suplicó Maca). No tengo ni idea de en lo que andas metida y no sabes la impotencia que eso me produce, porque me impide ayudarte, pero tienes que ser fuerte y aguantar, porque ellos están dispuestos a esperar el tiempo
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que sea necesario hasta que den contigo. Por eso ahora no puedes dar un paso en falso y tienes que seguir luchando, porque espero poder hacer algo para ayudarte - Está bien, Maca, intentaré aguantar y no hacer ninguna locura, pero entiende que todo esto me supere y más estando aquí sola. He llegado a desconfiar de todo el que me rodea, no sé qué medios técnicos tiene esta gente, ni hasta dónde pueden llegar y eso me da mucho miedo. Ni siquiera sé si esta conversación que estamos teniendo es segura y eso me impide contarte lo que pasa y lo siento en el alma, porque no hay otra cosa que desee más que poder hacerlo. ¡Así no se puede vivir...! (exclamó Esther llorando amargamente) - Tranquila, Esther. Desahógate todo lo que necesites, que para eso estoy aquí (dijo Maca con el corazón encogido al ver todo lo que estaba sufriendo Esther, pero haciendo esfuerzos para que su tono fuera tranquilizador). Yo también desconfío de todo el mundo y no hago más que mirar a mi alrededor cada vez que salgo a la calle, así que te entiendo. De momento no he visto a nadie, pero no sé lo que tardarán en dar conmigo. Aunque espero que no lo logren, porque va a ser la única manera de ayudarte si es que consigo averiguar lo que pasa - Me encantaría poder compartir todo esto contigo y poderte explicar bien todo el lío en el que me he metido por cabezota, Maca. No sabes la de veces que me he arrepentido de todo lo que hice... Y es más, sé qué tú también has debido pensar lo mismo y tienes toda la razón, pero ya es tarde para lamentarme (dijo Esther totalmente hundida) - Escúchame bien, mi amor (dijo Maca con mucha dulzura, porque veía que Esther estaba machacándose demasiado). No pierdas el tiempo ni las energías culpabilizándote ahora, ¿vale? Tienes que estar tranquila y mantener la mente fría para no cometer ningún desliz. Yo tengo algunos planes que de momento no puedo contarte, pero te aseguro que no voy a quedarme quieta y que voy a hacer todo lo posible por ayudarte. Tienes que confiar en mí y mantenerte fuerte, ¿de acuerdo? - De acuerdo, cariño (suspiró Esther). Pero prométeme que vas a tener mucho cuidado. No soportaría que te pasara algo - ¡Te lo prometo! Yo tampoco quiero que me pase nada, por eso creo que lo mejor va a ser que me vaya de aquí lo antes posible. Mañana iré a ver a tu madre para tranquilizarla un poco y me marcharé de forma que los que te persiguen sepan que me voy. A ver si con eso consigo que pasen de mí - Sí, por favor, vete de Madrid, porque allí estás en peligro. Dile a mi madre que estoy bien y cuéntale lo que te parezca para que no se preocupe demasiado. Dale muchos besos de mi parte, dile que la quiero mucho y que sea fuerte y tenga esperanzas (dijo Esther llorando amargamente al pensar en cómo debería estar su madre) - Le diré todo eso de tu parte e intentaré que se quede más tranquila. Y a ti te mandaré algún mensaje para informarte de lo que hago. Sigo sin fiarme de que podamos hablar tranquilamente sin que intenten descubrir nuestra señal, así que prefiero hacerlo así. Y ahora creo que deberíamos despedirnos, que llevamos mucho tiempo hablando y no sé si nos estaremos arriesgando demasiado. Me encantaría seguir hablando contigo, pero es mejor que seamos prudentes - Sí, es mejor ser prudentes. Me alegra mucho haber hablado contigo, cariño. Muchas gracias por todo Maca. Te quiero muchísimo. No lo olvides nunca... (dijo Esther completamente emocionada) - ¡Yo también te quiero mucho, mi niña! Cuídate mucho y no te hundas, que tú eres muy fuerte. Mucho más de lo que piensas ahora mismo. Muchos besos, mi amor - Muchos besos, cariño. Ten mucho cuidado y mucha suerte. Adiós (dijo Esther volviendo a llorar) - Adiós, mi vida (replicó Maca llorando también y cortando la comunicación inmediatamente)
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Ambas mujeres soltaron el móvil como si quemara, no sin antes apagarlo presas del miedo de ser descubiertas. Las dos se habían alegrado mucho de haber podido hablar y compartir sus miedos y añoranza y rompieron en un profundo llanto tras despedirse con esos adioses que les desgarraban el alma. Maca lloraba tirada encima de la cama del hotel y Esther en el sofá desde el que había estado hablando. Estaban pasando por una de las experiencias más terribles que habían vivido y encima separadas. Era muy duro soportar eso sin flaquear y por eso ahora dejaron que el llanto las invadiera hasta quedar dormidas. Mañana llegaría el momento de seguir luchando, pero ahora ambas necesitaban descargar todas las tensiones acumuladas A la mañana siguiente Maca se despertó temprano con un dolor de cabeza tremendo, fruto de la mala noche pasada entre llantos. Se dirigió a la ducha y permaneció un buen rato bajo el chorro de agua para ver si con eso mejoraba su estado. Una vez más despejada se acordó de la nota que le dio Laura y que debido a la conversación con Esther había olvidado. Fue hacia su cazadora y la encontró doblada en uno de sus bolsillos. Abrió el sobre y sacó el papelito que había dentro. Leyó detenidamente lo que allí ponía... Maca se acomodó en su asiento del tren y se quedó pensativa mirando como la ciudad de Madrid empezaba a desaparecer. Se encasquetó el mp3 para evitar que la señora de al lado intentara entablar con ella una conversación superficial y con la vista fija en la ventanilla sus pensamientos se dirigieron hacia Esther: “¡Qué pena me ha dado despedirme de ella! ¡Y qué extraño que me pase algo así con alguien que acabo de conocer! Maca, me parece que esta mujer se ha colado en tu vida de una manera vertiginosa, profunda e intensa y por mucho que lo quieras disfrazar estás sintiendo por ella mucho más que una simple amistad. No hay más que ver todos los piropos que le has estado dedicando sin ton ni son. ¡Pobre Esther!, la dejaste abrumada ante ese chaparrón de elogios (se dijo Maca a sí misma sin poder evitar sonreír al recordar la cara de turbación que ponía Esther ante sus continuas lisonjas). La verdad es que me gusta esta chica y me encantaría volver a verla o por lo menos no perder el contacto con ella para poder propiciar un nuevo encuentro y así aclarar estos sentimientos que ahora tengo tan poco definidos...” “No sé si existen las casualidades, o si el destino ha hecho que ambas nos conociéramos en un momento tan angustioso. ¿Será esto una señal a tener en cuenta o soy yo la que está sacando las cosas de quicio y dándole más importancia de la que tienen?” (Se preguntaba Maca intentando desenredar la maraña de sentimientos que experimentaba en esos momentos) La vibración de su móvil la sacó de su ensimismamiento y le hizo sobresaltarse al pensar que podía ser Esther, pero en cuanto vio el número que aparecía en la pantalla sus esperanzas se desvanecieron. La llamaban del aeropuerto para decirle que habían recuperado su maleta y preguntarle dónde la enviaban. Maca les dio la dirección de Jerez y colgó algo apenada. “Acabas de despedirte de ella. No es lógico que te llame tan pronto por mucho que te aprecie. Aunque no sepas muy bien lo que ella siente, sí parece que te ha cogido cariño y que tú también has tocado su corazoncito. ¡Ojalá sea así y no esté haciendo castillos en el aire! Bueno, lo que tenga que ser será. Veremos si da ella el primer paso para ponerse en contacto conmigo o tendré que darlo yo. Lo que
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sí tengo claro es que si es necesario lo daré yo, porque no pienso dejar que esta mujer salga de mi vida” (Con esa determinación, Maca dio por zanjados sus pensamientos y mirando el extenso y plano paisaje de La Mancha, se quedó adormilada con la música sonando bajita en sus oídos) Una nueva vibración del móvil hizo que despertara cuando llevaba casi una hora durmiendo. Esta vez se trataba de un mensaje, así que se tomó su tiempo para despejar su mente y su vista de la modorra que la había invadido y miró por la ventana para saber por dónde iban. A lo lejos se divisaba la ciudad de Córdoba, lo que le indicaba que el final de su viaje estaba cercano. En menos de una hora habría llegado a su destino. Cogió el móvil y vio con alegría que se trataba de un mensaje de Esther. “No has tardado en dar señales, ¿eh? Ni te imaginas cuánto me alegro” (se dijo a sí misma con una gran sonrisa). El mensaje muy abreviado para que cupiera todo, decía: “Hola! Akbo d llegar a ksa dp d ir a Barajas. Q caos! Espro q consigas recuprar tu maleta. Q tal el viaje? Disfruta con tu familia y cuidat! T echo d menos! Besos!” Maca lo releyó varias veces y se dispuso a responder inmediatamente “Hola! Ya t dire q pasa con mi maleta. En 30’ llegare. El viaje tranquilo y recordando mi estancia en tu tierra. Lo pase muy bien contigo. Yo tb t extraño.Besitos!” Después de releerlo y sin darle más vueltas lo envió A las 15:35 y tras dos horas y media de viaje llegaba a Sevilla. Después de comer un poco cerca de la estación, se dirigió a su casa, preparó una maleta y llamó a sus padres para avisarles de que salía para Jerez, donde estaría unos días descansando de los meses pasados en Nicaragua y recuperándose de las heridas del accidente hasta que tuviera que volver al trabajo Los días siguientes pasaron tranquilos para Maca, que se dedicaba a disfrutar del placer de no tener nada que hacer y que mataba el tiempo dando algunos paseos a caballo por la finca familiar o en la piscina evitando mojar su brazo, que poco a poco iba mejorando. Seguía en contacto con Esther a través de mensajes y alguna llamada esporádica, porque a causa de los turnos de la enfermera a Maca le resultaba difícil localizarla Esther estaba casi absorbida por el trabajo. Aunque el mes de agosto solía ser tranquilo, había tenido algunos días muy intensos y llegaba a casa agotada y sin apenas ganas de nada. A todo eso se sumaba el hecho de que no descansaba bien, porque por las noches revivía el accidente en sueños y acababa desvelándose a causa del pánico que sufría. Sabía que eso era normal, pero empezaba a preocuparle que fuera algo tan continuo, así que una noche al salir del hospital decidió llamar a Maca para saber si a ella le pasaba lo mismo - Hola Esther (dijo Maca con tono alegre) ¿Qué tal te va? - Bien, con bastante trabajo y algo cansada, pero todo bien (respondió Esther, que no quería soltar de sopetón a Maca el motivo de su llamada). ¿Y tú sigues disfrutando del descanso, no? - Sí, aunque dentro de dos días tengo que volver a trabajar. ¡No sabes la pereza que me da! Mañana iré al médico a ver si me quita la venda, porque ya no me duele nada el
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brazo. Le diré que no me rompa la dedicatoria de Dani, aunque el hombre flipará un poco (comentó Maca siguiendo con su tono jovial) - Seguro que te mira como un bicho raro, pero tampoco es tan extraño, porque a mí me lo han pedido más de una vez cuando quito alguna escayola (replicó Esther en un tono más animado). Hablando de Dani, ¿sabes que el otro día me llamó? - ¿Sí? ¿Qué tal está nuestro niño preferido? (Preguntó Maca) - Está muy bien, tan parlanchín y gracioso como siempre. Me contó muy misteriosamente que había descubierto un truco para bañarse en la piscina, aunque no podía bucear ni nadar, pero por lo menos se remojaba (dijo Esther sin demasiada emoción) - Vaya con Dani, (dijo Maca riéndose por las ocurrencias de aquel chaval). Me alegra que siga manteniendo el contacto con nosotras. Me encantaría charlar con él - Por cierto, me preguntó por ti y me dijo que te diera un beso de su parte cuando hablara contigo. También me contó que se iba a pasar unos días a Santander y que cuando volviera me llamaría por si podíamos vernos. Ya te contaré qué es de su vida cuando sepa algo más (terminó de decir Esther con un tono bastante serio, que no pasó desapercibido para Maca) - Esther, ¿estás bien? (Preguntó Maca sin rodeos). Te noto un poco apagada Esther se quedó callada unos segundos pensando cómo contarle a Maca lo que le preocupaba, porque le daba miedo que pensara que era una aprensiva y que le estaba dando demasiada importancia a algo bastante normal - ¿Esther, sigues ahí? (Insistió Maca al ver que no le respondía) - Sí, sí, aquí estoy. Estaba pensado... - Venga, cuéntame lo que te preocupa, anda. No le des más vueltas, que no te voy a comer (dijo Maca intentando distender un poco el ambiente) - Es que estoy un poco preocupada, Maca, porque desde hace varios días tengo pesadillas sobre el accidente de avión todas las noches y apenas puedo descansar. Eso hace que vaya medio zombie por el hospital y que hasta me dé miedo dormirme por si voy a volver a soñar con ello... (dijo Esther visiblemente nerviosa). Y quería saber si a ti también te pasaba lo mismo - Yo he tenido alguna pesadilla con el accidente, sobre todo al poco de llegar aquí, pero ya hace varios días que no sueño con ello. La verdad es que era bastante angustioso y también acababa desvelada por el miedo que sentía. Así que te comprendo perfectamente, pero no creo que debas preocuparte demasiado, porque es algo normal después de todo lo que vivimos (comentó Maca intentando tranquilizar a Esther) - Ya, si todo eso lo sé, pero me da miedo que esto no termine nunca y además no sé qué hacer. No puedo llegar todos los días a trabajar sin apenas dormir. Esto me está afectando demasiado y está influyendo hasta en mi estado de ánimo (explicó Esther muy abatida) - Yo no soy ninguna experta en el estrés post-traumático. Lo único que sé es que no todo el mundo reacciona igual ante un acontecimiento impactante y por eso a algunas personas se recuperan antes que otras. Pero si a ti te está afectando tanto y puede llegar a interferir con tu trabajo, quizás deberías consultarlo con un psicólogo o psiquiatra a ver si te puede dar alguna solución para que salgas de ello (recomendó Maca, que se sentía muy apenada por Esther y que no sabía qué decirle para ayudarla) - Sí, creo que tienes razón. No le he comentado nada a nadie porque yo también pensaba que era algo normal, pero es que llevo varios días seguidos y sé que ese miedo que tengo a cerrar los ojos no me está ayudando a superarlo. Creo que hablaré con
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Carlos, el novio de Laura, que está de psicólogo en urgencias, a ver si me puede ayudar - Deberías hablar con él lo antes posible. Incluso ahora mismo si no está trabajando (insistió Maca). Cuanto antes lo hagas antes vas a poder ponerle solución - Pensaba decírselo mañana cuando lo viera en el hospital, pero por comentárselo esta noche no creo que pase nada... Así mañana puede decirme algo más (dijo Esther a quien Maca había convencido para moverse lo antes posible) - Necesitas descansar, así que si puedes lograr que te diga algo para que esta noche duermas mejor, ¿por qué esperar a mañana? - Gracias Maca, me has ayudado mucho. Siento haberte llamado para contarte mis malos rollos... - ¡Hey Esther! (Dijo Maca interrumpiéndola) Sabes que puedes llamarme para cualquier cosa, así que no te disculpes, por favor. Para eso estamos las amigas. Siento no poder estar ahí contigo para ayudarte y hacerte compañía, pero no me prives de poder hacerlo aunque sea en la distancia - Vale, vale, mensaje recibido (replicó Esther bromeando). Te prometo que te llamaré si necesito tu ayuda, pero también lo haré aunque sólo sea para charlar contigo. A ver si te vas a pensar que sólo te quiero de paño de lágrimas... - Yo siempre estaré encantada de oírte sea por lo que sea, así que no te comas el coco por eso. Y ahora te dejo para que hables con Carlos antes de que se te haga más tarde. Mañana te llamo para que me cuentes qué tal estás. ¿Qué turno tienes? - Estoy de mañana, así que a partir de las tres y media puedes localizarme sin problemas, porque ya habré llegado a casa. Gracias de nuevo. ¡Eres un encanto! Hablamos mañana. Un beso (dijo Esther algo más animada después de haber soltado todo lo que le preocupaba) - Hasta mañana, guapa. Y no me des las gracias, que es un placer ayudarte. ¡Que descanses! Besitos (dijo Maca en el tono más animoso que encontró) Al día siguiente, mientras preparaba las cosas para irse a Sevilla, Maca no dejaba de mirar el reloj. Llevaba todo el día preguntándose qué le habría dicho Carlos a Esther y cómo habría pasado la noche. Estaba preocupada por Esther, porque sabía lo duro que era trabajar sin haber dormido bien y más en un servicio como el de Urgencias, en el que a veces apenas había tiempo para descansar. A las cuatro de la tarde, presa de la impaciencia llamó a Esther - Hola Maca. Ya veo que eres puntual a la cita (respondió Esther algo más animada que la noche anterior) - Hola. Y eso que he hecho esfuerzos para aguantar hasta las cuatro... Ya sabes lo “culo inquieto” que soy (bromeó Maca al ver que Esther volvía a tener su tono alegre). Me tenías muy intrigada, así que cuéntame qué te dijo Carlos - Va, va, ¡impaciente! (Replicó Esther) Como soy muy obediente, te hice caso y le llamé anoche. Le conté lo que me pasaba y me dijo más o menos lo que tú, que no debía preocuparme, porque todavía estaba muy reciente el accidente y era normal que siguiera teniendo pesadillas. Me dijo que no me obsesionara con ello y que lo peor que podía hacer era irme a la cama con miedo por si volvía a soñar, porque con eso conseguía que la probabilidad de tener pesadillas aumentara. Me recomendó que hiciera algún ejercicio de relajación y que leyera antes de dormir para poder evadir mi mente de ese miedo y quedarme dormida pronto. Y eso hice anoche. Cogí un libro que tenía a medias y me puse a leerlo. Al poco rato, entre el cansancio que tenía y las pocas
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horas de sueño que había dormido durante tantos días, caí rendida y logré dormir de un tirón (explicó Esther muy contenta) - ¡Qué bien! Me alegro mucho de que por lo menos esta noche hayas podido descansar y espero que siga así de bien la cosa (exclamó Maca tan contenta como Esther) - Sí, yo también me he alegrado un montón al ver lo bien que había dormido. Hoy cuando me vio (continuó contando Esther) me preguntó qué tal me había ido y me dijo que era un buen comienzo, pero que no me extrañara si algún día volvía a tener pesadillas. Me dijo que podía pedirle a cualquiera de los médicos que me recetara alguna pastilla por si por mis propios medios no lograba dormir, porque eso siempre era mejor que volver a entrar en esa dinámica del miedo. Me dijo que siguiera con la lectura o la tele (“que es otro gran somnífero”) y sobre todo que no me obsesionara, ya que pronto empezarían a remitir esas pesadillas diarias. Me dio varios artículos muy interesantes sobre el estrés post-traumático y he leído que es normal tener flashbacks, pesadillas, así como miedo e insomnio. Por lo visto si los síntomas duran más de un mes es cuando se tiene el trastorno en sí, así que eso me ha tranquilizado, porque lo que me pasa a mí entra dentro de lo normal. Uno de los artículos da pautas sobre cómo ayudarse a uno mismo y entre otras cosas dice que hay que entender que los síntomas son normales, sobre todo a raíz del trauma, que se mantenga la rutina diaria, que no es bueno evadirse de lo que nos recuerde el trauma, que se busquen maneras de relajarse, se pida ayuda a los amigos y que se reconozca que no todo lo podemos controlar. La verdad es que leer todo esto me ha ayudado mucho y ya estoy mucho más tranquila - Me parece muy bien todo lo que te ha dicho y me lo aplico por si a mí me pasa como a ti. Siempre es mejor pasar de la medicación, pero tenerla a mano por si acaso hace que por lo menos tu mente no te impida dormir. Me alegra mucho ver que lo has conseguido y que esos artículos hayan hecho que estés más animada que ayer (dijo Maca aliviada). No me gusta verte tan tristona - Tú también has tenido tu parte de mérito, porque el hecho de desahogarme contigo fue un paso importante (“lo dice hasta el artículo jaja”) y gracias a ti me animé a llamar a Carlos, así que cuando te canses de los niños podrías dedicarte a la psicología (dijo Esther riéndose) - No seas exagerada, que tampoco hice tanto (replicó Maca riéndose también). De momento seguiré con los niños, aunque tendré en cuenta tu recomendación para cuando sea viejita y los niños no me aguanten jajaja - Serás una viejita encantadora con los niños, así que no te va a hacer falta cambiar de profesión (dijo Esther) - Vaya, ahora me toca a mí recibir halagos tuyos. Aprendes muy rápido tú (bromeó Maca, provocando unas risitas maliciosas de Esther) - ¡Dónde las dan las toman! (Replicó Esther divertida por haber hecho sentirse incómoda a Maca con su piropo) Y así entre bromas terminaron esa charla y siguieron con sus vidas unos días más, hasta que a Esther, gracias a Laura se le ocurrió una idea para poder volver a ver a Maca... Esther se encontraba en la cafetería del hospital tomando un café con Laura, cuando ésta le preguntó qué planes tenía para los días de vacaciones que le quedaban - No tengo ni idea, no lo he pensado todavía (respondió Esther). Me quedan 15 días, pero me gustaría reservarme alguno para Navidad o algún puente, así que sólo utilizaría 10. Esto es lo único que había pensado, pero ahora mismo no sé dónde ir
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- Pues no sé, pero yo en tu situación tendría muy claro el lugar (comentó Laura con una sonrisa pícara). No me digas que no sabes a lo que me refiero y que voy a tener que decírtelo más claro... - Te he entendido perfectamente y más después de la cara que acabas de poner (rió Esther a quien las artimañas de Laura le hacían mucha gracia). Cuando te pones en plan Celestina me das un miedo... - Sí, sí, miedo... Pero reconoce que es muy buena idea y que si no fuera por mí desperdiciarías esos días yéndote a cualquier otro lugar. Además, (dijo Laura poniendo en broma un tono romántico en su voz) me pueden estas parejitas tan atontadas que no se dan cuenta de nada - ¡Qué mala eres, tía! A ti lo que te puede es reírte de dos pobres mujeres como nosotras y además montarte unas películas que no veas (repuso Esther haciéndose la ofendida y provocando las carcajadas de Laura) - Bueno, bueno, ¡lo que hay que oír...! ¿Entonces te vas a ir a Sevilla o vas a seguir mareando la perdiz? (Preguntó Laura riéndose todavía y disfrutando con los piques que le lanzaba a Esther) - A Sevilla no me apetece mucho ir por el calor que hace, pero mira, a lo mejor sí que voy a Cádiz, que está cerca y además puedo ir a la playa, pero antes tendría que llamar a Maca a ver qué tal le viene a ella. Así que no lances las campanas al vuelo, que te conozco (advirtió Esther a Laura al ver la sonrisita que empezaba a aparecer en su rostro) - Ya me informarás de tus planes, ¿no? Porque me lo merezco después de haberte resuelto las vacaciones (dijo Laura levantándose de la mesa para seguir con el trabajo) - No sé yo si debería hacerlo (bromeó Esther, que también se había levantado y le daba un empujoncito a Laura para que se moviera). ¡Venga, tira...! Cuando Esther llegó a su casa cerca de las once de la noche llamó a Maca para contarle sus planes. Maca se puso muy contenta al saber que iba a poder verla y le dijo que por ella no había ningún problema y que si le decía las fechas podría intentar sacar algunos días para estar con ella. Esther le comentó que había pensado ir del 20 al 30 de agosto, aunque si no encontraba alojamiento no le importaba retrasarlo. Le pidió que le buscara un apartamento pequeño en alguna playa gaditana y Maca le dijo que hablaría con su amiga Rocío, que también era de Cádiz y que seguro que entre las dos conseguían encontrarle algo. Quedó en llamarla cuando supiera alguna cosa y se despidieron muy contentas por tener una fecha cercana para volver a verse Al día siguiente, en cuanto Maca pudo habló con Rocío en la sala de médicos. Le contó los planes de Esther y le preguntó si podría ayudarla a buscarle un apartamento. Rocío sabía de la existencia de Esther, porque Maca le había contado cómo se habían conocido, y, al igual que Laura, intuía por la forma que Maca tenía de hablar de Esther, que su amiga tenía mucho interés por la enfermera madrileña - Hay que reconocer que tu amiga tiene buen gusto eligiendo su lugar de vacaciones (bromeó Rocío). No te preocupes, que llamaré a gente a ver si saben de algún sitio baratito que no esté demasiado lejos de Sevilla, para que así puedas tú ir con mayor facilidad, porque supongo que no la dejarás sola todos los días, ya que viene a verte (dijo irónicamente) - Claro que no la dejaré sola, pero yo no tengo vacaciones (replicó Maca sonriendo ante las insinuaciones de Rocío). De todas formas había pensado doblar turnos o hacer guardias de noche para poder escaparme algunos días. No soy tan desconsiderada con
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mis invitados como te piensas (concluyó siguiendo con el tono bromista de la conversación) - ¿Y sabes ya qué días piensa venir? Porque así puedo empezar la búsqueda cuanto antes (preguntó Rocío) - En principio tiene pensado venir desde el sábado 20 hasta el martes 30, pero no tiene problemas en cambiar las fechas si hace falta, porque todavía no se lo ha comentado a nadie hasta saber algo fijo (respondió Maca) - Vale, pues esta tarde empezaré a preguntar y en cuanto sepa algo te lo digo para que ella pueda ir avisando en el hospital lo antes posible. Y tú ya me dirás los chanchullos que quieres hacer, que sigo siendo tu jefa aunque me tomes por el pito del sereno - Tranquila señora jefa de Urgencias, que será usted informada en cuanto se confirme todo y yo aclare mis horarios (dijo Maca utilizando un tono excesivamente formal en broma) - ¡Perfecto! Así me gusta. Respeto ante todo, que una cosa es una cosa y otra cosa ya son dos (dijo Rocío con el rostro serio a pesar de estar bromeando) - Jajaja, estás fatal, Rocío (dijo Maca riéndose ante la frasecita de su amiga, que siempre salía por donde menos te esperabas). Y muchas gracias por ayudarme con lo del apartamento - ¡De nada! Con una buena cenita en un restaurante de postín me conformo (bromeó Rocío) Y ahora vete a atender algún niño antes de que crezca y me toque hacerlo a mí - ¡Voy volando! (Exclamó Maca partida de risa mientras salía de aquella sala) Era prácticamente imposible mantener una conversación seria con Rocío durante mucho tiempo. Tenía un gran sentido del humor y mucha chispa, pero también era una gran amiga que siempre estaba disponible cuando la necesitabas. Gracias a su carácter jovial y su gracia siempre conseguía sacar una sonrisa a los demás por muy mal que estuvieran Al día siguiente Rocío le contó a Maca que tenía casi resuelto el alojamiento de Esther. Estaba esperando a que un primo suyo le confirmara si un apartamento que él utilizaba los fines de semana y en vacaciones iba a estar libre para esas fechas. Su primo sólo lo alquilaba esporádicamente para sacarse un dinero extra y solía hacerlo a personas de confianza, porque lo tenía muy bien montado y lo dejaba tal cual estaba. Maca prefirió no decirle nada a Esther hasta que todo estuviera seguro Dos días después de que Rocío empezara con la búsqueda del apartamento, Maca trabajaba de noche, pero por la tarde recibió una llamada de Rocío, que muy contenta le confirmaba que su primo le alquilaría el apartamento a Esther en las fechas que ella quería. Le dijo que estaba en Valdelagrana y que su amiga iba a estar encantada, porque el apartamento estaba genial, en el paseo marítimo de la playa y tenía un precio muy asequible. Maca le agradeció muy efusivamente el esfuerzo que había hecho y que lo hubiera solucionado tan pronto y tan bien. Inmediatamente llamó a Esther para contarle la buena noticia - ¡Esther, ya tienes apartamento! (Dijo Maca toda eufórica sin dar ni tiempo a que Esther la saludara) Y en las fechas que tú querías - ¿Sí? (Preguntó Esther asombrada) ¡Qué bien! No me esperaba tenerlo tan pronto. ¡Muchas gracias, Maca! - A mí no tienes que dármelas, porque ha sido Rocío la que se ha encargado de todo. Además no sabes la suerte que has tenido, puesto que el apartamento está montado con todo lujo de detalles, porque lo usa su primo para uso personal y alquilarlo a gente de
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confianza. Hasta equipo de música y DVD tiene. Vas a estar como en tu propia casa (le contó Maca que estaba tan emocionada como si fuera ella la que fuera a utilizarlo) - ¿Y dónde está? - En Valdelagrana, que está muy cerquita del Puerto de Santa María, pero sin el agobio que hay allí. La playa es una pasada y los atardeceres que puedes disfrutar, maravillosos. Además estás en primera línea de playa y tienes piscina. Y encima es de los sitios más cercanos a Sevilla para que pueda ir a verte sin problemas. Vamos que no se puede pedir más (respondió Maca) - Y tanto que no se puede pedir más. Estoy encantada y encima sin mover un dedo. Ya que sé dónde voy lo buscaré en un mapa, porque ahora mismo estoy un poco desubicada (comentó Esther muy contenta) - Tranquila, que yo seré tu guía particular y verás que pronto te ubicas (dijo Maca utilizando un tono muy sugerente, pero riéndose para darle un toque de broma) - Vale Michelín, me vendrán de perlas tus servicios (replicó Esther siguiendo con el tono bromista y con segundas intenciones que había tomado la conversación). ¡Qué ganas de que pasen pronto estos días! Estoy desando ir a ese sitio que tan bien me has pintado - Seguro que te va a encantar (dijo Maca con un tono sensual y casi susurrante, que hizo que Esther se estremeciera al otro lado del teléfono) - ¡No lo dudo! Dale a Rocío las gracias de mi parte (comentó Esther intentando salir de aquella insinuante conversación que la estaba poniendo nerviosa) - Se las daré, descuida (replicó Maca captando perfectamente el giro de la conversación). Pero seguro que tú también puedes hacerlo, porque quedaremos un día con ella para que la conozcas Después de comentarle Maca el precio y de estar haciendo planes, ambas se despidieron muy felices por volver a verse y deseando que la semana que faltaba para reunirse pasara lo más rápido posible “Estación Sur de Autobuses. LINECAR 18:30” Esto era lo único que había escrito en aquel papel. A Maca le desilusionó porque esperaba alguna nota de Esther y eso además no le daba ninguna pista, pero supuso que fue lo único que pudo ver la persona que había llevado a Esther a aquella Estación de Autobuses. Decidió bajar a recepción para ver si el hotel disponía de ordenadores y así intentar averiguar los destinos de esa compañía de autobuses. Afortunadamente había algún ordenador y estaba disponible, así que se dispuso a buscar y lo que encontró volvió a descorazonarla, ya que salían tres autobuses a esa hora que iban a diferentes lugares. Buscó la ubicación de esos lugares y vio que estaban por Segovia, Burgos y Valladolid, aunque supuso que de cada itinerario sólo pondría los lugares importantes y no las paradas que hiciera en otros pueblos, lo que complicaba muchísimo conocer el paradero de Esther. Sabía que si se lo preguntaba a ella no se lo diría por temor a que fueran a descubrirla, así que tendría que pensar otra forma de averiguarlo Con bastante tristeza por lo poco que le servía aquella información, apuntó en un papel todo lo que había averiguado para pensar en ello con más calma y decidió ir a desayunar antes de llamar a Encarna para verla. Tras quedar en comer con Encarna, llamó al Alquiler de coches para saber lo que tenía que pagar y posteriormente a Manolo para ir a buscarlo y repetir con él el paripé para volver a casa de Esther sin ser vista
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Cuando entran en casa de Esther, lo primero que hace Maca es subir la persiana y abrir la ventana para que el hombre que sigue vigilando la casa la vea bien. Después charla un rato con Manolo para hacer tiempo, le da el dinero para pagar el alquiler del coche, otro para un taxi y tras acompañarlo al garaje vuelve a subir a la casa, donde empieza a buscar algo que le pueda aclarar el destino de Esther, pero no lo encuentra. Su mirada se detiene en algunas fotos que tiene Esther de unos paisajes donde abundan los pinos y los robles, pero al no reconocerlos no les presta demasiada atención. Al rato, y tras cerrar las ventanas y la casa de Esther, coge su maleta, el mando del garaje y sale a la calle a coger un taxi para dirigirse a casa de Encarna. Durante el trayecto, el taxista le confirma que cree que les siguen y Maca se alegra, porque ahora sí que quiere que se enteren de sus pasos Antes de llamar a la casa de Encarna se entretiene un poco y ve de reojo como un coche para en segunda fila. Encarna la recibe en la puerta de su casa muy emocionada. Nada más verla se le abraza y se echa a llorar, puesto que la pobre mujer no había podido desahogarse con nadie. Maca le devuelve el abrazo y le dice al oído que Esther está bien, que no se preocupe y promete contarle más mientras comen. Después de una discusión, Maca consigue convencer a Encarna de que salgan a comer a un restaurante - Quiero invitarte a comer porque necesitas despejarte y salir de casa, así que ¡vámonos, suegra! (Dijo Maca sonriente ofreciéndole el brazo a Encarna y omitiendo decirle que pueden estar siendo vigiladas para que no se preocupe más) - ¡Ay, qué zalamera eres! Con razón tienes a Esther loquita por ti (comentó Encarna bromeando pero encantada con los mimos de Maca) Al salir, Maca vio al mismo hombre que estaba antes en casa de Esther. Encarna la llevó a un restaurante bastante concurrido y Maca se sentó de forma que pudiera tener la puerta controlada. Después de pedir y para no hacer sufrir más a su suegra, empezó a contarle lo que sabía de Esther, pero intentando suavizarlo lo más posible. Le contó también que pudo hablar con ella, que la vio bien, aunque triste por estar sola y le dio todos los recados que le había dado Esther para ella. Encarna se emocionó y se le llenaron los ojos de lágrimas al saber de ella. Maca sintió mucha pena al verla así, así que decidió mandarle un mensaje a Esther para que le dijera algo a su madre y se tranquilizara un poco. Se fue al baño para que fuera una sorpresa y escribió el mensaje “Hola, stoy con tu madre comiendo. Se ha emocionado al sabr d ti y creo q le enkntaria q le mandaras 1sms.Ella no sab nada, pq toy en el baño. Cuidate, cariño! Besos!” Al rato, mientras comían los postres el móvil de Maca sonó avisando de un mensaje. Maca vio que era de Esther. Lo abrió y le pasó el teléfono a Encarna, que la miró sorprendida, pero se dispuso a leer el texto una vez que Maca le dijo cómo tenía que hacerlo “¡Hola mama! Se q estas con Maca y queria q supieras q estoy bien aunq te echo de menos. Espero q todo se arregle pronto y podamos vernos. Se fuerte, cuidate y cuenta con Maca si necsitas algo. Te quiero mucho. 1beso y otro para Maca” Tras leer el mensaje, Encarna se llevó el móvil al pecho y se puso a llorar por la emoción de recibir noticias de su hija y por la pena de tenerla tan lejos
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- ¿Por qué se ha tenido que meter esta chica en este lío? (Preguntó Encarna llorosa mientras le devolvía el móvil a Maca) -No lo sé (respondió Maca muy emocionada al ver la pena de Encarna). Pero ya sabes como es Esther, que no puede evitar intervenir si ve algo que está mal - Sí, ya sé lo cabezota que es y lo que le gustan las causas perdidas. ¡Esta hija mía nunca cambiará...! (Repuso Encarna algo más tranquila) Maca, tienes que prometerme que harás todo lo que puedas por encontrarla y ayudarla a salir de esta situación - Te lo prometo, Encarna. Yo también estoy deseando que todo esto termine, que estemos juntas y que podamos volver a nuestras vidas (repuso Maca muy triste). De momento voy a volver a Sevilla a ver si desde allí logro hacer algo - ¡Ojalá tengas suerte! Y mantenme informada de lo que sepas de Esther, por favor. Ella me ha pedido que recurra a ti si necesito algo, y esto es lo que más necesito, saber algo de ella (dijo Encarna cogiendo una mano de Maca entre las suyas) - No te preocupes, que te llamaré en cuanto tenga noticias suyas o sepa algo más, pero tú no dudes en llamarme si necesitas hablar o desahogarte, ¿vale? (Le preguntó Maca) - Lo haré. Muchas gracias, por todo lo que estás haciendo por mi hija y por haber venido a verme. Eres un cielo (dijo Encarna mientras se levantaba de la mesa) - ¡De nada! Es lo mínimo que puedo hacer. Además vosotras sois parte de mi familia (comentó Maca ofreciéndole de nuevo su brazo a Encarna y saliendo del restaurante) - Mira que me costó aceptar tu relación con Esther, pero ahora estoy encantada de que haya dado con alguien como tú (dijo Encarna agarrando con fuerza el brazo de Maca y con la voz temblorosa por la emoción) - ¡Gracias! Yo también estoy encantada de tener una suegra como tú (replicó Maca dándole un beso en la mejilla) Maca acompañó a Encarna hasta el ascensor y allí se despidieron ambas mujeres muy emocionadas con un gran abrazo y Maca recibiendo en ambas mejillas un montón de besos de su suegra. Después de la dura y emotiva despedida, la pediatra se dirigió a su próximo destino dentro de Madrid todavía Seguida fielmente por su perseguidor, Maca descendió del taxi y arrastrando su maleta se adentró en el muelle de urgencias del Hospital Central. Sabía que a Laura le tocaba trabajar aquel sábado y quería hablar con ella para intentar averiguar algo más sobre la huída de Esther y dónde se escondía Teresa, que también trabajaba aquella tarde, nada más verla salió de detrás del mostrador y se abalanzó hacia ella para abrazarla - ¡Maca, qué alegría! (Le dijo visiblemente emocionada) Ya me ha contado Manolo todo lo que has estado haciendo estos días. ¡Qué susto eso de que estén vigilando la casa de Esther! - Gracias Teresa, yo también me alegro de verte y quería agradecerte todo lo que Manolo y tú me habéis ayudado (dijo Maca antes de que Teresa cogiera carrerilla y empezara a bombardearla con preguntas) - No tienes por qué darlas. Ya sabes que yo por ayudaros a Esther y a ti haría cualquier cosa. ¿Qué tal está Encarna, por cierto? - Pues está mal. Muy preocupada por lo que está pasando y triste por no saber nada de su hija. Pero haber podido hablar nos ha venido muy bien a las dos. ¿Sabes si Laura está libre? (Preguntó Maca para zanjar la conversación. Teresa siempre se había portado muy bien con ella, pero no tenía mucho tiempo y quería hablar con Laura)
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- Voy a ver (respondió Teresa volviendo a su lugar tras el mostrador y cogiendo el teléfono). Está terminando con un paciente, pero enseguida viene - Vale, pues la espero aquí entonces. Te quería pedir otro pequeño favor, Teresa (dijo Maca sabiendo que eso a Teresa le iba a gustar) - Claro, dime. Pero antes dame esa maleta, que te la guardo por aquí (dijo mientras cogía la pequeña maleta de Maca y la ponía a su lado) - Como ya sabes que me están siguiendo, quería que estuvieras muy atenta para que el hombre que lo hace no intente entrar aquí con alguna excusa. Es un tío de unos treinta años, moreno, alto, con el pelo rizado y viste unos pantalones vaqueros negros y una camisa azul celeste. No creo que vaya a venir, porque siempre se mantiene a una distancia prudencial, pero por si acaso... - Tranquila, Maca, que estaré pendiente y mientras yo esté aquí ningún hombre como el que me has dicho va a conseguir pasar (dijo Teresa orgullosa por la misión que le habían encomendado) A los pocos minutos apareció Laura y tras saludar a Maca, ambas se dirigieron a la cafetería, pues preferían estar rodeadas de gente. Maca le contó la conversación que había mantenido con Esther la noche anterior y Laura se alegró de poder tener alguna noticia por fin - ¡Uf, no sabes que peso acabas de quitarme de encima! (Exclamó Laura aliviada) Saber que Esther está bien físicamente me deja mucho más tranquila - Sí, a mí me pasa lo mismo, pero me parte el alma que esté tan sola y tan atemorizada. Eso me crea más impotencia de la que tengo y más ganas de saber lo qué paso y poder encontrar la forma de ayudarla. No sé si va a resistir mucho estando sola y temiendo que la encuentren. ¡Es todo tan complicado...! (Se lamentó Maca apoyando la frente en el brazo que tenía flexionado sobre la mesa y mirando hacia abajo mientras movía la cabeza de un lado a otro en un gesto de abatimiento) - Todo es muy complicado, sí, pero seguro que encontramos alguna manera de ayudar a Esther (dijo Laura poniendo su mano sobre el hombro de Maca para intentar reconfortarla un poco). Yo, desde luego, estoy dispuesta a hacer lo que sea y quiero que lo sepas - Gracias Laura. Ya lo sé, y por eso he acudido a ti de nuevo (le dijo emitiendo un profundo suspiro antes de hablar para sobreponerse un poco). Ayer leí la nota que me pasaste y he estado investigando, pero a esa hora salieron tres autobuses con diferentes itinerarios y bastantes pueblos, así que no me ha servido de nada. ¿Tú no sabes nada más? Porque supongo que Esther no habrá elegido ese sitio al azar. Quiero decir que lo conocería de algo. ¿Alguna vez te ha comentado a ti algo sobre algún lugar que le gustara especialmente? - Pues que yo recuerde ahora mismo no... (respondió Laura) ¿En que zona de España crees que está con los datos que has obtenido? - Puede estar en las provincias de Segovia, Valladolid y Burgos. Demasiados sitios donde buscar... (repuso Maca volviendo a sentirse perdida) Ambas mujeres se quedaron en silencio durante unos segundos, hasta que Laura le dijo a Maca, que intentaría convencer a su amiga Pepa, que era la que había ido con Esther aquel día, para que volviera e intentara conseguir una relación de los sitios para los que la gente había comprado billetes ese día. “Pepa tiene un montón de recursos y mucha labia, así que seguro que consigue esa lista”. Con ella en las manos igual alguno de los lugares le sonaba de algo. A Maca le pareció buena idea y le dijo que dejaría eso en sus manos
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Un breve silencio se instaló de nuevo entre ellas. Maca repasaba los datos que tenía y a los pocos instantes se atrevió a preguntarle a Laura qué había pasado con Marta. Laura le dijo que desde el día anterior a que Esther se fuera no se había sabido nada de ella. Había desaparecido misteriosamente sin decir nada. Esto escamó a Maca, quien comentó a Laura que parecía que todo el asunto tenía que ver con el hospital, porque si hubiera sido algo entre ella y Esther no habría tenido que desaparecer - No me puedo creer que pasara algo gordo aquí y no sepáis nada. Con lo que vuelan los rumores en un hospital... (apuntó Maca mirando fijamente a Laura) - Lo único que yo, y muchos de nosotros sabemos, es que circuló la noticia de que algo relacionado con un robo importante había sucedido el día antes de que Esther se fuera. Pero nadie sabe nada a ciencia cierta, porque las altas esferas se han encargado de ocultarlo (explicó Laura). Siento no poder decirte nada más, porque de verdad que no lo sé - ¿Y no hay forma de que pueda enterarme de algo? (Preguntó Maca enfadada ante tanto secreto) - Sólo se me ocurre es que hables con Cruz. A lo mejor ella al ser la directora de urgencias sabe algo y quizás podría decírtelo por la amistad que le une a Esther. Aunque yo no me haría muchas ilusiones - Pues voy a hablar con ella a ver si consigo algún dato que me pueda servir. Necesito información si quiero ayudar a Esther y esto de que nadie me diga nada, incluyendo a la propia Esther, me está volviendo loca... ¿Sabes si está por aquí hoy? - Sí, yo la vi antes, pero mejor pregúntale a Teresa, que ella sabe mejor lo que pasa por aquí (respondió Laura en un intento de broma para suavizar un poco el tenso ambiente que se había creado) - Gracias, voy a hablar con ella entonces. Ya me dirás si sacas algo en claro del destino de Esther, porque cuando salga de aquí me iré para Jerez. Aquí estoy demasiado vigilada - No te preocupes, que tendrás noticias mías (dijo Laura dándole un golpecito en el hombro para animar a Maca). Antes de irte pasa a despedirte, anda - De acuerdo. Nos vemos luego (dijo Maca levantándose seguida de Laura que tenía que volver al trabajo) Laura fue a ver a sus pacientes y Maca fue directa a recepción a hablar con Teresa, quien nada más verla le dijo que el hombre que la seguía no había entrado, pero que lo había visto pasear de un lado a otro por la parte exterior de la entrada - Gracias Teresa, ¡qué haría sin ti! (Dijo Maca) Necesito que me sigas ayudando con unas cosas y prometo que no te doy más la lata - Vale, dime lo que quieres y déjate de tonterías, anda (replicó Teresa, que no sólo estaba encantada de ayudar a Maca, sino que todo eso la sacaba de la monotonía de su trabajo y le hacía sentirse importante) - Está bien (dijo Maca sonriendo). Me gustaría que localizaras a Cruz, porque quiero hablar con ella. Pero antes quería preguntarte sobre el robo que hubo aquí antes de que Esther se fuera, porque seguro que está relacionado con su desaparición - ¡Ay, hija! Eso es el secreto mejor guardado de este hospital (comentó Teresa con tono misterioso, en voz baja y acercándose mucho a Maca mientras daba palmaditas en el brazo de la pediatra) - Ya, eso me dijo Laura, ¿pero tú no has oído nada? (Inquirió Maca insistiendo, porque sabía por Esther que a aquella mujer a veces le gustaba hacerse de rogar)
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- Yo lo único que he oído es que desapareció algo y que estaban implicadas algunas personas de este hospital. Y claro, visto lo visto, una de ellas debe haber sido Marta. ¡Qué razón tenía Esther al no fiarse de ella! Esto con nuestro Rusti no hubiera pasado... - Ya, Esther tiene mucha intuición con las personas (murmuró Maca pensativa, recordando lo bien que la había calado a ella en pocas horas). ¿Tú podrías conseguirme los datos de esa tal Marta? Sé que esa información es confidencial y que te estoy poniendo en un apuro, pero como ya no trabaja aquí... Igual hasta son falsos, pero por intentar averiguar algo que no quede - Sí, es cierto que no puedo darte esos datos, pero si esto te puede ayudar a que Esther vuelva, me salto las normas a la torera. Me llevará un tiempo, porque tengo que buscarlos en el ordenador, pero para cuando vengas de hablar con Cruz ya los tendré - ¡Muchas gracias! Eres un encanto (dijo Maca a una orgullosa Teresa) - De nada. Ya sabes que Esther es casi como mi hija y que todo lo que esté en mi mano lo haré (replicó Teresa de forma muy emotiva) - Con razón Esther te tiene tanto cariño a ti también (repuso Maca poniendo su mano encima de la de la recepcionista) - Bueno, voy a localizarte a Cruz antes de que me hagas llorar de la emoción Teresa logró contactar con Cruz, quien no puso ningún problema para recibir a Maca, así que ésta se dirigió al despacho de la jefa de urgencias, dejando a Teresa muy atareada intentando conseguir los datos de Marta La semana que faltaba para el encuentro de Maca y Esther fue muy ajetreada para ambas mujeres. Maca andaba doblando turnos y trabajando algunas noches para sacarse unos días libres y Esther organizando los horarios de las enfermeras para los días en los que ella estuviera ausente y reuniéndose con Pilar, a quien dejaba al frente del mando por ser la más antigua. Todo ese exceso de trabajo hizo que la espera se les hiciera más llevadera, ya que ambas estaban muy nerviosas ante la idea de volverse a ver Esther cada vez que hablaba con Maca notaba cierto coqueteo de la pediatra hacia ella, pues muchas de sus frases iban cargadas de dobles intenciones, que Esther no sabía muy bien como interpretar. Por un lado pensaba que Maca la vacilaba, porque notaba lo nerviosa que se ponía ella y por otro sospechaba que podría estar viéndola como algo más que una amiga y la estaba tanteando, aunque le extrañaba que en el poco tiempo que llevaban conociéndose Maca sintiera atracción hacia ella Esa idea de poder gustarle a Maca no desagradaba a Esther. Ella era mucho más tímida para esas cosas y andaba siempre a la defensiva, pero en el fondo se sentía halagada. Le dio muchas vueltas a todo eso en los últimos días y acabó descubriendo que no le importaría nada “caer en las redes de Maca”. Siempre había sentido algo especial por ella, aunque nunca lo había reconocido abiertamente. Ni siquiera ante Laura, que lo había notado enseguida. “Será mejor esperar a ver qué pasa cuando nos volvamos a ver. Si hay química ambas lo percibiremos” pensó Esther para no seguir agobiándose con ese asunto Maca, por su parte, ansiaba que llegara el momento de ver a Esther. Sus sentimientos hacia ella seguían un tanto confusos, pero cada vez que hablaban notaba muy buena conexión, se encontraba muy a gusto, se quedaba triste cuando colgaba y la echaba muchísimo de menos. Se sorprendía pensando en ella cada vez con más frecuencia, lo
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que hizo que empezara a darse cuenta de que se estaba sintiendo cada vez más atraída por la enfermera. No sabía si a Esther le gustaban las mujeres y ni siquiera si tenía novio, pero la forma de reaccionar que tenía cuando ella se mostraba insinuante le hacía concebir algo de esperanza. En ninguna de todas las conversaciones que habían tenido habían sacado el tema de sus relaciones amorosas, aunque al no hablar ninguna de nadie especial, ambas suponían que la otra no estaba comprometida. “Voy a terminar volviéndome loca de tanto darle vueltas a esto. Mejor espero a ver cómo va la cosa cuando nos encontremos de nuevo”, se dijo Maca a sí misma para zanjar el tema Al final llegó el anhelado día. Los nervios de Esther aumentaban por segundos y se manifestaban en cada cosa que hacía. Después de muchos paseos y dudas sobre qué llevarse, consiguió tener la maleta hecha y la casa recogida. Maca trabajaba ese día de mañana, así que Esther cogería el mismo AVE en el que se había ido la pediatra días antes, para que ésta pudiera ir a recogerla al salir Maca no estaba más tranquila que la enfermera y eso le hacía trabajar a una velocidad de vértigo, como si con eso el tiempo fuera a pasar más deprisa y llegara la tan deseada hora de irse. Rocío intentaba calmarla un poco - ¡Te va a dar algo, chiquilla! Haz el favor de venir conmigo a la cafetería, pero nada de café, ¿eh? Una buena tilita es lo que necesitas (dijo Rocío cogiendo del brazo a Maca y llevándosela a la cafetería) - Ya veo que no tengo otra opción que acompañarte (replicó Maca mientras era arrastrada por su amiga) - ¡Efectivamente! No la tienes. Soy tu jefa y no te queda otra que obedecerme, así que tómate esto como una orden (dijo Rocío mientras se servía un café y le ponía la infusión a Maca). Todo esto es por la llegada de Esther, ¿no? - Sí, tengo tantas ganas de verla que no puedo parar. Me inquieta pensar cómo será el reencuentro, si Esther se lo pasará bien estos días, si le gustará el sitio que le buscaste... (recitaba Maca moviendo frenéticamente la tila) - Y sobre todo si le gustarás tú (terminó de decir Rocío poniendo su mano encima de la de Maca para tranquilizarla un poco) - Sí, la verdad es que eso es lo que más me preocupa (arguyó la pediatra desviando momentáneamente la mirada del rostro de Rocío). Nos conocemos desde hace muy poco, aunque tuvimos conversaciones muy profundas cuando estuve en su casa, y nos despedimos como muy buenas amigas solamente, aunque yo creo que en fondo a mí ya me gustaba... - Mucho menos que en el fondo te gustaba, querida. Vamos, que se notaba a la legua cada vez que hablabas de ella. Tú porque no veías la cara que se te ponía al hacerlo (bromeó Rocío). De alelada total. Sólo faltaba que se te cayera la baba... - ¡Ya será menos! Que te conozco y sé que a exagerada no te gana nadie ))comentó Maca sin poder evitar sonreír ante las cosas que decía Rocío) - Sí, sí, exagerada... A ver ¿entonces cómo sé que te gusta si tú no me has dicho nada? ¿Eh, listilla? - Porque me conoces muy bien y sabes interpretar a la perfección cada gesto mío (Maca vio la expresión de “no me vengas con cuentos” que estaba poniendo Rocío y matizó un poco sus palabras). Está bien, algo se me notaría, pero de verdad que no lo tenía nada claro y creo que sigo sin tenerlo... Esto de no verla igual está haciendo que la idealice y que esté exagerando las cosas... No sé...
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- Seguro que cuando la veas se te aclaran bastante esas dudas (repuso Rocío ya más en serio). Estos días que estéis juntas os van a venir muy bien a las dos. Hasta el lunes por la noche no tienes que venir al hospital, así que ya puedes aprovechar bien el tiempo - Eres tremenda (dijo Maca sin poder evitar reírse). Pero voy a hacerte caso y aprovecharé esos dos días, para que veas - Me parece muy bien, pero exijo presentación oficial, que tengo que dar el visto bueno a esa famosa enfermera madrileña que te tiene tan descolocada - Tranquila, que la conocerás. Además, ella quiere darte las gracias personalmente, así que ya la ficharás, pero no me la asustes que te conozco (bromeó Maca) El turno de Maca llegaba a su fin, mientras también lo hacía el viaje de Esther, que a medida que se acercaba a la ciudad de Sevilla notaba con mayor agudeza los nervios que se habían instalado en su estómago y que no parecía que fueran a moverse de allí. Maca se cambió a la velocidad del rayo, cogió la bolsa que había preparado para pasar ese fin de semana con Esther y salió a escape del hospital despidiéndose con un adiós general y apresurado. Se montó en su coche y se dirigió a la Estación de Santa Justa con una mezcla de alegría, nervios, ansiedad, impaciencia e incertidumbre en su interior A toda la velocidad que podía se desplazaba Maca por las calles sevillanas. Tenía tiempo de sobra, pero el acelere que llevaba durante todo el día se había incrementado ante la inminente llegada de Esther. Aparcó el coche en la estación cuando aún quedaban diez minutos para que el tren hiciera su entrada. Se dirigió a paso ligero al andén correspondiente y allí esperó con la vista fija en la vía mientras daba paseos de un lado a otro. El lugar se iba llenando de gente que esperaba a sus amigos o familiares, así que se sitúo en el centro para poder acercarse rápidamente al lugar desde el que bajara Esther. A los pocos minutos, la megafonía de la estación anunciaba la llegada del AVE procedente de Madrid y Maca sintió como su estómago se estrangulaba y su corazón se aceleraba a la par que su respiración Esther no andaba en mejores condiciones que Maca. Se removía nerviosa en su asiento, miraba insistentemente el paisaje exterior, el reloj y el móvil por si Maca hubiera tenido algún problema de última hora. Le extrañaba verse a sí misma tan atacada por encontrarse con una amiga, pues ese estado de nervios no lo había sentido en situaciones parecidas. “Es que ésta no es una amiga más, Esther, métetelo en la cabeza. Tus nervios se deben a que no sabes lo que pasará en este viaje, ni lo que siente Maca realmente” se decía sí misma. En cuanto divisó la entrada de la estación se levantó, cogió su equipaje y se dirigió a la puerta. Ya no aguantaba más tiempo sentada. Ansiaba salir de allí y ver de una vez a Maca Mientras el tren avanzaba frenando progresivamente, dos mujeres escudriñaban las caras que veían. Una desde dentro y la otra desde fuera. Esther fue la primera que divisó a Maca con la atención centrada en las personas que pasaban delante de sus ojos. Agitó la mano en señal de saludo, pegándose todo lo que pudo a la ventanilla y cuando ya había superado el lugar en el que estaba Maca, vio que ella se había percatado de su gesto y avanzaba por el andén con una sonrisa nerviosa. “¡Qué guapa y qué morena está!” Pensó Esther al verla Por fin el tren se detuvo y se abrieron las puertas. Esther salió escopetada con su maleta de ruedas en la mano y una mochila a la espalda. Al levantar la vista vio frente a ella a Maca, que se aproximaba mirándola con una gran sonrisa en los labios.
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Cuando ambas estuvieron cerca, se fundieron en un abrazo silencioso en el que sólo notaban el corazón desbocado de la otra latiendo y aspiraban la fragancia que ambos cuerpos emanaban. Unos segundos después se separaban y se daban dos besos en la mejilla mirándose fijamente a los ojos entre uno y otro y sintiendo esa sensación de vacío en el estómago que habían experimentado alguna que otra vez durante el día que se conocieron - ¡Bienvenida a Sevilla, Esther! (Dijo Maca rompiendo el silencio que las envolvía) ¿Ha ido bien el viaje? - ¡Gracias! El viaje ha sido perfecto. Este tren es una maravilla y corre que se las pela, pero al final se me hizo un poco largo. Debe ser porque estaba deseando llegar (respondió Esther sin quitar la vista de Maca, quien al oír esas últimas palabras amplió más si cabe su sonrisa) - Debo reconocer que a mí se me ha pasado esta mañana desesperadamente lenta (comentó Maca riéndose y avanzando por el andén hacia la salida de la estación). Pero bueno, ya estás aquí y ahora me toca empezar con mi papel de anfitriona. ¿Has comido? - No, no he comido nada, no tenía hambre y además supuse que tú tampoco lo habrías hecho, así que decidí esperarte (respondió Esther siguiendo los pasos de Maca) - ¿Tú también tenías el estómago contraído? (Preguntó Maca que vio como Esther respondía afirmativamente con la cabeza). ¡Vaya dos que nos hemos juntado! (Dijo riéndose y contagiando a Esther, que con las risas acabó de liberar toda la tensión que aún tenía en su interior) Podemos dejar tu equipaje en el coche e ir a comer a un sitio cerca de aquí para que no se nos haga muy tarde. ¿Te parece? - Me parece perfecto, porque ahora que ya mi estómago vuelve a su estado normal estoy empezando a notar hambre (respondió Esther riéndose levemente) Ambas se dirigieron al mismo restaurante donde había comido Maca el día que volvió de Madrid, puesto que se comía bien y tenía aire acondicionado. El calor en aquella ciudad era insoportable y agradecieron ese fresquito después del paseo a pleno sol que se habían dado para llegar allí. Mientras comían estuvieron charlando sobre lo que había sucedido en sus vidas durante los días que habían estado separadas y compartieron anécdotas de sus respectivos trabajos. Pasados los momentos iniciales de nervios, la conversación entre ambas volvía a ser tan fluida como siempre y ambas se encontraban tremendamente cómodas y muy felices de estar juntas - Y después de esta comida, ¿qué planes tiene preparados mi anfitriona? (Preguntó Esther mientras removía su café) - Tu anfitriona no tiene pensados todos los detalles (respondió Maca riéndose), pero supongo que deberíamos irnos a Valdelagrana, dejar los equipajes y si quieres ir a la playa a darte un bañito hacerlo pronto para que después nos dé tiempo a comprar algo de comida, porque en el apartamento hay de todo, pero comida no - Me encanta esa idea de darme un bañito, porque así me quito la contaminación que traigo de Madrid (comentó Esther bromeando) Deberíamos irnos ya, ¿no? Que son casi las 5... - Sí, mejor nos vamos, que todavía nos queda un buen trecho para llegar (respondió Maca al mismo tiempo que hacía una seña al camarero para que les llevara la cuenta) Durante el trayecto en coche, Maca le comentó a Esther que, además de esos dos días que estarían juntas, gracias al trabajo extra se había podido coger cuatro días libres seguidos coincidiendo con el final de la estancia de la enfermera. Aquella noticia
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alegró notablemente a Esther, que no contaba con poder estar tanto tiempo con Maca. El viaje continuó apaciblemente mientras Maca le iba explicando cosas de los lugares por los que pasaban, hasta que llegaron a su destino. No tardaron mucho en encontrar el apartamento de Esther, gracias a las indicaciones que le había dado Rocío a Maca, y una vez allí subieron sus equipajes y echaron un vistazo a la vivienda antes de irse a la playa El apartamento estaba decorado de manera muy funcional y sencilla. Constaba de una habitación principal y otra más pequeña, un saloncito que daba a la terraza con vistas al mar, una cocina equipada con todo lo necesario y un baño. A ambas les encantó, aunque a Esther lo que más le gustó fue la vista de aquella inmensa playa, así que después de dejar su maleta en el dormitorio principal y de ponerse rápidamente el bikini y un vestido playero, se asomó a la terraza mientras esperaba a que Maca estuviera lista. Desde allí observó a la gente que estaba en la playa y se llenó los pulmones de aquel aire con olor a mar. Tan absorta estaba en la contemplación de los vaivenes del mar, que no se percató de la presencia de Maca tras ella hasta que ésta empezó a hablar - ¿Te gusta? (Preguntó en un tono muy suave cerca del oído de Esther) - ¡Me encanta! (El cosquilleo del aire expelido por Maca le hizo salir abruptamente de su ensimismamiento y girando su cabeza hacia la izquierda, miró a Maca con una enorme sonrisa en sus labios). Es precioso todo esto y para mí todo un lujo poder tener el mar tan cerca. ¡Muchas gracias! No sé cómo voy a agradecerte todo lo que has hecho para estar conmigo y para que yo disfrute estos días - De nada. Con ver esa carita emocionada ya me considero pagada, aunque ya pensaré algo para que puedas recompensarme (dijo guiñándole el ojo a una Esther petrificada que no apartaba la vista de los ojos de la pediatra y que intentaba disimular el aturdimiento que le había provocado esa frase y esos profundos ojos marrones). ¿Vamos a disfrutar del mar o te conformas sólo con mirarlo? - ¡Vamos, vamos, que estoy deseando bañarme! (Repuso Esther reaccionando por fin y saliendo rápidamente de la terraza. Al ver que Maca no la seguía, giró la cabeza y la vio riéndose de ella). ¿Qué pasa? - Nada, nada... Que eres sorprendente. Tan pronto estás casi en trance como al minuto siguiente sales escopetada (respondió Maca sin dejar de reírse y saliendo a su vez de la terraza detrás de Esther, que se reía tímidamente y pensaba “si tú supieras lo que causa esos trances...”) Maca se detuvo unos instantes antes de llamar a la puerta de Cruz. Estaba un poco nerviosa porque sabía que iba a ponerla en un aprieto por lo que le iba a pedir, pero por Esther debía intentar hacer todo lo que pudiera. Maca conocía a la jefa de su novia de alguna vez que habían salido juntas en sus visitas a Madrid, pero no tenía tanta confianza como con Laura y el genio de la cirujana la intimidaba un poco. Sin pensárselo más dio unos golpes con los nudillos en la puerta de aquel despacho y al segundo oyó una voz diciendo que entrara. Maca así lo hizo y, tras saludarse ambas con sendos besos en las mejillas, se acomodó en un sillón al otro lado de la mesa en la que se encontraba Cruz - Me alegra verte, Maca, ¿qué tal estás? (Preguntó Cruz cordial y amablemente) - Pues la verdad es que he tenido momentos mejores... Estoy muy preocupada por Esther y por todo lo que está pasando (respondió Maca con el semblante serio)
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- Ya, lo supongo. Y me imagino que ése es el motivo por el que has venido a hablar conmigo, ¿no? (Dijo Cruz viendo que Maca iba directa al tema e intentando facilitarle las cosas) - Sí, supones bien. Llevo aquí desde ayer intentando averiguar algo para ayudar a Esther, pero no consigo sacar nada en claro y me estoy volviendo loca. Sospecho que tú sabes algo de lo que ocurrió la víspera de que Esther se marchara y tenía que venir a verte antes de regresar a Jerez (explicó Maca hablando lentamente y pensando bien lo que decía para que sus palabras no parecieran una exigencia) - Tienes razón. Sé lo que pasó ese día fatídico y me encantaría contártelo, pero si lo hago Dávila caerá sobre mí hecho una fiera. Prometí no decir nada a nadie bajo ningún concepto. Y tuve que prometerlo en contra de mis deseos, porque intuía que tú vendrías a buscar información y creo que es justo que te la dé, pero no puedo, de verdad (respondió Cruz con gesto abatido, porque no le gustaba hacerle eso a Maca y mucho menos a Esther) - Sí, sí, todo eso lo comprendo, pero Dávila no tiene por qué enterarse, puesto que yo me voy ahora mismo y no se lo voy a contar a nadie. Además no es por mí, es por Esther, que aparte de trabajar aquí es tu amiga y supongo que te gustaría ayudarla, ¿no? (Replicó Maca atacando a la parte sensible de Cruz para ver si así lograba que cambiara de opinión) - ¡Claro que me gustaría ayudar a Esther! Y por eso estoy aquí hablando contigo. Lo fácil hubiera sido haberle dicho a Teresa que no podía recibirte y así evitaba el problema, pero quería verte y ayudarte en lo que pueda. Precisamente por la amistad que me une a Esther (expuso Cruz mirando fijamente a Maca para que viera que era sincera) - A lo mejor saber cómo está Esther en estos momentos te ayuda a pensar tu decisión (apuntó Maca, que no estaba dispuesta a irse con las manos vacías. Y acto seguido le contó a Cruz cómo había notado a Esther el día que hablaron, cómo encontró su casa y la vigilancia continua que tenía Esther en el exterior del edificio) El semblante de Cruz iba cambiando de expresión a medida que la pediatra avanzaba en su relato. Al principio sintió pena al saber lo que estaba sufriendo Esther, después sorpresa al ver cómo la tenían vigilada y presionada y por último indignación y miedo al comprobar la clase de personas de las que estaban hablando. Su corazón se batía con su mente en un doloroso duelo, porque las consecuencias no se podían prever. El corazón le pedía que contara todo a Maca y la cabeza le decía que eso sería traicionar la confianza de su jefe y si éste llegara a enterarse podría suponer un grave problema en su trabajo. Hiciera lo que hiciera alguien saldría perjudicado, así que optó por una vía intermedia y decidió contarle algo a Maca y darle pistas para que lo adivinara sin tener que decirle nada ella Maca observaba en silencio a Cruz, sabiendo que ésta necesitaba tiempo para tomar la difícil decisión de qué hacer. Esperaba que se impusiera el sentido de la justicia que sabía que Cruz tenía, pero comprendía que acabara optando por no decirle nada. Sabía que había puesto en un compromiso a la cirujana y se alegró de no estar ella en el pellejo de Cruz - Maca, espero que entiendas que estoy en una situación muy delicada y que no puedo hacer lo que realmente desearía (dijo al fin Cruz rompiendo ese silencio) - Claro que lo entiendo, pero tú también tienes que comprender que yo quiera saber lo que pasó para pensar cómo ayudar a Esther (replicó Maca con un tono suave)
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- Te comprendo perfectamente, y yo en tu situación haría lo mismo. Por eso voy a contarte algunas cosas, pero otras tendrás que ser tú la que las averigües con los datos que te voy a dar, ¿de acuerdo? Viendo como Maca asentía con la cabeza, y tras una breve pausa para ordenar sus ideas, se dispuso a narrarle algunos de los hechos que habían desencadenado todo lo que pasaba: - Como ya sabes, Esther andaba con la mosca detrás de la oreja respecto a Marta y tenía toda la razón, porque esa mujer pertenece a una banda organizada y bastante peligrosa. Ella y sus compinches, algunos de los cuales pertenecían al personal del hospital, como ella, estaban preparando la operación que iban a realizar en este hospital y Esther al tener a Marta controlada debió ver cosas sospechosas, aunque no sabía con qué finalidad lo hacían. La madrugada anterior a que Esther saliera de aquí, se produjo un importante robo, pero no fue dinero ni material médico lo que se llevaron, sino algo mucho más importante y hasta peligroso si no se utiliza como es debido. Si esto saliera a la luz se podría crear un cierto pánico, además de otras consecuencias que no puedo explicarte. Por eso la dirección del hospital y el consejo de administración decidieron impedir que la noticia se difundiera. Y por eso mismo yo tampoco puedo decirte lo que se llevaron - Ya, comprendo (dijo Maca, que ahora entendía mejor tanto secretismo). Pero supongo que si se llevaron algo tan importante, la policía estará al corriente de todo, ¿no? - ¡Por supuesto! Una vez que se detectó el robo y se supo todo lo que se habían llevado, se informó a la policía y vinieron aquí al día siguiente a iniciar la investigación pertinente. Y que yo sepa siguen investigando, pero no sé con qué resultados, porque Dávila tampoco me da muchas explicaciones. Lo que sí sé es que la policía sospecha de un grupo muy bien organizado que planifica cuidadosamente sus delitos. Vamos, que no escatiman en medios ni en dinero (explicó Cruz a una cada vez más asustada Maca). Por lo visto, el material robado lo llevan a otros países. Concretamente a algunos de Sudamérica y a Estados Unidos. Allí lo venden y obtienen cuantiosos beneficios - ¡Madre mía! Mira que yo suponía que eran peligrosos por todo lo que he ido viendo estos días, pero lo que me cuentas me da mucho más miedo, porque supongo que serán capaces de hacer cualquier cosa con tal de que no se les descubra. Esther se ha metido en un lío muy gordo... (dijo Maca apesadumbrada) - Son muy peligrosos, Maca. Esther se ha metido en medio y debe tener pruebas que los incriminen. Por eso van detrás de ella y mantienen esa vigilancia. Pero no te engañes, porque tú debes estar siendo vigilada también, así que ten mucho cuidado cuando te vayas, porque no creo que vayan a dejarte en paz tan alegremente. Yo no puedo darte más detalles, pero sí que puedo darte esto por si quieres ponerte en contacto con los que llevan la investigación (dijo Cruz tendiéndole un papel) - ¡Muchas gracias! Esto me da algo con lo que poder saber más cosas. Y no te preocupes, que no voy a hablar con nadie de esta conversación y seré todo lo discreta que pueda para que Dávila no sospeche de ti - Te agradezco tu discreción (dijo Cruz). Pero prométeme que serás muy prudente y tomarás todo tipo de precauciones para hablar con esa persona. Si ellos se enteran se puede liar una buena y ten en cuenta que a ti te tienen localizada, así que serías su primer objetivo. Por favor, no hagas locuras, Maca. Si te pasara algo no me lo perdonaría nunca... - Tranquila, Cruz, no tengo ninguna intención de hacer de heroína y pensaré mucho cada cosa que haga antes de llevarla a cabo. Tengo algunos planes y quiero contactar con algunas personas que seguro que me pueden ayudar y asesorar
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- Eso espero y deseo. Cuando puedas ponte en contacto conmigo para que sepa que todo está bien, ¿vale? Y si necesitas mi ayuda, cuenta conmigo (dijo Cruz, muy preocupada por todo aquel asunto) - Lo haré, descuida. Llamaré de vez en cuando para darte noticias. Y ahora me tengo que ir a ver si llego a tiempo del próximo vuelo a Jerez. Muchísimas gracias por todo, de verdad. Sé que te has expuesto por mí y eso no se me olvidará nunca. No sabes lo que me consuela saber que no estoy sola en todo esto (concluyó Maca con los ojos brillantes por los diferentes sentimientos que albergaba su corazón en esos momentos) Cruz se acercó a la silla de Maca y ambas se fundieron en un abrazo sincero con el que una demostraba su agradecimiento, la otra su apoyo y ambas el inmenso miedo que sentían en esos momentos Esther seguía intentando llevar su encierro y aislamiento lo mejor que podía, aunque había veces que no podía evitar venirse abajo y desear salir de allí sin importarle lo que pasara después. Afortunadamente se sobreponía a esos bajones e intentaba ocupar la gran cantidad de horas libres que tenía escuchando música, leyendo, dando algún paseo por los preciosos lugares que rodeaban ese pueblo y rememorando los tiempos pasados junto a Maca La conversación que había tenido con su novia le había dado ánimo y paciencia para seguir aguantando, pero al mismo tiempo había hecho que sus ganas de verla y poder desahogarse con ella se acrecentaran. Esa misma ambivalencia sentía al saber que Maca estaba intentando ayudarla. Le daba esperanzas, confiaba en ella y sabía que en esos momentos podría hacer más que ella misma, pero, por otra parte, tenía miedo de que le pasara algo si los que tenían tanto afán en encontrarla se daban cuenta de que ella estaba husmeando y podía saber su paradero Sentía la necesidad de ayudar a Maca en esa tarea aportándole toda la información de que disponía, para que ésta no perdiera demasiado tiempo en intentar averiguarla, pero no encontraba la manera segura de hacerlo. La mejor forma era contándoselo cara a cara, ¿pero cómo iban a poder verse si seguramente alguien estaba siguiendo los pasos de Maca muy de cerca? Pasaba largo rato buscando la solución, pero después de barajar múltiples alternativas descubría que ninguna de ellas era viable y acababa sumida en una inmensa desesperación, que acrecentaba su pesimismo y disminuía sus esperanzas de que todo aquello acabara pronto y de la mejor manera posible Harta de dar vueltas y más vueltas a ese tema, optó por coger el móvil y mandar un mensaje a Maca para ver si a ella se le ocurría algo factible. “¡Hola mi vida! Llevo horas buscando la forma de hablar contigo y contarte todo lo q pasó, pero no la encuentro. Si tu sabes como, dimelo. Te echo inmensamente de menos! Cuidate mucho! Te quiero! Un beso” Después de enviado el mensaje, se recostó en el sofá envuelta por una enorme tristeza Cerró los ojos y empezó a ver en flashes diferentes imágenes de Maca. Pudo verla nítidamente en esa postura tan habitual suya, cuando escuchaba atentamente, con los brazos cruzados, la cabeza ligeramente agachada y la mirada hacia arriba clavada en ella. También la vio cuando se acercaba a ella desde lejos con una enorme sonrisa en boca con su forma peculiar de caminar y sus manos en los bolsillos de su cazadora o de su bata de médico, cuando alzaba las cejas con cara de incredulidad o de guasa, cuando
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se reía con toda su alma y sobre todo la vio cuando la miraba fija y profundamente con esos ojos brillantes por el deseo y el amor, que a ella la derretían en cuestión de segundos y a la que solía suceder un tierno y cálido beso. A través de esas imágenes Esther sentía a Maca como si la tuviera al lado. No quería abrir los ojos para que esa magia no se perdiera, pero el sonido de su móvil hizo que saliera de sus ensoñaciones Sabía que el mensaje era de Maca, y se dispuso a leerlo con rapidez. “Hola mi amor! Ahora tampoco yo encuentro la manera, pero lo pensare, pq me encantaria escucharte y que puedas descargar todo lo que llevas dentro. Te quiero, mi niña! Besos” Esther leyó el mensaje varias veces, porque era lo único que la unía a Maca en esos momentos y luego lo borró para no dejar rastro de nada en su móvil. Todo aquello empezaba a agobiarla y protegida por la oscuridad de la noche salió a dar un pequeño paseo por el pueblo para poder despejar su mente y aliviar esa nostalgia que la invadía. Al llegar cerca del río, sin querer sus pensamientos se dirigieron a aquellas vacaciones que pasó en tierras gaditanas Nada más llegar a la playa, extendieron sus toallas, se despojaron de sus prendas de vestir y se quedaron en bikini. Ambas intentaban hacer ese ritual con normalidad, pero no podían evitar mirarse subrepticiamente la una a la otra, pues era la primera vez que tenían la oportunidad de verse tan ligeras de ropa. Si las miradas hablasen y los pensamientos se pudieran escuchar, las personas que las rodeaban habrían pasado un rato muy divertido con lo que a cada una de estas dos mujeres se le pasaba por la mente en esos momentos - Voy a darme un bañito (dijo Esther haciendo un esfuerzo sobrehumano para hilar varias palabras coherentes y aparentar una normalidad de la que carecía). Necesito refrescarme un poco después de tantas horas de viaje (“sí, sí, del viaje es precisamente de lo que tengo que refrescarme...”) ¿Te vienes? - Si no te importa, prefiero quedarme un rato tumbada. Ahora mismo no me apetece mucho bañarme (respondió Maca, a la que también le costaba disimular lo que había sentido y pensado al ver a Esther luciendo su cuerpo. Prefería mantenerse alejada de Esther, porque aunque percibía que ella no le era indiferente a la enfermera, todavía no se veía preparada para lanzarse) - Claro que no me importa, mujer. Además, te vendrá bien descansar un poco. Ahora vengo - Vale, hasta ahora. ¡No te ahogues! Esther, ante ese comentario sacó la lengua a Maca, se dio media vuelta y se dirigió hacia la orilla resoplando y agradeciendo poder quedarse un momento a solas, porque la mirada de Maca la inquietaba bastante. Ésta se sentó en su toalla sin despegar sus ojos de la figura de Esther mientras se alejaba y empezaba a introducirse en el agua dando pequeños saltitos al notar el contraste del agua fresca con su acalorado cuerpo. Cuando el agua le llegaba a la cintura, Esther se zambulló y apareció unos metros más allá. Se giró levemente y al ver que Maca estaba mirándola, volvió a darse la vuelta y se dispuso a nadar durante un rato y a disfrutar totalmente de aquel refrescante baño Estuvo un buen rato chapoteando alegremente y cuando salió vio a Maca tumbada boca abajo. Se acercó mientras escurría el agua de su pelo y al llegar a las toallas vio a la pediatra profundamente dormida. “Pobre, debe estar agotada de todo el tute que
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se ha metido para conseguir unos días libres”. Haciendo el menor ruido posible, se tumbó apoyándose en los codos y se dedicó a observar a la gente que estaba en la playa, aunque de vez en cuando no podía evitar lanzar una mirada a la persona que tenía a su izquierda, admirándose de su belleza y de su bien torneado cuerpo Pasada una media hora, Maca abrió los ojos un poco desorientada y lo primero con lo que se topó a su izquierda fue con el perfil de Esther, que en ese momento estaba boca arriba con los ojos cerrados disfrutando del leve calor que desprendía el sol a aquellas horas de la tarde. Sin moverse, para no alertar a la enfermera, paseó su mirada por aquel rostro sereno y dulce, cuya boca esbozaba una leve sonrisa. Una vez realizado ese recorrido visual por la anatomía de Esther a la que alcanzaba su vista, se removió, se giró y se sentó. Esther abrió los ojos y cubriéndoselos con la mano para que el sol no la cegara miró a Maca - ¿Qué tal esa siestecita? ¿Has descansado? (Le preguntó a la vez que se incorporaba ella también) - ¡De maravilla! Ahora me siento mucho mejor y con ganas de darme un baño. Así que si te animas... (comentó Maca poniéndose de pie y tendiéndole una mano a Esther) - Pues no sé si ahora me apetece a mí (bromeó Esther) - ¡Venga ya, si lo estás deseando! (dijo Maca agachándose más y tirando de la mano de Esther para que se levantara de una vez) - Vale, vale, pero ten cuidado, que me vas a desencajar el brazo (y apoyándose en su mano izquierda se levantó ayudada por Maca, que inmediatamente después salió corriendo hacia la orilla) - ¡Eh, tú! ¿A qué vienen esas prisas ahora? (Preguntó Esther mientras corría tras ella intentando llegar a su altura) Cuando Esther casi había conseguido alcanzar a Maca, ésta se paró de golpe y la enfermera, por la inercia de la carrera avanzó unos metros más hasta que al final se detuvo y miró a Maca que se reía abiertamente - ¿Estamos graciosilla esta tarde, eh? Pues ahora no pienso moverme de aquí, así que a ver cómo haces para entrar en el agua sin que te salpique (amenazó Esther mientras se agachaba y lanzaba unas gotas de agua a Maca) La pediatra volvió a correr y entró a toda velocidad mientras Esther la seguía echándole todo el agua que podía, hasta que Maca se sumergió y Esther hizo lo propio inmediatamente después. Siguieron un rato jugueteando en el agua, haciéndose aguadillas, persiguiéndose y buceando, hasta acabar nadando lentamente una junto a la otra. Terminado el ajetreado baño, volvieron a las toallas, se quedaron un rato hasta secarse, volvieron a cubrir sus cuerpos y decidieron ir al supermercado a hacer una compra antes de regresar al apartamento para ducharse y planificar lo que harían aquella noche Dos mujeres caminaban lentamente por el largo y amplio paseo marítimo de Valdelagrana, salpicado de palmeras en su parte más alejada del mar. Ambas iban disfrutando de la agradable temperatura nocturna y de la preciosa visión del mar iluminado por una casi luna llena y se dirigían a cenar en una de las terrazas que había por allí y que a aquellas horas estaban bastante concurridas. Finalmente lograron encontrar sitio en una de ellas y tras pedir algunas raciones esperaron a que
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les llegaran las cervezas. Esther iba a dar buena cuenta de la suya cuando Maca la detuvo suavemente - Espera un momento (dijo Maca sonriendo ante la expresión de Esther que miraba con la boca entreabierta su vaso detenido en el aire) - ¿Es que hay un ritual especial aquí para beberse la cerveza? (Preguntó depositando el vaso encima de la mesa) - No, ¡qué va! Aquí la cerveza se bebe como en todas partes, pero creo que la ocasión merece un brindis (repuso Maca riéndose para terminar con un tono de voz más dulce). Y eso sí que hay que hacerlo antes del primer trago - Ah, un brindis... (dijo Esther algo temerosa por el brindis que fuera a hacer su amiga). Me parece perfecto. ¿Por qué brindamos? - Por el camarero (respondió Maca irónicamente) - ¿Por el camarero? (Preguntó Esther girando la cabeza para mirarlo) ¿Lo conoces? - ¡Joder, Esther! ¡A veces parece que tienes la sensibilidad en los pies...! (exclamó Maca quien no pudo evitar reírse levemente ante la inocencia de la enfermera, aunque le hubiera chafado su momento “brindis tierno”) Esther, que ya había captado lo sucedido decidió seguir con la broma y sin decir nada se echó ligeramente para atrás en la silla y contempló sus pies ante la atónita mirada de Maca - No sabía yo que tenía unos pies tan sensibles... (comentó poniendo en su rostro la mayor expresión de ingenuidad que pudo) - Jajajajajaajaaja ¡qué payasa eres! (dijo Maca que no pudo evitar emitir una sonora carcajada que fue seguida por otra de Esther) - Bueno, ¿y ese brindis? (Preguntó la madrileña cuando se calmaron un poco. La expresión que puso Maca habría atemorizado a cualquiera, pero Esther que ya estaba lanzada ni se inmutó, y para más INRI decidió picar un poco más a Maca). Más que nada porque me muero de sed y se nos va a calentar la cerveza... - ¡Eres imposible! ¿Lo sabías? (Dijo Maca sonriendo y poniendo cara de desesperación. Esther con una sonrisa pícara asintió) Pues tú te lo pierdes. Con el brindis tan bonito que iba a hacer... Así que ya puedes beberte la cerveza, que nos traen la comida - ¡Qué vengativa eres! No seas mala y vamos a brindar, anda (dijo Esther poniendo carita de niña buena) - No soy vengativa, pero es que ahora ya no es el momento. Quedaría artificial, así que si quieres brindis te va a tocar invitarme a una copa después - ¡Trato hecho! Pero no te enfades, ¿eh? - No estoy enfadada, sólo un poco sorprendida. No me esperaba que un simple brindis acabara de esta manera (repuso Maca con el rostro serio) - Vaya, lo siento. Es que hoy tengo el día tonto. Estoy tan contenta por estar aquí contigo que me da por hacer el chorra, pero no quería molestarte, de verdad (dijo Esther algo apesadumbrada) Esther al ver que Maca no decía nada se quedó mirándola expectante hasta que Maca no pudo aguantar más y empezó a reír mientras decía “Te lo debía” - ¿Y dices que no eres vengativa? ¡Eres lo peor! ¡Qué susto me has dado...! (Exclamó Esther dándole un manotazo en el brazo a Maca que seguía riéndose). Y lo peor de todo es que me has hecho disculparme por nada. ¡Mala mujer!
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Así entre bromas, piques y alguna que otra cerveza más (que esta vez si pudieron beber bien fría), terminaron la cena y dando un paseo se dirigieron a tomar la prometida copa a la terraza de algún bar tranquilo, puesto que ambas estaban cansadas del ajetreado día que habían tenido y les apetecía más estar plácidamente charlando Cuando el camarero llegó con las consumiciones en la mano, las dos mujeres (que tenían al hombre entre ellas) observaron en silencio cómo las servía y las ponía en la mesa, intentando evitar encontrarse con la mirada de la otra, pues sabían que cada una de ellas estaba pensando en el brindis. Esther intentaba no sonreír al acordarse de la que había montado en el restaurante y decidió no decir ni media hasta que Maca lo hiciera Una vez que se quedaron solas, rellenaron sus vasos con algo más de refresco y siguieron en silencio unos segundos. Maca finalmente cogió su vaso y miró a Esther que andaba siguiendo con la vista a la gente que pasaba delante de ellas - Esther, ¿brindamos? (dijo Maca sin poder evitar reírse. El brindis ya no iba a salir natural, así que era tontería fingir) - ¡Brindemos! (Respondió Esther poniendo la mano en su vaso y riéndose levemente también) - En realidad sólo quería brindar por ti, pero le hemos dado tantas vueltas a esto, que parece que fuera algo más serio. Así que... Por ti, Esther, por haber venido a disfrutar tus vacaciones a mi tierra para que pudiéramos volver a vernos. Espero que lo pases muy bien y que nuestra amistad salga reforzada, porque para mí es un placer haber conocido a alguien tan especial como tú (dijo Maca mirando fijamente a los ojos de Esther que estaba visiblemente emocionada por las palabras de la pediatra) Ambas, con una sonrisa chocaron sus vasos y bebieron un trago sin apartar la mirada una de la otra - ¡Muchas gracias! Ha sido un brindis precioso. Estoy segura de que voy a pasar muy buenos momentos aquí y de que esta amistad va a ir a más (comentó Esther sin dejar de mirar a Maca y sin abandonar esa sonrisa que iluminaba su cara). Menos mal que al final has sido buena, porque no me perdonaría haberme perdido semejante brindis - Te puedo asegurar que nunca he hecho un brindis tan “espontáneo” (bromeó Maca). Pero no me importa, porque me da la sensación de que nunca vas a dejar de sorprenderme y de que contigo las cosas no van a ir por los caminos normales. Y eso me gusta - Tampoco soy alguien tan “anormal” ni un bicho raro, pero sí bastante despistada a veces, algo anárquica y un poco payasa, como tú misma has podido comprobar (comentó Esther riéndose) Permanecieron un rato más hablando de todo un poco, hasta que una vez terminada la copa, decidieron emprender el camino de regreso hacia el apartamento Durante la vuelta seguían hablando animadamente, hasta que Esther se acercó a la barandilla y, apoyando los brazos sobre ella, se puso a observar el mar oscuro con algunas pinceladas blancas provocadas por las olas que rompían suavemente cerca de la orilla, donde, a pesar de las horas, se podía ver a algunas personas paseando tranquilamente
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- Me encanta ver el mar. Me podría pasar horas mirándolo. Y me gusta en cualquier momento del día, pero de noche tiene un encanto especial. Parece más misterioso y amenazador (comentó Esther con la mirada fija en el horizonte) - Sí, es verdad. De noche impresiona tanta oscuridad (replicó Maca). Con el mar me pasa como con el fuego de una hoguera, me quedo mirando fijamente y se me pasa el tiempo que ni me entero... - ¿Sabes? Yo creo que a todo el mundo le gusta el mar, pero la gente del interior, que tenemos tan pocas oportunidades de disfrutarlo lo sentimos de otra manera. Quiero decir que lo tenemos más ligado a momentos importantes de nuestra vida, mientras para vosotros es más habitual y seguramente tendréis miles de recuerdos, pero no los evocaréis como algo excepcional, como nos pasa a nosotros - No sé, la verdad es que nunca me he parado a pensar en eso... (Maca hurgaba en su memoria para ver si era cierto lo que Esther decía). Sí que he pasado mucho tiempo de mi vida cerca del mar y es muy importante para mí, pero también es verdad es que así a bote pronto se me vienen muchos recuerdos y momentos realmente especiales también - Ya, igual lo que yo digo es una tontería y hablo sólo por lo que me pasa a mí... Esther se quedó callada y sin despegar la vista de aquel inmenso Océano. Maca supuso que estaría pasando por su cabeza alguno de aquellos momentos que había comentado y respetó ese silencio, mirando a su vez aquella playa a la que tantas veces había ido en su vida. Al cabo de un rato dirigió su mirada hacia Esther, que ahora estaba cabizbaja - ¿Estás bien? (Preguntó Maca casi en un susurro) - Sí, sólo ha sido un ataque de nostalgia pasajero (Esther levantó la vista hacia el preocupado rostro de Maca, quien pudo ver como brillaban los ojos de Esther a causa de unas lágrimas retenidas). ¿Te importa si volvemos al apartamento paseando por la playa? Maca por toda respuesta cogió la mano de Esther y se dirigió a uno de los accesos hacia la playa. Una vez en la arena, ambas se despojaron de sus zapatos y siguieron caminando en silencio al lado de la orilla una junto a la otra, hasta que Esther volvió de nuevo a hablar - Siento este bajón, pero es que no he podido evitar que me vinieran a la mente algunos recuerdos tristes. No era mi intención hacerte sentir violenta - No tienes que disculparte, ni me has hecho sentir violenta. Me da pena verte tan triste, pero todos tenemos partes de nuestras vidas que nos entristecen y que vuelven cuando menos lo esperamos (dijo Maca deteniendo sus pasos al ver que Esther se había parado) - Si no te importa, me encantaría compartir estos recuerdos contigo (Esther se acercó a Maca y se puso frente a ella) Pero es algo largo de contar - Tengo hasta el lunes por la tarde libre. ¿Crees que será suficiente? - En ese tiempo podría contarte mi vida entera (dijo Esther sonriendo y algo más animada) Pero no lo voy a hacer, tranquila - Tampoco me importaría saber toda tu vida, pero es mejor que vayamos por partes (Maca retrocedió unos pasos para alejarse un poco de la humedad del mar y haciendo una seña a Esther para que fuera allí, se sentó en la arena y la enfermera hizo lo propio frente a ella) ¡Ya estoy lista!
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- Ya te dije antes que tengo asociado el mar a ciertos momentos importantes y el mar de noche siempre me recuerda a una persona muy especial con la que compartí no mucho tiempo, pero sí de forma muy intensa (Esther interrumpió momentáneamente su relato para observar a Maca, que escuchaba atentamente sin separar la vista de ella) Esta persona tan importante fue una mujer a la que conocí en El Retiro una mañana de un día de diario en el que libraba (continuó relatando Esther intentando apreciar algún gesto de sorpresa en Maca tras haber dicho que se trataba de una mujer, pero como no lo vio, siguió) Ella estaba sentada pintando un cuadro del Palacio de Cristal y el estanque que hay enfrente, que es uno de mis sitios preferidos y al que siempre que paso por ese parque voy. La curiosidad hizo que me acercara más a ver esa pintura, que era preciosa y así se lo dije. Acabamos charlando animadamente sobre arte, música y algo de nuestras vidas. Ambas conectamos enseguida y de ahí surgió una gran amistad que en muy poco tiempo, a pesar de mis reticencias iniciales, acabó en una relación sentimental muy intensa - ¿Por qué tenías esas reticencias? (Preguntó Maca aprovechando una pausa en el discurso de Esther) - Porque era mujer. Yo siempre había tenido relaciones con hombres, que no es que salieran muy bien, por otra parte, y jamás me había fijado en una mujer. Pasé por un periodo duro de muchas dudas, de plantearme muchas cosas y sobre todo de miedo, pero a la vez ella me tenía muy pillada y siempre fue muy paciente y comprensiva conmigo. Así que no pude evitar enamorarme. Mis amigos cercanos sabían de mi relación con esta mujer, pero a mi madre no fui capaz de decírselo - Comprendo (dijo Maca). A una madre cuesta mucho más contarle este tipo de cosas. Pero sigue, por favor - Lucía, que así se llamaba esta mujer, era una persona muy peculiar. Totalmente diferente a las que yo había conocido. Era una apasionada del arte. Pintaba, esculpía, tocaba el piano, le encantaba leer y practicaba la fotografía. Tenía un espíritu bastante libre, bohemio y pasaba mucho de los convencionalismos sociales. A mí todo eso me admiraba, porque yo también tengo mi punto rebelde, pero soy tan tímida que me costaba enfrentarme a muchas cosas. Esto hacía que tuviéramos bastantes discusiones, pero no en plan pelea, sino que charlábamos durante horas sobre la forma de ver las cosas de cada una. Tenía una sensibilidad muy especial y conmigo era muy dulce y cariñosa. Ella trabajaba en una academia de pintura dando clases y cuando yo libraba los fines de semana aprovechábamos para ir de paseo por diferentes lugares cercanos a Madrid, donde Lucía se dedicaba a pintar o sacar fotos y de paso introducirme a mí en ese interesante mundo. De hecho me volví una gran aficionada a la fotografía y empecé a hacer fotos de los pueblos que recorríamos y los paisajes que veíamos. La verdad es que con ella aprendí muchas cosas que no sabía, pero sobre todo a valorar algunas que antes me pasaban por alto y a ignorar otras a las que yo le daba excesiva importancia sin tenerla realmente. En unas vacaciones de verano fuimos a la costa granadina, de donde ella era y donde había pasado muchas vacaciones durante su infancia. Lucía solía pintar y yo hacía fotos mientras tanto, pero también hacíamos cosas normales, no te creas. Pasábamos mucho tiempo en la playa bañándonos y sobre todo paseando por la noche, que era cuando más libres de miradas ajenas nos sentíamos. Aquel fue un viaje maravilloso. Yo me sentía muy querida y respetada, porque éramos muy opuestas en muchas cosas, pero lo bueno es que ninguna intentaba hacer cambiar a la otra. Pero todo lo bueno se acaba y a veces de una forma inesperada y muy cruel (dijo Esther con un tono cada vez más triste). A raíz de un accidente de coche estuvo a punto de perder la vida, pero afortunadamente salió adelante. Lo malo fue que se le incrustaron muchos cristales en los ojos y perdió totalmente la visión del ojo derecho y bastante la del izquierdo. Y esto fue el principio del fin de nuestra relación
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Esther se vio obligada a hacer un parón en su narración, porque las lágrimas empezaron a manar a borbotones a causa de aquellos tristes recuerdos. Maca que también estaba sobrecogida por aquella historia, se aproximó a ella y la abrazó cobijándola entre sus brazos hasta que se calmó un poco - Si no puedes continuar no pasa nada (le dijo Maca, que no podía soportar ver sufrir a Esther) - Ya queda poco y no te voy a dejar con la historia a medias (Esther tomó aire y se dispuso a terminar su relato). Después del accidente Lucía entró en una depresión profunda, porque no podía superar estar tan limitada de la vista. Para cualquier persona es duro, pero para alguien como ella, que con lo que más disfrutaba era con la contemplación de todo lo que le rodeaba, aquello era muy difícil de soportar. No aceptaba mi ayuda, ni se dejaba aconsejar por mis compañeros del hospital, que incluso querían concertarle citas con los mejores oftalmólogos del país. Al final decidió irse a su tierra, sin decirme ni su dirección, y alejarse de todo, incluso de mí, pues pensaba que yo sólo estaba con ella por compasión. Luché por intentar evitarlo, incluso la llamaba después de haberse ido, pero no respondía a mis llamadas y no me quedó otro remedio que aceptar que ese capítulo de mi vida se había cerrado definitivamente Esther se calló y se quedó mirando al mar, mientras el llanto reaparecía en sus ojos. Maca volvió a abrazarla y en silencio le acariciaba suavemente la espalda para intentar calmarla y de paso sobreponerse ella también, porque la historia la había dejado muy impactada. Poco a poco y gracias a las caricias y a la protección que sentía con Maca tan cerca, no sólo físicamente, Esther se fue calmando y así abrazadas estuvieron un rato más disfrutando de esa sensación de estar ellas solas frente al mar, acompañadas únicamente por el ruido de las olas, la luna y las estrellas Maca abandonó el despacho de Cruz con cierta satisfacción porque tenía algo por donde seguir informándose, pero los datos que le había dado la cirujana sobre la supuesta banda de Marta la habían intranquilizado bastante y ahora se arrepentía de haberse dejado seguir. Lo había hecho para que aquel hombre viera que se iba de Madrid, pero el hecho de saber que a ella también podrían estar vigilándola en Sevilla le hizo ver que no había sido tan buena idea, así que ahora tendría que darle esquinazo de nuevo para que no supiera cuándo se iba ni a dónde. Con esos pensamientos llegó a la recepción donde Teresa la esperaba con cara de orgullo - Ya tengo lo que me pediste (le dijo nada más verla) - Muchas gracias, hay que ver lo eficaz que eres (replicó Maca esbozando una sonrisa y cogiendo el papel que Teresa le tendía, se lo guardó en el bolso). Luego lo miro con calma, no vaya a ser que pase alguien y te ponga en un aprieto) - Ahí tienes todo lo que hay de ella. Espero que te sirva. ¿Qué tal con Cruz? ¿Conseguiste adivinar algo más? (inquirió Teresa viendo que Maca no le decía nada) - Pues muy bien. Me ha tratado con mucho cariño, pero no me ha podido decir mucho, porque lo tiene prohibido. Me ha advertido de que por lo visto la gente que está detrás de todo esto es muy peligrosa, así que voy a tener que ingeniármelas para salir sin que me vea el individuo de ahí fuera (Maca hizo un gesto con la cabeza señalando hacia la puerta de urgencias)
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- Eso no es muy difícil. Puedes hacerlo por la puerta principal del hospital. Por la que entra y sale todo el mundo que viene a visitar a los enfermos. Yo te puedo decir por dónde tienes que llegar hasta allí sin necesidad de salir a la calle - Pues eso haré entonces. Ahora comprendo por qué Esther también salió por allí el día que se fue... Debió sospechar que podrían estar esperándola fuera. Bueno, voy a despedirme de Laura y vengo enseguida a recoger mi equipaje (dijo Maca yéndose hacia el interior de urgencias y dejando a una Teresa muy inquieta que no paraba de mirar hacia la puerta en busca del perseguidor de Maca) La pediatra no tardó mucho en encontrar a Laura, que andaba rellenando unos historiales en el gabinete de los médicos. Afortunadamente estaba sola, así que pudo contarle tranquilamente la conversación con Cruz, omitiendo el hecho de que le había dado el nombre del policía que llevaba el caso - Hay otra cosa en la que a lo mejor también me podrías ayudar (comentó a Laura a la vez que sacaba el papel que le había dado Teresa y lo extendía entre la médico y ella) - ¿Cómo has conseguido esto? (Preguntó Laura) - Influencias que tiene una con Teresa (respondió Maca bromeando). Como yo me voy ahora no puedo comprobar si Marta vive donde pone aquí, así que si tú pudieras pasarte para comprobarlo me harías un gran favor - Dudo mucho que esté en su casa, pero sí puedo intentar mirar si esa dirección era la suya realmente. Aunque no me atrevo a ir yo por si diera la casualidad de que estuviera, ya que me conoce. Tendré que pedírselo a alguien - A tu amiga Pepa, no me digas más (repuso Maca riéndose). La pobre entre las recetas que te da, los paseos en moto y ahora hacer de investigadora está que no da abasto contigo. Vas a tener que invitarla a algo. Aunque cuando todo esto termine, yo misma la invito a cenar. Díselo de mi parte y dale las gracias por todo lo que está haciendo por nosotras sin conocernos - No te preocupes, que si no puede ayudarme tiene confianza para decírmelo, pero le daré tu recado y que sepas que yo también me apunto a esa cena (dijo Laura en tono bromista) - ¡Por supuesto! Contaba contigo también, que tú me estás ayudando un montón. La verdad es que no sé que habría hecho si no te hubiera tenido cerca (dijo Maca emocionada) - No es para tanto. Esther y tú sois mis amigas y para eso estamos las amigas, ¿no? (Laura intentaba quitarle hierro al asunto para que Maca se animara un poco). ¿A qué hora sale tu vuelo? - Pues no tengo ni idea, la verdad. Ahora pensaba mirarlo si Teresa me deja el ordenador un momento - Te lo decía porque si no tienes mucha prisa, yo termino mi turno en media hora y te puedo llevar. Es que tengo que hacer méritos para ese cenorrio (apostilló Laura intuyendo que Maca iba a decirle que no hacía falta) - Vale, pues voy a mirar los horarios y te digo (Maca se levantó y antes de salir por la puerta guiñó un ojo a Laura en señal de agradecimiento) Teresa, por supuesto, no le puso ningún problema a Maca para que mirara la hora del vuelo más próximo, que salía a las 8 de la tarde, así que tenía tiempo de sobra para esperar a Laura. La recepcionista avisó a Laura por teléfono de que Maca la iba a esperar y estuvo planificando con ella la manera de salir. La verdad es que Teresa, a pesar de lo preocupada que estaba por todo lo que ocurría, no podía evitar disfrutar con todos esos tejemanejes. Quedaron en que Maca se iría por la puerta principal y Laura la
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recogería allí con su coche. Teresa para asegurarse de que el perseguidor de Maca no seguía a Laura, saldría a la calle con cualquier excusa y si pasaba algo se comunicaría con ellas por teléfono Y eso fue lo que hicieron en cuanto Laura terminó su turno. A los pocos segundos de desaparecer Laura por el muelle, Maca lo hizo hacia la puerta principal y Teresa con una carpeta en la mano siguió a Laura. Al llegar a la salida hizo que la buscaba con la vista y de pasó localizó al perseguidor de Maca esperando a una distancia prudencial. Como Laura ya estaba bastante alejada, la recepcionista puso cara de fastidio y en voz alta dijo “¡Qué prisas tiene esta chica, ya se dejó aquí estos papeles!” y volvió tan contenta a su puesto Laura y Maca llegaron a Barajas sin problemas y en la puerta se despidieron cariñosamente. Maca volvió a agradecerle a Laura todo lo que hacía por ella y tras quedar en seguir en contacto, se dieron un abrazo y dos besos A continuación la pediatra compró su billete, hizo los trámites para facturar y, a pesar de que no las habían seguido, no pudo evitar estar continuamente escudriñando a todo el mundo que la rodeaba por si veía algo extraño. Afortunadamente no fue así y se dirigió tranquilamente hacia la puerta de embarque con su maleta. Desde allí llamó a sus padres para informarles de que se dirigía a Jerez, porque quería que le ayudaran a resolver un asunto muy importante Una vez instalada en su asiento siguió observando con curiosidad a todo el mundo que iba hacia sus asientos, fijándose detenidamente en sus caras por si volvía a ver alguna cerca de ella. Cuando el avión comenzó las maniobras de despegue, Maca cerró los ojos y no pudo evitar recordar aquel vuelo en el que conoció a Esther. Había conseguido superar bastante bien el miedo a volar, aunque cuando había alguna turbulencia siempre se ponía muy tensa y nerviosa. Lo que no podía evitar era acordarse de Esther cada vez que montaba en avión. Parecía que su mente había establecido un condicionamiento muy fuerte y el mero estímulo de estar en un avión desencadenaba un montón de recuerdos agradables en Maca, porque los desagradables los tenía aparcados muy dentro de sí y los evocaba como algo anecdótico Estuvieron de cara al mar y en silencio un rato, hasta que Esther se calmó lo suficiente como para volver al apartamento. El camino de vuelta fue inevitablemente silencioso, pero no incómodo, porque ambas mujeres andaban a vueltas con sus propios pensamientos. Nada más llegar, Esther dijo que se iba a la cama y se despidió de Maca agradeciéndole haberla escuchado y consolado y la pediatra a su vez le dio las gracias por haber confiado tanto en ella como para haberle hecho partícipe de esa parte tan importante y dolorosa de su vida. Con cara de pena y preocupación vio a Esther alejarse hacia su habitación y, tras tomarse un vaso de leche, ella hizo lo mismo Maca descansaba en la cama, pero no dormía a pesar del cansancio que el trabajo y los nervios habían provocado en ella. La última conversación con Esther la había dejado muy tocada, no sólo por la historia en sí, sino por la enorme pena que había envuelto a la enfermera y que a Maca le hizo no encontrar palabras suficientes para aliviársela
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Gracias al relato de Esther había podido conocer sus aficiones y su relación con otra mujer (que por otra parte no le había extrañado demasiado). Pero sobre todo, pudo comprobar como la bondad que ella vio en la enfermera cuando la conoció, era mucho mayor de lo que pensaba. Era una mujer capaz de amar dándolo todo y dispuesta a luchar con todas sus fuerzas contra cualquier adversidad. Eso había impactado mucho a Maca y había hecho que se diera cuenta, esta vez sin ninguna duda, de lo que sentía por ella: se estaba empezando a enamorar a pasos agigantados. Se había encontrado muy a gusto con ella entre sus brazos y en ese momento junto al mar, había sentido con una inmensa fuerza que su relación había dado un giro importantísimo, que la amistad se había reforzado enormemente y que el amor había empezado a asomarse Maca notaba que Esther también se sentía atraída por ella, pero no quería precipitar las cosas ni tampoco verse como la sustituta de Lucía, pues además de ser ridículo, eran personas completamente diferentes. Intentar suplirla sería un error y eso la pediatra lo sabía de sobra. Si Esther sentía algo por ella era por cómo era y eso era lo que Maca tenía que ser: ella misma. Le gustaba ese “ten con ten” que tenían ambas y estaba disfrutando mucho de todos los momentos que pasaba con Esther y así seguiría hasta que viera la oportunidad de demostrarle lo que realmente sentía por ella Esther, por su parte, tampoco podía dormir aunque lo intentaba con todas sus fuerzas. Su cabeza era un torbellino de recuerdos de Lucía, que una vez había salido a la luz, parecía que se negaba a desaparecer. Tampoco Esther pretendía olvidar esa parte de su vida, pero todavía le hacía mucho daño evocarla y por eso luchaba por aparcarla momentáneamente. Para alejar un poco a Lucía pensó en Maca, en lo cómoda que se había sentido contándole su relación con Lucía y en lo maravillosamente protegida que se había sentido con sus brazos rodeándola. Fantaseó con la idea de que esos momentos podrían repetirse, así como vivir otros mejores y tomó la determinación de luchar con su cuerpo y mente por conseguirlo, aceptando por fin que se estaba enamorando de la pediatra A la mañana siguiente Maca fue la primera que apareció por la cocina cerca del mediodía. Supuso que Esther habría pasado una mala noche y se dispuso a preparar el desayuno para las dos. Viendo que seguía sin dar señales aprovechó para ducharse y ponerse el bikini. Cuando salió de su habitación se encontró con una Esther medio dormida sentada en la mesa de la cocina - ¡Buenos días! (Dijo acercándose a ella y dejando un besito en su mejilla, que hizo que Esther espabilara de repente) ¿Mala noche, eh? - ¡Buenos días, Maca! He tenido una noche un poco revuelta, la verdad. Pero al final logré descansar un poco. Ya veo que tú llevas en marcha un buen rato. ¿Te vas a la playa? - Bueno, pensaba que me ibas a acompañar (dijo Maca medio en broma alzando las cejas). Hace un día espléndido y apetece un remojón, ¿no? - Claro, claro que te acompaño. Pero como te veo tan preparada ya... - Algo tenía que hacer mientras tú te levantabas. De momento vamos a desayunar y cuando estés lista nos vamos. Esta noche tenía pensado llevarte al Puerto de Santa María a cenar a un sitio donde se come de maravilla. ¿Te parece bien? (Preguntó Maca mientras removía su café)
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- Me parece genial. Como se nota que sabes que a mí se me conquista por el estómago... (dijo Esther en broma y sin percatarse del sentido de su frase hasta que vio a Maca atragantarse. Enseguida los colores hicieron aparición en sus mejillas) - No tenía ni idea de que el estómago era tu punto flaco, pero gracias por la información (A Maca le gustaba ver a Esther tan avergonzada y no podía evitar picarla más) - Ya encontraré yo tu punto flaco y me tocará reírme a mí (comentó Esther para no dejar que Maca dijera la última palabra). ¿Y ese sitio es de mucho lujo? Porque yendo contigo hay que preguntar primero... - No es un sitio “pijo” si es a eso a lo que te refieres (respondió Maca riéndose). Yo también frecuento lugares más normalitos Entre puyas, bromas y planes terminaron el desayuno y una vez estuvieron listas bajaron a la playa a disfrutar del maravilloso día que hacía. A esa hora la playa estaba repleta, por lo que fueron caminando por la orilla hasta encontrar un lugar más tranquilo - ¿Qué diferente está la playa de día, verdad? (Preguntó Maca recordando la tranquilidad que las envolvió la noche anterior) - ¡Y tanto! Por eso a mí siempre me gusta más venir más tarde. Aunque seguro que dentro de un rato la gente se irá a sus casas a comer y podremos estar más tranquilas Al final encontraron un buen sitio, colocaron sus toallas y de pie se dispusieron a embadurnarse de crema. Esther hacía esfuerzos ímprobos para conseguir echársela por la espalda y Maca la miraba divertida esperando que le pidiera que la ayudara. Al final Esther tuvo que claudicar y dirigiendo su mirada a Maca le pidió que se la echara ella - Pensaba que no me lo ibas a pedir nunca (dijo Maca en tono sugerente mientras cogía el bote que le daba Esther) - ¡Qué mala eres a veces! (Replicó Esther mientras le daba la espalda para que Maca procediera con la crema) Maca apartó el pelo de Esther y empezó a untar de crema la espalda de la enfermera quien, entre el frío de la crema y el contacto de la mano de Maca no pudo evitar un escalofrío. Afortunadamente esta vez Maca no dijo nada y ella se dedicó a disfrutar de ese momento con los ojos cerrados. Posteriormente se ofreció a ser ella la que pusiera la crema a Maca. Ésta se tumbó en la toalla boca abajo y Esther se puso de rodillas a su lado. Al igual que a Esther, el contacto de las manos de la enfermera en su piel hizo que se estremeciera y no pudo evitar decir “¡Qué gustito! Ya podías aprovechar y darme un masajito, que tengo muchas tensiones en los hombros” Esther se rió y decidió darle ese gusto a Maca, pues ella también estaba disfrutando de ese momento Estuvieron en la playa varias horas aprovechando que habían desayunado tarde y que la gente empezaba a marcharse. Se bañaron, pasearon, tomaron el sol, charlaron y disfrutaron de la mutua compañía y de esa relación que cada vez se estrechaba más, como quedaba patente por las diversas insinuaciones que cada una hacía en diferentes momentos Cuando sus estómagos no aguantaban más fueron al apartamento donde comieron ligeramente, puesto que por la noche les esperaba una suculenta cena. Terminada la
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comida decidieron permanecer reposando en el sofá mientras escuchaban música. La tranquilidad reinante y la mala noche que habían pasado ambas hicieron que no pudieran evitar quedarse dormidas recostadas en el sofá y con las piernas apoyadas en la mesa de enfrente La primera en despertar en este caso fue Esther, que mientras se desperezaba miraba a su alrededor un poco desorientada. Primero vio la terraza del apartamento y al mirar hacia su derecha a Maca plácidamente dormida. Una tierna sonrisa se asomó a su cara al observar su bello y relajado rostro y su cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. Con detenimiento fue repasando cada retazo del cuerpo de la pediatra a la vez que sentía una agradable sensación de cariño y bienestar que hizo que prolongara durante unos minutos más aquella contemplación Después se dirigió hacia la terraza, donde pudo ver como la tarde iba llegando a su fin y mucha gente abandonaba la playa. El sol bañaba todo de ese color semi anaranjado del atardecer, que a ella tanto le gustaba y que había plasmado docenas de veces en sus fotografías. Un ruido en el interior le hizo girar la cabeza y allí vio a Maca sentada en el sofá todavía y frotándose los ojos para salir del aturdimiento que la envolvía - ¿Estás más descansada ya? (Preguntó Esther desde el quicio de la puerta de la terraza) - Creo que sí, pero todavía ando un poco amodorrada (Maca se levantó y se dirigió a la cocina). Necesito un café con urgencia Esther la acompañó y mientras Maca preparaba la cafetera fue poniendo las tazas y todo lo necesario encima de la mesa - ¿Tú también quieres café? (Preguntó Maca apoyada en la encimera y con los brazos cruzados) - Sí, yo también lo necesito para resistir ese planazo que tienes para esta noche (bromeó Esther) - ¡Qué tonta! (Replicó Maca riéndose) El planazo de momento se reduce a cenar, pero como veo que tienes ganas de más, ya veré qué se me ocurre... - Más vale que se te ocurra algo interesante, no vaya a ser que te deje por ahí tirada y me busque otra compañía más animada (Esther sonrió maliciosamente mientras decía estas palabras) - ¿Serías capaz de hacerle eso a tu anfitriona? (Preguntó Maca con cara de asombro mientras se sentaba frente a Esther con la cafetera en la mano) - Si alguien interesante me propone un plan mejor me lo pensaría... (Maca acercaba peligrosamente la cafetera a la mano de Esther, lo que hizo que ésta se viera obligada a dar un giro a la frase). Pero eso es muy difícil que suceda, claro. ¿Quién va a tener un plan mejor en todo Cádiz que Macarena Wilson? - ¡Ya te digo! (Maca no pudo evitar reírse y darle un manotazo a Esther). Anda, vamos a tomar este café y tengamos la fiesta en paz... Terminado el café, Esther se quedó recogiendo todo mientras Maca se duchaba. Luego ambas empezaron a prepararse para salir y después de algunas peleas por usar el cuarto de baño estuvieron listas para disfrutar aquella noche. Se dirigieron al coche de Maca y enfilaron rumbo al Puerto de Santa María. Una vez allí fueron directamente al restaurante “Romerijo” porque siempre solía haber mucha gente y no querían pasarse
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la noche esperando por una mesa. Al final tuvieron suerte y enseguida estaban sentadas en una de las mesas de la terraza - Está muy bien este sitio. Es bastante “normalito” (Esther dio un tono irónico a esa palabra y después se rió) - Normalito de aspecto, como yo (dijo Maca siguiendo la broma), pero ya verás qué bien se come. Este sitio existe desde hace más de cincuenta años y se han expandido bastante. Tienen hasta dos locales en Sevilla. Y además también te venden el pescado que quieras para llevártelo a casa. Es muy famoso por los mariscos y el pescaíto frito. ¿Te gusta el marisco? - En lo que se refiere a comida todo me gusta y el marisco me encanta, así que has acertado plenamente con el sitio. Se me hace la boca agua sólo de pensarlo y de ver lo que hay en las otras mesas (Esther miraba con los ojos muy abiertos lo que comían los que tenían cerca) ¡Me apetece todo! - Pues vamos a tener que hacer una selección, porque si no me veo llamando a una grúa para que te saque de aquí (Maca se reía por lo que decía Esther, pero a la vez se sentía encantada viéndola disfrutar tanto) Al final, Maca consiguió convencer a Esther para que no pidiera toda la carta y comieron algo de marisco y de pescaíto frito, acompañado con un vino blanco que Maca se encargó de elegir. Pasaron un rato muy divertido mientras cenaban. Entre las caras de alegría de Esther cada vez que les llevaban un plato, las bromas que Maca le gastaba por ello y las dificultades habituales al comer marisco, estuvieron riéndose durante toda la cena. Aunque tampoco faltaron algunas miradas embobadas aprovechando los momentos en que la otra estaba concentrada en su particular pelea con el marisco - Bueno, y ahora nos vamos de marcha ¿no? (Preguntó Maca mientras esperaban la cuenta) - ¿De marcha? (Esther no pudo evitar hacer esa pregunta con cara de susto, lo que hizo que Maca se riera) - ¡Por supuesto! ¿No eras tú la que quería un plan interesante para después de cenar porque si no me iba a abandonar? Pues venga, vamos a beber, a bailar y a pegarnos la juerga del siglo (Maca estaba disfrutando enormemente poniendo en un apuro a Esther) - Sí, yo era la que quería ese plan, pero eso fue antes de cenar y de tener el estómago que me pesa tres kilos. Si no puedo ni moverme, ¿cómo pretendes que baile? - Jajaja sabía que te rajarías (dijo Maca siguiendo con su disfrute al picar a Esther) - No me rajo, sólo lo aplazo para otro día en el que no te dediques a cebarme antes (repuso Esther para justificarse) - Claro, ahora la culpa es mía... He sido yo la que te he obligado a comer tanto... ¡Anda que no tienes cara! ¿Y entonces qué es lo que le apetece hacer a la señorita? - Pues la verdad es que me daría un paseíto para bajar un poco esta barriga y luego podríamos tomarnos una copa tranquilamente en el apartamento - ¡Ay, Esther, que estás ya muy mayor para ir de marcha...! Me parece que voy a ser yo la que te voy a dejar plantada, porque ese plan de viejos no me atrae mucho (comentó Maca haciendo esfuerzos para no reírse) - ¡No es un plan de viejos! (Repuso Esther totalmente picada mientras se levantaba de la silla) Es sólo una propuesta para tener una velada íntima y tranquila, pero si quieres ir a mover el esqueleto, eres libre de hacerlo. Yo cojo un taxi y me voy al apartamento tan tranquila
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Esther se alejó de la terraza del restaurante con cara malhumorada, mirando al suelo y Maca la siguió. Cuando llegó a su altura la cogió del brazo para que se parara y poder hablar con ella - Era una broma, tonta (dijo dulcemente a la vez que le alzaba la cabeza poniendo su dedo índice bajo su barbilla. Y mirándola fijamente a los ojos para transmitirle con ellos que era sincera, continuó). ¿Cómo voy a preferir irme con cualquiera en lugar de estar contigo? A mí lo que hagamos me da lo mismo. Estando contigo estoy feliz haga lo que haga y vaya donde vaya. Así que no te enfurruñes, anda Tras aquellas palabras y aquella penetrante mirada el enfado de Esther desapareció rápidamente y con una gran sonrisa en los labios sólo fue capaz de decir “Gracias, Maca” a la vez que le daba un dulce beso en la mejilla, cerca del oído. A continuación, Maca hizo de guía y dieron un largo paseo por el Puerto charlando con más tranquilidad sobre lo que veían, hasta que ya más livianas decidieron encaminarse al apartamento Cuando llegaron, Maca fue a la cocina a coger todo lo necesario para esa copa que iban a tomar, mientras Esther rebuscaba entre sus CDs uno que fuera acorde con aquella velada que iban a tener. Eligió uno que tenía una selección de temas tranquilos y tras ponerlo fue a la cocina a ayudar a Maca. Cuando ya lo tuvieron todo dispuesto, se sentaron en el sofá, una al lado de otra, cerca, pero de medio lado para verse más cómodamente. En ese mismo momento empezaba a sonar una canción de Elvis Costello... Los primeros acordes del piano sonaban esa noche en la que tras una cena llena de miradas tímidas de una hacia otra, ambas, sentadas en el sofá, intentaban descubrir si los intensos sentimientos que empezaban a sentir eran compartidos por la otra Bebían en silencio de sus copas mientras se miraban profundamente a los ojos devorándose y dejándose envolver por la música y las palabras que oían Se volvían a mirar a los ojos y esbozaban una sonrisa mientras Maca comentaba lo bien que había estado la cena y Esther le respondía mirándola con una mezcla de ternura y seducción: “La comida estaba exquisita, pero yo disfruté mucho más de la compañía”. Tras estas palabras Maca sonrió y no pudo evitar un ligero escalofrío ante la mirada que Esther dirigía a sus ojos y a su boca alternativamente. Sin ser muy consciente de ello y atraída como un imán por los ojos de Esther, se fue acercando un poco más a ella sin dejar de mirarla intensamente. Poco a poco fueron acercando sus rostros y cuando sus bocas estaban próximas, cada una se miró en los ojos de la otra y no viendo más que deseo en ellos, se besaron muy dulcemente al principio para pasar a hacerlo más apasionadamente instantes después, mientras se abrazaban y acariciaban mutuamente al ritmo creciente de sus besos y de la música que sonaba de fondo Tras el inicial intercambio de besos habían pasado a las caricias, de las caricias a los besos más apasionados y de estos a disfrutar del cuerpo de la otra con los cinco sentidos, para terminar demostrándose todo su amor contenido, durante una larga, dulce y apasionada noche en un apartamento de una playa gaditana...
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La mañana hizo su entrada tímidamente en aquella habitación, como no queriendo molestar a las dos mujeres que yacían enlazadas en la cama. Poco a poco la luminosidad fue siendo más intensa y, casi al unísono ambas abrieron los ojos, que se encontraron mutuamente, soñolientos todavía pero con ese brillo especial que provoca la emoción, la ternura y el amor recién estrenado. Sin hablarse para no romper esa magia que las envolvía, se sonrieron, acariciaron sus rostros, se abrazaron y se besaron dulcemente. Sin separarse del todo, sus ojos volvieron a coincidir a la par que sus manos se unían y sus dedos se situaban intercalados entre los de la mano de la otra provocándose leves caricias Los movimientos que las dos amantes realizaban eran lentos y cadenciosos, no sólo por la repetición de secuencias que realizaban, sino por el ritmo que seguían al compás de una música que se iba creando sobre la marcha, improvisando acordes, melodías y acompañamientos. A medida que sus cuerpos se encontraban, se rozaban y se acariciaban, sus piernas se abrazaban, sus manos y sus labios viajaban libremente por el cuerpo de la otra, el ritmo de aquel íntimo concierto se aceleraba vertiginosamente y sus respiraciones y gemidos lo coreaban. Hasta que tal magnitud de sensaciones llegó in crescendo a su punto más álgido donde se mantuvo unos segundos para terminar dejando exhaustas a ambas mujeres, que recostadas una junto a la otra se recuperaban lentamente y retomaban el ritmo lento del principio a base de suaves y tiernos besos - Buenos días (dijo Esther entre susurros cerca todavía de la boca de Maca, mientras le acariciaba el rostro suavemente) - Buenos días, cariño (replicó Maca sin atreverse tampoco a elevar demasiado la intensidad de su voz y depositando posteriormente un beso en la mano de Esther) - Cariño... ¡Qué bien suena esa palabra cuando la pronuncias tú...! - Pues te vas a hartar de oírmela, cariño (Maca sonreía dulcemente al volverla a repetir). ¿Qué tal estás? - En la gloria, en las nubes, en el cielo... - Para, para, que como sigas así te vas a recorrer todo el Sistema Solar (bromeó Maca interrumpiéndola mientras la miraba con una mirada repleta de dulzura) - Es que estoy muy feliz, Maca. Ha sido una noche fantástica y un despertar increíble. No sabes cuánto he soñado con estar así como me encuentro ahora y lo que me alegro de que nuestras vidas se cruzaran en aquel avión - Yo también estoy encantada de tenerte a mi lado por fin (Maca besó levemente los labios de su chica y continuó hablando pausadamente a la vez que recorría el brazo de Esther rozándolo con sus dedos). Creo que me gustaste desde el primer momento en que te vi, pero me asustaba tanto que eso pudiera estar pasando de forma tan repentina que me lo negaba a mí misma - Pues a mí me pasó prácticamente lo mismo, y también me empeñaba en demostrarme que era una amistad especial solamente. Aunque Laura me lo detectó enseguida, pero yo le decía que se estaba montando una película - ¿Sí? Lo mismo me sucedió con Rocío (dijo Maca riéndose). Ella también notó que me gustabas por la cara que ponía cuando hablaba de ti. Bueno, eso dice ella, pero Rocío es bastante exagerada. ¡Vaya dos que nos hemos ido a juntar!, ¿eh? - ¡Y tanto! No sé por qué nos empeñamos en no hacer caso a lo que nos dice el corazón... Me alegro de que por fin nos decidiéramos, porque ya me veía tonteando los diez días que iba a estar aquí (Esther apoyaba su cabeza sobre su mano para poder ver mejor el rostro de la pediatra)
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- Bueno, todo lleva su tiempo y su proceso. ¿No me digas que no te has divertido tonteando? Porque yo lo he pasado muy bien (comentó Maca con una gran sonrisa al recordar algunos de esos momentos) - Sí, tengo que reconocer que yo también me he divertido lo mío. ¡Vaya piques nos hemos traído! (Esther ya se reía abiertamente) Y no te cuento las indirectas que me lanzabas tú... - ¿Qué pasa con mis indirectas? ¿No te gustaban? (Preguntó Maca haciéndose la ofendida) - No, eso era lo malo, que me gustaban tanto que me quedaba como una tonta sin saber ni qué decir ni qué hacer... - Jajaja pues no se te notaba nada (dijo Maca partida de risa) - Eres un bicho, ¿lo sabías? No sé cómo me he podido fijar en ti... - Porque soy un bicho encantador (replicó Maca elevando las cejas dos veces seguidas con cara pícara) - Y que no tiene abuela (dijo Esther riéndose). ¿Qué te parece si desayunamos? Que yo ya tengo el marisco en los pies - Venga, vamos (Maca se acercó a Esther y le dio un beso, atrapando su labio con sus dientes) - No me refería a ese tipo de desayuno (dijo Esther separándose de Maca entre risas y saliendo de la cama, dejándola allí plantada con cara de pena) Esther se volvió a acercar, dio un beso a Maca, la tomó de la mano y así unidas se dirigieron a la cocina con una satisfacción enorme por esa relación que daba sus primeros pasos Maca llegaba a Jerez poco después de las nueve de la noche. Salió del avión la última para comprobar si era seguida por alguien. No vio nada sospechoso en su camino hacia la salida, a donde se dirigió directamente al no haber facturado su equipaje. Frente a la puerta la esperaba su padre, contento de ver nuevamente a su hija, puesto que aunque residía en Sevilla no eran muchas las ocasiones que tenían de estar juntos. Desde que Maca había iniciado su relación con Esther, siempre que podía se desplazaba a Madrid para verla, o era Esther la que iba a Sevilla a encontrarse con ella Tras los saludos de rigor con su padre, se dirigieron al aparcamiento charlando sobre cómo iban las cosas en su familia. Maca se puso rápidamente al día las últimas novedades familiares, así como de los negocios vinícolas de su padre. Ella se había mantenido al margen de aquel mundo, pero le gustaba estar informada y sabía que a su padre le hacía mucha ilusión hablar sobre aquello que tanto esfuerzo le había costado llevar a cabo y de lo que se sentía muy orgulloso No tardaron mucho tiempo en llegar a la finca familiar que tantos y tan gratos recuerdos traían a la mente de Maca. Su madre la esperaba ansiosamente y le dio un abrazo muy cariñoso y emotivo nada más verla. Después de saludar efusivamente a Carmen, su cocinera de toda la vida, fue a dejar su equipaje y se dispuso a cenar con sus padres. Terminada la cena y una vez instalados en el salón, Pedro preguntó a su hija cuál era ese importante asunto sobre el que quería hablar con ellos. Maca les contó todo lo que sabía sobre lo que le había ocurrido a Esther, incluyendo la última conversación que había tenido con Cruz
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Pedro y Rosario escuchaban el relato con un semblante cada vez más preocupado. Les había costado aceptar la relación de su hija con Esther, pero con el paso de los meses y al haber ido conociendo mejor a la enfermera le habían cogido bastante cariño. Veían que su hija y ella eran muy felices, que estaban muy enamoradas y que su relación era bastante sólida. Ahora, viendo la angustia con la que Maca hablaba de lo sucedido no pudieron evitar estar intranquilos y apesadumbrados por Esther y por la forma en que ello estaba afectando a Maca, quien, una vez terminó de contarlo todo, se quedó sumida en el silencio y envuelta por un doloroso llanto. Rosario se acercó a su hija y le dio cobijo entre sus brazos, acariciando sus cabellos como cuando de pequeña acudía a ella a buscar consuelo. Una vez estuvo más calmada, Pedro, que también se había emocionado al ver el sufrimiento de su hija, empezó a hablar - La verdad es que Esther se ha metido en un lío muy gordo si la banda que realizó ese robo es tan peligrosa como te contó la jefa de Esther. No sé qué será lo que han podido robar del hospital, pero me da muy mala espina todo y siento mucho que ambas estéis pasando por esto (dijo mirando de forma muy cariñosa a Maca) - A mí lo que más me preocupa (terció Rosario dirigiéndose a su hija con gesto grave) es que ahora tú también estés en su punto de mira. Porque Esther está escondida, pero tú eres un blanco muy fácil y me da mucho miedo que te hagan daño o que intenten llegar a ella a través de ti - Ya, yo no había pensado en esa posibilidad hasta que hablé con Cruz esta tarde y me lo advirtió. Creo que de momento nadie sabe que estoy aquí, porque no vi que me siguieran y eso me da cierta ventaja (dijo Maca intentando tranquilizar a su madre) - Sí, pero seguramente saben dónde trabajas y dónde vives y pueden haber mandado a alguien a que vigile tu casa igual que están haciendo con la de Esther. Deberías dejar de ir a trabajar hasta que esto se solucione y quedarte con nosotros, porque aquí es más difícil que alguien entre por las medidas de seguridad que tenemos (Pedro estaba tan preocupado como su mujer y no estaba dispuesto a permitir que su hija se expusiera) - Me niego a que esta gente altere mi vida más de lo que lo está haciendo. Ir a trabajar me permite evadirme durante unas horas de todo esto y además es muy complicado que me den ese permiso (dijo Maca, a la que la idea de verse encerrada le provocaba más angustia) - ¡No digas tonterías, Maca! (Exclamó Pedro enfadado por la actitud de la pediatra) Y no te comportes como una niña cabreada y cabezota. Sabes perfectamente que si te arriesgas no vas a poder ayudar a Esther y que si le cuentas a Rocío lo que está pasando no te va a poner ninguna pega para que cojas esos días - Tu padre tiene razón (dijo Rosario en un tono más calmado, porque conocía el genio de su marido y de su hija y no quería que empezaran a discutir). Rocío lo va a entender y tú igual puedes hacer más por Esther teniendo tiempo libre - Está bien (Maca tampoco quería discutir, así que decidió zanjar ese tema). Puede que tengáis razón. Mañana llamo a Rocío y se lo pregunto - Vale. ¿Y en qué querías que te ayudáramos? (Preguntó Pedro) - Durante el viaje he estado pensando mucho en todo esto y después de lo que me dijo Cruz creo que lo mejor va a ser que intentemos ponernos en contacto con la policía. Esta gente es demasiado peligrosa como para ir haciendo de detectives nosotras, aunque hay algunas cosas que Laura, una compañera de Esther, me está ayudando a intentar averiguar. Pero poco más vamos a poder hacer solas y yo tampoco quiero que me pase nada a mí ni a Esther. El problema es que vamos a tener que ser muy discretos para que esa gente no se entere. Por eso había pensado que igual podríamos hablar con ese amigo tuyo que es policía (explicó Maca mirando a su padre). Prefiero hablar primero con él
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para ver qué me aconseja hacer y si debo llamar al que está llevando el caso del robo en el hospital - Me parece muy buena idea, aunque Marcos Montero está jubilado ya. Pero seguro que nos pueden venir muy bien su ayuda y sus consejos. Mañana hablaré con él y le pediré que se pase por aquí lo antes que pueda (mientras Pedro hablaba el móvil de Maca sonó) - Es un mensaje de Esther (les comunicó a sus padres algo nerviosa y se dispuso a leerlo. Cuando terminó, dirigió la vista hacia ellos. Sus ojos estaban algo turbios por la emoción). La pobre está deseando poder decirme todo lo que pasó, pero no encuentra la forma y quiere que yo también averigüe cómo podemos hacerlo sin que nadie se entere. ¡Qué más quisiera yo que saberlo y poder hablar con ella y verla...! - Venga, tranquilízate (dijo Rosario cogiendo su mano y cobijándola entre las suyas). Seguro que acabamos encontrando la forma de hacerlo. Y responde a Esther, que estará esperando Maca se apoyó en el respaldo del sofá y se puso a contestar al mensaje de su chica. Mientras lo hacía las lágrimas iban surcando su rostro. Sufría enormemente al imaginar lo mal que lo estaría pasando allí sola sin poder hacer otra cosa que darle vueltas a todo. Confiaba en la fortaleza de Esther, pero no podía evitar tener miedo de que se derrumbara y eso la llevara a hacer alguna tontería. Sus padres la miraban y se miraban entre ellos muy preocupados y apenados por ver a su hija tan afectada. Tras mandar el mensaje tomó la determinación de hacer todo lo posible por poder verla aunque sólo fuera un rato. Limpio las lágrimas de su rostro y se dirigió a sus padres con gran firmeza en su voz - Mañana, si conseguimos hablar con Marcos, en una de las primeras cosas en las que quiero que me ayude es en ver a Esther. No sé cuánto tiempo va a conseguir aguantar tanta tensión estando sola y me aterra pensar que puedan dar con ella - No te preocupes, que eso haremos una vez que sepa bien todo lo que sucede (dijo Pedro). Y seguro que algo se le ocurrirá, que ellos están más habituados a este tipo de cosas que nosotros - ¡Gracias, papá! (dijo Maca levantándose y dándole dos besos. Lo mismo hizo con su madre, que estaba haciendo enormes esfuerzos por contener las lágrimas). Y ahora si no os importa me voy a mi habitación. Necesito estar sola. Buenas noches - Buenas noches, hija (respondieron casi a la vez los padres de Maca, que se abrazaron mientras miraban compungidos como su hija se iba cabizbaja y con una postura que denotaba un abatimiento total) Nada más comer Esther y Maca se dirigieron a la playa. Por la mañana entre unas cosas y otras se les había hecho tarde y decidieron dejarlo para después, aunque sólo iban a estar un par de horas, puesto que Maca tenía que volver a Sevilla a trabajar aquella noche. Fueron caminando hasta que llegaron a una zona donde no había mucha gente. Esa vez ninguna de las dos apartaba la vista de la otra mientras se quitaban las pocas prendas que llevaban. Cuando estuvieron sólo con el bikini se acercaron y cada una rodeó la cintura de la otra mientras seguían devorándose con la mirada - Eres preciosa, Maca (musitó Esther antes de darle un ligero beso en los labios) - Tú también lo eres, mi niña. No me canso de mirarte (replicó juntando su frente con la de Esther para posteriormente besarla dulcemente. Con una sonrisa pícara en la boca
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y mirada guasona volvió a dirigirse a ella). ¿Esta vez vas a dejarme que te eche crema o piensas contorsionarte como ayer? - ¡Desde luego...! (exclamó Esther separándose de Maca y dándole un leve empujón). Que sepas que ayer estaba bastante perjudicada después de ver ese cuerpazo tan cerca y si me hubieras tocado en ese momento creo que hubiera ardido en cuestión de segundos - ¿Y hoy cómo vas de temperatura? (Preguntó sin dejar de reírse) - Un poco más fresquita, pero creo que lo de la crema va a ser mejor que lo dejemos para después de bañarme (y girándose hacia la orilla se alejó de Maca con una risita malévola) Maca se quedó parada mirándola con los ojos muy abiertos y acto seguido fue corriendo tras ella y al llegar a su altura siguió andando y se zambulló en el agua a toda velocidad. Cuando volvió a emerger vio que Esther seguía en la orilla echándose agua en los brazos para aclimatarse a la fría temperatura del agua. Azuzada por Maca desde dentro empezó a entrar despacio y posteriormente se sumergió, saliendo al lado de ella. Maca la rodeó mirando fijamente el agua - ¿Qué miras? (Preguntó Esther que no entendía lo que estaba haciendo Maca) - Estaba buscando el humo que debería salir de tu ardiente cuerpo después de haberte mojado (bromeó Maca) - ¡Qué tonta eres! (exclamó Esther riéndose y echándole un poco de agua en la cara) Ese gesto de Esther dio pie para que Maca se lanzara sobre ella para hacerle una aguadilla. Pero no lo consiguió porque Esther se escabulló y se puso a nadar a toda velocidad hacia adentro, perseguida muy de cerca por Maca Tras un rato de jueguecitos acuáticos, ambas volvieron a nadar alejándose más de la orilla. Esther se puso a “hacer el muerto” y Maca la imitó situándose a su lado y cogiendo su mano para que el balanceo del mar no las separara. Sus manos se acariciaban mientras ambas se miraban sonrientes, hasta que Esther, volviendo a ponerse en posición vertical, tiró de la mano de Maca para atraerla hacia a ella. La pediatra permaneció tumbada con los ojos cerrados intentando no hundirse mientras Esther iba acariciando suavemente su cuerpo cubierto levemente por el agua. Cuando aquella mano llegó a sus pechos y se coló por el interior del bikini, la estabilidad de Maca empezó a peligrar y acabaron las dos besándose con pasión mientras intentaban no dejar de moverse para no hundirse Volvieron hacia la orilla lentamente, regalándose besos y caricias cada poco tiempo y salieron del agua de la mano, con una gran sonrisa instalada en sus rostros y la sensación de no haberse refrescado demasiado Una vez en el apartamento y después de una gratificante y placentera ducha compartida, Maca empezó a guardar sus cosas para emprender su viaje de vuelta a Sevilla. Esther la miraba en silencio y con carita de pena. Una vez que Maca tuvo todo listo se dirigieron a la puerta. Allí se abrazaron y se besaron apasionadamente - ¡Qué pena me da que te vayas! Ahora este sitio ya no me va a parecer tan bonito... (dijo Esther con voz triste) - Ya, a mí también me da mucha rabia tener que irme ahora. Pero no vamos a estar separadas mucho tiempo, porque un día de estos tenemos que quedar con Rocío por
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Sevilla y esa noche te puedes quedar a dormir en mi casa (Maca paseaba el dorso de su mano por la cara de Esther mientras hablaba) - Bueno, pues si me das permiso me quedaré en tu casa (bromeó Esther) - Anda tonta, ven aquí (y poniendo sus manos a ambos lados de la cara de Esther, Maca la besó ardientemente). Bueno, mejor me voy ya, que a este paso no llego. Mañana en cuanto me despierte te llamo - Vale. Que tengas buena guardia. Te voy a echar mucho de menos... (Esther abrió la puerta sin soltar la mano de Maca y cuando ésta iba hacia el ascensor, la retuvo y se acercó a ella para besarla nuevamente) - Adiós, cariño (dijo Maca mientras se cerraba la puerta del ascensor) - ¡Adiós! (Gritó Esther pegando su boca a la puerta) Esther volvió al apartamento y se asomó a aquel balcón frente al mar que tanto le gustaba. Apoyó sus codos en la barandilla y se puso a mirar fijamente al horizonte, por el que no tardaría en desaparecer el sol. “La primera puesta de sol que voy a ver desde aquí y tengo que hacerlo sola. Ya es mala suerte esto... Parece que nuestras vidas están destinadas a estar siempre despidiéndonos y encontrándonos de nuevo... No me ha dado ni tiempo de disfrutar de este nuevo rumbo que han dado nuestras vidas. Bueno, algo sí que he disfrutado (se dijo a sí misma Esther riéndose pícaramente). Menos mal que en mis últimos cuatro días vamos a estar juntas” Se metió en el apartamento y fue a la habitación a coger la cámara de fotos que siempre la acompañaba para ver si podía inmortalizar aquella puesta de sol. Aquella cámara había sido un regalo de Lucía, pero en esos instantes y gracias a la presencia de Maca en su vida ya no sentía tanta pena al cogerla como otras veces. Volvió a salir al balcón y se concentró en la preparación de aquellas fotos ajustando la luz y velocidad y mirando luego el resultado de cada foto en la pantalla digital. Terminada la sesión fotográfica volvió al interior. Guardó la cámara en la bolsa y se quedó plantada en mitad del salón sin saber muy bien qué hacer. Al final optó por coger su mp3 y salir a dar una vuelta por el paseo marítimo No llevaba mucho tiempo caminando cuando recibió un mensaje de Maca: “Ya estoy en casa y salgo para el hospital. Siento haberte dejado tan solita, pero te prometo que te compensaré. He pasado dos días maravillosos y todo gracias a ti. ¡Dulces sueños! Besos”. Esther se sentó en uno de los bancos del paseo y respondió de inmediato al mensaje “Acabas de irte y no hago más que acordarme de ti. Yo también estoy encantada con el tiempo que hemos compartido. Que te sea leve y descanses. Hasta mañana, ¡cariño! Besos” Nada más llegar a su habitación, Maca se tiró encima de la cama y allí dio rienda suelta a toda la angustia que llevaba dentro. Abrazada a la almohada lloró tan amargamente que todo su cuerpo acompañaba a esas lágrimas que le salían de lo más profundo de su corazón. Había tenido que aguantar el tipo en Madrid delante de Encarna, de las compañeras de Esther y hacía unos minutos delante de sus padres, pero la situación la superaba y necesitaba un desahogo, por triste que éste fuera Echaba muchísimo de menos a Esther y sufría por ella. Pero también estaba demasiado obsesionada por intentar aclarar todo cuanto antes y, salvo algunos momentos en los que se había evadido hablando de otros temas, eso era lo único que ocupaba su pensamiento y notaba lo mucho que le estaba afectando emocionalmente, provocando que estuviera
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en un estado de ansiedad casi continuo. Pero lo peor de todo es que se veía incapaz de salir de ese círculo vicioso en el que había entrado y eso incrementaba tanto su desesperación como su llanto. Al cabo de un rato intentó sobreponerse con la esperanza de que hacer intervenir a la policía le diera ese respiro que necesitaba A la mañana siguiente se levantó con mejor ánimo, aunque no había descansado demasiado bien. Bajó a la cocina, donde Carmen le informó que su padre estaba en su despacho arreglando unos asuntos y su madre había ido a hacer unas compras. Desayunó sin mucho apetito y tras darse una ducha se dispuso a llamar a Rocío - Hola Maca, ¿cómo va todo? ¿Sigues en Madrid? - Hola Rocío. No, estoy en Jerez con mis padres. En Madrid ya no podía hacer más y decidí volver ayer por la noche (explicó sin poder evitar un deje de tristeza en la voz) - ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? (Preguntó Rocío visiblemente preocupada) - Muy bien no estoy, la verdad. Lo que he descubierto en Madrid me ha dejado peor de lo que estaba. Todo esto es demasiado complicado y peligroso (Maca no pudo evitar cierto temblor en su voz al volver a pensar en ello) - ¿Por qué no me lo cuentas? Me estás asustando Maca relató lo más resumidamente que pudo todo lo que había pasado en Madrid y le confesó lo asustada que estaba por Esther, pero también por ella misma. Rocío intentó animarla, pero esta vez no consiguió gran cosa. Maca le contó su idea de dejar el trabajo hasta que todo pasara y le preguntó si ella lo veía factible - No sólo es factible, sino necesario. Si tu vida puede correr peligro es totalmente lógico que te protejas. No creo que haya ningún problema en arreglar eso. Mañana cuando vaya al hospital hablaré con el director y ya veremos de qué forma lo hacemos, pero tú no te preocupes por eso ahora. En cuanto yo sepa algo te llamaré - Gracias (repuso Maca). Al principio no quería dejar el trabajo para tener algo en que ocupar la mente, pero después de pensarlo vi que mis padres tenían razón - Sí, es lo mejor que puedes hacer en estos momentos, créeme (Rocío le dijo esto con rotundidad para Maca no se arrepintiera de esa decisión) - Está bien. Lo dejo en tus manos entonces y ya me dirás. Muchas gracias por todo - Tranquila, que seguro que no hay ningún problema, pero te llamaré para que tengas algo menos por lo que preocuparte. Y si necesitas cualquier otra cosa de mí no dudes en pedírmelo. Aunque sea un hombro para desahogarte o un oído para escucharte, ¿de acuerdo? - Sí, sí. No te preocupes que sé que cuento contigo y seguro que te llamaré para que me subas un poco el ánimo, que para eso tú eres la mejor. Y ahora tengo que dejarte, que voy a ver si mi padre consiguió hablar con su amigo el policía - Vale, cuídate e intenta animarte. Muchos besos, Maca - ¡Hasta pronto! Muchos besitos y gracias de nuevo Nada más colgar el teléfono se dirigió al despacho de su padre y le preguntó si había logrado contactar con Marcos. Pedro le dijo que sí y que esa misma tarde a primera hora se pasaría por allí para hablar con ella - ¿Le has contado algo de este asunto? (Preguntó Maca)
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- No, no he querido hablar de este tema por teléfono. Sólo le he dicho que necesitábamos su ayuda para un problema muy grave que tenías tú. Él sabe que yo no le iba a llamar por una tontería, así que no ha hecho falta que le diera más detalles (explicó Pedro) - Espero que pueda ayudarnos, porque es casi la única oportunidad que veo para poder acabar con todo esto de una vez - Ya verás como sí. Es un hombre con mucha experiencia y muy válido. Además tiene muchos contactos. Estoy convencido de que sabrá orientarnos sobre lo que debemos hacer y nos ayudará en lo que pueda (Pedro dijo esto con el mayor tono de seguridad que encontró para dar una esperanza a su hija. Le entristecía verla tan abatida) Maca ocupó el resto de la mañana dando un paseo a caballo por la finca, puesto que eso era una de las cosas que más la relajaba y que hacía que el tiempo se le pasara más deprisa. Estaba deseando que llegara la tarde para poder hablar con Marcos Esther decidió ir a la playa a falta de otra cosa mejor que hacer. Después de dedicarse un rato a las tareas de la casa, cogió un libro, el mp3, su bolsa y salió a disfrutar de un rato de relax frente al mar. Una vez instalada se puso la crema protectora y no pudo evitar evocar a Maca. “Es curioso, no llevo aquí ni dos días y ya hay cantidad de cosas que me recuerdan a ella...” pensó mirando a su alrededor y reconstruyendo con una sonrisa los momentos pasados en esa playa, que ella ya sabía que iba a ocupar un lugar importante en su memoria durante toda su vida Estaba tumbada boca abajo después de un largo baño, cuando oyó una voz con un fuerte acento gaditano que le preguntaba si tenía fuego. Esther levantó la cabeza y vio a su derecha a un chico moreno, de pelo rizado que la miraba con sus profundos ojos negros. Estaba arrodillado y llevaba en su mano derecha un cigarrillo - Lo siento, pero no fumo (replicó Esther amablemente a pesar de que no le apetecía nada tener que darle conversación a un desconocido, que se veía a la legua las intenciones que llevaba) - Haces bien. Fumar es muy malo, pero dejarlo no es fácil (el chico no parecía tener pensamiento de alejarse y seguía allí plantado) - Ya, eso dicen. Yo no he fumado nunca, así que no puedo opinar - Tú no eres de aquí, ¿verdad? (Preguntó el chico, que aparentemente no captaba las pocas ganas de Esther de hablar con él) - No, no soy de aquí. He venido a pasar unos días de vacaciones (respondió Esther, que estaba empezando a cansarse de aquella conversación banal) - Pues has elegido muy buen sitio. Yo vivo en Cádiz, pero veraneo aquí desde que era pequeño. Conozco muy bien los alrededores y podría recomendarte algún sitio interesante para visitarlo (el tenaz muchacho no se daba por vencido tan fácilmente. Se notaba que aquella no era la primera vez que entablaba ese tipo de conversaciones con desconocidas) - Te lo agradezco, pero ya tengo gente que me va a enseñar sitios de aquí (Esther iba a despacharlo cuando su móvil empezó a sonar. Vio con alegría que era Maca y disculpándose con el chico atendió la llamada con una gran sonrisa en los labios). ¡Hola, mi amor! - Hola, mi niña (respondió Maca un poco sorprendida por el efusivo saludo de Esther). ¡Que cariñosa te veo! Al final no va a estar tan mal esto de que me eches de menos...
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- Es que tenía aquí a un moscón pegado y tu llamada me ha venido de perlas para quitármelo de encima (dijo Esther riéndose al ver que el chico, tras hacer una seña de que se iba, había desaparecido de su vista) - Me alegro de haber sido tan oportuna (Maca también se reía al imaginarse la situación). No se te puede dejar sola... Anda que has tardado en ligar tú... - Yo no estaba ligando, ¡guapa! Estaba intentando deshacerme de ese tío (repuso Esther haciéndose la ofendida). Además ¿qué culpa tengo yo de ser un bellezón de tal calibre que los tíos se me acerquen como moscas? - Ya veo que la modestia no es una de tus virtudes (dijo Maca bromeando). La culpa será mía por haberme fijado en un bellezón como tú. Voy a tener que escaparme del hospital para vigilarte de cerca estos días - No estaría nada mal que te escaparas, pero no te va a hacer falta. Si yo sólo tengo ojos para ti... ¿O es que no te ha quedado suficientemente claro? (Preguntó Esther con un tono muy insinuante) - Pues no sé... Vas a tener que ser más explícita cuando nos veamos y no me refiero sólo a las palabras... (Maca imprimió un tono sensual a lo que decía, sonriendo al imaginar la cara que estaría poniendo Esther en esos momentos) - Vale, pues voy a buscar al morenito este que se me acercó y voy ensayando con él (dijo Esther saliendo por la tangente) - ¡Ni se te ocurra! - No sabía que eras tan celosa (Esther se divertía poniendo nerviosa a Maca. Siempre había sido ella el blanco de sus bromas y le encantaba hacer probar a la pediatra su propia medicina) - Yo tampoco lo sabía, pero es que tú me estás haciendo descubrir cosas de mí misma que yo desconocía. Y eso me encanta - A mí me encantas tú (dijo Esther contagiándose por el tono meloso de Maca y dejando a un lado las bromas). Estoy deseando volverte a ver... - Yo también, cariño. Esta separación después de todo lo que ha pasado estos días me parece muy cruel, pero afortunadamente no vamos a tener que esperar mucho. Hoy he estado hablando con Rocío y ya hemos quedado - ¿Y cuándo habéis quedado? - Mañana por la noche (dijo Maca con una gran alegría). Las dos salimos a las 10 y el jueves trabajamos de tarde. Así que te puedes pasar por el hospital para irnos directamente desde aquí a cenar a algún sitio y luego ya veremos - ¿Mañana ya? ¡Qué bien! A las 10 estaré por allí como un clavo (dijo Esther muy contenta por ese nuevo encuentro) - Pásate un poquito antes mejor. Con un poco de suerte igual estoy libre y podemos estar unos minutitos solas ¿uhmmm? - Esa idea me parece de lo más tentadora... (dijo Esther de forma sensual) - Sabía que te iba a gustar... - Mucho más de lo que te puedas imaginar... - Si tú supieras lo que me estoy imaginando... - No debe ser muy diferente de lo que me imagino yo... - Esther... (dijo Maca tras una pausa de unos segundos). Como sigamos así vamos a terminar muy mal - Dímelo a mí, que estoy rodeada de gente... Creo que me voy a meter en el agua de cabeza - Y yo en la ducha a toda mecha Ambas acabaron estallando en una carcajada y después se despidieron de manera muy cariñosa
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Estaban tomando café en el salón cuando sonó el timbre de la puerta. Maca dio un salto en el sofá, no porque le hubiera asustado el ruido, sino porque llegaba el momento que tanto había estado esperando ese día. Su padre fue hacia la puerta para recibir a su amigo y al momento estaban ambos junto a las dos mujeres. Tras los saludos de rigor y alguna pregunta de cortesía, Marcos decidió ir directamente al asunto que le había llevado allí, pues veía a Maca realmente nerviosa. Dirigiéndose a ella le pidió que le explicara el problema que tenía, lo que Maca hizo gustosa. Esta vez fue más detallista al narrarlo, pues imaginaba que cuantas más cosas supiera el policía mejor iba a poder ayudarlas Una vez que Maca hubo terminado su relato visiblemente emocionada como cada vez que hablaba de lo que pasaba, Marcos se quedó callado y pensativo durante unos instantes mientras era observado con expectación por los tres miembros de la familia Wilson - Antes de nada, quiero felicitarte por lo bien que has sabido llevar todo esto, Maca. Has sido muy prudente y has logrado captar la situación rápidamente a pesar de no tener muchos datos. Además de haber conseguido información que puede ser muy valiosa para poder ir resolviendo este caso - Muchas gracias (a Maca las palabras del ex policía le habían subido un poco la moral, porque, aunque pensaba que había hecho lo correcto, tenía sus dudas de si todo eso había sido suficiente o habría metido la pata sin querer). Todo esto es nuevo para mí y sólo he hecho lo que mi ansia de saber me dictaba. Me alegra saber que no lo he estropeado más - Puedes estar tranquila y orgullosa, porque si Esther consigue salir bien de esto, en parte va a ser gracias a ti (Marcos dirigió ahora su mirada a su amigo). Ya sabes, Pedro, que yo siempre soy sincero y supongo que no me has traído aquí para que os intente animar en vano - Claro que no (Pedro se asustó un poco con las palabras de Marcos, pero siguió aparentando tranquilidad), si te he llamado es porque confío en ti y sé que nos vas a decir claramente lo que piensas de todo esto. Además, creo que Maca lo necesita, aunque le duela algo de lo que puedas decir Maca asintió a las palabras de su padre y miró a Marcos alentándole a continuar, porque tanta tardanza estaba minando sus nervios. El policía jubilado captó perfectamente el sentido de esa mirada y siguió hablando - Maca, no quiero darte falsas esperanzas, ni que te hagas demasiadas ilusiones. Este asunto tiene pinta de ser bastante complicado y peligroso por el tipo de gente que parece que hay detrás (el rostro de la pediatra se ensombreció y sus ojos empezaron a enturbiarse y a empañarse, por lo que Marcos aclaró sus palabras). Sin embargo, no quiero decir que sea imposible de solucionar, ni que Esther vaya a salir mal parada. Sólo te lo digo para que seas muy paciente y no te desanimes, porque no es algo que vayamos a poder solucionar tan pronto como tú quisieras Rosario, viendo los malos momentos por los que estaba pasando su hija, se acercó más a ella y cogió una de sus manos. Maca miró a su madre con gesto de agradecimiento y se aferró a esa mano que le brindaba parte de la protección que necesitaba en esa
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angustiosa situación. Pedro, viendo que Maca no parecía capaz de decir nada, decidió intervenir - Eso de que era algo peligroso y complicado casi lo suponíamos, pero nos gustaría que nos dijeras qué podemos hacer y por dónde podemos empezar a intentar solucionar todo este embrollo. Si va a llevarnos tanto tiempo, será mejor que nos pongamos a ello lo antes posible, ¿no? - Efectivamente, tienes razón, Pedro. Lo mejor es empezar a dar los pasos necesarios cuanto antes. En mi opinión y a falta de más datos creo que hay varias cosas que podemos ir haciendo. Yo, por mi parte, me ofrezco a ayudaros todo lo que me sea posible. Ahora dispongo de bastante tiempo libre y además de parecerme un caso muy interesante, afecta a la hija de un gran amigo, por lo que podéis contar conmigo para todo lo que haga falta. Todavía guardo amistad con gente de la comisaría en la que trabajaba y solicitaré su colaboración de forma extra oficial de momento - Muchas gracias, Marcos. No sabes lo que me alegra que vayas a estar detrás de todo esto (dijo Maca, a la que saber que había algo que hacer había animado momentáneamente). ¿Y cuáles son esas cosas que podemos ir haciendo? - En primer lugar, hay que intentar conseguir que Esther pueda entrar en un programa de protección de testigos, para lo que necesitaríamos conocer su paradero. Y en eso, tu actuación va a ser fundamental, Maca (Marcos, viendo que ésta se disponía a hablar, le hizo una seña para que esperara). Después te explico en qué consiste esa protección, pero si no te importa, prefiero enumerar las cosas que hay que hacer. Te prometo que luego resolveré todas tus dudas Maca asintió y se dispuso a escuchar atentamente a Marcos, que prosiguió enunciando los pasos a dar - Además de eso, hay que saber qué es lo que se llevaron del Hospital Central, lo que Esther vio y las pruebas que tiene. Por eso Esther vuelve a ser de gran ayuda y necesitamos localizarla, pero si dar con ella nos va a llevar mucho tiempo, habrá que intentar averiguar por lo menos lo que robaron por nuestra cuenta y en último caso preguntar a los agentes que están llevando el caso. Saber lo robado nos va a proporcionar pistas para ver qué tipo de personas pueden haberlo realizado y empezar a buscar en los delincuentes que se dediquen a ese tipo de delitos. Y por último (dijo mirando a Pedro), es muy importante saber la integridad y fidelidad de las personas que se encargan de la seguridad de esta finca, así como revisar las medidas de seguridad que tienes, por si hiciera falta aumentarlas. Esta gente seguro que sabe que Maca es una pieza importante para dar con Esther y hay que procurar que esté lo más segura posible. De momento esto creo que es lo que más urge, pero seguro que a medida que vayamos avanzando habrá más cosas que ir haciendo Un silencio inundó aquel salón. Todos parecían estar procesando la información que les había dado Marcos. Maca fue la primera en intervenir, puesto que tenía varias dudas que resolver - Marcos, ¿podrías explicarme mejor eso de la protección de testigos? Yo no sé dónde está Esther, ni tampoco cómo dar con ella, pero me encantaría que estuviera protegida por la policía. La incertidumbre de saber si van a dar con ella es una de las cosas que más me atormenta en estos momentos - Es lógico que eso te angustie, pero intentaremos dar con ella lo antes posible y con las mayores precauciones. Lo de la protección de testigos es algo que está regulado por
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medio de un Decreto Ley, o sea que no es tan infrecuente como te pueda parecer. Dicho decreto se hizo debido a la reticencia de muchas personas a colaborar en la resolución de delitos a causa del miedo a que les pasara algo. La ayuda de los ciudadanos es de vital importancia para resolver muchos casos y eso hizo que se regulara la forma de protegerlos. Aunque la colaboración con la justicia es un deber constitucional, si no provocas que la gente se sienta segura, muchos testigos pueden evitar decir que lo son y la resolución de los casos es más complicada - ¿Y todos los testigos de delitos pueden ser protegidos? (inquirió Maca muy interesada en ese tema, porque le daba una gran esperanza, no sólo de quedarse tranquila por la seguridad de Esther, sino hasta de poder verla) - No, no todas las personas que hayan presenciado un delito o tengan pruebas entran en ese programa de protección. Pero afortunadamente esto también está regulado y es competencia del juez decidir a quién se le aplica y a quién no. Dependiendo del grado de peligro que aprecie el juez que corre el testigo se aplicarán algunas o todas las medidas legales de protección, y ésta puede extenderse a algunos familiares o cónyuges en caso necesario - ¿Y cuáles son las medidas que se aplican? (Preguntó en este caso Rosario) - Son muchas las que puede haber: que no conste ningún dato que lo pueda identificar en las diligencias que se sigan en el proceso, que cuando tengan que ir a testificar o a cualquier otra cosa lo hagan de forma que nadie lo pueda ver, impedir que se les hagan fotografías o filmaciones, y en caso de peligro grave se les dará protección policial. Para casos excepcionales se les dan los documentos de una nueva identidad y medios económicos para cambiar su residencia o lugar de trabajo. En el caso de Esther, es importante obtener todas las pruebas que podamos para que el juez o el tribunal pueda ver claramente que su vida corre peligro. El hecho de que estén vigilando su casa y que hayan entrado a registrarla son buenas pruebas, pero nos hacen falta más - Yo sé que había recibido alguna nota amenazándola a ella y a mí, pero no sé cuántas ni dónde están (explicó Maca a Marcos). Una de ellas le debió llegar el mismo día que se marchó, porque fue el detonante de que dejara el trabajo en ese momento. Cuando estuve en su casa no encontré nada tampoco. Sólo la nota que me dejó ella para que contactara con su amiga Laura... - ¿Y guardas esa nota? (inquirió Marcos) - Sí, la tengo en mi bolso. Pensé en tirarla, pero al ser el único mensaje que tenía de Esther me fue imposible hacerlo... - Me alegro de que no lo hicieras, porque todo lo que tengamos puede ser útil. Por eso te decía antes que es muy importante que te pongas en contacto con ella. A ver si te puede decir algo de esos anónimos - ¿Y cómo lo hago? Tengo tanto miedo que no me atrevo a llamarla. No sé si la pueden descubrir por eso o no. Ya te dije que sólo hablé con ella una vez y a veces nos hemos mandado algún mensaje al móvil, pero yo borré todos los suyos y supongo que ella habrá hecho lo mismo con los míos - Es lógico tu miedo. Yo ahora mismo no sé cómo vas a poder ponerte en contacto con ella de una forma que sea segura. Esos asuntos técnicos se escapan de mi alcance, pero voy a intentar hablar con alguien que me pueda dar alguna alternativa y en cuanto lo sepa te lo comunicaré (explicó Marcos) - ¿Y puedo mandarle un mensaje diciéndole que estoy intentando verla y sacarla de allí? (Preguntó Maca). Me da mucho miedo que se pueda derrumbar, que su aguante se termine y eso le haga intentar salir de ese sitio en el que de momento parece que está a salvo
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- Sí, puedes hacerlo, pero no le des ninguna pista de lo que estamos intentando. Si tú crees que eso le puede servir para animarse hazlo, porque ahora es cuando tiene que ser muy precavida y tiene que aguantar hasta que demos con ella - Vale, lo haré sin dar detalles. Supongo que le alegrará saber que se está haciendo algo por ella. Y cuando te enteres de cómo puedo hablar con ella la llamaré a ver si conseguimos saber algo más sobre los anónimos y su paradero. Mientras tanto puedo llamar a Laura. Igual han conseguido la lista esa de billetes de autobús que se vendieron a la hora que salió Esther - Esa lista puede sernos muy útil, aunque con tantos lugares como tú dijiste que había igual se han descartado unos cuantos, pero puede seguir habiendo un montón. Aún así, todo nos viene muy bien y no estamos en situación de ignorar ninguna pista. Tú ve haciendo todas esas cosas mientras yo voy a intentar contactar con algunos antiguos compañeros para ver si están dispuestos a ayudarme y enterarme de cómo puedes contactar con Esther. Pero antes, si no te importa (miró a Pedro), podríamos ir viendo las medidas de seguridad que tienes y las personas que trabajan para ti en ello - Claro que no me importa (dijo Pedro). Vamos a mi despacho y te lo explico todo Los dos amigos se fueron y Maca aprovechó para preguntarle a su madre qué opinaba de lo que Marcos les había contado. Rosario le dijo que todo parecía muy lógico y que confiaba en Marcos, porque era un hombre muy serio, muy concienzudo y, a pesar de que no lo hubiera dicho, tenía muchos contactos debido a su antiguo cargo de comisario - Así que no te preocupes, que con Marcos encargado de todo esto, seguro que consigue que todo se vaya solucionando - ¡Ojalá sea así! (Exclamó Maca lanzando un suspiro) A mí también me ha dejado más esperanzada todo lo que nos ha dicho y me alegro de haber contactado con él y de que se haya brindado a ayudarnos. Ahora si no te importa voy a llamar a Laura por si tiene algo y poder decírselo a Marcos antes de que se vaya Maca se dirigió a su habitación y llamó a Laura. Le contó por encima que había estado hablando con alguien que iba a poder ayudarlas mucho y le preguntó si su amiga Pepa había ido a la Estación de Autobuses. Laura le dijo que lo había hecho esa misma mañana y que no le había costado mucho conseguirlo. Se había hecho pasar por abogado en busca de pistas para un defendido suyo y la chica de la ventanilla no le había puesto ningún problema. Maca se rió de las ocurrencias de la amiga de Laura y le pidió que le diera las gracias de su parte - ¿Puedes escanear la lista y mandármela por correo electrónico? (Preguntó Maca) Me vendría muy bien tenerla cuanto antes para ir viéndola - Sí, claro que puedo. Ahora mismo me pongo a ello, pero va a ser difícil sacar algo en claro de ahí. Todavía hay demasiados sitios - Ya, eso me lo imaginaba, pero igual viéndola me suena alguno de los lugares por algo que me haya comentado Esther. Aunque tú la conoces desde hace más tiempo y sabes mejor por dónde se movía antes de estar conmigo. Intenta hacer memoria, anda... (Maca sabía que Esther iba muchos fines de semana con Lucía recorrer diferentes lugares, pero no sabía el nombre de todos ellos y pensaba que para Laura igual sería más fácil) - Vale, intentaré hacer memoria a ver si doy con algo que nos pueda ayudar y si lo consigo ya te lo diré. Ahora te mando eso. Cuídate mucho y no te desanimes, ¿vale? - Sí, sí. Aunque ahora estoy más animada. Gracias por todo, Laura. Ya hablaremos. Hasta luego. Un beso - Adiós Maca, un beso
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Tras hablar con Laura y mientras hacía tiempo para que le llegara el mail, se recostó en la cama, cogió el móvil y empezó a escribir el mensaje para Esther Esther pasó el resto de aquel martes con diversas actividades en solitario: playa, paseos, lectura, escuchar música y ver la televisión un rato. Había vuelto a hablar con Maca por la tarde. Cada vez que hablaba con ella estaba más contenta de haber iniciado aquella relación. Se sentía muy feliz, muy cómoda y muy querida por Maca, quien siempre derrochaba palabras cariñosas hacia ella, que algunas veces la ponían en un aprieto, pero que le encantaban. Lo que peor llevaba era tener que estar separadas. Aunque ahora era por un tiempo breve, sabía que cuando se terminaran sus vacaciones el alejamiento sería más duradero y lo iba a llevar fatal. Sobre todo ahora que estaban empezando y que todos los momentos pasados con ella se le hacían cortos. Estos pensamientos la entristecieron e intentó alejarlos de su mente pensando en que al día siguiente estaría con ella Su móvil empezó a sonar y lo cogió enseguida, creyendo que podría ser Maca, pero era Laura la que llamaba - ¡Hola Laurita! (Dijo Esther muy contenta de hablar con su amiga) - ¡Hola! ¿No interrumpiré un momento romántico? (Preguntó de guasa) - Tú siempre igual ¿eh? (Esther se rió con el comentario de su amiga) Pero no interrumpes nada, porque estoy aquí sola en el apartamento - Vaya, lo siento. ¿No te habrás peleado con Maca? Mira que te conozco y sé que ese genio tuyo es muy peligroso... - No te montes películas, que no ha pasado nada (dijo volviendo a reírse). Maca tenía guardia anoche y tuvo que irse, pero mañana voy a Sevilla a verla y a conocer a su amiga Rocío, la que me consiguió este apartamento - Ah bueno, eso ya me deja más tranquila. ¿Y qué tal han ido estos días con ella? ¿Alguna novedad interesante y jugosa? (Laura sabía que si quería saber algo tenía que ser directa, porque si no Esther no le iba a contar nada. Le seguía costando hablar de cosas personales a pesar de la confianza que tenían las dos) - Pues mira, alguna novedad sí que hay, pero es que contarla por teléfono es un poco frío (bromeó Esther para poner nerviosa su amiga) - ¡Venga ya! Déjate de chorradas. El teléfono es un medio tan bueno como cualquier otro. ¿Ha habido alguna aproximación entre ella y tú? - Ha habido algo más que una aproximación (respondió Esther sin dar demasiados detalles para hacer sufrir un poco a Laura) - ¿Algo más? ¿Pero cómo de más? ¿Te refieres a algo más “íntimo”? (Laura no daba crédito a lo que Esther le insinuaba. Sabía que le gustaba Maca, pero no pensaba que fuera a pasar algo tan pronto) - Jajaja sí, justamente de algo más íntimo estaba hablando - O sea, que os habéis enrollado, ¿no? ¡Qué fuerte! No te creía tan lanzada, Esther, pero me alegro un montón, de verdad. Estaba cantado que había algo ahí... - Tan fuerte no fue (bromeó Esther), pero sí que fue muy especial. Y no fui yo la única que se lanzó. Yo tampoco me lo esperaba tan pronto, pero digamos que se palpaba cierta “tensión sexual” entre ambas y muchos momentos de tonteo. Yo creo que ambas notábamos algo desde hacía tiempo y en estos días era mucho más evidente. Una noche surgió y la verdad es que no me arrepiento de nada. Es más, estoy encantada. Maca es un cielo
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- Ya veo, ya... Pero cuéntame los detalles. No me vayas a dejar así ahora, anda... Ya sabes lo romántica que soy (dijo Laura entre risas) Esther ya una vez que le había contado que estaban juntas, había perdido esa reticencia inicial a hablar del tema y le relató sus primeros días en aquel lugar. El hecho de tener que explicárselo a Laura hizo que fuera analizando lo ocurrido, algo que no había hecho porque estaba tan contenta de haberlo vivido que no necesitaba pararse a pensar en nada. Laura, una vez satisfecha su curiosidad, volvió a decirle lo contenta que estaba por ella, que aprovechara al máximo esos días y le deseó que todo le fuera de maravilla Al día siguiente, Esther seguía con sus actividades ociosas, interrumpidas sólo para charlar con Maca antes de que ésta se fuera al trabajo. Por su parte, Maca tenía una tarde bastante tranquila y estuvo un buen rato hablando con Rocío para planear lo que harían esa noche. Rocío, al igual que había hecho Laura con Esther, preguntó a Maca cómo iban las cosas entre las dos y a pesar de algunos comentarios irónicos y algunas risas al ver la cara de Maca hablando de su chica, le dijo que se alegraba mucho de saber que por fin ambas estaban juntas y que estaba deseando conocer a Esther Un poco antes de las 8 de la tarde, Esther ya estaba en la estación de tren del Puerto de Santa María esperando para montarse en el que le llevaría a Sevilla. Estaba deseosa de llegar para volver a ver a Maca, puesto que esos casi dos días que había estado sola se le habían hecho tremendamente largos, y nerviosa por el hecho de conocer a Rocío. Por lo que Maca le había contado de ella sabía que era una mujer muy vivaracha, extrovertida y simpática. Suponía que haría buenas migas con ella, pero eso de conocer a gente nueva siempre le provocaba cierta inseguridad y en este caso ese sentimiento se acrecentaba al saber que era una persona tan importante para Maca A las 9:15 llegaba a Santa Justa. Iba con tiempo de sobra para llegar al hospital esos minutos antes que Maca le había pedido, así que se dirigió a la parada de taxis y no tardó mucho en encontrarse frente a la puerta de Urgencias del hospital sevillano. Permaneció unos momentos mirando desde lejos el trasiego de gente que entraba y salía, hasta que decidió dirigirse al mostrador de recepción. Allí le preguntó al recepcionista por Maca y estuvo esperando un poco mientras observaba atenta como se producían situaciones tan similares a las que ella vivía día a día en el hospital en que trabajaba Tan abstraída estaba mirando, que ni se percató de que Maca se dirigía hacia ella hasta que la tuvo delante con una enorme sonrisa dibujada en su rostro - ¿Tanto echas de menos el trabajo? (Le preguntó antes de depositar un leve beso en los labios de Esther) - No, ¡qué va! Sólo pensaba en lo parecido que es todo esto a lo que yo veo todos los días. Es curioso ¿no? - Bueno, teniendo en cuenta que ambas trabajamos en urgencias no creo que lo sea, pero supongo que verlo desde fuera es otra cosa (Maca tomó a Esther de la mano y se fue con ella hacia el interior. Guiñándole un ojo le dijo). Vamos a un sitio más íntimo mejor
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Maca, sin soltarla de la mano la llevó directamente a su despacho, y tras cerrar la puerta para evitar visitas imprevistas, se acercó a Esther. Ambas se quedaron frente a frente, cogidas de las manos y mirándose a los ojos. Sus rostros se fueron aproximando lentamente y acabaron unidos por sus labios, que se besaron inicialmente con una gran ternura, para progresivamente ir aumentando de intensidad - ¡Cuánto te he echado de menos...! (Exclamó Esther separándose levemente, pero sin abandonar el abrazo que las unía) - Yo también a ti, mi niña (replicó Maca atrayéndola más hacia sí y volviendo a besarla con pasión mientras acariciaba la espalda de la enfermera) Sus bocas parecían reacias a separarse y la excitación de ambas mujeres se iba acrecentando peligrosamente, por lo que Esther decidió imprimir más suavidad a sus besos y caricias, hasta que sus rostros volvieron a separarse y permanecieron unos segundos fundidas en un abrazo para sosegarse - Va a ser mejor que vayamos a buscar a Rocío, porque a este paso le damos el plantón del siglo (bromeó Esther) - Sí, será lo mejor (Maca emitió un suspiro, tomó la cara de Esther entre sus manos y tras un dulce beso salieron de ese despacho en busca de la directora de urgencias) Tras hablar con Laura y mientras hacía tiempo para que le llegara el mail, se recostó en la cama, cogió el móvil y empezó a escribir el mensaje para Esther “¡Hola, mi amor! Estoy cerca de encontrar la manera de vernos gracias a la ayuda de un amigo. Si pudieras darme una pista del sitio, sería genial. Mantén la esperanza y el ánimo arriba, que pronto estaremos juntas. ¡Te quiero y extraño mucho! Besos” Esther recibía este mensaje aquella tarde de domingo en la que seguía con su cautiverio particular. Sólo salía para comprar comida y dar algún paseo por los alrededores. El tiempo que permanecía en la casa se le hacía eterno. Por mucho que tuviera música y un libro que leer, las horas parecían dilatarse enormemente y eso terminaba sacándola de quicio. Había seguido rememorando su primer viaje a Cádiz a modo de escape para evadirse de la realidad. Y surtía efecto mientras estaba inmersa en esos recuerdos, pero cuando estos cesaban, el choque con su situación presente era brusco y demoledor Tampoco hacía dejado de pensar en lo que podía hacer para estar con Maca y contarle todo lo que había vivido en el hospital los días previos a su huída. Necesitaba compartir esa horrible experiencia con alguien y Maca era la persona con quien quería hacerlo. Había habido momentos en los que estuvo tentada de llamarla por teléfono y decirle claramente dónde estaba, pero en el último instante se arrepentía y no lo hacía El sonido de su móvil fue como música celestial para sus oídos porque implicaba noticias de Maca, y ese mínimo contacto con su novia era lo único que lograba que aguantara en esa situación por muy mal que lo estuviera pasando Abrió el mensaje y al leer la primera frase una sonrisa esperanzadora resplandeció en su cara. Parecía que se acercaba el momento de reunirse con Maca y eso era lo que más deseaba en esos momentos. Sus ánimos y ese cariño que emanaba el texto consiguieron que su sonrisa se ampliara y sus ojos brillaran con un atisbo de felicidad. Se detuvo a
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pensar detenidamente en la pista que le pedía Maca. Tenía que ser algo claro para ella, pero no para otra persona que pudiera leer el mensaje (“ya estoy con mis paranoias de nuevo, pero mejor prevenir” pensó Esther), así que repasó mentalmente los datos que Maca podía tener de aquel lugar - Lucía seguro que lo adivinaría enseguida, pues fue ella la que me enseñó este precioso lugar, pero creo que a Maca nunca le dije el nombre cuando hablaba con ella de los sitios a los que iba. Y tampoco vinimos aquí (se decía Esther a sí misma mientras seguía intentando encontrar esa pista). Si este móvil tuviera cámara podría hacer una foto de algo representativo del pueblo y mandársela, pero lo compré tan sencillo que no la tiene... ¡Un momento! ¡Creo que ya lo tengo! (Esther dio un bote en el sofá al descubrir cómo darle a Maca algún indicio de su paradero). Espero que sea lo suficientemente sagaz para descifrarlo. Si logró interpretar la pista que le dejé en la nota sobre Laura, seguro que también lo consigue con esto. Voy a mandarle el mensaje lo antes posible Esther, tras pensar concienzudamente cada palabra que ponía para que no fuera muy evidente, pero tampoco demasiado enrevesado, empezó a teclear y una vez que lo tuvo escrito lo mandó sin más dilación. Ese acto tan rutinario de mandar un mensaje, para ella ahora había sido muy importante. Sentía que era su pasaporte para salir de allí y no pudo evitar sentir un enorme nerviosismo por si sería entendido Se levantó del sofá y empezó a dar paseos para mitigar esa ansiedad repentina, pero lo único que consiguió fue ponerse más nerviosa, así que, viendo que por si misma no podía relajarse, fue a la cocina y se preparó una tila mientras su cabeza intentaba imaginarse a Maca leyendo sus palabras e intentando descubrir lo que quería decirle. “Piensa, Maca, piensa, que seguro que das con ello” decía en voz alta como si esas palabras fueran a llegarle a la pediatra Con la tila en mano volvió hacia el sofá y empezó a beberla lentamente mientras fijaba su vista en el paisaje que le mostraba la ventana. Intentó no pensar más en el mensaje y para ello decidió llevar su mente de nuevo al pasado. En este caso fue directa hacia Sevilla y sonrió al recordar aquella noche en que conoció a Rocío... Después de que Maca se quitara la bata y cogiera su bolso, ella y Esther se dirigieron a recepción donde ya estaba Rocío esperándolas. Al verlas esbozó una sonrisa y esperó hasta que Maca hiciera las presentaciones de rigor para acercarse a Esther y darle dos besos - Hola Esther, me alegro de conocerte en persona, porque esta pesada me ha hablado tanto de ti que sólo me faltaba ponerte cara (dijo Rocío señalando con la cabeza a Maca y riéndose) - Yo también me alegro mucho de conocerte. Y para que no te sientas celosa, Maca también me ha hablado mucho de ti (replicó Esther siguiendo el tono bromista) - Muy bien, así me gusta, que os aliéis las dos contra mí nada más conoceros. Luego decís que nunca cuento nada y cuando lo hago me criticáis... (dijo Maca haciéndose la dolida). Cualquiera os entiende... - Venga, no te hagas la mártir y vámonos de aquí que tengo hambre (Rocío enganchó a Esther del brazo y se dirigió a la puerta seguida por Maca que no paraba de hacer aspavientos de desesperación)
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Se encaminaron hacia el coche de Maca charlando animadamente las tres. Esther se sentó delante y Rocío se acomodó detrás - ¿A dónde me lleváis? (Preguntó Esther mientras Maca conducía por las calles sevillanas) - Pues como he elegido yo, a un sitio donde se come muy bien en plan tapeo y sin ninguna ostentación (explicó Rocío). A los restaurantes elegantes y románticos que te lleve Maca en otro momento - No le hagas ni caso, Esther, que puestos a ir a sitios pijos ella sabe más que yo, pero hoy te quiere impresionar y va de “normalita” (dijo Maca devolviéndole la puya a Rocío) - ¿Vosotras dos siempre estáis así de picadas? (Preguntó Esther riéndose) Porque dicen de mí con Laura, pero a vuestro lado somos unas santas - Pues a veces también somos capaces de hablar de forma normal, pero solemos estar así casi siempre. No sabes lo que agudiza el ingenio este tipo de conversaciones (bromeó Rocío) Al rato llegaron al restaurante, que tenía una terraza con plantas que daban mayor sensación de frescor. Se sentaron y empezaron a elegir los platos que comerían. Esther dejó que eligieran sus anfitrionas, que, a pesar de lo que ella pensaba tardaron poco en hacerlo. Mientras degustaban el vino que les llevaron y esperaban la comida, siguieron hablando - Rocío, antes de nada te quería dar las gracias por haberme conseguido el apartamento. Me encanta y estoy muy a gusto allí. La playa es una maravilla y poder verla desde el balcón una pasada (comentó Esther) - No hay nada que agradecer, que tampoco me costó tanto. Sólo unas llamaditas. Me alegro de que estés contenta. Ya se lo diré a mi primo, que está muy orgulloso de su pequeña propiedad. ¿Y Maca te trata bien? Porque si no lo hace no tienes más que decírmelo, que le pongo las pilas rápidamente - Bueno, de momento se está portando muy bien (respondió Esther poniendo su mano encima de la de Maca, mirándola con ternura y recibiendo como respuesta una dulce sonrisa de ella) - ¡Ay, qué dos tortolitas aleladas! (Exclamó Rocío) - No te hagas la frívola, que sé que estabas deseando que acabara con Esther (dijo Maca y mirando a Esther continuó hablando). No sabes la lata que me dio para que me lanzara y lo que se alegró cuando le conté que estábamos juntas. En el fondo es una romántica, pero le cuesta demostrarlo - Tampoco hace falta que me descubras tanto en la primera cita (bromeó Rocío mientras hacía sitio en la mesa para que pusieran los platos que les traían). En serio, tiene razón Maca en que me alegro mucho de lo vuestro, porque desde que te conoció he visto a esta chiquilla con una alegría y un brillo en los ojos cada vez que te nombraba que hacía tiempo que no le veía. No es que estuviera deprimida y angustiada antes, pero sí andaba un poco desubicada y sin saber qué hacer con su vida - Yo también estaba un poco perdida antes de conocerla a ella. Tampoco estaba descontenta con mi vida, pero era demasiado rutinaria y necesitaba darle un giro, pero no sabía cómo. Y al conocerla el giro se dio solo, porque se fue colando dentro de mí poco a poco y me hizo recobrar la ilusión por cosas que ya no la tenía, como esperar una llamada, un mensaje o cualquier señal que viniera de ella (explicó Esther a Rocío bajo la atenta y mocionada mirada de Maca)
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- Si queréis me voy y seguís vosotras hablando de mí más tranquilas (dijo Maca en broma) - No, no, tú te quedas y aguantas como una campeona (replicó Rocío). Además ya nos has cortado el rollo, así que tendremos que retomar esta conversación tan interesante Esther y yo en otro momento - Cuando quieras, pero vas a tener que venir cargada de kleenex para limpiarme las babas que se me van a caer si me haces hablar mucho de Maca. No sé si vas a poder soportarlo (dijo Esther riéndose) - En ese caso me pensaré mejor lo de la conversación pendiente (el comentario de Rocío hizo que las tres se rieran y se dedicaran a comer y a hablar de cosas más superficiales) Cuando estaban con los cafés se pusieron a decidir lo que harían después. Todavía era pronto y no les apetecía meterse en una discoteca, así que pensaron ir a la zona de la Alameda, que estaba llena de terrazas y bares de copas con ambientes muy variados. Como no estaban muy lejos decidieron ir dando un paseo. Esther se empeñó en invitar para agradecer a las dos su papel de anfitrionas y en animada charla se fueron a seguir la noche Rocío y Esther habían congeniado perfectamente. El carácter extrovertido de Rocío había hecho sentirse a Esther muy a gusto desde el principio y había disipado todos los nervios que tenía ante ese encuentro. Todo eso hacía sentirse a Maca tremendamente contenta, porque eran dos de las personas más importantes de su vida Maca estaba en ordenador del despacho de su padre, aprovechando que él y Marcos habían ido a hablar con los de seguridad y a supervisar el funcionamiento de las cámaras y todos los dispositivos que había en aquella extensa finca. Estaba leyendo la lista que le había mandado Laura, pero no veía nada especial en ninguno de los sitios. Los lugares se habían reducido sustancialmente, pero todavía era imposible sacar nada de allí sin más datos, así que decidió imprimir dos copias para darle una a Marcos y quedarse ella con la otra por si llegaba aquella pista de Esther. Le extrañaba no tener respuesta todavía, pero supuso que la enfermera podía tener el móvil apagado o estaría pensando cómo darle algún indicio Volvió al salón y se sentó mirando de nuevo los nombres de todos aquellos pueblos intentando hacer memoria de las conversaciones mantenidas con Esther. Estaba abstraída en sus recuerdos cuando su móvil sonó por fin y lo cogió con evidente nerviosismo. Comprobó con regocijo que se trataba de un mensaje de Esther y se dispuso a leerlo sin más tardanza “¡Hola, cariño! Tu sms me ha llenado de alegría y esperanza y necesitaba ambas cosas. Sabía que lograrías dar con algo y esperaré lo que sea necesario. ¿Sabes lo que más echo de menos además de a ti y a mi gente? Mi cámara para inmortalizar estos paisajes y tener delante mis fotos para evadirme. ¡Te quiero!” Maca sonrió al ver que había conseguido animar a su chica y darle fuerzas para seguir aguantando. La última parte del mensaje la leyó varias veces con mayor detenimiento. Sabía que la pista estaba ahí, pero no lograba dar con ella. Las palabras “mi cámara”, “paisajes” y “fotos” suponía que eran la clave de todo, pero Esther tenía muchísimas fotos de muy diversos sitios y ella debía estar refiriéndose a algunas en particular.
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Intentó hacer memoria de alguna foto que Esther le hubiera dicho que era especial por algo, pero no eran precisamente de paisajes las que le venían a la mente. Volvió a releer el mensaje y centró su atención en dos palabras que había pasado por alto “tener delante” Sin duda eso se refería a alguna de las fotos enmarcadas que tenía en su casa. Siendo tan amante de la fotografía eran más de las que podría haber en una casa normal, pero muchas de ellas las había hecho Lucía, así que las descartó, porque parecía claro que la autora había sido la propia Esther. Se recostó en el sofá y con los ojos cerrados hizo un barrido por el salón de la casa de su novia. La primera imagen que le vino fue de esa estancia toda revuelta y de ella misma buscando y encontrando la nota. Repasó sus movimientos en esa casa y de repente una imagen suya del día anterior se le vino como un flash a la cabeza y le hizo dar un salto en el sofá: “vuelve a subir a la casa, donde empieza a buscar algo que le pueda aclarar el destino de Esther, pero no lo encuentra. Su mirada se detiene en algunas fotos que tiene Esther de unos paisajes donde abundan los pinos y los robles, pero al no reconocerlos no les presta demasiada atención” - ¡Esas deben ser las fotos! (Exclamó Maca en voz alta presa del nerviosismo y la alegría a la vez) Tengo que volver a Madrid lo antes posible y examinar detenidamente esas fotos Se levantó como un resorte y fue en busca de su padre para ver si Marcos seguía todavía con él, pero, desgraciadamente, no era así. Su padre al verla tan alterada y decepcionada por la marcha de su amigo le preguntó qué le pasaba. Maca se lo contó, le dejó leer el mensaje y le explicó sus deducciones - Creo que puedes estar en lo cierto y que sean esas las fotos a las que se refiere Esther (dijo Pedro después de escuchar atentamente a su hija), pero deberías pensarte bien eso de volver a Madrid. Acabas de llegar y sabes que la casa de Esther está vigilada. No me hace ninguna gracia que te arriesgues ahora por eso. ¿No podría ir alguien y mirar esas fotos? - No quiero poner a nadie más en peligro, papá. A Laura también la conocen y ella ya tuvo que soportar estar siendo vigilada cuando ayudó a escapar a Esther. Y a Encarna sí que no quiero ponerla en un aprieto. Además si me he equivocado y no son ésas las fotos, yo tengo más información que los demás para averiguar algo - No sé qué decirte, Maca (Pedro no quería que su hija se expusiera de nuevo, pero veía que era la persona más adecuada para intentar sacar algo en claro). Podrías llamar a Marcos y consultarlo con él, a ver qué te dice. Él tiene más experiencia que nosotros en esto de las investigaciones y a lo mejor te puede dar alguna idea que te venga mejor - Sí, tienes razón. Voy a llamarlo ahora mismo (Pedro dio a Maca el número de teléfono de su amigo y se quedó junto a su hija mientras ésta hablaba con él) La pediatra le contó lo mismo que le había relatado a su padre y su idea de ir a Madrid lo antes posible para ver si encontraba algo en esas fotos. Marcos se quedó pensativo unos segundos sopesando todas las alternativas que había - Maca, coincido con tu padre en que es muy arriesgado que vuelvas a la casa de Esther, pero también es cierto que tú eres la que mejor conoces a Esther y debes estar allí por si en esas fotos no está claro el lugar donde está ella. Por eso creo que deberías ir acompañada por alguien más experimentado que tú en estas cosas. Tengo una amiga policía que se trasladó a Madrid y voy a intentar dar con ella para que te acompañe a
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casa de Esther. Tenemos que ser muy cuidadosos en el momento que entres y salgas de allí, para que los que vigilan no sospechen nada (Marcos entendía las prisas de Maca, pero quería transmitirle que precipitarse no iba a ser bueno) - Por si te sirve de ayuda para cuando planees lo que hacer, yo me traje el mando del garaje de Esther por si alguna vez tenía que volver (dijo Maca) - Hiciste muy bien en traerlo, porque seguramente el garaje es el sitio más seguro por el que entrar. Tú de momento no hagas nada. Yo me pondré en contacto contigo en cuanto dé con esta amiga y lo tenga todo bien pensado, ¿de acuerdo? - Sí, sí. Tranquilo que no me voy a ir por mi cuenta, pero no te demores mucho, por favor - No te preocupes, que yo también soy consciente de que el tiempo apremia. Tendrás noticias mías pronto. Y ahora descansa e intenta desconectar un poco de todo esto, que eso te va a desgastar mucho mental y emocionalmente (recomendó Marcos) - Muchas gracias, Marcos. Lo intentaré. Espero tu llamada entonces. ¡Hasta luego! - Adiós Maca Mientras caminaban, Maca le iba explicando a Esther la importancia que tuvo aquel paseo flanqueado por árboles alineados en la época renacentista y barroca y que hasta hacía poco tiempo albergaba todos los domingos un mercadillo de antigüedades y objetos de segunda mano - Lo curioso de esta zona (seguía contando Rocío) es que hay como una unión de la tradición y lo alternativo. Hay restaurantes con tipos de comidas muy variadas, cafés para probar infusiones exóticas y los sitios de copas en los que la variedad de locales hace que puedas disfrutar de actuaciones en directo, jazz, exposiciones y música de todo tipo. Para que veas que no somos tan pijas y te traemos a sitios más undergrounds - Pues es todo un detalle por vuestra parte que os hayáis alejado del pijerio para traerme aquí (comentó Esther en broma mientras iba mirando los lugares por los que pasaban), porque la verdad es que a mí este tipo de sitios me gusta. En realidad cuando voy a una ciudad nueva me gusta conocer de todo, así que lo teníais fácil conmigo - Ya, pero yo sé que tienes cierto toque bohemio y que esto iba a ser lo mejor para empezar (dijo Maca acercándose más a Esther, pasando su mano por la cintura, depositando un suave beso en sus labios y susurrándole al oído antes de separarse) mi niña alternativa Esther se rió con el comentario de Maca, le dirigió una mirada cargada de ternura y cariño y entrelazando su mano con ella siguieron caminando hasta que se sentaron en una de las terrazas de la zona. Las tres mujeres observaban y comentaban el ambiente que había mientras esperaban sus consumiciones. La noche estaba bastante animada, aunque no había el bullicio de otras veces. Se notaba que era el mes de agosto y que mucha gente se había ido de vacaciones huyendo del calor de la capital sevillana - Así que las dos os conocisteis en la facultad, ¿no? (Preguntó Esther que quería saber algo más sobre la relación de aquellas amigas) - Sí, allí fue donde nos conocimos y poco a poco llegamos a intimar más. La verdad es que lo pasamos muy bien. Teníamos que estudiar como locas, pero también nos pegábamos nuestras buenas juergas ¿verdad Maca? (Rocío sonreía abiertamente al recordar aquella época) - Y tanto. ¡Vaya noches de marcha hasta las tantas tuvimos! Hoy ves a Rocío más tranquilita, pero en aquella época era imparable e incansable. Nunca había forma de
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que se fuera a casa y revolucionaba todos los locales a los que íbamos. Las liábamos buenas (Maca miró a Rocío y ambas se rieron al recordar aquellos años). No sé de dónde sacaba fuerzas con ese cuerpecillo que tenía... - Que tenía y que tengo, que con el tiempo no he logrado crecer más (Rocío era un poco más baja que Esther y muy delgada. Lucía una media melena morena que no paraba de moverse a causa de la multitud de gestos que hacía su portadora. Tenía unos ojos negros muy vivos y una sonrisa encantadora). ¡Qué tiempos aquellos! Aunque en realidad tampoco hace tanto. Seguimos siendo unas pipiolas de muy buen ver (dijo entre risas) - Es curioso eso del tiempo. Si no lo piensas mucho parece que era ayer cuando estábamos pegadas a los libros y haciendo el cabra por ahí, pero cuando repasas todo más detenidamente te das cuenta de que está más lejos de lo que te creías... (Maca hablaba con la mirada un poco perdida en la lejanía con un deje nostálgico en la voz) - ¿Ves Esther? ¿Cómo no me voy a alegrar de que estés con Maca si has conseguido que esta cabeza loca se centre? ¡Si hasta piensa y todo! (Ese comentario jocoso de Rocío le valió un empujón por parte de Maca y acabaron las tres riéndose. Rocío era única para darle la vuelta al tono de las conversaciones) - Por lo menos yo me centro y maduro, no como tú que eres impermeable a la sensatez (Maca no iba a dejar sin réplica el comentario de Rocío, ya que era algo muy normal entre ellas desde que se conocieron. Ambas disfrutaban con esos piques y jamás se habían enfadado por ellos) - ¡Hala, con qué frasecita me sale esta mujer! Esther dale menos caña, que estás creando un monstruo - Oye, que esas frases de Maca no son cosa mía (replicó Esther riéndose). Me da que eso viene de fábrica, porque no veas algunas de las cosas que me ha dicho a mí durante el tiempo que nos conocemos... - Entonces si no es cosa tuya, debe ser el amor que la pone profunda y retórica. Supongo que si no usa esa labia para meterse contigo, como hace conmigo, debe ser hasta bonito. ¡Ay, qué tiernecita que está mi Maca! (Rocío volvió a cambiar de tercio y miró a su amiga con un gran cariño mientras le pasaba la mano por el brazo) - Ya habéis conseguido que me sonroje. ¿Estaréis contentas, no? (Esther y Rocío se miraron y con una gran sonrisa asintieron con la cabeza). ¡Vaya dos! Creo que he hecho muy mal en hacer que os conocierais - ¡No lo sabes tú bien! Pero ahora ya es tarde para arrepentirse, cariño (Rocío miraba burlona a Maca mientras decía esas palabras y Esther sonreía encantada, porque notaba el gran cariño que había entre esas dos mujeres. Le alegraba haber conocido esa parte de la vida de Maca y poder compartir esos momentos con ellas). Bueno, digo yo que procede irnos a otro sitio más marchoso antes de que nos pongamos más cursis - ¿Procede? ¡Huy Rocío, que tú también estás cayendo en la retórica! (dijo Maca riéndose malévolamente) ¿Te apetece ir a echarte unos bailecitos, Esther? - ¡Por supuesto! No me perdería ni loca el espectáculo de veros bailar después de lo que me habéis contado (respondió Esther) - Ya no somos lo que éramos, pero por ti haremos un esfuerzo (dijo Maca tras mirar burlonamente a Rocío y levantándose ofreció su mano a Esther para que ella hiciera lo mismo) Muy animadas llegaron las tres a un local de moda dispuestas a terminar la noche entre bailes y risas. Como no estaba muy lleno, no tardaron en llegar a la barra y pedir sus bebidas. Esther echó un vistazo a su alrededor y vio que había gente de edades muy variadas dispersas en grupos. Algunas personas charlaban y reían, mientras otras
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bailaban en la parte central al ritmo de una música tan diversa como la gente que pululaba por allí Rocío, Esther y Maca seguían en la barra hablando mientras iban moviendo sus cuerpos al compás de las melodías que sonaban. De vez en cuando canturreaban alguna canción y seguían con su conversación, hasta que Rocío decidió ir al servicio y se llevó a Maca tras ella, dejando a Esther al cuidado de las copas. Una vez que las dos amigas llegaron y, aprovechando que tenían que esperar turno, Rocío empezó a hablar con Maca - Como sé que te mueres por saber mi opinión, ahora que todavía estoy en buenas condiciones quería decirte que Esther me parece una persona encantadora. Me ha caído muy bien y lo estoy pasando genial con ella - ¿De verdad? (La cara de Maca expresaba toda la alegría que esas palabras de su amiga causaban en ella) Me encanta que me digas esto, porque aunque te veía muy cómoda con ella no te voy a negar que me inquietaba saber tu opinión - Pues sí, la verdad es que he conectado muy bien con ella. Es un poco tímida al principio, pero cuando se suelta un poco es muy divertida y además veo que capta muy bien mi sentido del humor y me sigue el rollo sin problemas. Y tú sabes que eso no es tan fácil y que he tenido algunos problemas con la gente por esta lengua que Dios me ha dado (dijo Rocío alegremente) - Y tanto que has tenido algunos problemas, a mí me lo vas a decir, que he tenido que hacer de mediadora en más de una ocasión (terció Maca riéndose). Pero ¿sabes? Estaba convencida de que Esther y tú haríais buenas migas, aunque hasta que no lo he visto con mis ojos no me he relajado - ¿Así que estabas nerviosa, eh? Pues si lo llego a saber no te digo nada hasta mañana - ¡Qué mala idea tienes! Pues que sepas que hubiera podido aguantar perfectamente, porque hay cosas que se ven y te conozco perfectamente para saber cuando estás incómoda. Si te tengo más calada... La conversación se vio interrumpida momentáneamente cuando llegó su turno, pero siguieron con ella una vez que se encontraron de nuevo - Ya hablaremos con más calma, que ahora no es momento de echarnos la parrafada y menos habiendo dejado sola a Esther. Sólo quería que supieras que te doy mi aprobación (Rocío se rió estentóreamente, lo que provocó que algunas personas se giraran a mirar de dónde provenía esa ruidosa risa) - Sí, ya hablaremos tranquilamente tú y yo, pero de todas formas gracias por tu aprobación, jefa (dijo Maca en tono bromista). Ahora sí que me quedo mucho más tranquila para el resto de la noche. Venga, vamos con mi niña, que debe estar pensando que nos hemos colado en el váter Rocío y Maca llegaron bailoteando al lado de Esther que al ver como la rodeaban entre las dos y la zarandeaban no pudo evitar reírse y unirse a ese baile. De repente, Rocío al oír los primeros acordes de la canción “I Say A Little Prayer” dio un grito, un salto y se lanzó a bailar escenificando lo que la letra decía delante de Maca y Esther que se reían al verla. Rocío se acercaba a ellas y les cantaba el estribillo: - Foreever and eveeeer (y seguía moviendo todo su cuerpo hasta que volvía a acercarse a ellas) Togeeether, togeeether (se abrazaba a las otras dos y las arrastraba con ella para seguir bailando todas juntas, acercándose y alejándose, girando, moviendo las
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caderas y representando algunas de las frases de la canción de manera exagerada y partidas de risa) Siguieron bailando juntas algunas de las canciones que sonaban, hasta que Maca y Esther fueron a la barra a refrescarse un poco dejando a Rocío incansable sin dejar de bailar - ¿Te lo estás pasando bien? (Le preguntaba Maca a Esther muy cerca de su oído) - Me lo estoy pasando genial. Rocío es una tía muy divertida y estoy disfrutando de lo lindo. Pero sobre todo por estar contigo de nuevo (Esther decía esto pegándose cada vez más a la cara de Maca, para terminar depositando un tierno beso en sus labios) - Mmmm, ese “sobre todo” sí que me ha encantado, porque ya pensaba que sólo te divertías con Rocío (Maca pasó sus manos por la cintura de Esther y sin dejar que ésta se separara mucho, seguía hablándole). Y esto acaba de empezar, porque ya verás cuando nos quedemos solas lo que bien que te lo vas a pasar... - ¿Y falta mucho para quedarnos solas? (Preguntó Esther) Maca se rió ante la pregunta de Esther, se acercó a ella y la beso apasionadamente mientras atraía su cintura hacia ella. Haciendo un gran esfuerzo se separó de ella y le dijo: - ¿Te ha gustado el anticipo? - Me ha encantado. La noche promete... (Ambas se quedaron mirándose ardientemente con los brazos de cada una abrazando la cintura de la otra. Sus rostros volvían a acercarse cuando de repente apareció Rocío) - Lo siento tortolitas, pero aquí se viene a bailar. Los empalagos los dejáis para cuando lleguéis a casa. Y si me perdonas, Esther, me llevo a tu chica, porque esta canción la tiene que bailar conmigo. Es una de las canciones que más bailamos durante una época y acabo de pedirla, así que en cuanto suene me la llevo (avisó Rocío a una Esther que no tuvo ocasión ni de protestar, porque enseguida empezaron a sonar unos aplausos y Rocío se llevo a rastras a Maca, que miraba como disculpándose a Esther que se reía ante aquella estampa) [Probablemente ya (Maná).mp3] PLAY Las primeras notas de aquella canción de Maná sonaban y Maca al reconocerlas se rió y poniéndose frente a Rocío empezó a contonearse de manera muy sensual moviéndose alrededor de su amiga, que la miraba muy sonriente también en una coreografía que se notaba que habían hecho muchas veces Ambas daban vueltas y se agarraban de las manos provocando que la otra diera varios giros seguidos, se colocaba una delante de otra, se cogían de la cintura y a la par que iban cantando movían sus caderas, se agachaban, se levantaban, se giraban, se separaban y seguían moviéndose ante la divertida mirada de Esther y de algunos de los que estaban en el bar, que acompañaban el baile dando palmas y siguiendo el ritmo. En un momento de la canción, Maca hizo que se acercaran hacia donde estaba Esther y le cantó a voz en grito “que soooolo yooo te quiseee”, para volver a dar un giro guiada por la mano de Rocío, que la acercó hacia ella y luego se separó para bailar en paralelo
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Durante la parte instrumental ambas movían las caderas exageradamente, acompañando a ese movimiento el de sus hombros y todo su cuerpo juntándose y separándose, cruzándose sin separarse de las manos, atrayéndose la una a la otra sin dejar de cantar y de sonreír ampliamente. De vez en cuando se volvían a aproximar a Esther, que seguía divertida el ritmo de la canción sin moverse de su sitio y admirando las evoluciones de su chica, que estaba tremendamente atractiva con todos los movimientos sinuosos que ejecutaba y durante los que clavaba la mirada en la enfermera, hasta que Rocío volvía a agarrarla de la mano y seguían bailando Antes de que la canción llegara a su fin, Maca se separó de Rocío y se acercó bailando a Esther; le tendió la mano y se puso a bailar con ella como había hecho con su amiga, pero pegándose más a ella, aumentando el erotismo de sus movimientos y mirándola ardiente y apasionadamente. Esther se dejaba guiar como hipnotizada por la mirada de Maca, que sólo perdía cuando ésta le daba una vuelta y se quedaban bailando una de espaldas a otra con los brazos de Maca rodeando a Esther desde detrás, y balanceando sus cuerpos al son de la cálida música que las invadía La canción terminó y ambas se separaron acaloradas no sólo por el baile, sino por las sensaciones que habían sentido en ese baile tan apasionado. Rocío, que había terminado de bailar con un chico, se acercó a ellas y les dijo: “Vaya manera de bailar que tenéis. Esas cosas no las haces conmigo, Maca”. Las tres se rieron y se acercaron a la barra para terminar sus consumiciones - Bueno chicas, creo que deberíamos retirarnos, que mañana tú y yo tenemos que estar en el hospital a las 3 de la tarde (dijo Rocío mirando a Maca) - Sí, es mejor que nos vayamos ya, que si no sé de una que mañana no va a aguantar a un niño ni en pintura (replicó Maca) Maca llevó a Rocío a su casa y salieron a despedirse de ella. Esther y Rocío se dijeron mutuamente lo bien que lo habían pasado y lo que les alegraba haberse conocido. Y prometiendo volverse a ver en cuanto pudieran, se dieron dos besos y un abrazo cariñoso. Tras dejar a Rocío, Maca se dirigió a su casa. En un semáforo miró a Esther y le preguntó “¿Estás dispuesta a seguir la fiesta? Pero ahora va a ser una fiesta particular y más íntima” - Ése es justamente el tipo de fiesta que necesito. Parece que me has leído el pensamiento (contestó Esther sonriendo pícaramente a una Maca que, tras las palabras de Esther, sólo fue capaz de morderse el labio inferior, suspirar y seguir conduciendo deseando llegar lo antes posible) Maca intentó seguir los consejos de Marcos y no pensar demasiado en el problema que la tenía absorbida, pero no lo consiguió. Tras la conversación con él habló un poco con su padre y volvió al salón. Decidió mandarle un mensaje a Esther para decirle que había captado la pista y que se quedara tranquila. Cogió el móvil y escribió: “Mi niña, me alegra verte tan esperanzada. Sigue así, porque pronto estaremos juntas. Muy acertadas tus palabras. Cuídate mucho! Te quiero y estoy deseando verte! Un beso” A la mañana siguiente, Maca se levantó temprano y muy inquieta. Tenía verdaderas ganas de ir a Madrid y la demora la estaba desquiciando. Esperaba que Marcos se
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pusiera en contacto con ella durante esa mañana para poder estar en Madrid aquel mismo día. Su madre se desesperaba al verla dando paseos sin rumbo por toda la casa sin parar de mirar el móvil que llevaba en la mano, así que casi tuvo que obligarla a que la acompañara a dar una vuelta a caballo por la finca Antes de comer, la ansiada llamada tuvo lugar y Maca la atendió en décimas de segundo con un evidente nerviosismo en la voz y en el resto de su cuerpo - Hola Marcos, ¿ya hablaste con tu amiga de Madrid? - Hola. Tranquila mujer, que con esos nervios no vas a conseguir ser de mucha ayuda. Pero sí, ya contacté con ella y le conté por encima todo lo que pasaba. Está de acuerdo en acompañarte a buscar las fotos, porque piensa que esa visita es muy arriesgada para que la hagas tú sola (Marcos hablaba despacio y serenamente para intentar que Maca se relajara un poco) - Me alegro mucho de que accediera, porque, aunque estoy deseando ir allí, debo reconocer que me da miedo lo que pueda pasar (dijo Maca un poco más aliviada). ¿Y cuál es el plan? - Si me invitas a comer me paso por allí y os lo cuento con calma - ¡Pues claro que te invito! Es lo mínimo que puedo hacer después de todo lo que me estás ayudando. En media hora más o menos comeremos. ¿Te da tiempo o lo retrasamos? - Me da tiempo de sobra, así que no hace falta que cambies nada. Hasta luego - Hasta luego y gracias de nuevo Maca, con el semblante más relajado fue en busca de sus padres para contarles la visita del ex comisario y ayudó a preparar la mesa y algunos aperitivos. Marcos llegó a la hora prevista y durante la comida les estuvo contando en lo que había quedado con su amiga - Ella va a ir a recogerte al aeropuerto vestida de paisano y con su moto para que podáis moveros con más facilidad. De allí iréis directamente a casa de Esther, buscaréis las fotos y luego, según el resultado de la búsqueda, ya te dirá ella cuales serán los siguientes pasos (explicó Marcos dirigiéndose a Maca). También me ha dicho que vayas vestida con ropa discreta para no llamar mucho la atención de los que vigilan el edificio de Esther - No sé cómo pensará tu amiga que voy a ir, pero yo pensaba llevar unos vaqueros, una cazadora y unos zapatos cómodos. El traje de gala lo dejo mejor para otra ocasión (dijo Maca sarcástica). Que sea una Wilson no significa que vaya todo el día vestida como una modelo - Maca, no seas borde (le recriminó su madre). Sabes perfectamente que no se refiere a eso... Lo dice por tu bien, para que no se te reconozca - Está bien, capto el mensaje. ¿Y cuándo se supone que me tengo que ir? (Preguntó Maca a Marcos, que seguía comiendo con el rostro divertido por los comentarios que había suscitado el asunto de la vestimenta) - La agente Vega tiene turno de mañana hoy, así que le vendría mejor que fuera por la tarde para no tener que estar pidiendo permiso. De todas formas, lo mejor es que te pongas en contacto con ella directamente. Luego te doy su número y lo ultimáis todo entre vosotras Nada más terminar de comer, Maca dejó a sus padres hablando con Marcos y ella se dirigió al despacho de su padre para ver los vuelos disponibles y llamar a la policía. Tras una breve charla con ella quedaron en que cogería el avión de las 18:45 y una hora más
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tarde se encontrarían ambas en la puerta de salida. Maca envió una foto suya a la agente y se dispuso a hacer todos los preparativos para el viaje. Marcos se encargaría de llevarla al aeropuerto, extremando las precauciones para no ser seguidos Tras despedirse de sus padres, que le recomendaron tener mucho cuidado, Maca salió de la casa con una mezcla de sentimientos en su interior. Estaba nerviosa, asustada, expectante e ilusionada por que todo saliera bien y ese fuera el primer paso para poder reunirse con su querida Esther El trayecto hacia el aeropuerto y el vuelo transcurrieron sin ningún incidente y nada más traspasar las puertas correderas de la salida de su vuelo, Maca vio a una joven y esbelta mujer rubia, de cabellos largos y rizados que se dirigía hacia ella con una sonrisa - Soy Belén Vega (dijo la agente extendiendo su mano hacia Maca que se la estrechó cordialmente). Espero que hayas tenido un buen vuelo - Sí, gracias. Todo ha ido perfectamente (Maca miraba atentamente a los ojos pardos de aquella mujer, que le transmitían una gran tranquilidad). Te agradezco mucho que me ayudes en todo esto - No tiene importancia, el caso me resulta muy interesante y si además puedo ayudar a un buen amigo como es Marcos, no me supone ningún problema (la policía comenzó a recorrer los pasillos de la inmensa Terminal 4 seguida de cerca por Maca) Una vez que llegaron a la calle, se dirigieron al lugar donde estaba la moto de la agente Vega y tras darle Maca la dirección y el mando del garaje, ambas se pusieron los cascos y emprendieron el camino hacia el domicilio de la enfermera, donde llegaron sin problemas en media hora. Se dirigieron directamente al garaje, no sin antes comprobar con la mirada como había una persona en la acera opuesta al portal de Esther dando paseos de un lado a otro. Lo que no pudieron ver, fue que esa persona se había percatado de la entrada de la moto y siguió muy atentamente su entrada en el garaje Antes de entrar en el piso de Esther, la policía echó un vistazo por toda la zona y al no ver nada extraño dejó que Maca abriera la puerta. Para no despertar sospechas desde fuera, no encendieron las luces y se dirigieron al salón alumbradas por el haz de luz de la linterna de la agente. Sortearon todos los obstáculos de los objetos que habían esparcido los que habían registrado el piso y al final, Maca se dirigió hacia el lugar donde había visto las fotos que había mencionado Esther - Estas son las fotos que creo que nos dan la pista del paradero de Esther (dijo Maca dirigiéndolas hacia la luz de la linterna y observándolas detenidamente). No tengo ni idea del lugar al que corresponden, la verdad - Coge la linterna e ilumíname, por favor (Belén Vega pidió con un gesto una de las fotos a Maca y empezó a sacarla del marco por si hubiera algo escrito detrás, pero sólo estaba la fecha del revelado y el número del negativo. Hizo la misma operación con la otra, pero el resultado fue el mismo) Ambas mujeres se miraron extrañadas. Maca suspiró y se dejó caer derrumbada sobre el sofá. Esperaba que aquellas fotos le sirvieran de ayuda y ver que no había ninguna pista en ellas, había hecho que todas sus esperanzas se desvanecieran y el sentimiento de impotencia y de rabia volviera a hacer acto de presencia. Belén se sentó junto a ella sin dejar de mirar las fotos por si encontraba algo revelador. Tras unos minutos de silencio,
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en el que las dos pensaban qué podían hacer, Maca de repente se levantó del sofá y dijo: “Creo que sé dónde podemos encontrar algo más sobre estas fotos” Belén, contagiada por los nervios de Maca también se levantó del sofá y se quedó mirando a la pediatra en busca de una explicación - Espero no equivocarme y que esta vez tengamos suerte. Esther es un poco peculiar con su orden, pero para las fotos es muy cuidadosa. Tiene archivados todos los negativos de las fotos antiguas y clasificados los CDs de las nuevas, con las fechas y los lugares donde se hicieron (explicó Maca a la policía que la escuchaba atentamente). Si los que toquetearon todo esto no hicieron demasiado desastre, viendo la fecha del revelado igual podemos encontrar los negativos con el sitio dónde las hizo... - Me parece una gran idea, Maca. Por lo que Marcos me ha contado de este caso, has sabido resolver muy bien las pistas que te ha ido dando Esther. Espero que ahora siga siendo así y que no esté todo demasiado revuelto. Venga, vamos a salir de dudas (dijo la policía haciendo una seña con el brazo a Maca para que la guiara al lugar donde se hallaban los negativos) Maca se dirigió al despacho de Esther, en el que también el desorden lo invadía todo. Se detuvo en el quicio de la puerta mirando a su alrededor para intentar descubrir el lugar de los negativos. Indicó a Belén que la siguiera y se acercó a la mesa de escritorio de Esther, que tenía los cajones en el suelo y su contenido volcado. Afortunadamente, esta vez la suerte les sonrió y pudo encontrar los negativos dentro de una caja perfectamente colocados. Pidió a Belén que le dijera la fecha que aparecía en la foto y empezó a mirar cada sobrecito con detenimiento, hasta que encontró uno que coincidía - ¡Aquí está! (dijo Maca triunfalmente mientras se lo mostraba a Belén. Se levantó para que ésta lo enfocara con la linterna y pudo leer unas palabras escritas pulcramente: “La Granja, Valsaín y Segovia. Semana Santa, 2005”) - ¡Perfecto! (Exclamó Belén contagiada por el entusiasmo que mostraba Maca). Ahora sólo falta ver el orden de los negativos, aunque por lo que conozco la zona, no me suena que sea La Granja Ambas miraron cuidadosamente los negativos. Belén identificó perfectamente los que pertenecían a La Granja y a Segovia. Entre ellos estaban los correspondientes a las fotos que tenían en sus manos, así que parecía claro, que Esther se refugiaba en el pueblo de Valsaín - ¡Bien, ya sabemos dónde esta! (El rostro de Maca reflejaba una enorme alegría) Ahora sólo nos queda ver cómo hacemos para llegar hasta ella - Sí, por fin dimos con su paradero y eso nos va a ser de gran ayuda. Pero antes de nada debemos salir de aquí. Coge esos negativos y las fotos, que es mejor no dejar ninguna pista por si vuelven a aparecer por aquí. Mientras tanto, yo voy a hacer algunas fotografías de cómo está la casa por si nos puede servir de prueba de cara a lo de la protección de testigos. Del salón mejor no hago, porque se vería el flash desde fuera, pero espero que con las demás nos sirva La pediatra y la policía se pusieron manos a la obra y cuando ya tuvieron todo listo salieron de la casa de Esther y fueron directamente al garaje en busca de la moto. Cuando empezaban a cruzar la puerta del garaje, Maca notó un brusco frenazo de la
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moto y estuvo a punto de caerse. Iba a decirle algo a Belén, pero lo que le vio le hizo permanecer callada. Delante de ellas estaba el hombre que habían visto al entrar. Sujetaba el manillar de la moto impidiéndoles moverse - Os creéis muy listas, ¿eh? Pues esta vez os ha salido mal la jugada. Llevo días aquí plantado y nunca había visto entrar una moto como ésta. Así que ya podéis bajaros y contarme a qué demonios habéis venido a esta casa Belén hizo ademán de sacar algo de su bolsillo disimuladamente, mientras Maca permanecía quieta y callada detrás suya. El hombre al ver ese movimiento, quitó una de las manos de la moto y la dirigió al brazo de la policía para detenerla. Ese gesto fue suficiente para que Belén acelerara la moto con la otra mano, forzando al hombre a retirarse y saliendo a toda velocidad de allí. El hombre fue corriendo a su coche y se dispuso a dar alcance a las dos mujeres que intentaban alejarse lo más rápido que podían Esther había recibido el mensaje de Maca con una inmensa alegría, porque su pista había sido descifrada y eso le hacía tener una mayor certeza de que sus días de encierro terminarían en un corto espacio de tiempo, e influyó bastante en su estado de ánimo. Ya dormía mejor y comía con más apetito Además, le complacía el hecho de comprobar que Maca la conocía tan bien que era capaz de entender sin demasiados problemas todos los mensajes en clave que le había ido dejando. No llevaban demasiado tiempo juntas y encima estaban obligadas a vivir a bastante distancia la una de la otra, pero eso no había sido obstáculo para que se fraguara una relación muy estrecha entre las dos. Cada vez que se juntaban vivían intensamente todos los minutos del día y cuando volvían a separarse el teléfono, Internet y los mensajes las mantenían en contacto continuo Esther no tenía ni idea de cuándo o cómo saldría de ese pueblo que, a pesar de lo que le gustaba, empezaba a agobiarla, pero estaba dispuesta a hacer todo lo que se le pidiera. Cuando pensaba en todo ello no podía evitar sentirse algo intranquila por la suerte que pudiera estar corriendo Maca, pues imaginaba que habría vuelto a su casa en busca de las fotos, con el riesgo que eso conllevaba. Poco podía imaginar la enfermera que sus premoniciones eran tan certeras y que Maca estaba intentando esquivar el peligro de verse descubierta y atrapada por su perseguidor Arrellanada en el sofá y con su inseparable música sonando de fondo miraba al vacío dejándose envolver por las canciones que iban ocasionándole una sensación de tranquilidad, más ficticia que real, pero que lograban abstraerla de su dura realidad aunque fuera por breves instantes. La melodía de una canción de Maná, que había pasado a tener un lugar importante en sus recuerdos, hizo que se retrotrajera a una noche sevillana muy especial, que seguía recordando con gran nitidez a pesar de los meses que habían transcurrido... - Ya estamos en casa (dijo Maca al entrar en el ascensor que las conducía del garaje al piso de la pediatra) - No sabes las ganas que tenía de llegar... Ha sido una noche fantástica y me ha encantado conocer a Rocío, pero estaba deseando poder quedarme a solas contigo
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Esther mientras hablaba casi en susurros se iba aproximando más hacia Maca, hasta dejarla acorralada en la esquina del ascensor. Tomó las manos de Maca y deposito un cálido beso en sus labios, que la jerezana no dudó en responder con mayor grado de efusión La parada del ascensor las obligó a separar sus labios, pero no sus manos y así unidas entraron en aquella casa, que la enfermera apenas pudo vislumbrar, porque nada más cruzar el umbral de la puerta lo único que veía frente a ella era el rostro de Maca con los ojos invadidos por la pasión. Volvieron a besarse ardientemente a la par que sus manos atraían el cuerpo de la otra hacia el suyo propio. Tras unos largos e intensos momentos de besos y caricias separaron sus rostros de nuevo y esta vez fue Maca la que rompió el silencio - ¡Me moría por poderte besar así...! No puedes imaginarte lo mucho que te he echado de menos durante estos dos días - Me lo imagino mejor de lo que piensas, porque eso mismo me ha pasado a mí. Mi mente ha estado invadida todo el tiempo con tu imagen, pero mi cuerpo notaba un montón tu ausencia (Esther acariciaba las facciones de Maca con sus dedos y la miraba con tanto cariño, que ella misma se estremeció al notar lo profundo de sus sentimientos hacia la mujer que tenía enfrente) Aquella mirada de Esther también hizo mella en Maca, que tampoco pudo evitar sentirse invadida por una enorme sensación de vacío y cosquilleo en el estómago, que llegó a paralizar hasta su respiración. Sus ojos brillaban de nuevo, pero en esta ocasión debido a la emoción que se palpaba en el ambiente y al verse casi reflejada en los de Esther, sintió tal impresión de compenetración que una enorme sonrisa se dibujó en su boca y abrazando a la madrileña refugió la cabeza en el espacio formado entre su hombro y su cuello y así en silencio y unidas permanecieron unos instantes sintiéndose mutuamente - Vamos... (dijo Maca al oído de Esther mientras alejaba la cabeza de su cuello y empezaba a recorrer el pasillo que llevaba a su habitación con su brazo rodeando los hombros de su chica) - Preciosa habitación (dijo Esther echando un vistazo a la amplia estancia) - Mucho menos que tú, mi reina (respondió Maca deslizando lentamente su dedo índice en vertical desde el cuello hasta el inicio del escote de Esther, haciendo que su blusa descendiera ligeramente y que Esther notara toda su piel erizándose) Maca siguió su recorrido descendente por el torso de la enfermera desabrochando suavemente los botones que le impedían moverse cómodamente y provocando profundos suspiros involuntarios por parte de Esther. La blusa cayó al suelo seguida casi de inmediato por el sujetador y los pechos de la madrileña se vieron invadidos por una ávida mirada de Maca que casi no podía ni pestañear y que produjeron un intenso estremecimiento en Esther a pesar de que no había ningún tipo de contacto visible entre ellas La enfermera no pudo resistir más aquella distancia y se abrazó a Maca besándola ardientemente, mordisqueando sus labios e invadiendo su boca con su lengua, que enseguida contactó con la de la pediatra iniciando una dulce persecución. La necesidad de tomar aire hizo que Esther abandonara aquella boca y empezara a
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recorrer el cuello de Maca alternando besos y suaves mordiscos por toda su superficie y notando como su compañera reaccionaba a cada estímulo que salía de su boca - Uf, como no me sujetes bien vas a lograr que me caiga (dijo Maca con la voz temblorosa) Esther se rió, se separó de ella y le dijo: “No quiero que te lastimes, así que mejor me quedo quietecita” - Ni se te ocurra pararte ahora, ¡por dios! (Exclamó Maca mirándola suplicante). No seas mala y borra esa sonrisita perversa de tu cara - Me encanta tenerte tan sometida (replicó Esther riéndose, acercándose al oído de Maca y dejando un mordisco en el lóbulo de su oreja, que hizo que la pediatra diera un respingo). Ahora vas a comprobar como no soy tan mala como piensas... Acto seguido, Esther desplazó a Maca hasta el borde de la cama e hizo que se sentara mientras ella se situaba de rodillas a su espalda y empezaba a introducir sus manos bajo la camiseta de Maca, ascendiendo poco a poco y levantando aquella prenda hasta que la hizo desaparecer La respiración de Maca empezaba a agitarse cuando de repente se paró al notar como uno de sus pechos era atrapado por una de las manos de Esther, mientras que la otra reptaba serpenteando desde su ombligo hasta bordear el pecho que había estado libre hasta ese momento. La excitación se apoderó de Maca, que incapaz de seguir resistiendo ese suplicio, se desembarazó de su sujetador se giró como pudo y se tumbó sobre la enfermera, capturando su boca y besándola con tal fervor, que provocó una reñida lucha entre ambas mujeres, que se alternaban en dar placer la una a la otra, hasta que sus cuerpos extenuados acabaron vencidos, enlazados e intentando recuperar la normalidad de nuevo La moto recorría calles y más calles a toda la velocidad que le permitía el denso tráfico e intentando evitar las calles más estrechas, por donde no podía adelantar a los coches. Maca iba completamente callada, aferrada con todas sus fuerzas a Belén y tremendamente asustada. No era lo mismo imaginarte el posible peligro, que tenerlo ahí delante de tus ojos y estar padeciéndolo. De vez en cuando miraba hacia detrás y seguía viendo como el coche perseguidor iba tras ellas, aunque unos metros retrasado Belén contaba con la ventaja de que había pasado por experiencias similares varias veces y conocía casi a la perfección aquella ciudad, aunque eso no evitaba que también estuviera nerviosa y con todos los sentidos alerta para encontrar la forma más eficaz de zafarse de aquel hombre. La luz roja de un semáforo las hizo detenerse una vez que se habían colocado delante de los demás vehículos. Belén aprovechó la parada para levantar la visera de su casco y hablar con Maca - ¿Cómo estás? - ¡Acojonada! No esperaba que este tío nos fuera a descubrir (la cara de la pediatra reflejaba completamente su estado de ánimo) - Ya, yo tampoco, pero el riesgo estaba ahí. Afortunadamente no ha podido ver bien nuestras caras y creo que conseguiremos darle esquinazo. Una moto por Madrid va más deprisa que un coche
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- Espero que tengas razón, aunque yo no las tengo todas conmigo. De momento está ahí detrás todavía y no logramos aumentar la distancia (Maca agradecía las palabras tranquilizadoras de la policía, pero no eran suficientes para que su miedo desapareciera) - Verás como sí. Confía en mí. Agárrate bien y no mires hacia atrás continuamente, porque eso hace que se desestabilice la moto. Te aseguro que yo no despego los ojos del espejo retrovisor - Yo también conduzco en moto y sé que tienes razón. Lo siento, pero no lo he podido evitar - No pasa nada, pero ahora voy a intentar meterme por calles más estrechas y con menos tráfico y es importante que estemos compenetradas. ¿Estás preparada? (Maca tragó saliva y asintió con la cabeza) ¡Pues vamos allá! Belén aceleró todo lo que pudo cuando el semáforo se puso verde y el tirón que dio la moto forzó a Maca a agarrarse más fuerte y a pegarse a la espalda de la policía como si ambos cuerpos fueran uno sólo. Siguieron a gran velocidad para alejarse de la zona más céntrica y empezaron a transitar por algunas calles adyacentes por las que la circulación era menor y más dificultosa para un coche. Maca temía por sus rodillas y las juntaba todo lo que podía a la moto para no chocarse contra los vehículos a los que pasaban rozando Al circular por una calle, en las que las obras la estrechaban más todavía, Belén tuvo que pegarse a un lado todo lo posible, lo que ocasionó que Maca se golpeara la rodilla contra un contenedor lleno de escombros y rozara su muslo contra una de las vallas atadas con alambres. Uno de los alambres rasgó su pantalón provocándole una herida que empezó a sangrar, aunque no de manera copiosa. El ruido de la moto y del tráfico impidió que Belén se percatara del grito que dio Maca y de lo que había pasado y continuaron su veloz carrera saltándose algunos semáforos, dando innumerables rodeos y logrando despistar finalmente a su perseguidor La policía fue disminuyendo la velocidad de la moto hasta meterse en un callejón y esconderse tras un camión. Apagó el motor y ambas se quedaron esperando por si oían el ruido de algún coche, cosa que afortunadamente no sucedió. Belén decidió bajar de la moto y se quedó sorprendida al ver a Maca con la cabeza inclinada y sin moverse de allí - ¿Estás bien? (Preguntó Belén acercándose a Maca una vez se hubo quitado el casco) Maca respondió que no con la cabeza y la policía le levantó la visera para hablar mejor con ella. Al hacerlo pudo ver el rostro de la pediatra lleno de lágrimas y con una mueca de dolor. Le ayudó a quitarse el casco y en vista de que Maca seguía sentada en la moto sin hablar, la abrazó cariñosamente mientras le decía que todo había terminado y que nada les iba a pasar. Ese cariñoso gesto hizo que las lágrimas salieran más libremente y abrazando a su vez a Belén dejó que todo el miedo acumulado saliera por fin en forma de llanto. Cuando Maca se hubo desahogado, Belén se separó de ella y le ofreció la mano para ayudarla a descender del vehículo - Voy a necesitar más que tu mano para bajar de aquí (dijo Maca por fin) - ¿Y eso por qué? ¿Te has quedado paralizada? (Belén no acababa de entender lo que le sucedía a aquella mujer, que seguía con un rictus de dolor en su cara) - Porque me di un golpe en la rodilla con un contenedor, me he hecho una herida y me duele mucho la pierna derecha )dijo Maca llevándose la mano hacia el muslo)
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Belén rodeó la moto y se acercó a mirar la pierna de Maca. Con sumo cuidado apartó un poco la tela del pantalón y vio el corte que le había provocado el alambre, que estaba cubierto de sangre. Intentó moverle la pierna, pero ese gesto hizo que saliera un grito de dolor de la boca de Maca y que ésta se llevara la mano a la rodilla - El corte no parece importante siempre que lo desinfectemos pronto, pero la rodilla debes tenerla inflamada por el golpe. ¿Cómo no me dijiste nada? - ¡Si pegué un alarido impresionante! Pero con tanto ruido no me oíste y no estábamos en condiciones de mantener una conversación sobre mis heridas, así que no me quedó otra que aguantar como pude, pero ahora en frío me cuesta estirar la pierna - ¿Quieres que vayamos al hospital a que te miren? )Belén se sentía culpable por haberse arriesgado tanto y no sabía que hacer para ayudar a Maca) - No creo que sea necesario. Con un poco de hielo y unos anti inflamatorios se me pasará. Afortunadamente estoy vacunada contra el Tétanos, así que la herida del alambre tampoco es grave. Lo que sí me gustaría es que me llevaras a algún hotel donde poder pasar la noche y curarme - Ni hablar de ir a un hotel. Tú te vienes a mi casa. Después de haberte dejado así no voy a permitir que pases sola la noche. Si no te encuentras mejor siempre puedo llevarte a un hospital - Vale, pero ni se te ocurra llevarme en la moto. Antes cojo un taxi... - ¡Vaya motorista estás tú hecha! (Dijo Belén riéndose ante el comentario de Maca) También tengo coche, así que no te preocupes - Me encanta la moto, pero no suelo ir por Sevilla a toda velocidad, sorteando coches, saltándome semáforos, pegándome a las obras y huyendo de tíos con cara de mala leche... (dijo Maca irónica) - Vale, vale, (terció Belén con una sonrisa) reconozco que tuve una conducción un tanto peligrosa, pero era la única manera de librarnos de nuestro perseguidor - ¿Estás segura de que nos hemos librado de él? A ver si ahora cuando nos vayamos nos lo encontramos esperando en una de las calles cercanas a aquí... (Maca dijo estas palabras mientras miraba la desierta calle en la que se encontraban, porque seguía atemorizada) - Estoy segura. Lo perdí de vista un buen rato antes de meternos en este barrio, pero para asegurarme di unos cuantos rodeos más. Bueno, vamos a mi casa. Te prometo que esta vez iré más despacio (dijo Belén al ver el gesto de horror que ponía Maca en broma). Anda, ponte el casco y no hagas más aspavientos... No tardaron mucho en llegar a casa de Belén, que vivía cerca del Río Manzanares, en una casa antigua, pero totalmente reformada y muy acogedora. Maca iba cojeando y apoyada en el hombro de la policía para no cargar excesivamente su pierna malherida. Nada más entrar en la vivienda, Belén la ayudó a tumbarse en el sofá y se dirigió al baño a coger todo lo necesario para curar a la pediatra. Cuando volvió le quitó el vaquero y vio como la rodilla empezaba a tomar un tono morado. Estaba bastante inflamada y dejó que Maca se explorara a sí misma mientras ella desinfectaba la herida del muslo - No parece que haya nada roto, pero no puedo estar segura sin hacer pruebas, así que lo mejor va a ser que me tome la medicación y no me mueva mucho. Mañana si esto sigue igual tendré que ir al hospital (dijo Maca con cara de contrariedad). ¡Qué mala suerte no poder moverme ahora que estamos tan cerca de dar con Esther! - Tranquila, que tampoco va a ser tan inmediato el que vayamos a buscarla. Antes de eso tenemos que planear muy bien cómo lo vamos a hacer. Después de lo que ha pasado
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hoy, no estoy dispuesta a arriesgarme lo más mínimo. No podemos poner en peligro a Esther por hacer las cosas precipitadamente - Ya, tienes razón... Pero es que tengo tantas ganas de verla y de sacarla de ahí, que me cuesta mucho tener paciencia (dijo Maca con un deje triste en su voz) Esther llegaba a Valdelagrana por la tarde, cansada pero muy contenta de las horas que había podido disfrutar con su chica. Ninguna de las dos había dormido mucho, pero no les importaba. Tras hacer un desayuno-comida, Esther había acompañado a Maca al hospital y después de despedirse cariñosa y apasionadamente en el coche de la pediatra, ambas salieron cada una con un destino diferente y maldiciendo estar siempre separándose, aunque de momento el reencuentro se produciría en menos de dos días, puesto que el viernes por la noche Maca volvería a instalarse en el apartamento hasta la definitiva partida de Esther Aquellos días pasaron lentos para Esther, que alternaba la playa con los paseos en los que aprovechaba para hacer fotos, los baños en la piscina y alguna que otra actividad ociosa en solitario. Los mejores momentos del día llegaban cuando lograba hablar con Maca por teléfono. Lo mismo le sucedía a la pediatra que, aunque estaba más ocupada que la enfermera, la echaba de menos continuamente. Rocío no paraba de meterse con ella cada vez que la veía con la mirada perdida y lejana - Sí que te ha dado fuerte por esta chica... Tampoco es para tanto, ¿no? Vamos, que es muy normalita ella... (dijo en broma mientras tomaban un café y Maca volvía a estar absorta en sus pensamientos) Aquella frase hizo bajar a Maca de las alturas y dirigirle una mirada feroz a su amiga, que permanecía con gesto burlón - ¿Que no es para tanto? ¿Y eres tú la misma persona que me ha estado diciendo lo bien que le había caído Esther y lo buena pareja que hacíamos? Anda, que ya te vale... Eres única para dar ánimos... - ¡Bien! ¡Logré sacarte unas palabras por fin! Es que no sabes lo aburrido que es estar con una persona que anda por las playas gaditanas más que aquí (repuso Rocío siguiendo con su tono bromista) - Claro, y la mejor forma es meterte con Esther, que no tiene culpa de nada... No sabía que tenías una mente tan retorcida... - Hala, hala, ¡qué trágica te has puesto por una bromita de nada...! Está bien, no me meteré con tu Esther nunca más... Además ella seguro que no se habría mosqueado. Tiene más sentido del humor que tú - Sigue así, que lo estás arreglando (Maca no pudo evitar reírse ante lo absurdo de la situación) - Bueno, y ya que has vuelto a ser una persona sensata, dime... ¿sabes ya que vais a hacer estos cuatro días que tenéis para vosotras solitas? Los detalles íntimos te los puedes saltar, que me los imagino perfectamente - Jajajaja ¡qué pava eres! Esos detalles no pensaba contártelos, más que nada para no darte envidia - Envidia, dice... Pues no lo paso yo bien con mi Lorenzo, que es un sol, como su nombre indica (dijo Rocío riéndose). Pero no has contestado a mi pregunta
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- La verdad es que no lo sé todavía. No he pensado nada, pero supongo que aprovecharé para hacer alguna excursión y enseñarle algo de la zona, que debe estar un poco saturada de Valdelagrana. Además a Esther le encanta conocer sitios nuevos - No está nada mal el plan. La provincia de Cádiz da para mucho. Si necesitáis una guía puedes contar conmigo... No es buena idea, ya veo, ya... (dijo Rocío al ver que Maca levantaba una ceja y la miraba con cara de circunstancias) - ¿Tú qué crees? (Dijo Maca burlona y levantándose) Anda, vamos a currar un poco, que necesitas despejarte la cabeza de esas ideas absurdas que te vienen de vez en cuando... Las horas y los días fueron pasando y por fin llegaba la noche del viernes. Maca estaba a punto de terminar su turno de trabajo y deseando salir de aquel hospital para reunirse con Esther. Se hallaba tan contenta como una niña pequeña y le encantaba esa sensación de felicidad que le embargaba sólo con pensar en ver a su chica. En el fondo tenía que darle la razón a Rocío, puesto que nunca se había encontrado tan feliz por estar con otra persona. Sus anteriores parejas no la habían llenado tanto, aunque en ese momento no se daba cuenta. Gracias a la aparición de Esther tuvo la inmensa suerte de comprobar lo que era estar realmente enamorada de alguien. Porque aunque esos sentimientos no los había compartido con nadie, así era como se sentía Antes de montarse en el coche llamó a Esther, quien le dijo que la esperaría con la cena preparada y algo más... Aunque Maca no consiguió sacarle a Esther que era ese “algo más” Maca seguía recostada en el sofá con una bolsa de hielo en la rodilla y una bandeja con algo de cenar en su regazo. Belén estaba en uno de los sillones y con su cena en la mesita que tenía frente a ella. Ambas charlaban tranquilamente mientras daban cuenta del plato de pasta que había preparado la policía - Veo que estás muy preparada para los accidentes y heridas varias (dijo Maca con la pastilla en la mano y señalándose la bolsa de la rodilla). Yo misma siendo médico no tengo tantas cosas - Pues deberías tenerlas, que nunca se sabe cuando se van a necesitar. Es que los médicos pensáis que nunca os vais a poner enfermos y claro, luego cuando os pasa algo os ponéis insoportables (bromeó Belén). La verdad es que por mi trabajo es muy frecuente que me haga heridas y tengo varios esguinces, golpes y contusiones en mi historial. Para la diarrea igual no encuentras nada en mi botiquín, pero para esto todo lo que quieras - ¿No has podido encontrar otra enfermedad más adecuada para nombrar mientras comemos? (Preguntó Maca riéndose) - Jajaja es verdad, perdona. Fue la primera que se me vino a la mente - Menos mal que tengo el estómago acostumbrado a todo (sonrió Maca). Pero tienes razón, voy a tener que ampliar mi botiquín en breve, aunque esto de las persecuciones y las investigaciones no es lo mío. Prefiero mil veces un niño caprichoso con una rabieta, una madre pesada y preguntona o una operación arriesgada, a la tensión y el miedo que he pasado esta tarde en esa moto - Pues yo prefiero esa tensión y actividad antes que todo lo que tú has dicho. ¡Menos mal que en este mundo hay gustos para todo...!
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- Y tanto... Oye, y hablando de actividad, ¿tienes alguna idea de lo que podemos hacer para sacar a Esther de ese pueblo? (Maca dejó la bandeja sobre la mesa y se quedó mirando a Belén con el semblante algo más serio) - Alguna idea tengo, pero antes me gustaría hablar con Marcos para ver qué piensa él. Había pensado llamarlo ahora, porque seguro que está preocupado por saber cómo fue todo. Aunque hay una cosa que me inquieta un poco... - ¿Qué es lo que te inquieta? ¿La gente que nos sigue? - Eso me preocupa, pero si tenemos cuidado no tienen por qué dar con nosotros. De momento no saben dónde estamos y eso nos da bastante ventaja (Belén intentaba tranquilizar a Maca respecto a eso, pero la pediatra no estaba tan convencida como ella de haberles dado esquinazo) - Ya, pero igual nos localizan por la matrícula de tu moto. El tío del coche ha tenido mucho tiempo para memorizarla... - Por eso no te preocupes, porque la moto no está a mi nombre, sino al de un hombre que supuestamente vive en Badajoz. La policía no es tonta (dijo Belén riéndose) - Me alegro y me quitas un peso de encima, porque esa idea me tenía bastante inquieta. Y entonces... ¿qué es lo que te preocupa? - Que Esther esté realmente donde pensamos. ¿Tú estás segura de que son ésas las fotos a las que se refería ella? Porque mira que había fotos en esa casa... - Ya, pero hechas por ella y de paisajes, a la vista sólo estaban éstas, que ya me cercioré yo cuando estuvimos buscando. Las otras que viste las hizo la ex de Esther. De todas formas podemos comprobar una cosa. ¿Te importa acercarme el bolso? (Maca señalaba la silla donde había dejado su bolso y una vez que lo tuvo sacó las fotos, los negativos y el papel que le había mandado Laura. Echó un vistazo a los nombres de lugares que salían allí y con una sonrisa se lo tendió a Belén, que lo miró atentamente). Eso es un listado de los billetes que se sacaron el día que Esther se fue de Madrid - Y sólo hay uno sacado con destino a Valsaín... Parece que esto confirma nuestras sospechas, así que es el momento de empezar a prepararlo todo para traer a Esther aquí y que pueda contarnos lo que pasó, por qué la buscan y las pruebas que tiene. Voy a llamar a Marcos antes de que se haga más tarde (dijo Belén levantándose del sillón y alejándose para hablar con más intimidad) Maca, por su parte, decidió llamar a su familia, pues suponía que estarían inquietos por saber lo que había sucedido. Cuando cogió el móvil vio que no lo había encendido al salir del avión y al hacerlo comprobó que tenía varias llamadas perdidas de su madre que, sin apenas dejar que sonara, respondió y presa de un gran nerviosismo le preguntó a su hija cómo estaba. Maca intentó tranquilizarla diciéndole que estaba perfectamente, aunque se había dado un golpe en la rodilla. Le contó todo lo que había pasado, aunque suavizando algunas cosas para no preocuparla más. Rosario se alegró de que no hubiera estado sola y lamentó que su hija tuviera que estar pasando por todo aquello. Estuvo tentada de pedirle que lo dejara todo en manos de los policías y volviera a casa, pero prefirió callarse, porque sabía que Maca no iba a hacerlo y menos ahora que estaba tan cerca el encuentro con Esther Un rato después de que Maca hubiera terminado la charla con su madre, Belén volvió a aparecer por aquel salón con el rostro serio y pensativo. La conversación con Marcos le había ayudado a planear lo que iban a hacer, pero todavía quedaban cabos sueltos que atar y le daba miedo que todo fallara y que Esther, Maca o las dos salieran perjudicadas. La pediatra la miraba con curiosidad, pero no se atrevió a preguntarle nada al verla tan absorta en sus cavilaciones. Al cabo de unos minutos la policía se sentó de nuevo en el sillón frente a Maca, la miró y tomó aire antes de empezar a hablar
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- Marcos me ha dado recuerdos para ti y me ha dicho que se alegra de que todo saliera bien, aunque siente que te hayas lastimado. Hemos estado planificando la operación para sacar a Esther de Valsaín y ambos estamos de acuerdo en tomar todas las medidas necesarias para garantizar tanto su seguridad como la tuya (Belén hizo una pausa por si Maca tenía alguna pregunta o comentario que hacer) - Me parece perfecto y más viendo lo que nos ha pasado hoy. ¿Quiere eso decir que yo voy a tener que quedarme aquí? (Preguntó Maca con temor, pues desde que Belén había hablado de tanta prevención tenía la idea de que ella igual era un estorbo y la dejarían al margen. Y ella quería estar allí para que fuera a la primera que viera Esther) - No, ambos pensamos que sería conveniente que tú vinieras con nosotros, porque así Esther se fiaría de nosotros y saldría de su escondite. A lo que me refiero es a que antes de ir a rescatarla tenemos que hacer una visita al pueblo para ver cómo es y las posibilidades de vigilarlo que tiene: posibles entradas, tipo de viviendas, número de habitantes, y un lugar discreto donde poder quedar con Esther - Ya, comprendo. Me parece muy bien la idea. ¿Y quién va a hacer esa visita? - Pues eso es lo que todavía no tengo muy claro. Estamos haciendo todo al margen de los policías encargados de la investigación oficial y eso no me gusta demasiado, porque si me lo hicieran a mí me molestaría, pero accedí a ello porque me parece más seguro para Esther. Así que voy a llamar a algunos amigos míos que, aunque sean policías también, estarían dispuestos a ayudarnos de extranjis - A mí quien vaya me da lo mismo mientras sea de confianza. Lo dejo a tu elección (dijo Maca sabiendo que Belén no se lo iba a encargar a cualquiera) - Uno de los que iba a llamar es mi novio, así que más confianza que en él no tengo en nadie. Supongo que me dirá que estoy loca, pero no sería la primera vez que lo piensa (Belén emitió una risita y continuó). El otro dejaré que sea él quien me diga en quién confía y si me parece bien no creo que haya problemas - Mira, que sea tu novio me parece mucho mejor. Así todo queda en casa (Maca se rió para distender un poco el ambiente y con ese comentario consiguió que el rostro de Belén se relajara y se riera ella también) - Pues ya que estamos todos de acuerdo, voy a llamarlo y luego te cuento - ¡De acuerdo! Dale las gracias de mi parte por ayudarme. No sé que habría hecho sin tu ayuda y ahora sin la de él - Bueno, todavía no ha aceptado, pero creo que conseguiré que lo haga (dijo Belén con una risita pícara) - Suerte entonces (replicó Maca riéndose también) Maca llegó a Valdelagrana cansada, pero deseosa de ver a Esther, así que se dirigió rápidamente al apartamento. Esther tardó un poco en abrir y Maca sonreía y pensaba en lo que estaría haciendo para demorarse tanto siendo un sitio tan pequeño. Por fin la puerta se abrió y Maca se encontró con la maravillosa sonrisa de Esther en primer plano. Entró, se deshizo de su bolso y enseguida se vio atraída por los brazos de la enfermera, que la besó dulcemente en los labios - Hola, mi niña. ¡Qué guapa estás! Te sienta muy bien el moreno (dijo Maca separándose levemente de ella) - Tú sí que estás guapa morena, blanca y de cualquier color (replicó Esther riéndose). ¿Estás cansada? - Un poco, que tuve una tarde bastante ajetreada, pero en un momento recupero las fuerzas
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Esther volvió a aproximarse a Maca y la besó más ardientemente, pero con una gran delicadeza, pasando después a dar ligeros mordisquitos en los labios de su chica - Esto para que empieces a recuperar... (no pudo terminar la frase, porque esta vez fue Maca la que se apoderó de sus labios y empezó a besarlos a la vez que deslizaba la lengua por ellos) Terminado el recibimiento se separaron de nuevo y mientras Maca iba al baño, Esther se metió en la cocina para empezar a sacar la comida. Maca, al pasar por el salón se quedó parada con una expresión de asombro y emoción en la cara. Allí vio como Esther había movido los muebles para colocar la mesa frente a la terraza, de forma que se pudiera ver el mar y la había adornado con unas servilletas estampadas y una vela dentro de un tarrito, que desprendía olor a fresa. “¡Mi niña, qué mona es!” se dijo a sí misma echando a andar hacia el baño Cuando salió, Esther estaba colocando una botella de vino blanco bien fresquita en el centro de la mesa. Maca se situó tras ella, la abrazó, le dijo al oído: “Está precioso todo. ¡Me encanta!” y le dio un tierno beso en el cuello. Esther se giró, la miró dulcemente y señalándole la silla le pidió que se sentara, que ella se encargaría de todo para que ella descansara. Al momento volvió a aparecer con una bandeja llena de pescadito frito y algo de marisco, que depositó en una mesita auxiliar que había colocado cerca de la mesa - ¡Vaya pedazo de cena! (dijo Maca abriendo los ojos completamente). Te has debido pasar un buen rato en la cocina para preparar todo esto - Pues no tanto, porque no lo hice yo (respondió Esther riéndose). Fui al Puerto y lo compré en el Romerijo. Allí tuvimos el preámbulo del comienzo de esta relación y me apetecía rendirle un homenaje esta noche, pero sin tanto bullicio - Estás en todo, ¿eh? Me parece una idea genial. Ésta va a ser una noche muy especial y todo gracias a ti... (Maca puso su mano sobre la de Esther y la acarició mientras la miraba embelesada) - Bueno, mejor vamos a comer antes de que se enfríe (dijo Esther desviando a duras penas su mirada de los ojos de Maca) Ambas comieron con apetito y no sólo la comida, porque con los ojos se iban devorando la una a la otra, envueltas en ese cálido ambiente que Esther había creado, con el ruido del mar de fondo. Terminada la comida, Esther aproximó su silla a la de Maca y ambas se quedaron de cara al mar mientras degustaban el helado que Esther había comprado. La conversación era escasa, porque en esos momentos las palabras habían sido sustituidas por la comunicación no verbal de sus ojos, sus caras, sus caricias y sus tiernas sonrisas Momentos después la enfermera se levantó y Maca hizo lo mismo a continuación. Se disponía a recoger la mesa, pero fue interrumpida por Esther, que le dijo que fuera a sentarse en el sofá - Te dije que hoy me encargaba yo de todo, así que ponte cómoda, que enseguida vuelvo Esther recogió la cocina por encima y volvió al salón con una botella de cava en una mano y dos copas en la otra
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- Te cedo los honores de abrirla (le dijo a Maca mientras se sentaba a su lado) - ¡Por supuesto! Me tienes sin habla esta noche. No se te ha olvidado ningún detalle (dijo Maca sonriendo mientras descorchaba la botella y llenaba las copas que Esther sujetaba en sus manos). ¿Y por qué brindamos? - Por ti. Por haber hecho que esté viviendo los momentos más felices de mi vida, por haber conquistado mi alma, mi cuerpo y mi corazón, por hacerme sentir tan querida, especial y única, por la dulzura y el cariño que derrochas conmigo y por la suerte que he tenido de que todo esto me llegara como caído del cielo. Muchas gracias, Maca... Ambas chocaron sus copas y bebieron un trago sin dejar de mirarse tiernamente a los ojos. Maca tenía los suyos empañados por la emoción que las palabras de Esther habían provocado en ella y nada más terminar su trago, se aproximó a su chica, la besó en el cuello, le susurró al oído: “Han sido las palabras más bonitas que me han dicho en mi vida” y atrayéndola hacia sí la besó apasionadamente - ¿Recuerdas que te dije que esta noche tendría la cena preparada y algo más? (Preguntó Esther al cabo de un rato separándose ligeramente) - Sí, pero pensaba que el algo más era todo este ambiente que habías creado. Por eso no te dije nada - Pues estás muy equivocada. Falta un detallito todavía (se levantó del sofá, fue hacia la habitación y volvió con un paquetito envuelto en papel rojo). Es algo sin importancia, pero me apetecía que lo tuvieras... Maca desenvolvió con cuidado el pequeño paquete y vio que había una caja cuadrada. La abrió y dentro encontró un llavero con una pequeña correa de cuero que terminaba en una E de plata. Miró a Esther emocionada y le dio un tierno beso en los labios - ¡Es precioso, Esther! ¡Me gusta muchísimo! - ¡Me alegro! Esta tarde cuando estuve por el Puerto me detuve a ver los puestos de unos hippies, ya sabes, mi toque bohemio jaja, y cuando lo vi no pude evitar comprarlo para que tengas algo que te recuerde a mí cuando lo uses - Pondré las llaves de mi casa aquí. Aunque para acordarme de ti no me hace falta nada, esto me hará tenerte más cerca. La pena es que yo no tengo nada para ti... (dijo Maca pesarosa) - ¿Cómo que no? Ve a mirar en tu bolso, anda. (Maca la miró un tanto sorprendida, pensando que bromeaba). Que no estoy de coña, ve y mira en tu bolso La pediatra se levantó, cogió el bolso y lo llevó al sofá. Empezó a mirar en su interior y vio un paquete idéntico al de Esther con un post-it pequeño pegado en él - “Para que se lo des a la chica que te está mirando ahora embobada” (leyó Maca y levantando la vista se encontró con los dulces ojos de Esther que la miraban tiernamente). Toma, esto es para ti Esther lo abrió y sacó un llavero igual que el de la pediatra, pero en este caso con una M - Te aseguro, Esther, que has conseguido hacer de esta noche algo maravilloso que no olvidaré jamás. Estoy tan emocionada por todo que no sé qué decirte. Sólo se me
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ocurre una cosa, que puede parecerte precipitada, pero que es lo que realmente siento por ti. ¡Te quiero! Esther sintió como sus ojos se enturbiaban y su mente se quedaba en blanco. Lo único que pudo hacer fue coger el rostro de Maca entre sus manos y besarla tiernamente, para después susurrarle al oído: “yo también te quiero, mi vida” Ambas se abrazaron y se besaron apasionadamente, dejando que sus cuerpos dieran fe de lo que sus bocas acababan de decir Mientras Belén hablaba con su novio, Maca recibió una llamada de Rocío que le dijo que había conseguido que el director del hospital le diera unos días de permiso sin sueldo y que lo único que le pedía era que le avisara con tiempo antes de volver a reincorporarse al trabajo. Después le preguntó cómo le iban las cosas y se sorprendió de que estuviera otra vez en Madrid, pero su sorpresa se tornó en preocupación cuando Maca le contó lo que había pasado desde que había llegado allí. Le pidió que tuviera mucho cuidado y le deseó mucha suerte para que pronto pudiera encontrarse con Esther. Maca estaba muy nerviosa y la conversación con su amiga consiguió tranquilizarla bastante Casi acababa de colgar cuando Belén apareció de nuevo en el salón, esta vez con una sonrisa en sus labios. Le dijo que su novio había aceptado ayudarles, a pesar de que al principio estaba bastante reticente y le parecía una locura y una insensatez ocuparse ellos de eso cuando ya había gente investigando, pero cuando Belén le dio más detalles del caso acabó accediendo. Iba a llamar a un compañero suyo de su total confianza y quedó en pasarse por casa de Belén al día siguiente para hablar de lo que harían A la mañana siguiente, Maca, nada más despertarse, examinó su herida y vio que tenía un moratón considerable, pero que la inflamación había bajado bastante. Intentó flexionar la rodilla y aunque todavía le costaba, ya no le dolía tanto, así que dedujo que al final había sido una mera contusión, que esperaba que fuera mejorando pronto. Salió de la habitación cojeando levemente y no vio a Belén por ninguna parte. En la cocina encontró una nota de ella que le decía que se había ido a trabajar, que se sintiera como en su propia casa y que por la tarde se verían La pediatra pasó toda la mañana tirada en el sofá bastante aburrida. Preparó una comida ligera y después decidió llamar a Belén para preguntarle si podía usar su ordenador. La policía no puso ninguna objeción, así que fue hacia su habitación, que también hacía las veces de despacho y estuvo parte de la tarde buscando información sobre el pueblo en el que se encontraba Esther No encontró demasiadas cosas, pero pudo ver varias fotografías y enterarse un poco de la historia de aquel lugar y del Palacio que había, que tuvo su máximo esplendor en el siglo XVI, cuando se celebró allí el cuarto matrimonio de Felipe II. En el siglo XVII un incendió destruyó una gran parte y muchos de sus elementos se usaron para la construcción del Palacio de La Granja. En la actualidad sólo queda el recuerdo de algunas de sus torres y una maqueta que se puede ver en el Centro Nacional de Educación Ambiental. “No ha elegido un mal sitio Esther. Espero que cuando todo esto pase podamos ir allí”, pensó Maca, a la que había encantado ese lugar
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Maca estaba de nuevo en el sofá cuando oyó que la puerta de la vivienda se abría y pudo percibir varias voces. Al momento apareció Belén acompañada por dos apuestos y fornidos hombres - Maca, estos son Víctor y David (dijo Belén señalando a cada uno al nombrarlos. Ambos se acercaron a saludar a Maca y después se acomodaron en el salón) ¿Qué tal va la rodilla? - Bastante mejor. Ya puedo moverla un poco y me duele mucho menos. Has tenido suerte de que no sea nada importante, porque si no te denunciaría por conducción temeraria (bromeó Maca) - ¿Conducción temeraria Belén? No sé como puedes decir eso con lo despacio que va ella siempre... (dijo sarcástico Víctor). Suerte has tenido de que sólo te golpearas la rodilla. Después de cómo me ha contado que fue esa persecución podría haberos pasado de todo - Bueno, pero el caso es que no pasó nada, así que mejor no darle más vueltas al asunto (dijo Belén zanjando el tema antes de seguir siendo el blanco de las bromas de todos). Estamos aquí para hablar de cosas más importantes - Antes de hablar de cosas más importantes, ¿sería mucho pedir que nos ofrecieras una cervecita? Después de todo el día trabajando y de tener que hacer horas extras, creo que nos lo merecemos (dijo David dirigiéndose a Belén con una sonrisa) - Está bien, ahora mismo las traigo. Maca, para ti un refresco, ¿no? - Pues sí, ¡qué remedio! Pero recuerda que cuando esté bien me debes una Belén se fue protestando por lo gracioso que estaba todo el mundo con ella y Víctor la siguió, imitando exageradamente las caras que ponía su novia y provocando las risas de los otros dos - Oye David, antes de que nos liemos a hablar de cosas serias, quería darte las gracias por ayudarme en esto. No me conoces de nada y vas a arriesgarte por mí y por mi chica. Vuestra ayuda supone mucho para mí, porque sin ella no sabría cómo resolver todo este embrollo (dijo Maca un tanto emocionada por la generosidad de las tres personas que la acompañaban en ese momento) - No tienes por qué darlas, puesto que lo hacemos con mucho gusto. Reconozco que cuando Víctor me lo contó me quedé un poco alucinado, pero luego me pareció algo muy tentador. Se sale un poco de nuestra rutina y eso siempre se agradece. Además aunque a ti no te conozcamos, el que Belén nos lo pidiera era suficiente. Somos muy amigos y los amigos están para ayudarse, ¿no? - Sí, claro. Pero aún así, te lo agradezco mucho. Espero que todo salga bien y ninguno tenga un percance por mi culpa... - Tranquila, que todo saldrá bien (dijo David dando unas palmaditas en la pierna de Maca). No somos unos novatos ni unos inconscientes. Y además estamos aquí para intentar tenerlo todo controlado - Bueno, ya estamos aquí con la merienda (dijo Víctor colocando algunas bebidas y unos frutos secos encima de la mesa). ¿Qué os pasa que estáis tan serios? - Nada, que Maca está preocupada por nosotros y por el resultado de lo que vamos a hacer (explicó David a Víctor y a Belén, que acababa de llegar) - Pues no te preocupes, porque estás con lo mejorcito del Cuerpo de Policía de Madrid (dijo Víctor bromeando para relajar un poco la situación) - Se nota que Víctor no tiene abuela ¿eh? (Terció Belén) Aunque tiene razón en que no debes preocuparte demasiado. Ninguno de nosotros quiere que las cosas salgan mal
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Tras alguna broma más, Maca consiguió apartar un poco su preocupación y se dedicó a observar atentamente cómo planeaban los pasos a seguir. Quedaron en que al día siguiente Víctor y David irían a hacer una visita al pueblo al terminar su trabajo. Llevarían una cámara para hacer las fotos necesarias y se darían una vuelta para observar a los habitantes de aquel lugar y hablar con alguno de ellos Maca les informó de los datos que había encontrado en Internet y les dijo que al parecer sólo vivían allí unas doscientas personas. Aquello les gustó a los policías, porque era más fácil controlarlo todo con menos gente. A la vuelta de su visita volverían a reunirse en casa de Belén para organizar la forma de sacar a Esther de allí Le dijeron a Maca, que una vez que supieran el día en que se haría todo, ella tendría que llamar a Esther para avisarla de lo que iban a hacer y para que tuviera todo preparado para salir de allí. Maca estuvo de acuerdo, aunque hablar con Esther le daba miedo por si no era muy seguro, pero los policías le dijeron que captar una conversación a través de un móvil es muy complejo, porque implica un sistema informático muy potente que sólo utiliza la Policía y la Guardia Civil También le explicaron que se venden ciertos chips para poder saber lo que se habla, pero eso hay que instalarlo en el móvil de la persona a la que se quiera espiar, así que no tenía que preocuparse por eso, porque no es algo tan fácil como ella se podría pensar. Aquellas palabras aliviaron bastante a Maca, quien dio su número de teléfono a David y a Víctor por si se tenían que poner en contacto con ella en algún momento - De todas formas (siguió diciendo Víctor), para que te quedes más tranquila, esa llamada puedes hacerla desde un móvil que te proporcionaremos, que es más seguro que el que puedas tener tú. Sólo tienes que avisar previamente a Esther de que coja la llamada, porque le saldrá el número oculto - Otra cosa que tendríais que hacer vosotras dos mientras nosotros estamos en el pueblo, (dijo David) es alquilar un piso en una zona apartada del centro, para que Esther pueda ir allí una vez que esté libre. No podemos arriesgarnos a que lo haga en casa de alguien conocido o cercano a nosotros. Cuanto menos cosas haya que la vinculen a alguien siempre será mejor y más seguro Cuando todos los detalles estuvieron bastante claros para todos, los dos policías se despidieron de las chicas hasta el día siguiente Esther se despertó a causa del calor y nada más abrir los ojos lo primero que vio fue el semblante de Maca, que estaba plácidamente dormida a su lado. Una sonrisa se asomó en su cara y permaneció un buen rato mirando extasiada la dulzura de su rostro totalmente relajado. Sus ojos descendieron por su torso desnudo hasta llegar a la sábana, que la cubría de cintura para abajo - ¡Qué hermosa es! Todavía me cuesta creerme que esta joyita se haya fijado en mí... Nunca se sabe lo que nos espera en la vida y esto es tan maravilloso que pienso disfrutarlo y luchar por que esta vez salga todo bien (pensó Esther, cuya mirada irradiaba ternura) - ¿Y esa sonrisa boba que tienes? (Preguntó Maca sonriendo a su vez y sacando a Esther de su ensoñación)
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- Ya ves, que el panorama que tengo aquí delante me la provoca (respondió Esther sin perder la sonrisa, acariciando la cara de Maca y dándole un dulce beso en los labios). Y buenos días, por cierto - ¡Buenos días, cariño! Me encanta que esa preciosa sonrisa sea lo primero que me encuentre al despertar (Maca se incorporó levemente, se aproximó a Esther y la besó suavemente para después reposar la cabeza en su pecho) Esther acariciaba la cabeza de la pediatra mientras ambas permanecían en silencio disfrutando de aquellos tranquilos momentos - Anoche estuviste fantástica (Maca volvió a acomodar su cabeza en la almohada y poniéndose de lado, pasó su brazo por la cintura de Esther) - ¿A qué te refieres exactamente? (Esther realizó la pregunta en tono pícaro) - A todo en general y al estupendo recibimiento que me hiciste, en particular. Supiste crear un ambiente tan perfecto y tan lleno de cariño que me emocionaste y me enamoraste más de lo que ya lo estaba. Eres tan dulce, que haces que me derrita (Maca miraba conmovida a Esther y se iba arrimando progresivamente a ella, para terminar sellando sus palabras con un ardiente beso y un estrecho abrazo) Esther respondió a ese beso con pasión y ambas estuvieron largo rato agasajándose con voraces miradas, caricias y besos, que poco a poco fueron descendiendo de intensidad, hasta que las dos mujeres se separaron y se perdieron en los ojos de la otra - ¿Sabes? Tú también logras derretirme cuando me miras con esos ojazos que se te humedecen rápidamente cuando estás emocionada y que parece que me taladran (dijo Esther acariciándoselos) - Bueno es saberlo, porque así sé la forma de llevarte a mi terreno )replicó Maca riéndose) - Mira que eres mala... Yo piropeándote y tú aprovechando para obtener información sobre cómo manipularme. Pues que sepas que también me derrites de otras maneras, pero ésas ya no voy a decírtelas - ¿Y ahora quién es la mala? ¿Tú no sabes que las parejas no deben tener secretos? - ¿Ah, no? ¿Y eso quién lo dice? (Esther miraba socarronamente a Maca, que se reía divertida) - Lo digo yo, y con eso debería bastarte, que para eso soy tu pareja - Pues yo no estoy de acuerdo. Es más, creo que es bueno que haya cosas que sean tan íntimas que nadie más conozca, pero para que veas que no soy tan mala, voy a confesarte algo... - Dime... - Que me muero de hambre (dijo Esther riéndose y saliendo de la cama) - Siempre me abandonas para llenar tu estómago. ¡Ay, qué frívola eres cuando quieres! (Por muy ofendida que quisiera parecer Maca, su sonrisa la delataba) Por cierto, ya hablaremos tú y yo en otro momento de eso de que es bueno tener secretos, que no vale soltarlo y cambiar de tema - Jajaja, vale. Cuando quieras nos ponemos filosóficas, pero ahora vamos a desayunar, ¿no? Aunque a estas horas ya más bien deberíamos tomar el aperitivo... - ¿Te importa ir preparando el desayuno? Me apetece estar un ratito más en la cama (dijo Maca con voz melosa) - Estás muy vaga tú últimamente. Eso que dije sobre que yo lo iba a hacer todo se refería sólo a anoche, fresca
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- Es que estoy muy cansadita. ¿No te doy pena? (Esta vez Maca la miró con ojos de cordero degollado y Esther acabo accediendo. Tras ponerse una camiseta fue hacia la cocina y empezó a prepararlo todo) Cuando ya lo tuvo listo, y como Maca no aparecía, lo colocó en una bandeja y se dirigió a la habitación. Al llegar allí vio que se había vuelto a quedar dormida. La miró con ternura y se dirigió hacia el salón. “Pobre, sí que debe estar cansada para haberse vuelto a dormir...” Estaba fregando los platos de la cena de la noche anterior, cuando Maca hizo su aparición por la cocina - Siento haberte dejado desayunando sola, pero me quedé dormida sin darme cuenta. Gracias por no despertarme. ¡Si es que tengo que quererte! (Dijo Maca abrazando a Esther por detrás y depositando un beso en la comisura de sus labios) - Anda, no me seas pelota ahora y ponte a desayunar, que ya es hora (Esther giró la cabeza para mirar a Maca, que seguía pegada a ella, con la barbilla apoyada en el hombro de la enfermera). ¿Te encuentras bien? Tanta pasividad no es normal en ti... - Estoy perfectamente. Tan bien, que me parece imposible estar mejor - Si sigues diciéndome estas cosas no respondo de mis actos (dijo Esther medio en serio, medio en broma) Maca volvió a besar a Esther, le dio una palmadita en el trasero y se puso a desayunar mientras observaba como ella trajinaba en la cocina) La gente iba a sus casas a comer cuando dos mujeres sonrientes y cogidas de la mano llegaban a la playa. Como siempre, buscaron un lugar lo más apartado posible de los que aún permanecían allí y se instalaron sobre sus toallas charlando mientras empezaban el habitual ritual de echarse crema. Una vez que ambas estuvieron bien embadurnadas, se tumbaron boca abajo, bien cerca y cada una con la cara vuelta hacia la otra - ¡Qué bien se está sin hacer nada! ¿Verdad? (Comentó Esther) - Ya te digo... - Ya veo que no tienes ni ganas de hablar (Esther sonreía a Maca que sólo había negado con la cabeza). Vale, pues vamos a tomar el sol calladitas a ver si se te pasa la modorra ésa que te tiene atrapada esta mañana) La enfermera levantó ligeramente el cuerpo, se deshizo de la parte superior de su bikini con toda naturalidad y volvió a tumbarse. Cuando miró a Maca la vio con las cejas levantadas y los ojos abiertos de par en par. Sin decir nada, Esther sonrió y puso la cabeza sobre sus brazos flexionados, quedando los codos de ambas pegados. Cerró los ojos y volvió a abrirlos cuando notó que el ligero contacto que mantenía con la pediatra desaparecía. Ésta se había colocado de lado y seguía mirándola atentamente - ¿Pasa algo? (Preguntó por fin) - No, no, sólo estaba pensando que ya entiendo por qué se acercaban los moscones a hablar contigo estos días que has estado viniendo sola (dijo Maca en broma) - ¡Qué tonta eres! (dijo Esther riéndose) Sólo se me acercó un moscón y casualmente, ese día estaba bien tapadita - ¿Casualmente? No sabía que eras tan desinhibida tú. No le pega a esa imagen de niña buena y timidita que das...
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- Que me quite la parte de arriba del bikini de vez en cuando no significa que no sea buena ni tímida. A ti sí que no te pega ser tan púdica (replicó Esther soltando una carcajada y dirigiendo su mirada a los pechos de Maca) - ¿Púdica yo? No me tientes, que como no me controle aquí puede pasar de todo (Maca miraba a Esther de manera maliciosa mientras se aproximaba sus labios al oído de Esther). ¿Quieres que te lo demuestre? - ¡Menos lobos caperucita! (Dijo Esther revolviéndose y quedándose sentada) Hay que ver lo pronto que te picas jaja - Serás... ¡Ésta me la vas a pagar, que lo sepas! (Hizo ademán de abalanzarse sobre Esther, pero ella fue más rápida y se levantó poniendo rumbo al agua sin dejar de reírse) Maca se despojó rápidamente de su parte superior del bikini y la siguió. Esta vez Esther iba despacio y enseguida se puso a su altura. Cuando la enfermera vio que Maca iba en top-less la miró guasona, le dijo que esperara un momento y retrocedió hasta donde estaban las toallas. Al momento volvió llevando en la mano unas gafas de las que se usan para nadar en las piscinas - ¿Para qué quieres eso? ¿Vas a recorrerte la playa entera nadando? - Ya lo verás... (dijo Esther misteriosa y con sonrisa de conejillo mientras tiraba con su mano de la de Maca y se aproximaban a la orilla. Maca movía la cabeza de un lado a otro riéndose con las ocurrencias de Esther) Maca estaba esperando la llegada de Belén para ir en busca del piso que tenían que alquilar. Había salido por la mañana a comprar un periódico para ir mirando anuncios, pero como no conocía bien las zonas de Madrid, señaló bastantes para que Belén luego fuera decidiendo a cuáles llamarían y verían. Su rodilla estaba bastante mejor. Aunque todavía cojeaba un poco y le costaba flexionarla. Estar tanto tiempo en reposo le había venido muy bien Sobre las seis de la tarde llegó Belén y se puso a mirar los pisos que había señalado Maca. descartó algunos por estar demasiado céntricos y se dividieron los que iban a llamar para preguntar el precio y las dimensiones de los mismos Mientras tanto, Víctor y David iban de camino a Valsaín. Pillaron un buen atasco en la carretera de La Coruña, pero cuando enfilaron el camino hacia Navacerrada pudieron avanzar más rápidamente, puesto que no querían que se les hiciera de noche. La sierra todavía conservaba bastante nieve en aquellos días de abril y el paisaje era impresionante. Ninguno de los dos había estado en aquel pueblo anteriormente, pero no tuvieron problemas para dar con él El pueblo estaba justo al lado de la carretera y tenía dos entradas separadas por unos doscientos metros. A la entrada había una pequeña zona de chalets y más hacia dentro, una vez pasado el puente se llegaba al pueblo como tal. Fueron avanzando despacio hasta que aparcaron frente a un bar. Desde allí dieron un paseo por el pueblo, que era bastante pequeño, con muchas calles estrechas sin asfaltar y por las que no podían circular los coches A la izquierda del puente, según se entraba había una enorme pradera verde con montones de caballos pastando tranquilamente. Víctor iba haciendo fotos de todo para
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elegir bien el sitio donde quedarían con Esther. De camino a las torres del antiguo palacio vieron montones de troncos de pino cortados y sin corteza, lo que daba un olor a madera muy intenso. Pasaron por una calle estrecha que tenía algunas casas a ambos lados del camino y que desembocaba en otra de las torres del palacio, que para sorpresa de los policías estaba habitada No se cruzaron con mucha gente, pero con los que lo hacían eran habitantes del pueblo que regresaba con sus animales después de que hubieran estado pastando. Cuando ya habían recorrido bien todo el pueblo, se dirigieron a uno de los bares, puesto que se imaginaban que sería el lugar de reunión de la gente de allí. Apoyados en la barra tomaron una cerveza mientras hablaban y observaban discretamente a la gente que los acompañaba Víctor entabló conversación con el chico que estaba tras la barra con la excusa de saber si se alquilaba alguna casa para el verano. El camarero les dijo que normalmente se alquilaban para todo el año, pero que a veces alguno de los dueños lo hacía por menos tiempo - ¿Y viene mucha gente por aquí en verano? Porque lo que buscamos es un sitio tranquilo (preguntó David) - Hay bastante más gente que ahora, pero esto es bastante tranquilo. Los fines de semana también viene mucha gente de Madrid o Segovia que tienen casa aquí, pero en ningún momento está agobiante - Entonces ahora mismo toda la gente que está en el pueblo son los que viven habitualmente, ¿no? (Preguntó Víctor con intención de saber si alguien conocía la presencia de Esther y si habría algún extraño del que tuvieran que preocuparse) - Que yo sepa sí, pero tampoco controlo bien a todo el mundo (respondió el camarero). Creo que hay una mujer que lleva aquí una semana o así. Es muy discreta y se la ve poco. El dueño de la casa donde está me ha dicho que es escritora y que ha venido aquí buscando tranquilidad. Ese hombre sí que alquila la casa por meses sueltos, así que igual les vendría bien a ustedes si para el verano estuviera libre Víctor y David se miraron cuando oyeron lo de la escritora. Ambos sabían que debía tratarse de Esther. Tampoco les extrañó que el camarero supiera su existencia siendo un sitio tan pequeño y donde todo el mundo parecía conocerse bastante bien. Quedaron en volver otro día con sus familias y en ponerse en contacto con él por si les interesaba alquilar algo y salieron del bar rumbo a Madrid Por su parte, Maca y Belén, después de casi una hora de llamadas, habían ido a ver algunos de los pisos que se encontraban más cercanos entre sí. Sólo les quedaba uno por ver, pero estaban bastante desanimadas, porque los que habían visto estaban en unas condiciones bastante lamentables. Cuando llegaron al último piso que tenían seleccionado se sorprendieron agradablemente al ver que, aunque no era nada del otro mundo, estaba bastante limpio y se notaba que habían hecho reformas no hacía mucho tiempo. Era una vivienda de dos dormitorios con un salón pequeño, cocina y un baño y estaba totalmente amueblado La dueña era una señora muy dicharachera y amable a la que no fue fácil convencer de las condiciones que ellas querían. Belén le dijo que no sabía por cuánto tiempo lo iban a necesitar, puesto que era para uso de la policía. Le mostró su placa a la dueña y le dijo que no les interesaba contrato, pero que pagarían la fianza y dos meses por adelantado.
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La señora al ver que eran policías se sintió muy orgullosa de que hubieran elegido su casa y les dijo que por ella no había problemas si pagaban los dos meses de fianza y las dos mensualidades por adelantado. Maca dejó una señal para que les reservara el piso y quedó en pasarse a la mañana siguiente a abonar lo que faltaba De vuelta a casa de Belén, los otros dos policías llamaron para decirles que llegarían enseguida y casi coincidieron los cuatro en el portal. Volvieron a reunirse en el salón acompañados de unas pizzas y se estuvieron contando lo que habían hecho durante la tarde y viendo las fotos que había sacado David Decidieron que lo mejor sería volver al pueblo el jueves. Así tendrían el día siguiente para ultimar detalles y además evitarían a la gente que iría a pasar el fin de semana. En principio, Víctor y David irían bastante antes en la moto de Belén y se apostarían cada uno cerca de las dos entradas del pueblo para controlar la gente que entraba y salía. Maca y Belén irían un poco después en el coche de la policía y serían las encargadas de buscar a Esther y de sacarla del pueblo - ¿Y dónde habéis pensado quedar con Esther? (Preguntó Maca) - El pueblo es tan pequeño que si no queremos llamar la atención tendría que ser en la pradera o cerca del río, pero está algo apartado y la extensión es tan grande que sería más complicado de vigilar (explicó Víctor). Por eso pensamos que lo mejor va a ser que vayáis a la casa donde se aloja Esther y que salgáis de allí las tres - Mañana tienes que llamar a Esther para que te diga de la manera más exacta posible dónde vive, porque algunas calles no tienen ni nombre (dijo David riéndose). Y para que esté preparada el jueves para salir en cuanto lleguéis vosotras - ¿Y estáis seguros de que todo va a ser tan fácil como me lo estáis contando? ¿Cómo sabéis que nadie nos va a seguir o nos va a estar esperando allí? (Maca no podía evitar estar muy atemorizada y desconfiada. Sobre todo después de la persecución que vivió el día anterior) - Seguros no estamos (terció Belén). Pero es muy difícil que los que persiguen a Esther sepan dónde está, si a ti que la conoces mejor que nadie te ha costado tanto dar con ello. Además nadie sabe que estamos en esta casa, porque ya me he cerciorado yo de mirar cada vez que entro y salgo - Tiene razón Belén (dijo David). Es difícil que alguien sepa nuestros planes, pero aún así vamos a tomar todas las precauciones posibles y por eso nosotros dos vamos a estar vigilando y estaremos comunicados en todo momento por si surge algún imprevisto La reunión terminó y los policías abandonaron la casa de Belén, tras quedar en llamar a Maca al día siguiente cuando tuvieran un rato libre para que ella se comunicara con Esther La seguridad de aquellos policías apaciguó un poco a Maca, aunque ella sabía que no iba a estar tranquila hasta que hubieran salido de aquel pueblo con Esther sanas y salvas. Y aún así, lo que les deparaba el futuro una vez que la tuvieran con ella seguía siendo tremendamente inquietante. Estaba deseando que todo aquello terminara de una vez y lograran coger a la gente que formaba aquella banda que tanto había hecho que cambiara su vida en los últimos días Maca se separó de Esther para entrar en el agua. La enfermera siempre tardaba un rato en hacerlo y ella prefería entrar de golpe, así que se lanzó, dio unas brazadas y
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cuando se dio la vuelta, Esther todavía seguía avanzando lentamente con el agua por la cintura y haciendo gestos de frío. Finalmente se zambulló, nadó a gran velocidad y se situó cerca de Maca - Anda que no eres lenta ni nada. Muchas gafitas y mucha parafernalia, pero luego casi hay que empujarte (dijo Maca burlona) - ¿Qué pasa, que dan un premio por entrar como una loca? Este agua está muy fría para mí. Estoy acostumbrada a la del Mediterráneo, donde no se te va congelando cada parte que va entrando en contacto con el agua - ¿Está congeladita mi niña? Si quieres yo te hago entrar en calor inmediatamente... (Maca se iba acercando a ella con cara de guasa, hasta que la rodeó con los brazos y dejó un beso en sus labios) ¿Mejor ahora? - Un poco mejor, gracias. O montamos el numerito aquí tan cerca de la orilla o me pongo a nadar un rato, porque todavía no me he aclimatado al agua (Esther, a pesar de seguir arropada por los brazos de Maca, movía el cuerpo sacudido por leves temblores) - ¡Pero si estás tiritando! Pensaba que lo del frío era una exageración de las tuyas... ¡Qué mona, pareces una niña pequeña! Maca giró a Esther para que quedara de espaldas a ella y apretó el abrazo mientras hacía que ambas se agacharan hasta que el agua les cubriera los hombros. Posteriormente empezó a dejar cortos besos por el cuello de Esther, que se dejaba hacer con los ojos cerrados, acariciando las manos de Maca sobre su cintura y sintiendo la desnudez del torso de Maca sobre su espalda - Venga, vámonos un poco más adentro... (dijo Esther haciendo un esfuerzo para separarse de la pediatra y cogiendo las gafas que llevaba enroscadas en la muñeca) - ¿Te vas a poner eso para dar unas brazadas? (Preguntó Maca riéndose. Esther no respondió. Le sacó la lengua, enjuagó los cristales y se encasquetó las gafas). Jajaja, estás... estás... - ¿Estoy qué? (Esther puso cara de ofendida ante las risas de Maca) - Cariño, reconoce que esas gafas no favorecen nada... Si parece que tienes la cara deforme y todo... (Maca seguía riéndose de las pintas de la enfermera, quien tras salpicarla con agua se puso a nadar, alejándose velozmente de ella) Después de un rato nadando se volvió y vio que Maca la seguía parando de vez en cuando para orientarse. Aprovechando que volvía a nadar, se sumergió y empezó a bucear hacia la pediatra intentando ir lo más profundo posible para que no la viera. De repente Maca paró y Esther supuso que la estaría buscando. Esbozó una sonrisita, se colocó tras ella y agarró uno de sus pies tirando de él levemente hacia abajo, lo que provocó que Maca lo retirara rápidamente. Esther subió a la superficie y se plantó delante de la cara de Maca riéndose - ¡Qué susto me has dado, Esther! - Eso por burlarte de mí y de mis gafas. Ahora aquí tengo ventaja yo, así que prepárate (dijo Esther poniendo las gafas en su frente y con una risita maliciosa saliendo de su boca) - No me das ningún miedo. Sé que no eres capaz de hacerme nada malo, pero si pretendes jugar, ¡juguemos! Y no te olvides de que aunque yo no tenga gafas también puedo abrir los ojos... - Ya, pero no ves con la misma nitidez que yo, así que no te me pongas chulita, anda
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Acto seguido, Esther volvió a ponerse las gafas en los ojos y se sumergió dando vueltas alrededor de Maca intentando remover el agua todo lo posible para que ella no la viera. Según iba girando rozaba con su mano diferentes partes del cuerpo de la pediatra y notaba como ella reaccionaba dando breves sacudidas. Cuando el aire estaba a punto de agotársele, se alejó un poco y sacó la cabeza levemente a la espalda de Maca, que miraba hacia abajo, buscando algún indicio de Esther, aprovechando que el agua empezaba a perder las turbulencias provocadas por la madrileña Finalmente, Maca decidió sumergirse y Esther fue hacia ella lentamente, sonriendo al ver la cara de la pediatra con los ojos abiertos haciendo esfuerzos por ver algo con claridad. Siguió avanzando y justo cuando Maca volvía a la superficie deseando llenar sus pulmones de aire, se sitúo a su espalda y fue ascendiendo mientras rozaba con su mano el pubis de Maca, para terminar apresando con las manos sus pechos y sacando la cabeza a por encima de los hombros de la pediatra Mientras Esther recuperaba el aliento, Maca colocó sus manos sobre las de Esther, giró la cabeza, le sonrió dulcemente y dijo mirándola seductoramente: - ¿Sabes que este jueguecito de las gafas empieza a gustarme? - ¿Ah sí? Pues no ha hecho más que empezar (Esther se separó ligeramente de ella, puesto que le costaba mantenerse a flote). Si te dejas llevar y te fías de mí creo que pasarás un buen rato... - Vale, dime lo que tengo que hacer... - Nada, sólo intentar no hundirte, permanecer con los ojos cerrados y darme un beso antes de que vuelva a sumergirme en las profundidades marinas (dijo Esther riéndose) Maca se acercó a ella, cogió su cara entre sus manos y le dio un profundo beso. Esther volvió a alejarse ligeramente, tomó aire y se introdujo dentro del agua dándose un impulso con las piernas. Buceó hasta aproximarse a Maca y abriendo sus piernas pasó por debajo intentando rozarse lo más posible con ella y quedando de nuevo a su espalda Subió a tomar aire, descendió un poco más y la rodeó acariciando su cintura, para después sujetándose levemente a ella subir lentamente rozando con sus labios el torso de Maca, para terminar atrapando con su boca uno de sus pechos y dejando suaves lametones antes de volver a emerger Maca seguía con los ojos cerrados disfrutando plenamente de aquella cantidad de sensaciones y de no saber qué parte de su cuerpo sería atacada a continuación. Esther se introdujo otra vez en el agua y volvió a repetir los movimientos anteriores, esta vez sobre el pecho izquierdo de Maca, que en la superficie mordía sus labios para evitar soltar un gemido Cuando la pediatra ya creía que Esther volvería a salir, notó como su mano rozaba su pubis lentamente, primero de forma descendente y segundos después ascendentemente. Aquel movimiento inesperado desencadenó un fuerte calambrazo en el cuerpo de Maca, que tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no hundirse, mientras Esther la contemplaba intentando recuperar el resuello
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Nadando despacio a braza se aproximó a Maca. Acarició su cara y le dio un ardoroso beso, que la pediatra respondió febrilmente alojando su lengua dentro de la boca de su chica y provocando que ésta hiciera lo mismo mientras las piernas de ambas se movían con rapidez bajo el agua para no perder la flotación. Las respiraciones de ambas empezaban a acelerarse y fueron reduciendo la fogosidad de sus besos y caricias progresivamente. Maca depositó las gafas sobre la frente de Esther para poder verle bien los ojos, que brillaban a causa del deseo y del reflejo del mar, iluminado por el sol, sobre ellos - ¿Qué tal estás? (Preguntó Esther casi en un susurro) - Uf, estoy que ardo. Gracias a que estamos en remojo... ¿Y tú? ¿No estás cansada de tanto buceo? - No, yo estoy perfectamente. Voy a aumentar mi capacidad pulmonar un montón después de este bañito (dijo Esther riéndose). Pero estoy disfrutando mucho intentando que tú goces en estas condiciones tan peculiares. ¿Estás dispuesta a seguir? - ¡Por supuesto! Pero no te me ahogues, ¿eh? - No te preocupes... Tú sigue con los ojos cerrados. Me encanta verte así cuando saco la cabeza... Esther volvió a limpiar los cristales de las gafas, que se habían empañado y Maca aprovechó para meter la cabeza bajo el agua y refrescarse un poquito. Cuando salió, Esther ya estaba preparada. Se besaron nuevamente y se reanudó ese baile acuático del que ambas tanto estaban disfrutando Esta vez Esther le pidió a Maca que pusiera las manos en sus hombros, la empujara lentamente hacia abajo y la mantuviera así todo el tiempo que pudiera. Mientras la pediatra lo hacía, Esther fue repasando la textura de los pechos de Maca con su lengua y labios mientras sus manos descendían por su espalda hasta colarse dentro de la braguita del bikini, acariciando los glúteos de la pediatra, que tenía que hacer verdaderos esfuerzos por mantener aquella postura Aprovechando una nueva salida de la enfermera, Maca exhaló un profundo suspiro y se tumbó boca arriba para descansar y dejar que su respiración volviera a la normalidad. Esther se acercó a ella, echó un vistazo a su alrededor para ver si había alguien cercano y tras comprobar que estaban solas, giró a Maca hasta quedar ambas de espaldas a la orilla. Acercando su boca al oído de aquella mujer, que yacía tumbada con las piernas y los brazos extendidos y abiertos, le dijo que intentara no moverse demasiado. Mordisqueó levemente el lóbulo de su oreja y se sumergió nuevamente Esta vez fue rozando con una mano el cuerpo de Maca desde la cabeza hasta los pies, nadando lateralmente y salió a la superficie enfrente de los pies de la pediatra. La giró nuevamente despacio y poniendo una mano en cada pierna, fue avanzando a medida que iba acariciando toda la superficie de aquellas extremidades. Se quitó las gafas y las dejó enganchadas en uno de los tobillos de Maca, que sonrió al notar como las enroscaba allí - Ahora viene lo mejor (dijo Esther con voz insinuante). Aguanta el tipo todo lo que puedas y si ves que corres peligro de hundimiento, dímelo que paro inmediatamente Maca asintió y la enfermera volvió a acariciar sus muslos, esta vez por la cara interna, deteniéndose a pocos milímetros de las ingles y posando las manos sobre el vientre de
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la pediatra. Ascendió lentamente recorriendo toda la superficie que podía abarcar desde esa posición, hasta llegar nuevamente a los pechos de Maca, que se hallaban parcialmente cubiertos por el agua. Tras acariciarlos retrocedió nuevamente y sumergiéndose pasó una de las piernas por encima de su cabeza, de manera que éstas quedaran un poco más cerradas. Desde el lateral del cuerpo de Maca, mientras la sujetaba por debajo con la mano izquierda, fue aproximando la derecha hasta que se introdujo en la braguita del bikini, provocando una respuesta inmediata por parte de Maca, que emitió un leve suspiro y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo La mano de Esther seguía moviéndose con destreza bajo el bikini, introduciéndose por todos los vericuetos de aquel erógeno lugar, hasta que la respiración y los movimientos de Maca le indicaron que la pediatra no iba a resistir mucho más. Con movimientos pausados, que causaban la desesperación de Maca, que no hacía más que apremiarla, se deshizo de la braguita de Maca, volvió a introducir la cabeza bajo el agua y la sacó entre los muslos de la pediatra. Tirando un poco de la cintura de Maca, hizo que su sexo se aproximara a su boca y recorrió con su lengua el mismo camino que habían seguido sus manos anteriormente, hasta que se introdujo en las entrañas de Maca, llevándola a la cima del placer entre convulsiones que la hicieron aferrarse con sus piernas al cuerpo de Esther para terminar abrazada a ella mientras sus movimientos iban ralentizándose y Esther iba dejando suaves besos en su hombro A mediodía Maca recibió una llamada de Víctor para quedar con ella para comer, aprovechando un descanso que tenían los agentes. Maca se preparó y a la hora convenida estaba en el bar que había cerca de la comisaría. La pediatra había estado muy inquieta toda la mañana por la perspectiva de poder ver a Esther pronto y la angustia que le provocaba el rescate de su novia. Ahora sus nervios se acrecentaban ante la inminencia de esa llamada y las ganas que tenía de hablar con ella Mientras comían, los policías informaron a Maca de los planes definitivos. Como ambos tenían turno de tarde, habían decidido que irían al pueblo por la mañana. Ellos llegarían sobre las 9 y Belén y ella tendrían que hacerlo a las 10, para que les diera tiempo de echar un vistazo a la situación antes de que llegaran ellas. Era importante que Maca se enterara bien de dónde vivía Esther y que ésta estuviera preparada para salir de allí en cuanto dieran con ella Tras pedir el postre del menú que habían comido, Maca mandó un mensaje a Esther en el que le decía que recibiría una llamada desde un número oculto y que la cogiera, porque sería ella. Le pidió que le diera un toque cuando leyera el mensaje, porque sabía que Esther no solía tener el móvil encendido todo el día. En contra de lo que Maca pensaba el toque llegó casi de inmediato, como si Esther estuviera presintiendo que necesitaban ponerse en contacto con ella. La pediatra más que comerse el postre, lo engulló y cogiendo el móvil que le ofreció Víctor se dispuso a realizar aquella llamada - Puedes salir fuera si quieres hablar con más intimidad (le dijo Víctor poniendo su mano en el brazo de Maca interrumpiendo aquel acto de teclear. Sonriendo cariñosamente prosiguió). Pero no te enrolles demasiado, que nosotros tenemos que volver al trabajo - ¡Gracias! (Maca los miró agradecida y con una sonrisa en los labios se levantó). Haré un esfuerzo y seré breve, no os preocupéis
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Ya en el exterior del bar, Maca buscó un lugar alejado de ruidos y de gente y marcó aquellos nueve números que iban a permitirle comunicarse con Esther por fin - ¿Maca eres tú? (Preguntó Esther con voz nerviosa) - Sí, soy yo. Hola mi amor, ¿cómo estás? (Maca apenas podía evitar la emoción que le provocaba oír la voz de Esther al otro lado) - Ahora que te oigo mucho mejor, cariño. Desde que me dijiste que estaba cerca el día en que nos veríamos estoy con unos nervios impresionantes. No te imaginas el tiempo que llevo deseándolo... - Pues si todo sale bien no vas a tener que esperar mucho más. Mañana mismo nos veremos (dijo Maca toda ilusionada) - ¿Mañana? ¿Lo estás diciendo en serio? ¿Y cómo lo has conseguido? ¿Lograste averiguar mi paradero? (Las preguntas se agolpaban en la boca de Esther, que no esperaba recibir semejante noticia y no entendía nada) - Tranquila, Esther. Ya tendremos tiempo para que te lo cuente todo con calma (Maca sonrió al percibir los nervios de su chica). Y claro que hablo en serio. Mañana por la mañana iremos por ti. Gracias a tus pistas di con el sitio donde estás y he conseguido contactar con unas personas que me han estado ayudando para intentar sacarte de allí. Este teléfono es de una de ellas - ¿Mañana por la mañana? Oh Maca, ¡eso es genial! Estoy que no me lo creo todavía... Tengo tantas ganas de verte... (Esther empezó a emocionarse y las lágrimas acudieron a sus ojos de repente). Necesito tenerte a mi lado, hablar contigo, sentirte cerca, sentirme protegida por ti y compartir contigo todas las cosas que he tenido que estar callando. ¡Te necesito, Maca! Ha sido durísimo estar aquí sola sin ti y sin saber nada de ti - No llores, mi vida (Las emotivas palabras de Esther habían provocado una gran emoción en Maca, que hacía esfuerzos por no llorar) Todo eso va a terminar y ahora estaremos juntas para luchar contra lo que sea y volver a nuestra vida de antes. Yo también estoy deseando verte, mi niña Maca hizo una breve pausa para que Esther pudiera tranquilizarse, porque la sentía llorar al otro lado del teléfono y de paso aprovechó para hacerlo ella también - Esther, ¿estás bien? - Sí. Ya estoy mejor. Ha sido todo tan inesperado que me ha superado, lo siento - No tienes que disculparte por nada, mi amor. Ahora escucha bien, porque no tengo mucho tiempo. Mañana sobre las 10 de la mañana iré con otra chica a buscarte a tu casa y tú tienes que estar preparada para salir, así que vete recogiéndolo todo y borrando cualquier rastro de tu estancia allí, ¿de acuerdo? - De acuerdo. No tengo tantas cosas aquí, así que eso será rápido. Tendría que hablar con el dueño de esta casa para decirle que me voy, ¿no? - Pues no sé, pero eso lo puedes hacer por teléfono y ya veremos la forma de hacerle llegar las llaves. Es mejor que nadie se entere de que te vas de allí - Sí claro, lo entiendo. Además tengo el mes pagado, así que eso no será problema - Muy bien. Ahora tienes que decirme dónde vives. Yo no conozco el pueblo, pero unos amigos sí y sé que es complicado de explicar, pero tienes que darme los mayores detalles posibles. A ver si vamos a ir a otra casa y la liamos (dijo Maca bromeando) - A ver... (Esther calló unos segundos mientras pensaba la mejor manera de explicarse). Pasando el puente tienes que seguir una carretera que va a la izquierda hasta las torres del antiguo palacio. Eso se ve bien de lejos. Al pie de una de las torres hay una pequeña explanada donde los coches pueden aparcar. Ahí es donde tienes que dejar el coche, porque a esta casa sólo se puede acceder andando. Desde ahí sales de nuevo a la
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carretera por la que viniste y sigues hacia delante por un camino de tierra. Hay casas a ambos lados, pero la mía queda a mano derecha. Tiene un pequeño jardín con un ciruelo. Al terminar el jardín hay una valla con una puerta pequeña y en la fachada un cartel que pone “El ciruelo”. Ésa es la casa. No tiene pérdida, porque las otras casas son de dos pisos. ¿Te has enterado bien? - Sí, perfectamente. No parece muy complicado. De todas formas ten el móvil encendido por si nos liamos o sucede algo y tenemos que cambiar de planes, ¿vale? - Sí, sí, lo encenderé nada más levantarme, no te preocupes. ¿Te están siguiendo o algo así? (A Esther le había preocupado ese comentario del cambio de planes que Maca había dejado caer) - No, de momento parece que hemos logrado darles esquinazo, pero como no sabemos lo que puede pasar es mejor ir con precaución - Vale, pero ten mucho cuidado, por favor. Si la cosa no está muy clara prefiero quedarme más tiempo aquí a que te arriesgues por mí. ¿Me oyes? Que te conozco y sé que eres muy cabezota - Que sí, no te preocupes, que iremos con mucho cuidado, de verdad. De todas formas todo va a salir bien, ya lo verás (Maca no quería despedirse de Esther dejándola preocupada aunque ella no tuviera tanta certeza de que no fuera a haber problemas). Y ahora tengo que dejarte. Cuídate mucho, cariño. Y no te pongas muy nerviosa, ni pienses en lo peor - Me cuidaré y no saldré en todo el día, pero lo de los nervios no te lo prometo, porque la idea de irme de aquí y de verte hace que se me retuerza el estómago, pero en cuanto te tenga delante todo se pasará - Ya, te comprendo, porque yo estoy igual que tú. Nos espera una larga noche, me temo (dijo Maca riéndose). Bueno, mi amor, hasta mañana. ¡Te quiero! Muchos besos, que mañana ya te daré en persona - Uf, qué ganas de que pasen las horas y de poder recibir esos besos... Ten mucho cuidado, por favor. Yo también te quiero mucho. Adiós Maca colgó y se quedó unos minutos allí parada intentando recuperarse de toda la emoción que había sentido en esa conversación. Le habría encantado hablar más con Esther, pero no era el momento y ya tendrían tiempo de hacerlo
Tras aquel apasionado baño, Esther y Maca permanecieron descansando en la playa un buen rato hasta que sus estómagos reclamaron algo de alimento. Decidieron cenar en el apartamento, porque querían estar ellas dos solas compartiendo cada minuto de lo que quedaba de día. Entre bromas y risas prepararon la cena y tras ella se sentaron en el sofá acompañadas por una suave música de fondo que incitaba a una tranquila conversación - Me encanta estar así, sin necesidad de hacer nada especial para disfrutar de una noche de sábado (Maca acariciaba lentamente el cabello de Esther, que estaba recostada en su hombro izquierdo) - A mí también me gustan estos momentos de relax, y más si estoy acompañada por la mujer de mi vida (Esther giró la cabeza sonriendo y miró a Maca dulcemente mientras pronunciaba las últimas palabras) - Me gusta eso de ser la mujer de tu vida... Suena precioso cuando tú lo dices. Y ya ni te cuento si encima lo acompañas de esa mirada y esa sonrisa. Me matas directamente (Maca atrajo a Esther y depositó un tierno beso en sus labios)
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Ambas mujeres permanecieron largo rato silenciosas perdiéndose cada una en los ojos ajenos mientras sus manos se unían y se prodigaban leves caricias. Esther interrumpió ese momento para tumbarse acomodando su cabeza en las piernas de Maca y, sin dejar de mirarla ni de acariciar su mano, dejó que sus pensamientos salieran libremente - La vida de una pareja está llena de miles de momentos, pero para mí uno de los mejores es poder disfrutar simplemente de la compañía de la otra persona. No hace falta que haya conversaciones profundas. Incluso a veces ni hace falta hablar. Sólo estar ahí deleitándose con la presencia del ser querido y dejándote invadir no sólo por el cariño que das, sino por el que recibes y que en momentos así se vuelve casi tangible. ¿No te pasa a ti lo mismo? Maca miró encandilada a Esther tras escuchar sus palabras. Aquella mujer lograba emocionarla con las cosas que decía y la manera que tenía de hacerlo - Sí, claro que me pasa lo mismo (respondió finalmente Maca). Es más, lo que acabas de decir es justo lo que me está pasando en este instante. ¿Sabes cuál fue una de las cosas que me enamoró de ti? - ¿Cuál? (Esther sonreía al ver los derroteros por los que estaba yendo la conversación y no pudo evitar sentirse algo nerviosa ante la respuesta que iba a darle Maca) - La profundidad con la que analizas situaciones y sentimientos complejos y la facilidad y naturalidad con la que los describes. Siempre logras dejarme perpleja. Consigues ser tan explícita y que me vea tan identificada con lo que dices que soy incapaz de decir nada. Me admira esa capacidad tuya, de verdad Ahora fue Esther la que se quedó callada mirando a Maca con una sonrisa emocionada y los ojos brillantes - Pues aunque te pienses que es falsa modestia, no me había dado cuenta de que hacía eso. Es la primera vez que me lo dicen y a lo mejor es porque tú consigues que abra mi interior sin recelo y que sea él el que va dictándome las palabras que tengo que decir. Yo siempre he sido muy reservada y me cuesta mucho contar a los demás mis intimidades, pero contigo me pasa todo lo contrario. Me veo hablándote de ese tipo de cosas sin darme ni cuenta. Y lo curioso es que eso me sucedió al poco de haberte conocido y por lo que dices me sigue ocurriendo... - Claro que te sigue ocurriendo. Acabas de volverlo a hacer al intentar explicar por qué te pasa (dijo Maca riéndose). Me encanta la gente sensible y reflexiva, pero espontánea y tú lo eres sin duda. Espero que se me pegue algo, porque yo soy demasiado visceral a veces - Ya te daré alguna clase a cambio de que tú me la des sobre como ser más visceral, porque a veces también viene bien no andar comiéndose tanto el coco... - Dicen que todo se contagia salvo la hermosura, así que a saber cómo acabamos dentro de un tiempo (dijo Maca en broma). Aunque me gusta ver que nos complementamos tan bien. Y no sólo en caracteres... - No sé a qué te refieres... (Esther puso tal cara de inocencia ante el comentario lleno de picardía de Maca, que hizo que ésta se riera abiertamente) - ¿Seguro que no lo sabes? ( Maca iba aproximando lentamente su rostro al de Esther mientras seguía hablando) No me digas que vas a necesitar una explicación...
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- Con una demostración práctica será suficiente. Ya sabes que una imagen vale más que mil palabras (dijo Esther riéndose pícaramente mientras se sentaba sobre las piernas de la pediatra) Aquel cambio de posición dejó los rostros de ambas tan cercanos que los rasgos de la persona que tenían enfrente empezaban a desdibujarse. Maca recortó más aún las distancias y sucumbió a la tentación de besar los labios de Esther que, ligeramente entreabiertos, parecían reclamar a los suyos. Los besos de la pediatra fueron correspondidos e intensificados por parte de Esther, quien decidió hacer una incursión dentro de la boca de Maca, que fue el preludio de una cadena de caricias y gemidos Al cabo de un rato, Maca consiguió separarse levemente de Esther y se quedó mirándola apasionadamente mientras su corazón y su respiración intentaban recuperar el ritmo normal. Tomó el rostro de Esther entre sus manos y acarició sus mejillas con los pulgares. "Te quiero mucho, mi niña y ahora voy a dejarme la piel en demostrártelo para que no te quede ninguna duda" Maca dio un suave beso a Esther y le hizo un gesto para que se levantara. Una vez que estuvieron las dos de pie, la cogió de la mano y la condujo hacia la habitación sin dejar de mirarla en ningún momento Aquellas cuatro paredes fueron mudas testigos de una dulce y apasionada noche entre dos mujeres que perfectamente compenetradas dieron rienda suelta a todo el amor que sentían la una por la otra Después de la conversación con Esther, Maca fue hacia el piso que habían alquilado y pagar a la dueña lo que habían convenido el día anterior. Una vez que todo estuvo arreglado bajó a un supermercado cercano a hacer una compra de las cosas más necesarias (incluyendo alguno de los caprichos que le gustaban a Esther), para que se encontrara lo más cómoda posible Acto seguido cogió un taxi y se dirigió a casa de Belén a descansar un poco, porque la rodilla todavía le molestaba bastante y quería estar lo más recuperada posible cuando se encontrara con su niña “Ay mi niña, pobrecita. ¡Qué mal lo ha pasado estos días! Espero que todo salga bien y podamos estar juntas de nuevo... Hemos tenido una relación a distancia, lo cual no es fácil nunca, pero por lo menos hablábamos todos los días y nos hemos visto siempre que hemos podido. Esta vez ha sido una separación muy cruel, porque nos ha tenido prácticamente incomunicadas y con un miedo enorme que lo envolvía todo. Tengo unas ganas de que termine todo... Pero me da que todavía nos queda lo peor. Aunque por lo menos ahora estaremos juntas”. Estos eran los pensamientos de Maca mientras veía pasar aquella gran ciudad por la ventana del taxi Tras la cena, Maca y Belén hablaron de los planes para el día siguiente y después la policía empezó a preparar las cosas que necesitaría. Cogió una especie de transmisor que llevaría en la oreja para comunicarse con Víctor y David, se cercioró de que su pistola estaba cargada, la guardó en la cartuchera que llevaría colgada y sacó una cajita con balas. Maca la miraba atentamente y al ver la pistola su cara cambió. Nunca había visto un arma de cerca, pero el hecho de pensar que tuvieran que utilizarla hizo que un
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escalofrío recorriera toda su columna vertebral. Cuando todo estuvo listo se dispusieron a dormir, pues les esperaba un día muy ajetreado y lleno de emociones Maca no lograba conciliar el sueño. En su cabeza daba vueltas todo lo que habían planeado y luego le venían a la mente retazos de la charla que había tenido con Esther. Estaba nerviosa, impaciente y atemorizada; esos sentimientos le impedían quedarse dormida y no paraba de dar vueltas en la cama intentando sacar todo aquello de su cabeza. Por fin, a altas horas de la madrugada lo consiguió Esther no estaba mejor que Maca. Ella también tenía miedo, pero lo que más ocupaba su mente era el hecho de que pronto se acabaría su encierro solitario y tendría la posibilidad de ver a Maca. Pensar en ella y recordar los momentos que había vivido junto a ella fue lo único que consiguió que aguantara todos esos días sin flaquear y luchando contra la tentación de salir de allí. Al final el sueño acabó por vencerla y se durmió con una sonrisa en los labios A las 8:30 Belén y Maca salían rumbo a Valsaín con tiempo de sobra por si pillaban algún atasco, cosa bastante probable dadas las horas y la carretera por la que tenían que circular. A esa misma hora Víctor y David circulaban con la moto por el Puerto de Navacerrada, pasando con precaución por las famosas “siete revueltas”. En el punto de destino, Esther acababa de levantarse y estaba frente a un café para despejarse un poco después de la mala noche pasada. Tenía casi todo preparado y sólo le faltaba recoger las cosas de última hora Poco antes de las 9 los dos policías hicieron su entrada en el pueblo. Aparcaron la moto cerca de donde iba a estar Víctor y echaron un vistazo al pueblo lo más discretamente que pudieron, porque no querían llamar demasiado la atención. Algunos habitantes salían en sus coches y otros llevaban el ganado a pastar. Reinaba un ambiente bastante tranquilo en general, así que volvieron a dirigirse a la entrada del pueblo, donde cada uno buscó un lugar apropiado para poder observar sin ser visto Cuando llegaron a lo más alto del Puerto de Navacerrada Belén, desde el manos libres, realizó una llamada a Víctor para saber cómo iban las cosas. Éste les dijo que todo parecía ir bien y que no había ningún motivo para preocuparse. Aquellas palabras tranquilizaron a Maca, que no paraba de moverse nerviosa en su asiento Eran casi las 10 cuando el coche de Belén entraba en el pueblo. Se colocó el transmisor en la oreja y casi al instante pudo oír la voz de Víctor diciéndole: - Hola guapa, ya veo que has llegado sin problemas. Te tenemos localizada e intentaremos no perderte de vista. Ve todo recto hasta que llegues al puente que tienes más adelante y luego sigue las indicaciones que os dio Esther. ¡Suerte y que vaya todo bien! Antes de salir del pueblo vuelve a ponerte en contacto conmigo. Un beso - De acuerdo, estaremos en contacto. Y vosotros avisadnos si ocurre cualquier cosa. Ya estoy cerca del puente y veo las torres del palacio que nos dijo Esther. ¡Suerte y un beso! - ¿Va todo bien? (Preguntó Maca, cuyos nervios apenas la dejaban articular palabra) - Perfectamente. De momento no ha habido nada sospechoso, así que parece que realmente nos libramos de la gente ésa que nos perseguía. ¿Sabes? Tengo ganas de conocer a la famosa Esther. Debe ser alguien muy especial para hacer que tú montes todo esto para reunirte con ella...
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- Es una persona maravillosa que ha hecho que mi vida sea plenamente feliz y de la que estoy muy enamorada, así que es normal que haga todo lo posible por ayudarla, ¿no? (Los ojos de Maca brillaban de una forma especial cuando hablaba de Esther. Ese brillo fue captado por Belén, que sonrío cariñosamente a Maca) - Claro que es normal lo que haces. Yo en tu lugar habría actuado igual. Mira, ya hemos llegado a la explanada que dijo Esther. Vamos a aparcar y a buscarla Belén aparcó el coche y antes de salir echó un vistazo a los alrededores por si veía algo extraño. No había nadie por allí cerca, así que cogió la pequeña mochila que llevaba y antes de abrir la puerta, miró a Maca, le puso la mano en la pierna y le preguntó: “¿Preparada?” Maca inspiró profundamente y asintió con la cabeza mientras soltaba el aire lentamente intentando expulsar con él los nervios que cada vez eran más intensos Cogieron el camino que discurría en medio de las viviendas, tal y como les había explicado Esther y caminaron lentamente y en silencio fijándose en todas las casas que quedaban a su derecha. No habían andado más de cien metros cuando vieron una casa con un jardín y un árbol en medio. Avanzaron un poco más y descubrieron la pequeña puerta de la valla que daba acceso al jardín y a la casa, que quedaba a la izquierda. Maca señaló con el dedo el rótulo en el que estaba escrito “El ciruelo” y Belén le hizo un gesto para que abriera la puerta y entrara, mientras ella miraba a un lado y a otro de la calle. Belén iba a traspasar la puerta cuando un ruido a sus espaldas la sobresaltó Se giró asustada con la mano cerca de donde guardaba la pistola y vio a una señora que acababa de aparecer por una bocacalle y que llevaba una bolsa con barras de pan. Delante de ella iba corriendo un perro pequeño - ¡Buenos días! (dijo la señora que miraba con curiosidad a Belén, seguramente extrañada de ver a alguien entrando en aquella casa) - Buenos días (Belén respondió amablemente y aprovechó el saludo para expulsar todo el aire que había contenido instantes antes) Entró en el jardín y mientras cerraba la puerta de nuevo, observó como la mujer se metía en una de las casas que había delante. Supuso que no había motivos para alarmarse, pero decidió no bajar la guardia. Maca la miraba nerviosa a la espera de que la policía le dijera si llamaba a la puerta o esperaba - Llama a la puerta, Maca. No creo que tengamos que preocuparnos por esta mujer, pero ¡vaya susto me ha dado el perrito de las narices! - Pues no veas el que me he llevado yo cuando te visto a punto de sacar la pistola... Menos mal que no ha pasado nada... (Maca suspiró y subió los dos escalones que la separaban de aquella puerta, buscando el timbre para llamar. Al no verlo dio varios golpes con los nudillos y se quedó mirando expectante y desbordada por los nervios ante el ya sí que inminente encuentro con Esther) Sólo pasaron unos segundos, que se le hicieron eternos a Maca, hasta que oyeron como alguien giraba las llaves desde dentro y la puerta empezaba a abrirse. Al instante, apareció Esther que, nada más ver a Maca delante de ella esbozó una enorme sonrisa y se abalanzó a los brazos de la pediatra, cuya cara también mostraba una sonrisa emocionada
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- ¡Maca! ¡Qué alegría verte! (Dijo Esther sin abandonar aquel abrazo y sintiendo como los ojos empezaban a llenársele de lágrimas que ni siquiera intentó reprimir) - Oh Esther, ¡cómo deseaba que llegara este momento! (Maca acariciaba la espalda de Esther mientras la apretaba fuertemente, como queriendo cerciorarse de que el momento que estaba viviendo era real) Poco a poco fue separándose de ella y tras mirarla con sus ojos invadidos por las lágrimas, la tomó de la barbilla, acercó su rostro al de ella y besó larga y lentamente sus labios con ternura. Volvieron a unirse en un abrazo dejando que las lágrimas salieran a raudales, sintiendo que con ellas liberaban parte de toda la tensión que habían estado acumulando durante aquellos días - Siento interrumpiros, pero creo que sería mejor que entráramos en la casa (dijo Belén, que había observado emocionada el cariñoso y conmovedor encuentro de aquellas dos mujeres que seguían sin despegar su mirada una de la otra) - Sí, tienes razón (dijo Maca reaccionando por fin, limpiándose las lágrimas e introduciéndose en la casa guiada por la mano de Esther, que se había aferrado a la suya) Esther, ésta es Belén, una de las personas que más me ha ayudado a encontrarte - ¡Encantada! Y muchas gracias por todo lo que has hecho. No sabes lo que esto significa para mí... (Esther dio dos besos a Belén y volvió al lado de Maca, que pasó su brazo derecho por los hombros de su novia y la atrajo hacia ella) - Me alegra mucho verte y conocerte por fin. No te puedes imaginar todo lo que ha hecho Maca para dar contigo... Así que las gracias se las tienes que dar a ella. Yo he hecho todo esto contagiada por su tenacidad. Ha sido un verdadero placer, de verdad. Voy a hablar un momento con Víctor para ver si va todo bien y podemos irnos Sabiendo que ambas mujeres necesitaban un poco de intimidad, Belén salió del salón y se dirigió a la cocina. Esther, tras las palabras de la policía miró emotivamente a Maca, se colocó frente a ella, pasó los brazos por su cintura y se lanzó sobre los labios de la pediatra, besándolos ardientemente. “¡Cuánta necesidad tenía de ti!” dijo Esther antes de regresar a la boca de su chica para dejar esta vez cortos y suaves besos en ella - Siento ser una aguafiestas, pero lo mejor que podemos hacer es salir lo antes posible de aquí. Víctor me ha dicho que no hay moros en la costa, así que deberíamos aprovechar (dijo Belén apareciendo otra vez en el salón) Cogieron las cosas de Esther y fueron al jardín. Belén se aproximó a la valla y se asomó para escudriñar la calle antes de salir. Esta vez no había nadie y las tres abandonaron aquella casa. Esther se giró un momento para verla por última vez, antes de seguir los pasos de las otras dos Cuando tuvieron el coche cargado, entraron dejando que Esther fuera sola detrás por si tenía que esconderse. Las tres estaban silenciosas y tensas mirando a todas partes. Cuando estaban a punto de llegar al puente, David avisó a Belén de que parara el coche inmediatamente y lo aparcara detrás de alguien - ¿Qué pasa? ( Preguntó la policía) Maca y Esther al oír la pregunta de Belén y ver su expresión grave y preocupada, se miraron asustadas. Belén situó el coche detrás de otros y escuchó atentamente a David
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- Acaba de acercarse un hombre a Víctor y está hablando con él. Parece alguien del pueblo, pero creo que será mejor que esperéis a que se vaya y a que Víctor nos cuente (explicó David) Belén les dijo a las otras lo que pasaba y permanecieron en silencio a la espera de nuevas noticias. Esther se acercó al asiento de Maca, que se giró levemente y tomó su mano intentando transmitirle seguridad con ese gesto. Pasados unos minutos, Víctor habló con Belén diciéndole que no pasaba nada, que se le había acercado un hombre del pueblo interesado por saber qué hacía allí parado durante tanto tiempo. Finalmente, el policía había logrado librarse de él - Ya puedes arrancar y salir del pueblo. David y yo os seguiremos en la moto. Nos vemos en Madrid. Conduce con cuidado, que te conozco (dijo el policía haciendo que Belén sonriera ante ese comentario) - De acuerdo, ahora mismo nos vamos. Estoy deseando salir de aquí, que vaya sustos nos estamos llevando con los vecinos de este pueblo... - ¿Os ha pasado algo antes? - Afortunadamente sólo un susto con una señora y su perro. Ya te lo contaré. Y tened cuidado vosotros también. Hasta luego Belén arrancó nuevamente el vehículo y mientras se dirigían hacia la carretera les contó lo que Víctor acababa de decirle. Pusieron rumbo a Madrid y al poco tiempo vieron como la moto de los dos agentes les daba alcance y permanecía tras ellas. Durante el trayecto, a pesar de que seguían algo nerviosas, aprovecharon para relatarle a Esther cómo Maca había dado con ellos y todas las cosas que habían estado haciendo desde que Maca volvió a Madrid Esther escuchaba perpleja mirando a Maca con una mezcla de cariño y admiración por todo por lo que había sido capaz de pasar por ella. “Si tenía alguna duda de los sentimientos de Maca hacia mí, esto hace que desaparezcan para siempre. Todo esto es una prueba palpable de todo lo que me quiere...” Pensaba Esther mientras contemplaba embobada a Maca, que al sentirse observada miró a Esther y le dedicó una cálida sonrisa Mientras desayunaban, Maca le propuso a Esther ir a ver la ciudad de Cádiz para alejarse un poco de los domingueros que suelen llenar las playas. A la enfermera le pareció una gran idea, puesto que no la conocía y le apetecía salir un poco de aquel lugar. Después de arreglarse, Esther empezó a preparar la cámara de fotos, los objetivos y demás accesorios que podría necesitar. Cuando ya lo tuvo todo listo, se colgó la bolsa al hombro y con una gran sonrisa le dijo a Maca: “Ya estoy vestida de turista, así que cuando quieras nos vamos” - No te falta detalle, desde luego (dijo Maca mirándola de arriba abajo y riéndose). Bueno sí, un librito turístico y un plano - Muy graciosa... Esta vez te tengo a ti de guía, así que ¿para qué necesito el librito y el plano? Espero que estés empollada sobre la capital, porque yo soy muy preguntona (Esther le sacó la lengua y la empujó levemente para que saliera del apartamento). ¡Venga, tira!
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Una vez que llegaron a la capital, Maca se dirigió directamente al casco antiguo, donde se hallan los principales monumentos, la zona más comercial y los barrios más típicos de la ciudad. Esther estaba maravillada con todo lo que veía y no paraba de hacer fotos mientras Maca le iba explicando los lugares por los que iban El primer sitio por el que pasaron fue la Plaza de España, con el monumento a Las Cortes, en el que se detuvieron largo rato mirando y comentando los relieves, inscripciones y figuras allí representadas. Maca le explicó a Esther que tenía forma de hemiciclo con un sillón vacío en el centro y le iba señalando algunas de las figuras y el significado alegórico que tenían y que la enfermera luego plasmaba en sus fotos De allí se dirigieron a la plaza de San Juan de Dios, donde también pudieron contemplar y fotografiar el Ayuntamiento. Siguieron paseando, charlando, haciéndose fotos y comentando todo lo que veían, hasta que llegaron a la Catedral BarrocaNeoclásica del siglo XVIII, cuya fachada de dos colores (debido al mármol y piedra caliza con que fue construida), fue fotografiada por Esther con Maca posando delante. Vieron el interior del templo, las capillas y el museo catedralicio que tiene un rico tesoro formado por cuadros, tallas y objetos litúrgicos de gran valor. De allí bajaron a la cripta de bóveda plana y formada por tres capillas, en una de las cuales contemplaron la tumba de Manuel de Falla y de José María Pemán Cuando terminaron la visita a la Catedral, decidieron hacer un descanso para comer y se dirigieron al barrio de la Viña, antiguo barrio de pescadores, donde pudieron degustar el famoso pescaíto frito, que a Esther le encantaba - He comido tanto que apenas puedo moverme (dijo Esther poniendo las manos en su barriga, en ese gesto tan habitual en ella cuando había comido a sus anchas), así que ten piedad de mí y no me des mucho tute hasta que haga la digestión - Si es que eres incapaz de controlarte pidiendo y luego terminas fatal (Maca se reía, porque siempre que habían comido juntas esos días pasaba lo mismo) - Sí, es verdad, pero todo tiene tan buena pinta que me cuesta decidir... - Claro, y por eso tienes que pedirlo todo, ¿no? (Dijo Maca sin dejar de reírse) - Todo no, que me han faltado muchas cosas (Esther acabó riéndose también contagiada por las carcajadas que daba Maca tras cada comentario suyo) - De todas formas, creo que el plan que tengo para ahora te va a gustar y vamos a poder descansar un poco mientras pasa este calor. ¿Te apetece ir a un parque a dar un paseíto y tirarte en la hierba rodeada de árboles y contemplando el mar al fondo? - Me apetece mucho. Sobre todo esa parte de tirarme en la hierba (dijo Esther entre risitas) - Ya me imaginaba yo que esa parte te encantaría. Pues venga, vamos hacia allá, que hay que andar un poco hasta que lleguemos (Maca se levantó y tiró de Esther para despegarla de la silla Agarradas de la mano fueron pasando por varias calles estrechas y pequeñas plazas, en las que paraban a veces para que Esther hiciera sus consabidas fotos, hasta que llegaron al Parque Genovés. Allí Esther se admiró de la belleza de los árboles y plantas que lo conformaban y aprovechó para hacer unas cuantas fotos a Maca, para que ésta se las hiciera a ella y para que alguna de las personas que paseaban por allí les hiciera algunas a las dos juntas en los diferentes lugares por los que pasaban
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Después buscaron un lugar donde poder tumbarse a la sombra y Esther aprovechó para ir viendo con Maca las fotos que había hecho y que habían quedado preciosas - Desde luego por fotos no te quejarás (bromeó Maca cuando hubieron terminado) - No, no me quejo. Estoy encantada. Éste es uno de mis vicios, lo reconozco y tú has sido muy paciente esperando tantas veces a que las hiciera. Además el otro día me di cuenta de que no tenía ninguna foto tuya y tenía que aprovechar ahora para que no se me olvide tu cara cuando nos separemos - No creo que se te vaya a olvidar mi cara (comentó Maca riéndose), pero es buena idea que ambas podamos tener un recuerdo de estos días. Yo ya sé qué foto voy a ampliar y a poner en mi casa - ¿Sí? ¿Cuál? (Preguntó Esther interesada) - Bueno, hay muchas que me gustaría pasar a papel, pero la que digo es ésa en la que estás tú sentada en un banco y rodeada de árboles. ¡Estás preciosa...! - A ver... (Esther volvió a coger la cámara y buscó la foto a la que se refería Maca). ¿Es ésta? - Sí, ésa misma. Me encanta esa preciosa sonrisa con la que sales y lo feliz que se te ve - Es que soy tan feliz que eso se tiene que reflejar a la fuerza (dijo Esther mirando con dulzura a Maca y aproximándose tanto a ella que hizo que acabara tumbada boca arriba y recibiendo un cálido beso en los labios por parte de Esther) - Yo también lo soy, mi amor (dijo Maca haciendo que Esther se tumbara sobre ella y acariciando su cara). Estos días contigo están siendo deliciosos. No hay un segundo en el que no disfrute y has conseguido que sólo con tenerte a mi lado me sienta la mujer más afortunada del mundo Maca atrajo a Esther y esparció varios besos por su cara, hasta terminar apresando los labios de la enfermera con los suyos y deleitándose en ellos durante largo rato El trayecto hacia Madrid transcurrió sin problemas. Cuando llegaron a la ciudad extremaron las precauciones y los dos agentes fueron primero hacia el piso para cerciorarse de que allí no había nadie. Al poco rato llamaron a Belén para decirle que todo estaba bien y que podían ir. Esther, al oír la conversación y ver toda la prudencia con la que actuaban volvió a sentirse atemorizada y se echó hacia atrás en el asiento intentando agacharse lo más posible para que no la vieran claramente desde fuera. Maca se percató del cambio de actitud de Esther y la observó con gesto preocupado. Luego miró a Belén haciéndole una señal para que mirara hacia detrás. Belén puso la mano sobre la pierna de la pediatra y le dijo que todo iba a salir bien Finalmente llegaron a su destino, bajaron del coche todo lo rápido que pudieron y entraron en el portal acompañadas por los dos policías que querían hablar con ellas. Saludaron a Esther y le dijeron que se alegraban de verla. Ella se mantuvo en silencio y expectante hasta que entraron en el piso, mientras Maca no la soltaba de la mano. Nada más entrar los policías les pidieron que se sentaran y empezaron a hablar con ellas - Esther, supongo que estarás preocupada por lo que va a pasar ahora (dijo Belén en tono tranquilo. La enfermera se limitó a asentir con la cabeza). Por eso quiero que sepas que puedes contar con nosotros para todo lo que necesites, pero también deberíamos informar a la gente que está llevando la investigación para que les des todos los datos que tienes. Es la única forma de que cojan a los que te persiguen y todo esto termine
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Estas palabras de la policía hicieron que Esther se revolviera nerviosa en el sofá y su expresión se volviera más asustada. Maca no sabía como tranquilizar a su chica y se devanaba la cabeza intentando encontrar qué decirle. En vista de que no decía nada, Víctor decidió seguir hablando - Además de lo que acaba de contarte Belén, también debes saber que vamos a hacer todo lo posible para que entres en el Programa de Protección de Testigos. De esa forma tu seguridad será mayor, pero para eso necesitamos tu colaboración, porque tenemos que aportar ciertas pruebas que tú nos tienes que dar - Cariño (dijo Maca viendo que Esther seguía sin articular palabra y que sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas), no es necesario que todo esto lo hagamos en este momento, pero tampoco podemos dejar pasar mucho tiempo. Lo de la protección de testigos va a ser algo bueno, de verdad. ¿Tú no tienes ganas de que todo esto termine y pillen a la gente que te tiene así? - Claro que quiero, pero tengo mucho miedo, Maca (dijo Esther rompiendo por fin su silencio y sin dejar de llorar). Esta gente no se anda con chiquitas y me amenazaron con que si contaba algo a la policía, mi vida y la de mis seres queridos corrían peligro. Tú estás conmigo, pero tengo miedo por mi madre. ¿Lo entiendes? - Por supuesto que lo entiendo y te mentiría si te dijera que yo no tengo miedo, pero cada paso que demos lo haremos con el mayor cuidado posible. Tenemos la ayuda de Víctor, David y Belén y también la tendremos por parte de los otros policías. Ellos están acostumbrados a este tipo de cosas y harán lo posible por que todo salga bien y nadie resulte herido (Maca le dijo todo esto con las manos de Esther entre las suyas y mirándola con un gran cariño) - Está bien, pero dejadme hasta mañana para que asimile todo esto, por favor. Necesito hablar con mi madre, saber que está bien y tranquilizarla. Además, ahora no me veo con fuerzas para recordar todo lo que pasó - De acuerdo, dejaremos que te adaptes a tu nueva situación y que te tranquilices. Tampoco es necesario que nos lo cuentes todo. De momento lo que necesitamos son esos anónimos amenazantes que te mandaron para empezar a tramitar la protección. Y también que contactéis con un abogado para que se encargue de todos los papeleos (dijo David viendo que quizá estaban presionando demasiado a Esther y comprendiendo lo tremendamente asustada que estaba) - Lo del abogado no es problema. Hablaré con mi padre hoy y seguro que uno de los suyos nos llevará todo eso (dijo Maca) - Muy bien (dijo Belén). Otra cosa... intentad no salir demasiado de casa. Sobre todo tú Esther. No parece que sepan que estáis aquí, pero cuanto más difícil se lo pongamos mejor. Si necesitáis algo nos lo podéis pedir a nosotros o salir a comprarlo tú, Maca, pero sólo si es urgente - Vale, así lo haremos. Yo compré ayer cosas para comer y de momento tenemos para varios días. Lo que no tengo es ropa, porque me la dejé en tu casa (dijo Maca mirando a Belén). Así que te agradecería que me lo trajeras cuando vengas por aquí - No te preocupes, que mañana cuando termine el trabajo te lo traigo. Ahora mejor os dejamos solas, que seguro que tenéis mucho de lo que hablar después de todo lo que habéis pasado. Y tú tranquila, Esther. Ya verás como todo sale mejor de lo que te piensas ahora Después de estas palabras de Belén, los tres policías se despidieron cariñosamente de las dos. Maca los acompañó a la puerta y les dio las gracias por todo
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- Ten mucha paciencia, Maca, es lógico que Esther esté impactada y nerviosa. Durante su encierro ha intentado olvidar lo que pasó, pero ahora sabe que se tiene que volver a enfrentar a todo y esas amenazas no hacen más que acrecentar su miedo. No le fuerces a que te cuente nada. Seguramente cuando ella se vea con fuerzas lo hará, pero insiste en que te diga dónde están esos papeles con las amenazas. Y llámame sin dudarlo si necesitas algo, ¿vale? (Belén abrazó a Maca y le dio dos besos) - Vale, lo haré. No te preocupes. Esta tarde llamaré a su madre. A ver si eso consigue animarla un poco. Por lo menos ahora no está sola y eso ya es algo importante - Claro que sí. Verás como logras que esté mejor (dijo David). Hasta mañana, Maca Los policías se fueron y Maca volvió al salón, donde se encontró con Esther sentada, con los codos en sus rodillas y la cara oculta entre sus manos. Se situó a su lado y le pasó el brazo por los hombros. Ese gesto logró que Esther la mirara llorosa y dijera: “Abrázame fuerte. Por favor...” Maca así lo hizo y Esther cobijó su cabeza en el pecho de Maca y lloró intensamente mientras la pediatra le acariciaba la cabeza llorando también, contagiada por la congoja de Esther Cuando Esther estuvo algo más calmada, se separó del abrazo y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano. Maca le ayudó en la tarea retirando algunas lágrimas con su mano mientras la miraba con tristeza, porque le dolía mucho verla sufrir - Siento haberme puesto así y haber enturbiado la alegría de nuestro reencuentro, pero no puedo evitarlo. Sin embargo, eso no significa que no esté contenta por tenerte de nuevo a mi lado (dijo Esther asiendo la mano que Maca seguía teniendo en su rostro y depositando un beso en ella) - No te preocupes. Sé que te alegras de que estemos juntas. Y te prometo que a partir de ahora no pienso separarme de ti hasta que esto haya terminado. Espero que a los policías no se les ocurra decir que no puedo estar aquí, porque por ahí no voy a pasar (dijo Maca con firmeza) - Gracias, cariño. Pero ¿qué pasa con tu trabajo? No me gustaría que por mi culpa tuvieras problemas - No voy a tener problemas. Eso ya está arreglado. Hablé con Rocío explicándole todo y me han dado un permiso sin sueldo. Van a coger a alguien para sustituirme, así que no hay prisa para que me incorpore - ¡Qué bien! (Esther esbozó una sonrisa) Siento que hayas tenido que hacerlo y haberte metido en todo este lío. He sido una inconsciente y ahora por mi culpa las dos personas a las que más quiero en el mundo están en peligro... - ¡Eh, no digas eso! No puedo juzgar si has sido inconsciente o no, pero te conozco y sé que no haces las cosas a lo tonto. Tus razones habrás tenido para meterte en este lío y sabes que yo te voy a apoyar en todo - Ya lo sé, Maca. Y te prometo que serás la primera en enterarte de todo, pero ahora no puedo hablar de ello, de verdad - Tranquila, ya me lo contarás cuando quieras. Y ahora creo que lo mejor va a ser que dejemos de darle vueltas a todo esto y empecemos a preparar la comida. A saber lo que has comido estos días. Estás muy delgada, Esther - No he comido muy bien, la verdad. Pero es que tampoco tengo mucha hambre... Y mira que eso es raro en mí... (Esther sonrió viendo la cara sorpresa fingida que ponía Maca) - Pues se ha terminado eso de no comer. Ahora no vas a poder hacer tonterías, porque no te voy a dejar. Venga, que te enseño la mansión ésta (dijo Maca en broma). Que no has salido del salón desde que llegaste
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Maca le mostró la casa a Esther y le contó cómo la habían encontrado y cómo se habían camelado a la dueña para no hacer contrato. Cuando llegaron a la cocina hizo que le ayudara a preparar algo, mientras charlaba animadamente con ella para que no pudiera pensar en todo lo que les esperaba Después de comer se tumbaron en el sofá prodigándose dulces besos y caricias y disfrutando cada una de la cercanía de la otra, que tanto habían añorado, hasta que ambas se quedaron dormidas. El sonido del móvil de Maca las despertó y ésta se apresuró a ver quién llamaba. Sonrió y miró a Esther antes de responder - Laura, ¡qué sorpresa! ¿Cómo estás? Esther sonrió abiertamente al oír el nombre de su amiga y le hizo un gesto a Maca para que no le dijera que ella estaba allí - Pues bien, aquí trabajando para variar. ¿Tú por dónde paras? Porque con lo que te mueves nunca sé dónde puedes estar - Estoy en Madrid otra vez. Tuve que venir a resolver unas cosas sobre Esther - ¿Y cómo está? ¿Sabes algo sobre ella? - Sí, algo sé y está bien. Asustada y preocupada, pero bien. Ya sabes que es muy fuerte (Maca miró a Esther al decir esto y ella le respondió con una sonrisa). Bueno, ¿y a que se debe esta llamada? ¿Tienes alguna noticia sobre ese asunto que tenemos entre manos? - Me alegro de que Esther esté bien. Si hablas con ella dale muchos recuerdos de mi parte - Vale, lo haré (Maca susurró a Esther “recuerdos” y siguió atenta a la conversación) - Te llamaba para decirte que Marta está en paradero desconocido. Mi amiga Pepa ha ido varias veces a la dirección que me diste y aunque su nombre está en el buzón, ella no ha estado ninguna de las veces que Pepa se ha pasado por allí. No sé si eso es bueno o malo, pero quería que lo supieras - Yo tampoco sé si es bueno o malo, pero supongo que saberlo nos servirá de algo, aunque tampoco sé muy bien de qué... Dale las gracias a tu amiga y dile que esa cena sigue en pie - Me alegra oír lo de la cena, porque ya sabes que yo estoy apuntada también (bromeó Laura). Bueno, te tengo que dejar, que tengo que volver al trabajo - De acuerdo, que te sea leve la tarde (Maca se calló al ver que Esther le hacía señas para que le pasara el teléfono). Espera, hay una cosa más que quería decirte... - Dime... - ¡Laurita! ¿Sabes quién soy? (Preguntó Esther con tono alegre) - ¡Esther! ¿Pero estás con Maca? ¿Ya dio contigo? Me encanta volver a oírte. ¿Estás bien? - Sí, dio conmigo, pero no te puedo dar muchos detalles y estoy perfectamente. Ahora que estoy con ella mucho más contenta y algo más tranquila. Lo he pasado muy mal y la necesitaba, pero ahora todo eso pasó y estoy en la gloria con ella (Esther no dejó de mirar a Maca mientras hablaba) - Me alegro mucho de que estéis juntas y no te preocupes, que ya me lo contarás todo cuando puedas. Supongo que no podré verte aunque me encantaría hacerlo. Maca ya te contará lo buenas detectives que nos hemos vuelto (dijo Laura riéndose). Tengo que dejarte, que entra Eva con un herido. Dile a Maca que te cuide y te mime mucho. Un besito
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- A mí también me gustaría verte, pero ya llegará el momento y espero que sea pronto. Un beso. Dice Laura que me mimes y me cuides mucho, así que ya sabes (dijo Esther mirando a Maca) - Si lo dice Laura no voy a tener más remedio que obedecer (rió Maca). Le ha alegrado oírte, ¿no? - ¡Muchísimo! Al principio se ha quedado un poco parada, pero estaba muy contenta. También me ha dicho que me cuentes lo buenas detectives que sois. Y ya de paso, para qué te llamaba... - Está bien, te lo voy a contar porque te vas a reír mucho con algunas de las cosas que hemos hecho nosotras y Teresa, que también la metimos en el ajo (Maca no pudo evitar reírse al recordar la cara de Teresa cuando le pidió ayuda en el hospital), pero antes necesito un café Mientras tomaban el café, la pediatra informó a Esther de todo lo que había sucedido la vez anterior que estuvo en Madrid. Esther escuchaba boquiabierta. A veces se reía imaginándose la situación y otras no podía evitar asustarse. Sobre todo cuando se enteró de que la habían estado siguiendo Tras el descanso en el parque siguieron la visita a la ciudad, callejeando por el barrio antiguo. Vieron el exterior del Gran Teatro Falla de estilo mudéjar y de ahí se dirigieron al Oratorio de San Felipe Neri, sede de las Cortes de Cádiz, donde se promulgó la Constitución de Cádiz en 1812, popularmente conocida como “la Pepa” por haberse hecho el día de San José. Allí pasaron un rato viendo la cantidad de placas conmemorativas del centenario de las Cortes de Cádiz que llenan la fachada. Hicieron una rápida visita por el interior, deteniéndose más en el famoso cuadro de la Inmaculada de Murillo en el centro del altar mayor Terminaron su recorrido disfrutando de un agradable paseo con la luz del ocaso por la Alameda Marqués de Comillas y la Alameda Apodaca, desde donde la vista puede recrearse con la contemplación de la bahía de Cádiz Era ya de noche cuando se sentaron en una terraza a tomar algo y descansar de la caminata que se habían dado. Ambas estaban contentas con el día que habían pasado allí y Esther encantada con las fotos que había sacado. Aprovechaba cada parón que hacían para echarles un vistazo. El cansancio empezó a notarse después de cenar. Ninguna de las dos mujeres hacía ademán de levantarse y alargaron la sobremesa todo lo que pudieron. Finalmente se fueron en dirección hacia el coche agarradas de la mano y charlando animadamente El lunes decidieron tomarse el día con más calma y dieron un paseo por la costa, donde pudieron disfrutar de las playas que la conforman. Pararon en algunas de ellas a bañarse y por la noche regresaron al apartamento a cenar y a disfrutar de su última noche juntas. Ninguna de las dos quería mencionar que al día siguiente tendrían que separarse, pero reinaba un ambiente de cierta melancolía Aprovechando que Maca había ido al baño, Esther salió a la terraza a disfrutar de aquellas vistas nocturnas que tanto le gustaban. Había pasado unos días maravillosos que no iba a poder olvidar y de los que en ese momento le venían imágenes que tan pronto le provocaban una ligera carcajada, una sonrisa o teñían sus ojos de una gran ternura
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Maca se dirigió a la terraza y abrazó a Esther por detrás, colocando la barbilla en su hombro, en un gesto que empezaba a ser muy habitual entre ellas - Es bonito esto ¿verdad? (Preguntó Maca en un tono casi susurrante) - ¡Precioso! (Respondió Esther) Lo voy a echar de menos cuando me asome al balcón de mi casa y no vea más que edificios y coches por todas partes - Sí, yo también lo echaré de menos, porque las vistas desde mi casa son similares a las tuyas Maca se sentó en una de las sillas que había allí y pidió a Esther que se acomodara encima de sus piernas. Permanecieron un rato abrazadas y en silencio mirando el oscuro mar e inmersas cada una en sus propios pensamientos - Esther... - Dime (dijo mirando el rostro de Maca que dejaba entrever cierta tristeza) - Te quiero y te voy a echar mucho de menos - Yo también Maca (una sombra de tristeza acudió a los ojos de la enfermera, que miró con una gran dulzura a la pediatra y besó sus labios con ternura) - Llevo toda la noche intentando quitarme estos pensamientos y disfrutar de estos últimos momentos contigo, pero no puedo evitarlo. Has llegado aquí y has dado un vuelco a mi vida y ahora que estoy disfrutando tanto con este cambio te vas... (Maca jugueteaba con su mano en la cintura de Esther mientras fijaba sus ojos en los de ella) - Ojalá pudiera quedarme, pero no es posible. ¿Sabes? Cuando planeaba mi viaje estaba nerviosa porque no sabía qué iba a pasar. Sólo habíamos estado un día juntas y habíamos seguido en contacto por teléfono. Por una parte me parecía una locura venir aquí, por otra me asustaba lo que notaba que estaba empezando a sentir y me intrigaba saber lo que estabas sintiendo tú. Esa intriga creo que fue la que me hizo decidirme a venir. Y ahora agradezco haberlo hecho, porque mi vida también ha cambiado totalmente en estos días - Yo también me alegro de que lo hicieras, porque aunque ahora me dé pena tener que separarme de ti, los días que hemos pasado juntas compensan con creces esta pesadumbre que ahora se empeña en invadirme. No quería ponerme así, porque la verdad es que estoy muy feliz, pero a veces la cabeza va por un lado y el corazón por el contrario - No tienes que justificarte por nada, Maca, porque a mí me pasa exactamente lo mismo y creo que la culpable es la noche, que siempre tiene tendencia a crear un ambiente propicio para la melancolía, las confidencias, la conversación... y tiende a dejar al descubierto los sentimientos que durante el día son más fáciles de camuflar. Pero eso no es malo, ¿no crees? - Claro que no es malo. Y no pretendía decir eso. No me parece mal exteriorizar mis sentimientos de pena por que todo esto termine, lo que me da rabia es que la tristeza acabe ganando la batalla a la alegría, cuando los sentimientos que más abundan en mi interior son alegres y no tristes. Pero tienes razón, como siempre, la noche hace que ahora emerjan unos, aunque luego los que perdurarán serán los otros. Y desde luego que ni la noche, ni el día, ni el amanecer o el atardecer van a conseguir que deje de sentir todo el cariño que siento por ti, mi amor Maca dijo estas últimas palabras acercándose cada vez más al rostro de Esther, buscando que sus labios contactaran con los suyos y fundiéndose ambos en un dulce y prolongado beso, que sirvió de colofón a la profunda conversación que acababan de
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tener y fue el preámbulo de una larga noche de amor entre dos mujeres que de esa forma estrechaban más aún el fuerte vínculo que las unía Cuando Maca terminó su relato sobre sus aventuras detectivescas, Esther estaba casi enterada de todo lo que había estado haciendo la pediatra mientras ella estaba en el pueblo y se admiró de lo bien que había manejado toda la situación - ¡Gracias, Maca! Si tú no hubieras estado investigando no estaría ahora aquí contigo (Esther la miraba emocionada). Y encima has puesto en peligro tu vida por mí. Nunca nadie había hecho tanto por mí... - No ha sido para tanto, Esther. Además tú habrías hecho lo mismo si hubiera estado yo en tu situación. Mi motivación era muy fuerte y además egoísta, porque quería que estuvieras a mi lado. Además, tú has estado aislada en ese pueblo para que a mí no me pasara nada. Podías haber ido a la policía y no lo has hecho por mí y por tu madre. Eso sí que es un acto generoso - Generoso o cobarde. No lo sé bien todavía, pero estaba demasiado asustada para pensar con claridad. Actué más de forma instintiva. Me da igual que te quites méritos, para mí es muy importante todo lo que has hecho y me demuestra lo mucho que me quieres - En eso sí que tienes razón, te quiero muchísimo y no podía estar parada sabiendo que tú estabas en peligro (Maca se aproximó a Esther y la besó tiernamente) - Yo también te quiero, Maca. Mucho más de lo que puedo expresar con palabras y mucho más de lo que he querido a nadie. Estar tan aislada de ti ha sido una de las peores experiencias de mi vida. Es como si me hubieran amputado una parte del corazón. Éste seguía latiendo por inercia y lentamente, pero seguía activo para encontrar aquella parte que le había sido robada. Afortunadamente no se rindió y ahora vuelvo a estar completa y con un corazón tan feliz, que casi se me sale del pecho en el momento en que te vi - ¡Qué bonitas palabras, mi amor! (dijo Maca mientras volvía a acercase a ella y la besaba de forma más apasionada. Después, tomó la mano de Esther y la puso sobre su pecho). ¿Ves? Mi corazón también está feliz de notar el tuyo tan cerca. Creo que deberías intentar olvidar los malos momentos que has pasado sola. Ahora eso se acabó y juntas vamos a salir de esto ¿de acuerdo? - Sí, sí, intentaré no volver a recordar aquellos momentos y disfrutar del presente contigo (Esther sonreía mientras seguía notando el rápido latir del corazón de Maca en su mano) - Me parece perfecto, porque ahora creo que tiempo para disfrutar no nos va a faltar (dijo Maca sonriendo con picardía y guiñándole un ojo). Pero ahora debería llamar a mi padre antes de que se haga más tarde Esther, sonriendo a causa de la insinuación de Maca, fue a colocar en la habitación las pocas cosas que llevaba en la bolsa de viaje y aprovechó para ponerse una ropa más cómoda, mientras Maca charlaba con su padre contándole las últimas novedades y pidiéndole la ayuda de uno de sus abogados. Pedro no puso ninguna pega y le dijo que hablaría con ellos inmediatamente y el que fuera más apropiado se pondría en contacto con ella lo antes posible Terminada la conversación Maca se dirigió a la habitación en busca de Esther y se la encontró pensativa frente al armario, con un jersey a medio doblar en sus manos. Se acercó a ella, retiró suavemente aquella prenda y la abrazó suavemente
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- ¿Qué te pasa, cariño? - Nada, que verte hablar con tu padre me ha hecho acordarme de mi madre y de lo preocupada que debe estar (respondió Esther cabizbaja). Me encantaría poder hablar con ella igual que lo has hecho tú con tu familia. Pero, a pesar de que lo deseo con todas mis fuerzas y que antes dije que lo iba a hacer, no me atrevo - Tienes miedo de que puedan haber intervenido su teléfono, ¿no? (Maca acariciaba el cabello de Esther mientras hablaba) - Me da miedo eso, pero también que el hecho de oírme pero saber que no puedo verla ni estar con ella le haga sentirse más asustada y preocupada. No sé qué hacer... (Esther alzó la vista hasta encontrarse con los ojos de Maca y notó como las lágrimas empezaban a descender por sus mejillas) Maca arropó el rostro de Esther entre sus manos y besó sus húmedas mejillas mientras pensaba qué podría decirle para aliviar esa angustia - Entiendo muy bien que quieras ver a tu madre y hablar con ella, pero creo que ahora no sería muy conveniente. Si sabe que estás aquí va a hacer todo lo posible por verte, porque ella no sabe la gravedad de la situación, aunque me da la sensación de que lo intuye. Creo que va a ser mejor que aguantes unos días hasta que veamos qué pasa con lo de la protección de testigos y podamos hablar con los policías que están llevando tu caso para saber cómo va la investigación - Sí, puede que tengas razón. Eso es lo más sensato (dijo Esther suspirando tristemente) - Me encantaría poder hacer algo para que estuvieras con ella, pero creo que debemos ser muy prudentes. Además también es por su bien, así que no te sientas culpable por ello. Tienes que ser muy paciente - Lo intentaré, aunque me va a costar un montón (dijo Esther separándose de los brazos de Maca y volviendo a la tarea de colocar su ropa para no darle más vueltas al asunto) Maca la miraba preocupada y apenada. Ella estaba intentando que Esther se alegrara, se animara y olvidara los malos momentos que había pasado sola, pero la situación era tan compleja que terminaba surgiendo algo que hacía que Esther volviera a sumirse en la tristeza. Dejó a Esther ocupándose de sus cosas y se dirigió a la cocina a preparar algo de cena. Cuando abrió la nevera sonrió al ver aquel postre que había comprado para Esther. “Espero que esto le endulce un poco el día” La cena transcurrió de forma muy distendida. Maca seguía intentando que Esther se evadiera y estuvo contándole algunas anécdotas que le habían ocurrido a Rocío en el hospital. Esther se partía de risa con las ocurrencias de aquella mujer y logró pasar un rato muy divertido. Cuando llegó la hora del postre no pudo evitar una sonrisa al ver las cazuelitas que Maca llevaba en alto para que no pudiera ver lo que había en el interior - Aquí traigo una cosita para alegrarle el paladar a mi reina (dijo Maca poniéndose al lado de Esther sin bajar todavía las manos). ¡Elige una mano! - Huy, eso de elegir comidas se me da fatal, ya lo sabes. ¿Es necesario que lo haga? (Preguntó Esther poniendo cara de niña buena) - Si quieres comer el postre sí (respondió Maca riéndose y disfrutando al ver a Esther tan indecisa) - ¡Está bien! A ver... ¡La derecha! - Buena elección (dijo Maca depositando un mousse de chocolate blanco delante de Esther, que abrió los ojos como platos y se relamió. Maca se sentó en su silla y cuando puso su postre en la mesa se encontró con la cara de la enfermera casi pegada a él)
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- ¿De qué es el tuyo? - De leche condensada y limón (respondió Maca disponiéndose a comérselo sin preguntarle a Esther si quería probarlo) - ¿No me vas a dar un poquito? (Esther puso cara de pena, pero Maca siguió comiendo sin mirarla) - Tú has sido la que ha elegido y tienes que apechugar con el resultado (Maca hacía esfuerzos para no reírse al ver la cara de fastidio que ponía Esther) - ¡Eres una egoísta! Yo te iba a dar a probar el mío, pero ahora te aguantas (refunfuñó la enfermera metiendo la cuchara en su cazuela) - Mmmm, está buenísimo y nada dulce a pesar de lo que pensaba... Esther seguía comiendo en silencio con el ceño fruncido y sin mirar a Maca, que se lo estaba pasando muy bien chinchando a su chica. Al cabo de unos minutos puso su cuchara cerca de la cara de Esther y la empezó a mover para que la viera - Venga, que me das pena. Prueba un poco anda... - Ahora ya no quiero (dijo Esther toda digna) - ¿De verdad? Pues tú te lo pierdes (Maca empezó a retirar su cuchara lentamente sin quitar los ojos de la enfermera. Cuando ya tenía la cuchara a pocos centímetros de su boca, Esther la agarró del brazo, lo acercó a su boca y se comió el trozo que antes había rechazado, ante las carcajadas de Maca). Sabía que no ibas a poder resistirte... Esther con el ceño fruncido le sacó la lengua, como un niño pequeño cuando se burlan de él, y metió su cuchara en el postre de Maca comiéndose su contenido inmediatamente. “Esto por mala”. Al final terminaron las dos riéndose y compartiendo sus respectivos postres hasta que los terminaron El resto de la velada la pasaron en el sofá intentando ver la televisión, pero ambas estaban más concentradas en mirar a la otra y en prodigarse caricias. Al final decidieron apagar la televisión y dirigirse al dormitorio - Maca, necesito tenerte esta noche... (dijo Esther sentándose en la cama y tirando de la mano de su novia para que hiciera lo mismo) - Soy toda tuya, mi amor... (dijo Maca dejando un ardiente beso en los deseosos labios de Esther) Sin dejar de besarse fueron haciendo que las prendas que las cubrían acabaran abandonando sus cuerpos, que ahora eran arropados por las caricias que sus manos y sus labios iban depositando en ellos. El ambiente se avivaba por segundos a la par que sus cuerpos, ávidos de recobrar aquellas sensaciones de las que habían carecido durante tantos días Maca trepaba por el cuerpo de Esther dejando un camino sembrado de besos a su paso hasta que hizo una parada en los pechos de la enfermera a los que se entregó sin reparos, provocando diversos gemidos por parte de la receptora de tal intensidad de caricias. Cuando ya se había saciado de aquella exquisitez siguió su ascensión hasta encontrarse con los labios de Esther que la reclamaban ansiosamente. La enfermera se disponía a replicar apoderándose del cuerpo de Maca cuando el sonido del móvil de la pediatra le hizo detenerse
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- No te pares ahora, por favor (suplicó Maca tomando la cabeza de Esther y haciendo que volviera a la posición en la que estaba) - Igual es algo importante, Maca - No hay nada más importante que esto. Sigue, anda Esther se disponía a continuar, pero la incesante música del teléfono y la incertidumbre de qué noticias llevaría esa llamada hicieron que acabara descentrándose, así que se lanzó a cogerlo y se lo dio a Maca El amargo momento de la despedida llegó, dejando a dos mujeres enormemente tristes por una separación que no sabrían lo que duraría, pero a la vez contentas y esperanzadas por el cambio ocurrido en su relación durante aquellos días compartidos Todo había comenzado como una intensa amistad desde el principio, debido a la fuerza con la que las experiencias pasadas durante el incidente ocurrido en el avión accidentado las había unido. Gracias a la expresividad de Esther y su habilidad para diseccionar los sentimientos y situaciones vividas, aquella amistad se había asentado sobre la conversación sincera y una gran confianza mutua, que rápidamente les hizo darse cuenta de que aquellos sentimientos amistosos empezaban a derivar hacia algo más profundo que, debido a la rapidez y fuerza con la que sucedió, ambas se lo negaron hasta que el encuentro en Cádiz les hizo ser conscientes de que aquello que percibían era real y que cada una se sentía atraída por la otra Maca abandonó la estación de tren con aquellos sentimientos agridulces en su interior y los ojos empañados por las lágrimas que no había podido evitar al despedirse de Esther y ver que su tren se alejaba inexorablemente, llevándose a su niña y dejando un tremendo vacío en su interior Se dirigió a su casa sin ganas de hacer nada durante el resto de la tarde. Cuando llegó se encaminó a su habitación, deshizo su equipaje y cogió un sobre con algunas fotos que Esther se había empeñado en llevar a una tienda de revelado para que Maca tuviera un recuerdo visual de aquellos días. Antes de sentarse en el sofá, buscó entre sus discos y puso una canción que le gustaba mucho y que siempre solía escuchar cuando estaba un poco melancólica [Lo eres todo (Luz Casal).mp3] PLAY Mientras la música empezaba a sonar llenando con sus acordes aquella habitación, Maca sacó las fotos y se dedicó a mirarlas con minuciosidad, deteniéndose un rato en aquella de Esther en el Parque Genovés, que tanto le había gustado. Contemplaba con ternura los rasgos de la cara de su chica y a pesar de que sus ojos volvían a enturbiarse, sonrió contagiada por la preciosa sonrisa que lucía Esther en la foto y posó su dedo sobre ella, recorriendo con él la figura de la enfermera Cada vez que veo tu fotografía, descubro algo nuevo que antes no veía, y me haces sentir lo que nunca creí ¡Qué palabras más ciertas y más apropiadas! (Pensó Maca)
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Siempre te he mirado indiferente, eras tan sólo un amigo, y de repente lo eres todo, todo para mí, mi principio y mi fin La letra de la canción hizo que algunas tímidas lágrimas empezaran a descender por sus mejillas Mi norte y mi guía, mi perdición, mi acierto y mi suerte, mi equivocación, eres mi muerte y mi resurrección Eres mi aliento y mi agonía de noche y de día Maca seguía con la mirada fija en la foto, mientras intentaba reprimir las lágrimas que le impedían ver bien Dame tu alegría, tu buen humor, dame tu melancolía, tu pena y dolor, dame tu aroma, dame tu sabor, dame tu mundo interior Su mente, guiada por las palabras de Luz, evocaba algunos momentos y conversaciones mantenidas con Esther, que tanto le habían ayudado a conocerla mejor Dame tu sonrisa y tu calor, dame la muerte y la vida, tu frío y tu ardor, dame tu calma, dame tu furor, dame tu oculto rencor Maca volvió a recrearse en la dulce sonrisa de Esther de aquella foto, que tanto contrastaba con el gesto serio que ponía cuando se enfurruñaba con ella Mi norte y mi guía, mi perdición, mi acierto y mi suerte, mi equivocación, eres mi muerte y mi resurrección Eres mi aliento y mi agonía de noche y de día Mi norte y mi guía, mi perdición, mi acierto y mi suerte, mi equivocación, eres mi muerte y mi resurrección Eres mi aliento y mi agonía de noche y de día Te lo pido por favor, que me des tu compañía, de noche y de día, lo eres todo La canción terminó y Maca ya no pudo evitar que sus lágrimas, antes contenidas, cobraran vida propia y salieran a borbotones de sus ojos mientras ella recostaba la
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cabeza en el sofá y con los ojos cerrados seguía visualizando algunas imágenes de aquellos maravillosos días compartidos, mientras estrechaba con fuerza el paquete de fotografías contra su pecho Con cara de fastidio Maca respondió por fin y se encontró al otro lado a uno de los abogados de su padre que le dijo que al día siguiente por la tarde se desplazaría a Madrid para verlas y empezar con los trámites para protegerlas. Le pidió que tuvieran preparadas todas las pruebas que pudieran demostrar el peligro y el riesgo que podría suponer para Esther que dieran con ella y disculpándose por haber llamado a esas horas se despidió - Era el abogado (le dijo a Esther y le contó la conversación mientras apagaba el móvil) - ¿Qué haces? ¿Y si alguien quiere contactar con nosotras? Tu móvil es lo único con lo que pueden localizarnos - Luego lo vuelvo a encender, pero ahora no quiero que nadie vuelva a interrumpirnos. Además, no son horas de estar llamando a nadie (dijo Maca mientras volvía a acercarse insinuante a Esther) - Son sólo las once y media, no seas exagerada... (Esther no pudo continuar, porque Maca selló sus labios con sus besos) - ¿Por dónde íbamos? (Preguntó sugerentemente Maca casi susurrando en el oído de Esther) Esther la tumbó boca arriba y empezó a deslizar los labios por su cuello: “¿Por aquí?” Los situó en el hueco de la clavícula: “¿O era por aquí?” Con una sonrisa malévola los posó en uno de los pechos de Maca, que besó levemente, dejando un rápido lametón antes de retirarse: “¿No sería quizás aquí?” Se movió hacia el otro pecho y lo besó con más pasión: “No, me da que no era aquí”. A base de mordisquitos llegó hasta el ombligo de Maca donde introdujo la punta de la lengua mientras sus manos iban aproximándose a esa zona acariciando los costados del tronco de Maca: “Me parece que me voy acercando” - ¡Esther por dios, decídete pronto, que me estás matando...! (Maca había seguido el vagabundeo de la enfermera por su cuerpo con una sonrisa, pero la intensidad que empezaba a imprimir a sus movimientos estaban haciendo que aquello resultara un suplicio) - Estaba dándote tiempo para que volvieras a entrar en calor (bromeó Esther mirando pícaramente a Maca) - No te preocupes por eso, porque estoy a punto de abrasarme (Maca tomó una de las manos de Esther y tiró de ella para que se acercara a su cara. Deseaba besar aquellos labios que habían sido los causantes de su dulce martirio) La enfermera se tendió sobre ella, haciendo que sus sexos confluyeran, provocando una sacudida en ambas, que se lanzaron sobre la boca de la otra con una fogosidad monumental, que hizo que rodaran por la cama alternando sus posiciones, abrasándose con sus besos y excitándose con sus caricias frenéticas, hasta que Maca decidió ralentizar sus movimientos y separarse levemente de Esther para recuperar la respiración. Ella la miraba con los ojos ardientes de pasión y su pecho se movía aceleradamente a causa de la pequeña contienda que ambos cuerpos acababan de librar
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Maca se tumbó a su lado y acarició tiernamente el rostro de Esther, cuya respiración poco a poco iba recuperando el ritmo normal. Al notar los dedos de la pediatra sobre sus labios, esbozó una gran sonrisa, que el índice de Maca repasó siguiendo su contorno, hasta que fue capturado por la boca y la lengua de Esther, que seguía sin desviar un milímetro la mirada de los ojos de Maca, que en esos momentos estaban entrecerrados - ¡Eres preciosa! ¡Cuánto he añorado tus besos, tus abrazos, tus caricias y el contacto con cada zona de tu cuerpo! (Dijo Esther volviendo a atacar los labios de Maca, pero esta vez despacio, deleitándose en ellos, absorbiéndolos y besándolos cariñosamente, mientras su mano iniciaba un lento recorrido por la anatomía de aquella mujer que yacía a su lado expectante y voraz) La mano de Esther seguía su camino hasta que llegó a su lugar de destino donde permaneció parada unos segundos, disfrutando de lo bien acogida que había sido su aparición por parte de Maca, que resopló sonoramente y tensó sus músculos involuntariamente, a la vez que con la mirada accedía a que penetrara totalmente en aquel lugar. Esther obedeció en el acto y empezó a mover sus dedos por aquel húmedo lugar en movimientos circulares a la vez que volvía a besar la boca de la pediatra, que en esos momentos estaba entreabierta y por la que salían intensos gemidos, que fueron acallados inmediatamente Maca acompasaba el movimiento de la mano de Esther con el de sus caderas hasta que empezó a notar que estaba a punto de estallar pero, como no quería llegar sola a ese momento, se dedicó a agasajar el cuerpo de Esther con todo tipo de caricias hasta que viendo la excitación de la enfermera se acopló sobre ella y comenzó aquel baile íntimo y especial que culminó en el maravilloso instante en que ambas, unidas y cómplices, sintieron el cuerpo de la otra vibrar y estremecerse junto al suyo Sin despegarse ni un milímetro, Esther dejó un sentido “te quiero” en el oído de Maca, quien giró la cabeza para besarla tiernamente. Abrazadas estrechamente permanecieron prodigándose dulces besos y suaves caricias, hasta que liberadas de las tensiones sufridas cayeron en un sueño sereno y reparador del que tanto hacía que no disfrutaban Esther movía su café con la mirada fija en aquel líquido oscuro que ni veía. Estaba absorta en sus pensamientos. Esos pensamientos que la perturbaban e hicieron que despertara temprano y no pudiera volver a conciliar el sueño. El simple hecho de tener que contar lo sucedido provocaba en ella cierta sensación de inquietud y temor. Suponía volver a vivir todo lo que la había llevado a su situación actual y que había intentado mantener apartado de su mente para no derrumbarse más de lo que lo había estado. Sabía que tenía que luchar por salir de aquello, pero no encontraba las fuerzas para hacerlo. La envolvía tal estado de desidia que casi prefería estar así que enfrentarse a quienes quiera que fueran los que habían realizado aquel robo en el hospital Maca la miraba desde el quicio de la puerta con signos evidentes de preocupación en su rostro. No sabía lo que rondaría por la cabeza de Esther, pero suponía que era algo relacionado con el incidente del hospital. No sabía muy bien qué hacer para ayudar a su novia, así que optó por no preguntar nada y esperar a que Esther empezara a hablar. Se acercó sonriente y se sentó a su lado. Esther seguía cabizbaja; Maca levantó su cabeza y la besó suavemente en los labios
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- Buenos días, mi amor. ¿Has dormido bien? (Preguntó Maca sin saber muy bien como iniciar la conversación con ella) - Hola, cariño. Sí, dormí de un tirón, pero me he despertado muy pronto y me vine aquí para no molestarte (Esther fijó su mirada en Maca y puso su mano sobre la que ella tenía apoyada en la mesa) - Veo que no has desayunado, así que voy a ponerme un café y desayunamos juntas. ¿Quieres algo? - No, gracias. Sólo me apetece un café. No tengo hambre Maca se levantó a servirse su café y a coger algo para acompañarlo. No pensaba dejar que Esther siguiera sin comer adecuadamente, porque la había visto bastante delgada. Cuando volvió a la mesa apartó la taza de Esther y vio que estaba fría. Dio un sorbo al café y comprobó que estaba helado, así que vació su contenido en el fregadero y le sirvió otro a Esther, que seguía todos sus movimientos en silencio - Esther, ¿qué te pasa? Tú nunca has soportado el café frío y te ibas a tomar ese brebaje sin comer ni nada - No me pasa nada. No me había dado cuenta de que se había enfriado. No creo que sea para tanto (dijo Esther en un tono bastante seco que hizo que Maca la mirara duramente). Perdona Maca, estoy un poco nerviosa - Estás nerviosa, seria e irascible y eso no es muy normal. ¿Por qué no me cuentas qué es lo que tanto te preocupa? - No tengo ganas de hablar de ello. La verdad es que no tengo ganas de hablar (dijo Esther dando un sorbo a su café) - Está bien, como quieras (replicó Maca un tanto molesta) Terminaron su desayuno en un incómodo silencio. Maca no apartaba la vista de Esther, que miraba a la mesa con la cabeza apoyada en su mano izquierda. Al poco rato Maca se fue hacia el baño con la intención de darse una ducha, pero cuando llegó allí se sentó apesadumbrada en la taza del váter. Le dolía ver a Esther así y le molestaba que no quisiera ni hablarle, pero lo que más le dolía era no saber qué hacer para ayudarla. Parecía que todo lo sucedido y haber estado sola durante tantos días la habían convertido en una persona huraña y taciturna. Esther no era así y aquel cambio preocupaba mucho a Maca, que no esperaba que las cosas fueran fáciles, pero que tampoco había imaginado encontrarse a una Esther tan diferente a la que conocía Al final, Maca optó por meterse en la ducha para ver si conseguía despejarse, no darle más vueltas a todo ni dramatizar demasiado. Cuando salió fue a la habitación y al momento oyó la puerta del baño cerrarse, así que, una vez que hubo recogido todo se dirigió al salón y se sentó en el sofá con las piernas sobre la mesa, la cabeza reposando en el respaldo y la mirada fija en el techo Esther tampoco estaba satisfecha con su comportamiento. Le dolía ver a Maca tan distante de ella y se enfadó consigo misma por haber actuado así: “Tanto tiempo diciendo que necesitaba tenerla a mi lado y ahora que la tengo la aparto de mí... ¡Soy tonta perdida!” - Maca, por favor, perdóname... (Esther se había sentado al lado de la pediatra y había puesto una mano encima de su pierna). Me he portado como una imbécil y encima te hecho daño después de todo lo que tú has hecho por mí. Lo siento mucho...
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- No te entiendo, Esther. Estás hermética y arisca y no dejas que nadie te ayude. No sé qué hacer ni lo que quieres y no me lo estás poniendo nada fácil (Maca hablaba con el rostro serio y triste) - Tienes razón, porque ni yo misma me entiendo. No quiero excluirte, pero me cuesta demasiado hablar de lo que me pasa (dijo Esther bajando la mirada) - Esther, mírame, por favor (la enfermera levantó la vista hacia ella un tanto avergonzada). Yo no quiero obligarte a nada. No sé lo que has pasado ni cómo te ha afectado, pero empeñarte en seguir escondiéndolo no te va a ayudar en nada. Tú siempre has necesitado decir lo que piensas y sientes y con tu actitud te estás haciendo mucho daño y de paso me lo haces a mí también - Necesito que me ayudes. Estoy hecha un lío y muy asustada, pero a la vez tengo tanto miedo a enfrentarme a lo que pasó que prefiero olvidarlo. No tengo fuerzas para luchar por solucionar esto. Sé que estoy siendo una cobarde, pero no sé de dónde sacar esas fuerzas. ¡Ayúdame, por favor! Esther se abrazó a Maca y empezó a llorar amargamente. La pediatra la rodeó con sus brazos y besó cariñosamente su cabeza mientras la miraba con una gran congoja y pesadumbre - Tranquila, mi niña. Verás como entre las dos lo conseguimos. Sabes que estoy dispuesta a hacer lo que sea por ti. Y si lo que necesitas es tiempo lo tendrás, pero piensa que aunque ahora te cueste enfrentarte a ello, cuando lo hagas te habrás quitado un gran peso de encima, así que no te amargues por eso - Gracias por seguir estando a mi lado a pesar de lo inaguantable que estoy (Esther se separó de aquel abrazo, limpió las lágrimas de su rostro y respiró hondo intentando coger fuerzas para llevar a cabo lo que las palabras de Maca le habían hecho decidir). Tienes razón, me estoy escudando demasiado en evadir el tema, pero con eso sólo consigo que siga rondándome por la cabeza que tengo que contarlo y me angustie más todavía. Si sigues dispuesta a escucharme te prometo que haré un esfuerzo, pero no puedo empezar en frío. Prefiero que me preguntes tú - ¿Estás segura? - Bueno, no mucho, pero si no lo hago ahora, si lo dejo para después me va a costar más - Está bien, si quieres empiezo preguntándote yo, pero si ves que te agobias dímelo y lo dejamos, ¿de acuerdo? - Sí, sí. No te preocupes, que te lo diré. Te prometo que voy a intentar no estar tan hermética como antes... ¿Hay algo en concreto que quieras saber? - Uf, tengo muchísimas dudas, pero lo que más me intriga de todo es saber qué pasó con Marta. Quiero decir... qué fue lo que te hizo desconfiar de ella... - Tú sabes que Marta vino a sustituir a Rusti y cuando llegó intenté ser amable con ella y no juzgarla sin conocerla bien. No quería que me pasara eso que él tantas veces me había reprochado. Al principio no hubo ningún problema. Marta hacía bien su trabajo y mantenía un trato cordial con la gente, aunque era bastante reservada. Al cabo de unos meses su comportamiento empezó a cambiar, aunque no de forma muy visible, pero yo empecé a mosquearme - Ya, seguro que tú notabas cosas de las que los demás ni se habían percatado (Maca aprovechó una pausa para intervenir). Y no me extraña, porque eres muy observadora. Sobre todo con las personas que te rodean - Se nota que me conoces bien (Esther esbozó una sonrisa), porque esto mismo se lo comenté a Laura y no se había dado cuenta de nada. Me dijo que ya estaba yo montándome películas. Y eso me hizo pensar que a lo mejor ella tenía razón, pero no
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podía evitar controlar a Marta y hacía lo posible por saber dónde estaba en todo momento - ¿Pero qué cosas fueron las que te hicieron desconfiar de ella? - Lo primero que me extrañó fue que no hacía las cosas que se le decían. No estaba atenta cuando le hablabas y se le olvidaba lo que se le había pedido. Eso se podía achacar al lío que hay en urgencias, que a veces vas a hacer algo y llega alguien que te pide otra cosa, pero intentas hacerlo después o pedirle a otro que lo haga. Pero ella no lo hacía. Y esto cada vez era más frecuente. Yo lo sabía porque todo el mundo venía luego a mí con quejas. Sois graciosos los médicos, os quejáis, pero no os dais cuenta de nada (dijo Esther mirando a Maca, que sonrió ante aquel comentario) - Pues sí, tienes razón, pero a lo mejor tienes una queja de una persona y no sabes que otros compañeros también la tienen de ella. En cambio a ti te llegaban todas al ser su jefa y la responsable. Pero sigue, por favor - Sí, mejor sigo, porque acabaríamos discutiendo (rió Esther). Esos detalles me hicieron estar más alerta y acabé viendo que Marta a veces desaparecía de urgencias sin que nadie supiera dónde estaba. Cuando le preguntaba me respondía con evasivas diciendo que había tenido que ayudar a alguien de planta con algún enfermo, que estaba en el almacén, recogiendo resultados de pruebas o metiendo prisa a los del banco de sangre para que mandaran lo que se les pedía. Yo no decía nada, pero posteriormente observé que siempre intentaba ser ella la que hiciera ese tipo de recados para tener una excusa y salir de urgencias - Desde luego su comportamiento era un tanto mosqueante. Pero luego además viste algo raro un día cuando entrabas a trabajar, ¿no? Me lo comentó Laura (Maca intentaba ayudar a Esther a centrarse, porque a veces se quedaba callada como si estuviera viendo aquello que contaba) - Sí, un día la vi cerca de la zona de hospitalización rodeada de un grupo bastante numeroso de inmigrantes. Al principio pensé que colaboraba con alguna ONG o algo así, pero me extrañó ver como parecía estar dando dinero a cada uno de ellos de forma bastante disimulada. Aquello me descolocó bastante y más cuando volví a ver la misma escena durante varios días, cada vez con personas diferentes. Se lo comenté a Laura para ver qué le parecía a ella, pero no supo decirme nada. Sólo que dejara de obsesionarme con Marta y que a lo mejor estaba sacando conclusiones erróneas. Me esperaba más ayuda por su parte, así que a partir de ese momento decidí que no hablaría de ese asunto con nadie, porque cada vez que hacía un comentario sobre Marta todo el mundo me decía que se me había atragantado, que ya la estaba prejuzgando y que no era justa con ella (el rostro de Esther mostraba cierta tristeza y rabia al recordar aquellos momentos). Me sentó tan mal que nadie me creyera que me cerré en banda y me enfadé con la gente por no ser capaz ni de escucharme. Por eso nadie sabe nada de lo que vi los días siguientes - Laura cuando me contó lo que sabía me dijo que estaba muy arrepentida por no haber estado a tu lado en esos momentos, porque podría haberte ayudado a que lo compartieras con alguien, a denunciarlo o a cualquier cosa y a lo mejor impedido que tuvieras que huir. Estaba hecha polvo y culpabilizándose por todo - Ya, ya lo sé. Ella misma me lo dijo cuando acudí a ella para que me ayudara a escapar. No le guardo ningún rencor, aunque no me gustó nada lo que hizo. Supongo que era una historia bastante increíble... - Lo que no entiendo es por qué no me contaste nada a mí (dijo Maca seria, porque le había molestado que Esther no hubiera tenido confianza en ella). Cuando hablaba contigo sólo me decías que tenías problemas con ella sin dar más explicaciones y yo suponía que sería algo similar a lo que te pasaba con Begoña
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- No sé... al principio sí que eran problemas por su comportamiento y algo parecido a lo de Begoña y tampoco me apetecía que ella acaparara nuestras conversaciones con lo poco que podíamos hablar o vernos. Cuando la cosa empezó a ponerse más complicada pensé que si los que la conocían y veían lo que hacía no me creían, para ti iba a ser más difícil hacerlo al no estar viviendo la situación - Pues te equivocas, porque yo siempre me tomo en serio lo que me dices. Tú misma has dicho que te conozco muy bien y por eso mismo sé qué cosas pueden ser neuras tuyas y cuales no. Me habría gustado saberlo, porque así no me hubiera impactado tanto tu desaparición (Maca no pudo evitar reprochar su conducta a Esther. Sabía que aquel no era un buen momento, pero era algo que llevaba tanto tiempo sintiéndolo que le salió solo) - Lo siento mucho, Maca. Y me arrepiento de no haberlo hecho, de verdad, pero no andaba yo muy lúcida en esos momentos y cuando hablaba contigo lo que quería era olvidar todas aquellas movidas (Esther se quedó callada y mirando al suelo con tristeza) - Bueno, ahora ya no importa y no vamos a remover más los errores cometidos. Espero que no vuelva a pasarte algo igual nunca más, pero sea lo que sea lo que te pueda preocupar me gustaría que tuvieras más confianza en mí (Maca puso su mano sobre la de Esther y cuando ésta la miró le dedicó una sonrisa con el ánimo de suavizar la situación) - Tengo mucha confianza en ti y no fue por no tenerla por lo que no lo hice. No sé, estaba hecha un lío y me equivoqué, pero no volverá a ocurrir. ¿Me perdonas? - Claro que sí, tonta (dijo Maca aproximándose a ella y besándola en los labios). Vamos a olvidarlo y sigue contándome. Te has quedado en lo de los inmigrantes - Gracias, Maca (Esther se acercó más y tomó una de sus manos. Necesitaba aquel contacto para seguir con su relato, que se acercaba a la parte crucial). Después de aquello, los escaqueos de Marta eran más frecuentes y yo estaba cada vez más furiosa con su actitud. Así que cuando podía la buscaba y más de una vez la encontré en la sala de enfermeras hablando por el móvil. En cuanto me veía colgaba y se disculpaba contándome historias de las que yo no me creía una palabra. Tras pillarla varias veces me enfadé mucho con ella y le dije que o cambiaba de actitud y se centraba en el trabajo o tendría que dar una queja sobre ella. Marta se encolerizó bastante cuando le dije eso y me dijo que estaba siendo muy injusta con ella. Me insultó, me dijo que como diera una queja me las iba a hacer pasar canutas y después de darme un empujón para que me apartara de su camino salió de aquella sala con tal cara que todo el mundo me preguntaba qué había pasado... - ¿Estás bien? (Preguntó Maca apretando la mano de Esther al ver que estaba en silencio y que cada vez le costaba más proseguir). Si quieres hacemos una pausa y continuamos después - No, ya que he empezado prefiero soltarlo todo de un tirón. Pero ten paciencia, porque ahora llega lo peor y me cuesta un poco ordenar mis ideas. Voy un segundo a coger algo de beber, porque con tanta charla me estoy quedando seca. ¿Quieres algo? - Un zumo, por favor. No me vendrá mal a mí tampoco beber algo. En la nevera hay un tetra-brick grande Esther se dirigió a la cocina y cuando llegó allí abrió la nevera y cogió el zumo y dos vasos. Los colocó sobre una bandeja (aquel acto le recordó a su madre, que siempre la regañaba por llevar las bebidas en la mano y sonrió con tristeza), y apoyó sus manos en la encimera. Dio un paso atrás estirando los brazos, bajó la cabeza e inspiró todo el aire que pudo para despejarse un poco, porque su mente estaba invadida por imágenes referentes a los momentos en que había descubierto los planes de Marta. Maca esperaba impaciente en el salón a que Esther regresara. Suponía que estaba tomándose un poco
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de tiempo para recuperarse, por lo que optó por dejarla sola. Al poco Esther regresó, sirvió los zumos y volvió a sentarse pegada a Maca. Se quedó pensativa unos segundos y continuó: - Ese encontronazo con Marta me sobrecogió, porque lo que vi en sus ojos era un inmenso odio y te aseguro que las amenazas que soltó me las creí, pero no estaba dispuesta a dejar que se saliera con la suya. Ya sabes lo cabezota que soy y que por las malas conmigo no se consigue nada, así que a pesar de estar asustada no cejé en mi empeño y seguí pendiente de ella. Tan obsesionada estaba con aquella mujer, que amoldaba mis turnos a los suyos para no perderla de vista y algún día que pude la seguí para ver a dónde iba... - ¿La seguiste? ¿Después de todo lo que te dijo te atreviste a seguirla? (Preguntó Maca que estaba impresionada con lo que estaba oyendo) - Sí, la seguí porque sabía que era la única manera de enterarme de algo. Afortunadamente me conozco muy bien el hospital y logré que no me viera, aunque las primeras veces no saqué nada en claro, porque sólo la veía en algún pasillo hablando con personas a las que no conocía, hasta que un día por fin logré empezar a atar cabos - ¿Pero cuánto tiempo estuviste siguiéndola? Esther, fuiste una inconsciente. Si llega a descubrirte no quiero ni pensar lo que podría haberte hecho... (Maca a pesar de saber que a Esther no le había pasado nada estaba tremendamente nerviosa) - Pues no sé, pero fueron unas cuantas veces y no seguidas, porque no siempre podía abandonar mi trabajo. Ya sé que eso fue una locura, pero aquello me tenía absorbida y no me dejaba pensar en las consecuencias de mis actos. Me lo tomé como algo personal y sólo me movía la idea de descubrir su juego y de demostrarle que a mí no se me amenaza (Esther cogió el vaso y dio un trago a su zumo. Su mano temblaba ligeramente, porque a medida que su narración avanzaba se iba angustiando más) - Me das miedo... Sé el carácter que tienes y el genio que sacas cuando te enfadas, pero nunca habría pensado que llegarías a tanto. Y encima tú sola - Yo tampoco sabía que fuera capaz de hacer todo lo que hice, pero estaba como cegada. Cuando realmente me di cuenta de todo fue cuando pasó y lo reviví mi primer día de estancia en Valsaín. Además no tenía ni idea de que Marta fuera tan peligrosa. Y esto que te he contado no es lo peor. Te falta lo más fuerte. ¿Quieres que siga? (Esther veía a Maca tan sorprendida que no sabía qué hacer ni qué iba a pensar cuando supiera todo lo que había hecho) - ¡Claro que quiero que sigas! Ahora no puedes dejarme con la historia a medias. Menos mal que estás aquí conmigo, porque si esto lo hubiera sabido mientras tú estabas por ahí perdida no sé qué habría pasado... Supongo que habría hecho lo mismo que hice, pero hubiera estado mucho más asustada (Maca cogió su vaso y bebió el contenido de un tirón. Aquella charla le estaba provocando mucha inquietud) - ¿Ves? Al final casi ha sido mejor que no supieras nada. Has sufrido menos (Esther hizo aquel comentario esbozando una trémula sonrisa e intentando suavizar un poco el ambiente) - Muy graciosa. Tú con tal de llevar la razón no sabes qué hacer (dijo Maca en broma). Al final voy a tener que agradecerte que me ocultaras todo esto, ¡no te digo! Anda, sigue - Vale, vale, continuo. Te decía que por fin uno de los días que la seguí pude empezar a atar cabos. Las dos estábamos de guardia aquella noche y aprovechando que no había demasiado movimiento en urgencias fui tras ella. La vi entrar en el banco de sangre, donde estuvo un rato y después salió acompañada de uno de los hombres con los que la había visto hablar días antes. Siguieron juntos hablando hasta que llegaron al final del pasillo. Ahí se separaron y Marta volvió a urgencias. Yo también volví y me puse a indagar sobre el hombre que había visto. Le pedí a Teresa que me ayudara y entre las
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dos logramos saber que era un auxiliar que llevaba poco tiempo trabajando en el Central, en el banco de sangre. Había llegado un poco antes que Marta - Vaya, qué casualidad... ¿Y las otras personas con las que viste hablando a Marta no sabes quienes eran? - No, a ésas no pude localizarlas porque no sabía su nombre ni en que parte del hospital trabajaban. Además, con el dato de Esteban, el del banco de sangre, creía que era suficiente, porque uniendo las cosas que había averiguado esos días parecían claros los asuntos que él y Marta se traían entre manos... - Sí, por todo lo que me has dicho sobre los inmigrantes y el banco de sangre yo también creo que estaba claro lo que estaban haciendo (dijo Maca tras haber estado pensando en todo lo que había oído), pero aunque no sea algo legal tampoco me parece tan peligroso como para que tuvieras que huir de ella... - Eso mismo pensé yo, pero es que no era eso todo lo que pasaba. Había algo más que descubrí y que era mucho peor (replicó Esther con el rostro serio) - O sea, que lo que suponías no te dejó satisfecha y seguiste tras Marta, por lo que veo. ¿Qué más descubriste? - Supones muy bien. No me quedé tranquila, porque el comportamiento de Marta era cada vez más extraño. Se ausentaba mucho más, salía siempre más tarde de su hora, pero nadie sabía donde se metía hasta que se iba. Así que volví a seguirla un día y tuve la suerte de oír un fragmento de una conversación en la que comentaban que el domingo por la noche sería el día fijado. No tenía ni idea de lo que se trataba pero cambié mi turno y me puse guardia para aquel domingo. Ya, ya sé que aquello fue una locura, pero estaba demasiado intrigada (dijo Esther viendo la cara que había puesto Maca) - ¡Y tanto que fue una locura! Y claro, no se te pasó por la cabeza informar de todo ello a ningún superior tuyo. Ni siquiera a Cruz, con la que tanta confianza tienes (dijo irónica Maca) - Sí que lo pensé, pero después de que nadie me había creído antes suponía que ahora tampoco lo iban a hacer, que pensarían que estaba mal de la cabeza y que encima intentarían convencerme para que lo dejara. Así que no dije nada y esperé con gran nerviosismo a que llegara el domingo por la noche - Uf, ¡qué nervios! (Exclamó Maca exhalando un suspiro) ¿Y qué fue lo que pasó aquel domingo? Esther se quedó callada unos instantes ordenando sus recuerdos. Todo lo ocurrido se le agolpaba en la cabeza y no sabía muy bien cómo empezar a contárselo. Había llegado el momento que ella tanto miedo tenía de revivir y no podía posponerlo más. Maca la apremiaba mirándola nerviosa y decidió empezar su relato - Aquel domingo la noche empezó tranquila. No venían muchos pacientes y los que lo hacían eran por cosas poco importantes. Eso me permitió estar pendiente de Marta, que realizaba su trabajo con aparente normalidad, aunque la notaba algo inquieta y muy pendiente de su reloj. Sobre las seis de la mañana, mientras yo estaba en la rotonda, vi como se iba disimuladamente hacia el ascensor. Dejé lo que estaba haciendo y la seguí a una distancia prudencial. El ascensor indicaba que estaba en la planta del banco del sangre y hacia allí me dirigí con el móvil en el bolsillo por si necesitaba pedir la ayuda de alguien - Menos mal que fuiste precavida y te llevaste el móvil. Todavía no entiendo como fuiste capaz de ir allí tú sola (Maca seguía la narración de Esther con evidente preocupación y sorpresa, porque lo que estaba oyendo era algo que nunca se le habría pasado por la cabeza)
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- No soy tan inconsciente, a pesar de que te lo pueda parecer oyendo esto. Yo pensándolo fríamente tampoco lo sé... Y ahora si no te importa, deja que te cuente todo lo que pasó de un tirón. Cuando termine me preguntas lo que quieras, ¿vale? - De acuerdo (dijo Maca viendo que Esther necesitaba decirlo todo seguido para quitarse de una vez ese peso de encima) - Cuando llegué a mi destino miré antes de salir del ascensor, pero no había nadie por allí. Con el corazón latiendo a toda velocidad me dirigí al banco de sangre. Allí se oían voces, pero no se veía a nadie, así que busqué un lugar cercano en el que esconderme y me metí en uno de los habitáculos donde se realiza la extracción de sangre y que a esas horas estaba vacío. Me coloqué detrás de la puerta, de forma que si abrían no se me viera, y pegué el oído para intentar escuchar lo que decían Esther se levantó del sofá y empezó a caminar por el salón. Ella también estaba nerviosa y necesitaba moverse - El silencio de aquel lugar hizo que pudiera oír con bastante nitidez las voces de Marta, Esteban y otro hombre al que no conocía. Hablaban de cómo sacar “aquello” de allí sin que nadie los viera y comentaban contentos la cantidad de “material” que habían podido reunir. El otro hombre felicitó a Marta por su labor con los inmigrantes, puesto que ello les había permitido que las existencias aumentaran notablemente. Después se pusieron a ultimar los detalles del plan y yo decidí abrir un poco la puerta y grabar con mi móvil aquella conversación, hasta que oí que decidían ponerse en marcha y las voces se acercaban más a mí Esther estaba de pie, apoyada contra una de las ventanas y moviendo nerviosa entre sus dedos un anillo que Maca le había regalado mientras hablaba con la mirada fija en la puerta, aunque de vez en cuando la dirigía hacia Maca, quien la observaba desde el sofá con los ojos muy abiertos y atenta a cada palabra que salía de los labios de la enfermera - El silencio volvió a reinar y lo único que yo podía escuchar eran los pasos de aquellas personas que se acercaban y alejaban y el ruido de algo similar a una cinta adhesiva cuando se separaba del rollo. Yo supuse que debían estar cogiendo y embalando “el material” que ellos decían y esperé casi aguantando la respiración y con el corazón que estaba a punto de salírseme por la boca. Instantes después Marta dijo que iba a traer otro carro, los otros hombres dijeron que seguirían metiéndolo todo en cajas y oí como la auxiliar salía de allí. Esperé unos segundos y, presa de los nervios, decidí abrir la puerta de la sala en la que estaba. No se oía nada, así que asomé la cabeza y vi un montón de cajas dentro de uno de los carros que se utilizan para transportar las sábanas. Todas las cajas estaban cerradas, pero las que no cabían en el carro estaban en el suelo abiertas. Acercándome más advertí que había unas neveras pequeñas, como las que se utilizan para el traslado de los órganos. Miré hacia la puerta por la que había salido Marta y luego miré a mi alrededor. Todo parecía tranquilo. Así que decidí arriesgarme un poco más. Saqué mi móvil del bolsillo, pulsé el botón para activar la cámara de fotos y me acerqué lentamente a una de esas neveras Al oír esto, Maca no pudo evitar ponerse tensa y también se levantó del sofá. El momento que estaba narrando Esther la tenía terriblemente nerviosa y notaba como el estómago se le encogía. Se pasó la mano por los cabellos mientras resoplaba ligeramente y se puso frente a Esther, con la mano en el quicio de la ventana y mirando ansiosamente a Esther, que viendo lo mal que lo estaban pasando ambas decidió seguir hablando
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- Cuando levanté la tapa de la nevera vislumbré allí colocadas varias unidades de sangre, perfectamente etiquetadas y listas para ser usadas. Me quedé paralizada por lo que acaba de ver, porque nunca hubiera imaginado que alguien pudiera robar sangre de un hospital. El ruido que venía del sitio donde se almacenaba la sangre me hizo salir de mi inmovilización y disparé algunas fotos sobre la nevera a diferentes distancias. Cerré la tapadera y luego hice otra fotografía de las cajas que había allí. Me disponía a salir a toda velocidad, cuando oí las ruedas de un carro o camilla provenientes del pasillo. Supuse que era Marta que regresaba, y volví a meterme en la sala de extracción - ¡Madre mía, Esther! (Exclamó Maca sin poderlo evitar, volviendo a pasar nerviosa la mano por sus cabellos y mirando con preocupación a Esther, en cuyo rostro veía reflejada la angustia que había vivido en aquellos momentos) - Tranquila, que ya termino (dijo Esther dando unos pasos para acercarse a Maca). No sé el tiempo que estuve esperando, igual que tampoco sé lo que duró todo aquello, porque los segundos se dilataban tanto que parecía que llevaba allí toda la noche. Sólo sé que al rato oí como Marta decía que era el momento del traslado, pero que tenían que ser muy cautelosos. Así que ella sería la que llevaría el carro y Esteban debía ir delante para que los demás estuvieran preparados. El otro hombre se quedaría allí por si alguien del hospital llamaba pidiendo sangre. Esperé unos segundos para intentar ubicar a aquel hombre y me pareció que estaba en el almacén, así que salí dispuesta a informar de todo aquello a Cruz. Pero cuando estaba en el pasillo reparé en que de frente venía Marta a toda velocidad. No podía esconderme, así que seguí caminando con el rostro enfadado y cuando llegué a su altura tuvimos una conversación en la que yo acabé perdiendo los papeles y poniéndome más en peligro de lo que ya lo estaba. Ahí la cagué, Maca... Las lágrimas empezaron a surcar el rostro de Esther, que ya no podía aguantar más. Maca se acercó a ella y la abrazó, desencadenando con ese gesto que ambas liberaran la tensión que se había apoderado de ellas durante aquel estremecedor relato. Esther lloraba acongojadamente con su mejilla pegada al cuerpo de la pediatra y ésta le acariciaba la espalda mientras sus ojos también empezaban a llenarse de lágrimas Pasado un rato y ya más serenas, Maca se separaba de Esther y la miraba con ternura. Aquella mujer le había sorprendido con todo lo que acababa de contarle y la había dejado sobrecogida al saber lo mal que debía haberlo pasado en aquellos momentos con la tensión de que pudieran descubrirla - ¿Estás mejor? (Preguntó mientras seguía con las manos sobre los hombros de Esther y acercándose dejó un beso en labios de la enfermera) - Sí, mucho mejor gracias a ti (Esther sonreía dulcemente a Maca). ¿Y tú? ¿Has superado ya los nervios? Porque estabas como un flan mientras te contaba todo - Sí, ya estoy más calmada. Es que reconoce que tu aventura fue bastante peligrosa. Si me la cuentan sin saber que no te pasó nada me habría dado un infarto - Claro que fue peligrosa y lo pasé fatal. Por eso me daba tanto temor volver a revivirla, pero tenías razón y ahora que lo he hecho me siento mejor de poder compartirla contigo. Aunque te falta saber el enfrentamiento que tuve con Marta y lo tonta que fui al dejarme llevar por toda la rabia que sentía por ella. Me salió el genio sin poderlo evitar (al decir esto a Esther le cambió cara y la preocupación y el remordimiento volvieron a hacer aparición) - Ya, pero si quieres lo dejamos para después (Maca no quería forzar más a Esther a hablar y menos viendo aquel cambió en su expresión). Ahora deberíamos preparar la comida y comer, que el desayuno no es que haya sido muy abundante
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Esther estuvo de acuerdo y agradeció que Maca le diera ese momento de respiro, porque realmente lo necesitaba. Después de comer y de disfrutar aquellos momentos de relax dispensándose diversas muestras de cariño volvieron al sofá con un café en las manos - ¿A qué hora viene el abogado de tu padre? (Preguntó Esther una vez que ambas volvieron a estar instaladas en aquel sofá) - Me dijo que por la tarde, pero no sé la hora. Supongo que será a partir de las cinco. Me llamará antes, porque no le dije donde vivo, así que no te preocupes - No estoy preocupada, sólo quería saberlo por si me daba tiempo a terminar de contarte lo de Marta, porque creo que deberías saberlo todo antes de que llegue. Tengo ganas de quitarme esto de encima de una vez - Tiempo tenemos de sobra, pero supongo que sabrás que cuando contactemos con la policía vas a tener que volver a contárselo (dijo Maca girándose hasta quedar frente a Esther) - Sí, lo sé y no te creas que me hace mucha gracia, pero el haberlo hablado antes contigo va a hacer que sea algo más llevadero. Espero... - ¡Claro que sí! Además yo voy a estar contigo todo el rato (Maca seguía intentando darle todas las fuerzas posibles a Esther, porque los días que les esperaban iban a ser bastante duros) - Gracias, Maca. No sé qué sería de mí sin ti (dijo Esther acariciando la cara de su chica, que le devolvió una cálida sonrisa) Esther terminó su café en silencio y una vez que había cogido el ánimo suficiente levantó la vista, dirigió su mirada hacia Maca y empezó a hablar - Bueno, ha llegado el momento de que sepas lo que pasó la última vez que hablé con Marta en aquel pasillo del hospital. La verdad es que cuando la vi me asusté bastante, porque no esperaba que volviera tan pronto, pero tenía que disimular como fuera. Al menos esa era mi intención inicial. Lo malo es que luego las cosas se torcieron: - Vaya, por fin te encuentro (dijo Esther con gesto enfadado). Llevo un buen rato buscándote. Te necesitamos en urgencias y empiezo a hartarme de tener que ir detrás de ti - Yo también estoy harta de tenerte todo el día pegada a mí. Parece que soy la única auxiliar del hospital (replicó Marta visiblemente molesta porque aquella mujer hubiera aparecido en aquel preciso momento) - Si hicieras tu trabajo como es debido no tendría que hacerlo. Las quejas y las broncas me las llevo yo y no estoy dispuesta a tener que aguantar más rapapolvos por tu culpa. Así que vente conmigo (Esther intentaba poner a Marta en un apuro para que no pudiera seguir con el robo, aunque dudaba que pudiera conseguirlo) - Lo siento, pero ahora mismo tengo que hacer otras cosas más importantes. En cuanto termine con ellas voy para allá (Marta sabía que aquel sería su último día de trabajo en aquel hospital, así que le importaba poco enfrentarse a Esther, a quien le tenía ganas desde hacía tiempo) - No creo que haya nada más importante que tu trabajo y que yo sepa eso no incluye que estés dando paseos por los pasillos del hospital, así que te vas a venir conmigo y no a urgencias, sino a hablar con Cruz. Ya es hora de que sepa lo buena profesional que eres (Esther la agarró del brazo y tiró de ella para que la siguiera, pero aquellas palabras y aquel gesto no gustaron nada a Marta y se enfrentó a ella más duramente)
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- Te he dicho que tengo otros asuntos que resolver y hasta que no los termine no cuentes conmigo para nada. Ya no me afectan tus amenazas. No vas a poder hacer nada contra mí y no sabes lo que eso me alegra (dijo zafándose del brazo de Esther y dirigiéndole una sonrisa pérfida) - ¡Te equivocas! Precisamente en estos momentos puedo hacerte más daño del que te imaginas (Esther sin querer tocó el bolsillo donde tenía el móvil y Marta se percató de ese gesto). Haces muy mal en infravalorarme. Sé cuales son esos asuntos que te traes entre manos y creo que tanto a Cruz como a la policía le encantaría conocerlos... - ¡Tú qué vas a saber! (Marta había palidecido al oír las palabras de Esther, pero no acababa de comprender cómo la enfermera podía saber lo que estaba sucediendo) - Lo sé todo, así que no te hagas la loca conmigo, porque no te va a servir de nada. Ya que no quieres acompañarme iré yo sola al despacho de Cruz. Te dejo que sigas con esos asuntos pendientes que tienes en el banco de sangre (Esther hizo ademán de irse, pero esta vez fue Marta la que la sujetó del brazo con fuerza y la miró con una mezcla de sorpresa y odio) Aquella desafortunada mención de Esther del banco de sangre hizo que saltaran las alarmas de Marta. Miró hacia delante y se dio cuenta de que Esther podría haber venido de allí cuando se encontró con ella. Desconocía lo que habría visto o lo que sabía de ese asunto, pero no iba a dejar que todo se estropeara por culpa de aquella enfermera metomentodo. Así que sin soltarla se dirigió a ella con toda la rabia que el saberse descubierta provocaba en ella - ¡Tú no vas a ir a ningún lado y menos a contarle nada a Cruz! Si tienes aprecio a tu vida más te vale estarte calladita. No tienes ni idea de dónde has metido las narices ni a dónde te va a llevar esa maldita curiosidad tuya. Ya que eres tan lista te diré algo que te va a encantar... No te enfrentas sólo a mí, sino a otras personas mucho más peligrosas y con menos escrúpulos que yo, así que mantén la boquita cerrada si no quieres que te pase algo muy grave. Y ahora la que va a venir conmigo vas a ser tú, ¡por lista! Marta apretó más fuerte el brazo de Esther y la llevó consigo unos metros. Esther al ver como se estaba complicando la situación por momentos, hizo acopio de todas sus fuerzas y con un brusco movimiento de su brazo hizo que la muñeca de Marta se doblara y logró separarse de ella. Antes de darle tiempo a reaccionar, salió corriendo hacia las escaleras y viendo que Marta seguía parada en el pasillo sacó su móvil del bolsillo y mostrándoselo le dijo: - ¡Tú tampoco me menosprecies, porque tengo suficientes pruebas para que la policía se interese por ti y tus compinches! (Tras estas palabras siguió corriendo y subió las escaleras a toda velocidad y dando algún rodeo por si Marta la seguía, se dirigió hacia urgencias, donde se sentiría más protegida) La auxiliar se quedó dudando si perseguirla o continuar con la operación que se traían entre manos. Al final decidió ir tras Esther para quitarle ese móvil que con tanto orgullo le había mostrado, pero los segundos que perdió fueron decisivos para que la enfermera desapareciera de su vista. Así que volvió a terminar de una vez con ese robo que se había complicado en los últimos momentos y que ahora urgía que acabaran cuanto antes El verano llegó a su fin y todo fue volviendo a la normalidad. La rutina volvía a instalarse en la vida de todas las personas que dejaban atrás las vacaciones con gran
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pesar, pero había dos mujeres para las que aquel periodo estival había supuesto un gran cambio en sus vidas y lo que el futuro les deparaba no tenía nada de rutinario. A pesar de lo complicado y duro que es llevar una relación a distancia, de los muchos momentos en los que cada una añoraba a la otra y de la necesidad que sentían de compartir ciertas circunstancias, la felicidad que experimentaban cuando hablaban por teléfono o recibían un mensaje inesperado les hacía sobrellevar más fácilmente aquella separación Ambas hacían cábalas con sus horarios para intentar coincidir por los menos dos días y se turnaban en los desplazamientos, de forma que poco a poco cada una iba conociendo el entorno de la otra y las personas importantes para ella, aunque la mayoría de las veces se reservaban esos días para ellas solas. Sus familias empezaron a extrañarse de tanto viaje y tuvieron que pasar el consabido interrogatorio A Maca le fue más fácil comentar su situación, puesto que sus padres ya sabían que había tenido relaciones con otras mujeres. Aunque el hecho de que alguna de ellas no hubiera sido demasiado duradera y otras hubieran hecho sufrir a su hija hacía que vieran su relación actual con Esther con ciertas reservas y reparos, que se agravaban al saber la distancia que había por medio. Maca les aseguraba que aquello no tenía nada que ver con sus otras relaciones, pero sabía que sólo el tiempo acabaría haciendo que sus padres cambiaran de opinión Para Esther la situación fue más complicada, ya que su madre no había conocido su relación con Lucía y todavía seguía empeñada en que su hija encontrara novio. La felicidad, alegría y buen humor que emanaba Esther, unida a sus frecuentes viajes hicieron que su madre sacara el tema en más de una ocasión, pensando que todo aquello era a causa de un hombre. Esther esquivaba las insinuaciones de Encarna como podía pero, harta de tener que disimular, un día decidió hablar seriamente con su madre Encarna, una vez superado el impacto inicial, viendo la alegría de Esther y la expresión de su cara cuando hablaba de Maca, decidió apoyar a su hija, aunque le dijo que le llevaría tiempo adaptarse a esa situación. Aquello era más de lo que Esther esperaba y superado aquel obstáculo, su felicidad era casi completa Entre viajes y conversaciones familiares pasaron los meses, llegó la Navidad y con ella el momento de las presentaciones. Esther todavía conservaba los cinco días que le quedaban de vacaciones y se fue a Sevilla los dos días previos al veinticuatro para estar con Maca antes de tener que ir a pasar la nochebuena y Navidad en Jerez con toda su familia. Esther tuvo que aguantar las bromas de Rocío sobre lo que le esperaría en esa macro cena de alto copete, aunque le alegró saber que ella y su novio también iban a estar allí Como un flan llegó Esther a la fastuosa finca de los Wilson aquel veinticuatro por la tarde después de que Maca saliera del hospital. La presencia continua de Maca a su lado y la buena acogida que le brindó toda la familia hizo que poco a poco se fuera encontrando más a gusto y fuera mostrándose como era ella, sacando a relucir su sentido del humor y su espléndida sonrisa. Su carácter alegre, dulce, tímido y tranquilo, y el amor hacia Maca que se advertía en cada uno de sus gestos y sus miradas hizo que aquella mujer fuera muy bien aceptada por todos los miembros de la familia Wilson y acabara pasando una velada muy agradable
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Maca no cabía en sí del gozo que le producía ver aquel ambiente tan cordial y sincero, y en más de una ocasión tuvo que hacer esfuerzos para que unas lágrimas de felicidad no escaparan de sus ojos. Esther, que sabía perfectamente a qué obedecía aquel turbio brillo en los ojos de Maca, la miraba, le sonreía con ternura y apretaba con fuerza su mano bajo la mesa. No les hacían falta palabras para saber que ambas estaban completamente felices de compartir su amor con las personas más importantes de la vida de la pediatra La segunda parte de las fiestas navideñas las pasarían en Madrid. La pediatra y la enfermera trabajaban el treinta y uno por la mañana, así que al salir, la primera iría al aeropuerto y la otra la recogería para después descansar antes de la cena que tendría lugar en casa de Encarna. En aquella ocasión la celebración sería más íntima, puesto que sólo estarían las tres mujeres Maca estaba tan nerviosa como lo había estado Esther en nochebuena, pues aunque no tendría que enfrentarse a tanta gente desconocida, sabía que Encarna todavía tenía ciertas reticencias sobre la relación de su hija con ella. Esther intentaba tranquilizarla diciéndole que le iba a encantar a su madre y que la aceptaría sin problemas, aunque ella también estaba algo inquieta ante lo que se le avecinaba La cena transcurrió en un ambiente muy agradable en el que la conversación giraba sobre todo en torno a Maca, su familia y su trabajo. Pasados los primeros nervios y ayudadas por el vino que había llevado la pediatra, la seria conversación inicial dio paso a una animada charla en la que no faltaron las risas y el buen humor. Maca logró conquistarse a su suegra con sus atenciones tanto hacia ella como hacia su hija, sus modales refinados y su saber estar Encarna, pudo percibir la complicidad y el cariño entre aquellas dos mujeres que, aunque reprimían sus manifestaciones afectivas, no podían evitar lanzarse miradas plagadas de ternura y le dijo a Maca que se alegraba mucho de haberla conocido y que si conseguía que su hija siguiera estando tan feliz como la había visto desde que estaba con ella, no iba a tener motivos para oponerse a aquella relación. Aquel comentario hizo que las otras dos se miraran emocionadas y que Esther se abrazara a su madre llenándola de besos y de piropos Esther, terminado su relato, miró a Maca que estaba con el semblante serio y preocupado. No se atrevía a decir nada, así que esperó hasta que ella decidiera hablar - Joder Esther, con lo prudente que fuiste mientras estabas escondida, ¿cómo pudiste ser tan infantil de, por rebotarte con Marta, desvelar que tenías pruebas contra ella? (Preguntó Maca rompiendo el silencio) Si te hubieras ido sin más habrías evitado tener que esconderte y seguramente la policía ya los habría cogido... - ¡Ya lo sé, Maca! ¡Todo eso lo sé de sobra! No te puedes imaginar la de veces que me he arrepentido de haber actuado así y todo lo que me lo he reprochado durante estos días (Esther estaba muy dolida por la actitud de Maca, que hurgaba en la llaga de algo que le atormentaba tremendamente y que además ya no tenía remedio). Yo no soy tan perfecta como tú, ni estaba panchamente sentada en un sofá cuando eso ocurría. Me pilló desprevenida la aparición de Marta y después de haber pasado una situación angustiosa, actué sin pensar y lo fastidié todo. Y no te creas que no estoy pagando aquel error...
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Esther abandonó el salón con lágrimas en los ojos y muy enfadada tanto con Maca como con ella misma. Le había costado mucho vivir con aquel sentimiento de culpa, que sabía que volvería a aparecer con más fuerza cuando lo contara todo. Suponía que Maca iba a ser más comprensiva y sus reproches habían conseguido volver a hundirla de nuevo. Se encerró en la habitación y se tumbó boca abajo en la cama llorando amargamente Maca se quedó mirando con tristeza como Esther se iba y se arrepintió de haber sido tan dura con ella. “Después de todo por lo que ha pasado voy yo y le doy donde más le duele... Desde luego, Maca, te has lucido”. Se levantó del sofá, dio unos paseos por el salón y se dirigió a la habitación deseando que Esther no la echara de su lado. Abrió la puerta despacio y al verla allí tirada llorando se le encogió el alma. Se sentó a su lado y empezó a acariciarle la cabeza mientras hablaba: - Lo siento mucho, Esther. He sido una estúpida diciéndote lo que te he dicho, pero es que me ha dado tanta rabia ver como se habían complicado las cosas que no he podido evitarlo. Tienes razón, es muy fácil hablar cuando todo ha pasado y cuando no estás inmersa en esa tensión que pasaste tú, que es lo menos favorable para pensar con claridad. Soy incapaz de saber cómo habría actuado yo en tu lugar, pero desde luego sí que creo que no habría tenido tanta sangre fría como tuviste tú... Esther seguía tumbada sin mirar a Maca, pero el llanto iba remitiendo hasta que cesó por completo. Maca se había echado a su lado y seguía acariciándola suavemente para intentar calmarla mientras le pedía que la perdonase y la mirase. Se giró hasta quedar frente a la pediatra y la miró con los ojos llorosos todavía - Has sido muy dura. No esperaba un aplauso por tu parte, pero tampoco que me lanzaras tantos reproches por algo que ya pasó, que no puede cambiarse y que me ha tenido amargada desde que sucedió - Es verdad, he sido demasiado dura contigo y no te lo mereces después de todas las situaciones desagradables que has tenido que vivir. Te aseguro que no va a haber más reproches por mi parte. Y es más, voy a hacer todo lo que esté en mi mano por que esa gente pague por lo que te ha hecho (Maca miraba a Esther compungida y esperando que aquella desagradable situación terminara) Esther se sentó en la cama y Maca la imitó. Se quedaron mirándose fijamente unos segundos hasta que la enfermera le dijo que lo mejor que podían hacer era olvidar aquel desafortunado incidente - Necesito que me apoyes y que estés a mi lado, porque lo que nos espera cuando la policía empiece a interrogarnos no va a ser nada fácil. Seguramente ellos también me recriminen lo que hice y sobre todo el haberme escondido entorpeciendo su labor ocultando pruebas. Por eso necesito saber que vas a estar ahí conmigo (dijo Esther visiblemente preocupada y triste) - ¡Estaré ahí, te lo prometo! No pienso permitir que te machaquen, te juzguen ni que se pasen de listos (Maca cogió el rostro de Esther entre sus manos, dejó un tierno beso en los labios de Esther y tomándola de la mano hizo que la acompañara de nuevo hacia el salón)
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Al rato llamó el abogado diciendo que acababa de llegar a Madrid y que necesitaba saber a dónde se tenía que dirigir. Maca no se fiaba de dar su dirección por el móvil y le dijo que fuera a un sitio cercano a donde ellas estaban. Le pidió que volviera a llamarla cuando llegara y colgó. Acto seguido ella y Esther estuvieron pensando cuál sería la mejor manera de que llegara a la casa sin tener que desvelar la dirección y decidieron que lo mejor sería que Belén fuera a buscarlo al lugar que le había dicho Maca. Eso fue lo que hicieron y Maca aprovechó para decirle que llevara las fotos que había sacado en casa de Esther, porque las necesitarían para adjuntarlas como prueba Una vez que estuvieron todos reunidos y después de las presentaciones de rigor, Lucas, que así se llamaba el abogado, les explicó que de momento lo más urgente era recopilar todas las pruebas que pudieran demostrar el peligro que corrían Esther, Maca y hasta la madre de esta última. Belén aportó las fotos, que cuando las vio Esther no pudo evitar sobrecogerse al comprobar el estado en que estaba su casa. Maca le dio la nota que le había dejado Esther diciéndole que tenía que huir y ésta la carta anónima que había recibido en el hospital en la que la amenazaban con hacer daño a sus seres más cercanos si ella iba a la policía a contarles lo que había visto Lucas creía que aquello sería suficiente para que por lo menos les pusieran vigilancia policial, aunque intentaría que les dieran la mayor protección posible. Al día siguiente iría al juzgado a presentar todos los papeles y luego tendrían que esperar a que el juez dictaminara las medidas necesarias una vez que estudiara las pruebas y se pusiera en contacto con los agentes que estuvieran llevando la investigación Después de todas aquellas explicaciones, tanto Lucas como Belén le pidieron a Esther que les contara lo que había presenciado. Así lo hizo omitiendo algunos detalles y ayudada por Maca, que metía baza cuando veía que a Esther le costaba continuar. La cara del abogado y la policía era de asombro y estupor al principio y de preocupación cuando el relató terminó - Esto es más peligroso de lo que me imaginaba (dijo Belén después de un breve silencio). Sabíamos por lo que tu jefa le dijo a Maca que se trataba de una banda organizada, pero por lo que nos has contado yo hasta me atrevería a asegurar que son gente con contactos en otros países. Desde luego lo tenían todo muy bien planeado... Primero pagaban a los inmigrantes para que las donaciones de sangre aumentaran de forma rápida y progresiva y seguramente iban sustrayendo pequeñas cantidades una vez que la sangre fuera analizada y estuviera lista para su uso. Y después de tener la cantidad suficiente se llevarían lo que hubiera disponible en el banco de sangre, aunque me atrevo a asegurar que dejarían una cantidad suficiente para que el robo no se detectara tan rápidamente - ¿Por qué dices que tienen contacto con otros países? (Preguntó Esther, que había seguido muy atenta la exposición de Belén) - Pues porque el motivo del robo de sangre está claro que es monetario. Y en España nadie paga por tener sangre cuando se puede obtener de forma gratuita, así que seguramente iría destinada a algunos países donde se paga por donar y se cobra por recibir esa donación. De todas formas, seguro que de todo esto tienen muchos más datos los policías que llevan el caso. Lo que sí parece claro es que te has metido en medio de una organización importante (dijo Belén dirigiéndose a Esther)
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- Pues sí, eso parece (replicó Esther muy asustada). También es casualidad que eligieran el Central para hacer todo eso... Y que además lo llevara a cabo alguien que estaba a mi cargo. Si hubiera sabido dónde me estaba metiendo me habría estado quieta - Bueno, eso era imposible que lo supieras y a lo mejor gracias a ti se desmantela esa organización, así que no le des más vueltas (dijo Lucas intentando tranquilizar el ambiente). Lo bueno es que con todos estos datos creo que el juez no va a poner ningún problema para que se os proteja, porque no estamos hablando de delincuentes comunes, sino de algo de mucho más relieve y por supuesto, más peligroso Después de discutir y analizar durante un buen rato los acontecimientos, Lucas decidió irse a preparar todo lo necesario para llevarlo ante el juez al día siguiente. Belén permaneció en la casa, porque quería comentarles una cosa a Esther y a Maca Tras la marcha del abogado, las tres mujeres volvieron al salón - ¿Estás más tranquila ya? Porque bien acompañada sí que estás (dijo Belén mirando a Esther y después a Maca) - Algo más tranquila sí, sobre todo por no estar sola, pero sigo teniendo miedo de que den con nosotras. Sobre todo después de lo que habéis dicho sobre la gente esta... La compañía que me habéis buscado es de lo mejorcito (dijo Esther sonriendo y tomando la mano de Maca). Ya me dirás de dónde la habéis sacado... - Digo yo que hay cosas más importantes de las que hablar que de mí ¿no? (Terció Maca con una sonrisa cortando la broma) - Ya hablaremos tú y yo (dijo Belén guiñándole un ojo a Esther), que aquí la señora doctora no nos deja relajar el ambiente. Yo quería deciros que creo que ha llegado el momento de que os pongáis en contacto con la policía. Ellos son los que están llevando el caso y os pueden ayudar más que nosotros. Además, a mí me incomoda esto de meterme en medio de su investigación - Tienes razón. Aunque no me apetece nada que me hagan un interrogatorio (dijo Esther). Pero es nuestra obligación, así que cuanto antes lo hagamos mejor. Lo malo es que no sabemos quienes son... - Sí que lo sabemos. Cruz me dio una tarjeta con el nombre de un inspector que llevaba tu caso (Maca fue hacia su bolso y volvió con dicha tarjeta en la mano). Me dijo que lo llamara si quería saber algo de lo que había pasado, pero con todo el lío de buscarte se me olvidó - Pues deberíais llamar ahora mismo para que hablen con vosotras antes de que el juez lo haga. Toma, llama desde aquí (Belén le dio su móvil a Esther). Es más seguro y no conviene ir dejando pistas por ahí Esther cogió el teléfono y la tarjeta. Tomó aire para aplacar un poco los nervios que sentía y llamó al inspector. Él mismo respondió, así que Esther se identificó y dijo el motivo de su llamada. El inspector se alegró de tener noticias suyas y le preguntó por qué había tardado tanto en ponerse en contacto con ellos. Esther se lo explicó por encima y el policía le pidió la dirección para ir al día siguiente sobre las diez de la mañana a hacerle una visita - Belén, ¿tú crees que estamos seguras? Quiero decir, si es fácil que den con nosotras... Supongo que si es un grupo tan organizado tendrán muchos medios y nosotras estamos aquí solas (Esther no podía quitarse de la cabeza el miedo a ser localizada) - Pues no sé qué decirte, porque ignoro los medios técnicos con los que cuentan. De momento no creo que sepan dónde estás, pero no te lo puedo asegurar. Por eso es tan
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importante lo de la protección de testigos. Si todo sale bien va a ser más difícil que den contigo. Espero que Lucas consiga solucionarlo lo antes posible - Mañana supongo que conseguiremos saber algo más. A lo mejor la policía los tiene localizados y están esperando tener más pruebas para cogerlos (dijo Maca intentando tranquilizar a Esther). Y aunque no sea así, ellos nos dirán qué es lo que debemos hacer - Maca tiene razón. Lo mejor es que esperéis a mañana para saber cómo están las cosas. Así que ahora procura no darle más vueltas a este asunto. Si sois discretas, no salís y no habláis más que con las personas imprescindibles es más difícil que os localicen Esther decidió hacer caso a aquellas dos mujeres y prometió intentar olvidarse de todo aquello hasta el día siguiente. Belén se despidió de ellas diciéndoles que aunque la policía fuera a llevar el caso ahora podían seguir contando con ella siempre que quisieran Mientras Esther y Maca estaban con el abogado y la policía, en otro lugar de Madrid dos personas hablaban por teléfono: - ¿Estás seguro de que la enfermera ya ha salido de su escondite? - Sí, eso me dijo ayer nuestro contacto. Oyó como una médico del hospital hablaba con ella. Me dijo que la llamó por su nombre y se alegró de que estuviera con su novia, pero no nombró ningún lugar. Así que no te puedo dar más datos - Bueno, daremos con ella. Habrá que rastrear esa llamada, así que dile a tu contacto que intente averiguar la hora y el número. Lo importante es que el pájaro haya salido del nido. Tenemos que dar con ella antes de hable con la policía - De acuerdo. Ahora mismo llamo y se lo digo. ¿Quieres que hagamos algo con la madre de la testigo? - No, de momento no hagáis nada. Sólo seguid vigilándola de cerca y avísame si recibe alguna visita. Tenemos que actuar con rapidez, así que métele prisa a tu contacto. Espero noticias tuyas pronto - En cuanto sepa algo te llamo. Adiós Aquella noche Esther apenas podía conciliar el sueño. Estaba nerviosa por la inminente charla con la policía, preocupada por cómo estaría llevando su madre la falta de noticias y por si estaría bien. Deseaba que el juez estimara oportuno protegerla a ella también, porque era la única que estaba localizable de momento. Se revolvía inquieta en la cama intentando desechar esos pensamientos de su cabeza, pero lo único que consiguió fue despertar a Maca, quien acercándose a su espalda le susurró al oído con voz somnolienta: - ¿Qué te pasa, cariño? ¿Estás nerviosa? - Un poco nerviosa y preocupada. Siento haberte despertado. Voy a la cocina a tomar un poco de leche y vuelvo. Tú sigue durmiendo, anda (Esther se había girado hasta ponerse frente a ella y antes de irse dejó un ligero beso en sus labios) - ¿No quieres hablar de ello? (Preguntó Maca un poco más despierta y dando pie a Esther para que soltara aquello que la tenía en vela) - No son horas para charlas. Además, es más de lo mismo y no merece la pena darle más vueltas (Esther se incorporó hasta quedar sentada en la cama. Acarició tiernamente el rostro de Maca y se levantó. Antes de abandonar la habitación le dijo en voz muy baja “Duérmete”)
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Se sentó en la cocina con el vaso de leche en sus manos y la mirada fija en un punto, sin apenas pestañear hasta que, terminada su bebida, se dirigió a la habitación. Maca estaba profundamente dormida, así que abrió el armario para sacar una manta y se fue con ella al salón. Se arrellanó en el sofá y puso la televisión para evitar que su mente siguiera activada. Al final, a las cinco de la mañana y aburrida por los anuncios de la teletienda acabó durmiéndose con el sonido de la televisión de fondo A las nueve de la mañana Maca se despertaba y no ver a Esther junto a ella hizo que saliera de la cama a toda velocidad. Cuando la vio plácidamente dormida en el salón, no pudo evitar que una tierna sonrisa asomara a su cara. Apagó la televisión, arropó a su niña y haciendo el menor ruido posible empezó a preparar el desayuno. Después de ducharse se sentó en el sofá, acarició el rostro de Esther mientras ordenaba sus revueltos cabellos y empezó a besarla suavemente por toda la cara a la vez que la iba llamando. Poco a poco Esther iba saliendo del mundo de los sueños y abrió lentamente los ojos. Al ver tan cerca el sonriente semblante de Maca no pudo evitar sonreír ella también - Buenos días, mi niña. ¿Qué tal estás? - Muerta de sueño (respondió Esther desperezándose y bostezando). No logré dormirme hasta tarde - ¡Pobrecita! Esta tarde nos pegamos una buena siesta las dos juntitas. Verás como consigues dormir sin problemas (dijo Maca pícaramente y acercándose lentamente hasta besar profundamente a Esther). Y ahora levántate y ponte en marcha si no quieres que la policía te vea con esos pelos El timbre del telefonillo sobresaltó a Esther, que llevaba desde las diez atacada de los nervios. Abrió la puerta y miró a Maca con cara de circunstancias. Ésta la abrazó y le dijo que se tranquilizara, que aquellos hombres estaban allí para ayudarlas. A los pocos segundos llamaron a la puerta y Maca la abrió, dejando pasar a dos policías de paisano - Soy el inspector Alfonso Bermúdez y éste es mi compañero Miguel Gutiérrez - Yo soy Macarena Fernández y ella es Esther García Hechas las presentaciones se sentaron en el salón. El inspector Bermúdez fue el primero en romper el tenso silencio que inundaba aquella habitación. Mirando a Esther le dijo que tendría que hacerle unas preguntas para saber qué es lo que había visto aquel domingo en el hospital. Esther dijo que lo entendía y a través de aquel interrogatorio le contó todo lo que sabía, haciendo especial hincapié en los nombres y descripciones de las personas que habían participado en el robo Los inspectores iban tomando nota de todo y luego le preguntaron a Maca qué papel jugaba ella en esa historia y la pediatra les respondió que ella sólo había estado haciendo todo lo posible para saber lo ocurrido y localizar a Esther. Les habló del hombre que vigilaba la casa de Esther, del registro que habían hecho en la misma y de la persecución que tuvo que sufrir. El inspector Bermúdez le pidió la dirección a Esther y le dijo que pedirían una orden judicial para poder entrar y ver si podían conseguir alguna pista. La enfermera no puso ningún inconveniente - Dice usted que le mandaron una nota amenazando a las personas cercanas a usted si acudía a la policía o decía algo del robo ¿no? (Preguntó el inspector Gutiérrez a Esther) - Sí, así fue. Por eso decidí salir de la ciudad y esconderme
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- ¿Podría enseñarnos ese papel? - Ahora mismo no lo tengo en mi poder. Se lo di a nuestro abogado para que tramitara la Protección de Testigos - Entiendo (musitó Bermúdez). Tendremos que ponemos en contacto con él para que nos proporcione una copia. Supongo que no se habrá deshecho del móvil con el que grabó aquella conversación e hizo las fotografías del material robado - No, el móvil lo tengo, pero no aquí, aunque está a buen recaudo - Hizo muy bien en esconderlo (terció el inspector Gutiérrez), porque seguramente eso es lo que buscaban los que entraron en su casa. Ahora debería recuperarlo, porque supongo que comprenderá lo útil que puede sernos, no tanto como prueba, porque los jueces no suelen fiarse mucho de las grabaciones porque pueden estar manipuladas, sino para intentar localizar a los integrantes de la banda Gutiérrez miró a Esther, quien asentía con la cabeza a las palabras del inspector, pero que temía tener que ser ella la que fuera a buscar aquel teléfono y así se lo manifestó al policía. Éste le dijo que podría cogerlo cualquiera, pero que eso dependía de en quién confiara ella y le advirtió que cuanta menos gente supiera dónde vivía sería mejor. Así que tendría que pensar muy bien lo que iba a hacer - Para poder tomar una decisión necesito saber cómo va la investigación. Me refiero a si saben quienes cometieron el robo, si han cogido a alguno o los tienen localizados, porque no me apetecería nada que aparecieran justo cuando tenga el móvil en mis manos (Esther empezaba a cansarse de que aquellos hombres sólo le hicieran preguntas, pero no dijeran nada y necesitaba saber algo que pudiera aliviarla) - Hay datos de este caso que son secretos y no podemos desvelarlos (dijo Bermúdez tajante). No podemos arriesgarnos a que todo se vaya al garete por ir revelando información - ¿Pero ustedes creen de verdad que nosotras vamos a ir contando los detalles de este caso a la gente cuando somos las primeras interesadas en que esto se resuelva? (Maca no pudo evitar saltar y dirigirse a los policías bastante enfadada) ¿Pretenden que Esther se arriesgue para proporcionarles una prueba tan importante a cambio de nada? Ni siquiera son capaces de darnos una solución o de ayudarnos a acceder a ese móvil. ¡Valiente ayuda tenemos con ustedes! - Tranquilícese (dijo Gutiérrez en tono conciliador). Mi compañero no ha dicho que no vayamos a decirles nada, sólo que hay cosas que no podemos revelar. Y tampoco nos hemos negado ayudarlas. A nosotros también nos interesa que todo se haga sin que nadie salga perjudicado - Su compañero no dice nada. Sólo pregunta y escribe (Maca miraba indignada a Bermúdez, que seguía impasible la conversación). Yo sólo le digo que si no hay alguna garantía fiable de que la búsqueda de ese móvil no nos va a obligar a arriesgar nuestras vidas, no vamos a mover un dedo hasta que sepamos lo que pasa con la protección de testigos - Perdone señorita Fernández, pero usted en todo esto pinta más bien poco. La que tiene que opinar es la implicada, así que haga el favor de callarse y dejar que hable ella (Bermúdez miró a Maca con dureza. No le gustaba que nadie le desacreditara y menos aquella mujer histérica) - ¿Qué no pinto nada en esto? (Preguntó Maca casi gritando y sin poder controlar la irritación que le producía aquel prepotente policía). ¿Acaso su vida ha cambiado por culpa de ese maldito robo en el Hospital Central? Pues la mía sí y no precisamente para mejor...
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Maca iba a seguir profiriendo exabruptos contra el policía, pero Esther le puso la mano en la pierna y con una mirada le dio a entender que se callara y la dejara hablar a ella - Inspector Bermúdez, ya que yo sí que parece que tengo derecho a opinar, sólo tengo que decirle que estoy totalmente de acuerdo con lo que acaba de decir Maca, así que haga mías sus palabras y decidan qué es lo que van a hacer ustedes, porque lo que vamos a hacer nosotras creo que ha quedado muy claro. Y otra cosa, por muy inspector de policía que usted sea, no tiene derecho a decir quién puede o no puede hablar en esta casa. Y es más, si esta va a ser su manera de ayudarnos y de resolver este caso, le aseguro que de mí no va a obtener nada salvo que vuelva a desaparecer y esta vez por un periodo muy largo (Esther mantuvo la calma, pero fue muy firme en lo que quería decir. No estaba dispuesta a que aquel desagradable hombre las tratara así después de todo lo que habían sufrido). Y si no tienen nada más que decirnos, les agradecería que abandonaran esta casa inmediatamente Aquellas palabras de Esther hicieron que volviera a reinar el silencio. Los policías se quedaron asombrados ante lo que acababan de escuchar, Maca miraba a Esther con una mezcla de admiración y orgullo mientras pensaba: “¡Muy bien mi niña, ahí les has dado! ¡Así se hace! Que se enteren de que no somos dos tontas mujeres asustadas a las que pueden manejar a su antojo”, y Esther miraba expectante a los dos inspectores mientras intentaba que su respiración se calmara, pues había dicho todo lo anterior casi sin respirar El inspector Gutiérrez fue el primero en intervenir, después de lanzar una mirada de reprobación al otro policía - Si nos disculpan un momento... Mi compañero y yo tenemos que discutir algunas cosas (y acto seguido salió del salón acompañado por Bermúdez, que iba con el ceño fruncido) Esther miró a Maca, que se acercó a ella, le pasó el brazo por los hombros y le dijo: “Has estado fantástica, cariño. A veces ese genio tuyo es una bendición. Los has puesto en su sitio”. Y le dio un beso en los labios - No sé si me habré pasado un poco echándolos de la casa, pero me he quedado de un a gusto... (dijo Esther riéndose). Me estaban hartando con tanta preguntita y tanto decir lo que tenemos que hacer sin soltar prenda. ¿Y tú eras la que decías que venían a ayudarnos? ¡A exprimirnos es a lo que han venido...! - Ya ves lo ingenua que soy, que todavía pienso que la policía es nuestra amiga y está para ayudarnos y protegernos (ironizó Maca). Desde luego no me esperaba que pasara algo así. A ver ahora en qué plan vienen, porque el Bermúdez ése es de un chulo que da asco... No tardaron en resolver sus dudas, pues enseguida volvieron a aparecer ambos hombres y se pusieron frente a las dos mujeres que aún seguían de pie - Creo que les debemos una disculpa (dijo el inspector Gutiérrez mirando a ambas alternativamente). Me parece que nuestras palabras han sido malinterpretadas, porque no era nuestra intención hacerles sentirse desprotegidas - No sé que mala interpretación puede haber en frases como “usted aquí pinta más bien poco” y ”haga el favor de callarse” (replicó Maca con gesto adusto)
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- Bueno, eso ha sido un comentario muy desafortunado por parte de mi compañero (Gutiérrez lanzó una mirada cargada de reproche a Bermúdez). Le ruego que le disculpen. Es demasiado visceral a veces... Tienen ustedes razón en que es justo que les informemos de lo que hemos averiguado, que no es mucho, por desgracia... Con los ánimos un poco más calmados todos volvieron a tomar asiento y Gutiérrez siguió hablando. Parecía que éste le había dejado bien claro a su compañero que mantuviera la boca cerrada, porque necesitaban las pruebas que tenía Esther y la forma en que habían actuado no era la mejor para obtenerlas El inspector les contó que tras descubrirse la desaparición de un gran número de bolsas de sangre estuvieron en el Central, pero los ladrones no habían dejado apenas pistas. Eran muy profesionales y no había huellas por ningún lado. Dos personas de la plantilla habían desaparecido y eran Marta y Esteban, con lo que las sospechas recaían sobre ellos como los autores materiales del robo. Aunque era fácil que tuvieran la ayuda de alguien más desde dentro, porque toda esa operación era imposible que la hubieran organizado dos personas solamente - Por lo que nos ha contado usted, Esther, había tres personas en el banco de sangre aquella noche, pero no conocía al tercero - No pude verle la cara en ningún momento, pero la voz no me sonaba de nada (dijo Esther) - Por eso la grabación que usted hizo puede ser tan útil, porque nos permitirá saber quién es esa tercera persona, que debe seguir en el hospital, porque no ha faltado nadie más al trabajo de manera repentina salvo usted, que se lo dijo al director, y los dos que mencioné anteriormente. Cuanto antes demos con el otro más fácil será que lo pillemos y él podría ayudarnos a desentrañar este caso. ¿Entiende ahora por qué insistimos tanto en que recuperara su móvil? (Preguntó Gutiérrez a Esther) - Claro que lo entiendo, pero yo no me he negado en ningún momento a dárselo. Sólo dijimos que no queremos arriesgarnos y creo que eso es fácil de entender también (respondió Esther). ¿Y de Marta y de Esteban no saben nada? - Desgraciadamente no. Ni siquiera sabemos si están en Madrid o han salido de España. La gente que ha organizado esto tenía todo muy bien pensado y supongo que también la huida de estas dos personas. Con lo que no contaban era con que alguien se metiera por medio, como hizo usted, Esther. Y eso ha hecho que algunas personas de la banda hayan tenido que permanecer vigilando su casa e intentando averiguar su paradero - ¿Y es cierto que pueda tratarse de una banda internacional? (Esta vez fue Maca la que preguntó) - Nosotros estamos casi convencidos de que es así. De hecho ya hemos dado aviso a la policía de varios países para que estén al tanto de posibles llegadas masivas de sangre a los hospitales de allí. En España el tráfico de sangre no existe, pero hay algunos países como Argentina o Chile en los que no es raro que ocurran cosas así. Y mucho peores, porque se ha llegado a detectar comercio de sangre en no muy buenas condiciones, que ha provocado algunas enfermedades. Estados Unidos también es un país en el que la donación de sangre no es gratuita, así que seguro que tienen contactos en todos ellos - ¿Y por qué ha habido tanto secreto con este robo? Porque en el hospital casi nadie lo sabía y los que lo sabían no podían decir nada... (Siguió preguntando Maca) - Precisamente por no alarmar a la gente. Si se extiende la noticia de que ha habido un robo de sangre, podría crearse cierto miedo a que ésta no estuviera en buenas condiciones, lo que haría que muchas personas se negaran a recibir transfusiones, disminuyeran las donaciones y se creara un miedo innecesario. Nosotros sabemos que la
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sangre está en perfecto estado, porque se la llevaron después de los análisis pertinentes, pero no podemos asegurar que se haga buen uso de ella. De todas formas se está llevando un control muy exhaustivo en todos los hospitales sobre la sangre que se está utilizando, por si estuviera circulando por aquí, pero esa es una posibilidad muy remota. Lo más seguro es que esté a miles de kilómetros de aquí Tras estas palabras del inspector Gutiérrez, Esther y Maca se dieron cuenta del embrollo en el que se habían metido y de lo complicado que era poder dar con esas personas. Aquello no les tranquilizó nada y así se lo comunicaron al policía, quien les dijo que tenían motivos para tener miedo, pero que lo más seguro es que consiguieran que las protegieran - Bueno, ¿y entonces cómo hacemos para poder recuperar el móvil sin que sea peligroso? (Preguntó Esther, que ahora era mucho más consciente de la importancia que tenía aquel aparato para poder coger a la tercera persona que había participado en el robo y a través de él dar con los demás) - Eso es algo que tienen que decidir ustedes. Tienen varias alternativas, ir ustedes a cogerlo acompañadas por nosotros, decirnos dónde está y que lo hagamos nosotros, o que lo haga alguien de su confianza y se lo traiga. Yo creo que lo mejor es que ninguna de ustedes salga de esta casa, porque es mejor que no se arriesguen (respondió Gutiérrez) - ¿Podemos pensarlo con calma? (Maca vio que Esther no parecía tener claro lo que hacer y pensó que lo mejor sería hablarlo entre ellas sin la presencia de aquellos dos hombres). Si decidimos que lo haga alguien de confianza tenemos que hablar con ellos y necesitamos un poco de tiempo - Claro que sí, pero no tarden mucho, porque cuanto antes podamos empezar a investigar esas pruebas será mejor para ustedes. Si necesitan nuestra ayuda llámennos. De todas formas cuando lo tengan nos avisan para que vengamos a buscarlo - De acuerdo, así lo haremos (dijo Esther levantándose). Hoy mismo tendrán noticias nuestras Tras estas palabras de Esther, los policías abandonaron la casa ante el alivio de las dos mujeres, que no se sentían nada cómodas con ellos después del desagradable enfrentamiento que se había producido - ¿En qué piensas? (Preguntó Maca después de que los inspectores se hubieran ido) - En los polis estos. No me han gustado nada. Ya podían haberle asignado el caso a alguien un poco más agradable y humano. Sé que ellos están acostumbrados a este tipo de cosas, pero no me he sentido nada comprendida ni apoyada. Parece que estuviéramos aquí de vacaciones (respondió Esther con el rostro serio) - Sí, a mí me pasa lo mismo. Y lo peor de todo es que no sé si me estoy emparanoiando otra vez, pero no me fío mucho de ellos. Sólo parecen estar preocupados por el dichoso móvil y supongo que tendrán otras cosas que investigar. Parece que todo dependiera de el aparatito ése... - ¿Piensas que puedan estar compinchados con los de la banda que ha organizado todo este lío? (Preguntó Esther, a quien las palabras de Maca habían la habían dejado perpleja) - Sé que es una locura, pero me ha venido esa idea a la cabeza al ver su comportamiento tan agresivo hacia nosotras. Todo esto me está haciendo ser demasiado desconfiada (dijo Maca pesarosa)
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- Creo que deberíamos hablar con Belén y comentarle lo que ha pasado y lo que piensas. A lo mejor ella nos puede ayudar, o incluso puede que conozca a estos dos encantadores colegas suyos. Además, yo había pensado que fuera ella la que se encargara del asunto del móvil - Me parece una excelente idea. Voy a llamarla ahora mismo Maca habló con la policía, pero ésta les dijo que en ese momento no podía abandonar su trabajo. Ante el tono de decepción que notó en Maca le dijo que hablaría con Víctor para ver si él o David podían pasarse por su casa lo antes posible. Al rato volvió a llamar para decir que Víctor iría un momento a hablar con ellas Cuando el policía llegó, ambas le contaron la conversación que habían mantenido con los inspectores. Víctor escuchó atentamente sin interrumpirlas, aunque no pudo evitar algún gesto de desagrado al enterarse del comportamiento que habían tenido con ellas. Cuando terminaron su relato, las dos se quedaron mirándolo expectantes - ¡Vaya dos personajes os ha tocado aguantar! (Víctor intentaba quitarle hierro al asunto al ver lo serias que estaban). No es por consolaros, pero hay mucha gente así en el Cuerpo, por desgracia. Comprendo que estéis molestas, pero no creo que sean policías corruptos. Una investigación de este calibre no se la dan a cualquiera. Si queréis puedo intentar averiguar algo sobre ellos Esther y Maca le pidieron que lo hiciera. Llamó a David y le dijo que intentara conseguir toda la información que pudiera con la mayor discreción posible y que le llamara cuando supiera algo - Respecto a lo del móvil creo que, en vista de que no dan con los autores del robo ni con los que han organizado todo esto, es una pieza clave que les puede abrir otras líneas de investigación. A veces estás estancado y algo así te hace volver a tener esperanzas de que puedes averiguar más cosas. Por eso demuestran tanto interés - Ya... creo que tienes razón. Quizás nos hemos obcecado mucho con estos dos personajes, como tú tan bien los has llamado (dijo Esther esbozando una sonrisa). Pero es que su actuación ha sido para sospechar y encima el palo de saber que no tienen ni idea de quién hay detrás de todo esto - Bueno, que no sepan nada todavía no quiere decir que no estén investigando. Seguramente andarán buscando casos similares en otros sitios y recopilando información, pero al ser algo que se sale de nuestras fronteras es mucho más complicado. Parece que soy el abogado defensor de los personajillos estos (dijo Víctor medio riéndose), pero sólo quiero que sepáis cómo solemos trabajar. De todas formas, si volvéis a sentiros molestas con su comportamiento siempre podéis quejaros ante sus superiores - Espero que no tengamos demasiado trato con ellos ni tener que llegar a esos extremos. ¡Ya podíais ser vosotros los que estuvierais investigando todo esto...! No hay color entre vosotros y ellos (dijo Maca que vio como Esther asentía mirando hacia Víctor) - ¡Gracias chicas! Un piropo así no se recibe todos los días. Menos mal que no ha venido Belén, porque siempre se los lleva ella... Aquel comentario de Víctor hizo que ambas mujeres se rieran y que el ambiente se relajara bastante. Mientras esperaban la llamada de David, el policía les dijo que hablaría con Belén y que ambos irían a buscar el móvil en cuanto terminaran su trabajo. Inmediatamente después se lo llevarían a ellas. Esther le informó de que lo había
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guardado en una de las consignas de la Estación Sur de Autobuses y le dio la llave y un papel con el número de la misma. En vista de que no había señales de David, Víctor les dijo que tenía que irse, pero que cuando volvieran a llevarles el móvil les contaría todo lo que hubieran averiguado En los juzgados, Lucas recorría los pasillos con una carpeta repleta de papeles listos para ser entregados. Estaba muy satisfecho con su trabajo y con bastantes esperanzas de que Maca y Esther lograran una fuerte protección en poco tiempo. Antes de terminar los trámites, llamó a Maca para que le dijera el nombre de los inspectores que llevaban el caso y evitar que el juez perdiera el tiempo intentando averiguarlo Y en otro lugar de Madrid... - Jefe, ya tengo la información que necesitábamos. No ha sido fácil obtenerla, pero nuestro contacto ha hecho un gran trabajo y nadie se ha dado cuenta de nada - Perfecto. Ahora ya sabes a quién se la tienes que dar para que empiece a investigar. Con eso va a ser muy fácil localizarlas. Por fin parece que tanta espera ha merecido la pena y vamos a poder zanjar este asunto de una vez por todas. En cuanto sepáis algo házmelo saber inmediatamente para organizarlo todo - Descuide, que así lo haré. Si todo sale bien y esa doctora no tiene apagado el móvil, en unas horas tendrá noticias mías - Eso espero. Hasta pronto entonces (dijo aquel hombre colgando el teléfono con una perversa sonrisa en su rostro) Aquella soleada mañana de primavera, Maca terminaba su guardia a las 8 y se despedía de sus compañeros contenta porque en unas horas se reuniría con su niña en Madrid. Estaba cansada por la acumulación de trabajo que había tenido en los días previos para poder juntar unos días libres y desplazarse hasta la capital, pero eso no borraba la sonrisa que llevaba instalada en su cara. Se cambió de ropa, cogió la pequeña maleta que tenía en su despacho y abandonó aquel hospital rumbo al aeropuerto. Después de los trámites de facturación se dirigió a la puerta de embarque a esperar la salida de su vuelo a las diez de la mañana de aquel mes de abril que acababa de iniciarse. Tras acomodar su equipaje en el compartimento superior, se sentó junto a la ventanilla, pidió una almohada y se dispuso a dormir durante la hora que duraba el vuelo Los frecuentes desplazamientos que había tenido que realizar durante los ya ocho meses que duraba su relación con Esther, habían hecho que el avión dejara de ser algo amenazante y portador de malos recuerdos, para convertirse en el vehículo que le permitía acortar lo más rápido posible las distancias con el lugar donde siempre dejaba una parte muy importante de ella misma Llegó a Madrid sin contratiempos; cogió un taxi y fue directamente a casa de Esther a descansar unas horas hasta que ella terminara su turno de mañana en el hospital. Cuando abrió la puerta de aquella vivienda inspiró profundamente sintiendo el olor tan familiar que desprendía aquella casa. Dejó su chaqueta y las llaves en la entrada y fue directamente con la maleta a la habitación principal
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[Amor (Ivan Lins).mp3] PLAY Allí encima de la cama se encontró con una rosa depositada en la almohada y una nota a su lado. Maca cogió la rosa y se fue invadiendo por su aroma lentamente mientras leía la nota que decía: “Hola, cariño. ¡Bienvenida a mi humilde morada! (Maca sonrío ante aquellas palabras que eran las mismas que Esther le había dicho la primera vez que había entrado en esa casa) Siento mucho no poder recibirte en persona, pero ahí tienes esa rosa y esta nota que lo hacen por mí. En cuanto salga del hospital iré volando. ¡No sabes las ganas que tengo de verte, mi vida! Aprovecha y descansa, que pienso exprimirte estos días, y no sólo de la forma que estás pensando, ¡picarona! Te quiero. Besos.” Maca besó aquella nota y sonriendo ampliamente dijo: “¡Veremos quién exprime a quién...!” Se dirigió al baño, que aún conservaba el olor del perfume de Esther y se dio una ducha rápida. Se puso ropa cómoda, se tumbó en la cama y llamó a su chica - ¡Hola, mi amor! (Dijo Esther dulcemente) ¿Ya llegaste? - Hola, cariño (respondió Maca)Sí, ya estoy en tu casa tumbada en la cama. Gracias por la rosa y la nota, me ha encantado el detalle - ¡De nada! Me hubiera gustado más ser yo la que te lo dijera personalmente, pero... ¿Qué tal el vuelo? - Pues la verdad es que no me enteré mucho, porque vine durmiendo todo el rato - Luego soy yo la que siempre se duerme en los viajes (bromeó Esther). ¿Estás muy cansada? - Pues sí, porque la guardia fue bastante dura y no tuve ni un segundo de descanso, pero en cuanto te vea se me pasará todo el cansancio de golpe (dijo Maca en un tono muy sugerente) - Mmm, ¡qué ganas de que llegue ese momento...! (replicó Esther de forma sugerente también). Bueno, te dejo que descanses, que ya son casi las doce. Dentro de tres horas y media estaré allí - Aquí estaré esperándote, mi reina. ¡Te quiero! Un besito - Un beso, cariño. Yo también te quiero. ¡Hasta pronto! (Dijo Esther y colgó rápidamente, pues tenía que volver al trabajo) Maca se acomodó en la cama y se quedó dormida inmediatamente. A la hora acordada Esther llegó a su casa sonriente y nerviosa por ver a su novia. Miró la chaqueta y las llaves de Maca en el lugar en el que siempre las dejaba y suspiró encantada con la sensación de cotidianeidad que le daban esos detalles. “Lástima que esto no pueda ser así todos los días...” se dijo a sí misma con pesar mientras se dirigía a la habitación. Al llegar allí se quedó parada en la puerta contemplando embelesada la placidez con la que dormía Maca, estirada boca arriba, con una pierna doblada y la cabeza girada hacia un lado. “¡Qué guapa está la condenada! Hasta cansada está impresionante. ¡Ay, me la comería a besos! Mejor voy a la ducha y así dejo que duerma un poco más”. Y se encaminó al baño donde se duchó rápidamente, se puso una camiseta y unos pantalones sueltos y volvió a la habitación Esta vez se tumbó de lado en la cama con sumo cuidado y siguió observando las facciones de su chica mientras sonreía feliz de tenerla a su lado. No pudo evitar acercarse a ella y darle un leve beso en los labios. Maca ni se inmutó y Esther empezó a recorrer lentamente con sus dedos los rasgos de la cara de Maca. Ésta seguía sin despertarse, así que volvió a besarla dulcemente y se sorprendió cuando vio que sus labios eran atrapados por los de la pediatra
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- Buenas tardes, mi niña (dijo Esther mientras retiraba los mechones de pelo que cubrían parcialmente el rostro de Maca). Tardaste en despertarte ¿eh? - Eso es lo que tú te crees (dijo Maca abriendo los ojos y riéndose) - Así que estabas despierta y te estabas haciendo la remolona ¿no? (Comentó Esther riéndose también). ¡Ya te vale! - Es que estaba tan a gusto que para qué me iba a mover... Es maravilloso despertarse así. Lo echaba de menos (dijo Maca mirando tiernamente a Esther y girándose para quedar frente a ella) Esther se deshizo con la mirada y la sonrisa que le proyectaba Maca y clavando sus ojos en los de ella, se fue acercando lentamente hasta besarla de forma apasionada. Maca la abrazó atrayéndola hacia sí y respondió con la misma pasión que Esther. Tras un rato en el que sus impetuosos besos llevaron la voz cantante, Esther cobijó su cara en el cuello de Maca y empezó a besuquearle tiernamente el mismo. Acercando su boca a la oreja de Maca le dijo susurrando “Bienvenida, mi amor” y le dio un mordisquito en el lóbulo, al que Maca respondió con un dulce beso y sin separarse de aquella boca que tanto le seducía dijo: “Ahora sí que estoy en casa” y volvieron a besarse desenfrenadamente Al cabo de un rato de besos y caricias, la ropa empezó a obstaculizar sus movimientos y deseos, y ambas se desembarazaron de ella con rapidez. Sus labios volvieron a unirse, sus lenguas se buscaban ávidamente, se enroscaban, se lamían y se fundían. Sus manos se aproximaban, se entrelazaban, recorrían el cuerpo de la otra, lo exploraban, lo acariciaban y lo rastreaban sin dejar un solo milímetro de piel sin reconocer Sus pechos se encontraron, se rozaron, se endurecieron, se acariciaron y se dejaron apresar por la boca, la lengua y las manos de la persona amada. Sus bocas se adhirieron, se besaron, se mordieron y se desplazaron por cada rincón de la anatomía ajena dejándola cubierta de besos, suaves mordiscos y saliva. Sus sexos se acoplaron, se soldaron, se frotaron, se humedecieron y se vieron invadidos por una lengua que buceaba por sus recovecos viscosos y que de repente desaparecía para ascender hasta toparse con la boca de la otra que la esperaba ansiosa por besarse profundamente, mientras sus respiraciones se agitaban, se aceleraban, se entrecortaban, se contenían y dejaban exhalar suspiros y gemidos de diferente intensidad En medio de este alud de sensaciones, sus sexos hambrientos volvieron a reunirse, latiendo, moviéndose a un ritmo cada vez más acelerado, más apresurado y más ansioso, hasta que ambos estallaron en una explosión del placer más mágico, sublime y extraordinario que dos personas que se aman pueden tener Aquellos días compartidos fueron tan intensos y fantásticos como todos los que solían tener cuando se reunían. Lo que ninguna de las dos sabía es que un inesperado suceso iba a hacer que aquel encuentro fuera el último del que iban a disfrutar sin preocupaciones Lucas acababa de abandonar la casa dejando bastante más tranquilas a Maca y a Esther. Les había contado que todo estaba en marcha y que, por lo que le habían dicho en el juzgado, los jueces solían tomar una resolución bastante rápida en esos casos. Así, que en breve podrían tener la protección que tanto deseaban, pero que no podía decirles
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cuándo sería. Quedó en informarlas inmediatamente después de que él tuviera noticias. También les comentó que los inspectores se habían puesto en contacto con él y le había dado unas copias de todo lo que le había presentado al juez. Según le habían dicho, estaban esperando a que les autorizaran para entrar en la casa de Esther a buscar huellas o cualquier indicio que les pudiera servir de pista Esther se encontraba bastante nerviosa y deseosa de saber algo de Belén y de Víctor. Por las horas que eran ya deberían estar en la Estación de Autobuses. Se acercó al móvil de Maca, que estaba sobre la mesa del salón y vio que estaba apagado - Maca, tienes el móvil descargado. Si nos llaman estos no vamos a enterarnos. Trae el cargador, anda Maca fue a buscarlo al bolso y al rato volvió diciendo que no lo encontraba. La cara de Esther cambió y los nervios empezaron a ser mayores. Se puso a dar paseos por el salón hasta que fue al dormitorio y volvió con su móvil en las manos - Saca la tarjeta y vamos a ponerla en el mío, que a mí nadie me va a llamar estando tú aquí, que eres la única que conoce mi número (dijo Esther abriendo su móvil mientras Maca hacía lo mismo) - Ya está (Maca le dio el móvil a Esther una vez que lo había encendido e introducido el número correspondiente). Tranquilízate, que seguro que estos dos se han liado en el trabajo y no han podido ir antes. No tiene por qué pasarles nada, puesto que no los conocen y nadie va a estar en esa estación esperándolos - Ya, ya lo sé, pero no puedo evitar estar intranquila. De ese móvil depende que esto se resuelva pronto y podamos hacer una vida normal. No sabes lo harta que estoy de tener que estar escondida... Y ahora encima no podemos ni salir a la calle - Sí, yo también tengo ganas de poder estar por la calle libremente. Este piso me está ahogando... - Voy a llamar a Belén y así salimos de dudas ¿vale? (Maca afirmó con la cabeza. Sabía que era la única forma de que Esther se relajara un poco). ¿Cómo la tienes guardada? - Como “Belén policía” (dijo Maca sonriendo ante las prisas de Esther). Luego dirás que yo soy nerviosa y culo inquieto, pero ahora me ganas tú - ¡Qué graciosa! (dijo Esther sacándole la lengua y buscando el número en la agenda). Es que ahora no toca tener esa pachorra que tienes tú. ¡No viene el número, Maca! - ¿Cómo que no? A ver, déjamelo. Tiene que estar aquí. La he llamado varias veces (Maca toqueteaba el móvil, pero no aparecía). A no ser... - A no ser ¿qué? (Esther movía frenéticamente el anillo entre sus manos mientras miraba a Maca con la cara descompuesta) - Que se haya guardado en la memoria del teléfono - Pues estamos buenas... No nos va a quedar más remedio que esperar a que nos llamen ellos. ¿Has mirado en la bolsa que te trajo Belén ayer? Igual tienes el cargador allí Maca se dirigió hacia el dormitorio moviendo la cabeza hacia los lados y diciendo: “¡Qué pesadita eres!” lo suficientemente alto para que Esther la oyera. La enfermera puso cara de resignación y se dispuso a sacar la tarjeta de nuevo. Enseguida Maca volvió a aparecer sonriente, balanceando el cargador en la mano y mirando a Esther con cara triunfante. Cuando ya tuvieron todo en condiciones, Esther llamó a la policía, quien le dijo que acababan de llegar a la estación y que se dirigían hacia la consigna. Prometió llamarla en cuanto tuviera el móvil en su poder y se despidió. La enfermera le contó la
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conversación a Maca y guardó el número de Belén en su móvil ante las risas de Maca que la llamaba desconfiada En aquellos momentos en otro lugar de Madrid: - Ya tenemos localizada a la doctora. Ha sido complicado porque ha estado un buen rato con el móvil desconectado, pero ya tenemos la calle donde se esconde - Muy bien, pues quiero veros inmediatamente a todos aquí. Tenemos que actuar lo antes posible - Vamos para allá A la media hora todos estaban reunidos con un plano de Madrid delante de ellos organizando la forma de más eficaz y discreta de llegar hasta Maca y Esther, que estaban esperando la llegada de Belén y Víctor ajenas a lo que les esperaba. La reunión fue interrumpida por la llamada del hombre que seguía apostado frente a la casa de Esther y que les informó de que se habían dirigido al piso de la enfermera dos hombres acompañados por otros dos que llevaban gruesos maletines - ¡Mierda! Eso es que estas dos ya se han puesto en contacto con la policía. Se creen que por estar juntas ya no hay peligro... Me dan ganas de darle un susto a la vieja, pero prefiero no hacer nada que pueda alertar a las otras dos. Llama al que está delante de la casa de la vieja y dile que esté alerta por si necesitamos de sus servicios Terminada esa conversación siguieron planeando lo que hacer, porque tenían claro que esa misma noche tendrían que ponerse en marcha. Lo primero que decidieron fue mandar a un hombre a la dirección que habían obtenido para que fuera investigando la zona y averiguando exactamente el número de la calle y el piso, porque el sistema de localización que habían usado tenía un margen de error de cincuenta metros y sólo daba el nombre de la calle. Los demás siguieron con los preparativos Mientras tanto, Víctor y Belén llegaban a aquella casa con el móvil de Esther en su poder. Llevaban también algo para picar, porque sabían que las existencias que tenían aquellas dos mujeres eran escasas. Mientras Maca, Víctor y Belén improvisaban la cena, Esther conectaba el móvil a la red y buscaba las fotos y la grabación para enseñárselas a los otros Durante la cena, Víctor les estuvo contando lo que habían averiguado sobre Bermúdez y Gutiérrez. Tenían fama de ser dos personas muy desagradables, pero muy eficaces en su trabajo. Estaban especializados en desentrañar tramas de tráfico de todo tipo y tenían muy buenos contactos, pero no habían encontrado ninguna mancha en su historial y eran muy bien considerados por sus superiores, porque habían logrado resolver casos bastante complicados - Comprendo que tuvierais dudas sobre ellos (dijo Belén), porque yo en vuestro lugar no me fiaría de nadie tampoco. Además ellos no se comportaron de forma muy correcta con vosotras, según me ha contado Víctor, pero si son buenos en su trabajo tenemos que confiar en ellos y esperar a ver los resultados de sus investigaciones - Además, el juez ya está al corriente de todo y seguramente hablará con ellos y seguirá de cerca la investigación, al igual que el comisario que está al mando (terció Víctor).
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Siendo un caso tan importante no es tan fácil hacer lo que a uno le da la gana, así que creo que deberíais estar tranquilas sobre este asunto Esther y Maca agradecieron la información y las palabras tranquilizadoras de los policías y tras la cena se dispusieron a ver las pruebas que contenía aquel famoso móvil. Las fotografías no aportaban ningún dato aparentemente importante, porque sólo mostraban las cajas apiladas y el contenido de las mismas. Pero la grabación era de bastante calidad y se distinguían perfectamente las voces de los tres interlocutores que salían en ellas. Esther intentó reconocer la voz del otro hombre, pero no le sonaba de nada. Belén traspasó todo aquello a su móvil y prometió que les haría una copia para que la tuvieran por si la necesitaban para algo Tras la marcha de Belén y Víctor, Maca le recordó a Esther que tenían que llamar a los inspectores para decirles que tenían el móvil en su poder. A ninguna de las dos les apetecía hacer esa llamada y mucho menos volverlos a ver, pero si querían colaborar en el caso no les quedaba otro remedio. Al final Esther fue la encargada de llamar, tras las súplicas de Maca que no quería volver a hablar con el maleducado de Bermúdez. El inspector estuvo un poco menos seco y quedó en que se pasaría por allí lo más pronto posible. También les dijo que habían recibido una notificación del juzgado para que les pusieran vigilancia policial durante veinticuatro horas, así que iría él con los agentes que se iban a encargar del turno de noche Esther al oír aquella noticia no pudo evitar sonreír ante el asombro de Maca, que lo que menos esperaba era ver esa cara de Esther en una conversación con Bermúdez. Nada más colgar le contó las buenas nuevas a Maca, que también exhibió una gran sonrisa. Aquello las tranquilizaba bastante, pues ya no estaban solas esperando a que alguien las localizara y les hacía sentir que empezaban a preocuparse por ellas A la media hora, Bermúdez hacía su aparición acompañado por dos jóvenes policías vestidos de paisano. Estos saludaron a las dos mujeres y les dijeron que estarían toda la noche en el coche frente al portal. También les dieron un número de teléfono mediante el cual podían contactar tanto con ellos como con el resto de sus compañeros que fueran haciendo los diversos turnos. Ellas hicieron lo mismo y cuando todos tenían sus respectivos teléfonos archivados se despidieron de los agentes que bajaron a empezar su labor de vigilancia Bermúdez permaneció allí hasta que Esther le dio el móvil. No sabía por qué aquel gesto le costaba tanto. Quizá porque todavía le quedaba una sombra de duda de estar haciendo lo correcto. Por mucho que le hubiera dicho Víctor, aquel hombre no acababa de darle buenas vibraciones. Maca siempre le había dicho que ella tenía un sexto sentido para calar a las personas, pero esperaba que esta vez su intuición fallara y su desconfianza no se debiera a su profesionalidad, sino a su carácter. Esther le pidió que las mantuvieran informadas de cómo iba la investigación, pero, a pesar de el inspector le dijo que estarían en contacto, no confiaba mucho en que fueran a hacerlo En el interior de otro coche aparcado cerca del portal de aquella casa, un hombre seguía con atención los movimientos de las personas que entraban y salían de allí. Le extrañó ver como habían entrado tres hombres y al rato sólo bajaban dos. Pero mucho más le llamó la atención que aquellos dos hombres tras subirse en un coche no se fueran, sino que permanecieran dentro del vehículo sin intención de irse. Intentando no llamar mucho la atención cogió el móvil y realizó una llamada
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- ¿Qué pasa? ¿Has localizado ya la vivienda? (Preguntó una voz al otro lado de la línea) - Sí, ya la tengo y estoy delante de la casa, pero creo que tenemos un problema - ¿Qué problema? (El tono del otro hombre cambió y realizó la pregunta con cierto nerviosismo) - Que les han puesto dos policías en la puerta de su casa. Acaban de subir acompañados de un tercero, pero al rato sólo bajaron dos, que se quedaron en el coche y ahí siguen - Joder, esto hace que tengamos que cambiar los planes. Íbamos a dirigirnos hacia allí dentro de un rato, pero después de esto va a ser mejor que vayamos pensando algo para librarnos de esos dos polis. Tú de momento sigue allí e intenta que no te vean. Si desaparecen llámame sea la hora que sea, ¿comprendido? - Perfectamente. Aquí me quedaré hasta que me deis otra orden - Muy bien. Voy a hablar con el jefe para contarle esas desagradables novedades. No le va a gustar nada la noticia ahora que estábamos a punto de dar con esas dos mujeres Efectivamente, el jefe de aquel grupo de hombres recibió de muy mal talante la noticia que el otro le dio. Golpeó con el puño la mesa que tenía delante y empezó a lanzar improperios por la boca. Las demás personas que estaban con él permanecieron calladas hasta que, un poco más calmado, empezó a hablar - Ahora nada de lo que teníamos previsto nos sirve. Tenemos que encontrar la forma de contactar con esas mujeres sin que los policías sospechen, lo cual no es nada fácil. Esto nos va a hacer perder un tiempo precioso. ¡Malditos policías! - Todo lo que habíamos pensado sigue sirviendo una vez que nos quitemos de encima a los polis (dijo la persona que había hablado por teléfono con el que vigilaba la casa de Esther y Maca). Sólo nos falta saber cómo nos desharemos de esos inoportunos policías. No es la primera vez que nos encontramos en esta situación, así que verás como algo se nos ocurre. Y si no, siempre podemos recurrir a la vieja - Tienes razón. Pues venga, vamos a ello sin tardanza. ¡Y vosotros no os quedéis ahí parados y mudos! Cualquier idea puede ser importante, así que a estrujarse el cerebro En la casa de la que tantas personas estaban pendientes, dos mujeres, ajenas a todo lo que sucedía a su alrededor, hablaban entre ellas - ¿Qué te ha dicho Lucas? (Preguntó Esther) - Que se alegraba mucho de que nos hubieran mandado a los policías. Cree que a lo mejor para no esperar a estudiar toda la documentación y a contrastar la información con la policía han decidido hacer esto como un primer paso, porque está convencido de que la protección no se va a quedar sólo en esto - ¿Y sobre traer a mi madre aquí con nosotras no te ha dicho nada? - Me ha dicho que eso deberíamos consultarlo con la policía, porque si no la han traído es que el juez no ha establecido nada sobre ella. Además, si tiene que trasladarse aquí debería hacerlo de una forma segura. Es decir, acompañada por algún policía - Vaya, podíamos habérselo preguntado a Bermúdez, pero a mí no se me ha ocurrido en ese momento (se lamentaba Esther) - No te preocupes, cariño. Mañana podemos hablar de ello. No va a pasarle algo esta noche precisamente (Maca intentó tranquilizar a Esther, porque sabía que, aunque ella no dijera nada, el que su madre estuviera sola y posiblemente vigilada era algo que la tenía muy angustiada)
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- Eso espero. Me preocupa mucho no saber nada de ella. ¿Y si le ha pasado algo y al estar aquí incomunicadas no nos enteramos? - No estamos tan incomunicadas. Si hubiera pasado algo nos habrían llamado, que tenemos el móvil encendido todo el día. Así que deja de amargarte pensando esas cosas, ¿vale? (dijo Maca sujetando la cara de Esther entre sus manos y mirándola con mucha ternura) Esther asintió mordiéndose los labios con preocupación y exhalando un suspiro que fue mitigado por el dulce beso que Maca depositó en su boca y al que siguieron otros más, que culminaron en un estrecho abrazo que les permitió percibir no sólo la proximidad de sus cuerpos, sino la seguridad que ambas sentían por el mero hecho de estar juntas en momentos tan adversos Maca estaba sentada en el sofá con su brazo sobre los hombros de Esther, cuya cabeza reposaba en el pecho de la pediatra mientras veían la televisión para intentar evadirse un poco de todo lo que les rodeaba, pero el cansancio empezaba a hacer mella en ellas. Había sido un largo día repleto de acontecimientos, conversaciones y planes. Apagaron el televisor y se disponían a ir hacia la cama cuando el móvil de Maca empezó a sonar. Aquella llamada iba a dar al traste con sus planes de descanso y tranquilidad Nada más coger el móvil y ver el nombre de la persona que llamaba, el rostro de Maca se volvió preocupado y presa de un gran nerviosismo, que fue apreciado por Esther, se dispuso a hablar - ¡Encarna! ¿Cómo es que llamas tan tarde? ¿Va todo bien? Esther al oír el nombre de su madre se puso tensa y no despegaba la vista del rostro de Maca intentando averiguar qué había motivado aquella llamada. Los malos presagios que había tenido al ver que la policía no se había dado cuenta del peligro que corría su madre, volvieron a su mente en cuestión de segundos - Maca, ¿es verdad que Esther está ahí contigo? (Preguntó muy alterada) - Sí, es verdad. Está aquí a mi lado y está perfectamente bien. ¿Cómo te has enterado? ¿Quieres hablar con ella? (Maca no salía de su sorpresa. No entendía cómo tenía Encarna esa información) - No sé... no sé... si me van a dejar hablar con ella (la voz de Encarna ahora era entrecortada y dejaba entrever que estaba asustada por algo) - ¿Cómo que no te van a dejar? ¿Quién no te va a dejar? Encarna, por favor, dime que es lo que pasa Esther, al ver a Maca tan alterada y escuchar las palabras que decía, empezó a palidecer. Miraba a la pediatra como pidiéndole explicaciones, pero Maca, que estaba tan nerviosa como ella, sólo se encogía de hombros y ponía un gesto de que ella tampoco lo sabía - Maca, Maca, que ha entrado en casa un hombre muy desagradable, armado con una pistola y me ha obligado a que te llame para hablar con Esther. Dice que ella tiene algo que le pertenece y yo, yo no entiendo nada... Encarna empezó a llorar, pero Maca no pudo consolarla, porque alguien le quitó el teléfono y empezó a hablar en tono despectivo con ella
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- A ver doctorcita, déjate de palique y de preguntitas, que no tenemos tanto tiempo como para desperdiciarlo con tonterías. Además tú no me interesas, así que dile a tu amiguita que se ponga - ¿No puede decírmelo a mí? Ella ahora está muy impresionada y no creo que pueda hablar mucho (dijo Maca viendo como Esther empezaba a llorar a causa de la tensión y de lo que imaginaba que pasaba) - ¿No me has entendido bien? ¡Te he dicho que me pases con ella! Me da igual que pueda hablar o no. Si tanto quiere a su madre y no quiere que le pase nada, verás como recupera el habla. Y date prisa, porque soy muy impaciente (el tono amenazador de aquel hombre hizo que Maca pasara el teléfono a Esther inmediatamente) - Esther, parece que alguien ha entrado en casa de tu madre y quiere hablar contigo. Dice que tienes algo que le pertenece y seguro que se refiere al móvil, así que tú síguele la corriente, que luego ya veremos lo que hacemos (Maca dijo estas palabras al oído de la enfermera y al terminar le cogió la mano, como queriendo transmitirle ánimo con ese gesto. Antes de que Esther empezara a hablar, pulsó el botón del altavoz para poder oír la conversación. Tras limpiarse las lágrimas y respirar hondo, Esther dijo) - ¿Oiga? Soy Esther. Dígame qué quiere de mí - Muy bien, así me gusta. Directa al grano, Esther. Disculpa que no me presente, pero no es momento para cortesías. Además, creo que sabes muy bien lo que quiero, pero para que no te hagas la tonta te lo recuerdo. Quiero que me des el móvil en el que tienes ciertas cosas que me pertenecen y que tú obtuviste de muy malas maneras. Creo que no hace falta decirte que si te niegas tu madre va a salir un tanto perjudicada (dijo el hombre de forma un tanto sarcástica) - No voy a negarme, pero no pienso dárselo hasta que no tenga la completa seguridad de que mi madre no corre peligro. Además no lo tengo en mi poder ahora mismo. No pensará que soy tan tonta de llevarlo encima... - No creo que estés en situación de negociar, pero esos detalles ya los aclararemos cuando tengas el móvil. Yo que tú me daría prisa en ir a buscarlo, porque ya le he dicho a tu amiga que soy muy impaciente y no respondo de lo que pueda pasar si me pongo nervioso... - Usted tampoco está en situación de negociar, porque si le pasara algo a mi madre, puede tener la seguridad de que no le daré el dichoso móvil. Y ahora ¿podría pasarme a mi madre, por favor? Aquel hombre no respondió y a refunfuñando le pasó el teléfono a Encarna. Sabía que la enfermera tenía razón y le asombró ver tanto aplomo en aquella mujer, que él suponía que estaría destrozada al ver el peligro que corría su madre - ¡Esther hija mía...! (Encarna no fue capaz de decir nada más, porque las lágrimas se agolpaban en sus ojos y la tensión en su garganta impidiéndole hablar) - ¡Mamá, mamá, no llores, por favor! Voy a hacer todo lo que quiera ese hombre, así que no te preocupes, que no te va a pasar nada, ¿vale? Vamos a salir de ésta y pronto estaremos juntas de nuevo (Esther hacía verdaderos esfuerzos por no llorar. Oír a su madre después de tanto tiempo y encima tan asustada había hecho que se emocionara) - Eso espero, Esther. Pero ten mucho cuidado, por favor. Y dile a Maca que no se separe de ti ni un segundo. ¡Te quiero mucho ni niña! - Tranquila, que no me va a pasar nada. Tómate algo para los nervios y aguanta. Sé que es una situación difícil, pero confía en mí. No voy a permitir que te hagan nada. Mamá... yo también te quiero (aquellas palabras no llegaron a oídos de Encarna, porque el hombre volvió a coger el teléfono)
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- ¡Qué tierna estampa! Casi me emociono y todo. Bueno, ya sabes lo que te toca hacer. En cuanto tengas el móvil llama a este teléfono y ya te diré lo que tienes que hacer. ¡Ah! Y ojo con llamar a la policía o intentar jugármela Acto seguido cortó la comunicación y Esther se quedó como paralizada con el móvil entre las manos. Maca lo cogió, colgó y se quedó mirándola preocupada, esperando su reacción. Esther no pudo aguantar más y soltó toda la angustia que sentía en forma de llanto descontrolado. Maca la abrazó e intentó tranquilizarla meciéndola y acariciando su espalda, mientras la pena que sentía al ver a Esther así y saber a Encarna en peligro hizo que las lágrimas empezaban a surcar su rostro también. Cuando Esther se tranquilizó un poco, la angustia se tornó en rabia y empezó a maldecir a los que habían entrado en casa de su madre, mientras daba nerviosos paseos por el salón. Maca intentaba tranquilizarla en vano, así que optó por dejar que se desahogara - ¡Maca, tienen a mi madre...! ¡Mi madre está en peligro! Por culpa de esos policías y ese juez ineptos, tienen a una persona amenazada y muerta de miedo. Mira que me lo temía... ¿Por qué no han venido directamente a mí? ¿Por qué han tenido que utilizar a una persona mayor para lograr su objetivo? ¿Qué tipo de personas son, que disfrutan haciendo sufrir a una mujer mayor? (Ésas y muchas otras frases salían casi gritando de la boca de Esther, hasta que poco a poco se fue calmando) Maca hizo que se sentara con ella en el sofá. Le cogió las manos y la miró fijamente mientras intentaba dar toda la firmeza y tranquilidad que podía a sus palabras - Tienes toda la razón del mundo, pero ahora no podemos estar mucho rato lamentándonos. Tenemos que actuar con rapidez. Sé que esto que te voy a decir no te va a gustar, pero no nos queda otra alternativa. Tenemos que llamar a Bermúdez y contárselo todo - ¿Pero no has oído que me ha dicho que no llame a la policía? No pienso arriesgar la vida de mi madre por esa gente. Me da igual que los pillen o no. Lo único que quiero es que la suelten y que me dejen en paz - Esther, razona un poco. Bermúdez tiene el móvil, así que no nos queda otra que hablar con él. Además, no seas ingenua. ¿No te creerás que se van a contentar sólo con el teléfono, no? Tú eres una testigo importante en este caso y no te van a dejar irte tan pancha... - Está bien, llama a Bermúdez y cuéntaselo todo. Y que te diga qué podemos hacer para salir de este lío. Pero déjale bien claro que el tiempo apremia (La enfermera no tuvo más remedio que reconocer que Maca tenía razón y aceptó con mucho miedo poner a la policía al corriente de todo) Maca habló con el inspector Bermúdez, quien lamentó mucho todo lo ocurrido. Le dijo que le diera unos minutos para hablar con Gutiérrez y planificar lo que podían hacer. Maca estuvo de acuerdo, pero le pidió que fuera lo más rápido posible, porque el hombre que retenía a la madre de Esther no parecía tolerar muy bien las esperas. Mientras esperaban la llamada del inspector se vistieron, pues sabían que tendrían que salir de esa casa y querían estar preparadas. Esther seguía hecha un manojo de nervios y no paraba de mirar el reloj. Iba a empezar a quejarse cuando su móvil empezó a sonar. Extrañada lo cogió y vio que era Bermúdez Le dijo que la llamaba a ella porque estaba claro que los captores de su madre sabían el número de Maca y no quería arriesgarse. Luego le pidió encarecidamente que tuviera
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confianza en ellos y que hiciera exactamente lo que le iba a decir, porque el no hacerlo podría poner en peligro tanto la vida de su madre como la suya propia - De acuerdo, dígame lo que tenemos que hacer, porque Maca viene conmigo (respondió Esther tajante) - No hay ningún problema en que vaya. Es mejor incluso, porque dejarla allí sola podría ser peligroso. Acaba de salir un coche con dos policías en dirección a su casa para recogerlas. Ellos les explicarán a dónde van y lo que tienen que hacer. ¿De acuerdo? - Sí, sí, pero no entiendo por qué vienen dos policías si aquí ya hay otros dos y nos podríamos ir con ellos sin perder tanto tiempo (Esther no acababa de entender lo que pretendía Bermúdez) - Esos dos policías tienen otra misión que cumplir, porque no vamos a actuar hasta que estemos seguros de que su madre está fuera de peligro - Me parece muy bien y se lo agradezco (aquello le gustó a Esther y logró que se calmara un poco) - No hay nada que agradecer. Mi trabajo es resolver los casos con el menor número de víctimas inocentes posible. Ahora escuche bien, porque necesitamos su colaboración y la de su novia - Vale. Espere un momento, que voy a poner el altavoz para que ella pueda oír la conversación también (Esther pulsó el botón correspondiente e hizo un gesto a Maca para que se acercara más). Ya estamos listas - Bien. Esther, supongo que usted tendrá un juego de llaves de la casa de su madre ¿no? - Sí, tengo uno aquí - Prefecto. Maca, usted tiene que bajar a la calle con alguna excusa, como tirar la basura y llevar ese juego de llaves en la mano de forma disimulada. Cuando pase por delante de los policías que están en la calle, las deja caer lo más cerca posible del coche y tras tirar la basura vuelve a subir a la casa. No sabemos si habrá alguien vigilándolas, pero aún así es mejor tomar todas las precauciones posibles. Cuando esté Maca en casa, usted Esther llama a los agentes de abajo desde su móvil y les dice la dirección de su madre. ¿Les ha quedado claro? - Totalmente. Pero si los policías se van y hay alguien vigilándonos seremos un blanco muy fácil (dijo Maca) - Por eso hay otro coche de camino a su casa en este momento. Hasta que ellos no lleguen los otros no se irán. Cuando la madre de Esther esté a salvo los avisarán y ellos se pondrán en contacto con ustedes para que bajen y vayan al lugar donde estará el móvil. Igual que no sabemos si hay alguien vigilando su casa, no sabemos cuántos serán, pero el hecho de que un vehículo vaya a la casa de la madre de Esther y otro a buscar el móvil, les va a obligar a separarse o a mandar a más gente. Y eso nos favorece, porque pretendemos coger al mayor número posible de personas de esa banda esta noche. Les va a costar cara la jugada que han hecho yendo a casa de su madre... (dijo Bermúdez con un tono triunfalista en la voz) - Eso espero, que les cueste muy cara y que todo salga bien, porque estoy muy preocupada por cómo llevará mi madre una situación tan tensa como ésta... (dijo Esther a la que el plan en principio le parecía acertado, pero que no podía evitar sentirse angustiada) - Todo va a salir bien. Confíe en nosotros. Bueno, si ha quedado todo claro, es mejor que dejemos esta charla, porque los agentes deben estar a punto de llegar a su casa y ustedes tienen varias cosas que hacer antes de que lleguen
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Tras estas palabras se despidieron de Bermúdez. Esther fue a buscar las llaves y Maca cogió la basura. Cuando tuvo las llaves en su poder bajó a la calle a hacer todo lo que el inspector le había pedido Maca intentó relajarse en el ascensor, pero no consiguió gran cosa. No podía evitar estar nerviosa ante lo que se les avecinaba aquella noche. Por una parte estaba contenta de que por fin las cosas empezaran a resolverse, pero por otra seguía inquieta y hasta que no supiera que Encarna estaba a salvo no se le iba a quitar parte de ese desasosiego. No saber exactamente qué iban a tener que hacer para recuperar el móvil tampoco ayudaba demasiado Con todos estos pensamientos en la cabeza salió a la calle intentando no mirar a ningún punto concreto, a pesar de que le intrigaba saber si habría alguien vigilándolas. Al pasar delante del coche de los policías dejó caer las llaves y tras depositar la basura en el contenedor volvió a subir a la casa Allí la esperaba Esther con el teléfono en la mano. En cuanto la vio aparecer llamó al policía, que tras memorizar la dirección le dijo que todo iba a salir bien y que esperaran a que sus compañeros les avisaran para irse. Esther dijo que así lo harían, aunque sabía que aquella espera iba a ser la más larga y angustiosa de su vida Ambas miraban discretamente por la ventana del dormitorio a oscuras para ver cuándo llegaban los otros policías. No tuvieron que esperar mucho para ver como el coche que estaba aparcado empezaba a maniobrar para salir, mientras otro se aproximaba lentamente y acabó aparcando en el hueco que habían dejado sus compañeros. Al instante vieron como un coche salía de la acera de enfrente sin que nadie hubiera entrado previamente, lo que les hizo suponer que habían estado siendo vigiladas. Aquello las intranquilizó, aunque imaginaban que los otros policías les pondrían sobre aviso de que estaban siendo seguidos. Volvieron al salón intentando aguantar como mejor pudieran hasta que llegara la ansiada llamada Mientras todo eso ocurría, el hombre que había estado pendiente de todos los movimientos de esa casa, no había perdido detalle de la salida de Maca, pero no pudo apreciar nada anormal en ella, así que siguió alerta esperando a que salieran en busca del móvil para seguirlas. Pero las maniobras de salida del coche de la policía le pillaron por sorpresa y llamó rápidamente para saber qué hacía Le dieron órdenes de que los siguiera y eso hizo. Mientras avanzaba siguió hablando mostrando su desacuerdo con dejar solas a las dos mujeres justo cuando iban a salir de la casa. Su interlocutor le dijo que unas horas antes habían mandado a otros dos hombres de refuerzo, que serían los que las seguirían cuando salieran. Enfurecido por que nadie le hubiera informado de nada, cortó la comunicación y se centró en perseguir al vehículo policial, que suponía que iría a casa de la madre de Esther En casa de Encarna el móvil del hombre que la acompañaba empezó a sonar. Se alejó de la mujer lo suficiente para que no escuchara la conversación, pero no dejó de apuntarla con la pistola en ningún momento - No se le ocurra hacer ninguna tontería... (le advirtió, obteniendo un nervioso movimiento negativo de cabeza como respuesta y se dispuso a escuchar atentamente lo
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que le decían). ¡Maldita sea, sabía que esas dos se iban a poner en contacto con la policía! ¿Y ahora qué hago? ¿Me cargo a la vieja? - ¿Cómo te la vas a cargar justo ahora? Tenerla viva te va a venir bien por si la policía aparece por allí. Además, si la matas y se enteran las otras nos quedamos sin las pruebas que necesitamos. Tenemos a un hombre persiguiéndolos, así que con un poco de suerte acabará librándose de ellos. Sólo tienes que estar alerta y pendiente de cada movimiento de esa señora - De acuerdo, así lo haré. Ya os llamaré cuando tenga noticias (colgó y se acercó más a Encarna). Parece que su hija es muy desobediente y ha avisado a la policía, así que rece para que mi compañero acabe con ellos, porque si no le espera una noche muy movidita y nada agradable... Encarna palideció y sintió como el miedo la invadía de forma más acentuada. A pesar de eso, rogó por que la policía lograra liberarla y le diera su merecido a aquel cruel hombre, que ahora estaba más cerca de ella con la pistola casi rozándola La persecución seguía por las calles de Madrid, que a esas horas de la noche estaban casi desiertas. Los policías no perdían de vista al hombre que llevaban detrás, que en alguna ocasión había disparado por la ventanilla, sin lograr que ninguna de sus balas les alcanzase. El que iba de copiloto hablaba por teléfono con otro compañero que había ido directamente a las inmediaciones de la casa de Encarna y planearon la forma de atrapar a su perseguidor Cuando se aproximaban a la casa, el vehículo policial dio un giro repentino para meterse en una bocacalle a su izquierda, atravesando los carriles de los coches que circulaban en sentido contrario. Aquella era la señal indicada para que el tercer agente acelerara una camioneta que estaba esperándoles, provocando no sólo impedir el paso del perseguidor, sino que éste se chocara irremediablemente contra la furgoneta Inmediatamente después del impacto, los tres policías rodearon el coche del perseguidor, que permanecía dentro atontado por el golpe. Se cercioraron de que estaba bien y tras liberar de nuevo el paso de la bocacalle, entraron los cuatro en el coche de los policías y se dirigieron a la casa de Encarna Al llegar, obligaron al delincuente a decirle a su compañero que se había librado de los policías y que le dejara subir a la vivienda. Eso hicieron todos, con el delincuente a punta de pistola delante de ellos. Cuando llegaron a la puerta, llamaron al timbre y esperaron a que abrieran En cuanto la puerta empezó a abrirse, el policía que tenía delante al malhechor lo empujó violentamente, haciendo que chocara con su compañero, quien se vio obligado a retroceder unos pasos. Aprovechando la confusión, los otros dos agentes le quitaron la pistola y le apuntaron con ella. Una vez que tuvieron a los dos controlados entraron en la casa En el salón vieron a Encarna atemorizada ante los ruidos que acababa de oír y encogida en un rincón del sofá. Suponía que aquellos que llevaban las pistolas en la mano eran policías, pero no se fiaba de nadie y se mantuvo callada y sin moverse de su sitio. Un policía se le acercó y le peguntó si estaba bien. Encarna asintió con la cabeza y sólo reaccionó cuando vio la placa que aquel hombre le mostraba. En ese momento se relajó,
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se levantó del sofá y se abrazó al agente dándole efusivamente las gracias por haberla salvado - ¡Ay, qué mal lo he pasado! Tanto por mí como por mi Esther, que debe estar muy preocupada. Porque supongo que ella estará bien, ¿no? (Preguntó Encarna, a la que la mezcla de nervios y alegría le hacían hablar a toda velocidad) La pobre lo ha pasado tan mal, que saber lo mío debe tenerla hecha polvo. Encima el hombre ése fue de lo más borde con ella. Menos mal que le debió dar una respuesta de las suyas, porque lo dejó callado. ¡Menudo genio tiene mi hija! - Sí, su hija está bien (respondió el policía cuando pudo meter baza en la conversación). Ahora mismo vamos a llamarla para decirle que todo ha salido bien y que está usted a salvo, pero antes tenemos que hacer otra llamada más importante Se dirigió al que había tenido retenida a Encarna y le dijo que llamara a sus jefes para decirles que todo estaba bien, que se habían librado de la policía y que su compañero estaba con él. Durante la conversación no dejaron de apuntarle con el arma y el delincuente no tuvo más remedio que decir lo que ellos le habían pedido Esther y Maca seguían en la casa intentando llevar lo mejor posible aquella tensa espera. Esther era la que peor estaba, pese a ser más tranquila que Maca. Se sentaba y se levantaba, daba paseos por el salón, miraba la hora y volvía a repetir aquel ciclo una y otra vez. A Maca la ponía más nerviosa aquella actitud, pero sabía que no podía hacer mucho para que se tranquilizara - Esther, como no te calmes un poco te va a dar algo. Seguro que todo va bien, que la policía tiene más medios que esa panda de ladrones (dijo Maca cogiéndole las manos para que estuviera quieta unos segundos) - ¿Tú crees? ¿Y entonces cómo sabían que estábamos aquí? - No tengo ni idea, pero igual no es tan difícil averiguarlo... Lo que parece claro es que a tu madre no le van a hacer nada mientras no tengan el móvil en su poder - Sí, eso parece lo lógico, pero yo de esta gente que no demuestra tener muchos escrúpulos no me fío demasiado - Bueno, pero no te pongas en lo peor, que así no vas a conseguir nada más que amargarte. Anda, ven aquí (Maca la acogió entre sus brazos y empezó a darle besos en el pelo a la par que acariciaba su espalda). Todo va a salir bien, ya lo verás Esther intentó relajarse y creer en lo que le decía Maca, pero no podía evitar cierto pesimismo. Sentirse protegida por los brazos de la pediatra hacía que poco a poco se fuera tranquilizando - Menos mal que estás aquí conmigo. Yo sola no podría haber resistido todo esto (se separó levemente de Maca y la besó dulcemente) Seguían abrazadas en silencio, besándose tranquilamente y mirándose profundamente, cuando el sonido del móvil de Esther hizo que ésta diera un bote en el sofá y se separara de Maca. Eran los policías que estaban con Encarna, que le dijeron que todo había ido de maravilla y que su madre estaba sana y salva. Esther, que había escuchado aquellas palabras conteniendo la respiración, cuando supo que su madre estaba bien expulsó todo el aire de golpe y su semblante cambió totalmente al verse invadido por una gran sonrisa. A Maca no le hizo falta más para darse cuenta de que las cosas habían salido a
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la perfección. Y sonrío a su vez, mientras se pasaba la mano por los cabellos. La enfermera habló unos minutos con el policía y luego lo hizo con su madre - Mamá, ¿estás bien, verdad? - ¡Ay, hija mía, qué miedo he pasado! El hombre ése no ha dejado de apuntarme con la pistola ni un segundo y yo no hacía más que rezar para que no se le disparara. Pero ahora estoy bien gracias a estos señores, que mira que son guapos, por cierto - Jajaja ¡Mamá, eres incorregible...! Imagino que ha debido ser horrible. Siento que te haya pasado todo eso por mi culpa... (el tono de Esther se tornó triste durante unos segundos) Pero no lo he podido evitar - Fíjate si tendría miedo que no he hablado ni una palabra en todo el tiempo... - Ya debías estar asustada, sí. Porque yo creo que no te he visto callada salvo cuando duermes (rió Esther, a quien el comentario de su madre le hizo recuperar la alegría). Bueno, ahora te tengo que dejar, que debo ir con la policía a resolver un asunto. Haz caso a lo que te digan y luego nos vemos - Ten mucho cuidado, hija mía. No sé de qué va todo esto, pero ahora le preguntaré a estos señores tan simpáticos. Dale un beso a Maca de mi parte - Se lo daré. Y tú ojito con lo que haces, no intentes ligar con los polis, que te conozco (bromeó Esther) - ¡Ay hija, qué cosas dices! A mi edad no estoy para esos trotes... Un beso Terminada la conversación, que Maca había seguido riéndose por los comentarios que oía a Esther, ésta le contó lo que le había dicho el policía y le dijo que habían cambiado los planes. Por si seguía habiendo alguien vigilándolos, para que pensaran que sólo habían contactado con la policía para rescatar a Encarna, tenían que salir a la calle y montarse en un taxi que las esperaba en cinco minutos. El conductor era un policía que durante el trayecto les contaría los pormenores de lo que tenían que hacer Nada más subir al taxi y salir de allí, dos coches arrancaron y fueron tras ellas. Uno iba ocupado por los policías que estaban custodiándolas y el otro por dos miembros de la banda. El falso taxista se percató de la situación, siguió su camino a ritmo normal para no levantar sospechas y empezó a explicarle a las dos mujeres lo que tendrían que hacer y hacia dónde se dirigían. A ambas les pareció muy arriesgado el plan, pero el agente les dijo que el sitio al que iban estaba tomado por la policía, que llevaba allí bastante tiempo esperando su llegada Por su parte, los perseguidores se habían puesto en contacto con su jefe, que al saber que iban a estar presentes dos agentes, decidió enviar dos coches más con dos personas cada uno. Los del primer coche les irían dando indicios de por dónde iban para poder seguirlos a cierta distancia Los agentes que seguían en casa de Encarna, habían logrado sonsacarle a sus detenidos dónde se escondían los jefes de aquella banda. Así que, acompañados por Encarna, se dirigieron a la comisaría, donde dejaron a buen recaudo a los dos hombres y le pidieron a Encarna que esperara allí a que todo se solucionara. Ellos, acompañados por varios agentes más se dirigieron en busca de los cabecillas El taxi había abandonado Madrid y se dirigía por la carretera de Burgos hacia el polígono industrial de Alcobendas, seguido fielmente por los otros dos coches. Aprovechando que no estaban en la ciudad y que el tráfico era escaso, los perseguidores decidieron librarse de los policías. Aceleraron hasta ponerse a su altura por el carril
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izquierdo y cuando lo estuvieron arremetieron contra ellos dándoles un golpe en el lateral izquierdo del coche, que hizo que zozobrara y que el agente tuviera problemas para controlar el vehículo, debido a la velocidad a la que iban. Al mismo tiempo, el copiloto del coche de los perseguidores disparó a una de las ruedas, dejando así inutilizado el coche policial que, vacilante, acabó en el arcén Maca y Esther, que habían observado aquella maniobra desde el taxi, le dijeron preocupadas al conductor que los policías se habían quedado tirados en la carretera. El “taxista” no le dio demasiada importancia a ese hecho, pues así los de la banda pensaban que ellos eran los únicos que las seguían y les haría tomar menos precauciones, lo cual les ayudaba a apresarlos más fácilmente A medida que el coche se acercaba a su destino, los nervios de ambas mujeres empezaron a aumentar. Les daba miedo que algo fallara y que acabaran malheridas. Se tomaron de las manos, se miraron y siguieron el resto del camino en absoluto silencio Una vez que llegaron al polígono, el “taxista” se dirigió a un almacén y detuvo el vehículo en la puerta. Le dio unas llaves a Esther y les dijo que mantuvieran la calma, que se dirigieran al despacho donde estaba el móvil sin detenerse y sin mirar hacia atrás. Ellas dijeron que lo harían así y tras desearles suerte, salieron del taxi y cogidas de la mano fueron hasta la puerta de aquel almacén Con el corazón latiendo a toda velocidad, Esther introdujo la llave en la cerradura, la abrió y tras introducirse en el interior, buscaron el interruptor de la luz, cerraron la puerta tras de sí y se encaminaron al despacho, que estaba casi al fondo de dicho almacén. Aquellos metros se les hicieron eternos El silencio era tan impresionante, que podían oír claramente el ruido de sus propios pasos, mientras sentían como sus corazones parecían dar saltos dentro de ellas. Según caminaban iban mirándose de vez en cuando para darse ánimos. El lugar parecía desierto y por mucho que se fijaron no lograron descubrir dónde estaban los policías - Espero que no nos hayan engañado y realmente estemos solas -dijo Maca susurrando) - ¿Cómo puedes pensar eso, Maca? (Esther la miraba con el rostro visiblemente preocupado) Estás logrando que me ponga más nerviosa de lo que ya lo estoy. Seguro que están aquí, pero es lógico que no los veamos con todas las cajas que hay por ahí Finalmente llegaron al despacho. Esther sacó de nuevo las llaves y antes de meterla en la cerradura, tomó aire, miró a Maca y dijo: “Ahora llega la hora de la verdad. No te separes de mí ni un milímetro, por favor”. Acto seguido giró la llave, abrió la puerta, encendió la luz y ambas fueron hacia la mesa. Abrieron el cajón y allí vieron el móvil Esther miró aquel objeto durante unos segundos y después introdujo la mano en el cajón y lo sacó. Maca seguía atentamente todos los movimientos de Esther, por lo que ninguna de las dos se percató de la presencia de dos hombres armados en la puerta de la oficina. Una voz les hizo mirar hacia el frente alarmadas - Muchas gracias por traernos hasta este escondite, que por cierto está muy bien. Tan alejado y tan solitario... (dijo uno de los miembros de la banda con una sonrisa cínica en los labios, que hizo que un escalofrío viajara por la espalda de ambas mujeres). Y ahora dame ese maldito móvil
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Esther se quedó paralizada. Se suponía que cuando llegaran los malhechores la policía tenía que hacer acto de presencia, pero no veía a nadie por allí. Miró a Maca con el miedo reflejándose en los ojos y pensando que ella tenía razón, que les habían tendido una trampa y que estaban solas. En la mirada que ella le devolvió comprobó que los mismos pensamientos rondaban por su cabeza - Bueno, ¿qué? ¿Me das el móvil de una vez? No voy a estar toda la noche esperando (el hombre había endurecido su tono de voz y apremiaba a Esther moviendo la mano donde tenía la pistola) - Aquí lo tiene. Venga a buscarlo si lo quiere (replicó Esther dejando el teléfono sobre la mesa) - A ver guapa, no me has entendido bien. No te estoy haciendo una pregunta. Te estoy diciendo que me lo des tú y no hay más opción. A no ser que quieras que te meta un balazo y acabemos con esto de la manera más rápida. Así que mueve el culo y tráemelo Esther volvió a cogerlo y empezó a caminar hacia la puerta seguida por Maca, pero el hombre volvió a intervenir haciendo que se pararan - A ti no te he dicho nada (dijo mirando a Maca). Así que quédate quietecita donde estás si no quieres que mi compañero se ponga nervioso y se le escape una bala que haga un agujero en ese lindo cuerpecito Maca miró al otro hombre y vio como su pistola la apuntaba directamente a ella. No tuvo otro remedio que permanecer donde estaba. Antes de que Esther volviera a emprender su camino ambas se miraron angustiadas, pero a la vez intentando transmitir a la otra todo el amor que sentía por ella. La enfermera seguía avanzando hacia la puerta seguida por la nerviosa mirada de Maca, que de vez en cuando y disimuladamente echaba un vistazo por la ventana hacia el exterior sin lograr percibir ningún movimiento Cuando la enfermera estuvo cerca del hombre se paró y, extendiendo el brazo, le ofreció el móvil, que él no dudó ni un minuto en coger. Lo miró durante unos segundos y procedió a metérselo en el bolsillo En ese mismo instante, aprovechando que ambos hombres tenían la atención centrada en el teléfono, dos policías aparecieron de repente por su espalda, rodearon el cuello de los delincuentes con su brazo izquierdo, apretando todo lo que podían, mientras con su mano derecha cogían el brazo donde tenían la pistola. El forcejeo hizo que acabaran saliendo de aquel despacho, donde se les unieron otros agentes. Al final lograron reducir a los dos hombres y desarmarlos Esther se quedó como petrificada mirando la escena. Maca corrió a su lado y la abrazó, haciendo que por fin reaccionara. Refugió la cara en el hombro de la pediatra y empezó a llorar. Al momento se separó y la miró. Maca también tenía los ojos inundados por las lágrimas, pero esbozó una ligera sonrisa tranquilizadora al tiempo que acariciaba el mojado rostro de Esther con el dorso de la mano - Maca, ha sido terrible. No he pasado tanto miedo nunca... No sabía si me iban a matar o a llevar con ellos. Han sido los minutos más tensos y dramáticos de mi vida (Esther volvió a abrazarse a ella llorando)
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Al momento aparecieron Bermúdez y Gutiérrez, que se aproximaron a las dos mujeres. Maca, cuando los vio llegar, se separó de Esther y se encaró con ellos - ¿Cómo han esperado tanto para actuar? Ha estado a punto de pasar algo muy desagradable y nos han hecho vivir unos momentos tremendamente angustiosos (miraba a ambos hombres con furia y descargó con ellos toda la tensión que había acumulado en aquel despacho) - Aunque no lo crean estábamos esperando el momento más propicio para que ustedes no salieran heridas. Necesitábamos algo que les hiciera despegar los ojos de ustedes unos segundos y eso no ha ocurrido hasta la entrega del móvil (Bermúdez sabía que habían hecho lo correcto, pero comprendía el estado de nervios por el que pasaban aquellas mujeres) - No sé si ése habrá sido el momento más propicio (intervino Esther), pero les aseguro que hemos llegado a pensar que todo había sido una trampa y que estábamos aquí solas. Supongo que se imaginará el pánico que eso nos produjo - Claro que nos lo imaginamos, pero teníamos que actuar con la mayor discreción posible. Si ustedes han pensado que estaban solas, ellos también y eso les ha hecho tomar muchas menos precauciones, lo cual nos ha venido al pelo a nosotros. Siento de veras haberles hecho pasar por todo esto, (las disculpas de Gutiérrez parecían sinceras) pero ahora pueden estar tranquilas porque la noche de hoy hay sido muy fructífera - ¿Sí? ¿Qué más cosas han pasado? (Preguntó Esther. Pero su pregunta no pudo ser respondida en esos momentos, porque de la entrada de aquella nave llegaban gritos y voces que les hicieron dirigir sus miradas hacia allí. El sonido de varios disparos provocó que todos dieran un bote. Los inspectores salieron corriendo y les pidieron que ellas se quedaran allí. Y allí permanecieron unidas y mirando el trasiego de policías que iban y venían - Parece mentira que pensáramos que estábamos solas con la cantidad de gente que había por ahí... (comentó Maca medio riéndose). Al final va a resultar que los dos inspectores sí que son buenos en su trabajo - Pues sí, tienen un carácter bastante arisco, pero su trabajo lo hacen bien. No sé tú, pero yo hasta he visto un poco más humano a Bermúdez (dijo Esther riéndose también) Al cabo de un rato, cuando los policías habían logrado detener a los otros cuatro miembros de la banda que se habían acercado a aquel almacén y tras escuchar las órdenes que los inspectores daban a sus subordinados, Esther y Maca entraron en el coche de los policías dispuestas a ir a la comisaría a recoger a Encarna Durante el camino de vuelta hacia Madrid, los inspectores les contaron como, gracias a los hombres que estaban en casa de la madre de Esther, habían conseguido dar con el lugar donde se ocultaban los jefes de la banda y llevarlos detenidos a ellos y los que les acompañaban Así mismo, les dijeron que gracias a la grabación del móvil, uno de sus agentes se había dirigido al hospital antes de que ocurriera todo lo de Encarna y había logrado que varias personas reconocieran la voz de la tercera persona que había cometido el robo de la sangre. Esther se interesó por su identidad y Gutiérrez le dijo que era uno de los médicos que estaban a cargo del banco de sangre del Central. Un tal Antonio Royán - Me suena su nombre, pero creo que no he hablado con él ni una sola palabra (dijo Esther). ¿Y también está detenido?
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- Sí. Después de identificarlo fueron a su casa y allí lo encontraron tan tranquilo viendo la televisión con su familia. Con esas detenciones, más las seis personas que estaban en el almacén, en una sola noche hemos logrado capturar a unas quince personas, lo cual no está nada mal (dijo orgulloso Gutiérrez) - ¿Y con estas quince personas creen que habrán cogido a todos los de la banda? (Preguntó Maca) - No lo sé, pero si hay alguien más acabaremos dando con ellos en estos días. Sólo faltan los cabecillas de todo, que están fuera de España, pero con los datos que obtengamos de los detenidos no creo que tarden mucho en caer - ¿Entonces ya podemos volver a nuestra vida normal? (Eso era lo que más deseaba Esther y realizó la pregunta con cierto temor a que le dijeran que todavía tenían que permanecer escondidas) Los inspectores se miraron y finalmente fue Bermúdez el que decidió hablar - Imagino las ganas que tienen de poder volver a su rutina y andar por la calle sin problemas, pero creo que por lo menos esta noche y mañana deberían seguir teniendo vigilancia y residiendo en la casa donde están ahora. Tanto ustedes dos, como su madre, Esther. Todavía no sabemos los miembros que formaban la banda que estaba actuando en Madrid, ni si los que quedan por ahí sueltos querrán vengarse de ustedes por haber ayudado a capturar a sus compañeros. Yo, personalmente, creo que estarán más interesados en salvar su pellejo que en intentar hacerles algo, pero con este tipo de personas nunca se sabe a ciencia cierta lo que pueden hacer, así que es mejor seguir siendo precavidos - Ya, viéndolo así supongo que es lo mejor (dijo Esther con cierta decepción en la voz) - De todas formas, (siguió Bermúdez, quien estaba tan agradecido por la colaboración de aquellas mujeres y por lo que se habían arriesgado, que se sentía obligado a darles más explicaciones) mañana cuando tengamos las declaraciones de todos los detenidos, sepamos mejor cuántas personas hay implicadas en este caso e intentemos localizarlas, podremos decirles algo más seguro - Otra cosa importante, (dijo esta vez Gutiérrez) es que mañana tendrán que venir a prestar declaración a la comisaría. Dadas las horas que son y la tensión que han vivido esta noche, necesitarán descansar. Así que podrían ir por la tarde a eso de las cinco. Uno de los agentes que custodian la casa las llevará y el otro permanecerá en la vivienda con su madre hasta que vuelvan Ambas mujeres estuvieron de acuerdo en ir a declarar, aunque no les apetecía mucho, pero así se quitaban eso de encima y podían empezar a olvidarse de todo lo antes posible. Sabían que hasta que no tuviera lugar el juicio no iban a librarse de ese asunto del todo, pero por lo menos podrían aparcarlo hasta ese momento. Estaban bastante cansadas de que su vida últimamente sólo hubiese girado en torno al dichoso tema del robo en el Central El resto del trayecto por las calles de Madrid transcurrió en silencio. Cada uno iba ensimismado en sus propios pensamientos. Esther estaba bastante inquieta y Maca lo notó - ¿Qué te pasa, cariño? (Preguntó en un tono de voz muy bajo) ¿Por qué estás tan nerviosa? - Más que nerviosa estoy impaciente por llegar a la comisaría. Tengo muchas ganas de ver a mi madre, ¿sabes?
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- Claro que lo sé, mi amor Maca sonrió con ternura, pasó su brazo sobre los hombros de Esther y la arrimó hacia sí misma para posar sus labios sobre los de ella y dejar un dulce beso en ellos. La enfermera reposó su cabeza en el hombro de su chica y así unidas y en silencio llegaron a su destino Nada más entrar en la comisaría se dirigieron hacia el policía que estaba en la recepción y preguntaron por Encarna. Bermúdez les dijo que fueran a buscarla y que después volvieran allí para ir a su casa con los policías. Ellos se despidieron de las dos mujeres hasta el día siguiente y se dirigieron hacia el interior para ponerse al día de todo lo que había ocurrido en esa intensa noche. Maca y Esther, mientras caminaban hacia una pequeña sala de espera, pudieron ver que había bastante actividad a pesar de ser altas horas de la madrugada y supusieron que en parte se debía a la cantidad de detenciones que se habían llevado a cabo Cuando llegaron a la salita, se pararon y se miraron sonrientes. Encarna se había quedado dormida con la cabeza apoyada en uno de los silloncitos que allí había. Esther se sentó a su lado y Maca permaneció de pie, apoyada en la pared y con los brazos cruzados, un poco más alejada para dejar que las dos se saludaran con tranquilidad Esther dio unos golpecitos en el hombro de su madre mientras decía suavemente: “Mamá, mamá...” Encarna se despertó sobresaltada, pero al ver el sonriente semblante de su hija tan cercano, dijo “¡Esther!” y se abrazó a ella. Ambas dejaron que sus lágrimas circularan libremente por su rostro y permanecieron unidas unos minutos. Maca contemplaba la escena emocionada y sin poder evitar que su cara se humedeciera. Cuando lograron calmarse un poco, se separaron y se miraron sonriendo - ¡Hija mía, qué alegría verte! ¿Estás bien? (Preguntó Encarna alejándose un poco de ella y mirándola de arriba abajo) - Sí mamá, estoy perfectamente. Muy contenta de poder estar contigo de nuevo. Te he echado mucho de menos y me ha costado un montón no poder hablar contigo, ni decirte que estaba en Madrid (las lágrimas volvían a fluir de los ojos de Esther al recordar aquella dolorosa separación) - Para mí también ha sido muy duro. Menos mal que Maca me dijo que había hablado contigo y que estabas bien, porque al principio no saber nada de ti sí que fue terrible. Pero bueno, ya estás aquí y eso es lo importante (Encarna viendo la tristeza que empezaba a adueñarse de Esther, volvió a abrazarla y depositó unos cuantos besos sonoros en sus mejillas). ¡Ay mi niña, que ya está conmigo! ¡Qué contenta estoy! (Y volvió a besarla ruidosamente) - Mamá por favor, que me estrujas (dijo Esther, que siempre se agobiaba un poco cuando su madre se ponía en ese plan) - ¡Ay hija, qué rancia eres! A ver, déjame que te vea un poco más... Estás muy flacucha, Esther... ¡A saber qué comistrajos habrás hecho en ese sitio donde has estado sola...! Menos mal que ya está aquí tu madre para alimentarte como es debido Maca no podía evitar reírse ante los comentarios de Encarna y la cara de circunstancias de Esther. Ese tipo de escenas eran muy habituales entre madre e hija y se alegraba enormemente de poder disfrutarlas de nuevo - ¿No piensas saludar a Maca? (Preguntó Esther para escapar un poco de esa situación)
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- ¡Claro que sí! Maca hija mía, que no te había visto... (dijo Encarna levantándose ayudada por Esther mientras la pediatra se acercaba a ellas) - ¡Hola Encarna! Me alegro mucho de verte (dijo agachándose para darle dos besos y sin poder evitar verse atrapada por los brazos de Encarna, que la abrazaba cariñosamente) - Yo también me alegro mucho. Ya veo que sigues tan guapa como siempre - ¡Gracias mamá! (Dijo Esther haciéndose la ofendida) - Hija, ¡hay que ver qué tonta eres! Enseguida te picas por nada... Si tú también estás muy guapa. Demasiado delgada pero muy guapa. No podía ser menos siendo mi hija (y volvió a acercarse a ella y a darle varios besos en la mejilla. Maca no pudo reprimir las carcajadas, lo que hizo que se ganara una mirada asesina por parte de Esther) - Anda vámonos, que nos están esperando los policías y ya es muy tarde (dijo Esther ofreciéndole el brazo a su madre) Con una sonrisa de felicidad y del brazo de su hija y su nuera, Encarna abandonó aquella sala y juntas fueron a encontrarse con los agentes que las llevarían a su casa. Maca miraba a Esther, que pese a las protestas que había hecho también estaba encantada y radiante. La enfermera, al saberse observada miró a Maca con esa preciosa sonrisa que iluminaba su rostro y que tanto cautivaba a la pediatra, quien sonriendo a su vez, le guiñó un ojo A las cuatro y media Maca y Esther salían de la casa acompañadas por el policía para ir a la comisaría. Arriba dejaban a Encarna con el otro agente, con el que aquella mañana había tenido una pequeña discusión Cuando se disponía a hacer la comida puso el grito en el cielo al ver la escasez de alimentos que había en esa casa y empezó con su retahíla sobre lo mal que come la juventud de hoy y la delgadez de su hija y Maca, que la miraban con cierta perplejidad ante aquel discurso tan vehemente, pero sin decir ni media. Se empeñó en bajar a la hacer la compra, pero las explicaciones que le dieron las dos sobre que no podían salir de esa casa no le sirvieron. Igual que no le había servido el que ésa fuera la causa de que hubiera tan poca comida En vista de que no entraba en razón, Esther le dijo que hablara con el policía de la calle y que si le dejaba salir se fuera a comprar. Encarna, ni corta ni perezosa, cogió el teléfono y dejó al pobre hombre aturdido con su verborrea. A pesar de todos los argumentos que le dio Encarna, el agente le dijo que tenía órdenes de que no salieran y no podía desobedecerlas, porque si les pasaba algo la responsabilidad sería suya Al final, Encarna no tuvo otro remedio que resignarse y refunfuñando se dispuso a hacer la comida con lo poco que allí había, mientras Esther y Maca se iban riendo al salón para alejarse y no volver a ser el blanco de su enfado Cuando llegaron a la comisaría, Bermúdez y Gutiérrez las estaban esperando. Maca quería acompañar a Esther durante su declaración, porque así se lo había prometido y porque sabía que volvería a pasarlo mal recordándolo todo, pero no se lo permitieron. Según les dijeron era para agilizar esos trámites y para que las palabras de una no influyeran en la otra. Antes de que Esther se fuera con Gutiérrez, Maca se acercó a ella, la agarró por la cintura y le susurró en el oído que tuviera ánimo y que seguro que ahora
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que todo estaba resuelto le costaría menos. Dejó un beso en su cuello y la miró profundamente intentando infundirle tranquilidad Maca terminó antes que Esther, y Bermúdez aprovechó para agradecerle tanto a ella como a Esther su importante colaboración con el caso y disculparse por los malos momentos que habían tenido que pasar la noche anterior. Así mismo, le dijo que habían obtenido mucha información de sus detenidos y que durante el resto de la noche y por la mañana las detenciones habían continuado, de forma que casi podían asegurar que tenían en su poder a todos los integrantes de la banda de Madrid Aquella noticia alegró profundamente a Maca porque significaba que aproximaba el ansiado retorno a su vida habitual. Sin embargo, había algo que le preocupaba y, aprovechando que el inspector parecía de buen humor, se atrevió a preguntarle por Marta, porque la animadversión que tenía contra Esther sí que le preocupaba - A Marta no la tenemos localizada del todo, pero por las informaciones a las que hemos tenido acceso sabemos que no se encuentra en España. Tanto ella como Esteban, el otro auxiliar del hospital, parece que están en Santiago de Chile intentando comerciar con la sangre que robaron, puesto que sólo disponen de un mes antes de sea inservible. Nos hemos puesto en contacto con las autoridades de aquel país y les hemos mandado toda la documentación disponible para que intenten dar con ellos lo antes posible. También sabemos que los cerebros de la operación se encuentran en Estados Unidos. La investigación continua, pero ahora también manteniendo contacto con las personas de esos dos países - Me alegra saber que Marta no está aquí y espero que la cojan lo antes posible, porque directa e indirectamente ha hecho mucho daño a Esther (dijo Maca bastante más tranquila) - Es eso estamos y nuestro deseo es el mismo, para poder zanjar de una vez por todas esta investigación (replicó Bermúdez) - Siento volver a preguntárselo, ¿pero todo esto que me ha contado significa que nuestro encierro se ha terminado? - Prácticamente sí. Sólo vamos a mantener la vigilancia en su casa esta noche y si no ocurre nada, mañana podrán volver a su vida normal. Los policías que están custodiándolas no han visto a nadie sospechoso hasta el momento y ahora le aseguro que están mucho más alerta y mirando el interior de todos los coches que aparcan cerca. Es una buena noticia, ¿no? - ¡Buenísima! Sobre todo para mi suegra, que no vea cómo se puso hoy por no poder bajar a hacer la compra (dijo Maca riéndose) - Pues dígale a su suegra que mañana podrá comprar todo lo que quiera Bermúdez esbozó una sonrisa, que dejó bastante sorprendida a Maca. Al final no parecía ser tan mala persona como habían pensado. Después de recomendarle que tuvieran cuidado y que les informaran de cualquier cosa extraña que vieran, ambos salieron del despacho donde estaban. El inspector, se despidió de Maca estrechándole cordialmente la mano y volvió a sus tareas. La pediatra se quedó esperando a que saliera Esther La enfermera no tardó mucho en hacer su aparición acompañada por Gutiérrez. Tras despedirse de él, Maca se puso frente a Esther, la tomó de las manos y le preguntó cómo había ido todo
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- Bien, ha ido bastante bien. El inspector ha sido muy amable y no me ha presionado demasiado. Algunas cosas me ha costado contarlas, pero no ha sido tan desagradable como me imaginaba (dijo Esther sonriendo a Maca para que no se preocupara). Haberlo contado antes me ha venido muy bien - Me alegro mucho. Si es que mi chica es una valiente (dijo Maca sonriente y besando levemente a Esther en los labios). Pues yo tengo muy buenas noticias. Bermúdez me ha informado de cómo van las cosas y tenemos motivos para alegrarnos Maca puso a Esther al corriente de su conversación con el inspector y ésta no podía ocultar su alegría al saber que por fin volvía a ser una persona libre de ir a donde deseara, de hacer lo que quisiera y de estar con las personas que le apeteciera. Llevaba tanto tiempo encerrada y con miedo, que aquella era la mejor noticia que podían darle - Estoy que no acabo de creérmelo, Maca. No sé cómo se sentirá un preso cuando le dan la libertad, pero yo estoy con esa misma sensación. Y verás mi madre cuando se entere... (dijo Esther riéndose) - Eso mismo le dije yo a Bermúdez, que tu madre se iba a poner muy contenta por poder hacer la compra. ¿Y sabes lo que dijo él? - ¿Qué dijo? De ese hombre me espero cualquier cosa - Esto no te lo esperas, seguro (Maca hizo una pausa y miró a Esther sonriendo ampliamente). Dijo que le dijera que mañana puede comprar tranquilamente y sonrió - ¿Sonrió? ¿Bermúdez sonrió? ¿Y me he perdido ese momento histórico? Maca asintió con la cabeza a las tres preguntas de Esther y ambas acabaron riéndose. Esther empezó a gesticular con la boca intentando adivinar cómo era la sonrisa de Bermúdez y Maca se desternillaba de risa al ver las caras que ponía - Mira que eres tontita (Maca seguía riendo y mirando a Esther con una gran felicidad reflejada en sus ojos. Le encantaba volver a Esther tan alegre después de haberla visto tan preocupada durante esos días) Agarradas de la mano y sin dejar de mirarse y de sonreírse se reunieron con el policía y fueron a pasar la última noche en la casa alquilada Poco antes de la hora de la cena, Maca se fue al dormitorio con el móvil, aprovechando que Esther estaba charlando con su madre. Desde allí habló con uno de los policías de la calle. Cuando le dijo que no había problema en hacer lo que quería, volvió a coger el móvil y realizó otra llamada - Bueno, voy a ver qué me invento para cenar esta noche (dijo Encarna levantándose del sofá) - Tranquila, Encarna, que de la cena de esta noche me encargo yo (Maca se levantó e hizo que se volviera a sentar en el sofá). Cuando esté todo casi listo os aviso para que vayáis poniendo la mesa - ¡Que tengas suerte! (dijo Encarna y siguió hablando dirigiéndose a Esther) ¿Y este interés por hacer la cena a qué se debe? - A nada. Maca es así. Querrá atenderte bien. Además, sabe los cabreos que te coges cuando ves lo poco que hay y no querrá que te enfades la última noche que vamos a estar aquí
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- Pero si yo no me enfado. Sólo protesto porque no sé cómo os pueden tener así sin comida y sin nada... ¡Cómo se nota que la mayoría de los policías son hombres y no piensan en estas cosas...! - ¿Ves como te enfadas? (dijo Esther riéndose) Venga, cambia la cara, que mañana vas a poder invitarnos a una comilona de las tuyas Maca se encerró en la cocina y a los pocos minutos oyó como sonaba el telefonillo. Lo cogió inmediatamente para que las otras no lo oyeran y se dirigió a abrir la puerta. Pagó al chico y llevó todo lo que había encargado a la cocina. Sacó la comida de los envases, los metió en los recipientes adecuados y cuando tuvo todo listo, avisó para que pusieran la mesa Encarna y Esther estaban ya sentadas y Maca apareció con la comida. Esther la miraba con curiosidad, pues intuía que Maca había tramado algo, pero no sabía qué podía ser. Maca la miró a su vez y se limitó a guiñarle el ojo y a sonreír. Cuando destapó el recipiente y empezó a servir los platos, las madre y la hija miraron el contenido asombradas y con la boca abierta - ¿Qué pasa? ¿No os gusta la comida? (Preguntó Maca riéndose) Pues no soy yo nadie haciendo milagros en la cocina... - Maca, ya has vuelto a hacer de las tuyas (dijo Esther sonriendo y mirándola embobada). ¿Cómo se te ha ocurrido llamar a un restaurante? - No creo que sea una idea tan alocada, ¿no? Además, es un restaurante especial al que tú y yo hemos ido muchas veces. Casi ni he tenido que decir lo que quería. Se acordaban perfectamente de lo que solemos tomar - Pero no sirven a domicilio - Ya, pero les he dicho que estabas mala, que no podías salir y que quería darte una sorpresa y no ha habido ningún problema (Maca contaba todo con una radiante sonrisa, mientras Encarna la miraba emocionada. Esos detalles de su nuera siempre lograban conmoverla). Esta va a ser nuestra última noche aquí y quería que fuera especial. Hemos deseado tanto este momento que había que celebrarlo. Así que menos preguntas y a comer Cuando Maca se sentó, Esther se acercó a ella y le dio un cariñoso beso en los labios - ¡Si es que tengo que quererte a la fuerza! (Dijo mientras se relamía los labios tras el beso) Muchas gracias, Maca. Ha sido un detalle precioso. ¿Verdad mamá? Encarna seguía emocionada y con los ojos brillantes y era incapaz de articular palabra - ¿Qué te pasa, mamá? (Preguntó Esther poniendo una mano sobre la de su madre) - ¡Ay hija! Es que a mí estas cosas me emocionan mucho. No lo puedo evitar (respondió mientras se limpiaba unas tímidas lágrimas con la mano). Gracias Maca. Eres una joya. Yo protestando y metiéndome con vosotras por comer mal y ahora vas tú y nos invitas a esta comida tan especial... - No te preocupes, Encarna. Si tenías razón. A mí también me gusta comer bien, pero estos días teníamos otras cosas en la cabeza. Venga, ahora deja de llorar y come. A ver qué te parece (Maca se acercó a Encarna y le dio un cariñoso beso en la mejilla antes de levantarse de nuevo) - ¿Dónde vas ahora, criatura? (Preguntó Encarna) - Falta el vino y alguna cosita más. Enseguida vengo
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- Espera, que te acompaño y así te ayudo a traerlo todo Nada más entrar en la cocina, Esther arrinconó a Maca contra la encimera y se quedó mirándola con una inmensa ternura. Se fue aproximando lentamente hacia ella sin despegar los ojos de los suyos y mordiéndose el labio inferior. Cuando estuvieron a pocos centímetros, el mero roce de sus respiraciones les iba excitando más. Acabaron fundiéndose en un apasionado beso, que fue interrumpido por los gritos de Encarna - ¡Venga, que esto se va a enfriar! Ya verás, al final una comida tan carísima aquí delante y nos la vamos a comer helada... Ambas mujeres se separaron y se rieron ante el comentario de Encarna. Esther cogió el rostro de Maca entre sus manos y volvió a besarla. Esta vez más tiernamente - Gracias Maca. Gracias por la cena, por haber estado conmigo en todo momento, por haberme ayudado y apoyado tanto y por conseguir sorprenderme siempre a pesar del tiempo que llevamos juntas. A tu lado me siento especial, me siento protegida y sobre todo, me siento tan querida, que a veces me parece que esto no puede ser real... ¡Te quiero! Te quiero tanto, que ese amor ha hecho que haya podido soportar todos los malos momentos que he vivido últimamente. Pero ahora todo ha terminado y empieza una nueva etapa en nuestras vidas, que estoy deseando vivir a tu lado y que seguro que será tan maravillosa como tú, mi amor Ahora fue Maca la que no pudo evitar emocionarse ante las palabras de Esther y con los ojos brillantes y húmedos se acercó y la besó lenta y suavemente, mientras notaba que unas lágrimas de felicidad descendían por sus mejillas Al final pudieron disfrutar de la cena y de una distendida conversación sin más interrupciones y sin que se enfriara, como temía Encarna. Como broche de oro para aquella celebración, Maca sacó una botella de cava para hacer un brindis - Hija, desde luego no te falta detalle (dijo Encarna mientras Maca le llenaba la copa). No me eches mucho, que entre el vino y el cava voy a acabar bailando con los policías de abajo Una vez que tuvieron servida la bebida, Maca levantó la copa y dijo mirando fijamente a su chica: - Por Esther, que gracias a su gran humanidad, generosidad, valentía y aguante, ha logrado desenmascarar a toda una banda de desalmados traficantes que se dedican a enriquecerse a costa de la generosidad de unas personas y de los problemas de salud de otras. Te admiro profundamente por todo ello, me siento muy honrada de poder compartir mi vida con alguien como tú y te quiero con toda mi alma. Por ti, mi vida... Las tres mujeres chocaron sus copas en medio de una gran emoción que les impedía hablar y que hizo que en aquella habitación sólo se oyera el agudo sonido del cristal al golpearse. Bebieron un trago y después Esther se acercó a Maca, la miró profundamente y la besó tiernamente en los labios. No hizo falta ninguna palabra para que la pediatra comprendiera lo que Esther quería decirle
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- Yo también quiero brindar y me vais a permitir que suelte un pequeño discursito (dijo Esther con una sonrisa). Durante este tiempo encerrada me he dado cuenta de lo importante que son las cosas cotidianas que hacemos como algo rutinario y a veces hasta con desagrado. Basta que no puedas hacerlas para que las aprecies más y seas consciente del tiempo que perdemos quejándonos por tonterías. Si tanta importancia tienen esas pequeñas cosas, mucha más la tienen las personas que nos rodean y sin las cuales todo lo demás pierde su valor. Descubres y te arrepientes de la cantidad de cosas que das por hechas y de todas las palabras o gestos de cariño que no has dado porque se “suponen”. Estar sola ha sido muy duro, pero también me ha enseñado muchas cosas. Por eso quiero brindar por la libertad, pero no como gran concepto, sino por las pequeñas libertades que tenemos día a día y que no valoramos. Y también quiero brindar por las dos personas más importantes de mi vida, de las que tanto he notado su falta y que afortunadamente hoy están aquí conmigo - Pues yo no me quedo sin decir nada (dijo Encarna tras el brindis anterior) - Claro que no Encarna, (dijo Maca medio riéndose y acercándose a ella con la botella en la mano) pero tengo que echarte un poco más de cava, que no se puede brindar con el vaso vacío - Yo no sé decir las cosas tan bonitas que habéis dicho vosotras, así que seré breve. Sólo quería decir que estoy muy orgullosa de ti, hija mía. No sólo por todo lo que has hecho y lo bien que has aguantado estar sola y encerrada, sino por la gran mujer en que te has convertido. Y a ti, Maca, te quiero dar las gracias por todo el cariño que me demuestras y la tenacidad y paciencia que has tenido conmigo para ir ganándome poco a poco, sabiendo lo que me costó asimilar vuestra relación al principio. Ahora estoy encantada y feliz de que seas parte de esta familia y de ver todo lo que quieres a mi hija y lo que has hecho por ella estos días. Así que... brindo por vosotras, ¡por mis niñas! Maca y Esther brindaron con Encarna y después, muy sonrientes, se acercaron a ella, Esther por un lado y Maca por otro y empezaron a darle cortos y sonoros besos cada una en una mejilla, como tantas veces había hecho Encarna con ellas - ¡Mira que sois payasas! No me tomáis nunca en serio... (dijo Encarna haciéndose la ofendida, aunque en realidad estaba encantada) Aquella pequeña broma acabó con la solemnidad de los momentos que acababan de vivir. El final de la tensión de los días previos, que cada una había vivido de una manera, había hecho que aquellos brindis sirvieran para que expusieran sus propias conclusiones sobre aquella experiencia A la mañana siguiente, los agentes fueron a despedirse de ellas y a decirles que podían volver a sus casas si querían, pero que no dudaran en acudir a ellos si veían algo raro. Mientras Esther y Encarna recogían la casa y sus escasas pertenencias, Maca habló con la dueña de esa vivienda, que no tardó en aparecer para devolverles la fianza y recoger las llaves Cogieron un taxi, dejaron a Encarna en su casa con la promesa de que irían allí a comer y se dirigieron al piso de Esther. Antes de que Esther metiera la llave en la puerta del portal, Maca la detuvo
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- ¿Estás segura de que quieres entrar? Deberías haberme hecho caso y haberte quedado con tu madre hasta que yo ordenara un poco la casa. Te va a impresionar ver cómo está... - Ya lo sé, Maca, pero no puedo dejar que tú cargues con todo ese trabajo. Venga, vamos. Cuanto antes acabemos con todo esto mejor Subieron calladas en el ascensor y antes de abrir la puerta, Esther tomó aire y miró a Maca, que entrelazó su mano con la de ella y la apretó con fuerza. Cuando llegaron al salón, Esther se quedó parada observando todas sus pertenencias esparcidas por el suelo. Maca miraba atenta el rostro de Esther, que pasó del asombro a la pena y acabó mostrando una gran rabia. La rodeó con su brazo acercándola hacia a ella y acariciando su brazo, mientras esperaba a que Esther se repusiera - ¿Sabes lo peor de todo esto? (Dijo por fin Esther, mirando apenada a Maca) - ¿Qué? - La sensación de violación de tu intimidad que te da ver tantas cosas personales por ahí tiradas y maltratadas - Sí, eso mismo pensé yo cuando lo vi. Además de un miedo terrible, porque todavía no sabía lo que pasaba - Pobre, tú también has sufrido lo tuyo con toda esta historia... Al final Esther reaccionó y después de recorrer toda la casa empezaron a recoger, envueltas por un silencio que sólo era interrumpido por Maca cuando preguntaba dónde colocaba alguna de las cosas. Cuando terminaron con el salón, cogieron el coche de Esther y fueron a casa de Encarna a comer. Esther agradeció salir de esa casa unas horas, aunque sabía que por la tarde tendría que volver a terminar aquella desagradable tarea Maca y Esther llevaban dos días instaladas en casa de ésta. Durante ese tiempo habían descansado, habían disfrutado de la mutua compañía y habían estado viendo a algunos de sus amigos. Un día se acercaron al hospital a saludar a la gente de allí. Esther habló con Dávila, quien le dijo que seguía teniendo su plaza para que se incorporara cuando quisiera. Debido a las causas que le hicieron renunciar no había querido sustituirla definitivamente. La enfermera se alegró mucho con la noticia y se lo agradeció, pero le dijo que tardaría un tiempo en incorporarse, porque antes quería hacer un viaje con Maca para olvidar todo lo que habían pasado. Dávila no le puso ningún inconveniente, le dijo que se tomara el tiempo que quisiera y le agradeció en su nombre y en el de las altas esferas del hospital todo lo que había hecho para solucionar el desagradable asunto del robo Una noche después de cenar, mientras estaban en el sofá viendo la televisión, Esther notó que Maca estaba muy callada y como ausente. Sabía que algo le rondaba por la cabeza desde hacía unos días y en vista de que no le decía nada optó por preguntarle directamente - Maca... (Esther se separó levemente y se giró para ponerse frente a ella) - Dime - ¿Estás bien? - Sí, perfectamente (respondió Maca un tanto sorprendida por aquella pregunta y sonriendo a Esther)
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- Ya... ¿Me lo vas a contar? - ¿Qué te tengo que contar? - Eso que llevas tanto tiempo dándole vueltas y que te preocupa Maca la miró y sonrió. Sabía que Esther la conocía muy bien y no le sorprendió que se hubiera dado cuenta de su actitud tan reflexiva. Llevaba varios días con ese tema en la cabeza, pero no había encontrado el momento propicio para hablarlo con ella - A veces me asusta que me tengas tan calada. Parece que me lees el pensamiento (dijo Maca medio en broma) - Ya ves los poderes que tengo (Esther siguió el tono de broma y decidió darle pie para que empezara hablar). Hay ocasiones en las que sé perfectamente lo que piensas, pero otras veces no lo tengo tan claro, así que no tienes por qué asustarte. Ahora sólo sé que desde que te comenté lo que me había dicho Dávila has estado rumiando algo. ¿Va por ahí la cosa? - ¿Y dices que no me asuste cuando has dado en el clavo? (Maca se rió y aprovechando que Esther se lo había puesto en bandeja empezó a hablar). Es verdad que tu conversación con Dávila fue el detonante, pero también lo estaba pensando desde que acabó todo lo del robo. No es nada grave, pero creo que tenemos que hablar sobre nuestro futuro - Sí, tienes razón. Yo también he estado pensando en ello durante el tiempo que he estado sola y después. Venga, dime - Me he sentido muy mal últimamente estando alejada de ti no sólo cuando tuviste que desaparecer, sino al no saber nada de lo que estaba pasando y no poder estar contigo en esos momentos. Llevamos nueve meses de relación, pero cada una en un sitio y haciendo planes continuamente para vernos. Durante estos meses no lo he llevado tan mal, pero todo lo sucedido me ha hecho ver que no quiero seguir viviendo lejos de ti. No por miedo a que te pase algo, sino porque quiero compartir todos los momentos de mi vida contigo sin estar angustiada por tener que volver a separarme de ti de nuevo Maca hizo una breve pausa, se acercó a Esther y puso sus manos entre las suyas, mirándola con una inmensa ternura - Tú dijiste que empezaba una nueva etapa en nuestras vidas y tienes razón. Yo quiero estrenar esa nueva etapa viviendo juntas, viéndote todos los días, durmiendo a tu lado todas las noches, teniéndote junto a mí cuando me despierte y viviendo contigo todo lo que nos depare el futuro, sea bueno o malo. No es capricho, ni lo digo porque sea un paso que haya que dar para afianzar la relación. Es una necesidad vital que tengo... Esther no apartó la mirada de ella ni un segundo. A medida que avanzaba el discurso de Maca, una gran emoción y ternura iban envolviéndola. Cuando Maca terminó, notó como sus ojos empezaban a humedecerse y su cerebro a bloquearse impidiéndole articular un solo sonido. Sonrió ampliamente, la miró profundamente, tiró de las manos de la pediatra, que seguían unidas a las suyas, y besó sus labios, envolviendo aquel beso con todo el cariño que sentía en esos momentos - Te quiero mucho, Maca (dijo Esther cuando se separó de ella). Y yo también quiero y necesito vivir contigo todos los días. Esta idea me ha venido muchas veces a la cabeza últimamente y, como tú, estoy cansada de tener que estar reencontrándonos y despidiéndonos continuamente. Tenerte a ratos junto a mí ya no es suficiente. Sólo
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pensarlo hace que me entristezca, así que estoy dispuesta a hacer lo que sea para lograrlo, por eso le he pedido tiempo a Dávila para incorporarme El rostro de Maca se iluminó con una gran sonrisa y en esta ocasión fue ella la que abrazó y besó apasionadamente a Esther. Por la reacción de la enfermera sabía que ella pensaba lo mismo, pero cuando se lo confirmó con sus palabras no pudo reprimir la inmensa alegría que sentía - Yo también estoy dispuesta a hacer lo que sea, pero después de haberlo pensado detenidamente, creo que será mejor que sea yo la que venga a vivir aquí (viendo que Esther abría la boca para replicarle, puso el dedo índice sobre sus labios para que se callara). Tú tienes aquí a tu madre y ella sólo te tiene a ti. Me sentiría fatal si tuvieras que separarte de ella - Ya, pero yo también me sentiría mal obligándote a dejar un trabajo que tanto te gusta y haciendo que te alejes de tus amigos y de tu familia. Por eso había pensado que lo más justo es que yo empiece a buscar trabajo en Sevilla y tú aquí. Y la que antes lo encuentre será la que se desplace - Tú siempre tan justa (comentó Maca emitiendo una leve risa). Es una gran idea, pero no la voy a aceptar. Yo ya vivo separada de mis padres, que además no están solos y pueden venir a verme siempre que quieran. Me costaría dejar mi trabajo y a mis amigos, pero sabiendo que lo hago para estar contigo, no me importa en absoluto. Que viva aquí no significa que pierda el contacto con ellos. Así que no hay más que hablar. En cuanto vuelva a Sevilla actualizo mi curriculum y empiezo a buscar trabajo en todos los hospitales de esta ciudad Esther siguió negándose a que fuera Maca la que tuviera que sacrificarse, pero al final no tuvo más remedio que ceder, porque en el fondo sabía que tenía razón. Después de todo lo que había sufrido su madre no hubiera llevado bien dejarla sola, a pesar de que sabía que Encarna lo habría comprendido Aquella noche, ambas celebraron la alegría que sentían al saber que en un espacio breve de tiempo estarían juntas. No hubo grandes cenas ni emotivos discursos esta vez. Sólo dos mujeres con sus cuerpos unidos demostrándose a través de las caricias y los besos todo el profundo amor que sentían hacia la otra - Esther, tu móvil está sonando (dijo Maca mientras se lo aproximaba a la enfermera, que estaba en la cocina terminando de recoger los restos del tardío desayuno que habían tomado) La cara de Esther cambió cuando vio en la pantalla el nombre de la persona que llamaba. No pudo evitar preocuparse y mirar a Maca, que no sabía a qué venía la seriedad que reflejaba el semblante de su chica - Hola Bermúdez (fue lo único que atinó a decir Esther. Maca al oír ese nombre se acercó más y no perdió detalle de la conversación) - Hola. Espero no haberla asustado con esta llamada (dijo el inspector tras notar la voz titubeante de Esther) - La verdad es que no me la esperaba. ¿Ha pasado algo? - Siento no ser portador de buenas noticias. Me gustaría más haber llamado para decirle que hemos atrapado a Marta, pero por desgracia no es así (Bermúdez no quería decirle
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de sopetón el motivo de su llamada, puesto que sabía que la enfermera se pondría nerviosa) - O sea, que tiene que ver con Marta (Esther tragó saliva y volvió a mirar a Maca, que estaba expectante y tensa). ¿Saben algo de ella? - Sí. La policía la localizó en el aeropuerto de Buenos Aires, pero cuando iban a proceder a detenerla, ella notó algo y después de una persecución logró escabullirse - ¿Pero cómo han podido dejarla escapar tan fácilmente? ¡Vaya policía más incompetente...! Y ahora seguro que le han perdido el rastro, ¿no? - Sí, eso es exactamente lo que ha pasado. Ahora mismo no sabemos por dónde puede andar. Por eso la llamo. Tiene que estar alerta y tomar todas las precauciones posibles. Personalmente dudo que venga a España, pues seguro que sabe que todos su compañeros han sido detenidos y ahora también sabe que vamos tras ella (Bermúdez intentaba tranquilizar a Esther, aunque no podía asegurarle nada) - Yo tampoco sé qué pasará por la cabeza de esa mujer, pero saber que estaba en un aeropuerto y ahora en paradero desconocido no me da muy buena espina Esther volvió a sentir el miedo que había experimentado días atrás y que pensaba que no iba a volver a tener. Sus piernas empezaron a temblar, haciendo que todo su cuerpo se estremeciera y Maca al verlo, rodeó sus hombros con su brazo para intentar reconfortarla y hacer que se moviera. La llevó hasta el sofá del salón y allí ambas se sentaron con las manos entrelazadas - Ya, comprendo que esté asustada. De todas formas, quiero que sepa que hemos reforzado la vigilancia en todos los aeropuertos españoles y repartido su foto para que le cueste más pasar desapercibida - Eso es lo mínimo que podían hacer después de haberla dejado escapar, pero ¿y si ella decide llegar a un país cercano y desde allí venir aquí en tren, en coche o en autocar? Esa mujer de tonta no tiene un pelo y si quiere venir por algún motivo me da que ustedes no se van a enterar. Lo siento, pero no me tranquiliza nada saber que los aeropuertos están empapelados con su foto (Esther cada vez estaba más nerviosa y más convencida de que Marta iba a ir a por ella y, lo que era peor, que lo lograría) - Nosotros también hemos pensado en la posibilidad que usted acaba de decir, por eso he querido prevenirla. Vamos a intentar controlar las fronteras, pero debo reconocer que si viene por carretera va a ser más difícil localizarla. Intentaré volver a ponerle vigilancia policial, pero si no me lo autorizan por lo menos haré que algunos agentes pasen a menudo por su casa - ¡Pues haga lo que sea para que me pongan esa vigilancia, por dios! (Esther empezaba a estar desbordada y hacía enormes esfuerzos por contener sus lágrimas y seguir hablando) - Ya le digo que voy a hacerlo. Si lo consigo se pondrán en contacto con usted para que lo sepa. Tenga mucho cuidado y evite tanto salir de casa como dejar entrar a cualquier persona desconocida, ¿de acuerdo? - Sí, sí, eso haremos (dijo Esther tremendamente triste). Y ustedes hagan todo lo posible por pillarla, por favor. No puedo volver a vivir todo esto de nuevo... - Le prometo que haremos todo lo que esté en nuestras manos. Si hay alguna novedad importante volveré a llamarla, así que tenga el móvil conectado en todo momento - Vale. Adiós, inspector - Adiós, Esther. Mucha suerte y no se desanime, que seguro que damos con ella Nada más colgar, se quedó cabizbaja dejando que las lágrimas contenidas fluyeran ahora sin obstáculos. Maca había captado perfectamente la situación a través de las
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palabras de Esther y también se había venido abajo, aunque intentó sobreponerse para ayudar a Esther, cuyo llanto era cada vez más desgarrador. Verla sufrir así era algo que no podía soportar, así que la abrazó e intentó que se fuera calmando mientras acariciaba su espalda “¡Maldita Marta! (pensaba Maca sin separarse de Esther). Con lo contentas que estábamos ayer después de decidir vivir juntas, ha tenido que volver a aparecer para darnos un nuevo golpe. Espero que no sea tan vengativa para venir a buscar a Esther y que sólo esté intentando huir de la policía, pero también sé que hasta que no la atrapen no vamos a poder estar tranquilas. ¿No hemos sufrido demasiado ya por su culpa? ¿Es que no vamos a tener un momento de respiro?” Ambas mujeres siguieron abrazadas un buen rato sin hablar, porque estaban tan impactadas que sólo podían dejarse llevar por el llanto que ahora las había invadido a las dos. Finalmente Maca logró serenarse y hablar - Venga, Esther, cálmate. Verás como consiguen atrapar a esa tía enseguida. Seguro que el hecho de ver que la persiguen la ha puesto nerviosa y acabará cometiendo algún fallo - No sé, Maca. Ya no sé qué pensar... Sólo sé que estoy muerta de miedo y que no puedo quitarme de la cabeza la idea de que viene a por mí (dijo Esther sin dejar de llorar). Estaba convencida de que todo esto había acabado. No me esperaba algo así y creo que no tengo fuerzas para volver a luchar - Sshhh, tranquila. No te derrumbes ahora, por favor. Yo estoy tan asustada como tú, pero no podemos rendirnos. Si tú te hundes yo no voy a ser capaz de aguantar todo esto sola (Maca se separó de ella e hizo que levantara la cabeza para mirarla). Por favor Esther, ayúdame Aquella mirada suplicante que vio en Maca la sobrecogió y le hizo reaccionar. No era justo dejar que cargara con todo cuando la causante de aquello había sido ella. La pediatra seguía mirándola esperando una reacción por su parte, así que fue ella la que la abrazó y le dijo al oído: “Está bien, mi amor, lucharemos juntas contra la indeseable ésa”. Maca se separó y esbozó una sonrisa trémula, a la vez que se aproximó al rostro de Esther y dejó un suave beso en los labios de la enfermera Cuando estuvieron más calmadas, lo primero que hicieron fue llamar a Encarna para que cogiera un taxi y se dirigiera a casa de Esther. Ninguna de las dos quería que volvieran a utilizarla para llegar hasta ellas. Encarna se impresionó cuando se lo dijeron y les prometió que en cuanto cogiera algunas cosas iría para allá. Había pasado poco más de media hora cuando Encarna hacía su aparición en aquella casa, tan temerosa y nerviosa como las dos mujeres que tenía frente a ella El resto del día lo pasaron como pudieron, intentando no obsesionarse demasiado con el paradero de Marta. Esther estaba todo el rato pendiente del móvil, esperando alguna noticia de Bermúdez o de los policías que esperaba que las custodiaran, pero nadie llamó en todo el día Maca habló con Belén, con la que habían seguido manteniendo contacto, para ponerla al día de lo último que había ocurrido. A la policía no le había hecho mucha gracia saber que Marta se paseaba por algún lugar sin que nadie lo supiera. Comprendió que sus amigas estuvieran atemorizadas y lamentó que tuvieran que volver a pasar por algo así. Intentó tranquilizar a Maca diciéndole que era muy improbable que Marta fuera a casa
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de Esther, porque sería meterse en la boca del lobo y ella no pensaba que Marta estuviera tan deseosa de venganza como para jugarse la vida Aquellas palabras lograron su objetivo y Maca se relajó un poco, aunque no por ello iba a bajar la guardia. Le contó a Encarna y a Esther la charla con Belén y ambas también desearon que Marta estuviera intentando esconderse lejos de ellas. La ausencia de noticias las tenía sumidas en un nerviosismo continuo, que cada una intentaba paliar de la mejor manera posible La noche llegó y con ella la noticia de que había algunos policías patrullando por los alrededores de la casa de Esther, puesto que no habían conseguido que les autorizaran a prestarles vigilancia durante veinticuatro horas. Aquello, aunque no era lo que deseaban, les daba algo de sosiego Durante la noche ninguna de las tres mujeres que habitaba esa casa pudo dormir con tranquilidad. Estaban alerta ante cualquier ruido que oían y con la mente en plena actividad barajando múltiples posibilidades. Al final el sueño acabo venciéndolas Esther se despertó antes de que amaneciera y liberándose con sumo cuidado del abrazo de Maca salió de la habitación. Se dirigió al salón y sin encender ninguna luz se acercó a la ventana y empezó a mirar la calle, pero no notó nada anormal. Siguió allí un buen rato hasta que el sol salió dando un aspecto menos tétrico a la calle, de la que Esther no despegaba la vista. Poco a poco la gente fue saliendo de sus casas camino del trabajo y la enfermera prestó más atención, pero no vio señales de Marta por ningún lado Iba a volver a la habitación cuando notó las manos de Maca rodeando su cintura desde detrás hasta detenerse a la altura de su ombligo y la barbilla de la pediatra acomodándose en su hombro, como tantas otras veces - ¿Estás bien? (Preguntó Maca en un susurro) - Sí, pero abrázame más fuerte, por favor Maca estrechó el abrazo y subió los brazos hasta cruzarlos sobre el pecho de Esther, a la par que dejaba unos dulces besos sobre su cuello - Parece mentira que una calle aparentemente tan tranquila nos tenga tan inquietas, ¿verdad? (Esther acomodó sus manos sobre los brazos de la pediatra sin despegar su vista del exterior) - Sí, aunque yo espero y deseo que siga igual de tranquila hasta que nos llegue la noticia de la detención de Marta - Ojalá tengas razón y esa detención se produzca pronto, porque no sé si voy a poder aguantar esta incertidumbre mucho tiempo - Claro que aguantarás, que has podido con cosas peores y encima estando sola. Ahora por lo menos sabemos que la policía anda tras ella, aunque no hayan demostrado ser demasiado eficaces de momento. Venga, vámonos a la cama, que necesitamos descansar un poco (Maca giró a Esther, le tomó la mano y se dirigió a la habitación, donde tiernamente abrazadas lograron dormir unas horas más) El día siguiente fue tan tedioso como el anterior. Las horas parecían durar eternidades y la ausencia de noticias era desesperante. Maca y Esther aprovecharon para contarle a
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Encarna sus planes de futuro, que fueron muy celebrados por la madre de Esther. Se alegraba mucho de que por fin pudieran estar juntas y también de tener a Maca cerca, puesto que le tenía un gran cariño a la pediatra, pero lo que más le alegró fue no tener que separarse de su hija, lo que hizo que le diera efusivamente las gracias a su nuera por su generosidad Mientras Encarna veía la televisión y daba alguna que otra cabezada en el sofá, las otras dos mujeres estuvieron haciendo un listado de todos los hospitales públicos y privados de la capital a los que Maca tendría que solicitar empleo, aunque Esther dijo que hablaría con Dávila por si él sabía de algún sitio donde necesitaran una pediatra Era ya bien entrada la tarde cuando el móvil de Esther sonó. Todas se pusieron tensas y Esther, después de poner el manos libres, respondió la llamada con gran nerviosismo al ver que se trataba de Bermúdez - Hola inspector, espero que hoy tenga mejores noticias que ayer, porque estamos que no podemos más (dijo Esther sin más rodeos) - Pues sí, Esther, tengo muy buenas noticias (dijo Bermúdez en tono alegre) - ¿Han localizado a Marta? - No sólo la hemos localizado, sino que hasta han conseguido detenerla, así que pueden respirar tranquilas Las tres se miraron y no pudieron reprimir la alegría que sentían sonriendo abiertamente - ¿Dónde estaba y cómo fue todo? (Inquirió Esther, que deseaba conocer todos los detalles) - La detención tuvo lugar en el aeropuerto de Chicago. Por lo que nos han contado, Marta al ver que la policía iba tras ella habló con los jefes de la organización para que le ayudaran a salir de Argentina y le indicaran dónde podía esconderse. Ellos le dijeron que se dirigiera a Chicago, donde tenían un contacto que le facilitaría la entrada en el país sin que nadie se enterara. Y eso fue lo que hizo - ¿Y qué fue lo que falló para que al final acabara detenida? - Falló la ingenuidad de Marta, que se pensaba que realmente iban a ayudarla a escapar y a arriesgar su seguridad por ella. Era cierto que tenían un contacto en aquel aeropuerto, pero lo utilizaron para que diera el chivatazo del vuelo en el que llegaría y nada más aparecer por el control de pasaportes y empezar con los trámites fue detenida y posteriormente interrogada. Ella les contó cuál era el lugar donde estaba su compañero Esteban, que fue detenido horas después. También dio datos sobre el paradero de los jefes de la organización, pero no lograron encontrar a nadie, puesto que nada más hablar con Marta emprendieron la huida. Ahora están investigando el lugar donde habían estado para intentar encontrar alguna pista que ayude a dar con ellos. De todas formas de esa gente no tienen que preocuparse, porque aquí no vienen seguro (dijo Bermúdez antes de que se alarmaran al saber que todavía quedaban los más peligrosos sueltos) - ¡No sabe como me alegro de que se la hayan jugado a Marta! Eso le pasa por relacionarse con esa panda de mafiosos que sólo se mueven por su interés y no se preocupan por los que hacen el trabajo sucio. ¡Uf, no sabe el peso que me ha quitado de encima! Ya me veía otra vez recluida durante meses (dijo Esther emitiendo un suspiro de alivio) - Yo también me alegro de que todo se haya resuelto y de forma tan rápida, porque me imaginaba que iba a costar más dar con ella. Afortunadamente esos mafiosos, como
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usted los ha llamado, nos han echado una mano. Dar con ellos va a ser más complicado, pero estoy convencido de que acabarán pagando por lo que han hecho - ¿Y está seguro que el hecho de que ellos estén libres no nos va a perjudicar? Porque yo no me fío de nadie ya - Sabemos que son gente muy profesional y muy experimentada que no van a cometer el error de aparecer por un país donde saben que se les está buscando, porque aunque no sepamos dónde están, sí que tenemos todos los datos sobre sus identidades. Su prioridad ahora es esconderse, no ir llamando la atención ni mandando a más personas a buscarla. Créame Esther, ahora sí que le aseguro que el peligro ha pasado (Bermúdez intento ser lo más convincente posible, porque comprendía la incredulidad de Esther después de todo lo que había pasado) - Está bien, le creo. Sólo le pido que en cuanto cojan a los mafiosos esos me lo diga - Se lo diré, no se preocupe. Y espero que sea pronto. Ahora descansen, relájense y sigan con sus vidas con toda tranquilidad. Si necesitan algo ya saben cómo localizarme. Si no hay ninguna novedad más nos veremos en el juicio - Gracias Bermúdez. Espero que no haya necesidad de vernos antes del juicio. No porque no quiera verle, sino por lo que eso significaría (dijo Esther riéndose al ver el lío que se había hecho al intentar explicarse). Bueno, usted ya me entiende ¿no? - Sí, claro que la entiendo, no se preocupe (dijo Bermúdez riéndose levemente). Adiós - Adiós y muchas gracias Nada más colgar, Esther se abrazó a Maca radiante de alegría y luego ambas abrazaron a Encarna - ¡Por fin me he librado de Marta! ¡Estoy que no me lo creo! Esto sí que hay que celebrarlo. ¿Qué os parece si nos vamos a cenar fuera? Estoy deseando salir de esta casa (dijo Esther eufórica y con una sonrisa de oreja a oreja) Tanto Maca como Encarna estuvieron de acuerdo con la idea de Esther y tras prepararse, salieron a dar un paseo y a cenar. Parecía que esta vez sí que podían celebrar por fin su ansiado retorno a la normalidad Durante los días siguientes, Esther y Maca se dedicaron a retomar de nuevo su vida habitual, disfrutando plenamente de aquella especie de vacaciones que tenían. Esther no quería permanecer mucho tiempo metida en la casa después de todo lo que había pasado, así que se dedicaron a dar paseos, visitar a Encarna y a los amigos o ir de compras Se acercaba el fin de semana y Esther notaba que Maca planeaba algo, porque andaba algo inquieta y aprovechaba cuando llegaban a casa y Esther no estaba delante para hacer algunas llamadas. Por su parte, Esther también tenía sus propios planes, aunque Maca no sospechaba nada. Necesitaba saber lo que quería hacer la pediatra para ultimar los detalles de su idea, así que aquella noche de jueves, mientras estaban cómodamente sentadas en el sofá, decidió preguntarle - Maca, ¿tienes alguna idea de lo que podemos hacer este fin de semana? - Pues he estado pensando algo, pero no he decidido nada todavía Esther se quedó callada mientras pensaba que sería gracioso que las dos hubieran pensado lo mismo y se le escapó una sonrisa que no le pasó desapercibida a Maca
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- ¿De qué te ríes? (Preguntó Maca sonriendo también) - De nada en especial. Tonterías mías... - Ya (replicó Maca sin dejar de mirar a Esther). Me encantaría saber qué tonterías se te pasan por la cabeza - Y a mí me encantaría saber qué estás tramando esta vez (repuso Esther riéndose al ver la cara de fingida inocencia que ponía Maca). Y no te hagas la loca, que te conozco muy bien y sé que tu cabeza está maquinando alguna cosa - Desde luego... Cada vez me cuesta más ocultarte algo. Toda la vida oyendo que nunca se sabe lo que pienso y ahora resulta que no es verdad... - Igual para otras personas sí que es cierto eso, pero es que conmigo eres muy transparente (Esther se reía abiertamente al ver lo chafada que se había quedado Maca al sentirse descubierta). Pero si es una sorpresa no te pregunto nada más, tranquila - En realidad no es una sorpresa, pero no quería contarte nada hasta que lo tuviera todo más o menos arreglado (Maca se calló y miró a Esther, que esperaba ansiosamente a que continuara). ¿Estás muy intrigada, eh? - ¡Qué mala eres! Mira que te gusta hacerme rabiar... Muy intrigada no estoy. Digamos que me pica la curiosidad (comentó Esther con gesto despreocupado, que hizo que Maca se riera a carcajadas y acabara contagiando a la enfermera). Vale, está bien. Me muero de ganas de saberlo. ¿Estás contenta ya? - Sí, mucho más contenta. Y como premio a tu espontánea sinceridad te lo voy a contar (dijo Maca irónicamente). En realidad es una tontería, pero me apetece hacerlo antes de irme a Sevilla - Soy toda oídos (dijo Esther echando las orejas hacia delante con sus dedos) - Jajajaja, ¡qué tonta eres! Resulta que cuando le pedí ayuda a Laura y ésta recurrió a su amiga Pepa en varias ocasiones, de coña le dije que tendría que invitar a una cena a esa amiga que tanto nos ayudaba sin conocernos. Laura me dijo que también se apuntaba a la cena y eso es lo que había pensado hacer - ¿Invitar a Laura y a su amiga Pepa a cenar? Pues no sé qué tiene de misterioso eso... - Esa era la idea inicial, pero en realidad lo que me apetece es que invitemos a cenar a todas las personas que nos hay ayudado de una manera o de otra a resolver el embrollo en el que nos vimos envueltas (Maca volvió a callarse y se quedó mirando a Esther, intentando averiguar qué pensaba de esa idea) - Me parece genial. Después de todo lo que han hecho por nosotras es justo que hagamos esa cena en señal de agradecimiento. ¿Cuántos seríamos? - Pues... (Maca empezó a extender los dedos a medida que iba nombrando a la gente) Laura y Carlos, su amiga Pepa, Belén, Víctor y David... Teresa y Manolo, Cruz y Vilches y tú y yo. Doce personas si no me equivoco - Te faltan dos (dijo Esther con el rostro muy serio) - ¿Ah sí? Pues mira que he repasado la lista varias veces y no caigo en nadie más... ¿De quién me he olvidado? - De Bermúdez y Gutiérrez (dijo Esther estallando en una carcajada, que fue seguida inmediatamente por las risas de Maca) - ¡Es verdad! ¿Cómo he podido olvidarme de las dos personas más importantes de todas? Aunque pensándolo bien, de esos dos pasamos, que son los únicos que han cobrado por hacerlo... Ambas siguieron riéndose un buen rato a costa de los inspectores hasta que Esther siguió preguntando por los detalles de la cena. Maca le contó que, afortunadamente, todos podían ir el sábado por la noche, así que sólo le quedaba reservar la mesa
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- Es un grupo un tanto variopinto, pero estoy segura de que lo pasaremos muy bien (dijo Esther, que estaba entusiasmada con aquella cena, que además no interfería en nada con los planes que ella tenía) Al día siguiente, aprovechando que Maca quería llamar a Rocío y a sus padres para informarles de sus planes de trasladarse a vivir a Madrid, Esther se fue a la calle a terminar de organizar la sorpresa que le tenía preparada a Maca. Iba muy contenta, porque sabía que era algo que le iba a encantar. A ella le hacía mucha ilusión y suponía que a la pediatra también. Estaba deseando ver la cara de Maca cuando se la diera, pero había decidido hacerlo después de la cena del sábado, cuando estuvieran solas, así que tendría que aguantar su impaciencia y disimular todo lo que le fuera posible para que la otra no sospechara nada Antes de las diez de la noche Maca y Esther ya estaban en el restaurante donde habían quedado con los demás. Laura presentó a Maca a su amiga Pepa, a la que la pediatra saludó muy efusivamente - No sabes las ganas que tenía de conocerte y de darte las gracias por toda la ayuda que me has prestado sin conocerme de nada - No tiene ninguna importancia (dijo Pepa). Lo he pasado muy bien haciendo de detective y además, conocía a Esther. Pero aunque no la hubiera conocido, el hecho de ser amiga de Laura habría sido más que suficiente para haber colaborado en lo que fuera - Muchas gracias. No todo el mundo piensa como tú. Laura tiene mucha suerte de tenerte como amiga - Más suerte tiene ella de tenerme a mí de amiga (intervino Laura haciendo que todas se rieran) Poco a poco fueron llegando todos y tras las presentaciones de rigor, se dirigieron hacia la mesa. De camino, Teresa se agarró del brazo de Esther y se apartó ligeramente de los demás para hablar con ella - ¿Esos dos chicos tan guapos quienes son? (Preguntó la recepcionista refiriéndose a Víctor y David) - Pero si te los acabo de presentar... (Esther no pudo evitar la risa ante la pregunta) - ¡Ay hija, es que no me he enterado bien con tanta gente desconocida! - Ya, ya... A saber en qué estarías pensando tú (bromeó la enfermera). Son dos policías amigos de un amigo de los Wilson, que ayudaron a Maca a localizarme y sacarme del pueblo donde estaba - Pues están un rato bien... (Teresa no apartaba la vista de ellos, que en esos momentos estaban sentándose) ¡Qué pena que te gusten las mujeres, porque son un partidazo! - ¡Teresa! No sólo es que me gusten las mujeres, es que tengo pareja. Además, Maca también es muy guapa y un partidazo (dijo Esther riéndose). Mira, si te das prisa puedes sentarte cerca de ellos Teresa salió pitando para situarse cerca de los policías y Esther todavía riéndose por los comentarios de la recepcionista se dirigió hacia el centro de la mesa, donde estaba Maca esperándola. Al verla llegar tan risueña, le preguntó qué le pasaba. Esther se lo contó y acabaron las dos riéndose y mirando a Teresa, que estaba sometiendo a David a uno de sus famosos interrogatorios
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La cena transcurrió en un ambiente muy cordial. Todos habían congeniado muy bien y se les veía muy a gusto. Manolo empezó a contar chistes y Víctor le secundó, haciendo que los demás acabaran riéndose escandalosamente. Aunque todos estaban allí reunidos por haber participado en el asunto del robo de la sangre donada nadie habló de ello, pues no querían enturbiar el alegre ambiente que se había creado Después de los postres y los cafés, Maca pidió unas botellas de cava para hacer un brindis de agradecimiento. Las conversaciones se desarrollaban en pequeños grupos y nadie se había dado cuenta de que Maca tenía intención de hablar. Tuvo que acabar dando golpes en la copa para que los demás se callaran - ¡Por fin! ¡Vaya manera de hablar la vuestra! - A mí no me mires, que entre Cruz y Teresa me tienen mareado perdido (dijo Vilches) - Tú mejor no digas nada, que tampoco te has quedado corto hablando con todas las mujeres de la mesa (replicó Cruz) - ¿Y yo qué culpa tengo si me ha tocado en la zona donde más mujeres había...? Además, también he hablado con Carlos, aunque él no ha sucumbido a mis encantos - Vale, vale (dijo Maca elevando la voz, porque ante los últimos comentarios de Vilches todos se habían enzarzado de nuevo en varias conversaciones y bromas). ¿Me vais a dejar que haga un brindis? Os prometo que seré breve y que podréis volver enseguida a vuestras interesantes charlas Teresa se encargó esta vez de poner orden y cuando todos estuvieron callados, Maca cogió su copa y siguió hablando - Sólo quería hacer un brindis por todos vosotros que habéis sido una gran ayuda para mí, aguantando mis malos momentos, mis llantos, mis nervios, mis preguntas y colaborando sin poner ninguna pega a las cosas que os pedía. Gracias a todos vosotros ahora Esther y yo estamos juntas de nuevo sin tener que escondernos ni estar atemorizadas. ¡Por vosotros, que sois un encanto y unas personas maravillosas! ¡Gracias de todo corazón de parte de nosotras dos! Todos, ligeramente emocionados por las palabras de Maca, chocaron sus copas con ella, con Esther y entre ellos, formando un pequeño revuelo, que era observado por los de las mesas de alrededor. Después de que todos bebieran de sus copas, Esther aprovechó el silencio y se dirigió a los allí presentes - Yo quiero daros una buena noticia, que ya tocaba después de lo que os hemos hecho sufrir - ¿Os vais a casar? (Preguntó Teresa con gesto emocionado) - No, Teresa, lo siento. De momento no hay boda (respondió Esther riéndose). Pero para nosotras es casi tan importante como eso. Después de esta última separación forzada y tan angustiosa, hemos decidido que ya es hora de dejar de estar viajando sin parar (Esther cogió la mano de Maca y le dirigió una tierna mirada antes de seguir hablando). Así que Maca se va instalar en Madrid definitivamente... y quería saber si alguien tenía sitio para ella, porque si no se va a apalancar en mi casa y no es plan... Maca, haciéndose la ofendida, le dio un golpe en el brazo, a la vez que le decía lo mala que era, mientras Esther se reía malévolamente y todos los hombres de la mesa se ofrecían para compartir piso con la pediatra. Después de las bromas y los comentarios de todo tipo, todos los presentes felicitaron a la pareja, que irradiaba una gran felicidad.
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Laura propuso un brindis por ellas y volvieron a chocar sus copas. Cruz se acercó al lugar donde estaban sentadas y les dijo que se alegraba un montón y junto con Laura estuvieron preguntándoles algunos detalles de su futura convivencia y del porqué de que fuera Maca la que cambiara su lugar de residencia. Cruz se interesó por el trabajo de Maca y se ofreció a ayudarla si se enteraba de algo El resto seguía dando cuenta del cava y animándose cada vez más, así que decidieron seguir la celebración yendo a tomar unas copas. Todos estuvieron de acuerdo y tras arduas deliberaciones para buscar un lugar que fuera del gusto de todos, salieron alegremente del restaurante - Teresa ¿tú también vienes? (Preguntó Laura) - ¡Anda claro! ¡Me iba a perder yo lo mejor de la noche...! Además, como esta vez voy con Manolo no tengo que preocuparme por tener que volver a casa pronto - Yo que tú entraría discretamente y escondiéndome detrás de alguien, porque a las de la tercera edad no las dejan entrar en algunos sitios (dijo Vilches apareciendo por detrás de repente) - ¡Ay, qué hombre éste...! Siempre con las mismas bromas. ¡Ni que él fuera un pipiolo! (Exclamó Teresa dándole un golpe en el brazo antes de que el médico se alejara riendo) Tras repartirse en los coches que había disponibles, fueron a seguir disfrutando de la animada noche que estaban compartiendo El local que habían elegido no estaba demasiado repleto y tenía una zona con mesas, que fue muy bien acogida por Teresa, a la que eso de estar de pie con una copa en la mano no le atraía demasiado. Algunos se dirigieron a la barra a pedir las copas de los demás, que permanecían en la mesa, unos sentados y otros de pie charlando animadamente - ¿Y cuándo tienes previsto venirte a vivir aquí? (Preguntó Teresa a Maca) - Pues no lo sé todavía. Tengo que ir a Sevilla a recoger las cosas de mi piso, arreglar los papeles para dejar el trabajo allí y despedirme de los amigos y de mi familia - No sabes cuanto me alegro de que os hayáis decidido a vivir juntas. A mí me daba una penita Esther... Es que algunas veces se la veía tristona y se notaba que te echaba de menos - Mi niña... Supongo que lo ha debido pasar mal, porque a mí también se me hacía cada vez más difícil tener que separarme de ella (dijo Maca mirando tiernamente a Esther, que estaba en la barra hablando con Laura, Belén y Pepa esperando que les llevaran las consumiciones) - ¿Y dónde vais a vivir? (Volvió a preguntar Teresa, haciendo que Maca retirara la vista de su chica) - Tampoco lo sé, Teresa. No lo hemos hablado todavía. Supongo que en casa de Esther, por lo menos al principio. Aunque yo no sé si pensar en irme con alguno de estos chicos que me han ofrecido su casa (bromeó Maca intentando que Teresa no siguiera preguntándole cosas en las que ella ni se había parado a pensar) - Desde luego, cómo sois los jóvenes. Os lo tomáis todo a cachondeo. Con lo importante que es irse a vivir con la pareja de uno... Bueno, digo yo, porque yo salí de casa de mis padres para casarme con Manolo - Que no, Teresa, que yo no me tomo a cachondeo vivir con Esther, es sólo que la decisión la tomamos hace muy poco y no hemos concretado nada todavía
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Afortunadamente para Maca, en ese momento aparecieron Esther y los demás con las copas de todos. La enfermera le dio la suya a Maca y se sentó en sus piernas - ¿Qué bebes, Teresa? (Le preguntó mirando la bebida de color rojo que le acababan de dar a la recepcionista) - Un San Francisco. ¿Quieres un poco? - No gracias. Pero eso no lleva alcohol y deberías tomarte una copita para animarte. No te irás a quedar aquí sentada toda la noche, ¿no? - ¿Una copa? ¡Quita, quita, que se me sube enseguida y me mareo! - Pues eso es lo interesante, Teresita, que se te suba enseguida. Así te acercas a ligar con esos chicos que tanto te han gustado (dijo Esther bromeando y señalando con la cabeza a los dos policías). ¿Vamos a bailar un poco, Maca? - Sí, vamos con los demás, que ya andan por ahí dando saltos. ¿Vienes Teresa? (Preguntó Maca) Teresa dijo que luego bailaría y se fueron con los demás. Mientras bailaban estuvieron hablando de la conversación que había mantenido con Teresa, aunque luego se unieron a los demás y estuvieron bailando todos juntos haciendo un corrillo. Aprovechando que se terminaba una canción, Esther, viendo que Teresa estaba sola en la mesa con su marido, se acercó a David y le dijo algo al oído. El policía asintió y se dirigió hacia donde estaba Teresa. Le tendió la mano, se acercó con ella donde estaban los demás y todos celebraron su llegada vitoreándola. Teresa se dejó llevar por David, que hacía que se girara y se moviera al ritmo de una salsa que sonaba y acabaron rodeándola y dando palmas. “Ya podía moverse así de bien mi Manolo, que es un palo tieso” le dijo Teresa al policía, mientras éste la acercaba hacia él Todos estaban pasando una gran noche. Al final, Laura consiguió que Manolo bailara y Vilches, que Teresa se tomara una copita, aunque poco cargada. Los bailes se intercalaban con las conversaciones y las bromas, haciendo que todo el mundo disfrutara y se integrara en aquel variado grupo - Espero que ahora que vas a vivir en la capital nos sigamos viendo a menudo (decía Belén al oído de Maca) - ¡Claro que sí! Además, otro de los motivos de esta cena era que no perdiéramos el contacto y pudiéramos pasar un rato divertido después de habernos visto sólo en momentos difíciles. Y viendo lo bien que lo estamos pasando, hay que repetirlo más veces - Me parece muy bien. Contad conmigo y con estos dos locos que me acompañan para cualquier cosa que organicéis. Además, me parece que David está haciendo muy buenas migas con Pepa (dijo Belén dirigiendo la mirada al policía, que bailaba con ella en esos momentos) - Vaya, yo que creía que quien le gustaba era Teresa... (dijo Maca haciendo que las dos estallaran en una carcajada) Al rato empezó a sonar una canción lenta y todas las parejas se pusieron a bailar. Vilches y Cruz, Belén y Víctor, Maca y Esther, Teresa y Manolo, Laura y Carlos y David con Pepa, que como eran los únicos que estaban desemparejados no tuvieron otro remedio que bailar juntos... -¿Qué tal lo estás pasando? (Preguntó Maca a Esther)
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- ¡Genial! Necesitaba una noche así para dar carpetazo definitivo a los últimos momentos que hemos vivido. Has tenido una gran idea organizando esta reunión - Yo siempre tengo grandes ideas. Prepárate para lo que tengo pensado cuando lleguemos a casa... (dijo Maca sensualmente y besando los labios de Esther) - Más bien prepárate tú, querida. No te vayas a creer que eres la única que tiene grandes ideas (dijo Esther dando un tono misterioso a sus palabras) - ¿Ah sí? ¿Y puede saberse qué me espera? (Preguntó siguiendo con su tono sugerente) - Es una sorpresa. Y no tiene nada que ver con eso que estás pensando, ¡picarona! (Dijo Esther dando un leve toque con su dedo en la nariz de Maca y abrazándose a ella hasta que la canción terminó) Después de un rato todos decidieron retirarse. Se despidieron unos de otros comentando lo bien que lo habían pasado y diciendo que tendrían que repetirlo. Maca y Esther iban felices hacia su casa, aunque Esther estaba un poco nerviosa al ver que se acercaba el momento de desvelarle a Maca la sorpresa que tenía preparada Nada más llegar a la casa, Esther salió pitando hacia el baño y Maca hacia la habitación a quitarse los zapatos, que la estaban martirizando. Cuando la enfermera salió del baño y la vio en la cama con cara de placer mientras se masajeaba los pies, no pudo evitar reírse - Hay que ver qué mal te llevas tú con los zapatos de tacón (Esther se sentó a su lado y empezó a quitarse los suyos también) - Y tanto. Hay cosas que no cambian nunca, como ves - No te preocupes, que en esto no voy a hacer que cambies. Sin tacones te tengo más cerquita (dijo Esther insinuante) - Y sentadas nos igualamos más, ¿no? (A medida que iba hablando acercaba su rostro al de Esther, que la miraba sonriente) - Sentadas mucho más, pero lo mejor con diferencia es estar tumbadas, ¿no crees? Maca sonrió sensualmente y se humedeció los labios ante estas palabras mientras iba aproximándose más a Esther, pero no contaba con que la otra se levantaría de repente dejándola a medio camino con cara de tonta - ¿Sabes que eres muy mala y una “corta rollos”? (Dijo Maca a una Esther que salía de la habitación riéndose) - Ya habrá tiempo para todo, impaciente. Antes tenemos algo pendiente. Así que, si quieres saberlo te espero en el sofá (dijo Esther elevando la intensidad de su voz mientras avanzaba por el pasillo) Cuando llegó al salón, se dirigió a uno de los cajones de la librería, sacó un envoltorio, lo camufló entre los cojines del sofá y puso música tranquila a un volumen bajo. Maca se había quedado sentada en la cama riéndose y sacudiendo la cabeza de un lado a otro como diciendo que Esther era imposible, aunque en el fondo le gustaban esos “tira y afloja” que se traían. Al final, después de oír varios “Maacaa” con una prosodia cantarina, decidió levantarse y acudir hacia el lugar del que provenía aquella llamada Allí se encontró con Esther sentada de lado en el sofá encima de un cojín y mirándola con una gran sonrisa pícara en su cara. Se sentó a su lado también de lado con la pierna que quedaba junto al respaldo del sofá flexionada bajo la otra y miró el cojín riéndose
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- ¿Desde cuándo necesitas un alza? - Desde este mismo momento (respondió Esther sacándole la lengua) - ¿Y a qué se debe ese interés por estar más alta que yo? ¿Esto es parte de lo que tenemos pendiente? (Preguntó Maca sin dejar de reírse ante la actitud de Esther) - Bueno, digamos que sí. Toda sorpresa lleva implícita una cierta parafernalia y ésta es una parte de ella (Esther no pudo evitar reírse ante la cara de no entender nada de Maca) - Tú sabrás... (dijo Maca encogiéndose de hombros) ¿Y hace falta algo más o puedo enterarme ya de lo que me tienes preparado? - No hace falta nada más que toda tu atención, porque antes quiero explicarte el motivo de la sorpresa - Adelante. Di de una vez lo que tengas que decir, porque me estás empezando a poner muy nerviosa (al ver las risitas maliciosas por parte de Esther siguió hablando). Ya, eso de ponerme nerviosa entra dentro de la sorpresa, claro - ¡Ahí le has dado! Pero como no soy tan cruel voy a ello ya (dijo Esther acariciando el rostro de Maca antes de empezar su explicación). Verás, después de todo lo que nos ha pasado últimamente y de lo mucho que te hecho sufrir por no haberte contado nada del asunto de Marta, me apetecía compensarte de alguna manera. Así que, tras mucho pensarlo se me ocurrió algo que, además de hacerme mucha ilusión a mí, supuse que te gustaría. En realidad tiene mucho más valor simbólico que material, pero, en este caso, lo uno no puede ir sin lo otro - Ahora sí que has conseguido ponerme nerviosa de verdad. De todas formas no tenías que compensarme por nada. Eso de que no me lo hubieras contado ya lo hemos hablado y aclarado y lo que hice no fue más que querer estar a tu lado. ¿No tendré que adivinar de lo que se trata? Porque no tengo ni idea de lo que puede ser - No, tranquila, no tienes que adivinar nada. Y tampoco te voy a hacer sufrir más Esther se giró, retiró uno de los cojines que tenía a su espalda y sacó algo muy fino del tamaño de una cuartilla y envuelto en papel de regalo de color azul, con una etiqueta pegada que decía: “El mejor profeta del futuro es el pasado”. Se lo entregó a Maca con una sonrisa y ésta leyó la nota y se quedó pensativa, pero no logró que aquella frase le diera una pista de lo que tenía entre sus manos - Es una frase de Lord Byron, que yo no soy capaz de decir algo así en pocas palabras (dijo Esther al ver que Maca le daba vueltas al significado de aquella frase). No te comas el coco con eso y ábrelo, que ahora soy yo la que se está poniendo nerviosa Maca la miró sonriente y emocionada y empezó a desenvolver aquello, de lo que lo único que sabía era que tenía algo que ver con el pasado Cuando quitó el envoltorio, sacó un sobre en el que ponía: “Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día. Y para que eso no ocurra, abre el sobre. ¡Te quiero!” Maca estaba cada vez más emocionada y más intrigada, así que con cuidado de no romper el contenido, abrió el sobre y vio dos sobres más, esta vez sin nada escrito en ellos. Abrió el primero y se encontró dos billetes de avión, que miró detenidamente. El destino era Sevilla - ¿Nos vamos a Sevilla las dos? (Preguntó algo extrañada) - Eso es sólo el principio del viaje. Abre el otro sobre y sabrás el resto. Mira que eres impaciente, ¿eh? (Dijo Esther sonriendo nerviosa)
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Maca procedió a abrir el otro sobre y allí encontró una llave y una nota con la letra de Esther que decía: “Aquí empezó esta maravillosa historia contigo y aquí quiero volver para que sea también el comienzo de esta nueva etapa que vamos a vivir juntas y que estoy convencida de que durará muchos años. Hasta que otra nueva época aparezca y podamos seguir avanzando juntas en el devenir de los años. ¿Te vienes conmigo a Valdelagrana?” Maca, intentando contener la emoción que habían provocado esas palabras escritas por Esther, levantó la mirada hacia ella, que esperaba ansiosa su reacción. Cuando sus ojos confluyeron, no hizo falta decir nada más. La ternura y la emoción que se desprendía de la mirada de Maca, acompañada de una enorme sonrisa fueron suficientes para que Esther supiera que su regalo había hecho el efecto deseado por ella, que a su vez notó como se empañaban sus ojos y su boca dibujaba una hermosa sonrisa. La pediatra se acercó a esos sonrientes labios y depositó un suave y prolongado beso en ellos - ¡Gracias, Esther! Ha merecido la pena la intriga y nuevamente has logrado sorprenderme y emocionarme. Claro que me voy contigo a Valdelagrana. No has podido elegir un lugar mejor. ¿Cuándo nos vamos? - El lunes por la mañana. Lo pone en el billete, pero ya veo que no lo has mirado (dijo Esther riéndose). Me ha costado un triunfo convencer al primo de Rocío para que nos cediera su apartamento, pero al final, gracias a mi insistencia y a la ayuda de tu amiga lo conseguí - Ya me imagino en qué consistió esa insistencia tuya y esa ayuda de Rocío (Maca se reía al pensar la que habrían liado las dos para conseguir ese apartamento) - Mejor te lo imaginas, porque como te lo cuente vas a flipar. Aunque seguro que Rocío te lo va a contar (dijo Esther riéndose también y quitándose el cojín de debajo para aproximarse más a Maca y acurrucarse en su pecho) - ¿Ya no necesitas estar alta, ¿eh? - No, sólo lo hice para poder observar bien tu cara mientras abrías el regalo. No quería que me doliera el cuello de tanto mirar para arriba (Esther se rió sonoramente contagiando a Maca, que la abrazó y dejó un beso en su cabeza) - Estás fatal, pero me encantas. Y me encanta ese viaje que has programado, porque así me vas a ayudar a hacer la primera parte de la mudanza - ¡Qué cara tienes! Esto es un viaje de placer (protestó Esther) - No te preocupes, que placer también vas a tener (dijo Maca picaronamente) - Eso espero, porque si no te recordaré esa frase las veces que haga falta - No te va a hacer falta recordármela. Además hay tiempo para todo (dijo Maca guiñándole un ojo). ¿Y me vas a dejar hacer una visita a mis padres para despedirme de ellos? - ¡Por supuesto! Y es más, voy a acompañarte a esa visita, porque a mí también me apetece verlos. Estaba todo previsto. Lo de la mudanza también, a pesar de que te haya hecho creer lo contrario - No sé qué haría sin ti, que organizas un maravilloso plan en un momento y además consigues incorporar en él todo lo que tenemos pendiente... - En un momento no lo organicé, que me llevó lo mío (dijo Esther riéndose). Y por cierto, ¿tú cuando bailábamos no me dijiste que tenías algo preparado para cuando llegáramos a casa? - Sí, eso dije y era verdad, pero también necesita su parafernalia (dijo Maca sonriendo y levantándose del sofá)
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Esther seguía atentamente con la mirada a Maca, que apagó algunas luces para dejar un ambiente más íntimo. Luego se dirigió al aparato de música, buscó entre los CDs, puso uno y finalmente regresó al sofá, donde volvió a estrechar a Esther entre sus brazos Maca cogió la nota que Esther le había escrito y la releyó más tranquilamente esta vez, sin dejar de mover levemente sus dedos por el brazo de la enfermera - ¿Sabes? Todo lo que has puesto aquí me ha hecho acordarme de la canción de un disco que te regalé una de las muchas veces que vine a verte. Al principio no te gustó demasiado, pero poco a poco fuiste haciéndote a esa música y acabaste tan enganchada a ella como yo. ¿Te acuerdas? - Sí que lo recuerdo. Y también cómo me ibas contando lo que decían algunas de las canciones que tú habías traducido porque te encantaban. ¿Estamos nostálgicas esta noche, eh? - Eso parece. Tu alusión al pasado y esa vuelta a Valdelagrana han sido las causantes (dijo Maca, que jugueteaba con el pelo de Esther) - Esa vuelta, además de por lo que te he puesto en esa tarjetita es porque cuando estaba sola en Valsaín mitigaba tu ausencia recordando cómo fueron nuestros inicios (Esther levantó su mirada hacia Maca, que le devolvió otra cargada de ternura). Me ayudó bastante hacerlo y por eso lo tengo tan reciente que no dudé en que ése fuera nuestro destino en el viaje que quería hacer antes de volver a trabajar - Fueron unos momentos preciosos, que yo tampoco he olvidado y no creo que lo haga nunca... Es curioso, nos conocimos en mitad de una tragedia y ahora acabamos de pasar por otra. Espero que en el futuro no tengamos que volver a vivir ninguna situación de este estilo - Supongo que nos tocará experimentar buenos y malos momentos, pero no pienso volver a meter las narices en algo así, te lo aseguro (Esther acarició la mano de Maca y la miró de nuevo antes de seguir hablando). De todas formas, pase lo que pase estaremos juntas - Sí, mi vida. Por fin estaremos juntas y así será más fácil superar las situaciones desagradables que nos depare la vida y disfrutar más plenamente de todo lo maravilloso que nos espera. Y ahora a ver si recuerdas lo que decía esta canción, porque ella me va a servir para expresarte todo lo que siento, además de resumir un poco la vida que hemos llevado [Eu sei que vou te amar (Elis Regina).mp3] PLAY Acto seguido, Maca cogió el mando del equipo de música, le dio al número correspondiente a la canción que había elegido y unas suaves notas empezaron a llenar aquella estancia, mientras Esther besaba tiernamente a Maca al reconocer perfectamente la canción que sonaba. Maca respondió a ese beso, aprisionando los labios de Esther con los suyos y ciñéndose más a su cuerpo, hasta sentir sobre el suyo los movimientos que se producían en el torso de la enfermera, provocados por su agitada respiración al notar sobre ella los cálidos labios de Maca abrasándola Eu sei que vou te amar (Yo sé que voy a amarte) El sonido de la voz de la cantante hizo que Maca dejara de besar a Esther para que ambas escucharan aquellas palabras por toda a minha vida eu vou te amar (durante toda mi vida voy a amarte)
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Las suaves caricias y las miradas acompañaban a aquel discurso em cada despedida eu vou te amar (y en cada despedida te voy a amar) Ambas se sonrieron al recordar algunas de las despedidas que habían compartido desesperadamente (desesperadamente) eu sei que vou te amar (yo sé que te voy a amar) Esther se sentó a horcajadas sobre las piernas de Maca y acarició su pelo, colocándole algunos mechones tras las orejas E cada verso meu será (Y cada verso mío será) pra te dizer (para decirte) Maca cerró los ojos unos instantes para sentir con más intensidad aquellas caricias que eu sei que vou te amar (que sé que voy a amarte) por toda a minha vida (durante toda mi vida) Miró a Esther y le susurró al oído un sentido “te amo” Eu sei que vou chorar (Yo sé que voy a llorar) Los ojos de Esther se enturbiaron al escuchar esas palabras de Maca a cada ausência tua eu vou chorar (en cada ausencia tuya, yo voy a llorar) y al recordar lo que sufría estando alejada de ella mas cada volta tua há de apagar (pero cada regreso tuyo borrará) Maca, que estaba sintiendo lo mismo, la cobijó entre sus brazos o que esta ausência tua me causou (lo que esta ausencia tuya me causó) y empezó a deslizar su mano por la espalda de Esther, notando como ella se iba estremeciendo ante ese contacto Eu sei que vou sofrer (Yo sé que voy a sufrir) Esther, con los ojos cerrados disfrutaba ese momento a eterna desventura de viver (la eterna desventura de vivir) sintiendo así con mayor intensidad esas caricias, a espera de viver ao lado teu (la espera de vivir al lado tuyo) hasta que Maca se detuvo, la separó un poco
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por toda a minha vida (durante toda mi vida) y la besó apasionadamente, queriendo con ese beso subrayar y hacer suyas las palabras que acababan de escuchar Los acordes del piano las envolvieron mientras sus besos iban adquiriendo mayor ímpetu y sus agitadas respiraciones se mezclaban con la música, que iba marcando el compás de los movimientos de aquellas manos, que ahora se iban introduciendo por debajo de la ropa buscando un contacto más directo con el otro cuerpo, que estaba tan próximo que apenas se diferenciaba del propio Sus besos se contagiaban del ardor de sus roces, haciendo que sus lenguas entraran a formar parte de aquel juego y danzaran juntas hasta que la obligación de respirar hizo que se separaran lentamente, al igual que los rostros de las dos mujeres, que sentían como la sangre hervía dentro de sus venas y progresivamente iba inundando su cuerpo de un calor arrebatador, y dotando a sus ojos de un brillo y una mirada llena de excitación y deseo. Ambas se miraron fijamente durante largo rato, hasta que su respiración volvió a recuperar una cadencia más acompasada Tras liberarse de la ropa por medio de movimientos sensuales que les permitieron volver a recorrer la figura de la mujer que tenían enfrente, se tumbaron de lado en el sofá, aproximando sus cuerpos y entrelazando sus piernas, mientras sus bocas se juntaban nuevamente para volver a separarse instantes después - Yo también te voy a amar durante toda mi vida (dijo Esther al oído de Maca con la respiración todavía entrecortada, a la par que le acariciaba dulcemente el rostro y lo acercaba al suyo para volver a hacer que sus labios se fusionaran) La canción se terminaba, pero ellas ya no eran conscientes de nada de lo que sucedía a su alrededor por lo absortas que estaban en la cantidad de agradables sensaciones que la otra le proporcionaba. Al cabo de un rato, el sofá empezó a impedirles moverse con soltura, así que decidieron continuar amándose en la cama - Me encanta esto que me tenías preparado (dijo Esther mientras se tumbaba en la cama llevando tras de sí a Maca, a la que tenía agarrada por la mano) - Sabía que te gustaría (replicó Maca tendiéndose sobre Esther y susurrando sensualmente en su oído). Aunque lo de la canción fue improvisado - Pues también me gustan tus improvisaciones. ¿Seguimos improvisando? (Preguntó Esther mientras recorría lentamente con su mano la espalda de Maca, provocando que ésta se estremeciera y empezara a cubrir de besos el cuello de Esther, para ir descendiendo progresivamente Las manos de la pediatra iban siguiendo el camino que marcaban sus labios y su lengua, lo que inducía a Esther a acelerar su respiración e ir arqueando su cuerpo a medida que la estimulación proporcionada por Maca aumentaba Aprovechando que ésta había hecho una parada tras llegar a su zona más placentera y que volvía a sentir los labios de Maca sobre los suyos y todo su cuerpo en contacto, se giró lentamente hasta situarse ella encima y empezar su particular incursión por la anatomía de su chica, sin escatimar medios y creando múltiples y variadas sendas que
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eran recorridas con frenesí y sentidas muy placenteramente por Maca, cuyos gemidos crecientes contagiaban a Esther, logrando que su excitación aumentara y que la pediatra volviera a tomar parte activa Sus cuerpos se movían, se frotaban y se adaptaban al movimiento del otro, mientras sus manos exploraban insaciablemente territorios más recónditos, que hicieron elevar el gozo y hostigaron a sus cuerpos a fundirse mientras los intensos vaivenes acabaron provocando rítmicas sacudidas en cada una de aquellas dos mujeres, que alcanzaron la cota más alta del placer acompañadas por un sinfín de gemidos y jadeos que desembocaron en un leve silencio necesario para recuperar el aliento y que volvió a romperse cuando ambas, perdiéndose en los ojos de la otra y antes de besarse tiernamente, se dedicaron un emotivo “Te quiero” Poco a poco fueron separándose hasta terminar Maca acurrucada sobre el pecho de Esther, que tenía su brazo sobre los hombros de la pediatra. Las caricias continuaban, aunque de forma más sosegada, mientras ambas permanecían en silencio y perdidas en sus propios pensamientos Maca se sentía emocionada ante la idea de volver a su tierra acompañada por Esther y de tener unos días de tranquilidad para disfrutar ambas reposadamente. Algo que necesitaban después de los últimos acontecimientos vividos, que les habían causado un tremendo desgaste emocional y físico. Por otra parte, se encontraba feliz de saber que las largas separaciones habían terminado y que ahora podría compartir cada momento del día con aquella persona, que se había hecho indispensable en su vida Le inquietaba la incertidumbre sobre su futuro laboral, pero suponía que tarde o temprano terminaría encontrando algo. Que Esther trabajara en lo mismo que ella y que sus jefes se hubieran brindado a ayudarla le daba algo de tranquilidad. Levantó la cabeza ligeramente y miró a Esther, que tenía la mirada fija en el techo, pero que no dejaba de acariciar con sus dedos su hombro desnudo. Aquella imagen la invadió de una enorme ternura y decidió dejar de preocuparse por el trabajo y dedicarse a disfrutar de aquellos momentos Por su parte, Esther también hacía una especie de repaso de su vida. Se encontraba inmensamente feliz por tener a Maca junto a ella y sentir como la abrazaba y acariciaba su cintura. Pensar que esa escena ahora podría repetirse con más frecuencia y que la vería cada vez que se despertara, hacía que se estremeciera de alegría y que todo el tiempo que se habían visto forzadas a pasar separadas mereciera la pena, porque el premio de una vida en común con la persona amada compensaba con creces los malos momentos pasados y la tristeza que la había embargado tras cada separación Notó como Maca movía la cabeza y bajó la vista hasta encontrarse con unos profundos ojos marrones que la miraban emotivamente y que hicieron que se moviera para encontrarse con ellos de frente y volver a sumergirse en la calidez de su mirada. Maca comprendió los deseos de Esther y se separó de ella situándose de lado sin separar la vista de los ojos de Esther, cuyo brillo reflejaba la inmensa satisfacción que sentía en esos momentos. Ambas fueron aproximando sus rostros para volver a unir sus labios en un apacible y prolongado beso Después, estrechamente abrazadas se acomodaron para dormir, dispuestas a disfrutar juntas y más unidas que nunca de todo lo que el futuro les tuviera reservado
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¡FIN!