Dor Joel Estructuras Clinicas y Psicoanalisis

Estru structu ctura ras s clí clíni nica cas s y psicoa psicoaná nális lisis is Joël Dor Amorrortu edito editore res s

y

r

Trusted by over 1 million members

Try Scribd FREE for 30 days to access over 125 million titles without ads or interruptions! Start Free Trial Cancel Anytime.

































Estructuras clínicas

y psicoanálisis psicoanálisis Joël Dór Amorrortu editores Buenos Aires Aires Madrid adrid

































Biblioteca de psicolo psicología gía y psicoanálisis •Direc •Director tores: es: Jorge Colapintóy Davi Davidd Maldavsky Maldavsky Structúres et clinique clinique psyckanalytique, psyckanalytique, Joél Dor © Joél Dor, 1991 Traducción: Víctor Goldstein Primera edición en castellano, 20Ó0; primera reimpresión, 2006 ©Tbdos los derechos de la edición" en castellano reservados por ‘Amorrortu editores S.A., Paraguay 1225,7° piso - C1057AAS BuenosAirés Amorrortu editores España S.L., C^San Andrés, 28 - 28004 Madrid www.amorrortueditores.com . La reproducción total o parcial de este libro en Forma idéntica o modificada por cualquier medio mecánico, electrónico o informático, incluyendo foto copia, grabación, digitalízación o cualquier sistema.de almacenamiento y recuperación de información, no autorizada por los editores, viola dere chos reservados. n" 11.723 Queda ueda hecho el depósito depósito que previene previene la ley n" Industria argentina. Máde in Argentina ISBN-10: 950-518-081-0 ISBN-13: 978-950-518-081-3

Dor, Joël Estructuras clínicas y psicoanálisis. - 1“ ed., 1“ reimp. - Buenos Aires : Amorrortu, 2006. 176 p. ; 23x14 cm.-(Bibl cm.-(Bibliotec iotecaa de psicología y psicoaná psicoanálilisi sis/ s/ dir dirig igid idaa* por por Jorge Colàpinto y David Maldavsky) Traducción de: Víctor Goldstein ISBN 950-518-081-0 1. Psicoanálisis. I. Goldstein, Víctor, trad. IÍ. Título CDD 150.195

































Indice general

9 Prefacio 11 Introducción 13 Prim Pr imer era a p a rte rt e . Diagnóstico y estructura 15 1. La noción noción de diagnóstico én psicoa psicoaná nálisis lisis 21 2 . Síntomas, diagnósticos y rasgos estructurales 31 3. La función función paterna y las estructuras psíquicas 41 Segunda parte. L a estruc estructur tura a perversa 43 4. El punto de vista vis ta freudia freudiano no sóbre sóbre las perversiones 51 5. El punto de anclaje de las perversiones perversiones 57 6 . Diagnóstico diferencial entre las perversione perversiones, s, lá histeria histe ria y la neurosis neurosis obsesiva 63 7. El perverso perverso y la ley del padre padre 69 8 . La madre fálicá 73 9. Nuevo Nuevo diagnóstico diferencial entre las estructuras neuróticas y las perversiones 83 Te Terc rcer era a parte. pa rte. L a estructu estr uctura ra histérica

































113 113 13. La histeria histeria masculina 121 14. La relación relación con con el sexo sexo en é l histérico histérico masculino Cua rta parte. parte. L a estructura obsesiva 127 Cuarta

129 133 141 149

15. 15. La problemática problemática obsesiva obsesiva 16. Los rasgos de la estructura obsesiva obsesiva 17. E l obsesivo, la pérdida y la ley del padre padre 18. É l obsesivo v sus obje objeto toss amorosos

155 Bibliografía de las la s obras citadas citadas 159 Bibliografía de referencia

































Prefacio

El texto1 que sigue corresponde, en su contenido, al curso propuesto a los alumnos de «maestría» del Insti tutoo de. tut de. Psicología Psicología de la Universidad Universidad Federal de Río de Janeiro. Agradezco infinitamente a Luis Alfredo García Roza, Tferesa Pmheiro y sus colegas2 por haberme he cho el honor de confiarme esa actividad de enseñánzá, sabiendo que se presentaba desde el cómienzo en con diciones que, a petición de los docentes brasileños, resultaban seguramente cómodas para mí, pero que plant planteab eabaa tal ta l vez dificul dificultades tades para para los estudiantes que escogieron asistir a ella. De hecho, se había decidido presentar presentar el contenid contenidoo de dicha dicha enseñanza enseñanza íntegramen íntegram en te en lengua francesa. Esta propuesta me resultó par ticularmente grata, visto que carecía de recursos para expresarme en portugués y que entendía dirigirme a un público con notable dominio dominio de de mi m i propi propiaa lengua lengua.. Por añadidura, añadidura, debo debo rec reconoc onocer er que me vi enfrentado à un auditorio auditorio particularmente particularmente alerta, muy bien bien prepa rado para las dificultades que suponía la transmisión de articulaciones teóricas y clínicas cuya formulación en francés era era ya suidam suid amente ente ardua ardua.. La acogida cálida e intelectua intelectualm lmente ente rigurosa rigurosa que se brindó a esta enseñanza confirma mi sensación de haber haber logrado logrado transm transmitir itir lo lo esencial esencial de su su contenido. contenido. Si Si 1 Aunque se trata de la oiganización escrita de una enseñanza,



































bidera ide ra fal falta, ta, uná uná prueba, allí estarían los.múltiples los.múltiples pe didos que se me hicieron de dejar la huella sustancial de mis intervenciones a disposición no sólo de la Uni versidad Federa F ederall de Río Río de Janeiro, Janeiro, sino también de los estudia estu diante ntess que conocí en ella. Les agrade agradezco zco profunda profunda mente; Reciba Reciba mi esp es pecial ecial reconocimiento reconocimiento Carmen Carmen M yiiam da Poian por por haber haber sabido presentir presentir el interés de tales tale s pedidos pedidos y, y, durante durante mi m i reciente estada estada eñ Río, ío, haberme permitido concluir en los mejores plazos, ante las edi ciones Táurus, la solución editorial que convenía á esa expectativa. Hago extensivo este agradecimiento a Georges Bastos. París. Diciembre.dé 1990

































Introducción

A título introduc introductori torio, o, me. gustaría gustaría puntualizar puntualizar algu algu nas de las razones que-me condujeron a organizar la trama de esta est a enseñanza enseñanza alred alrededo edorr del tema «Estruc «Estructu tu ras clínicas y psicoanálisis». psicoanálisis». En primer primer lugar, lugar, me interes interesa, a, subray subrayar ar que se trata tra ta de una aproximación psicoanalítica organizada según una perspectiva sintética sin tética,, que creí creí poder defini definirr en tor no de la noción de «diagnóstico». Sin duda alguna, la cuestión del diagnóstico nos re mite directamente directamente a la dimensión dimensión de un «obs «obstá tácu cullo técnico» e n el campo campo del del inco inconscien nsciente, te, désde él momento m omento én qué el clínico debe enfrentar, con la urgencia consa bida, bida, los azares azares de la práctica. Se trata, ante todo, de una dificultad de «localiza ción», término utilizado, como se sabe, en una acepción casi exclusivamente topográfica. Localización que, en éste éste nivel, nivel, se s e convierte convierte en e n una un a regla, conf confro ront ntado ado como como está es tá el analista an alista con ciertas ciertas confusione confusioness én los indicado indicado res clínicos que, en ocasiones, hasta pueden parecer inexistentes. Con seguridad, no.hay un expediente radical para dificultad. dificultad. 'Ibd 'Ibdos os sabemos que, en gran m

































clínicos clínicos rigurosos. Aunque no prejuzguen en nada nad a sobre sobre la pertinencia pertinencia de la práct práctica, ica, son son de todos todos modo modoss indica dores metap metapsic sicoló ológic gicos os que nos permiten circunscribir ciertas entidades nosográficas estables, siempre y cuando esta perspectiva nosográfica sea remitida al contexto coherente coherente de la la referencia que-se que-se emplee para fundarla: la investigación del inconsciente. Los indicadores metapsicológicos a los que aludo exigen ser distinguidos en dos niveles diferentes. Por un lado, aquellos capaces de interv interven enir ir ,en «la «la elabora elabora ción del diagnóstico», en la acepción específica que re quiere este término en el campo psicoanalítico.;Por el otro, se trata de adoptar indicadores capaces de inter ven ve nir en el marco marco de de la dirección dirección de la cura y de la diná mica resu resultan ltante. te. Así, pues, pu es, hablando con propi propieda edad, d, son «intransmisibles» fuera del trabajo de elaboración que cada cual cual puede puede hacer hacer sobre su propia prácti práctica. ca. Cae de maduro que, en en nombre de tal tal enseñan enseñanza* za* no voy voy a suscribir el proyect proyectoo de una una transmisión exhaus tiva. Más exactamente, se s e trata trata de intr introdu oduci cirl rlos os en esta noción de diagnóstico desde una perspectiva estructu ral. Como tál,résta perspectiva ímponé apoyarse en la descripción dinámica y económica de las principales estructuras psicopátológicas; estructura histérica, es tructura obsesiva, estructura perversa. Las estructu ras psicóticas fueron deliberadamente excluidas de es ta exposición, no sólo en razón de su complejidad sino también tam bién,, e incluso, debido debido al tiempo tiempo que se me ha asig nado para llevar llevar a buen término este

































Primera parte. parte. Diagnóstico y estructur estructuraa

































1. La noción de diagnóstico en psicoanálisis*

Desearía atraerlos á esta problemática del diagnós tico en el campo psicopatológico a través de una incur sión clásica en ciertas concepc concepcio iones nes freudianas. freudianas. Muy pronto, pronto, en 1895 —lo —lo que equivale equivale a decir én. el nacimiento del psicoanálisis—, Freud planteó está cuestión. Estoy aludiendo al estudio de 1895 titulado «Sobre la psicoterapia de la histeria».! De las dificultades «técnicas» que suponía la aplica ción ción en en las. histéricas histéricas del del método método terapéutico terapéutico de Bréuer Bréuer abreacció cción, n, Freud iba a extraer cierta por detección y abrea :cantidad de conclusiones importantes. Por un lado, se ñalaba, le parecía difíci difícill hacerse üná idea pertinen p ertinente te dé un caso caso de neurosis neurosis sin haber haberlo lo somet sometid idoo a un u n análisis an álisis prof profun undo do.,., Pero Pero,, a ello ello añadía añadía qué, incluso incluso antes tes de ¿star ¿star en, condiciones condiciones de aprehender el ccaso aso en deta d etalle, lle, era era sin sin embargo necesario establecer un diagnóstico, para de terminar la orienta orientació ciónn del tratamiento tratam iento.2 En otros ,tér tér minos, Freud había señalado perfectamente, desde el inicio de su obra obra,, la ambigüedad ambigüedad con con la que que se plantéa lan téa el el problema del diagnóstico diagnóstico en el camp campoo de la clínica psi-

en detalle

a problemática



































coanalítica: establecer precozmente un diagnóstico pa ra decidir la conducció conducciónn de la cura, cura, aun aun cuand cuandoo la perti perti nencia de tal diagnóstico sólo pueda ser confirmada tras tras cierto cierto tiempo tiempo de tratam tratamiento. iento. E sta sta dimensión dimensión paradój paradójic icaa constituye, de hecho, to da la especificidad del diagnóstico en psicoanálisis. Es imperativo, pues, esclarecer dicha noción poniéndola en perspectiva con la significación que adquiere en el universo universo de la clínica clínica médica. médica. U n di diagnós agnósti tico co es un acto acto médic médico o movilizado por dos objetivos. Primero, un objetivo de obse observ rvac ació ión, n, destina do a determinar la índole de una afecci afección ón o de una en fermedad fermedad a partir de una un a semiología. semiología. Luego, un un. objeti clasificación ción, que permite localizar tal o cual esta vo de clasifica do patológico encuadrado en una nosografía. Así, el. diagnóstico diagnóstico médico médico siempre se plantea plantea según segú n una. una. dobl doblee perspectiva: a) a) por referencia a un un diagnóstico diagnóstico etno tnológ lógi co co; b) por referencia a un diagnóstico diferenc diferencial. ial. Ade más, el diagnóstico médico se propone no sólo estable cer el pronóstico vital o funcional de la enfermedad, si no también también la elección elección del tratamiento tratamiento más más apro apropi piado ado.. A tal ta l efecto, efecto, el médi médico co dispone dispone de un sistem siste m a múlti m últiple ple de investiga investigación ción.. Ante todo, todo, pone en marcha una un a inves ti ción ci ón mnésica mné sica destinada a recoger los hechos



































Ahora bien, como todos sabemos, ese espacio de pa labra está saturado de «mentira» y parasitado por lo imaginario. De hecho, es el sitio mismo donde viene a expresarse el despliegue fantasmático; también es aquel donde el sujeto testimonia su propia ceguera, puesto puesto que no sabe sabe en e n verdad lo que dice a través dé lo que enuncia, desde el e l punto de v ista ista de la verdá verdádd de de su deseo y, por lo tanto, desde el punto de vista de lo que subyace bajo el disfraz del síntoma. Por este motivo, el establecimiento del diagnóstico se sustrae a los datos empíricos empíricos objetivamente objetivam ente controlables. controlables. Su evaluación evaluación es :esencialm esencialmente.su ente.subjetiva bjetiva por cuanto cuanto sól sólo se sostien sostienee del discurso discurso del pacien paciente, te, sin tomar tomar otro otro apo apoyo yo que que la subje subje tividad tividad del analista an alista en la escucha. escucha. Existe, entonces, una diferencia radical frente al diagnóstico médico, pero, aun así, ¿no hay en este cam po intersubjetivo puntos de referencia estables? No nos encontramos en un campo de interacciones meramente empáticas o de influencias sugestivas. El psicoanálisis se definió precisamente en su especifici dad en el momento en e n que Freud Freud supo arran arrancar car sus su s pro pias intervenci intervenciones ones al a l cam campo po de de ^sug ^su g estió es tiónn . Así, Así, pues, pu es, es totalmente lícito pensar que, no obstante, es posible definir cierta cierta topografía topografía de las las afecciones psicopatológi psicopatológi--



































psico análisi lisiss salvaj sal vajee denunciado por Freüd en una el psicoaná crítica crítica harto harto pertin pertinen ente te.3 En este este breve estudio, Freud nbs nbs ofre ofrece ce una ilustra ilu stra ción brillante de la prudencia que debemos tener en cuanto cuanto al diagnóstico, y de los peligr peligros os que resu resultan ltan de una un a interve intervención nción basada e n lá causal causalidad idad lógica lógica vigen te en el campo médico. Nos muestra, principalmente, 4 hasta qué punto la «interpretación salvaje» se apoya siempre en una racionalización causalistá precipitada y fundada en un proceder hipotético-deductivo desde ñoso de lá distancia que separa el decir de lo dicho. El acto psicoanálítico no puede apoyarse abrupta mente en la identificación id entificación diagnóstica diagnóstica co como tal. Una Una in terpretación terpretación psicoan psico analítica alítica no puede puede constituirse, en su aplicaci aplicación, ón, como como úna lis l isaa y llana consecuenc consecuencia ia lógica lógica de un diagnóstico. diagnóstico. Si S i así a sí fuera, podr podría íamos mos disponer de de tra tados de terapia analítica comparables a los que utili zan, en sus respectivos campos, todas las disciplinas médicas. Así, la sagacidad precoz de Freud nos permite ex traer algunas enseñanzas preliminares en cuanto a este este probl problema ema del diagnóstico. La primera de estas enseñanzas consiste ya en po del diagnósti ner de manifiesto la dimensión potencial del co co. En la. clínica analítica, el acto diagnóstico es por deliberadamente plan pl ante tea a fuerza, al comienzo, un acto deliberadamente



































dón dón diagnóstica destinada destinada al devenir de una una confir confirma ma ción ción,, esa esa potenci potencialidad alidad suspende, suspende, al menos menos por por un tiem po, la puesta en acto de una intervención con valor di rectamente rectamente terapéutico. terapéutico. . La. tercera enseñanza, que resulta de las dos prece dentes, insiste en el tiempo tiempo nec neces esar ario io que es preciso preciso ob antess de toda deci decisi sión ón.# .#,, propuesta propuesta de tratamien tratam ien servar ante to. to. Es E s el e l tiempo dedicad dedicadoo a lo que habitualm habitualmente ente llama llam a mos «entrevista preliminar» o. incluso, para recoger la expresión freúdiana; «el tratamiento de prueba» . 5 Por más que sea un tiempo de.observación, éste tiempo preliminar, desde su inicio,, se encuentra ins cripto en el dispositivo analítico: «Este ensayo prehminar constituye yá, sin embargo., el comienzo de un análisis y debe ajustarse a las regías que lo rigen: la única diferencia puede estar en que-el psicoanalista deja hablar sobre todo al paciente, sin comentar sus decires más de lo absolutamente necesa rio rio para la prosecuci prosecución ón de su relato» . 6 Así, pues, pu es, desde desde un un princi principio pio,, Freud Freud enfatiza la im portancia portancia del del dispositivo de discurr discurroo libre ya en las enentrevistas preliminares. De hecho, este es el punto fiin-



































damental que sustenta el problema de la evaluación diagnóstica, la que ha de circunscribirse más al «decir» del paciente que a los contenidos de su «dicho». De ello resulta res ulta una una moviliz movilizaci ación ón impei impeirat rativ ivaa de la escucha. Es te único instrumento instrumento de discriminación discriminación diágnóstica diágnóstica de de sabe r nosográficóysóbre las be ten tener er prioridad prioridad sobre sobre el saber racionalizacio racionalizaciones nes causalistas. causalistas.

Maud Maimoni consagr consagróó a esto estoss tem tem as un excelente trabaj trabajoo dohde in insis siste te en est e staa movil movilizaci ización ón inmediata de la escucha: «Por ello, la: primera entrevista con el psicoanalista es más reveladora én las distorsiones del discurso que en su propio contenido» .7

En general, los desarrollos que consagra Maud Mannoni a las prim primer eras as entrevist entr evistas as ilustran de mane ra harto pertinente esta problemática ambigua, pero inevit inevitab able, le, del diagnóstico diagnóstico en el campo campo del psicoanálisis psicoanálisis tal r.omn Erend. tem nran nr anám ám ente. en te. nos n os la señaló.





































2, Síntomas, diagnósticos y rasgos estructurales

En toda práctica clínica, es habitual tratar de esta blecer coirelaciones entre la especificidad de los sínto mas y la identificación de un diagnóstico. Felizmente, los éxitos terapéuticos dependen, en gran medida, medida, dé d é la existencia de tales correlaciones. No obstante, si ese dispositivo causa cau salista lista es eficaz, és porque porque el cuer cuerpo po res re s ponde ponde a un proce proceso so de funcionamiento él mismo regula reg ula do según un principio idéntico. Existe cierto tipo de determinismo orgánico. Cuanto más profundo es el cono cimiento de dich dichoo determinismo, determinismo, tanto tanto más más se multip m ultiplilicán la'cantidad de correlaciones entre las causas y los





































En el e l camp campóó científico, científico, una previsión sólo sólo es admisi adm isi ble en la medida m edida en que se apoye apoye en una ley. Ahora Ahora bien, una ley no es otra cosa que la explicación objetiva y generalizable de una articulación estable entre causas y efectos. La causalidad psíquica psíquica no es obje objeto to de leyes, leyes, por por lo menos en el sentido empíri empírico co y estricto que e l tér té r mino adopta adopta en las la s ciencias exactas. O, lo que e s lo mis psic oanáli álisis sis no es una ciencia} ciencia}-- precisamente a mo, el psicoan causa de ésta ausencia de legalidad entre las causas y los efectos que, de antemano, invalida toda previsión estable. Por consiguiente, debemos partir de ese estado de inferencia nciass cosas que nos impone impone compr comproba obarr que tío hay infere estables estables entre las la s causas causas psíquicas psíqu icas y los efe efect ctos os sintomá sintom á ticos ticos en en la determinación de de un diagnóstico diagnóstico. Esta com

probación es esencial, por lo mismo que se inscribe en contra del funcionamiento habitual de nuestros proce sos mentales. mentales. Pensamos Pensam os espontáneamente en un orde ordenn de racionalidades cartesiano que comúnmente nos con duce duce a estructurar estructurar nuestras nue stras explica explicacio ciones nes según segú n líneas línea s de pensamiento sistemáticamente causalistas, en el sentido sentido del d el discurso discurso de la ciencia. Recusar dich dichoo orde ordenn





































estructura del sujeto. Ahora bien, para establecer un diagnóstico debemos contar con la estructura. Las correlaci correlaciones ones que existen existen entre un un .sínt .síntoma oma y la identificación identificación diagnósti diagnóstica ca suponen suponen la pue p uesta sta en acto acto de de una una cadena de proc proces esos os intrapsíquic intrapsíquicos os e ínter ín ter subjeti subjetivos vos que dependen de la dinámica del inconsciente. Esta dinámica jamás se desarrcilla en el sentido de una im plicación lógica e inmediata entre, la naturaleza de un síntoma y la identificación, de la estructura del sujetó que manifiesta tal síntoma. Nuestro conocimiento ac tual de estos procesos inconscientes invalida de ante mano tal ta l posibilidad posibilidad de relación relación causal inmediata. Bas B as ta observar cualquier, aspecto del proceso inconsciente para advertir que no podemos esperar nada de un.cfeterminismo semejante. Algunas ilustraciones elemen tales ta les permit perm iten en justifi justificar car este e ste punt punto. o. Recordemos los argumentos desarrollados por proceso primario. Con Freud a propósit propósitoo del proceso Con él, nos no s ve





































causal causal directa éntre un u n diagnóstico diagnóstico y un un síntoma. La ac tividad sádica sintomática supone esta lógica contra dictoria de la vuelta hacia la persona propia. Ahórs bien, es este proce proceso so de vuelta vu elta no permite aplicar aplicar una ex plicación causal inmediata." Avance Avancemos mos más en las la s consecuenc consecuencias ias de esta obser obser vación. Supongamos que esta esta lógica contr contradict adictoria oria see una lógica estab estable le en él nivel nive l de los los proce proceso soss inconscien tes. Así, Así, imaginemos imaginem os equivalencias equivalencias fijas fijas:: masoquismo ==========> sadismo exhi exhibi bici cion oniismo ==== ====““ = = = = > voy voyeuri urismo Aun cuand cuandoo estas estas equivalencias fuesen fuesen estable estables, s, ello no nos permitiría deducir un diagnóstico seguro a par tir de manifestaciones manifestacion es sintomáticas. De hecho, hecho, todos todos los datos cotidianos de la experiencia clínica desmienten tal tal seguridad. seguridad.





































dé la neurosis neurosis obsesiva. Freud lo lo explic explicaa en tres texto t extoss "fundaméntales.3 ¿Cabe ¿Cabe concluir de estas esta s explica explicaciones, ciones, ¿tlá ¿tlá vista vista de d e tal ta l síntoma, síntom a, un un diagnóstico diagnóstico de neurosis neurosis ob sesiva? En este puntó debemos mostramos, una vez Jñás, muy prudentes. La experiencia clínica nos mues tra regularmente la existencia áctiva de este sínttíma e¡n.ciertos casos.de histeri histeria, a, De hecho, hecho, en alguna algunass his h istté ricas, este síntoma encuentra su despliegue favorable, especialmen especialmente te en la administraci administración ón hogareñ hogareña; a; Bien sa bemos que se trata de de un síntoma de «pré «prést stamo amo conyu conyu gal». En su tendencia a adelantarse al deseo del otro, uña mujer puede tomar fácilmente en préstamo ese síntoma de d e su compañe compañero ro masculino masculino obsesi obsesivo, vo, grác g ráciaá iaáaa un proceso proceso de de identificación histérica. histérica. Una vez vez más, este es te ejemp ejempllo muestra que que no existe existe so lución de continuidad directa entre uña cartografía de síntomas y una una clasificaci clasificación ón di diagnó agnósti stica. ca. Esta E sta disconti nuidad entre la observaci observación ón del síntoma síntoma y la evaluación evaluación diagnóstica diagnóstica impone impone centrar el probl problema ema de una una manera m anera







































consciente consciente». ». Pero Pero es esta prescripción prescripción sólo sólo obtiene obtiene su efec tividad en la medida en que un sujeto se vea llevado s proferir uii «discurso» a propósito de su sueño. La vio regia regia es, es, precisam pr ecisamente, ente, el discurso. Sin él, no podrís existir decodif decodifica icaci ción ón posible de la puesta p uesta en acto acto del in consciente. En' este aspecto, recordemos algunas direcciones di pensamiento formuladas por Lácari desde la perspecti va de su famoso «retomo, a Freud»: «E incluso ¿cóm cómo un psico p sicoan analis alista ta de hoy no se sentiría sentiría llegado a eso, a tocar la palabra, cuando cuando su experience experience recibe de ella su instrumento, su marco, su material 3 hasta el ruido de fondo de sus mcertidumbres? »(.. »(. . . ) Es toda la estructura del lenguaj lenguajee lo que que la ex







































»Si las la s pulsiones pulsiones que se descubren descubren en él son del del nivel niv el diencefàlico, o aun del rinencéfalo, ¿cònio concebir que se estruc estructuren turen en términos términos de de lenguáje? lenguáje? »Pues desde d esde el origen origen ha sido en él lenguaje lenguaje dónde dónde se han dado a conocer sus efectos —sus astucias, que he mos aprendido desde entonces en tonces a reco reconoc nocer, er, no no denotan menos en su trivialidad trivialidad como en su s us finura finuras, s, un proce proce dimiento dimiento de lenguaje».6 Para Pa ra volver más directamente directamente á la problemát problemátic icaa del síntoma, evoquemos esta fórmula de: Lacan extraída del «Informe de Roma» (1953):







































Eñ otros términos, este espacio intersubjetivo es aquel ordenado por .la articulación de la palabra. Esos indicadores diagnósticos estructurales se. manifiestan, pues, pu es, en el despliegue despliegue del dec decir ir,, cual brechas significati significati vas del deseo deseo expresadas en el que habla. Estos indica indica dores no no son más que los indicios que baliza balizann el funcio funcio namiento namiento de la estructura subjetiva subjetiva.. Com Comotale ta les, s, si pue den suministrar informaciones sobre el funcionamien to de de la estructura, estructura, es sólo porque porque representan representan los «car teles de señalización» impuestos por la dinámica del deseo. De De hecho, la especific especificidad idad de la estructura estructura de un sujeto sujeto se se caracteriza caracteriza ante ante todo por por un.perfil predetermi nado de la economía de su deseo, regida esta por una







































conden ensa saci ción ón.. En el caso clínico a) principalmente a la cond que que los remito rem ito, 9 es fácil ver ver cómo cómo la condensación condensación resu resull tó operativa operativa en el nivel nivel de ios elementos, elementos, significantes que estructuraron el síntoma (síntoma de automutilación), En consecuencia, el síntoma se presenta cabalmente como un material significante que dice muchc más de lo lo que parece en lo inmediato. inmediato . Ocasión Ocasión esta esta pars verificar verificar aquella te t esis de Lacan Lacan que describe describe el sínto síntoma ma como como una metáfora , es decir, cómo una sustitución sig nificante. 1 0 Se comprende, en tales condiciones, que el síntoma nunca nunca tenga, por naturaleza, naturaleza, sino un valor significativo significativo aleatorio e imprevisible. Como formación del incons ciente, ciente, el el síntoma se constituye, constituye, en efecto, efecto, por por estratifi estra tifi







































tr t r í l a que la administración del material significante se ignorancia del sujéto. sujéto. Esta Esta administraci administración ón efectúa en lá ignorancia

:és característica del d el funcionamiento funcionamiento de la estructura, o sea, sea , de cierto cierto modo modo de gestión del deseo. deseo. La evaluación diagnóstica debe estar supeditada, pues, a la localiza ción de dicha administración, única, única,que pone en juego juego rasgos señalables y estable estables. s. El problema del diagnóstico parece tributario, pues, de una nueva nueva pregunta. ¿Cuá ¿Cuáll es lá constanci constancia, a, si s i exis te, te , de esos esos rasgos estructurales estructurales que que no no pueden sino su poner pon er cierta estabilidad estabilidad en la organización organización de la estruc tura psíquica? psíquica?









































y. La función función paterna y las estructuras psíquicas

La puesta e n acto acto de una una estructura psíquica, es de









































troducir los elementos más generales a través de una analogía analogía metafóri metafórica, ca, y otra descubri descubrirr el modo modo en que es es ta economía del deseo puede inducir, bajo la influencia de la función función fálica, fálica , tipos tipos de estructura diferentes. Por que realmente debemos reflexionar sobre la discrimi nación de estos tipos si queremos extraer enseñanzas concretas concretas desde el e l punto de vista vista del diagnósti diagnóstico, co, en la la clínicajE clínicajEnn este sentido,-la memoria memoria de los amores edíp£









































larelac larelación ión con con el falo falo resultan resultan particularmente particularmente favora favora bles bles a la cristalización de organizaci organizaciones ones estructura estru cturales. les. Dicho de otro modo, estas diversas estructuras están determinada determinadass por por uno u otro otro de esos diferentes diferentes momen m omen tos cruciales. Así ocurre con la organización de las es tructuras tructuras perversas, obsesivas, obsesivas, histéricas h istéricas y psic psicjó jóti tica cas, s, cuya instalación es posible localizar según los factores favorecedores que intervienen en las interferencias de









































que se esfuerza por encontrar en ella su propia expre sión. Para Para insistir insistir una una vez más sobre lá dimensión irr irre-. ductib ductible le de la estruc estructur turaa de lengu lenguaje aje —o —o :sea,; sea,;lo lo simbóli co—, recordemos que ese orden es tanto más determi nant na ntee cuanto cuanto que la elección elección de esa estructura, para un sujeto, es justamente aquello por lo cual adviene a lo simbólico, Les recuerd recuerdoo que el e l advenim advenimiento iento a 16 16 simbólico simbólico es el









































inaugural. Por Por lo demás, es preciso partir partir de este punto punto de anclaje si s i queremo queremoss localizar localizar rigurosamente los mo mo mentos mentos decisivos decisivos a los que me referí anteriormente. anteriormente. En efecto, se trata ante todo de circunscribir aquellos mo mentos en que la economía del deseo del niño se topa con con la función fálica, para negociarse negociarse con ella a la medir da de una una inscripció inscripción. n. Esta función fálica se caracteriza prioritariamente,











































trar cuán crucial crucial resultaba resultaba esa distinción desded desd edíí pun to de vista de su incidencia incidencia en la organ organiz izaci ación ón déla dé la'e 'ess











































bemos saber localizar la economía del deseo del niño según esté comprometida con respecto al padre imagi











































Por el contrario, se trata de una exigencia de palabras, de discurso, vale deci decir, r, de una exigencia exigencia significante: el











































puesta ta en du duda! jeto fálico fálico rival riva l de él mismo ante ella. La pues de la identificación fálica del niño no puede compren derse fuera de este espacio de rival riv alida idad d fálica ia











































de resultai resultai:: un un enquistam enquistamientó ientó dé toda toda la economia economia del deseo, la la que contribuirá a la instalación de ima ima fijac fijación ión psíquica irreversible, Èri efecto, alrededor de tal apues











































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































carrera al objeto a. Eh semejante semejante persecuc persecució ión, n, el e l histé histé rico masculino se descalifica de antemano en razón dé la posició posiciónn sintomática sintomática que mantiene mantiene con el falo. Y es én esta esta dialéctica dialéctica donde donde el el obj objet etoo femenino femenino abandóna abandóna la si tuación idealizada en que se hallaba* en beneficio de una posición tanto más detestable cuanto que sé manifiesta como como un obj bjet etoo susceptible susceptible de ser se r perdido perdido.. En tales condiciones, todo el imaginario de. la «pro pieda pi edad» d» vacila; la encam encamació aciónn idealiz idealizad adaa del objet objetoo fáli* fáli* co se escabulle. Se. comprende por qué maltratar a tal objeto es inconscientemente destruir la marca de la falta en el objeto femenino. En esos momentos de de rrumbe, el histérico se ve confrontado, pues, con el sig nificante de la l a falt faltaa de ese ese otro otro femenino. Parece lógic lógicoo qué el histérico oscile en una: actitud ambivalente, este reotipada reotipada que no hace sino traducir traducir la permanencia perm anencia de su ambivalencia pata con el falo: a saber, una actitud sucesiva sucesivam m ente ente hostil ho stil y expiatoria expiatoria frente frente al obje objeto to.. ; Comoquiera que sea, el objeto debe ser dominado. De ahí ah í proviene la hostilidad-ost hostilidad-osteñtat eñtatoria oria qué el e l hist histéé rico rico alimenta alimenta para para con con él, él, para para asegurarse asegurarse su s u posesión. posesión. Pero muy rápidamente, el histérico es desbordado por su propia empresa de destrucción, lo que lo lleva a un viraje expiatorio y casi mágico mágico a través través del cual cual inten inte nta de nuevo nuevo congraciarse congraciarse con con el obje objetto. En este es te viraje viraje pode mos observar observar la puesta pu esta en acto acto de uno de los rasgos rasgos más m ás fundam fund amenta entales les de la estructura histérica: histérica: la alienación alienación efecto, es es im del deseo deseo en bene benefic ficio io del dese deseo o del otro tro. En efecto, portante ponerse entonces al servició de ese otro para reinstaurarlo sobre el pedestal del cual cayó. En esta situación expiatoria, el perdón ya no tiene precio y él histérico se ofrece como víctima dispuesto a sacrificarlo todo por.su objeto idealizado. Los Los resortes resortes de la humillaci humillación ón son tanto más m ás desea desea dos cuanto que podrán santificar la herida narcisista imaginaria intolerable por la cual el histérico se pre

































que ño está a la altura de su compañera adulada, re quiere la absolución femenina ante1el desastre fantásmático operado por la ausencia del objeto fálico. Esta indignidad certifica la desgracia desgracia de no téiibrlo téiibrlo a los ojos jos de aquella que siempre puede reparar ése defecto. Los libretos expiatorios carecen de líniite líniites, s, ya ya que' que'lo lo que im im porta, porta, ante an te todo, todo, es hacer ver ver hasta as ta qué qué extremos extremos el sa crif crifici icioo no tiene tie ne ningún ningún precio precio ante ante la miráda miráda de de aquella aquella a quien se ama. De todas formas, realmente se trata de linsi confu sión trágica entre entre el dese deseo o y el amor. amor. En efecto,-todo ocu rre com como si si la dimensión dimensión del amor hacia hacia el objet objetoo feme feme nino debiera ofrecerse ofrecerse como como prénda exclusiva exclusiva del del deseo. deseo. Cuanto más ama el histérico masculino,- tantb más se resguarda de la dimensión del deseo. De hecho, hecho, cuanto cuanto más se desplie despliega ga sin limites lim ites el amo amor, r, tanto más es ocul ocul tado el sitio s itio de la falta falta en en el e l Otro. tro. Ésto explica explica por por qué el histérico se presen pre senta ta a menudo menudo como como un héroe sacrificar do en el terreno de su amor por el otro femenino: o sea, un excombatiente quejoso y desconocido en nombre de todos los. los. sacrificios sacrificios padecidos padecidos y ofrec ofrecido idoss én honor de su dama. Para reconquistar el objeto perdido,, el histérico masculino está dispuesto a todo. Aquí encontramos la vertiente ciega mantenida en toda neurosis: cuánto más se pone en escena escen a el sacrif sacrifici icioo amoroso/tanto amoroso/tanto más invalida en el otro tro las veleidade veleidadess del dese deseo. o. El histéri histérico co paga a la dime dimensión nsión de este e ste malentendido, malentendido, el tributo de de su inscripción en la función fálica, manteniendo así su deseo propio como insatisfecho. En otros términos, cuanto más cara es la deuda expiatoria, expiatoria, tanto más se justifica la lógic lógicaa histérica dél dél deseo. Un último último punto punto merece merece ser ser aclarado, aclarado, a propósito propósito de de la articulación entre la destitución del objeto femenino idealizado y su transformación en objeto de destruc

































embr agador or metapsic metapsicolpgic olpgico o parece intervenir intervenir como un embragad y que se exterioriza en una actualización de la violen cia. cia. Se trata trata de ün elemento elem ento de ruptura ruptura que que puede puede metaforizar la falt falta, a, es es deci decir, r, lá pérdida, o sea, el único único mo tor tor que que da al deseo su su dimens dim ensión ión viviénte. viviénte. Detrás del .to .to no espectacular de la violencia (tanto moral como físi ca ca), identificamos la puesta en acto de un proceso bien d e histeria. hister ia. Este proceso interviene conocido: la crisis de siempre como descarga libídinal dé las investiduras eróticas del objeto del deseo. En efecto, podemos consi derar derar este este acceso acceso de violenc violencia ia como como una una «cri «crisi siss deM deMsteria a la Charcot», presentándose en una forma aborta da, cosa que no le impide cumplir la misma función, Aunque eñ forma menguada, encontramos los princi pales grandes momentos de la crisis clásica clásica de histeria, histeria, sínd romes es precursores precursores a menudo es El período de los síndrom anunciado por una verborrea marcadamente interpre clónic ico o generalmente se metaforizá tativa. Él período clón pe río o por una crisis clástica espectacular. En cuanto perí do resolu resolutor torio, io, generalmente se manifiesta en la este reotipia de los lo s derrumb derrumbes es emotivos, llantos, llantos, quejidos y stras lamentaciones diversas. Por lo demás, está fase resolutiva anuncia siempre la etapa siguiente: el tiem po expiatorio del perdón. R esulta esu lta fácil fácil comprender comprender que, que, bajo bajo diferen d iferentes tes ,a s pect pectos, os, la economía economía desean dese ante te del histérico histérico puede predi car, a primera vista, en favor de la perversión. No obs tante, este cuadro clínico, que evoca ciertos síntomas perversos, no participa para nada de una estructura perversa. La diferencia estructural absoluta entré es tas dos organizaciones psíquicas se define, esencial mente, por el modo de inscripción del histérico en la función función fálica. fálica.

































Thrc&rn

parte. parte. La estructura estructura histérica histérica

































10. E stru ctu ra h istéri istérica ca y lógi l ógica ca fáli fál i ca

Cómo lo hemos hecho, para la estructura perversa, les propon propongo go tratar de circuns circunscrib cribir ir los los rasgos rasgos estruc estructu tu rales fundamentales de la histeria, es decir, poner de manifiesto, manifiesto, en la dialéctica del deseo y con con relación relación a lá apue apuesta sta fálica, lo que se puede considerar considerar com comoo «puntos «puntos de anclaje» de las organizaciones histéricas. Así, pues, pu es, conviene conviene señalar los puntos puntos de cristaliza cristaliza ción en que esta lógica fálica se orienta según un modo específico y preponderante que, en él caso presente, se fijaa en tomo fij tom o de de la problemática problemática del tener y su corr correl elato ato no no ten tener erlo lo..

Por más que enyla histeria isteria se trate, trate, de un hecho de d e es tructura, .no .no es menos cierto cierto que el pasaje pasaje del ser a l te ner constituye un aconteci acontecimien miento to general de la dialécti ca edípica. Se trata, pues, de una dimensión que inter viene en el e l horizonte de todos los proceso procesoss de organiza ción psíquica. Lo que. será representativo representativo de d e la estruc tura histérica histér ica es el mod modoo de asunción asunción estereotipada de la apuesta apuesta constituida constituida por por esa proble problemáti mática ca del d el tener. tener. Como sabemos, sabemos, el e l pasaje dél ser al tener está es tá deter minado principalmente principalmente por la intrusión paterna. El E l pa dre imaginario se manifiesta específicamente intervi niendo niendo como como padre priva pr ivado dory ryfru frustr strad ador or.. Por ello, ello, al ni ni ño se le aparece como un padre interdictar?- Porque el padre es reconoc reconocido ido por la madre com comoo aquel aquel que que le «ha ce la ley» ley» (Lacan), (Lacan), el deseo de la madre se reve revela la al niño, niño , 1 J. Dor, véase véa se el cap. cap. V, V, «La «La fonctio fonctionn patem pa temelle elle e t ses avatars», avatars», h e pére e t sa «Fonction paternelle et structure hystérique», en he fonction fonction en psych psy chana analyse lyse , op op. c i t , págs. 79-84.



































éii efecto, como un deseo Inscripto en la dimensión del tener. En la la medida medida en que el padre privado privadorr arranca la cuestión del del deseo del niño a la dimensión dimensión del ser (ser el falo de la madre), madre), ese ese padre con conduc ducee inevitablem inevitablemente ente al al niño hacia hacia el registro registro de la cast castrac ración ión.. Ese presen presentim timiento iento de la castraci castración ón es aquello aquello por por lo cual el niño descubre que él no sólo no-es. el falo, sino también que no no lo tien tienee, tal ta l com como la madre, de quien al al mismo tiempo descubre que lo desea allí a llí dond dondee supue supuess tamente se encuentra. El padre accede así a su plena fruición de pa p a d re simbólico simból ico , tanto más cuánto qué la madre reconoc reconocee la palabra del padre como como la única sus ceptible ceptible de movilizar su deseo. En efecto, efecto, en está e stá nueva nueva movilización del deseo de la madre, tal y como ella aparece aparece al nino, este es te último no puede puede dejar dé in institu stituir ir al. padre imaginario en un lugar donde es depositario del falo. Insisto particularmente en éste vuelc vuelcoo déla d éla dialécti ca del ser al tener en la organización de la: estructura histérica. Acerca de este punto y de su incidencia en el complejo de castración, Lacan nos ofrece una explica ción ción sumam suma m ente valiosa: valiosa: «Para «Para tenerlo tenerlo [precisa], [precisa], primero primero ha de haberse haberse plante pla nteaa do que no se lo puede tener, hasta el punto de que esa posibilidad de ser castrado es esencial en la asunción del hecho hecho de tener el falo. falo. Ese es e s el paso qué se debe dar; ahí debe intervenir en algún momento, eficazmente, realmente, efectivamente, efectivamen te, el padre padre» .2 La apuesta histérica es, por excelencia, la cuestión de ese es e «pas «pasoo que se debe da dar» en la asunción de la con quista del falo. A través de ella, el niño se sustrae a la

































propiedad, la asunciónude esta conquista del falo es lo que Freud designaba con la expresión declinación declinación del cómplejo cómplejo de d e Edipo. Edip o.'R 'Res esul ulta ta fácil comprender que tal ydeclinación está directamente vinculada a la cuestión de la atribución atribución fálica paterna, o sea, aall momento momento preci so en que va a principi principiar ar la lógica lógica del deseo histérico. Como lo observa Lacan, es preciso, que, en un mo mento dado, ese padre dé «pruebas» de esa atribución. Ahora bien, precisamente, toda la economía deseante pu esta ta a del del histérico se s e agota sintomáticamente sintomáticamente én la pues prueba prue ba de este «dar pruebas». U na vez más, la enseñanza de Lacan Lacan esclarece esclarece consi derablemente derablem ente el umbral umbral psíquico psíquico con con él que él histérico histérico tropieza neuróticamente: neuróticamente: «En «En la medida medida en en que interviene interviene [el padrel padrel como como el que tiene tiene e l falo falo y no como como el que lo es, puede producirse producirse ese algo algo que que reinstaur reins taura a la instancia del falo com como objeto objeto de seado por po r la madre, y ya no solamente solamente com como o objeto objeto del cuál él padr pa dree la l a puede pued e privar».3

De hecho, el histérico interroga e impugna sin des canso la atribución fálica, en una oscilación alrededor de ese «algo» que va a desarrollarse sobre el fondo de una un a indeterminación indeterm inación entre entre dos opcion opciones es psíquicas psíquicas:: por un lado, el padre tiene el falo de derecho, y por está razón la madre madre lo desea en él; por por el otro otro,, el el padre no lo tiene sino porque privá de él a la madre. Es sobre todo esta es ta últi ú ltim m a opción opción la la que alimentará alimentará la puesta pu esta a prue ba constante que el histérico mantiene alrededor de la

































dicáción permanente en cuanto al hecho de que la ma dre dre también tam bién puede tenerlo tenerlo y de que incluso incluso tiene tien e dere cho cho a él. En est estee nivel nivel de lá dialéctica dialéctica edípíca, compre comprendem ndemos os fácilmente que cualquier ambigüedad, cualquier ambi valencia mantenidas por la madre y el padre sobre la inscripción exacta de la atribución fálica, pueden apa recer como como otros otros tantos tan tos factores favorables a la la organi zación del proceso histérico; Si he podido expresar que ser, del mismo modo los obsesivos son nostálgicos del ser, militante s del tener tener. puede decirse que los histéricos son militantes En esta reivindicación del tener identificamos evi dentemente algunos de los rasgos estructurales más notables de la histeria. h isteria. No obstante, obstante, debe debe hacerse hacerse una observación: la diferencia de sexos no deja de tener al gunas gunas incidencias. Según Segú n el sexo sexo del histérico, la la reivin dicación adoptará contornos fenomenológicamente fenomenológicamente dis. tintos. Esto no impide que, fundamentalmente, esta búsqueda, o incluso esta conquista, se inscriba en una misma dinámica: apropiarse del atributo fálico del cual el sujetó se considera injustamente desprovisto. Ya se trate .para la mujer histérica de «hacerse el hombre», como lo expresaba Lacan, o, por el contrario, para el histérico masculino, de atormentarse buscando dar pruebas de su «virilidad», la cosa no cambia nada. Tanto por un lado como como por el otro, otro, se se trata tra ta de adhesión a un fantasma fantasm a movilizado movilizado por por la posesión posesión supuesta supu esta del falo, de ahí, en ambos casos, la confesión implícita dé que el e l sujeto sujeto no podría podría tenerlo.

































11. 11 . Lo s rasgos de la e stru ctu ra h istéri istérica ca

Tbnemo Tbne moss la costumbre costumbre de decir decir — es un un lugar lugar común que recorre toda la bibliografía psicoanalítica— que el sujeto sujeto histérico presen pre senta ta una inclinación favorabl favorablee a los m anera, ra, la h iste síntomas de de conversión conversión. De la misma mane ria se caracterizaría, también por el predominio de I9 . formació formaciónn de síntomas m ás de las veces con-1 síntoma s fóbi fóbico cos, s, las más juga jugado doss con con estados estados de angustia. Tbdas estas indicaciones presentán, efectivamente, algún interé interéss diagnóstico, per peroo no dejan de ser impreci sas sas en la medida medida en que participan participan tan sólo ólo, en una clasificación sificación de síntomas. síntom as. Aho Ahora ra bien, hemos visto qué es es tos signos clínicos clínicos son siempre insuficien insu ficientes tes para deter minar rigurosamente un diagnóstico. Sólo intervienen en calidad de informaciones provisionales que requie ren ser robustecidas por la localización de rasgos es tructurales tructu rales . Una cosa es tener presente la semiología estándar del cuadro clínico histérico, y otra asegurarse de que una semiología semiología semejant semejantee jamás tiene tien e más m ás que que un va lor nosográfico... nosográfico... De buena gana se admite que tres grandes cuadros

































petifícidad de los síntomas, a imageñjie cualquier cla sificación psiquiátrica; En la. la. clínica clínica psicoanalítica, psicoanalítica, esta especific especificación ación es se cundaria. En efecto, efecto, cualquiera que sea uno de ésos tres tipos, la economía del deseo histérico se mantiene fun damentalmente idéntica. Tal identidad sólo puede ser descubierta con relación a indicios más profundos, que contribuirán a determinar la estructura: los rasgo rasgoss es Ya se trate tra te de un paciente paciente que privilegia la tructurales. tructurales. Ya conversión somática; ya, por el contrario, de un sujeto histérico comprometido de manera predominante en los síntomas fóbicos y en los componentes de angustia, tanto en un caso como en el otro, la intervención tera péutica péutica sólo tendrá eficacia si logra logra desm desmov ovilizarla ilizarla eco eco nomía nomía neurótica del deseo, es e s deci decir, r, si incide en el nivel estructural más allá de las manifestaciones periféricas (los síntomas). Por añadidura, no debemos perder de vista queja expresión sintomática histérica está está también pres present entee en otras organizaciones estructurales. De áhí la vigi lancia que debemos tener tener siempre con respecto a la de codificación rigurosa de los rasgos de estructura, en detrimento de la detección detección de síntoma síntomas. s. E n calidad calidad de de tales tale s rasgos ra sgos estructurales, inmediata m ente ente debemos debemos mencionar lo que podríamos podríamos llamar llamar la alienación subjetiva subje tiva del histérico histérico en su relació relación n con el presencia cia deseo deseo del Otr Otro o. De hecho, nos encontramos en presen

de uno de los elementos elem entos más más constitutivos del funci funciona ona miento miento de la estructura histérica. Para compre comprende nderr su su carácter específico, debemos considerar de nuevo la



































de su deséo’sino ante el Otro, el cual sieifipré detenta supuestam supu estamente ente la respuesta al enigma del orige origenn y del proceso del deseo en cuestión. Ésto permite perm ite ya compre comprende nderr de qué modo modo él otr otro sir sir ve de soporte soporte privil privilegi egiado ado a los mecanismos mecanismos idéntifica: identificación ción llama lla mada da histérica histéric a1 encuentra torios, La identifica así as í su su origen origen en el prin princcip ipio io dé esta alienación. alienación. Este E ste so porte identificátorio es tan tanto to femenino como como masculino. Por. ejemplo, ejemplo, una histérica histérica puede iden id entifica tificarse rse gustosám sám ente ente con otra otra mujer mujer si se supone qué esta es ta conoc conoce' e'la la respuesta al enigma del deseo: ¿cómo desear cuando se está privado de aquello a lo cual se tiene derecho? No bien una mujer deseante se presenta como «no tenién dolo», pero deseándolo a pesar de .todo, ante aquel que supuestam supuestamente ente lo tiene, tiene, esa e sa mujer aparece aparece de de entrada, para la histérica, histérica, como aquella que le dará la solución a su pregunta. De D e ahí la identificac dentificación ión subsecuente dé la histérica con su «modelo». Por supuesto, esta identificación nunca es más que un artificio neurótico, una ceguera que no ofrece en nada ada ía solución esperada. Muy por por el contrario contrario,, no ha ce m ás .que redoblar redoblar la econo economía mía neuróticamente neuróticamente in insa sa tisfecha del deseo. De hecho, como lo decía Lacan, ocul ta e l «paso «paso que se se debe dar dar», », qué consis con siste te en en aceptar rio tener ten er el e l falo, para para dárselos dárselos medios medios posteriores posteriores de s u po sesión. En efecto, aceptar no tenerlo q potencialmente



































que no vacilaré en nombrar: identificación militante , o incluso identificación de solidaridad. Esta disposición conduce a las mismas cegueras antes aludidas, puesto que/un e/u na vez más, ella reniega de la condi condici ción ón que sella la relación del sujeto sujeto con el deseo del del fal falo. o. En todos los casos, casos, estos estos procesos procesos identificatori identificatorios os de muestran palmariamente la alienación subjetiva del histérico en su relación con el deseo del otro, sobre todo en la forma de de esa e sa sujeció sujeciónn del deseo deseo a lo que se puede suponer, presentir y hasta imaginar de antemano que es el del otro. Esta sujeción por exceso de imaginario constituy constituyee un terreno favorabl favorablee a todas las .empresas .empresas de sugestión. En efecto, la influencia y la sugestión operan siem pre bajo el ejercicio conjunto de dos condiciones. En pri mer lugar, es preciso que el otro que sugiere haya sido investido investido de entrada por por el histérico histérico en un lugar privile giado. giado. Por Por otra otra parte, es preciso preciso que el histérico se reco nozca nozca los medios para poder responder a lo que cree que ese es e otro otro espera de él. El lugar privilegiado privilegiado de que habla habla mos és el del Am A m o , siempre instituido como tal por el histérico, en el sentido de que supuestamente el Amo sabe sabe lo que el histérico se esfuerza en desconocer desconocer acerc acercaa de la cuestión de su deseo. deseo. En este sentido, cualquiera puede quedar, en deter



































infestaciones reales de dominio, el histérico redoblará inmediatam inm ediatamente ente su economí economíaa neuróti neurótica. ca. Podemos profundizar un poco más esta dimensión de la alienación deí deseo del histérico en el deseo del otro, examinando algunos casos representativos co rrientes. Evoquemos, por ejemplo, la dimensión del real realce ce que gobierna las relaciones de intercambio in tersubjetivo en algunas parejas. En efecto, ciertos sujetos histéricos presentan la disposi disposici ción ón singular singu lar que consiste en e n hacer hacer abstr abstrac acci ción ón de cualqui cualquier er man m anifesta ifesta ción ción persona personall con el único único fin fin de reforz reforzar ar las de sus su s com pañeros. pañeros. Estos Esto s histéricos histéricos se s e ponen ponen en escena, escena, preferen temente, como los defensores incondicionales de las ideas, las convic convicci ciones ones,, las las opcion op ciones.. es.... del ot otro. ro. Estadísticam Estadísticamente, ente, este ferv fervor or en ponerse al servici servicioo del otr otroo se manifiesta m anifiesta las más de d e las las veces en la histeria femenina. Tales sujetos ponen así todo su arte y süs talentos en regocijarse por el prestigio que. el otro supuestamente habrá de recibir. Además, los hombres que se prestan a esta mascarada se identifican ellos mismos mism os con el estat estatut utoo de «obj «objet etos os para hacer brillar» brillar» o valoriza valorizar, r, a que que los condenarnaslu^t^ri condenarnaslu^t^ricas! cas! Por lo demás, este carácter sacrificial obedece tam bién a otr otroo aspecto esencial esencial de de la histeria: la dimensión dimensión del dado proceeso se realiza gracias au au n da do p a r a ver./E ver./Este ste proc



































forma derivada, derivada, la función del del misionero. No No olvidemos olvidemos el destino de Arma O, (Berta Pappenheim), que la con dujo a fundar aquella famosa organización de bienhe choras: las asistentes sociales. En una vertiente más masculina, evoquemos tam bién a los «excombatientes'» que nutren sus beneficios secundarios de neurosis invocando todos los sacrificios que consintieron consintieron por el bien de la familia, del de l traba trabajo jo y de algunos algunos valores igualm igualmente ente indudables. indudables. Por más que que la la dimensión dimensión del del tener sustente suste nte de ma nera permanente permanente la econo economía mía histérica del del deseo, exis ten ciertas tendencias donde, precisamente por falta del tener, el histérico va a privilegiar su identificación con con el ser. ser. El proceso de identificación aparente con el falo en e n nad nadaa es contradi contradictor ctorio io con con la posición preceden te; Por el contrario, es incluso una consecuencia lógica .de la relación relación del histérico con el tener. tener. En este ste sentido, también tam bién podemos identificar identificar aquí un rasgo de estructu ra característico de la histeria. En todo sujeto histérico persisten persisten,, de manera más má s o menos invasora, los los vestigios vestigios de una quejaj quejajarcai arcaica ca que que se desar desarrolla rolla sobre sobre el el fondo fondo de una reivindíca¿í5n reivindíca¿í5n amoamorosa referida a la madre. En efecto, el histérico se vive no habiendo habiendo sido suficie suficiente nteme mente nte frecuentem frecu entemente ente com como no



































realizada, dicho de otro modo, ideal. De ahí' provienen lps esfuerzos, tan vanos como insaciables, que desplie ga el histérico en su esfuerzo de realizar dicha identi dad. Es fácil comprender a qué tipo de fantasma res ponde está está activi actividad dad industriosa del histérico para para sus su s cribir cribir su ideal ideal ident’ ident’itario. itario. Se S e trata trata dé dé pasar pasar a ser el ob jeto jeto ideal del Otro, ese que elhistéric elhisté ricoo supone supone no no haber sido sido jamás. jam ás. La medida medida dé esta esta suposición traduce traduce la de terminación particular que el sujetó impondrá, enton ces a la economí economíaa dé su deseo. Muy tempranamente, tempranam ente, Freud había llamado llamado nuestr nuestraa atención subrayando, hasta qué punto el histérico de seaba sobre sobre todo todo que que su deseo deseo permaneciera insatisfe insa tisfe cho.2 cho.2 El histérico se encierra, en efecto, en una lógica

psíquica irreb irrebati atible ble:: para mantener antener su deseo, el sujeto sujeto se esfuerza en no darle darlejamás jamás un'ob un'objé jéto to sustitutiyo sustitutiyo posi po si ble, a. fin de que la insatisfacción resultante motorice cada cada vez. vez. ínás al deseo en esta esta aspiración aspiración hacia un ideal idea l de ser. Por lo mismo que lo que el histérico persigue está ordenado, ante an te todo, todo, por esta esta identificació identificaciónn con el objet objetoo ideal del deseo del Otro, podemos inferir que todos sus fálic a. esfuerzos se s e ponen al servicio servicio de la identificación fálica. Por tanto, no es sorprendente observar la extrema afi nidad que el histérico presenta con todas las .situacio nes en que esta identif identificaci icación ón imaginaria imaginaria es susceptible





































Este «narcisismo-ialico» se expresará favorable mente en una forma espectacular e inmoderada: el da da* h istéri do para pa ra ver, es decir, la pues pu esta ta en esce escena na; Para el histéri co, co, en ese pitiati trata ta sobre sobre tod todoo de ofrecerse ofrecerse a la pit iatismo smo se tra mirada mirada del del Otro Otro com comoo encarnac encarnación ión del objeto objeto ideal ideal de su deseo. Para ello, el sujeto se identificará con este tanto por su cuer Ya que lo esen esencia ciall es cuerp po como por su palabr pal abra. a. Ya aparecer como como un «obje «objeto to brillante» brillante» que fascine fascine al Otro Otro.. Todas las empresas de seducción en que elhistérico puede comprometerse se apoyan en esa «brillantez fálica lica». ». En efect efecto, o, en la histeria iste ria,, la seduc e stá siempr siempree seducció ción n está fundamentalmente fundam entalmente al a l servicio del d el falo, falo, más más que que del de seo. En otros términos, se trata más de fortalecer la identificación imaginaria del falo que de desear al otro. Contra viento y marea, hay que hace hacerr desear al otro otro,, o sea, sea, hacerle hacerle desear ese objet objetoo fascinante qué se da para ver ver com como el el objet objetoo que podría podría colmar su falta. falta . Pero Pero toda vía es es más más importante dejar al otr otroo en en suspenso en esta esta movilización. Mientras el otro corra tras un objeto se mejante, el e l histérico histérico podrá podrá mantener mantener el fantasm fantasmaa de su identificación fálica. Y bien sabemos que, en cuanto el





































jb jbleraa. de la relación con eí.séxo eí.séxo como se dibujarán más ¿Jaramente un perfil perfi l histér histérico ico típicame típ icamente nte femenino y típicam típicamente ente mas mascu culin lino. o.





































12. 12. La muje mujerr histérica y su relación con con el el sexo

Por más que esté sustentad sustentadaa por por el deseo, la relación deseo o del fed fedo en en el el otro. otro. con el sexo del otro siempre es dese Así, una mujer puede encontrar, al lado de uri hombre., lo que él é l no tiene tiene en absoluto. absoluto. Pero, recíprocamente, recíprocamente, al go de la dimensión fálica fálica proyectada en la mujer mujer movili za el deseó de un'hombre junto a ella: Tanto en un cáso como en el otro se trata siii duda, para cada uno dé los tener supues sup uestame tamente.l nte.lo o protagonistas respectivos, de tener que el e l otro no tiene. tiene. En otras palabras, palabras, la dimensión de iafalia gobierna gobierna la relación con el sexo. En cierto modo, constituirse como quien puede ser ese falo del otro es siempre negarse a aceptar encon





































menina y luego, en el capítulo siguiente, en la mascu lina. Esta relación con el sexo está ampliamente sobredeterminada por cierto montante de registro de la reali dad, donde la lógica histérica del deseo va a encontrar puntos de apoyo favorables. Aunque estos puntos de apoyo de la realidad, en cuanto tales, sean diferentes, no dejan de ser electivamente escogidos por cuanto sir idea l al que ven a un mismo objetivo: el ideal que el el histérico histérico rin rin de un sacrificio sacrificio sin condicione condiciones. s. afán En nombre de ese ideal, ideal, parece parece evidente que el e l afán va a movilizar movilizar sin descanso a la mujer mujer his de perfec perfecció ción n va térica. térica. Sé.trata Sé.trata además, exactamente, exactamente, de una una exigencia exigencia en la relación con la perfección que, como es lógico, en contrará sus soportes privilegiados en ciertos estereoti pos cultu cultura rales les e ideológicos, ideológicos, comenzando comenzando por por la colusión bello y lo femenino femenino.. entre lo bello





































§§r cuanto que la fantasmagoría personal de la belleza ^ t á ligada ligada habitualmente a aquel aquello lo por por lo lo .cual cual cua l quiera quiere o puede gustar. Ahora bien, ese querer Lstar al otro otro no está, está , en sí, de ninguna manera sometí0 Ls Ép a la necesidad de una exigencia totalitaria de belleEjja, es decir, a una perfección tal que la apreciación del íjtiicio del otro referido á, nosotros pueda hacer función, piee ley. pi ley. Por m ás que ese ese quere siendo tribu quererr gusta gu starr siga siendo tario tario de, ciertas manifest manifestaciones aciones de cortesía cortesía provenienpés del otro, no exige que sea preciso alcanzar un súmImum de perfección para asegurárselo. La histérica no ha captado completamente esta ¡Discriminación. En efecto, subsiste siempre la secreta ¡esperanza de alcanzar esa cima de perfección. En esté J>unto, la apue ap uesta sta histér histérica ica es particularme particularmente nte ciegá, es es |iecir, fiel a sí misma: interpelar al otro de tal manera |[ue |[u e quede quede al mismo tiempo completamente fascinado yj yj Subyug Subyugado ado.. En En esta esta situación, la empresa empresa loca de ia ia his h is térica tér ica equivale equivale a adherir adherir al fantasma fantasma persistente persistente de un







































do continua continua su carrera de incertidumbre, dudas y arre pentimientos. Las negociaciones interminables que re sultan no hacen hacen más m ás que redob redoblar lar la vacilación inicial: inicial: ningún objeto elegido será capaz de tranquilizar o de cumplir su función de una mánera más. apropiada que aquel que precisamente no se escogió. A todas luces, el probl problema ema de la vacilación va á culmin culminar, ar, precisamente, precisamente, en el nivel de la elección de un compañero amoroso! En este terreno, en efecto, la histérica no dispone de nin gún gún criterio ideal ideal dé dé garantía. Tenie Teniendo ndo en cuenta cuenta lá ín dole dole de la investidura investidura in invol volucr ucrada ada,,,,la histérica histérica se tortu ra a más y mejor mejor en sus sus asunto asuntoss amorosos, amorosos, y no deja de actualizar, en este espacio, algunos de los rasgos más característicos de su estructura.







































su consisténcia intelectual. intelectua l. La imperf imperfecc ecció iónn jamás jamás se li mita al dado dado para ver del cuerpo. cuerpo. Se Se .ext .extiende iende igualmen igualmen te a la inteligencia y al espíritu. De manera que el «ha cer como si» intervendrá en este nuevo registro según las mismas técnicas de camuflaje. Tras esta expresión favorita: favorita: «y «yo no sé nada», nada», la histé istéri ricca traducé su agobio ante el hecho hecho de no no ser jamás jam ás lo suficientemente suficientemente inteli inte li gente ó cultivada ante la mirada delotro. Amenudo, menudo, es es ta disposición disposición adquie adquiere re el aspecto de un auténtico com plej pl ejoo de persecución por por el lado lado del intelecto. intelecto. Esta queja queja permanente sé encama en inhibiciones sintomáticas cuyo leitmotiv es bien conocido por nosotros: «por más que leo libros, no retengo nada»; «no comprendo nada de todo lo lo que me enseñan», etcéterá. etcéterá.







































miento de otro otro,, ella sé sé convierte convierte en sii sii sosté sosténn incondicio incondicio nal mediante una empresa de adhesión imaginaria, y adopta la resolución de convertirse en su eco liso y lla no. Una Un a vez más, más, identifica identificamos mos ese es e rasgo rasgo estructural de la histérica que consiste en estar, pero sin estar real mente del lado lado de su deseo. deseo. Al hacerse porta portavoz voz del sa ber de otro, ella neutraliza sus propias lagunas. Esta «megafonía» está sustentada por la constante preocu pación de gustar al otro y de constituirse como objeto que podría colmar su falta. Gustar al otro es primero pensar como él, luego hablar como él y, en él mejor de los casos, si el terreno se presta, pensar y hablar como él, pero en su lugar. Tal inconsistencia transige con el







































tempranamente, tempranamente, Freud Freud había presentido, en los av avataatares de ese ese proc proceso eso ideñtif ideñtificat icatorio, orio, úna de las constantes constantes más fundamentales del funcionamiento histérico. Re cordemos en seguida que es en está dimensión donde surge surge y se desarrolla desarrolla toda la homosexualidad histérica, histérica, m ás ligada ligad a al pro proces cesoo de identificación identificación que a la dimen dimen sión de la elección de objeto amoroso. Si la histérica es tan gustosamente subyugada por otra mujer mujer investida investida com como model modelo, o, es es porqu porquee supu supuesta esta m ente ente esta última última puede respond responder er a la pregunta pregunta cru qué es ser una muje m ujer? r? En virtud de cial cia l de la histérica: histérica: ¿qué esta pregunta central, la homosexualidad histérica no consiste, en elegir a una mujer como objeto de amor







































Es cierto cierto que el problema de la elección elección de un un compa compa ñero. amoroso amoroso es es aquel dond dondee la Histérica va a jugar, jugar, le m á s extremadamente posible, su adhesión al ideal de perfección. Por este ste motivo, motivo, el desafío va a ocupar.un lulu desafío va ~gar esencial La histérica intenta retener a aquel de quien pueda estar segura, segura, de antemano antemano,, de que respon respon derá a todas sus exigencias. En esta esta estrategia, la histé rica desconoce haber optado por no encontrar jamás a ningún ningún homb hombre re a la altura de la situación esperada. Dé Dé ahí ah í la afició aficiónn inmoder inmoderada ada de algunas histér histéricas icas a esco ger un compañero inaccesible: cuanto más inabordable séa, séa , más m ás pod podrá mantenerse la ilusión de de que el feliz ele; gido no habrá de decepcionarla. De este modo puede comprenderse esa propensión









































•

cuanto es, es, ju justa stam m ente, ente, el el hombr hombree de otra muj mujer er.. La h is - . térica térica puede pued e sentirse sen tirse entonces entonces tan desolada como como corresponde, puesto que, de todós los compañeros masculi masculinos, nos, el único único que que le interesa inter esa es precisamente precisam ente ^ .imposible.. i r En éstas ésta s diversas tribul tribulaci aciones ones que que la histérica desarrolla respecto de sus compañeros amorosos, apodemos destacar una constante específica: la/queja

.

.

< (

^

^ í .t .t









































sino cargar las tin tintas ta s en en el el plano plano del «rend «rendim imien iento to»: »: de be pro proba barr que que la cosa no es com como su com compañeráse pañeráse la sig nifica. En esta competencia trágica, los malentendidos lamentables alcanzan los niveles más altos, ya que al hombr hombre, e, interpelado en su virilidad, virilidad, ante todo.l todo.lee intere intere sa suministrar la prueba de que no es «impotente». La histérica, así, sabrá sacar partido de los denodados es fuerzos de de su compañero, para convertirlo, como como convie









































través de sus sus rendimientos, rendimientos, de que la histérica histérica tiene ra zón de esperar siempre más. Bien conocemos el diálogo tragicómi tragicómico co de sordos del que tan tan malheridos malheridos salen sussuscombatientes. En pocas palabra palabras, s, la histérica histérica no sostie so stie ne este es te tipo tipo de reivindicación sino sino porque porque con con ella pone a prueba la certidumbre de su insatisfacción. La mujer histérica no puede cerra cerrarr su su elección elección en el primer hombre que que se le aparece, ya qué es preci preciso so que que









































pensable para apuntalar precisamente algo de esa im portanc portancia: ia: «si yo nó nó est e stuu vier ie ra...»; «sin in.. mí no serías serías na da. ..»¿etcétera. En este ste puntó, puntó, debemos aclarar la índole, índole, particular particular de la relación imaginaria que existe entre el «hombre importante» y el «padre» de la histérica. Un error co-~ mún consiste en penéár qüe esta busca siempre a un hombre hombre que sea sea eLsj^titijtp de una imagen imagen paterna. El hombre buscado —y eventualmente encontrado—









































Hay Hay aquí una una posición subjetiva subjetiva totalmente totalmente específica.de là histérica ante un hombre én la medida en qué exista.una falta en él. Esta posición es diferente de la relación coii el otro otro que hemos señaládo anteriormente, donde la histérica ofrecía su perfección a un Amo su puestamente tan perfecto como ella,. Aquí, la histérica . detenta etenta presuntam presun tamente ente aquello aquello que le falta al otro otro y se ¡o ofrece. À poco que esta «ofrenda» adquiera ciérta di mensión, nos hallaremos muy cerca de ima posición











































13. La histeria masculina











































algún título honorífico—, y entonces la histeria mascu lina así reconocida, indemnizada, condecorada, puede osten ostenta tars rsee tánto tánto más cuanto que la considera consideraci ción ón social social











































temente importante como para traducir un malestar sólo sólo neutralizable mediante mediante la descarg descargaa psíquica de un acceso de ira. O, lo que es lo mismo, esta crisis de ira es











































puesto, de un amor de pacotilla, en la.medida en que el el hombre histérico es incapaz de comprometerse más allá de la seducción. Como no puede renunciar a nadie¡ ante todo le importa recibir, el amor de todos. Sin em











































larmente privilegiado, por lo mismo que los fracasos pueden realizarse de una manera espectacular, en el modo victimista ofrecido a la mirada de-todos. Aquí disponemos de una terminología bien específi











































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































B ibliog ibliog rafía rafía de referen cia

1) Sobre las perversiones A l b y , J.-M.

«Contribution à l’étude du transsexualisme», tesis de me dicina, París, 1956.

Au l a g n ie i e r , P.

L ’ïnc ïnconseien ient, n° 2, .«L «La perversion comme structure», L’ .«Laa perversion», abril-junio de 1967, PUF, págs. 11-41.

B o n n e t , G.

Voir-Etre vu.- Tomo I, Etu Etud des clin liniqu iques sur Vexhibit ibitio ion nnis me me,. Tomo. II, Aspe Aspect ctss méta métap psÿch sÿcho olog logiqu iques, es, Paris, «Voix

nouvelles en. psychanalyse», 1981. Les perversi perversions ons sexu sexuel elle les, s, Paris:'PUF, «Que sais-je?», n° 2144,1983. Cl

a v r e ül

,J .

Artículo «Perversions»?, eñ Ency Encycl clo opaed paedia ia un univer iversa sali lis, s, to mo. 14, Pan Pans, s, 1985. 1985. «Perversions: une structure?», en Le désir désir et la l o i Pans: Denoël, 1987, págs. 141-57. «Approche des perversions», ibid., págs. 159-67.

Cz e r m a k , M .

Lès «Précisions sur la clinique du transsexualisme», en Lès passions passions de l'objet, Paris: Joseph Clims, 1986, págs. 10929.

D o r , J. J.

Adoles lescence, to «L’asservitude esthétique des travestis», Ad mo 8 , n° 2, otoño de 1990, págs. 217-32.

































F r e u d *S. *S .

Intro Introdu ducti ction on à la psyc psycha hana nalys lyse, e, Paris: Payot, 1974, cap. [Conferencias ias de intr intro oducc ducció ión n al psico psico 20, págs. 283-99. [C a n á l i s i s , en Obras completas, Buenos Aires: Amorrortu editores (Æ), 24 vol vols. s.,-,-1978-8 1978-85, 5, vols. 15-16,1978.] 15-16,1978.] «Les théoriés sexuelles infantiles» (1908), en La vie vie se se xu xuelle lle, París: PUF, 1969, págs. 14-27. [«Sobre las teorías.

sexuales infant infantile iles», s», enÆ , vol. vol. 9,1979.] 9,1979.] . . .«“Un enfant est battu” (Contribution à la connaissance de la genèse des perversions sexuelles)», 1919, en Né Névrose, psyc psycho hose se et perve ervers rsio ion n, Paris: PUF,. 1973, págs. 219-43. [«“Pegan a un niño” (Contribución al conocimiento de la. génesis de las perversiones sexuales)», en AE, AE, vol. 17, 1979.] «Quelques conséquences psychiques de la différence vie sex sexuelle lle, Paris: anatomique entre les sexes», en La vie PUF, 1969, págs. 123-32. [«Algunas consecuencias psí quicas. de la diferencia anatómica entre los . sexos», en AS, vol. 19,1979J

Ge s s a i n , R.

«Vagina Dentata dans la clinique et la mythologie», en La Psy Psych cha analys alyse, e, n° 3, PUF, 1957, págs. 247-95.

Kr e s s -R o s e n , N. N.

a) «Introduction à la . question du transsexualisme», b) «Les lois et le transsexuel», en Le disc discou ours rs psycha psychana nalyt lytii que, 1982,2o año, 3, págs. 13-7.

L a c a n , J.

«D’une question préliminaire préliminaire à tout tout traitement traitement possible possible de Ecrits rits,, Paris: Seuil, 1966, págs. la psychose» (1957), en Ec 531-83. [«D [«De una cuestión preliminar a todo tratamiento tratamiento posible de la psicosis», psicosis», en Escritos 2, Buenos Aires: Siglo . veintiuno, 1987 (14a edición)J La relation d ’objet objet et les structure structuress freudie freudiennes nnes (19561957), seminario inédito. L’ét L’éth hique ique de la psych sycha analys alyse, e, Lib Libro ro VII VII (1959-1960), (1959-1960), París: [La éti ética ca del psicoanálisis psicoanálisis,, Buenos Aires: Seuil, 1986. [L Paidós, 1988.] Ecrits, s, Paris: Seuil, 1966, «Kant avec Sade» (1962), en Ecrit Escri rito toss 2, op op. cit] págs. 765-90. [«Kant con Sade», en Esc

































L’enve envers rs de la psych psychan anal alyse yse (1969*1970), seminario iné

dito.

Un discours qui qui ne ne serai seraitt pas pa s du semblant semblant (1970-1971), se

minario inédito.

Le Le savoir savoir du psyc psychan hanaly alyste ste (1971-1972),

dito.

séminario iné

Ou pire pire (1971-1972), séminario inédito. En Encore, Libro XX (1972-1973), Paris: Seuil, 1975. [A [Aún,

Barcelona: Paidós, 1981.1 «L’Etourdit», en Scilicet, n° 4, Paris: Seuil, 1973, págs. 552.

M a c D o u g a l l , J.

gran ndes découverte rtes de la «Essai «Essai sur laperver laperversion», sion», en Les Les gra psychanalyse, tomo: Les Les Perv Perver ersio sions ns,, Paris: Laffont/ Tchou, 1980, págs. 269-85 y 187-303.

Mu x o t , C.

Horsexe, Paris: Point «Clefs pour le transsexualisme», en Ho hors ligne, 1983, págs. 29-43.

PERLIER, F. Y GRANOFF, W.

«Le problème problème de la perversion perversion cnez là femme femme et et les les idéau idéauxx Le désir désir et le fém féminin inin,, Paris: Aubier Mon féminins», en Le taigne,.1979, págs. 21-106.

ït ïtOSOLATO, G, Encyclopédie médimédi«Travestisme et et Transsexualisme», en Encyclopédie co co-ch -chiru irurgic rgica ale, le, 1968, Psychiatrie, 37392, CIO, 10-11. SAFOUA SAFOUAN, N, M. «Contribution à la psychanalyse du transsexualisme», en Etudes Etudes surV surVœ œdipe, ipe, Paris: Seuil, 1974, págs. 74-97. «L’homosexualité masculine et et ses ses relations avec le mythe sexual alité ité fém féminin ininee, Paris: Seuil, 1976, œdipien», en La sexu págs. 63-72. «L’homose homosexua xualit litéé féminine», ibid., págs. 117-27. Stoller R J.

































To s t Aí n , R.

temps «Essai apologétique de la structure perverse», en Le temps d’ d ’aimêr, aimêr, Paris: Denoël, «L’espace analytique», 1988, págs. 53'64.

2) Sobre lá histeria histe ria Ch e m a m a , R.

Lettr tres es de l’Ecole «A propos du discours de l'hystérique», Let Fre Freu udien ienne de Paris, n° 21,1977, págs. 311-21.

D o l t o , F.

imagee inco incon nscie scien nte «Hystérie et psychosomatique», en L’imag du corp corpss, Paris: Seuil* 1984, págs* 352-66.

F r e u d , S. S.

Névros rose, psyc psycho hose se et «L’étiologie de l'hystérie» (1896), en Né perv perver ersi sion on,, París: PUF, 4a edición, 1981, págs. 83-112. [«L [«La etiología etiología de la histeria», en AS, AS, vol. 3,1981.3 . «Quelques considérations pour une étude comparative des paralysies motrices organiques et hystériques». (1893), Résu ultats ltats,, idé idées, prob problè lèm mes; tomo $n Rés tomo 1 ,1890-1920, 1890-1920, Paris: PUF, 1984, págs. 45-59. .[«Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo dé las parálisis orgáni cas e histéricas», en AE, vol. 1,1982.] «Mes «Mesvues vues sur le le rôle de la sexua sexualité lité dans Fétiolog Fétiologie ie des né-. Résultat tats, s, idé idées, pro probl blèm èmes es,, tomo I, vroses» (1905), en Résul 1890-1920, París: PUF; 1984, págs. 115-22. [«Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología etiología de las las neu neu rosis», en AE, vol. 7,1978.] «Fragment d’une analyse d’hystérie (Dora)» (Í905), en Cinq psychanalyses, Paris: PUF, 1954, págs. 1-91. [«Fragmento de análisis de un caso de histeria», enÀE, vol. 7,1978.] «Les fantasmes fantasmes hystériques et leur relation relation à la bisexuali bisexuali té», PUF, 4a edición: 1981, págs. 149-55. [«Las fantasías AE, vol. histér histéricas icas y su relación relación con con la bisexu bisexualid alidad ad», », en AE, 9,1979.] «Considérations générales sur l’attaquè hystérique» psycchose etperv erversio rsion n, París: PUF, 4a (1909), (1909), en Abu Aburóse, róse, psy

































edición, 1981, págs. 161-5. [«Apreciaciones.generales sobre el ataque histérico», en AE, vol. 9,1979.] F r e u d , S. y B k e u e r , J.

Etu Etude dess sur sur Vhystérie, París: PUF, 1956. [Est [Estu udios ios sobre la hi hister teria., ia., en AE, AE, vol. 2,1978.3

I s r a e l , L.

: L' L'hystér tériqu ique, le le sexeét sexeét le médecin, in, Paris: Masson, 1976. Bo Boiter iter n’est est pas pa s pé pécher cher,, París: Denoël, «L’espâce analyti que», 1989. •L a c a n , J.

Les Les psyc psych hoses oses,, Libro III (1955-1956), Paris: Seuil, 1981.

Seminario del 14 de marzo de 1956, págs. 181*93; seminario del 21 de marzo de.1956, págs; 195-205. [Las psic psicos osis is,, Barcelona: Paidós, 1984.) La relatio relation n d ’objet objet et les les structur structurés és freud freudien ienne ness (19561957), inédito. Seminario del 9,16 y 23 de enero de 1957. Les Les formations f ormations de Vinco Vincons nscie cient nt (1957-1958), inédito. Seminario del 7,14 y 21 de mayo, 1 1 y 18 de junio de 1958. . L'i L'id dentifi tifica cati tio on (1961-1962), inédito. Seminario del 20 de diciembre de 1961,14 y 23 de marzo, 4 de abril y 20 de ji jimio mio de 1962. Les Les quatre quatre conc concep epts ts fon fonda dam mentau entaux x de la psycha psychanal nalyse yse,,

Libro XI (1964), Paris: Seuil, 1973. Seminàrio del 15 de enero de 1964, págs. 7-17; 20 de enero de 1964, págs. 3141; 29 de enero de 1954, págs. 31-41. [L [Los cuatro tro concep tos tos fund fundam amen enta tales les del del psic psicoa oaná nális lisis is, Buenos Aires: Pai dós, 1987.] Uenvers Uenvers de la la psychanalyse psychanalyse (1969-1970), inédito. Semina rio del 3 y 17 de diciembre dé 1969,. 14 de enero, 11 y 18 de febrero, 17 de marzo y 11 de junio de 1970. «Séminaire «Séminaire sur sur l'hystérie», conferencia conferencia ofreci ofrecida da en Bruse Bruse las el 26 de febrero de 1977, Quarto, n° 2 , 1981, págs. 115-23.

Lo e w e n s t e i n , R. y Pa r c h e m i n e y ,

G «La conception psychanalytique de l’hystérie», L'E L'En ncé phale phaleyy 1933, págs. 312-30.



































Me l m a n ,C . -Nou velles velles études s u r l ’hy stérie,

i)enoël, 19<34.

Paris: Paris: Joseph Tîïiins/

MiLLOT, C. Nobodadd Nobodaddy, y, l’hy l’hysté stérie rie dans le siè siècle, cle, Paris: Point hors

ligne, 1988.

NASIO, J. D. L’h L’hysté ystéri riee ou ou l’e l’enfan fant mag magni nifi fiqu quee de de la psyc psych hanalyse lyse,,

ris: Rivages Psychanalyse, 1990.

Pa

P e r r i e r , F. F.

«Structure hystérique et dialogue analytique», en La Chaussée d ’Antin, Antin, Tomo H, Paris, «10/18», 1978, págs. 74-8..

Re v u e F r a n ç a i s e

d e P s y c h a n a l y s e

.

.

«De la névrose d’angoisse à l’hystérie», 1,1985 (número totalmente dedicado aí tema de la histeria).

Ro s o l a t o , G.

«L’hystérie. Structures psychanalytiques», en L’Evolu voluti tio on Psy Psych chia iatr triq iqu ue, tomo XXVII, 1962, págs. 225-58. «Introduction à l’étude de l’hystérie», en Enc Encyc yclo lopé pédi diee mé médico ico-ch -chiru irurgica icale, le, 10,1962, págs. 1-6.

T reiat /E.

His Histo toire ire de l’h l’hysté stérie rie, Paris: Seghers, 1986.

WlNTER, J.-P.

«Sur l’hystérie masculine», én Le disc discou ours rs psycha psychanal nalyti yti que, n° 1, octubre de 1981, págs. 6-9. «L'hystérie masculine», I y II, en Carnet de Psychanalyse de Lou Louva vain in,, n° 4 y n° 5, Presses Universitaires de Louvain, 1983.

































3) Sobre la neurosis neu rosis obsesiva o bsesiva Fr e u d , S.

Névros vrosee, psyc psych hose ose et «Obsessions, et phobies» (1895), en Né pe perve rversio rsion n, Paris: PUF, 1981, págs. 39-45. [«Obsesiones y fobi fobias as», », en AS, vol. 3,1981.3 Névrose, psyc sychose «Caractère et érotisme anal» (1908), en Né et perversion, perversion, París: PUF, 1981, págs. 143^8. [«Carácter y AE, vol. 9,1979.] erotismo anal», en AE «Remarques sur un cas de névrose obsessionnelle» (el Hombre de las Ratas)» (1909), en Cinq psychanalyses, Paris: PUF, 1954, págs. 199-261. [«Puntualizaciones so bre un caso de paranoia paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente», en AS, vol. 12,1980.] «La disposition à la névrose obsessionnelle» (1913), en Né Névrose, psyc sychose ose .etperv perveersio rsion n, París: PUF, 1981, págs. 189-97. [«L [«La predisposición a la neuro neurosis sis obsesiva», en AE, AE, vol, 12 1 2 ,198 ,1980J «Parallèles «Parallèles mythologiques mythologiques à une représentati représentation; on; obsessio obsessio Essai aiss de psy psychan chana alyse lyse ap nnelle plastique» (1916), en Ess pliqu pli quée, ée, París: N.R.F. Gallimard, 1933, págs'. 83-5. [«Paralelo mitológico de una representación obsesiva AE, vol. 14,1979.] plástica», en AE «Sur les transpositions de pulsions; plus particulièrement sexuelle, le, París: dans Térotisme anal» (1917), en La vie se PUF, 1969, págs. 106-12, 106-12, [«S [«Sobre las las trasposiciones trasposiciones de la la pulsión, en particular del erotismo erotismo anal», anal», en AS, vol. 17, 1979.]

GREEN, A.

«Névrose obsessionnelle et hystérie. Leur relation chez Revue vue Fran rançaise ise de Psyc sychanalyse lyse,, n° 5/ Freud et et depuis», depuis», Re 6 ,. 1964, págs. 678 y sigs.

































Les Les écri écrits ts tec techniqu iques de Freu reud , Libro I (1953-1954), París:

Seuil. Seminario del 7 de julio dé 1954, págs. 301-16. {Los {Los escritos técnicos de Fréud, Barcelona: Paidós, 1981.]

Le Le moi moi dans dans la thé théorie de Freu reud et dan dans la la tec techniqu ique de la psy psycchanalyse lyse,, Libro II, Paris: Seuil, Í978. Seminario del 8 de jünio de 1955, págs. 301:16. [E [El yo en la teoría de Fre Freu ud y en la téc técnica ica psico sicoan anal alíti ítica ca,, Barcelona: Paidós,

1983.]

. Les Les psy psychos chosees, Libro Iïl (1955-1956), Paris: Seuil, 1981-. Seminario del 2 0 de junio de 1956, págs. 321-31. [La [Las psic psicos osis is,, Barcelona: Paidós, 1984.] «La psychanalyse et son enseignement» (1957), en Ec Ecrits rits,, Paris: Seuil, 1966, págs. 437*58 (véanse sobre todo págs. 451-4). [«É [«Él psicoanálisis psicoanálisis y su enseñanza», én Escr Escrito itoss 1, op op. ci cit.) t.)

«La direction de la cure et les principes de son pouvoir» (1958), -en Ecrits, Ecrits, París: Seuil, 1966, págs. 585-645 (véanse sobré todo págs. 596-8, 609, 633). [«La dirección de la cura y los principios de su poder», en Escri Escritos tos 2\ Buenos Aires: Siglo veintiuno, 1987 (14a edición).] L eclaire,S.

«La fonction imaginaire du doute dans la névrosé obses sionnelle»; en.Entretiens en.Entretiens psychiatriques, psychiatriques, eâ. de L’Arche, 1955, págs. 193-220. ^Jérôme ou Là mort dans la vie de l’obsédé», en Dé mas masqu quer er le réel, Paris: Seuil, «Points», n° 148,1983, págs. 121-46. «Philon ou L’obsessionnel et son désir», en Dém Démas asqu quer er le ré réel, Paris: Seuil, «Points», n° 148,1983, págs. 147-67.

MELMAN, C.

«Trois leçons sur la névrose obsessionnelle», conférencias ofrecidas en Bruselas el 29 de noviembre de 1986, el 31 de enero y el 21 de marzo de 1987, en Bulletin Bulletin belge belge de là Asociación freudiana.

































I. «Le désir désir de l’ l’obsessionnel dans la perspective dé dé Jacques Jacques Esqu uisse issess Psychanalyti lytiq ques,- n° 9, primavera de Lacan», Esq 1988, pâgs. 5-26.

R q u b l e f ,

Dor Joel Estructuras Clinicas y Psicoanalisis

Recommend Documents